La denunci ncia del racismo smo, entendi ndido este en el sentido ido habitua tual del término, no debe debe serv ervir para para ocu ocultar ltar que que exist xiste en otras tras form formas as de rene renega garr de la human umanidad idad.. Se puede hablar, y no sólo por analog ía ía, de etnoce nt ntrismo y de racismo de clase refirié nd ndose a l rechazo y a la segregació n de la que son objeto las clases dominada s. s. Me gusta ría mostrar que el racismo de clase (que denominaré racismo B) desc an ansa en el mism o prin ci cipio y sobr e los mism os os meca ni nism os os que el raci sm smo «ordi na nari o» o» (que denom in inar é raci sm smo A): a sabe r, r, una combina binación ción de segr egación ción social —apartheid— y de excl usió usión n simbólica — estigmatización.
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Estigmatización La esti gm gmat iz izac ió ión, ya se trat e del extra nj njer o o del dominad inado, consiste en interpretar cada uno de los rasgos de la cultura del Otro como la manifestación de una Natu Natura rale leza za,, salv alvaje aje o bona bonach chon ona a, terr terror oríf ífic ica a o pint pinto ores resca, ca, pero en cualquier caso extra traña. El racismo de cla se ope ra tam bi bié n por su par te te un tip o de cla si sif ic ica ci ció n y un modo de desciframiento que se pone de manifiesto en las interac ci ciones cotidian as as. Está a la caza de los estigma s llamados «físicos» que delatan la condició ición popular tales corno el exceso de peso, la baj a est at atu ra ra — qu que sig ue ue siend endo un signo gno de origen igen social cial infe rior—, la piel oscura, la tez roja o rubicunda, las manos sucias, «demasiado» gruesas, las uñas negras que delatan al obrero y a lo «manu anual», la tez «demas masiado» blanca de los emplead eados subalt alternos nos, el olor corporal (corno pone de manifiesto el título de una columna equívoca de Claude Sarraute en Le Monde: «Retorna rnan los los que despiden olor a sobaquina» ina»), el «mal» aliento , síntoma de alcohol is ismo y de «malo s» s» hábitos alimentic nticios, etc... También atraen igualmente la atención los signos exteriores de pobreza más difíciles de camuflar, tales como el deterioro de la dentadura, de los zapatos o del coche; éste último está lejos de ser el símbolo de una pretendida esta standariz arización de las condicio iciones de vida. Ser Negro es ante todo, para el racism o, o, en el sentid o habit ua ual del términ o, o, no ser Blanco ; del mismo mod o, la mayor parte de los estigmas sociales que descalifican a su portador son la ausencia de los signos positivos que expresan la pertenencia a las clases superiores: el moreno «vulgar» o la tez maci le lenta que proporci orcionan nan mala cara son percibid ibidos siem pre corno la ause ausenc ncia ia de bron bronce cead ado; o; esta estarr grue grueso so equi equiva vale le a «car «carec ecer er de línea» línea»,, etc. etc. El rechazo a reconocer la pluralida idad y la relativid vidad de las cultu ras ras se muestra stra especia ecialment mente bien en la intoleran oleranc cia de la que ha ce cen gala los dominantes en relación con los gustos tos y los estilos popu opulares. Cualquier tentativ tativa a de ten tener un traje, un peinado origina l, l, de ornamentar el propio interior, de «personalizar» los objetos esta standarizad izados — concre ta tamente el coche —, —, de hablar de una mane ra alamb lambic icad ada, a, es perc percib ibid ido o como como algo lgo pret prete encio ncioso so,, como como una pro voca ci ción , corn o una desv ia iaci ón ón de la norm a, a, como una falt a de gusto más o menos chocante, más o menos risible. le. El ojo avizor dominante es parti rticularmente inc incisivo cuando se trata de los «bastardo s» s» socia le les y de los
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miembros de las clases populare lares que inte ntentan disimular su iden identi tida dad d adop adopta tand ndo o los los sign signos os de abur aburgu gues esa amien miento to más más exteri terio ores y más fác fáciles les de imitar tar. Las actitu titud des populares son siempre juzgadas excesivas ivas y sobre todo demasiado iado excesi vas, «demasiado» envaradas (pequeños rígidos autómatas) o «dema emasiado» libres (hablan demasiado y demas emasia iado do fuer fuerte te,, son son «chi «chill llo ones» nes» y «llam llamat ativ ivos os» »), como como si siem iempre se conside ideras rase que «ello llos» se salen len de madre, no se mantienen en el sitio que les corresponde. El racismo B no es meno enos arbitrario y menos cínico que el racismo A: la calificación de una actitud depende de la calidad social reconoci da desde fuera al que la adopta: aquello que es considerado demasiado libre, de mal gusto e inadmisible para para un obre obrero ro jove joven n resu resulta lta «rel «relax ax», », «coo «cool» l»,, «con «conve veni nien ente te» » y «chic» para un ejec jecutivo ivo o para un perio riodista. Se objetará tará quizás que los estigmas en los que se basa el racismo de clas clase e son son meno menos s físi físico cos, s, meno menos s biol biológ ógic icos os,, que que los los esti estigm gmas as en los que se basa el racismo A, pero equivale ya a entrar en el juego del racismo el creer que los estigmas a los que éste da lugar preexisten a la mirada que dicho racismo proyecta sobre el Otro, creer, en fin, que corresponden a una realidad física y material. El color de la piel no tiene impo import rta ancia ncia ni signi ignifi fica cac ción ión más más que que para ara una mira mirada da que que ya es racista; es la intención de discriminación lo que lo convierte en un indica icador; no es un hecho objetiv tivo, sino ino una construc rucción mental que sólo existe en relación a un código preestablecido. Del mismo modo, un oído educado, conformado después de largo tiempo por el sentimiento inconscien iente de las jerarqu rquías ías lin lingüísti ístic cas, es el único que puede percibir la distancia existente entre el acento «normal» (im (imperceptib tible, considerado como ausencia de acen acento to)) y los los acent acentos os popu popula lare res. s.
