18/5/2018
Trumpetland.com - Si no quieren estudiar boquilla, pues yo les doy ‘boquilíneas’
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Si no quieren estudiar boquilla, pues yo les doy ‘boquilíneas’ PEDAGOGÍA · JORDI ALBERT Publicado en: 'Artículos de Trumpetland' - Edita: Trumpetland.com - Sanlúcar de Barrameda (Cádiz, España) ISSN: 2254-8521
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19-02-2016 19-0 2-2016 “Boquilíneas” “Boquilíneas” (boquilla + línea). Qué buenos bueno s recuerdos me trae esta palabra. Déjenme que les cuente un poco de su historia. Hace doce años daba clases en la escuela de música de mi pueblo, l’Alcora, en Castellón (España). Tenía una docena de estudiantes, algunos de ellos muy pequeñitos. Dar clase era, por aquel entonces, una actividad complementaria en el colectivo de músicos/estudiantes del nivel medio y superior. Me gustaba y trataba de hacerlo lo mejor posible, pero… “yo quería ser trompetista” ☹ A la vez —aunque ‘de rebote’— me encontraba en la universidad estudiando una carrera que nunca imaginé: había elegido cursar
Magisterio, mientras terminaba en el conservatorio mi carrera de Trompeta. Siempre había sido un joven de ciencias (incluso llegué a obtener algún segundo lugar en las olimpiadas de matemáticas). Yo “debía estudiar física o ingeniería” según según los orientadores vocacionales de mi instituto, pero desde los catorce había decidido estudiar trompeta. Ya con dieciocho, y debido a la famosa y desesperada petición familiar de la época (“estudia ( “estudia algo más” ), ), casi no quedaba opción. Así que ahí estaba: en el conservatorio estudiando trompeta en mi octavo año, y en la universidad estudiando “algo más” . Y todos contentos.
¿QUIÉN SOY YO PARA INVENTAR ALGO NUEVO? En el conservatorio aprendíamos la importancia de estudiar con la boquilla,, tocábamos libros de flexibilidad boquilla flexibilidad,, estudiábamos algunas obras obras.. Y, mientras tanto, en la escuela de música de mi pueblo trataba de enseñar estos mismos elementos que aprendía en el conservatorio. Transmitía
anto como podía a mis alumnos las enseñanzas que yo recibía.
Jordi Albert Gargallo es uno de esos trompetistas interesados por la educación y la investigación en el ámbito de la trompeta. Al terminar la carrera de trompeta y educación musical estudió una especialidad en educación artística en la Universidad de Valladolid (España), un máster en la Universidad de las Artes de Cuba y otro en la Universidad Politécnica de Valencia (España). Actualmente cursa dos doctorados en esas mismas universidades, ambos sobre la trompeta y su educación, y es profesor de la Universidad Veracruzana Veracruzana de México. Se ha especializado en la adquisición de la motricidad para el dominio instrumental, aunque se destacan trabajos en el ámbito de la filosofía de la pedagogía de los instrumentos musicales, así como indagaciones en el entorno del domimio instrumental de la trompeta. Ha impartido más de 120
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Trataba de que sus clases se pareciesen tanto como fuera posible a las mías. Claro está, adaptando el lenguaje; pero definitivamente esa era “la manera correcta de aprender a tocar la trompeta” . trompeta” . —“Si les enseño lo que yo aprendo en mi octavo año de trompeta, desde sus inicios, aprenderán mejor” , pensaba yo, tan iluso.
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En aquel momento centraba mi estudio en ejercicios de glissando con glissando con la boquilla. A mí me estaban funcionando realmente bien, así que les escribía algunos de estos ejercicios en la libreta pautada que les hacía comprar al inicio de curso para tomar apuntes.
Aquello tuvo poco éxito, así que cambié de estrategia: decidí tocarlos
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yo para ellos en cada clase, y les pedía que se los estudiaran luego en casa. —“Inventad vuestros propios ejercicios” , les sugería. Pero ninguna de las dos estrategias acabó por funcionar del todo. No terminaban de comprender de qué iba todo aquello.
