EL ORDEN Y LOS JUEGOS El positivismo lógico cuestionado.
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Traducción: Julio Ardites Gray - Margarita N. Mizraji Director: Dr. Enrique Kozicki Consejo Editorial: Dr. Ricardo Entelman Dr. Enrique Eduardo Marí Dr. Jorge Fukelman Dr. Amoldo Siperman Título original francés: '.' L' ordre et les jeux" Dominique Lecourt
Diseño de tapa: Gustavo Valdés
© 1981 Editions Grasset et Fasquelle © 1984 by Ediciones de la Flor Anchoris 27, 1280 Buenos Aires Queda hecho el de�ósito que dispone la ley 11. 723 Impreso en la Argentina Printed in Arqentina ISBN 950 515 901 3
A la memoria de Robert Kahn
ADVERTENCIA
AGRADECIMIENTOS
El presente texto es un análisis crítico de la constitución, las contradicciones, los cambios y los cuestíonamientos de una de las doctrinas filosóficas ("el positivismo lógico") dominante en nuestro tiempo. No presentar la masa de docu· mentos sobre los cuales se apoya este análisis hubiese debili truio singularmente la ai:gumentación, dado que muchos de ellos son de difícil acceso y varios siguen inéditos en nuestro idioma*. Pero para no entorpecer excesivamente la lectura de los no especialistas, esta documentación se expone por separadQ en las notas, que rnsultan por esta razón �uy numerosas y a veces muy largas, sobre todo en el pruner capítulo, de carácter esencialmente informativo. Al final de la obra se encuentran dichas notas y documen tos, clasificados por capítulo.
Este trabajo que prolonga, completa y rectifica en puntos esenciales UM cantidad de ensayos publicados en estos últi mos diez años, no se hubiera publicado, debo decirlo, sin la confianza y la amistad constantes de Georges Canguilhem. bajo cuya dirección dí mis primeros pasos no hace mucho tiempo, y de Fran¡¡¡ois Dogognet quien de inmediato acogió sin reservas mi tema de tesis y luego no cesó de alentarme para que la terminara. Sé también que tod(W(a seria un proyecto si no hubiese sido por el inestimable apoyo de Madeleine Barthélemy-Maudale y el cálido_ estímúlo de Ber nard Rousset Y. Víctor Goldschmidt, profesores en la Uni versidad de Picardía. Sin duda no hubiese adquirido ia forma que he creldo conveniente darle sin las frecuentes conversaciones que pude tener con Louis Althusser mientras lo redactaba. También debo agradecer a mí -amigo Allan Janik; cuyos lnagotablet< conocimientos acerca de Wittgen& tein me tomé la libertad de aprovechar. Agradezco también a Enrique Eduardo Marí, de la Universidad de Buenos Aires, por, ia abundante correspondencia que me dirigiera y que me aclaró mucho sobre la historia del positivismo lógica Las repetidas invitaciones del departamento de Matemáticas de la Universidad Nacional Autónoma de México me permitieron tomar conocimiento de los trabajos sobre historia de ia mate mática y de la lógica que allí realizall Santiago Ramírez Ca& taneda y sus colaboradores. Tampoco he olvidado, al redactar este te:ctt>, las apasionantes discusiones que tuue el privilegio de sostener en la Univel'Sidad de Boston con Roóert S. Cohen, Marx W. Wartofsky y John Stache( así como en 9
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también válida mspecl:o de la lengua
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Haroard con el equipo de Euerett Mendelsohn y luego, este mismo año, en el Departamento de Filosofía de la Universi dad de Helsink� en una sesión con la participacifm de G. H uon Wright y L Niiniluoto, en la cual intentamos hacer epis temología comparada. Agradezco a la señora Volaine y al señor Lambert por haberse encargado de la parte material del manuscrito. El señor Slubicki tuuo la gentileza de realizar una fastidiosa relectura. Expreso en fin mi gratitud a todos aquellos que han estado permanentemente a mi lado y que me apoyan desde hace años en mi trabajo. No tengo necesidad de nombrarlos para que sepan que les estoy agradecido.
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"Toute question philosophique est de la forme: je ne sais plus oü j'en suis" Ludwig Wittgenstein
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EL ORDEN Y LOS JUEGOS
PREFACIO
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l. En agosto de 197 4, es decir hace ya diez años, Dominique Lecourt publica en Grasset, Bachelard, Le jour et la nuit, donde integra, extiende y adecua en parte los análisis que sobre este científico y filósofo -1;ucesor de Abe! Rey en la cátedra de historia y filosofía de las ciencias de la Facultad de Letras de Sorbona- había hecho tiempo antes en Para una cr(tica de la epistemología. Otros precedentes del interés de Lecourt por Bachelard lo daban su memória universitaria editada en Vrin (1969) como Epistemologiá histórica de Gas ton Bachelard y la compilación de algunos de sus textos en Epistemolog(a (Presses Universitaires de France, 1971, guia da la selección por el criterio de marcar cada una de las etapas de estudio de Bachelard en relación directa con los progresos contemporáneos de la física y la química. Para un pensador .como Lecourt, formado en el clima de las reflexiones teóricas de la Escuela Normal Superior de la calle Ulm, la tarea de definir y precisar una lectura· materia li sta de la extensa obra de Bachelard, debió, sin duda, pa recerle urgente, apremiante. Se comprenden los motivos de ésta urgencia si se los visualiza desde la peculiar caracte rística que en la pasada década exhibía el pensamiento francés. Para entender mejor el sentido de las polémicas de ese momento, retrotraigamos brevemente la historia a co mienzos del siglo. Dos corrientes monopolizaban entonces el dominio. de la filosofía: el positivismo comteano con su 11,
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cénit en .el XIX, y formas renovadas del espiritualismo. Por un lado, los herederos de Comte perseveraban en la defensa del núcleo esencial de las ideas cuyo carácter prioritario había sido expresamente reivindicado en el Curso de filosof(a posi tiva por su "Advertencia del Autor" (frente a Saint Simon; y quizá a Turgot o Burdin) dando el argumento y testimonio de haberlas adelantado en las dos ediciones de 1822 y 1824 del Opúsculo Fundamental. Comte vivía, en efecto, y sentía el producto de su extenso trabajo personal -para lo cual, caso único quizá en la historia, prescindió durante años de toda lectura que pudiera influenciarlo- como algo importan te, un novum, como si hubiese abierto al mundo la puerta a una verdad desconocida hasta entonces: la ley de los tres esta dios, cuadro de la historia del espíritu humano, fresco del desenvolvimiento de la civilización en una marcha del saber que se extiende continua desde las más primitivas formas religiosas a las ciencias positivas modernas, ya expurgada en el proceso intermedio la metafísica. Se trata de una ley de la evolución "natural", es decir de algo que . reemplaza la expli cación por. causas primeras o finales y principios inmateriales, con la explicación por leyes, en una operación que va más allá de la Enciclopedia y el prepositivismo de los Ideólogos con base en la mecánica de Laplace y de Lagrange y contando con un auditorio que nuclea figuras como Alexander von Humboldt, Binet, Poinsot y · Esquirol. Ley natural que, a su vez, se articula con una clasificación positiva y jerárquica de las ciencias que culminan con la "física social", descarta a Dios y al alma y conforme a la biología de Blainville, positi viza también la moral y la política, en la esfera dé las ciencias del hombre. El otro lado de la escena, la del adversario, se define con dos palabras: el bergsonismo no le bastaba a Francia. Así, como complemento opositor al positivismo, perpetuando en un siglo la querella de Royer-Collard contra el sensualismo de Condillac y reavivando en cierto sentido las diferencias de Comte con Meyerson, se erige con el nombre de "filosofía ,',l' · · del espíritu" una metafísica que resguarda los valores, los glorifica, pontifica sobre la libertad y la creación espiritual, ¡,,:, .gana espacio académico y adquiere casi ribetes de oficial con · Louis Lavelle y su "dialéctica del eterno presente". 10J:--, ,i._ Filosofías de entre-guerras, polémicas de entre-guerras, ya _,,i, T:11J que después de la segunda. conflagración mundial, positivis mo y espiritualismo languidecían (por no mencionar su pro' J.ill"' h . s:.,1 12 1;
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pía extinción, conocido como es que "la muerte" de la filo. soía, o de sus tendencias, a pesar de la poca cautela de Popper, en su Autobiografía, suele ser más bien un fenóme· no clínico y coyuntural de catalepsia). Los nombres de Littré y de Pierre Lafitte se recordaban escasamente, casi nadie leía los libros del tardío Maine de Birán, Royer-Collard, Lavelle o René Le Serme. Entre los 60 y los 70, Francia parecía radicalmente revolu ,;� /,! 1n cionada en sus discursos. El eje de los debates, el orden de las polémicas -producida ya, por otro lado, la rompiente de la primera ola de Sartre- había rotado por completo hasta el punto de crearse úna atmósfera y un ambiente intelectual in· sospechados e irreconocibles a la luz de un cuarto de siglo atrás. Estructuralismo, marxismo, lingüística, psicoanálisis, proponen y proaucen diversos aiustes ae cuenta contra los mas vanaaos SÜJétos;· elsí.tjeto constituyente, el sujeto totali iaaor;--.iI Sujeto·s delleiigi,aje, ef cartesiano; en el foiido un . :,,·,,;·/ s - IlllS!llO y ún1co u}efo-;ersiijefo-Tíbre·.-¿Quí,-]a causalidad natural y la causalidad.por la libertad fuesen producidas por un mismo sujeto?, ¿que el entendimiento fuese el privilegio constitutivo de un sujeto racional cuyos actos resulten con formes a las leyes naturales determinantes de la conexión causal y legalidad de los fenómenos?, ¿que junto a ese sujeto exista otro sujeto insumiso a.las condiciones de sensibilidad y determinación de estos fenómenos, o sea de acciones morales, libre?, no son ya, como antaño, preguntas trascendentales que, en las playas de la filosofía, pudieran aguardar de esé sujeto la garantía y la cobertura para los fundamentos del conocimiento, en términos de la verdad. ! ¿Que la historia fuese ahora el producto de una totaliza / ción práctica? Se reconocerá el esfuerzo del último Sartre · (el de la Crítica de la Razón Dialéctica) en articular el pasaje de su filosofía existencial a una antropología de· la praxis, reunciando a las nociones subjetivas de proyecto, temporali- . dad, comprensión, situación, historicidad, etc., pero se con-\ denará como reposición su remisión a un agente totalizador,¡ sujeto no perteneciente a una estructura cualquiera por estar j · en el principio de todas. _; ¿Que el hombre piense y no sea pensado, que hable y no sea hablado? La misma candena. para un sujeto hablante-pen sado fuera del campo organizado de la palabra, para un sujeto ingeniero (y no bricoleur) capaz de construir la totalidad de su lenguaje, su vocabulario, y las reglas formales de la sintaxis. 13
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'¡ ¿ Que el hombre advenga a lo humano por entrar conciente, mente en la relación simbólica según el modelo transparente . 1 del cogito cartesiano?, pura ilusión que invierte el verdadero · primado de lo simbólico, correlato del inconsciente con su \"lógica de la falta" y del deseo que se convierte en lenguaje. De lo que se trata es de �!'�<;
fesor de-cl.eridasdedicaéfo a la física-matémática-y la qÚ.íÍnica C!'_re'!!2Qiáneas--;-ajeiio sino hostil aI'ríiiimsmo y.al materia lismo, un hombre t1pico de los medios académicos de Dijon y de París, abstraído pues de las luchas políticas de la época y, .para colmo, digamos al p.asar, imbricado en una doble vertien te, epistemología y poesía, producto espúreo y la más censu rable mezcla según Carnap, Reichenbach y otros representan tes de la filosofía de la ciencia que alternativamente se desa-
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rrollaba en el mundo anglosajón, y que Lecourt habrá de pre sentamos en este libro. Lo típico de esta coyuntura era la pérdida de las ilusiones sobre cierto racionalismo optimista, retoño de las Luces, que postulaba la continuidad y desarróllo progresivo de la historia y la razón, y cuyos destellos más legítimos estallaron con la derrota del oscurantismo y las experiencias del nazismo irra cional. Nuevos acontecimientos, algunos internacionales pro pios de la política de guerra fría, otros locales como el fraca so de mayo de 1968, eran la envoltura de la decepción. Y, en lo tecnológico, una sospecha se extendía sobre los treinta años que conmovieron la física: si en sus teorías y en sus prácticas los científicos podían pÍÓduérr profocolos de 'fuli dació_!! y_ara su iiietooologla;-como coritrapartUla, un efécto de estructura, mas que fallas morales subjetivas, les impedía ya·aesde-er iiiferíor"'íi:iismó. ae·-siis-"camaras de burbuJas"' 1dentíflcar (ademas de laü:?ai'fi'culaslprotocoíos·racionales de y homicida de esas partículas control contra··• el uso - ominoso ------
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En esta peculiar coyuntura, una nueva generación de filó.. sofos que investigaban en la Escuela de la calle UlµI, se asig nó la tarea de renovar la teoría marxista respecto de la inter pretación hegeliana clásica y los residuos positivistas y evolu cionistas. Louis Althusser juega todo el honor de esta empre sa a la refirmación del carácter científico de la obra funda mental de Marx, El Capital, y bajo el rótulo del "antihuma nismo teórico" y con la noción de "Proceso sin sujeto ni fin (es)" -del registro de las filosofías de la sujeción del sujeto, que aplica en su crítica a Lewis-- enfrenta, con la virulencia pro¡',ia de lo original, la corriente dominante en las institucio nes representada por el humanismo teóricamente tradicional y neohegeliano de Roger Garaudy . Que en el curso de esos años, entonces, algunas de las cate gorías más resonantes del portafolio de Bachelard, como la célebre ruptura epistemológica ( convertida en "coupure") fuese incorporada (y ciertamente difundida) por el ,autor de Lire Le Capital, no puede sorprender pese a las divergencias de áreas en que se desenvolvían los respectivos trabajos. Por que con ella encuentra la forma teórica adecuada para fundam¡,ntar su polémica tesis sobre la ruptura, las distancias, por un lado, entre el carácter científico de esa obra y la dialéctica hegeliana y, por otro, la no continuidad entre el así llamado Marx maduro y el de los Manuscritos económico-filosóficos
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de 1845 (Apropiación que Althusser considerará luego en Eléments d'auto-eritique, racionalista-especulativa en el inte rior de su excesivo teoricismo, pero sin abandonarla por com pleto). En cuanto a Lecourt, autor, según Georges Canguilhem, de exégesis minuciosas, penetrantes, comprehensivas de la obra de Bachelard, interesado en consecuencia autónomamente en quien, a los ojos del mismo Canguilhem, se erigiera en "el primer epistemólogo francés que haya pensado, escrito y publicado en el siglo XX a la altura cronológica y conceptual de las ciencias que trataba" encuentra también en esa coyun tura estímulos para concretar un ajuste de la lectura que había iniciado en Para una crrtica de la epistemolog(a. Pues, en lo esencial, se trataba de una coyuntura signada por la batalla antihistoricista, el no continuismo y el no positivismo, con brasas todav(a vivas. O sea el campo mismo en el que Bachelard ya a los fines de los años treinta obrara como un formidable innovador al injertar sus análisis como cuña entre el positivismo comteano y el espiritualismo, marcando la hora de sus decadencias y haciendo salir· a la filosofía francesa de la larga noche que nos refiere Lecourt. Sería útil reconstruir todo lo que Bachelard desde su tesis doctoral complementaria de 1927, "Estudio sobre la evolu ción de un problema de física: la propagación térmica en los sólidos", compromete contra espiritualismo y positivismo, en su empresa de demostrar esencialmente que no l!_¡¡y__un orden . ele complejidad creciente en la sucesión histórica de los pro Iilenias.científicos. Util también verlo, en El materialismo ·ra-· cional, denunciar la confusión de los continuistas de la culc tura cuando del relato continuo de los acontecimientos creen revivirlos en la continuidad del tiempo, acordando insensible mente a toda la historia la unidad y continuidad de un libro. Verlo urgir a los textos mismos de los sabios y científicos la puesta a luz de sus ejemplos de discontinuidades, sea en las fórmulas de la radioactividad de Joliot Curie, o en la memo ria fundamental de Heitler y London sobre la molécula del hidrógeno. Observarlo polemizar contra una postura irrefle xiva que ubicaría la noción de corpúsculo en la perspectiva de las intuiciones filosóficas del atomismo tradicional, de nunciando la simpleza del "cosismo" (exceso de imágenes alrededor de la palabra "cosa") e ironizando sutilmente con tra su similar del "choquismo": "Con la noción de choque estamos delante de un tipo de monstruosidad epistemológica. 16
Se la considera simple pero es de gran complejidad inicial ya cjue sintetiza nociones geométricas y materialistas. Se construye entonces ciencia y filosofía sobre un conjunto de irnagénes groseras e ingenuas. ¡Qué sería de la filosofía de Hume si los hombres no hubiesen jugado al billar! Una caram bola bastó para hacer la filosofía de toda la naturaleza". Lo que aparece aquí como blanco de la crítica, son, en realidad, ciertos textos de Emile Meyerson, como el siguiente de Jden tidad y Realidad: "Toda acción entre corpúsculos no podrá evidentemente operarse más que por el choque ... la acción por el choque constituye el elemento esencial no sólo de la teoría del gas sino de toda teoría corpuscular". Emile Meyer son. Ultima trinchera del espiritualismo. Enemigo declarado aeAuguste Comte q,,ie,_a diferencia deTste, no habla de fenó meno y ley, sino de realidad }'. causa. Pero en la misma fila áeI1Tanco ae ataque de Bachelard por compartir su creencia en el progreso del saber hacia un camino definitivo, y en la continuidad de los procedimientos del sentido común y el científico; prejuicios ambos impropios en relación a un "nuevo espíritu científico" desprendido de los datos sensi bles y que "piensa con sus aparatos y no con los datos de los sentidos". No menos útil resultaría, en esta doble lucha, escrutar con Lecourt el seiifüfo marerialisfa -de las tesis-·aeaucicfás j}_oi · Bacfielard_dE!_la _rE!?_�aii�ad9�-jenerai-de·las-ciencias-Rsicas )j. r¡fr,p,, ysu apertura a un terreno nuevo, emplazadorue��- del _e�a- , ' Y;:· fao teonco cuyo encuadre lo suministran una Razón inmuta- · /,/ ble y una coiicepclon de "lo real" que en nada se corresponde con la producida por los_ cientfficc�S� en��_spra(¿tl��-:-Ver as,, en detalfé;-Ias posiciones bachelardianas que articulan la in competencia de jurisdicción de la filosofía sobre las ciencias, uebrando el mecanismo de las diversas teorías del conoci nnento en búsqueda de garantías, y dejando en sustitución de sus tradicionales noci
los hechos como ideas. La de "dialéctica", ajena a la hegeliana, grávida de metáforas contra el "fijismo" y "el inmovilismo" del pensamiento emparentada en realidad con la de ruptura; la de "frontera epistemológica" y otras que forman sistema, o al menos dispositivo en la larga serie de trabajos de Bachelard. Hecho este inventario rotar luego, como contrapartida, a las limitaciones que Lecourt encuentra en su procedimiento exegético de los claros y obscuros, el día y la noche de Ba chelard, que puede resumirse así: La denuncia de la inadecua ción de las filosofías tradicionales (en particular_l)Ositivismo y qúe exhibe :to
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hl�-!e::nrir:ir::1>1:��������j!�rtÍ;o�í:: A ¡_,� tJ!III Bachelard, _ respecto de las_ tesis materialistas que él produce:
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���ó� e1:t la��=�!���!: . fM,4,Llo,vA,kantiana, obediencia a un mecanismo ciego que� da objetos imaginarios. En este contexto de la ilusión epistemológica, define Lecourt el encuentro de la epistemología de Bachelard con · algunas tesis materialistas y fija, en la contradicción que tra baja su posición en filosofía, las condiciones de ese encuentro. Pero, al mismo tiempo, y también en este marco, estructura Lecourt las condiciones de otro encuentr
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sión epistemológica, recubiertos . de cuestiones filosóficas. Esta conclusión de Lecourt consuma el arco de una de las interpretaciones más atentas sobre la obra de Bachelard, arco que se extiende entre los dos polos nodales considerados: el de la epistemología histórica de ,Bachelard (Para una cn'tica de la epistemología) y el de la ilusión epistemológica (Bache lard. Le jour et la nuit). Hemos analizado este arco de inter pretación enlazándolo con una coyuntura política, económi ca e ideológica en la que el antibistoricismo, el no positivismo y el no evolucionismo, junto a la nueva manera de filosofar del amplio espectro de filosofías de la sujeción del ,sujeto, fueron los productos idiosincráticos. El análisis despejó el vínculo de Bachel¡ird con esta coyuntura entretejida. alrede dor de un seginento de nociones y categorías apropiadas por diversas de esas corrientes, en particular el materialismo. Apropiación que define el encuentro crítico entre materia. lismo y epistemología en generalc Ahora bien, con este despeje el lector de la presente ver sión castellana de L 'ordre et les jeux. Le positivisme logique en question, estará en condiciones de remontarse a la génesis de este texto, al momen to en que se perciben sus orígenes. Por que ¿qué es lo que se prefigura y lo que se gesta en el entre cruce de materialismo y epistemología de las ciencias, explici tado por Lecourt en Bachelard. El día y la noche? El mismo Lecourt ensaya una respuesta en el capítulo V de este texto, "Ruptura epistemológica y revolución científica. Elementos de epistemología comparada", donde al aparear estas nocio nes fundamentales respectivas de Gaston Bachelard y Thomas S. Kuhn -aunque en función de alerta sobre el posible mal entendido de, su asimilación iniciada por algunos críticos- predice �e�actC> teórico de un nuevo encuentro. El del materialismo y las otras tendencias que hemos visto integrar la coyuntura antes descripta, por una parte, y, por la otra, la epistemología que luera del territorio cultural francés, se lle vaba a cabo en el mundo del ¡;¡ensamiento anglosajén, por así decirlo, su lugar más natural y ·casi espontáneo en el curso de este siglo. Lo hace con el carácter de un esbozo, del lanzamiento de una idea, pero con toda la fuerza de identificar una laguna en la historia contemporánea que necesariamente habrá de col ' marse si es que se requiere un balance de todo lo que nuestro siglo difiere del pensamiento filosófico tradicional, y un ar queo de las determinaciones económicas, ideológicas y polí-
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ticas que encuadran esas diferencias y que aparecen, a ve<;es incoloras, en expresiones como revolución en filosofía,.revo- . lución científica, revolución tecnológica.i Poco tiempo despues aela-ápancTói ael libro de Lecourt sobre Bachelard, en un artículo que quedó inédito por ¡¡azo nes propias de la coyuntura autoritaria que se abría en la Argentina en 1976, trabajo al que, a fin de enfatizar la impor tancia de su propuesta, titulé precisamente "Elementos para una epistemología comparada", me referí de este modo a ella en algunos párrafos del capítulo Il: "De las conclusiones de la primera parte, de este trabajo se desprende la existencia en nuestra época de un doble movimiento en el discurso filo sófico. En su forma predominante, la epistemológica, conver gen las dos grandes corrientes citadas. Su concurrencia a tra vés de un mismo canal del discurso, el prioritario, señala en un primer movimiento los puntos comunes de esta conver gencia. En un segundo movimiento, sus respectivas redeími ciones, expuestas en el punto 4) de las conclusiones, designan gran parte de lo litigioso y divergente de sus diferencias espe cíficas. "Un inventario de estas convergencias y divergencias pue de lograrse a nivel tentativo y descriptivo. La descripción es condición necesaria para una teoría, y una teoría debe dar cuenta acabada de las ganancias, paralización y/o retrocesos del pensamiento filosófico própio de la coyuntura. Para la construcción de una teoría que enlace convergencias-diver gencias corda fornia actual de la racionalidad filosófica hay· �- - -··· ·· ·· --- ···------·----- ------· .. ·---·--·· ··-·· -· .. ---···· .. . que elaborár unaeQÍ_�temologfa CQ_J'.!lj>aracla,_ Y,_ no el c atáJ.
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gía esté en condiciones de plasmar en lo teórico lucros relati :vos a esta transformación, 2� . hace urgente imprimir a las investigaciones una dirección comparativa del doble movi _miento monopolio-retroceso. de ambas c2_rgentesy .es ést_e el trab�__ aún .Por ejecutarse _aU1.!9.Ue_ comienzan a atisbarse los · primeros 5.íntoma� y señales de una reacción. "Doininique Lecourt en (1974) llama la atención por pri mera vez sobre la necesidad de emprender estos estudios. Advierte que �J93i_año en que Gaston Bachelard publica Le Nouvel Esprit Scientifique, su primera gran obra de epis temología, aparece en el área anglosajona el destacado libro ele Popper I,ogik der Forschung, tenie_ndo ambos como punto de partida· el estado de las ciencias físicas. El pensamiento de ambos filósofos circula sin embargo, de allí en más, por carri les separados pese a que de continuo se formulan los mismos interrogantes y se ven acuciados por los mismos problemas. Y esto, agregamos, no es un episodio aislado. Puede hacerse, el siguiente test probatorio: procédase a la apertura de un libro de cualquiera de las respectivas corrientes (sea Camap, Hempel, Nagel, ·Popper, Kuhn, Lakatos, Feyerabend, Sellars Hanson, etc.; o bien, en el otro campo, Bachelard, Cavailles, Canguilhem, Foucault, Althl!sser, Lecourt, Raymond, De ssanti, etc.) y se comprobará que el apoyo bibliográfico, el orden de los argumentos, su insemión predoininante en cien cias físico-naturales, o históricas y sociales respectivamente, el estilo de pensar incluso, se nutre con exclusividad en la propia corriente manteniéndose en ignorancia casi absoluta a la alterna. ¿ Cuáles son las razones: chauvinismo intelectual atribuible a unos y otros; problemas de escasa difusión y pocas traducciones de libros de un área en la otra; indiferen cia o desinterés por los dispositivos teóricos ajenos incentivada · en cuestiones de tradición cultural, lengua, etc.; pretensión. de autosuficiencia en filosofía? No lo creo. Intentamos más arriba el sentido de una respuesta, la filosofíá coinpon·e tesis dogmííticas·ennmcion deposTclOn-oposlillm en los de bates i
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nicación que se ocultaba mu chas veces en un tipo de críti cas recíprocas, al que señalaba en esta forma: "Esto no quiere decir que no se registren críticas recíprocas. Lo que quiere significar es que tales críticas son hasta el desarrollo de las investigaciones ensu etiy_:,�.. actual�!l!ª5Pien gk>hale.�, d_e__c_11: .. rácter general y referidas a la base filosófica de la corriente opuesta�omo-por ejemplo cuando 1a·· cam.!!.o. filosofía francesa.se j�q!!ea-"elempirismo estrecho". de.. las. _<_:orrie!!_tes llllglosaionas,_ sin hacerse cargo de. los l!l@fü,_l� matices que distinguen a esta corriente_e_n."u jue_go inten:ig de ·oposíciones: cúañdo desde el campo anglosajón, se confun de parae1iidirla a bajo costo, la tendencia materialista de la corriente francesa con la. especulación hegeliana ridiculiza da muchas veces, por su parte, en presentación inauténtica de frases aisladas fuera de contexto (Reichenbach, La filosof(a cienttYica. Cap. I., "La pregunta") o con la vieja metafísica del materialismo mecanicista de los siglos XVI y XVII" ... ". · Han pasado ocho años de estas reflexiones y el cuadro se mantuvo sin que se pueda consi.derar modificado por algunas circunstancias, dos de las cuales pueden verse en el libro Karl Popper, de Renée Bouveresse. La primera es el escrito "La significación actual de dos argumentos de Henri Poincaré", redactado por Popper como contenido de una conferencia a ser pronunicada en la fundación de la Academia Europea de Artes, Ciencias y Humanidades, en noviembre de 1980. El carocter aislado de la intervención de Popper y el hecho de que se refiera a un filósofo de la ciencia -el más grande, según su expresión- que trabajara en un período, postrime rías de la pasada centuria, que no puede ser considerado contemporáneo, la excluyen como contraejemplo de la inco municación que venimos describiendo. No menos carácter aislado tiene el resumen que el propio Bachelard hicillra de laLogik der ForschungenRecherchesPhilosophiques (1935). Tampoco éste es un ejemplo de que el cuadro estuviese no ya modificado sino originariamente mal encarado, por consti tuir un breve comentario bibliográfico de un libro en el que Bachelard reconoce muchos temas de la filosofía vienesa, sin perjuicio del carácter personal preparatorio en· Popper de una filosofía original, respecto de algunos: en particular, la propuesta de Popper de que la teoría cuántica trata de pro blemas estadísticos y generaliza la mecánica estadística clásica, todo esto en conexión con -su rechazo de la interpre tación subjetiva ortodoxa de la Escuela de Copenhague, del
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principio de complementariedad de Bohr (enunciado pseu docientífico para Popper) y de que fuese factible extraer argumentos de la mecánica cuántica en contra del determinis mo; posición, ésta, que Popper cambió luego más de una vez. La clara conciencia de la situación que viene de ser desa rrollada, la de la incomunicación entre ambos tipos de filo sofía, es, en mi 'Opinión, uno de los resortes básicos que esti mularon a Lecourt a redactar El orden y los juegos. Al aludir a esta indiferencia persistente en Bachelard. El d(a y la noche, lo anuncia expresamente: "No es cuestión de que yo pueda colmar aquí esta laguna: ello será objeto de un trabajo ulte rior". Es·muy probable que en este aislamiento de ambos cos tados perciba ( con escasa simpatía, como el que redacta este prólogo), el rostro de ciertos personajes mundanos del sello de la refinada pluma de Proust. La familia de los Verdurin de Un amour de Swann. El pequeño "noyau", el ''pequeño grupo", para formar parte del cual una condición era sufi ciente pero necesaria: había que adherir a un Credo. Clan con sus reglas de pertenencia y no pertenencia, con los excluidos, los que no lo frecuentaban, molestos como la lluvia, y los "fieles" que debían renunciar a toda curiosidad y al deseo de informarse por sí mismos de los atractivos de los otros salo nes, ya que los Verdurin sentían que este espíritu de examen y este "demonio de frivolidad" podría resultar fatal, por contagio, a la ortodoxia de la pequeña iglesia. Clan con "la mesa siempre servida" para los fieles, quienes de tener algún amigo capaz de hacer que algunas veces la abandonaran, reci bían de los Verdurin la indicación de: "¡Y bien, traigaló a su anrigof". Clan con sus hábitos, sus emociones y sus expre siones figuradas, con relaciones de amo-maestro a sujeto, don tuviese de no espantaba que una mujer como Odette de un amante, a condición de que lo hiciese en el interior del noyau, lo amase en ellos y a través de ellos, y no Jo prefiriese a ellos. Es esto lo no_
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renuencia a convertirse en filósofo profesional; su carta a Mal colm con el interrogante acerca "de qué sirve estudiar filoso fía si todo lo que sacas de ello es poder hablar con cierta plau sibilidad acerca de algunas abstrusas cuestiones de lógica, sin que mejores tu modo de pensar en lo que se refiere a las cues tiones importantes de la vida cotidiana... "; su reacción por el sectarismo insano que crecía entre sus discípulos ("Esque ma biográfico", de von Wright), su disgusto por la conversión del Círculo de Viena en escuela filosófica plasmado en la car ta a Waismann en ocasión de la adquisición por el movimien to de Annalen der Philosophie: "Precisamente porque Schlick no es un cualquiera merece que se evite, aunque se lleve la mejor intención convertir e n objeto de irrisión por medio de la jactancia tanto a él como al Círculo de Viena, cuyo máxi mo exponente es. Cuando hablo de jactancias me refiero a cierto modo de contemplación narcisista. ¡Renunciamiento a la metafísica!, como si fuera esto algo nuevo. Lo que brinda la Escuela de Viena debe mostrarlo no decirlo . .. La obra es la que debe elogiar al maestro" (Friedrich Waismann, Ludwig Wittgenstein y el Círculo de Viena); su obstinación en los primeros encuentros en Viena en leer poemas de Rabindranath Tagore como negativa a responder cuestiones de lógica y ma temática, y otras conductas del mismo tipo. O formulada expresamente en algunos aforismos del Tagebücher (Diario Filosófico): "Todas las teorías que dicen ' ¡Tiene que ser así, ¡ de lo contrario no podríamos filosofar!' o 'de otro modo no podríamos vivir', etc., tienen naturalmente que desaparecer. Mi método no consiste en separar lo duro de lo blando, sino ver lo duro en lo blando. No ocuparse de cuestiones que no le / afectan es uno de los virtuosismos mejores del filósofo (1.5. 15)", o de Vermischte Bemerkungen (Observaciones): "Quien enseña filosofía hoy en día, les da manjares a los otros, no porque le gusten, sino para cambiar su gusto" (1931). Habiendo sucumbido con ésto a la tentación de hacer explícito lo que aprecio como el espíritu de este libro (inten ción que en 1930 criticaba Wittgenstein, al referirse · a los prólogos, también en Vermischte Bemerkungen, como peli gro que estriba en describir ese espíritu y no en mostrarlo) pasaré ahora a desglosar brevemente algunos de los dispositi vos de la interpretación de Lecourt. Antes de hacerlo, sin embargo, conviene la siguiente aclaración: El Orden y los Juegos no sugiere algo así como un derecho comparado, o una supuesta correlación neutral de sistemas distintos en 24
pacífica coexistencia, Jo que lo convertiría en un inocuo plan dé relaciones públicas en la materia. Lo que sí propone en fonna transpare,_n!e y anti,fogn,á_tica ,_ � ��rfui�'!I�écfr?-� la episteino!ogi_a, p_ar
f:ilosófico, . fabric�te_ c!e _cllte_gorías a,bsolutas y universales, �)a�_giie_· _Le'c_o_urt_ aplica un nombr,:, especial, el de ufeiJ!te" algo que ue va ic ! y. 9)! uf�iu!á�}ftt! rfit; " f�1! = t�e ' '___ - - ........ ·----��Íir! -----· .·rl:'! . ... - »·-------- ---ria desde los problemas de los comienzos al del Ser, del Ser a domíiiío la Verdad (su "feinte" suprema) para preservar -de ;posicióñes sus allí sobre -r"-!ó otr�jípi�t}C!a.S y reforzar poder. - ·Que la indagación de Lecourt se apoye en un terreno que inaugura Wittgenstein, con las limitaciones propias de quien no avanza por la inisma ruta que libera, en Philosophische Unter-
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,suchungen (Investigaciones Filosóficas), es algo que resultará claro con el capítulo 4 -preludio de su ensayo posterior donde rectifica algunos de su puntos de vista y, en contra de toda tendencia filosófica de unificación Ouego de lenguaje de reabsorción-nivelación de las prácticas sociales) propicia un deo,plazamíento de la palabra materíalísmo (en el Sentido del ma terialismo-díiuecticofporiáaeSÜpra o supermaterialismo; punto en el que seguramente habran de converger las reflexiO:: nes teoncas o las polem1cas·masacéiadrui. No es función de este pr-0!ogo ingresar a este debate, que el siigerente título del capítulo de conclusiones, Ouverture?, deja expedito al lector bajo la forma de un interrogante. Considerar, en cambio, aunque en fonna esquemática, algunos de los problemas de interpretación del tríptico de la filosofía anglosajona, Pop per-positivismo-lógico-Wittgenstein, que Lecourt pone en obra al doblar críticamente sobre la del centro las hojas de los dos lados, para pasar luego a la querella entre éstas, puede sat"ISfacer este ámbito de validez: completar la descripción que hiciéramos en este punto de la coyuntura francesa en que se prefiguró El Orden y los Juegos a partir de los años treinta, con la descripción de ciertos rasgos de la coyuntura filosófica anglosajona, de esa misma época, que tie:qe ingreso en este texto ya realizado.
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2. No puede negarse que con cierta frecuencia el término "positivismo" y "positivista" haya sido usado con un carácter excesivamente lato, poco ajustado y, en ocasiones, con el pro pósito de descalificar a filósofos que no resultan del agrado del locutor. Que cuando este locutor es, a su tumo positivis ta, suela emplear el procedimiento inverso con el término "metafísica" y "metafísico" con la misma escasa rigurosidad, ·e igual propósito respecto de la tendencia con la que no sim patiza, es también un hecho de fácil comprobación. De acuerdo con ciertas circunstancias que rodean a estos usos, el problema n o puede ser excesivamente preocupante. Tomando en préstamo el vocabulario de Dominíque Lecourt en su retrato del episodio del atizador -donde, por lo de más, lo ameno del relato no puede oscurecer el hecho de que por primera vez se ensaye dar a esa anécdota un puntual sig nificado filosófico-· podríamos decir que usos como los mencionados fonnan parte de la buena guerra en el ambiente, constituyen la ley del género. Sin embargo, cuando fuera de estos ambientes llega el 26
tumo a la reflexión, o al trabajo teórico, los filósofos se inte resan legítimamente por arrojar luz sobre el campo de sus referencias semánticas circunscribiéndolo con distintos criterios. Ya en 1932, en el Volumen III de "Erkenntnis" (nombre dado a" Annalen der Philosophíe" al hacer a la revis ta órgano oficial del Círculo de Viena, dirigida por Carnap y Reichenbach) aparece un artículo de Moritz Schlick, "Posi tivismo y Realismo", donde el fundador del Círculo interroga por e l origen de estas confusiones, dependientes muchas veces del hecho de que una tendencia caracterizada originaria mente por sus principios fundamentales los vaya alterando gradualmente de modo que cuando se habla de ella quede poco claro sí la referencia es a la tendencia que conserva su nombre tradicional o se trata de una nueva orientación. Schlick toma como buen ejemplo de esto el vocablo "posi tivismo" desde la época que Auguste Comte lo acuñara y propone, con carácter general, como criterio para evitar las · confusiones, uno afín con el de la escuela, el criterio verifi cacíonísta de significado: seleccionar los diferentes principios y someter a prueba su significado y su verdad. El criterio supone hacer caso omiso de las circunstancias históricas, así como de las denominaciones tradicionales. El problema es grave para Schlíck porque sí bien clasificar como positivista a toda opinión que niegue la posibilidad de la metafísica no es objetable (a condición de una específica definición de " me tafísica") existen, en cambio, conceptos fundamentales de los positivistas como cuando hablan de "lo dado" que paradójicamente hacen asimilable el positivismo a la metafí sica Así,. cuando se formula la propo�ícíón.d.�...!J.1,!.t!_.el filó sofo y el dentífíco · deben permanecer siempre dentro de lo dado sm·m.tentar ir-mas alía como-éCínéiafísico en su�éu- doproposlcíones ·Ciireñtes dé- sérítiilo, se ídentiffoa ''lo dacio;' p�l positivísm� <:2!1 "f��ipiíp.enci��· 4_El la_i!}cJ;afisica, con lo g�t!_e!_positívismo concl!iye en_u�a_11H?tafísic,ad_e litgue se ha_ podado lo trascendente. Problema que se complica en la refe renc1a.de fo dado "lo real pues el principio fundamental del positivismo, "Sólo lo dado es real", puede convertirse en una evidente tautología si haciendo uso de las peculiaridades del idioma alemán, se lo formúla de este modo: "Es gíbt nur das Gegebene" ("Sólo hay lo dado"). En esta forma ha sido defendido por muchos positivistas, en especial, piensa Schlick, por aquellos que representaban a los objetos físicos como meras "construcciones lógicas" (Carnap) o meros "con27
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ceptos auxiliares". Y si se piensa que lo dado es "un conteni do de la conciencia", queda planteado un idealismo metafí sico de tipo solipsista en caso de que ese contenido perte nezca a un solo sujeto, o de tipo berkeleyano si lo dado se disbribuye entre muchos sujetos. Cuando Auguste Comte acuñó el término positivismo en su Curso de filosofía positiua estaba muy seguro de la univo cidad del vocablo que empleaba, reconociendo en él algunas de las características fundamentales del tipo de racionalidad e n que se articulaba tanto su ley de "los tres estadios" como su "ley enciclopédica" o clasificatoria: sujeción de los hechos naturales o sociales a leyes; renuncia a las explicaciones teo lógicas o metafísicas, limitación del objeto del conocimiento a lo dado en la experiencia, relativismo empírico, unidad de método y homogeneidad de la doctrina; tendencia a dismi n uir el número de las leyes generales para explicar los fenó menos; especialización y división intelectual del trabajo; valor no sólo teorético sino práctico de la ciencia para prever: "science, d'oll prevoyance; prevoyance d'oit action'' (Cours, le,;on 2, 35 ). Sin embargo, cuando redacta su Discurso sobre el espíritu positiuo, esta seguridad había declinado de tal modo, que se propone en el Cap. III, punto I, resumir en un catálogo de la palabra "positivo", los atributos de lo que estíma el verda d ero espíritu filosófico. Algunas de estas acepciones son fácil mente identificables en las formas contemporáneas del posi tivismo, otras en tendencias filosóficas emparentadas como el utilitarismo y el pragmatismo. Son estas acepciones: 1) lo real por oposición a lo químérico, 2) lo útil por oposición a lo ocioso; 3) lo cierto por oposición a lo indeciso, 4) lo preciso por oposición a lo vago, 5) lo constructivo y organizativo por oposición a lo negativo, 6) lo verificable en lugar de lo no comprobable; lo que tiene el sentido de sustituir todo lo relativo a lo absoluto. Un siglo después de Comte, y muchos años después del trabajo de Schlick, en 1975, C. Ulises Moulines publica en Dianoia un artículo, "La génesis del. positivismo en su con texto científico", donde se hace cargo del mismo problema: dificultades que crea la variedad de usos contradictorios del término positivismo en la literatura Es í mportante captar el punto de partida, para comprender su criterio destinado a arrojar luz sobre la naturaleza de la concepción positiva y en qué sentido tal criterio se aparta de los precedentes. Para 28 '.,·�.
Moulines, el positivismo no consiste en un conjunto de tesis estableddas por escrito en_alg@ !>_itio_, �iJ!_o_masbl.(!n en una. aeteriruiía(:fa-"actituct''-� .se_ha transformado a través del tiempo. Lo ímportante en él, digamos, no es el cuerpo de aoctriñas, sino el espíritu del positivismo o, a fin de evitar esta expresión que puede resultar equívoca, su tipo de racio ,nalidad, el aliento que preside su programa. / Se percibe con ésto en qué el criterio de Moulines, se / separa del de Schlick: difiere, en la medida en que "una I · actitud", un aliento, un "tipo de racionalidad" no pueden / ser some tidos a las pruebas verificacionistas a que alude este ( ' últímo. Y, en cuanto al criterio de Comte, puede conjeturarse que resulta insatisfactorio para Moulines, quien aduce que las corrientes significativas en la historia del pensamiento no se pueden "definir" asignándoles un par de rasgos genera les. Aunque Comte -puede señalarse entre paréntesis- es el pensador que en esta historia más ha influido en la consti tución de la actitud positivista, de su porte o talante, su signi ficado en las diversas tendencias del positivismo de este siglo, suele ser abruptamente disminuido. Es cierto que aparece mencionado, como lo pone de relieve Lecourt, en el Mani fiesto (Wissenschaftliche Weltauffassung) del Círculo de Viena, pero la casi totalidad de los positivi�tas contemporá neos o no lo citan o niegan su influencia Para una situación semejante, recordé en Neopositivismo e Ideología, la feliz frase de Alejandro Rom. "Los herederos intelectuales suelen ser más desagradecidos que los otros". Pero esto deja de explicar las razones de un olvido que, a mi juicio, no resulta exento de graves consecuencias filosóficas. Moulines, por su parte, al que no puede considerarse positivista, por trabajar en la concepción no-enunciativa y conjuntista de Sneed, Stegmüller y Banzer, también descalifica a Comte a la hora de señalar la génesis del positivismo lógico. Su énfasis lo centraliza, a partir__ de la_crisis. de_ la_ mecánica ll
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holtz cuya epistemología fisiológica repercute en el positi vismo lógico con un impacto que merece de Moulines una intervención especial en el Tagung llevado a cabo en el Centro de Investigación Interdisciplinaria de la Universidad de Bielefeld entre el 27 y 30 de noviembre de 1979. La con clusión de Moulines consiste entonces, respecto de las fuentes del positivismo lógico, en acentuar en 197 5 la del positivismo crítico alemán, la física de fines del XIX y desglosar en 1979 la de la fisiología de los sentidos que incorpora, aquí, a llume, Mach, la lógica moderna, el primer Wittgenstein y las revoluciones en física Dejando por el momento de lado al primer Wittgenstein, y que marca una diferencia de lectura capital con el desarrollo de 'Lecourt en este libro, es poco lo que puede discutirse en relación a las fuentes citadas por MouliÍles. Lo que es debatible, en cambio, es la estrategia que ló conduce a apartar radicalmente a Comte de las fuentes del positivismo modero.o, estrategia en la que no son secun darios omitir o no darle la importancia debida a la incorpo ración y defensa por Comte de ciertos principios que Mouli nes considera, en cambio, básicos en el nuevo positivismo._ Así, por ejemplo, el principio de economía de Comte / que reformulan las tesis de Avenariús "económ ico-biológi- , cas", y de economía conceptual de Kirchoff y Mach, la concepción de la matemática en el Cours no como una cien-· cia al lado de las otras sino como un lenguaje conceptual de todas ellas, su concepción empírica y no apl'iorística de la mecánica, y el hecho de que el enlace enciclopédico de las ciencias, aun constituyendo sistema, implica una organiza ción jerárquica donde cada segmento científico aporta un grado de sentido al total culminando en un tipo de. unidad, la física social, análoga en parte al principio de unidad fisi _ ·calista de las ciencias. Otra estrategia lo conduce a sobrevalorar la influencia positivista de Mach en la teoría de la relatividad restringida (donde por otro lado, también se encuentran huellas de Hume, Kant y Poincaré) deteniendo, en el primer. tramo, el pasaje de Einstein de los fundamentos positivistas a una filosofía de la ciencia asentada en un realismo racional, idea de un universo "real", objetivo que existe bajo los fenómenos percibidos por los sentidos, que expresa así en su ensayo "La influencia de Maxwell sobre la evolución de la idea de rea lidad física'' (1931): "La creencia en un mundo exterior, independiente del sujeto que lo percibe es la base de toda 30
ciencia de la naturaleza". Es chu:o que nadie duda del impac- . to que causara en el Einstein de 1905, la Historia de la Mecánica de Mach, libro al que accede a través de su amigo y discípulo Besso (fenomenalista fiel), conmoviendo su fe en la mecánica como último fundamento de la física Además del expreso reconocimiento de Einstein en su Autobiogra fía, Gerald Holton, en el coloquio de la Unesco sobre "Cien cia y Síntesis", agregó a las muchas pruebas que se suelen citar, un valioso antecedente: el proyecto de Mach de 1911 de crear una sociedad para la difusión de la filosofía positi vista recogido en un manifiesto en el que, con él, participa Einstein (y otros como Petzoldt, Hilbert, Helm y el mismo Sigrr,u nd Freud ). Pero también forma parte de la historia de las relaciones entre Mach y el Einstein maduro, la se paración de sus caminos en la que concurren muchos ele mentos: por parte de Mach, su rechazo en el prefacio a Principios de Optica (escrito en 1913 y publicado recién en 1921, luego de su muerte) de la teoría de la relatividad (no alcanzó a tratar la generalizada), a la que tiene por espe culativa basado en dudas epktemo!ógicas y consideraciones nacidas de la fisiología de los sentidos. Por parte de Einstein, su "endurecimiento" creciente acerca del primado de la expe riencia (en particular, la sensible) subrayando, en cambio, el carácter inventivo del espíritu humano y puramente arti ficial de los principios fundamentales de toda teoría cientí fica (véase en Holton, muy bien documentado en los Archi vos de Princeton, las referencias del artículo de Einstein de 1907 en Jahrbuch der Radioactivitiit und Elektronik ( 4 Nº 4) respuesta al de Kaufmann del añ" antel'ior en Annalen der Physik; sus conferencias de París de 1912 y Oxford de junio de 1933, sus cartas a Besso de abril y mayo de 1917, a Lanczos de enero de 1938; el pasaje de su Autobiographical Notes (1949, p. 53) y otros semejantes. No interesa, empero, profundizar este debate. Lo que sí interesa en cuanto al eclipse de Comte -del que 'Moulines realiza una lectura kuhniana en cuanto a su concepto de ciencia normal de la época, semejante al "paradigma" de la Escuela Francesa de Michel Serres, que Lecourt pondrá Juego de relieve -es desglosar una frase de este artículo de Dianoia que se constituye en un indicador de los m otivos conscientes o inconscientes del extendido y formidable caso ·de negación histórica que nos ocupa Dice el texto: "La aspiración básica de Comte era lograr una aplicación más convincente del 31
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.método de las ciencias naturales, que ya había hecho progre sos en otros campos, al dominio de la historia y de los fenó menos sociales. Concue,i-do_plenamente__con li,. interpretación del Fetscher. El inte��-�-� ___g!!l_l_ll_irio__d�_Comte no esta,ba centrado en los fundamentos de las ciencias naturales, sino ·-en una ciencia de la sociedad auri·por- construir". Detengá-. monos-ün instante en esta fráse� La aplicación-del modelo de las ciencias naturales a las ciencias sociales está expresa, en efecto, en el sistema comteano de clasificación de las ciencias. En la física social, que es el tramo en que culminan las otras ciencias, convergen los métodos de ·éstas que son disciplinas naturales. Comte, en efecto, quiere ser para la sociología, lo que Newton había representado para la mecánica y Lavoisier para la química, y juzgó siempre indispensable para la forma ción intelectual del sociológo los estudios biológicos (a dife rencia de Saint Simon que se apoyaba en la fisiología). Mu ch�_vece2�. h__!! p!J:_llAtªliz!!ci() el carácter conserv_!!dor_ci§este ��ama. Definiendo la sociedad con los parámetros de la ciencia natural ambos sistemas se cohesionan en un crisol, to do indivisible donde la práctica social referida al cambio y a la transformación no tiene otro espacio que el condicionado por una regulación inexorable. La sociedad se organiza con forme al modelo del cielo de Laplace, de la mecánica analíti ca de Lagrange, de la medicina de Bichat y la biología de Broussais. Con estos "paradigmas", la sociedad hereda un ti po establedonde el equilibrio· sólo se pierde para ser recupe rado-en un movimiento idéntico al de la Íey natural, cuya no cíonTúiísófica ,,·consiste en localizar la constancia de la varie ifád (Sisteme de politique positiue, II 41). El punto de refe renc!ll de esta-iegüTiíéión íio. está ni en la subjetividad (se eli mina la psicología de la clasificación), ni en los modos históri cos con que los hombres producen sus medios de vida según las sucesivas formaciones sociales (se elimina la economía), ni en su voluntad (se elimina el derecho). El endoso de lo social a lo físico da a la sociedad un sentido: este sentido es cósmi co, de conservación ae ritmos que pliegan el prbgresodel or den a·sü-reiíérso;-el orden del progreso. J Pero ·esta ap1icáción de los principios y métodos de las , ciencias naturales a las sociales ¿no es acaso lo que caracteriza a las primeras variantes del positivismo contemporáneo? ¿No \ es éste el mismo principio inserto, pero trasladado al plano del lenguaje, en el programa de la ciencia unificada? Lejos, entonces, de ser tomadas estas características como razón pa32 '·····'"'·
ra negar la influencia comteana, la ponen de toda evidencia. Otros elementos conceptuales de Comte podrían ingresar a justo título etf-esta evidenciaclesu condic1on de antec cl_e!.eositiy�rno lógi_c():1i1c1réünstancia de que ia doctrinaesor po sitiva constituya un-tipo de discurso particular fundamenta mente determinado, más allá de su articulación en sistema,l por "el método" de las ciencias positivas, método se apo ya en l:._exp�ri<;!l}.C�JleJ t:!9ºle senticig_t:!Ei_e�eneque Jiba (datos ·sensoriale� y experimentum, con formulación en el lenguaje delasmateín-iitfcas;sii Tnscíj¡:,_doñ enlahnea del señsu o �e_ Co!!t:lqrc�t; ___s11_ inci¡:,_iente teCJ!:Í_a_del leng_11_aj_e los alism signo ,.x que él remite constantemente a Hobbes y Aristbteles y acers cada recientementé a-Piérce-(Collected Pá¡:iérs) por trabajos de Alain Rey (La teoría positivista de los lenguajes: Augu Comte y la semiótica) y en especial de Angele Kremer-Ma sto ti (Entre el signo y la historia. La antropología positivistariet Augusto Comte). Pero sobre todo, la extensión de esa doctrde na positiva, y en consecuencia de ese método a las ciencias soi ciales, en el arámetro de "la unidad" de la ciencia natural' y a sociedad, ,earámetro que caracteriz con el repud io de i;, 0opper 1 a todo el positivismo clásico vienes. • Es cierto que si se predicara la existencia de una unidad en la obra de Comte, de la continuidad entre la filosofía cientí fica del Cours, y la del segundo periodo, la de la religión y el catecismo positivista, la del Grand Etre y Clotilde del Vaux, podría borrarse toda huella comteana en el neopositivis pero esta operación se haría sobre la base de falsear lo másmo, ri co de su pensamiento, lo que da el más fuerte pese a ese pre sunto conjunto, lo que le imprime su autónomo sello de fá brica: su actitud racionalista científica Descartada la legitímTuacrae íiiroperación que, por otro la do, no es invocada, ¿cómo interpretar, entonces, este singu y persistente rechazo de génesis histórica de Coml:e respeclar del positivismo del siglo XX, muy específicamente referido to al positivismo lógico? ¿y cómo comprender (dicho sea ésto de paso, pero como. potente contraejemplo a la razón que esgri me Moulines sobre la que volvemos enseguida) el hecho que esta misma negación de parentesco en cuanto a Comte, de se reproduzca en una importante rama de la disciplinas aun so ciales, como ocurre en el positivismo jurídico a partir de teoría pura del derecho que Hans Kelsen postula en Vien la a ( el mismo año, 1934, de la aparición de la Logik der Forschung Reine Rechtslehre, que concibe el derecho como un objet); o 33
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normativo de validez formal, puro de toda "contaminación"· sociológica, psicológica, política, moral o ideológica? Mi con jetura es que hay que orientar la búsqueda en la parte final del transcripto enunciado de Moulines,' que vale la pena repe tir: "El interés más genuino de Comte no estaba centrado en los fundamentos de las ciencias naturales , sino en la ciencia de la sociedad aún por construir". Antes de hablar de génesis histórica en el contexto cientí fico, mira, nos dice Moulines, donde ponía los ojos Comte y dónde lo hacían los positivistas modernos. De acuerdo. Pero entonces lo que sugiere mi propia visión es que, además del contraejemplo.jUrídico donde una fracción del positivismo tiímo1eii"íon.1ega·enlo·s·ocial;-tarito Comte como los péis1tivís tas lógicos estaban preocüpaaos ··por 1as ciencias riatüi'áfes; ianroü.no como otros basaban su metodología én el sensualis: mo, el experimento y la observación; tanto uno como otros afirma.han la unidad de la ciencia en función de una metodo logía a la que conferían validez universal: tanto uno como otros creían ver en "la concepción científica" del mundo el meJor reaseguro para una época de convulsiones prolongadas y esperanzas frustradas, y confiaban sumidos en la inestabili dad de sus respectivas coyunturas políticas, "toda la estabili dad mental y social a la estabilidad de la ciencia, que es el punto fijo dado por la civilización precedente", inserción Jdeológica del positivismo en el marco de la sociedad indus trial que E. Littré ("Prefacio de un discípulo", 1864) expresa. con belleza formal y meridiana claridad. Y tanto uno como J otros, digamos por fin, creían asistir con la eliminación de la ' metafísica, a una revolución en la filosofía, según un proceso que el lector podrá seguir paso a paso en este lúcido trabajo de Dominique Lecourt, que con todo acierto señala la larga foja de servicios que el tema de la transmutación científica de la filosofía tenía antes de Comte y su restauración por éste. Frente a estas evidencias mi hipótesis sobre este extendí, fenómeno de la negación de Comte como fuente del positi vismo contemporáneo reclama una división de este problema en dos tiempos: en el primero, el del positivismo lógico, Com te es reconocido como precursor por el Manifiesto del Círcu lo de Viena, pero se lo hace incluyéndolo en una larga lista en la que sólo figura como sociológo de tendencia positivista. Los principales representantes de la corriente no lo citan en sus obras particulares y cuando alguno lo hace como Herbert 34
Feigl en su "Memoir" a Mortiz Schlick, lo ubica en un grado inferior (a lesser extent) frente a otros como Hume, Mach, Poincaré, Einstein y Russell (Moritz Schlick, Phtlosophical Papers, Vol I, (1909-1922; Reidel Pub!. Co.). Hay aquí un proceso latente que se acentúa lueg()_!ln .el tiempo en que sg ó 1 ������:� ::t!s�t�;�;:!��1:1�� ����e!u�u� �1:�:�a �� el positivismo lógico pero que se consolida con las posteriores corrientes de la filosofía de la ciencia anglosajona, desde Karl Popper (quien lo menciona en la Logik en una nota, la Nro. 35 de su Capítulo I, para decir que Mili usó la expresión "ca rente de sentido" sin duda bajo 'su influencia),.. hasta el más reciente movimiento de la concepción conjuntista que integra Moulines. En este proceso se va formando un ideal de ciencia distinto al comteano, un ideal de "neutralidad" científica, de distancia y separación entre los procedimientos lógicos y me· todo�?Ricos d; las teorí�s científicas y las c<;>ndiciones.de pro ducc1on econom1co-soc!llles de esos procedumentos técnicos. Nuevo modelo que caracteriza a las corrientes positivistas y no positivistas contemporáneas, según un proyecto que reco ge la actual división entre historia externa e interna de la cien .Sra. y lo traduce en el papel secundario y subordinado de la primera a la segunda (Con f. Imre Lakatos, Historia de la cien cia y sus reconstrucciones racionales, quien considera irrele vante la primera, sin dejar de observar respecto de Popper que el principal estímulo de las teorías científicas lo encuentra, en la "acientífica metafísica" y el mito, antes que Koyre). Deliberado fenómeno de olvido de la interacción de la
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operac1on que exige e o vi o e qmen conée 1a a cial como el acabamiento de un sistema, lugar fijo a 1s1ca so neo en que ésta se coordinaba con las naturales y hom ogé ramas de un tronco positivo único, y no de cueren calidad de Lo esencial de este contraparadigma es de efec pos aislados. tos políticos: la neutralidad ideológica de la ciencia frente a los sociales, la creencia de que la ciencia y sus insti fenómenos nes nada ,tienen qtie ver con la so·ciedad, a lo sumo sumitucio nistr ar al de sorden político y social patrones generales de racio nalidad para su control. Este atrincheramiento de la cien cia en sus nropios módulos, que ignora el hecho básico de que aquí no 35
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sólo están en juego los compromisos de los científicos frente a los efectos políticos y d_�_xtc!li_que S).1§ proc!1,_1_<;i;qs g���:i:�. en& el mundo, sino también '/a retransformación '• de sus propio rocedimientos J?gico-metodol�s:?S internos·�¡;¡ función de_ rias cambiantes c¡rcunstanciashistóriC!l,'l_L..!IOCÚÚes bajo l!l,'l_ cuales esos rcrocedimientos se cumplen.,jl_�_elrasgo decisivo de la epistemo ogía contemporánea, jue, pese al giro antilogicista · e füstonc1Sta dado a artll' de La structura de las Re nes Cien t1 icas, de Kuhn modela la idiosincracia an losa· ona e a coyun ra oso 1ca de este sector del mundo teórico. Efectos, en todo caso, no menos conservadores que los de Comte, en el aso del <:letel:!llipiJ;II!ojísico de la ciencfa soc1af smo 1s1co-p.a ra ... a neu ·.., Es por esto que en contraste a la sugerencia de la, por otro lado, excelente contribución de Moulines, todo intento de lle gar a las raíces de la negación del papel de precursor de Coro te debe emplazarse en ese camino de recorrida según una fo.r mulación de este tipo: antes que mirar la falta de interés de Comte en las ciencias naturales, lee todo lo que la experiencia de la teoría pura del derecho de Kelsen significa como sínto ma de la actitud positivista global del presente siglo, pon tus ojos más bien en la falta de interés de esta actitud en la teoría de la historia y la sociedad. Ahora bien; es precisamente en el interior de esta historia de las confusiones entre quién es positivista y quién no lo es, de los malentendidos cruzados sobre los empleos de las pala bras "positivismo" y "positivista", que Lecourt va a realizar dos montajes de lectura sobre querellas suscitadas con motivo de la atribución del carácter de positivistas a Karl Popper y Ludwig Wqjgtenstein. En ambos casos, Lecourl rechazará esta asignación. Los recurso s teóricos que pondrá en escena serán el punto de partida de un análisis más profundo sobre estos pensadores con las conclusiones que deja abiertas al lector: en Karl Popper; "el orden" de un sistema que, en cierta medi da, lo reinscribe en el modo tradicional de filosofar; en Witt genstein, '.'los juegos de lenguaje" de las Investigaciones Filo sóficas, sobre ]a�_q¡¡_�.:.á§egtara, -'como ya dijimos· lá.Jii9p11es j;a _de una__r1_¡¡,é_y_a_prá<:tj<:a.d.e l,i filosofía. Investigaciones Filo s{!fjcas cuy_o hiatus. en relación_ al Tractatus, Lec()urt nop;-e· tende desconocer aunque postula la.unidad de toda su obra "junto a Granger, liouveresse, Jañ.ik y Toúlmhi y W. ·nartley ITC'roíiíá. de posición para la que sigue otros..carriles co·ricép; tuales que éstos y otros partidarios de la unidad ( entre ellos
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M. J. Char!esworth, Anthony Kenny, Peter Winch, David .Pears, Cristian Stetter y el ecléctico K. T. Fann que percibe la continuidad en la esencia y función de la filosofía pero no en los métodos de ambas obras); en contra, por el otro lado, de la opinión discontinuista radical, la del "B ruch", donde se agrupan importantes exégetas como W. Stegmüller, Hartnack y en Francia, Gilbert Hottois para quien resulta abusivo no ver en las Investigaciones mi.s que una relativización del Trac tatus, o en éste una macrocopia de un "juego de lenguaje" cualquiera (El problema de la continuidad o discontinuidad entr_e _¡¡_n_ prim_ero_y _l!_n__�g,¿11_do_ , un joven y uno madur_oJ _SEl_ preséntá,. como. el lector_.pue_dEl_-ªPreciar, también en Witt gensté·m y parece -ser"uná constante respecto de· fos grandes· pensadores como Marx, Hege_l y otros según las ense.ñanzas de la historia de las ideas. No se trata como es obvio, de una ciiéstión contingente o puramente acádémica ya que, confor me se viera en el caso de Comte, importantes efectos filosófi cos separan los campos de los que se pronuncian pro o contra la continuidad). Finalmente por la importan.::ia, articulación y función de ensamble que la nominación de positivistas acordaba a Po pper y Wittgenstein, y los debates abiertos sobre ésto, tienen en el conjunto de la lectura que propone El orden y los jue gos daré término a este prólogo, refiriéndome con todo es quematismo al sentido polémico de ambos casos. a) El "positivismo" de Karl Popper: Cuando A J. Ayer traza la historia del movimiento del po sitivismo lógico dice que luego de que el Círculo se hiciera cargo de la revista Erkenntnis aparecieron una serie de· mono grafías con el título de Einheitswissenschaft ("Ciencia unifica da") así como una serie de libros. Entre ellos, la famosa Lo gík der Forschung. Desde esta inclusión, quedó abierto un debate sobre las relaciones entre su autor y el positivismo lógico, que cruzó la historia de Popper y del Círculo, al me nos durante el largo período en que la influencia de éste últi mo se mantuvo viva o latente. El mismo Ayer -que en Len guaje, Verdad y Lógica emplea una nota (la Nro. 17) para re chazar el criterio de refutabilidad'de Popper-·· ("ning una serie finita de observaciones es suficiente para establecer la verdad de una hipótesis fuera de toda duda, en tanto que existen casos cruciales en los cuales una única observación, o una se37
-. rie de observaciones, basta para refutarla definitivamente"), criterio al que lee como "de significatividad de los enuncia dos". dice, en esta introducción, sobre su marco de pertenen cia: " ... de hecho Karl Popper, no era miembro del Círculo y nunca deseó que se le clasificara como positivista, pero las afinidades entre él y los positivistas a quienes criticaba, son más sorprendentes que las divergencias, y de cualquier mane rá los miembros del Círculo no siempre concordaron en todos los puntos". He aquí una tesis con grávidas consecuencias pa ra la historia de las ideas de la filosofía de la ciencia contem poránea: Popper no fue miembro oficial del Círculo pero sus ideas pueden ser consi.deradas afines al positivismo clásico de los años treinta. ¿Es factible ver en ésto una versión de la posición de Moulines, que nos ocupa más arriba?:el positivis mo no es un conjunto. d.e tesis escritas en algún sitio, sino de terminada actitud.. Pero ¿qué ocurre cuando se participa de una misma racionalidad, la racionalidad del pensamiento cien tífico como. centro de la conciencia filosófica del hombre, y las tesis escritas difieren fundamentalmente? Nos encontra mos frenté a una contradicción para la que cabe suponer res' puestas de uno u otro de este tipo. Los que sostienen la posi ción Ayer de filiación positivista de Popper, podrían concluir que el compartir la misma racionalidad es un indicador bas tante preciso de la verdad de su aserto: acred1taria_gu� ·ana-· !izadas a fondo las principales tesis .de Popper, no difieren de ·:ras·cre·Carnáp, Waismanñ,-sCb.lick y otros verificacionist�del ·grupo. Muy probablemente Popper contraargumentaría que el marco de referencia dado por una misma racionalidad cien tífica no excluye, en modo alguno, las divergencia más pro fundas acerca de los puntos que en ese marco cobran cuerpo y efectos de aplicación. (Véase al Cap. ·'¿Quién mató al posi tivismo lógico?" en su Autobiografía). En rigor de verdad, los positivistas lógicos no han contesta do puntualmente las objeciones que una y otra vez, en sus distintos escritos, Popper ha lanzado en relación a varios de 1 los puntos de su cuerpo de ideas, y suelen focalizar el debate en uno de ellos, el problema de la legitimidad o no de susti tuir verificabilidad por falsabilidad, que ubican dentro del concepto del criterio de s�ificatividad de los enunciad s, .. sin hacerse cargo de que.. lo__mi.e Popper propone es un cambio radical de _ErobleE_J�_!;icll.��P�!o}I_e��=�fm�te�to, o sea el colapsoae toOo__E!?blema de s1gnfücado, mapto para clemarcar la ciencia de la no ciencia. Acabamos de ver el pa·
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rrafo de Lenguaje, Verdad y Lógica donde se expresa esta re ducción del problema. No difiere mucho de la forma en que plantea el vínculo Víctor Kraft. En su libro histórico El Círculo de Viena ubica directamente a Popper en este grupo sin dar razón de ello. En la etapa en que se refiere a la diáspo ra de sus miembros con motivo de la anexión de Austria por la Alemania nazi lo ve perpetuado en Inglaterra por Popper (además de Waismann, Ayer y Stebbing) aclarando muy bre vemente en una nota que "Popper no participó en los últi mos tiempos del Círculo de Viena, pero estuvo en contacto personal con varios miembros ( Carnap, Feigl, Kraft)". Sin embargo, muchos años después (197 4) escribe un ensayo específico sobre este vínculo para el volumen The Philoso pjy of Karl Popper (Ed. Schlipp, de la serie The Library of Living Philosophers) donde se ve constreñido a problemati zar la cuestión y profundizarla. Sin apartarse de su tesis de la pertenencia, la matiza en la forma siguiente, no exenta de ambigüedad: "Popper nunca perteneció al Círculo de Viena, nunca tomo parte en sus reuniones y, sin embargo, no pue de ser pensado como ajeno a él. Ya en mi artículo de 1950 referido al Círculo de Viena, encontré necesario referirme a él repetidas veces. Por otro lado la obra de Popper no puede ser genética mente comprendida sin referencia al Círculo de Viena. Tal como Popper se mantiene en una estrecha; inextricable rela ción con el desenvolvimiento del Círculo de Viena, así el Círculo fue. también de esencial significado para su propio desarrollo". Las razones que arguye Kraft en apoyo de esta caracterización consisten en que Popper cita reiteradamente posiciones del Círculo en El desarrollo del conocimiento cien tífico, considerando La sintaxis lógica del lenguaje de Carnap como el comienzo de una revolución en su propio pensa miento, y las discusiones y relaciones que mantuvo hasta 1936 con algunos de sus miembros. Razones no decisivas, por cierto; para zanjar la discusión dependiente, en el fondo, de la confrontación directa de los respectivos puntos de vista. Es aquí donde hay que medir el alcance del debate. En este sentido, los dos puntos básicos iniciales del Círculo no fue _ rón col!!I)-�rtíªos-_J)_or_°�I>2.�· Estos puntos son la posición de la lógica y la matemática, y el fundamento empírico del co nocimiento de la realidad. Respecto de las primeras, a dife rencia de Kant, el Círculo consideraba a sus proposiciones analíticas, válidas en función de las reglas convencionales que 39
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guían su uso y con independencia de toda experiencia La· ló gica nada dice de los objetos, sólo estipula reglas para hablar de ellos ("Lógica, matemática y conocimiento d·e la naturale za" de Hans Hahn). Su importancia tautológica deriva de que estando constituido nuestro lenguaje de modo que al afirmar nuestras proposiciones, implícitamente afirmamos otras sin verlas, la deducción lógica hace que tengamos conciencia de ello. Esta posición privaba por cierto al apriorismo de su argu menro más fuerte. Respecto de ella, Popper se mantuvo al margen hasta 1946 en que debió ocuparse de la aplicación de la lógica y la matemática a la realidad. Aquí, si bien compar tió el criterio de que la lógica sólo contiene "reglas de proce dimienro" y de lenguaje ---y no enunciados descriptivos reaccionó contra la etapa carnapiana de ver en este lenguaje operaciones puramente sintácticas, y junto con Tarski, Kotar binski y otros adherentes de la escuela polaca, hizo modificar a Carnap de raíz su posición llevándolo a la etapa semántica que éste desenvuelve en su Introduction to Semantics and Formalization of Logics. Y en cuanto al plano empírico, que es el segundo punto básico (en el que también Carnap sustituyó su originario prin cipio de verificabilidad, atribuido erróneamente al Tractatus, por el requisito más elástico de confirmabilidad, Testability and Meaning 1936-7), Popper lo consideró lisa y llanamente un dogma del Círculo. Es su "Autobiografía" y en su "Re plies to muy critics" ( ambos incluidos en el volumen de Sch!ipp) Popper ajusta sus cuentas respecto de este dogma, centro de la disputa En reemplazo del criterio positivista de significatividad, que divide las aguas entre enunciados de ex periencia verificables, y por ende científicos, plenos de senti do; y metafísicos (no verificables) asignificativos, propicia el de demarcación entre lo científico y lo no científico. Criterio éste que, a diferencia del de significado, es un criterio de tes tabilidad, refutabilidad o falsabilidad que no deja fuera de jue go a la metafísica Popper la asume no sólo en su defensa del realismo metafísico, sino en su posterior incorporación del darwinismo, "como" programa metafísico de investigación (Objective Knowledge). Esta cuestión central de la disputa, la sustitución popperia na del criforloQé sígiiíffoacfo-por·er Cie· demarcaclOii entre cieñcTu-y "ilo - ciencia;· tíeñe-iñucnas·repercüsloñés en otros puñtosaeillvergericia-con1as· tesis· epísfe_moiógióas-deie®>_"E nsmo logico. La mayoría de estas tesis, como el rechazo del 40
inductjvismo, y del concepto fisicalista de ciencia unificada, no son objeto de análisis profundos por parte de los positi vistas. Y, en relación a otras, como la polémica entre realis mo y positivismo (fenomenalismo ), son reabsorbidas en fun ción de distintos procedimientos, a los que puede aplicárse les muy bien mutatis mutandi el juicio que Popper emite en su Autobigrafía: "Pensaban qúe podrían evitar mis críticas con unas cuantas concesiones -mutuas preferiblemente-- y al gunas estratagemas verbales (por ejemplo, se habían persuadí . do de que yo convendría en sustituir la verificabilidad por la falsabilidad como criterio de significatividad)". Reabsorción que en el caso de la cuesti6n realismo/idealismo (fenomenalis ta) se hacía a veces con recurso a considerarla un pseudo pro blema (Camap) o considerando que no hay oposición entre realismo y positivismo si se parte de un "realismo empírico" como el que propugna Schlick en "Positivismo y realismo", combinación que no niega la existencia de un mundo trascen dente sino que postula su carencia de sentido, tanta como la de su afirmación; o afirmando como Feigl, en su ya citada "Me_moir", que uñ realismo metafísico (del mismo tipoq\l� :f>q¡pe_r) es _una de_ es� cos� acerca de 1�. que, c_Qlll_'?. dice Wittgenstein, no podemos hablar y, en consecuencia,· ·debe····· · mo callar. --Al:íéíra bien, el lector podrá seguir en esta querella del vínculo Popper-positivismo lógico, la estrategia muy bien trazada por Lecourt que consiste en rotar de la cuestión central de la fasabilidad a estos otros puntos que la inte gran, aunque aparezcan más diluidos en los planteos de los últimos. La rotación le permite complementar su análisis poniendo a Popper en relación con Einstein y la mecánica cuántica, examinar su papel respecto de las ciencias socia les; ver como monta un mecanismo de verrlacl, distinto de los criterios de verdad tradicionales, combinando el falibi lismo de Peirce cpn la concepción semántica de la verdad de Tarski, que acuerda un uso regulativo a la teoría de la corres pondencia aristotélica, en un programa aplicado a su modo de concebir el progreso dei conocimiento científico. En todos estos puntos, el eje de las reflexiones de Lecourt se enriquece al emplazarse en un procedimiento de análisis que no pasa "por la confrontación, en definitiva, abstracta y formal, tesis por tesis, de un sistema al otro" tendiente al planteo de saber lo que Popper retiene o rechaza del dispo sitivo neopositivista, sino por la inserción del popperianismo 41
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en la coyuntura también integrada por el Círculo de Viena. La consecuencia natural de este procedimiento reclama en Lecourt la incorporación del material de Popper de la episte1> . mología biológica, del ConocimieMto Objetivo y El yo y su l cerebro, reverso, en cierto sentido de su problema de demar creación final de un Orden en que el método c,.;upa wi,firJ»· ' elcación, lugar del Su¡eto y lo naturaliza en la biología donde se_ 'mplantan y trañsponií!!l§�11J,ci::le�) síi}:tfmas lóg!<;_oS:�_ ·· · Este mismo eje de análisis, rea¡:¡arece fructíferamente, se � larido consecuencias teóricas distintas, al abordar el vínculo que la tradición postula entre el Ttactatus de Wittgenstein y el mismo positivismo lógico.
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b) Et "positivismo" del Tractatus
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Siguiendo el mismo camino que lo conduce a lo largo de El orden y los juegos, Lecourt asume el análisis de una serie de aforismos del Tractatus, en función de la coyunturajdeo lógica y científica donde se los llamó a producir sus efectos. En este contexto, el punto central de su argumentación está destinado a impugnar la tesis que hace de este importante li bro, orientador de una enorme fracción del pensamiento an glosajón, una obra contemporánea del Círculo de Viena, con temporánea no en el sentido cronológico, en que efectiva mente lo es, sino doctrinario, como lo sostiene una firme tra dición anclada en los positivistas lógicos,. y de la que también participa Popper. Que el Tractatus tuvo un fuerte impacto en el Círculo de . Viena, al punto que pueden encontrarse en él las razones de lo que James Griffin, en Wittgenstein 's Logical Atomism, lla-· ma "la vieja" interpretación, está fuera de discusión. También lo está, el hecho de que Wittgenstein, a diferencia de su víncu lo con el resto de sus trabajos prácticamente póstumos, le atribuyera el relieve singular que tuvo, en efecto, luego de su publicación en 1921, en Annalen der ]'laturphilosophie, ocho años después del comienzo. (Publicación que lo llenó de grandes desasosiegos, como lo traduce en la carta del 22.10.18 a Paul Engelmrui, d.onde al r;eferirsea Jahoda, famoso editor de · "La antorcha" ·-que en definitiva rechazará el texto- le dice: " ... Sólo el diablo sabe lo que él se trae entre manos con mi manuscrito",.seguido de un insulto muy a la austríaca: "ver ffluchten Kujon"). Un aiños después de ser editado, Mm;tiz Schlick accede a la
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cátedra de filosofía de la Universidad de Viena y lidera un grupo no cohesionado, por ese entonces, como escuela filo sófica, formado, pues por miembros que en su mayor parte no eran filósofos profesionales. El Círculo lo integrab¡m de partamentos de matemática, lógica; física, derecho, medicina . y sociología. No puede extrañar, entonces, que esta comuni dad de intereses dedicara dos años de sus reuniones quincena les a leer y descifrar el contenido críptico de una obra, madu rada en el contexto lógico-matemático de Frege y Russell, y cuyo propósito según lo estampara este último en su "Intro ducción" era, partiendo de los principios del simbolismo y de las relaclones necesarias entre las palabras y las cosas en cual quier lenguaje, tratar en primer lugar de la estructura lógica de las proposiciones y de la naturaleza de la inferencia lógica, para pasar a la teoría del conocimiento, la física, la ética y fi nalmente lo que está más allá de los límites del lenguaje, lo místico (das Mystiche, lo indecible). En la etapa de su desarrollo en que irrumpe el Tractatus, predominaba en el Circulo, su as1 llamada vers1on origma! de la teoría del significado: una oraci6n s6lo es sigmf1cativa St\;ando el modo de su verificación es conocido. Esta verifica cion debe ser com letamente esclarecida or referencia final a hec os indubitables dados en la experiencia inme 1ata. e t¡ata de un estadio con total predominio del positivismo ma chiano: creencia en "elementos· Últimos" de tipo sensorial. ºgrama de construcción lógica. del mundo a partir de los rWelementary data of sense". Es comprensible, dentro de esta perspectiva, que los miembros del Círculo recibieran con to do calor una obra que veían similar a la filosofía del atomismo lógico expuesta por Russell en sus conferencias de 1918, mu chas de cuyas ideas eran el resultado de las discusiones que había tenido con Wittgenstein entre 1912-14, o sea en el pe ríodo en que éste gestaba su Tractatus. Aguí es, precisamente1 'donde se articula, la llamada vieja o tradicional inte retacion la de Russell el Círculo
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fícil abordar este libro compuesto de una serie de parágrafos numerados, que constan muchos de ellos de una sola frase, y no es ajeno a la dificultad la circunstancia de que muchas de esas frases, casi sin citas de origen, transporten pro]?lemas o críticas de y al pensamiento de Frege y Russell. ¿Pero es este legado de la lógica y la metafísica de Russell, al que por otro lado Wittgenstein refuta en casos específicos como en rela ción a su teoría de los tipos, suficiente para leer sus proposi ciones elementales en términos del atomismo lógico de aquéí? Tracemos muy rápidamente el marco de su teoría pictórica: La primera tesis del Tractatus es que "El mundo es todo lo que es el caso". Y lo que es el caso son los hechos. A los he chos que no se componen de otros hechos, Wittgenstein los llama Sachverhalte (atomic fact), mientras que a un hecho que conste de dos o más hechos lo llama Tatsache. En los ejemplos de la "Introducción" de Russell, "Sócrates es sabio" es un Sachverhalt y también un Tatsache, mientras que "Só crates es sabio y Platón su discípulo" es un Tatsache pero no un Sachverhalt. El mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas ( 1.1.) Queda aquí planteada una diferencia entre los hechos y las cosas u objetos, que recogen los aforismos 2. ¡ 2.01. 2 "Lo que es el caso, el hecho (die Tatsache) es la exis tencia de los hechos atómicos (Sachverhalten). 2.01: "El he cho atómico ( der Sachverhalt) es una combinación de objeto� (Gegenstiinden) (entidades, cosas)": que este libro esté enci ma de la mesa es un hecho, pero carece de sentido afirmar que el libro o la mesa sean hechos. El libro y la mesa son, en cuanto tales, cosas (objetos). Del mundo así concebido, nos remontamos al lenguaje, siendo el ideal del Tractatus cons truir un lenguaje perfecto (como en Russell). El lenguaje es .una figura, (Bilg},__un cuadro como lo t:,ad11ce Lecourt, o un modelo de los hechos. No es una figura de las cosas u objetos, sino de una éombinacion de objetos, aquellos de los que están compuestos los hechos. Describir un objeto, como por ejem plo, este libro, sería por ejemplo decir que "este libro es blan co". Pero que este libro es blanco, es un hecho, de modo que los objetos sólo pueden ser nombrados. Se abren; así, en el análisis (análisis en el sentido técnico, lógico, con que lo usa Wittgenstein) sólo dos alternativas: por un lado nombrar ob jetos, por el otro, hacer figuras (abbilden) de los hechos. Co mo un hecho -es una combinación de objetos, para hacer una figura de él, los objetos que lo componen han de ser nombra dos. 44 ·:-. •'-"-
El lenguaje consta de proposiciones, y las proposiciones en cjue figuran hechos atómicos (Sachverhalten) son proposiciones elementales. ¿Ahora bien, cuál es el estatuto de estas proposiciones ele mentales, en relación con las proposiciones atómicas de Ru ssell o protocolares del positivismo lógico? Es éste el prob1e ma que el positivismo resuelve en favor de la similitud. Como lo hacen, entre otros, Feigl en la ya citada "Memoir" de Sch lick (p. 23) y Víctor Kraft en el Capítulo II, (B), de El Círcu lo de Viena: "Por- tanto, la tarea siguiente y más importante era investigar las proposiciones atómicas y caracterizarlas por su forma lógica. Wittgenstein las identificó con las�roposi ciones a las que llamó "proposiciones elementales". Son estas proposiciones que pueden ser comparadas mmediamente con la realidad, es decir con lo dado de las vivencias". Un inter pretación que, como antes expresáramos, comparte Popper alimentando con otros elementos "el malentendido"· cruzado que el lector podrá encontrar hábilmente descripto por Le court en la introducción de este texto. Es la interpretación es'· tándar que vuelca en British Philosophy in Mid-Century, 1953: Para Wittgenstein todas las proposiciones significativas serán funciones de verdad de las proposiciones elementales o atómicas que describen "hechos atómicos", es decir, "he chos que en principio pueden comprobarse por medio de la obseroación' '. Ahora bien, en su Introducción al "Tractatus" de Wittgens tein, G.E,M. Anscombe, alude al hecho fácilmente comproba ble de que hay en esta descripción de Popper mucho más so bre "observación" que en el Tractatus. Salvo el apoyo que podría encontrarse en 3.263, Wittgenstein no afirma, ni su giere, agrega, "que la proposición que contiene un nombre elemental y lo 'elucida' ante la persona que conoee o tiene presente su referencia deba ser una proposición elemental". El tipo de ejemplo más evidente, "esta es una mancha roja" P.:º es una proposición elemental como surge del 6.371" ,Resulta claro que el producto lógic;o de dos proposiciones elementales no puede ser ni una tautología ni una contradic ción. La aseveración de que un punto dentro de nuestro cam po visual tenga dos colores diferentes al mismo tiempo es una contradicción)". De manera directa se sigue de esto que "esta es una mancha roja", no puede ser una "afirmación observa cional simple", porque si lo fuera podría encontrarse otra in compatible con ella, siendo prectsamente su análoga lógica. 45
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La conclusión de Anscombe" ( compartida entre otros por Roy E. Lemoine en The Anagogic Theory of Wittgenstein's Tractatus y por el ya citado Griffin ), es que, sean lo que fue ren las proposiciones elementales o.e Wittgenstein, no son 1, afirmaciones observacionales simples. Wittgenstein no se expresó sobre cuáles son los objetos . ni
Corresponde pues al lector seguir ahora el camino de El or den y los juegos, primer intento de abrir las ventanas de otros "mundos posibles" del pensamiento filosófico y científico de nuestros días. En este trayecto habrá de encontrar, en el con texto de las críticas de Lecourt, puntos de inflexión de su pensamiento basados en "los juegos" del segundo Wittgens tein. No e�-�pósito de este prólogo, debo repetir, analizar los mismos, sinoma:s·01eñ:;- cuiilqmera fuesen los resultados �a.lisis, destacar el sentido de equidad _quetrasuntan.!!l. ·colocarse, estimulando a todos, fuera de los astros poco pro-·--····· · ····-·····---.picios de los Y�l"Q!!D!!., · ----- ····En cuanto al prólogo,su intención, en esta extensión, equi vale ahora a un deseo. él de haberlo escrito y no, como dice la inagotabl.l ironía de los matices de Borges en Prólogos. Con un prólogo de prólogos, haber incurrido en él.
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Enrique Eduardo Marí � � �
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Introducción
EL ATIZADOR Al iniciarse el año universitario de 1946-1947, algunos meses después de que, por iniciativa de su compatriota, el economista Friedrich August von Hayek, la· London School of Economics le hubo abierto sus puertas a su llegada de Nueva Zelanda donde había pasado la guerra, Karl Popper recibió de Cambridge una invitación por escrito del Club de Ciencias Morales para hacer una exposición sobre algún "puzzle"' filosófico de su elección. La tarje� llevaba la marca de su remitente: que no hubiese en filosofía más que "puzzles" para dilucidar, que la tarea no consistiera, por lo tanto, en resolver "problemas", era, en efecto, una de las tesis más célebres del filósofo cuyo prestigio intelectual y personalidad enigmática desde hacía mucho tiempo dominaban, o por lo menos fascinaban más allá del mismo Cambridge, el mundo filosófico anglosajón: Ludwig Wittgenstein. Dos filósofos· vieneses iban a encontrarse de este modo frente a frente en suelo británico. Popper, después de muchos otros, ha dejado en su Auto biografía' el relato de este memorable encuentro con el autor del Tractatus logico-phi/osophicus. Los términos merecen ser repetidos: "Dado que esta tesis (la de Wittgenstein) era una de mis aversiones favoritas, decidí elegir como tema: '¿Existen pro blemas filosóficos?' y abrí mi exposición expresando mi sor presa por haber $ido invitado por el !l!lCretario a realizar una
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.-. comunicación sobre un "puzzle" filosófico. Indiqué que el que había redactado la invitación, quienquiera que hubiese sido, al negar implícitamente que existiesen problemas filosóficos, había tomado partido, quizá involuntariamente, en una cuestión suscitada por un auténtico problema filosó fico. "No tengo necesidad de decir que, presentar mi comunica ción de esta manera, era sólo un modo provocador y diver tido de lanzar el desafío. Pero, en ese preciso momento, Wittgenstein se levantó de un salto y dijo en voz muy alta y, a mi parecer, enojado: 'El secretario ha hecho exactamente lo que se le ha pedido. Actuó según mis propias instrucciones'. Y o hice como si no entendiera y continué... diciendo que si pensara que no había auténticos problemas filosóficos, no sería por cierto filósofo; y que el hecho de que muchas personas, si no todas, adopten sin reflexionar soluciones insostenibles en muchos problemas filosóficos, cuando no en todos, era la única justificación que uno podía tener para ser filósofo. Wittgenstein saltó de nuevo e, interrumpiéndo me, habló largo· y tendido de los "puzzles", y de la no exis tencia de los probiemas filosóficos. En el momento que me pareció apropiado lo interrumpí y presente una lista, que tenía preparada, de problemas filosóficos del tipo: ¿conoce, mos las cosas por medio de nuestros sentidos?, ¿adquirimos nuestro conocimiento por inducción? Wittgenstein rechazó estos problemas por considerarlos más bien de naturaleza lógica que filosófica. Me referí entonces al problema de saber si existe el infinito potencial o quizá incluso el real, proble ma que rechazó por ser matemático. (Este rechazo está con signado en las actas de la sesión.) Mencioné entonces los pro blemas morales y el de la validez de las reglas morales. En ese momento, Wittgenstein, que estaba sentado cerca del fuego y se había puesto a jugar nerviosamente con el atizador, que utilizaba por momentos como un puntero para marcar sus afirmaciones, me lanzó este desafío:' ¡ Dé usted un ejemplo de regla moral!'. ).tespondí: 'No amenazar a los conferencistas invitados con atizadores'. Tras lo cual Wittgenstein, en un acceso de rabia, arrojó el atizador al suelo y se precipitó como un huracán hacia la salida dando un portazo": Que el narrador haya exagerado un poco para adjudicarse el mejor papel e inclinar las risas a su favor, no tiene por qué sorprender: es la ley del género. Que haya creído convenien te salpicar su relato· con algunas discretas perfidias, no debe 52
molestar a nadie: después de todo forma parte de la buena · guerra en el ambiente. Poco importa, por lo demás,. la veraci dad de detalles necesariamente anecdóticos. Lo que nos inte resa es la disputa en sí, el enunciado de sus temas y las moda lidades de su resultado, atestiguados por todos. De cierta manera incluso, todo nuestro trabajo se resumirá en el inten1 to de aclarar este episodio, que creemos de gran alcance � filosófico. A decir verdad, la tormenta que así acababa de estallar no tenía nada de sorprendente, pues todas las condiciones, en un sentido, estaban dadas desde hacía mucho tiempo para que los dos interlocutores no pudiesen entenderse. Algunas de esas condiciones pueden leerse claramente en sus respectivas biografías. Ante todo, trece años separaban a esos dos hombres nacidos ambos en Viena, años de un peso histórico enorme. Wittgenstein, que tenía veinticinco años en 1914, pertenecía en efecto a esa generación de austríacos que habían participado en la Primera Guerra Mundial después de haber pasado su juventud en la Viena de los "Últimos días" del Imperio austrohúngaro: la de Karl Kraus, Adolf Loos, Arnold Schonberg, Ludwig Boltzmann y algunos otros. Popper, que sólo tenía doce años cuando empezó la guerra, alcanzó la mayoría de edad en la Viena revolucionaria de los años 1918-1920, ya desmembrado y derrumbado el Imperio. Hay que agregar que los dos hombres no pertenecían al mismo mundo. Se sabe que WitB;enstein era el hijo menor de un magnate de la industria, de ascendencia judía pero conver tido al protestantismo más riguroso, que desempeñaba un papel muy destacado en la política y en las finanzas de su país, y cuyo gusto P
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Su padr e era un abogado liberal y francmasón, erudito, poeta y militante que perdió su fortuna a causa de la guerra Como tuvo que abandonar muy temprano el colegio para trabajar, el joven Popper aprendió el oficio de ebanista, mientras seguía como oyente libre los cursos en la universidad. Tras varios años de esfuerzos consiguió, en 1930, un cargo de maestro que conservó hasta 1937, es decir tres años después de la publicación de la Logik dér Froschung (La lógica de la investigación científica) y diez y seis después de la publicación del Tractatus•. Wittgenstein, que se había desprendido de la parte de herencia que recibió en 1912 a la muerte de su padre, con el fin de llevar una vida simple y ascética, fue también maestro desde 1920 a 1926 en algunas escuelas rurales de los distri tos de Schneeberg y Semmering en la Baja Austi;ia Pero, si se pueden discutir los motivos que allí lo llevaron', con toda seguridad, eran muy diferentes de los que animaban a Karl Popper. En todo caso, no es imposible ver, en esas dos "inf an cias" tan dispares, el origen de actitudes diametralmente opuestas frente a la carrera universitaria Wittgenstein, nadie lo ignora, siempre se sintió incómodo en la función de profe sor que abandonó varias veces por largas estadías casi solita rias en el espléndido recogimiento de las montañas noruegas y hasta llegó a desaconsejar formalmente a algunos de sus estudiantes que enseñaran filosofía Todos los testimonios concuerdan también en reoonocer que su enseñanza, dialo gada y sin notas, era de un estilo muy poco académico, que cautivaba a unos y desconcertaba y erizaba a otros. Karl Popper, por su lado, se impuso rápidamente la tarea de adap tarse al modelo de gran universitario británico y jamás ocultó su satisfacción por haberlo logrado. De modo que no es seguro que el primer incidente de la sesión relatada por Popper tuviera exactamente el sentido que él le atribuye, aun retrospectivamente. Si Wittgenstein se irrita y se deja arrebatar por la cólera, si atribuye ;s1 la adver tencia introductoria de Popper el significado, por cierto ines perado, de una crítica administrativa desplazada, que finge un puro y simple malentendido, tal vez no es una deplorable falta de humor -como Popper persiste visiblemente en creer- sino, más bien, su manera propia de denunciar el procedimiento retórico utilizado. El lenguaje que usted acaba de emplear -intenta en suma hacer comprender al conferen cista- no puede tener significación sino en el nivel de la com-
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postura y los buenos modales. Pero entonces es inconvenien te. Si en cambio se trata de la cuestión de fondo misma, es el tipo de procedimiento el que está mal usado pues esta cuestión resulta demasiado grave, tiene demasi ado peso para 1 adecuarse a la ligereza de un tratamiento académico. Saber :si existen o no "problemas" en filosofía no es asunto para 1 /lanzarse "desafíos" de universitario a universitario; es una l j : cuestión vital en el sentido más intenso del término. En esta perspectiva, para emplear un vocabulario que � durante mucho tiempo estuvo bastante en boga, diríamos sin -tliv[renuen ia que la i terven_ci()n d_E:_�ittgenstein fue u�acto_�E:_ill-� ;! � .. .. en . este caso .un 'terapeutica" filosofica,. . poco salvaje. A pura pérdida por lo demás, dado quePopper se hizo el sordo ("I did not take any notice of this"). La incapacidad de ,� w}I,, los dos interlocutores para comunicarse persistió, pues, hasta {/ la salida teatral y precipitada de Wittgenstein. Ocurre que esta incapacidad tenía otras razones además de las biográficas y de la ideología profesional: se veía reforzada por un extraño malentendido cruzado que no permitía a ninguno de los dos interlocutores saber con justeza a quién hablaba De hecho, ¿quién podía ser Karl Popper a los ojos de Witt genstein en 1946? Muy probablemente un miembro "disi dente" de la Escuela de Viena En efecto, así estaba conside rado por la mayoría de los contemporáneos. Popper era entonces para ellos el hombre a quien Otto Neurath había declarado un .día el "opositor oficial" del Círculo, alguien que había publicado sus primeros textos en Erkenntnis (Conocimiento )y cuyo libro principal había aparecído en una colección patrocinada por dos de las figuras prominentes del neopositivismo lógico6 ; el filósofo, en fin, cuyas tesis aparen temente habían sido retomadas en parte en las versiones corregidas de la doctrina elaborada por Rudolf Carnap 7• Así, a pesar de-la recjente publicación de The Open Societ¡ and its Enemies (La sociedad abierta y sus enemigos) , Wittgenstein no podía ver en Popper más que a 'uno de los numerosos partidarios de una doctrina filosófica con la cual se había considerado públicamente vinculada su propia obra el Tractatus, con razón o sin ella Una doctrina a la que nunca brindara mucha simpatía, y con la que ahora se encontraba en desacuerdo total y definitivo. Pero había algo más grave. Cuantjo Wittgenstein tuvo que dar una explicación acerca de las debilidades que encontraba en su obra de juventud, su
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diagnóstico siempre había sido: Lel más absoluto de los erro 1 res consistía en haber supuesto allí güe eXIstleran autenfacos , problemas para resolver en filosofía! Se ve lo que en ese aspecto tenía de explosiva la situación. Wittgenstein se encontraba en presencia de un hombre que representaba todo el pasado del cual trataba de deshacerse desde hacía quince años. Popper, era el símbolo de una escue la filosófica que se había apoderado del Tractatus para hacer de él su Biblia y nutrir su propaganda desviándolo de su sen tido, era un filósofo que había convertido en su caballo de batalla la tesis que precisamente él se reprochaba de haber sostenido, al menos implícitamente, en ese libro y que lo había vuelto vulnerable a la "operación" de la cual había sido objeto. Pero del lado de Popper las cosas no eran mucho más cla ras. ¿Quién era Wittgenstein para él en 1946? Sin ninguna duda, el autor de un libro importante, cuyas posiciones filo sóficas las identificaba, como tantos otros, pura y simple. mente con el positivismo lógico del Círculo de Viena. Ahora bien, justamente Popper, que jamás había sido miembro del Círculo -como tampoco Wittgenstein- y que pensaba que en su Lógik había refutado en forma concluyente sus tesis esenciales, se consideraba víctima de un grave error: la "leyenda", que trataba de destruir, según la cual su propia filosofía en i!l fondo no habría sido sino una variante· tardía y sofisticada de la doctrina vienesa. Por eso había introducido, en su reciente obra de filosofía política, largas notas al pie de página sóbre temas epistemológicos, en las que dirigía vió lentas críticas al neopositivismo y que apuntaban expresa, mente al Tractatus. Pero eso no es todo, porque si hay un punto en el cual Popper estimaba haber aportado la prueba de la superioridad de su filosofía sobre la de aquellos a quie nes señalaba irónicamente como "sus amigos positivistas", era justamente por haber resuelto un "auténtico problema filosÓ· fico": el problema "humiano" de la inducción. Por lo tanto no es casual que ese problema tuviese un lugar destacádo en la lista de "problemas filosóficos" que Popper lanza a Wittgenstein en la sesión de 1946. Sin duda Popper sabía que Wittgenstein había cambiado su punto de vista y modificado su manera de filosofar desde los años '30. Pero el maestro no había publicado hasta ese momento ningun texto nuevo. Y Popper tenía fuertes sos pechas, por el acento que ponían los discípulos en las cues-
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tiones de lenguaje, de que sólo se trataba de una nueva etapa en la vía decadente en la que se encontraba, según él, el positivismo lógico por haber perdido de vista, de gol pe, los "grandes problemas" y por haber acordado demasiada importancia a las cuestiones· de palabras. En la nueval orientación de la filosofía de Wittgenstein, sólo podía ver una / [ confirmación del diagnóstico pesimista que desde hacía mucho tiempo había hecho sobre el porvenir del positivismoj lógico. Se ve ahora en qué sentido hablábamos de un malentendi do cruzado: Wittgenstein seguía siendo a los ojos de Popper el iniciador del movimiento filosófico del que todavía no lograba degprender su imagen, mientras que estaba conve cido, con razón o sin ella, de haberle arruinado las posiciones claves. Y si bien el autor del Tractatus pasaba ahora por promotor de una nueva filosofía, llamada "analítica", a Popper le parecía que en ésta se prolongaban bajo nuevas formas, aun más caricaturescas, los errores groseros de la rimera. Entre Popper y Wittgenst�in, como telón de fondo de toda Gomunicación, se extendía, pues, la sombra enigmática, y] nvolvente del Círculo de Viena. ¿Es necesario deducir que no hubo en este encuentro sino malentendido tras malentendido y, por decirlo así, un quid pro quo recíproco? No es seguro. Porque en último análisis, a la distancia, también se puede sostener que, a despecho de todo, ambos protagonistas de pronto comprendieron muy bien la gravedad de sus divergencias filosóficas. Lo que mostraremos es que el cuestionamiento de Popper a las tesis del Círculo de Viena justificaba por cierto ampliamente su irritación al verse ubi cado sin otra formalidad en ese campo. Para decirlo sin ambages, y a que según parece la cuestión ha vuelto a tener cierta actualidad en Francia: Popper no es, ni jamás ha sido un positivista lógico en el sentido estricto del término. Pero este cuestionaniiento, que poco a poco lo llevó a elaborar; sobre nuevas bases epistemológicas, un verdadero "sistema" filosófico de notable flexibilidad y con gran poder de inte gración9, no se puede desvincular de una concepción y una práctica "tradicionales"' de la filosofía que, según Wittgenstein, compartía con los filósofos científicos viene ses. El Tractatus ya había intentado romper con esa concep ción y con . esa práctica -aunque en forma titubeante e
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incompleta- si bien luego Wittgenstein se manifestó dispues to a liberarse de ellas a medida que se profundizaba el impre sionante trabajo de autocrítica contra el dogmatismo de su primer libro. De todas maneras aunque hubiese conocido las divergencias de Popper con el Círculo de Viena, Je hubieran parecido menores. Como ellos, como él mismo en otro momento, Karl Popper no había captado lo esencial: sostenía que existían problemas en filosofía y que, por lo tanto, la tarea del filósofo consistía en aportar a dichos problemas "soluciones" teóricamente articuladas en un "todo" muy ordenado. sezyía e_l camino «tradicional" de considerar el discurso filosofico como. ''fundamento>, y "iüstifícacffi:ñ." teorices de_ fa-p-iaª�!l.."ie_n�íf�"ii y ele las ()1;ras prácti�as. Pa;r,i_ Wittgenstein era innegable que se extraviaba y que persevera ba en el e rror.----------.·· · ······-· ··--··· -·------ ··· ·-- ·Ya en eCTractatus, Wittgenstein había procurado apartar la ética y la estética -"lo más importante en la vida", había escrito- del dominio· de esos discursos teóricos. Había elegi do colocarlas bajo el abrigo de lo "inefable" y así logró , atraerse los más severos reproches de sus partidarios raci.ona. 1 1 listas. Pero por lo menos entonces había cometido la imprudencia _ele ha�r,_. en 1:1.n sentido, una excepcion:-la · de! f conoc1miento. En lo sucesivo al mismo tienipó que";-fumbién l en cierto sentido, se rompía el dique de lo inefable, se levantaba la excepción_ Así es como en 1946 rechaza uno a uno los enunciados de la lista presentada por Popper. Le toca ahora el tumo a "los fundamentos de la moral". Es demasiado. Wittgenstein sabe que no le queda más remedio que dar un portazo. Popper, estupefacto, se queda en la sala donde, según dice, tiene una larga conversación con Bertrand Russell, sumamen te cortés.
