XII Jornadas de Sociología Recorridos de una (in)disciplina: La Sociología a sesenta años de la fundación de la Carrera. Facultad de Ciencias Sociales 22 al 25 de agosto de 2017 Universidad de Buenos Aires Eje de trabajo: Sociología del poder, el conflicto y el cambio social Mesa temática 80: “Guerra,
conflictos armados y sociedad. Abordajes desde la sociología, las humanidades y las ciencias sociales ”. Coordinadores:
Darío De Benedetti (UBA/Biblioteca Nacional) y Mariano Millán (UBA/CONICET) Ponencia: “Heinrich Dietrich von Bülow y el positivismo militar” Autor: Pablo Augusto Bonavena (Instituto Gino Germani de la UBA)
Correo electrónico: bonavenap electrónico:
[email protected] [email protected] om.ar Resumen:
Los trabajos del capitán prusiano Heinrich Dietrich von Bülow (1757-1807) tuvieron una importante acogida, pues lograron influir en varios especialistas sobre temas militares de la época. También se notó su marca teórica en los campos de batallas, pues algunos ejércitos, como el ruso, ruso, llevaron a la práctica muchos de sus planteos. Sin embargo, su trascendencia se debe más a sus detractores que a quienes aceptaron sus postulados. En tal sentido, Raymond Aron, por ejemplo, opina que de no ser por los cuestionamientos que le dedicó Karl von Clausewitz, sus escritos hubiesen pasado desapercibidos. Más allá de toda opinión, no obstante, debemos señalar que Bülow fue un muy importante representante de la escuela militar que, siguiendo planteos de Henry Humphrey Evans Lloyd, trataba de establecer una serie de principios estratégicos fundamentados en datos cuantitativos, tanto geográficos como logísticos. Formuló con este prisma un sistema estratégico basado en la maniobra, asentado en puntos fijos y ángulos de acercamiento, que postuló como una manera científica de conducir a las fuerzas armadas en los Campos de Marte. La ponencia recorre sus escritos, espíritu del sistema de guerra moderna moderna”, ”, buscando sistematizar su especialmente, “ El espíritu
concepción sobre el arte militar. Palabras claves: Estrategia-Táctica-Geometría-Áng Estrategia-Táctica-Geometría-Ángulos-Triángulos ulos-Triángulos
1
Ponencia:
Heinrich Dietrich von Bülow (1757-1807), por su origen noble, estaba emparentado con las mejores familias de Prusia. Como la mayoría de los hombres de su entorno familiar ingresó a las fuerzas armadas en 1773, donde alcanzó el grado de teniente de caballería (algunos autores afirman que su máximo grado fue el de capitán) con posterioridad a una incursión incursió n por la rama de infantería. infanterí a. Se mezcló en la l a insurrección de los Países Bajos contra la dominación austríaca en 1789. En 1790 pasó al servicio de Austria y en 1791 dejó su carrera militar. Nunca mostró comodidad con la vida cuartelera y eran muy frecuentes sus ausencias del servicio sin autorización. Liberado de la rutina que le imponía la profesión militar viajó a los Estados Unidos de Norteamérica para especular con los negocios. Al fracasar, devino en predicador de la doctrina de Emanuel Swedenborg (científico, teólogo, filósofo y místico sueco) frente a varias congregaciones. Posteriormente visitó Alemania para recalar en Inglaterra, donde fue encarcelado por deudas luego de varios intentos empresariales frustrados (entre ellos, fundió una revista). Su hermano Wilhelm, general prusiano nombrado conde por su destacada labor en las guerras napoleónicas, napoleónicas, facilitó el dinero para que pueda salir en libertad. En 1801 se instaló en Francia, donde publicó dos de sus libros. Permaneció en ese país hasta 1804; luego regresó repentinamente a Alemania por razones poco claras para dedicarse, sin fortuna, a la actividad empresarial relacionada con el teatro. En 1806 publicó un nuevo trabajo, en dos tomos, para analizar y comentar la campaña militar de 1805, cuando Austria y Rusia se unieron con Gran Bretaña en la “Tercera Alianza” contra Francia ,1 obra
que le causó
nuevos problemas debido a su enfoque crítico y una insolente recomendación: los poderes europeos deberían aceptar la supremacía de Napoleón. 2 Manifestó allí su desdén por Federico El Grande, a quien consideró un vanidoso y mezquino y, como si fuera poco, “vano e insignificante gobernante” .3 Se
ganó varios contrincantes hostiles entre los
oficiales del ejército prusiano por los cuestionamientos que les prodigó. Sentía la necesidad de cambiar ese ejército, al mismo tiempo que reprochaba varios aspectos de la estrategia del siglo XVIII. También logró la enemistad del gobierno, la reprobación de su escandalizada familia cansada de sus tropiezos y el repudio de la casta Junker a que pertenecía. La embajada rusa consideró consideró que los términos de su análisis y opiniones eran 1
Véase Holmes, Richard (2007); Napoleón. Batallas y campañas. China: Iberlibro; página 24.
2
Palmer, R.R. (1968); “Federico el Grande, Guibert, Bülow: De las guerras Dinásticas a las Nacionales”; en Mead Earle, Edward; Creadores de la Estrategia Moderna . Buenos Aires: Círculo Militar; página 168. 3 Medeva, Humberto P. (1944); “La Geografía y la Geopolítica”; en Revista Militar: Memorial Memorial del Ejército .
Biblioteca del Oficial. Chile: Estado Mayor del Ejército de Chile. Mayo/junio; página 415. 2
insultantes.4 Fue encarcelado nuevamente a pedido del gobierno de Rusia. Luego de la derrota prusiana, fue transferido a Kolberg, bajo el comando del futuro afamado mariscal August von Gneisenau, que mitigó sus condiciones de encierro. Gneisenau lo liberó, pero pronto volvió tras las rejas a causa de algunas supuestas reyertas, pero p ero los verdaderos motivos parecían ser otros. Fue acusado de loco, pero el examen médico comprobó que estaba cuerdo y se lo trató, finalmente, como a un “criminal político”. Muchos lo caracterizaron como una oveja descarriada, aventurero, estrafalario, ácido, libertino, sulfuroso, paranoico, demente, vanidoso, ambicioso, ecléctico, alborotado, excéntrico, ególatra y atrevido. Algunos de estos calificativos, seguramente, le fueron endilgados cuando alegó que todos los oficiales de los ejércitos debían formarse con su nueva teoría, que bautizó “ Bülowisch”. Bülowisch”.5 Murió en la
cárcel de Riga mientras esperaba ser trasladado a
Siberia en condiciones oscuras, posiblemente tras recibir malos tratos de sus guardias. Su muerte, aparentemente, constituyó constituyó un gran alivio para los gobiernos de Prusia y Rusia e, incluso, para sus “atribulados parientes ”.6 No trascendió como un militar práctico, su carrera militar fue bastante opaca. Se lo reconoce, en cambio, como un importante teórico militar. En su proceso de producción teórica, dedicó atención a los escritos del oficial del ejército galés Henry Humphrey Evans Lloyd (1718/1783), que sin duda fue un antecedente muy meritorio en la empresa de inaugurar una nueva etapa en la historia del pensamiento militar, pues procuró brindarle un sustento científico maniobrando alrededor del trazado de las líneas de operaciones, objetivo que Bülow se propuso elevar, como veremos, a su punto más alto de desarrollo con la geometría y topografía. 7 Lloyd afirmó: “El general 4 Ya
había tenido problemas con el gobierno norteamericano, cuando en 1797 publicó Der Freistaat von Nordamerika in seinem neuesten Zustand , que fue calificado como un “libelo sobre América” por John Quincy Adams, entonces ministro de Estados Unidos de Norteamérica en Berlín. “Dietrich Heinrich von en Versión en alemán: Bülow”; Wikipedia, la enciclopedia libre . https://en.wikipedia.org/wiki/Dietrich_Heinrich_von_B%C3%BClow. Palmer, R.R. (1968); op cit; página 168. 6 Strausz, Hupe Robert (1945); Geopolítica. La lucha por el espacio y el poder . Traducción de Ramón Ulía. México D. F.; Editorial Hermes; página 33. La mayoría de los datos biográficos corresponden a esta obra y al libro de Aron, Raymond (1988); Pensar la guerra. Clausewitz Clausewitz . Tomo I “La era europea”. Buenos Aires: Instituto de Publicaciones Navales; página 302. También se consultó Chisholm Chisholm , Hugo, ed. (1911); “Bülow, Dietrich Heinrich”, en en Encic Enciclope lopedia dia Británica Británica 4. Prensa de la Universidad de Cambridge; páginas 799 y 800. Otra fuente fue Medeva, H.; op cit. Algunos datos puntuales fueron recabados del resto de la bibliografía consultada, especialmente del artículo “ Estrategia militar ”, publicado en la Enciclope Enciclopedia dia Militar Militar MilitarWik MilitarWikii. En: http://www.militarwiki.org/wiki/Estrategia_militar. 7 Lloyd presentó esta iniciativa en su obra Historia de la última guerra en Alemania entre el el rey de Prusia y la emperatriz de Alemania y sus aliados " (1766). En el prefacio a la segunda edición de 1871 expuso un bosquejo preliminar para el estudio de la guerra, bajo el título Memorias militares, que reseña su enfoque. Señaló que se podían diferenciar dos partes en el arte de la guerra; una parte mecánica, que debía ser aprendida; y una segunda parte, referida a la aplicación de ese conocimiento, que no lo po día ser. Entendía 5
3
que tiene conocimiento de estas cosas [matemática [ matemática y topografía], puede dirigir empresas de guerra con precisión geométrica, y hacer una guerra continuada sin entrar para nada en la necesidad de lle gar a la batalla”.8 Oportunamente podremos apreciar el peso que tiene este planteo en las elaboraciones de Bülow, incluida la idea de no derramar sangre en el combate. Sin embargo, hay estimaciones que ubican al general prusiano Georg Friedrich Ludwig Tempelhoff (1737/1807) como el antecedente fundamental fundamental en la visión erigida por Bülow. 9 Efectivamente, éste testific ó que fue “ primer escritor militar que desplegó las líneas de operaciones”, al mismo tiempo que dispensaba varias críticas sobre
Lloyd y su sagacidad para analizar las acciones militares de Federico, pese a que lo calificó como un “militar de talento”. 10 Vemos
que retaceaba el reconocimiento de
pionero que extensivamente se le asigna asigna a Lloyd, Lloyd, por introducir introducir la significación significación de la línea de operaciones, para atribuirle ese lugar a Tempelhoff, a quien aparentemente procuraba adular, “pues aún estaba vivo y cerca cerc a de él, y que de hecho elogiaba su s u trabajo”. 11 Tal vez
que la guerra no era mero asunto de mecánica, porque estaban implicadas fuerzas humanas, proclives a presiones morales y debilidades instintivas. Anticipándose a Clausewitz, puso énfasis en el lugar de la guerra como un instrumento de la política y la manera en que las consideraciones políticas afectaban su conducta. Sostenía que la base del arte militar debía ser la topografía y las matemáticas; si un conductor militar manejara estas disciplinas podría maniobrar su ejército con éxito. Al reducir las operaciones de guerra a una ciencia exacta, Lloyd generó un vocabulario que mantiene vigencia. Con la “línea de operaciones” describió la senda por la cual un ejército se movía desde el punto inicial de partida y su
objetivo. Sobre esta línea instaló principios estratégicos importantes: la línea debía ser lo más corta y recta posible. Su protección del enemigo debía ser una preocupación fundamental de todo planeamiento estratégico; como contrapartida, el hostigamiento a la línea de operaciones enemiga era una tarea fundamental para lograr la victoria. El trayecto de la línea debía conducir a algún objetivo esencial, y la elección correcta de la línea podía determinar el éxito de la campaña. Véase Bonavena, Pablo (2003); “Henry Humphrey Evans Lloyd”. Material de la cátedra Sociología de la Guerra. Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Véase, además, Howard, Michael (1968) “Jomi ni y la tradición clásica en el pensamiento militar”; en Teoría y Práctica de la guerra . Tomo I. Buenos Aires: Círculo Militar; página 15. 8 Citado por Rothfels, H. (1968); “Clausewitz”; en Mead Earle, E.; op cit; página 225. Un antecedente sobre
el reconocimiento de la trascendencia de la línea de operaciones corresponde al Marqués de Vauban (1633/1707), perfilada a partir de una serie de fortificaciones en la línea de fronteras. Esta observación corresponde a Hope, Ian C. (2015); A Scientific Way of War: Antebellum Military Science, West Point, and the Origins of American Military Thought . United States: University of Nebraska Press. 9 Tempelhoff fue un matemático, astrónomo e historiador militar. Trabajó como profesor de matemática y balística; también se desempeñó como instructor de oficiales en artillería. Justamente, Justamente, en 1775 completó su primer libro sobre la táctica de artillería, pero no pudo ser publicado por razones de secreto militar. Su segundo libro de 1781, “Le Bombardier Prussien”, permaneció ta mbién como información clasificada. Entre los años 1783 a1801 fue publicada en seis tomos su obra principal, “La Historia de la Guerra de los Siete Años”. Perteneció a la Academia de las Ciencias y a la Academia de las Artes por su conocimiento
sobre música. En 1805 fue nombrado inspector general de todas las instituciones educativas militares de Prusia. “Georg Friedrich Ludwig Tempelhoff”. Wikipedia, La Enciclopedia Libre (versión en alemán): https://de.wikipedia.org/wiki/Georg_Friedrich_von_Tempelhoff 10 Bülow, Heinrich Wilhelm von (1806); Espíritu del sistema moderno de guerra . Traducido del alemán por el ciudadano Tranchant-Laverne. T ranchant-Laverne. Aumentado con notas y un discurso del segundo ayudante mayor español Don José de Lardizabal. Tomo I. Tercera T ercera parte. Madrid: Oficina de Eusebio Álvarez; páginas 162 y 163. 11 Azar Gat, A. (2001); History of Military Thought from the Enlightenment to the Cold War . Oxford: Oxford University Press; op cit; page 81, note 2. 4
