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EL MOVIMIENTO ANIMALISTA: ANÁLISIS DESDE LOS NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES
Carmen Gutiérrez Casas Curso 2008-2009
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ÍNDICE
1.- AGRADECIMIENTOS
1.- INTRODUCCIÓN
2.- HIPÓTESIS
3.- LOS NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES - La novedad - Una ideología de izquierdas - Composición social - Contexto social - Dinámica y modos de actuación - La importancia de la identidad - Los nuevos movimientos sociales en Latinoamérica
4.- EL MOVIMIENTO ANIMALISTA ENTRE LOS NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES
5.- ORÍGENES Y EVOLUCIÓN
6.- ORÍGENES Y EVOLUCIÓN EN ESPAÑA •
Alternativa para la liberación animal
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7.- TIPOS DE DEFENSORES DE LOS ANIMALES a) PLANTEAMIENTO ÉTICO - Corriente liberacionista - Corriente abolicionista - Corriente bienestarista - Otros - Mascotistas b) PLANTEAMIENTO RELIGIOSO
8.- LA FORMACIÓN DE UNA IDENTIDAD - Identidad individual - Identidad colectiva •
Mecanismos de formación y afianzamiento de la identidad colectiva . veganismo . activismo . reuniones, convenciones
- Identidad pública
9.- EL NUEVO MARCO CULTURAL •
Derivaciones
10.- MECANISMOS PARA EL CAMBIO CULTURAL - La apropiación de la cultura: entroncar con referentes culturales - Expansión de las oportunidades culturales como estímulo para la acción
4 • • • •
Aprovechar las contradicciones de la cultura Reivindicaciones de rápido desarrollo Vulnerabilidad manifiesta del sistema Disponibilidad de marcos culturales dominantes
11.- EL PROYECTO GRAN SIMIO
12.- CONCLUSIÓN
5 AGRADECIMIENTOS
Debo el primero y más profundo agradecimiento a mi tutora, Mercedes Cano. Sin ella, sencillamente, nunca hubiese concluido el doctorado. Aunque sólo la cito en un par de ocasiones, de ella proceden las mejores ideas, y me las brindó de manera informal y generosa, de manera que se confundieron con el entramado de nuestras conversaciones. Además de instruirme constantemente, me ha dado todo el apoyo material que necesitaba para la elaboración y redacción del trabajo, me ha facilitado la documentación, me ha invitado a los acontecimientos animalistas para que pudiese ejecutar trabajo de campo, me ha presentado a personas clave y me ha introducido en el mundo de los defensores de los derechos de los animales. Además de todo esto y muchos más detalles, trabajar con ella ha sido una experiencia muy agradable.
Muchas gracias también a todas aquellas personas que me echaron una mano, a quienes tuvieron paciencia para contestar a mis preguntas y a quienes tan bien me han recibido en sus actos. Este movimiento ha cambiado mi vida, he aprendido mucho y por primera vez he comprendido en toda su amplitud lo que significa defender a los animales de las injusticias a las que nuestro sistema los condena, y hacerlo con compromiso y con un fundamento teórico fuerte.
No puedo olvidarme de mis amigos no humanos, de todos los que me han acompañado a lo largo de mi vida. De ellos he obtenido inspiración y también conocimiento de la naturaleza de esos seres a los que, a pesar de lo que marque la cultura, el sistema o el mercado, es imposible reducir a cosas. Siempre me quedará la sensación de que ni siquiera quienes no discuten esa injusta clasificación son capaces de desterrar de sus mentes el verdadero valor y nobleza de los animales.
6 INTRODUCCIÓN
El presente trabajo es un intento de analizar un nuevo movimiento social concreto: el movimiento animalista en España.
