Terceras Jornadas Debates Actuales de la Teoría Política Contemporánea
Ezequiel Martínez Estrada y las identidades transfiguradas. Victoria Nacucchio- Filosofía UBA- Eje
Identidades Políticas
I
Muerte y Transfiguración del Martín Fierro puede apreciarse como un original rescate de
la cultura popular a contrapelo tanto de los modos en que hasta allí la cultura letrada había consagrado los mitos populares como las operaciones críticas sobre esas formas de consagración que algunos historiadores ligados al genéricamente denominado revisionismo histórico estaban produciendo en esos años como propuesta “contracultural”. En este
ensayo puede apreciarse mejor que en otras obras de su tiempo el impacto y las discusiones suscitadas en el campo cultural argentino a partir de la irrupción del peronismo. Si en Radiografía de la pampa Martínez Estrada piensa la crisis a partir del modo en que el mito de grandeza nacional socava las bases de constitución de un conglomerado sin otra “historia” que la de su barbarie, en Muerte y Transfiguración del Martín Fierro muestra, a través del mito popular consagrado por la cultura letrada, cómo esa imposibilidad denunciada en Radiografía de la pampa guarda relación ya no con las “características oceánicas del medio” sino más bien con la perpetuación de una violencia originaria que se transfigura incluso en aquellas formas de contracultura que se levantan para denunciarla. El Martín Fierro al ser enaltecido a la categoría de Poema Nacional pasaba muy rápidamente
de ser la historia de una subjetividad política marginal a ser el retrato pintoresco de un personaje peculiar perteneciente a un estado de cosas superado. Pero allí donde Lugones pretendía filiar a la Argentina con el núcleo cultural más prestigioso de Occidente, es donde debería leerse, según Martínez Estrada, algo más bien distinto: el carácter inconcluso de la sociedad argentina, sus rasgos de “sociedad de frontera” y el modo en que su reproducción social se realiza no a partir de lo que incluye, sino de lo que expulsa. Aquello que Martínez Estrada pretende rescatar de Martín Fierro es su aspecto simbólico y representativo, lo que muestra acerca de nuestros modos de ser y actuar, porque serán estos Presentado en las Terceras Jornadas Debates Actuales de la Teoría Política Contemporánea. Buenos Aires, 10 y 11 de Agosto de 2012
elementos invariables los que construirán la historia del pueblo argentino. Lo que se pone en discusión no es el valor histórico del Poema sino el sentido en que debe ser comprendida esa historia. “Si participamos de la opinión de que a historia no sólo varía sino que deviene otra, lo histórico de Martín Fierro está en los biográfico y pintoresco, y el Poema
es sólo una pieza arqueológica que únicamente vive para el arte.” Si aceptamos una concepción de la historia compuesta de acontecimientos regidos por un principio progresista aquello que se narra funciona como condición de posibilidad del presente bajo la forma de lo negado. En cambio si, con Martínez Estrada, definimos la historia como factum “ (…) el poema no genera un sentido para lo histórico, sino que es generado precisamente por ese sentido fatídico de lo histórico, entonces aquello que perdura en la
pieza arqueológica a rqueológica y en su s u vida para el arte ar te es lo vital v ital que contiene.” contien e.” La historicidad de un hecho – hecho – artístico o no- se debe a su capacidad de encarnar un cierto tipo de universalidad que signifique la abstracción de los acontecimientos no como meras entidades imaginadas, sino como realidades recordadas en el inconsciente que representa. Leer en Martín Fierro un sentido clausurado de la historia es, en este sentido, perjudicial para la representación del presente que sólo puede aparecer como desligado del pasado y en el que sólo resulta posible encontrar soluciones a problemas mal planteados. De este modo en Muerte y transfiguración de Martín Fierro el mito gaucho no ofrece como en Astrada la posibilidad
de una redención colectiva, sino una verdad acerca de nosotros mismos, como pretendía Lugones, a condición de que se resignifique la tesis que el autor de El payador paya dor esgrimía hacia el Centenario. En palabras de Noé Jitrik Jitrik la operación de Lugones buscaba definir una cultura en plena formación y “(…) el gauchismo que reivindica en sus raíces es un imposible y si algo de él queda en el argentino parece situarse fuera del concreto proceso de conformación de la sociedad como la conocemos y como la vio él mismo y que sintió, en
eacción ahistórica, como decepción, acaso como fracaso.” (2009: 16) Lugones una rara r eacción ve en el gaucho un arquetipo moral, un modelo de entrega y servicio a la patria, y una forma de subjetividad política desaparecida. Y en este sentido, como señala María Pía Lopez, el cuestionamiento de Martínez Estrada estará dirigido a explicitar que el orden que Martín Fierro denuncia, el conflicto social que retrata, continúa vigente. En la capacidad de
retratar aquello que se perpetúa es donde se debe medir el valor histórico del Poema:
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“Pues el poema es un poema de la realidad histórica más que de la realidad étnica, moral y psicológica. La realidad histórica es un concepto más amplio y central que cualquier otro; se forma con los invariantes que a través de siglos perpetúan a un pueblo como tipo de raza, de misión, con su fisonom fi sonomía ía y su némesis.” “El trabajo sobre el texto del poema es otro que sobre los textos de historia: de estos hemos de expurgar lo no inherente a la historia – arrastres arrastres en la recolección de materiales, posición del autor y esquema de su concepción de lo histórico-; en aquél, el discrimen ha de hacerse entre lo artístico, poético, técnico, y lo vivo perdurable, lo que se imperecedero fue arrastrado en el laboreo en sus capas más hondas.” (1948: 573)
Entre las invariantes que constituyen la historia argentina Martínez Estrada incluye la lectura que se ha construido la cultura letrada porteña de Martín Fierro en la que reconoce una forma de violencia y marginación que es, justamente, la que se denuncia en el Poema. El hecho de que Lugones transforme al gaucho en un héroe de la independencia, aunque acertado históricamente, no agrega nada al irremediable proceso que condujo a su destrucción. De este modo, aquello que en Radiografía de la Pampa aparecía como determinismo telúrico se muestra ahora como una operación social que reproduce la separación entre el hombre y su medio de desarrollo como estrategia de dominación, mediante la transformación de aquello real que narra el Poema en una leyenda de corte mítico. II “La sociedad no existe allí; la costumbres se dan por reflejo o por ausencia, cuando no por contraste con una ausencia. Se supone que el mundo existe, y que es peor que el que vemos, pues esos males fronterizos tienen t ienen su epicentro en otras regiones (…)” (1948: 588)
La organización social tampoco es la trama que da sentido a los personajes de Martín Fierro. La administración pública, la cultura, el comercio, la manufactura existen lejos de
los personajes del Poema y si se sienten es a la distancia, como fuerzas externas que condicionan la vida del gaucho, que llegan como órdenes incomprensibles o salarios impagos. Aquello que Martínez Estrada reconoce como ethos del pueblo argentino en Martín Fierro, Cruz y Picardía es la falta de conciencia de aquello que trasciende al individuo en lo colectivo y que se halla únicamente sugerido en la aspiración a ser protegidos por un gobierno paternalista o un estanciero. El gaucho que retrata el Poema no es un rebelde, es un desdichado, un sujeto aislado, desprotegido y sin identidad. “La misión catártica que cumplía el Poema era la de suscitar la compasión del poderoso – tal tal era su Presentado en las Terceras Jornadas Debates Actuales de la Teoría Política Contemporánea. Buenos Aires, 10 y 11 de Agosto de 2012
intencional objeto- y en dejar documentada una condición de vida en el campo que era
desconocida para el historiador.” (589) Este habría de ser su poder, su virtud, pero también su mayor límite ya que el gaucho, una vez desaparecido, reencarnaría en otro sujeto marginal de una sociedad que teme a las asociaciones duraderas. Porque la esencia del gaucho para Martínez Estrada es la del mestizo y aunque las condiciones de vida del campo cambiasen el gran dilema nacional que representaba su origen se mantendría en vilo. El atractivo de la figura del gaucho, entonces, no se limita a su existencia campechana, opuesta a la de las grandes ciudades. Martín Fierro es algo más que el retrato facundista de la oposición campo-ciudad, barbarie-civilización. Es la complejización de estas dicotomías simplistas, la crónica de su silenciosa y casi invisible interdependencia, lo que la empresa radiográfica pone de manifiesto. El mestizo, el gaucho, es lo que ocurre en ese espacio espacio que se abre en el choque entre lo indio y lo europeo y su peculiaridad radica en el secreto de la violencia y el encono que éste lleva inscripto en su cuerpo. Descendiente del blanco y el indio en iguales proporciones es producto de un encuentro entre dos fuerzas en pugna: “la fuerza del invasor cuyo dominio comprende la naturaleza y la fuerza de la hembra sometida, que se rebela y cede, con sus hábitos de vida, código de moral familiar, instintos
domeñados.” (1948: 529) El mestizo es al mismo tiempo víctima y agente de la barbarie, causa y producto de la civilización. Es el resultado de la violencia por la civilización y el protagonista de la violencia por la independencia Sin él hubieran sido imposibles las luchas emancipadoras contra los defensores de la Colonia y, paradójicamente, el Estado Argentino hubiera carecido de las fuerzas necesarias para luchar contra el indio y despojarle de su territorio. Su lugar siempre fue la milicia donde a la vez que desaparecía su origen bastardo, eran contenidas sus fuerzas reprimidas de destrucción. El ejército organizaba las energías de disolución y desorden que dominaban su alma, las direccionaban con un objetivo o bjetivo y un lema, haciendo de su individual venganza un programa nacional de victoria por las armas. “Pero estos mismos seres sin padres ni patria -como Picardía los define- constituyeron el grueso de las fuerzas emancipadoras y el fermento insurgente de las guerras de frontera, en que debemos incluir en primer término las de los caudillos ca udillos de provincia.” (1948: 536)