Aunque mis alumnos escuchaban con atención los primeros minutos de clase todos aquellos conceptos e ideas —la mayoría, repetidos de las clases que yo recibía de mis profesores, y muchas veces malinterpretados—, veía con el paso del tiempo que no les funcionaban tanto como a mí. Creí en un primer momento que la falta de utilidad de todo lo que les explicaba se debía a que no lo estudiaban en casa (cosa que ellos mismos decían). Pero cuando traté de profundizar en el asunto comprendí dos cosas más: no lo estudiaban porque no comprendían el por qué , el para qué y y el cómo estudiar aquello; y
por otro lado no lo estudiaban porque no les motivaba para nada . Aunque yo quería ser trompetista, habían pasado ya dos años desde que empecé a estudiar “algo más” , y comenzaba a gustarme aquel trabajo de ‘enseñar a tocar’ casi a la par del de ‘ser trompetista’. Emprendí mis investigaciones sobre qué podía hacer para que mis estudiantes mejorasen, y aquel trabajo dejó de ser una mera actividad económica.
Inicié una búsqueda de alternativas a la clase ‘normal’ y a repetir las explicaciones y ejercicios que o recibía. Al final del último curso habíamos acabado haciendo un ejercicio en el que imitábamos una carrera de motos. Esta idea la había escuchado de algún compañero, y a mí me gustaba —por aquel entonces tenía una motocicleta: una Yamaha de 75 cc.— pero a los niños tampoco les motivaba demasiado… (Ahora no estoy seguro de que supieran cómo sonaba una moto de carreras). El elefante o la sirena de la ambulancia eran referencias que usaba habitualmente. Así tuve un poco más de éxito, pero tampoco eso parecía pasar de la anécdota. Estaba descontextualizado, y al final quedaba todo en simplemente unos minutos raros de clase para después volver a lo ‘normal’: las lecciones, las explicaciones, la técnica, etc. Pasó el verano. Ya estaba en tercer año de carrera de Magisterio, y allí creábamos constantemente unidades didácticas, estrategias, juegos educativos, proyectos de aprendizaje, etc., como parte de nuestra formación. Aunque empezaba a gustarme la educación primaria, cada vez que escuchaba en la clase alguna explicación, aquellos niños trompetistas de la escuela de música de l’Alcora venían a mi cabeza, y se revelaba mi verdadera pasión. Muchos de mis alumnos iban a la primaria. Si la profesión magisterial se practicaba en las escuelas
primarias realmente según lo que nos explicaban en la universidad, los niños de mi escuela estaban aprendiendo en su horario escolar de una forma completamente diferente a la que yo eran, rataba de enseñarles en la clase de trompeta. Aquellos minutos del ejercicio “carrera de motos” eran, como mucho, una ocurrencia que ni siquiera se podría comparar con los juegos más sencillos de la clase de gimnasia. Ahora yo quería utilizar todo aquello que estaba aprendiendo en la universidad, quería comenzar a cognitivo entendí, sin lugar aprender a través del juego. Y escuchando algunas clases como Desarrollo cognitivo entendí, a dudas, que las explicaciones complejas y los ‘extraños’ ejercicios de técnica no eran nada apropiados para niños de siete u ocho años. https://www.trumpetland.com/tmp/index.php?section=articles&cmd=details&id=120
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El problema sobrevino cuando decidí transformar la manera en la que quería dar clase. Me di cuenta desde el primer momento que tenía muchas limitaciones para crear ejercicios, para generar actividades. Aunque venían a mi mente algunas ideas mientras escuchaba a los maestros de la universidad, sentía una gran autolimitación in situ, situ, durante la clase de trompeta, cuando las trataba de aplicar. Creo que puedo resumir esa emoción compleja en un pensamiento: “quién son yo para inventarme un ejercicio nuevo” . Por aquel momento era extraño en una clase de trompeta hacer ejercicios que no apareciesen en un libro o estuviesen legitimados por algún trompetista renombrado . “Esto lo aprendí en…” , o “esto aparece en el método…” . método…” . Estas ideas estaban naturalizadas en el mundo de la trompeta, y por supuesto habían llegado a mí y a la forma en la que yo veía la enseñanza de la trompeta. Quiero hacer constar aquí que lo anterior tiene un lado positivo. Gracias a esta necesidad de legitimarse en los grandes maestros y en ‘la tradición’, la enseñanza de la trompeta ha tenido grandes avances y se ha podido proteger de ocurrencias sin sentido ni sustento. Pero del mismo modo se han dado por buenas algunas explicaciones, simplemente por su procedencia, sin crítica alguna. Lo curioso es que, en aquel momento, definitivamente no iba a inventar nada nuevo. Sólo quería
