San Alberto Hurtado SJ
LA VIDA AFECTIVA AFECTIVA EN LA ADOLESCENCIA
ESTUDIO
DE PSICOLOGÍA PEDAGÓGICA
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INTRODUCCIÓN
La adole!en!"a # el edu!ador Época trascendental en la vida es la adolescencia. Nacimiento de una nueva personalidad. Profunda Profunda crisis siológica, sentimental y moral. Primeras concepciones de un plan de vida que encuadre su personalidad naciente. Ensayos de adaptación al ambiente a mbiente social. Fiación Fiación de normas de vida. Eso es fundamentalmente la adolescencia. !odo este proceso psicológico, !odo psicológico, profundo profundo y e"tenso, e"tenso, va reali#$ndose reali#$ndose como a tientas al principio, en medio de ensayos m$s o menos dolorosos. dolorosos. %na multitud de tendencias, contradictorias muc&as de ellas, bullen en el alma del adolescente y le tirantean en todas direcciones' tendencias a lo noble, a lo generoso, &asta el &ero(smo, unto muc&as veces con inclinaciones ego(stas, de de indolencia, de pere#a. %na alegr(a turbulenta cede el paso a una &onda melancol(a) a una descarada insolencia, una timide# invencible. *s( alternan tambi+n la sociabilidad y la tendencia a la soledad) la fe en la autoridad y el radicalismo revolucionario) revolucionario) el impulso aventurero y la tranquila ree"ión. ree"ión. Es un ser nuevo n uevo que nace en medio de dolores, los dolores propios de todo nacimiento. -a naturale#a se acerca con sus ensayos al centro mismo de la personalidad que est$ form$ndose. antes de centrarse ve ante s( todos los caminos que le brinda la vida y que le atraen con fuer#as desconocidas. /
No se &a visto a nadie que &aya designado los comien#os de la adolescencia como a0os felices, aunque todos recuerden en ellos a0os de una alegr(a desbordante. naturalmente el oven oven que se encuentra en medio de este desorden interior tan compleo, no se comprende a s( mismo y siente un an&elo inmenso de ser comprendido. comprendido. -a educación no puede darse en esta +poca de la vida sin una comprensión profunda del alma del adolescente. El que lo comprende, por el sólo &ec&o de comprenderlo inuye sobre +l porque se0ala, subraya, arma en +l determinados rasgos entre la multitud de formas contradictorias. Esta comprensión puede rebaar y destruir si acenta y valori#a a los oos del adolescente los rasgos menos valiosos) y puede engrandecer, llevarlo an al &ero(smo, si arma los rasgos nobles y los encausa dentro del plan de la Providencia. Providencia. El nico m+todo de educación en estos a0os es la comprensión elevadora) elevadora) y padres y educadores no podr$n educar por m$s que amen a los óvenes si no quieren &acerse cargo de sus problemas, escuc&arlos vibrando con las preocupaciones de su alma, apoyar con su e"periencia m$s fuerte las debilidades de un alma tierna que luc&a como a ciegas. 2omprensión 2omprensión llena de respeto necesita el adolescente. El es medio &ombre y medio ni0o' a veces enteramente ni0o, y otras enteramente &ombre) pero en todo caso e"ige que se le tome en serio, que q ue se le respete como si fuese un &ombre. 3usceptible en e"tremo e"tremo tiene un sentimiento e"agerado de su propia dignidad, que necesita ser tratado con muc&a indulgencia. El alma que orece por primera ve# solicita tanto m$s respeto de los dem$s, sobre todo de los adultos, cuanto que no est$ todav(a enteramente segura de s(. 4
!omar en serio al adolescente, penetrar dentro de su alma, respetar su personalidad naciente, comprender sus problemas, orientarlos suavemente, eso es educarlos. El tomar en serio al adolescente es lo que caracteri#a la educación inglesa y alguna de las tendencias de la Educación Nueva en lo que tienen de m$s aceptable. Por desgracia esta comprensión no es el patrimonio innato de todo padre de familia ni de todo educador. 3u alma est$ muy leos de su propia adolescencia' &a madurado en e"ceso, como dice 5olderlin. Pertenece a otra generación) y cada generación tiene su psicolog(a propia, su manera de ver, su manera de sentir. Por eso es que muc&os adolescentes no se sienten comprendidos por sus padres y educadores, no se atreven a acudir a ellos en los momentos dif(ciles de su vida y &an de resolver sólos problemas trascendentales que requieren una e"periencia m$s vasta y un uicio m$s sereno que el suyo. 62u$ntos da0os graves se &abr(an impedido si en su crisis de adolescencia &ubiesen encontrado estos óvenes una mano m$s fuerte que la suya que los guiase con seguridad y con cari0o7 *l menos 6cu$ntos pasos intiles &abr(an a&orrado si &ubiesen conocido la e"periencia de los que les &an precedido en el mismo camino7
Adole!en!"a # a$e!t"%"dad Entre las tendencias nuevas que solicitan al adolescente las de orden afectivo son las que m$s vivamente e"igen ser orientadas por el educador. *spectos completamente nuevos para +l aparecen repentinamente en sus relaciones con las personas que le rodean' entusiasmo desbordante por algunas, sentimientos de intimidad nunca antes gustada con algunos compa0eros, afectos tiernos, delicados, caballerosos para con adolescentes del otro se"o, rac&as 8
de pasión que le perturban, necesidad de ser completados, guiados por personas mayores que encarnan para +l todo un ideal, multitud de tendencias que suben y baan, alternan f$cilmente con sentimientos contrarios y que les traen profundamente desorientados. !odo lo que le rodeaba cuando ni0o no le preocupa. 5asta a&ora &ab(a vivido sumergido en este mundo go#ando de sus encantos, casi sin distinguirse de +l, sin tender a los obetos como a algo distinto de s( mismo, como a algo que +l debiese poseer o perfeccionar. Pero adolescente, cosas y personas adquieren para +l una coloración del todo diferente' se reeren a su persona, le invitan a colaborar con ellas, se le muestran como un bien apetecible. 2omien#a una luc&a en su alma, un desgarrarse ante tendencias que le solicitan de todas partes, muc&as de las cuales 9+l lo comprende9 &an de ser sacricadas. 6Feli# el adolescente que en estos momentos encuentra un amigo, cabe s( que le descubre el sentido de su vida y le esclarece el plan providente de :ios sobre todo lo que le rodea7 ;odesta colaboración a la educación de los adolescentes son estas p$ginas, resumen de las conclusiones de la moderna psicolog(a y de observadores avisados, que en esta materia son psicólogos de mayor valer que los de laboratorio. 3pranger, ;endousse, *spia#u, Foerster, los conferencistas de la *ssociation des parents, son los autores que m$s directamente nos &an inspirado. 2on frecuencia son citados te"tualmente an sin cuidar de &acer referencias. 2uando un pensamiento cristali#a una idea, no &ay por qu+ buscar otro meor, en una obra que no aspira a la originalidad, sino a difundir las <
sanas ideas que orienten a la adolescencia en el m$s (ntimo de sus problemas. %na discusión teórica sobre la naturale#a de la vida afectiva &a parecido necesaria dado el enorme auge de modernas teor(as, espiritualistas sólo en apariencia, que pretenden reducir toda la oración afectiva del alma a una pasión de los sentidos. =indicar la espiritualidad de los afectos m$s nobles ayudar$ a comprender meor su pleno signicado y su función en la vida.
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I& NATURALE'A DE LA VIDA AFECTIVA
Dual"(o de tenden!"a ;uc&o se &a discutido estos ltimos a0os 9y la discusión contina todav(a9 sobre la naturale#a de la vida afectiva. 5asta a&ora se admit(a comnmente la e"istencia de afectos de orden superior, y de otros de orden meramente sensible. -a conocida met$fora de Platón del alma &umana comparada a un carro llevada por dos caballos era entendida casi sin discusión en el sentido de las dos series de tendencias que agitan el alma una de orden ideal, superior, est+tico, y otras de car$cter corporal entre las cuales se cuentan las libidinosas. *mbas tendencias son igualmente primarias e irreductibles entre s(. Pero &a venido el psicoan$lisis y, aunque muc&o pueda discutirse sobre el pensamiento denitivo de Freud en esta materia, es indudable que gran nmero de psicoanalistas y de vulgari#adores del psicoan$lisis &an querido reducir todas las actividades &umanas en su ltimo substratum psicológico al impulso se"ual, entendido en el sentido del impulso dirigido a la consecución de la libido. !oda actividad espiritual, toda creación ideal, todas las manifestaciones del amor y la amistad son concebidas por estos autores como meras transformaciones de la se"ualidad. El fundamento ontológico ltimo de estas manifestaciones a primera vista m$s espirituales, ser(a por tanto se"ual. %n estudio sobre la evolución de los instintos superiores nos 1/
conrmar(a, segn los psicoanalistas, en la creencia que las pasiones superiores no son sino un estadio de dic&a evolución, aquel precisamente en que los instintos se"uales se espirituali#an, se subliman. -os psicoanalistas &ablan de sublimación por estimar, ad&iriendo a la opinión general, que los obetivos sociales a que aspiran las tendencias sublimadas son superiores a los móviles de suyo ego(stas que orientan los instintos m$s inmediatamente se"uales. -a teor(a psicoanal(tica en cuanto sostiene la unidad primitiva absoluta de las tendencias afectivas es rec&a#ada en el terreno de la psicolog(a. 2on ra#ón arma ;a" 3c&eler que si la opinión de Freud es que los actos espirituales, as( los que intervienen en todo como conocimiento y actividad art(stica, como en las labores profesionales, provienen de una libido reprimida es innecesario discutir tal opinión, pues una alquimia espiritual que transforme la libido en pensamiento, en bondad y otras actividades semeantes es algo completamente ine"plicable. Es adem$s ininteligible cómo en la &ipótesis freudiana que la libido sea la energ(a ps(quica total, pueda la libido dar origen a fuer#as y energ(as destinadas a reprimir y poner diques a la misma libido... *qu( aparece la libido como un ser mitológico, semeante &asta en los detalles al >yo> c&tiano que se limita a s( mismo>. 3pranger e"plica el e"trav(o teórico del psicoan$lisis por el &ec&o que Freud aunque &a superado el materialismo siológico, no &a salido, sin embargo, del campo del materialismo psicológico. -a t$cita suposición metaf(sica freudiana ser(a +sta' la e"istencia del impulso se"ual es comprensible por s( misma, no as( la naturale#a 14
de los impulsos que necesitan &acerse comprensibles, y para &acerlos comprensibles introduce gratuitamente la &ipótesis que la se"ualidad est$ a la base de todas las dem$s tendencias, que no son sino sus transformaciones. Pero, not+moslo bien, no es +sta sino una armación gratuita. las armaciones gratuitas no se refutan' se niegan, mientras no se las pruebe. 2on ra#ón dice 3pranger que >semeante psicolog(a no es psicolog(a de fondo, sino en verdad, psicolog(a de supercie. 3e atiene a lo m$s asequible sensiblemente, y arma que esto se &alla detr$s de todo, como verdadera fuer#a generadora>. -a se"ualidad es evidentemente un componente de la vida afectiva, un elemento de especial importancia que se &alla en (ntima relación con los otros elementos de afectividad dada la indisoluble unidad del compuesto &umano, pero no la fuente nica de la vida afectiva. *l establecer esta armación no caemos en el error de considerar la se"ualidad como una degeneración, como una ca(da del esp(ritu en lo natural y material. -o corporal no es como lo sosten(an los maniqueos y los gnósticos el $ngel ca(do. En la totalidad del alma son ambos aspectos' el erótico ideal y el se"ual sensible, igualmente primitivos. 3ólo el amor ideal, como una fuer#a distinta de la se"ualidad es el que puede interpretar el sentido del proceso de la generación corporal, como un destello del contenido espiritual de la naturale#a creadora. *mbas tendencias est$n llamadas no a luc&ar sino a completarse. 3ólo en el amor ideal se reali#a plenamente el sentido de la se"ualidad. %na consecuencia inmediata de la multiplicidad de fuentes de la vida afectiva es que el amor est+tico y la se"ualidad pueden andar separados. !endremos entonces que pueden e"istir por un lado el afecto ideal puro, 18
ignorante de la vida se"ual y que receloso se mantiene leos de ella con innito pudor y timide# para reali#ar m$s plenamente el sentido del amor trascendente que le embarga) y por otro una mera se"ualidad sin afectividad ideal, que ser$ nicamente un fenómeno natural, vac(o del sentido que debe llenarle. El amor puramente ideal puede ir tan leos en su separación de la se"ualidad que trascendiendo todas las belle#as creadas ame nicamente la belle#a misma, la belle#a increada que su mente &a conocido como innitamente superior a todas las belle#as creadas. ?tras veces este ideal trascendente sin dear de ser +l la fuente principal(sima de tracción ir$ unido a un obeto emp(rico accidental en que se incorpore el ideal mismo, muc&(simo m$s perfecto que la forma material en que se transparenta. El adolescente conoce ambas manifestaciones de la vida afectiva, pero mientras contine siendo espiritual en un rincón de su ser no puede contentarse con la sola se"ualidad, sino que aspirar$ a un amor m$s ideal y trascendente. ;$s aun, se sentir$ deprimido al verse solicitado por intereses puramente corporales, condenado a una luc&a que le impide reali#ar plenamente la integración armónica de su personalidad. El amor est+tico o ideal no es por tanto una función de la vida se"ual, ni la vida se"ual es una degeneración de la vida afectiva superior. *mbas se diferencian en su origen y en su n, pero se unen por cuanto residen en el mismo sueto) se renen adem$s en los momentos en que nace en el alma ese amor que es a la ve# espiritual y corporal que lleva al ser &umano a perpetuarse en este mundo.