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Jürgen Habermas, en las primeras páginas de Perfiles filo señala muy acertadamente "la· sorprenden ' te continuidad de escuelas y de problemáticas fundamenta \ les" que se registra en la filosofía contemporánea. "Los datos _ teóricos de base -escribe- que continuaban en el centro del , debate filosófico de los años 50 y 60 en los países de lengua alemana, se remontan a los años 20" 1 º. Este juicio puede extenderse en el tiempo hasta nuestros días, y en el espacio si
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sóficos y políticos
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agregamos, como por otra parte se nos ha sugerido, a los paí ses anglosajones y sus dependencias por una parte, y a la Unión Soviética y los países del Este, por la otra. En efecto, es digno de interés advertir que, en los pocos años que siguie ron a la Primera Guerra Mundial, se configurb una coyuntura filosófica de la que, en lo esencial, no hemos salido. Es verdad que las relaciones de fuerza ( o de influencia) entre las tenden cias principales se han modificado, que el equilibrio interno de tales o cuales edificios teóricos entonces instalados ha sufrido reajustes, pero, en lo esencial, los rasgos siguen siendo los mismos. Desde el_punto _ de_ vista filosófico, conti!luamos viviendo en los años ··ª·º'--!iel!l� _e!}_9Ee sobre las 111inas aeí neokantismo'1 se vio repentinamente aparecer y propagarse a partir de Alemanía alaTeñomeno@gíanússerliana y luego a la filosofÍa heideggeriana. Es el momento preciso en que se · constituia concurrentemente en Viena el movimiento neopo sitivista que, a favor de la diáspora provocada por el ascenso ·y triunfo del nazismo, iba a dominar por largo tiempo la filo sofía anglosajona para retornar luego a los países de lengua alemana durante los años 50, después de haber establecido sólidas posiciones en Escandinavia y en zonas de lengua española. ¿Hay que recordar que también durante esos años 20 i se inicia la codificación, en la Unión Soviética, de lo que se ha .H convenido en llamar "la filosofía marxista" que, con el nombre de "materialismo _dialéctico", .. recibió consagración oficial a comienzos de los años 30? Según parece, desde hace algunos años es de buen tono ironizar sobre la pretendida indiferencia de la que matemá- ,y1•qi) ! ticos, lógicos y filósofos franceses habrían hecho alarde con ,. respecto a las lecciones que había que sacar de la repentina aparición de la!ógica matemática. No faltan los buenos espíritus seducidos por el positivismo lógico, al que descubrieron en forma tardía, que se complacen en acusar el contraste existente entre el movimiento reflexivo que desencadenó esta aparición fuera de nuestras fronteras y lo que denuncian, a veces no sin desdén, como ignorancia y ligereza de sus mayores. De estar a ellos, ¡ Francia queda mal parada! Sería la patria del oscurantismo, una zona de sombra persistente, aislada en un mundo tocado por las luces de una racionalidad cuyos beneficios no pueden menos que compartirse en 1980. En el mejor de los casos, esto es una simplificación extre ma. Pues si es verdad que la "gran" tradición filosófica fran cesa, amurallada en su espiritualismo nacional, ha permane59
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cido -como Gastón Bachelard no dejó de reprocharle en su moment.o-, sorda a las grandes cuestiones epistemológicas que planteaba el desarrollo de las ciencias matemáticas y físi cas desde comienzos del siglo, resulta, sin embargo, una impostura pretender que los trabajos de lógica matemática no despertaron en nuestro país ningún eco ni suscitaron ningún entusiasmo. Los nombres de Couturat, Nicod, Her brand, Cavailles y Lautman bastarían, como lo señala Van Heijenoort en el prefacio a los Escritos lógicos de Herbrand, para refutar la validez de este rumor partidista. La verdad es ante todo, como lo señala también este autor, que la mala suerte parece haberse ensañado con la lógica en Francia, puesto que todos los nombres prestigiosos que acabamos de citar son los de pensadores muertos prematuramente, sea por accidente (Couturat, Herbrand), sea por enfermedad (Nicod), sea en combates librados durante la Segunda Guerra Mundial (Cavailles, Lautman). La verdad es también -pero es eso tal vez lo que en el fondo se quiere olvidar- que, con excepción sin duda de Couturat, esta "escuela" francesa se había inter,· nado or otras vfas filosof'cas dist' i o 1co, como lo prueba con un e·emplo ::±- =-="'= "'"' n e ean ava ""es""...,,,s=::"':cv"'1as ""en segw."""'a"'g:-:u"'e""'a"'ro \ mcomp e desiertas ero es lícito preguntarse, como veremos, si no an c1 a an e e mu eos ue I gensemtar ornas _ e remta anos en a nr contra e ere o e os oso os vieneses. Sea como fuese el "caso" francés, la notable estabilidad de las formas con las cuales los filósofos continúan pensando, siempre que pueden, plantea por sí misma una pregunta filo sófica enunciable sin rodeos del modo siguiente: ¿podría ser que la filosofía, incapaz de renovación, no viva sino de su bella muerte? O, para interrogarnos en términos más preci sos y serenos: ¿bajo los efectos de qué conjunción de acon tecimientos filosóficos y extrafilosóf.icos un modo tal de ser de la filosofía ha podido "instalarse", como se dice de una enfermedad?
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Evidentemente no tenemos la pretensión de responder aquí a esas preguntas en toda su amplitud. Pero esperamos poder arrojar alguna luz desde un punto de vista que, en nues tro conocimiento, todavía no ha sido tomado.
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Seguiremos el desarrollo de la filosofía neo positivista, tal - como se implantó en su relación conflictiva con las o tras tendencias filosóficas existentes, tradicionales o nacientes. Leeremos con atención los artículos-manifiestos del Círculo de Viena y de la revista Erkenntliis. Dejaremos que esos discursos desplieguen por sí mismos sus argumentos, den sus referencias y saquen sus conclusiones, absteniéndonos de juzgarlos, o incluso de criticarlos. Los tomaremos en el contexto estricto de la "conciencia" filosófica en la que se encarnaron. Luego intentaremos analizar las razones de los cuestionamien] tos que les hicieron al instante Popper y Wittgenstein, en Viena misma, al margen del Círculo. No tenemos, pues, la ambición de dar dos "cuadros" de las o bras de Popper y Wittgenstein, donde se describan minuciosamente todos los rasgos. Además de que este proyecto sería de difícil realización, no se adapta a nuestro propósito. De cada una de e stas obras nos interesan sólo aquellos aspec tos que, por su relaclon- crítica_ con las tesis esenciales del positivismo lÓ i2.()L_p_ermitan analizar las mo_dalidades. de �o_!l_ 1tu2.lon d_!l_gjcho movimiento filosófico y la!! alternativas como configuración filosófica de la formación de· su doctrina ·· - ---ongmal. Pero como, por añadidura, esos dos cuestionamientos son, en nuestra opinión, divergentes, los haremos jugar uno sobre otro, uno contra el otro. Más exactamente, en la obra de Wittgenstein, en la relación crítica que mantiene consi o misma, y en la que instaura y mantiene contra e neoposi tivismo contra Po er, nos pareció distin ir la presencia, aun t1mida. de los instrumentos para un an SIS mas profun "o de la co untura de los años 30. Vale decir si se nos si e e oy mismo .. Con este beneficio suplem�ntario: que se inau guran en la segunda fase de su actividad filosófica, una concep· ción y una práctica nuevas de la filosofía que permitirían, al suscitar dudas, despertar a nuestros "juegos" filosóficos adormecidos. No nos gustan demasiado las metáforas, muy recalcadas, pero quizás el "atizador" de Cambridge podría utilizarse aquí como símbolo: remover las cenizas y reavivar el fuego. Estamos convencidos de que Wittgenstein no fue compren=-, dicto por quienes lo escuchaban. Víctima por cierto de un', segundo error que hizo creer a toda una generación de filósofos que, en los años 30 y 40 él intentaba una simple des- / · cripción del "lenguaje ordinario", mientras que en realidad/
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quería seguir hablando de filosofía, y se esforza!>a siempre por. actuar, cuando no por combatir, como· filósofo y en tanto filósofo. Nos faltaría, pues, recoger el atizador mientras aún queden algunas brasas. Con el riesgo, evidente, de quemarnos los dedos.
Capítulo primero ¿LA REVOLUCION EN FILOSOFIA? El Círculo de Viena
Proclamas
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En 1956, Gilbert Ryle recoge en un pequeño volumen una serie de siete estudios sobre la historia del movimiento filo sófico que se ha dado en llamar "positivismo ( o 'empirismo') lógico" y sus prolongaciones'. Ryle, uno de los maestros de la filosofía analítica, verdadera "eminencia gris" de la filoso fía británica, que dirigiera durante más de un cuarto de siglo la influyente revista Mind 2, escribe el prefacio de esa recopi lación y no vacila en titularlo La revolución en filosofía'. Este título, por hiperbólico que parezca, se ajusta a su objeto. Al menos, por dos razones. Que haya habido "revolución" en la filosofía es, en efecto, el sentimiento común de los autores de esos estudios. Por más alejadas que sean las posiciones de esos "oxonianos" 4 · de las del positivismo lógico "clásico", que llegó a su punto máxi· mo de virulencia en los años 30, y por manifiestamente diver gentes que sean las lecciones que cada uno de ellos entienda sacar de esta historia para el presente, no les queda empe ro ninguna duda de que el mundo filosófico ha cambiado
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completamente sus fundamentos en los primeros decenios del siglo actual. Desde el momento en que el empirismo británico tradicional -ya vigorizado por la rebelión de G. E. Moore contra la vel'Sión teológica del hegelianismo que durante un · tiempo lo tuvo sofocado', y regenerado por las repercusiones filosóficas de los primeros grandes trabajos de lógica matemá tica emprendidos por B. Russell.__ popularizado por una pequeña obra explosiva de A. J. Ayer7, había recibido de Viena el refuerzo de una escuela filosófica "continental" nueva que podía contar con el patrocinio de científicos de renombre y animada ella misma por un vigoroso espíritu de rebelión contra la tradición del idealismo alemán. Pero, sobre todo, que esta "revolución" fuese la revolución en filosofía, que tuviese un carácter inédito y definitivo, tal era la convicción firme y solemnemente declarada de los fun dadores del "positivismo lógico". Una convicción que marca sus primeros textos con Jo que Ayer ha llamado retrospec tivamente su "espíritu misionero" 8• De esto da testimonio elocuente el "Manifiesto" de la nueva escuela9• Ese texto militante, redactado por Otto Neurath, con la colaboración de Hans Hahn y de Rudolph Carnap, anuncia, en efecto, no sin énfasis, el fin de la "filosofía tradicional"'º y el adveni miento de una era nueva -la de la "concepción científica del mundo"- en la cual la filosofía, habiendo renunciado a su vana y secular pretensión de "dominar" a las ciencias, de ahora en adelante -dueña de su verdadero objeto, segura de sus métodos, armada de propias técnicas- será el auxiliar modesto pero precioso del trabajo de los investigadores. Relegadas al pasado las grandes rivalidades de los construc tores de sistemas, la filosofía, al abandonar la especulación, vendrá a ocupar el lugar que le corresponde y a desempeñar su papel indispensable en el inmenso esfuerzo de comprensión científica del mundo que está destinado, en opinión de los cien-. tíficos, a ser la tarea principal del siglo XX. La filosofía, esta blecida sobre esas nuevas bases, dejará de dividir a los hom bres para unirlos en la paz por fin adquirida en función de un imponente consenso racional. Al año siguiente, en 1930, Moritz Schlick, fundador del Círculo' 1, toma la palabra en el séptimo congreso internacio nal de filosofía que tiene lugar en Oxford. Los temas que trata son los mismos y el tono es parecido. Se refiere al "porvenir de la filosofía" e invita a los congresistas a apreciar la justa medida del acontecimiento que acaba de producirse:
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es "el comienzo de una nueva era en ia filosofía", proclama, para concluir que su "porvenir será muy diferente i.;e su pasa do, tan lleno de lamentables fracasos, de enfrentamientos estériles y de vanas disputas" 12• En 1931, Hans Reichenbach 13 , guia dé la Escuela de Ber lín y cofundador con Camap de la revista Erkenn mis, Órgjillo oficial de la nueva filosofía, publica un opúsculo ciestinado al gran público, que se titula: La filosofía cientí{.'ca, nuevos enfoques sobre sus fines y sus méto!lJS 14 donde insiste, según sus propios términos, en la "ruptur.1" que separa a esta filo sofía de las que la han precedido. Por contraste, celebra en ella la "tecnicidad": "Ha creado todo un arsenal de herra mientas: lógica simbólica, método axiomático, ,,te. Es una verdadera mecanización del pensamiento, que trae a la filo sofía el aporte completo de la pod�rosa máquina de las cien cias positivas." "Muchos -prosigue··, no disimu/J.11 los pesa res que les causa esta orientación y conservan una debilidad por la antigua manera intuitiva de los filósofos .•. Su actitud, no es un poco romántica? Corre e: riesgo de entorpecer el presente con consideraciones senLimentales que y a no perte necen a este siglo; cada situación deo" medirse cu11 los medios de su época No somos libres ctr. degir nu<'3,ro destino; tenemos que adaptarnos a lo que es s, queremos , ,ir. Cuando se ha comprendido bien este estado de cosas L . no es posi ble sino liberarse de la tutela dei pasadu, y se aceptan fran camente los métodos de un traba1 o técnicamente organi zado"15. La incomprensión persistente de íos filósofos c,e profesión, su hostilidad muy a menudo virulenta, las dificuhades doctri narias agudas y las disensiones internas que muy pronto apare cieron en el seno del Círculo mismo, pondrán 'in a lo que Paul Feyerabend llama graciosamente "los días 'elices y sin preocupaciones del Aufbau "", ese tiempo bend1�ó en que se creía poder (re )construir filosóficamente el munc:o según las reglas inexorables de una lógica infalible. Pero n:m,1 pudo, ver daderamente, disminuir la conviccii:m principal que albergaba esta "falange de filósofos-científico," de cumplir una tarea his tórica sin precedentes. Frente a e sas críticas y esos sinsabores, esta convicción se agudizará más bien, y en la pluma de N eu rath y Schlick seguirá un tema: el de la "crisis" de ,a filosofía Para analizarlo y hacer su diagnóstico no vacilarán. en recurrir a un vocabulario político teñido de cierto "marxismo" (evolucionista), entonces en boga en Austria, el de Max
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Adler, Otto Bauer, Karl Renner... Sí, escribirán, "la anar 1 quía" reina en filosofía, pero esta anarquía sólo es el síntoma transitorio de una crisis profunda Una crisis que ahora ha entrado en su "fase final" y de la cual la revolución vienesa representa el desenlace inevitable y la única salida positiva Esta declaración de Schlick data de 1934: "Mi opinión múy firme es que asistirnos a una transformación completa de la filosofía y que tenemos el derecho de antic,par el fin de las querellas estériles. Tenemos esa posibilidad, si aplicamos los métodos de que disponemos". En 1936, cuando el Círculo ya había sido dispersado por los cuatro rincones del mundo por el ascenso del nazismo y cuando su optimismo racionalis ta había sufrido el más brutal de los desmentidos -en la misma Austria con Dollfuss y luego Schuschnigg-, Friedrich Waismann, en un artículo necrológico dedicado a Schlick, subraya "ese hecho ignorado por muchos de que la filosofía ahora ha experimentado su giro decisivo" 17• Más aún, los positivistas lógicos más "radicales" propusie ron desde el primer día abandonar pura y simplemente el término "filosofía" para referirse a su actividad. A esta posi ción extrema hace alusión el Manifiesto: "Algunos represen tantes de la concepción científica del mundo no desean utilizar más el término 'filosofía' para hablar de su trabajo, con el fin de marcar más fuertemente lo que los opone a la filosofía de los sistemas (metafísicos)"'". La austera tecnicidad de la mayoría de los textos que aparecieron con esta consigna, la estricta especialización lógi co-lingüística de sus portavoces más evidentes, el demonio de la formalización que no cesó, durante más de treinta años, de animar a un hombre como Rudolph Carnap, la gélida into lerancia de los epígonos con respecto a toda cuestión filo sófica "tradicional", contribuyeron luego a dar una falsa imagen del Círculo de Viena No fue, como hoy se cree a menudo, esa suerte de "círculo erudito" cerrado, sin ventanas al exterior, sin otra preocupación que la de querer resolver, en el docto silencio de una reflexión sin tropie�os, algunas cuestiones abstrusas de lógica matemática No, el Círculo de Viena fue la firme convicción común de que en lo sucesivo una revolución definitiva era posible y necesaria en filosofía, el entusiasmo de una intensa actividad de organización 19 para reagrupar a todas las fuerzas intelectuales que pudieran .participar en el cumplimiento de esta tarea, explícitamente concebida como un "combate". 66
Tales declaraciones están lejos, por supuesto, de ser tan originales como podían pensarlo algunos de sus autores. Karl Popper, antes que muchos 'otros, lo subraya irónicamente en las primeras páginas de su Lógica de la investigación cientí fica. En última instancia es una modalidad "clásica" que una filosofía redacte su acta de nacimiento en términos "revolu cionarios", y el tema de la "muerte de la filosofía", aun reforzado o duplicado, como aquí, por el de sti transmutación científica, ya tenía detrás de sí largas fojas de servicio cuando Augusto Comte lo restaurara. Sería fácil demostrar que e·n esas declaraciones no se expresaba, en lo optativo, más que la conciencia, inevitablemente opaca de los miembros del Círcu lo, acerca -de la originalidad de sus posiciones en la escena filosófica contemporánea. Pero hay algo mejor que hacer, nos parece, que apresurarse a juzgar, es decir a condenar, las ilusiones de esta conciencia, por más tentador que resulte aprovechar la perspectiva que tenemos ahora de confrontarlas con su porvenir: con la preca riedad, si no la pobreza, de los resultados efectivamente logra-dos por el positivismo lógico. Para comprender y evaluar el extraordinario alcance de un movimiento que contribuyó a decidir, por más de treinta años, las reglas (estratégicas y tácticas), y los temas esenciales de la batalla filosófica donde todos estamos enrolados, nos guste o no, es necesario, aun antes de todo análisis propia:.-, mente dicho, describir con toda la precisión requerida lo que pudo ser la combinación, históricamente determinada, de los ;_ elementos teóricos e ideológicos que han dado consistencia y coherencia, en su estructura específica, al "contenido" de i _j esta conciencia Ese trabajo literalmente elemental es el que vamos a reali zar a continuación. Viena la roja
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El Manifiesto se cierra, ya lo hemos dicho, con un llamado al "combate". Pero los autores del Manifiesto se ocuparon de subrayar en su argumentación, que ese combate no era nada abstracto o destinado a jugarse en el único terreno de la práctica teórica, sin incidencia inmediata en las cuestiones candentes de la tormentosa actualidad de la Europa de los años 30. 67
Saber, escriben, si "la concepción científica'del mundo" triunfará o no, no es una cuestión puramente especulativa sino que tiene una ''relación directa" con la ''.suerte_ de las masas", puesto que se decide así la posibilidad de remodelar, según las ex igencias de la racionalidad, "todas las esferas de la vida económica, social y cultural"'º. De cómo podría ser esa remodelación no citan, es verdad, sino dos ejemplos concretos, pero muy significativos: la edu � rjcación y la arquitectura. Porque esta doble mención equivalía en .los hechos a tomar partido político en favor de dos refor mas socialdemócratas muy atrevidamente comprometidas y ) que generaban las más calurosas controversias en "Viena la i¿oja". Por una parte, la reforma de la enseñanza unida al nombre del administrador Otto Glockel quien, bajo el signo del anti autoritarismo y de la pedagogía activa, lanzó un movimiento de gran amplitud endirección a la campaña para reformar en su totalidad el sistema escolar clerical, represivo y oscurantis ta heredado del imperio austrohúngaro. Movimiento que encontró vivas resist,mcias fuera del "perímetro" vienés, pero que mo vilizó sin dificultades a la juventud intelectual aus tríaca de los años 20". Por otra parte, la obra monumental emprendida en arqui tectura por Adolf Loos cuando fue nombrado director de la Oficina Municipal de Parcelamientos. Una obra de "racionali zación" también, concehida como una tarea de moralización de la sociedad vienesa para terminar con la "engañifa" y la "mentira" que hasta entonces dominaban la arquitectura de esa verdadera "ciudad potemkin" en que se había convertido la capital austríaca22• Loos atacaba la impostura de esta ciu dad "enmascarada", con edificios ampulosos y sobrecargados de ornamentos superfluos que la obstruían; acusaba la hipo cresía de una ciudad que pretendía preservar, hasta en la era buiguesa, su apariencia aristocrática y que "le daba como tarea a su, arquitectos disimular, bajo el camuflaje de un aparato df falsas piedras de talla y de un decorado hecho con elementos adicionales en cemento, toda diferencia social entre sus habitantes (por lo menos los de los barrios elegan tes)"". Sin duda es abusivo pretender, como lo hace William Bar tley III, qu 0 los fundadores del Círculo de Viena lo concibie ron como :¡n "embrión
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tan sólo Neurath, ex ministro espartaquista, pudo alimentar ·en algún momento. Mas el aliento "revolucionario" de sus primeros textos debe tomarse en serio. Dicho estilo no debe cargarse a la cuenta de la simple retórica, fuegos artificiales de eruditos ingenuos a quienes sólo su ignorancia en esta materia podría haber extraviado en la ilusión de poder revoluciónai:. la filosofía". Ese estilo ante todo está destinado a desterrar , todo equívoco sobre su "compromiso" en la coyuntura muy � ' particular de la lucha ideológica de clases que se daba en '1 "Viena la roja". ' - Allan S. Janik y Stephen E. Toulmin describieron muy bien los rasgos específicos de esta coyuntura Al recordar las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, el derrumbe del Imperio de los Romanoff y el desmembramiento del de los Habsburgos, agregan: "Las repercusiones de este acontecimien to fueron particularmente duras para los vieneses y, sobre todo, para aquellos que habían nacido en el Último decenio del siglo XIX. Todo el andamiaje político y administrativo que conocían repentinamente se había derrumbado, las fron teras del país, que antiguamente se extendían desde el valle del Po hasta los Cárpatos, sólo englobaban la pequeña Aus tria, convertida en república Los trastornos creados por el comunismo en Rusia tienden a hacemos olvidar los trastor nos, no menos grandes, que debieron afrontar los jóvenes austríacos cultos que volvieron a Viena liberados de un campo de prisioneros o desmovilizados. luego de la capitula ción del ejército"". Y explican que la mayor parte de ellos, "pragmáticos", vieron en la modalidad de la "tabla rasa" que la sociedad austríaca ofrecía entonces a sus ambiciones la ocasión de construir por fin un edificio social "racional", "científico", es decir a su espíritu, porque era todo uno, "revolucionario"; construcción que parecía prometerles el desarrollo contemporáneo de las ciencias. No hay duda de que la constitución del Círculo de Viena, su programa y sus actividades estaban estrechamente vincu lados con esta ideología y apoyados por ias aspiraciones de las mismas capas sociales. La proclamación de la "revolución en la filosofía", en nombre de la "concepción científica del mundo", encuentra, como se verá, argumentos impresionan tes en los trastornos principales que sufrieron a comienzos de siglo las ciencias contemporáneas, pero se comprende a,nte todo en las formas solemnes e institucionales que tomó, como proyecto de una unificación revolucionaria, "por
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encima", no sólo de las prácticas científicas, sino del conjun to de "regiones" ideológicas de la sociedad vienesa que se fusionaba "bajo" una representación determinada de la racio nalidad científica27• Proyecto ante todo teñido de un optimismo sin sombra, como Jo testimonia una vez más el Manifiesto en sus últimas líneas: "Asistimos a la penetración, cada día más profunda, del espíritu de la concepción científica del mundo en todas las modalidades de la vida personal y pública ( ... ) la concep ción científica del mundo está al servicio de la vida, y la vida le da buena acogida" 28• Proyecto que se dirigía no sólo a los intelectuales vieneses, sino a todos aquellos que, en Europa, pensaban encontrar en los recursos de la razón y de la ciencia los medios de conjurar el retorno de lo que les parecía la irra . cionalidad misma, la "locura" nacionalista asesina de los años 1914-1918. Mas las nubes no tardaron en acumularse. Los miembros del Círculo, como la mayor parte de los intelectuales austría cos29 , pronto serán presa de una inquietud primero difusa pero que los acontecimientos políticos internacionales y nacionales se encargarán de precisar. En Jo sucesivo, tendrán la sensación de filosofar "al llamado de una crisis, en el anun cio de una catástrofe, a partir de un peligro presente", según la acertada expresión de Goldschmidt 30 • Al mismo tiempo que se echan las bases teóricas de la doc trina, para resolver las dificultades internas y responder a las críticas, el tema del "combate" va tomando una tonalidad nueva y una urgencia muy particular. Otto Neurath, quien ya en 1921 había descifrado y denunciado, en el increíble éxito del libro de Spengler sobre La decadencia de Occidente, el síntoma amenazante de una ola de irracionalismo y de misti cismo, invocará la gran tradición de las Luces y presentará las tesis del Círculo como las únicas posiciones de resistencia seguras contra el dominio creciente de la ideología nazi31 • Philipp Frank, en la alocución inaugural que pronuncia en el Congreso de París (1935), denuncia "la atmósfera antirra cionalista o mística que se ha difundido en todos los países del mundo... " Tras destacar que, sin embargo era "con una densidad variable", agrega: "Si se habla así, se debe confesar, para emplear una expresión del ,,ocabulario meteorológico, que entre nosotros, en Euwpa central, esta presión atmosfé rica alcanza su punto máximo''. Presenta al audit-0rio la acti vidad del Círculo de Viena eorno una "lucha decisiva" que 70
ha comenzado en esta región "contra la penetración de elementos místicos y metafísicos en la ciencia". Una luch a, concluye, que hubiese estado destinada al fracaso si él y sus amigos no hubieran tenido a su disposición las "armas de la lógica", provistas por Bertrand Russell, a quien rinde home naje 32 .
No es ues, ·usto ironizar sobre la pretendida "ce era" og1cos ni tampoco lamentarse pohtica de los neopos1t¡v1S -complacientemente · por su presunta ingenuidad filosófica: ellos dJStmguieron erfectamente el eli ro tuvieron el cora· e e ron o publicamente y el mérito de rehusar todo -. comroiniso con el adversario, aun a riesgo de tener que "elegir"� si se puede decir, e
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Sin duda vale la pena interrogarse sobre la ilusión muy real que se hicieron en cuanto a la eficacia de las "armas de la lógica" en una lucha en la que sin embargo percibían que las apuestas y resultados superaban ineluctablemente las posibi lidades de un grupo de intelectuales, por más cer radas que fueran sus filas y por n;ás prestigiosos que fuesen sus nom bres. Pero esta impoteneia de ningún modo debe atribuirse a algún tipo de "compiieidaci secreta", que hubiese homolo gado su filosoHa a la de sus adversarios, como no tuvo temor de sostenerlo extemporáneamente Lukácsn quien, sobre ese punto, se rige ciegamente por las verdades stalinistas de Maurice Conforth 14• Es cierto que algunas de sus posiciones epistemológicas muy rápidamente sirvieron para sostener las tesis "subjeti vistas" de los miembros de la Escuela de Copenhague, en el momento "crítico" de la constitución de la teoría cuántica Pero este hecho, como cualquier otro, no es port.ador en sí mismo ni de su sentido filosófico ni con más razón dP su sen tido político. Sólo un análisis de la coyuntura científica nueva que entorn�es se había instaurado puede permitir com prender el papel efectivo que pudo desempeñar el neopositi vismo en este parto histórico. Ese p&.pel r,o tiene la simplici dad reaccionaria con la que le abrmr,an nuPstros marxistas vulgares. También e s cierto que luego, trasplantadas al mundo filo sófico anglosajón, y particularmenle norteamericano, sus tesis, c ombinadas con la tradición "pragmatista" local,'pu dieron reforzar una c oncepción estrictamente "tecnicista" de la filosofía y no contribuyeron a armar a los filósofos contra los excesos criminales del maccarthysmo. Pero este 71 ;
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hecho merece ser interrogado a su vez a la luz de la coyuntura política e ideológica de la época Lo seguro, en todo caso, es que de atenerse, como lo hemos hecho aquí, a la "conciencia" que efectivamente tuvie ron los miembros del Círculo de Viena de los objetivos de su acción, la apreciación de L,eszcek Kolakowski, que ve en ello una "defensa cientificista de la civilización frente a la cri sis"", es mucho más ajustada, aunque un poco vaga Evidentemente falta preguntarse, como no dejó de hacerlo Popper, sobre la debilidad de esta defensa y sobre la impotencía de ese racionalismo y, también -cosa que Popper en cam bio no hizo- sobre la vuelta ideológica de una filosofía que primero se consideró revolucionaria, antes de pasar a otros lugares donde prestó ayuda a doctrinas y prácticas de someti miento social en el marco del sistema capitalista en plena expansión. Pero, por el momento, no hemos hecho más que rozar la cuestión que nos ocupa; ¿qué significaba esta proclama reite rada de "la revolución en filosofía"? ¿Cómo explicar su credibilidad y su poder de arrastre inmediato, mucho más allá del círculo estrecho de los matemáticos, los lógicos y los es pecialistas en ciencias de la Naturaleza?
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La revolución relativista El Manifiesto de la nueva escuela incluye un apéndice que da la lista de quince "miembros" oficiales del Círculo de Viena, seguida de la de diez "simpatizantes"36• Luego vienen tres nombres que se presentan como los "representantes más eminentes de la concepción científica del mundo". El pri mero de ellos es el de Albert Einstein 37. Sean cuales hayan sido las posiciones filosóficas personales de Einstein -por lo demás muy alejadas del "empirismo radi cal" de la escuela vienesa 38- y sin mencionar tampoco por el momento cuál ha sido la génesis teórica efectiva de la relati vidad, la referencia explícita del Manifiesto debe ser tomada por lo que quería ser: no la invocación respetuosa, a distan cia, de una autoridad científica prestigiosa, sino el reconoci miento público de lo que los autores consideraban una deuda teórica fundamental. Por cierto, la transformación de la lógica gracias a los tra72
bajos de Frege, Russell y Wittgenstein, siempre anticipados por los historiadores (neopositivistas) del neopositivismo 39 , decidió la forma original de su doctrina y la especialización de la mayoría de sus trabajos ulteriores, pero la función filo sófica que le atribuyP.ron a esta "nueva lógica" ( Carnap) no podría comprenderse por sí misma; sólo se puede esclare cer mirando las lecciones que habían sacado de ese aconte cimiento, para ellos decisivo, que fue "la revolución relativis ta". Una revolución que, según palabras de Philipp Frank 40, "abría una nueva era en física". Porque hay un punto que es necesario subrayar contra todos aquellos que tienen la idea equivocada de que la apari- ' ción de la teoría einsteniana constituyó el comienzo de una "crisis" en la física contemporánea: no fue así como lo perci ( bieron los físicos contemporáneos ( no hablamos de los filó sofos), sino por el contrario -como bien lo indicaron con toda razón Robert Blanché41 y, en otra perspectiva, Jean Marc Lévy-Leblond"-! cual el final feliz de un largo malestar ¡ que afectaba desde hacía cerca de medio siglo a la ex "reina de la ciencias"; en síntesis, como la salida revolucionaria de -J. una "crisis" y no como la señal de la misma. En su libro sobre Einstein, Frank describe muy bien el "sentimiento de alivio" de los físicos de la época. Y Gastan Bachelard, en una obra publicada en 1929, observa que "el relativista" muestra en todos los terrenos el "ardor militante del innovador" 43, Los fundadores del neopositivismo tuvieron la convicción de haber dado cuerpo filosófico a esos senti mientos, de reflejar en el espejo de la lógica la gran recompo sición de las ciencias físicas que se operaba ante sus ojos y de aportar a esa renovación las bases teóricas que en lo sucesivo las pondrían a cubierto de desventuras como las que acaba ban de padecer. Pero para comprender las modalidades en las que se expre só esta convicción, hay que volver un instante a la "concien cia de crisis" que la había precedido44. Esta "conciencia" se constituye brutalmente en los años 1850, aun si, como lo advirtiera muchas veces Miche! Serres, se pueden descubrir las premisas --aunque enérgicamente negadas-- en Comte, lector del Discurso preliminar a la 1 Teoría analítica del calor de Fourier. Según los físicos y , filósofos de la época, esta conciencia se expresa en una· fórmula-síntoma incansablemente machacada: la unidad de la, física se ha perdido; esta unidad evocada con nostalgia por\
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todos los que vivieron los acontecimientos de la época: les parece, a todos, que, hasta el momento en que se inició la "crisis", la física vivía días apacibles porque, segura de sus principios, se contentaba con desarrollar sobre esa base un edificio armonioso, sin la menor grieta. Nos importa poco, por el momento, saber si esta represen tación correspondía o no a la realidad, si en ese cuadro de una física unificada había alguna mistificación, en la cual se complacían gentes que vivían con inquietud un agitado perío do en el que las verdades más seguras parecían todas zozobrar y los nuevos descubrimientos daban la sensación de que nunca se coordinaban entre ellos. Lo que nos importa es que, ilusión o no, esta unidad cons tituía un punto de referencia real que ·esos estudiosos tomaban para caracterizar a contrario el contenido de lo que percibían como "crisis". Aunque, antes de analizar los elementos constitutivos de ese discurso de crisis, es necesario recordar brevemente la figura que a sus ojos adoptaba la unidad perdida de las ciencias físicas. Stengers, luego de otros, lo recuer Ilya Prigogine e Isabelle 45 dan en forma brillante acorde con las necesidades de una argumentació n, por otra parte discutible, en favor de una concepción continuista de la historia de las ciencias: esta unidad obedecía a un principio fundamental. La física en su conjunto era pensada como una prolongación de la mecánica, como una etapa superior de la mecánica analítica de Lagran ge46, tal como lo explicaban en términos coincidentes Emst Mach en su célebre Mecánica y Henri Poincaré en La ciencia y la h ip6 tesis". La comunidad de los físicos solía suscribir sin reservas el enunciado de Auguste Comte que formulaba así, "el problema general de la mecánica": "Determinar el efecto que producirán sobre un cuerpo dado diferentes fuer zas cualesquiera que actúan simultáneamente, cuando se conoce el movimiento simple que resultaría de la acción aisla da de cada una de ellas; o, tomando la cuestión. en sentido inverso, determinar los movimientos simples cuya combina ción daría lugar a un movimiento supuestamente conocido"48.
Como se ve, la primera fórmula es la de la estática, y la segunda la de la dinámica. Ahora bien, sobre la base del prin cipio de d' Alembert, que establecía que toda investigación relativa al movimiento de un cuerpo o de un sistema de cuer pos podía convertirse inmediatamente en un problema de
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equilibrio, Lagrange había logrado, en su célebre Trata do de mecánica analítica, aproximar la dinámica a la 49 estát Veamos los términos, tan entusiastas como impru ica • con que Auguste Comte celebraba el acontecimiento:dentes, vez aproximada la dinámica a la estática, el conjunto "Una de la ciencia pudo adquirir un carácter de unidad en lo suces ivo irrevocable. ( ... ) Tal es la revolución eminentem ente filosó fica realizada por Lagrange, cuya concepción fundamen tal servirá siempre de base a todos los trabajos ulteriores de los geómetras sobre las leyes del equilibrio y del mov imien to. • , HSO De allí parte una teoría aparentemente completa y cohe rente del universo material, que consiste en la aplic ación los principios que acabamos de recordar a los tres estad de la materia: sólido, líquido y gaseoso. El "paradigm os de , Escuela Francesa, en términos de Kuhn revisado pora" de la Michel i Serres. Para el estado gaseoso en particular, la teoría que se "deduce" de la mecánica racional es la teoría cinét ica de los gases tal como la había fundado Daniel BemouillL El supues to en que se basa es que los gases están constituidos por ras de muy pequeño diámetro en relación con la distancjaesfe separa dos esferas vecinas. Se presume que cada esfer que mueve en línea recta con un movimiento uniforme hasta a se encuentra un obstáculo exterior (pared u otra esfera). que punto de encuentro, se suponía que la esfera rebotaba En el obedecía, según él, a las leyes del choque de los cuerpporque ticos, leyes sujetas a variaciones de velocidad, que os elás explica ban la inestabilidad del equilibrio de los gases. De allí surge también una teoría del calor fuerza viva que resulta de los movimientos insensibles como de las culas del cuerpo; según Helmholtz, era igual a la suma molé productos de la masa de cada molécula por el cuadradode los de su velocidad51 • Entonces, para agotar el campo de las cienc físico quí micas, faltaba dar una interpreta ción mecanicistaias de las mod i ficaciones químicas. Esto lo cubre la teoría de los peso s ató micos: las diferencias cualitativas de los cuerpos comp se pueden reducir a diferencias de construcciones uestos molecu lares. Estos son los-rasgos esenciales, a los ojos de los físico s, de . la fisonomía de las ciencias físicas a mediados del siglo XIX , tanto en el nivel de sus resultados más firmes com o de sus
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mecánica definitiva, dirá problemas más urgentes. "Una. a de Lagrange, una física uno de ello s, la mecánica analític mecánica. El todo vin íntegramente c onstruida sobre estaio de la cinética, al bello culándose indirectamente por med ana''. ordenamiento de la geometría euclidi va a ser socavada y luego Se sabe que esta representación descubrimientos importantes destruida p or cierto número de cuales se cuenta en primer hechos a partir de 1850, entre los o do principio" de laterm t.é ' �i�o._l�f�l'll:111lació11 �el ''segun . l dmam¡c.a "crisis" provo cado por ese ·-·· ·· Para comprender el efecto de ás referirse a su contenido, " segundo principio", no está dem lenguaje aún. confuso de la tal' como estaba enunciado en. el época. nciales: Se distinguían en él tres puntos ese r de un cuerpo frío a calo el ar a) N o se puede hacer pas (tanto como n o se puede uno caliente sin un trabajo exterior or sin un trabajo exterior, eri hacer subir el agua a un nivel sup ); beo por ejemplo de bom amina hacia un estado b) Todo sistema terminado se enc transformarse ( O absorá pod de equilibrio térmico donde no luto); un cambio es igual a la c) El valor de transformación de a en determinada mag ni disminución que el mismo provoc que fijan el estado del es tud, ligada a todas las propiedad movimiento. Esta magni su de ente ndi epe ind o sistema, per tiende a aumentar en un tud es la entropía del sistema y las transformaciones que sistema cerrado y aislado para todas 54 sufre 53: Boltzmann le diera Ese princpio así enunciado, antes que reció_desde_su redes: s, fil)a la forma estadística que conocemo Exactamente: como una al. i<>n cubril!1iento como algo.�xcepc ánica clásica al entrar en ;excepción a las leyes de la mec s. "SÍ todo es reductible í conflicto con sus principios mismo -escribe Abel Rey-, es a clásica · li los principios de la mecánic dir cuenta de esta inutilización ren da puE,1 se °lógico que no ción de la energía utili- ' creciente de la fuerza, de esta disminu constantemente sin za zable, de este equilibrio que se reali la excepción a la que to: tan lo Por esperanza de retomo"". idad de los fenómenos de nos referimos reside en la irreversibil d, postulada por el prin transformación del calor en activida bre de "entropía". cipi o d e Camot-Clausius con el nom artículos dedicados de e seri a Esto lo con firma la lectura del 76
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por Duhem, en la Revue généra/e des scwrices,.a La evolución de la mecánica (1903): "La termodinámica -escribe-, i mpone a todos los fenómenos del mundo material una tendencia en un mismo sentido. Pero la hipótesis de que todos los efectos de la materia son de tipo mecánico no explica en absoluto la tendencia común que está en la base de todos esos efectos." Así comienza, en los años 1850, para ios físicos, el tiempo de las incertidumbres, de las incoherencias y de las querellas, después de más de un siglo ,;;z lo que van a llamar, convir tiendo su nostalgia en burla, su "dogmatismo tranquilo"; así queda abierta, por dificultades n acidas de la misma prác tica científica, la "crisis" que va a desarrollarse en la mayor confusión durante más de medio siglo. Pero otros descubrimientos vienen a aúadirse a la ,ermo dinámica para descomponer el rostro trad,c1onal de lu física Principalmente es el giro que toma de repente la teoria ciné tica de los gases que hasta ese momento parecía tan vu:culada a la mecánica Clausius, al destruir en lSó: e,¡ sistema <;rabora do por Bernouilli, descubre, en efecto, ¡¡;_ existencia .ie una acción recíproca entre dos moléculas ú•· gas: Je atracción cuando la distancia de las moléculas no �, c..eJ mismo orden que sus propias dimensiones, y de rechazu en el caso , ')ntra· rio. Se llegó a ello mediante la interpre cudón Je .as leyes del choque de los cuerpos elásticos.. De nuevo se encontraba conmovida J,;, ua8" teórica neca nicista" de la física. Como lo testimonia esLe texto ,;,, Du hem, que comenta lo que interpreta com, ur; ''pase- . trás" de Boltzmann y sus colaboracb . .- . "Paree, :, ...e se c'%,4nan a no ver en las diversas formas d(:o 1a t,;eorÍl'rimBmaaores ind icaciones útiles, pero que no explican e, J· "· macerL esté formada realmente como Jo quieren los awm,s,:,s·' So Por último, la teoría electromagnética ;,,anteaba, , ,:¡ vez, problemas difíciles cuya solución pareci« requerir ·; .,e se abandonara el principio de explicación meci.anw la ;necáni ca clásica "La noción de conservación CH u, masa · �) de cantidad de materia) que, junto con la in,,r�c.. constitu:a la base de la mecánica, no parece poder man·o·é»etsc, en ia r.cecá· nica electromagnética; la masa ponderal se,, s•,r, a const«nte a veiocidades medias, inferiores a 1/10° ci, ,, ,01ocidad <' e la luz; pero, como es una función de la velo':1':i.;i( aument�ría 77
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con ésta tanto más rápidamente cuanto nos aproximamos a la ·.velocidad de la luz"". Cuando se advierte que esta sucesión impresionante de cuestionamientos del "mecanicismo" tradicional en física se · ha producido en un lapso muy breve -una veintena de años-; se comprende la fuerza de la evidencia con la cual se impuso a los físicos la idea de que su disciplina había entrado · en estado de "crisis". También se explica el apresuramiento · que pusieron en encontrar una salida a este aparente callejón · sin salida; un apresuramiento que comprometió a algunos de ellos en lo que nosotros propusimos llamar "tomarle la delan tera a la filosofía" y hasta estimuló a algunos de ellos a reto mar por su cuenta los discursos propiamente metafísicos sobre la "quiebra de la ciencia", incluso "los límites infran queables del conocimiento humano". Esta idea de "tomar l a delantera", que atraerá la atención de Lenin en su lucha ideológica y política contra las posicio ne� del "discípulo ruso de Mach", A. Bogdanov58 , merece que nos detengamos en ella de nuevo, porque cuando llegue la hora de la Relatividad restringida, el día en que se tenga la sensación de haber salido por fin de la "crisis", algunas de las tesis filosóficas postuladas con la idea de este distanciamien to, parecerán haber sido validadas retrospectivamente y llega· rán a ocupar un lugar en el sistema del "positivismo lógico", o sea, como intentamos sostener aquí, de la filosofía que se dio y reflexionó como la salida "revolucionaria" de la "crisis" anterior. ··- Pero no anticipemos. Tomemos el discurso de la crisis tal ; como es, en la "lógica" de sus argumentos, en el momento en ·. que constituía el tema sobre el cual físicos y filósofos , elaboraban sus innumerables "variaciones", Podemos decir ! que la proposición clave de ese discurso, la que lo introduce, ; puede enunciarse de la siguiente forma brutal 59 : "La materia : desaparece". Esta fórmula, literalmente onírica, condensa en efecto en sí misma todos los motivos de incertidumbre y de discordia de los físicos contemporáneos, Es una constante en los textos de Mach, como en los de Poincaré ¿La materia desaparece? Sí, proclaman ellos; porque en última instancia la física hasta nuestros días estaba fundada en la mecánica y la mecánica supone dos conceptos funda· mentales: materia y movimiento. Pero la irreversibilidad de los fenómenos de la Naturaleza establecida por la termodi· námfoa destruye la mecánica; por lo tanto, el concepto de
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materia debe abandonarse y el de movimiento, modificarse. Por eso Stallo, haciéndose eco de Mac 60 h, pued que la afirmación de que existe una materia de e escribir los fenómenos es "un resto de reali smo medieval". Y el gran quím Ostwald, en un artículo que tuvo mucha repercusiico alem6án ón, dice 1: "Todos repiten como un axioma, que sólo la mecánica de los átomos puede dar la clave del mundo físico. Mat mien to, tales son los dos conceptos a los que eria y movi último análisis los fenómenos naturales más se remiten en complejos. A esta teoría se le puede dar el nombre de materialis Quiero expresar aquí mi convicción de que esta mo físico. manera de ver, a pesar de todo su crédito, es insostenible; que esta teoría mecánica no ha alcanzado su finalidad, porque se encu entra en contradicción con verdades absolutamente indu dabl es y universalmente adm itidas". Esas verdades, no nos sorprenda· mos, son las de la termodinámica De la prop osición precedente se deduce otra, de tipo muy filosófico, que enunciaremos así: "La reali dad de la ciencia � es,si';'bÓJi[!l"· El inglés Karl Pearson 1ií iórlnuí ó en tkrrmños propios en su libro La gramática de la ciencia (189 2). En el prefacio de la segunda edición de esta obr a, exp lica que la "ciencia es una estenografía conceptual cual "se pueden describir brevemente y ", con ayuda de la. nos". Un poco más adelante establec resumir los fenómee la distinción, convertida rápidamente -como ya se ha nota do- en un verdadero lugar común epistemológico, entre "explic ación" y "descripción": ya nadie piensa, según él, que la cien cia "explique" algo; todos sabemos que se contenta con "d m2-0s. Esta distinción la retoma de �('�ó"" inr c/Ulen escribe en una Carta sobre el energetism e Ost� o: "El energetismo tam bién imagina símbolos; sólo que ciencia anterior, pone un cuidado minucio, a diferencia de la bolos no contengan nada de más ni de so en que esos símmenos que los hechos a representar" 62. El vínculo de esta tesis con la anterior es evidente:. porque "la materia ha desaparecido" la ciencia ya no puede reten der llegar a la realidad y su contenido deb e ser consi�erado a la vez c()mo "descriptivo" y "simbóli co". Pero . que con tribuyó a darle gran crédito, mucho mas allá del locírc ulo de algunos teóricos de la física, es que enc ont raba en los trab ajos de Ernst Mach una garantía científi ca tom ada de la psic o fisiología naciente. Porque si Mac todo fue63 y lo seguirá siendo todahsufue un gran físico, ante vida, un apasionado de
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la "psicofísica". Y cuando publica en 1886 su célebre Análi sis de la, sensaciones. ya hacía un cuarto de siglo que había presentado en la Academia vienesa una memoria donde se proponfr. confirmar experimentalmente la ley de Weber-Fech ner sobr<· la intensidad de las sensaciones64 , y veinte años que había publicado un trabajo de divulgación sobre la teoría de la música de Helmholzt65• Por lo tanto, ocupaba un lugar preeminente en la gran transformación teórica que afecta a la psicología desde que Johannes Müller, después de Charles Bel166, había contribuido dé manera decisiva a dar consis tencia científica a la interpretación herbartiana67 de la Esté tica tra�cendental de Kant. Esta transformación es la que va a permitir que la psicología llegue a su forma de "física mate mática del sentido externo" sobre las ruinas de la parafísica de tradición aristotélica, según la justa expresión de Georges Canguilhem68• ; Como se sabe, la noción central de la psicología de Mach es t'\(..é 1\ la de "elementos". Este concepto le permite asentar su episte mología sobre bases que se dan por científicamente seguras. Testigo ese texto de La mecánica, más elocuente aún que los del Análisis: "La naturaleza física está compuesta por elementos dados por los sentidos. No ªºn las cosas, los obje tos, los cuerpos, sin? los colores,. los tl5no� las mesjones, los. espactos, "'las duracrones (lo que hab1tu mente, llamamos las sensaciones) los verdaderos e/ementos·ae1 mUndo", y de allí concluye: "Todo lo que es psíquico se puede podrá descomponer en sensaciones elementales. Ahora bien , esos elementos del mundo interior y los del mundo exterior son los mismos: se los llama ordinariamente sensaciones" 69• A partir de esos "elementos" neutros , Mach se considera desde entonces capacitado para reconstruir el mundo. Y es lo que hace de inmediato al describir sucesivamente la génesis de la noción de cuerpos y de la de Yo. Los cuerpos los define como "complejos" de colores, de sonidos, depresiones, etc., \ ligados en función de espacios y de duraciones, y que se dis J tinguen ( de lo que no es un cuerpo) por un grado superior de . constancia o de estabilidad; por otra parte, el complejo de {\ recuerdos, de disposiciones afectivas, de sentimientos, que se /· encuentran ligados a un cuerpo particular (un organismo), se llama "yo", en razón igualmente de su constancia relativa. Mach recibirá pronto el refuerzo de Richard Avenarius 70 y, sobre todo, de Wilhelm Wundt, quien contribuirá de modo dominante a constituir esta forma de psicología La obra de 80
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Edward Bradford Titchener representa el verdadero punto culminante, antes que los trabajos de Franz Brentano, William James, y luego los de John Broadus Watson atesti güen en conjunto su derrota 71• El punto de conv�éi'laa de esas tesis epistemológicas y psicológicas es la más célebre de las concepciones de Mach sobre la historia de las ciencias: la llamada tesis de "la economía de pensamiento". Esta tesis pertenece específica mente a la filosofía de Emst Mach, pero en seguida encontró extraordinario eco y fue compartida, en diferentes versiones, por la mayoría de los científicos "en crisis" de la época Exito sin duda amplificado porque podía, además, dar gala de un cierto "darvinismo" -reducido a un vulgar evolucio nismo mecanicista de la adaptación- que terminaría, en esos últimos años del siglo XIX, por darle todo el aspecto de auto ridad "científica" 72• Las últimas páginas de La mecánica contienen una notable exposición. Toda ciencia, escribe Mach, se propone "susti tuir" y "ahorrar" (subrayado por él) las experiencias con ayuda de la copia y la figuración de los hechos en el pensa· miento. Esta copia es, en efecto, "más manejable" que la misma experiencia y en muchos aspectos, puede "susti tuirla". A lo cual hay que agregar que "el reconocimiento de ese carácter de ahorro, al mismo tiempo, hace desaparecer todo misticismo, al menos científico." El autor resume y concluye: "Las experiencias se descomponen más o menos perfectamente en elementos más simples y más familiares, y se simbolizan en seguida con un fin de comunicación ... La ciencia, por lo tanto, puede considerarse como un problema de mínimum, que consiste en exponer los hechos lo más perfectamente posible con el menor gasto intelec tual"73. Se ha visto cómo Georg Lukács, y también muchos otros con él, asimilaba sin más el machismo a una forma de filoso; fía "irracionalista", que habría contribuido no sólo a la apa rición de la ideología "prefascista", sino también a su consti tución. Excelente argumento, le parecía, para vencer al neo positivismo lógico "anglosajón" de la posguerra, en la coyun tura de la "guerra fría" que se había abierto. Modesta contri bución al jdanovismo que se imponía entonces en la Unión Soviética y en el movimiento comunista internacional, en el momento preciso en que, bajo el relumbrón de la "ciencia proletaria", triunfaban en el Este, con sangre, Lissenko, los
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a comienzos del siglo XIX, sobre la capacidad de la ciencia para "eliminar la miseria económica y el padecimiento psico lógico de los individuos" 78, describe en términos muy fuertes la aparición de ese "sentimiento de desesperación que expre saba la convicción de una desilusión con respecto a la ciencia teórica o práctica'' 79• Y concluye: "Ese algo inaccesible, para el que se propuso la desesperante solución del ignorabimus, había sido reconocido como un fantasma, una quimera que nada tiene que ver con la ciencia. Mediante un análisis de métodos científicos que lograron verdadero éxito, hombres como Mach y Poincaré en Europa, Peirce y Dewey en Estados Unidos, habían demostrado que todo pierde su sentido cuando las observaciones se presentan en relación con una_ determinada analogía privilegiada ( ... ) Según el objetivo de \ la ciencia, definido en el sentido positivista y pragmático, es claro que el final del siglo XIX no representaba una crisis, / sino más bien una fase del progreso gradual de las ciencias hacia su objetivo, que es crear un instrumento para predecir y controlar los fenómenos""º· . Frank seguramente (y sintomáticamente) embellece la' posición de los "positivistas del siglo XIX" que asumieron por completo la idea de que entonces hubiese "crisis", si no de la "ciencia" por lo menos de la física Sin embargo, los dos puntos que destaca están perfectamente justificados: es verdad que Mach y sus partidarios intentaron contrarrestar el "derrotismo de la ciencia'', y es verdad también que contri buyeron a que físicos y científicos abandonaran la "analogía privilegiada" que entonces era la mecánica Así se explica que, cuando los trabajos de Einstein de pronto convirtieron la "conciencia de la crisis" en "concien cia de la revolución", en esta nueva conciencia se incorporó la idea, por otra parte anticipada por el mismo Einstein, de que el empirismo de Mach, a despecho de las extravagancias "energetistas" a las que hubiera podido dar Ju ar, encontraba
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de Einstein y de Hilbert, ni bien terminó la guerra había sido uno de los primeros en llamar la atención de los filóso fos sobre las consecuencias de la teoría einsteniana para su disciplina82 antes de desarrollar sus ideas en dos obras impor tantes: Raum und Zeit in der gegenwartigen Physik (Espacio y tiempo en la física actual), en 1917 y Al/gemeine Erkenn tnislehre (Teoría general del conocimiento), en 1918. Esas dos obras se dirigen a los filósofos, en un estilo polé mico que no deja de recordar al que, algunos años más tarde utilizaría en sus primeros trabajos otro científico pasado a la filosofía: Gastón Bachelard. Aquí los blancos no son Bergson o Meyerson, sino Maritain y Cassirer, pero el tono y los moti vos son los mismos: Schlick, como Bachelard, intenta sacudir el entumecimiento de la "filosofía de las escuelas" (Frank) que no estaba a la altura del movimiento de la ciencia viva Como él, deplora su "secesión" (Bachelard) y los invita a ponerse a trabajar de nuevo urgentemente. La analogía se detiene ahí, puesto que, si bien tanto el uno como el otro quieren darle a la ciencia contemporánea "la filosofía que merece", no tienen en absoluto la misma idea acerca de esa filosofía El segundo libro de Schlick, en nombre de la revolución einsteniana, es una toma de posición muy definida en favor del empirismo más radical83, que concibe como una modali dad de "machismo" renovado. Allí Sch!ick defiende la idea de que, si bien es verdad que las te.orías "espacio-tempora les" son esquemas de organización no intuitivos sino de validez objetiva, a pesar de ello se basan en las experiencias subjetivas que tenemos del espacio y del tiempo. Que cono cer, tanto e n la vida cotidiana como en la ciencia, es siempre investigar "la uniformidad en lo múltiple, lo igual en Jo diver so". Que semejante investigación sólo puede conducir a deter minaciones exactas cuando introducimos "en nuestras experiencias inmediatas el simboiismo tual" el concepto es 'v/1, \AA.un símbolo ligado a un hecho y suconcep definición es la marca de ese vínculo. Por último, que el juicio también tiene una fun ción simbólica: es verdadero cuando asegura la "coordinación unívoca del símbolo con el hecho simbolizado" 84• Como se ve, estas tesis no son muy distintas de las de Pearson, Mach o Avenarius. Se comprende que hayan recibido en Viena una acogida favorable; en un país donde, a pesar de Boltzmann y para su desgracia, la tradición "machiana" continuaba muy viva y 84
donde, por otra parte, la filosofía dominante estaba impreg nada de empirismo inglés desde hacía mucho tiempo. Porque, como destaca con gran acierto Otto Neurath, por razones en gran parte políticas, Viena se habia ahorrado Jo que él llama "el intermedio kantiano" 85• En Alemania, donde por el contrario la filosofía kantiana y neokantiana tenía todavía enorme vigencia, los científicos que quisieron extraer conclusiones filosóficas de la revolución relativista lo hicieron en el marco de un vigoroso combate contra el a priori. Es el caso del jefe de la Escuela de Berlín, Hans Reichenbach. En su Autobiografía86 cuenta que, siendo profesor desde 1920 en el Instituto de Stuttgart donde ense ñaba radiotécnica, después de haber sido alumno de Planck, Sommerfeld, Hilbert y Born, y de haber seguido, por interés personal, los cursos de Cassirer en Berlín, asistió a una confe rencia de Einstein que Jo indujo a cuestionar radicalmente sus concepciones filosóficas de inspiración kantiana A partir de 1922, la Revue philosophique de Lévy-Bruhl. comenzó a publicarle una serie de trabajos sobre La significación filos6fica de la teoría de la relatividad ª ' donde atacaba enérgica mente la concepción kantiana del espacio y del tiempo. Escribe luego una gran cantidad de artículos sobre este tema y los recoge· en un libro destinado a tener un gran éxito, Phi losophie der Raum-Zeitlehre (Filosofía del espacio y del tiempo) (Berlín, 1928). En 1935 aún, durante el congreso de filosofía científica de París, pronuncia una alocución que lleva un título desafiante: El empirismo lógico y la disgre gación del a priori 88 donde presenta la historia de la filosofía desde Kant del modo siguiente: un proceso de disgregación del a priori, que "comenzó con la geometría, enriquecida, veinte años después de la muerte de Kant, con el descubri· miento de las geometrías no euclidianas; se desgastó el domi nio de la intuición pura, y físicos como Helmholtz sacaron de ello la conclusión de que ya no se podía conservar el a priori intuitivo. Esta línea de desarrollo la retoma en nuestros días Einstein, quien presentó una generalización análoga para el concepto de tiempo y realizó, además, una aplicación de la geometría no euclidiana a la física". De todo esto se sigue que "ese movimiento en adelante es irreversible" 89• La "revolución relativista" sellaba así la unión de los . científicos vieneses y berlineses en una misma convicción/ filosófica antika.ntiana90 ; ambos confiaban en una renovaci��/ del empirismo que permitiera trasladar los efectos de es"'j 8�
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revolución a la filosofía91 • Ese e� el segundo "elemento", tan a menudo silenciado por los partidarios y también por los adversarios del p ositivismo lógico, que contribuyó a dar cohe rencia y consistencia a ese "contenido" de la conciencia revo lucionaria del Círculo de Viena que aquí hemos descripto. En función de esta convicción y de esas esperanzas reescri bían la historia de la física, en la que el año 1905 marcaba para ellos el glorioso recomienzo. ;-· Esta larga "crisis", según la palabra del propio Frank, por lo tanto, no había sido finalmente más que una crisis de cre cimiento de una ciencia en plena mutación. Pero hubieran podido ahorrarse las incertidumbres, los enfrentamientos y los dramas, si desde el comienzo no se hubiera cedido a la intimidación mecanicista y si se hubiera establecido antes el vínculo, denunciado sin embargo por el mismo autor de los Principia, que uniría las inconsecuencias manifiestas de la concepción newtoniana del espacio, del tiempo y del movi miento "absolutos" con sus "hipótesis" teológicas. Los neopositivistas releyendo a Newton a la luz de Eins tein, lo hicieron con los ojos de E. A. Burtt en 1925: "Con toda seguridad -escribía éste-, Dios debe saber si un movi miento dado es absoluto o relativo. La conciencia divina constituye el centro de referencia suprema del movimiento absoluto. Además, en la concepción newtoniana de la fuerza, el animismo desempeña un papel en la "elaboración de la doctrina: Dios es el supremo generador del movimiento. Así, en último análisis, todo movimiento relativo o absoluto es el resultado de una manifestación de la energía divina. Cada vez que se produce tal manifestación de la inteligencia divina, el movimiento agregado de esta manera al sistema del mundo debe ser absoluto". De esto sacaban ellos las mismas conclu siones: el drama se había plasmado en el siglo XVIII cuando, en el momento mismo en que se retirara a Dios toda res ponsabilidad en las leyes de la física, se habían retenido como "datos" los conceptos newtonianos, "olvid ando" todo el peso teológico que secretamente arrastraban. No es sorprendente, entonces que, en esas condiciones, desvin culados de su verdadera razón de ser, dichos conceptos hayan quedado en el cuerpo de la física como "entidades vací " (como se ve, según Burtt, en Kant) que entorpecieron, as sin que nadie se diera cuenta, el progreso de la cienci a92 • Desde entonces, además del de Mach, dos nombres se desta caron en la historia reciente de la física: el de Gustav
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Kirchhoff y el de Heinrich Hertz: ambos contribuyeron a "quitarle a la mecánica newtoniana su fisonomía particular". El autor de Vorlesungen über mathematische Physik (Cur sos de física matemática) (Leipzig, 1874), a quien elogia Duhem en La teoría física, porque al comienzo de su libro había explicado que la finalidad de la mecánica era "describir los movimientos que se producen en la naturaleza en la forma más simple y más completa posible" 93 ; el "inventor'' de las ondas electromagnéticas por haber hecho avanzar la ciencia al eliminar de la teoría de los campos de Maxwell sus presu puestos mecanicistas94 • Es absolutamente evidente que esta representación lineal de una salida a tientas pero progresivamente triunfante de la "física mecanicista" por ruptura continua de sus bases filo sóficas, es inexacta e incompleta; que no explica la realidad contradictoria del proceso efectivo de la "crisis", que super pone a su imagen el perfil de un "fin" que habría orientado secretamente dicho proceso; que allí se encuentran mitigados, al punto de ser imperceptibles, el estruendo y la vehemencia de medio siglo de debates tormentosos; que están disimuladas, tal vez por un repentino pudor teórico, las pasmosas aberra ciones especulativas sobre las cuales en un momento se logra ra el consenso de los nombres más grandes de una época infortunada; que en cambio ocupan el primer plano ciertos episodios (Mach, Kirchhoff, Hertz... ) dotados, al azar, de un sentido unívocamente positivo que en el momento sin duda no tenían, al precio de una amalgama que conduce paradójicamente a festejar la salida de la "crisis" en los térmi nos mismos de la filosofía con los que se había formulado su declaración de apertura. No hay ninguna duda. Pero lo importante aquí para nosotros es que !os fundado res del neopositivismo hayan encontrado en esta ficción el sostén necesario para su impulso filosófico. Su "espíritu
misionero", su áfán "iconoclasta" en lo que respecta a la
filosofía de los filósofos hallaron allí argumentbs, y su "militancia" organizativa se fortaleció con ese disfraz de una historia de la cual se consideraban he rederos. Indudablemente allí adquirieron seguridad y convicción: los beneficios ordina rios de una "novela familiar" sólidamente armada. Sin embargo, aun en este amanecer se anunciaban algunas nubes en el horizonte, que muy r�pfri,:, volvieron a cubrir el cielo en su totalidad. Se inició una nueva era que, lejos de ser, en dichas materias tampoco, la de la "paz en la verdad" 87
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al fin conquistada, fue en realidad un período tumultuoso (Popper), donde las discordias entre físicos, tal vez más profundas aún que en la segunda mitad del siglo precedente, se extendieron por contagio al conjunto del mundo cien tífico. La más importante de esas nubes, la que iba a desencade nar la tormenta fue la mecánica cuántica Porque la ironía de la historia quiso que· apenas dos años antes de la publica ción del Manifiesto, Heisenberg formulara lo que rápidamente se convino en llamar en forma errónea el "principio de incer tidumbre"", provocando el comienzo oficial de la nueva "crisis" cuyos orígenes se remontaban a los trabajos de quien había sido el maestro de algunos de los más destacados físi cos,filósofos vieneses: Max Planck96• A decir verdad, ya en 1925 Niels Bohr había hecho su propia interpretación de las primeras investigaciones de Hei senberg formulando el "principio de complementariedad"97, con lo cual fijó los términos filosóficos en los cuales se iban a considerar los resu ltados de los trabajos de Heisenberg. Había nacido filosóficamente la Escuela de Copenhague proponiendo una interpretación subjetivista de los procedi mientos y los resultados de la física contemporánea. Sin duda el mismo Heisenberg más de una vez expresó sus reservas acerca de la doctrina positivista••; sin duda, además, algunas de las figuras más importantes del Círculo de Viena se negaron a dar su apoyo irrestricto a la filosofía de los físicos "indeterministas" y reacomodaron ellos mismos, como Carnap, sus propias posiciones para intentar hacer desde all_í contrafuego99 • Por lo menos no se debe olvidar, como Popper no deja en ningún momento de recordarlo, que otros esta blecieron con ella compromisos reales y públicos y que, en definitiva, a juzgar por un largo período histórico, no sólo el neopositivismo no constituye una firme línea de defensa contra las explotaciones ideológicas de la nueva mecánica, sino que les deja la puerta complacientemente abierta 100 • Trasplantada de golpe, como se verá, a ese nuevo mundo científico, la doctrina inicial vio oscilar su equilibrio interno: de filosofía de la "revolución relativista", como se conside raba, el nuevo positivismo ("lógico") se convirtió rápidamen te, como su predecesor "émpiriocriticista", en un nue·vo modo de "tomar la delantera" de la filosofía en la cual se precipitaron los físicos a partir de 1930. Como filosofía de la "crisis", se quiera o no, desempeñó un papel de freno en su
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solución; para hablar como Lévy-Leblond en estilo bachelar. diano, digamos que ha sido uno de los obstáculos que explica el impresionante "retraso en la restructuración" que ha expe rimentado, hasta hace poco, la física cuántica 101 • Al ocupar por último en la teoría una posición predominante, ·se lo ha utilizado para legitimar nuevas formas de la división social del trabajo científico que por ese entonces aparecían, en benefi cio del pequeño número de teóricos y en detrimento de la masa de experimentadores cuya subordinación práctica daba por sentado conceptualmente 102 •
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La revolución logicista Durante el semestre del verano de 1935, en la Universidad de Friburgo sobre el Brisgau, Ma_rtin B.eideggei; dictó un cµrso.. g;1e será_p,11bJic¡¡c:lo .cerca c:le veinte años mas tl\rde c:on el titulo de Einfi)hrung in die Metaphysik (Introducción a la metaj{sk_alrr,'. :La primera conferencia comienza con él enun· ciado de "la pregunta fundamental de la metafísica". Los tér minos de ahí en adelante serán famosos: ¿"Por qué hay el ente y no más bien nada?" Sin duda no se ha reparado lo bastante en que esta conferencia, que retoma, desarrolla y profundiza los temas de un texto aparecido en 19291 º4, está animada por un sordo pero vehemente ardor polémico. En ella, Heidegger fustiga a los que practican "la denigración de la filosofía", denuncia los "errores" de la cual es objeto y cuyo tributo, en su opinión, es esa denigración. "Se espera -se indigna el filósofo-, que la filosofía favorezca, incluso acelere, el fun cionamiento práctico y técnico de las empresas 'culturales', es decir que los facilite y los aligere". Solamente, r!'lplica, que la "esencia de la filosofía es hacer las cosas, no más fáciles, más livianas, sino por el contrario más difíciles, más pesa das"'º'. Entonces invierte "los lugares comunes" con los cuales sus adversarios se complacen en forma mezquina "¿No podemos hacer nada con la filosofía?" Sea "Total-· mente de acuerdo: no podemos hacer nada con la filosofía". Pero con la condición de agregar "esta pequeña consideración suplementaria", que invierte la pregunta: acaso, "dando por sentado que nosotros no podemos hacer nada, finalment<:l ·no es la filosofía quien hace algo de nosotros, suponiendo que nos comprometamos con ella?" 1 º 6 -....'
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Lejos de apaciguarse al término de estas consideraciones preliminares, la polémica se hace aún más viva, se intensifica a medida que se desarrolla la pregunta fundamental. Heide gger se queja de la "deformación", la "degradación" de la filosofía moderna, el "empequeñecimiento" de sus temas, y concluye con esta página: "Se admite en efecto un poco apre suradamente que la lógica y sus reglas fundamentales pueden proporcionar un criterio para la pregunta sobre el ente como tal. Podría ocurrir, al contrario, que toda la lógica conocida por nosotros y tratada como un don del cielo tuviese su fundamento en cierta respuesta bien determinada a ia pPc· gunta por el ente, de suerte que, por ahí, todo pensamiento, que obedeciera simplemente a las leyes de la lógica tradicio nal, de antemano sería incapaz, aun de una manera general, de comprender la pregunta sobre el ente, para no mencionar su incapacidad de desarrollarla realmente y de conducirla hacia una respuesta. En realidad, sólo es una apariencia de rigor científico invocar el principio de no contradicción y, de una manera general, la lógica, con la intención de probar que es contradictoria y, en consecuencia, desprovista de sentido para pensar y hablar sobre la n ada. La "lógica" es considerada aquí como un tribunal instituido· desde la eternidad y para siempre, cuya competencia, por supuesto, a ningún hombre razonable se le ocurrirá poner en duda como primera y últi ma instancian 107. · ·1·asróiriiülas están bien acuñadas, y el adversario señalado con toda claridad en términos precisos: es el neopositivismo lógico, y Carn ap en particular, aunque no se lo nombra. Camap, que había atacado a Heidegger en el segundo volu men de la revista Erkenntnis'º'. Réplica suntuosa y áspera a aquel que había creído posible apoderarse de un pasaje de iQué es la metafísica? 109 para someterlo al "tribunal" de la lógica formal contemporánea y echar por tierra, para que sirviera de ejemplo, los enunciados principales con el vere dicto en contra de todos los enunciados de la metafísica: "pseudoproposiciones desprovistas de sentido". No entra en nuestros propósitos analizar desde ahora los considerandos del juicio carnapiano: algunas partes del expe diente nos faltan todavía. No vamos a insistir más con los términos del "recurso" heideggeriano: aparece como recurso de casación y es el punto de partida de toda una filosofía Sin embargo, nos parece que hay que tomar una expresión de ese texto y detenemos un poco a considerarla: jla lógica, 90
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Mejor no se podía decir. Porque, para limitamos ante todo al alcance más inmediato de la fórmula heideggeriana, así es como se presentó la nueva lógica en la "conciencia revolucionaria" de los fundadores del Círculo de Viena: como un don del cielo. Y ese don consti tuye el tercer "elemento" del contenido de esta conciencia que hemos dispuesto describir aquí. Es también el más abier tamente reivindicado, y aquel en que todos coinciden en ver a la vez la "base" (Weinberg) y la marca específica, inédita, de la "concepción científica del mundo" que veff triunfar. Ese tercer elemento es, 'además, el que asegurará la continui dad de la Escuela, una vez dispersado el mismo Círculo. Por último, es el que dará lugar a las discusiones más vivas en el interior del movimiento y será objeto de un número creciente de trabajos técnicos a medida que se acumulen las dificulta des. Volvamos pues a los textos inaugurales que ya hemos comentado. Recordemos que Moritz Schlick, en su artículo "Die Wende der Philosophie" ("El giro de la filosofía"), que apareció en 1930-1931 en el primer volumen de Er kenntnis, expresaba su "opinión muy firme" de que una transformación completa de la filosofía se estaba operando en el momento en que escribía. Veía en ella la promesa del fin de las querellas sécufares, y precisaba: "Tenemos esa posi bíhdad, s1 aplicamos deliberadamente los métodos de que dis ponemos". ¿ Cuales son esos metodos? Concebidos en el s1Jen c10, ignorados por la mayor arte de los fil6sofos rofesion les, 1enen como punto e partida la logica" . La logica tal como la ío!Jaron el mismo, Gottlob F'rege y Bertrand Russell, realizando el viejo sueño leibniziano de un edificio lógico integralmente matematizado, y tal como Ludwig Wittgenstein había hecho la .última formulación en su Tractatus logico phüosophicus' 11•
El Manifiesto, citando a Russell -segundo representante eminente de la "concepción científica del mundo", según la lista que allí se presenta--, explicaba ya que "la tarea del tra bajo filosófico es una tarea. de clarificación de los problemas y de las aserciones" y que "el método de esclarecimiento es el análisis lógico". Los autores agregaban: "El método del análisis lógico permite diferenciar el empirismo y el positi91
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vismo actuales de sus versiones más antiguas, de orientación bio-psicológica" 111• Pero el texto más esclarecedor es seguramente el de Ru dolph Carnap, que está en el mismo volumen de Erkenntnis que el de Schlick. Después de haber expresado que "la lógica es el método de la actividad filosófica", agrega, en términos que .remiten directamente a la fórmula de Heidegger: "Si, como herramienta lógic,a11 3, no se hubiera podido disponer más que del sistema de la lógica tradicional, el deseo de susti tuir los hábitos poéticos de la metafísica por un método científico hubiese seguido siendo vano. La lógica tradicional era absolutamente incapaz de procurar el material eficaz, el rigor formal y los recursos técnicos necesarios para trabajar en el nuevo problema ( ... ). Crear un material nuevo y capaz d\) prestar más servicios por cierto hubiese exigido mucho más tiempo a los lógicos abandonados a sus propias fuerzas. Tuvieron la feliz oportunidad de encontrarlo ellos casi ínte gramente hecho en los trabajos de los matemáticos de estos últimos cincuenta años"' 14. Una "revolución en la lógica" pues, que celebra a su mane ra Heinrich Scholz en su obrita consagra!la a la historia de la lógica 11 t Primera y ejemplar tentativa"• de escribir ( o más bien reescribir) apasionadamente, desde el punto de vista · del Círculo de Viena 11 7 , la historia de lo que se considera una "disciplina" que al fin habría salido de la prehistoria y habría conquistado con su estatuto científico, los medios de ese desarrollo que Kant tuvo la imprudencia de negarle, en beneficio de su propia lógica "trascendental", en la Crítica
de una concepción agustiniana de las verdades y de las repre 'sentaciones en sí, supo "remontar de las proposiciones a las formas", elaborar "las interpretaciones más interesantes, no sólo para derivación, sino también para todas las otras relacio nes lógicas fundamentales: compatibilidad, incompatibilidad, etc." 'y hasta hacer, en su "gramática filosófica", el esbozo de una historia crítica de la lógica123• Sin embargo, le faltaba a Bolzano lo que hace que "pro nunciar el gran nombre de Leibniz sea hablar de una salida del sol": la idea grandiosa de una lógica matematizada124• En total acuerdo. con Itussell 12.5,. �cholz_VEl en Lei_bajz al venia:·
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efauaaz mf.eñf.o"aé "'transfomíar fas. reglas.de deduccion eñ rejjlii{dii calcu/0"126. El texto se vuelve para la gran-·esperanza: fa de "la edad de oro en la cual, con la ay uda de la nueva lógica, los problemas filosóficos serán "cal· culados" de la misma manera que los problemas de las matemáticas, desde el descubrimiento del análisis moder no"1n. · ¿La edad de oro? Ya estamos, concluye Scholz. Es la nueva era de.la "lo�íst�ca" 1:• abierta por Russell y Whitehead en los Principia mathematica, que es "la primera lógica formal con un estilo puro, desembarazado de todo el :(árrago de la psicología" y de los "aditamentos discutibles" con los que la Lógica de Port-Roya/129 había sobrecargado a la lógica formal clásica Es la primera lógica formal exacta, cuyas proposiciones son "tan rigurosas como las de la matemática"; la primera, además, que hizo un análisis lógico de la existen cia, con lo cual reglamentó hasta las confusas preguntas de la llamada "lógica de los valores" que Rickert y Lask, con el andamiaje de L otze, n o lograban plantear correctamente130; la primera lógica formal perfecta que suministra "de manera · completa" las reglas de deducción necesarias para la construc ción de la "matemática moderna"; en fin, la logística es la primera lógica formal que experimenta, como se ve en los problemas planteados en matemática por la interpretación y la solución de las paradojas emergentes de la teoría de los conjuntos. Todos los primeros escritos del Círculo .·de Viena tienen vestigios en diversos grados del carácter triunfalista evidente de e sta historia: la "revolución lo¡ticista" aparece como complemento de la "revolución relativ,sta", para suministrar
épico
de la razón pura.
Scholz, quien reconoce que "Aristóteles jamás empleó la expresión 'lógica' en el sentido que hoy la conocemos" 118, le atribuye además el mérito de haber sido "el primero en dar 1 \ una suerte de axiomatización de la lógica" 19• J,J\ llistoria de la lógica medieval, luego de la moderna hasta Leibniz ( con la 1 notable excepción de los estoicos' 2 º), aparece en esta pers / pectiva signada por un "olvido" desastroso: el del espíritu 1 "formal" de la lógica aristotélica, sepultado, por culpa de la / teología cristiana, bajo la masa de interpretaciones "ontoló l g1cas" de la doctrmiCder fi!Osofo. ·olvido- que también se ·verificaría en"lá ''lógica· trascendental" a la que, por esta razón, propone denominar "lógica no formal" 121• El "renacimiento" de la lógica formal se anuncia con la obra del "gran Bemhard Bolzano" 122 quien, aunque parte
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sus instrumentos teóricos (sus "métodos", sus "herramien tas") a la revolución filosófica cuya exigencia se vislum braba en la segunda, según ellos, con la salvación "revolucio naria" y racional de una humanidad liberada· al fin de sus demonios milenarios. - Sea cual fuere, en ese momento, el estilo de esta "historia" · y de l a representación estrictamente "logicista" que ella da de · la génesis de la "logística" 131, lo importante es descubrir los . rasgos esenciales de la imagen-de la "nueva lógica" que se ¡ hácían los fundadores del neopositivismo para apuntalar su ¡ co'iivicción de haber recibido de los matemáticos el método \ mismo de la filosofía que concebían fundar. �· El artículo de Carnap resulta una guía muy útil en este _, caso. Carnap, quien señala a su manera el vínculo entre la cons titución de la nueva lógica y los episodios contemporáneos de la historia de la matemática, esboza rápidamente las circuns tancias de esta constitución. Nació, escribe, de la necesidad de una "revisión crítica de los fundamentos de la matemá tica". Necesidad que primero se había impuesto bajo la forma de un "análisis lógico del número" y de la búsqueda de los "fundamentos lógicos de la aritmética" 132, y que luego pasa a ser vital para la matemática, cuando se advierten "ciertas paradojas en e l dominio matemático primero, pero cuya natu raleza lógica, en términos más generales, no tardó en manifes tarse" 13 3• ¿El fruto de esos esfuerzos? Un verdadero "derrumbe" del proyecto booleano de un "álgebra lógica""': la matemática, afirma Carnap, se ha convertido, conforme con los deseos de Frege, "en una rama de lalógica" 135 ."Pareciera que todo con cepto matemático puede deducirse de las nociones fundamen tales de la lógica, y que todo teorema matemático ( en la medida en que es válido en cualquier ámbito del pensamien-. to) puede ser deducido de los teoremas fundamentales de la lógica" 136. Conclusión: "Puesto que todo concepto matemá tico se obtiene a partir de conceptos lógicos fundamentales, toda proposición matemática puede ser traducida en un enun ciado que represente conceptos puramente lógicos" y "Esta traducción puede entonces, en ciertas condiciones, deducirse de proposiciones lógicas fundamentales""'. Ahora bien, prosigue Carnap, haciéndose eco del Tracta tus, por añadidura, la nueva lógica ha permitido aclarar total mente "el carácter esencial de las proposiciones lógicas":
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esas proposiciones son "tautológicas" 138. Son proposicion es "vacías", sin contenido. De ahí la tesis, que se sigue de inme diato, de que "la matemática, rama de la lógica, también es tautológica'' 139• Esta exposición, muy rápida, está salpicada de observ nes filosóficas insistentes aunque alusivas, y termina enacio un capítulo breve pero muy enérgico, "contra la metafísica" La pregunta que nos hacemos actualmente trata de detenñ . nar cómo la "revolución logicista" fue pensada por los fundai dores del Círculo de Viena como revolución científica, y por eso disociarem os esos dos aspectos que en ella están tan estre chamente confu ndidos. Pero previamente debemos reform lar <'Sta disociación, para mayor claridad. En efecto, los u ele mentos del texto que se refieren a la logística propiamen te dicha se pueden distribuir, a su vez, en dos grupos: por una parte, los que establecen la relación de la nueva lógica con matemática; por otra, los que permiten una comparacióla Í-entre esta lógica y la antigua Que esos elementos apare n zcan , también en el artículo de Carnap es revelador de la filoso . de la lógica peculiar del Círculo de Viena Volveremos fía : sobre', '� esto. ¿Cuál es, pues, primero, la imagen que da Carnap la relación entre la nueva lógica y la práctica matemde ática contemporánea? Algunos rasgos se manifiestan con toda clari dad, gracias a que la exposición es esquemática La aparición repentina de conceptos "puramente lógicos", que tienen existencia propia en un espacio teórico autónomo; la subordinación de los conceptos matemáticos a esos conce tos puros planteados como "fundamentales"; por lo tantop tamhién, la anulación-reabsorción, justificada en teorí de , la a, historia considerada contingente, según la cual estos últim os conceptos tenían su origen en "paradojas" surgidas en terreno de la práctica matemática, puesto que es el cuerpel mismo de la matemática el que ahora aparece, por un modoo de inversión epistemológica del orden histórico de filiación, como vástago de la nueva doctrina Como correlato: la nega ción del carácter específico, irreductible, de la práctica mática y la convicción, a una con esta negación, de quemate esta práctica, al tener en la "traductibilidad" de todos sus enun ciados a los de la lógica un instrumento crítico infalihle, en adelante estaría a cubierto de toda "crisis". No hay que olvidar, antes de juzgarla, que esta representa -
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ción tenía fuertes connotaciones, que Camap evidentemente no deja de mencionar y de explotar. Hace falta, para comprenderlo, remitirnos una ve z más a cuando, según la acertada los primeros años de este siglo; 140 expresión de Jules Vuillemin , "el descubrimiento de anti nomias que afectan los principios ae la teoría de los con·un 1a pro uc1 o en a matematica moderna e ectos tos iñas devastadores y mas revolucionarios todavía que los que ' abía producido en la matemática rie a el descubrimiento e los numeros irrac1on es . Una "crisis" surge al cabo de tin movimiento continuo, hasta entonces aparentemente victorioso, de unificación de la matemática sobre la base de la axiomatización de la aritmética y de la aritmetización del análisis 141 , en el momento mismo en que la teoría cantoriana de los conjuntos comenzaba a ser aceptada por la mayoría de los matemáticos y en que el edificio matemático parecía de aquí en más definitivamente afirmado en esta nueva base 142• Jean-Toussaint Desanti demostró cómo los trabajos de Frege y de Cantor, realizados dentro del mismo contexto matemático, aunque articulándose en dos, puntos diferentes de su campo, también se articulaban entre sí. "En particular, escribe, la definición cantoriana de los cardinales es en lo esencial, en otro lenguaje, equivalente a la definición del confcepto de número propuesto por Frege, aunque no emplee un aparato lógico elaborado". "Así, concluye, en esta confi guración que realizan los matemáticos en ese último tercio del siglo XIX, la misma especie de ser ( el concepto de conjun formal de la mathesis) se to abstracto tomado como material 3 • lencuentra señalado dos veces" 14 Ahora bien, precisamente sobre ese concepto, en ese punto decisivo, estalla la "crisis" en los últimos años del siglo XIX, como consecuencia misma del esfuerzo de rigor que ya llevaba medio siglo y que parecía haber llegado a su fin. Se sabe que los primeros conjuntos "paradójicos" aparecen en la teoría de los cardinales y de los ordinales; que, desde 1897, r Cesare Burali-Forti observa que no se puede considera 144 , ordina/es los todos por formado conjunto un que exista porque ese conjunto sería bien ordenado y, en consecuencia, isomorfo respecto de uno de sus segmentos distintos de sí que en 1899, Cantor observa (en mismo, lo cual es absurdo; 5 ) que tampoco se puede decir que 14 una carta a Dedekind , ni hablar del "conjunto de conjunto un formen los cardinales todos los conjuntos" sin terminar en una contradicción; se 96
sabe, por último, que Russell en 1903, poniendo en peligro la construcción de Frege 146, demuestra que la noción "de conjunto de todos los conjuntos que no son elementos de sí mismos" es contradictoria, siendo lo más grave que, por contagio, esas "antinomias" al parecer deben afectar progre sivamente hasta los sectores más clásicos de la matemática y no solamente a esas "regiones periféricas" (Bourbaki) carac terizadas por la consideración de conjuntos de una "magni tud" inaccesible a la intuición. De este modo se había creado una situación de grave incer tidumbre, que iba a prolongarse y reiterarse durante años. Pero lo que hay que señalar es que, cuando se constituía el Círculo de Viena en 1929, y aun en el momento en que Carnap escribía su artículo de 1930, el punto agudo de la "crisis" parecía ya superado. Hasta se podía creer que las difi cultades habían sido definitivamente resueltas y que el mérito principal le correspondía a Bertrand Russell, autor de una verdadera proeza teórica 147• En el capítulo donde trata de las "antinomias lógicas", después de haber recordado los rasgos de la coyuntura de la matemática a comienzos del siglo, Camap escribe: la nueva lógica todavía no estaba en condiciones de reducir esas antinomias cuar¡do surgieron. Fue ésta la oportunidad de proseguir con la tarea de instaurar un sistema renovado. "Russell logró resolver la dificultad por medio de la 'teoría de los tipos' " 148 • Da entonces el ejemplo de la "paradoja de los impredicables" 149 y la solución que propone RusselL Si se tiene en cuenta, por otra parte, que el período 19201928 es aquel en que, dentro de la orientación de los trabajos de David Hilbert"º, y a pesar de las divergencfas que enfren tan a los matemáticos sobre la interpretación del "axioma de elección" formulado por Zermelo 151 , parecía a punto de con cretarse el proyecto de dar una base axiomática a ·1a teoría cantoriana (ingenua) de los conjuntos que permitiera eliminar definitivamente las antinomias, se comprende que los neopo sitivistas hayan podido considerar que "encontraban" en los Principia (y en la parte lógica del Tractatus) un instr umento "lógico" insuperaO!e. Al defender el programa de un posi tivismo lógico, tenían así la sensacion no sólo, como lo hemos dicho, de extraer elementos filosóficos de la "revolución relativista" {inwrpretada como una consagración de la ten a.encía positivista machiana en filosofía) que por sí misma �aba garantías a los físicos contra el eventual retorno de una 97
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"crisis" comparable a la que experimentaba la física desde hacía medio siglo, sino que, además, tenían la seguridad de estar en condiciones de sacar partido de la "revolución logi cista" que, a su vez, parecía conjurar la repetición de una "crisis" del tipo de la que se había iniciado con la teoría de los conjuntos. . . .. Las causas de esta última "crisis" parecían claramente identificadas: no había comenzado, se pensaba, con la violen cia dramática que se le había conocido, sino porque entonces no se disponía de una "lógica adecuada". En cambio, la solución de las "paradojas", según Schlick, acababa de hacer accesible "el conocimiento de la esencia de la lógica misma". Esencia que, a sus ojos, pondría en claro la verdad de la "lógica tradicional", haciendo aparecer por contraste sus límites y debilidades. Si ·continuamos con el artículo de Camap, se ve en qué consiste esta "esencia de lo lógico" que la "nueva lógica" creyó descubrir. Por una parte, según las manifestaciones de Frege, en haber sustraído el análisis lógico a la servidumbre en la cual perma necía con relación al análisis gramatical de las lenguas natura les 152 , con la consecuencia capital de haber colocado en el centro del análisis no el "concepto" sino la "proposiciónn 153 _
Proposición que, sometida a un análisis tal, no se descompone más, como se había creído de acuerdo con Aristóteles, en sujete y predicado, sino en función y argumento y cuyos valores de verdad se pueden "calcular", así, en lenguaje simbólico, con la misma "seguridad" que se calcula en mate máticas. "Las deducciones -escribe Carnap-, también. en lógica se obtienen con operaciones que se basan en fórmulas. Se dice: cálculo de proposiciones, cálculo funcional. Con· sideraciones referentes al contenido son en realidad las que dirigen la marcha de la deducción, pero no desempeñan un pap�l esencial Del mismo modo que en el cálculo algebraico donde se aplican reglas independientes del valor numérico de los símb olos y de los objetos concretos a los cuales esos números se refieren" 154•
Por otra parte, la nueva lógica se distingue de la antigua no sólo por la fonna (simbólica) de su exposición sino, ante focto;_{óique penetra en un dominio mucho más vasto que la antigua al extender su "campo de acción" a la teoría de los enunciados de relación y la teoría de las funciones proposi: cioti�es: Camap recuerda la impotencia de la lógica aristot&_ 98
lica fre_n_�_ a__ enunc!,ados del tipo: «a es _más grande que _b"., obligada �Clfil.Cl _ lo esj;,ab_a,_ en virtud_ de sus propias bases, a "traducirlos" en forma predicativa Pero entonces, agrega, "muchas de las deducciones entre enunciados de relación se hacían imposibles, aunque se imponían en la práctica cientí· fica Por ejemplo, el enunciado: 'a es más grande que b' pue de ser interpretado como sigue: 'Al sujeto a se le atribuye el predicado' más grande que b". Pero este predicado forma entonces un todo; ninguna regla de deducción permite deri· var b de tal predicado. De ello resulta que no se puede pasar analíticamente de la proposición indicada a la proposición: 'b es más pequeño que a' ". A esta situación, Camap opone la de la logística donde la relación "menor" se define como "conversa" de la relación "más grande", y donde la conclu sión anterior se basa entonces en un teorema general: cuando existe una relación entre x e y, su conversa existe entre y Y x 1ss . "En adelante fa determinación de todo ordenamiento; que se funde esencialmente en el uso de ese género de rela: ción, es lógicamente posible. Si, por ejemplo, se considera una clase de varias personas y si en cada grupo de ellas de a dos, se sabe distinguir la más grande, se habrá podido estable cer un orden de sucesión de esas dos personas. Se podría creer que el mismo resultado se obtendría por vía predicativa, por atribución a cada persona de una medida numérica Pero entonces habría que plantear de nuevo que, para cada uno de dos números, se sabe cuál es el mayor y cuál es el menor. Es necesaria una relación semejante de orden para constituir una serie. Por lo tanto, no se puede prescindir de la teoría de las relaciones en todas las ciencias que tienen que ver ccm series y ordenamientcs: aritmética ( o serie de números), geometría (serie de puntos), física (toda clase de series de medidas: medidas de espacio, de tiempo, de diversos tamaños de esta dof'1s6.
