Capitulo I Los Múltiples Conceptos de la Educación Educación y Pedagogía La Pedagogía para algunos es el planteo y la solución científica de los problemas educativos; para otros, el conjunto de reglas o de normas que rigen, o deben regir la actividad educativa. La Pedagogía trabaja siempre con la educación. Su objeto propio: la educación. Existen múltiples definiciones de ese objeto y diversas maneras de entender su ciencia. Una cosa es la pedagogía y otra la educación; una cosa es el objeto y otra, la ciencia que de él se ocupa. La educación misma, que como tal es una realidad, un proceso, un hecho o una actividad concreta. La pedagogía es la disciplina, el estudio o el conjunto de normas, que se refieren a un hecho o a un proceso o actividad, la educación (como realidad viva). El sentido y la vigencia de la disciplina pedagógica procede de su objeto: la educación El pedagogo frente al concepto de Educación La primera característica de la educación: su humanidad. Aparece siempre como un proceso del cual el hombre es autor e interprete, juez y parte. Educable: reservado sólo para el hombre. La humanidad de la educación es el primer inconveniente en la definición por parte del pedagogo (Siendo su humanidad, la misma de quien debe definirla, de su ubicación en el mundo, de sus inspiraciones profundas y de sus aspiraciones mas autenticas) . Otros investigadores no verán comprometida su propia humanidad, el pedagogo si, no pudiéndose abstraer de ella y ser neutrales frente a los fenómenos, siendo involucrado en el proceso que estudia, arriesgando su propio destino juntamente con el de su comunidad. Kant llamó a la educación “la mas grande aventura humana”, por algo en nuestros días esperamos de ella la solución para todos nuestros males sociales. La Etimología y sus dos sentidos La segunda dificultad, surge de la misma etimología del termino. Etimológicamente, educación procede del latín “educare” que significa “criar” – “nutrir” o “alimentar” y de “exducere” que equivale a “sacar”, “llevar” o “conducir desde adentro hacia fuera” a) la educación es un proceso de la alimentación o de acrecentamiento que se ejerce desde fuera b) conducción, de un encauzamiento de disposiciones ya existentes en el sujeto que se educa. Acrecentamiento (educare) vs. crecimiento (exducere) Esta oposición sirve para distinguir: a) educación tradicional: intelectualista, predominio del educador por sobre el educando (pasivo receptáculo de conocimientos) b) educación nueva (progresista): basada en la actividad, la libertad y la espontaneidad del alumno. ¿Puede salvarse la oposición? La antinomia entre el concepto de “educare” y el de “exducere”, influencia externa y desarrollo interno, acrecentamiento y crecimiento, no resiste a un análisis profundo, desaparece ante él: Porque no se trata de términos teóricos, sino de hechos reales. El alimento espiritual que viene desde fuera, y el desarrollo que realizan nuestras propias fuerzas interiores, no son ni excluyentes ni opuestos. El hombre no puede prescindir, en su
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formación, de los poderes que constituyen su circunstancia, pues aunque no lo quiera penetrara sutil e insensiblemente en su ser. Pero tampoco su subjetividad es una materia dócil que se adapte fácilmente a cualquier influencia extraña. La educación (como presión exterior) no puede hacerlo todo hasta el punto de modelar a capricho la vida individual, mas tampoco esta vida puede configurarse con total desprecio de su circunstancia natural, social y cultural. Puede predominar la influencia externa o bien la disposición interior o capacidad para el desarrollo, pero el predominio de una no significa el total aniquilamiento de la otra. Heteroeducación y autoeducación A partir de la antinomia estamos en condiciones de considerar las formas de la educación desde el punto de vista de su dirección: el camino recorrido por la educación como influencia (educare) es inverso al que sigue la educación como desarrollo desde dentro (exducere) (el punto de referencia es el sujeto que se educa). Si el proceso educativo se organiza, se ejerce y se impone desde fuera y desde arriba, debe hablarse de heteroeducación (heteros: otro – distinto ). Si en cambio el proceso educativo recorre la dirección inversa, nace del individuo mismo, para desde él apropiarse de lo exterior y conformarlo a su individualidad debe hablarse de autoeducación (autós: uno mismo o propio) Heteroeducación y autoeducación son las dos formas que desde el punto de vista de su dirección presenta la educación, constituyendo dos posibles definiciones. No deben interpretarse como términos opuestos sino como dos aspectos o momentos de la misma realidad o de un mismo proceso: educación. En la heteroeducación