1 Teoría e Historia de la Historiografía Cátedra: Devoto Comisión: Nora Pagano Alumna: Luciana Anapios PRIMER PARCIAL
“La conformación de la historiografía como disciplina”
Introducción:
Este trabajo parte del proceso de constitución de la disciplina histórica desde la erudición a la profesionalización. Durante este proceso, que se desarrolla durante todo el siglo XIX y sobre todo en el último tercio, se impone un método y su aplicación sistemática, la enseñanza de la historia en la educación pública, se institucionaliza la disciplina, y se construyen archivos, desde el Estado, para garantizar el acceso a las fuentes. Todo esto llevará a la delimitación de un campo científico con incluidos y excluidos. El objetivo de este trabajo es realizar un análisis comparativo de algunos autores que pueden representar diferentes pasos en este proceso de transición desde una historia erudita hacia una historia profesional. Como una forma de recorte y elección elección nos centraremos principalmente en tres autores. Von Ranke , representa la historia erudita y el historicismo clásico, Benedetto Croce, ya en el ámbito profesional y en la transición hacia un historicismo hist oricismo idealista y Marc Bloch, representante de Annales que introduce a la historia política, la mirada social. Como parte de este recorte la comparación girará alrededor de algunos puntos en los que se plantean discusiones y miradas contrapuestas en el marco historicista de los autores: el marco teórico, el concepto general de la historia, la metodología y los conceptos de nación y libertad.
2
Desarrollo:
La profesionalización de la historia hacia fines del siglo XIX implicó su surgimiento como disciplina científica, académica y profesional. Mediante la adopción de un método extraído de las ciencias naturales el análisis histórico se aleja de las letras y la política. El surgimiento de escuelas de historia hacia fines del siglo XIX permite que este conocimiento se convierta en académico ya que se realiza en un espacio organizado y se establece una ritualidad. Esto permite la monopolización del conocimiento histórico por quienes han surgido de la academia y son poseedores del oficio.
Hacia finales del siglo XIX, la historia como disciplina profesional se encuentra en el centro de las ciencias sociales. Esta consolidación de la historia se produce en un contexto mundial muy particular de formación de los Estados Nacionales, generalización del capitalismo y expansión imperialista.
Para comenzar tomaremos el caso de Von Ranke como representante de la erudición en la historiografía. La erudición no debe entenderse como una teoría filosófica sino como una estrategia metodológica cuyo núcleo duro se basa en el análisis crítico de los documentos escritos y oficiales. Esto es entendido como la confrontación científica de las fuentes a través del método heurístico y hermenéutico para determinar si un documento es auténtico o no. Los temas centrales que aborda la historiografía erudita suelen girar alrededor de la historia política institucional, los grandes acontecimientos, los grandes hombres y lo individual y particular. Centrándose en los documentos se pretende encontrar la verdad histórica y separar a la historia de otras disciplinas (aunque esto se logrará una vez profesionalizada la historia mediante la delimitación del campo científico).
Ranke es, desde la escuela prusiana, el paradigma de lo que se dio en llamar el historicismo historizante, en contraposición al positivismo. Esta escuela
3 pasará rápidamente a la profesionalización. Su clave, como argumentamos más arriba, es la defensa del método para la construcción de un relato histórico científico. En “Pueblos y estados en la Europa moderna” Ranke analiza la fuente como un espejo de los hechos y establece una relación mimética en donde se puede conocer a esta supuesta verdad histórica
a través de los documentos
debidamente contrastados. La utilización sistemática de memorias, diarios, relatos directos, citas a pie de página representan al método en la historia. Ranke sostiene que para el historiador es Ley Suprema la exposición rigurosa de los hechos.
En este análisis el objeto estructura al sujeto, pero a diferencia del positivismo, el sujeto no es pasivo. Aquí el sujeto toma una posición activa porque debe comprender, no sólo explicar, a ese objeto de estudio. Hacia el comienzo de su obra Ranke plantea que el propósito de un historiador depende de su punto de partida y es así como se realiza un recorte.