El a(or et)t"!o 1<
*ntes de estudiar la naturale#a (ntima del amor est+tico no est$ dem$s indicar las notas propias del instinto se"ual para que apare#ca m$s claramente la diferencia entre ambos. No es ciertamente se"ual toda tendencia en la cual el cuerpo aparece como fuente de placer ya que la nutrición y el movimiento dan origen a satisfacciones corporales de orden muy diferene a las libidinosas. :eando a un lado las controversias psicológicas nos contentaremos con apuntar aqu( que en sentido estricto esta noción coincide con el placer producido por los órganos destinados a la generación. ?tra clase de conmociones podr$n ser sensibles, pero no se"uales en sentido estricto. %na tendencia afectiva en cambio es amor ideal cuando sin apetencia de goce o posesión real y corporal une al sueto a un obeto visto ya sea real, ya imaginariamente. Esta intuición del obeto es elemento necesario del goce est+tico. El amor est+tico es originariamente una unión de las almas facilitada por la transparencia de las mismas en la apariencia del cuerpo. -a ra(# del amor est+tico es la gracia de la fuer#a corporal, pero no nicamente en cuanto belle#a sensible, en cuanto forma, en cuanto l(neas, en cuanto ritmo, ni en cuanto colorido, sino en cuanto todos estos elementos son la e"presión de un alma. Es la forma del alma la que &ace &ermoso el cuerpo al brillar a su trav+s. -a forma fundamental del amor est+tico es por tanto la contemplación del cuerpo animado. 3e distingue claramente este amor del amor paterno, del amor fraternal no menos que del sentimiento religioso de caridad, o amor cristiano.
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Es un amor a algo bello) y no simplemente amor al arte, o amor a la idea sino en primer t+rmino amor a una belle#a viva. !iene su punto de partida en la contemplación de la belle#a del cuerpo &umano. En los grados superiores de su evolución el amor est+tico se &ace m$s &ondo convirti+ndose en el amor a la pura belle#a ps(quica. Aunto a este sentimiento de admiración de la belle#a corporal se me#cla en el amor est+tico un sentimiento de gratitud indenible porque puede el &ombre contemplar algo tan bellamente organi#ado, sentimiento que en ltimo t+rmino tiene un fondo religioso. * este aspecto va tambi+n unido un innito temor ante la revelación de la naturale#a que le &ace reprimir deseos m$s baos tan pronto aparecen. -a fuer#a nost$lgica de este amor &ac(a arrancar al poeta de la :ivina 2omedia armon(as sublimes. Boet&e ya anciano recordando sus amores de mocedad escrib(a' *nte su mirada, como ante el poder del sol, ante su aliento como ante las auras de la primavera, se derrite, por largo tiempo que se &aya mantenido glacialmente r(gido, el amor propio, &undido en sus cavernas invernales. No &ay ego(smo ni obstinación que dure) ante su llegada desaparecen estremecidos. ... de esta venturosa elevación me siento part(cipe cuando estoy ante ella. %n (ntimo temblor, la adoración de algo elevado, una profunda timide#, y la vergCen#a de la propia insignicancia caracteri#an al amor est+tico. El cual se dirige, a trav+s de la apariencia &umana, &acia la idea eterna que la anima y la convierte en la forma que tiene, @/
en la medida que la armoni#a, en la vida que la anima. !odo esto lo e"presa bell(simamente Platón, y con ra#ón la &umanidad &a dado a este amor el nombre de Platónico.
E%olu!"*n del a(or et)t"!o -o primero que atrae la atención del adolescente es la contemplación de la belle#a corporal, las l(neas, la forma, el color y no tanto el esp(ritu que se transparenta por medio de ellas, aunque en todo momento la transparencia del alma es un elemento fundamental de este amor. * medida que la evolución ps(quica se va acentuando aprende el adolescente a ver la belle#a m$s y m$s espirituali#ada y entonces puede una forma que en el sentido corporal no era bella llegar a resultar bella en el sentido ideal. 5ay estudios interesantes sobre la impresión producida por personas feas que resultan bellas tan pronto &ablan y su interior se transparenta de alguna manera sensible. Platón reri+ndose a 3ócrates dice que e"teriormente parec(a un s$tiro, pero que era en su interior un dios de &ermosas proporciones) *lcib(ades, en cambio, oven de l(neas armoniosas, pero de alma ruin, produc(a una impresión de repulsión al ser conocido (ntimamente. -as almas ricas ascienden espont$neamente a este plano del amor est+tico y llegan a penetrar lo espiritual a pesar de su s(mbolo material, o por lo menos llegan a apre&enderlo sin necesidad de la belle#a corporal. Esta forma de amor ideal es evidentemente m$s fecunda que la primera. -a contemplación de la belle#a corporal es, pues, el acto preparatorio, inaugural, por decirlo as(, del amor est+tico. =iene despu+s el descubrimiento de las cualidades espirituales del sueto, &ec&o que m$s que del car$cter de descubrimiento participa del de adivinación de @4
su alma. En la adolescencia esta adivinación es con frecuencia irreal' el amante cree &aber descubierto realmente las cualidades del sueto amado, pero en el fondo no &a &ec&o m$s que proyectar en otra alma las cualidades que +l desea ardientemente encontrar en ella. 2uando la (ntima penetración de las almas &a sido obtenida, vibrar$n +stas al un(sono, sonar$n acordes. 5abr$ brotado entre ellas la simpat(a comprensiva, la armon(a profunda de las almas. Esta simpat(a crecer$ o disminuir$ segn se funde en una adivinación real o irreal de las almas. El fundamento de la simpat(a es la contemplación e"terna de la belle#a que llega a convertirse en una compenetración de las almas, en una comunidad de las vidas que participan de los mismos valores profundos y espirituales. * medida que avan#a el &ombre tiende a desprenderse cada ve# m$s de la envoltura sensible que simboli#a el ideal est+tico y busca en el m$s all$ una persona de alma ilimitadamente bella, que +l pueda comprender y con la cual pueda simpati#ar. El t+rmino ideal de este proceso es el presentimiento de lo divino, incluso bao el disfra# de la realidad, y una aspiración inmensa de unirse a la divinidad. Esto es propio de la edad adulta. El descubrimiento de lo divino en algunos va unido a errores pante(stas, en otros est$ libre de esta equivocación, pero no es menos cierto que el ltimo t+rmino del amor est+tico trasciende al &ombre.
Funda(ento del a(or et)t"!o Du+ es lo que &ace que la forma corporal nos apare#ca bella en ciertas ocasiones, bella en cuanto reea un alma &ermosa * esta pregunta planteada en el @8
terreno losóco no podemos responder sino que la causa reside en el poder de adivinación que poseemos para captar lo ps(quico a trav+s de su envoltura corporal. -a belle#a ps(quica que cautiva consiste en que el alma &a podido seguir libremente la (ntima ley de su desarrollo, evolucionando en armon(a con todas sus tendencias fundamentales. Podemos con todo avan#ar una precisión ulterior sobre el fundamento del amor ideal y es la polaridad de las almas, sobre la cual descansa ordinariamente. %n alma tiende espont$neamente a amar m$s bien que aquella que se le parece, otra alma que le ofre#ca un complemento espiritual. El alma ingenua, natural, sencilla, la que orece en la inconsciencia de s( misma siente un ansia ardiente de la forma clara, fundada en la conciencia neta de s( misma. -a que es en s( indivisa y oscura siente el an&elo de lo dividido y consciente de s( mismo. El esp(ritu maduro, por el contrario, siente el an&elo de un alma pl$stica. Estas dos formas de alma se buscan para completarse, para dar y recibir mutuamente las cualidades que &an de perfeccionar su personalidad mediante un rec(proco dar y recibir. *s( se e"plican esas afectividades entre seres a primera vista completamente diferentes, que los observadores superciales no suelen comprender y que tienen, sin embargo, en la misma diferencia de caracteres su e"plicación psicológica m$s profunda.
Real"(o e "rreal"(o en el a(or et)t"!o El amor est+tico no siempre se funda en la realidad. *l brotar por primera ve# los efectos de una manera particular, aunque a veces tambi+n despu+s, el amor ideal se alimenta de elementos que no se encuentran @<
realmente en la persona amada. -a comprensión de la realidad por el adolescente est$ muy leos de ser total y con frecuencia cree +l descubrir en la otra persona los rasgos ps(quicos que inconscientemente desea encontrar en ella. No considera a la persona que ama tal como es, sino tal como quisiera que fuese. Para distinguir el ideal de la realidad ser(a necesaria una madure# f(sica muc&o mayor. 5ay en este procedimiento psicológico un elemento educativo de gran valor, pues el amante ve en la persona amada el propio modelo dotado de las cualidades que +l &a de imitar. -a persona que transparenta un ideal est+tico es para la otra persona la encarnación viviente del valor del mundo y de la vida. Eso va a veces tan leos que el valor que uno busca cree encontrarlo reali#ado en forma completa en la persona viva obeto de su afecto. -a fe del adolescente en el ideal es la fe en una persona. 6*y si esta persona no cumple lo que promete7 El mundo entero puede aparecer al desilusionado adolescente como reducido a escombros. El adolescente es e"igente) reclama del otro lo absoluto, lo perfecto. -a muer, aun pasada la uventud, persiste en considerar el mundo a trav+s de la persona que reea el ideal est+tico que se &a forado. Puede tambi+n decirse que los óvenes que continan encarnando los valores en una persona y no se acostumbran a estimar el valor en s( mismo tienen un rasgo que no es masculino y que &abr$n de corregir. -a afectividad en la adolescencia es de suyo inconstante precisamente a causa de su falta de realismo. -os afectos de adolescencia pasan necesariamente por una crisis. *l avan#ar en la vida el oven penetra m$s /1
profundamente la realidad, cambia interiormente, desarrolla m$s su verdadera individualidad y todos estos factores &acen que la proyección sentimental que cimentaba el afecto no pueda mantenerse m$s tiempo y que la crisis afectiva no tarde en producirse. Esta crisis acaba con muc&os afectos. En ningn caso, con todo, los afectos de adolescencia sucumben totalmente. -os que &an sido conmovidos por un mismo afecto durante estos a0os no pueden desprenderse despu+s (ntima y totalmente el uno del otro. :e las relaciones de adolescencia penden demasiadas cosas que recuerdan a0os muy &ermosos de la vida, &ermosos precisamente por ese car$cter de ensue0o, de irrealidad. -os a0os de adolescencia son a0os de muc&a conan#a en la vida, conan#a que fue encarnada en los afectos que entonces brotaron. ueda, pues, una tranquila nostalgia, qui#$s en la supercie un la#o oo, mientras en el fondo de las naturale#as afectivamente ricas sigue ardiendo qui#$s tenuemente el recuerdo de los afectos de la primavera de la vida. El ideal que se &a amado en esos a0os no muere totalmente.
Car+!ter "deal del a(or et)t"!o en la adole!en!"a El &ec&o m$s importante de la psicolog(a de la afectividad en la adolescencia es que en los a0os de evolución la naturale#a mantiene separado el amor est+tico al instinto se"ual. *l madurar plenamente el &ombre, esto es al dear de ser adolescente, ambos aspectos pueden unirse y armoni#arse, lo cual no quiere decir que si el amor persiste e"clusivamente espiritual sin ninguna tendencia corporal ese amor sea de suyo menos fuerte ni menos valioso. En el alma del adolescente el //
amor est+tico y el instinto se"ual est$n, pues, rigurosamente separados en el terreno de la conciencia. En la adolescencia la se"uali#ación de lo erótico destruir(a el amor ideal. Esta es una armación de gran trascendencia y cuyas consecuencias pedagógicas estudiaremos pró"imamente. Esto no quiere decir que no e"ista una unión subconsciente, que se traduce a veces por los arrebatos de celo, que muestran que si no en la conciencia al menos en la subconciencia &ay un enlace entre ambas tendencias. El amor est+tico puro, tal como se puede concebir por su noción misma, no da ocasión a celos ya que la participación de un goce est+tico es de suyo ilimitada. No &ay que olvidar con todo que el ser &umano es uno y que &ay una (ntima unión entre todos los procesos an(micos y que esta unión substancial &ace que el obeto de atribución de nuestras acciones e"perimente simult$neamente tendencias diferentes, que no por e"istir al propio tiempo se destruyen ni se estorban, ni afean las inferiores a las superiores con tal que el (mpetu pasional inferior no sea plenamente querido por la voluntad libre del individuo. -os fundamentos teóricos de la afectividad en la adolescencia que &emos estudiado nos &an sido suministrados por la psicolog(a emp(rica y en particular por 3pranger. -a psicolog(a be&aviorista no menos que la psicolog(a profunda tienen pocas conclusiones que ofrecernos sobre el particular. Pasemos ya a estudiar las diversas manifestaciones de la vida afectiva que se presentan durante la adolescencia' la amistad, el amor, las relaciones entre los adolescentes de edad diferente, el entusiasmo afectivo. !erminaremos /4
esta materia considerando la variabilidad de la vida afectiva en la adolescencia.
