Casado Morales, Morales, M.I. y Miguel Tobal, J.J. (2011). Emoción. En Anibal Puente Ferreras: Ferreras: Psicología Contemporánea básica y aplicada. Madrid, Ed. Pirámide Pirámide
CAPITULO 18 EMOCIÓN Mª Isabel Casado Morales y Juan José Miguel Tobal Dpto. Psicología Básica II (Procesos Cognitivos). Facultad de Psicología. Universidad Complutense de Madrid ESQUEMA GENERAL DEL CAPITULO 1. Antecedentes filosóficos 2. Posiciones Posiciones evoluci e volucionistas onistas 3. La tradici t radición ón psicofisiológica 3.1 Teoría periferalista periferalista de James 3.2 La tradici tr adición ón neurológica. Activación general: Teoría central de Cannon 3.3 Estructuras neurológicas centrales 3.4 Implicaciones de las teorías de James y Cannon 4. Teorías neurofisiológicas: la neurociencia y el cerebro emocional 5. Teorí T eorías as conductistas 6. Perspectiva cognitiva de las emociones a. Procesos de valoración cognitiva b. Atribución de causalidad causalidad c. Control de evaluación de los estímulos d. Imágenes mentales e. Procesamiento de información información emocionalmen e mocionalmente te relevan re levante te 7. Concepto de emoción 8. Clasificación de las emociones 8.1 Las dimensiones de las emociones 8.2 Emociones específicas 8.3 Emociones primarias vs secundarias 8.4 Emociones negativas vs emociones positivas
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9 Algunas áreas de desarrollo actual de la psicología de la emoción: Emocion E mociones es y salud e inteligencia emocional 9.1 Emociones y Salud 9.1.1Trastornos psicofisiológicos psicofisiológicos 9.1.2.Psicopatología 9.1.2.Psicopatología de las emociones 9.2 Inteligencia emocional 9.2.1 Modelo de capacidad o habilidades de Salovey y Mayer 9.2.2. Modelos mixtos a. Modelo de las competencias emocionales de Goleman b. Modelo de la la inteligencia emocional emocional y social de de Bar – On On 9.2.3 Modelo de rasgo de Petrides y Furnham
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LAS EMOCIONES Mª Isabel Casado Morales y Juan José Miguel Tobal Todos sentimos emociones, todos nos emocionamos pero ¿qué es una emoción? Sin emociones la vida sería afectivamente gris, plana, no seríamos capaces de responder efectivamente ante situaciones de emergencia, seríamos incapaces de hacer multitud de actividades imprescindibles para la vida adaptativa, especialmente tendríamos serias dificultadas para tomar decisiones personales, sociales e incluso éticas. A pesar de haber sido tildadas como la parte “irracional” del ser humano, una vida sin emociones sería
causa importante de comportamientos irracionales. Para elegir entre varias opciones (situación cotidiana para el ser humano), por ejemplo si tuviéramos que decidir con quién y dónde pasar nuestras vacaciones, las emociones nos permiten descartar de forma rápida aquello que no nos gusta, que no nos atrae haciendo que nuestras preferencias emocionales emocionales conviertan a esta decisión en una tarea t area relativamente sencilla. Sin emociones, sin preferencias, sin recuerdos emocionales, sin un criterio emocional que nos redujera drásticamente las alternativas, esta elección se convertiría en una tarea interminable de análisis de pros y contras. La emoción puede convertirse en una amiga que nos ayuda a guiarnos en nuestro día a día, aconsejándonos en la elección de las actividades más “racionales”.
Sentimos emociones constantemente, somos conscientes de ello y sabemos que actuamos en consecuencia. Es un proceso accesible y fácil de comprender de forma intuitiva, pero que a la psicología le ha costado más de cien años de estudio empezar a entenderla científicamente, diseccionar sus distintos elementos y sobre todo determinar sus mecanismos de acción y regulación. De hecho, es mucho aún lo que queda por investigar. Para la Psicología, la emoción es el concepto que sirve para describir y explicar los efectos producidos por un proceso que conlleva muchos elementos y momentos: analizar las situaciones situaciones que resultan significativas; significativas; interpretar dichas situaciones situaciones en función de la historia personal; la expresión de las emociones, su comunicación; la preparación para la acción, la movilización movilización de la conducta; y la activación fisiológica que conlleva.
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Esta variedad de elementos hace que la emoción haya sido estudiada desde perspectivas muy distintas, con intereses distintos, pero que lejos de ser contrarias, se convierten en complementarias, dando sentido a un concepto complejo que abarca tantos elementos: neurociencias, neurociencias, psicología evolutiva, psicología social, psicología cognitiva, psicología de la personalidad o incluso la psicología clínica. Un recorrido por las distintas teorías de las emociones debe ser abordada a nuestro juicio siguiendo las distintas perspectivas: (a) evolucionistas: con Darwin como principal punto punto de referencia; (b) psicofisiológicas: seguidoras de la tradición de James; (c) neurológicas: cuyos desarrollos desarrollos teóricos t eóricos arrancan de Cannon; (d) conductistas: que enfatizan procesos de condicionamiento como Watson pusiera de manifiesto a principios de siglo; y (e) cognitivas: que han ido otorgando otorgando relevancia relevancia a una una gran variedad de procesos cognitivos implicados en la respuesta emocional. En la actualidad, unas de las más representativas. El objetivo que se persigue en el presenta capítulo es la comprensión del desarrollo histórico del concepto de emoción a través de las distintas perspectivas que lo han abordado, y desde ahí, poder diferenciar las características distintivas de las distintas emociones a través de las clasificaciones tradicionales. Esta inmersión en el área permitirá comprender las importantes implicaciones implicaciones que las emociones tienen para el ser humano, en concreto, centrándonos en su relación con la salud y el bienestar general, y en la toma de decisiones decisio nes y desarrollo desarr ollo de capacidades imprescindibles imprescindib les para comprenderse a sí mismo y comprender el mundo que le rodea.
1. Antecedentes filosóficos El interés por el estudio de las emociones se remonta a la antigüedad clásica. Los filósofos griegos (Platón, Aristóteles) hablaron de las “ pasiones” pasiones” haciendo hincapié en
sus propiedades nocivas, tratando a las emociones como fenómenos mentales que alejaban al hombre de la sabiduría. Las emociones se caracterizan en este periodo por la pasividad y la irracionalidad, por el egoísmo de los individuos, desvalorizando desvalorizando la utilidad de las emociones. Para el ideal estoico, “la acción es noble, la pasión es baja. La
acción tiende a fines que se inscriben en el cielo de lo universal y necesario, la pasión se limita a dar expresión a la perspectiva del individuo, algo tan contingente y tan egoísta 4
que roza el ridículo. La pasión se opone a la razón, y nos hunde en las tinieblas y nos pierde en el desvarío” La idea estoica impregnó los siglos venideros. En la Edad Media se pensaba que en el alma coexistían una parte concupiscente (deseos y apetitos) una irascible (origen de las pasiones) pasiones) y una racional que luchaba constantemen constantemente te por dominar a las anteriores. anteriores. A partir del Renacimiento, con el distanciamiento de lo místico y lo teológico las emociones pasaron a denominarse afectos, afecto s, dejando al término pasión para los los estados de ánimo más exacerbados. Con Descartes y el dualismo mente-cuerpo las emociones quedaron en la esencia de la mente, en aquello que no se puede medir y vive separada del cuerpo. Para Descartes la emoción es un sentimiento subjetivo sin componente cognitivo (razón), (razón), propio de las las actividades de “los espíritus animales del cuerpo”. cuerpo ”.
Descartes admite la necesidad de las pasiones pero bajo la condición del control racional, ya que la razón y la voluntad es lo que controla la inclinación animal y nos hace humanos. En el siglo XVIII, XVIII , los afectos pasaron a considerarse considerarse como objeto o bjeto de estudio importante de lo mental mental otorgando otor gando por primera vez desde la filosofía un valor positivo y motivador. A partir del siglo XIX, con el nacimiento de la psicología como ciencia independiente de la filosofía, el estudio y consideración de las emociones cambia de forma radical. Desde entonces la revaloración del papel de las emociones se ha dado gracias a las aportaciones de filósofos, biólogos, fisiólogos, psicólogos o investigadores en general que desde las distintas disciplinas científicas han ido conformando un entramado de teorías sobe las emociones que le han ido dando el estatus que merece como proceso adaptativo, destacando especialmente las aportaciones desde la psicología cognitiva.
2. Posiciones evolucionistas Una de las características principales de las emociones, como bien han puesto de manifiesto las teorías evolucionistas, es la función adaptativa de las emociones, tanto como facilitadoras de la respuesta apropiada ante las exigencias ambientales, como inductoras de la expresión de la reacción afectiva a otros individuos. Así, por ejemplo, el sentimiento de ira facilitaría la conducta de ataque y su expresión podría servir para amedrentar a otro individuo en una situación situación comprometida, mientras que el miedo
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favorecería la huída o la inmovilidad corporal defensiva y su expresión externa podría ser útil para apaciguar una reacción intensa por parte de un agresor Uno de los postulados principales de esta orientación es el de la existencia de emociones básicas o primarias,
necesarias para la supervivencia y que derivan de reacciones
similares en animales inferiores. El resto de emociones se generan por combinaciones específicas de aquéllas. En las emociones básicas el componente innato es mucho más patente, lo que se refleja en la similitud de expresión en todos los individuos de la misma especie. En lo que se refiere a la expresión emocional, tanto histórica como teóricamente, el objeto de estudio de mayor interés ha sido la expresión facial de las emociones. La universalidad de la expresión y el reconocimiento facial de las emociones se ha tomado como indicador de la existencia de patrones innatos de respuesta emocional, evidencia de la continuidad filogenética de las emociones (Darwin, 1872,1984) y, principalmente, como constatación de la existencia de una serie de emociones básicas cuyo reconocimiento sería universal en la especie humana y fruto de las cuales derivarían el resto de reacciones afectivas. En este aspecto el legado de Darwin es palpable tanto a nivel conceptual como metodológico. Las teorías evolucionistas asumen los siguientes principios darvinistas: (a) las emociones cumplen un papel fundamental en la evolución facilitando las respuestas adaptativas que exigen las condiciones ambientales; (b) existen una serie de emociones fundamentales de las cuales se derivan el resto de las emociones secundarias; y (c) dichas emociones aparecen en todos los seres humanos y tanto la expresión como el reconocimiento de las mismas es innato y universal. Para demostrar tales asertos los procedimientos experimentales son los mismos que ya utilizara Darwin hace más de cien años, como por ejemplo el estudio de la expresión emocional en niños y ciegos de nacimiento (que no han podido aprenderlo de otras personas), o el estudio de la expresión y reconocimiento de las emociones en individuos de diferentes culturas. No obstante, y a pesar de la multitud de investigación en el campo, en la actualidad sigue siendo un hecho controvertido tanto la existencia de emociones básicas como el que la expresión y reconocimiento de las mismas sea innato y universal
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3. La tradición psicofisiológica La importancia de las variables psicofisiológicas arranca de la concepción de James (1884) de que la emoción aparece como consecuencia de la percepción de los cambios fisiológicos producidos por un determinado evento. En el caso de que no existan tales percepciones somáticas la consecuencia principal sería la ausencia de cualquier reacción afectiva. Además, las emociones similares se caracterizarían por un patrón visceral y fisiológico similar, bien es cierto que dando pie a cierta especificidad individual. Comencemos por tanto en este apartado haciendo un repaso general a las teorías de James-Lange y de Cannon como representantes de dos importantes líneas de investigación sobre las emociones desde la perspectiva psicofisiológica. La primera de ellas postula la existencia de patrones específicos de respuestas corporales asociados a cada una de las distintas emociones y la segunda defiende cambios fisiológicos generales, no diferenciados para cada emoción.
3.1 Teoría periferalista de James El psicólogo norteamericano James y el fisiólogo danés Lange realizaron sus reflexiones de forma independiente y las publicaron en 1884 y 1885 respectivamente. Coincidieron en que las emociones son consecuencia de la percepción de modificaciones corporales. Las teorías de James y Lange sostienen que la emoción consiste en la sensación de los cambios corporales que se producen tras la percepción del hecho desencadenante. Es, por tanto, una teoría periférica de la emoción que defiende la existencia de patrones viscerales específicos para las distintas emociones. William James, formula la hipótesis contraria a la concepción tradicional. Defiende que las emociones son consecuencia de los cambios corporales provocados por la percepción de hechos, y no como se decía, que las emociones aparecían como reacción a la interpretación de un estímulo relevante, provocando seguidamente las reacciones corporales. Es decir, para James estamos tristes porque lloramos, enfadados porque golpeamos y asustados porque temblamos. Por tanto, según su teoría, la emoción es la percepción del estado corporal correspondiente, la sensación procedente de los cambios corporales (somáticos y autonómicos) producidos por la percepción de estímulos externos.
