EL GAUCHO Algunas breves consideraciones consideraciones en torno al gaucho. En primer lugar, cuando se habla de la época y de este personaje dice, por ejemplo, Jean Franco: También fue trágico el destino del gaucho. Como el indio, representaba una fase de la soci socied edad ad que que la soci socied edad ad occi occide dent ntal al habí habíaa supe supera rado do.. Su vida vida nóma nómada da no podí podíaa sobrevivir a la creación de grandes haciendas y al establecimiento de una base industrial de conservas y exportación de carne. Como el indio, el gaucho estaba destinado a desaparecer. En el siglo XX la vida tradicional del gaucho sólo sobrevive en rasgos exteri exteriore oress de ind indume umenta ntaria ria [...], [...], en canci cancione oness y li lite terat ratura ura,, en ciert ciertas as actit actitude udess de machismo y hombría. El poema de José Hernández El gaucho Martín Fierro (1872) capta la vida del gaucho en el mismo momento de su desaparición. En segundo término y en relación con el aspecto sociopolítico que representaba el gaucho, marcando las injusticias que para con él cometía una sociedad en pleno desarrollo, señala José Miguel Oviedo: Mientras la tradición gauchesca se entretenía aún con lo anecdótico y lo pintoresco, [Hernández] apuntaba al retrato de lo que había de esencial y universal en el hombre y el mundo pampeanos. Pero, al mismo tiempo, hay un programa político detrás de su creación: escribe en defensa de los gauchos, de sus valores humanos y sociales, de su derecho a ser como son. Hernández era testigo de que los “poscritos” (sobre todo Sarmiento) y los políticos políticos liberales en posiciones posiciones de poder, habían convertido al gaucho en el gran obstáculo o rémora en la lucha por la civilización, el progreso y los valores europeos que debían ser los de la Argentina moderna. JOSÉ HERNÁNDEZ (1834-1886) y la figura del gaucho: Como Como lo dice dice el prop propio io Hern Hernán ánde dezz en la cart cartaa acla aclara rato tori riaa al Martín Martín Fierro Fierro,, ha pretendido crear una obra distinta a la que ya se estaba dando en la literatura gauchesca. Él se ha esforzado en presentar un tipo que personificara el carácter de nuestro gaucho, concentrado concentrado con su modo de ser, de sentir, de pensar y de expresarse. Presentará de este gaucho toda la realidad, pero no lo tomará como un elemento para hacer reír a la gente, como lo hizo por ejemplo del Campo en el Fausto, Fausto, sino como lo que es: un hombre explotado por otros. Su obra obra será será fund fundam amen enta talm lmen ente te un poem poemaa de prot protes esta ta soci social al,, de luch luchaa ante ante la discriminación y ante la explotación del hombre por el hombre. Herná Hernánde ndez, z, period periodist istaa y pol polít ítico ico,, compus compusoo su poema poema gauch gauchesc escoo con la inte intenci nción ón concreta concreta de reivindi reivindicar car la personal personalidad idad desconoc desconocida ida y menosprec menospreciad iadaa del paisano paisano argentino y para fustigar los abusos del caudillo electorero, del juez corrompido, del pulpe pulpero ro ladró ladrón; n; tod todos os ellos ellos repres represent entant antes es direc directos tos o indir indirect ectos os del poder poder urbano urbano controlado por los estancieros y los comerciantes. Pero la obra desborda la intención del autor. Quiso formular una protesta temporal y creó un poema eterno; quiso pintar las virtudes, los defectos y las penalidades del
gaucho y retrató la condición humana en su totalidad; intentó definir tipos locales y simbolizó prototipos universales. Hay pues, en el poema de este argentino, una clara protesta social y muchos elementos más: un catálogo de costumbres indígenas, un vocabulario campero, una galería de personajes, una crónica de la vida en la frontera y, además, un tratado de la teoría y la práctica de los payadores.
