Ulf Hannerz
Conexiones transnacionales Cultura, gente, lugares
raduccón de Maía Gomis
R�NESI F CTEDR
NIRITAT
DE
VENCIA
Ttulo original de a obr: Tranational Connections. Cultu, people, plac
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© 1996 Uf Hnnrz Edicons Cátdr, S. A., 1998
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Índice AGRECIMIENOS l.
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Inroducción. Kung Fu en Nige en Mahtn l
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TR
2. Lo local y lo global global connuidad y cambio . . . . 3 . udo la cultura cultura esá esá en ods ods pes pes reexiones reexiones sobre sobre un conce to vorio . . . . .. .. . .. 4. El ecúmene globl globl como como pisje de l modeidd . . 5. Siete argumenos argumenos para la diveidd . . . . .. . . .. 6. El reeso de koschk, o l onización socil del meszje . . ..
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II.
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33 55 77 97 111
PoNA
7. rn1 declive fnal de la nación? . . . . .. .. . . . . . . 8. U n Papa Papa polaco enre enre los mayas: sobre comunidad y glolidad 9. Cosmopolitas Cosmopolitas y locales en la culu culur r mundil mundil 0. Proble Problemas mas en la alde glob globll el e l mundo segú según n l o s coespon coesponsales sales extranjeros . . . . . .
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Ill . LUG 1 . El papel cultural de las ciudades mundiles . ... .... 2. Amst Amsterd erdam am vent ventan ans s abie abieas as al mundo en Bijlmeeer. Bijlmeeer. . . . . . . . . . . . . . . 13. Estocolmo doble mestizaje . . . . 4. Sophiatow: un visión a disnci . . . . . .
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IBLIOG
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Agadecimientos Escribí la mayría de ls capítuls de este libr e el marc del pryect «Prcess Culturales Naciales y Trasaciales», c sede e el Depaamet de Atrpla Scia de la Uiersidad de Estclm y e el Depaamet de Ela de la Uiersi dad de Lud; Oar Lfe y y dirims el pryect, y ctams c la subeció del Csej de Iestigació de Suecia para las Humaidades y las Ciecias Sciales. Tambié s ut de mi ép ca de directr del Clleum Suec para Estudis Superires e Cie cias Sciales, Uppsala, dnde era respsable del Prama de Gl balizació. El capítul 1 l he redactad pa este libr. El capítul 2 l preseté pr primera ez e la Uiersidad de hicagrascultura Centeial Cfernce sbre «Las cdicies de la cmpresión recíprca», celebrada e Chicag, 1217 de septiembre de 1992. Apareció e Te Conditions Rcpo Unstanding edició de James W Feádez y Milto B. Siger, publica d pr el Cntr de Estudis Iteaciales, Uiersidad de Chica g, 1995. También l preseté e la serie de cferecias «He R. Luce» sbre Idetidad Cultural y Prcess Glbales, e la Uier· sida lark, Wrstr, Massachusetts, y la Universidad Ccr· dia, Mtreal. El capítul 3 e ua de las pnencias centraes la cferecia aual de la Asciaió Sueca d Apla (SAN, sbre el tema «Culra: cmpartida y disbuida, elebrada e Kuglv, 26-28 de ma de 1993. S publicó pr primera vz en Ethnos, l. 58, pá nas 951, 993. 9
E capíto 4 s prsntó n a confrnca sobr «La moa rconsraa» organzaa por Com Sco para Estos Sprors n Cncas Socias y Daas n Frbrgh Manson Sca 2627 mayo e 1994 La prmra vrsón capíto 5 na ponnca prsntaa n na confrnca sobr «L conomía os bns comns transnacons» organza conjntamnt por Unvrsa Sna Insttto Mnia paa Dsaoo d a Invsgacón Económca IDER) y a Asoccón Intaciona Economstas cbraa n Cosa Pontano 2527 abri 1991. Postriont n a confrncia sobr Mcltraismo. ¿Amnaza o vntaja?» n a Univrsia Gotmbrgo 56 mazo 1992, y n varias confrncas n a Unvrsia Cen Epea Bapst n a Unvrsia T Avv n a Unvrsia Bn Gron Ngv Brshva y n a Esca a Amnisación Púbca os Paíss Bajos L Hay Se publicó tdcid ueco n l dición biine as pnncis preents n l cnfernci Muicutur: Wre o re� edición prepr pr Dr KósDines y Á ke Sanr (M pp Univs e Gtmburgo 1992) Un vrsión nteor e cpítu 6 s prentó n Intercoete Semin bre «Cutu Hstoia e Ientidd: e mszj co prcs cur» Univei Coeg d Lone n m 992 y postrioent en l Univrsd Juía e Jesaén a Unvrsi de Hfa y l u e Invsgción n Cincis Socs Amsteram Agnos antos s prsentaron n la rnón an Asocacón Amricn e Anploa Chcgo 2024 novimbr 1991 en una ssión sbre Mstzaje soiour» organizaa por Chrstine Journ E cpíto 7 se prsentó en confernca sbre «D o nacion» orgd pr el Pryecto sbre os Procsos Cltes Nacione y Trnins en Bjrsjld Sca 2628 d abr 1992 y se pbicó pr pmera vz en Eos, vo 58 pág 33739 1 993 E capítuo 8 s prntó n n cco smnarios sobr Comns gobaesias gobals» n Esce e Estuios Orinte y Aican Lnr n ocbr 993. La primra vrsón capíto 9 s prsntó n a 1 Cnfrncia Intein sbre los Jug Oímps y s Intrcambi Ctra Este/Oest y No/Sur n Sistma Muni n Sú n agosto d 198 Se ha pubica ntes l preent ición n Teo, Cuture and Soe, vl 7 pág 23725 1 1 990, y n Glb re, n icón Mk Fathrston (Lonrs Sag 1 990). 10
E capítuo 1 se presentó en a Conferenca de a Socedad para a Anopooa Cutura sobre «La produccón cutura durante e captasmo recente» Chcao 1315 de mayo de 1994. E capítuo 1 1 se presentó en un smposo nteacona sobre «La Era de a Cudad: a vda humana en e so X» en OsaaJapón en mao de 1990, y se pubcó en Humanising e Ci ? edcón de Anthony Cohen y Ktsuyosh Fuku (dnburh Unverst Press 1993). E capítuo 12 se presentó bajo una versón eramente dferente en una conferenca abea a púbco en el Cenm voor Gootstedejk Onderzoek de a Unversdad de Amsterdam donde yo pcpaba como ctedráco nvtado en un rogama patrocnado or la cudad de Amsterdam el 12 de noviembre de 1 99 1 . GCO o publcó junto con otra conferenca mía en a de opúscuo y bajo el títuo Culure Cies and e Wr (1992). Posteroente se ncuyó en e bro Unsnding Amsm, edcón de Léon Deben lem Henemejer y Dck van der Vaa (Amsterdam Het Spnhus 1 993). E capítuo 13 se presentó en una conferenca sobre «La oran zacón de a dversdad: Botrka Sueca como un escenro multcutura» 13 1 6 de juno de 1990, y se pubcó en T me the Wr Sa fr Divsi edcón de e Daun Bly Ehn y Barbro en (Botkrka Swedsh Immraton Insttute and Museum 1992). Escrbí e capítuo 14 para a conferenca sobre «Símbolos de cmbo: cutur transreona y práctcas ocaes en Áica de Sur» que tuvo uar en Berín 710 de enero de 1993 ; y se ubcó en ejou South South Acn Studies vo. 20, pás. 181193, 1994 ubca do por Car Pblshn Company Abndon Oxfordshre). Tambén e e tema de una conferenca en a Unversdad de Lancaster. Teno que agadecer os comentaros y suerencas que recbí con movo de as presentacones anterores. Agadezco a os edtores de as versones anterores que me hayan pedo reunos en este bro. He revsado os capítuos que ya habían sdo pubcados con e n de poderos ntegar en esta pubcacón. He actuazado las notas para reejar pubcacones recentes de reevanca. Por otra ae he aproveado as notas para responder a aunos comentaos sobre as versones anterores de estos textos. Una vez más quero agadecer a Heena Wu m esposa y coea su ncansable y múltpe apoyo. Hann
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Intoducción. Kung Fu en Ngera,f en Manhaan 1.
Ls capítuls de este libr se han enerad en un espaci en cier· t md autbigác Aunque est pdrá verse de vez en cuand a l lar del text, me peit esbzar aquí aluns hits: un htel mdest en un cnnente, una escena callejera en tr y un pueble· cit en un tercer. Durante la década de ls 70 y de ls 80 pasé varias tempradas en sy Guest Inn En aquells días era un edici sencill, de una plan· ta, cn paredes amarill chillón y pstis azules (y rejas de hie, más que cristales) en las ventanas, baj un tejad de chapa acanalada. En el pati interir, adnde daban las habitacines, había un gif central Pr la mañana, ls que se cupab de la ccina mataban allí abaj una ds allinas; era de est, el gif estaba a dispsición de los huéspedes. Prbablemente, nunca había más de media dcena: c· merciantes de jenbre, mas itinerantes y sldads de permis. Estaba en Knchan, una ciudad en el cen de Nieria dnde estaba sy Guest Inn, para hacer trabaj de camp de antropla, y me había cnverd en el únic huésped peanente de aquel hs· tal. En aquells días se prduj una escasez de aljamient en la ciu dad prque una unidad del ejércit nieran estableció su base en el luar y ls ciales cuparn prácticamente cualquier habitación disponible 1 . Qedae en Rsy Guest Inn me peitía no dspersarme 1 En otras publicaciones he tratado algunos aspectos del pasado y del presente e Kach (ne, 1979, 1982, 1983 b, 1985, 1987, 1993). 13
en os mútipes quehaceres que impone una casa propia. (Después de un día agotador, podía entrar en e comedor, pedir un té y a encargada, una mujer joven, se acercaba con una incinación para preguntarme: «¿Café o Tetey?» Además, como era a única persona que tenía máquina de escribir, es adaba a mecanoaar e menú.) L estan cia aí también me ayudó a captar a moviidad, tanto sica como menta, de a vida urbana contemporánea de os nigerianos, as metas que tenía a gente de a ciudad que iba aí a comer y que se enzaaba en acaoradas discusiones, y os puntos de referencia con que os vi sitantes enjuiciaban Kfanhan. Un día, un comerciante de una ciudad más impoante que no encontraba taxis que circuasen por as caes povorientas y enfangadas de afanhan, me preguntó qué propondría yo para soucionar e poe oca. Haciendo broma, e sugerí que se acercara a an árbo que había en a cae Danhaya y comprobara si aguno de os radores de caetias que a su sombra descansaba, estaba dispuesto a evare. Primero me miró hoozado y uego se ehó a reír. E dueño de sy Guest Inn, un emiante de sur, no vvía en Knhan pero venía cada semana, montado en una motociceta que eaba humo, desde una ciudad más impoate que estaba a ciea dstancia. En esa ciudad había oo sy Guest Inn, y un tercero en a ciudad universitaria que se encontraba un poco más a noe. Además, regentaba dos papeerías; una de eas en afanan, donde yo soía comprar a prensa. Prefería que os empeados eran paentes suyos, aunque en afanhan hacía una excepción con e cocinero; en este caso prefería que era un hombre de Caabar, una pobación en a costa sureste de Nigeria. Desde os pmeros empos de a época coo nia, os cocinros de Calabar tenían fama de ser os mejores profesionaes de Nigera (aunque tal vez e de anan no hacía honor a su ma). Todavía conseo a to que e dueño de Rosy Guest Inn nos sacó a cocinero y a mí a víspera de una de mis padas; y también u tar eta, muy eegante, con un acabado como si era adera, on a dirección de todas sus empresas y a de su domiciio, una casa que compartía con su esposa y doce hijos. También e en sy Guet Inn donde conocí a Ben, un joven eectricista que trabajaba aí uando a eectricidad empezó a egar a Knan y a mua poblaones de segundo orden ran as épocas próperas de Nigea, cuando decubrieron que había petróeo. Ben (su padre había ido uno de pmers de uar que había abandonado e cuvo de a ea y e había convedo en pequeño 14
cmecnte) eutó er un peon de d caddes y condcine. De md que cund e tendido eéctrco quedó práctcmen· te intd empezó tbj cnmg depñando todo tip de te ppi de un yudante de ntpóg guí, cnejeo ntépete mdid etc. Le gutb cnvrs dar est ng Fu n ceeceí de Kfnchn quejae pr tnr que hnca od en e du cement d un de as geua que vtábmos hce peunt much má tevd qu qu y hubea pdd hce empei de ug y hace nnube prgunts cec de cudde de pe. Por eso n me rendó que me peunta pdí quede pródco dpué d que y hubier eíd; unque ueg tuve una pqueñ decepcón prque decub que e b drect mecado pa vendéo a os tendr que l uizbn p envover pescado sco. Ot nécdt de ñ etnta Uno d o heano aye de Ben e c de ejéct y progénto e amó Gagin n ecued de nut viétc. Ben qso uper a su hemn y cud nció u pime hj e mó Lenn. Poco depué cuand y etb llí Ben decubó que os estudants d una ce d m tei que hbí e de fanchan (dnde a vec tbjab cm elecicit) n tenín dnd pode cpar jabón bcdl ceil y t pequeñ c. D mod que e ocrró estabec un end que cmo pde o aía baj nbr de u hij: «Supeecd Lnn.» Et qu ocuía á de dez años ante de dencón de ocm estat en a Unón Sovétca pece h un pemncón ntbe. Ot ecen ubn un diz años dpés. Una añana de n vie en Nuev Yk. H ca en na aca de pae baja de Bdwy cn l epenz co tntos otos, de podr nt n un ct púlic en e que prticpán varos cte acan de enmbe mnifetr u po a Saan Ruhd. Acab de publice Lo veo atánicos y e ayatoah Jon ha anzad un fa. Hbí demd gent que esprb ajo os paraguas de modo que myí (incud y) no pdo ntrar n a saa. Com cntptd im tet pacpaos, n o q ocuría er. A un ld de Brdwy etb gnt q qa na n mtin ente de ce medi meca cn sdo qu taba «Lbe td de expeión! Lbed de eesón!», o ncuo «Fuea Hezboh». n muje qu pb p aí contó que aquo e co el 68. En ce de enente hí na conntacón d nmian 15
tes muslmnes, con sus propi pnc y corendo s ppi consis Un de ells decí : «El im promuee e diálogo» Y í estábmos, el este y e oete, o el noe y el sr si e prefere, en ldo opestos de Brodwy, lnzándono es no con oos L tercer escen se sitú en n pebecio ur de Seci, donde selo psr el erno Mi bisbelo compró n csit en qel lugr cndo se dio cent que ningno de s hjos e ocprí de l nj miir sid pocos lómetro de ditnci Mi beo e cpitán de mri y dos heno yos emiron éic Ls dos hens soters se quedron en l c miir cundo murieron ss pdres, y escbín los pentes de cidd comentándole os cmbios de jrdín con ls suceis estciones del ño, s costmbre de os erizos y legd y pd de ls es mito El pueblo h cmbido con el po de los ños L myorí de os hbitntes se dedicb l esní y s lbore de cmpo Ahor, l myorí (o mejor dio, sus uceores) se trsdn l ciddes próxim Durnte n empo l cs de l ldo peeneció un moso ldrón de bncos que hbí empezdo un ne id; no le er my áci, porqe l gente todí recordb l époc en que slí en teeisión de mos píes con n po de empledo de bnco teorizdos los que tení como rehenes Un prej de njero jbido ie en es cs desde que é se mró mujer, qe hbl e dilecto locl con un cento csi impercepble, er hij de un própero teteniente del este de Psi, creció ene dos gues mndiles y se hizo dult en un pís neo justo cndo l ngu rm de vida hbí queddo destruid pr siempre os o tre css más llá ií n estrell del hoey sobre hielo, nque e por poco empo Hst llí le jo un rico empresrio locl (no residí en e pueblo) que querí promocion un equipo de un ciudd cercn. Pero poco después, un equipo cndiense importnte un equipo de l Lig Ncionl de Hockey Noemercn compró l jugdor de hockey, y no se le h elto er desde entonces Los del puebo todví hbln de su ml genio. ntigu uterí del pueblo es hor un glerí de e, y l mujer qe l dirige d clses de comunicción interculturl en un centro de enseñnz pr dultos de l ciudd Ape de l señor de Psi Orientl, hy muy poc gente oriund de oos píses que, de lgun , hy lleg do hst el puebo. (En l ciudd más próxim prece que hy unos cuntos ietnmits que llevn un i trnquil.) Per medid que se proximn ls elecciones, tnto ellos como sus ecinos se encuentrn en el buzón propgnd electorl de un upo de derechs con 16
ede en n cidd n treint lómetr l r; l llet fn qe Seci, n etd de bienetr y n/ «hgr del pebl», e h cned en pc décd en n «infe mlcltrl». UN ECúENE GLBA
ditnci y l nter n n l qe slín er. El mte lc qe j l célebre jgdr de hckey netr pebl tmbién tení n interé epecil pr l ijes de lrg ditnci rió n peqeñ mnment en el bqe, en el lgr dnde n nche de ern e encnó cn n ne epcil y s iplción, prcedente de tr plnet; pr deci, n de ls iplntes hbí cíd ene y tiern qe reer l lgr de dnde enín, de md qe ndie má l i. Pr l generl, tdí n dipnem de cnexine intelnet. Per iim en n épc en qe ls cnexine nsncinle n cd ez má rid y má penetrnte, cn myres menre cnecenci pr l id hmn y pr l cltr. L per n se meen y czn l nters ncinles pr dier rznes; en el pebl ec, prqe n de id nterir hbí qedd deid en n lgr de Alemni qe y n er Alemni, prqe pern le pgbn mejr en Cndá. tecnl de l milidd h cmbid y l medi de cmnicción, cd ez más rid, n llegn desde lende l nter reclmnd l tención de ne entid. N ns reslt dicil imnr l qe e encen nde ditncis. A cnri, nes imnción se liment mend de l ditnci y de l mch s en qe l ditnte pede cnere de prnt en próxim. Se dice qe l npólgs n «mercderes del mb», que se cp del mb qe pdcen l clrs ñs (Gee, 1984, pág. 275). Sin dd, hy m en et descpción, unqe quizá ns inqiete l redcción qe e pdcirá en el mercd de este p de pr dct cnd lgn de l cstmbres más ntbles del enta de l clt glbl e denezc y cnd, en clqer cs, ente el núe de pen qe hn ist demsids css pr ser suscepbles de srendee cente. Pece qe un de ls mercncís ales es el smb te el desplent y la yposición: g F en Kn yfa en Mnhttn. Cn tdo, el valr sores de tles pr uct pede qe mbién disminy my pnt, a medid que acumulems más y má ienci necdócs de este p. L
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A menos rante os años qe evo en este campo, a antropooa ha so e proceso e ser «repensaa», «reinventaa», «recaptraa». Agunos icen qe es porqe está en crisis, anqe t vez esto no sea sino n sio e vitaia y n proceso e aaptación contina a a reaia cambiante (y también a as chas generacionaes y a as presiones e mercao acaémico) En caqier caso, e eseo e rabajar nevas interetaciones qe nos peitan entener a cohesión e mno y as conexiones transnacionaes qe afect a a organización e os siicaos y as acciones y sobreponeos a asombro qe nos procen as nevas mezcas y combinaciones es na tendencia cara y cada vez más impoante en a antropooa cambiante e nestros días, entenia coo empresa inteecta y como ocio. Cano a pcipios e os años sesenta ené en e cpo e a antropooa, era esta na iscipina universitaria qe te peia (o qizás más exactamente, te aba a) tener n interés por conentes exócos como Áica; se sponía qe si te mantenías en t línea drante n empo sciente, acabaas en n pebo ejano e oo connente tratando e ar seno a una parcea de via e aqe ugar E mno, a menos pa os nopóogos, precía estr hecho e innmerabes enaes elimitaas, más o menos ocales; na especie de mosaico globa. A connación, a antropooa pasó por n perioo e inspección minciosa y crítica, ese dentro y esde era, como to e coonialismo La idea de na iscipina inependiente para e estio de «otras curas» cciente oseano al rest restaba cada vez más dosa, tanto ese e punto e vista mora como e inteeca. (Como consecencia, este ibro no hace hincapié en «e resto», apae de qe pea mosr ciea preiección por no.) Caa vez había más investigadores qe hacín «nropoo ' en casa», na noción astnte eásca. Pero, incso entonces, se m vo a premisa de mosaico a peqeña escaa, ancao en as niad s craes y sociales el territorio. Cano i a Kfanan pensaba hacer n estio ocal, n experimento en nopooa rbana, n estio e na ci qe en conjnto era heterogénea e inteamente compeja. Sin da, esto ya era dar n paso era e as aiciones de a tropooa. L gente e a cia, emiantes e toos os rincones de Nigea, peenecían a pos étnicos sobre os qe se habían escrito monoaas clásicas Ibo, Hasa, Yoba, Tiv, Npe. Y a eicia, e «ibaismo», era, no hay a, no e os principios codianos e a organización so cia en a via e a cida. Con todo, no pee decirse qe no era
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una cuesón polémica. En el libro reso de Rosy Guest Inn donde los huéspedes debían anotar su nombre, ocupación, dirección y también su ibu, un huésped indiado escribió una protesta encendida cona el apaado de la bu. Esto, decía, no cabía en una Nigeria unicada; era una costumbre retróada y debía abolirse inmediatamente. Sospecho que el propietario no había heho más que copiar el libro restro del hotel estatal de mayor preso a las aeras de Kaanhan. La disputa entre la dirección y el ilustrado huésped de sy Guest Inn nos recuerda que Nigeria es uno de los muhos lugares donde se percibe que la amenaza a lo nacional proviene prncipalmente de niveles ineriores, de lealtades sectoriales que son más bien locales. Con todo, allí estaba la idea de lo nacional, en un país que a fnales del siglo pasado no existía ni como entidad independiente ni como entidad dependiente pero coherente. Era una concepción impoada desde era que en pae y en una parte siicativa convertía a Nigeria en una organización aifciosa dentro de los procesos de integración en el mundo. A medida que avanzaba en mis estudios urbanos, la naturaleza de la cultura contemporánea de Nigeria ntendida en una escala amplia me preocupó cada vez más: (cómo se puede entender, y describir, una cultura modelada por la interacción intensa, connua y a an escala entre lo indígena y lo que viene de era?, ¿qué heamientas necesitamos para captar lo que puede pensarse como una nueva civilización? Más allá de estas cuesones, había otra de mayor alcance: ¿en qué po de interconexión global puede ocupar un lgar Kaanhan una ciudad que ha crecido alrededor de un ceno de comunicaciones eoviarias de la era colonial, con habitantes como Ben y su hijo Lenin? Lo que viene a continuación no son más que intentos para encontrar una respuesta; incluso cuando nos parezca que estamos muy lejos de Kaanhan, porque la pregunta será poco más o menos la misma tanto si estamos en Broadway, como en el pueblecito de Suecia, como en cualquier otro lugar. En esta inoducción quiero establecer algunas cuestiones generales y hablar de la organización de los capítulos. En primer lugar, algunos comentarios acerca del vocabulario. Este libro, siguiendo la moda, trata obviamente de la «globalización» una palabra clave actualmente y, como tal, un término conovedo. Es de esperar que la palabra «globalzación» despiee en estos momentos entusiasmo o rehazo. A parecer, está revesda de un halo positivo para los periodis 19
tas y los asesores empresaales de nueos días un téino suscep be de ser nocia y con muhas posibilidades. Por oa pe, y en el sendo de «imperialismo cultural», ene una connotación negava; y si hablamos de lo «global» ente a lo «local», se supone que hemos de tomar pardo A mi modo de ver, la interconexión cultural en el mundo actual es demasiado complicada y diversa para que pueda er ensalzada o condenada como un todo Los diversos aspectos que compoa pueden despear respuestas diversas a veces un análiis independiente, a veces un seniento de pasmo ante los caminos inncados, no siempre una premura para establecer un juicio moral Este libro no pretende ser un himno a la globalización ni tampoco el téino opuesto Me incomoda también, en cieo modo, el uso más bien prodio so que se ha hecho del téo globalización para descbi cualquier proceso o relación que de alguna a atraviesa los límite de un es tado E evidente que la mayoa de estos procesos y relaciones no se extienden a lo largo y ancho del mundo. El téino «transnacional» es en cieo modo más humilde y a menudo más adecuado para fenómenos que pueden tener una escala y distribución variables, incluso cuando tienen como caractestica común el que no ocuan dentro de un estado Otra explicación clara de lo aneor es que estas cone ones no son «inteacionales», en el sendo ecto de implicar a diversas naciones n realidad, estados en nto que actores. En el escenao ansnacional actual, lo actores pueden ser individuos, u pos, movimientos, empresas, y en an medida es esta diversidad de organizaciones la que hemos de tener en cuenta3• (l mismo tiepo, la tendencia del téino «transnacional» a llamar la atención lo que niega s decir, que lo nacional connúa siendo desvela ciea ironía) Sin embargo, algunas cosas pueden ser más verdaderamente o bales en sí mismas, y las conexiones transnacionales, como conjun· to intrincado de relaciones, contribuyen a la interconexión total ¿Cuál es el término que puede captar esta cualidad de la entidad Con todo, hay que darse cuenta de que este téio ene una iea big üedad L exosición de Verde (1994) es muy ilustrativa. 3 En otra ocasión lo he exresado de esta fa: «hay un cúmulo de microestcturas [ apicadas a una pae bastante aalizable del nuevo paisaje social dentro de ecúmene global» (Hanne, 1992 a, pág 48) En las ciencias polícas, Rosenau (1990 ) suere el téino posnteacional» desaolla un punto de vista similar 2
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como un todo? Si bien l imgen del mundo como un mosico prece hor cuestionble emsidos límites y estbilidd, puede que se nos ocurrn en cmbio otrs metárs A medidos de los sesent, Mrshll McLuhn (v.g, 1964, pág 93), l reescribir de mner estimulnte y provoctiv l histori mundil de l cultur (ps d, presente, tur) desde el punto de vist de los medios de comunicción, surió l existenci de l «lde globl» Este término se h fjdo en l concienci del público en generl on myor erz que culquier de ls propuests de más hondo lcnce plnteds por McLuhn (Por ejemplo, l rein de Ingltea utilizó recientemente est expresión en un discurso de Nvidd dirido los ciuddnos británicos Serí dicil imginrlo en boc de lguno de sus ntecesores, en ls pocs en que el sol no se poní en el Imperio y los c lores británicos precín en n prte del mpmundi) Sin embrgo, l «lde globl» es en cieo modo un conepto engñoso. Su giere no sólo interconexón sino, demás, y probblemente pr muos de nosotros, un sentido de myor unión y solidridd, de proxmidd y reciprocidd en ls relciones, un idilio n escl El mundo no es sí Prefero otro téino scdo de l nopolo del psdo (A veces puede que no se «reinvent lo que necesitemos, sino pr empezr, l menos un sencillo «record o «desente, en l me did en que ls generciones nteores nos hn dejdo cieos trbjos vliosos unque incompletos) A medidos de este siglo, un upo de nopólogos de primer fl, tles como Aled Kroeber y be Rdfeld, estbn elborndo por disntos cminos un especie de mcrontropolo que se ocupb especilmente del concepto de ci vilizción En 1 945, Kroeber dio un conerenci en el yl Anthropolocl Instute de Londres, dentro del Huxley Memoril, y en ell hbló del «ecumene» (oikoume) de los ntiguos iegos. El eúmene, el mundo hbitdo tl como entonces lo entendín los iegos, se ex tendí desde Gibrltr hci Indi y Chin, un pís del que tenín un ide poco precis Actulmente, l unidd equivlente es l vez más mpli, en el sentido que brc más espcio, y más pequeñ, en el sentido más bien metórico de conexión y de aesibilidd. Sin embrgo, tl como exponí Kroeber (1945, pág. 9), el eúmene «no es más que un mner conveniente de desir un enmdo de he hos y productos que son siiftivos tanto pr el historidor de l ultur como pr el anopólogo teórico». De modo que el ecúmene g lobl es el téino que yo y tmbién otros elijo pr ludir l interconexión en el mundo, trvés de intercciones, intercmbios y 21
saollos rivados, qu afctan no poco a la organización de la cultura . Por tanto, s n st ecúmn global donde Bn hac Kng Fu n Kafanchan, don una fata d Therán s convi en una consia qu s cora n oz alta n las calles d Mahattan, y dond ua pona d un publo al sur d Sucia rsulta sr un profsor d comunicación intrcultural. CULR, PERSONAS, LUGA Escribí los capítulos de ste libr n difernts contextos, como ponencias para alnas conferecias (algunas publicadas postrormnte), y, por lo tanto, todos llos mannn una ciea idpedecia. Sin mbargo, todos ran en too a una misma isió aunque hay una volución d los pcsos culturals n l mundo contemporáno, y, sin duda, musan unas preocupacions constantes5• Cro qu stos txtos, y lo digo d a muy litral, pretnden ser una apoación a una convrsación, en pae con l público y en pat tal vz ntro d los círculos la comunidad antropolóca, acerca d la intrconión cultural más amplia y d cómo tratamos de captarla 6 ¿ Qé temas aparecn una y otra z e las histoas qu nos cotamos unos a otros acerca d st tma, en qué scnarios situamos su desaollo contuo? Cuando atamos de orintaos n l or 4 C Retivo (1991 págs 177 , Hodgson (1993, pág. 247 y W (1993 Patteron (1994 En el conteto de la hitoa cultural de ica Kopto(87, pána 10 defne sucintamente un ecúmene como «una reón donde hay una interac ción un intercambio cultural peistente», y parece que esta defnición también es ú a ecala glob Tal vez tenga que añadir que cuando empecé a penar, a hablar a ecribir acerca de eto tema partiendo del punto de vita del «itema mundial», decu brí que eta exresión etaba emaiado vinculada a lo upueto teóco dilgado a travé de la obra de mmanuel Wallertein (v.g, 974 991; aunque reconozco que ob viamente u inluencia ha depeado etimulado mi interé igu que el de oo mu cho, para dar un ro global en la ciencia sociale. Cabía el riesgo de que al utiliz ea exreión pudiéramo caer en debate má bien poco productivo acerca de lo itema que organizan el mundo Pero una vez má puede que etemo en un momen to en que una idea que enibiliza que no tiene tanto bagaje acumulado no prete una buena auda para continua invetigando 5 He deaollado eta idea ampliente en un libr anteor, Cuura Complx (Hanne, 992 b 6 En cuano a oa contribucione a eta converación, véae por ejemplo Appaurai (1990 1991, 993), Fedman (1994 varios aículo en do número monof co de la revita Cuura Antropg, edición a cao de Ferguson y Gupta (1992) y e Hading y Mye (1994), repectivente.
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denamento cltral emergent, ¿qé ayda nos prestan nestras conjetras ocltas, nesas ntrncadas gras de pensamnto, nestras metras preferdas?, ¿y desde qé lgars estratécos las obseamos? Una vz más, se hace hncapé n la elaboracón, n dar ejmplos, de n pnto de vista, de na concptalzacón, no en presentar hehos nevos o sobre los qe se ha nvestgado más a ndo. Las pebas etnoácas son a mndo ancdótcas (como sele ocrrr en las dscsons n too a la globalzacón), n poco como a boleo : ahora Knhan, lego Broadway. Y con todo, spero qe contrbya a la organzacón de la dversdad en s conjnto. Peítanme añadr qe «organzacón», y la segnda palabra del títlo, «conexones», tenen aqí n peso especíco. Sguiendo la tradcón de la antropoloa socal, ato de encar la coherenca del mndo desde el pnto de vsta de las nteraccones, las relacons y los sstemas de redes. Los caítlos se apan bajo tres ands apartados : cltra, personas, lgares. Qeda claro qe esos tmas no peden delmtarse fáclmnte y en la práctca tenden a entremzclarse a lo largo de este lbro. Con todo, en cada apaado ede dtectarse la mpoanca de n aspecto sobre los demás. A lo largo de estas pánas, la cltra es na preocpacón constante y envolvente. Obvamente hay mhos conceptos de cltra, y n sqera el de la antropoloa está lbre de sras. Consdero qe hay por lo menos es líneas qe la antropoloa ha atado de combnar y qe, por lo general, se spone qe convven aonosamente. La prmera es qe la clra se aprende, se adqere en la vida socal tlzando el lengaje nátco, es el soare que se necesta para proamar el hardware qe nos es dado bolócamente. La segnda es qe está nteada de alguna manera, ando un conjnto bien encajado. La tercera es que nos llega empaqetada de as dversas, dferentes según l colecvo hmano, y qe como regla general estos colectvos peenecen a n terrtoro. El segndo de estos spestos e la cltra está altamente nteada y qe ha de captarse como «n todo> tene na honda ragambre, y desde hace mhos años, en el mndo de la antropoloa Alcanzó s zent con la obra Pats Culur (1934) de Rth Bendct, na obra q probablement contnúa sendo n clásco de sem pre dentro de esta dscplna. No obstante, drant la década de los sesenta y de los setenta, algnos destacados pensadores de la antropoloa de la éoca Frederk Barth (1966 págs. 12 y ss.), Clord Gez (1973, págs. 404 y ss.), Vctor Ter (1977} empezaron a manfestar ss ddas, anqe sgendo líneas dfrentes. «Beno, es na ces 23
tión de aduación... »; «Demasiada inteación tal vez no sea una cosa tan buena ... »; «En cualquier caso, debiera ser objeto de invesgación». Desde entonces, la idea no ha sido exactamente la misma y desde luego no lo ha sido en la época posodea7• Sin duda, hay algo de todo esto; pero cuando obseamos vidas que incluyen un conjunto notable de conadicciones, ambigüedades, malentendidos y conictos, intuimos que loar que las cosas encajen nos exige como mínimo un eseo de abajo. El tercer supuesto l de las culturas, en plural, entendidas como paquetes de siifcados y de as siifcavas, disnvos de una colecvidad y de un territori es el más aectado por la creciente interconexión espacial. A medida que las personas se desplazan con sus siifcados y a medida que los siifcados encuenan as de desplazarse aunque las personas no se muevan, los territorios ya no pueden ser realmente contenedores de una cultura. Incluso si aceptamos que la cultura se adquiere y se organiza socialmente, suponer que se disibuye de a homogénea deno de una colectividad se conviee en algo problemáco cuando vemos las dierentes eeriencias y bioaas de sus miembros. Fundamentalmente, parece que lo que nos queda es el primero de los tres supuestos iniciales, es decir, cultura como siifcados y as siifcativas a los que damos a y que adquirimos a través de la vida social. Parece, pues, ue esto es lo que defne el campo de análisis cultural8. En cuanto a los otros dos, mi propuesta es rermularlos como núcleo problemáco de nuestro pensamiento sobre la cultura, de sus variaciones y de sus cambios históricos. Cómo y hasta qué punto las personas organizan la cultura dentro de un patrón coherente a medida que van viviendo. De qué manera, a medida que se implican personalmente en la interconexión del mundo, la cultura pasa a organizarse, a veces, de alguna manera, en unos paquetes más o menos ordenados a los que llamamos «culturas», y en cambio bajo otras circunstancias adopta una a de distribución dierente. Kroeber, en su ponencia de 1945 acerca del ecúmene deendía que: 7
Acher ( 1982, pág 2 y ss.) relaciona lo que ella llama •el mito de la inteación cultural con •la herencia antropolóca pero no parece estar muy al corente de las nuevas tendencias de la anopoloa 8 Podría discue que incluso esta idea equiere un seguiiento más estcto en la medida en que la ingeniería genética podría someter los hechos biolócos a un creciente y preciso control culral; véase la nota 13 del capítulo 3
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mienas que una culra, cuaquiera que sea, puede y debe, en nción de cieos objevos, ser objeto de anisis y consideración por sí misma [ ] esa misma cultura es necesariamente y en cieo ado una unidad que se seega de fa acial para mayor cilidad, y, en úlma instancia, la unidad natural para los eólogos es «la cultura de toda la humanidad, en todas épocas y lugares». (oeber, 1945, pág 9)
Este libro se cena en la época actal y no en «todas las épocas» (anqe no niega o iora qe existe n pasado), y sigiendo na cierta costmbre, se ocpa de la noción de «clta de toda la hmanidad» Las esctras locales y nacionales para pensar acerca de la organzación de los siifcados y de las as siifcavas, están hon damente incardinadas tanto en la adición anopolóca como en otros bitos del pensamiento scial y cltral Los priers cinco capítlos tratan diversas cesones con las qe nos enentamos cando establecemos distancias ene nosotros mismos y esas esctras Oo tema qe srge a mendo es la interacción, que nos sorende e ilsa de vaas maneras, entre dierentes conceptos cltrales, y entre el so académico y la creciente populadad de la teinoloa cltral en oos contextos: «choqe cltral», «infeo mlcltral», «comnicación intercltr» Se podría decir qe dos conceptos cltrales se enentaban en Broadway aqella mañana de invieo Los qe itaban «Libead de expresión» desde na acera representaban a n po qe identifcamos con los qe se interesan, con sentido críco, por el ae y la literatura, y qe tienen na preocupación estéca e intelectal cultivada conscientemente. Estaban allí para deender la libead de exresión de n aista individual, y su propio dereo, en tanto qe consmidores, para escoger ss bienes cltrales de consumo Los qe estaban en la otra acera no estab allí como crícos literarios, para afar qe Los vesos saánicos es na novela inerior Más bien se senan perbados y heridos por lo qe parecía n ataqe a las ideas en las qe se habían edcado como seres vivos y que connaban siendo ndamentales para s idendad y su vida coti diana Es decir, que la cltura no sólo está en los libros, sino que también a a los seres hmanos Deno de esta primera pae, el capítulo 2, «o local y lo global: connuidad y cambio», apnta, por n lado, a la diversidad intea de la globalización y, por oo, intenta clarifcar gna de las hipótesis acerca de «lo local» como ente de connuidad cultral y de «lo global» como ente de cambio El capítulo 3, «Cuando la cultura está 25
en todas partes ...» se ocpa de los debates recentes en too al pro po concepto de cltra. ¿e ata sólo de na palabra qe señala dfe rencas; y s es así qé mplcacones tene para los seres hmanos qe vven ntos? ¿Qé relacón hay entre las as snglares y las pl rales de este concepto? Hay n tema qe srge na y otra vez y tam bén lo hace aqí: el concepto cltra se tlza cada vez más a med da qe la hmandad habla de sí msma ¿cál es entonces la relacón entre el so académco y los otros sos? Evdentemente cando empezamos a consdera las cosas en tér mnos más globales nos enconamos con otros conceptos clave además del de clta qe tenden a salrse de s espaco hbtal mo dedad comndad nacón El capítlo 4, «El ecúmene global como n pasae de la modeidd» pae de na vsón eórica actal de la modedad enendda como n tpo de cvlzción qe se expande por el mndo. Ilsa la falta de galdad de este proces de dsión s ben sere qe para descbro hay qe relavzar los ln des de las endades cltrales y socales. Además el cpítlo exmna la relacón entre el concepto de modedad y los spestos de semeanza y la relacón entre el concepto de clta y los spestos de diferenca. El capítlo 5, «Sete agmentos pa la dversdad» plntea pa qé sen las diferencas cltrales. En el ecúmene global donde la homogenezacón cltral de largo alcance se mna al menos como n posble escenaro para el to ¿deberíams contemplar aleemente la desaparcón del «neo mlclt» o ben el hecho de mantener l varedad epoaía ventaas más menos tanbles y para qén? En estos empos «los prdctos pos están enloquecidos» só James Clod hstorador ntelectal y metaanopólog en Te Pedict oCulure (1988). Desde hace u empo tnto a ls nopólo gos como a oos comentarstas de l actualdad les peocupn la «m preza» las mezclas los eqvalentes cltrales de híbdo pasche o mezcolanza. Anqe este tema aparece en mchos cpítos es espe calmente el tema cenal del capítulo 6, «El reeso de oksa». El capítlo comenza enmerando algnas de las metára procedentes del ae de la boloa del lengaje qe lzamos actlmente al descrbi las clturas y los prcesos cltrales. Per en n pe se oc pa de las cesones qe me llmaon la atencón en Kfnchan de ma nera nsstente de qé manera podemos captar meo el carácter de esas clturas contemporáneas qe se han ado totamente a parr de la conncón de cltras hstócamente separadas bao crcnstan 26
cias de desigualdad en estcturas cenoperiferia. Lo que deendo es que la comprensión del meszaje a pr de la sociolngüísca nos lleva mucho más allá que cualquier oa de las metáforas en uso, pero también que hemos de examnar detenidamente la interacción ene el estado, el mercado y las as de vida para comprender cómo lega a cobrar vida un connuum cultural inteamente variado La segunda pe, «Personas», en cierto modo desplaza la importancia hacia la dimensión social. Esta parte se ocupa de colectividades y categorías. El capítulo 7, «l declive nal de la nación?», trata de la relación entre la identicacón naconal y la experiencia de la vida, y apuna que para un número creciente de personas, de muy dversa condción algunos empresarios, alguna gente de la calle la nación ya no es exactamente lo mismo que era en tanto que conti nente de acvidades y relaciones siicativas. El capítulo 8, «Un Papa polaco ene los mayas..», examina conceptos de comunidad y se apoya en una nueva visión de la diversidad de relaciones sociales, para abogar por una mayor amplitud en los enques etnoácos del manejo de siicados, tanto a pequeña como a an escala, en contexos transnacionales. En el capítulo 9, «Cosmopolitas y locales en la cultura mundial», trato de desplazar un contraste clásico hacia un marco global, concentrándome en el retrato de un cosmopolita que ve la eeriencia de la diversidad cultural como un vaor en sí mismo. El capítulo 10, «Problemas en la aldea global...», el último capítulo de esta segunda parte, explora la culura de trabajo de los coesponsales extranjeros (comparándola con la de los antropólogos) y el papel que desempeñan al describir e nteretar el mundo para el público en general. Los anopólogos encuenan que es bueno pensar con los lugares y las personas Una de las pncipales guras de la anopoloa pose· rior a la 11 Guea Mundial, sr Edmund Leach, en su lib Rthinking Anopol (1961, pág. 1), al hablar de algunos destacados colegas btánicos y de algunos eóafos clásicos, comentaba que «para Fh, el hombre prmvo es un habitante de Tikopia; para Foes, es un ciudadano de Ghana». ede que esto sacuda ahora nuesa sensibilidad, en más de u sentdo; pero tal como sugea al princpo de este capítulo, la cuesón es que ceas experiencas y encuenos especícos pueden llevaos hacia perspecvas y orientaciones bastante más generales. Una característica maniesta del ecúmene global contemporáneo es que no existe el Otro como realmente dstante, no hay «Hombre rimivo», entre las personas con las que me gustó pensar, sino más ben una mezcla y un contnuum de compromsos drectos y negocia 27
os e iversa ínoe. L ente e Kfnchan, por ejemp, me ha in uio e a iniviua y coecva, aunque en gan media sin proponérseo, en cieas as e pensar el muno y e meszaje. En las pánas que siuen cito con ecuencia a eterminda erna a las que nunca cnocí personalmente, peo que persnican tipos e introspección o e peilección intelectua. Ae reber, pue, y be Reeld repreentan paa mí las aspiraciones ateies e la opooa que aban una imoancia primordia a a cutura, y s encionaré a veces com u ancestrales e mi eección (ee po
que l prhiió, y e Pakistá prvcó disturis. Fue Irá quie la· zó la. Wle Syika, igeria y Premi Nel, e ameazad de muee pr maiestar su slidaridad c Rushdie. E Suecia se creó u cict aie de de la Academia prque sus miemrs discrepaa e cuat a la maera de atar este asut, ya era cm escritres ya era cm ciaris púlics. E Italia se pus vilacia ate la tuma de Date, pues se decía que e su ép ca haía heh declaracies ctra el islam. Pr a pae, cuad la situació estaa más cadete, se prduj u vací prque el prpi Rushdie desapareció del mud y se sumeró e las catacumas. Este primer actecimiet literari gloal indica entces, e palaras de lad Rerts (1992, pág. 6), «la cmpresió del mud e u úic luga. El Tercer Mud está e el Primer y el rimer e el Tercer; el Ne es e el Sur y el Sur e el Ne; el ce está e la perieria y la peeria en el cetr. Pr l que respecta a lugares más ales y circuscrits e u teit, las persas y la cultura, ahra más que ates, se niega a quedarse e su si si mverse y las relacies a larga distacia e· e u papel ipate. Est es verdad hasta cie put e el pue· l al sur de Suecia; y las idas y veidas s aú más tales e la ciudad de Nigeria. sy Guest es exactamete ua situació «típica», ya que u htel tiee que ser u lugar de pas. Si emarg, la llegada del eocarril e el mtr del desall de Kaha, y cúa sied ua ciudad dde hay pcas persas que tega raí· ces hdas. Ls lugares a ls que dedic especial ateció e la tercera pae de este lir detaca pr la iteracció ee l lcal y la iterce xió del ecúmee gl. Ls cua capítuls ata de ciudades. A l larg de ls s -y ahra elv a l autiáfc he pasad, e cie md, de ser u atrpólgo de l ura a ser u atrpólg de la vida asacial• C td, el cami es más bie de eque que de lugar, ya que las ciudades tiee u papel i· pate e la regulació de las cexies trsaciales y, pr l tat, tiee que ser seatris de primera para el estudi de esta cultura de tda la humaidad» y de cóm se aupa para ar u tod. El capítul 1 1 , «El papel cultural de las ciudades mundiales», i· teta hacer u esz de cóm u úmer reducid de ciudades se 9
Véase v.g Hanner ( 1969, 1980).
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convieen en cenos del ecúmene global por medio de las disntas categorías de personas que allí conuyen y compaen com caracterísca común los lazos transnacionales El papel cultural de estas ciudades se ve como el resultado de la combinación de prcesos locales y pcesos de laga distancia. El capítulo 12, «msterdam ventanas abieas al mundo», es un esbozo breve, impresinista, una especie de postal enviada por un eóa desde una ciudad cuyo centro de insistente atención es la continuidad histórica de la interconexión. L que Amsterdam es hoy día, quiénes y cómo viven allí, depende de l que la ciudad ha sido: un ceno comercial y del imperio, un paaís de tolerancia En el capítulo 13, «Estocolmo doble meszaje», me centro en la ciudad donde vivo; describo cóm se enana, por una pae, con los impulsos prcedentes de los cens del mund y, pr ota, cn la presencia local de inmiantes de s países y connentes; y sosteng que estos enanajes penetran uns en otros, por medio de los modelos impoados para la interetación y el manej de la divesidad. Pr úlmo, en el capítulo 14, «Sophiatown: una visión a distancia», hay una valoración de un legendai suburbio sudafican que vive y muere bajo el artheid, y que, n bstante, apunta hacia el surmien to de una cultura mixta, nueva y vital, con su prpio impacto sbre el mundo. Es bueno, pues, pensa con las ciudades, a la vez que atamos de capta las redes de relaciones que organizan el ecumene global de nuestos días Son lugaes donde lo que ocue inteamente es espe cialmente intrincado, y al mismo tiempo se elcan al anho mundo y ene ellas mismas. Aun así, las conexiones transnacinales no son únicamente realidades de la vida de la ciudad; y el pa siguiente e que nos encntramos, por un momento, en oa aldea.
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l Cutura
2. Lo local y lo global: contnuidad y cambo Mi esposa y yo estáamos de vacacions en Ilanda y psos una noe e Caa, un puelo de pescados en Connemaa. a d no a la cadad de jóvees que haía po las calls; peo o lugo descurimos, la mayoría no ean dl luga. Ca sá una zona paada al oeste de Ianda; s uno de sos puelos dond sulen i los iños ilandeses e veano paa convivir con amilias que habln gaélico y así mejorar su escaso conocimiento de esta lengua. Po se : gún os dijo la dueña del hostal donde nos hospdáamos, l gaélico acaaría po pedese tamién n Caa. Ya csi nadie lo estudiaa paa halarlo con uidez. En cuanto a ll, aquella añana s iba a Galway para ua eunión milia. Espaba, po no estaa sgua, que uno de sus hemanos, que haía hecho cea como anante n los ares musicales de Nueva Yok, viniea en avión para s unión. Ella haía pasado la mayo pae e su vida adula en Londs y a v ces ehaa de menos los anuncios luminosos. Nos decía qu esar a la Ilada al «fe un vedadero choqu cultual, ¿sa usd?». Una historia muy coriente, peo que úne una sei d eas de la da contepoána. Suer que la ayoía d ls vs l uua oda tiend a sa ligada a lugas y eons ns lo es l gali y ls tdicins ppuls pis y usta u csi n ds ps ls psn pn n xp is y elacions qu las vinculan lugs sis n s ps y os coninns. P ota pa, us bin qu l g s sin ll y qu tal vz ls poup vz ás y u p 33
lr d llo utilizn un voculario cad vz más rico; de modo que un xprsión como «coqu culturl», invntada por un opólogo mricano c proximdmnt cincunt años, ahora surg sin dicultd n oc d un ostlr d Connmr. En un sntido muy gnrl, l glolizción s un custión d intrconxions crcints lrg distnci, l mnos a trvés d ls ontrs ncionals y prfrntmnt ntr continentes. sta intronxión tin mucísimos spctos. Tnmos mners d inmiscuirnos n l ntoo sico d otrs prsons, dsd l destcción d las slvs tropicls y l invsión intrcontinntl d los dshos tóxicos st l scnso gloal d l tmprtur y tamién n sus cuos, como ocu con l crcint comercio transnacional d óranos humnos dstindos trsplantes Los productos qu compramos puedn vnir d muy ljos. Es un hcho que vcs desconocemos, pero, n otros csos, l procdncia d lend los mares tien un halo propio y crctrístico 1 • Alguns prsons cuyos antepasados vivían a mils d kilómtros unos d otros y qu scasamnt saían de su mutu xistncia, ahor nn un contcto y resencia mua ineditos, como si estuviran juntos; ero incluso cuando no lo están, la divrsidad d mdios tecnolócos eite que sus idas y las as tnles qu los interesdos les dan, circulen ee ellos sin que la distnci impoe muho. Por oa pe, estas vridas s d contacto no se combinan d l misma mnra en todas paes. Por jemplo, durant los últios cincunt años, poco más o menos, l Segundo Mundo, el del socia lismo de estdo, tuvo su propia oalización mienas esvo en t. Hsta cieo punto, los mdios de comunicación podían inoduirs dsd l xtrior; pro los bines ateries, en an e, no podían hacer lo mismo, y las personas ras veces podían enar o sir dl sistm2• Además, ste mundo apens precisaa impor la des tcción mdiomintal, cualquier que era. Fu la Pr Guea undil, industril y cpitalista, l que estuvo más intensamente inmrs, porsí misma, n todo tipo d intrconxiones, compaiendo p d llas con l Trcr Mundo n unos téinos de desigudad qu son los qu hn prmitido qu l gloalizción parecira, n n p, sinónimo d occidentalizción. Entretanto ha surdo l trage 1
Es habial que no seamos conscientes del orgen geoáfco de las cosas, y la parodia clásica es la expresión de Linton 1936, págs 326·327): «100 por 1 00 americano • 2 Para una visión macrosociolóca de la globalzación en el Segundo Mundo, véa· se Aasn (1 995).
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dia del Cua Mud, el de ls abgees. Este Cua Mud se vist bligad a replegarse ate la easió del Primer, del Segud y del Tercer, que pc a pc y si descas iba destyend su et. El téi «glbalizació», que se preseta cm ua de ls palbras clave de uestr tiemp, es u desa para la tradició itelectual de las ciecias humaas y atrae tambié a cmetaristas de mu diversa ídle. Per e la líea de l que u cmentarista (. Abuughd, 1991) demió, muy aceadamete, «cáchara glbal», h tambié ua tedecia a recurrir a la hipérbole y a la excesiva generlizació, a tda ua serie de elicacies cerca de los cambis drmátics etre el «ates» y el «después». De ec, la itercexión través de ades distacias es ttalmete nueva (el put que propuaba Kreber c respect a la atigua ecúmee de ls egos aputad e el capítul 1 está en la misma líe). L image de u msaic cultural, dde cada cultura sería una etidad territrial c límites clars, distivs y cstates, uca ha ectrad una verdadera cespdecia e las realidades ccretas. Siempre abí iteraccies y ua difsión de ideas, ábits y coss, incluso en el supuest de que estuviérams miarizds co erías de l cultur la sciedad que n daba impacia a estas verdades. Es más, si el téi «glbalizació» ace reerecia literalmente u icremet de la intercexió, hems de ser cscietes que l mes e el ámbit lcal real puede haber al mism tiemp enómes de desglbalizació. El prces n es ieversible. Alguns países Myaar (tambi llmad Bu), l Albania de Hoxa puede que siga plíticas de aislamiet, de ciee al exterir; una especie de glbalizació activa que matiene una relación dilctica c la glbalizació. O bien puede ser que ess píses, una prte de ells, se desglbalice prque n puede permitirse matener l intercoexió y prque el mud ya ls necesit. Alg parecido esto es l que pdems ver e varis países de Áca. Se diría que algus partes del Tercer Mud está retrcedied l Cua Mund, si no era prque tdavía matiee rests de ua globlizción terior. a glbalizació, pr tat, es un eómen entermete ue vo; avaza y retrcede, se preseta de muchas s es entari ntablemete desigual; a munds dierenes, glblizciones dierentes. Para el apólgo es etadr sin dud, sumir l ntigu resosabilidad del esclav y susuar al ído de los ades teóricos que «ls csas s dieretes en el sur». Digámslo con otras plbrs, l es algua vez: la glbalización tiee que ocr de pies al suelo. 35
t píto trt h n pqñ poación n est to o pto irt cston ctra Pro stas cus to o mio, moo q t vz o mjor sa mo o o i, viión gnra ht vó pomnoiz n í, pr trtar e cptr o tá ono U ton i gbizción nos má o mo t Po nt psr st punto gus o pto xto a nvotori d c mo optzmo n ignicado as rs tv po oc Po útimo, qiro tratr a ntura o o jo instn gobaización. Nos os otmro ontt o o nt o goba, y en ci do mo po nto q o oca o gob coo, poc s e no, ont mbio E xtior intrre n el proces repotor t o, pro top on rsistncias de un tio u oto Sin , h q tnr n nt stos presupusts; per, a pm vt, xit igo qu no a engañ. T z pda mo r q o q o en ncuno. L CUURA COMO PAQUETE
t pnto tro, h o pctos qu parcen esta pimnt s g j go n a anización cura, y on tnt fnt ho, n t na si X, de o que a n o ht ho: movili os sres uans, y vii o gnio as a siicaas a aés de los mo comniión o r hmno s hn ovio un ado a otr a lag de a hitori hmniad Pro gnraent, o n e a ns itnci o bin an tnido q icar tio a os desla zmnto E trnpo ro an scaa, tant de ts decs omo pron mno caémico, ristas, pereinos, eint ors o os, por azones poícas de catsofes oó, spz a n n núro d prsonas de u sio a otr má pri czano or itancias qu nunca asta oa. Promnt o q ocrió ctante de cé irandésmino no oó n o Air Lings desde Nuva Yrk ht Gw p rnir con s faiia. Los dis de counicaión (n o q ino too tipo counicación tecnolóca, des osponni ht tvisión coe ctrónico, o 36
ue peite que las persnas se cmuiquen sin que sea necesari el ara a cara) se han vuelt más eectivs, y n sól en la cmunicación avés del espaci Su diversidad creciente ha aumentad la capacidad para manejar ps simólics dierentes, ya sea un a un cmbinad más de un Gracias, en an pae, a ests medis y a la tecnla del anspe, el mund, al mens an pae del mund, es cnsciete hy día de que es un únic camp, ene y persistente, de interacción y e intercami(Estas tecnlgías, pr supuest, n sn ut de la nada, sin sre td de maices sciales, y en ellas pdems ideticar ls uss mayritaris y las entes de su desall]Hems de ser onscientes de las as más simples de deteinism tecnlóc• N stante, la rón que me mueve a surayar la impacia de estas heamientas, en l que se refere a desplazamient de persnas y siifcads, va más allá del mer heh de que estén invlucradas en glalización Ua vez cran existecia prpia, se pueden ulizar e múltiples maneras, su desall emprende nuevs camins y las onsecuencias de td ell, en l que respecta a la rganización de la vida scial y cultural en el mund, sn casi imprevisiles Las persnas, ls siicads y las as siifcavas que se esplaza, encajan muy mal cn l que han sid las unidades cvencinales del pesamient scial y cultural Ls teórics de l sial critican una y tra vez la línea estalecida que trata las «sciedades» cm uiverss autónms, a las que a menud identifca de rma implícita cn la a mdea de estad (trataré de nuev ste punt e el capíl 4). Las «culturas», en plural, han sid prác icamente el reej de las «sciedades» de aqu; tal vez hacied hinpié en la cexistencia y diversidad de las entidades, per prpugnand al mism tiemp y de maera más explícita la idea de la deli itación y del hech dierencial Ua de las raznes de pes para l nterir es la afnidad histórica etre la línea prepnderate en l que pensamient cultural se refere, tant en atrpla cm en otrs camps, y las ideas e t al cncept de nación que emerern en Eurpa, principalmente en el sigl XI4. La idea de una relación rgánica ene ua plación, un teito, una a, a la vez que ua unidad de rganización plítica, y u uete rganizad de siifcads y as siifcativas a las que 3 Raymond Wllams (1975, págs 9 y ss.) hace una exposción especalmente lúc· a ace rca de la relacón hstórca enre tecnoloa y socedad. 4 Véase la eoscón de Handler (1985) en cato a este punto.
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denominamos cuturas, a gozado de un éxito enoe durante mu o tiempo y se a extendido a o argo y ano de mundo incuso a ugares insospecados a menos como principio rector Los antropóogos que an estudiado a vida de ombre en ugares donde e concpto e estado no existe, ta vez debieran de aber sido u poco más cautos con esta concepción Pero con a eeencia personal de ciudadanía que se daba en su propio entoo, teniendo que aontar as cásicas condiciones de trabajo de campo oca, y bajo a inuencia de a tradición de una istoria natura según a cua as cuturas se consideran más o menos como tonómicamente anáogas a as especies bioócas, os antropóogos, igua que oas muas personas, no se sintieron incinados a investigar as ipótesis que estabecen una rea ción ntre personas, ugar y cutura Con todo, ni os ugares ni as nacionesestado son oy día exacta mente o que ron, y agunos aan que as interetaciones sos ticadas de y nacionaismo, que an aumentado notabemente en estos úms tiempos, muestran e decive de a naciónestado; es decir, con a perspectiva de a distancia, aora vemos as cosas con más cridad Voveré sobre este punto más adeante (en e capítuo 7). En cuaquier caso, uno de os libros sobre istoria de a cutura que más inuencia a tenido recientemente es, sin duda, Imagned Communities (1983) e Bnedict erson, y una pae impoante de mensaje está contenia precisamnte e �e títuo S diría que de pronto as «comunidads imanadas» apare por todas paes ente os teóricos 5 • Para Bneict Anderson as comiades imanadas son naciones, por supuesto, y o que me parece especiamente intere· sante para e objevo que persigo en esta obra es de qué manera su discurso iustr una variedad de interacción entre a tecnooa, a or ganización socia y detinadas fs siicativas derson sostiene que acias, en an parte, a a mercantiización de a etra mpresa, un número de personas cada vez mayor, y que au mentaba rápidamente, se io cuenta de que más aá de su popia co· munidd xistían ots persons que se es parecían muco. Es decir, e sato a ámbito oc se produjo por mdio de a tcnooa; o a mnos e esa tcnooa n combinación con e mercado. Y pues to que sa tecnoo era o que era, e un sato d una modalidad umana simbóica nguje que pasó ser ago que se escu· caba sr ago qe s vía. No hay dua que enguaje, con su sin 5 Véase v.g Caloun (1991) y Bauman (1 992, págs. x y ss) 38
gular exibilidad y riqueza, puede ser en cualquier caso la principal ca pacidad sibólica que la uanidad ene a su disposición. Con todo, encueno que erece la pena reexionar aora sobre lo siguien· te: asta qué punto este edio tecnolóco contribuyó a que la len· gua toara la delantera, ente a oos odos sibólicos, a la ora de efnir los líites de la cultura, e incluso la verdadera naturaleza de ta· es líites. Porque el resultado de lo que ocurrió puede que nos pro porcione una visión ás bien parcial. L escritura y la iprenta, en la época de los prieros nacionalis· mos europeos, puede que arcaran el espacio social ás inclusivo eno del cual las personas podían establecer una coprensión co· mún, y, por tanto, desaollar el sendo del «nosoos». Pero siultá· neaente, abrían acentuado un sentido iscontinuidad cultural ue era uy conuente con la idea políca de naciónestado. Por el heco de ser ciudadano de un país y no e oo, y puesto que el terri· torio peenece a un estado y no a oo, el ciuadano se identifca con na lengua y no con otra. La escritura ipone una isconnuidad de ste po, incluso cuando la lengua ablada uestra un cabio ás adual. Nos eos acostubrado a cieas expectativas acerca de la iscontinuidad de la lena. L primera vez que nos topaos con una engua exanjera tenes andes difcultades para entendea, y lo más probable es que ns resulte incoprensible. Por otra pae, si te· neos que aprendela, seguro que será un proceso lento y probable· mente laborioso. Durante bastante epo, e prbable que la lengua haya doina· o nuestro pensiento acerca e los líites e la cultura, puesto que ha coincidido con nociones e nación; y a ipicación acva en oos odos sibólicos -la úsica, el gesto y otros, y sus cobina· ones- a quedado relegada principalente al ábito ocal, al esce· nario del cara a cara. Sin ebargo, aora que la tecnoloa de la co municación es cada vez ás capaz de tratar otros moos simbólios, abe preguntarse si las counidades ianadas no estarán esplazán· ose cada vez ás era del ábito de las palabras. Para Mrsall cuan (1964), la aea global era la mxia comunia imana· a: porque ay que relavizar las iplicaciones culturaes el invento Gutenberg y porque otros eios councacón pueen crear oas constelaciones sociales y sibólicas. El ecúmne gob es, ntes que naa, un luga víeo musial y noticias siultánas en iágenes que llegan de todas partes. Pres iniendo del bilingüiso y del multilingüiso -un eco ipor· ante (actualente uchas personas, por costubre y por situación, 39
s mvn n s lnga mata y otras lngas, y sto ambién oría tnr algna imlicación n las comnias q las ronas imanan}, los ivrsos moos simbólicos q hoy ía tilizan los mios comnicación robablmnt comoa un lnaj roio, y tal vz ncmos a comnias ntniminto q s istribyn manra ifrnt n nción los ifrnts tios as siicativas 6• Esto m hac nsar n la sgrncia Dan Srbr (1985) n canto a na «imioloa las rrsntacions». Srbr sos n q, sgún la natralza d nstra caacia coiva y la intracción nr las rrsntacions mntals y as rrsntacions úblicas al alcac nstros snos, hy algnas rrsntacions q son más contaoss q otras y s xtinn con cacia y a mno silosamnt avés la oblación hmana Estas rrsntacions son las q s convin n «más cltrals», n l sntio q s stablcn manra más amplia y rrabl n la socia En mi oinión, a Sprbr l intrsan más la capacia coitiva hman «al sno», como si ijéramos, y las ivrsas manras manjar con cacia las ifrnts rrsntacions Pro también oríamos tomar n cnta cómo las comtncias ara os moos simbó licos culvadas manra ifrncial s rlacionan con as cltrals a través l mndo. ¿ran xistir que nos itiran, or jmlo, arci lo qu hacn los o los inonsios cano cantan o bailn, incluso cano los q ronncian nos arcn un galimatías? Tal vz tngamos q s tablcr ifrnts límits ntniminto ara caa moo simbólico. Si ést ra l caso, la noción los límits «na ctura», ntnia como n conjnto vint or sí mismo como si ra un «paqt ofa too inclio», con na localización sacial concrta, s vlv sososa s HITATS DEL SIGNIFICO
Con too, no sólo biran inqitaos as racions cmbiants ntr cltra y trritorio L crncia q l vhíco «na cltra» s «n pbo» sa intrtación mnt sociocéntri obra de Swaan (eg. 1 99 1 , 1 993) es muy ustrativa en cuato a sistema de leguae global emeente. Véanse también en el capítulo 7 alguos comentarios adicioa les en cuanto a los cambios de leguaje 6 L
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a y colecvist de l cutura, enraizd al menos en la adición an opolóc es tmbién una cuesón pendiente. El pralelismo con a teoa social actual es obvio. Ha resurdo el interés por la cción, pe, sin dud, por el eecto péndulo desde la posición anterior ue insistía en la esctura, el sistema y el deteinismo social; en ae, pienso, porque estas ideas se han establecido con frmez, aunue no siempre de una completamnte visible, en el mrco de a naciónestado7• En antropoloa, y desde hace un tiempo, la ausenia de culquier noción elícita de ación h sido objeto de críticas ls discusiones acerca de los problems del «culturalismo», y a lo argo d este debate concreto hace ya empo ue se han levntdo vos reclamando que se elva inoducir a los seres humnos en esta estión8• A hcerlo, no obstnte, no hay que perder de vista l diversidad actores y contextos de orgaizción implicados en el manejo de a compleja cultur contemporáne. No podemos fjos solamen en el mnejo de siifcdos y símbolos que a pequeña escala han los individuos o los upos pequeños, y suponer que las etidas culturales más ampi o son más que el resulado de la suma sus actividades Para captar la naturaleza de la cultura en la que vimos actualmente, tenemos que interesaos por la rma en que actores institucionles y corporativos manejan los siifcados, manejo no menos impoante que el de los estados y los merca. (Desollo este punto en el cpíulo 6.) Por lo que se refere al ado, esto quiere decir que se le considera como un actor más en os otros, co su propia lóca e intereses, en vez de como el uniso de nálisis. Zyunt Bauman, sociólogo polacoinglés, es uno de los que ha eso recientemente sobre el concepto de agente (1992, págs. 190191) genera, es uno de los comentasts más peneantes e interesantes la relación ene la teo y las realidades emergentes del mundo conporáneo. Bauman suere que la noción de agente debe combinr o con la de sistem, sino con un sendo exible del hábitat; un há at en el que la acción opera y un hábitat que también pduce, un itat donde el agente encuena sus recuos y sus objevos al smo empo que sus limitaciones. 7
Véase vg. Bauman (1992, pág. 190). 8 Véase vg Oer (994, págs 44 y ss.), Keesing (1987) pá 285 y ss.).
y
Obeyesekere (1990,
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Adptndo el punto de vst de Bumn, penso que l nocón de «hábitts de sfcado» puede seos muy úl en el nálss culturl 9• L corrente reltvst en el nálss culturl nos h llevdo menudo expesiones tles como «mundos de sfcdo», pero esto suere una ez ás demsd utonomí y delimtcón. os hábtts pueden extenderse y contrerse Como pueden solprse totl o prclmente o nda en bsoluto, podemos denfcrlos o ben con ndviduos o ben con colecvddes. Pero en este cso, más que un m cón xomátic, lo que nos tene que convencer de que el hábtt del sfdo se compe relmente es el nálss del proceso culturl en ls relacones sociles. L myoría de ls eces, lo que d l pro ceso culturl es más ben l mner que tenen de entreczrse unos hábitts de sifcado bstnte derentes. En el ecúene gobal, lguns persons pueden, de heo, comprtr n pe de los msmos hábtts de sfcdo, pero éstos pueden convertrse en muy idosincrátcos. os lugres donde hemos estdo y ls persons que en ellos hem conocdo, los libros y los periódicos que leemos, el zaping que hacemos en los ces de televi són, todo ello constuye un derenc. Mi propio hábtt de siifcdo cotdno cmbió el día que stlron l televsón por cble en el edfco donde vvo: de pronto tuve cceso los proms britncos, nceses, alemnes, turcos, ericnos y sos, demás de los cnles suecos. Con todo, nuestros hábtts de sfcdo dependerán no sólo de aquello a lo que en ceo modo estmos sc ente expuestos, sno tmbién de ls cpacdades que hymos des olldo pra slr delnte con ello de un rm ntelgente: ls len s que entendemos, escribmos o hblmos, nuestro nivel de lengu¡ con respecto otrs s smbólcs, et. o que he dio hst hor es que l dstrbucón de sifcdos y de s sfctvs entre ls persons y ls relaciones socles en el mundo es hor tn complcd que culquer undd socl con l que trbjemos l hacer estudos culturles tiene que ser ás o menos rbitrr ectos con un objetvo anlítco determndo. a de de culturs en plural es poblemáta. Indudblemente, es dcl deshcerse de ell por rzones hstórcs, ideolócs y tbién cdémcas; pero, menudo, no es más que un recurso de lcnce ntelectul limitdo pr intentr orgnzrse. Con todo, l de de cultura en sn Esta idea de los hábitats de sicado está relacionada con l a discusión de pepec· vas y horizontes que exongo en Culura Copkit (ane, 1 992 b, págs. 64 y ss) 9
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ular que abarca el conjunto de la diversidad de ideas y expresiones ás o menos organizadas puede pasar a ser más impoante de lo que a sido hasta ahora a medida que exploremos cómo vive la humaniad en este ecúmene global. ¿MENOS CULTUR, O
M?
ora me centraré en la idea de cultura como un único y extenso ventario y lo haré desde un punto de vista concreto. Volvamos a Zyunt Bauman (1992, pág. x). Actualmente vivimos en un «hábiat de oeas disas y elecciones libres» dice, de modo que la «atención pública es la más escasa de todas las mercancías». En cieo odo y en oas paabras hay demasiadas comunidades que ima ar demasiado siifcado que aontar y manejar. ¿Hay actualmente más cultura o hay menos? Dado que no hay n bareo aprobado por una amplia mayoría directo y univesalente adecuado para medir cuantavamente la cultura cualquier espuesta a esta pregunta tendrá que pair de una credibilidad geneal. Per quiero esbozar algunas líneas de debate10• No todas tienen ue ver directamente con la globalización per las consecuecias de sa mayor interconeón pueden contrastarse con ese trasndo más amplio. Parece que la afación de que el inventario cultural crece en tér inos absolutos ene mucho a su vor. Es un heo que la ciencia stá embarada de a sistemática e imparable en la creacón de uevos conocimientos a menos y en pae en benefcio propio. En canto a mis comentarios acerca de la impoancia de los agentes a an escala es obvio que hoy día son los agentes institucionles y corportivos los que moldean deliberadamente paes impoantes e nuestros hábitats de siifcado. En la era de la naciónestado el specto cultural de la política ha sido muy impoante ya que los esados adquieren una gran parte de su letimidad a través d la prooción de la cltura dierencial y a travs de la constrcció cultual de sus ciudadanos. En el mercado cada vez hay una mayor proorción de productos que en sí mismos no son más que signifcados y as que contienen signifcado. Los sociólogos Scott Lash y 10
Hay una exosiión que sigue unas líneas similares en el capítulo 5 de uura Complt (Hanne 1992 b, págs 126 y ss.) 43
Joh Ur (994, pg. 4) escribe: «lo ue se produce cada vez ms» e la ecoomía cotemporea, «o so objetos materiales, sio sinos». A mismo tiempo, la idustria publicitaria tambié trabaja duro para aegar ms siifcado, especialmete e a de asociacioes bastate arbitrarias, a ua diversidad de objetos y actividades11• Ve do cieos aucios, es dicil sabe si lo ue te est oeciedo so bebidas no alcohólicas o playas. Tambié e el mercado cultural la competecia depede, e ua parte ada desdeñable, de la cotiua iovació. Los siifcados y las as siifcativas, igual ue los productos, tiee ue covertise co ecuecia e «oticias». No obstate, el ue ahora haya ms cultura o depede úicamete de la pducció de ueva cultura. ede ue tambié haya meos olvido de la cultura antigua, ese olvido uto del azar ue se producía de maera atural. L tecoloas de los medios de comuicació o sólo os peite moveos por el espacio. Tambié fja el tiempo, porue os peite abar cosas y de este modo presear para siempre y co todo detalle ms tipos de ideas y de as culturales de este pasado ue evolucioa cotiamete; porue el día de hoy se coviee e el ayer del maaa. a herencia cultural aumeta si parar, lo ue actualmente ha provocado u problema de almaceamieto 12. Por supuesto, y ua vez más, o es solamete ua cuestió de tecoloa, sio tambié de orgaizació. Pero auí el estado tiede a tomarse ua a resposabilidad (por medio de escuelas, arivos, museos y otras istitucioes). Promover la ueva cultura es e an pae una operació de mercado, y lo e hace el estado es asegurarse ue al meos ua selecció de la vieja cu a se cosee y esté dispoible. Si el apoyo del estado de Irlda, el g co desa parecería aú más de prisa, tato e Coemara como e Dublí. Pero aquí llegamos a la inuencia ue ejerce la globalizació sobre el cojuto del ivetario cultur de la humaidad. Tal como se desprede de la batalla desigual ene el iglés y el gaélico e Iada, tambié hay como míimo u poderoso argumeto para la dismi ció de la cultura. Para la mayoría de la gete, el téio «globaliza '
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Como die Appadurai (1986 a, pág. 56): «Las imágenes de o soia (peenenia, aavo sexua, poder, disnión, saud, uidad, amaradería) que subyaen en a pae de a pubiidad, se enan en la asaión de osumidor hasta loar que e aulo objeto de venta se conviea en una idea a posteriori.» Véase también Schudson (1984, págs 129 y ss.), Me Cracken (1 988, págs 77 y ss.), Toinson (1990, págs. 6 y ss.) y Weik (1991 , págs. 27 y ss.). 12 He atado este tema brevemete en una onferenia aera de a gesón de a hereia utura que se eebró en Sueia (Hane, 1988)
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ción» siifc p encim de d : o ción bl en l e deemd d á o d el mnd pincpmene ded o o do o l, y rincnn s letivs s c p ns, ése es el vance iunne de mddd O de l tm de pde de ls nes cmec d pdco les, ess ue se sen ue se beb CcC en m Dal, ue se juee cn mñec B od n l Send Mnd cm en e Tece en dd ed ests prducs A bien es cie e ee e escen d o mgeneizción gl cn e senid de pdd cl H sims ides y s de hce ue se pedán e ceán en deso unue se cnseen en lgún iv e edán e de ue ls etnós es n sid culmene Aune en el bn c de l divesidd cull umn gns ms en más cnc ids, cn más delle y más nuevs mcvcn de ecn cntinu en ns tems el bnic cm cn pece e e educe. Per est n es ni de lejs l slción defv pbem de s dieencis culules y sól pede se pe d expicción cu de l glblizción 13• L edisibcón de c en e esp ci y ente ls ábitts de siifcd, n es únicmene un je en el que uns gnn y ts pieden, un bll p supeivenc e te entiddes existentes En cpíls psees té ese em: cud se entemezcn ls vies cienes de sifcd l ms simbólics ue neoene bn má dieencid m· bién entnces cb vid nev cl Td es es un mne de agmen si y mens má u, desde el punt de vist de un bem eblecid cm md genel de ls cmbis cuntiivs se pducen en e nvo glbl. Pe l ue p mí es un indci indudbe de n mo ecnexión es ue mcs de nss en ness po á de siifcd, hems expeimend pesnm o cipción en ell e cí n odo co nce e conjn d inve c d o cúmee b, cd n d oso oo 13
En otras publicaciones he tratado este tema más extensamente (anne 1 989 a 1 989 b 1 991 1 992 b, pág. 223 y ss). 45
a; a la ia, ju n alanza, ns plta ia, a a ua mn m a nuo ndo. En an mdida, l ami l ulad d la ninuidad d ra prona que d aa i qu nariamn am qu mdla aala almn. El «cqu ulual», impr que u, piipalmn a , y a s mism rern los da aa dl muliulualimo, an n Estad Unidos cmo Eua. SENDO DEL LUGA
Cuad l xañ l amilia s nunran, pec u a la l a l amilia n la paida. Ya qu mpezado est capítulo haland d una xpinia duan unas acacions en Ianda, me pi aa ala d r dao andóc durane unas vacacio d a. El ulo in al qu ia de vaains en l sur d Suecia, e u iódi al u a llama d fa ja «l pódico dl do», porqu l priódi de nia para l anjes d la za, p jmpl uando raa d los precio d merado del d. Como mu piódio d plaines pquñas, s normm lal la iia xtranja, poden d las aia, o n má qu ma ina in impania. Pr a mud exi pued ontir n una noiia loal diga ió. E l qu uió a un añ a mediados de julio: sió mdia pána aj l iula «Anura n la ela de Beo» (Siver, 1992). Un m dl pulo aía anado l prime pmio d un onu d faa: u iaj d e smana a B pa dos prsona. Haía id u pa aababa d dsrdado por las imin: l al, l ol d Kuin dd amiaban las oallas e al día, l iaj í aia paa isia la riu Ian (uya rpuaió a la d aiu aníbal), l nfal aljamin usndid , la aja d dil, la mida la ida a dis; aa una a de la maanza dl do. Dua do l iaj o aían i má qu alun mndios y ninú a . Y d l uló xañ. Aundaa l za daa, l axi a aa, auqu u ía qu ja l pi an d mpea la aa. Y n Kuin mua n quría alar d la lia u a l, admá d u juad prido nr l dl 46
equipo sueco. De todos modos, se aleaa de esta de vuela casa, y lo primeo que hicieo estos dos viajeos e eese a vaso de lehe ía. Como ea apasioados de la toaa, esao con ua colecció de 700 diapositivas y staa deseado mostalas a sus amigos, a upos de vecios o dode ea. Éste es u clao ejemplo de cueo ee «l gloal y l lcal»; la manea e que el háitat de siicado de a aeja se exad d poto co tata emoció; peo tamié la maea e qe, e med de ua multiplicidad de experiecias vvidas po imea vez, dse el place coceto de explica las cosas familiaes e ha tado la ceeza daesa, la fama de u juad seco. P ota ate, las cosas que so difeetes de las de casa tamié puede exliase mediante categoías muy ie coocidas el amio ecuee de las toalas, qué hace a la hoa de coge taxi, oahos y o achos, medigos y o medigos. Y como al feliz, dos vasos d lee ía (ada poda se tan sueco). Es ua heosa historia paa aquellos que tiee ddas aca de los cambios que la gloalizació cotempoáea itodce e odas las cosas. Rea la opiió de varios teóicos qe ama qe lo local, e sí mismo, ya o es lo que solía se. Ahoy Giddes, po ejemplo, dice (1990, págs. 18-19): «E codioes de modeidad, el luga se vuelve cada vez más fntasmagórco; es deci, las iueas sociales pocedetes de lugaes muy distates peeta y da a a l local [ ... ] la "a visile de lo loca ecue las elais q desde la distacia deteia s atualeza.» Y Mak Poste s egta: Si puedo hablar desde Califi con un amigo que está en País, directamente o mediante coeo electrónico; si puedo se testigo de acontecimientos políticos que ocuen en cualquie ga del mun o sin movee de mi casa; si una base de datos situaa en n lugar remoto tiene restrado mi curícl y puede infar a s agencias gubeamentales que ton ecisiones qe ectn a i vida sin que yo pueda tener cabal conociient de elo; s puedo hacer compras desde mi casa ulizando la televisión e orden dor; entonces, ¿dónde estoy y quién soy? (Poste 1990, pág. 74.)