Finalmente c,,map hace una nueva alusión a Russell para marcar una última novedad de esta lógica, según él de gran significación filosófica Esta novedad consiste en haber mo s trado, con la creación de la "teoría de los tipos", que cie rtos enunciados no son ni verdaderos ni falsos, sino "carentes de sentido" 157• Dicho de otro modo, que la división entre enun ciados verdaderos y enunciados falsos sólo es una subdivisión de la que separa los en unciados dotados de sentido de los que no lo son, o sea hablando con propiedad, de "pseudopropo99
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siciones" que no enuncian nada. Se verá qué partido filosó fico -hay que decirlo, como Barone: ¿antifllosófico? querían sacar los neopositivistas lógicos de este "descubri miento" russelliano de enunciados aparentemente correctos según las reglas de la gramática, pero que sin embargo no tiene sentido, según se puede demostrar lógicamente, rigiéndo se por su simple forma. Ahora bien, antes de llegar, para terminar, a las conclusio nes propiamente filosóficas extraídas de estos análisis, hay que agregar todavía algunas precisiones sobre el destino de la "revolución logicista" · cuyos rasgos esenciales acabamos de repasar, por lo menos, tal como se reflejan en la "conciencia" de los fundadores del positivismo lógico. Porque también sobre este terreno a enas constituido el cu a arecen cie u ca o su ro Círeu o es g ue contn uyen a remtro ucir, entre los mismos miembros de la nueva escuela, los desacuerdos ue se habían o e er o I o es errar ara s1em re e a filoso:1a. e go pe, unos y otros se vieron forza os a poner de nuevo en marcha su dispositivo teórico de base y a efectuar profundas modificaciones doctrinarias. Las primeras de esas dificultades surgen en el corazón mismo de )a teoría russelliana y llegan a conmover lo que · parecía la piedra fundamental: la teoría de los tipos, sobre la cual, como se ha visto, Camap profundiza sin la menox resexva en el artículo que hemos tomado como hilo conduc tor de nuestro análisis. Dos dificultades de desigual gravedad que· toman la forma del cuestionamiento de dos "axiomas" admitidos por Russell y Whitehead en los Principia: el "axio ma de 1eductibilidad" y el "axioma del infinito" que se per ciben como manifiestamente a¡enos al dominio
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axioma, afectaba la definición lógica del número dada por Russell al poner en evidencia, en la base misma de la cons truccción a la que daba lugar, un postulado metafísico sobre la infinitud del universo 1 61• Francesco Barone retomando los análisis de Ludovico Gey monat 162 , indica que esas dificultades y, en particular los argumentos de Ramsey, son los que llevaron a Carnap; por ejemplo, en lo que se ha convenido en llamar la·" segunda fase" -sintáctica- de su carrera filosófica, a una nueva posi ción, de acentuado carácter convencionalista. Pero hay que agregar, como lo hace Robert Blanché, que esta modificación se explica además por la aparición contem poránea de lógicas "no clásicas". Una "proliferación" (lógi cas plurivalentes, lógicas modales, lógicas débiles 163 ) "cuyo efecto consistía en producir en el dominio lógico una revo lución epistemológica compatable a la que un siglo antes había operado, en el dominio matemático, la aparición de las primeras geometrías no euclidianas"164 y cuyas implicaciones registra Camap al formular el célebre "principio de toleran· cia" que figura en las primer�s páginas de su segundo gran libro, Logische Syntax der Sprache (Sintaxis lógica del len guaje), aparecido en 1934. Eso no es todo, porque otra "dificultad", mayor, surgida en la matemática misma y contra lo que todo el mundo esperaba, habría contribuido a inclinarla en ese sentido, al mismo tiempo que revigorizaba por un lapso los discursos de la "crisis". Nos referimos al teorema de Godel formulado en 1931 y que de inmediato fue comprendido e interpretado como una "limitación"165 -sino como un fracaso- del pro yecto logístico, porque daba un golpe aparentemente decisivo al programa hilbertiano de demostración de la no contradic ción de la aritmética y la teoría de los conjuntos. Decididamente, a comienzos de la década de 1930, el cielo se ensombrecía, d��Y.i�::a.e haber par,ecfrlo rior Ún momento tan generoso con sus dones. Todas estas dificultades, combinadas con las que hemos mencionado en física, al insertarse y desplegarse en el es acio filosÓfico nuevo eJ mundo filosot!CO ang!osa10n- d on *' los acontecimientos olíticos no tardaron en forzar a los miemros e C1rculo a buscar re io los ale·aran muchísimo de su �unto e partid8_ ero antes de considerar esas modificaciones, oe estimar su alcance y determinar sus límites, tomando como pauta las 101
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críticas específicas y divergentes de Popper y Wittgenstein, para completar nuestra descripción es necesario agregarle un nuevo elemento: la forma en la que los fundadores del neo positivismo pensaron poder traducir en filosofía la conjun ción de tres exigencias revolucionarias que, según ellos, la coyuntura ideológica y científica había puesto en primer plano. En síntesis, reunir las pocas indicaciones dispersas dadas hasta aquí para determinar el "contenido" de "esta filosofía científica" (Reichenbach) o de esta "concepción científica del mundo" (Neurath) que, a su entender, elabora ban en común. Una vez más, tomaremos las cosas en estado naciente, en el período que culmina con la publicación del Manifiesto.
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Filosofía
Ultima vuelta, pues, a los textos inaugurales del Círculo, para aclarar un nuevo estrato discursivo: aquel en el que se dibuja positivamente el rostro de la filosofía nueva, investida, en las condiciones que ahora se conocen, de su misión revolu cionaria. El Manifiesto, texto programático y fruto de un compro miso, sigue siendo muy elíptico. Los autores se contentan con explicitar, sobre la base de la "concepción científica del mundo", el fin último de166su "operación" en filosofía: "la unificación de la ciencia" ; el medio: "el análisis lógico de sus proposiciones" mediante la búsqueda de un "sistema neutro de fórmulas" que constituya "un simbolismo liberado de las escorias de las lenguas históricas"; el obstáculo a supe rar: todas las pseudoproposiciones que lo estorban. Los textos de los dos primeros volúmenes de Erkenntnis son m.ás esclarecedores, porque van más directamente al gra no, comenzando por el primer artículo escrito por Schlick, "Die Wende der Philosophie" ("El viaje de la fiJosofía"). El autor allí explica, recordemos, que el "gran giro" de la filo . sofía se cumple porque dispone de "nuevos métodos", que "recibe" de la nueva lógica Pero, agrega de inmediato, si la existencia de esos "métodos" tiene esos efectos revoluciona rios, es porque la constitución de la logística va mucho más allá del campo delimitado de las dificultades matemáticas para cuya solución estaban preparados. Una fórmula de este 102
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J artículo ya nos había llamado la atención: .la J()gística nos .hª·· ' permitido "el conocimiento de la esencia de lo lógico mis- /¡ 1 7·· ti11 iriónt6 -- .. ...� · · Schlick saca ahora las consecuencias principales, ·con un vocabulario copiado del Tractatus. "Todo conocimiento, dice, no es tal sino por su forma Por su forma representa el hecho conocido. Aun si la forma misma no puede ser repre sentada, no por ello deja de ser lo esencial en el conocimien to; el resto sólo es material accesorio, como esta tinta con que cargo mi pluma para escribir este enunciado". De allí, según él, una explicación decisiva para comprender la naturaleza de la filosofía: se creía que la filosofía consti tuía a la vez la "base" y la "piedra angular" del edificio de la ciencia: era un error: Doble error, a decir verdad. Uno que afecta toda "teoría del conocimiento" (o teoría de los funda mentos de la ciencia) y el otro, toda "metafísica" ( o discur so sobre los fines últimos). Se apunta así a dos blancos, que serán los del Círculo en el terreno filosófico. El primero es, como se habrá adivinado, la filosofía kantiana ( o neokantiana), filosofía dominante en las universidades alemanas. Y es un hecho que la primera lección filosófica que se creía poder sacar de la nueva lógica era anti kantíana. Lección que venía a reiterar y reforzar la de la revolución relativista. En efecto, no solamente las geometrías no euclidianas eran consideradas como desbaratando la noción de "formas a priori" de la sensibilidad, sino que, como ya nos dimos cuenta, la logística parecía refutar la idea cardinal del criticismo, la de. "3mc10 smtetico a priori'': Releamos a Rewhenbach: . "La aritmética, escribe, qiN Kant considera como una ciencia sintética y a priori, en los trabajos de Russell y otros se presenta como puramente analí tica; y con eso desaparece otro refugio del a priori sintético que, a causa de la aplicación extendida de la matemática, marcaba una posición muy fuerte del apriorismo" 168• Y aún más: "Las transformaciones matemáticas: el concepto de número, ante todo, se muestra como una construcción lógi ca que sólo abarca, en forma abreviada, operaciones tautoló gicas, analíticas" 169• Dicho de otro modo, se ataca el proyec l to mismo de una "lógica trascendenta" en sus bases y queda irremediablemente· invalidado, según Reichenbach, por el descubrimiento del carácter tautológico de las proposiciones lógicas a las que pueden "reducirse" las proposiciones mate máticas. 103
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Si Einstein parecía haberle dado la razón a Mach en 1905, en contra de Kant, Russell apelaba expresamente a Leibniz desde comienzos del siglo, pero otra vez contra Kant. La "revolucion en filosofía" que pretendieron efectuar los miembros del Círculo de Viena consiste, en consecuencia, en intentar fundir en un mismo cuerpo de doctrina esta doble lección. yorregir a Mach depurando su positivismo de sus ata duras psicobiológicas170 y. completar el edificio. por un prés rtafüo-sisteniático .• arcoriteri id o· científico de la Jogística russe . . platónico del que .estaba. lliana, despreniffda dél· trasfondo . afectada en el filósofo inglés, tal es el programa que se fija; por ejemplo�- ·carnap en su célebre libro, Der logische Aufbau der ·we1n1-a·esirúctura lógica del mundo), aparecido en Berlín en 1928. Como ya se ha dicho, los neopositivistas creyeron poder inscribir en ese proyecto al Tractatus logico philosophicus de Wittgenstein. Veremos al precio de qué malentendidos. La "teoría del conocimiento", si conservamos esta expre sión -peligrosamente equívoca para Camap y Neurath será "lógica aplicada". En otros términos: aplicación a todos los enunciados del principio de "verificación" que se convir tió en el "grito de batalla" del movimiento vienés. La paterni dad de ese principio, enunciado por primera vez en su forma canónica por Waismann en un artículo de 1930171 , se suponía que podía atribuírsele a Wittgenstein. "El sentido de una proposición es su método de verificación", decían los positi vistas lógicos. ]pi aforismo 4.024 del Tractatus planteaba que: "comprender una proposición quiere decir saber Jo que es el caso (was der Fall ist) cu ando es verdadera"; y Wittgenstein había hecho en la década de 1930 una cantidad de formula ·crones aparentemente explícitas de dicho principio. Se puede Jeer�·por ejemplo, en las Philosophische Bemerkungen (Obser vaciones filosóficas): "El sentido de una pregunta es el méto do utilizado para contestarla", o inclusive: "Comprender el sentido de una proposición quiere decir saber cómo llegar a una decisión sobre la cuestión de saber si es verdadera o fa!- \ sa'' 172• Sea lo que fuere, en ese momento, Jo que distinguía : : ya de hecho la concepción wittgensteiniana de la verificación ¡ , de su interpretación neopositivista, y sin hablar de las modifi- I . caciones que le aportó Juego, podemos considerar que los ¡ enunciados mencionados constituyeron la piedra fundamental \ Cle"Ja ·doctrina primera, en su forma estncta, del pos1fav1smo ¡¡ . ' . lógico. 104
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c>e-� Por ejemplo, ese princ1p10 así definido es el que utiliza Carnap en el Aufbau, sin vacilar en atrfüuirle todas las impli caciones filosóficas. Si todos los enunciados dotados de sen tido pueden dividirse en "analíticos" (tautologías y contra dicciones que nada nos enseñan sobre Jo real) y "sintéticos", que algo nos enseñan sobre Jo real, entonces, en virtud del principio de verificación, explica Camap, se podrá poner en correspondencia ·estos últimos enunciados con un dato empf rico inmediato' 73. Camap combina el fenomenalismo de Mach y la tesis de la extensionalidad de Russell y Whitehead para elaborar sobre este apoyo un sistema general de todos los conceptos científicos, que se base en definitiva en la posibi lidad de "reducir" todos los objetos del conocimiento cientí fico a los objetos "simples" de la percepc ión sensible. Sistema que postula, además, conforme con los principios del "ato mismo lógico", la independencia mutua de las proposiciones elementales que se combinan, según las leyes de la lógica, en "proposiciones mo Jeculares". Como aquí solo tenemos el propósito de exponer las lineas esenciales de la configuración filosófica general elaborada por el Círculo de Viena, no tenemos que entrar en el análisis deta llado de la construcción carnapiana. Tanto más cuanto que no fue -ni remotamente- adoptada por todos, y que el mismo Camap debió modificarla profundamente para responder a las críticas que d_e inmediato se le hicieron 174 . Sin embargo, conviene señalar que, después de haber anali zado los diferentes fundamentos empíricos posibles, Carnap optó finalmente por remitirse por una parte a los "elemen tos" de base constituidos por las "experiencias sensibles" del sujeto cognoscente (base llamada "autopsicológica") y, por la otra, a las "relaciones de base", entre las cuales la fundamental era, según él, la de "identidad parcial" existen te entre percepciones elementales dadas. El mérito innegable de la primera tentativa camapiana será, entonces, el haber explicitado plenamente los presupuestos sobreentendidos en el "principio de verificación" tal como se había adoptado y el haber destacado algunas de las consecuencias más discutidas incluid as en él. Como muy bien lo dice A. J. Ayer: "Detrás..] del slogan que constituía el principio de ve1ificación estaba la aserción de que todo lo que puede decirse puede ser expre 1 s.ado en términos de enunciados elemPntales. Todos los enunciados de un orden más alto, incluyendo las hipótesis cientí- / ficas más abstractas, en definitiva no eran nada más que des- ( 105
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cripciones abreviadas de acontecimientos observables" 175• ··Ayer apunta de inmediato las dos cuestiones que concentra rían la atención de los debates del Círculo: "Esta posición resultaba particularmente vulnerable cuando se admitía, como Carnap, que los enunciados elementales no eran sino registros de las experiencias inmediatas del sujeto: durante un tiempo, se sostuvo firmemente que los enunciados referi dos a objetos físicos pueden ser traducidos en enunciados acerca de datos de los sentidos, pero no se pudo llevar a buen término una traducción semejante ( ... ). · Además, la elección de esta base planteaba la pregunta del solipsismo: el problema de trasladar las experiencias personales del sujeto a las expe riencias de los otros" 176•
�riv; Muy rápidamente, la cuestión de los enunciados de base,
del mundo- De acuerdo con esta concepción, esas experien cias atómicas no pueden por supuesto exponerse a ningún examen crítico y no requieren ninguna verificación. Carnap intenta introducir una suerte de protocolo atómico, al pedir que 'se haga una distinción neta en el procedimiento cientí fico entre la adopción de un protocolo y la interpretación de los enunciados protocolares', y que, en consecuencia, -no se acepte en el protocolo ningún enunciado indirectamente adquirido". Pero, objeta Neurath, por lo menos, como lo ha mostrado el mismo Carnap, en estos protocolos intervienen nombres propios y, por eso, siempre debe hacerse una inter pretación. "Un protocolo del tipo: 'A las 3, Otto veía rojo' no es un protocolo 'primitivo' en el sentido de Carnap, dado que no se puede, después de todo, rodear el acto perceptivo de Otto". Hay que renunci!U' al "solipsismo metodológico", concluía Neurath, porque en el fondo no es más que la resu rrección apenas camuflada del viejo solipsismo de la filosofía idealista tradicional 181 • Óarnap- aceptará esás críticas y las tomará en cuenta en sus obras posteriores, como más tarde lo hará también en un sentido con las de Popper, pero sin abandonar el proyecto (por otra parte evidentemente también sustentado por Neurath) de formular un lenguaje universal de las ciencias sobre una base "fisicalista"; desprovisto así de toda base observacional absoluta, a partir de entonces se considerará que ese lenguaje está construido sobre enunciados "acepta dosw como piinl:o de partida para una convención sintáctica entre investfgadores' 82• ·· Sch!Íck; � por su parte, mantendrá siempr e su oposición principista a la noción de "enunciados protocolares". "En mi opinión, escribe, al tratar de basar el fundamento del conocimiento en enunciados primarios y no en hechos pri marios, se mejora considerablemente el método. Pero, sin embargo, creo que el provecho que hay que sacar de esta ventaja no se comprende bien, porque tal vez no se ha adver tido del todo que, al final, siempre se trata únicamente del viejo problema de la investigación de una base última. En particular me parece que el modo de ver al cual se ha llegado / mediante consideraciories protocolares no es sostenible. Estas consideraciones volverán a remitirnos a un relativismo parti cular que es consecuencia, según parece, de concebir los enunciados protocolares como hechos experimentales, sobre los cuales se levanta el edificio del saber al desarrollarse en ¡
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el transcurso del tiempo. Si uno se pregunta sobre la cer teza que cabe atribuir a los enunciados protocolares vistos desde este ángulo, fuerza es reconocer que está expuesta a numerosas dudas" 183• Y concluye en estos términos: "Se ve claramente que la concepción indicada de los enunciados protocolares no aporta la base sólida que se busca para el conocimiento. A decir verdad, sólo conduce a esto: prueba la nada, la falta de sentido de toda distinción entre los enun ciados protocolares y los otros. Comprendemos entonces la idea que podríamos extraer de ciertos enunciados del conjun to de los enunciados científicos y calificarlos de protocoia res; sólo dictarían la elección razones de oportunidad y de _adaptación al fin perseguido en cada caso. ¿Es tidmisible eso? / ¿No son en realidad más que razones de oportunidad? ¿No , 1 hay que considerar igualmente l a procedencia dejos enuncia- / , dos, su historia? ¿Qué hay que entender aquí por oportuni- ! ¡ dad? ¿Qué fin se tiene en vista cuando se establecen esos 1 enunciados y' se hace una elección entre ellos? Ese fin no,1 diferiría del de la ciencia misma: presentar una descripción[ .J verdadera de los hechos". Hemos citado un poco extensamente este texto de Schlick, no tanto porque, de hecho, da bastante bien el "tono" de Jas discusiones filosóficas internas en el Círculo de Viena, sino porque, además, tiene él interés de indicar sin rodeos dónde está el punto clave en esta interminable discusión sobre los "enunciados protocolares". Porque en esta oscilación def "fenomenalismo-sensualismo" del Aufbau al "convenciona lismo" delos años31-32, de lo que se trata en Última instan 'Cm es de la cuesfaon filosohca de la verdad. Cuestión clave de toda teoría del conocimiento, que los positivistas lógicos podían creer "eliminada" al haber recu rrido a la logística, pero que vuelven a encontrar, desde el momento en que se plantea el problema del estatuto de las ciencias de la naturaleza.. Cuestión sobre la cual se dividen permanentemente: unos inclinándose, como Neurath, hacia una concepción formal de la verdad como "coherencia" entre enunciados; los otros, en el extremo opuesto, pensando como Schlick, que en esto se considera heredero de Wittgens tein, que la verdad es "correspondencia con los hechos". Leamos de nuevo a Schlick cuando responde a Neurath: "El que sólo exige la coherencia, sin más, como criterio de verdad, debe considerar los cuentos fantásticos tan verda deros como un relato histórico o como el contenido de un
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tratado de química, a condición de que sean hábilmente inventados que no presenten contradicciones. P-uedo descri bir arbitrariamente un universo grotescamente extraño; el filósofo de la coherencia deberá encontrar· mi exposición exacta, verdadera, si tan sólo mis afirmaciones son compati bles unas con otras y si, con precaución adicional, evito chocar con las maneras habituales de describir el mundo colo cando el teatro de mi narración en una estrella lejana donde nadie irá a ver lo que allí pasa. Después de todo, esta misma precaución no se impone; exigiré tan sólo que otro se acomo de a mi descripción, pero no estoy obligado a adaptarme a las · suyas. No tiene el derecho de objetarme sus observaciones, que nada tienen que ver aquí, puesto que sólo cuenta la ausencia de contradicción entre enunciados" 184• Los positivistas lógicos no cesaron de vacilar sobre esta cuestión, siempre empujados hacia los temas convencionalis tas, incluso pragmáticos, a medida que se modificaba el esta tuto de los enunciados protocolares. Oscilación paradójica, como advertirá Popper, por parte de teóricos que _quedarán ligados al "principio de verificación" ( aun bajo formas modificadas). Pero lo que es im ortante, más allá de estas divergencias y de esos desvíos ue imentaron a JS oria m erna e VI· m1en neopos1tiv1Sta1 es su a eS1on unanime e m e ec I e al principio de dicho principio. Esta notable constancia en efecto nos parece ligada a lo que constituye, se quiera o no, los dos temas solidarios e invariantes del proyecto filosófico que se empeñaron en realizar. El primero de esos temas constituye la segunda "lección" filosófica extraída por los miembros del Círculo de Viena de la combinación de los tres tipos de acontecimientos revolu cionarios de los que se consideran heraldos e inté rpretes. Con ese tema ya nos hemos encontrado más de una vez: el de la "eliminación de la metafísica" (Carnap). Una eliminación cuya necesidad y_ urgencia son tan constantes, tan altamente y tan agresivamente refirmadas que en este caso se podría retomar la palabra de Ayer y hablar de un verdadero slogan. Considerando el movimiento neopositivista de los años 30 con una perspectiva histórica, ciertamente es ese "slogan", y la manera ritual en que se repite en la mayoría de sus publi caciones, el que puede figurar como "la marca de fábrica" de la nueva escuela de filosofía. Sus fundadores no dejan nunca de rendir homenaje a quie-
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nes reconocen como sus predecesores. A lá tradición de los escépticos griegos, a Hume, a los filósofos franceses del siglo XVIII, a Comte y a Mach por supuesto, remiten su combate antimetafísico 185 • Pero siempre para marcar la "novedad" de su perspectiva, de sus argumentos y de sus conclusiones. "Los adversarios no le han faltado a la metafísica desde los escépticos griegos hasta los empiristas del siglo XIX, escribe por ejemplo Camap. Muchos miraban la doctrina metafísica como falsa en razón de su posición contradictoria frente a las . ciencias experimentales.· Otros la tenían por d udosa, porque se propone abordar lo que sobrepasa los límites del cono cimiento humano. Otros, los más numerosos_ han considera do estéril ocuparse de las preguntas metafísicas, pre�ntarse incluso si pueden recibir una respuesta; se inclinaban a ate nerse a los problemas de orden práctico que suscita nuestra vida activa. Los progresos de la 'lógica·moderna' permiten hoy responder con más claridad lo que concierne a la legi timidad y el valor de la metafísica. Los trabajos consagra dos por la 'lógica aplicada' (teoría del conocimiento) a la expresión clara del contenido cognoscitivo de los enun ciados científicos, del significado de las palabras ( con ceptos) que figuran en dichos enunciados -trabajos efec tuados mediante el .análisis lógico-, han dado un resulta do positivo y uno negativo. El resultado positivo se ha logra do en el orden de las ciencias experimentales: explicació� clara de los conceptos utilizados en todos los dominios, posición sólidamente establecida de sus relaciones, tanto desde el punto de vista de la lógica formal como de la teoría del conocimiento. En el terreno de la metafísica el análisis lógico ha conducido a un resultado negativo: sus pretendidas proposiciones están completamente desprovistas de sentido. ¡Derrumbe completo! Había resistido mal o bien a los asaltos precedentes, aunque ya se encuentren desarrolladas ideas análogas a las actuales, Los ataques sólo pudieron ser decisi vos una vez que los procedimientos de la lógica fueron esta blecidos con todo rigor en el curso de las últimas décadas" 186, En este texto, que dice muy crudamente lo que fue la con cepción neopositivista de la metafísica 187 , Carnap se refiere implícitamei,te al Tractatus de Wittgenstein, para explicitar la significación "literal" y rigurosa de la expresión "despro vistas de sentido". Como él, todos los miembros de la Escuela de Viena se referirán al célebre aforismo 6.53 de esa obra: "El verdadero método en filosofía sería propiamente éste: 110
no decir nada sino aquello que se puede decir, es decir las proposiciones de la ciencia de la naturaleza -por lo tanto algo que nada tiene que ver con la filosofía- y luego, cada vez que alguien quisiera decir algo de carácter metafísico, demostrarle que no ha dado significado a ciertos signos en sus proposiciones. Este método no sería satisfactorio para los d'emás -pues no tendrían el sentimiento de que estábamos enseñándoles filosofía- pero sería el único estrictamente correcto". Cualquiera que sea, otra vez, la justa interpreta ción de este texto enigmático, cuyo sentido, como algunos presintieron, para lamentarse, tal vez no fuera el de un ''rechazo" puro y simple de la "metafísica", es en nombre de la concepción de la lógica expuesta en el Tractatus que los neopositivistas vieneses creyeron poder "regular" el caso de la metafísica, así como se jactaban de haber resuelto el problema de la "teoría del conocimiento". Carnap emprende, pues, la demostración de la "inanidad" dela metafís1ca ·por el "análisis lógiéó" de sus. enunciados, paraestablecer gue no son proposiciones falsas sino "pseudo proposicfo-iiel'. t>e áilí el tema que se retoma sin cesar: que Jo's probíemas de la metafísica sólo son problemas ilusorios; simples obstáculos provocados, en último análisis, por la ine vitable falta de corrección lógica de la estructura de nuestro lenguaje ordinario. La metafísica, plantea Camap en el artículo al cual hace mos referencia, no respeta las reglas de formación ni de las "palabras" ni de las "proposiciones" dotadas de sentido. Y para dar todo su peso a esta demostración, la ilustra con el ejemplo vivo que ya hemos mencionado: el de Heidegger. Carnap reproduce, subrayándolas, algunas fórmulas carac terísticas de un pasaje de Was ist Metaphysik? (¿Qué es meta física?: "Lo que hay que estudiar es solamente el ser; fuera de él nada; el ser solo y más allá nada; el ser únko y por encima de el nada ¿Qué es esa nada? ... ¿Hay la Nada sólo porque el 'no', la negación existe? O, a la inversa: ¿la nega ción existe porque existe la Nada? . .. Afirmamos esto: la Nada es anterior al 'no' y a la negación. . . ¿Dónde buscar la Nada? ¿Cómo encontrarla? ... Conocemos la Nada , , La angustia revela la Nada. . . Ese porqué y a causa de lo cual sentíamos la angustia, era 'realmente' la nada En efecto, la nada misma -como tal- estaba presente. ¿ Cuál es la situación en torno de la Nada? . . , La Nada misma nadea" 188• Carnap presenta, entonces, un cuadro189 que -apartada la 111
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fórmula inicial "¿Qué hay afuera? Afuera hay nada" sus ceptible de ser traducida en un lenguaje lógicamente co rrecto, pero a condición de ser entendida en un sentido � estrictamente físico, hace aparecer todas las otras fórmulas / heideggerianas como "pseudoproposiciones". Así, "el error ' de nuestro lenguaje, que se registra aquí, consiste en que, contrariamente a un lenguaje lógicamente correcto, se permi te una identidad de forma gramatical entre alineamientos verbales con sentido y alineamientos sin sentido. El modo es critura! de la logística, al hacer que cada proposición verbal . se corresponda con una fórmula característica, hace mani \ fiesta la aparición de estructuras carentes de sentido, que l_se le imputa" 190• Si toda "metafísica carece entonces de sentido", ¿cómo explicar que "tantos hombres, cerebros eminentes, de todas las épocas, y países, hayan puesto tanta pasión en cultivar la?" se pregunta Carnap. Se conoce la respuesta: "La meta física de todos modos contiene algo; pero ese algo no tiene nada de teoría, nada que valga como teoría Sus pseudopropo siciones no dan descripciones de estados de cosas, ni de los que existen ni de los que no existen, las que por lo menos serían proposiciones verdaderas o falsas. Sirven para expresar la actitud general de una persona ante /a vida ("Lebensein stellung") o el "sentimiento de la vida" t"Lebensgefühl") 191• La metafísica no sería, así, sugiere Carnap, más que un su cedáneo del arte, De allí esta conclusión citada a menudo: "La música es quizá lo que expresa el sentimiento emotivo de la vida por los medios más puros, porque está completamente separada de cualquier referencia a los objetos. El sentimiento armonioso de la vida, que el metafísico traduce en un sistema monista, se encuentra más claramente en la música de Mozart. ¿Y por qué el metafísico traduce el sentimiento heroico o combativo en un sistema dualista? ¿No será acaso porque le falta el genio de Beethoven para expresar dicho sentimiento con un medio adecuado? En el fondo, los metafísicos son músicos sin don musical. Esta carencia es reemplazada por una fuerte tendencia a trabajar en un campo de teorías, a co nectar pensamientos y conceptos. En lugar de utilizar su inteligencia en su verdadero dominio (la ciencia), o de desviar hacia el arte una necesidad de expresarse, el metafísico con funde las dos tendencias; de manera tal que su obra no aporta nada al conocimiento y sólo da a la actitud emotiva ante la vida una expresión inadecuada " 192• 112
. No discutiremos aquí la concepción implícita de la produc ción artística que se expresa en esas líneas y que, por lo _demás, carece de gran originalidad. El interés esencial de esta_ j página está evidentemente en otra parte: en la intolerancia ,' masiva, sin matices, del autor que, en nombre de la ciencia, ] ', abarca en el mismo desprecio y el mismo "rechazo" a Fichte, l-Schelling, Hegel, Bei-gson y Heidegger 193• Sería fácil mostrar cómo esta caracterización sumaria de "la" metafísica es por sí misma muy "inadecuada" para expresar, aun en términos latos, los rasgos principales de los "sistemas" a los que hace alusión. En esta noche, todos los filósofos son pardos. Pero Carnap podría también responder que, vistos desde su torreón logicista, los "matices" individuales de las doctrinas se esfuman y finalmente resultan de escaso interés. En cierto sentido no estaría errado; porque lo importante en. esta forma de cruzada antimetafísica a la que cree que ' debe convocar a científicos y filósofos, es más el hecho que la 1 letra de las proclamas. Un hecho cuya significación no se / 1 aclara a nuestros sentidos sino a la vista de los compromisos / .., : de la batalla. Y a hemos descubierto una cantidad de esos compromisos que, a nuestro turno, designaríamos como "negativos". Se ha visto, en efecto, que esta lucha antimetafísica se presen taba, en los años 30, como un combate racionalista de resis tencia frente al ascenso de ideologías "oscurantistas" cuya amenaza política inmediata los neopositivistas percibían muy clara y oportunamente. Se sabe que esta hostilidad haciá·¡ la metafísica podía parecerles a los científicos una posi- / ción de defensa segura contra las explotaciones ideológicas d sus trabajos y los efectos obstaculizadores (incluso de "cri-J sis"), inducidos en su propia práctica. Es tiempo de hacer aparecer la éontrapartida positiva de esa lucha defensiva. Es ésta contrapartida la que constituye el segundo de los temas invariantes sobre los cuales la corriente neopositivista continuará, confundidas todas las tendencias, realizando su unidad ideológica. Porque lo que conviene des tacar,, si queremos comprender la importancia de este tema, es que si las roclamas antimetafísicas del Círculo de Viena estaban dirigidas a los oso os para or enar es que re ormaran sus métodos y a los c1ent1f1cos para vr,mtizar a sus resultados ja seguridad de un fundamento lógico inconmovible, se diri �ían también, en forma de exhortación y toma de partido. a 113
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os investigadores en ''ciencias humanas'' o ''sociales''. El tema 'el gue hablamos -el de la "unidad de las ciencias"- apun �ba a ellos en primer término. t· Una vez mils el Manifiesto puede servir aquí de referencia : primera que, en su inventario de los campos de investigacio / nes por "revolucionar" según los principios de la nueva doctrina, no trata tan sólo de la aritmética, de la geometría y de la física, sino que. consagra, para terminar, dos párra fos a la biología y psicología por una parte, y a las "ciencias . sociales" por la otra -. Muy alusivo sobre la cuestión de la biología, aunque expre sando una oposición abrupta con respecto al "vitalismo" 194 (señalado y condenado como metafísico), los autores lamen tan vivamente la situación de la psicq_logía contemporánea: "Las formas lingüísticas en las cuales··se expresa todavía la psicología de hoy, tienen su origen en la antigua concepción metafísica del alma. La formación de los conceptos en psico logía se ha vuelto difícil por esos defectos de lenguaje: cargas metafísicas e incongruencias lógicas. Además, hay ciertas ·dificultades de hecho. El resultado es que .hasta aquí la mafo ría de los conceptos de la psicología se definen en forma ina decuada; de algunos no se sabe si están dotados de sentido o si simulan tan sólo un sentido en su uso. De modo que, en ese dominio, todo o casi todo queda por hacer desde el punto de vista del análisis epistemológico y, por supuesto, allí el análi sis es más delicado que en física La tentativa conductista de captar el psiquismo a través del comportamiento de los cuer pos, que en determinado nivel es accesible a la observación, está cerca, en _principio, a la concepción científica del mundo''. Esta toma de posición más tarde será confirmada por Neurath y por el mismo Camap. En el artículo que escribió en 1931 para la revista Erkenntnis, y que señala su afilia ción a las tesis de Neurath sobre la cuestión de los "enuncia dos protocolares", Camap explica largamente, en efecto, su concepción de la psicología 195 • "La posición que defen demos aquí, escribe, se corresponde, en términos latos, con la del movimiento conocido con el nombre de 'cpnduc tismo' , si no en cuanto a sus métodos concretos, al menos en cu anto a su actitud epistemológica general" 196• Combate la opinión sostenida por la "psicología intuitiva" según la cual "además del comportamiento físico habría otro fenómeno, psíquico, que constituiría el verdadero objeto de la psicolog(a 114
y al cuar se accedería por medio de la comprensión intuitiva". Propone que se proceda a la "fisicalización de las impresio nes intuitivas" y pretende que, de esta manera, "todo enun ciado de la psicología puede desde ahora traducirse en un lenguaje que se refiere al comportamiento físico de las cria turas vivas" 197• A pesar del pequeño número de ejemplos concretos tomados, y por otra parte bastante desafortuna dos' 98, este artículo de Camap da una indicación muy -clara de la tendencia teó_rica que vendrá a reforzar al positivismo lógico en psicología Algunos años más tarde, después de la "diáspora", en el momento de la constitución de la Enciclopedia de la ciencia unificada las cosas son totalmente claras 199 : sobre la base del "conductismo.", que ambos comparten, se efectúa la alianza del neopositivismo lógico y de la corriente entonces dominante en la lingüística norteamericana, la de Leonard Bloomfield200 • - En materia de ciencias sociales, el Manifiesto, según la misma perspectiva, reserva un lugar especial a la historia y a la economía política: "Desde ha"e alrededor de cien años, se , ha iniciado un proceso de eliminación de la metafísica en 1 estos dominios. Por supuesto, la purificación no ha alcanzado 1 allí el mismo grado que en física y, por otro lado, esta tarea 1 es quizá menos urgente. Porque parece que, aun en el mejor , período de la metafísica y de la teología, la corriente metafí1¡· sica no era particularmente vigorosa, quizá porque los . conceptos en ese qominio, como la guerra y la paz, la importación y la exportación están más cerca de la percepción que i concepto·s como átomo y éter". En un sincretismo muy ' 1 tolerante, los autores invocan así el patrocinio de Quesnay, : \ Ricardo, Comte, Marx, Menger y Walras. . . No tuvieron futuro los reiterados esfuerzos de Neurath, en" textos extrañamente programáticos y formales, para: "fundir" historia y economía política en el común denominador ·de una "sociología general" de tipo conductista que, en su espí ritu, hubiera podido conciliar un cierto marxismo con la eco nomía política "burguesa'' 2 º 1• El neopositivismo tampoco dejó de aportar su sostén epistemológico a la escuela keyne siana, que se puede reconocer en sus mismas tesis y, en sociología, a las diversas variantes del funcionalismo'º'. No tiene nada de �orprendente que los especialistas de las "ciencias humanas" nacientes hayan considerado en forma permanente al neopositivismo como su filosofía "natural": 115 ·1
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la rebelión en masa contra la "metafísica", a la que sus fun dadores convocaban a los investigadores de todas las disci !iñas, se presentaba explícitamente como la condición bajo fla cual podrían conquistar y asegurar su autonomía y su esta tuto científico. El llamado fue escuchado como tal. El proyecto de "unificación de las ciencias" lo percibió la nueva capa de intelectuales que se consagraría a esas investigaciones como la promesa de una consagración académica, desde hacía mucho tiempo esperada en detrimento de los filósofos de profesión. La base doctrinaria de esta filosofía que combina ba el formalismo con el empirismo se conciliaba por último con la tendencia filosófica "espontánea" de investi gadores que deseaban liberarse de las especulaciones filosó ficas del siglo precedente para llevar a buen término su traba jo concreto de indagaciones y dar forma exacta- en lo posi ble matematizada- a los resultados de sus "observaciones". Se verá la virulencia con que Popper, sobre la base de su propia metodología, no cesó de denunciar la amenaza de esterilización, de verbalismo y de escolástica que traía consigo, en su opinión, esta filosofía de las ciencias humanas. Sobre cada uno de los puntos a los que hemos aludido, . el autor de la Logik der Forschung (Lógica de la investigacionf se encontrará, desde los. años 30, en desacuerdo sistemático con la tendencia que sostenían sus "amigos positivistas" Ya ten.aremos tiempo para reflexionar sobre la alternativa que se ingenió proponer, sobre el sentido y el alcance del actual movimiento de repliegue epistemológico que operan varias de esas disciplinas sobre las posiciones popperianas. Lo que que remos subrayar, para comenzar, contra una imagen muy difundida del Círculo de Viena y del positivismo lógico, es que la doctrina que fue elaboraüa (y reelaborada) en los tres primeros decenios de este siglo no era ese simple trabajo téc nico abstracto de los lógicos estrictamente especializados en filosofía que a veces uno imagina, sino que tuvo, por el contrario, de antemano otras ambiciones en el terreno de las "ciencias sociales" o "humanas". Esas ambiciones -algunos dirán esas pretensiones-- sólo pudieron afirmarse al precio de vehementes declaraciones de ruptura con la metafísica No nos parece, repitámoslo, que sea interesante burlarse, como lo hacen algunos, de la ignorancia filosófica de los eruditos vie neses ni, a la inversa, que haya que ceder a la intimidación de sus prohibiciones. Por el contrario, el hecho de que se haya expresado, en el mismo momento, y en un discurso único,
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un doble proceso de "eliminación" de la metafísica y de "fundación" de las ciencias humanas, en nombre de una filosofía que al llegar se postula a sí misma, cómo científica, es un acontecimiento que debemos destacar y sobre el cual debe riamos reflexionar. Pensamos, por nuestra parte, 1 como se verá más adelante, que ·su análisis puede arrojar· 1 ¡!/ alguna luz tanto sobre el estatuto (y la historia) de 1 as_ nrievas _ . _ disciplinas como sobre el modo de ser de la filosofía contera- / _porá?1ea Pero aquí no hacemos sino preparar reflexiO: nes, porque para llevarlas a buen término tendríamos que superar la fase descriptiva de nuestro trabajo a la que nos hemos limitado por el momento. Nuestro cuadro de la "conciencia revolucionaria" del Círcu lo de Viena, sin embargo, no quedaría completo si no aportá ramos brevemente un último toque. No el menos significa tivo, puesto que sé trata de la concepción de la práctica filo sófica que se perfilaba a través del conjunto ordenado de esas tomas de posición. De nuevo, apelamos aquí a Wittgenstein. Particularmente el aforismo 4.112 del Tractatus donde está escrito: "El fin de la filosofía es la clarificación lógica del pensamiento. La filosofía no es una doctrina sino una actividad. Una obra filosófica consiste esencialmente en esclarecimientos. El resultado de la filosofía no consiste en un número de 'propo siciones filosóficas' sino en el hecho de que las proposiciones se aclaren. La filosofía tiene por finalidad clarificar y delimi tar rigurosamente los pensamientos que, de otro modo, por . .. decirlo así, son turbios y borrosos". Si se hace abstracción de las controversias que enfrentaron ¡ a Carnap y N eurath contra Sch!ick sobre la cuestión, plantea- \ da por Wittgenstein en otro aforismo, de la naturaleza de las 1 proposiciones filosóficas (hablando estrictamente, desde el punto de vista lógico, "¿tienen sentido" o no?), se puede ¡ decir que los positivistas lógicos adhirieron sin reservas a la concepción dé la ·filosofía que creían encontrar en este texto: la filosofía es una "actividad" que consiste en el análi j sis lógico del lenguaje de la ciencia2º3• Así, puede denominarse "científica", aun si no es una "ciencia de la naturaleza": viene a ocupar un lugar en la "concepción científica del mundo" para cimentar su unidad; es un instrumento siempre a disposición de los investigadores para controlar la validez de sus resultados y asegurarse la rectitud de sus procedimientos. 117
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Capítulo 2
LAS RESPUESTAS DE KARL POPPER Una leyenda Cuando le fue dado responder a las críticas que se le hicie a su ron de todos lados en el volumen colectivo consagrado 1 Karl , phers" philoso obra por la célebre "Library of living Popper se apropia de inmediato de la contribución de Víctor Kraft' y no disimula cierta irritación. Hay una "leyenda", escribe, muy sintéticamen te, acreditada por "las más altas autoridades", la de A. J. Ayer, las de Carnap, Hempel y Jor gensen3 ; según la cual mis posiciones filosóficas serían, en el fondo, con más o menos matices, asimilables a las del Círcu lo de Viena Ahora bien, no es nada difícil comprender el sentido mismo de mi doctrina, reafirma con una energía rayana por momentos en la vehemencia, puesto que es "olvidar" que las piezas esenciales (problemas de "demar cación", criterio de "falsabilidad" ... ) fueron elaboradas y adoptadas, desde el primer momento, para impugnar los presupuestos f ilosóficos principales del positivismo lógico. Sin duda la coyuntura ldeo!ógica y científica que refleja a su manera la Logik der Forschung, publicada en Viena en 1934, es la misma de la cual el Círculo de Viena pretendía· extraer lecciones filosóficas "revolucionarias"; pero ¿cómo no ver que allí se la capta bajo otra luz, que las enseñanzas extraídas se oponen directamente al programa de los filó119
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sófos científicos vieneses? El pretendido "viraje" que ciertos críticos• creen poder discernir en mi obra, concluye, y que no vacilan en fechar en 1960, sólo es una ilusión óptica: por el contrario, hay una unidad y una continuidad filosófica reales · y profundas de la Logik der Forschung hasta los artículos recogidos en Objetive Knowledge (Conocimiento objetivo)', la u nidad de una tendencia filosófica que jamás le debió nada al positivismo lógico y que no ha cesado de disputarle el terreno sobre el cual creía poder asegurar sus éxitos. Si, por lo tanto, hay "viraje", "giro" o "mutación", es en el punto de vista de los críticos, y no en su objeto de análisis. Por lo demás, la leyenda es tan empecinada que algunos otros c omentaristas continúan, comn si nada, ubicando la filosofía de Popper en el ámbito del neopositivismo: Alice Ambrose, Lothar Krauth, Leszek Kolakowski6 • A estos nombres Popper podría agregar hoy el de algunos otros de menor envergadura. Pero poco importa; lo que con viene comprender es lo que se juega en esta discusión: ¿no hay que ver en ello más que la simple, y sobre todo irrisoria, reivindicación de originalidad de un filósofo que envejece enfermo de parricidio o, por el contrario, como él sostiene con su última energía, la tentativa de aclarar una divergencia que, más allá de su propia doctrina, pone en juego toda una concepción de la filosofía, de la práctica científica, de la his· toria y de la política? El proyecto mismo del presente trabajo bastará par., indi car que no nos resulta indiferente la cuestión de saber si, como lo afirman por ejemplo Bryan Magee y Renée Bouvere sse, Popper es un "antipositivista radical" 7 o si, por el contra rio, así como lo defienden, con matices, los que comparten los aniilisis y las orientaciones de Horkheimer y Habermas, como recientemente Miguel A. Quintanilla y Jean-Franc;ois Malherbe8 , el racionalismo popperiano, lo quiera él o no, sigue "sometido a los límites del positivismo". El método que hemos utilizado permite ya conjeturar por qué sesgo vamos a abordar ahora la cuestión� no por la confrontación, en definitiva abstracta y formal, tesis por tesis, de un sistema con otro, planteándonos el problema -según nuestra opinión sin objeto- de saber lo que Popper "conserva" y lo que "rechaza" del dispositivo filosófico de base del Círculo de Viena', sino mediante el análisis de la inserción del "popperianismo" en la coyuntura donde se ha constituido al mismo tiempo que el "positivismo lógico". 120
Hacemos nuestro el juicio de Victor Kraft, por lo demás aprobado por Popper, según el cual "aun cuando Popper jamás perteneció al Círculo de Viena, ni jamás participó en sus reuniones, la génesis de su trabajo no podría compren derse sin hacer referencia a él"'º·. Nos parece en efecto que se instaura, de .entrada, entre Popper y los neopositivistas una· veroadera oposícTón en la captacióñ'Y e1 tratamiento de lós· elementos inmediatos de la coyuntura teórica y política que Herien que descubrir: sea sobre la ·cuesffóñ-deT''soéialísmo'' y de la "racici'nálización" de las tareas socialei,,, sea soorela ínterpretación de 1ós trabajos de Einstéiñ, sobre ·1a-meclmica cuántica, sobre la importancia que hay que "dar a:· fa.''logís tica" y sobre sus implicaciones filosóficas: sobre. la, significa, ción del teorema de Godel, sobre el estatuto de las "ciencias humanas" ... no hay un punto en el que no se pueda notar una real divergencia entre ellos. Agregaremos que Popper no ha dejado de trabajar sobre el sistema de esas divergencias -hasta en su última obra escrita en colaboración con John C. Eccles 11 donde retoma largamente, para comenzar, la "vieja" cuestión del "fisicalismo"-, aunque no aclaran sola mente la génesis de su obra sino que marcan la evolución de un extremo al otro. Pensamos en fin, poder establecer que son esas divergencias las que dan cuenta del extraño destino, sobre el cual no nos hemos interrogado lo bastante, de un libro como Logik der Forschung, casi ignorado por el mundo filosófico durante cerca de un cuarto de siglo, antes de que, repentinamente, en el momento de su versión inglesa, en 1959, con el título de Logic of Scientific Discovery 12, lo celebraran unánimemente las más altas autoridades científi cas, al punto de haberse convertido en forma indiscutible desde hace algunos años en el punto de referencia obligado de todo trabajo epistemológico, ya sea en las ciencias de la naturaleza o en las "ciencias humanas" 13•
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Popper frente a Einstein Cuando, por el lado neopositivista, se admite la originali dad de las posiciones de Popper que, por su parte, él no cesa de reivindicar, a menudo se presenta la situación en los térmi nos de Y. Bar-Hillel quien, para "formular claramente la diferencia de intereses que separa a Popper de Camap en su tratamiento de la ciencia", escribe: "En lo esencial, es esto: 121
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Popper está interesado esencialmente en el desarrollo del conocimiento científico, y Carnap en su reconstrucción racianal; o, para emplear los términos de la metodología corriente de la lingüística, la filosofía popperiana de la ciencia está l orientada diacrónicamente, mientras que la de Carnap es sin crónica; o, para emplear otras metáforas, la concepción de Popper es dinámica, y la de Camap es estática" 14• Fórmula de compromiso, explícitamente adelantada como tal por el autor que lamenta la intransigencia de Popper con respecto al punto de vista camapiano y se limita a definir las condi ciones de una coexistencia pacífica entre las dos "orientacio nes", en su opinión perfectamente compatibles porque son complementarias. Otra fórmula de compromiso se propone a veces, con el mismo sentido: Popper se interesaría por el "contexto del descubrimiento" científico, mientras que los neopositivistas se ocuparían, por su parte, del "contexto de justificación" de los resultados de la ciencia 15 • Para Popper, esas dos fórmulas son inaceptables. A Bar Hillel le replica que, si es verdad que su punto de vista puede
único que permite comprender, sin traicionarla, la realidad de · la práctica científica Recuerda escuetamente su oposición de principios al punto de vista de Carnap, víctima en su opi· nión de "un interés excesivo por la formalización", y denun cia en este "interés excesivo" la fuente de "complicaciones superfluas" y el germen de una "nueva escolástica" 16• _En cuanto a la distinción entre "descubrimiento" y "justifica· dóri'\ la rechaza por considerarla totalmente arbitraria y deQendiente precisamente, de la escolástica que denuncia Seg(Ín é1; ésta éíístinción lleva la marca de un "dogmatismo" filosófico tan temible que no se atreve a decir su nombre. "La idea misma que tengamos que justificar nuestro conocí· miento mediante razones positivas, escribe en Conjeturas y refutaciones ( ... ) implica, en mi opinión, tener que apelar a alguna fuente última o a alguna autoridad suprema que garan tizaría su verdad" 17• Ahora bien, la idea de una fuente seme jante es un mito de origen téologico, contrario al movimien to esencialmente crítico de la ciencia real. Si existe "justi calificarse de "diacrónico" o "dinámico",.en todo caso es el
miento; por lo tanto, depende de su análisis y no odría lSOCJarse SlnO eor a 1 !ClO, ' Esta doble replica remite directamente a las primeras pági nas de la Logik der Forschung y a lo que podríamos llamar, 122 ficacibn" del conocimiento, no es otra cosa sino ese movi�
parodiando, también, su propia parodia de Kant: "el proble ma de Popper". Ese problema tiene nombre: "demarcación" entre ciencia y pseudociencia" 18• Popper no se cansa de i.nsistir en que ese problema no tiene nada que ver con el del "significado" de los enuncia dos del "lenguaje de la ciencia", y lo hace para disipar los persistentes malentendidos sobre su obra suscitados y mante nidos por los mismos neopositivistas. Ya en The Open Socie ty and its Enemies (La sociedad abierta y sus enemigos), de 1945, denunciaba sin miramientos el "absolutismo" de los filósofos del significado" ("philosophers of meaning") a quienes comparaba insidiosamente con el dogmatismo marxista 19• Lo retoma con fuerza en las primeras páginas de Conjeturas y refutaciones*, luego en la respuesta ya citada a Víctor Kraft: lamenta que ni Camap ni Hempel "hayan tomado muy en serio la distinción que '(él) hacía entre (su) criterio de demarcación y su criterio de ausencia de signifi cación de la metafísica" 2º. Ahora bien, para comprender el verdadero alcance de este desacuerdo, que se considera fundamental, hay que volver, 'como pide Popper en su Autobiografía, a la coyuntura ideo "ogica y científica de la Viena osterior a 1914-1918. En e ecto, si se siguen sus repetidas indicaciones, \)a os termi nos de "su" problema a partir de 1919, es decir, tres años antes de la llegada a Viena de Moritz Schlick, diez años antes de haberse dado a conocer el Manifiesto de la nueva escuela. Ese problema nace al ponerse en relación dos reflexiones ini ciales distintas -una política y la otra epistemológica- inicia das por efecto de dos acontecimientos contemporáneos: por una parte, las alternativas de la violenta lucha política de cla ses que por ese entonces se desarrollaba 21 ; por la otra, el trastorno '.\ue provocó en la física la aparición de la teoría einsteniana 2• Los términos en los cuales Popper se refiere a esta relación son suficientemente conocidos para que no insistamos en ellos: cómo hacer la división -efectuar la "de marcación"- necesaria entre esos dos discursos: por una parte, la teoría einsteniana, cuyo estatuto científico puede darse por adquirido, aunque no haya podido hacer valer en su favor ningún material empírico; por la otra, la teoría * N. de T.: Hay traducción ca,;;tellana con el nombre de El desarrollo del conocimiento científico. Conjeturas y refutaciones. Editorial Paid6s, Buenos Aires, 1967.
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marxista, que no es sino la racionalización mistificadora de una simple ley m oral del tipo: " ¡Contribuid a que llegue lo inevitable", mientras que todos los datos de observación pare cían confirmar sus pretensiones de cientificidad23 • Lo importante es que, para resolver ese problema, Popper dirige de inmediato su atención a la teoría einsteniana. Más exactamente a la relación que mantiene esta teoría "revolu cionaria" con la teoría "newtoniana". Esa relación seguirá siendo un tema constante de su reflexión epistemológica24 • Digámoslo de inmediato: las lecciones __fil<:>_sóficru;_ _que Popper cree sacar de la teoría de la relatividad son, en defini tiva, direcfoménteº"opüestas a aquelfas sobre"!as"cüalils en el. rrusmo momentó;'"1ioiñores como Moritz Scnlick y Hans Re1chenbach mtentaban ·elaborar su nueva fílosofía:·nonde· estos últimos veían una derrotá.cíei kantismo y una confir mación del fenonienalismo machian_Q, Popper ve, porel contrario, la ocasion de ef critléísmo kantiano al mlsmotíé"iiw() gúe la ra��fica�ión .cJ�ntÍf.Í_c,ll cl�l_'�rll?.!i��Q_''_ en filosofia . No es el principio mismo del criticismo el que le parece afectado por la "destrucción" de los conceptos de espacio y tiempo "absolutos", sino tan sólo la forma en que Kant lo practicó, víctima como era de un residuo, histórica mente explicable, de dogmatismo epistemológico. Popper propone, pues, muy explícitamente, un modo de "retomo a Kant" que extendería y radicalizaría, en su opinión, la ten dencia filosófica principal. Oponiendo la posición de Kant en materia de filosofía de las ciencias a la que él mismo ha adop tado sobre la religión, escribe: "Par!!ge_eJCt,año qu�__gn su filosofía de la ciencia, Kant no haya adoptado la misma a5:ti tud ·crÍtica-y""raciorialísfa, . qúe . consiste en la investigación critica del error. Estoy seguro de que lo que le impidió hacer1oeslíñ1cameñte su aceptación de la autoridad de la cosmolo gía newtoniana: resultado de su increíble capacidad para resistir a las pruebas más s everas. Si esta interpretación de Kant es correcta, el racionalismo crítico (y también el empi rismo crítico) que defiendo no hace sino dar el último toque a la filosofía crítica de Kant. Y eso sólo ha sido posible gracias a Einstein, que nos enseña que la teoría newtoniana puede muy bien ser errónea a pesar de su enorme éxito"' 6• De nuevo, a propósito de Einstein y de la relación de la teoría de la relatividad con la de Newton nos hace, en su Objetive Knowledge (Conocimiento Objetivo), una exposición de lo que llama "el método crítico" de la ciencia: "La nueva teo124
renovar"
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ría, aunque tenga que explicar lo que la antigua explicaba, la corrige de manera tal que contradice efectivamente a la antigua teoría: la contiene, pero sólo como una aproxima ción. Así, hice notar el hecho de que la teoría de Newton contradice las de Kepler y Galileo -aunque las expJico: Y, de la misma manera, la teoría de Einstein contradice la de Newton, a la que explica igualmente y contiene como una
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aproximación''27.
Por otra parte, lejos de practicar, como los positivistas lógicos, lo que hemos llamado un "ecumenismo retrospec tivo", que consiste en celebrar en la "revolución relativista" el triunfo conjunto, olvidadas todas las divergencias, de Mach y de Boltzmann, Popper consagra un capítulo de su Autobio grafía a defender a Boltzmann contra Mach. Haciendo el relato de lo que llama la "tragedia de Ludwig Boltzmann", Popper subraya que éste era a la vez "uno de_ los grandes físi cos del si�lo XIX" y "un realista y objetivista ardiente, casi militante" ' y se dedica a mostrar que aun si el joven Einstein había cometido la imprudencia de apelar al "machismo", en realidad las posiciones filosóficas de Boltzmann habían "cono cido su primera gran victoria en 1905, cuando Einstein publi· ca su artículo sobre el movimiento browniano " 29 • Analizando, en Conjectures and Refutations, las relaciones de la teoría machiana y dei idealismo berkeleyano, y recordando que Mach, quien "vivió once años después que se conociera la teoría de la relatividad restringida( ... ) permaneció vigorosa mente en contra, al punto de tomar partido en favor de un adversario de Einstein, Hugo Dingler, en el prefacio redactado para la séptima edición de La mecánica (1912)", Pop)2_e_r vuelve sobre el hecho de que la relación entre Einstein y New ton es �nsable en"el márco dela teoría"Ienomenalistaael conocimiento� Impensable si no se tiene en cuen'fa;·como To indica en otra parte, el hecho de que esas dos teorías son intentos de "describir y explicar en lo posible la realidad"". Y, citando a Camap, quien escribía que "la física, en resumi das cuentas, está prácticamente liberada de la metafísica, gracias a los esfuerzos de Mach, Poincaré y Einstein" 32, replica que la referencia a Mach es "particularmente desgra ciada", porque "Mach esperaba la eliminación final del ato mismo al que consideraba ( con muchos "tros positivistas) como un elemento metafísico de la física". Ahora bien, insiste Popper, al hacer esto, "eliminaba demasiado". En el fondo, se ve en este caso, lo que s epara a Popper del 125
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Círculo de Viena: mientras que los defensores del positivis mo lógico estimaban que la revolución relativista, producto de la "crisis" de la física, había puesto de manifiesto el papel pernicioso que tenían en la ciencia entidades metafísicas como el "espacio absoluto", el "tjempo absoluto'\ el
"movimiento absoluto".. . y buscaban, desde antes de conocer la logística russelliana, un método de análisis de la ciencia para detectar,· denunciar y "eliminar" en el futuro tales entidades de su discurso, Popper estima injustificada una condena semejante y juzga peligroso un proyecto de este �n Una vez más, Einstein sirve de referencia ¿Cómo explicar, pregunta Popper, la formación de esta "alternativa" al newto nismo como es la teoría de la relatividad? ¿Por una "elimi nación" de la metafísica? Al contrario: "De Tales a Einstein, del atomismo primitivo a las especulaciones cartesianas sobre . la materia, de las especulaciones de Gilbert, Newton y Lei bniz y Boscovic sobre las fuerzas, hasta las de Faraday y , Einstein sobre los campos de fuerzas, las �deas metafísicas son las que han abierto la vía" 33• Porquesi es verdad que hubo, en la histona, "ideas metafísicas que fueron obstáculos para el ·\ progreso científico", no se puede negar que al lado de ellas "hubo otras, como el atomismo especulativo, que contribu yeron a él" 34• Resumiendo, según los términos de la Auto biografía retomados en The Sel{ and its Brain (El Yo y su cerebro) y que parodian a Lakatos para refutarlo mejor, se puede decir que 1ª- historia de las ciencias sería ininteligible sin la existencia de "programas metafísicos de investiga�ón", que "las ideas metafísicas son de la mayor importancia'., tan- .. to eri· fa ciencia contemporánea como en los períodos remo-':: : tos de la historia". De modo que el proyecto machiano de "eliminar todas las cuestiones metafísicas de la ciencia" es un ,absurdo que no puede terminar paradójicamente sino en el ! resultado inverso al expresamente buscado: "Preocupados , los positivistas aniquilan con ella I por aniquilar a la metafísica, ; a la ciencia naturaP' 36. J -- Hemos tomado los textos que acabamos de citar del conjunto de la obra de Popper, sin consideración de fechas: en la cuestión que nos ocupa Popper no ha variado. Aun si la noción de "programa metafísico de investigación" ha sido elaborada y modificada en estos últimos años en función del acento "biologicista" de su epistemología, Popper nunca dejó 126
de recházar, en términos invariables, al programa positivista de · Sobre todo, hay que notar que esta posición ya está claramente expresada en 1934, en la Logik der Forschung y que, coordinada con sus declaraciones de obediencia "kantiana" y sus ataques antimachianos, justifica plenamente la irritación de Popper al haberse visto adscripto, sin quererlo, al campo del neopositivismo. En efecto, tal vez pensó que había toma do suficientes precauciones teóricas, diferenciándose del positivismo lógico en algunos puntos decisivos de su progra ma, para que una confusión semejante resultara imposible. Sin embargo, ¿cómo se produjo el equívoco? ¿Por qué su persistencia? No cabe duda, como se ha visto, de que las cincunstancias en que se publicaron los primeros textos de Popper desempeñaron un papel en esto, así como la fuerza de convicción que entonces había conquistado en el medio científico vienés el positivismo lógico, convertido en pocos años en el amo y señor de la epistemología: efectivamente era difícil pensar la ciencia fuera de las categorías y los proble mas que él había heredado de la tradición machiana Pero estas explicaciones no son suficientes. Para compren derlo, es necesario tomar el "criterio" de demarcación propuesto por Popper. Se conoce sobre este criterio el enunciado que figura en Ja Logik der Forschung; en un texto que ataca señaladamente a Schlick y Waismann: " ... no exigké_ �e un _sistema cien-· tíficg_ s.e.__p_ue_da elegir, de unª...Y?_!: para §.!EllI1pre,_ ell__l,lll_ª-2'�(;_2: ción_p_2&tiv_'!L_P.e.ro e.,cjg_ir�__q1,1e.. te!_l.@_l!_n_ª !S>rmª-._l_sigica_ � P.ll.�-�istÍ!l_�ji:se, 111ed_i�te !e�t�_<,lllpír[c_�,_fl,.n .!:1��� ne�Jt1ya: _un s1st_ema que forme parte .d e ia c1enr1ª. '!._lilp_l.f.!�/3. deoo poder ser refutado por la experiencia" 37• Ese criterio J que Popper presenta, en la misma obra, como salido directa· mente de un texto de Einstein38 , lo reformula en ·rhe Open Sacie ty and its Enemies39 contra el "principio de verifica ción" de Wittgenstein y de nuevo, en términos idénticos, en Conjectures and refu tations40 para mostrar que es el único que permite hacer la división entre "ciencia" y "pseudocien
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"Los falsificacionistas dicen, a grandes rasgos, que lo que una crítica no puede en principio rechazar no es (por el momento) digno de interés; mientras que lo que se puede en principio así rechazar y sin embargo resiste a todos nuestros esfuerzos críticos, puede sin duda ser falso, pero en todo caso 127
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merece que se lo tome. en serio y que se lo crea sin lugar a dudas-aul} cuando sólo sea a título provisorio"41• En la Autobiografía, Popper vuelve tres veces sobre las condiciones que lo llevaron a formular dicho criterio. En el primero de esos pasajes, para vincularlo, una vez más, con Einstein: "Lo que más me impresionaba, escribe, era la opinión claramente expresada por el mismo Einstein (a propósito de la relatividad general) según la cual consideraría insostenible su teoría si la misma no resistiera a ciertas prue bas". De allí esta conclusión que repite los términos mismos de "su" problema tal como los hemos resumido: "Había allí una actitud fundamentalmente diferente de la actitud dogmática de Marx, Freud, Adlery mas aun de sus epigonos. Einstein estaba a fa-busqúeaa-dii exp·eriéncias cruciales cuyo ªcuerdo__�()n �ll!! predicciones en ningun caso hiibrfa esta6ie cido la verdad de su teorÍ!!,_]l§:O c�o desacuerd2,_ c��ª. el primero en subnq_arlo,._h_aj>ltipi_§_tr.ii._ci<>_ que _su teoria . era insostenible"42• En el segundo, en el capítulo donde se pregunta '"quién mató al positivismo lógico", trata de probar la superioridad de "su" criterio (respondiendo a su problema) sobre el criterio "clásico" de la verificabilidad; prueba por los efectos: el dispositivo conceptual utilizado por los miembros del Círculo de Viena, deplora, tuvo rápidamente como resul tado el hacerles perder de vista "los grandes problemas"; terminaron por constituir "una escolástica" y "se concentra ron en minucias ('puzzles') y en particular en el significado de las palabras", esterilización cuyos estragos se pueden medir en "sus sucesores en Inglaterra y en los Estados Unidos" 43• En el tercero, citando el texto inédito del Postscript, indica que aquí están marcados "su rechazo de toda tentativa por justificar las teorías y los reemplazos ( en la Lokig der Fors chung) de la justificación por la crítica". Pero, agrega, "a veces podemos 'justificar' (en un sentido diferente) nuestra prefe rencia por una teoría, en vista del estado del debate crítico; porque una teoría puede resistir a la crítica mejor que sus rivales" 44• Tal es, reducido a sus formulaciones · inmediatas, el "cri terio de falsabilidad" propuesto por Popper para responder al problema de la demarcación entre ciencia y pseudociencia, como se lo planteó al día siguiente de la Primera Guerra Mun dial. El punto decisivo es que, según el propio Popper, tal vez ese criterio de "falsabilidad" diera la impresión de tener que 128
inscribirse en una teoría del "significado" de los enun . ciados de la ciencia, frente al criterio clásico de "verificabili dad". Se podía creer �en aquél sólo hubiese, ·en suma, una solución alternativa al mismo problema: ue verificabilidad sab' i a uesen os respl!estas si!!!étricas al mismo pro ema.. Esta equivocacion, que fue "espontánea", tanto en Camap como en los neopositivistas, se explica en la medida en que Popper habla efectivamente el mismo lenguaje de sus adversarios: el lenguaje del "criterio" y, en el fondo, a pesar de la negación, por otra parte moderada, del Postcrip t, el de la "justificación" de la ciencia45 • ¿Simple cuestión de lenguaje o cuestión teórica de fondo? Decidiremos, llegado el momento. Pero por ahora, lo que conviene advertir es que la obra epistemológica de Popper, en cuanto a sus temas y estilo de argumenfación, lleva la marca de una polémica ininterrumpida con los fundadores del Círculo de Viena y sus sucesores, con el objeto de hacer aparecer las bases filosóficas de su equivocación acerca de la Logik der Forschung.
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La falsabilidad
Esta polémica se 1mcia con un ataque prolongado contra el empirismo46, tal como se presenta en su forma tradicional En Conjectures and Refutations, Popper, citando a Hume, explicita "la cadena de problemas" planteados por el empi rismo a propósito del conocimiento y concluye: esta cadena de problemas no me parece "satisfactoria", comenzando por su primer eslabón, porque "la mayoría de nuestras asercio nes no están fundadas sobre observaciones sino sobre toda clase de fuentes" 47• --, El "problema del empirismo", tal como los neopositivistas 1 lo retomaron por sü cuenta, es, sin ningún género de d·udas, el / de saber si la "observación" es la "fuente última de nuestros conocimientos"; si en realidad existe algo como la observa- \ ción o s� por el contrario, tal como la conciben los empiristas, no es un mito forjado completamente para responder \ a la cuestión ilusoria de la "fuente última". "Intentaré mos trar, escribe Popper, que es la cuestión misma de las fuentes últimas, la que se debe rechazar por estar fundada en un j error" 48. 129
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Pero. para comenzar, no existe la "pura" observación49 , porque toda observación es "indirecta,, 50, es "selectiva" 5 1; porque supone siempre, al menos de manera implícita, una teoría que orienta las elecciones en lo "dado" en función de los problemas que se plantea, "Toda observación presupone una interpretación a la luz de nuestro saber teórico, escribe Popper, y un saber observacional puro, virgen de toda teoría, si fuera posible, sería completamente estéril y carente de inte rés"52. Así Newton: "Pretendía que la verdad de su teoría podía derivarse lógicamente de la verdad de ciertos enuncia dos de observación. Aunque no haya descrito dichos enun ciados, al menos es clam que debía referirse a las leyes de Kepler, a las leyes del movimiento elíptico de los planetas"". De allí la nota agregada en 1959 al texto de la Logik der Forschung: "Mi punto de vista es, en resumen, que nuestro lenguaje ordinaiio está lleno de teorías, que la observación es siempre una observación hecha a la luz de teorías, que sólo el prejuicio inductivista conduce a pensar que podría haber un lenguaje fenoménico, libre de teorías y susceptible de que se lo distinga de un 'lenguaje teórico' " 54 , Observación que apunta directamente a Camap y a la Escuela de Viena y que todavía encuentra eco en The Sel{ and its Brain: "Todas las observaciones (y más aún todas las experiencias) están impregnadas de teoría: son interpretaciones a la luz de nues tras te orías" 55• Si es así, hay que renunciar entonces a la teoría que siem pre ha constituido, según Popper, la pieza maestra de las filosofías del conocimiento: la teoría de la inducción. Ahora bien, afirma Popper, desde d primer momento, en la Logik der Forschung: "el crite1io de demarcación propuesto nos conduce igualmente a una solución del problema 'humia no' de la inducción'' 56 y Conocimiento Objetivo se abre con estas palabras: "Creo que he resuelto un problema filosófico importante: el problema de la inducción"". Solución que consiste, al fin de cuentas, en establecer, según los término, de la Autobiografía, "que no hay inducción"", que en cien cia jamás se hace ''io que se llaman inferencias inductivas", y que, por lo tanto, las laboriosas tentativas de Reichenbach para establecer una "lógica inductiva"", están destinadas al fracaso, porque carecen de fundamento, En las respuestas que dio a sus críticos, Popper retoma la cuestión en toda su amplitud. Sólo Hume, afirma allí, formu ló correctamente el problema de la inducción"''. Su mérito 130
histórico seguirá siendo el haber mostrado "que no hay nin guna entidad lógica del tipo de la,inferencia inductiva; o que todas las presuntas inferencias inductivas son lógicamente inválidas -y hasta inductivamente inválidas, para decirlo claro-". "Hume tenía toda la razón, decía Popper en Conje_ turas y refutaciones, en expresar que la inducción no puede tener justificación lógica" 6 • Resumiendo, Hume supo plan tear el problema lógico de la inducción, que Popper resume así: "¿Estamos justificado,s en extender las conclusiones de la repetición de casos de los que hemos tenido experiencia a casos de los que no hemos tenido· experiencia alguna?" 62• Respuesta: "La respuesta de Hume es: no, por amplio que sea el número de esas repeticiones: Y agregaba que da lo mism o que pidamos justificación de una creencia no cierta sino sólo probable. De los casos que hemos experimentado no pode mos sacar ningún argumento sobre la probabilidad de casos que no hemos experimentado, más de que lo podamos hacer acerca de la certeza de tales casos". Pero si el a�u.erc!Q. __de_l'_QP.QeL_G.Q!l .Hume es .CQ!Jlpleto cuando. fai�_del Q.tQble,!12_ _1�.i_C{) _q_,, l.a, indt1c,ción, en camb10-el "iíesacuerdo es total cuando se trata de lo que deno mina ·1a cuestión psici:,7ógúill' de la. inducción. Este problema, lo formuia así: "¿ Cómo es posible que, sin embargo, toda persona razonable espere a que casos de los que no tuvo expe riencia habrán de suceder en conformidad con aquellos de los cuales tuvo experiencia? O en otros términos, ¿por qué esta 'espera' y la firme creencia que se manifiesta en ella?" "La respuesta de Hume a este problema psicológico de la inducción era la siguiente: a causa de la 'costumbre', o ,,:!el_' 'hábito'; en otros términos,, C!JUSa di,l poder irra�i.o,1_ª1_pe,g irresistible de la, ley de asociación. Estamos condicionados poi"Ia repetición, y sin este condicionamiento nos costaría mucho trabajo sobrevivir". , - "Mi propio punto de vista, concluye Popper, es quf' la res- 1 puesta de Hume al problema lógico es correcta, pero que su \ respuesta al problema psicológico es completamente erró..J , nea"", Lleva directamente al irracionalismo. El error de Hume sería, así, haber sido inconsecuente, haber retrocedido frente a su propio descubrimiento, haber querido "salvar" a toda costa el principio de inducción, vícti ma como era del prestigio de la teoría newtoniana, conside rada "verdadera", y del postulado empirista según el cual
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todo nuestro conocimiento debería estar fundado en "nuestras propias experiencias"64• r, cómo sostener Pero des ués de Einstein repite Po esas dos tesis: ahora sa emos que a eona newtoniana no era ."verdadera", en el sentido absoluto en ue se la entend!a; aun si a teona e a re at1v1 a ora ha recibido confirma Qión experimental. ¿como olvidar que no se la elaboró sobre la base de observaciones o de experiencias personales? Si se renuncia al sistema de dichos postulados, explica desde la Logik der Forschung, todo queda claro. Entonces es necesario admitir que las "leyes universales" de la ciencia no quedan jamás definitivamente establecidas, que nuestras teorías no son verdadéras de una verdad absoluta. Por el contrario, hay que reconocer que todas nuestras teorías son anticipadas a título de "ensayos" 65, de "hipótesis" 66 que luego se "ponen a prueba" 67 según un cuádruple procedi miento: ante todo, por la comparación lógica de las conclusio nes entre ellas, que permite probar lá coherencia del sistema; en segundo lugar se efectúa la investigación de la forma lógica de la teoría, que tiene por objeto determinar siésta posee las características de una teoría empírica o científica o si es, por ejemplo, tautológica; en tercer lugar, por la comparación de la teoría con otras teorías con el fin de determinar si consti tuiría un progreso científico en el caso de que resistiera nuestras diversas pruebas. Por último, la teoría se pone a prueba y se efectúan aplicaciones empíricas de las conclu siones que de ella pueden sacarse68 • Este último procedimiento es el más importante en opi nión de Popper. Consagra así una buena parte de Logik der Forschung a la elaboración precisa de la "metodologí a " 69 que él enwelve y a la respuesta preventiva de las objeciones que debía suscitar el enunciado de sus reglas. Numerosas son las notas y agregados de la edición inglesa de 1959 donde se hacen precisiones y rectificaciones que le conciernen direc tamente. Nos contentaremos en un primer momento con presentarla en "estado bruto", en los términos de su formula ción inicial, para que se destaque mejor el alcance inmediata tamente polémico. De dos cosas una, explica Popper: o bien las conclusiones singulares que se sacan de la teoría parecen empíricamente aceptables, la teoría (provisoriamente) aprueba su test y no hay razón para descartarla; o bien esos enunciados singulares no son validados por la experiencia, y la teoría, cuyos
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enunciados se habían deducido lógicamente, resulta falsifi cada. Así procede la ciencia en su movimiento progresivo sin fin 70, así se establece la "demarcación" entre "teorías cientí ficas" y sistema de enunciados pseudocientíficos: en la prueba, siempre reiterada, de los tests preparados en las condiciones que,se acaban de ver71• Puesto en forma "lógica", esto se puede enunciar de la manera siguiente: los enunciados empíricos singulares ·o . "enunciados de base" -respecto de los cuales debe exigirse de una teoría que permita deducir un número mayor que los dos inferibles de sus condiciones iniciales--· intervienen en el proceso como "falsificadores Vlltuales"; "se califica a una teoría como 'empírica' o 'falsable' si se puede dividir de manera precisa, la clase de sus enunciados de base en dos sub clases no vacías: la de todos los enunciados de base con los cuales está en contradicción (o que excluye o prohibe) y que denominamos la clase de sus falsificadores virtuales, y la de los enunciados de base con los cuales no está en contradic ción (o que 'permite'). Podemos plantear esto más.brevemen te diciendo que una teoría es falsable si la clase de falsifica ··· ... -oores virtuales no esta vac� consecuenc1as ·¡:;éiiémicas de esta concepción son evidentes.. Apuntan, de manera precisa y argumentada, a dos de las piedras angulares del dispositivo filosófico vienés: el empirismo sofisticado de los "enuneiados protocolares" y el inten- / El positivismo to constante de elaborar una "lógica inductiva". l lógico, muestra Popper, no escapa a los calejones sin salid del empirismo clásico; y la solución del problema principal de � este empirismo -el de la inducción- es al mismo tiempo la solución de su transp'osición probabilista en el elemento de la .. nueva doctrina Popper la emprende directamente contra Carnap y .Neu rath72 y hace la pregunta: ¿verdaderamente, como se preten de, hemos escapado al "psicologismo", del empirismo y del sensualismo clásico, cuando se habla, como lo hacen estos dos autores, de "enunciados protocolares" en lugar de. referirse
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"impresiones" de la conciencia perceptiva? ¿La diferencia es tan grande desde el punto de vista filosófico, cuando se ha cambiado, según la terminología camapiana, un modo "mate rial" por un modo "formal" de expresión según el cual, en lugar de hablar de "experiencias", se habla de "enunciados que representan experiencias", con la esperanza de construir
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sobre la base de esos enunciados "un íenguaje científico" bien formado? Nada de esto ocurre, replica Popper citando a Carnap: "Los enunciados de la ciencia son controlados 'con la ayuda de enunciados protocolares', nos dice, pero, dado que estos últimos se presentan como enunciados o frases 'que no tienen necesidad de confirmación y sirven de base a todos los otros enunciados de la ciencia', eso quiere decir �en el modo de expresión 'material' ordinario- que los enunciados protocolares-se-rellerefr-¡¡r 'aáio' , a Tos--'ciiitos· de_ los senti dos' . Describen ( como pretende el mismo Carnap) 'los conte nidos de la experiencia inmediata· o 'fenómenos y, por lo taríto,-·fos·hechos más simples que pueden ser conocidos'. Esto muestra con suficiente claridad que la teoría de los enunciados protocolares no es otra cosa que el psicologismo 'raducido al modo de expresión formal"". Si bien advierte que se "podrían decir muchas cosas parecidas a propósito de la concepción de Neurath", Popper al menos le reconoce, en su querella con Camap, el mérito -si se puede decir así de haber descubierto la fragilidad del postulado de base del empirismo lógico: que exista algo así como enunciados que no tendrían necesidad de confirmación.• "La concepción de Neurath según la cual los enunciados protocolares no son in violables, agrega Popper, representa, en mi opinión, un pro greso notable" 74 • "Pero toda la dificultad consiste en que Neurath no da ninguna regla -que permita decidir el rechazo (o la aceptación) de un enunciado protocolar". El resultado es, inevitablemente, la puerta abierta ya sea al peor de los dogmatismos, ya sea a lo arbitrario: "Cualquier sistema puede defenderse si permite ( como ocurre en cada caso en la pers pectiva de Neurath) 'eliminar' pura y simplemente un enun ciado protocolar que se vuelve inoportuno. De esta manera, no sólo se podrá salvar cualquier sistema en peligro, sino hasta confirmarlo gracias al informe de testigos que hayan atestiguado o registrado lo que han visto u oído. Neurath evita esta forma de dogmatismo pero prepara un terreno donde cualquier sistema arbitrario podrá consagrarse como una 'ciencia empírica' " 75• ; El fracaso de Neurath es sintomático porque es la cuestión misma la que ha sido mal planteada: los neopositivistas están, lo quieran o no, bajo el imperio de "un recuerdo persistente de la concepción tradicional según la cual la ciencia empírica \ bebe en la fuente de la percepción"7ó. En último análisis, no hicieron sino refinar la presentación. Un empirismo de labo134 ' ·
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ratorio sigue siendo un empmsmo, sometido por eso a las insuperables dificultades del empirismo filosófico tradicio nal. La agilidad logística puesta en práctica para realizar un ordenamiento formal de sus enunciados no puede cambiarlo paranada Hay que renunciar a ese presupuesto, que se impone con la evidencia de lo "natural" 77, según el cual la ciencia estaría "fundada" en nuestras percepciones. Hay que adoptar un / punto de vista no psicológico sobre los enunciados científi. cos: no hay "garantía perceptiva" en las ciencias empíricas, así como no hay "coacciones intuitivas del pensamiento" , que garanticen los enunciados lógicos o tautológicos78 ,J La noción de enunciados de base y el papel que se le ha asignado en el procedimiento de falsificación de las teorías, al responder a esas exigencias, permiten escapar, según Popper, a las aporías del positivismo lógico. ,En efecto_,�i_lo_s_ "enunciados existenciales singulares" 79 deben satisfacer la exigencíá material -dereíerusé a los-acoiiiecímieñtos "ooser: -vables", si esos enurí¿iados- afirman nqµl;iµii�_a,¡¡qiiteé1rnwnto ob�rvabiej:íe�iJui.ai��-l!_na r_'!!@n_Qetermtn�a _del es_r>_;i,cio y del tiempo" , dichos enunciados no son dadQ§,_JU)__esar d e su-crenominación, por la "base" -la "roca"-intangible sobre la cual se e1evár1a el edÜicio ·.re la cienci,i_a':_; son enunciados giie;-en'elpioceso 'de corroboración o de_ falsificación_de Tas teorías que se prueban, "decidimos" aceptar'"· Y esta deci sión remite·aracuerdo. siempre susceptible de cuestionamien to, de los diversos investigadores entre sí. Este acuerdo es fruto de una convención y, por lo tanto, no podría en ningun caso encontrar justificación en la presunta "evidencia" ( fun dada en experiencias perceptivas) de sus enunciados de base83 • Por el contrario, esos enunciados son "elegidos" justamente en función de la facilidad q ue se tiene para some terlos a los tests. Pero hay que agregar que esta "decisión", esta "elección", si bien no están fundadas en ningún "absoluto"", sin embar go, están guiadas por una cantidad de reglas impuestas por la naturaleza de las teorías testeadas: comenzando por la de no aceptar enunciados de base aislados. Popper da aquí todo su alcance a una observación ya hecha a propósito de la falsabi lidad: no debemos aceptar enunciados de base "lógicamente desconectados", sino "solamente enunciados de base que apa rezcan en el proceso de la puesta a prueba de las teorías; en el movimiento de las cuestiones que plantean esas teorías y 135
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a las cuales precisamente tenemos que responder por la acep tación de los enunciados de base" 85• Popper no elude las dificultades que implica este "conv en cionalismo"86 de los enunciados de base: las afronta en el úl timo párrafo del capítulo V de la Logik der .J.i'orschung. Uno de los efectos principales de la modificación conceptual a la que tuvo que someter su obra epistemológica en estos últimos años ha tenido por finalidad, entre otras, evitar algunos de los inconvenientes surgidos de esta posición inicial En cuanto a su polémica contra el empirismo, varias veces tuvo ocasión de repercutir. en el debate que se inició, principalmente con Camap, a propósito de los "enunciados de base". Pero antes de volver sobre todos estos puntos, es necesario examinar el efecto de las tesis popperianas sobre el otro blan co de su ataque: la "lógica inductiva". Ya hemos analizado la objeción de principio levantada por Popper contra la noción misma de inducción; y también señalamos, de paso, que a quien apuntaban las primeras páginas de la Logik der Fors chung era a Reichenbach. Queda por ver cómo el proyecto de semejante lógica adoptaba en los años 30 una forma relativa mente nueva que había contribuido a disimular ante los ojos de sus promotores el callejón sin salida, descubierto sin embargo secularmente, donde no dejaba de comprometerlos el pseudoproblema que se planteaban. Ya era una razón para consagrar un análisis especial a la cuestión. Pero otra razón, más apremiante todavía, decidiría a Popper a entrar en el detalle técnico de la cuestión: el hecho de que esta "lógica inductiva" pretendía fundarse en una "lógica de las probabi lidades" elaborada en tomo a una noción de "probabilidad" cuya interpretación propuesta por los miembros del Círculo de Viena ponía en peligró el concepto clave de la metodolo gía popperiana: el de falsabilidad. De ahí la extensión del espacio consagrado en la Logik der Forschung a la cuestión de la probabilidad, y los reite rados esfuerzos de Popper, más tarde, para configurar "su" teoría de las probabilidades. Inmenso trabajo, cuyos apéndi ces son testigos parciales pero ya elocuentes, y cuyo Posts crip t, si es publicado un día, recibirá amplio reconocimiento aunque hasta ahora muy pocos críticos han descubierto su verdadero valor'17• El capítulo VIII del primer libro de Popper plantea clara mente el problema y aclara desde qué punto de vista se lo va a tratar. El autor se fija dos tareas: la primera, "proporcionar 136
nuevas· bases del cálculo de .probabil idades", en función de su imp ortancia decisiva en la físic a con da, "aclarar las relaciones entre pro temporánea; la segun es decir, resolver el problema de los babilidad y experiencia, enunciados de probab1� 1idad"88• Popper no sub raya sin razón el enun ciado de esta segunda tarea. La suerte de su epistemolo gía dep ende de eso, puesto que al parecer, "los enunciados de pro bab sables en el sentido estricto""'. En cua ilidad no son fal evidentemente no e s del todo indepento a la primera, que entonces propuesta le parecerá más tard ndiente, la solución ficiente, tanto como sus rectificacio e técnicamente insu tanto, centraremos nuestro análisis nes de 1959'º. Por lo los té rminos en los cuales Popper consideró siempre teen n er mente el segundo problema de entrada resuelto definitiva Ahora bien, el texto nos pone en segu una nueva controversia con un miembr ida en presencia de o del Círculo de Vie na: Waismann, cuyo artículo" Análisis lógi probabilidad", aparecido en 1930, recib co del concept o de . El ataque se dirige, a través de•Waismann, ae duras críticas 91 Wit tgen ste i n 92 J. M. Keynes cuyas tesis habían sido aceptadas en y a el 1 Tractatus. El principio de la crítica popperiana con división entre dos interpretaciones de la noc siste en hacer la dad: "subjetiva" y "objetiva". La primera ión de prob abili por la utilización frecuente de expresio "nos es sugerida psicológica, tales como 'esperanza matemánes con resonacn ia del error', etc. En su forma original, estatica' o 'ley normal psicologista. Trata el grado de probabilida interpretación es d como una medida de los sentimientos de certeza o de incertid cia o de duda, que pue den suscitar en noso umbre, de creen tros ciertas afirma ciones o conjeturas" 93• Ahora bien, afirm línea de su crítica al empirismo carnapia a Popper, en la no, la interpretación lógica de los enunciados de probabilidad otros por Waismann, en última instanc , defendida entre pretación "psicologista" disfrazada: serí ia sólo es una inter a mejor denominarla, para mayor claridad, "teoría lógico-subje nición da W aismann de la probabi lida tiva" 94• ¿Qué defi "De algún modo es una medida de la proxd? Es la siguiente: imidad lógica, de la relación deductiva, entre los dos enunciados" 95• Y Keynes, con mayor claridad, la define como el "gr ado de creencia racio nal", es decir la tasa de confianza que hay que acorda r a un enunciado p, a la luz de la informa ción o del conocimiento 137
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suministrado por el enunciado q que da a p su posibilidad. A esta interpretación de la probabilidad, denunciada como "oscurantista", Popper le opone otra, la interpretación obje tiva, cuyas premisas encuentra en R. von Mises96 • Aunque, desde ese momento, piensa que la teoría "frecuentista" de von Mises debe ser profundamente corregida para evitar las dificultades provocadas por el "axioma de convergencia" y "el axioma de azar o principio del juego excluido" 97, retiene 98 \ este punto que, en su opinión, seguirá siendo fundamental : la ndción de probabilidad no se aplica a enunciados, sólo es aplicable a sucesiones de acontecimientos 99 • Una vez efectuada esta distinción decisiva, se puede anali zar la forma lógica de los enunciados de probabilidad y dar cuenta, al mismo tiempo, de los indiscutidos éxitos obtenidos por la física gracias a predicciones provenientes de evaluacio nes hipotéticas de probabilidades. Si bien es exacto, explica Popper, que los enunciados de probabilidad y los enunciados de base no pueden ni contra decirse ni implicarse mutuamente, sería un error concluir por eso que no hay ningún tipo de relación lógica entre ellos. Porque puede ocurrir que los enunciados de probabilidad tengan consecuencias unilateralmente verificables: consecuen cias puramente existenciales: del tipo "hay"'ºº. Y, de hecho, se puede establecer que," a partir de todas las evaluaciones de probabilidad, se pueden deducir lógicamente hipótesis de orden existencial"'º' . En esos casos podemos utilizar, bajo ciertas condiciones, los enunciados de probabilidad como enunciados falsables. Con la condición específica de aplicar una "regla metodológica" que podría requerir, por ejemplo, :¡ue el acuerdo entre los enunciados de base y la evaluación :ie las probabilidades alcance un cierto minirnun. Concebida así, la regla podría trazar una línea de demarcación arbitraria y decretar que sólo están "permitidos" los segmentos razona blemente representativos ( o que constituyan razonablemente "buenas muestras"), mientras que los segmentos no típicos o no representativos están "prohibidos"'ºº. Se resolvería así, pero sobre una base objetiva, el problema (mal) plantea cto por la teoría subjetiva: el de la "creencia racional" ( Keynes) que asignamos a un enunciado particular. Ese problema se presentaría, en efecto, bajo esta fo1ma nueva: ¿tratándose de un enunciado "formalmente singular", que atribuye una probabilidad a una ocurrencia singular, o a un elemento singular de una clase de ocurrencias singulares, 138
qué "creencia racional" hay que acordar a "su" probabilidad? Se resuelve así: sabemos al menos que ese acontecimiento forma parte de una clase �e referencia para la cual cierta eva luación de probabilidad ha pasado con éxito la prueba de los tests. Esta información no nos permite predecir cuál será la propiedad de ese acontecimiento, pero nos permite expresar "todo lo que sabemos de él por medio de un enunciado de probabilidad formalmente singular que aparece como Úna previsión indeterminada sobre el acontecimiento particular en cuestión 103• Todo se basa, en definitiva, como se ve, en la existencia de enunciados de frecuencia objetivos que son fun damentales, puesto que son los úniéos que pueden ser sometidos a pruebas empíricas. Se da por supuesto que esos enunciados de probabilidad 'formalmente singulares' ..:..esas previsiones indeterminadas-- no son sino enunciados relativos al 'estado de cosa objetivo estático' ". Tal es, brevemente presentada y haciendo abstracción del aparato axiomático desarrollado más tarde104 , la concepción popperiana de la probabilidad reducida a su elemento "defi nitivo". Una vez ajustada, a partir de 1934, cierra sobre sí misma la refutación del concepto de"lógicainductiva", cons tituye un "desafío"'º' lanzado a la metodología de la "falsa bilidad y se constituye así en la honra de la crítica del psico logismo "vergonzoso" de las tesis del círculo de Viena Lo que querríamos poner de relieve inmediatamente es la notable coherencia de las posiciones filosóficas de Popper en la confrontación que se establece con las de los neopositivis tas: desde la interpretación "crítica" de la revolución einste niana hasta el proyecto de constitución de una teoría fre cuencial objetiva de las probabilidades, la cadena de argumen tos está constituida por una crítica ininterrumpida de las formas tradicionales y renovadas del empirismo, semiclásicas del "monismo neutro" (Mach), o modernas del "logicismo" vienés. El eslabón fuerte es la elaboración 106 del concepto de falsabilidad que se considera, lo hemos visto, como la lección misma de la alternativa relativista a la cosmología newtonia na, y que desplaza -o mejor dicho, recusa- el sistema de cuestiones de la "lógica" de la ciencia, para plantear otras: cuestiones de metodología más que de "lógica" (aun cuando Popper quiera depurar su "forma lógica"), únicas suscepti bles, según él, de explicar el progreso efectivo del conoci miento científico y de garantizar esta "demarcación" entre "ciencia" y "pseudociencia" que, en definitiva, era el blanco 139
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al que apuntaban confusamente los positivistas lógicos cuando, equivocándose de objetivo, pretendían, poniendo en peligro a la ciencia misma, "eliminar la metafísica" de su dis curso.