Bajo esta denominación “animalista” caben muchas no ya tendencias, inclusive ideologías. Entre los defensores de los animales los hay de todo tipo: los que reclaman un trato “humanitario” hacia ellos; los que exigen el reconocimiento de unos derechos; podríamos, incluso, incluir a quienes simplemente los defienden de los malos tratos o de las situaciones precarias a los que los confina la sociedad; también a quienes apelan a su consideración como criaturas de dios…
A lo largo de la historia, los animales han suscitado reflexiones en los humanos. Ciertamente, el hombre no podía ignorar la categoría de los animales, al menos de los más accesibles, los que pertenecían a su mundo sensorial. Con o sin la Teoría de la Evolución, las analogías entre humanos y no humanos eran evidentes, y la comunicación era, y es, un hecho. A pesar de que los animales no pueden utilizar el lenguaje verbal para expresarse (aunque sí puedan, algunos de ellos, entenderlo de manera precaria), la comunicación no verbal entre algunos humanos y algunos animales se da y se daba de manera cotidiana. Por esto, la identificación en algún grado, la compasión, o simpatía, siempre ha existido.
Pero, entendiendo que lo que puede definir a un movimiento social es su ambición de introducir un cambio sustancial de base en la cultura, este análisis está orientado al postulado que ofrece un dicho cambio cualitativo en la consideración hacia los animales y su situación en la sociedad humana. La situación actual en los países occidentales permite planteamientos radicalmente distintos, demoledores de los antiguos.
7 Entendemos que el verdadero cambio reside en un nuevo estatus para los animales y en el reconocimiento de sus derechos. Este estudio, por lo tanto, contempla y analiza principalmente ese cambio, por ser la verdadera aportación que hace del animalista un movimiento, es decir, su esencia.
El presente trabajo pretende ser aséptico, y por eso el lenguaje que se utiliza es el convencional, a pesar de que la oposición “persona” o “humano vs animal” sea, en realidad, tras los descubrimientos de Darwin, reconocidamente incorrecta.
En primer lugar nos detendremos en los nuevos movimientos sociales en su conjunto utilizando los análisis de los principales expertos en el tema para, después, sobre esa base, situar el movimiento animalista entre ellos y analizarlo partiendo de su adscripción en éstos.
8 HIPÓTESIS
Partimos de la idea de la inserción del movimiento animalista entre los nuevos movimientos sociales y de su probable evolución en la manera propia de éstos. Lo que se trata de comprobar es si existen elementos suficientes que permitan deducir un futuro triunfo en la misma medida en la que otros movimientos lo hicieron, rompiendo esquemas e introduciendo novedades en la cultura y en las mentalidades individuales de la mayoría de la población.
Durante toda la historia hasta el s.XIX, el feminismo ha sido sencillamente impensable. Cierto que siempre han existido mujeres de reconocida inteligencia, nobleza, valentía o cualquier característica atribuida a la masculinidad; que a lo largo de los siglos no ha resultado extraño que existiesen líderes femeninas capaces de dirigir un reino, o un imperio, o un ducado, o una secta religiosa. Sin embargo, el feminismo no ha sido posible hasta los años sesenta porque hasta este momento la base económica, las infraestructuras, la carencia de la educación popular, el peso de la religión, etc. no lo permitían. Pero cuando se ha dado la situación propicia, han bastado unas décadas para que se implantase una cultura de la igualdad de sexos que ha ido introduciendo cambios en la percepción de la mujer, y la inserción femenina en casi todos los campos de la vida. Algo muy parecido podría decirse de otros colectivos, como los negros o los homosexuales, y lo cierto es que el último medio siglo ha supuesto un periodo de cambios culturales profundos sin precedentes conocidos.
Con el siguiente análisis, trataremos de comprobar el estado de la cuestión del movimiento animalista en el ámbito de España y calibrar su situación y sus posibilidades de triunfo a corto, medio o largo plazo. Hay que tener en cuenta que la causa animalista es ambiciosa y los obstáculos que se encuentra son más difíciles de
9 superar que en otras causas análogas, por un motivo evidente: supone un paso más allá en la extensión de la igualdad y, además, en este caso, los principales interesados no pueden siquiera comprenderla, y mucho menos secundarla conscientemente - motivo este último, la incapacidad de los propios animales para reivindicar por y para sí mismos, por el que han sido los filósofos, los profesionales de la ética y muchas veces también los profesionales del derecho, quienes primero han detectado la injusticia y abrazado la causa -.
