HE RB ERT
S.
K L EIN
HISTORIA DE BOLIVIA DEL OS ORIGENES ORI GENES AL A L 2010 Cuarta edición, aumentada y corregida
Versión castellana de Josep M. Barnadas
LIBRERIA EDITORIAL EDITO RIAL "Q.U "Q.UM. M. LA LA PAZ - BOLIVIA
n
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A M ic h a e l H a r r y P in to u r i I I I
INDICE Nota a la Edición Boliviana ......................................... .
7
Nota del Traductor. ...........................................................
8
Prefacio a la Cuarta Edición................ Edición ............................... ............................... ................... ...
9
P rólo ró log g o a la Terce Te rcera ra E d ició ic ió n ...... ......... ...... ..... .... ..... ...... ...... ..... ..... ...... ...... ...... .....
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P rólo ró log g o a la S e g u n d a E d ició ic ió n ..... ........ ...... ..... ..... ...... ...... ..... .... ..... ..... ..... ...... ..... ..
12
Prólogo a la Primera Primera Ed ición ........................................
13
CAPITULO I
Geo grafía grafía y civili civilizaciones zaciones Preco lom binas .................
19
CAPITULO II
La C rea ción ció n de una socie so cie dad da d c o lon lo n ial.. ia l.... .... .... .... .... ........ ...... .... .... ..
40
CAPITULO III
Sociedad colonias tardía crisis y crecimiento ............
77
CAPITULO IV
Revolución y creación de un estado nacional, 1 8 0 9 -1 8 4 1 ........ ............ ........ ........ ........ ....... ....... ........ ........ ........ ........ ........ ....... ....... ........ ....... ....... ........ ....
107
CA PI PITULO TULO V
La crisis del estado, 1841 - 1880 .................................
138
CAPITULO VI Las épocas de la plata y el estaño,
1880- 1932.....
164
CAPITULO Vil
La disolución del orden estab lecido,
1932- 1952..
200
CAPITULO VIII
De la Revolución Nacional a la Guerra Fría, 1 9 5 2 - 1982.....................................................................
235
CAPITULO IX
Creando una democracia multiétnica, 1982 - 2002...........
268
CAPITULO X
La aparición de una élite mestiza e indígena 2002 - 2010
295
ENSAYO B IB L IOGRA FICO.....................................
326
CRONOL OGIA
HISTORICA ...................................
363
CUADROS ESTADISTICOS...................................
369
NOTA A LA EDICIÓN BOLIVIANA Esta Historia fu e escrita para el público en general y para el estudidnte universitario no boliviano y se propuso dar le los rasgos globales de la evolución histórica de la sociedad boliviana. P or tanto, es más un ensayo de síntesis que una rein terpretación original de las fuentes históricas primarias. Al mismo tiempo y como es de rigor en este tipo de li bros en Europa y Estados Unidos, también trata de ofrecer al lector informado los resultados de la más reciente investiga ción. Por lo que se refiere a Bolivia, durante los últimos trein ta años se ha producido un crecimiento importante en los estu dios sobre la historia tanto dentro como fuer a del país; este interés abarca por igual la economía como la historia del ar te, la antropología como los enfoques más tradicionales del análisis político. He tratado de asimilar en la obra todos es tos nuevos y diversos estudios, además de reexaminar las cuestiones que gozan de mayor tradición entre los historiado res bolivianos. Asi pues, el lector boliviano probablemente tendrá po cas sorpresas en el contenido del libro; más espero que se po drá ver hechos y procesos bien conocidos desde las diversas y divergentes perspectivas de las demás ciencias humanas, así como desde los intereses de los historiadores tanto bolivianos como extranjeros, Por fin, también abrigo la esperanza de que esta Historia ofrezca a los investigadores bolivianos una introducción útil a los estudios internacionales sobre el pasado de Bolivia. Nueva York, abril de 1982 H.S.K.
N O T A A L T RA D U C TO R
Con el fin de evitar to d a perp lejida d en el lector desprevenido, ofrecem os a con tinu ación la equ ivalencia entre las form as gráficas em plea da s en el texto y algunas de las q u e han ve nid o usándose hasta el presente, Nuestras op cio ne s tra ta n d e inspirarse en criterios internos a las lenguas andinas, d e cu yas culturas form an pa rte los términos en cuestión: FORMA
USADA
A ta w a ll p a
F O R M A T R A D IC IO N A L
A ta h u a lp a , A ta g u a lp a
Inka (ico)
Inca (ico)
Janansaya
Hanansaya
Kilakata
Hilacata
Kechua
Quechua
Lupaqa
Lupaca
Manco Qhapaq
M a n c o C a p a c (K a pa c)
Mit'ayuq (Kuna)
Mitayo (s)
Mitmaq (Kuna)
Mitima (es)
Quila
Colla
Qullasuyu Titu Yupanki
Collasuyu (Kollasuyu) Tito Yu pan qui
Tupaq Amaru
Tupac Am aro
Tupaq Katari
Tupac Catari
Waq'a
Huaca
Waskar
Huáscar
Yana (kuna)
Yanacona (s)
PREFACIO A LA CUARTA EDICIÓN En esta edición de mi Historia de Bolivia, básicamente la cuarta, me he encontrado con los problem as habituales en la periodización de la historia contemporánea. Como podrán advertir los lectores de las ediciones precedentes, no he dejado de ir cambiando los períodos posteriores a 1952; los historiadores y científicos sociales bolivianos no cesan de cambiar su percepción de lo que constituye los ‘recodos’ del pasa do reciente. A sí pues, he tomado las elecciones de 2002 como el punto de ruptura entre los dos últimos capítulos, habida cuenta de que los comentaristas locales han subrayado su relieve político en cuanto anuncio de la aparición de un nuevo sistema político. Hay que reconocer que esta periodización no se aplica a las tendencias social y económica, que abarcan ambas orillas de la censura; y que es muy probable que ésta quede reformulada en el futuro. También reconozco que estoy juz ga nd o tendencias contemporáneas en plena vorágine de algunos cambios mu y profundos que se producen en la sociedad y en la política de Bolima; y que los fu tu ros historiadores verán eso s cambios desde perspectivas diferentes. Está claro que algunos de estos cambios políticos, económicos y sociales contemporáneos darán lugar a unas evoluciones imprevistas. Aunque algunos lectores quizás pien sen que esto equivale a evaluar prematuram ente lo sucedido en los últimos cuatro años, me contentaré con responder que he llegado a una edad en la que ya no me será posible presenciar el desenlace de todo. Pero mi fascinación por Bolivia me ha empujado a emprender esta última versión porque he creído poder ofrecer, aun en esta etapa primeriza del proceso de cambio, algunos pu nto s de vista basados en mi interpretación del pasado y en mi larga experiencia de este país, que me ha fascin ado durante la mayor pa rte de mi carrera académica. En los ocho años transcurridos desde la última edición ha aparecido toda una nueva generación de científicos sociales y de centros de investigación, los que han producido una importante
bibliografía dedicada a analizar el cambio contemporáneo. En años recientes también ha habido un cambio sutil de definiciones en la sociedad boliviana, con un lento abandono de la palabra ‘cholo’ (que ahora se ha convertido en peyorativa) a favor de la etiqueta más genérica de ‘mestizo’. Quisiera destacar que la definición boliviana de ‘m estizo’ se aparta considerablemente del sentido m ás general que esa etiqueta tiene para la mayoría de los latinoamericanos: en Bolivia el ‘m estizo’ se identifica m ás íntimam ente con su pasado indígena que con el componente occidental de su cultura, tendiendo a mantener la vestimenta y otros símbolos identitarios, aunque adopte el español como su lengua principal. También el término ‘indígena’ se ha impuesto para definir a cuantos se autoidentifican como miembros de un grupo amerindio, aun que en realidad sea n ‘m estizos’. Si bien he adoptado esta nueva terminología en los últimos capítulos del libro, he dejado intacta la antigua en los capítulos que se ocupan del período anterior a 1980, p ues por entonces no se daban los nuevos sentidos a aquellos términos. A menos que indique otra cosa, toda la información estadística actual que menciono procede de fu e n tes guberna m entales bolivianas, sobre todo del Instituto Nacional de E stadística (INE); de la Unidad de Aná lisis de Políticas (Sociales y Económicas) (UDAPE), del Banco Central de Bolima (BCB), y de los respectivos ministerios del gobierno. Para la información estadística latinoamericana comparada dependo de los datos de la ONU y de sus grupos de investigación latinoamericanos la CEPAL y la CELADE. Para llevar a cabo esta nueva edición me ha ayu dado g randemente mi asistente José Antonio Pérez Cajías. Los amigos, colegas y exalumnos que aparecen en la edición anterior han seguido prestand o su apoyo y consejo. ' Menlo Park, CA, junio de 2010.
PRÓLOGO A LA TERCERA EDICIÓN
En esta revisión se ha escrito nuevamente los capítu los 3, 8 y 9; como también cambiado los cuadros estadísti cos y la bibliografía. En este trabajo he sido colaborado por Eric Langer, Clara López Beltrán, Manuel Contreras, Antonio Mitre y Harriet E. y Manelis Klein. Manuel Contreras me han prestado una gran ayuda al mantenerme al día con la pro ducción literaria sobre temas sociales y económicos. Clara López Beltrán ha seguido el trabajo de prensa de esta ter cera edición y también me ha proporcionado significativa ayuda con los temas coloniales. Quiero, además, expresar mi consideración al Banco Central de Bolivia, al Instituto Nacional de Estadística, UAPSO, Congreso Nacional, UNDP en Bolivia como también a las Naciones Unidas, al Banco Mundial y sus varias agencias, cuyos materiales estadísticos sobre Bolivia han sido puestos a disposición de académi cos a través de sus portales electrónicos. Finalmente, el constante apoyo de Judith C. Schiffner, ha convertido este proceso de revisión de mi Historia de Bolivia en una mara villosa experiencia. Nueva York, 9 de octubre de 2001
PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN
Al actualizar este texto he tratado de destacar en lo posible las tendencias a largo plazo que han influido en la evolución de los acontecimientos bolivianos recientes. Como sólo ha transcurrido una década desde la terminación de la primera edición, no siempre ha' sido fácil comprende r e interpretar los cambios estructurales más profundos que les subyacían. Las intensas luchas políticas de la última década con frecuencia han enmascarado aquellas transformaciones. Si los rápidos cambios en la economía nacional han tom ado por sorpresa a la mayoría de los analistas, las evoluciones sociales de larga duración han sido todavía menos fáciles de interpretar tanto para los bolivianos como para los extranjeros. En una historia general com o la presente, también es inevitable (y lamentable) que cuanto más uno se acerca al tiempo contemporáneo, cada capítulo abarca un periodo de tiempo más breve y se ha ce más cuesta arriba distinguir entre los sucesos efímeros y los cambios estructurales más pro fundos que influirán más en el futuro. Así se explica que en esta segunda edición haya que tomar co mo simples valoraciones provisionales, tanto la revisión a fondo del capítulo 9 como la inclusión de un nuevo capítulo final. No ha planteado, en cambio, tanto problem a la revisión del ensayo bibliográfico, que espero deje debida constancia de la extraordinaria productividad de los estudios bolivianos durante la dé ca da pasada. En esta tarea de revisión he seguido beneficiándome de la ayuda y las críticas de los amigos y colegas mencionados en la primera edición, además d e Silvia Rivera, Ricardo Godoy, Erwin Griesha ber y Eric Langer. También deseo agradece r a mis exalumnos Brooke Larson, Clara López B. y Manuel Contreras por com partir conmigo sus ideas y su trabajo; y a María Ligia Coelho Prado por su lectura crítica de los nuevos materiales. Nueva York, 18 de junio de 1990
PROLOGO A LA PRIMERA EDICION
La Historia de los pueblos de Bolivia es una de las evoluciones más complejas y fascinantes. Sociedad creada por conquistas imperiales y adaptaciones indígenas, actual mente sigue siendo una nación dominada por su campesina do de origen precolombino, aunque con una plena partici pación en la economía mundial. Es también la más india de las repúblicas americanas, donde en fechas tan recientes como las del censo de 1976 aparece que sólo una minoría de la población es hispano hablante monolingüe. Las lenguas amerindias quechua y aymara predominaron, incluso siguen hablándose lenguas preincaicas tales como el uru y el puquina. Así pues, Bolivia no es simplemente una réplica colonial de su último conquistador, el español, sino una amal gama nueva y compleja de culturas y etnias, en la que coexis ten elementos importantes de normas occidentales y no occi dentales. En el altiplano Andino y en los valles montañosos, con un clima extraordinariamente duro y hermoso, los boli vianos han creado una nueva sociedad multiétnica. Para la masa de los bolivianos, de la que dos tercios son campesinos, su cultura es mescolanza de normas e insti tuciones precolombinas y posteriores a la conquista. Los sis temas hispanos de gobierno fueron injertados en las organi zaciones de parentesco prehispánicas, poblaciones ecológica mente dispersas se transformaron en aldeas nucleares y reli giosas locales estatales fueron objeto de sincretismo, dando lugar a un nuevo catolicismo popular sumamente mezclado con los símbolos y mitos de la religión popular mediterránea. Los sistemas tradicionales de intercambio coexisten con un mercado sumamente desarrollado y el trigo es cultivado jun tamente con otros cultivos precolombinos, como la papa y la
coca. En las lenguas quechua y aymara los préstamos castella nos constituyen una parte importante del vocabulario y entre los mineros aculturados y las clases obreras urbanas los sis temas de creencia precolombinos se encuentran mezclados con normas occidentales modernas. Pero esta descripción de Bolivia como una sociedad dual no significa presuponer que Bolivia es simplemente un la boratorio de campesinos que avanzan hacia un nuevo idioma cultural, dentro un entorno duro, pero bello. Pues Bolivia es y ha sido desde la conquista castellana del siglo XVI, una socie dad de clases capitalista y occidental, en la que los indios han sido y siguen siendo una clase rudamente explotada de traba jadores. El gobierno que ha extraído el excedente de los cam pesinos y obreros, tradicionalmente ha sido un gobierno a car go de y para la élite “blanca", de habla castellana y orienta ción occidental. Si bien los “blancos ” bolivianos por su fe no tipo se parecen en gran manera a sus antepasados indios, su posición económica, social y cultural los ha encajado en el mol de clásico de una sociedad occidental europea. Educados po r europeos en normas europeas, incluso practicando una reli gión diferente del catolicismo popular de los campesinos, los “blancos han dominado al campesino, explotándolo con la ilusión de form ar una raza aparte. Pero la élite, que en un co mienzo estaba compuesta po r conquistadores europeos, poco a poco se ha ido mezclando, igual que todas las sociedades multirraciales de este tipo, y con el paso de los siglos ha sur gido un nuevo tipo biológico de antecedentes mestizos. ”
Así Bolivia, como la mayoría de las sociedades multiétnicas en América, ha llegado a definir la raza más como un concepto etnosocial que genético o incluso fenotípico. Las cla ses superiores, de habla castellana, vistiendo vestidos occiden tales y consumiendo alimentos no autóctonos, son blancas o, segitn los llaman los campesinos, gente decente. Las clases ur banas inferiores, la clase media inferior, y los agricultores ru rales libres que visten vestidos europeos y por lo general son
bilingües en castellano y una de las lenguas indias, son mesti zos, o, según se los llama en Bolivia, cholos. Los campesinos son los indios sin que importe sus antecedentes, y ha servido con obreros agricultores, mineros y soldados de la sociedad. Se les ha negado el acceso al poder , a menos que abandonaran sus normas y lenguas tradicionales y se integraran a la socie dad nacional en calidad de cholos o blancos. Así los campesi nos, más marginales, ambiciosos o capaces no han cesado de nutrir a las clases de los blancos y cholos. Incluso entre el campesinado monolingüe tradicional ha habido divisiones in ternas entre ricos y pobres y entre individuos de condición he reditaria alta y gente del común. En su evolución política Bolivia también resulta típica de estas sociedades multiétnicas en la historia de la domina ción de un grupo y de su lucha po r mantener su poder mono político, con fines de explotación, durante los siglos X I X y X X los blancos primero intentaron organizarse en un grupo cohe sionado capaz de negar el poder a los cholos e indios e intentó hacer funcionar los regímenes republicanos parlamentarios limitados, que constituían el privilegio exclusivo de la peque ña élite de los que hablaban en castellano; pero al igual que la mayoría de tales sistemas de América. El impacto del cam bio económico moderno que tiene lugar en la década de los años 80 del siglo XIX, provocó la desintegración de estos mun dos políticos cerrados y Bolivia pasó por épocas tormentosas al ampliar su sistema político como para que incluyan a la clase media y obreros. Pero este proceso de inclusión parcial y democratización creciente acabó derrumbándose. En este punto de su evolución política Bolivia se apartó nítidamente del esquema general americano, cuando un masivo movimien to revolucionario popular de obreros y clase media arrasó con todo el sistema político preexistente durante la revolución Nacional de 1952. Las reformas social, económica y política resultantes, si bien no destruyeron la sociedad dual ni elimina ron la culturización unilateral de los indios, redujo radica lmente el nivel de explotación. Por fin se dio a los indios poder
polít po lític ico o junt ju ntam amen ente te con sus tierras, tierras, y la mayoría may oría del sector sec tor explotador básico f u e nacionaliz nacionalizado, ado, Con su política, política, su econo econ o mía y su socied soc iedad ad tan drásticamente transformada transformadas, s, la evolu ción de Bolivia durante las últimas décadas décadas,, si bien comparte la crisis de los los gobiernos gobie rnos civiles latinoamericanos y el violen to conflictó confli ctó de las clases, clases, no p o r ello ello ha cesado de encamina enca minarr se p o r derroteros aparte de los del resto del continente. continente. También en su desarrollo económico Bolivia ha demos trado ser una nación nac ión relativamente insólita. insólita. Dentro de de la gama gam a de economías del mun mundo. do. Bolivia está está situada en en un un punto pu nto ex tremo tremo,, en calidad calid ad de un caso casi cas i clásico de economía abierta. abierta. Concentrándose Concentrá ndose en la exportación exporta ción de de minerales desde el siglo X V I hasta nuestros nues tros días, días, la econ e conomí omía a bolivian boliv iana a es extra e xtraord ordina ina riamente sensible a las condiciones del mercado mercado mundi mundial. al. Los cambios internacionales en la la oferta oferta y la demanda se se sienten sienten inmediatamente en la economía nacional, que depende total mente de la exportación exporta ción de minerales para pa ra obtener divisas ex tranjeras. Dado el pequeño tamaño y la densidad extremada mente baja baja de la población nacional nacional ( la más baja baja de Améri Amér i ca Latina), prácticamente está excluida la posibilidad que se desarrolle una una estructura estruc tura industrial nacional, nacional, a no ser en las más extremas condiciones de crisis social o de integración in ternacional. Así, Bolivia Boli via se aparta de la mayoría del Terc Tercer er mundo en su lealta lea ltad d al sistema sistem a de la ventaja relativa, relativa, incluso a pe p e sar sa r de la nacio na cional naliza izació ción n de la mayor ma yor p arte ar te de su econom eco nomía ía minera minera.. Esto ha significado durante siglos inversiones en la minería minería y dependencia de de las las importaci importaciones ones para pa ra abastecer to das las necesidades, excluidas exclu idas las básicas. básicas. Así, Así, la evolución evoluci ón histórica histórica poster po sterior ior a la conquista sigue de cerca cerca las líneas líneas de expansión y contracción de la economía mundial Pero a p esar es ar de esta dependencia extern externa, a, Bolivia posee también en un grado extraordinario extraordinario el control control nacional de sus propi pro pios os recursos, especi esp ecialm alment entee durante dura nte el perí pe ríod odo o nacional. Los Lo s empresar empr esarios ios bolivianos, bolivia nos, compue com puestos stos de blancos bla ncos y cholos, cholos,
control de la nación, nación, sin la intervención masiva de empresa rios extranjeros extranjeros y todas todas las penuria pen uriass que ello ello comporta para pa ra el desarrollo nacional. nacional. Naturalmente, Bolivia no ha estado exenta de las conjuras de sus vecinos vecinos o de potencias potenc ias más le jana ja nas. s. Pero Per o el espíritu esp íritu creativo creat ivo de sus pueb pu eblo loss le ha per p ermi mitid tido o sobrevivir sobrev ivir y condicionar condicion ar estas intervenciones intervenciones externas en el contexto contexto de sus propias propia s necesidades y preocupac preocupaciones iones.. Con toda su evoluci evolución ón histórica histórica fascinant fasc inantee y los rápi dos cambios que sin duda han tenido lugar en el períod per íodo o con temporáne temporáneo, o, Bolivia sigue sigue siendo siendo una una sociedad pobre y relati relati vamente atrasada, una de las más duras, si tenemos en cuenta la escala de de supervivencia humana en America. America. Toda Todavía vía hoy sus 4.6 millones millon es de habitantes padece pad ecen n las más altas tasas de mortalidad, las más bajas de esperanza esper anza de vida, vida, los ingresos ingresos más bajos p e r cápita del hemisferio occident occidental. al. Por el contra rio, rio, su perf pe rfil il social soci al y económico resulta resulta típico de la mayoría de los países pa íses pobres africanos y asiát asiático icos, s, compartiendo compartiendo así, po p o r desgracia, desgra cia, un bloque bloq ue común com ún de condi co ndicio cione ness con la mayo ma yo ría de los pueblos del mundo. Siendo Bolivia única única en tantos aspec aspectos tos,, form fo rm a parte íntima de la historia común de la Humanidad, desde su desa rrollo como sociedad conquistada multiétnica hasta su apari ción contemporánea contemp oránea como com o una nación que ha sufrido profundas profund as transformaciones transforma ciones sociales y un cambio político políti co masiv masivo. o. Espe ro explorar en en las las págin pá ginas as que siguen esta interacción interacción de es quemas occidentales occid entales y tradiciones precolombinas, precolombina s, de organiza ción clasista y sistemas sociales sociales duales, duales, de pobreza pobre za y explo tación y vigorosa vigorosa independencia y creativid cre atividad ad socia social. l.
Al A l empre em prende nderr esta e sta investiga inve stigación ción de la l a histo hi storia ria boliviana, he tratado de extraer extr aer y destilar d estilar unos unos veinte años de lectura, lectura, in vestigación y observación partici p articipante pante sobre sobre el tema tema.. Aunque quien no ha nacido en una cultura perder per derá á de vista muchos de tice e mi distancia del tema tema compensará
las posibl po sibles es deformaciones deformaciones.. Asimismo, Asimism o, como como miembro miembro de una una socieda soc iedad d industrial avanzada, avanzada, he tratado de permane perm anecer cer tan objetivo objetivo como fuer fu era a posible, sin dejar en suspens suspenso o mis propios juic ju icio ioss morales mor ales o intelec inte lectual tuales es y al mismo tiempo, tiempo, eludiend elud iendo o todo resabio resabio de condescendencia condescenden cia paternalista. paternalista. En mi larga educa ed ucació ción n como bolivia bol ivianista nista he gozad goz ado o del consejo, consejo, la instrucción instrucc ión y el e l apoyo constante de un grupo numeroso de estudiosos y amigos amigos.. Bernardo Bernardo Blanco Gonzáles Gonzáles y Teresa Teresa Gisbert Gisbe rt me introdujeron introduj eron en el campo c ampo de estudio: Gunnar Mendoza y Alberto Crespo guiaron mis investig investigacio aciones. nes. Silvia Rivera y Antonio Anto nio Mitre no han dejado de desafiar mis presupu pres upuesto estos, s, pon p onién iéndo dom m e fren fr ente te a los desarrollos desarr ollos más recie r ecien n tes, tes, entre investigadores más jóven jóv enes. es. Tamb También ién soy deudor deud or de la guía, críticas c ríticas y apoyo ap oyo de Xavie Xa vierr Albo, Albo, JJosep osep M. M. Barnadas, Barnadas, Philip Phil ip Blair lair,, Tristan Platt, Thierry Thierr y Saignes, Karen Spalding, Enriq En rique ue Tandeter y Nath Na than an Wacht achtel el.. Como mentore men toress intelec intel ec tuales e íntimos amigos, amigos, Marcello Carmagnan Carm agnanii y Nicolás Sánches - Alborn Alb ornoz oz han resultado de valor inestimable en este proyecto. proy ecto. También También desear des earía ía agra ag rade dece cerr a Stanl St anley ey Engerman, Engerm an, Har H arrie riett Manelis Man elis Klei K lein n y Rich Ri chard ard Wortman Wortman la lectur le ctura a crítica críti ca del manuscrito. Washington, mayo 1981.
CAPITULO I
GEOGRAFIA Y CIVILIZACIONES PRECOLOMBINAS
La evolución histórica de la sociedad boliviana no se puede com prender sin conocer el el contexto contexto am biental en que se ha producido. Bajo muchos aspectos Bolivia constituye una paradoja dentro del contexto de la evolución americana. A pesar de su situación cercana al Ecuador, Bolivia presenta pocos aspectos comunes con el trópico. Desde el asentamiento humano más pr p r im iti it i v o h a s t a n u e s t r o s , d í a s s u p o b l a c i ó n h a vivi vi vido do f u n d a m entalme nte a u na altura com prendida prendida entre 2.500 y 3.900 3.900 m ts. ts. sobre el nivel del mar, encontrándose la mayoría de la población ción y su s cu lturas m ás avanzadas a 3.600 3. 600 m ts. de altura o más. Si bien se trata de un medio no absolutamente inhabitable, las tierras tierras altas presen tan uno s suelos suel os más pobre pob res, s, uno s climas climas m u cho más fríos y secos deben hacer frente a unos condicionamientos ausentes en las tierras más bajas. Esta ecología exigió la domesticación sin par de plantas y animales al altiplano e incluso tuvo un efecto sorprendente sobre la fisiología humana: dado que las poblaciones alliplánicas se vieron forzadas a adaptarse a u n a can tidad limitada limitada de oxí oxíge geno no y a un as m edidas totalmente diferentes de presión atmosférica. Aunque unos dos tercios del territorio boliviano se com po p o n í a n d e l l a n o s tr o p i c a l e s y s e m i t r o p ic a le s , s i t u a d o s e n t r e los lo s desiertos costeños del pacífico en la región de Atacama (hasta el siglo pasado) por el oeste y los inmensos trechos de llanos orientales y llanuras que constituyen una parte de la cuencas fluviales del Amazonas y del Pilcomayo por el este, la humanidad se concentró en las tierras altas desde los tiempos más remotos hasta la actualidad. Como pueden apreciarse en el mapa las zonas ecológicas de Bolivia, las tierras altas y sus valles montañoso s asociados constituían sólo ólo un a p equeñ a parte de todo todo el el
b ien n Si bie
la s t i e r r a s b a j a s p o d í a n o fre fr e ce r u n o s s u e l o s m e jo r e s y la posibilidad de una vida más desahogada, su inaccesibilidad hasla la época moderna los hacía inútiles para todos, a excepc ió ió n d el e l p e q u e ñ o n ú m e r o d e c a z a d o r e s y re re c o l e c t o r e s seminómadas, aislados de todo contacto de importancia con los centros importantes de civilización avanzada. Por otro lado, el altiplano estaba bien articulado con las poblaciones bien densa s de cu ltura s av anzad as del del Perú Perú costeño y central. central. As Así, a p esa r de sus limitaciones, la amplia extensión de sus tierras arables, su potencial como zona ganadera de importancia y sus yacimientos de minerales accesibles hicieron de las tierras altas bolivianas el centro lógico de población humana. Conocidas por los los españo les con el el nom bre de altiplano, altiplano, esta s tierras altas bolivianas se componían de una enorme llanura, como como u na tabla, tabla, a u n a a ltura lt ura sum am ente alta. alta. Comenzando Comenzando por el norte del lago Titicaca, el altiplano se extiende por unos 800 kms. h acia el el sur, con una altura media de de uno s 3.900 m ts. ts. Formado por una apertura de los Andes meridionales en dos cadena s m on taño sas se pa rad as hacia 9 o de latitud s ur, el altipla altiplano no oscil oscilaa entre entre u n a a nc hu ra de poco pocoss kms. en su s comien comienzos zos ha sta unos 160 kms. en sus zonas centrales. Gran esfera elíptica, con el lago enorme en su cumbre, el altiplano es la llanura más alta y extensa de los los Andes, Andes, que a su vez vez son la cade na m on taño sa m ás exten sa del m und o. Dos tercios, tercios, de los casi 130.000 k m s2 que abarca el altiplano, se encuentran dentro de las actuales fronteras de Bolivia. Cada una de las cordilleras que bordean el altiplano presentan rasgos completamente diferentes. La cadena del oeste se llama Cordillera Occidental, siendo una cadena extremadamente estrecha y nítida, con una altura media de unos 4.950 mts., llegando a su pu nto m ás alto a m ás de 6.300 m ts. Pose Poseee pocos valles valles fluviales o llanuras habitables, formando una abrupta barrera que cie rra el altiplan altiplan o a todo acceso fáci fácill al m a r y a la cos ta del desierto de Atacama. Se constituyó como efecto de la actividad volcánica; está sometida a una considerable erosión y al mismo I iempo posee relativam ente pocos m ine rales dignos de ex plotación. En las estribaciones orientales que dan al altiplano sus suelos son muy áridos y en algunos puntos se constituyen enormes superficies salitrosas (las que están situadas en Uyuni son de tamaño mayor que el propio lago Titicaca). Así que la Cordillera Occidental constituye una dura barrera que impide el acceso acceso fácil a la costa. Pero Pero en s u s extremos se pten trional y m eridional, la cordillera permite el paso de unas vías más accesi-
la integración
una dirección más al norte o al sur. La Cordillera Occidental misma ofrece pocos atractivos a la población humana, tanto den tro como cerca de s u s límite límites, s, convirti convirtiendo endo a sí la mitad occi occi dental del altiplano en la zona de población menos densa de la región. Es totalmente diferente la Cordillera Oriental, que se conoce con los varios nombres de Cordillera Real, Central u Oriental. Mucho m ás a nch a y m ucho m ás queb rada que la la Cordi Cor dill ller eraa Oc cidental; la Cordillera Real contiene numerosos llanos fértiles y valles fluviales en todas las alturas que van entre los 4.200 mts. hasta unos pocos centenares de metros sobre el nivel del mar. A causa de su aspecto quebrado también facilita el acceso a las es tribaciones orientales (conocidas con el nombre de región de la montaña) y a los llanos bajos del Oriente. Los valles y llanos de la Cordillera Real son muy complejos, pe p e ro se p u e d e n a g r u p a r a p r o x im a d a m e n te e n g r a n d e s d ivis iv isio ionn e s seg ún su altu ra y extens extensión ión.. Los Los llanos llanos de altura m ayor están de fini finidos dos como valle valless de su b pu na y poseen u n m edio edio básicam ente templado, una buena capa acuífera, aunque con un clima relati vam ente seco seco y un a a ltura m edia sobre sobre el el nive nivell del del m ar de uno s 2.460 m ts. Por lo com ún son llanos largos largos abiertos, abiertos, con u n a ac cesibilidad relativamente fácil desde el altiplano más alto; los más densamente poblados son los valles de Cochabamba, Chuquisaca, la parte occidental de Potosí y la región de Tarija. Los valles fluviales abruptos de la parte central de la cordille ra, llamados Yungas, son má s húm edos y m ás tropical tropicales. es. De un a altu ra que oscila oscila entre los 2.460 y los 960 m ts., esto s vall valles es se se c a racterizan por una alta humedad, debida a los vientos amazónicos; así, poseen cultivos extensos de productos tropi cales y semitropi semitropical cales. es. Los m ás imp ortantes de tales yu ng as so n los los que es tán situad os cerca de la la ciuda d altiplánica altiplánica de La Paz; Paz; se llaman Ñor y Sur Yungas, Larecaja, Muñecas e Inquisivi. H istóricam ente estos vall valles es fuero n el el cen tro de la prod uc ción de maíz y coc coca, a, dos productos fundam entales de gran dem anda en el altiplano y que no se pueden cultivar allí. También fueron la zona de producción intensa de cítricos, frutas y café en el pe p e río rí o d o p o s t e r i o r a la c o n q u i s t a , s ie n d o a s í c o m p l e m e n t a r io s d e los centros altiplánicos. Otra serie de valles semitropicales fue ron los que están más aislados y que se encuentran en las pro vincias de Cochabamba y Santa Cruz. Aptos para producir los mismos productos que los valles de Yungas, en su mayor parte pe p e r m a n e c ie r o n d e s p o b la d o s e in a c c e s ib le s h a s t a el siglo sig lo XX. XX. lo otra zona importante de producción y poblamiento fueron
Cordillera Real. El mejor ejemplo es el sistema del valle de Cochabamba, esos valles ampbos que se convirtieron en los prin cipales productores de maíz, en la época precolombina, y de trigo, después de la conquista castellana. También fueron los princi pri ncipal pales es m anuf an ufac actu ture rero ross de chich ch icha, a, la bebida beb ida alcohólica alcohólic a he he cha de maíz. Dada la importancia de todos estos productos, los valle valless de de subpu sub puna na permanecieron permanecieron en constante contacto con el el núcleo de las poblaciones altiplárücas. Estos valles también se convertirían en los primeros centros de producción ganadera boliviana, de la m isma ism a forma que el altiplan alti plano o se convirtió en el centro de la oveja española. Antes de alcanzar los llanos de las tierras bajas amazónicas y chaqueñas, la Cordillera Real se diversifica en una serie de pequ pe queñ eñas as colinas coli nas y mon m onta taña ñas, s, que forman for man la zona de m ontañ on taña. a. Una vez vez atravesadas, se entra al m ar abierto abierto de las llanuras. l lanuras. Es tas se dividen en dos zonas distintas: Por el norte están los Lla nos de Mojos, a veces llamados los Llanos húmedos septentrio nales nale s o los Llanos Llanos del Be Beni. E stas sta s saba sa bana nass tropicales suelen suele n inundarse seriamente durante la estación lluviosa de verano (diciem (diciembre bre — abril). abril). En su centro centr o se encue enc uent ntra ra el río Mamoré Mamoré,, que forma parte del sistema de la cuenca amazónica. Al Sur de los Llanos de Mojos están las tierras altas del Macizo Chiquitano, llamado así por la antigua provincia de Chiquitos. De una altura ligeramente superior, esta zona comparte muchos de los rasgos del medio de Mojos, pero también es centro de yacimien tos minerales. Luego ego, hacia ha cia el sur su r está e stán n los los llanos secos del del Cha co. Extendiéndose desde Santa Cruz hacia el sur por las fronte ras ra s con el Bras Brasil, il, Paraguay y Argent Argentina ina y aú a ú n más m ás allá, allá, están est án las llanuras chaqueñas, secas y arenosas, que forman la cuenca del Pilcomayo; están cubiertas de vegetación dispersa y forman una amplia parte del territorio del país, aunque sólo abrigan a un quinto de su población. A ca u sa de su inaccesi inaccesibili bilidad dad y acu sad as variaci variaciones ones estacio estacio nales, nales , estas tierras ba jas perm anecieron sin explorar explorar ni ser ex p l o t a d a s h a s t a ti e m p o s r e c i e n te s . Si b i e n d u r a n t e el p e río rí o d o c o lonial hubo cierta producción de coca y cría de gan ado a lo largo largo del extremo oriental de la montaña de las tierras bajas en la áreas cercanas de las ciudades de d e Sa nta Cruz y La Paz, sólo con el desarrollo de la producción comercial de la goma silvestre, en la segunda mitad del siglo XIX, comenzó a ser importante la explo tación y comercio sistemático. A partir de entonces la produc ción agrícola comercial de azúcar y algodón se han convertido en indu strias importantes, important es, y la cría ganadera ha llegado a con
novaciones no tuvieron lugar a escala perceptible hasta los decenios centrales del siglo XX y aún, incluso ahora, sólo vive allí un tercio de la población nacional. Así pues, a lo largo de la historia de la población humana en Bolivia, el altiplano y sus valles orientales conectados con él fueron fueron la zona fundamental de activida actividad d hum ana, ana , siendo siendo el altialti plano el núcleo del sistema. Pero a pesa pe sarr de su posición centr ce ntral al y de la densidad de su población, el altiplano no contenía en toda su área de forma uniforme la población humana. La mitad occidental del altiplano contenía pocos minerales, suelos en su mayoría estériles y un clima extraordinariamente seco; en cam bio, la m itad ita d oriental orie ntal poseía suelos sue los b a sta st a n tes te s fértiles, enorme eno rmess yacimientos mineros y un clima relativamente más húmedo y caliente, debido a la presencia del lago Titicaca. Con sus 9.765 Km2, el Lago Titicaca ejerce una enorme influencia sobre el clima local, proporcionando humedad y relativo calor, de que no dispone el resto del altiplano. El resultado fue que la agricultura y pastoreo intensivos llegaron a ser ocupaciones esenciales de los pueblos que rodeaban el lago, proporcionando la base ecológica para la creación de un importante excedente alimenticio. Esto, a su vez, trajo el incentivo para la creación de sistemas culturales más complejos, el poblamiento en tomo al lago se produjo produ jo en u n a serie de llan lla n u ras ra s abie ab ierta rtass dete de term rmin inad adas as por po r las estribaciones y que que se conocen conocen por el el nombre nombre de cuencas, cuen cas, que se extienden por el sur hasta el gran valle fluvial que habría convertirse en la ciudad ciuda d de La Paz, Paz, a uno u noss 90 Kms. Kms. al su s u r del lago lago.. Las Las cuencas de las orillas del lago y la de Jesús de Machaca son las más valiosas por lo que se refiere a suelos y humedad, conectándose por el río Desaguadero. Este, a su vez, comunica los dos lagos del Titicaca al norte y del Poopó al sur, atravesando también tam bién las l as dos cuenc cu encas as meridionales meridionales de Oruro y Uyun Uyuni. i. Sin em bargo, la cuen cu enca ca de Oruro sólo sólo se encu en cuen entr traa m edian edi anam amen ente te po blada, blada , mientr mie ntras as que la de Uyuni Uyuni —la zona más m ás seca de toda tod a Bolilivia— es el centro centro de salares y en su mayor parte está deshabitada. El altiplano fue el hogar de la domesticación de los productos básicos bási cos alimenticios alimentic ios de la civilizac civilización ión andin an dina, a, desde desd e el d istan ist ante te pasad pa sado o precolombino h a sta st a hoy. hoy. En la región del lago lago Titicaca Titicac a se domesticó la papa, innovación que iba a tener impacto tan profundo profund o sobre la población mund m undial, ial, así as í como como la qui q uinu nuaa y u n a serie de tubérculos alimenticios. Helados y deshidratados, estos tubérculos se convirtieron en alimentos fundamentales de la
El altiplano fue también el hogar de la domesticación de los camélidos americanos: la llama, la alpaca y la vicuña. Animales de carga, productores de lana y fuentes de carne, fertilizan tes y calor, calor, estos cam ca m élidos élidos jug arían u n p apel imp ortante en la ecología y economía andinas. Desde los tiempos más remotos estos animales se en cu en tran en í ntimo ntimo contacto contacto con las poblaciones ciones h u m an as del del alt altipl iplano, ano, au nq ue la domesticaci domesticación ón y uso de los mismos, sólo alcanzó su máxima evolución en la época de los reinos aymaras históricos, sus rebaños fueron tan importan tes que los los aym aras anteriores anter iores a los incas previeron previeron esp acios cios pa ra su s animales lo lo mismo que pa ra su gente en todos sus p o b l a m i e n t o s fo rtif rt ific icaa d o s . E x c e len le n te z o n a d e c r í a c o n p a s t o s n a turales y artificiales, el altiplano fue también el hogar de la ove j a e u r o p e a d o m e s t i c a d a d e s p u é s d e l a c o n q u i s t a h i s p á n i c a . A unq ue p or lo lo general es incom incom patible con otro otro ganad o, la ovej ovejaa se integró con éxito a los camélidos americanos y actualmente ambos siguen siendo partes integrales de la economía ganadera am erindia. erindia. As Así, entre los grand es reb año s y la la ag ricultura in ten siva de tubérculos, las poblaciones indias del altiplano pudieron p r o d u c i r s u f ic i e n t e s a l im e n t o s y l a n a s t a n t o p a r a s u p r o p i a s u pe p e rv iv e n c ia y r e p r o d u c c i ó n , com co m o el e x c e d e n t e p a r a c a n j e a r p o r pe p e s c a d o , f r u t a , e s p e c ia s , m a íz, íz , coca co ca,, etc. et c. q u e n o p r o d u c í a n e n l a s tierras altas. El altiplano también poseía riquezas en yacimientos mineros, que se han explotado desde tiempos precolombinos hasta nuestros días y que definen a esta región como una de las grandes zonas mineras del mundo. La distribución de estos minerales sigue de cerca a las áreas fundamentalmente agrícolas del altiplano. Así, de la misma forma que los mejores suelos están situados en la mitad oriental del altiplano, un 80% de los inmensos yacimientos minerales de Bolivia se encuentra n en la la mism a zona. zona. Concentrados en u n a región región a la que se ha dado el nombre general de “faja estañífera”, la mayoría de los minerales de Bolivia se encuentran en la Cordillera Real y las llanuras conectadas con ella y valles superiores, que corren desde el noreste del lago Titicaca, pasando por la cordillera Oriental hasta la frontera con Argentina, al sur de Bolivia. De norte a sur la faja minera se divide en varias zonas definidas aproximativamente. Desde el sur del Perú hasta alrededor del nivel nivel del M uru rata existe la la del sector m ás antiguo, qu e contiene todo s los yacim ientos de oro, oro, explotados en su m ayoría m ed ian te la la m inería de placeres desde la época precolombina, así como como los del del wólfr wólfram am y otros metales. D esde el el M u ru rata h acia el su r
Importantes de estaño. Pero los distritos estañíferos impor tant ta ntes es aparecen aparece n en la tercera zona, zona, hacia el sur, que es la región región que va de Oruro hasta la frontera meridional pasando por Po tosí, conocida como la “provincia polimetálica”, a causa de su combinación sin par del estaño con la plata; esta región es el co gollo de los yacimientos mineros de Bolivia, conteniendo no sólo sólo estaño y plata en una u na abundanc abun dancia ia extraordina extraordinari ria, a, sino sino una un a multitud de metales raros, de los que muchos son exclusivos de Bolivia, fuera de tales minerales como plomo, bismuto, zinc y antimonio. Los únicos yacimientos importantes situados fuera de esta zonas son los de cobre en el altiplano occidental y grandes concentraciones de nitrato y cobre al otro lado de la cor dillera occidental, en el desierto de Atacama. El valle de Cocha bam ba m ba contiene contie ne u n a m ultitu ult itud d de metale me taless no ferrosos; en las la s es es tribaciones orientales orientales hay grandes yacimient yacimientos os de gas natur na tural al y petróleo, petró leo, a sí como el únic ún ico o yacim yac imien iento to de hierr hi erro o de toda to da la región. Así, los únicos minerales e hidrocarburos de que carecía Bolivia eran el carbón, la pauxita, el cromo, el platino y las pie dras preciosas. Esta extraordinaria herencia mineral, si bien explotada modestamente en la época precolombina, se conver tiría en la base de la importancia de Bolivia en la economía mundial, una vez esta región fuera descubierta por Europa. Además, incluso durante sus comienzos más modestos anterio res al siglo XVI, la metalurgia de las poblaciones altiplánicas constituyó u n importante impo rtante sector secto r de comerc comercio io entre ellas y las al tas civilizaciones de la costa peruana; las poblaciones bolivia nas primitivas mostraron su máxima originalidad en la meta lurgia y en su creación de una ecología altiplánica única adaptada adaptad a a las necesid necesidades ades humanas. Dada la extraordinaria importancia de los minerales, de los tubérculos y de los productos de los camélidos en la economía andina, las tierras altas siguieron siendo la zona fundamental de explotación para los pueblos de Bolivia anteriores a la con quista, estableciendo así el modelo que predominaría hasta nuestros días. Pero la utilidad del medio ambiente del altiplano, a pesar de la creatividad de sus poblaciones humanas, era limi tada. Por esta razón las poblaciones altiplánicas han entrado constantemente en contacto con las poblaciones de los valles y de los llanos bajos para obtener productos alimenticios comple mentarios básicos que no podían producir. Esto, que se llama la “integración ecológica vertical” e implica intercambios de pro ductos entre zonas ecológicas acusadamente diferentes, ha sido u n rasgo com ún de la la vida vi da hum ana en esta región desde los co
colonos del altiplano figuran en todos los valles orientales y también tam bién incluso tan ta n lejos lejos como como la costa cos ta del Pac Pacíf ífic ico o por el oeste. oeste. Un Intenso comercio interregional se convirtió en el sello dis tintivo de todas las culturas avanzadas del altiplano. Comer ciando ciando tubérculos, carne y lanas lana s de sus su s inmensos i nmensos rebaños de lla lla mas, alpacas y vicuñas, las poblaciones altlplánicas obtenían coca, maíz, pescado, frutas y legumbres de las zonas de tierras baja ba jas, s, mant ma nten enien iendo do así as í u n a base ba se de subs su bsis iste tenc ncia ia varia va riada da.. A lo largo de siglos de expansión, cambio, y por fin, la conquista europea, los pueblos altiplánicos mantuvieron esta integración ecológica vertical y lucharon contra todos los intentos de aislar el altiplano de sus fuentes regionales de comercio. En realidad, hasta nuestros mismos días la integración ecológica vertical es un tema dominante de la organización social y económica en la Bolivia rural. A este respecto, como en tantas otras cosas, la zona que aca bar b aría ía formando form ando la repúbli repú blica ca de Boliv Bolivia ia ten te n ía m ucho uc ho en comú co mún n con toda la región andina, de la que sólo constituía el sector me ridional. Las tierras altas, central meridional del Perú actual, con contextos geográficos semejantes dieron lugar a esquemas de integración semejantes, particularmente en la región al norte del lago Titicaca. Además, toda la región andina compartiría una misma historia cultural. La llegada del hombre primitivo en la región andina data por lo menos de 21.000 años, aunque los restos restos de su presencia presencia en e n las tierras altas han tenido una peor conservación que a lo largo de la línea costera del Pacífico. Pero tanto el área cultural altiplánica como la costera compartieron en el período anterior a 2.500 a. C. C. un u n sistema de subsistencia basado en su mayor mayor parte en la caza y recolección con poblaciones seminómadas. Mien tra tr a s que en la zona zona costera la poblac población ión hum hu m ana an a se concentró concentró en los recursos marítimos, los pueblos altiplánicos se dedicaron para pa ra s u subs su bsis iste tenc ncia ia a la caza de los anim an imale aless salvajes. Desde fines del último período glacial ca. 8.000 a.C., Comenzó el lento desarrollo de la domesticación de las plantas y animales. La agricultura y la ganadería acabaron siendo las formas predomi nantes de subsistencia, sólo después de unos 6.000 años de experimentación. Hacia 2.500 a.C. las tierras altas del Perú fueron el escenario de una transformación fundamental hacia una agricultura ba sada en aldeas. La sedenterización, el aumento en la densidad demográfica y una organización social más compleja en cuanto a gobiernos multicomunitarios, pasó a ser la norma. Durante el
este ritmo creciente de la vida agrícola aldeana. Nacieron centros urbanos más dignos de tal nombre y la formación de centros ceremoniales religiosos marcó los comienzos de sectores sociales no productores de alimentos que prestaban servicios a los agricultores a tiempo completo. Si bien no está todavía esclarecido el proceso que impulsaba a los horticultores aldeanos a sacrificar una parte de su excedente en favor de los grupos grup os no producto prod uctores res de alimentos, los indicios procedentes de los Andes sugieren que se trataba fundamentalmente de motivaciones técnicas y/o religiosas, que condujeron a la formación de gobiernos complejos intercomunitarios. La existencia de centros ceremoniales aislados de los pobl po blad ados os agríco ag rícolas las y la creac cre ació ión n de sist si stee m a s complejos complej os de rere gadíos gadíos parecen pare cen reforzar reforzar esta interpretació interpretación. n. La siguiente etap e tapaa importante imp ortante en la evoluc evolució ión n Andina, Andina, el uso difundido de la cerámica llegó tarde al área peruana: sólo ca. 1800 a.C. la cerámica, junto con el desarrollo de la tecnología metálica, fueron indicadores importantes de la creación de estados cada vez mayores y de poblaciones más densas. En las tierras altas, piezas de cobre de la cultura Wankarani, procedentes de la la región región cercana a Oruro, Oruro, dat d atan an de 1200 1200 a 1000 1000 a.C., a.C., mientras mien tras que se encuentra cerámica en todos los yacimientos costeros y altiplánicos que datan de este período. Alrededor de 800 a.C. la evolución de la cultura Chavín trajo innovaciones por todo el área andina. Esta cultura, cuyo núcleo central se encontraba en las tierras altas centrales y valles costeros conectados, conectados, cono conoció ció la primera expansión masiva de la ini nfluenc fluencia ia de una un a cultu c ultura ra importante importante sobre sobre una u na regió región n muy extensa. Fue un período caracterizado por el uso generalizado de textiles y oro, así como por el desarrollo de técnicas avanzadas de cerámica y la urbanización. Se construyeron centros ceremoniales importantes a lo largo de la costa y del altiplano: casi todos los valles y llanuras ahora fueron permanentemente po blados. blados . En todos tod os esto es toss desarrol desa rrollos los las la s tier ti erra rass a ltas lt as meridion meri dionales ales de Bolivia, aunque comparten muchos de los rasgos encontrados en otras partes, parecen concentrarse en la metalurgia tanto de metales puros como el oro y la plata como también de las aleaciones refinadas. Aunque la cultura Chavín no alcanzó tan al sur como el lago Titicaca, una cultura limítrofe y posterior, conocida con el nombre de Paracas, influenció las áreas costeña y altiplánica meridionales, aunque todavía no se conoce por completo su alcance. Hacia el 100 a.C. el estilo Chavín desapareció de la zona andina, siendo sustituido por estilos locales pujantes, limitados a un
valle o a una zona de drenaje. En la costa surgieron las culturas Mochica y Nazca. En las tierras altas creció la cultura Wari, cerca del Cuzco, y apareció un centro importante en la pequeña aldea de Tiwanaku, al sur del lago Titicaca. Estas culturas vivieron la introducción y la domesticación final de todas las plantas y animales conocidos, así como el pleno desarrollo de la tecnología peruana. En las tierras altas bolivianas se descubrió el cobre y la aleación de estaño Haronee). Aunque desarrollado en su plenitud por los altiplánicos meridionales, el bronce no fue adoptado universalmente en la zona andina para un uso bélico o agrícola y, a diferencia de Eurasia, produjo un escaso impacto tecnológico. El crecimiento de un centro de cultura viable importante en Tiwanaku constituyó una innovación de peso en la historia boliviana. Situado a unos 17 kms. al sur del lago Titicaca y a una altura de 3.936 mts. Tiwanaku fue una población agrícola avanzada con objetos de cerámica y metálicos a partir de ca. 100 d.C. Sin embargo, sólo después de 600 d.C. esta influencia comenzó a extenderse más allá de su perímetro local. Su importancia en la historia andina se debió tanto a su ubicación insólita como a su dominio dentro de toda la región desde aproximadamente el siglo VII hasta el siglo XIII de nuestra era. El más meridional de los grandes imperios andinos precolombinos, fue también uno de los pocos altiplánicos. Porque sus estilos artísticos y diseños característicos influenciaron la cerámica a lo largo de todas las tierras altas y en la mayoría de las tierras costeras, en un principio se pensó que el imperio tiwanacota surgió mediante la conquista. Así, algunos investigadores han supuesto que la influencia de Tiwanaku fue puramente religiosa y que reinos profanos tales como el de Wari (700 — 1100 d.C.), situado en la región de Ayacucho, fueron más importantes en la difusión de su influencia. El interrumpido descubrimiento de nuevos centros “religiosos” tiwanacotas con su plaza o plataforma rectangular característica, rodeada de bloques de arenisca y basalto (llamadas Qalasasayas), han sugerido una posible tercera interpretación: la de colonias religiosas y/o comerciales tiwanacotas distribuidas entre las regiones altiplánica, valluna y costera, que difundieron la influencia de la cultura tiwanacota por medio del contacto directo. En las tierras altas este período va asociado a una intensificación de la agricultura y a una nueva expansión im portante del cultivo en terrazas. Así se puede suponer que la civilización tiwanacota estuvo vinculada a un aumento importante el ritmo, de los cambios económicos del altiplano. Pero
lo que hizo que este nuevo imperio se extendiera tan rápidamente después del 1.000 d.C. y por qué se vino abajo tan repentinamente después del 1.200 d.C. todavía resulta descono cido a causa de la falta de pruebas arqueológicas sistemáticas. Con el derrumbe de Tiwanaku y la coetánea ruina del imperio Wari, en el área andina surgieron durante tres siglos una multi tud de estados e imperios regionales. Entre los más distinguidos de estos nuevos estados figura el de Chimú, en la costa peruana septentrional, con su gran centro urbano en Chan —Chan. En las tierras altas en tomo al lago Titicaca los grupos más impor tantes fueron la federación Chanka, al norte del Cuzco, y los reinos aymaras a orillas del lago Titicaca y en el altiplano meridional. La evolución de los reinos aymaras señala el comienzo del período histórico en la historia de boliviana. Los aymaras fue ron los que dominaron las tierras altas centrales de Bolivia des de fines del siglo XII hasta la llegada de los españoles en el siglo XVI. Según las tradiciones orales recogidas por las crónicas españolas y mestizas y el testimonio arqueológico, resulta claro que los reinos aymaras representan una desviación importante del periodo tiwanacota precedente. La concentración de pobla ciones a lo largo de la orilla lacustre en comunidades abiertas, la comunidad de los estilos y decoración cerámicos y la concen tración en la agricultura de terrazas ahora queda reemplazada por poblaciones fortificadas (pukara) en las cumbres, un desa rrollo mucho más intenso de una cultura ganadera camélida y una religión más localizada, según viene representada por las chuüpas o edificios ceremoniales y funerarios locales en todas las comunidades. Los pueblos de lengua aymara, más bien belicosos y agresi vos, parecen haber llevado a su último extremo la tendencia pem ana a la organización dual. Si bien se considera generalmente que hubo por lo menos siete “naciones importantes” de ha blantes aymaras, parece como si cada nación estuviera dividida en dos reinos separados. Así los Lupaqa y los Qolla, para men cionar sólo las más numerosas de estas naciones, tendrían un gobierno Urqusuyu y Umasuyu, cada uno con su propio “rey” y controlando cada uno territorios diferentes. Las pruebas lingüísticas y geográficas sugieren que la mitad Urqusuyu de cada nación estaba concentrada fundamentalmente en los cen tros fortificados de las cumbres montañosas, situadas al oeste y sudoeste del lago Titicaca, con sus colonias agrupadas a lo largo de la costa pacífica, mientras que el Umasuyu de cada nación
colonias en los valles orientales anexos y en la región de montaña. Los reinos aymaras se extendían desde inmediatamente al sur del Cuzco hacia las tierras altas septentrionales de lo que hoy es Bolivia. El núcleo de la región eran los poblados altiplánicos; la división dual de las “naciones" corría más o me nos uniformemente a lo largo del eje noreste —sudeste que cruza el lago Titicaca. Los estados más poderosos eran los que estaban centrados en tomo al lago, que se puede considerar el corazón de los pueblos aymaras. Entre ellos, los Qolla y los Lupaqa contro laban la mayor parte de la ribera del Titicaca y, juntamente con los Kana al norte, eran considerados los reinos aymaras más importantes. Igual que la sociedad inkaica, que conoce mejor, los reinos aymaras prehispánicos estaban bien organizados en una com pleja amalgama de estructuras corporativas y de clase. Habían los Ayllu o grupos de parentesco, cada uno de los cuales se di vidía en una mitad superior (Janansayaj e (Urinsaya), a las que pertenecían todos su s miembros. Pero la nobleza de cada reino particular estaba asociada con los ayllu janansaya , mientras que el vulgo formaba parte de la mitad urinsaya. Aunque la per tenencia resultaba vital para todos los indios y sus derechos co munes a la tierra dejan extender una estructura comunal de esti lo corporativo, los aymaras también tenían Jefes regionales o kuraka, quienes poseían tierras con independencia de los ayllu y se aprovechaban del trabajo libre de los miembros de los ayllus que gobernaban. A su vez, estos kuraka gozaban del servi cio de miembros del ayllu a nivel local, conocidos con el nombre de jllakata, que parecen haber sido los jefes de cada lugar. Así pues, entre los reyes, los kuraka y los jefes locales (jilakata), hubo un grupo de individuos con acceso a la propiedad priva da y con derechos hereditarios a las tierras y a la prestación de trabajo independiente de la estructura básica del ayllu. No se sabe si éstos dependían en último término del favor real o eran verdaderamente personales, con lo que habrían sugerido una in cipiente estructura clasista. También hubo varios grupos de obreros y artesanos que acaso no pertenecieron a ningún ayllu, sino que dependieron directamente de la nobleza. En la época inkaica se los llamó yanakuna, pareciendo ser o siervos o escla vos. Además de las estructuras socio políticas y económicas com plejas que existieron en el núcleo de las regiones altiplánicas, tanto los kuraka como los ayllu también poseían colonos que trabajaban para ellos en diferentes zonas ecológicas. Conocidos
con el nombre de m itm a q k u n a , estos colonos altiplánicos eran el lazo vital que unía la economía interregional y multiecológica, tan crucial para su sustentación de las pobla ciones nucleares altiplánicas. Cada a y llu y cada nación con su nobleza ten ía colonos que cultivab an los valles tem plados y semitropicales. A cambio de carne altiplánica, papa, quinua y p ro d u cto s de lan a, esto s colo nos p a g ab a n con cu alq u ier co sa (desde el pescado y la sal del excedente de las aldeas costeras pacíficas h a s ta el maíz, la coca y las fru tas de los y u n g as y valles de subpuna). En estas regiones lejanas muchos colonos con vivían con las poblaciones locales no aymaras. Así, muchos de los valles orientales escarpados mantenían un conjunto de ins tituciones, com unidad es y propiedades que iban d esde las fincas privadas de los k u r a k a y com un idades de colonos de los a y ü u al tiplánicos hasta los a y llu autóctonos de los grupos locales. De esta forma en estos valles y tierras bajas coexistió el trabajo es clavo y libre; las aldeas d epend ientes y a u n las nacion es ind e pend ientes. Todo este sistem a de integración vertical de sistem as m icroecológicos (que ha sido com parad a a u n archipiélago), b asad o en la producción de diferentes cultivos y ligado a una economía no de mercado por medio de refinados sistemas de parentesco, in tercambio y obligaciones laborales, fue fundamental para man tener una sociedad poderosa y económicamente vital en el alti pla no. Fueron ta n exte nsos estos acuerdos núcleo — co lonia, que los pueblos altiplánicos llegaron a mantener colonias para la m inería del oro y la p lata en Carab aya y otros valles orientales, convirtiendo a los Aymara en los primeros productores de oro de los An des, as í como los pas tore s de m ayor pericia. La riqueza de estos reinos fue tal, que incluso a pe sar de las conq uistas in ka ica y ca stella na , en los siglos XVI y XVII tod avía se las c on si de raba provincias extraordinariam ente ricas. Pero los Aymara no estaban solos en el altiplano. Junto con estos pueblos coexistía u n g ran núm ero de pueblos de habla u ru y p u k in a , conocidos con el n om bre gen eral de U ru. A grup ad os como los Aym ara en a y llu s duales, los Uru tenían sin embargo cerrado el acceso a las tierras y rebaños, a pesar de vivir entre los Aymara. Carecían de organizaciones políticas amplias y tra b a ja b an an te to do como p escad ores y agricultores p a ra lo s Ay m ara. Resu lta difícil decir si eran pueb los som etidos y conq uis tados, pu esto s bajo s u control por los Aymara. El idioma pu kin a de los Uru representaba una de las tres principales lenguas altiplánicas del Perú anterior a la con qu ista, ju n tam en te con el kechua y el aymara. Pero en el momento de la conqui sta
hispán ica los Uru eran pueblos pobres, que vivían en pequeñ os gru po s en todos los reinos altiplánicos , aun qu e todavía conse r va ba n colonias disp ersa s a lo largo de la cos ta pacífica y en los llanos orientales. Además, el respeto cultural, ya que no político ni económico, que los Aym ara dem ostrab an p or los Uru, parece p resu p o n e r que ésto s fueron an terio res a lo s A ym ara y era n los restos de una civilización precedente y más avanzada. Ha habi do incluso qu ien ha argum entado que fueron los que con struye ron Tiwan aku. Sea lo que fuere de ello, en el m om ento de la lle gad a de los españoles los Uru, au nq ue todavía mu y num erosos, eran en su totalidad tan pobres que en su m ayoría pudieron elu dir el tributo colonial. Guerreros, económicamente poderosos y abarcan do la mayor p arte del altiplano y de las regiones al este y oeste del m ism o, los Aymara en la segunda mitad del siglo XIV fueron los pueblos dom inantes dentro de Bolivia y en u n sector im po rtante del Perú meridional. Pero a causa del crecimiento de la población y de la riqueza a lo largo de los Andes, p or es ta época re su ltab a inevita ble que se in te n ta rá u n a n u ev a organización im perial de la región. M ientras m uch os e stado s poderosos florecían en la costa p eru a n a , la s c u ltu ra s altip lán icas se h a b ía n convertid o en cen tros vitales de estad os ex pan sionistas desde la época de Tiwana ku. Desde la ú ltima m itad del siglo XV los nu m ero so s reinos ay marás se encontraron en directa competencia con el estado imperial de un a nac ión de habla k ech ua q ue nac ía en la región del Cuzco, al norte del Titicaca. En las primeras décadas del si glo XV los varios esta do s en com petencia de las tierra s altas c en trales se habían dividido en agrupaciones principales, surgien do los que h ab lab an K echua, del Cuzco, como la m ás po derosa de las nuevas naciones. En las décadas centrales del siglo los Ke chua expansionistas, que pasaron a ser llamados Inka por el nom bre de su s gobernantes, se había extendido ha sta las tierras altas septentrionales y pen etraban lentam ente por el su r hacia las regiones del lago Titicaca. E n la déca da de los añ o s s es en ta p u d iero n extender s u in fluencia a lo s reinos aym aras, incapaces de un irse co ntra la am enaza inkaica a c au sa de las quisquillosida de s tradiciona les internas . En último término esta debilidad, a p esa r del relativo poder de los Aym ara — que, sin d uda , e ran los oponentes posibles m ás fuertes contra u n a hegemonía inkai ca en toda la región altlplánica — condujo a la pérdida gradu al de indepe ndencia de los reinos Aymaras a fines de aquella déca da.
económica y política de los reinos aymaras. Conservando a sus jefe s trad icio n ales y c o n te n tán d o se con s a c a r excedentes m ediante el pago de tributos, los Inka poca cosa hicieron para perturbar el edificio de la vida aymara. Esta región fue organizada como provincia propia, conocida con el nombre de Q o l l a s u y u (uno de los cuatro s u y u del imperio). No obstante, la integración no fue pacífica y en 1460 se produjo una importante rebelión co ntra los Inka en la zona de los reino s del lago. El res ulta do fue que los restantes reinos independientes fueron conquistados, instalándose m itm a q k u n a de habla Kechua en colonias por Lodos su s territorios, especialmente en el valle de Co chabam ba En realidad, fue esta rebelión y las guerras conectadas con ella las que determinaron la composición lingüística de Bolivia desde el siglo XV h a st a nu es tro s días. Entre los Aymara, los L u p a q a y los Q o l l a conservaron la m áxima autonom ía, aun qu e ahora cad a vez fueran integrados m ás e strecham ente al Imperio Inkaico a medida que las c arreteras, almacenes, fortalezas, nuevos centros urbanos y colonos militares fueron ocupando las tierras altas y valles. Igual que los otros tres distritos del Imperio Inkaico, el Q o l l a s u y u había de p ag ar tributo , enviar s u s objetos sa grad os al Cuzco y perriiil ir que su juve ntu d noble fuera educada por los gob ernantes de aquella ciudad. El que conservaran su s lengu as y las estru ctu ras social, económica y aun política autónomas en tal medida, es un tributo a su riqueza y pod er en la época preinkaica, asi como a su sentido de identidad étnica poderosa. Ni siquiera la conquista castellana, con su apoyo deliberado a una kechuización en aumento, pud o borra r la cu ltura aym ara. Para cuando los Inka habían dominado por completo los reinos aym aras, a su s aliados y a los pequeños grupos de los valles de su bp un a y yunga s dentro de la zona cultural altiplánica, ya habían elaborado por completo los rasgos básicos de su organización imperial. Pero los principios de un sistema económico, social y político coherente se encontraban todavía en un lento proceso de implantación cuando, unos 80 años más tarde, los españoles pusieron fin al experimento de la organización ínkaica. La prematura cancelación del estado Inka en el momento en que sólo comenzaba a madurar, ha hecho extremadamente difícil el análisis de la naturaleza precisa de la sociedad inkaica en la segunda mitad del siglo XV y primera del XVI. Según el relato oficial de los españoles, el estado inkaico era una organización autoritaria y paternalista, basada en princi-
priv ada, el estad o d istrib u ía b ien es y servic ios co b ran d o im p u esto s que podían su b ir h a s ta los dos tercio s de la producción del campesinado andino. Los campesinos, a su vez, estaban organizado s jerárq uica m en te en grup os decimales de 10, 100, etc.; por fin, el m ism o im perio esta b a ad m in istrad o en cu a tro d istritos básicam ente homogéneos, con una burocracia estatal que de pen d ía por com ple to del In k a y e s ta b a aso cia d a p o r a g ru p a ciones de clan a los gobernantes del estado. Una religión estatal que acentuaba las virtudes cívicas y era totalmente sincrética respecto a la totalidad de las religiones precedentes, fue el instrum ento que garantizó el consenso de las m as as p opulares. Mientras que los gobernantes del imperio acaso se dieron cu en ta de su sociedad de un a forma totalm ente coherente y ra cional, en realidad la rápida y fresca conquista de todo tipo de pueblos dio lu g a r a u n a socie dad rela tivam ente hete rogénea. Es verdad que la red caminera fue construida en su totalidad y el increíblemente extenso sistema de almacenes existió, de manera que en realidad los Inka podían almacenar el excedente de cualquier área para el uso en todo el imperio en épocas de escasez o de necesidad imprevista así como p ara m an ten er a los arte sanos no agricultores y a un ejército profesional. Pero existieron importantes elementos de propiedad privada dentro de este amplio sistema no mercantil. Así, los nobles que se habían sometido pacíficamente a los Inka conse rvaban su s tierras y su s trabajadores, de la misma forma que los nobles inkaicos distinguidos podían conseguir tierras privadas y la explotación de y a n a k u n a o siervos sin tierra. Además, aunque los estados preexistentes podían quedar organizados dentro de provincias más amplias en la estructura inkaica, conservaron mucha s formas de gobierno pre Inkaico; por fin, a pesar del traslado de objetos religiosos al Cuzco y la quechuización forzosa de las élites locales, las m as as tendieron a conse rvar las religiones locales intactas y a seguir hablando las lenguas locales. Por otra parte, como lo demuestra el caso de los Ayinara, los acuerdos anteriores a la conquista entre colonos altiplánicos y pueblos dependientes q uedaron vigentes en buen a parte, pu es los Inka no p u sieron en duda seriamente la viabilidad de las estr ucturas sociales y políticas antiguas mientras no constituyeran una amenaza a su propio control. Así, el Imperio inkaico mantuvo un mosaico de estructuras políticas, re ligio nes y le nguas; inclu so conservó u n im portante sector de privada dentro de sus fronteras. Aunque no estaba por completo de acuerdo con su propia idea, el Imperio inkaico fue, sin embargo, u a fuerza poderosa y cohesi , probablemente,
el estado y la estructura económica más sofisticados que elaboraron los pueblos americanos con anterioridad al siglo XVI. También llevó a cabo algunos proyectos de ingeniería agrícola m ás impo nentes de América. D esde el Ecuad or h as ta la frontera meridional boliviana se construyó una red carretera que facilita b a el acceso de todos los sectores del Imperio al Cuzco p ar a el hombre y los animales. Miles de hectáreas de nuevas tierras agrícolas se crearon mediante complejas obras de andenes en las faldas abruptas andinas; inmensos complejos de almacenes fueron construidos para albergar enormes cantidades de alimentos duraderos para toda la población. Así, el Imperio funcionó como gran distribuidor de bienes y servicios por una vía no mercantil y probablemente creó un bienestar y una riqueza entre toda la población sin paralelo desde aquellos tiempos hasta n u es tro s días. Por fin, su organización económica y social extremadamente coherente proporcionó un grado extraordinario de ju stic ia social y económ ica tal como reconocieron inc luso los españoles, pu es los Inka hicieron grand es esfuerzos pa ra aliviar las condiciones pesadas de trabajo mediante reclutamiento de mano de obra cuidadosamente seleccionada de corta duración y con plenas garantías por parte del estado en cuanto se refiere a propo rcion ar el so stén y retrib ució n a las fa m ilias de los tra b a ja d o re s. Así, el cam p esinad o debía ac u d ir por m it'a o tum o de trabajo forzado a las minas o proyectos de ingeniería, al ejército o al servicio personal durante períodos de tiempo perfectamente delimitados, plena y efectivamente retribuidos en su trabajo. La organización inkaica fue tan eficaz que demostró ser un p o d er m ilita r al que n ad ie p odía oponerse; podía m oviliz ar grandes cantidades de tropa, alimentarla y armarla por largos perío dos de tiempo, con lo que se salvaba de los ciclos agrícola s. Los Inka pudieron agotar a su s oponentes por su núm ero, arm am ento y persistencia. E n el lapso de m eno s de un siglo que existió el Imperio arrasó con todo adversario, apoderán dose fácilmente de las sociedades tanto costeñas como altiplánicas; en realidad, conquistando todos los estados en que había un campesinado sedentario. Al final pocos estados pudieron resistir la p a x In k a ica y muchas sociedades se sometieron voluntariamente al nuevo Imperio poderoso. En el momento de la llegada de los conquistadores europeos era uno de los máximos experimentos de organización h u m an a que h a conocido el mundo. Pero la expansión inkaica tuvo sus límites y éstos quedaron definidos m ás po r la organización social y económ ica que p or la actividad militar. A pesar de todo su uso de colonos y ejérci-
tos, los Inka dem ostraron ser Incapaces de som eter cu ltura s que no se basaran fundamentalmente en la agricultura campesina. Esto se p uso especialmen te e n evidencia en la' región del Qolla s u y u o distrito que abarcaba la actual Bolivia. Aquí los Inka habían tenido éxito en la conquista de los Aymara, de sus Uru dependientes y de las poblaciones menores que vivían asociadas a los altiplánicos, es decir, las c u ltur as de los valles de su b p u n a y yungas. Aunque evidentemente hablaban lenguas diferentes de la pukina, aymara y kechua, estas poblaciones fueron fácilmente sometidas por el estado inkaico, tanto durante el período in kaico como en el poste rior a la conquista. Los progra m as de kechuización destruyeron su s lenguas, pasándo los al ke chua. Está claro que el dominio del kechua sobre el aymara como legua principal en toda la región boliviana tiene mucho que ver con la conversión de estos grupos de lenguas locales al kechua, así como con la instalación de colonos kechuas en estos territorios antiguamente dominados por los Aymara. Fuera de este sistema altiplánico, había una importante frontera humana en la región de la montaña y llanos de las tie rras bajas. Aquí existía una compleja combinación de cazadores y recolectores, agricultores aldeanos e incluso estados multialdeanos, lo que impedía a los pueblos altiplánicos la expansión oriental. Aunque los Inka trataro n de con qu istar esta región, no lo consiguieron y los pueblos de esta s zo nas ce rrab an el paso a la pen etració n y dom in io c u ltu ra l del altiplano. L la m ados por los españoles genéricam ente Chirigua.no, en la época posterior a la conqu ista, estos pueblos de las tierras bajas estab an com puestos de gran número de diferentes grupos que iban desde los caza dores y recolectores del tipo de los Sirionó, en un nivel primario de desarrollo, hasta los refinados aldeanos de las tierras inun dadas de los llanos de Mojos. Estos últimos, probablemente el grupo más avanzado de la región, desaparecía en la época de la con quista castellana; no obstante, de s u s resto s se hace evidente que fueron unos grandes constructores de terraplenes y obras agrícolas, me diante las cu ales conseg uían cultivar du ran te todo el año en las tierras bajas inundadizas del noreste de Bolivia. Construyendo anchos terraplenes que se extendían en algunos casos por centenares de kms., los indios que vivían en la región mojeña resolvieron exitosamente las crisis de la inundación anual, conservando y manteniendo poblaciones notablemente densas y estructuras gubernamentales complejas sobre este terreno alto artificialmente construido.
deste, e incluso al llegar los españoles estos fueron definitiva m ente incap aces de con qu istar y pob lar esta región. En realidad, algunas de las tribus de las tierras bajas siguieron sin entrar en contacto hasta el siglo XX; de forma general, las tribus de estas tierras han conservado hasta fechas recientes un po rcentaje sorprendentemente alto de su s lenguas y culturas. Hacia el sudoeste se oponía al acceso del Inka a los llanos costeños chilenos otra frontera de indios que resistía con éxito. Estos, llamados Araucano, aunque bastante avanzados mate rialmente, eran g obernado s po r ten ue s confederaciones interco munitarias. Con todo demostraron ser un grupo militar extre madamente eficaz, que a pesar de los repetidos intentos de los Inka, cerraron el paso a la penetración altiplánica a las costas del sudoeste. Sin embargo parece que la frontera fue ligeramente más porosa que la de las tierras bajas orientales, pues fue más frecuen te el comercio y el con tacto de am b as regiones. Sólo en dirección recta hacia el sur, en la estribaciones andi nas donde las dos cordilleras vuelven a unirse, en el actual no roeste argentino, hubo una fuerte conquista y penetración altiplánicas. Los colonos militares kechuas entraron exitosamente en este territorio y sin duda habrían poblado to talm ente la región de llan u ras del norte argentino si no hub iera sobrevenido la prematura destrucción del estado inkaico con la conquista hispánica. Así pues, si bien no estaba totalmente bloqueada la expan sión posible, el Imperio inkaico había tocado ya sus límites na turales en el momento de la conquista castellana; estos límites, (resulta bastante interesante notarlo) habían de resultar los límites de la expansión española durante la mayor parte del perío do co lonial. Pues las organiz acio nes estatale s av an zad as y complejas de la zona andina dependieron en último término de la existencia de u n cam pesinado que pu diera tribu tar y fuera e s table. Donde existió y vivió este campesinado los Inka y sus sucesores pudieron edificar poderosas organizaciones estatales, sobre la base del excedente de la clase campesina; con recursos ab un da nte s en terrenos, el factor mano de obra fue siempre cos toso en la sociedad americana, siendo la estabilidad y producti vidad de ese factor esencial para la existencia de clases no pro ductoras de alimentos. Así, los campesinos estaban en la base de la cultura andina,
an ud ad as y que se cono cen con el nom bre genérico de ayll u , que organizaban el trabajo y distribuían la tierra entre sus miem bros. Si bien h a b ía n a lg u n as clase s fuera de la e s tru c tu ra del a y llu , la mayoría abrumadora de los comunarios, nobles y go b e rn a n te s form aban parte de u n a yll u . A diferencia de las co m unidades campesinas indias contemporáneas o de las comunidades libres organizadas por los españoles y llamada a y ll u después de la conquista, el a y llu precolombino fue esencialm ente u n grupo pa rental que no se definía por u na comun idad residencial única. Los a y llu tenían miembros en todas las diferentes zonas ecológicas y aunque conservaban una zona residencial central, no estaban confinados a un espacio único. Aunque los derechos sobre la tierra residían en último término en el a yllu , que se había de conceder a sus miembros sobre una b ase in div id ual, lo s m iem bros po día n te n e r tie rra en u n a d is posic ió n re gio nal espacialm ente am plia y dis persa, desde la costa hasta el altiplano y de éste a los valles orientales. Este esquema geográfico relativamente es tructurado fue la res puesta inevitable a las zonas ecológicas profundamente diferentes que ha bitab an los pueblos andinos, este es u n agudo con traste con el esquema de aldeas enclaustradas de los campesinos m editerráneos y que había de caracterizar a la cultura hispánica. También era totalmente diferente del estilo de comunidad cor porativa ce rra d a que describ en lo s antr opólo gos y que su rg ir ía como forma dominante de organización campesina en e l período poste rior a la conquista . En las pr im eras déca das del siglo XVI ha bía surgido dentro de las tierras altas meridionales andinas una sociedad sumamente desarrollada y una organización estatal firmemente anclada en un sistema agrícola aldeano denso y complejo. Alrededor de unos 3 millones de indios estaban bajo el control del Inka (frente a unos 7 millones de españoles en aquella época), de los que cerca de una tercera parte se encontraban en el distrito sureño del Qollasuyu. En él una multiplicidad de sociedades que hab laban diferentes lenguas se agrupab a en u n inm enso sistem a de intercambio no mercantil, que implicaba una permanente transferencia de productos de sistemas ecológicos profundam ente diferentes. Fue ésta también u n a de las regiones m ineras más ricas del mundo y una de las sociedades campesinas más den sam ente p obladas en aquella época. S up uesto este potencial, resultaba inevitable que la región meridional andina se convirtiera en un o de los centro s m ás im portan tes de colonización castellana en América. A su vez, las tierras altas bolivianas, una
vez integradas al imperio ultramarino en expansión de la Europa occidental, llegarían a ser una fuente de nuevos productos alimenticios y mineros, que producirían un profundo im pacto en tod a la econom ía m undia l.
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CAPITULO II
LA CREACION DE UNA SOCIEDAD COLONIAL
La península ibérica de los siglos XV y XVI fue el centro de la expan sión europea e n el escenario mu ndial. Los portugu eses ini ciarían el dominio mundial europeo mediante la conquista de las rutas comerciales oceánicas de Asia y Africa. Pero fue con cretamente la corona castellana, dentro de la combinación de monarquías peninsulares, la que emprendió la conquista y po blam iento de in m en so s te rrito rio s en el hem is ferio occidenta l. América, a diferencia de Africa y Asia, resultaba desconocida y ajena al sistema mundial anterior al siglo XV. En virtud de la c o n q ui s t a a m e r i c a na , C a s t i l l a p ro p o r c i o n a r í a u n c a m p o d e acción totalmente nuevo al poblamiento y desarrollo exclusivos europeos, los que, a su vez, darían a Europa una clara ventaja en su carrera por la influencia mundial. Así la conquista castella na de las tierras de América, jun tam en te con la conq uista p ortu guesa de las rutas marítimas internacionales, acabaría incli nando la balanza del poder económico mundial a favor de Europa, contribuyendo a preparar el camino a su definitivo do minio industrial. La conquista de América a fines del siglo XV y comienzos del XVI fue, pues, crucial en el cambio de la función relativa de Europa en el mundo y en el comienzo de una nueva era histórica mundial. Si bien los europeos en un comienzo acaso consideraron a América como una tierra vacía, llena de poblaciones simples que había que explotar para beneficio de Europa, en realidad América también cambiaría lo que los actuales científicos so
cíales llam an el “m ap a cogn itivo” de los propios europ eos; América no encajaba en la visión mundial de la Europa cristiana primitiva, pues estaba totalmente al margen de la tradición cultural mediterránea y de sus concepciones subculturales cristianas. La Biblia no mencionaba América y sus indios nunca habían oído ni de Cristo ni de las religiones más antiguas de la masa terráquea eurasiática. En un comienzo los europeos ignoraro n estos da tos fácticos totalm ente nuevos en la concepción de la realidad histórica, pero a lo largo de los tres siglos siguientes el papel de América comenzaría a contribuir a erosionar algunas de las creencias y verdades tradicionales de las normas culturales europeas. Así, el impacto de América comenzó a minar lentamente, juntamente con el carácter cambiante de la estructura económica, unos sistemas europeos de creencias mantenidos largo tiempo. Finalmente, la posesión de imperios americanos definió el poder re la tivo dentro de la m ism a E uropa entre lo s vario s e s ta dos contendientes. Los territorios del Nuevo Mundo proporcionaron a un estado europeo un importante mercado nuevo, así como una poderosa marina, para hacerse sentir en las luchas intraeuropeas. El hecho de que Castilla fuera la primera que p articip a ra en la c a rre ra hacia u n im perio am eric ano y poseyera la mayor parte de sus tierras, recursos y población, dio a la monarquía castellana un poder sobre sus contrincantes euro peos que perm aneció inta cto h a s ta avanzado el siglo XVII. D urante cerca de un siglo y medio la monarquía hispánica sería el p oder d om in an te en E uro pa, p recisam en te en el m om ento en que la misma Europa afianzaba su hegemonía económica sobre el resto del mundo, siendo América la que constituía esta diferencia. La monarquía hispánica, que descargaba los recursos de Europa sobre América, era por entonces la más moderna y una de las de más reciente formación del continente europeo. Por consiguiente, podía Combinar una amplia gama de iniciativas privadas en las conquistas y poblamiento de América con una integración muy rápida de estos territorios nuevamente ganados en un imperio coherente y controlado centralmente, administrado desde Europa. Así como sus antecesores inkaicos fueron conocidos por su capacidad administrativa y organizativa, el genio hispánico residiría últimamente en su capacidad de integrar el poderoso impulso europeo de la iniciativa privada en el contexto de estructuras gubernamentales fonnales. Fue tam bié n el prim er pueblo que en la his to ria m undial cre ó y sostu vo un imperio intercontinental durante cuatro siglos. 41
Así pues, la conquista de América significó tanto su integración en el mercado mundial como su organización dentro de la mayor estructura imperial del mundo. Hasta el siglo XVIII ningún poder europeo podrá rivalizar con el imperio español. Y este imperio se extendía desde la tierra de Fuego hasta Puget Sound y desde Sicilia por el este hasta las islas filipinas por el oeste. Pero a pesar de la importancia vital del imperio colonial americano para la corona de Castilla en cuanto le proporciona b a los recu rso s p a ra dom inar la política europea, no era el único de la monarquía hispánica. Aún sin América, Castilla pasó a ser du ran te el siglo XVI un a de las n aciones m ás ac au da lad as de Europa, con un comercio internacional lanero pu jante y un con ju n to complejo de exporta cio nes de los p roductos clásicos m editerráneos. También contaba con un importante sector minero y una población comercialmente activa muy densa. Así pues, podía pon er en movim iento enorm es recu rso s in tern o s que. con los que venían de América, se u sa ron pa ra cre ar el ejército y la marina más poderosa de Europa. Con esta fuerza invencible la monarquía hispánica no sólo combatió el poder turco hasta neutralizarlo en el Mediterráneo oriental, sino que conquistó sectores importantes de la Italia meridional y Sicilia y mantuvo una zona colonial de importancia en los Países Bajos. Intervino activamente en la política de los estados alemanes, en las regiones francesas e incluso se entrometió en las luchas dinásticas de Inglaterra. De esta forma, pues, tanto dentro de la península como en Europa misma, habían bastantes posibilidades de progreso personal de los miembros en ascenso de la sociedad hispánica. Castilla misma tuvo una expansión tremenda, su burocraci a iba convirtiéndose en la mayor de Europa y su ejército y sectores comerciales avanzaban al mismo ritmo. Por tanto, atraían a los más osados y más marginados entre los grupos no campesinos p en in su la res. F ueron a América los jo rn alero s pobres y no los maestros artesanos, los hijos bastardos de la nobleza empobrecida y no los primogénitos y ni siquiera los segundones de los latifundistas muy acomodados. Los sobrinos menores de las familias destacadas de mercaderes en Sevilla salieron hacia América, así como los abogados y notarios más pobres que carecían de los recursos para com p ra r u n a posic ió n d esp u és de g radu arse. E n resum en , fueron a América los grupos ínfimos dentro de las clases que podían tene r un a movilidad ascendente. En cuan to a la nobleza m ediana y supe rior, les iba suficientem ente bien en la pen ínsu la y Eu ropa como para necesitar lanzarse al riesgo de larga tra vesía
atlántica, mientras que el inmenso campesinado era demasiado pobre p a ra em p ren d er el viaje. Este telón de fondo ayud a a explicar el carác ter sorpren den te de la estru ctu ra social que crearían los españoles en su imperio americano. En primer lugar, hubo (a ausencia total de la clase campesina hispánica, que fue reemplazada en el Nuevo Mundo p o r lo s cam p esin o s in dio s am erican o s. A dem ás, al no h ab er instituciones o clases preexistentes que presentaran competencia y con unos recursos humanos escasos, todos los que iban a América tuvieron un ascenso extrem adam ente rápido en su ra n go, comparado con las anteriores posiciones dentro de la sociedad m etropolitana. Para m uc ho s de estos individuos su éxito en América, en realidad, les imposibilitaría volver a su tierra de origen. Aunque cuajó en el mito clásico (tanto en España como en el resto de Europa), según el cual se podía ir a foijar la fortuna propia en A m ér ica y vo lver co mo ricach ó n glo rioso —seg ú n lo llamaban los ingleses—, en realidad los americanos afortunados no podían encontrar lugar en las estru ctu ras esp añolas m ás rígidas. Así, mientras los escasos conquistadores como Pizarro y Cortés conseguirían una riqueza parecida a la de los más grandes acaudalados de España, comprobaron que la nobleza españ ola rechaza ba incorporarlos a su s filas y que su riqueza no les podía com prar u n lugar en E spa ña equivalente a su rango en América. Muchos de estos conquistadores famosos, después de u n a breve visita a E uropa, volvieron a su hog ar americano. Esto m ismo s ucedió en todo s los niveles de la sociedad, con los jo rn a leros que buscaban acabar su aprendizaje en Europa y que rápidamente se convirtieron en artesanos poderosos y ricos en América, pero que no pud ieron trasla da r su nuevo rango a E uro pa. Sólo qu ie nes h ab ían conseguid o s u s títu lo s o c o n ta b a n con relaciones anudadas con anterioridad a su migración, podían em plear la riqueza que h ab ían obtenido en el Nuevo M undo p ara conquistarse una posición en la península. El abogado o notario, anteriormente pobres, ahora podían comprar una plaza codiciada en España y así lo hicieron rápidamente. Y además el sobrino pobre rápidamente se convirtió en el acaudalado mercader americano, dejando a su vez a su s parientes pobres tra s él al volver a Europ a. Pero és tas e ran u n as po cas excepciones de la regla general, seg ún la cual res ulta ba difícil volver a la ca sa pa ra quienes habían emigrado a América. Estos factores contribuyeron, p or tanto, a establecer u n a sociedad hispánica o criolla en América prácticamente desde los prim eros día s. Fue tam b ién u n a socie dad que dem ostró de m u ch as form as un a movilidad m uy su perior a la de sociedad de ori43
gen. Mientras que la primera generación de conquistadores trataría de mantener su carácter transitorio, incluso cuando una riqueza y rango cambiaba, su s hijos ya no tuvieron tales condicionamientos. En la segunda generación los títulos honoríficos de “don”, “Doña” ya no seguían restringidos cuidadosamente a la élite, sino que se convertían en generales para todos los blancos. Por otra p arte, la rígida es truc tur a gremial pe nin su lar no se pudo tran sferir a América, con lo s que lo s oficios se convirtie ron en relativamente permeables a todas las personas que desea ba n p articipar en ellos, en las restricciones anteriores. Esta apertura no significa que la América hispánica criolla fuera u n a sociedad sin clases; en realidad los criollos ma niob raron con mucha rapidez para trazar las líneas de clase, absor b ien d o rá p id a m e n te los m ejo res re c u rs o s d e n tro de u n a distribución desigual. Así se formó rápidamente una estructura clasista, que incluso existió en el mismo momento de la conquista; el botín de guerra se dividiría estrictamente según la inversión económica y el rango relativo de los miembros de la hueste conquistadora. La nueva elite también recurrió a mecanismos no mercantiles tales como concesiones de tierra libre y alianzas de p arentesco y matrimon io para consolidar las adq uisiciones de tierra, recursos y capitales, para cerrar la entrada a sus filas en cuanto fuera posible. Pero la celosa corona castellana nunca les permitió crear una estructura de clases tan rígida como la que existía en la Metrópoli. Hasta el final del período colonial rara m en te se practicó el mayorazgo y la pro gen itura en América; la clase su perio r tuvo que m an tene rse en el contexto de amplia apertura de herencia divisible, en la que todos los hijos de am bos sexos participaban sobre un a ba se igualitaria. Que lograron conservar las líneas fronterizas de clase, resulta evidente al examinar la estructura clasista en cualquier lugar de América; sin embargo, estas sociedades contaban con una movilidad muy superior a la que se percibía en la sociedad metro p o litan a h ispánica. Así como la élite hispanoamericana fue más móvil que su contraparte metropolitana, también era menos poderosa políticam ente . Se le negó el contr ol de la e stru c tu ra de gobiern o local, tenía q ue com partir su p oder con un a buro cracia real ajena a las influencias locales en un a m edida desconocida en Eu ro pa. Q ue la élite influyó en esa b u ro cracia era evid ente , pero Incluso con toda su riqueza no pudo controlar o dominar el go biern o de la fo rm a como lo hacía en E uropa. No obsta nte , en u n a /.ona sup er ar on a s u s p are s del Viejo Mundo: en relación a los indios lodos los españoles ejercieron más poder y control que los
grupos equivalentes en relación con los campesinos de la península. La excusa de la co nquista y la s difere ncia s cultu rales y raciales dieron a los españoles que llegaban —sea cual fuere su clase y anteced entes— u na posición dom inante desconocida en Europa. La creación de la sociedad indiana estuvo influenciada tanto por la n atu ra leza del m ism o pro ceso de conqu ista como por los antecedentes sociales y la estructura política metropolitana. Pues el imperio americano castellano, en especial tal como fue establecido en el mundo andino, fue fundamental y primariamente una creación de la conquista: una minoría compuesta de bla ncos y de s u s escla vos negros dom inaría a u n a m a sa de in dios americanos, en un comienzo separados y totalmente diferentes. Por más diferenciados que fueran internamente, los indios fueron considerados como un a m asa aislada y reprim ida de un rango inferior al del conquistador más pobre y analfabeto. Al principio los españoles aparecieron a las poblaciones andinas simplemente como un grupo conquistador extranjero más podero so que no se diferencia ba en nada im portante de las fuerzas conquistadoras incaicas. Por esto y por el carácter relativamente reciente del sometimiento por parte del Inka, así como por la exis tencia de antagonism os entre gru pos no k e c h u a s todavía no asimilados dentro de sus fronteras, la conquista castellana fue en un comienzo un proceso fácil. Como los conquistadores parecieron prometer la continuación de las estructuras internas de clase, el reconocimiento de las noblezas tradicionales indias y de todos los otros tipos de privilegio especial concedidos al grupo que prestara su apoyo durante una guerra de conquista, muchos indios se unieron a los conquistadores en calidad de aliados. El futuro esquema de discriminación y opresión racial todavía no era perceptible en la primera fase de la conquista castellana, es decir, en la década de los años treinta del siglo XVI. Así, la conquista castellana del Perú avanzó de una forma muy parecida a la de México. Una tecnología inmensamente su perio r perm itió que u n o s c e n te n a re s de esp añ o le s d o m in aran ejércitos de millares de indios. Al propio tiempo, los españoles utilizaron eficazmente tanto el carácter reciente de la conquista inkaiea a lo largo de sus fronteras, como los resultados de la guerra civil interna entre los hermanos Inka Wascar y Atawallpa para fa vorecer s u s propio s objetivos. Al com ienzo convencie ro n a la élite directora inkaiea de que eran simplemente una fuerza mercenaria que saldría en cuanto saciaran sus apetitos de oro y la A lo d ib i i d di
quistados por los Inka se proclamaron asimismo liberadores, mientras que al bando perdedor de Wascar de la famosa guerra civil inka ica le prom etieron ha ce r ju stic ia y re co m pe nsa r de Lodas s u s pérdidas. Utilizando con astucia todos estos títulos, los españoles ais laron eficazmente al recientemente victorioso Atawallpa y a sus ejércitos profesionales quiteños del resto de la población meri dional del Ecuador, consiguiendo la información tan necesaria, abastecimiento y aliados militares auxiliares indígenas. Una vez dispersadas las tropas quiteñas y asesinado Atawallpa, crearon sus propios Inka títeres entre la facción de Wascar, pre viamen te derrotada . C uando, a su vez, estos jefes se rebelaron, obtuvieron el apoyo de sus propios sirvientes indios y a n á k u n a y de las fuerzas antiinkaicas, que les ayudaron a someter las últimas grandes rebeliones inkaicas. Esta ayuda india, junto con su superioridad militar en toda línea, significaron que sola m ente en casos ra ros y especiales de toda e sta luch a feroz y sa n grienta murieron números considerables de españoles. Estos su frieron m ás b ajas por las ba tallas inte m as entre ellos que con los indios. Por fin, sea cual fuere la esperanza que las victorias indias engendraran, la embestida de nuevas tropas e inmi grantes españoles que llegaban diariamente, significaron con claridad que la pérdida de un os pocos cen tena res de soldados de ninguna forma mellaba la capacidad hispánica para resistir du ran te u n siglo u n a gu erra de con quista y colonización. Sólo el progresivo endurecimiento del dominio español, la extracción cada vez más odiosa de recursos del excedente de la élite y del campesinado indios, acabaron impulsando a las dife rentes fuerzas indias hacia un frente siquiera moderadamente antiblanco. Esta odiosidad resultaba inevitable supuesto el constante flujo de colonos hambrientos que se proponían arrancar cuanto pudieran de la población, que ya había sufrido un despojo total. Pero para entonces los españoles eran ya de masiado poderosos y los rebeldes indios demasiado débiles para expulsar hacia el mar a los conquistadores. Así pues, las grandes rebeliones dirigidas por el Inka, de la segunda mitad de la década de los años treinta en adelante, es taba n co nden adas a una total derrota. En el contexto de este tejido intrincado de alianzas y rebelio nes los grupos altiplánicos al sur del lago Titicaca entraron, por fin, en la historia de la conquista castellana del Perú. La gran rebelión del presunto títere Manku Inka de abril de 1537 planteó la necesidad a varios grupos aym aras de op tar al fin por un b an do. Si bien en un comienzo habían apoyado a los españoles a 46
ca u sa de su propia alianza anterior con la facción perdedora de Wascar en las guerras civiles anteriores a la conquista, la deser ción del jefe de aquella facción de la causa hispánica los forzó a escoger sus lealtades. Durante el gran asedio al Cuzco por parte de los Inka rebeldes, levas de milicianos fueron enviados desde muchas de las zonas altiplánicas, destacándose los Lupaqa por su decidido apoyo a la rebelión. Sin embargo, los Qolla perma necieron indefectiblemente hispanófilos, hecho que acabó pro vocando un ataque combinado Inka —Lupaqa contra los Qolla. A ir en defensa de los Qolla en aprietos en 1538, Francisco Pizarro encabezó una considerable fuerza expedicionaria hasta Chucuito y el río Desaguadero para destruir los ejércitos re beld es in kaicos y los de Lupaqa. El resultado final fue el y a acos tumbrado de la victoria total de los españoles, a causa de su ab soluta superioridad en armamento, armas de acero y caballos. Atrapados en la llanura abierta, los rebeldes no pudieron ofre cer resistencia a las cargas masivas de la caballería, siendo des truidos. En este momento Pizarro decidió dejar a sus hermanos en aquella región para que emprendieran la colonización en gran escala de las tierras altas y valles bolivianos, mientras él regresaba al Cüzco. Así pues, unos seis años después del comien zo de la conquista, la región andina que va del Lago Titicaca ha cia el s u r fue por fin pacificada po r los españo les. La llegada de los españoles en 1532 para la definitiva con quista del Perú en un principio había pasado desapercibida en el altiplano y valles al sur del lago Titicaca; región rica en campe sinos, rebaños, lanas y los productos alimenticios tradicionales indios, no albergaba ni ejército ni el oro ni la plata tan codicia dos por los españoles. Los centro u rb an os de los reinos aym ara y las colonias kechuas eran pequeños y relativamente menos de sarrollados que los cuzqueños. Por otra parte, la región había perm anecid o profundam ente leal al b an d o de W ascar en la g ue rra civil inkaica, por lo que al comienzo saludó con alborozo la intervención hispánica, considerándola una victoria sobre sus enemigos. A causa de esta lealtad, ninguno de los ejércitos quiteños que tanto preocuparon a los españoles en los primeros años, permaneció en la zona, por lo que no atrajo la atención militar española. Sólo con la conquista en gran escala del Cuzco por obra de Pi zarro y su s seg uidores en 1533 y la subsigu iente división real del Perú, se enviaron expediciones formales hacia el altiplano. La p rim era de ellas e s ta b a co m an d ad a por Diego de Alm agro (el competidor de Pizarro en pos del título sobre los territorios me ridionales), atravesando la región en 1535 con un numeroso —
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contingente de trop as inkaicas leales a W ascar bajo la dirección del hermano de Manku Inka, Paullu Inka, quien mantenía estrechos vínculos con los reinos aymaras. La expedición atravesó ráp ida y pacíficam ente el extremo occiden tal del altiplano por el río Desaguadero, dirigiéndose luego por el lago Poopó, cruzando de sp ué s los An des y llegando a Chile. Pero Almagro y su s seguidores con cen traron s u atención ante todo en Chile y, luego, en u n a larga y am arga gu erra civil con la familia Pizarro por el control del Cuzco. Así pues, quedó en manos de Francisco Pizarro (quien ahorcó a Almagro a comienzos de 1538) emprender el poblamiento definitivo de la región al sur del lago Titicaca que los españoles llamarían Charcas. En la segunda mitad de 1538 los dos hermanos de Pizarro. Hernando y Gonzalo, hicieron su entrada por la parte meridional de la cordillera oriental, asentando dos núcleos de importancia; el primero y más decisivo fue la Villa de Chuquisaca (Hoy Sucre), en un valle de subpuna densamente poblado, en el extremo meridional de la cordillera; el segundo fue un pequeño campamento minero en Porco, hacia el oeste de la Villa de Chuquisaca, en plena zona montañosa. Con la fund ación de estas dos poblaciones esp añolas, por fin comenzó el poblamiento de la región de Charcas, unos cinco años d espu és de la cap tura del Inka en C ajamarca. Si bien Ch arcas era una región apetecible en cuanto a indios y minas se refiere, los españoles al comienzo estuvieron demasiado ocupados en asegurar el control efectivo de la parte baja del Perú y en luchar entre ellos para prestar atención a esta región meridional. Esta relativa indiferencia, sin embargo daría un giro de 180° cuando algunos de los mineros de Porco descubrieron las betas de plata m ás ricas del continente en la zona cercan a que p asa ría a llamarse Potosí en 1545. Así, en el cénit de la última guerra civil hispa no — p eru an a de impo rtancia, en la que Gonzalo Pizarro trata de desafiar al Virrey de nombramiento real, el Cerro Rico fue de scub ierto en Potosí, pro gresan do la fiebre m inera. En cuanto Gonzalo Pizarro fue derrotado en la zona costeña peruana, las autoridades de Lima enviaron una nueva expedición a la región de Ch arcas, que en 1548 asegu ró el eje C hu qu isaca — Potos í — Cuzco con la creac ión de la Villa crucia l de La Paz, en el corazón de la región aymara. La Paz se convirtió rápidamente en un importante centro comercial y de transbordo, así como u n a población de mercado agrícola de importancia. Pero sería Chuquisaca la que iba a demostrar ser la población fronteriza dinámica de la nueva región chaqueña. Mientras que tanto Potosí como La Paz se concentraron hacia dentro
p a ra el desarrollo de s u s regio nes lo cale s, C h u q u isa c a fue la zona en que se prepararo n varias expediciones im portantes h a cia las regiones nor-orientales argentinas, en tom o a Tucu m án. De hecho, durante las próximas décadas siguientes Chuquisaca trató de convertir a Tucumán y a las poblaciones septentrio nales arg entinas en un a región satélite suya. A unque acabó p er diendo el control administrativo en favor de Santiago de Chile; sin embargo, Charcas hizo de la región septentrional argentina una región económicamente dependiente, mediante la estrecha p articip a c ió n de la ú lt im a e n la econom ía m in era altiplánica. Entretanto el bullicio fomentado por Pizarro desde el norte ha cia el s u r se ha bía topado con otra corriente de signo contrario, p rocedente s de otro grupo español que a rra n c a b a de las leja nas regiones orientales de la zona del Río del Plata. A mediados de la década de los años treinta los españoles, por fin, poblaron el p u erto fluvial de A sunció n, sobre el río Paraguay; lo s e m p re sa rios locales, decidiendo que su fu tur a riqueza se podía conseg uir en las tierras interiores orientales, se dedicaron a explorar toda la región chaqueña. En 1547 un grupo paraguayo había atrave sado con éxito el Chaco y a comienzos de la década de los años cuarenta asentaba avanzadas permanentes en la región de Chi quitos y Mojos, cerca de las estribaciones Andinas. Chocando rápidamente con la oposición de los aventureros de Lima y el Cuzco, los conquistadores paraguayos se vieron finalmente for zados a a cep tar como frontera las tierras bajas y, d espu és de va rias expediciones, se establecieron en la región de S an ta Cru z a fines de la década de los años cincuenta, fundando por fin la pobla ció n de S a n ta C m z de la S ie rra en 1561, con tro p as p a ra guayas. En los años sesenta los límites externos de la frontera chaqueña quedaban, pues, plenamente definidos. Los paragua yos ha bían abierto un a ru ta a las tierras altas y aseguraron un as p ocas pobla cio nes estraté gic as, que m a n te n ía n débiles co m u n i caciones con el sudeste. Pero era una región fronteriza, llena de indios hostiles y seminómadas, sin ninguna clase de metales y escasos campesinos agricultores sedentarios, todo lo cual de mostró ser poco atrayente para el poblamiento hispá nico. Adem ás, los Chiriguano, Toba y otros gru po s de indios del Chaco y de las tierras bajas ad aptaron rápidamente su sistema de gue rra al de los españoles, logrando m atar a m uch os soldados españoles. Esta misma frontera hostil india oriental y sudoriental a veces se ampliaba hacia el oeste y habían indios seminómadas que con frecuencia interrumpían los lazos de co
y por tanto hacia los pueblos atlánticos del río de la Plata. La región de llan u ra s de- las tierra s b ajas del G ran C haco fue u n a frontera tan violenta que hicieron falta los misioneros y for tines permanentes para mantenerla contra las tribus que la pobla ban; in clu so a fin es del período co lo nial to davía seg uía in dependiente del control español directo. Dentro del territorio chaqueño poblado, la orientación fun dam ental fue, pues, norte — sur. Al convertirse el centro minero de Potosí en una de las razones fundamentales de la presencia españ ola en la región de C harcas, el abastecimiento de esta s mi n as con an imales y equipo fue la razón de se r de las poblaciones del noreste argentino. Al mismo tiempo, Chuquisaca llegó a ser el centro administrativo de Potosí y su más cercano núcleo de abastecimiento agrícola. La Paz servía al mismo tiempo como princip al eslab ó n u rb a n o que en lazab a Poto sí con la c a rre te ra que iba a Arequipa, Cuzco y Lima y, por tanto , p or m ar h as ta España y se convirtió en sí misma, en un centro importante de abastecimiento en m ano de obra y m ercancías pa ra las minas. Aunque éstas fueran el principal objetivo de los españoles, la región de Charcas abundaba en aquel otro recurso extraordina rio tan limitado en América: la mano de obra india. Las re giones del Cuzco y La Paz eran las zon as cam pes inas indias m ás densamente pobladas del Perú y los españoles tenían conciencia de la riqueza potencial de este recurso escaso. Dejando las tie rras en manos de los campesinos indios, trataron de proseguir los esquemas de dominio inkaico mediante el gobierno indirec to. Así se m antu vo a los a yll u y a la nobleza local — los ku ra k a, o caciques como a veces los llam aban los españ oles— fueron rati ficados en sus derechos. A cambio, los bienes y servicios que an teriormente iban al gobierno inkaico y a la religión estatal, ahora fueron encaminados exclusivamente a los españoles. Las comunidades indígenas campesinas quedaron divididas en dis tritos y éstos a su vez, en encomiendas. El beneficiario de estos impuestos, llamado encomendero, era un español que había de p ag ar la in stru cció n religio sa o, en otro caso, p reo cup arse por la aculturación de los indios según las normas hispánicas; a cam bio de ello se le concedía el dere cho sobre la m ano de obra y los b ie n es p ro d u cid o s localm ente p o r e sto s indios. T ales co n ce siones eran la mayor fuente de riqueza particular que había de existir en el Perú del siglo XVI, dándose a un porcentaje muy pequeño de co n qu istad ores españole s. Así p ues, la concesió n de las encom iendas dio lugar a u na nobleza españ ola local en todo, menos en el nombre. En realidad, los encomenderos se convir tieron en la autoridad gobernante de aquellas regiones y tenían
a su disposición u n a considerable m ano de obra. A unque se tra tab a de un sistem a sum am ente explotador, la encomienda se ba saba fundamentalmente en la idea de la conservación de la so ciedad y gobierno indios preexistentes. Dentro de la región Charqueña hacia mediados del siglo XVI ha bía u n as ochen ta y dos de tales encom iendas, de las que vein tiuna abarcaban más de mil indios cada una. Si bien el total de los encomenderos charqueños era pequeño comparado con los 292 de sólo la región A requipa - Cuzco por el m ismo período, esta última región poseía sólo catorce encomiendas de más de 1.000 indios cad a una. Así pues, los encom enderos de Charcas, aunqu e en u n número mucho menor, tendieron a ser m ás acau dalados y poderosos en promedio que sus colegas de la región meridional peruana actual. El promedio de las encomiendas Cuzco — Arequipa contab a con un os 400 indios, m ien tras que el prom edio de las enco m ien das c h a rq u e ñ a s d oblaba aq u ella ci fra, es decir, tenía unos 800 indios. También este grupo de la élite de encomenderos charqueños era relativamente nuevo o, por lo m enos, h ab ía m ilitado con lo s g rup os a n tip iz a rristas d u ran te las varias gu erras civiles, p ue s hac ia la década de los años sesenta la inmensa mayoría de ellos había conseguido sus enco miendas de los Virreyes de Lima. Probablemente por entonces los encom enderos vivieron su cénit, m ás de la m itad de los enco m enderos se enco ntraba ya en la segu nda generación y la corona había logrado arrebatarles unas veinte encomiendas para su provecho. Si bien la organización de la vida rural charqueña había se guido unos principios hispánicos bastante bien establecidos, que rem on tab an a C ortés y a la co nq uista de México, la creación de una fuerza de trabajo minera eficaz resultaba algo nuevo; en el Perú fueron surgiendo todo un conjunto nuevo de institucio nes para extraer la mano de obra india para las minas. Aquí los españo les lo inten taron todo, d esde la esclavitud ha sta el tra b a jo asalariado, p a ra te rm in ar esta bleciendo u n sistem a de tra b a jo forzado rotativ o e n tre u n a g ra n c a n tid a d de p o b lacio n es indígenas. Pero para sistematizar esta maquinaria y también resolver los problemas gubernativos en la zona ru ral era n ece sa rio reform ar totalm ente la ley y costu m bre s locales. E sta fue, en efecto, la tarea que correspondió al gran Virrey de Lima, Fran cisco de Toledo, quien realizó la visita de Charcas durante el perío do de 1572 — 1576, en el tram o c e n tra l de su gobie rn o virreinal. Las reformas toledanas significaron un gran viraje en la or
cas. Enfrentado con varios problemas de envergadura. Toledo decidió reorganizar el esfuerzo español a la luz de las necesidades reales y de las exigencias coloniales. También intentó legitimar más eficazmente la explotación, vinculándola con el sistema organizativo preexistente inkaico. Para empezar, Toledo se enfrentó con dos problemas cruciales en la zona de organización rural y económica. Por un lado, los españoles habían tratado de conservar cuanto pudieron la población y el gobierno preexistentes, con el fin de obtener los máximos beneficios con los costos menores. Pero las enfermedades europeas que trajeron consigo diezmaron a los indios de las tierras bajas y afectaron gravemente también a la población altiplánica. Para los años setenta resultaba claro que todas las regiones del Perú habían p a sa d o p or dis m in u cion es graves de la pobla ció n desde el comienzo de los conquistadores y que este diesmamiento proseguía. Así pues, la encomienda ya no era una institución tan remunerativa financieramente como antes. En segundo lugar la corona había informado a Toledo de su hostilidad a crear una nobleza española colonial local basada en las encomiendas, buscando presionar a la élite para que renu nc iara a e sta institución y permit iera que las poblaciones indias pasaran de nuevo al control real como aldeas de “propieda d” real. Pero a u n aqu í Toledo se en fren taba con el problem a de m an tene r las poblaciones aldean as, a la vista de su c onstan te explotación y de su descenso demográfico. Para él la única solución consistía en reorganizar las bases social y económica de la vida andina. A tal fin decidió “reducir” los indios a aldeas fijas p erm a n en tes, tra ta n d o de convertir al resto de los a y llu en comunidades concentradas. El modelo que empleó era, evidente, la comunidad agrícola mediterránea; pero en las tierras altas las comunidades se componían de muchos a y llu , todos los cuales po seían colo nos e n dif erente s regio nes ecoló gicas. La m e ta de Toledo fue obligar a estos ayllu altiplánicos a desvincularse de su s colonias por u n lado y por otro a rea grup arse en poblaciones mayores m ás p erm ane ntes, con tierras fijas y contiguas, que pu dieran ser administradas y gravadas con mayor facilidad. Así pues, el modelo de com unid ad in díg ena pro cede de la época de Toledo; a pesar de la rápida creación de numerosas reducciones, costó por lo menos un siglo consolidar sus reformas. Se puede ver en las cifras que implicaba el volumen masivo de una operación como la de la campaña de reducciones. En unos cinco distritos tomados como muestra (de los muchos de que se componía C harca s por entonces), 900 com unidades que implicaban m ás de 129.000 indios fueron redu cidas a sólo 44 pueblos. M ientras que
con an teriorida d a esta “congrega ción” de indios su s aldea s tenían un promedio de 142 personas, la política reduccional de Toledo creó pueblos con unas 2.900 personas cada uno. Gran ca ntid ad de estos p ueb los “red uc ido s” cread os po r Toledo fueron abandonadas y muchas de las comunidades bajas y val lunas nunca lograron ser separadas eficazmente de sus a y llu s nucleares altiplánicos, pues los indios lucharon, para conservar de la destrucción, su sistema interregional ecológicamente diverso. Pero en conjunto, el sistema creado por él acabó siendo domina nte en los Andes. En otros puntos Toledo tuvo éxito más inmediatamente. Quebró el poder de los encomenderos y limitó la mayoría de las encomiendas a tres generaciones, con lo que se lograba reconquistar para la corona el control directo sobre las poblaciones indias. Además, sistematizó el tributo con que a partir de ahora los indios bajo control real habrían de contribuir a la corona. A p a rtir de entonces la s com u nid ades indias lib res h a b ría n de p agar la mayoría de sus impuestos en efectivo, más que en especie. Esta medida sistematizó la estructura tributaria india, generalizando a todos la unidad tributaria, pues las variaciones no se b a s a b a n en el valor m ercantil cam biante de las m e rc an c ía s recolectadas por los cobradores fiscales, sino en algún principio convenido con la capacidad relativa de pago de los indios. Se hizo correspo nde r el m onto del tributo a la cantida d y calidad de tierra que poseían los indios. Esta aparente racionalización de la estructura fiscal en el último término demostró ser una gran arma que forzaba a los indios a integrarse en la economía colonial. Como sólo se podía conseguir dinero vendiendo bienes en los mercados españoles, en los que se cambiaba el dinero por bienes y servicios, los indios o bien tenían que entregar los bienes exigidos por los españo les o hab ían de ofrecer su m ano de obra a cambio de salarios en ese mercado. A fin de cu en tas, aca baro n haciendo am bas cosas. Se producía trigo y telas especialmente produ cidas de ca ra al mercado urbano; productos tradicionales eran llevados para su v enta a los nuevos centros urb an os españoles. Los indios de comunidades libres también acudían a la demanda de los agricultores, m ercaderes y artesan os españoles pa ra el trabajo de la cosecha, estacional o incluso temporal, quienes vendían esa mano de obra en los mercados españoles a cambio de dinero. Aunque los mercados tradicionales de trueque de bienes indígenas siguieron funcionando en el Perú, en part icular mientras persistió el imperativo ecológico de producir diferentes cosechas, gran parte de la población campesina india se
vio forzada a ingresar en el mercado monetario creado por los españoles. Así, la necesidad de dinero para pagar los impuestos reales dem ostró ser u n g ran factor para integrar duales que se de sarrollaba n en la región C harqu eña. Así como Toledo hab ía de reorgan izar la es tru ctu ra du al de la sociedad charqueña, también pudo reordenar impresionantemente su economía minera. Desde 1545 hasta comienzos de la década de los sesenta, Potosí había producido una cantidad de p la ta sie m pre m ayor, convirtié ndose ráp id am en te en la fu en te p a rtic u la r m ás rica de este m ineral del m un d o. Pero este crecimiento se basaba en la extracción de yacimientos superficiales que contenían una ley extremadamente alta y que se refinaban fácilmente por medio de los procesos tradicionales precolombinos de fundición. Pero cuando estos yacimientos superficiales desap arecieron y fue creciendo la minería de galería y fue b aja ndo la pureza del mineral, los costos de fundición subieron y su pro d ucti v id ad decayó. Así, cu an d o Toledo llegó al altip lan o en 1570, la indus tria m inera se enco ntraba en p lena crisis, con un decaimiento de la producción, preocupándose desesperadamente la corona po r conservar este recurso enorme. Toledo atacó el problema potosino en varios frentes. Ante todo en 1572 introd ujo el proceso de amalgam ación, po r el que el mineral de plata se separaba de los demás metales mediante la amalgama con mercurio. De un golpe quebró el control indio de la fundición, reemplazando más de 6.000 indios fundidores al aire libre por unos pocos centenares de ingenios grandes de refinamiento, controlados por españoles y accionados por energía hidráulica. Para asegurar el abastecimiento de mercurio que necesitaban los mineros potosinos, Toledo también organizó la mina real de mercurio de Huancavelica, en la parte baja del Perú, que a p artir de entonce s se convirtió en el único aba stecedor de mercurio p ara las m inas del altiplano. Para encarar el problema del control gubernamental de la industria minera y el problema clásico del contrabando y la evasión Toledo también creo una casa Real de Moneda en Potosí, exigiendo que toda la plata extraída y refinada en la Villa fuera convertida en barras y moneda en aquella casa. En ella la corona se quedaba con el quinto de la producción, así como con los demás impuestos de monedaje. Además ahora que el mercurio p asab a a ser u n a necesid ad fundam enta l p ara la extr acció n de la pla ta , la corona esta ble ció el monopolio que no sólo le d ab a u n a ganancia sobre un producto de primera necesidad, sino que además le permitía evaluar la producción real, cerrando así la p u erta a la evasió n fiscal. R egis trando la corona to d as la s com -
p ra s de m ercurio , los propie ta rio s de los in genio s, llam ados azogueros, tenían dificultad de embarcar plata no amonedada o que no hu biera pagado los impu estos, pu es la am algama de mercurio en general se realizaba en una proporción bastante fija. Así, se conocía la producción potencial de plata de todos los azogueros. Toledo también estableció el código minero fundamental mente. Ratificó las pretensiones reales clásicas al monopolio sobre las riquezas del sub suelo, exigiendo que los m ineros p aga ran el quinto de su producción por el uso de u n a pro piedad real. Por otras parte, el registro de las pretensiones y derechos en el uso de galerías y otros asuntos técnicos también fue objeto de legislación por parte de Toledo. El establecimiento de normas legales era especialmente importante en Potosí, a causa del carácter extremadamente complejo de la propiedad minera. A diferencia de otras zonas mineras del Nuevo Mundo, el carácter concentrado de las betas argentíferas en un a inm ensa m on taña de mineral daba lugar en Potosí, a una multitud de galerías su p erp u esta s. N in gún m in ero poseía m á s que u n a s pocas bo cas de mina que conducían a una de las innumerables betas de plata, utilizando numerosos propietarios diferentes galerías, pero tra b ajan do con frecuencia u n a m ism a beta . E n 1585 h ab ía alrede dor de 612 m ina s de propiedad individual en el Cerro Rico, re pre sen tand o ca da u n a de ellas un a galería diferente. La necesid ad de elaborar normas para determinar la propiedad de las betas era esencial para evitar un permanente conflicto armado. Por fin y lo más importante de todo, Toledo resolvió la cues tión de la mano de obra para los mineros. La minería de galería era un a em presa sum am ente costosa, siendo la mano de obra el factor más caro de todo el proceso. Construir y mantener una galería adecuadamente costaba tanto como construir una cate dral. Por otra parte, las enormes cantidade s de agua qu e se nece sitaban para poner en movimiento las piedras de moler en los p rocesos de fundic ión, aca b a ro n exig iendo la c o n stru cc ió n de un a com plicada serie de repre sas y de u n as veinte lagu nas artifi ciales, cuyo costo total se calculó en la extrao rdina ria su m a de más de dos millones de pesos. Según los salarios pagados a la mano de obra libre en las minas durante la década de los años setenta, resultaba evidente que simplemente no había suficiente capital disponible para proseguir con la masiva producción mi nera que la corona deseab a conservar. Como ya es taba re organ i zando las comunidades rurales y sistematizando su estructura fiscal, Toledo dio un pas o m ás y decidió re cu rrir al siste m a de trabajo forzado precolombino, llamado m il a , p a r a o b t e n e r mano de obra forzada con destino a las minas de Potosí.
Como abastecedores de la m il'a se designaron un as dieciséis provin cias que escalo n aban entre Poto sí y el Cuzco, en la zona altiplánica. En ellas una séptima parte de los adultos varones habían de quedar sujetos al servicio de un año en las minas, tra bajando sólo u n a vez ca d a seis años. E sto proporcionaba u n a fuerza de trabajo a nu al de uno s 13.500 homb res, la que a su vez se dividía en tres grup os de m ás de 4.000 ca da uno. Esto s últimos grupos trabajaban de una forma rotatoria tres semanas y descansaban otras tres, manteniendo así un abastecimie nto permanente de mano de obra y al mismo tiempo se les daba períodos de descanso. Si bie n los m ineros q u ed ab an obligados a p ag ar a los m it'a y u q k u n a un pequeño salario, éste no llegaba a cubrir ni siquiera las necesidades para su subsistencia. De hecho, las comunidades de m i l'a y u q k u n a necesitaban abastecer de alimento a sus obreros, así como mantener a las familias de s u s m it'a y u q k u n a ausentes y pagar su traslado a las minas. La mayor parte de los alimentos y la coca que se consumían en las minas la pagaban, a su vez, los propios obreros. Así, de un solo golpe entre la mitad y dos tercios de la fuerza de trabajo minera la corona la proporcionaba a los propietarios de minas a unos pre cios extrem adam ente bajo s, lo que estim uló en g ran m an era la producción. La introducción del proceso de amalgama con mercurio, la reglamentación de la estructura legal minera, el abastecimiento de mercurio y la satisfacción de las necesidades de mano de obra de los mineros a costo muy bajo, todo tuvo su impacto en la industria que se elevó en la segunda mitad de la década de los setenta y el famoso auge de Potosí prosiguió, alcanzando la producción de plata niveles extraordinarios entre la década de los setenta del siglo XVI y la de los cincuenta del siglo XVII. Habiendo resuelto los problemas de la organización rural y la reorganización de la industria minera, Toledo entonces se dedicó a los problemas del poblamiento hispánico de la región. Si bien las fro n te ra s de C h arc a s e s ta b a n ah o ra bie n definidas, habían muchas regiones interiores que todavía no habían sido plenam ente explota das por los colonos. Así pues, Toledo favoreció toda una nueva ola de poblamientos españoles. La más im p ortan te de e sta s nuevas pobla cio nes pro m ovid as por Toledo fue la Villa de Cochabamba, fundada en 1571. Situada en el corazón de una amplia serie de valles de subpuna, Cochabamba también se convirtió en la pob lación ce ntra l pa ra el con trol de los indios Kechua y vallunos. También se convirtió rápidamente en la región más productora de trigo y maíz de Charcas, vinculándose estrechamente con el mercado potosino durante el siguiente si-
glo de crecimiento económico. Toledo también integró mejor la región andina meridional con la fundación de la Villa de Tarija en 1574. Como Coch abam ba, es taba situa da en ancho s valles de subpuna densamente poblados con campesinos indios. Por fin, p a ra a se g u ra r la fronte ra orie ntal con tra los C hir ig uano, Toledo estimuló el poblamiento de la Villa de Tomina en 1575. Entre el poblamiento final de las fronteras y de las villas interiores, el crecimiento de la nueva industria minera y la integración de la antigua base agrícola indígena a la española nueva. Charcas llegó a ser uno de los centros más ricos del nuevp imperio castellano de América. Sus densas poblaciones de indios sedentarios proporcionaron una mano de obra aparentem e n te i n a g o ta b le , m i e n tr a s s u s m i n a s p a s a b a n a se r rápidamente reconocidas como la principal fuente de plata de América, sino de todo el mundo, en la época. Así, la corona no tardó en fundar un gobierno viable y semiautónomo para controlar el destino de esta región y garantizar su adhesión al imperio. Mientras que Lima y el Cuzco siempre habían deseado dominar las tierras altas meridionales, de hecho todas las rebeliones du ran te la famosa época de las gue rras civiles, dem ostraron que Charcas podía actuar fácilmente como un factor independiente y muy peligroso. A regañadientes las autoridades limeñas, por tanto, tuvieron que aceptar la creación de un poder separado y poderoso, bajo la su p re m a a u to rid a d vir reinal en la zon a m eridional del Lago Titicaca, esta decisión llevó en 1559 a la creación de una audiencia independiente, asentada en la Villa de Chuquisaca. La audiencia de Charcas demostraría ser una de las pocas aud iencia s crea d as en el nuevo m undo con au to ridad ju d icial y al m ismo tiem po pode r ejecutivo. El pre side nte de la a u diencia, tam bién juez , se convirtió así en la autorida d a dm inistrativa y ejecutiva principal de la región. Para controlar a la minoría de la población urbanizada y occidental, la audiencia elaboró un sistema de gobierno muy parecido al que existía en España con anterioridad a la conquista. Se crearon gobiernos municipales basados en el sufragio libre de los vecinos, dotados estos gobiernos de amplios poderes. Extendiéndose sus límites jurisdiccionales hasta el interior rural, en los primeros días fueron los principales concesionarios de encomiendas, controlaron los mercados locales y atendieron la justicia local y los poderes policiales. En cada población principal habían también funcionarios reales, que iban desde una autoiidad ejecutiva llamada corregidor (a comienzos del siglo 57
XVII había unos cuatro corregimientos españoles), hasta una serie de oficiales reales cuy a tare a co nsistía en co brar los im pu estos sobre el comercio y la producción. A pesar de la presencia de funcionarios reales, estos gobiernos locales americanos llega b a n a se r m á s rep resen tativ o s de los in tereses y n ece sid ad es de la élite local que de España. Las áreas rurales contenían más del 90% de la población, de la que — con excepción de u n 10% — todos eran cam pesinos indios monolingües. Para ellos los españoles p rep araro n u n com ple jo sis te m a de gobie rn o indirecto . Toledo e n s u s refo rm as había garantizado la autonomía local a los nuevos pueblos “con greg ado s” o “red uc ido s”, com enza ndo a de sarr olla rse a nivel local un gobierno complejo de anciano de la comunidad. Elegidos formalmente por los originarios (Miembros antiguos de la comunidad), estas administraciones locales estaban compuestas de representantes de todos los a y llu locales q ue co m ponían la comunidad y tenían a su cargo la división y distribución locales de tierra y la recau dac ión de todos los imp uestos. Este m ismo gobierno también mantenía la iglesia de la comunidad local y patroc inab a las fiestas dedicad as a la celebración del san to p atrono de la comunidad. Estos gobiernos comunitarios, aunque aparentemente elegidos según el estilo hispánico, con toda pro b abilid ad p rosig uie ro n la s p rá ctica s an te rio res a la c o n q u ista, seleccionando a los anciano s m ás experimentados y m ás afortunado s para representarlos. E stos hom bres tuvieron la tenden cia de ser sum am ente conservadores, siendo los m ás anciano s y los m ás responsa bles de la com unidad. Por su parte, las au toridades reales los hicieron responsables de todo, desde el mantenimiento de la paz local hasta la función esencial de proveer los im p u e sto s y la m ano de obra de la m it'a . Mientras las exacciones sobre la com unidad, s us m iembros las consideraron razonables, tal gobierno de an cian os en cabildos y bajo s u s líderes locales (o jila k a ta ) demostró ser u n balu arte de estabilidad conservadora; pero cu an d o esto s dir igente s se convencie ro n que las exaccio nes de su s excedentes pa sa ba n los límites aceptables, ellos mismos dem ostraron se r el m ás poderoso de su s enemigos, pue s podían convocar a toda la comunidad en su apoyo. Las inumerables re belio nes in d ia s en el período p o sterio r a Toledo, n u n c a fueron asuntos individuales desorganizados, sino esfuerzos de toda la comunidad, exclusivamente dirigidos por sus ancianos. Esto ex plica el fenóm eno frecu entem en te extraño de re beliones lim itadas a unas pocas comunidades locales fácilmente definidas, sin afectar a su s vecinos.
Además, estos gobiernos comunitarios con el tiempo comenzaron a servir no sólo como u n a institución de gobierno y dirección, sino también como un medio de redistribución interna de recursos dentro de la comunidad. Enfrentadas a un medio am bie n te h o stil y a m e n a za n te (ta nto ecológic am ente com o p or la explotación económica), las comunidades no podían permitirse una diferenciación interna apreciable entre sus miembros com po n e n te s origin ales. Por tan to , surgió u n sistem a com plicado de “empobrecimiento ritua l” en m uc ha s de estas com unidades: en virtud de ella se redujeron considerablemente las distinciones en riqueza por medio de la dispersión forzosa de los ahorros de sus miembros más afortunados o dotados. Sólo se escogía a los agricultores afo rtunad os pa ra los cargos de la jera rq u ía civil o religiosa que componían el gobierno comunitario local, exigiéndoseles ga star considerables su m as de dinero y gran cantida d de tiempo en el desem peño de su s cargos anu ales. En especial, en el aspecto religioso de sus obligaciones, cargos o deberes se les obligaba a patrocinar las fiestas religiosas locales que exigían el gasto de sus ahorros. A cambio del gasto del tiempo, alimento, bebida y din ero , lo s an cian o s afo rtu n a d o s e ra n recom pensado s con ho no r y p oder local. Pero po r lo general re du cían aho rros de toda la vida, con lo que tendían —mediante lodo el proceso ritual— a redu cir su patrimonio al nivel general de la com unidad. Tal sistema aseguraba que ningún miembro originario de la com unidad con acceso a la tierra dom inara a los demás y a cu mulara una ventaja que pudiera poner en peligro la naturaleza comunaria de la propiedad y la integridad de la misma. El ejercer cargos civiles y religiosos y el empobrecimiento ritual fue un modelo general de un sistema completo que no estuvo totalmente en acción en todos los lugares ni en todos los tiempos. Como veremos, tamp oco impidió que s urg ieran grup os de indios sin tierras que vivían en las comunidades: pero para los miem b ro s con tie rra s , c u a n d o fu ncio nó eficazm ente , co n trib u y ó a impedir que el funcionamiento del mecanismo normal de mercado d estruyera la unidad comunal. Durante la mayor parte del período colonial también existió en las zonas rurales un grupo de nobleza india local conocido con el nombre de k u r a k a , que jugó básicam ente la m ism a función que había tenido bajo los Inka. Generalmente los k u r a k a tenían a su cargo varias aldeas y, en cuanto nobles locales, tenían recurso a su s propias propiedades privadas dentro de varias comunidades, así como los derechos a mano de obra de la comunidad y a una determinada cantidad de otros recursos legales. A cambio de ello, los k u r a k a h a bí a n d e p r o t e g e r l a
religión y costumbres locales de los miembros de la comunidad, representarlos formalmente ante las autoridades coloniales y ac tu ar de am ortiguado r entre los cam pesinos locales o sus jilakata y las autoridades españolas. La suya era una posición trágicamente difícil, no sólo por que el k u r a k a e r a u n t e r r a t e niente y explotador de la mano de obra, sino porque él mismo s u f r í a u n a p es a d a t r i b u t a c i ó n p or pa r t e d e l a s a u t o r i d a d e s españolas y había de garantizar el cumplimiento de todos los impuestos locales y las obligaciones de la m it'a . Naturalmente, se apoyab a en los j i l a k a t a pa ra llevar a cabo es tas exigencias en las com unidad es locales; pero él, s u s tierras y su s bienes era n en último término la garantía en caso de que no se recaudara por completo los im pue stos o no se en tregara la totalidad de la man o de obra. Así, a lo largo de los tres siglos de gobierno colonial español, la clase noble indígena local poco a poco iría hundién dose a cau sa de las exigencias españolas y acab aría queda ndo re ducida al rango campesino si se quedaba en el campo, o absorbi da en las clases media o alta si esca pab a a las ciudades. Además, toda la institución acabaría desapareciendo como fuerza real m ente eficaz en la gra n rebelión de Tu paq Am aru de 1780, en la que los k u r a k a jug aro n u n papel organizativo ta n decisivo. Por m ás indirectos que fu eran su s principios de gobierno, los españoles controlaban en último término el sistema por esta razón dividieron todas las zonas rurales, de la misma forma que las urbanas, en corregimientos rurales bajo el control de autori dades reales llamadas corregidores de indios. Estos funciona rios mal pagados tenían bajo su responsabilidad el cobro de los im pue stos y la salida de la man o de obra de su distrito; pa ra co b ra rse s u s se rv icio s podían obligar a s u s sú b d ito s in dios a com p ra r m erc an cía s que im po rtaban a la s zo n a s rurales. Las v en tas forzadas de productos españoles a las comunidades indias de m ostraron ser un a fuente enorme de riqueza y corrupción de es tos funcionarios, convirtiéndolas en objeto de odio permanente de parte de las poblaciones locales indígenas. Por fin, para asegurar la lealtad al estado tanto de los españoles como de los indios recientemente evangelizados, la corona patrocinó vigorosamente la implantación de la religión católica en Charcas. Con la llegada de los primeros colonos en 1538 ha bía llegado el clero sec ular pa ra aten de r las necesidad es de los conquistadores e iniciar la conversión de los indios. Estos eclesiásticos seculares se vieron acompañados rápidamente por misioneros religiosos de todas las principales ordenes de Amé rica: dominicos, franciscanos, agustinos, mercedarios y, al cabo de unos treinta años, jesuítas. La dirección para toda esta
actividad procedía del Cuzco y, en el último término, de Lima. Pero este sistema cambió en 1552 con la creación del primer obispado de la región y nombramiento de su primer prelado. Lle vando el nombre de la Plata, tuvo su sede en la Villa de Chuquisaca, donde al cabo de una década también se instaló la real au diencia. La creación de una autoridad eclesiástica autónoma fue crucial en-la formación de un centro colonial independiente en Charcas. En tre tan to toda la iglesia pe rua na se preocup aba p or la evangelización. En 1555 comenzó una serie de concilios peruanos, cuyos resultados fueron una serie de instrucciones al clero regu lar y secular para el proceso evangelizados El segundo concilio de ellos, celebrado en 1561, mandó que los textos catequéticos fueran traducidos al kechua, mientras que el tercer concilio (1582 - 1583), por fin, dispuso que tam bién se prep ara ra todo u n blo que de m ateriales en aym ara. El resu ltado fue la publicación de la primera obra en aymara, hecha en Lima en 1584. En las prim eras décadas del siglo XVII los j e s u íta s Ludovico Bertonio y Diego de Torres Rubio publicaron una gramática y diccionario extensas. E sto sucedía casi un a generación después de la publica ción de catecismos, gramáticas y diccionarios kechuas, obra también emprendida por diferentes misioneros. Dado el pre dominio del kechua, incluso en Charcas, este comienzo tardío del aymara resulta comprensible; pero esto significaba que cada vez m ás el kech ua se convertía en u n a lengua franca, im pulsada por lo s m isioneros, incluso en la s zon as altip lán icas trad icio nales a jana ras y valles adyacentes. E sta preocupación tem pran a del Bajo Perú por la evangelización kechua ayuda a explicar la desaparición de todas las lenguas que no fueran el aymara o el kechua en los valles de subpuna después de la conquista, que en la mayoría de los casos sería reemplazada por el kechua domi nante, traído por los misioneros. En otros aspectos, la iglesia no se quedó atrás en introducirse en las pob laciones aym aras. Ya 1582 el obispo de La Plata h ab ía concedido a los kuraka de Copacaban a el derecho de fun da r un a cofradía en honor a la Virgen en este centro religioso tradicio nal aymara del lago Titicaca. El santuario construido allí en ho nor a la Virgen de Co pacabana , ju n to con el san tua rio dedicado a la Santa Cruz construido por la misma época en Carabuco, se convirtieron en símbolos sincréticos vitales del proceso evange lizados En realidad, la imagen de la Virgen de Copacabana llegó a ser el símbolo religioso central indiscutido de la región. Esta creación de las formas exteriores de cristianismo no significa
clero tuviera un éxito universal con la evangelizaron de los in dios. La existencia de encomiendas privadas en la mayoría de las zo na s h a st a fines del siglo siglo XVI impidió impidió el acceso d irecto a los indios e incluso incluso con la divis div isión ión de C harc as en jurisdiccio nes pr p r o p ia s d e l a s d if e r e n te s ó r d e n e s m i s i o n e r a s , s ie m p r e h u b o m e no s clero clero disponible disponible del que se necesit necesitó. ó. Ahora cada pueblo re d u cido y antiguo poblado contaba con un templo, aunque la ma yoría de los los indios sól sólo ra ra vez vez veían a u n sacerdote. De esta forma las creencias tradicionales, en especial las que se relacio naban con la familia y el trabajo, en gran medida se mantuvie ron, siendo también sistemáticamente protegidas por losjtía k a t a y los k u r a k a locales. El cristianismo se hizo sentir en las máximas esferas de la religión estatal y en orden cosmológico m ás amplio amplio.. La mejor prueba de este este cambio se pued e en co ntrar en la decadencia progresiva de la rebeliones anticristianas a lo largo del siglo y en su reemplazo a fines del siglo XVII por las re b e l i o n e s i m p u l s a d a s p o r el s im b o lis li s m o c r i s t i a n o m e s i á n i c o , que al mismo tiempo era profundamente católico y totalmente antihispánico. Ya no habían los w ' a q a locales ni objetos reli giosos comunitarios (generalmente piedras) que se invocaran en apoyo apoyo du ran te los com bates contra los los españoles odiados odiados;; ah ora se invocaba a la la Virgen Virgen Morena de de Co pacab ana pa ra que guia ra a los Aymara y Kechua contra su s opresores blancos blancos.. Que la creencia total cambió poco también se pone en eviden cia en las visitas pastorales e investigaciones inquisitoriales de fines del siglo siglo XVI y com ienzo s del siglo siglo XVII, II, qu e d em u es tr a n que en las curaciones, en las actividades relacionadas con la p la n t a c i ó n y c o s e c h a y c o n to d o s a q u e llo ll o s s u c e s o s v in c u l a d o s al robustecimiento de los lazos familiares de parentesco y del ayllu local, predominaba la creencia y práctica religiosa pre hispánica, practicada con frecuencia por sacristanes de la igle sia católica local. Mientras que el alto clero más celoso y consciente trató de destruir estas creencias, la debilidad de su núm ero y las preocup aciones por el m antenim iento del del gobie gobierno rno indirecto garantizaron fundamentalmente la conservación de las creencias locales, mientras no pusieran en peligro la legiti midad del cristianismo en su nivel estatal y social. En cuanto se refiere a la iglesia misma, prosiguió el período de organización interna, que de alguna forma se adaptó a la cambiante importancia económica y social de Charcas como centro minero durante el período posterior a Toledo. En reco nocimiento del crecimiento del distrito paceño como centro de la civilización altiplánica aymara, la corona y el papado crea ron el nuevo obispado de La La Paz en 1605, 1605, m ien tras q ue toda
la zona fronteriza de las tierras bajas fue separada, como zona indepe ndien te, con la creación del del obispado de de S an ta C ruz aquel mismo año. Para los misioneros el trabajo con los campesinos aymaras y kechuas perdió rápidamente algo de su atr activo romántico, con lo que atrajo vigorosa actividad misionera, en p a r t i c u l a r e n el sig si g lo XVII, u n a s e r ie de m i s i o n e s d e la z o n a de Mojos, en las cercanías de Santa Cruz y al sur en el Chaco. La elevación de Santa Cruz a la categoría de obispado impulsó esta obra. Para completar la organización colonial el obispado de La Plata fue elevado a la categoría de arzobispado cuatro años des pu és, con la que La Plata se convir convirti tió ó en la sede prim ad a de la iglesia charqueña. La preponderancia del centro administrativo chuquisaqueño quedó finalmente coronada con la creación de una Universidad en aquella Villa en 1624. Así Charcas podía ahora graduar a su propio clero en todos sus grados superiores, en 1681 este centro fundamentalmente teológico pudo también con ced er título título s juríd icos , con lo lo que se convirt convirtió ió en la in sti tu ción ju ríd ic a p rinc ipa l de todo el Río Río de de La Plata y la zona del Cono Sur hasta fines del período colonial. Así pues, con sus burocracias estatales e iglesia estatal, los españoles consolidaron rápidamente el gobierno efectivo en las zonas campesinas pobladas de Charcas. Unas seis poblaciones p r i n c i p a l e s d e e s p a ñ o l e s (La P a z , C h u q u i s a c a , P o to s í, C o c h a ba b a m b a , S a n t a C ru z, T a rija ri ja), ), e s t a b a n s i t u a d a s e s t r a t é g i c a m e n t e p a r a c o n t r o l a r i n m e n s o s h i n í e r l a n d s y diferentes zonas ecológicas y económicas. También se crearon poblaciones fron terizas seguras, con una frontera misionera eficaz en las tierras b a j a s o r i e n t a l e s p a r a im p e d i r q u e los lo s in d i o s s e m i n ó m a d a s i n gre saran en las zona s pobladas; por fi fin, se se introdujo u n comple comple to sistema de gobierno indirecto para controlar las poblaciones cam pesin as indias. indias. Pero Pero todos todos estos planes concebían a C harcas esencialmente como un sistema social, económico y po p o líti lí ticc o dual. Había Había de ha be r un a éli é lite te blanca de habla castellana y orientación occidental, más o menos delimitada según las líneas de la clase peninsular basada en el nacimiento y el dine ro; a su lado una inmensa masa campesina india autogobernada pe p e ro p l e n a m e n t e e x p lo tab ta b le , t a m b i é n d i f e r e n c i a d a e n u n a c l a s e de campesinos y nobles, pero por lo demás influía poco en el mundo de sus conquistadores. En realidad, el proceso de con quista y el carácter de los mismos conquistadores poco a poco iría erosionando este modelo relativamente simple, creando una mezcla compleja de nuevas clases, castas y grupos, tanto dentro del mundo indio rural como en los centros urbanos
En primer lugar, los españoles trajeron consigo un nuevo conjunto de enfermedades europeas desconocidas para los in dios altiplánicos. Un sistema de explotación basado en una po p o b la c ió n d e a l r e d e d o r d e u n m illó il ló n de c a m p e s in o s , p r o n t o r e sultaría que oprimía sólo a la mitad de aquella cifra con los mismos impuestos; hacia fines del siglo parecía que cada generación de indios posterior a la conquista se fuera inmuni zando a las nuevas enfermedades, sólo para sufrir de nuevo rei teradas epidemias en ciclos de unos veinte años, epidemias que acabaron hasta bien entrado el siglo XVII. Además los 10.000 españoles que aproximadamente llegaron a la región charqueña fueron mayoritariamente varones, es decir, libres de las rígidas restricciones familiares europeas, que habían dejado atrás en España. También trajeron consigo un número casi igual de es clavos clavos negros africanos. africanos. El resu ltado fue la creación de u n g rupo racial nuevo de mulatos y mestizos (llamados cholos en Bolivia). Así las pérdidas en la población india de alguna forma que darían com pensadas por un grupo intermedio racialme nte am algamado que com binaba el parentesco de indios indios y blanco blanco s y, y, en m eno r m edida, de blancos y afric africanos. anos. De hecho la conquista tampoco creó como único sistema el orden social rígido intercambiable que había proyectado la co rona. De la misma forma que la composición racial de la pobla ción iba cambiando lentamente, también lo hacía su estructura social. La base de todo el orden económico y social era el cabeza de familia indio que tenía entre 18 y 50 años de edad, que era miembro originario de su ayllu, con acceso directo a los dere chos sobre la tierra. Este indio originario fue el productor prin cipal en la economía charqueña, pagaba el impuesto básico del tributo —que era equivalente de la obligación tributaria de la en comienda que ahora recaudaba directamente la corona—y era el único sometido al impuesto del trabajo de la m it' a . Además, los originarios también fueron los principales productores para sus pro p ro p io s k u r a k a , quienes seguían recaudando su propio tributo y también pagaban los impuestos a la iglesia local. Dada la base de tierra y la provisión de mano de obra que los españoles here daron originariamente de los Inka, el reclutamiento de origina rios no fue excesivo y pudieron soportarlo fácilmente a causa de las grandes cantidades de tales originarios disponibles en cada comunidad. Pero el colapso demográfico de la población india provocó una contracción de la clase originaria, sin ningún alivio consi guiente de las exacciones de su producción excedente. Las pre siones sob re los los originari originarios os no cesaron de au m en tar a lo lo lar largo go
de dos siglos de decadencia demográfica. El resultado de ello fue, po p o r u n a p a r te , el a b a n d o n o de la s c o m u n i d a d e s e n g r a n e sc a la ; po p o r o t r a p a r t e , la p é r d id a m a s i v a d e la c o n d ic ió n d e o rig ri g in a rio ri o po p o r p a r t e d e los lo s ind in d ios. io s. S u p u e s t a la g r a n c a n t i d a d de a b a n d o n o s de la comunidad y la política de nuevas fundaciones comunitarias bajo Toledo y sus sucesores, apareció rápidamente una po p o b la c ió n c a m p e s i n a flo fl o ta n te . L leg le g and an d o com co m o e m i g r a n t e s a la s antiguas comunidades o como recién llegados a las nuevas, estos forasteros forasteros —a —a veces veces llam llam ados tam bién agregados— conseg uían unos derechos menores sobre la tierra o simplemente ninguna tierra, sino que se limitaban a instalarse como trabajadores sin tierra en la parcela de los originarios al cambiar de rango acaso pe p e r d ie r o n e n t o n c e s s u s t i e r r a s , p e ro t a m b i é n se in d e p e n d iz a r o n de todas sus obligaciones fiscales. Hasta el siglo XVIII los forasteros no tuvieron que pagar el tributo ni estuvieron sujelos 3 la m i t ' a .