Tego ua espuesta paa esta egta y la daé a otiai Peo paa llega a esto, tal vez sea útil a alaa é s l hace que lo local sea ua e de otidad qé s l q saa guada la impotacia cotiuada de ga. 4
Vaias cosas ac q s ta a mismo timo14 Ua de as s q a at o q oc a iv oca es o q amamos <<0da cotiiaa». Y si ttamos scifca oco más esta exresió, oíamos ci q tid a s a cosa my eetiva, edunat, mia cíco vicioso activiads e ugrs fjos. S avaamos oco más, a via cotiiaa es a ae ua cstió áctica. Las soas acia acvamt, adist ss aiias soas si q csaiamte eexioe demasiado o. S esaoa na caacidad adisada aa maneja as cosas a maa, y téios d Vbesqu ta vz una incaacia adistaa aa ac caqi ota cosa 15• Lo oca ti a saoas a sitació d caa a caa, ga at miat ctos vistos y raciones amiamet csivas y aga ació. Las soas se sigue y cotrolan as: tat d cca as a otas. E uo d aaras y heos ene unas y otas mt sov co dtae as iteetaciones compdas. Se d castiga as sviacios de maea ia ro ectiva; os cambos ud qu tenga qe egociase. A mismo emo, es evint q stas acions den t a cga mociona imotat; a mudo s ata de eacioes co «oos q son siifcativos». Y sto acta a os siifcados q as ersoas an consido e s to y a comomiso co stos siifcados. Po ota at, s cotxto caa a cara, y o que esutaá s cotiao, od os ss maos asa o ss rimas xeicias. Si actamos q stá somtidos a a sci d traajo coo costcció cta, s so q os mto q q siaos a ima taa cá s ica sob o q a asas ostiomt. Ta v o qamos va s agmto asta ss útimas cosccias, o mos estaa aco q ago ay cito eo. Amás sos tos q os sta astat miiaes, añaiía q o oca ti a s tio icia ssa. Las ersoas stac a mo a cia t a xicia «a» y aqas q so cooc a tavés ctas o a tvisión. ¿Po qé s o q t stas útimas «ias»? Po ssto, omos cosiao úicamt como a fga d ga; ero 14
Los comentarios de Heller (1995) acerca de la idea de «casa» tienen un desaollo en cierto modo paralelo a lo que se expone a connuación 1 5 Sin duda, las caracterstcas de la vida codiana tal como se eonen aquí son de algn modo afnes a la noción de «habitus» de Bourdieu (1977).
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tra a de ecarlo es que las persas, detr de su et lcal, está dispuestas sicamete, c tds sus setids, sólo a mi ar ar y escuhar si a tcar, ler le r y gustar gustar si que trs les le s haya restri restri d i estcturad previamete el camp de ateció. Hay u setid de prximidad, iclus de imersió, de setirse rdead. L que se experimeta está, además, extesamete ctextualizad. N hay duda de que, e parte, éste es el cteido de térmi «real». Acualmete, e la tería scial y cultural, está e auge el cuerp cm lugar simbólic de u mism y de la ctiuidad, y de ls seds; de modo que u mayr iterés pr el cuerpo y ls setids situads su ctext, puede ayudas a cmpredr u pc l que supe el «luga «luga>> 1 6 • Cuad Mark Pster Pster se preguta preguta retóricame retóricamete te dóde stá, parece que ya ha ecid ua respuesta ada trivial: e «casa». casa es dode do de está ese vas de lehe lehe a. Si jutams tds ests puts la experiecia cdiaa, la del ara ara a cara, cara , la de la primera primera etapa y la de rmació, rmació, la del cue cu e y la e ls seids se diría que hay ua razó astate ee a vr vr de a cuada impoancia de l lcal. Y est puede ser cieo e l ue se refere a la realidad que u experimeta, ilus cuad a ae de l que hay e u lugar se ha cad a par del exterior. stams abadado la idea de que l lcal es autóm, de que iee ua csistecia prpia. Su siifcad es más bie cmo esceario dde cuye ua diversidad de iuecias, que t vez tea ua cmbiació bastate sigular baj esas cdicioes especials. Hay ua ase imperecedera de J. R Ewig e Da, si me la la memoa: «E cuat ehas tu itedad pr la brda, el rest pa comid.» Per tal vez del td. Cm categría itelecual, l «lcal pae más prteic que primrdi. A idetifcar ls cmpetes típi s de l lcal, es psible que s dems cueta c mayr lucidez ue tds s itrísecamete lcales, viculados a la territrialiad e geeral slamete a u lugar ccret. De hech, esta ce xió se establece pr medi del setid práctic de la vida diaria y d ls hábits de pesamiet. Y si de algua rma ests aspecs caracerstics de la vida lcal se va disibuyed de a dierete e a rgaizació scial del espaci de md que, pr eempl, la vida cdiaa pase a ser mes recluida, esas experiecias «reales» u abaic complet de ls seds se expada de ua maera Bloch (1 992), 992), Howes Howes ( 1 99 1), Shilling Shilling (1 993) Como trabajos relevantes, véase v.g Bloch toller (1 989) y Synno Synno (1 993). 16
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más equilibrada por diversos lugares con lo que entonces se aproxman a las cualidades que tiene «casa entonces ese lugar único y local parecería un so menos privileado para el proceso cultural. No quiero decir con esto que realmente esté desapareciendo y perdiendo todas sus cualidades distintivas; pero al qitarle el envoltorio exteo a esta categoría es posible que pasemos a tener en cuenta una idea más precisa del lugar que ocupa «lugar» en la organización cultural. Tomemos el ejemplo de los medios de comunicación. Zyunt Bauman (1992, pág. 31) dice: «La mayoría de estudiantes de cultura contemporánea están de acuerdo en que los medios de comunicación juegan un papel único como principal vehículo de las producciones y la distribución cultural». En cieo modo, a mí me parece una ase desartunada. Para mí los vehículos principales contnúan siendo los que damos por supuestos como paes inteantes de la vda local los que he tratado de esbozar anterormente. (Lo cotidiano y el cara a cara puede que pertenezcan a la pequeña escala; pero el conjunto es importante.) Sin embargo, la capacidad cultural de los medios de comunicacón comunicacón no ha sido constante constant e y tal vez, vez, partien partien-do de las sugerencias que he expuesto pueden ir adquiriendo adualmente las características que de rma habitual considerábamos como locales. Como dominan un abanico más amplio de modos simbólicos, pueden hablar más abieamente a los sentidos, hacer que sus contenidos parezcan más «reales» mucho más que cuando sólo dominaban la palabra escrita. Los medios de comunicación que sean más interactivos pueden empezar a conseguir la misma efcacia que tiene la interacción del cara a cara a través de una rápida retroalimentación. Se diría que lo local está perdiendo parte ridad ridad 1'. GUARDNES DE CONUIDAD, AENTES DEL CBIO
Por sus cualidades reales «lo local» a veces adquiere unos tonos místicos y de romance en el pensamiento cultural. Me recuerda un poco a un animal de la mitoloa vinga el suculento oso Sirmne, un oso que los héroes gueeros podían comer cada noe, con el únco f de volver a encontrarlo vivo y sano al día siguiente para volver a matarlo. En algunos comentarios acerca de lo gobal y lo local la tra 17
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Para una discusión extensa sobre este tema véase Meyrowitz (1985).
ición local parece que esté allí eteamente, como una ente inago able. able. o global es superfcial, lo local es prondo. En cieo modo, y como he dicho antes, si a veces hay que hacer e lo glob toque de pies al suelo, lo local, en cambio, ene que harse sal a la superfcie para para que deje e ser una misfcación. L que cue con la continuidad cultural es que no hay a de que los sig ifcados socialmente orgaizados se mantengan continuamente en as prondidades donde están; también tienen que salir a la superf ie y mosarse a los sendos. Y cuando lo hacen, coen un riesgo: ueden ser reinteretados, reoranizados o hasta rehazados18• indudablemente y por po r las la s zones que he h e sugerido sugerido antes, L local, indudablemente es go especial. En úla instancia, es un escenario en el que se ene zan los hábitats de sicado de vaas peonas, y donde lo global, o que ha sido local en oo lugar, ene alguna opounidad para llear a senrse como en su prpia casa. En esta intersección, las cosas se an desaollando por sí solas, y lo que este año es cambio, el año siiente es connuidad. Cabe preguntarse entonces qué representa el ar para las personas y qué representan las personas para el lugar. Con respecto a lo primero, quiero añadir una cosa que merece ncionarse y es que en el ecúmene glob los hábitats de siifcado dira que cada vez se elven más maleables. Rcoendo oa vez as pabras de Zyunt Bauman, hay más «oeas disas que elec iones libres» (per también, más en el Pmer Mundo que en los ros). L decisión de emiar, o de quedarse en casa, es ahora menos ídica que antes; porque hay muhos lugares con el mismo eso de ia y con los comercios y mercaos necesarios, y los medios de co unicación y los elos a reacción permiten establecer un puente ráio entre los lugares19 Si hablamos de la creación de lugares, volvemos entonces al heo de la globalización desequilibrada, pero esta vez a nivel ral. Pomos preguntaos ¿localmente, quiéns son los globalizadores? ara comprender la cultura contemporáea puede que ésta sea una estión clave, pero la respuesta prbablemente sea complicada. 18
Está fulación se inspira en Sahlins (1985 pág i). 1 9 Rba (1974) ene una opinión parecia acerca e la via urbana onteporá ea volveré a ella en el capítlo 1 y puee ser uy cieo que la cura sea una cuestión e elección caa vez ás especialente en las ciudaes Puee que tabién mplique un ctor de clase pero no reo que este tipo e relaciones en agnte y há tat se reuzca hoy día exclsivente a ábito e las peona ás prspras, a e nos en el Prier Mundo. Mundo . 51
n pasad, n muísims ugas, sía s haitua qu las nxins asnainas, inus uaquir tip d vínu qu s dira ra ra d a munidad a, a , a más mns m ns un asunt d as its, una taa dnt d a división d ta�j d una munidad y tamién un instmnt d dmii. Hy día ntinúa sind i para s ands y pdss d a poítica, la administaión y s n gis, gi s, qu viajan n avión y utiiz n un unia; ia; y tant s mdis paa viaja m a tna d ls mdis d muniación pud qu stén ganizads paa atndr spiamnt sus nsidads. Pr st n s td. La cas ba d Pim Mund pd n an part d T Mund y pud qu s nvia ada vz más n x Sgundo Mund. Dríams onsidar sta ustión n téins d gén; n ls us dnd a muj s más sdntaia y apa mn n la vida púia, s psi qu ésta tnga una part más imptant a a ha d trasladar as tradiins as a mmnt prsnt20• Pr a duas pnas s da as Si haams n téins d dad, pa qu atuamnt nt as psnas qu stán más n asa, n ú mn ga, hay qu ntar astats jóvns; n su as imina, sin bligaines ni spnsaiidads, s pasan p ds ts ntinnts y s intrsan ápidamnt p ualquir nguaj apt n cuant hay un ami n a tna d ls mdis d cmunia ción y las nuvas rmas simóias stán disponis21• ¿Qé ls u cuand s han mays? Dand tums, s cnvtirá tamién n aduts, p pamnt n n mism tip d adults qu n sus padrs Y ug stán s mayrs Cnfams n qu ls san s vdads guardians d a ntinuidad, n su aidad d mi ants d pasad. Pro tamién aquí hms d psta más atnión. Aguns, si s djams a su ai, s varán intnsamnt n s md s d muncaión muncaión más qu qu n sus vis. Si, Si , admás d disponr d timp, nn cus nómis a su aan, om ha urid intmnt n dtadas pas d md, pud qu s ddiqun a viaja: ha viajs ganizads s a ima. Esjads nt s
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Véanse Véanse por eemplo eemplo los comentarios comentarios de Rsander Rsander (1 99 1 , págs. págs. 255 y ss.) acerca de las la s diferencias diferencias entre los l os hombres y las mueres musulmanes de Ceuta el enclave es pol en la costa noe de Áica. 21 En cuato a los diveos aspectos de las tendencias tendencias trasacionales en la cultura de los jóvenes jóvenes véase Jourda Jourda ( 1 995) Liechty Liechty ( 1 995) 995) Sansoe Sansoe (1 995) 995) Schade·Poulse Schade·Poulsenn ( 1 995) y Wul Wul (1 992 1 995 págs págs 10 y ss) 52
jóvenes y los mayores que disutan de empo libre con amplias pers· pecvas, puede que los verdaderos locales sea los adults d mediana edad que están trabajando. Tal vez el punto pun to más impoante impoante de todo tod o esto es que la l a disposición de la l a interconeón interconeón personal personal ene lo l o local y lo global es cada vez más opaca. Actualmente hay tantos pos de parentesco, de amistad, de asociación, de negocios, de búsqueda de placer, de lua por la se guridad, que embarcan a las personas en las conexiones transnaciona les, que nunca podemos estar seguros del hábitat de siifcado en el que surán, ni si ocupaán una pae central o una periérica. Volve· ré a este tema en capítulos posteriores22• Tampoco es ni totalmente predecible ni totalmente impredecible quién o quiénes pondrán en circulación a nivel local los siifcados adquirids en lugares distan tes. Nuestra hostelera hostelera de Connemara, aun siendo una ex londinense y heana de un neoyorquino, ene un perfl bastante pobre; sospeho que aquellos tóas afcionados suecos, con sus 700 diapositivas de Boeo, probablmente no lo tendrán.
2
He atado en oas publicaciones la proliferación de lazos transnacionales en el plano personal (Hanne, 1992 a, 1992 c). 53
3.
Cuando la cultura está en todas paes: reexones sobre un concepto fvorito
Parece que de pronto la gente está de acuerdo con nosotros, con los antropólogos; la cultura está en todas paes. L enen los inmiantes, la enen las empresas, la tiee los jóvees, la tiene las mujeres, hasta pueden tenerla los hombres corrientes de mediana edad, cada uo con su propia versió. Cuando esas versiones se encuentrn, se habla de «colisión cultual» (o, recordando el capítulo anterior, «choque cultural»). Hay aucios que ensalza productos para la «cultura de la cama» y para la «cultura del helado», y actualmente la juspdencia debate lo que llama «la argumentación de la defensa cultural» 1 . Y lo que no es menos cuioso para nosotros, existe la idea bastante extedida de que los antropólogos podemos hablar con ciea autoridad acerca de la «cultura»2• Desde hace algún tiempo, y para tomar un ejemplo, puesto que la cultura se ha coveido en una pe del proyecto del Estado del bienestar, los que elaboran los planes en Sue 1
No podré abordar todas as nociones de cultura que subyacen en estos usos «La cuta de a cama» y a «cutra de heado» pede tener agunas connotacions de dis al so Bordeu spestt raci con a tradicin y co a asaía; a sgrencia imícita s q tabi hay cas y heados no cutrals Véas R (199 1 , págs 603 y ss.) para una discusin sobre «a arumentación de a dfnsa cutual» en e contexto de a teoría cutural desaoada por un anopóogo de decho. 2 En este sentido quizá os antropogos suecos tenemos una mejor situacin que os aerianos a juzgar por as pecioes pocas según parece de ines dos por eos en anopooa n aci co os dbates sobre «muticaliso». 55
ia suelen estableer la dierenia, al menos a modo de preámbulo, en tre «el onepto de anopoloa ultural» y el onepto de cultura rerido prinipalmente al ae, pues en realidad este úlmo es el que manejan on más euenia. Pero ahora paree que esto les preoupa un poo. Cabría pensar que los antropólogos tendríamos que estar muy ontentos a la vista del prolongado éxito que ha tenido nuestro on epto preerido. De hecho, más bien nos pone bastante neiosos, y por diversas razones. A pesar de la raha positiva, y hasta cieo punto debido a ella, se diría que el onepto de ultura es motivo de controversia o es más disutible, muho más de lo que ha sido hasta ahora Me gustaría identifar aquí el origen de esta inquietud, y esbozar los debates actuales y posibles acerc de la cultur Finmente, hace algunas sugerenis en cuanto a lo que t vez quermos hcer con onepto de ultura a parr de ahora. CON CULTR Como ya he diho, paree que en pae somos vícmas de este éxito, y ésta es una de las razones que nos levan pensos las coss dos vees y a echos atrás. No deja de ser un poc embarazoso que lo que supuestamente es nueso onepto de cul ra se vea como opuesto al onepto que denota exelenia estéca y esto ocue de tal modo, que al fnal pareemos unos incultos y p pulistas, incapaes o reaios a distinguir ualquier dierenia ualita va ene la experienia de ontemplar una an obra de ae y, como reo dijo un aaturista (on una buena perepción de la vida de los nórdicos), to mar un boadillo en el bosque para disutar de la Naturaleza L que resulta de heho más preoupante es que el estado dé impoania, aunque sea on buenas inteniones, a la ultura omo si era una categoría adminisativa, utilizándola, de modo bastante desatinado, para identifar a upos minoritarios de poblaión on el fn apliar determinadas medidas3• Por otra parte, tampoo estamos muy seguros de l resistenci de nuestras propias deensas uando nuestras más precids creencias suen un ataque. Estamos acostumbrados a plantear ees exigenias ante los eetos que la ultura provoca en el omportamiento hu
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Véase, por ejemplo, Áund y Schiep (1 99 1 , págs. 15 y ss.).
mao, e la casi ifita maleabilidad de la aturaleza humaa. Dado que las biociecias cada vez platea uevas y mayores áreas de competecia, éstas podría etederse nto por osotros los atropólogos como por otras persoas como ataques a la itei· dad itelectual de la atropoloa. Tomemos el caso de la cotrover sa MeadFreema acerca de la cultura de Samoa. E u escrito pu· blicado e u impoate periódico de opiió, u investigador, f lóso covertido e médico, opia que Derek Freema puso de maifesto que «casi todo lo que Margaret Mead afrmó acerca de Samoa era also»; y, obviamete, cosidera este caso como u ejemplo típico de las exigecias exageradas de u ámbito del deteiismo medioambietal y cultural durate a pe del siglo X (Hess low, 1992, pág. 50). Si lo que se afa es que o sabemos realmete hasta dóde alcaza la cultua, hay además ua base sólida para afrmar que tampo· co hemos etedido bie su cioamieto. Estas sugerecias tam· bié se platea detro de la comuidad aopolóca. E los cursos de ioducció y e los libros de texto, cotiuamos explicado mo· ótoamete cómo la cultura «se ansmite de generació e geera· ció», casi si reexioar más sobre ello. Etoces aparece Maurice Blo (1 985, pág. 33) y sostiee que «tedremos que cot co el tra· bajo de los psicólogos y los psicoligüistas para uestras pricipales teorías sobre el apredizaje, y o podemos cotiuar ulado teo· rías de la cultura que implique u proceso de apredizaje que o puede ser geuio». Y e otro mometo llega a decir que el trabajo de los atropólogos se ha basado mayoritariamete e ua «teoría alsa de la coició», y que los últimos trabajos dentro de las ciencias de la coició el tipo llamado «coeccioista tedrí que «poeos e guardia ete a coceptualizacioes co exceso d expre· sió ligüística y de ases lócas», ua clase de expresión a la que es· tamos habituados (Blo, 1992, págs. 127130). Volveré a esto más adelate. Entretanto, hay que señalar otra co· rriete e la crítica aopolóca al pesamieto cultural rcibido. Ua de sus represetates es Lila AbuLughod (1991). Desribe la cultura como «la heamieta esencial para hacer ora». En su opiión, como la atropoloa ia de y explica las direncias cultuales, al mismo tiempo ayuda a costruilas, producirlas y mtenrlas. Y la dierea, con indpndnia e lo qu u starls a los ano pólogos, a mnudo se da la mano on l snia y la dsigul Muchas concpciones de la cultura l acn státicas y homogn zates, y, por lo tato, deshumanizadoras admás, preispustas a 57
exagerar la coherencia; y también excesivamente proclives a describir las culturas como limitadas e individualmente disntas4• AbuLughod suere tres líneas para contraestar esta tendencia. L primera, parr de un vocabulario de la práctica y el discurso, que subraye las contradicciones y los malentendidos, las esateas, los intereses y las imprvisaciones, y el juego de enunciados cambiantes y competitivos con implicaciones práccas. L segunda, subrayar las conexiones, tanto las que en téinos más generales convieen las culturas n plural en cosas que no sean unidades aisladas (históricamente, per también en la actualidad), como las circunstancias paculares que hacen que un eóa esté en un campo. L tercera, negarse a generalizar, y hablar en cambio de historias relavas a individuos concretos en el empo y en el espacio Con todo esto se trastocan de nuevo las connotaciones de homgeneidad, coherencia e itemporalidad, y se sacan a escena las similitudes que hay en las vidas. Si describimos a las peonas con sus angustias a la hora de tomar una decisión, sopoando agedias y pérdidas, intentando presentar un buen apecto, suiendo humillaciones o disutando momentos de alea, entonces la sensación de amiiaridad y de reconocerse en esas situaciones puede sustituir la sensación de Unni Wan (1 992) sigue una línea bastante parecida Contrasta la cultura on lo que denomina «resonancia». Dice que la resonancia es una cuesón «sensibidad de pensamiento», algo que Wan aprendió de su anftrión en Bali; una cuesón de empatía y compasión, una llamada a la experiencia compartida, una interetación caritativa y un eserzo para loar el entendimiento, un ir «más allá de las palabras» para comprender las difcultades concretas de las personas. Para kan, el concepto de cultura apunta preisamente hacia el polo opuesto. Conviee a los «otros» en «especies exócas, impulsadas por una ea». Otro ejemplo es Tim ngold (1 993), que escarba en la noción de «aducción» ene culturas. Pae de dos defniciones de cultura, la de Edward Tylor y la de Robe Lowie, muy parecidas a primera vista pero en las que Ingold encuentra una dierencia. Para Tylor, la ultura es proeso, cultivar la razón y la inteligencia, un «currículum central para la humanidad». Para Lowie, las culturas son «una diversidad casi uita de as habituales de vivir y de pensar, cada una con sus 4
He tdo nterioente lguns de ests difcultdes desde el ángulo de los ados de «ulturlidd» (Hne, 1983 ).
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propios criteios inteos de opinión». Y resulta que así es como Occidente establece la dierencia ene ellos y el resto. Nosotos estamos con Tylor, somos racionales y modeos; els están con Lowie, inmersos en adiciones arbiarias. Bajo estas circunstancias no puede pr ducise una verdadera aducción en condiciones de igualdad y reciprocidad. Occidente puede mirar a los otros, pero los oos no pueden mirar hacia era. La alteativa de Ingold es «imaar el mundo en el que la gente vive, como un paisaje connuo y sin onteras, con una variedad inteinable de caractescas y peres, pero, no obstante, sin ietas ni acturas». En este mundo hay lugares dierentes y horizontes dierentes; se ven cosas dierentes cuando uno se mueve por ese paisaje; per cuando las personas llegan a un mismo luga procedentes de puntos dierentes, todos ven lo mismo. Cuando este académico de Cambridge estuvo en el noe de Finlandia inmerso en la vida de los pastores de renos, aprendió a prestar atención al entoo en la misma a que lo hacían ellos y, de este modo, a ver el mundo igual que eos• De modo que no era necesaria la aducción, pues la idea de antropoloa como una traducción ene culturas es una consecuencia arfcial de una teoría de la cultura que aenta el mundo. AbuLughod, Wan e ngold sacan conclusiones parecidas AbuLughod «escbe contra la cultura». Wan opone cultura a resonancia y es evidente que sus simpatías están con esta última ngold nos dice que sólo si aceptamos esta idea del mundo connuo, podremos comprometeos con los demás y alcanzar la comprensión mutua; y si esto es lo que queremos, entonces «el concepto de cultura», como palabra clave de un discurso alienante, «tendrá que desapareceP>. BIOS DEL ÉNFASIS: DIFENCIA CULTURL Y NAEZ HUMANA
Así las cosas, parece que actualmente hay un buen número de antropólogos dispuestos a levantar el hacha de guea cuando oyen la palabra «cultura». Qizá guien como Ingold, educado en la línea de la antropoloa social británica con su larga tradición de asestar golpes a otras culturas, no vaya a tener andes escrúpulos para entela (aun 5
Me refero a prer Ingold el estudiante de postado que hacía abajo de cpo; no a Ingold más tardío, a teórico de Manchester.
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u Ingold tnga sin duda su prpia agnda intlctual). Pro hay una an mayoría, tato anopólogos como no antropólogos, u pinsa u hay una unión casi indisolubl ntr antropoloa y l concpto d cultura. ¿ �é crdibilidad vamos a tnr si ahora os volvemos «n cona d la cultura» o si fnmos u nada tnmos qu vr con s concpto? L altativa, probablmnt, sía vr ué podmos scatar. A sopsa opinios crícas como las d AbuLughod, Wan Ingold, m parció u podría habr alguna rlación ntr st probl ma y un txto u Rob dfld scribió hac mpo. D modo u rvisé una conrncia suya d 1957 l año d su allecimi t acrca d «Lo univralmnt humano y lo culturalmt variabl», publicada postriont n una rcopilación d sus sctos (dfld, 1962, págs. 439 y ss.). Lo qu nconé, n primr lugar, ron unos comntarios acr ca d los cambios d tndncia n l pnsaminto antropolóco a lo qu las épocas largo d su vida y d su cara. d instituto, cuado llgaba Ciodía, solía irs con sus bocadillos a la bibliotca y s sntaba con uno cualuira de los doc volúmes d la obra d Frazr Te Gol Bough : «qué dsfl d costumbrs ma ravillosas y exóticas». Sin mbargo, lo u Frazer trataba d mostrar no ra qu los publos dl mundo son infnitamt dirnts, sino qu n muhos sndos son iguals. Lugo, cuando Rdfld mpzó a studiar atropoloa, durant los años vint, o s hablaba más u d culturas spcífcas, y al mismo mpo sus prosors iora ban o ngaban casi totalmnt cualuir smjanza ntr llas. M tard, cuando sus scritos d los años cincunta, la balanza volvió a in clinars hacia los aspctos u los hombrs tnían n común• L his toa dl pnsaminto antropolóco l llvó a prguntars si «no sría probabl u lo u una gnración d antopólogos rchaza total mnt, raparcira lugo n la gnración siguint». Djando apa stas rxions, la conrncia prstaba un dia ama qu cro todavía pud sos úl para sbozar d ué a s pinsa acrca d la cultura y también para l tipo d dbats sobr la cultura u pudn procupos hoy día. L h camiado muy poco. dfld llamaba «upo cultural» a la catgoría itdia tr «individual» y «univsal». A mí m parc mjo llamarla «colc 6 Er
Wolf(1 964, pág. 20) es de la misma opinión: «mientras os antropólogos de los años inta insisan en l jugo lbr del cacter humo, los tropólogos de la postguea han lto a la cuestión d los universaes culturs».
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vidades peaetes» (lo que comprede «comuidades», «socieda des», upos éicos, etc.) porque puede evitar cosioes. Además he añadido seis úmeros para idefcar los espacios resultates: CUARO
1 . Carstic human
Individuo (idiosincrasia) Colectividades peanentes Universal (panhumano)
Inherentes
Desaolladas
1
2 4 6
3 5
Fut: R
Reded, Human Nature and e Sdy Soce, Chcago, Unve of Chicago Pess, 1 962, pág 444.
E uo de los ejes teemos el coaste ee los modos de pesa mieto y de acció que se hereda biolócamete y los que de ua maera u otra se adquiere después de acer. E el otro eje teemos tres pos de distribució. ¿Qé podemos hacer co este diaama? Veamos cómo desaolla Rdfeld su roamieto acerca de la atura leza humaa. Dice Rdfeld que podemos cosiderar la aturaleza humaa de varias maeras. ede hacer reerecia a aquello que todos los seres humaos teemos e comú porque es pae de la bioloa del Homo apis; la aturaleza humaa estaría etoces e la casilla 5. De ua maera más paradójica, se puede subrayar que los seres humaos de pede e a medda del apredizaje de las as de vida que dis tigue a u upo cocreto; etoces la aturaleza humaa acabaa por situarse e cieo modo e la casilla 4. L dierecia cultural es a turaleza humaa Pero lo que a Rdfeld le iteresa especialmete es la idea de «aturaleza humaa desarrollada», las cualidades que los se es humaos adquiere e todas partes, e cualquier mometo, a me ida que vive uas vidas que uiversalmete pasa por experiecias arecidas y se eeta a problemas parecidos7• Esta concepcó de la aturaleza humaa se ubica e la casilla 6 . Etoces, ¿dóde está el cocepto de cultura que Abu-Lughod, Wka e Igold crica, y adóde quiere llegar? Es cieo que este diaama o puede reejar todas las variates de matiz, pero creo que se puede decir razoablemete que el cocepto de cultura opuesto 7
Véase también Sger (196 1 , págs. 21 ollada»
y
ss) acerca de «la naturaleza humaa desa-
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ue ellos plantean está plenamente incluido en la casilla 4 Aquí es donde se ha centrado de manera constante el núcleo ndamental de la eoaa. En palabras de Redfeld «la antropoloa ha tenido un an éxito en la exploración de las dierencias ue hay ene los upos humanos». Existen, sin embargo, esos cambios históricos, desde Frazer en adelante, y actualmente podemos identifcarlos como cambios al menos relativamente destacados entre las casillas 4 y 6 Cuando Lila AbuLughod (1991, pág. 158) defende ue sus detalles tnoáfcos «sueren ue los otros viven del mismo modo ue nosotros percibimos nuestro propio vivi>, o cuando Wkan (1992, pág. 476) habla d «la experiencia humana compartida, lo ue las personas tienen en omún a través dl empo y del espacio», o cuando Ingold concluye que el concepto de cultura al ue se opone «aenta la connuidad de la eeriencia de estar en l llos parec u se aprximen al concepto de dfeld de «naturaleza humana desollada», en la casilla 6. Con todo, la esatea de AbuLughod cuando escribe cona la cultura es más complicada, porue su insistencia en detalles eoáfcos colleva simultáneamente una aproximación hacia la casla 2. Y no hay ue entender esto como una contradicción: para ella cada una de stas dos aproximacions implia la otra. Por tanto, y para nuestro objetivo, podríamos decir ue el vaivén entre las casillas 4 y 6 se inició en la casilla 6, con Frazer, según opinión de Redfeld, y con Tylor, según ngold. Redfeld, además, pide ue se tenga en cuenta a Adol Bastian. D ahí pasamos a la casilla 4, en la ue Ingold sitúa a Robert Loe, y Redfeld, sin espcifcar individuos concretos, a sus maestros (pero sabemos ue la mayoría eran discípulos de Franz Boas, igual ue Lowie). Redfeld explica ue, cuando escbía, lo ue le interesaba era lo ue los seres humanos compaen, la casilla 6. A continuación es evidente ue hay otro vaivén hacia la casilla 4; y después, una vez más, nuestros contemporáneos AbuLughod y otros parece ue se encaminan hacia la casilla 6. Es muy tentador describir lo anterior como un movimiento pendular, pero probablemnt no sea del todo así. Los puntos de debate no se rpiten totalmente. L defnición para las casillas 4 y 6 pude haber cambiado un poco a lo largo del empo, y es de esperar ue las generaciones siguientes hayan aprendido alguna cosa a partir d lo ue sus predecesors rearon de modo ue la imagen más adecua 8
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Vée tabién Noll y Noll (1963).
a sería una espiral ascendente. ngol no es Tylor; Wan no es Bastian. A pesar de ello, no podemos estar segurs de que lo que ocue a veces es que, sencillamente, se prescine e la historia. ¿�é ha pasado entre la época de Redfeld y la nuestra? Es probable que el último vaivén toavía no se haya poido describir el too. No estoy seguro e que cada movimiento puea circunscribirse a nombres concretos; pero Clior Geez en uno e sus primeros esayos El impacto del concepto e cultura en el concepto de hombre» (1 965) parece que cubre esta laguna e manera especialmente ectiva• Refel habla de Clye luhohn un estacao teórico e la cultura de mediaos el siglo X, aunque casi naie lo lee actualmente como un protagonista contemporáneo el sentio e la nauraleza humana compaia; y Geez escbe a luhohn como el más persuasivo» etre los que él enomia «teóricos el consesus getium». Pero Geez prescinde e estos úlmos. Considera que sus rgumentos son imprecisos, o que co demasiada ecuencia se apo an en una especie e juegos malabares, tales como una conscció e patrones culturales uiversales que al fnal no son más que catego ías analíticas vacías• Cuano Kluhohn escribe a los inios zui ice que valora las resicciones, o cuano ice e los kutl que mentan el exhibicioismo, y añade que ambos «muesa su fdeliad a un valor universal; el valor más preciado de las noas disvas de su popia cultura», Geez (1 965, pág. 102) comenta co iroía ue «esto es pura evasión, sólo que más patente, no más evasivo, que ls iscusiones acerca los universales culturales en general». 9
Est nsayo s ha lto a publcar n la dcón d Gz (1 973, por lo qu aho· a s pud ncontra ás fácnt. 1 0 Rdld (1962 parc star d acurdo n qu las uacions d la cas lla 6 son prcisas, pro au así as ncuntra váidas. Uno pud tnr la prsón e qu la vsón d Rdld mustra agunas andads con posturas ás rcnts qu abogan por l huansmo, la paa o la ntrtacón cartava: •Hablar d la natualza huana dsaollada d anra unvrsa o cunt, s hablar d una raldad. Esa radad no s sot fácilnt a una invstigación raizada con étodos prci sos ni tapoco a pbas abls ... Por lo qu rspcta a la nauralza humana univrsalmnt dsaollaa, nustra aprhnsón d la ralidad s prfcta y s sia por d ás d la cnca n el sendo d qu sa aprhnsión s prcsa y sn duda ncoca n cuanto a los dtalls; pro s stúa por dlant d la cnca n cuanto qu, s la comparaos con las pocas proposcons as qu la cncia nos pud ocr con espcto a sa raidad, sas aprhnsons n bto parc que llgan a la vrdadra na ralza d las cosas por dio d sas aprhnsions, más qu por dio d las pro puesas d matrmono ntr prmos por lína pata, sentmos qu nos hos ncon ado cara a cara con nustra propa spci humana. Es una magn vlada, pro nos parc convncnt» (1968, pág. 448).
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En cambio, las propuestas de Geertz an pae de la historia reciente de la antropoloa. «La naturaleza humana independiente de la cultura no existe». Entre lo que nos dicen los genes y lo que tenemos que saber para poder vivir, hay un vacío de inación; y este vacío lo llenamos con cultura. «A menudo se ha comentado la an capacidad del hombre para el aprendizaje, su exibilidad; pero lo que es aún más decisivo es la necesidad extrema de cieo po de aprendizaje: alcanzar los conceptos, aprehender y aplicar sistemas específcos de signifcado simbólico». Pero aunque «nos completamos por medio de la cultura», «no lo hacemos por medio de la cultura en general, sino por medio de as sumamente concretas: la de Dobuan o la de Java, la o comercial» Hopi o la italiana, de clase alta o de clase (Geez 1965, págs. 112113). De modo que Geez se mueve rápido de la casilla 5 a la 4, acep tando tal vez dos de los supuestos de Redfeld para la «naturalez mana», pero no el tercero. Qizá de pasada tenga una ligera deerencia con la casilla 2; pero deja la 6 poco más o menos vacía. El vaivén inmediatamente siguiente desde la casilla 6 a la 4 queda brevemente defnido. Pero a pesa de esto ¿tenemos que aceptar que el concepto de cultura quede confnado en la casilla 4, como un concepto que sólo pone el acento en las ierencias ene culturas deteinadas que pertenecen a colectividades permanentes y concretas? edfel, al menos, no lo creía así. En cuanto a su diaama, comentaa que «todo lo que está a la derecha es cultural»; y «lo que es cultural no siempre es lo dierente» (Redfeld, 1962, ág. 446). Personalmente, me inclino por esta línea, aunque añado un subraydo. Me interes la manera en que este animal humao, inacabado y que aprende, cubre el vacío de inación por medio de la paicipa ción en la vida social, y, por lo tanto, la manera en que estos modos adquiridos de pensamiento y de acción se uelven socialmente organizados; y esto, prescindiendo de que los compaa con personas de su upo, con cualquier otro ser humano o bien con nadie más. Con est visión e la cultura, ampliamente inclusiva en cuanto a la imensión istrbutiva, se puede aceptar bien ácilmente la idea del mundo continuo; y el que una persona hable de cutura en singular o de culturas en plural puede entenderse como una cuestión de convenienca Y aún poemos aligerar más el bagaje excesivo que se ha ido acumulndo a lo lrgo los ños el e los suuestos no sólo e cier tas dieencias, sino tmbin e la homogeneiad inte, la coheren ci y la intemorli ls culturas. Para ser capaces e reconocer 64
la cotradicció y los maletedidos, o debiéramos teer que «escribir cotra la cultura», porque además podríamos teer resoacia y cultura. No parece que haga alta pesar que las culturas so lo que «ellas» ee, mieas que osoos o lo teemos (Co todo, tampoco hay que dar pábulo a exclamacioes relavistas y pasmosas como ésta: «Todas las culturas so maravillosas!», el uevo lema de u museo eoáfco. Todavía teemos dereo a pesar que alguas culturas so meos maravillosas que otras.) UNIVRSA, LO COO Y LO SINGU
De todos modos, al itroducir el diaama de Rdfeld o preedía dedicar u amplio espacio solamete a tres de las seis casillas la 4, la 5 y la 6 Como aputaba más arriba, este diaama puede ayudaos a situar u mayor úmero de cotroversias sobre la culura y u mayor úmero de problemas que tegamos que aotar. Desde el puto de vista histórico, la oposició más esta es la que se produce etre las casillas 3 y 4. Tratar de mateer la casilla 3 a vacía como sea posible es luchar contra el racismo. Cuado hay que teer e cueta las dierecias etre colecvidades, la pmera ca silla hacia la que hay que dirirse es la 4; y a veces, el hecho de maeela bie dotada puede haber resultado ua tarea heroica. Si embargo, la casilla 3 ede a mateer relacioes tempestuosas co las otras casillas, tato co las de la derecha como co las de la izquierda. Parece que los debates tiee su maera de extederse y trasr marse, probablemete y sobre todo cuado iicialmete se refere a la líea divisoria izquierdaderecha, «aturalezaeducació», de este iagrama. Volvamos al estudio de Margaret Mead sobre Samoa. Tal omo yo lo etiedo, lo que Mead trató de hacer cociee básicamete a las casillas 5 y 4. Si pudiéramos eriquecer la casilla 4, si pu iéramos ver que uas culturas cocretas modela a los seres huma os de rmas muy dieretes, de maera que los samoanos eran muy dieretes de los americaos, entoces el cotenido de la casilla 5 sería muy pobre. La aturaleza humana sería itrínseamete y n gra medida ua tabul rasa. Por otra pate, si pudiéramos descri b a los samoaos diciedo que prácticamente so odos muy pare dos, costidos culturalmete e la casilla 4, enoces tampoco abría gra cosa e la casilla 1 . Se podría deir que las dierecas i ividuales heredadas so isiifcates. De modo que u estudio omo el de Mead atrae las críticas miuciosas de aquellos que, por 65
otra parte se muestra básicamete preocupados co las microse· mejazas y las microdierecias (comparacioes etre gemelos idéticos y cosas por el estilo) • No tego mucho más que decir acerca de esta divisoa izquierdaderea. E geeral es probablemete cieo que por mucho que os preocupe la cultura (y por tato las casillas 2, 4 y 6), o estamos aho ra ta dispuestos a prvocar brcas e la divisoria de las casilas 1 y 5. Pero la 3 es oa cuesó. Puede que tegamos ua reovada curioside hedad po saber cómo la aturaleza humaa o los lmites de la variabidad cultural y es más probable que acep· teos icluso co uestro orgullo de aopólogos a cuestas, que la idividualidad ee ago que ve co los gees. Y lo que es más impoat admios los lmites cosos y las complicadas iteraccio· es etre lo biolóco y lo que apredemos2• Eto es decir muy poco acerca de uas cuestioes muy sci tes y desde luego deja al marge u motó de cosas. A pesar de ello me gustara dedicar más ateció a las relacioes que se establece e la columa de la derea etre las casillas 2, 4 y 6. ¿r qué hay tatos actos y siifcados de los humaos que pare· ce ecuadrarse e la casilla 4 ; o por qué los anopólogos a meos se ha setido muy dispuestos a ubicarlos allí? • Mi opiió es que, e pae esto tiee que ver co las caracterscas de los lugares clási cos para abajo de campo pues a pae del pesamieto atropo· lóco acerca de la cultua ha fjado e ellos sus races: pequeñas co muidades dode las relacioes se maee cara a cara y co ua divisió de trabajo muy limitada. Es atural que e estos lugares se compaa extesivamete s decir de ua maera uiemete distribuida a pae del saber y de la eeriecia. El curso de la vida es ta redudate que la cultura se reproduce si u eseo muy premeditado más o meos como si era u d�rivado de la actividad y los cometarios cotidiaos. Los que hace trabajo de campo puede que ua vez acabada su tarea se marche de all co muchos 11
Los comentarios de Hesslow (1992) que he citado más aba podrían ser un ejemplo 12 Las relaciones entre las casillas del lado izquierdo se compican cuando, a avés de las técnicas de manipulación genética, as casillas de la derecha ejercen na mayor in· uencia sobre las de la izquierda. Podemos imana una serie de situaciones donde el contro sobre estas técnicas estaría en las casillas 2, 4 y 6 , y las técnicas que se ponen en práctica en las casillas 1, 3 y 5. 13 Los páafs siguientes están desaolados en otros ibros de Hanne (1992 b, págs 10 12, 41 y ss)
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datos eoáfcos, pero tal vez con muy poco interés específco por la naturaleza del proceso cultural. Sin embargo, también hay razones que explican por qué los antro pólogos a veces no han apreciado debidamente la diversidad real que existe en casi todas las comunidades. Los periodos de trabajo lmita dos y la alta de competencia en materia lingüística y cultural son un obstáculo para poder establecer y fjar estas dierencias. Los supuestos teóricos o prototeóricos pueden llevar la atención a otras cuesones; y tal como señalan las úlmas críticas sobre textos de anopoloa, te nemos una a fja para expresar las cosas: los de Nuer creen en esto, los de Bali hacen lo otro, y se pasan por alto las variacones in eas. Y así se cubre la casilla 4. El animal humano inacabado puede seguir varios caminos a través de la vida social; de modo que puede consuirse y reconstruirse, tal ez completarse fnalmente, de maneras derentes a medida que va andando el camino. Hagamos una lista, no totalmente sstemática, de lgunas cosas que le pueden ocurr en el mundo que habitos hoy da. Enará en un repao del trabajo que le llevará a especalizarse en lgún área concreta del saber, a un po concreto de vida y a un po de eeriencia. El estado tiene medios y maneras de convelo en udadano, lo que compoa saber y hacer deteinadas cosas ; el mer cado tiene un montón de agentes, andes y pequeños, que no sólo alimentarán las elecciones que haga, sino que, por supuesto, intenta án desaollar y encauzar sus gustos para que se adecuen a deteinados pductos. En cada momento estará sicamente en un lugar y en se entoo puede que aprenda cosas a través de las obseaciones y os contactos cara a cara, igual que lo hace el habitante de ese lugar anropolóco clásico, es decir, la pequeña comunidad. Pero puede ocu rir que, con el tiempo, se mueva de un luga a otro; de modo ue ede aprender cosas nuevas y puede que ncluso tenga que desaprender algunas cosas que había aprendido anterioente hasta cierto nto, al menos. Dando un paso más, este animal contemoáneo acabado no sempre necesitará la presencia sica de oros ara render de ellos algunas cosas. Pede leer un libro o mirar na in a o escuar un disco o ver la televisión. En esta situación, la relación ene las casillas 2 4 y 6 la disi cón de las distribuciones como si djéramos uede cambiar. Por lado, el contenido de la caslla 6, eresenta lo que se adquie culturalmente pero que es universl, ede volverse más diverso. Rdfeld, como ya hemos visto, tea resetes las experiencias prácti 67
amente inevitables con las que se enentan las personas en todas partes, a avés e la repetiión de ieas ircunstanias, incluso aunque éstas no tuvieran una onexión direta on otra ora podemos ver, incluso con mayor claridad que en las décadas anteriores, cómo le aectan a la asilla 6 las interaiones de larga distancia y la disión cultural a an esala En el supuesto, muy improbable, de una completa homogeneización de la ultura por medio e tales mecanismos, sería la casila 4 la que se vaciaría y en cambio la casilla ' an contenido Entonces tendríamos cultura sin dierencias culturales (Con todo, el potencial y las circunstancias para un retoo a la dierencia o para unos cambios en lo que es univers, serían sin duda otros si la casilla 5 tuviera una arga similar} La disión global, no obstante, es asi seguro que actúa sobre una base más aenta A menos tal como están las cosas actualmente, se puee deender que lo primero que enará en la asilla 6 no es una preerencia por Miael Jason o por la CocaCola, como quisieran algunos retócos" sino más bien cieas habilidades como la noción básia de los números y las leas, y el hábito de usar el lápiz, las erillas y el jabón Los debates aerca de la globalización, on todas sus vedades y maces, se centran en an pae en la relación entre las casillas 4 y 6. Estos debates son a toas luces dierentes e los que se desarrollaban deno del marco de los vaivenes histórios el pensamiento antropolóco Aun así, es muy posible que el ambio actual hacia una mayor impoancia de la asilla 6 omo poemos ver en los esctos de AbuLughod, Wan e ngold venga prpiciado, en una pae nada esdeñable, por la intensifcación de la interacción global, incluso uando los gumentos se ulan principalmente como un deseo de idenfcar pueblo llano y las posibidades de empaa Este deseo puede surr e una a más natural en nuesos días En cuanto a la relación entre las casillas 2 y 4, se día que no está menos aectada por las circunstancias actuales de la cultura Por ejemplo, es obvio que la división de trabajo ene algo que añair a los upos culturales peanentes e la asilla 4. Retomando las palabras de Geez, no son solamente los de Dobuan y los de Java, sino también «las lases altas y las lases bajas, los aadémicos y los comerciantes» Uno se perata que deno e la sociedad actual hay una serie de upos que, a su vez, tienen onjuntos de siifados, práctias y símbolos, y esto ha ontribuido indudablemente a que el concepto de cutura goe de populidad No obstante, las compliadas interpenetraciones de las corrientes ulturales atuales no sólo implian una mayor variedad de onuen 68
cias en el plano de las colecividades A mismo iempo, ahora es po sible, al vez mucho más que nunca, que los individuos se consru yan de una manera basane singular, a ravés de un conjuno de ex periencias y de siuaciones en las que se involucran Un ser humano, a medida que cambia de rabajo, se desplaza de un lugar a oro y eli ge sus objeos de consumo culural, puede que consya un repero rio cultural que o se parezca en nada al de oro ser humano. Puede que compaa cada uno de los diversos componenes de su repeorio con dierenes upos de personas; pero en ano que reperorio ineado n la medida en que se conviere en una perspeciva, en una idenidad propia pasa a ser una cuesión individual, una cosa de la casilla 2 Por esas razones podemos considerar la individualidad no como una cosa residual, como algo que queda era de los dominios de la culura, sino como un produco de la organización culural, al menos en pae; y que iene alguna relación con lo que surge de la casilla l . Rcordemos que para AbuLughod «escribir cona la culura» es des cribir la individualidad, pues ésa se resise obsnadamene a cual quier aálisis geeralizado. Me hago cargo de, y en cieo modo sim azo con, los movos humanisas que respaldan esa posició A pe sar de ello, sosengo que ee que ser una ambición razonable el inear comprender de algún modo cieífco cómo se genera esa in didualidad deo del proceso culural y qué papel juega esa individualidad en la organización cultural Y no esoy convencido de que ese aálisis enga que ir acompañado necesariamente de una ciea ala de respeo. Aún hay oro ipo de relación enre las casillas 2 y 4 que es especialmene siifcaiva para las discusiones conemporáneas sobre la ulura. Si la casilla 4 es el erriorio radicional del «concepo de cul ura de la anropoloa», enoces podríamos siuar ese oro conce o de culura que he mencionado al principio, el de as ares, básica mee e la casilla 2. Esamos hablando ahora de los producos culurales manifesos de individuos concreos. Y si no amos a sguir hablando de esos dos concepos como si eran dierenes unos oncepos que, simplemene y de una rma un ano consa, resul a que compaen la misma eiquea, parece que nonces podemos onsiderarlos, y con venajas, por un lado como a combinación nuencias culturales en la individualidad relaiva, y por oro como a esoancia eséica e ineecual (al vez no on senido como ue Wkan da a la palabra resonancia) de esa individualidad en a ura colectiva. 69
L DIVERSIDA EN AQUISICÓN CULTL
Hay ua amosa ase de Clyde Kluhoh (Kluhoh y Muay, 1 948 pág. 15) que viee a resumi lo que se ha dio hasta ahora (olvidemos por u mometo el adroceismo; auque actualte estemos sesibilizados, o ocurría lo mismo co la mayoría de la g hace uos ccueta años: «E cieos aspectos, cada hombre es como los demás hombres; como alguos; como iguo.» E mi opiió, es preerible sobre todo e cosideració a las tedecias cotemporáeas co respecto a la orgaizació social del siifcad iteta atar estos es casos detro del mismo marco itelectual, e vez de establecer u mco paa cada uo co las cosiguietes relacioes cosas etre los tres. Por último, quiero volver al tema del am humao icompleto y cómo de heo llega a completae, por decilo de algú modo al prblema de la adquisició cultur, que, como ya he dicho, se ha elto a platear recietemete por Maurice Bloch, por ejemplo. Bloch ee poca cofaza e los supuestos covecioales de la aopoloa co respecto a esta cuesó. E coa de la líea que cosidera la cultura «al estilo de la legua» (y, por tato, como lieal, la psicoloa coiva «coeccioista» que él apoya, propoe que el pesamieto cotidiao depede de «sistemas de redes aupados por siifcados» que tea iació por medio de múlples vías simultáeas y, e cosecuecia, la hace más ácilmete recuperable. L iació maejada de esta a sólo es parcialmete ligüísca. Icluye, además, «imágees visuales, oas percepcioes de los sedos, los aspectos coitivos de los usos apredidos, evaluacioes, recuerdos de sesacioes y recuerdos de ejemplos típicos» (Bloch, 1992 pág. 130). L impresió que teemos es que los seres humaos se completa a sí mismos mediate la imeió coua e un etoo dode aprede a parr de u amplio abaico de exeriecas. Pero al msmo tiempo, el papel que desempeña la comuicació smbólica directa, y especialmete la ligüística, procedete de otros seres humaos, parece u poco más idefido. Bloch argumeta las implicaciones que todo esto tiee ara la et oaa. Es u problema, obsea, que la etoaa tal como la coocemos cotiúa siedo, al fn y al cabo, ligüstica, escta, lieal. A pesar de ello, e las descrpcioes eoáfcas debiéramos tetar coocer desde más ceca cómo las personas adqueren y ma_eja de 70
choJa culwra. Lo qu sugr aquí s qu la obsacón parcpatva tn una mpoanca stratéca para alcanzar st obtvo Los antropólogos qu ralmnt s han sumrgdo n l rtmo d vda d un upo d prsonas y han compado gran part d sus xprn cas, tndan qu podr xplcarlo n sus dvrsas vrsons, ncluso aunqu ncestn qu algun s lo traduzca n palabras. Tal vz nos sorprnda qu tan pocas vcs llgumos a ncontrar nos con un argumnto tórco ronado como ést, un argumnto qu dfnda l trabajo d campo prolongado y a obsacón part cpatva n sndo strcto; con dmasada cnca lo únco qu ha habdo s «la místca dl trabao d campo». Pro apat d sto, lo qu m llama la atencón s la convrgnca nt l razonamnto d Bloh y algunas d las propustas d Wan Ingold n los txtos qu ya hmos comntado4• Nnguno d llos se rmt a la pscoloa cova d la qu pa Bloch. Sn mbargo los dos nsstn n «star allí», prstando atncón con todos los sntdos
Bloch también reconoce el paalelismo entre esto Bourdieu.
y
las teorías de la práctica de
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En torí primri, t como é scrib, nconos nociones ts como n concpción csi nteni como r y oj, n l q s tin n cnt l congüi spcia y tepor; icotomís ts como izqirrech, rriba/bjo, ent/trás, ntro/r; sento ants/a iso ep/espés ; y frncición n os srs hmnos y los ás bjetos, y etr os otros srs hmnos y no mismo. Hoon ser q l teo rí primri se rmont os lbores l hstori, cm e po ncsrio pr s ráccs ptcón e l spec� n En r, no stá totmnt sgro si tin qe ciro n nstr c 5, on sitmos l ntrlez hmn innt, en l c 6, on stá too o q os srs hmnos qirn (Hrtn, 1982, págs. 233234). L torí scnri, n cbi, revel n orprnnt vribii ntr ls ctrs; n mos spects, e pn torí primri; pero o impo, en p, s otrs concpcions csi y s is sobr ls ises y o spírits, o sbr s prtícls, ls corntes y ls ls. No rí q s is Horton ncjen prfecció con ls os comntrists cltr os qe m he rferio teriormnt. En conjnto, prc poc probbe que ls ies e ésts tgan agn ni con l áre l torí riri e Blh. ste ár stá más rcion con l po prndizj básicmte ingüístico l q Boch nos hc prstr tnción; y l sr menos vrib n cltr otr, os ntropóogos eden jercitar l eptí o «rsonci» y s lí psr á os ccsible e las ns ifrcis ctrls, l q s anest rincipete s eng Est útim (y evo n s Gz qe y cito triont) es e ár « necs extr e cie tpo prnizj: lcnzr os conceptos, prhnr y plicar sistems spcícos siico simbóico». A o q pnto s n legto n vor plrismo y e n nto complj n nstr rm cncbir l qisición ctr Tl vz hy n estos momntos lgún riesgo qe, como p los vvns pnsmnto nopoóco, e e más mscr y sns cltr rst n poco msio trctvo pr os shros q hbitn n to m. L mnr xprsrs Bo (1992, págs. 144-145) tin n vocor sornnt: vi n n soci s prn «l mis mo moo q no prn cno s n bbé ngoci os spc tos mtrils propi cs, l mismo moo q no sig los otros nños cno vn bscr bys bosq, msmo oo 72
que uno obsea el caminar ceremonioso del abuelo, del mismo modo que uno disuta el lacer de trabajar en armonía con su cón yuge, del mismo modo que uno cocina con los utensilios ropios del gón. » Seguro que reconocemos todo esto y que asentimos con toda nuestra mente. Pero robablemente no es una cuestión de me nor imoancia que Bloch nos lleve hasta un uo de camesinos que cultivan roductos diversos en la selva de Madagascar, e ngold hasta los astores de renos en el noe, ara describir los escenarios desde donde defenden con ersuasión sus untos de vist sobre el arendizaje y ara exlicaos cómo arenden de lo que otros han arendido Bloch (1985, ág 33) exone, además, que lo rimero que y que reconocer es la comlejidad y vaedad de l naturleza del cono cimiento y lo rimero que hay que advertir es que el roceso de d quisición no puede reducirse a uno solo» Estoy totalmente de acuer do, y añadiría que estos diversos os de conocimiento y diversos mo dos de adquisición ueden estar distribuidos de manera dierente en los contextos sociales, deo de las sociedades y en ese «mundo con tinuo» En la vida codiana local y del cara a cara, uede que se no eita uizar todos uestros sendos, y es bueno que así lo reco nozcmos, y cada vez más, cuando ensamos sobre la cultura. Nos yuda a comprender pae de las eas culturales del día a día; en el caítulo 2 he hecho ya algunos comentarios relacionados con las venajas de lo local Sin embargo, cuando la cultura está en todas aes, está también en contextos donde el lenguaje, tto escrito como hablado, uee er bastante dominante desués de todo. Por ejemlo, ¿cuál es la c cterística del ujo cultural en l maquinri esl contemoráne, n la adminisación, y en la educación rmal? Qiá, cndo nos ncontramos con que el estado ansa la cultura» en un esecie e categoría administrativa, nuestra inquietud roceda en ae de l rma en que esto trans las exeriencias y ls intercciones, y ls onviee en alabras y en normas. Podemos discur esto entre noso os y con el estado, ero también hemos de ser conscientes que datando un amoso teorema de las ciencias sociles) cundo los bu ócratas defnen una cosa como real, lo que se elve rel son sus con ecuencias. También ellos tienen su cultur. Por otra pae, ¿cómo se adquiere la cult y cómo se organiza en el mercado de nuesa éoc? Los roducos l ve se ueden ver, oír, ocar o gustar cuando los tenemos l alcnce de l mno. Si se ata de ublicidad en la radio o en equeños nuncios, entonces sólo se 73
pud hablar d llos con palabras. Pro a mdida que los mdios d comunicación s vulven más laborados, la publicidad al mnos intenta provocar o stimular sas xpriencias sensoriales y establecr una conón, a vcs un tanto arbitraria, entr los productos y sas snsacions. Obsa l caminar crmonioso d tu abuelo mintras saboras una taza d caé d la marca qu a él más l gusta. Lo qu digo s qu dond hay cultura, hay adquisición cultural; y sto ocu hoy día tanto en la vida cotidiana como en los stados, los mercados, y los mdios d comunicación, ntendidos como tcnoloas culturals. Si saltamos dsd la scna entrañabl d los niños buscan bayas on oda su atnción, hasta l procso a la disión cultural global, podmos considra sta mnt como s ra una nuva disposición spacial d los contxtos d a adquisición cultural, y por mdio d ello daos cunta qu no son tmas toalmnt sparados. Pro también prcibimos qu ni la culura ni su adquisición nn ncsariamnt la misma a n todas pas; y qu para loar una mayor comprnsión gnral d cómo os srs humanos s constyen a sí mismos y unos a otros, tenmos qu invstigar n la gama d variacions. El desarrollo de un conjunto d mdios d comunicación, qu uliza diernts combinaciones d los sntidos y d los modos simbólicos, debiera sr d special intrés si qurmos continuar y ampliar l tipo de proama de invesgación al qu Mauric Bloch parc apuntar. Si Marshall McLuhan vivia (v.g, 1964), con su visión d la «rtribalización dl mundo» y de los mdios d comunicación como xtensiones de los sendos, tal vz nos habría gustado organizar un ncuentro ntr él y Bloch. Estoy convncido qu habrían tnido intreses comunes. ONCLUSIÓN: RETENER EL CONCEO CUL, FOLO, MNER EL ESPÍRITU cco
Dspués d habr idenfcado pa d las crítias actuales al concpto de cultura y d los supustos más o mnos bin stablcidos acrca d lla, m prguntaba ants qué s lo qu dberíamos hacr ahora. Pinso qu ha qudado claro que prsonalmnte no creo qu l concpto d cultura «tnga qu dsaparece. Tndrmos qu mantnr l spítu críco y connuar reándolo. Estoy convncido d qu continúa sindo la palabra clav más úl qu tnmos para compendiar sa capacidad pculiar d los srs humanos para crar y mantner sus propias vidas conjuntament; y para sugerir qu s pro 74
vechoso indagar con libead y amplitud de qué manera las personas se montan su vida. Reiterando lo que ya he sugerido, creo que la credibilidad pública de los antropólogos se resenría si ahora desecháramos el concepto de cultura; pero no sólo me interesa la respetabilidad intelectual en un mndo o y competivo (aunque tal vez esto no deje de ser impor tante). Creo que el concepto puede continuar siendo genuinamente útil, pero tenemos que utilizar entonces la autoridad intelectual, sea cual sea, que se nos concede en este área para actuar como guardianes, para desenmascarar los armentos débiles y los supuestos no ndmentados que suan entre nosotros, y denunciar claramente la apropiación indebida y el mal uso por pae de otros. Por otr pae, debemos separar el ano de la paja. Lo que he dicho da a entender al menos que, al proseguir esta tarea, quizá podamos sacar proveo de lo que ya se ha dicho sobre la cultura a lo largo de muchos años; y esto nos peitirá disceir con mayor precisión qué es lo que hay de nuevo en las críticas actuales y recordar las críticas anteriores para descubrir lo que no es tan nuevo en las actuales. Además, quizá como medida de pdencia, no hay que dar por supuesto que somos andes expeos en este área. Hay muos antro pólogos que son especialistas en culturas más que en cultura. Se ocu pan de una eoaa específca, más que de una amplia comprensió de los problemas de la capacidad humana o del proceso social que se repiten una y oa vez. Pede que durante bastante empo hayan supuesto que sea más seguro para ellos y sus objetivos, seguir al pie de la letra los seones de los libros de texto acerca de la totalidad, la co erencia, el compair y la connuidad; y si no se sienten abitual mente cómodos con el concepto de cultura o con el debate sobre el mismo, tal vez sea porque nunca han tenido que enentarse activamente con casos más diciles ni tampoco han tenido que reexionar sobre ello. Si la cultura está en todas paes, y si nosotros como antropólogos decidimos continuar pensando que es un tema que nos inumbe de una manera especial, no nos seirá de nada dormios en los laureles. Y hasta puede ocurrir que a veces tengamos que solicitar na pequeña ayuda a los aigos que trabajan en otas disciplinas, para continuar consyendo algún tipo de comprensión ordenada en lo que se refere a cómo nciona la cultura, y dónde, después de todo, empieza y acaba:
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4.