Por el contrario, tiene la ventaja de que parte de precedentes como los enumerados más arriba y que, llegados a este punto, la sociedad debería estar ya preparada para una nueva ampliación de sus horizontes mentales. Además cuenta con el conocimiento de los mecanismos necesarios que han servido para promocionar estos otros movimientos y, por lo tanto, con un grado de consciencia que probablemente no alcanzaron éstos. Y con una particularidad: como afirma Mercedes Cano, este movimiento se construye en positivo1, porque parte de la idea de la inclusión de los animales en una comunidad que ya ha demostrado su potencial ampliación a esferas nuevas siguiendo criterios racionales.
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CANO HERRERA, Mercedes. La construcción de la identidad. Movimientos animalistas en Brasil y España. Conferencia del ciclo La mirada ética, 2009.
10 LOS NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES
Se ha denominado así a toda esa serie de expresiones populares contestatarias del mundo socialdemócrata cuyas preocupaciones no son de tipo materialista, que buscan cauces alternativos a los institucionales, que encuentran una explosión a partir de los años sesenta y que hoy resultan tan cotidianos. Clásicos de los nuevos movimientos sociales son el feminismo, el pacifismo y ecologismo.
Su temática es tan variada como lo puede ser toda una gama de reivindicaciones sociales subjetivas. Conviven los temas muy concretos, como la exigencia del cierre de una central nuclear en particular, con otros más amplios y abstractos como, por ejemplo, el movimiento ecologista. Se trata de temas culturales, relacionados con valores extraeconómicos en pro de la calidad de vida, de la libertad, del derecho a la diferencia… Tratan de dar cabida a la expresión de los sujetos sociales frente a unas instituciones técnicamente representativas de éstos pero rígidas, poco eficientes, alejadas en la práctica, o incluso pervertidas y supeditadas a intereses económicos privados y que, de hecho, no dan lugar a la participación ciudadana a pesar de apoyarse en una democracia. Sus proclamas ni son excluyentes ni defienden los intereses de una clase concreta; muy por el contrario, van en pro de la calidad de vida en general, no necesariamente benefician de manera directa a quienes las defienden y muchas veces el beneficiario es un ente universal (la humanidad, la naturaleza…).
Para ofrecer un perfil más aproximado de lo que son los nuevos movimientos sociales, echaremos mano de la clasificación de Jaime Pastor Verdú, quien diferencia los viejos (inquietud por la seguridad ciudadana, por el trabajo, etc) de los nuevos (valores de tipo cultural, feminismo, pacifismo, ecologismo, respeto por las minorías, etc.) y de los novísimos (que serían los antiglobalización, antisistema y altermundista) y, en otra
11 categoría, de los contramovimientos, que son las reacciones que, naturalmente, surgen tras ellos2.
LA NOVEDAD
Aunque su supuesta novedad ha sido ampliamente debatida3, se denominan nuevos por oposición al movimiento obrero. Rompen con éste básicamente en tres cosas: primero por su esencia cultural y no económica, segundo, por su reniega de la política y de alcanzar el poder político, y en tercer lugar porque buscan formas alternativas o cauces no convencionales de expresión. Y es que los nuevos movimientos sociales tienen su razón de ser precisamente en la acusación al sistema de desatender o provocar injusticias y desatinos y alejarse de la población que los sustenta, asunto del que el movimiento obrero tampoco está exento de culpa. En contra de las tesis de ambas tendencias políticas, promueven la democracia participativa, y suelen apoyarse en una base asamblearia, evitando la jerarquización, tan propia de la socialdemocracia neoliberal como del movimiento obrero. Asimismo, existe una desconfianza hacia el poder que tiende siempre a alejarse de los ideales primigenios y viciarse con la corrupción, por lo cual suelen regirse por un principio de alejamiento del poder político (a pesar de su relativa integración en la política que, de hecho, ha supuesto un fraccionamiento entre los seguidores más pragmáticos y los más fundamentalistas).
