Universidad del Valle de México
Maestría del Psicología
Norma Angélica Tovar Rico
UNIVERSIDAD DEL VALLE DE MÉXICO Maestría de Psicología
Asignatura: TEORIA DE LA CRISIS
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11 Julio 2013
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Norma Angélica Tovar Rico
1. TEORIA DE LA CRISIS
1.1 Antecedentes Históricos Según la Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud, Alma-Ata, URSS, 6-12 de septiembre de 1978, en su documento central denominado Declaración de Alma-Ata, en su punto Primero “reiteró firmemente que la salud, estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades…” m como tal, es conveniente saber a qué refiere el término “bienestar mental” y las manifestaciones de la ausencia de dicho estado. O dicho de otra manera: ¿En qué momento la salud mental entra en crisis? Como consecuencia, se debe entrar al terreno del estudio de toda la serie de manifestaciones que alteran el estado de salud de una persona, así como sus causas y consecuencias. Etimológicamente, la palabra “crisis” proviene viene del griego crisis (“κρίσις”) que significa “separación”, “distinción”, “elección”, “discernimiento”, “disputa”, “decisión”, “juicio”, “resolución”, “sentencia”. El verbo correspondiente a este sustantivo es krino (κρίνω), que significa “separar”, “distinguir”, “escoger”, “preferir”, “decidir”, “juzgar”, “acusar”, “explicar”, “interpretar”, “resolver”. Las derivaciones de esta palabra indican que puede ser utilizada como decidir, discernir, punto decisivo para mejora o empeorar.
1.2 Influencias Teóricas. Según Espina A. (1986) la crisis puede ser vista de estas dos maneras: Como algo negativo que quiebra el equilibrio “sano” o como una oportunidad de crecimiento que surge en un momento de la historia del sistema. Estas dos visiones fueron confrontadas en el campo de la psiquiatría en los años sesenta cuando surgió la antipsiquiatría que, frente al modelo médico imperante según el cual la crisis psicótica era algo absolutamente negativo que había que neutralizar, propuso entender la crisis como un momento de ruptura existencial que había que desarrollar en un marco adecuado para favorecer el crecimiento del individuo. En el ámbito de la Psicología, la crisis comienza con una desorganización emocional que ocurre por circunstancias en las que el individuo se vuelve incapaz de resolver con plenitud crítica situaciones que salen de su control. La problemática que nos lleva a un estado de crisis es un suceso que surge de forma inesperada, dependiendo de la gravedad del mismo es el tiempo y la forma que el individuo utiliza para encontrar una solución el individuo se protege primero con recursos personales propios y después con recursos sociales. Algunos especialistas definen a la crisis como un “Estado temporal que experimentan los seres humanos, que pueden ser afectados por un trastorno, el cual se convierte en descontrol y desorganización cognitiva y emocional de la personalidad del individuo, y se puede dar a distintos niveles y en diferentes circunstancias. En este estado
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la persona se vuelve incapaz de manejar situaciones particulares que regularmente podría manejar en situaciones normales”. En determinadas circunstancias de la vida el individuo debe enfrentarse a a un estado de crisis emocional, la cual, de no ser resuelta convenientemente lo ubicaría en riesgo de padecer graves problemas psicológicos. El individuo debe enfrentar, de manera impostergable, una situación de conflicto que no es capaz de resolver con sus mecanismos mentales habituales, debido a que presenta una pérdida de control emocional, se siente incapaz e ineficaz y está bajo la presión de las circunstancias y del tiempo. Una persona que atraviesa por un estado de crisis se encuentra en una etapa vivencialmente importante para continuar el curso de su vida. No importa qué tipo de crisis sea, el evento es emocionalmente significativo e implica un cambio radical en su vida. El individuo enfrenta un problema ante el cual sus recursos de adaptación, así como sus mecanismos de defensa usuales no funcionan. El problema rebasa sus capacidades de resolución y por lo mismo se encuentra en franco desequilibrio. Como resultado de todo esto la persona experimenta una mayor tensión y ansiedad, lo cual la inhabilita aún más para encontrar una solución.