José Hernández y su obra. Estructura de la obra. División: La obra aparece dividida en dos grandes partes, la primera lleva el nombre de El Gaucho Martín Fierro y consta en total de trece cantos. La segunda se llama La vuelta de Martín Fierro y fue escrita seis años después de la aparición de la anterior; consta de treinta y tres cantos. Versificación: predominan estrofas de seis versos octosílabos de rima consonante, mayormente a-b-b-c-c-b (sextina hernandina)
EL GAUCHO MARTÍN FIERRO EPISODIOS DE LA PRIMERA PARTE: o o
o o o o
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Motivos del canto Pasado y presente del gaucho en general y de Martín Fierro en particular. Las desdichas de la vida en la frontera. Regreso al rancho. Duelo entre Fierro y el moreno. El terne y Martín Fierro. Enfrentamiento con una partida policial donde el Sargento Cruz se pasa a su lado Huida al desierto a vivir con los indios
NARRADORES: Martín Fierro, el Sargento Cruz y José Hernández MARCO EN QUE HERNANDEZ UBICA LAS ACCIONES: El marco es netamente rural, se describen las costumbres y forma de vida de los gauchos, las pulperías, la frontera más allá de la cual se encuentran las tolderías de los indios, la vida del fortín. CONTEXTO SOCIOPOLÍTICO EN QUE SE INSPIRA JOSÉ HERNANDEZ: Referencias temporales: En la “Ida” del gaucho Martín Fierro se alude a la época de Rosas como parte del pasado y se menciona a Martín de Gainza, ministro de Guerra durante la presidencia de Sarmiento. Marco histórico:
Una vez derrocado Rosas en el año 1852 por el liberalismo, y luego del breve interregno del presidente Urquiza, el dominio de Buenos Aires sobre el resto de la confederación se acentúa. Argentina se encuentra totalmente regida por el liberalismo e Inglaterra ve con buenos ojos la riqueza de su suelo. Mitre sube al poder, a éste lo sucede Sarmiento y después Avellaneda. En el ámbito económico las manufacturas del interior fueron aniquiladas por los productos industriales que entraban por el puerto. Las provincias se convirtieron en una exclusiva fuente de productos primarios. En este contexto, y ante la necesidad de proporcionarle a la creciente nación más tierras para el cultivo y la explotación ganadera, se plantea el exterminio del indio que dominaba toda la zona sur del país. La realidad del gaucho tiene, pues, dos facetas: su trabajo como peón de campo al mando de un terrateniente que ya no era, como antes, su caudillo, y su situación como soldado defensor de la frontera con el indio en donde sufría mas en carne viva su situación de marginado. Como peón de campo era un pobre libre, como soldado era un pobre preso. Durante estos tres mandatos que abarcan 18 años suceden cosas que harán cambiar la historia americana. Fundamentalmente, Brasil, Uruguay y Argentina, inspirados por Gran Bretaña, destrozan totalmente a Paraguay (Guerra de la Triple Alianza). Allí es enviado el gaucho forzosamente, como carne de cañón. El poema fue publicado luego que el gaucho ha pasado una etapa en la que se hallaba en la disyuntiva de transformarse en peón asalariado o desaparecer.
Hernández asume una actitud crítica frente a ese proceso que el considera injusto. CANTO I. Motivos del canto. Finalidad e importancia. Presentación del personaje. Comienza con la narración en primera persona de Martín Fierro, que empieza a cantar y que insistirá a lo largo de su relato sobre la importancia del canto, el cual le sirve como medio para comunicar sus desgracias, sus penalidades, toda su vida. En la segunda y tercera estrofa invoca a los santos para que lo ayuden a contar con veracidad su historia. Su canto expresa la necesidad de comunicación que tiene el ser humano, es una forma de trascender, su canto no va a morir nunca: “Cantando me he de morir, cantando me han de enterrar, y cantando he de llegar al pie del Eterno Padre. Dende el vientre de mi madre vine a este mundo a cantar “ También tenemos un retrato de su personalidad, de su condición de alma libre: “Soy gaucho y entiendanló como mi lengua lo explica: para mí la tierra es chica” “Mi gloria es vivir tan libre, Como el pájaro del cielo“ Hay ya un anuncio de las desgracias que va a contar y que lo llevaron a convertirse en gaucho matrero, sobre cómo pierde su libertad y queda solo en un ambiente hostil: “Y sepan cuantos escuchan De mis penas el relato, Que nunca peleo ni mato Sino por necesidá, Y que a tanta alversidá Sólo me arrojó el mal trato“ “Y atiendan la relación Que hace un gaucho perseguido, Que padre y marido ha sido Empeñoso y diligente, Y sin embargo la gente Lo tiene por un bandido.” CANTO II. Pasado del gaucho. Felicidad. Martín Fierro describe los días de felicidad cuando se los dejaba trabajar tranquilamente lo suyo. Recuerda con nostalgia las épocas pasadas cuando el gaucho tenía mujer, hijos