sea más justo compartir al respecto la opinión de Azar Gat, quien manifestó que la lógica de las operaciones de Bülow derivaban de manera directa del razonamiento teórico e histórico de ambos: Lloyd y Tempelhoff. 12 Bülow también mostró interés por los trabajos de Georg von Berenhorst (1773/1814) , considerado el representante del “escepticismo teórico” o el “portaestandarte de los románticos” del pensamiento militar ,
precursor en
postular la necesidad de un ejército ciudadano con el servicio militar obligatorio. 13 Otro especialista militar que tomó como referente fue el ingeniero Jean Charles Folard (1669/1752).14 Podemos afirmar, en definitiva, que en las páginas de sus libros aparecen menciones y análisis de muchas obras de los principales cuadros militares, junto a puntillosas descripciones de batallas, circunstancia que acredita una significativa formación. Fuera del pensamiento militar, mostró predilección por la obra de JeanJacques Rousseau. Sobre los aportes de Bülow encontramos desiguales veredictos. Tenía admiradores entre los profesionales militares, pero, al mismo tiempo, encontró muchas opiniones que tendieron a descalificarlo. En su época, “...no era raro publicar críticas contra Bülow. Aunque causó impacto sobre todo el público general… desde que publicó su primer libro, había sido blanco de críticas severas y, muchas veces, violentas ”.15 Parece que Bülow disfrutaba de la fama; prefería ser denunciado o vituperado antes que ignorado o pasar desapercibido. Haciendo gala de esta tendencia personal, p ublicó otro libro sobre la guerra (“New Taktik der Neuern: wie sie seyn sollte”, dos volúmenes., Leipzig, 1805), en cuyas últimas 125 páginas compiló
las críticas y condenas que recibía, bajo el título “Anti-Bülow”, “que presentaba con unas frases tolerantes, de buen humor”.16
Más allá de los debates que su creación intelectual promovió, empero, es un autor indispensable para entender la obra de Karl von Clausewitz. Justamente, el sociólogo francés 12 Azar
Gat, A.; op cit; page 81. M.; op cit; página 21. Fernández Vega; José (1993); Carl von Clausewitz. Guerra, Política, Fisolofía. Buenos Aires: Almagesto; página 61. Su obra fundamental fue Las consideraciones sobre el arte de la guerra, sobre sus progresos, sus contradicciones y su confiabilidad , que publicó en tres volúmenes en 1798 y 1799. Bonavena, Pablo (2003); “Georg Heinrich von Berenhorst”. Material de la cátedra Sociología de la Guerra. Facultad de Ciencias Sociales de la UBA . Folard escribió un Tratado de los partidarios de la guerra . También publicó Defensa de lugares; comentarios sobre la obra de Polibio (1724). Corvisier, André; “El caballero Folard Jean Charles (1669 1752)”; en Encyclopedia Universalis [en línea], consultado el 14 de marzo de 2017. URL: http://www.universalis.fr/encyclopedie/jean-charles-folard/. Otras de sus libros fueron: Nuevos hallazgos sobre la guerra ( 1724) y Tratado de la columna y el orden profundo . 15 Paret, Peter (1979); Clausewitz y el Estado . Madrid: Edición del Centro de Estudios Constitucionales. Madrid; página 133. 16 Paret, P.; op cit; página 133. 13 Howard,
14
5
Raymond Aron opina que es muy factible que su labor como teórico seguramente hubiese pasado al olvido de no haber recibido las críticas de Clausewitz, en su primer artículo publicado con el título “Observaciones sobre la estrategia pura y aplicada del Sr. von Bülow”, sin firmarlo, en la revista militar “Neve Bellona”, dirigida por Heinrich Philip R. von Porbeck, cuestionamiento que se replicaría de manera amplificada en su obra cumbre, titulada De la guerra.17 Debido al ascendiente logrado por Bülow, Clausewitz le realiza una interesante advertencia a los lectores en su libro principal, De la guerra, cuando anuncia un enfoque alternativo al delineado por Bülow: “El lector espera oír hablar de ángulos y de líneas y se encuentra que en vez de esos habitantes del mundo científico hay solamente gente de la vida común, tales como los que ve a diario en la calle ” para aclarar que “no
teme al asombro que pueda mostrar el lector ” la decisión de renunciar a su
teoría.18 Clausewitz opinaba que las conjeturas de Bülow estaba asentada en pilares “irreales”, ya que ignoraba a la psicología, además de contener “confusión” y “errores”.19
Independientemente de la opinión de Aron, debemos señalar que su obra tiene peso propio y no se escudó en el anonimato para detentar sus incómodas posturas, si bien editó de manera privada la obra sobre la campaña militar de 1805, por las duras críticas que profería contra Prusia.20 Se lo puede considerar, sin exagerar, como un importante representante de la escuela militar que, siguiendo planteos de Lloyd, trataba de establecer una serie de principios estratégicos fundamentados en datos cuantitativos, concordando con su colega, en procura igualmente de otorgarle un perfil científico a la actividad bélica.21 Tal como se desprende de la importancia brindada por Clausewitz, es difícil pensar que dialogara desde sus trabajos con un autor ignoto, consiguió una importante repercusión con sus publicaciones y un lugar destacado dentro del debate teórico y doctrinario militar de su
17 Aron,
R. (1988); op cit; página 301; nota XI. Parkinson, Roger (2002); Clausewitz: A biography . United States: Cooper Square Press, page 39. Savushkin, R. (1990) ; “On the Issue of the origin and development of the operation”; in Orenstein, Harold S.; Selected readings in the history of soviet operational art . Kansas: U.S. Army Combined Arms Center; page 92. Clausewitz, en De la guerra , presenta su crítica más frontal contra los planteos geométricos de Bülow en el libro III, capítulos 15 a 18. Brodie, Bernard (2010); “Estudio preliminar y guía para la lectura de la obra De la guerra”; en Clausewitz, Carl von; De la guerra (edición
abreviada). Madrid: Técnos. Clausewitz tenía tan sólo 24 años cuando escribió este artículo. Scharnhorst fue quién lo recomendó a la revista, la más prestigiosa de Prusia. Peltzer, Juan Felipe (2014); Jomini & Clausewitz en la doctrina operacional Argentina . Buenos Aires: Editorial Universitaria del Ejército; página 32. 18 Clausewitz, Karl von (1983); De la guerra. Buenos Aires: Solar; página 138. 19 Paret, Peter; Craig, Gordon A. y Gilbert, Felix (1986); Makers of Modern Strategy from Machiavelli to the Nuclear Age . Oxford OUP: Edited by Peter Paret; páginas 190 y 191. 20 Palmer, R.R. (1968); op cit; página 164. 21 Liddell Hart, Basil Henry (1968); Teoría y práctica de la guerra . Buenos Aires: Círculo Militar. Tomo I; página 20. 6
época, al tener una vasta influencia con más de una docena de trabajos sobre diferentes temas políticos y militares.22 También su influjo llegó a las arenas del combate. Se registra, por ejemplo, que los ejércitos rusos tomaron muchos de sus planteos. 23 Como una prueba de su influencia en otros países europeos, es interesante considerar que el Archiduque Karl de Austria escribió: “Cada operación se apoya en una base, tiene como resultado el logro
del objetivo operacional y es conducido a lo largo de líneas operativas que unen la base y el objetivo. La operación abarca el flujo de toda la guerra o el de la totalidad de una sola campaña: o sólo intenta ocupar un cierto punto estratégico y conseguir las ventajas conectadas con él”.24 Comprobaremos,
con mejor exactitud más adelante, las ideas
subyacentes de Bülow en toda esta proposición. Según Jomini, el más destacado teórico de la logística del siglo XIX, Lloyd y el propio Bülow fuer on los que “descorrieron” el “primer velo” para construir las bases de la “ciencia estratégica; especialmente en lo referido a la línea de operaciones. 25 Reconoció que Bülow “…causó alguna sensación en Europa con su Espíritu del sistema de la guerra moderna,
obra ingeniosa, pero solo en bosquejo, y que añadía poco a las primeras nociones dadas por Lloyd”. 26
Algunos de sus entusiastas seguidores lo llamaron “el Folard prusiano”,27 al
ser elevado al lugar del “ principal estratega de su país”.28 Bülow se atribuía, con orgullo y
sin humildad, ese distinguido lugar. Tal vez, con más tino fue catalogado como el “ padre de la táctica moderna”.29 Se lo reconoce, además, como uno de los teóricos militares más importantes de la Ilustración, junto con el Conde Turpin de Crissé (1709/1799), Paul Gideon Joly de Maizeroy (1719/1780), Federico el Grande, Pierre-Joseph de Bourcet (1700/1780), Paret, P; op cit; capítulo 5. Para observar la repercusión de Bülow en Italia un tiempo después de su fallecimiento es interesante Scarambone, Luigi (1837); “Discorso intono a´ponti a levatoi delle piazze di guerra”; Ulloa, Antonio; Antologia Militare. Anno Segondo. Nro. 3. Napoli: Dalla Reale Tipografia Della Guerra; especialmente las páginas 4 y 5. El autor evaluaba que Bülow detentaba un “alma bien formada” con 22
un “pensamiento sublime”, que aportó un código matemático donde se sentaron “las primeras bases de una paz” (página 97). 23 Savushkin,
R. (1990); op cit; page 92. Karl (1923); Principios fundamentales sobre el estudio de la guerra . Moscú: Voyennyy Vestnik. Citado por Savushkin, R. (1990); op cit; página 92. Jomini, Henri Antoine de (1840); Compendio del arte de la guerra o Nuevo cuadro analítico de las principales combinaciones de la estrategia de la táctica sublime, y de la política militar . Tomo I. Madrid: Imprenta de D.M. de Burgos; página 10. 26 Jomini, Henri Antoine de (1838); Compendio del arte de la guerra. Nuevo cuadro analítico: Las principales combinaciones de la estrategia, de la táctica sublime y de la política militar . Madrid: Librería de D.A. Pérez; página 6. 27 “Estrategia militar”; en Enciclopedia Militar MilitarWiki; op cit. 28 Warren, James A. (2014); “How Clausewitz Invented Modern War”; in The Daily Beast . Nueva York: Estados Unidos de Norteamérica. http://www.thedailybeast.com/articles/2014/11/24/how-clausewitzinvented-modern-war.html. 29 Chisholm, H.; op cit; página 800. Véase, además, Nafzinger, George F (2002); Historical dictionary of de napoleonic era. Nro. 6. United States of America: Scarecrow Press; páginas 65 y 66. 24 Clausewitz, 25
7
Jacques Antoine Hippolyte, Comte de Guibert (1743/1790) y el mencionado Henry E. Lloyd.30 La teoría Bülow fue acuñada a partir de los cambios que trajo aparejada la Revolución Francesa en el plano político, social y militar. Bülow demostró una gran sensibilidad para interpretar esas mutaciones. Fue partidario de Napoleón Bonaparte y de los franceses por el despliegue de una serie de destrezas y atributos que le brindaban a Francia una evidente ventaja para guerrear. 31 Certificó, por ejemplo, que el “desarrollo repentino de las capacidades del espíritu es la causa principal de la marcada superioridad de Francia en esta guerra”.32 Destacaba, antes que Clausewitz y en sintonía con Lloyd, la importancia de la dimensión moral en la batalla, aunque advertía que este componente perdía preeminencia con las armas de fuego. 33 Auspició emular el sistema francés de conscripción con su reclutamiento masivo por su efecto nacionalista sobre la moral; además, el ejército podía ser, opinaba, “el establecimiento de mayor instrucción general para la juventud”.34 En
el
plano operacional se lo aprecia, asimismo, como el primer pensador militar en registrar que la guerra rápida y decisiva promovida por la Revolución Francesa estada basada en tácticas enteramente nuevas, que marcarían a todas las acciones belicosas por venir. Estimulaba la lucha en pequeñas columnas cubiertas por escaramuzadores debido a la falta de tropas capaces de desempeñarse, convenientemente, con las verdaderas tácticas lineales.35 Sostuvo, en consecuencia, que los choques armados fueron decididos por la acción de los escaramuzadores en grupos numerosos ; por ello afirmó: “Debemos organizar el desorden ”.36 Reivindicaba, así, la táctica de los tirailleurs (tiradores). Recalcaba el valor de los adelantos técnicos, la velocidad de movimientos y el poder de fuego dirigido hacia un objetivo; subrayaba en esta dirección: “El número de líneas de
Vego, Milan (2012); “Ciencia versus el arte de la guerra”; en Temas Seleccionados Nro. 3 . Publicación 66. Tercer trimestre. Septiembre. Academia de Guerra Naval de Chile página 3. Palmer, R.R. (1968); op cit; página 167. 30
31
32
Palmer, R. R. (1992); “Federico el Grande, Guibert, Bülow: de las guerras dinásticas a las nacionales”, en Paret, Peter; Creadores de la Estrategia Moderna. Desde Maquiavelo a la era nuclear . Madrid: Ministerio de Defensa; página 125, nota 10. Citado por Sánchez Herráez, Pedro (2015); “La pérdida del monopolio de la violencia y su evolución ¿El retorno a un neomedievalismo?”; en Revista de Derecho, Empresa y Sociedad (REDS). Nro. 6. Época I. Madrid. Enero/Junio; página 130. 33 “Pero en el día que la infante ría no hace sino tirar y que el fuego decide todo, no son los atributos morales
y físicos de ninguna suposición, porque un niño puede de un fusilazo matar a un gigante. El número, cuando está ordenado en términos de poder hacer fuego sin embarazarse, debe siempre decidir la victoria”. Bülow, H. W. (1806); op cit. Primera Parte; páginas 56 y 57. Palmer, R.R. (1968); op cit; página 171. 35 Clausewitz criticó especialmente la combinación que hace Bülow entre el análisis geométrico y lo que considera una mirada romántica sobre los escaramuzadores. Parkinson, R.; op cit; página 39. 36 Chisholm, H.; op cit. 34