enseñar a mis alumnos ‘lo mismo de siempre’ pero de una forma diferente, de una forma a la que ellos pudieran acceder, así que el ejercicio seguía estando avalado por los grandes maestros. Y este simple hecho también ponía en tensión mi práctica docente: era comprensible que debatiendo ideas básicas y fundamentales —cosa que ahora sí hago— sintiera entonces algunos ‘remordimientos de conciencia trompetística’, pero no era lógico sentir que estaba ‘haciendo tonterías’ al crear juegos simples para terminar sonando los mismos ejercicios. Después de un tiempo he compartido estas vivencias, emociones y sentimientos con otros compañeros que percibieron lo mismo que aquí relato y que —lo más curioso— acabaron creando ejercicios, si no iguales, muy similares a los que expongo aquí.
EL INICIO DE UNA HISTORIA Un poco liberado de esa inicial presión auto-infringida, comencé a hacer cosas diferentes. Eliminé los
libros de lecciones y por fin usamos aquella libreta pautada dónde escribíamos nuestra propia respiración sin música (casi siempre tomada de sinfonías y conciertos). Hacíamos ejercicios de respiración sin explicación teórica alguna, comenzábamos a desarrollar ejercicios donde las sensaciones eran el centro de atención; en fin, comenzaba a gestarse el método que hoy enseño.
boquilíneas. La palabrita llamó la atención enseguida y tuve, por unos entonces comenzaron las boquilíneas. instantes, la atención de los pequeños. Boquilíneas, o sea boquilla + línea. En la pizarra del aula escribí una línea de aproximadamente un metro de larga, con una curva, a modo de gráfica. Les pedí que tocaran aquello. —“No hay nada escrito” , me respondieron. —“¡¿Cómo que no?! Escuchad lo que pone aquí” , aquí” , y entonces toqué un glissando invirtiendo glissando invirtiendo las direcciones lógicas entre altura en la gráfica y altura del sonido, es decir cuando subía la línea yo iba hacia el grave y cuando bajaba iba hacia el agudo.
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—“Te has equivocado” , me dijeron. Y yo les contesté: —“Vamos a jugar, porque si no resultará demasiado fácil” ( fácil” (en realidad lo quise hacer así porque en el conservatorio me enseñaban aquello de “al subir piensa en bajar y al bajar piensa en subir” ). ). Ya desatado, y no contento con aquella pequeña y particular ‘herejía trompetística’, quise crear un juego. Se llamaría Concurso de Boquilíneas. Boquilíneas. Y ahora tú, lector, ¿quieres jugar? Si no tienes tu boquilla a mano puedes hacer buzzing , y si no tocas un instrumento de viento metal (1) (1) puedes puedes cantarlo.
Una fácil. Recuerda: al subir la línea baja el sonido, y viceversa.
Ahora, otra un poco más difícil.
Lo sé, no he inventado nada especial. Quizás hayas visto alguna otra cosa similar. Pero tiene su gracia; eso de cambiar la dirección marea, ¿verdad? —“Ahora pongámosle un poco más de acción. Lo practicaremos un par de semanas en la clase individual, y pronto haremos un Concurso de Boquilíneas todos juntos, juntos , los de todos los cursos” , les propuse a mis alumnos. —“Pero… ¿con los mayores también?” , también?” , se quejaron. “Con ellos no podemos competir” . competir” . Así que a los pequeños les enseñé a tocar las boquilíneas boquilíneas con las que iban a concursar (lógicamente, ellos no sabían), poniendo como sonido central —en la línea verde— el Mi de la primera línea, en la parte superior del gráfico el Do grave, y en la parte inferior el Si de la tercera línea, de manera que todos pudieran participar de una forma accesible.