y hacienda. Se levantaban de madrugada, antes de que saliera el sol y todos tomaban mate a la espera del alba. Lo hacían contentos, porque tenían la certeza de que eran libres y de que en los respectivos ranchos, dormía tranquila la china: “tapadita con su poncho.” Luego, cada uno se dirigía a realizar la labor que le correspondía: aquéllos a jinetear los potros y éstos a recoger el ganado. Queda así presentado un cuadro de las costumbres gauchas en época de paz, cuando vivían satisfechos y seguros. Después explica termina esta etapa; cómo el gaucho debe resignarse a perderlo todo y agachar la cabeza ante los abusos de la temible autoridad. CANTO III. Martín Fierro cuenta su propia historia: traslado forzado a la frontera, las malas condiciones de vida que padece allí, cómo lo pierde todo. Comienza diciendo: “Tuve en mi pago en un tiempo hijos, hacienda y mujer, pero empecé a padecer, me echaron a la frontera. ¡Y que iba a hallar al volver! Tan solo hallé la tapera.” Sintetiza todo el sufrimiento de su vida. El canto anterior habla del gaucho en general; aquí Fierro da detalles de su propia vida. Hay un pasado de felicidad en que tuvo un mundo constituido por: “hijos, hacienda y mujer”. Describe el orgullo de ver crecer a su lado y protegidos por él a sus queridos hijos; la satisfacción de poseer una hacienda que él había conquistado gracias a su esfuerzo, y por último la presencia integradora de esa mujer que el gaucho siempre recuerda con respeto. Todo eso termina, vinieron los padecimientos; injustamente lo mandaron a la frontera; hoy, presente, tan sólo se encuentra con una tapera que simboliza la destrucción de todo lo que más quiso. Después de haber resumido en esa primera estrofa la magnitud de su desgracia, comienza la narración detallada de los acontecimientos que lo llevaron a la situación presente. Él se encontraba en la pulpería cuando cae la fuerza policial y se lleva a casi todos los allí reunidos. La explicación de por qué se lo llevan a Fierro es que el juez lo había tomado entre ojos en la última votación y lo acusó de servir a la oposición. A partir de este episodio, se inicia una serie de desgracias que tendrá que afrontar Martín Fierro. Cuando él se va es manso y trabajador, pero el que vuelve es diferente: la dura experiencia lo ha hecho cambiar, lo ha obligado a ser distinto. Atrás queda su mujer “medio desnuda”, simbolizando el desamparo que justificará más adelante su posterior partida en los brazos de otro hombre. Martín Fierro llega ingenuamente al lugar de destino, le prometen que no estará ahí mucho tiempo, pero enseguida se sabe que no sueltan a nadie. Pronto todos se encuentran trabajando mucho más de lo que lo hacían cuando eran libres y agregándose ahora el hecho de no tener ningún tipo de aliciente: ni paga, ni mujer, ni buena comida. En realidad no cumplían el trabajo de soldados, sino que eran peones en las chacras del
Coronel; otro aspecto más de las injusticias que se cometían: se los privaba de trabajar en sus tierras y se les obligaba a hacerlo en campos ajenos y sin ningún tipo de retribución. A veces también luchaban contra los indios, lo hacían en condiciones deplorables: montaban en pelo, con lanzas de rústica construcción y sin armas de fuego. La vida en la frontera le permite a Fierro conocer la realidad y la manera de ser del indio. Éste mata sin contemplaciones, es muy hábil con la lanza y sumamente diestro para manejar sus ágiles caballos. Cuando habla del indio no lo hace con odio, sino con cierta admiración; ellos son así porque el instinto de conservación los lleva a defenderse como puedan. Fierro comprende que ellos no son sus verdaderos enemigos, sino tan sólo circunstanciales rivales de una lucha de razas en la que se ve obligado a tomar parte CANTO IV. Las injusticias y los abusos. Sigue el relato que empezó en el canto anterior de la vida en la frontera. Pasan dos años y nunca les llega el sueldo, viven en la absoluta miseria, no les queda nada. Colmo de la injusticia, a Fierro le quita su caballo un comandante. “Yo no tenía ni camisa Ni cosa que se parezca; Mis trapos solo pa yesca Me podían servir al fin... No hay plaga como un fortín Para que el hombre padesca. Poncho, jergas, el apero, Las prenditas, los botones, Todo, amigo, en los cantones Jué quedando poco a poco; Ya me tenían medio loco La pobreza y los ratones.” Vivían de lo que podían, intercambiaban lo que podían cazar por productos en la pulpería, pero el pulpero se abusaba y les imponía precios excesivos, enriqueciéndose. “Era un amigo del jefe Que con un boliche estaba; Yerba y tabaco nos daba Por la pluma de avestruz” “Aunque es justo que quien vende Algún poquito muerda, Tiraba tanto la cuerda Que, con sus cuatro limetas El cargaba las carretas De plumas, cueros y cerda.” Cuando por fin llega el salario, a Fierro no le toca nada. Le dicen que “no está en la lista”. Un comandante empieza a indagar qué paso pero se queda en puro palabrerío. Fierro se lamenta de que ni siquiera puede protestar porque lo mandan a la estaca.