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Popper y la mecánica cuántica Quizá no hay mejor ilustración del alcance concreto de la oposición de las tesis popperianas a las de la Escuela de Viena que la divergencia que se puso de manifiesto entre ellas a . raíz del caso inmediato y candente de la interpretación de. la l "crisis" originada en la física por la mecánica cuántica Cabe recordar que, en efecto, a pesar de las reservas de Heisenberg y las vacilaciones de Moritz Schlick 107 , la doctrina neopositivista sirvió de sostén a la interpretación "subjetivis ta" indeterminista de las presuntas "relaciones de incertidum bre" enunciadas por Heisenberg. Popper, considerando la cuestión como una especie de "test" impuesto a sus concep ciones epistemológicas108 , toma posición sin ambigüedades: contra la aprobación de Schlick de las posiciones filosóficas de Heisenberg. Heisenberg escribía'º9: " • • • La atribución de una realidad física cualquiera a los cálculos de la historia pasada del elec trón es puro asunto de gusto". Schlick comenta: "Me gusta ría haberme expresado con mucha más energía, en perfecto acuerdo con las concepciones fundamentales de Bohr y de Heisenberg, que me parecen indiscutibles. Si un enunciado relativo a la posición de un electrón en dimensiones atómicas no se puede verificar, no podemos atribuirle ningún sentido; . resulta imposible hablar del 'recorrido' de una partícula entre dos puntos donde ha sido observada""º. Popper objeta, apoyándose en las contradicciones del texto de Heisenberg: "Sin embargo, como acabamos de saber, es posible calcular un recorrido así 'desprovisto de ¡;entido', o metafísico, en los términos d el nuevo formalismo. Y esto prueba que Heisenberg no pudo realizar su programa ( de eliminación de la metafísica). Este estado de cosas sólo per• mite, en efecto, dos interpretaciones. La primera consiste en decir que la partícula tiene una posición y un m omento pre cisos (y, por lo tanto, un recorrido preciso), pero que nos
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resulta imposible medirlos simultáneamente. Si es así, la natu raleza persiste en ocultar a nuestros ojos ciertas magnitudes físicas: no la posición, ni tampoco el momento; de la partícu la, sino la combinación de esas dos magnitudes, la "posición con-el-momento", es decir el "recorrido". Esta interpretación transforma al principio de incertidumbre en una limitación de nuestro conocimiento: por lo tanto, es 'subjetiva' " 111• A esta interpretación Popper le opone otra, objetiva, que se vale de la noción de probabilidad, también objetiva, tal como la definió anteriormente. No es necesario entrar en detalles de las prescripciones, r,or otra parte muy aventuradas como él mismo lo reconoce 12 , que Popper no vacila en enunciar con respecto al contenido científico de una solución posible de la "crisis". Señalemos simplemente su posición epistemológica de principio: se apoya en los trar,ajos de Bom para enfocar una interpretación estadística de l.;s fórmulas de Heisenberg; se vale de la noción de "enunciado probabilístico formalmente singular", para rechazar la atribución de "incertidumbre a los objetos físicos mismos" 113 y que así, por contagio, la ''teoría subjeti•,ista de la probabilidad invada el reino de la física" 114• En consecuen cia, Popper propone modificar el enunciado del principio, denominándolo "relación de repartición estadística""'. "Las relaciones de repartición, escribe en un nota agregada en 1959 para confirmar su terminología de 1934, nos dicen que, si tratamos de efectuar una selección rigurosa de la posición (por una ranura en una pantalla, por ejemplo), los momentos sufrirán por este hecho una repartición. Más que 'indetermi nados', los momentos individuales se vuelven 'imprevisi bles', en un sentido que nos permite prever que sufrirán una repartición. Esta previsión habrá que someterla a tests, mi diendo los momentos individuales para determinar su distri bución estadística Esas mediciones de los momentos indivi duales (que provocarán una nueva repartición) darán en cada caso los resultados más exactos posibles y, en todo caso, mucho más precisos que t, p, es decir la amplitud m
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relaciones de repartición: que es lo que hacemos, en efecto, di.lrante toda la experiencia que revela un acrecentamiento de la repartición consecuentemente con una disminución de la amplitud de la ranura. Por ello no es sino la precisión de la previsión que se 'perturba' o se 'esfuma'; jamás la precisión de una medida". Texto notable que resume muy bien la posición popperia na, establecida desde 1934, y que explica su hostilidad sin concesiones ante los discursos "indeterministas", que se creían respaldados por la autoridad de la "mecánica cuánti ca". "No existe ningún argumento específico que se pueda sacar de la mecánica cuántica contra el determinismo", repite en IaAutobiografía 116 • Hay varios hechos indiscutibles: Popper nunca dejó de reelaborar la cuestión del determinismo y su posición varió formalmente de una declaración resuelta en favor de un determinismo monolítico en física cuántica hasta la defensa bien argumentada de un cierto "indeterminismo" metafísico a partir de 1950 117 Y este indeterminismo se transformó en una pieza esencial de su doctrina al punto que John Watkins, uno de sus intérpretes más fieles, creyó distinguir en él, re trospectivamente, el punto de unidad del pensamiento popperiano118 • En efecto, se estableció un vínculo teórico muy fuerte entre la teoría "tendencia]" de las probabilidades, el indeterminismo metafísico, la llamada teoría de los "tres" mundos y el "evolucionismo" epistemológico renovado que culmina con la publicación de The Self and its Brain (El yo y su cerebro). Tendremos que reflexionar sobre esta unidad, sobre la coherencia y sobre el poder de integración de lo que proponemos llamar el "sistema" popperiano. Todavía hay que destacar que esta modificación conceptual y la varia ción terminológica en que se expresa no deben interpretarse como índices de arrepentimiento sobre la cuestión que acaba de ocuparnos: como lo hemos indicado desde el comienzo, la posición de Popper sobre el punto preciso de la interpreta ción de la mecánica cuántica nunca varió. Continuó oponién dose a la interpretación subjetivista propuesta por la Escuela de Copenhague cuya "ortodoxia" no cesó de condenar como '' oscurantista''. Se ve así cómo, sobre una cuestión que la coyuntura teó rica había convertido en neurálgica, Popper se encontró, en virtud de sus posiciones epistemológicas de base, en contra dicción con el neopositivismo vienés. Y hay que agregar, 142
puesto que la interpretación de Heisenberg y Bohr siguió siendo durante más de veinte años la que dominó la filosofía "espontánea" de los físicos, que esta toma de partido episte mológica sin duda no ha dejacl.o de tener incidencia sobre el. destino t!e la Logik der Forschung. El olvt,Jo relativo en el 1 que ha quedado este libro durante un cuarto de siglo, ·por : ,;,:· otra parte considerado "marginal", no deja de tener significa- i / ción teórica. Se explica en particular porque iba en contra de la corriente de la forma dominante de la filosofía dominante en física �
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La cuestión de las ciencias sociales Pero hay otra cuestión importante sobre la cual Popper se encontró de inmediato en desacuerdo con el programa del Círculo de Viena: la de la "unidaú de la ciencia" 119• En par ticular, en lo que se refiere a sus implicaciones respecto de la categoría de "ciencias humanas" o ¡¡ciencias sociales".
Sobre este nuevo terreno, sus posiciones antiempiristas de principio lo conduce!! en efecto a enfrentar la tendencia teórica que los neopositivistas trataban de reforzar en ese momento. Se objetará que la cuestión de las "ciencias sociales" no preocupaba de ninguna manera a Popper en el momento en que escribía la Logik der Forschung, y que, según su propia confesión, sus conocimientos sobre el tema no eran muy amplios 120 ; se nos hará notar que habrá que esperar más de diez años para que Popper publique sus reflexiones sobre ei tema en La sociedad abierta y sus enemigos y que, por lo demás, sus célebres análisis críticos de Plutón, Hegel o Marx, concebidos como aportes personales al "esfuerzo de guerra" de Occidente contra la doble amenaza del nazismo y del comunismo, no se presentan en forma manifiesta -a pesar de �.lgunas referencias explícitas pero sueltas- como la pro longación directa de su trabajo epistemológico. Se agregará que el mismo Popper debió tener conciencia de ello puesto que tuvo que agregar a su texto un largo addendum desti nado precisamente a subrayar un nexo que no estaba clarifi cado en el cuerpo del texto 121 • Admitido. Pero lo que a menudo se olvida es la fecha en la que fue esbozada, en sus líneas principales, otra obra de 143
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Popper, cuya publicación en forma de libro fue aún más tardía: La miseria del hisioricismo 122• Este libro no es, como se lo presenta comúnmente, una forma de nuevo addendum, más desarrollado, del libro precedente. Si se quiere compren der su alcance, no hay que leerlo "a través" de La sociedad abierta sino, por el contrario, colocándolo de nuevo en su lugar, como la prolongación directa de las tesis de la Logik der Forschung. El tono de la obra, muy diferente del de La sociedad abierta, adquiere entonces todo su sentido, al mismo tiempo que aparecP. con plena claridad el sistema de sus blan cos como también el de sus puntos de apoyo. Es sorprendente que tales observaciones bibliográficas no hayan guiado hasta ahora a los comentaristas, porque Popper se preocupó de explicar la situación de dicho texto en su obra en una interesante nota "histórica" que insertó allí. Nota confirmada por la Auto biografía que indica sin error la fecha de la primera edición de la obra: 1935. La ocasión en que fue redactada también se explicita: invitado por varias universi dades extranjeras luego de la publicación de la Logik, Popper da una conferencia en la London School of Economics, en el seminario de su compatriota, el economista Friedrich August von Hayek 123 . Su intención: "aplicar las ideas de la Logik der Forschung a los métodos de las ciencias sociales" 124• El título de la exposición: "La miseria del historicismo". La elaboración del concepto original125 de "historicismo" por lo tanto -sea lo que fuere que se haya dicho y lo que ocurrió más adelante a causa de la coyuntura- no es un arma dirigida de antemano contra el marxismo únicamente. Esta noción designa, en principio, "a toda doctrina que se base en la creencia en un destino de la historia humana, que la consagraría a alcanzar un fin a través de una serie de etapas \ necesarias" 126. A menudo se ha lamentado su falta de preci' sión, pero es deliberada, porque se trata de hacer aparecer el \ vicio común de diversas construcciones teóricas, incluso aparentemente opuestas, que caen bajo sus golpes. Ese v1c10 común se muestra desde las primeras líneas del libro: es la referencia ciega, hecha por unos y otros, en forma de rechazo o de sumisión, al modelo epistemológico de las ciencias físi cas, cuestionado en la Logik 127• La denuncia del "historicismo" así definido le permite a Popper matar dos pájaros de un tiro o, si se prefiere, com batir en un doble frente. En efecto, su crítica alcanza a dos tipos de doctrinas aparentemente opuestas. Por una parte, 144
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las que ponen el acento en la irreductible especificidad del objeto, de los problemas y métodos de las "ciencias sociales" y rechazan (por razones de principio) 128 que se pueda extender a su dominio la jurisdicción de la metodología en uso en las ciencias de la naturaleza; por la otra parte, las doctrinas que, a la inversa, parten de la idea de que el único medio de/ arrancar a las ciencias sociales de las vacilaciones teóricas que obstruyen visiblemente sus primeros pasos es integrarlas en el cuerpo metodológicamente unido de las ciencias existentes. Popper toma posición en el gran debate de los primeros años de este siglo, pero es para rechazar sus términos. Este debate se basa, en su opinión, en una gran equivocación: la reacción de los "antinaturalistas", explica, es muy comprensi ble y estaría justificada si la metodología efectiva de las ciencias de la naturaleza fuera ese "inductivismo" mítico con el que sus adversarios consideran conveniente identifi carla; tampoco habría nada que criticar al proyecto "natura lista" de querer llevar a las ciencias sociales los métodos de las ciencias físicas, si uno no estuviera equivocado precisamente sobre la naturaleza misma de dichos métodos.. Batalla en un doble frente, donde Popper pone a los adver sarios juntos, sobre la base de sus propias posiciones episte mológicas. Pero hay que agregar que, si en su ataque contra los his toricistas "antinaturalistas" (Dilthey o Mannheim) concuerda con los neopositivistas vieneses, este acuerdo sólo es de pasa da. Y, por lo demás, contra sus posiciones dirige el segundo ataque -también contra el marxismo- cuando Popper em prende la crítica de la versión "naturalista" del historicis mo 129 . Como, por añadidura, ese segundo frente se considera expresamente el principal130 y ciertos pasajes más corrosivos apuntan al "positivismo moral", se puede defender legítima mente la idea de que, a pesar del carácter alusivo de las refe rencias, esta obra se inscribe perfectamente en la línea teórica principal de la primera obra popperiana: la de la polémica antipositivista. Sobre este último aspecto querríamos insistir ahora, por que de su comprensión depende una vez más la de la cons titución progresiva además del destino ulterior del "sistema" popperiano. También a partir de ahí puede comenzar a acla rarse la significación del fenómeno espectacular que marca la historia epistemológica reciente de las "ciencias humanas":
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su adhesión, desde hace unos diez años, incluyendo la lingüís tica, a las posiciones de nuestro autor. Ahora bien, el primer punto para destacar es que el "vicio común" que afecta a las dos versiones opuestas del histori 1.) .. / cismo las precipita a ambas, según Popper, en el mismo error f'X¡.�21, burdo: lo distingue con el nombre de "holismo" (traducido a veces como "totalismo")' 31. Comte y Mill, tanto como Spengler y Toynbee, son 'los primeros alcanzados por la crí tica a ese "holismo", pero alcanza tanto a Marx corno a la concepción positivista defendida por Neurath, citada en otra parte, del estudio de los fenómenos sociales "globales"132. Todas esas tentativas son descalificadas igualmente por haber dado crédito a una epistemología empirista-inductivista de las ciencias de la naturaleza y por haber sacado de ella conclusiones necesariamente falaces sobre la presunta exis tencia de una "ley de la evolución" (o peor, del "progreso") que, aunque fuese bajo las apariencias paradójicas de los ciclos repetitivos, regiría la marcha histórica de las diferentes sociedades humanas. Y, con el mismo gesto, si es que no hay "leyes" sino tan sólo "tendencias" en esta evolución, rechaza ;°su unánime pretensión de enunciar Halguna predicción". sobre el porvenir de las formaciones sociales. Esas seudopre dicciones, explica Popper, cuya exactitud toda doctrina historicista está segura de verificar en los hechos, sólo son en ,, realidad "profecías" disfrazadas y no sacan su fuerza de convicción sino de su ªatractivo emocional" 113. i Estos temas son muy conocidos. Se los encuentra, desarro-� Hados hasta la saciedad, en La .sociedad abierta que primero Popper había deseado titular: "Los tres profetas" (Platón, Hegel, Marx). Desde hace treinta años se han convertido en trivialidades de la filosofía política anglosajona, antes de con vertirse en "novedades" en la Francia de 1978. Pero no es sobre ellos que descarga el peso de la argumentación en la obra que comentamos; es sobre otro tema que marca, de algún modo, la culminación positiva del análisis crítico de Popper y merece, en ·ese carácter, más interés de lo que ha suscitado entre los exegetas. La idea que está anticipada como conclusión, después de L haber constituido el contrapunto del texto en su conjunto, Y es la siguiente: que hay una "pizca de verdad" en la posición historicista "naturalista"; que efectivamente puede establecerse una unidad entre ciencias sociales y ciencias de la natu raleza Pero que esta unidad, que no habría que fundar en
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una presunta uniformación del "lenguaje de la ciencia", debe quedar garantizada por la del "método" científico134. En verdad, sería totalmente absurdo no ver en esta tesis sino un repliegue clandestino a las posiciones del positivis mo clásico; no es justo ver en los últimos avances del pensa miento popperiano la confesión pública de semejante retomo a Comte. Sea como fuere135 , no es el fantasma del ilustre F. J. Gall el que aparece bajo los nuevos ropajes, científica mente remozados, del Premio Nobel John C. Eccles, por se ductora que pueda parecer la analogía ·�uperficial entre el papel representado en el sistema popperiano por la neuropsi cología contemporánea y el que tenía la frenología en el sistema comtiano. Cuando Popper anticipa la idea de una unificación de las ciencias por su método, sostiene una tesis que tiene una signi ficación muy precisa en la coyuntura en la que la fórmula Si se tiene en cuenta, dice, que el método de las ciencias de la naturaleza es "hipotético-deductivo" y que, en consecuen cia, las. "leyes" que formulamos, lejos de ser los resúmenes de observaciones repetidas, no tienen otro interés histórico que el de "excluir ciertas posibilidades"136 ; si no se olvida que no son sino prohibiciones y prescripciones a las cuales la comuni dad de los científicos ha decidido darles (provisoriamente) su acuerdo; si se rechaza todo "fetichismo" de la "ley de la naturaleza", entonces puede percibirse claramente la "analo gía"137, quizá hasta la "similitud fundamental", de las "leyesn en los dos dominios 138 . El problema epistemológico de las ciencias sociales es un falso problema, porque las leyes de las ciencias sociales no difieren de las leyes de las ciencias de la naturaleza, al presen-. tarse, como lo hacen, bajo una forma normativa Hay que reconocer efectivamente que, en su enunciado mismo, sin que su estatuto teórico sea afectado de ninguna manera, son prescripciones de tipo "tecnológico". Contra el utopismo 139, de que estaban impregnados tanto el proyecto positivista de Neurath como la doctrina de Marx, Popper defiende, pues, el proyecto de una sociología que se presentaría modesta mente como una "tecnología social fragmentaria", llamada a ser puesta en práctica en un cuerpo de "sociotécnicos" y que doctrinariamente sería forjada sobre la base y el modelo de la teoría marginalista neoliberal de Hayek. Una sociología cuyas leyes se presentarían abiertamente, de conformidad con su naturaleza -tales como las leyes enunciadas por los econo147
.-. mistas- bajo la figura del: "No se puede". Ejemplos: "No se puede tener pleno empleo sin inflación"; "No se puede tener una sociedad planificada con un sistema de precios que cum plan las mismas funciones que en una economía de compe tencia"; "No se puede hacer una revolución sin provocar una reacción" 140 • • • Estamos a cien leguas, como se ve, del "impulso revolucio nario" del Círculo de Viena. Popper, que aboga por el "refor mismo", le da a la sociología este objeto limitado: "controlar las consecuencias involuntarias de nuestras decisiones", y a la política, esta máxima de tono metodista: "evitar lo peor, esperando lo mejor". Lo que interesa aquí no es que con los años, en la coyuntura de la "guerra fría" dichas tesis hayan ! . adquirido una inflexión todavía más conservadora. Lo impor· J / tante, más bien, es que Popper proponía así una "nueva" : . concepción de las "ciencias humanas" que, mediante dos J 1 al menos de sus rasgos esenciales, se oponía brutalmente no / sólo a las diversas versiones del marxismo de la Ila y IIIa \ [ Internacionales, sino al programa positivista. Por una parte, el aspecto técnico, fragmentario, "oportunista" de su concep ción era todo lo contrario de la visión global, teñida de cien tificismo y de tecnocratismo, defendida por Neurath; por la otra, la subordinación explícitamente proyectada de las diver . s� . ciencias sociales a la versión neomarginalista liberal de � 1 Ffiiyek 141 de la economía política, ante todo preocupada por preservar el libre juego de las leyes de mercado capitalista, ! estaba en completo desacuerdo con el deseo a menudo expresado por Neurath de fundir la historia y la economía política en una vasta doctrina sociológica, "social-conductista", de .orientación política más "planificadora", "intervencionista", incluso "estatista". Estas posiciones popperianas serán reforzadas y apoyadas por nuevos trabajos; el campo de sus conclusiones se extende rá a la psicología y luego a la lingüística. P-ero, en lo esencial, no variará. Popper continuará adhiriendo a las tesis de Hayek y acentuará su alegato en favor del liberalismo económico y político. Ahora bien, lo que hay que notar en seguida es que, también en este terreno, Popper iba en 1934-1935, contra la corriente. Contra la corriente que se inclinaba por el marxis 1 L-j) mo en Viena desde el fin de la Primera Guerra Mundial, es evidente; pero también contra la corriente de la ideología que utilizaban los especialistas de las ciencias sociales nacien tes como instrumento de su ascenso social; contra la corrien148
te, en fin, de las concepciones económicas y políticas que reinaron hasta hace poco en el mundo capitalista occidental. Ese mundo que durante mucho tiempo sólo quiso conservar de Popper su obra de combate contra el marxismo, "su esfuerzo de guerra". Hoy la coyuntura se ha modificado profundamente y lo que cobra vigencia es el conjunto del "sistema popperiano" tal como quedó en la proyección de la crítica del neopositi vismo clásico que intentamos explicar. Pero para comprender lo, es necesario recorrer las etapas de este "ajuste" y retomar nuestro punto de partida del análisis de la estructura de la obra epistemológica de Popper en 1934. Para comprobar que, a pesar de sus poderosos efectos críticos antipositivistas, esta estructura todavía era frágil: una suerte de desequilibrio la amenazaba, tanto en su cima como en su base. * * * La sombra de la verdad La Lógica de la investigación termina con un largo capí tulo que retoma, para comenzar, la crítica que se acomete al principio de la obra, contra el proyecto reichenbachiano de "lógica inductiva". Esta crítica se extiende ahora al conjunto de los iptentos contemporáneos de darle a esta lógica una forma "probabilística": se habla de Reichenbach, pero tam bién de Keynes y Kaila 142• Llega el momento de concluir. Se ve entonces que Popper vuelve una vez más sobre la cuestión de la "falsabilidad", ,ero bajo una luz diferente. Se trata, según sus propios térmi nos, de "dar una última idea global de la imagen de la ciencia y del descubrimiento científico que ha emergido en el curso de estas páginas" 143• Primer punto: "La ciencia no es un sis tema de enunciados ciertos o bien establecidos ni tampoco un sistema que avanza regularmente hacia un estado final. Nuestra ciencia no es un conocimiento (episteme): no pµede nunca pretender haber alcanzado la verdad, ni siquiera uno de sus sustitutos, como la probabilidad" 144• Allí se recono· cen, reunidos en una breve fórmula, los argumentos largamen te desarrollados en el cuerpo de la obra contra las tesis prin cipales del positivismo lógico. Argumentos agrupados alrede dor del "criterio" de "demarcación" establecido en las prime149
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ras pag¡nas y que .llevaron a Popper a negar que jamás se pueda tener a un enunciado, una teoría o una hipótesis científica por absolutamente "verdaderos". "Sin embargo, agrega de inmediato, la ciencia no sólo tiene el valor de simple prolongación de la vida biológica Es más que un ins trumento útil. Aunque no pueda alcanzar la verdad ni la probabilidad, su esfuerzo por llegar al conocimiento, su bús queda de la verdad, son ·todavía los motivos más poderosos del descubrimiento científico" 145• Estas últimas observacio nes se presentan como el producto de la introducción, en las páginas anteriores, de un nuevo concepto, correlativo al de falsabilidad: el de "grado de corroboración" de una teoría Pero también muestran crudamente las dificultades reales que el libro deja al fin de cuentas sin solución. Recordemos que una teoría se consideraba "falsable", si existe por lo menos una clase no vacía de enunciados de base "homotípicos", que ella proscribe, es decir si la clase de sus falsadores virtuales no es vacía De esta definición podía inferirse de inmediato la idea de que se puede establecer entre diferentes teorías "grados de falsabilidad�, al comparar las clases de sus falsadores virtuales 146 • "Se podría decir que si la clase de falsadores virtuales de una teoría es 'más grande' que la de otra, la primera teoría será más.fácil de refutar por la experiencia; si se la compara de esta manera con la segunda teoría, se podrá decir que la primera es 'falsable' en un grado más elevado' ". De allí esta nueva tesiB, aparentemente para dójica, de que al excluir una clase más grande de enunciados de base, esta teoría nos "dice más acerca del mundo de la experiencia", que la "cantidad de información empírica comunicada por una teoría, es decir su contenido empírico se acrecienta con un grado de falsabilidad" 147, por lo tanto, que vamos a elegir no las teorías más "probables" (en el sentido del cálculo de probabilidades) sino por el contrario las más "improbables", para someterlas a las pruebas riesgosas de nuestros ''tests" 148•
Si ahora se considera la sucesión de teorías que contribu yen al acrecentamiento efectivo de nuestro conocimiento, se dirá que una teoría está "corroborada" 149 cuanto más largo tiempo pase esos tests con éxito; y se planteará que para "evaluar el grado de corroboración de una teoría, debemos tener en cuenta su grado de falsabilidad: tanto mejor puede ser corroborada una teoría cuanto más pueda ser sometida a
tests" 150• La "marcha de la ciencia" aparece así como un
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acrecentamien'to progresivo del grado de corroboración de teorías con un grado de falsabilidad que en sí mismo también aumenta "Una teoría bien corroborada, escribe Popper, no puede ser suplantada más que por otra teoría de un nivel de univer salidad superior, es decir por una teoría susceptible de .ser sometida a más tests y que 'contiene' además la antigua teoría bien corroborada o, al menos, una teoría que se le aproxima mucho" 151• Y cuando le toca ilustrar esta concep ción con la ayuda de ejemplos, apela, como podría esperarse, nuevamente a la relación entre la teoría de Einstein y la de Newton. Pero hay algo sobre lo que insiste mucho el último pará grafo de la Logik: que este concepto de corroboración no debe entenderse como un ·nuevo sustituto de la noción de verdad. Por el contrario, se supone que esta noción muestra que es "posible evitar el uso de los conceptos de 'verdadero' y 'falso' en la lógica de la ciencia"'" puesto que, de una teoría falsada, no es "necesario decir que es falsa": basta con decir que "está en contradicción con un cierto conjunto de enunciados de base aceptados"'". Y tampoco es necesario decir que los enunciados de base son verdaderos o falsos, puesto que, como se ha visto, su aceptación re,ulta de una de cisión convencional. Hay que cuidarse de decir que una teoría "cqrroborada" es verdadera, puesto que sólo está corrobora da "en relación ,; un cierto sistema de enunciados de base, un sistema aceptado hasta un momento determinado del tiempo" 154.
Se ve ·entonces la dificultad, que refleja insistentementel todo ese capitulo, hasta en la retorica un poco forzada de la \ ültrma ' ina F'ormulemosla sin rodeos: · se puede, efectiva mente, retender enunciar las reg as e una meto o o 1a 1 universal de la ciencia evitando a ar e ' verdad '? Si se lo ! bace, como no colocarse en el cam o dél relaf,lVlsmo" bao � na e sus 1versas ormas ( convencionalismo r matismo. . . ; ese re at1vismo e ue o er sin emba . apartarse sin ninguna duda -....., La cuestión es grave, porque pone en juego el estatuto de la lógica popperiana. Recordemos que Popper comparaba esta lógica con la de un juego de ajedrez. Hemos subrayado, de paso, el alcance polémico antilogístico de esta analogía, pero ¿cómo "evitar" preguntarse "quién" ha planteado las "reglas del juego" y con qué fines, cuando se trata del de la ciencia? 151
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Otra manera de plantear la misma pregunta: nada de "justifi' cación" de los enunciados científicos, afirmaba Popper, en '. contra del empirismo lógico; pero, como lo habíamos señala . , do, quedaba planteado el asunto de la justificación de la elección de las teorías; y el criterio de falsabilidad evidentemente · está establecido para responder a esta pregunta. ¿Cómo, pues, tratándose del conocimiento, responder a cuestiones "de derecho" ( en un estilo expresamente kantiano) sin recurrir a la distinción tradicional entre lo verdadero y lo falso? ¿Puede uno contentarse con invocar el "contenido" de las teorías concurrentes? La Lógik, en su primera forma, se muestra muy indecisa y muy poco satisfactoria sobre todos estos punt.os. Obra polémica en lo esencial, se contenta con desplegar los efectos críticos de sus posiciones antipositivis tas de base. Su contenido "positivo" queda como a la espera de un cimiento filosófico sólido, aun cuando confusamente se anuncia con timidez la doble vía que se va a seguir: la restau ración del concepto tradicional de "verdad" y la búsqueda _, correlativa de un fund¡¡mento "biológico" para la actividad Y \ del conocimient.o. t- La primera de esas opernciones,...JiEl�isiva para el destino filosófico de Po er, se completó muy rápidamente: a enas publicada la Logik, opper cree en e ecto po er anunciar ue en adelañte esfa en condic10nes de "rehabilitar" la nocion de verda por o an o, e com e ar a doctrina presen a a en su 1 ro. esempena aqm un pape importan e un acontecimiento, celebrado s1em re como una verdadera 1 eracion: e encuentro con ars 1 y e descubrimiento de su teoria semant1ca e scuchemos a Popper. El primer texto que citaremos es el de la nota agregada en · la edición inglesa de la Logik, donde se expresa maravillosa '·mente el papel histórico y epistemológico asignado por 'Popper a los trabajos de Tarski. "Poco tiempo después de haber escrito esto ( es posible evitar la utilización de los coh cept.os de "verdadero" y "falso"), tuve la buena- suerte de encontrar a Alfred Tarski, quien me explicó las ideas funda mentales de su teoría de ia verdad. Es lamentable que esta teoría -uno de los más grandes descubrimientos hechos en el dominio d e la lógica desde los Principia Mathematica- sea aún mal comprendida y desnaturalizada No se puede insistir demasiado sobre el hecho de que la idea de verdad de Tarski (para cuya definición este autor ha suministrado un método)
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· con respecto a los lenguajes formalizados es la misma que la de Aristóteles y de la mayoría de la gente (con excepción de los pragmatistas): es la idea de que la verdad es una corres pondencia con los hechos (con la realidad). Pero ¿qué signifi· ca decir que un enunciado se corresponde con los hechos? ¿o con la realidad? Una vez que hemos comprendido que no puede tratarse de una correspondencia que consista en una similitud de estructuras, la tarea de explicar esta correspon -dencia parece destinada al fracaso y podemos, en consecuen cia, comenzar a desconfiar del concepto de verdad y preferir no u tilizarlo. Tarski ha resuelto este problema, aparente mente sin salida (con respecto a los lenguajes formalizados) reduciendo la inmanejable. noción de correspondencia a un concepto más simple, el de 'satisfacción' ('fulfilment')"'". Hay que decirlo: la teoría "semántica" de la veuJarl es un "re alo del cielo" para Popper, Se ve bien por qué: la lógica de �a Logoi exigía, en efecto, que la piedra angular de su metodología fuese efectivamente u na noción de verdad como correspondencia con los hechos -en virtud de su "realis mo"- pero, por otro lado, Popper, que rechazaba la noción neurathiana de "verdad-coherencia", estaba obsesionado por los callejones sin salida en los que desembocaba, según él, la noción pretendidamente wittgensteineana de la verdad ( correspondencia como similitud de estructura)' 56• De ahí la solución prudente que consistía en "evitar" la noción de verdad. Pero también el malestar cuyos rasgos acabamos de describir: "evitar" la verdad era, en función de los presupues tos de su "lógica", querer sustraerse a lo inevitable. En la Autoqiograf(a, Popper vuelve casi en los mismos tér minos sobre este episodio' 57 y otra vez a su respuesta, ya citada, a Lakat.os. Para subrayar, en contra de la propuesta del filósofo húngaro, que la "rehabilitación" del concepto de verdad "objetiva", en realidad no ha provocado ninguna perturbación importante en su doctrina Por el contrario, explica sin dificultad, esta noción estaba implícitamente, si no presente, por lo menos nombrada en las tesis establecidas y defendidas en su primer libro"' . ¿Qué toma, pues, Popper de la "teoría" de Tarski?" 9 Lo dice claramente en su respuesta muy enérgica a la contribu ción crítica de A. J. Ayer: es la "idea fundamental de una jerarquía de metalen ajes (semanticos)". "Hasta ahí rosi . gue, yo a 1a tra aJa o con una concepcion intuitiva de la verdad y hasta había propuesto tímidamente en la Logik der 153
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Forschung la idea de que la verdad era un concepto lógico y, más precisamente, metalingüístico. Pero como no tenía ninguna idea de la distinción que había que hacer en los metalenguajes entre sintaxis y semántica, sugería que la verdad era una idea sintáctica" 160• El resultado de la elabora ción de una teoría semántica de la verdad fue acabar con lo que llama su vacilación161 en decir que "el fin de la ciencia es la búsquedá del contenido informativo y de la verdad". No nos interesa aquí si la interpretación popperiana de Tarski era justificable o más bien una extrapolación filosófica arriesgada a partir de un trabajo técnico que tenía otro obje to 162. Lo importante es, qq� .z!l.l_o sucesivo, la metodología popperiana encontró perfectamente su "cimiento" filos6fico: con una modalidad en el fondo muy tradicional, será una . nueva versión de una "metodología trascendental", que restaura francamente en todos sus derechos la cuesti6n jurí dica de la justificación filosófica de la ciencia, si bien es cierto ue en función de su unto de artida, seguirá negándose a fundamentar el conocrmiento cient1fico en las es ructuras co noscitivas de un "su·eto'' trascendental. in embargo, no se puede sacri icar o .trascendental .llil 1i recurrir, de una forma u otra, a algim "sujeto" para asegura!z. por anticipado, ba¡o las especies mínimas de uri-''origen" dell �oc1m1ento, el""'füfüfaiñeñfü'""'ae-su_�orrespondenc1a fi@[ con Tos-cr¡JecT:ios" (o _la "reiiliaad"}'en la. conquista de la verdad. � .:-Problema "clásico" a cuya solución Popper se consagra audazmente, dejando de lado en lo sucesivo toda "timidez". Una vez más, contrariamente a lo que algunos pudieron pretender 163, no tuvo necesidad de cuestionar lo esencial de su trabajo anterior. Con toda justicia se puede hablar de una inflexión en su obra, en función de estas nuevas preocupacio nes. Pero hay que hacer notar que ese acento nuevo tiene su origen en el simple desarrollo de ciertas indicaciones y la reafirmación de ciertos temas que estaban ya presentes en la Logik. En efecto, al afrontar la cuestión crucial de la "elección" de las teorías, de la "preferencia" que tenemos por una más que por otra, Popper escribía en 1934 estas palabras Lodavía enigmáticas, pero destinadas a tener un gran porvenir en su obra: "La preferencia no se debe. por cierto, a una justifi cación por la experiencia de los enunciados que constituyen la teoría; no se debe a una reducción lÓgi,:a de la teoría a la 154
experiencia Elegimos la teoría que se defiende mejor en la .competencia con las otras, la cual, por la selección natural,:<" demuestra que es la más apta para sobrevivir. Será la que no sólo hasta ese momento haya superado la prueba de los tests más severos sino también la susceptible de ser sometkla a tests de la manera más rigurosa l'Jna teoría es u.,a herra mienta que probamos al aplicarla y cuya conveniencia estimamos según los resultados de sus aplicaciones" 164• El vocabu lario es aún indeciso, y el "darvinismo" epistemológico que se esboza, todavía metafórico y rudimentario. Por otra parte, está corregido y atemperado por una analogía diferente cuya pendiente. es peligrosamente "instrumentalista" 165• Pero el tema ya está inscripto con todas las letras; una vez descubierto Tarski, va a poder con, un mismo movimiento desarrollarse a s atisfacción y adelantarse a todos los otros para reordenarlos en función de sus exigencias166• Este retoque constituye el "sistema popperiano" como tal; y a él le toca conquistar el número más grande posible de ["garantías" científicas con las que Popper ha trabajado preferenteinente en estos últimos afius. .
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El sistema popperiano La Autobiografía se refugia detrás de la autoridad de la obra de Konrad Lorenz 167 y presenta su "maravillosa teoría del 'imprinting' " como el fundamento científico de la con cepción popperiana de las "conjeturas". Según Popper, Lorenz habría descubierto la existenda en el animal joven de "un mecanismo innato que le permite lanzarse a conclusiones inconmovibles". Ahora bien, del examen de ese mecanismo resultaría primero que se trata "de un proceso de aprendizaje por observación"; que el problema resuelto bajo el estímulo de la observación es innato; que, además, la teoría en virtud de la cual ·el problema se resuelve, es en sí también si no innata, al menos genéticamente condicionada. Si se tiene en cuenta que ese proceso es, por otra parte, no repetitivo e irreversible, agrega Popper, se tendrá una buena idea de la base biológica de la "formación de teorías como método de V aprendizaje por ensayo y error'' 168• Los conceptos de Lorenz, ya utilizados en varios artículos de Conocimiento objetivo 169 , se movilizan de nuevo en The 15:\
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Self and its Brain. Pero, a decir verdad, el lugar de Lorenz ya
estaba señalado desde hacía mucho tiempo. en el sistema popperiano, aun antes que él hubiera hecho referencia al mismo. Un lugar que otros ocupaban, y cuya localización exacta pe1mite aclarar el sentido y el alcance de los préstamos popperianos tomados a los discursos etologistas contemporá· neos. Los trabajos en los cuales Popper se apoyó de inme diato, desde los años 30, eran los
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un "sujeto", en una de las formas clásicas en que lo plantean las filosofías trascendentales, es ne_c_esariQ__cni_� �a,__l}]_mwda mismo el que ocu� el higar
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propia invención 177 • De allí esta tesis, varias veces expuesta, � de que si "la conciencia humana por sí trasciende todo pensa 178 miento puramente biológico ", esto no sólo es, como lo ha subrayado Chomsky179, porque la función "descriptiva" del lenguaje humano es infinitamente "abierta", sino también y sobre todo, porque la función "argumentativa" del lengua j�, según él, lo específico del hombre e instrumento real de su "creatividad" 180, se ha desarrollado considerablemente bajo los efectos de la despiadada lucha de las ideas cuyo teatro permanente es la historia humana. En cambio, leemos en los últimos textos: "la emergencia del lenguaje humano ha creado la presión selectiva bajo cuyos efectos emergió la corte za cerebral y con ella la conciencia humana de sí mismo" 181• Así la teoría popperiana del lenguaje se encuentra, con ayuda de Eccles, biológicamente "fundada" y, por ese hecho, queda explicada la aparición de la conciencia. "Emergencia": tal es la palabra clave de esta explicación, repetida aquí dos veces y que es el concepto central de The Sel{ and its Brain. La que permite, al apoyarse en la filosofía natural de Jacques Monod182 , anudar ruptura y continuidad y soldar en un conjunto teórico aparentemente unificado los diversos componentes teóricos de Jo que en lo sucesivo se ¡; denominará "epistemología evolucionista" 183• Así se cierra sobre sí mismo el sistema popperiano, cuya l teoría de los tres mundos no hace sino dibujar la arquitec tura teórica de conjunto184 y anuncia, como lo indica Magee, nuevas extensiones de la doctrina a dominios que aún no había abordado más que lateralmente 185 . Consistiendo toda la cuestión, en definitiva, en saber si el "lazo" así cerrado no remite a un verdadero e írculo: el círculo mismo de todo biologismo epistemológico y de toda epistemología gené tica'". Y la biología, remitiendo en este sistema sin cesar al hecho de sus conceptos para regular la cuestión de derecho i { que primero ha sido planteada al conocimiento. El "criticis\ '---f·, (\ mo" de Popper encuentra aquí sus límites, en el "dogmatis_,., mo" de un biologismo absoluto. Porque si la biología "funda", en última instancia, las reglas metodológicas que debemos emplear para llegar a la verdad ( o a la "verosimili tud") y acrecentar así nuestros conocimientos, hay que admi tir, sin embargo, que nuestros conceptos "biológicos" no caen del cielo, sino que son también conceptos científicos y, por lo tanto, supuestamente establecidos según las mismas
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reglas que, en esta perspectiva están precisamente encargados de "garantizar" al designar el lugar de su "origen". El hecho de que este sistema adolezca de una debilidad esencial, sin embargo, no debe hacer perder de vista su notable poder de integración, sobre el cual ya hemos llamado la atención muchas veces. Varios indicios permiten pensar que hoy está en condiciones ( a pesar de, o tal vez a causa de esta debilidad) de sustituir al efímero "estructuralismo", para dar una forma unificada a las tendencias ideológicas dominantes que se abren paso en las diversas ciencias huma nas. Su a similación (tardía) del "cartesianismo" chomskyáno es uno de esos índices, tanto más serio cuanto que concierne a la ciencia "piloto" del período precedente. Su convergencia desde hace mucho tiempo con la filosofía de Eccles es otro, tanto más sólido cuanto que la neurofisiología está a punto de acordar el relevo a la biología molecular para orga nizar y dominar la filosofía "espontánea" de los biólogos. Su alianza con los discursos etologistas de Lorenz, su anticon ductismo en psicología, que puede corresponderse con el espectacular renacimiento del "mentalismo" en esa misma disciplina; en fin sus vínculos directos con una doctrina económica (Hayek) que experimenta, en función de la coyuntura de "crisis", una renovación inesperada, son algunos otros. Sería muy aventurado, en esas condiciones, arriesgarse a predecir para mañana la extinción del popperianismo.
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Un debate: Kuhn, Lakatos, l:<'eyerabend Sin embargo, en el terreno mismo de sus bases epistemoló gicas originales -la teoría de la falsabilidad-, la obra de Popper sufrió desde la aparición de la versión inglesa
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los límites del cuestionamiento popperiano al neopositivismo lógico. El primero de esos episodios es muy conocido. Se da a raíz Thomas S. de la publicación del libro más importante de 188 Kuhn La estructura de las revoluciones científicas • Kuhn, al tener que explicar la relación de sus propias tesis de acuerdo con él en su con las de Popper, subraya que está 18 pero de inmediato pone 9, clásico" ismo oposición al "positiv noción central de la la con o desacuerd su to de manüies Logik, la de falsabilidad. Popper, explica Kuhn, obnubilado por la revolución einsteniana, cometió el ·error de sacar conclusiones metodológicas de alcance general, a partir de un "caso" particular, excepcional, de la historia de las cien cias. Someter una teoría a "pruebas" para tratar de "falsar: la", es un procedimiento que, por cierto, se emplea durante ciertos episodios "críticos" de la historia de tal o cual disci plina -en el momento en que los científicos "razonan como caso es la modalidad habitual de filóso fos"-, pero en ningún 1 0 • la investigación científica 9 En la tarea de la ciencia "nor mal", si los investigadores realizan tests, no son las teorías establecidas las que someten a pruebas, en una perspectiva "falsacionista"; por el contrario aceptan esas teorías y se someten a prueba "ellos mismos", o sea la validez de sus investigaciones individuales y su capacidad para superar las dificultades191• A decir verdad, según Huhn, no hay precisa mente investigación científica sino el día en que esa "acep-. tación" ha quedado establecida entre los investigadores. Sabemos cuál es el concepto clave de Kuhn, para pensar ese "consenso" teórico que permite efectuar la inmensa mayoría de las investigaciones científicas: es el concepto de "paradig ma", que luego rebautizó con el nombre de "matriz discipli naria", para mayor claridad. "Divergencia fundamental" con Popper, como lo subraya Kuhn, puesto que, en esas condi ciones, no es e! "criticismo" el alma de la investigación cientí 192 fica sino, por el contrario, un cierto "dogmatismo" • Aquí tenemos el campo de preguntas de la epistemología kuhniana: ¿cómo explicar la constitución de esos "paradig r mas" (por ejemplo, la física aristot.élica o la mecánica newto niana. .. ), es decir el acuerdo de la comunidad científica que los instituye como tales; pero, sobre todo cómo dar cuenta de las "revoluciones científicas", es decir de esos períodos de trastorno ("crisis") donde un paradigma (una "matriz") es \ rechazado por la misma comunidad en provecho de otro? . 160
Ahora bien, aquí Kuhn se opone de nuevo a Popper: tal "rechazo" no se da en todos los casos, como pretende Popper, por vía de la falsación de la teoría bajo el efecto de "tests" efectuados rigurosamente. Apoyándose en sus propios análisis de la "revolución copemicana" 193, escribe: "Aunque Popper subraye siempre el papel de los tests en el reemplazo de las teorías científicas, tiene que admitir que muchas teo rías, por ejemplo la de Ptolomeo, fueron reemplazadas antes de haber sido testeadas" 194 .El gran error de Pop er, concluye Kuhn en el texto que comentamos, consJSte en � efinifava, en . haber buscado cntenos log1cos para es ec1ficar de antemano : .os casos en ue una eona ue e ser ada 1c 1ma e // ogicismo" de sus adversarios positivistas, Popper habna ' perdido así de vista la práctica real de la ciencia. __: Ya tuvunos ocasion de subraya?96 las tremendas dificulta des que plantea la solución "positiva" que propone Kuhn para "su" problema: el de la sucesión de paradigmas. Georges Canguilhem 197, después del P. Franqois Russo 198, señalan la confusión en que se encuentra Kuhn para explicar, en su propia perspectiva, lo que hay que entender por "verdad de la teoría". En realidad, la "salida" que cree haber encontrado ...Kuhn a las dificultades del popperismo, cuyo " peligro" es , denunciado en términos enérgicos por John Watkins 19\ , lo conduce directamente a una forma de positivismo psico- ,,1 sociológico, del cual nos cabe todo el derecho a temer, como 1 Jo advierte J.F. Malherbe, que no exhiba otra función que lai¡ . de "santificar'' las formas existentes de la división del trabajo' \científico, en beneficio de los teóricos y, por Jo tanto, en Ldetrimento de los experimentadores'ºº. Por ello nos parece en un sentido bien fundada la objeción de Popper a Kuhn de que si es verdad que la "ciencia normal" (tal como él la ha descripto) existe sin duda, no hay porqué regocijarse'º', y que el "misterio" que continúa reinando, en su concepción, _sobre el proceso de sucesión de los "para digmas" es la puerta abierta al relativismo y al irracionalis mo2º2 . De modo que la crítica kuhniana de los principios de la doctrina popperiana, lejos de ponerlos en peligro, no hace sino poner de manifiesto, ante nuestros ojos, lo que es su punto fuerte: sus efectos críticos contra toda forma de posi q�y;mo, sea "lógico" o "sociopsicológico". El autor cuyos trabajos ahora queremos mencionar se sitúa en otra perspectiva. Sucesor de Popper en la" London School of Economics", Imre Lakatos por su parte se inscribe delibe161
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radamente en el interior de la tradición popperiana misma respecto de la cual intenta extender su campo de aplica ción2º3 y depurar sus conceptos de base. Nos parece que esta tentativa merece que nos detengamos en ella en la medida en que, al trabajar sobre las categorías popperianas en su estado inicial (el de la Logik) y al rechazar manifiestamente la vía dei biologismo evolucionista2º4 , descubre la debilidad del punto fuerte del que hablábamos hace unos instantes. De tal suerte que Paul Feyerabend pudo, luego, jugarle la "pasada" de considerarlo un "caballo de Troya" de sus propias posicio nes "anarquistas" radicalmente antipopperianas en el campo mismo del "falsacionismo" 2 º 5. También Lakatos parte de un examen crítico de la noción de "falsabilidad", confrontándola con la historia de la prácti- · ca científica. El "falsacionismo" de Popper, explica, repre senta un avance considerable respecto del "justificacionismo" que reinaba hasta entonces y de las versiones "dogmáticas" del falsacionismo que lo habían sustituido206 , pero no por eso resulta menos "ingenuo" con respecto a las situaciones reales que se presentan efectivamente en la historia de las ciencias. Ingenuidad que se expresa en dos de sus concepcio nes cardinales: a) en la idea de que un test enfrenta -o debe enfrentai- a dos "personajes": la teoría y la experiencia, de tal manera que la confrontación final sea un cara a cara entre una y la otra; b) en la idea complementaria de que el único resultado interesante de tal confrontación sea una falsación (concluyente). Lakatos cita a Popper: "Los únicos descubri_mientos auténticos son refutaciones de hipótesis científi ( cas". Sin embargo, advierte, la historia de las ciencias sugiere: que los "tests" ponen en escena por lo menos a tres "per \ a) sonajes": una experiencia y dos teorías rivales, y b) que algunos de los resultados experimentales más interesantes 1 son más bien confirmaciones y no falsac\ones. L Por lo tanto, Lakatos no se ubica junto a la "psicosocio logía" de Polanyi y Kuhn, y propone entonces enmendar el falsacionismo "ingenuon y darle una forma "sofisticada" para que pueda resolver esas dificultades. El principio de la solución se anuncia en la crítica dirigida a Popper: se tratará no tanto de considerar una teoría en su confrontación con la experiencia, sino una "serie de teorías n207. "Para un fal�
sacionista ingenuo toda teoría que pueda interpretarse como experimentalmente falsable es 'aceptable' o 'científica'". "Para un falsacionista 'sofisticado', una teoría sólo es 'acep162
table' o 'científica' si tiene un contenido corroborado más grande que la precedente (o que su rival), es decir solamente si cÓnduoe al descubrimiento de nuevos hechos"20•. Contrariamente a la tesis popperiana, ninguna experiencia, agrega Lakatos, ningún enunciado de observación, ninguna hipótesis falsable pueden por sí solos conducir a la falsación. No hay ninguna falsación antes de que surja una teoría mejor. Una teoría mejor quiere decir, según él, una teoría "progre siva"2º9 que tiene un contenido empírico más grande que la que la preoede y que predice así algún hecho nuevo hasta entonces insospechado. De esta revisión del falsacionismo, Lakatos saca entonces el proyecto de una nueva metodología que titula: "metodo, logía de los programas de investigación"21º. Esos programas se reparten eli tres categorías: "Un programa de investigación es denominado 'progresivo' en cuanto su desarrollo teórico se anticipa a su desarrollo empírico, es decir en la medida en que continúe prediciendo hechos nuevos con cierto éxi to. . . ; es 'estancado' si su desarrollo teórico va a remolque de su desarrollo empírico, es decir si da solamente expli caciones a destiempo, ya sea de descubrimientos hechos por azar, ya sea de hechos anticipados y descubiertos por un pro grama rival. Un programa estancado puede 'degenerar' hasta no contener más que la ·•repetición solemne'· de sus posiciones iniciales, acompañada, de la reiteración en sus propios términos de los éxitos de los programas rivales"211. Tampoco avanzaremos en la elaboración "sofisticada" de la metodología de Lakatos, para llegar en seguida a la reac ción de Feyerabend con respecto al texto preciso que acaba mos de citar. Esta reacción consiste en declarar "el fracaso de Lakatos"212 para volverlo en contra del popperianismo y, más aún, contra toda tentativa de formular una metodología general de las ciencias. ¡Muy bien! ironiza Feyerabend al margen del texto. Pero los juicios del tipo de los que formula Lakatos acerca de los "programas de investigación", si bien "describen efectivamen te la situación en la que se encuentra un científico, no le dan ninguna indicación . sobre la manera de proceder". Lo cual es por cierto una ventaja sobre "el inductismo, el falsa cionismo y todas las filosofías más o menos paternalistas"213 . Pero, entonces, ¿por qué obstinarse en llamar a esto una metodología? Equivale a decir claramente que toda tentativa honesta para adaptar una metodología a la práctica real de la 163
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ciencia termina con la confesión de que la ciencia se burla de todas las metodologías214 • Tal es, en todo caso, el tema central del libro polémico de este antiguo discípulo de Popper, Contra el método215 : la demolición sistemática, con una gran satisfacción, de todos los preceptos, consejos, prohibiciones y restricciones docta mente enunciados por los metodo(ógos obedientes. El autor no retrocede frente a ninguna provocación y se da el gusto de mezclar, en apoyo de su tesis, a Lenin, Mili y Lakatos, de confundir en un mismo elogio a la parapsicología, el vedismo y la teoría de Mao Zedong aplicada a la medicina china. . ; Pero, que nos perdone, su argumentación no sigue siendo menos seria, sólidamente apoyada en análisis históricos ori· ginales que no prescinden jamás de la explicación literal de los textos citados. Esos análisis, principalmente los. que están consagrados a Copémico y Galileo, sirven para establecer dos tesis correla tivas: por una parte, que las reglas de toda metodología fueron violadas efectivamente y que los científicos más es clarecidos fueron perfectamente conscientes de ello; por otra parte, que esas reglas debían ser violadas; que esta transgre ción de las reglas siempre ha sido la condición sine qua non de todo avance de la ciencia216 • Feyerabend no se propone, por lo tanto, ninguna nueva metodología, contrariamente a lo que creyeron algunos de sus críticos. La única regla metodológica que propone es la negación de toda metodología: "Anything goes!" Uno a uno se confrontan los preceptos empiristas-positivistas, fal sacionistas "ingenuos" o "sofisticados" con situaciones históricas en las cuales su respeto habría llegado a ésterilizar la práctica científica217 • Por más apasionante que sea el . ejercicio, impresionante el virtuosismo y sorprendentes sus fórmulas, lo que constituye el interés real del libro es que no esquiva la cuestión que no puede dejar de suscitar semejante juego de masacre: si la imagen que da de la ciencia es a la vez inadecuada.-Y peligrosa para su desarrollo, ¿por qué entonces esta persistente "ilusión metodologista"? La respuesta de Feyerabend se desarrolla en dos ejes que se entrecruzan en el texto. El primero consiste en decir, a me nudo no sin algún esquematismo, que en definitiva toda metodología es la adaptación de "slogans"218 cuyo solo efecto, sino el único fin, es asegurar el bienestar intelectual y el poder institucional de las autoridades académicas instaladas
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( científicas y filosóficas). El último libro de Feyerabend desarrolla el tema hasta la saciedad: el reino del "método" es el poder de los expertos; el poder de los expertos es la opresión de los individuos; la muerte de la libertad 219 • Que esta apreciación sea legítima o no, nos parece, tal como es presentada a menudo, caricaturesca y unilateral; al punto que aun suponiendo que sea por lo demás el resultado inevitable, de hecho el "juego" conceptual que se opera en )a elaboración de una metodología como la de Popper --para retornar este ejemplo, gracias a todas las "variaciones" teóri cas que le impone el "dato" de la ciencia en la perspectiva de su "unificación"-. no deja de producir efectos filosóficos rea les al extremo que, por anticipado, se pueda asegurar que sean absolutamente nulos o negativos para la práctica científica22º Mucho más interesante nos parece la segunda dirección que toma nuestro autor, aun si sus conclusiones son inciertas. Al analizar en sí mismas las categorías principales de las metodologías que critica: "observación", "hechos", "expe. riencia", "evidencia'\ "razón'\ etc., Feyerabend, que retoma y desarrolla las enseñanzas de Hanson221_, se dedica a mostrar que son históricamente variables; que cada una de ellas im_pfi: Ca, tácitamente, una larga tradición que SÍE!mpre )1_a_j;!:_ªQaj�cio su significación en un momento dado de la.historia cuando el·· científico la recibe y la utiliza Una larga tradición que no es··· tan sólo una tradición teórica o epistemologica sino que, mucho mas ampliamente, es la de todos "los ue os de lena,¡e y por o an m 1en, la de todas las "formas e vida'' en las que se emplean los términos que usan dichas metodologias222 • De ahÍ surge esta tesis, varias veces esbo zada, de que toda tentativa de "fundar" metodologicamente ¡;¡:, ciencia no corresponde, en Último análisis, sino a la espe ranza ilusoria, "irrealista", de ue se ueda '· arantizar" la segun a e esarrollo de la practica cientifica en los imites el sistema e os ue os e en a e me UI o e de la ciencia) y e as ormas de vida" existentes. Retroceso pus1lantme frente al riesgo, inherente sm embargo al desarro llo de la ractica científica, como al de todas las otras prác ticas, que su 'mundo eba cam iar e ase mañana De alll, también, esta demostración pacientemente condu cida a propósito de Galileo: que una "revolución científica" no puede cumplirse a menos que se haga "mover" las reglas de los "juegos de lenguaje" existentes; que de lo que se trata,
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en este caso, no es de observar "mejor" los fenómenos sino
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de cambiar la significación misma de la "observación" (por lo tanto la "actitud" en que consiste), para integrarla a un nuevo "juego de lenguaje" e imponer, ya sea mediante estra tagemas y artificios -Feyerabend hasta llegará a hablar de "propaganda" galileana- ese nuevo juego (por lo tanto esa nueva actitud) contra el antiguo. L;argo trabajo de di;!gega ción de las modalidades de existenciaanteriores de la ex nencia", de la "razon , �ue pone en er ro el sistema e os ¡uegos e engua,¡e en su con¡unto, que afecta cada vez más el ctJScurso la racfaca de la rehg1on, de la estéfaca, aé a pohtica..:' oderoso es erzo e cons 1 uc1on e un nuevo 'sistema de compahbu1dad entre todos esos ""ue os" así .,.al;fapta os a sus nuevas reg as Si Feyerabend permanece finalmente muy silencioso en lo que respecta al vínculo de esos análisis con sus cargas reite radas contra el poder de los "expertos" y con su profesión de fe "anarquista", sin embargo varias indicaciones permiten percibir en qué sentido podría darse ese vínculo. Hay que volver a oner la ciencia en su lugar, repite en esencia: no 1 a ue olvi ar como se come 10 e error e acer o en \ ente, gue despues de todo solo es una "forma , ntre tantas otras un "'ue o de len a·e" ue no se ve con ' que erecho puede usarse para pretender someter a os otros "juegos" a sus normas y modelar las otras "formas de vida" segim sus reglas, ¡;Doctrina del statu quo científico224 , toda metodología no es, en realidad, el lugar teorico donde llegan a fijarse, a codificarse en una representación sin vida, por lo tanto madecuada, de la c1enc1a, ba¡o las apartenclas tte la ''neutralidad" y de la "eternidad", los límites de las vanac10nes impuestas a los otros "Juegos" por las del statu quo lÓeo· 'og1co y político? Tal es, al menos, más o menos claramente explicitada, la idea que se abre paso en los ensayos de Feye rabend. Pero no le pidamos más a textos cuya intención última es "molestar", arrojar sospechas sobre las reglas del juego epistemológico dominante e introducir la perturbación, imponiendo a sus actores la cuestión de saber si esas reglas no podrían ser otras. Más que las tesis "positivas" que podrían eventualmente deducirse, lo que nos interesa, eviden temente, es la apelación declarada que allí se hace a nociones ("juegos de lenguaje", "formas de vida" ... ) tomadas de la filosofía del "segundo" Wittgenstein. Sea cual fuere la liber tad, incluso la imprecisión, de su utilización en Contra el 166
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.. método, nos parece que, por el tipo de intervención epistemológica a la que sirven, indican bastante bien qué efectos críticos "radicales" pueden provocar las cuestiones plan teadas por Wittgenstein en las Investigaciones filosóficas frente al sistema popperiano y sus sucedáneos Feyerabend, con el modo iconoclasta que lo caracteriza, muestra bien : cómo el cuestioncmiento filosófico que hace Wittgenstein poco a poco puede revelar los l[mites de la crítica popperiana · del neopositivismo y, tal vez, señalar las vías de una nueva. práctica epistemológica...gue escaparía al círculo del neoposi-, tivismo y de su crítica
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Ya hemos dicho bastante, siguiendo paso a paso el "trata miento" popperiano de la coyuntura ideológica y científica de los años 30, y luego la constitución del "sistema poppe riano", como para que se advierta el comienzo del círculo: una concepción de la filosofía como discurso teórico que tendría que justificar con sus <:alegorías la "verdad", defi nida por sí mismo, resultados obtenidos mediante la prác tica científica y garantizar, según normas instituidas y con troladas por él mismo, la validez de sus procedimientos, en la perspectiva de someter el conjunto de las otras prácticas al imperio de ese mismo discurso. Hemos subr"ayado bastante lo que separa a Popper de los neopositivistas para que no se nos acuse de ahogar ciegamente todas las. contradicciones de la filosofía en la noche de una misma reprobación. Por lo menos se debe reconocer, en el estudio de los textos mismos, que ja cuestión de la "justi ficación" de la práctica científica sigue siendo la cuestión de Po er: conshtu e or decirlo as1, el reverso de su pro- · • lema de la "demarcacion". � lo nota muy bien eye rabend, esta cuest1on en nmgun caso se rechaza ni se ''disuelve" en Popper, sufre con Justeza un desplazamiento de su unto de a licación: de los enunciados del lengua¡e de la ciencia a la eleccion de las teonas. na mo 1 1cac10n se produce en el dispositivo filosofico que, esta vez contra riamente a lo que deja entender el autor de Contra el método, no tiene nada de una pura y simple ·ilusión: consecuencias reales y profundas resultan en cadena sobre el sistema de las posiciones defendidas por Popper en filosofía. Este sistema lo sitúa en una postura diferente de la del positivismo lógico
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con relación a los desafíos inmediatos y, a largo plazo, de la coyuntura ideológica y científica: interpretación de la me cánica cuántica, concepción de la matemática, de la lógica, del cálculo de probabilidades, pero también de la psicolo gía, de la sociología, de la economía política y ·de la lucha política De ello no queda menos que un sistema de posi ciones teóricas que apuntan a cubrir todo el campo de las diferentes prácticas sociales bajo el lema, bien alto, de la "ciencia unificada". Popper opone otro, encargado como el precedente de someter esas prácticas a la problemática de la verdad (bajo las especies de la "falsabilidad") tal como ha sido definida en el campo de su metodología Para hablar nuestro lenguaje, diríamos gustosos que Poppe1 : r comparte con los neopositivistas el proyecto de unificación de todas las regiones de la práctica ideológica bajo la juris 1 dicción de criterios filosóficamente definidos de la práctica científica Un proyecto muy concreto, al que aporta una ' si111ple pero verdadera "variante", que en un primer mo mento resultó menos "adaptada" a las formas dadas, histó ricamente determinadas, de la lucha ideológica y política de clases. Pero el resultado, .si no el objetivo en los dos casos, sigue siendo el mismo. digamos esquemáticamente, asegurar en cada una de esas regiones el "poder" de la teoría (y por lo tanto, en su momento, de los teóricos) sobre la práctica Pero no nos anticipemos. Acabamos de hacer referencia al "segundo" Wittgenstein. Feyerabend nos llevó a eso. Querría mos mostrar ahora or aradó.ico ue ueda arecerles a. a unos ue itt enste · , inte do rom er con ta con cepc1on y practica de la filosofía, desde el Tractatus. ale-,· raruio1 contra todos, la primacía de la priictica sobre la teoría desde el interior de la filosofía misma; ronunciando or eso . mismo una ro 1 1cion abso u . contra to a ractica · oso1ca de la ' ustificacion" de la "garantta del ' undamen .o , inc uso en e ommio e a practica c1enti 1ca. opper, que siempre creyó conveniente identificar las posiciones del Tractatus con la imagen, gravemente adulterada, que adopta ron para su propios fines los positivistas lógicos,· no quería escuchar hablar de los textos ulteriores de Wittgenstein. "Si Wittgenstein tiene razónyllegó a declarar a propósito de las Investigaciones, entonces no sé más qué es la filosofía; abandono la filosofía"225• Ya se verá que, por esta vez, es de una gran perspicacia. 168
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Capítulo 3
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LAS CUESTIONES DE LUDWIG WITTGENSTEIN
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Popper y los positivistas lógicos frente a Wittgenstein
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Cuando fopper cita a Wittgenstein, es siempre para denun ciar en el Tractatus la fuente misma d.!° los error es del vismo log1co. Desde la Logz'k, lo considera a Witt positi responsable de la doctrina, aberrante en su opin genstefu segúh. la cual la metafísica estaría "despojada de sentiión, do" y en consecuencia debería ser totalmente abolida 1 • Es el blan co principal, junto con Schlick, ·cuando el filósofo denu ncia el peligro de semejante empresa: "Si se aplica de man rente, 6el criterio de lene s nificado de Wittgenst era cohe ein rechaza, com o desprov,sfas �e s1gm� icado, esas leyes natu investigación es '.la tarea suprema del físico', rales cuya Einstein"'. Crítica retomada y desarrollada como dice una larga nota que le consagró especialmente en La socieen dad ábierta y sus enemigos'. En un artículo de Conjectures and refut publicado por primera vez en 1957, Popper resum ations, e así su "lectura" del Tractatus: '.'Wittgenstein, como todo s saben, ha intentado mostrar en el Tractatus (véanustedes se por ejemplo las proposiciones 6.53; 6.54 y 5) que toda s las llamadas proposiciones filosóficas o metafísicas en realidad 169
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están des son no proposiciones o pseudoproposiciones: quepropo sicio las s provistas de sentido o de significado. Toda de ones funci son o) nes auténticas ( es decir, dotadas de sentid idescr que cas atómi o ementales verdad de proposiciones el ipio, princ en que, s hecho decir es , icos' __ben 'hechos atóm térmi- l pueden ser garantizados por la observación. En otros ente ! letam comp son o nos, las proposiciones dotadas de sentid son que icos atóm o reductibles a enunciados elementales ; cosas de os estad los iben descr enunciados simples que • recha o s lecido estab ser en pued ipio princ en posibles, y que -J 'enun ciado Lzados por la observación. Si llamamos a un enun una obser ciado de observadón', no solamente si enuncia fuere que vación efectiva sino también si enuncia sea lo que atus, 5 pueda ser observado, debem os decir (según el Tractfunción y 4.52) que toda proposición auténtica debe ser unade obser de verdad (por lo tanto deductible) de enunciados opro vación. Toda otra proposición no será sino una pseud ab ara chách pura ad, realid en posición carente de sentido; la a terizar carac ara in enste Wittg ó p surda. Esta idea la utiliz fía" filoso la a e opon se ciencia, en tanto Hemos citado este texto en su integridad, porque es típicon de la interpretación de la primera obra. de Wittgenstei que ha prevalecido durante años en la filosofía anglosajona . ue identifica las osícíones filosóficas Esta inte retació los miembros del Círculo de Viena, de las de Tractatus con evidencia que confiere la autoridad la de a fuerz e da con la 1e hechos y textos en un sentido irrecusables. En nombre de pri os hechos se recuerda, por supuesto, que el Tractatus phi· Natur der len Anna los en mero fue publicado en 1921, losophie que dirigía el "energetista" W. Ostwald; que, ade de más, por importantes que hayan podido ser las reservas fue obra la de io prefac el nido, conte su Wittgenstein sobre redactado por Bertrand Russell, cuyos cursos Wittgenstei5 n; había seguido en Cambridge antes de la guerra de 1914 y que, en su propia introducción, el autor rinde homenajes a las "obras grandiosas" de G. Frege, cuyas técnicas lógica 6 se dedica a perfeccionar en el cuerpo de la obra • Seo recuerda también que el nombre de Wittgenstein es el tercer antes y último que se menciona en la lista de "represent da anexa o" mund del eminentes de la concepción científica os sabem bro, miem fue· no si al Manifiesto del Círculo; que años los de nzos comie a ntes, frecue que .mantuvo relaciones 7 30, con algunos de sus fundadores ; que, en fin, no juzgó 170
útil, durante· los treinta años que siguieron a la aparición -del Tractatus, publicar algún texto para desvincularse del empleo que los positivistas lógicos habían hecho de su nom bre y de ciertos aforismos. En esta perspectiva, quien calla otorga Sea cual fuera la significación que se le atribuya a ese si lencio, también es innegable que algunos de los textos claves del' Tractatus los aprovecharon Schlick y sus amigos, como ya hemos señalado, para dar forma a la filosofía científica que pretendían impulsar, sin haber forzado el sentido, aparente mente, o, por lo menos, sin traicionar la letra Además del aforismo ya citado, que plantea que: "Comprender una proposición quiere decir saber lo que es el caso (was der Fa// ist) cuando es verdadera" (4. 024) y algunos otros textos• en los cuales se creyó poder leer el enunciado del "¡zrincípio de verificación" que la Escuela de Viena convir tio en su dogma, otros pasajes, como los que cita Popper, parecían ir en el mismo sentido positivista. Comenzando por aquellos que, haciendo uso explícito de la tesis de extensiona lidacL parecían retomar los principios mismos del "atomismo lógico" russelliano: "Con Frege y Russell, construyo la pro posición como función de las expresiones que contiene" (3.318); de allí la idea, por otra parte ausente de los Prin cipia bajo esta forma universal, de que la verdad o la falsedad de una proposición compleja no dependerá sino de la ver dad o de la falsedad de las proposiciones con las que se combina lógicamente: "La proposición es una función de verdad de las proposiciones eleme ntales (5.)". Y, correlati vamente, la retoma bajo el nombre de Sachverhalt de la noción de "hechos atómicos" correspondientes a esas propo· siciones elementales. Otra serie de textos, como se sabe, fueron explotados por los partidarios _e!� li,_ _'��'?nc�ción científica del mund_o''.· . Los que atacan, a veces no sin brutalidad, a la "metafí sica" para denunciar su pretensión de ser un discurso teó rico y descriptivo en el sentido en que lo son las ciencias; los aforismos que presentan a las proposiciones metafísicas como sinsentidos puros· y simples, porque violan la sintaxis lógica del lenguaje. Ya hemos citado en particular el aforismo 6. 53 al cual Popper hace referencia y que enuncia que el �erdadero método de la filosofía .. (consistiría en que); cada vez que alguien quisiera decir algo de carácter metafísi co, demostrarle que no ha dado significado a ciertos signos 171
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en sus proposiciones". En términos más generales, así se n tomaron la mayoría de los pasajes en los que Wittgenstei se donde io, prefac del el lugar, primer En ía. trata de la filosof dice: "Este libro trata de problemas de filosofía y, como problemas se basa L :eo, muestra que la formulación de estos o lenguaje"; pero nuestr en un malentendido de la lógica de Carnap pudo en donde s:324 y ·también los-aforismos 3.323 texto heideggedel iento tratam su de contrar la inspiración frecuencia mucha con sucede no cotidia e lenguaj riano: "En el -por fo te diferen a maner de a design a palabr misma que la as, palabr dos que tanto pertenece a distintos símbolos-,- o r exterio as utilizad sean nte, que designan de manera difere lo ejemp por Así sición. propo la en a mente de la misma maner la palabra · 'es' en tanto cópula, en tanto signo de igualdad y expresión de existencia; la palabra "existir' en tanto que verbo transitivo como la palabra ir; ''idéntico' en tanto adjetivo; hablamos de algo, per , . también de que pasa algo. (En la proposición "Verde es verde" --donde la primera palabra es un nombre propio y la última un adje tivo--, esas palabras no tienen simplemente un significado diferente, sino que son símbolos diferentes.) Así se producen fácilmente las confusiones fundamentales (de las que toda filosofía está ll,;na)'-'. Los neopositivistas, en fin, creyeron ser fieles a la ·,¡;;pir:idón wittgensteniana al proponer con cebir la filosofía no como una "doctrina" sino como una "actividad" cuyo fin sería la "clarificación lógica del pensa miento" ( 4.111). Una última tesis propuso directamente inó 1,.. "tesis de la.. Carnap en el Aufbau -a la que denom 9 que está expresada -; a1" racion omni¡:;otencia de la ciencia pregunta puede una Si . enigma hay "No 6.5. o en el aforism responder". puede se n tambié te, eramen verdad larse .formu de su apoyo en El Círculo de Viena vio allí un argumento optimismo racionalista. En esas condiciones, como lo indica Popper, que también lo suscribe de mmediato se mte reto el 1'ractatus como una o ra que ex ondna en forma resumí a os rasgos esenciales de una "teoría del conocimiento" de estilo em irista s uro el instrumento logico suministra o por Russell y Whitehen petlecc1onado por e [ aufpr. Carnap y Neurath en particular estaban decididos a no tener en cuenta, ya lo vimos, los pasajes del libro que con' tradecían abiertamente una interpretación semejante. Ante esos pasajes se exasperaban y los atribuían a una sorprenden-
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te incoherencia filosófica, sin duda, imputable a los datos psicológicos singulares de un personaje notoriamente capri choso. Se sabe cómo procedía Neurath frente a las observa ciones concluyentes de la obra. "Mis proposiciones, escribía Wittgenstein, son esclarecedoras a partir del hecho de que quien me comprende acaba por reconocer que carecen de sentido si, a través de ella, ha salido fuera de ellas. (Debe, pues, por así decirlo, tirar la escalera después de haber subi do.) Debe superar estas proposiciones; entonces adquiere una justa visión del mundo" (6.54). Proposición difícilmente compatible con el proyecto de constituir una "filosofía científica", reconocía Neurath. Pero para irritarse de inme diato: Ahí está la mística, escribía, de la que hablaba Wittgenstein en un aforismo precedente (6.522: "Segura mente existe lo inexpresable. Este se muestra, es el elemento místico"), huella evidente en su pensamiento de un resto de metafísica, que precisamente conviene eliminar para sacar todo el beneficio filosófico de su obra. Y apoyarse en el úl timo aforismo: "De lo que no se puede hablar, hay que callar", inmediatamente, traducido por "¡Silencio, meta físicos!'' · Si los neopositivistas hubieran podido leer tan sólo el texto gue temari""aiitesusofos, habnan podido notar muchos otros puntos que iban de inmediato directamente, en contra de su proyecto. Lo que ellos percibían como "inconsecuen cias" habría adquirido entonces todo su sentido, en plena coherencia con el resto de la obra; habrían evitado cometer lo que Jacques Bouveresse llama muy bien un "error sobre la persona"'º, y habrían evitado que la obra de Wittgenstein fuese víctima de uno de los errores más formidables de la historia de la filosofía. Se habrían sorprendido menos, cuando se encontraron en Viena con el autor del Tractatus, de verlo obstinarse en leerles poemas de Rabindranath Tagore y rehusar con descaro ,responder a las preguntas de lógica y matemátican que que rían hacerle. Pero los miembros del Círculo literalmente no podían leer el texto del Tractatus no sólo o ue como lo demostraron muy 1en an Janik y Stephen Toulmin , eran totalmente ¡¡J_enos a las cuestiones que obsesionaban a Wittgenstein desde antes de 1914, sino porque -al menos eso es lo que aquí sostendremos-, si lo hubieran leído, habrían encontrado la puesta en marcha de la crítica más devastadora gue se pueda 17<'
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imaginar de la concepción y de la práctica de la filosofía que ellos elaboraban. Por lo menos eso les hubiese ahorrado una segunda sorpre sa: la que les reservaron los textos ulteriores de Wittgens tein, principalmente las Investigaciones filosóficas que, como a Popper, los dejaron sin habla. Hubiesen visto cómo se profundizaba allí la crítica de sus tesis, a través de la autocrítica de todas las posiciones qµe, en su primera obra, llevaban aún .1 la marca de la tradición con la cual Wittgenstein pretendía romper y de la cual ellos se presentaban, por su parte, como herederos y enérgicos defensores. Evidentemente no aspiramos aquí a presentar un estudio exhaustivo del Tractatus y menos aún a proponer una "nueva" interpretación de u na o\)ra que ha sido objeto de comenta rios casi innumerables. Solamen te queremos llamar la atención sobre un cierto número de aforismos claves, en la perspectiva que acabamos de anunciar. Por una parte, al interrogarnos sobre los efectos críticos de algunos de ellos sobre las posi ciones neopositivistas; por otra, al mostrar a los que ensegui da estuvieron some tidos a revisión, según el movimiento de autocrítica que hemos caracterizado. No 'nos privaremos de ¡: pronunciamos sobre lo que nos parece la tendencia filosófica i Í dominante de la obra tal como se realiza en la combinación Pero otra vez más nuestro método no ser& l I de unos ynotros. 1 de confro tación directa: no vemos ninguna ventaja .en el procedimiento formal y abstracto que consistiría en desglosar los aforismos del Tractatus para cotejarlos uno a uno con las proposiciones principales del empirismo lógico (bajo su forma estricta o "liberal") tratando de medir las distan lcias en un espacio "purame nte" filosófico. No creemos que·· exista tal espacio, sino en la representación mistificada \ que tratan de hacerse ciertos filósofos de las condiciones, y efectos de su propia práctica. El análisis que ·¡ 1 modalidades , proponemos de algunos de los aforismos que permiten la i comprensión de conjunto del Tractatus se hará, por lo tanto, según la vía que hemos tomado a todo lo largo de este : trabajo: re.ferencia a la coyuntura ideológica y científica [ en la que fueron formulados y en la que producirían sus : efectos. Ahora bien, si hay una visión que contribuyó a desorientar ne ¡• permanentemente a los comentaristas, es aquella que sostie que, porque ha hecho uso de las técnicas de la' 'nueva lógica" y, sin duda, también porque apareció en los años 20, el
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Tractatus seria una obra contemporánea del Círculo de Viena de su Maníhesto. Pensamos, por el contrario, que su ten . �encía filosófica fundamental, como el sentido y el alcance de algunas de las proposiciones más enigmáticas que articulan el dispositivo filosófico cuyo diseño traza, no pueden esclare cerse sino a condición de comprender en su totalidad el desfasaje histórico que separa a esta obra de las que se con sideraron en posesión de ella para "revolucionar la filo sofía". No hay que olvidar que la r edacción del Tractatus, termi nada en agosto de 1918, en la prisión de Monte Cassino, se hizo sobre la base de re flexiones (y textos) esbozados antes de la declaració n de la guerra, como lo testimonian, en parti cular, las observaciones preliminares de sus Notas sobre la lógica de 1913. Este desfasaj e es significativo, como lo advir tieron recie ntemente varios comen taristas en diversas pers pectivas, porque reinscribe la obra dentro de la coyuntura ideológica concreta de los últimos días del Imperio austro húngaro. Wittgenste in no es, como la mayoría de los neopo sitivistas o como Popper, alguien que concibiera su obra filosófica en el he rvidero "revolucionario" de la Viena roja al día siguiente de la guerra. S'u libro "refleja" otra coyuntura y se sitúa en ella. Y sin duda había que estar bastante obnu bilado para pretender poner a este pequeño libro de estilo __; cincelado, habitado hasta la última palabra por la presencia ausente de lo inefable, al servicio de un movimiento de pro paganda y de lucha ideológica en favor de las "Luces", como no vacilaron en hacerlo los fundadores de l positivismo lógico. ' Porque era exponerse a "olvidar" el woblema central del Tractatus, que es, muy expresame nte, problema de ins i ac1on raus1s e os 1m1 es en ua e· era comete el error de buscar allí la solución de un roblema que no e p an ea a: e de la constitución de una filosof1a el cono�muento que combinara la lección, su uestamente "machia na , e a revo uc1on re ativista la de la "revolución lo ís1ca , cons1 era a leibniziana. Al nusmo tiempo e ra vedarse la posibilidad de tomar en consid eración todas las posiciones antiempiristas que implica la "solución" del problema que sí se plantea efectivamente, y equivocarse sobre el pape l que le asigna a la nueva lógica en el cuerpo de la argumentación. Querríamos mostrar que todos esos equívocos hacen sistema, a contrasentido del texto que toman como pretexto. 175
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Crítica del lenguaje ¿Conviene que citemos ahora la carta que Wittgenstein dirige a Ludwig Ficker, editor de la revista Der Brenner14 , a quien le pide consejo para la publicación de su libro, des pués de haber sufrido tres rechazos de diferentes editores? Este texto indudablemente niega todas las interpretaciones empiristas y logicistas del Tractatus: es literalmente incon ciliable con la idea de que el libro de Wittgenstein sería una forma de "remake" de los Principia de Russell y Whitehead o de primer esbozo de laAufbau de Carnap. "La intención del libro, escribía en efecto Wittgenstein, ,!!§ ética. Pensé introducir en el prefacio una frase que no figura ahora, pero que les voy a reproducir aquí, porque tal vez les dará la clave de la obra. Lo que yo quería escribir era esto: 'Mi obra comprende dos partes: la que se presenta, más todo lo que no escribí. Y precisamente la segunda es la más importante'. Mi libro marca los límites de la esfera de la ética en algún modo desde el interior, y estoy conven cido de que es la única manera rigurosa de trazarlos. Resu miendo, pienso que, sobre un tema sobre el cual muchos otros no hacen sino hablar para no decir nada, yo encontré en mi libro el medio de poner todo en su lugar firmemente guardando silencio al respecto. Y, por esta razón, a menos que me equivoque enormemente, la obra dirá una gran parte de lo que ustedes mismos querrían decirse. Sólo que quizá no verán ustedes que eso está dicho allí. Por el momento les aconsejaría leer el prefacio y la conclusión porque ambos _contienen la expresión más directa del objetivo del libro" 15• El contenido de esta carta es importante por dos motivo§. Por una parte, porque llama la atención sobre las proposicio nes finales del libro e invita a ponerlas en correlación con ldk fórmulas enigmáticas del prefacio; mientras que, tradicional mente los comentaristas inspirados en el neopositivismo dirigieron sus esfuerzos de interpretación hacia el ''interior" del libro, y precisamente relegaron a las sombras ele lo "mís tico" los últimos aforismos, que les parecían, en sus perspec tivas, verdaderas piezas sin relación orgánica eón el cuer• po de la obra. Por otra parte, como lo advirtieron muy bien Janik y Toulmin, porque al establecer, en los tér minos en que lo hace, el vínculo entre el problema de los límites de lo decible y el de .la ética (y de la estética que,
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según él, se refiere a ello), revela plenamente lo absurdo de la lectura chata y "antimetafísica" que gente como Camap y Neurath creyeron poder hacer. A la inversa, permite restituir la relación existente entre el problema del Tractatus y :;:: una tradición vienesa de "crítica del lenguaje", que no es la> tradición russelliana. No retomaremos aquí todos los argu mentos que militan en favor de una interpretación "ética" del libro, p orque son masivos, sólidamente coordinados y, en nuestra opinión, irrefutables. Wittgenstein se plantea, a su manera, lo que Janik y Toul min no vacilan en llamar "el principal problema intelectual de su época" 16 • En ese problema concurren la influencia predominante de Schopenhauer en la Viena de 1890, la de Tolstoi y luego la de Kierkegaard. Autores todos de los que Wittgenstein era, como sus contemporáneos, lector asiduo17 y entusiasta. Las cosas están dichas con claridad en la página que co mentamos: la cuestión es "marcar los límites de la esfera de la ética en algÚn modo desde el mterior esto convencido e que es- a umca manera · urosa de trazarlos". Ahora bien, es cues 10n, enunciada en esos terminas en relación con Ficker, era una cuestión en efecto familiar a los lectores de Der Brenner ("la obra dirá una gran parte de lo que uste des mismos querrían decirse"). Es la cuestión de la herencia schopenhaueriana, que los intelectuales vieneses asociaban inmediatamente con lo que Fritz Mauthner llamaba la "crí- / tica del lenguaje". En realidad Wittgenstein, precisamente se refiere a Mauthner para definir "positivamente" qué es la filosofía. "Toda filosofía es 'crítica del lenguaje' ", escribe ( 4.0031), retomando la célebre expresión mautheriana Inclusive la vecindad es tan estrecha que, con un procedi miento totalmente inhabitual en un libro donde las referencias son deliberadamente borradas ( algunos dicen: cuidadosa- fl......--'11 .... i mente disimuladas) 18 , cita el nombre de Mauthner para ww.lUF\'X.ll hacer una restricción entre paréntesis: "Pero no en el sentido de Mauthner". Según me parece, no se ha reflexionado lo bastante en el sentido de esta referencia y de esta restricción. Doble movimiento, sin embargo, decisivo para la interpretación del Tractatus en su conjunto, puesto que se trata de la definición de "toda filosofía". Punto neurálgico, si se tiene. en cuenta que el aforismo prosigue con estas palabras: "El mérito de Russell es haber mostraáo que la forma lógica aparente del lenguaje no necesariamente era su forma real".
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La interpretación tradicional de este texto consiste en ver en esta segunda frase el enunciado mismo de lo que sería la "crítica del lenguaje" según Wittgenstein; de donde se con cluye en una toma de partido pura y simple por las posiciones russellianas en filosofía Las dos frases del aforismo nos pon drían así en un juego pendular: reaparición de la idea de "crítica del lenguaje", rechazo de su acepción mauthneriana y sustitución positiva por una acepción russelliana. En esta sucesión repentina de doo referencias, la segunda, en suma, expulsaría a la primera. Esta interpretación parece tan evi dente que los comentaristas casi no se han detenido en este aforismo, que, leído en esta óptica, no haría sino confirmar y repetir tesis ya anticipadas en la obra. Janik y Toulmin, por su parte, evidentemente prestaron más atención al nombre de Mauthner. Tomemos las líneas directrices de su interpretación, antes de discutirla en un punto esencial ¿'Qué es la crítica del lenguaje "en el sentido de Mauthner"? tienen el mérito de haberse preguntado estos autores. Citan entonces un pasaje muy interesante del Dic cionario de filosofía que da esta definición: "La filosofía es la crítica del lenguaje. La crítica del lelilguaje es la teoría del conocimiento. La crítica del lenguaje, sin embargo, es un trabajo al servicio de la idea liberadora de que el hombre no podrá jamás ir más allá de una descripción metafórica ( bildliche Darstellung) del mundo, ni por medio del lenguaje cotidiano ni por medio del lenguaje filosófico" 19• Apoyán dose en otros textos de Mauthner, dan una explicación deta llada de todos los términos de esta definición y de sus impli caciones filosóficas. Así establecen que Mauthner, discípulo de Schopenh·auer, defensor de un nominalismo "antirnetafí sico" que lo había llevado, por razones éticas, a denunciar la impostura política cuyos instrumentos eran ciertas palabras "abstractas" (Volk, Geíst .. . ), fiabía orientado su crítica en el sentido de una génesis psicológicá de las palabras a partir de sensaciones, con lo cual desacreditaba la existencia de "entidades abstractas" que la metafísica veía como sus "objetos". Que además, poniendo en el centro de su filosofía la tesis según la cual nuestros sentidos son "contingentes", extraía de ella la idea de que es imposible llegar a algún conocimiento "verdadero para siempre'\ sino que, por el contrario, nuestra "representación" del mundo está desti nada a seguir siendo "metafórica". Las palabras de nuestro lenguaje, surgidas de nuestras sensaciones, en realidad sólo 178
tienen un valor pragmático, explicaba; han sido instituidas socialmente y conservadas teniendo en vista la supervivencia de la especie. Por esto "es imposible" fijar definitivamente el contenido conceptual de las palabras. El conocimiento del mundo a través del lenguaje es, por lo tanto, imposi
ble"2º. Escepticismo epistemológico radical, que ve al menos en la "crítica del lenguaje" así concebida un acto contradic torio (puesto que se efectúa con palabras) obsesionado por lo tanto por su propio suicidio, pero "redentor". Janik y Toulmin comentan: Wittgenstein "recibe" de Mauthner el proyecto de "crítica del lenguaje" y, como él, le da un sentido ético, pero rechaza resueltamente el escep ticismo epístemológico en el que se complace el autor de la Sprachskritik. La cuestión que se plantea entonces es deter minar los motivos de ese rechazo. Aquí también los autores· innovan en la interpretación, al poner una vez más de relieve ciertos aforismos implícitamente considerados menores y, por otra parte, lamentables, en la lectura neopositivista del Tractatus: la serie, muy larga, Je los aforismos sobre la "mecánica" que precede inmediatamente, bajo el mismo número ( 6. ), la que tiene que ver con el "sentido de la existencia", sin que nadie se haya preocupado jamás, advier ten ellos, por esa vecindad al menos sorprendente. Además, ponen de relieve, en la serie de los aforismos que explici tan y profundizan la idea de que "el pensamiento es la proposición que tiene un sentido" ( 4. ), otra de las referencias muy raras de. la obra: la referencia a los Principios de mecánica de Heinrich Hertz21 • "En la proposición hay que distinguir exactamente tantos elementos como en el estado de cosas que representa", escribe Wittgenstein, y agrega: "Ambos deben poseer Ía misma multiplicidad lógica (matemática) (Cf. la Mecánica de Hertz relativa a los modelos dinámico·s)". Apoyándose en una lectura atenta de Hertz, los autores muestran cómo Wittgenstein pudo encontrar en esos textos una noción de "cuadro" (Bild) que aclara singularmente los primeros aforismos del Tractatus, así como el uso constante que hace Wittgenstein. del término "Darstellung" -y no "Vorstellun "- ara desi nar lo qtte entiend.e por "represen emos raacion". Pasaje, en nuestra opimon ec1S1vo en es cion, Janik y Toulmin, citando extensamente a Hertz22 establecen que este uso corresponde a una toma de posición antiempirísta, directamente dirigida contra el sensualismo de . Mach. El término "Vorstellung" designa tradicionalmente la 179
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representación en él sentido de ideas o sensaciones y se adap taría muy bien al sentido empirista de la palabra "idea" en inglés, exactamente como lo subraya Mach en su Análisis de las sensaciones23 • Pero Hertz, sobre cuyas concepciones se apoyó P!anck en su lucha antimachiana, no emplea preci samente dicho término. Sin duda es un término un poco impreciso, pero es significativo que, al describir sus "Bilder" como "representaciones", Hertz emplee siempre la palabra "Darstellung''. Ahora bien, ésa palabra tiene un sentido muy preciso para él: designa la función de los "Bilder", no su ori gen; función de "representación" que nada tiene que ver con la reproducción de impresiones sensibles, sino que está sometida a las necesidades de la construcción de'"modelos"
cuya estructura misma determina el campo de aplicación.