1.3 Implicaciones de la intervención. En su libro “Intervención en crisis Manual para práctica e investigación” (1984) Slaikeu, Karl A. define a la Crisis como "… un estado temporal de trastorno y desorganización, caracterizado principalmente por la incapacidad del individuo para abordar situaciones particulares utilizando métodos acostumbrados para la solución de problemas”. Para Brito L.R. indica la caracterización de la crisis: "La crisis se siente como un abismo entre el pasado que ya no es vigente y un futuro que todavía no está constituido". “La persona está en crisis cuando sufre una pérdida severa que no está manejando exitosamente, y siente ira sublimada, está estancada en la etapa de depresión, y sufriendo un vacío existencial”, según Jerry Long Jr. Viney nos dice que los sucesos aislados específicos en la vida que tienen el potencial para precipitar una crisis pueden ser por embarazo y nacimiento, madres solteras, transición de la casa a la escuela, transición de la casa a la universidad, compromiso y matrimonio, cirugía y enfermedad, duelo, migración/reubicación, jubilación, desastres naturales y cambios sociales y tecnológicos rápidos. Otros sucesos que suelen ser devastadores son muertes inesperadas, violación o robo a mano armada.
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Algunos investigadores como Holmes y Rahe (1967) se dedicaron a investigar los cambios que resultan en la salud física del individuo con sucesos de estrés. Esta investigación fue cuantitativa y marco parámetros de acuerdo a cada circunstancia. Los estudiosos coinciden en que toda crisis conlleva peligro y oportunidad. Y ante esto, se precisa la intervención, esta puede generar la diferencia en las decisiones que tome la persona en crisis. En el entendido de que la crisis es algo que no se puede manejar por lo menos no en forma inmediata también se clasifica de acuerdo a los períodos de tiempo que resultan en agudo o crónico. Halpern (1973) nos dice que las personas en crisis experimentan ciertos síntomas que denotan inestabilidad emocional como cansancio y agotamiento, desamparo, inadecuación, confusión, síntomas físicos, ansiedad, desorganización del funcionamiento en su trabajo, desorganización del funcionamiento en su familia, desorganización del funcionamiento en sus relaciones sociales y desorganización en actividades sociales. Esto se traduce en sugestibilidad, reducción de los mecanismos de defensa y vulnerabilidad que tiene que resultar inevitablemente en un cambio, en ocasiones radical para poder salir adelante de esta crisis. Otro estudioso de la crisis es Gerard Caplan que en su teoría maneja cuatro puntos : Primero,- Nos dice que es la elevación, tensión, ofuscamiento, aislamiento y distraibilidad. Segundo.- incertidumbre, rabia, eficiencia Tercero.- aumento de la tensión, discriminación, movilización y solicitar ayuda. Cuarto.- incapacidad. También nos señala que existen la crisis evolutiva, que se desarrolla como su nombre lo dice, por la maduración del individuo en las distintas etapas de la vida. Crisis situacional que es la que suele venir a la vida de la persona de manera repentina, ocasionada por causas externas , poco frecuentes y ajenas totalmente a la persona.
2. LA CRISIS
2.1 Hipótesis de la Crisis La Teoría de la Crisis postula que todos humanos pueden estar expuestos en ciertas ocasiones de sus vidas a experimentar crisis caracterizadas por una gran desorganización emocional, perturbación y un colapso en las estrategias de planeación de la vida. El estado de crisis está limitado en tiempo, casi siempre se manifiesta por un suceso que lo precipita, puede esperarse que siga patrones sucesivos de desarrollo a través de diversas etapas y tiene el potencial de resolución hacia niveles de funcionamiento más altos o bajos. La resolución final de la crisis depende de numerosos
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factores, que incluyen la gravedad del suceso precipitante, recursos personales del individuo, fuerza del yo interno, experiencia adquirida en crisis anteriores y los recursos sociales del individuo.