CANTO IV Cuenta cómo lo estaquearon injustamente por un incidente con un gringo. Critica a los gringos, argumenta que no son mejores que los gauchos para las tareas rurales. Dice que está esperando la ocasión para huir. CANTO VI. El regreso al pago Abre la narración relatando que se está organizando una expedición contra los indios y que el ministro “Ganza” 1 reunía al ejército. Quieren llevarlos con la promesa de que después quedarán liberados. Fierro desconfía; decide huir. Se siente feliz de encontrarse libre, de dejar atrás la frontera y sus penalidades. Así regresa a lo que antes fuera su casa; tres años habían pasado y ya no quedaba nada de aquel gaucho feliz, se define como: “desertor, pobre y desnudo”. A pesar de todo no se rinde: aunque la sociedad lo ha fustigado igual desea volver a la buena senda. Pero las oportunidades son pocas y a las desgracias ya ocurridas, se agregan otras: “No hallé ni rastro del rancho, sólo estaba la tapera: Por Cristo si aquello era pa enlutar el corazón”. Llegamos a lo que ya había resumido en Canto III. La tapera simboliza su mundo destruido. No puede soportar el dolor y surge en él la rebeldía: “Yo juré en esa ocasión ser más malo que una fiera.” Esto se justifica plenamente, porque a este gaucho se le ha mentido, se le ha robado y se le ha castigado de manera injusta; él no hace más que reaccionar ante los hechos. No puede contener las lágrimas y llora; es un llanto de hombre que manifiesta impotencia juntamente con dolor. El juez le había prometido cuidar lo que dejaba, pero al volver se entera por un vecino que se lo habían quitado todo. Sus hijos se fueron de peones, pero todavía son “pichones sin acabar de emplumar”; su mujer se ha ido con otro hombre. Él no la acusa, la justifica; ella no es más que otra de las afectadas por toda la situación de violencia. Queda manifiesta la nobleza de espíritu del Fierro, que aún en medio de la aflicción sabe perdonar: “Tal vez no te vuelva a ver, prenda de mi corazón. Dios te dé su protección ya que no me la dio a mí. 1
Se refiere a Martín de Gainza, ministro de Guerra durante la presidencia de Sarmiento.
Y a mis hijos donde aquí les echo mi bendición.” Tiene un gran dolor cuando piensa en sus hijos, porque al menos él posee el triste consuelo de que su mujer cuenta con la protección de otro hombre; ellos, en cambio, no tendrán dónde abrigarse, ni siquiera con qué vestirse. Fierro perdió su hacienda, ha fracasado también como esposo y como padre. Hernández condena a la sociedad como culpable de su suerte. Al concluir el sexto canto, el gaucho, señala que ha sido manso primero y que ahora será gaucho matrero. La experiencia le ha enseñado mucho más de lo que hubiera deseado aprender, le ha mostrado en su realidad los vicios de un mundo corrupto: “Pero yo ando como el tigre que le roban los cachorros.” CANTO VII. Duelo con el Negro Fierro se ve obligado a andar huyendo porque lo consideran un vago. Se entera de que hay un baile donde se encuentra con muchos amigos. Borracho, provoca a una morena. Luego de varias ofensas más, el negro que la acompaña se le viene encima, pero el Fierro le pega con un porrón de ginebra. Se prepara enseguida para la pelea sacándose las espuelas y aclara también que el peligro lo hace refrescarse, los efectos de la bebida desaparecerán. Ágilmente relata el el enfrentamiento que da como resultado la muerte del negro. Se describe en forma casi cruel su agonía. También menciona el llanto desgarrador de la negra. Fierro quedará marcado para siempre por esta muerte. Él mismo señala que nunca se pudo olvidar de la agonía de aquel negro. CANTO VIII. Muerte del terne. Diferencias con la muerte anterior. Se producirá aquí la muerte de un terne, un protegido por la autoridad y que por esa razón andaba envalentonado. Igual que en el enfrentamiento anterior, Fierro triunfa. Difieren en que ahora es el provocado mientras antes fue el provocador; por su parte actuó con el negro altaneramente, y ahora no le interesa pelear (aunque no rehuye el enfrentamiento). Antes estaba borracho y vivía intensamente las consecuencias de una injusticia que lo había tocado en carne propia, sin embargo ahora no está borracho, sólo piensa en huir puesto que ya es un perseguido. El diálogo es breve y la pelea más breve aún; su consecuencia: “Lo dejé mostrando el sebo de un revés con el facón” Huye rápidamente, porque ahora sí, no es cosa de quedarse; a los ojos de la autoridad es un criminal peligroso puesto que ya ha matado dos hombres; pero a los ojos de quien conoce la verdadera historia no es más que un pobre gaucho obligado por las circunstancias.