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La secuencia defendida sería la siguiente: (1) los estímulos ambientales excitan los receptores sensoriales que conducen los impulsos a la corteza cerebral, produciendo la percepción de los mismos; (2) la corteza envía impulsos a los diferentes órganos, produciendo cambios en ellos; (3) los cambios corporales (viscerales y somáticos) excitan los receptores interoceptivos y propioceptivos, conduciendo los impulsos a la corteza cerebral, dándose entonces el estado emocional. En definitiva, la percepción de estos cambios corporales es lo que daría lugar a la experiencia emocional. Además de la especificidad de activación para cada emoción, James destaca que la parte visceral y orgánica de una expresión emocional no se dará de la misma forma en todos los individuos, sino que a su vez existen diferencias individuales. Por su parte, el fisiólogo danés C.G. Lange defendía un proceso similar aunque limitando los cambios corporales a la actividad vasomotora del sistema nervioso autónomo. I nsertar Tabla 1
3.2 La tradición neurológica. Activación general: Teoría central de Cannon. Estructuras neurológicas centrales Las implicaciones de la teoría periferalista de James-Lange generaron una gran controversia. En 1929 un fisiólogo estadounidense, Walter Bradford Cannon partiendo de una crítica firme al modelo de James formuló una teoría central. Las críticas de Cannon se centraron fundamentalmente en lo que se refiere al papel de las vísceras en la reacción emocional, así como al hecho de que la ausencia de sensaciones visceroceptivas no produce ausencia de reacción emocional y a la evidencia de que las sensaciones son mucho más lentas que la emoción evocada. Estas críticas de Cannon hicieron que los cambios autonómicos y somáticos dejaran de ser antecedentes causales de la emoción (cuya percepción genera tanto la cualidad como la intensidad emocional), pasando a ser concomitantes homeostáticos de la misma (indicadores de la intensidad emocional que prepara para la acción). Se trataría de una respuesta similar a todas las emociones, en la que la única diferencia entre las mismas sería la intensidad con la que reaccionan, pero no en un patrón de respuesta diferenciado. Estas objeciones al modelo periférico fomentaron el interés por los modelos neurológicos de la emoción basados en estructuras del sistema nervioso central. Es lo que se ha venido a denominar teoría emergentista de las emociones (Cannon, 1931), que establece que lo 8
verdaderamente relevante en la génesis de la emoción es la actividad del SNC, los cambios corporales no cumplen otra función que la de preparar al organismo para la acción en situaciones de emergencia. La rama simpática del sistema nervioso autónomo moviliza la energía, mientras que la rama parasimpática cumple una función de conservación de la energía. La emoción es para Cannon un fenómeno central, y por tanto, la experiencia emocional es dependiente del funcionamiento talámico y del comportamiento emocional del hipotálamo. Postuló que normalmente, el tálamo está bajo el control inhibidor del córtex. Así, los estímulos pasan a través del tálamo sin rehacer esta inhibición y por ello sin producir emoción. Sin embargo, si el estímulo evoca en el córtex respuesta condicionada de naturaleza apropiada se anula la inhibición y se producen descargas hipotalámicas. Otros estímulos, con capacidad de activar respuestas emocionales de forma innata, pueden sobrepasar directamente la inhibición del tálamo y producir esta descarga directamente.
3.3. Implicaciones de las teorías de James y Cannon La propuesta de Cannon de implicar directamente el SNC ejerció una gran influencia durante los años siguientes, lo que dio lugar a diversas teorías cuyo eje central era subrayar que la conducta emocional va acompañada de una activación fisiológica y que las diferentes emociones ocupan distintas posiciones en ese continuo de activación. Es la teoría de la activación general. El término activación general hace referencia a una dimensión de tipo fisiológico subyacente a la conducta emocional. Puede ser entendida como un continuo en el que en un extremo estaría el sueño y en el otro extremo se situarían emociones intensas (pánico, miedo intenso, ira, ansiedad, etc.) que podrían alcanzar niveles patológicos. Desde este punto de vista, la activación supone una fuerza o energía básica para llevar a cabo una conducta. Los cambios fisiológicos serían entonces los índices que reflejaran la intensidad de las emociones, sin tener en cuenta la dirección o la cualidad de las mismas. Por tanto, el concepto de activación general, unidimensional de activación, contrario a la teoría de James, supone la existencia de un proceso único de activación en el que los sistemas cortical, autonómico y somático estarían perfectamente coordinados y que sería el responsable de la cualidad de las diferentes reacciones afectivas; a su vez, supone que los indicadores fisiológicos correlacionan con medidas subjetivas y 9
conductuales. Consecuentemente con estos planteamientos teóricos, a nivel metodológico los estudios se han caracterizado por la selección de alguna variable fisiológica (generalmente respuesta electrodermal o frecuencia cardiaca) como indicadora del nivel de activación general, su registro y el estudio de la relación entre ésta y las diferentes reacciones emocionales. A su vez, esta concepción motivó investigaciones que estudiaron las bases neurológicas de la conducta emocional, demostrando una mayor complejidad de estructuras y vías anatómicas implicadas en el control de las emociones. En 1930, Duffy sostiene que los cambios periféricos, tanto en el sistema nervioso autónomo como en el sistema somático, reflejaban los diferentes niveles de movilización de energía que
acompañaban a los estados motivacionales y emocionales. Posteriormente,
Duffy (1962, 1972) reformula el concepto de activación generalizada e indiferenciada de Cannon defendiendo la existencia de dos tipos de activación, una de nivel general y otra específica que será la responsable de que el individuo se ajuste a la situación estimular concreta. Emoción y motivación son, por tanto, conceptos similares definidos en función del nivel de activación fisiológico. Las teorías centrales sobre la emoción irán reflejando los diferentes hallazgos en el campo de la fisiología, la neurología y la neuroanatomía: tálamo (Cannon), sistema límbico (Papez, McLean), hipotálamo (Gellhom), sistema de activación reticular (Lindsley), lóbulos frontales (Arnold). Descubrimientos como la actividad electroencefalográfica (Berger) y del sistema de activación reticular (Moruzzi y Mogoum) hicieron que los teóricos de la activación se interesaran más si cabe por las medidas fisiológicas centrales. En cualquier caso, todos defendían un concepto unidimensional de las emociones en general, es decir, una única dimensión de actividad general donde los indicadores conductuales, subjetivos y fisiológicos correlacionan mutuamente. Esta base teórica hizo que se tomara la medida del nivel general de activación como única variable para estudiar las relaciones entre activación y emoción o activación y conducta. Sin embargo, pronto comienzan a surgir discrepancias entre la teoría y los datos que arrojan distintas investigaciones. Los datos de las investigaciones refrendan la teoría para determinados tipos de situaciones, pero no para otros. Este concepto unidimensional tiene ciertas limitaciones, ya que sólo puede explicar un determinado rango de fenómenos pero no da cuenta de otros tantos. También, en otra línea, comienzan a surgir críticas por estudios 10
experimentales que repetidamente encontraban correlaciones bajas o, incluso en algunos casos nulas, entre las medidas fisiológicas, conductuales y subjetivas de activación, e incluso entre los distintos índices o respuestas dentro de un mismo sistema, el fisiológico. Son aquí de destacar los trabajos de Lacey (1967). En los años setenta hay un nuevo resurgir del interés por las teorías periféricas sobre la emoción. Siguiendo la línea periferalista, los estudios experimentales sobre activación fisiológica y aprendizaje de respuestas emocionales ponen énfasis en el sistema nervioso periférico, particularmente en el sistema nervioso autónomo, defendiendo que esta activación no se limita a proporcionar el aspecto energetizador de la conducta emocional de forma indiferenciada como postulaba Cannon, sino que cumple una función importante en los aspectos cualitativos y direccionales de la conducta emocional. Sin embargo, también pusieron en evidencia que los componentes periféricos, por sí solos, no pueden explicar la complejidad de la emoción, tal y como postulaban las teorías periferalistas.
4. Teorías neurofisiológicas: la neurociencia y el cerebro emocional Las aportaciones de Cannon influyeron en la neurociencia respecto al estudio anatómico y morfológico de las estructuras cerebrales que median en el proceso emocional. Cannon afirmó que la base nerviosa de la emoción se encontraba en el tálamo, por lo que la emoción era central y no periférica como señalaba James. Esta afirmación fue apoyada por el desarrollo de la neurociencia, pero el papel del tálamo como la región del sistema nervioso más vinculado a las emociones y que tiene un papel preponderante en su génesis pronto fue sustituido por el sistema límbico. La investigación se centra en la localización de las estructuras neurobiológicas implicadas en dicho proceso. Autores como Papez (1937) distinguió entre emoción como una forma de sentir (experiencia subjetiva) y como una forma de actuar (expresión o conducta emocional). También intentó identificar las estructuras cerebrales implicadas en la experiencia emocional (estructuras paleo-corticales o córtex) y la expresión emocional (hipotálamo). La importancia de Papez radica en ser el primero en relacionar las estructuras y funciones cerebrales del denominado circuito de Papez con el proceso emocional. Gracias al impulso de Papez, MacLean (1949) introdujo el término sistema límbico, concluyendo que el cerebro humano está dividido en tres niveles de funcionamiento, adquiridos a lo largo de la evolución: (1) un cerebro antiguo, 11
perteneciente a los reptiles (cerebro reptiliano); (2) un cerebro que aparece más tarde en la evolución filogenética, perteneciente a los mamíferos inferiores (sistema límbico); (3) un cerebro de aparición más reciente, más altamente desarrollado perteneciente a los primates y sobre todo al hombre (neo-córtex) Tanto Papez como MacLean coinciden en señalar que el sistema límbico es el sistema emocional que modula tanto la experiencia como la expresión emocional. Años más tarde, basándose tanto en los trabajos de Cannon y Bard como en los de Papez, LeDoux (1986) formula una teoría sobre las emociones que analiza los componentes cognitivo, fisiológico y expresivo/conductual, es el llamado modelo de circuito neurológico
de LeDoux . Algunas de las investigaciones más interesantes en la
última década proceden de los estudios de LeDoux y su grupo (LeDoux, y Phelps, 2008) sobre el condicionamiento del miedo y el papel desempeñado por la amígdala . La amígdala está formada por muchos núcleos, conectados recíprocamente con el hipotálamo, la formación hipocampal, la neo-corteza y el tálamo, estructuras todas ellas implicadas en las reacciones de miedo. La información aferente que proviene de todas las modalidades sensoriales llega a la amígdala a través de los núcleos baso-laterales y procede de dos fuentes: a) los núcleos sensoriales del tálamo y; b) las áreas sensoriales primarias de la corteza. LeDoux (1995) ha puesto de manifiesto que, por ejemplo, en las reacciones de miedo la proyección del tálamo a la amígdala es especialmente importante, ya que es más rápida que el input sensorial procedente de la corteza y puede mediar las respuestas emocionales primitivas de corta latencia y que sirven de preparación para que la amígdala pueda recibir información más sofisticada sobre la representación cognitiva de la emoción procedente de centros superiores como el córtex pre-frontal ventro-medial. De hecho, las lesiones del complejo baso-lateral suprimen el condicionamiento clásico del miedo, siendo la participación de estos núcleos decisiva también para el miedo incondicionado innato y para la memoria de los estímulos sensoriales emocionalmente significativos. Desde el complejo baso-lateral la información se transfiere al núcleo central de la amígdala, desde donde se establecen la mayoría de las conexiones aferentes. Desde el núcleo central se establecen dos grandes proyecciones: a) con el hipotálamo lateral y las regiones del tronco cerebral que regulan las respuestas autónomas a los estímulos con contenido emocional e intervienen en las respuestas neuroendocrinas a los estímulos estresantes y, b) con las áreas corticales de
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asociación, en especial con la corteza órbito-frontal y con la circunvolución del cíngulo. Esta vía es esencial para la percepción consciente de la emoción. Una de las principales contribuciones de LeDoux ha sido demostrar que, en ratas, el condicionamiento clásico del miedo no requiere la participación de la corteza cerebral. La vía tálamo-amígdala posibilita una transmisión más rápida de la información sensorial permitiendo al animal emitir una respuesta inmediata ante las situaciones de peligro o amenaza. Esta forma de respuesta es altamente adaptativa cuando las demandas de procesamiento de información son muy simples y el animal tiene que responder rápidamente a características físicas del estímulo que están poco definidas. Sin embargo, cuando es necesaria una evaluación más compleja de la situación el procesamiento de la información requiere la participación de la corteza cerebral a través del circuito tálamo-corteza-amígdala. A la distinción clásica entre experiencia emocional (estados subjetivos) y expresión emocional (actividad
motora y fisiológica), LeDoux ha añadido un tercer componente,
la evaluación. Dado que no todos los estímulos sensoriales que llegan al cerebro dan lugar a la aparición de experiencias emocionales o expresiones emocionales, es preciso que el cerebro evalúe las señales de entrada comparándolas con la información almacenada en la memoria para determinar su significado emocional. De ello se concluye que la evaluación sea un paso previo necesario en la secuencia de procesamiento que lleva tanto a la expresión emocional como a la experiencia emocional consciente. I nsertar Tabla 2
Los hallazgos de Joseph E. LeDoux, expuestos prolijamente en la década de los 80 y 90 han permitido un mejor conocimiento de los circuitos, mecanismos y estructuras cerebrales implicados en la emoción, convirtiéndose en el modelo procedente de la neurociencia más influyente en la actualidad. Con posterioridad a LeDoux, y siguiendo esta línea, cabe destacar a Damasio (1996). Tanto Damasio como LeDoux coinciden en distinguir ente emoción y sentimiento señalando que este último es la parte consciente de la emoción. A su vez, constituye la percepción directa de un lenguaje específico, el del cuerpo, puesto que los sentimientos nos permiten prestar atención al cuerpo de forma concentrada. 13
Damasio postula que cuerpo y cerebro forman un organismo indisociable que interactúa con el ambiente como un todo. En la interacción con el ambiente, con la sociedad, se desarrollan los mecanismos neurales que parten de un organismo diseñado tanto con estructuras fisiológicas para regular el metabolismo, como con mecanismos básicos para hacerse cargo de la cognición y comportamientos sociales. Se cuestiona sobre el grado en el que los procesos racionales y no racionales se alinean con las estructuras corticales y subcorticales en el cerebro humano. Sugiere que las emociones y los sentimientos son aspectos centrales de la regulación biológica y proporcionan un puente entre dichos procesos y estructuras. Otra de las aportaciones relevantes de Damasio en el campo de las emociones es la hipótesis del marcador somático. Según esta, ante una situación o estímulo determinado, los distintos sistemas de respuesta aparecen en la mente en forma de imágenes o marcadores entre las que se pueden encontrar valoraciones negativas que nos llevan a experimentar sentimientos desagradables. A través de los marcadores somáticos se consigue una señal de alarma automática que focaliza la atención sobre las consecuencias negativas de la opción elegida ante un conflicto. De esta manera nos permite decidir en torno a un número menor de alternativas. A partir de este primer filtro en la toma de decisiones, resulta oportuno un análisis de coste-beneficio. En el caso de que un marcador somático negativo se yuxtaponga a un resultado futuro, este funcionará como alarma.