Es Jo que aparece con·toda la claridad requerida en este texto "witgensteiniano"' avant la letre: "Nuestra representación de la mecánica está, respecto de la representación habitual, en . una situación análoga a la de la gramática sistemática de una . lengua, con relación a una gramática concebida para permitir que principiantes en esa lengua aprendan Jo más rápido posible lo que les será útil en la vida corriente. Responden a exigencias diferentes y deben diferir considerablemente en su ordenamiento para que cada una esté bien adaptada a su función"24. Utilizando los notables trabajos históricos de Robert S. Cohen, lo� dos autores determinan así la perspectiva de Hertz: "La teoría de flertz no nació de un análisis filosófico general, sino del estudio de un problema práctico. Hertz trataba de precisar el carácter de la teoría de Maxwell. Estu dió entonces las diversas series de ecuaciones utilizadas para expresar esta teoría, de manera de poder determinar cuáles eran los supuestos de Maxwell en cuanto a la naturaleza profunda de los fenómenos electromagnéticos. Le pareció que Maxwell, en realidad, no decía nada de esto. Sus ecua ciones eran fórmulas lógicas, gracias a las cuales podía consi derar los fenómenos y comprender cómo se producían". "La teoría de Maxwell era su sistema de ecuaciones. Com prendió entonces que las fórmulas matemáticas podían suministrar un 'marco para el estudio de todos los problemas de la física y darle a ésta una estructura Jógica" 25 • D, �sos análisis, Janik y Toulmin extrajeron importantes conclusiones en cuanto a la teoría de la "imagen" alrededor de la cual está armado el Tractatus. Ambos proponen prin180
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cipalmente sustituir la tradicional traducción de "Bild" por "cuadro", por la de "modelo". Sobre eso volveremos. Lo que nos importa por el momento es la tesis según la cual la construcción de "modelos" representativos, lógi co-matemáticos estructurados, de Hertz, habría sido extendi da por Wittgenstein como. un ..hecho, contradiciendo defi nitivamente el "escepticismo epistemológico" de Mauthner. Su propia "crítica del lenguaje" no irá "en el sentido de Mauthner'', porque partirá del rechazo de su conclusión: hay sin duda un "lenguaje" representativo. Si se puede er. hablar, como lo ha su erido mu bien Gilles-Gaston Gr e un es inozismo" de Wit enstein tendr1a ue ser en este pun o maugur : 1ttgens em practica a su manera 'el "enim" ·de Spinoza ("Habemus enim ideam veram"). De hecho, tenemos un lenguaje representativo.. Todos. los problemas de ét\ca, y por lo tanto de crítica del liJ.1}&1:1.aJ.e; deben ser, según e� repensados a partir de. ahí" . Podríamos reforzar esta tesis agregando una referencia que no es más que alusiva en el libro de Janik y Toulmin. Se conoce la admiración de Wittgenstein por Ludwig Boltz-� mann. Según G. H. von Wright, había pensado estudiar física en Viena bajo su dirección, proyecto que no pude realizarse, como consecuencia del suicidio del físico en 190628• Sea lo que fuere, no nos parece suficiente ver en ello nada más que la confirmación de la tendencia antirnachiana de Wittgenstein en física, por más interesante que sea para subrayar una vez más lo que separa al autor del Tractatus de las posiciones de la "Sociedad Ernst Mach" que se transformará en el Círculo de Viena No creemos dudoso que Wittgenstein haya leído con mucha atención los textos de Boltzmann; y que haya encontrado, como en la obra de Hertz, una concepción de la "representación" por "modelos" que, a su manera, reelaboró en el Tractatus. Un artículo del físico vienés nos parece, en esta perspectiva, muy instructivo. Se trata precisamente del artículo. "Model" de la Enciclopedia Británica, redactado por Boltzmann en 1902 29 • Es un texto donde el autor supera el simple nivel técnico de los problemas planteados por la construcción de modelos en mecánica para intentar dar toda su extensión al concepto de modelo que pueda formarse sobre esta base. "Los modelos son de la mayor importancia en las ciencias matemáticas, físicas, y mecánicas, escribe Boltzmann. Desde hace mucho tiempo la filosofía ha reparado en que la esencia 181
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de nuestro proceso de pensamiento reside en el hecho de que atribuimos a los objetos reales que tenemos alrededor atri butos físicos particulares -nuestros conceptos- y que por medio de ellos intentamos representar los objetos en nuestra mente. Tales puntos de vista en otros tiempos fueron con siderados por los matemáticos y los físicos como nada más que vanas especulaciones, pero en un período más reciente, se los puso en relación -más estrecha con el cuerpo íntegro de la teoría matemática y física: según esta perspectiva nuestros pensamientos mantienen con · 1as cosas la misma 'relación que los modelos con los ob"etos ue re resentan. a esencia e ese proceso cons1s e en atn mr a c a cosa up._ concepto que tenga un contenido definido, pero sin que eso implique que haya una completa similitud entre la cosa y el pensamiento; porque, naturalmente, no sabemos mucho acerca del parecido de nuestros pensamientos con las cosas a las cuales los vinculamos. El parecido que hay reside princi palmente en la naturaleza de la conexió n, y la correlación es análoga a la que se establece entre el pensamiento y el lenguaje, el lenguaje y la escritura, las notas sobre la parti tura y los sonidos musicales, etc. Aquí, por supuesto, la simbolización de las cosas es el punto importante, aunque, ya que eso es posible, se busque la más perfecta correspon dencia entre ambos: por ejemplo, la gama se imita poniendo las notas sobre el pentagrama más arriba o más abajo." Cómo no aproximar este texto a algunos de los más co mentados aforismos del Tractatus: 4. 014, 4.0141 y 4. 015, donde Wittgenstein se expresa casi en los mismos términos, utilizando los mismos ejemplos para hacer comprender su propia concepción de la representación: "El disco del fonó grafo, el pensamiento musical, las notas, las ondas sonoras, todos se encuentran los unos con respecto a los otros en esta relación interna de representación que existe entre el lengua je y el mundo". Y más adelante: "Que existe una regla general que permite al músico descifrar la sinfonía en la par titura, que haya una que permita reconstituir a partir del surco del disco la sinfonía y, de acuerdo con la primera regla, de nvevo la partitura; en eso consiste la similitud inter na de esas formaciones en apariencia tan disímiles unas de otras". Mejor aún: Boltzman termina su artículo con un examen de los "modelos móviles" de la nueva mecánica apoyándose en los trabajo& de Maxwell y Hertz. Escribe: "En mecánica 182
aplicada, hay una variedad infinita de modelos de funciona- \ miento que son em leados ara hacer ver a/ ojo desnudo el 1 funcionamiento de las maquinas, sea e su estructura e 1 conjunto, sea de sus partes componentes y subordinadas. En mecánica teórica a menudo se utilizan modelos para mostrar las leyes físicas del movimiento en casos intere santes o particulares" ( el subrayado es nuestro). Nos parece difícilmente impugnable que se encuentre ahí la fuente directa de uno de los temas más constantes del Tractatus, según el cual la "proposición muestra lo que es, cuando es verdadera" ( 4. 022), que anuncia directamente el enunciado del famoso "principio de verificación" ( 4. 024). Y no vemos que se pueda decir que estén allí, de ninguna manera, los elementos de una "filosofía de ingeniero", como no teme escribirlo Jacques Bouversse 30 • Porque, en el punto en que estamos, podemos decir que lo que se encuentra así confirmada, es la tesis según la cual la "intención" del libro es "ética": que el Tractatus defiende bien, en esta perspectiva, una concepción de la filosofía como "crítica del lenguaje"'. Ahora vemos en qué esta crítica no va "en el sentido" de Mauthner: parte del reconocimiento de que existe un lenguaje representativo cuyos ejemplos se "encuentran" en física en Hertz y Boltz mann. Ya hemos advertido por eso mismo que la teoría de la imagen que constituye el "tema central del Tractatus", como sostuvo Gilles-Gaston Granger contra D. Favrholdt, retoma a su vez algunos de los rasgos esenciales de la teoría boltzaniana de los "modelos". Sabemos, por lo tanto, aun antes de examinar los textos precisos donde se la ha esta blecido, que ��- teoría del "atomismo lógico" que figura en el libro de Wittgenstein no puede ser interpretada ni en un sentido russelhano ni en un sentido empirista machiano, como lo ro usieron los ositivistas ló icos: su ins iración es e o en ant1mac 1ano, y a nocion de "hechos atomicos" on toda coherencia no o na ener re machiana de "elemento", por inmediata y evidente que haya ,tíod1do parecerles la traspos1c1on a los contemporáneos. Pero no anticipemos, porque hasta el presente hemos dejado una cuestión en suspenso. Aunque hemos explicado bien, en efecto, por qué y en qué la crítica wittgensteiniana no es "mauthneriana", todavía no hemos dado cuenta de la referencia que se hace a Russell en el aforismo 4.0031, cuyo sentido tratamos de elucidar. Recordemos que Wittgenstein 183
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escribía: "El mérito de Russell es haber mostrado que la forma lógica aparente del lenguaje ne es necesariamente su forma real". Esto plantea la cuestión de la relación entre esta advertencia y la definición de la filosofía como "crítica del lenguaje"; cuestión decisiva, evidentemente, puesto que en definitiva se trata nada menos que de la función atribuida por Wittgenstein a la "nueva lógica" en la construcción de " su edificio teórico. · f O{>v· ¡,:i.,.,� Aquí no podemos compartir íntegramente los puntos de i( íét,Ííwi1.· vista de Janik y Touhnin, que minimizan demasiado, nos parece, el papel de Russell y de Frege, por su deseo de ; "inclinar la balanza" en el sentido antilogicista. Citando la frase de Wittgenstein que comentamos, escriben: "El simbolismo lógico de Frege y Russell era, por lo tanto, para Wittgenstein un medio para alcanzar su fin; en particular el cálculo de las proposiciones de Russell, desconocido por Mauthner, le pro. porcionaba la lógica del lenguaje que necesitaba" 32 , Esta interpretación tiene la inestimable ventaja de obstaculizar el contrasentido que consiste en leer la frase de Wittgenstein como enunciado del contenido "positivo" de la crítica del lenguaje según el Tractatus, y colocarlo ipso facto en el campo de la filosofía russelliana. Pero ¿no se trata en este .., caso sino de un "medio" para alcanzar un fin preestablecido? ' De todas maneras el enunciado mismo del aforismo no per ( \ mite afirmarlo. Porque este enunciado opone indiscutible ,: mente el "mérito" de Russell al error de Mauthner. De ahí \l hay que partir: del sentido muy preciso de esta oposición. Entonces ¿cuál es justamente el "mérito de Russell"? El texto es claro: haber mostrado "que la fo1ma lógica aparen te del lenguaje no es necesariamente su fo.rma real". Ahora bien, p recisamente, si se siguen las explicaciones que dan Janik y Touhnin mismos, ¿cuál es la raíz teórica del "escep. ticismo epistemológico" radical de Mauthner que Wittgens . tein combate en nombre de Hertz y Boltzmann? ¿Cuál, sino haber presupuesto, en la línea de Schopenhauer, que for ma lógica aparente y forma real eran idénticas? ,-:Qué fun ción desempeña por lo tanto aquí la "logística" russellia na? Por cierto, un papel de "medio" para establecer una "lógica del lenguaje", pero antes, sobre todo, descubre el presupuesto filosófico escondido que precipitó a Mauthner • .\, \. en su "sentido". Ella hace posible, al evacuar la teoría del ·• \·. len u ·e "ordinario" de todo sico · ruclencia or Boltzmann de la relación · ( 184
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supone que cierra al mismo tiempo las controversias !tloso- . ficas sobre la cuestión del conocimiento". Se comprende finalmente por qué Wittgenstein tenía nece sidad de escribir a Ficker la carta de la cual hPmos partido,• y de advertirle: "Solo que quizá no verán ustedes que eso está dicho allí". Eso: e� decir la cuestión de la ética que, como se ha mostrado efectivamente etl el texto, escapa a la solución, desplegada en todos sus detalles, del problema de la represen-• tación. Sí; se comprende por qué Ficker y sus amigos del 13renner arriesgaban perderse, como de hecho se perdie ron: no solamente la solución del problema que Wittgenstein creía haber resuelto "definitivamente" apelaba a un aparato lógico y matemático que les era completamente ajeno; sino que, sobre todo, si también ellos deseaban establecer los lími tes di, Jo "decible" y exhibir la irreductibilidad de los "valo185
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res" a la esfera del discurso racional, lo hacían mostrando previamente que el problema que expone Wittgenstein para comenz ar la solución, en realidad, por principio, no tenía solución! De ahí esta increíble situación que hizo que los únicos que pudieran "comprender" a Wittgenstein fueran los lógicos y los matemáticos del Círculo de Viena ( recordemos que Hans Hahn fue quien introdujo el Tractatus en el Círculo) que no podían captar la intención del libro y encontraron allí "espontáneamente" lo que buscaban: una teoría empirista del conocimiento que fuese el "complemento" del enunciado de las leyes universales del pensamiento "puro" formuladas, · según ellos, por la "nueva lógica"; una teoría que justamente � allí no estaba. Por eso Wittgenstein siguió siendo, según 34la hermosa fórmula de Allan Janik, un "enigma austríaco" •
* * * Los "cuadros" del Tractatus Despejados estos malentendidos, las tesis principales del Tractatus se aclaran, al mismo tiempo que se esclarecen plena mente los efectos críticos que hubiesen podido tener sobre" las tesis del empirismo lógico, si los miembros del Círculo de Viena hubiesen podido leer el texto. En la perspectiva de este trabajo, vamos a agrupar nuestras observaciones alrededor de s.los tipos de aforismos, por otra parte estrechamente coordinados: los ue establecen la natu raleza de los "cuadros" "Bilder" (2.1) que nos hacemos de os hechos, o sea el conjunto de los aforismos que presunta mente regulan, en principio, la cuestión de lo que se puede decir, y por ende pensar; y, or otra parte, los aforismos T, !i)Ue establecen que no hay meta enguaje. Por el momento retomemos las cosas donde acabamos de dejarlas: la lógica de Russell, decíamos, ha "desprendido" la forma lógica real del lenguaje de su forma aparente. De ello se deduce que se puede extender a todo tipo de representa· ción la relación representativa instituida entre el modelo mecánico y lo que éste figura. Hay que agregar ahora que cabe determinar al mismo tiempo la naturaleza de la "seme janza" o de la "analogía" entre el modelo y figura o lo que 186
representa, mencionada por Boltzman y Hertz sin precisarla: es de. naturaleza lógica. "Lo que cada cuadro, escribe Wittgenstein, de cualquier forma, debe tener de común con la realidad, para poder figurarla por completo -justa o falsamente-, es la forma ló_gic!I, es decir, la forma de la realidad" .f, .. ,'·"-· (2.18). De alh que, si la forma de la representac10n es. la , ·,/�,.,q_ forma lógica, se tiene un "cuadro lógico" (2.181). Pero, · 1 como se ve también, si todo cuadro no es un "simple" cuadro lógico, "todo cuadro es también un cuadro lógico" (2.182), mientras que, por ejemplo, todo cuadro necesariamente no está extendido en el espacio35 Si, como se acaba de decir, la "forma lógica" es lo que hay de común entre el cuadro y lo que él representa, sea cual fuere esta representación, eso presupone una forma determinada de lo que está representado por el cuadro. Eso presupone "una ..forma de la realidad". Y "esta forma de realidad", según el orden de las razones, está explicitada en el encabezamiento • 1 del Tractatus, en los célebres aforismos llamados "ontoló gicos" que abren el texto. El conjunto de esos aforismos plantean lo que. muy justamente se ha dado en llamar el "iso '1 morfismo" que se supone existe entre lenguaje y realidad. "El mundo es todo lo que acaece" (l.), dice el Tractatus. Luego enuncia esta definición restrictiva que impone no hablar lle gado el caso de "ontología" sino entre comillas: "El mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas" (1.1), lo que se 1 explicita en la idea de que "los hechos en el espacio lógico / constituyen el mundo" (1.13). ),,( • ., · ué es este "es acio ló ico" !anteado así de entrada? En funcion de los análisis rece entes o emos ec1r ue se , ra a e una orma e trasposición-generalizacion de lo que es un sistema de coordenadas en fisica teórica36• Gi!les-Gaston Granger dice muy bien: este espacio aparece aquí como un "bosquejo de construcción de todos los hechos posibles"37. Y son las modalidades de esta construcción las que luego son establecidas en los aforismos del Nº 2. Parece que el "hecho" es la existencia de un "estado de cosas" 38 y _que el estado de cosas es en sí mismo .una combinación de · objetos. Ahora bien, la posibilidad de una combinación seme jante está determinada por la lógica que "trata de cada posibilidad" y cuyas "todas posibilidades constituyen los propios hechos" (2.0121). Los "objetos" cuyas combinacio nes constituyen los estados de cosas se dice que están dotados de una "forma" ella misma lógicamente constituida por la 187 -·-
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"posibilidad de su acaecer en un estado de cosas" (2.0141 ). Ob jetos "simples" (2.02) que constituyen la "sustancia" del mun do (2.021), es decir "lo que existe independientemente de lo que acaece" (2.024), formas "estables" (2.026) que son, en último análisis, el "algo de común" entre el mundo real y el mundo tal cual está representado en un "cuadro" cualquiera, y que, uniéndose en configuraciones determinadas, 1 forman los estados de cosas. Esas configuraciones son, con l relación a los objetos, inestables y cambiantes (2.0271). 1 Encontramos así la otra vertiente de ese comienzo del Tractatus, donde Wittgenstein enuncia qué es un "cuadro" de los hechos, y algunos de cuyos aforismos principales ya hemos comentado. Ahora quisiéramos subrayar otros, para establecer lo más lirmemente posible el estatuto de esos análisis que se han desarrollado, anotémoslo de inmediafi¡ aun antes de haberse presenf.ado la cuesfaon de la " ro o aya tem o o que e establecid Habiendo ersona. vu. ·\d"'e u.u=i vcu.u. p cuadro representa el hecho en el espacio lógico, la existen cia y la no existencia de los estados de cosas" (2.11), Witt- · genstein plantea que "el cuadro es un hecho" (2.141), que "contiene la posibilidad del estado de cosas que representa" (2.203), y que "el cuadro concuerda o no con la realidad". Es "fiel o infiel", "verdadero o falso" (2.21). Entonces, y sólo entonces, el campo del análisis se restringe, focali zándose primero sobre el "cuadro lógico de los hechos" ( 3.) que constituye "el pensamiento", para llegar a lo que va a convertirse en el tema principal de la obra: la proposición, donde "el pensamiento" se expresa de una manera percep tible al sentido" (3.1). La proposición como realización sen sible del "cuadro lógico" de los hechos que es el pensa miento. El análisis de la proposición especifica el que fue hecho a nivel general y abstracto dohde nos habíamos mantenido hasta ahí al tratar de "todo cuadro". Pero, al mismo tiempo, pues to que, como lo hemos visto, "todo cuadro" si no e,; "cuadro lógico" es también cuadro lógico, este análisis "refluye", por así decir, sobre los precedentes para dar un contenido precisamente articulado a este "espacio lógico" que se planteó de entrada. S� en la proposición, el pensamiento se expresa "de mane ra perceptible al sentido", es que la proposición es "signo sensible" (3.11), que combina en sí misma, según una "articu-
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!ación" (3.141) determinada, los elementos de la proposición de tal manera que, por "proyección" (3.11), se pueda descri- · bir un estado de cosas posible. Y, puesto que, en todo cuadro, es lo que representa lo que constituye su sentido (2.221), se puede decir que es el "pensamiento de método de proyección" lo constituye el sentido del signo proposicional (3.11). Queda entonces por responder la pregunta: ¿cuáles son esos "elementos" que se combinan de manera articulad.a en la proposición? Es lo que hace Wittgenstein, quien plantea que son "signos simples". En una proposició n, tales signos simples se llaman "nombres" (3.202). Ahora bien, ya sabe mos que, en todo cuadro, lo "simple" es el objeto; de allí se deduce que, en la proposición, "el nombre representa al objeto" (3.22) o aún (siguiendo al 2.221) "el nombre signi fica al objeto". El objeto es el significado (en alemán "Bedeutung"; en inglés "Meaning") del "nombre" (3.203). Y, puesto que es simple, el nombre no se puede "descompo ner" en ninguna otra definición; por lo ·tanto es el "signo origmal" (3.26). No iremos más lejos en la exposición de esta serie de aforis mos que elucidan el tipo de "cuadro" que es la proposición. Una vez que la descom uso así hasta en sus elementos más sun es, 1t ens ern ue e entonces oner en rachea a og1ca nueva para precisar formalmente e Juego de las arti culaciones que la estructuran, su "sintaxis ló ica", dar re las seguras para IS rngmr s1 tiene un sent1 o o si carece e e , y establecer rocedimientos rá idos ara evaluar sus valores e ve a . videntemente estos a orismos "técnicos" son los que mas llamaron la atención de los comentaristas, en razón de presupuestos logicistas de su lectura y a causa de notables perfeccionamientos que Wittgenstein aporta, como "al pasar", a las técnicas lógicas establecidas entonces. Lo ue ueremos advertir es que, para apoyar una lectura · "empirista el ilctatus, no so o ay que cons1 erar esdenables" los ulfamos aforismos, ignorar la sene de los que se � . . refieren a a mecan1ca, smg aun a . sistema que fornianlos que es1an al comienzo de la obra, para comenzar la lectura por los alrededores d el 3.312. · Pero, en lo que a eso se refiere, aun hm1tandose a los textos que así se haya decidido "conservar" arbitrariamente, la obra aparece inevitablemente como fragmentaria e inco herente: deja sin respuesta preguntas que, en la perspectiva 189
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de esos lectores singulares, son justamente las preguntas "fundamentales" que "deberían" haberse hecho allí, y sostiene 1 ciertas tesis que son incompatibles con lo que se considera el objetivo . . de su demostración. �.!,\na�. en ningún momento Wittgenstein explica qué pueden ser concretamente los objetos "simples" que van · a constituir la "sustancia del mundo". Los empiristas lógi cos lamentando esa laguna, se apresuraron a superarla identificando dichos "objetos" con los "mínima sensibilia" de Russell o con los "elementos" de Mach, sobre la base de los cuales, según ellos, es posible "fundar" el cono.cimiento. Sin ·· darse cuenta aparentemente, como lo observa Jacques Bouve 'resse, de que la «pregunta sobre a qué puede parecerse un pura y simplemente carece : objeto simple,-según el elemental, es decir, que sea . de seíit1déí; qiié" lii:ia propósicioii auténticos y de nom:btes seah componen la que · los signos s¡gnen-·óbjetos, ·eso· ·no siipueae aeéir"smó tan sólo mostrar· ·en el simbolismo mismo. Y, por lo tanto, no es cuestión de decir que algo es o no es un objeto ni que los modos de com binación en proposiciones elementales son tales o cuales" 39• Hay que agregar que la cuestión de saber "si hay" objetos simples,4 en opinión de Wittgenstein, en sí misma carece de sentido 0 . Para comprender la situación exacta de los "objetos" del Tractatus basta con releer los aforismos 2.0211 y 2.0212: "Si el mundo no tuviese sustancia, entonces saber si una proposición tiene sentido dependería de saber si otra proposición es verdadera". "En ese caso sería imposible trazar un '¡. -cuadro (Bild) del mundo (verdadero o falso)." Dicho de otro modo, Wittgenstein de ninguna m{\nera se i. /lG t la pregunta o el "problema" de la "justificación" 1antea v ! · ¡ ¡t. . ultima del "sentido" de los enunciados41 : arte del hecho A·C o:,; -1' e su solucion y "describe" ese hecho. Comi�nza por plan !j fJ:;: � y tear la existencia de una conexióry "interna''.,entre el len¡qrnie, · 1 \ y el mundo42 ; no se plantea ¡amas la cuestion de su leg1tum¡ dad sino ue em rende con a uda de la 16 ica russellian ¡Í,. ¡ a tarea e mostrar las mo a a es. Es por eso que la cuestión del "acuerdo'' o de la "adecuación" del pensamiento a la realidad no tiene lugar en el Tractatus. Una vez ·más: !' Wittgenstein emprende la tarea de mostrar lo que el lenguaje puede decir, explicitando y formalizando las conexiones planteadas entre lo "decible" y sus objetos posibles, para . mostra·r mejor, en lo profundo, o más exactamente en sus 190
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límites, así marcados "desde el interior", lo que no se puede decir: la ética, en particular. Por esto no hay ni rastro ni eco ni equivalente en su texto de la célebre discusión de los "enunciados protocolares": discusi6n centrada en la idea que §e tiene, en filosofía, de buscar un "fundamento" del cono
A esto hay que agregar que, aun suponiendo que Wittgenstein hubiese aceptado identificar los "objetos simples" con los datos sensibles elementales, f,eguramente habría rehusado hablar de "nuestras" sensaciones, porque, como se habrá notado, no interviene nunca en la descripción de la conexión /·. entre lenguaje y realidad nada gue se parezca a la figura de un "suJeto" cognoscente, capaz de sensaci6n. Por el con- / trano, a ra1z de que no contiene ninguna exposición de una "teoría del conocimiento, el Tractatus rechaza expresamente todo uso de una noción semejante. Se lo comprende, puesto . que la representación está tomada, como tal, como "cuadro " y el análisis se refiere a las relaciones de ese "cuadro" con lo que sus articulaciones lógicas intemas permiten construir para corresponderle isomórficarnente en la realidad43• Puesto que "la conexión del saber con lo que se sabe es la de la nece sidad lógica", por lo tanto, una relación interna, no hay nin guna necesidad de establecer un sujeto. Este es un punto sobre el cual, lo veremos, Wittgenstein no cesará de volver más adelante, para confirmar ese rechazo de principio. Nos parece, por nuestra parte, difícilmente discutible que reclíazo apunte no sólo a todo sujeto "psicoló ico" ("el. a a, e SUJe o, e c., a como a conc1 e a ¡:>S1co OJlli!. su_per f1c1al de hoy soro··es tilia irreaiidad;'"· i: "siño "gue áfmnta_ tambien; ··en· iff.mísmo gesto, contrariamefüe a l.a OJ>in\_�11 desconcértante de Bouveresse, al sujeto concebido en un senfíilo trascenaental "clásico", kantiano o husserliano4'. Ese 1ro61e rechazo; repitfurioslo, estaba inscripto en su� premisas, y de manera muy coherente Wittgenstein se negará a admitir un "yo pienso" que deba acompañar todas mis representa ciones con el mismo vigor con que recusa toda idea de "yo" empírico como "fuente" de esas representaciones. En el Tractatus, todo lo que está permitido decir, es que "eso" piensa: es un hecho. Después de lo cual, uno puede dedi t carse a la descripción de ese hecho. Que "eso" piense en los �� "yo" donde llegan a articularse los "cuadros" según sus "puntos de vista" sobre el mundo, es un hecho que Wittgens tein registra a su manera, pero precisando que de esos "yo" 191 cimiento.
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no podemos decir nada porque no pueden ser, ni de hecho ni de derecho, el objeto de una experiencia y, en ningún caso, debemos suponerles un papel constitutivo en el conoci miento. "Y o soy mi propio mundo ( el microcosmos)", se dice en el aforismo 5.63. Pero el siguiente precisa de inme diato: "No hay sujeto pensante, capaz de representación. · Si yo escribiera un libro 'El mundo tal como lo he encon trado', también tendría que hablar en él de mi cuerpo y decir cuáles son los miembros sometidos a mi voluntad, cuáles otros no lo están, etc.; 'este sería, en efecto, un método para aislar al sujeto o más bien para mostrar que en un senti do importante no hay sujeto; es precisamente la única cosa de la que no se podría hablar en este libro". Luego, en una fórmula famosa: "El sujeto no pertenece al mundo, sino que constituye un límite del mundo" (5.632). Va de suyo 9ue ese "sujeto", que el aforismo designa como "sujeto metaflsico" no podría ser, en función de lo que se acaba de decir, un "doble" cual uiera del su·eto trascenden; el sistema de las posiciones filosóficas de Wittgenstein, previamente lo ha despo¡ado de todos los atributos de un sUJeto semejante. P.or lo demás, es lo que Wittgenstein expli cita muy claramente en los aforismos 5.633, 5.6331 y 5.634. Explicación que concluye con esta tesis de ran alcance ues o ue nm una arte e nuestra ex e, . .' segun a cu /l'l rr:.•. ' nencia es mismo tiempo a priori", dado ue no ha nin 'n or antici a o e un ar o para garan lZ ,'Í' / re "'suTe acuer o e nue ras represen ac1ones con el "mundo", ;.{ _. � '-l 0: '" ·v . ·· "todo lo que podriamos describir absolutamente podna ser también de otra manera". Por ue una vez mas no de ende O e nosotros" tle la conexion entre el mun o su cuadro sea o que es. Lo que los lectores neopositivistas del Tractatus percibían allí como una "laguna" no era, en realidad, sino un índice" �me uívoco del hecho de ue la obra no lanteaba las cues tiones a as cu es se n ellos debia res onder ue· e h esta lecido sobre otro terreno filosófico. -,, Otro de esos índices lo constituye una tesis planteada como "central" por el autor, en la que ellos creyeron, sin embargo, descubrir una sorprendente "incoherencia" de la doctrina Esta tesis que, en realidad, como lo indica Wittgens ·· tein, está directamente ligada al núcleo filosófico del Tracta� � tus, establece la 1mpos1bílidad de un metalenguai Esta ,,1, ;l wtesis, como lo vamos a ver, también ser� conserva a por 192
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Wittgenstein en la fase ulterior de su actividad ,J aunque modificada y con una inflexión un poco filosófica 46 , en el marco de una nueva concepción de la diferente , i lógica y del ! ' lenguaje. j Por el momento veamos cómo se introduce en el Trac tatus. La proposición, explica Wittgenstein, si bien puede representar la realidad total "no puede representa r lo que hace falta que tenga en común con la realid para poderla representar: la forma lógica Para poder repread senta lógica, sería necesario que nos pudiéramos situar r la forma con la pro posición afuera de la lógica, es decir afuera del mundo" (4.12). Lo que aquí se enuncia es, por lo tanto, una imposi bilidad de principio, que deriva directamente de la conc ep ción inicial del "cuadro": es porque "forma lógic de la realidad" forman un todo, que está exclua" y "forma pued a representar este elemento común: como loido que se bien Wittgenstein, habría que situarse afuera del dice muy mundo ... Dicho de otro modo, ser Dios. Esta tesis que Wittg despliega al plantear que "lo que se refleja en el enstein .lenguaje, el lenguaje no pue e re resentar!o. Lo que se expr ií mismo en el lenguaje, nosotros no podemos· esa por_ en·enenguaje" (4.121) significa técnicamente que expresarlo tantes lógicas" no se representan; que "la lógiclas "cons a de los hechos no se deja representar" ( 4. 0312). Tesis abiertamente antirusselliana47 , de la que Carnap · supo captar muy bien la o posición radical en la que se encon traba con relación a su proyecto de constituir, en sistemática y bien fundada, una "sintaxis lógicuna teoría a del len guaje"48. Para Witt enstein no ha "discurso" sobre la "sint axis ló 1ca e en e ue ueda darse; solo existe el discurso e a smtaxIS ogica que se pue e exhibir en el engu una ílus1on opfaca
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Ya hemos dicho bastante para que aparezca el carácter sistemático de la equivocación cometida por los neopositivis tas con el Tractatus, y el principio que la gobierna: Wittgens tein uiere "liberar" a la ética de los discursos filosóficos racion es gue preten ian enunciar os un amen os e a · ---' :le los cuales podrían deducirse reglas y máximas. arece que. para nacer es_o, tlene que golpear en el centro mismo ctel dis ·osítivo fiíosófico os IScursos e a ·usti icacion racional de los "valores' : a el sistema �,O- a teona el conocimiento. or lo tanto, rechaz nte al onalme tradici das plantea o o(,.J.c0, de cuestiones de derech ... ) o" to", "objet ("suje ías ategor las o corn así o � _ dichas tll,cM:�conocirnient de a su maner Y nes. cuestio n refle¡a se cuales las -()1.¡�n dose apoyán recusar la cuestión es declararla reglamentada , C4(./q, � eh el juego combinado de conceptos tomados de la física ,J,/ y de la logística. • V"-1s leen el texto al revés y se ap o l),,wJJ,;\+r' Sus lectores neopositiv)stadas por Wittgenstein para "sacar plantea tesis, las de deran partido" de la solución en la cual creyó poder enterrar la cuestión con el fin de reinsertarlas en el dis ositivo mismo e a ¡usti icacion del cual ittgenstein creta ha er os arran-, cado. � que es sorprendente, lo hemos visto, es que si ciertas de posiciones wittgensteinianas ("nada de sujeto", "nada las con es patibl incom te amen abiert son ) . metalenguaje". . ser'' asimiladas" de esos lectores y, en consecuencia, no pueden por ellos, por el contrario, otras de sus tesis (por ejemplo: se el principio de verificación), tomadas al pie de la letra, largo del ados result los a onos prestan al equívoco. Remitiénd t rabajo autocrítico de Wittgenstein, vamos a descubrir por qué.
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¿Ruptura o continuidad? En un célebre pasaje de Historia de mis ideas filosóficas, Bertrand Russell escribe: "Desde 1914, tres doctrinas domi naron la filowfía británica; primero la del Tractatus de , Wittgenstein; luego la de los positivistas lógicos; por último La n. enstei Wittg de ficas filosó nes la de 1 as Investigacio primera influyó considerablemente en mi propia reflexión; 194
por otra parte, pienso que esta influencia no ha sido del todo · buena. La segunda escuela, la de los positivistas lógicos, de una manera general contaba con mi simpatía; sin embargo yo estaba en desacuerdo con algunas de sus teorías más caracte rísticas. La tercera escuela que, por comodidad, designaré con la sigla WII para distinguirla de la filosofía del Tractalus, sigue siendo completamente ininteligible. Sus teorías positi vas me parecen insignificantes y las negativas sin fundamento. No he visto en las Investigaciones filos6ficas de Wittgenstein nada que me parezca interesante y n o comprendo por qué toda una escuela encuentra una gran sabiduría en las páginas de este libro"'º. El juicio de Russell no es menos severo, se ve, que el de Popper sobre la obra que presenta el fruto de la rectificación que Wittgenstein creyó que debía experimentar su doctrina inicial Esta condena tajante, a la que suscribe la aplastante mayoría de los que habían admirado el Tractatus51 , lejos de haber tenido po r lo menos la virtud de desterrar toda equi vocación sobre la obra de Wittgenstein, por el contrario tuvo el efecto de redoblar y reforzar la prirnera y de apoyar una segunda tan tenaz, si no filosóficamente más desastrosa aún. En efecto, con el apoyo de episodios biográficos como es lógico" , se difundió la idea de que Wittgenstein, habiendo "abandonado la filosofía" después del Tractatus h asta los años 30, no habría vuelto a ella sino con posiciones totalmen te nuevas, sin ninguna relación con las precedentes. No disvu tiremos aquí todas las interpretaciones que creyeron apoyarse a fondo sobre semejante "ruptura": se trata tanto de críticas que no quieren conservar de la obra más que el Tractatus, a menudo para disfrazarlo de positivismo lógico, corno de otras que, a la inversa, no quieren oír hablar de una obra que envían comodamente al purgatorio de los errores de juventud para poder integrar mejor las Investigaciones filo sóficas a la filosofía "analítica" del "lenguaje ordinario" que goza de su favor. · Por supuesto, no pretenderemos, contra toda evidencia,... decir que hay una continuidad sin hiato de una época a la otra, pero nos adheriremos a la opinión de todos aquellos ahora numerosos que, por otra parte para extraer conclusio nes diversas, registran la unidad de la obra53 , tanto como la inflexión de los lemas y el "desplazamiento de su centro ae gravedad". Jacques Bouveresse, en varias obras, pacientemente siguió 195
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todas las vacilaciones, todas las oscilaciones, todos lo s arre pentimientos y los tropiezos de Wittgenstein a lo largo de su inmenso trabajo de revisión general de la doctrina, emprendi do en los años 30 y proseguido hasta su muerte en 1961. �1 No tomaremos ese camino. Pero, en función de nuestro obje tivo, vamos a intentar descubrir, en el dispositivo mismo de las Investigaciones filos6ficas, lo que puede efectivamente considerarse como "autocrítica" del Tractatus, con la esperanza de deteññ!!1ili:e11 e¡ue medida esta rectificación profundiza aun mas Taifistancia que separa a Wittgenstein del positivismo loglco·: I.a cuestión que plantearemos, entonces, será saber si esas nuevas posiciones no tienen también e fectos críticos contra las de Popper y no revelan alguna secreta solidaridad entre el autor de la Iogik y sus adversarios. Quedará final mente p or preguntar si la práctica wittgensteiniana de la filo sofía, por más desconcertante que pueda parecer, no incluye algunos elementos de un " diagnóstico" ( o más bien, no facilita algunos instrumentos para un análisis) de la singular coyuntura filosófica que continuamos viviendo, y no indica el camino de un "espacio virgen" donde·· ¿quién sabe?- al fin : podríamos plantar nuestra tienda, y de nuevo correr el riesgo . de respirar el gran aire.
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El gran espejo lógico quebrado (lasinvestigaciones) En el prefacio que había redactad o en 1945 para las Inves tigaciones, Wittgenstein expresaba el deseo de que ese texto o volu fuese publicado junto con el Tractatus, en un mism an velarí e r "no os" mient men: estimaba que sus "nuevos pensa (su) e d o d fon el sobre can desta se su verdadero aspecto si no de ello antigua manera de pensar, y por el contraste que resultare". Contraste en el estilo, en el tono, en la abundancia y en la ies extensión de las m aterias abordadas. Esto es lo más manif ado, orden ente dosam cuida o to: por un lado, un pequeño libr con fórmulas sabiamente calculadas, enigmáticas y oraculares, alre cuyo "contenido" esencial aparentemente se concentra te amen técnic dedor de cuestiones de lógica elíptica pero un sin fos parágra e d tratadas; por el o tro, varios centenares orden claramente aparente, llenos de anécdotas, desprovistos 196
de toda tecnicidad aun cuando, por casualidad, Wittgenstein ,aborde cuestiones de lógica y de matemática; todo escrito con el tono de la interpelación permanente, puntu ado de interrogaciones a primera vista descabelladas y de conclusio nes desconcertantes, en modo exclamativo. Por un lado, una obra cuyo autor declara perentoriamente e n el prefacio, hay que recordarlo, que estima "haber resuelto definitivamente los problemas en lo esencial"; por el otro, esta confesión donde se mezclan el humor, la ironía y la desesperación ·en fórmulas ino lvidables: "Con sentimientos encontrados entre go estas observaciones al público. No es imposible que le esté reservada a esta obra, a despecho de su pobreza y de las tinieblas de este tiempo, la posibilidad de arrojar alguna luz en tal o cual cerebro; pero evidentemente eso es poco probable. Con esta obra, no querría eximir a otros de reflexiones, sino a mí. Pero, si se pudiese, incitar a todos a tener pensa mientos personales. Con todo gusto hubiese produci do un / buen libro. Pero la suerte ha decidido de otro modo; y el l tiempo que me hubiese permitido mejorarlo ya ha pasado"._: Sin embargo, no es en esos contrastes en los que pensaba Wittgenstein: si deseaba que el Tractatus constituyese "el fondo" sobre el cual se destacara la "forma" de sus nuevas concepciones, es porque estimaba que las tesis esenciales de las Investigaciones no podían comprenderse sin hacer refe rencia al antiguo libro. No hay, según nos parece, mejor medio de comprenderlo que seguir el orden mismo de exposición de las Investigacio nes que, si bien no tiene la factura del Tractatus, no por eso deja de tener un orden, en nue stra opinión esclarecedor de la posición de la obra con relación a la precedente. El libro comienza, como comenzaba el Cuaderno marrón 54• con una cita de las Confesiones de San AgustÍll: "Cuando se. nombraba un objeto cualquiera y la palabra articulada deter, minaba un movimiento hacia ese objeto, yo observaba y retenía que a ese objeto le correspondía el sonido que se hacía oir cuando se quería señalarlo. El deseo de otro ine era revelado por los gestos del cuerpo, por ese lenguaje natural a todos los pueblos que traducen la expresión del rostro, los guiños de los ojos, los movimientos de los otros órganos, el sonido de la voz, por donde se manifiestan las impresiones del alma· según que ella pida, quiera poseer, rechace o busque evitar. Así, esas palabras que volvían a su lugar en las diversas frases y que yo escuchaba frecuentemente, comprendía p·oco
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a poco de qué realidades eran los signos, y me servían para . enunciar mis voluntades con una boca ya experta en formarlos,,55. Wittgenstein toma la palabra y dice: "Esos términos, me parece nos dan una imagen particular de la esencia del lenguaje"56. El tema está lanzado: se tratará de la "esencia" o de la "naturaleza" del lenguaje. Pero en una perspectiva precisa, que se da de entrada como crítica 57 : se trata, por decirlo así, de "desmontar el concepto filosófico de signifi cado". El relato de San Agustín en efecto está gobernado por la idea de que "las palabras del lenguaje nombran los objetos; las proposiciones son enlaces de semejantes denominacio nes"58 . Ahora bien, advierte Wittgenstein, esta representación es una ficción. Y, en verdad, si se intenta construir un lengua je sobre la base de es� concepción filosófica, se obtiene la representación de un lenguaje "más primitivo que el nues tro"59. Para contraponerla a la génesis ficticia que presenta San Agustín, Wittgenstein entonces hace surgir, con la ayuda de ejemplos concretos, la diversidad de palabras y, correlati vamente, la diversidad de los modos de aprendizaje de las diversas palabras. Muestra así que el modo "designativo" de este aprendizaje no es sino un modo entre otros, que no es el primero ni el más importante. De donde se saca esta prime- ! · ra conclusión: "La noción general del significado de las f palabras envuelve· el fimdonamiento del lenguaje con una;' ,, brurrúü¡ue hace imposible la visión clara" 6 º, ·-1ragam.os· iugar desde ahora el "contraste" de este texto con las tesis del Tractatus, como nos invita Wittgenstein. "Vemos" entonces lo ue frecuenta a esos análisis: no reci samente e aforismo 3.203 que planteaba que "el nombre ingnÍflca el objeto. El objeto es el significado del nombre''¡ imo mas generalmente la concepción del lenguaje gue all1 se habia encontrado sujeta al concepto central de "cuadro". El procedimiento de Wittgenstein consiste en denunciar, ·ara comenzar, la "evidencia natural" para presentarla como una ''fabricación" filosófica, efectuaaa sobre la base de la generahzac1ón de un caso particular arb1tranamente "elegi do" entre los usos posibles del lenguaje. Pero antes de ir más lejos, lo que querríamos es que si este procedimiento implica el enunciado en contrapunto, con una cantidad de tesis "positivas" sobre el lengua¡e y su ráctica, que los lingüistas aprovecharon como no deja "'ª"'"',...." 0 c,u -.�"�)" nn ay que perder de vista Jamas que, 198
esas "tesis" no están presentes en el texto de Wittgenstein .sino a título de instrumentos de una empresa esencialmente crítica que apunta a interrogarse sobre las causas y la exten slon"defos "errores" cometidos en el Tractatus. Así, si el acento está puesto en el vínculo consustancial que une los significados de las palabras con sus diversos usos, es para marcar cómo la concepción filosófica del "signifi cado" despoja a la realidad concreta de lo que pretende reflejar: "Pensad en las herramientas de una caja de herra mientas: allí hay un martillo, tenazas, una sierra, un destomi, llador, un metro, cola , clavos y tomillos. Cuanto más dife rentes son las funciones de esos objetos, más lo son las funciones de las palabras (y hay aquí y allá analogías). Por cierto, cuando las palabras son pronunciadas delante de nosotros, o cuando las miramos en la escritura y en lo impre so, lo que nos despista es la uniformidad de su aspecto. Porque su utilización no aparece tan claramente. ¡Sobre todo cuando filosofamos! " 61 Esta perspectiva es muy explícita en el momento en que Wittgenstein define a noción �entral de "'ue o de le a·e". La definición se formula primero. ' a expres1on ¡uego de lenguaje' tiene que hacer resaltar aquí que hablar del lenguaje forma parte de una actividad o de una forma de vida". Siguen dieciséis ejemplos, que comienzan con dos, cuyo "contraste" ha sido aprovechado en los parágrafos precedentes: "Ordenar, y actuar de acuerdo con las órdenes. Describir un objeto de acuerdo con su aspecto o según las medidas tomadas". Llega la conclusión: "Es interesante comparar la multiplici dad de los instrumentos del lenguaje y su modo de utiliza ción, la multiplicidad de las especies de palabras y de propo siciones con lo qua los lógicos dijeron con respecto a la estructura del lenguaje (incluido el autor del Tractatus logico-philosophicus)" 62•
Entonces se inicia un análisis que varias veces será retoma do y profundizado a lo largo de la obra: el de la génesis del "error" filosófico cuya comprobación se estableció así. Este error, escribe Wittgenstein, consiste "en concebir a la denominación como un proceso, por así decir oculto. El hecho de nombrar aparece como el vínculo extraño de una palabra con un objeto. Y semejante vínculo se produce en realidad cuando principalmente el filósofo, para hacer resaltar lo que es la relación entre el nombre y lo nombrado, considera fijamente un objeto frente a él repitiendo innumerables veces
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(/�aú'cr'ffer'' un nombre, o inclusive la palabra 'esto' . Porque los proble . mas filosóficos nacen cuando el lenguaje está de vacaciones. Y es entonces cuando podemos seguramente imaginarnos que la denominación es algún acto oculto del alma, su manera de bautizar un objeto. Y de esta manera podemos también dirigir, por así decir, la palabra 'esto' al objeto, apostrofarlo: extraño uso de esta valabra que sin duda no acaece más que entre los filósofos"' . Ironía aparte, se ve en qué dirección rosigue el análisis: este "errorsrse debe imputar no a la igno ·ncia o a la pereza de los filósofos sino a un ti o es ecífico e Juego e engua¡e , el ¡uego filosofico", que corresponae, como cualquier otro, o una "forma de vida" determináda Un "Juego de lenguaje" que tiene de particular que, refirién dose al lenguaje mismo, lo considera "de vacaciones", es decir desprendido de todas las otras funciones, de todos los otros · ¡ "usos" en que consiste su naturaleza; una "forma de vida" J designada aquí, en el filo de las metáforas, como puramente 1 "contemplativa'', incluso religiosa < Tendremos que volve r sobre este análisis y sobre las posi ciones filosóficas que implica Pero no adquirirá todo su sentido sino completada y enriquecida por la continuación ulterior. La etapa siguiente del procedimiento wittgensteiniano lo lleva, con toda coherencia, a atacar el presupuesto que estaba ligado inmediatamente en el Tractatus a la concepción de la denominación, concepción según la cual "el nombre debe designar alguna cosa propiamente simple" 64 Wittgenstein cita a Sócrates en el Teéteto: "Si no cometo error, escuché decir por algunos: en lo que se refiere a los elementos originales -si es que puedo expresarme de este modo- con los cuales estamos compuestos así como todo el resto, no habría ninguna explicación; porque todo lo que existe en sí y por sí, uno no podría designarlo sino con un nombre: otra determinación sería imposible". Comentario: "Esos elementos originales eran también los 'individuales' de Russell y también mis propios 'objetos' ( Traétatus /ogico-philosophicus )65 • Pero ¿cuáles son las. partes simples de la realidad? ¿Cuáles son las partes integrantes de un sillón? ¿los pedazos de madera con los cuales está hecho? ¿O las moléculas, o los átomos? Simple significa "no compuesto'' pero ¿qué significa 'compuesto'?" Wittgenstein despliega entonces de nuevo una larga serie de ejemplos que reempla zan "simple" y "compuesto" ert la diversidad de los "juegos
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de lenguaje" en los que se los usa, de donde se vuelve mani fiesto que cuando en filosofía se habla.de elementós "sim: ples", luego de su composición-como lo hacía el Tractatus-, ho es la realidad lo que se describe sino una imagen "fabri - cada de la realidad que se compone"". "Imaginad un juego de lenguaje en el ·cual a alguien se le da órdenes de traer ciertos objetos compuestos de varias partes removibles o algo más de este tipo. Imaginad dos formas de jugar ese juego: en una primera los objetos compuestos (escobas, sillas; mesas, etc.) tienen nombres; en la otra sólo las partes reciben nombres y el todo se describe como la ayuda de éstos. ¿En qué medida una ornen del segundo juego es una forma anali· zada de una ornen del primero? ¿Esta orden está escondida en aquélla y ha sido descubierta por el análisis? En efecto, se descompone la escoba al separar el mango del cepillo; pero ¿por esta razón la orden de traer la escoba también se compondría de las partes correspondientes?" 67 Se ve lo que se juega en estas preguntas insistentes: es grave, dado que se trata nada menos que de la posibilidad de enunciar, según la ambición mayor del Tractatus, una "forma general de la proposición" (6.). Posibilidad que niega ahora Wittgenstein expresamente: "En lugar de indicar algo que es común a todo lo que llamamos lenguaje, digo que nada es común a esos fenómenos que nos permita usar la misma palabra; pero que están emparent ados los unos con los otros de diferentes maneras". Y es por causa de este parentesco o de estas afinidades que los llamamos a todos "lenguajes"" . Se comprende por qué Wittgenstein eligió explicar la natu raleza de sus "parentescos" sobre el ejemplo de lo que se llaman los "juegos". Es la respuesta a una objeción posible, . inmediata y aparentemente muy fuerte. Al proponer hablar de "juegos de lenguaje", en el momento mismo en que declara rehusar en lo sucesivo todo compromiso con la búsqueda de una "forma general de la proposición", ¿no estaría por restaurar clandestinamente una forma general semejante, . bajo la apariencia precisamente de un concepto .unitario de J "juego"? La idea de que hay una "esencia" del lenguaje, dice .J 'usted, es una ilusión que toma cuerpo en los discursos filosóficos, pero -podríamos observarle , Usted mismo, para denunciarla, tiene que apelar a una nueva esencia, la del "juego" mediante la cual define actualmente todo lengua je. Por lo tanto, quizás usted no ha hecho más que pro ceder, muy clásicamente1 a una "sustitución" de "esencia",
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en el gesto mediante el cual pretende destruir todo esencia lismo. Objeción inadmisible, replica Wittgenstein, porque se enuncia desde el mismo punto de vista filosófico que aquí está recusado. Porque en sí misma postula que allí debe haber algo de común a todos los juegos, con el pretexto de que, de otro modo, no se llamarían "juegos". Pero ¿gué es un "juego"? ¿Hay realmente un concepto definido, bien deli �ptado, de ¡uego '? En tugar de postularfo, más bien, vea. Vea, por ejemplo, los juegos con tableros con sus múJtiples afinidades. Luego pase a los juegos de cartas: aquí encontra rá muchas correspondencias con la clase anterior, muchos rasgos comunes desaparecen, mientras que otros aparecen. Si de ahí pasamos a los juegos de pelota, todavía queda algo en común, pero mucho se pierde. ¿ Todos esos juegos son divertidos? Compare el ajedrez con la rayuela. ¿Hay en todos una manera de ganar y de perder, o una compe tición entre jugadores? Piense en los juegos de paciencia, En los juegos de pelota se gana o se pierde; pero cuando un niño arroja la pelota contra la pared y la vuelve a tomar, ese carácter se pierde. Vea el papel que desempeñan la des treza y la suerte. Y qué diferente es la habilidad para el ajedrez y la habilidad en el tennis. Piense ahora en los juegos de rondas: aquí existe el elemento de diversión, pero ¡cuántas otras características han desaparecido! " 69 ¿Qué ve usted aparecer entre todos esos "juegos"? Nada que sea una "esencia" común. Apenas analogías, por otra parte frágiles, parciales, inestables, "parecidos de familia" como en una foto de padres e hijos, hermanos, hermanas,. /tíos, sobrinos y primos. El concepto de "juego", por lo tanto, \ no tiene límites, "porq-ue ninguno ha sido trazado"'º. Y lo , que vale para él vale para todo otro concepto, incluyendo I Tos más abstractos, como el concepto de número71 • L La objeción se reitera entonces: "Pero el concepto de� 'juego' en ese sentido no está delimitado, usted no sabe en suma lo que usted entiende por 'juego' " 72• Por cierto, res ponde Wittgenstein, el concepto es "borroso", pero lo mismo ocurre con los grados diversos de todo concepto, sin que por eso deje de ser un concepto. Una fotografía borrosa sigue siendo una fotografía. Por eso explicar un concepto no puede ser sino mostrar los ejemplos de su utilización, describir las situaciones" en las que funciona porque lo que importa en un concepto, no son supuestos "límites" abstractamente 202
planteados, es decir ficticiamente impuestos, no es su pre tendida "forma"; son sus variaciones, sus deformaciones, sus posibilidades de extensión en sus usos efectivos. "¿Qué significa: saber qué es un juego? ¿Qué significa saber y no poder decirlo? ¿Ese saber es el equivalente cual quiera de una definición no expresada? De modo que si �stu viera expresada, yo podría reconocerla como expresión de mi saber? Mi saber, mi concepto del juego ¿no está íntegramente expresado en las explicaciones que yo podría dar? Principal mente porque describo ejemplos de juegos de diferentes clases, porque muestro cómo se pueden construir por analo gía toda clase de otros juegos; porque digo que difícilmente podría nombrar tal juego o tal género de actividad; y así ·¡ sucesivamente" 14• Apartadas así estas objeciones, el "desmontaje" o, si se quiere, porque sería el caso decirlo, la "desconstrucción" de la doctrina del Tractatus puede proseguirse. La noción de 12 cuadro" había inspirado· una concepción del lenguaje que desconocía la realidad de la práctica lingüística y suscitado el proyecto filosófico de descubrir una "forma general de la proposición", pero si ese proyecto hubiera podido realizarse, es que Wittgenstein hubiese creído encontrar en la lógica russelliana y fregeiana la justificación así como un instrumen to para llevarlo a buen término. Por lo tanto, ahora, es sobre la concepción de la lógica, que se hacen pesar más, según el orden mismo del Tractatus, las Investigaciones. La forma general de la proposición es "la esencia de la proposición", planteaba Wittgenstein en su primera obra (5.471), e "indicar la esencia de la proposición es indicar la esencia de toda descripción, por lo tanto, la esencia del mundo" ( 5.4 711). Esencia de naturaleza lógica, técnicament� formulable. De allí se deducía que la lógica no tenía necesi dad de ser "fundada", "garantizada" o "controlada" por algún "sujeto" u otra instancia" cualquiera que fuere: "la lógica debe bastarse a sí misma" (5.473). La lógica era así llamada apriori, dado que no se puede pensar ilógicamente (5.4731 respondiendo al 3.03), "trascen dental" (6.13), y formaba en su "Gran Espejo" (5.511) una "inlagen refleja del mundo" (6.13). No porque fuera una teoría (6.13) que la experiencia verificase (5.552), sino porque sus proposiciones describen o "representan" (6.124) el "andamiaje" del mundo, y no "tratan", se ha visto, de nada. Dicho de otro modo: es "la lógica del mundo, la que 203 ' 1
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¡ i las proposiciones de la lógica muestran en las tautologías" 1/ (6.22). La lógica, repite varias veces Wittgenstein, es "subli me", como por su lado lo es la "ética". ' A esto se dedica Wittgenstein en su nueva obra. a quehrar ,-¡ � "Gran Espejo"; a mostrar cómo el mismo no era sino un 1 espejismo filosófico. Una formación fantasmática que descan i sa en la serie de ilusiones que acaban de Sllr disipadas a pro !' pósito del lenguaje. Mejor aún; su forma:· acabada, su unifi cación en un sistema rígido, es suprema impostura más que "sublime" realidad. "Estas reflexiones nos han conducido al punto donde se plantea el problema: ¿en qué sentido la lógica es algo subli me? En efecto, parecía que le correspondía una profundidad l particular; una significación universal. Se encontraba, parecí a, en la base de toda ciencia. Porque la consideración lógica explora la esencia de todas las cosas. Trata de ver el fondo y no debe preocuparse de las apariencias del acontecimiento concreto"". El vocabulario mismo del Tractatus, pero paro diado 76 en el sentido más amplio del término. Pero justa mente qué se expresaba en ese vocabu lario sino una nueva mistificación, estrechamente solidaria con las precedentes: así como pensábamos que los conceptos y las palabras tienen límites claramente determinados, así creíamos que su orden \.e_., . I estaba gobernado por "reglas' inmutables y absolutamente t,rf\ imperativas. Y construíamos al mismo tiempo la ficción de un lenguaje 'ideal' , es decir, "superior, por su perfección, a nuestro lenguaje cotidiano" 77; estábamos convencidos de que el "lógico sería indispensable para mostrar finalmente al hombre cómo se debe presentar una frase correcta". Pero ¿qué son las "reglas" de los· "juegos de lenguaje" 1 efectivos? ¿Reglas "precisas", "determinadas", absoluta y i estrictamente prescriptivas? ¿Se observaron en alguna oca sión reglas semejantes? Porque, en fin, ¿qué entendemos cuando hablamos de "regla"? El método de Wittgenstein consiste de nuevo en "exhibir" por "contraste", en su exten sión más grande, la diversidad de los juegos de lenguaje donde entra la palabra regla. Para concluir con esto: "Una regla se presenta como un poste indicador. ¿No deja subsistir ninguna duda en cuanto al camino a seguir? ¿Indica la dirección que hay que tomar, una vez que lo he sobrepasado, sea la ruta, sea el sendero, sea a campo traviesa?" 78 Una regla deja siem pre un margen de indeterminación, 1,m espacio de e uívoco ;\: y es contravemr las regl!1l! a-!--···---- a- !-·· ...!. ? --a 204
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co:n_g_ei;,to de ''regla" toma consistenc· aoe, en lé>gic:a para someter el féiigiiije reglas limifuri eri toda. ocasión, cuyas reglas uivoco, "le taponan todos los agujeros"". U, mas bien; sí un juego semejante puede existir, no es mlis que uno entre os "juegos" posibles con su campo de aplicación propio. Por lo tanto, concluía Wittgenstein: "El poste indicador deja¡ [subsistir una duda. O más bien: a veces la deja subsistir, a 1 veoes no. Pero ahí, ya no se trata de una proposición filosóJ fica sino de una proposición empírica". Dicho de otro modo: la lógica existe, no se trata de negar su existencia, mu cho menos su "derecho" a la existencia. Pero existe c omo "juego" de lenguaje al lado de los otros juegos. Y la mistificación filosófica consiste en creer que tiene alguna perfección, alguna superioridad que la investiría de au toridad para dictar la regla de todas las reglas, al enum ciar la "naturaleza" (la esencia) de la "regularidad" de las reglas ; y que al mismo tiempo le atribuiría el poder de pro ceder a la reglamentación de todas las reglas. Según el camino ya seguido, Wittgenstein se pregunta en tonces por la génesis de esta ilusión filosófica, retomandó y prolongando sus primeros análisis a propósito del "cuadro" ¿Porqué "sublimamos" así la lógica?, se pregunta. ¿Por qué hacemos de ella un "cristal""º de pureza absoluta? ¿Por qué la dotamos de ese poder absolutamente normativo, de esa realidad esencial que le acordaba el Tractatus? El texto a quí se vuelve insistente, vehemente, reitera la pregunta, variando la expresión; las respuestas se suceden ap,resuradas, apremiantes, como al tanteo: es un "prejuicio" 1 que nos a rrastra, una "fantasía" 82 que nos obsesiona, una "exigen cia"83 que nos atenaza, un "impulso" 84. que nos pierde. Respuestas aún poco satisfactorias: porque ¿qué es una "exigencia,,, un ':impulso", un "prejuicio" o una "fanta· sía"? Para intentar recisarlo Witt enstein toma distanci con re acion a la· critica del Tractatus, para inclinarse hacia el anahs1s mas general de lo ue son los " ue os de len a e" illOSO ICOS, como tales Nosotros mismos retrocederemos con relación al texto, hasta aquí seguido paso a paso, para separar lo que nos parece ser el beneficio esencial. Un doble t eneficio que se recoge en dos series de proposiciones cruzadas, por otra, parte a menudo criticadas en los mismos parágrafos: una es la serie "crítica", que prosigue el análisis de la "manera 205
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¿ Una terapéutica filosófica? Para más claridad, separemos de inmediato lo que nos parece ser, en definitiva, el hilo co¡¡ductor del trabajo de Wittgenstein: el análisis del discurso filosófico "tradicional" lo muestra como un "mego de lenguaje" específico, que ten dría de particular el hecho de que él mismo no "jugaría". Lengua¡e muerto, condenado a machacar los "conceptos" arrancados a las prácticas de los lenguajes concretos y vivos. Una manera de "no juego" de leaguaje donde toda la per vers1on o el dano, res1dma en su mvenc1ble ro ns1on a mtro ucirse, aJo e man e as a ras ue as1 abna r a o y en o, en a totalidad de los " º ue os" en .. e estan en unc1on, ra regentearlos, someterlos po W ñelado �e su iuñsctj¡;Ft 10n. · En e horizonte de· estos análisis que figuran como puntos de fuga, la pregunta que acabamos de encontrar bajo su forma má.s tosca no cesa de asomar: ¿ or qué esta empresa de muerte? ¿Cómo, literalmente, nos � eiamos atrapar por ella? Más extraño y más grave: ¿por 9ué, si tal es la realidad de la ráctica filosófica, la seduccion de su discurso nos em rug . ue amor som no nos abraza al punto que nos lleva "espontáneamente" a adoptar las "palabras claves"? ¿Por qué aferramos a ellos nuestros deseos, con el riesgo ine vitable de quedar cautivos para siempre? Por más heterodoxa que pueda parecer una interpretación semejante de las Investigaciones a quienes no quieren ver en ellas má.s que la búsqueda empírica de los dudosos tesoros del "lenguaje ordinario", nos parece que explica bastante bien la disposición de todo un estrato dicursivo de ese texto, al cual a menuc!o se lo ha o·alificado por su presunto "vaga bundeo". Vagabundo en absoluto; por el contrario, nos parf"ce habitado, hasta en su fracaso, por una rara tensión: retomando, sin cesar su aliento y su camino para responder a esas preguntas lacerantes. Hasta conviene agregar que sólo una lectura semejante 206
permite comprender por qué esos análisis están todos agrupa dos alrededor de un "concepto" (o de una "palabra", o de un "fantasma" ... ) filosófico principal y de sus diversas espe cies que son el equivalente: el concepto de "representación",
por lo tanto, también de "intuición" 86, de "sensación" 87, de ''pensamiento'' 88.
¿Cuáles son los "usos" de estas palabras? ¿Cóm o se las utiliza89 , fuera de la filosofía "antes" que el discurso filosó fico se haya apoderado de ellas para su propio uso?, se pregunta para empezar Wittgenstein. Y hace surgir, con su incomparable ·:irtuosismo, la "gramática" de cada uno'º, barrenando el campo de todas las prácticas en las que están investidos con significados cada vez específicos. Procedimien to que de ningún modo es gratuito -como lamentablemente ocurre, a menudo, entre los tristes epígonos de cierta filosofía
"analítica"-- sino que tiene como función mostrar cómo el
lenguaje filosófico se apodera de la palabra y qué transfor mación le hace sufrir para integrarla en su propio juego. Lo ue se descubre, entonces, es ue la alabra, metida as1 en la filosof1a, se encuentra despo¡a a de su esencia, que consiste
recisamente en sus usos91 ;
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-'-o "muerto , entonces esta ob ga a a e un modo descriptivo, un s· nificado mu· de1im1facto ue .e ha s1 o impuesto, y el cual se supone que el sistema de sus s¡gnfücac1ones ex1Stentes debe dimanar luego, al confor marse; segun una reglamentac10n estricta, a sus exigencias. De este artificio nace la impresión de "profundidad" que dan las palabras en su uso filosófico93 , su "rareza" 94, y surge ese mundo de "fantasmas" que los filósofos, secundados según el caso por los psicólogos, se dedican a encarnar. El lenguaje aquí "gira en el vacío" 95 en el reino imaginario de los "significados absolutos". Pero ¡de dónde proviene ese sueño de un "dominio" erfecto de las palabras, esta ambición siempre renaciente de someterlas a alguna ¡unsd1cc1on suprema de la univoci dad, por que esta rabia filosófica que trata de "matar" en la ' alabra lo que constituye su vida, el jue o de sus equívocos; or que esta se ucc1on e o extrano y e lo rofundo? se cuest10na 1ttgenstem que c oca esespera amente con estas preguntas. ¡Enfermedad del lenguaje, enfem1edad que se apodera del lenguaje96 !. .. termina por diagnosticar, a falta de algo mejor. Esto es lo que le permite por lo menos calificar su 207
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Las lecciones de Sobre la certeza
Nos nos parece que en estos días haya sido acordado a los últimos textos de Wittgenstein todo el interés que merecen 1 os.. Ni se ha advertido, sobre todo, que, al retomar en ocasión de una crítica de las tesis de G. E. Moore las cuestiones mismas que estaban en el corazón de las Investigaciones, se hizo sufrir a la doctrina que allí se había esbozado algu nas modificaciones decisivas. Esas modificaciones afectan ·tanto al análisis crítico del discurso filosófico "tradfofo. ñál" como, implícitamente, a la concepción que le opone él , autor de una nueva práctica de la filosofía. Estas provienen � c e 1 o �=n�riri�d:d�� ;� ,�:Zrat;ut1ci� 1u§�1�\s, ��� él- cierre del espacio te órico de los escritos prec edentes. .nJ.mo Ambas surgie'ron de un nuevo examen de la cuestión de (--· Wittgenstein: la del estatuto del "Juego de lenguaje" filo sofico. ---¡:¡¡;jños visto q11e a este "juego", bajo su forma "tradicio nal", se le habían atribuido caracteres tan específicos que podía parecer legítim o calificarlo de "no juego": juego del "no juego" que se colocaba él mismo "fue ra de juego" para arbitrar todos los "juegos". Allí el lenguaje gira "en el vacío", denunciaba Wittgenstein, y lo reconducía, terapéutícamente, a las condiciones reales de su ejercicio. Esperaba así "des baratar" la mistificación filosófica, abolir sus "fantasmas" al contacto c o n el "suelo áspero". Solución poco satisfacto ria, ya lo habíamos dejado entender, que d ejab·aen suspenso fii-temíl>le cuestión de.las causas de esta supu esta " enferme dad", para no describir sino los síntomas; solución insufi ciente para dar cuenta de su eterna repetición; impotente, ya lo dijimos, para analizar y "liquidar" los beneficios se cundarios que los enfermos parecían complacerse en sacar de ellos. Solución que no permitía comprender mejor cómo el. "terapeuta" {Wittgenstein) había podido escapar, por su parte, al dominio de dichos males, es decir también indicar de dónde pretendía sacar su poder médico. Sobre la certeza nos incita a pensar que esas cuestiones provisoriamente últimas continuaron obsesionando a Witt genstein hasta sus últimos momentos. Y si bien él mismo confiesa, algunos días antes de su muerte, que un "ancho blanco" 1 º 6, subsiste todavía en su pensamiento, que no esta rá en lo sucesivo en condiciones de llenar, se puede decir que 209
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ciones en las que cobran Victa'"". !:'ara cteCll'lO me¡or: será puro "exterior"; no una teoría ni una doctrina, sino una r>ráctica que partirá del hech o de que "nuestras palabras son ;ambién actos"'º' y no simples "pinturas", por el hecho de :¡ue el lenguaje no es tanto un medio de comunicación como un "instrumento" 102 del cual nos servimos "para influir sobre otras personas de tal o cual manera" y sin el cual "no podría mos construir rutas ni máquinas, etc. " 103• Se dedicaría, así, a "disolver'' incansablemente los "pseudoproblemas filosófi cos": "Cuando los filósofos usan una palabra -saber, ser, objeto, yo, proposición, nombre- y aspiran a captar la esencia del objeto, hay que preguntarse siempre: ¿Esa palabra tiene efectivamente aquel sentid o en el lenguaje que es su país de origen? Lo que hacernos es devolver las pala bras de su uso metaffaico a su uso cotidiano" 104• Wittgens tein prop one a los filósofos e sta consigna: " ¡ Volvamos .a poner l os pies sobre e l su e lo áspero!"
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."Usted 'sabe' ¿Pero qué quiere decir eso?", pregunta ' , Wittgenstein, que pasa por el cedazo la nomenclatura de las i i "certezas" de Moore. ¿ Cuáles son los empleos de estas pala- i ] bras filosóficas: "saber'', "verificar", "experiencia", "fun- \ L stros juicio_umpíric_os" --� Este papel Wittgenstein lo precisa por retogues sucesivos: es sustraer a la duda ciertas proposiciones. "Las preguntas que ñacemos y nuestras cluaas se basan en lo siguiente: ciertas proposiciones son sustraídas a la duda, como bisagras s obre las que giran esas preguntas y dudas. Es decir: es inherente a la lógica de nuestras investigaciones científicas-que efecti vamente c iertas cosas no se pongan en duda Pero no es que nosotros no podamos entregarnos a una investigación sobre todo, forzados así a contentamos con presupuestos. No. Si yo quiero que la puerta gire, es necesario que los goznes estén fijos" 1 º8• Todas o casi todas, las nuevas osiciones de Witt enstein paf os en esa met ora L a estan resum1 as en esos t res p ara'gr i ea de q ue no h acemos preguntas smo · sobre 1a base e un ,,,09 aliza sistema art1cu1aao ae ".1uel(os.ae ¡ena1rn1i:l . 2 - - - .,, que se re
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desde la infancia'14 y que faenen una ex1Stenc1a social é ltll; tbrica115 . La Ídea ae que "esas conv1cc10nes" estan a tal p unto ancladas en todas nuestras preguntas y respuestas que no es pos1bl e h urgar en e11 as116 , que, as1, es por exc us10n a e un c1eíto numero de P=unta.s. como se forma lo que se llamaTa "racionalícfad" en un momento dado delafustona 211
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' que hace que es· sobre el fondo de este sistema "heredado" 118, según un ºS la divisibn entre "lo verdadero y lo falso" 'fP.: sistema de verificación". Wi enstein escribe: "Ese sistemá e� algo que el hombre au rm 1,e por o oservaciony apren a iza,¡e. Ccm_tocj¡¡, intenCIO_I). no i'lJg9 'aJ?:rende' "� , .;Ahora füe� cuiil es el 1nstrumeiiio de ese proceso de "re chazo", de •exclusión" de ciertas preguntas, gue se opera en todo momento para asegurar, conseroar y garontizar el 'lnstema de creencias establecidas y de prácticas a las gue. 'corresponden: precisamente esas "palabras" filosóficas gue u • an forrna a nue stros JU1c1os: " sab e r'', ¡¡verificacion", "ex f periencia". . . El juego de lenguaje de la filósofía "tradicigl1 ! na1", como todo 1uego de lenguaje, actúa, pues, y trabaja: trabaja y achla sobre el sistema mismo de los juegos de lena,¡e ex1Stentes para mantenerlo ''fijo" alrededor de sus \ r; goznes". 1 Lo mismo ocurre con el fundamento: "Aun si todo habla en fauor de una hipótesis y nada en contra, ¿es ella objetivamente segura? Se la puede llamar así. Pero ¿concuerda absolutamente con el mundo de los hechos? En el mejor de los casos ella nos muestra qué quiere decir 'concordar'. Nos resulta difícil darle una explicación. ; En qué consiste, por lo tanto, esa concordancia, sino en qué' lo que es prueba · e habla en favor de nues manifiesta en esos Juegos de le tra propos1e1on. o . . ? (Tr Ah · ora actatus logico-philosophicus). - --=-....-----füen, fundar el testimonio de esas pruebas, justificarlo, cono cer su término; inclusive el término, no es que ciertas proposiciones se nos presenten en la evidencia como verda deras inmediatamente. Por lo tanto no es, de nuestra parte, una manera de uer; el término es nuestra acci6n que se encuentra en la base del juego de lenguaje. Si la verdad es lo que está fundado, entonces el fundamento no es verdade ro, ni tampoco falso" 12 O en una fórmula lapidaria: "En la base de la creencia fundada, está la creencia que no está fundada" 12" 'A'.Pl:1 ué ueda, p ues, del g ran J'uego filosófico t radicional · · " d e- 1os enunc1 os, '11 µ... del ºfu,n_j amento.., d e 1a u-¡ustif"1cac10n si no el ran círculo ilusorio de un discurso que no se coloca cormenzo (y a1 coman~la o eI" conocim1ent o" sino para~ •, ·11.oSbft enmascarar mejor e veraaaero comienzo mismo í 1empo ,... ro nara ser mas exacw: para regresar• el suyo propL, -, e mejor a ese comienzo real en los rermínos del comienzo ficticio así instaurado y acordar solemnemente en su nombre
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,una sanción eterna a las formas, es decir a los límites, ricamente determinados de ese comienzo real'? ' 1! · · n esta e ectiv os ro e ,¡ no son usíntomas" de una "enfermedad" cualquiera de los filósofos o de la filosofía. Tienen una existencia material, sociohistorica, detenninad3- . . Por eso mismo la nueva práctica de la filosofía predicq ~ ~ llevada a cabo por Wittgenstein ya no sera considerada un1../M)~ tera éutica". Y si el autor de Sobre la certeza nnanece Ír.Ji 1__ ora s enc10so so re ese pun ; s1 en ninguna p e se l,M.. VU\... encuentran escritas por su pluma expresiones del tipo: " l a ~ filosoña debe ser.. : '', lo que se lee entre líneas no es un mis{""' terio: practicar la filosofía sólo puede ser en su opinión practicarla sin fingimientos, contra la simulaci6n filosófica que está destinada a reconstituirse sin cesar, puesto que tiene una, base material en la existencia misma de nuestros juegos de 1 tenguaje y en su funci6n social¡ aportando la turbación, sacu: 1'il ~ aiendo los "goznes,. eara introducir el ''juego:•. Para em~leaÍotra de sus expresiones, veríamos en su pri.ctica el rec azo. ás ero la fflosofia d'e! "es así" 122 or un filosofo ue no comprome , mcansa emente a acer la pregunta de las pre-~nfas: '.'¿Y por que no de otro moclo?;
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* * * P1>ro antes de mostrar lo .que creemos entender, por nues tra parte, en esta i nterpelación wittgensteiniana, intentemos hacer un balance de esos análisis autocríticos y de extender las conclusiones al positivismo lógico y a su crítica poppe-
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Se sabe que, desde los años 30, Wittgenstein lamentaba públicamente el "dogmatismo" del Tractatus. ¿En qué con sistía, según él, el "grave error" que había cometido entonces.? e2Un se vio en haber o ensaj o a ue rioo 1a reITTll ar_AA, . j5i'o1ilema fil oso• f ico: eI d e1 conocimiento. y a lo di¡imos: el Tractatus no elabora _ninguna "teona del conocimiento" en el sentido clásico del termino. De ninguna manera se p rop onía - es'fu6Iecer un fundamento de la "veriiad" n ara someter a su J'urisdicción el dominio e 1os "valores" ( eticos . ' estético; religiosos, ohticos.. : ). or el contrario, el disposi • tivo filosofico particÚlar prepara o por Wittgenstein tenía por finalidad recusar una jurisdicción semejante: por lo tanto, nada de "sujeto" trascendental o empírico, ninguna 213
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tentativa para "fundar" la matemática y las ciencias de la naturaleza, nada tampoco de "metodología general"; por el contrario, lo dijimos también, el autor se consagraba a demostrar que esas cuestiones carecían de sentido. Por eso, lo habíamos hecho notar, es por pura equivocación o impos tura que los miembros del círculo de Viena pudieron creer que en ese libro se encontraba la "biblia" de su movimiento. . Es cierto ue, vista desde sus nuevas osiciones, la doctri / na el Tractatus or lo menos había cometido la im ru en cia e reconocer la existencia de un problema del conocí. miento, aun cuando haya sido para enterrarlo en su solución \ y encontrar así un espacio de libertad para los valores éticos \ yesteticos. En la nueva termmología de Wittgenstein, dii.agamos que, en lugar de resolverlo, debía haberlo "disuelto''. 'y al hacer eso al mismo faem o ue se habna evitado el error enunciado en as Investigaciones e sub imar a log¡ca, se habría desvanecido el rmsteno de lo "mefable" con el cual debió entonces rodear a la ética Esto es lo que se expresa �-Mm( con toda claridad, si no ya en la Conferencia sobre la ética"', donde la concepción del lenguaje establecida en el Tractatus �� todavía se mantiene implícitamente, por lo menos en las conversaciones que pudo haber tenido, pasado el tiempo, sobre el mismo tema Cuál es la esencia de un juicio ético, se le pregunta. ·"Todo es asunto de 'código', responde, de 'sistema ético'. Es absurdo preguntarse cuál de esos códigos o de esos sistemas es el mejor.". "Suponed que yo diga que el sistema cristiano es el sistema correcto. Hago un juicio de valor. Eso equivale a adoptar la ética cristiana No es como si yo dijera que entre tales teorías físicas una debe ser la correcta. El modo en que una realidad corrobora una teoría física -o la contradice- no tiene nada que le corresponda en este caso. Si usted dice que hay diferentes sistemas de ética, no dice que son" igualmente correctos. Eso no signifi ca nada. Exactamente como no significaría nada decir que \ cada uno es correcto desde su propio punto de vista. Eso solamente podría querer decir que cada uno de esos sistemas • juzga como lo hace" 124• Por lo tanto, empleamos el término "ético" ara variados sis emas y, conc uye en mea e as nues ,gaczones, es �· variedad es algo importante para la filosofía". Se percibe, ahora, como el movimiento autocrítico del· pensamiento de Wittgenstein se dirige a la vez contra el neo-
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·· . . Las dos doctnnas · pos1t 1v1Smo y contra e1 sis. tema poppenano. se··refiicionan·; con sus propÍ
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�1rciÉ�·�j¡ :ad::liaiii�11ot;�trrs:sli 611: J;óji d�:{� -� de sus ata·o el or racticas, as e unto con el someter es :: juegos de lenguaje", a los procedimientos de esta uni fea- ()\. · ción. Para hacerlo, los partidarios positivistas de la "ciencia unificada", que habían renunciado al "sujeto" trascendental y se habían colocado, en función de sus objetivos ideológicos, en la imposibilidad misma de "sublimar" la lógica como lo había hecho el Tractatus, se verían obligados a defender la id� desastrosa a los_ ojos de W;ttg_enstem.,_g_ue existiese algo ll!lÍ_.�o_mo un "metalenguaje" que enunciara las "reglas" Ipre.s�!1.t�tgente _intangibles de la sin�i§._q_el le.l!@aie y tam·J bién a reintroducir clandestinamente al "sujeto" cog11oscente ·' e las teorías tradicionales del conocimiento or el ses o e os enunciados "protocolares".
. . ., , . En cuanto a Popper, al exaltar la defm1c10n semant1ca de· 125 la verdad propuesta por Tarski , no había hecho otra cosa que operar un desplazamiento general de las cuestiones al interior del mismo espacio filosófico. Con los mismos fines, pu�.s_to�_qt11l_, _talllbié11 él, aunque sobre otras bases, pensaba unificar el conjunto_de las cienc_ias naturales y "sociales". · Podemos hacernos una idea de lo que Wittgenstein pudo pensar sobre las últimas tentativas popperianas para enraizar su metodología en los datos de la "neurofisiología" si leemos ese texto del Cuaderno marrón donde se denuncia la tendencia que tenemos a "utilizar una imagen que describe un estado de cosas para determinar un comportamiento posi· ble"
126 :
�'Se encuentra una manifestación de la misma ten�
dencia en el hecho de dar el nombre de 'disposición de espíritu' a la aptitud para resolver un problema de matemáti ca, a la aptitud de disfrutar un fragmento musical, etc. Esos no se consideran procesos conscientes, sino más bien como la manifestación de un estado de cosas espiritual que supondría la presencia de un hipotético mecanismo, un esquema mental interno que explicaría los fenómenos de conciencia ( ... ) Obsérvese con qué seguridad se nos declara que una cierta configuración del cerebro debe corresponder a las aptitudes del calculador, del hombre que recita poemas de 0
memoria, etc., Sin poder suministrar ninguna precisión sobre
las correspondencias psicof!Sio!Ógicas que implicaría dicho 215
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,s¡, esquema. Esos. fenómenos son considerados como el resul tado de la disposición del mecanismo mental que sería la condición de su posibilidad". ¡Nada más absurdo, en su opinión, que ese "mentalismo", juego de lenguaje de la filosofía tradicional que se disfraza de discurso científico para hablar de la autoridad en moral, religión y política! Podríamos haber tenido la tentación, al presentar este paralelo y esta confrontación entre Popper y Wittgenstein, de mirar lo que parece ser el brillante éxito del primero: un sistema construido piedra sobre piedra, ahora terminado, que parece "cubrir'' íntegramente el campo de los "grandes" problemas filosóficos, y cuyo valor ha recibido el reconoci miento público de varios Premios Nobel; y el fracase del segundo: un libro de inmediato silenciosamente rechazado en cuanto fue publicado, luego, nada más que no fuesen incesantes tentativas, siempre abortadas, para establecer posi __ciones seguras en filosofía. , · No hemos hecho ningún misterio en esto: ese "fracaso", si1¡ [ podemos emplear el término, nos parece infinitamente más ¡ �ecundo que ese éxito... Y de ello querríamos ahora dar unaJ Lidea.
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Capítulo 4
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PARA UNA FILOSOFIA SIN FICCION*
·Hacia el supermaterialismo
Procedinliento
Antes de comenzar a sacar lo que nos parece el beneficio filosófico principal· de nuestro procedimiento, tal vez no sea inú ti! que nos explicáramos una última vez sobre su aspecto de conjunto, En particular, querríamos prevenir todo equívoco sobre la naturaleza del presente trabajo y subrayar los estric tos límites de nuestro propósito. Debe quedar en claro que en ningún momento hemos pretendido presentar -aunque más no fuera a título de esbozo- una historia del positivismo lógico, de sus avatares y de sus críticas; que no hemos busca do identificar y analizar ni las condiciones históricas ( eco nómicas, ideológicas, políticas, científicas y filosóficas) de su constitu ción como movimiento filosófico original ni las consideraciones de los cambios internos de la doctrina que rápidamente dividieron a sus adeptos. Resueltamente hemos desviado nuestra mirada de las "causas" para llevarla y mantenerla en la superficie de los "efectos" históricamente
* Se ha traducido la palabra "feinte u por ficción porque este vocablo tiene 1 además del sentido técnico jurídico de suposición para fundamen· tar un derecho, el de acción y efecto de fingir, que es el otorgado por Lecourt a su uso. 216
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asignables al dispositivo teórico que se instaló en la Viena de entre ambas guerras. No es porque desconociéramos el extremo interés que tendría haber escrito esta historia propia mente dicha; ni aun, porque conscientes de nuestras lagu nas hayamos retrocedido frente a la inmensidad y a la difi cultad de una tarea que queda por cumplir, sino porque no nos pareció que hu biésemos entrado todavía en ese "destiem po" histórico que sólo dará un sentido definido, si no defini tivo, a los elementos constitutivos de esta formación teórica y a su disposición singular. En efecto, apenas si podemos discernir hoy las premisas de ese tiempo del que finalmente será posible decir cómo los temas que hemos mostrado pudie ron "injertarse" en un cuerpo de doctrina relativamente uni ficado y poner a su servicio el entusiasmo de la pléyade de "filósofos-científicos" cuyos escritos hemos recorrido. Así nos vimos obligados a adoptar el único partido que, por el momento, parecía estar a nuestro alcance: dirigir nuestra investigación sobre los "puntos sensibles" del positivismo lógico, que se señalan como tales retrospectivamente a nues tra atención por la insistencia de las críticas que recibieron, de modo de sacar las lecciones inmediatas de esos cincuenta años de debates que constituyen una impresionante "expe riencia filosófica". Digámoslo claramente: si hemos creído poder tomar ese camino, lo hicimos corriendo el riesgo de presuponer que existe en filosofía una "lógica" de la argu mentación y de la discusión Una "lógica" que se impone a los protagonistas, a menudo a espaldas de su conciencia, y que puede ser analizada por sí misma, al nivel del despliegue de los efectos contradictorios de las tesis iniciales que están en la base de su desarrollo. Por lo tanto, hemos partido del hecho bruto, casi silencioso sobre sí mismo que, a partir de los años 20, en filosofía, las cartas se encontraron redistri buidas según un "reparto" que decidió, en lo esencial, el juego que más tarde se jugó. De ahí el estilo de nuestro primer capítulo, deliberadamen te neutro, obstinadamente documental, donde, como sim ples cronistas, nos hemos despojado cuidadosamente de toda tentación de análisis para mostrar, en el nivel de los textos, donde el movimiento encuentra sus primeras expresiones pú b!icas y la doctrina sus primeras sistematizaciones con ceptuales, lo que fue la "conciencia" filosófica de los inicia dores de dicho juego. Justamente hemos consignado la suce sión de acontecimientos a los que hacen referencia exolícita 218
esos artículos y esos libros y nos hemos esforzado por poner al descubierto las formas filosóficas que se adoptan para reflexionar sobre esto. Así descubrimos el núcleo del positi vismo lógico, y con gran dificultad hemos trazado el perfil del sistema de posiciones teóricas que coordinaba a distancia . Una investigación semejante, voluntariamente despojada de toda tecnicidad, nos· parecía adecuada, en su laboriosa estrechez teórica, para nuestro proyecto: hacer un análisis comparativo del doble cuestionamiento cuyo dispositivo : inicial fue el objeto de Popper y Wittgenstein. J Lo decimos de inmediato, no sólo esos dos cuestionamien tos no nos parecen igualmente fecundos, sino que el que supone el largo trabajo aútocrítico de Wittgenstein nos _resulta lo bastante radical como para poner el acento en los límites de la crítica popperiana del positivismo lógico, es decir, para poner en claro la g,;,_9Jej;;l._ s.9Jid¡g:igªd que,. salvadas y respeta das todas las distancias, continúa ligando a Popper y a sus adversarios declarados,. Mejor aún: las últimas posicfones-CÍ.é Wittgenstein en filosofía, así encaradas en sus relaciones de antagonismo con las dos doctrinas con las cuales las confron tamos, precisan la imagen y dan un primer ejemplo, según un camino inédito, de lo que podría ser una nueva práctica filosófica que, sin especular de ningún modo sobre la "muerte" de la filosofía o sobre su transfiguración "cientí fica", podría, sin embargo, ajusto título llamarse "revolucio naria". En esta medida, y bajo las condiciones expresas que ahora vamos a enunciar, nos parece que la obra de Wittgens-· ! tein puede prolongar sus ·efectos críticos hasta nuestros días: contra las S'!I)ervivericias empecinadas del posfüvfamo logico--cfásico,. contra "Tás-vanántes ortodoxas, disidentes o desgast_ac'lasjfer popperianismo,_ pero tambié i;i contra. algun� de las tendencias dominantes de esta filosofla llamada "ana lítica'' que sigue reinando en el mundo anglosajón y sus dependenciasPero eso no es todo, porque tenemos la convicción de que, por un giro probablemente inesperado, los más agudos de esos efectos críticos también sirven ara aclarar los tr' icos c e·ones sin salida en os ue se atasca e e ace mas e cincuenta años la vers1on ommante e o ue se conoce como "materialismo dialectico , para esignar a la as1 ama da "filosofia marxista". Sostenemos en efecto que, a pesar de su oposición hasta hace poco proclamada al positivismo lógico y sus reticencias oficiales con respecto al popperianis219
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mo, esta filosofía comparte algunos de los más acreditados y de los más insidiosos presupuestos de la "concepción tradícional" de la filosofía, cuyas víctimas inconscientes seguían siendo esasdos doctrinas como lo demostró Wittgens tein. Por cierto, no tenemos la pretensión de querer provocar por nuestra parte ningún "recomienzo" del materialismo .dialéctico, pero nos sentiríamos felices si pudiéramos por lo menos contribuir a su acabamiento, es decir a su muerte. Esa muerte por tan largo tiempo diferida y cuya saludable promesa expresa, sin duda, con otros síntomas, la iniciación dela''crisis"-generaI-que· sácUde ·acfüamierite ál marxismo. Porque·es a ese único precio, ·segun·n:uestrii." o inión, güero que "liübo de··\TIVO en la práctica filosófica de Marx podrá reencontrar, en la coyuntura acfü�, el P"t§1':í_c;lru qr_¡tfco _9.11_f_ tuvo· eii·otros tiempos. Esté ·potencial cuyos gastos corrieron a éaigodifla:-ecoriomía política a fines del siglo pasado.
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La falsabilidad cuestionada Cabe recordar cuál fue el punto fuerte de la crítica poppe riana al neopositivismo lógico: oponer al principio de verifi cación de los enunciados el de "falsabilidad" de las teorías como criterio no de significado (que permitía la división entre ciencia y "metafísica") sino de demarcación, entre ciencia y no ciencia. Este criterio nuevo permitía, según Popper, resolver el problema del empirismo --el de la induc ción- y eliminaba algunas de las aporías epistemológicas más graves en las que se habían enredado tanto Neurath como Carnap y Schlick. Hemos visto cómo se constituyó, y Juego se reconstituyó, el sistema popperiano alrededor de ese punto fijo. Popper consagró todos sus esfuerzos a la defensa primero y luego al refinamiento de dicho criterio, que se convirtió en el emblema filosófico de su doctrina; la palabra clave que Je permitió conquistar audiencia y crédito en una cantidad cada vez mayor de científicos de diversas discipli nas. Su fuerza de convicción es tal - que sin Jugar a dudas no sería excesivo hablar en este caso de un poder de fascina ción. Esta fuerza y este poder se explican con bastante facilidad. Esta fuerza Contra una filosoffa que se presentaba a doble
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título como la del hecho consumado ( el de la observación y el de la sintaxis l9gica); que no tenía otro horizonte episte mológico que el de los resultados de la práctica científica (y su formalización); que, por lo tanto, estaba ineluctable mente condenada, quiérase o no, a ignorar el proceso que era la base de sus resultados, P�r recordaba oportunamente esa condición --�S()J11ta_ �ff_t!:11bs.j��ciEJI1t1ficcJqÜe fo�_cli, correr el riesgo constante de chocar con calleiones sin salida y errores, la de sllmr ei désmentiiíá"ae"fa experjeI1ciaJ(a_t1Jo� como su sanción positiva). Ese recuerdo, reforzado por una potenteapelación. corrEiiátiva a la audacia teórica, fue escu chado a partir de los años 60 como una invitación a liberarse de la dictadura del significado y a desprenderse del culto de los hechos. En lugar del examen minucioso pero impávido del lenguaje de la ciencia, identificado a su "alma" misma, los científicos descubrían una epistemología que restauraba en sus plenos derechos el trabajo, del estudioso, el pertinaz y aleatorio proceso de transformación cuyo objeto es el sitio permanente. Al misino tiempo, todo el gigantesco sipar11-to material, institucional y conceptual de la investjgació_11, lai; . realidades mismas de su labor cotidiana hacían su entrada en esta _�gig.ticl� '_'I_ógTu�''., xqlatUizª1i9ci ·a s.ii paso las pobre&. _ abstracciones de lo "sensible" o de los "enunciados protoqo-. _ lare_s",_ "únicÍls "Tlbiises'' concretas que el empirismo hubiese podido ofrecerles. .Este poder. Popper no se contentaba, habiéndose apoyado en la autoridad de Einstein' , con restituir a la reflexión filo sófica de los científicos una parte esencial, indebidamente silenciada, de su actividad. No se limitaba a abogar por ese derecho con el riesgo 9ue causa la atracción de la ciencia como "aventura espiritual". Su gran arte consistía en no _darle otro papel a dicho riesgo que el de conjurado de entra ' da. De ahí la fascinación de un criterio que sólo exalta la • función positiva del .error en las formas mismas en que la : niega, puesto que, por un imperturbable sistema de control i (su metodología) se hace fuerte al dominar por anticipado : , (y cada vez) los efectos de sorpresa y de trastorno. '-· Lo di"imos: la reten�ión de Po er, ue se enuncia en el voca u ario JUn 1co, carga o e e urvocos e criteno e e e uego, a e e ar en con 1c10nes e eci 1r, antes e a expenmen acron e ec rva, me 1an e a so a 1nspeccion ae la estructura de la teona que se v a a testear, las condrc10nes de su nuesta a prueba expenmental'. La pref.ens1on de
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Popper es la de detener, armado de ese criterio, el poder de proceder en lo absoluto a la discriminación no . ya de proposiciones (verdaderas, falsas o carentes de sentido) sino de teorías (científicas, jerarquizadas según su grado de "verosimilitud"), o .no científicas ( como el marxismo y el psicoanálisis). Arbitraje intemporal (ahora enraizado en la naturaleza)' al cual presuntamente se someten las forma ciones teóricas rivales en su lucha por la existencia. Es en este punto, nos parece, que el desplazamiento de la cuestión que hace Wittgenstein puede ayudarnos a ver claro en la pretensión de Popper y a plantear la cuestión de los títulos de su criterio. Mejor aún: a preguntarnos por la nece sidad de la ilusión de discriminabilidoogue surge cuando )¡¡, discriminación ado ta la forma filosófica del "criterio". i lo que hemos dicho de a concepc1on e a ilosofía que se propone en las Investigaciones es legítimo, entonces hay que sos�char del derecho de enunciar criterios que se atribute "espontáneamente" la filosofía tradicional. Nq sobre a validez de tal o cual criterio (significado o demarca-, cion sino en rinci io · sobre la idea ue ten n nuestro · e rentes 'áuegos de lenguaje" de plegarse a la autoridad de cualguiera e ellos. Wit enstein denuncia el do atismo4 imphcito de esta concepcion y de esta practica e la iloso fía que se obstina en querer que la realidad se ajuste a su� decretos. La impostura que combate es la idea de que podamos con toda soberanía situar nuestra reflexión crítica en algún punto cero de la teoría y de la experimentación desde donde, como detentadores de las reglas, tendríamos la ventaja de dominar el juego que va a entablarse y hasta podríamos decidir, en el elemento de la virtualidad, las condiciones. � de aceptación o rechazo de tal o cual enunciado o grupo ¡ de enunciados. Pura ficción la de esta presunta posición de : ! comando con lá cual el filósofo cree darse el bienestar imagi1 nario. Tanto es verdad que un mismo "juego de lénguiije" ; ! jamás está a cubierto de tener que modificar en el curso l i de la partida sus reglas aparentemente mejor establecidas,J '" Además, hacer comparecer el conjunto de nuestras "teorías" ante el mismo tribunal para discriminar entre sus pretensiones respectivas a la cientificidad es, en el movimien to de su reconocimiento, ahogar en la indistinción todas las dJferencias que trabajan de hecho sobre ellas mismas en los vericuetos de nuestros juegos..Y este procedimiento vuelve; 222
muy. clásicamente, a investir a la filosofía de la tarea de \' ,.... ( -<.v1 "garantizar" con el rótulo de la verdad las reglas y los resul 'i tados de una familia de "juegos" (la de las ciencias) para acordarle la. preeminencia sobre las otras. Al precio, justa mente, de este desconocimiento, sobre el cual acabamos de llamar la atención, de que el proceso de esos juegos -o, si se prefiere, la infinita sucesión de "golpes" en que cada uno consiste- se despliegue en realidad sin ninguna garantía, con el riesgo perpetuo de tener que renunciar a sus primeras seguridades. • Confrontada con la posición de Wittgenstein, la metodolo· gía popperiana aparece así �orno una nueva versión de esas filosofías de la "garantía" que, ar realizar, bajo efpretéxto de una teoría del conocimiento, un deseo'de1os'cienffficós, iiiañHene en una representación ilusoria y conservadora ae su práctica; y que, al dar cuerpo a uña'Íantasfa'cára"a'i fos filósofos - (la del dominio y la seguridad),.iós 'iriánileni ' bajo el imQerio de esta con.cepción errónea según la cÜal la·¡ �ilo�fía �e�?ría que ser_ un _ "cuadr.o'' ,;rd�na�o del mm_ido ¡ e as prac 1cas; un mundo que e 1 a dommana en e 1 c1e 1o , j ·. impasibledesusupremajurisdicción'' ! •
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El "análisis" cuestionado Ahí no se detienen los efectos críticos de la obra de Witt genstein. Por encima de la metodología popperiana, a la que alcanza áe rebote, más allá de las posiciones del neopositivis mo clásico con las cuales de antemano, desde el Tractatus, se había puesto en posición de conflicto fundamental y contra las cuales en lo esencial se había desarrollado su auto crítica6 , apunta a .algunos de los dogmas mantenidos en forma más constante por la filosofía "analítica" de ascenden cia russelliana, al mismo tiempo que niega ciertas interpre taciones de su propio método por la filosofía oxoniana llama da del "lenguaje ordinario". Hasta nos parece que, por ese atajo. permite plantear algunas cuestiones, no - carentes' ae· va1órae esclarecimiento, a· 1a filosofía "espontánea" de los I[nguls1as contemporáneos, división de· la bases descubrir --·-- -·--·· - ---···· .. ·---· - -r----------·-· ·- las ---- ---·- y-·-principal que. opone actualmente a ' estructuralistas" y nconstrucíivlsfa-(': Al menos eso es lo que querríamos mos223
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: trar ahora brevemente contentándonos sobre el último punto, en marcar las cuestiones, puesto que nuestra posición filo sófica, fiel en eso a la de Wittgenstein, no nos permite tener la esperanza de aportar soluciones a problemas científicos que, en el mejor de los casos sólo podríamos ayudar a formu lar, por la simple superación de los obstáculos que se oponen a ello. Se sabe que uno de los presupuestos principales del aná lisis russelliano siempre ha sido el de la "transparencia" del lenguaje. Presupuesto explicitado en los Principia1, manteni llo y reivindicado como tal en La evolución filosófica de mi pensamiento ª . Una de las ventajas de la "teoría de los tipos" -que rechazaba por su parte el Tractatus9 - había sido, en opinión de su autor, la de preservar esta transparencia gracias a la herramienta de la nueva lógica contra la sombra amena zadora de paradojas que, hasta ento11ces, parecían afectar irremediablemente nuestras actividades linguísticas. Con la teoría de las descripciones'º , en opinión de toda una gene ración se creyó haberlo establecido triunfalmente. Y se ha visto cómo el mismo Witt enstein, en su primera obra, da crédito sin reservas a Russe ñ sobre ese unto. Se uede decir sue el l!rograma del "análisis" se encentro as1 1¡a o durante' medio siglo por lo menos, Ahora bien, precisamente ese presupuesto es el q ue las Investigaciones critican, remontándose a sus fuentes filosófi cas, sin concesiones, cuestionando al mismo tiempo el programa que traía. Ya lo hemos dicho, Wittgenstein se bate contra la concep ción "designativa" del significado, que había aceptado en el Tractatus. Contra la idea de que la palabra sea "etiqueta" de la cosa: "Se cree que aprender el lenguaje consistiría en poner nombres a los objetos. Y particularmente a los seres huma nos, a las formas, a los colores, a los dolores, a los humores, a los números, etc. Repitámoslo: nombrar es como pegar una etiqueta a una cosa. Se puede decir que es una preparación para el uso de una palabra. ¿Pero de qué es la prepara ción?"" Y, en el parágrafo siguiente: "Nombramos las cosas y desde entonces podemos hablar de ellas, y con esto referir nos al hablar". Como si por el simple acto de nombrar de biese ser dado lo que luego hacemos. Como si no hubiese sino algo que se llama 'hablar con respecto a una cosa'. Mientras que hacemos las cosas más diferentes por medio 224
de nuestras frases. Piensen tan sólo en las exclamaciones con sus funciones totalmente diferentes: ¡Agua!. ¡Váyanse! ¡Ay! ¡Socorro! ¡Qué hermoso! ¡No! ¿Está usted de acuerdo siemp,re en definir a dichas palabras como "nombres de objetos?" 2 Esto conduce a Wittgenstein a rechazar la tesis según la cúal "la palabra no tiene significad O· si nada le corresponde". "Es iinpoitarité advertrr, escribe, que la palabra 'significado' está empleada de modo indebido si se la utiliza para signifi car la cosa que 'corresponde' a la palabra. Es confundir el significado del nombre con el que lo lleva. Cuando M. N. N. muere, se dice que el portador del nombre muere. Y no ten dría ningún sentido decir: 'M. N. N. ha muerto' " 13 De ahí se deduce la tesis radicalmente antirusselliana de que "cada frase de nuestro lenguaje está en orden tal como está" 14, el rechazo a considerar que pueda haber algo como un "análisis final de las formas de nuestro lenguaje, y así una forma totalmente esclarecida de cada expresión"". De ahí, en fin, se comprende, el abandono del proyecto mis mo del "análisis" tal, como la tradición lo había recibido de Russell: "En filosofía, comparamos a menudo el uso de las palabras con los juegos y los cálculos que tienen reglas fijas, pero. no podemos decir que alguien que utiliza el lenguaje debe estar jugando un juego semejante. Pero si usted dice que nuestros lenguajes son tan solo aproximaciones a tales cálcu los, se encuentra de inmediato al borde de un malentendido. Porque entonces puede parecer que lo que hablamos sería un le11gUaje ideal. Como si nuestra lógica fuera, por. así decir, una lógica en el vacío. En tanto que la lógica sólo trata del • lenguaje -o del pensamiento-- en el sentido en que una ciencia natural trata de un fenómeno natural, y lo más que podríamos decir es que construimos lenguajes ideales,.. Pero áqüí lá palabra 'ideal' es susceptible de inducir a error, porque daría a pensar que ese género de lenguaje sería supe rior, más perfecto que nuestro lenguaje cotidiano, y tarea del lógico mostrar a la gente a qué se parece una verdadera frase. Todo esto, sin embargo, no puede aparecer con su verdadera claridad sino a partir del momento en que se 225
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han clarificado aún más los conceptos de comprens10n, ae significado y de pensamiento. Porque entonces se volverá claro también lo que nos cónduce (y de hecho me conducía) a pensar que el que pronuncia una frase en el sentido en que la escucha y la comprende, efectúa un cálculo según reglas
No volvamos sobre este último punto del cual ya hemos intentado dar una aclaración; acentuemos el alcance del rechazo de Wittgenstein, antes de abordar de nuevo la contra partida positiva. .!_,o_g�e-�ell\1!1_�-� i,yittg�nstein es un malentendido. El doble malentendido en que no han cesado de complacerse hastá hoy ciertos log1cos y cfortos-"füigüistas con relaclón a los cuáles ºáigunos filósofos, no se han sentido culpables de óiganiiár su connivencia, jugando a mediadores para óénefi: cio de su filosofía. La concepción de una lógica "natural", que ºfunciona. ueri. el vacío"' en espera de ser "colmada"' ·norma ideal de todo lenguaje efectivo posible; la concepción de un lenguaje ordinario desfalleciente, olvidado de su esen cia lógica, a la que habrá que reconducirlo mediante opera ciones de depuración. · Se· p1aiitea la cuestión de saber si no convendría extender los efectos de esta denuncia más allá de las "equivocaciones" del Tractatus, más allá del "análisis" russelliano clásico , más allá inclusive de todas las tentativas carnapíanas que mani fiestamente caen bajo su golpe inmediato, sobre programas como los de la reciente glosemática de Hjelmslev 7 y, íióy, · de �_sta_'_'fiemantic Syntax", disidente del chomskismo, '.\ue. según muestra Gilles-Gaston Granger en su última obra 8 , · "bájo la pluma de Lakoff19 , está ani.rrl�da "por un poderoso deseo de naturalizar, si se puede c:feCIT, la lÓg¡ca", reactivando una vez más el proyecto ( el "sueño") leibniziano de caracte nsfaca umversa[ • Positivamente, se sabe, Wittgenstein opone a la concepción designativa del significado, otra definición. El significado de una palabra, dice, es su uso. Pero un "uso" que, hay que señalarlo, no es "puramente" lingüístico, puesto que los "juegos de lenguaje" muestran una combinación ( Verwebung) entre lengua y actividades. En el pasaje justamente famoso de la.s Investigaciones donde se presenta la primera y célebre definición de los "juegos de lenguaje", el autor escribe: "Podemos pensar en todo el proceso del uso de las palabras como en uno de esos juegos por medio de los cuales los niños detenninadas'' 16.