Las mismas presiones demográficas y económicas que dieron lugar a los forasteros, también crearon un grupo enteramente nuevo de indios que no pertenecía a ninguna comunidad libre, sino que viví vivíaa en las prop iedades de los los españoles. A m edida que el valor de las encomiendas fue declinando y la corona obligó a su renuncia, los los colo colonos nos acaud alados enco ntraron fuentes alternativas de riqueza en la producción agrícola directa. Con el descenso de las poblaciones indias y la reorganización constante de las comunidades, mucha tierra, de las zonas tradicionales, quedó disponible para la explotación privada. Estas tierras fueron rápidamente absorbidas por los españoles más ricos, surgiendo una nueva clase: la de los hacendados. Al principio consiguieron su mano de obra de entre la población flotante de sirvientes indios llamados y a n a k u n a : pero pronto los españoles se dieron cuenta que los antiguos originarios se morían por trab aja r en las propiedades de los los colonos colonos a cambio del del usu fru cto de una parcela de tierra. Además, los españoles no hicieron nada por destruir la estructura del a y l l u , que en las haciendas funcionaba como en las comunidades. Si bien el término y a n a pro p ro c e d ía d el im p e rio ri o in k a ic o y al c o m ien ie n z o d e la é p o c a c o lon lo n ial ia l se refería a aquellos trabajadores sin conexiones con el a y l l u o sin tierra, concedidos a los nobles dirigentes a otros funcionarios por el Inka en calidad de servidores o casi esclavos, a fines del siglo XVI aquel término llegó a significar simplemente tra ba b a j a d o r s i n tie ti e r r a . Los Lo s c o n q u i s t a d o r e s p r im itiv it iv o s a c a s o u tili ti lizz a ron algunos y a n a k u n a precolombinos, pero esta nueva clase de y a n a k u n a procedía fundamentalmente de la fuerza de trabajo
Aunque las haciendas se desarrollaron con rapidez a partir de la segunda mitad del siglo XVI, pronto alcanzaron un límite en su crecimiento cuando las comunidades libres se estabilizaron, en la segunda mitad del siglo XVII. Esto dio lugar al fin de la pr p r i m e r a é p o c a de la e x p a n s i ó n d e la h a c i e n d a . P a r a e n t o n c e s habían haciendas por todas las tierras altas y en la mayoría de los valles de subpuna, aunque sólo absorbía aproximadamente un tercio de la fuerza laboral indígena de toda la región de Charcas. Las comunidades libres siguieron siendo la forma dominante de organización social y de tenencia de tierra en la zonas rurales, absorbiendo absorbiendo tres cu arta s pa rtes del cam pesinado indi in dio. o. Pero a diferencia de las comunidades y a y l l u homogéneos del pe p e río rí o d o a n t e r i o r a la c o n q u i s t a , l a s c o m u n i d a d e s i n d i a s l ib r e s del sig siglo lo XVII ab arc ab an dos c lases diferentes: diferentes: los m iem bros orioriginarios con tierras y sus familias y los forasteros llegados posteriorm teriorm ente (que (que gozaban de men ores derechos a la tierra y es ta b a n o b lig li g a d o s a c u m p l i r p r e s t a c i o n e s la b o r a le s e n fa v o r d e los lo s originarios). Si bien las comunidades seguían siendo todavía entidades corporativas controladas por sus miembros y, a su vez, poseían el título supremo sobre las tierras para todos ellos, ahora incluían u nos ciud adan os de la segund a clase clase que, de hecho, representaban la mayoría de sus miembros en la mayor pa p a r t e d e los lo s c a s o s . Pero Pe ro e s t a s d if e r e n te s c a t e g o r ía s n o e r a n fija fi jass ni inmutables. Hubo muchos originarios que en curso del tiem po r e n u n c i a r o n a s u s d e r e c h o s y s e c o n v irt ir t ie r o n o e n yq y q .n a k u .n a en las las ha ciend as de los los colonos colonos o forasteros en otras com unidades. Asimismo, hubo y a n a k u n a que con relativa facilidad ascendieron al rango de forasteros. Sólo el ingreso al rango de originari originario o de m ostró se r difí difíci cill, parec iendo que sólo sólo po r m atrimonio existía la posibilidad para quienes no habían nacido en aque l rango. rango. Este cambio y movimiento en las zonas rurales fue también acompañado por una intensa migración interregional del cam po a l a s c iu d a d e s . A los lo s in d io s o rig ri g in a rio ri o s q u e c u m p l í a n el s e rv icio de la m i l ' a en Potosí con frecuencia les pareció difícil o poco atractivo volver a sus comunidades de origen, por lo que muchos se transfo rm aro n en obreros libres libres asala riado s o “m ínga no s” en la región minera. Muchos indios originarios también decidieron abandonar su vida rural por completo, trasladándose a las poblaciones españolas. Estas poblaciones de varios miles de habitantes comenzaron rápidamente a llenarse de indios, que cumplían todas las tareas de trabajo urbano y que llegaron a ser el factor dominante en la clase trabajadora urbana. Hablando simultáneamente sus lenguas nativas y el castellano, estos
n u e v o s i n d io i o s u r b a n o s c o n f r e c u e n c i a a b a n d o n a r o n s u in in d u m e n t a ri r i a t ra r a d i c io i o n a l y e m p e z a r o n a v e s t ir ir e n u n a a d a p ta c i ó n d e l e s t i l o h i s p á n i c o , a l t ie i e m p o q u e c o n s u m í a n a l im i m e n t o s d e o r ig ig e n e u r o p e o t a l e s c o m o e l p a n . S e c o n v i r ti t i e ro ro n e n c h o lo s u r b a n o s , a u n q u e su a s c e n d e n c i a e r a p u r a m e n t e in d ia . L a d e s ig n a c i ó n d e in d i o , c h o l o y b l a n c o p e r d i ó , p u e s rá p i d a m e n t e s u c o n t e n id o b i o l ó g i c o , c o n v i r t i é n d o s e e n c a t e g o r í a s c u l t u r a l e s o d e " c a s t a s o c ia i a l " , d e t e r m i n a d a s p o r f a c to t o r e s e x t r ín í n s e c o s ta ta l e s c o m o el el i d io i o m a , e l v e s t id i d o y e l c o n s u m o d e a l im i m e n t o s . T a m p o c o l a é li l i te te e s p a ñ o l a m e s t il i l a n t e e s t u v o i n m u n e a t a l e s c a m b i o s , d a d o q u e el el c o n c u b i n a t o y e l n a c i m i e n t o e x t r a m a t r i m o n i a l se s e c o n v i r ti t i e ro ro n e n l a n o r m a y l o s f ru r u t o s b a s t a r d o s c o n a s c e n d e n c i a m u l ti t i r ra ra c i a l a s c e n d í a n a la l a m i s m a c la l a s e d e la l a é l i te t e , j u n t a m e n t e c o n l o s kul l a n i z a d o s q u e s e c o n v i r ti tie r o n e n m i e m b r o s d e la s raka c a s t e ll c l a s e s t e r r a t e n i e n t e s l o c a le le s . E l r it i t m o d e l c a m b i o s o c i a l e n B o l i v i a e s tu t u v o i n f lu lu e n c i a d o p o r f a c t o r e s n e g a t i v o s t a l e s c o m o l a d e c a d e n c i a d e m o g r á f i c a y l a e x p l o t a c ió i ó n d e l a m i t ’a. P e r o e l i m p r e s io i o n a n t e c r e c im im ie n t o e c o n ó m i c o q u e a f e c tó t ó a to t o d a la l a r e g i ó n d e s p u é s d e la l a s r e fo fo r m a s d e T o l e d o t a m b i é n s e h i z o s e n ti tir. E l p r i m e r a u g e m i n e r o d e la d é c a d a d e l o s c u a r e n t a y c i n c u e n t a h a b í a s id id o e s p e c t a c u l a r , p e r o r e s u l ta t a b a s e r i n s ig i g n i fi fi c a n te e n c o m p a r a c i ó n c o n e l c r e c i m i e n t o m a s i v o e n l a s e x p o r t a c io io n e s d e p l a t a d e l g r a n a u g e de l p e r ío í o d o 1 5 7 0 - 1 6 50 50 . D u r a n t e e s t e p e r í o d o , P o t o s í s ó l o p r o d u j o m á s d e la l a m i t a d d e l a p l a t a d e l N u e v o M u n d o , s i e n d o i n d i s c u t i i b l e m e n t e l a f u e n t e i n d i v i d u a l d e m i n e r a l m á s i m p o r t a n t e d e l m u n d o . E l im im p a c t o d e P o t o s í e n E u r o p a y e n s u c o m e r c i o c o n A s i a f u e m u y i m p o r ta t a n t e . P a r a E u r o p a l a p l a t a d e P o t o s í i n f lu lu y ó p r o v o c a n d o la te n d e n c i a d e la rg o p l a zo h a c i a e l a u m e n t o en l o s p r e c io i o s . A s i m i s m o e n s u c o m e r c i o c o n A s ia i a . E u r o p a p o r fi fi n p o d í a a u m e n t a r e n g r a n m e d i d a s u s i m p o r t a c i o n e s d e b i e n e s a s iá i á t ic i c o s , g r a c i a s a s u c a p a c i d a d d e e q u i li l i b r a r la la b a l a n z a c o m e r c ia i a l, l , q u e h a s t a e n t o n c e s h a b í a s id i d o n e g a t iv iv a , m e d i a n t e e l p a g o c o n p l a t a p o t o s in in a . P a r a C h a r c a s e l c r e c im im i e n to d e P o t o s í e n l a s e g u n d a m i t a d d e l s ig i g l o X V I f u e t o d a v í a m á s t r a u m á t ic ic o q u e p a r a E u r o p a . L a u b i c a c i ó n d e P o t o s í e n e l c e n t ro ro d e la re g i ó n c h a r q u e ñ a , e n u n a z o n a á r id i d a y p o b r e p a r a l a a g r ic i c u l tu t u r a y l a g a n a d e r ía ía , s i g n i f ic ic ó q u e t o d o l o q u e s e n e c e s i t a b a e n l a s l a b o r e s m i n e r a s , d e s d e lo l o s a l im i m e n t o s y la l a s h e r r a m i e n t a s , h a s t a lo l o s a n i m a l e s y la la m a n o d e o b r a , h a b í a d e s e r i m p o r ta ta d o . E s t a n d o s u s m i n a s ta n l e j o s d e ! m a r t a m b i é n e r a n e c e s a r i o o r g a n i z a r u n c o m p l e j o s i s t e m a d e c o m u n i c a c ió i ó n que h a b i li l i ta t a r á t a n to t o l a s i m p o r ta ta c i o n e s eu
d í a s v i n c u l a c io i o n e s e n t r e e l s e c t o r e x p o r t a d o r y lo lo s m e r c a d o s l o c a l r e g io i o n a l e in in t e r n a c i o n a l f u e r o n e x te n s a s . E l c r e c i m i e n t o d e l a V i l l a d e P o t o s í y d e s u in i n d u s t r ia i a m i n e r a se se d e j a ría s e n t i r d e s d e e l n o r te t e d e l a A r g e n t in i n a h a s t a e l s u r d e l P e r ú , e n c u a n t o u n a in in m e n s a z o n a d e a b a s te te c i m i e n t o e c o n ó m i c o q u e d ó i n t e g r a d a a l m e r c a d o p o t o s in i n o . A s im i m i s m o l o s m e r c a d e r e s , c o m e r c ia ia n t e s y c a r g a d o r e s d e L i m a , A r e q u i p a , C u z c o y L a P a z ll ll e g a r o n a j u g a r u n p a p e l v i t a l e n l a v i n c u l a c i ó n d e la l a s m i n a s d e P o t o s í y d e su su é l it i t e sa s a t é li l i te te c h u q u i s a q u e ñ a c o n e l m u n d o e x t e r i o r . E l c r e c im im i e n t o d e P o t o s í d e s d e u n p o b l a d o d e u n o s p o c o s c e n t e n a r e s d e e s p a ñ o l e s y s u s t rraa b a j a d o r e s i n d i o s a u n a p o b l a c ió ió n c a l c u la d a e n tr e 1 0 0 .0 0 0 y 1 5 0 .0 0 0 h a b it a n t e s a c o m i e n z o s d e l s i g l o X V I I, I , tu t u v o u n i m p a c t o p r o f u n d o e n e l c r e c im i m i e n to to y p o b l a m i e n t o d e o t r a s r e g i o n e s d e l a s t i e r r a s a l t a s . C o c h a b a m b a y s u s v a l le l e s a d y a c e n t e s s e c o n v i rt r t ie ie r o n e n g r a n d e s p r o d u c t o s d e m a í z y t ri r i g o p a r a l o s m e r c a d o s d e P o t o s í; í; e l c r e c i m i e n t o d e la s h a c i e n d a s en en a q u e l l a s z o n a s f u e ta n r á p i d o y p o d e r o s o , q u e la s c o m u n i d a d e s l i b r e s r á p id i d a m e n t e q u e d a r o n m a r g in in a d a s a u n a p o s i c i ó n m i n o r i t a r i a r e g i o n a l . A d e m á s d e e l l o , l a s e x i g e n c i a s d e m a n o d e o b r a y l a r u in i n a m u y t e m p r a n a d e l o s ayllu y c o m u n i d a d e s , si s i g n i f i c ó q u e C o c h a b a m b a s e c o n v e r t ir i r ííaa e n l a z o n a i n d i a m á s c h o l i fi f i c a d a y b i l in i n g ü e d e to t o d o C h a r c a s . S i b i e n e l k e c h u a s iig u i ó s ie i e n d o l a le l e n g u a m á s p r e d o m i n a n t e e n e l v a l le l e , la la l e n g u a y c u l tu t u r a c a s t e l la l a n a s e e x t e n d i e ro r o n r á p id id a m e n t e . M u c h o s d e lo s c a m p e s i n o s a g r i c u l t o re r e s s e c o n v i r ti t i e r o n e n b i li li n g ü e s y a b a n d o n a r o n l a m a y o r p a r t e d e s u c u l tu t u r a i n d i a t ra r a d i c io io n a l p a r a a d o p t a r u n a n u e v a n o r m a c u l t u r a l m e s t iz i z a , q u e s u r g ió i ó s in i n p l a n i f i c a c ió ió n entre los dos grupos antiguos de conquistadores y conquistados. E n e l o t ro r o e x t r e m o , e l c r e c i m i e n t o d e la l a m i n e r í a p o t o s in in a c o n d u j o a l a e x p a n s i ó n d e la l a c u l t u r a a y m a r a e n lo l o s v a l le l e s o r ie ie n t a l e s c o n o c i d o s c o m o Y u n g a s , m e d i a n t e el e l d e s a r r o l lo lo d e la s n u e v a s z o n a s d e p r o d u c c i ó n d e c o c a . M i e n t r a s q u e l a m a s ti tic a c ió i ó n d e l a h o j a d e c o c a h a b í a s id id o u n a f u e n t e i m p o r t a n t e d e e s t im i m u l a n t e s e n la l a d i e t a d e l a n o b l e z a in in d i a a n t e r i o r a l a c o n q u i s t a y p o r t a n t o , l a p l a n t a n a t iv i v a h a b í a s id i d o d o m e s t ic ic a d a d e s d e m u c h o a n t e s d e la l a l l e g a d a d e lo l o s c o n q u i s t a d o r e s , a h o r a su su u s o p a s a r í a p o r u n a t r a n s f o r m a c i ó n i m p o r t a n t e . D e s t r u i d o e l a p a r a t o e s ta t a t a l i n k a i c o , d e s p u é s d e la l a c o n q u i s ta t a , la l a m a s t ic i c a c i ó n d e la la coca se extendió a todas las clases y los españoles se dieron c u e n t a c o n r a p i d e z q u e s e t ra ra t a b a d e u n c o n s u m o d e a b s o l u t a n e c e s i d a d p a r a lo l o s m i n e r o s q u e tr t r a b a j a b a n e n l a s m i n a s d e p l a ta ta s it it u a d a s a g r a n a l t u r a . A s í p u e s l a d e m a n d a y p r o d u c c i ó n d e c o c a a u m e n t ó e n o r m e m e n t e d e s p u é s d e la l a c o n q u i s t a y lo l o s c e n tr tr o s t r a d i c i o n a l e s e n t o r n o a C u z c o y a n o b a s ta ta b a n p a r a s a ti sf a c e r ta l
demanda, especialmente en charcas. Si bien la coca había sido cultivada en los Yu ngas cercan os a La Paz e incluso en la región del Chapare, cerca de Cochabamba, desde los tiempos anteriores a la conqu ista, su producción era m uy limitada en la com para ción con la del Cuzco. Pero ahora la demanda sobrepasaba a la oferta, con lo que sobre todo los Yungas se convirtieron en el centro fundamental de cultivo de coca en Charcas, que pronto desplazó a la variedad cuzqueña de los mercados de los centros mineros. El aumento de la producción yungueña que no cesaría de crecer a lo largo de todo el período colonial, significó que los indios nóm ad as de estos valles serían reem plazados por colonos campesinos aymaras de las tierras altas y que este proceso de pobla m iento, in iciado en el siglo XVI, p ro seg u iría in in te rru m pid am ente h a s ta el siglo XIX. La colo nizac ió n de Y ungas in clu yó esclavos africanos, que se adoptaron rápidamente a la cultura dominante, convirtiéndose en monolingües aymaras a fines del período. Así, lo s y u n g as, de ser zon a con sólo colo nos ay m aras dispersos, se convirtieron en una plaza fuerte de cultura total mente aym ara, ha sta el pu nto de llegar a poseer una su bc ultura aymara negra. Potosí fue también decisivo para el desarrollo de la región tucum ana , llegando a ser las hacien das y estanc ias del no reste a r gentino los abastecedores fundamentalmente de ínulas, vino y azúcar del mercado potosino, la región de Tarija fue una zona importante de abastecimiento de cereales, mientras que la sub región del valle de Cinti vivió el desarrollo de la agricultura de regadío, en posesión mayoritariamente de mineros potosinos, que se convirtió en la fuente de vinos locales. Al norte de Potosí, el altiplano fue el proveedor fundamental de mano de obra, pro ductos alimenticios tradicionales para consumo minero y la fuente de los inmensos rebaños de llamas necesarios para trans p o rtar la p lata h a s ta la costa . M ás allá del Lago Titicaca, las m i nas de Huancavelica fueron las proveedoras exclusivas del mer curio vital para Potosí; en esta región también se satisfarían las demandas de mano de obra de la m il'a ; además llegaban a Po tosí productos tropicales, vinos y otros productos de consumo alimenticio tanto de los valles altos como de los llanos costeños. Este enorme comercio y movimiento de b ienes y servi cios lo financió tanto la clase de mercaderes de Potosí como de Lima. De hecho, la última parece h ab er sido la fuente fu nd am en tal de capital, financiando el movimiento de la mayor parte de las mercancías desde el norte hacia Potosí y parece haber con trolado exclusivamente todo su comercio internacional hasta
El auge y expansión de la segu nd a m itad del siglo XV tam bién tuvo su impacto en el posterior poblamiento y desarrollo en las zonas internas de Charcas. Así, al fin del siglo la búsqueda de yacimientos minerales fue intensa e incluso las comunidades altiplánicas más pobres desarrollaron cierta actividad minera. Se lavaba oro en la región de Sorata, en los valles cordilleranos del noreste; y comunidades tales como Berenguela, al sur del Ti ticaca, siguieron desarrollándose como un pequeño pero impor tante centro minero. Procedió de entre estos mineros altiplánicos a medio tiempo la iniciativa de poblar la región de los indio Uru, al no rte del lago Poopó. Toda la región del co rreg i miento de Paria, (como se llamaba entonces) quedó llenas de p eq u eñ a s m inas, pero en 1595 se descubrió la m in a m ayor de la zona, cerca de la que sería la ubicación de Oruro. La mina pasó a llamarse San Miguel, produciendo pronto inmensas cantidades de plata fina. El resultado de este descubrimiento fue el encadenamiento de una nueva fiebre de la plata entre los mineros altiplánicos pro cedentes de casi todos los pequeños centros mineros. Los mine ros de la Región de Pacajes fueron los que aportaron el capital y la experiencia pa ra poner en explotación estas nu eva s minas; en la primera década del nuevo siglo el campamento minero ya contaba con unos 3.000 trabajadores indios y 400 ve cinos españoles. Sin concesiones reales para la m it a, los mineros de Oruro — como los de las demás partes de estas regiones septentrionales — tuvieron que apoyarse en la mano de obra libre asalariada. Co m en zaro n ofreciendo salario s de cinco reales po r jo rn al a los peones y m uy superio res de m á s de u n peso al día a los obreros calificados. Tales salarios consiguieron atraer grandes canti dades de mano de obra india a las minas, pero al mismo tiempo elevaron tanto los costos de la mina de Oruro que la producción sólo progresó lentamente. En 1605 los mineros locales creyeron que el centro había llegado a tener suficiente importancia como p a ra conseguir rango oficial; d esp u és de la prolija negociació n se fundó formalmente la Villa de San Felipe de Austria de Oruro en la segu nd a mitad de 1606. A pa rtir de entonces h as ta la déca da de los años ochenta, la ciudad fue creciendo con un ritmo rápido. En 1607 tenía 30.000 habitantes, de los que 6.000 eran mineros indios; en la década de los años setenta la Villa alcanzó su tamaño máximo de un as 80.000 personas. A pesar de este rápido crecimiento, Oruro nunca rivalizó en poder con Poto sí y su producció n en el m ejo r de los caso s no superó una cuarta parle de la de aquella Villa Imperial. Con
todo, la Villa y sus minas adquirieron rápidamente gran significación. Se convirtió en una parada de tránsito crucial en la ru ta Lima —A requip a —La Paz — Potosí po r un lado; p or otro, en el puerto principal altiplánico de entrada de los embarques del mercurio fundamental. Como la vía más barata del mercurio producid o en H uancavelica p a ra Potosí era por m ar, desde Lima h as ta el pue rto de Arica y luego en m uía a las tierras a ltas, Oruro se convirtió en la ciudad altiplánica m ás ce rcan a a aquel pue rto de Arica. Así, pue s, Oruro pudo aseg urarse su me rcurio en u n as condiciones más favorables que Potosí, consiguiendo un ingreso importante con la organización y financiamiento de los envíos de mercurio. Tan importante como su situación céntrica lo fue el desarrollo crucial de Oruro como el mayor centro de mano de obra minera libre de todo Charcas. M ientras su s vetas de minerales m ás ricas persistieron (lo que sucedió h a sta la segun da m itad de siglo XVII), las minas orureñas fueron el imán de obreros indios li bres de to d a la regió n y m a ntu v ieron alto s por to d as p a rte s los salarios, con amargas quejas incluso de los mineros potosinos. Si bien los salarios más altos convirtieron la minería de galería en una empresa sumamente costosa, sin embargo dieron a los indios una alternativa bienvenida a las condiciones más duras de Potosí. Esta combinación de factores llevó a la organización de un poblamiento más permanente, convirtiéndose rá pid am ente la ciud ad en u n a pobla ció n chola an im ad a y de em puje . T am bién dem ostró s e r u n a de la s ciu d ad es m á s ab ie rta y violenta, en la que los mestizos incluso alcanzaban los niveles sup eriores del poder. Oruro se hizo famoso como un lug ar relativamente indómito y que gustaba de la independencia política, lo que en el siglo XVIII llevaría a varias rebeliones importantes anticoloniales. En lo que se refiere a su impacto regional, Oruro tuvo tendencia a reforzar los rasgos de mercado que ya venía inducien do Potosí. También se vio obligada a depender de la producción de mercurio de la zona baja p eruana ; tam bién sacó el núcleo de su fuerza laboral de entre los indios altiplánicos aymaras. Como Potosí, la mayoría de sus alimentos procedían de los valles orientales, aunque en este punto Oruro incluso dependía más del sistema del valle cochabambino cercano, que se convirtió en el abastecedor individual más importante de víveres templados y semitropicales. Oruro reprodujo buena parte del impacto mercantil de Potosí porque también estaba situado en una zona agrícola fundamentalmente pobre y estéril, con lo que se veía
Con la estabilización permanente de Oruro se cerraba el perío do básico del pobla m ie nto h is pán ico en la tie rra s a lta s y valles orientales principales. Aunque en el siglo siguiente crecería y se ampliaría la frontera misionera de las tierras ba ja s orie ntale s, la zona n uclear c h arq u eñ a q u ed aba ple nam ente definida a comienzos del siglo XVII. A partir de entonces hasta fines del siglo XVII las poblaciones española y chola crecen constantem ente, jun to con u n descenso lento pero evidente de la població n in dia . Es este u n período de extraordinaria expansión ur b an a y de la riqueza de Charcas, que se prolongó hasta fines del siglo XVII, arrastra nd o consigo u n auge cu ltural y artístico de envergadura. Pues la riqueza que manaba a ciudades tales de la región como Chuquisaca, Potosí, Oruro y La Paz condujo a una construcción masiva de templos y catedrales, con el crecimiento consiguiente de las arte s plásticas. Durante el primer siglo posterior a la conquista los españoles trajeron consigo a sus artistas e ideas estéticas. En el siglo XVI predo m inaro n lo s a rtis ta s, arte sa n o s y arq u itec to s españoles, italianos y flamencos, de los que mu ch os eran sacerdotes. En los templos tuvo su máxima expresión la vida artística de la colonia, pues los europeos gastaban con la máxima generosidad la riqueza que s aca ba n de las m inas y de los indios en la con struc ción y ornato de los templos. Un templo de tamaño mediano requería decenios para s u construcción y ornamento: con frecuencia era la construcción más costosa de toda la región. Un templo o monasterio grande podía absorber centenares de miles de pesos y equipararse a los ingresos reales totales de una ciudad. Antes de 1600 la construcción de templos y actividad artística se concentraron en la Villa de Chuquisaca, capital administrativa y eclesiástica de Charcas. En este primer período las influencias predominantes fueron europeas, pues vinieron directamente de Europa artistas maduros para empren der la construcción, pintura y escultura que deseaban los colonos. Los eclesiásticos —trasladándose según las necesidades de sus res pectiv as órd en es— re s u lta b an se r los a rtis ta s m ás accesible s y económicos que se tenía a m ano au nq ue a fines de ese prim er siglo comenzaron a llegar en gran número artistas seglares. Si bien se e n señ ab a a los in dio s los rud im entos de todas las artes p lá sticas (por doquie r co n stitu ía n la clase trabaja dora), corres pondió a lo s europeos proporcio nar to dos los m odelo s, id eas y técn icas iniciales. Su pu esto el hecho de que la m ism a metrópoli era un centro artístico de importancia mundial dura nte la mayor parte del siglo XVI y buena parte del XVII, ya se podía pre-
decir que los estilos europeos más recientes —filtrados a través de los intereses h ispánico s— predom inarían en las colonias. Durante la primera parte del siglo XVI las normas arquitectónicas estuvieron dirigidas por los temas e ideas renacentista s tradicionales, m ientras que en las últimas dos décadas de siglo ya se puede advertir el crecimiento de las influencias mudéjares ¡ibéricas. En las artes plásticas las influencias fueron más variadas, pues los estilos italiano y flamenco de la época tuvieron un amplio impacto en los artistas emigrantes. Su p u e sta la riqueza de C harcas, la s ciudad es del altiplano podían recurrir a los artistas más avanzados que llegaban a América y pronto los tem plo s de C h u quisaca estuvieron decorados por los mismos artistas que llevaban a cabo el florecimiento artístico de Lima e incluso de Sevilla. El más destacado de estos artistas prim itivos que tra b a ja ro n en C h arca s fue el je s u i ta italiano Bernardo Bitti, uno de los pintores más originales que trabajó en América en el siglo XVI. Como representante típico entre sus colegas, Bitti había madurado sus ideas formativas en Europa, siendo muy influido por Miguel Angel; residiría en todos los prin cipales cen tro s de la població n del virreinato peru ano , d esde su llegada, en la década de los setenta, hasta su muerte en la prim era década del siglo siguie nte. Durante los últimos decenios del siglo XVI el predominio de los artesanos europeos y blancos quedó desafiado por la aparición de los primeros artesanos indios y cholos; la escultura fue su primer campo de trabajo. Como desde el comienzo predomin ab an entre los indios los talladores de m adera y p icapedreros y fueron trabajadores y artesanos indios los que realizaron las construcciones de los templos más importantes bajo dirección europea, resultaba natural que comenzaran haciéndose sentir en la escultura. El más importante de estos artistas indios primitivos fue el escultor Titu Yupanki, de Copacabana. Formado por europeos en v arias ciudades de C harcas, Y upanki se hizo famoso p or su estilo ta n original y por la im portante esc ultu ra que realizó de una Virgen para su población natal de Copacabana, que se convirtió en imagen venerada en toda la región. Comenzando con formas europeas, Yupanki derivó rápidamente hacia su propio estilo y creó varias piezas importantes e innovadoras p a ra tem plo s locales. Al llegar el siglo XVII hubo un cambio sutil pero importante de influencias y orígenes entre los artistas y artesanos de la región. Con la cantidad increíble de construcciones religiosas y
artesa no s indios que les ayu da ran en su trabajo. U na vez forma dos, estos oficiales encontraban fácilmente trabajo en el merca do charqueño. Como para c on struir y orna m en tar por completo un templo se necesitaba decenios, los artesanos mae stros tend ían a com enzar los proyectos, pasan do des pu és a otros y de ja n d o a s u s ay u d an tes in dios que com pleta ran s u s dis eños; o bien fallecía n y h a b ía n de se r reem pla zados po r aquéllos. Así, en el siglo XVI comenzaría a aparecer un nuevo estilo criollo de sarrollado p or a rtista s y arte sa no s indios o cholos de la región. Mientras que en el siglo XVI y primera mitad del XVII la ar quitectura y las artes plásticas pasaron por un auge decisivo, el prim er siglo de domin io castellano no fue especia lm ente fecun do para las tareas intelectuales no artísticas. En muchos aspec tos seguía siendo un a ru da frontera minera, dominada por un a m entalida d de nuevo s ricos. Así pu es, qu eda ron en m an os de los sacerdotes y funcionarios gubernamentales las expresiones de u n a “alta cu ltu ra” intelectual; aquéllos, a su vez, e stab an f un da mentalmente preocupados por la conversión y gobierno de la pobla ció n in dia . Dado el m erc ado intele ctual lim itado, C harcas no consiguió la imprenta hasta fines del período colonial, por los que sus escasos autores se vieron obligados a enviar sus obras a Lima o incluso a Europa para imprimirlas. Fuera de las gramáticas y diccionarios de las lenguas aymara y kechua, la obra más importante producida por un escritor de Charcas en el siglo XVI fue, sin duda, el tratado de Gobierno del P erú, que escribió el oidor de la audiencia de Charcas, el licen ciado Juan de Matienzo, en 1567. La obra de Matienzo, análisis pro fundo de las condicio nes y form as de gobierno lo cales in dia s, tuvo una importancia fundamental para determinar los rasgos de las reformas toledana s. De la m isma generación y clase como Matienzo, fue el encomendero y licenciado Juan Polo de Ondegardo. Interesado también en el gobierno y religión de los In dios, escribió varias relaciones sobre los Indios del Perú en la época pre-colombina y post — con quista de gra n valor y pen etra ción. Pero si dejamos a un lado a Matienzo, hubo en Charcas po cos escritores, si los hub o, en com paración con el grupo coetáneo de etnógrafos y cron istas del Cuzco y Lima. Los ch arq ue ño s pro dujeron pocas obras de importancia sobre los tiempos preco lombinos, a diferencia de la extraordinaria producción de escri tores de las tierras bajas peruanas, tanto de ascen dencia hispánica como india. Los escritores españoles de Charcas se concentraron, más bie n, en la segunda m itad del siglo XVI y prim era del XVII en es cribir sobre su propia historia posterior a la conquista. Los
misioneros escribieron las historias de sus respectivas órdenes y provincias o las historias de los templos locales; las más im p o rtan tes so n las que refie ren a C opacabana. Por fin, la prim era de una serie famosa de crónicas que se ocuparon de la historia poto sin a, fue tam bién la m ás im portante de en tre estos h isto riadores primitivos: la R e la c ió n de Luis Capoche, escrita en 1585. Los escritores de Charcas de este primer período colonial manifiestan, como rasgo más sobresaliente, un interés por el desarrollo presente y futuro de la región. Fue éste también un perío do en el que se h ab ía producido u n a in ten sa colo nizació n, como reacción al nivel creciente de la producción de plata. Pero la crisis de producción argentífera que comenzó a sentirse en los decenios centrales del siglo XVII, tuvo un efecto adverso sobre las oportunidades económicas, sociales y políticas de los emigran tes llegados m ás recientemente. Este trasfondo de op ortunidades en declive y de una creciente estratificación ayuda a explicar la serie de conflictos urbanos entre españoles, que se conoce con el nombre de “guerras civiles” del siglo XVII. El más importante de estos nuevos conflictos urbanos se hab ía de p rodu cir en el mism o corazón del sector exportador, es decir, en la Villa Imperial de Potosí. Los comienzos del siglo XVII demostrarían ser un período de conflictos particularmente intensos entre mineros y mercaderes españoles por el control de la industria minera, disputas que acabaron conduciendo a una guerra abierta entre los diferentes bandos. El más famoso de estos conflictos implicó una larga y prolongada serie de enfrentamientos violentos entre los vascos y los demás españoles (llam ad os gen éricam ente “V icuñ as”, a ca u sa del tipo de vestido que llevaban) por el control del gobierno municipal de Potosí. Esta llam ada “gu erra civil” entre V icuñas y V ascongad os tuvo lug ar entre 1622 y 1625; fundamentalmente significó el intento de los V icuñas p or desalojar a los Vascos del control sobre las m ina s y del cabildo. A p es ar de la can tida d de violencias, el nú m ero total de muertos fue relativamente pequeño y el resultado final fue que los mineros vascos tradicionales conservaron el poder. Pero la creciente tensión entre españoles urbanos, que im plicó lu c h as de po d er de tipo sem ejante en m u ch o s de lo s otros centros urbanos, era otro indicio de la gravedad de la larga decadencia económica que comenzaba a sentirse en las décadas centrales del siglo. Ya empezaban a agotarse los recursos disponi ble s y el acap aram ien to de esto s recu rso s p o r grupos decisiv os significaba la eliminación de oportunidades para los europeos recién llegados pero sin contactos, que también deseaban ama-
las élites atrincheradas en el control de minas e Indios, los españoles recién llegados o más pobres emigrarían de Charcas durante el próximo siglo, con lo que comenzaría una decadencia de largo plazo en todos los principales centros urbanos. Así, p ues, el fin del prim er siglo de expansión económ ic a Iría seguid o de período se cula r de depresión, que ten dría profundos y prolongado s efectos tan to en el sector urb an o como rura l de la sociedad y economía bolivianas.
CAPITULO III SOCIEDA D COLO NIAL TARDÍA: CRISIS Y CRECIMIENTO C u a n d o a m e d i a d o s d e l s i g l o X V I I l l e g ó a su c im a la p r o d u c c i ó n d e p l a t a t a n t o e n P o t o s í c o m o e n O r u ro y a c o n t i n u a c i ó n e n t r ó e n u n a c r i s i s s e c u la r , e n C h a r c a s s e a b r i ó u n c a m b i o f u n d a m e n t a l e n el e s p a c i o e c o n ó m i c o y e n l a o r g a n i z a c i ó n s o c i a l, s ie n d o l a r e g ió n a m e r ic a n a m á s p r o f u n d a m e n t e a f e c t a d a p o r l a d e n o m i n a d a 'c r i s i s d e l s i g l o X V I I '. E l e f e c t o m á s i n m e d i a t o d e l a a b r u p t a c a í d a e n l a p r o d u c c i ó n d e l a p l a t a p a r a el s i g l o q u e s i g u i ó f u e u n a i n i n t e rr u m p i d a d i s m i n u c i ó n d e l a p o b l a c i ó n e n la m a y o r í a d e l o s c e n t ro s u r b a n o s d e l a r e g ió n . Y e s t o d i o l u g a r, a su v e z , a u n a im p o r ta n t e c o n t r a c c i ó n d e la e c o n o m í a r e g i o n a l , a f e c t a n d o a in s t i t u c i o n e s c o m o la s h a c ie n d a s y la s c o m u n i d a d e s i n d í g e n a s . D e s d e l a p e r s p e c t i v a im p e r ia l , p o r e n t o n c e s e m p e z ó a p a l id e c e r l a i m p o r ta n c i a d e C h a r c a s . Y a a f in e s d e l s ig l o X V I I la N u e v a E s p a ñ a s u p e r a b a la p r o d u c c i ó n m i n e r a a n d i n a g l o b a l y s e h a b í a c o n v e r ti d o e n l a p r i n c i p a l f u e n t e f is c a l e s p a ñ o l a ; d e s d e s u ú l t i m o c u a r t o d e s ig l o P e r ú e n g e n e r a l y C h a r c a s e n p a r ti c u l a r h a b í a n d e j a d o d e e x p o r t a r a la m e t r ó p o l i s u r e n t a e x c e d e n t e y d e s e r e l c e n t r o d e l im p e r i o e s p a ñ o l e n e l N u e v o M u n d o . L a e s p e c t a c u l a r d e c a d e n c i a d e la s c i u d a d e s f u e el p r i m e r e f e c t o d e l a d e p r e s i ó n d e l a m i n e r í a d e l a p l a ta : e n t r e 1 6 5 0 y 1 7 5 0 c a y ó e n p i c a d a t a n t o el n ú m e r o d e m i n e r o s c o m o el n ú m e r o d e v e c i n o s . L o s mit'ayuqkuna m i n e r o s b a j a ro n d e u n o s
m e n t e e n P o t o s í ( d i v i d i d o s e n t re s tu r n o s d e 4 . 5 0 0 ) a u n o s 2 . 0 0 0 a fi n e s d e l s ig l o X V I I . E s t a d i s m i n u c i ó n f u e c o n s e c u e n c i a d e l a r e d u c c i ó n , ta n t o d e la m a s a d e 'o r i g i n a r i o s ' e n l a s 1 6 p r o v i n c i a s m i t a y a s ( a c a u s a y a s e a d e la m u e r t e o d e s u h u i d a a l g r u p o d e ' f o r a s t e r o s ' o d e yanakuna) c o m o d e la d e m a n d a m i n e r a . E s t a d i s m i n u c i ó n d e l m e r c a d o d e m a n o d e o b r a a fe c t ó g r a v e m e n t e a lo s in d i o s l ib r e s m i n e r o s , d e lo s q u e m u c h o s r e t o m a r o n al c a m p o ; p e r o e s t a d e p r e s i ó n d e l a p r o d u c c i ó n a r g e n t í f e r a t u v o s u m a y o r i m p a c t o e n l o s b l a n c o s : p o r lo m e n o s 1 0 0 . 0 0 0 b l a n c o s h i s p a n o h a b l a n t e s d e j a r o n lo s c e n t r o s m i n e r o s y la r e g i ó n c h a r q u e ñ a e n b u s c a d e m e j o r fo r tu n a e n z o n a s e c o n ó m i c a m e n t e m á s d i n á m i c a s d e l I m p e r io . E n e s ta d e c a d e n c i a s e c u l a r O r u ro y P o t o s í p e r d i e r o n m á s d e l a m i t a d d e s u s r e s p e c t iv a s p o b l a c i o n e s : a m e d i a d o s d e l s ig l o X V I II , si e n O r u r o q u e d a r o n 2 0 . 0 0 0 h a b i t a n t es , e n la V i lla I m p e r i a l s ó l o s u b s i s ti e r o n 3 0 .0 0 0 . P e r o , d e h e c h o , to d a s la s c iu d a d e s d e C h a r c a s , o s u f r i e ro n p é r d i d a s o s e e s t a n c a r o n e n s u d e m o g r a f ía . L a c o n t r a c c i ó n d e la d e m o g r a f í a y d e la p r o d u c c i ó n d e p l a t a r e p e r c u t i ó e n l a d e lo s a m p l i o s m e r c a d o s d e r e t a g u a r d i a , c u y a v i d a d e p e n d í a d e la d e lo s c e n t r o s m i n e r o s . E l c a s o típ i c o y m e j o r c o n o c i d o d e e s to e s C o c h a b a m b a , l a i m p o r t a n t e r e g i ó n p r o v e e d o r a d e a l i m e n t o s : a l d i s m i n u i r la s n e c e s i d a d e s c e r e a l e r a s d e P o t o s í, l a re g i ó n c i rc u n d a n t e d e L a P l a t a s e b a s t ó p a r a s a t is f a c e r l a m a y o r p a r t e d e la s n e c e s i d a d e s m i n e r a s , y a q u e lo s p r o d u c t o s c o c h a b a m b i n o s e r a n m á s c a r o s y, p o r t a n t o , m e n o s c o m p e t it i v o s . A s í, p u e s , C o c h a b a m b a e x p o r tó m e n o s d e s u s v a lle s y s e f u e c o n v i r t ie n d o e n u n a e c o n o m í a d e s u b s i s te n c i a , q u e s ó lo e x p o r ta b a s u s e x c e d e n t e s d e t ri g o y m a í z al A l ti p l a n o c u a n do allí las cosechas locales sufrían graves crisis. Esta interrup c i ó n d e s u s im p o r ta n t e s e x p o r ta c i o n e s s i g n i f i c ó , a s u v e z , e l d e c li v e d e l p o d e r d e l a c la s e h a c e n d a d a d e C o c h a b a m b a y l a t ra n s f o rm a c ió n d e su s g ra n d e s p r o p i e d a d e s e n p a r c e la s m e n o r e s a r r e n d a d a s . C o m o l a m a y o r p a rt e d e l a s c o m u n i d a d e s i n d í g e n a s l ib r e s y a h a b í a n s id o s u s t itu i d a s p o r p e o n e s s in t ie r r a e n l a s h a c i e n d a s d e lo s e s p a ñ o l e s , e st a f r a g m e n t a c i ó n d e la ti e rr a c o n d u j o a la a p a r i c i ó n d e u n n u e v o s e c t o r d e p e q u e ñ o s a g r i c u l t o r e s c h o l o s q u e e x p l o t a b a n la s p r o p i e d a d e s a r r e n d a d a s . A s í C o c h a b a m b a s e c o n v i r t i ó e n el p r i n c i p a l c e n t r o c h a r q u e ñ o d e u n a a g r i c u l t u r a m i n if u n d i s la . n o c o m u n a r i a y a c a r g o d e p r o d u c t o r es l ib r e s ; su s e s p a ñ o l e s y c h o l o s t a m b i é n s e e s p e c i a l i z a r o n e n
l a p r o d u c c i ó n t e x t il , s ie n d o s u V a lle C e n t r a l u n i m p o r t a n t e p r o d u c t o r d e t o c u y o s p o p u l a r e s. A l b a j a r la p r o d u c c i ó n c o m o e f e c t o d e l a d e c a d e n c i a d e l o s m e r c a d o s u r b a n o s y m i n e r o s , la s h a c i e n d a s q u e p r o d u c í a n p a r a e l l o s t a m b i é n f u e r o n a f e c t a d a s . S i d u r a n t e la p r i m e r a m i t a d d e l s ig l o X V I I h a b í a te n i d o l u g a r u n fe b r il c r e c i m i e n t o d e la s h a c i e n d a s , a f in e s d e a q u e l s i g l o l a d e p r e s i ó n g e n e r a l e n l a m a y o r í a d e la s r e g i o n e s d i o l u g a r a u n a d i s m i n u c i ó n e n s u f o r m a c ió n y e x p a n s i ó n . A u n q u e a c o m i e n z o s d e l s i g l o X V I I l a C o r o n a h a b í a r e a l i z a d o p e r i ó d i c a m e n t e i m p o r t a n te s v e n t a s ( 'com posiciones') d e ' t ie r r a s b a l d í a s ', é s a s s e f u e r o n h a c i e n d o m á s r a r as a m e d i d a q u e e l s ig l o d e c l in a b a . E n 1 7 0 0 s e h a b í a e s t a n c a d o l a f r o n t e r a e n t r e la s t ie r r a s d e l o s ayllu i n d i o s y l a s d e l a s h a c i e n d a s e s p a ñ o l a s , p a r t i c u l a r m e n t e d e s d e q u e la p o b l a c ió n i n d í g e n a s e e s t a b i li z ó d e n t ro d e s u s n u e v a s 'reducciones' p o s t - to l e danas. L a c o n s o lid a c ió n d e la c o m u n i d a d in d í g e n a q u e d ó r e f o r z a d a c o n s u e x p a n s i ó n d e m o g r á f ic a , p u e s e n C h a r c a s e l p e r io d o d e l a g r a n d e p r e s i ó n d e l a p l a t a c o l o n i a l c o i n c i d ió c o n e l p e r io d o d e l r e p u n t e d e m o g r á f ic o i n d í g e n a : a l l í s ó l o a f in e s d e l s i g l o X V I I y c o m i e n z o s d e l s ig l o X V I II ( m e d i o s ig l o la r g o d e s p u é s q u e e n M e s o a m é r i c a ) l a s p o b l a c i o n e s i n d í g e n a s p u d i e r o n s u p e r a r la s e n f e r m e d a d e s e n d é m i c a s e u r o p e a s c o n u n ín d i c e d e m o r t a l id a d s i m i la r a l a d e s u s c o n q u i s t a d o r e s e u r o p e o s . E s t e c a m b i o s ó l o se p r o d u j o e n l a s d é c a d a s f i n a l e s d e l s ig l o X V I I; p e r o , u n a v e z i n i c i a d o , s e m a n t u v o c o m o u n a t e n d e n c i a d u r a n t e e l si g l o X V I I I y b u e n a p a r t e d e l s i g lo X I X , c u a n d o n u e v a s e p i d e m i a s v o l v e r ía n a s ig n i fi c a r u n i m p o r t a n te f re n o a l a e x p a n s ió n d e m o g r á f ic a ( p e r o p a r a e n t o n c e s s e tr a tó d e n u e v a s e n f e r m e d a d e s c o m o e l c ó l e ra , q u e a f e c t a b a n a to d a s l a s c la s e s y g r u p o s é t n i c o s ) . H a s t a a q u e l l a é p o c a , e n c a m b i o , e l c r e c i m i e n t o d e l a p o b l a c ió n r u r a l fu e i m p r e s i o n a n t e , l o q u e i m p u l s ó u n r o b u s t e c im i e n t o d e l s i s t e m a d e c o m u n i d a d e s l ib r e s . A s í, p u e s , la c o m b i n a c i ó n d e u n a m e n o r p r e s i ó n s o b r e s u s t ie r ra s y d e u n i n c r e m e n t o d e m o g r á f ic o d i ó p a s o a u n i m p o r t a n t e p e r i o d o d e c r e c i m i e n t o d e la s c o m u n i d a d e s l i b r e s , c o e t á n e o c o n el d e d e c a d e n c i a u r b a n a y m i n e r a . A l d e c l in a r la m i n e r í a , d i s m i n u y e r o n la s o b l i g a c i o n e s d e l a mit'a, q u e se r e p a r t ía n s o b r e u n a p o b l a c i ó n m a y o r . L a s t a sa s t ri b u t a r ia s s ó lo s e
a j u s t a b a n c o n l e n t it u d a l n ú m e r o c r e c i e n t e d e i n d i o s , lo q u e e n c i e r ta m e d i d a r e d u c í a la c a r g a d el t ri b u to . E n e l c a m p o t a m b i é n h a b í a m á s m a n o d e o b r a y la s c o m u n i d a d e s c o m e n z a r o n a i n c o r p o r a r in m i g r a n te s : a c a m b i o d e s u t ra b a j o p a r a l o s m ie m b r o s 'o r i g i n a r i o s ' d e la c o m u n i d a d , s e le s c o n c e d í a n u n o s d e r e c h o s m í n i m o s s o b r e ti e r r a s . D e s d e f in e s d e l s ig l o X V I I h a s t a b i e n a v a n z a d o el s ig l o X I X la s c o m u n i d a d e s t e n d i e r o n a c r e c e r c o m o e f e c t o d e la e x p a n s i ó n d e e s t a p o b l a c i ó n i n m i g r a n t e ( 'f o r a s teros' o 'agregados'), En un censo parcial de 1646 estos nuevos m i g r a n t e s r e p r e s e n t a b a n e n p r o m e d i o u n a c u a r t a p a r te d e l a p o b l a c i ó n t o ta l d e l ayllu\ e n c a m b i o , e n el c e n s o t ri b u t a r io d e 1 7 8 6, e n L a P a z ( q u e c o n t e n í a la m i t a d d e l a p o b l a c i ó n i n d í g e n a d e C h a r c a s ) , y a c o n s t i t u í a n m á s d e la m it a d . E s t a e s t r a t if i c a c ió n i n te r n a d e l a s c o m u n i d a d e s i n d i a s le s p e r m i ti ó a c u m u l a r e x c e d e n t e s e in c l u s o p r o m o v e r la c o n s tr u c c i ó n d e t e m p l o s e n s u s p u e b l o s : d e h e c h o , lo s a ñ o s f in a l e s d e l s ig l o X V I I y lo s in i c i a le s d e l s ig l o X V I I I f u e r o n d e u n i m p o r ta n t e f lo r e c i m i e n t o a r t ís t ic o e n t r e lo s a r t e s a n o s i n d í g e n a s q u e p o r e n t o n c e s t ra b a j a r o n e n l o s te m p l o s a l ti p l á n i c o s . C o m u n i d a d e s y kurakas i m p u l s a r o n , a la p a r , e s a s c o n s t r u c c i o n e s ; y l o s s e g u n d o s p a t ro c i n a r o n a lo s a r te s a n o s c h o l o s e in d i o s q u e c o n s t r u y e r o n y d e c o r a r o n e s o s te m p l o s . A u n q u e l a C o r o n a c o n t r o l a b a lo s f o n d o s c o m u n a le s y a m e n u d o o b l i g a b a a la s c o m u n i d a d e s a c o n c e d e r p r é s ta m o s h i p o t e c a r i o s a lo s h a c e n d a d o s e s p a ñ o l e s , c o n e l r e ta r d a m i e n t o e n la e x p a n s i ó n d e l as h a c i e n d a s ta m b i é n d i s m i n u y e r o n la n e c e s i d a d d e ta l e s f o n d o s y la p r e s ió n s o b r e l as C a j a s d e C o m u n i d a d , l o q u e le s p e r m i ti ó r e te n e r u n a p a r t e m a y o r d e s u s in gresos. L a c r i s i s m i n e r a d e fi n e s d e l s ig l o X V I I t a m b i é n l l e v ó a u n c a m b i o e n l a i m p o r ta n c i a r e l a t iv a d e d e t e r m i n a d o s d i s tr it o s d e C h a r c a s . A d i fe r e n c i a d e O r a r o , P o t o s í y L a P l a t a , l a c i u d a d d e L a P a z s ó lo p a r e c ió h a b e r s e e s ta n c a d o y e s to s o l a m e n t e p o r u n c o r t o p e r io d o f in a l d e l s ig l o X V I I; l u e g o r e t o m ó s u c r e c i m i e n t o , d e m a n e r a q u e a m e d i a d o s d e l s ig l o X V I II s e c o n v i rt i ó c o n s u s 4 0 . 0 0 0 h a b i t a n t e s e n l a c i u d a d m á s p o p u l o s a d e to d o C h a r c a s . E l c r e c i m i e n t o d e L a P a z p o r e n t o n c e s y l a r e la t iv a d e c a d e n c i a e n e l r e s to d e l as c i u d a d e s s e p u e d e a t r ib u i r e n g r an m e d i d a al c r e c i m i e n t o d e la p r o d u c c i ó n y d e lo s m e r c a d o s i n d í
c i ó n i n d í g e n a t o t a l c h a r q u e ñ a ) , L a P a z f lo r e c í a c o m o u n i m p o r t a n t e c e n t r o a d m i n i s tr a t iv o y m e r c a n t i l , t a n t o p a r a l a r e g i ó n m á s d e n s a m e n t e p o b la d a d el A ltip la n o c o m o p a r a lo s v a lle s o r ie n t a l e s y u n g u e ñ o s , p o r e n t o n c e s l o s p r in c i p a l e s p r o d u c t o r e s d e co ca; e n e s o s v a l le s s e e n c o n t r a b a n l a s m á s ri c a s c o m u n i d a d e s i n d í g e n a s ( im p o r t a n t e s p r o d u c t o r a s d e coca ) y l o s e s p a ñ o l e s r e c i é n l le g a d o s q u e c o m e n z a r o n a t e r r a p l e n a r t ie r r a s b a l d ía s y a p l a n t a r a r b u s t o s d e c o c a p a r a p r o d u c i r s u ta n d e s e a d a h o ja . L a é l i t e e s p a ñ o l a p r o v i n c i a l b a s a b a s u r e n ta e n e l c o m e r c i o r e g i o n a l y e n l a p r o d u c c i ó n a g r í c o l a : s e h a b í a c o n v e r ti d o e n u n a i m p o r ta n t e é l it e t e r r a te n i e n t e d e s p u é s d e l a s c o m p o s i c i o n e s d e t ie r r a s q u e l a C o r o n a h a b í a l le v a d o a c a b o e n l a r e g i ó n , s o b r e t o d o la s d e l o s a ñ o s 4 0 d e l s i g l o X V I I , lo q u e p e r m i t i ó c o m p r a r t i e r r a s a u n m u y g r a n n ú m e r o d e m e r c a d e r e s e s p a ñ o l e s y p o b l a d o r e s l o c a l e s a c o m o d a d o s ; d u r a n t e e l ú l t i m o c u a r t o d e l s i g l o X V I I lo h i c ie r o n s o b r e t o d o lo s c r io l lo s : p o r e n t o n c e s la m i t a d d e l o s m i e m b r o s r ic o s d e la c o m u n i d a d h a b í a n a c i d o e n L a P a z , s ó l o u n 2 0 % p r o c e d í a n d e la m e t ró p o l i y 3 0 % r e s ta n t e e r a d e o t r a s r e g i o n e s a m e r ic a n a s y e u r o p e a s . C o m o p o d í a e s p e r a r s e , h a b í a m á s c r i o l la s q u e c r i o l lo s y p o r e n t o n c e s e n l a é l it e y a f ig u r a b a u n a g r a n g a m a m e s t i z a ( a c a u s a d e l a e s c a s e z q u e a lo l a r g o d e to d o e l p e r io d o c o l o n i a l h u b o d e e s p a ñ o l a s m e t r o p o l i tanas). Todavía resulta más elocuente del carácter más abierto d e e s a é l it e f re n t e a la d e l a m e t r ó p o l i o , in c l u s o , a la d e o t r o s c e n t r o s m á s a v a n z a d o s d e A m é r ic a , la in c i d e n c i a e x t r a o r d i n a r ia m e n t e a lt a d e n a c i m i e n t o s i le g í t i m o s e n t re s u s m u j e r e s : e n la p a r r o q u i a d e e s p a ñ o l e s d e S a n A g u s t í n , e n t r e 1661 y 1 6 8 0 m á s d e l a m i ta d d e lo s h i jo s d e e s a s m u j e r e s d e l a é l i te f u e r o n r e g i s t r a d o s c o m o i l e g í ti m o s , í n d i c e e x t r a o r d i n a r i a m e n t e a l to a u n p a r a l o s n i v e l e s d e l as é li te s a m e r i c a n a s . C o n s u s m e r c a d o s lo c a l es e n e x p a n s i ó n , el c o n s u m o i n d í g e n a e n a s c e n s o y l a m a y o r p o b l a c ió n r u r a l d e C h a r c a s , L a P a z t a m b i é n s e c o n v i r ti ó e n el c e n t ro d e u n a p r o d u c c i ó n c o q u e r a e n i n c e s a n t e c r e c im i e n to : p r o d u c t o r e s tr in g i d o a la é l it e p r e c o l o m b i n a , la coca s e h a b í a c o n v e r ti d o e n u n r u b r o b á s ic o d e c o n s u m o p a r a l o s m i n e r o s y d e m á s t r a b a j a d o r e s a n d i n o s . D e s d e lo s t ie m p o s m á s r e m o t o s h a b í a s id o c u l ti v a d a e n lo s v a l le s t r o p i c a l e s d e Yungas s it u a d o s al o r ie n t e d e L a P a z : la s c o m u n i d a d e s
lo s h i z o o b j e to d e e x p l o t a c i ó n . U n o d e e s o s p r o p i e t a r io s d e 'c o c a le s ' e r a D o n T a d e o D ie z d e M e d i n a , n a tiv o y v e c in o p a c e ñ o , q u i e n e n t r e 1 7 5 0 y 1 7 9 0 s e c o n v i rt ió e n e l p r i n c i p a l h a c e n d a d o d e C h a r c a s ; c o n e l p a t r im o n i o a c u m u l a d o c o n s u a c t iv i d a d m e r c a n t il d u r a n t e l a p r i m e r a m i ta d d e l s ig l o , s ó lo d e s p u é s d e s u p r i m e r m a t ri m o n i o e n 1 7 5 2 a d q u i r i ó p r o p i e d a d r u ra l; p e ro g r a c i a s a e s e m a t r im o n i o y a la s in c e s a n t e s c o m p r a s , p u d o i n v e r ti r g r a n d e s s u m a s d e s u c a p it a l d e o r ig e n m e r c a n t i l e n te r r a p l e n a r y p l a n t a r n u e v o s c o c a l e s . S i g u i e n d o e l e j e m p l o a n t e r i o r d e l as c o m u n i d a d e s i n d í g e n a s , t a m b i é n c o m p r ó i m p o r ta n t e s h a c i e n d a s e n e l A l ti p l a n o y e n o t ra s r e g i o n e s v a l lu n a s , c o n l o q u e o r g a n i z ó u n s i s t e m a a g r í c o l a m u l ti e c o l ó g i c o , e n e l q u e c o n f r e c u e n c i a t r o c a b a h o j a d e c o c a d e s u s f i n c a s y u n g u e ñ a s p o r q u e s o , l a n a , c a r n e y o t ro s p r o d u c t o s d e s u s h a c i e n d a s a l t ip l á n i c a s . A u n q u e e r a u n m e r c a d e r m u y r ic o , n o i n c u r s io n ó e n l a m i n e r í a q u e e r a u n a a c t iv i d a d m u y e s p e c i a l i z a d a . E l m á s e x t ra o r d i n a r i o d e l o s e s p e c i a li s ta s m i n e r o s / m e r c a d e r e s d e m in e r a l / f u n d i d o r e s d e e s e p e r io d o f u e p r o b a b l e m e n t e A n t o n i o L ó p e z d e Q u i r o g a , l l e g a d o d e G a l ic i a a P o t o s í e n 1 6 48 y q u e f a l le c i ó a l lí e n 1 6 98 . E n la s p r im e r a s d é c a d a s d e l s i g l o X V I I l a in d u s t r ia m i n e r a p o t o s i n a h a b í a a lc a n z a d o s u p l e n o d e s a r ro l lo : f u n c i o n a b a n c o n e n e r g í a h i d r á u l ic a u n o s 7 2 in g e n i o s d e m o l i e n d a y a m a l g a m a c i ó n ; c o n t a b a c o n u n a s 3 0 re p r e s a s y s u s c o r r e s p o n d i e n t e s s i s te m a s c o m p l e jo s d e c a n a l iz a c i ó n q u e l le v a b a n e l a g u a a l o s in g e n i o s . A p e s a r d el d e c l iv e d e la p o b l a c ió n i n d í g e n a , s i e m p r e h u b o u n a s u f ic i e n t e d i s p o n i b i li d a d d e m a n o d e o b r a , si n o d e mit'ayuqkuna, d e m in k ’ayuqkuna. E l v e r d a d e r o p r o b l e m a f u e el c r e c ie n t e d e s c e n s o d e l a r iq u e z a d e l m i n e r a l. A u n q u e s e r e a li z a r o n n u e v a s e x p l o r a c i o n e s y n u m e r o s o s e x p e r i m e n t o s p a r a t ra t a r d e a c c e d e r a v e ta s s ie m p r e m á s p r o f u n d a s , c a s i t o d a s la s m i n a s a n t i g u a s t e n í a n p r o b l e m a s c o n l a i n u n d a c i ó n d e la s g a l e r ía s y c o n lo s a lt o s c o s t o s d e e x t r a c c i ó n . L o s b e n e f ic i o s d e c r e c i e n t e s d e l a m i n e r ía d i e ro n l u g a r a c a d a v e z m a y o r e s t e n s i o n e s l o c a le s : e n t re 1 6 2 2 y 1 6 2 4 lo s n o vascos d e n o m i n a d o s 'v i c u ñ a s ', i n t e n t a r o n e x p u l s a r d e l p o d e r l o c a l al g r u p o h e g e m ó n i c o v a s c o , o r i g i n a n d o u n a e s p ir a l d e v i o l e n c i a q u e c o s t ó la v i d a a 6 4 p o t o s i n o s ; f in a lm e n te ^ lo s v a s c o s s e i m p u s i e r o n y e n 1 6 25 la j u s t i c i a r e a l p u s o f in a l c o n f l ic t o ; p e r o s u b s i s ti ó la c a u s a o r i g i n a r ia : l a in c e s a n t e d e c a d e n c i a d e la s g a
g i n a l i d a d d e L ó p e z d e Q u i r o g a c o n s is ti ó e n l a id e a d e i n v e r t i r e n o r m e s s u m a s p a r a r e s u c i t a r la m i n e r í a a b r i e n d o s o c a v o n e s q u e p e r m i ti e r a n a c c e d e r a l a s i m p o r ta n t e s b e t a s i n f e r io r e s d e l C e r r o R i c o , d e m a n e r a q u e s e s e c a r a n la s a n t i g u a s g a l e r í a s i n u n d a d a s y s e p u d i e r a l le g a r d e s d e a b a jo a n u e v o s f il o n e s d e p l a t a . L ó p e z d e Q u i r o g a p r o c e d í a d e u n e s t r a t o e s p a ñ o l s u p e r io r ; s e f a m i l i a r iz ó c o n e l m u n d o m i n e r o c o m o 'm e r c a d e r d e p l a t a '; s u s e x t r a o r d i n a r i o s é x i t o s e n e s t a o c u p a c i ó n n o s ó l o lo e n r iq u e c i e r o n , s i n o q u e l e d i e r o n u n c o n o c i m i e n t o í n t im o d e la i n d u s t r ia ; a f in e s d e lo s a ñ o s 5 0 y a a r r e n d a b a m i n a s y p o s e í a d o s i n g e n io s , in c a u t a d o s a p r e s t a t a ri o s i n s o l v e n t e s. E s t a s in v e r s i o n e s e r a n t o d a v í a r e l a t iv a m e n t e m o d e s t a s , p u e s s u a c t iv i d a d p r i n c i p a l s e g u í a s i e n d o l a c o m p r a d e p l a t a p o r q u i n t a r y e l a v i a m i e n t o d e ’a z o g u e r o s ' ( m i n e r o s y f u n d i d o r e s ) . U n a d é c a d a m á s t a r d e e x p l o t a b a 1 2 m i n a s , p e r o c o m e n z ó a a g r u p a r la s e n u n i d a d e s m a y o r e s m e d i a n t e la a p e r t u r a d e g r a n d e s g a l e r í a s q u e a t r a v e s a b a n v a r ia s b e ta s y g a le r ía s m e n o r e s . E l g e n i o d e L ó p e z d e Q u i r o g a f u e a c c e d e r a b e t a s a n t ig u a s y a b a n d o n a d a s : a fi n e s d e lo s a ñ o s 6 0 y a s e h a b í a c o n v e r tid o e n el m a y o r f u n d id o r de C h a r c a s , lo q u e l e p r o p o r c i o n a b a l o s f o n d o s p a r a a b r i r s o c a v o n e s m u c h o m á s o n e r o s o s : g a le r ía s h o r i z o n t a l e s e x c a v a d a s p o r d e b a jo d e l a c a p a a c u á tic a y q u e p a s a b a n p o r d e b a j o d e m u c h a s m in a s a n ti g u a s a b a n d o n a d a s ; é s ta s , a l e v a c u a r el a g u a , p o d í a n e n t r a r d e n u e v o e n e x p l o t a c i ó n . P a r a lo s s o c a v o n e s a b i e r to s e n d i v e r s o s c e n t r o s m i n e r o s u t i l i z ó p o r p r im e r a v e z e n A m é r ic a b a r r e n o s d e p ó l v o r a ; g a s t ó e n e l l o s e i s a ñ o s y v a r io s c e n t e n a r e s d e m i l e s d e p e s o s e n c a d a u n o d e e l l o s . L o s c in c o s o c a v o n e s q u e e n 1 6 8 9 h a b í a a b i e r to e n e l C e r r o R i c o s u m a b a n u n a l o n g i t u d d e c a s i d o s k i ló m e t ro s . S u s e s f u e r z o s y l o s d e o t r o s m i n e r o s p o r r e s u c i ta r v i e j a s m i n a s l l e v a r o n a u n a e s t a b i l iz a c i ó n t e m p o r a l d e l a p r o d u c c i ó n e n e l ú l ti m o c u a r t o d e s ig l o ( 1 6 6 0 - 1 6 9 0 ) , p e r o a u n e l l o s n o t a r d a r o n e n d e m o s t r a r q u e e r a n d e e s c a s a e f ic a c i a . A d e m á s , d e s p u é s d e s u m u e r te l a i n d u s tr ia m i n e r a q u e d ó m u c h o m á s fr a g m e n t a d a , s in q u e h a s t a el s ig l o X I X n i n g ú n m i n e r o p a r ti c u l a r j u g a r a u n p a p e l t a n h e g e m ó n i c o e n l a p r o d u c c i ó n . E n 1 6 8 9 L ó p e z d e Q u i r o g a p a t r o c i n ó a su s o b r i n o e n u n a d e l a s ú l t i m a s e x p e d i c i o n e s d e c o n q u i s t a d e lo s l l a n o s d e l a A l t a A m a z o n ia : e n e s t e c a s o , d e l a r e g i ó n n o r o r ie n t a l d e M o j o s . E l
p u e s d e s d e e n t o n c e s j e s u í t a s , f r a n c i s c a n o s y o t r a s ó r d e n e s r e l i g i o s a s a c a b a r ía n p o b l a n d o p a r c i a l m e n t e e s t a r e g i ó n f r o n t e ri z a d e i n d i o s 's a l v a j e s ' m e d i a n t e la f a m o s a f r o n t e r a m i s i o n e r a . E n 1 58 7 lo s j e s u í ta s f u n d a r o n u n a r e s i d e n c i a e n S a n t a C r u z d e la S i e r ra y c o m e n z a r o n a a p r e n d e r g u a r a n í , c h a ñ é y o t r a s l e n g u a s in d í g e n a s d e la r e g i ó n . D e s d e l o s a ñ o s 9 0 s e f u e r o n a v e n t u r a n d o p o r la s r e g i o n e s s e p t e n t ri o n a l e s p e r o n o o b t u v i e r o n p e r m i s o p a r a f u n d a r r e d u c c i o n e s h a s t a e l ú l t i m o c u a r t o d e l s i g l o X V I I y e n t r e 1 6 8 2 y 1 7 4 4 t e rm i n a r o n f u n d a n d o e n M o j o s u n a s 2 5 r e d u c c i o n e s , c o n u n o s 3 0 . 0 0 0 i n d io s ; e n 17 01 p u b l i c a ro n la p r i m e r a g r a m á t ic a d e l a l e n g u a a r a w a k q u e se h a b l a b a e n l a r e g i ó n . N i la s e n f e r m e d a d e s e u r o p e a s , n i l a i n d o c i l id a d o la r e b e l ió n d e l o s i n d i o s p u d i e r o n d e s t r u i r la c u l tu r a r e d u c c i o n a l , q u e s o b r e v i v i ó i n c lu s o a l a e x p u l s ió n d e l o s j e s u í ta s e n 1 7 6 7 ; só l o l a e x p l o t a c i ó n d e l a c a s c a r i ll a y l a re c o l e c c i ó n d e l a g o m a e n el s ig l o X I X a s o l a r ía n l o s a n t i g u o s p u e b l o s m i s i o n e r o s . A l s u r d e M o j o s s e o r g a n i z ó o tr o e s ti lo d e r e p ú b l i c a m i si o n e r a : e n la P r o v i n c i a d e C h i q u i to s , e n t r e 1 6 91 y 1 7 6 0 f u e r o n f u n d a d a s u n a s 1 0 r e d u c c i o n e s d e i n d io s , q u e c o n s u s p l a n t a c i o n e s y r e b a ñ o s a l b e r g a r o n u n o s 2 0 . 0 0 0 i n d i o s n e ó f i t o s ; e n e ll a s l e v a n ta r o n a l g u n o s m a g n í f ic o s c o n j u n to s y t e m p l o s m i s io n e r o s , q u e h a n s o b r e v i v i d o h a s t a n u e s tr o s d í a s . A q u í y en M o j o s l o s j e s u í ta s t u v i e r o n q u e l u c h a r c o n t ra la s i n c u r s io n e s d e t ro p a s p o r tu g u e s a s e n b u s c a d e e s c l a v o s i n d í g e n a s , p a r a l o q u e - c o m o e n P a r a g u a y - t u v i e ro n q u e a r m a r y d e f e n d e r su s r e d u c c i o n e s . E n l o s c o n f i n e s d e l a c i u d a d d e T a r i ja s u r g i ó u n t e r c e r c e n t r o d e a c t i v id a d m i s i o n e r a : a u n q u e l o s j e s u í t a s y l o s d o m i n i c o s tr a ta r o n d e e s t a b l e c e r r e d u c c i o n e s e n t re lo s C h i r ig u a n o , M a c o b i e s , T o b a y o t r a s e tn i a s d e l a r e g i ó n d e l G r a n C h a c o , f u e r o n lo s fr a n c i s c a n o s d e l C o l e g i o d e P r o p a g a n d a F i d e q u i e n e s a p a r t i r d e lo s a ñ o s 7 0 d e l s i g l o X V I I I l o g r a r o n a r r a i g a r e n l a C o r dillera. A u n q u e l a f r o n t e r a o r i e n t a l h a b í a s id o e s c e n a r i o d e i n t e n s a a c t i v i d a d a fi n e s d e l s i g l o X V I I y c o m i e n z o s d e l X V I II , p a r a C h a r c a s n u c l e a r l a p r o l o n g a d a d e p r e s ió n e c o n ó m i c a h a b í a d a d o l u g a r a c a m b i o s e s t r u c t u r a l e s d e l a r g o e f e c t o i r re v e r s i b l e s h a s t a m u y a v a n z a d o e l s ig l o X I X . S i b i e n l a p r o d u c c i ó n y e x p o r t a c i ó n d e p l a t a i n i c i a r í a u n a l a r g a r e c u p e r a c i ó n e n l o s a ñ o s 5 0 d e l s i g l o X V I I I y s e d e s a r r o l la r í a u n a p r ó s p e r a i n d u s tr ia , s u m á x i m a p r o d u c c i ó n s ó lo l le g a r ía a l a m i t a d d e l a p r o d u c c i ó n d e
f in e s d e l s i g lo X V I . P o r e s t a r a z ó n e l a u g e ta r d o c o l o n i a l d e l a p l a t a n o p u d o r e n o v a r l a s p o b l a c i o n e s u r b a n a s : la s p o b l a c i o n e s c h a r q u e ñ a s d e e s p a ñ o l e s , c o n m a n o d e o b r a in d i a y m e s ti z a n u n c a r e s u c i t a r o n . L a p r o d u c c i ó n a u m e n t ó , p e r o lo h i z o s o b r e l a b a s e d e u n a s p o b l a c i o n e s u r b a n a s r e la t iv a m e n t e e s ta n c a d a s ( p o r lo m e n o s e n l a m a y o r ía d e lo s c e n t r o s m i n e r o s ) . E s to s i g n i f ic ó q u e e l d e s a r r o l lo d e l a in d u s t r ia m i n e r a d e f in e s d e l s ig l o X V I I I , a u n q u e f u e i m p o r ta n t e p a r a r e s u c i ta r lo s l a z o s e c o n ó m i c o s r e g i o n a l e s d e lo s p r o d u c t o r e s l o c a l e s , n o p u d o r e c o b r a r p l e n a m e n t e e l e n o r m e m e r c a d o p a n a n d i n o q u e h a b í a e x i s t i d o a n t e s d e l a c ri s i s : l a s a c t u a l e s v i n c u l a c i o n e s e n t r e m e r c a d o s l o c a l e s y c e n t r o s m i n e r o s h a b í a n p e r d id o b u e n a p a r te d e s u i m p o r t a n c i a o h a b í a n d e s a p a r e c i d o p o r c o m p l e t o . A u n q u e e l s i g l o X V I II p a r a C h a r c a s c o lo n i a l d e m o s t r a r ía s e r u n p e r i o d o r e la t iv a m e n t e p r o d u c t iv o y d e g r a n d e s a r r o l lo e n l a v i d a a r t í s ti c a e i n t e l e c t u a l , e l c r e c i m i e n t o d e lo s s e c t o r e s u r b a n o s y d e l a s e c o n o m í a s r e g i o n a l e s f u e m u y m o d e s t o e n c o m p a r a c i ó n c o n l a s g l o r i a s d e lo s s i g l o s X V I y X V I I . P o r o t r a p a r t e , e n l a p r o d u c c i ó n t o t a l a m e r ic a n a , P o t o s í e r a e n t o n c e s u n a f u e n t e c l a r a m e n t e s e c u n d a r ia d e p r o d u c c i ó n a r g e n tí f e ra : d e s d e f in e s d e l s ig l o X V I I h a s t a el f in a l d e la C o l o n i a l a in i n t e r r u m p i d a e x p a n s ió n n o v o h i sp a n a h iz o q u e C h a rc a s q u e d a r a c o m o u n p r o d u c t o r r e l a t i v a m e n t e s e c u n d a r i o , i n c l u s o a p e s a r d e s u r e c u p e r a c i ó n d e l a s e g u n d a m i t a d d e l s ig l o X V I I I . P o t o s í y O r u r o , a p e s a r d e s u p r o d u c c i ó n d i s m i n u i d a , s e g u ía n s i e n d o f u e n t e s i m p o r t a n t e s d e p l a t a d e l m e r c a d o m u n d ia l ; p e r o n o e r a n s u c e n t r o h e g e m ó n i c o , n i s i q u i e r a d e n t r o d e l o s A n d e s : e n e l V i r re i n a to p e r u a n o s u r g i e r o n o t r o s l u g a r e s d e p r o d u c c i ó n . A d i f e r e n c i a d e l V i r re i n a t o d e l a N u e v a E s p a ñ a , d o n d e l a C o r o n a p o d í a e x p o r t a r a n u a l m e n t e g r a n d e s c a n t i d a d e s d e m o n e d a a l a m e t r ó p o l i, l a s c o l o n i a s p e r u a n a s s ó l o g e n e r a b a n s u f i c i e n t e s in g r e s o s f is c a l e s p a r a p a g a r l a b u r o c r a c i a r e a l d e l a m i t a d m e r i d i o n a l s u d a m e r i c a n a . P o r ta n t o , p a r a C h a r c a s e l a u g e d e l s ig l o X V I II f u e u n a s u n t o r e l a t iv a m e n t e fr á g i l y li m i ta d o , q u e n o s o b r e v i v i r ía a u n a s e r ie d e p r o b l e m a s e s t r u c t u r a l e s , m e r c a n t il e s y p o l ít ic o s q u e s u r g i e r o n a c o m i e n z o s d e l s ig l o X I X . A p e s a r d e s u l i m i t a c i ó n , l a m i n e r í a c h a r q u e ñ a s i g u i ó r e p r e s e n t a n d o e l s e c t o r in d u s tr ia l d e m a y o r i m p o r ta n c i a e n l a r e g ió n : a s í d u r a n t e la s e g u n d a m i -
p a r a c o n t r o l a r la A u d i e n c i a d e L a P la ta , q u e e n f r e n t ó a lo s a n t i g u o s g r e m io s m e r c a n tile s d e L i m a y C u z c o c o n e l p o d e r c r e c i e n t e d e lo s n u e v o s g r u p o s d e m e r c a d e r e s d e B u e n o s A i re s . A f in e s d e l s ig l o X V I s e h a b í a d e f i n i d o e l e m p l a z a m i e n to f in a l d e la c i u d a d p o r tu a r ia d e B u e n o s A i r e s , e m p e z a n d o a n a c e r u n a p e q u e ñ a p e r o p r ó s p e r a e c o n o m í a r e g io n a l b a s a d a e n e l c o m e r c i o l o c a l y la g a n a d e r ía ; p e r o e s te c r e c i m i e n t o f u e m u y l i m i t a d o h a s ta l a s e g u n d a m i t a d d e l s ig l o X V I II . L a c iu d a d y su r e t a g u a r d i a p u d i e r o n u t i l iz a r s u p r in c i p a l v e n t a j a ( su p u e r t o m a r ít im o y s u s r á p i d a s c o n e x i o n e s e u r o p e a s ) p a r a p r o m o v e r su d e s a r r o ll o . A u n q u e el c o n t r a b a n d o c i e r t a m e n t e c a m p e a b a e n B u e n o s A i r e s , s u v e r d a d e r o c r e c i m i e n t o s ó l o lle g ó c u a n d o la C o r o n a e s p a ñ o l a c a m b i ó d e p o l í t ic a y se a b r ió a l l ib r e c o m e r c i o i m p e r i a l. U n a v e z e s t u v o o f i c i a l m e n t e p e r m i t i d o e l c o m e r c i o e n t r e B u e n o s A i r e s y E u r o p a p o r u n l a d o y e n t re B u e n o s A i r e s y el d e s u i n t e r io r p o r o t r o , e l c r e c i m i e n t o r e g i o n a l f u e f o r m i d a b le . Y a d e s d e f i n e s d e l s ig l o X V I I la C o r o n a v in o d e m o s t r a n d o i n t e ré s p o r e s a c a p a c i d a d d e c r e c im i e n t o a l o b l i g a r a P o t o s í q u e e n v i a r a a B u e n o s A i r e s u n ' s u b s i d i o ' a n u a l q u e c o n t r ib u y e r a a s u f r a g a r lo s g a s t o s a d m i n i s t ra t iv o s y a f in a n c i a r s u s p r o l o n g a d o s c o n f l ic t o s c o n l as in c u r s io n e s q u e P o r t u g a l e s t i m u l a b a d e s d e s u c o l o n i a b r a s i l e ñ a e n e l e s t u a r io d e l R í o d e la P l a ta . M á s a d e l a n t e , e n 1 7 7 6 , la C o r o n a d e c i d i ó e n f a v o r d e B u e n o s A i r e s su c r e c i e n t e c o n f li c to c o n L i m a p o r e l c o n t r o l d e l c o m e r c i o c o n P o t o s í: c r e ó e l n u e v o V i r r e i n a to d e l R í o d e l a P l a ta . C h a r c a s y e l g o b i e r n o a u d i e n c i a l p a s a r o n a f o r m a r p a r te d e l m is m o ; d o s a ñ o s m á s t a r d e e l t r iu n f o b o n a e r e n s e q u e d ó t o d a v í a re f o r z a d o c u a n d o s e s u p r im i e r o n la m a y o r p a r t e d e la s r e s t r ic c i o n e s c o m e r c i a l e s q u e s e g u í a n p e s a n d o s o b r e e l n u e v o V i r r e i n a t o . E s t a s d e t e r m i n a c i o n e s p o l ít i c a s f u e r o n d e c i s i v a s p a r a t ra s l a d a r la p r e p o n d e r a n c i a p o t o s i n a d e l n o r te al s u r: s i h a s t a e n t o n c e s la ru t a m e r i d i o n a l s ó l o h a b í a i n c l u i d o i m p o r ta c i o n e s d e la s c i u d a d e s t u c u m a n a s ( m u í a s y v í v e r e s ) y d e l P a r a g u a y ( y e r b a m a t e ) . E n a d e l a n t e o r i e n t ó t o d o s u s i s t e m a d e e x p o r t a c i ó n h a c i a el s u r a b r i e n d o u n a i m p o r ta n t e n u e v a v í a e x p o r ta d o r a q u e , a t r a v e s a n d o s u s a n t ig u a s c i u d a d e s s a t é l it e s d e T u c u m á n , d e s e m b o c a b a e n e l p u e r to d e B u e n o s A i r e s . L a r e o r g a n i z a c ió n d el e s p a c i o e c o n ó m ic o c h a r q u e ñ o y d e e x i o n e s c o n e l m u n d o e x t e r io r s ig n i f ic ó l a
d i e n t e d e c a d e n c i a d e L i m a . L o s m e r c a d e r e s l i m e ñ o s p e r d ie r o n e l m o n o p o l io s o b r e el c o m e r c io d e C h a r c a s c o n E u r o p a , q u e t a m b i é n d e j ó d e s e r s u p r i n c i p a l f u e n t e p a r t ic u l a r d e c a p i ta l . E s t a d e c a d e n c i a e n e l d o m i n i o m e r c a n ti l s o b r e s u re t a g u a r d i a m i n e r a c a u s ó e l l e n t o o c a s o d e l p o d e r e c o n ó m i c o l i m e ñ o , lo q u e —a s u v e z - p e r m i t i ó e l c r e c i m i e n t o d e o t r o s c e n t r o s r e g i o n a l e s d e p o d e r e c o n ó m i c o . E l p r in c i p a l e n t r e e l lo s f u e , n a t u r a l m e n t e , B u e n o s A i r e s ; p e r o t a m b i é n l a r e la t i v a m e n t e m a r g i n a l C a p i t a n í a G e n e r a l d e C h i le e n c o n t r a r í a u n a o c a s i ó n d e c re c i m i e n t o , q u e s e d e s a r r o ll ó r á p i d a m e n t e a e x p e n s a s d e l a n t e r i o r m o n o p o lio d e L im a . A s í, p u e s , la r e o r g a n iz a c i ó n d e l os v ín c u l o s c o m e r c i a l e s d e C h a r c a s c o n E u r o p a , si p o r u n a p a r t e r e f le j a r o n lo s c a m b i o s d e l a rg o p l a z o e n el p o d e r e c o n ó m i c o y p o lític o r e l a ti v o d e l a s d i f e r e n t e s r e g i o n e s s u d a m e r i c a n a s , p o r o t r a c o n t r ib u y ó a c o n s o l id a r l o s e n ta l m e d i d a , q u e e l p o d e r d e l p r o p i o P e r ú y, e n m e n o r m e d i d a , d e C h a r c a s q u e d ó m u y v e n i d o a m e n o s , p a s a n d o a m a n o s d e r e g i o n e s n u e v a s y m á s d i n á m i c a s c o m o C h i l e y , s o b r e t o d o , e l R í o d e l a P l a ta . T o d a s e s t a s t e n d e n c i a s s i g u i e r o n h a c i é n d o s e s e n ti r , n a t u r a l m e n t e , m u c h o m á s a l lá d e l s ig l o X V I I I y t u v ie r o n i m p o r t a n t e s c o n s e c u e n c i a s p a r a l a p o s i c i ó n y e l p o d e r r e l a t i v o s d e l o s g o b i e r n o s r e p u b l i c a n o s ; p e r o e n l a s p r im e r a s d é c a d a s d e l s i g l o X V I I I a p e n a s s i s e i n s in u a b a n e s t o s c a m b i o s d e l a rg o p l a z o . P o r o t r o l a d o , a l c r e a r e l n u e v o V i rr e in a t o , la C o r o n a e s p e r a b a s e g u i r e s ti m u l a n d o l a e c o n o m í a e x p o r t a d o r a d e C h a r c a s: a s í, l a A u d i e n c i a d e L a P l a ta n o t a r d ó e n s e r d o t a d a d e u n g r u p o d e f u n c i o n a r io s s u m a m e n t e c a p a c e s y d e u n o s a n t e c e d e n t e s e x t r a o r d i n a r ia m e n t e a m p l io s , c u y o s e s f u e r z o s s e d i r i g i e r o n a n t e t o d o a r e s u c i ta r l a i n d u s t r i a m i n e r a d e l a p l a t a e n O r u r o y P o t o s í p o r t o d o s l o s m e d i o s p o s ib l e s . C o m o s e e n c a r g a r ía d e d e m o s t r a r la e v o l u c i ó n p o s t e r i o r , e r a p e r f e c t a m e n t e c l a r o q u e e n la s z o n a s m i n e r a s c h a r q u e ñ a s s e g u í a n a b u n d a n d o la s v e t a s d e p l a t a a h o r a h a b í a q u e d a r c o n e l l a s a m a y o r p r o f u n d i d a d , l a m a y o r ía d e l a s v e c e s p o r d e b a j o d e l a s c a p a s a c u á t ic a s m e z c l a d a c o n m a y o r f r e c u e n c i a c o n o t ro s m e t a l e s y e n u n o s m i n e r a l e s d e u n a c a l i d a d i n f e r io r a lo q u e v e n í a s u c e d i e n d o e n é p o c a s p a s a d a s . E l d e r r u m b e d e l a p r o d u c c i ó n d e p l a t a e ra e f e c t o , m á s q u e d e l a g o t a m i e n t o d e lo s y a c i m i e n t o s m i n e r a le s i del ie n t o d e l yacim i ás ri ás
P a r a a c c e d e r a e s te n u e v o n iv e l d e y a c i m i e n t o s a r g e n t í f e r o s h a b r í a q u e h a c e r g r a n d e s i n v e r s io n e s d e c a p i ta l y la i n d u s t r ia m i n e r a c h a r q u e ñ a e r a in c a p a z d e g e n e r a r e s to s m o n t o s d e c a p i t a l; e r a , p u e s , n e c e s a r i o q u e l a C o r o n a a p o r ta r a el a p o y o f i n a n c i e r o q u e s e r e q u e r ía p a r a e x c a v a r u n a m i n e r í a d e p o z o m á s p r o f u n d o . L a C o r o n a s ó l o r e c o n o c i ó e s t a n e c e s i d a d e n el s i g l o X V I II . E n 1 7 3 6 a c e p t ó r e b a j a r el i m p u e s t o de l 2 0 % ( c u m a ') al 10 % ( 'd é c i m o ' ) d e la p r o d u c c i ó n t o ta l , d e c i s ió n q u e y a h a b í a to m a d o m u c h o a n t e s e n la N u e v a E s p a ñ a . L u e g o , e n 1 7 79 in s i s t ió e n la c r e a c i ó n d e u n b a n c o d e c o m p r a d el m i n e r a l ( B a n c o d e R e s c a te s d e S a n C a r lo s ) q u e e n lo s a ñ o s 4 0 lo s a z o g u e r o s h a b ía n c r e a d o c o m o u n a i n s t i t u c i ó n c r e d i t i c i a y q u e e n 1 7 5 2 s e h a b í a c o n v e r t id o e n u n a i n s ti t u c i ó n s e m i o f i c ia l p a r a la c o m p r a d e m i n e r a l e s . L a c o m p r a d i r e c ta d e l a p l a t a r e f in a d a p o r el b a n c o e l im i n ó l a in t e r v e n c i ó n d e l o s 'm e r c a d e r e s d e p l a ta ' o 'r e s c a t a d o r e s ' g a r a n t iz a n d o a s í a lt o s p r e c io s a lo s a z o g u e r o s y m i n e r o s y, lo q u e e r a t o d a v í a d e m a y o r im p o r ta n c i a , o f r e c i e n d o c r é d i to p a r a la c o m p r a d e p e r t r e c h o s m i n e r o s . R e s u m i e n d o : p u s o o r d e n e n el c a o s d e l m e r c a d o c a p i ta l i s ta l o c a l. C u a n d o e l b a n c o e n t r ó e n u n a g r a v e c r i s is e n lo s a ñ o s 7 0 , s e h a b í a c o n v e r ti d o e n u n a i n s ti tu c i ó n ta n i m p o r t a n t e , q u e la C o r o n a s e v i ó o b l i g a d a a h a c e r s e c a r g o de l m i s m o a p o y a n d o d i r e c t a m e n t e s u f u n c i o n a m i e n t o . F i n a l m e n t e , la C o r o n a , n o s ó l o r e o r g a n i z ó el m e r c a d o d e l a z o g u e d e s p u é s d e l d e r r u m b e d e l a p r o d u c c i ó n d e E L i an c an é e n lo s a ñ o s 7 0 t ra y é n d o l o p o r B u e n o s A i r e s en g r a n d e s e m b a r q u e s d e s d e l a m e t ró p o l i ( A l m a d é n ) , s in o q u e s u b s i d i ó s u p r e c io . E n 1 7 8 4 fu e r e d u c i d o p a r a lo s m i n e r o s lo c a l e s en c a s i el 2 0 %. M i e n t ra s l a p o b l a c i ó n p o t o s in a s i g u i ó r e d u c i é n d o s e d e s d e u n o s 5 0 . 0 0 0 ( e n l o s a ñ o s 5 0 ) h a s ta u n o s 3 5 . 0 0 0 ( e n l o s a ñ o s 8 0 ) , d e s d e 1 7 3 0 la p r o d u c c i ó n c o m e n z ó a re p u n t a r, p a r t ic u l a r m e n t e d e s d e la s i s t e m á t ic a a s i s t e n c i a p r e s t a d a p o r l a C o r o n a . D e s p u é s d e c i e r to d e b a t e , la mit'a ( r e d u c i d a a u n o s 2 . 5 0 0 in d i o s a n u a l e s ) a c a b ó s ie n d o m a n t e n id a y r e f o r z a d a , a p o r t a n d o u n a b a s e la b o r a l d e c i s i v a a lo s m i n e r o s , p u e s , a p e s a r d e s u d r á s t i c a d i s m i n u c i ó n n u m é r ic a , a f in e s d e l s ig l o X V I I I lo s m i ta y o s s e g u í a n r e p r e s e n t a n d o c e r c a d e l a m i t a d d e lo s o b r e r o s d e i n t e rio r m i n a , c o n l o q u e s e g u í a n c o n s t i t u y e n d o la d i f e r e n c i a c r í ti c a e n tr e g a n a r o p e r d e r e n la s m in a s d e P o t o s í. S o s t e n i d o s p o r la s s u b v e n c i o n e s r e a l e s y l a m it’a, a f i n e s d e l s ig l o X V I II l o s m in e r o s c h a r q u e ó o s p u d i e r o n i m p u l s a r u n
c r e c i m i e n t o c o n s ta n t e d e la p r o d u c c i ó n m i n e r a . E s to e s tu v o e m p a r e j a d o c o n u n c r e c i m i e n t o d e l s e c t o r a g r í c o l a d e la e c o n o m í a y c o n u n c r e c im i e n t o g e n e r a l d e l a p o b l a c ió n r u ra l. A u n q u e e s te v i g o r o s o s e c t o r a g r íc o l a e s t a b a l im i t a d o a lo s m e r c a d o s r e g i o n a l e s y a n d i n o s , s u a c t iv i d a d e r a s u f i c i e n t e m e n t e v iv a p a r a d a r a la C o r o n a c re c i e n te s in g r e so s e n f o r m a d e p a g o d e a l c a b a la s ( im p u e s t o a la s v e n t a s ) y d e t r ib u t o i n d í g e n a : a f in e s d e l s i g l o X V I I I, e n C h a r c a s el tr ib u t o s e h a b í a c o n v e r t id o e n l a s e g u n d a f u e n t e p r i n c i p a l d e in g r e s o s d e la R e a l H a c i e n d a . E s t e a u m e n t o d e la i m p o r ta n c i a d e l o s in g r e s o s d e l t r ib u t o s e d e b í a f u n d a m e n t a l m e n t e a t r e s fe n ó m e n o s i n d e p e n d i e n t e s d e l s ig l o X V I I I. E l p r i m e r y n a t u r a lm e n t e m á s i m p o r t a n t e f a c t o r fu e la t e n d e n c i a d e l a r g a d u r a c i ó n ( in i c i a d a y a e n e l s ig l o X V I I) d e l c re c i m i e n t o d e l a p o b l a c ió n r u ra l. E l s e g u n d o f u e q u e la r e d u c c i ó n d e l a e x p l o t a c ió n d e e s a m i s m a p o b l a c i ó n p o r e f e c to d e la c r i s i s m i n e r a , p e r m i ti ó a la s c o m u n i d a d e s l ib r e s r e c u p e r a r su s r e c u r s o s y d e s a r r o l la r m á s s u p r o d u c c i ó n l o c a l. E l te r c e r o , q u e el t r ib u t o f u e e x t e n d i d o a t o d o s l os v a r o n e s in d í g e n a s , s in c o n s i d e r a c i ó n d e s u c o n d i c ió n ju r í d i c a e n e l u s o d e la ti e r ra , lo q u e a su v e z t ra n s f o r m ó p r o f u n d a m e n t e la s c a r g a s y l a e x t e n s ió n d e t o d o e l s is t e m a f is c a l t ri b u t a r i o . C o m o l a m a y o r p a r te d e l o s p r o d u c t o s a g r í c o l a s q u e lo s i n d i o s c o m e r c i a b a n e n t re si o p r o d u c í a n p a r a lo s m e r c a d o s l o c a l e s e s t a b a e x e n t o d e i m p u e s t o s , l a C o r o n a s e v i ó o b l ig a d a a a p o y a r s e e n s u i m p u e s t o tr ib u t a r io c o m o e l p r in c i p a l m e c a n i s m o , ta n t o p a r a o b l i g a r a l o s i n d i o s a q u e a c u d i e r a n a l o s m e r c a d o s e s p a ñ o l e s c o m o p a r a q u e a p o r ta r a n i n g r e s o s d i r e c t o s a la Corona; pero, dadas las leyes fiscales, la Corona sólo gravó a lo s 'o r i g i n a r i o s ' d e l a s c o m u n i d a d e s y a p e s a r d e l c r e c i m i e n t o g e n e r a l d e l as p o b l a c i o n e s i n d í g e n a s r u r a le s , su n ú m e r o s e m a n tuvo estable o se redujo. Esta incapacidad de los 'originarios' p a r a c r e c e r a l m i s m o r i t m o d e lo s d e m á s s e c t o r e s i n d í g e n a s f u e o b v i a m e n t e r e la c i o n a d a c o n e l h e c h o d e q u e l a mit'a y l a s c a r g a s f i s c a l e s h a c í a n d e la c o n d i c i ó n 'o r i g i n a r ia ' a l g o s ó l o a t r a c t iv o p a r a lo s c a m p e s i n o s m á s r i c o s . I n c l u s o l a C o r o n a r e c o n o c i ó q u e e s t a b a d e s t r u y e n d o e s t e s e c t o r j u r í d i c o d e lo s 'o r i g in a r i o s ' e n p r o p i o p e r ju i c i o , p o r lo q u e e n 1 7 3 4 a c a b ó a c e p t a n d o e l d i c t a m e n d e l o s O f ic i a le s R e a l e s l o c a l e s , e x t e n d i e n d o e l t ri b u t o a
A u n m a n t e n i e n d o s u r e c o n o c i m i e n t o d e la s d if e r e n c i a s l o c a l e s , la C o r o n a a h o r a d is p u s o u n i m p u e s to f ij o d e c i n c o p e s o s a n u a l e s p a r a to d o s lo s 'f o r a s te r o s ' q u e v i v ía n e n c o m u n i d a d e s y p a r a l o s yanakuna q u e v i v í a n e n l a s h a c i e n d a s d e l o s e s p a ñ o le s : lo s p r i m e r o s h a b ía n d e p a g a r s u p r o p i o t r i b u t o ; lo s h a c e n d a d o s p a g a b a n , e n c a m b i o , e l d e lo s s e g u n d o s ( lo q u e e ra o tr o e s tí m u l o p a r a q u e la m a n o d e o b r a r u r a l e m i g r a r a a la s h a c i e n d a s ) ; p e r o e n a m b o s c a s o s e s t a a m p l ia c i ó n d e l t ri b u t o a t o d o s l o s in d i o s d e l c a m p o s i g n i fi c ó e n lo s a ñ o s q u e s i g u i e r o n u n a u m e n t o d e l o s in g r e s o s t ri b u t a r io s e n tr e u n 5 0 y un 6 6 % ; p o r o t r o l a d o , e s t a b i li z ó e l s e c t o r d e 'o r i g i n a r i o s ' , p u e s y a n o e r a n ta n g r a n d e s c o m o a n t e s l as v e n t a j a s p a r a c a m b i a r d e c o n d i c i ó n j u r í d i c a . C o n la c a r g a t r i b u t a r i a d i s t r ib u i d a m á s e q u i t a ti v a m e n te y c o n u n o s i m p u e s t o s r e l a ti v a m e n t e f ij o s , e l a u m e n t o d e m o g r á f ic o r u ra l e s tu v o e n m e j o r e s c o n d i c i o n e s p a r a h a c e r f r e n t e a la e x t ra c c i ó n e s t a t a l y p r i v a d a d e l e x c e d e n t e , s o b r e v i v i r y g o z a n d o d e c i e r t a p r o s p e r id a d . A s i m i s m o , a u n q u e l a C o r o n a m a n t u v o la mit'a c o m o u n a i n s ti t u c i ó n i m p r e s c i n d i b l e p a r a la p r o s p e r i d a d d e l a r e g i ó n d e l a m i n e r í a d e l a p l a t a , n o i n c l u y ó a lo s 'f o r a s t e r o s ' n i yanakuna e n el n ú m e r o d e m i t a y o s , c o n lo q u e e l p e s o r e g i o n a l d e la o b l i g a c i ó n d e l a mita q u e d ó m u y r e d u c i d o c o n r e s p e c t o a la c a r g a d e lo s s ig l o s X V I y X V I I . L o s i n d io s d e c o m u n i d a d t a m b i é n s u f r ie r o n m e n o s m o l e s tia s d e p a r te d e l a s h a c i e n d a s : a u n q u e e l re s u r g i m i e n t o m i n e r o h a b í a a u m e n t a d o la d e m a n d a e n lo s m e r c a d o s u r b a n o s l o c a le s , é s t a fu e s a t is f e c h a p o n i e n d o e n e x p l o t a c i ó n h a c i e n d a s c o n u n a p r o d u c t i v id a d m a r g in a l o r e v i ta l iz a n d o la p r o d u c c i ó n e n l as m e j o r e s . D e h e c h o d i o lu g a r a u n a p o c o i m p o r ta n t e e x p a n s i ó n d e l s i s t e m a h a c e n d a r io , q u e m o s t r ó u n a r e l a t iv a e s t a b i li d a d d u r a n t e t o d o e l s i g lo X V I I I. A s í, la c r e c i e n t e p o b l a c i ó n i n d í g e n a n o t u v o q u e e n f r e n t a r lo s p r o b l e m a s d e u n a i n v a s ió n m a s iv a d e las haciendas. P e r o , a p e s a r d e l r e l a t iv o a f l o j a m i e n t o d e l a e x p l o t a c ió n e n l a c r e c ie n t e p o b l a c i ó n i n d í g e n a c a m p e s i n a , é s ta p e r m a n e c i ó a g r i a m e n t e o p u e s t a a su s a u t o r i d a d e s . E r a n e s p e c i a l m e n t e o d i o s a s la s in t e r m i n a b l e s e x a c c i o n e s d e lo s C o r r e g i d o r e s lo c a l e s y s u s v e n t a s f o r z a d a s d e m e r c a n c í a s a la s p o b l a c i o n e s i n d í g e n a s
y o t ra s m e r c a n c í a s q u e c o m p r a b a n l o s in d i o s le s e r a n d e u t il i d a d p a r a s u s la b o r e s , se s e n t ía n a g r a v i a d o s p o r e l c a r á c t e r f o r z a d o d e e s a s v e n t a s y l o s m é t o d o s b r u t a le s d e s u c o b r o . P o r o tr o l a d o , f u e r e n c u a l e s f u e r e n l o s a s p e c t o s p o s i ti v o s d e l s i s t e m a de d a r c r é d i to a lo s t ra b a j a d o r e s m á s p o b r e s d e la s o c i e d a d , lo s C o r r e g i d o r e s , a n g u r r i e n t o s d e d i n e r o , te n í a n t a m a d e a b u s a r d e l s i s te m a en t o d a s l as fo r m a s q u e l es e ra p o s i b le . L o s i n d i o s t a m b i é n o d i a b a n l o s t r a b a j o s o b l i g a t o r i o s l o c a l e s q u e a m e n u d o b e n e f ic i a b a n m á s lo s i n te r e s e s d e l o s e s p a ñ o l e s q u e l o s d e l E s t a d o . P o r o t r o l a d o , lo s caciques s e e n c o n t ra b a n p e r m a n e n t e m e n t e a t a c a d o s e n s u s p r o p i o s p r i v i l e g i o s y e x p l o ta d o s p o r l o s e s p a ñ o l e s , v i é n d o s e a c o r r a l a d o s c o n t r a l a p a r e d p a r a d e f e n d e r s u s f u n c i o n e s d i re c t i v a s , e n c r e c i e n t e e r o s i ó n . F i n a l m e n t e , l a I g l e s i a m á s l e tr a d a y c u l ta d e l s ig l o X V I II n o c e d í a ni u n m i lí m e t ro e n l a o p o s i c ió n a la a c t i v i d a d p a g a n a p r o p i a d e l o s i d e ó l o g o s e c l e s i á s ti c o s d e l o s s i g l o s a n t e r i o r e s , lo q u e d a b a l u g a r a u n i n t e rm i n a b l e a t a q u e c o n t r a lo s s i s t e m a s d e c r e e n c i a s r e l i g i o s a s i n d í g e n a s , o b l ig a n d o a lo s in d i o s a u n a p e r m a n e n t e d e f e n s a . E s t e c o n j u n t o d e fa c t o r e s c o n t ri b u y e a e x p l ic a r la m a s iv a r e b e l ió n i n d í g e n a q u e e n 1 7 8 0 e x p l o tó e n C h a r c a s y e n l a r e g ió n c u z q u e ñ a , p r e c is a m e n t e e n e l p u n t o á lg i d o d e l a e x p a n s i ó n d e m o g r á f ic a y d e l a r e c u p e r a c i ó n e c o n ó m i c a y s o c ia l d el s ig l o X V I II . L o s l e v a n t a m i e n t o s d e la G r a n R e b e l i ó n d e 1 7 8 0 - 1 7 8 2 , i n d í g e n a s e n e l c a m p o y m e s t iz o s o c ri o ll o s e n l as c i u d a d e s , n o e r a n n u e v o s n i e n C h a r c a s n i e n el Im p e r i o e s p a ñ o l : e n C h a r c a s l o s l e v a n t a m i e n t o s c o m u n a l e s o i n c lu s o p r o v i n c i a le s s e s u c e d i e r o n d u r a n t e to d o e l p e r i o d o c o l o n i a l. S i e n d o p o r lo g e n e r a l r e a c c i o n e s a c a u s a s l o c a l e s i n m e d i a t a s , e s a s r e b e l i o n e s s o li e ro n p r o d u c i r s e e n la s c o m u n i d a d e s l i b r e s a c a u s a d e l o s a b u s o s t r i b u t a r i o s d e l C o r r e g i d o r l o c a l q u e s e e x c e d í a e n l a s m e d i d a s a c e p t a d a s d e e x p l o t a c i ó n , d e c o n f l ic t o s p o r l a ti e r ra c o n g e n t e n o i n d í g e n a o , s o b r e t o d o , d e l a in t e r f e r e n c i a e s p a ñ o l a e n e l n o m b r a m i e n to d e caciques l o c a le s . E s t a s r e b e l i o n e s ta m b i é n f u e r o n c o m u n e s e n la s c i u d a d e s , d o n d e p o d í a n i r d e s d e a lb o r o t o s l o c a le s d e s u b s i s t e n c i a e n é p o c a s d e c r is is y d e a c a p a r a m i e n t o d e a l i m e n t o s h a s t a l a s p r o t e s ta s c o n t r a lo s i m p u e s t o s l o c a le s o l o s f u n c i o n a r i o s r e a l e s . E n lo s a ñ o s 3 0 e n O r u r o y C o c h a b a m b a s e h a b í a p r o d u c i d o e s t e t ip o d e m o v i m i e n t o s o c o n s p i ra c i o n e s . P e r o t o d a s e s a s r e v u e l ta s e n d é m i c a s s o l ía n s e r e f í m e r a s y de un c arácter abso lutam t e l o c a l, l s o l ía e x i g i r si
u n a li v io t e m p o r a l d e lo s i m p u e s t o s o e l r e ti r o d e l o s f u n c i o n a r io s c o r r u p t o s . L a c o n s i g n a d e e s a s r e v u e l ta s s o l í a s e r 'V iv a el R e y y m u e r a n lo s m a l o s g o b e r n a n t e s '. E s o s m o v i m i e n t o s e ra n u n a p a r te e s e n c i a l d e l g o b i e r n o l o c a l y t o d o s lo s r e c o n o c í a n c o m o u n d e s f o g u e m á s o m e n o s n o r m a l d e l a p r o t e s ta lo c a l. E s t o n o e x c l u í a q u e l a r e p r e s ió n p u d i e r a s e r a b s o l u t a m e n t e v i o l e n t a , c o n a b u n d a n t e s m u e r te s . A d i f e r e n c i a d e s it u a c i o n e s c o m p a r a b l e s e n E u r o p a , s e h a c í a e v i d e n t e q u e , d e n t r o d e l m a r c o d e la o p r e s i ó n g e n e r a l y s is t e m á t ic a d e l a s m a s a s i n d i a s , e s to s a l b o r o to s p r o v o c a b a n e n la s a u t o r id a d e s u n a s m e d i d a s m á s v i o l e n ta s q u e l a s q u e h a b r í a n a d o p t a d o e n o t r a s c ir c u n s t a n c i a s . P e r o s e c o n o c í a n b i e n lo s r a s g o s d e e s e t i p o d e m o v i m i e n t o s , p o r lo q u e e l G o b i e r n o n u n c a s e s in t i ó g r a v e m e n t e a m e n a z a d o e n s u p o d e r s u p r e m o p o r e s a s t í p i c a s p r o t e s t a s l o c a l e s . E n e s te o r d e n d e c o s a s , l a G r a n R e b e l i ó n d e 1 7 8 0 - 1 7 8 2 s e a p a r t ó p r o f u n d a y r a d i c a l m e n t e d e a q u e l la tr a d i c i ó n . F u e m a s i v a e n p a r t ic i p a c i ó n y a m p l it u d : e s p r o b a b l e q u e , e n c o n j u n t o , lo s r e b e l d e s l l e g a r a n a 1 0 0 .0 0 0 ; tu v o u n a c o o r d i n a c i ó n r e l a t i v a m e n t e b u e n a d e s d e la s a l t u r a s a n d i n a s d e l C u z c o y C h a r c a s h a s t a e l a c t u a l n o r te a r g e n t in o ; f u e u n a r e b e l ió n p o l ic l a s i s t a , m u l tic a s t a y e x t r e m a d a m e n t e b i e n l le v a d a , q u e e n ú l ti m o t é r m i n o s e p r o p o n í a la i n s t a u r a c i ó n d e u n t e r r i t o r i o a u t ó n o m o g o b e r n a d o p o r l o s i n d í g e n a s d e l l u g a r y c o n e x c l u s i ó n d e c u a l q u i e r e s p a ñ o l . S e t r a ta b a , e n r e s u m e n , d e u n m o v i m i e n t o i n d e p e n d e n t is ta . A u n q u e l a d i re c c i ó n v i n i e r a d e u n r e p r e s e n t a n t e d i s id e n t e d e l a c l a s e d e l o s caciques c u z q u e ñ o s , h u b o u n a p a r t i c i p a c i ó n m u y i m p o r ta n t e d e lo s d i r ig e n t e s a u t ó c t o n o s d e C h a r c a s y m u c h a s d e la s b a t a l la s d e c i s iv a s t u v i e r o n l u g a r e n s u te r r it o r io . L o s d o s d i r ig e n t e s r e b e l d e s m á s i m p o r ta n t e s f u e r o n l o s A y m a r á s T o m á s K a t a r i, cacique d e l p u e b l o d e S a n P e d r o d e M a c h a , e n l a P r o v i n c i a d e C h a y a n t a , y e l c o m u n a r i o J u l iá n A p a z a , q u e a d o p tó e l n o m b r e d e g u e r r a T u p a q K a ta r i c u a n d o s e im p u s o c o m o e l p r i n c i p a l d i ri g e n t e m i l it a r d e l a r e b e l ió n e n l a r e g i ó n p a c e ñ a . E l c a s o d e T o m á s K a t a r i e s u n a h i s to r i a v e r d a d e r a m e n t e e x t r a o r d i n a r ia . D e s p o j a d o e n 1 7 7 7 d e s u c a r g o t ra d i c i o n a l d e cacique p o r e l C o r r e g i d o r e s p a ñ o l l o c a l , K a t a ri , a n a l f a b e t o y m o n o l i n g ü e , e n lo s c u a t r o a ñ o s s i g u i e n t e s u t il iz ó t o d o s l o s r e c u r s o s j u r í d i c o s p o s i b l e s p a r a s e r re s t a u r a d o e n e l c a rg o : d e s d e lo s m e m o r i a l e s a l a A u d i e n c i a p l a t e n s e h a s t a u n v i a je a l a s e d e
c o n é x i t o s u c a u s a e n t o d a s l as i n s t a n c i a s d e g o b i e r n o y p o r lo g e n e r a l t ri u n f ó . P e r o lo s f u n c i o n a r io s l o c a l e s c o r r u p t o s , n o c o n t e n t o s c o n s e g u i r h a c i e n d o c a s o o m i s o d e lo s d e c r e t o s q u e le r e s t a b l e c í a n e n e l c a r g o , lo a p r e s a r o n v a r ia s v e c e s ; te m e r o s o s d e l p o d e r o s o a p o y o l o c a l d e q u e g o z a b a , m a t a ro n a su p r in c i p a l a l ia d o I s id r o A c h u , o t ro cacique ; l u e g o , e n e n e r o d e 1 7 8 1 , o r d e n a r o n s i g i l o s a m e n t e s u a s e s in a t o , d e n t r o y a d e l d e s b a r a j u s t e d e l a G r a n R e b e l ió n d e 1 7 8 0 - 1 7 8 2 . E s t á p r o b a d o q u e m i e n t a s d e f e n d í a su c a u s a , K a ta r i ta m b i é n o r g a n i z ó 'f u e r z a s p o d e r o s a s de o p o s i c i ó n a l d o m i n i o e s p a ñ o l y e n t a b l ó c o n t a c t o s o f ic i a le s c o n e l m o v i m i e n t o d e T u p a q A m a r u . A l m o r i r , s u h e r m a n o y s u p r i m o d i ri g ie r o n u n a m a s i v a re b e l ió n in d ia q u e c e r c ó l a c iu d a d d e L a P l a ta . M á s a m e n a z a n t e p a r a lo s e s p a ñ o l e s f u e e l c o m u n a r i o J u liá n A p a s a ( o c o m o f u e c o n o c i d o e n h o n o r d e s u s d o s h é ro e s , T u p a q K a t a ri ) : s in la s p r e t e n s i o n e s t r a d i c io n a l e s d e l e a l ta d a n t e s u s s e g u i d o r e s in d i o s , s e p e r f il ó c o m o u n o d e l o s p r i n c i p a le s d i r ig e n t e s m i li ta r e s e n e l c u r s o d e l a m i s m a r e b e l i ó n y s ó lo p o r s u s c a p a c i d a d e s p e r s o n a l e s p u d o o r g a n i z a r y d i r ig i r u n p o d e r o s o e jé r c it o i n d i o d e 4 0 . 0 0 0 p e r s o n a s . M e r c a d e r it i n e r a n t e d e c o c a y r o p a , e r a u n s i m p l e ' f o r a s te r o ' d e l a r e g i ó n d e S i c a - S i c a , t e n i e n d o a p e n a s 3 0 a ñ o s c u a n d o s o b r e s a li ó e n m e d i o d e la r e b e l i ó n d e 1 7 8 0 . P o c o s a b e m o s d e s u s a n t e c e d e n t e s : q u e e s t a b a c a s a d o c o n B a r t o l i n a S i s a ( q u e a c t u ó c o m o u n o d e s u s lu g a r t e n i e n te s e n la g u e r ra ) , q u e n i p a r e c e h a b e r h a b l a d o e s p a ñ o l n i s a b i d o l e e r n i e s c r i b i r ; p e r o d e m o s t r ó s e r u n d i r i g e n t e m i l i t a r c a p a z , g e n e r a n d o i n t e n s a s l e a l t a d e s e n tr e s u s s e g u i d o r e s . L a r e b e l i ó n t u v o s u s p r e l i m i n a r e s m u c h o a n t e s d e su i n i c i o o f ic i a l ( e n n o v i e m b r e d e 1 7 8 0 ), e n l o s c o n t a c t o s q u e s u c a u d i l l o p r in c i p a l J o s é G a b r ie l T u p a q A m a r u t u v o c o n m u c h o s i m p o r t a n t e s caciques d e C h a r c a s y d e la r e g i ó n c u z q u e ñ a ; ta m b i é n c o n J u l iá n A p a s a y o t r o s p o s ib l e s d i r i g e n t e s r e b e l d e s . D e s c e n d i e n t e d i r e c t o d e l o s Ittqa e i m p o r ta n t e cacique d e l O b i s p a d o d e l C u z c o , T u p a q A m a r u e r a u n m i e m b r o b i e n f o r m a d o y l e tr a d o d e la n o b l e z a a n d i n a ; g r a c i a s a la l e g i ti m i d a d d e s u a n c e s t ro y a s u in d i s c u t i b l e i n t e l i g e n c i a p u d o c o n v e n c e r a u n a im p o r ta n t e m i n o r ía d e caciques qhishwa y a u n o s p o c o s n o b l e s a y m a r a s d e q u e h a b í a q u e d e s t r u i r e l d o m in i o e s p a ñ o l .
