PREFACIO DE LA PRIMERA EDICION Como Hume, divide todas las proposiciones en dos tipos: •
•
Las que conciernen a “relaciones de ideas”. Comp Comprrende ende las las prop propos osic icio ione nes s a priori de la lógica y la o matemática pura. Son necesarias y ciertas sólo porque son analíticas: la raón o por por la que que no pued pueden en ser ser re!ut e!utad adas as por por la e"pe e"peri rien enci cia a es porque no #acen a$rmación alguna so%re el mundo empírico. Las que conciernen a “cuestiones de #ec#os” o Son #ipótesis que pueden ser pro%a%les pero nunca ciertas.
&rincipio de veri$cación modi$cado: &ara determinar si una sentencia e"presa una #ipótesis empírica genuina, no e"ige que de%a ser veri$ca%le en !orma concluyente, sino que #aya algun lguna a e"per perienc iencia ia sensi% nsi%le le pos posi%le i%le que sea perti ertine nent nte e para para la determinación de su verdad o !alsedad. Si una presunta proposición no consigue satis!acer este principio, y no es una una taut tautol olog ogía ía,, ento entonc nces es es meta meta!í !ísi sica ca,, y por por ser ser meta meta!í !ísi sica ca no es ni verdadera ni !alsa sino literalmente sin sentido. 'l prin princi cipi pio o de veri veri$c $ca% a%il ilid idad ad se erig erige e en crit criter erio io de sign signi$ i$ca cado do y, en consecuencia, la meta!ísica carece de sentido. (parte de las e"presiones tautológicas, sólo los enunciados directamente veri$ca%les tienen sentido. Se considera así que el principio de veri$ca%ilidad no es sólo un criterio de dema demarrcaci cación ón )com )como o &oppe opperr insi insist stía ía en cons consid ider erar ar su prin princi cipi pio o de !alsa%ilidad), sino un criterio de signi$cado.
*ede$nición de la tarea de la $loso!ía: Las proposiciones mismas de la $loso!ía son ling+ísticamente necesarias, y por ello analíticas. Con respecto a la relación entre la $loso!ía y la ciencia empírica seala que el $lóso!o no está en condiciones de proporcionar verdades especulativas que #a%rían de competir, por así decirlo, con las #ipótesis de la ciencia, ni tampoco de emitir -uicios a priori so%re la valide de las teorías cientí$cas, sino sino que su !unció !unción n consi consiste ste en aclar aclarar ar las propo proposic sicion iones es de la cienci ciencia a mostrando sus relaciones lógicas y de$niendo los sím%olos que intervienen en ellas. Convicción de que la tarea de la $loso!ía es servir como Lógica de la Ciencia/. (spira a llevar a ca%o lo que Sc#lic0 denominó el vira-e de la $loso!ía/ giro consistente en la práctica del análisis $losó$co/ entendido como análisis ling+ístico de los l os enunciados de las ciencias empíricas. 1uga carente de sentido seguir #a%lando de la trascendencia de la $loso!ía !rente a la concreción de las ciencias2 así como propiciar cualquier tipo de
competición entre am%as, porque entonces la $loso!ía estaría perdida de antemano. Ha%ía, pues, que rede$nir la tarea de la $loso!ía y encontrar para ella un lugar en un conte"to en el que las ciencias empíricas demuestran su primacía o!reciendo constantemente resultados. 3no de los principios supremos del positivismo lógico es la negación de los -uicios sint4ticos a priori, lo que conduce ine"ora%lemente a la tesis de que la $loso!ía no puede ensearnos nada de la realidad. (sí las cosas 5cuál puede ser la !unción de la $loso!ía6 Seg7n nuestro autor, el análisis $losó$co/. 'n (yer convergen el positivismo lógico continental y el análisis $losó$co ingl4s, con lo cual, su punto de vista es el propio del empirismo ingl4s e"presado en t4rminos ling+ísticos. La $loso!ía no es un sa%er sustantivo, sino una actividad: no es un sistema de conocimiento, sino un con-unto de actos. La !unción de la $loso!ía no #a de ser la %7squeda de primeros principios, sino una !unción de crítica que logre de$nir la racionalidad de lo que puede decirse con sentido. 'n principio, esta tarea de análisis implica que la preocupación del $lóso!o no pueden ser los !enómenos empíricos, sino el modo en que los re!erimos en el lengua-e. La $loso!