CANTO IX. Enfrentamiento con una partida policial donde el Sargento Cruz se pasa a su lado Fierro refiere que pasa sus días matrereando, casi ni se acerca a las casas, siempre bajo la vigilancia policial, de noche busca guarida entre los pajonales, en la inmensa soledad del campo. Una noche, cuando el canto del chajá le advierte un posible peligro. Reacciona inmediatamente; pega su oreja al suelo para escuchar las pisadas de caballos que se acercan, es la partida policial que lo ha ubicado y desea capturarlo. Se prepara para la lucha: Se santigua Se toma un trago de ginebra. Se quita las espuelas para que lo dejen actuar más libremente. Se remanga el calzoncillo y se ajusta bien la faja. En una mata prueba el filo de su cuchillo. Al caballo, para tenerlo a mano, lo ata en el pasto y le aprieta la cincha Finalmente, haciendo espaldas en el animal los aguarda La diferencia de fuerzas entre Fierro y los hombres de la partida es muy grande. El gaucho lucha denodadamente e hiere a muchos de los milicos que se le acercan. La intervención de un hombre que venía con la partida policial -Cruz- le salva la vida 2. “Cruz no consiente que se cometa el delito de matar ansí un valiente” Luchando juntos les resulta muy fácil vencer a los policías que aún quedaban en pie. CANTO X: Historia de Cruz. La traición de la china. Cruz empieza a relatar su historia. Comienza: “Tampoco me faltan males Y desgracias, le prevengo; También mis desdichas tengo, Aunque esto poco me aflige: Yo se hacerme el chango rengo Cuando la cosa lo esige. A mí no me matan penas Mientras tenga el cuero sano; Venga el sol en el verano Y la escarcha en el invierno ¿Por qué afligirse el cristiano?” Cuenta que tenía mujer, a quien quería y con quien era feliz. Pero el Comandante de la milicia empezó a desearla. Fingía ser amistoso, pero Cruz desconfiaba. Le ordenaba ir 2
Borges intertextualiza este pasaje en el cuento de El Aleph titulado: “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”.