Respecto a lo novedoso de su contenido, no todos los autores coinciden en ello. Más adelante hablaremos del cambio de valores que Inglehart observa en las sociedades 2
PASTOR VERDÚ, Jaime. Los movimientos sociales: de la crítica de la modernidad a la denuncia de la globalización, col. Intervención Psicosocial, 2006, vol.15, nº2 3
LARAÑA, Enrique y GUSFIELD, Joseph. Los nuevos movimientos sociales. de la ideología a la identidad. Ver: MELUCCI, Alberto, ¿Qué hay de nuevo en los nuevos movimientos sociales?, p. 119-150
12 postindustriales, pero, en cualquier caso otros no hablan de un reemplazo de éstos, sino más bien de un cambio en su importancia.
Acerca de la elección de cauces alternativos de expresión, Durán Muñoz repara en que “lo novedoso tampoco está en los métodos, sino en que recurran a ellos quienes tienen acceso a los convencionales”4, con lo que incide en que los nuevos movimientos sociales, a pesar de ser eminentemente reivindicativos y contestatarios, su base de integrantes no pertenece a estratos sociales desfavorecidos, lo cual constituye en sí mismo una novedad.
Por último, hay autores que, como De Sousa Santos, no ven en los nuevos movimientos sociales sino una continuidad de los viejos movimientos de lucha de clases; aunque advierta que en ellos hay un reproche al viejo movimiento obrero (principalmente por centrarse sólo en los valores materialistas), éste ha sido, sin duda el primer referente de la lucha dominador-dominado que ya no se ocupa de las relaciones de producción sino de otros tipos de opresión que tienen lugar en las esferas de la vida cotidiana5.
UNA IDEOLOGÍA DE IZQUIERDAS
Debemos aclarar, antes de comenzar con este epígrafe, que se denomina nuevos movimientos sociales a aquellos cuyo contenido sugiere respeto por los desatendidos del sistema, ya sean colectivos sociales, ya sea el medio ambiente, los animales, etc., y no
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DURÁN MUÑOZ, Rafael. “La literatura sobre los nuevos movimientos sociales. Una revisión” en “Revista de Estudios Políticos (Nueva Época)”, nº 89, Julio-Septiembre 1995 5
SOUSA SANTOS, Boaventura. “Los Nuevos Movimientos Sociales”, en Osal, Septiembre de 2001, 177-184
13 otro tipo de movimientos reaccionarios que, aunque técnicamente puedan asemejarse, son opuestos en su ánimo.
Rafael Durán Muñoz repara en un escaso y no consensuado análisis de la ideología presente en los nuevos movimientos sociales (si es que existe como tal) por parte de los sociólogos. Los expertos en los nuevos movimientos sociales, cuando no lo obvian (probablemente por considerarlo el núcleo mismo del análisis), lo tratan de manera muy diferente, y lo que para unos significa un modo de pensar ajeno a las ideologías, para otros no es sino una prueba que refuta el fin de éstas.
Pero si los nuevos movimientos sociales no son movimientos de lucha de clases ni, materialistas ni, por lo tanto, marxistas, sí deben encuadrarse dentro de una ideología de izquierdas, o progresista, por su defensa de la pluralidad, por su reclama de respeto a las minorías y por su oposición a un sistema en el que se potencia la ley del más rico. Y es que, como señalaba Alain Touraine en una entrevista publicada en Internet, actualmente, se da una situación paradójica: si la izquierda clásica siempre ha postulado la igualdad y disciplina al sistema que surgiría tras la revolución (dictadura del proletariado) por oposición a una derecha que destaca a algunos individuos en detrimento de la inmensa mayoría y premia la iniciativa privada, ahora la izquierda es la que defiende la libertad individual y el respeto por la diferencia frente a una derecha que, de alguna manera, invita tácitamente a la docilidad frente a las instituciones y a los valores que promueven los medios de comunicación de masas6. Pero si por una parte se produce una paradoja, por otra resulta lógico: después de lo que se ha mostrado como un fracaso de los regímenes que produjo la revolución socialista y del triunfo del sistema neoliberal de derechas que, hoy por hoy, se presenta como el adalid de la 6
Entrevista a Alain Touraine por Luis Ángel Fernández Hermana en ©2001 Políticas.Net (http//usuarios.lycos.es/politicasnet/autores/touraine.htm)
14 democracia (palabra de la que constantemente se abusa en los discursos políticos), la izquierda adopta una postura que tiende a la subversión, mientras que la derecha, que es la que vierte la ideología en el sistema, exige sumisión. Por lo demás, la izquierda sigue abanderando la igualdad (aunque ahora se enfatice en la diferencia dentro de la igualdad), y la derecha proclama el premio a la iniciativa privada y el incentivo del dinero, y se abandera con la tradición y los valores establecidos.