Si el marcador somático es positivo, el efecto sería motivador. En situaciones sociales donde es imprescindible la toma de decisiones críticas, este filtro realiza, de forma automática, la detección de los componentes de la situación que tienen más probabilidades de ser relevantes. Para Damasio su explicación general se puede aplicar a la elección de acciones cuyas consecuencias inmediatas son negativas, pero que generan resultados futuros positivos, como soportar sacrificios para alcanzar beneficios más tarde. Una revisión sobre la importancia del papel de las emociones en la toma de decisiones puede verse en Pérez Nieto, Fernández Abascal y Miguel Tobal (2009). Respecto al proceso emocional, Damasio subrayó la relevancia de estructuras corticales y subcorticales en el cerebro humano.
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5. Teorías conductistas Para el conductismo las emociones se concibieron como una forma de reflejo, como modelos de reacción que incluyen modificaciones de los procesos corporales, especialmente del sistema digestivo y glandular. Ante el proceso emocional el énfasis se pone en la respuesta, obviando la subjetividad de la emoción, ya que se supone que no es observable y sólo se puede evaluar indirectamente. De ahí el escaso interés que mostró el conductismo por el fenómeno emocional. Watson estudia la conducta emocional manifiesta y sus causas externas identificando patrones de comportamiento emocional con patrones de cambios fisiológicos, lo que no posibilita la distinción entre emociones diferentes, ni entre patrones emocionales y no emocionales. Al limitar la emoción al comportamiento emocional minimiza uno de los componentes básicos de la emoción: la experiencia emocional o el sentimiento. Sí ha recibido apoyo la predicción de Watson de que las emociones se diferencian gradualmente durante la infancia y la niñez, aunque la investigación confirma que si bien algunas reacciones emocionales pueden adquirirse por condicionamiento clásico, en la adquisición de reacciones emocionales específicas, parecen jugar una función más importante el desarrollo cognitivo, el aprendizaje observacional y/o el refuerzo social. Watson y el conductismo clásico parten de una concepción ambientalista de las emociones. La psicología de Watson busca la objetividad tratando de ser una rama experimental de las ciencias naturales como la física o la química. Este autor trata de estudiar al hombre observando su conducta, sin interpretaciones ni inferencias. El enfoque conductual supuso un gran avance en el estudio de las emociones, en concreto del miedo, y ayudó principalmente a su operativización, considerándola como un estado o respuesta emocional transitoria, evaluable en función de sus antecedentes (E) y consecuentes (R) y de la cual podía determinarse su frecuencia y duración. En la década de los veinte, a partir de los trabajos de Watson y Rayner (1920) sobre el condicionamiento de una fobia en "el pequeño Albert", el miedo se conceptualiza como una respuesta emocional condicionada negativa, aprendida según los principios del condicionamiento pauloviano y que se produce por medio de la asociación de una situación, en principio neutra (EC), con una experiencia desagradable (EI). Tras varios
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emparejamientos el EC adquiere un valor negativo similar al EI siendo capaz de producir la respuesta emocional de miedo. Con la introducción del condicionamiento instrumental de la mano de Skinner, el miedo pasa a ser una respuesta tras la presentación de un estímulo aversivo que da lugar a una disminución en la conducta. De esta forma, un estímulo que precede a un reforzador negativo evoca una conducta condicionada por la reducción de la amenaza de la situación, provocando a su vez respuestas emocionales. Otros muchos autores estudiarán las emociones siguiendo los paradigmas del condicionamiento clásico y/o instrumental. En esta línea, Mowrer (1939) asume en un primer momento el miedo como una conducta aprendida por un proceso de condicionamiento clásico. Posteriormente, Mowrer (1960) reconoce que para explicar la aparición y fundamentalmente el mantenimiento de gran parte de los miedos que presentan los humanos no es suficiente con los principios del condicionamiento clásico, motivo por el que introduce un segundo proceso explicativo, el condicionamiento instrumental u operante. Así, en su teoría conocida como teoría bifactorial señala la existencia de dos procesos o componentes en el desarrollo y mantenimiento de la respuesta de miedo. El componente clásico podría explicar en muchos casos la aparición del miedo, y sería responsable de la motivación para la evitación del estímulo temido, mientras que el componente instrumental respondería más bien del mantenimiento de la respuesta emocional por medio del refuerzo de las respuestas motoras de evitación que la reducen y que impiden la extinción. Muchas serán las teorías que años más tarde se formulan siguiendo la línea marcada por los paradigmas clásico y operante del aprendizaje. Eysenck (1968, 1979, 1985), en su teoría de la incubación intenta explicar cómo una respuesta de miedo puede ser reforzada
al asociarse la desaparición del EC con la finalización de la RC de miedo, provocando un incremento en dicha respuesta. Seligman (1971) desarrolla su hipótesis de la preparación por medio de la cual intenta explicar el porqué ciertos estímulos pueden ser condicionados más rápidamente que otros. En este sentido, defiende que no todos los estímulos ambientales tienen la misma capacidad de ser condicionados o asociados a estímulos incondicionados de miedo sino que, aquellos que filogenéticamente han sido asociados con amenazas para la especie, serán condicionados más rápidamente y serán a su vez más resistentes a la extinción. 16
6. Perspectiva cognitiva de las emociones Según algunos autores la emoción es una consecuencia de los procesos cognitivos. Desde esta línea, las diferencias entre los diferentes acercamientos teóricos estriban en el papel que le otorgan a los distintos elementos o procesos cognitivos en la génesis de la reacción emocional como, por ejemplo, la evaluación de la situación y de las estrategias de afrontamiento, las expectativas y conformidad con normas sociales, la atribución de causalidad o a las diferencias en procesamiento de la información emocionalmente relevante. En las aproximaciones cognitivas iniciales de la emoción se defendía que la reacción ante una situación es de tipo fisiológico, consistente en un incremento difuso y generalizado de la activación. Posteriormente, la interpretación cognitiva de dicha reacción fisiológica es la que determinará la cualidad de la emoción (Marañón, 1924; Schachter y Singer, 1962; Mandler, 1975). En cualquier caso la emoción necesariamente surgiría como consecuencia de los dos factores: activación e interpretación cognitiva.
La magnitud de la reacción fisiológica determinaría la
intensidad de la reacción emocional, mientras que los procesos cognitivos darían razón de la cualidad de la misma. Arnold (1960) señalaría que los procesos cognitivos no surgen solamente después de haberse producido una reacción fisiológica y como interpretación de la misma, sino que se produce una evaluación primaria de la situación ambiental antes incluso de la propia reacción fisiológica. Se trata de una primera interpretación global del estímulo como bueno o malo (es decir, agradable/desagradable, beneficioso/peligroso, etc.). Más tarde, Mandler (Mandler, 1982; MacDowell y Mandler, 1989) argumenta que, si bien las dos variables principales implicadas en la génesis de la reacción emocional son el arousal y las interpretaciones cognitivas, son estas últimas las que determinan la emoción. El arousal solamente sería el sustrato. La relevancia del arousal sería muy limitada, ya que las personas solamente son capaces de distinguir entre un arousal elevado y otro bajo, pero no el nivel de otras variables fisiológicas concretas, de forma que el grado de activación ejercería un papel indiferenciado únicamente en el grado de intensidad de la emoción. Incluso la propia activación podría producirse por una incongruencia en los esquemas cognitivos (ocurrencia de un hecho inesperado o no ocurrencia de un evento
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previsto). Esta activación, a su vez, instiga a una interpretación cognitiva de la situación que es la que determinaría la cualidad de la emoción. Así pues, desde Marañón a Mandler, los autores que defienden posiciones cognitivas han ido otorgando progresivamente un papel de mayor relevancia a los procesos cognitivos que el simple etiquetado de una reacción fisiológica, e incluso han destacado que lo verdaderamente necesario para que se produzca una emoción son los procesos cognitivos implicados. De entre todos los procesos cognitivos destacaremos algunos de los más relevantes:
a. Procesos de valoración cognitiva Lazarus (1977, 1993) desarrolla su modelo teórico de las emociones basándose en la teoría cognitiva del estrés que había establecido con anterioridad (Lazarus, 1966). Junto a Folkman (Lazarus y Folkman, 1984) defiende la idea de que las emociones se diferencian a nivel cognitivo por medio de la valoración cognitiva que se hace en cada situación, pero además también se diferencian a nivel psico-fisiológico. La valoración cognitiva realizada genera un perfil de activación psicofisiológica específico y diferenciado de cada emoción. No sólo es importante la valoración que se hace del medio externo, sino también de los recursos que el individuo considera que posee para hacer frente a la situación amenazante, estos serán los recursos de afrontamiento. Así la ansiedad surgirá cuando el individuo valore la situación como amenazante o peligrosa, y considere sus recursos de afrontamiento como insuficientes para hacer frente a la amenaza. Los procesos cognitivos de valoración de la situación y de las capacidades de afrontamiento, determinan no sólo la cualidad, es decir la emoción experimentada, sino también la intensidad de esa emoción. I nsertar Tabla 3
Para Lazarus no es adecuado plantear si la emoción precede a la cognición o si es consecuencia de la misma. La relación es bidireccional y ambas están intrínsecamente unidas, ya que la cognición es una parte fundamental de la emoción, que le proporciona la evaluación del significado.
b. Atribución de causalidad Según Weiner (1980) la reacción emocional puede analizarse siguiendo la secuencia atribución-emoción-acción.