A dos de los mayores les pedí que tocasen las líneas tal como estaban escritas —no a la inversa glissando, los niños pequeños que los como yo pedía— con la intención de que, además de practicar los glissando, https://www.trumpetland.com/tmp/index.php?section=articles&cmd=details&id=120
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escuchasen pudiesen identificar, por ejemplo, las direcciones de una frase de forma bien clara. E igualmente, por qué no decirlo, corregir a un compañero mayor siempre les resultaría emocionante , y yo pretendía usar esa emoción para que ellos mismos discriminasen las direcciones erróneas. Llegado el concurso repartimos unas tarjetas (menos bonitas que las que aquí presento). —“Servirán para calificar las boquilíneas. Todos seremos jurado” , jurado” , expliqué. Esto último nos permitiría
evaluar colectivamente, cosa que en las clases de Magisterio era lo más cool del del momento. El primero en calificarse sería el propio estudiante, dejando sus cartas boca abajo para compararlas más tarde con las opiniones del grupo. (Autoevaluación coordinada con la evaluación colectiva: la herejía se estaba completando.)
Y, cuando finalmente sucedió, sentí gran emoción. Sacamos en el concurso las boquilíneas que habían estado practicando los niños pequeños, y las tocaron bastante bien. Luego salieron aquellos dos mayores tocándolas al revés de como se suponía había que hacerlo. Recuerdo la complicidad con la que me miraban, fue bonito. Como era previsible, los pequeños corrigieron a los mayores; nos reímos y pasamos un buen rato. Ganó el más pequeño, por cortesía del resto de participantes (cosa que todavía, a día de hoy, no sé si fue correcto pedagógicamente hablando). Aquello fue tan bien que decidí adoptar esa metodología para el resto de mis días. Durante dos
semanas los niños habían estudiado más glissando con la boquilla que nunca… ¡Qué digo! ¡Habían estudiado más que nunca!
Novedoso ejercicio de boquilla para trompetistas: "las boquilíneas"
(En la videolección Movimiento de la columna del sonido en la boquilla: 'Boquilíneas' (1/2) Jordi (1/2) Jordi Albert explica y hace varias demostraciones prácticas de lo que son las boquilíneas boquilíneas,, aplicando siempre los conceptos de compresión y descompresión del aire.)
UNO APRENDE MÁS DE LO QUE ENSEÑA Yo mismo comencé a realizar aquellos ejercicios con las líneas escritas ‘al revés’ y, cuál fue mi sorpresa, cuando vi que aprendía un poco más rápido eso de los glissando. glissando. Muchos de los elementos que hoy
conforman mi técnica se los debo a este ejercicio y a aquellos niños . Y esto me ha sucedido https://www.trumpetland.com/tmp/index.php?section=articles&cmd=details&id=120
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prácticamente con cada una de las cosas que enseño y utilizo para tocar. De la necesidad de explicar alguna acción a un estudiante he encontrado errores que yo mismo cometía y ejercicios que me han servido para mejorar. Recuerdo que yo movía mucho mi embocadura en los intervalos, aunque estos fuesen muy pequeños, y este ejercicio me ayudó a resolverlo. Ahora siempre digo que cualquier intervalo es un glissando
rápido y cualquier melodía una boquilínea . Así lo estudié durante años, y así pude corregir algunos de esos errores técnicos que tenía. Muchos de mis estudiantes trabajan habitualmente las boquilíneas. Desafortunadamente no celebramos concursos, aunque sería bien divertido. Este ejercicio ofrece las ventajas habituales del estudio de los glissando glissando en la boquilla —sonido —sonido,, flexibilidad flexibilidad,, registro registro— — pero con otras ventajas (si son aplicadas correctamente). Estoy evaluando su funcionalidad en el estudio del trompetista a nivel medio y profesional. Te pido que me eches una mano entrando en este enlace y realizando un experimento: https://docs.google.com/forms/d/1Y https://docs.goog le.com/forms/d/1YYJ_uY3RF2kTp YJ_uY3RF2kTpsgE-eaSFfCpPh sgE-eaSFfCpPhsQH1h_zhdq sQH1h_zhdq1uZD1-E/viewform 1uZD1-E/viewform? ? c=0&w=1 Al final podrás descargar todos los materiales didácticos —cartas, boquilíneas y otras curiosidades— y harás un favor a la ciencia (y a mi corazoncito de investigador).