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II& LA A,ISTAD
Gousseau &ace notar que el primer sentimiento de que es capa# un oven educado cuidadosamente no es el del amor, sino el de la amistad. -as camarader(as entre ni0os no dean casi nunca un rastro. 3e &acen y se des&acen al a#ar de los encuentros. -as amistades de los adolescentes en cambio, las amistades de colegio como se las llama, son tan tenaces a veces que resisten a la mayor parte de las causas de destrucción, a las diferencias de gustos, de intereses, de profesiones, de ideas, &asta a las largas separaciones. -os amigos de adolescencia no se desprenden nunca totalmente el uno del otro. Entre los catorce y los diecioc&o a0os el impulso que lleva a un adolescente a buscar la amistad de otro compa0ero es un sentimiento tan fresco, tan rico a pesar de su imprecisión, tan vivamente sentido y tan nuevo que todo el &ombre se conmueve. -as grandes obras de la literatura mundial est$n llenas de recuerdos de amistades profundas. =irgilio nos recuerda en la Eneida la escena de la amistad el &asta la muerte de Niso y Eur(alo. a antes la 3agrada Escritura nos &ablaba llena de emoción de la amisad de :avid y Aonat$s, 3an *gust(n, en sus 2onfesiones, con palabras tan bellas en su original, que es imposible traducirlas sin descolorarlas llora la muerte del >amigo que orec(a unto conmigo en la or de la adolescencia... ;i cora#ón se &a /<
entenebrecido de dolor y todo cuanto ve(a era muerte para m(. la patria me era suplicio, y la casa paterna asombrosa infelicidad, y todo lo que &ab(a comunicado con +l, sin +l me era gran tormento. ;is oos le buscaban en todas partes y no le encontraban) y odiaba todo porque no le ten(a a +l y porque no podr(a decir' ya viene +l, como cuando viv(a y estaba ausente>. ;ic&elet &ablando de una amistad de adolescencia calica el primer encuentro con su amigo como el mayor acontecimiento de su uventud. Dqui+n recordando sus a0os de adolescencia no se detendr$ conmovido ante esas impresiones llenas de frescura y de emoción como despu+s dif(cilmente volver$ a encontrar -a plasticidad del car$cter es tal en esta +poca que es casi imposible que un r+gimen y una educación id+nticos no creen, aun en las almas m$s diferentes, una especie de parentesco espiritual que muy dif(cilmente puede obtenerse entre los que se acercan a la veintena. -a camarader(a entre estudiantes universitarios es totalmente diferente de las amistades de colegio. -os universitarios viven untos, pasean untos, forman parte de las mismas asociaciones y, sin embargo, el v(nculo formado entre ellos no es de ordinario tan durable ni tan fuerte a no ser en las almas m$s sensibles, m$s depuradas, que conservan su adolescencia ps(quica algunos a0os m$s.
A(or # a("tad %na duda asalta con frecuencia a los educadores sobre la naturale#a de los sentimientos que unen a los adolescentes entre s(. D2u$ndo &ay amor, cu$ndo amistad 2icerón den(a la amistad' >El perfecto acuerdo H1
de dos almas sobre las cosas divinas y &umanas unto a una benevolencia rec(proca>) y 3an Francisco de 3ales dec(a que la amistad es un mutuo y maniesto afecto por el cual nos deseamos y procuramos el bien los unos a los otros, segn las reglas de la ra#ón y de la &onestidad. *ristóteles m$s brevemente an la llama >un alma en dos cuerpos>. -a simpat(a uvenil ser$ por tanto amistad cuando domine en ella una mutua conan#a, la necesidad de estima, la comunión de ideas, la prosecución comn de nes ideales. Estos son los elementos m$s propios y caracter(sticos de la amistad. * los sentimientos propios de la amistad se me#cla, sin embargo, a veces un amor m$s sensible, que llega a parecerse al amor se"ual, por el deseo de condencias, por los celos, por el ansia de posesión e"clusiva, y por las tormentas interiores. Estos afectos por el sólo &ec&o de presentarse a la mente no desvirtan, sin embargo, la amistad de su car$cter de pasión espiritual, ya que dada la (ntima unión del ser &umano, en todos sus afectos reacciona el &ombre entero y no cada una de sus partes por separado. 5asta para formar las ideas e"clusivamente espirituales, reali#a de alguna manera el alma &umana el a"ioma de los escol$sticos >anima corporata>. El alma en esta vida obra como informando (ntimamente al cuerpo. Es de todo punto falsa la concepción de :escartes que imaginaba el alma como unida e"tr(nsecamente al cuerpo, como el coc&ero est$ unido al coc&e en que uno viaa, o el marinero al barco que dirige, pudiendo por tanto prescindir en sus operaciones superiores del cuerpo en que est$ prisionera. -a concepción escol$stica en cambio nos arma que el cuerpo y el alma son dos principios substanciales incompletos que se unen para formar un solo sueto, una sola naturale#a, una sola sustancia. No es, H/
pues, de e"tra0arse que an los sentimientos espirituales traigan consigo su repercusión org$nica, que por el sólo &ec&o de e"istir no los vician ni contaminan. Pero si bien es cierto que puede subsistir el sentimiento de amistad a pesar que se introdu#can subrepticiamente sentimientos de orden superior, corre, con todo, peligro de degenerar si se consiente voluntariamente en ellos. -a aceptación plenamente querida de elementos de orden libidinoso, tales como la bsqueda de caricias, los celos consentidos, la prolongación de condencias tiernas, indican una ansia de posesión e"clusiva que desvirta la pure#a de la amistad y la convierte en un amor peligroso. Gesulta dif(cil a veces distinguir entre amor y amistad y es, sin embargo, necesario ensayar una delimitación de los campos para estar seguros de encau#ar correctamente la afectividad del adolescente. El P. *rturo =eermeers&, 3.I., universalmente conocido como una de las mayores autoridades en materias morales en su &ermoso libro :e castitate, desgraciadamente agotado, pretende distinguir as( el amor y la amistad' >El amor quiere una posesión absolutamente e"clusiva. -a amistad en cambio admite una participación afectiva con otros, aunque restringida a un grupo peque0o. El amor nace m$s bien de la simpat(a f(sica. -a simpat(a f(sica no basta a la amistad, no es necesaria, ni suciente, ni requerida en absoluto. El amor nace sbitamente' una mirada, un encuentro determina el incendio, aunque a veces una larga incubación pueda preceder la declaración. -a amistad nace poco a poco, a medida que se descubren las cualidades morales. El amor se funda entre caracteres opuestos' uno que domina, otro que obedece) uno fuerte y otro d+bil. -a amistad e"iste preferentemente Jno dice H4
e"clusivamenteK entre óvenes del mismo car$cter y de la misma edad. El amor es inquieto, la amistad es serena, desinteresada. El amor pide declaraciones repetidas, despu+s adopta el lenguae mudo. Es celoso) busca las peleas profundas, despu+s acercamientos que reanimen la llama. 3e pelea buscando la dul#ura de la reconciliación. -a amistad est$ menos cortada por incidentes) es tan poco celosa que los amigos sirven de condentes) no tolera los sobreentendidos. El amor se e"presa por cartas. -a amistad, menos, o no las emplea. El amor se pierde por el aleamiento f(sico, ya que la causa f(sica que lo &a producido no e"iste. -a amistad subsiste a pesar del aleamiento. El amor causa cierto escrpulo. -a amistad no lo causa. El amor est$ ansioso de ver, de abra#ar, de estrec&ar la mano, ya que el tacto tiene un papel muy importante. -a amistad no busca caricias. El amor afecta cierto misterio, aparenta ocultar el sentimiento, incubarlo en secreto. -a amistad en cambio no afecta secreto alguno. El amor provoca f$cilmente pensamientos y movimientos malos. -a amistad, no.
Valor -eda.*."!o de la a("tad No cabe duda despu+s de lo que acabamos de e"poner que las amistades entre adolescentes traen consigo el peligro de &acerse demasiado sensibles y aun de H8
degenerar en pasiones vituperables, y sin llegar a tanto pueden disminuir la plena e"pansión de la personalidad, reteni+ndola atada dentro de los l(mites ego(stas. Este peligro e"iste sobre todo en los internados que no ofrecen los medios adecuados para que el oven pueda llevar una vida no sólo intelectual y religiosamente plena, sino tambi+n sentimental o f(sicamente adaptada a sus a0os. -a manera de combatir las amistades peligrosas no consiste tanto en insistir constantemente en el peligro que ofrecen, sino ante todo en poner al oven en un ambiente donde respire amor a lo grande, a lo bello, amplitud de cora#ón, &ero(smo. En segundo lugar &ay que ofrecerle obetos nobles que atraigan y cristalicen las fuer#as afectivas e"uberantes de su alma, que nadie podr$ e"tinguir sin destruir al propio tiempo su personalidad. 3i esto no bastase, porque el ambiente &a sido anormal, estrec&o, me#quino y el cora#ón se &a prendido de lo primero que &a encontrado a su paso, &$gasele ver cu$nto lo empeque0ecer$ tal efecto desordenado y ofr+#casele al propio tiempo un campo apropiado a su vida afectiva donde encuentre una compensación superior a la pasión que le domina. 3i el remedio es aun insuciente y la pasión tiene verdaderamente los caracteres de anormal, &$gase ver al oven por un m+dico psiquiatra, pues tal curación e"cede el dominio de los conseos de los padres y del sacerdote y requiere la ayuda de un m+dico especialista. El m+dico y el sacerdote unidos ser$n los meores au"iliares del padre de familia en la orientación de la afectividad desordenada de su &io. Por lo que respecta a las amistades ordenadas, a aquellas que revisten las cualidades de la verdadera amistad que se0ala el P. =eermeersc&, no &ay por qu+ H<
temerlas, sino que al contrario &ay que alentarlas entre adolescentes llamados a luc&ar untos en el mundo. -a amistad bien atendida es la manifestación m$s espont$nea de los sentimientos altruistas, con frecuencia comprometidos por la sequedad de una educación demasiado intelectualista. Ella nos permite prever el grado de generosidad de que ser$ capa# un sueto y salvo casos anormales de pubertad retardada puede decirse que un oven incapa# de amistad en los a0os que siguen a la adolescencia, da pocas esperan#as que sea un &ombre que llegue alguna ve# a olvidarse por algo que valga la pena. -a buena amistad incita poderosamente a la virtud, porque convida a imitar las buenas cualidades del amigo) ya que como dice 3anto !om$s' >2ualquiera virtud puede atraernos la amistad de los &ombres, pues toda virtud es un bien y el bien es amable para todos y vuelve amables a los que lo poseen. ;as, ya que sola la virtud puede &acernos amables, s(guese que todo defecto, todo vicio en el obeto amado es un obst$culo para la amistad, de donde se inere igualmente por la ra#ón contraria que la amistad crece, aumenta y se arma a medida que la virtud va desarroll$ndose>. El P. Billet, Beneral de los Padres :ominicos, bas$ndose en estas mismas ideas de 3anto !om$s insiste en que por regla general el aislamiento es perudicial al adolescente que lo cultiva y perudicial a los dem$s. 3ufre el que se a(sla porque en la edad en que comien#an la pasiones fuertes es necesario domarlas y cambiarlas en virtudes, tarea en que el adolescente ser$ inmensamente ayudado por el eemplo de los óvenes apasionados y virtuosos. %n oven se desanima menos en esta luc&a por la vida moral 41
y divina cuando tiene ante sus oos el eemplo reconfortante de sus compa0eros de batalla. Pero aunque el aislamiento no parali#ase las actividades del estudiante, sino que &asta las intensicase >yo me al#ar(a todav(a contra +l 9dice el P. Billet9 no por sus inconvenientes sociales>. En una +poca en que todas las fuer#as del mal se unen para reali#ar sus esfuer#os, es de todo punto necesario que los que participan de un mismo ideal superior, se unan, es decir, se amen, para satisfacer esas necesidades sociales.
