Luis era una pequeña lombriz de tierra. Yacía completamente solo, enterrado profundamente en el suelo. Se sentía triste y deprimido. — Nadie quiere jugar conmigo —suspiraba con tristeza —. Solo soy una fea lombriz. En la superficie el sol brillaba intensamente y las aves gorjeaban con alegría. Las mariposas revoloteaban de flor en flor, como si bailaran la una para la otra. Una mariquita jugaba con un saltamontes saltamontes y una abeja se les unió. Luis oía las risas de los demás que la pasaban bien, pero eso lo hacia sentirse mas solo y triste. — ¿Por que nadie me invita a jugar? —se preguntaba entre sollozos. Pero en vez de salir para ver si podía encontrar un amigo, Luis se quedaba de malhumor en su hueco.
Una noche, mientras dormía, Luis tuvo un sueño. En su sueño un viejo caracol lo había encontrado escondido en su hueco. ¿Por qué no juegas con los insectos y disfrutas de la vida en la superficie? —le preguntó el caracol. Luis no supo qué decir. —
El viejo caracol sonrió pensativamente y le dijo: — Te contare un secretito. s ecretito. Si quieres ser feliz, entonces debes hacer un esfuerzo. Luis miró desconcertado a el caracol y le preguntó: — ¿Que quieres decir con eso? Bueno, si haces un esfuerzo por acercarte a los demás, te sentirás mejor por dentro. Vas a estar feliz —le explicó el viejo caracol —. Veras, Veras, cuando piensas en los demás te olvidas de lo triste que te sientes. —
A la mañana siguiente el sol apareció por el horizonte y sus cálidos rayos invitaban a las criaturas, grandes y pequeñas, a salir a jugar. Luis se despertó y sacó la cabeza por el agujero. Miró alrededor al ancho mundo y de pronto se puso tímido. Rápidamente volvió bajo tierra a la seguridad de su hueco. Entonces recordó lo que el amable caracol le había dicho en su sueño acerca de hacer amigos. — Vale la pena intentarlo —dijo Luis y salió de su hueco. Luis salió arrastrándose y vio a un escarabajo que estaba sentado cerca en una brizna de hierba. Se puso tímido, pero al mismo tiempo estaba cansado de estar triste y solo, así que se acercó al escarabajo. Wiggly crawled outside and saw a beetle sitting on a nearby blade of grass. Wiggly felt shy, but he was also tired of being sad and alone, so he made his way over to the beetle.
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Hola —lo saludó el escarabajo al verlo.
— Este…hola —respondió
Luis —, ¿te gustaría jugar conmigo?
Claro —contestó el escarabajo — . Estaba pensando con quién podría jugar. Veras, soy nuevo por aquí y tenía ganas de hacer amigos. ¡Me alegro que hayas preguntado!
—
Luis sonrió y dijo: — También yo. Al poco rato, muchísimos insectos se pusieron a jugar con ellos, correteaban por el pasto y jugaban con Luis y su nuevo amigo escarabajo. ¡Luis se encontraba en medio de toda la diversión! Se retorcía por aquí y por allá con sus nuevo amigos.
Cuando jugaron a las escondidas, Tibi, una pequeña oruga, siguió a Luis y le preguntó: — ¿Me puedo esconder contigo? —
Claro —le contestó Luis.
Sabes, nunca había tenido un amigo lombriz — le dijo Tibi a Luis —. Pero creo que vamos a ser muy buenos amigos. —
Claro que sí — dijo Luis con una sonrisa. Luis pensó: «Qué feliz me siento de haberme atrevido a hacer amigos. » —
Aquella noche Luis se acurrucó en su agujero y soñó con sus nuevos amigos. Se sentía muy feliz. Había aprendido el secreto para hacer nuevas amistades: Sé amigable y cariñoso con los demás, y verás que encuentras amigos.
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