2.2 Estructura y elementos de la Crisis Existen diferentes tipos de crisis, como las crisis naturales que se dan naturalmente, por las etapas del desarrollo personal, de la pareja o la familia. Las crisis circunstanciales que se originan por un evento que provoca la pérdida de algo como los bienes materiales, emocionales, mentales, morales o espirituales, tal como como un ser querido, la inocencia, un trabajo que represente seguridad, la fe o confianza. También existen crisis existenciales que se dan cuando se tiene que optar entre dos valores importantes y crisis totales cuando se afecta todo lo económico, emocional, la salud, el área familiar, laboral. Sumamente importante es conocer las fases de la crisis para poder analizar el desorden mental y caracterización de las manifestaciones del individuo. Por ejemplo Horowitz (1976) propone que las reacciones ante una situación de crisis que se pueden describir en fases como elevación de tensión, llanto, negación, intrusión y finalmente la aceptación y asimilación de la experiencia. Las reacciones de la persona frente a una crisis pueden ser las siguientes: elevación de la tensión al comienzo por el impacto del suceso externo. La tensión aumenta porque no se puede enfrentar la nueva situación con la norma habitual de conducta. Al incrementarse la tensión, se movilizan otros recursos que pueden desembocar en varios resultados: reducción de la amenaza externa, éxito en el enfrentamiento con la situación, redefinición del problema. Si nada de lo anterior ocurre, la tensión aumenta hasta provocar una grave desorganización emocional. El llanto es una de las manifestaciones inmediatas al presentarse un suceso de ruptura y pueden ser unas muy obvias como gritar, llorar, pánico y el desmayo. Existen otras no tan obvias como el llanto callado y la crispación de músculos. Posteriormente podría pasar al estado de negación que pretende neutralizar el impacto lo cual puede provocar entorpecimiento emocional. La persona en esta situación no piensa en lo sucedido, se comporta como si no hubiera pasado y así lo dejar ver los demás. La negación también puede presentarse casi inmediatamente al suceso. Esta actitud suele estar presente como pequeña capa que cubre el suceso durante todo el proceso del duelo, sirve como una defensa para no colapsarse mentalmente. Otra fase de la crisis es la intrusión. Esta se caracteriza por la abundancia de sentimientos dolorosos sobre la pérdida. En la mente aparecen cíclicamente imágenes del suceso que provocó el dolor extendiéndose incluso a los sueños, A veces se sueña como si nada hubiera pasado o la vida hubiera seguido su curso sin haberse presentado el suceso generador del dolor. En esos momentos a la persona le sobrevienen ideas
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negativas y dramáticas y puede tomar decisiones muy negativas y riesgosas que pueden ser llevar a cabo o no. La persona se siente la más desgraciada del mundo y se siente incapaz de seguir en su entorno o inclusive en esta vida. Algunas personas pasan directamente de la fase del llanto a la intrusión sin pasar por la negación, otras en la fase de intrusión buscan la negación, deseando y tratando de olvidar esto puede ser porque el dolor aumenta en la fase de intrusión y desean evitarlo. Posteriormente llega la fase de penetración, que es la parte del proceso en el que la persona penetra en sus emociones y sentimientos, los reconoce, los acepta y los expresa. Entre más los exprese más se va diluyendo el impacto que le produjo el suceso. Como última fase llega la consumación. En esta se ha iniciado la integración de la experiencia, o ya ha sido integrada a la vida de la persona. La integración consiste en que la persona acepta lo que sucedido y que le provocó alteraciones emocionales y procede mediante discernimientos entres sobrios y dramáticos a encontrar la asimilación de la experiencia y que esta representa una oportunidad de crecimiento para su fortalecimiento espiritual. El sentimiento no desaparece completamente pero ya no influye en el desequilibrio, encuentra un para qué a la vivencia, que le permite enfrentar en el futuro de una mejor manera los sucesos críticos y las situaciones a l filo de la navaja. Cuando las personas logran la fase de consumación se puede decir que resolvieron la crisis. Esto las dota de mayor seguridad, fortaleza, herramientas para encontrar sentido de la vida y esperanza sobre su existencia. Cuando no se resuelve la crisis, las personas somatizan el sufrimiento y los convierte en alteraciones físicas, emocionales, o mentales. Recorre la vida con resentimiento, presenta actitudes negativas, desafiantes, ingobernables, indolentes e irreverentes que utiliza como mecanismos de defensa. Se tornan resentidos, agresivos, desconfiados, inseguros, soberbios, egoístas, prepotentes, acomplejados. Si tienen poder abusan del mismo con mínimo sentido de la justicia, empatía y la compasión. Asume el papel de la persona que no merece el mundo en todos los ámbitos donde se desarrolla y le gusta mostrar máscaras de dureza, frialdad, indiferencia en público y sentir soledad, amargura e infelicidad en la intimidad de sus cuatro paredes de su interior. Hacen el papel de víctima o de victimario. Incapacitadas para establecer relaciones interpersonales sanas y profundas. Bloquean su voluntad de sentido, su intuición, su libertad y su responsabilidad, por lo que muy probablemente sientan vacío espiritual el cual solventan haciendo sufrir a otros o incorporando adicciones de todo tipo a su diario quehacer.