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III& EL A,OR ENTRE ADOLESCENTES
-a amistad es el primer sentimiento que se presenta en la adolescencia, pero no el nico. Gelativamente pronto comien#a tambi+n a &acer su aparición un sentimiento indenido que pasa por vicisitudes, que ocasiona a veces crisis violentas en el alma, verdaderas tragedias, que fortica otras veces su voluntad para el bien, la regenera y la ensal#a. Es el amor. En los primeros a0os, &asta los die# apro"imadamente, los ni0os viven aenos al amor' sus relaciones y sus uegos se basan m$s que en la gracia del se"o en la fuer#a y atrevimiento que descubren en el otro. El incentivo completamente inconsciente de la dualidad de se"os se &ace con todo sentir en ciertas ocasiones y se e"teriori#a en alguna delicada consideración u &omenae infantil, que rompe la l(nea general de la conducta egoc+ntrica tan propia de la ni0e#. :e los die# a los trece a0os es normal que e"ista entre los ni0os de ambos se"os una &ura0a y orgullosa separación. * ellos >no les importa nada las c&iquillas>) ellas los encuentran >tontos groseros>. :etr$s de esta aparente repulsión puede advertirse, sin embargo, el inter+s inconsciente que una parte siente por la otra, inter+s oculto an para los compa0eros m$s (ntimos, pero que se ec&a de ver en el cambio de actitud de los ni0os al ser observados por las muc&ac&as, para causarles impresión con sus fanfarronadas. Ellas en cambio se 44
vuelven m$s silenciosas, m$s compuestas y en ocasiones, si est$n varias reunidas y son de car$cter vivo, se tornan provocativas y se atreven a atacar de palabra. El atractivo se"ual no e"iste en esta edad, como algo consciente. :espu+s de este per(odo, que se prolonga en algunos durante varios a0os, sucede una etapa en que los sentimientos sociales tan propios de la adolescencia, comien#an a &acerse sentir con fuer#a. El oven siente un ansia de sobrepasarse que se traduce por manifestaciones altruistas, como renunciar a satisfacciones personales en favor de otras personas, el interesarse por causas nobles, el &acer servicios a los dem$s aunque esto signique privaciones y sacricios. Entre estos sentimientos sociales &acen sus primeras apariciones las manifestaciones de amor, que no es al principio el sentimiento que mueve una persona &acia otra de distintos se"o para poseerla con e"clusión de todos los dem$s, sino un afecto vago que le empua a salir de s( mismo, a buscar un derivativo a la inquietud que producen en +l las sensaciones nuevas que comien#a a e"perimentar y que, al propio tiempo, permita cristali#ar esos deseos generosos que brotan en su alma de buscar algo meor que +l y semeante a +l. No todos conciben ese obeto como una persona de distinto se"o a la cual &ayan de amar. -os que sienten nacer en s( esta pasión se dividen entre los que buscan conscientemente al adolescente de otro se"o, los que irtean) y los que se retraen. -os adolescentes que irtean se e"ponen a llevar una vida muy supercial, a gastar el tiempo, las energ(as y el dinero en e"terioridades, sobre todo en arreglarse para impresionar a la persona que pretenden. En el fondo su actitud es ego(sta. -os adolescentes que llevan esta vida de paseos, de estas, de pololeos son en general los de 48
menos valor en ambos se"os, lo que &ace que leos de enriquecer su personalidad con el trato mutuo, la empobre#can, y se contenten con manifestaciones puramente e"teriores de amor. Estas almas que no aman profundamente tampoco tienen fe en ninguna causa grande. uien se contenta con dar el gran capital de su alma por cosas de poco precio no conserva caudal para adquirir obetos de verdadero valor. -os adolescentes que se retraen ante las personas del otro se"o les rinden &omenaes menos e"teriores, pero m$s profundos. -a imagen amada les impide &undirse en el fango, forma en su alma una fuer#a generadora y les inspira un concepto de conan#a en la vida que les ayudar$ poderosamente a luc&ar y a triunfar. 3pranger no cree que en estos a0os de adolescencia pueda aparecer un grande y verdadero amor, porque en estas e"altadas manifestaciones se busca demasiado el oven a s( mismo, y porque el alma &umana no &a madurado todav(a sucientemente para abra#ar en un mismo afecto la persona total, sino que se detiene tan sólo en las perfecciones aisladas. Esta consideración va adem$s agravada del &ec&o que las cualidades que cautivan el cora#ón en esta +poca no son propiamente las que el individuo descubre realmente en la persona amada, sino las que su fantas(a &a proyectado en ella, las que &abr(a deseado encontrar... y no siempre, por desgracia, el deseo se conforma a la realidad.
Peda.o./a del a(or en la adole!en!"a -a primera consecuencia pedagógica que brota de todo lo e"puesto es la necesidad de orientar estos primeros impulsos afectivos, indicando al adolescente tan pronto se 4<
presenten cu$l es su naturale#a, cu$l su función en la vida, cu$l la actitud de alma que &a de tomar ante ellos. En ningn caso puede aceptarse la actitud simplista de indignarse ante el ni0o que se atreve a manifestar c$ndidamente a sus padres o educadores el estado de su alma y de pretender poner silencio a sus agitaciones interiores con una palabra de autoridad, con un decirle que de esos asuntos no se &abla, que se le va a castigar si contina pensando en pololeos, o que se le va a poner interno en un colegio. Esa pedagog(a demasiado simplista y antinatural no obtendr$ su resultado. El ni0o, aunque de cortos a0os, es una persona &umana que merece respeto y la nica manera posible de educarlo consistir$ en entrar dentro de su alma, procurando con delicade#a darse cuenta de cu$l es su estado de esp(ritu, cu$l la profundidad o supercialidad de sus sentimientos y con la e"periencia de padre o maestro, pero, con el cari0o de amigo &acerle caer en la cuenta de los designios de :ios sobre su vida, y del valor pedagógico de cada uno de sus procesos afectivos. El ni0o &a nacido en un ambiente de familia donde for#osamente &a de vivir. En ese ambiente &a de encontrarse con las amigas de sus &ermanas, sus primas, otras ni0as que cautivar$n sus afectos. El educador &a de prever esta situación y no pretender solucionarla 9en los casos normales9 por el aislamiento, sino por la educación progresiva de sus instintos dentro del ambiente social en que :ios lo &a colocado. %na de las primeras indicaciones que &a de darle es que el >irt> &a de ser combatido en+rgicamente, pues +l e"pondr(a su vida afectiva an no llegada su madure#, a una cat$strofe y a un desenga0o fatal, al darse cuenta L1
que el primer ideal de su vida se des&ace sin dear &uella. *l idealismo podr(a substituir un escepticismo profundo de la vida. %na pregunta surge espont$neamente despu+s de lo e"puesto' D2u$l es el camino de impedir las manifestaciones prematuras del amor D-uc&ar con +l &asta aniquilarlo D? m$s bien orientarlo, sublimarlo El P. Billet, en su &ermoso libro L'education du coeur se &ace tambi+n esta pregunta' una ve# que la educación &a plantado en el alma del oven la &onrade# &umana, la belle#a moral, Ddebe e"cluir de su vida los bienes de orden sentimental o sensible, Ddebe sacricarlos, o simplemente subordinarlos Subordonnés, oui; sacrifés non es su respuesta. -a sensibilidad del oven, sus sentidos tan anados, su cora#ón impaciente de latir son una rique#a incomparable, un don que :ios le &a dado para ayudarle a darse con m$s br(os y generosidad all( donde le llama su deber de &ombre &onrado y de estudiante católico. Estos sentimientos en su forma plena &an de tener un sitio en su vida cuando llegue el momento oportuno. Entretanto conviene que el oven proceda con cautela para no dearse tomar por el cora#ón. Puede reali#ar una vida social conforme a su edad, pero &abr$ de aplicar la mayor parte de sus energ(as, an las de orden afectivo al rudo cumplimiento de su deber de estado, anim$ndose en su empresa por un gran ideal claramente visto. Pascal &a dic&o que los grandes pensamientos nos vienen del cora#ón. Esto es verdad sobre todo trat$ndose del oven. 2uando un ideal elevado cae en un alma ardiente, pronta a inamarse, todas sus energ(as se agrupan a su rededor. %n oven, sano de esp(ritu y de cora#ón, no va de ordinario a la verdad y al deber con un L/
esp(ritu tranquilo y un querer seco, sino todo entero, con su esp(ritu, su cora#ón y an sus sentidos. !odo esto vibra en +l y le da ese no s+ qu+ de irradiante que impresiona aun a los m$s cobardes. Pero para obtener esta actitud es menester que el educador &aga vibrar el alma del adolescente con todos los grandes ideales, utilice las energ(as totales de su ser y no se contente con proponerle un fr(o ra#onamiento que le dear$ indiferente. El educador le &ar$ comprender los graves problemas que agitan a la &umanidad y que solicitan su colaboración' la miseria del pobre y dem$s dolores &umanos le ofrecen un campo donde eercer su sed de amor. Para ello &a de consagrar entre tanto sus energ(as a completar e intensicar su formación intelectual, sentimental, literaria, religiosa y art(stica que le permitan reali#ar despu+s una obra eminentemente altruista y generosa. No podr$ &acer +l nada grande por los dem$s, si +l no es antes una persona de valer, un alma cultivada en todos sentidos. 5asta los estudios m$s fr(os y desligados de la vida afectiva del oven adquirir$n as( un realce y un nuevo motivo para ser abra#ados. En este trabao de orientación de las fuer#as afectivas de la adolescencia los estudios sociales deber(an tener un lugar preferente, si no en la amplitud de su desarrollo, por lo menos en la intención de los educadores, pues contribuyen poderosamente a formar el esp(ritu de simpat(a y de colaboración social. -a comprensión de la solidaridad &umana es un poderoso derivativo al sentimiento vago de amor que apunta en el alma.
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-a contemplación de la miseria &umana, la visita a los &ospitales, a las c$rceles y sobre todo a los &ogares pobres ser$n de gran ecacia para &acer comprender a los óvenes las posibilidades de acción que se les presentan y que solicitan su colaboración generosa. Esta colaboración consistir$ en su limosna, sus conseos, en sus visitas, pero sobre todo en el don total de su amor al pobre que les mueva a estudiar y a formarse convenientemente para trabaar por una solución de usticia social que levante levante el nivel material y moral de sus protegidos. El amor ideal que bulle en el alma del oven encontrar$ as( un obetivo digno, apropiado a su edad, y ser$ el meor est(mulo para cumplir su deber de estudiante. Es mala pol(tica, la pol(tica de los anti, la pol(tica de las negaciones. En lugar de matar los sentimientos o de ponerles barreras por todas partes ofr+#caseles un campo de acción m$s elevado. Esta resolución supone que el adolescente encuentra en su casa y en el colegio un ambiente de idealismo generoso. Por desgracia ocurre con frecuencia que los &ios viven en un ambiente demasiado preocupado del lucro, de la situación material y donde se cierra la puerta a toda idea que no se traduce en dinero o en comodidades. Padres &ay que condenan como quiotadas todas las manifestaciones de generosidad de sus &ios y que no aprecian mientras est$n en el colegio, sino las notas de e"$menes, los premios, premios, lo que despu+s se traducir$ en una meor situación social. Es cierto que el gran deber del estudiante es el estudio, cierto tambi+n que la pere#a es muy astuta y se disfra#a a veces de deseos de apostolado para dar p$bulo a actividades m$s atrayentes que las monótonas del estudio, pero no es menos cierto que el cora#ón del ni0o si &a de secarse denitivamente necesita L8
ponerse en contacto con los grandes problemas que despierten su esp(ritu de sacricio. El ambiente de ego(smo que por desgracia se respira en tantos &ogares, entierra muc&os idealismos de la uventud y causa despu+s neurosis profundas, acompa0adas de ego(smo, avaricia, esp(ritu de casta, y termina con considerar la vida como un mercado. El remedio est$ en ofrecer al ni0o y al oven un ambiente donde sus aspiraciones espont$neas encuentren cabida, donde su vida afectiva pueda desarrollarse desarrollarse y donde el deber de estado no sea propuesto como una imposición e"terior, sino como una reali#ación de lo m$s sublime del amor. El ideal religioso ofrece ofrece un campo aun m$s vasto donde puede actuarse el sentimiento del amor' en primer lugar en la persona adorable del 5ombreM:ios, cuya vida no fue sino amor, cuya actuación toda se resumió en esta frase' >pasó por el mundo &aciendo el bien>, cuyo s(mbolo m$s perfecto es el cora#ón, insignia del amor. amor. *l propio tiempo ese ser, que es :ios, quiere ser amado de sus criaturas. -as invita a una felicidad perfecta, a la plena satisfacción a todas sus aspiraciones. 3ólo El podr$ saciar la sed innita de amor que tortura sus almas, y, sin embargo, es desconocido de tantos &ombres, perseguido por muc&os otros, que se ven sumidos en la triste#a, en la desesperación y e"puestos a un eterno odio y sufrimiento. Estos sufrimientos e"puestos gradualmente fortalecer$n la voluntad del ni0o y canali#ar$n sus aspiraciones amorosas. amorosas. 3u vida religiosa, que &a de ser el fundamento m$s rme de todas sus vivencias, no sólo le ofrecer$ un fundamento intelectual, sino tambi+n un apoyo afectivo, y ella misma al propio tiempo ser$ la meor salvaguardia para impedir que se agote prematuramente el amor ideal que nace en su alma. L<
-a pedagog(a del amor en la adolescencia e"ige, pues, como elemento fundamental, no la destrucción de su vida afectiva, sino su orientación &acia ideales superiores en un ambiente de generosidad y de belle#a que preparen preparen la eclosión oportuna del afecto llegado a su plenitud. -os conocidos versos de Gub+n :ar(o resumen muy bien esta actitud' o me contento, *mor, o con sembrar rosas en el camino a#ul por donde vas. !, ! , sin mirarlas, en su seda posas el pie, qui#$s ma0ana las ver$s. o o me contento, *mor, con sembrar rosas ... :ios &ar$ lo dem$s... -a orientación que acabamos de indicar es fundamental en la pedagog(a del amor, pero no la nica. Esos ideales superiores que el adolescente &a procurado vivir con toda su alma impedir$n que se agote en or su vida afectiva y la ir$n &aciendo madurar gradualmente dentro de una vida social ordenada. Pero Pero vendr$ un momento en que muc&os óvenes llegados ya a su pleno desarrollo se sentir$n atra(dos a actuar con e"clusividad su afecto sobre una oven. D2ómo orientar esos pasos decisivos de la vida 5e a&( un problema no menos importante que el anterior. %na de las tesis m$s fecundas de la psicolog(a e"perimental moderna moderna es la de la inuencia de la motivación en la formación de un plan de vida. -as teor(as 81
de -indorsOy tan bien fundadas sobre las e"periencias de ;ic&otte y de PrCn arman que el primer valor por el que se determina el &ombre una l(nea de conducta es el motivo de la misma claramente visto. No son las actuaciones e"ternas, la repetición de actos, los factores determinantes en la educación de la voluntad, sino antes que todo la clara visión de un motivo poderoso que inspire la acción. El gran motivo que &a de mover al oven a organi#ar su vida afectiva es ante todo el conocimiento claro de lo que esta vida afectiva es en s(, de la función &umana y social del amor, distinguiendo para ello el afecto noble de sus parodias y caricaturas. =amos a e"poner claramente estos conceptos sirvi+ndonos con frecuencia de las ideas tan bien e"puestas por el P. *spia#u en su &ermoso libro >! y Ella>.