Para analizar el concepto de historia en Ranke debemos contextualizarlo. Para el autor la historia tiene como función crear mitos originales que sirvan de base para la construcción de los estados nacionales. Europa tiene un pasado común, una misma raíz espiritual y esto determina una trayectoria común de los pueblos latino-germánicos porque están unidos por experiencias comunes que representan las grandes empresas históricas. Las migraciones, las cruzadas y la colonización de continentes extranjeros convierten a Europa en participe de un destino común. “Estas empresas revelan la unidad de nuestras naciones como idea, como hecho y como trayectoria”
1
Pero es en el capítulo “Sobre las épocas en la historia”, en donde nos esclarece alrededor de su concepto general de la misma. Ranke plantea que para comprender en qué consiste el movimiento progresivo del género humano se deben analizar las grandes tendencias espirituales que dominan la humanidad. En cada época de la humanidad se manifiesta una gran tendencia dominante y el progreso consiste en que cobre cuerpo, en cada período histórico, un cierto movimiento del espíritu humano. La idea de un progreso lineal ascendente no es
1
L. Von Ranke. “Pueblos y estados en la Europa moderna” México. FCE, 1949. Pag. 47
4 filosóficamente sostenible ni históricamente demostrable mediante el método científico. Toda época tiene un valor propio que debe buscarse no en lo que de ella brote, sino en su propia existencia, en su propio ser. Es esto lo que da a la historia, y concretamente al estudio de la vida individual dentro de ella, un encanto especial, lo que hace que cada época deba ser considerada como algo con validez propia y que encierra un interés sustantivo innegable para la 2
investigación.”
En este punto realiza una crítica a la filosofía de la historia y especialmente a la escuela hegeliana, según la cual la historia de la humanidad va desarrollándose como un proceso lógico (leyes de la historia). Ranke plantea que dentro de esta concepción sólo la idea tendría vida propia y los hombres serían sujetos pasivos. Al contrario plantea que las ideas directrices son sólo las tendencias dominantes en cada siglo y sólo pueden ser descriptas. El rol del historiador consiste en ir desentrañando las grandes tendencias de los siglos y explicar la historia de la humanidad. Esta evoluciona con arreglo a leyes desconocidas por nosotros ya que pertenecen a la esfera de la divinidad.
Metodológicamente, el texto parte del estudio de lo particular para explicar la generalidad. Los conceptos de unidad y universalidad estructuran su obra. A partir de la concepción de unidad de las naciones latinas y germánicas relata una serie de historias que deben ser analizadas en su unidad. Es en este punto donde se filtra, sin demasiada resistencia, la intencionalidad del autor como hombre político. Porque para Ranke una instancia de unificación europea, además del papado, debe ser el Imperio Prusiano (recordemos que Alemania está comenzando su proceso de unificación). Mediante esta operación, el autor fundamenta en la Edad Media la formación de los modernos Estados nacionales. Podemos coincidir con Iggers en que detrás de la apelación a la objetividad se esconde toda una metafísica y una ideología que abarca a la sociedad, el estado y la cultura.
2
L. Von Ranke. “Pueblos y estados en la Europa moderna” México. FCE, 1949. Pag. 59
5
El historicismo idealista representado en la escuela italiana por Benedetto Croce surge como una reacción al paradigma clásico y al positivismo. Aquí se reivindica y se intenta priorizar el papel de la filosofía de la historia. El idealismo tiene una fuerte impronta del pensamiento hegeliano y sostiene que hay líneas directrices que recorren la historia (en contraposición al historicismo historizante que sostiene que cada época es particular). Esta filosofía de la historia se evidencia en la idea de continuidad que recorre su trabajo. Todo el desarrollo de la historia se da en torno a la idea central del progreso y de la razón .
En “La religión de la libertad” Croce analiza el concepto de libertad entendida por los antiguos y los modernos. Pero se corre de este debate planteando que este contraste impide ver que el presente es la confluencia de toda la historia. La libertad no puede ser definida por medio de instituciones particulares, es una idea superior y suprema que supera todas las definiciones. La libertad es el absoluto que domina su obra como continnum. Recurre a la filosofía de la historia ya que esta acaba con la discordia Diosmundo, lo ideal-lo real y con la contraposición entre razón e historia. El método dialéctico le devolvió la vida a la historia al hacer coincidir la racionalidad y la realidad. “La historia ahora ya no se mostraba desierta de espiritualidad y abandonada a fuerzas ciegas, o sostenida y sucesivamente enderezada por fuerzas extrañas, sino que se mostraba como obra y actualidad del espíritu, y dado que el espíritu es libertad, obra de la libertad.”
3
En cuanto al método, el historicismo idealista no establece una relación precisa. Croce plantea que no existe un método para conocer el pasado, el historiador conoce por intuición y por lo tanto hay mucho de arte en este oficio (a partir de 1917 deja de tener peso esta visión y se vuelca a ver la historia como ciencia). Esta intuición no es imaginación sino una forma de conocimiento en función de imaginar lógicamente cómo fueron las cosas a partir de las marcas del presente. En última instancia el método de la historia es la fil osofía-lógica.