El ecúmene gobal como paisaje de la moderidad
teoría de la modeización en la versión de hace unos treinta o cuarenta años s decir, en los años ccuenta y sesenta no resultaba muy atractiva para los anopólogos en comparación con lo que ocurría con otros cienfcos del campo social Esta teoría paa de l premisa, más o men etnocénica, de un único camino hacia el preso, con tendencia dominante hacia las absacciones analícas tano dede el punto de vista psicolóco como estctural Todo esto no resultaba atractivo para aquellos que estaban dispuests a valorar la diversidad cultural por dereo propio, y que se especializaban en su descripción, análisis y teorización Dejando apae lo que acabo de decir, es cieo que incluso hoy, cuado el concepto de modeidad ha vuelto poco más o menos al centro del pensamiento social, todaví uede pareceos poco manejable como un odo y somedo, mo más que otros conceptos, a las tensiones entre los sos aalíticos y lo os retóricos Pero los empos actuales nos in a vr l modeidd por o menos bastante más que hasa hora desde el puno de t d lo ultural; y algunos de los comenariss más impoans sern qe l modedad, en sus maniestaciones concreas, pede plicar anto l connuidad como el cambio. S N Eisenstad -dcano de los ocióloo eóricos no de llos. Eisenstadt ha tenido la sue d io de lo cmbios qe han ocdo n el pensamieno sobr l modidd y la modizaión a lo laro de lo año ; pero no sólo so sino qe además ha par L
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ticido ctivmente en histori de ests ides. En sus escritos re cientes (v.g., 1987, 1992), h defendido l et o que odríamos describir como un comrensión de exnsión de modeidad, que ende civiizción, l histoi y l disión. Esta civiizción, que ene su origen en Euro, se ha extendido al resto del mun do; y en el eiodo osterior l Segund Guea Mundial, llegó bcro rácticmente or cometo. L cristlizción de est nuev civilizción come algunos asectos con gunos fenómenos históricos nteiores (la esión de s ndes eiones y de los ndes imerios). Sin embargo, es mu cho más comej y su imcto brc un espectro muo más amio, y que comn dimensiones ideoócs, económicas y cs, y quizá otrs. Eisenstdt subry que no hy que na tulez de est exnsión global como si er un asunto exento de comicciones. Cundo la civilizción de l modeidad entr en contcto con otrs cuturs, se roducen cambios y recciones que uns veces nos l muestrn como un civilizción cd vez más diversa inteente, y otrs, como múlples modeidades. Podemos vlorr este enque general (y quizás encon pelismos en las obrs de los noólogos de la generación teor que estab embarcdos en e estudio comparavo de las ciaciones y de los prcesos históicos n escl, relciondos a su vez con la psión cutural) 1• Con todo, el abjo teóco nunca se uede dar por acbado; siemre hay nuevas ideas, relnteientos y cosas desconocids que nos están eserndo a la elt de la esquina Ls opólogos que distaban recorddo que la disión era el hmeeír de las clses teóc a úm referenci la enconamos en los heliocenstas briicos y en el Kureiskhre de Vena, en los os veinte oco más o menos uede que se sientan algo inquietos al descubr que la globación nos leva de nuevo l tema de la disión y que cluso oos colegas hn connuado bajando en este tema. 1 Pienso principalmente en a obra de Kroeber y Redfed. 2 Pero puede que as ideas de los antiguos disionistas no sea tan ieevantes paa e pensamiento contemporáneo como creíamos hasta ahora C Vincent (1990, pá na 125): «L que distinguía a os disionistas como Rives Hoca Weer Pe y Eli�t Smth era que inssan sin posibiidad de transigencia en que a aopooa es tudiase no sóo a os puebos pimitivos o savajes sio a mundo entero antiguo y modeo con toda su complejidad histórica.• Mariyn State (1 995, pág 24) en su dis curso inaugura en a Universidad de Cambridge obsea que debido a que vueve a haber un interés por a tecnoloa y a cutura materia y que e interés por a gobaiza ción revitaiza a disión a veces tenemos a impresión que en e teno de a a
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Hay, además, otros muchos conceptos básicos que parecen reclamar un een más preciso Mi condición de escandinavo me hace senr bastante a mis anas con el concepto que Eisenstadt tiene de la modeidad. No pretendo justifcar sus detalles, pero, en mi opinión, nos muesa unas sociedades con unas elites ciudadanas (y a veces contraelites) que otorgan a los ideales de modeidad una capacidad de actuación que se combina con sus propias premisas, y lo ha cen sin ser muy conscientes de las dierencias culturales; y si ha habido alguna consideración en este sendo, quiá no haya sido más que una reacción reospectiva Pero no por ello la especifcación cultural es menos real Por otra pae, las elites en cuestión controlan una maquinaria organizativa de amplio espectro, con era sufciente para que la comprensión que ellas tienen de la modeidad se infltre en la vida codiana de los ciudadanos de a pie Todo esto nos puede hacer pensar en los países escandinavos y su mara por la modeidad durante, digamos, la primera mitad del siglo x3• Precisamente esto es lo que puede hacee pensar una ve más en la conceptualiación pues sospeo que no todo el mundo es Escandinavia y, como navo de estas tieas, tengo experiencia en cuan to a los aspectos engañosos de los téinos que estamos barajando. (En Suecia, y desde hae muo empo, la expresión sociedad er te» quiere deci un estado ee; y «la sociedad ene que hacer algo» uiere decir que el estado tiene que estar obligado a inteenir) Eisenstadt (1992 págs. 41415) dice que, por un lado, «la construcción de los límites de los sistemas colecvos y sociales, y sobre todo los po lícos, es un componente o aspecto básico de la vida social humana»; poloa «stamos más próximos a los cominzos de siglo que al priodo mdio» Pro señala q sos ntrss d los inicios hay q rconducirlos y ncaminarlos hacia los d fnas d siglo, a través dl intrés por las rlacions socies qu había a mediados d siglo 3 Véas, por jmplo, Hannrz y Ln (1994, pág 205): «A diario, y cada vez más, el ciudadano s ncuntra n el bzón un montón d mnsajs, reclamacions y obsqios dl stado, xplicándole cómo hacer la dclaración d impuestos o cómo solicitar un préstamo para la casa, recordándol l código d circulación para el peiso de conducir, las rvisions médicas, ncustas scolars acrca d sus hijos con rspuestas modlo, tc Rslta q las ponas compan nvas idntidades y tinas y viven scnarios similars, tanto si son ciudadanos adultos n una rsidncia d la trca edad como si son nños q van a la garda Durant los últimos cincunta años el stado ha proporcionado an pa d la nuva estructura de la vida codiana Est pocso ha prodcido n hábito nacional más qu una rtórica nacional.» Sgún l n· q q s on a connación, st aparato statal s el q consty los rasgos ipoants dl ábtat modo
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ero, or otro, argumenta que estos límites tienden a ser &áles, ermeables y a deender de las éocas y los contextos. Lo que quiero hacer ahora es considerar, una vez más, la cuestión de los límites de las entidades sociales y culturales &ente al entoo de las interconexiones globales actuales, y el apel que tienen en la exansión de la modeidad. Por otra ae, me ocuaré esecialmente de una cuesón general: cómo la modeidad acomaña a la dierencia cultural. n qué sen tido el conjunto de las maneras de comrender la modeidad, y el manejo de siifcado que imlican, canaliza el ujo cultural a avés del ecúmene? ¿uáles son las diversas as de entender la dierencia cultural que esten actualmente? En pae, todo esto es matea ara una investigación oenorizada de lo teórico y de lo c � No obstante tal como auntan algunos teóricos, la reón es un asecto rimordial de la modeidad; y las ciencias sociales, en su connuo examen de la práctica y del discurso, tal vez avacen sosla yando la vida noal y corriente los académicos sólo un paso or delante del ciudadano de a pie (v.g., Giddens, 1990, págs. 36 y/s.). A veces ni siquiera eso. Creo que este embrollo de reeiones queda rá claro a connuación. L MODENRDA EN O
La eoaa me restará algunos materiales que necesito para ilustrar al menos una ae de lo que quiero decir. No se trata de antrooloa académica, sino del libro titulado: Topic Gangsts: One Man 's Epce with Delpmt and Decace in Deepest Aca (1990). Se ata del relato de Robe Klitgaard, un economista ameri cano del desaollo, sobre su exeriencia de vida y de trabajo durante dos años y medio en Guinea Ecuatorial, una equeña reública a cana. Creo que el tulo rocede de una melodía de Kid Creole and the Coconut, y el libro ata de una manera muy ersonal y atracva la interacción de Klitgaard con la administración ecuatoguineana, su articiación en la vida noctua y en la cultura olar de la caital Malab y su búsqueda, como susta emedeido, de la ola erecta a lo largo de toda la costa. Ele el libro de Klitgaard orque oece una visión de una muestra el ecúmene global, que se etiende, y no menos a través del au tor, desde el centro de este ecúmene hasta una de las erierias más distante Klitgaar había sido miembro del nnedy School o Go 8
vement en la Universidad de Haard; había escrito un libro sobre cómo eler las elites y otro sobre el conol de la copción. Estaba en Guinea Ecuatorial trabajando en un proyecto paociado por el Banco Mundial «para rehabilitar la inaesctura maleha del país para poner la economía en marha». Según explica Klitgaard, las cuao quintas paes de la población viven de la aicultura. El cacao a sido el único prducto eoable impoante, pero ha decaído espués de la época colonial; de modo que puede haber un proceso e desglobalización en marcha. L imagen que el mundo exterior tiene de este país es en extremo esvorable. Después del dominio colonial español, el país se vio ometido a una de las dictaduras más btales y celes de Áica, ólo que menos conocida que otras. La dictadura e deocada, pero l ente del nuevo rémen estaba el sobno del anterior tirano y su eputación no era mejor que la de su tío. Parecía que Guinea Ecuaorial estaba situada en los suburbios de la modeidad. Los teóricos ue consideran la «confanza en los sistemas abstractos» como una e las características centrales de la vida modea, y que ven el sistema bancario como un claro ejemplo, quizá tomen nota del ine e Klitgaard sobre la situación que se produjo en Malabo cuando uebró el banco local : L gente honrada no puede rear sus ahoos ni sacar dinero de su cuenta corriente. No se pueden pagar los impuestos. Como consecuencia, los negocios renquean y el gobieo va a rastras. Ahora bien, hay una sucursal fancesa que está abiea y te cambia los tavels o te abre una cuenta que realmente nciona, cagándo te una comisión abusiva. Mal asunto s necesitas divsas [ .] cuan· do buscaba fancos fanceses para un vaje a Europa, el banco me dijo sencillamente que no tenía bastante resea de divisas y que no podía ayudae
(litgaard, 1990, pág. 2.)
Durante el día, y a veces por la tare, Klitgaard trabajaba con los ncionarios e la administración estatal, o ataba (lo inentaba y lo olvía a intenar) de fjar ua hora para una entrevista. Enre sus colaoradores estaban Don Bonicio, Ministro e Economía, licenciado en económicas en España, y Don Consnino, Ministro e Planifca ón, que se había especializado en la rearación e maquinaria pesa da en la Unión Soviéca. Otro de ellos era Don Milaoso; enía ma de ser el director más joven del muno e un bco central y e tener 81
«misteriosas entes de poder>> en cieo modo relacionadas con la bjería. En la adminisación central había muy pocos ecuatoguineanos con una ación proesional y, en conjunto no había muos en todo el país que la tuvieran; a éstos era más ácil encontrarlos en Madrid que en Malabo. Por oa pae resulta que había en la ciudad una poblaión bastante considerable y variada de expeos expatriados la mayoría sudamericanos probablemente procedentes de países de lengua española. Los ecuatoguineaos tenían sus dudas acerca de estos extranjeros y algunos de esos expeos se mostraban a su vez escépcos respecto a los otros eeos: «Planean un montón de proyectos descabellados cuyo principal objevo es darles un empleo a ellos y a otros como ellos» (itgaard 1990, pág. 7). Más tarde o a la hora de comer itgaard iba a veces al re ran te «Beit>>. Las gallinas andaban sueltas y coeteaban ene as mesas protedas por andes sombrillas con anuncios de ceeza Kronenbour; el tocadiscos alteaba entre una guitaa eléctrica aicana la mentos libaneses y un viejo álbum de Abba Después t vez ia a alguna festa donde había más música. itgaard le había enseñado a Maele la esella número uno del ro de Guinea Ecuatorial una cación angua de Creedence Cleaater Revival y ahora se había converdo en una melodía local
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Inclso dentro de los modelos generalizados del Áica postcolonial, Guinea Ecatorial destaca como un estado de constcción aifcial Consta básicamente de una anja en la costa de ca Centr una isla (la antga Feando Poo actualmente Bioko) en el Atlco más póxma a Nigera a Cameún. Malabo está en la isla mienas qe los Fang poceden de la zona conental 4
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o, era Mongomo. A veces otros ecuatoguineanos conspiraban contra l clan, pero parece que la inquietud que se respiraba en los círculos gubeamentales de Malabo procedía de las discordias inteas entre los Mongomo. ¿Gángsteres opicales políticos locales voraces, im buidos t vez de ideoloas impoadas mpresas mulnacionales? ¿Agencias de desaollo con sus consultores nómadas Parece que Klitgaard deja la cuesón abiea. SOCID» Y «CUL1R» Parece, pues, que Guinea Ecuatorial se encuentra en el margen de a modeidad. Sin embargo, lo que itgaard nos describe, y no me nos el heo de que el país esté involucrado en escturas inteacio nales, nos peite una posición ventajosa para ver ese paisaje más am plio y relavamente abieo por el que actualmente se abre camino la modeidad; y nos peite, una vez más, pensar acerca de las hea mientas conc�ptuales con las que intentamos dibujarla. Para eresar a visión de la modeidad como un complejo de civilizaciones, que e exende globalmente, que aecta a la cultura de un númer cada z mayor de sociedades y que al mismo tiempo adquiere oa a n esos lugares, sobre todo a través de la acción de las elites sociales (y e las contraelites), ulizamos un vocabulao que es convencional n las ciencias sociales desde hace muo empo. Pero ¿qué represen an los téinos «sociedad» y «cultura» hoy día en téinos generales y en el contexto actual de Guinea Ecuatorial Vuelvo a algunas cuestiones planteadas en el capítulo 2. L idea de ue las «sociedades» existen como unidades relavamente autónomas, como totalidades sistemácas que ejercen una poderosa inuencia so bre sus paes, y que esas «sociedades» pueden idenfcarse con nacionesestados, es propiamente una concepción bastante modea, que ctualmente se considera cada vez más problemáca5• No todos lo stados son nacionesestado en sentido estricto (y Guinea Ecuatorial parece ser un buen ejemplo de ello) elve a haber un interés por el ctor agente, y esto, al menos, recalifca la visión d la sociedad como n istema; además, los que escriben sobre globalización y sobre el is ma mundial sostienen que, debido a a crecientes interconexiones Véase, po ejemplo, Giddens (1987, págs. 32 y ss.) Wallertein (1991, págs. 64 y ss.) y Bawan (1 992, págs. 56 y ss). 5
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de diversos tipos, las nacionesestado son cada vez menos sasctorias como unidades de análisis6• Si, por un lado, evito la compañía de los abolicionistas thatchestas por lo que respecta al concepto de «sociedad» en su a absac ta singular, por oo, y por las mismas rones, me inclino a ser más escépco con respecto a la expresión en plural. Por mucho que uno esté de acuerdo con Eisenstadt en que la conscción de límites es un i ediente básico en la vida humana y en que las endades polícas juegan un papel poante en ello, la idea misma de la modeidad como civilización eansiva parece entrar en conicto, en cieo modo, con la de uidades delimitadas de manera disnva. Un sendo claro de qué es lo que penea, aaviesa o sustuye esos límites, ene que ser, como mínimo, un complemento impoante pa prender cómo ncionan inteamente esas unidades, sea que ncionamiento. Obviamente, no quiero dec con esto descaar o subesar el papel de los estados en la organización del ecúmene global un escandinavo prbablemente no lo haa. Más bien, el punto está en llamar a cada cosa por su nombre una pala, es una pala. Cuando lo que está en juego es la relación específca ee los aparatos del estado (más que las «sociedades») y los tetorios y las persona que hay en ellos, eso es exactamente lo que debemos dec. ¿Qé ocue con las alteativas conceptuales? En el capítulo 2 he hecho reerencia a la prpuesta de Zyunt Bauman (1992, pánas 1 901 9 1): el «hábitat» en que el ctor agente opera podría tomar se como una idea clave para una renovación de la teoa social. ede que nos sorenda la resonancia metaórica que se establece con la no ción del ecúmene global entendido como un paisaje abieo. El hábitat oece a la vez recursos y limitaciones; al defnilo, se hace reerencia a agentes concretos, de modo que los hábitats de agentes dieren tes pueden solaparse, más o menos, deno del paisaje considerado como un todo; y el hábitat es emergente y transitorio. No está vinculado por defnición a un territorio concreto. El ado real de vincula ción dependerá de la conducta de los agentes implicados. Para expresaro en téinos más sociolócos, se podría decir que el hábitat de un agente consiste en una red de relaciones directas e indirectas, que se extienden por dondequiera que se extiend, dentro o más allá de los límites nacionales7• El debate de Smelser (1 992) sobre la inteacionalización esclarece este punto. 7 Paa la noción de relaciones que ulizo aquí, véase Calhou (1 991, 1 992) a la luz de lo que se exone en el capítulo 8 6
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Como hemos visto en el capítulo anterior, también el concepto de tra etá sometido a reconsideración; y en el tema que ahora nos cpa también hay abolicionistas. Son especialmente críco con la mpoancia que se da a los límites y a la dierencia. Como alteati, una vez más, podemos pensar qe hay como un ndo común de ltura que más o menos se compae dentro del ecúmene global; y ntonces podemos considerar como una cuestión abiea la a en ue los individuos o los dierentes pos de colectividad montan sus peorios concretos a parr de este ndo común. Es decir, los agens (y repito un punto que he atado en el capítulo 2) también enen us hábitats de siifcados y de as siifcavas; sus propias perspectivas de abajo, con unos horizontes situados qizá a distancias direntes. Bajo este pnto de vista, veamos ahora la descripción que Klitaard hace de Guinea Ecuatorial - más bien la descripción que ce de sí mismo y de los expatriados más o menos como él, y su inacción con ciudadanos ecuatogineanos de diversa índole. El hábit de Klitgaard no se resnge solamente al territorio del estado de inea Ecuatorial, a la gente de allí o a los siifcados locales a su alnce. En conjunto, pasa más de dos años en Malabo; pero sabemos e entretanto estuvo en Costa Rca, en la escela de administración e empresas de América Central con el objetivo de dedicar unos mes a escbir, y que luego trabajó durante un par de meses en Boli tuvo dos veces en Panamá para consultas, hizo su segundo viaje a Nicaragua en dos ños, y terminó un libro sobre las elites en los país en desaollo (Klitgaard, 1990, pág. 52). Y lo que sin dda es aún s impoante, su hábitat eran los despachos del Banco Mndial y conexiones con el mundo académico d Etados Unidos, demás la milia y de los amigos de casa. Por otra pae, en Malabo, además de la conexión manifesta con Banco Mndial, Klitgaard aba pae del hábitat de personas omo Don Bonicio y Don Constantino, los ministros. Los hábitats estos dos habían inclido, al menos en oa época, institciones y pacios locales en España y en la Unión Soviética, respectivamente, y ra de suponer que esta circunstancia habría dejado algna huella en s repeorios culturales. Para Don Constanno y Don Milaoso, el irector del banco de Malabo, miembro del can Mongomo, era con oda seridad una pae siifcava de s hábitat personal. En cam io, para Maele, la estrella de rock, las conexiones de Klitgaard con el B nco Mundial probablemente siifcabn my poca cosa. Para él, litgaard era na ente de conocimientos musicales y una ayuda 8
para transar una melodía de Creedence Cleaater Rvival en una canción con un toque local. Sin embargo, y por supuesto, Maele, para renovar su repeorio, no dependía exclusivamente de sus en cuenos personales con eaiados ilustrados. Podía ir, por ejemplo, al restaurante «Beit» y escuchar el álbum de Abba. Para el colecvo del clan Mongomo, el aparato del estado de Gui nea Ecuatorial era, sin duda, un recurso impoante en su hábitat emergente un hábitat que se estaba ensanchando, desde el punto de vista espacial, desde su remota reón de origen hasta Malabo, la capi tal, donde eran como extranjeros. Era una maquinaria que en cieo modo habían heredado del rémen colonial español. Sin embargo, para que les era úl, necesitaban tanto del Banco Mundi como de las técnicas violentas conocidas como «Eopía». En cambio, ese mis mo aparato estatal podía crear serios problemas (aunque y sólo presentes de manera inteitente) en el hábitat ' oos ecua toguineanos, y, como consecuencia, a veces estos hábitats tenían que exiliarse a España. Podríamos continuar trazando las conexiones y los entrecces de los hábitats de la gente de Malabo, y rastreando el alcance e estos há bitats lejos de allí, en el ano mundo. Pero lo que me impoa subra yar es que si las obseamos de cerca, este po de conexiones conside radas en onjunto son las que convieen el ecúmene global contem poráneo en un paisaje abieo, a parr de las relaciones sociales y de los ujos de cultura. Pensar en algunas de ellas como «dentro de una sociedad» y en otras como «entre sociedades» puede que no nos ade en absoluto si resulta que estos términos llevan una excesiva carga eórica. MODNDD Y DFN Cuentan de un viajero que iba por Irlanda no recuerdo de dón de saqué la historia ni tampoco estoy seguro de los detalles que un día le preguntó a un lugareño que estaba junto al camino cómo podía llegar a un pueblo con un nombre gaélico de esos tan diciles. El lu gareño pasea la mirada por el entoo, piensa, se rasca la cabeza y le dice: «Sabe usted, no creo que pueda llegar desde aquí hasta allí.» L noción de cultura, en singular, como un ndo común global de siifcados y de as siifcativas, suere que en principio, por lo menos, cualquier cosa cultural puede moverse desde un lugar cual quiera hasta oro lugar cualquiera, desde una persona cualquiera has 86
ora erson clqier. Sin embrgo, tl como sere l respe el irldés, es movilid de ls coss clrles pede qe en lnos casos se excepcionl, qe se encenre con iversos obsáclos y e no se my deseble. Entonces no pede bscr principios qe peitn n orgnizción de l iversidad en onde no odo esté en os pes. Eso prece estr en l líne e lo qe efene el sociólogo n Robeson (1992, págs. 34, 41): prestr má tención l «me lr». A mi modo de entender, ese éino sere qe l persons enden poyarse en lgns concepciones qe son más englob os y de cerdo con ls cles se inerpretan y se orgnizn en l i hman los mateales de ls mincias cltrles Puee qe e oncepciones no se detecten, qe no estén directmene disponibles pr reexionr sobre ells; o pede qe los pronos o los especiliss reexionen sobre ells. Se enende qe ests concepciones met lrales englobdoras no están «por encim de l cltr», sino qe lls misma on necesmente cltrle, en calqier de los en os descrito en el cpílo 1 ; es obvio qe tienen n relación con lqier de ls concepciones de cltr «como n todo», se desrroln y se prenden en la vida socil, y peden vrir. Siguiendo en est misma línea, lo qe diría es qe hy dos andes etaclturs coexistentes y qe, bien implsndo bien consñedo l jo cultr, desempeñn n ppel en l globlizción ctul de la odeidd. Citaré coninción lgunos comentsts recientes. Por n parte, tenemos los sociólogos David Srng y John W. Meyer (1993). Les ineres na compensión generl e ls conicioes necesarias para l isión de ls prácic sociles. En cier o modo, ninguno de lo dos les gus el enqe qe se centr únicamene en los aspecto e relción, según el modelo e l en ermeddes ineccioss. No hy dd qe l exisenci y l eliv inensidd de ls relaciones jeg n ppel imponte en l iión. (Por esto he sbrydo, en prte, l noción el ecúmene globl omo n pisje bierto y poblo con un sistem de rede bstne denso.) Pero, demá, l compensión qe los picipnes tienen e sí mismos y nos de otros, y ls prácic qe esán en jego, tienen n n importnci pr Srng y Meyer. Pr qe la gente g sya n rm de hcer qe otr person mes, tienen qe ener n ide apromd de cómo e jsrí e práctica en s popi vida; y pede qe eto impliqe n nálisis de ls dierencia y emejnzs entre ls respectiv siciones, y e ls ierecias y emejanzs entre ellos y el otro. 87
Strang y Meyer defenden que la teorización bviamente una a de reexión ene un papel muy importante en la vida contemporánea. Las categorías abstractas y las relaciones que siguen un patrón, se ulan por medio de la teorización, elevándose así por encima del tumulto de la diversidad codiana. La teorización tiende a vorecer la semejanza por encima de la dierencia; no todo es totalmente único y singular, pero las situaciones, las prácticas y las personas más bien tienden a converse en ejemplos de una clase, en vaaciones ligadas a un tipo ideal. A hacerlo, la teorización esmula también la disión, ya que los parcipantes se vuelven homogéneos aunque en disntos ados. Esta teorización puede ocurrir a pequeña escala, a nivel inteersonal; pero lo que realmente impoa es que también ocue en el plano de las andes instuciones y organizaciones. Sang y Meyer (1993, pág. 500) señalan que el ejemplo más destacado «donde la es clave para la constcción tanto de las unidades como de los elementos específcos, donde las teozaciones parciales se arculan unas con oas, y donde una red de teorías conuentes a un marco cultural hegemónico [ ...] es la modeidad misma». De modo que aquí tenemos una metacultura contempránea de poancia; una metacultura que subraya la semejanza. En la medida en que las teorías modeas voreen un orden moral univers, un análisis cienfco y noalizado de las relaciones mediosfnes y de la naturaleza, y una amplia visión ahistórica de la naturaleza humana y de la sociedad, los paicipantes se consyen en too a estos enques para que resulten más parecidos unos a oos. En la moeidad, las cosas coectas, al menos, pueden ir desde un lugar cualquiera hasta otro lugar cualquiera (aunque la tendencia es desde el ceno hacia la perieria). Una vez establecida femente la premisa de que la vida social se ha de organizar en too a las nociones de proeso y de justicia, y que los seres humanos tienen que ser autónomos, racionales y ciudadanos deliberadamente individuales, entonces surge una amplia gama de otras cosas que parecen derivarse lócamente de lo anterior y que al mismo tiempo consiguen el respaldo de las organizaciones para una mayor expansión. Sin embargo, y por supuesto, no se trata de un proceso sencillo en el que la premisa general aparecería primero, plenamente desaollada, y a continuación seguirían los casos específcos. Lo que ocue, más bien, es que a medida que estos últimos se acumulan, el principio general se alimenta de ellos y establece su erza. A fnal, Strang y Meyer llaman la atención sobre una anomalía. 88
modeidad celebra al actor autónomo y competente. Sin embar o, son esta autonomía y esta competencia las que enden a estar so medas a las erzas modeas de la generalización a través de la di ión. De una a un tanto paradójica, tal vez podríamos decir que o que aquí vemos es la disión de una idea en evolución: la concep ión metacultural de la modeidad, tal como la describen Sang y Meyer, parece más bien la de la teoría de la modeización de hace nas décadas en vez de la que presenta Eisenstadt, cuya teoría es el unto de parda de este capítulo. Por oa pae, veamos cómo dos antropóloos de Chicago iden can otro po de metacultura. Marshall Sahlins (1993), interesado esde hace muho en la ación cultural de la razón, se apoya en erence Tuer, igual que Tuer (1993) se apoya en Sahins8• Si los eóricos de la modeidad (como Athony Giddens, por ejemplo) heho hincapié en la discontinuidad, y aluien como Eisenstadt a tratado de combinar la continuidad con la discontinuidad en una ola visión, parece que a Sahlins, después de todo, le interesa más la onnuidad cultural y la diversidad. Lo que defende es que dado que cultura occidental es tan obvia para nosotros para los que pee necemos al mundo occidental, nos inclinamos a pensar que nues a «rón prácca» es alo que está más allá de la cultura. Los demás ienen también su razón práctica; en sus dialectos culturales pacula es, igual que nos ocue a nosotros. Cuando tienen nuevos recuos a alcance, como consecuencia por ejemplo de nuevas coneones lobales, enden a apoyarse en sus propias adiciones para razonar si n cambio puede ser aceptable o deseable. De este modo la cultura continúa, se aapta a nuevas circunstan s. En las tieas altas de la Papúa de Nueva Guinea, esto puede tra cirse en más estas del cerdo, o en una nueva casa para los homes. El incenvo «no [es] converse en alo exactamente iual a nootros sino más bien a ellos» (Sahlins, 1993, pág. 17). Si revisamos la itoria de los píses alejados de Occiente, no e la lleada del Pri er Hombre Blanco lo que compoó una ptura, sino el estableci ento del poder colonial, porque representaba una pérdida de conol. Pero lo que había era dominio, no heemonía, ya que el estado oonial hacía continuas concesiones a las articularidades culturales l lugar. L
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Robeson (1992, pág. 34) también hace referencia a Sahlins (1985) cuado discue la metacultura 89
De modo que puede haber dierentes establecimientos culturales• Sin embargo, ahora somos tesgos de otro paso más y creo que esto es lo que Sahlins quiere deci. Por todas paes la gente manifesta un nuevo ado de conciencia en lo que respecta a la cultura; y en este contexto, siifca poner un acento especial de la dierencia. Algunas cosas no debieran llegar hasta aquí, y oas, sin lugar a dudas, debier quedarse donde están. Sahlins toma nota de lo que obsea Tur ner (1991) a fnales de los años ochenta en la selva tropical de Brasil: los indios Kyapo, que por lo demás eran monolingües en su propia lengua matea, utilizaban el término pougués culura cuando se re erían a las costumbres tradicionales. Además, esta conciencia de sí mismos se inteaba en un intento desafante para mantener su auto nomía ente al estado y al mundo que los rodeaba. De modo que vemos «la ación de un Sistema Mundial de culturas, una Cultura de culturas» (Sahlins, 1 993 pág. 19). Cuando Tuer habla de esto (1993 pág. 24), adviee que a hay una transrmación histórica impoante. L Cultura como una categoría universal, dierente de, pero incluyendo culras específcas, se ha conveido precisamente en una «metacultura» elve a aparecer este téino. Es un «espacio de derechos colectivos para la tode ternación», «una ente de valores que pueden converrse en activos polícos, a la vez como base de paida para la solidaridad y a moización del upo en el ámbito interior, y como petición de respaldo a otros upos, a otros gobieos y a la opinión pública de todo el mundo en el ámbito exterio>. Tuer lo explica en el contexto del recimiento del multiculturalismo y de la política de identidad en Estados Unidos, otro de los escenarios para esta metacultura donde la di erencia es una premisa en sí misma 0 • s ESPACIOS DE LOS COMPROMISOS METACULTURALES
Las metaculturas de la dierencia y de la modeidad (donde modeidad suere semejanza) se distribuyen de manera dierente entre los agentes de la vida social y en el paisaje del ecúmene global. Una de 9 Véase Dahl y Rabo (1992) en cuanto a otras opiniones sobre este tema 10 Del mismo modo, Robeson ( 1 992 pág 83) obsea que el crecimiento del bito de los estudios culturaes parece estar en la misma línea que el punto de vista de Werstein (1 990) sobre la cultura, entendida como un campo de batalla ideoóco del sistema mundial. 90
s crcterístics más impontes de fnales del siglo X es que me cultur de l semejanz se poy sóidmente en l orgnizción po ític l. Cuando los explordores europeos empezron vijr ies lejns, se encontrron con muchs s polícs dierentes reinos divinos repúbics gerontocrács, nrquís escturds, nds de squedores. Sin embrgo, después de l époc colonial y el dvenimiento de l independenci en muchos píses s l Segun Gue Mundil, encontrmos poco más o menos el mismo tipo e orgnizción estt en todo el mundo. Ls reexiones de Strng y Meyer (1993, pág. 491) nos dicen: «Pensemos en o mcho que se h rí retarddo l disión si lo pmordil hubiern sido ls nciones stdo o si ésts hubieran ocupdo anteriormente uns osiciones di rencids dentro de un estructur polític globl jerrquizd.» El cho es que, pesr de ls enoes dispriddes reles, todo e mun o dmite que los estdos poseen un mismo status leg y que, enos ofcilmente, todos puestn por los mismos objetivos e mo idd. Y esto es un premis ndamentl par tods s orgniz iones intecionales, que prolieran en este fnal de siglo X, que es blecen conexiones ene los estdos, y que, por supuesto, lo hcen ntre ceno y perieri. Un buen ejemplo es presenci constante, o nteitente, en Mlbo de AD, ILO, UDC, IMF, e Banco Mun i y l UNESCO, en un verddero cv de sigls. Hst cieo punto l menos, metcultur de l modeidd pe que tiende moverse de rrib bjo. Podrí decirse tmbién que e de uns ctegorís muy cdémics. Los científcos e o social on los que hn llevdo cbo myor pe de l teorizción de l odeidd. De hecho, ls metculturs de l modidd puee que yn tenido ugar históricamente en un iversid recuero h r visto descrit l ntigu estctur de los puebos de l Indi como «orden nomintivo» (Mrriott, 1959, pág. 67). Sin mbrgo en s sión ctul, est metcultur tiende resentr un oosición n e no siempre se muev litermente e bjo rrib. Cno no og por l dierenci culrl, estbec unos dereos esecis nos el derecho quedr excluio de cmpo donde os otros r n e poder. (Volveré este punto en e róximo ítuo) Pro cir so es ecir muy oo Msh ins ose igu e oos, que os íderes de rsinto tr os qu más den l direnci, se encuentrn con nci ntre os que e n un vid de mucho éxito en os hábitts on romin mo id, ersons que, sin u hn quirio bilides impor nts muy extenids. Porímos consierr too eso del mismo 9
modo que lo hace Sahlins y decir que es una «indigenización de la modeidad» s decir que de los materiales de importación y de to· dos los productos relativos a las ideas uno se apropia de aquella par· te que es válida para su propio punto de vista. A mismo empo no obstante se diría que hay una modeización de lo indígena una do· mesticación de la dierencia; es decir «la Cultura de las culturas» · bién comporta una tendencia a afar la dierencia a lo largo de unas líneas en cieo modo noalizadas. Y puesto que esta metacultura es en sí misma obviamente un elemento de disión no eron los propios indios yapo quienes inventaron el concepto culura, no ha de sorendeos que sua esta tendencia. Por otra pae si tal como señala Tuer lo que se pretende al afrmar la dierencia es re· queri y movilizar el apoyo de los que se hallan a distancia Qa opinión pública general pongamos por caso) es probable que ayude a ello el hecho de que estos otros puedan reconocer ácilmente su propia die· renciación por medio de criterios establecidos. Senr al oo com guien demasiado ajeno y dierente puede que no resuelva nada. Y volviendo a donde estábamos ¿qué ene que ver Malabo con todo esto? Es evidente que Klitgaard y sus colegas co �ados todos de la moellos con diversas instuciones inteacionales son de la deidad; es decir trabajan en los supuestos de esta modeidad. Pero esto no quiere decir ni muo menos que las teo· aciones de esta metacultura les resulten de an ayuda. Klitgaard (1990, pág. 1 97) dice que «a diario mi iorancia de la economía y de la política local me obligaban a ser humilde; me sena ustrado has· ta la desesperación por todo lo que podía sali al revés. En Guinea Ecuatori la Ley de Muhy sería una enciclopedia leg». Strang y Meyer (1993, pág. 500) no están en absoluto convencidos de que la teorización absacta sea siempre una buena cosa y comentan que «la teorización global desenca la variabilidad individual asumiendo equivalencias que son a todas luces inexactas según la inación lo cal .. ». El obseador no ilusado no verá más que un isomorfsmo ri· tualizado en la disión que se deriva de las teorías. L modeidad apadrinada inteacionalmente tal vez llegue aquí a un punto mueo pues en la práctica los clientes quizá no estén dispuestos a que se es· pecule con ellos. Cabe sospear que los jees del poderoso y misterioso clan Mon· gomo del pueblo de los Fang gobiean sus asuntos como dice Sah· lins para convertirse «más en ellos mismos» desaollando sus pro· pias adiciones en el nuevo hábitat. Tener a su disposición un apara· to estatal que les sirva para estos fnes parece que es como una ventaja 2
maravillosa Por oa pae, y en lo que se refere a la metacultura de la dierencia, parece que ésta, según la descripción sucinta de Tuer, no e ha establecido realmente en Malabo al menos esto es lo que se deduce del inrme de Klitgaard (Si buscamos «dierencias culturales» n el índice temáco de Topic Gangstes, enconaremos una entrada ue remite a un par de párraos sobre las relaciones entre los maridos y las esposas de Guea Ecuatorial, y otra que lo hace a unas pocas pánas sobre la competencia ene las mujeres locales, como aspectos a los que Klitgaard presta atención) Volviendo a lo que ya he dio, teorizar la modeidad como semejaa ha sido obra en an pae de los científcos de lo social (casi iempre economistas, sociólogos y cienfcos de la políca) Cabe, pues, preguntarse si la teozación de la dierencia no tiene a su vez na base académica De quienes más podemos sospear es de los anopólogos, dada su incliación a exaltar la dierencia y dado que, siuiendo una moda, han dado cobijo al relavismo cultural De echo, la metacultura de la dierencia prbablemente se ha inspirado, al menos hasta cieo punto, en la disión examuros de una endencia de larga existencia ene los anopólogos Con todo, pare e que merece la pena señalar que el debate actual acerca del concepo de cultura en el mundo de la anopoloa ebate que he tratado en el capítulo 3 se produce precisamente porque esta metacultura á emerendo como una corriente más o menos mundial en el pl no intelectualideolócopolítico. Marshall Sahlis, en el artículo al que ya me he reerido extensa mente, iustra la intensidad de la dierencia cultural (la «casilla 4» del apítulo 3 de una manera compleja y extraordinariamente explícita. Además, y como ya hemos visto, hay ahora otros antropólogo que preferen cenar la atención en la continuidad de entendimiento, n amentándola en la naturaleza humana comparda, las condicione e la vida humana que se repiten, o, de una manera más specífca, las negociaciones o supeosiciones ene los individuos con los repeoos culturales constuidos por sus propias bioaas. Volvamos a Ma bo. Si hablamos de las categorías sociales que establecen la peenen i a un clan y a una eia, Don Milaoso erá siempre un Mongomo n Fang; pero después de haber cursado estudios y una vez entra en l upo inteacional de Malabo, continuará siendo para siempre y d manera ndamentl un receptáculo de la cultura Fang? Y Klitrd, el ciudadano noeamericano ¿continúa siendo de una manera ualmente ndamental un uto de la cultra mericana presciniendo de su cucm vit de trotamundos? A estas alturas puede 93
que Don Milaoso entienda bastante mejor a sus mayores de lo que ellos le enenden a él, y, adualmente, él y Klitgaard puede que se comprendan mejor el uno al otro. En el paisaje del ecúmene global puede haber espacios de comprensión compaida, o una serie de puentes. La controversia en too al concepto de cultura suere que actual· mente la anopoloa tal vez sólo puede cilitaos una base acadé· mica ambivalente e incómoda paa la metacultura contemporánea de la diversidad, tal como ha quedado defnida más arriba. Agunos proesionales y teóricos están más próximos a la idea de que, después de todo, los seres humanos son similares. Incluso se podría apuntar que, en principio, no hay nada que impida que este concepto de cultura, que subraya la adquisición en la vida social, coexista hasta con la metacultura de la modeidad como semejanza si en última instancia toda la humanidad escoge el mismo soae, como si dijéramos, pues que así sea. Pero a duras penas es ésta la situación actual. Las persona& pueden parecerse en algunos aspectos y ser dierentes en oos, y lo que hace alta en el ecúmene global es más bien u estudio teórico de dos cosas que ocurren a la vez: la apeura y la variación. ONCLUSIÓN: DIVERSIDAD DERO DE IERCONIÓN
oa que la modeidad elve a ser un co de atención en la teoría de las ciencias sociales, se ende ecuentemete a tratarla en abstracto. No obstante aunque la globalización se identifca como una pae impoante de la modeidad, a menudo resulta obvio, aunque sea implícitamente, que el área donde los teóicos se mueven a sus anchas continúa siendo el Mundo Occidental: Eurpa Occidental y Noeamérica. Es posible que Japón haya pasado ahora a ese área, pero en conjunto los teóricos son todavía occidentalistas. Los que tratan la modeidad en general - ideas absactas relacionadas con ella, tales como la «sociedad del conocimiento» o la «sociedad de la in ación quizá debier imponerse como una obligación el tratar de prestar un poco de verdadera atención a las implicaciones que tiene lo que ellos dicen para las personas situadas en los límites del ecúmene global: no sólo limitae a ver si sus propuestas se confrman sino sopesar también las consecuencias de las desigualdades de disibución que están surendo Una de las andes ventajas de la concepción de la modeidad como civilización eansiva es que presta atención a las asimeías 94
obales, a las relaciones centroperiferia A principio la modeidad no estaba en todas partes, y si bien se ha extendido por todas paes, o por lo menos hace que su presencia se sienta en todas paes, las ondiciones bajo las que se produce esta presencia son muy variables El viaje a Malabo nos peite ver algunos aspectos de la diversiad de la civilización en cuesón En algunos lugares de la periferia puede que la elite indígena comprometida con la modeidad sea uy reducida, la naciónestado en tanto que comunidad es algo que asi no se ha imanado aún y el aparato estatal puede que luctúe enre la debilidad y el teor En los intersticios que quedan entre lo que s modeo y lo que no lo es, puede que suan, no obstante, unos inentos espontáneos de crecimiento desde las bases culturales autóctonas, con muy poco interés por los modelos metropolitanos Pede ue se hagan, tal vez no en Malabo pero sí en otros lugares, midos seos más o menos logrados para cear un trato entre metacultuas opuestas, en un esado intento de ser a la vez modeos y difeentes. Klitgaard y compañía nos enseñan algo acerca de la desigual isbución de la reexión organizada y a an escala que hay en el undo. En la periferia, el examen sistemático y la teorización, de cuerdo con la a letimda, suelen imporse del centro y estar onolados por el ceno, con todas las consecuencias políticas y culrales que esto implica.
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5.
Siete argmentos para la diversidad
¿r qé sie l diersidd clturl? El alor de l diersidad puede qe esté t igdo e l retóric cotemporáea sobre la cultura qe rrs eces os tommos l moles de reexior sobre ello. Pero temos de cosiderrlo como si er u cesó de políca cltrl globl. E téios realistas y rzoablemete clros, ¿cuáles o ls etajs o ls desetajs de la diersidad cltrl? Sbemos qe la globalizació tiee dos des spectos. or lado, los pueblos y ls estructuras sociles que teoete hbía estdo más bie pdos etre sí, ahora iterfere cd vez más en las codicioes de id mutuas, sica y mterilmete. or oo, hy creciete jo directo de cultur, de siifcados y de modos de expresió. E cto l primer aspecto, recientemete ha habido un myor iterés, e el espcio que compe la ecoloa y la econom, por l oció de «biees scioles», es decir, por los recursos que de lg a compe la humidad y que no está bajo el cool de igú gobieo. Lo que ocue es que estos recursos co e el esgo de quedar destruidos, dañados, agtados porque no hay nos qe regule su cceso y utilizació. El calentamiento mundil y l polció de los mres so be ejemplo de ello. L biodieidd h psado a ser uno de estos bienes snacionales Hay especies de imles y de plats que está desapreciendo a medida qe el hombre de y desye su hábitat ¿Cómo se puede calcu lar el lor de est dieidad, qué elemetos teneos para etedel? Surge etoces u cesó paralela: el valor de la diversidad cl url. L creciete itercoexión mundial hace pensar que también la diersidad cultrl está meazada, o al menos cieas ariantes cltu 97
rl. i cumo l albr d Cliord Grtz (1986 ág. 253), «ud qu tngmo qu nnto con un mundo dond y no xitn czdor d cbz ublo qu rijn or l lín mtrn o ron qu rdign l timo dué d xminr l ntrñ d un crdo». Enntdo l rcv d un homognizción gnrl i l dmo crdibilidd unqu ólo or un momnt tl vz hmo d rgunto i dbmo intntr ritio llo. ¿�é rgumnto tnmo a vor y n contr d l divridd cultur y n qué ndmntn to rgumnto? n qué cto lo argumnto con lo d la divridd crc d l divridd culturl corrn l cmo concptul qu biolóc y n qué cto difrn? trtré d dcbir n et caílo. En un ntido al mno ud qu d hcho rulte batnte ráctico djr d ldo l divridd. Pro no hy qu rder d vit qu l intrcción entre los ere humos e roduce or medio d l cultur. ntindn má o meno ntre ello a travé de la cul r y cunt má cultur rteng má ectiva rá (al mnos n cierto cto) l coordinción d l intracción. Podrís decir que to l rmit un trnnci mutu y que a mnudo la pequeñ ñl mínim y dent on l qu les eitn ntende Son tant l co qu uedn quedr imlícit tnto lo que ude d or uuto. L óula d orgización : «Yo é y é que t abe y é qu t b qu o é.» Etamos t abolutamente habitudo t cilidad d intrcción or razone cultures que rar vec omo concint d lla vo si e roduce una actura. Pero rc r qu t ctura on cada vz má ecuent. Et vlor oco intrt d la divridad cultural no debe preocuo má d momento; aunque cuando oímo ande loo d l divridd cultur no dbemo olvidar qu a vc prcind or convninci d l quñ y nd que rovoca el hcho d no comair n cultur. A r d todo quiro ddicr myor atnción lguno dbate crc d l divridd culturl. Con má o mno detlle m gustrí idnfcr it tio d rgumnto y mimo tiemo eñar lo límite qu n cd uno. Todo on interdendinte y vc intrfrn uno n otro. Uno d llo bog or l divridad culturl or í mima como un ci d monumnto l crtividd d l humanidd. Otro d llo rt d lo rinciio d quidad y utodtrminción. Otr rm d conidrr l tem que l divridd cultural 98
benefcia la adaptación de la humanidad a· los limitados recursos am bientales que hay en el mundo. La cuaa sería que la diversidad cultural contrarresta las relaciones de dependencia política y económica. Otra alteativa, la quinta, sería adoptar una posición mayormente estética de cara a los placeres de la diversidad cultural. La sexta, considerarla como una provocación rovechosa ara el inte ecto. La séptima, seirse de ella como si era un ndo de conoci mientos verifcados acerca de cómo manejarse con las cosas. EL DCHO A PROPI CULTR
Empecemos por la idea de que las personas enen derecho a su rpia cultura. Las expresiones herencia cultural» e identidad cultul» a menudo toman pe en este debate. La humanidad no es una taul ra la diversidad cultural ya está ahí y es casi imposible prescin dir de este hecho en cualquier debate sobre el tema. El princiio bási o es que las personas están apegadas a su propia cultura; pero uesto ue este hecho siifca que están apegadas a dierentes culturas hay ue «estar de acuerdo en no estar de acuerdo» vivir y dejar vivir. En su a más pura este argumento no defende el valor supe ior de una eeriencia cualquiera de la diversidad como tal ni tam oco un acceso más amplio a la cultura. Nos lleva en cambio a la me ára del mosaico cultur globa de las unidades separadas y delimi adas. Cada individuo debería tener derecho a vivir su propia vida ncapsulada en un mundo más reducido donde hay personas qu iensan más o menos como él o ella. La persistencia de la diversidad no es más que una consecuencia lóca de rinciio cenal. Es bastante razonable pensar que si en cieo sentido uno ued scoger una cultura, escogerá la que ya ene. Los antroóogos oba lemente deenderían en an medida que las personas no sóo o en una cultura, sino que son poseídos or ela que han sido cons idas a par de los materiales de siifcado y de expresión d s ltura. La elección, si es que se aceta esta premisa no es xacamen una vedadera elección. Pero este argumento puede llevarse dmaido jo. o db on d rarse como evidente or mismo e n cdo eneal y nglo dor coesponda dentro de un o o de o mamos na so iedad, al valor inínseco de esa estctur colectiva de siifcados e describimos como cultura; orue ude u no sea más que un eglo pra el ncionamiento de uo u su vez reeja el equi 99
brio de oder más o menos discuble ene sus miembs. Ls escla vos, las casta baja, o las mujeres o los jóvenes odos uede que realmente quieran hacee oír, o llevar a cabo alguna acción directa a con seguir algo, ero muy osiblemente no esn en condiciones de hacero. te eglo de conveencia e sencillamente lo mejor que ueden ha cer ncionar todos juntos con los recuos que enen a mano. Si a las ersonas se les resenta una osibilidad de elección, ue de que en deteiadas circunstancias no oten or lo que al arecer sería «su» cultura. Para empezar, uede que nunca hayan estado since ramente a vor de ella. Por otra ae, los seres humanos enen cier ta caacidad ara rehacerse a sí mismos y sus reeoos culturales ueden tener ueas abieas a otras otencialidades. En oas ala bras, si se les resentan oas culturas dierentes de la que han vido, uede que a veces referan seguir las otras, tanto si las enenden con todo detalle y con todas sus licaciones como si no e así. Vemos, ues, que hay una enoe dierencia entre las culturas del Homo sapies y los bioamas de oas esecies. Un anal cocreto no uede eler convertirse en otro o de animal, su dereo a la su· eivencia como individuo y como especie sólo lo salvaguarda el he cho de que ueda connuar siendo lo que ya es. En cabio, las cultura ueden morir mienas las ersonas conúan viviendo; y aquí, «mo sólo siifca que un conjunto comlejo de ideas y de práccas que se aoyan en ellas caen en desuso. De modo que no hay que conndir el dereo de elección que tienen las ersonas con la salvaguarda de una herencia cultural concre ta o de la diversidad cultural en general, or reseto a las misas Qa idea del «monumento a la creatidad humana»). Esta salvaguarda ede arr de un criteo rincialmente estéco y de apego a lo tiguo, y a menudo se aoya en un lacer indirecto: arece que con e cuencia son los intrusos quienes llegan a tales conclusiones y se lamentan or las culturas que otros dejan atrás. Para asegurar que las diversas culturas exstentes se reseen como endades vivas, es obo que «el derecho a la roia cultura» debería transarse en un deber ara con esa cultura. Y esto sin duda sería muo más olémico. ULTR Y ECOLOG1
diversidad cultural odría tener, además, una densión ecolóca. En la medida en que las culturas comoan orientaciones die rentes en cuanto a los limitados recursos ambientales del mundo y L
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mbién un conjunto dierente de conociientos acerca de esos recuros, podría resultar ventajoso para nuesa supeivencia a largo plazo ue la diversidad de culturas encainara a las poblaciones a situarse las isas en dierentes «nichos». Si la Nave Espacial Tiea es el hoar que heos de copar, aun así sería bueno no tener que copair cabinas. Los estudios antropológicos acerca de la relación entre cultura y cología uestran con ecuencia de qué anera un pueblo loa esablecer un equilibrio constante con su hábitat, ya sea éste una selva ropical, una estepa o un ar en el Ártico. Y lo consiguen ediante na aguda obseación de la Naturaleza, un conjunto de prácticas ociales y rituales, cuyas iplicaciones benefciosas para el edio abiente tal vez no entiendan del todo, y una odesta tecnoloa. deás, es ecuente que estos estuos destaquen la rma de coestencia ás o enos satisctoria de upos dierentes en un terriorio reducido, a partir del uso de los direntes recursos edioa bientales 1• A an escala, lo que acabo de eoner se interpreta, poco ás o menos, coo una adeencia para que, sobre todo, los pueblos del Tercer Mundo no sigan los hábitos del Prier Mundo (y del ex Seguno Mundo) en lo que se refere a polución y reducción de recuos, porque esto nos llev a un desse global del edio abiete. Si las culturas del Terce Mundo tienen que cabiar, por vor que no lo agan en esa dirección. No podeos descaar esta cuestión, y sin ebaro obseos n punto débil. Si todo el undo tiene dereho a escoger una cultua, tnto si esto supone ntener la que enen coo adoptar otra, es ikiente deendible que algunos tengan ás dereho que otros a estir el entoo por el ero heho de que llevan ás tiepo haciéndolo o porque hayan inventado los edios para deslo. Sea cual sea la apoación de la diversidad cultural al aprovechamiento de las reseas de nuestro planeta, a estas alturas heos de ser onscientes que las dierencias culturales no se apaan necesariaen de las cuestiones y la copetencia ecolóca. Tal coo están las co
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Véase, por ejemplo, B (1956) y su esudio pionero sobre la ecoloa y las rela ones de upo en el noe de Pisán, o bien cómo inerea Rappapo (1 984) el sig nifcado ecolóco de la ida ritua de los habianes de Nueva Guinea. Véanse ambién as delaraiones polémias del o cultual Chinweizu (1982), el dical nigeano, acerca de la abilidad de la culura desde el puno de visa de la adapación ecolóca. 101
sas, es más robable que tengamos que dar un giro comleto a nuestra ostura: hay que salvaguardar el acceso de una oblación concreta a su hábitat, orque ésta es la única rma de oder garantizarle el derecho a su roia cultura; y este derecho está íntimamente relacionado con una rma concreta de adatación ecológica, o bien esta adatación es realmente una arte uy imoante de ese dereo. Estos argumentos, que van desde los pnciios de equidad cultural hasta sus consecuencias ecolócas, son a todas luces necesarios porque la cultura indusial del Primer Mundo ende a exansionase y a ocupar nuevos nihos sin tener en cuenta si ya están ocuados. Cuando una emresa de minas, de enera o restal llega a un lugar, a los cazadores y a los que culvan la ea, o bien se les eulsa o bien se les marna L mayoría de las veces no se les da oción ni se les roorcionan nuevas ideas y opounidades; ni siquiera valoran sus conocimientos ecolócos, sino que los descalifcan totalmen Tal como indicaba en el caítulo 2, actualmente vemos en este cambio medioambiental una amenaza ara lo que hemos dado en llamar Cuao Mundo; es decir, ueblos aborígenes cuya adatación al hábitat es tan esecífca que una intromisión de oancia uede ducir ua érdida de cultura en vez de un mero cambio cultural; y además, estas intromisiones son tan ees que ueden llegar hasta el genocidio. A medida que uno se adentra en el universo de la diversidad cultural, esta situación se arece oco más o menos a la amenaza que ende sobre las esecies biolócas2• Sea cual sea el lado que deendamos en el debate acerca de la ecoloa y la diversidad cultural según las líneas prouestas hasta ahora, queda claro que todo ello comoa una visión de las culturas como ndamentalmente searadas unas de oas. Se trata de ver cómo y de qué diversas maneras ueden relacionarse entre ellos los ueblos que tienen culturas dierentes, a través de las roias ecoloas elaboradas culturalmente. Por oa ae, esto no imlica una oinión en cuanto a si el acceso a las vaaciones del sistema de siifcado es o no ventajoso. El_róimo argumento ara la diversidad cultural, a menudo imlícito o también clamente lcito, se oone más directamente a un cierto tio de acceso amlio a la cultura.
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Hay oranizaciones como el Inteational Work Group on Indigenous (GIA) o Cutural Suiva, que se desviven para movilizar a la opinión púbica en estas cuesones.
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L DFERNCA COMO RSSTENCIA
Dentro del mundo contemporáneo, el ujo cultural es más bien simétrico: un ujo cultural más ee desde l centro a la perieria e en el sendo contrario. En téinos clturales, esto es lo que dene el ceno y la perieria. Pero el centro y la perieria no sólo se efnen a parr del ujo cultural, en la medida en que este úlmo relaciona con el poder económico y político. ¿Hasta qué punto, entonces, el ujo de siifcados y de as iifcavas conibuye a la dependencia y al ygo político y económico? Hay una amosa coente de opinión que dice q esto es a�í y que juega un papel impoante en el proceso de hegemonía. El paso la cultura desde el ceno a la perieria se enende como na espeie de lavado de cerebr, como una a de atenazar aún más a la periea en interés del centro. Aquí la cultura es ideoloa3• L diversidad cultural puede ser entonces una resistencia a la culra. Este punto de vista nos resulta amiliar debido, por ejemplo, a la oa del sistema mundial de Immanuel Wallerstein (974 y 1984) ien subraya esta ceta ideolóca en su más bien rducida atención la cultura. T como señala Wallerstein, es una rsistencia a menudo propuada por no decir manipuada por unas elites de la peea; así es como trazan la línea divisoria con el centro y al mismo empo atan de ganarse unos adepto entre la masas de la perieria, que supone continúan comprmetidas con la tradición local. Son estas lites las que, por ejemplo, conibuyen lanzar campañas políticas de autencidad». Lo que en realidad pretenden e una contrahegemonía, opuesta a aquella que está anclada en algún centro distante. Del mismo modo, son estas elites las ue suelen desconfar de y conside ar como posibles adversarios a los compatriotas que se permitn de ase «asalta> por ujos culturales ajenos, que incluso les complacen y stimulan. A este po de personas a menudo se les cuelga l etiueta e «cosmopolitas». S in embarg o, la resistencia a una clra importada como fa resistencia fente al dominio político y económico no siempre es na cuesón de estratea de elites, sino qe pude tener nos nda3 L
cosas se compcan un poco más cuando resulta que la perfera impoa, ade· ás, a autoctca cultura del ceno.
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mentos más amlios. Es, además, un tio de argumento ara matener unas culturas delimitadas que ueden combinarse ácilmente y de una manera bastate discreta, aunque e téios retóricos, co la exigencia del dereo a la roia cultura. L que se ha exuesto e el <ítulo 4 acerca de «la metaculra de la dierecia» ecaja aquí erectamente. DIFRO
L
RI
Paso ahora a otros argumentos sobre la diversidad cultur: los que subrayan el acceso a la diversidad y a la experiecia de la diversidad; los que ven en el ecúmee global una prmesa tes que ua amea za. En cuanto a las ventajas que esto comoa, me gustía expoer tres untos de vista e cieo modo dieretes. A mi modo de ver, el rimero es una actid riimete esté tica. Se valora las «otras culturas» como eeriecias or dereo roio, es decir, con ideendecia de cualquier valor de uso cocreto ácilmete idenfcable. Pas a ser materies de lo que yo llaría ua a rincipal de cosmoolismo (desaollo este uto más extesamete en el caítulo 9) De este modo, una persona eraizada e ua cultura entra en otra co los siifcados y rácticas de aquella culra, quizá con una serie de ellos, ero geeralmente de maera temporal. L actitud estética conlleva una redisosición posiva ente a estas eeriencias, pero también un eseo or alcazar u cieo ado de cometencia en el mejo de oas culras como so luciones de vida. Uo llega a domilas hasta cieo puto y al mis mo tiemo se somete a ellas, atado or el mometo de guie por sus reglas. Este tio de cometecia, a medida que uo demuesa que uede establecer ua distacia co la cultura ia, colleva además un tio esecial de dominio sobre ésta. Cabría decir que esta actud tiende a ndamentarse e que las onteras culturales se mantengan en an ae inamovibles. Auque algunos individuos (es reerible que no sean demasiados) las cza, éstos manenen searadas en su mayor pae las experiencias que viven a cada lado de esa ontera. L actitud estética no implica que se utilicen esas exeriencias rocedentes de otro lugar ara roducir un cambio, salvo a nivel rivado. Desde esta ersectiva odemos lamen tar la desaarición de otras culturas, incluso cuando los que las crearon y los que las viven las abandonan voluntariamente. Esta actitud uede arecer un oco autocomlaciente. 104
ONFROACIONES CTAS
Etre la actud aterior y el segudo po de eeriecia sobre la diversidad e el que estoy pesado, puede que o haya más que u pequeño paso E este segudo po de experiecia, la coluecia de distos ujos de siifcado lleva a u poceso cultural geeravo. Hay opiioes divergetes e cuato al valor de estas couecias Claude LéviSauss, uo de los aopólogos más emientes, sosee que toda creación verdadera implica en cieo modo hace oídos sodos al atracvo de oros valores, hasta el punto de que si no los niega to talmente sí los rechaza. Porque uno no puede disuta plenamente del oro, idencarse con él, y a mismo tiempo continuar siendo diferente. Cuando se loa plenamente la comunicación inteal con el otro, tade o tempano esa plenitud afecta talmente tanto a la ceatidad del otro como a la mía. Las andes épocas ceativas han sido aquellas en ls que la comunicación ente colegas stan tes ha pasado a se la adecuada paa que se poduzca la esula ción mutua; pero esa comunicación no ocuía con la ecuencia o la rapidez que ponen en pelio los obstáculos indispensables ene los individuos y los pos, o que los lleva a una situación en la que los intercbios excesivamente fáciles unian o ulan su res pecva diversidad. (Lévi-Sauss, 1985, pág 24.)
Pero, al mismo tiempo, se ha recalcado co ecuencia que mu os de los idividuos más creavos e la historia de la humanidad a sido «hombres marales», persoas cuya aguda y sutil experie ia del cotraste etre tradicioes culturales en curso les ha catapulta do a una ueva comprensió tiede puetes entre las culturas, las in teza o las desmeuza LéviStrauss es un buen ejemplo, y tambié Ma y Freud. Esta ecudidad creadora puede depender mucho de las circunsancias específcas e las que se encuenan estas personas cuando se neta al choque etre dieretes corriente culturales. Avi Gouldner (1985, pág 204), u sociólogo que se iteresó especialmente por a obra teórica de Ma y sus hetergéeos ndametos itelectuales, osene que la situació más vetajosa es la que peite teer acceso 105
a más de una línea de pensamiento y de este modo evitar el conol que cualquier de ellas pueda ejerer; donde o puede movee sin tener que segr los pos de disión convencional de bajo que esa le establecen; y donde no obstante uno fja el orden jeuico y así p bablemente eta la consión y manene un sendo de drcción De todos modos hemos de ser conscientes que M, Freud y LéviStrauss peenecen a una subcultura éica que no está muy distante de la corriente principal. L pregunta que surg entonces es si cabe esperar que sean igualmente producvos todos los tipos y ados de conaste o de afnidad que se prducen al combinar direncias culturales. Si tratamos de responder a lo que dice Gouldner t vez nos preguntemos hasta qué punto la rlidad intelectual de un encueno entre dos culturas compoa necesente la ulización de los recursos de ambas (o de todas las culturas que tomen pae) Lo que puede ocurrir a veces es que el mero heho de un mayor ado de conciencia generado por los esmulos de una conontación como ésta nos lleve a una gesón creava de los recursos disponibles dentro de la propia cultura4• QUE OBTENEMOS DE
O
CULlRS
Las discusiones acerca de la valoración de la diversidad cultural y acera de la experiencia de la diversidad cultural como ente de creavidad en mi opinión se rmlan a través de las eeriencias individuales a micronivel; lo e peda ocurrir si una población va sumando estas experiencias es na cuesón que queda abiea o incluso sin dentifcar. En cambio el tercer tipo de acceso a la diversidad cultural parece estar relacionado más ecuentemente con los cambios reales o potenciales en el macronivel (por supuesto y como suele ocurrir el contraste es relavo e impreciso). Pienso que la noción de diversidad cultural dentro del ecúmene global puede ulizarse como una especie de resea de las mejoras y alteavas qe la propia cultura ene a su alcance inmediato en un momento dado y como una especie de solución a sus problemas5•
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En ese senido, véase por ejemplo la ineración basane discuible de Cud dhy (1974). 5 En relacón con eso, Salzman (1981) hace una exosicón razonada acerca de cómo una cultura no muy negada puede mantener en sí msma sus aleavas culales 106
Hay una cosa cuosa en la economía de la cultura: esta resea, este tipo específco de bien común transnacionl, no coe el riesgo de re ducirse aunque las peonas recuan muo a ella y se la appien; orque uno puede ceder a otro los siifcados y sus expresiones sin erdelos él mismo. El economista Stephen Marglin, cuando habla de «la diversidad cultural como un acvo global» subraya esta perspecva (aunque también menciona el derecho a la propia cultura): La diversidad cultual puede se la clave para la supeivencia de la especie humana. Del mismo modo que los biólogos deen den las especies exóticas para mantener la diversidad genéca [ ...] nosotros debemos defender las culturas exócas paa mantene la diversidad de as de comprensión, creación y manejo de las mismas, que la especie hmana ha loado generar. (arglin, 1 990, págs. 15-1 7.)
En el extremo de las variaciones de este tema está la premonción de manidad necesitará de los cazadores y recoectores que sobreivan para que puedan abrir camino cuand las catástroes autoiningidas o provocadas por otras caus as hyan destruido unas rmas de vida más complicadas. Marglin iea en esta posibilidad Este escenario puede que ya no nos resulte tan prómo ahora como lo era en la éoca de la Guerra Fría, con su escaada de armamento nuclear. Como alteativa y, sin duda, como caractestica bastante común de la historia cultural reciente podemos char una mirada, impulsada por las ideologías, a través de las oneras para descubrir que nuestras utopías son muy similares a las de otro lugar. En el transcurso del siglo X hemos visto algunos de esos aboratorios imaginarios para el bien de la humanidad, principalmente en la izquierda: la Unión Soviética, China, Cuba, Tanzania. Pero también Estados Unidos, y de una manera más continuada, ha i do una ente de ideas de turo puestas en práctica y de alteaivas para la gente de otros lugares quizá, en este caso, siguiendo un proceso que con el tiempo se ha movido desde la izquierda ha ia la derecha. Estas entes resultan bastant miliares ara a maoría (se entiendan o no de una manera realista); o uede que ten an seguidores entusiastas a distanci quizá eregrinos en algún momento que actúan como abogados mediadore en a deensa a 107
gran escala de los cambios que los modelos anteriores proponen 6• Como ya he dicho, este punto de vista sostiene que la diversidad cultural mantiene vivas las diversas alteativas; y no sólo en el estad en que están, sino con toda su capacidad de desaollo Es una idea atractiva, aunque con posibles puntos débiles. Uno de ellos es la tendencia a suponer que si estas alteativas no se mantienen en marcha, acabarán por perderse defnitivamente. Qizá esto no sea sino una perspectiva sombría e innecesaria de la inventiva humana, pues ¿acaso no son capaces las personas de construir alteativas a medida que las necesitan sin tener que pensar continuamente en un modelo? Cabe preguntse también qué tipo de documentación, como si dijéramos, se necesita para mantener el acceso a esta resea cultural. ¿Qé dierencia hay entre una cultura que se manene viva al cien por cien, con pacipantes a pleno rendimiento, y otra que sólo se consea n los arivos, en textos, abaciones o cualquier otro sopoe? Es cieo que los archivos también pueden ser desuidos, como también el ae de manejarlos Pero, a no ser que tdos los humanos nos conviamos otra vez en cazadores y segadores analbetos y, además, sin experiencia en esas tareas, parece que acias a los eseos de los especialistas es casi seguro que tendremos garanzado el acceso a la mayor pae del cúmulo de diversidad cultural de todo el mundo Sin embargo, esta idea de la diversidad cultural global como una resea compartida a la qu todos recuen, presenta oo problema: la difcultad de trasladar elementos de cultura de un contexto a otro para qu se puedan reorganizar ácilmente en el último. Durante unos setenta y cinco años, poco más o menos, los antropólogos han heo un an eserzo de análisis, en an pae para demostrar la cohesión de las culturas y que las creencias y prácticas específcas sólo enen sentido como paes de un todo cultural. Es cieo que últimamente esta disciplina parece menos comprometida con la idea de cultura como una endad estrechamente inteada, un «tejido sin costuras». No obstante, resulta dicil acept la idea de que cualquier cosa que parece ncionar en una cultura pueda decirse que ncionará igualmente bien en un contexto muy dierente. (Si esto era así, lo que podría ocurrir es que fnalmente, puesto que hemos idenfcado todas 6 Caute (1973) y Hollander (1981) han tratado el fenómeno de los peregnos polícos con ciea extensión.