el hombre es formado; en la autoeducación el hombre se forma, de acuerdo a una voluntad autónoma de desarrollo interior. Estos modos se complementan, se sintetizan en la vida misma. Si por la heteroeducación el hombre se forma, y por la autoeducación se forma a si mismo, toda educación autentica es aquella que lo ayuda a formarse. Maurice Debesse: la educación no crea al hombre, lo ayuda a crearse a si mismo. La educación como proceso dinámico Tres conceptos de educación: 1) La educación es una influencia externa que configura al individuo (heteroeducación); 2) La educación es un desarrollo interior que hace que el individuo se configure a si mismo (autoeducación); 3) La educación es un proceso que proporciona al individuo los medios para su propia configuración (heteroeducación y autoeducación) En las tres la educación se presenta como una acción que puede ser ejercida sobre los demás, o sobre uno mismo. Encontraremos que la educación es: “acción y efecto de educar”. El concepto es mas amplio que los anteriores, porque además de concebir a la educación como una acción nos la muestra como un efecto. Teniendo en cuenta ese sentido amplio podemos decir que la educación es: a) todo proceso de influencia, de configuración o de desarrollo del hombre, y b) el efecto de esa influencia, configuración y desarrollo. Siendo valido si a la idea de educaciónefecto le ponemos un límite, si le negamos un valor absoluto. Lo que aprendemos hoy sirve para aprender mañana otra cosa superior y es modificado y reelaborado por lo nuevo que se incorpora a nuestro haber intelectual o moral. El efecto educativo no es, lo definitivo e inmóvil sino un peldaño para posteriores ascensiones. La realidad enseña que la educación es por esencia un acto, un proceso dinámico que nace con el hombre y muere con él, en la medida en que éste sea capaz, aunque con diversos matices y grados, de formarse y de recibir influencias a lo largo de su vida. Esto hace posible el análisis de la educación como sistema que rige en un determinado lugar y para una cierta época, como el resultado de una serie de elementos que se han ido combinando paulatinamente por la acción del tiempo. No en un sentido absoluto, ya que asi como el individuo se desarrolla y cambia, también cambia la humanidad; de lo contrario no tendría historia. Tanto desde el punto de vista individual, como social y cultural, la ecuación antes que
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un efecto o un producto definitivo e inmutable es un proceso dinámico que tiene un gran poder de expansión y de crecimiento. La educación como realidad Podemos llegar a sostener la posibilidad de definirla, sin limitaciones, como mucho más que una acción, como una realidad, para cada hombre y para la comunidad. Con ella nos enfrentamos diariamente, por ella somos, en gran parte, lo que somos. Hay educación en el afán de la madre para enseñar a caminar, a hablar, a comer a su hijo pequeño. La hay en la presencia sutil de la sociedad que, sin sentirlo, nos impregna de sus usos, sus costumbres y sus normas convencionales. Toda nuestra vida es el fruto de un permanente contacto de nuestra subjetividad con las influencias exteriores que rechazamos, aceptamos o transformamos, pero que nunca están ausentes, sino muy presentes y en forma concreta y real. La educación es una realidad en la vida de las comunidades. Definiendo a lo real como lo inserto en el espacio y en el tiempo; lo que esta en el espacio y se desenvuelve en el tiempo. De que la educación se desenvuelve en el tiempo no hay ninguna duda, puesto que tiene historia; esta dotada de temporalidad y condenada a sufrir, en su estructura y en su forma, la evolución que sufren las culturas en las diversas épocas. Está también en el espacio, porque la vida de cada pueblo se desarrolla dentro de un ámbito físico. La intención Educativa Podemos distinguir otras formas posibles de aquella, no desde la dirección que sigue el proceso correspondiente, sino a partir de la intención que lo guía, apoyándonos en el hecho de que la influencia educativa puede ejercerse con o sin intención, consciente o inconscientemente. Pudiendo ser : a) Cósmica: a la influencia de los factores, fenómenos y elementos del mundo (cosmos) en su más amplio sentido que inciden sobre el hombre y lo configuran. Esta educación es inconsciente (no se propone deliberadamente educar); Asistemática: (sin sistema ni orden) ametódica (no tiene procedimientos predeterminados), natural, espontánea y refleja. Todo ambiente, natural y social, cumple una función educativa que se involucra en la educación cósmica. b) La educación sistemática es una forma más restringida que la anterior. Se imparte en la escuela, entendiendo que esta supone una relación voluntaria entre alguien