ía no emite enunciados !actuales, sino enunciados ling+ísticos que e"presan, o %ien de$niciones, o consecuencias de de$niciones. 'sto conduce directamente a la equiparación positivista entre $loso!ía y lógica, y a la consideración de 4sta como lógica de la ciencia/. 8 (sí es como el análisis $losó$co se convierte en análisis sintáctico del lengua-e cientí$co. La $loso!ía pasa de considerarse un sa%er sustantivo a considerarse un sa%er su%sidiario de las ciencias, una disciplina de segundo orden. 9o puede decimos nada so%re el mundo )es el papel reservado a la ciencia) y tampoco puede decirnos cómo de%emos vivir. 9o #ay verdad respecto a la moral o al arte. La $loso!ía es, pura y simplemente, análisis conceptual.
CAPÍTULO V. VERDAD Y PROBABILIDAD Objetivo del ca!t"lo# •
'sta%lecer el criterio que se emplea para determinar la valide de las proposiciones empíricas.
E$t%"ct"%a a%&"'e(tativa# 1. ($rma que “el propósito de una «teoría de la verdad» es, sencillamente, el de describir los criterios mediante los cuales se determina la validez de las diversas clases de proposiciones.” 8 3na ve reducidos los enunciados signi$cantes a enunciados empíricos y tautológicos, y asignados los primeros las ciencias, los enunciados de la $loso!ía, si quieren poseer alg7n sentido, de%erán e"presar necesariamente proposiciones lógicas.
. &or tanto, el siguiente paso es demostrar esa a$rmación, es decir, discutir el concepto de verdad para ver que no denota nada en particular, tan sólo #ace re!erencia a la !orma en que una proposición puede ser a$rmada o negada. ;. 'ntonces, el concepto de verdad no implica nada que est4 más allá de determinar la !orma en la que una proposición es declarada verdadera o !alsa. <. =inalmente, esto lleva a la pregunta 5cómo se validan las proposiciones6 Con lo cual se vuelve al punto 8. >. Los criterios para determinar la valide de las proposiciones a priori o analíticas no sirven para determinar la valide de las proposiciones empíricas o sint4ticas. ?. (sí, se em%arca en la tarea de determinar el criterio por el cuál las proposiciones empíricas pueden ser declaradas verdaderas. @. Luego se pregunta si todas las proposiciones empíricas se validan de la misma manera. A. 'n tal punto, reconoce que otros positivistas lógicos #an determinado di!erencias en los criterios de validación seg7n clases de tales proposiciones. B. (yer entiende que ello constituye un error y que dic#o error se de%e a la di!erenciación de las proposiciones empíricas en clases. &articularmente, no cree posi%le la e"istencia de proposiciones ostensivas cuya valide descansa en el #ec#o de que descri%en una e"periencia inmediataD que sean a%solutamente ciertas. 8E.Fodas las proposiciones empíricas son #ipótesis que necesitan ser con$rmadas por la o%servación y que en modo alguno pueden ser validadas por 4sta de una ve y para siem%re. Ca%e siempre la posi%ilidad de que una o%servación !utura invalide la proposición pro%lema de la inducción de HumeD. 88.G9CI&L'FD
Re$"'e(# ¿Qué es la verdad? 'l primer paso consiste en -usti$car la suposición de que el o%-eto de una teoría de la verdad/ solamente puede ser el de mostrar cómo se validan las proposiciones. ®untar 5Ju4 es la verdad6/ equivale a pedir una traducción de la sentencia la proposiciónD p es verdadera/. 'ncontramos que en todas las oraciones de la !orma p es verdadera/, la !rase es verdadera/ es lógicamente superKua. ecir que una proposición es verdadera es, e"actamente, a$rmarla, y decir que es !alsa es, e"actamente, a$rmar su contradictoria. M esto indica que los t4rminos verdadero/ y !also/ no implican nada, sino que operan en la sentencia, sencillamente, como signos de a$rmación y de negación. ; M, en este caso, no puede tener sentido alguno la e"igencia de que analicemos el concepto de verdad/. La pregunta: 5Ju4 es la verdad6/ es reduci%le a la pregunta: 5Cómo se analia la sentencia Np es verdadera”6/. M es claro que esta pregunta no plantea ning7n aut4ntico pro%lema, porque ya #emos demostrado que decir que p es verdadera constituye, sencillamente, un modo de a$rmar p.