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las ideas buenas y las hemos apado, podemos echar todas las malas al estercolero de la historia; y entonces se habría acabado la diversidad; una especie de visión del «fn de la historia».) ONCLUSIÓN: EL FuRO DE DIVERSIDAD
He bosquejado de manera muy breve varios argumentos en vor de la diversidad. Tal como apuntaba antes, ninguno de ellos está totalmente exento de difcultades. Su atracvo variará según el público. Por otra pae, tampoco se ha demostrado que sean totalmente alsos. Con todo, conceder algún valor a la diversidad cultural puede que sea una política saludable pa la humidad. También cabe preguntarse, no obstante, hasta qué punto es necesario deendea acvamente; hasta qué punto es realista este escenario de la homogeneización global al que me he reerido antes. Lo encueno discutible. L proosis de la diversidad cultural no es tan mala. Algunas as culturales desaparecen, y el espectro de lo que está vivo y sano puede estrecharse. Pero al mismo tiempo que algunos restros de la cultura huma están a nuesa disposición solamente en arhivos, museos y monoaas, existe la connua reconscción cultural que sigue ncionando dentro del ecúmene global. Si las culturas que hay actualmente a nuestro rededor, creo que podr�s ver que an pae de su diversidad no es simen declive, sino nueva diversidad generaplemente divesidad da por el ecúmene global. En este aspecto, la diversidad cultural difere de la diveidad biolóca. L extinción de las especies aimales y vegetales es mucho más rápida que el desaollo de nuevas especies; el desaollo de cultura nueva, en cambio, no es necesariamente un proceso tan lento. Volveré sobre este punto en el próimo capítulo.
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E reeso de Kokoschka, o la organización socia de mestizaje 6.
Cuando intentamos captar de qué manera cambian las culturas buscamos metáras que nos iluminen. Eest Gellner, en Nations and Naionsm, conasta dos mapas eoáfcos; pero los mapas cambian rápidamente y presentan oa imagen. Uno de ellos dice: se parece a un cuadro de Kokoschka. El tumulto de diversos untos de color es tal que no se pede distinguir con dtalle alguno un fa clara, nque el cuadro sí la tiene. Una an diversidad, plu ralidad compad caracterizn todas las paes disnvas del conjunto: los pos ciales músclos, qe son los átomos qe componen el cuadro, tienen relaciones complejas, bigus y úlples con chas culturas; algnos por medio de la palbra otros por medio de su credo dominante, otros por meio de una varian te del credo o un conjuno de práccas, otros por medio de una delidad adminisava, así sucesivamente. (Gellner, 1983, pág 139)
El oo mapa de Gellner se parece más a Modigliani qe a Ko koshka: my poco matizado species nítidas y lanas lramente separadas nas de otras escasa ambigüedad o seosiión Según Gellner el primer maa es anteor a la éoa del naiona lismo el otro «cando el princiio nacionalista había heo an ar te de s trabajo». En el segundo maa coinciden ltra y estado la eonomía indstrial reqiere movilidad y omniión entre los in 111
dividuos y el estado que controla la educación de una mera o de oa se asegura la disonibilidad de unos individuos convenientemente modulares. ¿Qé o de maa etnoáfco del mundo dibujaríamos ahora, sería ara siemre del o Modigliani como si dijéramos? ¿ en todas aes?• Veamos lo que dice un inmiante intelectual del escenao británico, Salman Rushdie cuando exlica su amosa novela: Los vos sánicos celebran lo híbrido, lo impuro, el enemezclarse, a transfación que resulta de las combinaciones nuevas e inesperadas de seres humanos, culturas, ideas, polícas, películas, canciones. Se regocija con el meszaje y teme el absolusmo de lo puro Ménge, baburrillo, un poco de aquí y otro poco de allá, í es como l nuo ta e mundo.
(usdie, 1 992, pág. 394)
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meszas» puede estar pasando a ser un téo más genéco, con un campo de aplicación más amplio • No hay duda que el aacvo de estos conceptos de lo meszo es n pae retóco. En oposición a la coente de pensamiento cultural plia y largamente establecida que subraya la pureza, la homogenei dad y la delimitación de las culturas, y en contraste con esas metáoras biolócas por las que Rushdie batalla oponiéndose a las anterio res, los conceptos de lo meszo sueren que la mezcla cultural no es necesariamente una desviación, de segunda clase, no dia de aten ción, una cuesón era de lugar. Para m al menos, «meszo» ene connotaciones de creavidad y de riqueza de expresión. Los concep tos de lo meso también dan a entender que todavía hay esperanza pa la diversidad cultural. L globalización no ene por qué ser sólo una cuesón de homogeneización completa y de largo alcance; la cre ciente interconexión del mundo también produce cieos benefcios culturales4• Luego, «un poco de aquí y oo poco de allá, así es como se introduce lo nuevo en el mundo». Pero creo que podemos más allá de los meros usos retóricos para delinear con más precisión lo que llamamos cultura mesza, y tam Véase, por ejemplo, Fabian (1978, pág. 317), Dmmond (1980), Grabu 984, págs 402 y ss.), Gupta (994, pág. 180), Hane (1987, 1992 a págs. 261 y ss) Jon (1989), Jourda (1995) y Miler (1994). 4 Par (1993, pág. 85), en u comentario pepic acerca de las úl coepci nes de la cultura en el mesaje, parece que al pensar en éste lo hace dee u ánglo que se cena demasiado e la homogeneizacin Según él, la desigudad generada por la pola ecoómia e la lra mesa (véase a connuacin) siica que la cul as locales de la peria está diendo la batala con el ceo, o «por lo menos, ti nen que lleg a u compmiso». opi, exuesta en el capítulo 2, es que la cul suciente (como adverso) para a un a local, en su propio teno, tiee compromiso por pae de la cultura exansiva del ceno, y en esto e basa el mesaje L que me deja en ieo modo pelejo es lo que Parkn suere con respecto a mí, es decr, que yo quiero que «nuestras eoaas intensivas» se dj a «la supecie, al mi de oaaci de lo macro y de lo mic, del eo y de la perfeia». No tengo una especi preferencia por los fenmenos de supecie ni creo que los fenmenos cultures mestos sean necesariamente supecies. En el capítulo 2 exongo mi rma de ver el aspecto hondo y el aspecto supecial del proceso cultur Sospecho que Parkn se ha dejado iuenciar en cieo modo por la idea de la supecialidad de lo trasnacional al eslo de Athony D. Smith, cuestin que he atado en e capítulo 2. A mi modo de ver, Cohen (1993, págs. 4 y ss.) y su visin el mestiae están en la isma línea Cohe debate este punto en relacin con mi análisi «e pape cultural e las ciudades muniales» (capítulo 1 1 de este libro) e una anera un tanto misterio a, ya que el cocepto de meszaje no aparee ni está iplícito Por lo que veo, Cohen no ha entedido (y tevea mi posici. 3
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bién para comprender con más claridad el proceso de ación de esta cultura. En an pae, desde luego, las ideas de lo meszo enan en los estudios culrales a parr de la lingüísca, de modo que pode mos ver que el lenguaje ocupa un lugar junto a la bioloa y al ae para oeceos por lo menos unos primeros auxiios metaóricos en nuestro intento por captar qué es lo que está ocendo en la cultura actualmente. Qisiera añadir aquí que, por una pae, no siempre es una buena idea consir la propia comprensión de la cultura siiendo demasiado de cerca el modelo del lenaje, de todos modos a duras penas nos proporciona una ía exenta de ambigüedades; por otra pae, y más específcamente, la lingüísca mesza, con todas sus vaantes y con troversias inteas, ene bastante más que oecer que la imagen reso nante ocasional, incluso si tenemos que proseguir y avanzar más allá. Lo primero que quiero hacer en este capílo es esbozar los rasgos caracteísticos de lo que yo conside cultura mestiza. En segundo lugar, quiero ahondar en la organización social del meszaje. En conjunto, la emergente macroantropoloa de la culra quizá no sea tan dierente de la de Gellner sin embargo (y retomando sus imágenes), el resultado puede parecerse más al cuadro de Kkoschka que al de Modigliani. ONFLUENCI
y
«CONTNUUM»
Creo que la esencia del concepto de cultura mestiza es una com binación de diversidad, interconeón e innovación, en el contexto de las relaciones globales centroperiea. La diversidad en cuesón implica una conuencia más bien re ciente de tradiciones independientes y bastante dierentes si la situa mos en el contexto global, más bien quiere decir que sas tradiciones tienen sus raíces históricas en continentes dierentes. Tal ve sea preci so indicar que esto no quiere decir que esas corrientes culturales que ntes estaban separadas eran en sí mismas «puras» u «homogéneas» o «delimitadas»5• No estamos meramente devolviendo a su sitio una comprensión anticuada de las culturas. El punto está en que, sencilla mente, es úl idenfcar su origen dierente en el momento, o en el 5
Friean (1991, pág 104; 1994, págs 208-210) está equivocado en cuanto a este punto. 1 14
eriodo, de meszaje. Volviendo al sími lingüístico, en el mundo hay una serie de lenguas mestizas basadas en el inglés, sin embargo casi naie estaría por afrmar seriamente que el inglés es una lengua históri amente pura Es típico que la interacción adopte la a de un especo relatiamente continuo de siifcados y as siifcavas interactivas, y a lo largo de este especo aparecen visibles y activas de dierentes maneras las diversas entes históricas de la cultura que en él inteienen 6. El contexto de las relaciones centroperieria hace pensar en la imensión espacial y en el heo de que hay una economía política e la cultura inherente al ntinuum meszo El poder social y los reursos materiales, lo mismo que el prestio, tienden a equipararse on el especo de las as culturales. En un extremo de este ntinuum está, pues, la cultura del ceno, con mayor prestio aunque no iempre exento de ambigüedades, igual que en la lingüísca mestiza están el stanrd y el supesatum. En el oo exemo están las as culrales de la periea más lejana, a menudo con mayor variedad rovinciana En medio, para expresarlo con pocas palabras, hay una iversidad de mezclas Hay que añadir un par de puntos acerca de esta concepción geneal del continuum cultural Hacer hincapié en el contexto polío y económico característico de la cultura mestiza siifca que, a pesar e lo que seha sugerido antes en cuanto al valor y la vitalidad de la ultura mestiza, hay que mantenerse alea para no adoptar acdes que la ensalcen excesivamente. Porque, después de todo, esa cultura mestiza está prondamente marcada po las limitaciones de la desigualdad. El otro punto es que l relava apertura del continuum, consideaa en téinos culturales, µede quedar modifcada or los rangos en emblemas po medio de dissociales y la tendencia a discontinuas. Allí donde la ettribuciones culturales más nicidad canaliza las interacciones, por ejemplo, la gente puede estar más en aonía con las construcciones mestizadoras de otas perso nas que están dentro de su propio upo, que no con las de los miembros de otros upos; y se embarcan en su propia adopción y aata ión de siifcados y as siifcativas utilizando, al menos oca Soy consciente de que éste no es el único convenio soci en el que tienen lugar las lenguas meszas; sin embao, parece que en estas situaciones las ideas de la lingüística de lo mesto adquieren un an atracvo para aquellos que nos interesos por la cultura como un fenómeno con una distribución colectiva y social. 6
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sionalmente la delimitación éca de los mismos como cteo relev te de aceptabilidad A veces esto ende a crear la coestencia de vos ntnuu en vez de uno únco e inclusivo A menudo la idea de rntnuum cultural meso hay que entendela como una imagen más bien excesivamente simplifcada o como una conscción apada• En general, no obstante las personas se sitúan a lo largo del cont nuum de manera dierente y un tanto complicada o se mueven ene situaciones die�entes, mezclándose obseándose unos a otros y aciendo comentarios unos de oos Y repito lo que ya he dio: los procesos culturales de meszaje no son simplemente una cuesón de presión constante desde el centro hacia la perieria sino una interac ción más creativa que sugea es que un complejo meszo como éste puede considerae como que se hace visible en y que imprea de mera va ble dierentes lugares y pos de luges Por la naturaleza de las cos, esto es menos evidente en el ceno que en la periea aunque la pe ea más distante puede que tampoco sea el puesto de obseación más prmetedor; es mejor buscar un lugar u poco más próximo ceno El trabajo de campo en Nigeria me avivó el interés por la cultura mesza y desde luego el proceso de mestizaje, tanto en el campo de la cltura como en el de la lengua es especimente típico de las situacioes coloniales ahora más bien postcoloniales (c Hanne, 1987). En Nigeria me encontraba en un país inventado por los coqistadores europeos del siglo x, y las visiones y la puesta en prácca de la construcción de la nación se hallaban desde entonces en la mente y en las manos de (entre otros) cotrastas, académicos, periodistas taxistas y soldados todos ellos nativos que colaboraba de manera indefnida La ciudad donde estaba había sido primero 7
Van Weterin (1994, pá. 107) lea a la onlusión para mí, totamente sor· prendent de qe en ms estos anteores «deseo la eiidad y adopto el mesa· je» Como mis oneptos de msizaje proienen de mi xerienia omo insador en Niria este supuesto desprio mío por la eiidad sea absolutamnte nómo No obstante, en el auo pnipa que ita Van Weterin, o que dio es qu «n aná· isis de Nieria que presinda de la etniidad y de la ultura étnia no puede tener mu· co sentido» (1987, pá 550); y añado que «aer inapié en la eiidad uando ana· !izamos la soidad naiona nieiana no es más que a mitad de la esón» (1987, pág 553) No puede deie que esto sea presindir del tema L que sostengo es que las culturas con etiquta de peeneer a upos étnios están inmersas, en países omo Nigeria, en proesos de mestizaj; per en mi anáisis, esta eiidad es básiamente un heco de la organizaión soia, que puede enometee o no en el meszaje entndido omo un proeso ultura genera En uanto a mi isión de las relaions ne tnidad y culura, véase la exosiión lásia de Ba (1969) 116
n artecto extraño en too a n ndo eoviario y lego prosiguió creándose y recreándose ella misma a través de los vaivenes lo cales, las empresas, las controversias y las esperanzas. Básicamente, la albetización y una lengua mundial habían llegado al país con las escelas de las misiones; ahora las sectas atóctonas hacían un crisianismo a su manera, mienras que los novelistas y dramaurgos nigerianos loaban el aplauso inteacional y ganaban premios en la metrópoli. Había una cltura popular iva; la música se había iniciado, en pae, con el rasgueo de guitaas en las tabeas de vino de palma de las ciudades pouarias y, en parte, en cánticos de alabanza al vijo estilo en honor de los jees y de los hombres impoantes. En un cao como éste, los conceptos de lo meszo pueden ser úles pa la comprensión coherente de na ctur nacional. Pbablemente no sea el po de comprensión que los nacionalistas selen preer, homogeneizadora, que fja onters y rea el pasado, sino una descpción más desapasionada del ordenamiento del inventao cltr. Cn todo, puede que además quermos pregunos qué posibilidades ene la aplicación más eansiva de estos conceptos en la escena mundial y ar también cómo el pceso de meszaje ecta ceno. Aquí sólo pedo hacer alsión a estas posibilidades. que más me interesa es la organización social general de los procesos de eszaje contemporáneos. Lo qe diría es que la lingüística mes nos ayuda a recoer pae del camino, en la medida en que tiene corada una siolingüísca qe (qizá con alguna licencia poéc) acabo de replantear en téinos cltrales. En esta dimensión sociló ca, la lingüísca mestiza ene na ventaja sobre las metáras habituales procedentes del ae y la bioloa, lo mismo que sobre oas muchas metáras del mundo del lengaje, y también parece que nos oece una concepción del ordenamiento social de la diveridad y la creación cultural más precisa que la que nos oece, por ejemplo, el téino «sincretismo». Aun así puede que nos ayde a consir n tipo, antes que daos realmente una explicación sasctoria de la ación de la cltura mesza. PRODUCCIÓN Y CIRCUCIÓN DE CULTUR: CUATRO MARCOS
Lo que quiero eplicar ahora es na interetación de esa «ación». Mi pnto de partida es qe las cltras no son seres vivos; las personas les dan a y son sus poadoras, en constelaciones socia 117
les diversas y con objevos dierentes. Creo que ara encar la com lejidad del roceso cultural resulta úl idenfcar cuao marcos de organización que comoan tendencias dierentes en cuanto a cómo se roducen y ciculan los siifcados y las as siifcavas en las relaciones sociales 8• Pienso que es ácil reconocer estos marcos y que nos eiten ex licar, al menos de a reliminar, una an te del ujo cultural en el mundo de hoy, tanto en una unidad más reducida como en lo que odemos llamar el ecúmene global. Con todo, no hay que verlos aislados unos de otros, sino más bien en interacción, cada uno con una ea variable. L que me roongo hacer es usarlos ara dibu jar el ordenaiento esacial de la cultura actual y, en esecial, los contextos del meszaje. El rimero de estos marcos es el que yo llamo fra d vi. El unto ndaent es que el ujo cultural deno de este marco está resente siemre, poco más o menos, y de a sustancial, orque todos cooeramos con él al vivir nuesa vida codiana coiente. Mientras estamos unos con oos, nos obseamos unos a oos y es cuamos unos de oos los comentarios corrientes de la vida, vos recibiendo el ujo cultural del marco adevida. Es la ica circu lació de siifcado característica del esacio doméstico, los lugares de aajo, el vecindario, y sitios similares; a menudo se conviee en tia porque es el resultado de la adatación ráctica de circunsta cias qe se reiten. No sólo es el marco donde tienen lugar las relacio nes de mayor inidad ersonal, sino tabién esos encuentros más o menos no reglamentados con conocidos y con desconocidos, que no necesariamente han de arecerse mucho a uno mismo. En muchos lugares clásicos ara el trabajo de cao de los antro ólogos, el marco adevida continúa teniendo una iocia ndamental. Se caracteriza or ser un subroducto de comunicación no muy intencionada de la vida, no centralizado, organizado de r ma mayoente simétrica, en el sentido que todos estaos or igual en ambos lados l de roducir y el de consumi o el de enviar y el de recibir. Suele incluir mucha reetición; y si bien la disibución e los marcos en los que estamos inmersos va cbiando con el aso de los años, nuesas meras eeencias, que quizá en una e nada desdeñable son eeriencias avas, enden a estar en este marco. Oo marco imonte de la oización cultur es, a m entender, el est, que en este caso hace reerencia al ujo de sicado ene el 8
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Esta conceptualización se desarolla más extensente en Hanne ( 1 992 b).
parato esttal y las peons dedas como sujetos/ciudados te ujo está oado de una manera muo más deliberada y iméca que el ujo caractesco del marco anteor e incluye a see de insuciones tales como los medios de comunicación, l escuel, los museos o el tu cil. El mc, como mco del pceso cultural, ab cultu de los bienes y pductos, que pasa del comprdor a vendedor. También en este caso pece que l ozación de la pducción y disbución cultural es muy premeditad y iméc. Si el mco rmadevida está presente dondequiera que haya seres humanos redos, también el estado y el mercado se up de l gesón cultural en la mayoa de lugares en el mdo contemporneo. Tal como apunba en el capítulo 2, la acvidad del estado en este cpo se incrementó con el advenimiento del ideal naciónestdo, y el map eoáfco del po Mo digani que Gellner ppone sea el resultado ideal de es acvidad. Riterado lo dio, ahora el mercado conviee más cultu en pductos y al mismo empo hace los productos más culturales. El cuao marco de la gesón cultural que me parece ú idenfcar no es ta ácil de ubicar como los es anteriores, per ha producido un an impacto en la histori cultural actul, en cieo modo de manera esporádica. Estoy hablando del mrco moimiet, que pli ca un manejo del siifcado sumamente intencionado y a eudo más bien descenalizdo, una cuesón de persusión y proelio, en las relaciones entre los ya convertidos y los que todavía no lo etá. Este marco ta vez no se tn ve para la comprensión del ezaje culturl contemporáneo (aunque desde luego no es irrelevante), y, por o tanto, no entraré en más detlles. Supoendo que estos mrcos nos dan n exlicción más o menos completa del pceso culturl, creo que podremos ver de qué manera los dierentes agentes están compomedos en el manejo de siifcados y as sicvas, si bien cada uno por movos dierentes y con diversos ados de intencionalidad; unos pocos legan a musimos oos por medio de relaciones asécas, y por oa pae un ndísimo númer de gente, por medio de relaciones más siméicas, ega idividuente a muy pocos. En esto hy además implicciones espaciales y temporales, y son impoantes par entender el meszaje. MESTZ
l
PEFER
Empecemos en l periea. Aquí las relciones centroperieria se viven con más intensidad y, por lo tanto, debemo estr en condiciones de suponer que los procesos de mesiz hn de ser más am 119
lios; además, en lo que actualmente llamamos erieria están los clásicos camos de abajo de los antroólogos Desde el unto de vista del ujo cultural, las asimetrías de los mar· cos estado y mercado son las que crean unas relaciones cenoerie a relavamente claras Sería, ues, natural que habláramos rimero del mercado, que ara casi todo el mundo es el rincial motor de la globalización de la cultura en el siglo x. Según arece, los roductos converdos en siifcados y as siifcavas son los que más á cilmente se dinden de manera asiméica a través de las nteras na cionales, desde el ceno noeamecano/euroeo occidental hasta Áca, Asia, Oceanía o mérica Lana El mercado es exansivo, no sólo orque los agentes atan de converr en roductos todo lo que ueden, sino también orque venden la misma cosa al mayor núme· r de ersonas osibles, sin ensar dónde están estos clientes Desde este unto de vista, el mercado, a menos que se le ongan límites, a tará de moverse a an distancia y de manera transnacional Es eviden te que encuentra una an ayuda en la tecnoloa del ansoe y so· bre todo en los medios de comunicación como tecnoloa esecialmente cultural Pero al dec esto, no se ene muy en cuenta a los consumidores, sus stos y su caacidad de elección Y ara tener un sendo de la conscción de los consumidores, nos iría mejor si concediéramos un pco de rioridad al examen de la gesón cultural deno del mar co dl estado Los estados más róseros ueden «intar Modiglianis» al mis mo tiemo, or medio de su olítica cultural Pero es necesario hacer un examen un oco más detallado de la oinión que sosene que la naciónestado homogeneiza en el interior y one límites en el exterior Paicularmente, el estado de la erieria, en calidad de agen· te, articia en el roceso cultural de una manera bastante más oli cética Benedict nderson (1983) resenta una visión de las naciones en· tendidas como «comunidades imanadas» unto tratado en el ca ítulo 2 desde un ángulo un oco dierente, arecida a la de Gellner, aunque hay algunas dierencias en lo que cada uno subraya Se considera que la lengua es el rincial hacedor de las características disntivas de la nación, de acuerdo con el desarrollo que esta conce· ción ha tenido en la historia de Euroa. Sin embargo, esta lengua era concretamente la lengua escrita e imresa de la burguesía, un estrato dominante que odía utilizarla ara constir y ensalzar una idendad que iba más allá de lo local Y como estaba escrita, esta lengua 20
asó a ser modelo. Qedó fjada a tiemo. Y mientras en la lengua hablada podían coexistir codo con codo muos dialectos locales o reonales con poco más o menos la misma autoridad, la lengua es crita, y especialmente la impresa, imuso el dominio de un dialecto, subordinó a los demás y trazó los lindes desde una osición de sue rioridad. Se ha diho que una lengua es un dialecto con un ejército; el his te señala la relación entre estado, nación y lengua. Parece que en lo que se refere a organización cultural, es la metáora lingüísca que hace juego con el Modigliani. A mí me arece que las imágenes meszas nos proorcionan una visión más completa de las variaciones. Tenen en cuenta que la lengua escta e impresa se ha conveido en modelo, pero tamoco ocul tan la presencia continuada de la gama completa de dialectos y sus relaciones mutuas. Si volvemos al agumento de Gellner que la edu cación es un elemento imoante en la conscción de la nación, es evidente que or medio del conol de la educación -y esto, de una a u otra, es una medida generalizada el estado inteiene en la conscción cultural de los ciudadanos, inculcándoles la fdeli dad a la conceción de nación que él suscribe públicamente, así como una serie de habilidades que enen su réplica en casi todo el udo, entre las que se cuentan saber leer y escbir y las cuao regla9• Por otra ae, la educación en manos, especialmente, de los estad de la erieria supoe algo bastante dierente, casi opuesto a lo anter, en el ordenamiento cultural. Es en esto donde quiero cenar la ateción, con algunas reerencias tanto a Bourdieu como a otros sociólogos actuales de la educación y la cultura 10• L educación crea dierencias orque selecciona y repara a las ersonas para ese reao de conocimientos que lleva aaejado el re ao de abajo en el mundo contemoráneo. Y este reao de cono cimientos comoa, además, una dierenciación de orientaciones cul turales más generales, que arecen ser impoantes ara organizar el contnuum meszo. Véase, por ejemplo, Boli, Rírez y Meyer (1 986) Es cieo que el aparato estatal no siempre monopoliza la educación Los agentes reliosos, tanto indígens como poados (o que al menos se inspiran en el exteor) a menudo han actuado en este c po, aunque con unas implicaciones un tanto diferentes en cuanto a las relaciones culturales centropefea Pero no hay duda que los estados enden a un mayor control de la educación, al menos con respecto a otros agentes, en el peodo postcolonial. 10 Véase, por ejemplo, Bourdieu y Passeron (1 977) y Colls (1977) 9
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convertir la educación en moneda cultural común, una moneda que las personas pueden tener en mayor o menor cantidad, el estado crea una jerarquía y al mismo tiempo hace que las personas situadas dentro de ella en lugres dierentes resulten al menos parciamente comprensibles las unas a las otras 1 1 • En las reones periéricas del mundo, una educación más a tiende a ser sinónimo de una mayor icursión en la cultura de la metrópoli, ya que an pae de los conocimientos que compoa esa educación se compaen con y se impoan en agún momento u otro del ceno. Es dec, el estado es un medidor cultural transnacional. Se ocupa a an escala de ordenar la población por categorías con distintos horizontes culturales y las que tienen una orientación más macada hacia el centro, tato global como nacional, son las que gozan de más poder y mayor prestio y, por lo general, de mejores recursos materiales Aunque el estado no confgura en soitario ese patrón de distribución cultural, es obvio que contbuye enoemente a la ación del connuum cultural centroperieria en la escena nacional y en las extensiones ansnacionales. Pero es necesario contextualizar más el continuum culturl del centroperieria para defnir con un poco más de precisión la extensión y las limitaciones del estado como agente del mesje, ya que en el mestizaje se combina la disión que apuntábamos más arriba con la innovación y la síntesis. Prestaremos enció los diversos modos de relación que pueden darse entre os marcos de organización del ujo cultural. No hay nadie, en ninguna pae, cuya ación como ser cutural haya tenido lugar soamente en e ámbito del sistema educativo al. Las personas se an más bien continuamente a través de las eeriencias que viven en todo tipo de contextos, y encontramos muos de estos contextos en el marco que yo he llamado adevida Si aceptos que en las sociedades contemporáneas el sistema de educación produce un impacto siifcativo en la construcción y categorización de las personas, entonces tendremos que preguntos por qué este impacto es menos directamente visible en os contextos rmdevida, que es donde ocue n n pae de la acción. Se diría que hay muchas variantes. Cuando una persona ha psado mucho tiempo en el sistema educativo, hay más probbilidades de que se haya ado de manera extensiva según ese sistema; como agentes 11
Para oos razonamientos relevantes, véase por ejemplo Collins (1979, págs. 58 siguientes) y Gellner (1983, págs. 26·29)
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y
deno del marco adevida, es posible que las elites con mimo nivel de estudios se inclinen a organizar contextos a su alrededor, individualmente y en upos, de tal modo que las competencias, creencias y valores adquiridos durante la etapa educava impreen completamente estos contextos. Pede que estas personas sean las que reciben más directamente el alcance del centro, tanto por medio de sus redes de contactos personales como por medio, pongamos por caso, de sus hábitos de uso de los medios de comunicación En la perieria, estas elites representan un extremo del connuum cultural Tanto ellas como su estilo de vida aparecen a menudo en la escena nacional de manera pública y notoria, y es muy probable que otros los imiten, en uno u otro ado, directa o indirectamente, como si se creara una especie de reguero cultural descendente. Son mediadores y modelos Desde hace mucho la novela literaria y la crítica social de la perieria colonial y postcolonial se han preocupado de estos upos e individuos que están inmersos en lo metropolitano; son, o han sido, los éolus, los asimios, los bo sibs, los aosajones, los beentos en el Áica Occidental anglóna, así llamados porque han estado en Gran Bretaña. (En Malabo, la capital de Guinea Ecuatorial, seguro que habrían incluido aquí a Don Bonicio y Don Constantino, por sus estudios en Europa) Sin embargo, el equilibrio de compromisos culturales que enen estas personas resulta extraño; un equiibrio donde los siifdos y los símbolos anclados en el sistema educativo del estado paree que también resuenan a avés de otros marcos de la organización ctural. Con una organización propensa a manejar a an escala los siifcados y los símbolos, el estado no puede regular directamente las menudencias de la gestión cultural estableciendo un sinn de acontecimientos diaos, incluso cuando se trata de los sectores donde su presencia es más notable; y a menudo ni siquiera lo hace indirectamente, es decir, por medio de aquellos que están más directamente bajo su inuencia. Qe el estado oezca la cultura que conola a unos menos que a otros, no siifca, por supuesto, que los que reciben menos vayan a ser personas «incultas» o «privadas de cultura» en téinos generales; sólo siifca que al dar contenido cultural a todo ese continuum, el estado (sin contar con su inteención en la constcción homogeneizadora del conjunto de los ciudadanos) parcipa menos en unos seentos de ese continuum que en otros, aunque su inteención haya sido de suma importancia para defnirlo. Así, en la vida de muísimas personas, alguns situaciones enden a convee en la zona anca de oas coentes clturales, menos di 123
rectamente aectadas or las relaciones cenoeea y derivadas mu as veces de las adiciones locales o reonales. Et situaciones son en general las de la vida domésca y de bao o las de abajo donde la educación al ene una aciación limitada o insicante. En resumen an ae de la vida cotidiana de la erieria se el ve mestiza or medio del ael que juegan unos elementos más au tóctonos en la conscción de la ráctica y de la interacción corrien tes no defnidas exhaustivamente or eas exteriores. Volviendo a un tema del caítulo 4, es así en an medida como se asa de la mera disión de la modeidad al surmiento de la nueva diversidad. Los equilibrios ersonales y de situación con los que se da a a resultado de esa nueva diversidad son muy variados; y esto y no sólo la jerarquía defnida más o menos ofcialment genera el connuum cultural real. Los siifcados se construyen de manera muy recisa y connua or medio de la atención que las ersonas se prestan unas a otras en las situaciones que se roducen dentro del marco rmadevida situaciones que quizá reejan más indirectamente las coientes que se roducen dentro de otros marcos. Según sea los atrones de inclusión y exclusión social que inuyen en las iteracciones y en las estcturas de atención los repeorios culturales individuales incluirán además dierentes ados de conocimiento y de midad con las diversas aes del inventao cultural completo que a u vez se extiende a lo largo del continuum. L deducción más oante de todo lo que acabo de eoner es que el estado ena en juego al nciio de la ación general del nnuum cultal per ene un apel más litado cudo llega el momento de llenar comletamente ese esacio A pporcion a la personas diversos dos de educación y conocmientos; al promover una orgazación de la división de abajo que se roduce en un ado nada desdeñable en nción de la disbución de educación; y en consecuencia al dar apoyo a un ciio de jerarquía tto cultura como social el estado abre la pueas a las inuenci ansnacionales en uo de los emos del nnuum y señala la drección que ha de tomar el ceso inteo. Por oa pae la resencia del estado no ene an eso a la hor de elaborar con detalle las conuencias cuturales y aún lo ene menos en algunas situaciones y ene algunas eonas Este unto de vista debería ser directamente relevante ara com render lo que realmente está ocurriendo en el marco del mercado. El estado que está embarcado en dierenciar a las ersonas or su educa ción y las construye de una a más o menos comleta al hacero también articia en la constcción de los distintos tios de consu 12
midores cada uno con dierentes gustos en lo que al mercado cultu al se refere. A menudo los consumidores más orientados hacia la meópoli, y por lo general los que tienen más poder adquisitivo son aquellos cuya educación rmal les ha inuido y ado más intenamente aquellos a quienes les enseñon a aunt mucho más leos y que están preparados para interetar y disutar los siifcados y las as simbólicas de impoación. Muchos de los ejemplos excesivamente generalizados que se utizan para explicar la homogeneización global que produce el mercado diría yo que están sacados de los paones de consumo coespondientes a ese seento del mercado y que a la vista de todos están. Esas ersonas suelen ir con ecuencia a los andes almacenes, uede que lean Tme y Nseek preferen acudir a las cadenas de comida rápida exanjeras antes que a los hiringuitos locales y cuando enen una buena temporada hasta cogen el avión para ir de compras a Pas o a Londres com si eran de saa. Sus actuaciones, por supuesto están a la vista de los demás habitantes e su lugar y no se puede iorar que, para oas peonas, representan modelos culturales impoantes en lo que a consumo se refere. Sin embargo las demás personas no encajan en el mercado de la misma manera ya sea por cultura ya sea por los medios que enen a su alcnce. De modo que hay que entender la aentación del er cado desde un punto de vista cultural más elícito. Si por una pe el mercado con los mismos pductos, ende a homogeneizar y barc un campo lo más extenso posible por oa pae ene la posibilidad de lit la copetencia siempre y cudo encuene un cho concreto para un producto deteinado. Estamos demasiado predis puestos a prescind de esta posibidad cuando cenamos la atención en el mercado como motor pmordial de la homogeneización global. Y en cuanto al mercado cultural la mejor manera de fjar esos nichos concretos t vez sea producir unos bienes y prductos más adecuados al ujo cultural que ocue deno del marco adevida. Es decir el marco del mercado no sólo nos presenta el epectro de la homogeneización global, sino también ejemplos detacado de in novación cultural a avés del meszaje• L cultura oular uele 12
Cabe recordar lo qe sostiene Baman (1992, pág. 18): «parece que el mercado se desaolla con la diveidad cltral [ .. ] Parece razonable qe, bajo el nevo dominio de las feas del mercado, la cltra recpere n mecanismo de reprodcción de la diveidad, na vez instalada en na comnidad atónoma». Véase también Hne (1 991 , pgs. 1 19 y ss.)
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resentar los ejemlos más aacvos y llamativos. Qienquiera que haya vivido alguna vez, or ejemlo, la vida urbana de ica Occidental no uede ser ajeno al embjo de la música oular, con su diversidad y sus connuos cambios anza aicana, juju, aoo, aala, ji 13• A través de estos rocesos surge lo meszo en música, ae, literatura, moda, cocina y a menudo también en relión. Los emresarios culturales de la erieria labran su roio espacio y localizan su roio seento de mercado, cuando loan desaollar un producto que se ajusta concretamente a las características de los consumidores locales. El negocio cultural del centro uede que tenga muchos más recursos, ero estos emresarios locales gozan de una ventaja: conocen su territorio. Su activo esecífco es la cometencia, la sensibilidad en cuestiones culturales. Puesto que están enraizados en las rmas de vida locales, ueden catar qué gustos e intereses son suscetibles de sar a ser elementos del mercado. Es muy osible que se emeñen en convertir la cultura disonible en roductos, or medio del libre ujo existente dentro del marco adevida. Sin embargo, los siifcados y las rmas simbólicas de las que aen suelen insearse, además, en las combinaciones orinales y nuevas que se roducen entre estos siifcados y as, y la cultura, la tecnoloa y las as de organización que roceden de entes transnacionales más distantes. Habría que añadir que, or lo que se refere l mestizaje, este unto de vista es más bien el del emresario cultural. Por lo que se refere a los consumidores, no se restringen necesariamente a un segmento del mercado cuando eligen un roducto del mercado cultural; a veces, y or medio de una mayor variedad de reerencias de consumo, onen de manifesto que están miliarizados con un amlio abanico del continuum cultural. Podríamos decir que sus aetencias culturales son más o menos omnívoras en vez de unívoras (c Peterson, 1 992). Y esto, a su vez, hace el continuum cultural más comlejo.
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Esta fulación es paralela a la de Hanne (1 99 1 , págs. 1 19-120), aunque en este caso algunos aspectos del razonamiento están más desaollados y on más ejem· plos. El estudio de Watean sobre el la fa de músia popular más impor· tante durante varias décadas, espeialmente entre los yobas del sudoeste de Nigeria es uno de los ejemplos más reveladores de la interacción entre la cultura occidental y la indígena.
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ESTADO y FORMA-D-VDA: OS COMNTAOS
He intentado esbozar brevemente mi unto de vista con resecto la maera en que el estado y el mercado organizan un connuum meszo en la erieria del ecúmene global contemoráneo, or medio de sus relaciones con el roceso cultural que se roduce dentro del marco adevida Per hay que hacer alguos comentarios adicionales ede que coa el riesgo de conceder una imoancia mínima a la idedad nacional y a la constcción de la nación Es cieo que, del mismo modo que ocurría con las comunidades imanads de Benedict Aderson, las elites de la erieria de hoy día quieren fjar onteras y convertir sus estados en naciones con característics disntivas De modo que ueden utilizar la cultura, con fnes ideolócos ra distanciarse del centro y ara aar que se idenfcan con las maas 14• Si onemos en el mismo lano esta idea y l del connuum cul tural, en lo que se refere educación y a las ersecvas culturales que de ella se derivan y hcemos una combinción de las dos, soseho que nos encontraremos con un semiento muy acusado del Jano de dos caras: una jetset que busca sus raíces, o que or lo eos dice que las busca y que al mismo tiemo da tras los ingenio de la metrópoli En cualquier caso, la elite, cuando se involucra en la constcción de la nación, asa a ser un elemento que conibuye que l continuum meszo no sea una cuestión de mero cambio cultural or goteo omo si era una estalagtita: en cieo modo, tmbién se roducirá una aroiación de ideoloas omo si era una estalit rocedentes de otros camos en los confnes de la erieria. Hy sin embargo, una comlicación adida; es decir, en tanto en cunto l cultura se disibuye en nción de la distribución del oder es misma cultura uede utilizarse ara reresentar conlictos y resistncias no sólo en el ámbito transnacional sino también n el ámbto intr no Y la cultura meoolitana, cualquier que e su tendenc transmitirse en línea descendente uede enent un oosicón desde abajo una oosición que se nutr de coints culturles más 14
Véase también el apaado «L diferencia como resistencia» en el capítulo 5.
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autóctonas y que ridiculiza las corrientes impoadas. Una vez más, ésta es la dinámica ambigua del continuum cultural meszo En cuanto a la idea de cultura nacional, otro aspecto que puede iteresos es que la idea naciónestado es una pae iteate de la disión cultural global. Incluye un inventario generalizado de r mas, con un conteido local, constado y de resocis culturales 15• Este ivento puede que se haya desollado e la Europ del siglo X, pero h pasado a ser moned de uso coiete e el sio x. Para mí, esto poe de mifesto, en n pe y e el ámbito culral, que los estdos de l peea que h surdo en los úlmos empos son una creación del sistema intecional, construidos, como si dijéramos, desde ba hacia bajo más que al revés16• Si nos manteemos en esa msma líea, se podría llegar rmar que hoy día la myoría de aprats esttales, al mentar las ides de independencia, mesa ls culrs locales. Seleccioa siifcdos y símbolos autóctonos, los itroducen e la matriz impd a la que en ciea manera debe adaptrse, y de este modo poduce u ue va cultura Sin embargo, el estado durs penas puede estar sseo con este meszaje; más bie tiee que cnur defiédlo y cotádolo sin descanso si lo que persigue es l utecidad y la itedd cultural. Creo que sería impoante aclarar algunos supuestos con respecto al mrco adevida. Lo que he apuntado anterioete, aque esté resado de una a un poco imprecis, es que el estd, pr medio de la maquinaria educativa, juega un papel impote l hora de disibuir a sus súbditos en la esctura del conuum meszo, pero que el marco adevid es más impoante cudo se trta de llenar de contenido ese continuum. Y tmbién he dicho que el mercado cultural se seenta por medio de las relacios que estblece con la diversidad que se halla incluida en el marco adevid, lo que también ocue y del mismo modo con una pae esencil del nnuum meszo. Para mí, el marco adevida es muy impote en ambos sendos, como una ente de elasticidad culral y de inovación cultural en el proceso de mestizaje de l perieria Y por esto es preciso hacer algunas adveencias n el cpítulo 2 hay algunos comentarios al respecto. El marco adevida puede 15 Lfen (1 989, págs 7 y ss ; 1993) ha tratado varios aspectos de este tema en su
obra acerca de la ación de las culturas nacionales 16 En el capítulo 4 hay algunos comentaos sobre esto. Véase, por ejemplo,Jackson y Rosberg (1982) 128
ue sea un reo demasiado cómodo para una serie de ideas antropolócas ancuadas y en cieo modo dudosas. Hay otro riesgo: que eamos este marco como un pozo sin ndo, atemporal e inalterable, e la adición cultural, como una garantía absoluta de que siempre podremos contar con lo exóco. Incluso si aceptamos que la absoluta consistencia y redundancia el ujo cultural que se produce dentro de este marco, lo convieren n un ctor primordial en el equiibrio cultural general osa que a os administradores y empresarios del estado y del mercado se les espa realmente de las manos no hay que olvidar que también este marco puede cambiar. En épocas anteores antes de que la globaliación inteiniera en los cambios del pensar y del senr de las personas de una manera tan directa como lo hace ahora la globalización inteenía de una manera indirecta, porque modifcaba los contextos materiales a los que las as de vida tenían que adaptarse, tal como ocurría en los viejos tiempos del colonialismo con su tándem entes recursos. No hay duda de que todo esto genera unos cambios históricos ue ya han producido un eecto ieversible en uchos lugares, y que ste eecto connúa siendo impoante, sea cual sea el aspecto que dopte. Por otra pe, hay una negociación constante ene lo mar cos adevida, mercado y estado, y los dos úlmos inuye direcamente y a largo plazo en el primer, en lo que hace rerencia a signifcados y as siifcativas. Hasta aquí he hablado del marco adevida y del empo. En o que se refere al espacio, cabe el riesgo de que idenquemos exc amente lo local con la adevida; de manera que el espacio co· mún estado/adevida se considera por costumbre el de la problemáca de una «nación comunidad», y e espacio común mercao/adevida, lo que ahora se describe como «lo globl y lo locl» una eresión muy popular actualmente. Es evidente que n pre del proceso cultural del marco adevida ocue deno de un teitorio muy limitado, a menudo en las relaciones cara a cra del ámbi o amilia, laboral o del baro. Pero hay que tener en cuenta los nu mersos pos de moviidad geoáfca de nuestos dís, porue esto umenta los espacios donde algunas peonas direcente, y muchísimas más indirectamente, parcipn en e poceo culura que se poduce cundo las peonas se conocen y se enemezcl en la vida coriente. Y algunas as de comunicación que má bien se controln nivel person y que en principio enen una oganiación siméica me refe a las caas, telénos e, tos deo caseros co� 129
ibyn al creciminto d s spacio. Tal vez el pensamiento social y cltral actal acrca d la globalización ha estado t preocpado por l papel q jegan l estado y l mercado, qe no ha obseado reonado realmnt sobr la polieración de vculos ansnacionales deno dl marco adevida y sobre el peso q han ido acmlando. En los prómos capítlos volveré sobre este tema EL MESTZJE EN EL CEO Esto me lleva a algnas conclusiones acerca del meszaje en el cntro dl ecúmene global, en Eropa Occidental y en Noeamérica; en cidads como Londrs, París y Neva York l nevo hogar de escitors como Salman Rushdie y Ben Okri, o de músicos como Yosso N'Dor o Man Dibongo, por no hablar de los miles de emi antes anónimos Aqí la cación del procso cltral s dierent. El marco estado no stá implicado, como n cambio oce en la peeria, en la disión cltral transnacional de manra sistemáca y a an escala Su tradición principal, n lo q a gesón cltal se refre, es la de consir la nación na contribción al cadro de Modigliani. En algunos lugares, sólo drant los últimos veint os pede que se hayan asimilado las idas d binestar cltral a las más generales del estado dl bienestar; pro calqir política clral en este sendo parece q se siona con las políticas ncaminadas a presear y promover la idea de nación indpndint Cndo el estado tiene que enentars con los concptos d mlticltralismo, mchas veces parece q s sint noemnt dsconceado tanto en lo intelectal como lo q s rfr a organización El marco mrcado s aparntmnte más bl n el centro, pro, na vez más, mdiante laboriosas relacions d divrsa índole y más bin inincadas con l marco adevida de qe a los recién llgados al centro se les consider, anqe sólo sea en pae, como xtnsiones locals de la priria. Debido al proceso cltral de la piria q h sbozado antriormnte, cando llegan al cntro ya son mestizos; y n l nvo ntoo pasan por n nevo proceso de mstizaje a través d ss obligacions y compromisos dntro d los macos stado, mrcado y adda Pro con cncia, los nativos, d lgún modo y probablmnt n menor ado, también se hn lto mstizos: ahora s la priria la q habla Tal vz, y hasta cio pnto sto ls oc a los nativos n l marco adevida 130
uando se encuentran con nuevos comañeros de trabajo, vecinos o incluso miliares; ero también de una manera bastante eetiv (aunque no de an alcance) en el mercado. olveré a tratar est un to en los caítulos 1 1 , 12 y 13.) La cometencia oera en el mercado or medio de la innovación, ntre otras osibilidades, y esto también ocue en el mercado cultual del centro. En los úlmos tiemos, la erieria se ha convedo en una de las andes entes de insiración de los novelistas. Esto es obvio en la cultura oular, or ejemlo en ocina y en música, aunque la lista de escritores que recientemente han ganado el Premio Nobel y l Booker nos indica que la cultura de alto nivel sigue la misma tendencia. Sin embargo, hay que señalar que los roductos imoados de la erieria al centro raras veces son los roductos «auténticos» y «uros» de la erieria más distante, recién sacados del ujo libre de la adevida rocedente de cualquier aldea de la selva y onverdos en aículos comercializables. Es mucho más robable que se trate de un roducto que ya es mestizo, una a mixta que resulta del en uentro ene centro y erieria y que or ese movo ya ene una mayor aidad cultural con el centro. Así las cosas, ¿cuál es el cuadro que tenemos fnalmente, o or lo menos el que coesonde al momento resente, al verdadero presen te etnoáfco (c. Sanjek, 1991)? No creo que sa el Modiglii, salvo que no estemos disuestos a ce los ojos ante los muchos asec tos de la cultura contemoánea. También odría ourrir que Modi gliani y Kkoscka trabajaran juntos en un mismo uadro, ues ue haber aes del mundo donde las suerfcies nítidas estén hoy día más claramente searadas, y otras donde haya en ambio una mayor mullicidad de relaciones, más comlejidad, más ambigüedad. Sin mbargo, okoska ha vuelto, y arece que su inl va xtendién dose or el cuadro. Se diría que ahora es un artista tanto dl entro omo de la erieria, aunque el modelo no sea exactamnt el mismo ara los dos. L metára del ae sólo nos trae hasta aquí. Nesita mos otras heamintas concetuales ara entender ómo se gnera el modelo; ara entender que lo múltile, lo omlejo, lo ambiguo, lo diverso también enen una organizaión social.
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Il Personas
7. ¿El declive fnal de a nación?
En las pánas fnales de Naons and Natonsm, Eric Hobsbawm se pregunta si la hstoria mundial de fnales del siglo y principios del siglo se podrá escribir desde el punto de vista de la «construcción de las naciones», un punto de vista que sí es aplicable a la historia del siglo X. Qizá las naciones y los upos éicos presentarán más bien ciea resstenci, unque mayoente se batirán en retirada, se adaptarán, o serán absorbidos o quedarán alterados por una nuev estctura supranacional. Uno de los sios que muesan que el enmeno nacional ha pasado su unto culminante son los aaces qe presentan los estudios históros recientes: «La lechuza de Mine, poadora de la sabiduría ce egel levanta el elo a la caíd e la tarde. Y es una buena señal que ahora esté sobrevolando las naciones y el nacionalismo» (Hobsbawm, 990 págs. 182 y 8). La lehuza de Minea (que actualmente tene aspecto más ben de buitre} puede muy bien ser el pájaro preerido de los hstoadores, en la medida en qe pueden confar en que les preste sus alas cuando aspiran a mejorar la comprensión. Y si atamos de ndagar en el esta do actual, o incluso turo, de la cuestón, y más concretente en lo que pueda ser la base para la disminucón o el declve de las deas na cionales, arece que tanto egel como Hobsbw nos consejrín en contra de este empeño. No obstante, lo que quero hacer ahor es onsderr lgns r cunstancias actuales y emergentes que ueden contribr, en no u otro ao y para cieas persons aunque no necesariamente ar to das, a un declive de la nción, entendd como comunidad mnda y omo ente de dentidad. Trté lo que dicen los comentaristas 35
eenes de más ll er de ls nones, l ulr nionl y el nonlsmo esuhremos lo que dien, y uns vees estré vor y os en onr Y mbén esuchremos lo que dcen oros, uns vees de uerdo on los nerores y os no, y que odo eso pue de esulr enqueedor. Anes de posegui, deberí de lguns plbrs erc del título de ese píulo. Esblezo l dereni ene esdo y nión. En los úlmos iempos y en eos lugres del ex Segundo Mundo y Tercer Mundo, hemos viso lgo que podí preerse l delive de los esdos peo undo uilzo l expresón «el delve fnl de l nión», no doy por sendo que ese poceso pued ompor demás y neesmene el delve del esdo 1• uede que «l nión [se] el vlo más unverslmente letimo de l vida políic de nuestro tiempo» (deson, 1983 pág. 12); peo los esdos, o ulquier otro po de gene que ule ese vlor po rzones de legitimción, pueden enontrr plusiblemene otros cminos que les peitn segur delne sn contr con l nción como un heo, y otras m ners de esblecer su propio crédio (si es que realmente les impor t l legitmidd). El sio de interrogción es demás muy siifcvo. No puedo rometer que desprezc un vez llegue l fnl del debate. NAIÓN Y SONANCIA CULTURL
Como cbmos de ver, Hobsbwm dud que ls naciones con· inúen mnteniendo su ez en l er de l globalizción y de ls esruus trnsnonles. Podemos poner junto él thony D. Smth, uno de los esriores recientes más productivos en lo que l enómeno nionl se refere. Es muy escépio en cunto l cultur trnsncionl contemporáne y a l erz con que pued mponerse sobre los sentimienos más hondos y ls perspectivs más onstnes que tienen ls persons. Dice Smith que l cultur rnsncionl se compone de un seie de elementos seprados: productos pr s mss con un pubicidad efecv, un baburilo de estilos y movos córicos o éicos er de contexto, lgu 1
Para un debate escarecedor acerca de decive de a nación, véase Nav (1991) 2 A a inversa, es posible, obviamente, que as naciones sobreviv a os aparatos estataes.
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nos discuos ideolócos generales que se interesan or «s derechos y los valores humanos» y un lenguaje cuantav y «cení co» unifemente generalizado ara a comunicación y a evaluación; todo eo apuntaad en s nuevs sstemas de infación y de telecomunicacones y a tecnooa nfáca qe es ac aña. (Sith 1991 , ág. 157.)
Es «ecléctica», «ndamentalmente artifcial» e «indirente al espacio y al tiempo»; este pastiche es «caprichoso e irónico» y sus «eec tos están cuidadosamente calculados». «Carece de cualquier compromiso emocional con lo que expresa» y «le interesan más los medios y reular los dilemas de valor traduciéndolos en roblemas técnicos con soluciones puramente técnicas» Y entonces Smith llega a la an pregunta: ¿puede una cultura como ésta «echar ríces en los pueblos del mundo?» ( 199 1 , pág. 158). Pra cuando Smith llega a la pregunta, el cúmulo de metáoras está en contra de una respuesta afrmativa. Se ha puesto de manifes to que la cultura transnacional es «vaable y carece de a», ene una «decoración superfcial», es «poco proda» y ene un «biz aparente de modeismo dinámico»; además «nos inunda con un torrente de artículos producidos en serie destinados a las masas». A la vista de tantas muestras de superfcialidad de uidez violea uno se pregunta si una cosa así puede «echar raíces»; sólo un imécil alguien a quien le estimule un oco la retórica de la destrucción podría contestar «Í». Si bien a Smith no le impresiona en bsoluto la hondura y coherencia de la cultura transnacional de fnales del sglo X, sí le impresio na, en cambio la cultura nacional l identidd nacional. L ide de nación es ubicua, globalizada y penetrante: Aunque en algunas situaciones se sienta coo [una dea] ás oante que otras, también uede decirse qe enetra en a da de los indvduos y de as comunidades en a ayr ae de s bits de la acvdad. En e ámbt cutura la dentdad nacna se one de anest en n cnjunt de creencas ts aes y erias, y tambén en la enga, e deec as nsttcnes y as cerenas En e ábt sca e ínc nacna c na una cndad l ás ncsva sbe e esac acetad or tds en genera dentr de ca tenen ga naente as relacones sciales y ls límites qe erten dstnur a «extra ño». La nacón tambén uede cnsderase c a ndad básca
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de la economía moral, tanto desde el punto de vista del territoio como del de los recursos y habilidades. (Smith, 1 99 1 , págs. 143
y
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Esta capacidad de peneación, y no menos la duración de la mis ma, establecen el contexo del discuo de Smith 99 págs. 60 y ss.) acerca de la viabidad de las naciones como comunidades imanadas. La nación ene u pasado colecvo y una percepción del mismo; y por mucho que los estudiosos (incluido Hobsbaw, por supuesto}, con un guiño irónico, se hayan puesto a alabar la reciente y proesiva bricación de adiciones, Smith cree que estas innovaciones no llevan a ninguna pae, a menos que no encajen sufcientemente con las ideas y las emociones que ya eisten. Lo que propone es que este pasado colectivo, esta «eohistoria», y sus promesas de tur, oecen a la gente, por encima de todo, es andes sascciones. Dan respuesta al problema del olvido personal; el desno de uno está con las turas generaciones de la nación. ste además el senmiento de una restitución nacional de la diidad; si hubo un pasado glorioso, tiene que haber un turo glooso y una pacipación personal en esta próxima renovación. En tercer lugar, la nación oece la posibilidad de ateidad. Todos los que viven en ella an pae de una an amilia. Todo esto se clarifca, por su puesto, con las reerencias simbólicas al pasado que todos compaen, a los antepasados que son patrimonio común. La lectura de lo que dice Smith sobre los usos del pasado colecvo y su ampliación al turo me ha recordado la eosición que hace Bennett Berger 971 págs. 4 y 5) sobre la «resonancia cultural». La ea de las imágenes y los acontecimientos culturalmente resonantes para despear una honda respuesta emocional no la pone en marcha el interés personal de po económico, la oportunidad política o cualquier consideración purente insmental, sino el aacvo (o amenaza) directo que las mismas ejercen sobre los valores «expresivos» o de «consumación», unos vores que trascienden de los intereses in mediatos. Estas imágenes y acontecimientos enen una resonancia que va mucho más allá de las personas a las que aectan más acva e inmediatamente; ponen en marcha una disposición que sie para confar o rechazar a las personas; «conmociona el sentimiento que un pueblo tiene de su pasado y sus expectativas para el turo.» Es obvio que lo nacional ha tenido una resonancia cultural. ¿La tiene an? ¿Para quién sí y para quién no? ¿Existen otras entes 38
alteativas, quizá rivales, para la resonancia cultural? L «nueva esctura supracional» de la que nos habla Hobsbawm, ¿cómo aecta a la generación y disbución de la resonancia cultural a lo largo y ancho del mundo? VARIEDADES DE ERIENCIA TSNACION
Pensemos en algnas eeriencias personales que se repiten hoy día; experiencias que aluden a cuesones de empo, espacio, lealtad e identidad, y que se referen de una manera un tanto incómoda a los límites de lo nacional. Tal como expone be i en su obra Te Urk Naons (1991), en la época actual y en las sociedades avanzadas, el trabajo se disibuye, cada vez más, en es categorías principales ; lo que él llama seicios tinaos de producción, secios personales y secios analícosimbólicos. El primero compoa las inteinables tareas repevas tanto de los obreros como de los ofcinistas. L dierencia ene estos seicios y los personales es que los últimos, si no es en un cara a cara con el cliente, al menos tienen que darse en su entoo inmediato; los seicios personales incluyen los puestos de abao en la venta al por menor, cmareros y camareras, bedeles, secretaas, peluquers y peluqueras, taxistas y personal de seguridad. L terra categoría es la que más le interesa a Rei: los seicios simbólioanálicos, que incluyen, por ejemplo, invesgadores científcos, diversos pos de ingenies, baqueros en banca de inversión, abogados y cualquier po de consultores, cazatalentos para empresas, editores y escritores, músicos, productores de cine y televisión ... «incluso catedrácos de universidad». Según suere ich, lo que los analistas simbólicos enen en com es la maipulación no regulzada o noalizada de los símbo los atos, palabras y representaciones visuales. Idenfcan los problemas, resuelven los problemas, son iteediaos esatécos, son personas de ades habilidades, y su eeencia, resultado de la suma de eeencias numerosas y diveas, es u acvo que les peite una autonomía relava ente a orgizaciones y situaciones concretas. En la descripción que ich nos hace del paisaje contemporáneo, vemos a los analistas contemporáneos vinculados a las redes globales empresariales. Ya no dependen especialmente de la actuación económica de oas categorías de personas en sus respectivos contextos nacionales, como por ejemplo las que están n seicios narios de 139
ron. Y en el caso e Amérca, qe es el qe más le nteresa, e esubre qe «los analstas smblcos se han separado el resto e la nan» (1991, ág. 252). L seesn se ha producdo adualente y sn estrenos Los analstas simblos pueden prometer fela a la banera on a msma snera e siempre, sn embargo «s nuevas entes globales e s benestar econmco han alterado stmente s manera e entender el papel y las responsablidades econmas qe tenen en la soea». Las bus e analstas smblcos parece que nos oecen un rmer lano de la nacn en ecle, tal omo apuntaba Hobsbaw. Constyen sus propios monumentos los entros para onenciones, os arqes tenolos, los aeropeos nteaonales y se reluyen en sus proos hábtats priados unos enclaves con guar as e segurad s es neesario S, por n lado, les nteresan menos los seos tnarios y locales de produn, qe pueden realizarse en otros lgares del muno a un menor oste, por oo, en cambio, ee nteresarles más la calad e los secos personales Esta tenena a la relusn que enen los analistas smblicos no es osa e los amecanos solamente, aunque be Ri e al nas dierenas e ao según los lugares (1 99 1 , pág. 202) Es una ten encia que no le gsta Cree que los analstas simblcos no es probable que amben su antigo sometimento a la nacn por una nuea udada global on un sentdo aún más amplo de la responsabilia soc No hay felaes n leataes ees, sno más bien un sentdo de renuncia «Inlso cuano el analista simblo es sensible a os problemas que nestan el mno, estos dilemas pueden pecer tan inurables y abmaores por su mensin global que cualquier ntento para remedarlos arece vano» (199 1 , pág 3 10) Lo qe eh efene es la revitalzacn del compromso con la nan, y, más conretamente, una inversn omada en la rutvia y ompea e toos los aanos, entro el sstea e la eonomía globalizada. e estaba en Haard como eonomsta políco uando se publ el lbro. A ar de entonces ha ocupado el argo e Secretario e Trabajo en el gobeo de Clinton, e modo que quizá ahora esté n onones de haer algo al respeto De todas as, no está naa laro que ea arse na volnta olíta renoadora semeante, en la qe aemás estén ncluos los analstas smbólcos. En ualqer aso, s tenemos en uenta la eoaa e las últimas tenenas e e más que su llamamento naionalista e lustrado a la n, vemos qe los analstas simbos, on toda s dersidad in 4
ea, parecen haberse istanciao e muchas e las cosas que para Smith son caracerísticas e la nacón. sa úla a ras enas «proorcona una comuna lo más nclusva posble l espaco acepa o por toos en general eno el cual enen lugar noalene las relaciones sociales», y es scutible que sea «la unia básca e la economía moral». Tmpoco parece que abarque la posiblia e la aeiad. Pero no hay ua que quea espacio para una cea ambieda simbólica hasta entre los analisas smbólcos uno puee roclamar su felia a la nación aunque realmente no la ponga en la práctica y en cuanto a que las personas queen relegaas al olvio, por ejemplo, puee que toavía no se haya enconrao una respuesa eor. Según Ri, el tipo ieal e analsta simbólico es bastante autónomo con respecto a las organzaciones y los lugares. ste po e persona no es exactamente el que más le nteresa a Knh Ohmae oo comentarista e la reorganización contemporánea el uno. Ohmae ha escrito varos lbros, entre ellos Te Borrkss r (990), y colabora a menudo en el W Seetjoumal y en Haard Business Rvi. Es un consultor de epresas a nivel nteaconal
sea que le sitúe Sólo así se loa el máximo nivel de globalización em· presarial: Los clentes que son mpoantes para ti son las personas que es· tán encantadas con tus productos en cualquier lugar del mundo Tu msón es proporconarles una cdad excepcion. Cuando piensas en tus colegas pensas en personas que compen congo esa misón. El país de orgen no mpoa. La ubcación de a sede cenal no mpoa. Los productos de los que eres responsable y la empre sa a la que sies se han desnaconalzado. (Ohmae 1990 pág. 94) Tenes que estar realmente convencdo, en tu feo nteo, que las peonas pueden trabajar «en» entoos nacionales derentes pero que no son «de» allí «De» donde son es de la empresa global. (Ohmae, 1990, pág. 96)
Ohmae admite que hay muy pocas empresas, si es que hay algu na, que hayan llegado a este punto, aunque «hay indicios numersos e inconndibles de que el movimiento sigue esta dirección» (1990, pág 9 1 En cualquier caso, lo que es interesante es que esta visión pa· rece más allá de la de Robe ih, pues lo que ih ve en los ana· listas simbólicos es mayormente una atenuación de los vínculos na· cionales Aparentemente, la empresa se conviee en una alteava, una ente transnacional de solidaridad y de idendad colecva, una uniad básica de economía morl -para utiizar los téios de Smith, mientras que al mismo tiempo la nación se conviee en poca cos más que un entoo, un mercado local (y además, no el único)3• Lo que se da a entender es que la resonancia culturl puede encontrarse de nuevo en la vida compartida y en los lazos personales que ocuen dentro de la empresa Hasta puede que ésta tenga una historia propia, una mitoloa del pasado, y que le rinda honores. Lo más seguro es que plantee una sión de turo El hombre transnacional que peenece a una organización, el de Ohmae, y el analista simbólico de ich son dos tipos sociales hoy día reconocibles y bastante afnes Pero escuemos ahora lo que dice Jo· o, un afcionado al rega, que vive en Balsall Heath, un barrio mul 3 Cf Ohmae (1990, pág. 89): «Una compañía global ene que estar dispuesta a marchae de una reón si en ella no puede llevar a la práctica sus vaores esenciales»
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tiétnico de Biingh, tal como lo a recodo Simon ones (en ita de Di Hebdige): eso de «Inglatea» ya no existe bienvenidos a la India, heanos! Esto es el Caribe! Nigeria! Aigo, Inglatea no existe Esto es lo que se avecina Balsall Heath es el corazón del undo, porque cuando salgo a la calle la gente que veo son edio árabes, edio paquistaes, edio jacanos, edio escoceses, edio irlandeses L sé porque yo tbién lo soy (edio escocés, edio ilandés) ¿Qién soy yo? ¿Podéis decie de dónde soy? Esos infelices ingleses e crican_ Vale, pero ¿de dónde soy? Crec entre neos, pakstanes, aicanos, asiáticos, cualquier pas que se te ocurra ¿ de dónde soy? Una persona del cho undo, nada ás (Hebdige, 1987 págs 1 58 y 159
Deduzco que oJo es un hombre joven de la calle, no un intelec tual consciente e instruido. Con todo, su punto de vista me recerda exaordinariamente algunas expresiones de Salman Rusdie (1991, pág. 394) que ya he citado en el capítulo 6
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El emiante contempla un pasado que está distante en el empo y en el esacio; y puede reejarse en su presente de diversas maneras. Par algunos, este asado uede intensifcar el sendo de nación y de identidad ncional enraizados en la ea que ha dejado. Pero a Rush die le interesa también una vivencia más general de las miaciones y del desaaigamiento (esto es más evidente en Los veos sanicos). Por otra pae, considera la posibilidad de que, además, haya una reconstrucción connuada del pasado del país de adopción. Oas personas se hicieron británicas antes que él los hugonotes, los iandeses, los judíos; Swi, Conrad, M «Aérica, un pís de inmiantes, ha creado andes obras literarias a par del enómeno del trasplante cultur», concluye Rushdie (199 1 , pág. 20) y suere que este ejemplo puede tener seguidores en otros lugares. Es cieo que las obras de fcción y las autobioas recientes de más gaa tienen como tema lo que Rushdie llma «lo híbrido, lo impuro, el entremezclarse». Otra cuestión es que estas andes obras lite rarias uedan converse, o no, en literatura nacional. Una cosa es que Estados Unidos, más acostumbrado a defnirse como una nación de recién llegados, encuentre su idendad en las obras masales que hablan de miación y de sión de gentes pero incluso quí surgen los problemas actuales del multiculturalismo y del canon). En el Rei no Unido sería muho más dicil btallar cona el predominio de las ideas qe se referen a ls raíces histórics. Como bien dice JoJo, el de Balsa Heath, «esos inelies ingleses me critican» Como dice Rushdie, encontrrse era de la propia lengua es una vivencia intensa. Por otr e, Smith señala que la lengua es una de las áreas donde se manifesta l identidad cultural. No me extenderé en ls conexiones entre lengua y nación, y entre tecnoloa cultural y límites culturales, porque he tratdo este tema bastante extensamente en el capítulo 2 Entre las opiniones expests hsta ahora, la de Rushdie no es la única que alude a l posibilidad del cambio de sio en la identifcción personal con una lengua, así como en l identifcción de l comunidad imanada que está vinculada esa lengua orque l globalización compoa cambios de lengua, multilingüismo o, por lo menos, bilingüismo. Knichi Ohme one oo ejemplo: En un sentido muy itera, as compañías gobales han de tener una engua común, e ingés, además de as enguas que se hablan ocamente. Me consta que recientemente dos empresas alemanas an estabecido como engua ofcia e ingés, en vez de aemán, precisamente por esta razón. Tiene que haber una vía de acceso co144
mún a todos a o lao ancho del mundo [ .. .] la dentdad de país de origen ene que ceder ante la dendad de a empresa. (Ohmae, 1 990, págs. 94 y 95.)