La -arod"a del a(or El educador &a de &acer comprender al adolescente que ese delicado y sublime sentimiento que se llama amor, no es un afecto ego(sta que se cultiva para pasar el rato, para darse importancia, o para ilusionarse pensado que &a llegado a la madure# del >&ombre>. El amor verdadero no es ese sentimiento bullanguero de que se acta el oven, que se ostenta con vanidad en los paseos pblicos... Eso es una parodia del amor. ;$s atrevida caricatura del amor es an la de aquellos que se atreven a llamar amor a lo que es la negación misma del amor. 6-lamar amor al ego(smo que no teme, ni se avergCen#a de prostituir un ser &umano a sus capric&os para depararle un rato de placer7 6*mor a la pasión salvae, sin freno ni control alguno7 ?al$ leyeran 8/
los óvenes la &ermosa novela de 5ugo ast Flor de :ura#no y meditaran a solas el contraste de las dos pasiones' la callada, &onda y respetuosa del gauc&o de las sierras) la salvae codicia del futre capitalino que no aspira sino a cosec&ar prematuramente el $rbol, para luego abandonarlo desecado. al leer esas p$ginas no podr$n menos de pensar' D2u$l mayor culpa &a tenido en una pasión errada' la que cae de rogada, o el que ruega de ca(do D? cu$l es m$s de culpar aunque cualquiera mal &aga' la que peca por la paga, o el que paga por pecar 2on ra#ón el poea melancólico Q+cquer se &orrori#a ante este muladar, que pretende cubrir con el nombre del amor' ... de un cora#ón llegu+ al abismo y me inclin+ por verlo, y mi, alma y mis oos se turbaron' 6tan &ondo era y tan negro7 :uramente &a de ser trabada esta concepción ego(sta de la vida, censurada por la sociedad en los órdenes, menos en la vida afectiva. 2a#a el ni0o inocente paarillos y los lan#a desplumados al arroyo... el padre, el maestro y la sociedad le vituperan, porque es crimen da0ar al paarito... D a los que despluman y ec&an al arroyo... cora#ones e inocencias... DEso es amor D:ónde &ay sublimación ni grande#a en semeante brutalidad 6*ire y 84
agua limpia7 dan ganas de gritar al encontrarse con tanta porquer(a etiquetada con nombre sagrado. *ire que purique y agua que lave y escurra la suciedad escondida en esos cora#ones ca#adores noc&erniegos y tracantes sin conciencia. DEso es amor No profanes sagrado, ni utilices de ese modo tu cora#ón, acostumbr$ndolo a paladear gustos rastreros que lo in&abilitan para go#ar despu+s la miel de la vida deleitosa. No le cortes las alas) d+ale subir y planear en las regiones de lo grande y de lo bello>. 6u+ abominación merece esa &orrible parodia del amor a la que rinden culto a millares los óvenes cobardes de una sociedad afeminada, que no conserven del amor sino el nombre y el deseo de poseerlo7
A(or/o No son la pasión repugnante que marc&ita cuanto encuentra a su paso. 3on m$s bien las primeras ligeras conmociones del alma que comien#a a orecer) las primeras c&ispas que brotan del cora#ón uvenil y que en su ine"periencia las toma por el fuego que es el amor. *nsia indenida de amar, presentimiento e"tra0o que conmueve con suavidad y a veces dolorosamente su ser. -a ine"periencia de la vida lan#a al adolescente por el camino del amor sin freno, ni gu(a en un camino peligroso. 5ay, pues, que ponerse en guardia contra este abuso de las frecuentaciones amorosas comen#adas prematuramente, en una edad en que no puede todav(a nacer un verdadero amor. -a moda, el ambiente articial en que viven nuestros ni0os y adolescentes, la vida social verdaderamente rid(cula que se les &ace vivir desde peque0itos &aci+ndoles creer que son &ombres, la ligere#a de conversaciones que escuc&an continuamente, el cinematógrafo al que van a una distribución 88
imprescindible son causa de esa mala costumbre de considerar autori#ados esos amor(os de óvenes. *unque en s( no constituyan una falta moral acarrean con todo graves inconvenientes. 3e toma la vida a la c&acota, se mira todo con ligere#a, se acostumbra a mirar a las personas de otro se"o como obeto de diversión, como perritos aponeses para divertirse, que pueden ser abandonados o cambiados sin dicultad. todo esto produce un vac(o, un cierto escepticismo de la vida, que perseverar$ despu+s al andar de los a0os, a m$s de acarrear una gran p+rdida de tiempo y el descuido de los deberes primordiales. %n estudiante &abituado desde c&ico a esa vida de pololeos no se acostumbrar$ nunca a tomar nada en serio, no &ar$ nada grande en la vida, ser$ siempre supercial, inquieto, uguete de la sensibilidad. Esas ligere#as de oven, son liviandades que despu+s se pagan caro, quebrantan el cora#ón para el amor verdadero, que tiene tanto de regalo como de sacricio y le obligan a la gran penitencia del no poder, ni saber amar... como y cuando se quiere y se debe. El irteo como el uego y el vicio no cesan ni siquiera en el matrimonio. Flirtear es caminar al borde del precipicio en el que aparecen muc&as... muc&as v(ctimas. Por este motivo los óvenes de la >Nueva *lemania>, puante movimiento de uventud, estamparon en sus declaraciones este principio' >El nuevoMalem$n re&usa decididamente el llamado irteo. esto apoyado en tres principios' el primero, biológico' es un &ec&o en la biolog(a que lo mismo el tipo viril que el femenino, deben durante los a0os de crecimiento desarrollarse por separado, segn su peculiaridad. El segundo principio es psicológico, o >ley de gaste y desgaste en el amor>. 2ada &ombre tiene una cantidad de amor que gastar. 3i un oven gasta en irteos 8<
la m$s preciada parte de su amor, la gran tensión generadora no e"istir$ m$s tarde en el matrimonio... y esta es la causa de la cat$strofe de tantas uniones. El tercer principio es de orden moral' lo que en los primeros a0os de instituto parece inocente Dlo es en los ltimos -os &ec&os y estad(sticas dicen lo contrario. *sentamos, pues, el principio que, quien a pesar de los avisos no renuncia al irteo, no debe seguir en la Federación. %n galanteo prematuro debilita adem$s las facultades creadoras del oven>. *s( piensa esa legión de millares de adolescentes de cuerpos robustos y de alma sana que recorre cantando las monta0as de *lemania, profesando una fe optimista y viril. El oven que desa&oga prematuramente su afectividad no podr$ despu+s cuando quiera reconcentrar toda la sangre de su cora#ón para entregarla de verdad a otro cora#ón' advertir$ entonces con dolor que en el camino de la vida la perdió gota a gota al ir des&oando amores ligeros. -o que &asta aqu( llevamos dic&o no signica que todo afecto que despierta temprano sea amor(o y no amor. El amor en absoluto no tiene edades. cuando el afecto es amor leg(timo, oro puro, es indudable que podr$ ayudar y estimular al adolescente que lo cultiva. En +l encontrar$ un est(mulo para su pure#a, un aliento para su vida de estudio, un ideal que le &aga superarse y ennoblecerse. Pero en la adolescencia esos afectos son raros. Esas manifestaciones si son verdadero amor ser$n discretas, delicadas, no bullangueras' *mores para ser buenos calladitos &an de ser. =erdadero concepto del amor R1
62u$n pocos saben lo que es amor7 -a palabra anda de boca en boca, pero la realidad 6qu+ desgurada aparece7 -os sabios del cora#ón son &arto menos en nmero que los sabios de la ciencia, con ser +stos escasos. Du+ es amor -ey de la vida. Pure#a. :eseo de cumbres. *ire sutil de las alturas que aspira a lo m$s e"celso. Eso es amor. :eseo de superarse a s( mismo. :eseo de perfeccionar todo lo que a +l debiera unirse. %n nuevo sentido de la vida' no el go#ar ego(stamente, no el saciar las pasiones brutales, sino una donación total de s(. *mor es ansia de felicidad, pero m$s aena que propia. 3acricio. Necesidad de complemento en una amistad que sea una entrega total. Eso es amor. *mor es bondad. la bondad no es un perfume &ec&o para estar encerrado en un frasco, sino para vivir dando cuanto tiene, difundi+ndose y entreg$ndose m$s que e"igiendo y pidiendo. se preparar para dar, y trabaa para poder dar m$s y se muestra en obras, m$s que en suspiros y palabras, porque o digo que si el cari0o no es mac&o y no se acompa0a de actos, pues que no &ay ra#ón para salirlo a contar, no es cari0o) eso es &ablar, y &ablar... es conversación. *mor es perennidad. -a#o que no se resuelve nunca, fuego que &unde dos cora#ones, que enroece las almas y las transforma.
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*mor es abnegación, la medida del amor es entregarse entero, &asta los irones de su propia alma. 3i un d(a el amor no es el vivo fulgor que enardece el vivir y &ace suave el dolor de su mismo sufrir, como or sin olor bien merece morir. *mor es silencio) pasión &onda y recatada. *fecto silencioso como las aguas profundas) aprieta el pec&o y no lo rompe. 2oincide tambi+n con el sentimiento del que escribe Nunca sabr+ decirte que te quiero. %n amor sin palabras es el m(o) limpio como una gota de roc(o, grato como una or en el sendero. 62on qu+ profundidad describe Qenavente lo que es amor7' >5ilo sutil que baa del cielo como teido de lu# y de sol y de lu# de luna... que a los &umanos &ace parecer divinos y trae a nuestra frente resplandores de aurora y pone alas en nuestro cora#ón, y nos dice que no todo es farsa, en la farsa que &ay algo de divino en nuestra vida que es verdad y es eterno, y no puede acabar cuando la farsa acaba>. 5ilo sutil que baa del cielo, y no fango de pasión que sube a borbotones de los baos instintos. ue a los &umanos &ace parecer divinos, y no salpicados de la ci+naga del vicio.