¿Seguro que ya realizaste el experimento? (Contiene información esencial para seguir leyendo.) ¡Allá vamos!
EL JUEGO Aquel 2004 traté de desarrollar en torno a las boquilíneas una metodología adaptada adaptada a los niños que realmente fuese funcional además de divertida. Creamos el Concurso de Boquilíneas y Boquilíneas y lo establecimos como algo oficial dentro de las clases.
Lo describiré brevemente aquí, por si algún compañero lo desea utilizar como recurso didáctico . Estas normas se ajustan a cada situación, lo importante es jugar. Os aseguro que yo me he tenido que adaptar muchísimas veces. Y, fruto de todas estas adaptaciones, hemos desarrollado una serie de dinámicas, imágenes y simbología específica del mundo de las boquilíneas, lo que al final ha acabado resultando muy simpático y entrañable en mi vida. Espero que os guste (podéis descargar todos los materiales necesarios para el concurso en el enlace anterior).
El juego-concurso tiene como objetivo desarrollar habilidades motrices (oscilaciones progresivas en la resistencia de la embocadura y en el soplo, entre otras cosas) y auditivas (cambios de tesitura graduales, discriminación del aturas, etc.) particulares del estudio de los glissando con la boquilla. Pero a la vez desarrolla habilidades interpersonales e intrapersonales como la crítica y la autocrítica, la observación, la evaluación, además de habilidades propias del aprendizaje, en términos generales, como la metacognición. Se realizará una vez cada mes (2) (2),, por grupos de edades, en una clase colectiva. Todos los estudiantes conformarán un jurado único. Competirán en diferentes categorías, pero todos evaluarán a todos los compañeros (3) (3).. Para ello se utilizarán dos series de cuatro tarjetas cualitativas (sin números): 1. La primera serie servirá para la evaluación general y aquí se elegirán, de entre toda la colección, cuatro tarjetas: tres con connotaciones positivas en escala de grado y una negativa. (Los niños pactarán el significado de cada una de las tarjetas, aunque se sugerirán gráficamente). 2. En la segunda serie de tarjetas se hará constar aquello que se considere correcto o incorrecto en cada ejecución, teniendo en cuenta cuatro aspectos clave: postura, respiración, paso del aire y lectura.
Pediremos a los niños que cada semana escriban sus propias boquilíneas en una hoja en blanco, por lo que tendrán disponibles varias boquilíneas para el concurso.
El concurso tendrá dos rondas: 1. En la primera, cada estudiante presentará los dibujos y los tocará. Si la evaluación del jurado es positiva en al menos un 70% de los participantes, esa boquilínea concursará. Con esto aseguramos que el estudiante se esfuerce en crearla pero también en estudiarla (supone un reto https://www.trumpetland.com/tmp/index.php?section=articles&cmd=details&id=120
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para los demás y a la vez un reto para él, pues si quiere complicarle la vida a sus compañeros tendrá que estudiar mucho más). 2. En la segunda ronda, todos los estudiantes participantes tocarán todas las boquilíneas que
hayan pasado la primera ronda . Tendremos que adaptarlas para que todos las puedan tocar según su registro real. real. (Para eso sirve la línea vertical a la izquierda del gráfico: contiene varias pestañas para registrar qué sonidos vamos a tocar cuando nos encontremos a la altura de cada línea. A la altura de la línea verde escribimos el sonido central —aquel sonido con el que nos encontramos realmente cómodos—; en el extremo superior, a la altura de la línea roja, anotamos el último sonido de nuestro registro real en el grave; y en la casilla inferior lo equivalente para el agudo. Las líneas naranja son de control, y para tener referencias intermedias. Así, los dibujos de las líneas se pueden aadptar a las habilidades reales de cada estudiante.) De forma adaptada, todos podrán resolver cada reto. Se irán evaluando y se anotará a aquellos participantes que obtengan más tarjetas positivas. Se podrán hacer varias pruebas eliminatorias hasta definir al ganador del concurso. Y, una vez en la fase final del concurso, tenemos muchas posibilidades para 'premiar' al ganador y seguir estudiando. Por ejemplo, a mí me gustaba inventar una canción para el campeón, la cual, claro está, se tenía que tocar con la boquilla y con boquilíneas. (¡Por cierto, We are the champions champions en boquilínea no suena tan mal!)