Es un hecho que en la ida corriente no simpre utilizmos una sola y misma lengua, y esto es un sio tanbl de que la ida no se desaolla únicamente deno de una estctura nacional Ya nadi da por sentado que uno hable (o lea o escriba) solamente su propia len gua matea; si esto incrementa la propia identifcación con la lengua matea, a medida que uno se da cuenta de la uidez natural con su propia lengua, en comparación con el eso que pueda suponerl el uso de oas lenguas; o si crece la distancia intelectual con la propia lengua, porque algunas cosas parece que se pueden exprsar mejor en una lengua que en oa; todo esto son cuesones que no nen una respuesta sencilla ni única Entonces, adónde quiero llegar? L que quisiera decir s que, desde ich a Rushdie, y con la inteención de Ohmae y Joo, parece que hay actualmente cieos upos d personas para las cuals la nación no nciona mucho como una ente d rsonancia cultural En l caso de los analistas simbólicos, y quizá también para oos pos d personas, puede que la comunidad imanada rsulte menos enriqucedora que la que Mois Janowitz denomina si bien, en u contex to totalmente dierente «comunidad de responsabilidad itada» uno tiene una amplia relación transaccional con ella, y prescind d lla si no responde a sus necesidads. Así las cosas, la an pregunta (un poco proocadora) es ¿qué pud hacr la nación por ?, ¿qué puede hacer la nación que no puedan hacer otros? Si la nación como idea está culturalment empobrecida n st sendo, tampoco podemos estar muy seguros de qu haya otra cosa que la sustuya te esta incóita, ich tiene muy poco qu dcir Ohma, n cmbio, suere que la mpresa global dbería conrtrs n algo parecido a la nación. Podmos no estar de acuerdo y consde rarlo como la utopía de un consultor, como un producto manpulado de la ideoloa de los ands dircos (pero ntoncs tndrmos que admir que también se ha introducido un cirto tipo d manipu lación en la constcción de oas nacions). Pero si nos remitimos a Joo y a Rushdi, parc inngable qu una an pa d las vncias prsonas s hondas y d mayor r sonancia chocan con las opinions corrints acrca d o nacionl. Qizá sta ivencia y la comprensión qu d lla s dria sean «ecléc 145
ics» como o exres Smith cuando describe cultur trnsncion; ero tmoco rece que se «ndamentmente rifcial», «indierente iemo y a ugr>> o «cuiddosmene calcud»; decir que «crece de cuquier comromiso emocionl» es duras ens coeco y que dmitir que o que quí considermos no iene que ver con o que iens Smith es decir con e transnacionalismo de lrgo cnce, comercil burocráco o técnico con ls carcterístics de un orgnizción imersonl El unto de debate es que la globalización y l trnsnacionalidd enen hoy día unas caracteríscas más varids, y que veces y r lguns ersonas (cd vez más), incuyen recismente e o de lugares donde se genera a resonancia cultural. Las comunidades que r ls ersonas son más reales y verdaderas quels donde s ersonas se conocen uns otrs rincial mene or medio de ls reaciones habituales cara a cara eran las que con más ecuencia se encontrabn dentro de as onteras de uns eniddes que odín conveirse en naciones y en comunidades imnds La eerienci concreta de las pmeras no topaba con ndes obstácuos ara nsarse en las antasías de las úlmas; de ahí que or ejemlo, «los camesinos [se coneran] en anceses» eber, 976) Ahra bien hy muhísimas reciones ene ersons y lugares que peden czr s oners. Aquí entrn en juego los círculos ínmos y ls equeños sistemas de redes; lo rsnacional no siempre se mue a an escl L erceción que enemos de estas relaciones es que no se ajustan exctmene ls ideas establecidas de la nación y en este sendo la nción as ser robablemente menos penetrane como idea e incuso menos comrmetida. El sentiiento de uns ronds ríces histórics uede sustituie or una vivencia igulmente intens de discontinuidad y de la ptura, como ocue en el cso del emiante trnsnacionl; a ateidd de momento omo en Balsall Heath y tntos otros ugres se oone ls dierencias to del sedimento de historia. Tamoco hay que dar or suuesto que la vriedad de vivencias ersones se reduzc a unos ocos csos Un de las características de l se ctul de globalización rece ser más bien la rolieración de distintos os de vínculos, que su vez ueden ser ansnacionaes nculos de rentesc, de amisd con coegas con socios roesiones y otros• Dentro de est vriedad, os vínculos nteriores 4
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He atado este punto en otra publicación (Hanne, 1992 a).
pueden compor un cieo do y un cieo po de rejuste sen rse menos personlmente implicdo en l nción y en cutur ncionl, un cmbio de ctud, en el sendo que uno y no puede dr todo esto por suuest ; y posiblemente se estblezc un distnci ndmentd en l críc A prr de estos criterios, l nción puede converrse en lgo más vcío de lo que er. Por o pe, estos vínculos exteriores, con tod su diveidd, no tienden ndirse en un ropuest únc y destcd que s como ltev l de nción Ls persons que están involucrds, no tods son «cosmools» en el mismo sendo; es prbble que mus ni siquier sen cosmoolits, se mire por donde se mire Tl como son ls coss, no odemos estr seguros de qué vculos fectn ni quién Pr lgunos uede ser un cuestin drmác y evidente; pr otros, en un mbiente rentemente mundno, ndie podrá detecr cómo les fect, slvo los que conozcn l hstori ersonl del indivduo y su red de relciones esonles Est globlizción que ene en l vid socil, es u globlizción opc Ls honds vivencis peoles y su disibución lo nho del mundo son en n pe cuesones ersonles CONLUSIÓN: T V NO HYA UN DEE, PERO Sf UN BIO
Ls cuss concrets de este reltivo debilitmiento de ls ncio nes que cbo de untr son bien notoris en ls zons de Europ Occidenl y de Noeméric que hn pcipdo más directmente e lo que Hobsbwm descbe como «l nuev estctur suprncionl» Es llí donde residen los cdémicos que úlmmente hn trt do cuesones relvs lo ncionl y donde es más probbe que l leuz de Mine despliegue sus ls Por otr pe, no es en ess zons donde los ncionlists ndn con nds, ejecutn «operciones de limpiez» y sltn plcios mismo empo que l glob lizción puede llevos replnter el concepto de nción prtir de un serie de csos, y quizá buscr indicios del deterioro de ls org nizciones y los símbolos, en otros csos vemos que as nciones y los ncionlismos están en uge Hbrí que tener en cuent ls circuns tncis que se dn en cd cso 5 • Véase, por ejemplo, lo que sosene Verde (1 99 1 pág. 433): las «eonomías restdas» del socalsmo h revtalzado la etncdad y el naonalismo en la Europa 5
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Incluso en Occidente, en ls zons de importnci decisiv y pr un n myorí de persons, l ide de nción connú vigente y ocup el mismo lugr que quizás h tenido desde hce lgunos siglos. Todví enelve práccmente tod l ctividd de l sociedd y oece un estructur de pensmiento pr pensr sobre el psdo y el turo. Sin embrgo, en medio de ests persons más comprometids con su nción y con unos ptrones que no siempre son tn clros, hy os persons d vez son más que tienen uns ivencis y uns conexiones más vrids. Puede que lguns quiern redenir l n ción y dr más imponci, por ejemplo, l turo que l psdo, un psdo en el no hn tenido e ni pe. El debte culturl puede sur r como resultdo de estos deseos y del oque que se produce ene éstos y ls deniciones estblecids. Hy otrs persons que están en l nción, ero no peenecen ell. Puede que sen los verdderos cosmopolits, o puede que su pís de origen se otro l debte se cenrí entonces en el exilio o en l nostl de l diáspor, o tl vez en oos tems. Otrs ersons nden tributo un tipo diferente de comunidd trnsncionl imnd; serí el cso de los okups, los detos nuevs sects, los seguidores de un estio juvenil deteindo. Y probblemente surrá l división e compromisos, mbieddes y resonncis en conicto. Con todo, ningún tipo de «cultura transncionl» sustituye l nción y su cultur. «No bsta con mnr l comunidd globl; primero tendrán que surr sociciones polícs nuevs y más mplis, y diferentes pos de comuniddes culturles», dice Smith ( 199 1 , pág. 1 60); y con ello se enent los que, según él, son propensos utilizr téinos relciondos con invención, consucción e imnción; «es prbble que se un movimiento por etps, inconexo y, en n pe, no plnicdo». Estoy de cuerdo con lo úlmo. Pero creo que es un proceso l proceso por etps, inconexo, menudo no plnicdo (pero veces plnicdo), pequeñ y an esc, mbs en diversos dos que y podemos ver y obser.
del Este postcomunista voreciendo cuaquier proga social que estabezca una a· ra delimitación entre os de dentro y os de fera, con o que se reducen as vaidades por os escasos recursos disponibes. 148
8.
Un Papa polaco entre los mayas: sobre comunidad y globalidad
Esb en Méid, l cpil del esdo de Yucán, p ve ls ias de Chién zá y de oos enclves ys. Peo esuló que hbía miles y iles de pesons que bién se diin a Méid p ve l ap, Su Sndd Jun Pblo 11, en l pie visia que un pesona e su ngo hcí Yucn. Pocos dís nes de l llegd de Su Sn tid hbí un oviieno febil p decen ls ds de los icios po donde ení que ps el ppóvil (pensndo en que os podeosos de l Te no deben ve ls iseis de los luges que isin); y en l plz Myo se vendían gos con l igen del Pp, l esilo de ls de béisbol noeeicano; ls únics gos vles en as que enín l gu de Miey Mouse, y llevbn odas las de pe e en esos dís pevios l llegd del Pap. El Pp vijó en vión de Jic Méid y desde llí posiguió ije en helicópeo hs l pequeñ ciudd de Izl donde hy un conveno de nciscnos consuido hce siglos sobe ls inas de n piáide y p ponunci su pie seón. No llegué l Pp. Miens l uchedube agudab en espe de su lle gd, yo b de sli de l ciudd de Méid; dds ls cicunsn is, eso suponí da un odeo p lleg l eopueo y ena po a pue de ás. Cundo los nopólogos piensn en Méid, no hy duda que iensn en oo conexo. Fue en Yucaán dond Rbe eld ela oó su idea del continuum lkubano, y Mérida a el exeo uba o de ese ntinuum. Méida epesenba heerogeneid, sculaiza ión, individulizción, desoganización. Es evidene que es co 149
posición respondía principalmente a una versión antropolóca de los conastes, vista con ojos de alguien de Chicago; de unos conastes que son tema habitual entre los estudiosos de lo social deld reco nocía que su opinión tenía anidades con el Geinsa y el GeseOa de Tnnies, y que también se asemejaba a otras fulaciones, como las de Maine, Morgan y Durkheim Pensando en la inminente llegada del Papa, lo que me llamó la atención en Mérida es que México e incuso la península de Yucatán contenían el continuum de deld, aunque Mérida tenía para él una mayor apeura, pues según sus obseaciones era la pionera en «adap fas nuevas y modeas procedentes de la civilización euroame ricana» (Redeld, 194 1 , pág 2 1). Ahora que el Papa viajaba en avión de aquí para allá, parecía como si el camino desde la ibu Tusik pasa ra por e pueblo de campesinos de Chan m, la ciudad de Dzitas, y atravesara Mérida para llegar hasta Roma, la ciudad etea y global Pero al mismo tiempo, la línea maestra del continuum flkurbano, si uno o había tomado tal como era, se había perdido por el camino 1 • Cuando los mayas se acercaron en masa al aeropueo, invadieron las calles de a ciudad y el convento como muesa de que el polaco Krl Wojtyla era su padre ¿No era esto una muesa del aspecto saado y colectivista que habríamos esperado enconar en el extremo flk del ntinuum?T vez deberíamos volver a elicar el Geinsa y el GeseOa bajo condiciones de gobalidad Es cieo que úlmamente la idea de comunidad y la de sociedad ya no son exactamente as que eran habituales en el pensamiento social en general Según vimos en el capítulo 4, ahora se cuesona a fn do la sión de «Sociedad» como concepto más absacto con las «so ciedades» en plural; y lo que resulta del análisis es que la deliitación de las «sociedades» como universos disntivos no es más que una ela boración de la naciónestado desde su posición dominante Incluso uno se pregunta si actualmente el concepto de sociedad no será un concepto obsoleto A mismo empo, cuando antes pensábamos en las «comunidades» las veíamos como más bien tanbles, pequeñas, como endades del cara a cara y situadas en el espacio de una mane ra no probemática; en cambio, ahora podemos «imanarlas», y ya hemos visto que una de las fas principales de «comunidad imanada» es precisamente la nación 1 L historia como conjunto ha recibido crícas; véase,
de Roseber (1 988, págs. 42627)
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por ejemplo, el comentario
hora se están describiendo algunos tipos nuevo de relación, y al gunas cualidades de las relaciones se redistribuyen en el espacio. En ste capítulo quiero hablar de lo último que se ha dio acerca de lo que crcterza las relaciones sociales de nuestros días, paiendo de o que sueren estas exposiciones en cuanto a la pae que la comunidad tiene en la globlidad y en cuanto a la adaptación del trabajo de los antropólogos a los estudios ansnacionales. «GEMEINSCH> Y «GESELCH>: L VEDADES LOBAES
Volvamos al Geinsca y al GeseOca veamos algunos estu dios recientes de socioloa, que en este contexto global podrímos idencar como medioatláncos. Me reer a la obra de Roland Ro beson, académico británico en la diáspora noeamericana, y a Craig Clhoun, un sociólogo americano que subraa las «relaciones sociales concrets» lo que hace sospehar que estuvo en el po de anopólogos de Mnhester, l menos durante sus primeros tiempos Robeson es uno de los que ha elaborado con más cuiddo atención lo que representa la globalización en el pensamiento ocial. Según Robeson (1 992, ág. 8), el concepto de globalización e referencia «tnto a la condensación del mundo como a la inteca ción de la concienci del mundo entendido como un todo». L globalizción no es un fenómeno nuevo, pero se ha acrecentado acelera do en el siglo X. Robeson habla de las opiniones de Talcott Parsons : la ideolo la teoría social modea responden en an medida a esa conomía que ha emerdo como un espacio relativamente autónomo de la vid que, en consecuenci, ha dado lugar a esa «an transación» Pendo de ests opiniones, beson dice que «es mu probable que, en los próximos años, las respuestas a la glbid establezcan el marco de la teoría, la doctrina y l ideoloa social, y de la políca cultural» Además, cree que a puede establecerse la distribución de muchs respuestas Actualmente el mundo puede ordenarse de acuerdo con cuatro imágenes o espacios principales: Gemeinsca Glb 1 y 2, y GeseOca Glb 1 y 2. Pero también hay subtipos. En el Geinsca Glb 1, el mundo está constituido por unas comunidades únicas y relativamente ceadas, y parece que lo que las dene es el plano nacional Se considera que estas comunidades gozan de un valor más o menos equivalente, o que algunas, en especial 151
a propia comunidad, tienen un vaor superior. Si pensamos que e gobización ón se Geinsca Geinscaf Glba Glba 1 es a soución idea, entonces a gobizaci verá como una amenaza y a respuesta será resistirse a gobaización. Para Robeson hay una serie de movimientos «ndmentais tas» que son buen ejempo de esta actitud, movimientos que atan de restabecer os principios orinaes y de coar de raíz cuaquier tipo de inuencia exterior. Gemeinscaf Gl Glb b 2 prsenta una comunidad goLa imagen de Gemeinsca ba que abarca todo e pneta. La idea de «a adea goba», en un sentido más o menos itera, encja aquí perfectamente. La especie humana como conjunto pasa a ser una unidad común que es a que resueve os probemas de gobaización. Pero hay unas versiones más débies y oas oas más ees de esta es ta unidad, que toeran más o menos me nos a puraidad intea. En e GeseOc Glba 1 a visión de orden mundi incuye as sociedads nacionaes bieas, con un intercmbio sociocutur considerabe ene eas. Ls reaciones entre as sociedades pueden ser más o menos equitativas; pero e probema principa que hy que aontar es e ordnmiento de estas reaciones, porque a existencia de sociedades nacionaes es una característic básica de a situación gob contemporánea. El eseOc Gwb 2 coneva a idea de organizción mundi, GeseOc Gwb 2 y panicada. Puede haber divrsos divrsos tipos de GeseOc más o menos cenaizados; pero todos sobrepasn a GeseOc G b 1 porque subrayan a impoancia que ene e mundo como sistema único y engobador. L primer que habría que decir con respecto a este esbozo de esquema de beson es que casi no n o ene impoancia que que una de estas imágenes de mundo pueda ser más «coecta» «coecta» que as oas. o as. L que impoa, en cambio, cambio, es que todas as coexistn coexistn en a visión visión que podamos tener de mundo t como es, o debiera ser, hoy día; no hay que ovidar que hay oas utopías que también inteienen. Ped que se nos muesen como ideooas difrnts qu compiten ntre eas; pero, hasta cieo punto, o más probabe es que encuenen encuen en su nio inteec tua en direntes contextos de a gobaización. Sgún beson ( 1 992, pág. 8 1 ), e movimient movimientoo pacis pacista ta y e movimient movimientoo en defensa defensa de a naturaeza de as úas décadas, rpresentn versiones descenaizadas de Gnsc Glb 2. Tambén sure que a Igesia catóica de ma es oa imagen de Gnsc Gnsc Gwb 2, y a describe como «un actor con una inuencia especia y efecva en e ámbito poíco y con acanc mundia, qe procama que a humanidad es o qu más e 15
mpo». Aendiendo lo neo, se podí dec que la visi del Pap Yucán puso de mnieso es culidd del Geins. Tmbién podímos deci que los difeenes enques cdémicos de l globlizción dependen de un un deemind deemind imgen imgen del mundo. mundo . Robeson suee, po ejemplo, que l eoí del sisem mundil de Immnuel Wllesein se jus l GeseUa Gwb 2, po sus ides acec de ls condicciones dinámics del mundo, que punn hc un odenmieno mejo y más elevdo. En ese sendo seí ineresne pegun pegunse se cuál es e s l imgen que los nopólogo nopólogoss ienen del mundo, implíci o veces veces elíci. Ceo que l espues no puede se únic, unque hy hbido un endenci dominne dune ln empo. Según Robeson ( 1 992, pág. 80), 80), l vesi vesión ón del Geins Gwbal 1 más pdi pdi de l l doc de l iguldd «se h eesdo en el sigo x vés del elvismo nopolóc nopolóco» o»;; y es vedd que l dición del esudio detlldo de ls elciones c c y l imponci de ls difeencis culules, enen ndes aniddes con l visión neior. Tl vez l endenci enden ci cul l que conside l globlizción desde el e l puno de vis de ls elciones ene «lo gobl y lo locl» y l que lab l vivildd ldd y l esisenci locl locl no se más que un vesión eis. Peo mbién es cieo que culmene culmene l l nopolo inesig inesig odos esos supuesos supu esos de un mne más diec y más dell que Geinsa a wbal wbal 1 hs ho• Si bien beson obse que el Geins del conllev un ineés especíco po los poblems de los sin eho», que hn de enense a l globlización, Aun Appdua ( 1 9 88, 88 , págs págs . 37 3 739), 3 9), en cmbio, pece pece plne plnel loo l ev evés és.. Dice que l l nopolo sosiene muchs veces que «los « los nivos no sólo son pesons que poceden de y peenecen un lug conceo, sino que demás esán en cieo modo encarces, o conndos, en ese lug. g. . . ¿ ómo es que los luges se hn conve conveid idoo en cáceles pa paaa los nvos?». Según Appdui, eso h ocuido pincplmene poque se hn exgedo exgedo ls difeencis difeencis y los specos cceíscos cceíscos de un lug, po ví de lgún sgo socioculul esencil. L lev incluye hce hincpé en l divesidd emáic en lo que se eee l eo, y, no menos, en de esblece compciones ene los dferenes lugaes y sus specos comunes no disintivos hgo referenc a Needh Needhm m ( 1 975 p p encona encona ls semejnzas que pued puedn n dse 2
Véase, por ejemplo, ejemplo, Toton (1 988), 988 ), Clifor Clifordd (1 ( 1 992), Gupta y Feuson (1992) y Paine (1992).
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entre esos lugares, todo lo cual peirá otras dimensiones de seme janzas y de contrastes. ede que este proama no ene de momento en ninguna de las cuao imágenes principales de Robeson. Sin embargo, en este senGnsa Glb 2 do cabe obsear obsear que para beson beson la veión del Gnsa que más se orienta hacia la diversidad, implica lo que podríamos llamar una visión «con donde las adiciones culturales son «un conjunto de variaciones variaciones dígenas sobre la condición de la humanidad y sus dikes circunstancias». Parece que puede haber algunas afnidades ene ene esta visión y el proama proama de Appadurai. Y es evidente que entre los anopólogos hay un mayor interés interés por la unidad de la l a humanidad, por reconocer las variaciones de los temas comunes, por la posibilidad de empaa, tal como vemos en los úlos comentarios crícos acerca de un concepto de cultura que subraya la delimitación y la dierencia un concepto que he tado en el capítulo 3. Qeda claro, pues, que el Geinsa Glb 2 desao des aolla lla su propia antropoloa. antropoloa. Con su tendencia tendenc ia hacia la pequeña esca y a veces con una veta un poco mánca, puede que la anopoloa sea muy propensa a alguna veión del Geinsa Aun cuando la teoa del sistema mundi de Waetein puede haber seido de abón pa algos abajos de etnoa, no por ello esos abajos han adoptado necesaamente la com Gesea Glb 2. Por o pae, prensón de la globalidad herente al Gesea las ide del Gesea Glb 1 una see de sociedades nacionales, con a ape ape y unos intercambios socioculturales socioculturales notables notables pu den prporcion una base muy adecuada a la anopoloa de lo ans nacional que empieza a desaollse (Éste es más o menos el punto de vista que ongo en el capítulo 7) Ésta ape y este intercbio son precisamente los que ahora descbos eoácamente, aunque no perdamos de vista que se insean en una mulplicidad nacional A pesar de lo dicho, algunos de estos trabajos se ocupan de lo que llamamos «comunidades transnacionales», con lo cual también hay una cierta preocupación por enconar algo que se parezca a un Gemeinsa que anide dentro del Gese Glb J, incluso si ha de ha cerse a an distancia; en cierto modo, y después de todo, dando la espalda al exterior ELCIONES DIRECTAS E INDIRECTAS
las cosas, es un poco complicado que el ámbito de la etnoaf transnacional y los materiales objeto de su estudio encajen exacta ent entee en l l clas clascac cación ión de de obe oberts rtson. on. Crai Craigg Calho Calhoun un (1 9 9 1 y 1 992), Aí
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y l que dce aceca de cua caeg caegía íass de relaces relac es scales sc ales,, uede ayudas a cua ues razae. La reguta básca es có des decar decar c ayr ayr claidad s s d relaces sciales que ce las escuras escuras sciales ceráeas, e esecal las elacies que se esablece a dsaca y que sbeasa las eras acales; y dlucdar có se vcua uas co oas. U de ls us de ada ada de Calhu C alhu s a vesó, vesó, ás recee, del Geins saber, la dsc ds có ó de Jürge HaGeinscGe cGeseU seUca caf: a saber, beas ee «sisea» y «e de vda». Calhu bsea que Haeas cceualza ess ds érs de a uy dsa. Desce el «e de vda» desde el u de visa del aee aeesc sc y de la cucacó deca; e cab, aa ssea uliza s és á absacs y ceécs, que ede a cul qu el stea s abié ua ceacó de la accó scal d ls seres humas. Calhu deede u ut de vsa ás cheee cuat a as elaces, elac es, u eé eéss r la a e que qu e «la accó accó de cada cada dvidu siuad e ed de u cju de blacó, ca, deede de edce la accó de las as ersas» (1992, ág. 206). S ebag, ecce que esa cceualzacó ha de tee e cuea que uas de ls reaces que davía hy deis «elaces ccreas» s actualee uy drectas, dee de ecads de a alcace, de orgazaces clejas y, es ae, de la ecla la acó. C resec a est úli, bsea que la ecía y a sca ede e de a exlcar o cabs eclócs dad ua maca desrrcada desrrcada a a duccó ducc ó de ecla ecl a y a ls ef e fecs que ésta ee sbre sb re a ma de ba; hay que cear esas excaces c u aás ás d de las lcaces de l que él llaa «as tecooas de as aescuas» (Calhu, 1992, ág. 208). ¿ qué de eees dría dría cosue cosue ua u a vsó más má s cusva de las relacoes e a scedad coteráea? Calhou arte de Charles Hol Cley y de su clásc ctrast ctrast reacoe ar arias ias y secudaras. Ese case es ás qu oa varabl del raras as establce vícuos ee Geinsc/GeseUc: las relacoe rar e esas cetas, cetas, las relacos secudaras secudaras solamete ee os aees esecícs que ueda deseeñar. Esta scó conúa ed e d bastat sicava, sicava, er co do sólo br as racoes drctas rctas las que hay reseca sca. Ese o d víco cada vez orgaza es a vda scal, «ya o s scas para la scedad, ed edda da e el el sedo sedo ás ás a ao» o» (Caho (Cahou, u, 1 992, ágs ágs.. 21 2 1 1 y 2 12). 155
D modo qu hmos d dstngur otros dos tpos d rlacons; dos tpos d rlacons ndrctas. L rlacons rlaco ns trcaras trcaras son aqullas n las qu ntnn la tcnoloa y/o y/o las ands organzacons d una manra absoluta. Sgún dc Calhoun, las vmos como rlaco ns n prsonas y, n prncpo, s posbl qu s convan n rlacons drctas, aunqu n la práctca s muy poco probabl qu ocua Escrbmos o llamamos a un dspacho ocal o a un banco para prsntar una quja, por jmplo, pro n gnral no prsonalza mos st po d rlacón. rlacón. Nusos contactos contactos con los polítcos s pro ducn cas xclusvamnt a avés d los mdos d comuncacón. Somos conscnts consc nts d qu hay hay una cadna d accons ntraccons qu vncula a los obrros qu prducn bns d consumo con las prsonas qu nalmnt los compran y los usan, aunqu aunqu sta cadna cadn a s d acurdo con los patrons mprsonals dl d l mrcado. En cambo, n las rlacons qu Calhoun llama cuataras, al mnos una d las pas no s conscnt d la xstnca d la rla cón. S trata trata ndamntalmnt d las rlacons qu s dan cuando una pa stá somtda a vlanca, más o mnos dscrta. (En est caso, Oll y Foucault son rfrncas rfrncas oblgadas.) obl gadas.) ntncón ntnc ón d un tléno s oo o o jmplo claro claro d rlacón rlacón cuatara; cuatara; pro d una manea más gnral, la tcnoloa náca n áca pt crar cr ar una an variead d arch archvos vos qu, a su vz, ptn pt n qu una d las paes pa es puda star al corrnt d las caractrístcas y d los actos d los más: datos el cnso, lstas d tatas d crédto, tc. (c. Lyon, 1994). Con stos cuat cuatro ro pos d rlacón quzá podamos podam os loar loar una ds crpcón crpcón más complta, y a la vz razonablmnt más sutl, sut l, dl pano rama socal contmporáno. Qzá la dea d «rlacons socales con crtas» nos pud parcr un poco chocant, ncluso una rmnscnca dl prmr nconalsmo structural. S dsmnumos un poco la xcsva carga ntlctual, st ntrés sstmátco por la a socal podría sr una viud d la antropoloa socal d vjo cuño qu tal vz quramos adoptar d nuvo, aunqu hay qu mjorarla para podr aontar los nuvos rtos d trabajo Parc qu hmos crcado sn dscanso las das poco práctcas dl Gnsca na pquña fábrca d dcón n sí msma. Sn mbargo, no parc qu avanc mos mucho n l dsaollo d los concptos dl d l GeseUca; s proba bl qu s dba n pa a qu todavía nos sntmos ncómodos con un vocabular vocabularo o coo l d Habrmas. Dspués d todo lo dcho, podmos ver qu las das dl Geinst s han apoyado d manra caractrístca n las rlacons prma as y n otras otras concpcons d la totaldad totaldad dl sr s r humano, mnas mnas 56
que el GeseUca, que pone el aceno en lo mpersonal, puede que con el empo se haya convedo en un compueso cada vez más d mnado de relacones secundaras, ercaras y cuaearas. El len guaje de las as socales, que pee más dferencacón, puede seos úl s queremos connuar ndagando en las dversas as de coexsenca que se dan enre el Geinsca y el GeseUca, y como se mbrcan unas en oras. Para lusrar lo aneror, voy a apunar oras rmas de ver cómo se organza la vda socal a ravés de esos dversos pos de relacón. Las esrucuras de smería o asmería que comporan son basane dferenes, en lo que se reere a escala y a dreccón Las relacones prmaras, obvamene, enden a la smería en ambos aspecos; la neraccón enre las personas se produce en el plano unoauno, y la comuncacón uye en ambas dreccones probablemene con gual efecvdad. Las relacones secundaras presenan una escala más asmérca La neraccón enre las personas se produce en ncón de los papeles que desempeñan, más deallados y especícos, y a menudo uno de ellos supone raar con gran número de personas que se negran en el oro papel; por ejemplo, maesro y alumnos, conducor de auobús y pasajeros, ec. Las asmerías aumenan en las relacones ecaras y cuaernaras, ya que un númeo relavamene escaso d acores, por lo general organzaioes o corporacones, esá conecado con un grandísmo número de acores ndvduales (o pequeños grupos), y suele ejercer un gra conrol sobre esas relacones. Pero parece que las relacones trcara y aeara deren en lo que respeca a la dreccón del ujo de nacón En las relacones ercaas hay un ujo domnane y connuo haca era, desde los acores cooravos que conrolan la suacón haca el públco respecvo, sobre odo a ravés de la ecnoloa de los medos de omuncacón. En cambo, en las relacones cuaeas, el públco puede no ser conscene del camno que sgue la nacón desde ese msmo públco haca el cenro domnane. Por supueso, puede que am bén se produzcan lo que podríamos llamar relacones múlples usando un érmno d la veja anropoloa soal. Las relacones ercara y cuaeara puede que de hecho se semejanes, ya que la nacón procedene de las relacones cuaearas se ulza para manejar los vínculos ercaros. A pesar de que podemos dsngur esos pos de relacón, ambén podemos ver que la vda socal compoa una varedad de cambos manados y reales enre las relacones prmara, secundara, er 157
cara y cuaeara. Un heo que odos reconocen es que a onera ene a reacón rma y a secundara es basane eeable orque en as dos se da a coresenca sca. Una reacón secundara uede renegocarse y asar a ser una relacón rimar. En una socedad comeja y móv, así es como a menudo se exrae e Geinsc de GeseUc (c. Hannerz, 1 980, ágs. 23 1 a 24 1 ). Aunque en un sendo menos roo, ambén odría decrse que en as relacones ercara y cuaeara se roducen unos cam bos smares o unos nenos de redencón. Cahoun (gua que oros comenasas), cuando oma a dea de as nacones como «co mundades manadas», obsea que uede haber muchísmos os de eas y que esas comundades enen una hsora larga y exensa. Los corregonaos y aquí odemos ensar de nuevo en a Iglesa caóca ueden manarse que son una comundad orque enen una conoaa concrea y acan en un rual. Sn embago (como exone Benedc Anderson), as ecnooas de os medos de comuncacón, emezando or la lera mresa, uede que hayan desemeñado un ael esecal a a hora de er que as ersonas uedan manarse a sí msmas como semejanes a (o dferenes de) oras, ya sea en e ano de género, de l encdad, de a edad o ncuso de as referencas de consumo; y eso con ndeendenca de cualqui elacón dreca. Aunque no co exuamen a Calhoun, vemos que el esar embacado en racones ercaras araleas es uno de los ndamenos ara magnarse o que uedan ser las reacones rmaras. Y ése s e jmpo máxmo de Gemeinscaf Gl b 2 de Rbeson. Las reacones cuaearas ambén enen ago que ver en esa cuesón. Menas en os unos cnraes se recoge y se gesona la nacón, a gene asa a quedar organzada en o que odríamos amar «ceneas manadas», a arr de unos res que comaen caracríscas. Por ejemo, e uso de a roaganda basura or coeo ee abordar a los membros d esas ceneas, uzando un enguaje ersuasvo que or o mnos nena mar a de as reacones rmaras. («Qerdo Ulf, eres e po de ersona que endría que suscrbrse a ...») Creo que odo eso nos ndca que hoy día las reacones rmara, scundara, ercara y cuaeaa no an más que un soo camo. No sóo chocan unas con oras reamne, sno que ambén se ferzan muuamene en a manacón socal. Y ueso que vamos a con tnuar hablando d «comundades», convene que no ovdemos n sa compejdad n sa nerreacón. 158
HACIENDO CULTURA NSNACION
Paemo a explorar de una manera má epecíca qué poibilida de tiene la antropoloa trannacional. Rcordemo primero la denición de cultura trannacional que propone Anthony D. Smith, ya citada en el capítulo 7 Smith preta atención, por ejemplo, a lo ar tículo para la maa que e venden má allá de la ontera la gorra de Mickey Moue en la Plaza Mayor de Mérida eran un buen ejempl y a la tecnología de la inrmación y de la teleco municacione. Si comparamo u imágene con la categoría de Calhoun, queda claro que Smith identca lo trannacional con la variedade indirecta de relación, epecialmente con lo vínculo ter ciario pero a vece también con la relacione cuatearia. A la vita de una concepcione tan extendida de lo trannacional, parece neceario penar un poco má en cómo e ditribuye lo trannacional por encima de lo divero po de relacione, y e impoante que reconozcamo que actualmente etá en toda ella. Si echamo una mirada al iglo X, no impreionará no ólo el creci miento de la relacione terciaria y cuatearia, ino también el an y exteno alcance de las relacione directa. «Comunidade transnacionale» no e una contradicción E una cueón de parenteco y de amitad, de búqueda del ocio, y de co munidade de emprea y de trabajo. Lo peronal, lo primao, la pe queña ecala no etán neceariamente connado en un epacio redu cido, y, del mimo modo, lo que e extiende obre lo continente tampoco tiene por qué er una cuetión de an ecala. Hay un punto impote y e lo que Calhoun llama «tecnoloa de la inaectura», como on la del tranpoe y la comunicacione, y que no ólo han ido eenciale para el deaollo de a relacio ne indecta. Han afectado también, y mucho, la conducta de la relacione primaria y ecundaa. Otra ecena en Mérida: una tarde, cuando me enconaba en una de a igleia de la ciudad, preencié la boda de do jóvene de indicuble apecto maya. Como uele ocurrir en la boda de cai todo el mundo, etaban lmando la ceremonia en vídeo3• En ete cao no podía aber cuánto duraba la película, pero una 3 Por pura casualidad, cuando hace unos años coordiné la edición de un libro so· bre culturas y medios de comunicación, me encontré con ejemplos etnogrfcos de bodas abadas en vídeo, tanto en Suecia como en Knia (Fos, 1990; Fuglesang, 1990); véase también Fuglesang ( 1 994, págs. 150 y ss) y Glick Schiller y otros (1 992, pág. 1 1)
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abacón c ésta seguamente ba desnada a esa tant el ep c el espac, paa saluda a ls que estaban lejs y tabén c ecued paa ls asstentes. Pe el víde, junt cn las fts, el teléfn, el y las caas pesnales al vej esl, n hay duda que fa pae de una cecente y vaiada tecnla al alcance de la cundad, y que está en cnexón cn una gaa de fas sbólcas vejas y nuevas. El us de esta tecnla nunca daá pas a la facón de uns eses vnculs pesnales, pe puede ayuda uch a que se antengan p enca de las andes dstancas• Ls els actuales pueden hace que las relacnes ndectas se cnvean en drectas. ¿des aa que cuand el Papa atezó ene ls ayas, una cundad manada se hz u pc ás real? En cualque cas, lo que ves aha es que hay un núe cecente de tnaas de cundades tansnacnales, de ssteas de tabajo por redes tansnacnales, de aupacnes de paentesc tansnaconales• En gran edda cntnúan atestguand el nteés que tene la antpla po las elacnes paas, p alg que se apxa al Gemeinsc. Pe la hsta que se dspnen a cntans es la de unas pesnas que de una anea cntnuada están cpetdas cn dos lugaes, s es que n sn ás. La épca en que la eiación plcaba la dsnucón y nalente la pédda de ls vnculs cn el lugar de gen ha pasado ya a la hsta; aha, en cai s hablar de «ccutos mats tansnacnales», en el cas de ls excans en Calfa (Rouse, 1 992, pág. 45), de «acnes yy», en el cas de os brasleñs en Nueva Yk (Magls, 1 994, pág. 263). Las cnsecuencas de esta extensón de la cundad en el espac, ás allá de las nteas, sn en an pae de tp páctc. Una anja la pc vable la sbevv acas al dne que le andan desde ea a ls ahrs de ls qu vuelven a casa; ls eantes nstalan pequeñs negcs, tant cuand esan c cuand tdavía están ea; cm la gente ea en see, ls e
4 Por ejempo, Margois y sus comentarios sobre as costumbres teefónicas de os brasieños en Nueva York: •e 95 por 100 de los inmiantes que me sirvieron de mues· tra amaban por teéno a Brasi habituamente De hecho, gastaban una suma considerabe en llamada de ara distancia; a mayora, entre 85 y 150 dóares a mes, aunque agunos reconocían (con ciea timidez) que a ctura mensua de teéno ascen día a 2 dóares o más». 5 En cuanto a esta tendencia y una apreciación impoante de a misma, véase Basch y otros (1994).
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aes suele ecase c caras laes cad llega a des y esas pesas les ayuda a salase. Esas eaas v ecad pc a pc su a, o as, y aalla p ls pleas que plaea l que Gege Marcus y Mhael Fshe (1986, págs. 91 y ss) llaa «el cap de abaj ulilcal». E vez de hala de las csas que ya se ha csegud, y c asae éx, e gusaía hace aha alguas seaces aceca de s pleas y psldades. Es aual que a ls apólgs les pecupen e ce d las cueses de fala y de paeesc, y la ecdad, clus cuad das ellas se aslada a u cex asacal. Es quee deci que ás e pasas p al s pos de elaces decas; y, l que es es pae, el heh de que a pae del aaj cepáe se la glalzacó plca la glbalzacó del aaj. Es, al es ncalee, puede plca sbe d elaces secudaras; per aé hes de ee e cuea que ésas s susceples de cvese e elaces paas. E la e dda e que exse ua apla del aaj, aé cae que ése se elva asacal U ejepl es el esud que hace Gase (1994) se la eaa de la vda cuaa e Apple Cpue, asada e ls esuds de cap realzads e la cenal de Sl Valley y e las cas de París y de Escl. Cre que hay u he que aé eece ay aecó eáca (el esud de Gase es u ejepl) y es que ds ls tps de elaces rasacnales, ya sean paras, secudaras, tercaas cuaeaas, pe sus propas as culuales. Pr lo que especa a las cudades asacales, l qe acabo de decr apua haca u aálss ás pecs del pces cltural a peqeña escala que ee luga e ellas. Ua de s cas pefeidas es de Pee Bege y Hased Kellner (1964, pág. 24), quees aa que ua scla del cocmen ee que eesarse abé pr la csocla de «ls ms pequeñs alleres dde ls dvdus ctúan rabajado asduaee» e la csccó y aeeo de la realdad scal. Las cudades asacnales, y ens las mlas ransacales, s pecsaee esos «pequeñs talleres». Cre qe pdes da pr sead que aquí hay una negoaón de sgcads, valres y ras sólcas bastante ontna; es nlye ta las cluas del lugar aer cmo las el nevo, a la vez qe la experenca tesa de la dscnndad y de la pra vvda por ls eates. Y que a esa negcacó le afeta lo qe plca el es 161
pacio microcra, en e senido qe os paricipanes peden asociar mentamene esos siicados, valores y rmas simbóicas cn nos individos, nos aconecimienos y nos escenarios deeina dos 6. Pede qe sea na negociación enre os qe emiaron y ls qe se qedaron, enre veeranos y recién egados, enre marids y mjeres, enre padres e hijos. Cando na persona qerida resa ser «Oro», peden prodcirse choqes especiamene dramáicos; pero ambién es posibe qe, por mediación de as relaciones primarias, no esé dispeso a acepar, e incso a aabar, más qe a rechazar o qe para é es exraño 7• Pede qe por o menos agnos siicados y rmas siicaivas de a vida ransnacional prodzcan n hndo impaco en e corazón y en a mene de as personas, si os siamos en as reaciones cara a cara de la vida ransnacional, o incuso si se ransmiten por medio de amadas eefónicas, casees, vídeos miiares y regaos. Por úimo, qiero defender e senido de aperura en relación cn as nidades de anáisis que hayamos eledo para nesr rabaj. Decía anes qe os aopólgs son prpenss a enconrr e Gnsc denro de GsUcaf, qizá porqe buscan pos más o enos encapsados, o senciamene porqe hace na eoaa de na maner qe mira hacia denro, sea ca sea el po qe raen. Sin embrgo, no tenemos qe ovidar qe os diversos ipos de relación oce de manera paraea, en cadenas heerogéneas y qe se inyen muamene. Expondré dos ejempos breves sacados de escrios recienes. Uno de eos hace referencia a n ipo concreo de mix de reaciones direcas e indirectas, qe iene n pape impoae en a vida de mas pobaciones miaorias, en esa siuación del GesUcaf Glb 1 de as sociedades nacionaes reaivaene abieas. calidad de abieas es desde ego reava. Los aparaos esaaes odavía reg an e paso por as neras, de modo qe os emianes se ven en eos en reaciones erciarias y caearias qe son de impoancia ccia; nas reaciones qe se consyen cramene desde ambos ados, y qe, por speso, impican na «cienea imanada» a como a han constido os esamenos ociaes. ea simbólica de a «aea verde» aericana es n ejempo de o qe ocrre en esa
6 Véase Wulf(988, págs. 21 y ss.) y Hanne (1992 b, págs 76 y ss.) en cuanto a la noción de las microculturas 7 Véase Plotnicov (1 962) para una discusión inici que apunta a estas posibilidades 162
zna ineedia• Garrisn y Weiss ( 1 987) han he un esudi acer ca de có se anejan y anibran as redes de iias dinica nas ransnacinales cn a píica de iniación de Esads Unids Ese esudi uesa cn cie deae có as relacines indirecas afecan e cpaien de las reacines priarias, an en cada un de s ds países c enre es Y pr supues, cuand esas anibras ienen éxi, siica que e cnr de esad sbre as re acines indirecas ha quedad neuaizad en cie senid y hasa cie pun Una de as csas srendenes que e esudi ns descubre es que s iebrs de p faiiar adien pr ens nueve ane ras de czar a nera, lega iegaene Siee de elas resuan ra znabeene acepabes, y hay ds que n; una, a parecer, pr e riesg que cpa, y a ra pr e chque cn a raiad iner persnal En e vcabuari de s eianes hay una escripción abreviada para cada una de eas Ta vez para a anrpooa ransna cina es es la cnrapaida de a riqueza del vcabuari que se supne ienen s esquies para describir s disins ips e nieve E r ejep se reere a pape que juegan s edis e cu nicación en as cnexines ransnacinaes En e trren acadéic, s esudis sbre edis e cunicación y os sudis sbre i acines ienden a ncionar c caps separas Sin ebarg, en a vida rea se dan la an, pr n decir que se enreazan cni nuaene Cjas, pr ejep un ea scinane de Appaduri (199 1 , págs 198 y ss): dice que s uss gbaizadres de as ecno as de s edis de cunicación pueden haber cabiad e qui ibri ene la experiencia vivida y a ianación T e und, en casi das pares, es ahra ás cnsciene que nunca de que hay mu chas vidas psibes; a fantasía se ha cnverid en una prácica socia de prier rden Sin ebarg la gene puede dejarse guiar pr sa n asía de aneras diferenes. Pr ejep, pueden seguir que icen s edis e cunicación y eiar ueg a una posibe via que éss es hayan descrit• Per una vez se ha hech e cambi, que un ha abandnad se cnviee a su vez en ra via posib Appa 8
Para un esudio anopolóco de relevancia, véase Colen 1990); ambién hay que ener en cuea a Maois 994, págs. 21 y ss.) y su exensa exposición acerca de los brasileños y sus fas de entrar e Esados Unidos. 9 Véase, por ejempo, Wu ( 992) cuado haba de los jóvenes suecos que, a avés de os medios de comuicación, se miliarizan con la vida de Nueva York anes de esar sicaene alí.
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ra (1991, pág. 193) obsea qe los ferentes pos e relacón se enmarañan entre sí cano comenta qe en el caso de los emantes «a estertoralzacón crea nevos mercados para las empresas cnematoácas, paa os empresaros y las agencas de vajes, y todos elos se enrqecen a costa e a necesda qe enen los puelos recoocaos e mantener contacto con s país e orgen». Tabén aquí las relacones secndaras, gal qe las tercaras, rdean y se nlan en as conaes transnaconales 10• La antropoloa cásca, en s época, pede qe connaa a las personas en detenaos gares. Lo últo qe qusera adr es qe s a los natvos en ceo odo se les puede ejar sueltos en la antropoloa asnaconal, los anopólogos deberan estar al tato y o dejarse atrapar por completo dento de las counidades
Volviendo a Magolis y su estudio sobe los basileños de Nueva Yok (1994,
pág 3), obsea que Gobeado Valadaes, una ciudad con una laa hista de e ación, está «satuada de infación aceca de los desplaientos a Estados Unidos, de lo que representa la vida en ese país, y de la opoundades que tienen los eanes»; y además, la ciudad está «inundada de agencias de viajes».
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9.
Cosmopolitas y locales en la cultura mundial1
En la actualidad existe una cultura mundial, pero convene que se pamos lo que siica: no una repeción de lo unife, sino una organización de la diversidad, una creciente interconexión entre diversas culturas locales, a la vez que un desaollo de las culturas que no 1
Este capít se pcó pr prera vez e 1990, e ve etad pr Featherste. C e r se pdía cazar ch ás cete qe a ayoría de pcaces dde rs capíts aparecer pr pera vez, haía pesado cr aqí. Per agns ectres qe se han encontrad este aíc set, cons dera qe represeta eqe cpet de a glazacón, csa qe desde eg es ( pr es o es a vsó qe es cree haer vst. Pr est me ha pare cd qe pede ser ú star e e ctext de s restates capíts Para per ejep, Be 1 994 págs. 291 y ss.) tiza c cntraste entre as terías geerazadas qe descre « ga• c estrat separad y stado eca de as aces caes aterres, y tra «íea de nvesgacón ás sst cada• segú a ca a glazacó raaja de de át de nas acoes scaes y ctraes ás aigas. E pó de Be, y eca, jt c thy D Sth, e prer p. Esper qe a dfereca etre pt de vsta y e de Sth haya qedad sceteete caa e e capít 7 de este ro, una dfereca cya prera veó se pcó ch ates qe e r de Be. E tr et, Be hace refereca a r (Kg, 1991) e e qe aparece aíc í sbre e es zaje y s teas es tratads e tés y parecds a s de capít 6 (Ha e, 1991 ). Td est sere qe é tedría qe tar e cnsderacó a es a de as pcaces dde eg pt de vsta y dferete de qe me adj dca c tata cdad. Per recnzc qe hay a teratra my exesa y qe pe de ser dc estar ttaete a día. (E ra pae de r cta chas veces a ta Ahy Taah, qe parece sgerr qe e cesta dstgur etre Appah y Ta a.)
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stán ancladas n n trritorio concrto. Las prsoas pd rlacionars d manras difrnts con sta divrsidad itrcoctada. Por so hay prsonas cosmopolitas y hay prsoas locals. La difrncia ntr lo cosmopolita y lo local tró l vocabulario d la socioloa a artir d n studio q Rob Mon (1957, pág. 387 y ss.) llvó a cabo drat la Sgnda Ga Mndial, acrca d los «modlos d icia» n na cidad pqña d la csta st d Estados Unidos. Por aqllos días (y dsd lgo n aqlla cidad), casi l único contxto dod podía sitars sta difrncia ra n l cotxto nacional. Los cosmopolitas d la cidad ran los q pnsaban y vivía s vida dntro d la strctra d la nación más qu do d la strctra d la localidad. La scala d la stctura clt ral y social s ha aadado dsd ntocs, d mra qu lo q ra cosmopolita a pricipios d los años carta ha pasado a sr a rma modrada d localismo n nstros días. «La intación intacioal s lo q actalmnt dtrmina la nivrsalidad, mintras q la cltra nacional ti n air provinciano», s rib l húngaro Gorg Konrad n s libro A (1984, pág. 209). No trataré aqí los modlos d incia, i tampoco hablé mu d las prsonas locals. Lo q sigu a continación s ms bi a xploración dl cosmopolitismo como prspctiva, como s tado d imo o dsd n pnto d vista más orintado hacia los proce culturals como modo d manjar los siicados. Ca do hable d la opinión d los locals, lo haré principalmt para stablcr cotrasts. El objtivo q prsigo no s llgar a na dnición dl vrdadro cosmopolita, anq tambié pda tr mi opi nión al rspcto, sino dstacar algnas d las cosccias q d ahí s drivan• 2
Robbins (1993, págs 18 8 y ss), que quiere capturar la paabra cosmopoita» paa otros usos, suere (en sus crícas a este capítuo cuando se pubicó por primera vez) que mi aumentación acepta de una manera excesivamente gar os pivieos de los cosmopoitas», y a describe como un uso veonzoso de la nueva cultura globa para reinventa o relema a os inteectuales libremente oscilantes' de Mannheim» Es cieo que mi descripción de cosmopolitismo se centra en una postura estéca También destaco que esta postura es un poco un lujo y que uno puede ceder fácimente ante ella desde posiciones más bien privieadas; véase también e apaado «Disutando de la diversidad» en e capítulo 5. Por otra pae, me preocupa muchísio «acep tar» (de la manera que sea) o «etimar» e privieo desde el punto de vista poíco Cuando obbins escribe sobre el cosmopoitismo, persigue unos objetivos diferentes de los mos, y en ese contexto sería injusto achacarle una fata de sentido del humor; pero me parec que no ha sabido captar e tono irónico y juguetón que tiene mi rea 166
L PERSPEA COSMOPOA: OENTACIÓN Y COMPETENC
Es ecuene uilza la palaba «cosopola» paa describ poco ás o enos a cualque pesona que se ueve po el undo. Es dale un sendo uy vago a la palaba, poque algunas pesonas paecen ás cosopolas que oas, y oas, en cabo, no lo paecen en absoluo Tengo delane un ecoe del ntational H Trbune, del 16 de ocue de 1985, que habla de viajes y de coeco (líco uas veces) ene Lagos y Londes El aículo ca nfacón decta de los assenes de vuelo; ésos aseguan que las ujees que enen paadas en los ecados de Lagos se ebacan en los elos a Londes vesdas con úncas uy holgadas, lo que les pee llevar pescado seco aado en los uslos y en los bazos Se supone que venden el pescado seco a sus copaioas de Londes A la ela, ulzan el so ssea paa lleva vaias de pescado congelado, lehe en polvo y opa de bebé, aículos de ua deanda en Lago. Paa los nigeanos, Londes es el paaíso del consudo (o del needa io) Ceca del uno po cieno de los pasajeos qe elan a ndes llevan exceso de equpaje, y lo so ocue con ceca del ea po ceno de los que vaja en sendo conaio s eso cosopoliso? Opno que no; en un sendo ás e ico, deeía ncooa una ayo coplcdad con la plualdad de culuas en conase y hacelo a u manea hasa eo puno Y cuan t de spita, un retrat que en i opinión tiene uy poo que ver con la letiaión L idea de spitiso que Robbins preere es «a combinación provoca tivente ipura pero irreductible entre un cieo privileo en casa, que a pe de ese sentid de peenecer reaente a ugares institucionaes, y una extensión, no ens rea pero uho ens coún (y, pr tant, enoeente deseabe), de los prinipis deoráticos y antiiperialistas de era» Soy onsiente que «cosmopolita» y «csplitiso» est entre ese p de paabras que se van a utilizar, con mayor o enr acance, en diferentes sentidos y con objevos diferentes; pero al menos en mi caso, pienso que e ciño bastante uso ordinario y a las deniciones del diccionao taes oo «con un arcado interés por, failiaridad on, o conociiento de y apre i por uhos lugares de undo», o persona «on uho mundo y don de gentes, c resultad de la vida urbana y de ls uchos viajes», o «un clia de opinión que se distingue por la carencia de delidades nacionaes de estrechas miras, o de prejuicios provincianos, y por la disposición a adopar [elementos] de oos países y reones para eaborar sus patrones cuurales o asticos» ( Webst's 7ird Ne naonal Dicona e Engsh Lan, ediión copleta, 1981) En uanto a los intelectuales libreen· te siantes' de Mannhei, he tratado este tea en otra publicación (Hanne 1992, pá. 145146)
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ta má, mjor l omopolta dal dbría r n zoo ant q n rzo3• Lo omrat y onrabandsa d Lago ando viajan d ompras, a dra pnas sobrepasan lo hornes d la la rbana d Ngra, al omo hoy día. L vaas d psado y las ropas d bbé as no alean la sua d scado, svo de na anra my maral. Para ells, l p d rlacón y omplicdad con n mndo s plo cacesc de la vida acal s en an edda omo l qe acabo de ener; se aa bscne de asar ls prods q vienen de lejs en na cla ndenen lc. Un osopolso genn es, n prr lgar, na renacón, na vlnad de copees on l Oro. Cpa na acud inel y séca aba a las xprincas culures dvegenes, na búsqda d cases ane qe de ndad. Filizs on s clas es cnverrse n n cona, es ve esas clras omo ean bras de a. A ms epo, n bsane, el csmopolso pede ser na són de penca, de na copnca genralizada y a la vz de n ipo s espialzad. Hay ro aspo: la pedspsón, la habldad pesonal para abrse cno n ora ltras, eschando, bsedo, iyndo y eexdo. Y lego la opena lu n sndo sic na hadad daollada pa anplar de na manra ms enos eea n tma dnado d scado. A eesar por l Oro, l comopolso pasa a e na csón veles y vadad. Lo omopolias peden se acinads ads de eo, y a mndo on las dos osas en dfrenes mnos de vda4• Pro la volntad d inrsar y opotes on l Oro y l intré pr llgar a r copeen n oas clas q nalmn l on ajna, no rmn a ora rexons obe la prona. El omopolmo n a v na va d naciimo; l r omopolia onry n n pao dond la ltra r jan na en oras co n n pjo. La ompnia on rpo a la lras ajna ompoa n ntdo d domno y asría, omo n apo d la prona. Un tn mayor omprnón y onomno, paa a onrolar d algún modo otro antos dl mndo. Sn mbargo, hay na nraión oa y aparntmnte padója nr la masría y la rndón. 3
Sobre los eizos y los zoos, éase Beln (1 978) y el capítulo 10 de este libro 4 No hay que olida que el dlnte es •ua persona que se deleita»; alguien cuya curiosidad le lleva a unos conocimientos más allá de lo habitual, aunque, al estilo del caballero elegane, evia converirse en un especialista (cf Lynes, 1966). 168
En un cieo po de cosmopoliismo, el individo toma de otas ul tuas solamene lo que le conviene. A lago plazo, es pobable qe el cosmopolia consya de ese modo su popia pespecva, única y pesonal, a pa de una colección popia de expeiencias. Esta selecividad ambién puede opea a coo plazo en siuaciones individua les. Hay oo ipo de cosmopolismo: el que no esablece difeencias ene los elemenos conceos de la cultua ajena paa admii algunos en su epeoio pcula y eaza oos; no negocia con la oa cul ua sino que la acepa como un odo con el que pacta. Peo tamién esa endición a pae del senido de maesía y dominio. Esa endición ane la culua ajena implica una auonomía pesonal con especto a la popia culua de oigen. Es obvio que uno es compeen e en su ppia culua, peo puede ele desvinculase de ella. Uno posee su popia culua, peo su culua no le posee. El cosmopolitismo se elve poeico. Algunos comeían cucaa as paa demosalo, a oos les basa con come caacoles. En cu quie caso, el punto básico es que cuanto más clao sea el contrase en e la culua ajena y la culua de oigen, más evulsivos paeceán los elemenos de la ajena al menos una pe de ellos visos con los ojos de la de oigen, y la endición ea seá más nooamene una a de maesía en casa. Con odo, esta endición es solamene condicional. El coopo lita puede adoptar una cultua, peo no se somee a ella. Sae en odo momeno dónde esá la pueta de alida. VAREDES DE MOLDAD
Los cosmopolias suelen se pesonas independientes sin muas obligaciones, que se mueven po el mundo. Se mueven ene divesas culuas, peo al menos una de ellas es pobablemente de tipo terito rial, es deci, una cultua que abaca el ciclo de la vida cotidiana en una comunidad. Pede que la cultua del cosmopolita se componga únicamene de expeiencias vividas en difeenes cltuas de este po, dado que su bioaa incluye esancias de divesa duación en difen tes lugaes. Pe puede qe también se mueva en na cultua y po siblemene, aunque no habiualmente, en más de una del oo tipo, el po de culua que enconamos en las edes tansnacionales más que en un teitorio. El cecimiento y la polifeación de estas cultuas y edes sociales en la época actual es lo que ealmente genea ahoa más cosmopolias que nunca. 169
Pero e hecho de vajar no es sucente para que uno se convea en cosmopota, y no hay Ue conndr a éste con otros pos de vajeros. Los urstas, os exados y os expatrados ¿son cosmopolas?; y cuando no o son, ¿por qué no? En El tursta una novea de Anne Tyer, de a que se ha hecho una peícua el protagonsta se gana a vda proporconando una prosón de lbros de vaje a los antcosmopotas, unas pesonas (a mayoría en vajes de negocos) que preferrían no tener que movese de casa. Son guías de vaje para americanos que queren saber os restaurantes de Toko donde hay Sweet'n'Low, el hote de Madd que tene cochones exaandes y s hay un Taco Bel en Cudad de Méco. Paul Theroux (1 986, pág. 1 33) otro escrtor contempoáneo que se dedca contnuamente a temas de vajes y de experencas cosmopoltas, comenta que mua gente vaja paa enconrar y dsutar o que no ene en casa, como s era un vaor añaddo, un «pus doméstco» a España por e sol, a la Inda por los criados, a Áca po os elefanes y os eones. Y para agunos, por supuesto, ese «plus» de os vajes se ca en más y mejoes negocos. Aquí no hay un actud gene de apeura haca una dversdad de eerencas en ceo modo mpesbes; as ventajas de a movldad están estrictamente eamenas. Estos vajes no son para cosmopoltas y sen muy poco paa c cosmopotas. El usmo de nuestos días es cas sempre de este tpo. gene hace estos vajes excusvamene para poder r a otro so, de modo que e cosmopoltsmo qe podría encontrarse estaa relaconado con as cuturas de base terrtora y sus combnacones. Pero a menudo este vaor añaddo no tene nada que ver con os sstemas de scado ajenos, y en cambo sí tene mucho que ver con elemenos de a naturaleza, payas espénddas por ejempo. Con todo, no es este e únco motvo que tenen os cosmopotas para aboecer a los tustas, y detestan sobre todo que es tomen por turstas. Lo que sueen desear los cosmopoltas es a nmersón en otras culturas, o en cuaqur caso tener lbead para hacero. Qeen pacpar, o al menos no queren que se es pueda dencar demasado fácmente en medo de una aglomeracón de pacpantes, es dec, de pesonas ocales. Qeren tener a posbdad de escabulrse enre bastdores antes de verse connados en prmera a. Los tustas no partcpan; e tursmo es en an medda una actvdad de espectadores. Se da por supuesto que os turstas son ncompetentes, ncuso cuando están nteresados en pacpar y en este sendo tenen una 70
rientación csmplita. Es muy prbable que sean un estorbo. Ls lcales y ls csmplitas ls disnguen a kilómeos de distancia. Ls lcles lcle s desallan de sallan unas as pacuares de manejar a ls turisturistas, de mantenerls a distancia; n ls expltan necesariamente, per tampc ls admiten en el ámbit de la eciprcidad local. Y debido a que e csmplitism es una manera de ser y de hacer indenida, en cnnu equilibri precai sobre el de la cmpetencia, ls csmplitas cen el riesg de que ls lugareñs les tmen pr turisas, un mte que s lcales aplican de una manera cada ez más tinaria debid a su experiencia. Est pdría ear a perde mus placeres del csmpism, además de ser una amenaza para el send de sí mism que el csmplita ene ene cm t El exiiad, que pasa diectamente de una cultura territrial territrial a a, a, tampc suele ser un edader csmplita en el sentid que aquí cmentams, cmentams , prque ie una cultua, cultua, lejs de su s u país de rigen, que le ha sid impuesta. impuesta. ida en otr otr país puede tener el alr alr añadid añadid de segudad de libead, per n es cm esta en casa. cultua extanje extanjeaa le dea, pe el e l exiliad n se s e sumerge en ela. A veces veces las impefeccines que tiene cm csmplita pueden ser el pl puest de las del tuista: puede que cnstruya u cmpetencia de mla gana, per n la disuta. Edwd Said sstiene que e exiiad es ua sua incuable, un estad de ida discntinu, una ead de cels Como posee muy pocas cosas, se afea a lo que ene y lo deende aesivamente. Lo que uno logra en el exilo es precisamente lo que no quiere comparr; y azar las líneas que delimitan el entoo propio y e de los compatiotas, srgen los asectos enos atracvos de los exiliados: un sentido exagerado de la solidaridad de grupo y también una hostiidad ribunda contra los ajenos al upo, incluso contra los que de hecho vven na situación igamente dcl (Said 1984 ág 51)
La mayría de intelectuales anceses que huyern a Nuea York durante la Segund Se gundaa Guea Mundial, Mundi al, tal cm ls ls describen descri ben Rutko Rutko y Sct (1 ( 1 9 83), 83 ), eran exiliads exiliads de este p. Su Nuea Nuea Yk, cn su prpia academia y su ppia reu, era el santuari dnde defendían la idea de que Fancia y la ciilización eran téins práccamente sinóni ms. ms . N bstante, alguns al guns apre aprear arn n la punidad punid ad y elra elrarn rn la ciudad ciudad cn tds sus su s sentids. sentid s. Caude Caude Léi LéiStrauss, Strauss, en unas mem mem 171
rias caivadoras (1985, pág 2�8 y ss), describe s Neva Yor la de los aicarios, ades almacees, barrios éicos, mseos de odo tipo, desde los de ae hasa los de hisoria aral, y a represea· ció de ópera chia bajo el pmer arco del pee de Brokly De modo qe de cado e cado los exiliados pede ser cos mopolias; mopol ias; pero la mayoría mayoría o lo so mayoría mayoría de raba rabaja jadores dores emi· aes ampoco o so. Para ellos, el heho de mararse de su país represea e odo caso mayores iesos; a medo el coaco co ora clt cltra ra o es beecio adicioal, sio cose ecesao qe hay qe qe meer lo más bajo posible Tambié e ese caso, los compaiotas, e cyo c yo círclo o qe· da eceado, so los qe ayda a crear hogar qe ssiya qe se ha dejado arás. El cocepto de expariado es el qe podemos asociar mejor co el de cosmopolita Los expariados (o ex expatriados) so persoas qe ha decidido vivir era de s país drae iempo y, ca do está n oro país, sabe qe pede volver a casa cado qie ra No todos los expariados so ejemplos viviees de cosmopoliismo; los coloiales ambié era expariados, pero la mayoría deesaba «volverse naivos» Pero esas persoas pede permiirse ea eperiecias y o iee qe mateerse aleras para o per· der el ido ido de a ideidad valorada valorada e mo pero ameazada ame azada y desaigada desaigada A mendo pesamos qe esas persoas tiee sus propios medios (aqe sea modestos), qe la acid abiera a evas eperiecias es para ellas a vocació, o qe pede hacer s rabajo rabajo ms o meos dode do de les le s plazca; plazca ; al vez los escriores escri ores y pi· tores que vivía París ere las dos gerras so los arqueipos de esas persoas No obsate, el expariado coemporeo es my probable probable qe perteezca a alga alga orgaizació orgaizació o empresa empre sa;; de d e modo qe volvemos a las clras rasacioales, y a las redes de orgai zacioes y a las las isicioes isic ioes qe so las qe les proporcioa la es· ctra ctra social social s CULTURS NSNACIONS DE HOY
El hisoriador James James Field Field ( 1 971 97 1 ) ha exami examiad adoo el desarro des arrollo llo de la cestió e periodo largo de iempo y a s esdio es dio le ha peso el sigiete ílo ílo:: «Trasacioalismo y la eva rib rib»» Pero Pero se pede ideticar as as caas ribs, porqe las persoas qe iea esas tribs frma cojtos disios de relacioes sociales y porqe los
ceids especializads de esas cras son e mchos ipos La clras asaciaes de hy see ser cras reacionada con a acidad labral labral más mes bien b ien denida de nida (y a medo vinladas a mercads de abaj asaciales) George Knrad desaca la cura rasacial de ls ieecaes: L inación global uye por uchos canales técnicos e ns titucones a diferentes niveles pero en todos los niveles los que ás saben unos de otros allende las onteras onteras son los intelectuales intelectuales:: antienen contacto unos con otros y se sienten aliados unos de otros Podríaos describir a los intelectuales transnacionales coo aquellos que están en su propio eleento tanto en la cultura de otros pueblos oo en la suya propia. Están al día de lo qu ocu e en otros lugares Tienen unos ínculos especiaes cn los países donde han vivido, tienen aigos por todo el undo, s plantan al otro lado del océano para discutir un tea con sus lgas; cogen el avión para visitarse unos a otros con la isa cildad que sus equivalentes de hace doscientos años iban a caballo hasta la ciudad más próxa pa intercabiar ideas
(Konra (Konrad, d, 1 984, págs. 208-209)
Pe abié abié exise exise as clras asaciaes de s bócraas bócraas,, s plícs y ls hbres de egcis, las de s periodis y ls diplc pl cs,s, y pbablee pbableeee oas (véase, (véase, pr ejemp, ejem p, Saa Saa 1 976). Qz la úca culra asaia decive es a de a realeza herdiaa Esas cluras se ciee en asaciaes a medida e ls idiids que las e hace viajes rápidos desde s casa de reerecia a uhs lgares diferees viajes de pocas horas o días drae la seaa, as semaas sem aas aí y oas aá a o lar lar de añ y a medda e aslad aslada a s casa base a gar para perido más plgad Ddeiera e vaya, cce a oos cn s e se esablecerá a ieracció ieracció a par de s éis éi s comes, de onj de ccimies y piioes piioe s especiaizads especiaizads e odos cmparcmpare c iembrs de clecv Debid a as cras rasacion rasacionaes, aes, cada cada vz hay más persoas e ie e más de a clra A argo de a hisoria de os seres has, e mvimie direco er cras erriorias se ser mer accidee, icidee iesperado iesperado;; si no es a expr expreesió de absla idisicrasia persoa, eonces e resado de a guerra, ua rebeió a represió poítica, e n desasre ecóc 173
Per as cras ransnac naes y as errales se enreazan nas cn ras de múes maneras. Agnas cras ransnacnaes se manenen más aaadas de as ráccas lcales qe as; r ejem, a de a dmaca cmarada cn la del cmerc. Las cl ras ra ransnacnaes nsnacnaes cnsderadas cm n n d suelen sue len rec el mac de agna cra errra, de nas más qe de ras. Mchas de eas sn, de na manera ra, exensnes ransrmacnes de as cras de Era Occden y de Nreamérca. S ncs as cras ransnacnaes enen que ener n cenr sc en agna are, ns gares dnde se rdcen ss scads cncres y desde dnde se dnden cn eseca nensdad, gares adnde van as ersnas ara esabecer na neraccón en ss rs érmns, es recsamene en ess gares dnde enden a carse ess cenrs. cenr s. Per Per ncs cand esán era de ess cenrs, as nscnes de as cras ransnacnaes seen es rganzadas rganzadas de ma nera qe qe eden hacer qe las ersnas cedenes de d e Ea Occdena y de de Neamérca se senan al máxm máxm cm en casa (rqe, aa aa emezar, emezar, cnnúan zand s ra enga). En ams sen sen ds, a rganzacón de a cra mnda r med de as reacnes cenrerfera cenrerfera resa evdene. Una cnsecenca de anerr es qe ls eres ccdena es y l nreamercans eden encasarse cramene y cn n iend áscamene merans caes en vez de cnverrse en csmas, n só s se qedan en casa en s clra errral. Igu qe s «rsas accdenes» de Anne Tyler amén eden hacer msm en mchas cas ransnacnales, s n cmeamene sí asane. asane. Para s qe n sn eres ccdenacc denaes nreamercans, ara ls qe n vven la vda cdana en agún encave de a cra ccdena, es más ale qe a vvenca de na ca ca ansnacna sea en sí msma ms ma na exerienca cl ra dferene. dferene. La verdad verdadera era manca de crecmen crecm en de d e as cras ransnaransnacnaes n semre esá en a neva exerenca cra qe eden prorcnar a as ersnas rqe a mend e cam de accón es basane redcd, redcd, sn en as sbldades sbl dades que enen cm me dadras. Las Las cras ransnacnaes ransnacnaes sn caezas de ene ara enrar en ras cras errraes. En vez de qedarse en ellas, n ede arvear a mvdad qe se rdce en reacón cn esas ctras ransnacnaes aa mar cnac cn s scads de rs s de vda, y ara ncrar adamene esa exerenca n prpa ersecva ersna. 174
L COSMOPOlTISMO Y CULRAS DEL DISCURSO CTICO
dispsi disp sició ción n vable vable paa apvec apvecha ha estas punidades p unidades y vo vese csmplita es sin duda un asg de caácter muy pena P a pae, cada cultua ansnacinal puede elacinae de maneas dientes cn esta punidades. Acá y allá, y pbablemente de manea especial aí dnde la acvidad labal n está bien aisada de las cutuas que que enen escenas lcales dives, se ha puest de maniesto maniesto que adqui cmpetencia en una cultua ajena es alg demasiad im pte pa dejal dejal en mans del de l aza y de la fantasía fantasía pena pe nal;l; duante la úlmas décadas, la indusa paa la pevención de chque cultual ha cecid ápidamente. Se han puest en macha cuis que pepan paa este encuen de cultuas: inculcan sensibilidad, sirfare básic básic y quiz enseñan enseñ an a vala vala y apecia aquellas cultuas que enen un impancia esatéca especial espe cial paa ls bjevs que un un pesige (desde el punt de vsta ccidental, especialmente a de Japón y las de ls píes ábes del peóle). Además, hay candad de ibs sbe este tema paa paa us del mbe cente• cente • Ls escépcs, pr supuest, seamente desecha de sechan n ests libs y ets cus cuss p se «u slución de emegencia pa csmplit». Estaían dispuest pne en duda que un cuill de un pa de día de semanas, qu un pi c manual sin esl ni uleza, sean n buen sustut del j del des cubmient cubmient pena Y puede que estén empeñads empeñads en la ide de qe ls csmplitas csmplitas,, en cuant tles, enen que hacee a sí misms. Pr ta pae, algunas cultuas tansnacionaes pueden tener un tip de elación ppia cn esa clase de apeua y de eserz p a la mesía a la que me e efeid más aiba. En e aent que he citad, Gege Knad expne que s inteectuales tienen tie nen una pediección especia p sentise en tas cutuas cmo en casa. Es evidente que en uns cass es ms cie que en os; com hems vist, la academia academi a ancesa en su exii ney neyquin quin más bien se mantenía ceada en sí misma. N bstante, ta vez vaga la pena cnside 5
Véase por ejemplo Do 's and Taboos Aroundt Arou ndtee Wor Worl pblicado por la Parker Pen Company (Atell, 1985) cyos objevos describe en el prólogo: «L idea de ese libro es aydar a los viajeros del mndo para qe desaollen nas pequeñas anenas invisibles capaces de captar los mensajes acerca de as diferencias y los maces cltraes L comprensión y valoración de estas estas dif di ferencias les ahoará ahoará sitaciones embarosas des dichas y acasos. De hecho, el aprendizaje de as direncias cltrales a través de los viajes pede ser a la vez n reto y na diversión.»