m e n te p o r T u p a q A m a r u , q u i en s e a p o d e ró d e l a m a y o r p a rte d e la P r o v i n c i a de l C u z c o , c iu d a d q u e a s e d ió d e s d e n o v i e m b r e d e 1 7 8 0 h a s ta m a r z o d e 1 7 8 1 ; p a r ti c ip a n d o g r an n ú m e r o d e tr o p a s p o r u n o y o tr o la d o , lo s e s p a ñ o le s lo c a le s p u d ie r o n r o m p e r f i n a l m e n t e el c e r c o y a p r e s a r a T u p a q A m a r u y a su e s ta d o m a y o r. P e r o l a e j e c u c i ó n d e s u d i ri g e n t e n o d e tu v o n i la e x p a n s ió n d e la m a s i v a r e b e l ió n n i la a d h e s i ó n a l a r e b e l ió n d e lo s d i r ig e n t e s d i s i d e n t e s l o c a l e s . La segunda c o m e n z ó p r e c i s a m e n t e cuando era reprimida la actividad cuzqueña y tuvo a Charcas como su principal escenario. En enero de 1781 y con el asesi n a to d e T o m á s K a ta r i c o m e n z ó l a re b e l ió n d e C h a y a n ta , d i rig i d a p o r su s p rim o s ; e n m a r z o A n d r é s T u p a q A m a ru ( so b r in o d e G a b r i e l) s e a p o d e r ó d e t o d a la P r o v i n c i a d e L a r e c a j a y la r ib e r a o r ie n t a l d e l T itic a c a : d e s p u é s d e u n a s e d i o d e t re s m e s e s s e a p o d e r ó d e la c iu d a d d e S o r a t a ( V I I I -1 7 8 1), d o n d e m a tó a to d o s lo s e s p a ñ o l e s ; lu e g o s e d i ri g ió a E l A lto , d o n d e s e u n i ó a T u p a q K a ta ri e n e l c e r c o p u e s t o a la c i u d a d d e L a P a z ( d e m a r z o a j u n i o y d e a g o s to a o c t u b r e d e 1 7 8 1); a u n q u e l a c iu d a d n u n c a c a y ó e n s u s m a n o s , e n la s b a t a l la s y e s c a r a m u z a s p e r d i ó l a v i d a a p r o x i m a d a m e n t e la m it a d d e s u p o b la c ió n . E n n o v i e m b r e lo s e j é r c ito s d e a y u d a a c a b a r o n r o m p i e n d o el c e r c o y c a p t u r a n d o a Katari. E n t r e ta n t o , e n f e b r e r o d e 1 7 81 h a b í a e x p l o t a d o e n O r u r o u n a l z a m ie n t o c r i o llo u r b a n o , d i rig i d o p o r Ja c i n to R o d r í g u e z d e H e rre r a: lo s r e b e ld e s , e s tr e c h a m e n t e a l ia d o s c o n T u p a q A m a r u , lograron desbancar a los peninsulares del control de la ciudad. É s te f u e e l m a y o r a p o y o m e s t iz o y c ri o ll o q u e lo s cacique i n d io s r e c ib i e ro n y O r u r o fu e la m a y o r c i u d a d e s p a ñ o l a d e q u e s e a p o d e r a r o n l os re b e l d e s . A u n q u e R o d r íg u e z a c tu a b a e n e s tr e c h o e n t e n d i m i e n t o c o n l o s cacique l o c a l e s , l a a l i a n z a e n t r e i n d i o s , m e s tiz o s y c r io l lo s n o f u e f á c i l, p u e s n o t a r d a r o n e n d e ja r s e s e n t ir la s d i fe r e n c i a s d e c l a s e . T a m b i é n a q u í la s fu e r z a s r e a l e s a c a b a r o n r e c o n q u i s ta n d o la c iu d a d y e je c u ta n d o a lo s p r in c ip a le s rebeldes. El último grupo que se unió a la rebelión fueron los a r te s a n o s m e s t iz o s d e T u p i z a , q u i e n e s e n m a r z o d e 1781 a s e s i n a r o n al C o r r e g i d o r lo c a l; p e ro e s te m o v i m ie n t o fu e r á p i d a m e n te dominado, por lo que sólo tuvo un impacto local. P e r o l a d e r r o t a d e lo s r e b e ld e s n o f u e s o l a m e n t e u n a g u e r ra d e c a s ta s : e n r e a l i d a d , l a m a y o r í a d e lo s caciques a y m a r a y un número muy importante de nobles qhishwa se opusieron a
to con sus propios seguidores indios y tropas españolas aliadas. En realidad, en esas batallas intraétnicas los rebeldes arrasaron u n g r a n n ú m e r o d e c a s a s n o b l e s i n d ia s . L a m a y o r p a r te d e lo s caciques a y m a r a s d e la r ib e r a m e r id i o n a l de l T i ti c a c a s e u n i e r o n a l a c a u s a r ea l y m u c h o s d e e l lo s m u r ie r o n al e n f r e n t a r s e a lo s e j é r c it o s d e T u p a q A m a r u . É s t e f u e el c a s o d e l cacique Agustín Siñani de Surata, quien en los años 60 había costeado l a s e x t ra o r d i n a r ia s p i n t u r a s e n q u e f ig u r a c o n s u f a m i li a y q u e s e c o n s e r v a n e n e l te m p l o d e Q 'a r a p h u q 'u ( u n a d e la s o b r a s c l á sicas del Barroco mestizo del siglo XVIII); murió defendiendo S u r a ta d e la s tr o p a s d e A n d r é s T u p a q A m a r u . O tr o fu e D i o n i sio M a m a n i, cacique d e C h u l u m a n i , e n l o s v a ll es b a j o s d e lo s Yungas c o q u e r o s : o r g a n i z ó m i lit a rm e n te a su s v a s a l lo s i n d í g e n a s p a r a c o m b a t i r .a lo s r e b e l d e s , l ib r ó v a r ia s b a t a ll a s c o n t r a e l lo s , fu e o b l ig a d o a h u i r a C o c h a b a m b a y a c a b ó s u s d í a s en s u c o m u n i d a d n a t iv a e n u n a e n c a r n i z a d a b a t a l la c o n lo s re b e l d e s , q u e d e s t r u y e r o n s u c a s a y s u s p la n t a c i o n e s . O tr o f u e M a n u e l Antonio Chuquimia, de la comunidad lacustre de Copacabana, q u i e n - c o m o M a m a n i - s e u n i ó a l e jé r c it o d e S e b a s ti á n d e S e g u r ó l a y e n s u s f u n c i o n e s o f ic i a le s d e J u e z P a c i f ic a d o r s e m o s tr ó p a r t i c u l a r m e n t e r e p r e s o r. A u n q u e a l g u n o s d e lo s jilaqata y o t ro s d i ri g e n t e s d e s u s c o m u n i d a d e s s e u n i e ro n a lo s r e b e ld e s , l a n o b l e z a a y m a r a , c o m o c l a s e , te n d i ó a m a n t e n e r s e le al: e n e llo p u d o h a b e r i n f l u id o e l h e c h o d e q u e el m á x i m o d i r i g e n te d e la s t r o p a s r e b e l d e s a y m a r as e r a u n c o m u n a r i o y n o u n m ie m b r o d e su clase. A fi n e s d e 17 81 la r e b e l i ó n h a b í a s id o a p l a s t a d a en l a m a yorías de las comarcas rurales y todas las ciudades capturadas habían vuelto a poder de los españoles. Los dirigentes rebeldes f u e r o n e j e c u t a d o s e n l a f o r m a b r u t a l a c o s tu m b r a d a ; s e p r o c e d i ó a u n a m a s i v a c o n f i s c a c i ó n d e p r o p i e d a d e s . T o d o s l o s caciques r e b e l d e s p e r d i e r o n s u s c a r g o s y u n g r a n n ú m e r o d e caciques leales habían muerto-en la lucha. Aunque la Corona reconoció los títulos de los leales sobrevivientes, la destrucción fue tan m a s iv a q u e e n a d e l a n t e la m a y o r ía d e la s c o m u n id a d e s lib r es d e la s p r in c i p a l e s z o n a s r e b e ld e s q u e d a r o n b a j o e l c o n t ro l d e e s p a ñoles (desde entonces, con el título de 'caciques'). Al mismo t ie m p o , lo s jilaqata o a n c ia n o s d e l as c o m u n i d a d e s d e s d e e n t o n c e s a s u m i e ro n a l g u n a s d e la s f u n c i o n e s q u e an t es d e s e m p e
d e la c la s e d e lo s caciques e n l a r e g ió n d e l C u z c o y e n C h a r c a s , l o s ú l ti m o s r e p r e s e n t a n t e s d e l a g r a n n o b l e z a in d i a s q u e h a b í a s o b r e v i v i d o a l a c o n q u i s t a e s p a ñ o l a . D e s p u é s d e l a G r a n R e b e l i ó n d e 1 7 8 0 - 1 7 8 2 l a n o b l e z a i n d í g e n a d e j ó d e s e r u n i m p o r t a n te f a c t o r e n l a v i d a s o c ia l , e c o n ó m i c a y p o l í ti c a d e l a r e g i ó n . A p e s a r d e s u i m p a c t o m a s iv o y d e l a r g o a l c a n c e y d e s u m o v i l i z a c i ó n e x t r a o r d i n a r i a m e n t e a m p l ia , la r e b e l ió n d e T u p a q A m a r u n o t a r d ó e n c o n v e r ti r s e e n u n l e ja n o r e c u e r d o p a r a l a p o b l a c i ó n c h a r q u e ñ a . F u e t a m b i é n e l ú l t i m o i n t e n t o a n t e r i o r a l s i g l o X I X d e t r a e r j u s t i c i a e in d e p e n d e n c i a a l a r e g ió n ; la s r e b e l i o n e s p o s t e r io r e s y l a c o n q u i s ta f i n a l d e l a i n d e p e n d e n c i a a c a b a r í a n l l e g a n d o d e m a n o d e l o s c r i o l l o s , s i e n d o u n a s u n t o c l a r a m e n t e d e l a c l a s e s u p e r i o r y e n g r a n m e d i d a a j e n o a lo s i n d i o s . A s í, a p e s a r d e s u i m p o r t a n c i a a c t u a l y s im b ó l ic a , l a r e b e l ió n tu p a m a r i s t a t u v o u n i m p a c t o p o c o d u r a d e r o e n C h a r c a s . L a d e s tr u c c i ó n d e v id a s h u m a n a s y p r o p i e d a d e s d u r a n t e la r e b e l ió n h a b í a s id o m a s iv a , e n e s p e c i a l a lr e d e d o r d e L a P a z y la r e g i ó n d e l l a g o T i ti c a c a ; p e r o e l c r e c i m i e n t o g e n e r a l e c o n ó m ic o y d e m o g r á f ic o —m u y p r o n u n c i a d o e n a q u e l la d é c a d a - p e r m i ti ó q u e a f i n e s d e l o s a ñ o s 8 0 l a m a y o r í a d e la s h a c i e n d a s e s t u v i e r a n r e c o n s t ru i d a s : si e n lo s a ñ o s in m e d i a ta m e n t e p o s t e r io r e s a la r e v u e l ta l a d o c u m e n t a c i ó n l o c a l d e s c r i b í a l a i m p r e s i o n a n t e p é r d i d a d e a p e r o s , g a n a d o y p e o n e s e n l as h a c i e n d a s a b a n d o n a d a s , a l f in a l d e l a d é c a d a c a si to d a s e l la s v o l v ía n a fu n c i o n a r e n s u p l e n a c a p a c i d a d y a lc a n z a b a n el m i s m o n i v e l d e r i q u e z a q u e a n t e s d e l a re b e l i ó n . P r o n t o t a m b i é n q u e d a r o n n i v e l a d a s la s p é r d i d a s d e m o g r á f ic a s y p a r a lo s a ñ o s 9 0 l a m a y o r p a r t e d e l t e r r i t o r i o q u e h a b í a s i d o r e b e l d e y a c o n t e n í a l a m i s m a p o b l a c i ó n q u e a n t e s d e l e v a n t a m i e n t o . E n lo s a ñ o s 9 0 l a m a y o r p o b l a c i ó n r u ra l ( b a s t a n t e m á s d e la s 2 0 0 . 0 0 0 p e r s o n a s ) y l a m a y o r c iu d a d d e C h a r c a s ( m á s d e 4 0 . 0 0 0 h a b i t a n t e s ) se e n c o n t r a b a n e n l a P r o v i n c i a d e L a P a z , q u e p o r e n t o n c e s r e p r e s e n t a b a n l a m i ta d d e l a p o b l a c i ó n t o ta l c h a r q u e ñ a . E n l a s ri c a s ti e r ra s a l ta s y v a l le s d e e s t a h e g e m ó n i c a p r o v i n c i a h a b í a u n a s 1 .1 0 0 h a c i e n d a s e n l a s q u e tr a b a j a b a n u n o s 8 3 . 0 0 0 p e o n e s o yanakuna; e r a n p r o p i e d a d d e 7 1 9 h á c e n d a d o s ( r e s i d e n t e s e n s u m a y o r ía en l a c i u d a d c a p i ta l ) ; a l r e d e d o r d e l 3 9 % d e e s t o s h a c e n d a d o s p o s e í a n m á s d e u n a h a c i e n d a y, c o m o e n e l c a s o d e T a d e o D i e z d e M e d i n a , d i s e m i n a b a n s us
a s í s u p r o d u c c i ó n a g r íc o l a . U n o s d o s te r c io s d e e s o s h a c e n d a d o s e r a n v a r o n e s ; e l r e s t o , m u j e r e s e i n s t it u c i o n e s e c l e s i á s ti c a s . E n e l ú l t i m o c u a r to d e l s i g l o X V I I I l a I g l e s i a c h a r q u e ñ a c o n t a b a c o n u n o s 4 0 c o n v e n t o s y u n o s 2 . 4 0 0 s a c e r d o t e s , s i e n d o u n a i n s t it u c i ó n a c a u d a l a d a , p e r o n o u n t e r r a t e n i e n t e i m p o r ta n t e : s u m i n i s t r a b a l a m a y o r p a r t e d e l o s 'c e n s o s ' ( p r é s t a m o s h i p o t e c a r io s ) n e c e s a r io s p a r a l a c o m p r a o e x p a n s i ó n d e l a s h a c i e n d a s ; p e r o , a d i f e r e n c i a d e o t r a s i g l e s i a s c o l o n i a l e s , s e g u í a s i e n d o u n p r o p i e t a r i o m e n o r d e l a t i e r r a a g r o p e c u a r i a ; e s t a p o s i c i ó n r e l a t iv a m e n t e d é b i l d e l a I g l e s ia r e s u l t a r ía s u m a m e n t e im p o r ta n t e e n e l s ig l o X I X c u a n d o l a R e p ú b l ic a t u v o p o c o s p r o b l e m a s e n c o n t r o l a r l a , c o n s u s ti e r r a s y r e n t a s , e n c o n t r a s t e c o n la s e n c a r n i z a d a s l u c h a s q u e s e s u c e d ie r o n e n la m a y o r í a d e lo s d e m á s p a í s e s l a t i n o a m e r i c a n o s . A p e s a r d e l a e x p a n s i ó n o c h o c e n t is t a d e l a h a c i e n d a e n l a r e g i ó n p a c e ñ a , e l g r u p o d o m in a n te e n el c a m p o , m e d i d o p o r la p r o p i e d a d d e l a t i e r r a y p o r l a d e m o g r a f í a , s i g u i e r o n s i e n d o la s c o m u n id a d e s lib r es : en L a P a z e r a n u n a s 4 9 1 , c o n m á s d e 2 0 0 . 0 0 0 i n d i o s ; d e é s to s , u n p o c o m á s d e l a m i t a d e r a n 'o r i g i n a r io s ' y e l r e s to e r a n i n m i g r a n t e s p o s t e r i o r e s c o n u n o s d e r e c h o s r e s t ri n g i d o s a l a tie r r a ; a p e s a r d e e llo , l o s s e g u n d o s s ig u i e r o n c r e c i e n d o m á s r á p i d a m e n t e q u e l o s 'o r i g i n a r i o s ' y e n e l s ig l o X I X s e c o n v i r ti e r o n e n e l s e c t o r n u m é r ic a m e n t e p r e d o m i n a n t e d e l o s ayllu. E s a s c o m u n i d a d e s i n c l u s o p o s e í a n 2 2 h a c i e n d a s c o n m á s d e 1 .8 0 0 yanakuna. E s t o s in d i o s c a m p e s in o s te r r a t e n i e n t e s a p o r ta b a n l a m a y o r c u o t a a la R e a l H a c i e n d a y e n l a f la m a n t e R e p ú b l ic a s u tr ib u t o t a m b i é n s e r í a n l a f u e n t e p a r ti c u l a r m á s i m p o r ta n t e d e in g r e s o s . L a r á p i d a r e c u p e r a c i ó n d e C h a r c a s d e l a s h e r id a s d e l a G r a n R e b e l ió n d e 1 7 8 0 - 1 7 8 2 e s tu v o ín t im a m e n t e r e l a c i o n a d a c o n lo s e f e c t o s p o s i ti v o s d e l a s r e f o r m a s b o r b ó n i c a s d e l a e c o n o m í a , i m p u l s a d a s e n l a m e t r ó p o l i d u r a n t e la s d é c a d a s c e n t r a l e s d e l s ig l o X V I II . L a s r e f o r m a s d e l a e c o n o m í a m i n e r a n o t a r d a r o n e n t r a e r u n a n u e v a p r o s p e r i d a d a la p r o d u c c i ó n d e O r u r o y P o to s í ; u n a r e fo r m a g e n e r a l d e la e s t ru c tu r a c o m e r c ia l o r i g i n ó u n a s a n a r i v a l id a d e n t r e L i m a y B u e n o s A i r e s p o r e l c o m e r c i o d e C h a r c a s ; e s to , a su v e z , d io o r ig e n a u n a s e g u n d a s e r i e d e r e d e s e c o n ó m i c a s y d e s is te m a s m e r c a n t ile s q u e a c e le r ó e n el
t o o r d e n e n s u e s t r u c t u r a a d m i n is t ra t iv a a d a p t á n d o l a a la s p o l í t i c a s m á s a v a n z a d a s d e u n c o m e r c io m á s l ib r e y d e l a l i b r e c o m p e t e n c i a , l a C o r o n a l l e v ó a c a b o u n a i m p o r t a n t e r e o r g a n i z a c i ó n a d m i n is t ra t iv a . E l s í m b o l o d e l a n u e v a e s t r u c t u r a a d m i n is t ra t iv a f u e la c r e a c i ó n d e u n a n u e v a a u t o r id a d l la m a d a ' in t e n d e n t e ': i n s p i r a d o s e n l a a f o r t u n a d a i n s t it u c i ó n f r a n c e s a , l o s i n te n d e n t e s a m e r ic a n o s r e e m p l a z a r o n c o n e f ic i e n c i a a lo s a n ti g u o s C o r r e g i d o r e s y c r e a r o n j u r is d i c c i o n e s r e g io n a l e s q u e a h o r a a b a r c a b a n t e r r it o r io s d e lo s e s p a ñ o l e s y d e lo s in d io s . E n 1 7 8 4 n a c i e r o n e n C h a r c a s c u a t r o d e e s t o s d i s t r it o s i n te n d e n c i a l e s : L a P a z , S a n t a C r u z d e la S i e rr a (p e r o c o n s e d e e n C o c h a b a m b a ) , P o t o s í y L a P l a ta . E s ta s n u e v a s a u to r i d a d e s r e c ib í a n m u y b u e n o s s u e l d o s , q u e la s i n d e p e n d i z a b a n d e l a n e c e s i d a d d e d e d i c a r s e a l c o m e r c io l o c a l p a r a s o b r e v i v i r c o m o h a b ía s u c e d i d o c o n l o s c o r r e g i d o r e s ; y s e la s s e l e c c i o n a b a c u i d a d o s a m e n t e d e e n t r e lo s f u n c i o n a r io s e x p e r i m e n t a d o s d e l I m p e r i o ; se c o n s i d e r a b a q u e s u p r i n c ip a l f u n c ió n e r a p r o m o v e r el c re c i m i e n t o e c o n ó m i c o y s o c ia l regional. E s te c u id a d o s o p r o c e s o d e s e l e c c ió n y l a b u e n a d o t a c ió n s a la r ia l d e la s n u e v a s a u t o r i d a d e s d i o l u g a r a la a p a r i c ió n d e u n extraordinario grupo de funcionarios letrados y refinados que g o b e r n a r o n C h a r c a s d u r a n t e la s d o s ú lt i m a s d é c a d a s d e l s ig l o X V I I I. D e s ta c a r o n e n é l F r a n c i s c o d e V i e d m a e n C o c h a b a m b a y J u a n d e l P i n o M a n r i q u e e n P o t o s í: p r e o c u p a d o s d e r e a c ti v a r e l c o m e r c io , e x p e r im e n t a n d o e n l a a g r i c u l t u r a , p r o m o v i e n d o e l b i e n e s t a r g e n e r a l y a u m e n t a n d o la s r e n t a s r e a l e s , d e j a r o n t r a s s i m e m o r ia l e s a d m i r a b l e m e n t e d e t a ll a d o s s o b r e l a v i d a y la é p o c a d e lo s p u e b l o s q u e g o b e r n a b a n . T a m b i é n d e m o s t ra r o n h a b e r e x a m i n a d o t o d a s l a s p r i n c i p a l e s c u e s t i o n e s q u e s e r e la c i o n a b a n c o n l o s p r o b l e m a s d e c a r á c t e r s o c ia l y e c o n ó m i c o e n s u s j u r i s d i c c i o n e s , o f r e c i e n d o a n á l is i s d e t a ll a d o s s o b r e e s t r a t e g i a s a l t e r n a ti v a s . A e s a g a l e r í a d e i n te n d e n t e s h a y q u e a ñ a d i r e l c a s i e r r a n t e O i d o r E x t r a o r d i n a r i o d e L a P l a ta , P e d r o V i c e n t e C a ñ e te : j u r i s t a , h i s t o r i a d o r y p e s q u i s a d o r a d m i n i s tr a t iv o , a n a l iz ó y l e g i s ló l a i n d u s t r ia m i n e r a , l a e s t r u c t u r a f i s c a l d e l g o b i e r n o , la c u e s t ió n d e l a mit'a y a u n l a re l a c ió n e n t r e la C o r o n a y l a I g l e s ia ; a m e n u d o e n t r ó e n a c r e s p o l é m i c a s c o n lo s in t e n d e n t e s , lo q u e d io l u g a r a m e m o r ia l e s to d a v í a m á s d e ta lla d o s s o b re e l e s t a d o d e l á s o c ie d a d . V i e d m a , P i n o M a n r i q u e , C a ñ e t e y l o s d e -
m á s in t e n d e n te s f u e r o n ,b u e n o s re p r e s e n t a n t e s d e l p e n s a m ie n t o i l u s t r a d o d e l s ig l o X V I I I y t ra j e r o n a C h a r c a s u n a n u e v a e s t r u c t u r a a d m i n i s t r a t iv a y u n a n u e v a i d e a d e c a u d i l l a j e y d e p o s i b i li d a d e s d e d e s a r r o ll o . D u r a n t e e l ú l ti m o c u a r to d e l sig l o en C h a r c a s s e p r o d u jo t a m b i é n u n a r e v i t a l iz a c i ó n d e l a e d u c a c i ó n s u p e r i o r . C o m o r e s u l t a d o d e l a s r e f o r m a s e n l a f o r m a c i ó n ju r í d i c a q u e e n la m e t ró p o l i s e h a b í a n p r o d u c i d o e n l o s a ñ o s 6 0 y d e lo s e fe c t o s n e g a t iv o s q u e e n C h a r c a s h a b í a te n i d o l a e x p u l s i ó n d e l o s j e s u í ta s , l a A u d i e n c ia c o n s i g u i ó q u e la C o r o n a a p r o b a r a en 1 7 76 la c o n s titu c i ó n e n L a P la ta d e l p r im e r c e n tr o j u r íd i c o m o d e r n o e n e l I m p e r i o a m e r i c a n o p a r a la f o r m a c i ó n d e lo s n u e v o s a b o g a d o s : p a r a 1 8 0 8 l a R e a l A c a d e m i a C a r o l i n a d e P r a c ti c a n t e s J u r i s t a s h a b í a d a d o a u n o s 3 6 2 a b o g a d o s u n a f o r m a c i ó n e n lo s m á s m o d e r n o s y r ig u r o s o s p r o c e d i m i e n t o s d e l D e r e c h o C i v i l . A u n q u e la m a y o r í a d e s u s e s t u d i a n t e s d e é li te p r o c e d í a n d e l p r o p i o t e r ri to r i o c h a r q u e ñ o , u n g r u p o i m p o r ta n t e h a b í a l l e g a d o d e l a s j u r i s d i c c i o n e s l i m e ñ a , c h i l e n a y r i o p l a t e n s e . E s t a é l i t e i n g r e s ó r á p i d a m e n t e e n la a d m i n i s t ra c i ó n c o l o n i a l, a p o r t a n d o a l s e r v i c i o r e a l e l n ú c l e o f u e r te d e u n a g e n e r a c i ó n d e a b o g a d o s d e p r i m e r a c la s e y b i e n f o r m a d o s . T e n i e n d o p r e s e n t e l a h i s to r i a p o s t e r i o r d e l a r e g ió n , n o p u e d e s o r p r e n d e r a n a d i e q u e a c o m i e n z o s d e l s ig l o X I X t a m b i é n a p o r ta r a u n a i m p o r t a n t e c u o t a d e d i rigentes revolucionarios republicanos. E s t a n u e v a p r e o c u p a c i ó n g u b e r n a m e n t a l p o r la a d m i n i s t r a c ió n y p o r la e c o n o m í a c o l o n i a l e s c o n d u j o a u n i n c r e m e n t o d e l a in d u s t r i a y d e l c o m e r c i o . E n C o c h a b a m b a , p o r e j e m p l o , F r a n c i sc o d e V ie d m a d e d ic ó m u c h a e n e rg ía a p r o m o v e r el c r e c i m ie n t o r e g i o n a l y p a r e c e q u e j u g ó u n p a p e l i m p o r ta n t e en q u e b r a r e l p e r f i l d e e s ta n c a m i e n t o q u e la r e g i ó n v e n í a s u f r ie n d o d e s d e la c r is i s d e l s ig l o X V I I. A f i n a l e s d e s i g l o C o c h a b a m b a s e h a b í a c o n v e r t i d o e n u n a i m p o r t a n t e z o n a p r o d u c t o r a d e t e j i d o s b a s t o s ( 't o c u y o s ') y v o l v í a a i n c o r p o r a r s e e n m e r c a d o s r e g i o n a l e s m a y o r e s . E n c u a n t o a l a in d u s t ri a m i n e r a , l a p e r m a n e n t e i n t e r v e n c i ó n d e la C o r o n a e n l o s a s u n t o s l o c a l e s d i o l u g a r a u n a s u b v e n c i ó n s ie m p r e m a y o r d e lo s m i n e r o s p r i v a d o s , d e s d e e l s u m i n is tr o g a r a n t iz a d o d e a z o g u e h a s t a e l so s té n d e l b a n c o d e r e s c a t e d e m i n e r a l e s ( q u e e n l o s a ñ o s 7 0 s e c o n v i r ti ó e n u n a in s -
u n i m p o r ta n t e c r e c i m i e n t o d e la i n d u s t ri a y d e la p o b l a c i ó n c h a r q u e ñ a s , a u n q u e n o u n r e s u r g im i e n t o c o m p l e to d e la s g l o r ia s d e la s é p o c a s p a s a d a s d e la m i n e r í a d e la p l a ta . A s í, el d e s a s t re d e la G r a n R e b e l ió n t u p a m a r i s ta f u e a b s o r b i d o c o n r e la t iv a f a c i li d a d p o r la e c o n o m í a c h a r q u e ñ a : a lo s t re s o c u a t ro a ñ o s d e l a m i s m a l o s in g r e s o s d e la R e a l H a c i e n d a h a b í a n r e c u p e r a d o s us n i v e l e s a n t e r io r e s y la m a y o r p a r t e d e l s is t e m a d e s t ru i d o d e h a c i e n d a s ru r a l e s y a h a b í a s id o r e s taurado. Pero fueren cuales fueren los efectos a largo plazo de la s u b v e n c i ó n g u b e r n a m e n t a l , d e l c o m e r c i o m á s lib r e y d e l c r e c i m i e n t o e c o n ó m i c o g e n e r a l, n o to d a s la s c la s e s n i g r u p o s s e b e n e f i c i a b a n p o r ig u a l d e e ll o s . A s í , a p e s a r d e t o d a s la s r e f o r m a s y r e b a u t iz o s , la C o r o n a s e g u í a m a n t e n i e n d o e l s is t e m a o p r e s o r d e lo s C o r r e g i d o r e s d e I n d i o s ( a h o r a c o n o c i d o s c o m o S u b d e l e g a d o s ) e n la s r e g io n e s in d í g e n a s , q u e s e g u í a n e x p l o t a n d o a s u s s ú b d i t o s i n d í g e n a s m e d i a n t e lo s p r o c e s o s u s u a l e s d e c o m p r a s f o r z a d a s , i n te r v e n c i ó n e n la s e l e c c io n e s d e a u t o r i d a d e s , e n l a s e l e c c i ó n d e lo s c a c i q u e s y e n la s p e r ió d i c a s e x t o r s i o n e s d e la s a u t o r id a d e s c o m u n a l e s . P o r o tr o l a d o , l a c r e c i e n t e e x a c t i t u d d e lo s c e n s o s g u b e r n a m e n t a l e s ( in t r o d u c i d o s c o n c r it e ri o s m o d e r n o s en 1 7 8 6 ) s i g n i fi c ó u n m a y o r im p a c t o d e l a re c a u d a c i ó n m á s e f ic i e n t e d e l t ri b u t o s o b r e c a d a j e f e d e f a m i lia y un r e g i s t ro m á s e x a c t o d e l o s m it ay o s . A u n q u e e l c r e c i m i e n t o g e n e r a l s u a v i z ó a l g o l o s e f e c t o s d e la a n t ig u a e s t ru c t u r a f is c a l , la a d m i n is t r a c i ó n g u b e r n a m e n t a l m á s e f i c ie n t e n e u t r a l i z ó a q u e l la s g a n a n c i a s c o n u n a r e c a u d a c i ó n f is c a l m á s s is t e m á t ic a , p e r o d e j a n d o i n t a c to s lo s a n t ig u o s m e c a n i s m o s d e e x p l o t a ción. L o s r a s g o s d e d e c a d e n c i a y d e n u e v o c r e c im i e n t o q u e c a r a c t e r i z a r o n l o s s ig l o s X V I I y X V I II d e C h a r c a s i b a n a in f l u ir t a m b i é n e n la s m a n i f e s t a c i o n e s d e a c t i v i d a d a r tí st ic a . M i e n t r a s q u e la s p r i n c i p a l e s c o n s t r u c c i o n e s y e l a m p l io o r n a t o a r t ís t ic o u r b a n o s s e h a b í a n c o n c e n t r a d o e n l a c i u d a d d e L a P l a ta d e s d e s u f u n d a c i ó n h a s t a m e d i a d o s d e l s ig l o X V I I, e n la s e g u n d a m i t a d d e l s ig l o l a c i u d a d d e L a P a z y su r e g i ó n f u e ro n e l n u e v o e s c e n a r i o d e la c o n s t r u c c i ó n d e te m p l o s , a l a q u e s ig u i ó d e c e r c a P o t o s í . E l ta r d í o a r r a n q u e d e l a V i lla I m p e r i a l s e d e b i ó a l a i n i c ia l d e d i c a c i ó n d e s u é li te a e d i f i c a c i o n e s m á s p r o s a i c a s y a la s i n v e r s i o n e s a r q u i t e c t ó n i c a s m á s r e fi n a d a s e n l a c e r c a n a L a P l a -
p r o d u c c i ó n s e h u n d í a e n u n a p r o l o n g a d a r e c e s i ó n , P o t o s í p u s o e n m a r c h a e l d e s a r r o l lo d e u n c e n t r o u r b a n o d e c i e r ta d i st i n c i ó n . E l n u e v o p e r ío d o d e e x p r e s ió n a r tí s ti c a n o s ó l o s e p r o d u j o e n u n n u e v o c o n t e x t o g e o g r á f i c o , s in o q u e t a m b i é n r e f l e j ó c i e r t o s c a m b i o s f u n d a m e n t a l e s d e e s ti l o y o r g a n i z a c i ó n . E s t i l ís t i c a m e n t e , el p e r io d o q u e t r a n s c u r r e a p r o x i m a d a m e n t e e n tr e 1 6 5 0 y 1 7 0 0 e s t u v o d o m i n a d o e n C h a r c a s p o r lo s t e m a s b a r r o c o s , p o r e n t o n c e s ta m b i é n h e g e m ó n i c o s e n la m e t ró p o l i; p e ro l o s a r ti s ta s q u e d e s a r r o l la r o n e s e e s t il o (c r i o ll o s , m e s t i z o s o in d i o s ) fu e r o n m a y o r i ta r i a m e n t e a u t ó c t o n o s . L a g r a n é p o c a d e la i n m i g r a c i ó n d e a r t i s ta s d e lo s c e n t r o s e u r o p e o s l le g a b a a su f in , e x i s ti e n d o s u f i c ie n t e s t a ll e r e s y e x p e r to s l o c a le s p a r a s a t i s f a c e r la s n e c e s i d a d e s r e g i o n a l e s , e s ti m u l a d o s p o r o c a s i o n a l e s s a c e r d o t e s e u r o p e o s q u e t r a í a n la s ú l ti m a s m o d a s y g u s t o s . A d e m á s , e n t r e l o s a r ti s t a s a m e r i c a n o s f i g u r a r o n i n d i o s y c h o l o s , i n c l u s o e n l a p i n t u r a , u n c a m p o q u e , al ig u a l q u e e l d i s e ñ o a r q u i te c t ó n i c o , h a s t a e n t o n c e s h a b í a s i d o u n a o c u p a c i ó n r e s e r v a d a en e x c l u s iv a a l o s e u r o p e o s . E n el c a m p o p i c tó r i c o , d u r a n t e lo s s i g l o s X V I I y X V I II e x i s t ió u n a a c t i v i d a d t a n i n t e n s a , q u e s e p u e d e n d i s t in g u i r v a r ia s ' e s c u e l a s ' e n a c c i ó n . E n p r im e r lu g a r e s tá la e s c u e l a 'p o p u l ar ' d e a r t is t a s i n d i o s y m e s t iz o s , c u y a s o b r a s s u e l e n c a r e c e r d e f ir m a y d e p e r s p e c t i v a ; e s t e g r u p o a n ó n i m o d e a r ti s t a s p o p u l a r e s s o l ía e s ta r c o m p u e s t o d e e s c u l to r e s y m a e s t ro s d e o b r a s q u e t a m b i é n p i n t a b a n , d e j a n d o s u o b r a p o r d o q u i e r d e C h a r c a s ( in c l u s o e n l a s m e j o r e s c a t e d r a l e s ) . E n e l s i g l o X V I II e s o s p i n t o r es p o p u l a r e s c o m e n z a r o n a m e z c l a rs e c o n u n a d e la s 'e s c u e l a s ' o f i c i a l e s (la colla) o a r t is t a s d e l a r e g i ó n p a c e ñ a y d e l T i ti q a q a . L a s o t r a s d o s e s c u e l a s o f ic i a le s , c u y o s a r t i st a s f ir m a b a n s u s o b r a s y u t i li z a b a n la n o r m a t iv a p e r s p e c t iv a , e r a n la c h u q u i s a q u e ñ a ( d o n d e s e g u í a n v i g e n t e s lo s e s t i l o s m a n i e r i s t a s p r o c e d e n t es d e l a s o b r a s d e B i tt i) y la p o t o s i n a ( q u e te n d í a a s u b r a y a r l os intereses españoles de la época). Aunque la cincuentena de ar t i s ta s q u e f ir m a b a n s u s p i n t u r a s e n p r i n c i p i o p a r e c í a n d e f in i r s e c o m o u n a c la s e y g r u p o a p a r te , el c r e c i e n t e r e f in a m i e n t o d e lo s a r ti s ta s p o p u l a r e s y la c r e c i e n t e i n f l u e n c i a d e l o s e s t i lo s m e s t i z o s e n la é l it e m á s p r o f e s i o n a l l le v ó a f in e s d e l s i g l o X V I II a u n a c o m b i n a c i ó n d e lo s e s t il o s p o p u l a r, colla y e l i m p o r ta n t e
M ie n t ra s q u e la e s c u e l a c h u q u i s a q u e ñ a h a b ía flo r e c id o d u r a n t e e l p r im e r s ig l o c o l o n i a l , la s e s c u e l a s p o t o s i n a y colla p r e d o m i n a r o n d e s d e 1 6 5 0 h a s t a e l f in d e l a c o l o n i a . D e l a s d o s , la p o t o s i n a f u e la m á s i n flu y e n t e y p o d e r o s a d u r a n t e e l p e r i o d o 1 6 5 0 - 1 7 5 0 : p r e c i s a m e n t e c u a n d o la c r is is e c o n ó m i c a s e e n c o n t r a b a e n s u p e o r p u n t o , l a V il la I m p e r i a l i n ic i ó u n a f e b r il c o n s t ru c c i ó n d e t e m p l o s y e d i fi c io s p ú b l ic o s , s o s t e n i e n d o l a m á s d e s t a c a d a e s c u e l a p i c t ó r i c a c o lo n i a l . E l m á s d e s t a c a d o d e lo s p i n t o r e s p o t e s i n o s y e l m a y o r d e l a é p o c a c o l o n i a l , f u e M e l c h o r P é r e z d e H o l g u ín , n a c i d o e n l o s a ñ o s 6 0 e n C o c h a b a m b a y l le g a d o a P o t o s í a c o m i e n z o s d e l o s 9 0 p a r a in i c i a r s u c a rr e r a . D é s d e l a ú l t i m a d é c a d a d e l s ig l o X V I I h a s t a a v a n z a d o s l o s a ñ o s 2 0 d e l s i g l o s i g u i e n t e , P é r e z f u e e l p r i m e r p i n t o r d e l a V i ll a y d i f u n d i ó s u a r t e e n to d o s lo s te m p l o s p a r ro q u i a l e s y c o n v e n t u a l e s , a d e m á s d e r e c i b i r i m p o r ta n t e s e n c a r g o s d e p e r s o n a s s e g la r e s . E s t i l is t a b a r r o c o d e e x t r a o r d i n a r ia h a b i li d a d , P é r e z g e n e r ó u n a p r o l í f i c a p r o d u c c i ó n , p r e s e n t e e n lo s p r i n c i p a l e s t e m p l o s d e la c i u d a d ; s u e s ti l o i n f lu y ó e n m u c h o s d e l o s r e s ta n t e s p i n t o r e s p r i n c i p a l e s . E n c u a n t o a la e s c u e l a colla d e p i n t u r a q u e f l o r e c i ó d e s p u é s d e 1 6 5 0 , s u c e n t r o p r i n c i p a l n o e s t u v o e n a l g u n a s d e la s c a p i t a le s p r o v i n c i a l e s c o m o e n l o s c a s o s d e l a c h u q u i s a q u e ñ a y p o t o s i n a , s i n o e n l a z o n a r u r a l t r a d i c i o n a l q u e c i r c u n d a e l l a g o T i ti q a q a . E s a r e g i ó n e r a u n o d e lo s p r i n c i p a l e s c e n t r o s a g r íc o l a s d e C h a r c a s y el e p i c e n t ro d e l t e rr it o r i o a y m a r a . E l h e c h o d e q u e las principales realizaciones artísticas tuvieran su asiento en e s a s p e q u e ñ a s a l d e a s c a m p e s i n a s , p a r t ic u l a r m e n t e e n l a s d e l as p r o v i n c i a s d e C h u q u i t o ( p o r e n t o n c e s , p a r t e d e l O b i s p a d o d e L a P a z ) , P a c a j e s y O m a s u y u s , p a r e c e r ía d a r a e n t e n d e r q u e , e n e s t a é p o c a d e c r is is g e n e r a l en l a in d u s t r ia e x p o r t a d o r a m i n e r a , e x i s tí a u n a i n a u d i t a r i q u e z a e n e l C h a r c a s r u ra l y, s o b r e to d o , i n d í g e n a . L a e x i s t e n c i a d e e s a r iq u e z a l le v a a p e n s a r e n u n d e s c e n s o d e l n iv e l d e e x p l o t a c i ó n d e la s c o m u n i d a d e s li b r e s d e l a r e g i ó n , c o n l o q u e l o s in d i o s d e e l la p o d í a n r e t e n e r s u s a h o r ro s e in v e r ti rl o s e n u n a i m p o r ta n t e s e r ie d e c o n s t ru c c i o n e s y d e a c t iv i d a d a r t ís t i c a ( c a s o t o d a e l l a r e l a c i o n a d a c o n l a - a c t iv i d a d d e l a Ig l e s ia ) . E l h e c h o d e q u e m u c h o s d e lo s a r ti st a s d e l a e s c u e l a colla f u e r a n i n d i o s y m e s ti z o s t a m b i é n p r e s u p o n e u n a c r e c i e n t e e s p e c i a l iz a c i ó n d e l a m a n o d e o b r a e n e s o s c a m p o s ; l o q u e , a s u v e z , a b o n a l a i d e a d e u n a e c o n o m í a ru r a l r e l a ti v a m e n
t e b o y a n t e q u e p e r m i tí a el d e s a r r o l l o d e t a l e s a r ti s ta s a t i e m p o completo. E n la s e g u n d a m i ta d d e l s i g lo X V I I I e l p e r f il d e la a c t iv i d a d a r tí s t i c a y a r q u i te c t ó n i c a v o l v i ó a e x p e r i m e n t a r c ie r to c a m b i o c u a n d o u n e s t i l o a r t í s t i c o m e s t i z o g e n e r a l i z a d o s e a p o d e r ó d e l a m a y o r p a r te d e l a p i n t u r a d e l a r e g ió n : la s e s c u e l a s colla y p o p u l a r s e m e z c l a r o n , r e d u c i e n d o e l p e s o d e la s o t r a s d o s . P o r o t r o l a d o , t a m b i é n e n la a r q u i t e c t u r a a m e d i a d o s d e l s ig l o s e a g o t ó e l a r t e b a r r o c o , s ie n d o r e e m p l a z a d o c o m o e n l a m e t r ó p o li p o r u n m o v i m i e n t o n e o c l á s ic o . L a c o n s t r u c c i ó n e n e s e n u e v o e s t i l o p r e d o m i n ó e n C o c h a b a m b a y L a P l a ta , q u e v o l v i e r o n a s e r c e n t r o s i m p o r ta n t e s d e a c t iv i d a d e n la fa s e f in a l d e la C o l o n i a ; t a m b i é n la s c a t e d r a l e s d e P o t o s í y L a P a z f u e r o n c o n s t r u i das en ese estilo. A u n q u e e l a r t e y la a r q u i t e c t u r a q u e d a r o n a v a s a l l a d o s p o r e l n e o c l a s ic i s m o , p a r e c e q u e e n la e s c u l tu r a e n m a d e r a o p i e d r a y e n l a p l a te r í a h a s t a e l f in a l d e l p e r i o d o c o l o n i a l m a n t u v o s u e x t ra o r d i n a r i o v i g o r e l e s t il o d e n o m i n a d o ‘b a r r o c o m e s t iz o ' , e n e l q u e l o s a r te s a n o s i n d i o s y m e s t i z o s p r e d o m i n a r o n d u r a n t e el s i g l o X V I I I e n e s a s h a b i l i d a d e s . E n e s e e s t il o m e s t i z o p e r s is t ie r o n lo s te m a s b a r r o c o s ( s ir e n a s m í t i c a s , m á s c a r a s g r o t e s cas...) y las tradiciones cristianas prerrenacentistas; pero se le a ñ a d í a la fl o r a y la f a u n a a m e r i c a n a s , a d e m á s d e m o t iv o s y f i guras precolombinos. S i la s a rt e s f lo r e c i e r o n e n C h a r c a s d e s d e e l c o m i e n z o y a l c a n z a r o n e n t o d o s l o s g é n e r o s u n a e x t r a o r d i n a r i a c a l id a d , la s l e tr a s s u f r ie r o n d e s u b d e s a r r o l lo a u n d e n t r o d e lo s n i v e l e s h i s p a n o a m e r i c a n o s . H u b o a lg o d e m ú s i c a e c l e s i á s t i c a , d e la q u e la m a y o r p a r te n o h a l le g a d o h a s t a n o s o t r o s ; h u b o a l g o d e t e a tr o , incluido un vigoroso teatro religioso e histórico escrito en q u e c h u a y a y m a r a p o r c l é r ig o s e s p a ñ o l e s q u e d e s e a b a n d i f u n d i r l a f e e n t r e l o s i n d io s . P e r o h a s o b r e v i v i d o p o c a p o e s í a s e r ia y n i n g u n a p i e z a te a t r a l d e d i s ti n c i ó n . A u n e n lo s g é n e r o s h i s t o r io g r á f i c o y f i l o s ó f i c o , h a s t a b i e n a v a n z a d o e l s ig l o X V I I I C h a r c a s f u e u n a r e g ió n r e la t i v a m e n t e a t r a s a d a , i n c lu s o c o m p a r a d a c o n el Cuzco, para no decir nada del resto de América. Y en las cien c i a s , la ú n i c a o b r a i m p o r t a n t e q u e s e d e s t a c a f u e el c l á s ic o A r t e de los m etales ( 1 6 4 0 ) d e l d o c t r in e r o A . A l o n s o B a r b a , el m á s i m
P e r o e s t e r e l a t i v o a t r a s o d e l as l e tr a s c a m b i ó a l g o e n e l s i g l o X V I II , c u a n d o l a r e g ió n p a r e c i ó p a r ti c ip a r m á s e n l a s p r i n cipales tendencias intelectuales y evoluciones del resto de las c o l o n i a s h i s p a n o a m e r ic a n a s . A p a r e c i e r o n a l g u n o s h i s to r i a d o r e s i m p o r ta n t e s , e n t r e lo s c u a l e s lo s p r i n c i p a l e s f u e r o n B a r t o l o m é A r z á n s d e O r s ú a y V e la , c u y a h i s to r i a p o t o s i n a c o n s ti tu y e u n e s t u d i o d e p e s o ; y P e d r o V i c e n te C a ñ e t e , c u y a o b r a d e f i n e s d e l s ig l o s o b r e l a I n t e n d e n c i a d e P o t o s í f u e s u m a m e n t e i m p o r ta n t e . T a m b i é n a p a r e c ió u n g r u p o d e e s t a d i s ta s f a m o s o s q u e p r o d u j e r o n e s tu d i o s d e i m p o r ta n c i a s o b r e el f u n c i o n a m i e n t o d e l a s o c i e d a d c o l o n i a l: C a ñ e t e e s, d e n u e v o , e l m á s d e s t a c a d o ; p e r o j u n t o a é l p o d e m o s n o m b r a r a l o s i n t e n d e n t e s F r a n c i s c o d e V i e d m a y J u a n d e l P i n o M a n r i q u e , al P r o t e c t o r d e N a t u r a l e s V i c t o r iá n d e V i l l a v a , y a l n a t u r a li s t a b o h e m i o T a d e o H a e n k e , q u i e n a fi n e s d e s ig l o p a s ó l a m a y o r p a r t e d e s u v i d a e n C o c h a b a m b a r e g i s t r a n d o s u f l o r a y f a u n a . L a U n i v e r s id a d d e S a n F r a n c i s c o X a v i e r d e L a P l a t a t a m b i é n p a r e c e h a b e r g o z a d o d e e s p e c i a l v i g o r e n e l ú l t i m o c u a r t o d e l s ig l o X V I II , e n e s p e c i a l d e s d e l a f u n d a c i ó n d e l a R e a l A c a d e m i a C a r o l in a d e P r a c t i c a n t e s J u r is ta s : e n e l l a s e f o r m a r o n lo s p r i m e r o s d i r i g e n t e s , m e m o r i a l i s t a s y p a n f l e t i s t a s d e l m o v i m i e n t o i n d e p e n d e n t i s t a d e l s ig l o X I X , c o m o e l e x t r a o r d i n a r i o B e r n a r d o M o n t e a g u d o , q u e p a r ti c ip ó e n c a s i t o d o s l o s p r i n c i p a l e s e v e n t o s d e l a G u e r r a d e In d e p e n d e n c i a d e l a r e g ió n y e n d i v e r s a s o c a s io n e s f u e u n í n t i m o a s e s o r d e M . M o r e n o , B . O 'H i g g i n s , J . d e S a n M a r tí n y S. B o l ív a r ; M a r ia n o M o r e n o , u n o d e lo s p a d r e s f u n d a d o r e s d e A r g e n t i n a ; y J a i m e d e Z u d á ñ e z . P e r o , v i s ta e n c o n j u n t o , la p r o d u c c i ó n l it e ra r ia y p o l ít ic a d e C h a r c a s e n e l p e r i o d o c o l o n i a l t a r d í o f u e m u y l i m i t a d a . N i la s i n s t i t u c i o n e s a c a d é m i c a s n i l o s i n d i v i d u o s p r i v a d o s p a r e c e n h a b e r c re a d o u n c u e r p o b i b l io g r á f i c o d e i m p o r ta n c i a e n n i n g u n a d e l a s d i s c i p l i n a s h u m a n í s ti c a s o c i e n t íf ic a s . H a b i d a c u e n t a d e l a re l a t i v a r i q u e z a d e C h a r c a s y la l a r g a tr a d i c i ó n e i m p o r ta n c i a re g i o n a l d e s u c e n t ro u n i v e r s it a r io p l a t e n s e , e s t a f a lt a d e u n a p r o d u c c i ó n m á s s u s ta n c i a l r e s u l ta d i f í c il d e e x p l i c a r : s i n d u d a i n f lu y e r o n f a c to r e s c o m o l a b a j ís im a t a s a d e a l f a b e t is m o y e l p e q u e ñ í s i m o n ú m e r o d e h i sp a n ó f o n o s d e n t ro d e la p o b l a c i ó n t o ta l , p u e s e l e s p a ñ o l p e r m a n e c i ó i n d i s c u t ib l e m e n t e c o m o u n a m i n o r ía li n g ü í s ti c a d u r a n t e t o d o e l p e r i o d o c o l o n i a l y h a s t a m u y a v a n z a d o e l s ig l o X X ; p e r o e n l a ú n i c a f o r m a d o n d e l a l e n g u a n o e r a d e
c i s iv a , la s a r t e s p l á s ti c a s , lo s c h a r q u e ñ o s s e d e s t a c a r o n p o r su e x t r a o r d i n a r i a c r e a t iv i d a d y p r o d u c c i ó n , d i s ti n g u i é n d o s e l a C o l o n i a c h a r q u e ñ a c o m o u n a d e la s g r a n d e s é p o c a s a r t í s ti c a s d e la h i s t o r i a m u n d i a l . E l h e c h o d e q u e , a l l a d o d e e u r o p e o s , e s e a r te f u e r a o b r a d e m u c h o s i n d i o s y m e s ti z o s t a m b i é n p e r m i t e v i s l u m b r a r q u e f u e l a ú n i c a f o r m a d e e x p r e s ió n c r e a t iv a i n te le c t u a l y c u l t u r a l p l e n a m e n t e a b i e r ta a t o d o s l o s s e c t o r e s d e la s o c i e d a d c o l o n i a l ; p o r ta n t o , l a f o r m a e n q u e s e p o d í a e x p r e s a r l a m á x i m a c r e a t iv i d a d p o s i b l e s in t e m o r a l a o p r e s i ó n r a c ia l n i a l c o n trol de clase. A p e s a r d e l s ig n i f i c a t i v o a u m e n t o d e l a e c o n o m í a c o l o n i a l d u r a n t e el p e r i o d o p o s t e r io r a 1 7 5 0 , q u e p e r m itió p r o s e g u i r al tan activo periodo de nuevas construcciones eclesiásticas y c i v i le s e n t o d a s l a s c iu d a d e s a n d i n a s , l a e c o n o m í a c h a r q u e ñ a d e m o s t r a r ía s e g u i r e s ta n d o m u y a f e c ta d a p o r l a p r o lo n g a d a c r i s is d e l s ig l o X V I I. E n e f e c t o , d e m o s t r a r ía s e r s u m a m e n t e v u l n e r a b l e a l o s c a m b i o s d e c o r to p l a z o e n la s c o n d i c i o n e s d e l m e r c a d o i n t e r n a c i o n a l , lo q u e a s u v e z d e m o s t r ó q u e la e c o n o m í a m i n e r a c o n t a b a c o n e s c a s a s r e s e r v a s p a r a c a p e a r la s c ri s is m e r c a n t il e s t e m p o r e r a s o u n d e b i l i t a m i e n t o d e l a p o y o g u b e r n a m e n tal. E s t a v u l n e r a b i li d a d s e h i z o e v i d e n t e e n la s p r im e r a s d é c a d a s d e l s i g lo X I X . A f in e s d e l o s a ñ o s 9 0 e l s u m i n i s t ro d e a z o g u e e n P o t o s í y a n o p r o c e d í a d e la s d if u n t a s m i n a s d e H u a n c a v e l ic a , s in o q u e v e n í a p o r m a r d i r e c t a m e n t e d e la s m in a s r e a le s m e t r o p o l it a n a s d e A l m a d é n ; e l c o m i e n z o d e l g r a n c o n f li c t o in t e r n a c i o n a l q u e s e c o n o c e c o m o la s ' g u e r r a s n a p o l e ó n i c a s ’ n o t a r d ó e n i m p l ic a r d i re c t a m e n t e a E s p a ñ a : e n 1 7 9 6 s u r g ió u n a a c r e d i s p u t a c o n G r a n B r e ta ñ a , q u e n o t a r d ó e n c o n v e r t i r s e e n g u e r r a a b i e r ta , d e s o r g a n i z a n d o ' to d a s la s r u ta s m a r ít i m a s e n t re l a m e t r ó p o l i y A m é r ic a . P a r a C h a r c a s e s to s ig n i f ic ó la i n te r r u p c ió n d e l a s r e m e s a s d e a z o g u e y, p o r t a n t o , d e l a s f u n d i c i o n e s l o c a l e s ; p e r o t o d a v í a tu v o m á s i m p o r ta n c i a q u e e l r e p e n t in o d e r r u m b e d e la s r u t a s c o m e r c ia l e s i n t e r n a c i o n a l e s p r o v o c ó u n a d e p r e s ió n , t e m p o r a l p e r o m u y g r a v e , d e lo s m e r c a d o s c o m e r c i a le s e n g e n e r a l, c o n l a c o n s i g u i e n t e c o m p r e s i ó n d e l c r é d i to e n la s c o l o n i a s . E s t o , a s u v e z , d e j ó a lo s m i n e r o s c o n p o c o c a p i ta l p a r a m a n t e n e r s u s c o s t o s a s e m p r e s a s , lo q u e t u v o c o m o r e s u l t a do un rápido descenso de la producción.
A c o m i e n z o s d e l n u e v o s ig l o e l s e c t o r m i n e r o s e e n c o n t r a b a e n u n a c r is is g e n e r a l, c o n u n a c a í d a e n p i c a d a d e la p r o d u c c i ó n . Y a c o n s u s e c t o r e x p o r ta d o r g r a v e m e n t e c o n t r a í d o , C h a r c a s to d a v í a f u e g o l p e a d o p o r u n a g r a v e s e ri e d e m a la s c o s e c h a s y d e e p id e m i a s ( 1 8 0 3 - 1 8 0 5 ) , q u e tu v i e ro n u n p r o f u n d o i m p a c t o ta n t o e n l a s p o b l a c i o n e s r u r a l e s c o m o e n lo s m e r c a d o s r e g io n a l e s . A s í , e n e l m o m e n t o d e l a in v a s i ó n f r a n c e s a e n l a m e t r ó p o l i (1 8 0 8 ) l a e c o n o m í a c h a r q u e ñ a s e e n c o n t r a b a e n u n a s i t u a c i ó n d e d e p r e s i ó n g e n e r a l y s u p o b l a c ió n s u f r ía d e u n a t e m p o r a l p e r o a g u d a p é r d i d a d e l a c a l i d a d d e v id a . E s t a s c i r c u n s ta n c i a s g e n e r a r o n u n a a tm ó s f e r a su m a m e n t e t e n s a e n la s z o n a s rurales y, sobre todo, en los reducidos centros urbanos.
CAPITULO IV
LAS GUERRAS DE INDEPENDENCIA Y LA CREACION DE UN ESTADO NACIONAL
1 8 0 9 — 1841
El siglo XIX empezó para Charcas con una depresión a largo pla zo que iba a te n e r u n pro fun do im pacto en s u s poblaciones u rb an as letrada s y en su economía m inera de exportación. E ste declive y las graves crisis agrícolas que se presentaron en el campo por es ta mism a décad a, todo constituyó el trasfond o decisivo p ar a la res p ue sta regional al derrum be imp erial del gobierno de Madrid. A fines del 1806 y d u ran te todo 1807 los ejércitos de Napoleón fueron invadiendo lentamente España, acabando p o r forzar la abdicación de la m o n a rq u ía borbónica. E n m ayo de 1808 el pueb lo m adrileño se levantó con tra el nuev o gobierno españ ol controlado por los franceses; los rebeldes p ud ieron organizar por fin u n a e stru ctu ra formal de resistenc ia que se proclamó el gobierno legítimo de los Borbones. Conocido como la Junta Central y controlando la parte meridional de España, el régimen rebelde afirmó su legitimidad a pesar de la abdicación de Femando VII y exigió la lealtad de los virreinatos coloniales. Una situación de este tipo con un gobierno dividido ya se había p re sen ta d o en o tra ocasió n a n te rio r de la h isto ria im perial, al comienzo del siglo XVIII cuando los Borbones y los Austrias
larga y encarnizad a gu erra en suelo españo l por apoderarse de la monarquía. Pero por entonces las colonias adoptaron una actitu d pasiva, permitiendo que se tom aran en Europa toda s las decisiones fundamentales sobre el destino de España y de su imperio. E n 1808, en cambio, el m un do se enco ntraba en otro lugar: los dos movimientos independentistas de antiguas colonias, en Haití y en los E stado s Unidos, tuvieron u n profundo impacto p a ra cam biar lo s concepto s de dependencia del pensam iento colonial americano. Además, Estados Unidos y Gran Bretaña, los dos poderes de importancia, ahora se convirtieron tanto en fuentes importantes de apoyo financiero para los movimientos potencialm ente rebeld es, como lu gares de refugio. Pero lo m á s importante de todo fue que la propia Europa ya no era el mismo tipo de estructura monárquica estable que había existido a comienzo s del siglo XVIII, d u ran te la guerra, esp añ ola de su cesió n. Pues en 1789 la Revolución Frances a hab ía desencadenado u n a nueva ideología y un nuevo movimiento tan desestabilizadores, que afectaron a todas las monarquías del continente, convirtiendo repe ntinam ente en alternativa viable los gobiernos re pu b licano s. Las colonias americanas españolas tenían conciencia de todos estos procesos, como vinieron a demostrar las infinitas peq ueñ as co n ju ras y revueltas a lo la rgo de to do el hem isferio. La ideología de las llam ad as “revoluciones a tlá n tic as ” se difu ndió por toda Am érica en los años noven ta y en la prim era d écad a del nuevo siglo. Pero era tal la estabilidad del imperio hispanoamericano que la burocracia real tuvo poca dificultad en suprimir estos movimientos. Al hacerlo esta burocracia contó con el intenso apoyo de las clases blanca y mestiza, a cau sa de su s te mores de que pudieran presentarse unas revoluciones sociales potencia lm ente d e stru c to ra s en caso de que se perm iti era a los indios participar en los debates políticos de los blancos o se les perm itiera d eterm in ar el destino de los gobie rn os. A este respecto la experiencia haitiana constituía una advertencia, no sólo p a ra la s socie dades escla vistas de América, sin o ta m b ién p a ra quienes vivían del sud or de un a m asa cam pesina explotada. Pero el aparatoso derrumbe de la monarquía española y la aparición de u n gobierno patriota sem ipopular en E spa ña m ism a crearon en ormes problemas a las élites locales. E stas se en contraron súbitamente enfrentadas con diferentes autoridades conflictivas y cad a grup o local tuvo que tom ar decisiones fu nd amentales sobre cómo podría garantizar mejor su propia legitimidad y estabilidad. A la nueva monarquía de José Napoleón
B onaparte de Madrid, aho ra se le añadía u n gobierno de la J u n ta, que gobernaba en nombre del abdicado Femando VII; des p u é s, u n a m o n a rq u ía altern ativ a posib le en la p e rs o n a de la hermana de Femando, Carlota Joaquina, que llegó al Brasil en 1808 como esposa del mon arca po rtugués y que trató tam bién de obtener la adhesión del imperio americano. Por fin, encontrándose España en un absoluto desorden y bajo control francés y sucumbiendo rápidam ente s us aliados europeos ante los ejércitos napoleónicos, los ingleses dirigieron sus energías hacia su interés tradicional por la expansión imperial ultramarina: em pezaron apoyando decididamen te a los posibles revolucionarios e incluso, haciendo planes para una invasión militar de la Am érica esp añola. La llegada de las preocupantes noticias de España difundió lentamente un ambiente de crisis e indecisión por todas las Am éricas du ran te los m eses de julio, agosto y septiem bre. En cada paso particular los funcionarios reales locales tuvieron que tomar una serie de decisiones amargas. Al hacerlo también tuvieron que d ecidir quién de bía se r admitido al proceso de decisión. E n la m ayoría de los caso s las aud iencias y gobernado res y O bispos d ecidieron en favor del s ta tu s qu o, que definieron como u n a ac titud de esp erar y ver, dand o preferencia al gobierno de la J u n ta , que poco a poco se iba retirando a la pen ínsu la de Cádiz. En unos pocos casos decidieron convocar cabildos abiertos para sondear la opinión de la élite local sobre el curso que había que dar a la acción. Unos pocos decidieron apoyar activamente, bien las preten siones francesas, b ien las de Carlota. E stas lealtades co ntrapue stas, las noticias am enazan tes y la indecisión de los funcionarios locales, todo dio lugar a una situac ión sum am ente ten sa a lo largo de América; en nin gú n lugar ni los criollos ni las élites peninsulares quedaron plenamente contentos con ninguna solución particular. Esto creó un clima favorable a las luchas locales de poder, conflictos entre los gobernadores y su s audiencias u obispos y entre es tas auto ridad es reales y los consejos mu nicipales locales. Es te fue el trasfondo que explica m uc ho s de los curiosos su cesos que tuvieron luga r en C harcas en 1808 y 1809. E sta región se convertiría en la primera zona de Hispanoamérica que fue gravemente perturbada por todos los conflictos que se presenta b a n en el escen ario im peria l e internacio nal; ta m b ién sería el p rim e r cen tro de u n m ovim ie nto in d e p e n d en tista. D ebid o en p a rte al aislam iento del m a r y en p arte a que to davía c o n stitu ía
su autonomía tradicional, el fermento de diferentes grupos pudo crecer du rante algún tiempo a nte s de ser reprimido. Los primeros problemas de control comenzaron con la llega da de las noticias de la crisis española, que llegaron a Charcas en septiembre de 1808. Inmediatamente se planteó allí un con flicto entre el arzobispo y el presidente de la audiencia por un lado, que exigieron la adhe sión a la J u n ta Central, y los oidores de la audiencia que se negaron a reconocer la autoridad de la Ju n ta . Rápidamente aum entaro n las tensiones y a fines de Mayo el presidente de la audiencia, León y Pizarro, fue capturado por los oidores independientes quienes, a su vez, temían que el pre sidente hiciera lo mismo con ellos, obligándolo a salir de la ciu dad. Aunque el intendente potosino, Francisco de Paula Sanz se opuso a este movimiento, por el momento no ofreció resistencia y los oidores semirrebeldes pasaron a enviar emisarios que ob tuvieron el apoyo de las dem ás ciudades. A pe sa r de las tens ion es y de cierta acción motinesca restringida, hasta este momento todo el asu nto qu edab a limitado a la burocracia y era de carác ter casi exclusivamente español peninsular. No fue éste el caso de la reb elió n p o p u la r q u e a h o ra se p resen tó en la ciu d ad sep ten trio n al de La Paz. El 16 de Ju lio de 1809 la inquietud popular entre los vecinos de la ciudad (entre los que figuraban muchos revolucionarios convencidos) condu jo a ex ig ir u n a reu n ió n del cabild o abierto que to m a ra cie rta s decisiones fundamentales acerca del régimen que había que apoyar. El hecho de que la élite local exigiera el derecho de to m ar s u s p ropias decisiones sobre estos acontecimientos, con in dependencia de lo que hubiera decidido la burocracia central de la audiencia en Chuquisaca, refleja perfectamente el creciente poder de La Paz. Siendo aho ra la m ayor ciud ad de C harc as, b a s a b a s u au to rid ad en la riqueza y e n la pobla ció n de s u pro pio hi n t e r l a n d agrícola, quedando relativamente inmune a las crisis que afectaban a los centros m ineros meridionales. Ahora empe zaba a experimentar un resentimiento por el dominio del sur, con lo que los conflictos tanto de España como de Chuquisaca dieron una excelente ocasión para que la élite local manifestara su propia versión de la independencia. Manteniéndose en contacto directo con los representantes de la casi rebelde audiencia, los líderes locales paceños decidieron actuar con toda claridad y llevar a cabo una revolución comple ta Bajo la. direcció n de un vecino llam ado Pedro Do mingo Murillo, los rebeldes se apoderaron del gobernador local y del obispo de La Paz, declarando a sí m ismo s J u n ta -Tuitiva, Inm e diatamente declararon su c posición al rég im en >ie la J u n ta Cen
tral de E spañ a y proclam aron u n gobierno am ericano indepen diente a nombre de Femando VII, estratagema clásica que utili zaron todos los demás líderes rebeldes posteriores de América p a ra le gitim ar s u s m ovim ie nto s in d ep en d en tistas. Esta fue la primera declaración de independencia de una co lonia americana española. Iba a iniciar el largo período de gue rra s am ericanas de independencia que d ura rían de 1809 a 1825; pero resu ltó se r u n a revuelta efím era. El “grito” d e in d e p e n d en cia de los jefes rebeldes pa ceños no encontró eco inmediato entre los indios ni resp u es ta positiva de las d em ás élites criollas urb a nas. Al recibir noticias de las revueltas, el Virrey limeño ordenó su inmediata represión, enviando al presidente de la audiencia del Cuzco, Goyeneche, a La Paz co n cinco mil soldad os p a ra sofo car el movimiento. Murillo y sus partidarios, por su parte, pu dieron organizar un ejército local de unos 1.000 soldados esca samente armados. Pero en ese momento Murillo y algunos de su s colegas de conspiración dem ostraron preocu parse p or la di rección que el nuevo gobierno de la Ju n ta estab a ad optand o e in tentaron negociar con Goyeneche. El resultado fue que Murillo y los elementos más radicales del régimen fueron capturados por las tropas reales y la rebelión prosiguió. Al llegar las tropas del Cuzco el ejército rebelde huy ó a Yu ngas, don de en nov iembre de 1809 se libró en Irupana un combate importante. El ejército re beld e fue vencid o, a lo q ue sig uió el ap resam ien to de to d os los antiguos jefes incluido Murillo. Estos hom bres fueron juzgad os inm ediatam ente y en enero de 1810 Murillo y ocho de su s com pañeros de conspir ació n fueron eje cuta dos; m á s de 100 p erso nas fueron exiliadas. Al propio tiempo el Virrey de B uen os Aires nom bró u n nuevo presidente de C h arcas, el m ariscal Nieto, que ta m b ién h a b ía lle gado con tropas de Buenos Aires aproximadamente al mismo tiempo que el ejército del Cuzco por el no rte y que a com ienzos de diciembre se apoderó de Chuquisaca. Nieto arrestó inmedia tamente a los oidores rebeldes y con esta acción. Juntamente con la ejecución de los rebeldes de La Paz, el movimiento inde p e n d e n tista de C harca s acabó form alm ente y con él, fu e a p la sta do el prim er intento de independencia a m ericana. Con la doble invasión de los ejércitos peru an o y arg entino, la prim era eta p a de la in dependencia c h a rq u e ñ a h a b ía te rm in ado . Pero el fin de este primer período de actividad revolucionaria no acabó c on tod a la oposición y violencia en C harc as ni d estruyó el en tusiasm o criollo por la independ encia. Si bien fue realm en te de struid a la generación del liderazgo urb an o de 1809, aho ra s u r g i ó u n a s e r ie d e j e f e s g u e r r i ll e r o s q u e s e a f i n c a r o n
sólidamente en unas seis zonas rurales importantes, como p e q u e ñ a s r e p u b liq u e ta s . M ie n tra s q u e la s c iu d a d e s p erm an ecían en la m ayoría de lo s caso s en m an o s realistas, las guerrillas controlaban una parte importante del campo y eran aliados eficaces en las varias invasiones republicanas que se producirían desde el exterior. De 1809 a 1816 estas tro p as irregu lares conseguirían el apoyo de todas las clases sociales de Bolivia, incluidas las masas campesinas indias. Pero a pesar del surgimiento de un movimiento guerrillero rural y de la difusión de la rebelión hasta las clases inferiores, la iniciativa de la independencia había salido de las manos de los charqueños. Habiendo sido la primera región en declarar formalmente su independencia, C harcas sería paradójicam ente la última región sudamericana en obtenerla. Además, ahora se convirtió en campo de batalla de las fuerzas más poderosas del norte y el sur, perdiendo su iniciativa en todos los suc eso s su b si gu ientes, en favor de los jefes y ejércitos de fue ra de s u s fron te ras. Así pues, la historia de la independencia charqueña desem boca en la se g u n d a etap a del m ovim ie nto In d ep en d en tista en un os he chos q ue su ced ían a miles de kilómetros de distancia de las ciudad es altiplánicas. El proceso m ás im portante fue la crea ción exitosa de un gobierno independiente en la capital Virrei nal de Buenos Aires. Después de haber aplastado al ejército británico tr a s la invasión a la regió n rio p laten se en 1806, el li derazgo porteño pronto se dedicó a cuestionar el poder de su virrey y acabó llevando a cabo una rebelión completa en mayo de 1810. El eufórico régimen bonaerense pronto experimentó la nece sidad de exten der su pod er por todo el antiguo territorio del Virreinato, considerando a Charcas una zona priorit aria de libe-ración. Por su parte, los liberales guerrilleros de Charcas con sideraban los suceso s de Bueno s Aires como u n a ocasión ex traordinaria para establecer un régimen local independiente. La reacción inicial de los realistas a los sucesos de Buenos Aires fue la decisión de Francisco de Paula Sanz, en Potosí y de Nieto como presidente de la Audiencia, en C huquisaca, de co rtar los vínculos formales con el antiguo virreinato y devolver Char cas a la jurisdicción del virreinato pe ruano. Pero esta m aniob ra no pudo impedir la difusión revolucionaria. En septiembre de 1810 Cochabamba se levantó en rebelión apoyando al régimen de Buenos Aires; al mes siguiente un ejército rioplatense llegaba a la región bajo el mando de Castelli. Obteniendo un tremendo apoyo popular, el ejército argentino pudo apoderarse fácilmente
entusiasta. En noviembre cayó Potosí y Castelli apresó a Sanz y a Nieto, ejecutándolos. Entre tanto el presidente del Cuzco, Goyeneche, tuvo que retirarse y pronto O ruro y San ta Cruz se levan taron c on tra su s ejércitos y un ieron su s fuerzas con las de C as telli, quien derrotó al ejército realista. En abril de 1811 Castelli y su ejército rioplatense habían ingresado triunfalmente en Oruro y La Paz y toda la zona de C harcas y volvía a s er u n a zona libre e independiente. Pero Castelli resultó ser tanto un administrador inepto como u n general sin capacidad es, po r lo que el apoyo gen eralm ente a su régimen empezó a d esvanecerse. Se hizo evidente que Argenti na no estab a interesad a en perm itir la creación de un a república independiente ni fomentar los intereses charqu eño s a costa de las ne cesid ad es del Río de la Plata; así, u n a de rrota de los ejérci tos de Castelli en Gu aqui en jun io de 1811 se convirtió en u n a de rrota en toda regla que dio lugar a notable derramamiento de sangre en las ciuda des y a los ataq ue s civiles ch arqu eño s con tra las fuerzas prepo tentes argen tinas en retirada. La derrota rioplatense y la reconquista de toda Charcas por los realistas cuzqueños de Goyeneche no terminó con la rebelión ni siquiera dentro de Ch arcas mismo. En noviembre Cochabam b a volvió a le v an tarse c o n tra la corona y volvió a in vadir el al tiplano, necesitando Goyeneche emplearse a fondo hasta mayo de 1812 para aplastar esta rebelión, esta vez con considerable violencia por ambos lados. Además los realistas desesperados cap taron el apoyo indio y cada vez m ás k u r a k a figuraban enro lados en los ejércitos de ambos lados, proporcionando tropas indígenas para los combates. A su vez, los indios comenzaron a con segu ir arm as de am bos lados, con lo que el nivel de violencia y de conflicto social sufrió una escalada notable a fines de 1811 y comienzos de 1812. Una vez alcanzado este nivel de moviliza ción, las fuerzas desencadenadas por el movimiento independentista resultarían difíciles de contener y el nivel de destruc ción física y desbarajuste social se hicieron masivos. Teniendo de nuevo bajo el control realista a Charcas, Goye neche consiguió extender con el apoyo de Lima la lucha al norte de Argentina, trata nd o de recon qu istar la zona rioplatense; pero este esfuerzo se vino abajo en febrero de 1813 en la batalla de Salta, donde Manuel Belgrano al frente de un ejército argentino septentrional hizo frente a los realistas. Así empezó la segunda invasión rioplatense de Ch arcas con Belgrano, qu e tuvo el m is mo desafortunado fin que la aventura de Castelli. Si bien Bel
año, en los últimos meses de 1813 las fuerzas realistas coman da da s por el nuevo jefe, Joa qu ín de la Pezuela, ha bía n derrotado a los argentinos y recuperado la totalidad de Charcas. Con la derrota de este seg undo ejército y la consiguien te inva sión de A rgen tina p or Pezuela, los jefes del Río de la P lata se convencieron que Charcas no podía ser su principal objetivo y acab aron apoyando la decisión de San M artín de conc entrar su s fuerzas e n u n ataq ue por la espalda en Chile como el m ejor m e dio de encaminarse contra el núcleo central del poder realista limeño. Pero esta decisión de atacar por otra parte no significó que C harcas se convirtiera en u n a zona tranqu ila, pue s ah ora se prod ujeron e n su te rrito rio u n a serie c o n stan te de pequeño s al zamientos y de rebeliones indígenas incluida una revuelta india antirrealista a mediados de 1814, que trajo consigo la conquista y saqueo de La Paz por los indios de la zona cuzqueñ a. En tre ta n to, la posible amenaza de un Charcas realista preocupaba a los republicano s argentinos, p or lo que se organizó u n pequeño te r cer ejército rioplatense enviando a C ha rcas e n enero de 1815. Una vez más los invasores argentinos gozaron del apoyo de los republicanos del interior. Rebeldes charqueños se apodera ron de Potosí y Chuquisaca expulsando a los realistas en abril; en mayo los argentinos volvían a controlar ambas ciudades; pero lo s rio p laten ses no pudie ron e n tra r en O rara y C ochabam b a y en noviem bre de 1815 sufrieron la peor derrota de la guerra, quedando sus fuerzas totalmente destruidas. Así pues, 1816 inaugu ró u n período de abso luta dominación realista, que Pe zuela aprovechó para emprender un ataque masivo sobre todas las fuerzas rebeldes charqueñas. Este ataque acabó con una com pleta victoria de Pezuela, qu ien destruyó m asivam ente a las fuerzas rebeldes. M ientras se calcula que en las zonas rura les ac tu a ro n de 1810 a 1816 un os 102 caudillos patriotas, des pu és de aquella fecha sólo subsistieron unos nueve; jefes tan famosos como Manuel Padilla e Ignacio Wames fueron ejecutados; inclu so el intrépido Miguel Lanza fue apresado durante cierto tiempo; otros, como J u a n a Azurduy de Padilla y J u a n Antonio Alvarez de Arenales tuvieron que esconderse. De las seis principales zo nas republicanas bajo control rebelde sólo sobrevivió la repu b liq u e ta de Ayopaya (en la fro n te ra co rd illera n a en tre Cocha b a m b a , O ra ro y La Paz), q u e d a n d o to ta lm e n te a isla d a y neutralizada. Así pu es, 1816 constituyó u n cambio de dirección im portante en la historia del movimiento independentista de Charcas; por entonces tanto los esfuerzos externos como internos por lograr la independencia, tanto los que se encontraban bajo su propia
dirección como los que recibían el apoyo de los argentinos, habían terminado desastrosamente. A partir de entonces Char cas quedaría aislada de los principales sucesos en las grandes luchas por la liberación continental y sus impulsos finales por la independencia vendrían de la misma élite que había apoyado las actividades realistas d ura nte todo el período. E n 1816 m u chas ciudades de Charcas habían padecido saqueo repetidas ve ces y cad a ejército rioplatense que se retirab a h ab ía dejado vacía la Casa de la Moneda de Potosí. Lo que no fue destruido en los conflictos urbanos lo destruyeron las rebeliones rurales. Las ha ciendas fueron arrasadas, las minas aisladas fueron destruidas y la economía de la región quedó en ruinas. Además, con el ar m am ento de las fuerzas indias por parte de am bos contendientes quedó temporalmente eliminado el control criollo del campo, creando tensiones sociales violentas y temores urbanos que condujeron a un a incertidum bre y desórdenes todavía mayores. A unqu e 1816 significó el pu nto m ás bajo pa ra los rebeldes en su guerra de independencia, pronto sobrevino un cambio de suerte. Aquel año Bolívar logró restablecer con éxito su movi miento revolucionario en Venezuela y los argentinos se sintie ron suficientemente fuertes para proclamar oficialmente su in dependencia total de España. Con la presencia de unos pocos repres entan tes de C harcas, las fuerzas repub licanas reun idas en Tuc-umán en julio de aquel año declararon nació n indep en diente las Provincias Unidas del Río de la Plata. En 1817 había comenzado la contraofensiva al poder realista: San Martín cru zaba los andes en dirección a Chile y liberaba toda la capitanía en la batalla de Maipú en abril de 1818. De 1816 a 1823 Charcas permaneció relativamente tranquila después de tantos años de constante guerrear; su destino de pendía de unos sucesos que escapaban por completo a su control. A comienzos de 1817 los argen tinos enviaron u n a fuerza expedi cionaria ligera a Charcas, su cuarta y última invasión de este tipo; pero este ejército permaneció principalmente en las ciu dades meridionales, teniendo poca influencia directa sobre la mayor parte del territorio. De hecho, su éxito más notable fue la ca p tu ra de u n joven oficial realista, nativo de La Paz, llamad o A ndrés de S an ta Cruz, que fue reexpedido a A rgentina por los re publicanos; pero S an ta C ruz pronto escapó, llegando a reu n irse con los ejércitos realistas de Lima; pero sus experiencias con los argentinos y sus frustraciones con la política fluctuante y vaci lante de la corona, qu e en 1820 u n a revuelta m ilitar en Cádiz le
del Perú sus servicios al general San Martín y a su ejército chile no - argentino invasor. Después de haber prestado servicios no tables en la batallas peruanas. San Martín envió a Santa Cruz con una fuerza expedicionaria a auxiliar a las tropas colombia na s com andadas por Sucre, que por entonces se enco ntraban en dura batalla con los realistas en el territorio de la audiencia de Quito. El resultad o fue que San ta C ruz y su s trop as se aliaron por completo con Sucre y rompieron su alianza anterior con San Martín. Toda esta actividad en Perú y Quito pre pa raba el terreno pa ra una nueva invasión de Charcas de las fuerzas republicanas, pero esta vez con procedencia totalmente nueva. Argentinos y colom bianos ya no co n siderab an la regió n de C h arcas el paso p rinci pal p a ra apoderarse de Lima; d esp u és de ta n to s añ o s de g u erra tampoco se la veía como un centro financiero importante cuya captura podía reportar ingentes fondos a la causa rebelde. Las rutas chilena y ecuatoriana demostraron ser las mejores puer tas de entrada al corazón de la resistencia realista, el Bajo Perú, con su centro vital limeño. En 1820 San Martín había desem barc ado s u s tropas en el s u r del Perú y en 1823 Sucre, aliado con Santa Cruz, había llegado a la región septentrional peruana. En este momento Santa Cruz pudo convencer a sus partidarios co lombianos y venezolanos de que un ejército conquistador im p o rta n te podía o cu p ar C h arcas en m edio de la confusió n del comb ate por la totalidad del Perú. D espués de u na rápida m ar cha desde la costa, S an ta Cruz llevó a cabo u n a acción exitosa y cap turó su ciudad n ata l de La Paz en agosto. Las fuerzas realistas enviadas para oponérsele fueron derrotados en Zepita y Santa Cruz pudo ocupar también Oruro. Entretanto los rebeldes dirigi dos por el general Lanza se apod eraron de C ochabam ba y parecía que, por fin, la liberación del control real estaba al alcance de la mano. Pero la evolución en el Bajo Perú dejó las líneas de comu nicación de S an ta Cruz al descubierto y la existencia de podero sos ejércitos realistas en el centro de Charcas constituían una amenaza demasiado grande. Así pues, al cabo de unos meses de llegar Santa Cruz tuvo que dejar La Paz y los ejércitos realistas recuperaron el control de toda la región. La retirada de los republicanos y la derrota de Lanza dio a los realistas el control indiscutido de Charcas hasta enero de 1825. Pero Charcas demostraría ser, como plaza fuerte realista, más bien u n lug ar extra ño, p u e s el genera l que co m an d ab a la s fuer zas realistas de la región, Pedro Olañeta (nativo charqueño), era un archirreaccionario profundamente disgustado por la revolu ción liberal española. Aunque contaba con el pleno apoyo del
virreinato limeño, Olañeta y su ayudante y sobrino Casimiro, estaban convencidos de que los liberales amenazaban la autoridad real. Así pu es, en enero de 1824 el gene ral de Ch arc as declaró su negativa a enviar trop as o vituallas en ayud a de su s colegas oficiales que libraban batallas desesperadas contra los ejércitos invasores de Bolívar. Durante unos doce meses el régimen de Lima lo halagó, le suplicó y, por fin, envió fuerzas regulares para amenazar a Olañeta. Pero éste persistió en su negativa, aunque tam bién se negó —a pes ar de las con stan tes com unicaciones de su sobrino con los diferentes ejércitos reb elde s— a un irse a las fuerzas republicanas. Así, de enero de 1824 a enero de 1825, Charcas, aunque oficialmente realista, no participó en ninguno de los acontecimientos que afectaron al poder realista de la región y, en realidad logró derrotar varias fuerzas que le enviaron los realistas p a ra obligarle a darle su adhesión. Al m ism o tiem po O lañeta se negó a hacerse rebelde. El resultado final fue el total aislamiento del régimen y el debilitamiento de la defensa del Bajo Perú. En diciembre de 1824 quedó sellado el destino final de la región cua nd o los ejércitos españoles fueron destruid os en la bata lla de Ayacucho por Sucre, tras la cual los oficiales realistas se rindieron por completo a los rebeldes. Aunque en la capitulación los realistas incluían a O lañeta y su s fuerzas, éste se negó a aban do nar el mando o a traspasarlo a Bolívar. Esta situación confusa hizo que Sucre tuviera que encaminarse por fin con un ejército a Charcas para estimular la deserción de las tropas de Olañeta. Esto fue lo que ocurrió y en enero de 1825 el viejo general murió en un combate con sus propias tropas alzadas. Con su muerte llegaban a su término las guerras de independencia tanto de la América españo la del su r como de C harcas, desp ués de casi dieciséis añ os de enc arnizad a g ue rra civil, de graves pérd ida s de vidas y de un desbarajuste grave de la economía y de la sociedad. La liberación militar de Charcas en diciembre y enero de 1825 no resolvió de inmediato la cuestión del destino final de la región. Así como la iniciativa de la guerra contra las fuerzas realistas había salido de las manos de los patriotas locales después de 1816, lo mismo sucedió con el control de su destino futuro. De hecho fueron Bolívar y Sucre quien es determ inaro n la su erte de las provincias cha rqu eñ as, pu es fueron ellos los que controlaron el ejército de liberación y el Congreso peruano. En un principio la idea de que Charcas se convirtiera en república independiente, era anatema para Bolívar y sus planes de una república continental. La idea de permitir a cada región
de América del Sur frente a su antigua metrópoli europea y en el orden mundial. Pero estas ideas iniciales de unidad pronto quedaron desafiadas por la realidad de un conflicto creciente entre su estado de Gran Colombia y el régimen peruano que él había establecido. En 1825 Bolívar ya contemporizaba, comenzando a temer el crecimiento de un a república peru an a de m asiada poderosa que, a su vez, podría amenazar la existencia de sus propias b a ses en G ran Colombia. La re cepció n incalificable hostil de Argentina a todos sus planes convirtió en solución razonable la idea de u n estado —colchón entre Pe rú y aquella n ación hostil. C onsiderando los pros y con tras de la situación, Bolívar rea lmente se sentía perplejo sobre lo que debía hacer, terminando por autorizar a Sucre —aunque sintiéndolo m ucho— p ara que decidiera por sí mismo la situación. El traspaso de la autoridad a Sucre fue, a su vez, un paso positivo para permitir la autonomía charqueña, pues Sucre personalmente no estaba inter esado como Bolívar por sus visiones continentales y al mismo tiempo vivía más influido por los intelectuales locales charqueños, absolutam ente imbuidos con la idea de crear u n estado autónomo. Pa ra los líderes charqu eño s, entre los que jugó un papel decisivo el sobrino del general Olañeta, el doctor Casimiro Olañeta, el ideal de un estado autónomo constituía una idea fija. En ella Olañeta y sus demás partidarios anteriormente realistas, reci bie ro n u n a gran ayuda por parte de las élites u rb a n a s locales de todos los centros principales, fueran republicanos o realistas, p u e s to d o s los c h a rq u e ñ o s h a b ía n vivido u n a ex p eriencia común durante la guerra, que los hacía fundamentalmente hostiles a una anexión tanto a Argentina como al Perú. En primer lugar, am bos bando s es taba n disgustados con la conduc ta de los cuatro ejércitos expedicionarios argentinos que habían invadido C harcas. A unque los jefes de las rep ub liquetas locales en su totalidad habían apoyado a Buenos Aires, los argentinos habían demostrado su indiferencia ante las necesidades de la población local y su disposición a sacrificar toda la región a sus propias exigencias. Al propio tiempo los realistas ahora contaban con casi 15 año s de gobierno bajo el virreinato de Lima y ya no e sta b an ligados a los circuitos b o n aere n ses como sucedía a n te s de 1810. Así pues, ambos bandos miraban a Lima como la zona más n atu ral de anexión, en lo cual con taban con el apoyo de u n a un idad económica y cultural. Las tierras altas meridionales del Perú formaban una región natural con el altiplano al sur del Titicaca, compartiendo tanto unos antecedentes kechua y aymara comunes como una ecología semejante y una base económica
casi idéntica. Asimismo los lazos comerciales de todas las ciu dades ch arque ñas, aun qu e debilitados en gran medida por el cam bio co n sta n te de los cen tro s virreinale s, to davía e s ta b a n fu n d a m entalm ente o rientados hacia Lima, que era considerada como la ciudad más importante que vinculaba todas las redes regionales. Pero los peru ano s en ese momento se enco ntraban en un as re laciones incómodas con Bolívar y sus ejércitos colombianos; la élite limeña no estaba p repara da para e stim ular co here nte m ente la anexión de Charcas a su s propias fronteras nacionales. Le interesaba más definir las jurisdicciones de Puno y la fronte ra costeña de Atacama (especialmente la región Tarapacá) que ligar las ciudades de la antigua audiencia de Cha rcas a u n estado unificado. Los peruanos también consideraban Charcas como un colchón decisivo frente a la agresividad de los regímenes del Río de la Plata, por lo que, en conjunto, se sentían relativamente indiferentes al destino de Charcas desde el momento en que no formaba parte de Argentina. En este contexto de necesidades y exigencias conflictivas de los ce ntros externos de poder que p odían de cidir el destino de la región, la élite local asumió la iniciativa en sus propias manos, p resion an do a S ucre p a ra que declarara oficia lm ente su in d e pendencia como re pública. M anifestá ndose Lima d esin teresad a, cuando no hostil, y contando con su propia y larga historia de gobierno regional autónomo, los charqueños no deseaban otra cosa que a su m ir la responsabilidad de su propio destino y hacer de derecho lo que ya había existido de hecho durante cierto tiem po: u n gobiern o regio nal in dependie nte . El 9 de febrero de 1825, cu an do Sucre y su ejército llegaron a La Paz acompañados del Dr. Casimiro Olañeta como consejero supremo, Sucre promulgó un decreto que convocaba la reunión de una Asamblea Deliberante de todas las provincias de Char cas, que habían de enviar sus delegados en abril de aquel año p ara d eterm in ar la su erte de la región. E ste decre to fu e la deci sión final tomada por los poderes externos para permitir que los charqueños crearan su propio gobierno. Si bien Bolívar en un princip io se enfureció con el decreto de Sucre, no lo desautorizó y más adelante aceptó la iniciativa de Sucre. Tras algunos retra sos, por fin se reun ieron cu are nta y ocho delegados en Chuq uisaca en julio de 1825 pa ra decidir la cuestión; por un a ab ru m a dora mayoría, la Asamblea se inclinó por la independencia estatal. El 6 de agosto de 1825 se promulgó una Declaración de Independencia y el nuevo estado tomó el nombre del propio Bolívar en reconocimiento de la suprema necesidad de obtener la final aprobación del jefe militar.
Por aquellos mismos momentos Bolívar iniciaba un recorrido triunfal por Charcas, en cumplimiento de una antigua prom esa a sí mismo. El Congreso Chu quisaqu eño envió un a delegación oficial a La Paz pidiéndole el apoyo a sus decisiones y a la que, de forma controvertida, había adoptado José Antonio de Sucre. Alegando en un principio que el Congreso peruano todavía había de decidir el último destino de la región, Bolívar acabó cediendo después de su gira triunfal por las ciudades de Charcas, ignorando sus propios decretos anteriores y aceptando la independ encia de la nueva república; du ran te u no s pocos m eses incluso se convirtió en su presidente provisional. E n los último s me ses de 1825 por fin se creó u n a repú blica independiente en Bolivia sobre la base de la antigua audiencia de Charcas. Para el mundo exterior Bolivia seguía siendo una región mítica de hordas de campesinos indios y de minas increíblemente ricas, que representaban un cofre de riqueza. Pero, por desgracia p a ra Bolivia, la verdad era otra. Al in g resar en su vida republican a Bolivia era u na región arra sa d a por la gue rra y en depresión económica, que había de experimentar en los primeros años de su vida un estancamiento económico que duró casi medio siglo. Desde aproximadamente 1803 hasta fines de los años cuarenta la economía boliviana experimentó la progresiva descapitalización de su industria minera, una crisis en su economía internaciona l y u n a decadencia de su población u rb ana exp erim entad a desde la última g ran dep resión del siglo XVII. Si acaso, la d epresión de comienzos del siglo XIX iba a se r m uc ho p eo r que la anterior, dejando a Bolivia en lo s a ñ o s c u a re n ta como una economía de mayor predominio rural y de mayor orientación a la sub sisten cia de lo que hab ía sido en el pasado. Ya la misma declaración de república independiente para la región iba a tener, de hecho, una influencia profundamente negativa en la economía nacional, profundizando y prolongando la crisis de los últimos años del período colonial. Mientras que los historiadores recientes han mostrado una tendencia a minimizar el impacto de la independencia política sobre la sociedad y política latinoamericanas, en contraste con los historiadores liberales decimonónicos que la consideraban un gran viraje en la historia nacional, un examen de la crisis económica vuelve a mostrar la importancia de los acontecimientos de 1825. Los historiadores del siglo XX tienen razón en señalar la persistencia de las élites tradicionales bajo los disfraces republicanos y en su bra ya r la continuidad de las instituciones sociales y políticas hasta muy avanzado el siglo XIX, ubicando los años ochenta como el período de cambio fun dam ental respecto de las e siruc tu
ras coloniales. Pero también es importante darse cuenta que la destrucción de la unión aduanera colonial en que consistía el imperio colonial hispanoamericano tuvo también impacto profundo en la economía nacional e internacional de las nuevas repúblicas, sin que Bolivia fuera una excepción. La creación de todas las nuevas repúblicas sudamericanas en el primer cuarto del siglo XIX condujo rápidamente a una nueva era mercantilista, cuando la mayoría de los nuevos estados no tardaron en apresurarse a levantar barreras arancelarias recíprocas, cuando no siempre lo hicieron contra los comerciantes ingleses dominantes. Para Bolivia esto significó que sus mercados tradicionales del norte argentino dejaron de constituir una fuente importante de comercio. De hecho, la independencia boliviana iba a ejercer un a influencia negativa, ca u sa n do un a dec aden cia económica a largo plazo de las provincias del noreste argentino. La ruptura de los íntimos lazos con Lima dio lugar a una grave crisis financiera, que no pudieron colmar fácilmente los pocos capitalistas extranjeros que llegaban. Los costos de transpo rte, que siempre ha bía n constituido en u na seria limitación para el comercio internacional de Bolivia, ahora todavía fuero n m ás p rohibitivos, p u es Perú, Chile y Argentina le co brab an po r el uso de su s pu ertos. La creación de un pu erto boliviano en Cobija, en el desierto de Atacama, fue una pobre com p en sació n p a ra e stas n u ev as b a rre ra s m ercantiles, p u es in clu so en su mejor momento sólo un tercio del comercio exterior boliviano p asa ba por s u s m uelles y todos los servicios de transp orte terrestre q ue da ba n bajo control de extranjeros. Así pues, se puede decir que la inde penden cia destruyó, sino limitó gravemente, la mayoría de los lazos económicos tradicionales de Charcas y arrinconó todavía más la economía hacia un nivel de subsistencia. Entretanto la decadencia de su sector minero obligó al gobierno repub licano a ju g a r u n papel económico cada vez más negativo. Al declinar sus propios ingresos por el comercio internacional, los gobiernos bolivianos de la primera mitad del siglo XIX se vieron obligados a apoyarse cada vez más en la manipulación de la moneda y en el forzoso monopolio de la acuñación y exportación de la plata. No contando con el im pulso de u n m ercado exte rio r en ex pan sión (la fuen te com ú n de los ingresos crecien tes de los estad os m ás avan zado s de la región), los impuestos bolivianos fueron cada vez más regresivos y una limitación cada vez más negativa al comercio y a la producción. Así surg ió u n círculo vicioso de decadencia, rep resión, limitación y descapitalización a consecuencia de la creación de u n gobierno repub licano, que a s u vez ya no p odía con tar
c o n e l c a p i ta l , e l t a le n t o o l o s r e c u r s o s d e u n g o b i e r n o i m p e r ia l e n o r m e p a r a r e s o l v e r l a c r is is d e la p r o d u c c i ó n l o c a l. L a d e s t ru c c i ó n d e m in a s e in g e n i o s d u r a n t e l a g u e r r a d e la in d e p e n d e n c i a , e l m o n o p o l i o g u b e r n a m e n t a l d e l a a c u ñ a c i ó n y e x p o r ta c i ó n q u e r e d u c í a d r á s t ic a m e n t e l a s g a n a n c i a s , e l a u m e n t o d e lo s c o s t o s d e tr a n s p o r te c o m o r e s u l ta d o d e la s n u e v a s b a r r e r a s a r a n c e l a r ia s y e l f in d e c r é d i to r e a l y d e l a s u s p e n s i ó n d e la s v e n ta s d e l m e r c u r io , to d o c o n t ri b u y ó a la g ra v e c r is is d e la in d u s t ri a m in e r a . M i e n t r a s q u e e n 1 8 0 3 h a b í a c u a r e n t a in g e n io s y v a r io s c e n t e n a r e s d e m in a s e n e x p lo t a c i ó n e n P o t o s í, e n 1 8 2 5 s ó lo s e g u í a n f u n c i o n a n d o q u i n c e i n g e n i o s y u n a s c i n c u e n t a m in a s . L a p r o d u c c i ó n d e p l a t a e n la ú l t i m a d é c a d a d e l s ig l o X V I I I a s c e n d í a a u n p r o m e d i o d e 3 8 5 .0 0 0 m a r c o s d e p l a ta a n u a l e s, e n l a p r i m e r a d é c a d a d e l s ig l o X I X h a b í a b a ja d o a 3 0 0 . 0 0 0 , s i g u i e n d o d i s m i n u y e n d o h a s ta u n p r o m e d i o d e 2 0 0 . 0 0 0 m a r c o s e n l a s e g u n d a d é c a d a d e l s ig l o , p a r a l le g a r a l p u n t o m á s b a jo d e t o d o s l o s t ie m p o s c o n u n o s 1 5 0 .0 0 0 m a r c o s a n u a le s , e n lo s a ñ o s v e in te . S i b ie n l a p r o d u c c i ó n r e p u n t ó l ig e r a m e n t e e n lo s a ñ o s tr e in t a , h a b r á q u e e s p e r a r a la s e g u n d a m i t a d d e l sig l o p a r a q u e la p r o d u c c i ó n v u e l v a a a l c a n z a r e l n i v e l d e lo s 2 0 0 . 0 0 0 m a r c o s. E s t a c r i s is d e la p r o d u c c i ó n s e r e f l e j a e n e l d e s c e n s o d e la s u n i d a d e s d e p r o d u c c i ó n . E n u n c e n s o o f ic i a l r e a l iz a d o , p o r f in , e n 1 8 4 6 se c a lc u l ó q u e i n c l u s o p a r a a q u e l la fe c h a t a r d í a h a b í a n u n a s 1 0 .0 0 0 m in a s a b a n d o n a d a s e n la r e p ú b l ic a . Y se t ra t a b a d e m in a s a b a n d o n a d a s n o p o r f a lt a d e m i n e r a l d e p l a ta ; m á s b i e n l as g u e r ra s , la d e s t ru c c i ó n d e c a p i ta l e s y e q u i p o s y la m i g r a c ió n d e té c n i c o s c o n d u j o a l p u r o y s im p l e a b a n d o n o . S o l o se p o d í a r e h a b i li ta r e s ta s m in a s a ú n m u y r ic a s m e d i a n t e i n g e n t e s i n v e r s io n e s d e c a p i ta l; t a m b ié n s e h a c í a n e c e s a r io p a r t ic u l a r m e n t e e l e m p l e o d e m á q u i n a s a v a p o r p a r a s a c a r el a g u a d e l as m in a s i n u n d a d a s q u e c o n s t it u í a u n p r o b l e m a g e n e r a l . C o n su s e c t o r e x p o r ta d o r e n u n a d e p r e s ió n a la r g o p l az o , B o l iv i a se e n c o n t r ó q u e ta m b i é n d i sm i n u í a s u p o b l a c ió n u r b a n a d e h a b l a c a s te l la n a . P o t o s í y O r u r o , lo s d o s c e n t ro s m in e r o s p r in c i p a le s, e s ta b a n t a n g r a v e m e n t e a f e c t a d o s q u e s u p o b l a c ió n u r b a n a g l o b a l , e n 1 8 2 7 e l v i a j e r o i n g l é s J .B . P e n t la n d c a l c u l ó q u e h a b í a b a ja d o a m e n o s d e 1 5 .0 0 0 h a b ita n te s ( 9 .0 0 0 p a r a P o to s í y 4 .6 0 0 p a r a O r u ro ). O tr a s c iu d a d e s q u e d e p e n d í a n d e la m in e r ía n o e s t a b a n m e jo r: C h u q u i s a c a , p o r e je m p lo , h a b ía d i s m in u id o a 1 2 .0 0 0 h a b i ta n t e s . A s í p u e s , l as g u e r r a s y l a i n d e p e n d e n c i a q u e r e s u l tó d e e l la s a f e c t ó e n s u m o g r a d o l o s c e n t ro s , i n d u s t ri a y p o b l a c i o n e s v i n c u l a d a s a l c o m e r c i o y e x p o r t a ci ó n . P e r o e n 1 82 7 B o l iv i a t am b i én e s t a b a h a b i t a d a p o r c a m p e s i -
del sector exportador de la crisis del siglo XVII había constituido una ayuda positiva para los mercados agrícolas regionales más locales y para las comunidades indias, otro tanto volvería a suced er en la crisis del siglo XIX. Así, en co nt ras te c on la d ec ad en cia de los centros mineros y de las poblaciones satélites, las dos ciud ade s— m ercado claves de Cochabamb a y La Paz perm anecieron estables e incluso crecieron. En 1827 la ciudad de La Paz era sin lugar a du da s la m ás poblada del nuevo país, con un os 40.000 habitantes; por su parte, Cochabamba le seguía de cerca con 30.000. Una y otra eran fundamentalmente centros urbanos al servicio de la agricultura, que se servían de sus hinterlands res pectivos con u n a d en sa pobla ció n cam pesina india. El hecho de que estas ciudades crecieran mientras que los centros mineros meridionales declinaban, demuestran claramente el problema paradójico del crecimiento boliviano hasta el siglo XX. La dec ad en cia del secto r exp ortad or dism inu yó el n ivel de explotación española e incrementó la renta de los campesinos indios. Estos pudieron au m en tar su comercio intem o g racias a sus ingresos en aumento, lo que, a su vez, dio pleno apoyo a las economías regionales e hizo avanzar el crecimiento de los centros urbanos que satisfacían sus necesidades. La guerra y el subsiguiente ataque republicano al patrimonio eclesiástico fue también decisivo para debilitar seriamente a la clase hacendada en toda la república y en la falta de grandes mercados urbanos (se calculó que la nuev a repúb lica era en m ás de u n 90% rural); la escasez de capital significó que el sistema de haciendas mismo se enco ntrab a por doquier en retroceso completo, siendo las h a ciendas abandonadas un paralelo evidente a las minas abandonadas. La importancia de la población india se puso perfectamente de manifiesto en la composición de las rentas del gobierno de la nueva república. Mientras que la primera Asamblea republicana se vio obligada a aprobar los decretos peruanos de Bolívar que suprimían la recaudación del tributo del gobierno real sobre todos los indios varo nes com prendido s en tre los 18 y 50 añ os de edad, el gobierno boliviano pronto se dio cuenta que no podía seguir dándose el lujo de sobrevivir sin él y al cabo de un año había restablecido el tributo colonial sobre todos sus indios. Hasta qué pianto h a b ía n cam bia do las co sas respecto a la etap a an terio r se puede ver fácilm ente en el hecho de que este trib u to cobrado de nuevo en la misma cuantía que durante la colonia, ahora repre-
argentífera en declive y una burocracia incapaz de cobrar sis temáticamente los impuestos sobre la propiedad o los negocios de los blancos y cholos, el gobierno tuvo que depender de la capa citación india como su fuente de ingresos más lucrativa, hasta la segunda mitad del siglo. Si bien este impuesto constituía una carga evidente para la pobla ció n in dia , obligó al gobie rn o boliviano a prote ger la s co munidades de la amenaza blanca y chola. Los Congresos boli vianos ratificaron la vigente legitimidad del gobierno comunario y de los títulos de propiedad de la tierra, a pesar de la legislación oficial bolivariana que había puesto en duda su mis mo derecho de existir. E n realidad , h as ta los año s se sen ta, cuando la importancia del tributo había disminuido apreciable mente dentro del conjunto de las rentas gubernamentales, el go bie rno centr al no adoptó la ideo logía libera l co ntem p oránea so bre la pro pie dad de la tierra y co menzó a cu estio n ar la legalidad de la estructura terrateniente comunaria de las comunidades. También puso de manifiesto hasta qué punto era desastrosa la situación económica de Bolivia en sus primeros años republi canos, el fracaso del primer gobierno reformista de resucitar con éxito una economía nacional e internacional viables. El régimen de Antonio José de Sucre, instaurado a principios de 1825 y que duró hasta Abril de 1828, fue en realidad un modelo de su tipo para América Latina, saliendo favorablemente com p arado con los regím enes reform is ta s y libera l de Riv adavia en Bu enos Aires y S ant an de r en Bogotá, de los que copió m uc ha s de sus reformas. Sucre era un liberal típico del siglo XVIII, con ideas excelentes sobre la creación de un orden económico y so cial viables. Era también un republicano ardiente y trató de crear las instituciones de un régimen representativo y relativa mente abierto. Incluso trató de emprender una profunda refor ma de las relaciones entre las masas indias y el estado de habla castellana, favoreciendo a los primeros. Enfrentado con la necesidad de reorganizar y volver a desa rrollar la economía maltrecha por la guerra de independencia, Sucre inició, con el apoyo de Bolívar, una reorganización global de la industria minera. No pudiéndose contar ya con los recur sos del imperio español para subvencionar a los mineros, en agosto de 1825 se decidió nacionalizar todas las minas abando nadas. Luego, Sucre se giró hacia los capitalistas extranjeros p a ra ob te ner el capital ta n d esesp era d am en te requerido, in vi tando tanto a los empresarios argentinos como sobre todo b ritán ico s, p a ra que volv ieran a po ner en explo ta ció n la s m i nas. Esto condujo a una actividad febril en 1824 y 1825 con dife
rentes ingenieros y representantes británicos que viajaban a Bolivia para iniciar un estudio de las minas. También condujo a un auge de la expeculación en los mercados financieros londinen ses, con la creación de u n as “asociacione s” o com pañías m inera s creadas p ara explotar m inas sudam ericanas . La m ás im portan te de e sta s com pañías por lo que se refiere a Bolivia, fue la “Potosí, La Paz and Peruvian Mining Association”, que contaba presuntamente con un capital de un millón de libras, pero que sólo disponía de un 5% de aquella cantidad. El derrumbe del mercado londinense en diciembre de 1825 produjo el colapso de casi la totalidad de estas empresas sumamente especuladoras. Llegó por fin a Bolivia desde Inglaterra muy poca maquinaria, capital o personal ingeniero. Los pocos mineros que llegaron de Argen tina y Londres pronto se dieron cu en ta de que los costos de reapertura de las minas eran prohibitivos sin la introducción masiva de maquinaria de bombeo impulsada a vapor por un lado y la disminución de costos por otro. De entre estos factores de costo, el que en un comienzo resultaba más difícil de superar era la m an o de obra. E n efecto, en julio de 1825 Bolívar había abolido la m it'a en toda la región peruana y una vez abolida el nuevo gobierno republicano se vio incapacitado para reestablecer aquella institución. Así pues. Potosí había de ingresar al mercado libre para todas sus necesidades de mano de obra, de bie ndo ofrecer alto s salarios p ara a tra e r a los cam pesin os de la agricultura. Y estos nuevos costos resultaban demasiado pesados para que los pudiera soportar una industria tan frágil como la minería en aquel momento. Si bien S ucre hizo ren ac er con éxito tan to la Ca sa de la Moneda como el Banco de San Carlos con una base sólida y logró que la acuñación de moneda alcanzara niveles racionales, poco pudo h ace r p ara la reap e rtu ra de la s m inas aban donadas; el resultado final fue que los mineros bolivianos locales fueron los ún icos proveedores de m inera les de plata al Banco y a la Casa de la Moneda. Además de todos sus esfuerzos, la introducción de maquinaria a vapor (la innovación tecnológica decisiva que se necesitaba en la industria minera de la plata) todavía tardaría varias décadas en llegar; Sucre tampoco pudo controlar el pro ble m a crucial de la inundació n de la s m inas. Más revolucionarias que sus reformas en la industria minera fueron los intentos de Sucre de introducir un sistema fiscal progresivo que sostuviera el nuevo régimen republicano. Aceptando y apo yan do la abolición de Bolívar de la explotación rep resiva it' de los indios, llevó a cabo la efectiva abolición de la t
odiosos monopolios reales y la industria tabacalera quedó libre de toda restricción. Sucre abolió las famosas alcabalas o im p u e sto s a la s v en tas, lo m ism o que redujo alg un o s im pu estos especiales como el que gravaba la producción de la coca. Todos los impuestos dispersos, o bien eran impuestos personales regresivos contrarios al sector social más pobre o bien restrictivos del comercio y la producción; ahora quedaron sustituidos por u n im puesto únic o directo sobre la pro pie dad u rb a n a ru ra l y los ingresos perso na les. “E sta co ntribu ción d irecta ” fue rea lmente una reforma revolucionaria que prometió modernizar la estructura fiscal del estado, creando la estructura fiscal más pro gre siva de que por entonces se podía disponer. Pero al cabo de un año de su promulgación los nuevos im puestos directos a la riqueza (propiedad inmueble y rentas) tuvieron que ser abandonados. El hecho desnudo era que la burocracia estatal no podía administrar eficazmente aquel impuesto que exigía la cuidadosa evaluación de todos los recursos de toda la ciudadanía y su fiscalización por una administración libre de la corrupción. No se disponían de registros catastrales ni de los censos, fuera de los antiguos padrones y revistas indias. El régimen tampoco pudo crear estos registros vitales, pues con la li beració n del im perio español, Bolivia ta m b ié n h a b ía perdid o la mayor parte de su burocracia gubernamental técnicamente form ada y con una bu ena educación. Se tratab a del problema típico de toda s las zon as excoloniales recientemen te liberadas: los bolivianos quedaron abandonados a su suerte con la cáscara del estado y unos pocos individuos formados capaces de administrar las necesidades del gobierno. Además, con la decadencia de las rentas el nuevo estado se vio incapaz de pagar salarios que atrajeran a las pocas personas capaces que quedaban en Bolivia p a ra su servicio. Así, los am bicioso s pla nes de Sucre p a ra u n sistema fiscal progresivo naufragaron en la incapacidad del estado p ara realizarlo s. El inc esan te declive de l com erc io extem o, que perm aneció d u ram e nte gra vado, privó al esta do de u n a fuente de ingresos potencialmente creciente y que resultó decisiva para todos los estados más avanzados y en desarrollo de la región. Así pues, en 1826 la administración se vio obligada a abandonar el impuesto directo y volver a los impuestos tradicionales para sostener las finanzas estatales. El fracaso de su reforma fiscal para generar capital contri buyó a em p u ja r a S ucre h acia u n enfrentam iento to tal con la Iglesia en su papel de poder económico dentro del estado. Anticlerical como todos los miembros de su generación, Sucre y Bolívar buscaron destruir el papel de la Iglesia en la nueva 12 6
r e p ú b l ic a . E n é s t a t a re a S u c r e c o n t ó c o n l a a y u d a d e u n a j e r a r q u í a m a s b ie n r e a c c io n a r i a y q u e h a b ía a p o y a d o la c a u s a r e a l is t a h a s t a e l f in a l . L a I g l e s i a s e e n c o n t r ó , p u e s , c o n u n a d i r e c c ió n d e b i lit a d a y m á s b i e n d e s a c r e d i ta d a c u a n d o S u c r e e m p e z ó s u a s a lt o y n o le p u d o o p o n e r u n a re s is te n c i a e fic a z . E l a t a q u e d e S u c r e a la I g l e s i a f u e u n o d e lo s m á s r a d i c a le s d e A m é r ic a L a t in a en el s ig l o X I X , s o r p r e n d e n t e m e n t e t a m b ié n fu e s u a c c ió n d e g o b i e r n o m á s a f o r t u n a d a . C o m e n z ó a s u m ie n d o e l c o n t ro l d e lo s d i e z m o s e c l e s iá s t ic o s , q u e p r o b a b l e m e n t e a s c e n d í a n a u n o s 2 0 0 . 0 0 0 p e s o s a n u a le s . P r o s i g u i ó l le v a n d o a c a b o la s a n t e r i o r e s r e f o r m a s r e a le s d e la e s t r u c t u r a f i n a n c i e r a d e l a I g l e si a , c o n f i s c a n d o t o d a s c a p e l la n í a s y o b r a s p ía s , q u e e ra n h i p o t e c a s q u e p a g a b a n in t e r e se s p o r p r o p ie d a d e s p r iv a d a s c o n c e d i d a s a la ig l e s ia p a r a p a g a r m is a s y b e n e f ic i o s d el c l e ro . A c o n t i n u a c i ó n le to c ó e l t u r n o a la s p r in c i p a l e s o r g a n i z a ciones propietarias rurales y urbanas: los conventos. El nuevo g o b i e r n o o r d e n ó la c l a u s u r a d e to d o s lo s c o n v e n to s q u e t u v i e ra n m e n o s d e 12 m ie m b r o s , lo g r a n d o r e d u c i r su n ú m e r o en B o l iv ia d e 4 0 a 12. L o s c o n v e n t o s s u b s i s te n t e s v i e ro n c o n f is c a d a s s us p r o p i e d a d e s p r i v a d a s , q u e p a s a r o n a la a d m i n is t r a c i ó n g u b e r n a m e n t a l; é s t a p a g o a lo s f ra i le s q u e q u e d a b a n s u s r e s p e c t iv o s s a la r io s . C o n e s t e s o l o g o l p e e l e s t a d o se a p o d e r ó d e p r o p i e d a d e s u r b a n a s y ru r a le s p o r u n v a lo r d e 3 . 0 0 0 . 0 0 0 d e p e so s . L o s c o n v e n t o s f e m e n i n o s fu ero n- o b j e to d e m e d i d a s s e m e j a n te s y s e c a l c u l a q u e l o s b ie n e s c o n f is c a d o s d e e ll o s a s c e n d í a a u n v a lo r de o t ro s 3 .8 m i ll o n e s d e p e s o s . M e d i a n t e t o d a s e s ta s m e d i d a s S u c r e p r o b a b l e m e n t e p u s o b a j o c o n t r o l d e l e s t a d o u n o s b i e n e s c u y o v a l o r r o n d a b a e n t r e lo 8 y 10 m i ll o n e s d e p e s o s. L a c o n f i sc a c i ó n d el p a t r im o n i o e c l e s iá s ti c o f u e r e a l m e n te u n a a c c i ó n t e r ri b l e y r e v o l u c i o n a r i a , d e la q u e l a I g l e s ia b o l iv i a n a y a n o se r e c u p e r a r ía j a m a s . P e ro a fin d e c u e n ta s c o n t ri b u y ó p o c o , f in a n c i e r a m e n t e , a l r é g i m e n , p u e s e n lo s d e p r i m id o s m e r c a d o s u r b a n o s y r u ra le s el e s ta d o e n c o n t ró p o c o s c o m p r a d o r e s p a r a e s ta s in m e n s a s p r o p ie d a d e s . A s í p u e s , el e s ta d o se v i o o b l ig a d o a a r r e n d a r la m a y o r í a d e e s t a s t ie r r a s y e d i f ic i o s a s u s a n t ig u o s a r re n d a t a ri o s : lo q u e c o b r ó p o r e l lo s n o f u e m a y o r q u e lo q u e s a c a b a la I g l e sia . P e r o a h o r a h a b ía c o n t ra í d o la o b l i g a c i ó n d e p a g a r lo s s a la r io s y m a n t e n e r a lo s f ra i le s y m o n j a s , g r u p o q u e a s c e n d í a p r o b a b l e m e n t e a u n a s 5 0 0 p e r s o n a s . T a m b i é n t e n ía q u e p a g a r a s u s p r o p i o s a d m i n i st ra d o r e s , d e f o r m a q u e lo q u e a c a b a b a lle g a n d o al e s ta d o c o m o r en t a r e su l ta b a u n a c a n ti d a d v e r d a d e r a m e n t e p e q u e ñ a . S in e m b a r g o , p u d o u t i li z a r a l g u n a s d e e st a s p r o p i e d a d e s p a r a g a r a n t i z a r c i e r to s p r é s t a m o s in t e rn o s ; p e r o d a d a la s itu a c i ó n d e la e c o n o m í a n a c i o n a l el
mercado de capitales interno no tenía las dimensiones suficientes ni podía proporcionar una fuente de ingresos para el estado. La mayoría de los ingresos generados por el arrendamiento o venta del antiguo patrimonio eclesiástico de hecho fue destinada a la Creación de servicios sociales y de centros educativos en los centros urbanos de Bolivia. Las seis ciudades mayores (La Paz, Cochabamba, Santa Cruz, Potosí, Oruro, Chuquisaca y Tarija) consiguieron escuelas primarias y orfanatos gratuitos. Pero la mayoría de estas instituciones tuvieron una vida efímera, por lo que también su impacto en la estructura económ ica y social de la sociedad fue escaso. Por todo ello, la reforma eclesiástica de Sucre no proporcionó la bonanza financiera que se esperaba de la misma. De hecho, sólo dio al estado un respiro temporal, pero la mayor parte de sus ingresos o fueron absorbidos por el mantenimiento del personal eclesiástico o se dedicaron a iniciar un sistema de educación gratuita o al pago de las deudas militares pendientes. Al final poco quedaba para impulsar el crecimiento económico o el desarrollo de u n a infrae struc tura vital de comu nicaciones. Pero desde un punto de vista político las reformas eclesiásticas de Sucre tuvieron éxito total. Bolivia se apoderó por completo de las facultades patronales reales, se incautó de todas las tierras de la Iglesia, redujo el número de órdenes religiosas a un volumen insignificante, abolió los vínculos entre seglares y clero al eliminar las cofradías e incluso llegó a incautarse de la plata de los templos. Todo esto se llevó a cabo sin que la élite urbana ni las masas campesinas protestaran. La Iglesia que salió de tales reformas fue un a institución dependiente y pasiva en los asu nto s del estado para el resto del siglo. Así, Bolivia se ahorró los dolores de los conflictos religiosos que habían de experimentar muchas de las repúblicas americanas, mostrando una tolerancia religiosa desacostumbrada en los cánones latinoamericanos. Hay que sub ray ar que S ucre no d estruyó a la Iglesia y que con la recuperación del poder romano en todo el mundo durante la segunda mitad del siglo XIX Bolivia también conocería el renacimiento de un a Iglesia impo rtante. La reapa rición de los je s u ítas, la llegada de nuevas órdenes como los salesianos, todo contribuiría a resucitar los poderes educativos de la Iglesia. Pero nunca se restauró su papel económico y el papel político de la Iglesia boliviana quedó enmudecido, siendo de poco interés tanto para la élite tradicional como para las masas revolucionarias.
Aunque Sucre era un líder popular y un comandante militar .capaz, acabó encontrándose enfrentado con una situación ingo bernable . Las ren tas del esta do o fueron declinando ó se estan ca ron en s u s dos a ños y medio de gobierno. La carga de u n nu m ero so ejército colombiano de ocupación, con unos 8.000 hombres, 'también gravaba pesadamente el tesoro y la vida política nacio nales. El proceso de fragmentación de la generación de generales republicanos victoriosos iba haciendo sentir su impacto en to llos los territorios liberados y Bolivia no fue ninguna excepción. Sucre, desilusionado, pronto se encontró en la oposición de sus an tigu os com pañeros de arm as. Un amargo asesinato y un golpe abortado en Ch uqu isaca en agosto de 1828 eliminaron por com pleto el in terés de S ucre por perm an ecer al frente del esta do. Tras h ab erse restablecido de su s herida s dimitió del gobierno y se dirigió al exilio voluntario, regresando a su Caracas natal. El fin del gobierno de Sucre no canceló los regímenes libe j a l e s y refo rm istas ni desem bocó en u n a época de an a rq u ía Como fue el caso de otras repúblicas, tras el derrocamiento de sus jefes originales. Pues había hom bres que h ab ían servido a Sucre y le habían apoyado lealmente, quienes ahora se harían cargo de los sucesivos gobiernos de la república durante la generación siguiente. Aunque estos jefes se encontrarían con los mismos proble m as de Sucre, causándo les la s m ism as dific ultades, el in Ion io de cre ar u n estado liberal y próspero fue el objetivo de u n a serie de generales liberales que vinieron después del gran fiupdafb r:. .
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£:■ S¡n lug ar a d u d as el m ás im po rtante de esto s jefe s primitivos toe Andrés de Santa Cruz: originario de La Paz, de padre español \ m a d re ayniara, Sa nta Cruz hab ía ingresado al servicio m ilitar |t comienzo de las guerras de independencia y después de una pro lo ngada y distinguida carrera, acabó pasánd ose al bando re publicano en 1821. convirtiéndose en un oficial destacado en las '¡¡tas del ejército expedicionario chileno de San Martín. En 1822 S
I
p o r s u c i u d a d n a t a l a l a A s a m b l e a C o n s t i t u y e n t e d e 1 8 2 5 d e c l i n ó e l h o n o r q u e s e l e h a c í a , q u e d a n d o c o m o s im p l e p r e f e c to , p r i m e r o d e C h u q u i s a c a d u r a n t e e l p e r í o d o d e l a A s a m b l e a C o n s t it u y e n t e y d e s p u é s d u r a n t e e l r é g i m e n d e S u c r e c o m o j e f e d e l d i s tr it o p a c e ñ o . P e r o e n s e p t ie m b r e d e 1 8 2 6 B o l í v a r lo l la m ó a L i m a , h a c i é n d o l o p r e s i d e n t e d e la R e p ú b l ic a p e ru a n a . S u p r i m e r a p r e s i d e n c i a e n e l P e r ú f u e e f ím e r a y e n 1 8 2 7 S a n t a C r u z f u e e x p u l s a d o . P e r o e l d e r r o c a m i e n t o d e S u c r e , q u e e n p a r t e se d e b í a a lo s e s f u e r z o s d e su a m i g o d e l C u z c o , e l g e n e r a l A g u s t ín G a m a r ra , q u e l le g ó a i n v a d i r t e m p o r a lm e n t e L a P a z , l l e v ó a l a d e c i s ió n d e l l a m a r a S a n t a C r u z , p a r a l a p r e s i d e n c i a d e B o l iv i a . F u e u n a d e c i s i ó n in c l u s o a p o y a d a p o r S u c r e . D e s d e e l m o m e n t o q u e s e l e h iz o e l o f r e c im i e n t o h a s t a su l l e g a d a a B o l i v i a e s tu v o g o b e r n a d a p o r u n a s e ri e d e p r e s i d e n t e s p r o v i s i o n a l e s ; u n o d e e l l o s , e l g e n e r a l B l a n c o , t r a t ó s in é x i t o d e a p o d e r a r s e d e l g o b i e r n o p a r a si. P e r o e n m a y o d e 1 8 2 9 S a n t a C r u z p o r f in v o l v i ó a B o l i v i a y j u r ó s u c a r g o . L o s 1 0 a ñ o s d e g o b i e r n o d e S a n t a C r u z s e r í a n f u n d a m e n t a l e s e n l a h i s to r i a r e p u b l i c a n a ; l a s i n s t it u c i o n e s f u n d a d a s p o r é l ib a n a c o n s t i t u i r e l e s q u e l e to b á s i c o d e l a o r g a n i z a c i ó n d e l a v i d a c i v il r e p u b l i c a n a d u r a n t e e l s i g l o s ig u i e n t e . D e 1 8 2 9 a 1 8 3 9 e n q u e f u e d e r r o c a d o p o r l a i n te r v e n c i ó n m i li t a r c h i le n a , S a n t a C r u z d e m o s t r a r í a s e r u n o d e lo s a d m i n i s t r a d o r e s m á s c a p a c e s q u e B o l iv i a h a b ía d e c o n o c e r. E l l o g r o fu n d a m e n t a l d e l r é g im e n d e S a n t a C r u z f u e l a c r e a c i ó n d e u n o r d e n e c o n ó m i c o , p o l ít ic o y s o c ia l e s ta b l e s . D e s p u é s d e c a s i u n c u a r t o d e s ig l o d e g u e r r a s e i n v a s i o n e s i n i n t e r ru m p i d a s , p u d o g a r a n t iz a r en B o l i v i a a l g o p a r e c i d o a d i e z a ñ o s d e p a z . G r a c ia s a e s t a e s t a b i li d a d p u d o c r e a r u n a e s t ru c t u r a f i n a n c i e r a e s ta t a l m á s v i a b l e y c o n s e g u i r l a m a y o r c a n ti d a d d e r e c u r s o s q u e e l e s ta d o p o d í a r e c a u d a r d e l a e c o n o m í a . T a m b ié n p u d o e m p l e a r e s t o s r e c u r s o s p a r a p a g a r u n e j é r c i t o s e m i p r o f e s io n a l y g a r a n t i z a r u n a a d m i n i s tr a c i ó n c i v i l a c t iv a y re s p o n s a b l e . E n l a e s f e r a e c o n ó m i c a S a n t a C r u z e r a u n m e r c a n t il i s t a d e c i d id o . A p e n a s o r g a n i z a d o s u g o b i e r n o se d e d i c ó a e s t a b l e c e r i m p o r ta n t e s a r a n c e l e s p r o t e c c i o n i s ta s , l le g a n d o a l e x t r e m o d e p r o h i b i r p o r c o m p l e t o la i m p o r t a c ió n d e t e la s d e t o c u y o . T a m b i é n d e c i d i ó q u e t ra t a r ía d e c a n a l iz a r t o d a s la s i m p o r ta c i o n e s p o r e l p u e r t o d e C o b i ja , e l ú n i c o p u e r t o q u e l e q u e d a b a a B o l i v i a d e s p u é s d e l o s d i f e r e n t e s t ra t a d o s d e r e o r g a n i z a c i ó n t e rr it o r i a l c o n C h i le . L a s i m p o r ta c i o n e s p r o c e d e n t e s d e lo s p u e r t o s m á s c ó m o d o s d e A r i c a y T a c n a , q u e a h o r a s e e n c o n t r a b a n s ó l i d a m e n t e e n m a n o s p e r u a n a s , s u f r i e r o n g r a n d e s i m p u e s t o s m i e n t r a s q u e s e o f r e c ía n i n c e n t iv o s d e m e n o r e s i m p u e s t o s .
p u e r t o l i b r e y s u b v e n c i o n e s a l c o m e r c i o d i r i g i d o a C o b i j a . S e h a c a lc u l a d o q u e e n s u p e r í o d o d e m a y o r a c t iv i d a d a l r e d e d o r d e u n t e rc i o d e c o m e r c i o i n t e r n a c i o n a l d e B o l i v i a p a s a b a p o r a q u e l l a c iu d a d ; C o b i ja s e tr a n s f o r m ó d e u n a p o b l a c ió n d e p o c o s c e n t e n a r e s d e h a b i t a n t e s a o t r a m á s d e m i l la r , q u e c o n t a b a c o n i n s t a la c i o n e s c o m p l e t a s d e m u e l le s y a l m a c e n e s . T a m b ié n " s e c o n s t ru y ó u n a c a r r e t e r a p a r a c o c h e s d e s d e C o b i ja h a s t a P o t o s í, a d e m á s d e o t r a s r u t a s i n te r n a s p a r a f a c i l it a r l o s c o s t o s d e c is i v o s d e tr a n s p o r t e . S a n t a C r u z ta m b i é n d e d i c ó a t e n c i ó n a lo s a s p e c t o s h a b i t u a l e s d e p r e o c u p a c i ó n e n l a m i n e r ía . U n a v e z m á s c o n s u e s ti lo t íp i c o d e r a c i o n a l iz a r l a e s tr u c t u r a e c o n ó m i c a , r e d u j o c o n s i d e r a b l e m e n t e lo s im p u e s t o s m i n e r o s . E n 1 8 2 9 d e j ó d e c o b r a rs e e l i m p u e s t o c o l o n i a l d e C o b o s d e 1 - 0 , 5 % ; t o d o s lo s d e m á s i m p u e s t o s q u e d a r o n u n i f i c a d o s e n u n o s o lo : d e 5 % . E l i m p u e s t o t ra d i c i o n a l d e l 3 % s o b r e el o r o t a m b i é n f u e r e t ir a d o e n 1 8 30 , c o n lo q u e p a r e c e h a b e r a u m e n t a d o a lg o l a p r o d u c c i ó n a u r íf e r a , a u n q u e l a p r o d u c c i ó n d e p l a ta p e r m a n e c i ó r e l a t i v a m e n t e e s ta b l e a l o l a r g o d e t o d o e l p e r í o d o . A u n q u e s e s u e l e c o n s i d e r a r m é r i t o d e S a n t a C r u z el h a b e r i m p l a n t a d o la e s t a b i l i d a d e c o n ó m i c a , l a n o r m a l i z a c i ó n a d u a n e r a , l o s a c u e r d o s f is c a l e s y l a r e g u l a r iz a c i ó n d e l c r é d i t o p ú b l i c o , e n r e a lid a d h u b o p o c o s c a m b i o s b á s ic o s . E n e f e c t o , a p e s a r d e t o d a l a p r o t e c c i ó n a r a n c e l a r i a e s p e c i a l iz a d a y d e c ie r t a c o n s t ru c c i ó n m o d e s t a d e n u e v a s c a r r e t e r a s y l a s g a r a n t í a s d e p a z , la e c o n o m í a s i m p l e m e n t e n o r e a c c i o n a r ía a l a p o l í t i c a m e r c a n t il i s t a i m p l a n t a d a p o r e l r é g im e n : n o o b s t a n t e t o d a l a p r o t e c c ió n c o n c e d i d a a la i n d u s t r ia te x t i l a u t ó c t o n a d e l to c u y o , la p r o d u c c i ó n d e e s t a te l a s e c a l c u l ó q u e h a b í a d i m i n u i d o a u n a c u a r ta p a r t e d e s u s n i v e l e s c o l o n i a l e s . A s í p u e s , a l f i n a l d e l r é g i m e n c r u c i s ta é s t e s e v i o o b l ig a d o a s u s p e n d e r l a p r o h i b i c i ó n t o t a l d e l a s i m p o r ta c i o n e s d e t o c u y o p a r a p o d e r s a t is f a c e r l a s d e m a n d a s d e l m e r c a d o i n t e r n o . A d e m á s , a p e s a r d e t o d a la r e d u c c i ó n d e i m p u e s t o s , la f a l t a d e c a p i t a l e n l a m i n e r í a i m p e d í a e l a u m e n t o d e l a p r o d u c c i ó n , d u r a n t e la s d é c a d a s d e lo s a ñ o s 2 0 y 3 0 l a p r o d u c c i ó n p e r m a n e c i ó r e l a t i v a m e n t e e s ta n c a d a en c u a n t o s e r e f ie r e a la p l a ta q u e e r a e l p r i n c i p a l p r o d u c t o d e e x p o r t a c i ó n d e l a r e p ú b l i c a . A p e s a r d e la n o t a b l e m e j o r a d e l c r é d i to p ú b l ic o y d e lo s e s f u e r z o s p r o t e c c i o n i s ta s r a c i o n a l e s , la s r e n t a s e f e c t i v a s d e l g o b i e r n o e s t u v i e r o n e s t a n c a d a s d u r a n t e l a s p r i m e r a s t r e s d é c a d a s r e p u b l ic a n a s : l a c i f r a d e 1 .5 m i ll o n e s d e p e s o s a n u a l e s d e r e n t a
tam bién escondía cam bios estruc tura les a largo plazo en la eco nomía. Como habría de subrayar el famoso estadístico José María Dalence en 1846 todas las fuentes de ingresos guberna m entales p rocedentes de la economía no dejaron de d ecaer desde los años veinte a los años cuarenta. Sólo el incremento de mográfico rural con el consiguiente aumento del tributo, mantuvieron el ingreso total constante. Así pues, la importan cia relativa del tributo en las rentas republicanas había pasado del 45% en 1832 al 54% en 1846, mientras que los ingresos adua neros tanto internos como externos (siendo los segundos el ru bro m ás im porta nte), rep resen tab an ap en a s el 22% del total. El estancamiento a largo plazo del sector minero resultaría ser fatal para el crecimiento sostenido de la economía nacional, p ara la dis ponib ilid ad de cu alq u ier fin anciam ie nto so lv ente g u b e rn a m e n tal p a ra su in versión en la in fra e stru c tu ra b ásica, o p a ra ab aste c er el cré dito destinado al cre cim iento in d u strial. No obstante sus mejores esfuerzos, Santa Cruz, como todos los pre sidentes republicanos que le habían precedido, se encontró que los gastos superaban permanentemente a los ingresos. Si bien en sus primeros años redujo algo el gasto militar, el ejército seguía siendo e* monstruo que consumía la mayor cuota de la renta pública: En u n año normal los costos militares represen taban entre el 40 y 50% del gasto total, siguiéndole en el presu p u esto el m an tenim iento del clero. Si añ adim o s el costo de la burocracia verem os que ap en as qu ed aba n ad a para la in versió n. Como demostraría el gobierno crucista, sólo nuevos impuestos sobre el comercio interno podían crear fondos necesarios para inversiones vitales. Esta dislocación a largo plazo en los presupuestos guberna mentales, que presentan un déficit casi uniforme durante este período, im puso la decisió n a S anta Cru z a introducir u n a nueva moneda de plata devaluada: en 1830 y mediante decreto secreto empezó a acuñarse en Potosí una nueva moneda de plata que contenía 18,05 gramos de plata en lugar de los tradicionales 21.45 gramos (el antiguo “peso de a ocho" colonial). 3i bien San to Cruz pensó en crear la nueva moneda feble como un recurso temporal para obtener ganancias supletorias, acabó convirtién dose en una dependen* ia a largo plazo de la economía; su erei caite im po rtanc ia fren! ■al antiguo “peso lu ía te ’' con stituy e u n buen índice de la crisis a i a m ie n to de ¡a e stru c tu ra fin anciera estatal. Mientras que el régimen acunó en ios años treinta sólo 3.5 millones de pesos de moneda feble de piala frente a 16.5 mi llones de moneda fuerte en los añ os cu are nta la proporción ha bía p asad o a ser de 9 s i 1 millones respectivam ente; en los
a ñ o s c in c u e n t a l a n u e v a m o n e d a p r e s e n ta b a u n d o m i n i o a p a b u l l a n t e c o n 21 m i l l o n e s d e p e s o s f r e n t e a s o l o 2 .5 m i l l o n e s d e p e s o s . f u e r te s . S u p u e s to e l h e c h o d e q u e el r é g i m e n tr a tó d e r e c o g e r lo s a n t ig u o s p e s o s y p a g a r c o n l o s n u e v o s , s e p r o d u j o u n a i n c e r ti d u m b r e g e n e r a l d e n t r o d e la e c o n o m í a n a c i o n a l q u e s ó l o h a b í a d e a u m e n t a r c o n l o s a ñ o s . A s í , e l e s t a n c a m i e n t o a l a rg o p l a z o d e l a e c o n o m í a c o n d u j o a u n a c r is is a l a rg o p l a z o e n e l f in a n c i a m i e n t o g u b e r n a m e n t a l, q u e a s u v e z c o n d u j o a la m a n i p u l a c ió n m o n e t a r ia , c o n t r i b u y ó a a c e n t u a r to d a v í a m á s l a in c e r t id u m b r e e c o n ó m ic a . I n c lu s o e l c r e c i m i e n to ta n i m p r e s io n a n t e d e C o b ija y d e s u c o m e r c i o b a jo . S a n t a C r u z d i s m i n u y ó r á p i d a m e n t e d e s p u é s d e 1 8 3 6 , c u a n d o l a c r e a c i ó n d e l a C o n f e d e r a c i ó n P e r u a n o - B o l i v i a n a v o l v i ó a c o n v e r t ir e l p u e r t o d e A r ic a e n e l p u e r t o l e g í t i m o d e B o l iv i a . L a r e d u c c i ó n d e lo s i m p u e s to s d i s c r im i n a t o r io s c o n t r a A r ic a le p e r m i ti ó a l c a n z a r s u d o m i n i o n a t u r a l , l i q u i d a n d o p r á c t ic a m e n t e a C o b i j a c o m o a l te r n a t iv a v i a b le . S i b i e n la s r e f o r m a s e c o n ó m i c a s d e a m p l io a l c a n c e d e S a n t a C r u z n o lo g r a r o n i n v e r t i r a fin d e c u e n t a s el e s t a n c a m i e n t o d e la e c o n o m í a n a c i o n a l , s u s r e fo r m a s p o l í t i c a s y a d m i n i s t ra t iv a s y la p a z p o l ít ic a q u e a l c a n z ó d e m o s t ra r o n s e r d e i m p o r t a n c i a v ita l. E n c a r g a n d o e s t u d i o s p a r la m e n t a r io s y o r g a n i z a n d o c o m is io n e s e s p e c ia le s , p u d o p r o m u l g a r p o r fin im p o r ta n t e s c ó d i g o s c iv i l y m e r c a n ti l, m o d e l a d o s e n l os n a p o l e ó n i c o s . T a m b i é n s i s t e m a t i z ó la a d m i n i s t r a c i ó n l o c a l , r e s t a b l e c i e n d o c o n é x i t o el c e n s o r u r a l, p a r a el q u e s e i n s p i ró e n la p r á c t i c a q u e h a b í a p e r m i t i d o e l é x i t o d e la r e c a u d a c i ó n d e l t r i b u t o c o l o n i a l , S i b i en a p ro b ó u n a c o n s titu c i ó n d e m o c r á tic a c o n u n a p r e s i d e n c i a li m i t a d a , en r e a l i d a d n o t a r d ó e n c o n s e g u i r p o d e r e s d i c t a t o r ia l e s , i m p l a n t ó u n a c o m p l e t a c e n s u r a d e p r e n s a y n o t u v o i n c o n v e n i e n t e e n e x i l ia r a su s o p o s i t o r e s . C o n t o d o , h a b r ía q u e s u b r a y a r q u e si s e t ie n e e n c u e n t a lo s p a r á m e t r o s d e la é p o c a , S a n t a C r u z r e s u lt ó s e r e x t r a o r d i n a r i a m e n t e to l e r a n t e c o n s u s o p o s it o r e s y m a n t u v o e l d e r r a m a m i e n t o d e s a n g r e e n u n a c u o t a m í n i m a d u r a n t e lo s c o n f l ic t o s p o l ít i c o s . A d e m á s , l a t ra n q u i l id a d d e s u g o b i e r n o e n t r e 1 8 2 9 y 1 8 3 5 f u e ta l q u e o b t u v o u n a p o y o p o p u l a r a p l a s ta n t e d e l s e c t o r e l i t is t a d e l a s o c i e d a d . P e r o si b ie n S a n t a C r u z e r a u n a fi g u r a d o m i n a n t e e n B o l i v ia , é s ta n o e ra l a ú n i c a p r e o c u p a c i ó n d e a q u é l. D e s d e s u s m á s t e m p r a n a s i n te r v e n c i o n e s e n la v i d a d e l C u z c o h a s t a su p r e s i d e n c i a e n L i m a a m e d i a d o s d e lo s a ñ o s v e i n te , S a n t a C r u z i n te r v i n o p r o f u n d a m e n t e e n lo s a c o n t e c i m i e n t o s p e r u a n o s P a r ti c i p ó ta n a c
rienda s presidenciales de Bolivia de nin gu na m an era ab an do nó su s am biciones políticas peru ana s. Cuan to m ás caótica se hizo la situación política del Perú la figura de Santa Cruz llegó a ser cada vez m ás atractiva para los peruanos, particularmen te pa ra los del sur. A mediados de la década de los treinta el incesante torbellino creado por la ininterrumpida actividad del líder peruano sureño G am arra, quien tratab a de intervenir tam bién e n la política boliviana, junto con el debilitamiento de la crisis que enfrentaba en Lima el régimen de Salaveriy, proporcionó a Santa Cruz la excusa para que su s partidarios en am bos estados invadieran el Perú e inten taran u n nuevo régimen. En jun io de 1835 un ejército boliviano invadió el Perú, invitado por uno de los sectores contendientes en las guerras civiles locales. En agosto los bolivianos habían derrotado el ejército de Gamarra y después de una larga serie de bata llas, por fin Salaverry salió vencido y e jec u tado en enero de 1836. En este momento Santa Cruz decidió reorganizar el propio Perú en dos estados autónomos: el Perú septentrional y el Perú meridional, añadiéndoles Bolivia, con lo que constituyó la Confederación Perú — Boliviana. Despu és de hab erse au ton om brad o prote cto r, m anio bró p a ra que to dos los g ru p o s regio nale s a c a b a ran apoyando su idea unitaria, organizándose el gobierno confederal final en octub re de 1836. A pe sa r de toda su a st u ta actividad política, Santa Cruz mantuvo una base real de poder sólo en Bolivia y en el Perú meridional; y todavía en esta última zona debía enfrentar la con stante oposición de Gam arra. Pero no obstante todas las incertidumbres a largo plazo de la Confederación, no se puede pon er en dud a que trajo tanto la paz al Perú como el respeto a su poder en toda la región del Pacífico. Si bien la población del Perú por entonces ap en as su pe rab a la de Bolivia, acercándose a 1.5 millones de habitantes, los recursos del estado peruano era potencialmente muy superiores. A diferencia de Bolivia, Perú co nta ba con u n a m ultiplicidad de vigorosas economías regionales, con manufactura autóctona potente, además de una amplia variedad de recursos explotables con relativa facilidad y que se podían poner en explotación rápidamente para su exportación al mercado mundial. Frente a la economía estancada pero estable de Bolivia, la riqueza peruana se podía desarrollar más fácilmente, estando al alcance de la mano un potencial de gran riqueza. Lo que básicamente se requería para despertar plenamente a este gigante dormido era un sistema político estable y una burocracia controlada y responsable.
Tal situación resultaba ideal para San ta Cruz, cuya ju sta re p u tació n d escan sab a en s u s excele nte s capacid ades administrativas. Inmediatamente promulgó los códigos civil y mercantil p a ra el nuevo esta do, re cole ctó estad ística s, reorganizó y reí) nanció la burocracia. También destinó fondos con rapidez para el ejército, al que apoyó y se convirtió en un aliado importante del régimen. Desgraciadamente para Santa Cruz, los chilenos también se dieron cuenta de su capacidad para hacer del Perú una gran potencia. Sabían que su propia expansión era un movimiento hacia el norte por el territorio del Pacífico en disputa y que se encontraban en activa competencia con los peruanos por u n o s mismos mercados europeos. En estas condiciones un Perú revitalizado por Santa Cruz no resultaba aceptable; por tanto Chile apoyó activamente a los políticos peruanos disidentes hasta el p u n to de arm arlos y tra n sp o rta rlo s de vuelta a su patri a. T am bién “dis frazó” s u s p ro p ias tro p as como rebeldes p eru an o s pro ponié ndose co mo g ran objetivo la derro ta de S an ta Cru z por m edio de incursiones constantes. El resultado final de estas invasiones de inspiración chilena y de revueltas subvencionadas por Chile fue un grave debilitamiento del gobierno de la Confederación. Si bien .Santa Cruz ganó varias batallas importantes, los prolongados conflictos acabaron haciendo mella; en 1838 los chilenos plantaron un ejército regular en el Perú y en el curso de una batalla importante cerca de Lima, en enero de 1839, las armas chilenas pusieron fin tanto al gobierno de la Confederación como a la carrera política del nota ble S an ta Cruz. Obligado a exiliarse en Ecuador, Santa Cruz tuvo que abandonar también necesariamente el gobierno boliviano, mientras que su representante local, el general José Miguel de Velasco, asumía el control sobre el estado ahora nuevamente independiente. Pero el régimen de Velasco resultó difícil: el antiguo aliado se convirtió en decidido enemigo de Santa Cruz, confiscando todos su s bienes personales; pero pronto tamb ién se encontró él en constante conflicto con uno de los generales crucistas .Jóse Ballivián. Este se dedicó a organizar diferentes alzamientos im p o rtan tes a lo largo de los pocos año s que gobern ó Velasco, este p resid en te pud o realiz ar algunos cam bio s: refo rm ó la constitución para que la presidencia estuviera mejor controlada: rebautizó la ciudad de Chuquisaca con el nombre de Sucre; pero no pudo ap acig u ar la situ ació n política. D espués de u n o s dos años gobernando , un a revuelta cruc ista derrocó a Velasco en jun io de 1841. 135
IVro el derrocamiento de un gobierno boliviano no se consideraba un acontecimiento local en el contexto de la política in ternacional contemporánea; desde la caída de Santa Cruz, el go bierno de Lima h ab ía quedado bajo el control de G am arra, su más antiguo enemigo. Tanto el Perú como Chile e incluso Argentina observaban de cerca la evolución local boliviana y <‘ua ud o finalm ente se pu so en evidencia que S an ta C ruz hab ía ganado, Gamarra anunció su intención de invadir la república para im pedir el te m id o regre so de S a n ta Cru z al poder. En julio un ejercito peruano empezó a invadir la frontera y en octubre se había apoderado de La Paz sin librar ninguna batalla impor tante. Ahora quedó claro para todos que Gamarra esperaba anexionar una parte considerable de Bolivia al Perú. Otros veci nos de la república boliviana consideraban esta ocasión como momento propicio para sus propios proyectos; los argentinos apoyaron un ejército dirigido por Velasco por el sur y Ballivián parecía oscilar entre diferentes cam pos, u n o y otro apoyando a Camaina, aunque al fin decidieron apoderarse por sí mismos del gobierno y oponerse a la invasión peruana. En todas estas intrigas y maniobras Ballivián acabó apare ciendo como la figura conductora. Estando en curso si multáneamente tres alzamientos internos y con un ejército in vaso r que am en aza ba la m isma existencia del estado , al fin todas bis facciones decidieron acabar con el apoyo a la vuelta de Santa Cruz y se sometieron a Ballivián como el general más ca pa/' de o rganizar la defensa. E sta decisión resu ltó de im p o rtan cia vital en muchos aspectos para los asuntos internacionales de la nie va república. Ballivián se enfrentó a G am arra en la ba talla lib rada ju n to a la población de Ingavi, en noviembre de 1841; en ella derrotó por
Por otro lado, el fin de la era crucista marcó también el fin de Bolivia como una potencia importante de equilibrio en el hemisferio meridional. También puso fin a la época tan brillante de jefes extraordinarios que la nueva república había recogido. Si bien el estancamiento económico de la república había limitado siempre los alcances de la acción, los regímenes de Sucre y Santa Cruz representaron lo mejor de la ideología revolucionaria de los grandes movimientos de liberación; ambos hombres demostraron una humanidad y una tolerancia en su conducta polí tica que a c a b a ría e n tra n d o en agudo c o n tra ste con el s iguien te grupo de jefes que go berna rían la república.
C A P IT U L O V
LA CRISIS DEL ESTADO 1841 -
1880
El periodo postcrucista comenzó bajo la dirección más bien insólita de José Ballivián. Nacido en La Paz en 1805, Ballivián pro cedía de fam ilia aristo crática (su lío era el alto funcio nario real Sebastián de Seguróla, que dirigió la represión contra la rebelión de Tupaq Amaru y Tupaq Katari); pero a pesar de sus antecedentes. Ballivián era un individuo relativamente carente de educación, habiendo ingresado en la milicia a los 12 años de edad y sin que conociera en toda su vida de otra cosa que no fue ra la carrera castrense. Jefe destacado de los ejércitos independentistas, ascendería a las más encumbradas posiciones en los ejércitos de Santa' Cruz. Pero su propia falta de educación y re finamiento Político, además de su acusada personalidad crea ron un am biente en el que el cuartelazo, las m asac res y las ejecu ciones gratuitas llegaron a ser la pauta consagrada. Con todo, la era de Ballivián desde 1841 hasta fines de 1847 fue un periodo tranquilo de gobierno en Bolivia, pasando por último régimen estable del primer período de caudillos. Bajo Ballivián el Congreso se dedicó a o rganizar la sociedad y m u chos civiles capaces formaron parte del gobierno central. Lenta, pero in cesa n tem en te, com enzaron a a u m e n ta r la població n y
Aunque militarista impenitente, Ballivián reconocía los absurdos a que había llegado Bolivia en su sed de poder internacional. Tras un intento frustrado de invasión al Perú, Ballivián se con tentó con go bern ar Bolivia. Por ento nce s se encontró con un ejército hipertrofiado que se tragaba casi la mitad del presu p u esto nacional y en el que h ab ía u n general p ara ca d a 100 soldados. Estableciendo especiales concesiones de tierra s y fondos de jubilac ión , Ballivián trató de desm an telar la m áq uin a de guerra boliviana, reduciendo su peso en la política interna. Se disminuyó el número de soldados y oficiales; incluso se fundaron algunas “colonias militares” en los llanos orientales. Sin em bargo, los costos de la jub ilac ión de este ejército o riginaron u n a nueva y pesada carga sobre la deud a pública y los gastos glo bales destinad o s a los m ilitares sufrieron poco cam bio . En otros asuntos el régimen tuvo poco más de éxito. Aunque el presupuesto nacional siguió arrastrando su déficit crónico, los ingresos aumentaron de los 1.5 millones de pesos de los años veinte y trein ta a cerca de 2 millones a fines de los añ os c u are n ta. Aunque m odesto, se trata b a siempre de un progreso. Pero au n en este pu nto segu ían siendo evidentes las limitaciones estru ctu rales a largo plazo. La renta del tributo indio seguía aportando su incesa nte 40% del total; los ingresos adu an ero s segu ían suje tos a grandes altibajos de un año a otro; pero ahora el estado hab ía organizado ciertos aranc eles e im puestos internos importantes, que producían ingresos más estables. El impuesto a la p ro d u cció n de la coca, pro d u cto de exclu sivo co n su m o in dio, aho ra produ cía anualm ente u n promedio de 200 .000 pesos; y la exportación renovada de la cascarilla (para la manufactura de la quinina) reportaba u n a sum a parecida, constituyendo un ru bro de exporta ció n secu ndaria, pero de peso, ju n to con la pla ta . El gobierno también fijó su atención a los llanos del Oriente. Fue creado oficialmente el departamento del Beni; se organizaron colonias militares e incluso se intentó formar, sin éxito, varias compañías europeas de colonización. También se discutió intensamente la conveniencia de abrir nuevas rutas fluviales y de canales en los llanos orientales, para dar una salida atlántica a la producción boliviana. Así como el gobierno comenzaba a mirar hacia el este por primera vez, también acabó reconociendo la nueva realidad de la población y de los recursos bolivianos crean d o u n nuevo o b ispado e n C o ch ab am b a que
ción eclesiástica, que el Vaticano ratificó por fin en 1847. Así Bolivia con taba ah ora con los obispados de La Paz, S an ta Cruz y Co chabam ba, ade m ás del arzobispado de la Plata (Sucre). Por fin, en 1846 se llevó a cabo el primer censo nacional de Bolivia, a cargo del estadista José María Dalence. Así se descu brió que la población h a b ía au m en tad o co n stan tem en te h a s ta un os 1.4 millones de personas, fuera de uno s 7 00.000 indios dis p ersos independientes de los llanos del Oriente. Pero a p e sa r del crecimiento de la población a lo largo del casi cuarto de siglo de vida republicana, había habido poca transformación en la orga nización social y económica del país. La Paz seguía siendo la ciudad mayor (ahora contaba con 43.000 habitantes), mientras que Cochabamba, la segunda, sólo tenía 30.000. Sumando la pobla ció n de las 11 ciudades y 35 villa s de la república (es decir, la población concentrada en poblaciones de aproximadamente 500 o m ás h abitantes), da ba u n total que no pa sa ba del 11% de la pobla ción nacional, cifra que no se a p a rta b a dem asiado de los cálculos de Pentland inm ediatamente d espu és de la independ en cia. Como podía ya esperarse de la falta de inversiones guberna mentales y del estancamiento general de la vida urbana, el nivel educativo de la sociedad era extraordinariamente bajo. En 1847 sólo asistían a los centros de enseñanza 22.000 niños, lo que equivalía al 10% de los niños e n eda d esc olar de la repúb lica po r entonces. E sto parecía implicar que en el futuro no se podían es p e ra r g ran d es cam bios en el alfa betism o de la pobla ción, p u es Dalence calculó con optimismo que en Bolivia sólo había 100.000 pe rso na s alfabetizadas en castellano, cifra equivalente al 7% de la población cen sada . Sin un au m ento sensible en la escolarización, resultaba evidente que el alfabetismo de la pró xim a generació n apenas sup eraría el de la de 1846. Tampoco la economía había vivido grandes cambios, a pesar de la paz relativa que venían de garantizar las presidencias de Santa Cruz y Ballívián: si bien la minería de la plata, tras el de clive a 156.000 marc os an ua les en los año s veinte, se hab ía recu perado m oderadam ente en lo s años tre in ta a 188.0 00 m arcos y alcanzando sólo un máximo de 191.000 marcos en los cuarenta, ello sólo representaba la mitad de las cifras alcanzadas en los añ os n oven ta del siglo XVIII, con su prod ucción de 385.0 00 m a r cos. Además Dalence calculó en 10.000 las m inas de p lata a b an donadas en Bolivia, de las que dos tercios todavía contaban con plata pero e stab a n in u n d a d a s, por los que su explo tació n no se dí t i i i d b b D h h ólo
9.00 0 obreros, de los que la mayo r pa rte sólo lo e ra n a medio tiempo, combinando el trabajo minero con el agrícola. En cuanto al resto de la industria nacional Bolivia cobijaba una sociedad artesana que satisfacía básicamente las necesida des de su población. La ind us tria predo m inante era la de tejidos de lan a p ara el consu m o dom éstico o local jun tam en te con la transformación de los alimentos. El único sector que el gobier no trató de des arrollar en los primeros añ os —el de las telas b a ra tas de algodón— no logró sobrevivir. A pe sar de las prohibi ciones esporádicas y de los permanentes y pesados aranceles contra las telas de algodón inglesas, la industria del tocuyo, cen trad a en Cochabamba, n un ca logró recup erar su importancia del siglo XVIII. Mientras que en la época colonial se calculó que la industria cochabambina del tocuyo contaba con varios cente na res de obrajes productores, en 1846 apen as llegaban a cien; su producción h ab ía descendid o de u n o s 200.000 pesos a n u ales a sólo unos 60.000 en los años cuarenta. Las necesidades de telas b a ra ta s de alg odón ah o ra q u ed ab an satisfech as con las telas in glesas, que dominaban el mercado. Así pues, Bolivia seguía siendo una sociedad predominante mente rural. El 89% de la población vivía fuera de las ciudades y aldeas, p roduciendo m ás de los dos tercios del producto nacional (calculado en mercancías por valor de 13.5 millones de pesos, frente a los 2.3 millones de la minería y los 3.9 millones de la manufactura, en 1846), permaneciendo no sólo totalmente anal fabeta sino incluso mayoritariamente ajena a la lengua nacio nal. Aunq ue no contam os con estadísticas sobre la situación sociolingüística, no puede considerarse una exageración calcular que no llegaba al 20% la parte de la población que era monolingüe o bilingüe castellana. El kechua seguía siendo la lengua dominante de la república, siguiéndole a poca distancia el aymara. El castellano era, pues, una lengua minoritaria en la república, aunque la única en la vida política y económica na cional. Dentro de la sociedad rural, el equilibrio de control entre las comunidades y las haciendas permanecía fundamentalmente el mismo de fines de la colonia. En 1846 habían más de 5.000 ha ciendas, valoradas en 20 millones de pesos y u n as 4.000 com uni dades libres, con un valor de sólo 6 millones de pesos. Pero mientras que el número y el valor relativo parecían favorecer a las haciendas en el campo, de hecho la mayoría de la fuerza de trabajo vivía en las comunidades libres. Dalence calculó que
cíente familiar de 4.5 de Dalence, lo anterior significa que 620 .000 indios vivían en com unidades, rep resen tand o el 51% de la población rural. La población y a n a k u n a de las haciendas ascendía probablem ente a un os 375.000 a 400.000 indios; los 200.000 h ab itantes rurales restantes eran probablemente agricultores libres de las zonas del su r u obreros m igrantes sin tierras que las arrend ab an a las com unidades o a las haciendas. Si bien las haciendas poseían naturalmente las propiedades de mayor valor comercial, se encontraban en un estado relativo de estancam iento, con la s dos ú nica s excepciones de los Yungas y del valle de Cochabamba. E n el prim er caso se tra tab a del principal centro prod uctor de coca, en aumento a la par del incremento de la demografía indígena. En el segundo, parecía haberse recu perado del tra u m a económico de la última crisis colonial, convirtiéndose ahora en el principal pr od uc tor nacion al de los cereales básicos; el trigo y el maíz. Ha bía vuelto a s er el “gra ne ro de Bo lM a”. E n el resto del País las haciendas llevaban una vida vegetativa, sin constituir ninguna seria amenaza a las zonas de densa població n en que p red o m in ab an la s com unidades. Pero dentro de las propias comunidades se producían cam b io s y u n a g ra n estratificació n in te rn a . La elim inación de la obligación de la m i t'a había favorecido sin duda a los originarios; habiéndose suprimido las onerosas prestaciones laborales, parece que su núm ero au m entó o p o r lo m enos se estabilizó: en los años cu are nta se calculó que rep rese ntab an el 35% de los ca b eza s de fam ilia de la s co m u n id ad es libres. Los agregados con tierras constituían el 42% de la población comunaria; el 23% restan te estab a constituido po r el nuevo e imp ortante grupo de los forasteros. Con toda evidencia, el lento crecimiento demográfico comenzaba a genera r un a clase de indios sin tierra en las propias comunidades. Si bien se esta ba n produciendo alguno s cambios en el m und o rura l mayoritario, el estancam iento de la indu stria m inera y la incapacidad de la manufactura nacional para satisfa cer la demanda local significaban que Bolivia se encontraba durante el prim er cu a rto de siglo de s u existencia en la insólita posic ión de déficit permanente en su balanza comercial. No hubo año entre 1825 hasta los años cincuenta en que Bolivia no presentara un déficit en su cuenta del comercio legal, déficit que sólo podía en ju g a rs e m e d ian te la exporta ción ilegal de pla ta y el ta n activo contrabando. Así al Banco de Rescate de Minerales del gobierno
país, m ientras que parecen h ab er sido m uy alta s las pérdidas gu bern am entales c a u sa d a s por la exporta ció n ilegal de producto s. Finalmente, los déficits gubernamentales fueron un fenómeno crónico desde el momento en que los gastos (particularmente los de ca rác ter militar) su pe raro n con much o a los recu rsos del tesoro nacional. Así pu es, a m ediados de siglo Bolivia dab a la im presión de e ncontrarse en peores condiciones que al comienzo de su vida re publi cana; no sólo esto , sin o que toda la previs ión h ab ía de a n ticipar días peores. Estas perspectivas probablemente se consolidaron con la caída de Ballivián y el comienzo del período más caótico de gobierno caudillista, de 1848 a 1880. Paradójicamente, sin embargo, esta etapa de la máxima turbulencia política resultaría en la gran época de expansión de la economía boliviana. En los años cincuenta y sesenta comenzó con éxito la instalación de maquinaria a vapor en la industria minera del altiplano. Gracias también a los comerciantes y hacendados de C ochabamba y de algun as de las zonas cerealistas m ás avanzadas, se dispuso por entonces del capital para poner en funcionamiento las minas principales. Acumulando su riqueza de las operaciones mercantiles internas, estos nuevos comerciantes — m ineros pudieron com enzar a invertir seriamente en la nueva tecnología minera. Con el lento desarrollo minero en el altiplano las décadas de los años sesenta y setenta presenciarían el tan rápido crecimiento de la minería en el litoral pacífico boliviano. Las minas de plata de Caracoles de los años setenta, lo mismo que las más antiguas del altiplano, ahora se pondrían en plena producción. A su vez, el crecimiento de las modernas compañías mineras atrajo capital internacional, el que por su parte proporcionó los recursos para ampliar todavía más nuevas operacione s mineras. Toda esta renovada actividad económica sucedería en medio del período políticamente más violento y caótico de la historia política rep u b lican a; pero parece que el cao s de la viole ncia política tu vo escaso im pacto en el le nto pero co n stan te d esarro llo de un sector exportador moderno. Por el contrario, si algo hicieron particularmente los regímenes que se sucedieron entre 1860 y 1880 fue respond er ad ecua dam ente a las exigencias de la nueva élite minera y satisfacer sus más inmediatas preocupaciones, que se enca m inaba n ante todo a pon er térm ino a la situ ación de monopolio esta tal en la com pra y ven ta de los metales.
serle de acontecim ientos externos a Bolivia jug aro n u n papel de cisivo en el de sp erta r del gigante minero. La creciente pro du cti vidad y los costos en declive de la ma qu inaria a vapor de E urop a y Estados Unidos durante la primera mitad de siglo XIX significaron que las máquinas de vapor de los años cincuenta y sesenta e ran m ucho m ás b aratas y mucho m ás fácilmente acce sibles y de m uc h a m ayor confianza que en los añ os veinte. Así se p u d ie ro n re d u c ir con sid era b lem en te lo s co sto s de re h a b ilita ción de una mina inundada. Por otro lado, el crecimiento de la m inería peru an a y chilena d uran te este período dio u n respaldo general regional de capitales y de experiencia técnica, fácilmente exportable a la incipiente industria boliviana, así como un mercado dispuesto para las exportaciones bolivianas. Por fin, la ba ja de los precios internac ionales del m ercurio re d u jo u n costo tr adicional im porta nte de la extra cció n de la pla ta . Pero estos factores sólo ayudan a explicar las condiciones in ternacionales generales, que ahora daban acceso a un bloque m ucho m ayor de ingenieros, m aqu inaria y mercurio a u n costo muy inferior que en épocas anteriores para los mineros altiplánicos. Los primeros capitales invertidos en la minería altiplánica boliviana todavía procedieron de los propios bolivia nos. La cu estió n clave sigue siendo sa b er de dónde vinieron estos capitales, dado el relativo estancamiento de la economía du rante el primer cuarto de siglo de existencia republicana. Anali zando las primeras compañías mineras de Potosí y Oruro. Re sulta evidente que una pro - parte desproporcionadamente alta del capital vino de la aristocracia mercantil y terrateniente del valle de Cochabamba. Parecería, pues, que el constante aunque modesto aumento de la población nacional originó, a pesar de las epidemias bastan te graves de los años cincuenta, u n m ercado interno en expansión para la producción agrícola (maíz y trigo en particular, que constituía el meollo de la agricultura cocha bam bin a). De este m ercado in terno en crecim ie nto la élite de Co chabamba pudo extraer un capital excedente. Parece también que Cochabamba contaba con una clase de empresarios inci pientes plenam ente dis puesto s a correr los rie sgos de la s fuertes inversiones de capital en la industria tradicionalmente tan im previsib le de la m in ería . El hecho de que la regió n cochabam bina fuera el centro de la población chola más avanzada de la república y tuviera también la clase arrendataria más activa de campesinos libres (cuyo bloque principal ya era bilingüe kechua-castellano), también ayudan a explicar una parte de la evi dente habilidad empresarial existente.