De esta manera Martínez Estrada busca señalar la duplicidad inherente al gaucho que, a sus ojos, en Martín Fierro queda reducida a dilema personal y se sugiere en pequeños crímenes Presentado en las Terceras Jornadas Debates Actuales de la Teoría Política Contemporánea. Buenos Aires, 10 y 11 de Agosto de 2012
y sufrimientos. Muerte y transfiguración de Martín Fierro es, en este sentido, el intento de rescatar al gaucho de la victimización y su posterior beatificación para mostrarlo como sujeto político activo de las guerras civiles, la conquista del desierto y la organización nacional que es lo que, para el radiógrafo, el Poema reclama. Recordemos, sino, estos versos: “El gaucho en esta tierra Sólo sirve pa´ votar; El gaucho no es argentino Sino pa hacerlo matar” III La Argentina que traza Martínez Estrada no es una esencia que yace oculta en interpretaciones parciales de la realidad. Tal como señala González Lanuza “La actitud de Martínez Estrada parte de un renunciamiento absoluto a toda ventaja. No me parece p arece muy convencido de que tras la disolución de las espesuras groseras de las Argentina Visible se nos muestre, translucida pero evidente, una Argentina Invisible; más bien parece
sospechar con encontraremos con la mueca irreconocible de la Nada.” (Sur: 1952). Pero Martínez Estrada no es un nihilista porque la Nada no opera como causa final sino como punto de partida histórico: allí donde ahora está el Estado Argentino hubo devastación, conquista, lucha, organización. Y el gaucho, si permanece en la narrativa de la identidad nacional, debe ser reconocido como sujeto político, no como tótem de construcciones identitarias de fin de semana. Muerte y transfiguración de Martín Fierro es un ensayo sobre identidades políticas en la medida en la que su aporte más significativo radica en interpretar el Poema de José Hernández como explicitación de una estructura que subyace a la vida nacional. La relación errática de Martín Fierro con la ley y la sociedad civil no es el reflejo de un problema de adaptación de las clases populares, sino, por el contrario, el problema del Estado en sí mismo. Dice Mitre a Hernández en una carta citada por el Martínez Estrada que el Poema “deja en el fondo del alma una precipitada amargura sin el correctivo de la solidaridad social” y que es “mejor reconciliar los antagonismos por el amor y por la nec esidad de vivir juntos y unidos, unidos , que hacer hac er fermentar los odios o dios que tienen su causa, más que q ue en las intenciones de
los hombres, en las imperfecciones de nuestro modo de ser social y político.” (carta del 14 de abril de 1879 en: 591) ¿Pero no es justamente el modo de ser social y político el punto de anclaje de una identidad? ¿No es el modo de ser político el equivalente de una estructura Presentado en las Terceras Jornadas Debates Actuales de la Teoría Política Contemporánea. Buenos Aires, 10 y 11 de Agosto de 2012
estatal? Se dice que la sociedad argentina existe, se dice que el territorio nacional se encuentra delimitado, pero también se denuncia que estos límites siempre están más acá de lo que establece la ley y que la sociedad está segmentada. Martínez Estrada ve en esto una paradoja y en la perpetuación de la paradoja un modo de ser, pero la solución no la hallará en una reconciliación teórica sino en un proceso. La única prueba de que la Argentina existe es el Estado Argentino y Martín Fierro la prueba de los límites estructurales que deben ser superados para abandonar la situación de sociedad de frontera de sus habitantes. Transfigurar como procedimiento de síntesis dialéctica de la muerte y la resurrección ya operadas implica por un lado la espiritualización de la materia a través de la narración; pero también la materialización del espíritu en singularidades determinadas, como si dijera que la Argentina todavía es vastedad territorial porque aún no son las conexiones barriales síntomas de lo universal. “Este trabajo no lo ha realizado nadie entre nosotros y no está al alcance de ningún pensador, porque sólo puede hacerse cuando ha sedimentado una conciencia de los valores sociales. Es un trabajo de siglos y de pueblos que debe realizarse por el conjunto de hombres de pensamientos sanos, especialmente en disciplinas auxiliares, por la novela, la poesía y el ensayo, únicos órganos por los cuales se llega a formar una conciencia colectiva de la naturaleza y morfología de esas cualidades étnicas.” (1946: 172)
IV Más acá de las discusiones suscitadas en torno del multiculturalismo como desafío para la gestión de lo público y la importancia de respetar las identidades de todos y todas como garantía de inclusión social e igualdad de oportunidades, resurge en Muerte y transfiguración de Martín Fierro la pregunta por la identidad política. Identidad política
que – al al menos en el contexto de esta exposición- es preciso distinguir de la identidad cultural y todas sus derivaciones, porque comprende aquellos aspectos del desarrollo humano en el marco del Estado y no de la mera Sociedad Civil. En haber señalado esta diferencia radica el aspecto contracultural de la propuesta martinezestradiana porque el reconocimiento que elucubra mediante su transfiguración, de corte político antes que afectivo, se concibe como un ejercicio y no como medida aislada, como programa y no como gesto.
Presentado en las Terceras Jornadas Debates Actuales de la Teoría Política Contemporánea. Buenos Aires, 10 y 11 de Agosto de 2012