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rr posibiidd de e exist agna se de nidad ente el cosmopoitismo y ctr de os inteectaes. Según e estdio de Robe Metn (1957, pág. 400), cuand s es ern persons inyentes, s inenci se apoyaba n tant en o e sabían sino en las pesnas e concían. Caie inenci e pdieran tener ls cosmopitas se apyaba, en cambi, en n sa ber menos vincad a oas pesnas cncetas a escenai in de a omnidad. Llegaban povists de n sabe especíc y pdían mchase y levásel cn eos sin devalal. No soende, pues, e útimamente se haya pestad más aten ción estas pesns6• Son «a nueva case», pesnas cn cedencia es, la capital ctua descontextaizada. Deno de esta amplia cate gía soci, aguns distingen m l ha heh vin Gudne (1 979} ente a inteectidad y ls intelectes. Paa el bjev qe persigo, est es casi innecesai; en cqie cas, según Guld ne, as dos ompaen una «clta del discus ctic». Inddbemente este tip de pesnas ene aa na buenísima pnidd paa enta en las ctuas tansnacines. Su sabe des cntextaizdo pede ecntextalizase ápidamente en una seie de escenais diferentes. e n iere dec e las ctas ansna inales no cnsistan más e en este sabe stas culas pueden desa s propios pacaismos, a estil de los ue en ts lu gaes s el ecrso especíco de os ocaes: cncimient biác de s ndividos, conocimiento necdótic de ls sucess e inclus de a cnstelación de gres e an s esens de estas cul ras.) Lo que estas pesonas llevan onsig n es sól e sabe especí o, sino también na rientación geneal hacia as escas de sig nicado a as e a noción de «ctua de discs cc» se eee. Según Gdne (1979, págs. 28 y ss.), esta ientación es eexiva, se pantea poblemas, se inteesa por a metacmnicación; y la descibiía, además, cm eansinista en genea en canto a manej de siicad. N ceja en el anáisis de sistema de ideas esándse por se expícita; y aí e sentido cmún, cmo n mdo de manej del siicado en contaste con o anteio, pede encota eps jnto o tácito, o mbigo y o contrdictoio• A a aga, se ese z por oa a maesía y e dominio. 6
El contraste que establece Rndall Collins (979, págs 60 y ss) entre la produc· ción «indígena• y «fal• de cultura, está relacionado con este punto 7 En cuanto a sentido común, véase por ejemplo Gee (975) y Bourdieu (977, pág. 1 64 y ss) y u exposición sobre el «modo dóco• 176
Obviamente, no se puede decir que esta orientación hacia las es tcturas de siicado vaya a encajar exactamente con esas culturas ajenas que el cosmopolita desea explorar. Probablemente haya en ellas tantas conadicciones, ambigüedades y tendencias hacia la inercia como en cualquier otra cutura loc, incluida la de origen del propio cosmopolita. Sin embargo, como vía de acceso, parece que incluye en an medida esa apeura y ese hacer camino hacia una mayor compe tencia, que, t como he dicho, son picos del cosmopolitismo. No es una manera de conveirse en una persona local, sino más bien de esmular el conocimiento de lo local. relación especíca entre los intelectuales y el cosmopolismo, si es que hay alguna, podría describirse de una manera que casi no e ne relación con lo que acabo de decir. En un sentido más limitado, los intelectuales están implicados de una manera concreta con lo que po dríos llamar las relaciones centroperifea de la cultura Kdushin (1974, pág. 6), en su etudio sobre los intelectuaes americanos, dice que cada cultura tiene deteinados «conceptos de valo> claves que dan sendo a las experiencias y a los actos; y que muchos miembros de la sociedad manipulan estos conceptos con bastante cilidad, porque lo que suele denir estos conceptos no es tanto la ulación abstracta d los mismos, sino el modo concreto de emplelo en la prácca. No obstante, la tarea especíca de los intelectue averiguar las relaciones que hay entre los conceptos de valor y ecubrir cómo se han aplicado a lo largo de los años. «Los dereho hanos», «la juscia» o la libead de expresión» son ejemplos de esto conceptos, según obsea Kdushin. En sus indagaciones, los intelectuales se mueven ene el núcleo de la cura y los hehos emeros y perifécos de la vida codiana. Si es t habituados a hacelo así por vocación, parece que este punto de parda también les resultará prveoso para elorar oas culturas en cuanto se les presente la ocasión para el cosmopolismo. Y cuado va as culturas compaen unos mismos conceptos de vaor claves, esta ventaja indudablemente no se pierde; los intelectuales ansnacionaes de George ad, que an alianzas má alá de las onteras, suelen apae precisamente en too a estos intereses compados. E COSMOPOLTA EN CASA Esta descripción coesponde principalmente al cosmopolita que está era. Per la mayoría de las veces, los cosmopolitas están de he cho en casa. Ahora bien, en su caso, ¿qué siica estar en casa? 177
�izá los verdader verdaderos os cosmopol cos mopolitas, itas, una vez vez pasan a ser miembros de esta categoría, nunca más elven a senrse exactamente en casa cas a al estilo de las personas realmente locales. El sentido de «casa» es algo que se da por supuesto; pero los cosmopolitas, después que sus pers pectivas hayan quedado irreversiblemente afectadas por la experiencia de lo ajeno y lo distante, puede que consideren que las estaciones del año o os pequeños rituaes cotidianos cotidianos ya no son absolutamente naturales, obvios y necesarios. ede que haya haya un sentimiento de desapego, tal vez de irritación para con los que se someten al sentido común local y no son conscientes de d e su arbi arbitr trar ariedad iedad.. O quizá «casa» «casa » es e s para el cosmopolita una de las diversa diversass entes entes de siicado siic ado personal, no tan diferente de las otras que están a distancia; o le complace tener la habilidad habilidad de someterse y dominarl dominarlaa al mismo mis mo tiempo. O casa es realmente casa, pero de una manera especíca; un re cuerdo constante del pasado precosmopolita, un lugar privieado para la nostala. Un lugar donde en otros tiempos todo parecía bastante sencillo y directo. O es de veras casa: casa : un lugar cómodo, de caras caras miliares, donde nadie discute la propia competencia y donde uno no ene que demosarla ni a sí mismo ni a los demás, pero donde por eso mismo cabe el riesgo de abur aburri rirse. rse. En casa, para muchos cosmopolitas, la mayoría de los otros son person person ocales. ocales . Esto Est o es cierto cierto para la an mayorí mayoríaa de culturas culturas tertertories A a inversa, para muchas personas locales, el cosmopolita es alguien n poco raro, uno de nosotros pero no exactamente uno de los nuess. nu ess. guien guien a quien hay hay que respetar por su expeencia, posiblemente; pero, iguamente posible, alguien en quien de heo no hay que conar. L conanza suele ser una cuestión de perspectivas compardas, de «yo sé, y yo sé que t sabes, y yo sé que t sabes que yo sé». Y esta fóula fóula que sie para la organización social del siisi icado no es necesariamente aplicable a las relaciones entre locaes y cosmopolitas lgunos cosmopolitas están más dispuestos a que pueda aplicarse aplicarse and in Rise tut, tut, nn n n ka kann e 'w », dice el otra vez. « Wnjand reán, y hay otros que son especialistas en hacer saber a los demás con qué se han encontrado en lugares lejanos. De modo que hasta cirto punto el cosmopolita puede encauzarse en lo local; y precisamente porque son dos esferas que en general están separadas, el cos mopolita puede converrse en un inteediario, en un administrador que se lucra con ello. Per cabe el pelio que haya que trivializar lo ajeno para loar loar que sea fácmente accesible, accesi ble, con lo cual se s e traiciona traiciona s sencia y as cualidades características de un verdadero encuentro 178
diecto y pesona. De modo que, de aguna a, a actitud más genuinamente cosmopoita puede que sea mantene sepado o que está sepaado8• A pesa de o dio, en casa, casa , e cosmopolismo cosmopolismo no está necesaianecesaiamente en el exiio. Es natua que en e mundo contempoáneo a divesidad cutua vaya impimiendo caácte en muos escenaios ocaes. Los que tengan inclinaciones cosmopoitas pueden utiiza sus hábitats de manea seectiva paa mantene la oientación exansiva hacia un mundo más ampio ede que otos cosmopoitas estén allí, tanto si éstos a su vez están en casa como si están ea, y puede que sean ajenos a las orientaciones orientaciones no cosmopoitas. cosmopoi tas. Apae Apae de os encuentos caa a caa, están los medios de comunicación tanto os que van desnados al consumo ocal, aunque haben de lo que está lejos, como los que ealmente an pae de otas cultuas, como po ejemplo os libos y as pelícuas extanjeas Lo que McLuhan desc bió como la ea implosiva de os medios de comunicación puede que hoy día nos haga pácticamente a todos un poco más cosmopolitas. Y cabe peguntase si, a a aga, no seá posibe conveise conveise en cosmopoita mopoita sin necesidad necesidad de maase maase de casa casa ONCL ON CLUSIÓN USIÓN : SUBORDINAC SUBO RDINACIÓN IÓN DE LOS COSMOPO COS MOPO A LOS LOCALES Y LOS IER I ERESE ESESS QUE COM C OMPPTEN
Rsumiendo Actualm Actualmente ente hay un unaa cutu cutuaa mundia; todas las es tctuas de siicado siicad o y de exp expesión esión,, con divesa divesa distibución, se e acionan unas con otas, de aguna manea, en aguna pe. Y peso nas como os os cosmopoitas desempeñan d esempeñan un pape especíco a a hoa hoa de oa un cieo ado de coheencia; si sóo exisean as pesonas locaes, a cultua mundia no seía más que la suma de sus paes. Po ota pae, ta como están las cosas hoy día, ya no es fáci que una pesona esponda a tipo ideal de pesona loca. gunos, como os exiiados o os tabajadoes emiantes, se ven litealmente aanca dos de as bases teitoiaes donde está su cutua oca, peo puede que intenten encapsuase dento dent o de ago que se apoe a esa cutu a. Sin embago, cada vez hay más gente que, incuso quedándose en casa, descube que su cutua local es menos penetante, que no se puede da tan po supuesta, supues ta, que os ímites que a sepaan de exteri exterio o Es decir, el cosmopolita no se inclina a ser un agente acvo del mestizaje (cf capítulo 6). 8
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son menos claros. Si, mediante un prceso teinal de hmogeneiza ción global, esa es a otra clase de cultura cultura mundial llegara nalmente a exis tir, los locales se exnguirían o dicho de otra manera, al estar ier sos en la única cultura existente, todos serían el mismo p de perso· nas locales en el plan bal. Sin embarg, ls csmpolitas y ls lcales de hy cmpaen el mismo interés pr la supevencia de la diversidad cultural. Para ls úlms, la diversidad misma, cmo vía de acceso persnal a la diver sidad sidad cultural, ene pc pc interés innsec inns ec. . L que cue exactamen te es que la supevencia de d e la diversidad es l que les l es peite afea afear r se a sus respecvas culturas. Para ls csmplitas, en cambi, la diversidad tiene un valr cm tal; per n es prbable que lo capten en cualquiera de las as actuales, svo si se s e peite que tras per per sonas puedan adueñarse de un ni especíc para su propia cultu ra. Es decir, n puede haber csmpolitas si no hay lcales. lc ales.
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Problemas en la aldea global: global : el mundo según los coesponsales extranjeros 1 O.
Anyo Anyonne here been raped & spes Engli nglish sh ? Éste es el título de la a tobioaa tobioaa de Edwad Beh ( 1 982), 98 2), un coespons coesponsal al extanjeo extanjeo ya ve teano, que paece esumi el objetivo de los periodistas: and a la caza de las miseias y de las histoias de contenido humano, de una manea pagmática, instumental y calculadoa. Paece qu e un epoteo epoteo de la televisión bitánica de incipios incipios de los año sesenta ses enta quien lanzó al aie esta pegunta pegunta ante una multitud de edos eu opeo o peos,s, mujees muj ees y niños, que huían de la guea civil civil en el ex Congo Congo Belga. Se dice d ice que el mundo mun do se ha convedo convedo en na aldea global. global. Y ciecietamente, paece que en cualquie momento podemos tene a nueso alcance algún epesentante de la humanidad oiundo de oas tieas. Es dicil que pase un solo día sin que nuesa conciencia se tope, aun que sea gazmente, con alguno de ellos. Sin embago, emba go, y según según mis exposicio exposiciones nes anteioes, anteioe s, la metáa es discutible discutible.. Esta aldea no es n lga lga idílico idílico ni plácido. plácido . Además, Además, aun que nos paezca que los sees pocedentes de otos lugaes están a nuesto alcance en cualquie momento, como tal vez ocue en una aldea eal, esto no ocue de una manea litealmente inmediata en la vida eal. Poque hay intemediaios. La gloalización de la con ciencia también tiene sus ncionaios especializados en palabas de C. Wight Mills (1963, pág. 406): su popio apaato cultual. En el epato de tabajo n pate viejo, en pate nuevo, los agentes poducen y ponen en ciclación difeentes epesentaciones de los
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ugares distantes, de a gente y de as acaciones, por motivos dife rentes 1 . Entre Entre os agentes de d e mayor mayor reevancia reevancia están sin duda Edward Edward Behr y sus coegas. Hay muchas as de inar e mundo; pero hay una que se impone de manera abmadora en a vida cotidiana, una que nos presentan connuamente los medios de comunicación comunicación y a la que casi nadie puede resistirse: as noticias inteacionales. Convivi mos con las nocias por la mañana y por la noche; en os periódicos, pe riódicos, e n las revistas. A tra través vés de las noticias, si no es e s de otra en la televisión, en manera, casi todo el mundo ene que globaizarse un poco. Por las noticias nos enteramos de as elecciones y de os golpes de Estado, de los teemot teemotos os y de las inundaciones, inundacion es, de las matanz matanzas as y de las hamb nas, de las reuniones cumbre, de los aviones que se estrellan y de los escándalos polícos, de a guea y a veces veces de la paz. Siempre hay alguien que lo elica, con vehemencia o sin ella, e lla, y que a media eoeosición puede lanzar preguntas al estio de «¿alguna violada que hable inglés?». Se ha dicho que los antropólogos anaizan hacia abajo, que se ocupan ocupan de los que qu e son menos ricos y poderosos; a veces el análisis ha ido hacia arriba (c. Nader, 1972). Pero puede que en a aldea global os interese especiamente un análisis transversa: nuesra curioi curioi estaría puesta puesta en e n otros que por vocación, igual que nosotros, tros, s ieresan ieresan por el manej manejoo de os signicados a través través del espa· espa · cio y las diferencias cuturaes• Ya que, a nuestra manera, tabié ooros participamos en ese aparato cultural que da rma al mundo. Partiendo de lo anterior, anterior, lo que me atrae es lo que hacen hace n y pro ducen los corresponsaes extranjeros, y qué papel tienen en la r mación de a cutura contemporánea. De modo que o que expongo a continuación son unas primeras primeras reexion reexiones es acerca de ua u a cul tura de trabajo, una entre otras, en a adea goba. Pero en e salón
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Véase una exposición más extensa del concepto de aparato cutura en Hanne (1992 b, págs. 81 y ss). 2 En oo acuo (Hanne, 1993) aparecen unos comentaris previos sobre este tema. Una Un a obra como Reang Non Geohic ( 1 993) de Lu y Coins, Coins, es un buen ejempo de este interés; int erés; hay otras obras suetas más o menos siares, siares, por ejempo, e estudio crítico de Said (1981) sobre a cobeura de os medios de comunicación en e isam Desde que escribí este capítuo ha aparecido una extensa etnoafa de coesponsaes extranjeros; entre otros, e estudio de Pedety (1995) sobre e peridismo de gue en E Savador.
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de los espejos, puede que estas refexiones nos devuelvan nuesta popa magen Si, como obsea Danie Hain (1987, pág. 1 1 1), e encabezamiento de fecha y uga es una prácca habitua ene os periodistas, que «sie paa estabecer a aud de unas nocias», os anopóogos también enen su autoidad cuando tratan cuesones de empo, luga y eoaa. Si e anopólogo se ocupa de Oo, también de aguna manea o hace e periodista. Y si aguna vez e antopólogo, cuando está en e campo de trabajo, exige que e consideen como un héoe, también o hace e peiodista dondequiea que tenga su deno. Podíamos inspecciona e tabajo de os coesponse ejes en e punto de ecepción nuesa popia sa de esta, o l cocina a a hoa de desayun o bien hace tabajo de campo en su cpo de abajo, una inspección minuciosa de sus nas de poducción. Mi posición pesonal está a medio camino ene las dos recuo a otra compaación ente os antopólogos y los coeonses etanjeos. En los útimos tempos los antopóogos no sólo echo estudios etnoácos, sino que también han escito acec de su tabajo en el campo de tabajo. Hay un conjunto de escritos de los coesponses eranjeros que sigue una ínea simila; se t de obas autobioácas, más o menos eeivas. De eas et ms e encias a o ago de ls próimas pánas. Si, por un lado nemos libros como &jcons on Fiework in Moroo, de binow (197) o In Sorc's Shaw, de Stolle y Olkes ( 1987), po oto, tenem Aone he be raped & spes Englsh?, de Behr, o Te So Wr de Ryszard Kapuscinski (1 990), o Muy Boots an & Sos, de Mcolm Bowne (1993), y muchos más. Hay una diferencia, por supuesto, entre estos ibrs y las noticias diaias que edactan esos mismos autoes. En os ibos, e ector se traslada a la astienda, a a vida de los coesponsaes etjeos. Estos ibros desciben precisamente esa trastienda; su objetio es entretene o cautivar al ecto y ser un aculo de consumo apetecibe. Po eso mismo, yo, como ector, me encuento a medio camino : no ectamente ente bambainas, pero quizá con a posibiidad de e una buena ojeada. Cabe preguntase qué coesponsaes eanjeos esciben esta case de ibros En general, paece cao, más bien gente de eas, escitores de tetos sustanciosos, y no gente que está pendiente del pitido del odenador. Qizá sean os anguos naadoes o quizá, a veces, os in teectuaes orgánicos po vocación. Qienesquiera que sean, de eos poviene a inación de as próimas pánas
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UESTIONES DE EMPO Y LUGA EN LOS PATES PERODÍSCOS
Uno de estos periodistas (Rosenblum, 1 993) inicia su libro citan do un viejo argumento a vor: «Siempre que te encuentres con un montón de gente en su sano juicio que intenta salir de un recinto y un puñado de locos que hacen lo imposible por enar, segu que los úlmos son peodistas.» Entonces, ¿dónde estn los anopólogos? P bablemene ene los que se aemolan intentdo salir. Diilmente ene los periodistas que pujan por enar. Lo que conere autoridad, tanto a los anopólogos como a los coesponsales exanjeros, es el heho de «estar allí»; per cada uno tiene su propia conguración del empo y del espacio. Los anopólogos ponen el acento en el espacio. Nos interesa de manera especíca, incluso cuando en nuestros escritos no desvelamos los lugars concretos barrios, pueblos. En general, todos los lugares son, más o menos, igualmente buenos, pero preferimos tener el nueso. De modo que hemos ido en busca de los «puntos blancos», y cada uno ha escodo un campo separado de los demás. Con respecto a nueso colegas y en la veente trabajo de cmpo, solemos ser personas solas. El resultado, en principio (aunque las cuesones prácticas y or incidencias modican el patrón), es que el teeno está distribuio enre los antropólogos de una a relativamente equilibrada y que están bastante espaciados unos de oos. Hay un cieo elemento de competitividad, pero como las posibilidades de la eoaa son casi innitas a lo largo y ancho del mundo habitado, este elemento pierde impoancia. Por otra parte, en algunos momentos nuesa idea clásica del «pre sente eoáco» puede haber estado vinculada a deteinadas preferencias teóricas, per en general esto no se ha estudiado en pron didad. El «cuándo» no ha supuesto una cuestión de mayor relevancia. Aunque hayamos pasado bastante empo en el mismo lugar, esa circunstancia sólo se considera como una cuesón de casualidad. Los antropólogos llegan y se marhan d un sitio en nción de los ndos que les conceden las instituciones Hasta puede que hayan pasado uine años entre la feha de la recoda de datos y la de su elaboracón y publicación. Reoendo las palabras de Feand Braudel (1 980, págs. 25 ss.), el hstorador de la rvista Annas, los anopólogos suelen ser personas lnge durée: se entran en lo que es estable, o cclico, o ue sólo 184
cambia lentamente n la «vda cotidiana» csideada de acuedo con estas íneas. También es cieo que en los últimos tiempos han empezado a peocupaos las antiguas epesentaciones del tiempo, tal como se entendían po noma ente los antopólogos. Después de todo, os otos no viven ealmente en «sociedades ías», «sin histoia»; esta mos analizando a fndo y epensando «el pesente etnoáco» (Fa bian, 1 980; Hastup, 1 990; Sanjek, 1 99 1), y econocemos que lo que descibimos son cetas y secuencias del tanscuso de a histoia (Mooe, 1987). Sin embago, aunque puede que hayamos pedido de vista nuestos petextos teócos y estilísticos, nuesta fma de maneja el tiempo puede que no haya cambiado tanto. Fente a todo lo anteio ¿dónde están e «dónde» y e «cuándo» de los coesponsales extanjeos? Una pae de la espuesta, a de ma yo ealce, es que sus cabeceas en cuto a tiempo y luga, tienen que se coectas: el luga adecuado y en el momento peciso -y pocas ve ces se da e momento peciso en e ug peciso, ni tampoco e uga peciso en e momento peciso. tomando las palabas de Baude, se tata pecisamente de la histoire étieU, lo opuesto a a lnge due. Tal como dice Mo Rsenbum (1993, pág. 8), un coesnsal de la Associated Pess destacado en País, «no hemos de olvida que nues to sistema de ecopilación de noticias no es un seicio públco». R senblum tbién citica la cobeua de noticias extanjea en los me dios de comunicación ameicanos, una cobeua paa él en decive. «Dejémonos de palabas. Las noticias como negocio venden un po ducto que se ha pepaado y que tiene una pesentación deteinada, y la competencia es implacabe. Si e poducto no se vende, es poque os que o pepaan son unos apuceos.» sto es una vedad eemental: as nocias son un poducto, y no están iguamente disponibles en todas paes ni en un momento con ceto. No todo puede comecializase de a misma manea. «Las no cias son o excepciona, algo que sacude, benecia, enece, ilusta, aguijonea o diviee», añade Rsenbum (1993, pág. 9). Sí, hay dive sas fas. Peo en genea, as noticias son pobemas convedos en poducto vendible; po eso hay mies de pesonas en su sano juicio que tatan de hui de un luga cuando egan los cazanoticias. En e caso extremo, os pobemas son sinónimo de guerra. Las memoias de muchos coesponsales extanjeos haban de gueas: Coea, gelia, el Congo, Ve, Bia, ganistán, goa, Líbano, la «guea de tbo» de Kpuscinski ente Honduas y E Sva 185
do, a de Go, Somaia, Bosnia; a guea entre India y China, que e cota, y a ebeión de Hunía No soende e inteés de os coesponsales po as cuesones béicas cuando se ata de escitoes ameicanos, ya que Estados Uni dos ha inteenido diectamente en muas de esas gueas Edwad Beh, de fmia sa, inglés y ancés po ación, peo que escibe desde Veam paa Nsweek comenta: Había tantos coesponsaes en Vieam que el repoero que se enfentaba con la guea por primera vez en su vida, a cabo de seis meses se había conveido en un veterano; y la mayoría de los periodistas había excepciones, por supuest raras veces se que· daban allí más de dos años Durante mi época vieamita vi pasar varias generaciones de coesponsales Mientras duró la guea, cual quier periodista ambicioso necesitaba su cuota veamita simple mente para poder decir que había estado alí. (ehr, 1 982, págs 242-243.)
Sin embago, os peiodistas ameicanos no son os únicos que han estado en as eas y en conicto simiaes Uf Nison (1976, pág 16) duante muchos años coesponsa extanjeo de Eess, e peico vespetino sueco de mayo tiada, empieza sus memoias en Bt, en 1956. Ése e su prime destino en e exanjeo Tenía veicico años y desde hacía unos dos años se ocupaba de os anivesaos y neaes en e peiódico de su ciudad A eesa, ha bía adquiido un compomiso pesona : «Yo queía se uno de os que atan de mosa e mundo a os suecos, ea cua ese e doo, a adveidad y e peio que este tabajo pudiea compoa> 3• empo después, Nison e a Vetnam (diez viajes) Y Kapuscinsk, e poaco que duante años e e único coesponsa extanjeo de su país, ar· ma habe pesenciado veintisiete evouciones Si os antopóogos buscan ugaes tanquios, o «puntos ban cos», os coesponsaes extanjeos en cambio buscan os ugaes don de hay conictos Como consecuencia, os patones de miación, competividad y coeaidad son difeentes Los escitos autobioá· cos de os coesponsaes sueen habaos de «cómo egan aÍ»: en cona un medio de tanspoe, cza onteas y busca cobijo Hay 3
El libro de Ulf Nilson está escrito en sueco; los agentos que cito están traducidos por mí. 186
un párraf de Kapuscinski muy típico (1990, págs. 41 y 42); está en Sudán y trata de llegar al Congo (de modo que se encuentra en un territorio clásico para los antropólogos): Legams a a fntera día sigiente pr la tarde. Pr tda viancia, n picía semidesnd cn n niñ y na niña semides nds. N ns crean prblemas y parece qe td empieza a se idílic y at; hasta qe a ns dce kómetrs, en el peb de Aba, ns deene na pata de gdres cngleñs. Me había lvidad cmentar qe e representante de gbie de Lmmba en E Cair, Piee Mlele (qe psteriente e el líder de la revlción Simba y e asesinad), ns había extendid un visad para el Cng scrit a man en na hja de papel criente. Per a qién le impa este visad? Mlele no siica nada pa s gdres. Sn hmbres de rstr sieso, impenetrable, semiescndid en l hnd de casc, y nada amistss Ns rdenan qe reesems a Sdán4•
Cuando los coesponsales llegan al lugar del conicto, es probable que se encuentren con otras personas de su clase, una an concentración temporal de americanos, anceses, suecos, italianos, jponeses; cazadores de conictos, que se reúnen debido a una ecie de consenso más o menos lobal acerca de cuál es la situación y cmo se dene. Andan a la caza de la excusiva, surge la rivaidad dbo a las dicultades para las transmisiones; las noas y las práctic trans misión cambian rápidamente a medida que cambin los medios tec noócos de transmisión. Bucarest, durante a rebelión cona Ceaucescu: todos intentan concertar llamadas a través de dos telefnistas que están en el Hote Inteacional. Un año después poco más o menos, en Bagdad, Peter ett impide a otros colegas el acceso a los sericios de la CNN (Rosenblum, 1993, pág. 97) Demos marcha atrás, Argeia a principios de os años sesenta, durante la campaña de terrorismo de la OAS, y vovamos a Edward Behr para un pequeño respo:
4 O para poner otro ejempo, Rosenbum (1993, pág. 99) habando de Bi Drozdiak: «En 1989 estaba haciendo un recorrido por ciudades de Asia como redactor jefe de temas inteacionales de Post, cuando un día e lamaon a Bangkok a a 1 de a no che. Había caído e muro de Berín y e coesponsa de periódico estaba enfermo. A as 4 de a madgada, é y unos centenares de aemanes exhaustos en un viaje chár ter de aventuras seaes, voaban mbo a Fránc. Por a noche, tes de a hora í mite para a composición de periódico, tenía a punto dos acuos de poada»
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R�cuerdo que le pregunté a un repoero japonés cómo conseguía enviar sus crónicas. «Cas siempre por coeo» me dijo. «Mis crónicas no son urgentes.» Mientras hablábamos, me señaló un buzón que estaba delante del Hotel Ale; sen me dijo, era el que utlizaba siempre. En el buzón había u letrero pegado y decía, en ancés: «No postear nada. Debdo a las circunstancias no se recoge el coeo desde el 12 de febrero.» Estábamos en mayo (ehr 1992, pág. 142)
Peo aunque haya competencia también hay coopeación y ela ciones codiales; digamos que communit. Según escibe James Came on (1969, pág. 82), un veteano bitánico, «es cuioso que en todos los incones del mundo, y en lo que a coesponsales se eee, siempe hay un ba que acúa como el ceno y coazón de las actividades de ese luga> • En el mndo de los coesponsales extanjeos hay una rotación de sitio Los conlictos pueden tene un punto nal, peo si no se aca ban dejan de se nocia. O puede que un lug ya no sea el lugar don de uno tiene que esta poque las nocias impoantes están en otos sios Según dice Edwad Beh (1982, pág. 107) «las nuevas gueas despla a las anteioes», y además identica «la regla de oo de los peiods, nunca admitida ocialmente peo que todos siguen tácita mente: n conicto o una calamidad en el mundo "desaollado'tie ne pioidad ente a un acontecimiento simila que ocue en el "mundo en vías de desaollo»• Beh nos emite a un ejemplo de pincipios de 195 8. En Indone sia había una «pequeña guea civil muy desaadable», cenada bási camente en Sumaa, y se había convedo en el fco de atención del mundo. Poco después sureon los conictos de mayo en Agelia y en Fancia, y la cisis del Líbano; ya no se habló más de Sumaa 5
C Rosenblum (1 993, pág 102): «mientras duró el conicto del Líbo, el Com modore de Beit era una zona anca. Allí se podían conseguir conductores, líneas de télex, visados, seicios bancarios y comidas comesbles, mientras que a su alrededor la ciudad estaba en llaas. Las cturas del bar fncionaban como las de la lavandea Se pagaba a aas micias y a la OLP para que no molestaran El bar, que estaba muy bien sido, tenía un lo estrella que silbaba sin descanso iitando el ido de la alea reinante. A veces el ido no proenía precisente del lor». 6 C Rosenblum (1993, pág 9) cita una nota que un lord de la prensa británica te nía colgada en su sala de lectura: «Un inglés es un aículo Diez anceses son un artículo Cien alemanes son un aículo Y en Chile nunca ocue nada» (Por supuesto, esto era antes de 1973)
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En os ines de os antropóogos, os ugares mantienen una pesencia relativamente constante aunque sea modesta; en as noticias ineacionaes, os lugaes aparecen y desaparecen. Los antopóogos soemos abaja en un solo campo; pocas veces en más de dos o tres. Compaemos esto con Kpuscinski y su presencia rea en veintisiete evouciones, pobabemente cada una en un sitio difeente. Segura mente nos viene a a memoia a clásica compaación ene el zoo y el eizo: e zoo sabe mucísimas cosas y e eizo sóo una impoan te. O en lo que especta al io y a a compeitividad, y tomando oa línea de imágenes: a rma de poduci cutua de los coesponsaes extranjeos tiene algo de dionisíaco y a de los etnóas algo de apoíneo. Nosoros somos los zuni y eos os akiutl 7• Sin embago, ta vez tengamos que añad algo más acerca del «dónde» y del «cuándo» de os coesponsales extanjeos. Como emos dio, os pobemas denen su mundo Cuando siguen la pisa de los poblemas se convieen en zoos y en dionisíacos. Cabe sospea, con todo, que esta imagen es un poco exageada. Sin duda, también pasan periodos de su vida sin poblemas, o a menos sin el ipo de poblemas que les levan a despazse. Duante estos peiodos sin conictos periodos a os que no suelen dedica muca atención en sus ibos pued que nos se queden en casa y se ocupen de oos tems Oros pueden dedicarse a da una cobeua más tinaria desde u teitorio, se quedn en un luga (es pefeble que tenga buenas comunicaciones, una cea concentación sosenida de noticias y acontecimientos y condiciones de vda adecuadas) o bien viajan de una manera más arbitaia Duante estos peiodos, os puestos que ocupan paece que tengan una descipción absudamente amplia, a menos a nosotos los erizos nos lo paece: «coesponsal en Áica», «coresponsa en Asia». No obstante, es en estos peiodos cuando pueden conveise en expetos en a gún uga o reón por medio de a expeiencia diaria y e tabajo monótono en la ocina. gunos coesponsaes extanjeos se quedan en un mismo destino mucho más iempo que os antopólogos en su campo de trabajo. Edwad Be peaneció en geia durante casi todo el empo que duó la lua por a independencia. Mcom Bowne estuvo en 7
El contraste zoos·ezos nos viene de Achilocus por medio de sir saiah Berlin (1978). Los antropólogos consideraos a los indios Zuni del sudoeste de América como apolíneos y a los Kwakiutl de la costa noroeste como dionisíacos, y esto lo hemos aprendido de Ruth Benedict (1934)
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Indochina uante casi diez años y uego en Euopa del Este duante vaios años en a década de os setenta, un peiodo más bien anquio. Uf Nison, e peiodista sueco, pasó tece años en Nueva Yok y sus escitos nos haban de una manea diecta y sincea aceca de su si tuación. Un coesponsa, incuso si es de peiódico de mayo ada de un pequeño país euopeo, nunca conseguiía un pase paa a Sala Ova, y é tenía pocas opounidades de topase con aguna noticia sensaciona y excusiva. Cuando asesinaon a pesidente Knnedy, Nison no e a Dalas; ta como lo veía, o mejo que podía hace ea abaja día y noe en e despachito que tenía en su apaamento. Es cieto que viajó mucho duante su etapa ameicana, peo pasó a ma yo pae de tiempo en su despacho, eyendo sin descanso (peiódicos, evistas, ibos, publicaciones ociaes), tomando notas, ecoan do y achivando. Si como antopóogos, a menudo demasiado atados a a mesa de abajo po nuesto popio gusto, aguna vez sentimos que nuesta vida debiea habese paecido un poco más a a de os coesponsaes extanjeos, esa visión desde dento quizá nos econa un poco. Vuevo ahoa bevemente a un tema de la teoía socia eciente modeidad, según opina Anthony Giddens, impica una distibu ción del esgo y a connza difeente de a que se había dado hasta ahoa De la conanza habaé más adeante; consideemos ahoa e elemeo esgo8• Dice Giddens (1 990, págs. 1061 10) que e iesgo ea pinclmete oca, un aspecto de a pimacía de uga. «La gente estaba muy poco poteda ente a os desastes natuaes taes como as inundaciones, as toentas, os diuvios o a sequía», y ean pocos os que «podían sense seguos duante peodos polongados ante a vioencia o a amenaza de vioencia de os ejécitos invasoes, os meodeadoes, os señoes de a guea ocaes, os bandidos, os adones o os piatas». Como contaste, en a modeidad destaca as amenazas ecoócas que «son e esutado de os conocimientos oganizados sociamente, a tavés de impacto de industiaismo en e entoo ma teia», mientas que la vioencia miita, en la vesión modea de iesgo, impica «a industiaización de a guea». Bajo este punto de vista, o que ama a atención es que muas veces os ines de os coesponsaes extanjeos paecen haba de as vaiedades pemodeas (y, sin embago, totamente contempoáneas) de riesgo Es cieo que etnam y a Guea de Go eon ca 8
En cuanto tema de los riesgos en las concepciones teóricas actuales de la modeidad, véase tbién Beck (1992).
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sos carísimos de guea industriaizada, pero en as noticias intea cionaes de nuestros días tampoco escasean as inundaciones, a sequía, os ejércitos invasores ni los señores de a guea ocaes. Los probemas de la adea goba a veces son globaes, pero es ecuente que sólo sean probemas que ocuen en o que coesponden a oas adeas. E encabezamiento de una noticia nos peite compa un poco el sentido de inseguridad oca que todo e mundo ene. Qizá an pae de os probemas modeos no encajen en e rmato de as noticias; es ta e carácter episódico de las noticias: hoy es noticia, mañana ya no. Esto también es preocupa a agunos periodistas: «Los coesponsales, a moveos en e heidero de acontecimientos, nos perdemos e desaoo posterior de los mismos, que es lo que constituye e ctor básico de cambio» (Rosenbum, 1 993, pág. 22). Podríamos recordar aquí a «antropoogía de los probemas», ta como a ha descrito recientemente Roy Rappapo (1993). E centro de atención es a inadaptación generadora de problemas en el sistema gobal, unos procesos que operan en periodos de tiempo más proongados y a an distancia; y sobre todo, a clase de amenazas ecoócas que Giddens idenca como os riesgos de la modeidad. Aquí casi no se trata de una cuestión de fechas y ugares, de reporteros que vn corriendo de acá para aá. Too esto se aproima más a la idea nteedia de Ferdinand Bradel de historia coyuntural». Es posible que os antropólogos se apromen a ella desde uno de los etremos. Según parece, os corresponsales eanjeros tendrían que aproximarse desde el otro etremo. E MUND O ACCESIBLE Las nocias inteacionaes son nocias que provienen de oos países. ¿Qé ocue con o eanjero en e sendo de o ajeno, o eaño, o que está marcado por a otredad? Para un coesponsa exan jero, tener acceso a as nocias puede representar algo más ue coger un avión o subirse a un camión, aavesando el cono de onteras y a ínea de ego. ¿Qé hacen os coesponsaes con as dictades de comprensión, con los probemas de traducción cutura? Los antropóogos son «mercaderes de asombro», como ya hemos dicho; nesa tarea es abordar as diferencias cturaes notabes. Qizá os coes ponsaes exanjeros también son mercaderes de asombro recordemos que «una nocia es o ecepciona». Pero ¿de qué manera prestan atención a nuestra mercanca parcuar? 191
Está clao que hay un cieo cambio. El comentaio de Jmes Cameon (1 969, pág 71) es siicavo: «el peiodismo no es, ni nunca ha sido, una pofesión; es un comecio, o una ocupación, que puede paccase de muas mneas.. No hay un mínimo de equisitos académicos ni de cedenciales paa que uno pueda llamase peiodista» Algunos pueden se e académicos, del áea de letas; otos tomn de aquí y de allá lo que les paece que necesitan, a medida que van haciendo camino; y volviendo a la imagen citada, pobablemente lo hagan como zoos más que como eizos 9• También puede que la atención que pestan a las difeencias dependa en pae de cómo se imanan a sus lectoes. Ulf Nilson (1 976, págs. 6263, 212), que escibe paa un público sueco numeoso, es muy explícito en cuanto a la accesibilidad E cieo que cuando Nilson publicó su libo, llevaba mucho empo enviando ines desde Estados Unidos, un país que, a su modo de ve, es «la segunda patia de todo el mundo», que casi no es un país extanjeo
lengua tiene un papel impoante en cuanto a esto (recordemos el tulo del li bro de Behr) Cuando Ulf Nilson (1 976, pág. 2 1 1) reesó de Estados Unidos para ha· cerse cargo de la cobeura europea de su periódico al pncipio se encontró como un inválido de la lengua: ¿por qué no podría aprender todo el mundo el inglés para que uno no tenga que morise de hambre?» Rosenblum (1993, pág 1) obsea que •los co esponsaes suelen hablar varias lenguas; pero las personas que tienen que entevistar no siempre las entienden». Y •los intéretes que nunca son sucientemente buenos pueden ser horribles». Edward Behr ( 982, pág. 142) explica un encuentro con un equi· po de la televisión japonesa en Ktanga una zona que quería independizae: Cómo va eso? -les pregunté. -Muy bien. Hoy hemos entrevistado al presidente Tshombe. Fanástico. ¿é os ha dicho? El repoero de la televisión japonesa soltó una cacajada espasmódica y casi histéri ca Nosotros no entendeP respondió 192
y or tanto un lugar ente al cual la gente se encuena ismoea bromea y hace comentios acerca de los anseúntes y de los acontecmientos del día: Prcuraba recorar las preguntas que me habí hecho acerca e Estaos Unios para poer contestarlas en mis aculos. A me nuo me sorenía ver que sabí menos de lo que me imanaba -pero estaban muy interesaos. L que es patente y maniesto para el coesponsal exje y para ese po reducio e lecto res que están en acvo y que siguen de cerca los acontecienos, too eso hay que elicárselo a los demás con un lenguaje lo más claro y sencllo posible. El coesponsal extranjero no tiene que a narse por ser un fenómeno literario, no tiene que anar en busca e la amracón e los manarines... Es el emsao e los chcos el kosco, y ene que pensar que sólo ebe prnizar a medias. Oos tomarán el relevo. (lson 1976, págs. 6263.)
e ve en cuando descubros al eodsta sumdo en la elejdad. Cto a Ceron (1969, ág. 1 1 1 ) cuando habla de los coreanos de la éoca de guea: «Uno tenía la imresin de que el mundo estaba oblado de mentes remotas con resenmientos reennos y exañas lealtades salvajes y estúidas y con andes cualidades eanen tes; una an elejdad cargada de odio.» O Nilson (1976, g. 37), hablando sobre los que vven en las de Ro de Janeo cuando bajan ara hacer sacrfcios al dios del mar: «Consyen castllos de arena y cavan hoyos ara oner miles y miles de velas bailan caen en trance (y a veces se ahogan). Qiero escuchar lo que dicen sus cantos incomrensibes y doy eltas a sus exañas creencias ...» Parece que a veces los coesonsales recuen a lo que se ha descrito como «concetos guardabaera» (Apadurai 1986, b ág. 357) la India dominada or las castas Nigea con sus trescientas tribus ara estctuar sus exlicaciones de lo ajeno. Un domingo or la mañana los antrologos John y Jean Comaro (1992, ág. 3) eharon una ojeada a la poada del Chicago T y leyeron este titular: «Los gueeros místcos ganan teeno en la guea de Moambique.» Desués de leer el artículo en el que las ametralladoras se mez claban con las ociones mácas y los esíitus sobrenaturales lega on a esta conclusin: «te estos testimonios a los antroólogos se les odría erdonar que tengan dudas de si realmente han roducido algún imacto en la conciencia occidental.» 93
Pe en general, los periodistas no parecen muy proclives a desci ar los siicados exanjeros en ningún caso. Aparentemente, su punto de partida es que, en su trabajo, la comprensión no es un problema; as cosas son lo que parecen ser. Esta actitud puede ser de sentido común, incluso en cieo modo populista; básicamente, entre las personas hay más semejanzas que diferencias, se puede abordar el mundo sin conocimientos esotéricos 10• No podemos decir que esto se escribir contra la cultura, sino más bien escribir sin cultura. De vez en cuando, la otredad parece que no consiste tanto en di ferencias sino en inferioridad. El capítulo «En guardia contra el Ter cer Mundo», de Malcolm Browne (1993, págs. 288297), correspon sal del N lrk Tmes, es un caso extremo. «He visto el turo y no nciona», escribe Browne (parodiando a Lincoln Steens); «es el Tercer Mundo, y se nos está echando encima, de una manera tan inexorabl omo las abejas asesinas aicanizadas procedentes de Brasil». Y «puesto que muchas personas sensatas queán evitar el contacto personal con el Tercer Mundo», Browne da una lista de «señales d alaa. que pueden indicaos cuándo el Tercer Mundo está cerca»: «La gente se niega a hacer cola para el autobús, el pan, los billetes de tren, los botes salvavidas, para cobrar un dinero, para cualquier cosa.» l clan es prioritario y pasa por delante de a sociedad colectiva en cualquier asunto, incluso cuando van caminando por la acera.» La leyes y os edictos que no están vigentes proliferan tan rápidamnte como e dinero sin valor.» «Los aículos bricados a nivel local se rompen, y los aesanos más próspers y más ocupados son los que sien para reparar cualquier cosa y los que saben hacer ae glos.» Y «una jerarquía reliosa penetrante sacerdotes, mullahs o médicos bjos domina la sociedad y suprime la disidencia». Sin mbargo, para Browne la esencia del Tercer Mundo es el exceso de población. De modo que el Tercer Mundo «tiene algo en común con los cultivos bacterianos y los tumores cancerosos»
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En cuanto a este punto, véase Gee (1975) y Hanner (1 992 b pág 129).
sól e clumns en el periódic einta segunds en l televisión 11• Y tmbién ene que ver, ls má de ls veces, el he de que el cespnl eté en el cnict. n este cntext, ls persns, s bre td l gente crriente, se ns muestrn en una sla dimensión, l de ctims. Ls hn mtd ls hn herid, hn perdid sus bienes, y huyen del peli. Pr cptr est n hce flt ser muy ee en cultur, sól se necesit un pc de cmpsión. Per quí hy un cuesón que puede tener cie interés teórico. Úlimmente (cm y señlé en el cpítul 3) hy un rección en npl en cntr de subryar ls dierencis culurles, y, en cmbi, elve pretre má tención l cntinuidd, un cndición umn cmún, y un nciente cmprensión pr encima de ls nters. Siguiend un líe plurlist y un pc l estil de McLuhn, diría que nuestrs sentids y nuesr cpcidd de cmunicción cmprtn un tendencis un pc diferente, que presentn un cntrste; y que demás hy un intercción enre ells y la diversidd cul de tecnlgís de ls medis de cmunicción. Alguns están má bien en el ld de la diferenci; tr, en el ld de l humnidd cmpid. n ete sentid, puede que encntrems qe l metár de l «lde glbal» ncin mejr cn respec l tip de representcines que estams cmentnd, que n en s cn texts. visión sic de ls prblems, sbre td en televisión, puede ser n sól istntáne sin en cie md también inmedit traspsnd ls bers que impiden dicultan l cmprensión. Pei te un sensción de encuen direct cn las crs y ls cues de seres humns que están muy lejs. Cm cnsumidres de n ci, más mens vlunts, ls cnicts y ls ctástrfes ns invden sin descns, semna s seman, ñ trs ñ, y l que puede curr es que est ns cree un senmient creciente de qe el mnd es un lugr pelis. Sin embrg, la visión de ls niñs félics de Epía de ls vícmas de las nds que estlarn en el mercad de Sarajev, tmbién parece cpaz de prvcar una especie de empatía elecónica, una visión del Otr que ene que ver más cn la idea de nralez humna cmprtid que cn ls diferencias culvadas. Pr un mment l mens, ls ncis cnvieen la dea glb en tr 11
Pero tabién es cieo que los libros descritos aquí parece que se inclinan a hacer lo mismo.
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omunidad imanada, más mplia que aquellas que, según Benedict Andeon (1983), eron creads por l imprenta en oos empos par de las persons que leín y escbín l misma lengua12• EL CORRESPONSA JERO COMO HROE Ulf Nilson, el coesponsl suec, parece en l cubie de su libro con un raquet de tenis y un ejemplr de L Figaro bjo el brazo, y omo telón de ndo, el tblón de nunios de elos en lgún ae ropueo exanjero. En la pod de ls memoris de Cmern, p rece un dibujo sencillo del rostro del autor ya mduro. Mlclm Browne no parece de una mnera tan llamativa en l cubie del suyo, aunque trs mirrla más tentmente descubrios ds ta s suyas: en un v con csco y todo el cnsncio de l gue y en la oa está ente a su máquin de escbir. Tmbién hy vs tets de identidad, con su to, sobre un mes de bjo; y junto a ells, un máquina de escribir poáti, una cámra, un viej venldor eléc trico, un llo de tos, un cenicero y un csco de explordor 13• Ests libros de los coesponsles exajeros, modo de visit guid r la trasend, nos habln acerca de l gente y los sios en oos ses o aerca de lo que son ls nticis como bjo, pero sólo hasta cieo punto. Más bien hablan de los propios utores y de sus colegs. 12
L concepcón del «G lobl» de Rold Robeon ( 1992, pá 7879)
que he rdo en el cpíulo 8, resul elene quí El coesponsl enjero puede conee en un empresro mor En este conteo cbe ene en cuent ppdu r ( 199 1, pá. 198) cundo exone que el cne, VCR y l elesón h pedo que l ente sud en l cultur lobal emeente, ten un mayor comprensón de ls «ds posbles»: «Hy un consecuenc mplíct y es que ncluso l peson que ene un d más pobre y desesperd, ls ccunstncs más btles y deshumzdo rs, ls deslddes más celes, esá be hor jueo de l mgncón Los p soneros de concenc, los nños que bjn, ls mujeres que se ot en los cmpos y en las fábrc, y oos quenes les h tocdo en suee un d muy dur, y no en su vid como el resultdo del hecho que ls coss son como son, sno que menudo ls en como el compromso rónco enre lo que ellos pueden mar y lo que l socedd les pee» Mentrs que Appdur pens báscmente que esos medos les pueden d un puno de apoyo pr mgne un d mejor, m opón es que esos mismos medos, l ners, pueden proporcones tmbén elementos p se un vida peor, en el caso de los más undos. Pr una dscusón más a ndo de ess tems, ése Benthl (1993) 3 o que, de pso, se prece mucho l que esá juno Stephen Tyler en l cubert e Wtng Cure (Cliord y Mrcus, 1986).
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En an medida, de una manera abiea o más indirecta, lo que plantean es un derecho a la conanza Y para ojar un poco de luz sobre el género, volvamos a Athony Giddens (1990, págs. 22 y ss.). Dice que la modeidad no sólo ene sus tipos concretos de riesgo, sino también sus as características de conanza. Las personas tie nen que conar en «sistemas expeos» de realización técnica o de pe ricia profesional, lo que para la mayoría de los profanos resulta bastante opaco 4• Si bien los coesponsales extranjeros a menudo nos dan nocias de los conictos premodeos, al mismo tiempo pueden pareceos más modeos como miembros de los sistemas expertos. No hay duda que peenecen a una organización. Es cieo que gozan de ma yor libead para denir sus tareas y para decidir los temas y noticias de los que se van a ocupar (al menos en los periodos en que no hay csis maniestas), que no los periodistas que trabaj en casa. Pede haber competencia con los colegas de otras organizaciones, pero la di visión local de abajo suele ser mínima dentro de la propia organiza ción. Igual que los anropólogos cuando están en el campo de aba jo, pueden se a cualquier tarea. Las historias potenciales del te itorio están todas a su disposición y pueden escoger a su gusto; el lema general es sencillamente «estar preparado». Si, como ecíamos, las nocias pueden ser cualquier cosa que, «amenaza, benecia, en rece, despiea curiosidad o diviee», entonces el coespon puede eler si despiea la cuosidad o si enrece al lector. Sin embargo, ene ellos y los teleidentes, oyentes o lectores co rentes se inteone toda esa compleja indusia de los meio de co municación, que, además, como bien señalan los estudios acerca de esos medios, ejan su huella en la elaboración de las nocias 5 • Las histoas se pueden comproba volver a escribir, hacer más caseras, descomponer para ulizar algunos aentos, recoar, rehazar, ig norar; tienen que comper con las nocias locales y nacionales para loar su propio espacio. Pero también, acias a esta maquinaria de producción y de már keting, por supuesto, los coesponsales extranjeros loan model de una manera tan efectiva, teniendo en cuenta que de hecho no son tantos, la imagen del mundo Según Mo Rsenblum (1993, pág. 19), el 14
E ejempo pio de estos sistemas expeos como ya se ha señaado en el capítuo 4, es e sistema bario 1 5 Véase por ejempo Tuhman ( 978), Gans (1 983, págs. 3 1 38), Turow (1 984) y Manof y Schudson ( 986).
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Chicago Trbune tiene ece coesponsales repartidos en once ocinas en oos connentes; desde luego ay muos más antropólogos en las universidades de Cicago. Por otra pe, a pesar de todos los inteediarios y las inteenciones, al menos algunos coesponsales exanjeros, por vía de alguna mísca de la organización, se convieen en la imagen pública de esos sistemas expertos anónimos posicionados, de una manera críca, en lo que Giddens llama «los puntos de acceso». Se convieen en per sonas mosas, en éres. Las noticias, efectivamente, pueden ser un producto; pero en el mercado culural contemporáneo, algunos coesponsales tmbién se convieen en productos por dereo propio. Sus aculos e ines están impreados de su prpia auoridad personal, y a largo plazo puede que su presencia conera más importncia a los lugres donde van y a los acontecimientos que explican. Son personas en ls que uno puede conar para que le ablen de los conictos 16• Así pues, el género autobiográco que estmos comentando puede considerarse primero como una literaura de promoción, para los coesponsales entendidos como producto y par los sistemas expeos los que peenecen. Compoa una presentación individual y c?lecti de uno mismo a través de un dí a día que es extraordinao. Giddens ( 990, págs. 8486), en efecto, se inspira en Eing Go man cuando subraya la necesidad de que los sisemas expeos gesonen el sendo de primera línea y de senda. Suere que aquí hay un espcio especíco para demostrr la connza y la inteidad, la cpacidad par no dejarse amedrentar y pra mantener un sentido de «todo va como siempre» cundo uno se enenta al riesgo. Y aquí enemos a Ulf Nilson, siempre en busca de nocias, pero que aun así encuentra empo para jugar al tenis; y a Malcolm Browne que explica el título de su libr de este modo:
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«Si, por ejemplo, en Francia ocue algo sucientemente impoante como paa llamar la atención de S Donaldson, entonces los espectadores tienen una aadable sensación de que aquello les esulta falia, obsea Mo Rosenblum (1993, pág 54); pero prosigue sus comentaios y dice que las estrellas no son garatía de calidad de inación •'im Bittean, de AC, ene las cejas más pequeñas y gaa menos, pero vive en Francia; es probable que él conozca mejo qué es lo que se oculta más allá de donde la cara alcaza.» Es probable que disminuya el valor que se concede al cono cimiento de las cosas locales, a medida que aumenta la movilidad real y electrónica de las caras amiliaes
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Se decía que en Vieam había dos clases de obseadores: los que se enteraban de la guea por los demás y los que ib con las botas lenas de bao. Yo prefería esta úlma. En mis empos de recluta por los años cincenta legué a odiar el verde caqui y cuando la 8." División del Ejército destacada en Corea hizo una subasta de calcetines rojos compré todo e ote. Desde entonces siempre llevo calcenes rojos lo que me asegura que levaré algo a juego incuso cudo desaparezca. Y todavía me gusta el rojo (rowe 1 993, pág. ix.)
Una atractiva combinación de deza, inconismo y sendo prácco. Este estar dispuesto a encarar el mundo como un lugar pelioso («cualquiera que sea el dolor, la adversidad y el pelio que cueste, como dice Nilson), parece que va acompañado de una veta de mais mo Hay mujeres coesponsales exanjeras, incluso coesponsales fe meninas de guea, pero en general este mundo se describe como un mundo para hombres Malcolm Browne (1 993, pág. 1 94) escribe acer ca de una repoera y dice que «muas veces su cueo bronceado adoaba la piscina del Hotel Ryal en Phnom Pen», y qu «con e cuencia mostraba su apego por algún colega masculino, sempre en busca de un ala protectora y de una relación personal duradera. Edward Behr (1982, págs 262 y 279280) obsea que Oriana Fallaci, la reportera esella italiana, nunca dice en sus libros que llegara al lugar de la batalla justo después de que ésta hubiera terminado, salvo el día que «tuvieron que recogerla y subirla al primer convoy con un e mendo ataque de neios • Hay una imagen del conocedor y cosmopolita, del que conoce y domina no sólo los lugares conictivos del mundo, sino también los tesoros que hay esparcidos por ese mundo, que también puede consi derarse como parte inteante de este sentido de conocimiento y ex 17 En cambio a Behr (1982, ágs 273274) e imresionó más una «tóa ancesa, una mujer enuda, cuyo atuendo de guea odra haber saido de na enda eegante de Pas eseciaizada en unies infanties» Se acercó tanto a a rimera ínea del ente de Hue que os vietnaitas de noe a coeron prisionera; sin embaro, «con su encanto ieetibe y acias a una absouta fata de miedo, no sóo convenció a os vieitas de noe ara qe e dejaran tomar toas, sino que oó que a dejaran en ibead inediatente desués. Para a bioaa de una famosa coes onsal de guea de un eriodo un oco anterior, Mauerite His de N Yok Hera Tbune, véase May (1 985).
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periencia. El aspecto «zoo antes que eo» de la vida de los coesponsales exanjes esulta oa vez evidente. James Cameon, miando al pasado y al ftuo, escibe: No me gustara contemplar un turo e n el que n o pudiera volver a ver cómo salen las tablas de surf en Ghana, o no pudiera tomar una copa en el Cocit de Singapur o en el Crillon de París, o no pudiera ver los lagos de lotos en Kashmir o el mercado de Tung Tan en Pen, o el Staten Islands Fer de Nueva York, o los molinos de viento de Mikonos, o la Bahía de Along en Tonng (Cameron, 1969, pág. 312.)
Y aun así, quizá captamos que esto no hay que entendelo oalmente como una liteatua de pomoción paa un po de oganización modea y su poduco. Después de todo, también evela pae de la tensión, del elemento áco que hay en la vda del héoe. Una nostala que pocos pueden compai, un senmiento de unos hozontes que pocos han podido ve. n el magen lejano de la oganzación está, además, la peocupación po la autonomía; ambién podemos ve la aquea de tenis de Nilson y los calcetines ojos de Bowe bajo este punto de vista. «Culvan su popia imagen como hombes independentes, peo se pasan la vda colgados de la cueda del yoyo», esce Rosenblum hablando de sus colegas 18• Kapuscinsk (1990, págs. 8-84) eesa a Vasovia después de su pimea estancia en ca Cen, y un camaada del Ministeio de Asuntos xeoes le epeba y le dice que sus escitos muesan que no ha enendido «los pocesos mastaleninistas que están en juego en el mundo». Pe al cabo de unos meses los envían ota vez a ca. James Cameon (1 969, págs. 83-84) ecueda que el conacto con su peiódico de Lon des se educía a «débiles conexiones po cable y poca cosa más». elación que mantenía con el peódico «sólo podía compaase a la de un cua muy insiicante y alejado de la Santa Sede: aceptaba su autoridad, peo no pestaba ninguna atención a su docina». diecto de asuntos inteacionales le gustaba «planea paa mí cambios de des tino abptos e intincados enviándome a cualquie luga del mundo, 18
Aunque puede que se haya exageado un poco a exigencia de autonomía de épo· cas anteioes, as entevistas que he evado a cabo desde que escibí este capíto ndican que los útimos cambios en a tecnooa de a comnicación han sedo paa a mena de manea signifcava e contro de os jes de edacción obe e tabajo de os coresponsaes.
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unos cambios que compoaban problemas losticos de an complejidad y elevado coste, y a mí me gustaba cumplir el encargo». Ulf Nilson (1 976, pág. 48) menciona que él podía combinarse el día a su gusto siempre y cuando incluyera doce horas de trabajo. Con todo, hay maneras de alivar la tensión. Algunas personas, por lo menos, es probable que enendan, que compaan los intereses y hozontes del oo, de los que están en el mismo barco. Éstas son las reexones de James Cameron acerca de la naturaleza de la communita de los coesponsales exanjeros que se mueve por los bares: «la única compañía masculina con la que me siento a gusto, donde pue do presumir de algo y relajae en medio de una conversación en la que se usa una jerga común que todos comprenden, es la de los perio distas». Hace una lista de una docena de colegas y añade: «una veintena más de su clase, que pueden aparecer en cualquier momento por la puea ratora de cualquier lugar ene Tuscaloosa y Tonkin y ahogar el caos en una copa que calma y cura, y en las desventuras compadas de la existencia». Antony Giddens estaría de acuerdo. Sosene que los que están más compromedos con los sistemas abstractos y no jados de la mo deidad, a menudo (de una manera que no es totalmente modea) buscan el cara a cara con la comunidad de sus colegas para resolver sus dudas estenciales y para reavivar su compromiso. Giddns cita a Deirdre Boden, un colega sociólogo: a los académicos que czan los continentes para leer un ensayo denso de quince minutos en auditorios sin ventanas y con aire acondicionado, no les interesan las acvidades turísticas o culinarias o académicas. Como los soldados de antaño, necesitan ver a sus colegas a la par que a sus enemigos con los ojos en blanco, para reafar, y más impoante, para poner al día las bases de la confanza. (Giddens, 1990 pág. 87.)
De modo que en más de un aspecto, la aldea global se parece más a una verdadera aldea; y si echamos una mirada transversal, vislumbramos un reejo de nosotros mismos.
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/JI Lugares
11.
El papel cultura de las ciudades mundiales Las ciudades como Londres iban a cambiar. Iban a dejar de ser ciudades más o menos nacionales; iban a converse en ciudades mundiales, la Roma de los tiempos modeos, estableciendo el mo· delo de lo que debeía ser una an ciudad a los ojos de los isleños como yo y de gente con una lengua y una cultura aún más remota. Pasarían a ser ciudades que los bárbaros del globo, la gente de la sel va y del desieo, árabes, aficanos, malayos, irían a visitar para aprender, y por su elegancia, por su educación y por su libead (aipaul, 1987, págs. 141-142)
n 1954 Rbe deld y Milton Singer publicaron «l papel cultural de la ciudade», un aculo en el que exlicaban detenida mente la diferencia entre ciudade de tranación cultural ooge· néca y la de anación cultural heterogenética. La ciudade oogenéca, bien repreentada en lo inicio del urbanimo en e mundo, etaban inmera en una «pequeña adición» cultural de po campeino relavamente homogénea (e de uponer que con alguna variacione locale) y la perfeccionaban tranándola en una «an tradición» má elaborada y ocada. Lo proceo culturales en a ciudade heterogenéca compoaban «la creación de uno modo orinales de penamiento cuya autoridad upera o está en conicto con la de las antiguas cultura y civiizaciones». En opinión de ded y de Singer, en esta últimas ciudades una o ambas cosas eran ciea. La interpretaciones y la relaciones predominantes tendrían que ver con el orden técnico más que con el orden moral, o que quiere decir que la noas adminitrava, a utiidad técnica y económi 205
a serían dominantes. Los habitantes de estas iudades proedían de ulturas diversas, y estaban era del territorio orinal de su ultura. Casi medio siglo después, algunos supuestos, intereses y voabulario de Rdeld y Singer ya no pueden ser los nuesos. No obstante, es evidente que las iudades de nuestros días, on poas exepiones posibles, tienden a ser más heterogenétias que oogenéas; y agunas de ellas se musan notablemente iersas en la transaión y reombinaión de siiados y as siiativas, lo ual está ambiando el mapa ultural de la ea y quizá la manera de pensar las relaiones ene ultura y territorio. Ahora más que nuna, el erte sentido de lugar que existe en el pensamiento ultural tiene que omplementarse (omplementar, sin duda, más que reemplazar) on alguno de los ujos ulturales que ay en el espao, dispuestos en pae por las relaiones enroperiferia. Y en los entros en uesión solemos enontra un puñado de iudades mundiales. ¿uáles son estas iudades? Como ategoría prinip dentro de las ciudades eterogenéias de ansaión ultura, en la époa istória de la expansión y la indusializaión de Ocidente de donde a surdo el eúmene global atu, Rdeld y Singer identian «las iudades de las lases empresariales y direvas a esaa mundial», iudades omo Londres, Nueva York, Osaka, Yokoama, Shangai, Singapur y Bombay. En un ensayo más reiente y presioso aera de la aión de iudades mundiales hoy día, ensayo al que volveré más delante, Jon Friedmann y Goetz Wol (1982, pág. 310) sueren que las iudades mundiales son oy los entros de onrol de la eonoía mundial. lista que presentan se solapa en e on la de Rdeld y Singer: Toko, Los ngeles, San Franiso, Mii, Nueva York, ndres, Pís, Frán, Zúr, El Cairo, Bangkok, Singapur, Hong Kong, Ciudad de Méxio y So Paulo 1 • Pero gunas de ellas pee que son más mundies que oas, y su papel eonómio y cultural, aunque está inteelaionado, no iene por qué ser de la misma miud. Como mi objeivo aora es la ultura, me interesan prinipmente esos entros, más bien poos, haia donde la gente diige su mirada desde disnas paes del mundo, inluso desde una distania onsiderable y a vees de un ontinente a
1 Heenan (1977) identica un conjunto un poco diferente de ciudades con nciones económicas globales; su aculo, que presta una atención especial a Ps y Miai para ser más exactos, a Coral Gables), ene algunas conexiones directas con lo qe aquí nos interesa.
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tr, prque ls cnsideran cm entes bastante duraderas de nueva cultura. Las ciudades suen cambis de fna con respecto a est. Durante el úl sigl aprximadamente y en varis mments, Berlín y Vena ern ejempls de tales ciudades: centrs a ls que an parte del mund, al mens del mund Occidental, prestaba atención cm lugares de dnde pdía surr una amplia gama de ideas y de fas culturales. Ahra n sn igualmente impantes. Las ciudades en las que piens incluirían pr l menos Nueva Yrk, Lndres y Ps. izás es hra de que incluyams a Ls Ángeles. Miami puede que n dé exactamente la talla, aunque tiene una especie de stus de ciudad mundial ante América na y el Caribe. Qizá cn ciea pdencia deberíams incluir, por ejemplo, Toko, Sydney y Madrid; per entnces ns encontrarems cn unos cass a ls que n se pue de aplicar plenamente, al mens pr ahra, l que teng que decir. L que quier hacer aquí es esbzar un punt de vista sbre estas ciudades; identicar la clase de csas que un tiene que tener en cuenta para averiguar si las ciudades mundiales encajan en la histria cultural de nuestrs días, y tratar de aupar estas csas con un ad raznable de cherencia. Per aquí teng que subrayar un paralelism cn el artícul de Rdeld y Singer. Después de decir que «el bjev del artícul es prpner un marc de ideas que pueden resulta útiles para investigar el papel que desempeñan las ciudades en el desall, declive y transfación de la cultura», l ds autres bser van que «n hay un infrme acerca de las investigacines llevadas a cab» y que tan sólo «ece un esquema de constcción; n desc be cndicines prcess que se hayan bsead; las rerencias a ciudades cncretas sn a md de ilustración y de tentativa». Y td est es válid también en este cas. UAO CATGORS NSNACIONALS
Las ciudades mundiales son lugares en sí mismas, y también nu ds en ls sistemas de redes; su organización cultural implica relaciones lcales a la vez que transnacinales. Hems de cmbinar las diver sas interetacines de las caracteríscas inteas de la vida urbana en las ciudades mundiales, cn las que atañen a sus vínculs extes. Cm primer pas, quier identicar cuatr categas sciales de personas que tienen un papel de ma impancia en la fación de las ciudades mundiales contempráneas. Si Nueva York, Lndres 207
Pas no son unas meras maniestaciones localizadas de la cultura ameian, británica o aesa, o incluso versiones uranas y peculiares e ellas, ello se debe en an pae a la presencia de estas cuatr cate gorías. L que éstas ee en comú es el hech de ser, de ua mae ra u otra, trasacioales. s persnas que iteieen está sicament presetes en las ciudades mudiales durante una pae, más coa o más larga, de su vida, pero también ene ees culos cn otro lugar del mundo. El cnjunto de estas persas n cnstituye la población urbana total, y i siquiera s ecesario que e mayrías. Ni tampoco agotan totalmente las psiles maeras de ser trasnacional en las ciudades e cuesó. N ostate, si esas peroas, aupadas en una costelación u a, esas ciudades n tedría el carácter de globales. La primera categría es la de las empresas asaciaes. Vlviedo a la descpción de Rdfeld y Singer, so «las ciudades de las clases empresariales y direcvas a escala mudial», ls ces neurácos de la economía mundial2• Sus nciones pricipaes, de acuerd c la lista de Fredma y Wl (982, pág. 320), s las de gesó y dirección, banca y fnazas, seicios jurídicos, aspes iteacioes, invesgación, csultoría técnica y estudios superires3• Cuaquiera que sea la pae que las manucuras todaía pueda tener e la economía de las ciudades mundiales (aunque sea pr raznes que actualmente hay pasado a ar pae de la historia de la ciudad) es eso lo que de ua manera más directa y diámica las comprmete con un mundo más ampli. Ls idividuos que desempeña estas cioes s persoas c un alt iel de estudios, proesioales atamet cualifcads, que se desplaa continuamente, y cstuye el cojut de pblació más sobesalint en sta ase de ciudades. Ounto a ellos, pr supuesto, hay una antidad considerable de prsonal administrativo y subordinado.) Para los que están contados con los ciruitos de inaión inteaional, las ciudades son úles precisamente porque sn ras n inación, obsea Weber (1968, págs. 1905-1906) en un 2 L
mayoría de textos recientes sobre las ciudades mundiales se centra en el luga que éstas ocupan dento de la econoía mundial; además del aícuo de Fiedn y Wolf (1 982) que cito en mi texto, y del de Heenan (1 977) que enciono en la nota 1 , véase, por ejemplo, Friedan (1 986), Rie (1 986), Ko ( 987), Masai (1989), King (1 990) y Sassen (1991). 3 Obviaente, esta lista es muy paecida a lo que Reich lla «analistas sibólicos» tal como he mencionado en el capítulo 7. 208
aculo de hace unas décadas; y prosigue: «Estos hombres utilizan la ciudad de una manera que pone de manifsto muy claramente el carácter esencial de la misma, pues, para ellos, la ciudad es una imprsionante cuadro de mandos para las comunicaciones a avés dl cual se prduce la interacción humana»• Naturalmente, un an porcentaje de esta población es oriunda del país donde está ubicada la ciudad mundial. Sin embargo, hay muos que proceden de oos lugares; son personas cuya movilidad en la proesión se combina con una mo vidad geoáfca; es lo que los sociólogos de hace unas décadas (aun que entonces sólo deno de un maco nacional) describían con el término «spiralistas» (c. Watson, 1960). Qá uno puede hacerse una idea del aumento de esta clase de personas si se fja, por ejemplo, en el aumento de los bancos exanjeros implantados en Nueva York d 47 en 1970, pasaron a 249 en 198 1 (SassenKob, 1984, pág. 150); el desaollo es simlar en otras ciudades mundiales Obiamente, la composición de esta categoría ansnacional de ejecutivos varía de una ciudad a oa no hay duda qu, en téinos proporcionales, hay más europeos occidentales en Nueva York y más siácos en Los Ágeles La peculiadad de Miami, sosene lman (1987, págs. 294295) n un libro que apareció ne la avalancha de publicaciones rcientes sobre esta ciudad, es que n el preciso momento, hacia 1960, en que las ventajas de su situación geoáfca para las conexiones entre Noeaméca, América Lana y Europa estaban a punto de hacerse realidad, Miami se conviró en el centro de la diáspora de los epresarios cubanos; pero esta diáspora, debido a la políca de reados de Estados Unidos, no pudo concentrarse en un solo lugar, sino qu tuvo que esparcirse por los trs connentes • De modo que la ciudad «tenía las personas apropiadas, situadas apropiadamente, no sólo en Miai sino repaidas por todo l mundo, para dar vda a las posibilidades intercontnentales». La segunda categoría transnacional n las ciudades mundiales la constuye un conjunto d habitantes procedentes de diversos pulos del Tercer Mundo (y que, en los casos que me interesan, están vi 4
Recientemente, Castells (989) ha hecho hincapié en el aspecto inativo del banismo contemporáneo. 5 Sassen (99, pág. 7) subraya que después de 1982, otro tipo de instituciones · cieras se han desaollado más que los bancos. 6 Sin embaro, estas diferencias son relativas; véase, por ejemplo, lo que dice Webb 989) acerca de los japoneses en Londres 7 Sobre Miami, además de Allman, véase sobre todo Poes y Stepick (993).