3. INTERVENCION DE PRIMER ORDEN
3.1 Estrategia de Intervención en la Crisis según problemas esp ecificos.
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Intervenir en una crisis es participar activamente en la resolución o posible solución a un evento que desequilibra a una persona y pide ayuda, esto no se hace con la finalidad de resolver el problema sino de atenuar el impacto de la situación, En ocasiones el individuo tiene las herramientas para resolverlo y se trata de ayudarlo a utilizar sus propios recursos. Esto lo puede hacer desde una persona de confianza o un especialista. La persona cuando esta en crisis no es objetiva y requiere auxilio para expresar sus sentimientos, reconocer sus temores y entender la situación en su proporción aceptable desde el punto de vista de una persona sana mentalmente. El especialista debe reforzar la confianza en el individuo, aumentar su autoestima o restablecerla. Las habilidades se deben reparar en la persona deben ser de tipo conductual, afectivas y psicosociales. Según la Soto H.G. para intervenir en una crisis, es necesario sentir interés en las personas.. También es indispensable saber identificar los signos que presenta la persona que está viviendo una crisis. Y desde luego saber cómo intervenir. Porque las dos habilidades cav ligadas firmemente. Como estrategia de intervención se debe observar si la persona presenta cambios en su habitual comportamiento como si la persona esta tensa, ansiosa, enojada, irritable, triste, deprimida, pasiva, confundida, distraída, desorganizada, aislada, sin energía, cansada, agotada. También se deben observar trastornos alimentarios: poco apetito, comer compulsivamente; trastornos del sueño: insomnio o sentir sueño y ganas de dormir todo el tiempo. Si tiene el rostro cansado, ojeroso por el insomnio, mirada sin brillo, piel poco humectada. Se debe discernir, mediante el Diálogo Socrático Constructivo (dialogar en base a preguntas sin emitir juicios como si todo se ignorara) si la persona tiene sentimientos de desamparo, debilidad, soledad, desesperación, ira contenida o expresada, desesperanza o se siente confundida, ansiosa, desorientadas, angustiada o impotente. Se debe de investigar si la persona siente el deseo de salir de su malestar, pero no sabe cómo o se siente incapaz de enfrentarse y superar la situación. Es decir, medir el nivel de esperanza. Otra área de investigación son sus cambios en sus relaciones interpersonales y sus actividades y si ha experimentado soledad, aislamiento y desamparo. Otra información necesaria son los síntomas físicos como dolores de cabeza, y garganta frecuencia en accesos de tos o si se ha presentado gastritis o cólon irritable. Lo primero es establecer un encuentro que a veces es lo más difícil, pocos aceptan que tienen problemas. Consiste en lograr una relación de persona a persona, establecer un puente que permita el encuentro en la dimensión humana en el que la persona en crisis pueda sentirse escuchada, acogida, respetada, aceptada, segura y comprendida por otro
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Ser Humano, que es capaz de brindarle la ayuda necesaria, o la no ayuda si eso es lo que necesita t ayudará a salir de su crisis. Quién interviene debe tener claro qué quiere y qué puede aportar para ese encuentro. Respetando en todo momento el dolor y la individualidad de la persona. Algunas sugerencias de la especialista Soto H.G. son: “Lo mínimo que podemos ofrecerle al otro Ser Humano es una sonrisa sincera de bienvenida, una voz afectuosa, una mirada "de verdad", intentando percibir cómo llega incluso antes de que empiece a hablar. Nuestra apertura y honestidad, respeto a su persona, sus pensamientos, sentimientos y tiempos, calidez. Reconocerlo como alguien especial, amarlo como ser humano. El clima emocional básico que debemos crear en el encuentro para que la persona se sienta aceptada a pesar de sus "vergüenzas" y entendida a pesar de su confusión. Se logra con actitudes mínimas pero muy humanas: Escucha atentamente, mirarlo, prestarle toda nuestra atención, poder transmitirle que nos importa lo que dice y cómo se siente cuando lo dice, interrumpir su discurso si es necesario para preguntarle algo que hemos observado como importante. Respeto a su espacio y su tiempo, eliminando todas las interferencias internas (distracciones, problemas y pendientes personales) y externas (todas las que son producidas por personas o situaciones ajenas). Vislumbrar sus carencias y darle los soportes adecuados para que la misma persona se pueda reestructurar (dejar sus anteriores modos de funcionar y relacionarse