A partir de los años treinta se había hecho corriente la creación de com pañías nacionales por acciones par a em prender operaciones mineras. Acostumbrando poner a la venta una gran can tidad de acciones a u n precio bajo, por lo general es tas com p a ñ ía s lograban re u n ir alrededor de 10.0 00 pesos como capita l de operación. Entre las numerosas compañías formadas en este perío do te m p ran o y pio nero, la m á s im po rtan te fue la Com p añ ía M inera H uanchaca, que explo ta ba las m inas de Porco (Potosí), fundada en 1832. Como correspondía a este tipo de empresas, estas compañías primitivas apenas cubrían los costos, gastando muchos años en la construcción de socavones de drenaje y de nuevas galerías minerales para poder pone r en explotación las minas, y dedicándose entretanto a la explotación de los yacimientos argentíferos superficiales más accesi ble s, p a ra poder hacer frente a los gastos. M uchas de las com p a ñ ía s q u eb raro n a n te s de que p u d ie ra n te rm in a r la e ta p a previa de disposició n; en 1856 la C om pañía H uan ch aca era u n caso típico de ellas, pu es ha bía gastado un os 180.000 pesos en la infraestructura básica, sin que hasta aquel momento hubiera reportado n ingú n dividendo a su s accionistas. En aquella fecha el comerciante Aniceto Arce compró la compañía por 40.000 pesos, lanzándose rápidamente a proporcionar el capital vital que se necesitaba para que la compañía funcionara. Por aquellos mismos tiempos, a mediados de los años cincuenta, la familia Aramayo compraba la Compañía Minera del Real Socavón de Potosí. Por fin, en 1855 el comerciante Gregorio Pacheco incautó a uno de sus deudores las minas de Guadalupe, en la provincia de C hich as (Potosí). Vemos, pue s, q ue e n un os pocos a ño s apa recie ron las tre s p rincipales dina stías m ineras de la región potosina Con las nuevas aportaciones de capital y de dirección las com pañías, reorganizadas, com enzaron a prosperar. E n lo s añ o s sesenta los tres empresarios se dedicaron a racionalizar sus operaciones y a introd ucir cam bios estru ctu rale s a largo plazo en la industria con la maquinaria moderna, instalaciones de bombeo y reconstrucción de galerías a largo plazo. En los años setenta empezó a hacerse presente el capital extranjero en cantidades cada vez m ás imp ortantes y en la segund a m itad de aquella década la industria minera de la plata de Bolivia se podía decir que había alcanzado unos niveles internacionales de capitalización, de desarrollo tecnológico y de eficiencia. A fines de los años setenta Bolivia volvía a ser uno de los principales produc-
p u ja n te y vital h a b ía dado nueva vid a ta n to a la econom ía in te rna como al comercio internacional de Bolivia. Este ritmo económico creciente de los años cincuenta explica de mu ch as formas las configuraciones m ás b ien rar as de los go b ie rn o s que ap are cen en el escenario político. Con la caíd a de Ballivián surgió otro paceño de generación (nacido en La Paz en 1811): el general Manuel Isidoro Belzu, como el nuevo activista político. De oríg enes hu m ild es, a u n q u e a p are n te m e n te de extracción española y, como Ballivián, militar por encima de todo desde su adolescencia, Belzu había figurado como oficial de distinción en los ejércitos cruc istas y desp ués de que B allivián h u biera subid o al poder, ju g ó u n papel m ilita r decisivo en el nuevo régimen. Renovándose sin cesar las alianzas, surgió —como lo ha bía h echo Ballivián an tes qu e él— como el m ás po deroso general de la oposición, exigiendo un lugar en el gobierno. D esp ué s de la caíd a de Ballivián en diciembre de 1847, Belzu apareció como la figura m ás po derosa: ocupó oficialmente la p resid encia en 1848, m an te nién do se en el p oder h a s ta 1855 , en que se retiró voluntariamente (primer presidente boliviano en hacerlo desde el tiempo de Sucre); pero el caos ininterrumpido de las finanzas gubernamentales y el progresivo debilitamiento de las lealtades, con la aparición de personalidades enfrentadas, dejó el escenario político repleto de generales impagados e insatisfechos, queriendo todos llegar a presidentes. Sin un sistema de partidos políticos constituido para canalizar las exigencias o aspiraciones o para controlar las ambiciones, la política nacional era un terrible campo abierto para que pudiera ocuparlo cu alqu ier jefezuelo regional del mom ento. El resu ltado fue que Belzu tuvo que enfrentar alrededor de 30 ó 40 alzamientos diferentes en sus seis años de gobierno. Al final los innumerables com bates, am agos de asesinato e intriga agotaron incluso a este guerrero indomable, retirándose por su propia voluntad de la p resid en cia. Pero debajo de las intrigas se estaban produciendo ciertos cambios muy importantes, que Belzu reflejó fielmente. Muchos historiadores bolivianos han calificado al régimen de Belzu de aberración, endosándole alegremente los epítetos de “demagogo” y de “soc ialista”. E stá fu era de d ud a q ue Belzu m anifestó c lara hostilidad a la alta aristocracia chuquisaqueña y a las demás élites provinciales; o que se declaró partidario de algún tipo de p rogram a p a ra expropia r la propie dad de los rico s; fue tam bién un populista muy imaginativo, presentándose como el representante de los cholos y clases inferiores urbanas, empleando el vocabulario del socialismo cristiano, atacando la legitimidad —
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de la propiedad p rivada y de las e stru ctu ras clasistas. A m enu do repartió dinero en tre los pobres de las ciudade s, en clásicos ges tos demagógicos. Pero un examen cuidadoso del régimen de Bel zu mostrará que el presidente y sus principales consejeros civi les fueron los últimos representantes de la posición mercantilista tradicional. La abundante legislación promulgada por Belzu en el campo económico incluía aran celes proteccionistas contra la m an u factura inglesa, promoción de industrias artesanales dentro del país , in centivos fis cale s p a ra lo s pro d u cto s nacionale s, creació n de monopolios estatales para el fomento de la economía nacio nal; incluso leyes que prohibían a los extranjeros ejercer el co mercio nacional. Se tra tab a de esfuerzos que su scita ron la direc ta oposición de los comerciantes y de sus nuevos aliados mineros, pues unos y otros favorecían el libre comercio y la eco nomía abierta. Precisamente cuando el movimiento de libre co mercio comenzaba a ganar partidarios económicos de peso, las clases tradicionales luchaban para impedir el desmantelamiento del viejo programa mercantilista. Belzu se mostró hostil a los nuevos m ineros de la plata, de quienes exigió un control m ás es tricto de venta de minerales y creó un banco pa ra la co m pra de la cascarilla de la quina. Por esta razón las nuevas élites minera y comercial le atacaron duramente y el pueblo le dio su amplio apoyo. Muy pronto en su régimen se pudo ver la amplitud de este apoyo popular. En marzo de 1849, con motivo de uno de los pri meros intentos de algunos generales de derrocamiento de su go bie rn o, hubo alboro to s p opula res en la s ciudades de La Paz y Cochaba m ba —las m ás av anzadas y populosas de la república— en apoyo del régimen. En ambas ciudades y durante varios días se p rod uje ron tu m u lto s de la s cla ses bajas, con u n ataq u e casi sis temático a las élites locales. Además, el apoyo popular era tan podero so que u n in tento casi exitoso de asesin ato (septiem bre de 1850) y una larga convalecencia no pudieron derrocar el régi men. Pero de la misma forma que las clases superiores se opu sieron a Belzu por su apoyo popular y su mercantilismo intran sigente, el presidente no cesó de verse complicado en choques con los dos estados extranjeros al intentar impedir la penetra ción de mercancías foráneas al mercado nacional y restringir el peso de lo s com ercia nte s extr anje ros. E ste co nflicto pro voc ó in cluso la expulsión del representante diplomático británico, dan do lugar a la archisabida, pero falsa, venganza de la reina Victo ria eliminando a Bolivia del mapa. 147
Pero el creciente poder económico de la oposición librecam b is ta y d eclin an te de lo s a rte sa n o s y m a n u fa c tu re ro s lo cale s acabó gastando la base de sustentación de Belzu, mientras fi nanciaba a la oposición. Cansado de reprimir los cuartelazos de sus tropas, Belzu anunció su propósito de retirarse, presentando como candidato a su dócil yerno, el general Córdova. Esta elec ción controlada de 1855, en la que votaron unos 13.500 elec tores, trajo lo que resultaría ser un gobierno transitorio pero moderado, antes de la victoria final de los partidarios del libre comercio y del capital extranjero. Córdova se mantuvo en el poder durante dos años, reem pla zándolo en 1857 el prim er presid ente n e tam e n te civil de Bolivia, Jo sé María Linares. S u régimen, a p es ar de todos su s pro b le m a s, m a rc a ría c la ra m e n te el tr a s p a s o del p o d e r a lo s elementos más nuevos de la economía y el fin del monopolio gu b e rn a m e n ta l e n la in d u s tria m in era . M ie n tra s que Belz u y Córdova se habían mostrado indiferentes a las demandas de la industria minera. Linares hizo de ellas la preocupación priori taria del gobierno. Linares, aunque nacido en 1810 en Potosí y, p o r ta n to , m iem bro de la generació n que h a b ía dado lo s p resi dentes a Bolivia desde Santa Cruz, se diferenciaba de los demás en que n un ca hab ía abrazado la carrera m ilitar. Hijo de un a fa milia españ ola de la clase alta, Linares —que ha bía recibido un a b u e n a ed uca ción — h ab ía ascendid o con rapid ez en la política y en el gobierno civil, adem ás de ju g a r u n p apel en la educa ción se cundaria de la capital de la república. En un principio había sido un leal partidario de Santa Cruz, sirviéndole como prefecto, legislador y funcionario del gobierno central durante la Confe deración. Al term ina r oponiéndose a ella, tam bién chocó con Ballivián, por lo que tuvo que exiliarse a Europa durante la pre side nc ia de Ballivián y el comienzo de la de Belzu (ejerció la ab o gacía en España). Habiendo regresado a Bolivia en los últimos años de Belzu, se lanzó a una incesante conspiración contra el viejo general populista; incluso concurrió a las elecciones de 1855, recibiendo un os 4.000 votos. Al com prob ar que el gobierno ha bía m anipu lado por completo el voto, se dedicó a derroc ar por la violencia al régimen. El gobierno linarista duró de 1857 hasta 1861, en que tam bién fue depuesto ; m ostr ó u n a acogid a m ucho m ayor a la s id eas librecambistas. El proteccionismo dado a la industria local fue aminorado; se suprimió el monopolio de la quina; todos los minerales (con la excepción de la plata) pudieron ingresar al mercado; con la condición de que fueran refinados en Bolivia. Pero su régimen no llevó hasta sus últimas consecuencias el li 148
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bre com ercio, seg ú n el deseo de los m in eros; por el contr ario , lo restringió en la venta del mercurio y aumentó el control de la acuñación. Sin embargo, el gobierno linarista alentó a los mi neros para que formaran su propia cámara poderosa, con apoyo gubernamental, para impulsar sus demandas. En los primeros años del nuevo gobierno se puso de manifies to la importancia alcanzada por estos nuevos propietarios de minas: mientras que las rentas gubernamentales todavía osci laban entre 1.5 y 2 millones de pesos anuales, las principales co m pa ñías m ine ras (como la del Real Socavón de Potosí, de Aramayo) invertían ha sta 281.000 pesos en tre su creación en 1854 y 1861; las compañías de Pacheco habían invertido 333.000 pesos entre 1856 y 1861; y era parecida la suma invertida por la com p añ ía H uanchaca. E n la s zonas m in eras ya era corrie nte el em pleo de m á q u in a s a vapor, v ago netas de carril y m o d ern a m a quinaria para refinar; a mediados de los años sesenta estas com pañías se dirigían a Europa en bu sca de capitales. Así pues, la inversión de sólo las tres compañías mayores se acercaba a la renta total anual del tesoro nacional. Junto con el permanente crecimiento de las zonas mineras tradicionales, la provincia costeña de Atacama por fin comen zaba a adquirir cierta importancia. En 1857 se habían descu bie rto los prim eros yacim ie nto s de n itra to s en la zona de Meji llones, que dieron lugar al lento pero constante crecimiento del p u erto de A nto fagasta , que pronto riv alizaría con el de Cobija como principal puerto boliviano en el Pacífico. Pero este creci miento tuvo lugar bajo el control de capitalistas ingleses y chile nos, quienes obtuvieron del gobierno boliviano contratos de ex p lo tac ió n m u y favorables, p u e s a p e n a s re p o r ta b a n n u ev o s ingresos al tesoro central. Tomemos, por ejemplo, el presupuesto de 1860: el tributo indígena sigue doblando la cuantía de cualquier otro rubro, re p resen ta n do el 36% de l presu puesto. Por lo dem ás la re n ta otro ra tan lucrativa de las exportaciones de quina ahora habían de saparecido por completo. Fuente importante de ingresos públicos y de exporta cio nes en los añ o s c u are n ta y prim eros cin cuenta, en 1855 Colombia rompió el monopolio boliviano sobre la producción de la quina y a pa rtir de aquella fecha su prod uc ción quedo reducida a cantidades insignificantes. Por fin, a pe sar de los esfuerzos de Linares por controlar a los militares y de la reducción del ejército a sólo 1.500 hombres, los militares seguían tragándose el 41% de los gastos públicos. Aunque no pudo reformar los ingresos y gastos públicos. Li nares se esforzó con éxito por refinanciar la deuda externa y res 149
tablecer cierto aspecto de normalidad a la acuñación guberna mental de plata. También trató de reorganizar la admi nistración nacional y de lograr un gobierno local más eficiente. Por fin, también parece que pudo lograr cierto financiamiento p a ra la ed ucació n local. Así p u es, si b ie n la a d m in istrac ió n lina rista no transform ó excesivamente la economía pública, pu so en marcha algunos cambios a largo plazo en la dirección que h ab ría de m ar ca r la victoria defihitiva de la ideología librecam b ista. tam b ién in ició u n a reorganización del cré dito público que resultaría ser precedente sumamente importante para los go biern os de lo s añ o s seten ta y ochenta . Pero el tan estricto reformismo y la mano dura de Linares, quien desde septiembre de 1858 incluso se declaró formalmente dictador, a cab aron siendo excesivos pa ra s u s seguidores. Si bien sus más ardientes partidarios (como Tomás Frías y Adolfo Ballivián) se constituyeron en poderoso grupo de apoyo, que más adelante recibiría el sobrenombre de los “rojos”, sus opositores p u d ie ro n e n c o n tra r am plio ap oyo p a ra derrocarlo. E n 1860 el gobierno había cometido una masacre indígena en la basílica de Copacaban a, al tiempo qu e hacía frente a u n impo rtante intento de rebelión. Estas acciones debilitaron al dictador Linares, quien fue forzado a exiliarse en enero de 1861 p or tres de su s m ás importantes ministros. En el intríngulis político res ulta nte fue elegido u n nuevo Con greso, en el que tuv ieron ca bid a m uc ho s de los “rojos”. Sin em barg o, fu e elegido presid ente el general J o sé M aría A chá (u no de los tres conspiradores), quedando Linares y sus partidarios ex cluidos del poder. El nuevo régimen prosiguió en m uch os p un tos las decisiones políticas fundamentales del linarismo: de hecho, realizando una ulterior liberalización de la economía. Se supri mió el monopolio del mercurio (creado por Linares) y prosiguió la reorganización fiscal, aunque se abandonaron los procedi mientos presupuestarios introducidos por Linares. Aunque Achá prolongó la dirección económica del gobierno de Linares, le cabría el triste privilegio de ser el gobierno más violento del siglo XIX, po r lo que to ca a la rep resió n de s u s o posi tores. E n 1861, en u n a m an iob ra típica de la política de la época, el coronel Yáñez apresó a unos setenta partidarios de Belzu, in cluido el expresidente Córdova, en La Paz. Simulando un levan tamiento de Belzu, Yáñez ordenó la ejecución de estos dirigentes políticos: fu e la rep resalia m á s san g rien ta de la h isto ria re p u b li cana h a s ta la fech a. A p artir de entonces el gobie rn o tu vo qu e hacer frente —como era ya de rigor—a la constante inquietud política, so m etiénd ose lo s fu tu ro s c a n d id a to s p resid en ciales a —
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prueba m edia nte u n a serie de des plieg ues de fu erza y de cuartelazos. Lo que llama la atención de todos estos intentos de conspiración es su escaso impacto en la estru ctu ra económica y social generales del estado: mientras que el ejército boliviano había contado con Sucre y Santa Cruz entre 5.000 y 10.000 hombres, en el período posterior a la Confederación y, en particular, al térm ino de la am enaz a pe ru an a (Ingavi, 1841) quedó reducido a una fuerza de 1.500 a 2.000 hombres. Este ejército controlaba p re su n ta m e n te u n a socie dad que en lo s años cin cue nta con taba con unos 1.8 millones de habitantes. Vemos, pues, que los constantes intentos de rebelión, con las expediciones de avance y retroceso, sólo acostumbraron a afecta r a un os pocos centenare s de hom bres por cada lado, por lo que no podían causar graves entorpecimientos en la vida económica o social de la sociedad. Además, mientras los regímenes militares reflejaron el creciente poder de la nueva oligarquía minera, los capitalistas mineros los miraron con indiferencia. Absorbidos por la organización de su s com pañías sobre u n a b ase viable, les quedaba poco tiempo para la política, actividad que no les era nece saria mien tras los gobiernos satisfacieran su s necesidades fundam entales. Y saltó el país en u n a gue rra de envergadu ra con los aliados y sostenedores más íntimos de estos mineros, los chilenos, no sintieron la necesidad de intervenir. Con esta indiferencia de las nuevas y viejas élites económicas, los políticos civiles se vieron incapaces de poder controlar a los generales o a los soldados. Linares había sido su mejor esperanza, por lo que siguió ejerciendo fuerte atracción una facción constitucionalista sólida (los “rojos”). Pero la mayoría de tales facciones o “partidos”, desde las de Santa Cruz h as ta la s de los partidarios de Belzu, siguió encon trand o al general o coronel de su agrado para encabezar su causa y declararlo su candidato. Mientras estas otras facciones políticas y oligárquicas no se pusieron de acuerdo en soste ner su s program as en otro terreno, los cuartelazos siguieron un esque m a preciso y b ien delineado. Si bien el gobierno de Achá se ajustó a este modelo típico y también reflejó los nuevos intereses económicos, existía un factor nuevo que empezaba a dejarse sentir en el escenario político y económico boliviano y al que en su gobierno se prestó plena atención por primera vez: en 1863 el gobierno de Achá tuvo que ocuparse del primer paso agresivo importante de Chile en la región m inera de Atacama. Por entonc es se ventilaba en los tri b u n a les bolivia nos el arb itra je de u n ple ito entre se n d a s com p a ñ ía s m in e ra s fin a n c ia d a s, re sp e c tiv am en te , p o r B rasil y —
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Chile. En este conflicto el gobierno chileno se negó a reconocer la jurisdicc ión boliviana y en 1863 extendió su s p retensione s territoriales hasta las salitreras de Mejillones. Mientras Achá enviaba a Frías para negociar y el Congreso votaba en 1863 en favor de la guerra, el gobierno boliviano se encontraba impotente frente a su vecino m eridional. Tuvo que ac ep tar las exigencias chilenas sobre sus derechos a estas salitreras extraordinariamente ricas. Al acerc arse el fin del período p residenc ial de Achá, éste tra tó de reorganizar elecciones libres; los dos movimientos civiles más poderosos resultaron ser el de los “rojos” que apoyaban la antigua línea linarista de gobierno moral civil y los populistas de Belzu; pero antes de que pudieran celebrarse los comicios, un p a rie n te cercan o de A chá, el g en eral M aria no M elgare jo, se apoderó del gobierno en diciembre de 1864. Así empezó una de las dictaduras m ás prolongadas y m ás tenazmente resistidas de la historia boliviana y uno de los regímenes que ha provocado mayor debate desde entonces. Al igual que Achá, Melgarejo procedía de Cochabamba y había participado en u n a larga historia de ocupaciones y cuar telazos militares, además de intervenciones políticas. Se aparta b a de s u s ante cesores fundam enta lm ente p o r la edad, p u es había nacido en 1820, y en su abso luta falta de apoyo por parte de clase alguna. A diferencia también de sus predecesores ( con la excepción de Belzu), vivía totalmente al margen de las clases superiores. Era hijo ilegítimo y su afortunada carrera la debía exclusivamente a sus proezas militares. Por otro lado, carecía en absoluto de la ideología revolucionaria de Belzu, por lo que no hizo el m eno r esfuerzo intelectu al ni político po r llegar a las clases populares. A pesar de la etiqueta de “caudillo bárbaro” que le han im p u e sto los h is to ria d o re s bolivia nos. M elgarejo re p re s e n tó de múltiples formas la llegada al poder total de la élite minera del p aís y el triu n fo de s u p olí ti ca lib recam b ista. Las m e d id as económicas de su gobierno fueron continu ación co herente de las que se habían adoptado con Linares. Además, a pesar de su famosa “borrachera” y estilo disoluto. Melgarejo obtuvo un apoyo importante de la nueva élite minera durante buena parte de su perm anencia en la presid encia . E n s u tiem po tam bién se llevó a < abo el primer ataque de entidad a la cuestión de la propiedad igraria desde los primeros días de la república. Y esta agresión a ios derechos legales de las com unida des no estuvo desconectado del apoyo recibido de la élite minera, pues en ambos casos se trataba del mismo movimiento por ajustar la economía y la socie-
dad boliviana al resurgimiento de un a pod erosa indu stria mine ra exportadora de la plata en Bolivia. Hay que ver el período melgarejista dentro del contexto de la economía internacional para su cabal comprensión. Los años que van de las crisis mu ndial de 1864 y 1873 fueron extrem ada m ente prósperos y coinciden con la prim era gran exportación de capitales europeos al mundo en desarrollo. Fue también el período del g ra n auge de la in d u stria exportadora de la co sta del Pacífico (primero el gu an o , de sp u és el salitre) y e n el que el cap i tal inglés —o m ás en general europeo— y estad ou nid ens e se alió con el chileno y perua no en las ind us trias m ineras locales. Es ta febril actividad inversora también afectó grandemente toda la región meridional de Atacama conocida con el nombre de Meji llones, que seguía bajo control nominal boliviano, a pesar de la incesante impugn ación chilena. Allí se enc on traban g rand es ya cimientos de guan o y salitre; p or otra parte, en la cercan a región de Caracoles se de scu brirían im portan tes yacimientos de plata. Los escasos recursos de capital bolivianos existentes los ab sorbía en su totalidad el desarrollo de una industria minera m od erna en los centros m ineros tradicionales del altiplano. Por tanto, todas e stas n uev as zonas atrajeron como iman es a los ve cinos de Bolivia. Para los mineros altiplánicos este interés fue un acontecimiento de buen augurio, pues estimulaba el interés p o r ap o yar el cre cim iento de la m in ería de la s tierras altas; p a ra el gobierno boliviano, en crónica penuria financiera y cuyas renta s h abía n permanecido prácticam ente estables d uran te casi medio siglo, este interés por su s recurso s costeños fue u n inespe rado cuern o de la abu nd an cia que sólo podía trae r ingen tes for tunas personales. Mientras que todos los anteriores gober nantes bolivianos acostumbraron a morir en el exilio en la p en u ria, lo s ac tu ale s se en co n traro n rep en tin am en te cort ejad os p o r g o bierno s y c a p ita lis ta s ex tran jero s, d em o stra n d o que no querían n i podían resistir a su s tentaciones. Los historiadores y escritores bolivianos han condenado con razón el gobierno de Melgarejo por haber vendido sis temáticamente el país al mejor postor; pero cabe dudar de si otros regímenes habrían sabido resistir tales requiebros, con un fisco que llevaba unos cincuenta años de estancamiento y con una oficialidad insaciable en su ambición de poder. Por otro lado, también se puede dudar seriamente acerca de si la nueva élite minera se preocupó lo más mínimo por las gigantescas concesiones hec ha s a los capitalistas extranjeros o por otros a s pectos de la política gub ern am ental que, en s u esencia , acab aron con todos ios intentos anteriores por lograr un control mercan-
tilista, bien por lo que se refería a la industria minera, bien a la pro te cció n de las in d u stria s nacionale s. No in te resa sa b e r si Melgarejo y s u s h am b rien to s g en erales eran mejores o peores que los demás; de lo que no hay duda es que fueron más activos. Por primera vez desde las cavilaciones b ritá n ic a s de 1825 y 1826, ah o ra los ca p ita lista s ex tran jero s acudían en procesión a Bolivia con fórmulas milagrosas para enriquecer a todo el mundo. Empresarios clásicos estadounidenses como Henry Meiggs y el coronel George E. Church se enco ntraron en el escenario jun tam en te con ca sas chilenas tan venerables como Concho y Torres y compañía británic as tan clásicas como Gibbs & Co. La fuente principal de la posible riqueza eran los depósitos de salitre y guano de Mejillones, Mediante u n tratad o de 1866 Bolivia y Chile ha bía n acordado com p a rtir lo s re c u rso s de la regió n de M ejillones, refo rm an do la frontera para dar a Chile el control directo de cuanto se encontraba por debajo del paralelo 24. Esta medida trajo ingresos reales; u n a serie de extranjeros, en s u m ayoría británicos y ch ilenos, firmaron contratos de exportación a largo plazo y convenios especiales para concesiones ferroviarias. Como el gobierno de Melgarejo estaba enfrentando a un presu p u es to deficitario desde el mism o día qu e o cupo el poder, vivía desesperado por conseguir divisas; para ello estaba dispuesto a conceder contratos a largo plazo sumamente generosos a cambio de relativamente pequeñas cantidades de numerario, de uso inmediato. M uchos de estos co ntratos asce nd ían a varios millones de pesos, a cep tado s en las p eores condiciones p ara Bolivia e hi p otecando re cu rso s invalo rable s po r la rgos perío dos de tiem po y con gravosos compromisos. De hecho, mucho de estos contratos res ultarían absolutamen te com prometedores p ara el gobierno y acabarían dando los antecedentes decisivos para los conflictos comerciales que desataron la Guerra del Pacífico. Pero el gobierno boliviano se mostraba fundamentalmente indiferente a todos estos problemas a largo plazo. Al comienzo de su gobierno, Melgarejo ha bía recurrido a los pré stam os forzosos para llenar las arcas públicas y nunca llegó a controlar realmente los gastos ascendentes. Así pues, quienquiera que le ofreciera unos pocos centenares de miles de pesos podía conseguir concesiones a largo plazo por valor de millones. Además, los políticos bolivianos daban la impresión de que para ellos el auge del mercado de la costa era un mundo irreal que apenas controlaban y en el que con gusto concedían prácticamente cuanto pidieran estos extranjeros industriosos. También vale la
la exportación de guano y salitre, de los proyectos ferroviarios de la costa pacífica, de las compañías de transporte fluvial amazónico, de la com pañía belga de colonización y de o tras p ro p u e s ta s esp ecu lad o ras reales o im agin arias, en n in g ú n m om en to se pensó en permitir la entrada de empresarios extranjeros a la industria minera altiplánica: ésta quedaba sólidamente re servada para los inversionistas nacionales. Con su nueva riqueza costeña y con toda la ola de capital es p ecu lad o r que llegaba de E u ro p a y E sta d o s U nid os, h a s ta los gobiernos extranjeros se sintieron tentados de entrar en tratos co n el régim en ta n dadivoso de Melgarejo. Así po r ejemplo, Bo livia suscribió trata do s com erciales y territoriales co n cada uno de su s vecinos en la segu nd a mitad de la décad a de los años se sen ta. E n 1865 entró en vigencia un trata do especial con el Perú p o r el que Bolivia, a cam bio del u so libre del p u erto de Arica, p rácticam en te se in teg rab a a la u n ió n a d u a n e ra p eru an a ; Boli via acabó cobrando impuestos peruanos en Cobija, recibiendo a cambio un año fijo de 450.000 pesos anu ales de las ad ua na s de Arica y Tacna. El tratado abría tamb ién las p ue rtas a los m an u factureros peruanos sin restricción alguna. A Melgarejo le faltó tiempo para hipotecar esta renta fija, procedente del gobierno peruano, p ara h acer frente al pago de los intereses de los p ré sta m os a corto plazo. A con tinuac ión vino el trata do con Chile en 1866, que no sólo zanjó en favor de Chile las ocupaciones de Mejillones y otras previas, sino que ta m b ié n estipu ló que lo s p u e rto s bolivia nos del Pacífico sirvieran para la exportación de minerales sin te ner que pagar los impuestos bolivianos, como tampoco los habían de pagar las mercancías chilenas ingresadas por ellos. Con estos dos únicos pasos se destruyó todo el programa mercantilista de los aranceles proteccionistas; Bolivia ingresaba p rá c tic a m e n te en u n convenio de libre com ercio c o n P erú y Chile. Después Bolivia negoció la parte que le correspondía de la producción co n ju n ta del guano procedente s de e s ta s zo n as afe c tad as por el tratado: lo hizo con firmas ex tranjeras en u n as co n diciones desastrosas y de una manera que sólo podía estimular las incesantes presiones chilenas. Por fin, Melgarejo ofreció al rep res en tan te diplomático chileno, por el que ha bía ido dem os trand o estima especial du ran te las negociaciones del tratado , la ca rtera de Fin anz as en s u propio gabinete. Y cu an do Vergara Al b an o rechazó la oferta Melgarejo lo nom bró su Agente F inancie ro en Santiago.
cambio de privilegios arancelarios para la importación de bienes de aquello s dos países. A dem ás, en el trata d o con el B ra sil se incluyó un “ajuste” territorial de 100.000 Km2 en favor de aquella potencia. Vemos, pues, que toda la serie de tratados in ternacionales, además de las exorbitadas concesiones financie ra s y territoriales (en los casos chileno y brasileño), tod os iban encaminados al desmantelamiento del edificio tan minuciosa m ente levantado de los aranceles proteccionistas que ha bía sido la característica de la economía política boliviana hasta aquella fecha. Todo ello tenía que ver con el gran deseo de la nueva élite minera del altiplano de introducir el libre comercio como principio operante de la economía nacional. En la esfera económica interna Melgarejo también trató de llevar a cabo reformas fun dam enta les. Si bien el régimen no co noció barreras en la cuñación de moneda feble, en 1869 pro mulgó la reforma básica de la antigua m oneda colonial, aba nd o nando el peso por la nueva unidad monetaria, el boliviano, b a sa d a en el sistem a decimal. Fue m á s im portante su intento de destruir los derechos de propiedad de la tierra de las comuni dad es indias: su decreto de 1866 fue realm ente el prim er ataq ue a fondo contra los derechos de propiedad com una rios desde los de cretos bolivarianos de 1824 y 1825, suspendidos por Sucre al volver al tributo como la forma básica de gravamen fiscal. Con la repentina riqueza que generaban los yacimientos de mineral y de guano del Pacífico, la importancia relativa de la renta del tributo indígena dentro del conjunto de las rentas estatales co menzaría a disminuir: si bien el valor absoluto del tributo per maneció estable, oscilando entre 800.000 y 900.000 p esos a n u a les, su importancia relativa fue bajando lentamente, llegando a igualarlo la renta de la exportación y producción m ineras. Además, la lenta recuperación de la indu stria m inera comenza b a a repercu tir en el crecim iento de los m ercados u rb a n o s y en la consiguiente aceleración del ritmo de la agricultura comercial p a ra ab a ste c e r ta les m ercados. Así, los añ o s sesen ta presen cia ron u n re pu nte del interés por las hacien das ru rales y los inicios de un ataqu e sostenido a las posesiones de las comunidades. El decreto de confiscación establecía que toda propiedad comunaria pertenecía al estado, exigiendo que los indios resi dentes en ella compraran los títulos de propiedad individuales del caso, por un a su m a que oscilaba entre 25 y 100 pesos. Los in dios que no realizaran esta compra en el plazo de 60 días de la prom ulgación del decreto perderían s u s tie rras, su b a stá n d o la s el estado a quienes tuvieran interés en adquirirlas. Se esta
dieran pa ga r con ellos las tierras com pradas. E n caso de que na die se prese ntara a la su ba sta pública, los indios podrían perm anecer en la tierras en calidad de arrendatarios, p agando u n año al estado. Al term ina r la p residenc ia de Melgarejo en 1870 los blanco s y m estizos ha bía n com prado tierras por valor de m ás de 1.25 millones de pesos, pagándolas en su mayoría con bon os de la deuda pública. Pero el clam or de la s fuerzas an tim elg arejistas y el h echo de que la protesta india fue tan violenta y sangrienta contribuyeron a cancelar aquella iniciativa antes de que las tierras de comunidades fueran realmente confiscadas; el gobierno siguiente retom ó la m ayor pa rte de las tierra s vendidas. En re alidad, el “fracaso” del proyecto confiscador se debió a que Melgarejo se precipitó; la demanda de tierras comunarias aumentaría en gran escala y a fines de la década siguiente el gobierno boliviano (por medio de la Ley de Exvinculación de 1874, aplicada de sp ué s de 1880) realizaría a s u g usto todo el prog ram a de confiscación de Melgarejo. Melgarejo también llevó a término su asalto al proteccionismo y a la ideología mercantilista de sus antecesores, desvirtuando todas las medidas del monopolio de la plata, que constituían la pieza clave que permitía al gobierno mantener a raya a los nuevos m ineros de la plata. D urante su régimen las com pañías mineras mayores, como la Huanchaca de Aniceto Arce, obtuvieron exenciones que les permitieron exportar por su cuenta la p la ta al m ercado in ternacional. Así pues, desde fin es de los años sesenta el porcentaje de la plata extraída que compró el Banco de Rescates bajó en picado y terminó el control efectivo gubernam en tal de los precios de la producción nacional de plata. Con estas medidas Melgarejo satisfizo la demanda más importante de la nueva élite minera. El derrocamiento político de Melgarejo en 1870 no supuso ningún cambio profundo de las orientaciones iniciadas durante sus seis años de gobierno. Si bien el nuevo presidente, general M orales (1870 — 1872), renegoció de sesp erad am ente algu nos de los contratos más insólitos y restableció temporalmente la pro piedad in dígena de la s tie rra s co m u n arias, en realid ad no hizo más que promover la política general iniciada o plenamente im p la n ta d a p o r Melgarejo. Con la in ic ia ció n de la explota ción de las minas de plata de Caracoles, en la costa del Pacífico, en 1870 —que e n dos a ñ o s h a b ía n recib id o u n a inversión de c ap ita l de diez millones de dólares—y el incesante auge de la región de Ca-
teroso gobierno de Melgarejo no quiso poner en marcha. En 1871 — 1872 el gobierno, por fin, abolió definitivam ente el m o nopolio estatal sobre la compra de plata a todas las compañías, declarándola libre. También acabó, por fin, con la acuñación de m one da feble que se rem onta ba de los días de S an ta Cruz. Se en cargó al Banco Nacional de Bolivia, semiprivado pero poderoso, creado en 1871, la amortización de estas monedas y la reorga nización del sistema monetario nacional. El nuevo gobierno tampoco se o puso de frente a proseguir m u chos de los préstamos radicalmente corruptos que se habían es tipulado en tiempos de Melgarejo. El contrato con Church para una compañía de embarcaciones a vapor que sirviera el trans porte fluvial en el O riente h abía lleg ado a re c a u d a r 2 m illo nes de libras es terlinas , su m a de la que el gobierno boliviano ja m ás percib ió p rá ctica m en te n a d a y que ja m á s p u so e n fu n c io n a miento ningún barco. La primera concesión efectiva de ferroca rriles fue otorgada a Meiggs y a otros capitalistas extranjeros, también en 1872; en este caso siquiera se alcanzó cierto éxito: aq uel año se fun dó la “Nitrate an d Railroad Com pany of Aritofagasta" con una fuerte aportación boliviana y se ini ció la construcción de un ferrocarril de Antofagasta a los campamen tos de M ejillones, atravesan do las n uev as m inas de plata de Ca racoles. Así comenzó la era del tendido ferroviario en la república, aunque por el momento no se emprendió la conexión ferroviaria entre la costa y el altiplano, medida que constituiría la siguiente demanda de envergadura de los nuevos mineros de la plata altiplánicos. El derrocamiento del régimen de Melgarejo devolvió funda mentalmente a los antiguos constitucionalistas civiles de Li n ar es —los “rojos”— al poder. Si bie n el gene ral Morales ganó la s elecciones m uy vigiladas de mayo de 1872, con u n total de uno s 14.000 votos em itidos, la evidente loc ura y ases ina to final de este gobernante potencialmente despótico eliminó un peligro se rio para el predominio de los “rojos”. En las nuevas elecciones de 1873 fue elegido su m áx im o jefe, Adolfo Ballivián (hijo del antiguo presidente de Ingavi), tras una campaña electoral bas tante libre y abierta, sobre un total de 16.674 votos emitidos. Personalidad urbana, de educación refinada y amplia experien cia de países, Ballivián condujo con acierto a sus partidarios al poder, al fa llecer de enfe rm edad en 1874 fu e sustitu id o por el Dr. Tomás Frías, jefe segundo del partido y presidente del Congreso. Así pue s, desde fines de 1870 ha sta 1876 el gobierno central es tu fun da talm te bajo el control de l jefes del anti
p artid o de L inares y el régim en reflejó lo s elem entos m á s av an zados de la dirección civil del momento. Pero la ineptitud de los “rojos” para controlar al ejército y su incesa nte corrupción, así como su relativa ingenu idad en las negociaciones y contratos internacionales —poco diferentes de los procedimientos melgarejistas —hicieron que los regímenes civiles (el primero de este tipo desde la dictadura linarista mism a y sólo el segundo caso de gobierno militar desde la fund ación de la república) no se pudieran mantener en el poder. Además, estos civiles todavía no se habían relacionado directamente con la ahora prevalente élite minera del altiplano: si bien Ballivián, Frías y demás políticos gobernantes aceptaban las ideas librecam bistas y la conveniencia de un a m oneda fuerte segú n propugnaban los mineros altiplánicos, no estaban plenamente integrados a e sta élite. Los dueños de m inas a hora se enco ntraban en medio de su mayor fase de reorganización y prestaba n poca atención directa a la política. Todo ello contribuyó a debilitar a los civiles, haciéndolos vulnerables a las maniobras castrenses tradicionales. El general Hilarión Daza surgió, tras los civiles, como la p rin cip al figura m ilitar de la rep úb lica, al fren te del b atalló n Colorados, formado en la época de Melgarejo. Siguiendo las pisa d a s de Melgarejo y de M orales, Daza derrocó al gob ierno de 1876. U na vez en el poder, Daza pron to se en contró en la urg ente necesida d de fondos, en trand o a saco en el tesoro na cional par a p agar a s u s inquietos oficiales y m an ten erse en el poder. De e sta forma, las reformas fiscales introducidas a comienzos de la década por los civiles qued aron d esvirtuadas e n la segu nda m itad de la m ism a po r obra y grac ia de Daza. El colapso del tesoro c en tral llevó, a su vez, a las salvajes extravagancias de más préstamos ficticios extranjeros, de concesiones empresariales especiales y de nuevas incursiones sobre el tesoro nacional p ro ta g o n iz ad as p o r e sp e c u la d o re s n a cio n ale s y ex tra n je ro s. Todo ello provocó un ambiente potencialmente explosivo cuando las medidas concesionarias en conflicto y las cambiantes normas fiscales dieron lugar a una situación tensa entre las compañías extranjeras que funcionaban, con apoyo chileno, en el territorio costeño. También fomentó la creencia chilena de que los territorios de A tacama es pe rab an s u anexión. Así pues, el efímero gobierno civil que siguió al derrocamiento de Melgarejo dio lugar a pocos cambios serios en la política gubernamental o en la organización política nacional; pero la satisfacción de todas las exigencias fundamentales de la élite
aquélla ingresara en su fase más expansiva de operaciones y reorganización. El período 1873 — 1895 pas a por ha b er sido la época dorada de la minería de la plata altiplánica del siglo XIX; a fines de los año s setenta H uanc haca sola tenía mayores ingresos que el propio gobierno central; además, ahora todas las demás compañías principales estaban completamente reorganizadas, con fuertes aportaciones de capital chileno y extranjero. El crecimiento de la producción boliviana de plata en este periodo fue fenomenal, como demuestran las estadísticas. Las minas, que en los años sesenta todavía producían un promedio de 344.000 marcos anuales, en los años setenta dieron un salto a 956.000 marcos por año de producción, para pasar a 1.1 millones de m arco s en los oche nta y al 1.6 millones de m arcos a nu ale s en la déc ada de los noven ta. 1895 señaló la cima de la producc ión de plata del siglo XIX: se calcula que aquel año se produjeron 2.6 millones de marcos. Los mineros bolivianos no hicieron mayores esfuerzos por garantizar el control gubernamental de la élite civil, pues la vuelta de los militares con Daza no parecía amenaza r por ningún lado sus intereses fundamentales. En efecto. Daza los apoyó, prosiguiendo sus proyectos predilectos, fomentando sus intereses chilenos e incluso gobernando con un parlamento que redactó la tan importante Constitución de 1879. Esta dio una carta liberal fundamental al gobierno nacional, subrayando los derechos de la propiedad privada. Pero la indiferencia política de la élite altiplánica no duraría, pues las mismas debilidades del régimen militar llevarían a Bolivia a una guerra total con Chile, lo que a su vez volvió a crear graves problemas políticos y económicos a los mineros bolivianos. La G uerra del Pacífico (1879 — 1882) apa rece , desde la perspectiva boliviana, casi como una tragedia griega. Aunque Bolivia había protestado contra la expansión chilena desde un comienzo, de hecho había permitido que el control de su territorio de Atacama fuera pasando, a partir de los años cincuenta, a manos de los capitalistas, obreros y pobladores chilenos. A partir de 1863 las presiones inte m as y extem as no ce saron de preparar el clímax inevitable. La aceleración del ritmo de las exportaciones guaneras provocaron aquel año la ocupación militar chilena, así como el tratado de 1866, que legitimaba las p reten sio n es m á s descabelladas de Santi ago. Por en to n ces se descubrieron los primeros depósitos salitreros en la zona contigua de Mejillones, iniciándose una nueva etapa de intensa penetración, seguida rápidamente por la creación del puerto de
Los descubrimientos de plata en Caracoles en 1870 fueron segui dos por la chilenobritánica “Nitrate and Railroad Company”, en 1872. Esta firma minera pronto controló los yacimientos sali treros y logró dominar también los campamentos mineros más interiores de Caracoles, al a ca b ar el tendido de su ferrocarril. A p a rtir del m om ento en que la pro vin cia costeña estab a h ab itad a po r dos te rc ios de c iu d ad an o s chilenos, se h ab ía convertido en colonia de Chile para todos los efectos prácticos. Las autoridades bolivianas habían permitido la configura ción de esta situación insólita a ca u sa de su necesidad de fondos y de la absoluta incapacidad de los capitalistas nacionales para exp lotar estos desiertos, previam ente vacíos. Pero los jefes m ili tares, tra s h ab er vaciado las arc as pú blicas, se fueron im pacien tando cada vez más, descubriendo que sólo podían esperar nue vos ingresos de aquellos mismos centros costeños, pues en el altiplano el poder inmediato de los mineros de Potosí y Oruro les impedía incrementar sus exacciones, a menos que quisieran lanzarse a un enfrentamiento político directo, que por lo demás llevaría a su derrocamiento instántaneo. Por otro lado, los te rritorios marítimos quedaban lejos y parecían ajenos a la política real de las ciu d a d e s altiplán icas, p o r lo que los gen e rales se sentían con mayor libertad para tratar de reformular concesiones o de renegociar im puestos. Dentro de este contexto, en 1878 el gobierno boliviano intro dujo un impuesto mínimo sobre el salitre exportado por la “Nitra te s an d R ailroad Co. of A ntofag asta”. El geren te inglés, co n el ple no apoyo de los chile nos, se negó a p ag ar este im puesto “in ju s to ” e “ilegal”. C uando las au to rid ad es bolivianas tra ta ro n de ap re sa r al gerente insub ordina do , é ste fugó a Chile. Y cu an do el gobierno anunció que se incautaría del patrimonio de la Com p añ ía p a ra resarcirse del im puesto adeudado, los chile nos lleva ron a la práctica su plan larga y cuidadosamente p reparado. En febrero de 1879 las tropa s chilenas dese m barca ron sin proble mas en Antofagasta, con la excusa de proteger a los residentes chilenos del lugar; dos días después ocuparon Caracoles; por fin, en marzo, trabaron fuertes combates con los bolivianos en el oasis de Calama. Sólo en abril llegó la declaración formal de gue rra, entrando Perú en la contienda al lado de Bolivia; pero para entonces la poderosa escu adra chilena se ha bía apoderado de toda la provincia marítima, incluido el puerto capital de Cobija. Así pues, en dos m eses Chile se había apodera do de la to ta lidad del te rritorio costeño boliviano.
sino tam bién de la mayor parte de las regiones costeñas m ineras p e ru a n a s. T om ando como prete xto el llam ado tra ta d o “secreto " de apoyo mutuo entre Bolivia y Perú en 1873, los chilenos se habían preparado para una larga guerra naval con Perú. Chile provocó deliberadam ente la e n tra d a del Perú en el conflicto ayudando a Bolivia; luego se dedicó a concentrar todas sus fuerzas en la de strucción del poder m ilitar del Perú. A las po cas h ora s de haberle declarado oficialmente la gu erra ya bloqueaba los p ue rtos perua no s del sur. Cuando Bolivia pudo movilizar un ejército de 4.000 hombres y ponerlos en el escenario bélico de la costa, los chilenos ya atac ab an los puertos p erua no s de Iquique y Tacna; las fuerzas bolivia nas fueron h e c h a s pedazos po r las chile nas e n com bate s con juntos con los perua nos. A finales de aquel año Daza se encontraba al frente de las tropas bolivianas en Ja costa peruana, pero dem ostró se r u n general todavía peor que político; a p e sa r de toda la valentía de los soldados,, la baja calidad de los generales bolivianos hizo inevitable la derrota, pues por entonces los chilenos se habían hecho con el control absoluto marítimo y podía golpear a su gusto por to da la costa. . ■ ... Aunque el gobierno boliviano pensaba que era inminente u n a invasión del altiplano d espu és de la d errota de s u s ejércitos principale s a fin es de 1879, en realid ad lo s chilenos no te n ía n la intención de cruzar los Andes; el altiplano los dejaba totalm ente indiferentes y reconocían que u na cam paña en el territorio nu clea r boliviano sería u n asu nto duro y m uy costoso, con p ocas g an ancias. Así pues, lo s bolivia nos ah o ra se convirtie ron en el socio claramen te m eno r de los peruanos, espectadores fun damentalmente pasivos del masivo enfrentamiento bélico que tenía lug ar en, el Perú. El trau m a de la guerra, la abso luta im pre paración de s u s tro p as y la s desastrosas cam pañas de Daza como je fe m ilitar provocaron u n inm enso descontento popula r. E n diciembre de 1879 tan to la ciudad anía p aceñ a como los soldados en la co sta pe ru an a se alzaron contra el gobierno, saliendo Daza de la presidencia. Tras laboriosas negociaciones y maniobras constantes, por fin los rebeldes aceptaron designar al único general que no había participado, en ninguna de las acciones de conjura y que era sin'lugar a discusión el oficial de mejor formación del ejército boliviano, Narciso Campero. Aunque oponiendo gran resistencia, C ampero tomó posesión del cargo de pres idente e n enero de 1880, acep tando co nducir el país en la prosecución de la lucha contra Chile. Ingeniero formado en la academia militar de Sa int —Cyr y otros centros europeos destacad os, Cam pero se dedicó con toda s su s fuerzas a elim inar los aspectos m ás vergonzo-
sos del gobierno militarista y al afianzamiento de regímenes civiles estables . No tardó en dep oner a los peores de los oficiales antiguos, se sirvió del capaz general liberal Eliodoro Camacho p a ra apoyar s u s esfuerzos; luego, inm ed iatam e n te convocó al Congreso para una sesión especial, con el fin de que le diera su refrendo. El hecho de que el Congreso de 1880 contara entre sus miem b ro s distinguido s no sólo a la totalidad de lo s jefe s políticos del país, sin o ta m b ié n a m ineros co m o Gregorio Pacheco y Aniceto Arce significaba que había llegado a su fin la indiferencia de la nueva élite minera por la política nacional. En efecto, la Guerra del Pacífico había roto sus estrechos vínculos tradicionales con el c a p i ta l c h i le n o , i n t e r r u m p i d o s u s e x p o r ta c i o n e s y obligándoles a reconocer que sus intereses a largo plazo ahora exigían el afianzamiento de un gobierno estable y financieram ente sólido. Asimismo su indu stria pronto vería que su ex p a n sió n dependía de la cre ación de u n a in fra e stru c tu ra m oderna de comunicaciones, que ah ora aparecía como un a n ecesidad b á sic a p a ra el crecim iento fu tu ro de la m inería . Y se veía que sólo un régim en políticamente estable y económ icamente viable podía p rop o rcion a r finan ciam iento p a ra c a rre te ra s y ferrocarriles, ahora que la riqueza quimérica de la costa pacífica se había perdido definitivamente. El descrédito de los antigu os jefes m ilitares, el des as tre de la estructura financiera estatal que había llevado directamente a la guerra co stosa y la pérdida de todos los cen tros costeño s produ ctore s de riqueza, todo ju n to obligó a los mineros y a la élite altiplánica á intervenir directamente en la política. El desastre de la Guerra del Pacífico destruyó el poder del ejército por un lado; por otro, dio a los políticos civiles la just ifica ció n qu e n e cesitaban para llevar, final y efectivamente, la es tructura políti ca n a c io n a l a cierto tipo de rela ció n co h e re n te con el carácter cambiante de la economías exportadora y urbana. Todo ello dio como resultado el fin de la era de caudillos y el comienzo de una estructura parlamentaria moderna, con una participación política limitada y dominada por los civiles. Así, al cabo de cincuenta y cinco años de la creación de un gobierno republicano independiente, por fin Bolivia iba a ingresar en la era del clásico gobierno civil decimonónico.
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CAPITULO VI
LAS EPOCAS DE LA PLATA Y EL ESTAÑO 1880
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1932
1880 marcó un Importante viraje de la historia boliviana. Para los contemporáneos el suceso más llamativo de aquel año fue la total derrota de las armas bolivianas en manos del inva sor chileno y la pérdida de todo su territorio costeño en la Gue rra del Pacífico. Menos espectacular, pero de igual importancia fue el ascenso de un nuevo gobierno que reemplazara el antiguo régimen caudillista: aunque la sustitución de los gobiernos por cuartelazos era un rasgo familiar de la vida política de la repúb lica desd e su creación medio siglo ante s, el nuevo régim en marcaba realmente un cambio fundamental en la evolución política nacional. R ep resentaba el prim er gobie rno republicano viable de carácter oligárquico civil, que se convertiría en la nor m a de la vida política h as ta 1936. A unque la pérdida de su sali da soberana al mar subsistiría como la reivindicación más in transigente de la política internacional boliviana, la instau ración de un m oderno sistem a de partidos y de u n gobier no de dominio civil darían lugar a una serie de cambios líti ó ic l fin i l la la la ie
La estabilización y maduración fundamentales de la política bolivia na a p a rtir de 1880 no fue el resultado de la G uerra con Chile, sino que derivó más bien de unos cambios básicos en la economía del país, iniciados por lo menos unos treinta años antes. Desde alrededor de m ediados de siglo la ind us tria m inera de la plata había quebrado casi medio siglo de depresión, empezando a reorganizarse en una escala masiva; esta reorganización incluyó la introducción de capitales en la minería en forma de maquinaria moderna, de consolidación de numerosas com p añ ías m in eras y de la libera ció n de la producción y acuñació n del control gubernamental. Todas estas transformaciones requirieron largo tiempo, pues la mayoría del capital se generó dentro del país y hub o que crear u n a nuev a generación de técnicos para desarrollar la industria. En los años sesenta y setenta las minas de Bolívia iban alcanzando niveles mundiales tanto por su producció n como por su tecnología; esto, a su vez, pla nteó la necesidad de mayores necesidades de capital y la apertura de la minería boliviana del altiplano al capital chileno y europeo. Habiendo comenzado por organizarse políticamente para romper el monopolio gubernamental sobre la venta al exterior y las compras internas obligatorias, la nueva élite minera empezó a funcionar como grupo de presión más coherente con el fin de imponer un gobierno todavía más dócil a sus intereses. Estos iban principalmente encaminados a crear gobiernos estables que pudieran contribuir a financiar las conexiones ferroviarias vitales que nece sitaban ta n desesperadam ente los mineros. Ingresando a su plena producción precisamente en el momento en que el precio de la plata comenzaba a declinar en el mercado mundial, la nueva élite se veía obligada sin cesar a rebajar su s costos y aum en tar la productividad. Esto implicaba el creciente empleo de maquinaria, de energía eléctrica y, sobre todo, la mecanización del transporte. Mientras que la mecanización de las minas y su electrificación sería asunto exclusivo de los mineros bolivianos, el problem a del transporte su perab a incluso su s recursos. Pero se tratab a de un factor de los costos que se había convertido en un obstáculo importante para la ininterrumpida expansión boliviana. Por tal motivo el financiamiento público e internacional res ulta ba inexcusable; y sólo u n gobierno estable, sensible a su s necesidades, podía da r a los mineros lo que n ecesitaban. La guerra fue para ellos un trauma terrible, que había que cancelar lo más pronto posible, transformándolo en una ventaja para Bolivia: ligados estrechamente a sus socios capita-
su s fuentes de nuevo financiamiento y u n grave desb arajuste del comercio exterior. Consideraron que la incompetencia de los anteriores regímenes militares era la causa primaria de la guerra. El resultado final fue que los m ineros constituyeron u n poderoso partido pacifista, poniendo sus influencias en favor del general Campero, quien había intervenido en el derrocamiento del régimen m ilitar de Daza, en diciembre de 1879. A partir de ese momento buscaron el rápido fin del conflicto con Chile, que la indemnización por todos los territorios perdidos se invirtiera exclusivamente en la construcción de un ferrocarril; por fin, crearon un partido político, llamado Partido Conservador. Configurado según las líneas de movimientos parecidos en otros puntos del continente, en realidad el Partido Conservador de Bolivia no correspondía al molde tradicional: si b ien defendía form alm ente lo s in tereses de la iglesia, el p rin ci pal in terés de lo s conservadores bolivianos era crea r u n poderoso régimen parlamentario, una presidencia civil y un gobierno dedicado a apoyar masivamente la construcción de una infraestructura de comunicaciones. Siendo el primer y único partido durante cierto tiempo después de la Guerra del Pacífico, los conservadores no tuvieron necesidad de apoyar agresivamente a la iglesia frente a un movimiento anticlerical poderoso y coherente, éste gozaba de poca importancia en Bolivia, a causa del papel rela tivam ente secu n dario de la iglesia. Así p u es, lo s co n servadores, a diferencia de la mayoría de sus colegas americano s contemporáneos, p udieron canalizar toda s su s energías a la modernización política y económica de Bolivia. Esta modernización de la economía y de la política también repercutiría en la sociedad. El desarrollo de un sector exportador moderno tuvo efectos considerables en la estructura tanto social como económica del país. El crecimiento de las minas de Oruro y Potosí originó n uev as d em and as de víveres y de m ano de obra, afectando profundamente a la población de unos dos millones de bolivianos. La agricultura comercial experimentó un nuevo dinamismo; la apertura de las nuevas conexiones ferroviarias creó nuevos mercados p ara áreas h as ta entonces marginales. Todo este crecimiento significó que el sistema de hacienda, que durante medio siglo había conocido las mismas estrecheces que la minería, tamb ién pudo recup erarse y extenderse. Al pro pio tiem po, la decadencia de la im p ortancia del trib u to in dio — h as ta enton ces la principal renta de los gob iernos— significó que éstos ya necesitaban cubrir sus intereses tras la fachada
los títulos de propiedad de las comunidades ya hábían sufrido u n a prim era em bestida en los año s se sen ta con Melgarejo, la resistencia india había neutralizado el ataque, conservando las comunidades el control efectivo de sus tierras; pero en los años setenta blancos y cholos aumentaban su presión y los nuevos mercados urbanos y de los campamentos mineros ofrecían incentivos económicos a la élite terratenien te pa ra em prend er u n asalto a fondo. Dando por buena la tesis elaborada por ella de que las comunidades constituían un sistema anacrónico de pro piedad de la tierra y u n a b a rre ra c o n tra la in tegración social, la élite recurrió a las clásicas ideas liberales decimonónicas sobre la necesidad de u n cam pesinado libre que poseyera directamente (es decir, individualmente) la tierra. En los años ochenta impuso a las comunidades un sistema de compra directa de la tierra en el que los títulos de propiedad correspondían a los individuos y no a la comu nidad. La creación forzada de u n “cam pe sinad o” indio individualista con títulos de iure, permitió a los hacendados quebrar el control d e f a c t o de las com unidades m ediante la comp ra de u n as pocas parcelas, destruyendo así la cohesión com un itaria. El resto fue fácil; b astó com binar el fraude y la fuerza con la simple compra; pronto se produjo una considerable ex p a n s ió n de la s h a c ie n d a s e n la s tie r r a s a l ta s y v a lle s adyacentes. El ataque melgarejista de los años sesenta a las comunidades se ha bía b asad o en e stas m ism as ideas “liberales”; pero en las d écadas siguientes se disponían de mayores capitales para que el nuevo ataque tuviera consecuencias tangibles. Así, el período que va de 1880 a 1930 vivió la segu nd a gran época do rada de la h a cienda. Mientras que las comunidades en 1880 todavía retenían la m itad de la tierra y alrededor de la m itad de la población rural, en 1930 ha bían quedado reducidas a m enos de un tercio en ambos rubros. Fue definitivamente queb rantado el poder de las com unidades indias; sólo la marginalidad de las tierras que conservaron y el estancamiento de la economía nacional, después de los años treinta, impidieron su aniquilación completa. Esta decadencia progresiva de la comunidad significó la pérdida no sólo de s u s títulos de propiedad, sino tam bién de su cohesión social. Aunque muchas de las haciendas habían reconstruido la organización política y social del gobierno comunitario, los a y llu de haciendas a menudo se veían impotentes para proteger a s u s m iem bros de la expulsión de s u s p arce las y de la m ism a hacienda; adem ás dentro de las haciendas las necesida-
días, la migración a las ciudades y el crecimiento de las poblaciones m estizas u rb an a y rural. Lo único que impidió la total destrucción de la cultura india fue el incesante crecimiento demográfico indio a lo largo del siglo XIX. Aunque una serie de epidemias a mediados del siglo había retardado aquel crecimiento, la desaparición de enfermedades contagiosas como el cólera, en el último cuarto del siglo, permitió las altas tasas de crecimiento. Fuera de ello, la ausencia de la educación pública antes de los años treinta significó que la lengua de todos los gru pos y clases del cam po sig uie ra siendo la indígen a. Así pues, Bolivia permaneció un estado predominante rural e indio campesino hasta muy entrado el siglo XX, a pesar del crecimiento de un sector exportador moderno, de la espectacular expansión de la red agrícola comercial y del sistema hacendado e, incluso, del crecimiento de los centros urbanos modernos. En el censo de 1846 se calculó que la población indígena rep res en ta b a el 52% del total; en 1900 seguía sie ndo el 51% de todo el país. Incluso con u n a generosa definición ur b an a, en 1900 Bolivia todavía ten ía u n 73% de población rur al. Por fin, el castellan o no sólo era una lengua minoritaria en la república, sino que la tasa de analfabetismo au n entre los castellano hablantes era su m am ente alta; sobre la población de 7 año s pa ra a rriba, en 1846 se calculó que sólo el 10% había recibido alguna escolarización; en 1900 aquella cifra sólo había subido al 16%. Y todavía cabe observar que las cifras mencionadas probablemente sobreestiman las tasas de alfabetismo del momento. Vemos, pues, que los gobiernos republicanos posteriores a 1880 se apoyaban sobre un pequeño porcentaje de la población nacional y que, para todos los efectos prácticos, sólo podían re p re se n ta r a la pobla ció n alfabetizada de la lengua caste lla n a de la república, que en el mejor de los casos no p asa ba de la cu ar ta p arte de la pobla ció n to ta l. T eniendo en c u e n ta el requisito de alfabetismo para votar (y no digamos nada de las restricciones financieras para ocupar cargos públicos), el régimen boliviano era, en el sentido más pleno de la palabra, un sistema político de parti cipació n lim itada, con u n a b ase ele cto ral que oscilaba en tre las 30.000 y 40.000 personas en el período que se extiende hasta 1900. Por lo que se refiere a las m as as ca m pe sinas indias, en los go b ierno s republicanos posteriores a 1880 no encontram os n a d a democrático o participante. Si acaso, estos regímenes fueron más explotadores que los anteriores caudillistas, aunque no fuera más que por la expansión económica de la élite blanca
esta élite estab a plenam ente de acuerdo, pu es dem ostró u n gran interés por excluir a las masas indias de la política, negándoles armas o cualquier otro tipo eficaz de protesta. Para ello el ejército particularmente después de su profesionalización y modernización, se convirtió en un instrum ento indispensable: m a n tu vo la sumisión india y se recurrió sin cesar a él para reprimir los levantamientos indígenas periódicos. La élite se dividió en partidos políticos, incluso echó mano de las a rm as p ar a d errocar gobiernos; pero estos ac tos conflictivos y'violentos quedaban absolutamente circunscritos a su perímetro básicamente urbano e interno a la clase. Fueron extremadamente raros los recursos de la élite a los grupos externos a ella y de habla no castellana, transcurriendo la vida política del período 1880 — 1932 dentro de u n a regla estrictam en te definidas. Una sola vez, 1899, se permitiría a los indios participar — siquiera por u n breve espacio de tiem po— en u n conflicto político nacional; y e sta intervención acabó con la extin ció n de los k u r a k a rebeldes. Para las masas indias rurales la expresión política q u ed ab a confinada a lo s an cian o s trad icio n a les de la aldea o a los líderes, ocasiones que los conducían en las revuelta s o “gu err as de ca sta s”. Por lo general se trató de levantam ientos limitados a pequeñas comunidades y de exclusivo carácter defensivo, en protesta por el aumento de la explotación o por los ataq ue s a su s d erechos de propiedad sobre las tierras. Así pues, h a st a en trad o el siglo XX la política fue a su n to exclusivo de so lam ente el 10 — 20% de la población de estado si no s referimos a observadores participantes; mucho menos si hablamos de actores formales. Este impacto del cambio económico en la vida política y social de la nación tuvo también su correlato en la cultura boliviana: la vida cultural republicana había constituido un aspecto muy adulterado de la existencia estatal. El aislamiento social e intelectual, resultado de la independencia, había repercutido en el pensamiento y la actividad de la élite de la misma forma que el derrumbe de los grandes centros de riqueza redujo el mecenazgo del arte popular que había tenido un florecimiento tan rico durante la época colonial. Aunque durante los primeros decenios del siglo se habían creado nu evas universidades, la de San F rancisco Xavier, de S u cre, siguió siendo el centro intelectual predominante del país. Pero ahora dejaron de llegar estudiantes de Chile y del Río de la Plata; la teología y el derecho siguieron siendo las áreas de
contactos internacionales de Bolivia comportaron la pérdida de los estímulos europeos. Ahora las influencias europeas llegaban a Bolivia a través de la experiencia de sus vecinos americanos. Durante las primeras décadas del siglo Bolivia decayó a un nivel de actividad intelectual mucho menos intensa que en cualquier otro mom ento de su historia. Por sup ue sto, h ab ían ciertas excepciones a es ta regla general; pero se tra ta b a de in div id uos aislados, form ados en el ex tra n jero y que e scribieron su s o bra s fuera de Bolivia o tra ba jar on en el país, en u n am bien te a b so lu ta m en te aislado. U nos pocos in telectuales extranjeros también escribieron poemas, novelas, historias u otras obras literarias importantes durante su residencia en Bolivia; José Joaquín de Mora, Bartolomé Mitre y Ramón Sotomayor Valdés, figuran entre ellos. Hubo, no faltaba más, una activa producción panfletaria, que por lo general trataba de cuestiones políticas o económicas, aunque pocos de sus es pecím enes d em o straro n orig inalid ad d e sta c a d a o tra sce n d ió el impacto efímero. La única excepción a este panorama general de la cultu ra literaria ante rior a 1880 fue Jo sé María Dalence, cuya obra estadística sobre la sociedad Boliviana le ha valido sin dis p u ta el título de p adre de la s cie ncia s socia le s de Bolivia: s u s esfuerzos por reconstruir sistemáticamente la estructura social y económica del país en los año s cu are nta no tienen par; la inteligencia y refinamiento de su obra lo señalan como un analista social al corriente de las m ás recientes innovaciones europeas. En la literatura y las artes, pocos fueron los logros. La primera novela escrita por un boliviano no apareció hasta los años sesenta; los primeros periódicos literarios efímeros no lo hicieron hasta fines de aquella década y comienzos de la siguiente. La poesía y el te atro de la época m ere cen u n d u ro juicio de p arte de la crítica nacional. También aquí existe la excepción única: N ata niel Aguirre, consid erado el novelis ta m á s im po rtante de la época moderna de Bolivia; si bien recibió su formación y comenzó a escribir an tes de 1880, su obra principal pertenece al siguiente período. Después de 1880 la vida intelectual se reanimó, como efecto combinado del gobierno civil estable, de la creciente riqueza nacional, de la profesionalización de las ocupaciones y de la introducción de planes de estudios modernos en las escuelas. Los escritores individuales ahora encontraron grupos más o menos cercanos; los individuos de familias acomodadas ahora gozaban de amplias oportunidades para escribir y vivir fuera de Bolivia y p a ra p articip a r en la últim a p alab ra de las c u ltu ra s latin oam erica na s y europ eas. Lo vemos en el caso de Ricardo Jaim es
Freyre, qu ien se u nió a R ubén Darío en Bue nos Aires y se convir tió en una de las voces más distinguidas del movimiento moder nista que sacudió las letras hispanoamericanas y españolas. Un escritor boliviano como Gabriel René Moreno, el más destacado historiador boliviano, encontró acogida en las bibliotecas y ar chivos chilenos; un novelista y ensayista como Alcides Arguedas desde París se hizo conocer por toda América por su nuevo enfoque realista de las letras. Con el ritmo más intenso en la poesía , la literatu ra y las h u m an id ad es en genera l, los bolivia nos denominaron a los escritores que llegaron a su mayoría de edad en e stos añ os la “generación de los och en ta”. Fue la prim e ra generación realmente coherente que apareció en las letras re p u b lican as, poniendo un o s cim ie ntos de im po rtan cia p a ra la evolución cultural subsiguiente. El período 1880 —1920 fue en muchos aspectos una edad de oro para la literatura nacional. En cambio, en el campo científico las estructuras tradiciona les de las universidades del país impidieron todo cambio serio. Aun que Bolivia en los años ochen ta era u n país tecnológicamente tan avanzado como cualquier otro del mundo en el área minera, toda su m aqu inaria y sus técnicos eran importados. Ingenieros extranjeros procedentes de las mejores escuelas de Europa y Esta dos Unidos instalaba n los últimos adelan tos en las pla nta s y mi nas; pero eran muy pocos los ingenieros autóctonos y ni siquiera en la metalurgia hizo Bolivia ningún descubrimiento de relieve. El problem a en las ciencias exactas era la falta a bs olu ta de infra estru ctura, presu pu estos insuficientes y profesores con dedica ción parcial impedían el desarrollo de laboratorios científicos y de la investigación sistemática. Mientras que los novelistas, hu m an istas y científicos sociales podían surg ir a pa rtir de las pro fesiones tradicionales del derecho, la teología y la medicina, no suce día lo mismo con las ciencias o la tecnología. Au nque h a h a bido bolivianos que, habiéndose fo rm ado y trab a jan d o fu era de su patria, han participado en el desarrollo de la ciencia moderna en los países desarrollados, hasta nuestros días Bolivia sigue siendo u n im portador de ciencia y tecnología. En las artes plásticas el estancamiento económico y la deca dencia paralela de la iglesia católica durante las primeras déca das del siglo XIX causaron el agotamiento de la gran época de acti vidad artística creativa de la colonia. La eliminación de los diezmos por Sucre y la incautación de las rentas y propiedades eclesiásticas interrumpió la construcción eclesiástica. No pudiendo ya la iglesia o los ciudad ano s piadosos acau dalad os ejer cer su s mecenazgo tam bién decayó la deman da de pin tu ras y es culturas. La iglesia decimonónica también se hizo más intole —
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rante al catolicismo popular, más tímida en aceptar los estilos artísticos nativo mestizo e indio y sup erconse rvado ra en su gu sto artístico en general. Así pues, cuando las rentas eclesiásticas volvieron a ser de imp ortancia, de sp ué s de la victoria de los conservadores, y se rean ud ó la construcció n en g ran escala, los eclesiásticos y la élite blanca rechazaron la rica tradición artística colonial de Bolivia, copiando servilmente los modelos más reaccionarios de Europa. El resultado conjunto de todos estos factores fue el estancamiento de las artes plásticas bolivianas a p a rtir de las p rim eras décad as del siglo XIX h a s ta en trad o el siglo XX y la eliminación de las m as as indias y cho las de tod a p ar ticipación significativa en la vida cultural del país. El crecimiento del sector exportador de Bolivia durante la segunda mitad del siglo XIX (en particular después de 1880), presenta, pues, sus aspectos positivos y negativos para la vida política, socia l y c u ltu ra l boli via nas. Pero tu vo asim is m o alg u nos efectos perturbadores en la economía nacional: el crecimiento de la industria de la plata no sólo reanimó los centros urbanos, estimuló la economía de las haciendas y reorganizó el espacio económico interno de la sociedad: también hizo más vulnerable la economía boliviana a las fuerzas económicas internacionales. Tanto los importadores de bienes manufacturados que paga ban su s co mp ras en divisas fuertes disponibles por sus exportaciones de minerales, como el gobierno que se había hecho totalmente dependiente de los impuestos al comercio internacional, ahora se encontraban íntimamente ligados a la su erte del sector exportador. Este, a su vez, se hizo m ás vu lne ra ble a las flu ctuacio nes de la dem an d a internacio n al cu an to m e jo r le fueron las cosas. Así, el gobiern o, los m ineros y la élite n a cional quedaron atrapados por los condicionamientos internacionales, lo que creaba unos problemas de estabilidad que escapaban a su capacidad de control. Para un economista, Bolivia era un ejémplo clásico de economía abierta. Como el núcleo principal de su poder interno de compra procedía del sector minero de vanguardia, era muy vulnerable a los altibajos en los precios de sus exportaciones fundam entales. Además, h as ta la segu nda m itad del siglo XX, incluso en el sector minero, se trató de una economía dominada por un solo mineral. H asta 1900 este m ineral fue la pla ta y a p artir de ento nces y h as ta fech as mu y recientes, el estaño. La fluctuación, p o r ta n to , en los p recio s m u n d ia le s re p e rc u tía n d ire c ta e inmediatamente en la economía local. Las élites regionales poderosas podían desaparecer de la noche a la mañana como efecto de los cambios bruscos en los precios internacionales, lo que 172 —
daba lugar al desbarajuste de los mismos cimientos de la élite gobernante. Los bolivianos aprendieron a vivir en esta incerti dum bre y trataron de reaccionar lo m ás rápidam ente posible a los nuevos incentivos de los precios; pero las limitaciones en los recursos na turales perm itían predecir ya que su resp ue sta tam bién to p a b a con u n o s lím ites y que nadie podía g ara n tiza r el pro gre so económico a largo plazo del conjunto del país. E sta in certidumbre explica buena parte de la conducta de los mineros, jefes políticos predom inantes en el período que sig uió a 1880: enfrentad os a la caída de los precios m un diales y a los límites de su propio capital, tomaron el control del gobierno y encauzaron todos sus esfuerzos en la disminución de los costos de trans porte , el factor m ás caro de to do el pro ceso pro ductivo minero . Esto significó que los mineros quisieran un gobierno civil esta ble cuyos recursos fiscales se pu dieran dedicar a u n a co n stru c ción m asiva de ferrocarriles. En e ste propósito los m ineros y su s aliados vieron coronados por el éxito sus esfuerzos, aunque al fin el derrumbe total del mercado mundial de la plata les cau saría su propia ruina. P ara el sistem a político que d ese aba la élite m inera se n ecesi taban de partidos políticos formales; éstos nacieron al calor de los debates sobre la Guerra del Pacífico: los mineros adoptaron una posición pacifista prochilena desde los primeros días de la gue rra, ag rupán dose en tom o a dos figuras clave, M ariano Baptist a (abogado de va rias c om pañ ías m ineras) y Aniceto Arce ( el prin cipal m in ero y productor in divid ual del país). El grupo an ti chileno y antipacifista se alineó tras el coronel Eliodoro Camacho, jefe de la re vue lta Anti —Da za y d estac ad o teórico liberal. Las elecciones de 1884 ofrecieron la ocasión para someter a p rueba la via bilidad de estos partidos. El general Narciso C am pero, que había dirigido el m enoscabado esfuerz o bélico bolivia no de spu és de la destitución de Daza, acabó su período presiden cial, instaló u n Congreso viable e incluso p us o en vigor en 1880 la Constitución redactada en 1878. Permitiendo unas elecciones absolutamente libres, el régimen de Campero pudo dar la esta bilid ad que se necesitaba p ara la creació n de dos partidos cohe rentes. El venced or final de las elecciones, tr a s u n n ece sario se gundo có m puto parlamentario, fue el segundo pro du ctor de plata en Bolivia, Gregorio Pacheco. Con Mariano Baptista como vice presid ente, Pacheco inauguró la era de la llam ada “la oligarquía conservadora”, que duró de 1884 a 1899. Durante este período los dos partidos llevaron a término su propia definición, mien tras el gobierno se dedicaba a lograr un acuerdo con Chile y a promover la construcción de ferrocarriles en g ran escala. — Í73 —
Si bien Pacheco prometió mantenerse neutral en las elec ciones de 1888, en realidad el régim en conservad or apoyó a Ani ceto Arce. Como resultado de esta parcialidad las elecciones de 1888 se convirtieron en un asunto violento, absteniéndose de p articip a r e n ab so lu to lo s am arg ad o s liberale s, H ubo, p u es, u n a vuelta a la violencia política a fines de los años ochenta. Este re curs o a la violencia era u n efecto necesario de la n egativa de to dos los gobiernos posteriores a ceder la presidencia al partido opositor, pu es u n a vez en el pod er y cerca de la ún ica fuente im p o rta n te de dinero (ap arte de la s m in a s y la s h acien d as), lo s políticos se n eg aro n a a b a n d o n a r s u s u c u le n ta ta ja d a e n vir tud de cualquier medio electoral o democrático. En todas las elec ciones el voto era público; po r tanto , fácilmen te controlado por los delegados del gobierno central en cada distrito, con lo que éste se aseguraba sin dificultad las elecciones presidenciales y p a r la m e n ta r ia s . C ad a p a rtid o g o b e rn a n te te n ía s e g u r a la mayoría en el Congreso, aunque permitía una representación apreciable a todos los partidos opositores, como una válvula de escape tolerable que no ponía en peligro serio su propio control del gobierno. Eso sí, por todos los m edios ha bía que c on trolar la presid encia, a u n recu rrien d o al frau d e m á s descarado . E sto sig nificaba que a lo largo de las dos épocas, conservadora y liberal, la violencia política había de ser endémica; pero conviene sub rayar que por lo general esta violencia estuvo dominada por los civiles de un partido concreto, se limitó nítidamente al medio ur ba no y elitista y dio lug ar a poco derram am iento de sangre. Supuesto el hecho de que en todo momento se dio la impre sión de acatar los procesos democráticos, la violencia también pareció q u e d ar reserv ad a a lo s m o m en to s su b sig u ie n tes a u n a derrota electoral “ilegítima”, cuando un partido opositor y la mayoría del público votante creían que el gobierno había in fringido su s derechos. Las revueltas ac ostu m braro n a coincidir con los m om ento s de relevo presidencial y si bien los golpes si guieron formando parte ininterrumpida del escenario político, no comportaron necesariamente la interrupción del poderoso dominio civil, ni la aparición de la anarquía social ni la inesta bil id ad de la vid a política. A un q u e lo s c o m e n ta rista s p o sterio res sobre Bolivia contarían el número de revueltas y presu m irían u n d esb árajus te total, en realidad el período 1880 — 1936 fue de notable continuidad y estabilidad, a pesar del periódico recurso a u n a violencia circunscrita. El régim en de Aniceto Arce (1888 - 1892) fue el período má s visible de dominio conservador. Arce aplastó un importante al zamiento liberal, para dedicarse luego a u n p rogram a m asivo de 1
construcción de ferrocarriles; también inició la conexión ferro viaria que partiendo del puerto chileno de Antofagasta había de llegar a La Paz, dan do así po r prim era vez en la histo ria a Bolivia acceso al mar por ferrocarril. Arce fundó asimismo la Aca demia Militar y se dedicó a profesionalizar sistemáticamente el ejército. Introdujo la que después sería práctica común de per mitir una representación liberal en el Congreso, aunque les cerró el pas o a la presidenc ia. El resu ltado fue o tra elección frau dulenta en 1892, saliendo vencedor Mariano Baptista, el ideólogo del partido conservador. fr Como su s a ntecesores, Ba ptista (1892 — 1896) se conce ntró en los ferrocarriles. También suscribió un tratado provisional de paz con Chile y fom entó el desarrollo de lo s re cu rso s n a tu ra le s de cau ch o de Bolivia e n' el Acre. B ap tista tras pa só , a s u vez, la p residencia al últim o de los oligarcas conservadores, el m inero Severo Fe rnán dez Alonso (1896 — 1899); pero pa ra e nton ces el p o d er del régim en co nservador, que se h a lla b a só lida m ente asen tado e n las zonas meridionales de la m inería de la plata y en la capital Sucre, se iba erosionando progresivamente con la caída de los precios de la plata en el mercado mundial; los libe rales, po r el contrario, veían crecer cada vez m ás su poderío al asociarse más íntimamente con las clases urbanas profesio nales ascen den tes de La Paz y con los grupos ajenos a la m inería d é la plata, en particu lar con los nuevos m ineros del estaño, que asp iraba n a desp lazar a la a ntigua oligarquía. El crecimiento de la producción de estaño como la industria cen tral de Boliviá de spu és de 1900 arr an ca ba de las tran sform a ciones de la época .coñservadora. El gra n m om ento de la in d us tria minera moderna de la plata había logrado para Bolivia los últimos avances de la tecnología minera, desde el empleo de herrapiien tas m ecánicas y de electricidad ha sta el empleo de inge niólos modernos. Así mismo los magnates de la plata y sus regímenes conservadores se habían propuesto las comunicacio nes modernas como su tarea prioritaria, reconstruyendo una red ferroviaria vital que conectaba las regiones mineras con la costa del Pacífico. j j ¿ . ' ■ / ' • •' '• '>■ ■ • ■ j; ' ' • - v Cuando la plata se derrumbó en el mercado internacional, exiétía ya u n a tecnología y u n a s com unicaciones, que pod ían se r aprovechadas para otros minerales. En concreto, la afortunada coincidencia de. u na expansión casua l de la dem anda m und ial de estaño para el enlatado de otros mil usos industriales con el agotamiento de las minas tradicionales europeas, permitió a Bolivia capitalizar sus recursos y responder de forma rápida y eficaz, a la de m an da internac iona l. Al comienzo, el es tañ o ha bía
sido un subproducto importante de la minería de la plata, pero los costos de su envío en bruto a las fundiciones europeas siem pre h a b ía n sid o prohib itivos, a n te to do por los sistem as prim itivos de comunicaciones de Bolivia. Al disponer de un trans porte fe rroviario b ara to por prim era vez en su historia, Bolivia se encontró súbitam ente con un recurso rentable, b astand o con embarcar este mineral. Asimismo, el hecho de que el estaño se encontraba exactamente en las mismas regiones que la plata y aú n con frecuencia en las m isma s m inas significaba que ap ena s se necesitaba deslizar los enclaves mineros tradicionales o las redes de transporte. El paso de la plata al estaño fue relativamente fácil para la economía y sociedad bolivianas; no lo fue tanto para la élite tradicional. En primer lugar, el crecimiento de la minería del estaño adoptó rápidamente la forma de auge, en cuanto la calidad y la cantidad de la producción subieron desde unos niveles mínimos a unas exportaciones masivas en el lapso de menos de diez años. En segundo lugar, si bien en general las zonas mineras eran idénticas, hubo un traslado sutil pero importante del epicentro hacia el norte, pues las minas del norte del departam ento de Potosí y el su r de O ruro jug ab an aho ra al papel princi pal e n la producció n. Por fin, esta m u tación fu e ta n rep en tin a y de tal magnitud el capital invertido en bienes fijos, que muchos de los mineros tradicionales de la plata tuvieron dificultad en p asarse al esta ño. El resultado de to do aquello fu e que u n a parte importante de la élite de los magnates tradicionales de la plata no realizaron el paso, una multitud de compañías extranjeras entraro n en el mercado y surgió u n nuevo grupo de em presarios bolivia nos en el escenario nacional por vez prim era. Todos estos cambios provocaron una ruptura importante en el escenario político nacional. La élite antigua, arraigada en Potosí y en su capital subalterna Sucre, cada vez se vio más impotente para reprimir la creciente popularidad de los liberales de la oposición; simultáneamente el enorme crecimiento de La Paz, que ahora se convirtía en el centro clave de servicios de la nueva industria minera del estaño, vino a acentuar todavía más su predom inio en la vid a económ ic a y socia l nacionale s. E sto provocó la revuelta liberal y regionalista de 1899, en la que la élite mayoritariamente liberal paceña abogó por el dominio federalista local y el derrocamiento del dominio conservador. La revuelta de 1899 fue, en realidad, una acción militar bastante costosa y amplia, para cuya victoria se presentaron tales dificultades que los liberales llegaron a infringir las normas
tradicionales, fomentando la participación de las m as as indias. El resultado fue la intervención temporal de algunos grupos indios en la vida política nacional por primera vez desde los años iniciales de la república; pero una vez que los liberales obtuvieron su victoria, no sólo se olvidaron del federalismo (pasando a ser La Paz la capital de hecho del estado), sino que d esa rm aro n a las tropa s indias y ejecutaron a su s jefes. Así pues, el nuevo siglo coincidió con la subida al poder de un nuevo partido político y la creación de una nueva industria minera. El régimen liberal, que siguió en muchos aspectos al conservador, se apartó de él en u no s pocos pu nto s fundam entales. Ambos se dedicaron a una subvención masiva gubernamental del transporte, apoyaron decididamente la industria minera, así como el desarrollo y la modernización de sus centros urbanos. Ambos regímenes trataron activamente de destruir las comunidades indias y la extensión del sistema de haciendas. Por fin, los dos gobiernos demostraron indiferencia por la cuestión eclesiástica, cuestión prom inente en la mayoría de los dem ás estados latinoamericanos. Durante el régimen liberal persistieron los antiguos moldes de participación política. Mientras que las elecciones parlamentarias seguirían siendo relativamente libres, las presidenciales tam bién seguirían co ntroladas con el recurso de rigor a la violencia circunscrita como el único medio de que disponían los polí ticos ajen o s al a p a ra to g u b ern ativ o p a ra o b te n e r cargos ejecutivos. Los liberales ma ntuvieron u n a p ren sa libre de cen su ra, las libertades civiles para b lancos y mestizos y u n a vida intelectual pujan te p ara la élite; pero ah ora surgió u n nuevo tipo de liderazgo político. Como reflejo de las complejidades de la nueva era minera, los mineros del estaño estaban demasiado absorbidos por su s negocios para intervenir directam ente en la vida na cional; por otro lado, el apoyo sistemático que los conservadores habían dado a la enseñanza y a la profesionalización hab ía acab ado creando u n a clase de abogados y “letrados” en u n número y con una experiencia suficientes como para hacerse cargo de los asuntos del gobierno. Así nació lo que los posteriores analistas políticos llamarían la rosca, entendiendo por ella un gobierno de políticos profesionales que actuaban fundamentalmente en favor de los intereses de los barones del estaño del país. Los grupos de poder económico ya no necesitaban ahora intervenir directamente en el proceso político p ara con segu ir su s propios objetivos. Esto re sultó de importancia crucial para los mineros del estaño, pues
cha competitiva por el dominio de las minas bolivianas de estaño. Dado que no existían tra b a s a la inversión extran jera en las m inas y que Bolivia tenía las p u er tas ab iertas a todo tipo de em presarios e ingenieros del exterior desde los mismo s com ienzos de la expansión de la industria del estaño, constituye una agradable sorpresa comprobar que los propios bolivianos fueron los que surgieron como mineros predo m inantes en el sector, tra s un a d u ra com petencia de tres décadas. Al comienzo el capital europeo, estadounidense e incluso chileno compitió con el bolivia no e n pos del control del se cto r estañífero; se cre a ro n centenares de compañías, trabajando en muchos casos una mism a m on taña de aquel mineral; pero de entre todos es tos poderosos y bien d otado s opo nentes los capitalistas locales sald rían de la com petencia en los añ os veinte como el grupo do m inante en el control de la industria. De los tres baron es del estaño surgidos de aquella carre ra s electiva, sin lugar a dudas el más poderoso fue Simón Iturri Patiño. H abiendo nacido e n 1860 en el valle de Coc haba m ba, pa rece que Patiño procedía de una familia artesana y parcialmente chola; concurrió a un colegio secundario en su tierra natal; d u ran te los añ os och enta y comienzos de los nov enta realizó por su c u e n ta el aprendizaje en diferentes fir m as im p ortad o ras de equipo minero y directamente mineras, cuando todavía predominaba la minería de la plata. En 1894 compró sus primeras acciones de u n a m ina de estaño de Oruro, en el ca ntó n de Uncía, en la frontera con el departamento de Potosí; en 1897 Patiño se ha bía hecho con el control total de la min a y en 1900 descubrió uno de los filones de estaño más ricos de Bolivia. En 1905 su mina. La Salvadora, se había convertido en la más grande de las de estaño de Bolivia; Patiño por entonces ya se había rodeado de todo u n equipo de técnicos extranjeros y trab aja ba con la tecnología más moderna. A partir de esta inversión inicial Patiño multiplicó rápidamente sus posesiones, tanto vertical como horizontalmente. En 1910 compró la compañía vecina (la “Uncía Mining Company”, de propiedad británica) y en 1924 se convirtió en dueño solitario de los dos centros mineros de Uncía y Llallagua, mediante la compra de la “Compañía Chilena de Llallagua”. En aq uel mom ento comenzó a o cu pa r su posición p erm an en te como controlador de alrededor del 50% de la pro ducción boliviana, con un person al empleado de m ás de 10.000 obreros. Entretanto Patiño se interesó por la integración vertical de su s operaciones mineras; en u na juga da rara en los círculos ca-
európeos. Después de habe r Jun tado su s fuerzas con su s consumi dores estadounidenses, acabó apoderándose del control de la m ayor fund idora m un dial de esta ño boliviano, la “Williams Harvey & Co." de Liverpool, en 1916. Desde el comienzo de los anos veinte Patiño vivió permanentemente en el extranjero y por ento nces se lo puede describir m ás exacta m ente como u n ca p italista europeo, s u p u e s ta s s u s in m en sas participaciones no bolivianas. Con todo, sig uió sie ndo el m inero predom inante de Bolivia, su principal banquero privado y, por fin, su capitalista más poderoso hasta su muerte en 1947. De los otros dos mineros que surgieron para repartirse en p artes sem ejantes la otra m itad de la pro ducció n to tal, uno tam bié n era boliviano: perte necía a la antigua familia m inera de la pla ta , los Aramayo; el otro era u n judío europeo llam ado M auri cio Hochschild. Tanto la compañía Aramayo como la de Hochschild funcionaban con importantes participaciones de capital europeo; am bas —a diferencia de la de Patiño— era n bá si camente administradas desde Bolivia mismo. Si bien Hochs child tenía también algunas inversiones en Chile, su residencia prin cipal prácticam ente h a s ta el fin de su carrera estu vo en Bo livia, teniendo allí su principal zona de inversiones. También p a ra la fam ilia A ram ayo Bolivia sería su principal ám bito de actividad. Así pues, en los año s treinta los tres gran des m ineros que dominaban la producción de estaño y una buena parte del plomo, zinc, wólfram y otros m inerale s, te n ía n su b a se p rinci pal de operacio nes en Bolivia o, com o en el caso de la s com p añ ías de Patiño, eran propie dad exclu siva de bolivianos. Dado el carácter absolutamente abierto de la industria minera boli viana a todos los empresarios extranjeros desde mediados del siglo XIX en ad elante, este control nacion al fue realm ente u n h e cho extraordinario en la historia de la minería latinoamerica na. La retirada de Patiño y de los demás nuevos magnates del estaño de la intervención directa en los asuntos nacionales dejó' la política boliviana en manos de los individuos de la ascen dente clase media superior urbana y profesional y de los repre sentantes de la élite provincial terrateniente (hombres de pro pie dades m o destas y de rela tiv am ente pocos peones, pero con unos antecedentes sociales sólidos); casi en su totalidad eran abogados y aunque creían en la concepción liberal del gobierno parlam entario y del dere cho constitu cional, no creían m enos en un sistema de castas y en el mando de la oligarquía blanca. Esta fe en la casta recibía apoyo de la sorprendente estabili
cientes y ta n rápido s que ha bía n tenido lugar. Así, en el censo nacional de 1900 sólo el 13% de la población figura como “blanca”. Por otro lado, si bien ese censo implicaba un crecimiento considerable de la población urbana en comparación con el de 1846, ello se debía en la definición tan amplia de urbanización, al incluir todo centro de población de más de 200 personas. Si restringimos los centros urbanos al techo inferior más realista de los 20.000 habitantes, comprobaremos que el cambio apenas sí era perceptible, en efecto, de 1846 a 1900 el porcentaje de po bla ció n u rb a n a ap en a s había subid o del 6 al 7%. Inclu so La Paz, el centro urbano mayor del país, en 1900 sólo había alcanzado a crecer hasta 55.000 habitantes, es decir, unos 12.000 más que medio siglo antes. Aunque las nuevas minas habían dado lugar a varias nuev as ciud ades al su r de Oruro y al norte de Potosí, en 1900 la ind us tria m inera en auge, con su s 13.000 obreros, seguía absorbiendo sólo el 1% de la población activa. Por tanto, a pesar del crecimiento del nuevo sector exportador, de la ex pan sión de la nu ev a élite bla nc a y de los cholos y de la caída masiva en la propiedad india de la tierra en el campo, Bolivia seguía presentando un aspecto sorprendentemente tradicional en sus rasgos sociales. Por consiguiente, los liberales no se sintieron apremiados a preocuparse de los graves problemas clasistas y étnicos que agrietaban su sociedad multinacional. No só lo esto; lo s liberale s d em o straro n in clu so m ayor agresividad contra las comunidades que sus antecesores conservadores, llegando a de sarm ar y d estru ir a los indios que les ha bían p resta d o su cola boració n en la revuelta de 1899. ta m bié n se j u s tificaron ante las mismas élites mineras prosiguiendo el poderoso apoyo gub erna m ental al sector minero. E sto significaba defensa del libre comercio, tributación mínima de la minería y de las élites terrateniente y adinerada, subvención gubernamental de la construcción de ferrocarriles. Incluso dentro de su propiedad ideología política, los liberales no se mostraron más liberales que su s predecesores. Al igual que los conservadores an tes de ellos, este nuevo cenáculo de dirigentes políticos también se negó a ceder el sillón presidencial a sus opositores; a pesar del tremendo crecimiento de la economía nacional, el gobierno no seguía constituyendo una fuente importante de empleo y el presidente era el principal garante de ese empleo. Prosiguieron, p u es, la s p rá ctic as co n sag rad as de la s ele ccio nes p a rla m e n ta rias libres y de las elecciones presidenciales fraudulentas; tam bié n siguió siendo la norm a el recurso a golp es de esta do restr in
gidos por civiles para recuperar el mando del partido a largo pla zo. Una vez en el poder, los liberales adoptaron prácticamente tod as las posiciones de los conservadores, h as ta en tonces d enos tados. Abandonaron por completo la ideología federalista; crea ron un régimen centralista en La Paz. Obsesionados por la idea fija de terminar la red ferroviaria y de modernizar las ciudades, no tuvieron reparo en desprenderse en partes considerables del territorio nacional y de posiciones internacionales tradiciona les, política que dejó a Bolivia totalmente privada de su acceso al m ar y con un as deudas cuantiosas. El primero de estos acontecimientos internacionales de bulto fue la disputa del Acre, situado en el corazón de la zona amazónica del auge de la goma, los territorios del Acre colinda b a n con la fro n tera b ras ile ñ a y alb erg ab an u n a pobla ció n m ayoritariamente brasileña. Cuando el último gobierno conserva dor logró im plantar u n a ca sa de ad ua na en Puerto Alonso, sobre el río Acre, recaudan do u n a sum a enorme por la goma que se em b a rc a b a a trav é s del B rasil , lo s colo nos del lu g ar se alzaro n. El régimen liberal envió tropas a las remotas tierras bajas orien tales para aplastar la revuelta, pero el velado apoyo brasileño dio suficiente fuerza a los rebeldes p ara su p era r a los bolivianos. El resultado fue la derrota de las armas bolivianas y la anexión del territorio del Acre al Brasil, en virtud del Tratado de Petrópolis de 1903, contra una indemnización de 2.5 millones de libras esterlinas. Mientras que el gobierno liberal había adop tado u n a a ctitud enérgica en la cue stión del Acre, demo stró mucho menos agresividad en el frente chileno; superó incluso las m ás extremadas concesiones que hub ieran hecho nu nc a su s antecesores conservadores, en un intento de obtener fondos y p o n er p u n to fin al a u n a c u e stió n an tig u a y p olític am ente c a n dente que creían estab a desviando los recurso s nacionales. Ha ciendo caso omiso de su previa posición irredentista que exigía la devolución p u ra y simple del territorio u surp ado , los liberales ah or a su scrib ieron u n Tratad o de Paz en regla con Chile ( 1904); por él Bolivia convenía en ceder to do el te rr ito rio coste ño o cu p a do y aban do nab a s u s d em and as de un puerto en el Pacífico; por su parte Chile se comprometía a construir un ferrocarril de Ari ca a La Paz, pagar una indemnización formal de 300.000 libras esterlinas, garantizar los préstamos internos para la construc ción del ferrocarril boliviano y, por fin, quedaban sin efecto los convenios comerciales especiales con Bolivia que le daban un trato de país más favorecido. Si bien el tratado resolvía formal m ente la cuestión del litoral pacífico, de hecho ésta h a p erm an e —
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cido como la cuestión sin resolver de las relaciones internacionales andinas desde los años ochenta del siglo pasado hasta el día de hoy. Por entonces los acuerdos sobre el Acre y el litoral dieron a los liberales una paz relativa en el frente internacional, además de una amplia base financiera para proseguir la construcción d e l f e r r o c a r r i l . In t e r n a m e n t e t a m b i é n a p a r t a b a l a p r i n ci p a l cuestión internacional de enfrentamiento político. La eliminac i ó n d e e s t a c u e s t i ó n d i v i s o r a, l a a d o p c i ón d e l p r o gr a m a económico básico de los conservadores y la decadencia de la élite sucr en se, dieron lug ar al dominio ca si exclusivo de los liberales en el gobierno nacional. En realidad, el movimiento liberal era ta n fuerte que entre 1899 y 1920 no habría ning ún inte nto de golpe de estado, un a verdadera m arca en la historia de la evolución política del país. El primer régimen liberal estuvo encabezado por el general Jo sé M anuel Pando (1899 — 1904), el gra n líder del partido en su s años de oposición. Si bien Pando permaneció fiel a algunas de sus posiciones anteriores, los hombres que le siguieron fueron m ucho m ás pragm áticos y exclusivamente interesado s en el poder. El más prominente de estos nuevos hombres fue Ismael Montes, el segundo presidente del período liberal, que acabaría ocupando p or dos veces la presidencia (1904 — 1909; 1913 — 1917). Abogado por formación. M ontes simbolizaba la nu ev a generación de políticos de clase media urbana. Personalidad enérgica, con un perspicaz instinto político, pudo evitar efectivamente hasta la I guerra mundial la constitución de un partido opositor compuesto de antiguos correligionarios. En este esfuerzo contó con la ayuda del tremendo auge que la exportación de estaño había traído a la economía. Así pudo ampliarse considerablemente la buroc racia estatal, medio que tam bién aprovechó p a ra c o m p ra r a to d a posible oposición. Además, la nueva era liberal también compensó efectivamente a la élite nacional con un programa masivo de obras públi cas. Con u n sald o positivo y de c u a n tía apre cia ble en la b a lanza comercial. Montes pudo obtener financiamiento de la b a n c a in tern a cio n a l p riv ad a p a ra lo s p ré sta m o s g u b e rn a m e n tales. E n 1906 llegó u n gigantesco préstam o de u n ban co privado estado un iden se que permitió a Bolivia a com pletar su s conexiones ferroviarias internacionales, con derivaciones secundarias a las ciudad es interiores de Co chabamba y Sucre, ad em ás de la vinculación internacional de los centros mineros de Potosí y Oruro. Se construyó un nuevo ferrocarril hasta Guaqui, junto al Titicaca, con lo que se establecía el enlace con la red peruana.
También hubo una intensa actividad en la construcción urbana, pro yectos de san eam ien to y de alu m brado, u n apogeo de la acti vidad económica h as ta la crisis de 1913 — 1914, en víspe ras de la I guerra mundial. Montes pudo controlar, pues, la selección de su sucesor, Eliodoro Villazón, y más adelante, asegurarse su propia reelección, en 1913. Pero la segunda presidencia de Montes no reeditó el triunfo en toda la línea que fue la primera. Los intentos de ad ministración liberal por crear un banco nacional habían provo cado duras presiones de parte de un segmento clave de la élite. Luego la repentina crisis del comercio internacional previa a la I guerra mundial hizo disminuir la producción y exportación de estaño en un tercio entre 1913 y 1914. Por fin, las condiciones atmosféricas adversas causaron una grave crisis agrícola por aquel mismo tiempo. Con dinero escaso, las rentas del gobierno en declive, la mar cha sin obstáculos de Montes se encontró de repente con una oposición intransigente y que no podía comprar. Además, ha bie ndo perm anecido en el poder dem asiado tiem po, ya no sab ía recurrir al tacto o a las sutilezas para aplacar esta oposición en aumento. Todo desembocó en el fraccionamiento casi inevitable del Partido Liberal en dos grupos formalmente constituidos: el nuevo partido surgido de esta fracción recibió el nombre del Par tido Republicano, habiendo nacido oficialmente en 1914. Así Bolivia volvía de nuevo a un sistema bipartidista más normal: au nq ue como reconocieron tan to a M ontes como el fun dador del nuevo partido: a Daniel Salamanca, los republicanos eran copia perfecta de los liberales: sacaba sus fuerzas de las mismas clases, apoyaba sin rechistar cualquier demanda del aparato minero y era tan racista y oligarca como sus oponentes. Montes los llamó liberales “ap ó sta tas ”: por su parte, Salam anca afirmó que el objetivo del partido era sólo garantizar unas elec ciones libres y restringir el poder presidencial. El resultado fi na l de la vue lta al sistem a estricto bip artidista fue la vu elta a la táctica de las elecciones presidenciales fraud ule ntas y el recurso supremo de la oposición a la violencia y a las asonadas. La recuperación del período posterior a la I guerra mundial perm itió a M onte s llevar a cabo s u s reform as b a n c a ria y fin an ciera con escasa oposición republicana e incluso ganar el apoyo p o p u la r de u n o s 8 0.0 0 0 v o ta n tes con motivo de la s ele ccio nes p a rla m e n ta ria s y presid enciales. E n 1917 s u gobie rn o p a só a m anos de un suc esor m ás moderado, quien demostró su incapa cidad para controlar a los republicanos. Con el decidido apoyo de elemen tos des con tento s del sector de los negocios, los republi
cano s realizaron gran des progresos y cuan do el último p residente liberal, Gutiérrez Guerra, intentó apañar las elecciones de 1920, el Partido Republicano se levantó, poniendo fin al gobierno liberal. El dominio republicano, que sólo duró hasta 1924, supuso una mutación sutil pero de peso en el sistema político que se había ido desarrollando y transformando desde los años de postg uerra: de u n sistem a b ip artid ista, el escenario político n a cion al co m enz ará a evo lucion ar ha cia el m u lt ipa rtid i sino. Al mismo tiempo comenzaría a cambiar el credo basado en la ideología liberal del siglo XIX, que incluía una considerable dosis de racismo. Por fin, el carácter extraordinariamente abierto de la economía nacional significaría que Bolivia sería uno de los primeros países del mundo en sentir los efectos de la gran crisis económica mundial, conocida como la Gran Depresión. El crecimiento económico que había tipificado a los gobiernos tanto conservadores como liberales, en un principio había quedado limitado a determinados grupos elitistas. En la segunda década del siglo XX este crecimiento comenzó a repercutir de forma clara en los sectores mestizo e indio, a u nq ue con frecue ncia de u n a forma conflictiva. La expan sión de las h acien da s co ndujo a un creciente conflicto agrario con los indios de comunidad, que daría lugar a un a serie de gran des revu eltas en los año s veinte; pero para la élite fue todavía más importante e inmediato la organización de los primeros sindicatos modernos en Bolivia. Aunque las actividades organizativas databan del siglo XIX, Bolivia se encontraba varias décadas detrás de sus vecinos en cuanto a agitación y organización de los obreros: hasta 1912 no se celebró el 1° de mayo; ha sta 1916 — 1917 no se fu nd aro n confederaciones obreras locales urbanas; hasta 1920 no comenzaron las huelgas nacionales o u rb an as importantes. Por primera vez la élite tomó conciencia en los años veinte de la existencia de exigencias alternativas y de grupos potencialmente amenazantes fuera de la arena política elitista. Al hacerse más compleja la vida política en el período republicano, ha ría que surgieran partidos minoritarios, quienes p or primera vez discutirían seriamente los problemas y posibilidades del conflicto de clases. Los años veinte también fueron testigos de los prim eros brotes del pensam iento m arxista europeo, tal como llegó a Bolivia a través de los filtros de escritores argentinos, chilenos y peruanos. Apenas encaramado al poder, el Partido Republicano se dividió en dos ramas opuestas; una dirigida por el intelectual de clase media urb an a, B autista Saavedra, y la otra por el hacen da -
do y político cochabambino, Daniel Salamanca, Saavedra y sus seguidores pudieron tomar la iniciativa y hacerse con el control del gobierno y del partido en 1921; pero Salam anca y s u s fuerzas crearon un Partido Republicano Genuino, lanzándose a una activa labo r de agitación con tra el nuevo régimen. La tensión política en aumento de los años veinte, combinada con las crisis políticas que se iban profundizando y los inicios de la Gran Depresión, desencadenaron una violencia política y un conflicto social de una intensidad desconocida hasta entonces. Apenas Saavedra tomó posesión de la presidencia cuando un alzamiento masivo indio en Jesús de Machaca ocasionó la m asac re de cen tena res de indios y de docenas de blancos y cholos. Saavedra recurrió a todas las fuerzas, sin la menor repugnancia, para aplastar la rebelión; atacó los gobiernos comunitarios o a y l l u como instituciones reaccionarias que había que suprimir por la fuerza, en lo que revivía la clásica posición liberal decimonónica sobre la cuestión indígena. Pero Saavedra demostró m ayor ape rtura en s us opiniones so b re el m ovim ie nto obrero. Em pezó co n sid e rá n d o lo com o u n ámbito im portante de posible apoyo cuand o s u s propias b ase s en la clase alta y media quedaron erosionadas por la oposición re p u b lic a n a g en u in a y libera l. F altán d o les el apoyo de la s élites tradicionales regionales y de la clase hacendada, buscó nuevas b a s e s de ap oyo in a u g u ra n d o la prim era legislación la boral y social modernas de la historia boliviana. También manifestó su disposición a apoyar una actividad huelguística limitada y los impulsos de sindicalización, primer ejemplo en un presidente nacional. Pero al enfrentarse con una creciente ola de huelgas, incluida una grave agitación en las minas y la primera huelga general en 1922, Saavedra no tardó en retirar sus previas ofertas de apoyo. De hecho acabó recurriendo tam bién a las trop as p ara reprimir a los mineros de Uncía a fines de 1923, una de las prim eras de las tan nu m erosas m asac res de mineros. Así, mientras su legislación laboral y sus discursos obreristas reflejaban lo que podía haber de cierta conciencia entre la élite blanca sobre la existencia de la lucha de clases en Bolivia, el incesante retroceso del régimen en este campo demostró que Saavedra sostuvo aquellas posiciones más por conveniencia política que por que él, y sus partidarios hubieran dejado muy atrás el pensamiento liberal y positivista decimonónico. Pero los años veinte fueron un período en que otros miem b ro s de la élite com enzaron poco a poco a ad o p tar posic iones no tradicionales. En 1920 se creó el primer partido socialista local.
aunque se componía de un pequeño grupo de intelectuales con mínimo apoyo obrero, con todo comenzó a debatir problemas b ásicos como el pongueaje indio, el reconocim iento legal del go b ie rno co m u nitario indígena y los d erech o s obreros y fem eninos. Aunque esta s ideas resultab an n uev as y revolucionarias en el contexto boliviano, ya formaban parte de la tradición política mandsta, bien asentada y más radical, de todos los vecinos de Bolivia, incluido el Perú. La famosa fragmentación de los partidos marxistas latinoamericanos y el surgimiento de los movimientos comunistas en América del Sur en los años veinte, por ejemplo, no tuvieron eco en Bolivia: aquí no apareció el primer parti do m arx ista — y a ú n m oderado— h a s ta finale s de la década; su prim er partido com unista formal sólo nació en 1950. Mucha de esta agitación temprana iba asociada a la breve pero p ro fu n d a d ep resión in icia da en la d écada de los veinte y que dio lugar a un a grave, au nqu e temporal caída en la producción m inera. C uando la producción se recuperó a fines de 1922, también la agitación obrera se apaciguó. Además Saavedra descubrió que el naciente movimiento obrero, aunque por fin creó sus primeras federaciones nacionales y declaró su primera huelga general, era demasiado débil para apuntalar su régimen. La clase media baja, beneficiándose por primera vez de la legislación social moderada, apoyó a Saavedra; pero con su acusada p erso nalidad era in evitable que los liberales y lo s rep u blicano s genuinos unieran sus fuerzas para oponerse al régimen, por lo que cada vez le fue más difícil gobernar. La creciente pérdida del apoyo de la élite tradicional llevó a Saavedra a practicar reacciones más bien tradicionales. D espués de s u s p rim eras exploraciones con los obreros y la clase media baja, regresó los m ercados de capital privado extranjeros en busca de fondos para impulsar proyectos de desarrollo im p o rta n te s, la fu e n te de p o p u la rid a d de lo s go biernos que le habían precedido. Negoció un préstamo bancario privado de 33 millones de dólares en Nueva York para los ferrocarriles, obras p ú b lica s y el financiam iento de l B anco de la Nación: e ra n la s preocupaciones clásicas de li berale s y co nservadores a n te s que él. Pero el servicio de la deuda pública boliviana ya era alta y las condiciones del préstamo, que incluían el control directo de Estados Unidos del sistema fiscal boliviano, resultaron absolutamente inaceptables para la mayoría de los bolivianos. Está fuera de duda que los negociadores bolivianos fueron realmente sobornados y que, a pesar de la excelente reputación crediticia del país, éste ha bía sido obligado a pa gar u no s intereses m uy al-
tos. La op osición al p rés tam o llam ado “N icolaus" fue insta ntá ne a y activa. Por si no fueran pocos los problemas, Saavedra quiso zanjar a la manera autoritaria de Montes el gran debate sobre las concesiones petrolíferas de la región oriental boliviana. En 1920 los republicanos habían abierto las zonas de reserva a los extranjeros, una vez que los empresarios bolivianos demostraron ser incapaces de desarrollar los pozos productivos. En 1920 y 1921 empresarios estadounidenses obtuvieron concesiones; pero e s ta s p eq u eñ as co m pañías no era n m ás que testaferro s de la gran Standard Oil Company, de Nueva Jersey, a la que el go b ie rn o p e rm itió e n 1921 c o m p ra r a q u e lla s c o n c e sio n e s , añadirle otras nuevas y crear la ‘Standard Oil Company of Bolivia". Dado el trato privilegiado concedido a la Standard Oil y la intensa oposición de la élite a Saavedra, resultaba inevitable que se produjeran incidentes. Así, a los antiguos temas de la corrupción, el favoritismo y el despotismo presidencial, Salam anca y su s partidarios m ás conservadores añadieron otro totalmente nuevo: el del nacionalismo económico. En Bolivia la oposición a la explotación de los recursos naturales por las compañías extranjeras comenzó p rác tic am e n te con la p rim era co ncesió n petro lífera. M ien tras que nadie había chistado contra las compañías mineras, la Guggenheim y otras estadounidenses que participaban activamente en la economía, el petróleo fue tema especial y los ataques contra la Standard Oil pasó a integrar la retórica tanto de la derecha tradicional como de los nacientes movimientos de izquierda de Bolivia. Al llegar al final de su presidencia Saavedra intentó desesperadam ente de apacigu ar tod as las facciones. Por u n lado ayudó a los mineros a aplastar la huelga de Uncía de 1923, asesinando indiscriminadamente a obreros y familiares. Por otro, a fines de 1923 llevó a cabo una revisión de peso de la estructura fiscal minera, logrando duplicar los impuestos gubernamentales a la producción de estaño. Llevado p o r la rabia , Pati ño sacó de Bolivia las oficinas centrales de su compañía minera, instalándolas en Estados Unidos, registrando la “Patiño Mines and Enter prises" en el esta do de Delaw are; pero po r o tr a p arte prestó al go bie rn o 60 0 .0 0 0 li bras esterlin as p a ra la con str u cció n de ferrocarriles, a cam bio de la g ara nt ía que le dio Saaved ra de no elevar los impuestos de nuevo en el plazo de cinco años. Saavedra no podría cum plir tales prom esas y a pe sar de todos los esfuerzos hechos para imponer su sucesor o inclúso prorrogar su presidencia, tuvo que ceder el poder al candidato de su
pro pio partido, H ernando Siles, a quie n se oponía . La p resid en cia de Siles fue de activa evolución política y una incesante fragmentación de los partidos tradicionales. Enfrentado al control de Saavedra sobre el Partido Republicano, Siles creó su pro pio P artido N acio nali sta ; apoyó el m ovim ie nto de re form a u n iversitaria (novedad de importancia) y en 1928 los estudiantes radicales crearon la primera Federación Universitaria Boliviana (FUB). Tanto los socialistas como la FUB, aunque todavía no p a s a b a n de p e q u e ñ o s g ru p o s in te le c tu a le s, a h o ra p ro po n ían transformaciones radicales de la sociedad, abogando por la reforma agraria y el fin del feudalismo rural; urgían a la socialización de los recursos naturales y al cambio de la definición de la propiedad privada, prestando apoyo decidido al naciente movimiento obrero. Al tiempo que el escenario político evolucionaba hacia un m arco m ás complejo de ideologías de luc h as de clases, el económico comenzó a degradarse en una medida alarmante. En el período de 1926 — 1929 el gobierno tuvo que e nfre ntar un os déficits presupuestarios cada vez mayores y dificultades crecientes para satisfacer sus obligaciones crediticias internacionales. Y esto suced ía precisam ente en el m om ento en qu e el precio del estaño en el mercado internacional había traspasado su cima y empezaba el ciclo de contracción que lo llevaría a la catástrofe de la Gran Depresión. Para hacer frente a la crisis, cuya magnitud todavía se ignoraba, el gobierno recurrió tanto a las medidas tradicionales como a algunas otras muy radicales. En 1927 y 1928 se ob tuvieron nuevos préstam os banca rios privados de los E stado s Unidos, con el respaldo de im pue stos crea dos especialmente para tal fin. Aquel mismo año el gobierno aprobó las reformas propuestas por la Misión Kemerer, de Estados Unidos; en tre ellas, po r fin se creó el Banc o C entral, de control gub ernam ental, que h abía de encargarse de inspeccionar todos los aspe ctos del abastecim iento mon etario del país. Además, la llamarada fugaz en las disputas fronterizas del Chaco con el Paraguay, a fines de 1928, también afianzaba los negros presagios de conflictos m ás duros, dan do a Siles la excusa p ara declara r el estado de sitio pa ra tene r a raya a su s enemigos internos. El inciden te fronterizo fue sangriento, o bligando a Siles a llamar a los reservistas y a ordenar represalias; pero no deseaba u n a gu erra en regla, por lo que negoció a comienzos de 1929 un a conciliación con los paraguayos. La erupción de patriotismo, la implantación del estado de sitio y las reformas política y económica realizad as po r Siles ap enas tuviei'on efecto en la política nacional. Siles demostró ser
un político demasiado cortado en los moldes clásicos para per m itir el libre jueg o de las fuerz as dem ocráticas. Su régim en unió a liberales, republicanos genuinos y saavedristas en un frente ocasional. Entretanto, el deterioro en los precios internacio nales del estaño se iba haciendo sentir. En 1929 Bolivia alcanzó la máxima producción de todos los tiempos, con 47.000 Tm. de estaño exportado, a un qu e a u n precio inferior al de las prim eras dé ca das del siglo. M ientras que e n 1927 la tone lada se cotizaba a 917 dólares, en 1929 había bajado a 794 dólares, para desplo marse a sólo 385 dólares en 1932. Al bajar los precios del estaño, también lo hicieron las rentas públicas, que procedían bá sicamente de los impuestos a la exportación del estaño. En 1929 el 37% del presupuesto fiscal se destinaba al pago de la deuda pública; otro 20% al gasto m ilitar; quedaba, pues, m uy poco p ara las necesidades mismas del gobierno (mucho menos para obras p úb licas o el b ie n e sta r nacio nal). Justificando sus acciones, como sus predecesores, en la crisis nacional, Siles trató de perpetuarse en el cargo más allá del período consti tu cio n al. A m edia dos de 1930 anu n ció s u s pla nes oficiales de prorroga r su presidenc ia m ediante la elección p arla mentaria para otro período. Acto seguido confió el gobierno a una Junta Militar que supervisara su reelección. Pero la oposi ción a la maniobra fue universal. Por primera vez en la política nacional los estudiantes universitarios hicieron sentir su poder pro ta g on izan do im p o rta n te s d istu rb io s c o n tra el gobie rno. El ejército respondió amotinándose; la Junta se vio obligada a huir. En pleno desarrollo de los desórdenes, incluso se produjo la invasión de radicales marxistas por la población fronteriza meridional de Villazón, quienes intentaban provocar un levan tamiento obrero-campesino, iniciativa que no dejó de encontrar cierto eco en el movimiento obrero urbano. Todo acabó en la caída de S iles y de su s partidarios y en la prim era m anifestación auténticamente exitosa de una actividad política más radical en el frente político nacional. Aunque las fuerzas más tradiciona les y conservadoras acabarían beneficiándose de la revuelta de 1930, ésta fue sin embargo la primera ruptura de la ideología política unif icada de la oligarquía blan ca, que a c a b a ría erosio nand o s u s postulados tradicionales básicos. D espués del m otín pop ular de 1930 se creó un a alianza multi p a rtid is ta ; D anie l S a la m a n c a su rg ió al fin com o c a n d id a to p resid en c ial de la coalició n. Político de h e c h u ra clásic a, S ala manca todavía sintonizaba menos con las nuevas tendencias de los frentes e studian til y obrero que Saav edra o Siles; e ra u n lati fundista cochabambino, orador parlamentario famoso y, por lo
demás, un liberal sumamente destemplado e inflexible de estilo decimonónico. Su único programa inmediato era el gobierno moral y las elecciones libres, consignas vacías que su propio au tor se cuidaría de violar con la mism a rapidez que s u s antece sores. Pero en 1930 comenzaba a cojear el gobierno republicano oligárquico basado en la participación restringida, que habían implantado los conservadores en los años ochenta. La Gran De p resió n se e n s a ñ a b a co n u n a gravedad s in an te c ed en te s e n la economía abierta de Bolivia. Los precios cayeron en picado, si guió la producción y acabaron haciéndolo los ingresos fiscales. Al propio tiempo los acuerdos del servicio de la deuda p rácticam en te an iq u ila ro n la cap acid ad del gobie rn o p a r a cre a r nuevos imp uestos no hipotecados o para en con trar fondos para su s nece sidades m ás elementales. También empezó a sen tirse el sutil, pero ahora ya claramente importante traspaso de la ideo logía política de las clases gobernantes. La reforma universita ria ha bía introducido el pen sam iento m arxista en los hogares de la élite blanca por primera vez en la política nacional. Los movimientos obreros comenzaron a atraer la atención nacional mediante su actividad cada vez más intensa huelguística, que pro vocaba la in terven ción m ilitar e n la s m in a s y al e n fre n ta miento abierto. Incluso el campesinado indio hizo sentir una inquietud desacostumbrada, con dos levantamientos masivos: el primero en J e s ú s de M achaca en 1921 y el segundo e n Chayanta en 1927. La depresión aliviaría de m u ch as form as al gobierno de Sala m anca. El despido masivo de obreros obligó a m uc ho s m ineros a volver al campo, m ientras que la depresión se trag ab a la m ayor p a rte de la s g a n a n c ia s con seg uidas, po r el m ovim ie nto obrero organizado. Los indios volvieron a una mayor pasividad cuando se acabó la gra n ex pan sión de la hac iend a con el fin de la fuerte inversión de capital en las fincas rurales. Pero no de sapa recería la juv en tu d univ ersitaria: po r el con trario, el creciente impacto de la depresión dio lugar a u n a nueva conciencia a la que Sala manca no podía responder, fuera del miedo cerval y la repre sión. Comparado con el radicalismo de otros países sudamerica nos, el boliviano permaneció débil y relativamente primitivo, con u n a o dos generaciones de atraso respecto de los países fron terizos; pero la terca negativa de S alam anca y de su s p artidarios a prestar oídos a estas ideas, en contra de lo que habían hecho los repu blicano s en los añ os veinte, significó que los gru po s ra dicales y reformistas marginales se vieron obligados a un en frentamiento todavía más violento con el sistema político tra1 90
dicional. Sin embargo estos grupos no eran todavía más que un p eq u eñ o se c to r de la so cied ad e litista y n u n c a se h a b ría n convertido en la amenaza que fueron si Bolivia no hubiera su frido el mayor desastre militar de su historia bajo la presiden cia de Salaman ca. La G uerra del Chaco sería la fuerza de stru cto ra crucial que acabaría destruyendo el sistema tradicional de 1880- 1932. Enfrentando un panorama económico internacional cada vez más negro, la Junta provisional trató de soldar a todos los p artid o s de oposic ió n en u n fren te unid o; lo lograron p a ra el perío do que tr an scu rrió entre la caíd a de Siles, en ju n io de 1930, y jun io del año siguiente. Todos los partido s decidieron p res en tarse por su cue nta a las elecciones parlam entarias, pero apoya ron una sola fórmula presidencial presidida por Salamanca. Pero la crisis económica cada vez más grave empezaba a dejarse sentir profundamente en el país, provocando algunos realineamientós fundamentales, a los que Salamanca se mostraría rela tivamente indiferente. Los precios del estaño habían iniciado su baja en 1927; en 1929 tam bién com enzaron a a um en tar las existencias no vendi das, que todavía contribuyeron a deprimir más los precios. Por entonces Bolivia y los otros tres productores de estaño (Nigeria, Malaya e Indonesia) aportaban cerca del 80% de la producción m un dial. De los cu atro , Bolivia pro du cía el m iner al de la ley m ás baja, con un os costos m ás altos de transpo rte y era, por tan to, el productor más caro. Fue el primero, pues, que sintió la sa cudida; por otra parte, también le resultó imposible lograr que los demás productores disminuyeran voluntariamente su pro ducción, pu es los precios vigentes, au nq ue ya eran ruinoso s pa ra los bolivianos, todavía resultaban rentables para los demás. En julio de 1929 y bajo la presió n de Patiño, se cr eó u n a Aso ciación de Produc tores de Estañ o voluntaria, con la participación de las com pañías privadas que operab an en los cuatro centros p roduc tivos principales. Acordó restringir la producción, que las tres compañías bolivianas mayores llevaron prestamente a la p rác tica a fin es de 1929 y com ie nzos de 19 30 ; pero la s com p a ñ ía s no bolivia nas no sig uie ron el ejem plo, p or lo que a m e diados de 1930 la estrategia voluntaria se consideró fracasada. Con unas condiciones de mercado libre intolerables y sin po der conse guir restricciones volun tarias, los produ ctores decidie ron, a fines de 1930, ejercer la medida drástica de exigir la inter vención estatal en el programa de control de la producción. Fue éste u n cambio imp ortante e imprevisto con respecto a la actitud beligerante de lo s m in eros priv ados c o n tra to do tipo de in te r —
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vención gubernamental en la empresa privada. Por primera vez el gobierno boliviano no sólo gozaría del privilegio de cobrar im puestos mínimos, sino de asigna r y con trolar las cu otas de pro d ucció n, novedad qu e en la s p ró xim as d éc ad as llevaría al con trol abso luto de la com ercialización en el exterior. Se tr a ta b a, ev identem en te, de u n a m ed id a d e se sp e ra d a , con la que grandes productores esperaban conservar el control directo de las decisiones gubernamentales que les afectaban; pero si multáneamente hizo posible la primera intervención realmente significativa del gobierno en los asuntos mineros. Además, au nq ue ha bría acu erdos de principio sobre las cuotas, los planes de producción tan restringidos para todas las empresas signifi c a r o n q u e c u a l q u i e r a d e e l la s p o d í a n a u m e n t a r fá cil y rápidamente la producción si un decreto del gobierno modifica b a s u s cu o tas de m erc ado. Esto provocó especiale s te nsio nes en tre los tres barones del estaño, haciendo que sus rencillas de competencia llegaran a las antesalas del gobierno. Los grandes mineros ahora habían de prestar mucha mayor atención directa al escenario político local que antes, comenzando a apoyar a diferentes sectores de la misma élite. Como sólo habían tres países principales involucrados (Bolivia, Holanda y Gran Bretaña), se vio que se podía establecer con éxito un sistema de cuotas obligatorias: a comienzos de 1931 se p u so en vig encia el P ro gram a de C ontrol In te rn a c io n a l del Estañ o. El l 9 de m arzo de 1931, pocos días an tes de la tom a de p o sesió n del nuevo gobie rno de S alam an ca, e n tra b a n en vigor las nu evas cuotas, con lo que la producción boliviana sufrió un a drástica reducción, provocando una crisis económica masiva en el país. Aunque el programa de restricción de la producción acabó rebajando las existencias m un diales de estaño no vendido y estabilizando su precio, habría que esperar a 1933 para que la p roducción bolivia na recu p e rara len tam en te inclu so s u s niv eles m oderados de producción. Todas estas variaciones internacionales, con el impacto que resu ltab a pa ra la economía local, fueron seg uidas de cerca por la élite boliviana. El gobierno de la J u n ta probó su erte con los pro gra m as de ob ras pú blicas y dio pleno respaldo a todo s los plan es de producción de Patiño. También redujo los gastos presupuesta rios a su mínimo; asimismo prestó seria atención a los dife rentes proyectos de recuperación nacional que se ensayaban en otras partes del mundo. Entre todos los grupos que intervenían en este debate sobre la economía nacional, los liberales hicieron las propuestas más concretas. Aunque su enfoque era ortodoxo,
en cambio, parecía haber olvidado todo el problema. Preguntado sin c es ar por su s ideas económicas, siem pre replicó con evasivas sobre la necesidad de u n gobierno moral. Tales ideas confusas p odían h a b e r resu ltad o bellas en u n m om ento de crecim iento , con u n orden social estable; en aquel mom ento carecían de sen tido. El resultado fue que los republicanos genuinos sufrieron una derrota en las elecciones parlamentarias de 1931, entrando los liberales con mayoría absoluta en el nuevo Congreso. De pronto el rígido S alam an ca se encontró en frentando a u n Congreso hostil que no controlaba, con una economía que com p ren d ía m al y con u n a socie dad en grav e m a lesta r a la que no podía ofrecer solu cio nes. Casi inm ediatam ente desp ués de entra r a la presidencia. S alamanca se dedicó a enajenar la mayoría de los principales sectores sociales. Mientras que la Junta había proseguido fundamentalmente la política de Saavedra y Siles de un reformismo moderado, con un interés grande por el bienestar en un m om ento de crisis económica. Salamanca volvería a la ortodoxia más rígida del pasado: así perdería el apoyo de los partidos elitistas tradiciona les haciendo de su gobierno u n beligerante, a pe sar del apoyo de todos los partidos que lo había llevado a la presidencia. Su prim er gabinete fue exclusivamente republicano genuino, a pesar de la mayoría liberal en el Congreso y de las voces en favor de un gobierno de conciliación. Luego anunció ante un público boquiabierto que el proble m a principal del p aís no era la crisis económica, sino el radicalismo y el comunismo. Aunque el pensamiento radical y comunista, y los grupos de esta tendencia, habían por fin echado raíces en la vida nacional durante los años veinte, no pasaban todavía de una minoría marginal, incluso entre la juventud universitaria y el movimiento obrero. E sta o bsesión por la am enaza “roja” era algo totalm ente nuevo en un político tradicional. Además Salamanca dio un giro de 180 grados en la política del gobierno de una actitud moderada neutral ante los obreros a otra de abierta hostilidad. Salamanca no sólo se opuso a una huelga nacional del sindicato de telegrafistas, sino que lo disolvió; otra huelga general popular de la federación obrera paceña también fue reprimida con violencia, apresando a sus dirigentes. Luego el gobierno anunció el pago de los funcionarios gubernamentales con vales, a causa del déficit pres up ues tario; y a fines de julio S alam an ca p us o de
liberales) con su s ataq ue s pa rtidistas y sus m edidas económicas extremas, que la mayoría consideraba innecesarias; también se e n a j e nó a l o s m o v i mi e n t o s e s t u di a n t i l , o b r e r o y r a d i c a l . Además, a pesar de su extremoso atrincheramiento en los servicios normales de gobierno. Salamanca proponía el programa más ambicioso y costoso de penetración militar al Chaco que nunca se hubiera propuesto un presidente boliviano. Como inm e n s as z on a s c h a q u e ñ as pe r m a n e c í a n t o da v í a i n e x p l o r a da s y desocupadas tanto por bolivianos como por paraguayos, esta nueva actitud más agresiva que Salamanca proponía a las fuerzas bolivianas significaba un cambio de monta en la política nacional, de una posición básicamente defensiva a otra fundamentalmente ofensiva. A medida que la situación económica y política se hic ieron m á s te n sa s S ala m an c a dedicó m á s atención a la cuestión fronteriza del Chaco, que consideraba fácilmente solucionable con claros presu pu estos m orales, m ientras que la situación económica se hacía c ad a vez m ás compleja y apa ren temente insoluble. El l 9 de julio de 1931 Sa lam an ca a provechó un típico incidente fronterizo para romper relaciones con el Paraguay, iniciativa que m uc ho s conside raron claram ente agresiva. Luego, en su discurso presidencial de agosto, a nu nc iab a la disminución ininterrumpida de las rentas gubernamentales, a pesar de todo el apoyo dado al Programa estañífero y de otras medidas proindustriales; subrayó que se habían restringido prácticamente todos los servicios del gobierno, aunque acto seguido hacía conocer la ampliación del presupuesto militar. También planteó una clara polític a de su p re sió n a b so lu ta de la actividad sind ical o h u e lguística de la clase ob rera del país. Vemos pue s, que Salam anca al tiempo que definía un as posic i o n e s m á s b i en e x t r e m a s, s e c e r r ab a t o d a s s u s o p ci o n e s políticas. E sta te n sa situ ac ió n h a b ría podid o prolo ngarse in definidamente si Salamanca no hubiera impreso a su gobierno una dirección todavía más provocadora frente a los opositores liberales. En jun io Salam anca nom bró m inistro de finanzas a Dem etrio Canelas, jefe pa rtidista de Oruro; Can elas aban don ó la política conservadora de lo s m eses a n terio res y p resio nó al presidente para que adoptara medidas económicas más radicales p a ra co m b atir la cris is; su prim era p ro p u e sta fu e a d o p ta r u n a solución monetaria inflacionaria a imitación de muchos otros p aíses del m undo; quería que Bolivia a b a n d o n a ra el p a tró n oro implantara el papel moneda no convertible y aumentara el circulante. Los liberales en un principio se opusieron a esta revolu ción, particularmente porque controlaban el Banco Central y e
Congreso; pero más adelante se vieron forzados a aceptarla cuando en septiembre la propia Gran Bretaña anunció que también iba a abandonar el patrón oro. Bolivia, que formaba p arte del blo que de la libra este rlina, e sta b a obligada a im itarla ; C anelas im puso su s reformas. Pero los precios se dispa raro n in mediatamente, con lo que la posición del gobierno se hizo muy impopular. Los liberales reaccionaron presionando de nuevo al gobierno y tras una serie de agresivas interpelaciones ministe riales, obligaron al gobierno a entrar en razones. Las condi ciones impuestas incluían un pacto oficial bipartidista y un acuerdo que daba a los liberales el poder de veto de todas las de cisiones económicas. Derrotado en su s iniciativas y en la independe ncia en el cam po ec onóm ico. S ala m an ca intentó en tonces de llevar a cabo su s ideas sobre un gobierno autoritario. Alegando la amenaza co munista, que no parecían compartir muchos otros dirigentes de los partidos tradicionales, a fines de 1931 propuso un proyecto de ley de “defensa social”. Se trataba de una ley que otorgaba po deres extraordinarios al presidente para enfrentar la oposición política de la iz quie rda y el m ovim ie nto obre ro . La reacció n fue nutrida y en enero de 1932 las manifestaciones obreras de los p eq ueñ o s p a rtid o s iz q u ie rd ista s y de lo s e s tu d ia n te s y saavedristas, todas ellas masivas, forzaron la retirada del proyecto en el Congreso. Al mismo tiempo Salamanca intentó una vez más desembarazarse de la oposición liberal en el frente económico; ante la previsión de que las ren tas p úblicas cu brirían sólo la mi tad de los gastos básicos proyectados, propuso flotar un présta mo internacional. Los liberales rechazaron la idea, obteniendo no sólo la Salida del odiado Canelas del ministerio de finanzas, sino que obligaron por fin, en marzo de 1932, a Salamanca a aceptar tres ministros liberales en su gabinete. Salamanca ahora dependía por completo de los liberales p ara to d a s las decis iones b á sic a s en m a teria económ ic a; ta m bié n debía h ac e r fr ente a u n a cre cie nte oposición radic al, que en b u e n a m e d id a se h a b ía crea do con s u s in icia tivas a n tih u e l guísticas y de “defensa social”. Por este camino cada vez se fue amargando más con el escenario político nacional. Pero su im pote ncia en el fre nte nacio nal no se com pen saba con el in te rn a cional, por lo que durante 1932 fue volcando sus energías al Chaco. Era una cuestión que podría dominar, pues confiaba en que el país le seguiría adondequiera lo llevara y en que los libe rales y radicales no podrían enturbiarle este campo de acción. Financió sistemáticamente el ejército, a costa de cualquier otro sector de gobierno; lo impulsó a un programa de explora 195
ción y poblam iento cad a vez m ás amplio en el Chaco. Las inte n ciones de Bolivia fueron tan claramente agresivas, que en los prim eros m eses de aquel año los radic ale s com enzaron a abog ar por el fin de lo s ap resto s bélicos; pero en esta cu estió n los ra d icales y estud iantes se apa rtaron de los partidos m ás tradicionales. Los saavedristas, que ahora habían adoptado el nombre de Partido Republicano Socialista y se habían unido a la izquierda en con tra de la Ley de Defensa Social, apo yaron p lenam ente la aventura de Salamanca en el Chaco, mientras que los liberales también dieron su apoyo total al potenciamiento del ejército. Así Salamanca contó con el sólido apoyo tradicional, decidiendo llevarlo ha st a el límite abso luto. E n mayo y ju n io la coincidencia de dos divisiones del ejército dio lugar a un típico incidente de poca impo rtancia por cau sa de un abrevadero en el Chaco. Las trop as bolivianas expu lsaron a un a fuerza paragua ya ya atrincherada; más adelante, alegando que no exis tía tal fuerte paraguayo, el ejército boliviano se negó a abandonar la nueva posición y dio comienzo al refuerzo rápido y de envergadura de la zona, para rechazar el esperado contraataque de los paraguayo s. A fines de ju n io sobre vin o la esp erad a reacció n, que fue rechazada por los bolivianos. Hasta este momento el incidente y no se diferenciaba de docenas de otros; las tropas que habían intervenido eran muy pocas y el conflicto, a bsolutamente restringido. El procedimiento consagrado era entrar en negociaciones oficiales; pero esta vez Salamanca decidió prescindir de los antecedentes y lanzarse a la guerra; a fines de julio había empezado el conflicto armado total. Tal decisión estaba íntimamente relacionada con sus frustraciones en la política interna y con su idea de que la creciente crisis económica desembocaría en la anarquía social. El hecho de que en mayo el Programa de Control Internacional del Estaño aprobara la medida radical de prohibir toda la producción del mineral para los meses de julio y agosto y de reducir de sp ué s la produ cción a u n tercio de la de 1929, significaba que exactamente en el momento en que Salamanca tomaba sus decisiones se propon ían las reducciones m ás ex tremad as en el ritmo de la industria minera del estaño. Como reacción a la clausura de dos meses y a la situación comercial sumamente desequili b rad a que resu ltab a de aquélla , el gobiern o se vio obligado a h a cerse con todo el control de todas las operaciones en oro de sus ciudadanos, obligando asimismo a los mineros a entregar el 65% de sus cobros en divisas al Banco Central. Está fuera de duda que esta paralización tan extrema de la economía exporta-
dora nacional fue de importancia crucial para las decisiones que tomó el gobierno en las semanas siguientes. De toda la docum entación pu blicada desde la gu erra tam bién queda fuera de duda que Salamanca y el gobierno boliviano aprovecharon deliberadamente un típico incidente fronterizo p a ra provocar u n a escalad a h acia u n a g u e rra to tal, p a ra so rp resa incluso de los paraguayos. Asimismo es evidente que al tomar las decisiones definitivas, Salamanca —en contra del parecer escrito de su E stado Mayor— forzó el conflicto co n tra todo arreglo pacífico y hacia la que sería la g u erra m á s co sto sa de Bolivia en su historia republicana. Pero en la opinión popular se aceptó casi inmediatamente que la G uerra del Chaco fue resu ltado del conflicto funda m ental p or lo s yacim ie nto s petrolíferos entre la “S ta n d a rd Oil”, de Nueva Jersey, que apoyaba lás pretensiones bolivianas, y la “Royal Dutch Shell”, instalada en el Paraguay. Sin duda, hacia el fin de este largo y sangriento conflicto, cuando las tropas paraguayas victoriosas se ace rcaba n al borde de la región cha qu eñ a y de las estribaciones andinas, el petróleo se convirtió en un interés im p o rta n te de s u s objetivos de guerra; pero h a s ta fin es de 1934 la gu erra tuvo su escenario a cen tena res de kilómetros de los yacimientos más cercanos; por otra parte, después de la guerra se p u so en claro que la “S ta n d a rd Oil” de Nuev a J e rs e y h ab ía v en dido ilegalmente petróleo boliviano a Argentina y, a través de ella, al Paraguay, al tiempo que afirmaba no poder producir na da pa ra Bolivia de estos mism os yacimientos. Hay que bu sc ar más bien la causa de la guerra en el complejo conflicto político interno boliviano y en las tensiones causadas por la Gran Degresión en un sistema político frágil; su prolongación sólo se p u ed e e n te n d e r d en tro del ap oyo arg entin o a la s p rete n sio n es p arag u a y as. La habilid ad arg en tin a p a ra im pedir las in icia tiv as de paz ha sta el fin, jun tam en te con los ininterrum pido s éxitos parag u ay o s, sig nif icaron que, u n a vez provocada, Bolivia te n ía pocas posib ilid ades de deten er la carnicería . El que el tiempo haya permitido descubrir como causas de la gu erra u no s factores diferentes de los que se afirmab an en a qu ellos momentos, en realidad no quita importancia a la creencia general de que la Guerra del Chaco era un conflicto petrolífero. Decisiones políticas y económicas fundamentales durante la po stg u erra, com o la confis cació n de la “Sta n d a rd Oil” en 1937 y la creación de una compañía monopolista estatal petrolífera, fueron el resultado directo de aquella creencia. Por lo demás, b d la d l i líti d
Pero las con secuen cias del conflicto fueron m ás im portantes que sus causas. En efecto, la Guerra del Chaco destruyó el sistema político que había funcionado en Bolivia desde 1880. El final de la guerra trajo aparejado el derrum be tan to del gobierno civil como de los partidos políticos tradicionales. Ideas que has ta entonces sólo hab ían circulado entre u n pequeño grupo de in telectuales radicales, ahora se convirtieron en patrimonio c o m ú n d e la g r a n m a y o r ía d e la j u v e n t u d p o l ít ic a m e n t e conciente y de los excom batientes. Este cam bio fue ta n revelador que en adelan te se h ab lará de la “generación del Chaco" pa ra re ferirse a los gru po s que llegaron a la m ayoría de edad d u ra n te la guerra. La cue stión india, la cuestión obrera, la cues tión ag raria y la dependencia económica de los mineros privados fueron los nuevos tem as del debate nacional, en lugar de las a ntigua s cu es tiones del gobierno civil, las elecciones limpias y la construc ción de ferrocarriles. Estos debates llevaron a la creación de nuevos partidos y movimientos revolucionarios en la segunda m itad de los años trein ta y en los cuare nta; por fin, a la Revolu ción Nacional de 1952. La Guerra del Chaco también marcó un viraje en la historia económica del país. La Gran Depresión y el conflicto subsi guiente del Chaco pusieron fin a la expansión e incluso a la ca pitalización de la in d u stria m inera. A p a rtir de ella la p ro d u c ción y la productividad comenzaron a declinar, en una industria que prácticamen te no conoció ning ún cambio en su estru ctu ra o perfile s de in vers ió n h a sta 1952. Tam bié n en las zonas ru rale s el relativo estancamiento de la economía nacional acabó con la expansión de la gran hacienda, que se había producido de los años ochenta del siglo XIX a los años veinte del siglo XX. Al final de este período los peones sin tierra probablemente habían du plicado y el núm ero de in dio s com unarios ah ora era m uy infe rior al de campesinos sin tierra. Así pues, en el período de 1880 — 1932 se h abía pro ducid o u n a reestructuración fundam ental de la economía rural; pero aquel proceso había terminado antes de destruir por completo las comunidades, causando intermina bles conflicto s d u ran te la postguerra, cuan do las h acien d as se p usieron a la defensiva. Todo el crecimiento resultante de la gran expansión del estañ o ap en as repercutió en la m odernización del con junto de la sociedad: se calculó que todavía ha cia 1940 m ás de dos tercios de los bolivianos vivían fundamentalmente al margen de la eco nomía de mercado; y todavía en 1950 el número de artesanos igualaba en la economía nacional al de los fabriles. Aunque dos
vía seguía siendo un importador neto de víveres (entre los que figuraban tubérculos andinos tradicionales). Así, mientras que el auge del estañ o afectó al tercio del país urb an o y de hab la c as tellana, sus efectos multiplicadores apenas afectaron a la población rural, con la excepción acaso de la pérdida de su nivel de vida como resultado de la concomitante expansión del sistema latifundista. Bolivia ingresó a la G uerra del Chaco con u n a econom ía en gran medida tradicional, subdesarrollada y dominada por la ex porta ció n y salió de ella con la s m ism as características; pero de se r un a de las sociedades me nos movilizadas de Am érica Latina, pasó a ser m ás avanzada que m uchos de s u s vecinos por lo que se refiere a la ideología radical y a la organización sindical: la guerra arrasó los sistemas tradicionales de creencias e impulsó a repensar radicalmente el carácter de la sociedad boliviana. El resultado de este cambio en el pensamiento de la élite amplia fue la creación de un movimiento político revolucionario que abarcó algunas de las ideas más radicales que habían de surgir en el continente. La guerra también crearía el clima para el desarrollo de uno de los movimientos obreros más poderosos, indep endien tes y radicales de América. Vista d esde es tas perspectivas, la Guerra del Chaco, como lo había sido antes la del Pacífico, resultaría ser uno de los puntos de viraje de importancia en el proceso histórico boliviano.