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aprenden su lengua materna. Yo llamaría a esos juegos 'juégos de lenguaje' y a veces hablaría de un lenguaje primi tivo como de un 'juego de lenguaje' ( ... ) Yo //amararía también al conjunto, constituido por el lenguaje y las activi dades con las que está entrelazado, el 'juego de lenguaje' "2 º. Porque el lenguaje es así una "actividad" socialmente imbri cada en otras actividades de naturaleza social resulta que "si un león pudiera hablar, no podríamos comprenderlo"21, ya que nos faltaría (le faltarían) hábitos, costumbres, ins tituciones de la vida social en las que un lenguaje dado adquiere su significación. Ya hemos señalado el carácter alusivo y enigmático de esas observaciones; volveremos sobre ellas Juego para intentar develar el enigma de nuestro propio punto de vista. Sea como fuere, se Je reconocerá el mérito histórico de haber atraído poderosamente la atención de los investigadores sobre rasgos de la actividad lingüística que habían sido mantenidos casi en la sombra o por lo menos en las márgenes turbias de la investigación lingüística. No quedan dudas, en efecto, de que· , los célebres estudios de Atistin sobre los " perfomativos" 22 / son directamente tributarios del esfuerzo wittgensteiniano por aniquilar el mito del enunciado puramente "constativo", y allí se uede ver la fuente del interés actual por la "prag j mática"�3, es decir no por el enunciado en sí mis!ll9 sjllo_p,,r las condiciones de la enunciacíOri:"-· �da por ver sí, una vez mas, Wittgenstein ha sido bien comprendido, y si su posición, correctamente comprendida, no permitiría evaluar correctamente ciertas tentativas recien tes en ese-dominio, que no vacilan en apoyarse abusivamente en su nombre. Pero, para comprenderlo, hay que volver la mirada hacia una segunda serie de efectos críticos de las Investigaciones, estrechamente coordinada con la precedente desde el punto de vista filosófico.
* * *
Pre guntas a los lingüistas
La polémica contra la tesis de que existiría un uaje privado", si se desarrolla en los últimos textos bajo"leng la form de un rechazo de todo "sujeto" psicológico del conocimie a to; si en pleno acuerdo esta vez con el Tractatus, se extie n nde
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también a toda hipótesis de cualquier "sujeto trascendental", no debe hacer perder de vista que implica otro rechazo, correlativo pero qu¡zamas-aific[ dééntendei sr se lojúzga por el olv1do-en eril:üe paréceri liaberiie enterrado sus inipli ·cácfories: Ese rechazo es el de todo ijWllW dellenguaié. . .... · La concepcibn de los "juegos de lenguaje" tiene, desde luego, el siguiente carácter radical: Wittgenstein quiere ha cernos comprender que el lenguaje es una práctica a la cual estamos sometidos; afiliados, pero de la cual no somos los amos. Su tesis, tomada en toda su fuerza, dice que cuando entramos en la práctica del lenguaje, no es un "nosotros" ya constituido el que "toma parte" en ello, sino que, por el contrario, "nosotros" estamos constituidos por dicha prác tica. Lo qg� l_o_s más enigmát_icos de sus textos intentan hacer nos compr_�d_llr, .�s que no hay e11 nin_g{in c�t>_p.!_E*lzjs�11cia_ ae un "sujeto" -un <'y_o''-- en el lellgl!aje._ T-ª1 es, aj J;I!enos [email protected] nuestra Ópinión, el aspecto más agudo de sus_J,rrgos duelen. las muelas", o, anaíisis sobre expresiones como "me . . . ·en $obre la certeza, "yo sé"24 • T>¡gainoi-inás: Ia consecuencia más fuerte del aspecto la remisibn ue hace a iaJ' "social" del ""ue o de len ·e" el su¡eto de constitucion a que es "formas de vida"Íénguaje /y por lo tanto del conocrm1ento¡ sgbóhé no solo'. el lenguaje. sino. en el lengu¡;ie,,,, lo que algÜños proponen' llamar la dimensión del "discurso ,'. Esta tesis' comporta dos consecuencias ci;íticas inmediatas de la analo· de gran importancia. Fija firmemente los límites 26 , y prohí ajedrez" de "juego y lenguaje · gía propuesta entre be interpretarla en el sentido en que lo propone por ejemplo Searle en su teoría de los "actos de lenguaje"". Porque, si es cierto que hay un aspecto de la analogía que rechazaría Wittgenstein, es el que ante todo retiene Searle: que al ser constitutivas las reglas del juego de ajedrez, ponerse a jugar implica una sumisión deliberada ("intencional", dice clara mente el autor) a esas reglas28 • Para Witt enstein, la práctica del len a·e es una ráctica sin su·eto rev10 , en a ue el "sujeto" lle�a a tomar cuerpo, cons I UI o por es a pract1cl\_ y las otras practicas sociales con las cuales esta entrelazada. Tanto como decir _qtie, se!lll.n el, atraer la atenc1on sobre la enunciación no era de nihgún modo; como ya Austm comen zaba-a--suponer, interrogarse sobre las intervencionesaei" " u·eto de la enunciación" en el discurso; or el contrario era una incitacion a desprenderse e ese antasma ideológico 228
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el ",ajero" del le"1!Uaj• W,ofükodo eoo ,1 fildi,Woo ablante , para mterrogarnos so re a posic1on e su¡eto que allí se es a ece, en la relacion que esta pos1c 1on mantiene con las otras prácticas s9ciales30 • Segunda consecuencia. Así como no admite un sujeto "individual" del le ·e Wltt enstein tam admite a su uesta existencia de un su eto umvers oco e a act1v1lingÜ!stica. se suJeto universal . p_ostula o 1 como tari:ioiéri, eri"otra peispecfiva, por cnoms se a la "com e"fe!l.CI3.�ai !O!': ---c ·--, o �ll�nlf'l --n� ....... �_"'i nrw :s -'� b _ ·----L '' dIScutib!A· ..............a.1�s, de Descartes t. Wittgenstein no era lingüista y no se preocupaba establecer las bases epistemológicas de una "ciencia" lingüpor ís1 tica; tamp oco era "filós ofo del lenguaje", pero el sesgo para ' abordar, con sus propios objetivos en filosofí la cuestión a, ' del lenguaje, _le permite, nos arece, resolver ené p rgicamente . · sobre las.dos tenclencias_ f_ilqsoficas 1en ql,le se repart e..hoyJa ÍingMstica, No dándole 1� razón a ninguna de las dos. ]',los: trándolas víctimas de dos errores en el fondo complemen rios: los <•estructuralistas", por haber admitido que ta: lenguaje pueda, integralmente, por los rasgos sistemáticoel de su organización, con o sin la ayuda de ese lenguaje ideals . J que sería la lógica, dar cuenta del todo del lenguaje, siempre la desborda; !_?s otros, P.� �miti.J: algú_ri_"'s_ajque eto'.'_9.eL/ lenguaje que sería por derecho amo de un juego cuyas reglas yloque-se,_apÚesta s_e le es_C_!!I)8,ll e11_p_tlne_;ipi o,. porqúi en un �ntidCJ �l. e� por sí mislllo eljt1guete, e� c\ll<;i.i:)nelucta- , blemenl:e «Jugado", aún si, introduciendo algún juego en ese : juego, llegara a ( re )conquistar a su favor la inteligencia. -Se puede fomentar que Wittgenstein no· haya availzado _, un paso más en esta ruta; y que no haya tratado de aclara el proceso de constitución de ese "sujeto" que tuvo el inmenr so mérito de concebir como "efecto" de una sínte sis de determinaciones que remiten de la práctica lingüística a las L "". .iJ otras prácticas sociales. ¿ Tal vez por ese camin _ o habrí regresado a Viena? Pero a la otra Viena: no a la de los filósoa (/(..1'.,W'L fos-científicos, sino a la de Freud y los primeros analistas. Sabemos que siempre rechazó eso 32 , por psico razones de ética·Pero para no tomar en serio los trabajos de un hombre que, también él, examinando atentamente los lapsu s, Jru; palab ingeniosas y el lenguaje de los sueños, intentaba "ana ras el lenguaje con una nueva modalidad, tal vez nunca lizar" perdió
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enigmas que lo el poder de comenzar a resolver uno de los las palabras de " ador bruj r "em obsesionaban: la del pode s claves", abra "pal esas que d verda es Si claves de la filosofía. entra encu las n convenientemente ajustadas, ofrecen a quie de fante triun o", " el cual a ocasión de ese " ozo" con el se o cuan o man rmag o en 1ca 1 su parce am1en , se gra m10. dom su· ad y de c;a�ta con los signos ilusonos de su umd para mternarnos rano temp siado dema es aun m duda a desviarnos un os vam o, más en esa dirección. Por lo tant ién abierto tamb no, terre otro poco, para establecernos en en suspen ndo Deja tein. gens Witt por a nuestra investigación la s: de saber so por el momento la cuestión de las cues),tione dos terrenos esos si, por azar (es decir: con toda necesidad tros que no pode noso de no tienen en alguna parte, tan cerca mos discernirla, una frontera común. ara tan - ¿Una frontera? Pero, ¿si esta frontera uenoes escap lugar? no un porq sino da mira tra obstinadamente a nues no ese en que ¿Y si Wittgenstein nos indicara desde rlejos en os estam e dónd os, a condición de reconoce \ lugar estamEs de a reserv la con , doja para na decir, sin ningu filosofía? tipo: del es fica filosó ión cuest una de \ saber que la forma L'.'Y o no se dónde estoy"
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Los juegos de lenguaje filosóficos si tanto Volvamos a los últimos textos de Wittgenstein: ell, Pop· Russ a desconcertaron a sus lectores, lo mismo que pudo plantear per y a mu chos otros, al punto de que se esos escritos abiertamente la cuestión de saber .por qué no es cierta merecían ser calificados como "filosóficos", ctos pasmo mente tan solo por el "contraste", en ciertos .aspe _profunda so, en efecto, que lo oponen al Tractatus Más fico con filosó rso mente, ello se debe a que practican33el discuhistoria de la filo la en r un registro que casi no tiene fiado de sus pre!'le sofía anterior. En lugar de atacar las tesis letar los, como comp o los ficar recti , cesores, para criticarlos de sus letra la a capta los in enste Wittg , es de "tradición" que juego un de discursos para hacer aparecer las reglas que " ficos filosó tos ellas jugaban sin saber. De los "obje tado acep había s cuale los la historia le había legado --y de 230
ciegamente una parte en · su primer libro--, muestra que no existen en el sentido en que la filosofía entendía conferirles existencia. Que esta "existencia no era sino la realización alu cinatoria de una metafísica latente inscripta en el lenguaje tradicional. Lo que las Investigaciones nos muestran es, así, el desmoronamiento del significado "bien conocido" de las palabras de la filosofía, al contacto "áspero" de la práctica lingüístic¡¡. "ordinaria". Una a una "saltan" así las abstracciones sobre las que giraba el discurso filosófico. Y poco a poco se hace escuchar un Il)andamiento mayor: _.,lespojarnos del hábito de considerar a ciertas categorías como adquiridas. Wittgenstein se consagra a "disolver" las ; "positividades", sobre las cuales ese discurso creía apo-] \ yarse tranquilamente; denuncia su "unilateralidad", su j ''fijeza".
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- Pero, al mismo tiempo, se interroga sobre la constitu ción de ese discurso. Y aquí lo guían sus propios errores del Tractatus: el principio del discurso filosófico que cuestio na no consiste, como él mismo había cometido el error de hacerlo, en instaurar entre sus significantes y sus significados una distancia, colmada ilusoriamente, de inmediato por la institución entre ellos de una relación "representativa" o "figurativa", para luego conformar mejor a las normas de ese lenguaje el sistema de los otros "juegos de lenguaje". "El primer paso" en el error, escribe, "aquel que uno no percibe", consistiría entonces en un cierto tratamiento de nuestras prácticas del lenguaje. Ese primer paso nos arrojaría sin escapatoria a las redes de una ontología representativa respecto de la cual, en consecuencia, no nos quedaría sino clasific¡¡.r, ordenar y codificar sus categorías. Así se inaugura ría, sin que lo supiéramos, lo que llama ahora el "despotismo de la lógica": tiranía ancestral de la forma sobre el conte nido, de la cual el positivismo lógico sólo sería la versión moderna y sofisticada, pero tanto más insidiosa porque, con el modo del "es así", se dedica a remitirnos sin cesar, en un puro juego de espejos, de una evidencia (la dé la "for ma lógica") a otra evidencia (la del "hecho" empírico). Lo que creímos descubrir en los últimos fragmentos que comentamos es que Wittgenstein profundizaba allí su análisis al interrogarse sobre la presencia de esas categorías filosóficas en nuestros "juegos de lenguaje" cotidianos ( científicos, religiosos, éticos, estéticos... ); y hemos intentado seguir su esfuerzo para detectar la función con que están investidas: 231
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función de "fijación" en los límites de un statu quo teórico e ideológico. Así se precisaba la concepción de la p,ráctica filosófica que quería promover: no la constitución de una nueva doctrina, "teoría del conocimiento", "epistemolo gía" o "ética", sino una práctica de la filosofía que se adapte a su propia naturaleza discursiva; que inte!Venga a cara ·aes; cubíérta en eJ conjünto dEdas practicas del lenguaje, ru aj>o:· yarse ·en· él proceso de su "vida", en��ª 1.J?ll especí!i�� para desplazar a las palabras, alterar las referencias, levantar· el"filoqueo"- ésfablécído por· 1as categorías filosóficas uni tanas que conCuri:en "espontáneamente" a estructurarlas. -¡;a cuéstlón oe esta "espontaneidad" permanece abierta en Wittgenstein. Sin embargo, una de las direcciones en las que según él podría comenzar a recibir respue�ta, está indicada 34 explícitamente: en la correlación, varias veces subrayada , entre "juegos de lenguaje" y "formas de vida", A menudo se ha observado, para lame ntarlo, que la naturaleza de esta correlación no está precisada y que, en particular, la noción de "formas de vida" 35 ermane ce borros No lo negamos. ero, por nues ra parte, tenemos la convicción de que si hubiese podid o llevar adelante e) anfllisis, Witt¡wnstein habrta '·egado al reconocimiento (por otra arte esbozado como un re ampago en a nos e os últimos fr mentos de la natu ra eza con a 1ctoria de los procesos ideologicos que enfoca así a su manera; que, por ese hecho, e l examen d e los "juegos 'ilosóficos" le hubiese descubierto un nuevo aspecto de la 'icción ue había e rcibido: la ne ación del sistema re ado de las contradicciones socialmente determina as que atra �san las diversas regiones ideológicas de una formación' social dada. P.ara decirlo de otro modo: la prfictica filosófica tradic1onaI le areció entonces como una ráctica de unifi cacion e as I erentes re¡¡¡iones i eologicas 9,1,!e re iza a mismo tiempo en su maqumaria lingüística la n egación e' ¡;roceso contradictorio que se efectua en cada una de es regiones con una modalidad propia �-----------
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¿Hacia un supermaterialismo?
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Por lo tanto ahora nos tomaremos la libertad de desplazar nuestro vocabulario con relación al de Wittgenstein para dar 232
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una exposición sumaria de lo que podría ser una prolonga ción semejan re de las Investigaciones. Y, dado que utiliz amos térmlnos que pertenecen a la tradición marxista, digamos enseguida que no se trata de da, aquí una ''interpretación marxista" de Wittgenstein, es decir de fortalecer una versiém del "marxismo" en sus certezas permitiéndole asimilar los "logros" de una filosofía que le es completamente aje na Nos parece que hay que terminar con esos ejercicios de vampirismo filosófico donde la práctica marxista de la filosofía a menudo sólo se parece a una pálida copia especu lativa d el libreto de la "noche de los muertos vivientes". I\1ás bien querríamos poner de relieve el beneficio esencial mente autocrítico ue el marxismo podría sacar de someter sus ce ezas a los ne os e una ectura e 1tt enstem. tan. sólo entonces, al apoyarse en las recti .icaciones as1 operadas, se tendria la posibilidad, en nuestra opini6n, d<,. comenzar a colmar el "blanco" que subsistía en el pensa miento de Wittgenstein. Pongamos las cartas sobre la mesa. Si las Investigaciones, leídas en la perspectiva que hemos adoptado, nos parecen comportar una lección decisiva para la . concepción y la práctica marxista de la filosofí a, es por el ,s esgo con que a_tacan a la "filosofía tradicional". Porque la práctica de la filosofía que Hustran impone repensar comple: tameñre- \os 'términos y las reglas, si. no los desaf10s,. del cori.flícto que, según el marxismo, dividió a los adversarios en ·1a historia de la filosofía; porque, en consecuencia, nos invi tan a transformar profundamente la nodón misma de "mate: nahsmo" a TaqUe apé1an1os·partidarios del marerialismo dia· · ··· · · · ·· · lectico. ·-·-· · 36 Essabido que, clásicamente , los marxistas se representan la historia de la filosofía como el rerreno de una lucha mile nana entre dos tendencias contrarias: el idealismo, tendencia dominanre en las sociedades de clases que plantearía "la pri macía del pensamiento sobre la materia", y el materialismo ue, al planrear a la inversa la "primacía de la materia sobre el pensamrnnto", estar1ti, et.erna victima del oprob10, siempre a la espera del día anunciado de su triwifo. No faltan manua les, ornados con las estampillas más oficiales cuando no con las más prestigiosas, para defender ·y diseminar inclusive hoy 37 esta representación que a menudo toma la forma caricatures ca siguiente: la filosofía pondría e n lucha dos campos ne ta ment,e delimitados que continuarían haciéndose frente en una 233
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interminable guerra de trincheras. Dos ejércitos bien alinea dos, cada uno acampado en sus posiciones, de los que sérlo se renovarían el material y los hombres. Cada uno con sus gene rales, sus estandartes, sus fanfarrias, sus ex -combatientes, también sus muertos, de quienes la historia de la filosofía recogería piadosarnentelosnombres grabados en letras'ae-orosobre los monumentos a su memoria Yá liivimos· ocasión de denunciar esta mistificación ue ol5 aria a ensar or o emas contra los textos mejor elaorados de los mismos c as1cos , que aya ex15 1 o una "progenie" de doctnnas mte !mente matenal1Stas ue se opon an a una escen encía de doctrinas inte almente idea 1erto caso Lyssenko hasta nos incitó a calificar de < 1s as. policial una concepción semejante, tan bien adaptada a la "lógica" del terror, de las exclusiones y de la intimidación de los aparatos políticos que reivindica aquel marxismo39 • La modesta experiencia que teníamos de la lectura de los textos filosóficos nos había llevado entonces a proponer que se comprendieran las cosas de otro modo: la lucha de tenden cias en filosofía, decíamos, es primera con relación a esas tendencias. O aún, en términos más abstractos: hay 9ue afinnar la primacía de la contradicción sobre los contranos; si se uiere como se retende defende a conce ción Una primacía dialectica materialista de la contradicció semejante implica de nmediato ue la contradicción se re e¡e en os termmos ue opone; por o tanto, concreta mente, en e caso que nos ocupa, que e ma en roo es e siempre atravesado or el 1deal1Sroo ue el 1deal1Sroo arnas es e espoJa o de materialismo. Resumiendo, que se trata de una lucha doblemente interna de tendenl!'!as y no del simple enfreritamiento de dos "campos" extenores el· uno al otro. Y destacábamos que semejante lucha de tendencias se msertaría en el proceso general de la lucha de clases donde reina, especificado según sus diversas "instancias", el mismo tipo de contradicción. Althusser escribía, en un¡,. fórmula · enigmática: "La filosofía es, en úítima instancia, lucha de clases en la teoría". No obstante cierto .. arreglos que hayamos tratado de apor tar al esquema de la lucha en filosofía, seguíamos aceptando como tales, según su definición marxista tradicioñál, las nociones de matenahsmo e 1deahsmo, s1h
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ue la acepción de dichos términos que herediíbamos · f.ormaba todo un cuerpo con el aisposillvoaeTos "carnpos11 234
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toman cuerpo; En otros términos, la reabsor rencias que combatía Wittgensteín sólo seríación de las dife cual se realiza la contradicc ión de clases en el modo en el la práctica ideo " log1ca de la dommación de clase. Pero, para realizarse, esta contradicción que hay que agregar esta precisión, sugeridase disimula Por gaciones y por Sobre la certeza: que el trata por l as Investi-miento del len guaje en el cual se basa esta práctica de la filosofía tiene por efecto "sustraer" a sus lugares de uso ciert fijar, es decir eternizar, lo que entonces as palabras para apare significado y consagrarlas así como "due ce como "el" adonde regresan después de.•la transforma ñas" del juego ción. El modo de· (': .,.,,J.5, ser de es!a filosofía tradicional e ¡ or lo tanto como o í' w'.".[ ' anunciabamos, la negacion de las condiciones de l as mod i-, 1i\O� dades de su práctica La simu lación de una simulación. Volvamos, pues, una fil.tima vez hacia la figura � de lo que podría ser una "nueva" práctica de la filosofí sus rasgos. No serí a él ajus!e de una "teoría" a, para precisar trina" que dispondría c ontra la primera o de una "doc otra lingüística des!inada a proceder a una unificaci "máquina'' ón ideológica opues!a Más bien sería una "antimáquina" que, pra cticando la filosofía de un modo radicalmente disimétric o, desmonta ría sistemáticamente los en · es de la rimera para prou cir la eliminación de esta n acion or la base de un estudio concreto e a contr ese hec o, so re adiccion as1 a ctua fizada, procedería contra su reabsorción de las dÜerencias ue se establecen se a la resta uraic ón transforman entre as practicas soci es en e movimiento de to•i: Una filosofía, pues, que no fingiría su entre azam1en Cfones serenas, "obJefavas" o "descnp enun c iar proposi mundo", sino que, por el contrario, antici favas , sobre "el aria ro .. a ie en asUlUl as como activas , estinadas osic iones a provo '�oar, en el conjunto de las ideologías que c ubren las diferen''tes practicas, e e c os e "cambio" en cont Tucion". Una filosofía que odría c onsi ra de su "cernen- f.imof-:r¿ derarse "crítica" en 'L· lit senti o en ue sena a ermanente uesta en crisis de las C,u._n ()Cc ormas eon cas gue - t1en e a um 1car t ommant.e. ¿Conviene designar un modo tal de filos ofar como "mate ri,aJista"? En un sentido, estaría perfe c tamente justificado dado que esta filosofía comienza por insc ribir en la filosofía misma la primacía de la práctica sobre la teor ía para recono cer mejor y establecer esa primacía fu era de la filosofía en
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las diferentes prácticas. Y se podría mostrar que un modo de filosofar semejante de hecho ha sido en suma el de casi todas las filosofías que se proclamaron "materialis tas". 48 Pero el peligro, que no sólo es especulativo, es hoy· que la palabra "materialismo" de inmediato se entienda como una concepción del mundo que remite a la "materia", cual mstanc1a de smtesis que exprese un _p_unto..de vista de clase unificado. Las fuerzas que empujan hacia este malen tendido, instaladas en ·e1corazon rmsmoaela concepc10n dominante del "materialismo dialéctico", son tan aplastantes que nos parece necesario hacer jugar la palahra misma de materialismo, para perturhar las "ideas" (y las prácticás) de aquellos que hacen profesión de ello hablar más bien , de "su ermaterialismo" ue de materi mo si ha ue 1 e 1quetar inevitablemente nuestra posicion. � No ignoramos lo que puede haber de audacia, y hasta de imprudencia, en proponer semejante innovación lingüística para reemplazar un término ("materialismo") que la historia de la filosofía ha consagrado como desafío de sus más calurosas batallas, pero a menudo hicimos el elogio del riesgo en las páginas que preceden para que nosotros mismos nos sustraigamos a ello. Sobre todo, además de las razones que acabamos de anticipar, vemos en esta innovación varias yentaj as. Primero la del signo que esta palabra dirige -por encima del superrealismo que quisieron sus partidarios, lo lOlt.ucw:( cual es verdad al precio de un grave error sobre una y la otra-. valientes comhatientes de la lucha de clases y del inconsciente, �Jl)l)UJ'al "superracionalismo" de Gaston Bachelard que intentó prin· zt�" cipalmente hacer escuchar su lección de epistemología. Se sabe en efecto que era como nosotros aquí, a favor de una filosofía "abierta" -en contra de las filosofías de !a "razón cerrada", es decir también en los límites que le imponía l& huella del racionalismo de sus maestros (Leen Brunschvicg)-: que Bachelard militaba en epistemología y, para marca. sus distancias con ellas, no había vacilado en forjar su neo logismo, retorciendo las palabras para abrir los ingenios; mejor aún: por una filosofía de a ertura ue centribu ese mediante sus preguntas a levantar os o stac os que, a causa l filosofla "perezosa" que combaba, amenazaba sm cesar
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nomhre de antipositivista resuelto que era para justificar el término en el que queremos concentrar la lección que creemos poder extraer por nuestra parte de un autor que, en nuestra opinión, comparte con él esta posición de principio. Pero hay más. Porque, al groponer designar a la nueva práctica de la filosofía como 'supermatenalismo", en el mo mento mismo en que apelamos. baJo nuevas formas, a conceptos marxistas ("lucha de clases", "ideología dominan te", etc.) para defender el proyecto, es eramos salir al cruce de dos tipos de aberraciones que afectan_la concepcion so viética) dominante del materialismo dialéctico y del materia lismo histórico. La rimero de esas aberraciones consiste en ver en la alian za de dos términos ("materi · mo" y "dialéctico") la combi nación de una "teoría del ser'' (materialismo) y de su "mé todo" (dialéctico)49 • A esta concepción, oponemos que las tesis "materialistas" son, en tanto tales, tesis "dialécticas", que todas son especificaciones de la tesis inicial, siempre a restaurar en filosofía contra la tesis adversa, de la primacía de la práctica sobre la teoría; que, por lo tanto, hay una re]
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dialectico de esta práctica materialista de la filosofía es �cisamente el r�o que le imQide des2legarse en una "ontolo�ía"; lo que acentúa el 2refijo "super'' 9.ue sugerimos adherir al término ''materialismo". - ---�
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La segunda aberrac1on, que hace sistema con la pnmera, es inducida por el paralelismo lingüístico instituido por el marxismo soviético entre "materialismo dialéctico" y "mate rialismo histórico". Marx, según se dice, habría procedido con el mismo gesto a una doble fundación: la de una ciencia nueva ("materialismo histórico") y la de una filosofía nueva ("materialismo dialéctico"). Pero, a favor de la repetición del término "materialismo", pronto se reabsorbió la 2rimera en la \ segunda, que aparece entonces como la "garante" de sus títulos de cientificidad. Se conoce la fórmula consagrada : ¡ : . desde hace mucho tiempo: "El materialismo histórico· forma 1 · parte integrante del materialismo dialéctico". De allí se dedu i. ce inmediatamente la tesis que quiere que el "materialismo IJ1 � ,;'"-,'.�· histórico" sea la "aplicación" de las ''leyes" generales enunciadas por el materialismo dialéctico. Ahora bien, esta - ;,i, tesis es precisamente, con sus consecuencias políticas inme diatas la que nos parece necesario rechazar'º, recordando que si la obra de Marx es, en este punto como en muchos otros, 239
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equívoca y contradictoria, la "crítica" de la economía polí tica a la cual consagró lo esencial de su actividad teórica procede de otro "método" completamente diferente de la aplicación de las así llamadas "leyes" sacadas de un cuerpo de doctrina filosófica que se cuidó muy bien de constituir. Por el contrario, los conceptos claves de E I Ca ital no udieron formarse sino so re a ase e un cuestionamiento e las evidencias alrededor de las cuales "giraban" literalmente los textos de los economistas. Si hay la posibilidad de prolongar la obra de Marx, no puede ser por lo tanto sino reactivando este cuestionamiento, en contra de su entierro. or esa ran maquma e ar respues as por an 1c1p o a t o aque o "en que se ha convertido el mateñahsmo dialectíco en tanto '"cementó" de la 1deolog1a dommante del Estado sov1efaco y corazon de una supuesta "c1enc1a de la füstona". Tanto como decir que este "supermaterialismo", crítico y revolucionario, sólo podría ser lucha sin fin contra todas las formas de ideología dominante que sabemos. por la teoría y la experiencia, que son llamadas a reconstituirse sin cesar . sobre nuevas bases a medida que se prolonga y se transforma el mismo proceso sin fin ue es, Marx muerto o vivo el de la u a ecases.
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En 1942, en "la soledad heroica de una prisión" (Bachelard), Jean ·cavailles escribía lo que debía ser su última obra, (l••"'/'·· el texto breve y denso que fue publicado con el título de \P'IIAl uv¡ Sobre la lógiea y. la teoría de la ciencia'. Esas pocas páginas, llenas de una inmensa y viva cultlira ·matemática, dominan desde muy alto el conjunto de las cuestiones filosóficas planteadas por el estatuto de la nueva lógica. Con mucha atención á la posición Jogicista y a la posición husserliana, organiza· su confrontación apretada en referencia constante a las dificultades encontradas o esquivadas por Kant en su proyecto de constituir una lógica trascendental. Establece que, recusadas ( en el positivismo lógico) o reconocidas y asumidas (Husserl), esas dificultades continuaron afectando eón diversas modalidades las "teorías de la ciencia" que tomaron como base o como tema a la lógica matemática, y que les impedían en principio dar cuenta de la práctica efectiva de las ciencias matemáticas y físicas tal como se realiza en el entrelazamiento de sus procesos respectivos. Del logicismo, dos callejones sin salida esenciales se señalan y se ponen de relieve. El primero concierne a la formalización sintáctica. Admiti da la distinción tarskiana entre el plano dé lo "formal prima rio" y el de la sintaxis "que pertenece a otro formal", ¿de
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mecijda en que éstos se recogen en7 reglas de empleo que sólo importan para el sistema a definir" • El segundo callejón sin salida del logicismo, según Ca vailTes, aparece en el tratamiento del problema planteado por la física_ Es decir el problema muy conocido de los "enunciados protocolares". Aquí, observa Cavailles, el logi cismo todavía es víctima del engaño de un "comienzo abso luto": los "enunciados protocolares", inventados por su realismo ingenuo, suponen en realidad lo que es la cuestión, saber relaciones matemáticas que sean· la traducción o la reducción de la experienc1a física. Pero el encadenamiento físico, al igual que el encadenamiento matemático, no conoce comienzo absoluto•. Fingirlo es olvidar que la "relación física'' aparece en el entrecruzamiento de dos procesos: aqÜel en el que los enunciados matemáticos adquieren su sentido en un sistema existente y "poseen de manera más o menos precisa un significado experimental"; y el de los "actos experimentales", encadenamiento sui generis, indepen diente del primero, y que no es posible interrumpir sino "por 9 abstracc ión superficial" De semejante entrecruzamiento dialéctico es imposible dar una "formalización", a no ser que se desconozca lo que es un acto experimental y se imagine, como Carnap tiene la debilidad de hacerlo, que decir: "página tanto de tal libro, se encuentra en el renglón n un enunciado compuesto por tales y tales signos" es .una proposición física, mientras que el libro, el renglón, el enunciado, la composición no son otra cosa sino "objetos culturales que nh,guna experiencia física pretende alcanzar'''º. El problema epistemológico físico, conclu e Cavaille está en otro lado: es el de "!a unidad del · proceso e¡cperimental verdadero" _ 9..ue res1 e. <:>n los obje 'tivos, las utilizaciones y construcciones efectivas de instni mentos, todo el sistema cósmico-tecmco donde se revela su ;sentido) V de su relac1on con el desarrouo matemafaco auto-_ • nomo.ve que los dos callejones sin salida hacen sistema: la Se imagen tradicional del vacío interior de los formalismos acre dita una concepción de las teorías matemáticas como "siste mas yuxtapuestos sin encadenamiento necesario entre ellos" 11 , por lo demás sin valor propio de conocimiento, puesto que, habitadas por el "vacío" de su infraestructura lógica, "no se bastan a sí mismas, sino que sólo adquieren un significado como instrumento para el conocimiento del
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.-. mundo". Pero entonces, como el Tractatus administra la prueba irrefutable en la· opinión · de Cavailles, toda teoría de la demostración debe, necesariamente, ser completada por una ontología: teoría del ser de los objetos que da cuenta a la vez de la concordancia y de la distinción de los encade namientos matemáticos y de los encadenamientos físicos de los cuales son la "trama"; es el proceso real de la práctica del físico lo que se perdió de vista. Al mismo tiempo, la "lógica" del logicismo lo hace poco consistente con relación a su propio programa de "elimina ción de la metafísica", y lo somete, mutatis mutandis a ciertas dificultades, las mismas· que había tenido la lógica trascendental kantiana. ,1 Lo ue a uí nos im orta de la entación de Cavailles ra verti 01 que pone t o su peso en e. / engaño que , siguiendo a Wittgenste· hemos identificado ¡ como e reso e e a 1cc1on oso 1ca nmera ue afecta · 1 e mo o ra 1c10n e oso ar: e el 'comienzo absolu . art1en o de otro camino, Cavailles revela, con otro lenguaje, pero según una perspectiva concordante, lo que se juega filosóficamente, sin que lo sepan sus promotores, en la constitución del positivismo lógico: la "lógica matemática"
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se encontró presa en la ficción tradicional del•modo dominan te de filosofar, porque de golpe fue investida del papel tra
dicionalmente asignado a la lógica, de proveer la base de una "teoría de la ciencia". Este papel en cierto sentido había sido confirmado por la interpretación "epistemológica" de la Crítica de la razón puro defendida por los partidarios contemporáneos del "regreso a Kant", aun cuando la obra de Kant ofrecía más de un argumento para cuestionarla representando su "relevo" hegeliano la subversión completa al precio de una transmu tación del sentido del término "lógica". Apoyándose en la "evidencia" científica de una disciplina que recibían de los matemáticos, los positivistas lógicos habrían sido entonces víctimas de la ilusión filosófica que hubiese en su "hecho" el instrumento, tan esperado, de una transformación científica de la filosofía, sin percibir que con eso recogían el presupuesto neokantiano que combatían: la idea de que la lógica debió ser la base de una "teoría del conocin..;ento" mudada en epistemología o "teoría de la ciencia". Una herencia cuyo carácter filosófico negaban tan
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j yigorosamente cuanto no cesaban de (re)descubrir en ella 1 \.:ºs ca!).ejones sin salida típicos. Husserl, en quien, con infinitas precauciones y severas reservas sobre el fondo, se apoyi, Cavailles, subraya bie_n esta negación y recuerda enérgicamente a los miembros del Círculo de Viena lo que fue y sigue siendo en su opinión· la "misión histórica" 12 de la lógica: ser "la doctrina pura de los principios del conocimiento". Esta misión, lamenta, se ha perdido de vista y la lógica, "en estos últimos tiempos" desviada absolutamente de su sentido propio y de su tarea inalienable" 13• Contra este "olvido", que les hace tener a la lógica por una "ciencia especial" y contribuye a embarcar a las ciencias europeas en el estado de "crisis" que él comprueba y deplora, Husserl invita a sus adversarios a "tomas de conciencia radicales": es decir, primero, a interrogarse ·sobre el "sentido" filosófico de la misma lógica. Descubrir "el sentido auj;éntico de una lógica comprendida como teoría de la ciencia", tal es su propio proyecto en Lógwa · "fonnal y lógica trascendenta/14 • La "ingenuidad dogmática" de una lógica formal que se dice autónoma, que se basa en una evidencia suficiente, se acompaña con otra ingenuidad: la "de una teoría del conocimiento, yuxtapuesta a la lógica de una manera exterior, llegando después de ella, planteando preguntas de origen y validez, para ella universales, e imagi nándose responder a ello, y eso de una manera que no pueda cambiar nada al carácter absoluto de la validez de la lógica objetiva"". A lo cual hay que oponer, según él, la "verdadera teoría del conocimiento" que es la "elucidación del sentido 'auténtico' de los conceptos lógicos y de la misma lógica"". Seis años más tarde (1935) aguijoneado por el ascenso de los peligros, Husserl se hace aún más vehemente, en su gran libro sobre La crisis de las cienci,as europeas y la fenomenología trascendental'''. Oponiendo a todas las formas de filosofía "objetivistas" la filosofía trascendental, denuncia al positivismo que, según escribe, "decapita a la filosofía, por decir así" 18, ve allí un síntoma y un alimento de la "miseria exisw .. tencial" de la época y le il_nputa una pesada parte de respon sabilidad en lo que no teme en llamar el "derrumbe de las ciencias contemporáneas" 19• Sea cual fuere la justeza de este diagnóstico, tanto como las modalidades técnicas de la realización del proyecto de esta nueva lógica trascendental, conviene destacar con Cav · gue la doctrina husserliana c oca a su vez con dificultades
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mayores que son, en último análisis, la ca exacta de las que se esforzaban por superar los positivisrépli tas lógicos. Si, en efecto, la distinción y la jerarq ción de una "gramática puramente lógica" (estudio de lasuiza formas que des cribe todas las estructuras, las arqu itect posibles de juicios y su modalización), de una "analíticauras de la d_icción" ( estudio de las relaciones de inclusión, deno contra y de indiferencia relativa de los juicios) y de unaexclusión "teoría de los sistemas" (teoría de las teorías que estudia la agrup de juicios que caracteriza una cierta unidad de encadación ena miento) dan cuerpo a una "apofántica formal" cuya vent aja consiste en "asegurar a la vez la independenci a recíp roca entre objetos y procesos de alcance y la unidad su rior en la que unos y otros toman su fuente y significación"� 0 , el bene ficio de esta ventaja sólo se realiza planteand una solidari dad-homogeneidad entre apofántica formal yomath esis uni versa/is, concebida como una ontología gene ral y "garantizando" su equivalencia de contenidespontánea, o por una referencia última a la primacía de una conciencia trasc tal. única y unificadora, Pero entonces hay que admi enden la lógica "material" de la ciencia fenomenológica, quetir que esta conciencia por tema y cuya tarea es, conjuntam toma una inevitable estética trascendental, estudiar la consente con titución trascendental de las entidades objetivas, es, desde luego "16 ica absoluta"; "una lógica que no es trascendental, , una pero no puede extraer su autoridad sino e e a m1Sm a . e 'aonde se deduce, primera díficultad, que los "seres" que son los objetos del físico tienen un extraño y pálido estatuto. Dado que la parte formal de la matemática, disociada parte aplicada que está integrada en la física, dibu de su "lineamientos generales del ser'', el ser al que apunta ja los · está "puesto antes que la ciencia en el acto que lo el físico es un carácter constitutivo de su esencia como · a laenfoca, realidad y su estructura interna son independ iente vez su perfeccionamientos y de las complicaciones de este s da los Dicho de otro modo, la sucesión de teorías físicas acto" 22• "Sólo es un "juego de sombras" que se despliega en un "entre-do tracto". La física no es una ciencia sino un arte; un arte s abs previsión, cuya ilusoria seguridad es la negación mism de la riesgo que comporta, en esencia, la previsión efec a del tiva en física Esta previsión que "supone el movimiento como tible, por lo tanto, el riesgo de una salida de sí, irreduc de una 246
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aventura hacia el Otro, a la vez ya ahí y no ya ahí, que puede deCE¡pcionar aunque se lo espere, que marcha a su ritmo propio" 23• Resumiendo, lo que escapa a Husserl es una vez más el proceso mismo de la práctica real de los físicos, en la que "la matematización sólo interviene como coordinación de las previsiones espontáneas, sobre todo eliminación de lo que en ellas es inútil gracias a la idealización infinita" 24 • Segunda dificultad: como los neopositivistas, Husserl níega a la matem�tica todo contenido propio de conoci miento, en detrimento de la cohesión interna de su encadena miento; como en ellos, la sucesión de teorías, su ampliación progresiva pierde en su filosofía la necesidad interna que la caracteriza; allí se degrada en simple "yuxtaposición". El mismo señuelo se encuentra aquí: el de la "seguridad apodíc tica" en la cual se cree poder confiar al comienzo reuniendo "algunos enunciados privilegiados" que se desprenden artifi cialmente de las reglas operatorias que, por sí, les dan un sentido . Aun cuando, concluye Cavailles, desde que se trata propiamente de matemática, es decir, desde que el infinito entra en juego, una teoría matemática aparece como "una cierta homogeneidad operatoria que describe la presentación axiomática" pero en la que "la iteración y las complicaciones suministran resultados y un sistema inteligible de contenidos imposibles de dominar'" , y que está sometida a una nece sidad interna que la obliga a superarse "por una ampliación, por otra parte imprevisible y que no se ve como amplia ción sino posteriormente". Que las dos dificultades con las cuales choca la concepción· , hllsserhana·ail·la lOgíca· t:i:aséendentafseaii "i>iecisamente las · . mismas que aquellas_ donde venía. a_ fracfl!lar_ el_positivismo \ lógico se comprende bastante bien_ si se sigue nuestra tesis: la misma simulación filosófica obra tanto en uno como en otro caso. Con esta reserva; que -ímporta·consecuenc1as ·ruo:· sóficas importantes, que, en el caso de los neopositivistas, el carácter filosóftco de esta ficción es objeto de una negación brutal, mientras que Husserl le atribuye. explícitamente la necesidad y reactiva contra ellos el procedimiento, con riesgo de afrontar, con nuevos costos, las dificultades; las que mina ban ya la empresa kantiana. Recordemos los términos con los que Wittgenstein caracterizaba esta ficción: consistía, decía, en que ciertas palabras son sustraídas a los juegos de lenguaje efectivos (por ejemplo: científicos), que se las pone como "a salvo" y que se les con247
-� tono ha dado, una de las causas de la decadencia de Occi dente: su culpa es haber "falseado el espíritu en intelecto"'º y haberlo reducido, como el marxismo en su dominio, al papel "de instrumento al servicio de otra cosa, y cuya mani pulación se puede e nseñar y aprender", dedicado a "la sistematización y a la explicación racional de todo lo que se encuentra preyacen te (vor-liegend), establecido, planteado", de haber, pues, favorecido "la invasión de lo demoníaco"" bajo la figura del tecnicismo de Rusia y Estados Unidos, h_a'. ber toleradQ_perder "la esencia del espíritu ensu verdad" y '"el arraigo de lás ciencias haber dejado . ..en sü . . fürida-. ........... mento esenc1aI'm. . .. -·- -- Lc,s rrii"sriioS temas, por lo tanto, en un lenguaj e s emejan te, aun si el estilo heideggeriano tiene más brillo y gravedad .... ri!unque menos tenso que el del "viejo" Husserl". , Sin embargo, lo que separa a Heidegger de Husserl sobre / · la cuestión que nos ocupa no es nada secundario, lo que se man ifiesta cuando se confronta la "lección" sacada por Heidegger de la lectura de Kant con la que inspiraba el/ proyecto husserliano. ., ' Para decirlo en seguida, en nuestro lenguaje, Heidegger, lejos- dé intentar como Husserlreactivar bajo nuevas formas· ·1a· ficción filosófica contra sü riega.cían pósTtivisfa, torriá·a · estaflccíóñ.misma ¡:,or tema y hace de su desc11bñmienwer ccíñtemcfo-niisiñcí de su filosofía cí; niejor eijiiesá.do; nace de raneées1dad ae sü descubrimiento· el único motivo aidoao . .. problema prop1amerite,fifóiiofiéo. .: y¡¡- conoceinos �nt() central de la interp_!"_etación heide,g¡¡e!"Í_!lll_¡i_ _cl_ e __l� ...Q!ític!!_�¿?--!a razón pura. VolveJ a poner a la "logíca_g_asce1,dental" _ en su lugar, en la perspectiva me tafí fila"de _la _o bra,_ m?strarque siruiy en_es!a l�¡¡ica una "teoria del conocimiento' , esta ultima no es ta elaborada por ella mism!l, comona5Ian cometido e1 error Oe creerlo-i:re-rm"aññ 4; sus amigos, ··sino su bordinada a otra cuestióri' Cohen -:l··-·-----···-·--·-···---· ------· -· ·-·---- ..-·-·----·-la del estatuto qe la meta1Ts1ca;-o, mas precisamente, la de •a constitución de una ontología genera l, de una methaph si ca genera/is cnticamen un a a . 1 a cues 10n e "fund amento" de las c1enc1as matematicas de la naturaleza está bien planteada por Kant, explica Heidegger, sólo es al pasa r, en tanto que esas ciencias dan "una indicación sobre la conexión esencial de las condiciones que hay entre la expe riencia óntica y el conocimiento ontológico"". En tanto, pues, tienen un papel, así estrictamente limitado, que re249
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, El mismo año en que aparecía Lógica formal y lógica tras� cende ntal (1929), Martin Heidegger publicaba Kant y el . problema de la metafísica27 • Un libro que, también, se presenta com o una reflexión sobre la filosofía kan tiana y en el que, en la progenie de E I Ser y el tiempo 28, el autor se propqne restaurar, contra la interpretación epistemológ ica neokantiana de la Crítica de la razón pura, la "verdadera intenc ión" de la obra de Kant. No nos· ocuparemos de esta restauració n, independie n temente de los espinoaquí sos problemas de interpretación que plantea, si no de lo que parece ser un tratamiento nuevo y singularmente esclarece dor de la ficción q ue intentamos identi ficar para desmontar sus resortes y efectos. Pero pdr un instante volvamos hacia atrás. Reco rdemos que en la Introducción a la metafísica Heidegger respo ndía a Carnap y atacaba vivamente al positivismo lógico. A prim ra vista, el ángulo de ataque heideggeriano es el mismo quee el de Husserl; como Husserl, fustiga la "ingenuidad dogmá tica" de filósofos que tratan la ló gica matemática como un "don del cielo"; como él, invita a interrogarse sobre lo "que significa la ló gica" 29 y subraya que "recurrir a la lógica para delimitar la esencia del pensam iento ya es una sa dudosa por el hecho de que la lógica como tal sigueempre sie n do algo por lo que preguntarse"; como él, en fin, ve en el posi tivismo lógico y e n la "denigración" de la filosofía, cuyo 248
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presentar en el movimiento de conjunto del pensamiento kantiano que se da como tarea "la instauración del funda mento de la metafísica". Por haberse asignado esta tarea, por haber concebido este proyecto Kant mantendría el lugar excepcional y eminente que se le reconoce en la historia de la filosofía; por haber con movido profundamente las evidencias de la metafísica tradicional haciendo por primera vez de la ontología un pro blema". "Lo esencial, escribe Heidegger, es que esta obra funda y conduce por primera vez a sí misma a la ontología como me taphysica genera/is, es decir la metafísica en su totalidad", mostrando detrás del problema intrínseco del conocimiento sintético a priori la cuestión decisiva: la de la esencia de la verdad de la trascendencia ontológica; propo niéndose determinar la esencia de la verdad trascendental que, según las palabras mismas de Kant, "precede a toda verdad empírica y la hace posible". Resumiento, esta vez con palabras de Heidegger, haciendo manifiesto que la "verdad óntica se conforma necesariamente a la verdad ontológica". !'/o_p_!()_fll11dizaremos nifas ':1.1_la �l!i,l>CJ�gión proJliagi_e_!l_ú, _ jl,�ideggeriana de la cuestion. Contentémonos con establecer los efectos entices para inscribirlos en el hilo de nuestra propia argumentación. Lo que nos parece muy notable es que en su combate en doble frente contra el neokantismo y contra el positivismo lógico, en un sentido dice la verdad misma de la ficción que Husserl no hacía sino reestablecer or eso mismo, también uede con raz6n, én su v· or rete der retomar e es 1ntu en ver a t a a 1s ona de fa/ fúosonaoccldeiita, ...ª1!Il._ <;Ua!LQ ªe pµ�g,f-disfütit la identidad de los orlgenes en los cuales cree poder enraizar la tradición", Sobre lo que Heidegger levanta el velo, no es tanto sobre el ser, como lo asegura, sino sobre lo que se disimula bajo la ficción de un comienzo absoluto del conocimiento del que parten las teorías contemporáneas del conocimiento: una ontología", un discurso sobre el ser que está siempre prime ro con relación al discurso epistemológico, aun si toda epis temología (especialmente en sus variantes positivistas) no despliegue sus categorías sino para negar resueltamente esa primacía. Al precio, como lo hemos señalado aquí mismo muchas veces, de agotarse esquivando el reconocimiento de ese primado cuya realidad insiste y amenaza siempre con
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terminar haciendo irrupción en un discurso que no podría admitirlo sin volar en pedazos. Cavailles era mu s az or haberlo notado: desde ue 1\ q/ll,J �.2.U��Q. .!"ll_marcha una "teona del conocimiento" o una ) ... , /H '�epistemología" cualquiera, se vislumbra en el horizonte ..---,rj,;,.-, una ontologia que acecha y cuya exigencia se hace imperiosa . desde· que uno se interroga por la naturaleza del objeto que {, . ·' /:{·, '.,, ·-p_/ se dice conocido, porque entonces es muy necesano llegar a 1 .....fP/1/.if; determinar la naturaleza del Ser que lo sostiene en la ex1S· .,.; tencia, lo de}ermma y le ñ,ja un fm. Esta exigencia, que los u positivistas logicos se esforzaron e ingeniaron en negar, para · verla resurgir sin cesar por so¡¡yresa allí donde no la espera ban mas, percibida y concebí a más o menos claramente, puede ser contrariada por el surgimiento de una coyuntura imprevisible. No posee menos su lógica que reproduce las grandes tesis de la tendencia idealista en filosofía: la tesis del origen fundador, 1denfaco al Ser, la tests de la Identidad entre origen y el fin correlativamente, la tesis de la pnmacía del sentido sobre a existenci�el Ser sobre los entes, del 'fondo sobre la forma, de la pro didad sobre la superficj 'el disimulo sobre la manifestación y, finalmente, paradoja e paradojas, la tesis de la prlmacia de la Nada sobre el Ser, ya que es necesario que la Nada esté, si se puede decirlo, antes del Ser, para que la existencia del Ser y su comienzo adquieran un sentido. Tanto es verdad que el destino de toda ontología es el de estar siempre preocupada por una concep ción de la Nada como verdad develada, desnuda, de la teoría del Ser que pretende elaborar. En todo caso, el inmenso interés de la obra heideggeriana, a nuestro entender, es el de haber dingido la atenc10n sobre ·el hecho, de consecuencias filosof1cas mcalcülables, de que, si la ontologia acecha en el honzonte de toda teona del conocmnento, es porque ya estaba ahi de entrada, camufla da ba¡o la hcc1on del "comienzo absoluto" del conoci miento. El· beneficio filosófico inmediato de un procedimientó semejante es el de hacer caer los tabiques de las disciplinas f ilosóficas, de hacer caer todas las fronteras, de borrar todos los límites que allí habían instituido los "maestros de las escuelas"; por lo tanto, también, de impugnar que la filosofía tenga que convertirse en una "ciencia" y de hacer recaer la sospecha sobre la pasión a menudo exclusiva que la filosofía tomó por las ciencias desde fines del siglo precedente. 251
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NOTAS Y DOCUMENTOS Introducción
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l. Ninguna de las traducc:iones posibles de la palabra "puzzle" ("perplejidad, acertijo, ,enigma") nos pareció susC<>ptible de entrar en el lenguaje filosófico de la lengua castellana sin perder todo o parte del potencial de resonancia que tiene en inglés. Por otra parte, esa misma palabra ha entrado lateralmente en el vocabulario de nuestros "juegos", para referirse a una actividad con cuyas modalidades, según Wittgens tein, la práctica filosófica sin duda tenía alguna relación. Por eso nos preferible no traducirla e introducirla tal cual en nuestro texto. pareció · 2. Esta Autobiografía encabeza el volumen consagrado a Popper en la Library of living philosophers de P. A Scbílpp (La Salle, 1974). Citamos según la última versión corregida, que apareció en edición de bolsillo con el título Unended Quest (Glasgow, 1976). El relato lo tomamos de las páginas 122-123 de esa edición. 3. Sobre todos esos puntos, ver el excelente libro de Allan Janik y Stephen Toulmin, \Vittgenstein's Viena (New· York, 1973). Trad. francesa: Wittgenstein, Vienne et la modemité (París, 1978). (Trad. esp. La Viena de Wittgenstein, Taurus, Madrid, 1974). 4. Sobre esos primeros años ver el comienzo de Unended Quest (Búsqueda sin término), principalmente las págs. 7 :g y 40-4 2. 5. La doble tesis original de William Warren Bartley lll, quien atri buye esta experiencia a la homosexualidad de Wittgenstein y a su adhesión al movimiento de reforma escolar de Otto Glockel, por seduc tora que parezca, es muy discutible y, en verdad, fue violentamente discutida. William Warren Bartley III, Wittgenstein (Londres, Nueva York, 1973).
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6. La,Logtk der Forschung* aparació en 1934 en Schri�en zur wissenschaftlichen We/tauffassung, colección dirigida por Phllipp Frank
y Morit.z Schlick en Viena. El año anterior Popper había publicado en el volumen III de la revista Erkenntnis, revista oficial del Círculo de Viena, una carta a la redacción titulada "Ein Kriterium des empirischen Charakters theoretische Systeme" "Un criterio del carácter empírico de los sistemas teóricos". (Leipzig, 5 de setiembre de 1933, págs. 426-427). 7. Carnap, como veremos, había hecho el elogio de Popper en un a rtículo de Erkenntñis donde hacía la reseña de Log/k der Forschung; luego había retomado, en su propia perspectiva epistemológica, la idea de "testabilidad" anticipada por Popper, en Testability and Meaning (Significado y testabilidad) (1936). 8. En 1945 aparace la obra política de Popper en Londres. Esta obra es la que le vale de inmediato el renombre en los países anglosa jones. No hey que olvidar que Log/k der Forschung en ese entonces estaba agotada desde hacía ya mucho tiempo y no había sido traducida al inglés. Lo será recién en 1959, al mismo tiempo que aparace una segunda edición alemana. Tendremos la ocasión de reflexionar sobre este sorprendente desfasaje histórico y sobre el extraordinario repen tino éxito conocido en los años 60 por una obra escrita un cuarto de siglo antes. 9. Si nuestros "marxistas" patentados consintiesen en abrir sus ventanas fI!osóficas dejarían de machacar .esta "verdad" ya vieja en los años 20' según la cual "la burguesía" no es "capaz" de p roducir "sistema" fllosófico (Guy Besse, Jacques Milhaud, entre nosotros), sin duda para felicitarse de que el marxismo haya sabido preservar el suyo. ¡Pero a qué precio! 10. Jüxgen Habermas, Philosophisch-politische Prof¡1 (Perfi1es filosóficos y políticos), Francfort, 1971. Traducción francesa: Profils phüosophiques e politiques (París, 1974, pág. 23). lL Veremos más adelante la obra de Geoxges Gurvitch escrita en 1933 sobre las tendencias contemporáneas de la filosofía alemana, que da un cuadro sobrecogedor de la repentina declinación del neo kantismo en las universidades alemanas y el ascenso fulminante de la fenomenología.
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Capítulo Primero
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* N. del T.: Hay traducción castellana con el título de La lógica de la
investigación científica, Ed. Tecnos, Madrid, 1967.
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1� Las dos expresiones "empirismo lógico n y "positivismo lógicoH las emplean en forma indistinta los miembros del Circulo de Viena para designar su posición filosófica. No utilizan la expresión "neopositi vismo". A J. Ayer, en su clásica compilación Logical Positivism (Lon-. dres, 1959) (El positivismo lógico), incluye algunos textos representati vos de la filosofía analítica inglesa. Sin embaxgo, en su introducción hace esta precisión terminológica importante: "La expresión 'positi vismo lógico' se acuñó hace alrededor de treinta años para caracterizar el punto de vista de un grupo de filósofos, científicos y matemáticos que se denominaron a_ sí mismos el Círculo de Viena. Luego, su uso se extendió a otras formas eje la filosofía analítica, aun cuando los discípulos de Bertrand Rl•ssell, G. E. Moore o Ludwig Wittgenstein en Cambridge o los miembros del movimiento contemporáneo delanálisis lingüísUco en Oxford, también pueden ser calificados de 'positivistas lógicos'. Este empleo más amplio lo propugnan en particular quienes son hostiles a todo desarrollo de la filosofía moderna que se considera analítica más bien que especulativa. Amalgama irritante para los filó sofos analíticos que prefieren que el rótulo de 'positivistas lógicos' se reserve a aquellos que comparten los conceptos particulares del Círculo de Viena". Por razones teóricas que aparacerán luego, compartimos este últi mo punto de vista y limitaremos nuestro empleo de la expresión "posi tivismo lógico" a los trabajos del Circulo de Viena y del movimiento internacional de ia "filosofía científica n que surgió directa.mente de él con exclusión, por lo tanto, de la filosofía analítica, en sus diversas representaciones. En un libro reciente sobre La filosofía de Karl Popper y el positivismo lógico (París, 1976), J. Malherbe propone, por nece sidad de su axgumentación estrictamente inspirada en la Escuela de Francfort, distinguir entre "empirismo lógico" (en el sentido estrecho) y "positivismo lógico". &ta distinción no nos parece justificada por el uso de los miembros mismos del Círculo de Viena.
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2. Gilbert Ryle, nacido en 1900, murió en 1976. Todos están de acuerdo en reconocer que dominó la escena filosófica oxoniana durante más de treinta años. Btyan Magee (en British Philosophy, Londres, 1971) dice que fue él quien, en un ensayo de 1931 titulado Systema tically Misleading Expressions (Expresiones siste�áticamente engaño sas) dio la primera definición clara de la filosofía lingüística como "análisis" del lenguaje "ordinario": "El análisis filosófico propiamente dicho", "la sola y única función de la filosofía'\ escribía allÍ, consiste, et.lande hay una expresión "oscura", en hacer emerger, por el escla· recimiento del lenguaje, la "forma auténtica" (En Proceedings of the Arislotelian Sociely, 1931-32, XXXII, pág. 170, reproducido en Logic and./anguage (Lól
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mera reda-cción de los Principios de la matemática estaba tenninada Serán publicados tres años más tanle, el mismo año (1903) en que G. E. Moore publicaba en Mind su célebre "Refutación del idealismo". 7. Este libro se titula Language, Truth and Logic (Lenguaje, Ver dad y Lógica) (Londres, 1936). En el prefacio ampliamente autocrítico que le agregó en 1946, Ayer mismo reconoce que ese libro lleva la marea de la "pasión" juvenil que entonces lo animaba 8. En la introducción escrita para su compilación, ya citada, Lógical Positivism (Londres, 1959, pág. 6). 9. Este "Manifiesto" publicado en 1929 lleva el título de Wissen schaftliche Weltauffassung: Der Wiener Kreis (Manifiesto científico universal: El Círculo de Viena). Fue reproducido, en inglés, en las obras de Otto Neurath publicadas con el título de Empiricism and Sociology (Empirismo y Sociología) (Dordrecht, 1973, págs. 299-318). Citamos de acuerdo con esta edición. Otto Neurath, inventor del nombre "Círculo de Viena", economis ta y sociólogo, ex presidente del Comisariato para e l Plan de la Repúbli ca Soviética de Baviera en 1919, será luego el infatigable organizador del "Movimiento para la Ciencia Unificada" que surge a raíz de los trabajos del Círculo de Viena. El estilo "militante" de Neurath es muy perceptible en el texto que mencionarnos. 10. Empiricism and Sociology, pág. 306. 11. Alrededor de Moritz Schlick (1882-1936), ex alumno de Max Planck en Berlín, nombrado profesor de filosofía en Viena en 1922, se constituyó, primero de una manera infonnal1 el grupo de científicos y filósofos que en 1929 iban a formar el Círculo de Viena. En un primer momento, ese grupo tomó el nombre de "Sociedad Ernst Mach". Reunía a matemáticos como Hans Hahn y Kurt Godel, físicos como Philipp Frank, lógicos como Friedrich Wa!smann y (a partir de 1926) Rudolph Carnap, economistas y soclólogos como Otto Neurath. Moritz Schlick murió en 1936, asesinado por un eswdiante. (Hay una biografía y una bibliografía de Moritz Sch!ick en el libro de Francesco Barone, Il neopositivismo logico, Turín, 1954, págs. 200-201). 12. "Tbe Future of Philosophy" in Seventh Intematio1.1.al Congress of Phi/osophy, Oxford, 1930 (Oxford, 1931, pág. 112). ("El futuro de la filosofía" en el Séptimo Congreso Internacional de Filosofía) 13. Hans Reichenbach (1891-1953), primero profesor· en Stutt gart, fue nombrado en Berlín en 1926 en el cargo de profesor de filo sofía científica en la Universidad. Sils trabajos se refieren esencialmente al significado filosófico de la teoría de la relatividad y a las implicacio nes lógicas de la mecánica cuántica. Tendremos ocasión de volver largaw mente sobre su lógica de las probabilidades, que discute minuciosa mente Karl Popper. 14. El título original es: Ziele und Wege der heutigen Naturphí losophie (Meta y caminos de la filosofía de la naturaleza de nuestros
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días) (Lelpzlg, 1931). La traducción francesa es de Emest Vouillemin
(París, 1932). 15. La filosofía científwa, pág. 38. 16. "Explanation, Reduction and Empiricism" ("Explicación, reducción y empirismo·•¡ in Minnesota Studies in the Philosophy of Science (Comp. H. Heigel y Gr. Maxwell. Vol. III, 1962). La alusión es a la edición príncipe de Rudolph Camap, publicada en 1928, Der
logi8che Aufbau der Welt. (La construcción lógica del mundo). 17. Este texto, aparecido en alemán en Synthese 1 (1936, págs. 361-370), está reproducido, en inglés, en los Philosophical Papers (Escritos filosóficos) de Waismann (Dordrecht, 1977, págs. 30.37).
Walsmann, quien fue en Viena una especie de asistente oficioso de Schlick, antes de llegar a Cambridge en 1938 y luego a Oxford donde vivió hasta su muerte en 1959, tuvo un singular destino füosófico. Encar gado de asegurar el vínculo del Círculo de Viena con Wittgenstein, man tuvo con este último numerosas conversaciones principalmente de 1927 a 1935. Fascinado por su interlocutor, durante años se consagró a la redacción de un libro que concebía como el ajuste sistemático de las nuevas posiciones, autocríticas, del autor del Tractatus. En definitiva, el libro sólo fue publicado en 1965 bajo el título de Principies of Lingui$tic Philosophy*, en una fecha en que las Investigaciones de Wittgenstein ya eran muy conocidas por el público füosófico, amplia mente discutidas y abundantemente plagiadas. Anthony Quinton des-· cribe a Waismann como uuna especie de cuaderno de apuntes vivientet' en el que Wittgenstein podía leer y criticar, a menudo en fonna bastante mordaz los productos pasados de su propio pensamiento. 18. En Empirici8m and Sociology, pág. 312. Louis Rougier, al inaugurar en la Sorbona, en 1935, el "Primer Congreso Internacional de Filosofía Científica" se hizo eco de esas reticencias cuando declaró a los congresistas: "Este Congreso, el primero y tal .vez también el último con este nombre, puesto que hay entre ustedes quienes nos prohíben usar este viejo ténnino 'filosofía'... " (Congreso Internacio nal de Filosofía Cien tífica, París 1935, pág. 8). 19. En El desarrollo del Círculo de Viena y el poroenir del empi rismo lógico (trad. E. Vouillemin, París, 1935), Otto Neurath esboza brevemente la historia de esta actividad. "Primero fueron los adeptos de la Escuela de Viena quienes dirigieron sus esfuerzos, en unión con los adeptos de otros grupos, hacia una asociación internacional de pen sadores que profesaban un empirismo a base de logicismo. Sólo relativa mente tarde se estableció el vínculo con la Escuela de Lwow, Varsovia que sigue a Lukasiewicz, Kotarbinski, Lesniewski, Chwistek, Adjukie wicz, Tarski y algunos otros. Se puede establecer la conexión con los ingleses -Ru�ll siempre había ejercido una gran influencia-, con los norteamericanos, como Morris. Lewis, Nagel. etc.; con los escandinavos, * N. del T.: Hay traducción castellana Los principios de la filosofía lingüística. UNAM, Méjico, 1970.
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como Joergensen, particularmente de acuerdo con el Círculo de Viena, y también con franceses como Boll y Rougier, todos adheridos con una particular facilidad como adeptos a un cientificismo que actuaba tan poderosamente. Los congresos para la "teoría del conocimiento de las ciencias exactas" en 1929 y en 1930 prepararon las conferencias neli· minares del Congreso Internacional para la Unidad de la Ciencia reunido en Praga en 1934, donde se sentaron las bases de un contacto penna nente para un intercambio internacional de puntos de vista Como primera realización, los partidarios de la Escuela contribuyeron activa mente a la organización en París en 1935 del Congreso Internacional de Filosofía Científica (pág. 51). Luego fueron organizados otros congresos: en Copenhague en 1936, en Cambridge en 1938 y en Cambridge, Mas.s, en 1939. Para una historia detallada del movimiento del empirismo lógico, se puede remitir al libro clave ya citado de Francesco Barone, Il neopositivismo logico cuya segunda edición (1976) incluye una bibliografía completa, así como un prefacio que hace el balance de la historia del movimiento visto desde nuestros días. 20. En Empirici8m and Sociology, pág. 317. 21. En su libro sobre Wittgenstein (Wittgenstein, Nueva York,· 1973), William Bartley III describe bien los temas de ese movimiento. Señala que allí tomaron parte Ludwig Erik Tesar, Rainer María Rilke y Georg Trackl, pero también Edgar Zilsel y Karl Popper que, también, en su Autobiografía recuerda su entusiasmo y su admiración por esta campaña "Aunque el movimiento social demócrata. escribe, fue am pliamente ateo (aparte de un grupito de gente admirable que se describen a sí mismos como socialistas religiosos), el conjunto del movimiento estaba inspirado por lo que no podría describirse sino como una ardiente fe religiosa y humanitaria. Era un movimiento de trabajadores que se educaban para cumplir con su 'misión histórica': para emanciparse ellos mismos, y así ayudar a la liberación de la huma nidad; y, por sobre todo, para poner fin a la guerra( ... ) Era un pro grama admirable" (pág. 36). La cuestión de saber si el mismo Wittgens tein partici pó en esta campaña y suscribió el programa es delicada, como lo reconoce W. Bartley III quien, poniendo de relieve, a justo título, el hecho de que Wittgenstein precisamente eligió convertirse en maestro en esa fecha, informa las observaciones más irónicas del autor del Tractatus en contra de las consignas, en su opinión simplistas, de Otto Glockel y sus adeptos. En cuanto a las conclusiones propia mente teóricas sacadas por Bartley sobre la filosofía del lenguaje de Wittgenstein, quien se habría separado del asociacionismo en esta ocasión, porque la pedagogía tradicionalista estaba fundada en las doc trinas de Herbart, no nos parece, como se verá, que puedan presen tarse tal como lo hizo el autor, La mejor descripción del sistema escolar tradicional, clerical y represivo, al cual atacaban estos jóvenes, sigue siendo el admirable libro de Robert Musil, El desconcierto del alumno Torless (1906).
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22. La expresión "ciudad Potemkin", empleada por Adolf Loos en 1898 (Die potemkinsche Stadt, Siimtliche Schriften -·La ciudad Potemkin, Obras completas-··, pág. 153) era una alusión a la manera cómo el favorito d• Catalina la Grande había erigido, en las llanuras desiertas de Ucrania, aldeas enteras, ficticias, hechas de tela y cartón, durante las visitas de la Emperatriz. 23. La cita e s del excelente estudio de Hubert Damisch aparecido en Critique (París, agosto-setiembre de 1975): "El otro 'ich' o el deseo del vacío: para una tumba de Adolf Loos". 24. No nos parece mucho más justo comparar, como lo hace Popper, al Círculo de Viena con "una forma de sociedad secreta" (en su "respuesta" a Víctor Kraft publicada en The Philosophy of Karl Popper, comp. P. A. Schilpp, 1974, pág. 974). En esta apreciación, horada como un despecho por no haber sido miembro. Despecho confesado en su Autobiografía, cuando, respondiendo a Feigl, escribe: "El hecho es que me hubiese sentido muy grandemente honrado si hubiera sido invitado" ... (Unended Quest, pág. 212). Despechopara dójico por cuanto se.sabe el ardor que puso luego en defender la origi nalidad de sus tesis contra su "anexión" y su modificación por los miembros del Círculo. 25. Ver Pierre Raymond,' Materialismo dialéctico y lógica (París, 1977). 26. En Wittgenstein's Vienna (Nueva York, 1973. Trad. francesa, París, 1978, pág. 205). (La Viena de Wittgenstein, trad. cast. 'l'aurus, Madrid, 1974). 27. Sobre este punto todavía la imagen tradicional del Círculo de Viena debe ser revisada.· Si es verdad en efecto que una masa impor tante y por otra parte creciente de trabajos técnicos ha sido consagrada por sus miembros a la modificación de lo que consideraban la base "lógica,, de su doctrin� no hay que olvidar que sus intereses eran mucho más vastos. En el capítulo de los "dominios de investigación del Círculo", el "Manifiesto" enumera, además de los fundamentos de la aritmética, de la física y de la geometría, los de la biología, de la psicología y de las ciencias sociales. Moritz Schlick consagró varios estu dios, entre ellos un libro importante, a las cuestiones de ética, como también el matemático Karl Menger. Pero, sobre todo, no hay que olvidar que aun antes que fuera concebido (1935), luego realizado en parte (a partir de 1938), el proyecto de una Enciclopedia internacional de la ciencia unificada, los fundadores del neopositivismo dedicaron numerosos trabajos a las "ciencias humanas". Otto Neurath se consagró a la defensa en sociología de una concepción que denominaba "social conductismo" y que creía compatible con el marxismo. Carnap, como Reichenbach y Walsmann, se interesaron muchísimo por la psicología contemporánea. Sus "descendientes" están, evidentemente, muy atentos a los avances de la lingüística. Tendremos ocasión de volver sobre esos textos y subrayar que el inmenso éxito del neopositivismo no podría comprenderse sin el impacto, deliberadamente buscado, 262
que ,.tuvieron sus tesis sobre las ciencias humanas nacientes; aportaron
el refuerzo de su autoridad epistemológica a ciertas tendencias doctri narias que justamente fueron las tendencias dominantes desde los años 30 hast.a fines de los años 50. Este es un aspecto muy "concreto" de dicho movimiento filosófico, muy a menudo silenciado, que el cuestio namiento de Karl Popper contribuyó a iluminar. El antiposltivismo de este último equivalía, en efecto, desde el comienzo, muy consciente,. mente, a un combate contra las tendencias teóricas tjue sostenían sus adversarios en el terreno de las ciencias humanas, Combate que hoy parece haberlo ganado, provisoriamente, desde la extinción de la llamarada "estructuralista" de los años 60, 28. Empiricism and Sociology, págs. 317-31& 29. Entre los numerosos documentos, la correspondencia de Freud es un buen testimonio de este estado de ánimo. En su admirable libro Sigmund Freud. Enfennedad y muerte en su vida y su obra (trad. francesa, 1975), Max Schur cita una carta del 25 de febrero de 1934 a Arnold Zweig donde se puede leer principalmente: "Ahora todo está tranquilo, uno diría que es la quietud de la tensión, como cuando se espera en un cuarto de hotel a alguien que arroje contra la pared la segunda bota. No podemos quedarnos así, es necesario que pase algo, sea que los nazis lleguen o que nuestro fascismo casero se disponga a actuar, o que Otto de Habsburgo aparezca en escena como ahora se supone. Esto me recuerda vagamente a una historia: The lady and the Tiger (La mujer y el tigre), en la cual un pobre prisionero espera en un circo para ver si soltarán a la fiera o si entrará la dama que, al elegirlo por esposo, lo sustraerá al castigo. El asunto es que la historia se ter mina sin que se sepa quién abrió la puerta, la lady o el tigre, Eso sólo puede significar que para el prisionero eso es indiferente y que, por lo tanto, no vale la pena decirlo" (pág. 533). 30. Platonismo y pensamiento contemporáneo (París, 1970, pág. 212). 31, El texto de Neurath se titula simplemente Anti-Spengler. Está reproducido en Empiricism and Sociology (págs. 158-213). Neu rath, iniciador del proyecto, combatido por Poppe r. como se verá, de la Enciclopedia de la ciencia unificada, apelani cada vez más a la gran tradición racionalista de los filósofos del siglo XVIII, y, muy en particular por supuesto, a D' Alembert, para oponerse a lo que llama "el oscurantismo" de los filósofos contemporáneos de lengua, alemana 32. Reproducido en las Actas del Congreso Ir, temacional de Filosofía Científica (París, 1935, págs. 13-15). _33. Esta Jlllreciación está expresada por Georg Lukács en el volu men macizo titulado El asalto a la razón (trad. francesa, París, 1959). El pasaje consagrado al Circulo de Viena figura en el postfacio "Sobre el irracionalismo de la posguerra" (vol. 2, págs. 315-380). Lukács, de ordinario más escrupuloso en sus referencias se contenta con citar a Cornforth y se autoriza para asimilar "toda la semántica norteameri· cana, el neomach ianismo de Wittgenstein y Camap, los desarrollos del 263
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.--.. .--.. pragmatismo en Dewey" a un resurgimiento de la "línea prefascista del irracionalismo alemán" (pág. 325). Ejemplo típico de los estragos teóricos producidos por "la línea" soviética en la ftlosofía de la época · de la "guerra fría". Lo más espinoso del asunto, si se puede decir, es que si Lukács tan sólo hubiese leído los textos que comentamos, habría podido comprobar que su gran fresco de la historia de la filosofía contemporánea está construido exactamente sobre la misma dicotomía ("racionalismo" contra ''irracionalismo") que la que habían esbozado los neopositivistas en los años 30. Esto podría haberlo llevado a pregun tarse sobre la pertinencia "marxista" de una oposición semejante, y sobre la eficacia de su aplicación en la batalla ideológica. Una pregun t.a sobre la que numerosos marxistas ''autorizados", adeptos al "raciona· lismo moderno", tendrían sumo interés en meditar hoy todavía. 34. Las dos obras esenciales de Maurice Cornforth sobre esta cues tión se titulan Science versus Idealism (Londres. 1946) y In Defense of
Phüosophy Against Positivism and Pragm.atism (En defensa de la filo sofía contra el positivismo y e/pragmatismo) (Londres, 1950). 35. Es el título del último capítulo del libro de Kolakowski, La filosofía positivista (trad. francesa, París, 1975) que se refiere muy ex
tensamente al positivismo "clásico" y sus antecedentes filosóficos, pero desgraciadamente en forma muy sucinta al "neopositivismo" contemporáneo. 36. La lista de los "miembros" es la siguiente: Gustav Bergmann, Rudolf Carnap, Herbert Feigl, Philipp Frank, Kurt Godel, Hans Hahn, Viktor Kraft, Karl Menger, Marce! Natkin, Otto Neurath, Oiga Hahn Neurath, Theodor Radakovic, Moritz Schlick, Friedrich Waismann. La de los simpatizantes: Walter Dubislav, Joseph Frank, Kurt Grelling, Hasso Hiirlen, E. Kaila, Heinrich Loewy, F-P. Ramsey, Hans Reichen gach, Kurt Reidemeister, Edgar Zilsel. 37. Los otros dos nombres son los de Russell y Wittgenstein, 38. Como lo subraya el mismo Frank, esas posiciones paradojal mente se acercan más a Poincaré que a Mach. Se verá que Karl Popr,er no dejó de explotar en su provecho las contradicciones que pudieron oponer a este apóstol de la "libre invención n del espíritu como era Einstein (ver, entre otros textos, su conferencia de Oxford titulada "On the method of theoretical physics", 1933) con los empiristas del Círculo de Viena, cuyas opiniones, sin embargo, parece que compartió en un momento. 39. Un ejemplo entre otros: Weinberg en su clásico trabajo An Examina/ion o{ Logical Positivism (Londres, 1936), examina muy lar gamente la "base" lógica de la doctrina, pero prácticamente no dice una palabra de la física relativista. Más curiosamente, un historiador como Alberto Meotti, que adopta un� posición muy crítica con res pecto a esta corriente de pensamiento y escribe en una obra colec tiva cuya inspiración de conjunto es marxista, guarda el mismo silencio
(Sviluppi dell'empirismo logico -El desarrollo del empirismo lógico·-, 264
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cap. 9 del vol. VI de la Storia del pensiero fi/osofico e scientifico, dirigida por Ludovico Geymonat, Milán, 1972). 40. Esas dos expresiones figuran en la muy notable biografía de Einstein escrita en 1947 por Frank (trad. francesa: Einstein, sa vie et son temps, París, 1950). El autor·consagra un capítulo íntegro a la enumeración y a la comparación de las "grandes revoluciones u que afectaron la física: Galileo, Newton, Einstein. 41. Principalmente en La Science actuelle et le Rationalisme (París, 1937). 42. Principalmente en su Informe al Segundo Coloquio Interna· cional de Nimega en 1937. 43. La Va/eur inductive de la relativité (París, 1929). Bachelard escribe; "El relativista por otra parte tiene el ardor militante del inno, vador. Ante todo, afirma su fe realista, se proclama físico primero, y llama aquí al buen sentido ofuscado por los prejuicios al buen sentido prevenido por una crítica preliminar de experiencia común a la expe riencia refinada. Nos devuelve el epíteto de metafísico; estábamos apurados por elegir, apurados por concluir; hemos tomado el camino fácil y común, la ruta de la llanura, no hemos visto el sendero ascen dente que lleva a los amplios horizontes, a esos centros de observación donde el verdadero rostro de la región aparece al fin en su totalidad y en su n ovedad" (pág. 7). Ya tuvimos ocasión de subrayar más de una vez (principalmente en Pour une critique de la épistémológie, París, 1971) que Bachelard sacaba de esta "novedad" relativista lecciones muy diferentes a las de los neopositivistas lógicos. Veremos que están más cerca de las posiciones popperianas, si n que se las pueda tener por idénticas. 44. Retomamos aquí, bajo una forma y con una perspectiva nue, vas, u n cierto número de análisis que hemos hecho en nuestra obra Une crise et son enjeu (París, 1973). Se verá que las conclusiones a las cuales arribamos son, en algunos puntos1 autocríticas. 45. llya Prigogine e lsabelle Stengers, La Nouvelle Alliance (París, 1980). 46. J: L. Lagrange Traité de mécanique analytique (París, 1788). 4 7. Un buen análisis de las posiciones de Poincaré sobre esta cuestión lo hizo recientemente Anne-Fran�ois Schmid. Une philosophie de savant (París, 1978). 48. Augusto Comte, Cours de philosophíepositive, ed. Schleicher, tomo 1, pág. 451. 49. Ernst Mach, antes de establecer el balance del fracaso del "me, canicismo", en 1883 (en La Mecánique) hace este elogio de Lagrange (1736-1818): "Finalmente es Lagrange quien llevó la mecánica analítica a su más alto grado de desarrollo. En La mecánica analítica (1788), se dedica a hacer, de una vez por todas, todas las demostraciones necesa rias para condensar la mayor cantidad de cosas en u na sola fórmula" (trad. francesa, París, 1925). Para una bibliografía completa de las obras de Mach, ver O. Bluch y F. Merzkirch, en el apéndice a la reciente
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edición en lengua inglesa del muy célebre Erkenntnis und Jrrtum (1905) (Knowledge and Error, Dordrecht, 1976). 50. Augusto Comte, Cours de philosophiepositiue, ed. Schleicher, tomo 1, pág. 556. Michel Serres, comentando a Augusto Comte en estilo kuhniana, escribe: "El sistema del mundo está en su lugar, un paradigma se ha instalado. ¿Qué es la ciencia? Es el estudio de un sis tema muy recortado de puntes materiales distribuidos en un espacio y en movimiento según fueizas deductibles de una ley. En cierta mane ra, la física es una geometría más una mecánica. No busquen más lejos: este sistema es el paradigma puro de la Escuela Francesa y del positi vismo; está realizado ante nuestros ojos por el mundo solar, Laplace; es la imagen fundamental que exime a Lagrange de dibujar alguna figura cualquiera. Por eso, si la física dice otra cosa y más que la mecá� nica, es porque aún no ha nacido" (" Alrededor de Boltzmann", en Critique, agosto-setiembre de 1975, N° 339-340, pág. 972; reproducido en Hermes rv, La Distríbution, París, 1977, págs. 127-142). 51. En la introducción que redactó para su resonante Memoria sobre la conservación de la fuerza (184 7, trad. francesa, París, 1869), Hermann von Helmholtz (1821-1894) escribía: "Finalmente el prot'e ma de las ciencias físicas consiste en :reducir todos los fenómenos naturales a fuerzas invariables, de atracción y repulsión, cuya intensi� dad depende de la distancia de los centros de acción. La posibilidad de comprender perfectamente la naturaleza está subordinada a la solu ción de ese problema. La ciencia teórica, a menos que se detenga a mitad d,e camino, debe por lo tanto, armonizar su enfoque con el principio presentado sobre la naturaleza de las fueizas elementales y las consecuencias de ese principio. SU misión terminará cuando haya definido todos los fenómenos por medio de fuerzas elementales y cuando haya demostrado que esta definición es la única posible y com patible con los hechos. Una definición semejante sería considerada como la forma necesaria de la concepción de la naturaleza y se podría darle el título rle verdad objetiva". Helmholtz, profesor de fisiología en Koenisberg, luego en Bonn y en Heidelberg, inspirará directamente las tesis de Mach sobre la percepción. Ex alumno de Johannes Müller, los tres volúmenes de su Handbuch der physiologischen Optik (Manual de óptica fisiológica) (1856-1866) (trad. francesa, París, 1867), decla rando la guerra, después de Lotze y antes de Wundt, a lo que llamaba el intuicionismo'' de Kant y Hering, serán invocados en efecto por el físico vienés como "garantía" científica de su propio Análisís de las sensaciones (Beítriigs zur Analyse der Empfíndunge¡;_; Iena, 1886), "soporte" filOsóflco de posiciones "energetistas" en física Helmholtz también será ante los ojos de muchos, en consideración a su trabajo sobre la "fuerza" y, en particular, por el texto que -hemos citado, el representante, retrasado (o avanzado, según el punto de vista), de la tendencia mecanicista en física. 52. La célebre Memoria de Carnot que formula ese principio (Reflexión sobre la potencia motriz del fuego y sobre las máquinas 11
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apropiadas para desarrollar esa potencia) fue. publicada en 1824. Sir William Thomson, convertido en Lord Kelvin (1824-1907), saca la Me moria de Carnot del olvido en 1850, luego de la publicación de su propia Memoria sobre el calor. Este género de accidente histórico no es raro en la historia de las ciencias.. Hasta eJ presente han suscitado más curiosidad que comprensión por parte de los epistemólogos. El interés teórico real que presentan, en cambio, lo esclarece muy bien la comunicación de Georges Canguilhem sobre "Las ciencias de la vida después de Darwin" en el Congreso de Histeria de las Ciencias de Moscú (1971) donde se trató el caso, análogo, del redescubrimiento de los trabajos de Mendel por De Vries. (Ese texte está reproducido en Idéologie et rationalité dans l'histoire des sciences de la vie, París, 1977, págs. 101-120). 53. La formulación que se da aquí del principio en nuestra opi nión es muy c onfusa. Es la formulación de la época. Además hay que agregar que el ténnino "entropía" no es de Carnot sino de Clausius quien, con Thomson, contribuye a hacer (re)conocer, luego a rectificar el trabajo del físico francés. 54. Ludwig Boltzmann nació en Viena el 20 de febrero de 1844. Ensenó en Graz desde 1869 a 1873 y de 1876 a 1890, en Munich desde 1890 a 1894, y en Leipzig desde 1900 hasta 1912. En 1903 sucedió a Mach, su adversario teórico, en la cátedra de "Historia y teoría de las ciencias inductivas" que éste ocupaba en Viena desde 1895, cátedra por lo demás rebautizada sintomáticamente en esta ocasión: "Física teórica y filosofía natural". La violencia de su enfrentamiento con Mach y sus discípulos contribuirá a llevarlo al suicidio en 1906. La situación de Boltzmann en la histeria de la física es singular: sostene dor del "atomismo", cuya renovación anuncia, en un momento en que la mayoría de sus colegas, adheridos a las tesis de W. Ostwald y de E. Mach, consideran el "fracaso" como un hecho, es denunciado como "retardatario" por sus adversarios. Su réplica: Ostwald deduce de la completa reversibilidad de las ecuaciones diferenciales de la mecánica con relación al tiempo, que ella no podría explicar por qué los procesos de la naturaleza se desarrollan siempre en un sentido privilegiado. Me parece que descuida así el hecho de que los procesos mecánicos se definen no sólo pot las ecuaciones diferenciales, sino también p or las condiciones iniciales. En oposición directa a la tesis de Ostwald, he mostrado que una de las confirmaciones más brillantes del mecanicismo era precisamente ofrecer una imagen excelente de la disipación de la energía, si se admite que el mundo partió de un estado inicial que responde a condiciones dadas, que he calificado de estado no probable" (Populare Schriften · Dbras populares-, págs. 129-130). De allí su plan de "proyectar la teoría analítica de las probabilidades sobre la teoría analítica del calor", según las palabras de Michel Serres. Sus tesis más bien que las de Mach serán convalidadas por la mecánica cuántica: se mostrará que este retardatario era, en un sentido, más avanzado que sus contemporáneos. Conocerá así una especie de "triun-
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fo póstumo" sobre su predecesor en Viena, de quien había rehusado ostensiblemente hacer el elogio en su lección inaugural. Ya volveremos sobre este "caso" Boltzmann, en la medida en que Wittgenstein, que tenía proyectado seguir sus cursos el año mismo de su suicidio, le pro fesaba una admiración sin reticencias. Una admiración que debería contribuir a iluminar de algún modo sus relaciones, de golpe conflic· tivas (sea lo que fuese lo que se haya dicho), con los miembros del Círculo de .Yiena, precisamente llamado en tiempos del Tractatus. .. "Sociedad Emst Mach". 55. Abe! Rey, Théorie de la physique (París, 1905, págs. 40.41). 56. Duhem, "La evolución de la mecánica", Revue générale des sciences. (París, 1903). Duhem hace alusión a un pasaje de las Leccio nes sobre la teoría de los gases, publicadas el año precedente, en donde Boltzmami escribe: "Al presentar la teoría de los gases como un con junto de analogías mecánicas, indicamos ya, mediante la elección de esta expresión, lo lejos que estamos de admitir de una manera firme, y como una realidad, que los cuerpos, en todas sus partes, están com puestos de pequeñas partículas". Pero en ninguna parte del texto de Boltzmann se encuentra la idea de que no haya una "explicación" de la cm¡stitución real de los gases. 57 •.La Théorie de laphysique, pág. 165. 58. Ver A. Bogdanov, La ciencia, el arte y la clase obrera (trad. francesa, Parfs, 1977). 59. Hay que destacar que el capítulo final de La ciencia y la hipótesis (capítulo redactado en 1901) lleva como título: "El fin de la materia" y comienza con estas palabras: "Uno de los descubri mientos más sorprendentes de la física moderna es que la materia no existe... " 60. J. B. Stallo, La matiere et la physique moderne (París, 1907, pág. 27). 61. El artículo de Wilhelm Ostwald (1853-1932) apareció en la Revue générale des sciences pures et appliquées, Nº 21, del 15 de no: viembre de 1895. Este artículo tenía como título original: "La supe ración del materialismo científico" (Die Überwindun1< des wissens,;haft· lichen Materialismus. Fue traducido con el título de "El fracaso del , atomismo, . Su publicación desencadenó una violenta polémica en la revista en la cual tomaron parte sucesivamente A. Cornu, entonces vicepresidente de la Academia de Ciencias, luego M. Brillouin cuya réplica se titula "En favor de la materia".