que educa y alguien que es educado. Se caracteriza por el definido propósito de educar o de ser educado y es por lo tanto, consciente o intencional, metódica y artificial. Teniendo en cuenta el vínculo entre las dos podemos insistir en el mismo desde dos ángulos: el individual y el social. a) individualmente, esto es, en el desarrollo de la existencia, la educación cósmica es anterior a la sistemática, pues antes de sufrir la influencia metódica de ésta, sufrimos otras influencias que nos dotan de destrezas intelectuales y sociales, y de normas morales. b) Socialmente, ha sucedido lo mismo, pues en la historia de la humanidad la primera escuela del hombre fue la comunidad, hasta que hizo su aparición la escuela propiamente dicha. Otra relación: la educación sistemática depende de la cósmica, que le proporciona elementos para cumplirse. La escuela juega el papel de condensadora y de seleccionadora de las influencias difusas del ambiente. Un concepto general de la educación
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Todo lo anterior tomado separadamente, no muestra mas que aspectos parciales o incompletos del complejo fenómeno educacional. La idea es tener una visión sintética de todo lo expuesto precedentemente, a saber: La educación es la formación del hombre por medio de una influencia exterior consciente o inconsciente (heteroeducación), o por un estimulo, que si bien proviene de algo que no es el individuo mismo, suscita en él una voluntad de desarrollo autónomo conforme a su propia ley (autoeducación) Abarcando de esta forma al fenómeno de la educación en sus diversos rasgos. Primero lo hace por su fin mas general (formación del hombre); en segundo término, nos pone en contacto con el carácter de influencia que le es propio en tanto heteroeducación consciente (educación sistemática) o inconsciente (educación cósmica); en tercer lugar comprende el sentido de la educación como desarrollo autónomo (autoeducación) pero sin dejar de reconocer que ese desarrollo no puede cumplirse sin el apoyo de un estimulo externo. Hay una idea restringida que evita el riesgo de que la educación sea o pueda ser cualquier cosas de las que el hombre hace, para convertirla en un proceso de sólida fundamentación científica. Modos de llegar al concepto restringido de la educación A la idea restringida de la educación puede llegarse por dos caminos: 1) el primero, a partir del concepto de la educación como actividad intencional (educación sistemática). 2) el segundo, teniendo en cuenta el proceso educativo general, y haciendo de la educación (en sentido estricto) uno de los momentos precisos de ese proceso. 1) La educación como actividad intencional Desde el punto de la intención, dijimos que la forma sistemática es mas restringida, menos extensa que la cósmica; que es posterior a ella y de ella depende. Pudiéndose afirma entonces que la educación bajo su forma consciente es una actividad intencional que, como tal, cumple con el propósito definido de formar a otros o de formarse a uno mismo. Desde este punto de vista requiere la presencia del educador (ser formado) y del educando (ser no formado o inmaduro), que entran en relación viva y concreta: acto educativo o pedagógico. En la heteroeducación los dos términos del acto son diferentes; en la autoeducación, es el mismo individuo quien se convierte en el educador de si mismo. En función de la heteroeducación dos pedagogos han expresado este concepto restringido de la educación como acción voluntaria: “influencia consciente sobre el hombre dúctil e inculto con el propósito de formarlo” (Jonas Cohn); “actividad planeada mediante la cual los adultos tratan de formar la vida anímica de los seres en desarrollo” (Wilhelm Dilthey) 2) Momentos del proceso educativo general Considerar la idea de la educación dentro del proceso educativo general como uno de sus momentos o aspectos. Llamamos pues proceso educativo general al conjunto de influencias que se ejercen sobre el ser para configurarlo, no solo desde el punto de vista espiritual y social, sino también biológico. Entendido así no solo alcanza al hombre, sino también al animal (domesticación-adiestramiento). El proceso educativo se cumple en etapas. Se inicia con la crianza, sigue con el adiestramiento, continua con la instrucción y la educación, para culminar con la autoeducación. La crianza es una conducción que se mantiene en el plano biológico y cuyo fin es asegurar la subsistencia orgánica del ser. (Alimentación, cuidado, abrigo) El adiestramiento es un paso mas adelante. Busca la constitución de hábitos, de mecanismos que permitan al individuo adaptarse y reaccionar adecuadamente frente a situaciones exteriores y que le son imprescindibles para la feliz realización de su vida natural y social.