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vno n cas Pm Mno). S ha aao q Los gs y s cntón s «a mayo áa mtopotana xicana a Méxco, a sgna áa metopoitana na a Chna... a mayo áa meopotaa coaa a Coa, a mayo áa mopotana pna a Flpnas y a ayo áa metopotana vtnamta a Vtnam» (Lockwoo y Lnb, 1988, pág. 41). Ston (987, pág. 19) sñaa q «Nva Yok s a mayo ca carbña mno, po ant Knson, Jamaca, San Jan, Pto Rco y Pot of Spain, n Tina, toas jntas»8• Cab nota q st componnt Tc Mndo hac mcho qe fata n Toko (salvo s hstóicamnt tnmos en cnta a os coaos), anq ahoa mpza a nta n sta stacón, bo a n númo ccnt nmants pocnts Flpnas, Bana Dsh y otros gas9 La lt cos mpsaios y jcutvos cubanos Mam ctamnt nos hac pnsa q n las cdaes nas no oas las psonas con n ntoo l Tc Mno son mso po n nn as msmas cicnstacas conómcas. L mayoía son psonas con abajos scasa tibcón y baja cualcacón, staas en xtmo opsto a scaa cosponene a a pima cagoa. (La aacón q Nva Yok o Lones o Pas, a psa d esta staas en Pim Mno, s han conveo n «na cuad e Tc Mno», p tn, n conscnca, na ntncón metoímca o mtafóca: «bo a la nmacón, s ha convo en una pa Tc Mno», o «con os absmos q hay nt cos y pos, y con a ta scos paa stos úmos, stctuamente s como na ca e Améca Latna, Asa o Áica».) Inticaa como tca catgoa n núm psonas nabmnt mo más co, q sn mbao en a matn n ato psto n as cas mnas. Me eo a as ponas q s ocpan e a cta n n snto más escto, q e agna mana s spcalza n actvas tpo xpesvo. E mno astico Pas y s composcón ntacona muchos años s n cásco jmpo. Tambén o s Pís como cnto cmbr a moa. Po a gama actvas s hoy ía mo más ampa; ncy a, moa, sño, toaa, cn, tata, músca, cocna y más 8
Lockood y Leinbeer añaden en su lista «la segunda áea japonesa metropoltana fera de Japón». 9 En cuanto a los comentaos acerca de este desaollo, véae por ejemplo Ho (1 990), Toshio (1 990) y Sassen (99, pá 307 y ss)
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osa. Qizá la represetaió más ompleta y variaa e too ello se eue actualmete e Nueva York. E este seo, Lores ee meor fma; si embaro, es eviete que atrae a ua pae siiava e las persos e taleto proceetes e los países e la Commowealh, que l pareer euetra ua mayor resoaia para su abajo e Lores que e su luar e orie. Debio a la iustria iematogáa e Hollwoo, Los Áeles puo relamar la oiió e iua muial ua relmaió etoes prematura y más bie limita, a la que lueo seuiría otros rasos araterístios. Es euete que los espeialistas e la expresió lleue a las iudes muiles uo so jóvees, ebio a las opouiaes úis que allí euea pra su aió. Pero hay aspetos meos ismeales que el mero heo e «estar e el luar aeuao»; hay u seo e peregiaió. Estos emigates puee quearse poo empo o pr siempre, y a meuo es iil preeir quié hará qué. Si la ateoría e ejeuivos está ompuesta por hombres (o a vees mujeres) que peeece a ua oraizaió, los espeialistas e la expresió e las iuaes muiales suele moverse por su ueta. Fialmete, l uaa ateoría es la de los turistas, co ua rtaió rápia que oialmete o se ee e ueta e el ómputo e poblaió e las iues muiles, pero uya preseia es siempre muy umeosa y se hae ser o otable itesia mieas está e la iuda. Las persoas iluias e estas uatro ateorías se supoe que est avmete imersas e el ujo saioal de la ultur por el heho e su movilid. Está laro que su úmero ha aumedo ebio a (y sus as e vida, e uato a los aspetos asioales, ha sido modeldos, e ua meia aa esdeñable, por) los ambios reietes e la teoloa y e la eoomía el asporte. E la era e los ratores la ete puee esplazarse a gaes istaias, e ia y elta omo ua lazaera, e ua maera que iilmete poemos eliar saistoriamete o uesas viejas iteretaioes e las migaioes y los migates. La ultura tambié se mueve auque la ete o se mueva, e ga pae a avés e los meios e omuniaió. Después e haber ietiao las cuatro ateorías ateriores, teo que añair que suee exisr, aemás, unas relaioes espeícas ere los meios e comuiaió y las ciuaes muiales, e el sentio que aquéllos tiene su base etral en y que están preoupaos por éstas. Volveremos a las onsecueias e esto e varias ocasioes. Por lo que respecta a las personas inluias e estas cuatro ateo 211
ras, cab sponr q compan abent gnra d as cdads mndas cas como por casadad. Es co q nn víncos d dvrsos pos con prsonas q stán n otras catgorías. Hasta co pnto, no obstant, s dría q stas personas conectan nas con otras d na manra razonabmnt drcta; q consyn mtamnt ss hábtats rspcvos 1 0• «Las ts ansnaonaes son a cas domnant n as cdads mndas, y a cdad stá organzada para atndr ss sos d vda y ss ncsdads d abajo» (Fdman y Wo 1982, pág. 322). Sn rqrr n po d scos más pos y vaados, y os mants d Trcr Mundo, no cafcados y con rntas bajas, cbren pa de os, hasta co pnto, a través d a conomía smrda. SassnKob (1984), por jempo, ser q n Neva York y Los Ánges hay na cara reacón en crecmnto d os jcvos globas y a anca de inmants qe trabajan n dtenadas condcones n sas dads. De msmo modo, os hábtos d consmo de esas ts d ejtvos onbyn a a spvnca d os spcastas d a exprsón. Rtomando a Sassn (1991, pág. 335), nos haba de «una nuva vsón de a bna vda», y o q a caractriza «no s exatamnt a mpoanca d a comda, sno a d a cuisine; no xatament a d a ropa sno a d as marcas d dsño; no xatamnt a de a dcoracón sno a d os objetos d a». En a mdda n qe os nhos d os especastas de a xprsón, sobr todo para os jóvens y os asprates, tiendn a ser poco sguros, pd q a vcs estos speastas tengan qe har ncrsones n sctor d os seos no cafados o smcafcados para ganars a vda d una manera no ompromeda. Las ets d jcvos ncstan aropeos, hotees y sos smars, y sn sa dmanda os tstas posbmnte estarían peor srvdos Los tstas tambén son consmdores d scos a bastant an scaa; agnos d os, con ss caprhos momntános, pdn gar a igaar os hábtos d consmo d os ejctvos d et. Éstos y os trstas stán nmrsos, hasta ceo pnto, n na spc d smboss; s no ra por a prsenca simtána d ambas catgorías, os atracvos q oc a cdad mnda srían mnos caros y sgros para ambas 1 1 •
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Wuf(I992), a haba de os jóvenes suecos en Nueva York descrbe as conexiones que se dan, especiamente en e tiempo dedicado a ocio, entre os bqueros y los ejecuvos, os astas y as «au pai 11 Véanse, por ejempo, os comentaios de Heen (1 977, pág. 8 8) respecto
Peo lo que ocue es que no toos los tuistas gastan mcho. Los hay que van a las ciuaes muniales y eambulan po allí pncipalmente po el place iso e encontase en el luga aecuao, y no tanto po os objetivos especícos que peiguen os ejecutivos o los especialistas e la expesión (peo a lo mejo, en pae, esos objetivos son tan geneales como, po ejemplo, mejoa la lengua). Se convie ten entonces en una categoía ia, ene los tuistas y los inmian tes e enas bajas que tabajan en el secto e seicios, cyo estao tempoal es la pobeza elativa y voluntaia. Su entoo pesonal, po tanto, puee se muy ifeente el e los inmiantes no cualicaos e Tece Muno, aunque puea habe competencia ente unos y otos ; las icas «a pai» seían un ejemplo. (Hay un upo el Tece Mundo en una ciua mundia que paece tene, o habe tenio, unas caacteísticas similaes; se tata e los sapeurs12 e Aca Cenal en País: nos danis que están alí po e place de esta allí - más tae, cando eesan a casa, po el place e habe estado alí y paa reuni un vestuao e pa e maca.) ESCENA LOC COMO ESPEÁCULO
En capítuos anteioes, y más eteniamente en el capíulo 6, sostenía que poemos considea que el ujo e siicaos y e as siicativas a tavés e las socieaes contempoáneas se oaniza mayoitaiamente eno e nos macos e oganización escasos peo e an maitu y e las elaciones que hay ente ellos. Caa uno de esos macos ene unos pincipios popios que son los que an via al ujo cultual que hay en ellos, unas implicaciones concetas e tiempo y espacio, y unas elaciones ifeentes con e poe y con la via maei. Me eicaé mayoitaiamente a os e estos macos o esctuas: e que enomino «mecao» (en el ujo cultual, las pesonas se elacionan ente ellas como venedo y compao, y los siicaos y as siicativas se han conveo en atícu los e consumo), y «aevia» (el ujo cultua ene luga ene sees humanos coientes en los contactos mutuos habituales, meiante un ujo libe y ecípoco). Poemos consiea una an pae el poceso cultua e as ciuaes muniaes, tanto en la ceta local 12
Paa un esudio exenso sobre los seurs véase Gandoulou (1989), y para oros comenarios, Friedma (994, págs. 105109 y 157-166) Véase también Devisch (1995, págs. 619 y ss. ) para ner una ida de los sapeu en Kinshasa, Zare.
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como n a ansnaciona, bajo pnto vista a intracción as corrints cturas q ocn no y n stas sctu ras oranización. Una pa st procso stá d na manra my manista n as cals. Un socióog Nva York, G Han ( 984), nvó a ss stiants a nvistar a os q vnían a visitar a cia par q ls prguntaran sobr ss iprsions. Aqí tnos algas rspuestas Bueno, han sido tantas las experiencias intersantes; pero creo que la mejor e ver a Calle 42 y que un travesti neo, con peluca bia, me hiciera proposiciones. (Hombre, 30-39 años, inspector de sanidad, Minneapolis.) Fui al Village hace dos días y vi a un tipo con traje de novia y casco, panando por la 7.ª Avenida Me quedé pasmada, per me dijeron que esto no era excepcional en Nueva Yor, sobre todo en el Village (Mujer, 20-29 años, contable, Rpúbica Dominica.) He visto a una mujer menuda y vieja que se sacudía de encima a un caerista. Ha sido scinte, porque resuta que la vieja era policía (Mujer, 30-39 años, ama de casa, Qebec) La candad de gnte diferente Vengo de una sociedad mono lítica donde todos peenecen a la misma eia. Por ejemplo, aquí hay muchos homoseales (Mujer, menor de 20 años, estudiante, Jamaca)
En oas palabras, o q aqí vmos s o q Gorge Si ( 964, pág. 4 0) stacó n s nsayo acrca a via mta n as ópolis: «a acmación vloz iágens cambiants, a iscontinia aga q prcibimos con na sip ojaa y a sorprsa ant cúmo iprsions inspraas» n sno s pctáco. Obviant, no rcib too sto sin ar naa a cabio, simpmnt por mro hcho star prsnt, a través a rciprocia marco frmavia. Y aqí bamos prsta atnción a a rciprocia. En na mia otra, spctáco a ci a mnia s ago q a gnt constry n coún. Las prsonas 21
o so meos obseadoes so obseadoes qe patcpan, y as caacteístcas pmodaes de espectáco depede de a pespectva de cada o. Paa a pesoa de Pme Mndo eopeo occdeta o oeameca qe vsta (o esde e) Lodes, París o Nueva Yok, qzá o que esta más sopedete es a peseca de os habtates de Tece Mdo; paa a cotabe de a Repúbca Domcaa, a mea dosicasa de dvdo ; paa a estdate de Jamaca, a homosexaldad qe se maesta púbcamete, o smpemete a dvesdad qe, bajo s pto de vsta, pede covet e eevates cso al ama de casa de Qebec o a specto de sadad de Meapos. Paa e vstate qe vee de ejos, pede qe todas as pesoas de a cdad se paezca ete eas y qe a msmo tempo sea sopedetemete dfeetes de as qe ve e casa; de modo qe todo eso es espectáco. Peo e as cdades mdaes o es eso todo o qe hay; hay además a dvesdad tea. Se pede aa qe esta dvesidad eceta hábtat dóeo e a cdad mdal, gua qe e mhas cades ades, a meos po dos vías. Po ado, e a medda e qe os estos de vda cya dfeeca es patete so feómeos coectivos, sbctas de os pos más o meos cohesvos, e cojto de os qe tea cada o de eos pede oece e apoyo moa, emocoa o teecta ecesao paa desaoa y matee esos estos de vda, tato s os teates está eazados e e etoo hstóco como e as ccstacas de mometo o smpemete e as pefeecas de os membos de po. Y e galdad de ccustacas, as ades cudades más qe as peqeñas cueta co más pos de este tpo e os qe a case trabajadoa ee peso decsvo, y ete todos cean a dvesdad 13• Po ota pae, e as ades cdades as eacoes socaes y a eputacó pesoa see se cestó de esezo y oo pesoa; as pesoas see ase seo pesoa poqe a ateatva de aomato es esta poco atactva. De modo qe pate de a dvesdad se eaboa e e pao dvda más qe e e de po. L pobacó de as cdades mudaes pocede de os gaes más dvesos e espeados, y este hecho se comba co esas dos tedecas más geeaes de a vda baa paa pomove a dvesdad co mayo eza. Ahoa be, as pesoas pede apeca de dvesa maea e es 13 E una elaboración de Fischer (1 975); véase también Hanne (1 992 b, págs 20 1 y sigientes).
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pectáclo del escenao local en las cidades mndiales Paa algnos, es sobe todo n fasdio o na amenaza, na expeiencia de violencia smbólica Pobablemente la mayoía de estas pesonas no están en na cidad mndial poqe sea na cidad mndial, inclso qe estuviean en esa cidad ante s de qe se conviea en una cidad mundial en el sendo que damos a esta eesión; a mendo son idígenas qe pefein qe País, Neva Yok o Londes ean como calqie cidad ancesa, ameicana o bitánica, y qe, desde lego, no ea na zona onteiza del Tece Mndo Y aqí tenemos na de las paadojas del pceso clal en las cidades mndiales: mientas qe los qe estamos en la peifeia o semipeiia siempe notamos la inuencia cltal del ceno s deci, del jo desde el cento hacia la pefeia, calqie cosa qe pase po clta nava en el popio cento paece qe se ve a sí misma siiada o invadida po las epesentaciones locales de la peifea Estos habitantes de la cidad mndil peden eacciona ate la divesidad escdán ose tanto como pedan s deci, viviendo en s popio baio o, si enen scientes medios, en na casa con poeo y lizando taxi en vez de meto Estas pesonas del ceno están deseando qe la peifeia desapaezca de s vista o, po lo menos, qe sólo apaezca discetamente paa pesta secios básicos «enes qe aislae, aislae, aislae», como dice no de los pesonajes de La ho ga d vanis, la novela neoyoqina de Tom Wolfe Peo como see esta novela, esos habitantes continúan siendo lneables. La divesidad de la cidad pede impi en ss vidas de na manea epenna y damática Los medios de comnicación locales se lo insinúan sin descanso Además, estas pesonas suelen tene dicltades paa establece difeencias ene la violencia sibólica y otos ipos de violencia En el oo exemo de la escala, en lo qe se eee a aciudes o posiciones ente al espectáclo de las cidades mndiales, es my pobable qe nos enconemos con el tipo de visitante más momentáneo y decidido, el po de visitante qe ya hemos comentado James Clle (1988, pág 154) se emite a Rlad Bathes cado escbe aceca de «la semióca del tismo» y señala qe n tista está dispesto a conveti calqie cosa en n sio Otras pesonas son más popensas a «encionaliza» na costmbe, a conveila en n caso de poco más o menos me so ama qe el abigo de piel sólo se paa esgardase del ío, por ejemplo. Peo al tsta no le peocpan estos petextos El «pb» pasa a se n «típico pb bitánico»; n restaante del Qae atin se conviee en n restaante del 216
Qair Lain; incso na aopisa no s xacamn n mio q ciia spazamino rápio nr os pntos, sino na pi ca aopisa. Los sas q an provisos ías y máqinas fos n bsca sios, so q no porán rncionaizar naa porq as haco ya han mprnio a a a casa. Pro si istan vino a via coiana q s s yapon n a cia mnial, s csi sro q no son los únicos q o hacn. E prbabl q a os mimbrs as oas caoras q habian a cia mndia an na ac parcia. Si bi ncsian xcsas ncionas para a mayora ss propis acacions, pn connar consi rano gan pa o más como spcáco. Y ao q s á vonaiame n a cia mi y q por na rón oa nn q manjars co ss cracscas como cia mia, p q para os oo so na n valor. Uno os rasos isinivos d spcáclo as cias mnials s s capacia pnració omo sa, no p ars na caiaa sd sio cocro, rconocio como pa norámica y como monmno ( Lovr, paacio Bckinham, Empir Sa Biin) hasa oo, y, minas ao, a cal para coninas sorsas. Pro al mismo impo, a snsación s pcáco y scnario ocal rsan insparabs. Uno o p vsos consio; soamn p hacro como rcro anéc oa, o a vz como n razo rprsnación écnica. Y sa con ición insparabs q s a nr a snsación spcáco y siio sico, ayua a q a cia mnia coninú sino cia mnial. Las ns inn q hacr viaj para vr, oír y or por sí msmas. Probabmn hay q añair aqí q, amás, hay q nr n cna a los mios comnicación, n cano q ambién os conibyn a q no na a bna fna nconars por ca saia con abnans xricias valiosas n a cia mnial. Daa s prsncia bica y spciamn nsa (más canas visión, más misoras raio, más iarios, más prióicos, y kioscos por oas pas), o q no sá iramn n a ca p procir n impacto n a concincia prsonal casi ano como si ho svira aí 1 4• 14 Ta como sugea en
la introducción co n respecto a asunto Rushdie y su veión
neoyorquina. 217
EL MERCAO CU LTL egaos a este puto, os eslizamos era el marco aevia el ujo cultural a través e ua zoa limítrofe vagamete eia, y eamos e el marco mercao. Gra pae e la impoacia e las ciuaes muiales se ebe al hecho e que so mercaos culturales. Si toa iació es cultura (y esta eició es ua cuesó e gustos), etoces las elites e ejecutivos tambié está e estos mercaos, icluso urate las horas e abajo, porque la iació es su egocio primorial: uiaes imiutas y eeras, y el cojuto e ellas. E cualquier caso, la cuestió que se platea es qué tipo e metaapreizaje, más uraero y co un moelo más amplio, ocue e ua aevia e la que se presta tanta ateció a la iació y a sus pequeños cambios y iferecias. Si tomamos la expresió e Brit (1991, pág. 161, la suya es ua «cultura el iscurso igeioso y rápio» 5 • Es muy posible que estas as e hacer cotiiaas ayue a ar los hábitos itelectuales y estéticos e cosumo y, asimismo, las relacioes e este upo co el mercao cultural e u seo más restrio. E cualquier caso, eteemos que las ciuaes muiales so mercados culturales básicamete por la presecia e umerosos especiaistas e la expresió. Por u lao, esta presecia es costate. Los especiistas e la expresió se quea allí y o meos impoate, se esplaza hasta allí porque allí tiee metores y colegas e los que puee apreer, tato si se lo recooce como si o, tato si es e ua maera istitucioalizaa como si o lo es; porque las istitucioes que actúa e guarabarrera tiene ua estructura muy elaboraa y porque hay ua masa e cosumiores co poer aquisitivo. Por otra pae, los prouctos culturales cocretos va cambiao couamete. Dese las ciuaes muiales os llega el die c, lo último que ha suro e u amplio espectro e moas, ismos, vaguarias y «movimietos» (que e este caso o se parece mucho a lo que pesamos es u movimieto; más bie so upos e arculos y e prouctores culturales con u sello estilístico y temporal). De 15 E
una alusión al concepto de «cultura del discuo crítico» de Gouldner (1 979); véase el capítulo 9. 218
bid a esta capacidad inatable de enerar, n se puede dear de pre tar atención a las ciudade mundiales en cuant que sn mercad culturales, al mens n l pueden hacer l que están interead en mantenerse au curant. ¿e dónde ure esta creavidad? En pae, de una tendencia inherente al marc mercad, la de sacar una ventaa cmpetiva pr medi de la innvación. En pae, sin duda, de la ea de vluntad y de la intención deliberada ls especialistas de la expresión saben muy bien que están en las ciudades mundiales para prducir nueva cultura. En pae, de la cncenación de persna capacitada la ciudades mundiale, eur que n tdas per es de supner que en mayr prprción que la media, atraen a «l meres y ls más bri llantes». Existe ademá el ctr de la diveridad. Parece que la creatividad cultural se alienta de este ctr (en ls capítuls 5 y 6 he arumentad este punt). Pr eempl, Raymnd Wllis (1981, pás. 83-84), al estudiar las vanuardia ent a 1 900, vi que slían desallar se en ambientes metrplitans (y en ese cntext, subrayaba tanto la relativa autnmía cultur cm la inteacinalización de la meó pli), y que, ene los que participaban, había un gan prcentae de inmigantes, a menud riunds de l que se cnsideraba una cultu ra nacinal más prvinciana. Del encuentr entre l mds de ere sión de divers rien, actualmente cada un de ell de dudsa rele vancia en su fa rinal, suran nuevas fas de cnciient y nuevas maneras de hacer, cuya impancia e eandía más allá de la naciónestad. Prbablemente, el análiis de Wllis en cuant a l que implica la diveridad cnnúa siend válid para los prces culturales de la ciudad mundial en ets añs próxims al cambi de sil, ól que cn un alcance más ampli y transnacinal. Qisiera que pretáram atención, de una manera un pc más epecíca, a la ptencialidade lcale epeciales que tienen l marc de ujo cultural frmade vida y mercado en la ciudades mundiales. L especialista de la expreión etán muy probablemente entre las pernas que encuentran en el espectáculo, cm pe del am biente urban eneral, un estímul intelectual y etéc. Hay aquí un p de cnexión entre el marc fadevida y el marc mercado, aunque la denición de eta conexión e un tant imprecisa. Pero hay otras inteelacione má epecíca que compoan cambio en lo detalle o en gup de detalle, en lo iicado o la frmas siicativa, entre un marc y otro. 21
Esbozaré un modeo secuencia esquemáco 16• Creo que puede apicarse a acvidades taes como agunas músicas éicas y agunas cocinas étnicas; pero este po de proceso puede darse en otros muchos casos. En una primera se, os siicados y as as siicativas en cuestión uyen con bastante ibead dentro de una comu nidad subcutura!, siempre y cuando esta comunidad sea mente ampia y tenga una cohesión que e peita oecer e necesario en e aspecto mora y en o básicaente no materia. L gente come o que cocina en casa y hacen música juntos. Aunque entre os miembros de a comunidad haya un mínimo ado de especia ización a eaborar os productos en cuestión éstos no se convieen en artícuos para venta. Se mueven dentro de a matriz intea de las reaciones personaes de a comunidad, en os diversos ambientes privados. En a segunda se se introduce en a comunidad un mayor ad de división de trabajo cultura. Aparentemente a comunidad también ha acazado oo po de masa críca y resulta bastte ucravo converti arcuos subcuturamente disnvs en productos para cnsumo de os iembrs de a cmunidad, cmo una ateava a ujo libre de marco adevida. Y e mercado por supuesto, ende a estar siempre a aceho de estas oponidades para su expasión. Llegad a este punto, os miembros de a comunidad subctura! pueden dar o no dar «señaes» de estos productos en a ínea de o que se ha diho anteriente es decir, pueden veos cmo aícus que se d pr supuestos en su tina codiana, o pueden ser más cns cientes y apreciar más disntivo de su subcutura. L ccinas subcuturales enen una sección especial en os supeercads en s sios de cmida para evar o en os restaurantes; la música se tca en os teatros de os bas étnicos (a tocan s taents caes o os oss de a peferia que cogen e avión para a a ciudad mundia si la comunidad subcultura! es una extensión, t de a diáspra, de una sociedad que se encuena principamente en otra pae) a retransmite a emisora de radio éica ocal. Y así egamos a a se es en a caera de os prducts cuturaes (que en a primera se todavía no eran prductos para venta): como se han eto más púbics, son más asequibes para s que exporan cnnuamente e an mercado cutura en busca de a nvedad. L cocina éica a descubre a gente cuando va de eedición 16
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Me inspiro en Appadurai ( 1 986 a) y Kopyof (1986).
gastronómica a os barrios bajos; a música ( reg caribño n Londs n os años stnta, rai noaicano sin tanto éxit n Pars n os ochnta) s convi n opop. Y aqí tnmos oo visitant d Nva York q sabora a divrsidad: mejor e pasear por Greenwich Village, porque es insólito. Tomé un ozo de pizza, un taco, un falafel y u capuccino. (ujer, 2029 años, directora adjunta de pramas de una emisora de radio, Nebraska.) L
andel, 1984, pág. 298.)
Hay q admir q modo scncial incly agnas variacions. Cando na comunidad sbctra! y transnaciona s stabc n a cidad mndial, s posib q ya sté n a sgnda s y q a compaa con pas d orign. A vcs, n cambio, a s dos s salta; os lmntos dl jo libr sbcltra! pasan dirctamnt a convrrs n prodctos para vnta n an mrcado cl tra 17 En a se trs ped q prodcto no atrga mo a an mrcado cltra, sino más bin, por mdio d agna clas d anidads lecvas, a oa comnidad sbctra! por jmplo, reg d os inmiants caribeños dspó a principio n intr espcial ntr os sgidors d cio slo jvnil británico. A vcs las ss dos y trs coxitn, ya q tanto a comnidad sbctra! como an mrcado ctral pdn acptar prdcto cltral con na fa única; pr a vcs, a s s rqir n cambio más ampio para oar na vrsión dl prodcto q rst más aadab a os gstos q xistn n an mrcado ctra. En música, pd srr na división ntr «música d sión» y «música d raícs», pro n tanto q panzcan n contacto, y qizá con na rlación diaécca, posib rstado s na mayor innovación y más ccs y mzcas n mrcado 18•
17 Paece que eo e lo que uee Palme (1984, pág. 98 .) con especo a lo popieio e eauanes ialiano en el Soo loninene; po oa pae, lo comen· ao e Je Waon (1977, pág. 196) obe lo reauanes chino en Gead See, bién en Lone, inican una peión ene la fe do e. 18 Paa ea cuetone, vane po ejemplo lo comenaos e Clake (1980, pá· n 172) Hebige (1 987, pág. 12 8) obe lo cambio en el rga, lo e ScaePoulen (1 995) obe lo el rai: 221
ÜEL CENO A PERFE
E modo d dspazamnto qu sgun os aícuos cutuas dsd dnto d os macos advda ntament vaados hasta nta n mcados más aplos, po mdo d la convsón n poductos d consumo n os mcados cultuals ocaes y snta dos, no s ncsaamnt vant sóo con spcto a os aícuos étncos qu tnn aguna cas d conxón con Tc Mundo. En contexto amcano s apcab, dsd hac mucho tmpo, a a nunca d a cutua aoamcana sob a cutua amcana d una mana más gna; n pa, po no úncamnt, n as cudads mundas. En aso btánco, s podan ncaja vaas cutuas juvns dnto d a pma s d modo scunca y v qué sucd a pt d ahí. Po popósto spcíco, n contxto d a cudad munda, d consda a a uz d o anto as cultuas d upos tansnaconas con ntoos d Tc Mundo, s qu, al tn una vsón más compta, podmos v cómo as acons cntopfa n a cutua d hoy s convn con bastant cunca n acons pfacntopfa, dbdo a a composcón d a pobacón d as cudads mundas y a a estctua d os mcados cutuals d as msmas. Las cudads mundas contnúan sndo n muhos casos punto d oign d ujo cutua global, po tambén nconan como agncas d a cutua gobal. Vovndo a jmpo d a músca d Tc Mundo, quzá más obvo: sta músca pud convts n una músca d a cudad munda, y d sta mana n músca mundal. Po aquí nos samos d a scna oca paa na n campo d as acons tansnaconas nt as cudads mundas y sus hintlnd stuados a dstancas dvsas. ¿Po qué canas uy aquí a cutua? Hay qu tn n cunta a movdad sca a d os mmbos d as cuato catgorías transnaconas socas qu hmos dntcado más aba. A mnos qu san unos vdados camaons cutuas qu camban d coo sgún contxto, s d supon qu s va� aguna cosa d a cudad munda cuando vn a su uga d ogn. Sn mbago, n stos momntos no sabmos mucho acca d sto n conocmos os dtas oácos. A contnuacón, una cta un poco aga d Sutton 222
Nueva York es una enccijada antiana [ ...] qe impica a transposción y a producción de as cuturaes y d ideooa. Tanto os hspanos como os afoantianos rehacen sus das en Nueva York por medio de un proceso de "cce de camios cea· do po a interacción entre o que ocue e Nueva Yok y os anti· anos. Como contraste genera con a situacón de os miantes europeos, a pobación anana de Nueva Yok está expesta a n ujo más connuo y bdirecciona de personas, ideas, práctcas ideooas ene a zona de Cabe y a ciudad de Nueva York. Es tos cambos y estas interacciones bidireccionaes ha generado o que podríamos ama un sistema sociocutura transnacional, una coea de transmsión caramente untaria, aunque no unica da, que recica y mestiza aún más a cutura y as idedades ana nas, tanto en Nueva York como en e Caribe. (Sutton, 1987, págs 19-20.)
Esto suee ua geuia cociecia de la atualeza de la situació de ales del siglo X e ua ciudad mudial y e ua eó afectada po ees vículos con aquélla; peo au así, pece justo deci que hasta ahoa se ha hecho poco tabajo de ivestigació sobe las divesas categoías tasacioales, que de veas tome e cueta la atualeza tasacioal de esas categoías de ua maea miuciosa y completa. Fieles a sus tadicioes, los atopólogos ha teido más cosas que deci aceca de las poblacioes del Tece Mudo e las ciudades mudiales que aceca de los ejecutivos de elite, los especialistas de la expesió o los tuistas; todavía tieden a velos bajo u solo aspecto, como imiates 1 9• Fiedma y Wol (1 982, pág. 3 1 8) cometa de los ejecutivos de elite que «son u po políglota, co ua a movilidad, capaces de tabaja bajo pesió e situacioes uidas. Hasta ahoa, es poco lo que sabemos de ellos»º. Llegados a este puto, paece que cualquie iteto de esbozar u paoama del papel cultual de las ciudades mudiales pasa necesaiamete poque ecoozcamos tal como los ivestigadoes se icia a hacel que se ecesita más ivestigació. A mismo tiempo, se puede isiua aguas posibilidades azoablemete sólidas. Los ejecutivos de elite, como pesoas que está e ogaizacioes e 19 Véase Glick Schiller, Basch y Blanc-Szanton (1992), y Basch, Glick Schiller y Szanton Blanc (1994), autores que hacen hincapié en lo transnacional (prncipalmente en el contexto de Nueva York). 20 Pero véase Bn (1991), por ejeplo.
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tes, peen tener más posbaes qe otros para extener ss hábtats ese as caes mnaes hasta oos ares e estino: as ctras cooravas se expoan y pasan a converirse en cturas más o menos amavas, presosas e nyentes tambié en a pefera. Es probabe qe os especastas e a eresón cano y s regesan a ss ares e oren pasen a proponer nevos estos para os proctos craes. Incso si even a esaoar su acva prcpamente en ss respecvos mercaos craes locaes e a perfera, es my posbe qe e heo e haber esao drante tempo en as caes munaes corbya más o menos recamente a haceros más famosos. Los habitantes e Tercer Mno qe regesan a su tea dese ana ca mia puee que aquieran e hao e os soscaos; han pasao a ser o qe en e ca Occenta anóna se conoce como «beentos». Toos eos en connto y aemás los rstas con a atencón pesa habamete e a ca mna y haceno ana nversón por o menos emocona para mantener caaes abeos puee qe resuen ser os cocos por one crca e conto uo cura qe procee e la ca mna. Es cierto qe e o centroperifera e os prouctos crales no epee excsvamente e os contactos y las experiencias e os rpos transnaconaes. Aemás, as reacones e mercao son totamete mpersonaes; por meio e eas, os proctos e sincao procos o transrmaos en la cia mna peen ear a as persoas qe están en otros ares, prescinieno e s son o no conscentes, e s es neresan o no as conexones qe tenen con a cuda mna. Sn embaro, a obe visón qe he sero a ca mnal como n ar en sí msmo y como na ente ese one ye a ctra cya combnacó tene en os membros e os versos rpos transnacionaes su representante más ireco parece qe es nspesabe para poer comprener penamente el pape e as caes mnaes. Hay qe entener qe os meos e comncacón oecen espectácos e ssttcón a os qe no se espazan en persona hasta esas caes. Y como os meos e comncacón, ecaces a escaa ransacona tenen s see prncpalmente en as caes maes y a meno se preocpan por proporcionar a mo na escrpcón e estas caes cas nae pee mantenerse a maren o no estar nteresao en esas caes en s concón e ares. Por ejempo, as seres a esto e Miami Vce converten a mtcaa rma e va oca en na matera prma exportabe como n s 224
no de ella misma; cosa que de algu rm tmbié ocurre co el tuismo. Y del mismo modo, cada vez que o ecotrmos e l peifeia con uno de esos productos culturles suceptibles de er fá cilmente trsladados ea de su lugar de origen, recordamos el setido de espectáculo y epaamo que «hay más en el lugar de dode poceden».
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12.
Amsterm: ventanas abieras al mundo en Bijlmermeer
Sentémonos un sábado por la tarde junto a la venta de una cafetería situada en una plaza del centro comercial del pueo de sterdam. Disutemos nuestos bollos preferidos; y mentras obsemos el escenario exterio, que cambia a cada istate, seguramete nos sorenderá ver cómo los espacios públicos de ls andes cud des de Europa Occidental y de Norteaméric se han convertido en u espacio comunal transnacional donde se mezcl los blancos, los neos, los mulatos y los amarillos 1 • Esta mezcla también podemos encontrarl en el Shopperhl de l manzana de al lado. Los artículos que podemos encontrr en ess gleías son poco más o menos los mismos que en culquer rncó de sterdam. Peo al nal del Shopperhal, creo que es por el ldo norte, el escenario empieza a cambiar un poco. Hay un puesto que vende afeites para mujeres no europeas y, al otro lado del pasillo, u te derete con especialidades tropicales Hay boln de Surinam y tmb boln de Berlín. A continuación pasamos por delante de la cicerí islámica Razaq y luego salimos del Shopperhl por l puert que hy allí cerca. Una vez era, nos encontramos con un plaza y, más allá, co 1
Me doy cuenta de que voy a recurrr una y otra vez a la coa para lutrar la versdad cultura en Asterda; no ólo upongo porque e una e la a cultu aes que e vstante, como yo capta más rápdamente no porque la coda cupa un uga sgnfcativo en la dentdad étnca y en los cabos cuturale.
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; n n Em n Bjmr n m un u Surnm sé m u mnon Y Bjmr m mpn s Pís Bjos ñ n í Bj nron n n n n Sumr y s n ( myrí nnts n mé un ) urn posb e so n n n y Surnm Un trr p m y mu bron n b mrm An n r n m os spos beos r pnts y ru rbot en s prees u n rn trun; vntn un pso to se u un nu n Bb Mry Un poo más rrib u n pn , punto trr en e erour Sp . En mn t, n pmos on un zon e tens má ru y mt n qu st supecado HLo Auí pu mprr pso ono qu g reto e Sunm mn ng, y tmbn psdo seo, qumbombó es Kn nn, y tts fitón mpress n Bomby, n ur Gnsh os nt en po y e exto unt n rr: «Q oroso Depwi os on, y m, mám prpr» Junto HLo hy un enrt u vn mmo tpo stmpos que enuenro en os mros Á Ont y qu semp m resutn noes, y un mnquí muno n un tún ros y rimente bor En n os y stes, otro o s glers, hy mús In y s Ants; ontnuón, un pusto que ven s, y un poo má á P Trve Centre s nun m nt Surnm y, mntrs qu pluquerí Ch Py r prt n po o, uro y sátos D vut purt Amstrm, poemos tomos un esn n un u pr muho típ nsttuón holns u f rro; hy pnts on os, mss jugo y hs m r Auí n vn má qu bnos, o , y sóo hom 2
Un año depué de mi etancia en Aterdam, un avión de mercancía israeí se onta la casa que describo aquí.
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bres. Pero e pronto entra corrieno una chica joven e pie morena, vestia con coores vivos, mia a os que están e pie en a barra como buscano a aguien, y se marcha con su pare, un hombre ruio y corpuento. L CIUDAD DE S VNAS
Una e as primeras cosas que sorprene a egar a Amsteram �uizá tenría que ecir que a os extranjeros, porque a os hoaneses 'es sorprenerá menos son as ventanas. Parece que invaen a mayor pae e as aas e casi toos os eicios, ese a panta baja hasta e ático. Pee ser por razones e po práctico : as casas son muy pronas y tratan e conseguir e máximo e uz. Pero esto también crea a sensación e una an apeura: a cutura uye por esas ventanas, como si ijéramos, ese e espacio priva o hasta e púbico, y viceversa. ee ser un recamo amativo, «tengo ago para vener», en e caso e as mujeres igeras � ropa que aparecen en as ventanas enmarcaas con neones rojos; o bien, un sencio y io «no tenemos naa que escone», en e caso de a pareja mayor que aparece en a ventana e a ao, e espaas a a uz y con os visios e encaje abieos. Los prouctos e mercao están expuestos en esas ventanas, y a asar uno puee inspecciona, a menos isimuaamente, unas fas e via irentes e a propia. Aquí hay un obe ujo, porque las ventanas también peiten echar una ojeaa ese entro a o que ocue en a cae. Los antropóogos se han interesao por e siicao e os espejos, o que uno ve cuano se mira en eos3• En e puebo, os vecinos son como unos espejos se parecen más o menos a uno mismo. En Amsteram, en agunos espejos, uno no se ve reejao en absouto. Se iría que aquí hay más espejos pequeños, más que en ninguna an cia, e esos que, coocaos obicuamente en a haa, sien más bien como para ampiar e campo e visión e a ventana y te permiten obsear a os emás (especiamente, a quien se encuentre ante e porta). Es obvio, aemás, que en Amsteram hay un an número e «otras personas», no sóo a case e personas que se parecen a uno mismo, sino muchas cases más. Dese hace sigos es un centro que 3 Véase v.g. Femández (1980) y Hanner (1983 b).
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atrae gente de era, y tanto si proceden de muy eos como si no, ha haido un número suciente de personas como para mtener muchísimas sucuturas viaes. Así pues, diversidad dentro de maco rmadevida. Pero e mercado tamién parece oecer una notae variedad de mercancías. Proaemente, esto está reacionado con a dimensión de os edicios y su entoo. Agunas ciudades, a menos en o que se reere a a zona comercial principa, se h consuido dando preferencia a a uicación de as andes empresas y a tráco rodado. En stedam paece como si para cada negocio o comecio imanae huiera un aguero en e muro y una ventana deante, paa que cuaquiera que pase por aí, a pie o en iciceta, pueda vero fácimente. No ostante, algunas de estas ideas me sorprenden. sterdam es mosa en todo e mundo por agunos museos, y os museos son unos dispositivos impoantes paa ipoar a diversidad de exteior, o para mantenera presear e pasado unto a un presente difeente. Lo que de veras no huiera podido imanae es un museo de cannais o un museo de a toura. Tamién aquí a cae puede ser un espectácuo, un ug donde astear a diversidad, una ente para a vida de a imanación. En sterdam, como en muchas ciudades, parece que as personas son conscientes de esto. Lo demuesa a variedad de stas caeeros músicos bailnes, ugares o o que sean que cada día uscan un espacio en e Dam (a paza cena deante de paacio rea), en Kversaat o deante de a Estación Cena. Tamién me dicen que cada día hay más cafés en as aceras. Y esto a duras penas se debe a a comida y beida que sien, o a as posibilidades de aie y so, sino que se dee sore todo a que son oseatoios de a cae. Si e ver e movimiento de os seres humanos constituye an pae de uo cutura en e maco adeda, aquí oseamos que en ugares seectos también puede converse en un producto comerciaizae. E MUNDO QUE VEMOS En Amsterdam, a uno se e ocurre rápidamente a idea de que as ciudades pueden considerarse como ventanas sore e mundo. En Bijmermeer y en e HiLo Supermarkt uno se encuentra con e Carie: vistas, sonidos, oores, gustos. En averstraat, a mayor cae peatona, Europa va de compras, mientras que unas dos manzanas más aá, en e Athenaeum Nieuws, uno puede curiosear periódicos 230
y revistas prácticamente e too e mno (y e paso, recorar qe os meios e comnicación se concentran en as ciaes importantes) El Mseo e Historia e os Jíos nos centa a historia e as personas qe legaron a os Países Bajos y a Amsteram, vivieron aí rante generaciones, contribyeron a s rmación y ego se os lle varon a la erza En el Tropenmsem, anteriormente n mseo so bre la época colonial, no se hace na iea e os gares aone eron los holaneses en otros tiempos y lo qe encontraron alí Si las ciaes son ventanas sobre el mno, no ve cosas iferentes a través e ventanas iferentes Espero haber poio echar na miraa a través e la ventana qe es Amsteram, pero trataré e encajar caqier tipo e conocimiento impresionista qe haya poio aqi rir en a panorámica qe empecé a esbozar en e capítlo 1 1 ; es ecir, en el pape qe esempeñan as ciaes en la organización el ecúmene global. E raio e alcance e las ciaes varía e na a otra; tampoco hacen las mismas cosas al organizar a cltura y las relaciones sociales. Caa na tiene s manera e encajarse dentro e los iversos marcos que organizan el pceso cltral, ocpa s propio lgar en el sistema e rees e os lgares urbanos, n sistema en pae ordeao jerár quicamente y en parte competitivo, y es el resltao e s propia evoución histórica Hay ciertas ciades qe, e alguna a, paece que respoen mejor a la iea e ecúmene global Paieno e estas premisas, ¿óne se encuentra Amsteram? Aunqe me interesa básicamente e presente, creo qe en este caso no poemos prescinir el pasao A pesar e nos comiezos poco prometeores como peblo pesqero, amenazao por a erza estctora e aga y e viento, Amsteram e crecieno rápiamente en tamaño y en impoancia, y o hizo a pair e las relaciones por tarias qe estabecía con lgares istantes De este moo, utilizano la teinoloa e Ree y Singer (1954), se transó obviamen te en na cia heterogenética Aemás, parece que los rasgos istintivos qe a caracterizan y qe son consecencia e este esarroo, mantienen na continia notable En este sentio restan interesantes os comentarios e Donal Osen (1993, pág 184), especiaista en historia rbana En primer gar, a escripción e Amsteram en e sigo X I, s sigo e oro: «ca pitalista, iniviaista, toerante, repbicana, cosmopoita, praáti ca, racionalista y cientíca». La mayoría e estos caicativos parece qe continúan sieno váios trescientos años espés Osen prosi 231
g ss comntaros y obsa q nclso s la mstrdam dl sglo d oro parc sr na avanzadlla dl sglo X, d ho ra más bn «la últma an cdad mdval», na scsora d las cdadsstado como Vneca y Flornca. A mdda q la nacónstado ropea ba tomando co, sas cdads ndpndnts pasaron a sr gnral mnt cdads somtdas. Y por tanto, na stuacón q nos rcrda n poco a lo q Rdld y Sngr dnomnan cdads oognécas s convrtó n l modlo rbano domnant. La a pra d la cdad oognétca, cyos mjors jmplos son los primros cnos rbanos d la hsto a d la hmandad, ya no s da n nsros días; pro los cntros moldados por la nacónstado parc q han tomado algnos lmntos d aqéllas. Estos stados no son ralmnt, o sólo n p, stados scnaro; sn mb(go, ss captals pden haber stado notablmnt mplcadas n la dncón, rdncón y xaltacón d la cltra naconal, y, d algna a, vlando closamnt la dmtacón d s propo spaco4• En st sndo, son mo más ans al modlo mosco d la cltura mndal. Pro lo q hay n mstrdam se parc my poco a todo sto. Connúa, sgún parc, my satsfha con s hterogndad, con s hrncia d aql rbansmo mdval, y al msmo tmpo convr da n an pa n na cdad dl cúmn global contmporáno. S sto reslta d algún modo nátco, tal vz podamos nconar la xpcacón hasta crto pnto n la dvsón d trabajo ntr mstrdam y Haya, y n la natralza n tanto pclar d Holanda como stadonacón, na natralza q hstóricamnt y tambén hasta ceo pnto ha sdo crada por ss propas cdads y para ss propas cdads 5 . Y ahora parc q volvos a star n na época adcada para algo q s parc a la cdad mdval. Las cdads q llamamos cdads mndals a nals dl sglo X, mpzan a tnr na vda bastant dfrnt d la d las cdads bcadas n los msmos trrtoros statals; y ntdads como Sngapr y Hong Kng pdn n clso sgrr q las cdads stado pdn, por lo mnos d algún modo, sr rmas socals vabls.
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Es decir, son sitios de a impoancia para el fujo cultural del arco estado 5 Véase de Vries (1988, pág 35): «la Sublevación de los Países Bajos podría describirse coo la creación de un estado controlado por las ciudades, para no vee soetidas a un estado territorial».
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OMERCIO, MIGRANTES, TURISTAS
Pro llgados a st pnto ¿s strdam na cidad mndial? parcr, pd habr opinions difrnts al rspcto. Circlan varias listas con los nombrs d stas cidads. Nva York, Londrs y París simpr aparcn, pro Amstrdam, por sí misma o como pa dl conjnto rbano dl Randstad, aparc nas vcs sí y otras no 6• Claro q no s na cidad my and. Nva York s «la an cidad» por xclncia. Amstrdam, organizada n capas spstas dbido a los canas hasta q no lga al núclo, al Da, s parc a na cbolla d tamaño mdiano. Volvindo a la mtára d las cidads coo vntanas sobr l mndo, tal vz no spra podr vr ás si la vntana s and. Esto pd sr vrdad hasta cirto pnto; pro lo q d vras impoa s la posición d la vntana n rlación con lo q hay q vr. Dicho con oas palabras, cro q s ás impoant tnr n cnta l númro y la varidad d vínclos q tin na cidad ás allá d los líits d s propia nación. M gstara hacr nos brvs comntarios sobr Astrdam y corcio transnacion, sobr los q mian a Amstrdam dsd oos coninnts y sobre str dam y los tristas. Cro q todo sto s rlvant para la posición q srda ocpa n l cúmn global; s n lgar q compar t algnas caractríscas con otros lgars más o mnos cénricos, pro q in otros rasgos q son absoltamnt propios Insisndo n lo dicho: lo q hoy considramos cidads mn dials son, por ncima d todo, cnos nrálcos d la conomía global, sd cntral d jctivos y mprsarios. Vlvo a pnsar n Amstrdam drant s siglo d oro. Simon Schama, n 1e Embarassmt oRices, na historia cltural d sa época q ha rcibido loos d todo l ndo, dscrib cómo s dsarrollaban los ngocios n la cidad: Las noticias tenían una impoancia capital en estas transaccio nes otantes, y la publicación periódica de gacetas proporcionaba el tipo de infación política y militar que los inversores ncesita-
6 El Randstad incluye Rotterdam, La Haya, Utrecht, Leiden, Delf, Dordrecht y Hilversum, además de Amstedam.
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r dr mr dcss Ls rts csss, suds d mr strtéc s us rg y c d mud, yudb qu fcó rvt gr dst; r s fdrs cs d bs sía utzr cdrs rss, fdrs y sías qu s mvía pr os cés d Kvrstrt busca d l chsm itrsant acrc de s x �ctatvs � ryct, _b s ddicaban raar tim smo smsmo a su covec (Sca, 1987, ág. 347.)
Parc qu n sta época Amstrdam ra una cudad mundal n l ámbto d los ngocos globals Y no parc qu haya bajado mu cho d catgoría S bn l puo ya no s tan mpoant para las comuncacons, l aropuo d Schphol podría sr su hrdro; no s qu sa l mayor dl mundo, pro a mnudo s dc qu s l mjor (sto s lo qu oí una y otra vz n Sngapur hac unos años, cuando l aropurto d sta cudad staba consdrado como l sgundo y t nía qu sfrzars por mjorar} Con todo, y s nos cntramos n mundo d os ngocos hoy día, strda no stá a la altura d Nuva York, d Londrs o d Too, y admás tn qu comptr con otras áras altatvas como Fráncf, Zúri y Bslas7• También s nos ha do qu las cudads mundals tnn qu rspondr a los ntrss y gustos d la lt transnaconal Hagamos uso d sta da para stabcr un punt ntr los jcutvos y los comrcants al por mnor, ambos a scala global S las cudads son como vntanas sobr l mundo, tanto para los rcos como para los qu tnen rcursos scasos, tanto para los natvos como para los vs tants, ntoncs las cudads no son unos mros scaparats Uno d los prncpos tórcos d la globalzacón dl mrcado s qu un producto supror ncuntra su ncho, su snto dntro dl mrcado local, n cualqur lugar dl mundo (c Lvtt, 1 983). Mod cando un poco lo antror, m sugrnca s qu actualmnt los sg mntos d mrcado para algunos productos stán poco más o mnos n todas parts; agunos s dan n muhísmos stos y otros n cam bo son muy locals Y n cuanto a los bns d consumo, éstos s tán prsnts n la mdda n qu rspondn a las frmas d vda qu 7
En cuanto a ete punto, téngae en cuenta la expoición de Labooy (1988) obre el itea econóico undia, la rivalidad entre la ciudade undiale dentro del io y la poición que ocupa Aterda en edio de esta rivalidad; también los coentario de Soja (1 993 , pág 83 y ) relativo a ete punto.
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tenen representacón oca, con os recrsos base, os vaores y as práccas coanas qe los caracterizan. A eno os proctos que están en toas paes y os qe se repten, son os qe en an ea an respao a a ea e qe a gobalzacón eqve a na hoogenezacón goba e a ctura. Dao qe en Rkin hay na scrsa e Sotheby's, poeos sponer que a a ete e Astera no e va al e too y qe ss gstos no son tn ferentes e os e otras tantas caes. Sn ebargo, por y sostcaas qe sean as tenas e P. C. Hoostraat, esa cae no es precsaente e sú e a openca. S nos jaos en otros prouctos en la escaa escenente de ercao, en stera tabén encontraos Benetton, Marks & Spencer, I Knt Fre Chen y McDonas ; poeos encontraos, o no, tabén en Sngapur. De agún oo, estas epesas transnaconaes a por enor sen para hacer e Astera una ventana sobre e no, ta bén para los holaneses. No obstante, el coerco conee a Astera en na enccjaa cutural, porque aí se encuentran cosas qe sólo se encuenn en pocos stos ás ; a veces puee que sólo aí. E stante que se pa sea por Astera no pede ejar e obsear a ezcla sorenente e coa rápa, coa basura, «co a pe e u» ; no too son McDonals, n tapoco arenques, nas, pequeños po n croquetas; tabén hay lepia y sat En otras palabras: Astera, coo ercao, oece, aeás, as tracones e los nantes que proceen e ejanas tieas, en a e proctos fácente aseq bles. Y a heterogeneda e Amstera cuenta ese hace sgos con la apoacón e los antes, tanto en e arco aevia coo en e arco ercao. L ac abea e es cua es algo era e o coún; abea a los juíos sefardtas del sglo XI qe huín e España y e Poga acosaos por las perseccones; abea a los askens que egaron ás tre prceentes el este; a os hugonotes anceses el sgo II; a hísas personas qe ban egano por e peo o por a Estacón Cena; y en os úlos ños sobre too, a os trcos y aoquíes qe egaban en bsca e n eo e va. Pero a pasear por Bjeeer, por os teneretes caejes e lepi por os cafés one hay vartas e s o qe veos nos hace pensar qe se ata sobre too e na act abea haca n perio e arga racón. Qá estaos ás spestos a ar por spesto qe en Lonres hay jaaicanos y paqstníes, y qe en París hay senegaeses, ya qe nae pone en a qe Lonres y París son caes naes e 235
primer oren. Pero os oriunos e Suram y e Java que hay en Amsteram, ya sean e prmera, seguna o tercera generacón, se parecen más a os angoeños y goanos e Lsboa. Toos eos ponen e maesto que e ecúmene goba auque úamente tenga una mayor coherenca, contnúa seno e resutao e os avatares e una hstoria azarosa y que parte e su costate pocentrca se eriva precsamente e este hecho. Es probabe que e os recueros e a época coona y postcoona preomne por un ao o por otro, un sentimento e nfeca nscutbe; pero as vejas metrópos, ncuso en o ue ahora son países pequeños, connúan seno cenos que atraen e ua a u oa, a estuosos, turstas y a veces exiaos pceetes e as aguas cooas. A veces o se ata más que e vstas cortas. En e caso e as coonas hoaesas a escoozacó ha ao paso a macones continuas as e mecón. La úma y ta vez a más sorpreente es a que se proujo en os años setenta cuo muchos surnameses eceron trasaae a os Pses Bajos. En cuato a os tursta extrajeros que vsta Amsteram (y o prmero que hay que ec es que Amsteram se preseta como una cuda turísca y o hace e ua manera ecaz y co éxto) puee que o es impoen mucho os McDonals n as eas Benetto. De una manera paraójca, puee que ver estas cosas e e ecúmee goba, e un entoo ajeno, es aiga un recuero aadabe e su cua. Probabemete lo que más es aae e ua manera posva es o que no ecuen e oos sos, porque e tursmo sempre ene que aletse e a iferenca (aunque sóo sea una fereca apañaa y equibraa). E Amsteram estas cosas so parca y ípcamente hoaesas pues ese a perspecva e os turstas tambén estas cosas coviee a Amsteram en una ventana sobre e muo: as casas y os caaes os museos, os cafés. S embago, os tustas a capta la cua co toos sus senos puee que se sorena ate a dversa concreta e os orígees e as personas y e as cosas en Kversaat o en e mercao ago menos famoso e Abe Cuypsaat o cuso s es que egan hasta í en e Peo. Los etos ríscos ocales recomena encarecamente os exócos Rjsttafl pero en cambo cas nunca haba e a sopa e gusates pca e ugar. HACER CULTURA
A
PARTIR DE
L
DIVRSID
Entonces ¿qué hacen os habtantes e steram con a versa e su cua cuao maejan os scaos y as rmas scatvas en a va cotiana? Las cuaes pueen maejar a vers 236
dad de drentes maneras Aguns son y eteroénes onsder das como un todo, pero sac e mínmo tdo de s es y o e hacen es constr ago parecdo a n moso esp on s entd des seegadas más o menos homoénes y o de esto en s terdam Con todo, tambén mestr n sorprendente dversdd en e mcroespaco de a cae y de os arros dedo en pe nt raeza de entoo ta como está constdo y en prte mner de gestonar este recurso por pae de os poderes exstentes8 Todo esto puede producr anmacón ve ue ntrandd, y sterdam ene un poco de cada• Pero, y sí se dce mendo os h bitantes de sterdam h desaodo un actud metcutur en globadora ante a dversdad un ctud de toeranc y de lissezfire cutural. Rcuerdo un brto sobre San Francsco en e e oward Beer e ng Lous Horowtz (1971) descben « cutura de smo» de esta cudad Den que San Francsco eva años sendo toerante con as desvacones; ncluso es pardaa de onsderar a dferen como un acvo cívco. Su hstor omo pueo de mar, adcón de s unones radcaes, e que en g pae haya sdo n dd de personas soteras o de parejas más que de fams, an condo rer este cma. Parece que de sterdam se pueden decr coss my pre das, y con mayor hondura hstóca Es evdente qe éste es no de os aacvos que ene para os natvos; pe tambén pr os extrneros. Qzá la toeranca se nstó en época temprna debdo a e os hoandeses pasaron por y prenderon de sus propas rss y enent mentos hstórcos por cuestones de reón y e costumres; es no de os rasgos que enumera Donad Osen con respecto a sgo de oro Sea dc para cuaquera, y desde uego mposbe ara un vstn te, averguar cómo toda una sere de experens my dferentes n nudo y modcado esta toeranca a parón», verzuiing y su dembe; as rebeones contratres de nes de os sesent y prncpos de os setenta ue ponían pe os prncpos este cdos (conmemorad en a estacón de metro de Newmrkt) as pendencas y aborotos normaes en un cdd portar donde os marneros buscan avo a as duras condcones de a vd bordo; auenca de upos de extraneros0 8
Véase v.g Aderiesen y Reijndo (1990) y los comeario de Soa (993 pánas 71 y ss.) 9 Para una expoición más amplia, véae Lofland ( 993) 10 Para una expoición resumida del veuilin la iviió vical d a ociad y de las instuciones holandesas por moivo de rlió y de ideología véa Goud blom (1967, págs. 120 y )
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cqier cao y por o qe e reere a o po e recié eo, e hecho e qe vario e eo o preetara rago ivo otabemete iferete, probabemete coibyó a qe lo habitate e teram viera co beo ojo la icooració e eto po e e tejio ocial e a cia. Lo efarita o e ifereciaba tto e otro própero brgee. Lo qe veía e a Iia Orietae y e Sriam había crecio e a coloia hoaea, e moo qe etaba famiiarizao co a e via. E poible qe actamete eté má preocpao co lo maoqíe y lo tro, porqe o e aapta eceariamete co tanta cilia • No obtate, a iveria y a toleracia e la diveria o ólo o apicabe a cetioe éica y relioa. Amteram tambié tiee ma e er a cia ipeta a permitir oo tipo e co cta y el comercio qe e a via, a iferecia e ma ciue qe tiee a poer aba e ete etio; el bao e lo eoe rojo e obviamete e feómeo qe lleva má año e tecia, to i a e la emaa e a cia portaria. La aceptació de ete feómeo e heo e a via ocal, a repeta de lo tivo tato a ivel ocia como o ocial. imo tiempo, e atractivo e teram para lo qe poríamo llamar to ubcultra iteacioa. E etio e a geoaa el haí e teram, Jae (199 1) obea qe mho e lo itate qe acde a o café e e cetro e a cia o jóvee extrajero qe abe my poco e la cia, alvo lo ombre e aguo pto oo por la roga baa qe miitra. A o mejor la mooaa de Jae relta atractiva a o ectore como gía para eta clae e locales. E eera, me imao qe, tato e Amtera como e calqier otro gar, a toeracia e a actit má paiva qe activa. Mietra o e ocpa e propio ato, el reto pee hacer lo propio co o yo y a maera, iempre y cao o cae tratoo iicativo. La toeracia como heho comao pee qe tambié tea aga reació co a microecooa e etoo rbao e teram. E eo, impreviibe, impoibe de viar i e cotroar, o qe permite qe aga activiae pae eapercibia o a meo permite a exca e qe o o la ve i preere o ver. tiempo e ictae o e precció e mioría, ete etoo ha ciitao reo a meo temporale: a igeia católic ita e ático e e io XIII, a milia jía ecoia tra En el etudio de Bnt (1989) sobre lo turcos pt un poco todo esto. 11
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y
maoquíes de Utrecht se puede
una puea disimulada a principios lo renta Y sto rm pr te de la isoria de la ciudad La olerancia, con odo, no es el único ruto l prnia d la diversidad que a enido Amstrm En l proo tral ay que incluir también la transmsión rma cultur no upos y conextos a oros, además e la reitepretcón n· novación. En el dialecto ípico de Amtram h palabr yddh en las casas de algunos olandeses mayors se sie al mioí n nasi goreng un poco suave 1 • Los inmigrntes y los q resbn las colonias feron, sin duda, los que introdjeron n los Paíse Bajos la cocina de las Indias Orientales Lgo, egún me han explado, cuando esta coina se estaba popularizando, el sgmento e pqueños resauranes que abía surgido pasó a manos de los mrin· ros cinos que trabajaban en barcos olandeses, en un prioo depresión económica que les rzó a quedarse en tia; cogiron el relevo y se extendieron por el país De este modo, sta peíca insiución culinaria, en pae china, en pae del sudest asiático y n pae olandesa, parece qu con el iempo ha colonizao casi toas las ciudades pequeñas de los Países Bajos Y a modo guna reciene, aunque no necesariamente la última innovión, lo tenderets callejeros de Amsterdam que venden lempia os abrn na puea a o vienamita La caera cultural de los jóvenes negros proeentes de Srnm, insalados en Bijlmeeer o en otros sitios, no s menos interesant • Los surinamíes que se trasladaron a os Paíse Bajos eran persona pocos esudios y poco mundo cosmopolita llegar a Amsterm oas ciudades se enconaron con n ritmo más rápio y con una herogeneidd y peculiaridades que es desconcertabn guno lo vivieron un poco como una amenaza y s refaron en el namo e igos y parienes, y en el seno de la Iglesia morava trasplantaa sde su país Los jóvenes, como es abitual, se ispusieron a explorr nuevo hábiat A veces las chicas de Srinam se hací migas as olandesas y viceversa; pero lo más ecuente es qe feran nas casa de oas De modo que eran las jóvenes de Srinam las q etaban más miliarizadas on los aspectos domésticos de la vi holandsa 12
Véase Van Otterloo (1 987) en cuanto a la relación de los holandeses co a cocina exótica. 13 Me remito a las investigaciones de los colegas locales Véase Van W eteing ( 1987), Van Niekerk y Veeulen (1989), y sobre todo la obra, tanto la publicada como la no publicada, de Livo Sansone (199 1 a, 19 91 b, 1 995)
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Cn jón Srinam llgarn a trdam, la cltura rnnn l jnt t prando, tanto la de s pa l q cía l mrcao. gno convirtiron n «n di, n do lo q to pda implicar n canto a mnt gt mial En cao, igal q n otro lgares Ep, rltó q r no no ra na dvntaja, al mno en n ntt trminado Entr l nático de la clra pop r n aí mricana cariña, l hcho d prtenecr a na min tnica ra má in n activo ocial; de modo q los de Sri nm pdín ncntrar con q ran los lídr n la pita de aile. El ncnnnt, s l hía, q má in ran propnso a dsinr n part d nra a la vida nocta. Pr tra part taan lo rstas N haía rastarismo en Parama ri n tmpoc n otro lgar d paí natal. Est movimiento o ti r prácticamnt dconocido n Amsterdam hasta q Bob Ml Wailrs rn a dar n concirto en 1976, pro a partir d ntn p mda. Lo po d nvo rastas srinamíes Amtram a lo mjor dplazaan a Londres, la capital de ras tarimo, alí intrcamaan marigaa holandsa por sombreros, nia d rasta. Tmin podían inpirarse en las pelíclas qe pnían n n par d cin d Amterdam de tendencia éicas. Il q l rt d tro iti, can la atnticidad en ss aíc aicana, pro con n matiz epcíco de Snam; para contación incl horrr d mare, mpezaron a identicarse cn lo neo dl hinterlnd- ivo jemplo de la imbecilidad de la v ral par o d Paramario. Pro l rastarimo de sterdam ra, admá, na mzcla cltral cn divrso inedientes; de oras zna dl paij contracltra! d Amterdam sacó la idea románica d «tar n cntact con la natralza», al estilo de los ecolosas. Mintra, i in d algún modo y hata cieo pnto los ras de Amtrdam hicieron «Vrde», cando los cafés de la cidad a no tron n condicn de depachar haí de na a tan di rcta, llo doptaron lo colors mblmático del rastafarismo y de anra jamaicana rjo, amarillo y verde para annciar la mernía d na mnra n poco má indirecta. í p, mzc rminión d lmnto cltral pro r intrmn, rpntnd ntr l cntxto y lo m rgnizción La ida lo ímolo arn cmino d Knn, n Jm, h mtram, paando por Londr, n n tíml para mirar n notaa l chaparrale perdido má Pmr; n ctamnt l camino más corto entre dos 240
puntos del Caribe Pero así es como se desenvuelven las relaciones centro-periferia; y además, esto quiere decir que a menudo los centros son centros no porque en ellos se orinen todas las cosas, sino más bien porque son lugares de intercambio, los cuadros de mandos y mezclas de la cultura.
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13.