(quí utilia una #erramienta lógica !undamentada en capítulos anteriores, especí$camente, #a sealado que todas las preguntas de la !orma: 5Cuál es la naturalea de "6/ requieren una de$nición de un sím%olo en uso, y que preguntar por una de$nición de un sím%olo " en uso es preguntar cómo las oraciones en que aparece " #an de ser traducidas a oraciones equivalentes, que no contengan " ni ninguno de sus sinónimos. ; Cuando, por e-emplo, se dice que la proposición La reina (na #a muerto/ es verdadera, todo lo que se está diciendo es que la reina (na #a muerto. M, de un modo análogo, cuando se dice que la proposición "!ord es la capital de Gnglaterra/ es !alsa, todo lo que se está diciendo es que "!ord no es la capital de Gnglaterra.
Cualquiera que sea la cuestión que los autores puedan pensar que están discutiendo, lo que realmente discuten, la mayoría de las veces, es la cuestión: 5Ju4 es lo que #ace a una proposición verdadera o !alsa6/. M 4sta es una manera imprecisa de !ormular la pregunta: *especto a determinada proposición p, 5cuáles son las condiciones en que p es verdaderaD y cuáles son las condiciones en que no)p.6O. 'n otras pala%ras, es una !orma de preguntar cómo se validan las proposiciones. M 4sta es la cuestión que nosotros está%amos discutiendo cuando nos aventuramos en nuestra digresión acerca del análisis de la verdad.
l criterio de la validez de las proposiciones empíricas no es puramente !ormal 'l criterio mediante el cual determinamos la valide de una proposición a priori o analítica no es su$ciente para determinar la valide de una proposición empírica o sint4tica. &orque constituye una característica de las proposiciones empíricas que su valide no sea puramente !ormal. Se dice que una proposición sint4tica es !alsa, no porque sea !ormalmente de!ectuosa, sino porque no alcana a satis!acer determinado criterio material. M nuestra la%or consiste en descu%rir cuál es ese criterio. (yer no está de acuerdo con el criterio de veri$cación propuesto por Sc#lic0, dado que para este 7ltimo e"isten proposiciones que descri%en una e"periencia inmediata “"ue nosotros llamaremos proposiciones «ostensivas», no son simples #ipótesis, sino "ue son absolutamente ciertas. $or"ue se supone "ue son de car%cter puramente demostrativo, &, por lo tanto, no susceptibles de ser re!utadas por nin'una e(periencia ulterior. ), se'*n esta concepción, son las *nicas proposiciones empíricas "ue son ciertas. +as dem%s son #ipótesis "ue deducen "ué validez tienen de su relación con las proposiciones ostensivas. $or"ue se arma "ue su probabilidad est% determinada por el n*mero & variedad de las proposiciones ostensivas "ue pueden ser deducidas de ellas.” Luego de re!utar la e"istencia de proposiciones ostensivas, (yer a$rma: 9o #ay proposiciones empíricas a%solutamente ciertas. Son las tautologías las 7nicas que son ciertas. Las proposiciones empíricas son, todas y cada una, #ipótesis que pueden ser con$rmadas o desautoriadas por la e"periencia sensorial real. &or lo tanto, no #ay proposiciones $nales. Cuando emprendemos la veri$cación de una Hipótesis, podemos #acer una o%servación que en el momento nos satis!aga. &ero, en el momento inmediatamente siguiente, podemos dudar de si la o%servación tuvo lugar realmente, y necesitar un nuevo proceso de veri$cación para cercioramos. M, lógicamente, no #ay raón alguna para que este proceso no contin7e inde$nidamente, !acilitándonos cada acto de veri$cación una nueva #ipótesis que, a su ve, conduce a ulteriores series de actos de veri$cación. 'n la práctica, suponemos que determinados tipos de o%servación son $dedignos, y admitimos las #ipótesis que #an producido sin preocuparnos de emprender un proceso de veri$cación. &ero #acemos esto, no por o%ediencia a necesidad lógica alguna, sino por un motivo puramente pragmático.