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Recién con la instrucción entramos en la esfera propiamente humana, para hacer posible la educación y la autoeducación. En el acto educativo concreto pueden darse simultáneamente sobre todo la instrucción y la educación. La instrucción Saúl Taborda ha escrito que la “instrucción es un concepto que alude al momento en que la relación educación-educador se supedita a un bien objetivado” (si se piensa en el mecanismo de instrucción). Para comunicar un contenido instructivo (materia tema de estudio) lo primero es no deformarlo sino respetar la forma y el fondo que le son propios. Igualmente la aprehensión supone que el contenido debe captarse tal cual es. Quien así no lo haga merecerá una reprobación. Es claro entonces que tanto el profesor como el alumno están, en la instrucción, supeditados a la ley del bien objetivo que el primero transmite o enseña y el segundo aprehende o aprende. Los dos momentos de la instrucción, transmisión o enseñanza y aprehensión o aprendizaje, afecta sólo a la capacidad intelectual de quienes participan del acto instructivo. No hay relación directa entre maestro y alumno, sino indirecta, a través del bien objetivado que se transmite o se aprende. Sin embargo la transmisión de un contenido educativo puede tener proyecciones que trasciendan lo meramente intelectual, y “educar” además de “instruir”. La educación en el proceso educativo En la instrucción no hay contacto directo de hombre a hombre, sino un vínculo externo entre maestro y alumno, subordinándose ambos a la ley del bien cultural o materia de estudio a transmitir o a aprender. Contacto meramente intelectual y mediato en el que la dirección del proceso esta determinada por la estructura del contenido. La educación va mucho más allá. No puede prescindir de la instrucción, ni del bien objetivo, pero apunta al valor que tras de ese bien se oculta. No se fija exclusivamente en la ley del contenido a transmitir sino en las capacidades y disposiciones que el alumno tiene para aprehender o realizarlo. Hay una relación directa de hombre a hombre, en la cual la influencia del educador parte del educando, entra en contacto con él y lo eleva a la pesca del valor que todo bien cultural encierra. Desde este punto de vista es una “conducción espiritual”. La educación mas que el intelecto apunta a la personalidad total del educando, y para ello se vale de una influencia intencional y metódica que se centra sobre el educando, y que hace del contenido a transmitir un medio para el desarrollo de las potencias del ser inmaduro. Taborda sostiene: “hacer deliberado y querido, regido por un pensamiento especifico y propio que se propone formar y fomentar a un ser humano de acuerdo a sus posibilidades valiosas”. Educación, Formación y Autoeducación
Por encima de la educación en el proceso educativo general se ubica la autoeducación (voluntad autónoma de formación). Pero entre ambos (educación y autoeducación) se filtra otro termino, el de formación. Parece afectar por igual al significado de la educación y al de autoeducación ya que participa de la educación porque cuando ésta es autentica debe culminar en formación o configuración personal del ser, en el desarrollo de su forma propia pero en tanto esa forma propia tamiza todo lo que pasa a su través y le impone su ley, ya no puede hablarse estrictamente sino de autoeducación. Vista como uno de los momentos del proceso educativo general la educación se limita a ser una actividad consciente que se cumple mediante una autentica conducción espiritual; a un sistema que posee su sentido y sus normas distintas del meramente instructivo. Se define por el propósito de elevar al hombre a partir de sus posibilidades, para dejarlo en los umbrales de la autonomía. René Hubert sostiene: “ es una tutela que tiene por objeto conducir al ser hasta el punto en que no tenga ya necesidad de tutela” expresando la unidad, la continuidad, y la intención del proceso que nos interesa comprender. La educación apunta a la formación. Esta es desarrollo de la forma individual que se apropia de los elementos que la escuela o el mundo le
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proporcionan para darles su sello peculiar. Con ello la educación se ha convertido en autoeducación.