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trae a nuestra frente resplandores de aurora, no fuegos fatuos de amor(os, ni &ogueras incendiarias de brutal pasión. pone alas en nuestro cora#ón, nos &ace subir camino del cielo donde todo se purica, y no duda en sacricarlo todo por llegar all$ en compa0(a de quien ama. *mor es ley de la vida, y como ley, recta, imperiosa. 5ilo del cielo. Fortale#a. 3acricio. Eso es amor. D*mor(os 5oas sueltas de ores distintas... *mores, &oas untas de una sola or. Inquietan y fatigan el cora#ón los amor(os) en el amor el cora#ón descansa. Por desgracia 6qu+ raro es encontrar este amor7
La ele!!"*n de la !o(-a0era Elegir la compa0era de la vida es un problema que imprimir$ un sello imborrable. El poder elegir, dec(a :ante, es el mayor don que :ios &a dado al &ombre. :e su recto uso depende una suma inmensa de felicidad, de aqu( que este problema &a de ser tratado con suma seriedad. Esta seriedad de la vida no &ay que cansarse de inculcarla a los adolescentes para que no se deen llevar por las ilusiones aparentes, por el encanto de un rostro terso, que pronto se surcar$ de arrugas, por el brillo de unos oos que la menor triste#a puede empa0ar, sino que sean las cualidades verdaderas las que le decidan a unir indisolublemente su vida a otra vida. Para no enga0arse en tan grave problema buscar$ el conseo de sus padres, de un amigo el y e"perimentado, considerar$ el paso que va a dar a la lu# de la fe e implorar$ el au"ilio de :ios por R8
la oración continua. 5umillado con estas claridades sus oos se tornar$n a buscar la oven ideal. Duieres que te indique sus cualidades -as entresacar+, complet$ndolas de las p$ginas escritas por un gran amigo de los óvenes. ;ed(talas. ;odestia en el rostro, carm(n pudoroso que emerge del alma limpia e inocente, espeo de vida uvenil no manc&ada. :ul#ura en los labios. -a sonrisa es or del alma cuando nace y se asienta en labios que no saben de palabras $speras, ni conocieron frases manc&adoras, ni foraron cr(ticas insanas. Pure#a del cora#ón... %n cora#ón que sepa amar sacric$ndose, que no busque el amor para s(, sino para ti. ... 2on aquella largue#a que se ignora a s( misma porque es grande y sencilla. -a muer se resigna, se sacrica, re#a, sabe elevarse siempre sobre su propia arcilla. !rabaa con sus manos' sabe de cocina, de puericultura, sabe poner inyecciones, ordenar una casa. *yuda a sus padres, es &ermana mayor de los pobres y de los desvalidos y ans(a convertirse en su madre, para darse m$s a ellos. Es bella. cultiva su belle#a como se cultiva un don de :ios. -a ama no por loca vanidad, no por ella, sino por ti 9su futuro esposo9 para unirte m$s a s(, para llevarte m$s a :ios. No es una soberbia y altanera muer que solicite cumplimientos, que pase el d(a en el tocador y R<
ante el espeo, es la &ermosa violeta del campo, bella y fragante sin articio e"tra0o. 3abe pensar. 3in &aber penetrado nunca en los intrincados sistemas losócos que continuamente inventa la sabidur(a &umana, &a pensado muc&as veces en el problema fundamental, el problema de la vida, tiene su losof(a del vivir, cultiva su esp(ritu. 3abe alimentar continuamente la llama del amor, en s( y en el que ama) y sabe que no &ay peor camino para acabar presto con el amor que entregarse entera y brutalmente. *ma, pero con reserva y dear$ libre cauce al (mpetu de su cora#ón puro sólo cuando la seguridad del camino comen#ado d+ satisfacción cumplida a la tranquilidad de su vida futura. entonces estar$ dispuesta a seguir amando siempre... aunque la l$mpara del amor no arda sino con una llama. 2omprende que la vida es me#cla de deber y de sue0o. Endul#a el deber, con el sue0o del amor, pero sabe matar el sue0o cuando impide el paso al deber aunque el sue0o sea go#o, y el deber sea dolor. por encima de todo es piadosa) cristiana, no beata) profundamente cristiana. 2onoce su religión, se esfuer#a por vivirla. 3aca de ella los grandes móviles de su vida y &a meditado en sus ricos veneros. 2ristiana, &ia de :ios, templo del Esp(ritu 3anto, miembro de 2risto' lo sabe, lo vive... No temas' te ser$ el &asta la muerte, ser$ para ti la dulce compa0era que te amar$ con la ternura, con la delidad con que 2risto amó a su Iglesia, que dio su vida por ella. Estas bellas cualidades pueden resumirse en estos llanos pensamientos, programa de la esposa ideal' <1
3encilla para pensar prudente para sentir, recatada para amar, discreta para callar y &onesta para decir) robusta cual una encina, casera cual golondrina que en casa canta la pa#... algo arisca y mortecina como paloma torca#. %na muer as( puede &acer feli# al &ombre que le conf(a su vida. * ella podr$ decirle como Babriel y Bal$n' =en, alma virgen, al reclamo amigo de un alma de >&ombre> que te espera ansiosa, porque presiente que vendr$n contigo el pudor de la virgen candorosa, la gravedad de la muer cristiana y el casto amor de la leal esposa. El autor de estas estrofas escribió tambi+n una poes(a bell(sima que los óvenes que est$n preocupados por la elección de la compa0era de su vida deber(an leer y releer. >El *ma>, resumen de la concepción cristiana del &ogar. 2uando el poeta quiso >ser como su padre era>, buscó una muer >como su madre> entre las &ias de su &idalga tierra. fue como su padre... fue mi esposa viviente imagen de la madre muerta, un milagro de :ios que ver me &i#o otra muer como la santa aquella... Ella no pensaba en pasear y divertirse, sino en compartir con su marido las duras obligaciones de su vida,
en acompa0arle a la soledad de los campos, en atender con solicitud maternal a los que con el sudor de su frente regaban sudando los campos de la familia. Ella era el ama buena, la esposa amante que llenaba de alegr(a la casa. 2uando ella desaparece la vida se ti0e de triste#a y dea un vac(o en el alma que nada puede curar sino la esperan#a de reunirse con ella un d(a. Pero bien se conoce que no vive ella) el cora#ón, la vida de la casa, que alegraba el tra(n de las tareas) la mano bien&ec&ora que con las sales de ense0an#as buenas, amasó tanto pan para los pobres que regaban, sudando nuestra &acienda... 6:esde que ella murió, la vida en la alquer(a se ti0ó para siempre de triste#a7... En familia todos re#an reunidos, el rosario, sin decirnos por qui+n... 6pero es por ella7 Esa es la esposa que &an de so0ar los óvenes que se plantean para un porvenir m$s o menos leano el problema de fundar un &ogar. el que desea encontrar una muer >como su madre> &a de reali#ar en su cora#ón las virtudes de su padre y cultivar en su alma las mismas cualidades que +l suspira encontrar en su futura compa0era. 3i +l an&ela recibir una esposa virgen, que le entregue todo su cari0o, de la cual nunca tenga que avergon#arse, procure a su ve# vivir en pure#a y lealtad y entrega total a la compa0era de su vida. el matrimonio vendr$ as( a ser la unión de dos almas en un comn amor' <4
a se va la noc&e bella a viene alumbrando el d(a. No queda m$s que una estrella) Esa es la tuya y la m(a. 6=$monos los dos a ella. El respeto en el amor El amor verdadero viene siempre vestido de respeto. Es es la valla que deende la pure#a de los que se aman. 3i se rompe el cerco del respeto el amor se &a convertido en ego(smo y en placer. El tiene derec&o a concentrar todos sus cari0os en su oven amada. Ella ser$ para +l la persona m$s querida, la de las (ntimas condencias, la de los planes futuros llenos de ensue0os. Ella ser$ la esposa, la madre de los &ios... Pero, lo ser$, no lo es. 5oy todav(a es la or no des&oada que &a crecido en el ard(n de una familia cristiana y &onest(sima, rodeada de e"quisitos cuidados paternales, prevenida con el cari0o de :ios, que desde la eternidad la preparaba para +l. 62on qu+ respeto debe mirar esta or intacta7 62on qu+ agradecimiento &a de elevarse a :ios que se la &a guardado, a sus padres que con desvelos incesantes se la &an formado y se la &an entregado7 antes que llegue el d(a de la bendición de :ios, Dse va a atrever a des&oar esa or, a turbar esos oos limpios y transparentes, a inquietar su cora#ón para siempre, a abusar de su conan#a que inocente se entrega creyendo tratar con un cristiano y un caballero :es&oar esa or 6es audacia, no es amor7 Es placer indómito y salvae, que abusa de la conan#a, se escuda en el silencio de un pecado &umillante y en ltimo t+rmino <8
se go#a no en la or, sino en el vicio ego(sta. *mar es del alma, codiciar del cuerpo. Esta es la idea que &ermosamente e"pone Qenavente en >-a propia estimación> parangoneando la actitud del que sacrica todo su ego(smo, y la actitud del que dice >El m(o es ego(smo tambi+n, pero es otro ego(smo ideal) es sacricarlo todo, aunque el sacricio destroce nuestra vida>. Esta actitud generosa y llena de respeto est$ &ermosamente resumida en estos versos * las mueres respeta como cumple un caballero, tus labios siempre sinceros, tu mente siempre discreta) m(rala como el poeta, que u#ga de $ngel su ser, y, si llegas a temer que te impulse otra corriente, acu+rdate solamente que tu madre fue muer. -a poetisa italiana *linda Qonacci compara &ermosamente el alma amada con una gotita de roc(o, blanca, linda y transparente. 6u+ no aconte#ca que un paarillo roce auda#mente la rama donde est$ suspendido, tiemble la gota, caiga, se encuentre con el polvo del camino y se convierta en lodo7 Dui+n podr$ devolver a la gota inmaculada antes su pr(stino esplendor. -Sanima &umana e la caduta stilla. 6u+ triste cosa ver convertido el obeto de los amores en una gota ca(da y ca(da por aqu+l a quien ella se entrega repleta de conan#a y de aspiraciones de felicidad7
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2uando el amor se trueca en codicia, los oos de los dos ya nunca se encuentran con la intimidad de antes... !ienen algo que ocultarse. El amor se enfangó y nació el pecado. andando el tiempo 6qu+ amargos ratos reservan esas faltas de respeto7 -a conan#a del uno en el otro est$ perdida. -a muer sabe 9y lo mismo d(gase del marido respecto a la muer9 que no es amor sino codicia la pasión de su marido... No vive tranquila de su felicidad. !eme a cada momento una triste sorpresa. -a primera sombra en sus oos es un indicio revelador y no puede menos de pensar' >qui+n a m( me faltó antes, qui+n no fue caballero guardando mi debilidad... 6qui+n no pudo sacricarse por m(7... a&ora que ya leano el uramento, qui#$s borrado de la memoria el d(a sagrado... Da&ora... Dqui+n faltó por m( ni podr$ faltar contra m(... el raciocinio es lógico. 3i el &ombre va nicamente tras la codicia, llega un momento en que ella no puede ser codiciada. Es madre, &a nevado en su cabe#a, sus encantos de uventud los &a traspasado a los &ios en &erencia... Pero si el &ombre va tras el amor, ella es la nica que debe continuar siendo amada, ella que &a deado marc&itar su belle#a, sacricar sus diversiones, perder su salud, agotar su vida por cuidar a su marido y darse toda a sus &ios. -os &ios &an de poder saberlo todo el d(a de ma0ana de labios de sus padres) cuando ni0os y tambi+n cuando mayores, cuando se den cuenta por s( mismos de todo lo pasado... ue no tengan que avergon#arse de nada ante ellos. ue nada les &aga perder la autoridad para e"igir a los que llevan su nombre que lo lleven con dignidad, que puedan siempre decirles >sed como nosotros>.
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6u+ &ermosa resulta una paternidad trabaosamente preparada en este ambiente de respeto para reali#ar el plan divino de la creación7 Feli# el padre que pudo como Babriel y Bal$n decir con sinceridad' uiero vivir y a :ios voy, y a :ios no se va muriendo, se va al oriente subiendo, por la breve vida de &oy) de lu# y de sombra soy, y quiero darme a las dos) quiero dear en m( en pos robusta y santa semilla, de esto que tengo de arcilla, de esto que tengo de :ios. Para adquirir esa actitud de respeto que pro&(ba al individuo &asta la m$s m(nima acción incorrecta nada podr$ suministrar argumentos tan poderosos como la religión. El gran pedagogo sui#o, Foerster, dice' >uien estudie con atención la patolog(a de este peligro, &allar$ que la nica defensa verdaderamente eca# est$ en impedir que la tentación conquiste en nosotros el mundo de las im$genes. Pero sólo la religión penetra tan &ondamente y por tantos caminos en toda el alma, y puede mantener tan pura la fantas(a 9que es el campo m$s e"puesto al peligro9 y educarla, de modo que la atención no &alle por donde prender en el $nimo' El alma consagrada por la presencia de :ios adquiere un &$bito de defensa inconsciente, comparable al movimiento reeo que &acen los p$rpados para defender nuestros oos del polvo de la calle>. En materia de afectividad desordenada la luc&a consiste no en refor#ar las im$genes, sino en apartarlas, y 1T/
ec&ar cuanto antes sobre ellas el manto del olvido, a n de que se vayan borrando de la fantas(a. 5ay por lo tanto que evitar el concurso del pensamiento en la cuestión) porque si la pasión consigue la compleidad de la inteligencia, inmediatamente crea en provec&o propio un movimiento torrencial de ideas y sentimientos accesorios, que perturban an las voluntades m$s rmes. 2on ra#ón &a dic&o Payot que las grandes conquistas intelectuales se &acen pensando muc&o en ellas) las grandes conquistas sobre la sensualidad se &acen no pensando nunca en ellas.
La -erenn"dad del a(or %na ltima idea que interviene en el verdadero concepto del amor que &ay que inculcar a los óvenes es la de la perennidad del amor. El primer amor debe ser el ltimo, o, como dec(a ;arquina' >=ivir de un nico amor, morir de una sola &erida>. !res cosas &ay en el mundo que no se olvidan am$s 9dec(a Fucini9 la uventud, la madre, el primer amor. Pero el primer amor no es la primera c&ispa. Es el primer fuego. 2omo el pedernal, el cora#ón va sintiendo golpes, pero por m$s que d+ c&ispas no prende por lo general al primer golpe. * los diecioc&o a0os &ay simpat(a, ansia de go#o, pero dif(cilmente amor. 3i el primer amor se falsea y se convierte en instrumento de ego(smo f$cilmente los siguientes continuar$n llevando la misma marca de f$brica' parodias de amor o amor(os, que no nacen del alma. Augar con un cora#ón inocente es un acto criminal) cortar los frutos y abandonar luego la planta es un 1T4
ego(smo propio de un malvado. :esviar el primer amor por otros que le parecen m$s llenos es equivocarse lamentablemente. *mar santamente para consagrar ese amor al pie del altar y serle el &asta la muerte, debe ser el bello ideal del oven cristiano. Ese amor le traer$ la pa#, sublimar$ su alma. rec&ace toda tentación contra +l recordando que &ay amores que comien#an gustando y acaban &iriendo, mordiendo y matando. Fuerte como la muerte sólo ser$ el amor preparado en la luc&a y renuncia de los a0os de uventud. 3ólo +l permite reali#ar el ensue0o que describe *spia#u' >El tiempo corre en su desenfrenada carrera. 2on +l la vida &uye tambi+n) y, poco a poco, a la primavera de los dos se sucede un verano de virilidad y un oto0o de fortale#a y... un invierno... 2omo los cuerpos, las almas se robustecer$n tambi+n) las alegr(as vividas entre los dos, lo mismo que las l$grimas bebidas por ambos &abr$n contribuido a &undir en el alma las ra(ces de mutuo cari0o, que interesa cada ve# m$s a los esposos y a los frutos del amor que son los &ios. El amor se torna m$s recio y m$s sufrido, m$s rme y m$s sacricado) perdido el brillo encantador de los primeros d(as, se cubre de la p$tina del tiempo, m$s fuertemente bella, aunque menos aparente. No es otro amor, pero es otra belle#a y otro encanto. 3e &a transformado y depurado por la vida comn y por la cantidad de un uramento e"quisitamente oculto en dos cofres que conservan intactos los sellos de la promesa y entero el la#o de la delidad. *s( nace, como &iedra que abra#a a la vida del cari0o verdadero, una conan#a fuerte, acrecentada a diario en el aetreo del vivir, leos de los celos y temores, que mientras e"isten no sirven sino para da0ar la vida y roer el m$s &ermoso de sus frutos la seguridad del amor>. 1T8
Qenavente nos ofrece para terminar esta materia un pensamiento que resume muy bien nuestra tesis' -os amores f$ciles y alegres que sólo conocen la ilusión y el deseo, ven des&oarse todas sus ores en una breve primavera) pero para el amor de los esposos, para los amores santos y eles que saben esperar, son nuestras ores, ores tard(as, las rosas de oto0o, no son las ores del amor, son las ores del deber, cultivadas con l$grimas de resignación, con aroma del alma, con algo de eterno>. Estas son las ideas fundamentales que podr$n servir de base al educador para orientar la vida amorosa de los adolescentes y para sugerirles motivos que arrastren su voluntad a un plano de pure#a e idealismo. 3in esta concepción noble del amor ayudada por la gracia divina, es cosa imposible que un oven tenga la energ(a suciente para vencer las pasiones baas tan ve&ementes en la primavera de la vida. :espu+s de &aber estudiado con alguna atención la psicolog(a del amor, trataremos brevemente de otras manifestaciones de la vida afectiva que se ec&an de ver en la adolescencia.