Tras la ejecución conductual acontece una valoración
primaria asociada a las consecuencias agradables o desagradables de la misma. Surgiría 18
entonces una primera emoción preliminar. En un segundo momento, y esto es lo verdaderamente relevante para Weiner, se analizan las causas de dicho resultado. En función de dicha atribución de causalidad emerge la emoción más elaborada. Dicha emoción será la que ejerza posteriormente un papel motivacional para la conducta. I nsertar Tabla 4
c. Control de evaluación de los estímulos Según Scherer (Scherer, 1984, 1988, 1992) los estímulos internos o externos se evalúan jerárquica y organizadamente en una serie de pasos, o fases. Como consecuencia de dicho proceso de evaluación emergen las emociones correspondientes. Dado el valor adaptativo de las emociones y el papel que ejercen en la supervivencia, se entiende que dicho control se ejecute de forma jerárquica y ordenada. La secuencia es la siguiente: (1) novedad del estímulo (lo que supone una primera valoración de la peligrosidad del evento); (2) dimensión placentera-displacentera; ( 3) si propicia la consecución de una meta o una necesidad; ( 4) capacidad de enfrentarse a la situación y consecuencias sobre el organismo; y (5) la compatibilidad con las normas sociales o personales. Cada una de las emociones puede analizarse en función de esta secuencia de evaluación. Las que han sido estudiadas con mayor profundidad de acuerdo con este esquema son: alegría, tristeza, vergüenza, ira, asco y miedo.
d. Imágenes mentales Lang (1977, 1979, 1990) postula que las imágenes mentales pueden entenderse como una estructura proposicional que incluye componentes perceptivos y semánticos. Semejante estructura proposicional de la imagen es la que induce las reacciones fisiológicas que acompañan a las emociones, de forma que puede utilizarse el entrenamiento en imaginación para el control de diferentes procesos o alteraciones emocionales, dado que las respuestas fisiológicas inducidas están directamente relacionadas con el tipo de imagen entrenada.
e. Procesamiento de información emocionalmente relevante
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Los estados emocionales (tanto normales como patológicos) están relacionados con patrones característicos de procesamiento de la información emocionalmente relevante (Mathews y MacLeod, 1994). Así, por ejemplo, la excesiva atención a la información amenazante puede generar reacciones de ansiedad, de la misma forma que la incapacidad para eliminar los pensamientos intrusivos negativos auto-referentes genera episodios depresivos. Las diferencias individuales en el procesamiento de información emocionalmente relevante constituye el componente cognitivo de vulnerabilidad diferencial a trastornos emocionales. Esta última línea de investigación ha dado lugar a modelos que explican el desarrollo de patología emocional como el modelo de los cuatro factores de Eysenck (1997, 2007) I nsertar Tabla 5
7. Concepto de emoción La emoción es un proceso psicológico adaptativo cuya finalidad es reclutar y coordinar al resto de los procesos psicológicos, cuando determinadas condiciones de la situación exigen una respuesta rápida y efectiva para ajustarse a los cambios producidos en el medio ambiente. Las emociones alteran el resto de los procesos psicológicos, cargan de afecto la percepción, dirigen la atención, activan la memoria, movilizan cambios fisiológicos, planifican acciones, cargan de sentido la comunicación verbal y no verbal, motivan a la acción, etc. En la actualidad, la emoción es un constructo absolutamente necesario para acercarse al conocimiento del ser humano e imprescindible para describir o explicar las reacciones del organismo caracterizadas por: cambios en la actividad fisiológica; interpretación subjetiva de tales cambios fisiológicos; preparación para la acción o movilización del comportamiento; y expresión emocional o exteriorización de la emoción. Las emociones cumplen tres funciones principales: 1. Función adaptativa: Darwin argumentó que la emoción sirve para facilitar la conducta apropiada, lo que le confiere un papel relevante para la adaptación. Su función más importante es preparar al organismo para que ejecute eficazmente una conducta exigida por las condiciones 20
ambientales, que movilicen la energía necesaria para ello y que dirija la conducta a un objetivo determinado. Cada emoción cumple su función adaptativa. La función fundamental del miedo es protegernos, avisarnos de la necesidad de huir o escapar ante situaciones peligrosos. De la ira destaca la función de defensa movilizando energía para poder llevar a cabo una acción de defensa o ataque que nos permitan en ocasiones eliminar obstáculos para la consecución de nuestras metas. La alegría sirve para incrementar la capacidad de disfrutar, de generar actitudes positivas hacia las situaciones que vivimos y las personas con las que convivimos, lo que nos ayuda a desarrollar capacidades tan importantes en el ser humano como la empatía, así como favorecer procesos cognitivos de aprendizaje y memoria aumentando a su vez la curiosidad. La principal función adaptativa del asco es producir rechazo, movilizando una respuesta de evitación o escape ante estímulos potencialmente dañinos para la salud. La sorpresa tiene una función de exploración, nos ayuda a dirigir los procesos cognitivos a la situación novedosa que nos ha causado sorpresa para poder explorarla, conocerla y aprender. E incluso la tristeza tienen una función de adaptación para el ser humano, nos sirve para aumentar la cohesión con otras personas, reclamar ayuda, apaciguar reacciones de agresión, o incluso para reducir del ritmo de activación posibilitando en ocasiones frenar nuestra actividad para ser capaces de pararnos a considerar otras aspectos de la vida. 2. Función social Se basa en la expresión verbal y no verbal de las emociones. Nos permite predecir comportamientos con la indudable importancia para los procesos de relación interpersonal. La expresión de las emociones puede considerarse como una serie de estímulos discriminativos que facilitan la realización de conductas sociales, nos facilita la interacción social, controlar la conducta de los demás y en definitiva una mejor adaptación social La expresión de ciertas emociones puede inducir en los demás la aparición de conducta prosocial; la revelación de las experiencias emocionales puede en ocasiones ser saludable y beneficiosa, tanto porque reduce el trabajo fisiológico que supone la inhibición como por el hecho de que favorece la creación de una red de apoyo social ante la persona afectada. Sin embargo, tampoco podemos obviar el hecho de que en ocasiones, o con ciertas emociones, la represión de la expresión emocional también puede tener una evidente función social. La inhibición de ciertas reacciones emocionales que podrían alterar las relaciones sociales y afectar incluso a la propia 21
estructura y funcionamiento del grupo u organización social se revela en ocasiones como socialmente necesaria y adaptativa, siendo uno de los casos más claros la inhibición de la expresión de la ira. Sin embargo, la inhibición de otras emociones puede producir malos entendidos y reacciones indeseables que no se hubieran producido en el caso de que los demás hubieran conocido el estado emocional en el que se encontraba el individuo. 3. Función motivacional Una emoción puede facilitar la aparición de la conducta motivada, dirigirla hacia un objetivo y hacer que se ejecute con una cierto grado de intensidad. Esta relación emoción-motivación también es inversa, en toda conducta motivada se producen reacciones emocionales. La función motivacional de la emoción sería congruente con la concepción de que las emociones pueden ser distribuidas
a lo largo de dos ejes de regulación del
comportamiento: la aproximación y la evitación, es decir
la existencia de dos
dimensiones principales en la emoción: agrado-desagrado e intensidad de la reacción afectiva.
8. Clasificación de las emociones A la hora de clasificar las emociones podemos señalar dos métodos (Fernández-Abascal y cols., 2010): (1) el estudio dimensional de las emociones que las clasifica atendiendo a dimensiones generales que definen el mapa de todas las posibles emociones que pueden ser desplegadas. Pueden dar explicación de un número infinito de estados emocionales y proporcionan un esquema para delimitar similitudes y diferencias entre emociones; y (2) el estudio de las emociones específicas que parte de la existencia de características únicas y distintivas para cada categoría, definiendo emociones discretas.
8.1 Las dimensiones de las emociones Las emociones pueden ser clasificadas atendiendo a sus dimensiones, que tienen carácter bipolar y que están definidas por tres ejes: (1) valencia afectiva: diferencia las emociones en función de su tono hedónico. Se extiende desde la condición de agradable a la de desagradable; (2) activación: diferencia a las emociones en función de la intensidad de los cambios filológicos. Se extiende desde la calma a la extrema
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activación; y (3) control: permite diferenciar a las emociones en función del grado de control sobre la situación y/o reacción. Las dos primeras son las que proporcionan el mayor nivel de discriminación (85%). I nsertar grafico1
8.2. Emociones específicas El estudio de las emociones específicas o discretas tiene su origen en los datos que avalan la creencia de que las emociones poseen características distintivas en algunos o varios de sus elementos entre las que destacan sin duda la propuesta que proviene de la orientación evolucionista, la cual defiende que se trata de reacciones afectivas innatas, distintas entre ellas, categorías emocionales primitivas tanto filogenética como ontogenéticamente presentes en todos los seres humanos, que se expresan de forma característica y a partir de las cuales se desarrollan las demás emociones. Hacemos referencia a la distinción entre emociones primarias y secundarias. Defender la existencia de emociones básicas o primarias supone defender
la existencia de
diferencias a nivel fisiológico corroborado por la existencia de una serie de universales en la expresión emocional demostrados transculturalmente, así como por un patrón fisiológico que caracterizaría a cada una de ellas. Las diferentes manifestaciones de actividad del sistema nervioso autónomo estarían en la base de las conductas motoras apropiadas para las distintas emociones, tales como el miedo, la ira o el asco. Tales emociones estarían directamente relacionadas con la adaptación del organismo, y por lo tanto es consecuente que tengan un patrón de actividad autonómica específica, no así otras emociones tales como felicidad o desprecio. La diferencia entre las mismas no podría establecerse en términos de gradación en una determinada dimensión, sino que serían cualitativamente diferentes. A pesar de proponer aquí la mencionada distinción, con la descripción de
sus
características más relevantes, no podemos dejar de señalar que la existencia, o no, de emociones básicas o primarias, universales, no goza de un consenso unánime sino que ha dado y sigue dando lugar a algunas controversias ya que los resultados de investigación no son concluyentes, y la existencia de patrones fisiológicos de respuesta característicos de cada reacción afectiva es aún, más un ideal que una realidad indiscutible.
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8.3. Emociones primarias vs secundarias Según Izard (1991), los requisitos que debe cumplir cualquier emoción para ser considerada como básica o primaria son los siguientes: tener un sustrato neural específico y distintivo, tener una expresión o configuración facial específica y distintiva, poseer sentimientos específicos y distintivos, derivar de procesos biológicos evolutivos y manifestar propiedades motivacionales y organizativas de funciones adaptativas. Entre los elementos distintivos sobre los que existe un mayor consenso destacan los siguientes: -
Las emociones primarias parecen poseer una alta carga genética en el sentido de que presentan respuestas emocionales preorganizadas que aunque son modeladas por el aprendizaje y la experiencia están presentes en todas las personas y culturas.
-
Poseen constancia en el afrontamiento, en la movilización para la acción que produce la propia forma emocional. Por ejemplo el miedo presenta una forma de afrontamiento característico como la huida o evitación que no poseen otras emociones como la alegría o la sorpresa
-
Poseen una forma de expresión facial característica y universal que es reconocida por todas las culturas
Los humanos tenemos 42 músculos diferentes en la cara. Dependiendo de cómo los movemos expresamos unas determinadas emociones u otras. Hay sonrisas diferentes, que expresan diferentes grados de alegría. Esto nos ayuda a expresar lo que sentimos, que en numerosas ocasiones nos es difícil explicar con palabras. Es otra manera de comunicarnos socialmente y de sentirnos integrados en un grupo social. Hemos de tener en cuenta que el hombre es el animal social por excelencia. Podemos observar como en los niños ciegos
cuando experimentan las emociones lo expresan de forma muy
parecida a las demás personas, tienen la misma expresión facial lo que presupone la existencia de bases genéticas, hereditarias, ya que un niño que no ve no puede imitar las expresiones faciales de los demás. A pesar de esta base genética, las expresiones también varían ligeramente en función de elementos como las experiencias, la cultura, el sexo, el país de origen etc. Así, por ejemplo, las mujeres tienen más sensibilidad para captar mejor las expresiones faciales o las señales emotivas y esta sensibilidad aumenta con la edad. Las expresiones faciales también afectan a la persona que nos está mirando 24
alterando su conducta. Si observamos a alguien que llora nosotros nos ponemos tristes o serios e incluso podemos llegar a llorar como esa persona. Y que decir de la risa contagiosa cuando vemos a alguien reír a carcajadas A su vez, las emociones primarias poseen un desarrollo a nivel ontogenético asociado a la maduración de los mecanismos y estructuras neurales propias del proceso emocional. Se estructuran a lo largo del desarrollo evolutivo, mediadas por el aprendizaje. En los primeros momentos de la vida aparecen las llamadas emociones primarias como el miedo, la sorpresa, el asco, la alegría la tristeza y la ira Otro dato distintivo es que cada una de las emociones primarias se corresponde con una función adaptativa y poseen condiciones desencadenantes específicas y distintivas para cada una de ellas, un procesamiento cognitivo propio y una experiencia subjetiva característica. I nsertar Tabla 6
Más tarde, fruto de la maduración y de los procesos sociales irán apareciendo las emociones secundarias. Emanan de las primarias, pero se deben en mayor grado al desarrollo individual y sus respuestas difieren ampliamente de una persona a otra: la culpa, la ansiedad, la vergüenza, el orgullo, los ce los… Las emociones secundarias no
presentan una única forma de afrontamiento, como sería
el caso de los celos que pueden ir desde destruir al ser amado, hasta el llanto incontrolado, pasando por los intentos de reconquista. No poseen una forma de expresión facial característica y universal que es reconocida por todas las culturas. Las emociones secundarias poseen unos componentes conductuales particulares, que son la manera en que éstas se muestran externamente. Son en cierta medida controlables, basadas en el aprendizaje familiar y cultural de cada grupo: expresiones faciales, acciones y gestos, distancia entre personas, componentes no lingüísticos de la expresión verbal (comunicación no verbal).