8
fuegos concentrado es decisivo …”.37 Sostenía que el creciente número de combatientes y la mayor cantidad de materiales adecuados para la batalla tendrían un peso decisivo en el éxito de las operaciones bélicas, desplazando a la superioridad de la disciplina y el coraje preponderantes en la antigüedad: “Las masas, o el mayor número de combatientes y elementos propios para hacer la guerra deben, tarde o temprano, decidir los sucesos entre los modernos, y no como entre los antiguos la superioridad de la disciplina y el espíritu ”.38 Concebía que la eficacia de Napoleón en sus conquistas se bebía a la posibilidad de desarrollar la forma última de la libertad individual en la guerra, virtud que Bülow tuvo la potestad de descubrir por entender, en parte, las relaciones sociales que subyacían en la estrategia napoleónica fruto de los cambios revolucionarios. 39 Sin embargo, su entusiasmo por las masas revolucionarias y su aguda mirada sobre los nuevos fenómenos en el campo de batalla que terminamos de reseñar, no fueron plasmados acabadamente en el ámbito de su teoría o, incluso, permanecieron ausentes. Estrategia, táctica y geopolítica
La dimensión geográfica tiene un lugar fundamental en la teoría de Bülow. En su primer trabajo, El espíritu de la guerra moderna, escrito en 1799, presentó algunas ideas importantes sobre la dimensión espacial y sus implicancias en el fenómeno bélico. En principio, en una simple pero contundente proposición, se explayó acerca de los argumentos que explican la persistencia histórica de las conflagraciones. Sostuvo que, “mientras hubiera algo que repartir o tomar, habría guerras”
(más adelante ahondaremos sobre este
Bülow, Heinrich Wilhelm von (1806); op cit. Primera Parte; página 57. La Ilustración fue un período en el que comenzaba la mecanización de los procesos industriales y tal circunstancia tuvo mucha influencia en el pensamiento militar. Bülow es un buen ejemplo de ello. Argumentó que la introducción de las armas de fuego debía ser reconocida como el desarrollo más significativo en la historia. Grayling, A. C. (2017); War: An Enquiry. Great Britain: Yale University Press Bülow, H. W. (1806); op cit. Segunda Parte; página 121. 39 Los grados de libertad adquiridos por el ejército de masas, cohesionados por el patriotismo, permitió el desarrollo de unidades autónomas que podían operar separadamente y cooperar en un objetivo común; además, cada una se abastecía por su cuenta. Esto solucionada muchos problemas de la logística, pues les permitía vivir 37
38
del territorio conquistado (“vivir del país”). Véase Thompson, Julián (2000); La savia de la guerra. La lógica del conflicto armado . Buenos Aires: Instituto de Publicaciones Navales; página 63. Trotsky observa este
proceso de ruptura en las fuerzas armadas zaristas, poniendo como bisagra, justamente, a la revolución de 1789. Afirma que “la gran revolución francesa creó un ejército por la amalgama de las tropas de línea del ejército real con las nuevas formaciones”, circunstancia favorecida por el grado de libertad generado por aquel proceso, que
permitía una composición de fuerzas sobre la base de una cooperación no imaginable en los ejércitos absolutistas: “El soldado ruso de antaño, formado en las condiciones patriarcales de la «paz» aldeana, se distinguía sobre todo por el espíritu gregario. Souvorov, generalísimo del ejército ruso de Catalina II y de Pablo I, fue el jefe indiscutible de los ejércitos siervos. La gran revolución francesa liquidó para siempre el arte militar de la vieja Europa y de la Rusia de los zares ”. Trotsky, León (1973); La revolución traicionada. Buenos Aires: El Yunque; páginas 199 y 204. 9
particular).40 También brindó una interpretación de corte moral: “La corrupción del ser humano engendra la guerra. La guerra a su vez alimenta y aumenta la corrupción”.41 Agregó: “La moral se enriquece con la ausencia de la guerra, de esta corruptora de costumbres”.42
Con estas ideas como raíz, tal como nos anticipó, en parte, el aludido aviso de Clausewitz a comienzos de De la guerra de algunos renglones más atrás, las elaboraciones de Bülow intentaron formalizar la dirección de los enfrentamientos en la guerra combinando la base de operaciones con un trazado de ángulos y triángulos, sistema que se conoce como el “ paradigma de la aproximación geométrica”.43 Esta empresa fue
construida sobre algunos
supuestos que en una apreciable porción demuestran cierta originalidad, aunque, como vimos, se puede afirmar que desarrolló a fondo el “ geometrismo” de Lloyd, asentado tanto
en datos geográficos como logísticos: Bülow recomendó que “cada operación militar fuera basada en tres puntos: el sujeto o fundamento de la operación, la línea operativa y el objetivo.44 Afirmó: “Toda operación guerrera se divide en el día en tres partes principales: el punto o basa de la operación, la línea de operación, y el objeto ”.45 Estos elementos definen una espacialidad teórica sobre una espacialidad geográfica; ambas dimensiones se superponen. El mapa estratégico no se reduce meramente al territorio geográfico; la espacialidad tiene un alcance más complejo. 46 Vayamos por partes. Una de las aportaciones fuertes de su trabajo refiere a su teorización sobre la estrategia contenida en la obra mencionada, que fue considerado por algunos dictámenes como el primer tratado sobre estrategia moderna.47 Allí aseguró que el arte de la guerra se descomponía en dos instancias inescindibles: la estrategia y la táctica. Para establecer los alcances de cada una, introdujo la dimensión espacial como un operador esencial para su
40
Zamora, Augusto (2003); “Renacimiento de la geopolítica, renacimiento del fascismo”; en La Insignia.
España. En: http://www.lainsignia.org/2003/abril/int_044.htm. 41 Veamos otra traducción de la oración: “La corrupción de los hombres engendró la guerra; y e sta, en recompensa, es un estimulante para la corrupción de la humanidad”. Bülow, H. W. (1806); op cit. Segunda Parte; página 148. 42 Bülow, H. W. (1806); op cit. Segunda Parte; página 146. 43
Villalba Fernández, Aníbal (2003); “La evolución del pensamiento estratégico”; en Monografías del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional . Nro.67: “Fundamentos de la estrategia para el siglo XXI”. España; página 95. 44 Liddell
Hart, B. H.; op cit; página 20. Savushkin, R. (1990); op cit; page 92. H. W. (1806); op cit. Primera Parte; páginas 4 y 5. 46 Sobre el tema, sin aludir a Bülow, véase de Glucksmann, André (1969); El discurso de la guerra . Barcelona: Anagrama; página 332. 47 Creveld, Martin Van (2000); The art of War. War and Military Thought . London: Casel & Co. Citado por Pinto, José Carlos (2008 ); “Introducción al arte operacional”; en Revista Táktika. Fuerza Aérea Colombiana. Volumen 1. Edición 1; página 8. 45 Bülow,
10
definición.48 Argumentó que el emplazamiento para la batalla de un ejército se refleja en un movimiento temporal (el tempo estratégico) en el espacio, por eso basó su construcción conceptual atento a las distancias, lejos o cerca del enemigo, al mismo tiempo que evaluaba la fisonomía de ese espacio con el auxilio de la topografía. 49 La atención sobre las características de la superficie y sus relieves forman parte de los insumos elementales para la gestación de los planes del estratega desde siglos y siglos, pero la medición de la proximidad o no del bando rival en la conceptualización de la estrategia entraña una novedad. 50 Este acierto teórico, claro está, se mantendría de aquí en más como un principio necesario en toda trama estratégica, aunque variaría en los términos de su contenido. Repasemos algunas de las definiciones que lograron una buena ascendencia entre sus contemporáneos: “El arte de la guerra tiene dos ramas. La Estrategia y la Táctica. La primera es la ciencia de
los ejércitos fuera del campo visual; comprende todas las operaciones en la guerra y es parte de la ciencia militar cuyas relaciones se encuadran con la política y la administración; el estratega es el arquitecto, el albañil, el táctico”.51 Vemos
que la estrategia era concebida
como todos los movimientos militares más allá del alcance visual, estableciendo así un criterio espacial que, de manera más explícita, refuerza con otra versión de la misma enunciación: “Denomino estrategia a los movimientos de guerra de los ejércitos fuera del
círculo visual recíproco o, si se quiere, fuera del efecto del cañón. La ciencia de los movimientos que se efectúan en presencia del enemigo de manera de poder ser vistos por él, y alcanzados por su artille ría, esta ciencia es la táctica”.52 La estrategia se concibe fuera de la órbita del poder de fuego del contrincante y contiene el plan general o, si enfatizamos su metáfora, expresa el bosquejo del arquitecto sobre el tablero. La táctica, en cambio, era colocada dentro de la espacialidad donde llegan las ráfagas de las armas enemigas; el plan y las destrezas se concretan bajo fuego, habida cuenta de que trascurren en la zona controlada o disputada por el enemigo. Nos ofrece otra definición con 48 La
cuestión del desplazamiento espacio-temporal de una fuerza es un componente constante en toda elaboración de la estrategia moderna . Marín, Juan Carlos (1981): “La noción de “polaridad” en los procesos de formación y realización del poder”. Cuadernos de CICSO . Serie Teoría Nro. 8. Buenos Aires: CICSO; página 43. 49 Sicilia Cardona, Enrique F. (2016); Napoleón y revolución: las guerras revolucionarias . Madrid: Editorial Noutilus. 50
En tal sentido es menester recordar el “Artículo X: sobre la topología” de Los trece artículos sobre el
arte de la guerra. Sun Tse; Los trece artículos sobre el arte de la guerra . Barcelona: Anagrama; páginas 96 a 105. 51 Bülow, H. W. (1806); op cit. Primera Parte; página 45. 52 Bülow, H. W. (1806); op cit. Primera Parte; página 45. 11
el mismo contenido: “Donde hay un intercambio de golpes, esto es táctica; donde no hay batalla, eso es estrategia”.53 El choque de fuerzas es otro operador teórico para diferenciar
los conceptos. ¿Qué criterio utilizar en definitiva? ¿Campo visual o la llegada del cañón? Bülow aclara: “Dejo a la elección del lector que tome la extensión del cañón o la de la vista por límites
dentro los cuales los movimientos de la estrategia hayan de transformarse en los de táctica. Pero si exclusivamente debiera decidirme por uno de los dos tomaría el círculo visual, por la razón de que el despliegue de las columnas en el orden de batalla es una operación de táctica y no obstante se ejecuta ordinariamente fuera del tiro de cañón …”.54 Metros más, metros menos, pensaba que la distancia respecto del enemigo afectaba el comportamiento de la fuerza militar y tal circunstancia debía ser contemplada por la teoría. 55 Una vez dentro de la superficie de terreno divisada por el bando opuesto, el área donde impera la táctica, las unidades se concentrarían, las formaciones se alinearían y las tropas se dispondrían para el encuentro. La longitud del trayecto respecto de la base y la proximidad del objetivo se transforman en factores claves para la formulación de las dos nociones más trascendentes del arte militar moderno. 56 La dimensión espacial y el movimiento quedan connotados por la distancia: “…la única señal que decididamente distingue la Táctica de la Estrategia es que, cuando las tropas a la vista unas de otras hacen señal de obrar recíprocamente, son operaciones Tácticas, y que el orden de los viajes, las marchas para transportarse de una posición a otra y los campamentos son de Estrategia. Las primeras
53 Ver Orenstein, Harold S. and
Glantz, David M. (1995); The Evolution of Soviet Operational Art, Volume I: 1927-1991 and Volume II: 1965-1991 . London: Frank Cass & Co.Ltd; page 215. 54 Bülow, H. W. (1806); op cit. Primera Parte; página 46. Agrega y aclara: “Pero si quisiesen incluir el despliegue de las columnas en el número de las operaciones estratégicas y no tácticas, seria contrario al modo más usual de explicarse; táctica, sin embargo, de que no siempre se ejecuta a tiro de cañón, pero sí a la del ejército enemigo; porque a mayor distancia y cuando no hay porque temer sería muy absurdo moverse y avanzar en batalla. A más de que, una operación tal nada probaría por ser contraria a las reglas. Si contra este principio que incluye en los límites de táctica toda evolución hecha en el círculo visual del enemigo, quisiesen objetar que se le avistaría y podría observársele por patrullas a la distancia de dos leguas; responderé que aquí solo se trata de ser visto desde el frente del cuerpo de batalla del enemigo, esto es, desde el punto en que se considera hallarse los observadores. Las más veces se extiende mucho más la vista que el cañón”. Bülow, H. W. (1806); op cit. Primera Parte; páginas 46 y 47. 55
“Aún podemos generalizar más la definición diciendo, que la táctica es el arte de la posición y
movimiento de las tropas cuando se hallan tan próximas al enemigo que necesitan tomar los medios de defensa contra un ataque repentino; o lo que es lo mismo, que estar sobre las armas, formadas y prontas a tirar. Finalmente, aun es susceptible de más precisión; cuando esta distancia se limita a su círculo visual”.