De este juego podríamos inventarnos muchas variaciones . En algún momento hemos llegado a hacerlo mezclándolo con el famoso juego Adivina la canción: canción: los estudiantes hacían sus boquilíneas acercándose con glissando a algunas melodías populares. Otras veces jugábamos a la imitación, a pregunta-respuesta, a realizar ritmos… Al final de la historia, de lo que es trata es de que los niños toquen la boquilla. Todo Todo se puede adaptar. adaptar. Hasta el ejercicio en sí mismo. La cuestión de la lectura inversa es un tema complejo que abordaremos en profundidad en otro momento. No obstante, si no estás de acuerdo o no te gusta —o simplemente no te funciona— puedes leer las boquilíneas como serían normalmente. No afectará de forma negativa. Así que ¡adelante! Adapta esto a tus necesidades necesidades si te interesa.
SEGUIMOS ADELANTE La cosa podría dar mucho de sí. En aquella época, yo era consciente de que quizás no debía abusar tanto de un solo juego, así que decidí crear más estrategias pedagógicas, y todo aquello se fue desarrollando poco a poco durante los
últimos catorce años. Se unieron otros recursos, y hoy soy un apasionado de la educación inicial en la trompeta. En realidad es algo maravilloso. Sigo trabajando con la educación del oído antes que la de la vista: escuchar antes que leer (o (o sea, sin partituras al principio), haciendo música tanto como se puede, bailando, jugando en equipo. Siempre con respeto hacia nuestra música. Siempre poniendo nuestro repertorio específico como centro del trabajo. Ojalá tenga la oportunidad de compartiros esta metodología más adelante. Por el momento, una línea en un papelito había hecho comprender a los niños lo que docenas de explicaciones no habían podido. La sencillez de la acción durante el juego, frente a la explicación más perfecta y soberbia. Sin duda había ganado la primera. Las recomendaciones metodológicas que recibía en las clases de Magisterio se podían aplicar y extrapolar perfectamente a las clases de trompeta. Las explicaciones de la clase de trompeta, provenientes de los grandes maestros, podían llegar a los pequeños gracias a una pequeña herejía.
Aquello era como cocinarles un pastel de zanahoria para que comieran hortalizas. Todos los días tocaban un ratito la boquilla. Y, al fin y al cabo, eso era lo que queríamos. Los glissando glissando fueron dando resultados; el objetivo central que tenían aquellas explicaciones iniciales tomó parte práctica en la técnica instrumental de los niños. Desde luego, todo aquello supuso un cambio en mi vida . Me inició en un mundo en el que no me había imaginado hasta aquel momento: la pedagogía de la música .
NOTAS: (1) Amigo, esto te estará sonando a chino… (2) Claro que podemos utilizar la temporalidad que queramos, pero sugiero que se realice a menudo para que haya continuidad.
(3) Sabemos que, en la trompeta, el ejercicio de escuchar y evaluar —sanamente— a los compañeros nos da nuevas pistas para nuestro aprendizaje, nos permite aprender a escucharnos a nosotros mismos, nos hace parte de un grupo, nos motiva, etc. Así que con esto estamos trabajando en equipo.
El texto de este artículo está extraído del libro Labios y mente de acero (Jordi Albert, 2010). Próximamente será puesta a la venta la 2ª edición en https://www.trumpetland.com/tmp/index.php?section=articles&cmd=details&id=120
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