8.4. Emociones negativas vs emociones positivas Se clasifican según el tono hedónico positivo, negativo o incluso neutro. Las emociones negativas son aquellas que implican sentimientos desagradables, valoración de la situación como dañina y la movilización de muchos recursos para su afrontamiento. Las 25
emociones positivas son aquellas que implican sentimientos agradables, valoración de la situación como beneficiosa y la movilización de escasos
recursos para su
afrontamiento. Las emociones neutras son aquellas que no producen intrínsecamente reacciones ni agradables ni desagradables, que no pueden considerarse ni positivas ni negativas y tienen como finalidad facilitar la aparición de posteriores estados emocionales. Sus características definitorias son una mezcla de los demás tipos de emociones I nsertar Tabla 7
9. Algunas áreas de desarrollo actual de la psicología de la emoción: Emociones y salud e inteligencia emocional El estudio de las emociones en su relación con otros procesos y áreas de aplicación es extraordinariamente amplio ya que es incuestionable que las emociones representan una parte importante del ser humano en todas sus facetas. En este apartado hemos escogido dos áreas en las que la emoción juega un papel fundamental, una más clásica como la relación entre las emociones y la salud, y otra de más reciente aparición en la literatura científica como es la inteligencia emocional.
9.1 Emociones y Salud 9.1.1 Trastornos psicofisiológicos A mediados del siglo XIX, las tres quintas partes de las muertes ocurridas en los países desarrollados se debían a enfermedades infecciosas. Desde entonces, las mejoras en las condiciones de higiene, los cambios de hábitos de vida, los avances médicos, el tratamiento de las aguas y alimentos, los programas públicos de inmunización, la prevención y el control ambiental, trajeron consigo un considerable descenso de los fallecimientos por estas causas. Sin embargo, otras enfermedades vinieron a sustituir a éstas en los primeros lugares de las listas de causas de mortalidad. Enfermedades como los trastornos cardiovasculares, el cáncer, y, más recientemente, las llamadas enfermedades inmunológicas y degenerativas crónicas, que en gran medida pueden ser consideradas como enfermedades relacionadas con la conducta y forma de vida de los individuos. 26
En los años sesenta se comienza a tomar conciencia de la necesidad de intervenir en la prevención de dichas enfermedades, y con ello de la necesidad de transformar el modelo médico tradicional en un modelo biopsicosocial que tenga en cuenta, además de los factores biológicos, los de carácter psicológico y social en la génesis y mantenimiento de las enfermedades. Independientemente del modelo del que se parta, las emociones generalmente denominadas negativas, se convirtieron de forma indiscutible en unas de las principales variables a investigar, tratar y controlar en el nuevo concepto de salud, asentando el papel que juegan como factores de riesgo de enfermedad. Las reacciones emocionales, como la ansiedad, la ira, o la tristeza, presentan correlatos fisiológicos que son el resultado de complejos mecanismos, que bajo la influencia del sistema nervioso afectan a las secreciones glandulares, los órganos y tejidos, los músculos y la sangre. Son imnumerables los estudios que muestran la relación entre factores emocionales y trastornos tales como los de tipo cardiovascular, digestivos e incluso los derivados de un mal funcionamiento del sistema inmunológico, como el cáncer. El mejor campo de estudio de esta relación ha sido, y sigue siendo, el de los denominados clásicamente trastornos psicosomáticos, o desde una conceptualización más reciente, trastornos psicofisiológicos. Los trastornos psicofisiológicos han sido definidos tradicionalmente como aquellos que presentan una clara evidencia de enfermedad orgánica, a la vez que una proporción significativa de sus determinantes son de índole psicológica. Nos encontramos, por tanto, ante trastornos caracterizados por la existencia de síntomas físicos o disfunciones en varios órganos del cuerpo, estrechamente relacionados con factores psicológicos (Miguel-Tobal, y Casado, 1994). A pesar de esta doble vertiente, orgánica y psicológica, este tipo de trastornos fue tratado exclusivamente desde una perspectiva médica. Sin embargo, con el auge de disciplinas como la Medicina conductual y la Psicología de la salud , fueron cobrando relevancia una serie de variables relacionadas directamente con aspectos psicológicos. Tanto la medicina como la psicología han buscado siempre la etiología de estos trastornos dando lugar a que a lo largo de la historia distintos factores cobraran el papel de explicación decisiva, hasta llegar a la convicción de que la multicausalidad es la verdadera etiología, con sus combinaciones entre diversos factores. Esta multicausalidad, centrada en la consideración simultánea de los factores genéticos, ambientales, psicológicos y, principalmente, en el peso de la interacción, como elemento de predisposición del individuo a padecer una determinada enfermedad, es el 27
gran mérito de la investigación psicológica actual en este campo. Ello ha propiciado que los trastornos psicofisiológicos ya no sean entendidos como un grupo concreto o distinto de enfermedades, sino como aquellas alteraciones físicas que son precipitadas, agravadas o prolongadas por factores psicológicos (Casado y Miguel-Tobal, 1995) I nsertar Tabla 8
Actualmente se tiende a asociar la génesis, desarrollo y mantenimiento de los trastornos psicofisiológicos con una pluralidad de agentes, entre los que cabe destacar: las emociones como la ansiedad, la ira y/o la hostilidad, la tristeza; los factores ambientales; el estilo de vida; la resistencia del sujeto al estrés; factores genéticos; características de personalidad; factores cognitivos; estilos de afrontamiento, etc. (Miguel-Tobal, González-Ordi y Casado, 2009). En resumen, podemos destacar como factores desencadenantes o agravantes de distintas enfermedades la interacción entre una situación estresante, un modo individual de valorar la situación como amenazante, un patrón de respuesta fisiológica y una sensibilidad incrementada o predisposición orgánica. Es innegable por tanto que, en gran medida, el proceso dependerá del modo en que la persona perciba y procese la situación emocionalmente relevante y de su habilidad para encontrar soluciones adaptativas a las nuevas situaciones.
9.1.2 Psicopatología de las emociones La influencia de las emociones se deja sentir tanto en el ámbito de la salud en general como en el más específico de la psicopatología. Realmente podríamos incluso hablar de una psicopatología de las emociones ya que no es casual que los dos grandes grupos de trastornos que derivan directamente de ellas ocupen los primeros lugares en el ranking de prevalencia de las distintas psicopatologías: los trastornos de ansiedad y los trastornos del estado de ánimo o depresivos. Sirva como ejemplo el dato que se presentaba en el curso monográfico sobre “Las Depresiones” impartido en e l Ministerio
de Sanidad y Consumo (Madrid, 13-14 de marzo de 1998), donde ya se señalaba que solamente los problemas de ansiedad y depresión, o ambos a la vez, suponían más del 80% de los casos que buscan ayuda en las consultas psicológicas y/o psiquiátricas de nuestro país.
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Actualmente, la ansiedad tiende a ser considerada de forma multidimensional. Desde la perspectiva de la personalidad, el rasgo de ansiedad ha evolucionado desde una concepción unitaria, en la que se definía como la tendencia relativamente estable a reaccionar de forma ansiosa, hacia una concepción multidimensional, en la que se asumen distintas dimensiones del rasgo (rasgos específicos) entendidas como tendencias individuales de reacción ante distintos tipos o clases de situaciones (p. ej., situaciones de evaluación, interpersonales, de peligro físico, etc.). Ello implica que además de existir una tendencia general, que se manifiesta en mayor o menor grado en los distintos individuos, a interpretar las situaciones como peligrosas o amenazantes y a reaccionar ante ellas con ansiedad (rasgo general de ansiedad), existen tendencias específicas a reaccionar de forma ansiosa ante un tipo u otro de situaciones (rasgos específicos). Desde la perspectiva de las emociones, la ansiedad ha sido entendida como una emoción universal y, por tanto, común a todos los miembros de la especie; dicha emoción aparece cuando el individuo percibe una situación como peligrosa o amenazante, con independencia del peligro o amenaza real, facilitando la respuesta del individuo ante distintas situaciones de peligro al prepararle para la acción y facilitar el afrontamiento, lo que le otorga un gran valor adaptativo. La reacción de ansiedad es una combinación de respuestas cognitivo-subjetivas (p. ej., aprensión, inseguridad, temor, etc.), fisiológicas (p.
ej., aumento de la tasa cardiaca, tensión muscular, sudoración, etc.) y
expresivo-motoras (p.
ej., movimientos repetitivos, cambios en la expresión facial,
conductas de evitación, etc.). Si bien podemos considerar la ansiedad como una reacción emocional normal, adaptativa y común a todos los individuos, que tiene lugar cuando el sujeto percibe algún tipo de peligro o amenaza, tanto concreta como difusa, un desajuste en cuanto a la frecuencia, intensidad o duración de la ansiedad puede dar lugar a una alteración de carácter psicopatológico, dando lugar a los trastornos de ansiedad. Los trastornos de ansiedad suponen la patología más frecuente entre la población. Tomados en su conjunto son mucho más frecuentes en las mujeres que en los varones, presentando las primeras una tasa de prevalencia-vida aproximadamente 2'5 veces superior a la de los varones, solamente la fobia social y el trastorno obsesivocompulsivo parecen presentar tasas de prevalencia bastante parecida en ambos sexos.
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La ansiedad patológica se va a manifestar de distintas formas: en crisis bruscas y episódicas, de forma persistente y continua, como consecuencia de una fuerte situación de estrés, ante estímulos temidos, como consecuencia de ideas recurrentes y/o rituales, o asociada a otro tipo de trastornos (depresión, trastornos psicofisiológicos, psicóticos, sexuales, conductas adictivas, trastornos de alimentación, trastornos sexuales, etc.) (Miguel-Tobal y Casado, 1999). De acuerdo con la DSM-IV-TR, se diferencian o describen doce trastornos de ansiedad más dos entidades nosológicas que pueden aparecer en el contexto de todos los trastornos. I nsertar Tabla 9
- Ataque de pánico o crisis de angustia: se caracteriza por la aparición súbita de síntomas de aprensión, miedo intenso o terror, acompañados habitualmente de sensación de muerte inminente. Aparecen también durante estos ataques síntomas como falta de aliento, palpitaciones, opresión torácica, sensación de atragantamiento o asfixia y miedo a perder el control o volverse loco. - Agorafobia: caracterizada por la aparición de ansiedad o comportamiento de evitación en lugares o situaciones donde escapar puede resultar difícil o embarazoso, o bien donde sea imposible buscar ayuda en el caso de que aparezca un ataque de pánico o síntomas similares. - Trastorno de angustia (pánico) sin agorafobia: caracterizado por ataques de pánico repetidos e inesperados que causan un estado de ansiedad permanente en el paciente. - Trastorno de angustia (pánico) con agorafobia : se caracteriza por ataques de pánico y agorafobia de carácter recidivante e inesperado. - Agorafobia sin historia de trastorno de angustia (pánico): se caracteriza por la presencia de agorafobia y síntomas similares en un individuo sin antecedentes de ataques de pánico inesperados. - Fobia específica: caracterizada por la presencia de ansiedad clínicamente significativa
como respuesta a la exposición a situaciones u objetos temidos, o que suele dar lugar a comportamientos de evitación.
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- Fobia social : se caracteriza por la presencia de ansiedad clínicamente significativa como respuesta a situaciones sociales o actuaciones en público del propio individuo, lo que suele dar lugar a comportamientos de evitación. - Trastorno obsesivo-compulsivo: caracterizado por la aparición de obsesiones (ideas recurrentes, persistentes, absurdas y generalmente desagradables que aparecen con gran frecuencia sin que el individuo pueda evitarlas) que causan ansiedad y malestar y/o compulsiones (comportamientos repetitivos y estereotipados que se realizan en forma de rituales) cuya finalidad es neutralizar dicha ansiedad. - Trastorno por estrés postraumático : se caracteriza por la reexperimentación de acontecimientos traumatices, síntomas debidos al aumento de activación o arousal y comportamientos de evitación de los estímulos relacionados con la situación traumática. - Trastorno por estrés agudo : se caracteriza por la aparición de síntomas similares al trastorno por estrés postraumático que aparecen inmediatamente después de un acontecimiento altamente traumático. - Trastorno de ansiedad generalizada : se caracteriza por la presencia de ansiedad y preocupaciones de carácter excesivo y persistente durante al menos seis meses. - Trastorno de ansiedad debido a enfermedad médica : caracterizado por síntomas de ansiedad que se consideran secundarios a efectos fisiológicos directos de una enfermedad subyacente. - Trastorno de ansiedad inducido por sustancias : se caracteriza por síntomas de ansiedad secundarios a los efectos fisiológicos directos de una droga, fármaco o tóxico. - Trastorno de ansiedad no especificado : acoge a aquellos trastornos que se caracterizan por la ansiedad o evitación fóbica y que no reúnen los criterios diagnósticos para ser clasificados en alguno de los apartados anteriores. La línea divisoria entre estos trastornos no siempre es clara, produciéndose en ocasiones solapamientos y presentando una alta comorbilidad entre ellos. Dos de cada tres pacientes diagnosticados de un trastorno de ansiedad presentan además algún otro cuadro clínico.