Bülow, H. W. (1806); op cit. Primera Parte; páginas 47 y 48. 56 Esta versión de la estrategia y táctica fue radicalmente enfrentada por Clausewitz, que se preguntaba de manera caustica: “Qué tiene que ver [la estrategia] con el asunto de la visión?”. 12
exigen la proximidad del enemigo y aún las caracteriza más particularmente el que se esté o suponga estar en su círculo visual, las segundas siempre se verifican lejos de él”.57
Sobre este andamiaje, la estrategia adquiere con Bülow, aunque ceñida al criterio de la visual, el contenido que luego sería desarrollado por la moderna teoría de la guerra, pues refiere a la traza los objetivos militares de largo alcance considerados de manera temporal y espacial. Refiere al campo del arte militar que tiene como fin la preparación y conducción de la guerra.58 Los objetivos de pequeña escala y a corto plazo, a la vista del antagonista, eran determinados por las decisiones tácticas, que entrelazadas de manera consecutiva irían realizando los objetivos estratégicos. 59 Bülow buscó precisar y completar esta definición agregando los condimentos que emanaban de su confianza por la maniobra, amparada en las doctrinas militares populares de su época: “…la estrategia es la ciencia de los movimientos que tienen al enemigo por objeto, pero no por punto objetivo. Cuando se llega a las manos es táctica; cuando no se verifica el choque es estrategia. El arte de la guerra (además de las partes morales y filosóficas) se compone de las cinco principales que dijimos al principio: la estrategia, la táctica, logística, la táctica de las armas y el arte del ingeniero”.60 Finalmente, debemos destacar que la estrategia fue concebida por Bülow, asimismo, como la concentración del esfuerzo bélico en puntos de dominación que, junto a la velocidad de los movimientos, entendía, brindaba las pautas para triunfar en las batallas. 61 Podemos concluir que Bülow le asignó un nuevo alcance a la noción de estrategia, diferenciándola “netamente del término táctica”.62 La importancia asignada a la espacialidad suscitó su preocupación por la geografía, al punto de ser considerado el fundador de los tramos inaugurales de lo que con posterioridad se reconoció como la “geopolítica”.63 Para la práctica militar siempre fue menester el conocimiento geográfico de las zonas donde se desenvuelven las confrontaciones o donde se podrían desarrollar (teatros de operaciones), habida cuenta de la influencia de estos factores en las operaciones en cada caso en particular. Las cuencas hidrográficas, por 57 Bülow,
H. W. (1806); op cit. Primera Parte; página 49. R. (1990); op cit; page 92. 59 Aclaramos que no participaba mucho de la centralidad de las decisiones tácticas, postura comprensible por su favoritismo por la maniobra en lugar de la guerra de posiciones o del choque frontal. 60 Bülow, H. W. (1806); op cit. Primera Parte; página 49. 61 Mintzberg, Henry (1997); El proceso estratégico. Edición Breve. México: Prentice Hall; página 10. 62 Castex, Raúl (1938); Teorías estratégicas. Buenos Aires: Editorial de la Escuela de Guerra Naval. Tomo I; página 47. 63 Zamora, Augusto (2016); Política y geopolítica para rebeldes, irreverentes y escépticos . Madrid: Akal. Travassos, Mário (1978); Proyección continental de Brasil . México: El Cid Editor; página 5. Palmer, R.R. (1968); op cit; página 164. 58 Savushkin,
13
ejemplo, ocupan un lugar primordial en el diseño estratégico. 64 De forma equivalente, es notable la incidencia de la geografía para meditar sobre el esfuerzo logístico. Por ende, el sustrato geográfico está presente en todo análisis estratégico, 65 recordemos la alusión a Sun Tse, pero su ponderación como una dimensión fundamental en la teoría de la guerra, adquirió relevancia cuando la geografía se consolidó como disciplina durante el siglo XVIII, con el perfeccionamiento de los elementos e instrumentos necesarios para la medición, el cálculo de distancias, de altitudes, etc.; siendo muy lentamente incorporada a la teoría y práctica militar como un ámbito de conocimiento indispensable para pensar la guerra. La geografía se convertía en el esqueleto de la estrategia y táctica. 66 Este avance permitió considerar con más precisión las extensiones, la estructura física del terreno, la morfología espacial (definida por el trazo de las fronteras), la posición (territorial y marítima; posición central dentro del país o región, etc.). 67 La ubicación geográfica y su correlación con la logística juegan un papel central para la idea de estrategia forjada por Bülow.68 Con su diferenciación, dentro de la esfera de la guerra, la geografía quedó unida a la estrategia y la táctica terminó vinculada al examen pormenorizado de las características que presenta la superficie o el relieve de un terreno (la topografía).69 Aún quedaba pendiente un conocimiento más exacto sobre el comportamiento climático, que en las últimas décadas 64 Una
repercusión muy importante de la cuestión espacial en la estrategia se plantea cuando se escindió el arte militar a partir de las superficies por donde transcurre: rama terrestre y rama naval. Luego se sumó la guerra bajo el agua y en el cielo. Milia, Fernando (1965); Estrategia y Poder Militar. Bases para una Teoría Estratégica. Buenos Aires: Instituto de Publicaciones Navales; página 27. 65 La importancia de la geografía es definitiva. Impone obstáculos que la estrategia debe sortear; involucra a los recursos naturales que son la fuente para el abastecimiento y, simultáneamente, el objetivo a defender o conquistar de los ejércitos. Una de sus aristas involucra a los problemas de transporte. Recordemos en esta dirección que para muchos especialistas la guerra es un problema de transporte. Milia, F.; op cit; páginas 113 y 114. 66 Pertusio, Roberto L. (1995); Estrategia operacional . Buenos Aires: Instituto de Publicaciones Navales; página 81. Sobre este tema es importante considerar de Lacoste, Yves (1977); La geografía: un arma para la guerra. Barcelona: Anagrama. Véase, asimismo, Foucault, Michel (1980); “Preguntas a Michel Foucault sobre la geografía”; en Foucault, Michel; Microfísica del poder . Madrid: La Piqueta. 67 Napoleón todavía no le atribuía a la geografía “...más que un valor de documentación, rechazándole por ello toda influencia sobre una doctrina política o asimismo estratégica ”. Célérier, Pierre (1961); Geopolítica y geoestrategia. Buenos Aires: Círculo Militar; página 25. Este autor afirma que la geo-estrategia es el ámbito del
conocimiento de las relaciones entre estrategia y geografía que enlaza, al mismo tiempo, la política con la estrategia. Napoleón Bonaparte, sin embargo, “resumió su sabiduría político militar en la famosa frase: “la política de los Estados reside en su geografía”. Cadena Montenegro, José Luis (2006); “La geopolítica y los delirios imperiales de la expansión territorial a la conquista de mercados”; en Revista de Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad . Volumen 1. Nro. 1. Universidad Militar Nueva Granada. Colombia.
Enero/junio; página 131. 68 Mintzberg Henry; Quinn, James Brian y Voyer, John (1997); El proceso estratégico: conceptos, contextos y casos . México: Pearson Educación; página 11. 69
Muro Morales, Ignacio (1989); “Territorio y sociedad en el pensamiento militar español del siglo XIX”; en Peset, J. L. coordinador; Ciencia, vida y espacio en Iberoamérica . Trabajos del Programa Movilizador
del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Relaciones Científicas y Culturales entre España y América. Volumen 3. España: Editorial CSIC; páginas 151 y 152. 14
instaló la pretensión de transformar al clima como un arma. Condicionados por los problemas de transporte, en aquel entonces, para eludir las vicisitudes de las inclemencias climáticas se combatía en algunas estaciones del año y no en otras. En su definición, además, Bülow perfila otra espacialidad: la de la política (el espacio político”).70 No dudaba en reconocer los orígenes militares del Estado, pero no concebía
que las fuerzas armadas fueran un fin en sí mismo. 71 Determinó, en cambio, que la política era la “frontera” superior de la estrategia. Claro que le correspondió a Clausewitz, finalmente, enmarcar a la estrategia supeditada a la política con más rigor, aunque esta implicancia había sido prefigurada por Lloyd. 72 Sin embargo, podemos afirmar que para Bülow no podía existir una separación entre la política y la guerra. Vinculó los cambios en el arte militar con las mutaciones en la política. Reconocía la fusión que había logrado la Revolución Francesa entre el gobierno y el pueblo. 73 En efecto, Bülow diferencia la estrategia política de la estrategia militar, para esbozar un orden europeo basado en observaciones de tipo geográficas. 74 Planteó la coexistencia simultánea de una estrategia militar y una estrategia política. Arribó a la conclusión de que la estrategia política se enlaza con la estrategia militar como la estrategia militar lo hace con la táctica. Sostenía que la estrategia determinaba las operaciones de la guerra, pero la estrategia política se ocupa de mantener potentes los signos vitales de los Estados y su orientación. Compuso, así, una secuencia de niveles de mayor a menor, quedando la cima para la política. En el intercambio de disparos quedaba plasmada, en conclusión, la política del Estado, aunque este no se reducía meramente tal poder que emanaba de la boca del fusil. 75 Bülow fundamentó un esquema de la política exterior que estableció de acuerdo a las condiciones geográficas, junto con la separación de la estrategia política de la estrategia
Palmer, R.R. (1968); op cit; página 164. H. R.; op cit; página 39. 72 Este párrafo fue construido con observaciones correspondientes a Villalba Fernández, A.; op cit; páginas 20 y 21. 73 Palmer, R.R. (1968); op cit; páginas 170 y 173. 74 Clausewitz rechazó esta distinción negando la existencia de la estrategia política en su citado primer artículo contra Bülow. Aron, Raymond (2009); Sobre Clausewitz . Buenos Aires: Nueva Visión; página 127. 75 Difiere con fineza de una sutil apreciación de Berenhort sobre la relación entre la política y la guerra para el caso de Prusia; pues éste afirmó que Prusia “no era un estado con un ejército, sino un ejército con un 70
71 Strausz,
estado”. 15
militar, “con un criterio revolucionario e irrespetuoso
sobre los valores de la época, que
le costó persecuciones y una muerte desgraciada”. 76
En su libro El espíritu de la guerra moderna, presentó un capítulo titulado “Las Fronteras Naturales de los Grandes Estados Europeos Definidas y las Guerras del Futuro tal como son Previstas por el Autor ”, que inició con la frase ya citada: “ Mientras haya algo que repartir o que tomar, habrá guerras ”. Luego, agregó: “ Estas guerras no cesarán hasta que los grandes Estados ahora existentes hayan alcanzado sus fronteras naturales ”. Inmediatamente, aclaró: “Es, por tanto, necesario saber qué son estas fronteras naturales. Hemos visto que solamente el mar, los ríos y los montes son verdaderas fronteras naturales, a causa de los obstáculos que presentan al intercambio social. Los ríos y el mar hacen difíciles las operaciones militares, pero facilitan las relaciones comerciales; las fronteras militares naturales no son, en consecuencia, las mismas que las fronteras comerciales. Como solamente los ríos, el mar y los montes son lindes naturales, las fronteras de los Estados pueden ser determinadas con facilidad. El valle de un río forma un conjunto. El curso de agua ofrece facilidades de transporte y une así a las dos mitades del valle; los habitantes de ambos lados tienen los mismos intereses. El gran río es como una columna vertebral y las aguas que a él afluyen desde la derecha y desde la izquierda son como los dos lados del cuerpo humano. Es natural, por tanto, que tal dominio ribereño forme un Estado aparte o sea parte integrante de un Estado. No debería ser nunca dividido entre dos Estados. Los ríos son fronteras militares de importancia, más efectivas incluso que los montes de altura moderada. Su valor como fronteras de Estados no es absoluto. Si un Estado dispone de
más fuerza militar que otro, el primero expulsará
inevitablemente al segundo del valle y tomará posesión de la totalidad del mismo. No veo razón para tener en cuenta aquí los idiomas o las nacionalidades. Existen hoy en día diferentes idiomas y nacionalidades unidos en un mismo Estado. Porque cada Estado ejerce hoy un poder absoluto dentro de la zona cualquiera que pueda dominar militarmente. Es el territorio más que el pueblo lo que forma el Estado moderno ¡Es un símbolo escandaloso del materialismo del pensam iento moderno!”.77 Bülow luego 76 Cadena
Montenegro, J. L.; op cit; página 131. H. R.; op cit; página 35. Veamos otra traducción del párrafo: “Aun se guerreará mucho tiempo, esto es hasta que una experiencia reiterada les desengañe de que ya no pueden conseguirse ventajas ningunas; hasta que nada haya que conquistar ni dividir; finalmente hasta que los grandes Estados, en el día existentes, hayan fijado sus límites naturales. ¡Ojalá que para reposo del mundo todas las pretensiones sobre este artículo se satisficiesen de una vez amistosa y unánimemente! ¿Cuáles son pues los límites que la naturaleza parece haber prescripto a los grandes Imperios actuales? Hemos visto ya que bajo el aspecto militar solo pueden llamarse límites naturales, al Mar, las montañas y los ríos porque interrumpiendo las 77 Strausz,
16
procedió a extender su criterio de “fronteras naturales” al escenario europeo.78 Observamos que distinguió entre “fronteras naturales” y las “fronteras comerciales” y afirmó que el pueblo más el territorio eran los componentes que instituían al Estado moderno. Explicó, por ende, que los pequeños Estados estaban sentenciados a desaparecer frente al despliegue del sistema militar moderno. 79 La poca población y la acotada extensión de tierra los condenaba a fenecer. Bülow colocaba, entonces, a la guerra moderna como un agente fundamental para la estructuración de la estatalidad que proyectaba sobre el futuro europeo. La guerra de nueva generación, con su capacidad para conjugar la gran cantidad de población y riquezas que se encuentran en los grandes territorios, haría que los grandes Estados sean más grandes aún, en detrimento de los pequeños Estados que estaban condenados a desaparecer: “…en lo sucesivo los pequeños Estados nunca vencerán a los grandes sino finalizarán en ser presa suya … No debe dudarse de esta proposición; pues si el número y la abundancia de medios deben, tarde o temprano, decidir los sucesos; claro es que los pequeños Estados nada pueden contra los grandes, en razón de hallarse más provistos de los elementos de la victoria. Si, como entre los antiguos, el espíritu y la disciplina pudieran proporcionarse con la masa y equilibrar su efecto, aun veríamos en el día a pequeños Estados destruir bastos imperios. Pero hemos demostrado que toda energía moral, toda perfección militar individual reunidas en número inferior se frustran contra otro superior; suponiéndose a más que usará de esta superioridad conformándose con el actual sistema de guerra; observación que no debe olvidarse. Es cierto que en nuestros días hemos visto a los débiles resistir contra los fuertes; pero siempre ha sido por defecto de éstos. A más, confiésese que el arte de la guerra, tal cual existe, hace muy poco que se ha perfeccionado y, por consiguiente, en lo sucesivo sabrán aprovecharse mejor de la superioridad”.80
comunicaciones aumentan las dificultades. No tienen aquí consideración ninguna las naciones ni los idiomas. Nuestra época nos presenta numerosos ejemplares de Pueblos que, hablando diferentes idiomas, pueden sin el menor inconveniente, estar bajo una misma dominación. Una de las razones de esto es que cada Estado se ha formado un sistema militar en el cual ha comprendido y avasallado todo, para poder reunir mayor cantidad de masas que las potencias vecinas. El terreno, y no los pueblos, constituye en el día los Cuerpos políticos; evidente emblema del modo de pensar material de nuestro siglo. Estar bajo una misma dominación. Una de las razones de esto es que cada Estado se ha formado un sistema militar en el cual ha comprendido y avasallado todo, para poder reunir mayor cantidad de masas que las potencias vecinas. El terreno, y no los pueblos, constituye en el día los Cuerpos políticos; evidente emblema del modo de pensar material de nuestro siglo”. Bülow, H. W. (1806); op cit; Tercera parte; páginas 189 y 190. 78 Strausz, H. R.; op cit; páginas 36 a 39. Medeva, H.; op cit; pagina 413. 80 Bülow, H. W. (1806); op cit; Segunda parte; páginas 125 y 126. 79
17
Los Estados fuertes, empero, pese a que podían cubrir una determinada fracción territorial con eficacia, a medida que traspasaban las fronteras veían licuada su fortaleza. Bülow colegía, entonces, que el ejercicio del poder y control por parte del Estado encontraba límites naturales, que resultaba muy traumático trasvasar, quedando recluido en un territorio específico.81 El reconocimiento de estas fronteras era la clave para lograr el equilibrio político que garantizara una paz perdurable. 82 Una de las proyecciones de su matriz analítica le permitió anticipar, por ejemplo, la unidad de Alemania e Italia, una alternativa inimaginable en su época. 83 Bülow dedujo, a partir de considerar los escollos geográficos que condicionaban los alcances de las guerras, los fundamentos para una paz perenne. Para poder plasmar este anhelo, los Estados debían cumplir con “sus deseos d e
fronteras naturales”.84 Una vez alcanzados estos límites, los Estados se garantizarían su supervivencia; aquellos que no los lograsen, no podrían permanecer de pie. Por la misma razón, especulaba, sólo los Estados con fronteras naturales podían subsistir: “Los muchos pequeños Estados creados sin la consideración debida a los principios de la estrategia política están condenados a perecer, pues no poseen las defensas naturales que concede la geografía ni los hombres y el material que reclama la guerra moderna ”.85 Bülow bosquejaba las fronteras naturales con el fin de limitar el ejercicio del poder militar. Estimaba que las guerras eran una secuela de las acciones de los Estados para adquirir esos lindes impuestos por la naturaleza. Así, los mares, los ríos y las montañas, por ejemplo, devenían en las referencias para establecer sus contornos. De esta manera, con la extensión de este criterio, esperaba que Europa lograse un equilibrio tal que cercenara las tendencias expansionistas; urdía desde esta grilla analítica un orden estabilizado y autorregulado. Proyectaba “el mapa futuro de Europa por encima de las querellas dinásticas y las efímeras aventuras del joven general de la Revolución Francesa, Napoleón Bonaparte”.86 Con el auspicio de la ciencia geográfica, matemática y política preveía la 81 Véase
Palmer, R.R. (1968); op cit; página 164.