COMPOSICIÓN SOCIAL
Que los nuevos movimientos sociales no defiendan intereses de clase no significa que no sean movimientos de clase. Y de hecho, la gran presente en ellos es la clase media, y es evidente su papel de liderazgo. Probablemente por su capital intelectual, porque es la que está en las mejores condiciones para superar las inquietudes materialistas, (necesidades económicas básicas aseguradas) y porque las clases medias son numerosas entre la población de los países desarrollados.
Durán Muñoz, en su trabajo bibliográfico sobre los nuevos movimientos sociales, traza un perfil basándose en los datos ofrecidos por otros autores, y así afirma que, sin excluir otros muchos tipos que abundan, “la mayoría de los investigadores parece concordar en que el núcleo más activo se recluta, sobre todo pero no exclusivamente, entre los miembros más jóvenes (menores de 35 años) y con formación preferentemente universitaria de las nuevas clases medias, con una seguridad económica relativa y que trabajan en sectores ‘no productivos’ de servicios personales y/o en el sector público”, aunque tampoco faltan individuos pertenecientes a sectores periféricos del mercado de trabajo como pueden ser las amas de casa, los estudiantes, etc. También advierte la
15 mayor adhesión por parte de mujeres que de hombres, probablemente por su disconformidad con un sistema político en el que se ven menos representadas.
Este mismo autor termina de dibujar este perfil refiriéndose a su carácter volátil, y a algo más: la tendencia de determinados individuos a pertenecer a estos movimientos, a veces a más de uno a la vez. Éste es un rasgo muy significativo que identifica a este sujeto social y una prueba de la unidad en el espíritu de los nuevos movimientos sociales que “indica, a juicio de los autores, que existe una reserva de personas de mentalidad parecida que pueden ser captadas para las actividades de los movimientos mediante sus propias redes y organizaciones.”
Por otra parte, diferencia en “miembros activos” y “simpatizantes” los distintos grados de compromiso de cada individuo, aunque reparando en la dificultad de precisar algo más respecto a esto, ya que por la propia naturaleza de los movimientos, no existen criterios claros y los papeles tienden a desdibujarse7.
CONTEXTO SOCIAL
El contexto por excelencia es la modernidad, entendida como una expansión de la civilización occidental, del urbanismo, del mercado, de los servicios, del estilo de vida moderno que se asocia al Estado del Bienestar. Por lo tanto, los nuevos movimientos sociales se desarrollan, en principio, en sociedades opulentas cuyas condiciones mínimas de vida y bienestar material no aparecen amenazadas. Son fenómenos propios de países que han recorrido y superado la revolución industrial y la lucha de clases y
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DURÁN MUÑOZ, Rafael. “La literatura sobre los nuevos movimientos sociales. Una revisión” en “Revista de Estudios Políticos (Nueva Época)”, nº 89, Julio-Septiembre 1995
16 que se encuentran en un estadio de postindustrialización en el que la población de a pie tiene un importante papel como consumidora.