Capitulo IX Los Fines de la educación Origen del Problema Teleológico Debe suponerse que, desde sus orígenes, la educación ha tenido objetivos, y que el teleológico (del griego telos: fin) es un problema nacido con aquella. Sin embargo hubo un momento crucial en la historia de la educación y de la pedagogía, en el cual el tema de los objetivos educacionales entro en crisis, centrándose el debate no en torno al tipo de fines que convenía realizar sino sobre si debían o no reconocerse fines educativos. La crisis surgió de la actitud negativa, es decir de la teoría que afirmo que los fines no podían ser impuestos desde arriba. Forma adoptada por el naturalismo individualista de Rousseau, sosteniendo que no hay mas fin que el desarrollo de las disposiciones naturales del sujeto, rechazando así todo objeto trascendente o exterior a ese sujeto, que hasta él se había sostenido como indiscutible. El problema teleológico aparece cuando la finalidad educativa se convierte en el campo de combate de las más diversas posiciones que lo afirman o lo niegan en misma raíz. Importancia de los fines para la teoría y la practica de la educación El problema de los fines de la educación, de sus caracteres, de sus tipos, constituye uno de los tópicos mas importantes y más complejos de la teoría pedagógica en general, y de la filosofía de la educación, en particular. La solución tiene un valor fundamental para la practica de la educación, la practica definirá si la consecución de este o de aquel objetivo es o no posible. El educar no puede permanecer indiferente porque es él quien debe realizarlos. Los fines y la legitimidad de la acción educadora La legitimidad de la intervención del educador (ser formado) sobre el educando (ser inmaduro o en formación), esto es, el derecho a intervenir en el desarrollo espiritual y físico de otro hombre, procede, por un lado, de la necesidad que éste tiene de ser educado, de su aspiración a perfeccionarse cada vez mas; y, por otro, de los fines que con esa intervención se persiguen. En este caso, los fines de la acción educadora justifican su ejercicio, motivado por el afán de ayudar a un semejante en su propio desenvolvimiento. Surge así la importancia que tiene que la labor del educador se haga conforme a objetivos o metas. Los fines y la unidad de la acción educadora La idea clara de los objetivos no sirve sólo para que el educador se sienta con derechos a intervenir en la formación de otros hombres, sino que también le servirá para ordenar su trabajo evitando que el mismo apenas sea una serie de etapas sin cohesión ni continuidad. El objetivo que intentan realizar es el hilo que une las diversas etapas que deben recorrerse. Los objetivos y finalidades se convierten en principios para la acción, pues según sea el fin trazado será la manera de actuar y los medios a que se apele para cumplirlo. Los fines de la educación hacen las veces de reguladores de la acción educadora sistematizada, le prestan conexión entre sus diversos sectores y etapas, le dan, en suma, sentido y dirección. El educador podría definirse como un mediador entre el ser no formado y los fines a los cuales debe conducirlo siendo estos de suma importancia en la teoría y en la practica pedagógicas.