Apartheid Las clases populares continúan siendo objeto de una segregación social que en gran medida se funda en los mecanismos escolares de relegación y de eliminación. El matrim rimonio y las estrategias matrim trimo oniales, que ponen en juego la transmisión del patrimonio y la «pureza social» de las familias burguesas, contribuyen también a esta segregación.
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a) Como muestra el cuadro 1, los jóvenes procedentes de las clases populares (agricultores, obreros, empleados) cont contin inúa úan n esta estand ndo o infrarr infrarrep epre rese sent ntad ados os entr entre e los los estu estudi dian ante tes. s. Y ello todavía de forma más evidente en las secciones y en las filiales que permiten el acceso a las clases dominantes (bachilleratos científicos, preparación a las Grandes Escuel Escuelas, as, facult facultade ades s de Medici Medicina,). na,). Ademá s el sistema sistem a de exámenes exámen es y de oposiciones oposic iones crea discontinu ntinuidad social; tran ransfor forma las difere feren ncias de grado (unas décimas) en diferencias de naturaleza entre los que son eliminados y los que son seleccion cionados. De este modo un sistema de pertenen nencia y de inte nción meritoc tocrática icas contri bu buye a la consti tu tución de «élite s» s» funda da das en el principio ipio aristocrá ocrático de la ruptura, ura, radical e irre versible, ble, entre los que forma n parte de esas élites y los otros. A la seguri da dad de clase de los elegid os os, entre los cuale s lo s «hered hereder eros os» » proc proced eden ente tes s de las las clas clases es domi domina nant ntes es o de las las fracciones cultiv tivadas de las clases medias siguen estan tando fuert em ement e sobrer re repres en enta dos, se añade una seguridad idad de casta que caracteri teriza, bajo formas rmas diversa rsas, al anti antigu guo o alum alumno no de la Escu Escuel ela a Nacio Naciona nall de Admi Admini nist stra raci ción ón,, al Poli Polité técn cnic ico, o, al «Nor «Norma mali lien en», », ínti íntima mame ment nte e conv conven enci cido dos s de su pertenen nencia a una especie cie de raza superior ior. Al mismo tiemp o la jerarquía de los distintos establecimientos de enseñanza, de las fili iliales, de las secciones, reproduce la jerarquía social de las diferentes diferent es forma s de cultur a desde la más genera l y abstra ct cta a la más uti lilitaria; la Escuela contribuye así a desclasar los saberes más popula re res, sabere aberes s de ofic ficios, cult cultu ura práct ráctii ca, cultu ultura ra técn técnica. ica. b) La endogamia social sigue siendo muy fue fuerte en Francia: de 100 hijas de cuadros superiores que se casaron entre 1952 y 1982, la mitad (47,7%) se casaron con un cuadro superior, un cuarto (24,9%) con un cuadro medio, y únicamente un 10% con un obrero. De 100 hijas de obreros que se casaron en el mismo perío do, más de la mitad (53,4%) se casaron con un obrero, 18% con un cuadro medio y únicamente el 5,7% con un cuadro superio rior (véase Cuadro n° 2). En treinta años las cosas casi no han cambiado. Han aumentado, para las hijas pro procedentes de clases dominantes las posibili bilidades de movilidad idad social descend endente a través del matrimonio: las hijas de cuadros superiores que se han casado en 1980 y en 1981 han sido prop roporci orcionalme almente dos veces más nume ros rosas que las que se han casado de sde 1952 a 1954 con un obrero, y claram en ente menos numero sa sas a la hora de casars e con
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un cuadro superior. Las posibilidades de movilidad social ascendente a través del matrim on onio, por otra parte, han disminui nuido todavía más para las hijas de obreros, os, que se casan en una mayor proporc orción en su medio de origen; los cuadros superiores varones eligen cada vez menos, para casarse, a una hija de obreros.
Así el racismo de clase y el racismo denominado ordinario son dos formas diferentes de un mismo mecanism o: encontramos, en el interior de una misma sociedad, manifestaciones de etno tnocentri trismo smo cultura turall y de exclus lusión análo náloga gas s a las las que se obse observ rvan an entr entre e socie ocied dades ades colon olonia iale les s o hegemónicas y sociedades colonizadas. Sea cual sea la relación de domina inación, los los dominantes son espontánea y cieg ciegam amen ente te refr refrac acta tari rios os al rela relati tivi vism smo o cult cultur ural al.. El raci racism smo o no se cont conten enta ta simp simple leme ment nte e con con una una desv desval alor oriz izac ació ión n —inc —inclu luso so siste istemá máti tic ca— de la cult cultu ura del Otro Otro;; natu natura rali liz za todo todo aque aquell llo o que él conv onviert ierte e en dife iferenc rencia ias s porqu orque e no pued uede admit dmitir ir que que es él también el indígena de una cultura entre otras. Racismo de tipo A y racismo de clase se entrelazan: el
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