82
Además de las Islas Británicas, Bülow aventuró que “El número de los Estados europeos quedará tarde o temprano reducido a doce: España, Francia, los Países Bajos — si éstos no pasan a la posesión de la Alemania del Norte — , Italia, Suiza — cuyo carácter montañoso es una garantía permanente de independencia — , Alemania del Norte, la región austro-danubiana con los Estados alemanes del Sur, Dinamarca, Suecia, Rusia, Grecia y Turquía, con sus posesiones europeas reducidas al litoral del Egeo. ¿Qué clase de Gobierno tendrán estos doce Estados? Es cosa que me interesa poco, porque estos Estados perdurarán, cualesquiera que sean sus constituciones”. Citado por Strausz, H. R.; op cit; página 38. Véase Palmer, R.R. (1968); op cit; página 164. 83 Zamora, A. (2003); “Renacimiento de la geopolítica, renacimiento del fascismo”; op cit. Medeva, H.; op cit; página 413. 84 Strausz, H. R.; op cit; página 37. Medeva, H.; op cit; pagina 413. 85 Strausz, H. R.; op cit; página 37. 86 Strausz, H. R.; op cit; páginas 37 y 39. 18
probabilidad de gestar la estabilidad y mesura que había preconcebido la utopía de Immanuel Kant.87 Ahora bien, es menester aclarar que estas elucubraciones de Bülow sobre la pacificación europea, en definitiva, se esfumaron en su obra de 1805. 88 Geometría y guerra: la guerra como ciencia positiva
Bülow perteneció a una etapa del pensamiento militar donde la teoría estuvo hegemonizada por la llamada “escuela geométrica o matemática ”,89 cuyos adherentes mostraban optimismo en la posibilidad de formular una teoría de la guerra con basamento científico. Podemos localizarlo, desde el punto de vista de la reflexión sobre temas militares, entre los finales de la Ilustración y los comienzos de la “teoría militar positiva”.90 Compartía con muchos de sus
coetáneos la idea de concebir que el verdadero arte de la guerra “no estaba en combatir sangrientas batallas, sino en conducir maniobras diestras para vencer al enemigo mediante marchas y movimientos calculados. Lo ideal no era derrotar al enemigo mediante una lucha sangrienta ”.91 Para avanzar con este objetivo, entendía que el papel de la teoría consistía en extraer enseñanzas del pasado. 92 Luego de examinar batallas y el desempeño de los generales, escudriñaba d entro del “caos” de la guerra la posibilidad de establecer
87
Claramonte, Jordi (2007); “República de los fines: guerra y autonomía”; en Estética y teoría del arte. Escritos Inéditos. En: http://jordiclaramonte.blogspot.com.ar/2007/01/republica-de-los-fines-guerray.html. Kant, Immanuel (1999); Hacia la paz perpetua. Madrid: Biblioteca Nueva. Clásicos del
Pensamiento. 88 Aron, R. (1988); op cit; página 301. Vego, Milan; op cit; página 4. 90 Esta denominación corresponde a Clausewitz, K. (1983); op cit; página 73. Vego, Milan; op cit; página 4. Esta aspiración tiene afinidad con las doctrinas militares propias del absolutismo: “Con la aparición de las armas de fuego eficaces, en el siglo XVII, las batallas, que siglos antes eran escasamente determinantes en el curso de una guerra — y por ello se recurría con posibilidad de definir la suerte de una guerra en una batalla — hace que presentar combate abierto sea asumir riesgos muy altos. Por ese motivo, el arte de los jefes militares radicaba, más que nada, en eludir las mismas hasta tanto se encuentre en una situación tan favorable que llevarla a cabo reporte el triunfo de manera casi inapelable. Pero esto es tan cierto para un bando como para el otro. Por ello, el arte se reducirá, la mayoría de las veces, a maniobrar la tropa en busca de tal situación favorable. Y era en el derrotero de tales maniobras cuando se producían la mayoría de las tropelías contra la población civil. Por supuesto, dichas operaciones no estaban exentas de escaramuzas entre ambos bandos, pero esto ocurría con pequeñas unidades, nunca arriesgando el grueso de un ejército. No obstante, en ocasiones, la batalla era aceptada o resultaba ineludible. En tales casos, «el ejército se dispone en línea, en principio en un llano, y de cara al enemigo. La artillería se coloca delante, lo cual significa su pérdida en caso de derrota». La elección de llanuras era un requisito indispensable para un desplazamiento ordenado de la tropa, así como la necesidad de una planicie para la eficacia de los disparos, tanto de la mosquetería como de la artillería. Surge así el «campo de batalla» o «campo de Marte», un concepto que pervivirá en el léxico militar mucho más allá de su existencia real. El perfeccionamiento del sistema de fortificaciones y su expresión generó el asedio como forma de combate. Las defensas fortificadas en las fronteras dieron mucho trabajo y posibilidades de lucimiento a los ingenieros militares. La guerra de asedio también se fundamenta en la protección de las fuer zas propias. La búsqueda de éxitos seguros impuso cierta prudencia en el ataque. La guerra de movimientos para esquivar la colisión directa entre tropas se combinaba con largos sitios ”. Bonavena, Pablo y Nievas, Flabián (2015); Guerra: modernidad y contramodernidad . Buenos Aires: Final Abierto; páginas 84 y 85. 92 “Estrategia militar”; en Enciclopedia Militar MilitarWiki; op cit. 89
91
19
principios claros y dotados de consistencia, que permitan visibilizar la interdependencia de los elementos que intervienen en el arte militar, con la meta de generar una guía para entender y practicar la guerra como un mecanismo de relojería, confiado en el avance que se registraba en las distintas ciencias.93 Bülow estaba interesado en ordenar el pensamiento sobre la guerra moderna, introduciendo proposiciones y un vocabulario con validez universal. Procuraba, además, limitar las consecuencias desgarradoras de las colisiones armadas, que habían amplificado su capacidad destructiva por el auxilio de la tecnología. Su sistema se fundamentó a partir de la aplicación de la geometría y la matemática a la estrategia. 94 Desde ya que este recurso tenía antecedentes. Especialmente fue indispensable para el arte de la ingeniería, de las fortificaciones y de la construcción de campamentos, así como en la balística. 95 Pero para Bülow la “ciencia de las fortificaciones”, la “teoría del fuego de la artillería ”, la “medicina militar ” y la logística eran exclusivamente “ciencias preparatorias” que debían ser subsumidas en una ciencia más general: “La ciencia de emplear todas estas cosas
adecuadamente para el afianzamiento y defensa de la sociedad, es una verdadera ciencia militar”.96
Bülow afirmaba que las relaciones geométricas, cuyas magnitudes podía medir y determinar el jefe militar, resultaban decisivas en la guerra y brindaban la llave para la invencibilidad, pues dotaban al conductor militar de criterios con precisión científica para calcular el resultado antes que los ejércitos se enfrentaran en batalla. Argüía haber desentrañado los secretos matemáticos de la estrategia para erigirlos con valor científico. De acuerdo al punto de vista de Bülow, a partir de la aceptación de los postulados teóricos que esgrimía “…no habrá necesidad de crudas consideraciones y de ensayos peligrosos de batallas para
planificar y decidir el sino de una campaña ”.97 La colisión sangrienta de las tropas se
93
“La primera revolución tecno -científica
en la guerra europea se explicó en torno a una metáfora del mecanismo de relojería, la que se convirtió en símbolo de orden, regularidad y capacidad predecible. El concepto del reloj fue emulado por los militares europeos según lo ejemplificó Federico el Grande (17121786)”. Milan Vego; op cit; pági na 2. Bousquet, Antoine (2009); El camino científico de la guerra: el orden y el caos en los campos de batalla de la modernidad . New York: Columbia University Press; página 38. 94 Este sistema tiene anclaje, fundamentalmente, en tres de sus obras. El citado El espíritu del sistema de guerra moderna, La campaña de 1800 de 1801 (donde ratificó su sistema basado en ángulos de 90 grados) y Teoremas de la guerra moderna o estrategia pura y aplicada de 1805, libro éste último contra el que especialmente se ensañó Clausewitz. 95
“La geometría llegó a la guerra de la mano de Federico II de Prusia y de Vauban, en uno con su orden oblicuo, el otro con sus fortificaciones”. Aznar Fernández -Montesinos, Federico (2011); Entender la guerra en el siglo XXI . Madrid: Editorial Complutense; páginas 125 y 126. 96 Palmer, 97 La
R.R. (1968); op cit; página 170. cita de Bülow corresponde a Azar Gat, A.; página 81. 20
volvía insignificante fruto de la perfección científica que alcanzaría la estrategia: “…la guerra ya no será más un arte, sino una ciencia. El arte en sí mismo será una ciencia, o se perderá en ella”.98 A
diferencia de Lloyd y algunos otros teóricos de la época de la
Ilustración, quienes además de las partes científicas de la guerra dejaron espacio para la creatividad del conductor militar , Bülow afirmaba que “el círculo de acción de un genio militar será, al final, tan estrecho que un hombre de talentos ya no estará dispuesto a dedicarse a este ingrato quehacer”.99
Rechazaba la eficacia de la batalla, para sustituirla por un sistema estratégico de puntos fijos y ángulos de acercamiento, sin tener muy presente los movimientos del enemigo. 100 El logro del objetivo se relacionaba con la movilización (marcha) por líneas de avance y la ocupación de un punto geográfico específico, seleccionado como la meta de la operación. 101 Sostenía que la conducción de la guerra moderna debía estar fundada en la buena orientación de las líneas de operaciones y en el despliegue intensivo de las armas de fuego. 102 Los objetivos de las operaciones podrían ser la derrota del enemigo o el asedio a una fortaleza, pero en la guerra de maniobras que él postulaba se dirigía especialmente al sistema de suministros. El hecho de producir muertos entre el enemigo perdía densidad en su armazón estratégico. Por otra parte, un enemigo derrotado en el choque podía volver a combatir en pocos días: el triunfo en ese plano no garantizaba el final de las hostilidades. Por esto, el desvelo primordial del emplazamiento espacial y temporal de las fuerzas armadas propias refiere a la capacidad de abasto. De allí que la ofensiva no debía dirigirse exclusivamente sobre las huestes enemigas, sino que, al mismo tiempo, convenía apuntar a sus abastecimientos: “…es más conforme al genio de la guerra y al sistema moderno de ella tomar por objeto principal de las operaciones sus propios almacenes y la seguridad de las líneas de convoy que no el mismo ejército enemigo. La razón es que los ejércitos modernos no tienen en su centro, sino fuera de él, el manantial de su conservación”. 103 Los
encuentros propiamente dichos debían ser sorteados; una
dirección exitosa de las fuerzas armadas tenía que realizar su distribución en el espacio
98 Cita
de Bülow extraída de Azar Gat, A.; página 81. Azar Gat, A.; página 84. La cita corresponde a Vego, M.; op cit; página 5. 100 Debido a este enfoque unilateral, Clausewitz insistirá en afirmar que la guerra es una relación. Subraya que el oponente no es un ente abstracto. Véase Clausewitz, K.; op cit; página 13. 101 Savushkin, R. (1990); op cit; page 92. Marini, Alberto (1981); De Clausewitz a Mao Tse-tung . Buenos Aires: Pleamar; página 44. 102 Vego, M.; op cit; página 5. Azar Gat, A.; op cit; página 84. 103 Bülow, H. W. (1806); op cit. Primera Parte; páginas 42 y 43. 99 Véase
21
“deteniéndose juiciosamente en medio de sus triunfos”. 104 Había que preservar la fuerza,
sin arriesgarla, mientras se trataba de diezmar la provisión de armas, balas y víveres del contrario. La maniobra que pergeñaba suponía una economía en el uso de la fuerza material. Bülow es el teórico que deduce las reglas de conducción de las operaciones militares a partir de las nuevas exigencias de avituallamientos suscitadas, especialmente, por las nuevas armas y el cuantioso número de combatientes. Los ejércitos provistos de armas de fuego y artillería propulsada por la pólvora, cada vez con más soldados, ponían a la orden del día el problema de mover y proveer los materiales bélicos. Las fuerzas armadas se hacían más pesadas, factor que impactaba de manera directa en la capacidad de transportar pertrechos, hombres, caballos y comida : “La invención de la pólvora y la introducción de las armas de fuego en las tropas, han hecho necesaria una inmensa cantidad de municiones para el uso de estas armas. Insensiblemente se ha reconocido que este nuevo método de destruir exigía una gran variación… Esta observación ha conducido con el tiempo a cambiar la táctica. Se ha pensado en extenderse, desplegar las fuerzas, y abrazar un vasto espacio de terreno. Se ha descubierto que el número de soldados producía, en este nuevo sistema, el mismo efecto que antes resultaba de la calidad. En consecuencia, las potencias de Europa han buscado los medios de aumentar sus tropas: han puesto en movimiento estas innumerables masas; y al enorme aparato que las municiones de guerra ocasionaban en el acompañamiento de los ejércitos, se ha unido el otro no menos considerable de las subsistencias necesarias para tan crecido número de hombres y caballos. No pudiendo los países en que han penetrado abastecer a poco tiempo esta multitud de municiones de boca ni guerra, fue necesario tratar de establecer almacenes. Finalmente, hemos venido a parar en qué de la abundancia de recursos en estos parajes, de su seguridad, y la facilidad de comunicar con ellos, depende la conservación de los ejércitos ”.105 Esta nueva realidad de la guerra contemporánea a Bülow, según su dictamen, instalaba la necesidad de generar una logística acorde a los nuevos desafíos. Por eso, argumentó: “Se han ocupado, pues, en establecer y proveerlos antes de abrir una campaña. Se han calculado con anticipación y madurez las posiciones más convenientes a su situación, a fin de preservarlos de todo insulto, y se ha previsto, al mismo tiempo, el modo de maniobrar para cubrirlos, no alejarse sino con precaución, y tener constantemente con ellos comunicaciones que