de lado a lado, viajar grandes distancias. Adivinando la traición, declara que es triste no tener mujer, pero que es mejor que compartirla con otro. Finalmente un día entra a su rancho y lo encuentra abrazando a su china. Cruz le dice: “-!Que le aproveche!... Que había sido pa el amor Como gaucho pa la leche.-“ Después de un episodio en que el Comandante lo ataca asistido por uno de sus hombres, Cruz toma su poncho y sus prendas y abandona su rancho para siempre. A partir de esa traición declara que ya no confía en ninguna mujer porque considera que son todas iguales: “Las mujeres, dende entonces, Conocí a todas en una; Ya no he de probar fortuna Con carta tan conocida: Mujer y perra parida, ¡No se me acerca ninguna!” CANTO XI: Continuación de la historia de Cruz. Muerte del guitarrero. Relata que por un tiempo se refugia en los pajonales, en la soledad más absoluta. Considera que tantos padecimientos y miserias que sufrió le han hecho un “callo en el corazón”. Así anduvo por un tiempo hasta que se encaminó un día hacia la pulpería, donde había milonga. Un guitarrero que posiblemente lo conocía y sabía de la traición de su mujer comienza a provocarlo con sus coplas. Primero le corta las cuerdas de la guitarra de un faconazo, Un gringo con un fusil acudió en defensa del cantor y Cruz se vio obligado a salir. De adentro de la pulpería sale el guitarrero a pelearlo. Cruz lo mata de un tajo. Monta su caballo y se larga a los campos “más libre que el pensamiento[…]/a vivir sin paradero” CANTO XII: Continuación de la historia de Cruz. Sobre cómo se une a la fuerza policial. Cruz pasa muchos meses en la miseria, fugitivo, en compañía de otros hombres proscritos igual que él. Un amigo le hace el favor de hablarle de él a un Juez, quien lo llama y le ofrece que se haga soldado de policía. Así es como obtiene el cargo de Sargento. De todas formas él no olvida su condición de gaucho. El también reflexiona y hace una denuncia de la marginación e inequidades que el gaucho tiene que soportar. Agrega además su testimonio de cómo las autoridades lo desamparan, ya que el único interés que persiguen es amasar riqueza a costa de los que mandan: ¡Pucha! si usté los oyera, Como yo en una ocasión Tuita la conversación Que con otro tuvo el Juez; Le asiguro que esa vez Se me achicó el corazon.
Hablaban de hacerse ricos Con campos en la fronteras, De sacarla más ajuera, Donde habia campos baldidos Y llevar de los partidos Gente que la defendiera. Todos se güelven proyetos De colonias y carriles, Y tirar la plata a miles En los gringos enganchaos, Mientras al pobre soldao Le pelan la cucha... ¡ah, viles! […] Hace mucho que sufrimos La suerte reculativa Trabaja el gaucho y no arriba Porque a lo mejor del caso, Lo levantan de un sogazo Sin dejarle ni saliva. De los males que sufrimos Hablan mucho los puebleros, Pero hacen como los teros Para esconder sus niditos: En un lao pegan los gritos Y en otro tienen los güevos Hacia el final declara que no le gusta andar con el arma en la cintura y que no iba a abandonar a Fierro después de haberlo ayudado con lo que decide dejar la policía y seguir como un gaucho matrero.
CANTO XIII: Tras finalizar su historia Cruz, Fierro le responde: Ya veo que somos los dos astillas del mesmo palo, yo paso por gaucho malo y usted anda del mesmo modo, y yo pa acabarlo todo, a los indios me refalo (p. 626).
Deciden irse a vivir entre los indios, que es la única salida que les queda a estos dos hombres tildados como matreros. Consideran que en esas tierras iban a tener más seguridad y pasarían menos males. A partir de aquí, continúa el poema en la voz de José Hernández. Cuenta que Cruz y Fierro arrían la tropilla de una estancia y cruzan la frontera. Al cruzar la frontera Fierro observa las últimas poblaciones y le ruedan dos lágrimas por el rostro. Siguen su rumbo al desierto. Concluye diciendo que no sabe si habrán muerto, pero que espera algún día saber algo de ellos. Cierra el poema diciendo que ha relatado a su modo “Males que conocen todos/ pero naides contó”.
COMPARACIÓN ENTRE FIERRO Y CRUZ: Como el mismo Fierro dice, ambos son “astillas del mismo palo”: Han sido traicionados, han perdido la vida feliz que llevaban en su rancho como gauchos mansos, sufrieron los abusos de los que los han mandado, han matado, las autoridades los han perseguido y vivieron como fugitivos de la ley entre medio de los pajonales. En el Canto IX, quedan demostrados el arrojo y la valentía de Martín Fierro al defenderse de la fuerza policial. Cruz es tan valiente como él al tomar la resolución de pasarse a su lado. No traiciona a sus compañeros de la policía, porque no se alinea con el que va venciendo, sino del que está siendo derrotado al entender que ese es el bando adónde siempre perteneció verdaderamente. Al ser los dos víctimas de las mismas injusticias e inequidades, comparten su visión de la situación miserable, y marginal del gaucho, atrapado entre la necesidad de defenderse y el duro juicio que hacen los poderosos sobre sus acciones. Hay algunas diferencias: Fierro nunca culpa a su mujer por dejarlo por otro y la respeta en su decisión, además es forzado a abandonar a su familia; Cruz, en cambio piensa que todas las mujeres son igual de traicioneras y se va voluntariamente de su lado.