rrolla sistemáticamente y cuya primera frase (y la última) es la siguiente: "La materia ha desaparecido, queda: la energía". Esto es lo que escribe Ostwald en su obra sobre La energía: "Si hoy un físico o un químico quiere mostrarse como hombre de progreso, declara que la materia y la energía son dos entidades parecidas o paralelas, define a las ciencias físicas como las ciencias de la transformación de esas dos cosas irreduc tibles, la materia y la energía. Se verá más adelante que uno no debe detenerse en esta concepción como en algo definitivo y que el dualismo materia-energía puede ser suprimido, dado que la noción de materia es una noción subordinada y que ni siquiera es particularmente feliz" (L'énergie, trad. francesa, París, 1913, pág.. 75). Programa reallzado en el libro que se termina con esta lograda comprobación: "Hace trece años y más, expresé mi convicción de que las nociones de materia y energía no son nociones igualmente bien fundadas. He dicho que la noción de materia se formó antes de que se conociera la de energía y que, en consecuencia, se atribuyen a la materia componentes que pertenecen esencialmente a la energía. Si se le devuelven sucesivamente a la energía los que le pertenecen, la noción de materia se disuelve cada vez más y las magnitudes restantes quedan como factores de extensión de las energías presentes" (L'énergie, págs. 152-153), Veremos que dichas concepciones se conciliaban muy bien con la tradición psicofisio lógica a la cual el mismo Mach se refería para "fundar" su teoría del conocimiento. 62. Revue générale des sciences pures et appliquées. 63. Nos referimos aquí a la biografía intelectual de Mach, tal como fue establecida por Robert Bouvier en La Pensée d 'Ernst Mach (París, 1928). 64. El análisis de las sensaciones (Beitriige zur Analyse de Empfin dungen) (Contribuciones al análisis de las sensaciones) data de 1886. Este libro hace referencia a los Elementos de psicofísica de Gustav Fechner, publicados en Leipzig en 1860, y al gran trabajo de Helmholtz sobre la teoría de la música. Un trabajo donde Helmholtz consagraba no sólo un estudio físico a los fenómenos acústicos y establecía la des composición en vibraciones regulares simples del movimiento vi&atorio complejo de los cuerpos elásticos emisores de ruidos y de sonidos musí# cales t mediant.e aparatos que resuenan por influencia, sino también, además, hacía un estudio fisiológico de las sensaciones auditivas y un análisis psicológico -donde descompone los ruidos y los sonidos en tonos. Ahora bien, tono es definido como "la sensación de sonido rigurosamente simple". Por lo tanto, Helmholtz cree haber demostrado la existencia de sensaciones acústicas simples a partir de las cuales se podrían reconstruir, por composición progresiva, todos los sonidos. Como se ve, tanto la noción "rnachiana'' de "elemento,,, como el programa "de análisis de las sensaclones", está en la descendencia de Helmhol� Pero, como veremos, esta progenie tiene orígenes más leja nos y se prolonga más allá de Mach. La obra de Helmholtz se titula
"Energética" es el nombre que da Ostwald a su doctrina, término utilizado por primera vez por Rankine desde 1856 (ver; Outline of a Science of Energetics, reproducido en Misce/laneous Scientific Papers, Londres, 1881). Esta doctrina, cuyo difundido éxito apenas nos resulta imaginable hoy se presentaba esquemáticamente como sigue. Una vez planteado que "la materia ha desaparecido, proposición-reina del estado de crisis" de la física, Ostwald anticipa una solución que desa-
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Teoría fisiológica de la música (Die Lehre von den Tonempfindungen
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als physiologlsche Grundlage für die Theorie der Musik, Leipzig, 1863, trad. francesa, París, 1868). La ley de Weber-Fecl¡ner --que Fechner designa como "ley de Weber"...... establece, como se sabe, que "la sensación crece como el logaritmo de la excitación". 65. Einleitung in die Helmholtzche Musiktheorie. Popular für Musiker dargestellt (Graz, 1866). (Introducción a la teoría de la músi· ca de Helmholtz. Presentado en forma popular para músicos). 66. Hay que referirse a Johannes Müller, el fundador en Alemania de la fisiología como ciencia experimental, maestro de Helmholtz y de Du Bois-Reymond, y en particular a su célebre Handbuch der Phvsio Logie des Menschen (Manual de fisiología humana) (1834-1840), para encontrar el comienzo "oficial" de esta tradición. Más precisamente, en el libro V, donde se establece el principio de las energías específicas de los nervios, anticipada desde 1811 por Charles Bell en su folleto .Idea ofa New Anatomy oftheBrain (Londres, 1811) (Idea de la nueva anatomía del cerebro) y enunciada una primera vez por el mismo Müller en 1826. En ese libro V (Coblenza, 1838), Müller escribe: "Los sentidos, en virtud de las propiedades de sus numerosos nervios, nos relacionan con los estados de nuestro propio cuerpo) y nos infor. man también de las cualidades y de los cambios de la naturaleza exte rior, en la medida en que esas cualidades y esos cambios producen modificaciones en el estado de los nervios.( ... ) Lo que por intermedio de nuestros sentidos percibe en realidad el sensorio no es nada más que una modificación del estado de nuestros nervios; pero la imaginación y la razón tienen la posibilidad de interpretar las modificaciones produ. cidas en nuestros nervios por factores exteriores como propiedades de los mismos cuerpos exteriores". De estas posiciones generales saca ocho proposiciones largamente argumentadas; l. Los agentes exteriores no pueden dar nacimiento a ninguna clase de sensación que no pueda también ser producida por causas internas, provocando cambios en el estado de nuestros nervios. 2. La misma causa interna provoca en los diferentes sentidos diferen tes sensaciones, en cada sentido las sensaciones que le son específicas. 3. La misma causa ext.erior también da nacimiento a diferentes sensa ciones en cada sentido, según las propiedades específicas de sus nervios. 4. Las·:sensaciones específicas de cada nervio sensitivo pueden ser pro vocadas por varias causas internas y externas. 5. La sensación consiste en la recepción por el sensorio, por inter medio de los nervios, y bajo el efecto de:ta accítln de una causa externa, de una información sobre ciertas cualidades o ciertos estados, no de los cuerpos exteriores, sino de los nervios sensitivos mismos; y todas esas cualidades de los nervios sensitivos son diferentes, porque el nervio de cada sentido tien� su propia cualidad o energía. 6. El nervio de cada sentido parece capa,¡: de una sola clase de sensa ción determinada, incapaz de las que son propias a los otrOs órganos de los sentidos. 270
7. No se sabe si la causa esencial y la "energía" particular de cada nervio sensitivo está situada en el mismo nervio, o en las partes del cerebro o de la métlula espinal con los cuales está en conexión. 8. Los objetos inmediatos de la percepción de nuestros sentidos son simplemente estados particulares de nuestros nervios que han sido provocados y que son sentidos como sensaciones sea por los nervios mismos, sea por el sensorio; pero en la medida en que los nervios sensi tivos son cuerpos materia1es y tienen así las propiedades de la materia en general: ocupando un espacio, son susceptibles de moVimiento vibra torio y capaces de ser modificados tanto químicamente como por el calor y la electricidad,· --lo cual hacen conocer al sensorio, en virtud de los cambios de estado de los cuerpos exteriores. La información así obt.enida por los sentidos concerniente a la naturaleza externa varía según cada sentido, en relación con las cualidades o energías específicas del nervio. Habría que citar todo el capítulo para mostrar cómo las concepciones de Mach (como las de Helmholtz y Ostwald) se deben al trabajo de Johannes Müll�r, y comprender cómo la unificación filosó fica intentada por Mach entre física y psicología, por intermedio de la noción d e "elementos'\ nada tenía de fantasía individual, sino que estaba apoyada por toda una tradición que podía, no sin razón, preten der haber sacado a Ia psicología del atolladero de la "metafísica". 67. Más allá de Müller, evidentemente uno piensa en Herbart, si se buscan las condiciones filosóficas de esta transformación de la psico logía. Jean�Frédéric Herbart, el adversario teórico de los jóvenes maes tros vieneses de los afias 20, que fue el maestro de Mach y el primero en intentar, en su Lehrbuch zur Psychologie (Tratado de Psicología) (1816), constituir una "psicología matemática", sobre la base de una crítica de la estética trascendental de Kant, cuya cátedra en Koenisberg ocupó durante mucho tiempo. Como escribía muy b:an Marce! Mauxion (La Métaphysique de Herbart, París, 1894): "Herbart es clara y francamente empirista; no admite ni las ideas innatas ni las formas a priori; y cree que puede derivar de la sola representación -·-en virtud de un mecanismo psíquico cuyas leyes se ocupa en determinar---, las formas más generales del conocimiento, todo el contenido del espíritu Y el espíritu mismo" (pág. 330). 68. G. Canguilhem, "iQué es la psicología?" reproducido en Etu des d'histoire et de philosophie des sciences (París, 1968). 69. La mecánica (trad. francesa, pág. 435). 70. Entre 1888 y 1890 Ricardo Avenarius, profesor de filosofía en Zurich, escribe los dos imponentes volúmenes de su Kritin der reinen Erfahrung (Crítica de la experiencia pura). Murió seis años más tarde, según se dice agotado por dicho trabajo. En esta obra, Avenarius intentaba establecer, de un modo especulativo extremadamente sofis ticado, que los acontee:imientos que constituyen "la experiencia" están ordenados por el funcionamiento de diferentes part.es del sistema ner vioso. Anticipaba la idea de que la parte central del sistema nervioso es lo que condiciona a la uconciencia" y proponía designar a ésta parte 271
,central como "Sistema C", al no poderla localizar precisamente. Según est.a concepción, la vida del organismo sería un proceso de reajuste per petuo por el cual se restablecería sin cesar un estado de equilibrio inestable siempre comprometido por los estímulos. Avenarius imagina ba un dispositivo muy complejo para explicar las relaciones entre el Sistema C, factor de permanencia y de estabilidad, y los procesos de "reajuste" (que llama "series vitales'\ Sin entrar en detalles, lo esencial era que ro,chazaba plantear una diferencia de naturaleza entre los acontecimientos que se producían, según él, en el Sistema C y esas "series vitales". De allí la idea de que, según el punto de vista en que uno se coloque, se pueden tratar los mismos acontecimientos sea como "estados mentales", sea como "objetos físicos". Como se ve, esta concepción muy cercana a la de Mach -quien salu dará con entusiasmo la aparición del libro de Avenarius- anticipa, a su manera, en lo esencial la tesis defendida por Wilhelm Wundt en 1896 en su Grundriss der Psychologie (Elementos de Psicología). Tesis según la éual la psicología trata de la experiencia irmediata y la física de la experiencia mediata. Aun si es verdad que Wundt criticó vigorosamente, por otra parte, muchos puntos de la doctrina de Avenarius. 71. En 1874 aparece en Leipzig la obra fundamental de Franz Brentano (1838-1917), Psycho/ogie vom empirischen Standpunkte (Psi cología desde un punto de vista empirico), pero recién en los diez primeros años del nuevo siglo la influencia de Brentano parecerá superar definitivamente a la de Wundt, renovada una vez más por Titchener en su Textbook of Psycho/ogy (Nueva York, 1910) (Compendio de Psico /ogia). En el momento mismo en que, en los Estados Unidos se prepa raba la eclosión del "conductismo", que allí iba a triunfar después de la guerra. El artículo fundamental de J. B. Watson (1878-1958), alumno de R. Angel!, discípulo a su vez de William James, aparece en 1913, bajo el título de: "Psycbology as the behaviorist views it" ("La psicolo gía desde el punto de vista conductista") (Psycho/ogical Review ··-Revista de Psicolo1;ía--, 20, 15S.177). Ya vimos cómo, bajo la pluma de Neurath. en particular, el neopositivismo lógico dará su aval a esta nueva tenden cia de la psicología. Se verá que el "conductismo" experimentó luego de algunos decenios un reflujo, al mismo tiempo que el neopositivismo uclásico" es cuestionado. Intentaremos mostrar qué índices permiten pensar que las formas de este cuestionamiento y ias modalidades de ese reflujo pueden preludiar, en nuestra opinión, un resurgimiento, bajo una forma transfonnada principalmente por la neurofisiología contem· poránea, de la tendencia "psicofísica n de la bella época wundtiana 72. El "evolucionismo" entonces estaba de moda, como lo testi· monia, entre otras cosas, la enorme repercusión de los libros de Ernst Haeckel sobre los que vamos a volver. Que ese evolucionismo fuese "vulgar" y "mecanicista" y que no estuviera justificado sino en forma muy abusiva por la autoridad del autor de El origen de las especies (1859), es lo que se puede juzgar en ese caso preciso leyendo Erkennt nis und Irrtum. "El mono, escribe allí Mach, llegado el caso arroja algo
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" � a su enemigo y hasta puede derribar frutos con una piedra. Pero el hombre fija todos los procedimientos ventajosos, por su naturaleza, es más "ecónomico y, al dirigir su atención a los medios int.ennediarios, inventa armas y herramientas" ( tra:d. francesa de Conocimiento y error, París, 1908, págs. 88-89). Habiendo dado así su versión "biologista" de la doctrina clásica del homo economicus, Mach explica que, por adap tación progresiva, el hombre llega a la formación de conceptos como "formaciones psíquicas originales". Un estudio un poco atento de las fuentes de Mach no deja ninguna duda sobre su naturaleza: no es de Darwin de quien toma en préstamo, sino de Spencer. Spencer, es decir, una doctrina, esencialmente forjada por una extrapolación filosófica de los trabajos de von Baer, que se "apoderó·" más tarde, sobre esta base, del concepto darviniano de adaptación para extenderla y gene. ralizar su dominio de aplicación al conjunto de las ciencias; el fruto de esta "furia de generalización" (Nietzsche} resultó al fin de cuentas hacer regresar el concepto "de adaptación" a su prehistoria ideológica (lamarckiana) e instituir al "evolucionismo" en ideología científica. Sobre este último punto ver: Georges Ganguilhem, "¿Qué es una ideología científica?", reproducido en Idéo/ogie et Rationalité, págs. 35.44 donde el caso de Spencer se toma como ilustración de la defini ción propuesta. La cuestión del estatuto teórico ctel concepto de adaptación en Darwin la discute ampliamente Camille Limoges en su libro sobre La Sélection naturel/e _ (París, 1970), la aborda Ivette Conry en su notable Introduction du darwinisme en France au XIXe siecle (París, 1974) y la retoma vigorosamente, con una perspectiva diferente, el reciente libro de Madeleine Barthélemy-Madaule, Lamarck ou le mythe duprécurseur (París, 1979). 73. La Mécanique, págs. 449-457. 74. Emil Du Bois-Reymond, con Helmholtz, el más ilustre de los alumnos de Johannes Müller, pronuncia en 1872 en Leipzig un discurso que hará época. Ese discurso estaba titulado "Sobre los límites del conocimiento de la naturaleza". "Ignorabimus,, era la fónnula siete veces retomada en la conclusión para designar los siete "enigmas del universo": l. Naturaleza y materia de la fuerza. 2. Origen del movimiento. 3. Finalidad de la naturaleza. 4. Primera aparición de la vida. 5. Aparición de la simple sensación y de la conciencia. 6. Origen del lenguaje. 7. La cuestión del libre albedrío. Contra Du Bois-Reymond Lenin lanzó sus ataques más enérgicos en Materialismo y empiriocriticismo (1908). 75. Robert Linhart, en su libro Lénine, les paysans, Tay/or (París, 1976), ha hecho un análisis esclarecedor de algunos de los efectos prin· • cipales de esos errores en la política económica. Por nuestra parte
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hemos intentado analizar otros en el nivel de la·práctica ideológica en el prefacio que hemos escrito para la primera traducción francesa de los textos principales de Bogdanov. 76. Lenin piensa que las posiciones sostenidas por Ernest Haeckel en su réplica a Du Bois-Reymond (Los enigmas del universo, 1895; trad. francesa, 1920) son más firmes. Se apoya en algunas de ellas para mostrar lo que-puede ser el "materialismo espontáneo" de las ciencias de la naturaleza y "defenderlos" contra �oda explot.acíón idealista. La desgracia quiso que, al hacerlo, a pesar de sus precauciones } haya con tribuido a acreditar la idea de que el marxismo debió requerir como "base" de sus concepciones históricas una "filosofía de la naturaleza" de tipo evolucionista. Idea que no está ausente del pensamiento del mismo Marx, como lo testimonia su correspondencia con Engels a propósito de Darwin y el inverosímil apasionamiento que se apoderó de él cuando leyó la obra ahora olvidada de Pierre Trémaux (Origine et Transformation de l'homme et des autres etres, París, 1865); "un pro greso muy importante con relación a Darwin". le escribía a Engels que no compartía esta opinión y susceptible ) a su modo de ver, de suminis trar "la base histórico-natural" de sus concepciones. Idea muy presente en el Anti-Dühring, más todavía en los legajos de manuscritos reunidos y publicados en 1925 por Riazanov con el título, inventado de arriba a abajo, no sin premeditación, de Dialéctica de la Naturaleza; como lo ha demostrado muy bien Sven Eric Liedman en su sorprendente artícu lo sobre Marx, Enge/s and de Laws of Dialectics (Aja tus,' Anuario de la Sociedad Filosófica de Finlandia, 37, 1978). Idea tan prof\lndamente arraigada en los marxistas de la II Internacional que llevó a construir la fábula según la cual Marx habría deseado, contra la voluntad de su destinatario, dedicar el segundo libro de El Capital a Darwin: las inves· tigaciones de Margaret A. Fay acaban de hacer justicia con esta fábula, retomada sin embargo por historiadores tan serios como H. Carr (ver el artículo de M. A. Fay "Did Marx offer to dedícate Capital to Darwin?" -¿"Dedicó Marx El Capital a Darwin"?- aparecido en el Joumal o( History of Ideas, marzo de 1978, vol. XXXIX Nº 1). Idea, en fin, que "inspirará" si se puede decir, la concepción stalinista del mat.erialismo histórico. tal como está expuesta en la Historia del Parti do Comunista Bolchevique (1938) y las prácticas que así se vieron oficialmente sancionadas. Las cartas de Marx y Engels sobre Darwin figuran en la recopilación preparada por Jean-Pierre Lefebvre: Lettres sur les sciences de la nature (París, 1973). La carta sobre Pierre Trémaux, a la cual hacemos alusión, está fechada el 7 de agosto de 1866. 77. E111.
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plo, Physics and Philosophy, The Revolution in Modem Science (Nueva York, 1958, trad. francesa: Physique et Philosophie, París, 1961, págs. 135-136). 82. El ensayo de Schlick se titula: Die philosophische Bedeutung
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des Relativitiitsprinzi (El significado filosófico del principio de la rela tividad). ("Zeitung für Philosophie und philo. Krítik", 1915, volumen 159)-··Diario de filosoffay crítica filosófica . 83. Schlick aún no había leído en esta fecha el Tractatus de Witt· genstein. El matemático Hans Hahn se lo hará conocer en 1926. Schlick se consagrará entonces a la reelaboración de su "empirismo", pero sin cambiar sus bases, en función de la interpretación que creyó poder dar del texto de Wittgenstein. Nos gus_taría sobremanera pregunt.arnos sobre la legitimidad de esta interpretación, como de la de otros positivis tas lógicos. 84. Allgemeine Erkenntnislehre (Teoría general del conocimiento), 12y 27. 85. En El desarrollo del Círculo de Viena y el porvenir del empiris mo lógico, Otto Neurath escribe: "La antimetafísica que Mach profe saba en Viena no era un hecho alslado. Contrariamente a lo que pasaba en Alemania, toda una generación iba hacia el positivismo, el utilitaris·. mo, el empirismo. Si el antikant:ismo en Austria había sido, basta la primera mitad del siglo XIX, en gran parte, una actitud antirrevolucio naría de los círculos gubernamentales y eclesiásticos, en la segunda mitad fue la consagración de la derrota austríaca de- Sadowa. El libe ralismo político y eeonómico, a la sazón maduro para el poder, hizo de las universidades -los puntos de apoyo de una actitud fuertemente opuest.a a la Iglesia y a la Corte" (págs. 39-40). Ahora bien, explica Neurath, los profesores, por servilismo, adoptaban las posiciones ofi. ciales favorables a Alemania. Los estudiantes, como reacción antiale mana, buscaban entonces en la filosofía inglesa, tanto como en las doc trinas socialistas, los argumentos de su oposición al poder del Est.ado. El antikantismo, por lo tanto, se convirtió en la ideología de est.a capa social "revolucionaria", después de haber sido la de sus adversarios. Hay que agregar, como lo hace Karl Menger en el postfacio que escribió para su pequeño libro Mora� Wille und Weltgesta/tung -·Moral, Voluntad y Estructura Universal- (Viena, 1934, trad. en lengua inglesa," Dordrecht,.. 1974), que Kant no era el único filósofo alemán al que se rechazaba por este hecho, sino también en particular, Hegel. Los filósofos austría cos estudiaban así más bien a Hume, John Stuart Mili y Whewell cuyos libros habían sido traducidos. Es sorprendente que un investigador tan atento como Jacques Bouveresse, describiendo hoy al público francés· esta situación, presente esta descripción como un udescubrimiento historiográfico reciente". 86. El texto al cual hacemos alusión dat.a de 1932. Figura encabe zando la edición en lengua inglesa de las Obras selectas de Reichenbach (Se/ected Writings, 1909-1953, págs. 1-4, Dordrecht, 1978). 87. Revue phi/osophique, N° 7-8 (julio-agosto de 1922). El núme-
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ro está consagrado a las "teorías de Einstein sobre la relatividad". La tesis central del artículo de Reichenbach muestra que "sería totalmente erróneo no ver en la obra de Einstein sino la construcción de una teoría física, ya que el mismo siempre tuvo conciencia que hay en el comienzo de su teoría un descubrimiento filosófico" (págs. 6-7). Se dedica así a explicar que "era necesario un análisis rdosófico de las nociones de espacio y tiempo para poder elaborar la física de la Relatividad" (pág. 8). Refiriéndose a Schlick (Allgemeine Erkenntnislehre), plantea que este análisis consistía en cuestionar la "evidencia intuitiva" de la geo metría euclidiana postulada por el kantismo: "Se puede asociar, escribe, con intuiciones tanto los conceptos no euclidianos como los conceptos euclidianos, porque la intuición euclidiana también es una combinación de conceptos y de intuición" ( ... ) "Si hay una intuición pura, hay muchas. Entre ellas, la intuición euclidiana no es privilegiada. No es, también, más que una combinación de intuición y de concepto" (págs. 48-49). La conclusión violentamente antikantiana del artículo merece una atención particular. Citando el elogio que hace Mach de Einstein, celebra a este último por haber "dado a la física la libertad de la que el filósofo quería privarla" (pág. 59) y termina con estas palabras: "En nuestro tiempo, han hecho más filosofía los físicos y los matemáticos que los füósofos oficiales. Parece ser de la naturaleza del espíritu humano que el manejo de los problemas concretos particulares lo apro xima más al enigma del conocimiento que toda reflexión abstracta sobre el fenómeno inconcebible de la concepción misma" (pág. 61). Se encontrarán textos concordantes en los Selected Writings: "Space and Time, from Kant to Einstein" (1928); "The world view of the exact sciences" (1928); "The new philosophy of science" (1929) y, hasta en 1934, artículos que retoman los mismos temas, aunque progresivamente renovados por el desarrollo del empirismo lógico y la historia contem· poránea de la física. Volveremos sobre esto. 88. Actas del Congreso Internacional de Filosofía Científica, I (págs. 28-35). 89. Actas, págs. 30.32. Podríamos haber citado tammén el artículo de W. Dubislav aparecido en Erkenntnis (I, 1930, págs. 27-48) con el título "Ober den sogenannten Gegenstand der Matematik" (Sobre el llamado objeto de la matemática), que retoma los mismos análisis casi en los mismos términos. 90. Hay diversas maneras de ser "antikantiano", cada una solidaria con una lectura determinada del edificio de la filosofía crítica, como lo subraya Gerard Lebrun desde las primeras páginas de su gran libro sobre Kant y el fin de la metafísica (París, 1970). Retengamos por el momen to, antes de volver a ello en otro nivel de análisis, que el Círculo de Viena exhibe un antikantismo que apunta primero a la estética trascen dental. Veremos que este antikantismo se reitera bajo los efectos de la "revolución logística" con un ataque contra los presupuestos, juzgados en adelante "perimidos", de la lógica trascendental. Tendremos que pre guntarnos luego de cuál rostro del kantismo los neopositivistas tuvieron 276
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que distanciarse así públicamente: un kantismo mutilado al punto de reducirse, en su opinión, al solo contenido "dogmático" (o si se prefie re: doctrinario) de la Crítica de la razón pura únicamente. De la respuesta a esta pregunta depende por una parte la solución de otro problema: ¿la "salida" positivista del espacio trascendental es tan "radical" como encarnizadamente lo pretenden sus protagonistas? ¡,La pregunta trascendental más bien no ha sido "recubierta" por ellos, enmascarada, con el pretexto de la negación más convencida? ¿Y, ade más, last but not /east, el proyecto de semejante "salida" tiene un sentido tan unívoco como el neopositivismo (y, por su parte su máscara marxista vulgar) tenía y continúa teniendo la tranquila certeza de ella: es la vía de una liberación del pensamiento científico? 91. El mejor texto de Reichenbach sobre este punto es sin duda el siguiente: ".. .lo que ocurrió con la teoría de Einstein prueba que el conocimiento no es posible si uno permanece encerrado en los marcos de los principios kantianos. Para un kantiano, un resultado semejante sólo puede significar la ruina de la ciencia. Es una suerte que el sabio rio haya sido kantiano y que, en lugar de renunciar a sus esfuerzos para construir la ciencia, haya buscado los medios de cambiar los principios pretendidamente a priori. Al mostrarse capaz de manipular las relacio nes espacio-temporales esencialmente diferentes de las que se asignaban tradicionalmente como marcos al conocimiento, Einstein abría la vía a una filosofía superior a la filosofía de la síntesis a priori. Por lo tanto, la relatividad de Einstein pertenece a la filosofía del empirismo. Sin duda, el empirismo de Einstein no es el de Bacon o de Mill, quienes creían que todas las leyes de la naturaleza podían ser descubiertas gracias a simples generalizaciones inductivas. El empirismo de Einstein es el de la física teórica moderna, un empirismo en el que la construc ción matemática moderna está concebida de manera de relacionar los datos de la observación mediante operaciones deductivas y permitirnos predecir nuevas observaciones". El subrayado de ese "por lo tanto" es nuestro y marca el "pasaje", a primera vista tan sorprendente, del apriorismo al empirismo que efectúan los miembros del Círculo de Viena en el momento de la revolución einsteniana (La Signification philosophique de la théorie de /a relativité, págs. 47-48). 92. E. A. Burtt, Methaphysical Foundations of Modem Physical Science (Londres, 1925, pág. 153) (Fundamentos metafísicos de la ciencia física moderna). 93. Pierre Duhém, La Théorie physique, son objet, sa structure (París, 1906, 2a ed., 1974, pág. 76). 94. Es del mayor interés, como se verá más adelante, que los neo positivistas hayan mezclado así en un mismo elogio a Mach, Kirchoff y Hertz, si se piensa que Boltzmann, el adversario de Mach, apelaba a estos dos últimos en contra de él (ver en los Popu/iire Schriften, 14, el ensayo traducido en inglés con el título d� "On the development · of the methods oftheoretical physics in recent time", en ed. Dordrecht. 1974, págs. 88-89). Este "ecumenismo" retrospectivo permite aclarar 277
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algunas malas interpretaciones neopositivistas de la obra de Wittgens tein, gran admirador de Hertz, y de Boltzmann, pero, en esta misma medida, fundamentalmente antimachiana. 95. Las "relaciones" de incertidumbre fueron enunciadas por Heisenberg para regular las relaciones entre la previsión teórica del movimiento de las partículas elementales y la medida experimental. Si se representa por p el componente de posición (con relación a un punto de observación geométrico) de una "partícula", y por q la canti dad de movimiento, si se llama 6 p y 6 q respectivamente a las incer tidumbres que se refieren a su determinación en un instante dado, la primera "relación" de Heisenberg se enuncia 6 p . 6. q � h, donde h es la constante de Planck. Una relación tal significa que las incertidum bres sobre las variables p y q no son independientes. No se puede proseguir la determinación de una de ellas con una aproximación cre ciente, sin hacer cada vez más grande el error que se refiere a la otra. En el límite, una precisión absoluta en la localización de la partícula correspondería, pues, a una cantidad de movimiento completamente indeterminada, y recíprocamente. Por lo tanto es imposible definir aquí, de una manera que tenga sentido experimental, el "estado inicial" del movimiento de una partícula; por lo tanto, también es imposible efectuar cualquier previsión según el esquema "detenninista" de la mecánica clásica. "Limitación", dicen Heisenberg y Bohr, que se refiere a toda expe riencia posible en el dominio de los fenómenos microfísicos. Limita ción constitutiva de nue·stras posibi1idades de conocimiento, con la conse�uencia de que el determinismo clásico se transfornia en un postu lado inverificable por naturaleza. De donde se sacan las "conclusiones" que extraen de inmediato Bohr y Heisenberg, y que rápidamente serán vulgarizadas: que la noción de un fenómeno "objetivo", independiente de las condiciones en las cuales se lo observa, se pierde; que, dado que finalmente nuestros mismos órganos sensoriales están interesados en el acto de observación\ la microfísica está afectada por una subjetividad esencial. De allí nace el rótulo de "subjetivismo" que sus adversarios (prin cipalmente Popper) le prendieron a la "ortodoxia de Copenhague". En un artículo de incomparable claridad, Jean-Marc Lévy-Leblond demuestra que lo que se llama ºlas relaciones de incertidumbre" no son "relaciones" (en el sentido matemático del término) y que no se refieren a "incertidumbres". Propone llamarlas CQn más justeza "desi gualdades" de Heisenberg y subraya que la "lin¡ltación" de la cual se habla hada tie11� que ver con un ''error'\ como Jo supone implícita mente la interptetacióti "vulgar", que no es·"" imput.a.ble al "sujeto" del conocimiento, sino que constituye una ley física cuya fórmula se produce,. demuestra y verifica. En efecto, no es un conocimiento menor, es un conocimiento positivo, parte de la determinación objetiva de las leyes de los sist¡lmas microfísicos. Llama la atención sobre los equívocos epistemológicos que sigue introduciendo el empleo de la fór.
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la pedagogía científica. Más m1,1la "relaciones de incertidumbre" en stración para comparar el demo esta sobre precisamente volveremos popperiana de la inter ción procedimiento y las conclusiones a la refuta . El texto al cual nberg Heise erg", publi Heise de es hacemos referencia se titula: "Las desigualdadFísica, 7, 15, 1973. de cesa Fran dad Socie cado en el Boletín de la que se llevó a cabo el 14 96. Sabemos que en la memorable sesión de Berlín, Max Planck Física de dad Socie la en de diciembre de 1899 a, según la cual se cuant lós da de expuso por primera vez la teoría llama nivel microfísico, el en ía, energ de os ambi debe admitir que los interc Einstein, fue de con Planck, junto se producen de manera discontinua. nica cuántica. mecá la de sa" "dane ión los que rechazaron la interpretac abandonaron no s", ismo ional "irrac de a teñid an Como la considerab in, de encon Einste de caso el en el proyecto, durante un cuarto de siglo ina. doctr a nuev la para co} (clási nico" "mecá trar un fundamento tomar en para sis, sínte "En : 97. Niels Bobr declaraba en 1925 atómi enos fenóm los de pción descri la en ico cuenta el postulado cuánt , en la ad' ta.ried lemen comp la cos, debemos desanollar una 'teoría de do ontan confr que más ada evalu ser e pued cual su no contradicción no n". vació obser de es ilidad las posibilidades de definición y las posib naturaleza de la luz de las Tomando como ejemplos la cuestión de la de "una indeterminación partículas elementales, llegaba a la conclusión Veremos cómo Popper ica". atóm da recíproca que afecta a toda medi "complementariedad", a la denuncia la "esterilidad,, de esta noción de vistas de Bohr. Niels positi iones que ve como un re!'>ño de las posic gado de organizar, a encar al acion intern Bohr formó parte del comité la ciencia. El primer de d partir de 1937, los congresos para la Unida Science (Chicago, ed Unifi of dia clope Ency volumen de la Intemational lo cual queda sellada la 1938) incluye un breve artículo suyo, con miembros, entonces dis· los con e alianza de la Escuela de Copenhagu . (El texto citado es el Viena de lo Círcu el sido había persos, de lo que en La Théorie atomi· o ducid repro de la conferencia de junio de 1925, des phénoménes, trad. francesa, P, · ís, 1932.
que et la descrivtion de,cripción de los fenómenos). págs. 50-54) ¡La teo,ia atómica y .la berg escribe principalmente: Heisen ophy, Phi/os and s 9R En Physic de
de Copenhague "Habría que destacar aquí que la interpretación positivismo toma el donde allí e, porqu ista, ningún modo es positiv en tanto que ele ador como base las percepciones sensoriales del observ considera que . hague Copen de ón retaci mentos de la realidad, la interp tos clá de concep ayuda la las cosas y los procesos descriptibles con ón retaci int.erp toda de s mento funda sicos, es decir lo real, son los s, aun en esta texto otros os much Pero 188). pág. sa, france física" (trad. narias por otra parte obra, cuando se trata no de proclamaciones doctri los resultados cien· de ción reta interp la de sino ambiguas, como aquí, sitivista. Popper, neopo ción tíficos, están muy marcados por la orienta eso. lo veremos, no se engañó en grado a las 99. Ver por ejemplo el capítulo muy prudente consa
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interpretaciones de la mecánica cuántica en Philosophical Foundations of Physics (1966) (trad. francesa, Les Fondements philosophiques de la physique,.París, 1973).
100. Todo se anuda, ya se sabe, alrededor de la cuestión de los "límites" del conocimiento y de la "libertad" del electrón. Volveremos sobre el conjunto de estas cuestiones al hacer el análisis de lo s textos popperianos: en particular, del1>ublicadoen Objective Knowledge (Lon dres, 1972) con el hermoso título de "Of clouds and clocks" ("Sobre nubes y relojes"). 101. Por la expresión "física cuántica", hay que entender los diver&os dominios de la física, teórica y experimental, que se basan en las leyes y los conceptos de la ''mecánica cuántica": física atomica, física molecular, física de los sólidos, física nuclear, física de las par tículas. Sobre el "retraso en la reestructuración", ver Mario Bunge, Philosophie de laphysique (trad. francesa, París, 1974). 102. Es muy notable que ninguno de los participantes en los deba tes sobre el estatuto de la mecánica cuántica (con excepción de Bridg man, el teórico del "operacionalismo" ··· aunque su campo de experien� cia era la física de altas presiones· -) no haya sido un experimentador, de manera que las referencias de toda esta literatura a la práctica expe rimental siguen siendo muy abstractas. Conviene hacer notar que idéntica situ-ación - surgida de la misma división del trabajo·.· se ha reproducido en la Unión Soviética, con iguales consecuencias de extra polación ideológica (aquí cubiertas con el manto marxista). Sobre este último punto el mejor análisis sigue siendo el de Loren R. Graham, Science and Philosophy in /he Soviet Unían (Nueva York, 1972). El re<;iente libro de Silvano Tagiiagambe, Scienza, filosofía, política in Unionae Sovietica 1924-1939 (Milán, 1978) tiene el interés de reprodu cir nulnerosos textos hoy inaccesibles. 103. Einführung in die Metaphysik, 1952 (trad. francesa: Intro duction a la métaphysique, París, 1967). El texto que citamos es exten samente comentado en el curso de Jean Wahl publicado con el título de Vers la fin de l'ontologie (París, 1956). 104. Was ist Metaphysik? (¿Qué es la metafísica?), Bonn, 1929, (trad. francesa: "¿Qu'est-ce qúe ia Metaphysique?", París, 1938, repro ducida en Questions I, 1968). 105. Introducción. . . pág. 23. El vocabulario empleado por Heidegger puede entenderse también en un sentido médico; en ese caso se opone a la concepción "t.erapéutica" de la filosofía con la cual concuerda, más allá de las diver�encias intestinas. toda la tradición "analítica". La cuestión no es menor: con e) pretexto en apariencia bonachón·. de un poder "médico", de lo que se trata es del "poder" de la filosofía y, en último análisis, de su relación con los aparatos del poder (del Estado). 106. lbíd., pág. 35. 107. Ibíd. 108. "Überwindung der Metaphysik durch logische Analyse der
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Sprache" ("La superación de la metafísica por el análisis lógico del Jen guaje'i) aparecido en Erkenntnis, vol. U, 1931 (trad. francesa: La science et la métaphysique devant l'analyse logique du langage, París, 1934). 109. El título del capítulo de Carnap es el siguiente: "Pseudopro posiciones en metafísica". 110. Artículo citado, trad. francesa en Les Enoncés scientifiques et la réalité du monde extérieur (París, 1934, pág. 8). 111. Consideraremos, llegado el momento, la cuestión de saber si, como aquí parece indicar Schlick, el Tractatus puede efectivamente considerarse como una simple "puesta a punto" de la obra lógica de Frege y Russell o si, como lo subraya por su par.te Otto Neurath, para ponerlo al servicio del proyecto del Círculo de Viena, hay que "des· prenderlo de su envoltura metafísica" (Le développement du Cercle de Vienne, trad. francesa, pág. 49), y si, en ese caso, no se pierde lo que Wittgenstein mismo consideraba como "lo esencial de su obra". 112. Empiricism and Sociology, pág. 306. (El subrayado es de los autores). 113. Recordamos que ése era el vocabulario de Reichenbach en el primer texto que hemos citado: "herramientas". Semejante concep ción "instrumentalista" de la lógica plantea evidentemente temibles problemas, que no tardaremos en afrontar. Toda la cuestión es saber si la lógica (matemática) es "herramientaH para la matemática en el proceso de su transformación o, como lo proclaman los neopositivistas, "herramient.an para la filosofía en su tarea de fundamento y unificación de las ciencias. Y si se recusa esta segunda posición, ¿todavía hay que hablar de "herramientas" suponiendo una relación de exterioridad entre la práctica matemática y la práctica lógico-matemática? Aun si es verdad que el vocabulario de las "herramientas" tiene, por otra parte, la ventaja considerable de evitar el del "fundamento", y hasta de tomar el sentido inverso restableciendo la primacía (histórica y epistemoló gica) de la práctica matemática sobre la práctica lógico-matemática en el interior mismo de la práctica matemática. Sobre todos estos puntos, ver los penetrantes análisis de Alain Badiou en los últimos capítulos de su pequeña obra sobre Le concept de rnodéle (París, 1969). 114. Die alte un die neue Logik (Erkenntnis, voi. 1, i930-1931), trad. francesa L'Ancienne et la Nouvelle Logique (París, 1933, pág. 8). Obsérvese el vocabul�io1 . de nuevo. , Es sintomático: la "revolución lógica" acaba de "realizar un sueño, , colmar un "deseo". Mostrare mos más adelante que allí está, en la letra de esos textos aparentemente "rigurosos", la marca de una "fantasía,, filosófica tenaz e insistente, que mucho tiene que ver con un "deseo", cuya realización no era otra cosa en el fondo sino la realización del "sueño" leibniziano. Tendremos que explicar lo que, en la nueva coyuntura de los años 30, pudo haber sometido así a .algunos de los filósofos-científicos al dominio de un sueño semejante, bajo formas renovadas. 115. Abriss der Geschichte der Logik (Elementos de historia de la
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lógica) (Munich, 1931). Trad. francesa, Histoire. de la /ogique (París, 1968). 116. La publicación en tres volúmenes de la obra de Jorgen Jor
gensen, escrita en la misma perspectiva, sigue de cerca a la de Scholz, el
mimo año (A Treatise of Formal Logic -Tratado de lógica formal-,; Copenhague-Londres, 1931). 117. Heinrich Scholz (1884-1956) no era miembro del Círculo; en la obra que mencionamos hace expresas reservas sobre la hostilidad
sistemática de Camap con respecto de la metafísica y aboga por una formalización de est¡¡ disciplina, lejos de creer posible su pura y simple
"destrucción". Más adelante, será el intérprete de las teorías de la
Escuela de Varsovia, en particular en su libro Gnmdzüge der mathema fuchen Logik (Elementos de lógica matemática) (Berlín, 1961). Pero además de los lazos oficiales y doctrinarios establecidos rápidamente entre Viena y Varsovia, se pU:ede sostener, con las reservas que acaba� mos de hacer, que el punto de vista de Scholz sobre la historia de la lógica corresponde muy fielmente al punto de vista de los fundadores del positivismo lógico. 118. Histoire de la logique, pág. 26. En su libro sobre La théorie aristotélicienne de la science (París, 1976), Gilles Gaston Granger hace el balance sobre la cuestión del "formalismo" de Aristóteles. Propone hablar del "carácter semiformal" del aristotelismo (pág. 62) y se dedica a marcar la distancia que separa la Hlógica" aristotélica de la idea
moderna de un sistema axiomáticamente constituido, discutiendo en
algunos puntos sensibles la interpretación de J. Lukasiewicz en su libro clásico, Aristot/e 's Syllogistic. 119. Ibíd., pág. 25. 120. Un importante coloquio tuvo lugar recientemente bajo la égida del Centro de Estudios y de Investigaciones Interdisciplinarias de Chantílly, organismo surgido de los acuerdos de cooperación entre la Universidad de Picardía y el Centro Cultural de Fontaines, por ini· cíativa de Jacques Brunschwig, sobre el tema: Les Stoi'ciennes et /eur /ogique (publicado en París, 1978). Allí se ve, gracias a la pluma de
eminentes lógicos contemporáneos e1 sentido de la excepción que Scholz hace en su libro: los estoicos siguen siendo, en su opinión, los
padres de la lógica de las relaciones. 121. Histoire de la /ogique, págs. 37-39. Ver la discusión de la interpretación de la lógica trascendental en Il neopositivismo logico de Barone (op. cit. págs. 36,37). 122. !bid., pág. 74. Bernard Bolzano (1781-1848), que fue profe sor en Praga desde 1805 a 1819 y mereció el título de "Leibniz de la Bohemia", publicó los cuatro volúmenes de su Wissenschaftlehre (Teo ría de la ciencia) en 1837. La obra de Bolzano es inmensa, cubre un campo que va desde la lógica a la teología y a la filosofía política. En
m atemática, marca una forma de punto de detonación de los esfuerzos
emprendidos en la primera mitad del siglo XIX para elaborar el concep to de ciencia como conjunto de proposiciones verdaderas ordenadas por
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la relación de "deductibilidad". Bolzano plantea que una proposición debe ser cuidadosamente distinguida por una parte de las expresiones Íingüísticas que la traducen y, por la otra, de las representaciones mentales que la acompañan. Una proposición es para él el puro sentido ( b/oss Sinn) que la expresión designa Y. que no ofrece sino las dos posi bilidades exclusivas siguientes: ser verdadera o ser falsa. La verdad de las
proposiciones es independiente de las represent aciones mentales de los
hombres. Una "verdad" es, por lo tanto, una proposición que tiene la propiedad de ser verdadera Una verdad semejante es para Bolzano una "verdad en sí". De ello resulta que_ una ciencia será definida como "deducción de verdades en sí". La "lógicll" d.ebía consistir,. en su opinión, en el establecimiento de los criterios de formación y de validez de tales encadenamientos. Se ve en qué sentido se ha podido considerar que Bolzano reanudaba, contra la concepciOn kantiana "constructivisM ta" de la matemática, !a tradición leibnizianá en el momento mismo en que los matemáticos emprendían un proceso de restructuración interna en el cual participó, por otra parte, directamente, anticipando especial· mente la construcción de una función continua no diferencíable dada por Weierstrass. En Sur la logique et la théotie de la Science (París, 194 7), Jean Cavailles caracteriza en estos ténrtinos el lugar de Bolzano en la historia de la füosofía: "Por primera vez quizá la ciencia no es considerada como simple intermediaria entre el espíritu humano y el ser en sí, dependiente tanto de uno como del otro y no teniendo realidad propia, sino como un objeto sui ge�ris, original en su esencia y autónomo en su movimiento" (pág. 21). 123. Histoire de la logique, pag. 74. 124. lbíd., pág. 79. 125. El libro de Russell sobre La filosofía de Leibniz (A Critica/ Exposition of Philosophy of Leibniz ·-Exposición crítica de la filosofía de Leibniz-, CUP, 1900. Trad. francesa, París, 1908) trata del conjunto del sistema de Leibniz. Se dedica a mostrar cómo el "descubrimiento" de los escritos matemáticos y lógicos del autor arroja "una ola de luz" sobre el edificio en su conjunto. Los cualro primeros capítulos más especialmente dedicados a la Lógica defienden una interpretación que es la misma que retoma Scholz y la mayor parte de los positivistas lÓ· gicos.
126. Histoire de la logique, pág. 83. 127. Ibíd, pág. 86. 128. El término "logística" fue propuesto simultáneamente y en forma independiente, en el Congreso Internacional de Filosofía de Ginebra, por Itelson, Lalande y Couturat, para designar más cómoda· mente lo que hasta entonces se llamaba lógica algorítmica, lógica sim bólica, lógica matemática. La palabra hoy está muy marcada por sus lazos filosóficos iniciales ("logicistas") y casi ya no se emplea. Como se sabe, el trabajo verdaderamente inaugural fue el de Frege (18481925) pero pasó inadvertido hasta el día en que Russell le rindió home· naje público. en el apéndice A de los Principies of Mathematics (1903),
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en el momento mismo en que el filósofo inglés descubría la paradoja implicada e n la "ley fundamental V" de Las leyes fundamentales (1893 y 1903). Todos esos episodios y su significación teórica los aclara Claude Jmbert en los dos prefacios que. hizo para las traducciones fran cesas de Grundlagen der Arithmetik (Breslau, 1884, trad. francesa, París, 1969) y para una ,recopilación de diez textos publicados entre 1879 y 1925 que tituló Ecrits logiques et philosophiques (París, 1971). 129. Scholz cita la célebre carta de Leibniz a Gabriel Wagner (1696) donde se puede leer especialmente: "Aunque, seguramente, el señor Arnauld diga en su Arte de pensar que los hombres no se equi vocan fácilmente en la forma, sino casi exclusivamente en el conteni do,. en los hechos es totalmente de otro modo, y el señor Huyghens ya advirtió conmigo que aun los errores matemáticos que se llaman paralogismos resultan en general de una negligencia de forma". Esta equivocación fundamental de Port Royal, comenta Scholz, explica que esta lógica "no sea profunda" (Histoire de la logique, pág. 69). 130. Volveremos sobre la polémica de los neopositivistas contra Lotze, Rickert y Lask: se desarrolla al mismo tiempo que se constituye el proyecto de "ciencia unificada" que supone, contra ellos y algunos otros, el rechazo de la distinción entre "ciencias de la naturaleza" y "ciencias del espíritu". Porque ese rechazo es el que da todo su alcance al proyecto de "unificación" de la ciencia, como se ve cuando se lo encara en su inserción histórica concreta. La tesis de la "unidad de la ciencia" tiene sin duda, en el espíritu de los positivistas lógicos, un al·· canee polémico: su empresa no apuntaba única ni esencialmente a buscar, en la ºreducción" de las diversas prácticas científicas existen. tes a una misma base lógica, la confirmación de postulados epistemoló· gicos indisociablemente formalistas y empiristas característicos de la "epistemología burguesa", como lo dejaba entender Alain Badiou en Le concept de modele (París, 1969), él mismo víctima de un punto de vista. .. formalista sobre la historia de la filosofía. El punto es importante y, si se quiere, políticamente cargado de sentido, puesto que ese rechazo es el que contribuirá a hacer de la "concepción científica del mundo", elaborada en Viena, una poderosa base de apoyo para las "ciencias humanas" nacientes, en sus formas conductistas (psicología y sociología) y marginalista (economía). Adviértase que Husserl, en su célebre introducción a Forma/e und traszendentale Logik, aparecida en 1922, hace referencia precisamente a una máxima de Lotze para jus tificar su propio tratamiento de lo que designa, en una expresión anti logicista brutal, como la "lógica tradicional y en particular la lógica moderna". Este es el texto: "Si Lotze en una expresión célebre designa como la tarea más alta del conocimiento no solamente calcular la marcha del mundo sino aún más comprenderlo, debemos adecuar esta expresión mutatis mutandis igualmente a la lógica, al dominio de las formaciones lógicas, lo que quiere decir que uno no se puede atener a que la lógica, a la manera de las ciencias positivas, de una forma metó dica a las teorías objetivas y remita las formas de teoría auténtica
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posible a sus princ1p1os y a sus normas" (pág. 14, trad. francesa,
Logique forme/Je et logique trmcendentale, París, 1957, pág. 22). La
contra.dicción real que opone Husserl a los neopositivistas será objeto de un análisis ulterior. 131. La obra de Scholz está afectada por un extraño silencio: el mismo silencio del logicismo, como lo estableceremos siguiendo a Wittgenstein. Silencio sobre la "crisis", sin embargo tan reciente, tan prolongada y tan perturbadora de la que la constitución de esta "logis· tica" no había sido, sObre todo, sino uno de los momentos; aun si se creía, con razón o siñ ella, que ese momento había marcado la "salida" al fin conquistada. Queremos hablar de lo que se hab,ía llamado, de común acuerdo en el tumulto del momento, la "crisis de los fundamento" de la matemática. Hay en esta Histoire de la logique una extraordinaria elisión de la historia real de la génesis de la "nueva lógica" que se desa• rrolló en el terreno de la práctica matemática contemporánea. Una elisión que terminó por reconstituir ficticiamente otra historia: la de la lógica, donde la nueva disciplina se enfoca dentro de la perspectiva directa de la "antigua lógica" aristotélico-escolástica. De tal forma que si su constitución aparece como la "solución" de una ucrisis", esta "crisis" no es la de la matemática, sino la de la uantigua lógica". Nueva "novela familiar" que se nutre, como suele ocurrir, de un verda� dero quid pro quo, cuyas resonancias epistemológicas no han terminado de hacerse sentir en la práctica misma de los matemáticos y de los lÓgi· cos, sin hablar de las contorsiones "epistemológicas" que continúa imponiendo a aquellos filósofos que persisten en ser víctimas de ello. 132. L'Ancienne et la Nouvelle Logique, pág. 11. Carnap hace alusión en forma explícita a los trabajos de Frege, Peano, Schroeder, y a su "realización" en RusseU y Whitehead 133. Ibíd., pág. 12. 134. Las dos grandes obras de George Boole (1815-1864), The
mathematical analysis of logic, being an essay a calculus of deductive reasoning (El análisis lógico de la matemática como ensayo de un cálcu lo del razonamiento deductivo) (1847) y An investiga/ion of the laws of thought on which are {ounded the mathematical theories of logic probabilities (Investigación de las leyes del pensamiento en que se fundamentan las teorías matemáticas de la lógica y de las probabili dades) (1854) no pueden ser consideradas como la primera realización
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de la "nueva lógica"t aunque Carnap les rinde homenaje al comienzo de su texto. Al constituir en un sistema acabado lo que llamaba el "áJge bra de la lógica", Booie había tomado una vía muy diferente de la que seguirá Frege. Como decía Couturat, "el áJgebra de la lógica es una lógica matemática, por su forma y por su método, pero no hay que tomarla por la lógica de la matemática" (L'algébre de la logique, París, 1905, pág. 95). La matemática desempeña allí el papel de auxiliar para resolver problemas de lógica; se la introduce en lógica para resolver problemas de lógica A la inversa -en este sentido hablamos de Hinver� sión"-t a partir de Frege la lógica matemática se constituye para re.
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-teóri· solver los problemas matemáticos a partir de la "comprobación,' solu la para da inadecua era comente equívoca- de que la antigua lógica ción de esos problemas. 135. Es el título del capítulo V de nuestro artículo. 136. L 'Ancienne et la Nouuelle Logique, pág. 25. 137. Ibíd., pág. 26. 138. Ver el Troctatus 4.46 a 4.4661. 139. L 'Ancienne et la Nouuelle Logique, pág. 29. 140. Leqons sur la premiére phi/osophie de Russe/1 (París, 1968, pág. 123. 141. En 1888 Dedekind, continuando la tarea de Weierstrass y de Grassmann, enuncia un sistema completo de axiomas para la aritmé· Couturat, tica, retomado tres años más tarde por Peano (ver: Louis hysique et de métap de ue Rev ". Peano M. de ática mat.em "La lógica morale, 1899, págs. 616-646), comprendía un formulación precisa del principio de recurrencia. "Con esta axiomatización, comenta Bourbaki, parecía que se hu bieran alcanzado los fundamentos definitivos de la matemática. En realidad, en el momento mismo en que se formulaban claramente los axiomas de la artimética, para muchos matemáticos (comenzando por los mismos Derlekind y Peano), ésta ya no tenía ese papel de ciencia primorcial, que se había transferido a la más reciente de las teorías mat.emáticas, la teoría de los conjuntos" (Éléments d' histoire des mathématiques, París, 1969, pág. 39). 142. Como advierte Jean-Toussaint Desanti en sus "Reflexiones sobre el concepto de 'matesis' " (reproducidas en La Phi/osophie silen cieuse, París, 1975, págs. 196-219) pronto se va a plantear la cuestión a" no de saber si la unidad de una "matesis" que unifica las "matémat n es un señuelo; por lo menos pensada en las formas ''artificiales en las que hasta entonces había sidon pensada. A la concepción de una unifi· cación por los "fundamentos le opone, por su parte, el programa de unificación "por lo alto" según un esquema "piramidal". 143. La Philosophie silencieuse, apéndice!, pág. 252. 144. En realidad la advertencia ya había sido hecha por Cantor en una carta inédita a Hilbert. 145. Supongamos que S sea el conjunto de todos los conjuntos) escribe Cantor1 sea cual fuere otro conjunto, la potencil:l de este último será inferior, o a lo sumo igual, a la potencia de S. Pero, en virtud del teorema de Cantor, la potencia del conjunto P(S} de las partes de S es superior a la p otencia de S. Esta antinomia, que es la del conjunto de todos los conjuntos, por lo tanto puede ser ígualmente denominada como la antinomia del más grande de los cardinales. La correspondencia Cantor-Dedekind se reproduce en el libro de Jean Cavaillés titulado Philosophie mathématique (París, 1962). 146. Se sabe que en junio de 1902 Russell dirige una breve carta a Frege en la que le transmite su admiración y le señala la antinomia que afecta su sistéma. Este sistema permite. en efecto. distinguir, entre
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las clases (o los conjuntos), aquellas que se contienen y- aquellas que no se contienen a sí mismas como elementos y permite en seguida elaborar el concepto más amplio de clase de todas las clases que no se contienen a sí mismas como elementos: Ahora bien, si preguntamos si esta nueva clase se contiene a sí misma como elemento, pregunta que nada prohibe hacer dentro del sistema, se tennina en una antinomia: si se responde que sí, se debe concluir, en virtud de la definición de una clase tal, que no; y si se decide responder .que no, se debe concluir, en virtud de la misma definición, que sí. También se conoce la reacción de Frege: "Cualquiera que ha hecho uso en sus pruebas de la extensión de los conceptos, de las clases, de los conjuntos, está en la misma situación que yo. Lo que está en cuestión no es sólo mi manera parti· cular de establecer la aritmética, sino saber sl la aritmética es suscep· tible de recibir algún fundamento lógico cualquiera que sea". La carta de Russell y la respuesta de Frege fueron publicadas por J. van Heije noort: From Frege to Godel, a Source Book in Mathematical Logic 1879-1932 (De Frege a Godel. Libro básico en lógica matemática) (Cambridge, Mass., 1967). 147. Popper muestra muy bien el senthniento de la época cuando dice, a propósito de los primeros trabajos de Russell. "Creo que jamás ocurrió nada semejante en la historia de la filosofía. Los resultados logrados no tienen comparación, Russell redescubre la lógica de Frege y la teoría de los números; además echa las bases de la aritmética y del análisis; sobre esta base formula la prhnera definición clara y shnple de los números reales · un progreso con relación a Cantor, Dedekind y Peano- · y para terminar no sólo suministra una nueva teoría de la geometría, sino también una nueva aproximación a la mecánica" {en British Philosophy, 1971). 148. Carnap da un resumen de la teoría de los tipos. Veamos en qué términos Russell la reformula en My Philosophical Development (trad. francesa: Histoire de mes idées philosophiques, págs. 102-103). Recuerda primero la definición (Y su interpretación) de lo que es una función proposicional. "Dada una función proposicional, digamos fx, existe un cierto número de valores de x por los cuales es.ta función ltiene un sentido', es decir, es verdadera o falsa. Si a está en ese núme ro, entonces fa es una proposición que et verdadera o falsa Además de la sustitución de una constante por la variable x, hay dos maneras de considerar una proposición funcional: una es afirmar que siempre es verdadera, otra, que es verdadera a veces. La función proposicional, 'Si x es humano, x es mortal'' es verdadera a veces. Por lo tanto, se puede considerar de tres.maneras una función proposicional. la primera es la de sustituir una constante por una variable; la segunda es afirmar todos los valores de la función; y la tercera, algunos de sus valores o por lo menos uno de ellos. La función proposicional en sí misma es sólo una expresión. Es sólo una manera cómoda de hablar de los valores de la variable para los cuales la función es verdadera." La düicultad que resuelve la Hteoría de los tipos" es la siguiente:
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� "En lo que concierne a la tercera de las tres condiciones anteriores que una solución debería satisfacer, he propuesto una teoría que no parece haber srdo del gusto de ciertos lógicos. Cuando afirmo todos los valores de una función fx, es necesario que los valores que puede tomar x sean determinados si lo que afirmo debe ser determinado. Es decir que debe haber allí una totalidad cualquiera de valores posibles de x. Si a)¡ora creo nuevos valores definidos en términos de esta totalidad, la totalidad parece por este motivo agrandada y por esq los nuevos valores que allí se refieren se referirán a una totalidad agrandada. Pero, puesto · :que deben ser comprendidos en esta totalidad, ésta no puede jamás alcanzarlos. Es como intentar saltar sobre la sombra de vuestra cabeza. Podemos encontrar un ejemplo más simple en la paradoja del mentiro so. El mentiroso dice, "Todo lo que yo afirmo es falso". Eso, en efecto, es una aserción que hace pero que se refiere a la totalidad de sus asercio nes, y sólo si se la comprende en la totalidad es cuando aparece la paradoja. Distinguiremos entre las proposiciones que se refieren a una totalidad cualquiera de proposiciones y las proposiciones que no lo hacen. Las que se refieren a una totalidad, cualquiera de proposiciones no pueden jamás ser miembros de ésta totalidad Podemos definir las proposiciones de primer orden como las que no se refieren a ninguna totalidad de proposiciones; las proposiciones de segundo orden como las que se refieren a totalidades de proposiciones de primer orden, y así ad infinitum �í nuestro mentiroso deberá decir ahora: "Yo afirmo una falsa proposición de primer orden que es falsa. Pero esta misma pro posición es una proposición de segundo orden. Por lo tanto, él no afirma ninguna proposición · de primer orden. Lo que dice es así sim plemente falso y el argumento según el cual es igualmente verdadero, cae. El mismo razonamiento se aplica exactamente a toéa proposición de un orden más elevado. Se verá que todas las paradojas lógicas presen tan una suerte de referencia a sí reflexiva que debe ser condenada por la misma razón: a s aber que comprende, como miembro de una totalidad, algo que se refiere a esta totalidad que no puede tener un l ya está fijada". sentido definido salvo s i la totaidad 149. Russeli enuncia la paradoja en estos términos, en los Principies of mathematics (1903): "Ciertos predicados pueden ser predicados de sí mismos. Consideremos por el momento aquellos en los que no se da el caso. Son los referentes (y también los relatados) donde aparece como una relación compleja, a saber la combinación de la no-predicabi· lidad con la identidad. Pero no hay predicado· que se atribuya a todos ellos con exclusión de otros términos. Porque este predicado será pre dicable o impredicable de sí mismo. Si es predicable de sí mismo, es uno de los referentes en relación al cual ha sido definido y, en conse cuencia, en virtud de su definición, no es predicable de sí mismo. Inversamente, si no es predicable de sí mismo, entonces de nuevo es uno de los llamados referentes, es predicable de todos ellos (por hipó tesis) y por lo tanto de nuevo es predicable de sí mismo. Es una con tradicción que muestra que todos los referentes considerados no tienen
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predicado común exclusivo y que, por que aefinen son esenciales a las clase lo tanto, si bien los predicados s, no forman una clase" ( cap. 9 & 96). Ahí se reconoce la paradoja mism a que Russell presentaba a Frege en su carta de junio de 190 2. 150. Hilbert, que había dado a los matemáticos esta máxima que refiere Bourbaki: "Del paraíso que Cantor ha creado para noso tros nadie debe poder arrojarnos", en 1928, con Ackennann, acababa de demostrar la coherencia del cálculo de los predicados de prim er orden. La obra de Hilbert y de sus discípulos ha sido, durante más de veinte años, después de un perí odo de resistencia a la logística, la tentativa más consecuente para la constitución de una meta "ma te mática'>, sobre bases puramente "fon naistas". En una notable tesis defendida en l de la Universidad Nacional Autónoma el departamento de Matemática de México, Carlos Torres intentó extraer los presupuestos filosófic os de lo que llama el "fracaso de Hilbert" (La filosofía formalista de la matemática, 1978). Es de notar que el Manifiesto, si bien mencion a los trabajos de Hilbertcon simpatía, se cuida de tomar partido en la cont roversia que opone a este último con Brouwer y la escuela intuicio nista. Sin embargo, los autores exp re san el deseo de que se llegue rápida em nte a una reconciliación ... sobre la base de la "logística"; dese o que evidentemente no era "neutro" en este asunto. 151. La tentativa de Zennelo es head: dar a la teoría de los conjuntos paralela a la de Russell y White una base axiomática de modo de incluir todos los resultados de la teoría de Cantor haciendo imposib le la existencia de los conjuntos "pa radoja formulado en 1908 por Zennelo, prese !es". El "axioma de elección" ntado bajo una forma diferente en los Principia, toma el nombre de "axioma multiplicativo" y se enuncia: "El producto cartesiano de una clase de conjuntos no vacíos es no vacío". Axioma que Zermelo muestra que implícitamente había sido admitido por Cantor. Habiénd olo explicitado, Zermelo lo conside raba una verdad evidente en sí misma. Este carácter es el que Russe ll y muchos otros impugnan. 152. Claude lmbert habla al respecto de un "acto liberador" en su introducción a los Escritos lógicos y filosóficos de r'rege. 153. Se sabe que el título inicial proposición, reconorimiento público del Tractatus debía ser: De la a este punto: Georg Henrik von Wrig la herencia fregeana. Ver sobre ht, "Die Entstehung des Tractatus logico-philosoficus" (El origen del Tractatus lógico-filosófico") en Ludwig Wittgenstein, Bn"efe ad Lud wig van Ficker (Salzburgo, 1969, págs. 71-110) (Cartas a Ludwig von Ficker). 154. L'Ancienne et la Nouve/le Log ique, pág. 15. 155. Ibíd., pág. 17. 156. Ibíd., pág. 18. 157. Un enunciado que viola la enunciado falso. Porque si se lo con "teoría de los tipos" no es un siderara como tal, habría que con -
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siderar verdadero el mismo enunciado precedido por el signo de la negación. La antinomia entonces sería simplemente desplazada. 158. El "axioma de reductibilidad" se inscribe en la teoría "rami ficada" de los tipos. Para evitar las antinomias, no sólo hay que respetar la jerarquía de los tipos, sino también la de los órdenes entre los cuales, para un argumento de cierto tipo, se distribuyen los predicados de que es susceptible. "Tener todas las cualidades de un buen general" es un predicado de segundo orden, inmediatamente superior a los predicados de primer orden que son precisamente esas cualidades: "valiente", "activo'\ "despierto"... Ahora bien, si se respeta estrictamente est.a jerarquía, y por lo tanto la prohibición de saltar un escalón, entonces expresiones del género "Napoleón tenía todas las cualidades de un buen general" están prohibidas y, por ia misma razón, prohibidos todos los conceptos y teoremas de la teoría de los números reales. Para evitar comccuencias semejantes, Russell plantea que cuando una noción es definible por un predicado de un cierto orden, posee igualmente un pre dicado del orden inmediatamente inferior por el cual se puede igualmente definirla, es decir que la caracteriza exactamente y a ella sola. Tal es el axioma de la reductibilidad: artificio imaginado ad hoc. 159. Los artículos del lógico polaco Leon Chwistek aparecen a partir de 1921. Las Neue Grundlagen der Logik und Mathematik (Nue vos fundamentos de la lógica y la matemática) (1929) cuestionan el "realismo" ru�lliano a favor de una posición más estrictamente "logicista". 160. El texto principal de F. P. Ramsey, un alumno de Russell con el cual Wittgenstein, en enero de 1929, manlúndrá largas conversacio nes, una de las fuentes de sus propias Observaciones sobre los funda· mentas de la matemática 1 se titula: The Foundations of Mathematics (Proc. London Math. Sov. Ser. 2,25 págs. 338-384, 1926). Esta tenta tiva es el objeto de un análisis de Carnap en un artículo del segundo volumen de la revista Erkenntnis (1931): "Die logistische Grundle gung der Mathematik" ("Los fundamentos lógicos de la matemática" págs. 91-105) donde Carnap marca sus distancias, apoyándose en Frege, con lo que llama el "objetivismo ¡tbsoluto" de Ramsey en el que denun cia su tendencia "teológica". Este análisis será retomado, sobre otras bl1,SOS, en Logische der Sprache (43, 44, 44) (La sintaxis lógica del len
guaje).
161. Un número, según Russell, se define lógicamente como la clase de las clases que son equinuméricas: por ejemplo el número 2 es la clase de todas las clases que son dúos... Ahora bien, si el univer so no contara sino con un número finito den individuos, evidentemen te no habría clases de más de n objetos y, por lo tanto, no habría números más grandes que n: lo que contradeciría ese principio esencial de la aritmética según el cual después de todo número hay otro. La teoría de los tipos nos quita el recurso de formar indefinidamente clases a partir de un número finito de individuos, al dar como elementos de una clase no sólo los individuos que le pertenecen, sino también las
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clases de esos individuos, luego las clases de esas clases, etc. Así, para concertar la definición lógica del número y la teoría de los tipos con la noción aritmética de la serie ilimitada de los enteros, hay que postular la infinitud del universo. 162. Studi per un nuovo razionalismo (Turín, 1945) í'rincipalmente en el capítulo V de esta obra. 163. Louis Rougier, en su artículo sobre "La relatividad de la lógica" (The Joumal of Unified Science, VIII, 4, 1939, págs. 193-217), trata este punto en toda su amplitud. Rougier toma el ejemplo de la lógica de las probabilidades de Reichenbach, como "lógica polivalente exhaustiva"; el de los trabajos de C. I. Lewis y J. Lukasiewicz para las lógicas modales; el de la formalización que hace Heyting de los prin cipios del intuicionismo brouweriano, como ejemplo de lógica "debi litada". 164. La Logique et son histoire, pág. 352. 165. Jean-Toussaint Desanti escribe, "Ahora bien, el uso de los métodos finitos debía producir precisamente lo contrario del resultado que Hilbert esperaba. En 1931, Godel debía de mostrar la incompleti tud de la aritmética formalizada supuestamente coherente. El uso de lós métodos finitos permite construir en ese sistema un enunciado que allí no es ni derivable ni refutable. De allí se saca esta consecuencia decisiva (y que ponía a las esperanzas hilbertianas): imposibilidad de demostrar mediante procedimientos finitos la no contradicción de la aritmética y toda teoría que la contenga; y, más generalmente, impo sibilidad de demostrar la no contradicción de un sistema formal con la ayuda de los únicos recursos que el mismo contiene. Así, más allá de Hilbert, llegaba a su fin el proyecto logicista que daba Frege en los Grundsiitze. No en razón de 'paradojas' de las que se podía esperar evadirse mediante precauciones adecuadas, sino en razón de una limi tación esencial" (La philosophie silencieuse, pág. 206). En un artículo polémico publicado en 1969, que desgraciadamente sólo aborda la cuestión de·manera lateral, Alain Badiou propone comprender que "el resultado de Godel no es particular, dramático, sino considerando una saturación semántica que imponga sobre el discurso de la ciencia una consideración ideológica". "Quien plantee a la lógica cuestiones que no son problemas, agrega, se expone a sentir como resistencia lo que sólo es el despliegue de las coacciones regionales en que se convierte el objeto artificial de esta ciencia" ("Marca y falta. a propósito del cero", en Cahiers pour I' Analyse, Nº 10, 1969). Tendremos ocasión, siguiendo a Wittgenstein, de medir el alcance de esta observación. 166. Empiricism and Sociology, pág. 306. Que el texto sea el objeto de una transacción, es el tema sobre el cual el artículo de M. Clavelin, "Los dos positivismos del Círculo de Viena", llama la aten ción, pero ¿es necesario endurecer las oposiciones entre Schlick y Carn�p por una parte y Neurath por la otra? Lo dudamos (Archives de philosophie, N ° 43, 1980). 167. "Die Wende der Philosophie" (trad. francesa: "La crise
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tanto la tra· de la philosophie", págs. S-12. Como eran aproximativas las hemos lo, artícu del título ducción de esos pasajes como la del retocado). 168. La désagregation de l'a priori, pág. 32. ue et Connais 169. Ver también Hans Hahn, Logique, Mathématiq ). sance de la réalité (trad. francesa, París, 1935 así de ese 170. Jules Vouillemin,comentando a Carnap, da cuenta tución consti de as sistem cambio: "Los empiristas quisieron establecer . ntales eleme ias vivenc como eradas consid partiendo de sensaciones en eran, iones sensac Pero la psicología moderna ha mostrado que las encia" se presentaban realidad, abstracciones, que los "estados de conci adas y que las "viven analiz ser de tibles suscep no icas orgán en unidades los datos .de la ente deram verda cias elementales", que constituyen relaciones que las de y des unida esas de s hecha n experiencia, estaba ; de donde tanto lo Por ncia. ellas mantenían en la corriente de la concie al no podría tucion consti is anális el .)' simple lo de debemos partir no es e que la supon se que lo tener como método deshaeer regresivamente mismos ellos son tivos asocia datos los que asociación ha hecho, puesto l para forma to sustitu abstractos. Por lo tanto, habrá que encontrar un fun como ades cualid las no ir constru el antiguo análisis asociacionista y nes funcio como iones sensac las sino iones, sensac las ciones lógicas de , 1971 le; París, sensib e mond le et lógicas de las cualidades" (La logique pág. 256). Wahrscheinlich 171. Friedrich Waismann, "Logische Analyse des Erkenntnis 1, d"), bilida proba de pto conce del is anális keitsbegrifr' ("El Papers, págs. al 1930, págs. 228-248. Reproducido en los Philosophic a 5 de esta págin la en ntra encue 4-20. La fórmula que citamos se edición. nes filosóficas), 172. ,Philosophische Bemerkungen (Observacio Oxford, 27, 43 .. p, ver: Marvin 173. · Sobre el análisis de la evolución de Carna for the Future ophy Philos en ", ctivism Farber "Experience and Subje enalismo del fenom (Nueva York, 1949, págs. 591-632). Sobre el Carnap "How rg, Wedbe rs Ande de al origin Aufbau, el estudio crítico o (Jaakk ricist Empi built the world in 1928", en Rudolf Camap, Logical n Nelso con ontar confr a ), 15-73 Hintikka ed•Dordrecht, 1975, págs. en Welt" der u Aufba he Logisc 'Der of cance signifi Goodman, "'l'he (La Salle, 1955). P. A Schilpp, The Philosophy óf Rudolf Carnap th ni Schlick Neura ni nte ialme espec ver, a s vamo 174. Como
adhieren a esto sin expresas reservas. 175. Logical Positivism, pág. 13. 176. Ibíd., pág. 14. 177. Ya en Erkenntnis III.. pág. 223, ver más adelante.
III 178. "Protokollosiiize" ("Enunciados protocolares"),Erkenntnis pilgs. vísm, Positz l Logica en ducido (1932-1933), págs. 204-214. Repro 199-208, con el título "Protocol Sentence". 179. "Protocol Sentence", pág. 201.
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180. !bid., pág. 204.
I.
Frases con sentido
del lenguaje usual
A. ¿Qué hay afuera? a(?) Afuera, hay lluvia a(Ll) B. ¿Qué hay con esta lluvia? (es decir: ¿qué hace la lluvia? o bien: ¿qué más se puede decir a propósito de esta lluvia? ?(LI) l. Conocemos la lluvia. c(LI) 2. La lluvia llueve Il(Ll)
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II. Producción del sinsentido a partir de frases con sentido en el lenguaje usual A ¿Qué hay afuera? a(¿) Afl!era, hay nada a(Na) B. ¿Qué hay con esta nada? ?(na)
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l. Buscamos la Nada Encontramos la Nada Conocemos la Nada c(Na)
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2. La nada nadea na(Na) 3. Hay la nada solamente, porque ex(na).
III. Lenguaje correcto bajo la relación lógica A. No hay cosa x que esté afuera B. Imposible construir estas formas. der aphysik durch logische Analyse 190. "Überwindung der Met Sprache", pág. 69. 191. Ibíd., pág. 78. ligeramente retocada). 192. Jbíd., pág. 44 (traducción 9 dados por Carnap en una nota (1 57) 193. Tales son los nombres texto. a la traducción inglesa de su hen· iology, pág. 314. Ver también Reic cesa Soc and sm írici 194 . Emp fran . trad ", sus fines y sus métodos bach en "La filosofía científica, 6. 15-1 ya citada, págs. e Sprache als Universalsprache der 195. Carnap, "Die physikalisch cien o como lenguaje universal de la Wissenschaft" ("El lenguaje físic . 6 4 5 cia"), en Erkenntnis II, 1931, p ágs. 43Z. 196. Jbíd., pág. 448. 187. Jbíd., pág. 450. to de un largo desarrollo, bajo la 198. El único ejemplo que es obje el de... la grafología. forma de un capítulo especial, es e Brunswick, "The conceptual fram n Ego 199. Ver ei artículo de en ía") olog psic la de conceptual work oí psychology" ("El marco ago, 1938, pedia of Unified Science, voi. 1, Chic
International Encyclo págs. 655-760. ld es, con Edward Sapir y Franz 200. Se sabe que Leonard Bloomfie ística norteamericana contemporá� Boas, uno de los "padres" de la lingü 1933, adquirió rápidamente la o en nea. Su libro Language, aparecid diantes. De modo que se ha podido estu los para ual man de a categorí ue ldiana" en los Estados Unidos, q hablar de una "época bloomfie dio estu lente exce ei to pun este e sobr habría durado de 1933 a 1967 (ver . of Linguistics (Londres, 1967, trad ory Hist rt Sho A ins, Rob ). de R. H. -230 206 . págs 6, 197 üistique, París, francesa, Bréve Histoire de la Ling o lo conductismo de A. P. Weiss, com al irió adh nto pro muy o· Bloomfield Intr An o libr su ión de 1935 de informa en el prefacio de ia edic 4) 191 ión, edic era prim k, Yor (Nueva duction to Linguistic Science ística). La herencia bloomfieldiana es (Introducción a la ciencia lingü años desinterés prolongado, hasta los en buena parte responsable del 294
· 50, de la lingüística nort.eamericana por la semántica y de la orientación "formallsta" de los estudios fonológicos y gramaticales durante ese pe ríodo. Bloomfield participó en Jntemational Encyclopedia of Unified Science ("Linguistic Aspects of Science" -Aspectos lingüisticos de la ciencia-, vol. I, págs. 215-278). 201. Ver ei texto publicado como encabezamiento de la Encyclo pedia bajo el título "Unified Science as Encyclopedic Integration" (vol. I, págs. 1·23) ("Ciencia unificada como integración enciclopédica).. 202. Volveremos sobre este punto al analizar las críticas pQpperia nas particularmente dirigidas contra Keynes quien desde el comienzo fue un compañero de ruta dei Círculo de Viena, al mismo tiempo que un interlocutor privilegiado de Wittgenstein. 203. Fue Carnap, se sabe, quien hizo los desarrollos teóricos más circunstanciados de esta concepción. Ver, además de la Sintaxis lógica ya citada, el artículo de la Encyclopedia: "Logical Foundations of the Unity Science" (vol. 1, págs. 42-60) ("Fundamentes lógicos de la ciencia unificada"). 204. En su obra publicada en 1930 sobre Las tendencias actuales de la filosofía alemana (París, segunda edición, 1949), Georges Gurvitch escribía: "Un filósofo observador que hubiera dejado Alemania en vísperas de la guerra y que regresara hoy podría quedar sorprendido por un hecho indiscutible: ei cambio muy marcado de la atmósfera inte lectual. La filosofía neokantiana era la que, durante ios treinta y aun los cuarenta años precedentes a la conflagración mundial, dominaba absolutamente, tanto en las universidades como en ia producción filo. sófica alemana en general. La interpretación subjetivista y psicologista de Kant fue rechazada por una interpretación más objetivista y también más cercana al idealismo absoluto de Hegel. Pero era siempre la tradi ción kantiana ( ... ) Y sin embargo, en una decena de años, todavía menos, la perspectiva cambió completamente. El neokantismo está en retroceso y sólo se defiende débilmente. La productividad filosófica toma otra ruta y se apoya en métodos aún desconocidos. Una universi dad tras otra cede ante el nuevo movimiento. De Gi:ittinga, donde encontró sus primeros adeptos, el movimiento se expande súbitamente a Friburgo, Colonia, Marburgo y Berlín". Este movimiento es el de ia fenomenología, cuyo "éxito inaudito" Gurvitch subraya de nuevo algunas páginas más adelante, con pruebas en las manos, indica que en una quincena de años ha "logrado invadir la niayor parte de las uni versidades alemanas y rechazar, casi sin lucha, el idealismo neokantiano en el momento mismo de su más grande influencia" (págs. 1-2-153). Sobre este giro de la filosofía alemana vuelve Lucien Goldmann, en una perspectiva diferente, en sus lecciones sobre Lukács y Heidegger (París, 1973), para subrayar, en un cuadro histórico impresionante, la doble oposición contradictoria del positivismo y de la fenomenolo gía a las escuelas neokantianas.
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" ("El desarrollo del empirismo lógico"), publicado en el volumen II de la Intemational Encyclopedia of Unified Science (N ° 9, 1951, pág. 72). (Enciclopedia Internacional
Capítulo segundo Popper), f Karl Popper (La filosofía de Karl So y o op h iios Ph and uthern l. The ilpp,Northwestem University Sch r thu Ar l Pau r adelante nos po En p. 4. com e, Ulinois. Open Court, 197 Illinois University. La Salln con la abreviatura: Ph. K.P. referiremos a este volume de V1ctor Kraft s e titulaba Popper and the págs. 186-201). 2. La contribucióny ulo de Viena) (Ph.KP. o de Viena. En Círc El pp er (Po le Circ Vienna bro del ', 1írcul el mismo Kraft era miem o c0n su versión corregida, Recordemos que erd acu de os am f ended Ques� Bús su Autobio{(ra ía (quedecit bolsillo con el título de Un nciona que Víctor publicada en e
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tión nos remitiremos al vigoroso 13. Para un estado de la cuesen la revista Economy and Society o artículo de Karal William aparecidº N 3, agosto de 1975), con el título: (Economía y sociedad) (vol. 4,Karl Popper's empiricism". Este artículo el "Facing reality. A critique of nes epistemológicas inspiradas en hace el balance de las discusio parrle otra por anas". Recordemos popperianismo en las "ciencias hum ente discutidas en la obra colec liam amp son anas que las tesis popperi der deutschen Soziologie (La in reit ·tiva titulada Der Positivismusstsociología alemana) (Neuwied, Berlín, disputa del positivismo en la cipalmente Th. V. Adorno y J. Haber· et la 1969) en la cual colaboraron prin sorprendente libro sobre L'Amour mas. Jean-Claude Milner, en su condiciones en las cuales la lingüísti Langue (París, 1978), analiza las s últimos años (pág. 54 y siguientes). ca se hizo "popperiana" en esto re los términos de ese diagnóstico. Tendremos ocasión de volver sob 14. Ph.K.P., pág. 333. ción de Jacques Bouveresse en su 15. Tal es, según parece, la posi a dirigida por Fran9ois Chatelet. sofí filo contribución a la Historia de la ismo lógico" que, de acuerdo con su Esta present.ación del '�positiv cter de una verdadera "apología" (pág. propia confesión, toma el cará ertencias que alegan en favor de un 130), termina con algunas adv la filosofía e que a menudo se le hace a rad o la his reparto de tareas. "El reproch igno er hab por istas lógicoªs e "el mis mo de las ciencias de los positiv qp. por ribe esc , oso curi te tan de la toria de las ciencias es bas o al mismo tiempo." (Histoire to de hombre no puede hacerlo tod3). ntex "co entre ón inci dist La philosophie t. VIII, París, 197 justificación" había sido propuesta descubrimientoH y "contexto deución al Congreso de Praga en 1934. por Reichenbach en su contrib ajo publicado en Erkenntnis V, 1935, Popper la recusa en su propio trab el apéndice 1(2) de la L.S.D. págs. 170 y sigs. y reproducido en 16. Ph.K.P., pág. 1044. ndres, 1963), pág. 33. Abre17. Conjectures and Refutations (Lo viatura: C. R. s al problema de la inducción 18. Si, siguiendo a Kant, llamamo os llamar al problema de la demar· el "problema de Hume", podríam .D., pág. 30). Se notará la referen cación el "problema de Kant" (L.Sía dejar de advertirse en una coyun cia insistente de Kant, que no podrigor. tura donde el antikantismo era deits Enemies (Londres, 1945). Abrevia· 19. The Open Society and remos como: O.S.E. 20. Ph. K.P., pág. 971. lles como, cuando era un joven 21. Popper cuenta con lujo de deta aldemócrata (que se decía soci estudiante simpatizante del partido comunista), se había convertido en marxista como el pequeño partido nos socialistas de las escuelas secun miembro de la Hasociación de alum rante dos o tres meses" como un darias'\ y se había considerado "du 9� en la Viena revolucionaria. Hactee comunista, en la primavera de 191 de su "desencanto": "El inciden entonces en estos términos el relato 298
que me volvió en contra del comunismo, y que pronto ine hizo aban donar también el marxismo, fue uno de los incidentes más importantes de mi vida. Se produjo poco antes de cumplir diecisiete años. En Viena estallaron unos disparos durante una manifestación organizada por los· jóvenes socialistas que, por instigación de los comunistas, querían intentar ayudar a militantes a evadirse del comisariato central. Varios jóvenes socialistas y comunistas resultaron muertos. Me quedé horrori zado por la brutalidad de la policía, pero también por mí mismo. Porque me pareció que como marxista yo tenía una parte de la res ponsabilidad en esta tragedia -al menos en principio-. La · teoría marxista requiere que se intensifique la lucha de clases, con el fin de apresurar la llegada del socialismo. Su posición es que, aun si la revolución pide víctimas, requerirá siempre menos en tot.al que el capi talismo. Tal era hl teoría marxista: una pieza del pretendido 'socialismo científico' . Yo me pregunto ¡µ¡ora cómo un cálculo sem( · · · · -�día ser apoyado por una "ciencia" (U. Q., pág. 33). Para otro re,ato n.em,.. anecdótico, ver C.R., pág. 34. 22. Ya h emos mencionado el texto donde Popper se refiere a la repercusión intelectual inmediata que tuvo sobre él la conferencia pro� nunciada por Einstein en 1919 en Viena. Conviene agregar que 1919 es también la fecha de la primera "verificación" experimental de la teoría einsteniana por Eddington, como lo advierte por lo demás el mismo Popper en C.R., págs. 26-27. 23. Ver por ejemplo en ·C.R. pág. 35," donde Popper, volviendo sobre este período, escribe a propósito del marxismo: "El mundo estaba lleno de verificaciones de la teoría". Como se sabe, Popper extiende esta observación al psicoanálisis, refiriéndose, por otra parte, más que a Freud, a Alfred Adler. Si, por lo demás, Popper hubiera teni do el cuidado de leer los textos del mismo Freud, hubiese descubierto en las Nuevas conferencias sobra el psicoanálisis, principabnent.e, una crítica a las teorías adlerianas que es exactamente la misma que él cree poder formular contra Freud! En efecto, esto es lo que escribía Freud: "Ya se trate de un homosexual, de un necrófilo, de un histérico o de un demente furioso, el partidario de la psicología individual de �dler expli cará la enfermedad diciendo que el sujeto tendía a hacerse valer, a sobrecompensar su inferioridad, a mirar de arriba, a elevarse del nivel femenino al nivel masculino". Al insistir sobre el hecho de que esta doctrina debe su éxito a que no se expone nunca al riesgo de la refu tación... Freud concluye con esta frase de "Wallenstein": "Si este pensamiento no fuera tan endemoniadamente juicioso, nos sentiríamos tentados de calificarlo como totalmente estúpido" (Trad. francesa, p ágs. 186-187). 24. Se advertirá que sobre todo a Popper le interesó menos la rela tividad restringida que la "audacia" de la relatividad general, por ser un apasionado de la cosmología. 25. Evidentemente aquí no se trata del "realismo" russelliano, como veremos. En O.K. Popper llega a apoyarse en Einstein, no sin 299
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mo" cuya "ingenui� batir est.a forma de "realis fonar el t.exto, para com e stión: C.R., págs. cu sta e e r . Ver también sob 42) g. (pá a nci enu d " d a d 213-214. · derse p or la pro 26. C.R., págs. 26-27. no puede dejar de sorpren Gaston Bache· 27. O.K., pág. 16, Uno de las con , de las tesis de Po pper ximidad, en est.e punto Le Nouvel Esprit scientifique (1934): "La n e nte \ard -principalme ent.e un caso particular por lo tanto, es finalm , on wt Ne e es es un d astronomía e tría de Euclid om e g la Einst.ein, como de ía om 42). Ya on astr (pág. pan " la vsky de c t he pangeometría de Loba ación. im ox apr nt.e caso particular d e la eja sem de icar los límit.es ind de ión ocas s o m tendre 28. U.Q.,pág.156. 29. U.Q., pág. 162. 30. C.R., págs. 172-173. ágrafo titulado to se.encue ntra en un par mo"), en el tex Est.e . 40 . pág ., O.K 31. del rea lis ("Argumentos en favo r ("Las dos f ases del "Argume nts for realism'' se" sen on o mm c of s face o Tw o " ul stión del realismo. céleb re artíc a metódicamente la cue Popper apareció om ret e qu ") ún com o ute sentid texto de Carnap que disc Psychology within 32. C.R., pág. 26. El e l título de " con 117, pág. 932, e n Erkenntnis Ill, 1 aje físicd'). La psicología en el lengu the physical language (" inos: "Conside33. L.S.D., pág. 16. pper prosigue en estos térm a pensar que el 34. L.S.D., pág. 35. Po o inclin ángulo psicológico, me ene fe e n las ideas rando al sujeto bajo un o sible si n o se ti imp e s co e ntífi ci iento m ubri desc imprecisas, una fe que y a veces totalme nte purament.e especulativas punto de vista científico y que es, en esta me lugar en las últimas nada gara ntiza desde un noción de "fe" cederá su pto, e dor del conce dida, 'metafísica' ". La ed alr tes c onstruidas izan log bio s ). ora ns" táf tio e m cta e de o bra s nborn exp "exp e ctativas innatas" C'i os es, como se ve rá, tomado de D. Katz,de . kat . El concepto de La 35. U. Q., pág. 15() 151 investigaciones". Sobre la discusión por de co ntífi cie a and the Growth e l de "program principalmente: Criticism o) (comp. por ver to, cep con este de ent Popper y el desarrollo del conocimi of Knowledge (La crítica ridge Mass, 1970, págs. 49-58). Un ejemplo mb Lakatos y Musgrave, Ca pper, e stá constituido de Investigación, según Po o ísic taf me ma gra pro de de la evolución. en uevo a. Einstein p or la teoría d arviniana donde Popper cita de n 33, la uel aq cto e ef 36. L.s.D., pág. n e a Esta argumentación retom en un " ón aci ific apoyo de su concepción. ver de contra el "principio 7, reproducido en que ya había utilizado enntnis III (1933), pág. 42 (ver por ejemplo Erk en artículo aparecido tar . A menudo se hace nosible a la crítica que el apéndice I de L.S.D. ) que c!arnap fue sen 62 . Malh erbe, op.cit., pág hecho, Carnap escribe proy ecto del Aufbau. De gún la concepción alcanzaba de pleno al "Se as: ocrític e stas Hneas aut ro lib es tan o und seg en su ados científicos ya no o de los enunci expuesta aquí, el domini querido el Círculo de Viena. Al comienzo ra restringido c omo lo hubie
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se creía que todo enunciado debía ser verificable para estar dotado de sentido; cada enunciad o debía ser un enunciado mol ecular formado por e nunciado s <;¡>ncretos. Se¡¡ún esta c oncepción, no había más lugar para las leyes de la naturaleza entre los enunciadós del l enguaje: o bien estas leyes e staban privadas de su universalidad y se las int.erpretaba como informes de expe riencias, o bie n se les aceptaba su universalidad y ya no eran conside radas como proposiciones auténticas del lenguaje objeto; sino como instrucciones para la construcción de enunciados" (La sintaxis lógica del /enguqje, trad inglesa, pág. 8). Pero, como es e vidente, Carnap no percibió la radicalidad de la crítica popp eriana: ve ·aní una simple objeción técnica. Y, en co�cuencia, mantiene el p roy ecto de e laborar un lenguaje único para todas las· ciencias cuyos enunciados metafísicos serían "eliminados". Este es el objeto mism o d e su libro. 37. L.S.D., pág. 37. 38. "Dando una variante y una generalización de una adve rtencia céle bre d e Einstein, se podría entonces caracterizar 4 las ciencias empí, ricas como sigue : e n la medida en que un enunciado científico nos habla de la realidad, debe ser falsable ; en la medida en que no es fa]. sable, no habla d e la realidad" (L.S.D., apéndice !, pág; 319). El texto de Einst.ein al cual se hace alusión es Geometrie und Erfahrung (pág. 3) (Geometría y experiencia). A Freeman y Sko!imowski, quiene s obser vaban que e l criterio de "falsabilidad" ya había sido propuesto; por Whewell y Pe lrce, Popper les responde : "Excelente observación" ... "Pero Pelrce e scribía antes de que Einstein hubiese destruido nuestra confianza en la magnífica teoría de Newt on. La teoría d e Newton, es verdad, había sido criticada por Mach; pero sus argumentos filosófi, cos, de origen berkeleyano, sólo habían impresionado a pocos físicos, en particular po rque Berkeley y Mach admitían qu e la teoría de Newton e ra la mejor que e xistía( ... ) Mi falibilismo es el resultado di recto d e la revolución e insteiniana" (Ph.K.P., pág. 1065). 39. O.S.E., t. II, pág. 298. 40. C.R., págs. 36-37. 41. C.R., pág. 228. 42. U. Q., pág. 38. 43. U.Q., págs. 87-88. 44. U.Q., pág. 149. 45. Recuerdo de- inmediato, antes de volver sobre ello, que e n la Logik der Forschung, Popper escribía: "El proble ma de saber ,:ómo·una nueva idea pued e nacer en el espíritu de un hombre -·,re trate de un tema musical, de un ·confiicto dramático o de una teo ría científica-· puede ser de gran interés para la psicología empírica pero no depende d el análisis lógico del conocimiento científico. A este último no le con ciernen las cuestiones de hecho (¿el quid facti? de Kant) sino tan solo cuestiones de justificación o de validez ( ¿el quid juris de Kant). Estas ct¡estiones son d el tenor siguiente: ¿un e nunciado puede ser justificado? Si e s así, ¡,cómo? ¿Se lo pue de someter a tests? ¡,Está lógicarnent.e bajo
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�,: más todavía, ¿está en contra la dependencia de ciertos enunciados? O subrayado es de Popper). El dicción con ellosr (L.S.D., pág. 27. El saber, como por otra parte de , tanto lo por problema que se plantea es, la cuestión de la "justifica lo sugiere el texto citado del Postscript si l por o tanto transformada) por ción" no sólo ha sido dé splazada (y Popper, más bien que recusada. sición está presentada 46. En C.R., la primera parte de la expo o". ·En O.K., Popper irism emp el ra cont (pág . 21) como un "ataque ''refonna radical del empirismo". abogará, en ténninos nuevos, por una 47. C.R., pág. 21. 48. C.R., pág. 22. 49. C.R., pág. 23. 50. C.R., pág. 118. 61. C.R., pág. 46. 52. C.R., pág. 23. 53. C.R.. pág. 185. 54. L.S.D., pág. 57. 56. S.B., pág. 134. 56. L.S.D., pág. 39. 57. O.K., pág. l. ., pág. 37: "Ahora bien. en 5 8. U.Q., pág. 86. Ver también: L.S.D a la inducción'\ mi concepción no hay nada que se parezca ctiva, algunos se preoct. a 59. "Entre los que creen en la lógic indu científico todo acepta po cuer 'el que ch, henba pan por señalar, con Reic vida cotidiana igual la n e que, sin reservas el principio de inducción y '. Incluso suponien· duda en te men seria mente, nadie pone ese principio cuerpo científico 'el de todo do que fuese el caso -porque después un principio de que aún ría ende pret íntegro' podría equivocarse- yo ncias lógicas" here llevar a inco inducción es superfluo y que debe artículo de un s e ach henb Reic (L.S.D., pág. 25). El texto citado de Erkenntnis I, 1930, que ya mencionamos. 60. Ph.K.P., pág. 1015. 61. C.R., pág . 42. 62. Ph.K.P., pág. 1018. 63. Ph.K.P., pág. 1019. 64. L.S.D., pág. 49. 65. L.S.D., pág. 28. 66. L.S.D., págs. 28 y 51. 67. L.S.D ., pág. 51 . bría que notar que una de68. L.S.D., pág. 29. Popper agrega. "Ha por un tiempo porque sino teoría cición positiva no puede sostener la a ulteriormente. En inarl elim en pued re las decisiones negativas siemp , y que otra no la osos icos y rigur tanto una teoría resista a tests sistemát n científica, po resió prog la de o reemplace ventajo samente en el curs sus pruebas' o que ha sido demos deal? que esta teoría ha 'hecho Popper sostiene que hay "asime· 'corrobora
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tría" entre verifiéabilidad y falsabilidad. So bre este último punto, ver:
L.S.D., pág. 38. 69. L.S.D., pág. 51. Popper escribe, precisando el sentido del tér
mino "lógiCa" utilizado en el título de su obra: "Las reglas metodoló gicas son aquí consideradas como convenciones. Se podría describirlas como reglas del juego de la ciencia empírica. Difieren de las reglas de la lógica pura un poco a la manera de las reglas del juego de ajedrez que bien poco estimarían formar parte de la lógica pura. Si se considera que las reglas de la lógica gobiernan las transformaciones de fórmulas lingüísticas, el resultado de un examen de las reglas del juego de ajedrez podría tt' vez titularse 'lógica del ajedrez' pero no pura y simplemente 'lógica'. Del mismo modo, el resultado de un examen de las reglas del juego de la ciencia, es decir del descubrimiento científico, se puede denominar 'lógica de descubrimiento científico' ". Sin duda, ajuste anti· lo gicista. 70. L.S.D., pág. 51. 71. L.S.D., pág. 51. 72. El texto de Carnap al cual se refiere Popper es el artículo ya citado aparecido en Erkenntnis II, 1932 pag. 432 y siguientes. El de· Neurath: "Protokollsiitze" aparecido en Erkenntnis (A. J. Ayer, págs. 199-208). 78. L.S.D., pág. 95. 74. Neurath escribía, contra Carnap, que hay casos en que hay que "rechazar los enunciados protocolares para salvaguardar la coherencia de un sistema dado". Citado por Popper (L.S.D., pág. 9 6). La sugeren cia de J-F. Malherbe, según la cual Popper habría "tomado el camino de Neurath" para ''radicalizar" sus posiciones no nos parece que deba tenerse en cuenta (op.cit., pág. 61). La "lógica" de la argumentación de Popper le impedía desde el comienzo tomar el camino de Neurath: aquí no hace sino jugar tácticamente sobre una contradicción del disposi· tivo adverso. 75. L.S.D., pág. 96. 76. L.S.D., pág. 97. 77. C.R., pág. 268. 78. L.S.D., pág. 98. 79. El papel asignado a los enunciados básicos indica su forma lógi ca: su negación debe poder deducirse de la teoría que contradicen, mientras que ellos mismos no pueden ser deducidos sin la ayuda de �ondiciones iniciales apropiadas. Esta exigencia, muestra Popper, no la pueden cumplir sino enunciados existenciales singulares. Los enuncia· dos de esta forma pueden en efecto contradecir a los enunciados univer sales sin que su negación sea por sí nüsma un enunciado existencial singular (ver: L.S.D., pág. 101). Hay que agregar que un enunciado exis tencial singular no puede ser deducido de un enunciado universal en el sentido estricto, puesto que éste siempre tiene la forma de un enuncia do de no existencia puro.