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IV& RELACIONES AFECTIVAS ENTRE ADOLESCENTES 1 PERSONAS DE EDAD DIFERENTE
El !o(-le(ento -/2u"!o 5ay una primera manifestación de esta afectividad que no es en el fondo m$s que una desviación del sentimiento que lleva a la persona de m$s edad a buscar a la oven, reempla#ada por el ni0o gracioso o por el adolescente. 3entimiento enfermi#o que no produce sino efectos perniciosos a pesar de las desgraciadas protestas de algunos autores de mentalidad tambi+n enfermi#a. Feli#mente reuniendo diversas observaciones de educadores c&ilenos y de algunos otros pa(ses americanos nos parece que podemos llegar a la conclusión que esta forma anormal de la afectividad no se &a desarrollado entre nuestra uventud, en la forma alarmante que reviste el mal en otros pa(ses europeos tenidos generalmente por m$s ordenados en su vida sentimental. Es de alegrarse que se &aya introducido una cierta tradición en nuestro ambiente escolar que descalica esas relaciones sentimentales entre compa0eros que no son de la misma edad. Estos afectos ofrecen un desa&ogo menos normal a las tendencias superiores del esp(ritu debido a la dicultad de proseguir en comn un ideal superior impersonal lo que &ace que m$s f$cilmente el afecto pueda seguir las v(as del instinto animal.
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?tra forma &ay de afectividad entre personas de edad diferente que no ofrece los peligros de la anterior. Es un amor espiritual en el cual las cualidades sensibles inuyen menos y en el que la inuencia predominante corresponde a la polaridad de las almas, al complemento ps(quico. -a persona mayor busca a la m$s oven para darle algo que a esta le falta, y +sta a su ve# ofrece a la persona de mayor edad la nativa pure#a que ya no posee y que ec&a de menos dolorosamente. El de m$s edad quisiera guiar al adolescente, preserv$ndole de e"trav(os y al propio tiempo es atra(do por el recuerdo nost$lgico de los a0os idos. El alma oven medio adormecida an e ingenuamente receptiva busca inconscientemente al alma fuerte, concentrada en una dirección y por tanto dominadora. En este afecto &ay un fondo altamente educativo buscado por la naturale#a' un acercamiento del adulto al oven para que ambos se completen y se enrique#can comunic$ndose la e"periencia, la belle#a de la sabidur(a en el sentido platónico, la solicitud de una parte y la diferencia de parte de otra, que recuerda los v(nculos que unen al &ermano mayor y al peque0o, o al padre y al &io cuando el primero &a guardado la adolescencia de cora#ón. Este afecto para que pueda desarrollarse sin peligro e"ige que los interesados no ofre#can en s( nada de reproc&able y que la educación de la castidad del mayor &aya sido reali#ada convenientemente. :e lo contrario este afecto puede revestir una forma demasiado apasionada, como ocurre con mayor frecuencia entre las adolescentes y sus maestras. -os diarios (ntimos de muc&ac&as, muc&os de ellos publicados, demuestran 11/
cómo el alma femenina no sólo siente gratitud por sus maestras sino que ad&iere a ellas como a una e"plicación del mundo de la vida. -os educadores no se &an de cerrar a las condencias de las almas óvenes que acuden a ellos en busca de e"periencia, de fuer#a, de dirección y les &an de abrir los tesoros de su alma m$s conocedora de la vida. Pero esta comunicación no podr$ reali#arse sino poni+ndose a tono con el adolescente, vibrando con sus entusiasmos, con sus ideales... siendo oven de cora#ón. %n >vieo desilusionado>, pesimista, rega0ón, que no sabe sino recordar sus desenga0os que renuncie a educar) su e"periencia carece de sentido para los problemas del oven. -as formas de este afecto se acercan tanto m$s a un amor puramente espiritual cuanto mayor resulta la diferencia de edad. 3ólo subsiste entonces el contacto polar de las almas que buscan su complemento psicológico para los nes queridos por el *utor de la naturale#a.
El entu"a(o de lo adole!ente -or lo (a#ore ?tro de los elementos que intervienen para despertar y cimentar las relaciones afectivas entre los adolescentes y personas de edad diferente es el entusiasmo que los óvenes sienten por las cualidades superiores que creen ellos descubrir en los mayores' valor intelectual, valor moral, valor de acción o cualquier superioridad aun en el uego, en la fuer#a, en la simpat(a.
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2omo dice agner, el entusiasmo uvenil no es m$s que otra forma del amor est+tico, es una tendencia &acia el ideal de la virilidad, de la gracia, de la fuer#a que resplandece en la causa noble que sirve la persona admirada. -a uventud 9dice Platón9 es una embriague# espiritual producida por lo que es grande y noble y bello y todos los vinos sobre todo los m$s generosos y nos pueden producir esta embriague#. El entusiasmo de los adolescentes se maniesta no sólo con las personas con las cuales entran en contacto cotidiano sino a veces tambi+n por personaes e"traneros a los cuales ni siquiera &an conocido, pero a quienes aman de verdad, y a veces an por las grandes guras de la antigCedad como 3ócrates, *leandro, 2+sar, en los tiempos m$s modernos el Bran 2apit$n, Napoleón, ?S5iggins, &asta por personaes legendarios como don uiote que apenas es tomado como un personae cómico. !odo lo que &ay de sublime en las grandes acciones de la &umanidad interesa y enamora al adolescente y su alma vibra de entusiasmo. :e a&( el valor pedagógico e"traordinario de las lecturas durante la adolescencia, de las biograf(as en particular, que sin darse ellos cuenta, van modelando su alma. 2on frecuencia óyese decir a los óvenes ine"pertos que pueden ellos leer y ver en el biógrafo lo que quieran porque eso no da0a sus almas, sin darse cuenta de la ruina inmensa que una p$gina &a podido producir en su alma. %no de los elementos pedagógicos de mayor valor no nos cansamos de repetir es la lectura bien escogida y 6cu$n de desear es que tengamos en 2&ile biograf(as interesantes que prestar a nuestros óvenes para encau#ar sus sentimientos generosos7 118
V& VICISITUDES DE LA VIDA AFECTIVA DEL ADOLESCENTE
:esde *ristóteles viene continuamente &abl$ndose del &umor inconstante de los adolescentes. 3us aspiraciones son tan mudables como los accesos del &ambre y sed de un enfermo. %n obst$culo inesperado, alguna falta descubierta en el amigo, o simplemente el paso de nuevos deseos al primer plan de la conciencia, puede substituir la indiferencia al amor. *lgunas veces los dos estados alternan sucesivamente y llegan &asta a subsistir untos en un estado compleo que no encuentra su equivalente en ningn otro momento de la vida. -as oscilaciones entre el amor y el odio, la admiración y el desprecio y generalmente entre las formas e"tremas del sentimiento son frecuentes. *lgunos suetos despu+s de una traición vulgar, una decepción, o un fracaso caen en un cinismo afectado y parecen querer matar en ellos mismos todos los sentimientos delicados que &ab(an cultivado &asta entonces. ?tras veces a un per(odo de e"altación afectiva sucede un per(odo de sequedad de esp(ritu y de aride# interior, que les mueve a quemar sus escritos, sus poes(as, a renunciar &asta a los vestigios de un estado de esp(ritu que ya no pueden comprender. ;uc&os son los que &an pasado, por esas alternativas.
Ca(b"o en la e(o!"one $a("l"are -as emociones familiares est$n suetas a las mismas vicisitudes. * pesar del afecto vivamente sentido por los 11<
padres y el &ogar, la monoton(a de la vida dom+stica molesta al oven aun al que es bueno, sobre todo si es emotivo, &asta el punto de &acerle dif(cil y aun intolerable la vida de familia y de mostrarse duro con sus padres y &ermanos. ;ic&elet dice' >que esta crisis del afecto familiar se dea sentir aun en las familias meor equilibradas>. * veces el tono demasiado autoritario de la vo# paternal, y la falta de delicade#a en &acer sentir su autoridad agrava este estado de cosas. Por otra parte el instinto social comien#a a &acerse sentir en los adolescentes no menos que la tendencia a la autonom(a y son causa de que los que comien#an la pubertad preeran la compa0(a de los amigos a la de los padres y &ermanos. 6cu$n conveniente es que los padres de familia cono#can esta crisis normal en el esp(ritu de sus &ios para que les ayuden a atravesarla y no la agraven con e"igencias infundadas7 -os esp(ritus retardados en su evolución intelectual o moral llevan estas marcas de desafección para con sus padres &asta l(mites e"tremos. No es raro encontrar que molestan sin cesar a sus padres pidi+ndoles dinero, y, una ve# obtenido, les agradecen su generosidad con insultos y amena#as. ;endousse cita el caso del &io de una pobre viuda que ec&ado del liceo y mantenido por su madre en un colegio que le costaba muc&o dinero, reconoce los sacricios de la pobre muer, en una carta como +sta' >2uando no se puede dar a los &ios con qu+ se diviertan, no &ay que mandarlos al mundo>. Gousseau &ace ya muc&os a0os, notaba esta conducta reri+ndose sobre todo a los óvenes viciosos y dec(a' >ue su imaginación llena de un solo obeto se re&sa todo lo dem$s) ellos no conocen ni la piedad lial, ni la misericordia, y sacricar$n el padre, la madre y todo el universo al menor de sus 1@1
capric&os>. 3on constataciones bien tristes, pero es necesario no cerrar los oos para no verlas, pues sólo as( se puede desviarlas mediante una educación sol(cita. Feli#mente una educación recta, un ambiente familiar afectuoso, respetuoso, comprensivo y rme a la ve# puede encau#ar tan perfectamente al alma &umana como tenemos ocasión de constatarlo todos los d(as en óvenes que no desv(an ni un $pice en sus relaciones familiares y sociales.
Sent"("ento o!"ale alterno :ispuestos a colaborar en las obras de benecencia, a compadecer los sufrimientos f(sicos y morales, y con frecuencia &asta con sacricios considerables, ofrecen los adolescentes en otros momentos s(ntomas de un esp(ritu de ligere#a y de crueldad. Por un capric&o &acen sufrir a los pobres profesores y vigilantes que tienen una personalidad menos apta para tratar con ellos, maltratan a los óvenes compa0eros reci+n llegados, crueldades que en algunos establecimientos son muy conocidas, y que en muc&as f$bricas de Europa constitu(an una verdadera vergCen#a entre los aprendices a la cual &a venido a poner remedio la Auventud ?brera 2ristiana. *l llegar los adolescentes a los 18 ó 1R a0os dan s(ntomas con frecuencia de una vanidad muy caracter(stica, me#cla de orgullo y actancia que se gloria de sus cualidades intelectuales, de su situación social, real o cticia y &acen que sean despiadados con otros que ellos consideran inferiores. 2uando no poseen estas cualidades las afectan de una manera rid(cula como no volver$n a &acerlo en otras +pocas de la vida en que los verdaderos valores son meor comprendidos. 1@/
No faltan tipos, es cierto, que no parecen reear ninguna de estas alternativas tan caracter(sticas, sino que parecen vieos precoces. 5ay que reconocer que algunos son as( porque tal es su organi#ación psicoMsiológica, por lo dem$s, perfectamente normal) pero de ordinario esos tales no son otra cosa porque tienen un gran defecto de vitalidad cong+nita, debido a una educación familiar muy defectuosa que &a muerto la personalidad del &io a fuer#a de constantes reprensiones, o e"agerando los mimos y caricias que &an impedido al ni0o que llegue a ser un &ombre.