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Condicionalidad de los fines educativos Los fines de la educación dependen de muchas circunstancias y factores que escapan al limitado ámbito escolar. No pueden establecerse según los intereses individuales del educador o del pedagogo, y haciendo caso omiso de consideraciones de otro tipo. Podríamos hacerlo si no perteneciéramos a una determinada época, cultura, etc. Como individuos sufrimos múltiples influencias, a veces contradictorias, influencias de las que no podemos evadirnos ni como educadores ni como educandos, y que mucho menos puede olvidar la escuela como organismo al servicio de una cultura, de una tradición histórica, de una organización política y social. El establecimiento de los objetivos de la acción educadora solo puede hacerse teniendo en cuenta ciertas circunstancias históricas y culturales, y de la vida propia del momento en que se establecen esos objetivos. Hay algunos factores que se destacan por su evidencia: a) factores filosóficos, b) sociales y culturales, c) políticos y prácticos o utilitarios. a) Factores Filosóficos Inciden en la medida en que la Filosofía proporciona una concepción unitaria del mundo y de la vida. Esta concepción no puede desprenderse del tiempo en que se constituye, pero aspira a ser universal, uniendo elementos aislados en un todo sistematico. Las grandes doctrinas filosóficas serán siempre especies de brujulas para orientar a pedagogos y educadores en la búsqueda de los fines de la educación. La construcción de una doctrina general del hombre es fundamental para toda practica y toda acción pedagogica ya que el hombre constituye el objeto y el sujeto de la educación; y para el establecimiento de los objetivos de la tarea formativa que no podra ejecutarse sin una profunda reflexion sobre el destino y las posibilidades humanas. b) Factores sociales y culturales Lo social no esta hecho únicamente de personas sino también de principios profesados igualmente por todos los integrantes de la comunidad: morales, religiosos, políticos, etc. Y deben necesariamente ser tenidos en cuenta al trazar los fines de la educación. Prescindir de las necesidades y de las posibilidades de la sociedad a que pertenecemos o de su cultura, y pretender delinear los objetivos de la educación a expensas de ese olvido, seria construir un coloso con pies de barro, sin ningún asidero real. c) Factores Políticos Al decir que los hombres son seres concretos que viven en una concreta circunstancia histórica y social, pertenecen también a una determinada organización jurídica y política. Por ser social, el hombre es asimismo un ente político, que crea y sostiene un determinado sistema juridico que regula la convivencia con sus semejantes. Ese sistema, ese ordenamiento político, juega un papel primordial en los objetivos que cada país asigna a sus escuelas. Si la educación pretende inculcar en las generaciones jóvenes las formas de vida propias de una determinada comunidad, también inculcara la forma política. Democracias: busquen formar al hombre democrático. d) Factores Prácticos y Utilitarios La educación debe rendir un beneficio concreto tanto a la comunidad (mediante la preparación de hombres que actúen en su favor en los mas diversos sectores de la actividad social) como al individuo (desarrollando aquellas aptitudes que le permitirán desenvolverse holgadamente en la vida, no solo en su aspecto espiritual, sino material). Constituyen otras de las tantas fuerzas que inciden en la formulación de los fines educativos, incidencia cada vez más poderosa. e) Factores Individuales
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La formulación de los objetivos pedagógicos depende del momento temporal y del lugar del espacio en que el hombre vive como miembro de una sociedad o como participe de un ideal de vida típico de una época. A esos dos determinantes se una un tercero: el individuo que se educa, con sus posibilidades y sus disposiciones. Requiriendo los aportes de las ciencias de la educación que le proporcionaran una noción precisa de la índole biológica y psicológica del educando. Tampoco puede relegarse la naturaleza del individuo al cual se aplican o en el cual pretenden realizarse los fines, y de cuya estructura únicamente puede rendir cuenta la investigación científica sobre el sujeto de la educación.