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80. L.S.D., pág. 103. 81. L.S.D., pág. 101. Popper rectifica así la metáfora del edificio: "La ciencia no reposa sobre una base rocosa. La estructura audaz de sus teorías se edifica de algún modo sobre un pantano. Es como un edificio construido sobre pilotes. Los pilotes están hundidos en el pantano pero no hasta el encuentro de alguna base natural o ''dada'·, y cuando intentamos hundirlos aún más no es porque hemos llegado a un terreno firme. Nos detenemos simplemente porque estamos convencidos de que son 1o bastante sólidos como para sostener el edificio, al menos provi soriamente'\ 82. L.S.D., pág. 103. 83. L.S.D., pág. 104. Esto contra Camap, que sostenía en su artículo que debemos detenemos en los enunciados protocolares (de percepción) "porque es relativamente complicado y difícil someter los enunciados relativos a percepciones, a tests intersubjetivos". 84. L.S.D., pág. 101. 85. L.S.D., pág. 85. Popper escribía: "Los acontecimientos singu lares no reproducibles carecen de significado para la ciencia. Así difícil mente algunos enunciados básicos esporádicos en contradicción con la teoría nos conducirán a rechazar esta teoría como falsada. No la consi deraremos como tal salvo que descubramos un efecto reproductible que la refute. En o!los términos, aceptamos la falsación sólo si una hipóte sis empírica de bajo nivel que describa semejante efecto sea propuesta y corroborada. Se puede llamar a esta hipótesis una hipótesis falsado ra". El texto que citamos está extraído de L.S.D., pág. 106. Hemos corregido la traducción francesa, que tenía defectos. 86. El "convencionalismo" de Popper es muy diferente del con vencionalismo clásico. Popper lo explica en varias oportunidades en la Logik der Forschung: "El cree que debe elegir la teoría 'más sencilla'. Pero dado que el convencionalista no trata sus teorías como sistemas falsables, entiende evidentemente por 'simplicidad' algo diferente de un grado de falsabilidad" (L.S.D., pág. 145). 87. Con la notable excepción del señor Boudot en su libro sobre Logique inductiue et probabilité (París, 1972) que analiza la "querella" ent,e Popper y Reichenbach (págs. 160-164). 88. L.S.D., pág. 146. 89. L.S.D., pág. 146. 90. Ver C.R., págs. 57-58; 280-283. Ph.K.P., pág. 1126. 91. El artículo de Walsmann apareció en Erkenntnis I (19301931), págs. 228-248. Está reproducido en los Philosophical Papers bajo el título de "A logical analysis of the concept of probability", págs. 4-29. En el mismo número de la revista publicaron artículos, sobre el mismo tema, H. Reichenbach, R. von Mises, P. Hertz y H. Feigl. La referencia a Wittgenstein está en el Tractatus 5.152. "Dos posiciones elementales se dan una a la otra la p10babilidad 1/2. Si p se sigue de q, la proposición q da a la proposición p :a probabilidad l. La certeza de la conclusión lógica es un caso límite de la probabilidad".
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92. J. M. Keynes, A Treatise on Probability (Londres, 1921). Para un estado de la cuestión, ver E. Nagel: Principies of the Theory of Probability (EE.UU. 1939). 93. L.S.D., pág. 148. 94. L.S.D., pág. 149. 95. Citado por Popper, L.S.D., pág. 149. 96. Popper se refiere al libro de R. von Mises Wamchinlichkeit, Statistik und Wahrheit (Probabilidad, estadística y verdad) (1928). De él toma una b uena parte del vocabulario. 97. Dada una serie de acontecimientos o de casos aleatorios, el uaxioma de convergencia" postula que a medida que se extiende la serie de acont.ecimientos, la serie de frecuencias tiende hacia un límite d efinido. El "axioma del azar" apunta a dar una expresión matemática al carácter aleatorio de la serie. Muy rápidamente la combinación de estos dos axioma� ha sido cuestionada, principalmente por Reichenbach que proponía por añadidura reemplazar el "axioma del azar11 por una exigencia más débil. 98. Ver principalmente C.R., pág. 280-283y U.Q., pág. 99. 99. l.S.D., pág. 153. 1 OO. L. S. D., pág. 194. 101. L.S.IJ.,pág. 195. 102. L.S.D., págs. 206-207. 103. L.S.D., pág. 214. 104. En la Autobiografía, Popper refiere las circunstancias de sus discusiones con von Mises, luego con Hahn y Karl Menger (U.Q., pág. 1OO.). Indica que desde 1935 comenzó su re trabajo formal sobre la cuestión. En el apéndice II de la edición inglesa de la Logik der Fors chung, escribe: "Una de las razones por las cuales desearía desarrollar una teoría formal que no dependiera de ninguna interpretación parti cular era mi esperanza de probar en la serie que lo que yo llamaba en mi obra 'grado de corroboración, (o de 'confirmación' o de 'aceptabi· lidad') no era una probabilidad. que sus probabilidades eran incompati bles con el cálculo formal de las propiedades. Otro de mis motivos era mi deseo de probar que lo que yo había llamado en mi obra 'probabili dad lógica' era la interpretación lógica de una 'probabilidad absoluta\ es decir de una probabilidad p (x,y) donde y es tautológica" (L.S.D., pág . 323). 105. El término.está empleado en U.Q., pág. 99. 106. Es indudable que ha sido un error, estos últimos allos, cele· brar este criterio como una novedad epist.emológica prodigiOsa. Antes de Jacques Bouveresse ("Peirce. Popper y la inducción'\ publicado en la revista Critique, Nos. 327-328, agosto-setiembre de 1974, págs. 7367 52), Pe ter Medawar había indicado cuánto le debía Popper en la materiaposólo a Peirce, sino a Whewell ("Hypothesis and Imagination'\ publicado en Ph.K.P., págs. 274-290). llkka Niiniluoto ha retomado recientemente la cuestión en todos sus detalles historiográficos y biblio gráficos: analizando textos de William Whewell (1794-1866) extracta-
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92. J. M. Keynes, A Treatise on Probability (Londres, 1921). Para un estado de la cuestión, ver E. Nagel: Principies of the Theory of Probability (EE.UU. 1939). 93. L.S.D., pág. 148. 94. L.S.D., pág. 149. 95. Citado por Popper, L.S.D., pág. 149. 96. Popper se refiere al libro de R. von Mises Warrschinlichkeit, Statistik und Wahrheit (Probabilidad, estadística y verdad) (1928). De él toma una buena parte del vocabulario. 97. Dada una serie de acontecimientos o de casos aleatorios, el 1 'axioma de convergencia" postula que a medida que se extiende la serie de acont.ecimientos, la serie de frecuencias tiende hacia un límite definido. El "axioma del azar" apunta a dar una expresión matemática a l carácter aleatorio de la serie. Muy rápidamente la combinación de estos dos axioma� ha sido cuestionada, principalmente por Reichenbach que proponía por añadidura reemplazar el "axioma del azar 11 por una exigencia más débil. 98. VerprincipalmenteC.R.,pág. 280.283y U.Q.,pág. 99. 99. I.S.D., pág. 153. 100. L.S.D., pág. 194. 101. L.S.D.,pág. 195. 102. L.S.D., págs. 206-207. 103. L.S.D., pág. 214. 104. En la Autobiografía, Popper refiere las circunstancias de sus discusiones con von Mises, luego con Hahn y Karl Menger (U.Q., pág. 100.). Indica que desde 1935 comenzó su retrabajo formal sobre la cuestión. En el apéndice II de la edición inglesa de la Logik der Fors chung, escribe: uuna de las razones por las cuales desearía desarrollar una teoría formal que no dependiera de ninguna interpretación parti cular era mi esperanza de probar en la serie que lo que yo llamaba en mi obra 'grado de corroboración' (o de 'confirmación' o de 'aceptabi· lidad') no era u na probabilidad. que sus probabilidades eran incompati bles con el cálculo formal de las propiedades. Otro de mis motivos era mi deseo de probar que lo que yo había llamado en mi obra 'probabili dad lógica' era la interpretación lógica de una 'probabilidad absoluta', es decir de una probabilidad p (x,y) donde y es tautológica" (L.S.D., pág. 323). 105. El término.está empleado en U. Q., pág. 99. 106. Es indudable que ha sido un error, estos últimos aüos, cele brar este criterio como una novedad epistemológica prodigiOsa Antes de Jacques Bouveresse ("Peirce, Popper y la inducción", publicado en la revista Critique, Nos. 327-328, agosto-setiembre de 1974, págs. 736· 752), Peter Medawar había indicado cuánto le debía Popper en la mat.eriapo sólo a Peirce, sino a Whewell ("Hypothesis and Imagination", publicado en Ph.K.P., págs. 274-290). llkka Niiniluoto ha retomado recientement.e Ja cuestión en todos sus det.aUes historiográficos y biblio. gráficos: analizando textos de William Whewell (1794-1866) extracta-
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dos de la Philosophy of lnductiue Science (1840) (trad. francesa, París, 1938, con el título de De la construction /ogique de la science) y de los escritos epistemológicos de Charles S. Peirce en su mayoría recogidos en los volúmenes II, III, IV de los Coliected Papers (Cambridge Mass., 1958). A estas indicaciones ("Notes on Popper as a follower of Whewell and Peirce", publicadas en Aja tus, Anuario de la Sociedad Filosófica de Finlandia, Nº 37, 1978, págs. 273-327), agregaríamos con gusto el nom bre de otxo predecesor que curiosamente no es mencionado por ningu no de estos historiógrafos: el de León Brunschvig, lector de Whewell, que defendió en este punto en L 'Expérience humaine et la Causalité physique (París, 1922) una tesis muy cercana a la de Popper. Comen tando y discutiendo a Poincaré, Brunschvig cita al químico Jacques Duclaux: "Esta conclusión demanda una reflexión, que nosotros tomamos del libro del señor Jacques Duclaux sobre Chimie de la matiere vivante: "Siguiendo una frase profunda y original, del señor, Shuster, una teoría no vale nada cuando no se puede demostrar que es falsa". Desde el momento en que 1os principios de la mecánica no están amenazados de ser contradichos, deben renunciar de golpe a la e5Peranza de ser verdaderos, según la significación ordinaria de la pala bra; sufren una suerte de degradación" (pág. 44 7). Por lo demás, poco importa. Es hacerle un mal proceso a Popper, en todo caso, acusarlo por haber reivindicado abusivamente alguna originalidad en la materia No sólo porque él mismo ha reconocido e xpresamente, principalmente en el prefacio de la traducción inglesa de la Logik, su deuda con Whewell y Peirce, sino sobre todo porque sin duda era una originalidad considerable el "reactivar" esta tesis epis temológica en el momento en que, en Viena en 1934, hizo de ella el emblema de su doctrina. 107. Popper, sobre este punto como sobre otros, experimenta un placer maligno en poner de relieve y acusar estas "vacilaciones" de Schlick (L.S.D., pág. 224). En cambio, se opone r.rutalmente a las posi ciones de Reichenbach que 1 bajo su apariencia formal, son en su opinión típicas de la extrema subjetividad de las posiciones "vienesasn. 108. U. Q., pág. 98. 109. Die Physwzalischen Prinzipien der Quantentheorie (1930, pág. 15), citado en L.S.D., pág. 222. (Los principios físicos de la teoría de
los cuan ta.)
110. Schlick, Die Kausalitiit in der gegenwiirtigen Physik, Die Na turwissenschaften 19, 1931, pág. 159 (La causalidad en la física del presente. Las ciencias de la naturaleza). 111. L.S.D., pág. 223. 112. La edición inglesa de la Logik advierte aJ lector que ef ,f 77 principalmente 1 donde Popper se arriesgaba a la construcción de una "experiencia decisiva", debe considerarse erróneo, como lo había adver tido el mismo Einstein. 113. L. S.D. pág. 238. 114. L.S.D., pág. 239. 306
porrazo 115. Es dado recordar que Lévy-Leblond también recusa, º idumbre incert de iones urelac de n nació denomi la icas, epistemológ
nes de Heisenberg. y propone reemplazarla por la de "desigualdades" H , si bien re iones "relac las de ulario vocab nero del i p o ris Popper queda Logik der la en s meno al chaza el de la incertidumbre. Es que queda, ... Sus decir) puede se que es (Si niano" einste Forschung, "demasiado crítica la bajo caerían ón infortunadas tentativas por inventar una soluci es muy simple: no del físico francés: "Lo que nos dicen las 'relaciones' a, de posición y energí es posible pensar los conceptos de tiempo y de en hJgar de Pero s. clásico os términ en de cantidad de movimiento conceptos estos pensar do intentan la superar de y cia eviden esta aceptar aferrarse aquí hasta ido prefer ha se en términos cuánticos propios, s". clásico s a los c_oncepto Q., pág. 94. 116. nism in Quan 117. En el importante artículo titulado "Indetermi al far the Joum h Britis The en as tum Physics", publicado en dos entreg bre noviem y agosto 2-3, Nos. l. vol. , burgo (Edim e ophy of Scienc
u.
Philos
de 1950). Ph.K.P., con e). 118. Ver la contribución de J. W. N. Watkins en su respuesta En 11). 370-4 título de "Unity of Popper's Thought" (págs. rminismo indete el que erar consid a nieg�. se r (págs. 1053-1059), Poppe más bien que r rende sea el lazo de unión de sus obras. Propone comp es el "criticismo". samente al 119. Ya hemos indicado que Popper se opuso vigoro ce, tal Scien d Unifie of ia loped Encyc proyecto de redacción de una s a ver que Vamo p. Carna y th Neura por 1935 en esto propu como fue recusada por él al si bien la noción de "unidad de la ciencia" no es bases, con otras otras sobre ción realiza al eventu su encara comienzo, nueva ectiva pe'5P form&s diferentes y con una pág. 138). Tra 120. The Poverty of Historicism (Londres, 1957, toricisme, del'his Mi,;i!re de título el bajo ducción francesa, París, 1956, fechas se estas de alía anom nte apare La P.H. iado abrev e n adelante bajo la 1945 1944en ro prime ado explica porque el texto f1,1e public 46. y 12 Nos. , omica Econ revista la en los forma de artícu do al texto 12\, El primer addendum al cual aludirnos fue agrega en 1961, la publicación de 122, Popper cuenta en detalle las peripecias de pág. 113-120. U.Q., en d, Min revista la por la obra, ¡crimero rechazada en Viena; direc 1899 en nació Hayek von t Augus ch Friedri 123. a partir de 1927, tor del !i,4tituto Austríaco de Estudios Económicos oí Economics" a l Schoo don "Lon a l de sor profe se desem�eña como ) que Karl (1933 tiempo comienzos de los años 30, casi. al mismo r en su libro. Poppe por o atacad te tamen violen , Mannheirn (1893-1947) 113. pág. U.Q., 124. con su homó 125. Esta noción evidentemente nada tiene que ver su filosofía ar design para ci Grams io Anton utiliza lo nimo tal c<;mo de la historii
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126. René Bouveresse, Karl Popper, pág. 165. 127. P.H., págs. 2-3. 128. Popper enumera tal cual fueron anticipadas estas razones de principio en el primer capítulo de su obra, proce de a su refutación punto por punto: la imposibilidad de la generalizac ciones (pág. 6) en las ciencias sociales, la de la exper ión de las observa imentación (pág. 8), la radical "novedad" de los fenómenos socio históricos (págs. 10.11), la "complejidad" del objeto de estudio (pág. 12), el "efecto Edipo", es decir la influencia de la predicción sobre el acontecimiento predi cho (pág. 13), la "interacción del observador y de 14-15), la idea de que los objetos de la sociología su objeto" (p ágs. son "todos" irreduc tibles, como los organismos, a la composición de sus partes ("holismo") (págs. 17-19), la concepción que se infiere según la sión" de un fenómeno social exigiría una espec cual la "compren ie de ''simpatía intui· tiva" radicalmente distinta de la explicación causa l (pág.· 21), por últi mo, la imposibilidad de cuantificar los resultados de las observaciones (págs. 24-25). 129. P.H., cap. IV, págs. 105 y siguientes. 130. P.H., pág. 105. 131. El "holismo" se define en las primeras pagm as del libro. Un "holista" defiende la idea de que la sociología, como toda¡¡ las cien cias "biológicas", es decir todas las ciencias que tratan de objetos vivos, no deben proceder según un modo "atom ístico"; que "los obje tos de la sociología, los grupos sociales, no deben ser considerados como simples conglomerados de personas; que el grupo social es más que la suma de todos sus miembros"; que, en esas condiciones, "un grupo tiene una historia específica, y que su estruc tura depende en gran parte de esta historia" (P.H., pág. 17). Esta conce pción (como se ve muy amplia) es criticada (págs. 76-92), a través de Manheim, sobre las posicion,es de Haye)<. "Hay, dice Popper, una ambigüedad funda mental en el empleo de la palabra 'todo' en la literatura ·'holística'· reciente. Es utilizada para designar: a) la totalidad de todas las relacio nes que existen entre sus partes constituyentes, y b) ciertas propiedades especiales de la cosa en cuestión, precisamente las que la hacen aparecer como una estructura organizada y no como un simple agregado" (pág. 76). "El hecho de que )os 'todos' en el sentid o b) diados científicamente" (como lo prueba la teoría pueden ser estu de la "Gestalt"), no debe, según Popper, "servir para justificar la idea completamente diferente de que los 'todos' en el sentido a) no pueden ser así estudia dos" (pág. 77). Las páginas siguientes marcan el vínculo entre "holis mo" y "utopismo" y deducen de esta doble crítica la concepción popperiana de la "tecnología social fragmentaria". 132. Es uno de los temas principales de los trabajos programáti cos de Neurath sobre la "sociología empírica". Ver, por ejemplo en Empiricism and Socio/ogy (pág. 370), esta págin a a la cual se opone término por término la concepción popperiana: "Como todo otro científico, el sociólog o busca establecer leyes
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universales y resolver los problemas individuales por medio de su apli, cación. Si quiere deducir el destino de Europa en 1850 de lo que era en 1800, intentará por encima de todo describir las situaciones globales y establecer las relaciones que permitan la predicción sin referirse a los incidentes singulares. Podría ser que el sistema total sea tan imprevisi ble como la vida del individuo. El reemplazo del orden feudal y de su absolutismo burocrático por el capitalismo burgués podría ser tan imprevisible como la caída de Napoleón cuando era un joven teniente en Tolón. Pero sabemos que la sociología puede predecir mejor el destino de Europa y que, al menos retrospectivamente, puede revelar ciertas relaciones esenciales sin referirse a los individuos, genios, héroes. La tarea de la sociología es concentrar la .atención en los agrupa mientos de ciertas costumbres que presentan una estructura definida sean cuales fueren los individuos, caracterizar esos grupos de costum· bres y establecer sus relaciones". 133. Popper vuelve contra los neopositivistas el vocabulario que ellos utilizaban contra la ''metafísica", cuyos derechos pretende defen der en el proceso del ''descubrimiento científico". 134. Es el título del 29 de la obra que retoma los análisis de la Logik para ''aplicarlos" a las "ciencias sociales". 135. Se sabe que en definitiva la construcción epistemológica del Curso de filosofía positiva --cuya ambición declarada era proceder a la unificación de las ciencias por su método y dar así sus bases "positivas" a la sociología- se basa en el crédito acordado a la "teoría de la natura leza humana" (declarada "científica") propuesta por Gall. Teoría de las localizaciones cerebrales de las cuales Augusto Comte cree poder d erivar directamente las máximas principales de su u operación" filosófica. Sobre F. J. Gall y la increíble pasión cuyo objeto fue la "frenología", nos remitimos al libro de G. Lanteri-Laura, Histoire de la phréno logie (París, 1970). 136. P.H., pág. 139. Citando extensamente a Hayek, Popper comenta: "Ese pasaje, lejos de describir una situación propia de las ciencias sociales, describe perfectamente el carácter de las leyes natura les que, en verdad, no pueden jamás hacer otra cosa que excluir ciertas
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posibilidades".
137. P.H., pág. 137. 138.. P.H., pág. 138. 139. Ver el 21: "Tecnología fragmentaria contra utopísmo" para mostrar que sólo la actitud "fragmentaria" permite concebir un procedimiento científico (por "tests,,) en las ciencias humanas. 140. La retahila de los "you cannot", copiada de Hayek, ocupa las páginas 62-63 de la obra. 141. Es la ocasión de subrayar una vez más la ambigüedad política fundamental del programa de Neurath que, retomando por su cuenta. las concepciones "tecnocráticas" del socialismo, tal como habían sido adoptadas desde los años 1929-1930 en la Unión Soviética
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y en el movimiento comunista, podía defender. en su nombre concep ciones que, sin ninguna paradoja, pudieron de inmediato servir de "garantía" teórica y de argumento ideológico a los promotores de las "ci�ncias sociales" en los países capitalistas desarrollados. Mientras que, por su parte, la posición "liberal" en un sentido más "reaccionaria" o conservadora de Popper, permanece, en un primer momento, margi nal: demasiado "débil" para adscribirse al gran proyecto de control y planificación de la tecnocracia en ascenso. Será necesario que cambie la coyunrura, para que su "realismo" sociológico se imponga. Es lo que ocurre hoy día. 142. E. Kaila, el filósofo finlandés que figura en la lista de los "miembros simpatizantes" del Círculo de Viena, había escrito en 1926 un texto titulado: "Die Prinzipien der Wahrscheinlichkeitslogik" (An nales Universitatís Aboensis, Turku, 1926). Kaila abogaba allí por la adopción de las teorías más "simples" que juzgaba las más ''proba bles". Un sistema, decía, que tenga pocas hipótesis tendrá, a priori, menos ocasiones de entrar en conflicto con la realidad que un sistema provisto de numerosas hipótesis (pág. 140). Posición simétrica e inversa a la de Keynes, en su oposición común a la de Popper. Ver L.S.D., págs. 278-279. 143. Ibíd. 144. Ibíd. 145. Ibíd. 146. L.S.D., pág. U2. 147. L.S.D., pág. 113. 148. No entraremos aquí en el detalle técnico de establecimiento de los diversos "grados" de falsabilidad, puesto que este análisis no es necesario a nuestros propósitos: Ver L.S.D., cap. VI. 149. L.S.D., pág. 271. 150. L.S.D., pág. 274. 151. L.S.D., pág. 282. 152. L.S.D., pág. 279. 153. L.S.D., pág. 280. 154. L.S.D., pág. 281. 155. L.S.D., pág. 279. El encuentro con Tarski en el Vo/ksgarten de. Viena está contado en la Autobiografía (U. Q., pág. 98). El artículo de Tarski sobre el cual se apoya Popper, "Der Wahrheitsbegriff in den formalisierten Sprachen" ("El concepto de la verdad en los lenguajes formalizados"), ahora está traducido al francés en la recopilación titu lada Logique, sémantique, metamathématique (l I, París, 1972, págs. 158-259). Se sabe que Tarski distingue allí dos niveles de lenguaje: un metalengw.je en el cual se describen los enunciados del lenguaje-objeto. De manera tal que se reformula la idea clásica de verdad del modo siguiente: "El enunciado 'la nieve es blanca' es verdadero si y solo si la nieve es blanca". La expresión 'La nieve es blanca', colocada entre semicomillas, constituye en el metalenguaje el nombre de la expresión del lenguaje-objeto que expresa que la nieve es blanca. De manera
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más formal Tarski propone decir en el metalenguaje que el enunciado del lenguaje-objeto "La nieve es blanca" es verdadero si y solamente si la función proposicional "X es blanca" está satisfecha por el argumen· to "la nieve". Tarski muestra que no es posible, en esas condiciones, definir un concepto de verdad satisfactorio para los lenguajes naturales; éstos son a la vez demasiado ricos y demasiado poco precisos para pemiitir una formulación no ambigüa de ese concepto. Pero por el contrario es posible hacerlo en el caso de lenguajes formalizados, a condición de distinguir cuidadosamente los dos niveles de lenguaje: el "metalen guaje" en el cual el concepto está definido y el "lenguaje-objeto" para el cual ese concepto se defme en el metalenguaje. Volveremos sobre estos textos, en la medida en que uno de los rasgos constantes de la obra de Wittgenstein, del Tractatus a las Inues· tigaciones filosóficas, ha sido el de rechazar la idea misma de meta l enguaje. Se ve que, a· la inversa, Popper.acepta practicar esta distinción y le da un alcance que en ningún momento, según su propia confesión, el texto técnico de Tarski permitía considerar. 156. Ver C.R., pág. 223, donde Popper discute largamente la concepción "wittgensteiniana" de Schlick. Se encuentran buenas ideas sobre la discusión de la ''verdad·coherencia" por Popper en el libro de Enrique Eduardo Marí, Neopositivismo e ideología (Buenos Aires, 1974, cap. 1). 157. U.Q., pág. 98. 158. Ph.K.P., pág. 1001. 159. El primer addendum de The Open Society está, en parte, consagrado a explicitar la que toma el autor de los trabajos de Tarski. Contra el relativismo, contra el escepticismo (l II, pág. 370), contra las filosofías de "criterio" (t. II, pág. 373), Popper invoca a Tarski para sostener: a) que no hay criterio general de la verdad (con excep ción respecto los lenguajes artificiales "débiles") pero que b) la verdad como "correspondencia con los hechos" puede ser utilizada como idea ureguladora" en la investig'ación científica. De allí part.e, más tarde, la construcción de la noción de "verosimilitud" y de sus "grados ,, que dan, en esta nueva terminología, el equivalente de la noció!l. "ingenua m ente" aceptada en la Logik de "aproximaciones" sucesivas de la verdad. Ver también C.R., pág. 224. 160. Ph.K.P., pág. 1103. 161. Ph.K.P., pág. 1104. 162. Toda la cuestión, evidentemente, es saber en qué medida la "extrapolación" de la concepción semántica de .la verdad de su lugar técnico de origen es legítima o no. !,.o que es seguro, es que, como muy bien lo ha demostrado Renée Bouveresse, la teoría de Tarski, en opinión de Popper, tuvo el mérito de apuntalar su enfoque "realista" sobre la lógica: a) la lógica no es ni la descripción de las leyes naturales del pensamiento ni la de las leyes convencionales de un lenguaje simbó-
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' lico vacío de sentido, b) las reglas de inferencia permiten en matemática demostrar y en las ciencias de la naturaleza criticar; e) hay que distin guir las reglas de inferencia, que son incondicionales y que se refieren a enunciados y, por otra parte, los cálculos lógico-matemáticos, condi cionales y que se refieren a los individuos y las relaciones. En tanto que los cálculos son aplicados a la realidad, se convierten en teorías descriptivas empíricamente refutables. En tanto son irrefutables, no se aplican a la realidad, y son solamente "truismos lógicos". (Ver: Karl Popper, op. cit., págs. 102-103). 163. Es el caso, ya mencionado, de Skolimowski en Ph.K.P. 164. L.S.D., pág. 108. 165. El mismo Popper lo advierte en una nota introducida en la edición inglesa. 166. Así por ejemplo el problema de la inducción reformulado en estos ténninos: "Mi solución del problema de la inducción era que podemos tener preferencias por ciertas conjeturas, es decir, por aquellas que tienen un gran contenido informativo y que hasta entonces han resistido a las tentativas de refutación: esas conjeturas así preferidas son el resultado de una selección, de la lucha de las hipótesis por sobrevivir a los efectos de la crítica, que es una presión selectiva artificialmente intensificada" (Ph.K.P., pág. 1024). Así, de la teoría de la observación:
175. U.Q.,pág. 45. 176. Ver principalmente: C.R., pág. 293;S.B., págs. 58-59. Yen la Auto6iografía, el pasaje donde se hace el elogio de Karl Bühler: "De mis profesores en el Instituto Pedag/>gico, aprendí muy poco, pero aprendí mucho más de Karl Bühler, profesor de psicología de la Univer sidad", escribe Popper, quien luego explica cómo la psicología "gesta!· tista" de Bühler había "reforzado su propio enfoque 'objetivista' del problema" (U.Q., págs. 73-74). Bilhler, quien había comenzado su carrera en Würzburg en 1906 como asistente de Oswald Külpe, era,
nismo.
.es que no hay datos de nuestros sentidos no interpretados, ninguna sen sación o ningún 'elemento' en el sentido de Mach. todo lo que es 'dado' es 'siempre-ya interpretado y decodificado' " (U. Q., pág. 139). Todos los conceptos epistemológicos popperianos sufren así progresivamente un sesgo biologizante: armonizan con su "fundamento" conquistado
177. U. Q., pág. 74. "Varios años más tarde, yo agregaba a las tres funciones de Bühler lo que llamaba la función argumentativa. Esta fun ción llegó a ser para mí particularmente importante porque la consi deraba como la base del pensamiento crítico". Ver también: C.R., págs. 134 y 295; O.K., págs. 119-122. 178. S.B., pág. 30. 179. Cuando Skolimowski le hace notar que su concepción del lenguaje tiene acentos chomskyanos (Ph.K.P., pág. 499), Popper res ponde que conoce muy mal a Chomsky como para juzgarlo (Ph.K.P., pág. 1072). Luego se documenta y se refiere con insistencia a Chomsky en su última obra (ver principalmente: S.B., pág. 59). 180. La actitud anticonductista de Chomsky y su reacción contra la tradición bloomfieldiana se conforman muy bien a Popper; lo mismo que la presuposición explícitamente hecha por el linguista de un "siste ma innato de organización intelectual" y su proyecto de Hprecisar los diferentes dominios que pertenecen a la capacidad cognoscitiva, las facultades intelectuales propias de cada uno de esos dominios, ·su modo
en lo sucesivo.
167. U.Q., pág. 44. 168. U.Q., pág. 45. 169. Ver O.K., págs. 96 y 270 en particular. 170. Herbert Spencer Jennings (1868-1947) es el autor de un libro titulado Behaviour of the Lower Organisms (El comportamiento de los organismos inferiores) (Nueva York, 1906) donde intentaba establecer, en la línea de los trabajos de C. Lloyd Morgan, la existencia de procesos psicológicos en los animales. Afirmaba que se podía inferir esa existen cia tanto del comportamiento de la ameba como del de un ser humano.
Psicología que se decía "objetiva'\ contra el "subjetivismo" de Roma
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como su maestro, un furioso_ adversario de las teorías de Mach. En el
momento en que Popper lo conoce, acaba de llegar de Viena y todavía no es conocido sino por un trabajo publicado·sobre la psicología del niño (Bilhler es también uno de los maestros de Jean Piaget). En los años siguientes aparecen sus obra.:; principales: Die Krise der Psycho logie (Crisis de la psicología) (1926), Ausdruckstheorie (Teoría de la expresión) (1933), y Sprachtheorie (Teoría del lenguaje) (1934). Varias veces se planteó la cuestión de saber si Wittgenstein se apoyó en las teorías de Bühler para combatir el atomismo de Herbart y proceder a la "autocrítica" de las implicaciones "psicologistas" del atomismo lógico del Tracia tus. William Bartley III responde resueltamente por la afirmativa sin que, a decir verdad, su demostración vaya más allá de la comprobación de una oposición común, innegable, al asociacio
"Todo esto sugiere que nuestros sentidos contienen en sí sutiles meca nismos de decodificación e interpretación . .. Una consecuencia de eso
nes, pero que no se puede alinear, a despecho del título de la obra, en la corriente "conductista" que Popper combate incansablemente. 171. Ver principalmente O.K., págs. 24-25. 172. El libro de David Katz del que Popper extrae la noción de "expectativas innatas" es Animals and Men (Animales y hombres) (Ver: C.R., págs. 44-47). 173. C.R., pág. 47. 174. Ver principalmente: O.K., pág. 84.
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de desarrollo y su interacción en el curso dP.l tiempo'' (Reflexions
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sur le /angage, trad. francesa, París, 1977, pág. 46). Popper, que podría
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en la persona de Peirce (ver cómo en Le langage ei la pensée, trad. francesa, París, 1970, págs. 130 y siguientes, retoma el concepto de "abducción" y de "retroducción"), "corrige n sin embargo la doctrina chom'Skyana en el punto de la "creatividad", como había-corregido a
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reconocer junto con Chomsky una común ascendencia epist.emológica
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Bühler para dar lugar a su función "argumentativa". Sobre la "creati
sin acordarles los medios, no reconociéndoles sino un modo de existen
cia empírica como hechos de cultura. El paradigma es el resultado de
vidad" en Popper, ver principalmente S.B., pág. 15. 181. S:B.,pág. 55. 182. Las referencias a Jacques Monod en S.B. son muy numerosas.
una elección de usuarios. Lo normal es lo común, en un período dado, a una colectividad de especialistas en una institución universitaria o académica. Se cree t.ener que ver con los conceptos de crítica filosófica, mientras que se trata del nivel de la psicología social. De ahí proviene la confusión de la que da testimonio el postfacio de la segunda edición de La estructura de las revoluciones científicas, cuando se trata de saber lo que convien-e entender por verdad de la teoría".
Ver especialmente sobre la noción de emergencia el texto de la pági
na 28.
183. La expresión, primero anticipada tímidamente, suplanta en los últimos textos las referencias al "criticismo".
184. Por esto nos parece bastante vano discutir hasta el cansancio, como lo hacen los exegetas, para saber si hay ahí, paradójicamente alguna referencia platónica o hegeliana. La cuestión no es esa. 185. Es principalmente el caso de la estética a la cual Popper con sagra algunos largos desarrollos a favor de su Autobiografía, en la línea de E. Gombrich (ver también Ph.K.P., págs. 1174 y siguientes). 186. La "aproximación" entre Popper y Piaget está avalada en la Autobiografía por varias referencias elogiosas (U.Q., pág. 49), aun si Eccles encuentra, por su parte, que esos trabajos son "dogmáticos y despojados de imaginación" (S.B., pág. 562). 187. Sobre estos debates podemos referimos al artículo bien docu
198. Frml�ois Russo, "Epistemología e historia de las ciencias" en
Archives de philosophie, pág. 37, octubre-diciembre de 1974. 199. En Ctiticism, págs. 25-37, bajo el títnlo de "Against Normal Science" ("Contra 'La ciencia normal' "). 200. Jean-Fran�oi& Malherbe, op. cit., pág. 165. 201. Criticism, pág. 52. 202. Criticism, pag. 56. 203. En su aitículo "Proof .and Refutations" ("Pruebas y refuta ciones") aparecido en The British Joumal for the Philosophy of Science, 14, Londres, 1963•1964, Lakatos intentaba aplicar la metodología
ment.ado de Giulio Giorello "Filosofía della scienza e storia della scien
popperiana a la nuU:emática¡ proponía elaborar una "lóe:ica del descu
za nella cultura di lingua inglese" ("Filosofía de la ciencia e historia de la ciencia en la cultura de lengua inglesa"), en Storia del pensiero filo
brimiento matemático" y quería m ostrar que "la heurística de la mate
mática no difiere en nada de la U.t:! las otras ciencias"; contra el "logi cismo" hacía valer la existencia de una "dialéctica de las demostracio nes y del análisis de las demostraciones" en el proceso de crecimiento
sofico e scientifico (Historia del pensamiento filosófico y científico),
t. VI!, cap. 5 (Milán, 1976). 188. El texto de Th. S. Kuhn primero fue publicado en el vol. II, Nº 2 de la Intemational Encyclopedia of Unified Science (Chicago, 1962). Trad. francesa de la segunda edición aumentada (1970), París, 1972. 189. En la obra colectiva consagrada a su t rabajo titulada Criticism and the Growth of Knowled!se (Cambridge, 1970). La contribución de Kuhn se titula: "Logik of Discovery or Psychology of Research?" "¿Ló gica del descubrimiento o psicología de la investigación?"). El texto al cual hacemos alusión: pág. 2. 190. Criticism, pág. 5. 191. Criticism, pág. 5. 192. Criticism, pág. 6. 193. The Copemican Revolution (La revolución copemicana), Nueva York, 1957. Trad. francesa: La Réuolution copemicienne, París, 1973. 194. Criticism, pag. 10. 195. Criticism, pág. 19. 196. En Bachelard, le iour et la nuit, París 1974. 197. Georges Canguilhem, ldéologie et racionalité dans l'histoire des sciences de la vie, París, 1977, págs. 22-23. "Porque paradigma y normal suponen 4na intención y actos de regulación, son dos conceptos que implican la posibilidad de un desfasaje o de un despegue con respec to a lo que regulan. Ahora bien, Kuhn les hace desempeñar esta función
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de l a m atemática. 204. Ver su contribución ya citada en Ph.K.P. 205. Paul Feyerabend, Against Method (Contra el método), Londres, 1975, pág. 200. 206. Criticism, pág. 116. 207. Criticism, pág. 119. 208. Criticism, pág. 116 209. Criticism, pág. 122. 210. Criticism, pág. 132. 211. Criticism, pág. 116. 212. Against Method, pág. 196. En lo sucesivo abreviado como
A.M.
213. A.M., pág. 18 6. 214. A.M., pág. 196. 215. Feyerabend es el autor de numerosos artículos importantes
desde los años 50; ya hemos mencionado "Explanation, Reduction and Empiricism'\ ("Explicación, reducción y empirismo"), de un popperia·
nismo bastante estricto. 216, Science in a Free Society (Ciencia en una sociedad libre), Londres, 1978, pág. 13. 217. Los ejemplos favoritos de Feyerabend son Copémico, Gali leo, Newton y Bohr. 218. A.M.,pág.171.
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219. De allí parte el elogio cien veces repetido en un sentido ines perado del opúsculo de Milí: On Liberty (Sobre la libertad). 220. Como se ha visto principalmente a propósito de la interpre tación de la mecánica cuántica o del cálculo de probabilidades. 221. Norwood Russell Hanson que en sus Patterns of Discovery (Patrones de descubrimiento) (Cambridge, 1958) atacaba la teoría del "neutralismo'' empirista del lenguaje de observación (ver principalmen· te el primer capítulo). 222. A.M, pág. 71. 223. A.M., pág. 47. 224. A.M, pág. 68. 225. C.R., pág. 68.
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Capítulo tercero
l. L.S.D., pág. 32. 2. L.S.D., pág. 33. 3. D.S.E., págs. 293-294. 4. C.R., pág. 39. 5. Sobre estas reservas, ver: P. Engelmann, Letters from Ludwig Wittgenstein, with a Memoir (Cartas de Ludwig Wittgenstein con una memoria), Oxford, 1967. 6. Sobre la herencia fregeana de Wittgenstein, ver con este título el artículo de Claude Imbert en Wittgenstein y el problema iJe una filosofía de la. cienciq (Coloquio internacional realizado en Aix-en-Provence en .. ,,c. Julio de 1969), París, 1974, págs. 58-76. 7. Ver F. Waismann, Wittgenstein und der Wiener Kreis (Wittgens tein y el Círculo de Viena), Oxford, 1967. (Abreviatura: W. W.K.). 8. Principalmente W. W. K., págs. 47,48, y Philosophische Bemer kungen (Observaciones filosóficas}, Oxford 1964,'27, 43. 9. Aufbau, sección 183: 10. Jacques Bouveresse, La paro/e malhereuse (La palabra desa fortunada), pág. 15. 11. Allan Janik y Stephen Toulmin hicieron, después de muchos otros, el r elato vivo en s u obra ya citada, pág. 184. 12. Es la tesis central de la obra. 13. Es un punto ahora claramente establecido por los trabajos de Janik y Toulmin, ¡le W. Bartley III y de Jacques Bouveresse. Sobre Karl Kraus, el redactor solitario y obstinado del diario Die Fackel (La antorcha) (Viena, 1899-1936, N° 1, 917 /9211), el denunciante de los vicios de la sociedad vienesa, el enemigo jurado del lenguaje perio dístico, el defensor de las prostitutas que abrumaba con sus sarcasmos la moral sexual de la burguesía contemporánea, podemos remitirnos a la revista L 'Heme que le consagró un número especial en 1975. Ver también el artículo muy documentado, de Nike Wagner, en Critique (Crítica), agosto-setiembre de 1975, Nos. 339-340, págs. 998-1010.
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14. Der Brenner, publicado en Innsbruck, era la única revista que
escapaba a los sarcasmos del infatigable K.raus. Allí, en efecto, se expre saba una crítica moral de la sociedad contemporánea, de tendencia an tirracionalista. 15. L. Wittgenstein, "Briefe an Ludwig von Ficker" ("Cartas a Ludwig von Ficker"), en Brenner Studien, Salzburgo (Estudios de Brenner), 1909, pág. 35. Reproducido, principalmente, en Janik y Toulmin, op. cil, pág. 164-165. 16. Janik y Toulmin, op. cit., pág. 140. 17. Se sabe que durante la guerra, Wittgenstein leía asiduamente
a Tolstoi; menciona en una carta a Russell la compra de Corta exposi
ción de los Evangelios. También se conoce su admiración por el Hadji
Mourat, del mismo autor, "El prototipo del relato cuya moralidad es puramente interna, dado que se ve simplemente cómo se manifiesta,
sin que haya necesidad de ningún comentario, la energía moral en
de Hertz sobre los "Bilder": "Diversos modelos (Bilder) de los mismos · objetos son posibles y pueden diferenciarse de maneras variadas. En el acto hay que declarar inadmisibles todos aquellos que están implícita
mente en contradicción con las leyes de nuestro pensamiento. De donde
resulta que planteamos como primer postulado que todos nuestros mo delos serán lógicamente admisibles --o más brevemente que serán admisibles. Declararemos falso a todo modelo admisible cuyas rela
ciones esenciales est.én en contradicción con las relaciones de las cosas exteriores, es decir que no cumplan nuestra primera condición funda
mental. De donde planteamos como segundo postulado que nuestros modelos serán ajustados. Pero dos modelos admisibles y ajustádos de los mismos objetos exteriores pueden todavía ser más o menos apro
piados. El más apropiado es el que incluye más relaciones esenciales del
objeto; al que se pueda llamar más claro. De dos modelos igualmente claros, el más apropiado es el que contiene, además de las característi
estado bruto", dice muy justamente Jacques Bouveresse (Wittgenstein, la rime et la raison, París, 1973, pág. 79). Sobre Wittgenstein y Tolstoi, ver en particular: Paul Engelmann, Letters from Ludwig Wittgenstein, with a Memoir, Oxford, 1967. 18. "Hasta qué punto mis esfuerzos concordarán con los de otros
cas esenciales, el más pequeño número de relaciones superfluas o
aquí no pretende aportar nada nuevo en las cuestiones de detalle; y, en consecuencia, no indicaré las fuentes, porque me es indiferent.e saber si lo que yo he pensado ya lo ha sido por otro antes que yo." Se reco
(pág. 9). 22. Janik y Toulmin, op. cit., págs. 116-122. 23. El texto de Hertz citado más arriba contradice indiscutible
filósofos, no trataría de determinarlo. En efecto, lo que he escrito
n ocerá el tono tajante del prefacio del Tractatus. Algunos lían ido hasta el fondo de estas líneas, para considerar que Wittgenstein era
"ignorante" en filosofía; y la búsqueda de las fuentes se orientó exclu sivamente por el lado de la lógica Comenzamos a saber que esta visión de las cosas era errónea: las alusiones propiamente filosóficas bullen en la obra, sin remitir directamente, expresamente, a tal obra o a tal
autor; esa seguirá siendo la práctica constante de Wittgenstein. Tal vez la razón de ello ha sido dada indirectamente en el prefacio redactado
para ]as Investigaciones filosóficas: "No querría, mediante esta obra, dispensar a ob"os de reflexionar. Sino, de ser posible, incitar a tal o cual persona a tener pensamientos propios".
19. Fritz Mauthner, Worterbuch der Philosophie (Diccionario de filosofía), Munich, 1910, pág. XL 20. De allí procede la idea de que la ciencia es poesía: "Las leyes de las ciencias naturales y morales transforman entonces en fenómenos sociales las reglas naturales del juego colectivo de la comprensión hu
mana. Ellas son la poétíca de la fábula convenida del saber". F. Mauth ner, Beitri:ige zu einer Kritik der Sprache (Contribuciones a la crítica
del lenguaje) (Stuttgart, 1901-1903, vol. I, pág. 92). Este texto es citado, así como algunos otros, en Janik y Toulmin, op. cit., pág. 106. 21. Heinrich Hertz, Die. Prinzipien der Mechanik, in neuem Zusam menhange dargestellt (Los principios de la mecánica presentados de una forma nueva), Leipzig, 1894. Este es uno de los textos característicos
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vacías; el más simple de los dos. No se pueden evitar íntegramente las
relaCiones vacías: entran en los modelos porque ellos no son sino modelos; imágenes modeladas por nuestro espíritu y necesariamente afectadas p,or las características de nuestra manera de modelarlos''
mente la "traducción" filosóficamente tendenciosa propuesta por Mach, sobre un punto esencial: los Bilder son, según Hertz, construc· ciones de representaciones que implican actividad y no, como la "idea",
receptividad hacia un dato. 24. Hertz, op. cit., pág. 4 7. 25. El texto de Robert S. Cohen al cual se hace alusión, es la introducción a la edición inglesa de los Prinzipien: Principies of Mechanics, Nueva York. 1956. (Los principios de la mecánica). 26. Gilles-Gaston Granger, Wittgemtein, París, 1969, "Ludwig Wittgenstein, nacido en Viena en 1889, muerto en Cambridge el 28 de abril de 1951, es, de todos los filósofos contemporáneos, el único al
cual podría apJicarse sin temor la calificación de 'el Spinoza de los tiempos modernos' " (pág. 5).
27. Esta es la razon por la cual, nos parece, que no más que en Spi noza haya en él "teoría del conocimiento" en el sentido clásico del tér-
mino. Volveremos evidentemente sobre esta tesis, que hay que precisar. 28. G. H. von Wright, Biographical Sketch, reproduce antes de la Memoir (Memoria) de Malcolm, pág. 3. Trad. francesa en El cuaderno azul y cuaderno marrón, París, 1965, págs. 311-333. 29. Artículo reproducido en Ludwig Boltzmann, Theoretical and Philosophical Problems (Problemas teóricos y filosóficos), Dordrecht, 1974, págs. 213-220. 30. Bouveresse quien, por otra parte, estima que "es muy difícil saber lo que Wittgenstein le debe exactamente a Boltzmann" (Le mythe
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de l'intériorité, París, 1976, pág. 173), piensa que "hay numerosos aspectos por los cuales la filosofía del Tractatus puede ser considerada como una filosofía de físico o ingeniero" (op. cit., pág. 175). Opinión
tantD más sorprendente cuanto que está propuesta al margen del libro· de Janik y Toulmin, al que Bouveresse también le endosa, según parece,
la interpretación "ética". ¿Una "ética" de ingeniero?
31. Gilles-Gaston Granger, op. cit., pág. 27. La obra "clásica" de D. Favrholdt se titula: An Interpreta/ion and Critique of Wittgens
tein's Tractatus (Una interpretación y crítica al Tractatus de Wit tgenstein), Copenhague, 1967. Para Favrholdt, el núcleo del Tractatus
estaría constituido por la tesis de "extensionalidad" de la cual depen dería todo el edificio teórico: ejemplo típico de una lectura sistemá
ticament.e "logicista" de la obra. 32. Janik y Toulmin, op. cit., p�s. 153-154.
33. Esta es la razón por la cual no pensamos que se pueda considerar
la obra como "kantiana", contrariamente a lo que sugiete Anthony
Quinton en su artículo "Contemporary British Philosophy" ("Filoso fía británica contemporánea"), en A Critica/ History of Western Philo sophy (Historia crítica de la filosofía occidental), comp. por J. O'Connor. Glencoe, 1964, pág. 536. Tesis compartida, con matices, principalmente por E. Stenius en su Wittgenstein 's Tractatus, Oxford, 1956, y por Peter Hacker en "Nets of Language" ("Trampas del len guage"), Encounter, abril de 1971. 34. Título de una conferencia pronunciada en 1979 en la Univer sidad d e Picardía. 35. A pes!ll" de los argumentos de Janik y Toulmin y los incon venientes de esta traducción, por lo demás menos graves que los de la
traducción inglesa por "picture", preferimos la traducción por "cuadro". Por una parte, porque Wittgenstein utiliza también el t.érmi
no alemán "Modell."; y, por otra, porque Boltzmann mismo, en· el artículo que hemos citadq, indica en el caso de las "cartas, planos, pentagramas, figuras", etc., que no podemos hablar legítimamente de
"modelos", porque éstos implican siempre una analogía espacial concre· ta en tres dimensiones (op. cit., pág. 214). Nos parece que Wittgenstein
ha observado el mismo principio en su terminología y rechazó, preci samente, hablar de "modelo" en un sentido general para designar a toda relación representativa así concebida. 36. Janik y Toulmin sugieren que habría hasta en esta denomina
ción de ''espacio lógico" una t ransposición del "espacia. de fases" en
mecánica estadística. 37. G.-G. Granger, op. cit., págs. 32-33. 38. En el texto de Wittgenstein el "hecho" está designado con el ténnino Tatsache; y el "estado de cosas", como Sachverhalt. 39. Jacques Bouveresse, Le mythe de l'intériorité, op. cit., pág. 169. 40. Los Notebooks 1914-1916, Oxford, 1961, trad. francesa, Carnets, París, 1971, ya dicen: "La pregunta: ¿'hay cosas simples'?
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continúa dando la ilusión de que tiene un sentido. Y sin embargo es necesario que sea un sinsentido" (trad. francesa, pág. 96). 41. Lo que sostiene sin embargo Favrhold� op. cit., pág. 149. 42. Carnets, op. cit., pág. 91: "El lenguaje al tener relaclones
internas con el mundo, es quien det.ennina con sus relaciones la posi·
bilidad lógica de los hechos". 43. Este punto decisivo ha sido muy bien visto por H. Le Roy Finch en Wittgenstein - The Early Philosophy, .4n Exposition of the Tractatus. Nueva York, 1971, principalmente las págs. 150 y siguientes. 44. Tractatus, 5.5421. Ver también: Cuaderno azul, op. cit., pág. 106. 45. Le mythe ck la intériorité, pág. 133. Nosotros decimos "des
concert ant.e", porque toda su demostración
parece ir
en sentido inver·
so. Principalmente los numerosos pasajes en que Bouveresse presenta a Wittgenstein como el "anti-Husserl" (ver la introducción, pág. IV). 46. Sobre esta permanencia y esta inflexión, ver Gilles-Gaston Granger, "Wittgenstein y el metalenguaje", en Wittgenstein et le problé
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47. Para que la tesis de Russell pudiese sostenerse, había que plan tear por una parte que la estructura real del lenguaje es proposicional
de modo de ser formalízable; por otra parte, que el mundo real puede
ser descripto por medio de este lenguaje. Pero una vez puesta en duda
la capacidad del lenguaje para describir el mundo 1 ¿cómo servirse de
ese mismo lenguaje para intentar justificar las relaciones entre el lengua je y el mundo? Es ese verdadero "efecto Munchaüsen" Jo que denuncia Wittgenstein. 48. Carnap que, visiblemente, no comprende la radiéalidad de la
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posición de Wittgenstein emprende "la refutación" en su Sintaxis
lógica (op. cil., edición inglesa, Londres 1937, pág. 283). "La sintaxis, escribe, puede ser formulada de manera exacta de In misma manera que la geometría .. "
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49. Como lo subraya G.-G. Granger en el artículo que acabamos
sirve de marco a toda descripción del mundo" (pág. 79). En·cuanto a
los enunciados matemáticos, constituyen un "caso particular de esos enunciados vacíos que, no siendo sinsentídos sino formas límites de la proposición legítima, ocupan el lugar de enunciados met.alingüísticos
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inadmisibles" (pág. 81). 50. Historia de mis ideas filosóficas, op. cit., pág. 271.
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52. La cuestión de saber lo que puede significar "haber abandona do la filosofía" es muy justamente planteada por William Bartley III
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51. Con excepción, se sabe, de Waismann.
en su libro ya citado. De una manera general, ¿qué puede significar
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me d'une philosophie de la science (Wittgenstein y el problema de la filosofía de la ciencia) op. cit., pág. 77-SO.
de mencionar, esta tesis tiene re percusiones inmediatas sobre el estatuto de las "tautologías" y sobre el de los enunciados matemáticos. Las tautologías Hno describen hechos, no son proposiciones verdaderas, sino que muestran Por su estructura la forma lógica inexpresable que
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Hat,andonar Ja filosofía"? Se abandona un perro, una mujer , incluso un concepto. . . ¿pero la filosofía? ¿Se puede elegir? ¿El único r.iesgo no �s que ella lo abandone? Per o1 que Jo haya "abandonad u decir que ya nolo posee a usted? Podría ser que se tratara en o ¿quiere esta ilusión de uno de esos "giros" cuyo secreto ella tiene, y de los más astutos de todos. 53. Es el caso de varios autores a los cuales ya nos hemos referido: G.. G. Granger, J. Bouveresse, A. Janik y S. Toulmin, W. Bartley III... 54. Cuaderno azu� op. cit., pág. 141. 55. San Agustín, Confesiones I, cap. 8. 56. Philosophische Untersuchunge, (Philosophica/ lnvestigations¡ , Oxford, 1953. Trad. francesa, Inuestigations philo sophiques. París, 1961. En adelant.e abreviada como P. U 57. P.U., 2. 58. P.U, l. 59. P.U., 2. 60. P.U,5. 61. P.U, ll. 62. P. U., 23. 63. P.U., 38. 64. P.U, 39. 65. P.U.,.46. 66. P.U, 59. 67. P.U., 60. 68. P. U., 65. . fil!. P. U., 66. 70. P. U., 69. 71P.U.,68. '12. P. U., 70. 73. P.U.,71. 74. P.U.,75. 75. P.U., 89. 76. La lección de Karl Kraus aparentemente no se había perdido. El mismo Wittgenst.ein ahora cita su propio discurso, haga ver por sí mismo, sin adición, su propia "false de manera que dad''. En muchos aspectos, las Investigaciones son un libro paródico. 77. P. U., 83. Recordarnos del Tractatus: "El lenguaje disfraza el pensamiento. Y principalmente en tal manera que segun la forma exte. rior del vestido uno no puede deducir la forma del pensamiento distra. zado; por la razón de que la forma exterior del vestido apunt a a otra co· sa que a permitir reconocer 1a forma del cuerpo. Los arreglos tácitos pa· rala comprensión del lenguaje cotidiano son de una enorm e complica. ción". Pero también el 3.323, que ya hemos citado. 78. P. U., 85. 79. P.U., 84. 80. P. U.; 107. 81. P. U., 108.
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82. P. U., 108. 83. P.U., 107. 84. P. U. , l 09. 85. Por supuesto, eso no excluye que aquí y allá una vez más sea el Tractatus el que sirva de referencia; pero nos parece, que llegado a ese punto, Wittgenstein por encima del Tractatus lleva más lejas su crítica. 86. Ver principalmente P. U., 213. 87. Ver principalmente P. U., 288, 314. 88. .Ver prinqipálmente P. U., 339, 428. 89. "No hay 'que preguntarse Jo qué son las representaciones o lo qué pasa cuando se representa alguna casa, sino cómo uno se sirve de la palabra representación. Lo cual no significa que yo quiera hablar exclu· sivarnente de palabras. Porque tanto se trata de la palabra "representa· ción" en la pregunta plant.eada, como se trata de ella en la cuestión relativa a la esencia de la representación. Y digo solarnent.e que a esta pregunta no podría responderse por un �esto demastrativo; no más que por la descripción de un proceso C\lalquiera". P. U., 370. 90. P. U., 664. "Se podría distinguir en el uso de una palabra una, ' gramática de superficie ' de una 'gramática profunda' Lo que de-: inmediato se impregna en nosotros con el uso de una palabra es su modo de utilización en la estructura proposicional, la parte de su uso -podría decirse- perceptible al oído.· Y ahora comparen la 'gramática profunda'· por ejemplo de la palabra 'entender' (querer decir) con Jo que la 'gramática de superficie' de esa palabra nos dejaría conjeturar. No es sorprendente que parezca difícil reconocerse en ello". 91. "La esencia de una cosa está expresada en el uso gramatical de la palabra correspondiente". P. U, 371. 92. P. U., 432. 93. P. U., 111. 94. P. U., 195, 196, 197. 95. P. U., 132. 96. P. U., 593. "Una causa principal de las enfermedades filosóficas -dieta unilat.eral: uno no nutre su pensamiento sino por un solo genero de ejemplos". Se notará que el tema de la "enfermedad filosófica es un lazo de unión entre las Investigaciones y el Tractatu& Volveremos sobre ello. 97. P. U., 133. "En filosofía una cuestión se trata como una enfer medad" (25tr). 98. P. U., 124. 99. P. U., 122. "Una de las principales fuent.es de nuestro malen. tendido es que no abarcamos en su conjunto el uso de nuestras pala· bras.'' 100. P.U, 337. "¿Pero acaso no he intentado desde el comienzo por mi int.ención la forma general de la proposición? ¡Ella existía, por lo tan ro, en mi mente wt.es de que fuese pronunciada! Si estaba en mi rñente, entonces, no estará allí todavía de modo normal en otra posi· ción de las palabras (Wortstellung). Pero nos hacemos aquí una vez
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� más una imagen engañosa de la acción de "intentar", es decir del uso de esta palabra. La intención es inherente a la situación, a las costum bres y a las instituciones humanas. En la medida en que intento por anticipado la construcción de la proposición (Sat.zform), eso e s posible por el hecho de que puedo hablar el lenguaje que hablo". lOL P. U., 549. 102. P. U., 569. 103. P.U., 491. 104. P.U., 116. 105. Estos textos, escritos en los últimos dieciocho. meses de su vida, fueron recogidos por G.E.M. Anscombe y G. H. von Wright bajo el título Uber Gewíssheit (1969) (trad francesa: De la certitude, París, 1965). Los textos de G. E. Moore sometidos a la crítica son "Proof of an Externa! World" ("La prueba del mundo extemo") en Proceed ings of the Britísh Academy, 2a. serie, 1925. Textos reproducidos en Móore, Philosophica! papers, Londres, l\J59. En adelante abreviaremos en U.G. el Uber Gewíssheit.
106. U.G., 471 U.G., 137. U.G., 341,342,343. U.G., 185. U.G., 185. U.G., 225. U. G., 288. U.G., 211. U.G., 283. U.G., 167, 298. U.G., 103. U.G., 65. U.G., 94. U.G., 279. U. G., 204, 205. U. G., 253. U.G., 253. La Conferencia sobre la ética está reproducida en Lectures and Conversations, - 1966. 'l'rad. francesa: Leqons et Conversations, 107. 108. 109. 110. 111. 112. 113. 114. 115. 116. 117. 118. 119. 120. 121. 122. 123.
París, 1971. 124. Leqons et Conversations, pág. 170-172. 125. Wittgenstein critica expresamente la fórmula ,de Tarski en U.G. 199, 200, 215: "El empleo de 'verdadero o falso' es falaz porque es como si se dijera: 'Esto concuerda con los hechos o no', mientras que lo que está en cuestión precisamente es este 'acuerdo'. 'Esta propo sición es verdadera o falsa': hablando con propiedad, eso sólo quiere decir que es necesario. que haya posibilidad de decidir en su favor o en su contra Pero eso no dice cómo se presenta aquello sobre lo cual fundar una decisión semejante''. 126. Cuaderno marrón, op. cit., pág. 203.204.
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Capítulo cuarto
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l. En su obra ya citada, Against Method, Feyerabend señala no sin malicia que la declaración "falsificacionista" de Einstein en la cual se apoya Popper ("Yo diría que la refutabilidad de la teoría de Einstein o de la de Newton es un hecho de la física elemental y de la metodolo gía elemental. Einstein, por ejemplo, decía que si el efecto de ''red shift" -el retraso de los relojes atómicos en I51s campos gravitacionales elevados- no fuese observado en él caso de las estrellas enanas blancas; su teoría dela relatividad general sería refutada". (Objective Knowledge, traducción francesa, pág., 48), además de ser de autenticidad dudosa, puesto q ue no está acreditada por ningún texto fuera de un comentario de H. Feigl, está contradichaporla misma práctica de Einstein: colocado en 1952 exactamente en la situación mencionada, él mantiene su teoría, como se puede ver en su carta a Born del 12 de mayo de 1952 (Against Method: pág. 56-57) .. 2. Posición que lleva a ignorar pura y simplemente el largo proceso experimental que siempre precede a la constitución de una teoría dada (se comprende que Popper haya preferido interesarse en la relatividad general más bien que en la relatividad restringida para la cual semejante ignorancia hubiera sido demasiado evidentemente mistificadora) y que atribuye a la teoría el.poder exorbitante de subordinar por anticipado las condiciones del proceso experimental en que se pone a prueba. 3. En el "biologismo" del sistema popperiano que ya hemos analizado en él capítulo "2. 4. Investigaciones, 131.
5. Va de suyo que la crítica de Wittgenstein se dirige en principio tanto contra la ambición de Hanson por identificar y describir los "patterns" del descubrimiento como contra la empresa de Kuhn de descubrir las "estructuras" de. las revoluciones científicas y también, más generalmente, contra todas las tentativas de "reconstrucción racio,. nal" de. la. actividad científica.de laque_sjgµe siendo.tlin ..aficionadaJa.. epistemología anglosajoll!': La cuestión no es tanto de saber cuál de
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esas teorías hubiese tenido éxito en dar la mejor versión del proceso de la práctica científica, sino más bien la de los presupuestos de ese mismo proyecto. Cuestión de posición filosófica, de concepción y de práctica de la filosofía; punto que desborda con creces el caso particular de la relación entre filosofía y ciencias, puesto que tiene que ver con la relación de la práctica filosófica en el conjunto de las otras prácticas y que, como intentaremos establecer, se decide primero en el interior mismo de la filosofía por la relación que es allí instaurada entre práctica y teoría. Agreguemos, para ser totalmente claros, que la concepción witt gensteinina de los "juegos de lenguaje" invalida asimismo las tentativas . más recientes de escapar al relativismo. sociopsicológico de Kuhn hechas con recurso a lo qile .ae ha convenido en llamar la "teoría causal de la referencia". Israel Scheffier (en Science and Subjectiuity -Ciencia y Subjetividad-, lndianapolis, 1975), Hilary Putnam (en "Mind. Jan. guage and reality".:.'("Mente, lenguaje y realidad") reproducido en sus Philosophical Papenr{Escritos filosóficosr, vol. 2, Cambridge, 1975) y algunos otros nos parecen haber errado el camino buscando un térmi no referencial originario inmutable que resistiría a los cambios de paradigmas y que "garantizaría'' subterráneamente, por la pennanencia de un "anclaje" objetivo, la avanzada de la ciencia contra el relativismo de las ''revoluciones" kuhnianas. Tales subterfugios "lingüísticos" casi no son más que un rereso "vergoñz·ante" 8 la teor1a designativa tradi cional del "bautismo' de las cosas, cuya crítica radical hizo Wittgens1ein en Investigaciones, Nos parece que el modo de pequeña crisis onto lógica que envuelve actualmente a algunos de los mejores pensadores de Harvard podría ser liquidado si consintieran en tomar en serio la lección de esta crítica y abandonar la quimera de la así llamada "estabi lidad referencial". En este caso también quedaría liquidada la necesidad de admitir, como su correlato ontológico Obligado, la existencia de un' universo de objetos independientes para "garantizar la objetividrd de los conceptos". }fu chas veces ya hemos llamado la atención, prir. cipal mente en nuestros trabajos sobre la obra de Gastan Bachelard, ,ol¡re el hecho de ue cuando se lantea filosóficamente la cuestión de la ob etivi ad e los conocimientos aun cuando sea como a uí ara establecerla y fortificarla "en nombre de la ciencia" contra posiciones �ue la amenazan , se toma el camino "tradicional" que, de la "teoría ie conocuniento I eva a la onto og1a; y e la onto ogia, quierase o no, df,! una u otra manera, a alguna santificación teórica del orden existente, comenzando por el de las fonnas existentes de la ráctica .científica. 1ttgenstem, invitarnos a a an onar la posicion iloso 1ca que postula algo así como la existencia de un "problema del conocimiento", que necesitaría de la filosofía una "teoría"para garantizar la objetividad nos permite curamos de lo que E. Marí llama con gracia el "síndrome ontológico" de los epistemólogos. Es verdad que la filosofía pierde allÍ¡ al mismo tiempo, sus funciones de orden ... ·· 6. El aspecto bajo el cual la crítica de la noción de "lenguaje pri-
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vado" en las Investi'gaciones se dirige a la vez contra uno de los presu· puestos implícitos e inadvertidos del Tractatus y contra las posiciones sucesivas de Carnap .ha. sido lo suficientemente esclarecido por Jacques Bouveresse para que volvamos sobre él. 7. Una proposiéión, escribía RusseH, está expresada "por interme· dio de un hecho part!cular, que es una manifestación de la proposición aseverada. Pero este hecho particular es, por así decirlo, 'transparente·', nada se dice al respecto sino que por su intermedio, algo es dicho a pro· pósito de oll"a cosa". (Principia, ed. abrevida, Cambridge, 1962, pág. 407). En otro texto se puede leer: "Lo que digo expresa un pensamien to que podría ser traducido en cualquier otro lenguaje. Las palabras no son necesarias más que para expresar el pensamiento; son (por así decir) transparentes, y nada es dicho a su respecto. Tal es el uso cotidia no y ordinario del lenguaje" ("Is Mathematics Purely Linguistic?" ( ¿Es la matemática puramente lingüística?) en Essays in Analysis -Ensayos en análisis-, Londres, 1973. En un pequeño libro muy sugestivo consagrado a la cuestión de la Transparencia y la Enunciación (París, 1979), Fran9ois Récanati aborda el asunto y subraya la distancia que separa en este punto a Russell de Frege. El cual distingue, como se sabe, la palabra como "cosa", su "denotación" (o referencia), es decir, aquello de lo que hablamos y su "�entido" (es decir el intermediario gracias al cual pasamos de las palabras a las cosas que ellas eventual· mente designan. El autor sugiere que los actuales debates sobre "la ocu rrencia puramente designativa" (Quine) más bien darían la razón a Frege que a Russell. Es tanto más lamentable que, parece, no haya leído de Wittgenstein sino el Tractatus, estancándose en las Investiga· ciones al punto de construir toda la parte positiva de su demostración alrededor de la oposición "decir·mostrar", tal como está expresada en el primer libro de Wittgenstein, sin inquietarse aparentemente por la reelaboración que pudo haber sufrido luego. Considerar,. según ,o hace entonces, a la obra de Austin como prolongación directa del Tractatus nos parece por lo menos paradójico: falta un eslabón histórico correspon· diellte al desplazamiento teórico que únicamente permite ver claro en la obra del filósofo oxoniano. 8. "Pero yo siempre había considerado al lenguaje c,>mo transpa· rente, es decir, como un medio que se podía emplear sin prestarle atención. En cuanto a la sintaxis, la insuficiencia de ese punto de vista se me hizo evidente a través de las contradicciones que suscita la lógica matemática. En cuanto al vocabulario, el problema lingüístico se me planteó cuando estudiaba en qué medida es posible una explicación conductista del conocimiento. Por esas dos razones, comencé a dar mucho mayor importancia de la que le había dado antes a los aspectos lingüísticos de la epistemología. Pero jamás he podido estar de acuerdo con los autores que tratan al lenguaje como un dominio autónomo. Lo esencial del lenguaje es que significa, es decir que está en relación con alguna cosa diferente a él mismo que, en principio, es de otro orden que el lenguaje" (Historia de mis ideas filosóficas, pág. 15).
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9. Tractatus, 4.126. 10. El artículo publicado en Mind en 1905 ("On denoting';.("So·
bre la denotación''.}) es suficientemente conocido como para que sea necesario cqnsagrarle aqÚí una exposición especial. Bastará con recordar que, con el fin de prescindir de la noción de "objeto" que había pro puesto Meinong (Investigations into the Theory of Objects and Psy chology, 1904 --Investigaciones en Teoría de los objetos y Psicología--) para la existencia efectiva de un acto mental en el pensamiento de una entidad no existente ("la montaña de oro"), Russell proponía distin· guir entre el "nombre propio" (que desde el punto de vista lógico repre· sen ta un cierto objeto -su significado-·) y la "descripción" (designada como "símbolo incompleto"). "Scott es el autor de Waverley", decía Russell. Pero en esta frase, '6Scott" es un nombre propio, mientras que "el autor de Waverley" es una descripción. Entre otras ventajas, esta distinción permitía mostrar bajo la apariencia gramatical de una pro posición singular ("El autor de Waverley era escocés") tres proposi ciones conjuntas pero distintas: l. Una persona por lo menos ha escrito Waverley. 2. Una persona a lo sumo ha escrito Waver/ey. 3. Quienquiera que ha escrito Waverley era escocés. "Análisis" del que surgen proposiciones como "El actual rey de Francia es calvo", que pierden entonces todo su "misterio" meinongeano. En el segundo pre, facio de su libro Language, Truth and Logic (Lenguaje, Verdad y Ló gica) (págs. 30-31), A. J. Ayer vuelve sobre este punto y subraya la importancia del papel de este artículo en el destino ulterior del análisis. 11. Investigaciones, 26. 12. Investigaciones, 27. 13. Investigaciones, 40. 14. Investigaciones, 98. 15. Investigaciones, 91. 16. Investigaciones, 81. 17. La tentativa de Hjelmslev procede de un proyecto deliberado y sistemáticamente ejecutado, de atenerse a la "pura" forma -a las relaciones entre los elementos y no a los elementos mismos- para dar una teoría de toda lengua posible, bajo las especies combinadas de una taxonomía y de una combinatoria que no admiten otro control que la no contradicción y la exhaustividad del cálculo. (L. Hjehnslev, Prole gomena to a Theory o{ Language --Prolegómenos a una Teoría del Lenguaje'-), 1943. Trad. francesa, París, 1968. Traducción,inglesa, 1953. 18. GiUes-Gaston Granger, Langages et. Epistemologie (París, 1979), pág. 163. 19. Lakoff, "Linguistics and Natural Logic" ("Linguística y lógica natural") en Davidson y Harman, Col. Semantics of natural languages (Semántica de los lenguajes naturales), Reidel, 1972. 20. Investigaciones, 7. 21. Investigaciones, II, 11. 22. El trabajo de Austin (How to do things with worc/s..(Cómo 328
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hacer cosas con palabras-, Oxford 1962, trad francesa, París, 1970, y Sense and Sensibilia, Oxford, 1962, trad. francesa, París, 1971) se inscribe manifiestamente en la prolongación de las Investigaciones, sea cual fuere la desviación que creamos poder discernir allí, como se verá, con relación al proyecto inicial. Se sabe que la distinción establecida al comienzo de la obra entre enunciados "performativos" y uconstati vos" se diluye progresivamente en beneficio de los performativos. Son performativos, para Austin, los enunciados cuya función consiste en cumplir el acto al cual hacen referencia: "Yo- bautizo este barco Queen Elizabeth ". Son estudiados primero como "casos" de enunciados que no se re_ducen al esquema "constativo" tradicional .(How to do things with words, traducción francesa, pág. ·41¡, pero la noción de performatividad de inmediato se extiende al conjunto de los enuncia dos1 pu.esto que, principa1mente, "afirmar" es ''ejecutar un acto" (pág. 143). Luego aparece lo "ilocutorio" que atraviesa todo acto efec tivo de discurso: Austin abre el campo para esta investigación. Es justo señalar que, por su lado, E. Benveniste� trabajando en lingüística, había propuesto una noción de. performativo parecida a la de Austin, pero que se rehúsa a extender, como lo hace el filósofo inglés, porque no tiene Jos mismos objetivos "filosóficos" de refutación del "repreSentacio nismo". (Ver E. Benveniste, la filosofía analítica y el lenguaje, en Problemas de lingüística general, París, 1966, pág. 273). 23. El libro ya citado de Fran�ois Recanati está consagrado a esta cuestión. 24. Investigaciones, 404,410,417. Estos t.extos, y muchos otros, invitan, a través de la crítica de la introspección, a efectuar una descen tración del lenguaje. Dos ilusiones aparecen solidarias: la de un sujeto psicológico -pura interioridad-- autor del conocimiento y la de un sujeto "centro" de "su" Jenguaje. 25. Ver especialmente el libro de Paul Henry titulado Le Mauvais Outil, langue, suje/ et discours (París, 1977) que analiza todos estos puntos a la luz de las dificultades de la teoría llamada de la "presuposi ción" tal como la encuentra principalmente utilizada por O. Ducrot ("Lógica y lingüística", artículo aparecido en Langages, 1966, 2, págs. 3-30). No hay duda de que la posición de Ducrot cae hajo la crítica winttgensteiniana, al menos tal como la entendemos. 26. Investigaciones, 197,205, 337,y 11, 11. 27. John E. Searle, Speech Acts (Aclos de lenguaje). Cambridge Mass, 1969. Trad. francesa, París, 1972 (ver principalment.e p.ágs. 80-81 ed. francesa). 28. Sobre la discusión de la "intención'\ ver principalmente Jnves ligaciones, 197. "No hay duda de que yo quiera ahora jugar al ajedrez, pero el juego de ajedrez es ese juego en virtud de todas sus reglas (y así sucesivamente). ¿Entonces no sé a qué juego quiero jugar antes de haber jugado? ¿O todas las reglas están contenidas en mi acto de in tención'? ¿Es por ende la experiencia· que me enseña que esta clase de juego es la consecuencia habitual de mi acto de intención? ¿Podría ser
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por lo tanto que me fuera posible estar seguro de tener la intención de hacerlo? Y si ahí"hay un sinsentido, ¿qué clase de conexión más estre cha existe entre el acto de intención y la cosa a la cual se refiere ? ¿Dónde encontrar la conexión entre la expresión 'Juguemos una partida de ajedrez' y todas las reglas del juego? Y bien, en la lista de las reglas del juego, en la enseñanza de sus reglas, en la práctica cotidiana del juego". Como se ve, Wittgenstein trabaja su analogía en un sentido muy distinto del que lo hará Searle después de él y, en nuestra opinió n, contra él. La intención aparece como efecto del discurso, apresad a en el discurso, y no como la presunta presa de un hipotético "sujeto" de la enu7;ciación sobre el discurso. {29¡ Paul Henry moviliza los recursos de la teoría lacaniana para efeclüár esta disociación y suatayar su necesidad en lingüística (op. cit., -pág. 116 principalmente). 30. Desde ese punto de vista, Michel Foucault, en La arqueo del saber (París, 1969), nos parece más próximo a Wittgensteinlogía que Austin o Searle, en razón del antisubjetivismo radical que ahí profesa. El individuo bien puede llegar a la "posición de sujeto"; y llega. Pero esta posición está objetivamente determinada fuera de él, aun si es nece recono sario cerse en ella para que adhiera. Es decir que ya haya estado presente para reencontrarse. 81. Dicho esto, en principio, abstracción hecha de las variaci ones que ha podido conocer desde hace diez años la teoría choms kyana. 32. Ver las "Conversaciones sobre Freud" reproducidas en Lec ' ciones y co1tve-ciones (trad. francesa, 1971). Al leer las Investigacio1 nes y, principalmente, todos los pasajes que cuestionan la identid ad / del sujeto, nos sorprende la influencia que ejercía sobre el pensam iento ' de Wittgenstein la obra de William James, por otra parte mencio nado ! muchas veces (342, 413, 610). No es imposible pensar que fue esta obra ¡ la que se interpuso entre Wittgenstein y Freud y no le permit ió com í prender todo el partido que hubiese podido sacar de una teoría (la i t.eorfa psicoanalítica) que tampoco admite "Sujeto" constituido, ! presunto amo de su lenguaje. � 33. ¿La concepción wittgensteinina no tiene precedentes? No es tan seguro. Porque, en fin, al enfocarla confonne a su princi pio, nos parece que se impone una aproximación que -por incong ruente que hubiese podido parecerle- contribuye a esclarecer la posició n filosófica de su obra y, al mismo tiempo, la de sus adversarios. Decirnos "aproximación", para marcal' bien que no se trata evi dentemente de una filiación cualquiera, sino porque creem os percibir una proximidad -cuando no un parentesco- entre dos medos de filo sofar: el de las Investigaciones y el de Hegel de la Cienci a de la lógica, si se renuncia a interpretar esta obra como ta euJminación de la "meta física dogmática,, y si se acepta leerla, tal como recien temente Gaston Lebrun nos diera la lección sorprendente, como el desmo ntaje sistemá tico ·cte la "lógica de la finitud", como la tentativa de transformar la "lógica" de arriba abajo, sobre la base de una crítica radical del papel 330
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desempeñado por la lógica formal en la historia de la filosofía. Una crítica que, también ella, aunque en otro registro, parte de una puesta al día de la unilateralidad de las determinaciones terminadas con las cuales opera el lenguaje filosófico tradicional, y cuyo resultado es por su propia cuenta, una "disolución" de los problemas filosóficos mediaIJte un modo dt";" ''transgresión inmanente" de los límites del lenguaje representativo. No dejaría de tener interés determinar hasta dónde esa aproximación puede tener alguna apariencia de legitimidad, si es verdad, como lo subraya también Lebrun, que la lógica hegeliana es en sí misma una "extraña máquina de lenguaje" destinada a desmontar la "sintaxis de la lengua filosófica", y a explicitar los "códigos implícitos". Sólo tomaremos este punto limitado pero preciso: la crítica de la concepción formalista de la lóg]ca como "gramática" de la finitud; la idea de que esta gramática está regida por una concepción "representativa" del conocimiento, que se basa a su vez en una escisión operada en el lengua. je entre significante y significado. Si la crítica hegeliana apunta bien, como lo pensamos con Gérard Lebrun, a la metafísica en tanto sistema de errores de una ontología que cree describir objetos en el momento en que no hace sino "objeti· var" los productos del código "lógico", formal, del pensamiento repre sentativo; además, si bajo este ángulo, por su causa, es cuestionado el "subjetivismo" de la lógica trascendental kantiana, entonces bien pode mos decir que, en ese sentido, con todas las precauciones del caso, la tendencia de las Investigaciones es "hegeliana ,,. El itinerario de Wittgenstein lo habría llevado así, en retrocesos, por la crítica de la apuesta Imposible que había creído lograr en el , Tractatus de constituir una teoría de la ciencia basada en una lógica \ . "trascendental" sin sujeto trascendental, a descubrir el presupuesto l\ filosófico de un proyecto semejante: concepto de lenguaje elaborado \ sobre una disociación previa del significante y del significado y sobre la instaúración, entre ellos, bajo una modalidad u otra, de una relación de representación. En el movimiento, varias veces retomado, de su autocrítica, habría reunido así sobre esta cuestión crucial las posiciones de aquel que precisamente, contra la distancia mantenida por Kant entre forma y contenido, había creído percibir en esta separación y en la concepción del lenguaje que ella Implica, el principio ciego de la for. malización de los "objetos" metafísicos y de la estructura del discúrso ilusorio que los tomaba como temas. En virtud de esta comunidad de puntos de vista, al mismo tiempo habría vuelto a poner en primer plano esta práctica de la filosofía que consiste en hacerle "confesar" la uni lateralidad de sus categorías al descompartimentar la sintaxis en el movimiento mismo de su despliegue lingüístico; movimiento y despliegue hechos posibles gracias al rechazo de toda doctrina que "garantizaría" (fijaría y limitaría) por anticipado las significaciones. Pero sin duda habría que agregar esta última reserva que arrojaría alguna luz sobre el "fracaso" de Wittgenstein para colmar el "ancho blanco" cuya persistencia en su pensamiento deploraba: mientras que 331
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[\ Hegel no había resistido a darse para tenninar, en la'figura del sal:!er 1 absoluto, la suprema seguridad sobre la cual hacer reposar su propio 1 discurso, Wittgenstein se habría rehusado a ello hasta el final, pagando 1 ese rechazo con la dolorosa necesidad del silencio. En esta perspectiva entrevemos lo que habría sido, en lo más pro fundo, el error de los positivistas lógicos: no sólo haberse abandonado al culto de los hechos y haberse sacrificado a los demonios de la fonnalización, como dice Popper, sino haber pennanecido sumisos, en el gesto mismo en que anunciaban "la revolución filosófica", al do minio de ese antiquísimo fantasma de una "ciencia de la verdad" como discurso "vacío" con la facultad de coartar por anticipado todo dis curso. Prolonguemos estas observaciones en una dirección que nos lleva directamente al umbral di lo que sería, en nuestra opinión, una ver dadera historia del positivismo lógico. Si Jo que acabarnos de decir es justo, habría que admitir en efecto, que el ritual de la "destrucción" y la "eliminación de la metafísica que marca los primeros textos viene ses, no tiene el sentido inmediato de un simple rechazo cientificista de la especulación filosófica. Si es verdad que la existencia y la estructura del discurso metafísico como pretendida ciencia de objetos eran susci tl\das no por la fonna aristotélica imperfecta de la antigua lógica sino por la función teórica que se le había asignado a esta lógica en la con cepción representativa del lenguaje y del pensamiento, no se podía esperar del "perfeccionamiento" de esta lógica cualquier "eliminación" de la metafísica de que sé tratase. Por el contrario, dado que eso no era en definitiva sino renovar el mecanismo de base que estaba destinado a (re)producir el elemento del discurso metafísico, la persistencia 'de sus "objetos" era inevitable. "Eliminar la metafísica", este slogan obstinadamente retomado tendría entonces el valor de síntoma y podría considerarse como un verdadero procedimiento de exorcismo: el enemigo estaba en su lugar, en el centro invisible del "cristal" de su concepción de la "nueva lógica". En esas condiciones habría que otorgar todo su sentido a la vio lencia antihegeliana de los positivistas vieneses tanto como de Bertrand Russell: unos y otro habrían percibido confusamente la amenaza que la transmutación hegeliana del concepto de lógica hacía pesar, mediánte sus efectos críticos, sobre su propio proyecto. . , . La campaña antikantiana del Círculo de Viena (y de ReiífÍellbach) fue la que más a menudo retuvo la atención porque OCJfpa' el prosce nio; pero quizás el rechazo de la lógica hegeliana sería 1,lás esclarecedor en lo referente a los desafíos de su práctica filosófica/·o, para ser más precisos, este rechazo, combinado con esa campaña, tal vez esbozaría la filiación doctrinaria que liga Hegel a Kant, una filiación que los neo positivistas querían quebrar oponiéndole la alianza de Hume y Leibniz. 34. Investigaciones, 19, 23, 241. Se lee por ejemplo en ese último parágrafo: "¿Entonces dices que el acuerdo entre los hombres decide
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lo que es verdadero y Jo que es falso'/ Es verdadero o falso lo que los hombres dicen que es; y se ponen de acuerdo en el lenguaje que emplean. Eso no es una confonnidad de opinión sino de fonna de vida u. 35, De hecho, como lo advierte Bogen, esta noción no da lugar 1 en su texto a ninguna teoría "positiva". Sin duda porque una teoría semejante no tendría nada que ver, en opinión de Wittgenstein, con !a act ividad· filosófica; y su ambición no era, como cree Bogen, elaborar una. "filosofía del lenguaje" en el sentido en que hoy se la entiende. j Su concepción de la filosofía excluye que pueda existir alguna "filosofía de n... cualquier cosa que fuese. 36. El texto que sirve de referencia, siempre citado, es el de Engeis en Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana (1888). Es el que invoca Lenin al comienzo de Materialismo y empiriocriticismo (1908) para justificar la noción clave de su argumentación contra Bog danov y "los discípulos rusos de Mach", la, de "toma de partido" en filosofía. 37. Un ejemplo entre mil: el pequeño libro de O, Yakho, ¿Qué es el materialismo dialéctico? cuyo primer capítulo se titula "¿Qué es la filosofía?". Allí se encuentra, inscripta con todas sus letras, esta doble t.esis que recusamos: "No se pueden comprender los acontecimientos sino partiendo de una concepción del mundo bien determinada que totalice las opiniones sobre la vida y el mundo en general, sobre fenó,. menos y acontecimientos determinados" (pág. 4) y: HSi la sociedad está dividida en clases hostiles, no hay y no podría haber concepción del mundo única. Cada clase tiene su propia filosofía" (pág. 8). De donde surge la idea de una división de los "campos" que oponen dos "tradi ciones" inconciliables. Esta presentación, si bien tiene el interés de poner de relieve el carácter conflictivo de la filosofía, lo hace en térmi nos tales que la h_istoria.. real de la filosofía adquiere el aspecto carica turesco de la seml>iíerna lucha de las fuerzas del Bien y del Mal, en la que las primeras se·,·efuerzan 'lentamente desde Demócrito hasta Lenin, y las otras perseveran en el error y se defienden cada vez más sutilmen te frente al embate de las anteriores. Lo cual sin duda es edificante, pero implica una concepción "expr�siva/' de la relación de cada Helase" con su filosofía, que toda la historia desmiente, no pennite dar cuenta de los conflictos internos en el idealismo dominan re e impide compren der cómo las tesis filosóficas idealistas pudieron efectivamente y todavía pueden, en ciertas coyunturas, en su conflicto con otras tesis del mismo "campo", contribuir a superar los obstáculos en la práctica científica y en otras prácticas. 38. Se sabe, para tomar sólo este ejemplo, que Engels como Lenin, tratándose de la doctrina de Kant, jamás dejaron de subrayar el carác ter intrínsecamente contradictorio del punto de vista de la oposición idealismo/materialismo. En cuanto al "idealismo absoluto" de Hegel, es conocida la posi ción de Marx y Lenin, quienes no dejaron de subrayar todos los aspec-
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tos "materialist.as" de la Ciencia de la lógica, contra todos los que lo trataban Como "perro muerto". Sob� este punto nos permitimos remi· tir a nuestra obra Une crise e/son enjeu (Parí 1973) . s, 39. Lyssenko, historia real de una "cien cia proletaria .. (París, 1976). 40. A lo cual hay que agregar, para evitar todo fonn alismo de la contradicción, la primacía de las condiciones de existencia de la con. tradicción sobre la contradicción misma. 41. Georges Canguilhem, criticando el uso que habíamos hecho de esta tesis, así entendida bajo esta forma enBachelard, le jour et/a nuit (París, 1974), nos alertó ruda pero oportuname nte sob.re la inelucta. bilidad de esos peligros (Idéologie et ratio nalité dans /'histoire des Sciences de la uie (París, 1977,
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llegado, al precio de un trabajo casi solitario, rodeado por la incom· prensión casi general ( que un efecto pasajero de moda no ha hecho sino agravar) a un análisis de las relaciones de la filosofía con ºsu" afuera que en muchos puntos coincide con la que defendernos aquí. Jugando alrededor del "margen", contra toda concepción ontologizante del límite, se consagra a descubrir, identificar y poner en acción- )93 efectos del discurso filosófico fuera del campo de las obras tradicional· mente reconoc1i:ias como Iliosobcas-·"'"enlitiansfonnac1on practloá1 "" social material de nuestra fi15forii �-- Os textos mas esclarecedoras ap ar1s, en arges os recog¡ estan punto sobre este -·---..---
J972).
48. Comenzando, por ejemplo, con Epicuro, como bien lo ha !nos· trado Gilles Deleuze en el artículo de la Logique du sens (Patís, 19119) consagrado a "Lucrecio y el simulacro". 49. Como se sabe, de los mismos Marx y Engels, los rnlltXlstas heredaron la distinción entre teoría y método. Más exactamente, de la fónnula desafortunada en la cual· creyeron poder resumir la relación de su doctrina con la filosofía hegeliana. En Hegel, decían, el sistema es reaccionario, ero el método Ja dialéctica), revolucionario. Hace poco, usser ha demostra o como una conce cion semejante desemoca en un punto muerto ( revolúcion teorica e arx y zre Lé Capital (Para leer el Capital), París, 1965). Engels agravó aún má.s las cosas en Dialéctica de la Naturaleza al afinnar que en la nueva "fi. losofía", el materialismo (o teoría de la materia y de sus propiedades) era la teoría, y la dialéctica, ·el método. Con esto, F.ngels no hacía por otra· parte, sino abstraer, con el nombre de método, un¡_ propiedad esencial de la materia, el movimiento, cuyas leyes estudiaba (las fa. mosas "leyes de la dialéctica") y aplicaba esta propiedad ( el movi· miento) a todas las formas de la materia como a sus transformacione:s. Esta distinción fue retomada y orquestada por Stalin y causó estragos. Como vemos, se basaba en la idea de ue la filosofía (marxista) era una ciencia ue tiene un ob·eto ro io la matena sus ro 1e a es que conducía inevitablemente a una teoría sistemática de la filosofía como c1enc1a del todo o del Ser. De ahí se desprenden las concepcio· nes uontológicas" de la "filosofía marxista" que, desdobladas en las inevitables concepciones "metodológicas". han sido y son todavía defendidas por los filósofos soviéticos. De allí también ese problema extraño y paradójico de saber por qu� existen "leyes" de la dialéctica, mientras que no existen "leyes" del materialismo, a menos que supon gamos que las "leyes" de la dialéctica son las "leyes" de la materia en movimiento. Pero entonces ¿por qué hablar de umaterialismo" (es decir de filosofía) y no de materia (es decir de realidad objetiva)? De allí también proviene este irritante problema de saber cuántas leyes de la dialéctica eJ
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\ esta consecuencia, que lleva el peso de una práctica de terror ideoló gico: que, dado que se conocen con anticipación las "leyes" de la [materia, basta con "aplicarlas" a todo objeto para producir el conoci miento, mediante un procedimiento por el cual se "deduciríau este conocimiento particular de las "leyes" generales. 50. Si se renuncia al vocabulario de la "ley", del "métodon y de la "t.eoría", y se lo reemplaza por el de Hajuste", de "tesis", se ve que no podrían existir por una parte tesis que fueran mat<>rialistas y, por la otra, tesis que fueran "dialécticas". Por el contrario, si uno se atiene a es e vocabulario, toda tesis es a la vez materialista y dialéctica. La idea misma de tesis implica en efecto esta conclusión, en la medida en que hemos visto que· una tesis no puede existir sola, confrontada con un objeto exterior que ella permitiría conocer, sino que exiMe contra otra tesis: toda tesis es ipso facto antítesis; toda tesis sólo existe bajo la pri• · macía de la contradicción, que es la primacía de la contxadicción sobre los contxarios. Hasta podemos decir que esta proposición, que por sí misma es una tesis, es la primera tesis de la concepción materialista en füosofía; y se puede mostrar que esta tesis es a la vez dialéctica (dado que afirma la primacía de la contradicción sobre los contxarios) y materialista (dado que es una tesis de existencia sobre los efectos de dichas condiciones).
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Conclusión
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� por Georges de la science, publicado elard, París, éorie th la t e ue ogiq l. Sur la l Gaston Bach Ehresmann, prefacio de canguUhem y Charles976. 1947, 3a. ed., París, 1 págs. 34-35. 2. Sur la logique, 35. ailles, nad a tiene 3. Sur la logique, pág. de solo golpe, escribe Cav lo inteligible" un sea no o tod e de ística 4. "Qu sino que es la caracter que ver con la historia, ). 5-36 (Sur la logique, págs. ,3pág. 36. ue giq lo la r Su 5. 6. Jbíd., p ág. 39. 7. Jbíd., pág. 39. 8. Jbíd., pág. 40. 9. [bíd., pág. 40. 10. [bid., pág. 41. 11. Ibíd.,pág. 41 . (JJ;Zendentale Logik (Lógica formal y trascen12. Formale und Tr ad. francesa por Suzanne Bachelard, Logique 9). Tr dental) (Halle, 192transcendentale, París, 1957,-pág. 5. e iqu log et le formel .. . , pág. 8. 13. Logique formelle 14. Ibíd., pág. 14. 15. [bid., pág. 20. 16. lbíd., pág. 20. Europiiischen Wissenchaften un die TraszendenLa _Grise des 17. Die Krisis der 1954). Trad. francesa, ntale, a, Hay a (L ie. París, log eno trascende tale Phaenom la phénoménOiogie el es enn opé eur es scienc 1976. 18. /,a crise . .. , pág. 14. 19. La crise .. . , pág. 68. 56. p g. 20. Sur la logique . .. , á 21. lb íd., pág. 65. 337 22. Jbíd., pág. 67.
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23. 24. 25. 26.
lbíd., pág. 68. lbíd., pág. 68. lbíd., pág. 74. La crise. .. , pág. 126. Se notará en el pasaje una de las fuente inadvertidas del concepto de "prácti s ca teórica" anticipado por Alth s er en 1965. us. 27. Kant und das Problem derMe taphysik (Kant y el pro la metafísica), Bonn, 1929. Trad. francesa, Kan t et le pro blema de bleme de la métaphysique, París, 1953. 28. Sein und Zeit (Ser y Tie mpo), apareció, recordém 1927
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s el comienzo". No necesidad de citar en /arma má s extensa, para darnos cuentatenernos lo aquí se trata es de la ficción que de lenguaje. Crepúsculo de los ídoen persona de la cual hablamos en otro los, "La razón en la filosof ía", 4. El texto de Hei degger está en la Introducc ión a la mela({sica, pág. 47.
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CAPITULO PRIMERO
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INDICE
Agradecimientos. . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . 9 Prefacio ....... , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . l 1 Introducción (El at\zador) . . . . . .. . . . . . . . . . . 51 Capítulo primero
¿La revolución en filosofía? . . . . . . . . . . . . . . . . 63
Capítulo segundo
Las respuestas de Kad Popper . . . . .. . . . . . . . . 119 Capítulo tercero
Las cuestiones de Ludwig Wittgenstein . . . . . . . . 169 Capítulo cuarto
Para una filosofía sin ficción . . . . . . . . . . . . . . . Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . Notas y Documentos ............ ......... Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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