Caua de la %ar"ab"l"dad a$e!t"%a del adole!ente 5ay quienes creen encontrar la causa de esta variabilidad en el deseo de armarse que apunta en el adolescente y esta teor(a est$ en los fundamentos de toda la construcción ideológica de *dler. ?tros piensan que la variabilidad obedece al deseo de saborear en toda su intensidad emociones contradictorias. Es indudable que una de las causas m$s profundas de tal estado de esp(ritu &a de ser buscada en la falta de madure# ps(quica del adolescente) su alma no &a cristali#ado las tendencias que la animan, sino que siente un bullir dentro de s( de afectos en sentidos los m$s diferentes. !odas las tendencias que &abr$n de solicitarle en la vida se presentan entonces invit$ndole a gustar de ellas) por otra parte +l no conoce todav(a por propia e"periencia los valores reales que encierra cada una, y no sabe distinguirlos de las apariencias de amor o de afecto. Es, pues, natural que se sienta bastante desorientado y se 1@4
lance ya a unos, ya a otros obetos segn el mayor o menor atractivo que le ofre#can. Por otra parte el amor en esta +poca se alimenta con mayor intensidad de la propia vida interior que de la persona real a quien se dirige. Es el orecer del alma el que alumbra estos ideales. El don de ver valores aut+nticos no se &a formado todav(a plenamente. Brillpar#er dice que en esta +poca amamos sólo la imagen que nos pinta nuestra fantas(a. -a persona que creemos amar no es m$s que el lien#o sobre el cual el adolescente pone los colores de su fantas(a. 2on una imagen trivial 3pranger dice que las personas reales son sólo las perc&as en las cuales el adolescente cuelga los traes de gala de su fantas(a. En esa edad llega a tanto esta ideali#ación que un adolescente pudo decir una ve# que estaba perdidamente enamorado, pero que an no sab(a de quien, frase de alto valor psicológico trat$ndose de la adolescencia. 3iendo esto as(, es muy natural que con frecuencia la propia fantas(a proyecte estos colores ideales, aun a obetos indignos, a los que adorna de rasgos de belle#a sacados de la fuer#a desbordante de su alma ardiente. Es natural tambi+n que la realidad termine por aparecer y que la fantas(a no pueda continuar recubriendo a una persona que por muc&os conceptos se revela indigna. -a consecuencia natural es que al despertar el adolescente de un sue0o tan doloroso al cual en su ine"periencia se &ab(a entregado por entero, cambie bruscamente su amor en odio o desd+n. Por el contrario descubre a veces en seres de suyo e"teriormente sin atractivo cualidades de alma que los agigantan a su vista tan amante de los valores aut+nticos, y su frialdad se cambia en admiración y en amor apasionado.
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%na causa general que no conviene olvidar de esta inconstancia de la vida afectiva de la adolescencia, est$ en la misma supercialidad de sus afectos, causa a primera vista tautológica, puesto que aducimos como causa de la variabilidad la supercialidad, &ec&os al parecer id+nticos, pero que en realidad envuelven un mati# de causa a efecto. -a vida afectiva del adolescente aparece a primera vista como muy &onda y lo es en ciertos sentimientos propios de su edad, pero sobre todo trat$ndose del amor, la profundidad del afecto es de ordinario aparente. El afecto que e"perimenta entonces no es el arranque irresistible que le lleva a una persona con e"clusión de las dem$s, sino m$s bien 9como ya lo indic$bamos antes9 algo m$s vago que le empua a salir de s( mismo y a buscar un derivativo a la inquietud interior que lo atormenta y al propio tiempo un obeto que le pueda servir de forma de cristali#ación de las tendencias amorfas que se agitan. No est$ dem$s notar que estas consideraciones valen sobre todo trat$ndose de los adolescentes que ya la estabilidad afectiva de las mueres aun desde óvenes parece mayor, de lo cual encontramos un &ermoso eemplo en los personaes tan reales que nos presenta :on ;anuel Givas =icu0a en su &ermosa novela >El 2risto del ;aestro>. En la vida de F+li" :a&n encontramos el caso de este oven de catorce a0os que se enamora de una muc&ac&ita de trece a0os que vive en la vecindad. !odos sus silenciosos &omenaes son para ella) procura siempre encontrarla, de suerte que en 8 a0os la &a saludado @.88@ veces, pero apenas osa dirigirle la palabra, apenas si alguna ve# la &a &ablado... pero en su alma ella es la reina, la suma revelación del universo en cuyo &onor escribe numerosas poes(as. El mismo escribe despu+s' 1@<
>No fue una pasión, 6a los 1H a0os7) no fue tampoco, m$s tarde un verdadero amor, pues la &istoria &ubiese transcurrido de otro modo) &ubiese &abido una &istoria) pero no salió de todo aquello m$s que muc&os, muc&os miles de versos, y algo en verdad digno de alta estimación, una salvaguardia m$gica para mi pure#a...> ...>Ningn deseo tendr(a &acia ella. 3u imagen santa, muda, radiante de &ermosura &a permanecido durante mi vida como una reina celestial que ota en los aires sobre altas nubes aliadas de lu# sin provocar ningn deseo a una belle#a corpórea inaccesible>. ?tra causa de la inestabilidad afectiva del adolescente parece residir en el &ec&o que un mismo obeto e"perimenta a veces simult$neamente diferentes amores, uno &acia quien personica la pure#a, el candor, y otro 9 que a veces parece predominar9 &acia quien personica la sensualidad. -as acometidas de este afecto sensual son fuertes, pero dean en el alma del adolescente una impresión m$s bien penosa, como lo &a comprobado la encuesta &ec&a por !&.-. 3mit&. Esta luc&a entre la ternura y la sensualidad acrecienta la inestabilidad afectiva del adolescente. El adolescente de educación psicológica normal tiende a rec&a#ar aquellos afectos dirigidos a la posesión libidinosa, pues se da cuenta que una e"periencia libidinosa preco# da0ar(a el enriquecimiento ulterior de su sensibilidad, parali#ando o disminuyendo el trabao interior necesario para transformar en sentimiento &umano la pasión animal. Por eso tiende m$s bien &acia obetos irreales que no determinan ni limitan su vida afectiva. -as autobiograf(as y recuerdos de uventud est$n llenos de testimonios de adolescentes que entre los catorce y los veinte a0os se &an enamorado locamente de criaturas ideales foradas 1/1
por la poes(a, la &istoria o por ellos mismos. En estos a0os se vive m$s para lo ideal que para lo real, o como dice &ermosamente 3tanley 5all' >se vive para aquello por lo cual se puede tambi+n morir>.
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VI& CONSECUENCIAS PEDAGÓGICAS
En primer lugar salta a la vista el valor inmenso de la vida afectiva del adolescente en la formación de su personalidad. El amor que bulle en su ser lo eleva. -os &ombres no &ubiesen sabido lo que es el ideal si no &ubiesen e"perimentado el amor en su alma. El embellece la vida, sublima cuanto el &ombre encuentra a su paso y a0ade nuevas energ(as que prolongan la esfera del esp(ritu para engendrar un yo meor. Pero esta tendencia tan fecunda, tan noble si es desviada puede comprometer denitivamente la vida superior del &ombre y matar en su fuente todas sus grandes aspiraciones. 2omo dec(a un poeta franc+s' -e coeur de lS&omme vierge est un vase profond. -orsque la premiere eau quSon y verse est impure -a mer y passerai sans laver la souillure, 2ar lSabime est inmense et la tac&e est au fond. -a vida afectiva del adolescente m$s que ninguna otra de las manifestaciones de su esp(ritu e"ige, pues, la obra del educador siempre inclinado sobre el adolescente para dirigir las manifestaciones del afecto. El cora#ón del adolescente &a de ser tratado como uno de esos &ermosos rosales que se planta en los ardines ingleses, que es continuamente podado, no tronc&ado. -os brotes prematuros, aqu+llos que aparecen muy untos a la tierra son cortados para que el tallo fuerte se levante airoso, y 1/4
su amplia copa ore#ca &ermosas rosas grandes y fragantes. El alma no dirigida en sus afectos semea a un rosal silvestre lleno de tallos generosos por todos lados, pero que dan rosas raqu(ticas. Este cultivo de la vida afectiva del adolescente e"ige la acción continua y sol(cita del padre y del educador siempre inclinado sobre su alma. Pero este cultivo ser$ imposible si padres y educadores no go#an de la conan#a de los ni0os, y para go#ar de su conan#a &ay que guardar perpetuamente la adolescencia de cora#ón. No cumplen por tanto su misión educadora aquellos establecimientos donde los alumnos no encuentran en el educador al amigo, sino nicamente al profesor que cree &aber cumplido su misión ense0$ndole bien la ciencia y preparando un e"amen brillante. Eso no es educar, sino instruir, y lo que valori#a la vida no es la instrucción, sino la educación. Porque despu+s de todo la instrucción da algo al &ombre, pero no lo &ace meor y lo que importa en la vida no es tener algo, sino ser algo. En los colegios dirigidos por sacerdotes se puede contar con un medio de la mayor importancia pedagógica' el padre espiritual, sacerdote al que pueden acudir los óvenes en busca de apoyo y dirección. Educadores tan poco sospec&osos de parcialidad en los colegios católicos como Qarr+s y Payot alaban sin restricción este medio de cultivo espiritual. -a pedagog(a del adolescente, dice -ancaster, se resume en esta palabra' Inspire ent&usiastic activity' una actividad entusiasta e inspirada. El ocio del educador, consistir$ por tanto menos a suscitar la vida afectiva uvenil, que en darle direcciones y alimentos apropiados. 2uando +sta sea raqu(tica, claro est$, que deber$ estimularla como se aviva un enfermo mediante una 1/8
inyección, pero de ordinario tendr$ sólo que canali#ar un caudal emotivo demasiado rico ofreci+ndole un ideal superior. =iniendo ya a tratar m$s en detalle los medios de que se puede valer el educador para canali#ar la vida afectiva del adolescente, se0alaremos en primer lugar, el ponerlo en contacto con la belle#a. !odo lo que es bello, noble, armonioso, por el sólo &ec&o de serlo, educa. Por lo tanto que el &ogar y la escuela, aunque sean pobres, sean bellos, sean &ec&os con gusto) que el mobiliario, los cuadros, los ardines, que todo reee algo de belle#a. El alma pl$stica del ni0o y del adolescente se va modelando al contacto de lo bello. -o bello es bello porque es armónico. la armon(a es el fundamento de un orden moral, la armon(a que se maniesta en el respeto de todas las relaciones esenciales de la naturale#a. -o que decimos del contacto con la belle#a se diga tambi+n del cultivo de las cualidades &umanas de urbanidad, educación, cortes(a, caballerosidad, respeto. Gespeto por todo' por el &ombre y &asta por las cosas. Esas cualidades &umanas desarrolladas plenamente ofrecen un &ermoso fundamento a un alma bella. Es un error el de aqu+llos que sólo insisten en las que llaman virtudes sobrenaturales, despreciando las que llaman cualidades &umanas. -a distinción creo que no es fundada, pues estas que llaman virtudes &umanas cultivadas por un alma en gracia no son sino la eoración de la m$s sobrenatural de las virtudes, la caridad. En el orden actual no &ay virtud que sea puramente &umana para el cristiano. Este culto de lo bello en lo e"terior y en lo interior del alma supone necesariamente un esp(ritu generoso, que 1/<
luc&e despiadamente contra el ambiente materialista que presenta la vida como una bolsa de comercio, y que se empe0a en valori#ar todas las cosas a los oos del ni0o por un equivalente en notas y premios en la vida de colegio, en dinero en la vida postescolar. Ese criterio estrec&o es sumamente perudicial, mata la verdadera vida afectiva y fomenta el ego(smo que convierte el amor y la amistad en utilidad y placer. -a amistad ser(a >un comercio en que el amor propio se propone siempre ganar algo>, segn la m$"ima que transcribe Goc&efoucauld, y el amor, en un medio de saciar el instinto cuando oven, o de tener una compa0era cuando la edad avance. El amor y la amistad en cambio no son ego(smo sino las alas m$s fuertes que &a dado :ios al &ombre para levantarse del fango de este mundo. -a amistad, si es demasiado sensible, es peligrosa) pero cuando rene las caracter(sticas de la verdadera amistad es una fuer#a poderosa para el bien. El amor educado gradualmente, actuando una ve# que el &ombre &a llegado a su madure# y entretanto sirviendo para animar todas las actividades del adolescente dar$ a +ste una energ(a y una plenitud que le &ar$ ir al bien con toda su alma. Finalmente al tratar del amor &ag$moslo siempre con el respeto debido al m$s noble de los sentimientos. No nos olvidemos, como dice 3an Auan, de que :ios es amor. -a obra de :ios &a de llevar su sello, y el &ombre para elevarse &a de imitar a :ios, &a de amar. Nada &ay tan noble como un gran amor. 63i &asta en su fondo meor, la religión es amor 1H1
que trasciende a lo divino7
1H/
ÍNDICE LA VIDA AFECTIVA EN LA ADOLESCENCIA..................1 INTRODUCCIÓN............................................................... -a adolescencia y el educador....................................../ *dolescencia y afectividad............................................4 I& NATURALE'A DE LA VIDA AFECTIVA....................... :ualismo de tendencias................................................8 El amor est+tico..........................................................1T Evolución del amor est+tico........................................1@ Fundamento del amor est+tico....................................1/ Gealismo e irrealismo en el amor est+tico...................1H 2ar$cter ideal del amor est+tico en la adolescencia...1L II. LA A,ISTAD............................................................. *mor y amistad...........................................................@T =alor pedagógico de la amistad..................................@/ III. EL A,OR ENTRE ADOLESCENTES.......................... Pedagog(a del amor en la adolescencia......................@< -a parodia del amor..................................................../4 *mor(os......................................................................./8 -a elección de la compa0era.......................................H1 -a perennidad del amor..............................................H< IV. RELACIONES AFECTIVAS ENTRE ADOLESCENTES 1 PERSONAS DE EDAD DIFERENTE.................................................................... El complemento ps(quico............................................4/ El entusiasmo de los adolescentes por los mayores....44 V& VICISITUDES DE LA VIDA AFECTIVA DEL ADOLESCENTE.................................... 2ambios en las emociones familiares.........................48 3entimientos sociales alternos....................................4< 2ausas de la variabilidad afectiva del adolescente.....LT VI. CONSECUENCIAS PEDAGÓGICAS.......................... 1H4