CAPITULO VII
LA DISOLUCION DEL ORDEN ESTABLECIDO: 1932
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1952
La G uerra del Chaco comenzó el 18 de julio, al an u nc iar S alamanca al país sobrecogido que las fuerzas paraguayas se habían apoderado de un fortín boliviano del Chaco. Por entonces se ignoró tranquilamente que este fortín era, en realidad, paraguayo y que a fines de mayo había sido capturado por los bolivianos. Salamanca dio órdenes para una ofensiva en toda la línea aquella misma noche, declarando el estado de sitio dentro de la misma Bolivia. En aquel momento el Estado Mayor se negó a refrendar los planes bélicos de Salamanca: alegó que el ejército no estaba preparado para un asalto de envergadura; por otro lado consideraba que la escalada del conflicto no guardaba pro porció n con el in cid ente . Fue ta n in tenso el debate entre el E sta do Mayor y el presidente que, al fin, Salamanca se vio obligado a reconocer su plena responsabilidad en todas sus decisiones tocan tes al comienzo de la conflagración en u n docum ento escrito formal. Habiéndose, así, inhibido de toda responsabilidad por el asalto y acciones subsiguientes, el Estado Mayor acabó a ce ptan do sus órdenes, objetando oficialmente que resultaba suicida y contra los intereses nacionales, pero aceptando cumplir las decisiones presidenciales.
Que la aventura de Salamanca fue afortunada lo puso de ma nifiesto el apoyo inmediato que le brindó todo el espectro político nacional. A p e sa r de las p ro te sta s p arag u a y a e in te rn a cional contra la legitimidad de las pretensiones bolivianas, los dirigentes políticos e intelectuales sostuvieron la posición de Bolivia, afirmando que el Paraguay era el que creaba la situación bélica. Hubo manifiestos de apoyo firmados desde Alcides Arguedas, a la derecha, h as ta F ranz Tamayo y Carlos Mon tenegro, a la izquierda. Hubo también grandes manifestaciones callejeras en todos los cen tros u rba no s del país, al olvidarse po r el momento la crisis económica. Para asegurarse la unanimidad el gobierno recurrió al estado de sitio, reduciendo a los radicales sindicales y políticos, encarcelando o exiliando a hombres tales como Ricardo Anaya, José Aguirre Gainsborg y Porfirio Díaz Machicao, entre otros. Los izquierdistas no encarcelados ni exi liados fueron in m ediatam ente llam ados a filas y enviados a las líneas de combate. Así, de un solo plumazo parecía que Sala m anca hu biera erradicado la izquierda que tanto le aterraba d u rante sus meses de gobierno. Pero esta euforia nacionalista fue efímera. Fue el propio Salamanca, el gobernante boliviano mo derno más temeroso de la revolución radical y el enemigo más constante de la naciente izquierda radical y de los movimientos sindicales, la principal causa de la conformación de una podero sa tradición revolucionaria en la política nacional. Pues fue la conducta de Salamanca y de sus partidarios políticos de llevar el p aís a la g u erra, la que d e stru iría to do el edificio de la política tradicional. A pesar de la movilización de Bolivia y los masivos movi m ientos de tropas, los paraguay os segu ían creyendo que se tra ta b a de u n típico incid ente fronterizo. D espu és de reco n q u istar el fortín en julio volvieron a W ashington, e spe rand o p rose gu ir las negociaciones para un tratado de no agresión. Pero Salamanca se negó a dar el brazo a torcer, capturando otros tres fortines im p o rta n te s de in d isc u tid a propied ad p arag u ay a. E sto s tre s fo r tines (Boquerón, Corrales y Toledo) resultaban vitales para la línea de defensa paraguaya. Su captura por Bolivia exigió una respuesta de envergadura, que el Estado Mayor boliviano había reconocido como inevitable y que conducía sólo a la guerra to tal. Pero el quijotesco Salaman ca pe nsab a que con u n arranq ue ya había destruido toda la capacidad de iniciativa paraguaya, p o r lo que decretó s u s p e n d e r la s o peracio n es m ilitares a co mienzos de agosto. Entonces volvieron a reproducirse los agrios deb ates en tre los generales y Salam anca sobre lo que se dedu cía realmente de los primeros enfrentamientos de las tropas, sobre —
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la culpa de la movilización y sobre las últimas metas bélicas de los bolivianos. El lenguaje de acusación y recriminación era tan violento como en los mo m entos peores, indicando con claridad un extremado pesimismo sobre el conjunto de la empresa, que parecía p resu p o n er u n a d erro ta final y d esastro sa p a ra la s arm a s bolivianas. Y todo ello ocurría en el primer mes de la guerra, antes de que Bolivia hubiera perdido una sola batalla de importancia. A partir de este comienzo la guerra se fue deteriorando rápidamente en una inacabable derrota, corrompida y sangrienta, y u n de sastre pa ra Bolivia. Dándose cu enta de que S alam anca se p roponía conserv ar indefinidamente s u s fortines y, al mismo tiempo, se negaba a negociar, los paraguayos decretaron la movilización general y lanzaron una contraofensiva en regla. En septiembre el avance boliviano se había detenido por com pleto y com enzaba la fam osa b atalla de Boquerón. Unos 600 soldado s bolivianos fueron cercados con éxito po r las tropa s p ara gu aya s en s u antigu o fortín. Con sólo 1.500 soldad os en todo el frente chaqueño los bolivianos no podían hacer nada contra el asedio. A fines del mes los bolivianos se vieron forzados a rendirse, llegando la noticia en los primeros días de octubre a un país traumatizado. Los efectos de la pérdida de Boquerón fueron inmediatos y rotundos. La opinión pública letrada boliviana ya era víctima de sordos rumores que hablaban de duplicidad boliviana, quedaba perple ja p o r el uso político que S alam anca estab a haciendo de la g u erra y cada vez se sentía m ás m olesta por la tens a situación social producida por el comienzo del alistamiento militar que se hizo sen tir en todo s los sectores de la sociedad. Así, pues, las no ticias de la derrota de Boquerón produjeron importa ntes desórdenes públicos. El 4 de octubre 20 .000 m anifestantes a n tigu bern am entales exigieron la renu ncia de Salam anca y la vuelta del general alem án H ans Ku ndt, que los repub licanos de Salamanca habían destituido en 1930. Cuatro días más tarde también el congreso solicitó oficialmente la vuelta de Kundt p a ra dirig ir la s tro p as, co mo si este gesto devolv iera de alg u n a forma la pre su n ta capacidad de ha zañ as a la m áqu ina bélica boliviana. Por su parte, los m ilitares ya e stab an ha rto s de la dirección del presidente civil, exigiendo dos oficiales importantes del frente —David Toro y Carlos Qu intan illa— su r en un cia. A unque al fin se puso fin a la rebelión, se acabó el poder omnipotente de
meses; el presidente acorralado se vio obligado a recurrir de nue vo a los liberales pa ra form ar u n gobierno de coalición. Pero antes de que se pudiera conformar este gobierno de coalición caía otro fortín boliviano. En la segunda mitad de oc tubre los paraguayos no sólo habían reconquistado todos sus fortines, sino que habían llevado la ofensiva al territorio boli viano, aisland o y —po r fin— ap od erán do se del fortín boliviano de Arze. La derrota de Arze fue una derrota total de las fuerzas bolivia nas; su re su ltad o fu e el derru m b am ien to del gobie rn o y de las negociaciones interpartid istas. Los liberales y los rep ub li can os opositores atacaro n a Salam anca, quien a su vez fomentó la violencia popular contra sus periódicos. En noviembre tam b ién prohibió to dos lo s sin d ic ato s y federacio nes; pero en di ciembre se le habían acabado los recursos; tuvo que llamar de E urop a al general K undt pa ra q ue se hiciera cargo del m and o to tal y efectivo del ejército, con lo que reducía su propio control de los militares a la condición de consejero civil. Aunque Kundt era un excelente organizador y reconstruyó con rapidez el maltrecho ejército boliviano, su capacidad estra tégica y táctica era m ás bien pobre. Tras h ab er pu esto en pie u n a fuerza poderosa, luego en seis me ses se dedicó a destru irla en u n asalto temerario contra la fortaleza inexpugnable de Nanawa. La cam pa ña de Nanawa se prolongó desde enero ha sta julio de 1933; los paraguayos no sólo conservaron ese fortín, sino que prácticam ente aniquilaron a las fu erzas atacan tes, dedicándose luego a flanquear a los bolivianos en otras zonas, inflingién doles un a nu eva serie de derrotas. A m ediados de 1932 los p ar a guayos no sólo iban destruyendo división tras división, sino que llevaban a cabo tremendas incursiones territoriales en el sector boliviano del Chaco. H acia fin es de aquel año K undt fu e rele va do de sus funciones haciéndose cargo del mando del ejército el general Enrique Peñaranda, a quien acompañaba David Toro como consejero. Pero el relevo sólo profundizó el pesimismo na cional. Bajo Kundt se habían movilizado a 77.000 hombres, de los que 14.000 murieron en la batalla, 10.000 cayeron prisione ros, 6 .000 desertaron y 32.000 fueron evacuados a cau sa de en fermed ades o heridas. Q uedaban , pu es, sólo 7.000 hom bres en el frente, con otros 8.000 en servicios auxiliares de retaguardia, resto despreciable y desmoralizado de u n ejército en otro tiem po poderoso y bie n equip ado. Bajo Peñaranda se organizó un tercer ejército de unos 55.000 hombres y durante seis meses sobrevino un cierto empate de
ña s, rom piendo la línea del Chaco boliviano. A p ar tir de ese m omento los paraguayos realizaron una arremetida loca hacia las estribacione s a nd ina s, convirtiéndose la guerra, en luc ha abierta por el petróleo, por e star los paraguay os finalmente a u n a distancia increíble de los yacimientos bolivianos. En los cuatro meses que transcurrieron de agosto a noviembre los paraguayos capturaron más territorio del que nunca hubiera pretendido en su s exigencias m ás extrem adas anteriores a la guerra. A fines de noviembre Salamanca había fabricado la elección de su leal partidario Franz Tamayo, dedicándose a realizar sus últimas actuaciones en el cargo destruyendo la oposición militar a su persona. Concretamente, viajó al Chaco para obligar a Peñaranda y Toro a devolverle el comando del ejército. Pero lo que suced ió fue que el 25 de noviembre de 1934 el ejército arres tó a Salamanca en el cuartel de Villa Montes obligándole a dimitir. D esp ué s el gobierno fue e ntrega do al vicep resident e y jefe liberal Tejada Sorzano. Las consecu encias inm ediatas de es ta rebelión m ilitar fueron extremadamente favorables para el esfuerzo bélico boliviano. Tejada Sorzano era al mismo tiempo un excelente administrador y u n político capaz. Organizó rápidamente un gobierno con participación de todos los partidos, que incluso dio paso a los salamanquistas, consiguió que el barón del estaño, Aramayo, se hiciera cargo de la carte ra de Finan zas y luego apoyó sin reserv as el com ando del ejército. Las finanzas bélicas bolivianas fueron grandemente reforzadas, se pu so fin a los conflictos inte rno s del frente d om éstico (cesando incluso de hostigar a la extrema izquierda) y se creó un frente unido. Del lado militar, por fin Bolivia se encontraba ahora cerca de sus propias líneas de abastecimiento, luchando en terrenos b ien conocidos y enfrentando a u n enemigo que ah ora había extendido peligrosamente más la mano que la manga y se encontraba con un grave déficit de financiamiento. Pero a largo plazo el golpe militar significó un viraje fundamental en la política nacional. El concepto de mando civil ahora quedaba roto, aunque pocos se dieron cuenta de ello por entonces, en su odio por Salamanca y respiro por su retirada. Pero una vez que le encontraron el gusto al poder y encontraron en él u n a justificación pa ra la defensa de su h onor m ilitar —ta n que bran tado a cau sa de la s acciones de g uerra— los coroneles y generales demostraron haberse imbuido por completo de la idea de una constante intervención en los asuntos de gobierno y de la necesidad del control militar sobre la escena política nacional.
política civil y el com ie nzo del fin del siste m a trad icio n a l de p artid o s. Con la caída de Sa lam an ca la gue rra poco a poco fue llegando a su paralización. Los paraguayos invadieron los departamentos de Tarija y Sa nta Cruz e incluso se apo dera ron de algun os de los cam po s petrolíferos a com ienzos de 1935. Pero sin te ne r Villa M ontes este avance no se podía m anten er, produciéndose u na gran batalla por esta plaza fuerte boliviana meridional. Por enton ce s surgió el jefe m ilitar m ás eficaz de Bolivia, el m ayor Germán Busch, quien se hizo cargo de la planificación de la defensa de la zona del comando sur. No sólo derrotó a los pa rag ua yos en Villa Montes, sino que pu do llevar a cabo u n a c ontraofen siva de envergadura que hizo retroceder, a los paraguayos, de, Tarija y Santa Cruz, reconquistando todos los centros petrolíferos anteriormente perdidos. Llegados a este punto, am bos band os se declararon dispuestos a la paz. Los recursos paraguayos estaban casi completamente agotados y la derrota en Villa Montes significaba que nunca p o d rían ap o d erarse de la regió n de la s estrib acio n e s an d in a s. Por otra parte, resultaba evidente que si proseguía la guerra podían llegar a p erd er s u s in m en sas g an an c ias del Chaco, p u es los nuev os jefes m ilitares del lado boliviano p arecían ha b er rea vivado las capacidades militares de Bolivia. Para los bolivianos ya era u n a victoria suficiente rec ap tura r todos los territorios no chaqueños. Aunque el gobierno, a diferencia de los paraguayos, gozaba de buen financiamiento gracias a la industria minera bo yante y h u b ie ra podid o p ro seg u ir la g u e rra d u r a n te cierto tiempo , todo el pa ís an he laba la paz. La am arg ura de los año s de Salamanca y la creencia general de que la guerra había sido luchada en favor de la Standard Oil y se debía sobre todo a la iniciativa de Bolivia, ha bía dado luga r a u n a ho stilidad al conflicto endémico. E n mayo de 1935 se organizó u n a conferencia de paz en B ueno s Aires y el 14 de jun io de aquel año se firmó u n tratad o de paz. Así, casi exactamente mes por mes, terminaban tres años del conflicto m ás am argo de la historia de Bolivia. A unqu e és ta p erdió más territorio valioso en su guerra contra Chile del siglo XIX, por ento nc es los com bates h ab ían sido m ínimo s y el impa cto sobre la población, también escaso. En cambio, en la Guerra del Chaco las pérdidas eran fenomenales. Más de 65.000 muertos, desertores o fallecidos en el cautiverio; es decir, aproxima-
de habitantes, se parecían a las de las naciones europeas en la I guerra mundial. Además, la gu erra h ab ía dejado mu y ma ltrecha la validez de las instituciones nacionales. El ejército mismo se había organizado según las castas. Los blancos eran los oficiales; los cholos, los suboficiales y los campesinos indios, la tropa. El único grupo que rompía e stas b arreras eran los obreros y radicales ca ptu rados p or Sa lam an ca y enviados a la línea de fuego. Así pu es, en el frente seguía funcionando el sistem a de cas tas de la sociedad na cional, lo que provocó un profundo abismo entre el comando y la tropa y contribuyó a fom entar todavía m ás la paten te corru pción de los oficiales blanco s. Para los pocos blan co s qu e estuv ieron en la línea de fuego la experiencia fue amarga, radicalizándolos en muchos casos frente al problema de las barreras raciales de su sociedad. Para los indios la guerra significó la continuación de los esquemas ya familiares de explotación. Muchos soldados desertaron y hubo, incluso, varios amotinamientos de imp ortancia en el frente. Pero cu an do la g ue rra term inó, los soldados aym aras y kechuas, desesperados por regresar a s u s hogares, volvieron a su s p arcelas y se reintegraron a su s com unidades con la máxima rapidez posible. Pero para los cholos y blancos civiles la cosa fue diferente. Muchos de estos individuos, anteriormente militantes, se encontraron totalmente marginados del sistema tradicional. Se habían espantado de la corrupción e incompetencia del alto mando; los había traumatizado el rumor de la duplicidad boliviana en la guerra. Para esta juv en tud de la que se conocería como “generación del Chaco” su sacrificio había sido inútil. Volvieron de la guerra amargados del comando militar que los había llevado al desastre; se sentían frustrados con el sistema polític o que h a b ía pro vocad o to do el caos del Chaco. El primer escape de este sentido de am argu ra y frustración fue la proliferación de novelas sociales realistas qu e se produ jo d esde los primeros m eses de gu erra y siguió p redom inando en la litera tur a n acional ha sta en trada la década siguiente. Las novelas p ro letarias am arg as se convir tieron en el género del Chaco; en una novela tras otra, la crueldad de la guerra, el derroche de vidas, el hambre y la sed, la incompetencia, la traición y la co b a rd ía de la c a sta de oficiales se convirtieron en te m as com unes. La novela del Chaco no surgió como ave fénix de las cenizas de la derro ta del Chaco, sino que tenía su s raíces en la s novelas realistas y amargas de la generación de 1880. En la cima de la paz y euforia liberale s, d u ra n te los prim eros decenio s del siglo, escritores como Arm ando Chirveches, Aleides A rguedas y Jaim e
Mendoza habían publicado novelas con temas de corru pción política de la política elitista y de explo ta ción y opresión de los m ineros y cam pesinos indios. Por otra parte, esta generación no exploró solam ente e stos tem as clasistas, pu es Adela Zam udio se ocupó —tan to en poesía como en cu en tos— de los problemas de la discriminación sexual. Levantándose sobre esta tradición, los escritores del Chaco pu dieron ex presarse a s í m ismo s en u n idiom a qu e la élite letrada ya venía apreciando. La novela del Chaco le traía u n a experiencia íntim a del de sastre chaqu eño. Igual que cualquier otra forma de ideología política o propaganda revolucionaria, el realismo de la novela de Guerra del Chaco produjo u n impacto profundo en la juv en tud y en los intelectuales, que co ns tituían el núcleo del pen sam iento elitista. A p es ar de reflejar la realidad, las novelas del Chaco ofrecían pocos rem edio s p ara c u ra r las c a u sa s del d esastre nacio nal. Pero los novelistas no fueron las únicas voces que se levantaron en am arga protesta. El desastre creó tam bién u n nuevo movimiento político radical vital, con una hueste de ideas desafiantes p a ra la élite nacional. A u nque S alam an ca h ab ía hecho cu an to había podido para destruir el movimiento, la guerra misma que él había provocado pa ra justificar su represión se encargó de d ar a la izquierda una importante función. La izquierda radical anterior a la guerra mantuvo un frente notablemente activo anti bélic o y de p ro p ag an d a c o n tra la so cied ad trad icio n a l; este frente demostró tener tanto éxito que pudo apoyar las deserciones de soldado s y llegar a se r en la época postbélica u n a fue rza ideológica de primera magnitud. Esta reinterpretación radical de la realidad boliviana incluía u n ataqu e fun dam ental al consenso racista de la sociedad boliviana y al carácter oligárquico de su vida política y económica. Atacaba a la guerra como el resultado directo de la compañías transn acio na les (concretamente, de la S tand ard Oil, de New J e rsey). Se p en sa b a qu e reflejaba la agonía del viejo ord en que, pa ra defenderse, se veía obligado a llevar a la nación a un conflicto internacional. Para este grupo de pensadores radicales, la ideología indigenista y marxista del peruano Mariátegui servía de catapulta fundamental para reanalizar la sociedad b oliviana. Seg ún es ta concepción de la realidad and ina, el problem a del indio era, en realidad, un problema de explotación y de tierra; los españoles y s u s descendientes habían despojado a los indios de sus tierras y tratado de destruir su cultura para explotarlos; la pasiv idad y atra so de lo s in dio s, en realidad se debía exclusiva-
ción era la destrucción de las haciendas y devolver las tierras a sus trabajadores indios. Los radicales, entre los que el exponente más destacado duran te el período del Chaco fue T ristán Marof, tam bién dedicaron su atención al tema de la economía exportadora. El desarrollo nacional no se podía producir mientras no se explotara en su totalidad los frutos de la riqueza nacional. Pero esto no se podría realizar mientras los mineros privados controlaran la princi pal fuente de riqueza nacio nal, que era el estañ o y dem ás m inerales. E stos baron es del estaño sac ab an al extranjero toda s s us gan anc ias de las m inas o las m an tenía n al m argen de la promoción de la economía nacional. Por tanto, el estado había de hacerse cargo directamente de las minas para disponer dentro del país de las g a n an c ias crea d as por la m inería , em pleándolas en el desarrollo de la nación. Con igual énfasis subrayaban el carácter torcido del estado nacional. Sostenían que el mismo estado estaba en manos de la rosca (término peyorativo para designar al grupo de los políticos y abogados que administraba el estado en favor de mineros y hacendados). Afirmaban que los regímenes oligárquicos no democráticos que gobernaban Bolivia existían por necesidad, pues era la única forma de que los mandarines económicos explotara n la nación boliviana. Si bien M arof y otros ofrecían solu ciones diferentes, todos hablaban de alianzas entre los obreros, mineros y campesinos indios, cuya meta final sería:“tierras al indio; minas al estado”. Toda esta propaganda izquierdista daría las líneas fundam entales para poner en m archa un a com pleta reinterpretación de la sociedad boliviana. Aunque en un comienzo eran pocos los que a cep taban todos los argum entos prop uestos por la izquierda radical, el enun ciado de los problem as esenc iales de la sociedad naciona l dispuso el entram ado e n el que ten dría lug ar todo el de b ate futu ro. El tem a de la nacionalización de la s m in as quedó ahora firmemente asentado en la conciencia política de los bla ncos y m estizos; in clu so el tem a del indio y de s u s j u s ta s a s piracio nes se aceptaba ahora como legítimo. Que estos tem as encontraron eco favorable se puede ver en la evolución de la política postb élica; ta m bién lo d em u estra u n cam bio su til en el carácter de los levantamientos indios de después de la guerra; después de la Guerra del Chaco las rebeliones indias cada vez fueron menos guerras clásicas de castas y cada vez más movi-
La creciente conciencia de clase por parte de los campesinos indios estuvo acompañada de un compromiso marxista más radical tan to entre los dirigentes sindicales como de los jóvenes radicales. Fue tan intensa la actividad de los comi tés de desertores y de los grupos antibélicos, que desde su exilio argentino muchos de tales movimientos acabaron constituyéndose en movimientos políticos más permanentes. Así, en 1934 y durante un congreso especial celebrado en Córdoba, nacía el primero de los principales partidos radicales de postguerra, el Partido Obrero R evolucionario (bajo la dirección de T ristá n M arof y de Jo sé Aguirre Gainsborg). Aunque estaba compuesto de un pequeño grupo de exiliados radicales, fue un momento histórico en el desarrollo de la izquierda boliviana, pues era el primer partido que creaba la generación del Chaco y en la décadas siguientes constituiría la vanguardia del movimiento revolucionario. A unqu e el POR era todavía u n pequ eño grupo de intelectuales radicales y pronto sería presa de discrepancias internas a causa del trotskismo, su impacto ideológico fue impresionante. Lo debía a Salamanca y a los dirigentes que habían dado comienzo a la guerra y llevado al país a tres años de amargo conflicto. La profun da derrota de las arm as bolivianas, a p esar de su su perio ridad en combatientes, riqueza y recursos, fue un trauma para la mayoría de las personas alfabetizadas; pero todavía fue peor la tan publicitada corrupción e incompetencia de la oficialidad, que llevaba a la destrucción general de tropas a causa de la inanición, de la m uerte y de la cap tura . Por fin, no h ub o boliviano — incluso an tes del fin de la gu erra — que no conociera la ca u sa de la gu erra y del papel jugad o por S alam anca en provocarla p a ra salv ar su gobiern o. En resu m en , el públic o alfa betizado se sentía amargado, frustrado y enfurecido p or toda la guerra. Sor p ren d en tem en te, era p eq u eñ o el odio c o n tra lo s p arag u ay o s; pero tod os lo s bolivianos d e m o stra b an g ran h o stilid ad co n tra su s propios gobern antes. Este público era el que al fin de la gu erra exigía una rendición de cuentas a todos los que habían llevado a aq uella derrota. Y al no prod ucirse tal rendición de c ue ntas , b u sc a ro n cam b iar radicalm ente el orden so cial, económ ico y — sobre todo — político de la sociedad en q ue vivían. Con la firma de la paz en jun io de 1935 tod as las tension es políticas se disolv iero n en el práctic o d erru m b e de lo s acuerdos entre los partidos tradicionales. Mientras que el ejército había pedid o a T ejada Sorzano que prolo ngara su perío do presidencia l ¿íasta el acuerdo de una paz definitiva, los partidos antiguos se opusieron a la maniobra y los republicanos saavedristas ofrecieron su propia combinación, confiando en volver a gobernar.
Pero a las an tigu as ag rupac iones de los republicano s, liberales y u n peq ueño grupo de nac ionalistas en tom o a Siles, ah ora venía a añadirse una larga fila de nuevos partidos, creados todos ellos en la época de paz. Em pu ñab an un a abigarrada lista de nom bres y símbolos exóticos; pero los que representaban fundamental m ente eran la juve ntu d y los veteranos de guerra, que en otro tiempo habían sido piezas claves de apoyo de los partidos más an tiguos . De rep en te el térm ino “trad icion al” se convirtió en epíteto para todos los partidos oligárquicos anteriores a la gue rra y quienes habían apoyado oficialmente el antiguo orden aho ra tom aban como moneda corriente cu alquier cosa, desde la ideología corporativista italiana hasta la indigenista o marxista. Acusando al recientemente fallecido Salamanca de todos los m ales de la guerra, los liberales y repu blicanos creyeron se guir adelante como antes; pero tal esperanza se hizo añicos, pues había desaparecido la base del consenso en el que los partidos antiguos ha bían construido su poder. Al tiempo que surgían nuevos movimientos, uno de los ex com batientes am argados se hizo presen te como poderosa fuerza política y que exig ía n c u e n ta s c la ra s por la derrota; u n m ovi miento obrero recuperado también exigía sus derechos funda mentales; por fin, un vigoroso cuerpo de oficiales insistía en la prote cció n de su c a sta am enazada. E sto s tre s prin cipales grupos de poder tem ían y se oponían a u n a vu elta a la política tradicio nal. Los propios partidos ya no podían movilizar el apoyo elitis ta p opu lar pa ra com batir a su s oponentes, pu es este apoyo ahora se encontraba fraccionado en una multitud de nuevas agrupa ciones reform istas, fas cistas y radicales. M ientras que los libe rales se m antuv ieron firmes en s u s posiciones clásicas y dieron su pleno respaldo a Tejada Sorzano, el antiguo Partido N aciona lista de Siles —el más reformista de las antiguas agrupaciones— se resquebrajó e n u n a convención nacional celebrada en octubre y fue oficialmente disuelto, desapareciendo así todo lazo formal entre la nueva izquierda y los obreros y los políticos tradiciona les. Los repub licanos de Saavedra anu nc iaro n u n program a “so cialista ” aprox im adam ente po r el m ism o tiempo, cam biando incluso su nombre por el de Partido Republicano Socialista; pero este cam bio su p u so poca novedad socia lista p a ra el gru po, que fue ignorado po r las fuerzas de postgu erra. D esp ués del trata do de paz el háb il gobierno de Tejada S orza no trató de apaciguar a todos estos movimientos nuevos. Apoyó oficialmente a los excombatientes y a sus impulsos organizati
na l de año aceptaba las dem andas generales de un a convención constituyente; por su propia cuenta incluso propuso la creación de nuevos m inisterios de bien estar y de trabajo, que iniciaran la legislación de reforma social. Pero ningun o de tales gestos pa re ció satisface r a los gru pos reformistas. Así, la caída del gobierno parecía inevitable. Una organiza ción sindical reanimada, vinculada a un mercado de trabajo restringido en una economía postbélica en auge, dio por fin el aglutinante para derrocar al régimen. Encontrando un poderoso apoyo nacional, incluso desde el gobierno, los radicales sindica listas que habían vuelto, lograron reorganizar la totalidad de las antiguas confederaciones provinciales. Enfrentados a una aguda inflación que ahora azotaba el país, la rabiosa exigencia de aju stes salariales arrasó con los nuevos grupos. En mayo de 1936, encabezada por el sindicato de gráficos, estallaba una hue lga general. El movimiento fue ta n vigoroso que T ejada Sorzano, temiendo la violencia revolucionaria, devolvió la política a los cua rteles, d eclarando el Estad o Mayor su neu tralida d y, por tanto, su apoyo implícito. La huelga general fue un éxito total; los huelguistas incluso se hicieron cargo por un tiempo de los poderes policiale s en las ciudades. Exigiendo a u m en to s salaria les del 100%, la huelga se declaró indefinida. La evidente debili dad del gobierno central ante esta masiva demostración sindi cal sólo fue la excusa que necesitaba el impaciente grupo de oficiales para madurar sus planes: el 17 de mayo de 1936 ponía fin al antiguo orden, cu an do los coroneles David Toro y G ermán Bu sch llevaban a cabo su golpe de estado y se apo de rab an del go b ie rn o . El golpe m ilitar de 1936 ha bía de in au gu rar u n a época de go bierno s a cargo de la joven oficia lidad de la G uerra del Chaco. Fue también un período en el que los militares reflejarían las divisiones de la vida política nacional en su conjunto, pasando de la moderación al radicalismo, para volver a lo conservador y tradicional cuando las propias fuerzas políticas nacionales se realinearon. Pa ra los jóvenes coroneles que aho ra ha bía n de to m ar las riend as del gobierno d ur an te los próximos doce año s su intervención estaba motivada por una combinación de identi ficación con la “gen eración del Chaco ” y s u s exigencias refor m istas, y del claro tem or a u n a represalia. Las exigencias de los excombatientes y del Congreso para que se instalaran tribu nales de crímenes de guerra fueron uno de los factores decisivos que estaba detrás de la propia decisión del ejército de intervenir
En un principio los coroneles se unieron para que los dirigie ra el siempre activo David Toro, dejando a Germán Busch que dirigiera entre bambalinas. De una forma muy parecida a Saavedra en su olfato por captar las cambiantes corrientes nacio nales, Toro se dab a cu en ta del talante de la nación, reaccion an do ante él con la declaración de que su gobierno sería de “socialism o m ilitar”. T an incu lto po líticam ente acerc a del m arxismo como S aavedra al rebautizar a su partido como Repu blicano Socialista, con s u “socia lism o m ilitar”, Toro q u ería in dicar fundamentalmente una administración populista y refor mista a cargo de la oficialidad militar que ahora vivía una nueva conciencia, que de alguna forma ahora había de resar cirse de los de sas tres del Chaco llevando al país un a n ueva ju s ti cia social. Inmediatamente Toro quiso congraciarse al movimient o obrero creando u n nuevo ministerio de trabajo, nuevo en la his toria boliviana, y nombrando como su titular al dirigente del radical sindicato de los gráficos. Mientras éste hacía entrar al gobierno un corrillo de marxlstas y anarcosindicalistas, la mayoría de los grupos civiles vinculados al nuevo régimen esta b a n m á s estrech am en te ligados a u n a posic ión fascista modifi cada. El grup o que articuló con m ayor claridad la ideología “nacio n also cia lista” fue el peq ueñ o Partido S ocialista, cread o pocos m eses a nte s del golpe de Toro. S us mejores repre sen tan tes e ran ideólogos tales como Carlos Montenegro y Augusto Céspedes, decisivos ambos en la formación de los posteriores partidos na cionalistas de movimiento de masas. Durante los primeros me ses del nuevo régimen este grupo comenzó a publicar L a C alle, que se convirtió en el órgano de propaganda fascista alemana, con una posición violenta antisemítica. El hecho de que uno de los tres ba ron es del estaño , Hochschild, fuera jud ío, les ofreció en bandeja a los nacionalistas la ocasión de atacar si multáneamente a los mineros y de vociferar su tesis de una conspiración internacional. Los socialistas nacionales tenían suficiente influencia como para en u n mo mento d ado ha cer que Toro propusiera un modelo corporativista formal de legislatura nacional y una sindicalización forzosa bajo el control del esta do. Pero los radicales del ministerio de trabajo no se dejaron en ternecer por tales pro pu estas y, al tiempo que ap oyaban las ne cesidades organizativas del movimiento obrero, exigían que el gobierno dejara el control sindical en manos de los obreros. Su oposición y la posición personal fundamentalmente indiferente
de Toro bastaron para que no se hablara más de aquellos p lan es. Mientras que las nuevas agrupaciones políticas radicales y los partidos tradicionales no dejaron de maniobrar para obtener el control de la dirección del gobierno de Toro, los oficiales inquietos se desilusionaron de todas las discusiones, debates y falta de unanimidad que observaban en los civiles. El período más bien creativo de fermentación política acabó abruptamente a fines de ju n io c ua nd o B usch anu nc ió el fin de la alianza civil — militar, exilió al perturbador Saavedra y formó un régimen exclusivamente militar. Toro, sin poder, tuvo que aceptar estas decisiones y durante los pocos meses siguientes gobernó con el propósito ta n to de com pla cer a B usch y a lo s oficiales jó venes, como de llevar a cabo alguna s reformas m ode radas que gan ara n p a ra su régim en el apoyo nacional y popula r. Todo este fermento político y, especialmente, ideológico había dado lugar a la intranquilidad no sólo entre los ingenuos oficiales, sino también en la élite tradicional. No pudiendo los liberales conservar el poder, habiendo caído en desgracia los re pub licanos de S alam anca y coqueteando las fuerzas de S aavedra con los nuevos movimientos radicales, la oligarquía se sintió llamada a reorganizar sus defensas formales. En mayo el minero del estaño Carlos Aramayo fund ab a u n nuevo partido cen trista, que se convirtió en una organización de defensa descarada de clase. Obteniendo en un principio el apoyo de la Asociación de Industriales Mineros, acabaría desapareciendo como fuerza de consideración. Pero su misma creación anunciaba a los antiguos partidos que no se toleraría su momentáneo desbaratamiento ante la fermentación postbélica. Constituía una clara aseveración oligárquica de que la política, tal como se la practica ba den tro de los viejos moldes, carecía de u n a suficiente orientación clasista y del apartamiento de la función fundamental que en adelante habrían de cumplir tales partidos. Si bien los movimientos radicales se encontraban todavía en su estadio reformista y relativamente ineficaz, era evidente su capacidad amenazante. Y los m ineros deseaba n un a reacción m ás co ntun dente a esta amenaza potencial. La meta de los centristas era obligar a los partidos tradicionales a olvidar sus viejas rencillas, uniéndose en un grupo partidario de una coherente coalición de clase. Es te sería el propósito de la élite m ine ra de 1936 a 1952, al tratar de reconstruir la antigua estabilidad por medio de maniobras legales o extralegales. El hecho de que el Partido
republicanas, significaba que los partidos tradicionales habían aprendido la lección. Para satisfacer las conflictivas demandas con que se encontra b a enfrentado, Toro trató —segú n su estilo aco stum brad o— de llegar a compromisos con todas las facciones. Apaciguó a la extrem a derech a sacan do a los radicales del m inisterio de trabajo; respondió a los grupos reformistas proponiendo una convención constituyente que redactara una nueva constitución que formulara las necesidades de reforma del país. Pero todos estos enjuagues no dejaron de poner muy nerviosos a Busch y a su gr u pú scu lo de jóve ne s oficiales; en los prim eros d ías de 1937 B usch ofrecía su dimisión como u n voto de confianza en el régim en de Toro. E n la práctica, se trat ab a del anun cio oficial de u n golpe inminente. En resp ue sta a la am enaza de Busch, Toro trató de foijar u n a encrucijada popular que le proporcionara el apoyo tan desesperadamente requerido. Al cabo de sólo diez días del pronunciamiento de Busch, agilizó el proceso legal contra la Standard Oil y el 13 de marzo de 1937 anunciaba la confiscación oficial de la misma en Bolivia. Todas sus posesiones, equipo y material pasaban automáticamente al monopolio estatal recién creado: Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Bolivia. Y todo ello sin ninguna indemnización. Fue una acción histórica, nacional e intemacionalmente. Se trataba de la primera confiscación de un a transn acion al estadou nidense en América Latina, ad elantándose en más de un año a las grandes confiscaciones mexicanas. Al mismo tiempo lanzaba al gobierno directamente al mercado, convirtiéndolo en un importante productor de productos b ásicos. Con ta l decisión el gobie rno boliviano ro m p ía c o n s cientemente con su posición más tradicional de la iss e z — fa tr e , comenzando a tomar un papel activo y positivo en la economía. Podemos ver antecedentes de ello en la existencia de bancos de rescates de minerales en el siglo XIX y en la función activa del estado como efecto de los Convenios del Estaño en la década de los treinta del siglo XX. Pero aquel paso sólo sería el comienzo de una tendencia clara, que en los años cincuenta pondría alrededor de la mitad del Producto Nacional Bruto bajo el control de las corporaciones e statales. Inmediatamente Toro dio comienzo a los preparativos para organizar un Partido Socialista del Estado; incluso llegó a reci b ir cierto apoyo de princip io de p arte de la Confedera ció n Nacional Sindical, de reciente fundación. Pero toda esta actividad fe bril no logró calm ar la creciente sospecha de B usch de que Toro no merecía confianza y su convicción de que él ahora había lo-
grado suficiente experiencia administrativa como para gobern a r el pa ís po r sí mismo y co n el apoyo de la oficialidad joven. A comienzos de jun io, de sp ué s de 15 m eses de la actividad política m á s caó tica pero viva en la h isto ria bolivia na, cayó el régimen de Toro, al anunciar Busch que había dejado de tener el apoyo del ejército. D ada la am plia po pu larid ad de qu e gozaba el régimen reformista de Toro, la mayoría de los observadores creyeron que el desconocido Busch realizaría la restauración del gobierno tradicional de partidos, bajo un control minero más fuerte. Pero en realidad el régimen de Busch resultaría ser una prolongación del período de reform a y de reco n stru c ció n p a rtida ria de la era de Toro. Au nque en s u s actuaciones iniciales parecía que B usch es taba fuertemente interesado en revivir un gobierno civil de coalición b a s a d o e n lo s p a rtid o s trad icio n a les, en realid ad lo co n trario fue lo que sucedió. A pe sar de su s reiterad as prom esas de apoyar la vu elta de poder, B usch se negó a conced er a los viejos partidos una participación en el gobierno. Al mismo tiempo siguió promulgando leyes nuevas de carácter reformista y aun radical, lo que impulsó a los nuevos partidos reformistas y revolucionarios. Ningún partido asociaría al régimen, con lo que prosiguió en su totalidad la actividad de los nuevos partidos, qu e a fines de la década llevaría a la consolidación de nuevos partidos reformistas nacionales poderosos. Por su parte, los partidos tradicionales comprobaron que su fracaso en entrar al gobierno o hacerse oír en un parlamento normal significó cuatro años am argos de erosión, al pu nto de que hacia 1940 no era n m ás que unos esqueletos de su antigua existencia. Debe enfatizarse que las reform as pro pu gn ad as y llevadas a la práctica po r Toro y Busch no p asa ba n de pro pu estas relativamente suaves de bienestar y prosindicalistas, sin implicar una p ro fu n d a reo rie n tació n de los re cu rso s n acio n ales ni la confiscación de la propiedad privada (con la única excepción de la S tan da rd Oil). En realidad, el ejército gozaba —si aca so — de m a yores privilegios en los años de Toro y Bus ch que d u ra n te la m isma Guerra del Chaco. Aunque ahora estaba reducido a un cuerpo de 5.000 hombres permanentes, los militares seguían absor bie ndo en 1937 el 32% del p resu p u esto nacional. A dem ás, c u a n to más Busch iba hacia la izquierda, los generales dirigentes de la antigua oficialidad iban más hacia la derecha; el nombram iento de C arlos Q uintanilla como jefe de e stado m ayor impli-
Si bien los camb ios reales bajo Toro y Bu sch fu eron relativamente lentos y progresivos en lugar de rápidos, estructurales y radicales, el período del socialismo militar puso los cimientos p a ra u n cam bio de m ayor alc ance. Esto tu vo su m ejo r expresió n en la nu ev a cons tituyen te de 1938. H asta la decisión de Toro de convocar una constituyente, Bolivia se había gobernado por la constitución de 1880. Era ésta una constitución de estilo típicamente liberal del siglo XIX. A fin de cuentas, se trataba de un régimen constitucional relativamente limitado, en el que los derechos de los individuos quedaban protegidos de la intervención estatal y en el que los poderes del gobierno central estaban limitados estrictamente. Esta tendencia a limitar la inter vención gubernamen tal cambió en América Latina con la cons titución m exicana de 1917. Los jefes revo lucionarios de México y los reform istas ra d icales de todo el continente exigían ahora que el estado desem peñ ara u n papel activo en la protección, el bie n esta r y la distribución de la riqueza, reduciendo a su vez los derechos inalien ab les del individuo. Cono cida con el no m bre de “co n stitucionalismo social”, esta tendencia predominó pronto en el p e n sa m ie n to político de lo s te óric os rad ic ales la tin o a m e ric a nos, quienes tratab an por entonces de crear esquem as de cambio radical y de dar legitimidad constitucional a las innovaciones. E n todo s los deb ates del período inm ediatam ente po sterior a la guerra se hace evidente este tipo de cambio de la teoría constitucional, convirtiéndose en u n impo rtante den om inador com ún de las n uev as fuerzas políticas que se hac ían p resen tes en la generación de la G uerra del Chaco. En las elecciones pa ra la co nstituyente de mayo de 1938 el régimen de Bu sch acabó apoyando a los grupos nuevos favorecidos por Toro, permitiendo incluso que el movimiento de excombatientes y la federación central obrera presentaran sus propias candidaturas. Esto y la situación debilitada de los partidos más antiguos relativamente desorganizados hicieron que la constituyente de 1938 tuviera una composición sumamente radical. El resu ltado fue que la constitución de 1880 quedó derogada, cam biando su orientación fun dam ental de acuerdo con el nuevo perfil del constitu cionalism o so cial. Los d eb a te s sob re lo s n u e vos preceptos también se convirtieron en una forma nacional y legitimadora de difundir la ideología más radical que existía por en ton ces en el país . A unque la convenció n acabó rech a zan do las propuestas más radicales de la reforma agraria, la aceptación del a y llu y la nacionalización de las m inas, la con stitución aprobada limitaba gravemente los derechos de propiedad. Esta
ya no se consideraba más un derecho inalienable de los individuos, sino un derecho social cuya definitiva legitimidad se había de definir por su utilidad social. Al propio tiempo el estado quedaba responsabilizado del bienestar económico del individuo, de la protección de la mujer, de los menores y de la familia, y de dar una educación libre y universal. El objetivo fundamental de la constituyente en todos estos artículos fue atribuir al estado la plena responsabilidad de la salud, educación y bienestar de todos sus ciudadanos. El gobierno clásico liberal de la isse z-fa ire , con una intervención mínima, fue sustituido por el concepto socialista de un estado activo que interviene en todas la zonas de la vida privada del ciudadano, p ara preocuparse por el bie n co mún. Pero este tipo de reformismo activo dejó a Busch más aturdido. Situándose cada vez más hacia la izquierda, parecía incapaz de definir su propia posición política, precisamente en el momento en que los partidos izquierdistas e incluso los tradicionales estaban definiendo claramente sus respectivas posiciones du ran te el período de postgu erra. Para los m ode rados y radicales la constituyente ofreció un foro tanto para la educ ación ideológica como para la creación de agrupaciones políticas coherentes. Al mismo tiempo la derecha tam bién reorganizaba su s fuerzas. Los liberales se desprendieron de su ala más reformista, ponie ndo al frente de su parti do a Alcides A rguedas, u n in te le ctual liberal más bien reaccionario, opuesto a todas la reformas de la G ue rra del Chaco. Luego, la mu erte de Saav edra en m arzo de 1938 p uso fin a la vida del último de los gran de s caudillos a nte riores a la guerra, impulsando la reunión de todos los partidos republicano s en u n solo frente unido. Casi inm ediatamen te a la noticia de su muerte se concluyeron una serie de acuerdos entre los partidos tradicionales, llamados la “concordancia”. Aunque en el futuro se prescindiría de tiempo en tiempo de este acuerdo, fue otro paso hacia el fin de la política tradicional independiente, con lo que a pa rtir de enton ces los partidos prebélicos actua rían m ás o m enos como u na agrupación coherente de defensa clasista, tratando de resistir a la avalancha de los nuevos movimientos. Pero ninguno de estos cambios satisfizo a Busch; ni siquiera pud o avenirse a ca p ta r las reform as de la co nstitu ció n de 1938. A p es ar de la relativa calma política en la es cena naciona l, de la coherencia de las nuevas tendencias y del consenso relativamente amplio de que gozaban, creyó que los debates nacionales no conducían a ninguna parte. En abril de 1939 anunció que a p a rtir de ento n ces su gobiern o actu aría co mo d ictad u ra E n vir-
tud de tal decisión se prohibía funcionar a todos los partidos políticos, q u e d a b a n en su sp e n so las ele ccio nes p a rla m e n ta ria s y la cons titución de 1938. Surgió entonces una prolífica legislación del régimen de Busch: leyes y códigos, de los que la mayoría se ocupaban de la m oralidad del gobierno. Pero entre e stos decretos m ás b ien tra dicionales e ingenuos en mayo de 1939 se promulgó un nuevo Código del Trabajo. Aunque gestado en las reformas propuestas po r el m in is tr o del tr a b a jo en tiem po de Toro, el que p o r fin se pro m u lgara u n código del trabajo m odern o fu e u n a pie za im portante de la legislación nacional, considerándose el “Código B usc h” (así fue llamado) —ju n ta m en te co n la Co nstitución de 1938— la pieza m ás durad era de la actividad gubernam ental realizada con Bu sch. Busch fue objeto de un ataque encarnizado a cargo de los barones del estaño, co ntra su dependencia del Banco C entral pa ra la entrega de divisas. En 1936 Toro había creado un Banco de Com pra de Minerales pa ra a yu dar a los m ineros pequeños y m edianos a regularizar sus ventas de minerales mediante la com p ra p o r p a rte del gobie rn o. Dato to davía m á s im po rtan te, h a b ía exigido a los grandes mineros que entregaran sus ganancias en divisas al Banco Central, recibiendo moned a nacional a u n a ta rifa especial. M anteniendo u n a tarifa de cambio inferior a la del mercado libre, el gobierno podía cuadruplicar sus ingresos fiscales directos e indirectos procedentes de la industria minera. Busch no sólo defendió en esto la posición de Toro, sino que incluso reforzó las exigencias y rebajó más las tarifas especiales, a u m e n t a n d o a s í la p a r tic ip a c ió n g u b e r n a m e n t a l e n l a s g a n a n cias m ineras h as ta u n 25% del valor de las exportaciones totales de estaño. Así, mientras que los mineros habían alimentado la espe ranz a de volver por fin a u n m ercado libre con Busc h, la actuac ión de éste pu so fin definitivamente a tales esperan zas: desde 1936 a 1952 el Banco Central mantuvo, bajo la presión por igual de los regímenes radicales y conservado res, u n c ontrol ab soluto sobre todas las ventas al extranjero del estaño boliviano, manipulando la tarifa de cambio para dar lugar a ingresos fiscales en forma de im pue stos indirectos. Pero a p es ar de toda la legislación concreta p rom ulgada p or el nuevo régimen, Busch pareció quedar absolutamente insatisfecho del ambiente político. Quedó profundamente molesto por el escándalo de la venta de visas a jud íos de E uropa, que ha bía que instalar en el Chaco y otras zonas orientales. Sospechó que Hochschild violaba las normas sobre control de divisas, haciéndolo detener; pero al cabo de pocos días tuvo que ponerlo en li-
b erta d . Cesó prim ero de o rganiz ar y d esp u és disolvió su propio p artid o g u b ern am en tal con el únic o fin de renegocia r los co n tac tos con los partido s tradicionales. Y si bien gobernó por decreto, confiando cambiar milagrosamente el destino de Bolivia (sentimiento que manifestó con frecuencia en público), pronto se dio cuenta también que la mayoría de sus reformas moderadas no tenían un impacto impresionante. De su s últim os d iscursos y actuaciones se despren de con evidencia que Busch era un individuo influenciado y sumamente p e rtu rb a d o que p arecía a b so lu ta m e n te in satis fech o de to do lo que llevaba a cabo. Se suicidó en agosto de 1939, pasmando al p aís y dando lu gar a u n tipo de veneració n y apoyo que crey ó faltarle en vida. Su suicidio y el cambio inmediato de política tras su m uerte hicieron de Bu sch u n verdadero m ártir de la izquierda revolucionaria. También llegó a ser creencia popular que los barones del estaño y su rosca de partidarios habían asesinado de alguna forma al gran héroe de la Guerra del Chaco. Aunque la mayoría de los investigadores aceptan los argum entos de un su icidio, la muerte de Busch, como el papel de la Standard Oil en la génesis de la Guerra del Chaco, se convirtió en otro poderoso mito político del arsenal de la izquierda radical y reformista, au m en tand o legitimidad a su s exigencias de cambio por el recurso a los héroes martirizados. La muerte de Busch también puso fin a la dirección carismática de la oficialidad del Chaco, permitiendo que la oligarquía conservadora cancelara la experiencia del socialismo militar. Valiéndose de la dirección del general Quintanilla, jefe del ejército en tiemp os de B usch, la derecha ha bía logrado d esra dicalizar el mism o ejército, se pa ran do del pod er a oficiales rad icales claves; así, cuand o Bu sch m urió, el ejército estab a plen amente de acuerdo en devolver el gobierno a los part idos tradicionales. Para muchos de los derechistas la mu erte de Busch fue la ocasión dorada para eliminar todo el caos y los cambios sucedidos como efecto de la fermentación postbélica. Pero el período del socialismo militar había sido de cambio tan profundo que resultaba imposible lograr una vuelta a la situación a nterior a la guerra. El período 1936 — 1939 ha bía sido de notable crecimiento para la izquierda radical; pero todavía más para la izquierda moderada, inexistente con anterioridad. Fue la época de la edu cación del secto r hispá nico de Bolivia en la ideología radical y reformista contemporánea, campaña que incluso afectó a algunos cam pesinos y cholos. Estim ulad a a veces por T oro y B usch; m arg inad a y a u n perseguid a o tra s veces, la izquierda fue creciendo sin frenos durante estos años de postgue-
rra, particularmente en la clase media: profesionales urbanos, oficinistas, estudiantes universitarios, comerciantes y artesanos alfabetos blancos y cholos. Eran los mismos sectores que antes habían constituido el principal núcleo de apoyo del antiguo sistem a político. Sac udid os por los ho rrore s de la G ue rra del Chaco, estos grupos —pequeños, pero políticamente importa n te s— recha zaron la dirección de la clase alta tradicional, volcándose hacia las ideologías reformistas para cambiar el sistem a corrupto. Pa ra la izquierda radical, con anterioridad: un grupo de intelectuales, la gu erra y el período de Toro y Bu sch fue tam bién u n tiempo importante de crecimiento. Los grupos vitales de obreros y universitarios, meollo de todos los movimientos radicales izq u i e r di s t a s d e A m é r i c a L a t i na , c o n s i gu i e r o n n ue v o p o de r político, m ie n tra s que en el período p osterio r a 1935 se la n za b a n a u n a posic ió n m a rx ista radic al. A dem ás, h abiendo p en e trado en aquellos grupos, la izquierda radical incluso comenzó a ten er audiencia en la clase media. Toda esta fermentación significó que los partidos tradicionales repentinam ente p erdieran su base pop ular de apoyo corriente. La élite económica del país, encontrando a sus aliados tradicionales sin poder y enfrentada a una repentina nueva militancia de la izquierda anteriormente marginal, exigió una defensa de su s in tereses de clase y u n sistem a de coalición de todos los partidos p ara reforzar la posición ta n venida a m eno s de los liberales y rep ublicanos. Así, el tiempo del socialismo militar señaló el fin del sistema político tradic io nal cre ado desp u és de 1880, vie ndo el paso de u n régimen republicano clásico intraclasista, de participación lim itada, a otro bas ado en la política de clase, m ien tras se libra b a u n a im p o rtante ba talla por la particip ació n de la s clases in feriores en la vida política nacional. Aunque la izquierda moderada y la radical todavía se encontraban en un período de organización y todavía sólo habían nacido unos pocos partidos estables, la derecha fue incapaz de detener su desarrollo y en el tiempo posterior a Busch, la ba talla adq uiriría d ureza y encono, cuando ambos bandos abandonaron la estructura política civil y echaron mano de la violencia pura y simple para apoyar sus posic io nes ideológicas y de clase . Pero a la m ue rte de Busch los conservadores creyeron que se podía re s ta u ra r la situ ació n sin p rescin d ir del sistem a antiguo. Presionaron inmediatamente a Quintanilla para que convocara elecciones Ubres y se restableciera el gobierno civil. Si bien Quintanilla evidentemente alimentaba sus propias ambiciones
p a r a g o b e r n a r , se e n c o n tr ó c o n u n a o p o sic si c ió n c e r r a d a a q u e p e r m an ecie ra e n el cargo. cargo. Por u n lado, lado, los ofi ofici ciale aless jóven es m an i festaron su lealtad al general Bilbao Rioja, héroe del Chaco y, apa rentem ente, partidario partidario leal leal de la la línea línea Toro Toro — Busch. Por otro lado, los partidos de la “concordancia" exigieron poner fin al gobierno de hecho. Por fin, fin, Q uintan illa —al —al cabo cabo de u n m es en el poder— decidi decidió ó po ner en vigencia vigencia la la Constitución de 1938, 1938, lla mando luego a elecciones para la presidencia y el congreso en marzo de 1940. Eliminó la amenaza de Bilbao Rioja, que ahora contaba con el apoyo también de la izquierda y de los movi mientos de excombatientes, exiliándolo en octubre, con lo que p u s o fin fi n a la a l ia n z a e n t r e la o fici fi cial alid id a d del de l C h a c o y los lo s n u e v o s gru po s de izquierda. Parecía que la izquierda izquierda c arecía de jefe y que la derec ha po día alca nza r el poder po r la vía vía tradicional. tradicional. Pero las elecciones de 1940 demostrarían sacudir a la élite, po p o n ie n d o d e m a n i f ie s to la r e a l i d a d d e lo s c a m b i o s d e p o s t g u e rra. Mientras que la totalidad de los partidos tradicionales es trechó filas en tomo al general Peñaranda como candidato ofi cial a la presidencia y apoyó una lista común de liberales y republicanos para el parlamento, la extrema izquierda comenzó a organizar una campaña sistemática en favor del profesor cochabambino de derecho y sociología, José Antonio Arze. Arze formaba parte de un pequeño grupo de maixistas radicales que no sólo se había opuesto a la Guerra del Chaco, sino que también había combatido al reformismo de Toro, quién lo había exiliado en 1936. En su exilio chileno Arze había organizado una coali ción socialista m arxista de grupos, llama da Frente de Izquierda Izquierda Boliviana. Si bien el Frente gozaba de un poderoso apoyo obrero y radical, nunca llegó a organizarse eficazmente en un partido coherente. Sin embargo, Arze y sus partidarios decidieron opo nerse a Peñaranda: al volver de su exilio, en febrero de 1940, Arze presentó su candidatura oficial. Fue no table que Arze Arze pud o ob tene r 10.000 votos sobre u n total de 58.000, a pesar de ser una figura nacional desconocida, sin or ganización partidaria oficial y prácticamente sin ningún apoyo p e r i o d í s ti c o . A d e m á s , lo s r e f o r m i s t a s (o n a c i o n a l i s t a s ) , q u e hab ían constituido constituido u n factor factor tan im portante en los regím regím enes de de Toro y Busch, apoyaron en su totalidad a Peñaranda, políti camente neutral y moderado, aislando así a los radicales inclu so dentro del grupo de la generación del Chaco. Y a pesar de tales obstácu los Ar Arze fue capa z de conven cer a 10.000 vo tan tes del an tiguo régimen (blancos y cholos urbanos letrados) de que un pro grama marxista revolucionario era el único viable en Bolivia. La conmoción de la candidatura de Arze hizo añicos la compla-
cencía cencía de la derecha y acabó con s u s e spe ranza s de volv volver er al sis tem a anterior a 1932 1932.. Esa complacencia todavía salió peor parada en las elecciones p a r l a m e n t a r i a s . Los Lo s p a r t i d o s t r a d i c i o n a le s v ie r o n c o n f i r m a d o s su s peores temores temores cuand o la izqui izquier erda, da, tanto en su ala m odera da como en la radical, se apoderó del nuevo congreso, el primer organismo organismo representativo representativo que se re un ía d esp ués de la la guerra. Así pues, la era de Peñaranda de comienzos de la década de los cuarenta, en lugar de significar la vuelta a las normas anterio res, demostró ser un período importante de definición nacional y de nueva organización política. Siendo en el fondo un político liberal, Peñaranda se preocupó tanto por volver al país al siste ma parlamentario tradicional, como por apoyar a las potencias aliadas del gran confli conflict cto o m un dial que se estab a p roduciendo en Europ a. Con es tas dos me tas m arcó la forma del del debate y la posi posi ción nacional e internacional ante la que la izquierda podría organizar y definir sus varias posiciones, creando así partidos m ás coh erentes y estables estables de de entre las varias varias tendencias de pen samiento radical y reformista surgidas en la década anterior. El grupo particular más importante que surgiría en el nuevo pa p a r la m e n t o f u e el d e lo s in t e le c tu a le s d e c la s e m e d ia e iz q u ie r d a m oderada, que h ab ían partici participado pado en la adm inistracióñ inistracióñ de Tor Toro y Busch y habían sido influidos por la ideología fascista. Estos llamados socialistas nacionalistas habían apoyado la candida tu ra de Pe ñaran da a la la presidencia, presidencia, pero veían con m alos ojos ojos su creciente inclinación a los Estados Unidos. Esta política aliadófila significó también la conversión de la industria boli viana del estaño en aliada y dependiente de las industrias de guerra estadounidenses, lo que vino a inquietar todavía más a estos nacionalistas económicos. Admiradores de Alemania e Italia en el escenario internacional, los socialistas nacionales p e r s e g u í a n e n B o liv li v ia la n a c i o n a l i z a c i ó n d e l a s i n d u s t r i a s b á s ic a s , s o b r e to d o d e la to ta lid li d a d d e la s m i n a s d e e s ta ñ o . D a d a s sus posiciones, les interesaba tanto nacional como intemacionalmente fomentar un movimiento obrero minero poderoso y radical. Bajo la dirección de Carlos Montenegro, Augusto Cés pe p e d e s (am (a m b o s a carg ca rg o , e n to n c e s , d el d iari ia rio o La Calle) Calle ) y V ícto íc torr Paz Estenssoro (que capitaneaba su ala parlamentaria), comenzó a surgir un nuevo partido en la presidencia de Peñaranda, que acabó llamándose Movimiento Nacionalista Revolucionario. A la izquierda del MNR nació un partido con los partidarios de Arze en el antiguo FIB. Dirigidos por José A. Arze y Ricardo Anaya, estos intelectuales marxistas crearon oficialmente un p a r t i d o r a d ic a l lla ll a m a d o P a r tid ti d o de la I z q u ie r d a R e v o lu c io n a r ia .
a mediados de 1940. Abogando por la socialización de los me dios de producción y la liberación de los indios, el PIR también adoptó una decidida posición prosoviética en los asuntos inter nacionales. Aunque no era todavía oficialmente un partido co munista, el PIR simpatizaba enormemente con la causa aliada p o r la p o líti lí ticc a e s t a l i n i s t a d el m o m e n to . El MN MNR y el el PIR PIR surgiero n, ju n tam en te co n el POR tro tsk ista, como los tres partidos de la izquierda que se oponían a la agru p a c i ó n d e p a r ti d o s tr a d i c i o n a le s , q u e s e c o n o c ía c o n el n o m b r e de “concordancia” o Alianza Democrática. Los tres creían en la nacionalización de los medios de producción (en primer lugar, de las minas de estaño). Los tres aspiraban a apoyar el naciente movimient movimiento o obrero, obrero, particularm ente en la m inas. Pero m ás allá allá de estas coincidencias existían discrepancias fundamentales. Ta nto el POR POR como el PIR fue ron m uc ho m ás allá allá qu e el MNR, hablando del problema indio: exigieron el fin del pongueaje, del colonato y de los latifundios: también exigieron que los campe sinos se organizaran aliándose con los obreros y la clase media, p a r a c o n s t i t u i r u n a v a n g u a r d i a r e v o lu c io n a r i a . F r e n t e a e s t a p r e o c u p a c ió n p o r el c a m p e s in a d o in d io , el p r o g r a m a d el MNR callaba, si no era radicalmente hostil, en lo que se reflejaba sus orígenes de clase media blanca. En el debate sobre las cuestiones internacionales, que por p r i m e r a v ez c o m e n z ó a c o b r a r im p o r t a n c i a e n la p o líti lí ticc a i n t e r na, el POR POR se m antu vo indiferent indiferentee al gran confl conflic icto to bél bélic ico o m un dial, pudiéndose concentrar exclusivamente en los problemas bo b o liv li v ian ia n o s . E n c a m b io , el MNR y el PIR PI R r á p i d a m e n t e s e d ivid iv id ie ie ron: el primero tomó una posición claramente favorable a los regímenes fascistas, mientras que el segundo lo hizo a favor de los aliados. Dado el contexto de la política minera boliviana, esto significó que el MNR, igual que el POR se encontraba en una po p o s ic ió n m u c h o m á s in d e p e n d ie n t e f r e n te a la p o líti lí ticc a n a c i o n a l que el PIR, preocu pado siemp siemp re porque la producción m inera bo liviana siguiera apoyando la causa aliada. Esta circunstancia y los los llam llam am ientos de la derech a en favor favor de u n a alianza an tifas cista limitarían gravemente sus capacidades de maniobra. Al comienzo del período de Peñaranda quedó claro que el PIR era el partido principal de la izquierda, quedando el MNR como segundo a gran distancia y el POR, como una minoría marginal. Como la Izquierda contaba con una voz poderosa en el congreso, el movimiento obrero reaccionó fácilmente al nuevo clima de la élite. Entre los mineros se produjo una febril actividad de sindicalización, con permanentes paros y huelgas, al tiempo que todos los los sectores sectores laborales exigía exigían n m ayores salario s y m ejores
condiciones de trabajo. En todos estos esfuerzos los obreros obtuvieron en el congreso un sólido apoyo; hombres como Víctor Paz Es tensso ro se convirti convirtieron eron en expo nentes de los derechos de sindicalización. Aunque los partidos tradicionales se opusieron rígidamente a apoyar a los obreros y a los ataques de la izquierda a la administración, Peñaranda se negó a aceptar su consejo de reprimir a los tres partidos izquierdistas. El parlamento de los años cuarenta fue el más radical y libre de la historia boliviana hasta aquel momento. Aunque liberal en las cuestiones políticas, el gobierno de Peñaranda adoptó pos iciones conservadoras en los as untos económicos y laborales. Ciegamente interesado en la obtención de los préstamos y de la asistencia técnica otra vez accesible de los Estados Unidos, así como de los compromisos a largo plazo de com pras de estaño a precios razonab razonab les, los los bolivi bolivianos anos se en contraron con la oposición implacable de la Standard Oil: ésta exigía una indemnización o la devolución de sus instalaciones o ambas cosas a la vez; de una forma típica, los intereses pe p e tr o líf lí f e r o s p u d i e r o n c o n t r o l a r la p o líti lí ticc a e s t a d o u n i d e n s e h a cia Bol Boliivia. via. A p es ar de la an tigua preocu pación del De partam ento de Estado de los Estados Unidos por cortar los íntimos lazos de Boli Bolivi viaa con Alem ania —preo —preo cupa ción que se m anifestó desde las m ision ision es m ilitares ilitares alem ana s y el el apoyo apoyo a la la com pañ ía aérea bo b o li v ia n a (Lloyd A éreo ér eo B oliv ol ivian iano) o) h a s t a la s u b v e n c i ó n d el d i a rio del MNR, La Calle, y la indiscutible necesidad de conseguir contratos de materias primas minerales, el Departamento de Estado pareció incapaz durante largo tiempo de superar las exigencias de las compañías petrolíferas multinacionales. Pero la necesidad de la cooperación boliviana se hizo tan crítica crítica que a fines de de 1941 1941 E stado s Unidos prac ticab a con Bol Bolivia fórmulas indirectas del íend — l e a s e (ayuda bajo forma de de p r é s t a m o s , a c a m b i o d e v e n t a j a s m i l i t a r e s , p o l í t i c a s o económicas económicas:: permiso para ins talar ba ses, alineam alineam iento iento ju n to a los aliados, abastecimiento de materias primas, etc.): envío de misiones técnicas y, por fin, convenios de compra de minerales a largo plazo con control gubernamental. En estas circunstancias la Standard Oil acabó aceptando la negociación: el arreglo final final incluía la “com “com pen sación ” po r los los bienes co nfiscados m ediante la compra boliviana de todos los estudios de prospección y mapas petrolíferos que seguían en poder de la multinacional. En realidad, se trataba de una victoria de la diplomacia boliviana, pues no se discutió la confiscación e incluso se aceptó la legalidad de su posición. Sin embargo, provocó una tormenta por
p a r t e d e l a Iz q u ie rd a y d e l c o n j u n t o d e l p a ís , q u e s e g u ía a c u s a n do a la Sta nd ard Oil Oil de responsab le de la Gu erra del Chaco. Chaco. Tales protestas se hicieron tan violentas que el gobierno aceptó la documentación falsificada proporcionada por Estados Unidos en la que se acusaba al MNR de urdir una conspiración fascista financiada financiada por los los alemanes, con lo lo que pudo a se sta r un du ro golp golpee con tra este partido. partido. La Calle Calle fue fue cla us ura da , el em ba ja j a d o r a l e m á n f u e e x p u ls a d o , lo g ra n d o a s í q u e la a te n c ió n p a s a r a del acuerdo con la Standard Oil al golpe de estado profascista. Los dip uta do s del MNR MNR en el congreso n o fu eron exiliados exiliados,, po r lo lo que el debate parlamentario adquirió ribetes apasionados. Puso de m anifiesto que el PIR PIR y otros otros gru po s radica radica les des con fiaran fundamentalmente del fascismo del MNR, aunque consideraban que la conspiración era probablemente una invención estadounidense. Apoyando los elementos reformistas y nacionalistas del prog ram a del MNR, se o pusieron a ra jatab la a otros aspec tos de la ideología del MNR. Pero una parte apreciable de las posiciones sobre política internacional los diferentes partidos se las encontraron resueltas a causa de acontecimientos externos. En diciembre de 1941 los Estados Unidos entraron en la guerra mundial y en e nero de 1942 1942 Boli Bolivi viaa decidió decidió aline arse ju n to a las fue rzas alia da s de forma oficial, rompiendo relaciones con Alemania y el Japón. Si b ie n el MNR m a n tu v o s u s s i m p a t í a s f a s c i s t a s , a p a r t i r de a h o r a dejó de estar íntimamente asociado con Alemania, pues rompió oficialmente tal vínculo. Esto permitió al partido dedicarse de forma más plena a la situación nacional, que iba convirtiéndose e n foc foco o de huelgas y actividad actividad sindical, sindical, y m od erar s u ho stilidad contra los partidos de extrema izquierda. Que tod a es ta agitación agitación radical iba produciendo su impac to lo lo p u s i e r o n e n e v i d e n c ia d o s s u c e s o s d e i m p o r t a n c i a d u r a n t e la p a r t e fin fi n a l d e p e río rí o d o d e P e ñ a r a n d a . E l p r im e r o f u e r o n l a s e lecle cciones parlamentarias de 1942; el segundo fue la exitosa organización de un sindicato nacional de trabajadores mineros con mot mo t ivo de de un a g ran masac re minera. miner a. En ambos caso s quedó en evidencia evidencia el pod er y m ilitanci ilitanciaa de la izquierda y la creciente desesperación de los partidos tradicionales. En las elecciones parlamentarias de mayo de 1942 los partidos tradicionales sólo alcanzaron 14.163 votos, frente a los 23.401 de todos los grupos y partidos no tradicionales. Así, la tendencia iniciada en las elecciones para la Convención Constituyente de 1938, proseguía con las elecciones presidenciales 1940 y las elecciones parlamentarias de 1940 y 1942. No se
be b e t o y m a y o r i ta r i a m e n t e b la n c o a los lo s p a r t i d o s t r a d ic io n a le s . E n cada elección hasta la decisiva elección presidencial de 1951, el electorado compuesto esencialmente de las clases media y alta b l a n c a s m o s tr ó s u o p o sici si ció ón, co n u n a s m a y o rías q u e n o c e s a r o n de aumentar, al sistema político prebélico polarizándose hacia po p o s ic i o n e s m á s r a d ic a le s q u e, e n ú lt im o té r m in o , v e r í a n la d e s trucción de la sociedad sociedad que hab ía creado creado y fom f om entado entado su creci creci miento. Con la radicalización progresiva de los blancos de clase me dia tuvo lugar una radicalización más profunda de las clases trabajadoras y, en particular, de su vanguardia más poderosa y revolucionaria, los trab ajad or es mineros. Ya en 1940 los dife dife rentes sindicatos mineros locales habían intentado organizar u n a confederación nacional de mineros. A pe sar de los esfuerz esfuerzos os gubernamentales por quebrar estas organizaciones con el pre texto de la situación de guerra, los sindicatos mineros obtuvie ron u n poderoso apoyo apoyo del del congreso, congreso, por parte de todos los parti dos de izquierda. En noviembre y diciembre de 1942 se p r o d u je r o n u n a s e r ie d e g r a n d e s h u e l g a s m i n e r a s e n O r u ro y Po Po tosí, en demanda de mayores salarios y del reconocimiento sin dical. La huelga más prolongada y enconada tuvo lugar en las minas de Catavi, de Patino. A fines de diciembre el ejército dis p a r ó c o n t r a los lo s m i n e r o s y s u s fa m ilia il ias, s, c a u s a n d o la m a t a n z a d e cen tenares de obreros obreros desarm ados. La m asacre de Catavi se con virt virtió ió en pod erosa ba nd era de la izquierda izquierda y de los m ineros y en el suceso crucial que am algamó algamó a un os y a otros otros en u n a vang uar dia poderosa. Si bien las masacres campesinas y obreras no eran hech os excepci excepcional onales es en la historia historia bolivia boliviana na (antes y d es p u é s d e 1942) 19 42),, la d e C atav at av i se p r o d u jo e n u n m o m e n to decis de cisiv ivo o de la evolución organizativa de la izquierda y del movimiento obrero, obrero, convirtiéndose convirtiéndose en la m ás fam osa c a u s e c é l e b r e particu lar del período prerrevolucionario. El gobierno decidió hacer del PIR la víctima propiciatoria de la masacre, clausurando sus periódicos y encarcelando a sus líderes. líderes. P ero el MNR MNR fue el que sacó m ejores d ividendos de lo que no era todavía más que un movimiento minero apolítico. Bajo la dire direcci cción ón de Paz Estensso ro el partido partido m ontó u n g ran ataque p a r l a m e n t a r i o c o n t r a el g o b ie r n o d e P e ñ a r a n d a y e n ap o y o d e los mineros, de forma sólo coincidente, contra toda la conexión entre los los mag nates-mineros, el gobierno gobierno y E stado s Unidos Unidos.. En el debate consiguiente el gobierno acabó superando una moción de censura; pero lo hizo al precio de quebrar las coali ciones subsistentes entre los moderados y la izquierda cada vez más radical. La antigua agrupación de socialistas moderados
que quedaba del período de Toro y Busch salló destrozada de los debates sobre la masacre de Catavi; Incluso muchos políticos tradicionales abandonaron sus partidos. El resultado fue que el gobierno gobierno se enco ntró con que sólo sólo lo lo apo yab an los liberales liberales y re p u b l i c a n o s m á s r e a c c io n a r io s . El p o s ib le apo ap o y o d el PIR, —q u e a causa de la entrada de la Unión Soviética en la guerra del lado alia al iado— do— aho ra sim patizaba patiza ba m ás con los esfuer esfuerzos zos del de l gobie gob ierr no p o r p r o p o r c i o n a r a los lo s E s t a d o s U n id o s u n c o n tin ti n g e n t e s i n p a r de minerales, fue rechazado por el régimen de Peñaranda. De esta forma fue el propio gobierno el que forzó al PIR a unirse al MNR y al POR en la oposición. oposición. A fines de 1943 estaba claro que el gobierno había perdido el control de la situación política; también había empezado a perder el control del ejército. Se intentaron varios pequeños alzamientos; tos; com enzaron a circular noticias sobre las logias logias m ilitares ilitares secretas. La más importante era RADEPA (Razón de Patria), organizad a en tre la ofic oficia iali lidad dad joven en los cam pos de prision eros del del Paragu ay. Con la caída de Bilbao Bilbao Rioj Riojaa y los los radicales in m ed iatam ente de sp ué s de la m ue rte de Busch , RADEPA surgió como el el gru po p o d e m a y o r co c o n cien ci en cia ci a p o líti lí tica ca del de l ejér ej ércit cito o y el h e re d e ro d e la b a n dera del socialismo militar; pero a diferencia de sus predecesores, este este grupo y su s varios varios retoños retoños se inclinaban inclinaban m ucho m ás a la línea línea fascista que a la socialista reformista. A fines de diciembre de 1943 estos oficiales acabaron aliándose con el MNR y llevaron a cabo con éxito éxito u n golpe golpe de estado estado con tra Peña rand a, llevan llevando do así al po der al prim er gobierno del MN MNR de la his toria boliviana. boliviana. El nuevo régimen que surgió fue una junta militar dirigida p o r el d e s c o n o c id o m a y o r G u a lb e r t o V illa il larr rro o el, el , q u e n o e r a n i u n héroe ni una figura de relevancia de la época del socialismo militar. Sin embargo, su posición dentro de RADEPA era fundamental, siendo un partidario absoluto del vago modelo reformista y fascista que enarbolaba el grupo. Al aceptar a tres m iemb ros del MNR MNR en su gobiern gobierno, o, Villa Villarr rroel oel trató de aliar a su grupo minoritario de oficiales con los nuevos radicales. Durante la organización del nuevo gobierno el MNR elevó a Paz Estenssoro como a su líder: el ala extrema fascista estaba rep rese nta da po r Carlos Carlos Montenegro Montenegro y A ugusto C éspedes. Pero Per o p o r m á s s i m p a t í a s q u e la J u n t a t u v i e r a p o r l a c a u s a d e l E je, je , e n 1944 la situación bélica les exigía moderar sus esperanzas. Cuando Estados Unidos y la mayoría de los gobiernos latinoam ericanos se negó a reconocer a la la Ju n ta , el régimen régimen se vio vio obliobligado primero a de sha cerse de los jefes m ás extrem ado s del MN MNR y luego, luego, a comienzos de 1944, a pre scin dir totalme nte de la cola-
con el MNR de nin gu na m an era anuló los lazos entre am bos gr u pos; to davía m ás, la línea ideo lógica se In spiró en la s p reo cu p aciones del MNR En tre ellas hub o el intento de llevar las m as as ca m pesinas a la política nacional y de apoyar el movimiento obrero minero, p arti cularm en te el ala obrera del P O R El MNR t rabajó e stre c h am ente con el líder minero porista J u a n Lechín. Este apoyo, ju n to con la ayuda recibida de los obreros ferroviarios, condujo finalmente a la creación de una federación nacional de mineros en H uan un i, en jun io de 1944, con u no s 60 .000 afiliados. La Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia se hizo cargo inmediatamente de la dirección del movimiento obrero, p or se r el sin dic ato m á s poderoso del país, p restan d o u n im portan te apoyo al MNR y a la Ju n ta , a p esa r de la oposición obrera al régimen y de su apoyo tradicional al PIR. Por lo que se refiere a la cuestión indígena, en mayo de 1945 el régim en reun ió po r fin un os 1.000 k u r á k a indios tanto de lengua kechua como aymara en el I Congreso Nacional Indigenal, celebrado en La Paz. Durante su transcurso Villarroel prometió un considerable esfuerzo del gobierno para proporcionar instalaciones educativas en las comunidades libres, esfuerzo que realmente tendría cierto impacto; por primera vez en la historia pro m ulg ó u n decreto aboliendo el odioso pongueaje de lo s in dio s en las haciend as. Medida verdaderam ente revolucionaria y que minaba los cimientos de todo el sistema latifundista, el decreto nu nc a fue pu esto e n ejecución; pero dio u n a m ínim a justificación a los radicales indianistas y el mismo Congreso Indigenal perm itió p o r prim era vez el contacto en tre m u c h o s de los dir igentes indios tradicionales, abriendo así el camino a la importante movilización de la ideología campesina contra el régimen de las haciend as. Por fin, en el campo de los derechos democráticos y de las li b e rta d e s c iu d a d a n a s el régim en ap oyó la s peores te nd en cia s del MNR y permitió q ue ex pre saran plenam ente su propia ideología fascista, demostrando ser uno de los más viciados de la historia bolivia na. C u an d o el PIR ganó u n a proporció n im p o rtan te de votos en las elecciones para la Convención Constituyente de 1944, el gobierno simplemente asesinó a sus líderes y encarceló a sus partidarios. A su vez, un efímero alzamiento en Oruro a fines de 1945 le dio el pretexto qu e necesitaba p ara pre nd er a un a serie de políticos tradicionales y ejecutarlos. Este recurso a la violencia contra los intelectuales y políticos de clase media era nueva en la política boliviana, dividiendo profundamente a la nación y volviendo inútiles la mayor parte de las iniciativas re-
formistas, pu es la m ayoría de los m iemb ros de la élite concep tuó al régimen como gansterismo y fascismo. A fin de cuentas, el empleo de la violencia policiaca y la hostilidad del régimen a los líderes marxistas y políticos tradicionales acabarían destruyéndolo y reducirían al MNR a un poder claramente menor de la escena nacional. A lo largo de 1944 y 1945 la represión ininterrumpida tanto de la extrema izquierda como de la extrema derecha acabó obligando a am bos grupos a an u d ar un a coalición democrática an tifascista. A comienzos de 1946 tal alianza controlaba la mayor p a rte del movim iento obre ro no m inero, los e s tu d ia n te s universitarios y la mayoría de la élite política nacional. A pesar de la ininterrumpida represión gubernamental la coalición fue ganan do terreno y en junio —julio de 1946, cua ndo tenía lugar u n a huelga de maestros, pudo movilizar a la opinión popular y estudiantil; el 14 de julio de 1946 u n a m anifes tación po pu lar de protes ta se transform ó en revuelta popular. De esta forma, s in la defección de ningún militar ni policía, los civiles llevaron a cabo el derrocamiento del régimen. En la violencia del momento el pro pio p resid en te Villarroel fue sacado del pala cio presid encia l y colgado de un farol de la plaza principal de La Paz. Parece ría, pu es , que el MNR y RADEPA h ab ían que dad o tota lm ente desacred itado s y que el futuro estab a en m ano s del PIR , que en realidad era el factor radica l clave de la revue lta po pu lar de julio. Pero al cabo de tre s a ño s de la rev ue lta y del exilio de la p la n a m ayor del MNR, éste volvería a su rg ir como el p artido más popular de la izquierda y el movimiento político más poderoso del país. Esta extraordinaria inversión de la propia suerte se debió tanto a la astucia del MNR como a la incompetencia de la dirección del PIR. Pues lo que el MNR descubrió rápidamente y el PIR olvidó fue que seguía viva la generación del Chaco y que las exigencias de un cambio seguían tan vigorosas como siem pre. Iría en descré dito de ellos el que el MNR a prendiera de su desastrosa experiencia con los fascistas militares y pudiera resurgir d u ran te el Sexenio (1946 — 1952) como un partido rad ical y p o p u la r de cam bio . P ara llevar a cabo este viraje se decid ió a deshacerse de una vez por todas de sus elementos fascistas. A ello le ayudaron Lechín y sus mineros, entregados a la transformación revolucionaria y que pedían que el partido apoyara su p rogram a. Al m ism o tiem po Paz E ste n sso ro y o tro s nuevos líderes como Hernán Siles Suazo se dedicaron a restablecer su sólida base de clase media con un fuerte programa de estabilización económica por un lado y de nacionalización económica por otro. Lograrían sus objetivos de una forma tan plena que en la
p o sterio r m itolo gía revolu cio naria , la m u e rte de V illarroel por la m uch edu m bre pop ular, en julio de 1946, se transform aría en un importante acto revolucionario y el propio Villarroel lle garía a ser otro m ártir al lado de Busch y de los m ineros m asa crados de Catavi, dentro del panteón revolucionario del país. E n tod os esto s vericuetos la acción del PIR fue decisiva. P ues al derrocar al MNR y a Villarroel, el PIR decidió que sólo la ple na cooperación con los partidos tradicionales podría servir a su cau sa, decisión en la que cometió u n error fund am ental, p ue s así como el MNR no olvidó los cambios desencadenados por la G uerra del Chaco, tampo co lo olvidaron los partidos tradicio na les. Aferrada en la posición ahora descarada de defensa de clase, la Concordancia de los partidos tradicionales se dedicó a des truir las nuevas fuerzas políticas desencadenadas por los dife ren tes regím enes reform istas y radicales. Así pu es, se complacía tan to en utilizar al PIR pa ra en cu brir su s p ropias acciones como en que se lo responsabilizara de todas sus acciones antiobreras, especialmente las dirigidas contra los amenazantes obreros de las minas. Los partidos tradicionales, una vez asegurados en el poder, e s ta b a n decid id os a d e te n er todo s lo s cam b io s que se ha bía n producido y a volver al sistem a anterior a la guerra. Pero esto era una esperanza quijotesca. No sólo terminarían destru yendo al PIR, sino que se destruirían también a sí mismos. Al fi nal del Sexenio los políticos tradicionales ya no pudieron seguir conteniendo los nuevos movimientos, viéndose obligados a abandonar por completo el gobierno constitucional y a confiar en el puro poder militar como la única defensa contra las exi gencias populares de cambio. H asta qué p un to eran revolucionarias estas exigencias se puso en claro d ura nte los m eses que siguieron a la revuelta de julio. En el IV congreso nacion al de los mineros, celebrado en Pulacayo en noviembre d e 1946, la FSTMB aprobó la tesi s de la revolución pe r manente y abogó por la lucha armada violenta de la clase obrera. La llamad a Tesis de Pulacayo fue un docum ento amargo y revolu cionario que rechazó todas las posiciones reform istas y progre sistas. A unque ace ptab a la revolución de julio como popu lar, de safiaba el antifascismo de la Alianza Democrática y hablaba del verdadero fascismo de la oligarquía. Exigía una alianza obrero cam pesina y u n gobierno bajo control obrero. Incluso en su s exi gencias más concretas, que por lo general constituían la parte m od erada de las declaraciones obreras, la FSTMB adoptó u n a po sición extremista: abogada por el inmediato armamiento de los obreros, por la participación obrera en la administración de las em presa s m ineras y por la promoción de huelgas revolucionarias
(en contraposición a las económicas). E sta fue, e n realidad, la declaración más poderosa del ala porista de los mineros, comprometiendo no sólo a los mineros en la acción revolucionaria sino que forzó al MNR, que había tratado de controlar el movimiento obrero minero, a adop tar también u n a actitud m ucho m ás revolucionaria. Como re sp u es ta a la radicalización de los m ineros, el gobierno se lanzó a una acción represiva, utilizando a los ministros del PIR pa ra a tac ar a los obreros. El PIR, por su parte, tra s h ab er p ro b ad o el p o d er en el g o b iern o p ro v isio n a l p o s te rio r a Villarroel, no quiso dejarlo cuando los republicanos ganaron las elecciones de 1947, permaneciendo en el gobierno de coalición. Esto resultaría ser un error fatal, pues los republicanos dirigidos por Enrique Hertzog y Mamerto Urriolagoitia constituían el ala más reaccionaria de los partidos tradicionales y estaban decididos a destruir la FSTMB y todo radicalismo en el movimiento obrero. A comienzos de 1947 el ministro de Traba jo , del PIR, envió la s tro p as a las m inas: con el sang rien to an iquilamiento de una huelga en Catavi el PIR quedó destruido como partido representativo de la izquierda. Al propio tiempo el MNR nunca perdió la audiencia entre la clase media, a pesar de que la mayoría de sus dirigentes (empezand o p or Paz Estenssoro) se en co ntra ba en el exilio. E n las elecciones de 1947 hab ía quedado reducido al mínimo apoyo pop ular, aunque todavía consiguió 13.000 votos, frente a los 44.000 votos de los republicanos victoriosos. Luego, destruido ya el PIR y mostrando los partidos tradicionales una creciente hostilidad incluso al reformismo m oderado del modelo Toro — B usc h y Villarroel, el MNR logró más votos. En las elecciones parlamentarias interm edias de mayo de 1949 surgió como el segun do p artido, detrás de los republicanos, a pesar de la fuerte oposición gubernam ental. Su recuperación fue tan inesperada que Hertzog renunció a la presidencia, poniendo el gobierno en manos del vicepresidente Urriolagoitia. No ob stante toda esta serie de indicios de u n cam bio e stru c tu ral a largo plazo en la arena política, los republicanos se negaron a en dere zar el timó n, m ien tras q ue el PIR se negó a salir del gobierno. Poco después de las elecciones parlamentarias estallaron nuevas huelgas en Catavi, produciendo el exilio de Lechín, Mario Torres y otros dirigentes de la FSTMB. La Noticia de su exilio provocó un levantamiento obrero armado en Catavi, con la consiguiente intervención masiva del ejército en la zona minera. Al hacerlo el ejército dejó claro que se había librado de todos los elementos reformistas, aceptando por comple to la
política represiv a del régim en republi cano. Tem ie ndo u n movi miento revolucionario obrero y del MNR, se aliaron tras su cas ta conservadora de la alta oficialidad como nunca lo habían he cho antes. Pero ahora el descenso que la postguerra trajo en la cotiza ción internacional del estaño dio lugar a una grave crisis fiscal en el gobierno. Los precios comenzaron a subir rápidamente en el mercado interno. El gobierno republicano no pudo enfrentar eficazmente el estancamiento y la inflación económicos, per diendo el apoyo de los grupos que hasta entonces le habían sostenido. Elementos clave de la élite se mostraron indiferentes a la confrontación final entre el gobierno y el MNR. Este parti do, con la violenta represión de los obreros y con el fraude elec toral p ara m inim izar su s victorias, se lanzó con todas su s fuer zas al derrocamiento armado del régimen. En septiembre de 1949 el MNR, dirigido por Siles Suazo, organizó un levanta miento civil, combatiendo durante dos meses contra el ejército en tod as las ca pitales provinciales; incluso llegó a es tablecer su cu arte l general provisional en S an ta Cruz. Si bien el alzamiento fue aplastado de forma muy sangrienta, señaló un cambio im p o rta n te en el estilo de la política nacio nal. E n p rim er lu g a r se trataba de una operación exclusivamente civil. El ejército man tuvo una absoluta unidad contra los rebeldes, prestando pleno apoyo al régimen. A pesar de la anterior íntima alianza entre el MNR y el ejército, la oficialidad se m an tuv o firme co ntra el p a r tido y le infligió una derrota. El alzamiento también fue único por la fusió n del apoyo obre ro y de la cla se m edia, p u es los m ine ros intervinieron plenamente en él. Todo ello contribuyó a ap arta r todavía m ás al partido de lo que pudiera sub sistir de su ala fascista, acercándolo a Lechín y a su s pa rtidarios extrotskistas. Por fin sirvió para mostrar al partido que, a pesar de todos sus antiguos lazos, habría de realizar la revolución destruyendo el propio ejército. Aunque el régimen volvió a exiliar a la dirección movimientista e intentó destruir de otra forma el partido, la fuerza del MNR no hizo m ás que crecer de día en día. E n mayo de 1950 hubo una prueba de su creciente control del movimiento obrero: los obreros fabriles de La Paz transformaron una huelga en otra in surrección armada del movimiento obrero del MNR. Para aplas tar la revuelta se echó mano de la aviación y de la artillería con tra los barrios obreros. Pero lo significativo del suceso fue la co nqu ista del movimiento obrero urb an o po r el MNR, que ha sta ese momento había constituido un feudo del PIR. Ahora el parti do contaba con el apoyo de prácticamente todos los obreros or —
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ganizados, fuere cual fuere su tendencia política local, como suced ía con la m ayor parte de la clase media. Que el PIR estaba acabado se puso en evidencia a fines de 1949. Aunque sus miembros más radicales por fin exigieron la salida del gobierno desp ué s de las elecciones pa rlam en tarias, no lograron que adoptara una posición más revolucionaria. A com ienzos de 1950 el grupo juven il del partido lo aband onó, con stituyendo un Partido Comunista Boliviano oficial; el PIR cayó en la insignificancia. Entretanto el MNR hizo un último esfuerzo por conquistar el poder por medios democráticos. En mayo de 1951 se celebraron elecciones presidenciales: presentó a ellas una fórmula presidida por Víctor Paz Estenssoro (que seguía en el exilio) y Hernán Siles Suazo. Para escalofrío de la derecha, el MNR ganó las elecciones por una clara mayoría: 39.000 votos, mientras que los republicanos sólo obtuvieron 13.000 y el PIR apenas 5.000, menos incluso que los liberales. Pero antes de que el MNR pudiera tomar posesión de la presidencia el ejército decidió intervenir para impedírselo. A los pocos días de las elecciones, Urriolagoitia renunció a la presidencia, tra ns m itien do ilegalmente el cargo al jefe de Es tad o M ayor, quien a su vez nombró al general Hugo Ballivián presidente. El nuevo gobierno lo primero que hizo fue anular las elecciones, poner fuera de ley al MNR como org aniz ació n co m u n ista y refle j a r en su nu ev a retó rica el contexto intern acional de la gu erra fría en curso. Pero los militares se encontrarqn con que sólo les ofrecían su apoyo los repub licanos y un a p equ eña ala derech ista de un partido fascista clericalista. Falange Socialista Boliviana. Además, incluso los generales se dieron cuenta del desenlace inevitable de la lucha que se acercaba y muchos oficiales destacados decidieron ocupar cargos en el extranjero en este momento crucial del conflicto. Se puso en evidencia para todos los observadores que ahora el MNR trataría de conseguir por la fuerza lo que se le había escamoteado en la urnas. Siempre dispuesto a emplear la violencia, el MNR se lanzó a una plena oposición militar, convencido como es tab a de que sólo u n a tác tica de gue rra civil le podría d ar el gobierno. La oficialidad permaneció absolutamente fiel a la Junta, a pesar de todos los esfuerzos movimientistas por agrieta r el ejército. De esta forma Paz y los dirigentes m ás con servadores del partido acabaron aceptando que el único medio era armar a todos los civiles y lanzar un levantamiento popular armado. El partido ni siquiera en la guerra civil de 1949 había franqueado los arsenales al público, recurriendo sólo a sus afiliados para la lucha, por temor de que una guerra civil total lle-
va ra a la d estrucc ión de todo orden en Bolivia. En cam bio aho ra practic ó esta táctica, como la ú n ic a que le podía llevar a la vic to ria. En ese contexto de conspiración desenfrenada y de violencia general, el régim en se encontró repentinam ente en medio de u n conflicto internacional complejo acerca de la venta de estaño a Estados Unidos, causa de una grave depresión en la economía nac ional. A fines de 1951 el gobierno apoyó las q ue jas de los industriales mineros por el bajo precio que ofrecía el gobierno de Es tados Unidos pa ra la com pra de estaño a largo plazo. El resultado fue u n acuerdo para su spend er las ventas y, por tanto, s u s p e n d e r tam b ié n la p roducción d u ra n te u n o s pocos m e ses, p a ra forzar así a Estado s Unidos a aten der su s razones. Aunque esta táctica podía acabar logrando lo que pretendía, de momento sólo exasperó la s ten sion es políticas y económ icas del país. Después de múltiples intentos, el alzamiento final se produjo el 9 de abril de 1952. En tres días de combate intenso, durante los cuales se abrieron los arsenales al público y a los mineros que habían marchado sobre La Paz, por fin el ejército vencido. Al costo de grandes destrucciones y de más de 600 vidas, el MNR volvía al poder. Pero el partido de 1952 era enormemente diferente del grupo profascista derrocado en 1946: a hora e ra u n p artido radical de gente de clase media y de obreros revolucionarios, encamando un nuevo tipo de amalgama de movimiento p o p u lista radic al. H abía lleg ad o al poder ta m b ié n a co sta de los p a rtid o s políticos trad icio n a les y de la s p rin cip ales in stitu c io nes del orden y de la autoridad (el ejército y la policía). Al acepta r la participación y la ideología obreras y al arm ar a la m asa p o p u la r se h ab ía com pro m eti do en u n a a c titu d a b so lu ta m en te d es truc tora del viejo orden y, a p es ar de su ideología reform ista tradicionalmente limitadora, ahora estaba lanzado a un desenlace revolucionario. Habiendo conquistado el poder frente a la oposición conjunta del ejército y de los partidos tradicionales, los jefes del MNR se sintieron libres de ofrecer u n program a moderado o u n compromiso con ninguna institución, política o militar. Pronto, no sólo las clases blan ca u rba na y los cholos sino las m as as indias campesinas estaban en poder de armas; el ejército y la policía nacional fueron desmantelados. Todos conocían los objetivos del partido; las armas estaban en manos del populacho militante; los dirigentes que volvían del exilio no habrían de contenerse. Así comenzó la revolución social y económica más dinám ica de Am érica Latina desde la m exican a de 1910 .
CAPITULO VIII DE LA REVOLUCIÓN NACIONAL A LA GUERRA FRÍA, 1952-1982 E n 1 9 5 0 B o l iv i a s e g u í a s ie n d o u n a s o c i e d a d p r e d o m i n a n t e r u r a l, e n la q u e l a m a y o r í a d e s u p o b l a c ió n e s t a b a s ó l o m a r g i n a l m e n t e i n te g r a d a e n s u e c o n o m í a n a c i o n a l . D e t o d a l a p o b l a c i ó n e c o n ó m i c a m e n t e a c t i v a r e g i s t r a d a e n e l c e n s o d e 1 9 5 0 , u n 7 2 % s e d e d i c a b a a l a a g r i c u l t u r a e in d u s t r ia s c o n e x a s ; p e r o e s a f u e r z a d e t r a b a j o s ó lo p r o d u c í a a l re d e d o r d e l 3 3 % d e l P r o d u c t o I n t e rn o B r u to , a n o m a l ía q u e i n d i c a c l a r a m e n t e el g r a v e a t ra s o e c o n ó m i c o d e e s e s e c to r . C o n t o d o , d e s d e 1 9 0 0 l a s o c i e d a d b o l iv i a n a h a b í a e x p e r im e n t a d o p r o f u n d o s c a m b i o s e n su c o m p o s i c i ó n : l a p o b l a c ió n u r b a n a ( e n c e n t r o s d e m á s d e 5 . 0 0 0 ha bitantes) hab ía subido del 14 al 23 % del total y en cada uno d e lo s d e p a r t a m e n t o s d e l p a í s l o s p r in c i p a l e s c e n t r o s u r b a n o s h a b í a n c r e c i d o c o n m a y o r r a p id e z q u e e l c o n j u n t o d e p a r ta m e n ta l. E n e l m i s m o p e r io d o , la p r o p o r c i ó n d e a lf a b e t o s y e l n ú m e r o d e n i ñ o s e s c o l a r iz a d o s t a m b i é n a u m e n t ó , p a r t i c u la r m e n t e d e s d e q u e lo s g o b i e r n o s p o s t e r io r e s a l a G u e r r a d e l C h a c o d e d i c a r o n m a y o r e s s u m a s al s e c t o r e d u c a t iv o : e n t r e 1 9 0 0 y 1 9 5 0 la p o b l a c i ó n a l f a b e t a p a s ó d e l 17 a l 31 % y la p o b l a c i ó n e s t u d i a n til p r e u n i v e r s it a r ia s u b i ó d e u n o s 2 3 . 0 0 0 a 1 3 0 . 0 0 0 ( c if ra s e q u i v a l e n t e s a l 1 y a l 5 % d e l a p o b l a c i ó n t o t a l , r e s p e c t iv a m e n t e ) . E n e l n i v e l u n i v e r s it a ri o , e m p e r o , el c a m b i o h a b í a s id o m u c h o m e n o r : s i e n 1 95 1 e l n ú m e r o d e u n i v e r s i t a r io s h a b í a l le g a d o a 1 2 . 0 0 0 , e s e a ñ o e n to d o e l p a í s s ó lo s e g r a d u a r o n 1 3 2 e s t u d i a n tes. XX
M a y o r i ta r i a m e n t e r u ra l y a g r íc o l a , a m e d i a d o s d e l s ig l o B o l i v i a n i s i q u i e r a p o d í a a l im e n t a r a su p r o p i a p o b l a c i ó n .
A c a u s a d e l a in c e s a n t e e x p a n s ió n d e l s is t e m a d e h a c i e n d a , l a d i s tr ib u c i ó n d e la ti e r r a h a b í a l le g a d o a s e r u n a d e l a s m á s i n j u s t a s d e A m é r i c a L a t in a : e l 6 % d e lo s t e r r a t e n ie n t e s c o n 1 .0 0 0 h a . o m á s d e t ie r r a c o n t ro l a b a e l 9 2 % d e l a ti e r r a c u l ti v a d a d e la r e p ú b l ic a ; p o r o t r o l a d o , e s ta s g r a n d e s h a c i e n d a s e s ta b a n s u b u ti li z a d a s , p u e s n o s o l ía n e x p l o t a r m á s d e l 1 .5 % d e s u s ti e r ra s . E n el e x tr e m o o p u e s t o e s t a b a e l 6 0 % d e lo s t e r r a te n i e n te s d e h a s t a 5 h a . ( v e r d a d e r o s m i n i fu n d i o s ) q u e s ó lo p o s e ía n e l 0 . 2 % d e l a ti e r ra , lo q u e l e s o b l ig a b a a c u l t iv a r el 5 4 % d e e lla s . L a e x t re m a d a i n e q u i d a d e n l a d i v i s ió n d e l a tie r r a e r a e s e n c i a l p a r a c o n t r o l a r la m a n o d e o b r a ru r a l: c o n t r o l a n d o e l a c c e s o a l a s m e j o r e s t ie r r a s e n t o d a s la s r e g i o n e s d e l p a ís , lo s h a c e n d a d o s c o n s e g u í a n m a n o d e o b r a o f r e c ie n d o , a c a m b i o de l t ra b a j o , t ie r ra s d e s us h a c i e n d a s e n u s u f r u c t o . L o s in d i o s d e b í a n a p o r t a r la s s e m i l l a s , la s h e r r a m i e n t a s y, e n a lg u n o s c a s o s , i n c lu s o lo s a n i m a l e s p a r a e l t ra b a j o , m i e n tr a s q u e e l h a c e n d a d o s ó lo d e b í a p o n e r lo s e s c a s o s i n s u m o s d e c a p i ta l. L o s i n d i o s i n c lu s o d e b í a n t ra n s p o r t a r la s c o s e c h a s y p r e s t a r s e r v i c io s p e r s o n a l a l h a c e n d a d o , a su f a m i li a y a s u s c a p a t a c e s : e s te ‘p o n g u e a j e ’ h a b í a fo r m a d o p a r te d e l a s o b l ig a c i o n e s d e l o s i n d i o s d e h a c i e n d a d e s d e l a é p o c a c o l o n i a l, p e r o n o p o r e llo e ra m e n o s o n e r o s o . L o ú n i c o e n q u e c o i n c i d í a n e n o d i a r to d o s lo s in d i o s c a m p e s i n o s e r a e l s e r v i c io d e pongos : e x i g í a s u p r e s e n c ia e n la r e s i d e n c i a d e l h a c e n d a d o , y a f u e r a e n la p r o p i a h a c i e n d a o e n d i s ta n t e s c iu d a d e s , c o n s u m i e n d o e n e l lo g r a n d e s c a n t id a d e s d e t i e m p o y d e e s f u e r z o , s in n i n g ú n t ip o d e r e m u n e ración. E s te s i s te m a n o i n c l u í a e l ‘p e o n a j e p o r d e u d a s ’ n i o tr o s r e c u r s o s d e f u e r z a y l o s in d i o s te n d i e ro n a m o v e r s e l ib r e m e n t e d e n tr o y f u e r a d e l a s h a c i e n d a s ; p e r o la s c re c i e n t e s p r e s io n e s s o b r e l a t ie r r a e n la s z o n a s d e c o m u n i d a d e s l ib r e s , e n e s p e c i a l d e s p u é s d e l a ú l t i m a g r a n é p o c a d e e x p a n s ió n d e la s h a c ie n d a s , o b l ig a r o n a lo s c a m p e s i n o s a a d a p t a r s e a l s i s te m a . A u n q u e l o s c e n t r o s u r b a n o s c r e c í a n , n o l o h a c í a n c o n s u f ic i e n t e ra p i d e z p a r a a b s o r b e r la p o b l a c i ó n r u r a l e n a u m e n t o . P o r s u p a r t e , la s u b d i v is ió n d e p a r c e la s e n l a s c o m u n i d a d e s n o t a r d a b a e n a l c a n z a r n i v e l e s c r í tic o s , p o r lo q u e c a d a v e z m á s h i jo s s e v e ía n o b l ig a d o s a tr a b a ja r , o e n l a s h a c i e n d a s p a r a o b t e n e r ti e r r a c o n q u e a l im e n t a r s e e ll o s y a s u s fa m i li a s , o en la s c iu d a d e s y m i n a s c o m o m a n o d e o b r a b a r a ta .
C o n u n a m a n o d e o b r a p o c o c o s t o s a , c o n la s s e m i l l a s e i n c l u s o , a v e c e s , la s h e r r a m i e n t a s g r a t is o a p r e c i o s m í n i m o s y c o n u n o s m e r c a d o s a g r íc o l a s p r o t e g i d o s , l o s e s t ím u l o s d e lo s h a c e n d a d o s p a r a in v e r ti r e n s u s p r o p i e d a d e s e r a n m ín i m o s . E n r e a li d a d , el a u s e n t i s m o d e l o s p r o p i e t a r i o s p r e d o m i n a b a e n to d a s la s r e g i o n e s r u r a l e s , p u e s l a m a y o r í a d e lo s h a c e n d a d o s e j e r c ía p r o f e s i o n e s u r b a n a s . E l r e s u l ta d o d e e s t e s i s te m a e r a e l e m p l e o d e u n a t e c n o l o g í a r u d i m e n t a r ia y l a b a j a c a li d a d d e l as s e m i l l a s , c o n u n o s r e n d i m i e n t o s s u m a m e m n t e b a jo s e n a l im e n to s . E l s e c t o r a g r í c o l a e s t a b a t a n a tr a s a d o q u e n i s iq u i e ra p o d í a s a t is f a c e r la s n e c e s i d a d e s n i d e l a c r e c i e n t e p o b l a c i ó n d e l os c e n t r o s u r b a n o s n i d e l p a í s e n s u c o n j u n t o . S i e n lo s a ñ o s 2 0 e l 1 0 % d e la s im p o r ta c i o n e s e r a n a l im e n t o s , e n 1 9 5 0 - 1 9 5 2 l a c i f ra h a b í a a sc e n d id o a l 1 9 % ; y h a y q u e d e s t a c a r q u e u n a b u e n a p a r t e d e e s o s a l i m e n t o s i m p o r t a d o s e r a n t u b é r c u l o s t r a d i c i o n a le s a n d i n o s q u e s ó l o s e p r o d u c e n e n B o l i v i a y P e r ú . I n e f ic i e n te , i m p r o d u c t i v o e in j u s t o , el s is t e m a a g r í c o l a b o l iv i a n o t a m b i é n m a n t e n í a f u e r a d e l m e r c a d o a u n a l to p o r c e n t a j e d e l a f u e r z a l a b o r a l d e l p a í s , c o m p r i m i e n d o s u s i n g r e s o s e n u n t r a b a j o e x p l o t a d o r y e n o b l ig a c i o n e s d e s e r v i c i o s ; a s u v e z , e s t o r e s t ri n g í a e l m e r c a d o d e l a m a n u f a c t u r a a l a p e q u e ñ a m i n o r ía u r b a n a y a l o s r e l a ti v a m e n t e e s c a s o s c e n t r o s a g r í c o l a s a c t i v o s , c o m o l o s d e l v a lle c o c h a b a m b i n o . D a d o e l c a r á c t e r l im i t a d o d e l m e r c a d o i n t e ri o r , n o r e s u l ta s o r p r e n d e n t e q u e B o l i v i a c o n t a r a c o n u n s e c t o r i n d u s tr ia l p e q u e ñ o , q u e e n 1 9 5 0 re p r e s e n t a b a a p e n a s e l 4 % d e la p o b l a c i ó n e c o n ó m i c a m e n t e a c ti v a . L a i n d u s tr ia s e c o m p o n í a f u n d a m e n t a l m e n t e d e a l g u n a s f á b r i c a s t e x t il e s y d e p l a n t a s e l a b o r a d o r a s d e a li m e n t o s . E n 1 9 5 0 s e c a l c u l a b a q u e h u b i e r o n p o c o s c a m b i o s e n l a e s tr u c t u r a c a p i ta l i s t a d el s e c t o r y q u e d a m a y o r ía d e l as f á b r i c a s s e e n c o n t r a b a s u p e r a n t i c u a d a y s u b p r o d u c t i v a d e a c u e r d o a l o s c r it e r i o s m u n d i a le s . E n l a m i n e r í a t o d a v í a e r a m á s v i s ib l e la f a l ta d e i n s u m o s n u e v o s d e c a p i ta l q u e a f e c t a b a a l a a g r ic u l tu r a y a la in d u s t r ia : d e s d e f in e s d e lo s a ñ o s 3 0 n o h u b o a p a r e n t e m e n t e g r a n d e s i n v e r s i o n e s n u e v a s e n e l s e c t o r m in e r o , p r e c i s a m e n t e c u a n d o l a m a y o r í a d e l a s m i n a s c o m e n z a b a a f u n c i o n a r s in g r a n d e s f il o n e s . A s í, p u e s , u n a i n f ra e s t r u c t u r a e n v e j e c i d a y u n a r i q u e z a d e c r e c i e n t e d e lo s m i n e r a l e s e l e v a b a i n e x o r a b l e m e n t e l o s c o s t o s d e p r o d u c c i ó n a u n o s n iv e l e s a n t i e c o n ó m i c o s y n o c o m p e t it iv o s ( s i e x c e p t u a m o s l o s p e r io d o s d e
c a r e s t í a b é l ic a ) e n l o s m e r c a d o s m u n d i a l e s . E n 1 9 5 0 B o l iv i a e r a e l p r o d u c t o r d e e s t a ñ o m á s c a r o d e l m u n d o y a v e c e s s e li m i ta b a a c u b r i r lo s c o s t o s . L o s m á r g e n e s d e g a n a n c i a e r a n m i n ú s c u l o s , c o n l o q u e l a i n d u s t r ia s e h a c í a t o d a v í a m á s v u l n e r a b l e a la s p e q u e ñ a s f l u c t u a c i o n e s d e l a c o t i z a c i ó n m u n d i a l. P o r o tr a p a r t e , i n c l u s o c u a n d o lo s p r e c i o s c o n o c í a n u n r e p e n t i n o r e p u n te , la b a j a c a l i d a d d e lo s m i n e r a l e s d i s p o n i b l e s y l a b a j a p r o d u c t i v id a d d e l as m i n a s s ig n i f ic a b a n q u e a B o l i v i a l e r e s u l ta b a e x t r e m a d a m e n t e d i f í c i l i n c r e m e n t a r la p r o d u c c i ó n . T o d a v í a e n 1 9 5 2 , el a ñ o 1 9 2 9 s e g u í a s ie n d o e l d e la m a y o r p r o d u c c i ó n e s t a ñ íf e ra , c u a n d o e l p a ís e x p o r t ó 4 7 . 0 0 0 t m . d e e s t a ñ o ; y n o h a c e f a lt a d e c i r q u e e s a c i f r a s i g u e s i e n d o l a m a r c a h a s t a n u e s t r o s días. D e b i d o a l r e la t iv o e s t a n c a m i e n t o y a t r a s o d e la e c o n o m í a n a c i o n a l , a l M o v i m i e n t o N a c i o n a l is t a R e v o l u c i o n a r io ( M N R ) l e r e s u l t a r ía r e l a t i v a m e n t e f á c i l i n t r o d u c i r p r o f u n d o s c a m b i o s . L a s h a c i e n d a s , e n m a n o s d e u n a c l a s e m a y o r it a r ia m e n t e a u s e n t is ta y c o n p o c o c a p i t a l i n v e r t i d o , p o d r í a n s e r in c a u t a d a s s in u n a r e s i s t e n c i a i m p o r t a n t e . D a d a l a m o v i li z a c i ó n c a m p e s i n a p o s t e r io r a l a R e v o l u c i ó n d e a b ri l d e 1 9 5 2 , n o s e la s h a b r ía p o d i d o r e t e n e r s in e l p l e n o a p o y o d e l o s p o d e r e s p o l ic i a l e s d e l E s t a d o . L a e s t a t i z a c i ó n d e l e n v e j e c id o s e c to r m i n e r o t a m p o c o c h o c a r ía c o n u n a v i g o r o s a o p o s i c ió n d e lo s ‘b a r o n e s d e l e s t a ñ o ’ si se le s o f re c í a u n a a d e c u a d a c o m p e n s a c i ó n . E n re s u m e n : a s í c o m o s u p e d e r p o l í t i c o s e e n c o n t r a b a d e b i l i t a d o , l a f u e r z a d e la é li t e e c o n ó m i c a e s ta b a r e la t i v a m e n t e v e n i d a a m e n o s e n e l m o m e n to d e la revolución. L o s n u e v o s d i ri g e n t e s d e l M N R t a m p o c o t u v i e r o n q u e s u p e r a r la r e s i s t e n c i a m il it a r. L o s t r e s d í a s d e c o m b a t e s e n t r e c i v i le s y m i n e r o s p o r u n l a d o y e l e j é r c i t o p o r o t r o h a b í a n v i s to e l d e r r u m b e d e lo s m i l it a re s . E s te f u e e l s u c e s o v e r d a d e r a m e n t e c h o c a n t e d e a b r i l d e 1 9 5 2 , p u e s e n d e t e r m i n a d o m o m e n t o fu e r e b a s a d o t o d o e l p o d e r p o l ic i a l d e l E s t a d o . L a d i s tr ib u c i ó n g e n e r a l i z a d a d e a r m a m e n t o a l a s m a s a s , la c r e a c i ó n d e m i l i c i a s u r b a n a s y r u r a l e s , y l a n e u t r a l i z a c i ó n d e l a P o l i c í a N a c i o n a l c a m b i a r o n l a r e a l i d a d p o l í t i c a , e c o n ó m i c a y s o c i a l d e B o l i v i a m á s a l lá d e la s m á s i n s e n s a t a s e x p e c t a t i v a s d e l a d i r ig e n c i a d e l M N R . A s í, p o r m á s l i m i t a d o s q u e h a y a n p o d i d o s e r lo s p r o p ó s it o s d e la d i r ig e n c i a m á s m o d e r a d a d e l M N R i n c l u s o e n a b ril d e 1 9 5 2 , l a re a l id a d d e! d e r r u m b e d e l E s t a d o y el a r m a m e n t o d e
l a s m a s a s p o p u l a r e s s i g n i f ic ó q u e a c a b a r ía p r o d u c i é n d o s e u n a g r a v e r e v o l u c i ó n s o c ia l . L o s ‘r e v o l u c i o n a r io s r e n u e n t e s ’ , c o m o a l g u n o s l o s h a n c a l i fi c a d o , s e v i e r o n a s í l e n ta e i n e x o r a b l e m e n t e f o r z a d o s a p r o p o n e r u n a r e o r g a n i z a c i ó n t o ta l d e l a s o c i e d a d b o l i v i a n a . U n o d e l o s p r im e r o s a c to s d e l n u e v o r é g im e n f u e d e c r e t a r e l s u f r a g i o u n i v e r s a l e l im i n a n d o l a e x i g e n c i a d e l a l f a b e t i s m o . D e u n g o l p e f u e r o n l i b e r t a d a s la s m a s a s in d í g e n a s c a m p e s in a s y e l c e n s o e l e c t o r a l s a lt ó d e u n o s 2 0 p . 0 0 0 a p o c o m e n o s d e l m i l ló n d e p e r s o n a s . E l s i g u i e n t e p a s o f u e c e r r a r t e m p o r a l m e n t e el C o l e g i o M i li ta r y e x p u l s a r d e l E j é r c it o a u n o s 5 0 0 o f ic i a le s ; a u n q u e s e le c o n f ió l a t a r e a d e s u p r o p i a r e o r g a n i z a c i ó n , q u e d ó t a n r e d u c id o e n p o d e r y n ú m e r o q u e m u c h o s c r e y e r o n p o r u n t i e m p o q u e h a b í a d e j a d o d e e x i s t ir . E n u n c o m i e n z o la s m i l i c i a s c iv i le s d e l M N R e s t u v i e r o n m e j o r a r m a d a s q u e l a P o l ic í a y e l E j é r c i to y s e e n c a r g a r o n d e t o d a s l a s o b l i g a c i o n e s q u e h a b í a n s o li d o d e s e m p e ñ a r e s a s f u e rz a s . E l M N R ta m b i é n s e d e d i c ó a r e o r g a n i z a r s us f u e rz a s p a r a ro b u s t e c e r su p r o p i a b a s e d e p o d e r . E l r é g im e n a p o y ó p l e n a m e n t e a l o s m i n e r o s c u a n d o a f i n e s d e a b r il f u n d a r o n s u p r o p i a c e n t ra l n a c i o n a l , la C e n t r a l O b r e r a B o l i v i a n a ( C O B ) . A u n q u e l a C O B s e p r o c l a m ó p o l ít ic a m e n t e n e u t ra l y p e r m i t i ó q u e e l P O R , e l P I R y el n u e v o P C B t u v i e r a n r e p r e s e n t a c i ó n e n e ll a , e n l os h e c h o s s e c o n v i r ti ó e n u n p o d e r o s o a l i a d o d e l r é g i m e n y a c a b ó n o m b r a n d o t re s m i n is t r o s o b r e r o s e n e l n u e v o g a b i n e t e . L e c h í n , j e f e d e l a F e d e r a c i ó n S i n d i c a l d e T r a b a j a d o r e s M i n e r o s d e B o l iv i a ( F S T M B ) , t a m b i é n f u e e l j e f e d e l a C O B y c u a n d o l e t o c ó fu e M i n i s tr o d e M i n a s y P e tr ó le o . L a C O B y la F S T M B r e p r e s e n t a r o n e l a l a r e v o l u c i o n a r i a r a d i c a l d e l p a r t i d o y n o t a r d a r o n e n p l a n t e a r u n p r o g r a m a re v o l u c i o n a r i o . U n o d e lo s p r i m e r o s a c t o s d e l a C O B f u e e x i g i r l a ‘n a c i o n a l i z a c i ó n ’ ( = e s t a t i z a c i ó n ) s in c o m p e n s a c i ó n d e la s m i n a s , l a l i q u i d a c i ó n d e l E j é r c i t o y s u r e e m p l a z o p o r la s m i li c ia s , y l a R e f o r m a A g r a r ia c o n l a a b o l i c ió n d e l s is t e m a la t i f u n d i s t a y to d a s l a s f o rm a s d e s e r v i d u m b re c a m p e sin a . L a d i ri g e n c i a d e l M N R e n c a b e z a d a p o r el P r e s i d e n t e V í c t o r P a z E s t e n s s o r o y H e r n á n S i le s Z u a z o , r e a c c i o n a r o n l e n t a m e n t e a la p r e s i ó n p o l ít ic a y p a r a m i li ta r d e lo s o b r e r o s , p e r o t r a t a ro n d e c o n t e n e r c u a n t o p u d i e r o n s u s re f o r m a s . H a s ta j u l i o n o
le s, q u e q u e d a r ía e n m a n o s d e l B a n c o M in e r o . A u n q u e s e t ra t a b a d e u n p a s o l ó g i c o i n c l u s o d e n t r o d e lo s e s ti lo s a n t e r i o r e s a l a r e f o r m a , s e n e c e s i t a r o n v a r io s m e s e s d e i n te n s o s d e b a t e s p a r a a c c e d e r h a s t a a llí. P e r o lo s s e c t o r e s d e l p a r t i d o q u e d e s e a b a n d e t e n e r s e a l lí t u v i e r o n q u e e n f r e n t a r s e c o n l a s c r e c i e n t e s e x i g e n c i a s o b r e r a s d e u n a e x p r o p i a c i ó n s in c o m p e n s a c i o n e s . Y e s ta s p r e s i o n e s s e h ic i e r o n t a n p o d e r o s a s , q u e la d i r ig e n c i a a c a b ó a c e p t a n d o u n a e s t a t iz a c i ó n t o ta l. A c o m i e n z o s d e o c t u b r e e l g o b i e r n o c r e ó u n a e m p r e s a e s t a t a l s e m i a u t ó n o m a p a r a a d m i n i s t r a r c u a l e s q u i e r m in a s d e l E s t ad o : l a C o r p o r a c ió n M in e r a d e B o b v i a (C O M I B O L ) . Y e l 31 d e o c t u b r e e s t a t iz ó l a s tr e s g r a n d e s e m p r e s a s d e P a tin o , H o c h s c h ild y A r a m a y o ; a s í p a s a r o n a C O M I B O L y a l c o n t r o l e s ta t a l a l r e d e d o r d e d o s t e rc io s d e l a i n d u s t ri a m i n e r a d e l e s ta ñ o . A u n q u e lo s o b r e r o s r a d i c a l e s e x i g ía n l a e x p r o p i a c ió n s in i n d e m n i z a c ió n , a l M N R l e p r e o c u p a b a la s p o s ib l e s r e a c c io n e s d e l g o b i e r n o d e E E . U U .: c o m o e l g o b i e r n o h a b í a h e c h o c u a n to e s tu v o e n s u s m a n o s p a r a s u a v i z a r e s a s r e la c i o n e s ( in c l u i d o e l f in d e l b o i c o t d e l e s t a ñ o d e a c u e r d o a la m a y o r í a d e la s c o n d i c io n e s d e l g o b i e r n o e s ta d o u n i d e n s e ) , n o d e s e a b a c h o c a r c o n u n a l i a d o p o t e n c i a l m e n t e p e l ig r o s o . C o m o s e e n c o n t r a b a e n p l e n o d e s a r r o l l o l a G u e r r a F r í a y E E . U U . i n t e r v e n í a a c t i v a m e n t e e n G u a t e m a l a p a r a d e r r o c a r a u n g o b i e rn o r e v o l u c io n a r io , e l M N R c o n f i a b a p o d e r e v it a r la e t i q u e t a d e r é g im e n d e i n s p i r a c ió n c o m u n i s t a . C o m o E E . U U . h a b í a c o m e n z a d o c a l if ic a n d o e r r ó n e a m e n t e a l M N R c o m o u n p a r t i d o f a s c i s ta y p e r o n i s ta ( r e c u e r d o d e s u a n t ig u a i n te r v e n c i ó n e n e l g o b i e r n o d e R A D E P A ) , a p o y ó m o d e r a d a m e n t e el n u e v o r é g im e n y e l M N R p o r s u p a r t e p r o m e t ió i n d e m n i z a r a lo s t r e s g r a n d e s d e l a m i n e r í a y n o d io s ig n o s d e q u e r e r s e g u i r e s t a t iz a n d o o t r a s m in a s ( in c l u i d a s l a s v a r ia s m i n a s m e d i a n a s n o e s ta ñ í f e r a s d e e m p r e s a s e s ta d o u n i d e n s e s ) . P e r o e l r é g i m e n s e v ió o b l ig a d o a a c e p t a r l a d i r e c c i ó n d e la C O B y d e la F S T M B y el ‘c o g o b i e m o ’ o b r e ro e n l a a d m i n i s t r a c ió n d e C O M I B O L . L o s o b r e ro s o b t u v i e ro n d o s d e lo s s ie t e a s ie n t o s d e l C o n s e j o d e A d m i n is t r a c i ó n , a s í c o m o e l p o d e r d e v e t o a la s d e c i s io n e s d e C O M I B O L q u e l e s a f e c t a r a n . E s t o l le v ó e l p o d e r a lo s o b r e r o s , q u e p r e s i o n a r o n p a r a a u m e n t a r la s p l a n t i l l a s y p a r a c r e a r p u l p e r í a s b i e n s u b v e n c i o n a d a s . E n t r e t a n t o , d u r a n t e la s e g u n d a m i t a d d e 1 9 5 2 y c o m i e n z o s d e 1 9 5 3 c o m e n z ó a d e r r u m b a r s e l a s o c i e d a d r u r a l, a p e s a r
d e t o d o s lo s e s f u e r z o s q u e h i z o e l g o b i e r n o p a r a c o n t ro l a r la s it u a c ió n . C o n l a d e s a p a r i c i ó n d e l E j é r c it o , c o n e l a r m a m e n t o q u e f lu í a a l c a m p o y c o n l a j o v e n a l a r e v o l u c i o n a r ia d e l o s p o l ít ic o s q u e d is e m in a b a n la c o n s i g n a d e c a m b io , e m p e z ó u n a ta q u e s is t e m á t ic o c a m p e s i n o c o n t r a t o d o e l s is t e m a la t i f u n d i s t a . C o m p a r a b l e c o n e l m o v i m i e n t o c a m p e s i n o c o n o c i d o c o m o e l ‘G r a n T e r r o r ’ e n l a R e v o l u c i ó n F r a n c e s a , e l p e r í o d o d e s d e f in e s d e 1 9 5 2 h a s t a c o m i e n z o s d e 1 9 5 3 c o n t e m p l ó la d e s tr u c c ió n d e to d a h u e l la d e tr a b a j o e n l a s z o n a s r u r a l e s c o n l a m u e r t e o e x p u l s ió n d e c a p a t a c e s y t e r r a t e n i e n t e s , y l a o c u p a c i ó n v i o l e n t a d e l as t i e r ra s . L o s c a m p e s i n o s , r e v i v i e n d o s u s o r g a n i z a c io n e s c o m u n a l e s t r a d i c i o n a l e s , e m p e z a r o n a o r g a n i z a r ‘ s in d i c a t o s ’ c o n e l a l i e n t o d e l a C O B , a r e c i b i r a rm a s y a c r e a r m i l ic i a s . A u n q u e el c a m p o h a b í a c o n t e m p l a d o c o n r e l a ti v a in d i f e r e n c i a y s e h a b í a v i s to p o c o a f e c t a d o p o r lo s g r a n d e s c o m b a t e s d e a b r i l d e 1 9 52 , a f in d e e s t e a ñ o f u e e s c e n a r io d e t re m e n d a v i o l e n c ia y d e s t r u c ción. P o r m á s r e n u e n t e q u e el r ég i m e n h a y a p o d i d o s e r a e n c a r a r s e r ia m e n t e e l p r o b l e m a d e l a h a c i e n d a , la m a s iv a m o v i l iz a c i ó n d e lo s c a m p e s i n o s ( a h o r a , m a y o r í a e le c t o r a l) y l a s is t e m á t ic a d e s t r u c c i ó n d e l s i s te m a d e p r o p i e d a d a g r a ri a , f o r z a r o n al r é g i m e n a a c tu a r. E n e n e r o d e 1 9 5 3 c r e ó l a C o m i s ió n d e R e f o r m a A g r a r ia c o n m i l i t a n te s d e l P I R y d e l P O R ; y e l 2 d e a g o s to p r o m u l g ó e l d e c r e t o d e u n a r e v o l u c i o n a r i a R e f o r m a A g r a r i a . P o r e ll a s e e x p r o p i a b a n t o d a s l as ti e rr a s d e h a c i e n d a s , i n d e m n i z a n d o a lo s d u e ñ o s c o n b o n o s d e i n d e m n i z a c ió n a 2 5 a ñ o s p l a z o ; o t o r g a b a e s a s t ie r ra s d e h a c i e n d a s a l o s o b r e r o s i n d íg e n a s a t ra v é s d e s u s ‘s i n d i c a t o s ’ y ‘c o m u n i d a d e s ’ , a c o n d i c i ó n d e q u e n o f u e ra n v e n d i d a s i n d i v i d u a l m e n t e . L o s b o n o s a c a b a r o n c o n s i d e r á n d o s e s in v a l o r y, d e h e c h o , f u e u n a e x p r o p i a c i ó n s in i n d e m n i z a c ió n . E l g o b i e r n o t ra t ó d e s a l v a g u a r d a r lo q u e q u e d a r a d e s e c t o r m o d e r n o c o n u s o i n t e n s o d e c a p i ta l e n e l c a m p o , e x c l u y e n d o d e l a e x p r o p i a c i ó n la s fi n c a s c o n u n u s o i n te n s o d e c a p i t a l . E n la s r e g i o n e s i n d í g e n a s a n d i n a s f u e r o n e x p r o p i a d a s c a s i t o d a s l a s t ie r r a s y lo s i n d io s n o t a r d a r o n e n d e j a r d e p a g a r la i n d e m n i z a c i ó n , p u e s la s t ie r r a s f u e r o n e f e c t i v a m e n t e e x p r o p i a d a s ; la s ú n i c a s e x c e p c i o n e s s e d i e ro n e n l a r e g i ó n r e l a ti v a m e n te d e s p o b l a d a d e S . C r u z y e n l a s r e g i o n e s m e r id i o n a l e s d e h a c i e n d a s m e d i a n a s c o m o M o n t e a g u d o , d e c ie r ta a g r ic u l tu r a c o n
te s ; o e n l a r e g i ó n v i ti v i n í c o l a c o n p e q u e ñ a s p r o p i e d a d e s d e l v a l le d e C i n t i. E n e l r e s t o d e l p a í s l a h a c i e n d a fu e a b o l i d a , l a c l a s e h a c e n d a d a d e s t r u i d a y la ti e r ra p a s ó m a y o r it a r ia m e n t e a m a n o s d e lo s c a m p e s i n o s i n d i o s . A l m is m o t ie m p o p r o n t o a c a b ó l a t u te l a d e la s o r g a n i z a c i o n e s s i n d i c a l e s in d í g e n a s p o r p a r te d e l p r o l e t a r ia d o u r b a n o y m i n e r o , e r ig i é n d o s e lo s d i r i g e n t e s c a m p e s i n o s c o m o p r in c i p a l e s p o d e r e s e n la s z o n a s r u r a l e s . A u n q u e e n t r e lo s i n d i o s h a b í a n u m e r o s o s g r u p o s y a s o c i a c i o n e s r e g i o n a l e s e n c o m p e t e n c i a , lo s c e n tr o s m á s i m p o r ta n t es d e c o n d u c c i ó n p o lític a c a m p e s in a fu e r o n l a c o m u n i d a d d e A c h a c a c h i ( e n l a ri b e r a d e l T i t i c a c a ) y e l p u e b l o d e U q u r e ñ a e n e l v a l l e c o c h a b a m b i n o . E l p r i m e r o f u e e l c e n t r o d e o rg a n iz a c i ó n c a m p e s i n a d e lo s a y m a r a y e l s e g u n d o , e l d e lo s q u e c h u a s h a b l a n t e s . S i b i e n c o n f r e c u e n c i a a c t u a r o n c o n f li c ti v a m e n t e e n t r e s i y c a y e r o n e n e l s o b o r n o d e lo s re g í m e n e s e n e l p o d e r , l o s c a m p e s i n o s m a n t u v i e r o n e l c o n t ro l d e su s s in d i c a t o s y h a n s id o u n a f u e n t e e s e n c i a l d e p o d e r p o l ít ic o n a c i o n a l d e s d e 1 9 5 2 h a s t a e l p r e s e n t e . S a t is f e c h o s e n l a c u e s ti ó n d e l a t ie r r a , lo s c a m p e s i n o s s e c o n v i rt ie r o n e n u n a fu e r z a r e l a t i v a m e n t e c o n s e r v a d o r a en e l p a í s y c a d a v e z s e m o s tr a r o n m á s i n d i f e r e n t e s c o n s u s a n t i g u o s c o l e g a s u r b a n o s . D u r a n t e la s d o s g e n e r a c i o n e s s i g u i e n t e s s u p r in c i p a l p r e o c u p a c i ó n f u e e l s u m i n i s tr o d e s e r v i c io s m o d e r n o s d e s a l u d y d e e d u c a c i ó n a s u s c o m u n i d a d e s , a d e m á s d e l a g a r a n t í a d e s u s t í t u lo s d e p r o p i e d a d d e la tierra. E l g e n i o d e P a z E s t e n s s o r o f u e p e r c i b i r l a im p o r ta n c i a d e e s ta f u e r z a t o t a lm e n t e n u e v a y a b s o l u t a m e n t e c o n s e r v a d o r a e n e l e s c e n a r i o n a c i o n a l . C u a n d o s u p o d e r d e c l i n ó e n t r e s u s a n t ig u o s p a r t id a r i o s e n l a c l a s e m e d i a y c r e c i ó s u d e p e n d e n c i a d e l a C O B r e v o l u c i o n a r i a y d e l o s g r u p o s o b r e ro s , se d ió c u e n t a d e q u e t e n d r í a q u e c re a r co n l o s c a m p e s in o s u n a n u e v a b a s e d e p o d e r p a r a l a s a la s c e n t r is t a y d e r e c h i s ta d e s u p a r ti d o . E s t a m a n i o b r a t u v o t a n t o é x it o , q u e e n e l c u a r t o d e s ig l o q u e s ig u i ó e l c a m p e s in a d o s e c o n v i r ti ó e n e l b a s t ió n d e lo s e le m e n t o s c o n s e r v a d o r e s d e l g o b i e r n o . Y u n a v e z s e ll a d a , e s t a a li a n z a s o b r e v i v i ó a la in i c ia l d e s t ru c c i ó n d e l M N R y a u n a l r e to r n o d e l o s r e g í m e n e s m i li t a re s d e d e r e c h a . E l d e r r u m b e d e l E s t a d o , la e s t a ti z a c i ó n d e l a s m i n a s , l a d e s t r u c c i ó n d e l s is te m a d e h a c i e n d a s y la m a s i v a tr a n s f e r e n c i a d e r e c u r s o s g u b e r n a m e n t a le s a lo s p r o g r a m a s d e b i e n e s ta r s o -
c i a l , p r o v o c ó l a r u i n a d e la e c o n o m í a n a c i o n a l y d e l o s i n g r e s o s f is c a l e s . L a e x p r o p i a c i ó n d e la s m i n a s - s u s tr a jo g r a n d e s s u m a s d e l a s a r c a s e s t a ta l e s y l a R e f o r m a A g r a r i a r e d u j o d r á s t i c a m e n t e e l s u m i n i s t ro d e a l i m e n t o s a la s c iu d a d e s , f o r z a n d o la i m p o r t a c i ó n m a s i v a d e a l i m e n t o s p a r a i m p e d i r l a h a m b r u n a . L a ú n i c a f o r m a d e r e s o l v e r to d o s e s o s p r o b l e m a s fu e e l i n c r e m e n t o d e l c i r c u l a n t e n a c i o n a l : s u r e s u l t a d o f u e u n a d e la s i n f l a c i o n e s m á s a l t a s d e l m u n d o ( 1 9 5 2 - 1 9 5 6 ) ; el c o s to d e v i d a a u m e n t ó e n u n 2 0 0 0 % , c o n u n í n d ic e i n f la c i o n a r io a n u a l d e m á s d e l 900 %. C o n s u d e c i s ió n d e f i n a n c i a r l a r e v o l u c i ó n c o n l a e s p e c t a c u l a r d e v a l u a c i ó n d e l a m o n e d a n a c io n a l, en lo s h e c h o s e l M N R o b l ig a b a a l as c la s e s m e d i a s a p a g a r p a r t e d e e l l a . L a s r e n t a s f i j a s s e v o l a t il iz a r o n y l o s v a l o r e s d e l a p r o p i e d a d i n m o b i l i a r i a u r b a n a d e s a p a r e c i e r o n d e l a n o c h e a l a m a ñ a n a . D e r e p e n t e l a c l a s e m e d i a v i ó a t a c a d o s s u s i n t e r e s e s m á s e s e n c i a l e s . L a e li m i n a c i ó n d e u n a p a r t e d e s u s re n ta s h i z o n a c e r s u i n m e d i a t a h o s t i li d a d a l r é g i m e n : h a b i e n d o s id o h a s t a e n t o n c e s e l n ú c l e o d e l p a r t i d o y s u m á s d e c i d i d o p a r ti d a r i o , l a c l a s e m e d i a u r b a n a d e s e r t ó e n b u e n a p a r t e d e l M N R : r e c h a z a n d o a l P I R y a l P C B c o m o a l t e r n a t iv a s v i a b l e s , t ra s l a d a r o n s u l e a l ta d a F a l a n g e S o c i a l i s t a B o l i v i a n a ( F S B ) , h a s t a e n to n c e s u n p a r ti d o m a r g i nal. P a r t id o c a t ó l ic o c o n s e r v a d o r c o n r ib e t e s f a s c is ta s , l a F S B n a c i ó e n l a U n i v e r s id a d C a t ó l i c a d e C h i le e n l a s e g u n d a m it a d d e lo s a ñ o s 3 0 . C o m o e l P O R , e m p e z ó s ie n d o u n p a r t i d o s e c u n d a r io , q u e g o z ó d e u n p o d e r o s o a p o y o d e l a I g l e s i a y a d o p t ó u n a m o d e r a d a p o s i c ió n n a c i o n a l i s ta ; p e ro c o n s u s p r o c l a m a s e n t ró e n c o m p e t e n c i a c o n l o s g r u p o s d e c e n tr o y d e d e r e c h a q u e d a b a n s u a p o y o a l M N R a n t e s d e 1 9 5 2 , m i e n t ra s q u e e l a p o y o c l e r ic a l l e e n a j e n ó l a m a y o r í a d e s u s s e g u i d o r e s , d a d a la d é b i l p o s i c i ó n d e l a I g l e s i a e n l a s o c i e d a d n a c io n a l . P e r o c u a n d o d e s p u é s d e 1 9 5 2 e l M N R a t a c ó la s r e n t a s d e l a c l a s e m e d i a y d i r i g i ó c o a c t iv a m e n t e s u s a h o r r o s h a c i a la s c l a s e s m á s p o p u l a r e s , f u e o l v i d a d o e l c le r ic a l is m o d e F S B , s u r g ie n d o é s t a c o m o e l p a r t i d o m á s p o d e r o s o d e la s c i u d a d e s . S u n u e v a f u e r z a s e h iz o p a t e n t e e n la s e l e c c i o n e s i n t e r m e d i a s d e l a p r i m e r a p r e s i d e n c i a d e P a z E s t e n s s o r o y , t o d a v í a m á s , e n l as e l e c c i o n e s g e n e r a l e s d e 1 9 5 6 , c u a n d o F S B g a n ó e n la s c iu d a d e s a l c a p t a r e l v o t o d e l a
C u a n d o e l M N R , c o a l ic i ó n d e r e v o l u c i o n a r i o s u r b a n o s , o b r e r o s o r g a n i z a d o s y e l c a m p e s i n a d o , r e e m p l a z ó e l a n t e r io r a p o y o d e l a c la s e m e d i a , p o r lo q u e le p e r m it ió s e g u ir g a n a n d o la s e le c c i o n e s e n la s u r n a s . N o o b s t a n te la p é r d i d a d e l a c la s e m e d i a, el M N R s e n e g ó a d a r n i n g ú n n u e v o p a s o h a c i a la r e v o l u c ió n s o c i a li st a : n o c e s ó d e r e a f i r m a r su l e g i ti m i d a d y s u r e l a c i ó n c o n e l v ie j o o r d e n y , a u n q u e e s t a t iz a n d o la s t re s p r i n c i p a l e s e m p r e s a s m in e r a s , h iz o to d o c u a n to e s t u v o e n s u s m a n o s p a r a a t ra e r n u e v o s c a p i ta l e s e x t r a n j e r o s y p r o t e g e r la p r o p i e d a d p r i v a d a . E n la R e f o r m a A g r a r i a s a c r if ic ó l a m a y o r p a r te d e l a p r o p i e d a d , p e r o a u n a h í t r a tó d e m a n t e n e r e l D e p a r ta m e n t o d e S a n t a C r u z c o m o la p rin c i p a l z o n a d e e x p a n s ió n d e la in v e r s i ó n p r iv a d a . F i n a l m e n te , a u n q u e l a c r e a c ió n d e C O M I B O L y d e Y a c i m ie n to s P e t r o l íf e r o s F i sc a l e s B o l iv i a n o s ( Y P F B ) c o n v i r t ió a l g o b i e rn o e n e l m a y o r p r o d u c t o r p a r t ic u l a r d e l a e c o n o m í a n a c i o n a l y c r e ó u n m o d e l o d e ‘c a p i ta l is m o d e E s t a d o ’ p a r a la e c o n o m ía , la C o r p o r a c i ó n B o l iv i a n a d e F o m e n t o ( C B F ) i n v i r ti ó g r a n d e s s u m a s c o m o c a p i t al d e o p e r a c i ó n d e l s e c t o r i n d u s t r ia l p r iv a d o . F r e n t e a u n a e c o n o m í a en b a n c a r r o t a , la in c a p a c i d a d d e l r é g i m e n p a r a a l im e n t a r a su p u e b l o y la f a l ta d e c a p i t a le s p a r a e m p r e n d e r t o d o s lo s a m b i c io s o s p r o g r a m a s d e b i e n e s ta r y r e f o r m a s q u e h a b í a p r o p u e s to , el p a r t i d o d e c i d i ó ta m b i é n b u s c a r a s i s te n c i a fi n a n c i e r a d e l o s E E . U U . Y a e n j u n i o d e 1 9 5 3 , b a jo la in t e n s a p r e s i ó n d e l o s E E . U U . y a n te l a n e g a t iv a d e la s f u n d i c i o n e s ‘W i ll ia m H a r v e y C o . ’ d e P a t i n o a r e f i n a r e l e s t a ñ o b o l iv i a n o , e l g o b i e r n o s e a v i n o a i n d e m n i z a r a lo s tr e s ‘b a r o n e s ’ P a t i ñ o , H o c h s c h i l d y A r a m a y o . A l m e s s ig u i e n t e fir m ó c o n E E . U U . u n c o n t ra t o d e v e n t a d e m i n e r a le s , p a í s q u e ta m b i é n a n u n c i ó l a d u p l ic a c i ó n d e s u a n t e r io r p r o g r a m a d e a y u d a y el e m b a r q u e i n m e d i a t o d e a l im e n t o s p o r v a l o r d e c in c o m i l l o n e s d e d ó la r e s e n v i rt u d d e l a L e y P ú b l ic a 4 8 0 ( B o l iv i a f u e el p r i m e r p a ís l a ti n o a m e r ic a n o e n b e n e f ic i a r s e d e e s a d o n a c i ó n d e v í v e r e s e x p o r t a d o s ) . A l c a b o d e u n a d é c a d a d e a y u d a m a s i v a B o l i v i a h a b í a lo g r a d o l a e x t r a o r d i n a r i a m a r c a d e h a b e r o b t e n i d o 1 0 0 m i llo n e s d e d ó l a re s e n a y u d a e s t a d o u n i d e n s e , l o q u e p o r e n t o n c e s la c o n v i r t ió e n e l m a y o r r e c e p t o r p a r ti c u l a r d e a y u d a e x t r a n j e ra d e E E . U U . e n A m é r ic a L a t in a y el m a y o r p e r c á p i ía e n e l m u n d o . E l p a ís s e h i z o t a n a d i c t o a e s a a y u d a , q u e e n 1 9 5 8 u n t e r c io d e l p r e s u p u e s t o n a c i o n a l s e c u b r ía d i re c t a m e n t e c o n f o n d o s de EE. UU .