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Con respecto a la tristeza, la segunda emoción protagonista indiscutible en la psicopatología de las emociones, la tristeza, señalaremos en primer lugar que se trata de una emoción que se produce en respuesta a sucesos considerados displacenteros y que denota pesadumbre o melancolía. Suele aparecer asociada a acontecimientos que implican separación, pérdida o fracaso, decepción e indefensión. Cuando la tristeza se agudiza, se hace persistente, se convierte en una reacción excesiva a los acontecimientos y/o se presenta sin causa justificada, daría paso a la depresión. La depresión constituye un trastorno o síndrome clínico que presenta, al igual que la ansiedad, manifestaciones en los tres sistemas de respuesta. En el nivel cognitivosubjetivo suele apreciarse un estado de ánimo triste, sentimientos de inutilidad y culpa, indecisión, dificultades de concentración, ideas de muerte recurrentes, etc. En el nivel fisiológico puede aparecer pérdida de peso o disminución del apetito, insomnio o hipersomnia, fatiga o pérdida de energía, etc. En el nivel motor se observa agitación o enlentecimiento psicomotor, restricción de las actividades, etc. Los modelos actuales de la depresión confieren gran importancia a las variables cognitivas que intervienen en el fenómeno depresivo. Los distintos autores hablan de pensamientos automáticos, autoesquemas negativos , distorsiones cognitivas o de estilos atribucionales depresogénicos,
encontrando una clara tendencia a la autoevaluación
negativa y una atención selectivamente dirigida a los sucesos negativos y a las consecuencias inmediatas. Es interesante constatar que muchos de estos fenómenos cognitivos pueden observarse igualmente en sujetos ansiosos y que las técnicas cognitivas dirigidas a modificar o corregir dichas cogniciones desadaptadas son tan eficaces en el abordaje terapéutico de los trastornos de ansiedad como en el de la depresión. Es por ello que en la práctica clínica diaria comprobamos que los límites entre ambos fenómenos no están tan claros como sería deseable, observándose puntos de coincidencia tanto en el plano fenomenológico como en los resultados de la evaluación mediante inventarios específicos, los cuales investigan, a veces, aspectos similares y presentan correlaciones significativas entre sí, a pesar de que pretenden medir fenómenos diferenciados. La mayoría de los autores comparten la idea de que la depresión es un trastorno del estado de ánimo o trastorno afectivo. El estado de ánimo deprimido, es una de las condiciones psicopatológicas más frecuentes de los seres humanos, si bien, sentirse 32
deprimido no es un síntoma suficiente para confirmar la existencia de una depresión, ya que, la depresión-síntoma está presente en la mayor parte de los cuadros psicopatológicos. Las cifras epidemiológicas son difíciles de estimar, pues existe una gran disparidad al contrastar distintos estudios epidemiológicos, como suele suceder en general, pero el dato siempre concluyente es que la prevalencia de los trastornos depresivos es muy alta, ocupando el primer o segundo lugar (en pugna con los trastornos de ansiedad) en el ranking psicopatológico. En términos generales se calcula que entre un 15 y un 20% de la población general desarrollará al menos algún episodio depresivo grave siendo el riesgo de padecerlo de un 25 % para las mujeres frente a un 10% para los hombres. No resulta fácil diferenciar la depresión clínica de los estados de ánimo depresivos más o menos transitorios y cotidianos. Con respecto a esta cuestión, surge una gran polémica no resuelta aún que intenta contestar a la pregunta de si la diferencia entre la depresión patológica y el estado de ánimo depresivo transitorio es cualitativa o cuantitativa. Para algunos autores ambas categorías están dentro de un continuo, siendo la única diferencia la intensidad y número de síntomas, sin embargo para otros, se trata de un verdadero salto cualitativo, de una diferenciación categórica. El panorama se complica si además tenemos en cuenta que existe un gran número de clasificaciones de los diferentes tipos de depresión, entre ellas las binarias, siendo una de las más conocidas la de depresión endógena frente a la depresión reactiva. Esta distinción apela a una etiología diferente. Así la primera supone una predisposición constitucional y hereditaria, y la segunda se desencadena por un motivo claramente identificado, haciéndose patológica por ser desproporcionada en su intensidad y duración. Junto a ésta, encontramos en la literatura, otras clasificaciones binarias como psicótica/neurótica, mayor/menor, grave/leve, primaria/secundaria, etc. Las clasificaciones propuestas por la DSM-III-R y más tarde por la DSM-IV y DSMIV-TR son suficientemente exhaustivas y de algún modo recogen la mayoría de las clasificaciones existentes. I nsertar Tabla 10
Respecto a los síntomas más característicos de la depresión, Beck (1967) presenta una agrupación en cuatro categorías que consideramos interesante presentar, dada la 33
relevancia que este autor ha tenido y tiene dentro del estudio de la depresión: 1. manifestaciones emocionales:
estado de ánimo disfórico, sentimientos negativos hacia
uno mismo, reducción de la gratificación que se obtiene de
la realización de
actividades, pérdida de apego emocional a personas o cosas, períodos de llanto, y pérdida de alegría; 2. manifestaciones cognitivas: baja autoevaluación, expectativas negativas, autoacusación y autocrítica, indecisión, y distorsión de la propia imagen corporal; 3. manifestaciones motivacionales: paralización de la voluntad, deseos de evitación, escape y retirada, deseos de suicidio, y aumento de la dependencia de otros; 4. manifestaciones neuro-vegetativas y físicas: pérdida del apetito, problemas del sueño, pérdida de la libido, y cansancio. En definitiva, la ansiedad y la depresión son probablemente los dos constructos a los que mayor atención se ha prestado desde la psicopatología en las últimas décadas, lo que puede deberse, a hechos como la gran incidencia de síntomas de ansiedad y depresión, manifiestos entre la población normal y observados en la atención primaria; la gran frecuencia con la que aparecen estos dos síntomas interrelacionados entre sí, surgiendo en muchas ocasiones, problemas a la hora del diagnóstico y dificultades al establecer prioridades en la intervención; o al hecho de que tanto los síntomas ansiosos como los depresivos aparecen formando parte de otros cuadros clínicos. Con frecuencia en la práctica clínica encontramos este problema; a veces, se presentan claramente los dos trastornos, aunque solapados; otras, se presentan estados mixtos; y también sucede que prevalece uno de ellos fundamentalmente y el otro aparece más como síntoma. Además, es necesario tener en cuenta que tanto la ansiedad como la tristeza-depresión aparecen como síntomas en un gran número de cuadros psicopatológicos, no en vano ambas reacciones forman parte de las emociones inherentes al ser humano. En cualquier caso, la repercusión que los trastornos de ansiedad y los trastornos depresivos tienen en la población y en la sociedad en general, no sólo se debe a las elevadas tasas de incidencia y prevalencia, sino a los altos costes económicos que suponen su diagnóstico, tratamiento, hospitalización, etc., así como a la relación que mantienen con otros factores importantes como la disminución del rendimiento laboral, el absentismo y las bajas laborales, la baja adherencia que estos pacientes presentan a otros tratamientos que no tienen que ver con la patología en sí. 34
9.2. Inteligencia emocional Salovey y Mayer publicaron un artículo en 1990 en el que apareció por primera vez el término inteligencia emocional que se definía como “la capacidad para supervisar los sentimientos y las emociones de uno mismo y de los demás, de discriminar entre ellos y de usar esta información para la orientación de la acción y el pensamiento propios ”
(Salovey y Mayer, 1990, p.189). Pero no fue hasta 1995 cuando emergió y llegó a toda la sociedad, tras la publicación del best- seller “La inteligencia emocional” del psicólogo y periodista Daniel Goleman, quien destacaba la relevancia de la inteligencia emocional por encima del CI para alcanzar el éxito tanto profesional como personal. En un principio Slovey y Mayer definían la inteligencia emocional (IE) como un tipo de inteligencia social que incluye: (1) la capacidad de entender y supervisar nuestras emociones y las de los demás y (2) la capacidad de discriminar entre las emociones y usar dicha información para guiar nuestro pensamiento y nuestros comportamientos. Posteriormente y dando más énfasis a los aspectos cognitivos concibieron la IE como una inteligencia genuina basada en el uso adaptativo de las emociones y su aplicación a nuestro pensamiento. Esta definición conecta inteligencia y emoción, cognición y emoción, ya que expresa la idea de que la emoción hace pensar más “inteligentemente”. Las emociones dejan de ser definitivamente las pasiones que nublan la razón. Se desarrollan distintos modelos de IE, pudendo distinguir tres categorías - Modelos de capacidad o habilidades, como el de Salovey y Mayer - Modelos mixtos como el de Goleman y Bar-On - Modelos de rasgo como el de Petrides y Furnham Aunque presentas diferencias que mostraremos a continuación, en todos los modelos podemos ver que la autorregulación emocional (entendida como la capacidad de regular los estados emocionales) es un elemento principal. Así, el modelo de las cuatro etapas de Salovey y Mayer sitúa al “manejo de las emociones” en lo más alto de su escala jerárquica, Goleman la incluye como “capacidad de controlar las propias emociones” y
Bar – on incluye elementos de autorregulación emocional en varias de sus habilidades, como el “Control de Impulsos” y la “Flexibilidad”.
9.2.1 Modelo de capacidad o habilidades de Salovey y Mayer
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El modelo de habilidades concibe la IE como un conjunto de habilidades implicadas en la percepción, el uso, la comprensión y la regulación de emociones, que dependen fundamentalmente del conocimiento de los procesos emocionales y de las habilidades del procesamiento de la información emocional. Es, por tanto, una inteligencia genuina basada en el uso adaptativo de las emociones y su aplicación al pensamiento. Los impulsores de este modelo son Salovey y Mayer (Salovey y Mayer 1990, Mayer Salovey 1997) quienes subrayan no sólo la capacidad de percibir y regular emociones sino también de pensar sobre ellas. Desde esta línea, la IE hace referencia a la capacidad para razonar sobre las emociones y, por otro lado, al procesamiento de la información emocional para aumentar el razonamiento. Postulan que la IE se conceptualiza a través de cuatro habilidades básicas por lo que se denomina “m odelo de las cuatro etapas” que se configura partiendo de los procesos psicológicos más simples hasta alcanzar los más elevados o integrados. El nivel más bajo se refiere a la habilidad, relativamente sencilla, de percibir y expresar la emoción, mientras que el nivel más alto de las etapas se refiere a la regulación consciente y reflexiva de la emoción. El modelo de las cuatro etapas percepción de emociones: uso de emociones para
divide la IE en cuatro áreas de habilidades: -1-
capacidad de percibir emociones en caras o imágenes; -2-
facilitar el pensamiento: capacidad de usar las emociones para
realzar el razonamiento; -3- comprensión de emociones: capacidad de comprender información emocional acerca de las relaciones, transiciones de una emoción a otra e información lingüística acerca de las emociones; y -4- manejo de las emociones: capacidad para manejar emociones y relaciones emocionales para el crecimiento personal e interpersonal. Las etapas 1, 3 y 4 incluyen razonar acerca de las emociones, mientras que la etapa 2 únicamente incluye el uso de las emociones para realzar el razonamiento. Jerárquicamente estas cuatro etapas estarían dispuestas de modo que "percibir emociones" estaría en la base, mientras que el "manejo de emociones" estaría en la cima, es decir, cada una de las etapas se construye sobre la base de las habilidades logradas en la fase anterior. Así, las primeras capacidades o las más básicas son la percepción y la identificación emocional. A medida que el individuo madura, esta habilidad se refina y aumenta el rango de las emociones que pueden ser percibidas. 36
Posteriormente, las emociones son asimiladas en el pensamiento e incluso pueden ser comparadas con otras sensaciones o representaciones. En el nivel consciente, el sistema límbico sirve como un mecanismo de alerta frente a los estímulos. Si el aviso emotivo permanece en el nivel inconsciente, significa que el pensamiento – la segunda fase de habilidades- no está siendo capaz de usar las emociones para resolver problemas. Sin embargo, una vez que la emoción está conscientemente evaluada, puede guiar la acción y la toma de decisiones. En la tercera etapa, las reglas y la experiencia gobiernan el razonamiento acerca de las emociones. Las influencias culturales y ambientales desempeñan un papel significativo en este nivel. Finalmente, las emociones son manejadas y reguladas en la cuarta etapa, en términos de apertura y regulación de los sentimientos y emociones con el fin de producir un crecimiento personal y en los demás. Cada etapa del modelo tiene habilidades específicas, que reunidas construyen una definición de la IE como “la habilidad para percibir y expresar emociones, asimilar emociones en el pensamiento, entender y razonar con emociones, y regular las emocione s en uno mismo y en otros” Esta propuesta ha originado una serie de investigaciones importantes, cuyos aportes han generado instrumentos de medición que hoy sirven como base para muchos estudios sobre la IE. I nsertar Tabla 11
9.2.2. Modelos mixtos Consideran la IE desde una concepción más amplia recogiendo rasgos estables de personalidad (comportamiento o conjunto de comportamientos bastante consistentes que un individuo tiende a mostrar), competencias socioemocionales y diversas habilidades cognitivas.