+a observación conrma o denie'a no precisamente una #ipótesis determinada, sino un sistema de #ipótesis Cuando se #a%la de #ipótesis que son veri$cadas por la e"periencia, es importante tener en cuenta que nunca es sólo una #ipótesis 7nica la que una o%servación con$rma o desautoria, sino que es siempre un sistema de #ipótesis. Supongamos que #emos proyectado un e"perimento para pro%ar la valide de una ley/ cientí$ca. La ley esta%lece que, en ciertas condiciones, so%revendrá siempre un cierto tipo de o%servación. 'n este e-emplo particular, puede ocurrir que realicemos la o%servación, tal como nuestra ley predice. 'ntonces, no es sólo la ley misma la que es compro%ada, sino tam%i4n las #ipótesis que a$rman la e"istencia de las condiciones requeridas. &uede ocurrir, por el contrario, que no lleguemos #acer la o%servación esperada. M, en este caso, podemos concluir que la ley #a sido invalidada por nuestro e"perimento. &ero no estamos o%ligados a adoptar esta conclusión. Si deseamos preservar nuestra ley, podemos #acerlo a%andonando una o más de las restantes #ipótesis correspondientes. &odemos decir que las condiciones no eran realmente las que parecían, y construir una teoría para e"plicar cómo llegamos a equivocamos acerca de ellas. Iientras damos los pasos adecuados para conservar li%re de contradicción nuestro sistema de #ipótesis, podemos adoptar alguna e"plicación de nuestras o%servaciones que #ayamos elegido. 'n la práctica, nuestra elección de una e"plicación está guiada por ciertas consideraciones, y estas consideraciones tienen el e!ecto de limitar nuestra li%ertad en cuanto a preservar y rec#aar #ipótesis. &ero lógicamente nuestra li%ertad es ilimitada. Fodo procedimiento no contradictorio satis!ará las e"igencias de la lógica.
+os «#ec#os de la e(periencia» nunca pueden obli'amos a abandonar una #ipótesis &arece, pues, que los #ec#os de la e"periencia/ nunca pueden o%ligamos a a%andonar una #ipótesis. 3n #om%re puede siempre sostener sus convicciones !rente a una evidencia aparentemente #ostil, si está preparado para #acer los necesarios supuestos ad #oc. &ero, aunque siempre pueda #allarse una e"plicación que permita #acer caso omiso de cualquier caso particular en el cual pareca re!utada una #ipótesis predilecta, de%e quedar todavía la posi%ilidad de aca%ar a%andonando la #ipótesis. e otro modo, no es una #ipótesis aut4ntica. &orque una proposición cuya valide estamos dispuestos a mantener !rente a cualquier e"periencia no es una #ipótesis, sino una de$nición. 'n otras pala%ras, no es una proposición sint4tica, sino analítica.