P a r a e l G o b i e rn o e s t a d o u n i d e n s e la d e c is ió n d e l a a y u d a a B o l i v ia f u e s u m a m e n t e p a r a d ó j ic a , p u e s s e p r o d u j o d u r a n t e el r é g i m e n d e l a g u e r r a f r í a y m u y c o n s e r v a d o r e n c a b e z a d o p o r el p r e s i d e n t e D w i g h t E i s e n h o w e r y e l S e c r e t a r i o d e E s t a d o J o h n F. D u l le s . H o s t il a lo s r e g ím e n e s r e v o l u c i o n a r io s , u n o h a b r í a p e n s a d o q u e l a a d m i n is t r a c ió n e s t a d o u n i d e n s e r e p u b l i c a n a h a b r í a s id o l a ú l t im a e n v e r c o n b u e n o s o j o s l a s p e t ic i o n e s b o l iv i a n a s d e a y u d a ; p e r o l a a p a r ic ió n d e r e g í m e n e s r e v o l u c i o n a r i o s e n G u a t e m a l a y G u y a n a h a b í a g e n e r a d o en E E . U U . u n e x t ra o r d i n a r io t e m o r a p e r d e r el c o n t ro l d e l h e m i s fe r io o c c i d e n t a l, l l e g a n d o a la c o n v i c c i ó n d e q u e B o l iv i a s e g u i rí a r á p i d a m e n t e e l m i s m o c a m i n o . A n t e el p r im e r p e l ig r o d u r a n t e l a g u e r r a f r í a d e s u h e g e m o n í a a b s o l u ta s o b r e su e s f e r a d e in f l u e n c i a l a t in o a m e r ic a n a , e l g o b i e r n o d e E i s e n h o w e r c o n s i d e r ó q u e e l a p o y o a lo s ‘f a s c i s t a s ’ d e l M N R e r a la ú n i c a f o r m a d e e v i t a r q u e l a r e v o l u c i ó n c a y e r a e n m a n o s d e l o s c o m u n i s ta s . B o l iv i a h a b í a si d o , e n r e a l id a d , u n c a s o p i o n e r o d e l p r i m e r o d e lo s im p o r ta n t e s p r o g r a m a s l a t i n o a m e r ic a n o s d e a y u d a ( el d el P u n t o I V d u r a n t e la p r e s i d e n c i a d e T r u m a n ) , q u e h a b í a l o g r a d o r e s u l t a d o s i m p o r t a n t e s . P o r t a n to , la e m b a j a d a e s t a d o u n i d e n s e re c o m e n d ó p r o s e g u i r l a a y u d a a B o l i v i a y a c e p t ó l a p o s ic i ó n d e P a z E s t e n s s o r o e n s e n t i d o d e q u e é l y s u r é g i m e n e r a l a ú n i c a a l te r n a t i v a a la t o m a d e l p o d e r p o r l o s c o m u n i s ta s . F i n a l m e n t e , d a d o e l p e q u e ñ o m o n t o d e l a s i n v e r s i o n e s d e E E . U U : e n la s e m p r e s a s m i n e r a s b o l i v i a n a s y / o e n l a a g r i c u l t u r a , n i n g u n o d e l o s d e c r e t o s d e e x p r o p i a c i ó n h a b í a a f e c t a d o g r a v e m e n t e a la s e m p r e s a s e s t a d o u n i d e n s e s , d e m a n e r a q u e el D e p a r t a m e n t o d e E s t a d o n o s u f r ió p r e s i o n e s p a r a o p o n e r s e a l r é g i m e n . L a a b u n d a n t e a y u d a q u e l le g ó a B o l iv i a r e s u l t ó d e c i s iv a p a r a d a r e s t a b i l i d a d e c o n ó m i c a a l p a í s : lo s e n v í o s p r e v i s t o s p o r l a L e y P ú b l ic a 4 8 0 l e d ie r o n l o s v í v e r e s v i ta l e s q u e n e c e s i ta b a p a r a a t r a v e s a r e l p e r í o d o d e g r a v e d i s t o r s i ó n a g r í c o l a q u e h a b í a p r o v o c a d o l a R e f o r m a A g r a r i a . E s t a a y u d a d i o s in d u d a ' a l g o b i e r n o l a e c u a n i m i d a d p a r a t r a t a r c o n lo s c a m p e s i n o s q u e a c a s o n o h u b i e s e t e n i d o s i l a h a m b r u n a s e h u b i e s e a p o d e r a d o d e l as c i u d a d e s ; t a m b i é n s u m i n i s t ró l o s f o n d o s p a r a c r e a r u n m o d e r n o s i s te m a d e c a r r e t e r a s , t a n d e c i s iv o p a r a la in t e g r a c i ó n d e l a s o c i e d a d n a c i o n a l . L a a y u d a e s t a d o u n i d e n s e f u e t a m b i é n d e c i s iv a p a r a el d e s a r r o l l o d e la r e g i ó n c r u c e ñ a , d e t a n t a i m p o r t a n c i a p a r a la e c o n o m í a b o l i v ia n a . L a s m a s i v a s i n y e c c i o n e s d e c a p i t a l
p a r a la s a l u d y la e d u c a c i ó n t a m b ié n s i r v i e r o n p a r a c o n v e r t i r lo s a t ra s a d o s s e r v ic i o s s o c ia l e s d e B o l iv i a e n u n s i s te m a m á s m o d e r n o . F i n a l m e n t e , el t a n d e c i s i v o y r a ro f in a n c i a m i e n t o d e l f u n c i o n a m i e n t o d i re c t o de l g o b i e r n o c o n t ri b u y ó a l a p a z s o c i a l, q u e a c a s o n o h u b i e s e e x i s ti d o d e n o h a b e r h a b i d o l a a y u d a a l r é g i m e n . C o n el d i n e r o r e q u e r i d o p a r a m a n t e n e r a f lo t e a l r é g i m e n y l a p o b l a c i ó n a l im e n t a d a y v e s ti d a , la a u s e n c i a d e e s e f i n a n c i a m i e n to s e g u r a m e n t e h u b i e s e l le v a d o a u n a h i s to r i a so c ia l m á s e n s a n g r e n t a d a q u e l a q u e B o l iv i a v iv i ó d e s p u é s d e 1 95 2. P e r o e s ta a y u d a t u v o s u p r e c i o , p u e s - c o m o d e c o s t u m b r e - e l g o b i e r n o d e E E . U U . e x ig i ó a p o y o p a r a la s e m p r e s a s e s tadounidenses que funcionaban en el extranjero. Esto significó, a d e m á s d e l as i n c e s a n t e s p r e s io n e s p a r a q u e s e r e d u j e r a el p o d e r d e la C O B y s e p u s i e r a f in a l c o g o b i e m o e n la s m in a s , q u e s e a m o r t iz a r a lo s b o n o s d e s d e lo s a ñ o s 2 0 y q u e s e p r o m u l g a r a n n u e v o s c ó d i g o s d e i n v e r s io n e s y d e p e t ró l e o f a v o r a b l e s a l o s i n t e re s e s d e E E . U U . A p e s a r d e su c o n t u n d e n t e a y u d a a l g o b i e r n o , E E . U U . s e r e s i s ti ó a t o d o s l o s e s f u e r z o s b o l iv i a n o s p o r c a p i t a li z a r Y P F B : q u e d ó c l a r o q u e l a s n u e v a s i n v e r s io n e s p e t r o l íf e r a s s ó lo l le g a r ía n c o n u n n u e v o c ó d i g o p e t r o l e r o q u e v o l v i e r a a p e r m i ti r la s i n v e r s io n e s p r iv a d a s d i re c t a s e s ta d o u n i d e n s e s e n e l p e t r ó le o b o l iv i a n o . E n o c t u b r e d e 1 9 5 5 fu e p r o m u l g a d o u n n u e v o C ó d i g o d e l P e t ró l e o c o n a s i s te n c i a d e E E . U U . y a f in e s d e la d é c a d a u n a s d i e z c o m p a ñ í a s e s t a d o u n i d e n s e s tr a b a ja b a n e n B o l iv i a ; d e e ll a s la m á s i m p o r ta n t e e r a la ‘GulfOil Co.\ q u e i n i c ió s u s o p e r a c i o n e s e l m i s m o a ñ o 1 9 5 5 . Y c u a n d o l a e m p r e s a p e t ro l í fe r a e s t a ta l b r a s i le ñ a ‘P e t r o b r a s ’ p r o p u s o a l g o b i e r n o b o l i v i a n o q u e , e n v i r t u d t a n t o d e lo s t r a t a d o s p r e e x i s t e n te s c o m o d e l ta n li b e r a l n u e v o c ó d ig o , le o t o r g a r a c o n c e s i o n e s , e l g o b i e r n o r e c h a z ó t o d a s la s p r o p u e s t a s . E n l a m a y o r ía d e l o s c a s o s , la s d e c i s io n e s f a v o r a b l e s al c a p i ta l n o r te a m e r i c a n o o al v o t o in t e r n a c i o n a l e s ta d o u n i d e n s e le r e s u l ta r o n r e l a ti v a m e n t e b a r a t a s a l r é g i m e n ; e n c a m b i o , la d e c is ió n d e o b l ig a r a B o l iv i a a a c e p t a r u n a e s t a b i li z a c i ó n m o n e t a r ia fu e d e c a r á c t e r m u y d i fe r e n t e , lo m i sm o q u e la i n te r v e n c i ó n d i r e c t a e s t a d o u n i d e n s e e n la p o l ít ic a i n t e r n a . A l f in a l d e la p r e s id e n c i a d e P a z E s t e n s s o r o e n e l M N R h a b í a n s u r g id o d o s t e n d e n c i as : u n a l a d e c e n tr o - d e r e c h a y d e c l a se m e d i a r e p r e s e n t a d a p o r S i le s Z u a z o y u n a c o a l ic i ó n d e i z q u i e r d a y o b r e r a d ir ig i d a p o r L e c h í n y l a C O B . A u n q u e f a v o r e c ie n d o y a a u n a c o m o a
o t r a a L a P a z j u g ó b á s ic a m e n t e u n p a p e l d e d i ri g e n t e n e u t ra l a je n o a la s f a c c i o n e s . L o s m o d e r a d o s a c e p ta b a n la s d i v e r s a s r e f o rm a s s o c i a le s , p e r o p r e s i o n a b a n a l r é g i m e n p a r a q u e m a n t u v i e ra s u b a s e d e c l a s e m e d i a ; e s a a la ta m b i é n e x i g í a u n a m o d e r n i z a c ió n d e la e c o n o m í a , a u n a c o s t a d e a lg u n o s d e l o s o b j e ti v o s s o c ia le s d e l a re v o lu c i ó n . D a d a la te r m in a c i ó n d e la fa s e i n i c ia l d e s t r u c t o r a d e l a r e v o l u c ió n y l a p e r m a n e n t e p e s a d e z d e l a e c o n o m í a n a c i o n a l , p r o b a b l e m e n t e e r a in e v i ta b l e q u e lo s e l e m e n t o s m o d e r a d o s c o n s e r v a d o r e s a c a b a r a n im p o n i é n d o s e . Aunque las dos tendencias rompieron ideológicamente, no ha b í a d u d a q u e t r a b a ja b a n e n e s tr e c h a c o n ju n c ió n ; a s í, c u a n d o P a z a c a b ó s u p r e s id e n c i a s e a c e p t ó q u e S i le s Z u a z o l e s u c e d ie r a e n el cargo y que Lechín sería el siguiente candidato oficial. Para s e lla r e s te a c u e r d o , S i le s a c e p t ó c o m o c o m p a ñ e r o d e f ó r m u l a y c a n d i d a t o a la V i c e - P r e s id e n c i a a Ñ u ñ o C h á v e z O r tiz , M in i s tr o d e T r a b a jo y A s u n t o s C a m p e s in o s . E n la s e le c c i o n e s d e j u n i o d e 1 9 5 6 s e p u s o e n e v i d e n c ia q u e e l M N R n o t u v o m a y o r p r o b l e m a e n m o v i li z a r s u p o d e r o s a c o a li c ió n c a m p e s i n a y o b r e r a , o b te n i e n d o u n a c ó m o d a m a yoría de unos 790.000 votos; pero la erosión del apoyo de las c la s e s m e d i a s ta m b i é n q u e d ó a l a v i s ta c o n l o s 1 3 0 . 0 0 0 v o t o s, m a y o r ita r ia m e n t e u r b a n o s y ‘b l a n c o s ’ , q u e c a p t ó F S B y le c o n virtieron en el segundo partido. Para tratar de reconquistar la b a s e d e la i n q u ie ta c la s e m e d i a y p a r a r e f o r z a r s u s id e a s d e d e sarrollo, el gobierno de Siles decidió aceptar los dictados del F o n d o M o n e t a rio I n t e r n a c i o n a l ( F M I) r e fe r e n t e s a la p o l ític a f is c a l. D a d a l a s i t u a c ió n c a d a v e z m á s d if íc il d e la e c o n o m í a in te r n a y l a i n c a p a c i d a d d e l r é g im e n p a r a s o b r e v i v i r s in la s s u b v e n c io n e s d i re c t a s d e E E . U U ., e ra n i n e v i ta b l e s a lg u n a s c o n c e s io n e s . S i le s s ó l o t e n í a t re s o p c i o n e s : g e n e r a r e l c a p i ta l q u e n e c e s i ta b a s o c i a l iz a n d o c o m p l e t a m e n t e la e c o n o m í a, lo q u e n o q u e r ía h a c e r p o r r a z o n e s i d e o l ó g i c a s ; s e g u ir c o n e l p r o g r a m a in f la c i o n a r io h a s t a q u e s e p r o d u j e r a u n d e r r u m b e to t a l y /o u n g o l p e f a l a n g is t a a c a b a r a c o n e l r é g im e n ; a c e p t a r la s c o n d ic i o n e s d e E E . U U . y s o n s a c a r l e la m a y o r a y u d a p o s ib l e p a r a h a c e r lo al m e n o r c o s t o p o s ib l e d e s u s p r o g r a m a s s o c i a le s . O p t ó p o r e s ta t e r c e r a v í a. A f in e s d e 1 9 5 6 E E . U U .. e l a b o r ó s u ‘p l a n d e e s t a b i l iz a ción’, que Bolivia aceptó en enero de 1957 bajo los auspicios
to , p u s i e r a f in a la s u b v e n c i ó n a l im e n t i c i a d e lo s m i n e r o s , r e d u j e r a lo s i n c r e m e n t o s s a l a r i a l e s , c r e a r a u n a s o l a t a s a d e c a m b i o d e d i v i s a s y a d o p t a r a u n a s e r ie d e o t ra s m e d i d a s c o l a t e r a l e s q u e r e d u j e r a n la in i c i a ti v a y l o s g a s t o s d e l g o b i e r n o . E s e p l a n d e e s t a b i li z a c i ó n f u e e x t r e m o s o p a r a lo s c r i te r io s d e la é p o c a : s e p r o p u s o la c r e a c i ó n d e u n a m o n e d a e s t a b l e c o n u n c r e c i m i e n t o i n f l a c i o n a r io c a s i n u l o e n el p l a z o d e u n o o d o s a ñ o s . E l p l a n t u v o é x it o : la m o n e d a q u e d ó e s t a b i li z a d a , s e e l im i n a r o n l o s d é f i c it s d el g a s t o p ú b l ic o y C O M I B O L l o g ró u n p r e s u p u e s to m á s e q u i l ib r a d o . £)e h e c h o , a c o m i e n z o s d e l o s a ñ o s 6 0 B o l i v i a p u d o d e j a r la s s u b v e n c i o n e s d i r e c t a s d e E E . U U . a s u p r e s u p u e s to ; in g r e s a b a n e n el p a í s g r a n d e s s u m a s d e c a p i ta l e x t ra n j e r o p r i v a d o y, s o b r e t o d o , p ú b l i c o , e n f o r m a d e p r é s t a m o s y d e i n v e r s io n e s . E n l as m i n a s a u m e n t ó l a p r o d u c t iv i d a d y e m p e z ó a h a c e r s e re a l id a d la e s t a b i li d a d e c o n ó m i c a n e c e s a r ia p a r a el a h o r r o y l as in v e r s i o n e s i n t e r n a s . P e r o e l p r e c i o f u e a l to . E E . U U . in s i s ti ó e n q u e s e l le v a r a a c a b o e l p l a n s in a t e n d e r a s u s c o n s e c u e n c i a s p o l í t ic a s . L a i z q u i e r d a s e la n z ó a u n a f u e r t e o p o s ic i ó n a l g o b i e r n o d e S i le s ; el v i c e - p r e s id e n t e N u f lo d e C h á v e z r e n u n c i ó y a p e s a r d e l a s g r a n d e s h u e l g a s m i n e r a s d i r i g id a s p o r L e c h í n e n l a s m i n a s s e c e r r a r o n la s p u l p e r ía s s u b v e n c i o n a d a s . E n t o n c e s la e m b a j a d a n o r t e a m e r ic a n a c r e y ó p o s i b l e a i s la r y d e s t ru i r a L e c h í n , q u e a lo s o jo s d e E E . U U . se c o n v i r ti ó e n e l e n e m i g o n ú m e r o u n o . A s í c o m o S i le s S u a z o n u n c a e m p l e ó l a f u e r z a c o n t r a lo s m i n e r o s y o b t u v o c a si t o d a s la s c o n c e s i o n e s d e l a C O B m e d i a n t e s u s p r o p i a s h u e l g a s d e h a m b r e y la s a m e n a z a s d e r e n u n c i a , n u n c a r e c h a z ó s e r i a m e n t e e l a la i z q u i e r d a d e l p a r t i d o . A u n q u e s o s t u v o q u e l a e s t a b i li z a c i ó n y lo s r e c o r t e s e r a n l a s ú n i c a s m e d i d a s q u e p o d í a n g a r a n t iz a r la s v i c to r i a s d e l a i z q u i e r d a y s u p r im i r e l a la d e r e c h a y F S B , a c e p t ó la i d e a d e q u e L e c h í n y la C O B le s u c e d i e ra n e n 1 9 6 0. P e r o l a p e r m a n e n t e p r e s ió n d e E E . U U ., a h o r a i n f l u e n c i a d a p o r u n a s e r ie d e l i b e r a le s d e l a g u e r r a fr ía q u e f u e r o n e m b a j a d o r e s d u r a n t e l a s p r e s i d e n c i a s d e m ó c r a t a s , f u e i n f l e x i b l e c o n t ra L e c h í n y l a i z q u i e r d a . C o n l a e s p e r a n z a d e d i s m i n u i r e s a h o s ti li d a d , L e c h í n y S i le s c o n v i n i e r o n e n u n a p l a t a f o r m a d e c o m p r o m i s o p a r a el t e rc e r p e r i o d o p r e s i d e n c ia l : P í £ E s t e n s s o r o v o l v e r í a a d i r i g i r e l p a r t i d o y L e c h í n s e r ía s u v i c e - p r e s i d e n t e . L e c h í n v i a j ó a W a s h i n g t o n e , i n c lu s o , a F o r m o s a p a r a e n t r e v i s t a rs e c o n l o s d i ri g e n t e s d e C h i n a N a c i o n a l is t a , a c e p t a n d o a s í
s i m b ó l ic a m e n t e la s p e o r e s p o s i c i o n e s d e E E . U U . e n l a g u e r r a f r ía . C u a n d o s e t ra t ó d e p a g a r e l p r e c i o d e u n a c u e r d o p a r a u n a i m p o r ta n t e in y e c c i ó n d e i n v e r s i o n e s a l e m a n a s y e s ta d o u n i d e n s e s e n C O M I B O L ( ‘P l a n T r i a n g u l a r ’), t a m b i é n a c e p t ó e l im i n a r e l c o g o b i e m o o b r e r o e n la s m i n a s . P e r o , a d i f e r e n c i a d e S i le s , en s u s e g u n d a p r e s i d e n c i a ( 1 9 6 0 - 1 9 6 4 ) P a z s e m o s t r ó i m p l a c a b l e m e n t e o p u e s t o a l s u b s is t e n t e p o d e r d e la C O B y d e l o s m i n e r o s : r e a r m ó a l E j é r c i t o , j u s t if ic á n d o l o s in c e s a r a n te E E . U U . c o m o u n m e d i o p a r a e v i t a r la s u b v e r s ió n c o m u n i s ta ; p e r m i t ió q u e l o s m i l i t a r e s n o r t e a m e r i c a n o s i n f il tr a r a n l a e s tr u c t u r a d e c o m a n d o b o l iv i a n a y p r o m o v i e r a n s u s id e a s d e ‘s u b v e r s i ó n i n t e r n a ’ y d e c o n t ra i n s u r g e n c i a en e l e n t r e n a m i e n t o d e l E j é rc i to b o l i v i a n o . . P a z t a m b i é n i m p i d ió q u e l a s m i l ic i a s s e r e a r m a r a n e h i z o c u a n t o p u d o p a r a q u e l a b a l a n z a d e l p o d e r m i li ta r v o l v i e r a a in c l i n a r s e d e l l a d o d e l E j é r c i t o , a c o s t a d e la s m i li c i a s c iv i l e s y o b r e r a s . P e r o e n t o n c e s S i le s y L e c h í n s e u n i e r o n y r o m p i e r o n c o n e l p a r ti d o , d e s t r u y e n d o a s í te m p o r a l m e n t e a l M N R . C o n t a n d o s o l a m e n t e c o n e l E jé rc ito y l o s c a m p e s i n o s c o m o s u s p r in c i p a l e s p a r t i d a r io s , P a z e s c o g i ó a u n d e s ta c a d o g e n e r a l, R e n é B a r r i e n to s , p a r a q u e l e a c o m p a ñ a r a c o m o c a n d i d a t o v i c e p r e s i d e n c i a l y s e a r ri e s g ó a c o m p e t i r p o r un tercer m andato. L a s e l e c c io n e s d e 1 9 6 4 d ie r o n a P a z s u t e r c e r a p r e s i d e n c ia , p e r o c o n l a o p o s i c i ó n d e l a i z q u i e r d a y e l c e n t r o d e l M N R y l a in f l e x i b l e e n e m i g a d e F S B r e s u l t a b a i n e v i t a b l e q u e l o s m i l it a r e s f u e r a n a l e n t a d o s a v o l v e r a l p o d e r . A s í, e n n o v i e m b r e d e a q u e l m is m o a ñ o la s F u e r z a s A r m a d a s d e r ro c a r o n a P a z e n un g o l p e d e e s t a d o r e la t iv a m e n t e i n c r u e n t o , p o n i e n d o e l g o b i e r n o e n m a n o s d e u n a j u n t a e n c a b e z a d a p o r e l v i c e p r e s id e n t e B a r ri e n to s . L o s m i li ta r o n v o l v ía n , p o r t a n to , a l a p o l ít ic a n a c i o n a l y s e g u i r í a n s ie n d o e n e l la l a f u e r z a h e g e m ó n i c a h a s t a 1 9 8 2 . H a b í a a c a b a d o l a f a s e r e v o l u c i o n a r i a d e l a R e v o l u c i ó n N a c i o n a l , a l a q u e s e g u i r ía u n a la r g a r e a c c i ó n t e r m i d o r ia n a . D u r a n t e l o s 18 a ñ o s s i g u i e n t e s d i v e r s o s g r u p o s e in s t i tu c io n e s d e l a so c i e d a d n a c io n a l l u c h a r ía n p a r a d o m in a r la s f u e r z a s d e s e n c a d e n a d a s d u r a n te l a R e v o l u c i ó n N a c i o n a l : e l e j é r c i t o , lo s c a m p e s i n o s , lo s o b r e r o s o r g a n i z a d o s y l o s p a r ti d o s p o l í t i c o s ( tr a d i c io n a l e s y n u e v o s ) , t o d o s b u s c a r o n e l p o d e r . D e e s ta
l í t ic o m á s a r ti c u l a d o y u n a s o c i e d a d m á s c o m p l e ja , p e r o a u n a l to p r e c i o p a r a t o d o s . A u n q u e l o s d i r ig e n t e s d e l a o p o s i c i ó n d e l M N R s u p u s ie r o n q u e e l d e r r o c a m i e n t o d e P a z E s t e n s s o r o e r a u n a t r a n s ic i ó n t e m p o r a l, la r e a l id a d f u e q u e e n 1 9 6 4 h a b í a e m p e z a d o u n n u e v o p e r i o d o p o l í t i c o . L a j o v e n o f i c i a l i d a d m i l i t a r q u e h a b í a l l e g a d o a l p o d e r c o n e l M N R c o n s t r u i r ía u n a c o m p l e j a a l i a n z a c o n lo s c a m p e s i n o s , m o s t r á n d o s e h o s ti l a la p o l í t i c a d e m o c r á ti c a y a l a c la s e o b r e r a o r g a n i z a d a . E s a o f i c ia l i d a d j u s t if i c a b a l a le g i ti m i d a d d e lo s g o b i e r n o s m i l it a r e s a u t o r i ta r io s c o m o l a ú n i c a v í a d e m o d e r n i z a c ió n ( id e o l o g í a p r e v a l e n t e p o r e n t o n c e s e n t o d a A m é r ic a ) . M u c h o s d e e s o s r e g í m e n e s t a m b i é n e n c o n t r a r ía n a p o y o e n lo s s e c t o r e s m á s r e c i e n t e s d e la s c la s e s m á s a d i n e r a d a s y d e l a s p o d e r o s a s é li te s r e g i o n a l e s q u e c o n s i d e r a b a n a lo s m i li t a re s m á s p r o c l i v e s a f a v o r e c e r su s in t e r e s e s q u e a l v i e jo M N R . S i n e m b a r g o , e l c a m b i o i n s t it u c i o n a l (a m e n u d o , a s c e n s o s p e r s o n a l e s c a ó t ic o s y c o n f l i c to i d e o l ó g i c o d e n t r o d e l a p r o p i a i n s t i t u c i ó n c a s t r e n s e ) , a d i f e r e n c i a d e la s F u e r z a s A r m a d a s m á s tr a d i c io n a l e s y f ir m e m e n t e j e r á r q u i c a s d e C h i le , A r g e n t in a y B r a s i l , g e n e r ó u n a o f ic i a l i d a d m u c h o m á s i m p r e d e c i b l e q u e m u c h a s o t r a s la t in o a m e r ic a n a s . A s í, e n l a é p o c a d e lo s r e g í m e nes
m ilita r e s
hubo
m uch os
cam bios
r a d ic a le s
de
o p i n ió n ,
a b r u p to s c a m b i o s d e r é g i m e n y u n a p e r m a n e n t e a p a r i c i ó n d e p e r s o n a l i d a d e s n u e v a s e i n e s p e r a d a s ; p e r o a p e s a r d e t o d o s lo s c a m b i o s m u y r á p i d o s y , a m e n u d o , a p a r e n t e m e n t e f o r t u i to s , h u b o u n a s e r i e d e c o n v e n i o s f u n d a m e n t a l e s , s ó lo r a r a m e n t e q u e b r a n t a d o s . E s a s c o a l i c i o n e s s e b a s a b a n e n l a a c e p t a c i ó n d e la s r e fo r m a s s o c i o e c o n ó m ic a s b á s ic a s d e la R e v o l u c ió n N a c io n a l p o r p a r t e d e lo s m i l i t a r e s y , s o b r e to d o , u n f i r m e c o m p r o m i s o c o n l a R e f o r m a A g r a r i a y la m o v i l iz a c i ó n d e l c a m p e s i n a d o ; f u e , e n e f e c t o , s u r e c o n o c i m i e n t o y a c t iv a a c e p t a c i ó n d e l c a m p e s i n a d o lo q u e t ip i f i c ó e s o s n u e v o s r e g í m e n e s m i l i t a r e s c o m o s e m i p o p u l i s ta s , e s e n c i a lm e n t e b a s a d o s e n u n a a li a n z a c o n f r e c u e n c i a i n f o r m a l , p e r o p l e n a m e n t e f u n c i o n a l , e n t re el c a m p e s i n a d o y la s F u e r z a s A r m a d a s .
T o d o s e s to s r a s g o s y a s e h i c i e r o n
p l e n a m e n t e v i s i b l e s e n e l p r i m e r o d e e s o s r e g í m e n e s m i l i t a r e s , e l d e B a r r i e n t o s , q u i e n e s t a b l e c i ó la m a y o r ía d e e s a s n o r m a s b á s ic a s q u e n o r m a r o n e s o s r e g í m e n e s m i l i t a r e s d e lo s a ñ o s s u b s i
E l r é g im e n b a r r ie n t is t a m o s tr ó r á p id a m e n t e s u im p l a c a b l e h o s t i l i d a d c o n t r a el s i n d i c a l i s m o y la i z q u i e r d a . B u s c ó a p o y o e n u n a n u e v a c o a lic ió n g u b e r n a m e n t a l d e p a r tid o s e n l a q u e c o i n c i d í a n d e s d e lo s d e m ó c r a t a s c r i s ti a n o s h a s t a F S B ; p e r o d e s d e u n c o m i e n z o a p o y ó i n c o n d i c io n a l m e n t e la s r e fo r m a s r e v o l u c i o n a r i a s q u e a f e c ta b a n a lo s c a m p e s i n o s ( R e f o r m a A g r a r ia y v o t o u n i v e r s a l ) . U n o d e lo s p r i m e r o s a c t o s d e s u g o b i e r n o ( r e i t e ra d o p o r lo s d e m á s g o b i e r n o s p o s t e r io r e s , d e i z q u i e r d a o d e d e r e c h a ) f u e d e c l a r a r su i n d e s v i a b l e a p o y g a la R e f o r m a A g r a r ia y n o t a r d ó e n i n c r e m e n t a r s e l a d is t r ib u c i ó n d e t í t u l o s d e p r o p i e d a d . T a m b ié n d io p l e n o r e s p a l d o a lo s p r o g r a m a s d e b i e n e s t a r y e d u c a c i ó n r u r a l y a lo s s in d i c a t o s c a m p e s i n o s ( q u e c o n s e r v a r o n s u s a r m a s y r e c i b ie r o n p r o t e c c i ó n ) . D e h e c h o , e n e l c a m p o e l g o b i e r n o d e B a r r i e n t o s f u e e l m á s p o p u l a r d e s p u é s d e l d e P a z E s t e n s s o r o : h a b l a n te n a t iv o d e l q h i s h w a , B a r r i e n t o s d o m i n ó lo s s in d i c a t o s c a m p e s i n o s y l o g r ó f a m a p o r su g e n e r o s i d a d e n c o m p r a r la a y u d a in d i v i d u a l y e l a p o y o i n d í g e n a . E l r e s u l t a d o f u e u n r é g i m e n m i li t a r c o n t r a r ió a l p r o l e t a r ia d o u r b a n o y c o n s e r v a d o r . R e s u m i e n d o , f u e u n a p o d e r o s a c o a l ic i ó n q u e s ó lo d e j ó d e f u n c i o n a r p o r la d e s c a r a d a c o r r u p c i ó n y la i n e s t a b i li d a d d e la s F u e r z a s A r m a d a s . E l g o b i e r n o d e B a r r ie n t o s lo g r ó d e s m a n t e la r la F e d e r a c ió n d e T r a b a j a d o r e s M i n e r o s d e B o l iv i a ( F S T M B ) , s a c ó u n o s 6 . 0 0 0 t r a b a ja d o r e s d e C O M I B O L y n o t r e p id ó e n m a s a c r a r e n la n o c h e d e S a n J u a n d e 1 96 7 a lo s h u e l g u i s ta s m i n e r o s d e C a t a v i - S i g l o X X . B a r r ie n t o s l o g r ó d e c a p i ta r t e m p o r a l m e n t e el m o v i m i e n t o s i n d i c a l, p e r o n o e l i m i n ó s u p o s i b l e p o d e r . L o s o b r e r o s b o l iv i a n o s s e h a b í a n i d o r a d i c a li z a n d o e n l o s a ñ o s 4 0 y supieron resistir las reiteradas intervenciones e ¡legalizaciones q u e u n a s e ri e d e r e g í m e n e s m i l i t a re s t r a tó d e i m p o n e r d e s d e 1 9 6 4 ; p e r o la c a s i c o n s t a n t e p r e s e n c i a d e t r o p a s e n la s m i n a s l o g r ó a i s la r y c o n t r o l a r te m p o r a l m e n t e p o r p r im e r a v e z d e s d e 1 9 5 2 e l o t r o r a t o d o p o d e r o s o m o v i m i e n t o s in d i c a l. L a c o m b i n a c i ó n d e u n a u m e n t o d e l o s p r e c io s d e l e s ta ñ o e n el m e r c a d o i n t e r n a c i o n a l , d e l a l le g a d a d e c a p i ta l e s e x t r a n j e r o s y la f o r z a d a d i s m i n u c i ó n d e la f u e r z a d e t r a b a j o y d e lo s s a l a r io s , p r o d u j o e n 1 9 6 6 e l p r i m e r s u p e r á v i t d e C O M I B O L . A p a r t i r d e e n to n c e s c o m e n z ó u n a t e n d e n c i a d u r a d e r a e n la p r o d u c c i ó n y e n l a s c o t iz a c i o n e s q u e h iz o d e C O M I B O L u n a i m p o r t a n t e f u e n t e d e i n g r e s o s g u b e r n a m e n t a l e s T a m b ié n s e p r o
d u j e r o n c a m b i o s f u n d a m e n t a l e s e n e l s e c to r d e la m i n e r í a p r i v a d a p l e n a m e n t e a l e n t a d o s p o r to d o s lo s g o b i e r n o s d el M N R m e d i a n t e s u b s i d i o s e s p e c i a l e s y o t ro s ti p o s d e a y u d a , lo s s e c t o r e s d e la p e q u e ñ a y m e d i a n a m i n e r í a t a m b i é n a u m e n t a ro n s u p r o d u c c i ó n . L a s m i n a s m e d i a n a s a d q u i r i e r o n e s p e c i a l i m p o r t a n c i a y a l f in a l d e lo s a ñ o s 6 0 h a b í a n a l c a n z a d o a r e p r e s e n t a r a l r e d e d o r d e u n t e rc i o d e la p r o d u c c i ó n t o t a l d e e s ta ñ o . A s í, p u e s , n o s ó l o C O M I B O L c r e c í a , s in o q u e to d o e l s e c t o r m i n e r o s e i b a , h a c i e n d o m á s c o m p l e jo , c o n u n n u e v o g r u p o d e m i n e r o s m e d i a n o s q u e a p a r e c ía c o m o u n a p o d e r o s a f u e rz a d e l s e c t o r p r i v a d o . E n 1 9 65 f u e a p r o b a d o u n l ib e r a li z a d o c ó d i g o d e i n v e r s io n e s e x t r a n j e ra s p o r e l c u a l E E . U U . p u d o a r re n d a r a C O M I B O L la ‘M i n a M a t il d e ’ d e z in c ; y la ‘G u l f O i l ’ o b t u v o n u e v a s c o n c e s i o n e s . T o d o s e s o s f a c to r e s e c o n ó m i c o s c o n s o l i d a r o n l a p o s i c i ó n p o l ít i c a d e B a r r ie n t o s y e n l a s e l e c c io n e s g e n e r a le s d e 1 9 66 p u d o p r e s e n t a rs e c o n u n a p o d e r o s a c o a l ic i ó n d e c a m p e s i n o s , g ru p o s e n r i q u e c i d o s , l o s p o l ít i c o s c o n s e r v a d o r e s f a la n g i s t a s y m i e m b r o s d e la b u r o c r a c i a g u b e r n a m e n t a l . A p e s a r d e s u v i c t o r ia e n to d o e l c a m p o y d e la a p a r e n t e d e s i n t e g r a c i ó n d e l a o p o s ic i ó n c o n v e n c i o n a l m e n t e i z q u i e rd i s ta , l a h o s t i li d a d o b r e r a a l r é g i m e n n o c e s ó y p o r p r i m e r a v e z d e s d e 1 9 5 2 el g o b i e rn o e n f re n t ó u n p r o b le m a d e r eb e lió n armada. S i b i e n m u c h o s p e q u e ñ o s g r u p o s g u e r r il l e r o s - e n s u m a y o r ía d e b a s e u r b a n a i n te l e c t u a l- c o m e n z a r o n a a c t u a r d u r a n t e l a p r e s i d e n c i a b a r r i e n t is t a , e l c a s o m á s im p o r ta n t e d e a lz a m i e n to a r m a d o t u v o u n o r ig e n t o t a lm e n t e e x t e r n o a l e s c e n a r io n a c i o n a l. E n n o v i e m b r e d e 1 9 6 6 e l r e v o l u c i o n a r i o a r g e n t in o c u b a n o E r n e s to ‘C h e ’ G u e v a r a l le g ó a B o l i v i a y e s t a b l e c i ó s u c a m p a m e n to e n e l D e p a r ta m e n t o d e S a n t a C r u z , a p a r e n te m e n t e m á s i n t e r e s a d o e n o r g a n i z a r u n c u a r t e l g e n e r a l g u e r r il le r o p a r a a c t u a r e n A r g e n t in a y B r a s i l q u e e n B o l iv i a . A u n q u e e s t a b a e n c o n t a c t o c o n e l P a r ti d o C o m u n i st a B o l i v i a n o ( P C B ) , n o h i z o n i n g ú n i n t e n t o d e e n t r a r e n c o n t a c to c o n l o s m i n e r o s , lo q u e p u e d e e x p l i c a r s e p o r q u e p o r e n t o n c e s l o s c a m p a m e n t o s m i n e r o s e s ta b a n o c u p a d o s p o r e l E j é rc i to , s ie n d o e s c e n a r io s d e v i o l e n c i a y c o n f l i c t o s c a s i d i a r io s . E l ‘C h e ’ p a r e c í a d e d i c a r s e m á s b i e n a e s t a b l e c e r u n c e n t r o d e e n t r e n a m i e n t o s u m a m e n t e a i s l a d o p a r a s u m i n ú s c u l o g r u p o c o m o p r e p a r a c i ó n p a r a o tr o tip o d e
P e r o e n m a r z o d e 1 9 6 7 s u g r u p o g u e r r il l e ro t u v o el p r i m e r c h o q u e a r m a d o c o n e l E j é rc i to . C o n u n f u e r te a p o y o d e E E . U U . B a r r i e n t o s y el C o m a n d a n t e d e E j é r c i t o , e l G r a l. A . O v a n d o , a p l a s ta r o n e l m o v i m i e n t o r e b e l d e . E n a b ri l f u e a p r e s a d o R é g i s D e b r a y , e l p e r io d i s ta f r a n c é s q u e a c o m p a ñ a b a al ‘C h e ’ y e n o c t u b r e lo s ú l ti m o s g u e r r i l l e ro s m u r i e r o n o h u y e r o n y e l ‘C h e ’ f u e e j e c u t a d o . A s í B a r r i e n t o s p u d o s o b r e v i v i r a l a o p o s ic i ó n a r m a d a d e la iz q u i e rd a y c o n s e r v a r u n a m p lio a p o y o p o p u l ar e n tr e e l c a m p e s i n a d o y l a c la s e m e d ia . N o h a y g r a n d e s d u d a s q u e c u a n d o e n a b r il d e 1 9 6 9 m u r i ó e n u n a c c i d e n t e a é re o , m a n t e n í a e l a b s o l u t o c o n t r o l d e l p a í s. A p e s a r d e l a c o r r u p c i ó n d e s u g o b i e r n o , d e l a d e f e c c i ó n d e s u í n t i m o a m i g o y M i n i s t r o d e l I n t e r io r ( e l c o r o n e l A n t o n i o A r g u e d a s ) y d e o t ro s p r o b l e m a s , B a r ri e n t o s d e m o s t r ó s e r u n p o l ít ic o t a n c o n s u m a d o q u e si n d u d a h a b r ía g a n a d o u n a s s e g u n d a s e l e c c i o n e s . L a c a s t a m i l i t a r q u e a p o y a b a a B a r ri e n t o s f u e i n c a p a z d e m a n t e n e r s u p o s ic i ó n i d e o l ó g i c a y p o l í t ic a , q u e d a n d o d i v id i d o s y c o r ru p t o s . A p e s a r d e s us a n t e c e d e n t e s y e x p e r ie n c i a c o m u n e s , s u s g u s t o s p o l ít ic o s d i v e r g í a n a m p l ia m e n t e , d e m a n e r a q u e n a d a g a r a n t iz a b a q u e s u s t ra y e c t o r ia s p a s a d a s p e r m i t i e r a n p r e d e c i r su s f u t u r a s p o s i c i o n e s p o l ít ic a s . T o d o e s to s e p u s o e n e v i d e n c i a e n l o s g o b i e r n o s q u e s u c e d i e r o n a B a r ri e n to s . D e 1 9 6 9 a 1 9 8 2 s e s u c e d i e r o n l o s g o b i e r n o s m i li t a r e s , c o n u n a s lí n e a s p o l ít ic a s q u e a b a r c a r o n d e s d e l a e x t r e m a i z q u i e r d a h a s t a l a d e r e c h a r e a c c i o n a r i a , p a s a n d o p o r la r e f o r m i s ta . L a s p o l ít ic a s g u b e r n a m e n t a l e s d e p e n d i e r o n e n t e r a m e n t e d e l a s p e r s o n a l id a d e s e i d e a s d e c a d a o f i c i a l q u e s e a p o d e r ó d e l p o d e r , sin q u e d e n i n g u n a m a n e r a r e fl e j a ra n u n a p o s i c i ó n c o h e r e n t e d e la s p r o p ia s F u e r z a s A r m a d a s . S i l a m a y o r í a d e l o s e s ta d o s m a y o r e s s u d a m e r ic a n o s d e e s e p e r i o d o p r e s e n t a b a n u n a p e r s o n a l i d a d c o r p o r a t iv a y u n a l í n e a c o m ú n f r e n t e a l m u n d o c i v il , e n B o l i v i a e st o n o o c u r r ió . E l g e n e r a l A l fr e d o O v a n d o , s o c i o d e B a r r ie n t o s e n el g o l p e d e B a r r i e n t o s d e 1 9 6 4 y j e f e d e e s t a d o m a y o r , a c a b ó h a c i é n d o s e d e l p o d e r e n s e p ti e m b r e d e 1 9 69 : e r a u n r e fo r m i sta m o d e r a d o d e t r a d i c ió n m o v i m i e n t is t a y, e n r e a li d a d , tr a tó d e l l e v a r l e n t a m e n t e su g o b i e r n o a u n a c o m o d o c o n la iz q u i e r d a . E n o c t u b r e d e 1 9 6 9 e s t a t i z ó l a "Gulf Oil Co. o f Bolivia ’ y a c o m i e n z o s d e 1 9 7 0 v o l v ió a le g a l iz a r l a C O B y la F S T M B , p e r m i ti ó a
d e s d e 1 9 6 4 la s tr o p a s d e la s m in a s . T a m b i é n t ra t ó d e m o v i l iz a r la a n t ig u a i z q u i e r d a e n u n n u e v o M N R r e v it a l i z a d o ; p e r o a l f i n a l O v a n d o n o p u d o n i m o v i liz a r el a p o y o p o p u l a r q u e h a b í a lo g r a d o B a r r ie n t o s n i o r g a n i z a r u n s is te m a c o h e r e n t e d e p a r ti d o s p o l í t ic o s q u e a p o y a r a s u r é g im e n . A l m is m o t i e m p o e l E j é r c it o s e d i s g u s t ó c o n O v a n d o , q u e h a b í a p e r m a n e c i d o a l re d e d o r d e n u e v e a ñ o s e n e l p o d e r en c a l id a d d e j e f e d e e s t a d o m a y o r y /o d e p r e s id e n t e . A s í q u e t a m b i é n i n t e r v i n ie r o n la s a m b i c io n e s f r u s t ra d a s d e l o s m i li ta r e s . E l r e s u l ta d o f u e u n a d e c i s ió n d e o c t u b r e d e 1 9 7 0 d e s u s t i t u i r a O v a n d o p o r el g ra l. J u a n J o s é T o r re s ( s u a n t e r io r j e f e d e e s t a d o m a y o r ) , d a n d o i n ic i o a u n o d e lo s g o b i e r n o s m á s e x t r a o r d i n a r io s d e la h i st o r i a b o l iv i a n a : e n t re o c t u b r e d e 1 9 7 0 y a g o s t o d e 1 97 1 T o r re s d e m o s t r ó s e r e l g e n e r a l m á s r e v o l u c i o n a r io e i z q u i e r d i s t a d e c u a n t o s h a n g o b e r n a d o e l p a ís . T o r re s , q u e e n s u j u v e n t u d h a b í a sid o f a l a n g i s ta , a c t u ó e n l a c a m p a ñ a c o n t r a e l ‘C h e ’ y a p o y ó la s a c c i o n e s d e l E j é r c i to d u r a n t e el p e r i o d o q u e c u l m i n ó e n s u g o l p e d e e s t a d o H i z o s u a p a r i c ió n c o m o u n p o l í t i c o i d e a l i s t a d e i z q u i e r d a q u e d e s e a b a a m p l ia r la ‘a p e r t u r a d e m o c r á t i c a ’ d e O v a n d o i n c l u y e n d o u n a m o v i l iz a c i ó n t o d a v í a m á s r a d ic a l d e l o s o b r e r o s y d e l o s p o l í ti c o s d e i z q u i e r d a . U n o d e s u s p r im e r o s a c to s a l t o m a r p o s e s ió n d e s u s f u n c i o n e s f u e a c e p t a r la a y u d a f in a n c i e r a d e l a U R S S y s u b lo q u e p a r a C O M I B O L . E s ta a y u d a y a h a b í a s id o o f re c i d a v a r ia s v e c e s e n e l p a s a d o , p e r o l a p r e s ió n d e E E . U U . h a b í a h e c h o d i fe r i r su a c e p t a c ió n al M N R y a lo s a n t e r io r e s g o b i e r n o s m i li ta r e s . T o r re s ta m b i é n s u s c r i b i ó c o n t r a to s p a r a la c o n s t ru c c ió n d e f u n d i c io n e s d e e s t a ñ o , l i b e r a n d o a s í p o r p r i m e r a v e z a B o l iv i a d e su d e p e n d e n c i a d e la s f u n d i c i o n e s e u r o p e a s y n o r te a m e r i c a n a s p a r a p r o c e s a r s u s m in e r a l e s . A l f in a l , lo s s o v i é ti c o s ib a n a p r o p o r c i o n a r c a s i la m i s m a a s i s t e n c i a fi n a n c i e r a a C O M I B O L q u e E E . U U ., c a s i 2 5 0 m il lo n e s d e d ó l a r e s c a d a u n o . T o r re s ta m b i é n a n u l ó e l c o n tr a t o d e C O M I B O L c o n u n a e m p r e s a e s ta d o u n i d e n s e p a r a e x t r a e r e s t a ñ o d e l o s d e s m o n t e s d e K a t a w i y r e s c i n d i ó e l c o n t r a to c o n la ‘U. S. SteeV p a r a l a e x p l o t a c i ó n d e z in c e n ‘M i n a M a t i l d e ’ . A u n q u e e s t e t i p o d e s e n t i m ie n t o h o s t i l a la s e m p r e s a s e s t a d o u n i d e n s e s t e n í a s u s p r e c e d e n t e s , T o r re s t o d a v í a d i o o t r o p a s o m á s a l e x p u l s a r d e l p a ís a l C u e r p o d e P a z , a l e g a n d o q u e f o m e n t a b a l a p r á c t i c a de l a b o r to e n t r e e l c a m p e s i n a d o . S i b ie n e s ta s m e d i d a s a n t i n o r te a m e r ic a -
ñas contaron con el apoyo popular, provocaron una fuerte reac ción de parte de EE. UU., que ahora se sentía por primera vez desde 1952 totalmente extrañado de Bolivia. El h echo de que Torres pud iera llevar su opo sición a esos extremos en buena parte era reflejo de las nuevas condiciones de la economía boliviana. A comienzos de los años 70 Bolivia comenzaba a cosechar los frutos de las inversiones económicas y sociales realizadas por el MNR de 1952 en adelante: el desa rrollo de un moderno sistema carretero, el crecimiento de la agricultura comercial cruceña, las fuertes inversiones en COMIBOL y, sobre todo, en YPFB, y unos precios en ascenso de los m inerales en el m ercado internacional, todo ello se co m bi nó para prod ucir un impo rtante crecim iento de la econo m ía na cional. También hay que tomar en cuenta los espectaculares avances del alfabetismo y de la educación fiscal, así como la li beración de recursos hum anos m ed ian te la ab olición de todas las restricciones a que antes de 1952 estaba sometida la pobla ción rural, incrementando así el valor del capital humano del país. El g o b iern o b o livian o dep en d ía m u ch o m enos de la asis tencia directa de EE. UU . para ma nten er la cuan tía de las inver siones estatales o incluso para aportar mayor financiamiento p ara el desarro llo. E ntre las fuentes intern acio n ales de fin an cia miento y los inicios de un importante desarrollo de las inversio nes en la minería y en la agricultura comercial, Bolivia se en contró relativamente libre de su anterior dependencia de la ge nerosidad estadounidense. Los esfuerzos de Torres por crear una izquierda unida en el frente interno, fueron menos felices. Quebrada por las divi siones del Partido Comunista en sus alas moscovita y maoista, la subdivisión del POR en varias facciones, la COB, Lechín y sus partidarios no pudieron ponerse de acuerdo en lo que había que hacer y, en los hechos, se mostraron temerosos de la cre ciente radicalización de sus aliados radicales de otrora de la cla se media. Al mismo tiempo sus experiencias con Barrientos los hacía precavidos contra una alianza con los poderosos sindica dos campesinos. Pero a comienzos de 1970 la COB creó una asamblea política que trató de dar cierta unidad a la antigua iz quierda del MNR; ésta fue la base de una denominada ‘Asam b lea del P u e b lo ’ o rgan izad a en ju n io de 1971 con el fin de que
voto popu lar ni los pod eres de una legislatura boliviana (aunq ue funcionó en el Palacio Legislativo). Acabó estando c onform ada p o r 218 delegados: de ello s, sólo 23 representa ban a la s co n federacione s cam pesinas, frente a 123 delegados de los sindicatos (de los que la FSTMB sola contaba con 38). También formaban parte de ella to dos los prin cipale s grupos izquierdista s y un n u evo partido po deroso, el M ovimiento de Izquierda R evo lucionaria (MIR), acabado de nacer con el ala izquierdista del Partido Demócrata Cristiano y el sector universitario del antiguo MNR. Pero la izquierda radical y los obreros no quisieron dar un apoyo pleno al gobierno relativamente inestable de Torres. Aunque esa A sam blea atem orizó a la derecha y al centro con actos sim bólicos de desafío , no aprobó nin gu n a m edid a le g is lativa de im porta ncia . P or su parte , el go bie rno se negó a en tre g a r arm as a los obreros y a desafiar de alguna form a a las Fu erzas Arm adas. La agitación de la Asamblea del Pueblo creó el apoyo civil a un golpe de estado militar. En enero de 1971 el coronel Hugo Bánzer, director del Colegio Militar, intentó dar ese gol pe de esta do, pero el E jército p erm an eció leal al gobie rno. En los meses subsiguientes la A sam blea apoyó la incautación obre ra de E l D i a r i o , de algunas pequeñas minas y de haciendas de S. Cruz por parte de los maoistas. Así, cuando Bánzer volvió a dar un golpe de estado en agosto de 1971, la izquierda no pudo p ararle los pie s: con el apoyo de los secto res d e rec hista y c en trista del MNR de Paz Estenssoro y de FSB, Bánzer recibió un importante financiamiento de la élite regional cruceña, nerviosa por las amenazas de ampliar la Reforma Agraria a las nuevas zonas de la agricultura comercial. Claro que el derrocamiento de Torres encontró alguna resistencia: aunque el Presidente se negó a abrir a los obreros las puertas de los arsenales, universitarios y trabajadores se opusieron a los militares y las tropas leales trataron de defe nd er a Torres. El resultado fue qu e el gol pe de esta do de B án z e r de 1971 fue el m ás sangriento desde la rebelión de abril de 1952. Bánzer comenzó a gobernar precisamente cuando los cambios de la estructura internacional de los precios de minerales acababan de afectar profundamente la economía boliviana: de 1970 a 1974 casi se triplicó el valor de las exportaciones bolivianas (de 226 a 650 millones de dóls.). Dadas las anteriores dos décadas de inversiones y cambios estructurales, esta nueva
riqueza quedó fácilmente absorbida y se produjo un auge eco nómico: no sólo hubo importantes inversiones nuevas en la mi nería mediana y una expansión en las exportaciones de otros minerales fuera del estaño, sino que la región de S. Cruz ahora tenía una significativa producción excedentaria y por primera vez el país exp ortó produ ctos agrícolas (sobre todo , azú car y al godón). L a construcción urbana conoció un auge y hubo inclu so cierto desa rrollo del sector man ufacturero. Simultáneamente las dos décadas de una importante in versión en la educación acabaron teniendo impacto: dentro del gobierno y de sus organismos productivos autónomos surgió un grupo de expertos técnicos que aportó al mismo una nueva fuente de poder y de conocim ientos especializados. Ad em ás de la aparición de este nuevo sector profesional y de servicios, se p ro d u jo el ascen so de nuevas élite s regio nales. A este respecto, es sorprendente el espectacular crecimiento de la ciudad de S. Cruz de la Sierra, pues pasó de ser la cuarta ciudad en los años 40 a la segunda en los años 70, además de ser una m etrópoli ur b a n a av anzad a, co n ecta d a con el resto del país p o r carreteras as faltadas hábiles todo el año y vinculada con el resto del mundo p o r vuelos in tern acio n ales dia rios. L a ex pan sión cru ce ñ a tr ajo un profundo cambio a los grupos de poder nacionales y regio nales. Dadas las importantes inversiones en los sectores de hi drocarburos y agrícola de la región cruceña y el crecimiento de su población, fue inevitable que sus poblaciones mayoritariamente blanca y chola reclamaran mayor voz en la toma de de cisiones. Por primera vez en la historia republicana existía una fuente importante de poder económico y político fuera de las tradicionales regiones altiplánica y valluna. El régim en b anze rista siguió la senda de sus predec esores de im pulsar la Reform a Agraria y de alentar la activa c oloniza ción de los llanos orientales: otorgó más títulos de propiedad y b enefició a m ás fam ili as cam pesin as que cu alq u ier otro g o b ier no anterior, civil o militar: de los 31 millones de ha. distribui das de 1-953 y 1980 entre 434.000 familias campesinas, alrede do r del 81 % de la tierra llegó al 62 % de todas las fam ilias du rante los gobiernos miliares de 1964-1980 y de ella, más de la mitad correspondió a Bánzer. Pero, a pesar de este fortaleci miento de un aspecto fundamental del Pacto Militar-Campesi no, B ánz er fue el primero de los generales que redujo la im po r
tancia de los campesinos en la vida política nacional, en gran p arte a causa de las nuevas dem andas procedentes d e ese secto r. El aumento de la población en las zonas rurales, la consiguien te fragmentación de las parcelas y la aparición de una nueva conciencia de los campesinos como productores agrícolas para los m ercados urbanos, com enzó a tener efectos sobre las pob la ciones rurales. Ya no le bastaban los títulos, sino que querían créditos, apoyo a los precios y otros tipos de asistencia guber namental para mejorar su capacidad de man iobra en los m erca dos. Por ello no fue casual que la primera confrontación y ma sacre entre campesinos y militares desde 1952, sucedida en el valle de Co chab am ba en enero de 1974, fuera efecto de las pro testas cam pesinas co ntra los precios de los alim entos imp uestos p o r el gobie rno. El gobierno de Bánzer también aceptó las ideas antide mocráticas que por entonces predominaban en el continente. El modelo brasileño fue un ejemplo para los militares bolivianos: se sostenía que el gobierno democrático acababa desembocan do en el caos social y que sólo ‘de sp olitizan do ’ a esas m asas el desarrollo económ ico podía avan zar de un a forma racional; con un a cuidad osa tutela y la pa rticipación ‘co ntro lad a’ se po día p ro d u cir u n a rápid a ‘m o d e rn iz a c ió n ’. L a in terv en ció n m ilit ar dejó de ser un asunto transitorio, conv irtiéndo se en un a alterna tiva a la po lítica dem ocrática de largo plazo. Casi inm ediata mente después de subir a la presidencia, Bánzer declaró ilega les a la COB y a la FS TM B y les negó reco no cim iento oficial a todos los partidos situados a la izquierda del MNR tradicional. Esto dio lugar al encarcelamiento de muchas personas y al exi lio de la dirigencia del MIR y del PRIN (título por entonces de la vieja ala de Siles Zuazo-Lechín del MNR), sin que se retro cediera ante el uso sistemático del asesinato y de la tortura. Bánzer se dedicó inmediatamente a resolver el conflicto que hab ía explotado con Torres: se aprobó un a Ley de In versio nes nueva y más liberal; se pidió nu evam ente y obtuvo u na im p orta n te ay u d a p ara la do ta ció n m ate ria l y personal de la s F u e r zas A rm adas; pero la nu eva relación con la URSS y sus estados satélites de Europa oriental había adquirido demasiada impor tancia para que incluso el go bierno ban zerista la rechazara: así, p ues, el b loque socia lis ta sig uió p restan do la ayuda a la rgo p la zo para el desarrollo de las fun dicion es de estaño y de otros m i
nerales. El go bierno de Bánze r tamb ién camb ió abruptam ente la tradicional alianza con Argentina, inaugurando una nueva e ín tima relación con B rasil: reflejando los intereses crúceno s a lar go plazo por abrir su economía y sus productos a los mercados b rasileñ os, el g ob iern o de B án zer suscrib ió u n a im po rtante se rie de convenios económicos que priorizaban la participación b rasileñ a sobre la A rg en tin a en el desarro llo de lo s recursos na turales bolivian os (sobre todo, los petrolíferos y siderúrgicos de la región de Santa Cruz). B ánz er trató de crear un partido político n acional, forzan do a sus dos aliados, FSB y el ala Pazestensorista del MNR, a aliarse con su Frente antes de ingresar en el gobierno. Este in tento de crear un gobierno populista militar de derecha acabó siendo poco atractivo para el propio Bánzer, quien a fines de 1974 anunció un giro brusco de todo su gobierno llevando a ca bo u n ‘au to g o lp e’ ( así fue calificado ), por el que fo rm ó un g o b ierno ex clu siv am en te m ilitar, apo yado p o r lo s tecn ó cratas y ex-políticos sin partido; al desligarse del MNR y exiliar a Paz Estenssoro, hizo saber que todos los partidos, incluidos los de centro y de derecha, quedaban fuera de la ley y que a partir de entonces gobernarían las Fuerzas Armadas, sin ningún tipo de concesiones dem ocráticas. L a decisión de rom per abruptamente con la tradición era clara consecuencia de dos procesos importantes, uno interna cional y otro interno. El p rimero y m ás im portante facto r era el derrocamiento del gobierno de Allende en Chile (septiembre de 1973) y el inicio del gobierno de Pinochet: para Bánzer estaba claro que en el continente se iba imponiendo el modelo de go biernos autoritarios no d em o cráticos y antipartidos. El segundo factor era el crecim iento extraordinario de la econo m ía nacional que gan aba el apoyo p op ular al régim en b anz erista a pes ar de su p ro ced er antidem ocrático: entre 1973 y 1974 el precio del esta ño en el mercado mundial casi se duplicó, lo que se tradujo en una duplicación del valor total de las exportaciones nacionales y la generación del ma yo r superávit com ercial de la historia del país. L os precios tam b ién ascendentes del p etró leo convirtiero n repentinamente la relativamente modesta producción petrolífe ra de Boíivia en una bonanza exportadora (en 1974 representó el 25 % de! valor de las exportaciones). Dado que las exporta
tancia el com ienzo de la exp ortación de las m uy abund antes disponibilidades de gas natural, iniciadas en 1972 y que ya en 1974 representaban el 4 % de todas las exportaciones, cifra que aumentaría sin cesar durante lo que quedaba del siglo; en 1971 también comenzaron las exportaciones de estaño fundido y re finado, rub ro que en 1974 eq uiv alía al 9 % del va lor total de las exportaciones. Todo ello significó que las exportaciones tradi cionales de minerales de estaño y de otros minerales no refina dos había disminuido desde aproximadamente el 90 % del va lor total de las expo rtaciones (años 60) a un poco m enos del 50 % (mitad de los años 70). Finalmente, en 1970 comenzaron las primeras exportaciones de productos agrícolas (azúcar y al godón) y crecieron ininterrumpidamente en los años siguientes, representando en 1974 el 6 % del valor total de las exportacio nes: aunque éste era todavía un rubro relativamente pequeño dentro del conjunto de las exportaciones, durante el periodo 1970-1976 fue el segundo en ritmo de crecimiento (con un ín dice de crecim iento prom edio anu al del 49 %), detrás de las ex p o rtaciones de gas natural, con un im p resio nan te crecim iento anual del 50 % . El auge de los prim eros años 70 p arecía ser un reflejo del cam bio a largo plazo en el carác ter de las exp ortaciones bo livia nas y del crecimiento eco nó m ico y no del clásico ciclo de auges a corto plazo emergente de los cambios repentinos de los pre cios internacionales. El Dpto. de S. Cruz ahora exportaba sin cesar su producción agrícola y cua nd o los precios del azúc ar ca yeron, el paso al algodó n pu so de m anifiesto que existía un a in fraestructura básica capaz de superar los vaivenes de la deman da mundial. También se hizo evidente que las exportaciones de gas natural a sus vecinos (fu nd am entalm ente, A rgentina; luego, Brasil) constituía un mercado que no cesaría de crecer en los años siguientes. Finalmente, la subida a largo plazo de los pre cios de los m inerales ajenos al estaño y la exportación de m etal de estaño refinado parecía prometer al país un próspero futuro económico de larga duración. Los socios comerciales de Bolivia también cambiaban: dejó de depender de ningún socio co m ercial, com o hab ía sido el caso en el pasado . Ah ora la A soc ia ción Latinoam ericana de Libre Co m ercio (A LA LC ) absorbía un tercio de sus exportaciones; Eu rop a otro 20 %; EE. U U., otro tercio; y el resto, los países asiáticos. Po r otro lado, la pro ced en
cia de las importaciones también era una combinación muy variada: la im portancia de la A LA LC y A sia iba en ascenso, mien tras que la de Europ a y EE. U U. decrecía. El aumento extraordinario de la balanza comercial favorable llevó a una gran pro spe ridad de la con strucción: las ciud ades principales (La Paz y S. Cruz de la Sierra) se poblaron de rascacielos, cam biando toda la estructura arquitectónica urbana de esas dos ciudades. Fue reparado el sistema aeroportuario y en S. Cruz de la Sierra se construyó uno internacional nuevo. Todavía tuvo mayor trascendencia que la red de carreteras asfaltadas de La Paz llegó ha sta O ruro y el lago Titiqaqa: otra carretera cruzó la región cochabambina del Chapare, facilitando así el narcotráfico de la cocaína. El Chapare, que hasta entonces no había prod ucid o m ás del 5 al 10 % de toda la cocaín a del país, al final de la d écad a p ro d u cía m ás del 70 % del total n acional (casi en su totalidad para el mercado internacional). Pero el auge se marchitó y Bánzer no pudo controlar la sociedad boliviana profundamente movilizada. Excesos en los p resu pu estos pú blico s y u n a co rru p ció n ram p ante le obligaron a devaluar la mo ned a en un 66 % po r primera vez desde el plan de estabilización de 1956. La inflación resultante pro vo có alborotos y la compresión de los salarios demostró no ser más que p años calie ntes. A p esar del acan to n am ien to de tr o pas en las b o caminas y la presunta liquidación de la FST M B y la CO B, p rosiguieron las huelgas y la violencia obrera. A comienzos de 1976 hubo huelgas nacionales y B ánzer tuvo que cerrar las universidades. El gobierno, no sólo no pudo eliminar los sindicatos, sino que también perdió la mayor parte del voto nacionalista de clase media cuando admitió el fracaso de las negociaciones con C hile para obten er una salida al mar. A pe sar de los desesperados intentos de Bánzer por lograr una solución a cualquier precio, incluso la propuesta de un canje territorial por un pu erto, n ada se o b tu v o de P in o ch et y a fin es de 1976 fueron abandonadas las negociaciones. Finalmente, la clase media y alta, que apo rtaba la base civil de esos reg ím enes m ilitares en el resto de A m érica Latina, en Bo livia dem ostró m ucha m ayo r voluntad de confiar sus intereses a un sistema de partidos democráticos que a un go biern o m ilitar descon ocido . Viendo la co rrupción y la indisciplina de la oficialidad, la élite civil no con-
había ninguna forma de saber si el siguiente caudillo sería un Torres, un Barrientos o un Bánzer. A com ienzos de 1977 Bán zer prom etió elecciones para 1980 y en nov iem bre, tres años despué s de su prom ulga ción, derogó todos los decretos autoritarios; pero las Fu erzas A rmadas se habían hecho tan odiosas, que se vió forzado a anunciar que no sería candidato; y a finales de aquel año tuvo que anticip ar las eleccion es para 1978. Pe ro ni siquiera esto bastó, pues no tardó en surgir la exige ncia de una am nistía total para lo s 348 dirigen tes sin dic ales y p olític o s exili ado s. C u an do B ánze r se negó a accede r a esa exigencia, en los últimos días de 1977 un pequeño grupo de esposas de dirigentes mineros inició una huelga de ham bre en el A rzobispad o de La Paz; la Iglesia apoyó decidida m ente el m ovim iento y en las p ri meras semanas de enero de 1978 m ás de 1000 personas de todo el país se habían un ido a la huelga de ham bre. Los h uelguistas exigían una amnistía total y también libertad sindical. La huelga fue tan abrumadora, que Bánzer se vió obligado a capitular suscribiendo un documento de aceptación con la Asam blea P erm an e n te de D erechos H u m an o s q u e en cabezó el m o v imiento. Los exiliados, al retornar, se apoderaron de los sindicatos y desbancaron a los interventores g ube rnam entales; a los pocos días la FST M B y la COB renacieron con la m ism a dirigencia de 1971. Las huelgas, la agitación obrera y una febril actividad política llevó a B ánzer a desped irse de la idea de m antenerse en el cargo. Anun ció que el Gral. Juan Pe reda A sbún sería su sucesor y que el nuevo gobierno restablecería la democracia. El candidato opositor a los militares fue Hernán Siles Zuazo y una nueva agrupación de partidos políticos d e centroizquierda: al aban donar en 1972 el M N R d om inado por Paz E stenssoro, Siles ha bía fu n d ad o en el exilio chilen o su p ro p io M o v im ie n to N ac io nalista Rev olucionario de Izquierda (M NR I). El M N RI se unió al MIR y a otros grupos para formar poco antes de las elecciones de julio una débil coalición electoral: la Un idad D em ocrática y Pop ular (UD P). Para so rpresa de los m ilitares, las elecciones demostraron que los campesinos ya no votaban en rebaño: tanto cam pesino y las m asas urban as apoyaba n la fórm ula de Siles, que el gobierno vió que iba a perder las elecciones y los militares decidieron dar un golpe de estado.
Pero el gob ierno de Pere da sólo duró unos poco s m eses y en noviembre subió una nueva junta militar presidida por el Gral. Dav id Padilla, quien no sólo propuso elecciones libres, si no que anunció que el gobierno no tendría un candidato propio ni apo yaría a ningu no civil. A sí em pezó un o de los periodos p o líticamente más creativos de la historia boliviana contemporá nea: en el lapso de cuatro años y de tres elecciones presidencia les, las antiguas tradiciones e lectorales cam biaron de form a im portan te, dando paso al sistem a p olítico nuevo y m ás com plejo vigente hasta nuestros días: en lugar de un partido popular de masas basado en el apoyo campesino, desde 1978 hasta hoy surgió una multitud de partidos competidores apoyados por complejas combinaciones de votantes urbanos y rurales; Bolivia había creado un electorado mo derno. Esta nueva diversidad del electorado nacional reflejaba los cambios tanto de la sociedad como de la economía. Como reveló el censo de 1976, B olivia acusa ba plenam ente el im pac to de la introducción del bienestar social moderno, cifrado en la educación y la salud. La introducción de unos servicios míni m os de salud prácticam ente para toda la pob lación significó que las tasas de mo rtalidad del país p or fin habían dism inuido y estabilizádose en unos niveles bajos. Con estas tasas de mortali dad en descenso y las altas tasas de natalidad (de aproximada mente el 44 %o ), la población comenzó a crecer a un ritmo rá pid o. A sí, a p esar de una ta sa general de m ortalidad del 18 %c y de una extraordinariamente alta de mortalidad infantil del 202 %o nacimientos vivos a fines de los años 70, desde 1950 el país tuvo un ín dice de crecim ien to del 2.6 % anual, con un cre cimiento biológico de la población total de 2.7 millones (1950) a 4.6 m illones (1976). Por otra parte, este aumento de población fue mucho más urbano y con una educación m ucho m ejor que la de las genera ciones precedentes: mientras que en 1950 el total de personas que vivían en pueblos y ciudades de cualquier tamaño era del 34 %, en 1976 esta cifra había saltado al 50 % (de la que el 42 vivía en poblaciones de más de 2.000 habitantes). En 1950 só lo pasaba por alfabeta el 31 % de la población en edad escolar o sup erior a ella; en cam bio , en 1976 la cifra había pas ado al 67 %, con más del 80 % de los niños de entre 10 y 14 años de
blantes h ab ía au m en tad o en ta l prop orció n, q u e en 1976 el es pañol y a era p o r p rim e ra vez la lengua m ay o rita ria de B oliv ia . De los 4.6 m illones de personas registradas, 1.6 millones pasa ban p o r m o n o ling ües españo las y otros 1.7 m ill ones, p o r b ilin gües, lo que en conjunto significaba el 72 % de la población to tal. Los monolingües en lenguas indígenas, a pesar de los índi ces sin preced entes del crecim iento de la población rural, ahora habían decrecido: en el cuarto de siglo intercensal los m ono lin gües quechua habían descendido de 988.000 a 612.000 y los monolingües aymara, de 664.000 a 310.000. El crecimiento del bilin g ü ism o ex p lica el enca ra m am ien to del español en 1976 co mo lengua mayoritaria, lo que era otra prueba del impacto del sistem a escolar en las regiones rurales: no sólo h abía hab ido un enorme aum ento de la población chola, com o dem uestran aque llas cifras, sino que -factor todavía más importante- los campe sinos indígenas del campo ahora utilizaban en gran proporción el español junto a sus lenguas propias. Así, el electorado boliviano de 1979 estaba mejor educa do, era más alfabeto y más hispanohablante que en cualquier otro m om ento d e la historia del país. Tanto Pa z Estenssoro y su resucitado M N R co m o Siles y su alianza U D P encontraron ap o yo entre los cam pesin os y los obreros. Po r otra parte, las nuevas clases profesionales crearon nuevos partidos y coaliciones para exp resar sus propias necesidades. Y de repente, los partidos v ie jo s y nu evo s se en co ntraron con u n a g a m a eq u ilib ra d a de ag ru p acion es de la d erec ha, del centro y de la izquierda. In clu so el otrora despreciado Bánzer logró organizar su propio partido (que obtuvo cierto apoyo regional de importancia) y se conver tiría en uno de los principales políticos nacionales, caso raro de evolución en la política de los países latinoamericanos. Estas tan complejas divisiones explican por qué en las elecciones de julio de 1979 Paz Estenssoro y Siles Zuazo e nca bezaron las fó rm ulas opo sitoras y p o r q u é otro viejo po lític o de los días del MNR, Walter Guevara Arze, aparecería como el candidato de compromiso cuando los dos dirigentes llevaron la elección a un em pate. M ientras los dirigentes nu evos y más jó venes no pudieran medir sus fuerzas en unas nuevas elecciones abiertas, prefirieron apoy ar a los héroes de época s pasadas. Las elecciones de 1979 fueron extraordinarias: una de las más lim pias de la h isto ria nacio nal, llevaron a la s urnas a 1.6 m illones
de bolivianos que dieron su voto a una mayoría de coaliciones y partidos qu e m ostraban u na fuerza bastante pareja en todas las regiones, de las que Santa Cruz acabó pasándose al campo antibanzerista. Aunque Paz Estenssoro ganó las elecciones por simple mayoría, los partidos no pudieron ponerse de acuerdo sobre el candidato que sería presidente, sobre todo porque las demás fórm ulas tod avía excluían a B án zer y a su nuevo partido de cualquier negociación. Como anticipando una dura batalla, el Congreso acabó decidiendo repetir las elecciones el próximo año, nombrando a Guevara (presidente del Senado y viejo ca marada de Siles y de Paz) presidente interino hasta las eleccio nes de 1980. Primer gobierno civil desde 1964, el de Guevara sólo duró un os pocos meses al ser derrocado po r una jun ta m i litar en noviembre de 1979; pero la oposición política fue tan intensa (con violencia y huelgas generales que dejaron más de 200 muertos), que los militares se vieron obligados a dejar el p o d er a las po cas sem anas. A cced ió a la p residen cia otro civ il de com prom iso, Lidia Gueiler, que fue la prime ra mu jer del país que ocupó el cargo y una de las pocas en toda América. La se lección de Gueiler también demostró el tremendo apoyo popu lar dado a la vuelta de un gobierno civil. Ningún partido apoyó el golpe de noviembre de 1979 y las acusaciones de que el M N R de Paz Estenssoro lo había hecho bastaron para cortar el nud o gord iano qu e se hab ía presen tado en las dos elecciones an teriores y que v olvería a presen tarse en unas terceras elecciones generales, en las que Hernán Siles Zuazo y la UDP obtuvieron una sim ple may oría en jun io de 1980. Pero la efímera vuelta de los gobiernos civiles con Gue vara y Gu eiler costó dem asiadas co ncesion es a la oficialidad de línea dura encab ezada por el G ral. Luis G arcía Mesa: negán do se a permitir que Siles tomara posesión del cargo, en julio de 1980 las Fuerzas Armadas se hicieron del poder a pesar de la oposición de todos los partidos políticos y grupos civiles; pero el retorno de un gob ierno au toritario m ilitar del estilo de los p ri meros años de Bánzer no destruyó ni los poderosos sindicatos ni el sistema de partidos civiles: aunque puestos fuera de la ley como en ocasiones pasadas, esas organizaciones siguieron man teniendo una poderosa clientela entre la población civil; duran te los dos años de predominio militar, hubo una masiva oposi
ción civil que se ma nifestó por cualqu ier medio, desde las hu el gas y manifestaciones ilegales hasta las huelgas de hambre, lo que d estruyó cua lquier apoyo civil posible a esos gobiernos. El nivel de corrupción en las Fuerzas Armadas escaló nuevas ci mas con su participa ción d irecta en el narcotráfico internacion al que nuev am ente hacía su aparición. Finalmente el autoritarismo castrense llegó a su punto culminante cuando en enero de 1981 en La Paz asesinó a nueve dirigentes del M IR y organizó escu a drones de la muerte paramilitares según el modelo argentino. El gobierno de G arcía M esa (que duró hasta agosto de 1981) y de las juntas que le sucedieron fueron tan extremistas, que recu rrieron a con ocid os fascistas internacion ales com o el italiano Pier Luigi Pagliai y el alemán Klaus Barbie (‘Altmann’). La incesante oposición civil, la corrupción ampliamente denunciada de las Fuerzas Armadas y los problemas económi cos no resueltos de los últim os años 70, todo se jun tó p ara aco rralar a las jun tas de gob ierno y finalm ente destruyeron incluso el apoyo de la oficialidad. Estos problemas económicos proce dían de la dependencia del país de la rentabilidad y funciona miento de las empresas públicas autónomas: después de siete años de gob ierno de B ánzer su adm inistración se encontraba en un caos absoluto. Aunque las exportaciones habían subido de los 200 millones de dóls. en 1971 a más de 700 millones en 1978 y las inversiones públicas en proyectos de desarrollo ha bía n alcanzad o un ex trao rd in ario 48 % del p resu p uesto del e s tado, la ma yor parte de esos fondos había sido m algastado. So bre todo la s tres prin cip ale s em presas (Y PF B , C O M IB O L y EN A F o em presa nacional de fundiciones) habían sido progra m adas po r enc im a de su capacidad real y descuidado las nuevas exploraciones; el resultado fue el desastre económico: por do quier disminu ía la producción y la deud a pública que generaban esas em presas hacía tam balear todo, adem ás de que el financiam iento de ese sector público se llevaba en 1980 un excesivo 30 % de las divisas. F inalme nte vino a añadirse el derrum be de los precios internacionales de las materias primas de exporta ción. Si en los primeros años de la década los índices de creci miento llegaron al 6 % anual, en 1977-1978 habían descendido a cero. Desde comienzos de 1978 el Producto Interno Bruto (PIB) no cesó de descender y al año siguiente ya por primera vez desde los años 5 0 hubo u na tasa negativa de crecimiento; la
crisis de la producción nacional se mantuvo ininterrumpida mente durante la década siguiente, correspondiendo las peores disminuciones anuales en 1982-1983 (-6.6 %). Bolivia ingresa ba en u n a de las dep resiones m ás p ro longadas de su his to ria, crisis que duró hasta los años 90. Dentro del contexto de esta crisis política y económica, los gobiernos violentos y expolia dores se con virtieron en un an acro nism o qu e el país rio se podía perm itir. Ni lo s m ili tares, p o r m ás represo res que fueran, p udie ron controlar una sociedad tan movilizada,
CAPÍTULO IX
CREANDO UNA DEMOCRACIA MULTIÉTNICA, 1982-2002
En septiembre de 1982, la forzada renuncia de la última j u n t a m ilita r y la d e c isió n de re c o n v o c a r el C o n g reso q u e había sido elegido en 1980, acabaron poniendo fin a la era de regímenes militares autoritarios. Reinstalado este Congreso, eligió inm ed iatam en te a H ern án Siles Zuazo. De golpe revivió el siste m a político dem ocrático. A la izq uierd a es ta b a Siles Zuazo, je fe de la re c o n s titu id a a la p ro g re sis ta del MNR, a lia d a con los dirigentes sind icales tradicio na les de la COB, nuev os dirigentes campesinos, diversos partidos izquierdistas y el importante grupo de intelectu ales radicales del MIR, dirigido por Jaim e Paz Zam ora, q uien se convirtió en V icepresidente. A la dere ch a y centro estaban los partidos que habían participado en las elecciones de 1979y 1980, todos ellos ahora fuerzas políticas p le n am e n te d e sarro llad a s y q ue d o m in a rían el escenario político nacional durante la década siguiente. Al centro estaba el MNR histórico (dirigido por Víctor Paz Estensoro), que incorporaba tanto el centro y derech a an tiguo s como u n grupo de dirigentes in d io s m á s a n t ig u o s q u e , a u n q u e s e h a b í a n i n d e p e n d iz a d o d el MNR, seg uían da nd o fuerte apoyo a Paz Estensoro. Finalm ente, estaba ADN (Acción Democrática Nacionalista), el partido fundado por Banzer al final de su presidencia militar y que en abril de 1979 abrió sus puertas a militantes de la antigua Falange y del PIR reconstituido. Para sorpresa de muchos, este partido demostró mayor fuerza de la que se esperaba y no sólo legitimó a Hugo Banzer como un poderoso líder civil,
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sino que también ganó el apoyo de nuevas élites económicas, como por ejemplo los empresarios privados mineros y los grande s agricultores cruceñ os, adem ás de m uch os tecnóc ratas altamente calificados que habían hecho su aparición durante las dos décadas que siguieron a la Revolución Nacional. Ban zer logró distan cias de las ju n ta s m ilitares del periodo 1979-1982, dando sistemáticamente su apoyo a los procesos democráticos, con lo que se convirtió en una columna del sis tem a político civil. El pa rén tes is m ilitar ha b ía diferido la aparición de una dirigencia política civil más joven, dando la última oportunidad de gobernar a los antiguos dirigentes del perio do de la Revolu ció n N acio nal: si en la p rim e ra m ita d de los año s o ch en ta la dirigencia procedía de los años cincu enta, en la s e g u n d a u n a n u e v a c a m a d a d e p o lític os m á s jó v e n e s c om e n zó a ocu par la es cen a política nacional. Con una determinación sorprendente, Siles se lanzó a des m antelar el feroz ap arato p aram ilitar que las últim as ju n tas m ilitares h ab ían organizado con ay ud a de oficiales argentinos y fascistas extranjeros. En una rápida cadena sucesiva, el je fe de la GESTAPO K laus B arbie fue e x p u lsad o a F ra n c ia y el terrorista Pierluigi Pagliai fue entregado al gobierno italiano. Los argentinos fueron expulsados y el gobierno procedió con rapidez a ex pu lsar a los jefes m ás au toritarios del ejército. La reacción naciona l y extranjera a tales m edidas fue plenam ente entusiasta. Pero la economía heredada por el régimen de Siles Zuazo naufragaba por doquier; no sólo esto, sino que no dejaría de em peorar du ran te el resto de la década. Si bien era u n hábil jefe de oposición, con fam a de honradez , Siles era u n ad m inistrado r incom peten te y u n pob re nego ciador político. A los pocos m eses de su elección ya se había enemistado con el MIR y el resto de sus principales aliados, demostrando su incapacidad para controlar u n a economía gravemente enferm a. La combinación de estos factores acabaría destruyendo la credibilidad de su gestión aunque no la legitimidad de su gobierno civil. A fines de los años setenta, el final de los precios inflacionarios de la OPEP y de la producción de pre tróleo
coincidieron con el desgobierno estatal del periodo militar p a r a llevar a la b a n c a r ro ta a la eco n o m ía del se cto r pú b lico y a u n a p rofu nd a dep resión a la del privado,. E ntre 1980 y 1984 el valor de la prod ucc ión ag rícola descend ió en u n 11% el valor de las exp ortaciones, en u n 25% en tre 1981 y 1984 el PIB p e r c á p ita en d ó la re s c o rrie n te s d is m in u y ó u n 1% a n u a l. La m i s m a p r o d u c c i ó n a g ríc o la q u e d ó g r a v em e n te a f e c ta d a p o r la ace ntu ad a seq uía de 1983. La de ud a contraída en los días de las altas cotizaciones de los m inerales en el m ercado m un dial y del pago de bajo s in te rese s, llegó e n 1983 a u n o s 3 .0 0 0 m illo nes de dólares, cifra que si era ba ja p ar a los niveles latinoa m ericanos, resultaba alta para Bolivia. Esta suma representaba el 80% de todo el PIB; en 1984 sólo el servicio de la deuda equivalía al 36% del valor total de las exportaciones. Fa ctor todavía m ás im po rtante, la producción de estaño conoció, po r prim era vez en el siglo XX, una aguda y permanente baja. Aunque en lo s a ñ o s s e t e n t a l a p r o d u c ci ó n a n u a l m e d ia s e g u í a ro n d a n d o las 30.000 toneladas métricas y en los primeros tres años de los ochenta todavía siguió supurando la franja de las 25.000 tone ladas m étricas, en 1984 no llegó ni a las 20 .000 ton eladas métricas y no cesó de descender, sin volver a alcanzar ya las 20 .000 ton elad as m étricas. En 1983 B rasil se convirtió en el m a y o r p r o d u c t o r d e e s t a ñ o d e A m é ric a L a t in a y d e s d e e n t o n c e s Bolivia no h a repr ese nta do ni el 10% de la pro du cción m un dial. En 1986 los mineros privados (agrupados como mineros ‘m ed ian o s’, ‘m iner os ch ico s’y ‘co op era tivista s’ se gú n el volu m en d e s u p r o d u cc ió n ) s u p e r a r o n p o r p r i m e r a v ez la p r o d u c c i ó n d e la COMIBOL..En la histo ria boliviana, en la se g u nd a m itad de los años och en ta se po dría da r oficialmente por cerra da la era del estaño; en los año s n ov enta el zinc se h ab ía convertido en la exportación m ineral bo liviana de m ayo r valor. A u n q u e l a d e m a n d a i n t e r n a c i o n a l de c o c a ín a e m p e z a r ía a ofrecer u n im po rtante nuevo m ercado a los prod uctos bolivianos, ni siquiera este rubro altamente rentable compensaría la decadencia general de la economía minera ni la desaparición de los préstamos exteriores. Simultáneamente el gobierno demostró su incapacidad para controlar el gasto público c u a n d o l o s i n g re s o s e s t a t a l e s p a s a b a n p o r u n a r e st ri c ci ó n . La
solución inevitable p a ra el gob ierno de Siles Zuazo cons istió en increm en tar la em isión mo netaria. E ntre 1980 y 1984 la m asa de dinero circulante aumentó en más de 1000%. Los precios quedaron rápidamente afectados y en mayo de 1984 Bolivia ing resa b a oficialmente en la hiperinflación, con un o s índices de aum en to de los precios de m ás del 50% m en sual: si en los año s se ten ta el crecim iento prom edio h ab ía sido del 4.7% an u al y la inflación, de sólo el 15.9%, en los ochenta el decrecimiento prom edio fue del 2.3 % , la inflació n en 1983 salt ó a lo s tre s dígitos y en 1984, a un increíble 2.177% anual. En el primer sem estre de 1985 la inflación subió al 8.170% (calculado sobre una base anual). En el contexto de u n a crisis fiscal total de es as d imen siones, resultaba inevitable que Siles Zuazo se viera pronto privado del apoyo popular y que la mayoría de sus aliados políticos desertaran de su gobierno. En enero de 1983 Paz Zamora renunció a la vicepresidencia y s u poderoso MIR sal ió del gobierno. Siles también perdió el apoyo de Lechín, de la COB y de muchos de sus antiguos aliados del MNR. A pesar de sus volun tarias huelgas de ham bre q ue trata b an de repetir su eficaz táctica de 1957 y aun de su breve secuestro por los militares (abortado p or la m asiva op osición civil). Siles no p ud o go be rna r eficazmente ni imponer medidas estabilizadoras serias. Ante este callejón sin salida, Siles fue persuad ido a que a b an do na ra el cargo antes del término de s u mandato, alegando que en realida d é ste d ata b a de 1980. Y con sintió en con vocar elecciones, p re sid e n c ia le s p a r a ju lio de 1985. La elección de 1985 ofreció a los partidos antiguos, en esp ecial al llam ad o MNR ‘h istó rico ’ y a la ADN la op o rtu n id ad de consolidar su presencia com o poderosas tiendas p olíticas; p ero ta m b ié n dio a m u c h o s de lo s g ru p o s m á s re c ie n te s (que ha bían form ado p arte de la alianza dem ocrática e izquierdista que h ab ían respa ldad o a Siles Zuazo) la ocasión de con stituirse en fu erzas inde pen dien tes. En la izquierda co nso lidad a (el MIR de Paz Z am ora y el Partido S oc ialista-1 de M arcelo Q uiroga S an ta Cruz, fund ados en los año s setenta) d estaca ba n como los dos partido s m ás im po rtantes; pero a la luz de acontecimientos
futuros, todavía resu ltaba de mayor imp ortancia la aparición del M o vim ie n to R evo lu c io n a rio T u p a c K a ta ri, que se constituía p u ra y sim plem ente en u n partid o de los derechos indígenas y que h ab rían de obtener el 2% del voto popular. D uran te m ucho s años la dirigencia indígena había quedado neutralizado por la COB y, en opinión de la izquierda, iba asociada al Pacto M ilitar-Campesino, aun qu e de hecho se hab ía ido formando u n a nu eva dirigencia india autóno m a. Ya a fines de los año s ses en ta surgieron jóvenes dirigentes indep end ientes entre los sindicatos rurales tradicionales, especialmente entre los aymaras, que hasta ese momento se habían mostrado más tranquilos. El blo queo de C o chab am b a en 1974 y la consiguiente m asac re cam pesina por los militares agrup aron a estos nuevos hom bres. En 1976 comenzó a organizarse el movimiento Tupac Katari entre dirigentes cam pesinos aym aras del Departamen to de La Paz. A fines de los sete n ta el m ovimiento ya h ab ía con seguido con trolar la may oría de los sind icatos oficialistas y organizado s u prop ia CSUTCB (Confe deración Sin dic al Ú nic a de T rabajadores C am pe sino s de Bolivia). En 1981 los ‘k a ta ri s ta s ’ co n tro lab an los sindicatos campesinos aymaras y conseguían representación en la COB. E se m ismo añ o la COB eligió po r pr im era vez como uno de sus propios dirigentes a un líder campesino aymara y miembro de citado movimiento: Genaro Flores. Este giro de la COB resultó definitivo: ahora los dirigentes campesinos, los empleados públicos y los gremialistas comerciales urbanos acabaron reemplazando a los mineros todopoderosos en la confede ración obrera. Los nuev os d irigentes indíg ena s exigieron cambios en lo que consideraban un trato discriminatorio del estado en lo concerniente a los precios agrícolas, al acceso al crédito, a la educación, a la salud o incluso, en relación a su s culturas tradicionales. Propusieron una serie de cambios en relación al carácter de la identidad boliviana y al papel de los pueblos indígenas en la socie dad m odern a, su b ray an d o ta n to los problemas étnicos como las cuestiones clasistas. Aunque no tard aro n en aso m ar organizaciones rivales que neg aban el derech o a ex pre sar este nuevo p ode r político de los cam pesino s indígenas hasta entonces sometidos y de grupos mestizos urb an os , en los año s siguientes este nuevo movimiento indígena se fue haciendo ca da vez m ás poderoso e indep endiente. Acabó
encontrando su expresión más coherente y poderosa en un nuevo partido político de masas que haría su aparición a fines de los nove nta; e sta m ayo ría indíg en a de recien te movilización, en la prim era déca da del siglo siguiente aca ba ría destruyend o el sistem a de partido tradicional. En un principio parecía que los partidos tradicionales p o d ría n c o n tro la r y dirigir d esd e a rrib a este nuevo m ovim ie nto político p o r m edio de u n a dirigencia p olític a clásica no indígena o mestiza. Desde comienzos de los años ochenta apareció un complejo sistem a político en el que nin g ún partido político ten ía una posición dominante. A partir de 1985, en cada elección aco stum bró dividirse en tres direcciones bá sicas: la izquierda, el centro y la derecha, cad a u n a de ellas con un alineam iento político y c o m p u e s ta de b lo q u es de p artid o s. P a ra resolver e s ta situac ión h ab ía u n a seg un da vu elta de la elección presidencial pero e s ta vez q u e d a b a en m a n o s del C ongreso recien te m en te elegido. D espu és de la últim a pres iden cia de Siles y ha s ta 2005 ningún candidato presidencial consiguió una mayoría en las urnas. Así que cada elección presidencial trajo complicadas nego ciaciones p ost-electorales , p or lo genera l en tre MNR, MIR y ADN. Este sistema concedió mucho poder a los part idos menores y a las fracciones, de los que muchos se un ieron al p a rtid o q u e a s u m ía la p re sid e n c ia bajo lo s a c u e rd o s de u n a coalición. Estas elecciones fragmentarias también f orzaron a todos los partidos a dar una respuesta a las poblaciones indígenas y mestizas, que co nstituían la mayoría de votantes. A unque po bres y con u n alto porcentaje de analfabetism o, estos campesinos tendían a incluir altas tasas de votantes a causa de su movilización política y de sus poderosos sindicatos y organizaciones com unales. E sto tam bién condujo a los nuevos líderes políticos de h ab la ay m ara y qhishwa a o rganizar partidos p o p u lista s o d ire c ta m e n te étnico s, co n el obje tivo de m oviliz ar es te voto. Las elecciones de 1985 definieron claramente el nuevo sistem a electoral existente de sp ué s del p aré nte sis m ilitar. Alrededor de 1.4 millones de vo tantes fueron a las ur n a s, dand o a Hugo Banzer la victoria relativa; pero el nuevo Congreso
eligieron a Víctor Paz Estenssoro, de 77 años de edad, para s u c u a r t a p r e s i d e n c i a . A u n q u e su a n t e r i o r p e r i o d o en los p rim ero s a ñ o s s e s e n ta h a b ía ec h a d o lo s cim ie nto s del Pacto Militar-Campesino y apareció implicado en el golpe militar de 1979, Paz Estenssoro seguía siendo una figura poderosa e n t re l as m a s a s c a m p e s in a s q u e a s o c i a b a n s u n o m b r e co n la Reforma Agraria de 1953, que todavía contaba con un apoyo decidido. Para sorpresa de amigos y enemigos, esta aparente reliquia de u n a época p as ad a d em ostró ser el político civil m ás dinámico y hábil que ha gobernado en las últimas décadas del siglo XX. Echando por la borda posiciones tradicionales, ace ptando reform as radicales, sin contem placiones y rápido en su s reacciones políticas, no tardó en d om inar la vida nacional d e u n a m a n e r a q u e r e c o r d a b a s u p r im e r p e rio d o p re s id e n c ia l . Sin duda su acto más impresionante fue su llamado Nuevo Plan Económico de m ediados de 1985: haciendo su ya s m uc ha s de las propuestas de ADN e incluso concluyendo un pacto oficioso con este partido, Paz Estensoro impuso un programa económico, a la vez tradicional en su es tru ct u ra e insólito en su contexto. C uand o los gobiernos co ntem poráneo s de Argentina y Brasil, enfrentad os a los mismos p roblem as de u n a inflación i n c o n t r o la d a y d e u n a d e u d a i n t e r n a c i o n a l, s e g u í a n a p l ic a n d o lo q u e s u s e c o n o m is ta s h a b r í a n d e d e n o m i n a r u n ‘s h o c k heterodoxo’, Paz Esten ssoro prefería aplicar u n tratam iento de ‘sho ck ortodo xo’. Esto significaba deva luacion es m on eta rias, p recio s y ti p o s de cam bio lib res del c o n tro l g u b e rn a m e n ta l y estricta reducción del gasto público. He aquí en muchos p u n to s u n eje m plo clásico del gru p o de polí ticas conocid o co m o C onsenso de W ashington. Para sorpresa general, Paz Estenssoro adoptaría los prin cipio s del lib erali sm o económ ic o y re c h a z a ría las id eolo gía s del nacionalismo económico y del capitalismo de Estado en cuya an terior im plantación en Bolivia ha bía jugad o u n papel fun dam ental. Las razon es p ara e ste rechazo, e ran de doble tipo: por u n la do, lo s efecto s de la hip erinflació n q ue p o r se g u n d a vez se de jaba s en tir en la historia m od ern a boliviana, un a crisis que condenaba la economía nacional a una profunda ruina; p o r otr o, el d e rru m b e to ta l del costo so sis te m a de la m in ería — 274
estatal, basado en una industria del estaño que agonizaba rápidam ente. Q ue estos dos hechos inesquivables se prod ujeran e n u n a s o c i e da d m á s d e s a r r o l la d a y m á s c o m p le ja q u e l a q u e el propio Paz Estenssoro había heredado 33 años ant es, le llevaron a pe n sa r que ha bía que a do ptar u n a solución de raíz. Con la ayuda de expertos norteamericanos, en cosa d e unos pocos m e se s Paz E s te n ss o ro llevó a cabo u n clásico sh o ck económico ortodoxo, modelo de m an u al en política económ ica conservadora. En virtud del Decreto 21.060 de 29 de agosto de 1985 se devaluó la moneda, se implantó un tipo de cambio flotante, un iform e y libre; se elim inaro n todos los controles de precios y de salarios; subieron considerablemente los precios del sector público; se redujo d rásticam en te el gasto público y dism inuyeron los salarios reales de los empleados públicos. Se suspendió temporalmente el pago de la deuda externa de Bolivia (única medida heterodoxa del programa). Con la subida de p recios y la suspensión de las inversiones la economía cayó en una grave recesión. Se desbarató un intento de huelga general con el estad o de sitio y la pop ularida d general g an ad a con el fin de la hiperinflación dio a Paz Es tenss oro el apoyo nece sario p ara imp oner su reform a. Aparajedas al s h o c k fiscal, se intro du jeron im po rtantes reform as im positivas procede ntes, m uc h as de ellas, de las recomendaciones del grupo asesor conocido co mo la Com isión Musgrave de los año s s eten ta. P ronto se introdu jo el im pu esto al valor agregad o (IVA), con el que las arc as del Es tado comenzaron a acumular de nuevo fondos excedentes. Paz Estenssoro también atacó la burocracia estatal. Reem plazando el gas al estaño como primer ru bro de exportación y produciendo Bolivia can tidad es cad a vez m enores de estaño caro, COMIBOL pe rdía su m ism a razón de ser. Paz Es tensso ro, f u n d a d o r de la in s t it u c i ó n , c om e nz ó a d e s m a n t e la r e s t a institución estatal, otrora poderosa. La reforma de COMIBOL tam bién significó el deb ilitam iento de su sindicato. E n tre 1985 y 1986 COMIBOL pasó de 27.000 obreros a sólo 7.500. En el mismo periodo incluso YPFB tuvo que despedir 4.000 obreros quedando reducido a una fuerza de trabajo de 5.000. Todos estos cambios llevaron a u n a im portante dism inución del poder
de la FSTMB y, m ás en gen eral, del movimiento obrero, q ue ya no podía segu ir juga nd o la m ism a p ode rosa función política y económica que desde los años cuarenta había desempeñando en la sociedad boliviana. Un indicio de estos cambios fue la retira da en 1986 de J u a n Lechín de la dirección de la FSTMB y al año siguiente su salida de la cú pu la de la COB. Por prim era vez desde 1944 uno de los tres grandes dirigentes del MNR se encontró sin ningún cargo en el movimiento obrero. La tan debilitada FSTMB fue controlada por dirigentes trotskistas. Al mismo tiempo la CSUTCB, dirigida por Genaro Flores, se convirtió en el grupo particular más importante de la COB. La .persistente crisis del m ercado m un dial del estaño prestó u n a g r a n a y u d a a P az E s t e n s o r o e n e s te m o m e n to c r u ci al . E n octubre de 1985 el Consejo Mundial del Estaño (organización de 32 países que compraban mineral con el fin de estabilizar su precio) fue a la bancarrota, derrumbándose el mercado internacional del estaño. Durante casi medio año no se hizo ninguna transacción de estaño en el mercado londinense de minerales; incluso Malasia, el mayor productor mundial de estaño, se vio obligado a cerrar cien minas de estaño y a desp edir 4.000 obreros. A esc ala m un dial Bolivia era un o de los p ro d u c to re s m á s ca ro s del e sta ñ o m á s pobre. A c a u s a de esto s altos costos de extracción y de las deficiencias de las fundicione s boli via nas (que p o r fin h a b ía n e n tra d o en fu n cio n am ie n to a comienzos de los años setenta), el estaño refinado boliviano lo mismo que su s m inerales brutos no podían enco ntrar mercado. Las m arc ha s de ha m bre, las hu elgas generales, los bloqueos de carreteras y las demás protestas de los mineros encontraron poco eco de p a rte de o tr o s se c to re s so cia les. C u a n d o Paz Estenssoro quebró sus manifestaciones apresando a sus dirigentes hubo poca oposición seria. Pero los éxitos político y fiscal del llamado Nuevo Plan Económico se lograron a c os ta del crecim iento económico y del aumento de la miseria social. El paro subió a más del 20% y los cen tros m ineros trad icionales de O ruro y Potosí conocieron una grave decadencia económica. La ayuda estadounidense fue fundamental para aliviar los peores aspectos del plan de austeridad del gobierno, pero la aparición de la economía — 27 6 —
ilegal y paralela de la coca ofreció algunos recursos decisivos p a ra a m in o ra r lo s efecto s de este d u ro tra ta m ie n to de s h o c k . A unque la hoja de coca era au tócto na en Bolivia y con stituía desde tiempos inmemoriales un considerable cultivo de consumo interno de los valles yungueños de La Paz, desde los años setenta se fue convirtiendo en un importante cultivo de exportación a causa de la creciente demanda mundial de coc aína —su principal derivado— y de la extensión de n uev as zonas productoras de coca en las tierras bajas trop icales del Chapare. La construcción de las primeras carreteras modernas en los años setenta hacia la región del piedemonte ama zónico del Chapare (provincia tropical baja del extremo oriental del departamento de Cochabamba), atrajo gran cantid ad de migrantes altiplánicos a estas tierras vírgenes, siendo la coca u no de los cultivos tradiciona les de la zona. Con u n contenido de alcaloide mayor que la hoja producida en los Yungas, el p ro d u cto del C h ap are no gozaba de a lta estim a p a ra el co n su m o tradicional de las poblaciones indígenas andinas, por lo que en un principio la coca no era la principal producc ión de los m igrantes a C ochab am ba que cultivaba n la región. Pero la hoja de coca chapareña resultó ideal para producir cocaí na. Las cambiantes modas de consumo de drogas entre la población de las economías avanzadas del mundo y, sobre todo, la de los Estados Unidos, en los años setenta adoptaron la cocaína como drog a preferida. Esto resu ltó u n a “be nd ición’ p ar a los p ro d u c to re s boli vianos, q u e a p o rta b a n m á s del tercio de la p ro d u c c ió n m u n d ia l. C on la h o ja de co ca c h a p a re ñ a , m á s cotizada en el mercado internacio nal que en el nacional y con su situación alejada de los centros urbanos tradicionales, desde mediados de los años setenta la región del Chapare se convirtió en el principal centro de suministro de hoja de coca p a ra lo s d e lin cu en tes ex p o rtad o res de cocaín a. La co ca no e ra sólo autóctona de la región y un producto con uso intenso de mano de obra, sino que mayoritariamente se la produ cía en p eq u eñ as p arcelas, calcu ládo se q u e dos te rcio s de la pro d u cción p ro ced ían de p arcelas de seis o m en o s h ectáreas. E sta s p arcelas
sindicatos campesinos, portavoces eficaces de los intereses de estos pe que ños propietarios. Por prim era vez en la historia m od erna de Bolivia u n produ cto de exportación de prim er orden e s t a b a e n m a n o s d e p e q u e ñ o s p r o d u c t o r e s c a m p e s in o s . P o r el cará cter de uso intenso de man o de obra de este cultivo y por el poderoso movimiento sindical campesino, los traficantes internacionales no tuvieron inconveniente en dejar el cultivo de la hoja de coca en manos de estos pequeños agricultores, limitándose ellos a la elaboración y comercialización de la p ro du cción de los p ro d u c to re s cam pesinos. A unq ue a m edia dos de los años ochenta los traficantes bolivianos acabarían p ro d u c ie n d o la b a s e o p a s ta de c o c a ín a co n la h o ja p ro d u c id a p o r lo s c a m p esin o s, la cris taliz ació n fin al y la com ercia lizació n del producto en el mercado mundial siguió en manos de los intermediarios colombianos. El Chapare, la región vecina del Beni y las ciud ades de S an ta Cruz y Co chabam ba se convirtieron en los centros de es ta n ue va in du stria y este nuevo ‘com ercio’ de exportación, m ien tras qu e en los Yungas se siguió produc iendo hoja de coca para los mercados tradicionales de consumo interno. Afinque, naturalm ente, se pre sen tan problemas a la hora de calcular la esc ala e im po rtancia de esta econom ía ‘cla nd estina ’ que form a pa rte del llam ado m ercado ‘inform al’ o no registrado y fiscalmente inexistente, es evidente que au n los cálculos m ás preven id os a c e p ta n q u e a m edia dos de lo s añ o s o c h e n ta el v alo r de las exportaciones de la droga elaborada con la hoja de coca equivalía, si no superaba, al de la exportaciones legales. La p ro d u cc ió n fís ic a fu e al p a so de la s c rec ie n te s exp orta cio nes. Si en 1976 sólo se dedicab an 12.000 he ctáre as a la producción de hoja de coca, en 1985 la superficie de cultivo ha b ía crecido a m ás de 66.000 h ectáre as; e n este mism o período la producción p asó de m enos de 15.0 00 to ne la s m étr icas. A 153.0 00 to ne la d as métricas de hoja de coca, de las que sólo el Chapare producía más de 100.000 toneladas métricas. En una superficie que oscilaba entre 40.000 y 45.000 hectáreas. Se calcula que por esa época por lo menos un cuarto de millón de agricultores se dedicaba a este cultivo. Sin ninguna duda la producción de la hoja de coca se ha convertido en el cultivo agrícola más importante, aunque incluso.en el Chapare los agricultores
c a m p e s i n o s d e l a co c a ta m b i é n s e d e d i c a b a n a la p r o d u c c ió n de alimentos. P ero l a ex p o r ta c ió n d e c o c a í n a h a e s t a d o s o m e t id a a u n a fiscalización internacional de carácter cada vez más estricto, en forma de u n a creciente presión de los Estados Unidos, que h a reem plaza do la ‘g u erra fría’ po r la ‘g u erra a la d rog a” y que desde los años ochenta hasta la actualidad ha constituido un aspecto fundamental de las relaciones entre ambos países. Sin embargo, no era menos importante la competencia de otros pro du ctores. La prod ucc ión no sólo se extendió al vecino Perú, sino que los agricultores colombianos por primera vez comenzaron a producir hoja de coca. A comienzos de los años nov enta la comb inación de precios en caída, de aum en to de la co m peten cia y de los esfuerzos de la fiscalización interna cio na l, h a b í a r ed u c i d o m u c h o la im p o r ta n c i a de la p r o d u c c ió n bolivia na: en 1992 lo s cocale s bolivia nos se h a b ía n red u cid o a 4 0 . 0 0 0 h e c t á r e a s e n c a m b io lo s p e r u a n o s a s c e n d í a n a 1 1 3 .0 0 0 hectáreas; y los colombianos, a 89.000 hectáreas. E n 1999 h a b í a s o la m e n t e 1 4 .0 0 0 h e c t á r e a s p l a n t a d a s y l a p r o d u c c ió n de cocaína se había reducido a 70 toneladas métrica s frente a las 300-400 toneladas métricas que producía Colombia y las 175-240 toneladas métricas del Perú. Dada la caída de los precios y de la p ro d u cció n , la s re m e sa s de c o ca ín a dejado de ser u n rub ro principal de las exp ortaciones bo livianas. A fines de los años noventa la intervención gubernamental también logró una importante reducción de las exportaciones ilegales de cocaína En los años ochenta estaba fuera de discusión que las exportaciones de pasta base y de cocaína refinada eran de su m a im po rtancia p ara la econom ía boliviana; por su pa rte el gobierno hizo cua nto pudo pa ra a len tar la reinversión de esa s ganancias clandestinas en la economía nacional. En los años ochenta estas ganancias fueron para Bolivia una importante fuente de crecimiento económico, especialm ente cu and o nuevos sectores de crecim iento como el gas y la ag ricu ltura com ercial apenas empezaban a adquirir importancia. Aunque en los años noventa por fin la economía volvió a crecer, sus índices
en la últim a d éca da del siglo XX h a ha bido u n a reorganización p ro fu n d a de la econom ía n acion al, ín tim a m e n te rela cio n a d a con las políticas e inversiones gubernamentales. Los dos nuevos s e c t o r es q ue a c ab a r o n d o m i n a n do l as e xp o r t a c i o n e s f u e r on el del gas natural (desarrollado por YPFB conjuntamente con empresas extranjeras, privadas o de propiedad estatal) y el de cultivos comerciales (en especial la soya). La construcción e n 1 9 7 2 d e u n ga s o d u c t o d e s d e S an t a C r u z h a s t a l a f r o n t e r a a r g e n t in a , po r f i n f u e s e g ui d a d e l a c o ns t r u c c i ó n c o n j u nt a —p o r YPFB y P e tro b ra s del B rasil— de o tr o d esd e lo s cam p o s hidrocarburíferos cruceñ os h a sta la m etrópoli ind ustrial de Sao Paulo. Acabado en 1999, el nuevo gasoducto creó un nuevo m ercado p ar a el gas boliviano, no tarda nd o e sas exp ortaciones a l B r as il e n s u p e r a r la s d i r ig i d as a A r g en ti na , h a b i e n d o p a s a do su volumen total de unos 100.000 millones de pies cúbicos en 1999 a más de 500.000 millones en 2008. Si los dos siglos an teriores en Bolivia se p ud ieron conocer como los de la pla ta y el estaño , el ac tua l ten ía tod as las razon es p ar a titularse el del gas natu ral. E n 2008 es evidente que h a tenido lug ar u n cam bio im po rtante en la ca n as ta de prod ucto s que Bolivia exporta, con u n e s pe c t a c u l a r d e s ce n s o d e l o s mi n e r a l e s t r a d i c i on a l e s y s u reemplazo por los hidroca rburos, en primer lugar el gas n atural. Hay también un aumento sustancial en las exportaciones no tradicionales (soya y otros cultivos comerciales agrícolas) (ver gráfico 9.1.).