104 Palmer, 105 Bülow,
R.R. (1968); op cit; página 166. H. W. (1806); op cit. Primera Parte; páginas 3 y 4. 22
constituyan la fuerza de un ejército y aseguren los sucesos. En razón de esto se han formado planos de campaña y construido plazas fuertes, como puntos fundamentales; en una palabra, se ha fijado una basa, en la que se han establecido los almacenes, de la cual se han hecho partir las líneas de operación, y cuyo destino ha sido no solo proteger las retiradas, si no también favorecer los ataques”.106
La cuestión de la base en las
operaciones militares, asimilada a una línea fortificada de depósitos, se transformó en una prioridad insoslayable. 107 Bülow elaboró once “teoremas” para desplegar la problemática, presentes en el Espíritu…y replicados en Teoremas de la guerra moderna o estrategia pura y aplicada.108
Su confección está imbuida, como vimos, por una analogía con un
mecanismo de relojería, inspirado en Newton. Las tesis de Bülow se basaban en la mecánica newtoniana, pero, al mismo tiempo, pensaba que los ejércitos estaban sometidos a las mismas determinaciones que emanaban de las leyes de gravitación que gobernaban al resto de los fenómenos de la naturaleza: “las fuerzas militares se debilitarían en proporción inversa al cuadrado de la distancia que las separara de sus bases y depósitos”.109 El primero de los teoremas, justamente, acentúa la enorme dependencia de los ejércitos modernos con respecto a sus almacenes o depósitos. Recreaba la línea de operaciones dibujada por Lloyd, con el fin de enfatizar la importancia de la base en las acciones bélicas. Define a la “línea de operaciones” como el espacio a través del cual los ejércitos se mueven
entre el sujeto y el objeto del plan.110 Recordemos que Lloyd señalaba que el tipo de vínculo entre la base o conjunto de depósitos de donde el ejército obtiene sus pertrechos, y la posición más avanzada, ejercía una influencia decisiva en el curso de las operaciones, para postular una trayectoria lo más corta y recta posible, tal como se observa en el siguiente gráfico: 111
106 Bülow,
H. W. (1806); op cit. Primera Parte; páginas 3 y 4. R.R. (1968); op cit; página 165. 108 Aron, R.; op cit; página 62. 109 Claramonte, J.; op cit. Liddell Hart, B.H.: op cit, página 20. 111 Véase Savushkin, R. (1979); op cit; page 214. 107 Palmer,
110
23
112
Reconoce, en conformidad con Lloyd, que toda operación guerrera se divide en tres partes principales: “el punto o basa de la operación, la línea de operación, y el objeto ”.113 Las líneas de operación se conducen invariablemente avanzando “contra el país enemigo ”.114 Pero Bülow complejiza el trazado de la línea de operaciones, al profundizar aspectos sobre la forma ideal que debería tener la base, a partir de un supuesto: “La utilidad, configuración y dimensiones de esta basa, vista su importancia en el sistema actual de guerra, fijarán particularmente la atención, y constituirán el principal objeto de nuestras observaciones”.115 La
disposición y el tamaño de la base será una de las claves de su
teoría, pues, las nuevas guerras requieren indispensablemente de bases consistentes. Respecto de la línea operacional, también discurrió sobre su alcance, planteo moldeado por su apego por la guerra de maniobras: “Más, cuando se han visto obligados a calcular con tanta precisión la base de sus líneas, ha sido también necesario determinar positivamente el punto hasta donde las habían de llegar. La guerra no ha tenido solo el general y vago objeto de vencer al enemigo, y hacerle retirar lo más lejos que le fuese posible, sino también el de vencerle en tal punto, desalojarle de tal posición, perseguirle hasta tal otra, y saberse contener a tiempo en sus triunfos, no por el sobre quien no dejaría de tener ascendiente, sino por sí mismo para no debilitarse ”.116 Consideró que una base fuerte dependía del trazado de las líneas que la comunicaban con su objetivo y, sobre el recorrido de la línea, aseveró: “...toda operación para ser sólida debe estar fundada sobre muchos puntos, no muy distantes los unos de los otros, y situados casi sobre la misma línea”.117 La longitud de la línea que eslabona la base con el destino anticipadamente fijado resulta otra variable clave: “Como no se establece una basa sino para tener almacenes fijos, y las plazas en que se en cierran son las que constituyen la basa militar,
112 Savushkin,
R. (1990); op cit; page 91. H. W. (1806); op cit. Primera Parte; página 4. “La destinación del ejército la definió como Objekt. El almacén o depósito desde el cual salía, la denominó Subjekt, y la línea que enlaza los Subjekt de los que dependía el ejército, lo llamó Basis”. Liddell Hart, B.H.: op cit, página 20. Bülow, H. W. (1806); op cit. Primera Parte; página 5. 115 Bülow, H. W. (1806); op cit. Primera Parte; página 4. 116 Bülow, H. W. (1806); op cit. Primera Parte; página 4. 117 Bülow, H. W. (1806); op cit. Primera Parte; página 5. 113 Bülow,
114
24
de la cual debe necesariamente partir toda operación, resulta que, cuando un ejército está acampado muy cerca de un almacén principal, no hay línea de operación; porque en esta posición se halla en plena seguridad en el manantial de su existencia, no necesita convoyes para alimentarse, y por consiguiente, para asegurar su subsistencia, no tiene que maniobrar contra las tentativas del enemigo”. 118 Si
un ejército está apostado próximo a
sus bases se encuentra seguro, razona, habida cuenta de que en tal coyuntura no existe una línea de operaciones que pueda ser blanco de las maniobras enemigas con el fin de abortarlas. En realidad, las líneas “…no empiezan hasta el momento en que un ejército se aleja de sus almacenes, por ser los convoyes quienes las forman; y la razón por que deben trazarse y combinarse con anticipación es para asegurarlos …”.119 Proyectó un boceto estratégico elaborado a partir del trazando de dos líneas rectas que van desde los extremos de la base hacia el objetivo estipulado. Queda bosquejada sobre el campo de batalla, entonces, la figura de un triángulo. Se extienden hacia allí de manera convergente en dirección al punto donde se dirige el ataque. 120 En su tercer teorema, propone: “Las operaciones conducidas según una línea única que, fundada sobre un único sujeto de operaciones, penetre en el país enemigo, no tiene una base suficiente y no pueden triunfar a menos que el enemigo descuide todos los contramovimientos”.121 Este itinerario fallido licúa la invencibilidad. Procuró examinar y demostrar, por ende, todos los inconvenientes que aparecen con la traza de una sola línea de operación. 122 Por eso, amplia el criterio esbozado por Lloyd para establecer las líneas de abastecimiento, al considerar la figura de triángulos sustentados, como vimos, en principios geométricos:
118 Bülow,
H. W. (1806); op cit. Primera Parte; página 5. H. W. (1806); op cit. Primera Parte; página 5. 120 Palmer, R.R. (1968); op cit; página 165. 121 Citado por Aron, R.; op cit; página 62. 122 Bülow, H. W. (1806); op cit. Primera Parte; página 12. 119 Bülow,
25
Este gráfico contiene la idea acerca de cómo desplegar correctamente el movimiento de las tropas en el campo de operaciones, con la ocupación apropiada del espacio considerando los puntos geográficos en el diseño, teniendo en cuenta la base de operaciones y el objetivo. 123 La base de ese triángulo la constituía la línea trazada por las fortificaciones y los depósitos. El objetivo de la acción bélica -operación- queda situado en el vértice del triángulo. Objetivo de la operación
Línea trazada por fortificaciones y depósitos
Veamos otro gráfico ilustrativo:
124
123 El
primer gráfico corresponde a Savushkin, R. (1979); op cit; page 214. El segundo a Savushkin, R. (1979); op cit; page 92. 124 Hope, Ian C. (2015); op cit . 26
Dentro de este espacio comprendido por las tres líneas, el ejército podía contar con abastecimientos seguros, mientras se esfuerza por cortar las líneas enemigas. Veamos el próximo gráfico:125
Recomienda: “Antes de obrar ofensivamente contra un determinado objeto, debe tenerse suficientemente bien situada la basa para que el ángulo objetivo formado por las dos líneas de operación de las extremidades tenga por medida, cuando menos, la cuarta parte de la circunferencia, de modo que se obre en un triángulo o en un segmento de circulo de igual dimensión”.126
Presentado el esquema que contiene el tipo ideal de diseño operativo, Bülow discurre sobre las coordenadas espacio/temporales preferenciales para la disposición del triángulo. Cuanto más amplia fuera la base y cuanto más obtuso fuese el ángulo del vértice, tanto menor sería el peligro de interrupción del abastecimiento por parte del contrincante: “Es muy difícil determinar el punto preciso, hasta el cual puede un ejército que penetra en el país enemigo alejarse de sus almacenes, poniéndose a cubierto de todos los inconvenientes que hemos deducido, porque depende de una multitud de circunstancias. No obstante, puedo aventurarme a establecer como principio, que nunca debe ser más que a tres días de marcha, y que en una distancia menor no es considerable el peligro, en razón a que con solo un movimiento retrogrado cubre la retaguardia y flancos y protege sus convoyes”.127
Mensura la distancia de acuerdo al tiempo del traslado de cosas y hombres. En el quinto teorema, el más “celebre”, sostiene: “Las operaciones que están contenidas en un triángulo o en un arco de círculo de 60 grados o menos deben fracasar según la regla, no pueden llegar hasta el final si el enemigo aprovecha sus ventajas, pues carecen de base ”.128
125 Azar
Gat, A.; op cit; página 94. H. W. (1806); op cit. Primera Parte; página 33. 127 Bülow, H. W. (1806); op cit. Primera Parte; página 9. 128 Citado por Aron, R.; op cit; página 62. En la traducción que aquí estamos transitando, manifiesta: 126 Bülow,
“Cuando los dos caminos principales por los que llegan los convoyes forman, entre sí y relativamente al 27
El trazado correcto debe dibujar un ángulo de al menos noventa grados: “La basa de una operación a 90 grados debe considerarse como esencialmente buena; y aunque he establecido que solamente éstas, que forman con el ángulo objetivo un triángulo obtusángulo, eran tales decididamente; las circunstancias son las que determinan el número de grados que debe tener el ángulo objetivo”. 129 Concluye, inmediatamente: “…la
seguridad de las operaciones ofensivas depende únicamente de la abertura del ángulo objetivo”.130 La
apertura de los ángulos se transforman en un problema crucial para el
comandante, pues una base de operaciones defectuosa, junto a un triángulo mal planteado, lo podían forzar a retroceder sin que el adversario recurra a la batalla. 131 Se desprende de las reflexiones y sugerencias efectuadas por Bülow dos tipos ideales de formaciones: Tipo ideal recomendado Objetivo de la operación
Línea trazada por fortificaciones y depósitos
Por el contrario, cuanto más estrecha fuese la base y cuanto más agudo el ángulo, tanto mayor sería el peligro que amenazaría la comunicación con los depósitos. Tipo peligroso desaconsejado “
”
Objetivo de la operación
Línea trazada por fortificaciones y depósitos
objeto de la operación, un ángulo de 6o grados o menor aún, no está suficientemente bien esta blecida”. Bülow, H. W. (1806); op cit. Primera Parte; página 13. 129 Bülow, H. W. (1806); op cit. Primera Parte; página 31. Véase Palmer, R.R. (1968); op cit; página 166. Bülow, H. W. (1806); op cit. Primera Parte; página 33. 131 Azar Gat, A.; page 81 130
28
¿Dónde radica la diferencia? La primera configuración que prescribe tiene un espesor tal en relación al objetivo que hace muy difícil su interrupción, pues cortar la capacidad de abastecimiento supone una maniobra muy extensa y cercana a la base fortificada. Cruzar el triángulo para escindir la vanguardia de sus bases parece una jugada poco probable (Figura 1). Figura 1
Figura 2
En el segundo dibujo (figura 2), el peligro de padecer el cercenamiento de la capacidad de avituallamiento es mucho mayor, la maniobra para tal fin tiene menos extensión, circunstancia desfavorable que se refuerza con la gran distancia entre el vértice superior del triángulo y su base. La delgadez del triángulo puede ser letal. Por el contrario, penetrar con profundidad dentro de un triángulo bien dispuesto acarrearía mucha zozobra para todo aquel ejército que lo intente. Las maniobras no deben hacer olvidar un principio vital: “Los almacenes son el todo y no puede ofendérseles sin que la unión de hombres, que llamamos ejército, sea aniquilada. Las líneas de convoy son los músculos del cuerpo militar, el cual quedaría paralítico si se los cortasen”.132 Con el diseño óptimo, cuando el enemigo avanza
dentro del triángulo, el ejército situado en su superficie debe dispersarse hacia ambos lados del mismo, para obligar a su retirada, no por medio del crudo ataque, sino amenazando sus flancos. Esta maniobra es segura por la cercanía de los depósitos. Hay que cuidar los flancos propios y poner en riesgo los flancos del contrincante: “Pero como los convoyes no llegan sino por los costados y retaguardia; sigue que el objeto mayor de las operaciones sea en la guerra ofensiva o defensiva es conservar intactos su retaguardia y flancos. También es otra consecuencia de estos mismos principios el evitar los combates y particularmente los de frente. Mucho más seguro es, en la guerra ofensiva, forzar al enemigo a retirarse haciendo varios movimientos alrededor de él y poniéndole en cuidado de las subsistencias, que desalojándole de su posición; porque no tardaría en hallar otra segunda en que volvería a hacerse firme ”.133 La amenaza de cortar las vías logísticas alienta la