Estocolmo: doble mestizaje
Antropólogos y navos generalmente personas dierentes cuyo encuentro es complicado. Pero los antropólogos también son oriundos de algún lugar. Nunca me han concedido una ayuda a la investi gación para llevar a cabo estudios locales en Estocolmo, ni tampoco me he tomado un peiso para ello. Pero cuando me muevo por la ciudad donde he vivido la mayor pae de mi vida, puedo ser un obseadorpartícipe, siempre a mi disposición como inador de mí mismo. Y además, puedo utilizar la ciudad como un lugar con el que puedo pensar en relación a unos procesos más amplios. Si hoy día sterdam casi no es una ciudad mundial, aunque muestra rasgos claros de habelo sido, no podemos decir lo mismo de Estocolmo. Es una ciudad que obsea los centros del ecúmene global desde ciea distancia; siempre lo ha hecho así, incluso cuando ha habido cambio de centros. Sin embargo, en algunos aspectos Amsterdam y Estocolmo no son tan diferentes : las dos están situadas en paí ses pequeños y bastante prósperos, con un estado de bienestar desa rrollado a lo largo de muchos años. Y durante las últimas décadas, las dos han recibido oleadas de rasteros que han creado nuevas cone xiones transnacionales. Lo que suero en este capítulo es que si en cieo modo podemos utilizar Estocolmo para reexionar sobre el mundo, también podemos utilizar el mundo para reexionar sobre Estocolmo; la gente de la ciudad suele utilizar las metrópolis globales como materiales que alimentan la imanación cuando se paran a pensar en los cambios de carácter que se producen en la ciudad donde viven. Pero también es cieo que el estado de bienestar ene su propia manera de atar una diversidad nueva. 243
LAs CARAS
DEL
EsTOCOlO TSNACION
Pr hr un vistzo los sios fáilmnt sibls d st di vrsidd, vymos dr un vult por un pr d brrios d Botrk un domingo primr hor d l trd. S podrí rmr qu Bo tkyrk s pr Estoolmo poo más o mnos lo mismo qu Bijlmr mr pr Amstrdm: un suburbio hi ls rs (tmbién l sur dl nro), on bloqus d pisos muy ltos y zons omrils, y on un myorí d poblión inmint. Es un brrio un poo d répito y dsd lugo vivir allí no s de prstio sgún ls norms d Estoolmo. A vs s l h tchdo d guto, pro srí diil onsi drrlo omo un brrio pobr En mdio dl ntro omril d llund, uno d los brrios prinipls, hy un cfé y una pizzrí. Csi todos los clints que ntrn son hombrs, probblmn ninguno d origen suo; hrln o ln los periódios, y muchos vistn trj y orbt, lgo qu poos suos nivos hn tulmn n su dí libr. ldo, n l tiend Pessbr (pr un visitnt británio srí un spi d W. H. Smih n vrsión sua), uno pude ncontrr l mismo tipo d aíulos qu n otrs tinds d st den n ulquir lugar d Sui; básimnt, priódicos, rviss y rmlos. Pro quí hy más cintas d vído y n l sión d priódicos podmos non trr Hüyet y Günaydn, dos priódios turos, y tmbién Itaht, d Finlndia; no hy más priódios xtrnjros. En el suprmrcdo Konsum (oopriv) hy lrros qu dviren qu «s omrán mdids contr los reros», redtdos n unos diz idioms; uno d llos s l suco, pro no prn ni l inglés ni el nés. y un ltrro n nés n un rinón dl ntro comril, n l s prt d un pquñ tind d mods. (En mbio, n l zon o mril d Fittj, un brrio próximo, hy tinds d rop qu s llmn �nessa Fashion y jet Set Kle) Slgmos de los comrios d allund y prosigmos l pso por ls zons rsidnils olindnts. Qizá psmos por dlnt d l Iglsi Ortodoxa Siri, un onjunto qu stá en consruión, y llgumos Norsborg. Aquí ls tinds son más modss, pro hy un tind d omsbls qu vnd produtos sos, nltdos o nv sdos prodnts dl sur d Europ, d Orin Mdio y d Améri Ln; s l ontrprd modst dl suprdo iLo n Bijl mrmr. En otr tind hy intos d ints d vído pr alquilr; 244
la mayoría son trcas, inias o e Oriente Meio, na selección qe no poemos encontrar en Pesslr. Aemás, tienen casetes música e esos mismos países. Si nos encaminamos hacia la estación e metro, veremos algnos carteles ajaos e no o os paios comnists trcos con hoz y maillo inclios, y otros qe anncin n obr e teatro argenna. A lo largo del paseo no se cza con mas personas, pero en e ellas no ay mos nativos secos. Tres mares jóvenes van e paseo, caa na empja na sillita. Una de ellas pee ser seca o nlanesa, oa es e Oriente Meio, la tercera probablemente vieamita. En canto a la mezcla étnica, no parece qe este microcosmos sea muy representativo. En realidad puee que se ate e la presencia bica del estao e bienestar, un rasgo típico seco. Pero también las instciones e este estao reejan la iversiad. En la biblioteca pública de Borka ay libros (la sección infanl no es menos importante) y periódicos escritos en mas lenguas; al mismo tiempo, en el Fot Hus (la Casa el Peblo), done está la biblioteca, ay dos salas e reniones llamaas Oín y Frigg, os angos dioses secos. Cuando el metro qe viene de Hallnda y de Norsborg llega al centro de Estocolmo y los pasajeros se apean, a veces no diría qe aquellos vagones son los de n expreso prcedente el sur e Eropa o incluso e más lejos. Estos pasajeros suben por las escaleras y se aentran a toda prisa por las calles, mezclánose con n an número de navos; y probablemente obsearán, anqe sea de relón, los nombres e las enas y los caeles lminosos qe ay en el isto comercial: Up Mau, Step In, McDon, Bo:ini, J, Konfc House, Te R Yma Sound Music. Estos anncios están en Sergelgngen, n pasaje peatonal comercial entre os plazas impoantes, Sergels Torg y Htorget; según mis centas, na caa parte de los anncios qe ay en esta calle están reactaos total o parcialmente en una lenga extranjera, generalmente en inglés. De este moo el mensaje que transmiten los escaparates e las tienas es qe el centro e Estocolmo también está inmerso en la globalización. Pero s manifestación extea diere en an meia e la e los sbrbios e Botkrka El iioma e los letreros enot l presencia e compañías transnacionales, e anqicias transnacionales. En parte, no es más qe na mera operación e constcción e imgen: algna tiena local qe trata e capitalizar n toqe e neva York, Lonres o París. El centro e Estocolmo mira hcia las ciaes mniales ominantes antes qe prestar atención a los píses e origen e los inmiantes e Hallna. �izá en los kioscos el centro 245
no pede comprar periódicos fnlandeses y trcos, pero además en cena el Ination H rbune, el Financi Tmes o Le Mond n tipo de prensa qe no se encena en Botra. S CIONES CEO-PERIFER Y EL MESTIZJE
En las cidades se comba lo local con lo qe procede de my lejos. Un aspeco, enre otros, es que las migaciones ransnacionales en el exemo receptor son en gan pae na cestión rbana. Y lo son más cano mayor sea la disancia qe recoe la migación. Ésa es la impresión qe no ene cando obsea la escena local en Hallnda; pero las cias peden daos na idea más precisa 1 . Si bien hay n 9 por 100 de la población acual qe ha nacido en el exanjer, s disbción a lo lao del país no es en absoluto eqibrada. En Boa hay alrededor de u 27 por 1 00 (anqe el mnicipio inclye zonas semiraes donde no hay iganes, y, por oa pae, en el bao de Fia el 65 por 1 son personas de oen ean je). En Esocolmo, inclido el cinrón de mnicipios sburbanos, las cias rondan ene el 12 y el 1 por 1, lo mismo qe en Goemburo y Mam la seunda y la tercera cidad del país, respecvamene. En las cidades peqeñas y medianas el porcenaje suele estar ene el 5 y el 10 por 1 00, y en los mnicipios rales baja al 13 por 100 Por oa pae, alunos pos de inmiganes se concenran más qe oos. Los qe proceden de otros países nórdicos, ene ésos los fnlandeses son los más nmerosos, se repaen en n gan número de poblaciones, mienras que los qe proceden de oros connentes selen concenrarse principamene en las cidades más impoaes. Esocolmo y s cinurón meropoliano (Borka, Hanine, Hddine y Naca hacia el noe, y Solna, Sundbyber y Jlla hacia el sr), Gotembro y Mam reúnen entre las es el 20 por 1 00 de la población total de Secia. Pero en ellas se encentra apromadamente el 37 por 100 de los inmiganes asiácos, el 46 por 100 de los sdamericanos y el 0 por 100 de los aicanos• Seún como se mire, qe el número 1
Todas las estadísticas proceden de, o han sido cotejadas con las del Statistiska Centralbyrn (Ofcina Central de Estadística), 1 989 2 En cuanto a los países que contaban con mayor número de habitantes en Suecia nacido era del país, en orden de impoancia y egún cia de 1988: entre los países asiácos, Irán, Turquía y Lbano; entre los sudamericanos, Chile, Colombia y Uguay; entre lo aicanos, Etiopía, Maecos y Túnez.
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de inmiantes intercontinentales sea aproximadamente el 2 por 100 de la población total del país no parece na cia m elevada. Sin embargo, lo que vemos es qe n porcentaje elevado de este porcentaje peqeño se concenra en mu pocas áreas rbanas, a pesar de qe el gobieo seco preere claramente qe los inmiantes se distriban más eqitativamente por todo el país3• Per cuando se ata de los ansnacionales, Estocolmo mira ha cia otra dirección. Si bien es ecente qe la población iante mantenga unos vínclos ronables con ( qe preste ciea atención a) las sociedades de las qe procede, qe hasta cieo pnto sira, a ni vel local, como na representación de estas sociedades, lo que vemos es que los indígenas suecos enden a ar s atención en otros lgares. Desde lego ha qe ser cato no exagerar el ado de concentración, per creo que es justo decir qe a través de los medios de comunica ción, los viaes de negocios, el consmismo el tusmo, ene oas co sas, las meópolis principales de Eropa Occidental de Aéca del Noe, especialmente lo que llamamos cidades mundiales, dominan y concenan la mayor pae de la atención. Por lo tanto, mi argumento se centra en lo siguiente: para com prender el lgar que ocpa na cidad como Estocolmo en el proceso cltural mndial de nestros días hay qe reexionar sobre el concepto de n conjnto de relaciones centroperiferia, donde cenos periferias participan en n modelo espacial para la prodcción el jo de siicados as siicavas dentro de n orden social. Dentro de ese conjunto, Neva YorkEstocolmo es n ejemplo impoante de vínculos transnacionales entre cidades. Lo que diría es que el lazo entre el centro de Estocolmo y un subrbio como Halln da puede considerarse como una relación centroperiferia a nivel l cal; y lego qeda la relación un tanto ambigua entre los inmiantes de Estocolmo y sus comnidades de origen, na cosa que también hay que tener en cuenta. ora bien, los centros las periferias no son meros fenómenos espaciales. Se convieen en centros en periferias en la medida en 3
No hay que olvidar que los suecos tienen por costumbre contabilizar (con una buena dosis de realismo en lo que a condiciones socies y culturales se refere) como inmiantes a los nos nacidos en Suecia de padres exranjeros; con esto aumentarían sustancimente los datos que acabamos de oecer. En total, la segunda generación, con ambos o uno de los dos progenitores nacidos era del país se acerca al 3 por 10 d e la población total; pero e n relación a l a «prera generación» las cias vaan mucho ene los distintos pos de inmiantes
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q s inyn mtuamnte, pero d difrnte manera. Cando Shils (v.g., 1975, 1988) rmla lo q s cntro y periferia y es na dscripción impoant, la terminología qe tiliza para los aspctos spacials s vulv aún más mtarica. La cltra se ordena «como si» ra n spacio, porq n «cntro» n sistema de valors, n compljo institcional domina, ejrce mdidas d control, s xpand hacia la «perifria» Mi línea d pensaminto inclye sin dda n rt sentido de sta organización social d la cltra, d las rzas básicas q mven l procso cltral, sean las q san, n na rlación dtrminada. Pro lo qe oce es q, n l caso q nos ocpa, las relacions cntroperiferia impli can l spacio no solamnt como mtára, sino también de na manra my literal. ¿Acaso l meszaj s na imagn inapropiada para Estocolmo y para las rlacions q la vinclan con el mundo xterior? Es cieo q las difrncias históricas ntr las corrintes clturales qe aqí han coincidido no tinn tanta importancia como las qe s dan en las cidads d Áica d la época postcolonial. Pero las relaciones cen tropferia xisten, como también n cieo ado de erarqía. Y al mismo timpo, la sión de cultras implica un cio intercambio yo t doy, t m das y na cia creatividad. UN SOLO CAPO P IRCONEIÓN
Partiendo d stas prmisas conceptales, cuando decimos que en Estocolmo hay un «doble meszae» ped qu tengamos que dife rnciar dos procsos independients. Y mhas veces es así como so lmos vrlo (inclso cuando no dscribimos lo qe vemos con esta tinoloa). Por n lado, stá l mstizaje d la cultra nacional se ca, dsd arriba hacia abajo como si dijéramos, a avés de la vincla ción con las mtrópolis mndials, lo q n l caso de Estocolmo s particlarmnt intnso y notabl. Las más d las vcs hablamos d «amricanización», y pd q no tnga q bscar con lpa los as pctos cltralmnt crativos para no acptarla como na impoa ción dircta y como na mera imitación Por otra part, stá l procso policético d mstizaj q roda a la mayoría d inmiants; stos inmiants llgan como rados o como mano d obra y tinn q adaptars a las circnstancias d Sci En st caso, l sistma institcional sco domina l procso d mstizaj, inclso anq s src por sr snsibl a la divrsi 248
dad. L cultura sueca está en el centro la cultura de los inmiantes en la peferia. que quiero proponer es que podemos sacar algún proveco si no consideramos estos dos campos de cambio cultural como dos espacios independientes; es decir, si este doble mestizaje lo situamos en el mismo campo de interconexión cultural. Para ilusar lo anterior, aunque sea un ejemplo menor, me remito al número de mao 1990 de la revista C Se trata de una publicación mensual, mu vistosa de calidad, especializada en moda, interiorismo, temas culinarios, viajes oos aspectos de los estilos de vida elegantes. El número está dedicado principalmente al tema de la «moda étnica». «CliC siempre a tenido los oos puestos en lo que pasaba era», dice el editorial; «muas veces por pura curiosidad; otras, por la lta de inspiración aquí» ( Ó sterberg, 1990). Sus puntos de referencia solían ser V Vni Fair e ntie; pero aora, con las comunicaciones v satélite y cable, incluyen M además de otros canales de televisión extranjeros. Sin embargo, como dice el editorial, cuando se ata del «nuevo inteacionalismo», no es cuestión solamente de lo que nos llega a través de la televisión, sino de qué es lo que «realmen· te a pae de Suecia». La editorialista subraa que no cree que esto sea una «tendencia» (una palabra que al entrar en el sueco resulta que adquiere la connotación de «moda» arbitraria. Por el conario, se considera que es un «desollo lóco, que tiene sus paralelos en Nueva York, París Londres». En este mismo número de CliC ay un artículo del reportero Per Anderson, que ilustra especialmente el tratamiento de este tema. El articulista sugiere que a una revolución étnica que está en marcha en el mundo; Suecia, conmovida por el espíritu del momento, empieza a verse a sí misma bajo una nueva luz. Suecia nunca a sido monocultural; eso es una cción, arma, defendida por la televisión estatal sueca, los periódicos de Estocolmo el Partido Socialdemócrata. Lo que resulta nuevo es que empezamos a daos cuen ta de ello. No a que sorprenderse, pues, si Anderson saca sus ejemplos sobre todo de la cultura popular ablar de tres intérpretes suecos de procedencia inmiante (Titio, Papa Dee Leila K), obsea qe su música está enraizada en el ipop: «con sus tácticas de mezcla cultural radial, la elección msical natral e los secos de segunda generción a recaído en [el ipop], a qe todo empezó a principios de los años 80 con el rap y el electronk». «Si el ipop a loado crear un conjunto que nciona, a partir 249
e l escoi cultual el Bo Su, tmbién tiene que poe lolo en Tenst y en Rosengr.» (Dos sububios e Estocolmo y Mlm, espectivmente, que se ccteizn po un concentción de inmiantes e todos conoci) Peo est músic no se que en los sububios El ticulist que los jóvenes suecos e elite se nn po quii l nuev cultu e los inmintes cuno vn bil sus luges pefeios en el ceno de Estocolmo, un «muno sin seegción y tl vez un tisbo el tu onde los oígenes extnjeos cuentn como un plus en el blnce e situción del nivel socil» No me hbí extenio tnto en este númeo e CliC si no pens que es un ejemplo especilmente elocuente de un tendenci muo más genealizd en to Sueci, sobe too en ls ndes ciuddes: l inmición, l etnicid y el multicultuismo en el escenaio locl se ven como ides y expecttivs impods. Est ma de pocesos cultues ene vs elciones cenopeifei ctú de vs manes Los inmiantes pcipan codo con codo con los hbitantes de Estocolmo en ls elciones que hy ene su ciudd y los cenos mundies. De modo que Estocolmo es el luga donde gunos tucs, etíopes y vieamits se ven euests, p ejemplo, algunos pouctos de l indusi ansncionl cultu. El meszje se poduce no sólo con un cultu ncional suec que es dominante más bien an escl, sino tmbén con un seie e coentes cultues e os poceencis. Y como l pefei de un ceno es su vez el ceno e o peifei, es posible slt e un ot. Sin embgo, es posible que los inmintes se elcionen con lguns e ests coentes e un mane difeente de l de los popios suecos Pede que tengn sus popios enques; o bien, que ests coientes les suen nichos concetos de ptción pa su vid en Sueci4• A mismo tiempo, y tl como indic el númeo de C ls ctitues que doptn los suecos ntivos en tnto que poblción nion no son poductos entemente locles, sino que en pe se bsn en l expeienci pesonl o en l compensión de ls ms que l divesi opt en otos sitios. Como los centos muniles se convieen en modelos, los suecos espen que Estocolmo, meid que lleg «l oled étnic», se moele imgen y semejnz de esos centos, tnto en ls pes como en el too: Tenst se conviee en el Bo Su, un luga one hy poblems sociles l vez que innovción cultul. 4
En 1994 apareció en Suecia una nueva revsta muy vistosa llamada Creo/; se centraba en las cultura de los inmigantes y su contribución a la vida de Suecia.
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s MCOS DE FLUJO CUTR
Voy a desaollar un poco más esta idea de la interconexión de los procesos culurales y para ello, como ya he dicho en capítulos anteriores, insisré en que la cultura contemporánea puede verse como un ujo que circula denro de unos, pocos, marcos de organización principales. En este apaado me cenaré básicamente en tres de ellos: rmadevida, estado y mercado. En el marco adevida, como las personas se obsean y se escuchan unas a otras en las situaciones cotidianas, entablan un ujo libre y recíproco de siicado que es un subproduco del moverse por la vida. Algunas personas con las que nos mezclamos en el marco rmadevida son más parecidas a nosotros mismos, mientras que otras lo son menos. En comparación con lo que podemos encontrar en poblaciones más pequeñas, la vida de una ciudad, por su propia nauraleza, reúne un porcentaje menor de personas que se nos parecen y un porcentaje mayor de personas que, de una rma u otra, son diferen tes; el resultado es que, a menudo, los urbanitas son más conscientes del ujo de siicado dentro de este marco, lo que no ocue de una manera an acusada ene las personas que viven en comunidades donde las acividades de la vida codiana suponen principmene una relación y contacto con personas del mismo estilo. Las cias apuntadas anterioente nos dan una pisa del papel que ene la inmiación en la creación de diversidad dentro del marco adevida en la urbe de Estocolmo. Para un inmiante que vive en Hallunda es obvio que no es sólo cuesón de codearse con las personas de su propio upo y con los de enia sueca, sino también con las personas que peenecen a los muchísimos upos de inmi antes que allí hay. De estas interacciones pueden derivse gunas mezclas y nuevas combinaciones; pero en esos contextos, el manejo de siicados tiende a converirse en una cuestión prácca: la de es tablecer de heo el mapa de las diferencias culturales que hay enre las personas con las que uno compae un hábitat• En el marco adevida, an pae del ujo cultural se produ ce en el plano local; como las personas son mayoritariamene seden 5
Billy Ehn (1 992, págs. 6973) un eólogo sueco que ha hecho trabajo de investigación en Botkyrka, tiene una exposición muy esclarecedora acerca de cómo perciben los jóvenes suecos las diferencias étnicas.
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tri, vn y oyn otro q tán anclo n l mimo trritorio Pro vz má, l pron plzn anes istncias bio l trabajo y l oio, mnra qu pasn a ser testigos e y a partiipr n l vi orrint n sitio ifrnt. Los inmints q hn tblcio nvo hogar n los sbrbios de Estocolmo on n bn jemplo. Y el mismo moo, pae del ujo cltral centroprifri, con ntro n cidaes como Nueva York y periferia en Estocolmo, implic q los secos nativos van a otros lgars, inclias l ias muniles, y allí esollan ieas e hecho, utilizan las q llí nntrn fáilmnt lcance con respecto a la organización la iversia. Estos suecos son personas inmersas en cl tr nsncional empresa o trabjo, ese los ejecvos y lo cémicos los artistas y las «u pai>. El conjnto es consierablmnte nmroso n n lgar como Estocolmo. Lo mrcos adevi y merco están estrechamente relaciono Los valores, gustos, habiliaes o calquier otra cosa que las pron prnn nas otras, enen moelarlas como consumior, como compraores, entro l marco mercado; y entonces la cltura onviee en n prodcto qe los venedoresproductores, los intermiarios, ponen disposición del público. Las personas q han estao en las ciades muniales y allí han aqirido nuevas prfrencias consmo, cuno elven Estocolmo tienden a rmar na pa l mrcao local qe consme el mismo po e proto ltrls q ha encontrado en los centros. El merco, como marco para el jo e la cultura, opera no sólo hacindo q l personas se aapten a n patrón eteinao de consmo en un lgr para lgo recperrla como clientes en oro. También, por ejemplo, oece de na manera más directa en la localida periféric lo procto cltrales impoos del centro, y a menudo ha q l orign meopolitno sa na pae siicava el valor q so proctos enn para el consmidor. e hacelo con alguno rtílo spcícos, como por ejemplo alguna marcas concretas e mo o comia rápia, pro también con algnos conjntos más ios; moo q bríamos tomr bena nota l po e fenómno q hoy n í nominn entemnte «eslos e via». Aqí tnmo or varinte el carácter exansivo el marco mr co n canto al jo ltral. Las as e via aqieren n cierto vlor omo noi ( irí q omo «tnnci», n l no rvit C y p vnr l inión sobr lla. mi mo timpo, l tnni q l cripión to eslos ne prcimnt n too l intrprtcione los jos cltrales o 252
espondientes a la a de vida y al mercado. Y cieamente, los «es los de vida» que están de moda suelen impoarse del centro; por ejemplo, en Estocolmo ha habido «yuppies» últimamente, así como una see de eslos juveniles por medio de los cuales lo que no es menos impoante se pueden abordar las cuestiones de eicidad. Si nos jamos en la geoaa cultural de Estocolmo, si bien algu nas culturas transnacionales de empresa pueden ancarse en la perife ria de Estocolmo, en un «Silicon Valley» local como Kista, la condición de periferia que tiene Estocolmo con respecto a Nueva York o Londres o París es más claramente patente en el barrio central de tien das y negocios. Aquí es donde el inglés (seguido del ancés en segun da posición) se ha instalado sólidamente como idioma para la estética de los productos, como bien podemos comprobar cuando leemos los rótulos de las tiendas aunque nessa Fashion y jet Set K en Fit ja, demuestran que este nómeno también llega a los suburbios de in miantes. Pero además, en esa zona encontramos los ejemplos más claros de cómo se encaja la diversidad cultural aportada por los inmiantes dentro de un marco mercado que se inspira en el de las ciudades mundiales. En cuestión de años, Htorgsha, el an mercado de alimentación situado bajo techo, pasó de ser una institución sueca bastante tradicional a ser un sitio donde uno podía encontra comida rápida turca, especias de la India y diversos tipos de caicería. Es en el centro de la ciudad donde, como ya hemos visto, ha aumentado el número de restaurantes éicos, o de restaurantes que al menos enen un toque éico, en los úlmos veinte años; es aquí donde los suecos que han aprendido a apreciar la comida árabe, china o india (hasta aho ra al menos, lo más probable es que lo hayan hecho en Nueva York o París más que en Beiut, Hong Kong o Delhi) pueden encontrar lo que buscan. Y por último, tal como nos cuenta el aculista de Cl aquí es donde la diversidad cultura se convierte en pducto vendible al estilo de la cultura popular, donde los de la segunda generación de Tensta y Hallunda que tienen talento pueden hacerlo como arstas. En Estocolmo, igual que en Amsterdam y en las ciudades mundiales, hay una especie de demoaa cultural que participa en la organi zación de la diversidad del mercado. Los elementos de las culturas inmiantes pueden converse en productos, siempre que haya un número suciente de upos disponibles cuyos miembros demanden esos productos; y en igualdad de condiciones, por supuesto, es proba ble que esta posibilidad abarque más elementos en las ciudades an des que en las pequeñas. Pero más allá de este aspecto, en Estocolmo, dadas sus relaciones y su inmersión en el mundo, hay un porcentaje 253
de población, superior a lo que sería la media, que puede estar dis puesto a pedi una mayor diversidad de productos. De este modo se desaollan unos nichos étnicos y éstos incluyen las diferentes cocinas a la vez que las actividades laborales en los ámbitos expresivo y estéti co música, y quizá también depoes que al pecer utilizan un cieo repao exótico de papeles. Paso a hablar ahora del estado como maco de organización paa el ujo cultural. Lo que apunto es que en Estocolmo podemos ver un doble proceso de mestizaje que, sin embargo, está inteado. Por lo que respecta a la gestión cultural, hay dos hechos básicos y edentes: Suecia es una naciónestado y goza del estado de bienestar. La leti midad del estado surge en pate de su nción como guardiana de una herencia comparda que está anclada en úlma instancia en el maco a-de-vida. El propio estado subvenciona el estado de bienestar, y ésta es otra ente de letimidad. En las últimas dcadas, el Estado sueco, además de oecer bienestar material y social, ha pasado a desa ollar una concepción explícita de bienestar cultural: el buen estado tiene la responsabilidad de proveer a los ciudadanos de siicados y rmas siicativas de alta calidad. Ahora bien, si uno está atando realmente con una población ma yoritaamente homogénea, las obligaciones culturales tanto nacionales como de bienestar se simplican. Pede que Suecia nunca haya sido to tmente monocultural, como señala el aculista de Cl pero quizá lo ha sido bastante; y durante varios siglos, el aparato cultural del estado iglesia, coleos y medios de comucación que se ha eandido lentamente, ha basado su abajo en esta premisa. El concepto socialde mócrata por excelencia, el o «casa del pueblo», combina pre cisamente la idea de naciónestado con la de estado de bienestar. Pero el aumento de la diversidad cultural a partir de los años sesen ' ta ha producido un cieo replanteamiento de la gestión cultural den tro del marco estado. Y lo que sugeriría al respecto es que el rápido cambio que se ha producido en los estamentos ociales suecos en cuanto a la comprensión de las implicaciones culturales que se deri van de la nmiación a an escala, no e el resultado de una elabo ración totalmente propia, sino que estuvo muy inuenciado por lo que ocurrió en otros lugares. Para expresarlo más concretamente, la revitalización de la etnicidad que se convirtió en noticia global pri mero con la aparición del Poder Neo en Estados Unidos en los años sesenta, y a partir de entonces con rmas siempre nuevas, e también una pae siicava del ujo cultural cenoperiferia. Los medios de comunicación hicien que era así; los investigadores, no 254
menos implicados en la esctura cenopeifea de la Academia ansnacional, ayudaron a que era así; lo que no quiere decir que las condiciones locales para esta impoación de ideas no eran adecuadas. No obstante, el reconocimiento de la diversidad cultural también se reactaba a avés del prisma del estado de bienestar6• Un aparato estatal altamente centralizado y cohesivo podía dar un ro notable mente rápido desde las viejas premisas de homogeneidad y asimila ción hacia las de diversidad aceptada y duradera, al menos en princi pio. L idea de una «libead de elección» cultural se ha institucionali zado en pocos años. Por otra pae, las nuevas interpretaciones de la cultura y de la etnicidad que estaban aanzándose en el aparato esta tal implicaban, además, el típico intercambio creativo yo te doy, t me das del proceso de mestizaje. El bienestar cultural como idea autóctona dio oo paso, más allá del mero hecho de peitir que las personas que tenían un entoo cultural diferente eran ellas mis mas; y se transó en un bienestar mulcultural a medida que el estado e asumiendo la responsabilidad de apoyar las culturas de los inmiantes. Y así se pusieron en marcha, y se manenen, ayudas para las asociaciones de inmiantes y sus actividades lases de las diversas lenguas navas en las escuelas y esa sorprendente biblioteca pública multilingüe en Hallunda que ya hemos comentado7• Utilizando el téino acuñado en el capítulo 8, los upos de inmiantes se convireron en clientelas imanadas de los estamentos ociales. Por principio, evidentemente, el estado, en tanto que estructura de organización para el ujo cultual, opera dentro del territorio del estado como conjunto y no en un sitio concreto o no sólo en Estocolmo. Sin embargo, y como ya hemos visto, el estado de bienestar aplica unas medidas concretas que de alguna manera se concentran en las ciudades y en las barriadas de esas ciudades. Y puesto que el mercado tiende a organizar la diversidad en las zonas céntcas, donde están las mejores tiendas, el estado, a su vez, hace otro tanto y de una manera 6 Walman (1981) uiliza la meára de a reacción de una manera incisiva, o que
me ha producido una honda impresión Y quiero desacar su inuencia en o que aquí expongo 7 Ehn (1992, pág. 67) obsea qe en Botkrka hay unas 400 asociaciones de volun arios, de as cuaes nas 60 están adas explícitamente por inmiantes: a Asociación Cutu y Depoiva ArameoSira, la Unión Sociaisa de Banga Desh Msulmán Democrático de Botkrka, ec También destaca a sitación paadójica que se pro duce, porque esas asociaciones «reean a identifcación cultural con otos países y otos pos nacionales y a mismo tempo se someten esrctamene a las noas y a las radiciones de organizaión suecas»
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siicaiva en los suburbios n Hallunda y en Rinkeby8. Y el nexo ene el esado y la adevida se conviere en el espacio donde ocuen oa serie de procesos de mesizaje, a medida que las relacio nes coidianas que las personas esablecen denro del ámbio domési co y de los upos éicos empieza a ener en cuena las cilidades que el aparao del esado les proporciona. UNA RFÓN FINAL:
ESTOCOO Y SUS IFS DISTAS
He esbozado mi puno de visa con respeco a Esocolmo denro de unas líneas muy generales del ujo ransnacional culural, pero sin enar en dealles. �isiera añadir algo más, aunque muy brevemene, acerca de las implicaciones de ese puno de visa con respeco a las relaciones enre los inmianes de Esocolmo y sus respecivas comunidades en sus lugares de origen siuados a an disancia. En algunos casos, obviamene, hay un rasiego consane enre Esocolmo y esas comunidades. En conjuno, eso compoa, una vez más, un ujo culural denro de la escura adevida, una esrucura que hasa ciero puno se ha congurado a parir de las as de vida que algunas personas llevan a cabo en más de un lugar. A veces se dice que los emianes cuando elven a casa, ya sea emporalmene o para siempre, ejercen una inuencia considerable en su lugar e origen. Peden haber adquirido nuevas habilidades, puede que se cuenen enre las personas de esa comunidad con mejores me dios. En este senido, Esocolmo puede ser un cenro para unas periferias disanes, por dereho propio y ambién como canal conducor de las coenes que proceden de oros lugares. Y desde esa posición venajosa puede marcar con su propio sello el proceso de mesiaje de la culura local. A pesar de ello, puede que haya deniciones dispares en cuano a lo que es cenro y a lo que es periferia, en el senido espa cial, insiucional y simbólico. Los emianes son pae de la diáspo ra, y las diásporas ienden a ser periferias por dnición9• La cuesión 8
Habría que maizar un poco ese puno Hemos viso que en Halunda y en Nors borg hay empresas que encuentran su nicho en e abasecimieno de arícuos de as cul uras imines. Por ora pae, o que suero es que a escura mercado iene una picipación menor en el manejo de la diversidad deno de as relciones inmianes/indgenas que se dan en los suburbios 9 No obsne, véanse los comenrios de Ghosh (1989) y Ciford (1994, pá ns 304306) con respeco a es premisa 256
que aquí nos interesa es qué capacia tiene el centro, sea el tipo que sea, para ejercer su poder como tal cenro Probablemente las circns· tancias locales que afectan a la estrcura ae-via ienen s im poancia. De modo que volvemos al manejo de los sigicaos en o de la esuctura del estado : los que vuelven a casa ¿son bien recibi dos como personas que conribuyen al enriquecimiento del aceo cultural colectivo, o, por el contrario, se les eiqueta como cultural mente contaminados? Las dos salidas, y también oras, son posibles
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14.
Sophiatown: una visión a distancia
La primera vez que esuve en Sopiaown, ese legendario subur bio de Joannesburgo, lo propio y ípico de allí abía pasado a ser un eco disane en el iempo y en el espacio En el Princes' eae, en el Wes End de Londres, vi King Kong en la versión preparada para ex poación (eso debió ocuir a principios de los años sesena) Me reer al musical que, según se a dio, «represenaba a la vez el máxi mo loo y la úlima or de la culura de Sopiaown» (Copan, 1 985, pág. 175) Para enonces, Sopiaown como al ya había deado de esir, sus abianes abían sido desplazados a oros lugares y los edi cios derribados para consruir n ipo de barrio diferene. A pesar de elo, la idea de Sophiao enó a ar pae de repeorio de imágenes; un símbolo del cambio, indudablemene, si uno acepa que el cambio no siempre es lineal, que ene sus alos y baos, que las épocas de esperanza peden alearse con ls de srción y desesperción. Con el pso del empo, vol encone on Sophiown na y or vez. pncipo, en los eos e tod n generación de escriores sudaicanos Can emba, Bloke Modisne, Ezeel (Es'ki) Mphahlele y oos, odos ellos periodisas qe en algún momeno rabaaron para la revisa Dm. Luego, bscando el rastro de na maner n poco más sistemác, lo enconé en eos qe vn desde las novels de Ndine Gordimer l obio d Miriam Me ba, escria por oa person, pasando por Noughtfryour Comfrt, del padre Trevor Hddleson • Cieamene, hy un conjuno de voces polifó 1
Cada vez hay más estdios y publcaciones sobe Sophiatown, o que hacen refeencia a este luga; Copan (1 979, 1 985), Lodge (1981 ) y Gready (1 990). No tengo un visión completa de todo lo que se ha escrito, porque soy consciente que no pude con
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mo mnnn vva sta oma míc, an cano, omo ntur, myorí hbitnt ont Sophiato o hy jo omnto pan compr o ntrior. o too, m vión «viión itai». Rcojo sta reó trr vomn s obr ompt Ce LévSass 985) T omo yo ntno, ta xprión rm pa Lévi Str é ont nopoo Imp pona vnn gr jno pra hcr bjo campo, y amá anali z oniión hmna nt a o matrials exócos a e2• Como n h tao «n l ampo» n Sophito, n t so tngo ina má bn con a egda pa de ta concepció. Etoy oveco qe os habitantes Sophato ene uo o cer ómo s hc a utura contmporána en e mno y, go, tnto como lo cáio a opooa: os e Bi, os Nuer o os Nbira. D oo hay que toa o q sge como n nsayo sobre a treación de a ctura y a aeciación m á u como itnto, o ago pecido, de hace a apoació taaa y ocmenta a a htoa urba de Sudáia. Peo lo ocue e mi interé por la cutura paece ue es muy difrent l ue xprsa LévStrass. Porque en Te V.om Ajr vueve un y ota vez a a idea e ue las curas está esenciante sepada ns oras, o u prospera my pobableente bajo estas conione: «las culras son coo renes que e mueven ca uno por s propio caril, con s propia veocida y siguiendo su propia diecció» (1985, pág. 10)3 Ahora bien, creo ue ste ipo d moiento ikimente convirte a Sophiatown e algo sobe o ue merezca la pa reexionar. ONDE EST L ACCIÓN
En pánas ateriores he sugerio e a anopoloa ha ado urant mcho tiempo n too a visó del osaico globa, de lo al LévStrass s n buen ejepo. Sin ebago, erece la pena se seir muchs publicciones editds en Sudáfic (ni tmpoco entes no publicadas) mientrs escribí este culo. El libro de Nion (1994) sobe la histori de la cultura su dficn y sus conexiones globes hst una époc más reciente, slió cundo y h b termindo este culo 2 En este contexto cnviene tomr not de los comentrios de Gee (988, pás 46 y ss.) propósito del sentido de lejn de LéviStuss. 3 Hy que recordr qu el comentrio de LéviSuss sobre l imponci del crácter seprdo, citdo en el cptulo S. 260
ñalr que l nterr, en su versón extem y ent e es cntext, se prxim e un mner esble l plíc culturl el arteid. El punto e vst expuest l lrg e este lbr, es ec, el cnnu intercmb y mezcl culturl en el ecúmene glb y e ls cues hetergenétics cm punts fcs ne emerge nuev cultur, tene muhísm que ver cn cues cm Jhnnesburg y, especilmente, cn zns urbans l esl e Sphtwn4• Sphtwn n er en bslut un zn sl, n squer er un cmuni urb sepr el rst. Entien que er más ben el p e brr que s un pe e un cnglmer urbn más mpli «ne está l cción» Sh, Green Vllge, el Qter Ln, el Kruzberg, el Nh Be e Jhnnesburg; , tl vez, l que Hrle er pr Nuev Yrk en ls ís (y ns) el Rencimient e Hrlem durte ls ñs vente5 En un sit cm éste hy un en cvi en l que se reere l mj y l cngurcón lcl e ies y e fs simbólics. Per, emás, ntruce l cultur el exterir cm mter de trbj, y puee que lueg exprte lgun cs prpi hc el mund que l re, nvel renl, ncnl, glbl. Kng Kon el muscl que v n Lnres hce uns trnt ñs, suere lguns e ls css que cb e ener. Cuent l hisri, bs en n pe en hehs reles, e un hée ác, el cmpeón munl e pes pes Ezekel Dhlmin (cuy p c púl l scó e ls celes e l películ); es l hstri e un estell el bxe que se vi enlt en el mun e ls gángsteres, escubró que su cpñer tení mnte, l mtó, e cnen prisión y se suicó en l cácel6• En el musicl Kng ng precín l vi e l clle, ess lugrs ilegles de vent y csum e lchl 4 L que Redfeld y Snge (1 954) llman cudades oogenétcas, ta como sugeía en el capítulo 12, puede ajustase mejo en un mundo oanizado como un mosaco globa. ¿Podía tene Petoia ago de esto en las épocas del arted? El comentario de Nakasa (1985, pág. 49) es que «los aanes de Petoa paece que se senten más en casa allí que en nngún oto lugar del país. Paece que se pasean por las cales de Peto a con un po especal de ddad, de confanza y de ogullo» 5 Las compaacones no son totalmente onales. Hopnson (1962, pág. 90), el expatado btánco que e decto del Drum, dce que Sophato es el «Bao Lat no», mentras que Nakasa (1985, pág. 188) afma que «Sophatown tenía un coazón como Geenwch Vllage o Halem». 6 Véase Nakasa (1985, pág. 119 y ss), hablando de King Kon y Matshkza (1 961 , págs 1 10 y ss), aceca de su expeenca del juco y las épocas ntensas del muscal.
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llaaos shebes, la iolecia, alo que e ciea aea se apxi aba a la úsica e aquel lua: ja, silbatos, cacioes de abajo de los ies eos. Si eao, esta histoia del uicipio haba epedi u bo que la alejaba de su oie que iba cabiao a eida que hacía caio. El texto ea oba e u sudaicao blco, otos blacos se había ocupao de la poucci teatal. L patua ea e Todd Matshikia, a la e coposito escito , si duda, aluie que coocía bie las callejuelas de Sophiato. Peo u poto, Matshika tuo que epede el caio el eiio. Cuao King Kong se este e Johaesbuo, la uje que ecaaba el papel fe eio picipal ea Mia Makeba, ocalista el upo ás potate el lua. Cuao i la oba e Loes, Makeba había abado ao la copañía pa poseui su ppa caea iteacioal. Y se ú aaba los cícos, la úsica que sua el so e la oquesta e el West E había peo pae e su ecato oial. CONSTUCCIÓN FSICA DEL ESPACIO MfICO
Sophiaton u uos cicueta a, ese los cios hasta s penoso aF. Justo ates e aes e o, u especulao llaao Tobias aqió el teeo 237 ces stuao uas cuato as al oeste e Johanesbugo. Despés e que le lara aias po puestas, epe a ee pacelas a quequea que quisea co prarlas, tato a blacos coo a eos. Paa epea, a pobacó e Sophatow (cyo nobre se va e a sposa e Tobansk) ea racaete mxta. Po e aueos ías, a istanca que había es í hst l ctro a ca cnsrba cm n vntaj; zn rtó n mn actv cn s có n pr ra n las nmeacones, con o cal a ayoía e la pobcó baca abanonó e bao8• Para los nos y otrs habtnts e color e lí e hbín ins t Sophtn tení trctvs. y pronto, y tra ecr t e 1923 restngí vramnt propa tea S
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En cuano a os comienzos de Sophiaown, véase Lodge (198 1 , págs. 109 y ss.) y Copan (1985, 143 y ss.) 8 Enre os que se quedaron, estaba Francesco Pauo Mtera, marinero itaiano y abueo del escrior Don Matera; véase más adeane 262
phiatown pasó a ser una de las pocas zonas donde los no blancos po dan ser propietarios de su teeno y de su casa. Aunque la mayor de los habitantes peenecieran a la clase obrera y al lumpenproleta iado, era una zona apetecible para la clase media aicana. Además, haba algunos residentes indios y chinos, y tiendas regentadas por indios, chinos y judos. Todo esto contribua a la diversidad de la escea local. ¿Acaso era Sophiatown un arrio ajo pobre? No se trata de enumear aqu los prolemas sociales que tena Sophiatown, o qué secios y equipamientos sicos le faltaan. Paa lo que nos interesa, basta con decir que agunos habitntes y obseadoes admitan que s lo ea y oos, en camio, aaan que no. El padre Huddleston nos suere como conrapatida la imagen de una ciudad en las colinas de Italia, proablemente en la Uma: a a uz de crepúscuo, a avés de a caina gris auada que des· prenden as chimeneas y os braseros contra e cieo tiznado de aa f, se dvisan as casitas apiñadas de tejas rojas Y en e horizonte ejano, a siueta ata y enhiesta de os eucaiptos de Australia [ .] Por as caes empinadas a gente pasea en pos arriba y abajo, gente que viste de vivos coores; y cuando uno se acerca, descubre que son niños que juegan, danan y se apiñan junto a os braseros (uddeston, 1956, págs 121-122)
Con el tiempo, el lugar se superpobló. A mediados de siglo con taa con unos 40000 habitantes. A medida que se constan nuevos suuios paa neos, mucho más alejados, apenas quedaa oro espacio tan ceca del cenro de Johannesurgo donde los aicanos pudiean vivi con una relativa libead y ausencia de control. En las ca· sas cada vez haa más ocupantes propietarios, aendatarios y subarendatarios; a veces cuarenta personas en una misma casa y quince en una sola habtación y en las parcelas apaecan nuevas chabolas metidas all cas como con calzador. Las autoridades de la ciudad les proporcionabn menos seicios que a otras zona donde tenían mayor dominio y control. La violenca se converta en una amenaza constante; aunque algunos aseguraban que los gángstere del lugar los tsotsis- rara veces molestaban a la gente corriente, porque estaban enascados en sus luchas ntetin (y si no en eso, en u espece de bnddje ocl l etlo Robn Hood: robando lo comercantes blnco y vendendo el botín a mejore precos lo 263
habtantes el luga), no se puee nega que, las más e las veces, la pesenca e estos gángstees se vvía como na amenaza• Poco a poco los teenos e Sophatown eon aumentano e vao, y la pesenca e un sububo e anes mensones habtao po neos y tan pómo al cento e la cua resultó caa vez más tante paa las autoaes de Johannesbugo; e moo que la «lmpeza e los baos bajos» se convó en el motvo que justcaba una actuacón en aquel baro n eala, paa hacelo esapaece. (En su luga suó un bao e blancos, al que se le ha puesto po nombe «Tun».) Peo menas contnuó en pe, las concones scas concetas de Sophatown poían consease como una conbucón mpoante a la combnacón especíca e dvesad y e nma eno e la va socal. Las clases socales y los eslos e vda se entremezclaban. Las pesonas tenían que egláselas paa enconta as e coexstenca. «Las mansones e os plantas y las castas pntorescas con janes cuaos y atactvos, se alneaban junto a las chabolas e maea cubetas e chapa oxaa, en un conjunto one la me y el cmen se nían en un abazo»; así lo escbe Don Mattera ( 989, pág. 74), un jefe e bana que luego se convtó en escto, neto e un nmante talano que e un póspeo tans posta. Dav Copan (1985, pág. 152) bsea que «la gente ecuea las uchas, aseos y letinas comunales e Sophatown, anque nsalubes e naecuaas, como lgaes e encueno nal, one los que tenían más meos y mejoes estuos se mezclaban con los vecnos más hmles». Y en algún espaco peo en meo e este conjunto, ente esas moaas moestas y bastante ecéptas, se poía enconta «la mansón palacega el D. A. B. Xuma, con n gaaje para os coches» la cta es del escto Bloke Mosane (965, pána 27). Ale Btn Xuma, octo en mecna, que había estuao en Améca, Inglatea y Escoca, era pobablemente la pesona más mosa el luga, y su casa ea n hto en Sophatown 0• Mosane prosgue sus memoas y recuea cómo él y su mare, na muje vua que egentaba un cento e bebas legales paa mantener a su mla, veían en el Dr. Xuma y en s casa n moelo e una va me 9 Véase Lodge (981 págs 9 y ss) y Themba ( 972, págs 68 y ss) sobre los tsotMakeba (1 987 págs. 50-5 ) y Modisane ( 965 págs 821 83) describen ambos e día que los tsois amenazaron a Makeba durante una actuación y e hicieron cantar a mis ma canción varias veces seidas (aunque Modisane sia e hecho en el cine Odin y Makeba en otro municipio) 10 En cuanto a Dr Xuma véase Nakasa ( 985 págs 141 y ss.) sis.
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jor: «oitorios sparaos, una habitación como saa star, oa habitación para comr, y una habitación para star a soas, para r o para pensar, para aisars Suáica y no sr no» (Moisan, 965, pág. 36). Un lugar ro mnta. Y con too, aí staba, tan ral como cualquir oa cosa, con toa aqulla via sbor ant l barrio qu la roaba.
AS INS1CIONES DE UNA CULTR UANA
En capítulo 1 , al hablar e la via la ciua, h citao a Gorg Simmel y su «acumulación prsurosa imágn cambiants». Incluso n las ciuas, l procso cultural n an part rpetitivo y s muv lntamnt. En toas parts, la laboración y l mantniminto los siicaos ocurrn n un plano bastat pri vao y, amás, n una sri scnarios isprsos; probablmn t, pocas vces se hace rrncia a los mismos o s rxiona sobr llos. Pro por otra part, xstn unos lugars, unos contxtos intitucion spcícos on rimo algún moo más rápio, on las cosas coincin manra ramática, lo qu tal vz xg una rpusta inmiata aunqu al mismo timpo si como mat ria rxón. Parc qu too sto s a más n s ciuas y qu al mnos n algunas tin una frma gnral qu s rpit aunqu varín los talls. Cuano m imano Sophiatown a istancia n l timpo y n l spacio, pinso n sitios spcícos on m habría gustado star prsnt, obsano o qu ocuía y scuano las convrsacions. Probablmnt, ntr otros, n los asos comunal y otros sri cios públicos compaios por os habitants y rlacionaos con la ac tivia oméstica raizaa ra casa, así como n s ambint qu s vivía n a cal y qu a par Huston hizo pnsar n Itaia. Tambié m habría gustao por nar os shebeens; no tan to por catar skokiaan o barberton, sos pigrosos brbajs s tiación casra contra los qu camaban los rfrmistas, ntr os Dr. Xuma, sino porqu parc sr qu n ss tabas por jm po, Bac the Moon, Tir-nine Steps, Cabin in the S�, o Baelh había iscusions intrminabs y probabmnt acaoraas n as que s construía, s struía y s vovía a construir sin scanso a ralia y sus posibs atativas: 26
Uno podía quedarse en esos sitios hasta e anecer, siempre y cudo estuviera dispuesto a consumir bebidas. Los shebes eran uno de os centros de reunión socia. En a angua Sophiatow, e shebe no era simpemente un pnto de encueno para os boachos. L gente iba a os shes para debar temas de interés, pra habar de sus preocupaciones codianas, sus ideas pocas, sus te mores y sus esperanzas. Había diveros tipos de penas que acudían a os shebes. Pero ta vez os más interesantes, y os más peiosos, eran os poícos. Los poícos siempre quieren inir en os demás y oar que os otros adopten su punto de vista; y si aguno discrepa, inmediatamente se convie en sospechoso y en in fador de bando contrario [ ...] Así eran os shebes de Sophiatow: unos antros pequeños, cochambrosos, escondidos en algún calejón perdido, o bien ugares supuestamente eegantes, con mobiliaro sueco. (e Rdder, 1961, pág. 4 1 ) •
Qizá os shebes clásicos represet pr os eos o mismo que e �suvio Bar y e C es pr os bea e S Frcisco poco más o meos e mism époc; o tl vez lo mismo que el i y e C C e l Ve e pricipios e sigo 12• Seguro que lg vez h eo e e Odin, el cie más e e Sophito; segú ice el myor de Ác (y pr m, e omre es más ie eniáco, uque o mejor result que sólo es u versió e Oon. L gete que i On i ver peículs e «se y hoores brtos», e prs e Boke Moise (965 pág. 8): wo Guns Wst, Te Fst Gun Alve, Guns the Paie Pero tm bié lí se hcí el ciclo e jam sessions Jzz t the Odin» co músi cos tto lcos como eos que í los sofsticos el ugr y guos otsis uque este po e músic toví resut u poco extr pr os gustos e myorí e hbittes e Sophitow (Cop 1985 pág. 72). Y e precismete e u reuió que hubo e e Odin dode empezó cujar resisteci contr destcció de Sophitown, u resisteci qe fnmete o se evó victori (Gredy, 1990 pág. 57) Por o pe, estb e conjunto de misión gicn; icuí e St. Peter's Schoo, n escue de mch m, y n piscin my po 11
De una descrpción de Sophiatow por «un acano que nació cció allí». Para los cafés veneses las cafeterías de San Francisco, véase Hanne (199 b, pág 206 y ss) 12
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puar, la únca que había en Sophatown. Durante más de diez años y menas vvó en Sudáca, la msón e el hogar del padre Huddles ton, un ncansable hombre de glesa, educador, trabajador social y ac sta políco; e uno de los que tomó pae en la reunón del Odin para savar el turo de Sophato. Un da, un co del coleo le djo a padre Huddleston que había descubeo la músca de Lous Astron; Huddeston e buscó una ompeta, y como el nterés por hacer músca se extendió entre los chcos, acabaron ando la Huddeston Jazz Band. L Ley de Educación Bantú se aprbó poste ormente, y Huddleston preó cear el coleo antes que someter se a la desccón poítca del msmo. Poco tempo después se mar có de Sudáca y unos doscentos múscos le oeceron un concer to de despedda. Hugh Masekela, el joven que había recbdo aquela mera ompeta, tamoco aguantó muo empo en Sophato Tocó en la orquesta de King ng y luego se abró un nombre a nve nteacional. Por úlmo, era del espaco sco de Sophato per como par te nteante de su espírtu, estaba la revsta Drm, una publicacón mensua conocda13• L sede de la revsta estaba en otro so, pero al unos perodstas neos vvían en el bao y oos audan al en busca de hstoras o smemente pasaban horas en los shebes. Dos de ellos por lo menos ban sdo aumnos de St. Peter's y otro había sdo rofesor de la escuela. El proetaro de Drm era el heredero de una destacada famla blanca del mundo de los neocos en Sudáca, y solía conatar a una sere de redactores blancos expaados para sustur a los esctores neos locaes de taento. Probablemente las dscusones ene los jefes de redaccón y los perodstas, y entre el proetaro y todos los demás eran nevtables. Pero entretanto, Drm revolucionó la manera de es crbr de los sudacanos. Cuando empezó la revsta, el prer redactor jefe optó por una especie de «savajsmo noble»: relatos sobre los jefes, a músca y las costumbres tbales, famlarzando a los lectores con sus propas tradcones. Exactamente el tipo de materal edican 13
Hay un cieo riesgo de eagerar la impoancia que Dm, en comparación con oas publicaciones de la misma época, ha tenido para la vida uana de la Sudáfica ne· a; y ello es debido a los muchos comentarios que ha despeado y a que algunos de sus aculistas se convieron en escritores mosos. En cualquier caso, para conocer la vida intea de Dm, vase lo que exlican dos directores brtánicos de la revista, Sampson (956) y Hopkinson (962), así como el libr reciente de Nicol (1991). Te W (97 ), la novela de Mphahlele, es un retrato novelado.
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t u o cno betzdos tenían ue precar y etimar, egún opnbn o bnco uado ue los conocín. E único prbema r u o cuddnos de alí no parecían opinr o msmo, de modo u muy poco pretaban tncón a Drm. E egundo redactor jefe, Athony Sampson, do un ro completo y revista s convrtó en un espejo de os hechos y s ntasías de vda urbana: músca opuar, deto, decricón de acra sociaes, depoes, jovenctas en je de baño ... muhísmas tos. Hen Nxumao, perodista neo enor, podía hacerse par anónmamente por un emedo de campo bajo contrato, o por un preso, y expicr uego as eerencias que habí psado; e tio de periodismo de nvestigacón en e que e ha especazdo e escritor emán Günther Walra en a Euopa de os útmos años. Además, Drm uso en marha ua nueva a de escrbr. Uno de los redactores, habr de Todd Matshza, e que compuo múc de King Kong, decí ue mnejaba la máuna de crbr «omo r un cruc ntr un ofón y una metraleta» (Hopknson, 1962, ág 87). S VOCES DEL MESTZJE
En el tono d os escritores de Drm descubrimos plenamente que Sophtown es un jmpo de urbnsmo hetegenéco (y uede que nos sorendamo constatar que esos erodstas actuabn al mis mo temo u Redd y Snger etudabn a cudades heterogenétics). Los rcuo perodítco era en an pae concretos, vibrates, del momento; pero guno periodts Blok Modisane, Can emba, E'k Mphhe, Nt Nk on má anícos y apor tan sus nteretcones en unos escritos más ben de co autoboáco ( myorí coeonden époc poteriores, cuando y estban en xio). Tenen un opnón prop con repecto o que eran como perons y po d cutur con u tban compromedos. Can mb: Creo que e resto de a sociedad aficana nos miraba como si éramos una excrecencia. No éramos a case de aficanos sosegados y dios que tanto admira a igesia (y por os que ucha); tam poco éramos os aficanos rales vírgenes que tanto admira e gobieo, porque no mienten, no roban y, sobre todo, porque no tra an de medirse con os bancos. Tampoco éramos tsotsis en e 268
sntio cásico a aabra, anq os tsotsis nos consiraban coo rios Con too, jro q ningno os cabaros q s racionaron conigo n aqas éocas cab (cararaos o no) assinato, vioación, asión, robo, ho, o calqir cosa sjant Es cio q nos asaos uchas nochs n a co misaa, ro sir or tnncia iícita bbias acohóicas o or boachos Tamoco éraos gatos» s soscao o d icanos urbos qu tocan jz, vivn jazz, y izan n vocabio qu s a aatación ocal d a jrga baja ricana Éros sa cas s asirants snsibs qu ábaos a a a a civiización os bancos (n áo niv q o día ofcr Suáfica), y q habíaos rcibio coo rsusta n áspro «No» o n SÍ» tan tbant y oco sincro q nos habíaos rgao iniatant, coo os caracos cano s tocan os cos hba, 1972, ág 110.)
O bien Es'kia Mphahlele : un jazz cobo cra úsica n una saa bai; úsica q rocd d jazz aricano ngo, ricada n ynq d a xprincia saficana: a vida n os barrios bajos, baniaj, as raas oicias, a búsqua ssraa d abajo, gtos óvis, y cosas or so La odía s a d os sibatos de trs a cao, minras bajo y a batría annn rio D tanto n tano e so hilvana su moía ntr os sibatos Los músicos s abrn cino nt as notas, y con ss irovisacions rsan a incrtibr y sasosigo a via rbana [ ] Y así ha vocionao una ctura rbana Es na vía saia ara os q no tinn a on ir; ro s a única cutura Suáfica .
(Mhah, 1972, ág 154)
O citando oa vez a Mphahlele, cuando lanza na avncia a aqos aficanos q insan q a ctra s na cstió antroooa q nc a asao y q ha rconsirs coo n ro hito n caino o coo n onunto; a bata, aqí y ahora, ara stabcr n acro con a tcnooa oa, con otros sistas via ostos, tin q roorcionaos na nición nustra ctra tan váia coo o s a s asao histórico (Mhah, 1972, ág 158)
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O Blok Mo: Me r [ J desrrllr y cltvr el st pr m propia clr, l del escd y l lz, l de ls dses cestrles, ls t bres, ls chzs de brr ls jeres semdesnuds cn pechs drs c ls gs verdes [ ] Per sy p extrvgte: e e qe e gste l úsc, el e, el drama y l sf ccdel; rze es t be cm el suy, y pren d de ss rs ress, e csder a persna civilizda; y leg, r dr ebs de ell, epez escbir lbr c el l Bme Me on Histor. (dise, 1965, págs 183-184.)
uí hy ublmt u tio l ecúmene global, de la rci multáe to l ámbito e l experienci pesonal de o o ctrl, l loo occietal y del jzz de la éi c y oo brj y lbor llí mimo, e el municipio Al r u corrit culurl u h eto epdas po los océo y lo cotet, be cmino u en oas con el paso l timpo y rrollan uev mner de modela a lo sees humao Lo ecritor Sophitow, u xigen obsadamente «e les hg rosabl l histori», pece u son lo pecusoe de un tipo compeió e l cultu y de un cica de la culua que ha po de gr impoci uo teinta años más ade; a sabe, l procupcó por la mzcl cultural, po el «ce de culuras», po lo «híbrio» So l voz el mizje Sohto, po uputo, o e l peifei exema ue he des crito l cítulo 6 como u continuum meszo caacesco. Mhhll (1962, pág 192), tr cribir l cultu del municipio , rogu u rzometo y eee l impoan c u t l mo or u dplz l expsión de ese continuu to l zo rl Probblemene lo emianes l zo rl c co uvo luo: gmolas, ro, coci, rmóc Tmbé tel y tilo de iumena· ri, y u motó v utrial E te enio, el municipio e u ctro co u prop prifr Pro lo ue a uno le llamaba l aen· có n Sohiton y lo u l vivb l imanación ean más bien l coo co l muo xerio y especimene con las as mropolt Ot ct C emb a popósio de «la m Sophiton»: 270
Aqí n só encentras t gar sn qe e aes y te en· centas a msm. Td est ene n sabr carateríst De vez en cand enes qe ceder e pas a s qe se mntan s prpa fa de vda sgendo nos métds qe n están en a ala pe n te precpas Tenes derec a escar s útims scs de jazz qe pnen en A Sng's desde e tr ad e a cae Pedes r cn na ca de cr cne Odn n ía caqera pr a tarde y nade prenta nada Pedes prbar e cr de Rgbar mojdo os deds y no sene avergnzado. Y td est sn qe sa un senmento de tnsgesón. Es ce qe a bastantes bancos es he mstrad «e peqeñ París de Trnsvaa»; per my p· cos ern ers.» (emba, 1972, µágs. 107)
A d de arénesis, d est e ae a la eoa a iea e en sayisa Jahan Rba (1974) acerca de la «ciuda suave» lo que · ducid e érins de ea scial quiere decir el ael que ene e c r aene en la creación del ri en urbano ersonal • Y ás allá de es, iens abién en la cnceción e ctor agene y de hábia que ene Zyun Bauan (1992, ás. 190191). Estas ideas van bien cn las que desacan el esaje co un ceso acvo 5 • En cualquer cas, en Sohiawn se veían más blancos que en s uniciis nes. No esaba uy ejos y no había conro de entrada c en cabio sí ocurría en otros itios (c Nicl, 1991, á. 96). Era un luar atractivo ara os más aventurero. Sin embar , la lnea de cnac ene el Jhannesburo e os blanco y e de ls nes cninuó sien imiada. En la novela e Nadine Gori er Un mun d extaños hay un joven inlés que lea a la iiente cnclusión: «en as cas casas e Johannesburo one se reunían ersnas de diferente clor, lo más robable e que siemre volviera a encontrae con as misma». Por eto reslta aún más orrendente ver a an variea e vi sines a distancia que diferente ios de habitantes e Shiatown alientaban. Parece como i ataran r encima e a Suáica ban ca y se sumereran en o que pa eo era má intereante, atractivo suerior en uaes distante. Para una erona como Boke Moia ne, oía ser iteramente una apetenia e paaar 14 Para un comentario sobre el libro de Raban como ejemplo del postmodeismo emeente, véase Haey (1 989, págs 3 y ss.). 15 Véanse también los capítulos 2 y 4.
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Recueo que u vez e plté te u epeiet co u list e coss que queí: u bote e ceitus relles, u lt e espágos, u cuo e lib e sló huo, ei lib e hígo e glli pico, u trozo e queso Estro L chic ecciob co u sobreslto c cos que le peí y e ib co cr e pso, y iets tto, e setí vgete iveio. (Moise, 1965, pág 99)
Entre os iteratos e Sophiatown, ta como recuera Nat Nakasa 1985, pág 188) siguieno una ínea pareca, o más probabe es que «a conversación se centrara en too a James Joyce o John Osboe o Langston Hughes» antes que en cuaquier escritor suacano banco; y esto era así «porque para nosotros, prácticaente too lo suacano era sinónimo e meocria» • En a misma ínea, Mphahee 1 962, pág. 28) aaba que a música nea que estaba en proceso e esarroo compoaba una sión e culturas y «por eso nuesta mú sica siempre será muho más vita, vibrate y siicava que la boeremusiek (la música e os kaers), porque ésta no es más que un monumento a un pasao mueo, plagao de posturas fsas, como un campamento roeao y efenio por un círcuo de caomatos». Y en o que se reere a a moa, también tienen a vista puesta en otros ugaes: Los hobes bie vesos e Sophito usba rop e r c igles o aeic iposible e ecotr e ls tiens e Jo hesburgo; los chicos vestí rop cr co u cojuto soen ete e colores: «juio» e el téio que usbn; e cuato los eleetos e l iueti, los llmb «lo que die co sigue» -op que les evib ese Nuev Yok o Loes Zp tos e Aéic -Floshei, Withop, Bostoi, y Soe y Msfel e Loes; cmiss e BVD, V Heuse y ow; t jes e Sipsos, Hecto Powe, Robe Hll; sobreos e Dobbs, Wooow, Boslio L equet e lo ipote (Moise, 1965, pág 52)
16 Langston Hughes se puso en ontato on Mphahlele después de que alguien le hiciera prestar atenón a los relatos que éste esribía par Dum, mantuvieron oes-
pondena (Manganyi, 1983, pág 141). 272
Los gángstrs gar staban gamnt nmrsos n st j go cosmopotsmo y horizonts janos. Las banas s amaban «los amrcanos», «os sos», «os coranos» o «os brnss». Incso a paabra tsotsis ra na asacón «zoot sts», sos trajes amricana hasta las rodas y pantaón my ajstao q vstían os jóvns ncuents amricanos n na época gramnt antrior; y tsotsita acto rbano asocao con stos crmnas, ra na varda akaans n a q había na cana nsosphada e jrga amcana 1 7• Los tsotsis no s qaban a a zaga n sgur a típca moa qe aparcía n las pícas el cn Odin. Mram Mak ba os rcra sntaos ntr púbco, n as épocas n q canta ba con os Manhattan Brothrs en os cbs a ca: ahora ponen una película en la que Rchard Widmark hace el papel de matón. Le llaman Stks, y va vestido con sombrero, chaque ta con cinturón y esos zapatos Florsheim Así que los gángsteres negros van y se visten exactamente como él En la película, R chard Widmark se come una manzana después de cada crimen. Así que ahora todos los matones de Áica, además, van con man zanas! Los tengo justo enfente, sentados en las mesas, entre botellas y pistolas. (akeba, 1987, pág. 50.) RESISTENCIA LOCA, SPUESTA TSNACIONAL
¿ómo hmos ntrtar os spragos y l samón ahmao e Mosan, os ebats sobre la obra e Joyc entre Nakasa y ss amgos, as manzanas jnto a a pstoa los tsotsis? De na manra naa y con ca aversón, no proría ars a spada como trs ts jmpos a prsón porosa el cnro sobr a perfra, y de cómo s pr a atonomía y a vrsa. Pro tambén pomos vro s otro ángo. Los habtants d Sophatown tvron q nntars a n avrsaro gobo y toos os q o rspadaban q staba mpñao n stabcr baras sconna ntro continuum ctra mstzaj, 17 Los nombes nos sien paa ecoda el peiodo históico en el que foeció la cultua de Sophiatow; la guea a y la guea de Coea, y la pomesa de independencia en otas paes de Aica, empezado po lo que luego seía Ghaa. No hay duda de que todo esto produjo un impacto en la ianación de los habitantes de Sophiatow. 273
q qría rdnir a sitación como n mosaico goba n vz d como n cúmn goba. Para os habitants del bo a stética cosmopoita s convirtió ntoncs n na a d rsistncia loca. Acptar Nva Yor podía sr na manra d rchazar Prtoria d ne gars a as conscncias cltras q pdiran drivars d cal qir cas d «dsarroo sparado». Cando pnsamos n a rsistncia ctra oca somos pnsar q xtra ss rcrsos simbóicos de as raícs ocas, y no hay dda q os habitants d Sophiatown también podían tiizar sos rcrsos. Pro ta como staban as cosas parc q a lóca d a situación s cntraba más bin n raar os víncos ntr Sophiatown y l rsto d mndo. Parc q n st caso s opono amar a atención sobr a divrsidad d jo ctra ntr a mnos agnos cntros y agnas prifrias. S dira q sto nriqció considrabmnt l tipo d postras q como advrsarios podían adoptar os de Sophia town. Para Nakasa y sus amigos, a mjor itratra d mndo po día sr a vara con a q mdían a mdiocridad d «prácticamnte todo o q ra sdaicano» . Aprciar jazz amricano podía spo nr n dspig d sosticación, n sntir q la capacidad d r cptividad dominaba n a sti. Pro, admás stá componnt racia. Si ensaar a ctra amricana podía sr na a gn raizada d armar cosmopotismo y n sntido d ibrtad la conón spcíca con a ctra ngra amricana podía ocrls nos rcrsos ctras dtrminados para nntaminto q mantnían con a Sdáica d os blancos. Es obvio q sta cone xión spcíca s ha manifstado d divrsas manras a o argo d a historia d a socidad ngra sdaicana, desde a música popar hasta a vida d as igsias; y por spsto Naasa sgir qe os habitants q s intrsaban por os libros no sólo hababan d Joy c sino también d Langston Hghs. Las peíclas d oeste y de gángstrs q pasaban n l Odin, también ncajan n sta prspc tiva, porq aportaban n modo d ibrtad y d conicto y lo ha cían con atoridad. Hasta aqí hmos habado d a tiización oca d o global; s dcir d cómo os habitants d Sophiatown se sían de los elmen tos impoados para xprsar ant otros sdacanos y t os mis mos, o q ran o o q qrían sr. E contxto cotidiano s impor tant para ntndr as pciaridads d mstiaj y d a cratividad n s barrio no. Vlvo a pnsar n LéviStrass y en no d los capítos d Te V.om Ajr, cando dscrib s vida d xiliado n Nva Yor drant a Sgnda Ga Mndial: 274
Puede que muchos aspets de la vida de Nueva Yrk ns au· tivaran por esta razón: ponía ante nuestrs js un ista de ecetas gacias a las cuaes, e una soiedad que ada día resuta más pe· siva e inhumana, as personas que decddamente encuentran in· tolerable pueden aprender los mi y un turcos que es fece, duan· te unos breves istates, a ilusió de que u tiee a fea ece· sana para escapar (Lvi-Strauss, 1985.)
Del iso odo, Sophiatown, con ss i y n tcos, cativa a ianación, anqe pede qe preocpe a nota nal de Lév· Stass; esas hidas ¿son necesariente eras lsiones? Por oa pae, está el so lobal de o oca: no lo qe el ndo siicaba para los habitantes de Sophiatown, sno lo qe Sophia· to a siicado para e ndo. Qiás hay un pnto qe pede toarse coo ejeplo del jo qe se prodce en as reaciones cntroprferia dentro de ndo conteporáneo. No podeos decir qe Sophatown haya reprsentado la periferia extrea, coo ya he señalado anterioente. Parc star ás bien a edio caino, n espacio donde cce de corrients es ás ee y donde el proceso interactivo d mestizaj prodc nevos resltados y sorprendentes Pero as rmas cltraes q sren en esos espacos interedios a endo no sólo son ornals, porqe ni peenecen totalmente al centro ni totaente a la perifera; sino qe estar a edio caino, n ceo modo rstan más accesbles desde los dos extreos De odo qe no sóo había na interaccón entr los habtants de Sophiatown y el ndo, por edio de a imtación de centro oo ya he diho, esto podía rsponder a razons de os propos habitantes, sino qe adeás eaboraban los distintos elementos dándoes nevas ras, en Drm, en King Kong n a música con a qe Miria Makeba y Hh Masekea han dado a veta al ndo Coo decía Mphahlee, «toma d aqí, ncorpora por aá, rcog esto, rechaza o otro». Y parec q hoy día s cnt q la respesta de la periferia a centro s manst a través d st tipo d ctra, posibeente de na manra n poco ndircta Es dcir, s tráco cltral actalent ya no s v tanto n na soa drcción, entonces los centros del ecúene obal (con ss nciones de esa de ezclas) son ás fáciente accesibles dsde sitos como Sopha town, desde os cos de mestizaje ed q no sea «aténco», s cieo; y canto más s aja de a periferia y ás se aproxa a cn 275
tro, má probabl q a mno aténtco qzá como la vrón l Wt En th King Kong. Pro lo q oc qe la a atnca copon má bn al moaco global q al cúmn global. Sophatown ya no xt y la mayoría lo q crbían para la rvita Drm tán n l xlo. Mcho mriron n l xlo, orintao y bbno tal como lo hacían n lo shebes • My poco raron a Sáca. Entanto txto tvron prohbo rant mho año n ta natal Nat Nakaa (1985, pág. 172) chaba la cancone Pono y Sw q Hgh Maekla ocaba n Greenwch Vllag y ólo eaba por volvr a ea ara poer cchar má úca e t po Nakaa có en Nva York lanzáno al vacío ee la vntana n épo po • Pero ea comna íca connúa allí, eclaano s paco poríamo cr n l paao útil el ftro de Sáca Y vsta a anca, Sophatown no ólo peenc a Suáca, no al no ntr
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Mphalele, que falmete reesó a Sudáica después de ua laa estacia e otros sitios de Aca y tambié e Estados Uidos, describe el destio de varios de eos en su autobioaa Áfca My Music (1984); e cuato a la vida de Mphahlele, véase tambié Magayi (1983) 19 Masekea, e cambio, sí reesó a Sudáica.
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