A18. EL COMERCIO
SÁBADO 25 DE AGOSTO DEL 2012
A CONSERVAR. Si bien algunas obras datan del siglo XVI y hay otras del s. XX, la mayoría proviene de los siglos XVII y XVIII. Son de las escuelas de Cusco, Lima y Quito. Aquí la Virgen de la Rosa, de Bernardo Vitti.
FOTORREPORTAJE
Patrimonio
El Convento de Nuestra Señora de los Ángeles, conocido como de los Descalzos, alberga un museo que busca insertarse en el circuito cultural.
El Museo de los Descalzos quiere brillar GONZALO GALARZA CERF
Texto
ENRIQUE CÚNEO
T
Fotos
iene 31 años y luce como alguien que se ha sentado a esperar. Y en esa espera ha terminado por olvidar lo que en algún momento quiso ser. Al final de la Alameda de los Descalzos, en el Rímac, el Museo de los Descalzos reposa solo, escondido. Su caso se asemeja a la historia del país: posee casi todo para despuntar y brillar; sin embargo, permanece aislado del mapa cultural y turístico de Lima. Pero eso ha empezado a cambiar. La Fundación Descalzos del Rímac, nacida hace apenas un año, realiza esfuerzos con lo que tiene y lo que puede para poner en valor el museo. “Estamos trabajando con alumnos de Arquitectura de la UNI para levantar un plano y recuperar los espacios. Se está haciendo por etapas: las oficinas, la portería, la entrada. Hay que ponerlo al servicio de los demás, vincularlo con la alameda y revitalizar el área”, dice la directora de la fundación, Alberta Álvarez. Este es el panorama: de las casi 500 obras de arte virreinal que posee, mayormente de los siglos XVII y XVIII y pertenecientes a las escuelas de Cusco, Lima y Quito, solo el 5% está en buen estado. La colección de libros corales de los siglos XVII y XVIII en pergamino fue protegida con un papel especial antes de que fuera demasiado
tarde. Y también está la bodega de vino –que en su momento abasteció a todos los franciscanos del Perú y cuyo espacio ahora es empleado cuando se ofrece la porciúncula–, la botica del siglo XIX, la imprenta... Todo lo allí reunido, antes que llevar al desaliento, hace mirar el potencial del museo: riquezas que esperan el apoyo de la empresa privada para volver a brillar, como los cuadros mejor conservados en algunas salas. Hay mucho por hacer, dice la directora Álvarez. Para los próximos dos años, afirma, cuentan con un presupuesto de 200 mil dólares destinados a sacar adelante un taller de conservación y restauración. El primer paso es empezar por lo pictórico y rescatar las piezas de artistas como Angelino Medoro y Bernardo Vitti, además de muchos anónimos, y hacer un guion museográfico. “Tienes en un mismo espacio la evolución de la iconografía religiosa y barroca. Eso es muy rico”, dice la guía Evelyn Salazar. Hay cuadros emblemáticos, como “Nuestra Señora de los Ángeles”, de Medoro (1601), que permanecen en buen estado. Ante él, cuentan, oraba y levitaba el primer padre guardián de la congregación, San Francisco Solano. O el “Señor de las Tradiciones”, cuyo realismo, dice la historia, se debe a que Miguel Santiago crucificó a su ayudante para tenerlo de modelo. Hay muchos relatos que necesitan ser oídos no por los pocos visitantes que vienen al año, sino por alguien más, alguien que saque del olvido al museo de una buena vez.
PATIO MAJESTUOSO. Llamado de las Tradiciones, este espacio es uno de los más bellos. Aquí se realizó una jornada de restauración.
HISTÓRICA BODEGA. Desde el convento del Rímac salía el vino para toda la congregación de franciscanos del país.
EL COMEDOR. En este lugar del convento se encuentran retratos de los padres guardianes (superiores), muchos hechos post mórtem.
Tienes en un mismo espacio la evolución de la iconografía religiosa y barroca. No necesitas desplazarte mucho. Es muy rico tener eso en un museo.
LA CAPILLA. Además de oficiarse misas, antiguamente funcionaba como aula para los seminaristas.
Este es el panorama: de las casi 500 obras de arte virreinal que posee, mayormente de los siglos XVII y XVIII y pertenecientes a las escuelas de Cusco, Lima y Quito, solo el 5% está en buen estado.