132 Bülow, 133 Bülow,
H. W. (1806); op cit. Primera Parte; página 43. H. W. (1806); op cit. Primera Parte; página 43. 29
necesidad de un raudo repliegue del enemigo. La movilidad en la contra-maniobra ofrece el pasaporte a las situaciones militarmente propicias. Tal como plantearía con posterioridad Clausewitz, 134 Bülow no postulaba una defensa pasiva. Al contrario, nutre la necesidad de mantener siempre la iniciativa: “Estas son las verdades en que apoyo la regla absolutamente nueva de no hacer jamás guerra propiamente defensiva si no transformarla inmediatamente en ofensiva, con la sencilla operación de arrojarse sobre los flancos del enemigo y obrar contra su retaguardia ”.135 Como adlátere de la maniobra, a la sazón, establece como regla general que “nunca debe tomarse la posición directamente al frente del enemigo, si no de costado relativamente a él”.136 Todas estas recomendaciones conjugan una serie de máximas, presentes en la primera parte de su libro Espíritu…, que operan en el desarrollo de las implicaciones estratégicas y tácticas de los principios geométricos anclados en la base: 137 * “Es preciso tener depósitos y fortalezas que nos alberguen ”. Página 117. * “ No lo es menos tener una serie de fortalezas en una misma línea para servir de base ”. Página 117. * “A fin de emprender con seguridad una operación ofensiva contra el enemigo es necesario que ambas fortalezas de los extremos de esta línea estén situadas a una distancia tal una de otra que las dos líneas de operaciones que emanan de ellas, encontrándose con el objetivo de la operación, formen un ángulo de 90 grados ”. Página 117. * “Para detener al enemigo es mejor colocarse a su costado que delante de él ”. Página 117. * “Jamás hay que sufrir una operación ofensiva contentándose con defenderse; hay que ponerse a la ofensiva, haciendo desvíos hacia los flancos y la retaguardia enemiga ”. Página 117. * “Toda vez que sea posible, hay que abandonar las posiciones y las marchas defensivas paralelas para seguir el método de los desvíos, al cual acabamos de referirnos ”. Página 117.
134 Clausewitz,
K. (1983); op cit; página 308. H. W. (1806); op cit. Primera Parte; página 44. 136 Bülow, H. W. (1806); op cit. Primera Parte; página 44. 137 Reproducimos las máximas según Aron, R.: op cit; páginas 300 y 301. Esta alternativa se fundamenta en que ofrece una mejor traducción comparada con la que hemos venido utilizando como referencia. El número de página luego de cada máxima corresponde a Bülow, H. W. (1806); op cit. Primera parte. 135 Bülow,
30
* “Los pertrechos del enemigo deben ser, más que el mismo, objetivo de las operaciones ”. Página 118. * “Es fácil deducir de estas diversas reglas estratégicas lo que no se debe hacer; es decir que todo cuanto les es contrario es malo. Así, es un error no tener una base suficiente y operar en una sola línea y en ángulo agudo ”. Página 118 (destacado propio).
* “Así como toda operación ofensiva debe ser concéntrica, toda retirada debe ser excéntrica”. Página 118.138 * “Todas estas reglas de estrategia son aplicables a la táctica, cambiando la base en línea de batalla y las líneas de operaciones por líneas de marcha y fuego ”. Página 118. * “Siempre es posible evitar un combate, no dejando que el enemigo se aproxime demasiado”. Página 118. * “Jamás hay que esperar un ataque en posición, sino ponerse uno mismo en movimiento para atacar, aun cuando tengamos una posición inexpugnable ”.139 Página 118. * “ No hay ninguna posición que no pueda rodearse ”. Página 118. * “ No hay más que ocupar y distraer el frente del enemigo, y dirigir el ataque serio contra los flancos”. Página 119.140
* “Hay que envolver al enemigo, es decir tener un frente más amplio que él ”. Página 119. * “Se lo envuelve cuando estamos sobre los flancos, aunque seamos muy inferiores en número”. Página 119. * “Es más eficaz combatir con cazadores que con filas cerradas, y además es mucho más fácil sembrar el desorden entre éstas ”.141 Página 119. * “Como con cazadores nos extendemos más que de otra manera, también es más fácil para los cazadores llegar a los flancos enemigos ”.142 Página 119.
138 Resulta provechoso contrastar esta proposición con la
estratégicos de la guerra revolucionaria en China” ;
concepción de Mao Tse Tung (1972); “Problemas
en Selección de Escritos Militares . Buenos Aires: La
Rosa Blindada. 139 Expone aquí, con toda claridad, su rechazo a la idea de esperar el golpe. 140
“Entreténgase el frente del enemigo y diríjase sobre los flancos el ataque verdadero”.
141 En
la traducción al español de la obra de Bülow que aquí utilizamos en lugar de cazadores dice
“infantería ligera”.
En la traducción al español de la obra de Bülow que aquí utilizamos en lugar de cazadores dice en esta oración “tiradores”. 142
31
* “La infantería debe estar constantemente apoyada por la caballería. Lo mejor para lograr este objetivo es situar a ésta en segunda línea detrás de la primera ”. Página 119. * “Una columna es la mejor forma de defensa a tomar contra la caballería. Entonces es necesario disparar o ponerse en columna ”. Página 119. * “Mas la experiencia enseña que la caballería, cuando es valerosa, vence incluso a la infantería en columna, lo cual proviene del tipo de armamento de ésta ”. Página 119. * “En consecuencia, nunca, ni siquiera en terrenos que parezcan impracticables para los caballos, hay que dejar desprotegida a la infantería, sin caballería para apoyarla ”. Página 119. * “Los repliegues después de los combates deben realizarse excéntricamente y con rapidez, y con el apoyo de la caballería; así protegidas, las retiradas pueden efectuarse sin desorden ”. Páginas 119 y 120. * “Después de un combate perdido, hay que pensar inmediatamente en nuevas operaciones ofensivas. Para no estar realmente vencido, basta imaginar que uno no lo está. 143 Conviene comenzar la guerra de tropas ligeras, evitar las batallas y contentarse con maniobras ”. Página 120. Estas máximas se enmarcan en un prisma, repetimos, que da preponderancia a la maniobra andamiada por figuras geométricas que, en lo esencial, determinaban como lo más relevante la posesión de los puntos geográficos definidos como estratégicos. Vale aclarar que este tipo preconizado de maniobra estaba referido en forma concreta al teatro de operaciones en territorio europeo y no se extendía de manera directa a otras latitudes. Palabras finales
Como mencionamos, las reacciones adversas contra la teoría de Bülow fueron muchas. 144 Encontró varios detractores, pero, asimismo, logró numerosos y entusiastas adeptos. Una de los cuestionamientos se relacionó con su desdeño al talento y genio militar, que eclipsó en su geometrismo.145 También se cuestiona su tendencia a opacar el peso de la fuerza moral a favor de los cálculos de los ángulos, lo mismo que ocurre con el azar y la fricción que pierden
143
En esta proposición refiere a la “voluntad”, tema luego desplegado por Clausewitz en De la guerra.
144 Azar
Gat, A.; op cit; página 91. Antulio Joseph (2007); Clausewitz y la guerra contemporánea . Nueva York: Oxford University Press; pagina 15. 145 Echeverría,
32
relevancia en su teoría. Sin duda, tuvo una aguda percepción de los cambios que promovió la revolución en Francia, incluyendo aspectos no sólo militares, sino que se complementan con asuntos sociales y políticos. No obstante, su afecto por las maniobras, 146 que como corolario invita a rehuir el choque de fuerzas propiamente dicho, demuestra ciertos límites para despegarse de las doctrinas militares pre-revolucionarias. 147 Tuvo la capacidad de ver mucho de lo nuevo, pero esas observaciones no pudo transferirlas en su totalidad a su edificio conceptual. La teoría se blandía como un medio para llegar al triunfo, una estrategia de maniobras pura, capaz de desarrollar la guerra sin derramamiento de sangre, aunque esto fuese más bien una premisa retórica, sin correlato histórico real. 148 No advirtió, que la concepción de la guerra de maniobras había quedado superada, justamente, con las transformaciones que había generado la Revolución Francesa. La adscripción a la maniobra actuó como un obstáculo epistemológico, que nubló el reconocimiento de que la guerra, de allí en más, se hacía bayoneta en mano, procurando impactar en el cuerpo del enemigo. 149 Tal como recalqué, no trasladó todo aquello que observó o reivindicó de ese proceso álgido de cambio al conjunto de su teoría. En los siglos XVII y XVIII fueron predominantes las teorías que estimaban como la habilidad suprema la posibilidad de hacer la guerra de manera tal que el enemigo se viera compelido a aceptar las condiciones impuestas, pero sin entablar lucha. Respecto de esta proposición doctrinaria, Bülow no demuestra una ruptura sino, con más justeza, una continuidad, bien que más sofisticada. Pero, el centro de la crítica se encaminó hacia otra cuestión: su esquematismo o dogmatismo geométrico. Como sostuvimos al principio, son muchos los cuadros militares que le reconocen méritos. Jomini fue uno de ellos, pero al mismo tiempo destacó sus falencias: juzgaba que no era que “diga cosas completamente equivocadas, pero con frecuencia presentaba lo incidental como lo 146 Usa una metáfora del ámbito de los negocios para el embate contra la guerra de posiciones: “El gran arte
de la guerra es lograr el mayor rendimiento del capital propio, vale decir, no esparcir un ejército en guarniciones, sino mantenerlo por completo e n constante circulación”. Palmer, R.R. (1968); op cit; página 169. 147
Este es uno de los puntos donde Clausewitz direcciona sus críticas: “Muchas almas filantrópicas
imaginan que existe una manera artística de desarmar o derrotar al adversario sin excesivo derramamiento de sangre, y que esto es lo que se proponía lograr el arte de la guerra. Esta es una concepción falsa que debe ser rechazada, pese a todo lo agradable que pueda parecer”. Clausewitz, K. (1983); op cit; página 10. 148 Nievas, Flabián (2010); “La guerra en el absolutismo”; en Cuadernos de Marte. Revista de Sociología de la Guerra. Año 1. Nro. 0. Instituto Gino Germani. Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. En:
http://www.iigg.sociales.uba.ar/revistacuadernosdemarte/nro0/0_Nievas.pdf . Es interesante reparar en el siguiente párrafo: “ En la teoría bélica absolutista se conservan los rasgos esenciales que definían a la guerra cortesana como «torneo» librado por combatientes pertenecientes a una aristocracia especializada en el oficio de las armas. Como recuerda Caillois, «la guerra feudal tiene algo de ceremonia y de juego: la igualdad de oportunidades se respeta cuidadosamente y se busca una victoria más simbólica que real». Fernández Vega, J.; op cit; páginas 32 y 33. 149 Observar estas modificaciones en el arte militar en Courmont, Barthélémy; La guerra. Una introducción. Madrid: Alianza; páginas 53 y 54. 33
esencial ”.150 Clausewitz, si bien reconoce algunas virtudes, cae sobre él, sin nombrarlo, con más fuerza: “Un autor agudo trató de conjugar en una sola concepción, la de base, todo
un conjunto de cosas entre las que también se abrieron camino algunas relaciones con las fuerzas espirituales. La lista comprendía el sustento del ejército, el mantenimiento de su número y de sus medios de avituallamiento, la seguridad de las comunicaciones con el propio país y, finalmente, la seguridad de la retirada en caso de que ésta se hiciera necesaria. Primero trató de substituir esta concepción de una base por la de todas esas funciones por separado, y luego, nuevamente, por la base misma para que substituyera a su propia magnitud y, finalmente, al ángulo que las fuerzas armadas formaban con esta base. Y todo ello para llegar a meros resultados geométricos, lo que carece totalmente de valor. Efectivamente, esta última cuestión es inevitable, si consideramos que no cabe realizar ninguna de esas substituciones sin violentar la verdad y sin excluir algunas de las cuestiones que figuraban en las concepciones iniciales. Para la estrategia, la concepción de una base es una necesidad real, y sin duda constituye un mérito haberla establecido; pero hacer un uso tal de ella, como el que se ha indicado, es totalmente inadmisible, y sólo podía conducir a conclusiones unilaterales, que es lo que indujo a esos teóricos a tomar una dirección absurda, como la asignación, por ejemplo, de una eficacia superior a la forma envolvente de ataque ”.151 Calificó sus intentos como “defectuosos ”, sin invalidar la utilidad de la geometría, pero exento de los excesos que le atribuía a Bülow. Destacaba el lugar de la geometría a la hora de desarrollar la táctica, pero le quitaba relevancia respecto de la estrategia: 152 “En el arte de la fortificación, donde la geometría asume la dirección de casi todas las cosas, grandes o pequeñas, es donde puede verse en qué medida cabe ser usado el elemento o la forma geométrica como principio básico para la disposición de las fuerzas militares. También en la táctica ese elemento desempeña un gran papel, ya que constituye su base en el sentido más estricto de la teoría del movimiento de tropas. En la fortificación de campaña, lo mismo que en la teoría de las posiciones y del modo de atacarlas, rigen los ángulos y las líneas de ese elemento geométrico como si fueran codificadores que tuvieran que decidir la contienda. Muchas teorías han sido aquí mal aplicadas y otras constituyen simples banalidades. Sin embargo, incluso en la táctica actual, en la que el propósito de todo encuentro es el de cercar al enemigo, el elemento geométrico ha alcanzado nuevamente una gran influencia. Pero en 150 Paret,
op cit, página 208. K. (1983); op cit; páginas 74 y 75.