¿Puede superarse la condicionalidad? Al decir de Jonas Cohn, la educación está en el centro del conflicto entre las dos comunidades (la real y la ideal) y su problema es saber para cual de ellas formara al educando. Cohn cree que para “las comunidades culturales históricas a que pertenecerá, pero desarrollando en él el amor hacia la existente”. Él fracasa en su pretendida formulación de un “fin general”, valido para todos los hombres, pues es la historia, y nada mas que la historia, la que produce los fines concretos de la educación. Nadie puede discutir que la educación se propone formar al hombre, pero la cosa se complica cuando se trata de establecer que tipo de hombre debe formarse. El acaecer histórico impone la diversificación de los fines, y provee de contenidos a los esquemas formales, que al llenarse de contenido dejan de ser meras formas para convertirse en fuerzas incitadoras de la acción pedagógica. La historia de la educación es uno de los principales instrumentos para la sistematización de los diversos fines y ayudara a la tarea de elegir los objetivos que corresponden a nuestro tiempo. Fines educativos y ciencia de la educación El enfoque integral de los factores condicionantes obliga a conectar la teleología educativa con los limites de la educación buscando el ya mencionado apoyo de las ciencias pedagógicas que determinaran los niveles de madurez biopsiquica y el grado de desarrollo de la sociabilidad del educando antes de iniciar sobre él el trabajo formativo que requiera su individualidad. La teleología educativa es tema de la filosofía de la educación. La solución de los extremos La mera comprobación de los límites históricos e individuales no dará al educador toda la respuesta que exige. Algunos pretenden apelar a las soluciones extremas del finalismo y del antifinalismo. El finalismo es, (Montavini) la actitud “que postula una educación que mira más allá del desarrollo natural y no considera la naturaleza del niño como la suprema ley educativa”. El antifinalismo que se caracteriza por no investigar ni determinar previamente ningún fin educativo y por identificar a éste con el desarrollo del sujeto. Lo importante es el valor que esas posiciones pueden tener para la determinación de los objetivos que la educación debe llenar. Mas que de finalismo y de antifinalismo, corresponde hablar de trascendentalismo y de inmanentismo. Pluralidad de los Fines Educativos El conflicto de las posiciones opuestas surge del afán por establecer un fin educativo único e indiscutible. Atendiendo a la realidad diversa de la educación, a sus distintos momentos y sectores reconocemos la convivencia de varios objetivos, según sea el punto de vista que se adopte, donde se apliquen, el momento en que se cumplen, etc.; tampoco debemos creer que la suma de los fines dará un fin general y universal, sino simplemente entender que esos fines parciales son etapas en el cumplimiento del proceso pedagógico integral.
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Clasificación de los objetivos de la labor educadora Derivada de la pluralidad de objetivos educativos dentro del proceso correspondiente se hace necesario agruparlos y jerarquizarlos según determinados criterios. De acuerdo a la validez y alcance: 1) fines generales, es decir, válidos para todos los hombres, 2) fines particulares, a válidos para un grupo de hombres, individuo o un momento o sector de la educación. De acuerdo a la relación con el educando (sujeto de la educación): 1) fines trascendentales, exteriores al sujeto, supraindividuales; 2) fines inmanentes, identificados con el desarrollo de las disposiciones individuales o que no salen del ámbito de la experiencia particular de un sujeto o de un grupo humano. Acoplando las dos clasificaciones expuestas se obtiene: 1) Fines generales transcendentes: la formación cultural universal, el ideal de humanidad, etc. 2) Fines generales inmanentes: el desarrollo de las disposiciones innatas comunes a todos los hombres (Rousseau) y su idea de que la naturaleza humana es idéntica en todos los hombres debiendo la educación limitarse a desenvolverla. 3) Fines particulares trascendentales: la trasmisión y la aprehensión consiguiente de determinados valores y de ciertos bienes culturales. El caso de la educación especializada o profesional. Los fines educativos que impone cada grupo humano en particular. 4) Fines particulares inmanentes: el despliegue de una determinada disposición del individuo (inclinación vocacional, aptitud profesional, etc.). Los fines generales de la educación Son los grandes ideales cuya formulación se hace siempre en un plano teórico, y que se refieren a las metas últimas de educación. Este propósito no llega a cumplirse sin contradicción. La incidencia de tantos factores y la naturaleza misma de la educación que trabaja con fines diversos, hacen imposible trazar un fin único y universal. Cuando se consigue es meramente formal y podrá ser tenido en cuenta en todo momento por el educador. Dependerá del pensador el fin general que proponga, según el factor determinante que tenga en cuenta, y de la concepción del mundo y de la vida y del hombre que profese. Sostener el fin de “la formación del hombre” y de su personalidad, dependerá de que se entienda por “persona humana” y cual es el tipo de hombre a formar. Basta este ejemplo para comprobar cómo los fines generales no son más que categorías abstractas. Jhon Dewey dirá, que la idea de que “el fin de la educación es capacitar a los individuos para continuar su educación, o sea que el objeto y la recompensa del aprender es la capacidad continuada para el desarrollo”…”no puede aplicarse a todos los miembros de una sociedad, excepto cuando el intercambio de unos hombres con otros sea realmente mutuo y cuando se hayan adoptado las medidas adecuadas para la construcción de los hábitos e instituciones sociales por medio de una amplia estimulación que surge de intereses equitativos distribuidos esto es, en una sociedad democrática”. Jerarquización de los fines educativos generales No debe hablarse de “fin” sino de “fines” o de objetivos de la educación. El educador debe de tener conciencia de que también en el terreno de lo general hay múltiples finalidades y que para que tengan sentido deben tener en cuenta la realidad sobre la cual trabaja, y constituir una síntesis de las exigencias que proceden de la naturaleza individual del educando, con los elementos objetivos y supraindividuales que ayudaran a desarrollar esa naturaleza. Le es preciso no solo clasificar los fines sino además jerarquizarlos haciendo posible un acercamiento efectivo a los grandes ideales de la educación.