$eli'ro de tomar proposiciones sintéticas por analíticas
3na raón su$ciente para llamar la atención so%re esta posi%ilidad es la de que el descuido de ella por parte de los $lóso!os es el culpa%le de una gran parte de la con!usión que in!ecta su tratamiento de las proposiciones generales. Consideremos el e-emplo, tan com7n, Fodos los #om%res son mortales/. Se nos dice que 4sta no es una #ipótesis dudosa, como Hume mantenía, sino un e-emplo de una cone"ión necesaria. M si nos preguntamos qu4 es lo que aquí está necesariamente conectado, la 7nica respuesta que nos parece posi%le es la de que se trata del concepto de #om%re/ y del concepto de ser mortal/. &ero la 7nica signi$cación que nosotros asignamos a la declaración de que dos conceptos se #allan necesariamente conectados consiste en que el sentido de un concepto está contenido en el del otro. (sí, decir que Fodos los #om%res son mortales/ es un e-emplo de una cone"ión necesaria, equivale a decir que el concepto de ser mortal está contenido en el concepto de #om%re, y esto es como decir que Fodos los #om%res son mortales/ es una tautología. (sí, podemos crear tautologías mediante un adecuado a-uste de nuestras de$niciones, pero no podemos resolver pro%lemas empíricos simplemente -ugando con las signi$caciones de las pala%ras. 9aturalmente, cuando un $lóso!o dice que la proposición Fodos los #om%res son mortales/ es un e-emplo de una cone"ión necesaria, no pretende decir que sea una tautología. ( nosotros nos toca sealar que esto es todo lo que 4l puede estar diciendo, si sus pala%ras #an de conservar un sentido ordinario y, al mismo tiempo, e"presar una proposición signi$cante. &ero yo creo que 4l considera posi%le sostener que esta proposición general es sint4tica y necesaria sólo porque 4l la identi$ca, tácitamente, con la tautología que, dadas las adecuadas convenciones, podría ser e"presada por la misma !orma de pala%ras. &odemos convertir las oraciones que a#ora las e"presan, en e"presiones de de$niciones. M entonces esas oraciones e"presarán proposiciones necesarias. &ero 4stas serán proposiciones di!erentes de las generaliaciones originales. Como Hume o%serva%a, nunca pueden ser necesarias. (unque nosotros las creamos $rmemente, siempre es conce%i%le que una e"periencia !utura nos induca a a%andonarlas.
+as #ipótesis como normas "ue ri'en nuestra e(pectación de la e(periencia !utura 'sto nos plantea, una ve más, la pregunta: 5qu4 consideraciones son las que determinan, en una situación dada, cuáles de las #ipótesis pertinentes serán preservadas y cuáles serán a%andonadas6 9o desec#amos las o%servaciones inconvenientes. Su aparición siempre nos induce a #acer alguna alteración en nuestro sistema de #ipótesis, a pesar de nuestro deseo de conservarlo intacto. 5&or qu4 es esto así6 Si podemos contestar a esta pregunta y demostrar por qu4 encontramos necesario alterar nuestros sistemas de #ipótesis en todo caso, estaremos en me-or posición para decidir cuáles son los principios so%re los que realmente se llevan a ca%o tales alteraciones.