Aunque desde los años cincuenta Santa Cruz se había ido convirtiendo en una región agrícola comercial cada vez m á s i m p o r t a nt e d e g r a n d e s e x p l or a c i o n e s , l a e x pa n s i ó n e n l o s a ñ o s no v e n t a d e l a f r o nt e r a o c c i d e n t a l s oy e r a b r a s i l e ñ a h a c i a S a n t a C r u z h a h e c h o d e la re g ió n c r u c e ñ a u n i m p o r ta n t e exportador internacional de productos agrícolas. La soya ha p a s a d o a s e r re c ie n te m e n te u n a de la s e x p o rta c io n e s m á s valiosas de Bolivia, que en 2008 equivalió al 5% del valor total exportado. La soya, junto con el azúcar, la semilla de girasol y l a s m a d er a s t r o p i c a l e s r e p r es e n t a r o n u n 1 0% d e l t o t a l d e exportaciones. La im presion ante de esos cultivos comerciales es que la eficiencia de los productos bolivianos no está lejos de la de los soyeros brasileños, que figuran entre los más p ro d u c tiv o s d el m u n d o . D e sg ra c ia d a m e n te , e n la s reg io n es an din as pro du ctora s tradicionales de alim entos las inversiones estatales o privadas han sido pequeñas: así los productos andinos de papa lograron unas cosechas por hectárea que representaba sólo el 12% de lo que ese mismo año lograban p ro d u c ir lo s p ro d u c to re s e s ta d o u n id e n s e s . La c o n stru c c ió n de ca rrete ras y los créditos agrícolas conced idos por el gobierno de L a P az a p a r t i r d e m e d i a d os d e lo s a ñ o s c i n c u e n t a , j u n t o c o n el capital generado por las exportaciones ilegales de cocaína han acabado creando un sector agrícola moderno, pero han tenido escaso impacto en la productividad de los agricultores campesinos tradicionales. También en el sector exportador minero tradicional ha habido u n cam bio fund am en tal. El zinc se h a convertido en el m i n e r a l t r a d i c i on a l m á s i m p o r t an t e , s i e nd o e n 2 0 0 0 s u v a l o r exportado el doble del estaño ; y esto a pe sar de q ue Bolivia sigue s i e n d o u n pe q u e ñ o p r o d uc t o r m u n d i a l d e e s e m e t a l . I n c l us o las exportaciones de plata reportan mayores ingresos que los del otrora todopoderoso estaño. Pero Bolivia sigue teniendo i m p o r t an t e s r e s e r v a s e s t a ñ í f e r a s y l a p r o d u c ci ó n d e e s t a ño , a u n q ue m en o r qu e l a s d e l P e r ú y B r a s i l , en l a s d o s ú l t i m a s d é c a da s s e h a e s t ab i l i z a d o e n t r e 1 0 . 0 0 0 y 2 0 . 0 0 0 t o n e l a d a s m étricas. Bolivia incluso h a exportado cierta can tidad de estaño p rocesado e n s u s refin erías su b u tiliza d as. A unque lo s m in era les tradiciona les siguen perdiendo cu otas de exportación, el rápido
crecim iento de las expo rtaciones gasíferas h a significado que la ap lastan te m ayoría de las exportaciones bolivianas sigue siendo de recursos no renovables. La producción de gas natural, de desarrollo lento, po r fin se h a convertido en 2001 en el rub ro p rin cip al de ex p o rta ción , crecie nd o con ta n ta rap id ez q u e en 2008 rep rese n taba el 45% del valor de toda s las ex portaciones, con el 11% p a ra el zinc y el sólo 3% p a ra el esta ño . Ha hab ido también un constante crecimiento de las exportaciones r e n o va b le s y n o t r ad i c io n a l e s, d e s d e m a d e r a y c a s t a ñ a h a s t a café, azúca r, algodón, s oya y aceites de girasol. En 20 08 la soya y los aceites vegetales representaron el 8% del valor de las exportaciones. El crecimiento de estas nuevas industrias, q u e e n t r a r o n e n s u p l e n a p r o d u c c ió n e n l os a ñ o s n o v e n t a y en la primera década del siglo XXI, significó que la economía boli via na h a b ía com en zado a c recer a u n rit m o desconocid o desde los años sesenta, logrando un índice superior a los generales latinoam ericano s de los año s n oven ta y de la prim era década del nuevo siglo. A pesar del rápido crecimiento de las exportaciones, que s e h a n m á s q u e d u p li ca d o e n u n o s p o c o s a ñ o s d e l n u e v o siglo XXI, en 20 08 Bolivia pe rm an ec e e n el fondo de los pa íses latinoam ericanos e n cu an to al valor total de su s ex portaciones de bienes y servicio, sólo por encima de la mayoría de las repúb licas cen troam ericana s y Haití; pero de trás de H ond uras y Paraguay. Así, a pesar del crecimiento de nuevas fuentes de riqueza, desde el gas hasta la soya, Bolivia sigue siendo un p aís p obre. A u n q u e la re n ta p er c á p ita h a crecid o d esd e 730 dólares (1990), hasta 1.723 dólares (2008) (ver gráfico 9.2.), Bolivia sigue siendo el tercer país pobre de América Latina, sólo por encima de Haití y Nicaragua. El país sigue recibiendo g r a n d es s u m a s d e a y u d a e x tr an j er a, a u n q u e e s t a s s u m a s h a n ido disminuyendo con el tiempo. Todavía en 1999 el 33% de los ingresos del gobierno c en tral proced ía de la ayu da exterior, pero e n el p re s u p u e s to general de 2 0 1 0 e ste ru b ro h a caíd o al 3% grac ias a los crecientes ingres os fiscales, a los ingreso s p o r re g a lías (tam b ién e n au m en to ) y a la s re m e s a s de lo s emigrantes. — 282 —
Así como la es tru ct u ra económ ica boliviana sigue cam biando y evolucionando, en los últim os veinte años tam bién h a cam biado la es tru ctu ra política. Indud ablem ente, la consolidación de un sistem a m ultipartidario, la a parición de u n poderoso legislativo, la creciente im po rtancia de la política m un icipal y regional, así como el recurso a los pactos multipartidarios de gobierno, se han convertido en nuevos factores de la evolución política de Bolivia. La lucha por los derechos civiles fundamentales y el final del paréntesis militar, en la política nacional ha acabado debilitando tan to a la izquierda revolucionaria como a la extrem a derecha. Al mismo tiempo, la base de la extrema izquierda se ha transformado como efecto, por un lado, de la caí da de la antigua central sindical y de la federación de mine ros; por otro, del ascenso de las nuevas organizaciones camp esinas. En 1971, con su prog ram a de derechos aym aras, los k ataristas no cesaron de hacerse m ás po derosos en los sindicatos locales d el a lt ip l an o , p a r a p a s a r d e s p u é s a a p o d e r a r s e d e la n u e v a y p o d e ro sa con federació n c a m p e s in a la CSUTC B (Confederación Sindical Única de Tra bajad ores C am pesin os d e Bolivia), f u n d a d a en 1979. Esta confederación no tardó en pisar fuert e en la COB y acab aría ha ciéndose de s u dirección y reorientando su s d e m a n d a s , p a s a n d o d e s u s i n te r e s e s e x c lu s iv a m e n t e c l a s is t a s a las cuestiones é tnicas y clasistas. A unque a lgunos sindicatos siguieron en manos de la extrema izquierda (sobre t odo la trostk ista del POR, que con trolaba la confederación de m aestros de prim aria), la mayo ría adoptó posiciones m ás m ode radas. — 283 —
A s u vez, la inc ap acid ad de los tres principa les p artido s (el viejo MNR, la ADN de B an zer y el nuevo MIR) p a ra ob ten er m ayo rías absolutas en el Congreso o en las elecciones presidenciales, obligó a los partidos a forjar pactos multipartidarios para g o b e rn a r, p e r m i ti e n d o l a m á s o r d e n a d a s u c e s i ó n d e g o b ie r no s de la historia boliviana. La creación de una Corte Electoral c o n im p o r t a n t e s a t r i bu c i o n e s t a m b i é n d io p a s o a l a e r a d e la s elecciones m ás lim pias de fraud e de la historia de m ocrática de Bolivia. Todos estos cambios crearon un clima de consenso y de negociación política en tre partido s com petidores, cosa nuev a en el escenario político. Al mismo tiempo los régimenes post m i l i t a r e s d e b a ti e r o n y f i n a l me n t e ap r o b a r o n a l g u n os d e l o s c a m b i os m á s i m p o r t a n t e s d e s d e l a f u n d a ci ó n d e l a r e p ú bl i c a e n l a s i n st i t u c i o n e s g u b e r n am e n t a l e s . M u c h os d e e s t o s ca m b i o s c o me n z a r o n e n l a p r e s i d e n c i a de Siles Zuazo y siguieron en la de Paz Estenssoro; su última p re s id e n c ia fue ta m b ié n im p o rta n te p o r c o n trib u ir a d a r p a so a u n a nu ev a generación de dirigentes políticos. El m ás im po rtante de esos jóvenes dirigentes fue Gonzalo Sánchez de Lozada, form ado en los Estad o U nidos y un o de los nuev os m ineros que apa recieron d esp ué s de la época de 1952. Habiendo accedido a la presid en cia del Sen ado y de ella, al M inisterio de Planificación y je fa tu ra del equipo económico del gobierno, S ánc hez de Lozada demostró ser un formidable oponente a la camarilla del viejo P az E s t e n s so r o (q ue h a b í a t e n id o u n a i m p o r t a nt e p a r ti c ip a c i ó n en el san griento golpe de estado de N atusc h B usc h de 1979). Paz Estenssoro trabajó estrechamente con su equipo rival, Hugo Banzer y su ADN para imponer su plan económico. Dominando ambos partidos el Congreso, al gobierno del MNR le fue fácil controlar tanto la legislación aprobada como el ejército y o tras fuerzas del estado de las que se depe nd ía pa ra someter la protesta obrera. Pero el costo fue para su propio p a rtid o ; a u n q u e S á n c h ez de L ozada a ca b ó c o n tro la n d o el MNR histórico y fue su can dida to en las elecciones de mayo de 1989, a h o r a t u v o qu e e n f r e n ta r s e a u n a p o d e r o s a op o si ci ó n dir ig id a p o r H ugo B a n z e r y el c re c ie n te p o d er del MIR, q u e se h a b ía q u e d ad o a l m a r g e n d e lo s a t a q u e s a n t i - o br e r o s m á s a g r e siv o s
del gobierno del MNR. Las elecciones de 1989 re p rese nta ron la jubilación de toda una generación de dirigentes políticos que habían dominado l a v i d a n a c i o n a l d e s d e l os a ñ o s c u a r e n t a . L os c a n d i d a t o s presid en ciales de los tre s p artid o s e ra n po r p rim e ra vez h o m b res que h ab ían adq uirido relieve político de sp ué s de la Revolución de 1952. Con Lechín fuera del movimiento obrero, con Siles Zuazo caído en desgracia y con Paz Estenssoro demasiado viejo pa ra volver a gobernar, so lam ente q ue da ba B anze r de la generación anterior y aun él solo ingresó en la arena política e n la s e g u n d a m i ta d d e lo s a ñ o s s e s e n t a . A u n q u e B a n z e r h a b í a ganad o las elecciones de 1985 en nú m ero de votos, aho ra quedó segun do, d esp ué s de Sán chez de Lozada. El gra n vencedor de las elecciones de 1989 fue el MIR: si en 1985 sólo había obtenido el 8.9% de los votos, en 1989 subió al 19.6% de los mismos. Ante esta co ntu nd en te de m ostración del MIR, Banzer renunció a la com petición y pactó con el MIR pa ra q ue Jaim e Paz Zam ora fuera el Presidente de la República. Al hacerlo Banzer elevaba p o r p rim e ra vez al p o d e r a u n m iem b ro de la n u e v a iz q u ie rd a po st-rev o lu cio n aria. Estas elecciones también pusieron de manifiesto que en el país había echado sólidas raíces una compleja división de partidos y de preferencias políticas. Las tendencias ya ap u n tad as en 1980 y en 1985 persistieron en 1989: es decir, los tres partido s principales do m inab an la esc en a política. Pero la po sibilid ad del cam bio ta m b ié n se h a c ía vis ib le e n la a p arició n de dos nuevos pa rtido s p op ulistas de peso y que h ab ían n acido inmediatamente antes de las elecciones de 1989: CONDEPA (Conciencia de Patria, que Carlos Palenque, hombre de los medios de comunicación, fundó en 1988 basándose en un amplio apoyo en La Paz y entre los mestizo y ay m ara -ha bla ntes del altiplano) UCS ( U nió n C í v ic a S o l i d a r i d a d , f u n d a d a e n 1 9 8 9 p o r el in d u s tria l cervecero M ax F ern á n d e z , co n u n fu erte apoyo e n S a n t a C ru z). A m b o s p a r t id o s o b t u v ie r o n b u e n o s r e s u l ta d o s en las elecciones; CONDEPA po steriorm en te p a sa ría po r ser el origen de la m ayoría de los partidos de m as as de base indígena que harían su aparición en la primera década del siglo XXL — 28 5 —
Vale la pena destacar que los tres partidos principales (MNR, ADN y MIR) reciben una cantidad importante de votos de todas las clases sociales y en todas las regiones del país. En esta s elecciones tam bién se pudo ver el inten to del movimiento katarista de entrar directamente en la política: mi entras que a CONDEPA y UCS lograron b ue no s re su ltado s, los ka tarista s sólo obtuvieron 23.000 votos. Pertenecían, pues, al pasado los días de un Estado monoparti dis ta (que nunca lo fue por completo, n i siquiera en la prim era fase de la revolución de 1952 dirigida por el MNR) y los del voto masivamente manipulado en las poblaciones rurales. Si en las com un idade s indígenas se p u e d e seg u ir v o tan d o en blo que, ta m b ié n m u c h o s c am p esin o s comenzaron a dispersar sus votos entre múltiples pa rtidos, d e m a n e r a q u e n o p o d í a p e n s a r s e e n u n a v u e l t a a lo s d ía s d el Pacto Militar-Campesino. E n la ca m p añ a electoral de 1989 no fue m eno s significativo el que n ingu no de los tres p artido s principales pu siera en d ud a n i el N u e v o P la n E c o n ó m ic o ni el desm antelam iento del sistem a capitalista de Estado, lo que de hecho quizá fue uno de los factores qu e a largo plazo influyó en su deca den cia. Incluso el MIR prom etió re sp eta r los program as de estabilización económ ica y se n eg ó a r e s t a u r a r l a s a n t i g u a s e m p r e s a s e s t a ta l e s ( au n q u e esto hizo que perdiera su ala más izquierdista). Todos más b ie n se esfo rzaro n p o r s u b r a y a r lo s te m a s del crecim ien to y del desarrollo. E n el poder, el MIR no d em ostró m ayo r radicalidad que los partidos más antiguos, especialmente al colaborar estrec ha m en te con la ADN con servad ora de Banzer, apoyan do la retirada estatal de la ind us tria del estaño y la ap ertu ra de la economía al capital extranjero y privado. También perdieron el apoyo de la COB y la FSTMB al go bierno ; pe ro el MIR, a p e s a r de s u a b a n d o n o del m ovim ie nto sin d ic al, en u n com ie nzo no perdió su base y siguió representando a una part e de la izquierda. Aunque en los años noventa una fracción del MIR logró algun os avanc es, el MNR recup eró la m ayor p arte de su antiguo apoyo, llegando incluso a ser un partido imp ortante en El Alto, (la clásica ciud ad m estiza), h a s ta m ediado s de 200 0. A un qu e el MIR tuvo pro blem as de g ob ernab ilidad al llegar al poder, fue u n perío do de im p o rta n te d e b ate in te le c tu a l so b re la
na tura lez a del Estad o y el orden social y económico tradicional. Fue cuestionada la viabilidad del presidencialismo, del centralismo y otros tem as a nteriorm en te intocables. El gobierno tam bién logró cond en ar y en carc elar al dictador m ilitar general Luis G arcía M esa por s u violento d errocam iento del gobierno de 1980, siendo un o de los pocos gobiernos d em ocráticos q ue logró encarcelar a uno de los dirigentes del periodo militar anterior. H u b o t a m b i é n l a p r im e r a m a n i f e st a c ió n a e s c a l a n a c i o n a l d e la difícil situación en que viven las poblaciones indígenas de los l la n o s d e l O r ie n te : e n u n a e s p e c t a c u l a r m a r c h a d e s d e e l B e n i a La Paz, en 1990 unos 800 hombres, mujeres y niños de 12 naciones indias de las regiones orientales exigieron protección de sus tierras frente a la invasión y explotación de no indios. Por primera vez la CSUTCB se adhirió a estos nuevos grupos in d í g e n a s q u e r e p r e s e n t a b a n a lo s C h i q u it an o , G u a r a n í y otros pue blos h a sta enton ces ignorados. La política m unicipal tam bién se convirtió en el centro de actividad m ás im po rtante cuando los nuevos partidos quitaron el gobierno de muchas ciud ad es de la nac ión a los par tidos nac ion ales. Así, CONDEPA, bajo el com padre P ale nque y s u su b c o m a n d a n te R em edio s Loza, con ocida com o la ‘ch o lita’ Rem edios, se apo deró del gobierno municipal de La Paz. Además en 1989, Remedios Loza fue la p rim e ra m u je r de p o ll era (tr ad icio n al vesti do m estizo) e n se r elegida para el Parlamento: y dirigió este importante partido de spu és de la m ue rte de Carlos Palenque en 1997). En las elecciones de 1993 el MNR volvió al poder, con un muy robusto 34% de votos ganado por Gonzalo Sánchez de Lozada; pero pa ra venc er en las zon as ru rale s el MNR tuvo que apoyarse en los kataristas; favor que devolvió reservando la vice-presidencia a un o de s u s dirigentes, Víctor Hugo Cá rdena s. Con este no m bram iento la élite reconocía la nuev a im po rtancia d e la s p o b l a cio n e s r u r a l e s y u r b a n a s m e s ti z as e in d í g e n a s e n l a política n acio n al. No só lo la e sp o sa del v ice-p resid en te convirtió e n c o s t u m b r e el u s o d e la v e s t i m e n t a i n d íg e n a t r a d i c io n a l e n actos políticos y sociales, sino que el nuevo gobierno en 1994 reformó la Constitución de 1967, declarando en su primer artículo que Bolivia, no sólo es “libre, independiente, soberana”, sino también “multiétnica y pluricultural”, la primera vez en — 28 7 —
la historia republicana que esto era reconocido. También se aprobó un importante paquete de leyes que reconocía n, no sólo la pe rson ería juríd ica de las co m un idades indígenas, sino tam bién la de toda s las asociaciones y sindicatos cam pesinos. La Constitución reformada también garantizaba a los ayllus y comunidades sus derechos tradicionales a la tierra con la garantía inequívoca de la existencia de las prop iedades com un arias, es decir los derechos co m un ales de propiedad en m an os de las com un idad es y no de los individuos, incluso les gara ntizaba su derecho a u sa r leyes tradicionales. Para apoyar esta nueva visión que iba apareciendo de una nación multiétnica, el gobierno de Sánchez de L ozada (1993-1997) tuvo que introducir cambios fundamentales en la organización estatal y la participación política. Con la Ley de Participación Popular (1994) y la Ley de Descentralización (1995) el MNR trató de cambiar el carácter centralista del estado dan do mayor auton om ía económica y política a los municipios. Donde antes de esta ley sólo existían a lgunas docenas de municipios (y todos ellos situados en centros urbanos importantes y capitales departamentales), a hora el gobierno an u n cia b a la creación de 311 gobiernos mu nicipales, todos con sus propios alcaldes y consejos municipales, y con todas las oficinas electorales; y los creó en todo el territorio nacional. Esto significó la existencia de municipios rurales y urb an os . Con es ta ley el nú m ero de autoridad es electas pasó de 262 a 2.900. Al mismo tiempo estos nuevos gobiernos locales qu ed ab an bajo la vigilancia de C omités de Vigilancia nom brad os oficialmente y compuestos de organizaciones de base locales debidamente registradas. Durante los tres años siguientes el gob ierno reconoció oficialmente 13.827 de es tas org anizaciones territoriales, desde ju n ta s vecinales urb an as h as ta sindicatos campesinos. Estos Comités debían fiscalizar los gob ier nos locales, pudiendo acusar a las autoridades locales de malos actos en el ejercicio de su s funciones. Finalm ente a estos go biernos de nu ev a elección por prim era vez se les dio u n con siderable p ode r económico. Los mun icipios ahora controlaban s us propios presupuestos y el 20% de los
ingresos estatales les era devuelto, acomodándose siempre el dinero recibido al censo de s u población. El gobierno organizó entidades de investigación que prestaran su ayuda a los municipios, llevando a estos programas de descentralización g r a n d e s s u m a s d e l a a y u d a e x t e r n a . La Ley d e R e f o rm a Educativa de 1994 también daba a los nuevos municipios cierto con trol sobre la educa ción local, pu diend o intervenir en el currículo no central, en todos los gastos de infraestructura y en el sum inistro escolar. Este cambio político-administrativo era tan profundo que se calculó que, después de la entrada en vigor de la Ley de Participación Popular, casi dos tercios de los 1.624 alcaldes y concejales municipales elegidos para estos cargos eran cam pesinos o indígenas. La política nac ional comenzó a ca m biar cuando los partidos principales se vieron forzados a dedicar u n a a t e n ci ó n i m p o r t a n t e a l a p o l í t i c a l o c al . E n l a s p r i me r a s elecciones municipales siguientes salieron elegidos muchos dirigentes locales de partidos pe que ños y a m enu do extrem istas, socavando a sí a los antiguos partido s naciona les. El hecho de que estos nuevos gobiernos m unicipales dispu sieran de cerca de 3.000 pu estos de trabajo en sus m anos, fue u n factor imp ortante (incluso p a ra los pa rtido s de ba se po lítica nacional). El gobierno ta m b i é n d e cid ió a u m e n t a r la r e p r e s e n t a c ió n d e m o c r á tic a dividiendo los cu m ies de dip utad os en tre los elegidos según las listas de partidos nacionales (plurinominales) y los que c a n d i da t e a b a n p a r a un a s o l a c i r c u ns c r i p c i ó n ( u ni n o m i n a l e s ), a u n q ue p e r t e ne c i e r a n a u n p a r t i d o n a c i o n a l , l o qu e t a m bi é n contribuyó a debilitar los antiguos partidos nacionales. F u e r e n c u a l e s f u e s e n lo s p r o b l em a s i n m e d i a to s p l a n t e a d o s a l p ro g ram a , no cab e d u d a a lg u n a q u e dio in ic io a u n o de lo s m á s p ro fu n d o s p ro c eso s de cam bio político y a d m in istra tiv o de la historia boliviana. Pero la presidencia de Sánchez de Lozada también trajo u n a i m p o r ta n t e a m p l ia c i ó n de la s p o l ít ic a s e c o n ó m ic a s n e o l i be r a l e s q u e h a b í a n e m p e z a do a m e di a d o s d e l o s añ o s ochenta al emprender una privatización casi general de l a s e m p r e s a s d el e s ta d o . E n 1 99 2 se h a b í a a p r o b a d o u n a ley de privatización, que el gobierno hizo un gran esfuerzo — 28 9 —
p a ra d arle p leno cu m plim ien to . La m ay o ría de la s e m p re sa s m enores fueron liquida das a inversionistas privados, pero las grand es se vendieron m ediante u n plan de capitalización. Esto significaba que el Estado conservaba la propiedad del 50% de esas empresas, pero vendía el otro 50% a grupos privados, que también pasaban a administrar la empresa. Entre estas empresas capitalizadas figuraban YPFB (a cargo del petróleo y el gas), ENDE (la em p res a n acio na l de electricidad), ENFE (ferrocarriles), ENTEL (resp on sab le de tod as las com unica cione s) y el LAB (la aerolínea nacional). Para suavizar el impacto, el gobierno destinó sus cuotas accionarias al BONOSOL (bono an u al y vitalicio pa ra todos los ciu da da no s res iden tes en Bolivia de más de 65 años). De todas es tas capitalizaciones la que ten drían u n impacto mayor fue la de YPFB, en 1996. Sus trabajadores pasaron inmediatamente de casi 6.000 a 2.000 y acabó renunciando a las actividades de exploración, producción y transporte de petró leo y gas (que p a s a ro n a m an o s del llam ado YPFB re sid ual). Se firmaron contratos con numerosas empresas extranjeras (privadas y estatales), pero bajaron en picada las regalías por los nuevos d escub rimientos de petróleo y gas. E stos con tratos y el papel pasivo de YPFB provocarían en los años siguientes un enorme conflicto político. Como resu ltad o d e la capitalización y de la descen tralización, el MNR obtuvo u n pob re resu ltado en las elecciones de 1997, con ap en as el 18% de los votos, p or d etrá s de ADN (21%) y del todavía poderoso MIR (20%). Dadas las anteriores alianzas, no fue sorpresa para nadie que el MNR diera su apoyo a ADN en las negociaciones cong resales po steriores a las elecciones, de las que Hugo Banz er salió no m brado preside nte de la República. Así el exd ictador y gen eral volvió a g ob erna r el país, es ta vez por u n periodo de cin co a ñ o s (de ac u e rd o a la refo rm a c o n stitu cio n al de 1994). No siendo ni un populista al estilo de Perón, ni un caudillo con fu erte apoyo m ilitar, B anzer fue el caso raro de un dictado r m ilitar convertido en político al frente de u n respetable p artid o de ce n tro -d erech a . D eja ndo de la d o s u s cap a c id a d e s administrativas, no hay duda que Banzer representaba un fenómeno sin par en la política latinoamericana del siglo — 29 0 —
p asad o ; pero s u m a la s a lu d a m ed ia do s de 2001 y u n a econom ía desfalleciente con tasas negativas de crecimiento obligaron a Ban zer a renun ciar, siendo reemp lazado por el vice-presidente Jorge Quiroga. Las elecciones de jun io de 2 002 volvieron a d ar u n cand idato más votado con menos del 25% de los 2.8 millones de votos válidos, que en la segunda vuelta parlamentaria salió elegido Presidente por segunda vez: Gonzalo Sánchez de Lozada. Así, u n MNR a p a r e n t e m e n t e r e vi ta liz a do p o r u n a n u e v a g e n e ra c ió n de dirigentes, p arecía d estinado a volver al poder como partido dom inante. Pero las elecciones dem ostraron m arcar u n pu nto de inflexión fun da m en tal en la histor ia política m od ern a boliviana. Iba a de rru m ba rse el sistem a de gobierno de los partido s políticos en vigencia desd e 1985. E n este periodo el sistem a presiden cial de Bolivia hab ía conocido m odificaciones im po rtantes a ca u sa del peso creciente del gobierno parlamentario. Por su parte, la legislatura bicamaral se había reorganizado para reflejar con mayor sensibilidad el voto directo de la ciudadanía. Gracias al reforzamiento del gobierno municipal y al aumento del p o d e r del S en ad o y del C o n g reso , am b o s efectivos, Bolivia se alejaba de su tradicional sistema de gobierno centralista y presidencialista; pero los partidos que habían creado este s i s te m a m á s d e s c e n t r al iz a d o e s t a b a n a p u n t o d e d e sa p a r e c e r. En estas elecciones tanto la antigua ADN de Banzer como el MIR decayeron como partidos nacionales significativos: de hecho, el candidato que seguía al MNR, también con el 25% de los votos, pe rtenecía a un partido nuevo y era u n dirigente indígena aymara. Este cambio fundamental era la culminación del ascenso de los partidos políticos indíg enas q ue se hab ía podido ob servar desde los años setenta con el movimiento katarista, seguido del ex traord inario c recimiento de CONDEPA, el prim er partido v e r d a d e r a m e n t e i n d í g e n a , a fin e s d e lo s a ñ o s o c h e n t a y com ienzos de los noventa. A m ediad os de los año s nov enta, las reform as del Estad o bajo el esq ue m a de la participación po pu lar colocaron en cargos públicos un número cada vez mayor de dirigentes indígenas rurales y mestizos. Finalmente, hizo su aparición un nuevo centro de movilización política indígena, — 29 1 —
alejada de las habituales regiones altiplánicas y del valle de Co chabam ba. E ste nuevo movimiento cocalero era resultado de l a g u e r r a d e E s t a d o s U n id o s e n m a t e r i a de d r o g a s , q u e había llevado a s u m asiva interven ción e n la política boliviana desde fines de los años ochenta y durante los noventa, junto con el frec ue nte conflicto violento e n tre los gob iernos y los cocaleros, con sus sindicatos y federaciones. Todos estos movimientos, tradicionales y nuevos, ayudan a explicar los orígenes de la masiva movilización contra las más extremistas políticas neoliberales que desde 1985 habían practicado los partidos ‘tra d ic io n al es ’. A u n q u e g r u p o s e x t re m i st a s a y m a r a s se h a b í a n p r e s e n ta d o en las elecciones de los año s n oventa, p articu larm en te bajo el liderazgo de Felipe Quisp e (quien en 1998 ha b ía pas ad o a dirigir la CSUTCB), el m ás im po rtante de estos nuev os m ovimientos fue el que organizaron los cocaleros del Chapare bajo la dirección de Evo Morales, quien en 1988 se había apoderado de una de las importantes federaciones sindicales regionales, al FCT (Federación de C ocaleros del Trópico). M orales y su s segu idores crea ron la ASP (Asamblea po r la S ob eran ía de los Pueblos), que fue el inmediato antecedente del partido MAS (Movimiento al Socialismo). Utilizando los sindicatos campesinos como base, su nuevo partido supo apo dera rse de los gobiernos m unicipales, no sólo de las zon as co caleras, sino en todo el dep artam en to de Co chabam ba: el propio Morales en 1997 fue arrolladoram ente elegido al Congreso Nacional por el Chapare: ese año salieron elegidos al Congreso cuatro dirigentes indígenas, todos de Cochabamba. Aunque en 2002 fue expulsado del Congreso, Morales y su partido sobresaltaron las tiendas políticas tradicionales cuando en las elecciones presidenciales de ese mismo año obtuvieron el segundo lugar. En realidad, en las elecciones de 2002 los dos partidos indigenistas, el MAS de Morales y el MIP (Movimiento Indio Pachakuti) de Felipe Qu ispe, obtuvieron un tercio de los cum ies p arlam entarios; el MAS incluso obtuvo ocho senadores. Estos nuevos dirigentes indios ahora presentaron un sentir de demandas tocantes a cuestiones económicas y sociales concretas relacionadas con la s m a s a s u r b a n a s p o b r e s y ru r a l e s. T a m b ié n p r o p u s ie r o n u n
cambio del carácter de la economía política boliviana con la v u e l t a a l c o n tr o l e s t a t a l d e lo s r e c u r s o s n a t u r a l e s , u n a n u e v a identidad nacional y u n nuevo pap el de los pueblos indígenas en la sociedad boliviana m oderna . Este movimiento, no sólo condujo al desarrollo de nuevos p a rtid o s y de g ru p o s de p re s ió n a e sc a la lo cal y n ac io n al, sin o que también creó una nueva era de creciente movilización p o lític a y de p r o te s ta s v io le n ta s de m a s a s e n la s c a lle s y ca rrete ras de Bolivia. E sta nu ev a era comenzó poco ante s de las elecciones g enerales con la ‘gu err a del ag u a ’ (enero de 2 000 en el valle de C ochabamba): el intento gu be rna m en tal de privatizar el sistem a público y mu nicipal de ag ua potable, vendiéndolo a Bechtel (una multinacional estadounidense), dio lugar a una p ro te s ta c a d a vez m á s e x a c e rb a d a . D esp u és de tre s m e ses de movilización masiva de grupos locales, con huelgas generales y una importante participación de los campesinos qhiswa, el gobierno acabó aba nd on an do su s planes de privatizar el sistem a de agua potable del valle. Aunque la decisión gubernamental de aba nd on ar la privatización apaciguó las pro testas, és ta fue la primera movilización popular importante que combinaba demandas económicas inmediatas con debates de alto vuelo s o b re l a s p o lí tic a s g u b e r n a m e n t a l e s y l a s d e m a n d a s d e g ru p o s indígenas en pos de mayor poder político. La apertura de la moderna industria de gas natural a la p a rtic ip a c ió n e x tra n je ra (au n q u e m u c h a s de e s a s e m p re sa s en realidad eran estatales de otros países), fue el segundo tema en torno al cual giró un ataque popular masivo contra las políticas privatizado ras pos teriores a 1985. La se gu nd a p re s id e n c ia de S á n c h e z de L ozada se p ro p u s o u tiliz a r e ste nuevo recurso del gas natural al margen del control de YPFB, vendiendo gas boliviano en los mercados transatlánticos de ultramar. La decisión de construir un gasoducto trasandino a p ue rtos chilenos co ndujo a la ‘gu erra del gas ’ (2003) y a la masiva y con frecuencia violenta movilización de campesinos y me stizos c o n tra el MNR y su jefe. El us o de territorio c hileno p a r a el p ro y e c ta d o d u c to y la p e r s is te n te p riv a tiz a c ió n de este nuevo recurso natural crucial, como había establecido la Ley de Hidrocarburos de 1996, fueron los factores decisivos
que crearon un movimiento simultáneamente nacionalista e i z q u i e r d is t a q u e p l a n t e ó u n p o d e r o s o a t a q u e f r o n t a l c o n t r a la s p o lí ti cas p riv a tiz a d o ras del go b ie rn o e n m a te ria de re c u rs o s n a t u r a l e s . E n s ep t ie m b r e d e 2 0 0 3 h u b o p r o t e s t a s u r b a n a s e n La Paz y Cochabamba; luego una masacre de campesinos en el em blemático centro ay m ara de W arisata. El 13 de octubre, un bloqueo de las comunicaciones de El Alto con La Paz por p r o te s ta n te s an ti-g a s , o b lig aro n a S án c h ez de L ozada a en v iar tropas al altiplano, lo que dio lugar a u n alto núm ero de m uertos e n t r e p r o t e s t a n t e s d e s a r m a d o s . E l r e s u l t a d o fu e u n a in m e d i a t a esca lada de los bloqueos carretero s, el sitio de la ciuda d de La Paz po r u n a pob lación movilizada de El Alto y u n au m ento de los choques y de la violencia entre policía y protestantes. La hipotética simpatía de las clases de la élite por el MNR se evaporó con los pe rsisten tes bloqueos y las pro testas diarias que iban para lizand o la econo m ía de la sede del gobierno. El 17 de o c t u b r e d e 2 0 0 3 S á n c h e z d e L o za d a r e n u n c i ó a l a p r e s i d e n c i a y salió del país. El vice-presidente Carlos Mesa, personalidad de los medios de comunicación sin partido nacional ni grupo que lo apoyara, fue el nuevo presidente de una Bolivia muy cambiada. Reconociendo los repentinos y profundos cambios que se esta b an prod uciend o en el país, M esa ju ró el cargo no en el tradicio na l Con greso, sino en la ciud ad m estiza de El Alto.
CAPÍTULO X La aparición de una élite mestiza e indígena, 2002-2010
La conmoción de las elecciones de 2002, seguida por los bloqueos m asivos, vio lento s y c a d a vez m á s efe ctivos de g ru p o s de mestizos e indígenas, cre aron las p rem isas p ara la aparición del prim er partido político de m as as coh erente y poderoso, dirigido por un mestizo y con dirigentes indígenas. Para las elecciones presidenciales de diciembre de 2005 la mayoría de los partidos tradicionales habían sido sustituidos p o r u n nuevo p a rtid o n o -in d íg e n a conocid o com o PODEMOS, m ientras q ue M orales y su MAS se pres en tab a como el partido m ás po de roso del país. E n dic iem bre de 20 05 el MAS y el MIP ( el otro partido indígena) lograron 1.6 millones de votos sobre u n total de 2.9 m illones de votan tes: po r tanto , el 56% del total. Así que en sólo tres a ño s todos los partido s tradiciona les perdieron su imp ortancia y fueron reem plazados por nuevas agrupaciones de movimientos no-indígenas y por una multiplicidad de p a rtid o s in d ig e n ista s; de ellos el m á s im p o rta n te e r a el MAS, m anejado por Evo Morales, quien aca bó llegando al pode r en las elecciones de 2005. Por prim era vez en la historia rep ub lican a salía elegido quien se auto de finía como indígena. — 29 5 —
Después de 2002 no sólo cambiaba la política de partido, sino que en este estado m ás descen tralizado apare cían nu evas alianzas regionales. L entam ente y con algu na s varia ntes locales, de una forma bastante espectacular aparecía una nueva división política entre el bloque de departamentos andinos y u n grupo de dep arta m en tos del Oriente y el Su r del país (Beni, Pando, Santa Cruz y Tarija), formando lo que los bolivianos com enzaro n a llam ar la ‘m edia lu n a ’ (pues rod ea ba n el territorio andino en forma de una media luna). Las tensiones entre los militantes dirigentes indígenas de los departamentos de La Paz y C ocha bam ba y aquellas regiones orientales ricas en gas, petróleo y e m p re sa s com erciales agrícola s e n m a n o s de gru po s no-indígenas, contribuyeron a definir una nueva realidad política. E sta no sig nif ic aba q ue to dos los p artid o s nacio nale s no tuvieran presencia en n ingu na de las zonas ni que las tensiones regionales entre las poblaciones ur b an a y rura l de cad a región no fuera otra causa de división. Además, estos territorios and inos y orientales cam biarán en los año s siguientes de un as elecciones a otras , po r lo que las a gru pac iones regionales fueron m ás bien fluidas; ni siquiera las divisiones étnicas en co ntra ba n u n a definición totalm ente geográfica. N ingun a región se planteó nunca seriamente la independencia política y cada conflicto acabó en compromiso entre ambos grupos de regiones. Pero esta división, aunque imprecisa, definía una nueva realidad polí tica e n tre u n a élite tra d ic io n a l y u n a n u e v a clase in díg ena que h ab ía llegado al poder en el gobierno ce ntral, realidad que queda bien ilustrada con la elección presidencial de 2005, que m ue stra los de pa rtam en tos en qu e el MAS ganó y perdió (ver m a p a 10. 1).
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Los orígenes de este pro fund o cambio político se rem on tan medio siglo antes: a la Revolución Nacional de 1952. Resulta poco d iscu tib le q u e ese su ceso rep ercu tió p ro fu n d a m e n te en s u s c o n s e c u e n c i a s t a n t o b u s c a d a s c om o n o b u s c a d a s . L a s d o s m edidas m ás im po rtantes del tem prano periodo revolucionario fueron la Reforma Agraria y la concesión por primer a vez en la historia republicana del derecho de voto al margen de si sabía o no sabía leer. En agosto de 1953 el Decreto de Reforma Agraria expropió efectivamente todas las tierras de las hac iend as and inas, d istribuyénd olas entre los trabajado res indios p or m edio de s u s ‘sin d ica to s’ y ‘co m u n ida d es ’, bajo la condición de que no las podían vender individualmente. Las únicas tierras que el estado no expropió eran las de la poco p o b la d a región cru ce ñ a ; las regio n es v allu n a s su d o rie n ta le s de tamaño mediano como Monteagudo; y la región de pequeñas p ro p ied ad es vitíc olas en el valle de Cin ti, q u e p ra c tic a b a u n a m od esta agricultura con uso intenso de capital y sin poblaciones indígen as residen tes. En el resto del país se abolió la haciend a, se destruyó la clase h acen dad a y la tierra pasó m ayoritariamente a las manos de campesinos indígenas. En 1993 se habían extendido uno s 8 31.000 títulos de propiedad con u n a superficie de 44 millones de hectáreas (equivalente aproximada mente al 40% de la superficie de Bolivia) a 626.998 beneficiarios. A esta reforma Agraria vinieron a añadirse los dos periodos de hiperinflación (a m ediados de los año s c inc u en ta y a com ienzos de los años ochenta) que debilitaron y en muchos casos de struyeron las élites rurales b lancas q ue h ab ían g obernado los p eq u eñ o s p u eb lo s y co m u n id ad es ru ra le s. E sta s élites fuero n reem plaza das por doq uier por u n a n ue va clase ‘m estiza ’, es decir indios que entraban en el mercado de trabajo, adopt aban las n o r m a s u r b a n a s y el b i lin g ú in is m o , t r a s la d á n d o s e a p e q u e ñ o s p u eb lo s y c iu d a d es a lo la rgo y an ch o del p aís. Los ‘m e stizo s’ ah ora se convirtieron en intermed iarios entre los m un do s ru ral y urbano, que iban evolucionando en Bolivia. No fu e m en o s decisiva la con cesión del derech o de voto a la p o b lació n ind ígen a. E n u n o de lo s p rim ero s acto s del gobierno del MNR de 1952, fue im pla nta do el voto un ive rsal y elim inad a
campesinas indígenas pudieron votar, con lo que la p ob la ció n v o ta n te saltó de 126.00 (1 951) a 9 5 5 .0 0 0 (1 956), llegando en 1964 a 1.3 millones. A unq ue las m as as indias nec esitaron varias generaciones p ar a en co ntra r su voz política inde pe nd iente ca d a gob ierno sucesivo fue ra militar o civil tuvo que hac er algún gesto p ara satisfacer su s dem and as de escuelas, vivienda, electricidad , alc an tarillado y apoyo económ ico general. Aunque los gobiernos fueron muy poco eficientes en prestar e s te a po yo y a u n q u e la s d e m a n d a s d el g r u p o a m e n u d o i b a n cam bian do con el tiempo , el cam bio ha cia la vida nacion al fue p rofundo. De no m eno r im po rtancia que la distribución de la tierra, la Reforma Agraria de 1953 tam bién liberó a todo s los cam pesino s indios y trabajado res rurales de cualquier servidum bre personal (‘p o ng u ea je’ y ‘co lon ato’) qu e los h ab ía m an ten ido ligados a la tierra. Este sim ple hecho dio u n a movilidad desconocida h as ta entonces en la historia boliviana. La migración a los centros urbanos (que crecían a un ritmo siempre mayor) les ofrecía b u e n a s o p o r tu n id a d e s de e d u c a c ió n , e m p leo y b ie n e s ta r . Al mismo tiempo, la creación de una red de carreteras y la apertura de las áreas rurales a los mercados nacionales llevó nueva riqueza al campo. Las organizaciones sindicales y municipales garantizaban el apoyo de proyectos comunes y la capacidad de efectivizar las demandas de mejores servicios de salud y educación. Estas organizaciones fueron realmente tan im portantes, que se convirtieron en n orm a en las nu evas tierras de las provincias orientales ab iertas a la migración an dina . Con un nuevo compromiso con la salud y el bienestar de sus ciudadanos, los gobiernos posteriores a 1952 crearon (o m ejoraron im po rtantes iniciativas anteriores) en las esferas de la salud y de la educación que aca baro n teniendo u n imp ortante efecto socia y demográfico. Aunque anteriores iniciativas en sane am iento y la oferta de servicios de salu d ha bía com enzado a reb ajar la m ortalidad general, las im po rtantes inversiones en salu d de los gobiernos po steriores a 1952 consiguió u n a rápida disminu ción de la m ortalidad infantojuvenil y u n a im po rtante baja de los índices brutos de moralidad (ver gráficos 10.1 y 10.2).
Por otra p arte, la relativa im po rtancia de la m ortalidad neon atal e infantil po stm eon atal fue cam biando lentam ente. Si en 1970 la m o r t al id a d p o s t n e o n a t a l r e p r e s e n t a b a el 55 % d e la m o r t a li d a d infantil total, 2010 había descendido al 47% de la tasa de la mortalidad infantil. Se trata de un cambio decisivo, pues en p a ís e s a v a n z a d o s la s m u e r te s p o s tn e o n a ta le s r e p r e s e n ta n solamente un tercio del índice de la mortalidad infantil total, lo q u e r e fl e ja el h e c h o d e q u e l a m a y o r ía d e la s m u e r t e s infantiles ocurrían muy temprano, dentro del año siguiente al nacimiento, deb idas en p rimer luga r a defectos natales y no a las diferencias socioeconóm icas de vida. En las so ciedades m ás p o b res la ta s a su p e rio r de m u e rte s o c u rrid a s e n tre u n m es y u n año d esp ué s del nacim iento (conocidas como ‘p o stn eo n ata les ’) su elen se r efecto directo de la situa ció n social y econó m ica. Así p u e s, el retro ceso rela tivo de la im p o rtan cia de e s ta s m u e rte s p o s tn e o n a ta le s r e s u lta s e r o tr o im p o rta n te in d ic a d o r de la mejoría del panorama de la mortalidad infantoinfantil, todo lo cual ten dría n u n efecto im po rtante en la esp eran za de vida de los bolivianos. Gráfico 10.2 Mortalidad Infantil (-1-4 años ) En Bolivia, 1970 -2010 ( muertes por mil nacidos vivos)
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Fuente: Institute Health Metrics§ Evaluation U of Washintong, Junio 2010
Dada esta p o s tn e o n a ta l e decisiva en la que a partir de exp erim entaran
constante disminución de la mortalidad in fantil, cu y o s ín d ices tie n e n u n a in flu en cia esperanza de vida, no resulta sorprendente 1950 los índices de supervivencia de Bolivia un cambio m uy rápido y espectacular. E n 1950
l a e s p e r a n z a m e d i a d e v id a a l n a c e r e r a d e 3 8 a ñ o s e n v a r o n e s y en mujeres, de 42 años. Según el primer censo pos terior a la Revolución de 1952, celebrado en 1976, la es pe ran za me dia d e v i d a h a b í a a u m e n t a d o e n m á s d e 10 a ñ o s , t a n t o e n v a ro n e s como en m ujeres: 48 y 52 año s respectivam ente, m ientras que la tasa de mortalidad infantil había disminuido a 130, que segu ía siendo u n índice ex traordinario alto, pero qu e significa una importante mejoría con respecto a las cifras de 1950. La crisis económica y el estancamiento relativo de los años ochenta y comienzos de los noventa no fueron acompañados de u n estanca m iento de los índices demográficos. G ran parte de esta d isminución m ás ráp ida en añ os recientes fue efecto de u n a serie de actos y decisiones de los añ os nov enta. En la Ley de Participación Popular de 1994 aproximadamente el 6% del dinero devuelto a los m unicipios es taba destinado a d esarrollar u n p r o g r a m a d e a t en c i ó n b á s i c a d e s a lu d , q u e i b a a c o m p a ñ a d o de u n fondo de stinad o a apo yar el libre acceso a la atención m édica en el parto. En 2005 la mo rtalidad infantil h a caído a 61 m ue rtes por 1.000 nacim ientos vivos, m ientras que la m ortalidad m atern a ha bajado a 229 m uertes po r 1.000 nacim ientos vivos, cua nd o en u n a fecha tan reciente como 1994 todavía eran 390. Aunque estos índices seguían siendo altos para los niveles mundiales y aun latinoamericanos, en Bolivia constituyen un cambio profundo y durad ero. La esp eranz a de vida tam bién h a c re c id o e s p e c t a c u l a rm e n t e : e n 2 0 1 0 , s e s e n t a a ñ o s d e s p u é s d e los datos de 1950, en promedio había aumentado en 26 años p a ra am b o s sexos; lo s v a ro n es a h o ra te n ía n u n a e s p e ra n z a de vida de 64 y las mujeres, de 69 años, índice que cabe esperar vaya aumentando quinquenalmente, llegando a mediados de siglo cerca de las tasas contemporáneas latinoamericanas (ver Gráfico 10.2). Aunque estos aumentos forman parte de una tendencia mundial y todavía dejan a Bolivia con uno de los índices de esperanza de vida más bajos del continente americano, ha disminuido la brecha entre ricos y pobres. D entro del m arco de los índices globales latino am ericano s, los bolivia nos h a n ido ce rran d o p ro g resiv am en te la b rec h a ; si en 1950 los separaban 11 años en 2010-2015 sólo son 7 años (ver gráfico 10.3). — 300 —
7
=
76 74 72 70 68 66 64 62 60 58 56 54
La disminución de la mortalidad postneonatal e infantil f ue ef ec to de lo s p r o g r a m a s s a n i t a r io s g u b e r n a m e n t a l e s , p a rtic u la rm e n te la m asiv a v acu n a ció n in fantil de la s ú ltim a s décad as. Si en u n a fecha tan reciente como 1980 sólo se ha bía vacu nad o al 10-15% de los niños m enores de tres año s, en 2008 un programa más amplio de vacunaciones obligatorias llegó a 80-95% de toda la población infantil afectada por el conjunto de vacunas (tuberculosis, difteria, tos ferina, poliomelitis, sarampión; desde 2003, hepatitis B y miningitis). Además, el p ro g ra m a g u b e rn a m e n ta l de v a cu n a c ió n es ta n efec tivo en tre las poblaciones rurales pobres como en las urbanas. Así, en el año 2000 alrededor del 92% de los niños menores de tres años fueron vacunados contra la poliomelitis y en 86% de los niños del campo. Ha habido asimism o u n aum ento, lento pero constante, de las con sultas p renatales y de la asistenc ia médica en los partos, lo que ha contribuido eficazmente, la creciente disponibilidad de agua potable y de alcantarillado moderno en los hogares bolivianos ha contribuido evidentemente a la disminución de las altas tasas de desórdenes intestinales, p rincip al c a u s a de las m u e rte s in fantil es. Si en 1975 dos tercio s de los hogares bolivianos no con tab a con agu a potable, en 2003 este índice h a bajado a u n poco m ás de u n tercio de los hogares. L as t a s a s d e a fe c c io n e s i n t e s t i n a l e s y m a l n u t r ic i ó n e n t r e p árv u lo s y n iñ o s ta m b ién h a n d ism in u id o sig nif icati vam ente ; pero po r d esg racia la d ia rre a y las en ferm ed ad es re sp ira to ria s (índices clásicos de pobreza) siguen siendo la may or ca u sa de muerte infantil. A u n q u e t a n t o l a m o r t a l id a d c o m o la f e r ti li d a d h a n — 30 1 —
,
p r e s e n ta d o im p o r ta n te s d ife re n c ia s re g io n a le s, c la s is ta s y é t n i c a s, n o ha y m a y o r e s d u d as de qu e l a s d i r e c c i o n e s d e l a s tendencias son las mismas en todas las regiones y entre los g r u p os . L a p re g u n t a qu e s u r g e e n t o n c e s e s c u án t o s d e e s t o s cam bios se de ben a los gobiernos po steriores a la Revolución de 1952 y cu án tos se deb en a los cam bios generales hem isféricos. Hasta cierto punto, las estadísticas demográficas mundiales p e rm ite n d e te c ta r a m b a s in flu en c ia s. Lo i m p re sio n a n te es qu e Bolivia no h a cam biado de posición relativa (entre las p eores del continente) en lo que se refiere a la m ortalidad y a la espera nz a de vida comparándolas con el resto de naciones del hemisferio occidental; pero con el tiem po no h a dejado de irse estrech an do la brec ha entre la m ortalidad supe rior de la población boliviana y las ta sa s g enerales la tinoa m erica na s (ver gráfico 10. 4). Gráfico 10.4:Promed¡o de esperanza de vida en ambos sexos, Bolivia y America Latina 1950-1955 a 2010-2015 H Solivia
11950 11955
11955 11980 -
11960 11965
11965 11970
Il 97 0 |1975
19 America Latina
I 1975 | 1980
I 1980 | 1985
11985 | 1990
I 1990 | 1995
119 95|20 00
12000 | 2005
I 2005 j 2010
I 2010 | 2015
CEPAL, An uario E stas...2009, Cuadro 1.1.0
El efecto de este crecimiento demográfico masivo y el c o r r e s p o n d i e n t e a u m e n t o d e l n iv e l e d u c at iv o y el a c c e s o a la contracepción, a fines de los años setenta y comienzos de loa años ochenta ha acabado llevando a una espectacular disminución de la fertilidad. En Bolivia, como en el resto del m u n d o e n d e sa r ro ll o , lo s e m b a r a zo s n o d e s e a do s c o m e n z a ro n a disminuir a un ritmo cada vez más rápido durante la se gu nd a m itad del siglo XX, au n q ue en Bolivia esto se produ jo con bastante retraso en relación a la situación mundial. La alta tasa de 6.5 hijos nacidos por mujer en edad fértil seguía siendo la norma todavía a mediados de los años setenta; pero inmediatamente los nacimientos comenzaron a disminuir 302 —
I
rápidam ente, q ueda ndo en 201 0 las tasa s totales de fertilidad en 3.4 hijos, com enzando a acercarse lentamente al número hem isférico. El INE calc ula q ue la fertilidad bo liviana sólo caer á p o r debajo de los niv ele s de reem plazo h a c ia lo s a ñ o s 2 03 52040, u no s veinte añ os desp ués de que ello hay a ocurrido en el co nju n to de Am érica L atina (ver gráfico 10. 5). Gráfico10.5:lndice de fertilidad enBolivia y América Latina, 1950-55 a 2045-50 em “America Latin a "
m n Bolivia
CEPAL, Anua rio Estadística...2009, cua dro 1.1
El descenso de la mortalidad y la fertilidad han te nido también, obviamente, efectos en el crecimiento demográfico. Como las tasas de mortalidad comenzaron a conocer una caída im po rtante an tes de que lo hicieran las de nacim iento, se p ro d u jo u n crecim iento dem ográfic o ex plo sivo: si a com ie nzos de los años ochenta el crecimiento demográfico era todavía al 2% anual, en los años noventa alcanzó un 2.7% anual y sólo en 2009 bajó por debajo del 2%, calculándose que ese índice de crecim iento segu irá disminuy end o d u ran te el resto del siglo; p ero la a lta ta s a de crecim iento a lc a n z a d a en lo s a ñ o s n o v e n ta significó que la población nacion al se du plicaba c ad a 25 .7 año s. Desde la seg un da m itad de los año s o ch en ta el crecim iento de la población boliviana se había mantenido por encima de la ta sa g eneral latinoam ericana. La población h ab ía pasad o de 3 millones a 6.4 millones entre los censos de 1950 y 1992, a los que se venían a añ ad ir u n estimado de otros dos millones pa ra el censo de 2001; y tam bién se calcula que en 2010 h a dejado atrás la cota de los 10 m illones. E ste crecim iento significa qu e Bolivia p osee u n a de la s p ob la cio nes m á s jó v en es del m u n d o . A unque la caída de las ta sa s de nacim iento y de la creciente esp eran za 30 3
d e v i d a v a n c a m b i a n d o l e n t a m e n t e l a e s t r u c t u r a d e m o g r á fic a , l a e d a d m e d i a d e s u p o b l a c ió n h a p a s a d o d e 18 a ñ o s e n 1 99 2 a 2 1 . 9 e n 2 0 1 0 , lo q u e le d a u n a d e l a s p o b la c io n e s m á s jó v e n e s del continente americano. Una mirada a la distribución de edad es p or sexos pone de m anifiesto la transfo rm ación del perfil p ira m id al clásico de 1950 (ver gráfic o 10. 6) a lo s com ie nzos de una estructura en forma de jarra, típica de las sociedades i n d u s t r ia l e s a v a n z a d a s , c o n m e n o s n a c im ie n t o s y m u e r t e s e n 2Q10 (ver gráfico 10. 7).
Gráfico10.7: Pirámide de edad Poblaciónde Bolivia en 2010 (estimado10.4 millones de habitantes)
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Fuente INE, cuadro 2.01.01 "B OLIVIA" Población Total Proyect ada .2005 - 2010 - Marzo 2010
S i l a f e r t il id a d y l a m o r t a l i d a d d e lo s b o l iv i a n o s h a p e rm a n ecid o e n tre la s m á s a lta s de la regió n, d e m o stra n d o que Bolivia ha cambiado más lentamente que otros países latinoam erican os, no p as a lo m ismo con el alfabetismo : Bolivia ha superado su posición relativa anterior en lo que se refiere a alfabetización y educación en tal medida, que ya no figura entre las naciones más pobre del continente si tomamos en consideración estos efectos, tan importantes en la evolución del capital humano. Aunque se ha afirmado que el aumento
de las inversiones en ed ucación y de la creciente m atriculación de estudiantes datan de antes de la Revolución de 1952, está claro que los cambios m ás rápidos del últim o m edio siglo se ha n p ro d u cid o en la s á re a s de la ed u ca ció n y de la alfa b etización. Aunque Bolivia en 1950 figuraba entre las poblaciones menos educadas del hemisferio occidental, en 2010 por fin había alcanzado un índice cercano al de todos sus vecinos s u d a m e r i c a n o s y c l a r a m e n t e s u p e r i o r al d e la m a y o r í a d e l as repú blicas cen troam erican as y Haití. De hecho, la evolución de su s índices educativos y de alfabetización m u es tra da tos q ue le favorecen al com pararlos con los logrados po r su vecino Brasil d u ran te el mismo periodo de tiempo. A finales de siglo el gobierno gastaba en educación más que la m ayo ría de paíse s d e la región, es decir alreded or del 8% de su PIB. Si en 1950 el país daba educación primaria a una cu arta parte de sus niños, en 2007 la tas a n eta de m atriculación hab ía sub ido al 84%. En cambio Bolivia no qu eda tan bien en la educación secu ndaria: en 2007 sólo el 47% de su s niños y niñas de ese grupo de edad la reciben (tasa que le colocaría hacia el fondo de la mayoría de los países latinoamericanos). Ese año había 1.9 millones de estudiantes en las escuelas primarias y de kind ergarten, m ás otros 53 7.000 en los colegios secund arios. Los í n d i c e s b r u t o y n e t o d e m a t r ic u l a c i ó n m u e s t r a n q u e a menudo hay más estudiantes que los que corresponderían a su edad, lo que demostraría la existencia de cantidades importantes de alumnos que repiten y abandonan. Con todo, e s os í n d ic e s h a n i do d i s m i n u y e n d o l e n t a m e n t e y t a n t o l a t a s a de repetidores como la del fracaso escolar en años recientes ha n caído por debajo del 10% en la prim aria y en la secu nd aria. Sean cuales fueren los problemas actuales del sistema, la tendencia es hacia una cobertura universal, por lo menos en la primaria, y hacia unas mayores tasas de matriculación en la secu nd aria. Esto h a significado que el nú m ero prom edio de año s de escolarización d u ran te este periodo tamp oco h a cesado de sub ir de cua tro a nueve añ os; p or otra parte, el porcen taje de boli vian os con m á s de 19 a ñ o s q u e en 2 0 0 6 no h a n gozado de ninguna escolarización, ha bajado al 12% (7% en los hombres y 17% en las mujeres). Como era de esperar, las generaciones m á s j ó ve n e s h a n d i sf ru t a d o de. u n n ú m e r o m u c h o m a y o r d e —
305 —
año s de escolaridad qu e el promedio nacional. A diferencia de la mayoría de indicadores y económicos q u e mu e s t r a n s i s t e má t i c a m e n t e qu e l a p a r t e no - i n d í g e n a d e l a p o b l a c i ó n b o l i v i a na e s m á s r i c a y m á s s a na q u e l a p ar t e indígena, en el acceso a la educación p rima ria prácticam ente no hay d iferencia entre am bos sectores. E n el pre sen te siglo el 93% de los niños indíg enas y no-indígenas e ntre 6 y 11 añ os va a la escuela; sólo en el índice ru ral ha y u n pequ eño desequilibrio a favor de la infancia no -indíge na (90 frente a 87%). A unq ue c abía e s p e r a r ot r a c o s a d a d a l a ma y o r p o b r e z a de l a s p o b l a c i o ne s indígena y rural, en los porcentajes respectivos de asistencia a l a e n s e ñ a n z a s e c u n d a r i a e n c o n t ra m o s m u y p o c a d if ere n cia : m ientras q ue los chicos indígenas de 12-16 años la siguen en un 79%, en el caso de los no-indígenas la tasa es del 83%. Si b u s c a m o s la ta s a de te rm in a c ió n de e stu d io s p rim ario s e n tre jóvenes de 15-1 9 añ o s de c a d a grupo, te n em o s u n 85% en tre los no-indígenas frente a u n 75% en tre los indígenas. N aturalm ente, los logros escolares e n el nivel m ás avan zado p re se n ta ma yores d i s t a n ci a s e nt r e a mb o s g r u p o s y a u n e n t r e a m b o s s e x o s . S i n em bargo, el gobierno boliviano h a he cho u n largo cam ino en la oferta educ ativa a to da la población; las ten den cias del últim o s i g l o m ue s t r a n u n i n c e s a nt e in c r e m e n t o d e l o s e st u d i a n t e s m a t r ic u l a d os e n la e d u c a c i ón s e cu n d a r i a . Todas estas evoluciones en m ateria educativa han tenido u n efecto directo en los índices de alfabetismo . Teniendo e n c ue n ta las complejas divisiones lingüísticas de Bolivia, la conquista d e u no s í n d i c e s t a n a l t o s d e a l f a be t i s m o h a s i do u n l o g r o extraordin ario. Si en 1950 la may oría de la población ni siquie ra h a b l a ba e s p a ñ ol y m u ch o m e n os h a b í a s i d o a l f a be t i z a d a e n esa lengua, como solamente el 31% de la población pasaba p o r alfa b etizada, en 1976 la cifra h a b ía sa lta d o al 67% y en 2003, al 87%. En realidad, durante ese periodo el índice de alfabe tism o de Bolivia le h a pe rm itido p a sa r del 13° al 8o lug ar de América Latina, con un índice superior de alfabetismo que su vecino Brasil. Que Bolivia actualmente imparta educación primaria a casi la totalidad de sus niños ha tenido un efecto profundo 306
en todos los aspectos de la sociedad, pero especialmente en la lengua nacional hablada. Sólo en el censo de 1976 el español ha acabado convirtiéndose en la lengua mayoritaria de la nación: por entonces más del 83% de la población de más de seis años hablaba español, aunque sólo el 42% de ella era monolingüe en esta lengua. Al mismo tiempo el 62% de la población total se declaró indígena, lo que significaba que la población indígena mediante el sistema educativo se ha convertido ante todo en bilingüe y alfabeta en la lengua nacional. Según el censo de 2001, alrededor del 74% de los 3.7 millones de hablantes de lenguas indígenas en español. Vale la pena notar que los aymara-hablantes eran mucho más bilingües que los qhiswahablantes, realidad que puede ayudar a explicar su mayor militancia política. Entre los 1.3 millones de aymarahablantes alrededor del 80% era bilingüe, m ientras q ue en tre los 2 m illones de qhishw ah ab lantes sólo lo era el 69%. Varios investigadores han destacado que entre los hablantes alfabetos de una lengua indígena existe una línea c o n t in u a q u e s e t r a d u c e e n u n m o v i m ie n to i n in t e r ru m p i d o d el m o n o lin g ü ism o in d íg e n a a l b i l i n g ü i s m o , p r e d o m i n a n t e h a s t a com ienzos de los añ os no ven ta; en el nuev o siglo el mo vimiento cad a vez m ás va del bilingüismo al m o n o li n g ü ism o e s p a ñ o l, esto explica por qué m onolingües espa ño les se autoid entifican como pob lació n indígena. Sin em bargo , la d im e n sió n de la p ob lació n que conoce y h abla u n a lengua indígena sigue siendo totalm ente impresionante. El más rápido crecimiento demográfico de la pob lació n in d íg en a en u n com ie nzo sig nificó q u e lo s h a b la n te s de lengu as indígenas ha bía n pas ad o de 1.8 millones en 1950 a 4 m illones en 1992; pero según el censo de 2001 su nú m ero h a b ajad o a 3.7 m illo nes: a p e s a r del crecim ien to de la p ob lació n rural a un ritmo sin precedentes, el número de monolingües indios no ha cesado de disminuir. En 2001 los monolingües qhiswa ha n bajado a 632 .000 y los aym aras a 263.000 . Además , estos mo nolingües de 2001 eran casi todos hab itantes rurales, que en su mayoría vivían dispersos por el campo (sólo un 10 y un 17% respectivamente, vivían en pueblos o ciudades de más de 2.000 habitantes). Al mismo tiempo, el número de b ilin g ü es poco a poco h a co m enzad o a d is m in u ir a m e d id a — 30 7 —
q u e m á s i n d íg e n a s a b a n d o n a b a n s u le n g u a n a tiv a a p e s a r d e la introducción de la educación bilingüe en los años noventa. La posición m ayo ritaria alcan zad a en 1976 por el espa ño l fue una prueba del impacto escolar en las zonas rurales; según m u estra n e stas cifras, no sólo hab ía crecido m ucho la población m e s ti za , s i n o —c o s a m á s i m p o r t a n t e — q u e a h o r a i n c lu s o l os c a m p e s in o s in d i o s r u r a l e s e m p l e a b a n e n g r a n e s c a l a el es p a ñ o l ju n ta m e n te con s u s le n g u a s in d íg en as tra d icio n a les. A p es ar del retroceso de las len gu as n ativas, el nú m ero de p e rs o n a s q u e se a u to id e n tific a ro n com o in d íg en as h a seg uido siendo muy alto. Aunque en 2001 solamente el 45% de la p o b lació n to tal e ra m o n o lin g ü e o bilin g ü e in d íg en a, se calculó que 5.4 millones de personas (dos tercios de la población bolivia na) e r a n in d íg en as; e n tre lo s q u e de ellos te n ía n m á s de 15 años, u n 4,4% de hab lante s indígenas no se autoidentificaron como ind ígena s, m ien tras q ue el 14% de la pob lación indígena, p ero n o h a b la n te s in d íg e n a s , si se a u to id e n tific a ro n com o i n d íg e n a s . E n u n a e n c u e s t a n a c i o n a l d e h o g a r e s c e le b r a d a en 2005 apareció que el 53% de la población se autoidentificaba como indígena, pero sólo el 42% ha bla b a u n a leng ua indígena. Aunque algunos indígenas migran hacia la categoría noindígena, p ara la m ayoría de los pueblos indígen as la iden tidad indígena sigue siendo muy fuerte, a pesar del declive de los hablantes monolingües y bilingües de estas lenguas nativas. Por otra parte, quienes se autoidentifican como qhishwa o a y m a r a en s u m a y o r ía s on u r b a n o s , a p e s a r d e q u e m u y po co s monolingües viven en las zonas urbanas. Finalmente, en un n u e v a e n c u e s t a n a c i o n a l d e h o g a r e s d e 2 0 0 7 s e c al cu ló q u e e l 79% de la población hablante de lenguas nativas era alfabeta (en la zo na u rb a n a lo era el 87% del grupo; en la rura l, el 73%). El hecho de que los autoidentificados indígenas sean en su mayoría hispanohablantes y alfabetos, aun en el caso de que hablen una lengua indígena, y esto tanto en la ciudad como e n el c a m p o , d a a e n t e n d e r u n a p o b l a ció n i n d í g e n a a lt a m e n t e integra da en la sociedad y el gobierno n acional no ob stan te su s altos niveles de pobreza. La creciente urbanización de la sociedad repercutió p ro fu n d a m e n te e n lo s cam b io s lin g ü ístico s y de alfab etizació n
p ro d u c id o s , lo m ism o q u e e n la s c o n s e c u e n c ia s s a n ita r ia s y demográficas de la población boliviana. De una sociedad fundamentalmente rural que era todavía en 1950, en los últimos 60 años la nación se fue transformando en otra p r e d o m in a n te m e n te u r b a n a . E n 1 9 5 0 só lo el 2 0 % d e la p o b la ció n viv ía en c iu d a d e s de m á s de 2 0 .0 0 0 h a b ita n te s ; en cambio, seg ún el censo de 2001 m ás de la m itad de la población vive en cen tros urb an os . La ciuda d de S an ta Cruz de la Sierra, que en 1950 sólo tenía 364.000 habitantes ahora. El área metropolitana alcanza los dos millones en 2010 en los tres mayores centros urbanos (Santa Cruz, las ciudades gemelas La Paz-El Alto con poco m eno s de do s m illones, y C och aba m ba con u n millón) vivían 5.3 m illones de ha b itan tes , es d ecir algo m ás de la m itad de los calculad os 10.4 m illones de bolivianos. E sta urba nización de la población n acional tam bién conllevó u n asc en so del nivel de vida. Todos los índices de sa lud , b ien esta r y educación dem ostraron sistem áticam ente que las poblaciones urbanas ofrecían mejores condiciones que las rurales. Pero las mencionadas tasas de pobreza, sea cual fuere su definición en Bolivia, en las últimas décadas han disminuido m u y l e n ta m e n t e , p a r t ic u l a r m e n t e e n l a s z o n a s u r b a n a s . S i b ie n lo s niv e le s de p o b r e z a h a n d i s m i n u i d o b a s t a n t e d r á s t i c a m e n t e en la población rural gracias a las inyecciones de fondos y otras medidas gubernamentales, la pobreza urbana ha p e rs is tid o b a s ta n t e e s ta b le m e n te . Así, e n tre 199 9 y 2 0 0 7 , en las zonas rurales la extrema pobreza ha bajado del 59 al 4 8% , p e ro e n la s z o n a s u r b a n a s h a p e r m a n e c id o e n el m i s m o 21-22%. Por otra parte, en todo ese mismo periodo los niveles nacion ales de pobreza (pobreza extrem a y normal) se m antuvo a p r o x i m a d a m e n t e e n u n 6 0% , to d a v í a e n 2 0 0 5 s e ca lc u ló q u e dos de cad a tres bolivianos era pob res y un o de cad a cu atro era indigente. Aunque las condiciones urbanas eran mejores que las rurales, la pobreza seguía siendo la norma de la mayoría de bolivianos. El mismo 2005, cuando Bolivia tenía el 31% de su población considerado como en extrema pobreza (que se suele definir como insuficiente ingestión alimenticia), sólo Honduras, Nicaragua y Paraguay presentaban unos niveles iguales o ma yores de indegencia. Seg ún la definición del propio gobierno, en 20 07 a lreded or del 60% de los hoga res bolivianos 309
n o c u m p l ía n c o n l a s n o r m a s m í n im a s e n m a t e r i a d e v iv ie n da , alim entación, ag ua potable y alcantarillado. En la zona ru ral es a cifra llegaba al 77% y au n en las ciuda des su p era b a el 50% Con todos esos índices, no es sorprendente que Bolivia s ig a s ie n d o e l s e g u n d o m a y o r r e c e p t o r d e a y u d a e x t r a n j e r a e n el mundo en desarrollo de América Latina. Según las cifras recopiladas por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), la ayuda que recibió Bolivia en el perio do 2 0 0 4 -2 0 0 7 equiv ale en prom edio al 2% de s u PIB sie ndo el segun do recep tor de los países latinoam ericanos. En el caso bolivia no e s ta a y u d a re p re s e n tó m u c h o m e n o s de s u PIB q u e en los caso s de H aití y H ond uras. Dada la pobreza, las décadas recientes de turbulencia economía y los crecientes niveles de educación, no sorprende q u e e n la s ú l t im a s d é c a d a s e n B o liv ia h a y a h a b i d o u n a em igración significativa. E n prim er lugar, h ay que re co rda r que p o r v a ria s d é c a d a s m u c h o s tra b a ja d o re s fu ero n a A rgentina; p ero e n lo s a ñ o s o c h e n ta y n o v e n ta h a h a b id o u n a c o n tin u a emigración a los Estados Unidos, seguida después de 2000 p o r u n a m a siv a h e m o rra g ia de e m ig ra n te s a E s p a ñ a , dond e actualmente hay alrededor de 229.000 bolivianos residentes (Padrón Municipal de 2009); aproximadamente 232.000 residían en Argentina (según el censo de 2001) y en 2000 otros 53.000 residían en los Estados Unidos (censo) y 20.000 en Brasil (censo). Los otros países latinoamericanos vecinos contenían probablemente unos 10.000 bolivianos, además del gran número de migrantes estacionales que trabajan en A rgentina y, en m eno r medida, en Chile y Brasil. E n total, en las últim as déc ada s aprox ima dam ente medio millón de em igrantes boli via nos p e r m a n e n te s h a n rem itid o d e sd e el e x terio r u n a corriente perm ane nte de ahorros, cuyo volum en alcanzó la cima e n 2 0 0 7 c o n u n a c i fr a q u e r e p r e s e n t a b a el 7 .4 % d e l PIB, e n u n momento en que la ayuda extranjera había caído al 1.5% del PIB; pero con la recesión m un dial esas rem esa s h an ido cayendo hasta representar sólo el 5% del PIB según las estimaciones más recientes. Ju n to con la emigración internacional tam bién la movilidad
interna ha tenido su importancia para la evolución reciente de Bolivia. En la segunda mitad del siglo XX la urbanización t a m b i é n h a d a d o l u g a r a p r o f u n d o s c a m b i o s e n l a d i s tr ib u c i ó n de la población nacional. A comienzos del siglo XX el eje p rin c ip al de la n ació n e ra La Paz-O ruro-Potosí, lín ea de n o rte a sur, que formaba el corazón de la nación: aquí es taba el cen tro de la m inería, el comercio y la agricu ltura, m ien tras que Santa Cruz era una región aislada y deprimida; por su parte C o c h a b a m b a t e n í a u n a e c o n o m í a r e la ti v a m e n te e n c l a u s t r a d a y atrasa da . Con la progresiva decaden cia de la minería, ac en tua da a partir de la mitad del siglo, el centro comercial desde La Paz poco a poco fue moviéndose hacia el este y actualmente a b a r c a lo s d e p a r t a m e n t o s d e Pa z, C o c h a b a m b a y S a n t a C r uz , m ientras q ue el eje O ruro-Potosí-Sucre h a caído en u n a grave depresión. Fundamentalmente, el nuevo corredor NO-SE que conecta las tres ciudades de La Paz-El Alto, Cochabamba y S a n t a C ru z c o n s u s n o r o e s t e - s u d e s t e r e s p e c ti v a s p r o vi n ci as , co nce ntra la mayor parte de la actividad económ ica del país. Los tres respectivos departamentos en 2009 aportaron el 93% de los impuestos y en 2000 producían el 71% del PIB bolivia no. Los tre s d e p a rta m e n to s tie n e n ta m b ié n la s ciu d a d e s más avanzadas y de un crecimiento más rápido. Los antiguos centros mineros de Potosí y Oruro se han estancado, siendo a c t u a l m e n t e s u s p o b la c io n e s u r b a n a s y r u r a l e s l a s m á s p o b r e s del país. Recientemente el gobierno ha calculado que más del 80% de la población residente en estos dos departamentos mineros antiguamente ricos, es pobre y que más del 60% vive en extrema pobreza. Incluso sus poblaciones urbanas eran con siderablemen te m ás p obres qu e el promedio general. Si en 1 9 50 lo s d e p a r t a m e n t o s d e Po to sí, C h u q u i s a c a y C o c h a b a m b a representaban el 34% de la población nacional (cifra muy p a re c id a a la de 1900), seg ú n el cen so de 2001 lo s m ism o s de pa rtam en tos sólo co ntien en el 20% del total. En camb io, Santa Cruz que en 1950 sólo tenía el 10% de la población (también aquí, muy similar a 1900), en 2001 representaba el 25% de los ha b itan tes del país. La su m a de la pob lación de La Paz, Coch abam ba y S an ta Cruz, que en 1950 era un poco superior al 50% del total, según el censo de 2001 concentraba — 311 —
m ás del 70% del total; en 201 0 se calcu la que con tienen el 72% de la población nacional. Aunq ue la población rura l h a descendido espectacularme nte en su s cifras relativas; en cambio, la agric ultu ra boliviana salvo en las nu evas zonas de cultivo h a perman ecido sorpren den tem ente atrasada; todavía en 1976 la agricultura seguía ocupando el 54% de la man o de obra m asculina; y en 2 007 seguía haciéndolo con el 34%, pero los agricultores no eran más eficientes, pues este mismo año su producción sólo representaba el 13% del PIB. La mayor parte de esa agricultura, sobre todo en los Andes y los valles o rientales, h a seg uido p ractica nd o el cultivo tradicional de baja productividad de productos alimenticios; pero e n el p a s a d o m edio siglo e n el o rien te boli via no ta m b ié n h a h a b i d o u n a t r a n s f o r m a c i ó n r ad ic al : e n l as ú l ti m a s d é c a d a s en la región cru ce ñ a los cultivos ind us triales h an llegado a ser u n a nu ev a ind us tria. Si en 1980 los cultivos indu striales (sobre todo algodón, az úca r, soy a y semilla de girasol) re p re se n tab an el 12% de la tierr a agrícola; en 2 00 8 la cifra h a su bid o al 47% del t o ta l d e l a t i e r r a u s a d a , p r á c t i c a m e n t e i g u a l a n d o l a s u p er fi ci e ded icada al cultivo de granos y tubé rculo s. E n los llano s de S an ta Cruz, cultivos ind us triales como la soya y la sem illa de girasol alcanzan unos niveles de producción cercanos a los típicos mu nd iales. E n cambio, los cultivos and ino s de alime ntos p r o d u c ía n m e n o s q u e e n lo s A ndes p e ru a n o s ; b u e n a p a rte de es ta ba ja prod uctividad se relaciona con el hech o de qu e Bolivia g a s t a m e n o s d i n e ro e n i n v e s ti g ac ió n a g r íc o la y e n p r o g r a m a s de extensión que cualquier otro país latinoamericano. La a g r i c u l t u r a t ra d i c io n a l , q u e s ig u e a b s o r b i e n d o l a m a y o r ía d e la p o b lació n r u r a l h a p e rm a n e cid o s u b c a p ita liz a d a e in eficie nte . A pesar de todas las recientes transformaciones agrícolas en S an ta C ruz y en algu na s de *las regiones v allunas cerca nas , Bolivia sigue siendo u no de los países agrícolas m ás a trasa do s del continente americano. La imagen de Bolivia que se d esp rend e del pr ese nte aná lisis de algo más de medio siglo de desarrollo socio-económico es l a d e u n i m p o r t a n t e c a m b io s o c ia l c o m b i n a d o c o n p e r s i s t e n t e p o b reza y rela tivo a tra s o económ ic o. La e d u c a ció n y la s a lu d h a n c o no c id o e l m á s e s p e c t a c u l a r p r o g re s o ; p e ro l a p e r s i s te n t e
p o b reza y el p a rc ia l a u m e n to de lo s niv ele s de v id a c o m u n es a todo el continente americano, se han producido dentro del m arco de u n camb io radical del sistem a social. Si el lento crecimiento de la econom ía no h a promovido u n a gran movilidad social, la migración u rb a n a y el surgimiento de u n pod er político c a m p e s in o r u r a l y m e s tiz o u r b a n o h a n m a r c ad o u n a p r o f u n d a diferencia en la re sp u es ta de todos los gobiernos bolivianos a las de m an da s de m ejores condiciones sociales. Lo que sólo cabe llam ar el ‘m estizaje’ de la so cieda d bo liviana se h a convertido en u n im po rtante fenómeno de spu és de medio siglo de revolución social y de dos períodos hiperinflacionarios que h an destruido gr an p ar te del tradicio nal po de r económico ‘bla nc o’. La creciente esperanza de vida y el aumento de los años de escolaridad de las clases populares bolivianas explican su capacidad para p a rtic ip a r sig nificativam ente com o a c to re s a u tó n o m o s e n la esce na política nacional. El nuevo siglo h a m arcado clarame nte un gran cambio en el relativo equilibrio del poder político, social y, en cierta medida, económico entre los grupos étnicos del país. En la últim a d écad a el pod er político de la población m estiza se ha ex presado, no sólo en los partido s tradiciona les y extremistas, y en el gobierno nacional, sino también en El Alto de Bolivia, que es el emblemático centro urbano mestizo. En 1988 el suburbio obrero de El Alto, situado en la periferia occidental de La Paz, por fin fue reconocido como ciudad i n d e p e n d ie n t e, p a s a n d o s u a d m i n i st ra c i ó n a m a n o s d e l a n u e v a élite mestiza. Esta población de altura por entonces cantaba con un os 307 .000 h ab itan tes (la m itad del tam añ o de La Paz), pero y a e ra m a y o rita ria m e n te bilin g ü e y se re la c io n a b a m u y íntimamente con las comunidades aymaras que la rodeaban. Al na ce r ya era c u arta ciuda d del país, pero seg ún el censo de 2001 se ha bía convertido en la tercera en im po rtancia, con sus 695.00 0 hab itantes, de los que el 86% figuraban como indígenas. E n 2 0 0 5 t e n í a u n o s 8 7 2 . 0 0 0 h a b i t a n t e s , s u p l a n t a n d o a L a P az como la segunda ciudad del país. Aunque El Alto tenía tasas m ás altas de pob reza y peo res cond iciones de vida qu e La Paz, su población gozab a de u n nivel de vida su perio r al de las zonas rura les del altiplano de donde p rocedían s u s inm igrantes, con lo q u e h a d e m o s t r ad o s e r u n e x t r a o rd i n a r io f ac to r de i n c re m e n t o de la m ovilidad s oc ial de la cla se ‘m es tiz a’. El Alto es t a m b i é n — 313 —
u n c e n t ro d e in t e n s a i n t e ra c c i ó n e n t r e p u e b l o s i n d íg e n a s y no indígenas, donde el español se ha convertido en la lengua de c o n t a cto i n c l u s o p a r a l a p o b la c ió n a y m a r a d o m i n a n te . Al m ismo tiempo , la integra ción de las ec onom ías regionales e n l a s ci u d a d e s c e nt r a l e s y l a e l i m i na c i ó n d e l a s a n t i g u a s élites rurale s ‘es p añ o las ’, h an dado p aso a u n a élite regional ‘m estiza ’ m ás pod erosa. De es ta élite y de la población m estiza urbana ascendente ha surgido toda una nueva generación d e p r o f e s i o n a l e s ‘m e s t i z o s ’ c o n e d u c a c i ó n s e c u n d a r i a y u n i v er s it a ri a . A u n q u e d e sd e l a s é p o c a s m á s l e j a n a s h a h a b i d o siempre alguno s ‘m estizos’ que estu dia ron en la universidad, c o n s ti tu í a n u n a m i n o rí a d if er e n cia d a y f o rz a da a a b a n d o n a r s u l e n gu a , c u l t u r a y or í g e n e s , y a a da p t a r s e a l a s n or m a s d e la cu ltu ra ‘b la n ca ’, La nu ev a gen erac ión de m estizos ‘cu lto s’ incomparablemente más numerosa que en cualquier época a n t e r i or p a r e c e t e n e r a ho r a l a o p c i ó n de c o n s e r v a r su s l a z o s étnicos, au toidentificándo se como indígenas y a veces incluso h a b l a n d o s u s l e n g u a s o r ig i n a ria s i n d i a s j u n t a m e n t e c o n el español. Así, estos mestizos urbanos proclaman su identidad sim ultán ea como ‘m estizo’ y como ay m aras o qhishw a u otro p u eblo in d ígen a, n e g á n d o se a sí a a d o p ta r la id e n tid a d ‘b la n c a ’. Esto ha tenido profundas consecuencias sociales y políticas p a r a Bolivia, sien d o u n d esarro llo re la tiv a m e n te ú n ic o p a r a los criterios latinoamericanos. También significa que incluso cuando los mayores niveles de educación reducen el número de monolingües de lenguas indígenas, la identidad indígena p e rsiste co m o u n a fu erz a p o d e ro sa y m ovilizadora e n la polí tic a nacional. Desde las elecciones generales de 2002 h a st a las de diciembre de 200 5 las clases indígen as y ‘m estiza s’ se apo de raro n de las carre teras y au top istas de Bolivia en u n periodo extraordinario de m ovilización pop ular. La explosión de la ‘g u er ra d el ga s’ de 200 3 fue seguida, en oc tubre, del derroc am iento del gobierno de Sánchez de Lozada, al que siguieron los 20 m eses de tum ultu os a p re sid e n c ia de C arlos M esa. R econocie ndo el p o d e r de e s ta nu eva movilización, M esa ju ró su nuevo cargo presiden cial en la ciu d ad ‘m es tiz a’ de El Alto y no e n el Palacio Legislativo o en el cercano Palacio Quemado del centro de La Paz, como
h a b í a s id o t ra d i c io n a l . A u n q u e M e sa p u d o d e t e n e r e l b a ñ o d e sangre retirando la policía y el ejército de los enfrentamientos con los protestantes, no pudo detener por completo los blo qu eos. Y fue obligado a r e n u n c ia r c u a n d o q u ed ó p a te n te q u e n o p o d í a d o m i n a r el C on g re so . E n j u n i o d e 2 0 0 5 E d u a r d o Rodríguez Veltzé, pres iden te de la Corte Su prem a, fue nom brad o p r e s id e n te in te rin o , p u d ie n d o p o r fin im p o n e r u n nivel de calm a política que no ha bía existido en los dos añ os anteriores. Aunque la mayoría de los sondeos preelectorales daban a Evo M orales u n a m ayo ría de intención de voto p ar a la presidenc ia, existía la creencia generalizada de que cualquier retorno a las negociaciones congresales postelectorales provocaría la vuelta a las protestas masivas populares indígenas. En aquel m om ento la m ayor p arte de la élite decidió q ue era preferible d ar a M orales u n a victoria total, con lo que pu do du plicar los cálculos preelectorales con el 54% de los votos válidos, siendo el primer presidente d esde la democracia res tau ra d a que obtuvo m ás del 50% de los votos. De los 2 .9 m illones de votos válidos de las elecciones gen erales de 2005 , M orales obtuvo 1.5 millones y el MIP consiguió 62.000. El MAS también obtuvo 12 de las 2 7 s e n a d u r í a s y 7 2 d e l a s 1 30 d i p u t a c io n e s . L a e le c c ió n d e E vo M o r ale s h a d e m o s t r a d o s e r u n a transforma ción m ucho m ás ex trem ista de lo que en u n principio s e p e n s ó . S e e s p e r a b a q u e h a b r í a u n a i m p o r t a n te p r e s e n c i a d e dirigen tes políticos ind ígen as y ‘m estizo s’ en los cargos d e po der del gobierno nacional, lo que efectivamente ocurrió. Dado el p ro lo n g ad o conflicto p o r la p ro d u c ció n de co ca y la v in c u lació n de M orales con los sindicatos cocaleros del C hap are, tam bién se esperaba un cambio en la política de erradicación de los c u lt iv o s d e c o c a j u n t o c o n u n a m a y o r in d e p e n d e n c i a d e lo s E stado s Unidos. Todo ello sucedió, h a st a el pu nto de exp ulsar al embajador estadounidense. Lo que no se esperaba tanto fue el absoluto rechazo del programa privatizador que había dominado la política gubernamental nacional desde los años no venta. Poco a poco y con pre cau ción el gobierno de Morales h a re-estatizado la prod ucción de gas y petróleo, las em pre sas de telecom unicaciones y de electricidad (incluso cua nd o se trata b a de coop erativas bolivianas). H a pro pu esto la eliminación de los sistem as privados de pensiones, ha re-creado u n a e m presa aérea 31 5 —
e s t a t a l , h a e s t a ti z a d o d o s f u n d i c io n e s s u i z a s , y h a i m p u l s a d o sistemáticamente el control estatal de los recursos mineros, desde el hierro hasta el litio. Lenta pero sostenidamente, el Es tado se va convirtiendo en el actor do m inante de la econom ía nacional a través de empresas estatales que se han creado o revitalizado, programa que sólo han intentado unos pocos de los demás países latinoamericanos, a pesar de que muchos de ellos rechazaron las políticas más extremadas de la era neoliberal de los años noventa. Desde enero de 2006 en que llegó al poder, el gobierno de Morales ha estatizado un total de 12 importantes empresas extranjeras y una cooperativa b o liv ian a de electricid ad . E l h e c h o p a r t i c u l a r m á s i m p o r ta n t e f u e l a es t at iz a c i ó n d e los yacimientos bolivianos de gas y petróleo, desarrollados o e x p lo t ad o s p o r u n a s e r ie d e e m p r e s a s e x t r a n j e r a s (en m u c h o s casos, empresas estatales extranjeras, entre las que destaca la brasileña Petrobras). El 1° de mayo de 2006 el gobierno de Morales se apoderó de las posesiones gasíferas de todas las p rin c ip a le s e m p re sa s e x tra n je ra s. A YPFB de Bolivia q u e h a b ía sido hech o socio pasivo de las nu ev as exploraciones y desarrollos de petróleo y de gas , se le confió el con trol activo de los ca m po s y de s u s i n s t a la c i o n e s . T o d a s l as e m p r e s a s q u e f u n c i o n a b a n e n Bolivia perd ieron a favor de YPFB el 50% de su s op eracione s de p ro p ied a d local. Las e m p re sa s e x tra n je ra s se g u irá n m a n e jan d o sus instalaciones, pero sólo recibirían el 18% de sus ingresos totales como compensación de sus gastos. El Estado recibiría el 32% de los ingresos, YPFB la m ism a ca ntida d y el res tan te 18% tam bién iría al Estado p or concepto de regalías, lo que d ab a al Estado una participación del 50% en el total de las ventas de gas y petróleo (y del 82% inc luye nd o la c u o ta de YPFB). E n mayo de 2 007 el gobierno tam bién se salió del Ban co M undial, a f ir m a n d o q u e a p o y a b a l a s m u l ti n a c io n a l e s . E l p a s o s ig u i e n te llegó en mayo de 2008 con la estatización de la empresa de telecom un icaciones italian a Telecom, que desd e 1995 era socio con la prop iedad del 50% de las acciones de la em pre sa estatal ENTEL, que desd e 1995 era socio con la pro pied ad del 50% de las acciones de la empresa estatal ENTEL, administrando el monopolio boliviano de telecom unicaciones. Y en m ayo de 20 10 les llegó el tu rn o a toda s las em pre sas eléctricas
Todas estas estatizaciones y el aumento de regalías en un comienzo incrementaron los ingresos gubernamentales en un grado impresionante. Desde 2003 Bolivia también ha conocido una balanza comercial favorable, con lo que ha a c u m u l a d o i m p o r t a n t e s r e s e r v a s d e d iv is a s. P e ro la c a d e n a d e estatizaciones de em presa s extran jeras h a afectado gravemente los niveles de inversión directa extranjera en Bolivia: esta ha venido disminuyendo desde la primera mitad de la década y actua lm ente h a qued ado por debajo del procede nte de los fondos de ayuda extranjera y de las remesas de los bolivianos en el exterior. Tam bién el nivel de inv ersión ex tran jera de cap ital h a caído de un 61% del PIB en 2000 a un 35% en 2008 y sigue d i s m i n u y e n d o . D e s g r a c ia d a m e n t e la d e p e n d e n c i a d e l a a y u d a e x t r a n j e r a y de la s r e m e s a s , j u n t a m e n t e c o n l a d i s m i n u c i ó n d e la inversión ex tran jera de capital, tiene n la cap acidad de afectar a largo plazo la economía nacional. Con las exportaciones de minerales y de gas afectadas por los precios mundiales y la disminución de reservas, queda por ver si los ingresos p o r e x p o rta c io n e s de la s e m p r e s a s e s ta tiz a d a s y lo s p o cos p ro d u c to re s p riv ad o s b a s ta r á n p a r a re em p la z a r la falta de inversiones extranjeras en el desarrollo a largo plazo del país. Al mismo tiempo, la falta de inversiones significativas, especialmente en manufacturas con uso intenso de mano de obra, h a llevado a Bolivia a ten er un o de los m ercado s de trabajo informal más grandes del continente americano. Se calcula que actualmente el 80% de la fuerza de trabajo consiste en ocup aciones de prod ucción y salario bajos en el sector inform al o en la ag ricu ltura de sub sistenc ia. En 2 007 se calculó que el 8 8% d e l a p o b la c ió n b o l iv i an a n o c o n t a b a c o n n i n g ú n s i s te m a de pen siones y que el 82% no dispon ía del tradicional aguinaldo (o 13a mensualidad) de que gozan los asalariados del sector formal. Ese m ismo a ño sólo el 27% de los bolivianos d ispo nían del NIT (núm ero de identificación trib u tar ia) . H abida cu e n ta de lo s im p o r t a n t e s s h o c h s de la econom ía en lo años oc he nta y de nuevo en los noventa y primeros años del nuevo siglo, Bolivia no ha podido generar un número importante de puestos de t ra b a j o q u e v i n i e ra n a c a m b i a r a q u e l l a d in á m i ca . E s t a f a l ta de p u e s to s de tra b a jo b ien re n u m e ra d o s y p ro d u ctiv o s a y u d a a
explicar los niveles ex traordina riam ente altos de p obreza a lo largo y anch o del país. A d e m ás d e s u s e s t a t i z a c i o n es , e l g o b i er n o d e M or a l e s también ha logrado importantes progresos en el acceso a la tierra de los grup os m ás po bres de la sociedad boliviana. Aunque la Reforma A graria de 1953 h a devuelto la m ayor parte de la tierra del altiplano y los valles a los trabajadores indígenas, la s i n m e n s a s l l a n u r a s o r i e n ta l e s no q u e d a r o n a f e c ta d a s d e s d e c u a n d o e r a n m a y o r i t a r i am e n t e su b d e s a r r o l l a da s . P e r o l a a p e r t u r a s i s t em á t i c a en lo s a ñ o s p os t e r io r e s a 1 95 3 de l a s r e g i o ne s c r u c e ñ a, b e n i a n a y p a n d i na a l d e s ar r o l l o a g r í c ol a moderno y a la colonización, condujo a la formación de una nueva zona de latifundios, yendo estas tierras a parar m a s i v am e n t e d e f o r m a g ra t u i t a y c o n f r e c u en c i a c o r r u pt a a é l i t e s p ri v i l e g i a d a s . P ar t i c u l a r m e n t e du r a n t e l o s r e gí m e n e s militares se han concedido inmensas superficies a individuos privados. Ya e n la s e g u n d a p re sid e n c ia de S á n ch ez de Lozada se reconoció que había que acabar con este sistema corrupto, no sólo en nom bre de la justic ia a las poblaciones indígenas de la región, sino tam bién en de fensa de u n a m ayor eficiencia económ ica de las regiones con u n a a gricu ltura comercial, que a h o r a n e c e s i ta b a n es t a s t i er r a s i n cu l t a s , pe r o d e p r o pi e d a d priv ad a. E n 2002 se ap ro b ó u n a n u e v a Ley de R eform a A gra ria, p e n s a d a p a ra elim inar e s ta s g ra n d e s p ro p ied a d es no cu ltivada s y devolver algunas de ellas tanto a los grupos indígenas de la región recientemente rehabilitados como a agricultores privados producti vos. El nuevo gobie rn o de M ora le s h a dado u n im portante imp ulso a este proyecto: desde 200 6 h a sta m ediados de 2009 ha distribuido alrededor de 31 millones de hectáreas a 1 5 4 . 0 0 0 c a m pe s i n o s y ha c e n d a d o s ( u n a s c i n c o v e c es m á s q u e l a c a nt i d a d r ep a r t i d a an t e s d e 2 0 0 6 ) , d a n d o u n a m a y o r p ro po rció n q u e a n te s a los p u eb lo s in d íg en as. E l n u e v o g o b i er n o d e l M AS t a mb i é n a d o p t ó u n n u e v o realineamiento de la política internacional boliviana. Bajo el caudillaje de Evo Morales, como nunca, desde 1945 Bolivia se ha alejado de la esfera de influencia estadounidense. Esto le h a perm itido u n a política exterior activa e indepen diente, en la
q u e e l g o b ie rn o h a s u b r a y a d o s u a l ia n z a c o n g r u p o s in d í g e n as situados desde América Central hasta Europa septentrional. T a m b ié n l e h a lle va do a u n a c a m p a ñ a a fa vo r de l a d e f e n s a d e l medio ambiente desde plataforma internacionales. No puede negarse que este gobierno h a desem peñado u n papel en asun tos i n t e rn a c i o n a l e s m u c h o s m á s a ctiv o y q u e h a d e m o s t ra d o m á s independencia de los Estados Unidos que cualquier gobierno bolivia no an terio r. M e n os s o r p r e n d e n t e q u e s u c a m p a ñ a r e - e s ta t iz a d o r a y su política exterior fue la decisión con que el MAS y Evo M o r ale s h a n i m p u e s t o u n a C o n s t it u c ió n q u e a m p l ia b a e n g r a n medida los conceptos de un Estado tanto plurinacional como descentralizado, tem a central de su partido y de su s p artidarios desde m uch o a nte s de 2005. Como los delegados a la Asam blea Constituyente fueron elegidos mediante elecciones propias, r e s u l tó u n c u e r p o m u c h o m á s e x t re m i s ta y re p r e s e n t a ti v o q u e el Congreso Nacional. Casi la mitad de los constituyentes no llegaban a los 40 años alrededor del 34% eran mujeres, y un significativo 56% se auto iden tificab an como perten ecie ntes a u n grupo indígena. D ada e sta represen tación, e ra previsible que la Constitución salida de es a asam blea ex presara la m ayoría de las ideas propugnadas durante décadas por dirigentes indígenas extremistas. Dentro de un debate encarnizado, la nueva Constitución fue redactada en 2008 y aprobada en referendo en 2009. En tró en plena vigencia en 2010, cua nd o po r prim era vez en la h istoria boliviana los de pa rtam en tos eligieron a su s pro pio s prefectos y consejos le gisla tivos. La Constitución de 2009 no sólo garantizó los derechos tradicionales de los gobiernos comunitarios tradicionales, sino que también reforzó la descentralización mediante las autonomías departamental, regional, comunal y municipal. Pero sobre todo la Constitución fue una excelente expresión d e la s d e m a n d a s q u e l o s d i ri g e n t e s ‘m e s t i z o s ’ e in d í g e n a s habían venido planeando en los 40 años anteriores por un r ec o n o c im i en to f u n d a m e n t a l d e s u s n e c e s i d a d e s y a n h e l o s p o r p a rte del E sta d o y de la élite de la socieda d ‘b la n c a ’. S obre to do p e d ía n el reco no cim iento de s u d ig nidad y de s u valor com o p len o s c iu d a d a n o s, p a rtic u la rm e n te de aq u ellos cuyo a n c e stro — 319 —
era anter ior a la conquista europea. El respeto, la dignidad y el reconocimiento de los derechos y creencias individuales y comunitarias fueron declarados aspecto fundamental de la política estatal'. No sólo los consagrados grupos indígenas andinos se vieron reconocidos y destacada su import ancia, sino qu e tam bién los pueb los indios orientales y la com un idad negra fueron singularizados como merecedores del apoyo del estado. La Constitución de 2009 también declaró que Bolivia era un Estado unitario basado en el derecho plurinacional comunitario, democrático, descentralizado y con regiones autónomas (en l as que de una for ma muy amplia se in cluían d e p a r t a m e n t o s , m u n ic ip i o s , r e g io n e s , g r u p o s é t n ic o s y comunidades autogobernadas). El artículo 5 declaraba que las lenguas oficiales del estado eran el español y las 37 leng uas indígenas h ab lad as en Bolivia, debiendo los gobiernos nacion al y locales u s a r dos lengu as (el españ ol y otra indígena según las condiciones locales). La Constitución habla de la “i n t e r c u l t u r a l i d a d ” c om o el i n s t r u m e n t o p a r a l a c o h e s i ó n de un estado unificado (artículo 98) y a lo largo de ella se repite constantemente el tema del respeto de los individuos y las comunidades, desde su vestimenta hasta su sistema de creencias. Y a partir de esta Constitución el país ha adoptado el no m bre de ‘E stad o Plu rina cion al de Bolivia’. Los de rech os civiles ga ran tizad os en el artículo 21 deja n m uy atrá s los aco stum brad os p ara incluir cosas como la “privacidad, intim idad, ho nra, prop ia imagen y dignidad ”, ad em ás de la “autoidentificación cultural”. La nueva Constitución también p rohib ió cu alq u ie r tipo de discrim inació n de lo s c iu d a d a n o s p o r causa de su lengua, raza, color, sexo, religión o cualquier otro rasgo h um an o. Y perfiló asimism o lo característico de un estado de bien estar social m uy am bicioso, garan tizan do qu e el estado s u m i n i s t r a r á a g u a , a l im e n to s , a te n c i ó n s a n i ta r i a g r a tu i t a , p e n s io n e s , v iv ien d a y e d u c a c ió n a to d o s s u s c iu d a d a n o s . Incluso planteó que el Estado debe garantizar u n am biente sano a todos. De hecho la Constitución contiene muchos artículos des tinado s a la protección del medio amb iente, a la ga ran tía de la biodiversidad y a u n a infinidad de otros as u n tos relacionados con estas preocupaciones m odernas. Además de contener todas
las declaraciones u su ales pro-familia, la C onstitución tam bién reconoce e n co ncreto, en lo que se refiere al patrim onio y a las relaciones personales, las uniones libres o de hecho estables, con los mismos derechos de las parejas casadas legalmente (artículo 63, II). El estado h a de gara ntizar los derechos de las co m unidades indígenas a la tierra (artíulo 30), pero tam bién d eben re spe tarse y au n promoverse s u cosmología, me dicina, rituales, símbolos y vestimenta tradicionales (artículo 30, IX) y han de poder ejercer sus propios sistemas político, judicial y económico según los define su propia cosmología (artículos 30, 190192). La Constitución incluso dedica toda una sección a la p ro te c c ió n de la s c u ltu r a s tra d ic io n a le s com o p a trim o n io nac iona l (artículos. 98-101). El estad o tam bién debe gara ntiza r la educación intrac ultura l, in tercu ltural y plurilingüe (artículo 30). E n u n a a m p lia c ió n r e a l m e n t e i n u s i t a d a d e l a au t o n o m í a , el E s t a d o t a m b i é n d e b e p e r m i ti r a l a s c o m u n i d a d e s i n d í g e n a s d e ‘o r i g i n a r io s ’ a u t o d e c l a r a r s e e n t id a d e s a u t o g o b e r n a d a s indep end ientes de las jurisdicciones m unicipal o de partam enta l, con competencias iguales a las de esas instituciones los p u e b lo s o c o m u n id a d e s in d íg e n as a m e n a z a d a s de extin ció n, lo mismo que los grupos indígenas aislados y sin relaciones con el m un do exterior, de ben ser protegidos y en el caso de los segundos, incluso se les debe permitir permanecer aislados si así lo desea n. Se trat a claram ente de u n a ‘co nstitucion al social’, seg ún se calificó anter iorm en te a la m ex icana de 1917 y la boliviana de 1938. El derech o a la prop ied ad priv ad a (individual y colectiva) qu ed a lim itada p or su obligación de cum plir u n a func ión social y de no perjudicar el interés colectivo de la sociedad (art. 56). También sanciona específicamente el derecho del Estado a p a rtic ip a r d ire c ta m e n te e n la eco nom ía p a r a la p ro d u c c ió n de bie nes y se rv icio s (art. 316). La C onsti tució n prio riz a la in versión nacional frente a la extranjera, afirmando que la inversión extran jera e star á som etida sin excepción al derecho boliviano (art. 320). Además de ratificar los tradicionales derechos al subsuelo, la Constitución cuenta con todo un capítulo sobre los hidrocarburos, que han de estar bajo el exclusivo control del Estado y de su brazo operativo YPFB (arts. 359-368). Finalmente, respo ndiendo a la instalación en el país de grupo s 321
militares estadounidenses como parte de las campañas anti cocaína, también prohibe específicamente la instalación de b a s e s m ilitares e n te rrito rio bolivia no (art. 10). A dem ás del derec ho o bligatorio de voto de todos los adu ltos m ayores de 18 añ os y del im po rtante derech o de los bolivianos en el extranjero a vo tar en las elecciones gen erales, la C on stitución también permite a las comunidades indígenas emplear sus normas tradicionales para elegir sus representantes, donde el E stad o sólo p o d rá interv en ir si el voto no fu era “igual, un iversa l, directo, ind ividu al, se creto, libre y obligatorio” (art. 26). Tam bién qu ed an g arantizado s los derecho s a la hue lga y a la negociación colectiva. Finalmente, la organización política descentralizada del E stad o boliviano, iniciad a en 1995, culm inó con la elección de los gob ernad ores y concejos dep artam en tales (art. 278-279). La Constitución también permite la organización de regiones a u t ó n o m a s e in c l u so d e c o m u n i d a d e s in d í g e n a s a u t ó n o m a s d e ‘originarios’, au n q u e s u s límites y com petencias pare cen ha b er sido postergadas para cumplimiento posterior (art. 289-296). Adem ás de rev isar la C onstitución, el régim en de Morales ha ampliado en gran medida los anteriores programas de b ie n e s ta r y s u b ra y a d o e s p e c ia lm e n te la s tra n s f e r e n c ia s de ingresos d erivados de las estatizacion es. El gobierno h a hecho un importante esfuerzo por incrementar los programas de redistribución de ingresos ya iniciados durante la segunda p re s id e n c ia de S á n ch ez de Lozada. El p ro g ra m a de p e n sio n e s “B o n o s o l ” d e lo s a ñ o s n o v e n t a s e c o n v i r ti ó e n l a “R e n t a D i g n id a d ”, q u e d a u n a p e n s i ó n m í n im a a t o d o s lo s b o li via n o s mayores de 60 años, independientemente de si gozan de alguna otra pensión. A comienzos de 2009 la recibían unos 75 7.00 0 bolivianos ancian os. O tro program a, que va siendo común en América Latina, consiste en el pago en efectivo del “bono Juancito Pinto”, condicionado a la asistencia escolar en el sector fiscal. Finalmente, hay un programa “bono J u a n a A z u r d u y ”’q u e p e r m ite a l a s m u j e re s e m b a r a z a d a s recibir atención médica trimestral y post-parto, encaminado a r e d u c i r la a l t a i n c id e n c i a d e m o r t a li d a d i n fa n t il y m a t e r n a . Aunque los anteriores programas se financiaban al margen d el p r e s u p u e s t o g u b e r n a m e n t a l , el “b o n o J u a n a A z u rd u y ” c o n tó c o n u n a p o r t e i m p o r t a n t e d el B a n c o I n t e r a m e r ic a n o d e 32 2 —
Desarrollo. La im po rtancia de esos prog ram as pu ede m edirse p o r s u c o b e r tu r a y p o r s u p o rcen taje del PIB. E n 2 0 1 0 la “Ren ta D ignidad” re p re se n tab a el 1.5% del PIB (cifra m uy g ran de p ar a este tipo de transferencias condicionadas de dinero); el “bono Ju an cito Pinto” equivalía al 0.3% y el “bono J u a n a A zurduy”, a otro 0.2%. En 2009 el “bono Juancito Pinto” se pagaba a 1 .7 millones de escolares de primaria; ese mismo año el “bono Juana Azurduy” llegaba a 340.000 madres y ascendía a 25 millones de dólares. Pero en lugar de que el Estado aporte los fondos de los programas de privatización, estos fondos ahora p ro ced e n del in c re m e n to de reg alías g e n e ra d a s p o r el E sta d o m ediante la re-estatización de diversas ind ustrias. El gobierno de Morales ha venido gozando en diversa s formas de una época afortunada. El aumento de la demanda ch ina de m aterias p rim as h a m antenido altos los precios de las exportaciones bás icas de minerales, con su correspo ndiente aumento de ingresos públicos. El hecho de que el gobierno b rasileño de Lula sim p a tiz ara c on el régim en de M orales significó que la estatización de los campos gasíferos pudiera llevarse a cabo con u n a conflictividad relativam ente b aja y que P etrobras siguiera exportando gas al Brasil, aunque ya no quisiera seguir invirtiendo en gran escala en nuevas exploraciones o instalaciones. El ambiente internacional continental t a m b i é n f u e p r o p ic io . D e s d e c o m ie n z o s d e sig lo E s t a d o s Unidos ha abandonado una activa política intervencionista en América Latina a causa de su concentración en Oriente Medio. Finalmente, la existencia de gobiernos simpatizantes en Venezuela y Ecuador, además de los centroizquier da en A rgentina, Brasil y, h a s ta h ace poco, Chile, h a da do a Bolivia u n gran espacio internacional, en que la estatización de em presas extranjeras (mu chas de ellas, estatales) h a com portado pocas consecuencias negativas inmediatas. Las pos iciones activas anti-estadounidenses tampoco le han causado reacciones p erju d iciale s e n el cam p o in te rn a cio n al. Pero tam bién h a tenido s u s costos. El partido del MAS y su s dirigentes, al ace p tar su visión de u n a sociedad revo lucionaria, cada vez más han querido atacar instituciones democráticas fund am entales. Todavía no se sab e h as ta dónde irán el partido
y s u s d i ri g e n te s e n e s a d i r ec c ió n p a r a j u s t i f ic a r s u s r e fo r m a s s o c ia le s y e c o n ó m i c a s. T a m b i én h a n p r ov o c ad o i n t e r n a m e n t e una permanente tensión política, Finalmente, su vuelta a la re-estatización de la exploración de los recursos naturales y a l a re o r g a n iz a c ió n d e l a s e m p r e s a s e s t a t a l e s s e h a p r o d u c id o con un alto costo económico; ha significado la pérdida de las inversiones extranjeras directas, sin que se haya desarrollado u n m ercado na cional de capitales suficiente pa ra viabilizar u n crecimiento económico sostenible a largo plazo. También ha tenido como efecto que el gobierno perdiera o expulsara una p a rte de s u s experto s té cnic os, ad em ás de d ebilit ar l a b u ro cracia p re c isa m e n te cu a d o la n e c e sita p a r a llevar a cabo aq u ella s estatizaciones de u n a form a eficiente. Recientes anuncios de enjuiciar a anteriores presidentes democráticamente elegidos por las políticas económicas que im pulsaron, son ejemplo de u n régimen que se siente am enazado p o r la s a n te rio re s élit es y q u e casi n u n c a q u ie re n eg o ciar con las fuerzas o po sitoras. Los ata q u es co n tra la eficiente y crucial Corte Nacional Electoral, en abril de 2010, cuando el voto ciudadano no repitió los resultados que deseaba el partido de gobierno, fue otra expresión preo cu pa nte de ciertas tenden cias a u t o r i ta r i a s d e n t r o d el MAS. F i n a lm e n t e, l a c a m p a ñ a b a s t a n t e sistemática contra los jefes elegidos de la oposición de rango n a c io n a l, d e p a r t a m e n t a l y m u n i cip a l, m u e s t r a u n g o b ie rn o q u e s ig u e te n i e n d o p r o b l e m a s e n p r a c t i c a r l as n o r m a s d e u n a p olítica q u e p u e d a lla m a rs e ‘d e m o c rá tic a ’. El p ro p io p a r t i d o t a m b i é n h a c o m e n z ad o a m o s t r a r g ri e ta s p o r s u s b o rd e s c u a n d o lo s d irig e n te s in d íg e n a s y m estizo s demuestran ser más independientes y más locales en sus compromisos políticos. El MAS ha tenido problemas para controlar las ciudades, pero todavía para hacerlo en algunos de sus centros tradicionales de apoyo. Así, en las elecciones de pa rtam en tos y m unicipales de abril de 2010, la oposición ha obtenido un apoyo importante en El Alto, además de vencer en La Paz. El MAS también tiene algunas dificultades en el altiplano con dirigentes opositores que cuestionan candidatos nacionales del partido. El partido de gobierno también ha p erd id o tre s d e p a rta m e n to s (S an ta C ruz, T arija y el Beni) en manos de la oposición. Pero a pesar de todos estos reveses,
i n c l u s o e n l os d e p a r t a m e n t o s d e l a ‘m e d i a l u n a ’ d o n de h a p erd id o el MAS, se h a situ a d o e n u n re sp e ta b le se g u n d o lu gar. En e s t o s d e p ar t a m e n t o s o r i e n t al e s , nú c l e o d e l a a g r i c u l t u r a com ercial y de los yacimientos de gas n atu ra l y de petróleo, el MAS actu alm en te está bien asen tado . Asi, a pes ar del inevitable deb ilitam iento del movimiento al comienzo del segun do periodo de Evo M orales, el MAS sigue siend o u n po dero so ‘p a rtid o ’ n a c i o n a l d i ri g id o p o r d i r ig e n t e s ‘i n d í g e n a s ’ q u e a c a b a n d e hacerse con el poder. Por otra parte, el propio Morales sigue s ie n d o c o n s i d e r a do u n j e fe d i n á m i c o y c a r i s m á t i c o , qu e al p re s e n te c u e n ta con el apoyo m ay o ritario de la pobla ció n.
ENSAYO BIBLIOGRÁFICO I. Estudios generales Bolivia ha estado bien servida por sus historiadores tradicionales con varios tratados generales que ofrecen un e s q u e m a c o h e r e n t e d e la e v o lu c ió n d e l p a í s . L a s m á s i m p o r ta n t e s e i n f lu y e n t e s d e e s t a s n u m e r o s a s h i s t o r i a s g e n e r a l e s s o n l a s d e A . A r g u e d a s , H i s t o r i a G e n e r a l d e B o l iv ia (La Paz, 1922) y de E. Fin ot, N u e v a h is to r ia d e B o liv ia ( B u e n o s A i re s, 1 9 4 6) . E n t r e l a s o b r a s m á s r e c i e n t e s d e s í n t e s i s s e p u e d e n m e n c io n a r la p e r m a n e n te m e n te a c tu a li z a d a d e J . d e M esa, T. G isbe rt y C.D. M esa, H is to r ia d e B o liv ia (La Paz,200 1), C. López B eltrán , B io g r a fía d e B o livia , u n e s tu d i o d e s u h is to r ia (La Paz, 1993) y A. C resp o, J . C resp o E y M.L. K ent (eds.), L o s b o l i v ia n o s e n e l t ie m p o (La P a z, 1 9 9 5 ); s e o f re c e u n e s t u d i o g e n e r a l d e la h i s t o r i a n a c i o n a l , c o m p a r á n d o l a c o n l a d el P e r ú , en M. Mórner, T h e A n d e a n P a s t. L a n d , S o c i e te s a n d C o n f lic ts ( N u ev a Y ork , 1 9 85 ) y e l m á s r e c i e n t e d e B r o o k e L a r s o n , T r i á i s o f N a tio n M a k in g , L ib e r a lis m , R a c e a n d E th n ic ity in th e A n d e s , 1 8 1 0 - 1 9 1 0 (C a m b r id g e , 2 0 0 4 ). U n a v i s ió n a l t e r n a t iv a d e la
h i s to r i a n a c i o n a l h a s id o p r o p u e s t a p o r X. A lb o y J . M. B a r n a d a s , L a c a r a in d ia y c a m p e s i n a d e n u e s t r a h is to r ia (La P az , 1 98 4 ) y p r o f u n d i z a d o p o r F o r r e s t H y l to n a n d S i n c l a ir T h o m s o n , R e v o lu tio n a r y h o r iz o n s : p a s t a n d p r e s e n t in B o liv ia n p o l i t i c s (L o n d o n , 2 0 0 7 ) . E n t r e lo s p a n o r a m a s b i b l io g r á fic o s r e c i e n t e s , so n ú t il e s y m e r e c e n c o n s u l ta r s e l os d e J .M . B a r n a d a s , M a n u a l d e b ib lio g r a fía . I n tr o d u c c ió n a lo s e s t u d i o s b o l i v ia n o s c o n t e m p o r á n e o s , 1 9 6 0 - 1 9 8 4 (C u z c o , 1987 ), de B.
L a r so n , “A lg u n o s n u e v o s r u m b o s d e l a in v e s t ig a c i ó n h i s t ó r i c a y a n t ro p o l ó g i c a d e te m a b o liv ia n o e n lo s E s t a d o s Unidos”, H is to r ia B o l i v i a n a 7 ( C o c h a b a m b a , 1 9 8 7 ) , y d e H. S . K l ein , R e c e n t T r e n d s i n B o l iv i an S t u d i e s ” , L a t í n A m e r i c a n R e s e a r c h R e v i e w 3 1 :1 (1 99 6). S e e n c u e n t r a u n a in t r o d u c c i ó n reciente a los archivos bolivianos en R. Barragán et al. Guía d e a r c h iv o s p a r a la h is to r ia d e lo s p u e b l o s i n d íg e n a s e n B o liv ia
(La P a z, 1 99 4). F i n a lm e n t e , h a y q u e m e n c i o n a r a l g u n a s i m p o r ta n t e s r e v i s ta s h i s tó r i c a s n a c i o n a le s : H is t o r ia B o l iv ia n a ( C o c h ab a m b a ), e d i t a d a p o r J .M . B a r n a d a s d e 1 98 1 a 1 9 8 7 H is to r ia y C u ltu r a (La Paz), qu e de sd e 1973 pu blic a la Sociedad Bo liviana de H istoria; A n u a rio d e l A r c h iv o y B ib lio te c a N a c io n a le s ( S u c r e ) d e s d e 1 9 9 5 ; D a t a : R e v i s t a d e l I n s t i t u t o d e E s t u d i o s A n d i n o s y A m a z ó n i c o s (La P a z , 1 9 9 1 - 1 9 9 7 ) ; e H i s t o r i a s (La P a z , 1 9 9 7 - 2 0 0 3 ) d e la C o o r d i n a d o r a d e H is to r ia . P o r lo q u e s e r e fi e re a o b r a s m á s e s p e c i a l iz a d a s , L. P e ñ a l o z a , N u e v a h i s t o r i a e c o n ó m i c a d e Bolivia (7 v., La P az , 1 9 8 1 - 1 9 8 7 ) p r o p o r c i o n a u n a i n tr o d u c c i ó n r a z o n a b l e d e l t e m a a u n q u e l i m it a d a . E s m á s e sq u e m á t ic o , p e ro c o n i m p o r ta n t e in f o r m a c i ó n e s t a d í s t ic a r e t r o s p e c t iv a , E. A rze C u a d r o s , L a e c o n o m í a d e B o liv ia ... 1 4 9 2 - 1 9 7 9 (La Paz,1979). G. Lora ofrece un estudio general del movimiento obrero en l a h i s t o r i a b o l i v i a n a e n s u H i s t o r i a d e l m o v im ie n t o o b r e r o e n B o l iv i a ( 4 v . , L a P a z , 1 9 6 7 - 1 9 8 0 ) . G . F r a n c o v i c h s e o c u p a d e l a h i s t o r i a d e la s i d e a s e n L a f i l o s o f í a e n B o liv ia (S uc re, 1945). L a p r o d u c c i ó n d e lo s h i s - t o r ia d o r e s e s t á b ie n a t e n d i d a e n V. A b e c i a , H i s t o r i o g r a f í a b o l i v i a n a (2a ed ., La Paz, 1973). U n a h i s t o r i a d e l a s l e g i s la t u r a s c o n s t it u c i o n a l e s b o l iv i a n a e s t á e n R . B a r r a g á n L a a s a m b l e a c o n s t i t u y e n t e e n la h is to r ia d e B o livia (La Pa z,2006 ).M. Rolón A naya e stu d ia el pe ns am ien -to político e n , P o lític a y p a r t i d o s e n B o l i v i a (3a ed ., La P az, 1999), q u e t a m b i é n c o n t ie n e l a m á s c o m p le ta p r e s e n t a c i ó n d e lo s p r o g r a m a s y p l a ta f o r m a s p a r ti d a r ia s , q u e p u e d e n c o m p l e m e n t a rs e con G. Lora, D o c u m e n to s p o lític o s d e B o liv ia (2 v., La Paz, 1987) y lo más nuevo en programas de partido han sido reunidos p o r la C orte N acio na l E le cto ra l (CNE) L a r e p r e s e n ta c i ó n p o lític a e n B o l iv ia . P a r t id o s p o l ít ic o s (La P a z , 2 0 0 5 ) . L os p r i m e r o s estud ios so-bre las con du ctas electorales en el periodo m ode rno lo presenta S. Rome-ro Ballivián, G e o g r a f ía e l e c t o r a l d e B olivia (2a ed ., La P az, 1998) y G e o g r a f ía e l e c t o r a l d e B o li via : a s í v o t a n — 327 —
l o s b o l iv i a n o s (La Paz, 1993) y el recie n te es tu dio E l ta b le r o r e o r d e n a d o . A n á l i s i s d e la e le c c ió n p r e s i d e n c i a l d e 2 0 0 5 (La
Paz,2006). La Corte Nacional Electoral ha promovido útiles estu dio s sob re elecciones, votación y registro de votos. Ver po r e je m p l o el d e t a ll a d o a n á l i s i s d e C a r lo s H u g o C o r d e r o C a r r a f f a H is t o r i a e le c to r a l d e B o liv ia 1 9 5 2 - 2 0 0 7 (La P a z , 2 0 0 7 ) ; y p a r a l a r e p r e s e n t a c i ó n e le c to r a l d u r a n t e l a h i s t o r ia r e p u b l i c a n a v e r E d u a r d o L e a ñ o R o m á n S i s t e m a s e l e c t o r a l e s e n B o liv ia . L a c o n v e r s i ó n d e v o t o s e n c a r g o s d e l E j e c u tiv o y L e g i s l a t i v o (La Paz,2005) así como la práctica compilación estadística sobre el voto en “25 Años de evolución electoral en Bolivia,” C N E , U n i d a d d e A n á l i s i s e I n v e s ti g a c i ó n , B o l e tín E s t a d í s t ic o III: 7 (2007); el registro de votantes (Padrón Nacional Electoral o P N E ) y s u e v o l u c i ó n d e s d e 1 9 8 5 a 2 0 0 5 e n C NE , U n id a d d e A n á l i s i s e I n v e s tig a c ió n , B o le tín E s t a d í s t i c a V (2005). Uno de los más interesantes estudios sobre la reciente e importante reform a adm inistrativa en los mu nicipios es el de M.S. Grindle, A u d a c i o u s R e f o r m s . I n s ti t u ti o n I n v e n ti o n a n d D e m o c r a c y in L a tín A m e r ic a (Ba ltim ore,2000); ver tam -b ién H. G rebe López e t a l., L a s r e f o r m a s e s t r u c t u r a l e s e n B o l iv i a (L a Paz, 1998), y
p a r a u n d e ta lla d o a n á lis is d e la re fo rm a s d e d e s c e n tra liz a c ió n consideradas en la Constitución de 2009 ver Carlos Romero y C a r l o s B ó h r t I r a h o l a , A u to n o m í a s S e h a c e c a m in o a l a n d a r (La Paz,2009). Los textos constituciona-les de Bolivia hasta la d é c a d a d e 1 9 5 0 s e e n c u e n t r a n e n l a c o m p i la c ió n y a n á l is i s d e C.F. T rigo, L a s c o n s t i t u c i o n e s e n B o l iv i a (Madrid, 1958) y m ien tras H. Vaca Diez ex am in a el P e n s a m ie n t o c o n s titu c io n a l b o liv ia n o , 1 8 2 6 - 1 9 9 5 (La P a z , 1 9 9 8 ). L a le g i s l a c i ó n b o l i v i a n a p a r a l o s i n d io s y la s o c i e d a d r u r a l e s t á r e c o p i la d a e n lo s d o s v o l ú m e n e s d e J . F lo r e s M o n c a y o , L e g i s l a c i ó n b o l i v i a n a d e l i n d i o . R e co p il a ció n , 1 8 2 5 - 1 9 5 3 (La Paz, 1953) y A. M aldo nad o, D erech o , a g r a r i o . H i s t o r i a - D o c t r i n a - L e g i s l a c i ó n (L a P a z , 1 9 5 6 ) . Entre las numerosas, historias de las complejas relaciones in ter n ac io n ale s d e Bolivia, la mejo r es la d e V. Abecia Baldivieso, L a s r e la c io n e s in te r n a c io n a le s e n la h is to r ia d e B o liv ia (2 v., 2 a e d . , L a P az , 1 9 8 6 ). V e r t a m b i é n l a r e c i e n t e c o m p i l a c ió n d e estudios de E. Arze Quiroga, L a s r e la c io n e s in te r n a c io n a le s d e B o liv ia , 1 8 2 5 - 1 9 9 0 (La P az ,1991). Las íntim as rela cion es con G r a n B r e t a ñ a h a e s t u d i a d o R. Q u e r e ja z u C alv o en B o l i ll a y l o s i n g l e s e s ( La P a z , 1 9 7 1 ) e l a n á l i s i s d e L .E . B i e b e r , L a s — 3 28 —
r e la c io n e s e c o n ó m ic a s d e B o liv ia c o n A le m a n ia , 1 8 8 0 - 1 9 2 0
( B e rlín , 1 9 84 ) e s m o d é l ic o p a r a e n t e n d e r l a s r e l a c i o n e s d e Bolivia con un país extranjero. El ha ampliado ese estudio en su libro P u g n a p o r in fl u en cia y h e g e m o n ía . L a r iv a lid a d g er m a n o e s t a d o u n i d e n s e e n B o liv ia , 1 9 3 6 - 1 9 4 6 ( F r a n k f u r t ,2 0 0 4 ). L a s c o n f li c ti v a s r e la c i o n e s c o n C h i le e s t á , d e s d e e l p u n t o d e v i s t a c h i l e n o l a o b r a d e F . A . E n c i n a , L a s r e la c i o n e s e n t r e C h ile y B o liv ia , 1 8 4 1 - 1 9 6 3 (Santiago de Chile, 1963) y los e stu dio s en torno a las relaciones con Estados Unidos se explican abajo. L a l i te r a t u r a d e l p a í s c u e n t a c o n d iv e rs o s e s t u d i o s d e s d e diversas perspectivas y de una utilidad también diversa: E. Finot, H is to r ia d e la lite r a tu r a b o liv ia n a (4a ed ., La P az, 1975 ), E D i ez d e M e d i n a , L i t e r a t u r a b o l i v i a n a ( M a d r id , 1 9 5 4 ) , J . Sanjinés se ha ocupado del tema en dos obras: Tendencias a c t u a le s e n la lite r a tu r a b o liv ia n a (Valencia, 1985) y L ite r a tu r a c o n te m p o r á n e a y g r o te s c o s o c ia l e n B o liv ia (La Pa z, 199 2). El m e j o r e s t u d i o d e l a n o v e l a s ig u e s ie n d o e l d e A. G u z m á n , L a n o v e la e n B o liv ia (La Paz, 1955) y s u D ic cio n a rio d e la L ite r a tu r a L a tin o a m e r ic a n a . B o livia (Washington, 1955), qu e e n o tra versión h a v u e lto a a p a r e c e r c o m o P o e t a s y e s c r i t o r e s d e B o li v ia f C o c h a b a m b a , 1 97 5); e x i s te u n b r ev e p a n o r a m a g e n e r a l d e T. Gisbert, L ite r a tu r a v irre in a l d e B o liv ia (La Paz, 1963) y el estu d io de P. Zayas de Lima, L a n o v e la in d ig e n is ta b o liv ia n a , 1 9 1 0 - 1 9 6 0 ( B u e n o s A i re s, 1 98 5). N o e x is te n i n g ú n p a n o r a m a c o m p l e to d e l a s a r t e s p l á s t i c a s , a u n q u e c om o p o d r á v e r se e n l a s s e c ci o n e s s i g u i e n t e s , la o b r a d e J . d e M e s a y T. G i s b e r t e s f u n d a m e n t a l p a r a u n a v a lo ra c ió n d el te m a e n lo s p e rio d o s p r e h is p á n ic o , c o lo n ia l y r e p u b li ca n o ; u n a b u e n a i n t ro d u c c i ó n a l a a r q u i t e c t u r a b o liv ia n a e s B o liv ia . M o n u m e n to s h is tó r ic o s y a r q u e o ló g ic o s ( M é x i c o ,1 9 7 0 ) . L a p i n t u r a m o d e r n a e s e s t u d i a d a p o r P. Q u e r e j a z u e n P in tu r a b o liv ia n a d e l s ig lo X X (Milán, 1989); p a ra el te atr o , M.T. S oria, Teatro bo liviano e n e l siglo XX (La Paz, 1980); p a r a el c in e , A. G u m u c io , H i s t o r i a d e l c in e e n B o li v i a (La P a z , 1 9 8 4) y J . S á n c h e z H ., T h e A r t a n d P o l iti c s o f b o l i v ia n C i n e m a ( L a n h a m , M D , 1 9 99 ) . A unqu e existen m uc ha s historias de las órden es religiosas, a d e m á s d e d i v e r s a s c o le c cio n e s d o c u m e n t a l e s y e s t u d i o s internacionales más amplios, la única historia general de la Iglesia en Bolivia es de E. López M ené nde z C o m p e n d io d e la h is to r ia e c le s iá s t ic a d e B o liv ia , (La Paz, 1965). O tra in stitu ció n — 329 —
q u e c u e n t a c o n s u h i s t o r i a e s e l e j é r c i t o : J . D í a z A ., H is t o r ia d e l e jé r c ito d e B o li v i a , 1 8 2 5 - 1 9 3 2 (L a P a z , 1 9 4 0 ) ; J . D u n k e r l e y , O r íg e n e s d e l p o d e r m il it a r e n B o l iv ia . H i st o r ia d e l e j é r c i t o , 1 8 7 9 - 1 9 3 5 (L a P a z , 1 9 87 ) y G . P r a d o S a l m ó n , P o d e r y f u e r z a s a r m a d a s , 1 9 4 9 - 1 9 8 2 (La Paz, 1984). La m ed icin a h a s id o e s t u d i a d a p o r J .M . B a lc á z ar , H i s t o r i a d e la m e d i c i n a e n B o liv ia (La P a z, 1 9 5 6) , E n c a m b i o , l a i m p o r t a n t e p r o f e s i ó n ’ d e
l a a b o g a c í a no c u e n t a c o n n i n g ú n e s tu d i o a c e p ta b l e . P u e d e verse un análisis original de la evolución de la ingeniería en M . E . C o n t r e r a s , T e c n o lo g ía m o d e r n a e n l o s A n d e s . M in e ría e i n g e n i e r í a e n B o l i v i a e n e l s i g l o X X (L a P a z , 1 9 9 4 ) . D a d a l a i m p o r ta n c i a d e la m i n e r í a y el e x t r a o r d i n a r i o t e r r e n o d e l p a í s , B o liv ia h a s id o o b j e to d e a m p l i a in v e s t ig a c i ó n p o r e s p e c ia lis ta s n a c io n a le s y e x tra n je ro s e n lo s c a m p o s geoló g ic o s y g eo g rá fic o . M u c h a d e e s a b i b li o g r a fí a e s t á r e s u m i d a e n J . M u ñ o z R e y es ., G e o g r a f ía d e B o l iv i a (3a ed ., La P az, 1991) y e n F . A hl - f e l d ,G e o l o g ía d e B o liv ia (3a ed ., La P az, 1972 ). El e s t u d i o m á s r e c i e n t e y a m p l io e s e l d e I. M o n t e s d e O c a, G e o g r af ía y r e c u r -s o s n a t u r a l e s d e B o l iv ia (3a ed ., La P az, 1997). E l M in is te rio d e A s u n t o s C a m p e s i n o s y A g r o p e c u a r io s h a r e a li z a d o u n i n t e r e - s a n t e e s f u e rz o d e r e c a r t o g r a f i a r lo s s u e l o s y el c lim a d e B o liv ia re c u r r ie n d o a c r i te r io s m á s m o d e r n o s e n M a p a e c o ló g ic o d e B o l i v i a ( La P az , 1 9 7 5 ). U n e s t u d i o i n g l é s o fre ce u n a n á - li s is m á s t r a d i c io n a l y d e g r a n i m p o r ta n c i a d e l o s s u e l o s b o l i v i a - n o s : T . T . C o c h r a n e , P o t e n c i a l a g r íc o la d e l u s o d e la . t ie r r a d e B o l iv i a (La Paz, 1973); su s zo na s ecológicas se estudian en. C.E. Brockman (ed.), P e rfil a m b ie n t a l d e B o liv ia (La Paz, 1986). Aunque limitado es útil el análisis de la d i s tr ib u c i ó n d e la s p l a n t a s c o m e rc ia le s y d e s u b s i s t e n c i a d e G . B a r j a y A. C a r d o z o , G e o g r a f í a a g r í c o l a d e B o l iv i a (La P a z , 1 97 1). C o n s e r v a n l a i m p o r ta n c i a q u e l e d a n s u s a m p l ia s r e co p i la c io n e s e s t a d í s ti c a s lo s e s t u d i o s g u b e r n a m e n t a l e s d e c o m i e n z o s d e l s ig lo X X d e l a O f ic i n a N a c i o n a l d e I n m i g r a c ió n , E s t a d í s t i c a y P r o p a g a n d a G e o g r á f i c a , S i n o p s is e s t a d í s t i c a y g e o g r á f i c a d e la R e p ú b l i c a d e B o l i v i a (2v., La Paz , 19 03), G e o g r a fía d e l a R e p ú b l ic a d e B o l iv ia (La Paz, 19 05 )y D ic c io n a r io g e o g r á f i c o de la R e p ú b l i c a d e B o liv ia (4v., La P a z , 1 8 9 0 - 1 9 0 4 ) . U n a i n t e r e s a n t e g e o g ra fí a p o lí ti c a d e B o liv ia r e l a t iv a a s u s p r o b l e m a s f r o n te r i z o s es l a d e J .V . F ife r, B o liv ia . T e rr ito rio , s i tu a c i ó n y p o l í ti c a d e s d e 1825 (Buenos Aires, 1 9 7 6 ) .
E l c o n t e x t o g e o g rá fic o u r b a n o s e e x p l o r a e n W. S c h o o p , C i u d a d e s b o l i v ia n a s (L a P a z , 1 9 8 1) . E n l a a c t u a l i d a d e l p a í s t a m b i é n c u e n t a c o n a m p l ia s c o l ec cio n e s de m a p e o s a é r e o s y s a t e l i ta l e s , a d e m á s d e m a p a s d e m o g r á f ic o s y g e o g rá fic o s m od ern os del Instituto Geográfico Militar y del Ins tituto N acional d e E s t a d í s ti c a . L os m a p a s s a t e l i ta l e s s o n a n a l iz a d o s y reg istrad os e n L.E. G iddings, B o liv ia -f ro m S p a c e (Ho uston,1977). E l ú n i c o , a u n q u e l im it ad o , in t e n t o d e o f re c e r c a r t o g r a f í a histó rica es el de R. Con darco M orales, A tla s h istó rico d e B o livia (La P a z , 1 9 85 ). U n a a m p l i a b i b l i o g r a f ía s o b r e e x p l o r a c i o n e s s e d e s c r i b e e n M. F r o n t a u r a A r g a n d o ñ a , D e s c u b r i d o r e s y e x p l o r a d o r e s d e B o l i v ia (L a P a z , 1 9 7 1) . P a r a l a f a u n a d e l a región, existen d os estu dio s básicos: R.A. Payn tner, Omithological G a z e t t e e r o f B o l iv ia (2 a e d . , C a m b r i d g e , 1 9 9 2) y S . A n d e r s o n , M a m m a ls o f B o liv ia . T a x o n o m y a n d D is tr ib u tio n (Nueva York, B u l le ti n 2 3 1 , A m e r ic a n M u s e u m o f N a t u r a l H i s to r y ,1 9 9 7 ) y p a r a u n d e ta lla d o a n á lis is d e lo s b o s q u e s v e r T .J . K ill een e t a l . , G u í a d e á r b o l e s d e B o l i v i a (La P a z / S t . L o u i s , 1 9 93 ). P a r a c o n o c e r la e v o l u c ió n d e l a p o b l a c ió n b o l iv i a n a v e r A . A v e r a n g a M o l l i n e d o , A s p e c t o s g e n e r a l e s d e la p o b l a c i ó n b o liv ia n a (3a ed., La Paz, 1998) y A.S. Siliz Sán ch ez , L a p o b la c ió n d e B o l i v i a (L a P a z ,2 0 0 1 ) . T a m b i é n v e r l a s n u m e r o s a s p u b li c a c i o n e s d e l I n s t i t u t o N a c io n a l d e E s t a d í s t i c a (INE), e s p e c i a l m e n t e e l A n u a r io E s t a d ís t i c o y l a s er ie a n u a l d e d a t o s e c o n ó m ic o s y s o c i al es c o m p u e s t o s p o r la U n i d a d d e A n á l is is de Políticas Sociales y Eco nó m icas. M inisterio de Planificación y D e s a r r o ll o (UDAPE); a d e m á s e s t á n l a s p u b l i c a c i o n e s d e l o s organismos de la ONU dedicadas a Bolivia (especialmente la CEPAL): A n u a r io e s t a d í s t i c o d e A m e r ic a L a t in a y e l C a r ib e y P a n o r a m a s o c i a l d e A m é r i c a L a t i n a ( a n u a r i o s e n v a r i o s v o l ú m e n e s d i s p o n i b l e s o n -l in e ). C E L AD E ( u n a s u b - d i v i s i ó n d e la CEPAL) es la fuente principal para las estadísticas dem ográficas com parativas, ver especialm ente su L a tín A m e r ic a n a n d C a r i b b e a n D e m o g r a p h i c O b s e r v a t o r y ( B u lle tin ) y s u s d i f e r e n t e s b a s e s d e d a t o s o n - li n e. E n t r e lo s r e c i e n t e s e s t u d i o s d e m o g r á f ic o s e s t á n R. F o r s t e , “T h e E f f e c ts o f B r e a s t f e e d i n g a n d B i r th S p a c i n g o n I n f a n t a n d C h il d M o r ta l it y i n B o l iv ia ”, P o p u la tio n S t u d i e s 4 8 / 3 (1 9 94 ). E s d e i n t e r é s a c a d é m i c o l a ad ap tac ió n a la vida en las altu ra s: ver P.T. B ak er y M.A. Liffle ( e d s . ) , M a n in t h e A n d e s . A M u l t i d i s c i p l i n a r y S t u d y o f
H i g h - A l t i t u d e
Q uechua
( S t r o u d s b u r g , P A ,1 9 7 6 ) y
v a r i o s ,t ra b a j o s a p a r e c i d o s e n - e l A m e ñ c a n J o u r n a l o f P h y s i c a l A n th r o p o lo g y .
II. U niverso s pre co lon ial y colon ial Las noved ades m ás sug erentes de la historiografía boliviana s e r e f ie r e n a lo s t e m a s p r e c o l o m b i n o s y a l a h i s t o r i a s o c i a l y económ ica colonial. G ran p arte de ese trabajo h a sido ejecutado p o r h is to r i a d o r e s y a n tr o p ó lo g o s , q u ie n e s s e h a n in f lu id o m u t u a m e n t e p a r a d a r lu g a r a n u e v a s in t e rp r e ta c io n e s . P a r a el ho m bre prim itivo y s u evolución en la región ver S. J. Feedel, P r e h is to r y o f th e A m e r ic a s ( 2a e d . , C a m b r i d g e , 1 9 92 ) y p a r a l a avance de las sociedades avanzadas, L. G. Lumbreras, The P e o p l e s a n d C u ltu r e s o f á n d e n t e P e r ú (W ashington , 1974) y K. 0 . B r u h n s , A n c i e n t S o u t h A m e r i c a ( C a m b r i d g e , 1 9 9 4 ) . U n p a n o r a m a r e c ie n te d el i n c o n s t a n te c a m p o d e la a r q u e o lo g ía an d in a e stá en T. N. D’Altroy, “R ecent R ese arc h o n th e c en tral Andes”, J o u r n a l o f A r c h a e o lo g ic a l R e s e a r c h 5:1 (1997). E n tre los estudios anteriores dedicados a los desarrollos locales an teriores a la co nq uista se registra: A. Posn ansk y, T i a h u a n a c u (2 v., Nu eva York, 1945), D. E. Ib a rr a G ras so , P r e h is to r ia d e B o liv ia (2 a. e d ., L a P a z , 1 9 7 3) y lo s d i s c u t i d o s t r a b a j o s d e C . P o n c e S a n j i n é s , D e s c r i p c i ó n s u m a r i a d e l t e m p l e t e s e m i s u b t e r r á n e o d e T i w a n a k u (La P az, 196 4) y T i w a n a k u : e s p a c i o , t ie m p o y c u l tu r a (L a P a z, 1 9 7 2). T r a s d é c a d a s d e e n c l a u s t r a m i e n to , s ólo r e c ie n t e m e n t e h a n s id o a u t o r i z a d a s excavaciones a gran escala por arqueólogos profesionales b o liv ia n o s y e x t r a n j e r o s ; e s t a n u e v a in v e s tig a c ió n s e h a c o n c e n t r a d o e n T i w a n a k u y l a b a s e a g r í c o la d e civ ili za c io n e s avanzadas en el altiplano sintetizada por A. L. Kolata en su o b r a T h e T i w a n a k i t- P o r tr a it o f a n A n d e a n C i v i l i z a t i o n ( C a m b r id g e , 1 99 3) y lo s d o s v o l ú m e n e s q u e h a r e c o p i la d o : T i w a n a k u a n d I ts H i n te r la n d A r c h a e o l o g y a n d P a l e o ec o lo g y o f a n A n d e a n C i v il iz a t io n (2 v ., W a s h i n g t o n D C , 1 9 9 6 - 2 0 0 0 ) .
También se ha hecho mucho trabajo en las poblaciones t i w a n a k o t a s s i tu a d a s a l n o r te d e l la g o , e n lo s q u e h a n intervenido jóven es arqueó logos, bolivianos: véase J. A lbarracín J o r d á n , T i w a n a k u , a r q u e o lo g í a r e gio n a l y d i n á m i c a s e g m e n t a r i a (La Paz, 1996) y del m ismo a u to r y J. E. M athews, A s e n ta m ie n to s
a y m a r a s fu e r o n i n i c ia lm e n t e e s tu d i a d o s e n b a s e a colecciones de superficie, cuyos resu ltado s fueron pre sen tado s p o r J . H yslop e n “El á r e a L u p a c a b a jó el d o m in io in c a ic o . U n reconocimiento arqueológico” H is t ó r ic a (Lima) 3:1 (1979) y en s u tesis doc toral “An a r c h a e o lo g ic a l I n v e s tig a tio n o f th e L u p a c a K i n g d o m a n d I t s O r ig in s “ (C olu m bia U., New York, 1976). C. J . J u l ie n e s tu d i ó l a e t n o h i s to r i a e n H a tu n q o lla : A V i e w o f l n c a R u l e f r o m t h e L a k e T it i c a c a R e g i ó n ( B e r k el ey , 1 9 8 3 ) . O t r a s i n v e s t i g a c i o n e s a r q u e o l ó g i c a s d e l l u g a r so n : M. B e r m a n n , L u k u r m a t a . H o u s e h o l d A r c h a e o l o g y in P r e h i s p a n i c B o l i v i a ( P r i n c e t o n , 1 9 9 4 ) ; C h . S t a n i s h , A n c i e n t T itic a c a : t h e e v o lu t io n o f c o m p l e x s o c i e t y i n S o u t h e r n P e r ú a n d n o r t h e r n B o l i v i a ( B e r k e l e y , 2 0 0 3 ) ; C h . S t a n i s h y B. S. B a u e r (e ds .) A r c h a e l o g i c a l R e s e a r c h in t h e I s l a n d s o f t h e S u n a n d M o o n , L a k e T itic a c a , B o liv ia (Los A ngeles,2004), a n d Ch. S tan ish , A. B. C oh én y M. S. A lden de rfer, (eds.), A d v a n c e s in T iti c a c a B a s i n A r c h a e o lo g y (Los A ngeles,2005). P. Lecoq h a e stu d iad o a grupos aym aras que co ntrolaban el salar de Uyuni en Uyuni P r é h is p a n iq u e . A r c h é o lo g ie d e la c o r d illé r e i n te r s a la r ( s u d - o u e s t b o l iv ie n ) (O x f ord , 1 9 9 9 ) y h a y n u e v o s t r a b a j o s d e l o s v a l l e s
c o m o l a te s i s d e A. H i g u e r a s -H a r e , “P r e h i s p a n i c s e t tl e m e n t a n d l a n d u s e in C o c h a b a m b a , B o liv ia ” (U. o f P i tt s b u r g h , Pittsburgh,1996). Para interpretar la naturaleza de la civilización andina en el perio do de s u m áxim o desarroll o pre vio a la c o n q u is ta e sp añ o la, h a s id o f u n d a m e n t a l la o b r a de J .V . M u r ra . E n t r e s u s n u m e r o s o s e s tu d i o s, l os m á s i m p o r ta n t e s d e s d e u n a p e r s p e ct iv a b o liv ian a s o n F o r m a c io n e s p o l í t i c a s y e c o n ó m i c a s e n e l m u n d o a n d in o (Lima, 1975), “An A ym ara K ingdom in 157 6” E th n o h is to ry 1 5 / 2 (1968) y sus ediciones de G. Diez de San Miguel, V i s i t a h e c h a a l a p r o v in c i a d e C h u c u ito ... e n e l añ o 1576 (Lim a,1964) y V i sita d e lo s v a l le s d e S o n q o e n lo s y u n k a d e c o ca d e L a P a z [ 1 5 6 8 - 1 570/(Madrid, 1991). E sta s visitas de los reino s ay m ara s del lago Titicaca han ins-pirado muchos de los trabajos de F. P e a s e , a l g u n o s d e l o s . c u a l e s h a n q u e d a d o , r e c o g i d o s e n D e l T a w a n t i n s u y u a l a h i s t o r i a d e l P e rú (L im a, 1 9 78 ); p a r a u n a visita de los valles de C o ch ab am b a ver J . M. Gordillo y M. Del Río, L a v i s i t a d e T i q u i p a y a ( 1 5 7 3 ) . A n á l i s i s e t n o - d e m o g r á f i c o d e u n p a d r ó n t o l e d a n o ( C o c h a b a m b a , 1 9 9 3 ). S o b r e el Tawantinsuyu en la historia boliviana, los estudios de J.V.
M u r r a , A. M é t r a u x , J . H . Ro w e , S . E M o o re , R.T . Z u i d e m a , M . R ostw orow ski, W. E spin oz a, F. Pea se, N. W ach tel y, C. M orris s o n d e a y u d a p a r a c o m p r e n d e r l a e x p e ri en c i a b o liv ia n a. S o b re e l p a p e l e s p e c ia l d e lo s v a ll es d e C o c h a b a m b a c o m o i m p o r t a n t e g r a n e r o d e l i m p e r i o d e l o s I n c a , v e r N. W a c h t e l, “L o s m i t m a s d e l v a ll e d e C o c h a b a m b a : l a po l ít ic a d e c o lo n i z a ció n d e W a y n a C ap ac ” H is to r ia B o liv ia n a 1 (1981); la cu es tió n d e otro s gr up os é t n i c o s b a j o el d o m i n io i n c a y a r m a r a h a sid o e s tu d i a d a p o r T . S a i g n e s , E n b u s c a d e l p o b l a m i e n t o é t n i c o d e l o s A n d e s b o l i v ia n o s ( s i g l o s XV y XVI) (La Paz, 1 9 8 6 ) . E l p a p e l d e lo s m e t a le s e n la s s o c ie d a d e s i n d o a m e r ic a n a s a n t e s y d e s p u é s d e l a c o n q u i s t a e s t á e n M . M o n e y , O ro y p l a t a e n l o s A n d e s : s ig n ific a d o e n lo s d ic c io n a r io s d e A y m a r a y Q u e c h u a , s ig lo XVI X V II(L a Paz, 2004).
El tema de la conquista española ha sido tratado y en inglés y a en el siglo XIX po r W.H. Pr esc ott y finos s intetiza do res, u n o d e c u y os m á s r e c ie n t e s r e p r e s e n t a n t e s e s J . H e m m in g , T he C o n q u e s t o f th e I n c a s (Nueva York, 1970); p or s u p a rte , N. Wachtel, L a v is i ó n d e lo s v e n c i d o s ( M a d rid , 1 97 8) p l a n t e a u n a r e c o n s t r u c c i ó n s u m a m e n t e im a g i n a ti v a d e la p e r s p e c t iv a in d i a d e a q u e l a c o n t e c im i e n to . E n l a s ú l t im a s t r e s d é c a d a s s e h a n e l ab o r a d o i m p o r t a n t e s estudios sobre todos los aspectos del periodo inmediatamente a n t e r io r y p o s te r io r a l a c o n q u i s t a e n B oliv ia. G r a n p a r t e d e e llo s f u e r o n s i n t e t iz a d o s e n e l n ú m e r o e s p e c i al c o or d i n a d o p o r J . V. M u r r a d e la r e v i s t a A n n a l e s . E c o n o m i e s - S o c i e t é s C i v i l i s a t i o n s 3 3 ( 197 8 ), m a s t a r d e tr a d u c i d o al i n gl és e n 1 9 86 . E n él h a y t r a b a j o s d e N. W a c h te l so b r e l o s U r u , d e T. S a ig n e s S o b r e l a s c o m p l e j a s r e la c i o n e s é t n i c a s e n e l v a lle d e L a r e c a j a , d e T. B o u y s s e - C a s s a g n e s o b r e lo s s is t e m a s d e c re e n c i a s a y m a ra s . E s ta ú lt im a a u t o r a h a d e sa rr o lla d o m á s s u s i d ea s e n L a i d e n t id a d a y m a r a . A p r o x im a c ió n h i s tó r ic a ( sig lo s XV y XVI) (L a P a z, 1 98 7) y t a m b i é n h a r e c o n s t r u i d o el m a p a d e l a s l e n g u a s i n d í g e n a s q u e e n e l sig lo XVI s e h a b l a b a n e n C h a r c a s , trabajo aparecido en N.D. Cook (ed.), Tasa d e la V is ita g e n e r a l d e E d e T o le d o (L im a, 1 97 5); l a r e c o n s t r u c c i ó n m á s a m b i c i o s a de las principales leng ua s indígenas del altiplano e n el mom ento d e la c o n q u i s t a e s la d e A. T o r e ro , “L e n g u a s y p u e b l o s altip lán ico s e n to rn o al siglo XVI", R e v i s t a A n d in a 5:2 (1987).