3
Benedetto Croce “Historia de Europa en el siglo XIX” Barcelona, Ariel, 1995. Pag. 9
6 Aquí las fuentes jamás pueden ser entendidas como un reflejo del pasado ya que una misma fuente puede tener diferentes interpretaciones y por lo tanto no se pueden establecer leyes. Toda historia es una historia contemporánea porque los documentos son reinterpretados una y mil veces. Es en este sentido que el historicismo da primacía al sujeto.
Al
partir
de
la
igualación
entre
historia
y
realidad
vincula
permanentemente el pasado con el presente. Es idealista porque el historiador parte de una idea filosófica para conocer el pasado. Es el sujeto el que construye a su objeto. Este historicismo croceano es una respuesta y una reacción al positivismo.
Croce produce una historia ético política y en este sentido la funcionalidad de su relato historico es muy clara. “La religión de la libertad” se escribe durante el fascismo y es una defensa de la libertad moderna y burguesa en contra del ascenso de los totalitarismos en Europa. Finalmente en cuanto a su concepto de historia, Croce sostiene que “...en ella se ha de participar, no con la contemplación de lo no contemplable, sino con la acción según el papel que a cada uno corresponde, que la conciencia asigna y el deber ordena.”
4
Hacia la primera posguerra el paradigma historizante, dominante dentro de la historia profesional va a entrar en crisis. Se va a cuestionar la filiación de la historia con el proyecto político de la construcción del Estado Nación. Si la exaltación de los nacionalismos había conducido a una guerra siniestra, el planteo parecía simple: los nacionalismos habían llevado a la guerra y su superación llevaría a la paz. En esta etapa se abrirá un fuerte debate al interior de la disciplina y surge la Historia Social. Esta deja en un segundo plano la historia política, realiza un estudio de la sociedad global y no de los grandes hombres, privilegia los tiempos múltiples frente al tiempo lineal y la larga duración de los procesos
4
Benedetto Croce “Historia de Europa en el siglo XIX” Barcelona, Ariel, 1995. Pag. 267
7 socioeconómicos frente al acontecimiento político. En definitiva, se intenta una mayor despolitización y un mayor cientificismo. Pero esta corriente mantendrá un punto de contacto con el historicismo clásico al defender el núcleo erudito como método.
Podemos coincidir con Iggers en que dentro de estas corrientes los Annales irán más allá de la historia social y perseguirán una historia cultural. Esta corriente historiográfica estará fuertemente influenciada desde sus inicios por sus fundadores, Febvre y Bloch. Las contribuciones de esta corriente historiográfica, nada homogénea por cierto, han sido variadas pero podemos resaltar los puntos más importantes.
Una importante ruptura con el historicismo clásico es el quiebre con el concepto de un tiempo de progresión lineal. Los Annales sostienen que no hay un solo tiempo sino tiempos diversos. Estos cambios se relacionan con la perdida de confianza en el progreso y la fe en la primacía de la moderna cultura occidental y por lo tanto el concepto de nación se ve desplazado por análisis regionales o supranacionales.
Tomaremos el trabajo de Marc Bloch, “Los reyes taumaturgos”, como representante de la primera generación de Annales que mantuvo su influencia desde 1929 hasta la segunda posguerra. Este trabajo nos introduce a un doble análisis de problemas de historia política y de historia social.
El método utilizado por el autor es el comparativismo, la historia por analogía en oposición a la historia encorsetada en el marco nacional. Así, la comparación entre Inglaterra y Francia permite iluminar mejor el caso francés, en el que Bloch está interesado. Remarca las diferencias por sobre las similitudes y esta metodología le permite salvar las lagunas documentales alrededor del tema investigado. Bloch analiza la larga duración ya que para poder utilizar el método comparativo hay que ver la totalidad, los cambios y las continuidades.
8 En cuanto al tipo de fuentes utilizadas, resalta desde el comienzo la necesidad de una amplia recopilación, dada la escasa información y la exigencia de vincularse a otras disciplinas para ampliar sus conocimientos. Libros de cuentas, piezas administrativas, escritos políticos, teológicos, tratados médicos, textos litúrgicos y demás. Pero lo más importante no es lo que la fuente refleja, sino el tipo de preguntas que pueden surgir de esos documentos. En este sentido se pregunta si se puede extraer del silencio de las fuentes otra cosa que un reconocimiento de la ignorancia. Pero esta lectura de los testimonios debe ser crítica. Siguiendo a Carlo Ginzburg en su análisis de Bloch, “el punto de partida es la crítica de los testimonios, o más bien, la lección de escepticismo dada por los psicólogos (...) Ellos demostraron que quizás aún los testigos oculares no ven, o ven de forma incorrecta; imagínense qué valor se pueda atribuir a los testimonios indirectos con los cuales debe trabajar generalmente el historiador.”