Lo que de%emos #acer para resolver este pro%lema es preguntamos: 5cuál es la $nalidad de la !ormulación de #ipótesis, y por qu4 construimos esos sistemas en primer lugar6 La respuesta consiste en que están proyectados para permitimos anticipar el curso de nuestras sensaciones. La !unción de un sistema de #ipótesis es la de advertimos de antemano cuál será nuestra e"periencia en un determinado dominio. (#ora %ien, el rasgo esencial de nuestro comportamiento respecto a la !ormulación de estas normas es el uso de la e"periencia pasada como guía de la !utura. Ma #emos reparado en esto al discutir el llamado pro%lema de la inducción, y #emos visto que no tiene sentido %uscar una -usti$cación teórica de este plan de acción. Sealamos, pues, como un #ec#o, que nuestros proyectos de e"periencia !utura están, en cierto modo, determinados por lo que #emos e"perimentado en el pasado. M este #ec#o e"plica por qu4 la ciencia, que es esencialmente predictiva, es tam%i4n, en cierta medida, una descripción de nuestra e"periencia. M esto e"plica por qu4 no desec#amos, simplemente, la conclusión de un e"perimento des!avora%le. Suponemos que un sistema de #ipótesis que se #a derrum%ado una ve, puede derrum%arse otra. 9aturalmente, podríamos suponer que no se #a%ía derrum%ado en a%soluto, pero creemos que esta suposición no nos satis!aría tanto como el reconocimiento de que el sistema, realmente, nos #a%ía !allado, y, por lo tanto, requería alguna alteración para que no nos !allase otra ve. (lteramos nuestro sistema porque creemos que, al alterarlo, #acemos de 4l un instrumento más e$ca para la anticipación de la e"periencia. M esta creencia se deriva de nuestro principio guía de que, #a%lando en líneas generales, el !uturo curso de nuestras sensaciones estará de acuerdo con el pasado. 'ste deseo nuestro de disponer de un e$ca con-unto de normas para nuestras predicciones, que nos induce a tener en cuenta las o%servaciones des!avora%les, es tam%i4n el !actor que en primer lugar determina cómo #emos de a-ustar nuestro sistema para a%arcar los nuevos datos.
-riterio mediante el cual probamos la validez de una proposición empírica (#ora #emos o%tenido la in!ormación que necesitá%amos para contestar a nuestra pregunta original: 5cuál es el criterio mediante el cual pro%amos la valide de una proposición empírica6/. La respuesta es que pro%amos la valide de una #ipótesis empírica o%servando si cumple realmente la !unción a cuyo cumplimiento está destinada. M #emos visto que la !unción de una #ipótesis empírica es la de capacitamos para anticipar e"periencia. &or lo tanto, $i "(a ob$e%vaci)( a la *"e e$ adec"ada "(a
dete%'i(ada %oo$ici)( $e aj"$ta a ("e$t%a$ e+ectacio(e$, la ve%dad de e$a %oo$ici)( e$t- co(%'ada No "ede deci%$e *"e la %oo$ici)( $e /a0a 'o$t%ado ab$ol"ta'e(te v-lida, o%*"e e$ o$ible todav!a *"e "(a 1"t"%a ob$e%vaci)( la de$a"to%ice. Pe%o $e "ede deci% *"e $" %obabilidad /a $ido a"'e(tada . Si la o%servación es contraria a nuestras e"pectaciones entonces el status/ de la
proposición está en peligro. &odemos preservarlo adoptando o a%andonando otras #ipótesis, o podemos considerar que #a sido re!utado. &ero, aun cuando sea rec#aado a consecuencia de una o%servación des!avora%le, no puede decirse que #aya sido invalidado a%solutamente. &orque todavía es posi%le que !uturas o%servaciones nos lleven a resta%lecerlo. Sólo puede decirse que su pro%a%ilidad #a sido disminuida. 's necesario aclarar a#ora lo que en este conte"to signi$ca el t4rmino pro%a%ilidad/. (l re!erimos a la pro%a%ilidad de una proposición, no estamos re$ri4ndonos como a veces se supone a una propiedad intrínseca de ella, ni siquiera a una inanalia%le relación lógica mantenida entre ella y otras proposiciones. Ha%lando en líneas generales, todo lo *"e
e+%e$a'o$ al deci% *"e "(a ob$e%vaci)( a"'e(ta la %obabilidad de "(a %oo$ici)( e$ *"e a"'e(ta ("e$t%a co(a(2a e( la %oo$ici)(, to'a(do o% 'edida ("e$t%o de$eo de co(a% e( ella, e( la %-ctica, co'o e( "(a %evi$i)( de ("e$t%a$ $e($acio(e$, 0 %ete(e%la co( %e1e%e(cia a ot%a$ /i)te$i$ 1%e(te a "(a e+e%ie(cia de$1avo%able. M, de un modo seme-ante, decir de una o%servación que disminuye la pro%a%ilidad de una proposición equivale a decir que disminuye nuestro deseo de incluir la proposición en el sistema de #ipótesis aceptadas que nos sirven de guías para el !uturo.