L a f r o n t e r a in d í g e n a o r i e n t a l h a s id o t e m a d e t r a b a j o s m u y o r i g i n a l e s c o m o l a t e s i s d o c t o r a l d e T. S a i g n e s : *U n e f r o n ti é r e f o s s i l e : la c o r d illié r e c h i ñ g u a n o a u X V I s i é c l e ” (U. de P a r í s , P a r í s , 1 9 7 4 ) ; L o s A n d e s o r ie n t a l e s: h i sto r i a d e u n o lv id o , (La Paz , 1 9 8 5 ) y A v a y k a r a í E n s a y o s s o b r e la fr o n te r a ch irig u a n o ( s i g l o s X V I - X X ) (La Paz, 1990). Ver tam b ién el es tu d io clásico de W.M. Denevan. La g e o g r a f ía c u ltu r a l d e lo s lla n o s d e M o jo s (La Paz, 1980); m ás rec ien tes so n las o b ras de A.M. Lem a y M. Alvarado, P u e b lo s i n d íg e n a s d e la A m a z o n i a b o liv ia n a (La Paz, 1 9 9 8 ) y d e A . M . P r e s t a ( e d . ) , E s p a c i o , e t n i a s , f r o n t e r a . A t e n u a c i o n e s p o l í t ic a s e n el s u r d e l T a w a n ti n s u y u , s ig l o s XV I x v m ( S u c re , 1 99 5). D e s d e u n a p e r s p e c t iv a c o m p a r a d a E . M. R e n a r d - C a s ev i tz e t a l., A l e s t e d e lo s A n d e s . R e la c io n e s . E n tr e l a s s o c i e d a d e s a m a z ó n i c a s y a n d i n a s e n tr e lo s sig l o s XV y XVII (2 v ., Q u i t o , 1 9 8 8 ) y e n P. G a r c í a J o r d á n ( ed .), F r o n t e r a s , c o lo n iz a c ió n y m a n o d e o b r a in d íg e n a . A m a z o n ia a n d i n a (sig lo s X IX -X X ) y L a c o n stru c c ió n d e l e s p a c io so c io -e c o n ó m ic o a m a z ó n ic o e n E c u a d o r , P e r ú y B o liv ia ( 1 7 9 2 - 1 9 4 8 ) . (Lima, 1998). Ta m bié n
s e h a d e d ic a d o a t e n c i ó n a l os g r u p o s (ni a y m a r a s n i q u e c h u a s ) e x i s t e n t e s a n t e s y d e s p u é s d e l a c o n q u i s t a e n el a l ti p la n o , v e r C .B . Lo za , “L os Q u i r u a d e l o s v a l le s p a c e ñ o s : u n a t e n t a t i v a d e id e n t if ic a c ió n e n l a é p o c a p r e h i s p á n i c a ” R e v i s t a A n d in a 11 ( C uz co , 1 9 8 4 ); el t e m a d e lo s U r u h a s i d o r e v i s a d o p o r H .E . M a n e l is K l ein , “L os u r u s : e l e x t r a ñ o p u e b l o d e l a l t ip l a n o ” E s t u d i o s A n d i n o s 3 / 1 ( P i tt s b u r g h , 1 9 7 3) ; y N. W a c h t e l h a c o m b i n a d o e l a n á l i s i s d e a r c h i v o y e tn o g r á fi c o e n s u m o n u m e n t a l L e r e to u r d e s a n c é tr e s . L e s in d ie n s U ru s d e B o livie, X e -X V Ie s ié c le . E s s a i d ’h is to ir e r é g r e s s iv e (París, 1990);- ta m b ién h a to c a d o t e m a s c o n e xo s e n G o d s a n d V a m p ir e s. R e t u m to C h i p a y a (Chicago , 1994). L a t e m p r a n a i n t e g ra c ió n d e l a s p o b la c io n e s c a m p e s i n a s a m e r i n d i a s r e s i d e n t e s e n e l s i s t e m a c o lo n ia l h i s p á n i c o h a s id o t e m a d e m u c h o s t ra b a j o s . E n l a s p á g i n a s d e la e f ím e r a r e v i s ta A v a n c e s (La P az , 1 9 7 8 , 2 n ú m e r o s ) a p a r e c i e r o n im p o r t a n t e s artícu los d e T. Platt, R. Ch oq ue y S. Rivera; m ás recien tem en te, R. C h o q u e h a r e u n i d o s u s i n v e s ti g a ci o n e s a n t i g u a s y n u e v a s sobre las fun ciones econ óm ica y social de los nobles indíge nas e n S o c i e d a d y e c o n o m í a c o lo n ia l e n e l s u r a n d i n o (La P az, 1993). T a m b i é n h a n e s c ri to s o b r e el t e m a J .V . M u r r a A y m a r a L o r d s a n d t h e i r E u r o p e a n A g e n t s a t P o t o s í ”, N o v a . A m e r i c a n a 1 — 3 35 —
( T u r i n , 1 9 7 8 ) ; B . L a r s o n , “C a c i q u e s , C l a s s S t r u c t u r e a n d t h e c o lo n ia l S t a t e in B o liv ia “, N o v a A m e r i c a n a 2 (T urin , 1979 ); T. Saignes, C a c i q u e s , T r ib u te a n d M ig r atio n in th e S o u t h e r n A n d e s (Londres, 1985); S. Arze y X. M edinaceli, Im ág en es y p r e s a g i o s E l e s c u d o d e lo s A y a v ir i, m a llk u s d e C h a r c a s (La Paz, 1991); L. E s c o b a r i , C a c iq u e s , y a n a c o n a s y e x t r a v a g a n t e s . L a s o c i e d a d c o lo n ia le s C h a r c a s , s ig l o s XVI-XVIII (La Paz,2001). T. Saignes t a m b i é n e s t u d i ó l a s r e b e li o n e s t e m p r a n a s lo s m o v im ie n to s a n t ie s p a ñ o l e s e n “A l g ú n d í a to d o s e a n d a r á : lo s m o v i m i e n to s étn ico s e n C h ar c a s (siglo XVII)”, E s t u d i o s A n d i n o s 2 (1985). Las tres principales m ision es fronterizas de los llanos o rientales d e C h a r c a s (M ojo s, C h i q u i t o s y e l G r a n C h a co ) h a n s id o o b j e to d e i m p o r ta n t e s e s t u d i o s . L a s p r i m e r a s d o s re g io n e s f u e ro n e s t u d i a d a s p o r J . C h á v ez S u á r e z , H is t o r i a d e M o x o s (2a ed., L a P az , 1 9 86 ) y A. P a r e j a s M o r en o l e s h a d e d i c a d o v a r i o s v o l ú m e n e s : H i s t o r i a d e l o r ie n t e b o liv ia n o , s i g l o s XVI y XVII ( S a n t a C r u z , 1 9 7 9 ), H is t o r i a d e M o x o s y C h iq u ito s a f i n e s d e l s ig l o XVIII (L a P a z , 1 9 7 6 ) y j u n t o c o n V. S u á r e z , C h i q u i t o s . H is to r ia d e u n a u to p ía (S an ta C ruz, 1992). D. B lock La c u ltu r a re d u c c io n a l d e lo s lla n o s d e M o jo s, T ra d ició n a u tó c to n a , e m p r e s a j e s u í t i c a y p o lític a civ il, 1 6 6 0 - 1 8 8 0 (Sucre, 1997) y P. Q ue reja zu y P. M olina Ba rb ery (eds.), L a s m is io n e s j e s u í t i c a s d e C h iq u ito s
(L a P a z , 1 9 9 5 ). J . S . S a e g e r in v e s t ig ó l a f r o n t e r a i n d í g e n a m e r i d i o n a l d e l C h a c o e n T h e C h a c o M i s i s o n s F r o n t ie r T h e G u a y c u r u a n E x p e r ie n c e ( T u cs on ,2000) y E.D. Langer, E x p e c tin g p e a r s f r o m a n e lm tre e : F r a n c is c a n m is s i o n s o n t h e C h ir ig u a n o fr o n tie r in th e h e a r t o f So u th A m e ric a , 1 8 3 0 - 1 9 4 9 (Du rham,2009),
L a h i s to r i a d e m o g rá f ic a a m e r in d i a b o liv ia n a h a q u e d a d o r e v i s a d a c o n el e s t u d i o d e N. S á n c h e z A lb o r n o z , I n d i o s y t r ib u to s e n e l A lto P e r ú (L im a, 1 9 78 ) p a r t i c u l a r m e n t e e n lo q u e se refiere al crecimiento demográfico y a la estratificación interna. Otros han aprovechado los registros del tributo indígena para estudiar la distribución de la población y la p o s e s ió n de la tie rra : D. S a n ta m a ría . “La p ro p ie d a d d e la tie r r a y la c o n d i c ió n s o c i a l d e l, in d i o e n e l A lto P e r ú , 1 7 8 0 - 1 8 1 0 ”, D e s a r r o llo E c o n ó m ic o 6 6 ( B u e n o s A i re s , 1 9 7 7) y H a c i e n d a s y c a m p e s i n o s e n e l A lto P e r ú c o lo n ia l (B ue no s A ires, 1988); B. L a r s o n , “H a c e n d a d o s y c a m p e s i n o s e n C o c h a b a m b a e n el sig lo XVII” A v a n c e s 2 (La Paz, 197 8) y H .S. K lein, H a c i e n d a s y a y llu s : L a s o c ie d a d ru ra l e n B o livia , s s . XVIII y XIX (Lim a, 199 5).
L a m a n o d e o b r a r u r a l ta m b i é n h a sid o el te m a d e u n a muy útil recopilación de notas y documentos S. Zavala, El s e r v ic io p e r s o n a l d e lo s in d io s e n e l P e rú (3v. México, 19 78 -80 ); u n an álisis de tallado de la prop ieda d r u ra l del siglo XVIII hac e R. Arze Aguirre, “L a s h a c i e n d a s j e s u í t a s d e L a P a z (sig lo XVIII) “, H i s to r i a y C u l tu r a l (La Paz , 1973 ) y N. S eb ill, A y l l u s y h a c i e n d a s (La P az, 1989) L a s oc i e d ad c o lo nia l e s p a ñ o la h a s id o bi e n e s tu d i a d a e n m o n o g r a f ía s r e c i e n t e s y e n c o le c c io n e s i m p o r ta n t e s d e d o c u m e n t o s : J . M . B a r n a d a s , C h a r c a s . O r íg e n e s h i st ó ri c o s d e u n a S o c i e d a d c o lo n i al,’ 1 5 3 5 - 1 5 6 5 (La Paz, 1973) h a es tud iad o las prim eras dé ca da s de la Audiencia. E. Arze Q uiroga, H is to ria d e B o liv ia ...s ig lo X V I (La Paz, 1969) ofrece u n estu dio razo na ble a p o y a d o e n f u e n t e s p u b l ic a d a s . , A. C r e sp o h a p u b l ic a d o u n c o n j u n to d e e s t u d i o s d e h i s t o r i a p o lític a u r b a n a : H is to r ia d e la c i u d a d d e L a P a z , s ig lo XVII (Lima, 196 1), E l c o r r e g im ie n to , d e L a P a z , 1 5 4 8 , 1 6 0 0 (La Paz, 1972) y L a g u e r r a e n t r e v ic u ñ a s y v a s c o n g a d o s , P o to s í, 1 6 2 2 - 1 6 2 5 (L im a, 1 95 6). J u n t o a s u s es tud ian tes h a pu blicado Alberto Crespo et al., L a v id a c o tid ia n a e n L a P a z d u r a n t e la g u e r r a d e i n d e p e n d e n c ia , 1 8 0 0 - 1 8 2 5 (La P az , 1 97 5). U n a a po r ta c ió n i m p o r ta n te a l a h is t o ri a u r b a n a e s la crónica de la vida de La Plata en el primer tercio del siglo XVII es P. R am írez d el Águila, N o tic ia s p o lític a s d é I n d ia s (1 6 3 9 ) ( S u cr e, 1 97 8); e l p a p e l d e la s m u j e r e s i n d í g e n a s u r b a n a s h a s id o e s t u d i a d o p o r L.M . G l a v e, “M u j e r i n d í g e n a , t r a b a j o d o m é s t i c o y c a m b io s o c ia l e n e l V ir r e in a to p e r u a n o d e l s ig lo XVII: la c i u d a d d e L a P a z y e l s u r a n d in o e n 1 6 8 4 ” B o le tín d e l I n s titu to F r a n c é s d e E s t u d i o s A n d in o s 1 6 :3- 4 (Lima, 1988) y A.
Zulaw ski, “Social D ifferentiation, G end er a n d Ethn icity: U rba n Ind ian W omen in colonial Bolivia, 1 6 4 0 -1 7 2 5 ”, L a tín A m e r ic a n R e s e a r c h R e v i e w 25:2 (1990).’ L a m i n e r í a c o l o n ia l p o t o s i n a y l a V illa Im p e r i a l m i s m a han sido tema de numerosas crónicas ya en los tiempos coloniales de las qu e la may oría se h a n p ublicado recientem ente. L a s m á s i m p or t a nt e s on : Lu i s C a p oc h e “R e l a ci ó n g e n e r a l de la Villa Im pe rial de P otosí”, edición d e L. H an ke en R e la c io n e s h is tó r i c a s d e la A m é r ic a m e r id io n a l (Madrid, 1959); B. A rzáh s de O rsú a y Vela, H is to r ia d e la V illa I m p e r ia l d e P o to sí, ed i t ad a p o r L. H a n k e y G. M en doza (3 v., P rov idence, R. I.,1 9 6 5 ); y P. V. C añe te y D om ínguez, G u í a h i s tó r i c a g e o g r á f i c a , f í s i c a . .. d e
P o to s í, ed ición d e A. Alba (Potosí, 1952). E n e s ta e dición
d e A r z á n s h a y i m p o r t a n t e s a r t íc u l o s d e G . M e n d o z a , L. H a n k e , M. C hacón , J. de M esa, T. G isbert y G. Lo hm ann sob re diversos a s p e c t o s d e l a h i s to r i a p o t o s in a . H a n k e y a h a b í a e x p lo r ad o l a h i s t o r i a d e P o t o s í e n e l l i b r o L a V illa I m p e r ia l d e P o to s í. U n c a p ítu lo in é d ito e n la h is to r ia d e l N u e v o M u n d o (Su cre, 1954). G. M e n d o za , e l g r a n a r c h i v e r o d e B o liv ia , ta m b i é n h a d e d i c a d o v a r ia s m o n o g r af ía s a P o to s í y s u s f ig u r a s m á s d e s ta c a d a s c o m o E l D o c to r d o n P e d r o V ic e n te C a ñ e te ( S u c r e , 1 95 4) y u n a g u í a d o c u m e n t a l s o b r e l a G u e r r a c iv il e n tr e v i c u ñ a s y vascon gados
y
o tr a s
n a c io n e s
en
P o to s í,
1622-16 45
(P o to sí, 1 95 4 ). S o b r e u n d e s t a c a d o m e t a l u r g i s t a y c ie n tíf ic o d e l s ig lo XVII e s t u d i a J . M. B a r n a d a s , A l v a r o A l o n s o B a r b a . I n v e s t i g a c i o n e s s o b r e s u v i d a y s u o b r a , 1 5 6 9 - 1 6 6 2 (La P a z, 1 9 86 ). L a i n v e s t i g a c i ó n a c t o r a l s o b r e l a m i n e r í a c o l o n ia l e s t á d o m i n a d a p o r lo s e s t u d i o s d e P. B a k e w e l l, q u i e n h a d a d o a c o n o c e r d o s m o n o g r a f ía s p r in c i p a le s , a d e m á s d e n u m e r o s o s e n s a y o s té c n i c o s d e i m p o r t a n c i a : P. B a k ew e ll, M in e r s o f th e r e d
M o u n ta in .
I n d ia n
L a b o u r in P o t o s í , 1 5 4 5 - 1 6 5 0 ( A l b u q u e r q u e , 1 9 8 4 ); S i l v e r a n d E n t r e p r e n e u r s h i p in S e v e n t e e n t h - C e n t u r y P o t o s í. T h e L ifé a n d T i m e s o f A n to n io L ó p e z d e Q u ir o g a ( A l b u q u e r q u e , 1 9 8 8 ); “R e g i s te r e d S i lv e r p r o d u c t i o n in P o to s í D i s t r i c t , 1 5 5 0 - 1 7 3 5 ” J a h r b u c h f ü r G e s c h i ch t e ... L a t e i n a m e r i k a s 12 (1975); “Te chn ological Ch ang e in P o t o s í. T h e S ilv e r B o om o f t h e 1 5 7 0 s ” J a h r b u c h f u e r G e s c h ic h te ... L a t e i n a m e r i k a s 14 (1977); “Los d ete rm ina n tes de
la p ro d u c c ió n m in e r a e n C h a r c a s y e n N u e v a E s p a ñ a d u r a n t e el siglo XVII” H IS L A 8 (1 98 6). E s t o s p u e d e n c o m p l e m e n t a rs e c o n lo s t r a b a j o s d e M. H e lm e r , a h o r a r e c o p i la d o s e n C a n t u t a . R e c u e il d ’a r t i c l e s p a r u s e n tr e 1 9 4 9 e t 1 9 8 7 (M adrid, 1993). D.E. B r a d in g y H .E . C r o ss y a h a b í a n o fre cid o u n a c o m p a r a c ió n s i m i la r e n “L a s m i n a s d e p l a t a e n e l P e r ú y M é x ic o co lo n ia l. U n e s t u d i o c o m p a r a t i v o ” , D e s a r r o llo E c o n ó m ic o 4 1 ( B u e n o A i re s, 1 97 1). U n e s t u d i o s o b r e l a a c u ñ a c i ó n d e m o n e d a e s e l d e A. J . C u n i e t ti - F e r r a n d o , H is to r ia d e la R e a l C a s a d e M o n e d a d e P o to s í d u r a n te la d o m in a c ió n h is p á n ic a , 1 5 7 3 - 1 8 2 5 , (Buenos Aires, 1995); sobre las m on ed as m ism as en los periodos colonial y r e p u b l i c a n o v e r A. K w a c z, M o n e d a s ,, m e d a l l a s y b i ll e t e s d e B o liv ia (La P a z , 1 9 99 ). E l s i s t e m a d e t r a b a j o d e l a m ita c u e n ta c o n l o s a n á l i s i s d e A. C r e s p o , “L a m i t a d e P o t o s í ”, R e v i s t a 3 38 —
H is tó r ic a 2 2 (Lima, 19 55 -19 56 ); d e T. S aign es, “Notes on
the regional Contribution to the mita in Potosí in the Early S e v e n t e e n t h - C e n t u r y B u lle tin o f L a tín A m e r ic a n R e s e a r c h 4 ( L o n d o n , 1 9 8 5 ) ; y J . C o l é , T h e P o t o s í M ita , 1 5 7 3 - 1 7 0 0 (Stanford,1985). El trabajo libre asalariado en las minas de O r u r o h a s id o e l t e m a d e A. Z u l a w s k i , T h e y E a t f ro m t h e ir L a b o r
W ork
and
s o c ia l
C hange
in
c o lo n ia l
B o liv ia
( P i tt s b u r g h , 1 9 95 ). S o b r e l a m i n e r í a c o l o n ia l t a r d í a e x i s te n t a m b i é n d o s e s t u d i o s i m p o r t a n t e s d e R. M. B u e c h l er , Gobierno, m in e r ía y s o c i e d a d . P o to s í, 1 7 7 6 - 1 8 1 0 (La Paz, 1989) y E. T a n d e t e r , C o a c c ió n y m e r ca d o : L a m in e r ía d e la p l a t a e n e l P o to s í colo -n ia l, 1 6 9 6 - 1 8 2 6 (Bu enos Aires, 1992). Ver el a rtí c u lo d e R. M. B u e c h l e r , T e c h n i c a l A id t o U p p e r P e r ú . T h e N o r d e n f li c h t E x p e d i t i o n ” J o u r n a l o f L a tín A m e r i c a n S t u d i e s 5 (1973). S e h a n o c u p a d o d e l d e b a t e s o b r e l a m ita en el siglo XVIII, E. T a n d e t e r e n l a o b r a m e n c i o n a d a y B u e c h le r e n “E l I n te n d e n te S a n z y la m i t a n u e v a d e P o t o s í ”, H i s to r i a y C u lt u r a 3 (La P a z , 1 9 7 8 ). E s o s d e b a t e s s e r e f l e j a n e n el C ó d i g o C a r o l i n o elab or ad o p o r P.V. C añ ete, (2 v., B ue n os Aires, 19 73 -74 ). Las repercusiones económicas de la minería charqueña han sido e s t u d i a d a s e n u n a o b r a t e ó ri ca m a g i s tr a l d e C .S . A s s a d o u r ia n , E l s i s t e m a d e la e c o n o m ía c o lo n ia l. M e r c a d o in te r n o , r e g io n e s y e s p a c i o e c o n ó m ic o ( L im a , 1 9 8 2) . T a m b i é n c o n o c e m o s l a
influencia de Potosí en algunas rutas comerciales por los t r a b a j o s d e l p r o p i o A s s a d o u r i a n , E l tr á f ic o d e e s c l a v o s e n C ó r d o b a : d e A n g o l a a P o t o s í, s i g l o s X V I -X V I I (C órdo ba, 1966) y d e N. S á n c h e z A l b o rn o z , “L a s a c a d e m u í a s d e S a l t a a l P e r ú , 1 7 7 8 - 1 8 0 8 ”, A n u a r io d e l I n s titu to d e I n v e s tig a c io n e s H is tó r ic a s 8 ( R o s a r io , 1 9 6 5 ). E l e s t u d i o c l á s ic o s o b r e l o s m e r c a d o s regionales y las élites en conflicto, en el qu e pa rticipa C ha rcas, s i g u e s i e n d o e l d e G . C é s p e d e s , L i m a y B u e n o s A i r e s . R e p e r c u s io n e s e c o n ó m ic a s y p o lític a s d e la c rea c ió n d e l V ir rein ato d e l P l a ta ( S e v i l l a , 1 9 4 6 ) ; p o r s u p a r t e e l c o m e r c i o e s t u d i a L . E s c o b a r i d e Q u e r e j a z u , P r o d u c c ió n y c o m e r c io e n e l e s p a c i o s u r a n d in o , s ig lo XVII: C u z c o P o to s í, 1 6 5 0 - 1 7 0 0 (La Pa z, 1985) y E. T a n d e t e r e t a l , “E l m e r c a d o d e P o t o s í a f in e s d e l s ig lo XV III “ , e n l a r e c o p i l a c i ó n d e 0 . H a r r i s , L a p a r t i c i p a c i ó n i n d í g e n a . . . c i t a d a m á s a b a j o .
E n t r e l os e s t u d i o s s o b r e la R e al H a c i e n d a y la e s t r u c t u r a
f is c a l d e C h a r c a s f i g u r a n l o s d e T. W i tt m a n , E s t u d i o s h is to r íe o s s o b r e B o liv ia (La P az, 1975 ) y E s t u d i o s e c o n ó m ic o s d e H is p a n o a m é r ic a c o lo n ia l (B ud ap es t, 1979); el de H. S. Klein, T h e A m e r ic a n F i n a n c e s t h e S p a n i s h E m p ir e , 1 6 8 0 - 1 8 0 9 ( A l b u q u e r q u e , 1 9 9 8 ); e l d e C . L ó p e z B e l t r á n , E s t r u c t u r a e c o n ó m ic a d e u n a s o c i e d a d c olo n ia l: C h a r c a s e n e l siglo XVII (La P a z , 1 9 8 8) ; J . J . T e P a s k e , “T h e F i s c a l S t r u c t u r e o f U p p e r P e r ú a n d t h e f in a n c i n g o f E m p i re “ E s s a y s in t h e p o litic a l , e c o n o m i c a n d s o c i a l H i s to r y o f C o lo n ia l L a t ín A m e r ic a K. Sp ald ing (ed.) ( N e w a r k ,1 9 8 2 ) . L a s c u e n t a s m i s m a s d e l a R e a l H a c i e n d a p a r a to d o el p erio d o colonial h a n sid o p u b lic a d a s e n el v o lu m en 2 ( U p p e r P e rú ) de J . J . Te P ask e y H. S. Klein, R o y a l T r e a s u r íe s o f t h e S p a n i s h E m p i r e in A m e r i c a (3 v ., D u r h a m , 1 9 8 2 j. Ha comenzado la investigación sobre la economía no m inera. E ntre los traba jos figuran los de M. Money, Los o b r a je s , e l t r a j e y el c o m e r c io d e r o p a e n la A u d ie n c i a d e C h a r c a s (La Paz, 1983) y de H.S. Klein, “A cum ulación y h er en cia en la élite terrateniente del Alto Perú: el caso de Don Tadeo Diez de M edina” H is tó r ic a 7 :2 (Lima, 1983). P or el co ntra rio, m uy poco existe sobre la industria de la construcción, vital para la in f o rm a c ió n d e lo s c e n t ro s u r b a n o s y s u s m o n u m e n t a le s ig l es ia s ; ta m p o c o s o b r e l a m a n o d e o b r a , c a li fi c ad a o n o , s o b r e el comercio y el crédito locales y en general sobre la vida e c o n ó m ic a u r b a n a . L a h i s t o r i a de lo s p re c io s h a a l c a n z a d o la c a t e g o r í a d e t e m a s e r i o c o n e l t r a b a j o d e N. W a c h t e l y E. T a n d e t e r , P r e c io s y p r o d u c c ió n a g r a r ia . P o to s í y C h a r c a s e n e l s ig lo X V III (B uen os Aires, 1984). E n la s o c ie d a d c o lo n ia l t a r d í a t u v o u n a i m p o r t a n t e r e p e r c u s i ó n e l m a s i v o a lz a m i e n t o c a m p e s i n o d e 1 7 8 0 y a ñ o s s ig u i e n t e s y q u e s e c o n o c e c o m o l a R e b e lió n d e T u p a c A m a r u . E l r e l a to m á s c o m p l et o d e lo s s u c e s o s p o l íti co s y m i li ta r e s q u e c o n f o r m a r o n e s a s e r i e d e r e b e l i o n e s , s i g u e s i e n d o el d e B. L ew in . L a r e b e lió n d e T u p a c A m a r u y lo s o r íg e n e s d e la i n d e p e n d e n c i a h i s p a n o a m e r i c a n a ( B u e n o s A ir e s, 1 9 6 7 ) . E n t r e l a s
interpretaciones posteriores de las causas de ese importante m o v i m i e n - t o f i g u r a n l a s d e 0 . C o r n b l i t , P o w e r a n d V io le n c e in t h e c o lo - n ia l C ity . O r u r o f r o m th e m in in g r e n a i s s a n c e to th e r e b e llio n o f T u p a c A m a r u ( 1 7 4 0 - 1 7 8 2 ) (C am bridge, 1995); la d e N. C. R o-b in s, P ríe st-In d ia n co n fli ct in U p p e r P e rú : t h e g e n e r a tio n o f r e b e l l i o n , 1 7 5 0 - 1 7 8 0 ( S y r a c u s e ,2 0 0 7 ) a d e m á s d e la s
contenidas en la recopilación de A. Flores Galindo (ed.), T u p a c A m a r u I I -1 7 8 0 . A n to l o g ía (Lima,) y e n S. O ’P h ela n, L a g r a n r e b e l i ó n e n los A n d e s d e T u p a c A m a r u a T u p a c C a ta r i (Cuzco, 1995). J . G olte, R e p a r t o s y r e b e l io n e s . T u p a c A m a r u y l a s c o n t r a d ic c i o n e s d e la e c o n o m í a c olo n ia l (Lima, 1980) ofrece u n a e x p l ic a c ió n a l t e r n a t iv a , b a s á n d o s e e n e l a n á l is i s p o rm e n o r iz a d o de la v e n ta fo rz a d a d e b ie n e s im p o rta d o s . El c a r á c t e r p e c u l ia r d e la re b e l ió n m i x ta m e s t iz o - i n d i a de O r u r o lo h a e x p l o r a d o F. C a j í a s “L o s o b j e t iv o s d e la r e v o l u c i ó n i n d í g e n a de 1 7 8 1 : el c a s o d e O r u r o ” R e v i s t a A n d i n a 1 : 2 ( C u z c o , 1 9 8 3 ) ; por su parte, M. E. Del Valle de Siles estudiado el cerco indio de La Paz y a s u dirigen te Tup ac K atari, em pezó c o n l a e d i c i ó n d e l d i a r i o d e F T . D i e z d e M e d i n a , D ia r io d e l a l z a m i e n t o d e in d io s c o n ju r a d o s c o n tr a la c iu d a d d e ... L a P a z , 1 7 8 1 (La P a z, 1 98 1) l a b o r c o r o n a d a c o n l a m o n o g r a f í a H is to r ia d e la r e b e l i ó n d e T u p a c C a t a r i 1 7 8 1 - 1 7 8 2 (La P az, 199 0).
I n t e r p r e ta c i o n e s r e c ie n t e s d e e s t a g r a n r eb e lió n i n d í g e n a s o n S i n c l a i r T h o m s o n , W e a l o n e w il l ru le: n a t i v e A n d e a n p o l i t i c s in t h e a g e o f in s u r g e n c y (Madison,2002) and Sergio Serulnikov, S u b v e r ti n g C o lo n ia l A u t h o r i ty . C h a l le n g e s to S p a n i s h R u le in E i g h t e e n t h - C e n t u r y S o u t h e r n A n d e s ( D u r h a m , 2 0 0 3 ) .
La extraordinaria creatividad artística de la sociedad colonial de Charcas ha sido el campo de trabajo los distinguidos h i s t o r i a d o r e s d e l a r t e J . d e M e s a y T. G is b e r t. J u n t o s o p o r separado han amasado un corpus de pintores, escultores, arquitectos y artistas de todo tipo y toda procedencia que trabajaron en Charcas. Entre sus trabajos conjuntos están H o lg u ín y la p i n tu r a a l t o p e r u a n a d e l v ir r e in a to (La Paz, 1956), E s c u l tu r a v ir r e in a l e n B o li v i a (La P az, 197 2), El p i n t o r M a te o P é r e z d e A l e s i o (La P az, 197 2), B itti.: u n p i n t o r m a n i e r i s t a e n S u d a m é r i c a (La Paz, 1974) y A r q u i t e c tu r a a n d i n a , 1 5 3 0 - 1 8 3 0 (La P a z, 1 99 7) . P o r s u p a r t e , T. G i s b e r t h a e s c r i to u n a e x t e n s a ob ra so bre el arte colonial indígena: Ico n og ra fía y m ito s in d íg e n a s e n e l a r t e (2a ed. La Paz, 1994) y o tra so bre ind ios y no indios: E l p a r a í s o d e lo s p á j a r o s p a r l a n t e s . L a i m a g e n d e l o tr o e n la c u ltu r a a n d i n a (La Paz , 1999); co n S. Arze y M. C ajía s el A r t e t e x t i l y m u n d o a n d i n o ( La P a z , 1 9 8 7 ). P a r a e l l e c t o r g e n e r a l existen dos obras con excelentes reproducciones de las obras p ic tó ric a s: T. G isb e rt, B o liv ia n M a s te r p ie c e s . C o lo n ia l P a in tin g (La Pa z-H ou ston , 1994) y P. Q uerejaz u, P o to s í c o lo n ia l lY e a s u r ic s
a n d
th e b o liv ia n
C ity o f S ilv e r (N ueva York, 1997 ).
E l e s t u d i o d e l a h i s t o r i a c o lo n i al b o l iv i a n a c u e n t a d e s d e h a c e m á s d e u n s ig lo c o n e x c e le n t e s co l ec c io n e s d o c u m e n t a l e s , e n t r e l a s m á s i m p o r t a n t e s : P. d e A n g e l ís ( ed .), C o l e c ci ó n d e o b r a s y d o c u m e n t o s r e l a t i v o s a la h is to r ia a n t ig u a y m o d e r n a d e l a s p r o v i n c i a s d e l R ío d e la P l a t a (6 v . , 2 a e d . , B u e n o s A i re s, 1 9 7 0 - 7 2 ) ; M. J i m é n e z d e l a E s p a d a (ed .), R e l a c i o n e s g e o g r á f ic a s d e I n d i a s : P e r ú (3 v., M adrid, 1965), V.M. M a ú rtu a ( e d . ) , J u i c i o d e l í m i t e s e n t r e P e r ú y B o - l i v i a ( 1 2 v . , B arc elo na , 19 06 -07 ), R. Levillier (ed.), La A u d ie n c ia d e C h a r c a s . C o r r e s p o n d e n c i a d e p r e s i d e n t e s y o í d o - r e s (3 v.,
M a d rid , 1 9 1 8 - 2 2 ) . T r a t a n d e l p e rio d o c o lo n i al l a m a y o r p a r t e d e lo s t r a b a j o s H . V á z q u ez M a c h ic a d o O b r a s c o m p l e ta s (7 v., La Paz, 1988) III. In d ep en d en cia y siglo XIX E l p e r io d o d e l a s g u e r r a s d e in d e p e n d e n c i a y lo s p r i m e r o s a ñ o s d e l a r e p ú b l i c a ti e n e n n u e v a s p u b li c a c io n e s d e i m p o r ta n c i a q u e h a n s u p u e s t o u n a r e v i s ió n d e l a s interpretaciones anteriores. El trabajo de R. Arze, P a r tic ip a c ió n p o p u l a r e n la i n d e p e n d e n c i a d e B o li v ia ( La P a z , 1 9 7 9 ) a p o r t a el trasfondo popular decisivo para el estudio de la élite que h a b í a h e c h o C h.W . A r n a d e , L a d r a m á t ic a in s u r g e n c ia d e B o liv ia (La Paz, 1972). U n an álisis, d etallado de los he ch os en E. J u s t, C o m ie n z o d e la in d e p e n d e n c i a e n el A l to P erú . L os s u c e s o s d e C h u q u i s a c a , 1 8 0 9 ( S u c r e , 1 9 94 ). O t ro s e s t u d i o s s o n lo s d e J o r g e S i l e s S a l i n a s , L a I n d e p e n d e n c i a d e B o livia ( M adrid, 1992) y J o s é L u i s R o c a, N i c o n L im a n i c o n B u e n o s A ir e s : la f o r m a c ió n d e u n e s t a d o n a c i o n a l e n C h a r c a s ( L a P a z , 2 0 0 7 ) . E l c a s o d e u n a r e g i ó n h a s i d o e s t u d i a d o p o r E . A r z e Q u i r o g a B o liv ia . E l p r o c e s o d e lu c h a in ic ia l p o r la i n d e p e n d e n c i a , L a in s u r r e c c ió n d e C o c h a b a m b a , 1 8 0 8 - 1 8 1 5 (La Paz, 1998). U n libro so b re la
p r o p a g a n - d a p o lític a d e l p e rio d o e s V. T o rric o P a n o z o , E l p a s q u í n e n la i n d e p e n d e n c i a d e l A lto P e r ú (México, 1997) y el d i a r i o d e u n t e s t i g o l o p r o p o n e N a t a n i e l A g u i r r e J u a n d e la R o s a m e m o ir s o f t h e l a s t s o l d i e r o f t h e i n d e p e n d e n c e m o v e m e n t,
e d i t a d o y t r a d u c i d o p o r S .G . W a i sm a n , a n d A.M. P a z - S o l d á n (New Y o rk , 1 9 98 ). E l i m - p o r t a n t e p a p e l d e l p r e s i d e n t e S u c r e q u e d a b i e n i l u s t r a d o e n W . L . L o f s t r o m , E l m a r i s c a l S u c r e e n
B o liv ia , (La P a z , 1 98 3) c o m - p l e m e n t a d o p o r e l i n t e r e s a n t e es tud io de T. M illington, D e b í P o litic s a f t e r I n d e p e n d e n c e . T h e F u n d in g C o n f lic t in B o l i v i a (G ainesville, 1992). El com ple-jo p a p e l d e S a n t a C r u z lo e x a m in a P.T. P a r k e ts o n , A n d r é s d e S a n t a C r u z y l a C o n f e d er a ció n P e r ú -B o l iv ia n a , 1 8 3 5 - 1 8 3 9 (La
Paz, 1984), qu e c om -plem en ta la cono cida biografía de Alfonso C r e s p o , S a n t a C r u z e l c ó n d o r i n d i o ( M é x ic o , 1 9 4 4 ) . V a r io s v o l ú m e n e s d e d o c u m e n t o s s o b r e e s te p e rio d o p u b lic a n C. P o n c e y R.A. G a r c ía (eds.) , D o c u m e n t o s p a r a la h i s to r ia d e la R e v o lu c ió n d e 1 8 0 9 (4 v., L a Paz, 1 95 3- 19 54 ); V. Lecuna (ed.), D o c u m e n t o s r e f e r e n te s a la c r e a c ió n d e B o liv ia (2 v ., C a r a c a s , 1 9 7 5) . I n f o r m a c i ó n c r u c i a l s o b r e e s t e p e r i o d o decisivo ofrecen los relatos de viajeros contemporáneos como los d e A. D ’O rbign y, V o y a g e d a n s A m é r iq u e m é r id io n a l e (9 v., P arís, 1844) y E. T em ple, T r a v e l s in v a r io u s p a r í s o f P e r u (2 v., F i l a d e lú a , 1 83 3). J u a n A l b a r r a c í n M illá n , L a s e x p lo r a c io n e s d e A l c i d e s D ’O r b ig n y e n B o liv ia (La Pa z,2002) a n aliz a los viajes. L a f u e n t e m á s i m p o r t a n t e d e in f o rm a c ió n e s t a d í s t ic a te m p r a n a d e B o l i v i a e s e l e s t u d i o c l á s i c o d e J . M . D a l e n c e , B o s q u e j o e s t a d í s ti c o d e B o liv ia ( C h u q u i s a c a , 1 85 1) c o m p l e m e n t a d o p o r J . B . P e n t l á n d I n f o r m e s o b r e B o l i v i a ( P o t o s í , 1 9 7 5 ) . V a r i o s in v e s tig a d o r e s p e r u a n o s h a n r e u n i d o i n fo r m a c i ó n in t e r e s a n t e sob re la vida ru ra l y u rb a n a de Bolivia en el siglo XIX dirigidos p o r P. M a c e ra , F u e n t e s d e h i s t o r i a s o c i a l a m e r i c a n a (7 v., Lima, 1978). E n c on traste con los desaten tidos los estudio s económicos, h u b o u n a r e c u p e r a c i ó n d e la h i s to - r i a s o c ia l d el p e rio d o . E s t e r e n a c i m i e n to s e in ic ió c o n u n e s - tu d i o i n n o v a d o r q u e e c h a b a p o r t i e r r a to d o s lo s p r e s u p u e s t o s tr a d i c i o n a l e s s o b r e el a i s l a m i e n t o p o l ít ic o d e l i n d io : R . C o n d a r c o M o r a le s . Z á r a te , e l t e m i b le W illk a. H i s to r i a d e l a r e b e li ó n i n d í g e n a d e 1 8 9 9 (2a e d . , L a P a z, 1 9 8 2) , t e m a t r a t a d o p o s t e r i o r m e n t e p o r M .D . D é m e l a s, “J a c q u e r i e s in d i e n n e s , p o l it iq u e c r é o le , la g u e r r e civile de 1899 “, C a r a v e l l e 44 (To ulouse, 1985). Se criticó la i d e a d e u n a B o liv ia r u r a l d e l s ig lo XIX d o m i n a d a p o r la s h a c i e n d a s y a i s l a d a d e la e c o n o m ía d e m e r c a d o . E s to s p o s tu la d o s f u e r o n d e s a f ia d o s p o r lo s tr a b a jo s d e S. R iv e ra, 'La ex pa nsió n del latifundio en el Altiplano boliviano: E lem entos p a r a la c a rá c te riz a c ió n d e u n a o lig a rq u ía re g io n a l” A v a n c e s 2
(L a P a z , 1 9 7 8 ) y E .P . G r i e s h a b e r , “S u r v i v a l o f I n d i a n C o m m u n i ti e s in N i n e t e e n t h - C e n t u r y B o liv ia : A R e g i o n a l C o m p a r i s o n “ J o u r n a l o f L a t ín A m e r ic a n S t u d i e s , :2 (1980). L a a p a r i c ió n d e v a rio s e s t u d i o s p e r m i te p a r t ic u l a r iz a r l a compleja evolución de la sociedad rural de las principales regiones del país; de entre ellos B. Larson, Colonialismo y tr a n s f o r m a c ió n a g r a r ia e n B o liv ia . C o c h a b a m b a , 1 5 5 0 - 1 9 0 0 ( C o c h a b a m b a , 1 9 9 2) ; E . L a n g e r , E c o n o m ic C h a n g e a n d R u r a l R e s i s t a n c e in S o u t h e r n B o liv ia , - 1 9 3 0 ( S t a n f o r d , 1 9 8 9) y T. P l a t t , E s t a d o b o liv ia n o y a y l l u a n d in o . T ie rr a y tr ib u to e n e l n o r t e d e P o t o s í (L im a , 1 9 8 2 ) . U n m o d e l o a l t e r n a t i v o d e
crecimiento del siglo XIX, que subraya el papel de los indios forasteros en los ayllu está en H. S. Klein H a c i e n d a s y a y llu s , a r r i b a c ita d o . U n p a n o r a m a d e l la l u c h a p o r la t ie r r a y lo s d e r e c h o s i n d í g e n a s e s t á e n L . G o t k o w i t z , R e v o lu tio n f o r O u r R ig h ts . I n d i g e n o u s S tr u g g le f o r L a n d a n d J u s t i c e in B o liv ia , 1 8 8 0 - 1 9 5 2 (D u r h a m , 2 0 0 7 ) . U n d e s af ío a l m o d e l o q u e s o s t i e n e
hubo una destrucción total de las comunidades indígenas d e s p u é s d e 1 8 8 0 lo h a c e u n b r ev e y p ro v o c a d o r e n s a y o d e G. R o d r í g u e z 0 . , E x p a n s ió n d e l la tifu n d io o s u p e r v i v e n c i a d e l a s c o m u n i d a d e s i n d í g e n a s c a m b i o s e n la e s t r u c t u r a a g r a r i a b o liv ia n a d e l s ig lo X IX ( C o c h a b a m b a , 1 98 3) . E s t u d i o s s o b r e l a s élites regionales: A. Pérez Torrico, E l E s t a d o o lig á r q u ic o y lo s e m p r e s a r i o s d e A t a c a m a , 1 8 7 1 - 1 8 7 8 (L a P a z , 1 9 9 4 ); G. R o d r í g u e z 0 ., P o d e r c e n tr a l y p r o y e c t o r e gio n al. C o c h a b a m b a y S a n t a C r u z e n lo s s i g l o s X I X y XX ( C o c h a b a m b a , 1 9 9 5) ; y p a r a u n p e rio d o m á s r e c ie n te el e s tu d io d e G. R o ja s e t a l . , E li te s a la v u e lt a d e l sig lo . C u ltu r a p o l ít ic a e n el B e n i (La Paz, 2000).
V. La p rim er a m itad del siglo XX C on la llegad a de] siglo XX el ritm o d e la inv estiga ción se h a a c e le r a d o g r a n d e m e n t e . L a s p r i m e r a s d é c a d a s d e l sig lo fueron de ferm entación intelectual. Desde las iniciales sacu did as de u n a crítica de la so ciedad r ac ista en las no velas y “sociología” d e A. A r g u e d a s h a s t a e l d e s a r ro l lo s is t e m á t i c o d e u n p u n t o d e v i s t a i n d i g e n i s t a e n F . T a m a y o , L a c r e a c ió n d e la p e d a g o g í a n a c io n a l (La P a z , 1 91 0) l os e s c r i t o r e s c o m e n z a r o n d e s a f i a r lo s p r e s u p u e s t o s d e s u s o c ie d a d . U n a n á l is is d e e s te a m b ie n te — 344 —
(2 a e d . , L a P a z , 1 96 2) y e n lo s m a n u a l e s d e h i s t o r i a d e l a liter atu ra boliviana de Finot y de Diez de M edina arrib a citados. U n p e r s p e c t i v a d e l p e r io d o d e l a h i s t o r i a e c o n ó m i c a , p o l ít ic a y s o c i a l v é a s e e l c o m p e n d i o e d i t a d o p o r F . C a m p e r o , B o li v ia e n e l s ig l o X X (La P az, 1999). El período liberal, en general, fue desatendido excepto p o r J . A lb a rra c ín , E l p o d e r m in e r o e n la a d m in i s tr a c i ó n lib e r a l (La Paz, 1972); B o liv ia : e l d e s c e n t r a ñ a m i e n t o d e l e s t a ñ o (L a P a z , 1 9 9 3 ) L o s r e p u b l i c a n o s e n la h i s t o r i a d e Bolivia (La Paz, 1993) y E l p o d e r fin a n c ie r o d e la g r a n m in e r a b o liv ia n a (La Paz, 1995). La Revolución de 18 98 -18 99 qu e llevó los liberales a l p o d e r f u e e s t u d i a d a p o r L . A n t e z a n a E r g u e t a , L a g u e r r a e n tr e L a P a z y C ñ u - q u i s a c a ( 1 8 9 9 ) (La Paz, 1999) a co m pletarse c o n e l d e R. C o n d a r c o M o r a le s s o b r e l a p a r t ic i p a c i ó n i n d í g e n a e n e l m i sm o c on flic to . H a h a b i d o c i e r t a p r e d il e c c ió n p o r l a b io g r a f ía p o lític a : lo s e s c r it o r e s b o liv ia n o s s e h a n s e n tid o atraídos por los dirigentes de los años 20 y 30, entre cuyas p ro d u c c io n e s se e n c u e n tr a n a l-g u n a s de la s m e jo re s m u e s tr a s de ese género literario. Hay dos excelentes biografías sobre ese periodo: las de B. Carrasco, H e r n a n d o S ile s (La Pa z, 1961) y de D. Alvéstegui, S a l a m a n c a . S u g r a v ita c ió n s o b r e e l d e s t in o d e B o l i v i a (3 v., L a P a z , 1 9 5 7 - 6 2 ) . U n a v a l o r a c i ó n g e n e r a l d e l p e rio d o e n H. S. K le in , P a r t i e s a n d P o litic a l C h a n g e in B o liv ia , 1 8 8 0 - 1 9 5 2 ( C a m b rid g e , 1 96 9). D o s d e s t a c a d o s e s t u d i o s d e h i s t o r i a p o l í t i c a c o n t e m p o - r á n e a : A . C é s p e d e s , E l d i c t a d o r s u ic id a . 4 0 a ñ o s d e h is to r ia d e B o liv ia (San tiago de Ch ile, 1956); y lo s tr e s p r i -m e r o s v o l ú m e n e s d e l os c in c o q u e c o m p r e n d e l a s e r i e d e P. D í a z M a c h i c a d o , H i s t o r i a d e B o l iv ia . S a a v e d r a , 1 9 2 0 - 2 5 (La Paz , 195 4); H i s t o r i a d e B o li v ia : G u z m á n , S i l e s , B la n c o G a lin d o , 1 9 2 5 - 3 1 (La Pa z, 195 4) y H is t o r i a d e B o liv ia : S a l a m a n c a . L a g u e r r a d e l C h a co . T e j a d a S o r z a n o (La Paz , 1955 ). L a m a y o r r e b e li ó n in d í g e n a d e l p er ío d o h a s i do e s t u d i a d o p o r R. Choque y E. Ticona, L a s u b le v a c i ó n y m a s a c r e d e 1 9 2 1 (La P az, 19 96 ). q u e f o r m a p a r t e d e u n a o b r a m á s a m p l ia d e d i c a d a a l a c o m u n i d a d a y m a r á d e J e s ú s d e M a c h a q a . L a m a r k a r e b e ld e .
L a h i s t o r i a e c on ó m i c a d e e s t e p e rio d o t a m b i é n h a r e c i b i d o m a y o r a t e n c i ó n q u e l a d e p e r io d o s a n t e r io r e s . L a- in d u s t r i a m i n e r a h a s id o o b je to d e u n a n á l i s is e c o n ó m i- co g lo b a l d e c i e r t o r e f i n a m i e n t o e n W . G ó m e z , L a m in e r í a e n e l d e s a r r o l l o 3 45 —
e c o n ó m ic o d e B o li v ia , 1 9 0 0 - 1 9 7 0 ( L a P a z , 1 9 7 8 ) y l a s r e c o n s t r u c c i o n e s h i s t ó r i c a s d e A . M i t r e , B a - jo u n c ie lo d e e s ta ñ o . F u lg o r y o c a s o d e l m e t a l e n B o liv ia (La Pa z, 1993 ) y E l e n i g m a d e lo s h o r n o s. L a e c o n o m ía p o l ít ic a d e la f u n d i c ió n d e e s t a ñ o . E l p r o c e s o b o l iv ia n o a la l u z d e o t r a s e x p e r ie n c ia s (La
P az , 1 9 93 ). C o m p l e ta n d o e s o s m a c r o a n á l is i s , h a y e s t u d i o s p o r m e n o r iz a d o s d e la i n d u s t r i a t e m p r a n a e n P. A. B la n c o , M o n o g r a fía d e la i n d u s tr i a m in e r a e n B o liv ia (La Paz, 191 0); H. S. Klein. “La formación del imperio del estaño de Patiño”, H i s t o r i a B o l i v i a n a 3 :2 ( C o c h a b a m b a , 1 9 8 3) y D. I b á ñ e z C ., H is to r ia m in e r a l d e B o liv ia (A ntofagasta, 1943). Pa ra biografías d e lo s p r i n c i p a l e s m i n e r o s v e r: C h . F . G e d - d e s , P a tiñ o , r e y d e l e s t a ñ o (M adrid, 1984); A. C res po L o s A r a m a y o d e C h ic h a s : T r e s g e n e r a c i o n e s d e m i n e r o s b o l i v i a n o s ( B a r c e l o n a , 1 9 8 1 ) y H . Waszkis, Dr. Moritz (Don Mauricio) Hochs-child, 1881-1965 ( F r an c f o rt ,2 0 0 1 ). L a e c o n o m í a d e l a m a n o d e o b r a e n l a m i n e r í a d e l e s t a ñ o h a s i d o o b je to d e e s tu d i o e n M .E . C o n t r e r a s , “M a n o d e o b r a e n l a m i n e r í a e s t a ñ í f e r a d e p r in c i p i o s d e sig lo , 1 9 0 0 - 1 9 2 5 ” H i s to r i a y C u l t u r a 8 ( La P az , 1 9 85 ), q u i e n t a m b i é n h a e s t u d i a d o “L a m i n e r ía e s t a ñ í f e r a b o -li v ia n a e n l a P r im e r a G u e r r a M u n d i a l ” e n R. E s p a ñ a - S m i th ( ed.), M in ería y e c o n o m ía e n B o l iv i a (La P a z, 1 9 8 4) . E s t u d i a e l c r e c i m i e n t o t e m p r a n o d e esta industria J. Hillman “Los orígenes de la industria del e s t a ñ o e n B o l iv ia ” H is to r ia B o liv ia n a 7 ( C o c h a b a m b a , 1 98 7^ y su presencia internacio-nal en “Bolivia and the International T i n C a r t e l, 1 9 3 1 - 1 9 4 1 ” J o u r n a l o f L a tín A m e r ic a n S t u d i e s 20:1 (1988j; “B o l iv i a a n d b r i t is h T in P o l ic y , 1 9 3 9 - 1 9 4 5 ”, ibid, 22:2 ( 1 9 9 0 ) y K . E . K n o o r T i n U n d e r C o n t r o l ( S t a n f o r d , 1 9 45 ). E l p a p e l p o lític o d e lo s m in e r o s h a sid o e v a lu a d o e n W.L. Lofs t r o m , A t t i t u d e s o f a n in d u s tr ia l P r e s s u r e G ro u p in L a tín A m e r i c a : th e “A s o c ia c i ó n d e I n d u s t r i a l e s M in e r o s d e B o l i v i a ” 1 9 2 5 1 9 3 5 ( lt h a - c a , 1 9 6 8). T a m b i é n c o m ie n z a a e s t u d i a r s e la
e c o n o m í a n o m i - n e r a d e l p e r io d o : v e r M .L. S o u x , L a c o c a lib e r a l. P r o d u c c ió n y c ir c u la c ió n a p r i n c i p i o s d e l siglo XX (La Paz, 199 3) y A. M i-tre, L o s h ilo s d e . la m e m o r ia . A s c e n s i ó n y c r is is d e la s c a s a s c o m e r c ia le s a l e m a n a s e n B o livia , 1 9 0 0 - 1 9 4 2
(La Paz, 1996). T ra ta d e los ferro carriles M.E. C o n trer as “Bolivia, 1 9 0 0 - 1 9 3 9 . M i nin g. R a ilw a y s a n d E d u c a t i o n “ e n E . C á r d e n a s el al. (ed.), A n E c o n o m ic H i s t o r y o f T w e n t i e t h C e n t u r y L a t ín A m e r ic a ( L o n d r e s, 2 0 0 0 ) .
Ev aluacion es de la eco nom ía na cion al del periodo en W.L. S c h u r z , B o l i v i a . A C o m m e r c i a l a n d I n d u s t r i a l H a n d b o o k (W ashing ton DC, 1921) y en P. Walle, B o liv ia . I t s P e o p le , a n d R e s o u r c e s ( N u e va Y ork , 1 91 4) . S e a n a l iz a n a s p e c t o s c o n c r e t o s de la economía o de la política económica nacional en Ch.A. M c Q u e e n , B o l i v i a n p u b l i c F in a n c e ( W a s h i n g t o n , 1 9 2 5 ) y C. Gallo, T a x e s a n d S t a t e P o w e r : P o l it ic a l I n s t a b i li ty o n B o li vi a, 1 9 0 0 - 1 9 5 0 (Filadelfia, 1991). S obre la histo ria de los pré stam os ex tran jeros ver el estu dio de M. A. M arsh, N u e s t r o s b a n q u e r o s e n B o l iv ia . U n e s t u d i o d e la i n v e r s ió n d e c a p i t a l n o r te a m e r ic a n o e n e l e x t r a n j e r o (La P a z, 1 98 0). E n t r e l o s n u m e r o s o s e s t u d i o s d e l a h i s t o r i a b a n c a r i a , e s ú t i l J . B e n a v id e s , H is to r ia b a n c a r ia d e B o liv ia (La Paz, 1955). E x am ina el efím ero aug e gom ero del
Acre J.V. Fifer, “Los constructores de imperios: Historia del a u g e d e l a g o m a , e n B o liv ia y la f o rm a c i ó n d e l a C a s a S u á r e z “ H is t o r ia y C u ltu r a 18 (La Paz, 1990). Si bien los investigadores no h an analizado en p rofund idad los cambios sociales que han afectado a la sociedad con el crecimiento de la industria del estaño, la modernización de l a s c i u d a d e s y l a c u lm i n a c ió n d e l a e x p a n s i ó n d e l a s h a c i e n d a s , e x is te a b u n d a n t e i n fo r m a c i ó n p a r a l le v ar a c a b o a q u e l a n á li si s. A sí, e n 1 9 0 0 s e c e le b r ó el p r i m e r y u n o , d e lo s m e j o r e s c e n s o s nacionales: Oficina Nacional de Inmigración y Propaganda Geográfica, C e n s o N a c io n a l d e la P o b la c ió n d e la R e p ú b l ic a d e B o l i v i a d e s e p t i e m b r e d e 1 9 0 0 (2 v ., L a P a z , 1 9 0 2 - 0 4 ) . E s t a r e p a r tic i ó n g u b e r n a m e n t a l p u b li có t a m b i é n n u m e r o s o s e s tu d i o s geográficos, citados arriba. Desde aproximadamente la segunda m i t a d d e lo s a ñ o s 8 0 d e l s ig lo XIX y a u n r it m o c r e c i e n t e b a jo lo s m u y e f i c i e n te s l i b e r a l e s , c a s i t o d o s lo s m i n i s t e r io s d e l g o b ie r n o p u b l i c a r o n e s t a d í s ti c a s a n u a l e s s o b r e l a s o c ie d a d y l a e c o n o m í a d el p a ís . VI. D e s d e lo s a ñ o s 3 0 , h a s t a el p r e s e n t e L a G u e r r a d e l C h a c o h a p r o d u c i d o u n a a m p l ia b ib lio g ra fía que va desde novelas a memorias de batallas individuales y e x p e r ie n c ia s d e g u e r r a . B u e n a p a r t e d e e s a s o b r a s s e e n c u e n t r a res um ida en R. Q uerejazu Calvo, M a s a m a c la y . H is to ria , p o lític a , d ip lo m á tic a y m ilita r d e la G u erra d e l C h a co (3a ed. La Paz, 1975): D.H. Zook Jr., L a c o n d u c c ió n , d e l a G u e r ra d e l C h a c o (Hucmi i 347
A ire s, 1 96 2) e s u n a b u e n a h i s to r i a d e la g u e r r a m i s m a y d e lo s d e b a t e s d i p l o m á t ic o s d e e n t r e t e l o n e s . L a p o l ít ic a d e la g u e r r a y d e lo s g o b i e r n o s m i li ta r e s r a d i c a l e s s i g u i e n t e s e s tratado con detalle en las obras ya citadas Díaz Machicao y K l ein , a s í c o m o e n e l s e g u n d o v o l u m e n d e l a h i s t o r i a c o n t e m p o r á n e a d e A. C é s p e d e s , E l p r e s i d e n t e c o lg a d o (La Paz, 1971); e n los do s ú ltim o s’ vo lúm en es de la serie de P. Díaz M a c h i c a d o , H i s t o r i a d e B o liv ia . T o ro , B u s c h , Q u in ta n ill a , 1 9 3 6 - 1 9 4 0 (La Paz, 1 9 5 7 / H is to r ia d e B o livia . P e ñ a r a n d a , 1 9 4 0 1 9 4 3 (La P a z , 1 9 5 8 ). S o b r e e l p a p e l c r u c i a l d e l o s a s e s o r e s m ilitares alem an es v er L.E. Bieber, “La política m ilitar alem an a en Bolivia, 19 00 -19 35 ” L a tín A m e r ic a n R e s e a r c h R e v i e w 2 9 / 1 ( 1 9 9 4 ) y E l e a n o r H a n c o c k , E m s t R o h m . H i s t le r ’s S A C h i e f o f S t a f f (London,2008). Un estudio detallado de los gobiernos militares socialistas en F. Gallego, L o s o r íg e n e s d e l r e fo r m is m o m ilita r e n A m é r ic a L a tin a . L a g e s t i ó n d e D a v i d T oro e n B o liv ia ( B a r c e l o n a , 1 9 91 ) y L o s o r íg e n e s d e l r e f o r m is m o m il it a r e n A m é r i c a L a t i n a . L a g e s t i ó n d e G e r m á n B u s c h e n B o l i v i a
( B a r c e lo n a , 1 9 92 ). S o b r e e l f i n a n c i a m i e n t o d e l a g u e r r a v e r M. E . C o n t r e r a s , “D e b t , T a x e s a n d W a r ”. T h e P o l it ic a l E c o n o m y of Bo livia, c. 19 20 -1 93 5.” J o u r n a l o f L a tín A m e r ic a n S t u d i e s 2 2 / 2 (1 99 0). E l m e j o r e s t u d i o d e l i m p a c t o d e la g u e r r a , q u e , incluye una innovadora historia oral de los excombatientes del C hac o, es el de R. Arze A guirre, G u e r r a y c o n f lic to s s o c i a l e s . E l c a s o r u r a l b o l iv ia n o d u r a n t e la c a m p a ñ a d e l C h a c o (La Paz,1987). I n v e s ti g a d o r e s , b o liv ia n o s y e x t r a n j e r o s h a n e x a m in a d o l a G u e r r a d e l C h a c o e n e l n a c i m i e n t o d e l a ll a m a d a “g e n e r a c ió n del Chaco” y los profundos cambios políticos en la sociedad b o liv ia n a d e sd e lo s a ñ o s 30. D esd e p e rs p e c tiv a s h e te ro g é n e a s , p o d e m o s m e n c io n a r a S. A lm a ra z , E l p o d e r y , la c a í d a . E l e s t a ñ o e n la h i s t o r i a d e B o l iv ia (2a ed ., La Paz, 1969); do s i m p o r t a n t e s e s t u d i o s s o n d e R. Z a v a l e t a M e rc a d o , E l p o d e r d u a l e n A m é r ic a L a tin a . E s tu d io d e lo s c a s o s d e B o liv ia y C h ile (M é x i co , 1 9 7 4 ) y L o n a c io n a l p o p u l a r e n B o liv ia (M éxic o, 1 9 8 6 ) . E n t r e l o s i n v e s t i g a d o r e s e x t r a n j e r o s : R . J . A l e x a n d e r , L a r e v o lu c ió n N a c io n a l B o liv ia n a (La Paz, 1 9 6 0 ) ; J. Malloy, B o liv ia . L a r e v o lu c ió n in c o n c lu s a (La Paz, 1 9 8 9 ) ; y Ch. Mitchell, T h e L e g q p y o f P o p u lís m in B o liv ia . F ro m th e M N R to M ilita r y R u l e
(N u e va York, 1 9 7 7 / L os a p o r t e s m á s r e c i e n t e s s o n lo s d e J . — 348 —
B o liv ia , 1 9 5 2 - 1 9 8 2 (La Paz, 1990J; J. M alloy y E. G am arr a, R e v o l u t i o n a n d r e a c t i o n . B o l i v i a , 1 9 6 4 - 1 9 8 5 ( N e w
B r u n s w i c k , 1 98 8) y el v o l u m e n d e a r tí c u l o s p o r C r á b t r e e y W h i te h e a d a b a j o c i ta d o s . P a r a l a c o m p r e n s i ó n d e l h o r i z o n t e d e i d e a l e s p o lít ic o s d e l sig lo XX s o n d e i m p o r t a n c i a v a r i a s o b r a s q u e h a n c o n t r ib u i d o a d e f in i r n u e v a s f o r m a s d e p e n s a m i e n t o : e n t re e l la s , la s t r e s o b r a s m á s s ig n i f ic a t iv a s s o n e l m a n i f ie s t o i n d i g e n i s t a d e F. Tamayo, ya citado; T. Marof, L a t r a g e d i a d e l a ltip la n o (Buenos A i re s , 1 9 3 4 ) y C . M o n t e n e g r o , N a c i o n a l i s m o y c o lo n ia j e (La Paz , 1943). P ara la seg un da m itad del siglo XX hay estud ios d etallados s o b r e p a r ti d o s y p e r s o n a l id a d e s . L a h i s t o r ia m á s c o m p l et a d e u n pa rtido es la del MNR: L. Peñaloza, H is to r ia d e l M o v im ie n to N a c i o n a l i s t a R e v o lu c io n a r io , 1 9 4 1 - 1 9 5 2 (La P az , 196 3) y L. A n t e z a n a E . , H i s t o r i a s e c r e t a d e l M o v i m ie n t o N a c i o n a l i s t a R e v o lu c io n a rio (7 v., La Paz, 1984-88). P ar a an aliz ar los orígenes d e l p a r t i d o t r o t s k y s t a e s d e u t i l i d a d G . L o r a , J o s é A g u ir r e G a i n s b o rg , f u n d a d o r d e l P O R (La P az , 1 9 60 ) y l a n u e v a o b r a s o b r e e l p a p e l d el 'P O R y lo s s i n d i c a t o s m i n e r o s e s S. S á n d o r J o h n , B o l i v i a ’s R a d i c a l T ra d itio n . P e r m a n e n t R e v o lu tio n in th e A n d e s (T u c s o n , 2 0 0 9 ). P a r a lo s d e m á s p a r t id o s m a r x i s ta s n o h a y e s t u d i o s g e n e r a l e s y m i e n t r a s e x i s te n b i og r af ía s p a r t id i s t a s de todas las figuras dirigentes del periodo posterior a 1952, hasta el momento no se han publicado estudios serios de investigación. Tenemos, en cambio, algunas obras sobre c a n d i d a t o s y g r u p o s p o p u l i s t a s , p o r e j em p l o , F. M a y o rg a (ed.), ¿ E j e m o n í a s ? D e m o c r a ci a r e p r e s e n t a t iv a y l id e r a z g o s l o ca le s : P e r c y F e r n á n d e z , M a n f r e d R e y e s V illa , M ó n ic a M e d i n a (La
P az , 1 99 7). P a r a d e t e r m i n a d o s p e r io d o s o e p is o d io s p u e d e n s e r d e u t i l i d a d P h . L a b r e v o u x , B o l i v i a b a j o e l C h e ( B u e n o s A ir e s, 1 9 68 ) y l a r e c o p i l a c i ó n d e e s c r i to s d e l ‘C h e ’ G u e v a r a durante este periodo: J. Maestre (ed.), B o liv ia . V icto ria o m u e r te (Madrid, 1973), La ejecu ción del ‘C he ’ h a sido re la ta d a e n estilo p o p u la r p o r H. B. R y a n , T h e F a ll o f C h e G u e v a r a . A S t o r y o f S o l d ie r s, S p i e s a n d D iplom ats (Nueva York, 1998). El M inistro del Interior con el gobierno de Torres ha escrito un relato c o m p l e to d e e s t e p e r io d o m e m o r a b le : J . G a l la r d o L o z a d a, D i e z m e s e s d e e m e r g e n c i a e n B o liv i a . ( B u e n o s A i re s , 1 9 7 2 ) . L o s a n t e c e d e n t e s y la i d eo lo g ía d e l a c ú p u l a m i li ta r d u r a n t e este 349 —
p e rio d o h a n sid o a n a liz a d o s p o r J .P . L a v a u d , “L’a r t d u c o u p d ’E t a t . L es m i li ta i r e s d a n s la s o c i e té b o l iv i e n n e (1952-1982)”, R e v u e F r a n c a is e d e S o c io lo g ie 3 0 / 1 (1 98 9) y s u d e t a ll a d o a n á l i s is d e ’ l a s p r o t e s t a s p o p u l a r e s q u e c o n t r ib u y e r o n a d e r r i b a r l o s g o b i e r n o s m i l i t a r e s e n : L a d i c t a tu r e e m p é c h é e . L a g r é v e d e J a im d e s J e m m e s d e m in e u r s , B o liv ie , 1 9 7 7 - 1 9 7 8
(París, 1999). E n c o n t r a s te c o n. l a p e n u r ia d e b u e n o s e s tu d i o s s o b re dirigentes, los movimientos obreros y cam pesino s recientem ente p o litiz a d o s h a n sid o o b je to d e a b u n d a n t e a te n c ió n . A d e m á s d e l a y a c i t a d a h i s t o r i a d e l m o v i m i e n to o b r e ro d e L o ra , e s t á la obra de Z. Lehm, y S. Rivera, L o s a r t e s a n o s lib e r ta r io s y la é t i c a d e l t r a b a j o (La P a z , 1 9 88 ), s o b r e lo s a n a r q u i s t a s d e l a p rim e ra m ita d del siglo. T a m b ié n la COB h a recib id o la a te n c ió n de J. Lazarte, M o v im ie n to o b re ro y p r o c e s o s p o lític o s e n B o liv ia . H is to r ia d e la C O B , 1 9 5 2 - 1 9 8 7 (La P a z , 1 9 89 ) y t a m b i é n J . H . Magill, Labor U n io n s a n d p o l it ic a l so c i a liz a t io n . A C a s e S t u d y o f b o liv ia n W o r k e rs (Nueva York, 1974). Se e xa m ina la evo lución d e l p r o l e t a r ia d o m i n e ro y s u p r o c e s o d e s in d i c a l iz a c i ó n y r a d i c a l i z a c i ó n e n G . R o d r í g u e z 0 . , E l s o c a v ó n y e l s in d ic a t o . E n s a y o s h istó ric o s s o b r e lo s tr a b a ja d o r e s m in e ro s, siglos XIX-XX (La P a z , 1 9 91 ); R . Z a v a l e t a M e r c a d o , “F o r m a c l a s e y f o r m a m u l t it u d e n e l p r o l e t a r i a d o m i n e r o e n B o liv ia ”, e n R . Z a v a l e t a M. (ed.), B o liv ia h o y (M é x ic o , 1983); L. W hiteh ea d, “S ob re el r a d i c a l i s m o d e l o s t r a b a j a d o r e s m i n e r o s e n B o l i v i a ” , R e v i s t a M e x ic a n a d e S o c io lo g ía 4 2 / 4 (1 98 0) y “M i n er s a s V o te rs . T h e E l e c t o r a l P r o c e s s i n B o l iv ia s M in i ng C a m p s ” , J o u r n a l o f L a tín A m e r ic a n S t u d ie s 13 (1981). Los trabajadores mineros también h a n s id o t e m a d e la e x t ra o r d i n a r i a b io g ra fía d e u n a e s p o s a d e m i n e r o . D. C h u n g a r a , ‘S i m e p e r m i t e n h a b la r ...'. T e s tim o n io , d e D o m itila , u n a m u je r d e l a s m in a s d e B o liv ia (M éxic o, 1 9 7 7 ) y d e u n e s t u d i o a n t r o p o l ó g i c o d e J . N a s h , W e E a t th e M in e s a n d th e M in e s E a t U s. D e p e n d e n c y a n d E x p lo ita tio n in B o liv ia n M in e s ) N ueva York, 1979), a sí com o s u v ersión de la au to b io g rafía d e u n m i n e r o : J . R o j a s y J . N a s h , I s p e n t m y L if e in th e M in e s. T h e S t o r y o f J u a n ’ R o j a s , B o l iv i a n T in M i n e r (Nue va York, 1992).
E n t r e o t r a s a u t o b i o g r a fí a s r ec o g i d a s p o r a n t ro p ó l o g o s e s t á la e l a b o r a d a p o r H y J . B u e c h le r , T h e W o r ld o f S o f ía V e l á z q u e z . T h e A u t o b i o g r a p h y o f a B o liv ia n M a r k e t V e n d o r ( Nueva York, 1996); la de M an ue la Arí A n A y m a r a W o m a n :s T e s tim o n y — 350 —
y P edro C on don i y F. Estival, N o u s l e s o u b lié s d e l ’A ltip la n o té m o ig n a g e d e P e d r o C o n d o n i [sic], p a y s a n d e s A n d e s b o liu ien n es
( P a r ís , 19 96 ). P a r a l a v id a d e u n a f am i l ia j u d í a a u s t r í a c a l l e g ad a a Bolivia a fines de los años 30, ver L. Spitzer, H o te l B o liv ia . T h e C u l t u r e o f m e m o r y in a R e f u g e f r o m N a z i s m ( N u e v a York, 1998 ). L os e s tu d i o s s o b r e lo s c a m p e s i n o s t o d a v í a h a n s id o m á s n u m e r o s o s q u e l o s d e lo s o b r e ro s . H a y u n o r ig i n al e s t u d i o d e S. Rivera, O p r im id o s, p e r o n o v e n c id o s . L u c h a s d e l c a m p e s i n a d o a y m a r a y q h e c h w a d e B o liv ia , 1 9 0 0 —1 9 8 0 (La Paz, 1986). Los d o s c e n t r o s c la v e de s i n d i c a l í z a c ió n c a m p e s i n a , el v a lle d e C o c h a b a m b a y e l a l tip l a n o p a c e ñ o n o r t e lo s h a n e s t u d i a d o : J . D a n d l e r , E l s in d i c a l is m o c a m p e s i n o e n B o liv ia : lo s c a m b io s e s t r u c t u r a l e s e n U c u r e ñ a ( M éx ic o, 1 9 6 9 ) y X . A l b o , A c h a c a c h i : m e d io s ig lo d e lu c h a s c a m p e s i n a s ( La P a z , 1 9 7 9 ), d o s b u e n o s
estud ios tan to históricos como contem poráne os po r u n sociólogo y un antropólogo. Sobre, la evolución política e ideológica c o n t e m p o r á n e a d e l o s s i n d i c a t o s c a m p e s i n o s v e r X. A lb o , “De M N R is ta s a K a t a r is t a s . C a m p e s i n a d o , e s t a d o y p a r t id o s , 1 9 5 3 - 1 9 8 3 H is to r ia B o liv ia n a 5 :1 - 2 ( C o c h a b a m b a , 1 98 5 ); J . Hurtado, El K a ta r is m o (La Paz, 1986) y D. Pa ch ec o, E l in d ia n ism o y lo s in d i o s c o n te m p o r á n e o s e n B o liv ia (La Paz, 1992). E stu d ia l a m o v i li za c ió n d e l o s q u e c h u a s J .A . R o c h a , C o n e l o j o d e a d e l a n t e y c o n e l ojo d e a t r á s . I d e o lo g ía , é tn ic a , e l p o d e r y lo p o l í t i c o e n t r e l o s q u e c h u a s d e l o s v a l l e s y s e r r a n í a s d e C o c h a b a m b a - 1 9 3 5 - 1 9 5 2 (La Paz, 199 9); y F. P atz i P aco , I n s u r g e n c ia y s u m is i ó n . M o v im i e n t o s i n d í g e n o - c a m p e s i n o s , 1 9 8 3 - 1 9 9 8 (La P a z , 1 9 99 ); J . S a l m ó n a n a l i z a t o d o e l d e b a t e p re m o d e rn o d e la id e o lo g ía in d ig e n is ta e n El e s p e j o i n d í g e n a . E l d i s c u r s o i n d i g e n i s t a e n B o liv ia , 1 9 0 0 - 1 9 5 6 (La P az, 1997 ).
M u c h a s d e la s o b r a s m e n c i o n a d a s e n l a se c ci ó n s o b re l a s i tu a c i ó n s o c ia l t a m b i é n s e o c u p a n d e l a si n d i c a lí z a c ió n y a c t iv i d a d e s p o l ít ic a s d e l os c a m p e s i n o s . Las tirantes y complejas relaciones de Bolivia con EE. U U. ( la p o t e n c i a m á s i n f lu y e n t e q u e i n t e r f ie r e e n s u d e s a r r o ll o durante el siglo XX), han sido parcialmente analizadas por B. W o o d T he M a k in g o f t h e G o o d N e i g h b o r Policy (Nu eva York, 1961); C. Blasier, T h e H o v e r in g G i a n t. U. S. R e s p o n s e s t o R e v o l u t i o n a r y C h a n g e in L a t ín A m e r ic a ( P i t t s b u r g , 1 9 7 6 ) y K. D . L e h m a n . B o liv ia a n d th e U n ite d S t a t e s . A l im it e d P a r t n e r s h i p (AlI m-mm. — 351 —
GA,1999). Entre los estudios sobre aspectos concretos d e e s a s r e l a c i o ne s e s t á m J . W. W i lk ie , T h e B o l iv i a n R e v o l u t io n a n d U n ite d S t a t e s A i d s i n c e 1 9 5 2 (Los A ng eles, 1969) y E. G a m a r r a , E n tr e la d r o g a y la d e m o c r a c ia . L a c o o p e r a c ió n e n tr e EE. UU. B o liv ia y la lu c h a c o n tr a e l n a r c o tr á fic o (La Paz, 1994). Hay tam bién estud ios de excepcional calidad sobre la econom ía b o liv ia n a d e s d e lo s a ñ o s 2 0 . La m e jo r h is to r i a g e n e r a l d e la e c o n o m í a d e s d e e s a f e c h a h a s t a l a s e g u n d a m i ta d d e lo s a ñ o s 50 es el estudio de la CEPAL, E l d e s a r r o llo e c o n ó m ic o d e B o liv ia (México, 1957) al que se pu ed e a ñ a d ir la ob ra de C. H. Zondag, T h e B o l iv ia n E c o n o m y , 19 52 -19 65 (Nueva York, 1966). A unq ue no existe una síntesis general del periodo moderno, si hay nu m eroso s estudios especializados sobre determ inado s procesos e c o n ó m ic o s . U n o de lo s p a r t i c i p a n t e s e n e l p r o g r a m a de e s t a b i li z a c ió n d e la s e g u n d a m i t a d d e lo s a ñ o s 5 0 , G. . J. E d e r , e s a u t o r d e I n fla tio n a n d D e v e lo p m e n t in L a tín A m e r ic a . A C a s e H is to r y o f In fla tio n a n d S ta b ü v z a tio n ¿nBolivia (Ann A rbor, 1968). L a c r is i s d el e n d e u d a m i e n t o y s u s e fe c to s h a n s id o o b je to d e l o s e s t u d i o s d e 0 . U g a r t e c h e , E l E s t a d o d e u d o r E c o n o m í a p o lít ic a d e la d e u d a . P e r ú y B o liv ia 1 9 6 8 - 1 9 8 4 (Lima, 1986) y R. Devliny M. Mortimore, Los b a n c o s tr a n s n a c io n a le s , e l E s t a d o y e l e n d e u d a m ie n to d e B o liv ia (Santiago de Chile, 1983). T am bién s e h a e s t u d i a d o e l r e c i e n t e ‘c h o q u e ’ o r to d o x o d e m e d i a d o s d e los a ñ o s 80: J. A. M orales y J . D. Sa ch s, “Bo livia’s Eco nom ic Crisis”, en J. D. Sachs (ed.), D e v e lo p in g A m e r c u n t r y D e b t a n d th e W o r ld E c o n o m y ( C h i c a g o , 1 9 8 9); J . S a c h s “T h e B o l iv i a n Hy perinflation an d Stabilization” A m e r ic a n E co n o m ic A s s o c ia tio n . P a p e r s a n d P r o c e e d ín g s 77:2 (Nashville,1987) y 0. R. Antezana M a l p a r ti d a , A n á l i s i s d e la N u e v a p o l í t i c a E c o n ó m i c a (La P a z, 1 98 8). S e h a n e s t i m a d o a s i m i s m o e l v o l u m e n y l o s ra s g o s d e l a i m p o r t a n t e e c o n o m í a in f or m a ] e n S. D o r ia M e d in a , La e c o n o m í a i n fo r m a l e n B o l iv ia (La P az , 1 9 86 ). U n b u e n e s t u d i o sobre desarrollo esta en M. Weisbrot, R. Ray, and J. Johnston, B o l i v i a : T h e E c o n o m y d u r i n g t h e M o r a l e s A d m i n i s t r a t i o n
( W a s h in g t o n , 2 0 0 9 ) y lo s v a r i o s e s t u d i o s d e l I n s t i t u t o d e Investigaciones Socio-Económicas, Universidad Católica B o l iv i an a ; v e r p o r e j em p lo e l e s t u d i o L y k k e r A n d e r s o n , B a j a m o v i l i d a d s o c i a l e n B o liv ia : C a u s e s y c o n s e q u e n c i a s p a r a e l d e s a r r o llo (La Paz,2002)
E x i ste n t a m b i é n n u m e r o s o s a n á l i s is s o b r e s a l u d y la 3 52
situación de pobreza iniciados en los años 70 con N. T. C h i r i k os e t a l., H u m a n R e s o u r c e s in B o l iv ia , (Columbus,1971); Misión USAID en Bolivia, B o liv ia H e a lth S e c t o r A s s e s s m e n t (La P a z , 1 97 5 ) y lo s v o l ú m e n e s p a t r o c i n a d o s p o r U N I C E F e n los años 80, R. Morales Anaya, D e s a r r o llo y p o b r e z a e n B o livia . A n á l i s i s d e la s it u a c i ó n d e l n iñ o y la m u je r (La P az, 1984) y L a c r is is e c o n ó m ic a e n B o liv ia y s u i m p a c to e n l a s c o n d ic io n e s d e v i d a d e l a s n iñ o s (La P a z , 1 9 8 5) . V a r io s e s t u d i o s s o b r e s a l u d
y v i v ie n d a o f re c e n in f o r m a c i ó n a c t u a l c o n l os r e s u l ta d o s d e lo s p r o g r a m a s g e s t i o n a d o s p o r el g o b i e rn o b o l iv ia n o d e s d e 1980. Estas encuestas de salud (llamada ENDSA) fueron h e c h a s c a d a c in c o a ñ o s h a s t a 2 0 0 8 , v er M in is te rio d e S a l u d y D e p o r t e s e I N E , E n c u e s t a n a c i o n a l d e d e m o g r a f í a y s a l u d 2 0 0 8 , I n f o r m e P r e li m i n a r (L a P a z , 2 0 0 9 ) . L os d a t o s d e l a s e n c u e s t a s d e v iv ie n d a, h a s t a 2 0 0 8 , ll a m a d a s in i c ia lm e n t e M ECO VI y a h o r a s im p l e m e n t e “E n c u e s t a d e H o g a r e s ” e s t á n e n . N u m e ro s o s a u t o r e s y o r g a n i sm o s g u b e r n a m e n t a le s s e h a n o c u p a d o d e la c u e s t i ó n d e l a p o b re z a : e n t r e e s a s l a s o b r a s v e r R. M o r a le s A na y a , B o liv ia . P o lític a e c o n ó m ic a , g e o g r a f í a y p o b r e z a . O c h o c im a s a la v e z (La Paz ,2000 ); N a c io n e s U n id a s , D ó n d e e s t a m o s e l 2 0 0 0 ? R e m o n t a n d o la p o b r e z a . O c h o c im a s a la v e z (La P a z , 2 0 0 0) . D a t o s s o b r e p o b r e z a se e n c u e n t r a n e n INE. B o liv ia . M a p a d e la p o b r e z a 2 0 0 1 ( L a P a z , 2 0 0 1) y s ob r e l a s c o n d i c i o n e s s o c i a l es e n n iv e l l o c a l v e r UD A PS O í n d i c e s d e d e s a rr o llo h u m a n o y o tro s in d ic a d o r e s s o c ia le s e n 3 1 1 m u n ic ip io s d e B o liv ia (L a P a z , 1 9 97 ) y t a m b i é n P N U D , I n f o r m e N a c io n a l s o b r e D e s a r r o llo H u m a n o 2 0 0 7 (La Paz ,2008)
L a m i n e r ía h a s t a 1 97 0 , u n a f u e n t e c l á si c a e s la y a c i ta d a o b r a d e W. G ó m e z; p a r a e l p e r io d o p o s t e r i o r c o m p l e t a r c o n M . A . A y u b y H. H a s h i m o t o , T h e E c o n o m ic s o f T in M in in g in B o l i v i a , ( W a s h in g t o n , 1 9 85 ). E l n a c i m i e n t o d e l a s n u e v a s e m p r e s a s p r iv a d a s m i n e r a s m e d i a n a s lo e s t u d i a n M .E . C o n t r e r a s y M .N . P ac h e c o , M e d io s ig lo d e m in e r ía m e d i a n a e n B o livia , 1 9 3 9 - 1 9 8 9 (La Paz, 1989). Los d eb a te s so br e COMIBOL y s u c o g o b i e rn o e n l o s a ñ o s c i n c u e n t a s e v e n e n A. C a n e l a s , Mito y r e a l i d a d d e C O M IB O L y S. C a b r e r a , L a b u r o c r a c i a e s t r a n g u l a l a CO M IB O L (La Pa z, 1 9 6 0 ).U n p u n t u a l a n á l i s i s d e la e s t r u c t u r a f is ca l m i n e r a a n t e s d e la s r e fo r m a s a c t u a l e s p r e s e n ta M. Gillis (ed.), T a x a t io n a n d M i nin g. N o n F u e l M in e r a l s in B o l iv ia a n d o t h e r C o u n tr ie s ( C a m b r id g e , 1 9 78 ) L a t r a b a j o
an ter io r de S. ALmaraz, E l p e tr ó le o e n B o liv ia (La Paz, 1958) d e b e c o m p l e t a r s e c o n el e x c e le n t e a n á l i s i s d e l p e tr ó l eo y e l g a s d e C. M i r a n d a P a c h e c o , “D el d e s c u b r i m i e n t o p e t r o lí fe r o a la exp losión de l g a s” en F. C am pe ro (ed.), B o liv ia e n e l s ig lo X X (La P a z, 1 99 9 ). I n f o r m a c i ó n e s t a d í s t i c a a c t u a l s o b r e m i n e r a l e s y l a in d u s t r i a h i d r o c a r b u r í fe r a v e r e n M in is te rio d e M in e ría y M e t a lu r g i a , E s t a d í s t i c a s d e l s e c t o r m in e r o - m e ta l u r g ia 1 9 8 0 2 0 0 8 (La Paz, 2009). U n a m i s ió n o fic ia l d i r ig i d a p o r R . M u s g r a v e h a r e a l i z a d o estudios minuciosos sobre la estructura fiscal estatal, sus r e s u l ta d o s e s t á n e n R e fo r m a fi s c a l e n Bo livia (2 v., La Paz, 1977). C u e s t i o n e s b á s i c a s d e p o l íti c a e c o n ó m ic a d e s p u é s d e 1 9 52 e s t á n b i e n a n a l i z a d a s e n M . B u r k e , E s t u d i o s c r ític o s s o b r e la e c o n o m í a b o l i v i a n a (La Paz, 1973) y C. G oo dric h, T h e E c o n om ic T r a n s f o rm a t io n o f B o l iv ia (Ithaca, NY,1955), La ag ricu ltur a h a r e ci b id o u n t r a t a m i e n t o m o d e r n o d e c ie r to r e fi n a m i e n to e n E. B. W e n n e r g r e n y M .D . W h i ta k e r , T h e S t a t u s o f B o l i v ia n A g r íc u ltu r e ( N u ev a Y ork, 1 97 5 ). E s t a o b r a s e o c u p a e n p r i m e r l u g a r d e la p r o d u c c i ó n a g r íc o l a d e s p u é s d e 1 9 5 2 . A n á l is is d e la s e s t r u c t u r a s y la p r o d u c c ió n e n la s h a c i e n d a s a n t e r io r e s a la Refo rm a A graria ofrece E. F lores, “Ta raco: M onog rafía de u n l a ti f u n d i o d e l a l t ip l a n o b o l iv i a n o ” E l T r im e s tr e E c o n ó m ic o 22 :2 (México, 1955); la tes is d oc tora l de P.R. T uro vs ky , “Bolivian haciendas before and after the Revolution “ (U. de California, Los Angeles, 1980) y luego J . B enton , A g r a r ía n refo rm in T h e o ry a n d P r a c tic e . A S t u d y o f t h e L a k e T itic a c a R e g ió n in B o li v i a
(Aldershot,1999). S obre los cam bios p rod ucido s p or la Reform a A g r a ria d e 1 9 53 e n l a s it u a c i ó n e c o n ó m i ca y so c ia l h a y u n a gran cantidad de estudios que cubre la mayor parte de las p r in c ip a le s re g io n e s d el p a ís : W .J. M cE w en, C h a n g i n g r u r a l S o c i e ty . A S t u d y o f C o m m u n iti es in B o l iv ia (Nu eva York, 1975) es una introducción global al tema; para estudios detallados s o b r e r e g i o n e s o z o n a s p a r t i c u l a r e s v e r W .E . C á r t e r , A y m a r a C o m m u n itie s
and
th e B o l iv ia n - A g r a r ia n R e fo r m (Gainesville, 1964); R .A S i m m o n s , P a lc a y P u c a ra . A S t u d y of.. T w o B o l i v ia n H a c i e n d a s ( B e r k e l e y , 1 9 7 4 ) ; D . H e y d u k , H u a y r a p a m p a . B o liv ia n H ig h la n d P e a s a n t s a n d th e N e w S o cia l O r d e r (I th a c a , NY, 1971); K. H ea ly , C a c iq u e s y p a t r o n e s : u n a e x p e r i e n c i a d e d e s a r r o ll o r u r a l e n e l s u d d e B o l iv ia
(Cochabamba,1983); B. Leons, “Land reform in the Bolivian
Y u n g a s ” A m é ric a I n d íg e n a 2 7:4 (México, 1967); M. B urk e, “L a n d R e fo r m a n d i t s E f fe c t u p o n P r o d u c t i o n a n d P r o d u c ti v it y in the lake Titicaca Región” E co n om ic D e v e lo p m e n t a n d C u ltu ral C h a n g e 1 8 (Chicago, 1970); D.B. H ea th e t a l , L a n d R e fo rm a n d S o c i a l R e v o l u t io n in B o l iv i a (Nueva York, 1969); D.B. H ea th, “New Patterns for Oíd: Changing Patrón Client Relations in the Bolivian Y un gas” E th n o lo g y 12 (1973); la sección dedicada a B olivia en A. P ears e, L a tín A m e ric a n P e a s a n t (Lon dres, 1975); D. H e y d u k , “T h e H a c i e n d a S y s te m a n d A g r a ria n R e fo rm i n H i g h l a n d B o liv ia : A R e - e v a l u a t i o n ” E th n o lo g y 13:1 (1974); y l o s a r t í c u l o s d e R. G o d o y , “ E c o l o g i c a l . D e g r a d a t i o n a n d A g r ic u l tu r a ! I n t e n s i f ic a t io n i n t h e A n d e a n H i g h l a n d s ”, H u m a n E cology 14:4 (1984); B.S. Orlovey R. Godoy, “Sectorial Fallowing S y s te m s i n t h e C e n t ra l A n d e s ”, J o u r n a l o f E th n o b io lo g y , 6:1 (1 98 6) y s u t ra b a j o e s c r it o c o n j u n t a m e n t e c o n J . M o r d u c h y D. B r av o , “T e c h n o l o g ic a l a d o p t io n i n r u r a l C o c h a b a m b a , Bolivia” J o u r n a l o f A n th ro p o lo g ic a l R e s e a r c h 54:3 (1998). R.A. G o d o y I n d ia n s , m a r k e t s , a n d r a in f o r e s ts : th e o r y , m e th o d s , a n a ly s i s (New York, 2001) c om pa ra Bolivia con o tra s regiones. La m igración de los cam pesinos indios qhish w a y aym ara a l a s ti e r r a s b a j a s o r ie n t a le s fu e u n a n o v e d a d e n la s o c ie d a d r u r a l b o liv ia n a d e la s ú l t im a s t re s d é c a d a s , a u n q u e e n el a l ti p l a n o y e n l os v a ll es a l t o s s e h a y a m a n t e n i d o e l r it m o d e crecimiento demográfico. Hasta el presente no existe ningún estudio particular que abarque todos los aspectos de este complejo fenómeno si bien se han escrito tesis doctorales a l g u n a s d e e l l a s s o n : R . H e n k e l , “T h e C h a p a r e o f B o l iv ia . A S t u d y o f T r o p ic a l A g r ic u l tu r e in T r a n s i ti o n “ (U. o f W i s c o n s i n , Madison, 1971); H. Zeballos, “From th e U p la n d s to th e L o w la n d s. A n e c o n o m ic A n a ly s is o f B o liv ia n Ü r b a n -R u r a l M ig ra tio n (U. of W isco nsin , M ad ison, 1975) y C. Weíl y J. Weil, V e r d e e s l a
e s p e r a n z a . C o l on iz a ció n , c o m u n id a d y c o ca en la A m a z o n i a ( C o c h a b a m b a , 1 99 3) . U n e s t u d i o d e d i c a d o a l a s m i g r a c io n e s hacia la región de Santa Cruz es L. Gilí, P e a s a n t, E n tr e p r e n u e rs
a n d S o c ia l C h a n g e . F r o n tie r D e v e lo p m e n t in L o w la n d B o liv ia (Bo ulder, 19 87); A. M. S te rm a n , C a m b a y c o l l a . M i g r a c i ó n y d e s a r r o llo e n S a n ta C ru z, B o liv ia (La Paz, 1987); y M. Redclift, “Sustainability and the Market: Survival Strategies on the Bo livian F ro n tier” J o u r n a l o f D e v e lo p m e n t S tu d i e s 23 (1986). Científicos sociales y traba jado res p ar a el desarrollo c om unitario — 355 —
t a m b i é n h a n e s t u d i a d o lo s g r u p o s a l ti p l á n ic o s y v a l l u n o s . S i n d i s c u s i ó n lo s m á s s e ri o s s o n lo s q u e e n l a s t r e s ú l t i m a s d é c a d a s h a n p r o d u c i d o d o s i n s t i tu c i o n e s a c a rg o d e l os j e s u i t a s : CIPCA d e L a P a z y ACLO d e S u c r e . L a m i g r ac ió n u r b a n a a L a Pa z h a s id o o b je to d e u n a a m b i c i o s a in v e s ti g a c i ó n e s t a d í s t i c a p a t r o c in a d a p o r CIPCA y re a liz a d a p o r X. A lb o, T. G re a v e s y G . S a n d o v a l , C h ik iy a p u . L a c a r a a y m a r a d e L a P a z (4v., La Paz, 1981-7); la ciu da d de El Alto y s u población cho la estu dia ron G . S a n d o v a l y F. S o s t r e s , L a c i u d a d p r o m e t i d a . P o b l a d o r e s y o r g a n iz a c io n e s s o c i a l e s e n E l A lto (La Paz, 1989); M. Antezana Villegas, El Alto d e s d e E l A lto II (La Paz, 1993). M ien tra s L. G ilí h a e s t u d i a d o d i v e rs o s a s p e c t o s d e l a c i u d a d e n d o s o b r a s : P r e c a r io u s D e p e n d e n c ie s . G e n d e r , C l a s s a n d d o m e s t i c S e r v ic e in So livia (Nu eva York, 1994) y T e e t e r i n g o n t h e r i m : G l o b a l R e s tr u c tu r in g . D a il y L ife a n d t h e a r m e d r e t r e a t o f t h e B o liv ia n S t a t e ( N u ev a York, 2 0 0 0 ). U n a v isió n e tn o g rá fic a d e la c iu d a d e s t á e n S . L a z a r , E l A lto , r e b e l c ity : s e l f a n d c i t i z e n s h i p in A n d e a n B o liv ia (D u r h m a n , 2 0 0 8 ).
A u n q u e l a m i g r a c ió n i n t e r n a d e n t ro d e B o liv ia h a s id o c o n s t a n t e d e s d e 1 9 5 2, la m i g r a c ió n in t e r n a c i o n a l a g r a n e s c a l a e s u n f e n ó m e n o r e c i e n t e . E l e s t u d i o d e l IN E, E s t u d i o d e la m ig r a c ió n in te r n a e n B o liv ia (La Paz,2004) es el único y sólido estudio. Argentina fue la meta de la migración internacional, e s t a c i o n a l y p e r m a n e n t e , m á s a n t ig u a ; v e r R. B e n e n c i a y G. K a r a s i k , I n m ig r a c ió n lim ítr o fe : lo s b o l iv ia n o s e n B u e n o s A i r e s ( B u e n o s A i re s, 1 99 5). D e s p u é s d e l 2 0 0 0 s e d a u n a m i g ra c ió n m a s iv a h a c i a E s p a ñ a y f ue e s t u d i a d a p o r M. F e r n á n d e z G a r cía , “B o liv i an o s e n E s p a ñ a , ” R e v i s t a d e I n d i a s 2 4 5 ( 2 0 0 9 ) . L a m e n t a b l e m e n t e el p e q u e ñ o c o n t i n g e n t e d e m i g r a n t e s b o l i v i a n o s a E s t a d o s U n i d o s n o h a s i d o e s t u d i a d o sistemáticamente. E l ú l ti m o m e d i o s ig lo B o l iv ia h a s id o o b j e to d e investigaciones antropológicas sobre todos los aspectos de la cultura india. Las poblaciones aymaras contemporáneas, por ejemplo, tiene n estud ios tem pran os en W. La B a rre , The a y m a r a I n d ia n s o f t h e L a k e T itic a c a P la te a u , B o liv ia (W ashington, 1948); H. Tschopik, “The Aymara” en J. H. Steward (ed.) H a n d b o o k o f S o u t h A m e r ic a n I n d i a n s (W ash ingto n, 1946 ), v. II; H. y J . B u e c h l e r , T h e B o liv ia n A y m a r a (N ueva York, 1971) y h a n sido c o m p l e ta d o s p o r o t ro s n u e v o s s o b r e d i v e rs o s a s p e c t o s d e l a — 356 —
v id a c a m p e s i n a d el a y m a r a c o n t e m p o r á n e o . L a m e jo r introducción a estos nu ev os m ateria les e s X. Albo (ed.), R a íc e s d e A m éric a. E l m u n d o a y m a r a (Madrid, 1988). E nt re los estu dio s s o b re a s p e c t o s c o n c r e t o s d e l a c u l t u r a a y m a r a s o n l os siguientes: sobre las c ree nc ias religiosas W.E. C árter, “S ecu lar Reeforcement in Ay m ara D eath R itual” A m e r ic a n A n ’th ro p o lo g ist 70:2 (1968); J . M on ast, Los i n d i o s a v m a r a s : ¿ e v a n g e l i z a d o s o s o la m e n t e b a u t i z a d o s ? ( B u e n o s A i r e s, 1 9 72 ) y l o s e s t u d i o s d e la s o b r a s c o l e c ti v a s y a c i t a d a s , e d i t a d a s p o r J .V . M u r r a . E l r i t u a l a y m a r a lo e s t u d i ó T. A. A b e r c r o m b i e , P a t h w a y s o f M em ory a n d P o w er: E th n o g r a p h y a n d H is to r y A m o n g a n A n d e a n P e o p le ( M a d i s o n , 1 9 9 8 ) y T. P l a t t , L o s g u e r r e r o s d e C r is to . C o f r a d ía s , m i sa s o l a r y g u e r r a r e g e n e r a t i v a e n u n a d o c tr in a . M a c h a ( s i g l o s XVII I-X X ) (L a P a z , 1 9 96 ). E l p a r e n t e s c o lo h a e s t u d i a d o X . A l b o E s p o s a s , s u e g r o s y p a d r i n o s e n t r e lo s a y m a r a s (2a e d . , L a P a z, 1 9 7 6) . J u n t o a é s t o s e s t á e l a n t i g u o e s t u d i o d e W . E . C á r t e r y M . M a m a n i , I r p a C h ic o. I n d iv id u o y c o m u n id a d e n la c u ltu r a a y m a r a (La Paz, 1982). La fisiología
d e a l t u r a d e lo s a y m a r a s e s a n a l iz a d o p o r T .D . B r u t s a e r t , J . D. H aas y H. Spielvogel, “A bse nc e o f W ork Efficiency Differences D u r i n g C y c l e E r g o m e t r y E x e r c i s e i n B o l i v i a n A y m a r a , ” H ig h A ltitu d e M e d ic in e & B io lo g y 5:1 (2004). La m ezcla de sistem as de creencias m édicas en las pe qu eñ as po blaciones del altiplano, s o n o b je to d e a n á l i s is e n u n a o b r a i n t e r e s a n t e d e L. C r a n d o n M a la m u d F ro m t h e F a t o f O u r S o u ls . S o c ia l C h a n g e , P o litic a l P r o c e s s a n d M e d ic a l P lu ra lism in B o livia (B erk eley, 1991) m ien tras s e a n a l i z a e l a y m a r a e n u n p u e b l o r u r a l e n J . R. B a r s t o w “A n A y m a ra C l a ss S t r u c t u r e : T o w n a n d C o m m u n i ty in C a r a b u c o ” (U. o f C h i c a g o , C h i c a g o , 1 9 7 9 ). U n g r u p o a y m a r a e n e l multilingüe Norte de Potosí ha sido estudiado por 0. Harris: To M a k e t h e E a r th B e a r F ru it. E s s a y s o n F e r tility , W o rk a n d G e n - d e r i n H i g h l a n d B o l iv ia (Lon dres,2000) y R. Godoy, M in in g a n d A g r ic u ltu r e in H ig h la n d B o liv ia (Tucson, 1990). U na sínte sis d e l a li n g ü í s - t i c a a y m a r a e n L. B r ig g s , “A C r i ti c a l S u r v e y o f th e L i te r a t u r e o n t h e A y m a ra L a n g u a g e ”, L a t ín A m e r ic a n R e s e a r c h R e v i e w 14:3 (1979); J . de D. Y ap ita y L. B riggs, “A y m a - r a L i n g u i s ti c s in t h e p a s t 2 2 Y e ars “ L a tín A m e r ic a n I n d i a n L i t e r a t u r e s J o u r n a l 4:2 (1988); H .E. M an elis Klein y L. S t a r k ( e d s . ) S o u th A m e r ic a n In d i a n L a n g u a g e s . R e t r o s p e c t a n d P r o s p e c t ( A u s t i n , 1 9 8 5 ) ; L. C a m p b e l l , A m e r i c a n I n d i a n
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—
L a n g u a g e s . T h e H is to r ic a l L in g u is tic s o f N a t i v e A m e r ic a
( N ue va Y ork, 1 9 97 ). E s t u d i o s d e l in g ü í s t i- c a a y m a r a e s t á n e n l a s e r i e d e M .J . H a r d m a n (ed .), T h e A y m a r a L a n - g u a g e in I ts S o c ia l a n d C u ltu r a l C o n t e x t (Gainesville,1981); ver ta m b ién X. Albo y F. L aym e (eds.) L ite ra tu ra a y m a r a . A n to lo gía (La Paz, 1992). La población qhishwa de Bolivia es objeto de estudio in t en s o , a u n q u e t o d a v ía m e n o s q u e s u c o n t r a p a r te p e r u a n a . X. A lb o h a r e a l iz a d o u n b u e n a n á l i s i s s o c i o lin g ü í s ti c o e n L o s m il r o s t r o s d e l q u e c h u a . S o c i o l i n g ü í s ti c a d e C o c h a b a m b a
(L im a, 1 97 4). L a s o b r a s c i t a d a s d e D a n d l e r y d e S im m o n s r e la t iv a s a la s c o m u n i d a d e s d e h a b l a q h i s h w a de l v a lle c o c h a b a m b i n o , j u n t o a J .F . G o in s, H u a y c u lv L o s in d io s q u e c h u a d e l V a ll e d e C o c h a b a m b a (México, 1967) y M. Lagos, A uto no m y a n d P o w e r T h e D y n a m i c s o f C l a s s a n d C u ltu re in R u ra l B o liv ia
(Philadelphia,1994). T. Platt h a analizado el simbolismo q u ec h u a e n E s p e j o s y m a í z (La P az , 1 97 6 ) y e n u n e n s a y o i n c l u id o e n el v o l u m e n d i rig i d o p o r J . V. M u r r a ; t a m b i é n e x a m i n a l a evolución histórica de los quishwa del norte de Potosí en sus libros ya m encion ado s. Otro grupo qh ishw a potosino (los Yura) h a s i d o a n a l i z a d o p o r R . R a s n a k e , D o m in a c ió n y r e s i s t e n c i a c u ltu ra l. A u to r id a d y p o d e r e n u n p u e b l o a n d in o (La Paz, 1990 ). Las extraordinarias prácticas médicas de los indios Qallawaya que viven en la región altiplánica -con numerosos estudios iniciales-, han seguido atrayendo el interés de dos o b r a s d e J . W . B a s t i e n , M o u n ta in o f t h e C o n d o r. M e ta p h o r a n d R itu a l in a n a n d e a n A y l l u (St. P au l, 1978) y H e a l e r s o f th e A n d e s . K a l l a w a y a H e r b a l is ts a n th e ir m e d ic a l P la n ts (Salt Lake City, 1987); L. G ira u la, K a l l a w a y a . C u r a n d e r o s itin e r a n te s d e lo s A n d e s (La Paz, 1987 ); G.A. O tero L a p i e d r a m á g ic a . V id a y c o s tu m b r e s d e lo s in d io s c a l l a h u a y a s d e B o liv ia (M éxic o, 1 9 5 1 ). V er t a m b i é n G. F e r n á n d e z e t a l , M é d ic o s y y a t ir is . S a l u d e i n t e r c u l t u r a l i d a d e n e l a l ti p l a n o a y m a r a (La Paz, 1999).
L os in d i o s d e la s t i e r r a s b a j a s d e l O r ie n t e h a n c o n c i t a n d o el interés de los etnólogos. A comienzos del siglo XX, E. N o rd e n s k io e ld llevó a c a b o e s tu d io s c lá s ic o s d e e s t a re g ió n T he E t h n o g r a p h y o f S o u th A m e -ñ c a S e e n f ro m Mojos in B o l i v i a (2a ed., N ueva York, 1979). T am bié n la o b ra de A.R. H olmberg, N ó m a d a s d e l a r c o la r g o . L o s s i r i o n ó d e l o r i e n t e b o l iv i a n o
(México, 1978), etn ia qu e h a e stud iado H. S chefer y E L ou nsb ury A S t u d y in s tr u c t u r a l S e m a n ti c s . T h e S ir io n ó K i n s h i p S y s t e m — 358 —
(Englewood Cliffs, 1971); J . ( R iester E n b u s c a d e la L o m a S a n t a (La Paz, 1976) y e n L o s ’ G u a r a s u g ’w e : C r ó n ic a d e s u s ú l t i m o s d í a s (L a P a z , 1 9 7 7 ). L a d e m o g r a f ía y la s l e n g u a s d e e s t a s n u m e r o s a s e t n i a s e s el te m a a b o r d a d o p o r P. P la z a y J . C a r v a j a l e n E t n i a s y l e n g u a s d e B o liv ia (La Paz, 1985) y en v a r i o s i n f o r m e s d e l B a n c o M u n d i a l y d e la ON U. E l fo lk lo re b o l iv ia n o t a m b i é n h a m e r e c id o c o n s i d e r a b l e a t e n c i ó n d e p a r t e d e a u t o r e s c o m o M . R . P a r e d e s , M ito s , s u p e r s t i c i o n e s y s u p e r v i v e n c i a s p o p u l a r e s d e B o l i v i a (La P a z , 1 9 2 0 ) ; J . L a r a , L e y e n d a s q u e c h u a s (La Paz, 1960); E. Oblitas Poblete, M a g ia , h e c h ic e r ía y m e d ic in a p o p u l a r b o liv ia n a (La Paz, 1971); V. V aras R .,- H u a ñ a y p a c h a . A s p e c t o s f o lk ló r ic o s d e B o liv ia ( C o c h a b a m b a , 1 94 7) p a r a m e n c i o n a r s ólo a l g u n o s d e lo s m á s p r o líf ic o s. M u c h a d e e s t a in f o r m a c ió n r e s u l t a s i s t e m á t i c a m e n t e a c c e s ib l e e n J . E C o s t a s A., D ic c io n a rio d e l f o lk lo r e b o liv ia n o (2 v., S u cr e, 1967). U n t e m a f u n d a m e n t a l d e la a c t u a l id a d e n B o liv ia e s la cuestión indígena. Para iniciar el estudio de este importante tem a ve r R. M olina y X. Albo G a m a é t n ic a y lin g ü í stic a d e la p o b la c ió n b o liv ia n a (La Paz,2006), b asa do en u n an álisis amplio d e l c e n s o d e 2 0 0 1 y e n e l a n á l i s i s d e l I N E , A n á l i s i s s o c io d e m o g rá fic o . P o b la c io n e s n a t iv a s (La Paz 1997) elab ora do a p a r t i r d el c e n s o 1 9 9 0 . A lb o s e in t e r e s ó e n e l o r i g e n d e l a s a u t o r i d a d e s s o b r e l o s q u e t ie n e s ó l id o s e s t u d i o s , p o r e je m p lo , l a p r o c e d e n c ia d e l os d i p u t a d o s a l a A s a m b l ea C o n s t it u c io n a l d e 2 0 0 8 , v e r X. Alb o, “D a t o s d e u n a e n c u e s t a . E l p e r f il d e l os c o n s t i tu y e n t e s ” T i n k a z o s , 11 (200 8) y X. Albo y V. Q u isp e, Q u i e n e s s o n i n d í g e n a s e n l o s g o b i e r n o s m u n i c i p a l e s (La Paz,2004) Hay falta de visiones generales de la situación social de la p o b la c ió n b o liv ia n a c o n t e m p o r á n e a a u n q u e a l g u n a s z o n a s y algunos problemas han recibido atención. Fuera de los a n á l is i s s o b r e l a p o b r e z a y la s a l u d c i ta d o s a n t e r io r m e n t e , la m o v i lid a d s o cia l c o n t e m p o r á n e a e n la s o c ie d a d r u r a l h a s id o e stu d ia d a en J . Kelley y H. S. Klein, R e v o lu tio n a n d R e b ir th o f I n e q u a lity . A T h e o r y a p p l i e d to th e b o liv ia n N a tio n a l R e v o lu tio n
( B e r k el ey ,1 9 8 1 ) . L a e s t r u c t u r a y el m e r c a d o d e t r a b a j o d e la s p o b la c io n e s u r b a n a s h a sid o o b je to d e in te r é s e n la s o b r a s y a citadas de X. Albo sobre La Paz y de Sandoval sobre El Alto; v e r t a m b i é n R. C a s a n o v a s y A. R o ja s, S a n t a C r u z d e la S i e rr a.
C r e c im ie n to u r b a n o y s it u a c i ó n o c u p a c io n a l (La Paz , 1988): S . E s c o b a r v C. L e do U r b a n iz a ció n m ig r a c io n e s y e m p l e o e n le c iu d a d d e C o c h a b a m b a (La Paz, 1988); M. U rqu iola , P a rtic ip a n d c e n e l c re c im i en t o . E x p a n s i ó n e c o n ó m i ca , d i s tr i b u c i ó n d e l in g r e se y p o b r e z a e n e l á r e a u r b a n a d e B o l i v i a , 1 9 8 9 - 1 9 9 2 i¡ p r o y e c c i o n e s ( La P a z , 1 9 9 4 ) y R . M o r a l e s A n a y a , D e s a r r o lle h u m a n o e n l a s m o n ta ñ a s . In fo r m e d e l d e s a r r o llo h u m a n o d e lo c i u d a d d e L a P a z (La P az, 1995 ).
Existe una amplia bibliografía sobre el consumo de la c o c a e n t r e l a p o b l a c i ó n c a m p e s i n a : v e r W .E . C á r t e r e t a l , C oca e n B o l iv i a (La P a z, 1 98 0) y u n n ú m e r o e n t e r o d e l a r e v i s t a A m é r ic a I n d í g e n a 3 3 : 4 ( 1 9 78 ). E l p r o b l e m a d e l a c o c a í n a h a p r o v o c a d o u n a f r o n d o s a b ib lio g r a f ía , e n s u m a y o r í a m u y p o lé m ic a . E n t r e lo s e s t u d i o s m á s p o n d e r a d o s s e p u e d e n m e n c i o n a r lo s d e D. P a c in e y C h . F r a n q u e m o n t (e ds .) , C o c a a n d C o c a in e . E f f e c t s - o n P e o p l e a n d P o lic y in L a t ín A m é r ic a ( B o s t o n , 1 9 8 6 ) ; G. F l o r e s , y J . B l a n e s , D ó n d e v a e l C h a p a r e ( C o c h a b a m b a , 1 98 4); H . S a n a b r i a , T he C o c a B o o m a n d R u r a l S o c i a l C h a n g e in B o l iv i a (A n n A r b o r ,1 9 9 3 ) ; y H. S a n a b r i a y M. B . L e o n s ( e d s . ) , C o c a , C o c a i n e a n d t h e B o l iv i a n R e a l it y (Aíbany, 1997). U n a etn og rafía del cultivo trad icion al de la coca e n Y u n g as e s t u d i a A . S p e e d i n g , W a c h u w a c h u . C u l tiv o d e c o c a e i d e n t id a d e n lo s Y u n k a s d e L a P a z (La Pa z, 1 99 4) y u n a b u e n a h i s to r i a d e l a i n d u s t r i a t ra d i c i o n a l d e l a c o c a e n l a o b r a y a c i t a d a d e M .L . S o u x . L a s c i fr a s m a s c o n f ia b l e s p a r a l a p r o d u c c ió n d e c o c a e n B o li v ia e s t á e n el in fo rm e a n u a l d e la Oficina de N aciones U nid as c o n tra la D roga y el Delito (UNODC), W o r ld D r u g R e p o r t, 2 0 0 9 ( V i e n n a a n d N e w Y o r k , 2 0 0 9 ) S e t o m a n e n c u e n t a la s a n t o lo g í a s c o le c ti va s q u e t r a t a n d e l a e v o l u c i ó n p o l í ti c a , e c o n ó m i c a y s o c i a l d e B o l iv ia d e s d e 1952: J.M. Malloy y R.S. Thom (eds.), B e y o n d th e R e v o lu tio n . B o liv ia s in c e 1 9 5 2 (Pittsburg h,197 1); J. La dem ani (ed.), M o d e m D a y B o liv ia . L e g a c y o f t h e R e v o l u tio n a n d P r o s p e c t s f o r th e F u tu r e ( T e m p e , A Z , 1 9 8 2 ) ; F. C a l d e r ó n y J . D a n d l e r ( e d s.) , B o liv ia . L a f u e r z a h i s tó r i c a d e l c a m p e s i n a d o ( C o c h a b a m b a ,
1984) m ás dos colecciones ed itada s J . C rabtree y L. W hitehead (eds.), T o w a r d s d e m o c r a t ic V i a b ility . T h e B o l iv i a n E x p e r i e n c e ( N u e v a Y o r k , 2 0 0 1 ) y U n r e s o lv e d t e n s i o n s : B o l iv ia p a s t a n d p r e s e n t ( P i t t s b u r g h , 2 0 0 8 ) . E n h o n o r d e 5 0 ° a n i v e r s a r i o d e l a r e v o l u c i ó n d e 1 9 5 2 s e p u b l i c ó l a c o l e c c i ó n M. G r i n d l e y P.
Domingo (eds.)
P r o c l a i m i n g R e v o l u t i o n : C o m p a r a tiv e P e r s p e c t iv e (Cambridge y Londres,
B o liv ia
in
2003) y un volumen sobre la primera administración del gobierno de Morales en A. Pearce, (ed.) Evo Morales and the Movimiento al Socialismo in Bolivia: The First Term, 2005-2009 (London, 2010) . .
N ú m ero s e sp e cia le s d e d ic a d o s a B olivia h a p u b lic ad o P r o b l é m e s d e l ’A m é r iq u e L a t in e 62 (Pa rís, 1981); C a r a v e l l e 44 (Toulouse,1985); C a h i er s d e s A m é r iq u e s L a t in e s , n u e v a s e r ie 6 ( P a r í s , 1 9 8 7 ) ; J o u r n a l o f L a t í n A m e r i c a n S t u d i e s 3 2 (Londres,2000) y J o u r n a l o f L a tín A m e r i c a n A n th r o p o l o g y 5:2 ( W a s h in g t o n , 2 0 0 0 ) . O t ra s in c lu y e n e s t u d i o s h i s tó r i c o s , etnológicos o am bo s: J.P. D eler y Y. S ain t Ge ou rs (eds.), E s t a d o s y n a c i o n e s e n l o s A n d e s (2 v., Lima, 1986) y 0. Harris e t al. (ed.), L a p a r t i c ip a c i ó n i n d í g e n a e n l o s m e r c a d o s s u r a n d i n o s . E s t r a te g i a s y r e p ro d u c c ió n s o c ia l. S ig lo s X V I a X X (La P az, 1987). L a p r o d u c c i ó n e n la s d o s ú l t im a s d é c a d a s s o b r e a u t o n o m ía , d e s c e n t ra liz a c i ó n , c iu d a d a n í a y c o m u n i d a d e s i n d í g e n a s h a s i d o m u y b u e n a y d i f í c i l d e r e s u m i r , ve r M . T . Zegada, E n n o m b r e d e l a s a u to n o m ía s : c r is is e s t a t a l y p r o c e s o s d i s c u r s i v o s e n B o l i v i a (La Paz,2007); M. Galindo, V i s i o n e s A y m a r á s s o b r e l a s a u t o n o m ía s (LaPaz, 2007); H.F.C. Manillsa, P r o b l e m a s d e la a u t o n o m ía e n e l o r ie n te b o liv ia n o : la id e o lo g ía d e la N a c ió n C a m b a e n e l e s p e j o d e l a s f u e n t e s d o c u m e n ta l e s .
(San ta C ruz,2007); a n d J.P. G uev ara Ávila, “B alanza de ocho años de descentralización. Cambios estatales a partir de la de sce ntralizac ión y la P articipación P op ular en Bolivia,” en M. de la F u en te, C. A uroi y M. Hu fty (eds.) ¿ A d o n d e v a B o l iv ia ? (La Paz,2005). Aspectos legales de la cuestión de autonomía comunitaria indígen a es tá en X. Albo an d C. Rom ero, A u to n o m ía s in d íg e n a s e n l a r e a l id a d b o l iv i a n a y s u n u e v a c o n s ti tu c i ó n (2a ed., La P a z , 2 0 0 9 ). C e n t r o s d e in v e s tig a c ió n h a n p u b l ic a d o c o n s t a n t e m e n t e , e s p e c i a lm e n t e F ED -IL D IS y la A g e n c ia p a r a el Desarrollo de las Naciones Unidas en Bolivia. La relación entre el Estado y las regiones ha producido trabajos no polé m icos com o el de R. B a rra g á n “H egem onías y “E jem o n ías”: las relacion es en tre el E stad o C en tral y las Regiones (Bolivia, 1825-1952)” I c o n o s . R e v i s t a d e C i e n c ia s S o c ia le s , 34 (2009); R. B arra g án y J . L. Roca, R e g i o n e s y p o d e r c o n s t i t u y e n t e e n — 3 61
En esta exploración bibliográfica se hace evidente que t a n t o l o s in v e s t i g a d o r e s b o l iv ia n o s c o m o lo s e x t r a n j e r o s h a n quedado fascinados por la experiencia boliviana y se han e s fo r z ad o p o r c o m p r e n d e r la s c o m p l eja s f u e r z a s q u e h a n m o l d e ad o e s t a s o cie d a d . C o m o m i p r o p ó s ito f u n d a m e n t a l h a s id o d a r a l le c to r u n a i n t ro d u c c i ó n a l a s c u e s ti o n e s b á s i c a s , sin registrar todas las obras descritas sobre cada tema, he dejado de lado m u ch as o tras; pero los libros y artículo s citados p o n d rá n al le cto r e n la p is ta de o tra s fu e n te s, q u e le p e rm itirá n p r o f u n d iz a r e n el e s tu d io . P a r a te rm in a r , q u ie ro e s p e r a r q u e m i s c o m e n t a ri o s h a b r á d a d o a l o s i n v e s ti g a d o re s in t e r e s a d o s a l g u n a s p a u t a s s o b r e lo q u e s e h a h e c h o y s o b r e l a s apasionantes posibilidades que quedan por explorar en los e s t u d i o s b o li v ia n o s .
— 36 2
CRONOLOGÍA HISTÓRICA AC Antes de Cristo 2500 1800 800 100
Inicio de la agricultura aldeana. Inicio de la cerámica. Chavín, primera civilización panandina. Estados regionales.
DC Después de Cristo 600-1200 1400 1460 1470 1532 1537 1538 1545 1552 1559 1560s 1572-1576
1580s 1584 1590,s 1605 1609 1619
Estado de Tiwanaku. Nacimiento de los reinos aymaras. Conquista de los reinos aymaras y creación del Qullasuyu por los Inqa. Rebelión aymara contra los Inqa. Llegada de los españoles al Perú. Rebelión de Manqu inqa. Inicio del poblamiento español en Charcas. Descubrimiento del Cerro Rico de Potosí. Creación del Obispado de La Plata. Creación de la Audiencia de La Plata. Final del poblamiento de las regiones periféricas de Charcas. Visita del Virrey Francisco de Toledo a Charcas, inicio de la mit’a, de la amalgamación de los minerales de plata y de la concentración forzada de la población indígena. Comienzo de la construcción de Santuario de Copacabana a orillas del lago Titicaca. Publicación de la primera gramática aymara. Descubrimiento de yacimientos de plata en Oruro. Creación de los Obispados de La Paz y de Santa Cruz de la Sierra. Creación del Arzobispado de La Plata. Celebración del Sínodo de La Paz. — 363 —
1624 1650s 1682 1691 1734 1751 1767-1768 1776 1780-1782
1784 1796
1808 1809 1809-1825 1810 1824
1825 1825-1828 1829-1839 1836-1839
1841
Creación de la Universidad de San Francisco Xavier. Comienzo de la crisis secular de la producción de plata en Potosí. Fundación de la Misión de Mojos. Fundación de la Misión de Chiquitos. A m pliació n del trib u to a los in dio s fo ra s te ro s y yanaconas. Creación del Banco de San Carlos de Potosí para la compra de minerales. Expulsión de los jesuítas. Creación del Virreinato del Río de la Plata,, con sede en Buenos Aires e incorporación de Charcas en él. Gran levantamiento indígena dirigido porTupaq Amaru en Cuzco y por Tomás Katari, Tupaq Katari y Andrés Amaru en Charcas; rebelión criolla, chola e india en Oruro (único movimiento multiétnico del levantamiento). Reorganización administrativa de Charcas con la creación de las intendencias. Guerra hispano-británica; comienzo de una importante crisis del comercio internacional, con graves efectos en Charcas. Invasión napoleónica de España y derrumbe del gobierno metropolitano Rebelión de la élite en La Plata (25 de mayo); rebelión independentista popular en La Paz (16 de julio). Guerra de Independencia de Charcas. Revolución de Buenos Aires (25 de mayo) y regreso de Charcas al Virreinato del Perú. Batalla de Ayacucho en la que el Gral. A.J. De Sucre y su Ejército Grancolombiano derrotan al Ejército realista del Bajo Perú. Liberación de Charcas y declaración de la independencia de Bolivia (6 de agosto). Primera presidencia republicana de Antonio José de Sucre. Presidencia de Andrés de Santa Cruz. El Mariscal Andrés de Santa Cruz crea la Confederación Boliviano-Peruana, que acaba derrocada por las tropas chilenas invasoras. Batalla de Ingavi que pone fin a las recíprocas intromisiones 364
1841-1847 1847-1855 1850s 1860-1870s 1864-1871 1879 1880
1880-1899 1898-
1899
1899-
1903
1899-1920 1902
1920-1934
1932-1935 1936-1939
1937 1939-1943
de Bolivia y Perú en sus asuntos internos. Presidencia de José Ballivián. Presidencia de Manuel Isidoro Belzu. Inicio de la industria minera moderna. Descubrimiento de importantes yacimientos de guano, plata y nitrato en el departamento de Litoral. Presidencia de Mariano Melgarejo; intensas negociaciones con gobiernos y empresarios extranjeros. Chile invade y ocupa el Litoral dando comienzo a la Guerra del Pacífico. Batalla del Alto de la Alianza (26 de mayo) y fin de la participación boliviana en la Guerra del Pacífico con la total derrota del ejército de Bolivia. Aprobación de una nueva Constitución, fundamental para la nueva época civilista y vigente hasta 1938. Gobierno del Partido Conservador; predominio de los mineros de la plata en el ejecutivo y en el legislativo. Revolución “federal” del Partido Liberal, que derroca a los conservadores y a la oligarquía de Sucre. La Paz se convierte en la sede de los Poderes Ejecutivo y Legislativo. Rebeliones separatistas de los gomeros del Acre que acaban con la cesión del territorio al Brasil. Gobierno del Partido Liberal; predominio del dirigente liberal Ismael Montes. El estaño reemplaza a la plata como primer rubro de exportación (representando más del 50% de su valor total). Gobierno del Partido Republicano; periodo en que la producción de estaño llega a su cima (años 20) y de la Gran Depresión. Los dirigentes principales fueron Bautista Saavedra, Hernando Siles y Daniel Salamanca. Guerra del Chaco con Paraguay que acaba con la más cara derrota de la historia boliviana. Presidencias militares de David Toro y Germán Busch de carácter populista de izquierda y conocidas como socialismo militar. Nacionalización de la Standard Oil of Bolivia y creación de YPFB (empresa petrolera nacional de Bolivia). Gobierno civil conservador bajo Enrique Peñaranda.
1942
1943-1946 1944 1945 1946 1942 1952 1952-1964
1964 1964-1970 1967 1966-1967 1970- 1971 1971- 1974 1974-1978 1978- 1979 1979- 1980
1980-1982 1982-1985 1985-1989
Fundación del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). Gobierno radical de RADEPAy MNR bajo la presidencia de Gualberto Villarroel. Fundación del primer sindicato minero: la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB). Celebración del I Congreso Indígena Nacional. Tesis de Pulacayo, declaración radical del congreso de la FSTMB después del derrocamiento de Villarroel. Gobiernos conservadores civiles y militares. Revolución Nacional del MNR (9 de abril). Gobiernos civiles del MNR bajo las presidencias de V. Paz Estenssoro y H. Siles Zuazo. Nacionalización de las minas y creación de COMIBOL; Reforma Agraria, voto universal y creación de la Central Obrera Boliviana (COB). Derrocamiento del régimen del MNR (4 de noviembre). Presidencias populistas militares de René Barrientos y de Alfredo Ovando. Constitución vigente (reformada en 1994). Guerrilla del Che Guevara en Bolivia. Gobierno radical populista militar de Juan José Torres y creación de la “Asamblea Popular”. Gobierno civil-militar del MNR y FSB bajo la presidencia de Hugo Banzer. Gobierno militar conservador de Hugo Banzer. Gobiernos militares de transición y reorganización de los partidos civiles. Elecciones generales y reaparición de Siles Zuazo como jefe de una coalición de partidos viejos y nuevos; breves gobiernos civiles presididos por Walter Guevara Arze y Lidia Gueiler. Gobiernos militares reaccionarios con una masiva protesta popular. Presidencia de Hernán Siles Zuazo con la vuelta del civilismo, pero con el problema de la hiperinflación. Última presidencia de Víctor Paz Estensoro, con la ejecución de un radical ‘choque’ ortodoxo (20 de agosto de 1985). 366
1989-1993 1993-1997
1997-2002
1995 2002-2003
2006-2010
2009 2010
Gobierno de MIR-ADN bajo la presidencia de Jaime Paz Zamora. Gobierno de una coalición presidida por el MNR bajo la presidencia de Gonzalo Sánchez de Lozada; leyes de participación popular y de descentralización. Gobierno de una coalición presidida por ADN bajo la presidencia de Hugo Banzer y desde 2001, Jorge Quiroga. Fundación del Movimiento al Socialismo (MAS). Evo Morales fue elegido parlamentario en 1997. Segunda presidencia incompleta de Gonzalo Sánchez de Lozada con Carlos Mesa (2003-2005); Eduardo Rodríguez Veltzé completó el período. Primera administración de Evo Morales. Nacionalización del gas y electricidad y la reconstrucción de YPFB y COMIBOL, Plan Dignidad y otra. Nueva Constitución Plurinacional. Segunda administración de Evo Morales.
367 —
-------------------------------------------------------------------------------------------------
CUADRO N° 1: POBLACION DE SOLIVIA Departamento y Capitales de acuerdo a los Censos Nacionales, 1846-2001
Departamento
Capital
LA PAZ La Paz* COCHABAMBA Cochabamba ORURO Oruro POTOSI Potosí CHUQUISACA Sucre SANTA CRUZ Santa Cruz TARUA Tarija BENI Trinidad PANDO
1846
1900
412.867 42.849 279.048 30.396 95.324 5.687 243.269 16.711 156.041 19.235 78.581 6.005 63.800 5.129 48.406 3.194 1.560
426.930 52.697 326.163 21.881 86.081 13.575 325.615 20.910 196.434 20.907 171.592 15.874 67.8877 6.980 25.680 2.556 7.228
1950
948.446 1.484.151 321.073 654.713 490.475 730.358 80.795 205.002 210.280 311.245 124.121 62.975 534.399 658.713 77.334 45.758 282.980 357.244 62.207 40.128 715.072 286.145 42.748 256.946 126.752 188.655 16.869 39.087 167.969 119.770 10.759 27.583 34.409 19.804
Cobija** ^TOTAL BOLIVIA
Notas.-
*
**
1976
2001
1992 1.900.786 1.118.870 1.110.205 397.171 340.114 183.422 645.889 112.078 453.756 131.769 1.364.389 697.278 291.407 66.900 276.174 57.328 38.072 10.001
2.350.466 1.487.248 1.455.711 778.422 391.870 202.010 709.013 133.268 531.522 194.888 2.033.739 1.114.095 391.226 135.651 362.521 75.285 52.525 20.987
1.378.896 1.633.610 3.091.031 4.647,816 6.420.792 8.274.325
Sup. Aprox. Km2 133.985 55.631 53.588 118.218 51.524 370.621 37.623 213.564 63.827
1.098.581^
«Las cifras de la ciu da d de La Paz incluyen a la recién cre ad a ciud ad de El Alto. En el cen so de 1992, La Paz ten ía 713.378 ha bita nte s, y El Alto unos 405.492. el ce ns o de l 2001 señala p ara El Alto u na p ob la ció n d e 694.749 y pa ra La Paz 792.499. «El de pa rtam en to de Pando no tuv o centros urbanos considerables hasta 1992. En 1976 Cobija, la capital, tenía solamente 1.726 habitantes.
Fuentes:
1846
José M Dale nce . Bosquejo estadístico de Bolivia (Chuquisaca, 1851).
1990
Oficina Nacio nal de Inmigración, Estadística y Pro paga nda Geografía Censo general de po blac ión, Io de septiem bre de 1900. 2 vols. (La Paz 1902- 1904).
1950
Dire cció n ge ner al de estadística y Censos, Censo de mo gráfico, 1950 (La Paz, 1955). Este censo co ntien e tamb ién las cifras de superficie.
1976
Instituto Na cion al d e Estadística Censo de 1976. Resultados provisionales. Totales del país (la Paz, 1977).
1988
Instituto Na cio na l de Estadística, Bolivia. Encuesta Naciona l de Población y Vivienda, resultados finales (La Paz, 1988). p. 53.
— 369 —
r
CUADRO N° 2 Producción de plata en Solivia (1550 -1909) (Producción decenal en marcos de plata)
Dec enio
Produc c ión
Produc c ión
Produc c ión
anual media
anual máxima
anual minina
1650-59
278,055
379,244
207.776
1560-69
241,348
248,443
216,516
1570-79
278,093
613,344
114,878
1580-89
750,073
865,185
668,517
1590-99
803,272
887,448
723,591
1600-09
762,391
844,153
624,666
1610-19
666,082
746,947
620,477
1620-29
590,900
646,543
536,473
1630-39
598,287
793,596
530,674
1640-49
520,859
619,543
463,799
1650-59
461,437
523,604
424,745
166069
362,425
398,459
321,889
1670-79
343,478
380,434
289,216
1680-89
370,646
409,328
326,904
1690-99
290,526
375,459
236.935
170009
198,404
226,186
178,087
1710-19
152,696
198,682
114,310
1720-29
145,555
200,693
119,576
1730-39
140,186 c
169,707
82,811
1740-49
92,119 c
111,947
81,081
1750-59
123,864 c
126,957
115.373
176069
142,114
158,883
117,323
1770-79
170,381
242,067
150,746
1780-89
378,170
416,676
335,848
1790-99
385,283
404,025
369,371
180009
297,472
371,416
194,535
181019
208.032
338.034
67,347
182029
156,110
177,727
132.433
183039
188,319
228,154
169,035
184049
191,923
256,064
142.029
185059
201,482
224,313
189,573
391,304
312,174
186069
344,435 c
187079
955,629 c
1.150,779
391,304
1.660,804
597,686
188089
1.111,568c
189099
1.655,762
2.630,907
799,791
1.288,452
190009
i
— 370 —
1.202,927
385,522
Fuentes:
Peter J. Bakewell, “Reglstred Silver Production ln Potosí, 1550 — 1745’, Jdhrbuch jur Geschichte von
Staat. Wírtschafl und Gesellschaft Latelnamerikas 12 (1975), cuadro N91,92 —97; Ernesto Rück, Guía general de Bolivia Primer año (Sucre, 1865), pp. 170 — 171; para 1755 —1859; (Lamberto deSierra), 'Ma nifiesto' de ¡a plata extraída del Cerro de Potosí 1556 — 1800 (BuenosAires, 1971), pp. 35 —37, para 1735 — 1754; Adolf Soetbeer, Bklelmetallproductlo nund Wertverháltníss zwischen Gold und Súber (Gotha, 1879), pp. 78 - 79, para 1860 - 1875; The Mining Industry. Technology and Trade I (1892)
207, para 1876 - 1891; II (1893) 333, para 1892 1893; VII (1898) 203, para 1894; República de Boli via, Oficina Nacional de Inmigración, Estadística y Propaganda Geográfica,Geografía de ¡a República de Bolivia (LaPaz, 1905), pp. 354 —355. para 1895 — 1904; Walter Gómez, La minería en el desarrollo económico de Bolivia (Cochabamba, 1978), pp. 218 - 220, para 1905- 1909. Notas:
c ■Cifras deproduccióncalculada. Todas las cifras de producción posteriores a 1859 han sido pasadas a marcos dekilos, a la tasa de 1marco =230 gramos. No pudlendo disponer en la actualidad de las cifras deproducción delos aflos 1734 — 1755, he utilizado las cifras del quinto que da Sierra. Se ha utilizado un coeficiente de0.52 para pasar de pesos corrientes a marcos de plata; este factor procede de la relación encontrada entre las cifras fiscales de Sierra y las cifras de producciónde Rück para el período 1756 — 1760. El coeficiente0.52 fue el valormás alto deen tre una serie que comenzaba en0.43.
Docenio
Producción
Producción anual máxima
anual m edia
Producción anual mínima
1900-09
14.909
21342
1910-19
24710
29.100
3216
47,19(1929) 38723
43.168
14.957(1933) 3300
1920-29
1930— 3 9
9739
21324
19086
1940—49
25664 38827
1950—59
28861
36384
18013
1960-69
24705
29,961
19,718
1970-79
29.731
32626
25660
1900-68
190 01
29331
7 7 3 1 (1 9 8 ®
F u e n t e s : W a l t e r G ó m e z , L a m in e ría e n e l d e s a rr o llo econ á m ic o d e S o liv ia (Cochab am ba, 1978>, pp. 21 8 — 220, p a ra 1900—1970; J a m e s W. Wilkie y P ete r Reich, eds., S t a t is ti c a l A b s t r a e t o j L a t ín A m é r ic a (Los An geles, 1980), vol, 20, p. 225, p ara 1971 - 1976; U. S. D e p a r t a m e n t o í the interior, M in e ra ls y e a r b o o k 1 9 7 8 — 1 9 7 9 (Washington, 1980), vol. I, p. 92 6, p ar a 1977 — 1979 y Banco Central, B o le tín E s ta d ís tic o , Sec tor Externo, 1 98 0 - 1 9 8 8 (La Paz, 1989), p. 43, para 1980 - 1988.
3 72
CUADRO N° 4 Indicadores Socioeconómicos Básicos de Bolivia
7 mmmm ^
Año
C ifra
Indic ador
Pob la c ión
Sup e rfic ie (m ile s d e km2)
8.329
2000c
1.099
1999
De nsida d d em og rá fic a (km2)
8
% urba na
58%
% c rec im iento a nual prom ed io d e la p ob la c ión
4,4
% de la po bla c ión de 0-14 años
39.6%
2000
2.3%
Ind ic e d e fe rtilid a d tota l (núme ro de hijo s)
1999 1995-2000C
1995-2000C
2000c
índ ice b ruto de na talida d
33.2
(1 ha b its. re sid e nte s)
1995-2000C
Ind ic e b ruto d e m orta lid a d
9,1
1995-2000C
(p o r 100.000 na c id o s vivo s)
39 0
1990-1998c
Esp era nza de vid a a l na c er (en a ños)
Ó2
(1 ha b its. re sid e nte s)
M ortalida d m aterna
M o rta lid a d infa n til (1 na c im ie nto s)
1999b
60.6
2000
M o rta lid a d in fa n til ((1 na c im ie nto s vivo s)
25
1999b
% de niño s c on m enos pe so d ei que le s c orresp ond e según la eda d
6%
2000
% de niño s m a lnutrid os de me nos de 5 año s
8%
2000
% de niño s de me nos de un año c on la 3a d o sis de la trip le vac una
89%
2000
% de niños de menos de 1año c on la 3o vac una c ontra la p oiiom eiitís
89%
% de niño s de meno s de 1 año c on la va c una c ontra la tub ercu lo sis
95%
2000 2000
% de p a rtos a ten d id o s p o r p ro fe sio na le s de sa lud
63%
2000
% de la p ob la c ión q ue no rec ib e a tenc ión m éd ica
22 %
2000
G ra do d e D esa rro llo Huma no seg ún la O NU
G ra do de De sa rro llo de G énero seg ún la O NU
C oe fic ie nte de G ini de d esig ua ld a d es en lo s ing re so s
% de la p ob la c ión q ue vive e n la po b reza
% de la p ob la c ión q ue vive en extrem a po breza
0.652
1999
0.557 0.44
1999
1990°
51.5
1999
23,6
1999
8,2§ 1 $
2000
994$
2000
1.457 $
2000
1,848$
2000
Bala nza c o m e rc ia l (en m illo ne s)
-392 $
2000
% de la s e xp o rtac io ne s a EE. UU.
24 4.574 $
2000
PIB (e n m illo ne s)
Renta p er c á pita
Va lor de la s e xp o rtac io ne s (b ie ne s y se rvic io s) (en m illo ne s)
Va lor de la s im p o rta c io ne s ( en m illo ne s)
To ta l de la d e ud a e xte rna (e n m illo ne s) % de la p ob la c ión e c onóm ic a me nte a c tiva en la a g ric ultura ^
en la in d ustria
— 373 —
43.2 18.4
2000
1997
1997
J
Indicador
CVra
^
Año
en servicios
38.4
1997
% d e la p o b la c ió n e c o n ó m ic a m e n t e a c t iv a e n e l s e c t a in fo r m a l
51.3
2000u
Totai de la ayu da externa (en millones)
569$
1999b
A yu d a p e r c á p ita
70 $
1999b
La ayu da en % de l PIB
7
1999b
La ayu da en % de l gasto p úb lico
29.6
1999b
Servicio de la de ud a e n % de l tota l de Exportaciones
30.2
1998b
% d e v i v ie n d a s c o n a g u a p o ta b le
71
1998
% de viviend as con alcan tarillad o
65
1998
% d e vivie n d a s c o n e le c tric id a d
71
1998
% de l PIB ga stado en la ed uc ac ión
5,9
1997c
% de an alfab etos de am bos sexos
14.4
2000c
P ob lación en Primaria (en m illones)
1,578
1999
% d e la p o b l a c ió n e n e d a d e s c o la r m a t ric u l a d a e n P r im a r ia
95
1990-2000
% d e la p o b la c i ó n e n e d a d e s c o la r m a t ric u l a d a e n S e c u n d a r ia
37
19902000
Años de e scolaridad p rom ed ia cum plida (en la po blación de 20 ó más años)
7.3
1999
En la p o b la c ió n u rb a n a
9.4
1999
En la po blac ión rural
3.1
1999
Español
58.3%
2000
A ym ara
15.7%
2000
Qhishwa
22.9%
2000
Guaraní
0.6%
2000
O tras o rig in a ria s
0,4%
2000
Extranjeras
2%
2000
P ob la ció n in d íg e n a y n ativ a ru ra l e stim a d a (e n m illon es)
2.1
2000b
Q hishw a
27.2%
1999
A ym ara
22,5%
1999
G ua ran í
1.2%
1999
M o je ñ o
1.5%
1999
Chiquitano
1.7%
1999
Otros
2.9%
1999
Ninguna
42.9%
1999
% d e p o b l a c ió n c a t ó lic a
85
1992
11
1992
L en g u a m á s h a b l a d a s ( e n la p o b l a c ió n d e 6 y m á s a ñ o s d e e d a d )
E ln i c id a d d e l a p o b l a c i ó n
% d e p o b l a c ió n p r o te s ta n t e V___________________________
Notas: Salvo que se indique otra cosa, las cifras proceden del Institu to Nacional de Estadística (INE ). Los datos marcados con una ‘c’ proceden de CEPA L, A n u ari o estadístico de A m éric a La tin a y el Car ib e 2000; los datos marcados con una ‘b ' proceden de Banco Mu nd ial, W o rld Dev elopm ent Ind ic ato rs 2001; los datos indicados con una u’ proceden de UDA.PE, B o livia : Evaluac ión de la econ om ía, año 2000; y los datos indicados con una ‘ o ’ proceden de PN UD, W'orid Inc om e Ineq u alit y Database. vol. 1,0 (sepí. 2000)
J