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El pedagogo francés René Hubert (Tratado de Pedagogía General) propone basándose en un concepción genética integral del hombre, combinada con un humanismo y un espiritualismo filosóficos, el siguiente orden de los principios y de los fines educativos: 1) Maduración especifica: “el primer principio de la educación es ayudar al ser a realizar en él, sobre el plano biológico, el tipo de su especie, es decir, asegurar la posesión de un organismo adaptado a todas las tareas que de él se esperan” 2) Socialización y profesionalización: “El segundo principio de la educación es ayudar al ser a realizarse en él, sobre el plano concreto de las técnicas de la acción y de los hábitos, el tipo social del medio en el que esta llamado a vivir. La socialización implica la profesionalización que la complemente”. 3) Civilización (o culturalización): “El tercer principio de la educación es ayudar al ser a descubrir los valores propiamente humanos incluidos en los bienes culturales de toda especie, en posesión de los cuales ha sido puesto”. 4) Individualización: “ El cuarto principio de la educación es ayudar al ser a reconocerse, a reencontrarse, a través de los distintos procesos de maduración biológica, de socialización, y de culturalización, esto es, a descubrir el centro de perspectiva sobre una existencia que es la suya, expresando su esfuerzo de voluntad para absorberlos y dominarlos”. 5) Espiritualización (o personalización): “síntesis de lo corporal, lo social y lo cultural, por una parte, y de lo individual, por otra, sobre el plano de los valores que corresponden a las leyes fundamentales del espíritu mismo. Realización de si mismos. Todos estos principios siguen los estadios del desenvolvimiento del educando en todos sus aspectos, sin descuidar su ubicación social y profesional, ni los valores supraindividuales que la educación debe despertar en él. Concepción genética resultante de la aplicación del criterio evolutivo. Fines Totales y Fines Parciales Son objetivos concretos que valen o rigen para un determinado momento del proceso didáctico y escolar, para un determinado contenido educativo o instructivo. Los fines particulares de la educación pueden establecerse entre otros según los siguientes puntos de vista: 1) la edad de los educandos y el ciclo escolar al cual concurran; 2) los contenidos educativos que se trasmiten o las actividades que se realizan; 3) la comunidad educativa o la institución que los impone; 4) la naturaleza peculiar y las disposiciones de cada uno de los sujetos con que trabaja la educación sistemática. De los puntos de vista 2 y 4 se pueden agregar que: Cada contenido instructivo o cada actividad formativa que se transmite o se cumple en la escuela, tiene finalidades específicas. En cada una de las asignaturas o de las actividades que integran un plan de estudios, se realizan objetivos precisos que además se alcanzan con métodos diferentes. Asi “la enseñanza de la geografía”, “la enseñanza de la lectura” son objetivos que se obtienen cuando el alumno ha aprendido a leer por ejemplo. En lo que se refiere a los objetivos particulares de la educación, según la naturaleza y las disposiciones del sujeto individual que se educa, aquellos no son otros que el desarrollo de propensiones manifiestas en ese individuo, hacia un determinado sector de la ciencia o el arte. Los fines particulares se integran a los generales y todos juntos deben constituir un sistema armónico.
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