enición de racionalidad 'n la práctica no siempre relacionamos la creencia con la o%servación del modo que generalmente se considera como el más seguro. (unque reconocemos que ciertas normas de evidencia de%erían o%servarse siempre en la !ormación de nuestras creencias, no siempre las o%servamos. 'n otras pala%ras, no siempre somos racionales. &orque $e% %acio(al e$,
$e(cilla'e(te, e'lea% "( %ocedi'ie(to %eco(ocido 0 *"e (o co(d"2ca a co(t%adicci)( a%a la co($tit"ci)( de toda$ ("e$t%a$ c%ee(cia$. 'l #ec#o de que el procedimiento, con re!erencia al cual a#ora determinamos si una creencia es racional, puede luego perder nuestra con$ana, no disminuye, en a%soluto, la racionalidad de adoptarlo a#ora. &orque (o$ot%o$ de(i'o$ "(a c%ee(cia %acio(al co'o a*"ella a la
c"al $e lle&a 'edia(te lo$ '3todo$ *"e a/o%a co($ide%a'o$ $e&"%o$. No /a0 (i(&"(a (o%'a ab$ol"ta de %acio(alidad, co'o (o /a0 (i(&4( '3todo de co($t%"cci)( de /i)te$i$ c"0a $e&"%idad e$t3 &a%a(ti2ada. Co(a'o$ e( lo$ '3todo$ de la cie(cia co(te'o%-(ea, o%*"e e( la %-ctica /a( te(ido 3+ito. 5i e( el 1"t"%o /"bi3%a'o$ de adota% di$ti(to$ '3todo$, e(to(ce$ la$ c%ee(cia$ *"e a/o%a $o( %acio(ale$ od%!a( co(ve%ti%$e e( i%%acio(ale$ de$de el "(to de vi$ta de e$o$ ("evo$ '3todo$. Pe%o el /ec/o de *"e e$to $ea o$ible (o i'o%ta al /ec/o de *"e e$a$ c%ee(cia$ $ea( a/o%a %acio(ale$.
enición de probabilidad en términos de racionalidad
ecir que una o%servación aumenta la pro%a%ilidad de una #ipótesis no siempre equivale a decir que aumenta el grado de con$ana con que realmente mantenemos la #ipótesis, como calculada por nuestra disposición a actuar so%re ella: porque podemos estar comportándonos irracionalmente. 'quivale a decir que la o%servación aumenta el grado de con$ana con el que es racional mantener la #ipótesis. M aquí podemos repetir que la racionalidad de una creencia se de$ne no con re!erencia a ninguna norma a%soluta, sino con re!erencia a una parte de nuestra propia práctica concreta.
La %obabilidad de "(a %oo$ici)( e$t- dete%'i(ada o% la (at"%ale2a de ("e$t%a$ ob$e%vacio(e$ 0 o% ("e$t%a co(ceci)( de la %acio(alidad. e modo que, cuando un #om%re relaciona la creencia con la o%servación, de un modo que no sea congruente con el m4todo cientí$co acreditado de evaluación de #ipótesis, es compati%le con nuestra de$nición de pro%a%ilidad decir que ese #om%re está equivocado en cuanto a la pro%a%ilidad de las proposiciones en que 4l cree. Con esta descripción de la pro%a%ilidad, completamos nuestra discusión de la valide de las proposiciones empíricas. 'l punto que, $nalmente, de%emos su%rayar es que nuestras notas se aplican a todas las proposiciones empíricas, sin e"cepción, ya sean singulares, particulares, o universales.