y descubrir otros nuevos) Hacerle sentir que confiamos en sus recursos, aun cuando veamos que sean pocos en ese momento. Encontrar sus partes positivas y hacérselas ver. Establecer una relación humana diferente a la que han tenido, un modelo de estar con el otro diferente al vivido, así será más fácil para ellos aceptarse y vivir en el mundo que los rodea. Para lograr este clima debe estar convencido que las personas tienen la capacidad de cambiar, a pesar de su comportamiento pasado o presente, que pueden elegir y encarnar nuevos valores y estilos de vida. La confianza en la persona y en su esfuerzo sincero para cambiar es terapéutica”. Logrado el encuentro y su interacción procedería al análisis de la crisis, su dimensión y el manejo de los sentimientos. Consiste en intentar "ver su mundo como si fuera nuestro mundo", es decir captar su mundo interno, entender su propio marco de referencia, su sistema de creencias, sus valores, sus miedos, anhelos y actitudes. Aceptar, validar y acoger sus sentimientos. Invitar a la persona a hablar y escucharla atentamente para identificar los elementos importantes y observar
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fenomenológicamente su comunicación no verbal, para intentar comprender como percibe la vida, el mundo, la situación, a sí misma. Todo esto con el objetivo de hacer devoluciones que le faciliten una mejor comprensión de las posibilidades que puede encontrar si cambia de perspectiva, "tensando su espíritu" y busca el sentido. Al analizar las dimensiones y características del problema, se explora pasado, presente y futuro inmediatos. Del pasado se revisan los sucesos que fueron ocurriendo y que hicieron una cadena hasta el suceso precipitante de la crisis. Y los recursos personales con los que contó, por ejemplo: las actitudes que presentó y significados que les dio a dichos sucesos. Se explora y priorizan las necesidades que deben atenderse inmediatamente y los que se pueden posponer. También es indispensable comprender el fondo de su problemática, es decir cuál o cuáles son sus carencias que le impiden tomar una postura diferente. El tercer paso es la Resignificación de los hechos que precedieron a la crisis y convertirlos en un nuevo significado de oportunidad. Al explorar las posibles soluciones o alternativas se indaga cómo ha intentado resolver el problema. Después utilizando diálogo socrático se busca que la persona genere nuevos significados y alternativas, tanto para cubrir sus carencias como la situación de crisis. Esto le hará sentir más fuerte, menos impotente. Es necesario que analice los pros y los contras de cada alternativa. El que ayuda puede proponer las alternativas de solución que identifique, pero sólo después de que la persona lo haya hecho. También debe contemplar los posibles obstáculos que pueda encontrar la persona en su plan de estrategias e identificar los pasos de las soluciones. En el cuarto paso se apela al espíritu para buscar el sentido de la vida, la autotrascendencia y generar acciones concretas de solución. Se debe implementar lo que se convino en la etapa anterior, es decir, decidir el cómo poner en práctica las acciones y cuándo intervenir. Se debe buscar que la persona haga cuanto sea capaz de hacer y tome un papel más activo en su duelo y fortalecimiento espiritual. Por último el seguimiento y la retroalimentación es muy importante y consiste en establecer un procedimiento que permita revisar la evolución y progreso de la persona en la solución de su duelo. Puede ser a través del encuentro personal o telefónico. El seguimiento permite complementar la retroalimentación: si se encuentra que la acción convenida no resultó como se esperaba, se regresa a la segunda etapa para redefinir el problema y reestructurar las acciones de resolución.
____________________________________________________ http://patiodefilosofos.wordpress.com/2013/03/07/etimologia-de-la-palabra-crisis/ Espina, A. (1986). La familia como continente y la intervención en crisis. Clínica y Análisis grupal. 40,179-195.
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Intervención en crisis Manual para práctica e investigación Slaikeu, Karl A. Soto H. G. La crisis, Grupo Ser Humano http://www.gruposerhumano.com/Indice.htm Slaikeu, K.A. (1984). Intervención en crisis. México. Manual Moderno. Camdesus, B. (1995). Crisis familiares y ancianidad. Barcelona. Paidós. Caplan, G. (1993). Aspectos preventivos en salud mental. Barcelona. Paidós. Horowitz, M.J. 81976). Diagnosis and treatment of stress response syndromes: general principles. En. H.J. Parad, H.L.P. Resnik y L.G. Parad (Eds.)