151 Clausewitz, 152
“Estrategia militar”; en Enciclopedia Militar MilitarWiki; op cit. 34
la táctica, donde todo es más movible, donde las fuerzas morales, los rasgos individuales y el azar asumen mayor importancia que en la guerra de asedio, el elemento geométrico nunca puede alcanzar el mismo grado de supremacía que logra en esta última. Su influencia es menor aún en la estrategia. Sin duda alguna, aquí también tienen gran influencia la disposición de las tropas y la configuración de los países, pero el elemento geométrico no es tan decisivo como lo es en el arte de las fortificaciones, ni tan importante como en la táctica ”.153 En definitiva, Clausewitz interpretaba que Bülow no había podido superar la elaboración de meras doctrinas y, debido a esta limitación, no ingresó al mundo de la teoría militar. 154 Independientemente de las sentencias sobre sus trabajos, podemos afirmar que en la obra de Bülow hay una continuidad respecto de los trabajos de Lloyd, así como parte de sus observaciones y reflexiones que se prolongan con más suspicacia en Clausewitz. Introdujo algunas novedades que destiló de la Revolución Francesa, pero no pudo saltar todas las trabas que le imponía el clima doctrinario de su tiempo. Este paso más adelante le correspondió a Clausewitz, su más famoso crítico, que con sus invectivas colocó a Bülow en la agenda de los debates militares hasta nuestros días. Sin duda, podemos especular que, de haber conocido las páginas del libro De la guerra y su proyección, sus ansias de amplificar la fama y reconocimiento se hubiesen visto saciadas con creces.
153 Clausewitz, 154 Aron,
K. (1983); op cit; páginas 158 y 159. R. (2009); op cit; página 31. 35
Anexo 1:
Presentamos aquí, a modo ilustrativo, los gráficos dibujados por el traductor de la obra Bülow, Heinrich Wilhelm von (1806); Espíritu del sistema moderno de guerra. Traducido del alemán por el ciudadano Tranchant-Laverne. Aumentado con notas y un discurso del segundo ayudante mayor español Don José de Lardizabal. Tomo I. Madrid: Oficina de Eusebio Álvarez. Es de suponer que respeta los trazos del autor. Todos los gráficos que presentamos aquí prescinden de las explicaciones teóricas de los autores, muy detalladas en las fuentes originales, pues sólo cumplen una función ilustrativa.
36
37
38
39
40
Anexo 2:
Los siguientes gráficos pretenden ilustrar el despliegue de las maniobras concebidas por Bülow dentro del trazado de los triángulos, considerando la dialéctica entre ataque y defensa. 155
155 Estos
gráficos corresponden a Azar Gat; op cit; página 94. 41
Anexo 3:
Hoyt, Epaphras (1811); A concise system of military geometry, field fortification and tactics of rifle men and light infantry. Also: The scheme for forming a corps or a partisan, and carrying on the petite guerre, by Roger Stevenson. United States: Printed by John Denio. Página 20.
42
43
Bibliografía y notas:
Anzaldi, Pablo (2009) “Clausewitz y la teoría de las relaciones internacionales”; en Estudios Internacionales. Nro. 164. Instituto de Estudios Internacionales. Universidad de Chile. Azar Gat, A (2001); History of Military Thought from the Enlightenment to the Cold War . Oxford: Oxford University Press.
Aron, Raymond (1988); Pensar la guerra. Clausewitz . Tomo I “La era europea”. Buenos Aires: Instituto de Publicaciones Navales. Bonavena, Pablo (2003); “Henry Humphrey Evans Lloyd”. Material de la cátedra de Sociología de la Guerra. Buenos Aires: Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Bonavena, Pablo (2003); “Georg Heinrich von Berenhorst”. Material de cátedra de Sociología de la Guerra. Ficha Nro. 5. Buenos Aires: Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Bonavena, Pablo (2003); “Geografía y guerra”. Material de cátedra de Sociología de la Guerra. Ficha Nro. 5. Buenos Aires: Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. http://www.oocities.org/ar/sociologiadelaguerra/textos/geo.pdf
Bonavena, Pablo y Nievas, Flabián (2015); Guerra: modernidad y contramodernidad . Buenos Aires: Final Abierto. Bousquet, Antoine (2009); El camino científico de la guerra: el orden y el caos en los campos de batalla de la modernidad . New York: Columbia University Press. Brodie, Bernard (2010); “Estudio preliminar y guía para la lectura de la obr a De la guerra”; en Clausewitz, Carl von; De la guerra (edición abreviada ). Madrid: Técnos.
Bülow, Heinrich Wilhelm von (1806); Espíritu del sistema moderno de guerra. Traducido del alemán por el ciudadano Tranchant-Laverne. Aumentado con notas y un discurso del segundo ayudante mayor español Don José de Lardizabal. Tomo I. Madrid: Oficina de Eusebio Álvarez. “Dietrich Heinrich von Bülow”; en Wikipedia, la enciclopedia libre . Versión en alemán:
https://en.wikipedia.org/wiki/Dietrich_Heinrich_von_B%C3%BClow Chisholm, Hugo, ed. (1911); “Bülow, Dietrich Heinrich”, en Enciclopedia Británica 4. Prensa de la
Universidad de Cambridge. Cadena Montenegro, José Luis (2006); “La geopolítica y los delirios imperiales de la expansión territorial a la conquista de mercados”; en Revista de Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad . Volumen 1. Nro. 1. Universidad Militar Nueva Granada. Colombia. Enero/junio. Claramonte, Jordi (2007); “República de los fines: guerra y autonomía”; en Estética y teoría del arte. Escritos Inéditos. En: http://jordiclaramonte.blogspot.com.ar/2007/01/republica-de-los-fines-guerra-
y.html. Clausewitz, Karl von (1983); De la guerra. Buenos Aires: Solar.
44
Corvisier, André; “El caballero Folard Jean Charles (1669-1752)”; en Encyclopedia Universalis
[en línea], consultado el 14 de marzo de 2017. URL: http://www.universalis.fr/encyclopedie/jeancharles-folard/. Courmont, Barthélémy; La guerra. Una introducción. Madrid: Alianza. Echeverría, Antulio Joseph (2007); Clausewitz y la guerra contemporánea. Nueva York: Oxford University Press Fernández Vega; José (1993); Carl von Clausewitz. Guerra, Política, Fisolofía. Buenos Aires: Almagesto. Foucault, Michel (1980); “Preguntas a Michel Foucault sobre la geografía”; en Foucault, Michel; Microfísica del poder . Madrid: La Piqueta.
Georg Friedrich Ludwig Tempelhoff. Wikipedia, La Enciclopedia Libre (versión en alemán): https://de.wikipedia.org/wiki/Georg_Friedrich_von_Tempelhoff Glucksmann, André (1969); El discurso de la guerra. Barcelona: Anagrama. Grayling, A. C. (2017); War: An Enquiry. Great Britain: Yale University Press. Holmes, Richard (2007); Napoleón. Batallas y campañas. China: Iberlibro. Howard, Michael (1968) “Jomini y la tradición clásica en el pensamiento militar”; en Teoría y Práctica de la guerra. Tomo I. Buenos Aires: Círculo Militar.
Hope, Ian C. (2015); A Scientific Way of War: Antebellum Military Science, West Point, and the Origins of American Military Thought . United States: University of Nebraska Press.
Hoyt, Epaphras (1811); A concise system of military geometry, field fortification and tactics of rifle men and light infantry. Also: The scheme for forming a corps or a partisan, and carrying on the petite guerre , by Roger Stevenson. United States: Printed by John Denio. Jomini, Henri Antoine de (1838); Compendio del arte de la guerra. Nuevo cuadro analítico: Las principales combinaciones de la estrategia, de la táctica sublime y de la política militar . Madrid: Librería de D.A. Pérez.
Jomini, Henri Antoine de (1840); Compendio del arte de la guerra o Nuevo cuadro analítico de las principales combinaciones de la estrategia de la táctica sublime, y de la política militar . Tomo I. Madrid: Imprenta de D.M. de Burgos. “La
Estrategia
militar ”;
en
la
Enciclopedia
Militar
MilitarWiki.
En
línea:
http://www.militarwiki.org/wiki/Estrategia_militar
Lacoste, Yves (1977); La geografía: un arma para la guerra . Barcelona: Anagrama. Liddell Hart, Basil Henry (1968); Teoría y práctica de la guerra . Buenos Aires: Círculo Militar. Buenos Aires, 1968. Tomo I. Marini, Alberto (1981); De Clausewitz a Mao Tse-tung . Buenos Aires: Pleamar. Milia, Fernando (1965); Estrategia y Poder Militar. Bases para una Teoría Estratégica . Buenos Aires: Instituto de Publicaciones Navales. 45
Mintzberg, Henry (1997); El proceso estratégico. Edición Breve. México: Prentice Hall. Mintzberg Henry; Quinn, James Brian y Voyer, John (1997); El proceso estratégico: conceptos, contextos y casos. México: Pearson Educación. Medeva, Humberto P. (1944); “La Geografía y la Geopolítica”; en Revista Militar: Memorial del Ejército. Biblioteca del Oficial. Chile: Estado Mayor del Ejército de Chile.
Mayo/junio. Mao Tse Tung (1972); “Problemas estratégicos de la guerra revolucionaria en China”; en Selección de Escritos Militares. Buenos Aires: La Rosa Blindada.
Paret, Peter (1979); Clausewitz y el Estado. Madrid: Edición del Centro de Estudios Constitucionales. Madrid. Palmer, R.R. (1968); “Federico el Grande, Guibert, Bülow: De las guerras Dinásticas a las Nacionales”; en Mead Earle, Edward; Creadores de la Estrategia Moderna . Buenos
Aires: Círculo Militar. Palmer, R. R. (1992); “Federico el Grande, Guibert, Bülow: de l as guerras dinásticas a las nacionales”, en Paret, Peter; Creadores de la Estrategia Moderna. Desde Maquiavelo a la era nuclear . Madrid: Ministerio de Defensa.
Paret, Peter; Craig, Gordon A. y Gilbert, Felix (1986); Makers of Modern Strategy from Machiavelli to the Nuclear Age. Oxford OUP: Edited by Peter Paret. Peltzer, Juan Felipe (2014); Jomini & Clausewitz en la doctrina operacional Argentina . Buenos Aires: Editorial Universitaria del Ejército. Pertusio, Roberto L. (1995); Estrategia operacional . Buenos Aires: Instituto de Publicaciones Navales. Poczynok, Iván (2012); “Batallas doctrinarias. Guerra, política y estrategia en los orígenes de la ciencia militar”; en Cuadernos de Marte. Revista de Sociología de la Guerra. Año 2. Nro. 3. Instituto Gino Germani. Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Rothfels, H. (1968); “Clausewitz”; Mead Moderna. Buenos Aires: Círculo Militar.
Earle, Edward; Creadores de la Estrategia
Sánchez Herráez, Pedro (2015); “La pérdida del monopolio de la violencia y su evolución ¿El retorno a un neomedievalismo?”; en Revista de Derecho, Empresa y Sociedad
(REDS). Nro. 6. Época I. Madrid. Enero/Junio. Savushkin, R. (1979); “On the Issue of the origin and development of the operation”; in Orenstein, Harold S. and Glantz, David M. (1995); The Evolution of Soviet Operational Art, Volume I: 1927-1991 and Volume II: 1965-1991 . London: Frank Cass & Co.Ltd.
Savushkin, R. (1990) ; “On the Issue of the origin and development of the operation”; in Orenstein, Harold S.; Selected readings in the history of soviet operational art . Kansas: U.S. Army Combined Arms Center. Scarambone, Luigi (1837); “Discorso intono a´ponti a levatoi delle piazze di guerra”; en Ulloa, Antonio compilador; Antologia Militare. Anno Segondo. Nro. 3. Napoli: Dalla Reale Tipografia Della Guerra. Disponible en la web en varios sitios. 46