5
Bloch realiza su análisis pensando en cuáles son las raíces de la dominación, cómo se logra el consenso y cuáles son las creencias populares de las que se sirve el poder. En definitiva cómo se logró que los pueblos llegaran a reconocer ese poder. Al plantear el surgimiento de su inquietud por los ritos de curación de la realeza, el autor sostiene la posibilidad de hacer historia con lo que hasta entonces no era más que una anécdota. Pero deja en claro que su intención es trascender el carácter local y anecdótico y por lo tanto se sirve de lo que podría considerarse una ridícula anomalía para utilizarlos como ”un hilo conductor que me permitiera estudiar el carácter sobrenatural que se le atribuyó por largo tiempo al poder real, sobre todo en Francia y en Inglaterra, lo que se podría denominar la realeza mística, utilizando un término sociológico...”
6
Pero para comprender este fenómeno de la dominación real no basta con un análisis de historia política, ni con la construcción de teorías abstractas. La gran contribución de Bloch al estudio de los procesos generales es haber insistido en la necesidad de penetrar en la conciencia colectiva de los oprimidos para comprender el fenómeno del poder.
5
C. Ginzburg “Prefacio a Marc Bloch, I re taumaturghi”, Revista Argumentos N° 26, Universidad Autónoma Metropolitana, 1997, Pag. 19-20 6 M. Bloch “Los reyes taumaturgos”, México, FCE, 1993. Pag. 26
9
Su análisis parte de lo particular, lo anecdótico, lo que para los historiadores constituye la esfera del azar para explicar lo general, los orígenes del poder político supremo. “ En definitiva: las causas profundas por un lado, y por el otro la oportunidad, el papirote que da nacimiento a una institución que desde hacía tiempo se encontraba en potencia en los espíritus”
7
Por esto Bloch retoma a Simiand, el modelo sociológico durkheiniano y el modelo de la geografía humana de Vidal de la Blanche y enfatiza el carácter interdisciplinar de la investigación acercándose a la geografía, la economía y la antropología para distanciarse de la tradición alemana que ponía el eje en el Estado, la administración y el derecho. Así intenta anular los límites de la disciplina para poder integrarlas a las ciencias del hombre. Aquí presenta un quiebre con el historicismo clásico que consideraba a la historia como la ciencia central de la humanidad.
Conclusión:
Este trabajo ha querido plantear un breve recorrido en el proceso de transición de una historia erudita a una historia profesional. En el transcurso de esta transición se ha discutido mucho alrededor del rol del historiador y el concepto de historia: de juzgar el pasado, a mostrar lo que “realmente fue” (en términos rankeanos) al subjetivismo del giro lingüístico, el camino se hace difícil de recorrer. La comparación de los tres autores elegidos nos permite un primer acercamiento hacia la constitución de la ciencia histórica que fue posible mediante una doble ruptura: por un lado, liberándose de la tutela filosófica y elaborando sus propias normas de verdad, codificadas como un “método histórico” y por otra parte creando una comunidad profesional institucionalizada para alejarse de la influencia directa de las clases dominantes y del poder.
7
M. Bloch “Los reyes taumaturgos”, México, FCE, 1993. Pag. 57
10
Bibliografía:
-Bloch, Marc. “Los reyes taumaturgos”, México, FCE, 1993 -Bloch, Marc. “Introducción a la historia” , FCE, México, 2000 -Croce, Benedetto. “Historia de Europa en el siglo XIX” Barcelona, Ariel, 1995 -Ginzburg, Carlo. “Prefacio a Marc Bloch, I re taumaturghi”, Revista Argumentos N° 26, Universidad Autónoma Metropolitana, 1997 -Iggers, G. “La ciencia histórica en el siglo XX”, Barcelona, Labor, 1995. -Noiriel, Gérard. “Sobre la crisis de la historia” Frónesis, Cátedra Universitat de Valencia. Madrid, 1997 -Von Ranke, L. “Pueblos y estados en la Europa moderna” México. FCE, 1949