Son aproximaciones más populares que incluyen atributos personales que están más comúnmente relacionados con la eficacia personal y el funcionamiento social. Destacan dos autores: Goleman y Bar-on.
a. Modelo de las competencias emocionales de Goleman
37
Goleman definió la IE como la capacidad para reconocer y manejar nuestros propios sentimientos, motivarnos y controlar o dirigir nuestras relaciones. El modelo de las competencias emocionales (Goleman 1998) comprende una serie de competencias que facilitan a las personas el manejo de las emociones, hacia uno mismo y hacia los demás. Este modelo formula la IE en términos de una teoría del desarrollo y propone una teoría de desempeño aplicable de manera directa al ámbito laboral y organizacional, centrado en el pronóstico de la excelencia laboral. Por ello, esta perspectiva está considerada una teoría mixta, basada en la cognición, la personalidad, la motivación, la emoción, la inteligencia y la neurociencia; es decir, incluye procesos psicológicos cognitivos y no cognitivos El modelo original de Goleman consistió en cinco etapas, las cuales posteriormente se redujeron a cuatro grupos (Goleman 1998, 2001) con distintas habilidades en cada uno: (1 ) autoconciencia emocional : el conocimiento de nuestras preferencias, sensaciones, estados y recursos internos; (2) autodirección: manejo de nuestros sentimientos, impulsos, estados y obligaciones internas; (3) aptitudes sociales: el reconocimiento de los sentimientos, preocupaciones y necesidades de otros; y (4) relaciones de dirección: la habilidad para manejar bien las relaciones sociales y construir redes de apoyo. I nsertar Tabla 12
b. Modelo de la inteligencia emocional y social de Bar – On Bar-On (1997, 2000), por su parte, ha ofrecido otra definición de IE tomando como base a Salovey y Mayer. La describe como un conjunto de conocimientos y habilidades en lo emocional y social que influyen en nuestra capacidad general para afrontar efectivamente las demandas de nuestro medio. Dicha habilidad se basa en la capacidad del individuo de ser consciente, comprender, controlar y expresar sus emociones de manera efectiva. El modelo de Bar-On se fundamenta en las competencias, las cuales intentan explicar cómo un individuo se relaciona con las personas que le rodean y con su medio ambiente. Por tanto, la IE y la inteligencia social son consideradas un conjunto de factores de interrelaciones emocionales, personales y sociales que influyen en la
38
habilidad general para adaptarse de manera activa a las presiones y demandas del ambiente. El modelo está compuesto por cinco elementos o componentes: (1) componente intrapersonal :
implica la autoconciencia emocional, la habilidad para manejar,
controlar y gestionar emociones propias; (2) componente interpersonal : que reúne la habilidad de saber comprender y relacionarse con otros, la empatía; (3) componente de manejo de estrés:
implica la capacidad para tolerar presiones y controlar sus impulsos;
(4) componente de estado de ánimo : involucra la habilidad de tener una visión positiva y optimista; y (5) componente de adaptación-ajuste : constituido por la habilidad para evaluar correctamente la realidad, adaptarse a los cambios y ajustarse de manera eficiente a nuevas situaciones y resolver problemas de naturaleza personal y social. En otro orden, Bar-On dividió las capacidades emocionales en dos tipos principales: (1) las capacidades básicas, que son esenciales para la existencia de la IE: la autoevaluación, la autoconciencia emocional, la asertividad, la empatía, las relaciones sociales, el afrontamiento de presiones, el control de impulsos, el examen de realidad, la flexibilidad y la solución de problemas; y (2) las capacidades facilitadoras, que son el optimismo, la autorrealización, la alegría, la independencia emocional y la responsabilidad social . Todos los elementos se encuentran interrelacionados entre sí. Por ejemplo, la asertividad depende de la autoseguridad; mientras que la solución de problemas depende del optimismo, del afrontamiento de las presiones y de la flexibilidad.
9.2.3. Modelo de rasgo de Petrides y Furnham Este modelo surge de las distinciones entre los dos conceptos de IE como habilidad y como rasgo. La teoría presentada por Petrides y Furnham (2001) se refiere a la IE rasgo o “autoeficacia emocional”, como una integración
de autopercepciones y de
disposiciones de carácter emocional. Incluye varios rasgos de personalidad, como la empatía, la impulsividad y la asertividad. También abarca en forma de habilidades autopercibidas elementos de la inteligencia social y de la inteligencia personal. La IE rasgo es medida a través de autoinformes y pertenece al ámbito de la personalidad. Petrides y Furnham crearon un instrumento de medida de la IE rasgo: el 39
TRIQue (Trait Emocional Intelligence Questionnaire). El objetivo que persiguen es proporcionar una comprensión científica sobre la operativización de la emoción que se relaciona con diferencias individuales a lo largo de la vida. Creemos que la investigación en esta área seguirá generando resultados relevantes que en un futuro próximo aportarán cambios significativos en los principales ámbitos de la psicología aplicada: psicología clínica y de la salud, psicología del trabajo y organizaciones, y psicología del desarrollo y la educación.
I nsertar Tabla13
40
Tabla 1
Características básicas de la teoría de James - Es una teoría periférica. Explica la experiencia emocional por medio de la actividad de órganos periféricos - Considera que las conexiones aferentes y eferentes entre órganos periféricos y el córtex son directas, sin que intervenga ningún mecanismo mediador - Es una teoría diseñada para explicar el sentimiento emocional más que el comportamiento emocional
Tabla 2
Las aportaciones de LeDoux pueden resumirse en los siguientes puntos: - La emoción no es un fenómeno o proceso unitario. Consta de aspectos de evaluación, expresivos y experienciales. - La evaluación del significado emocional de los estímulos sensoriales, tanto externos como internos al organismo, ocurre de forma inconsciente en las neuronas límbicas, siendo la amígdala el núcleo del sistema de la codificación emocional. - La evaluación del estímulo juega un papel causal en la expresión de los cambios en la conducta emocional y en las respuestas autonómicas concomitantes. - La experiencia emocional consciente está mediatizada por sistemas de procesamiento cognitivo y tiene lugar cuando los sistemas cognitivos reciben información emocional. - Las fuentes de información emocional que necesita el procesamiento cognitivo incluyen el feedback de los músculos periféricos y de los órganos activos durante la expresión, la observación de la propia conducta y del contexto en que esta ocurre y, más directamente, las señales procedentes de las neuronas límbicas, que codifican la significación emocional. - Los mecanismos que evalúan la significación de los estímulos son filogenéticamente antiguos y están ampliamente distribuidos en todo el reino animal. - Los mecanismos que intervienen en la experiencia emocional son filogenéticamente recientes. Parecen estar presentes principalmente en los seres humanos y pueden estar ligados al desarrollo del lenguaje y al de los procesos cognitivos relacionados.
41
Tabla 3
El modelo de Lazarus postula que en la reacción emocional pueden observarse varios momentos: a. en un primer momento se evalúan las consecuencias positivas o negativas de una situación determinada ( valoración primaria). b. Posteriormente se analizan los recursos que se poseen para hacer frente a dicha situación ( valoración secundaria). La cualidad de la reacción emocional es consecuencia directa de los procesos de valoración cognitiva y cada evaluación conduce a un tipo de emoción, manifestada por una tendencia a la acción y expresión características.
Tabla 4
Atribuciones causales y estado emocional evocado en función del éxito o fracaso en la consecución del objetivo pretendido con la conducta A. Éxito, consecución del objetivo pretendido Atribución causal Esfuerzo Habilidad Suerte A terceras personas Dificultad de la tarea
Estado emocional evocado Relajación Sentirse orgulloso Sorpresa Gratitud Sentirse orgulloso
B. Fracaso, no consecución del objetivo pretendido Atribución causal Esfuerzo Habilidad Suerte A terceras personas Dificultad de la tarea
Estado emocional evocado Vergüenza, culpa. Incompetencia Sorpresa Ira Resignación
42
Tabla 5
Postura cognitivista vs postura biologicista. ¿Existe realmente un enfrentamiento?
Una de las controversias teóricas más destacables en el estudio de la emoción es el debate generado acerca de la relevancia de la cognición y de los fundamentos fisiológicos en la génesis de emociones, o de la primacía de una sobre otra. Quienes defienden posturas cognitivistas argumentan que los procesos cognitivos son necesarios para que se produzca una emoción, que sin dicha actividad cognitiva no se produciría emoción alguna y que cualquier reacción que se evocara carecería del componente afectivo Para quienes defienden posturas biologicistas, la emoción puede evocarse sin tener en cuenta los aspectos cognitivos, y ello se pone de manifiesto en los casos en los que se estimulan ciertas estructuras subcorticales, como el sistema límbico, o en los que se generan emociones por el mero hecho de una expresión facial característica, tal y como defiende la hipótesis del feedback facial En este aspecto, la controversia más conocida quizá sea la que se estableció entre Zajonc y Lazarus. Mientras que para Lazarus lo esencial son los procesos de valoración y reevaluación, para Zajonc los procesos cognitivos no siempre son necesarios y pueden producirse reacciones afectivas sin el concurso de los mismos, apelando simplemente a reacciones fisiológicas. Pero la mencionada oposición no es tal si tenemos en cuenta que en ocasiones los modelos parece que no están tratando de los mismos fenómenos, que manejan conceptos distintos y metodologías de estudio diferentes, pero que cuando abordan una misma cuestión las coincidencias son mucho más abundantes que las discordancias, al tiempo que la diferencia fundamental estriba simplemente en la relevancia que otorgan a cada uno de los procesos, primando en un caso los aspectos cognitivos y en otro los fisiológicos y conductuales
43
Tabla 6 Las emociones primarias
MIEDO
Tendemos hacia la protección
SORPRESA
Ayuda a orientarnos frente a la nueva situación
ASCO
Nos produce rechazo hacia aquello que tenemos delante
IRA
Nos induce hacia la defensa o la destrucción
ALEGRÍA
Nos induce hacia la reproducción (deseamos reproducir aquel suceso que nos hace sentir bien)
TRISTEZA
Nos motiva hacia una nueva reintegración personal
Tabla 7
PRIMARIAS
Emocion
Función adaptativa
Miedo
Protección
Ira
Defensa, destrucción
Tristeza
Reintegración personal
Asco
Rechazo
POSITIVAS
Alegría
Afiliación, reproducción
NEUTRAS
Sorpresa
Exploración, orientación
NEGATIVAS
SECUNDARIAS NEGATIVAS
Ansiedad Hostilidad
POSITIVAS
Amor Cariño Humor
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Tabla 8
Ejemplos de enfermedades consideradas clásicamente como trastornos psicofisiológicos en las que se ha centrado un buen número de investigaciones en el campo de las emociones Trastornos cardiovasculares: hipertensión arterial, arritmias, infarto Trastornos respiratorios: asma bronquial, síndrome de hiperventilación Trastornos endocrinos: hipertiroidismo, hipotiroidismo, enfermedad de Addison, síndrome de Cushing, alteraciones de las glándulas paratiroides, hipoglucemia, diabetes. Trastornos gastrointestinales: trastornos esofágicos, dispepsia no ulcerosa, úlcera péptica, síndrome de intestino irritable, colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn. Trastornos dermatológicos: pruito, urticaria, dermatitis atópica, alopecia areata. Dolor crónico: lumbalgias, cefaleas, dolor pre-menstrual, fibromialgia, artritis reumatoide
Tabla 9
Clasificación de los Trastornos de ansiedad en el DSM-IV-TR. 300.01 Trastorno de angustia sin agorafobia 300.21 Trastorno de angustia con agorafobia 300.22 Agorafobia sin historia de trastorno de angustia 300.29 Fobia específica 300.23 Fobia social 300.3 Trastorno obsesivo-compulsivo 309.81 Trastorno por estrés postraumático 308.3 Trastorno por estrés agudo 300.02 Trastorno de ansiedad generalizada 293.84 Trastorno de ansiedad debido a enfermedad médica Variable Trastorno de ansiedad inducido por sustancias 300.00 Trastorno de ansiedad no especificado
45
Tabla 10
Clasificación de los Trastornos del estado de ánimo en la DSM-IV-TR Episodios afectivos Episodio depresivo mayor Episodio maníaco Episodio mixto Episodio hipomaníaco Trastornos depresivos 296.xx Trastorno depresivo mayor 300.4 Trastorno distímico 311 Trastorno depresivo no especificado Trastornos bipolares 296.xx Trastorno bipolar I 296. 89 Trastorno bipolar II 301.13 Trastorno ciclotímico 296.80 Trastorno bipolar no especificado Otros trastornos del estado de ánimo 293.83 Trastorno del estado de ánimo debido a enfermedad médica 29x.xx Trastorno del estado de ánimo inducido por sustancias 296.90 Trastorno del estado de ánimo no especificado
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Tabla 11 1. Percepción, valoración y expresión emocional Habilidad para identificar Habilidad para identificar Habilidad para expresar Habilidad para discriminar la emoción en los estados emociones en otros, en emociones adecuadamente entre expresiones precisas físicos, sentimientos y obras de arte o a través del y expresar las necesidades o imprecisas, u honestas pensamientos en uno lenguaje, sonido, relacionadas con esos vs deshonestas, de las mismo apariencia o conducta sentimientos emociones 2. Facilitación emocional del pensamiento Las emociones priorizan el Las emociones son tan El humor cambia la Los estados emocionales pensamiento al dirigir la intensas y disponibles que perspectiva del individuo estimulan afrontar atención a la información pueden ser generadas desde el optimismo hasta diferencialmente importante como ayuda del juicio y de el pesimismo, problemas específicos la memoria sobre los favoreciendo la tales copmo cuando la sentimientos consideración de múltiples felicidad facilita el puntos de vista r razonamiento inductivo o la creatividad 3. Comprender y analizar las emociones empleando el conocimiento emocional Habilidad para etiquetar Habilidad para interpretar Habilidad para Habilidad para reconocer emociones y reconocer las los significados que las comprender sentimientos las transiciones entre relaciones entre las emociones conllevan complejos, sentimientos emociones como la palabras y las emociones respecto a las relaciones, simultáneos como amor y transición de la ira a la mismas tales como la tales como que la tristeza a odio o mezclados como el satisfacción o de la ira a la relación entre gustar y menudo e precedida de miedo y la sorpresa en el vergüenza amar una pérdida temo 4. Regulación reflexiva de las emociones para promover el crecimiento emocional e intelectual Habilidad para estar Habilidad para atraer o Habilidad para Habilidad para regular las abiertos a los sentimientos distanciarse monitorizar emociones en uno mismo tanto placenteros como reflexivamente de una reflexivamente las y en otro mitigando las displacenteros emoción dependiendo de emociones en relación a emociones negativas e su información o utilidad uno mismo y a otros intensificando las placenteras sin reprimir o exagerar la información que se trasmite Modelo de las cuatro etapas de Salovey y Mayer (2007). En cada etapas, las habilidades que se encuentran en los cuadros situados hacia la izquierda, son las que emergen más pronto en el desarrollo y las que aparecen más tarde se orientan hacia la parte derecha
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Tabla 12 Modelo de las competencias emocionales de Goleman Habilidades emocionales Autoconciencia emocional: reconocimiento de nuestras emociones y sus efectos - Acertada autoevaluación: conocimiento de nuestras fortalezas y limitaciones - Autoconfianza: un fuerte sentido de nuestros méritos y capacidades Autodirección - Autocontrol: control de nuestras emociones destructivas e impulsos - Fiabilidad: muestra de honestidad e integridad - Conciencia: muestra de responsabilidad y manejo de uno mismo - Adaptabilidad: flexibilidad en situaciones de cambio u obstáculos - Orientación de logro: dirección para alcanzar un estándar interno de excelencia - Iniciativa: prontitud para actuar. Aptitudes sociales - Influencia: tácticas de influencia interpersonal - Comunicación: mensajes claros y convincentes - Manejo de conflicto: resolución de desacuerdos - Liderazgo: inspiración y dirección de grupos - Cambio catalizador: iniciación y manejo del cambio - Construcción de vínculos: creación de relaciones instrumentales. Relaciones de dirección - Trabajo en equipo y colaboración - Creación de una visión compartida en el trabajo en equipo - Trabajo con otros hacia las metas compartidas
Tabla 13
Modelo de rasgos de Petrides y Furnham Los quince rasgos que definen la inteligencia emocional Satisfacción vital o felicidad Manejo de estrés Optimismo Asertividad Autoestima Baja impulsividad Automotivación Competencia social Auto regulación emocional Habilidades de relación Regulación emocional interpersonal Expresión emocional Adaptabilidad Empatía Percepción emocional
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G rafico 1
+
Amor Felicidad Alegria Relajación
a v i t c e f a a i c n e l a V
Sorpresa
Humor Orgullo
Aburrimiento
Culpa Tristeza
Ansiedad Vergüenza Celos
Depresión
-
Hostilidad Asco
Miedo
-
Activacion
Ira
+
49
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RESUMEN
En el presente capítulo, se lleva a cabo un recorrido por las distintas teorías de las emociones que incluye las diversas perspectivas: (a) evolucionistas: con Darwin como principal punto de referencia; (b) psicofisiológicas: seguidoras de la tradición de James; (c) neurológicas: cuyos desarrollos teóricos arrancan de Cannon y llegan a LeDoux y Damasio; (d) conductistas: que enfatizan procesos de condicionamiento, como Watson pusiera de manifiesto a principios del siglo XX; y (e) cognitivas: que han ido otorgando relevancia a una gran variedad de procesos cognitivos implicados en la respuesta emocional. La emoción es un proceso psicológico adaptativo cuya finalidad es reclutar y coordinar al resto de los procesos psicológicos, cuando determinadas condiciones de la situación exigen una respuesta rápida y efectiva para ajustarse a los cambios producidos en el medio ambiente. Las emociones alteran el resto de los procesos psicológicos, cargan de afecto la percepción, dirigen la atención, activan la memoria, movilizan cambios fisiológicos, planifican acciones, cargan de sentido la comunicación verbal y no verbal, motivan a la acción, etc. Las emociones cumplen tres funciones principales: adaptativa, social y motivacional. Así mismo, pueden clasificarse de dos formas diferentes: de manera dimensional y de modo discreto o específico. El estudio dimensional de las emociones las clasifica atendiendo a dimensiones generales que definen el mapa de todas las posibles emociones que pueden ser desplegadas. Puede dar explicación de un número casi infinito de estados emocionales y proporciona un esquema para delimitar similitudes y diferencias entre emociones. El estudio de las emociones específicas parte de la existencia de características únicas y distintivas para cada categoría, definiendo emociones discretas, como el miedo, la ira, etc.; diferenciándose a su vez entre emociones primarias y secundarias; y entre emociones positivas y negativas. Posteriormente, el capítulo aborda algunas áreas de desarrollo actual de la psicología de la emoción: emociones y salud e inteligencia emocional. Las reacciones emocionales, como la ansiedad, la ira, o la tristeza, presentan correlatos fisiológicos que son el resultado de complejos mecanismos, que bajo la influencia del 54
sistema nervioso afectan a las secreciones glandulares, los órganos y tejidos, los músculos y la sangre. Son imnumerables los estudios que muestran la relación entre factores emocionales y trastornos tales como los de tipo cardiovascular, digestivos e incluso los derivados de un mal funcionamiento del sistema inmunológico, como el cáncer. El mejor campo de estudio de esta relación ha sido, y sigue siendo, el de los denominados clásicamente trastornos psicosomáticos, o desde una conceptualización más reciente, trastornos psicofisiológicos. Los trastornos psicofisiológicos han sido definidos tradicionalmente como aquellos que presentan una clara evidencia de enfermedad orgánica, a la vez que una proporción significativa de sus determinantes son de índole psicológica. Nos encontramos, por tanto, ante trastornos caracterizados por la existencia de síntomas físicos o disfunciones en varios órganos del cuerpo, estrechamente relacionados con factores psicológicos. La influencia de las emociones se deja sentir tanto en el ámbito de la salud en general como en el más específico de la psicopatología. Realmente podríamos incluso hablar de una psicopatología de las emociones ya que no es casual que los dos grandes grupos de trastornos que derivan directamente de ellas ocupen los primeros lugares en el ranking de prevalencia de las distintas psicopatologías: los trastornos de ansiedad y los trastornos del estado de ánimo o depresivos. Sirva como ejemplo el dato que se presentaba en el curso monográfico sobre “Las Depresiones” impartido en e l Ministerio
de Sanidad y Consumo (Madrid, 13-14 de marzo de 1998), donde ya se señalaba que solamente los problemas de ansiedad y depresión, o ambos a la vez, suponían más del 80% de los casos que buscan ayuda en las consultas psicológicas y/o psiquiátricas de nuestro país. Por otro lado, respecto a la inteligencia emocional, Salovey y Mayer publicaron un artículo en 1990 en el que aparec ió por primera vez el término “i nteligencia e mocional”, que se definía como “la capacidad para supervisar los sentimientos y las emociones de uno mismo y de los demás, de discriminar entr e ellos y de usar esta información para la orientación de la acción y el pensamiento propios”. Pero no fue hasta 1995 cuando
emergió y llegó a toda la sociedad, tras la publicación del best- seller “La inteligencia emocional” del psicólogo y periodista Daniel Goleman, quien destacaba la relevancia de
la inteligencia emocional por encima del CI para alcanzar el éxito tanto profesional como personal.
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En un principio Slovey y Mayer definían la inteligencia emocional (IE) como un tipo de inteligencia social que incluye: (1) la capacidad de entender y supervisar nuestras emociones y las de los demás y (2) la capacidad de discriminar entre las emociones y usar dicha información para guiar nuestro pensamiento y nuestros comportamientos. Posteriormente, y dando más énfasis a los aspectos cognitivos, concibieron la IE como una inteligencia genuina basada en el uso adaptativo de las emociones y su aplicación a nuestro pensamiento. Esta definición conecta inteligencia y emoción, cognición y emoción, ya que expresa la idea de que la emoción hace pensar más “inteligentemente”. En los últimos años se han desarrollado distintos modelos de IE, pudendo distinguir tres categorías: modelos de capacidad o habilidades, como el de Salovey y Mayer; modelos mixtos como los de Goleman y Bar-On ; y modelos de rasgo como el de Petrides. Creemos que la investigación en esta área seguirá generando resultados relevantes que en un futuro próximo aportarán cambios significativos en los principales ámbitos de la psicología aplicada: psicología clínica y de la salud, psicología del trabajo y organizaciones, y psicología del desarrollo y la educación.
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Glosario de términos Activación: hace referencia a una dimensión de tipo fisiológico subyacente a la conducta emocional. La activación proporciona la fuerza o energía básica para llevar a cabo una conducta. Afrontamiento: esfuerzos cognitivos y conductuales dirigidos a hacer frente a las demandas externas y/o internas que sobrepasan los recursos del individuo. Arousal: activación general fisiológica y psicológica del organismo. Asertividad: habilidad personal que permite expresar de forma adecuada las emociones. Autoregulación emocional: capacidad personal para regular los estados emocionales. Comorbilidad: presencia de uno o más trastornos de forma simultánea. Coping: estrategias de afrontamiento. Empatía: identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro. Epidemia: enfermedad que se propaga durante algún tiempo afectando simultáneamente a gran número de personas. Epidemiología: disciplina científica que estudia las epidemias. Fenomenología: disciplina que estudia la relación que hay entre los hechos (fenómenos) y el ámbito en el que se hace presente esta realidad (conciencia) Filogenética: perteneciente o relativo a la filogenia. Origen o desarrollo evolutivo de las especies y en general de los seres vivos. Hipersomnia: somnolencia excesiva. Homeostasis: tendencia a la estabilización y equilibrio del organismo relacionados con los procesos fisiológicos. Se refiere al mantenimiento de las constantes del medio interno frente a las perturbaciones a las que se ve sometido el organismo, ya sean externas o internas. Interoceptivo: sensaciones causadas por estímulos iniciados en los órganos internos. Señales que llegan del medio interno del organismo. Morbilidad: proporción de personas que enferman en un sitio y tiempo determinado. Ontogenética: perteneciente o relativo a la ontogenia. Etapas del desarrollo genético del individuo. Patrón de respuesta: forma característica de reacción y respuesta ante los estímulos.
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