La razón de que aparezcan estas nuevas demandas y protestas se ha buscado siguiendo principalmente tres teorías: psicológico social (se busca la respuesta en el comportamiento individual), movilización de recursos (por la cual siempre hay una energía disponible que debe canalizarse en nuevas demandas, por mucho que la sociedad goce de bienestar), y la de los nuevos movimientos sociales, que los explica atendiendo su significado cultural. Existe una cuarta, que enlazaría con lo dicho anteriormente sobre el apoliticismo o no de los nuevos movimientos sociales, y es la teoría de la estructura de oportunidades. Esta última integra los nuevos movimientos sociales en la estructura de la que son producto: el sistema democrático, porque busca el fin último de éstos en encontrar un hueco en el sistema de partidos8
A su vez, a pesar de ofrecer el caldo de cultivo idóneo no sólo por el desahogo económico, sino también por los resortes que el sistema pone al alcance de los sujetos (el más básico de todos la extensión de la enseñanza a todos los sectores sociales, sin la cual no parece posible la formación de estas corrientes), la modernidad en su conjunto es el centro de las críticas de los nuevos movimientos sociales, o dicho en otras palabras, los nuevos movimientos sociales constituyen una “crítica de la modernidad”. El núcleo de dicha crítica es el progresivo consevadurismo hacia el que la modernidad se encamina, por la elitización del poder, por la introducción de nuevas y más agresivas fórmulas de regularización y alienación que corroen la libertad de hecho, por la supeditación de todo el sistema al mercado, por las injusticias y el coste social y ecológico a que da lugar el consumismo. 8
DURÁN MUÑOZ, Rafael. “La literatura sobre los nuevos movimientos sociales. Una revisión” en “Revista de Estudios Políticos (Nueva Época)”, nº 89, Julio-Septiembre 1995
17 De Sousa Santos trata de resolver una paradoja: en un mundo de globalización, las protestas populares pierden universalidad y muchas veces terminan focalizándose en asuntos muy particulares o locales. Descubre cómo al cambiarse el patrón de la producción por el del consumo, las relaciones de la producción se desdibujan y con ellas la conciencia de clase pierde nitidez. Los patrones típicos comienzan a cambiarse y la sociedad en su conjunto tiende a minimizar esas diferencias. En este contexto en el que las diferencias sociales se mitigan (o al menos se ocultan), el mundo del trabajo se ve mezclado en el fluido social y no quedan del todo claras las clases sociales que, por otra parte,
no
pueden
asociarse
nítidamente
a
la
categoría
de
trabajadores.
Consecuentemente, al desaparecer la lucha de clases como elemento emancipador, se deviene en un cambio en el estilo de la lucha que, sin embargo, no ha perdido su razón de ser porque el nuevo sistema incluye numerosos elementos de regulación que coartan de hecho la libertad, concebidos para obligar a los individuos a plegarse a él. Este nuevo estilo de lucha se deja de centrar en un objetivo concreto y definido, en un proyecto mayor que supondría un cambio de la sociedad, y traslada su escenario a la cotidianeidad, que es donde tienen lugar ahora las relaciones sociales entre individuos que ya no se definen por su clase sino por otras características (su condición de mujer, o de homosexual, de negro, de blanco…). Bajo este nuevo tamiz, las insatisfacciones se combaten de manera puntual y se focalizan en asuntos muy concretos en lo que De Sousa Santos ve como un ejercicio de pragmatismo9.
Esta reflexión parece que se concentra en un solo tipo de movimientos sociales (defensa y reivindicación de las minorías y la pluralidad). Sin embargo, invita a otra: en el mundo occidental se ha perdido el referente de la lucha de clases porque las personas, en buena medida, han dejado de ser estigmatizadas en función de su clase social. Las 9
SOUSA SANTOS, Boaventura. “Los Nuevos Movimientos Sociales”, en Osal, Septiembre de 2001, 177-184
18 diferencias sociales se han desdibujado (al menos en cierto grado), mientras en un mundo global se dibujan otras graves diferencias, esta vez entre países condicionados por su posición central o periférica respecto al núcleo del capitalismo que rige el sistema mundial. Esto nos hace pensar en cómo se percibe la lucha entre estos nuevos actores. Y desde dentro de los países centrales, a los movimientos sociales específicamente antiglobalización (también denominados antisistema o altermundistas) no puede calificárselos de locales, ni por sus objetivos (que aunque se expresen en negativo sí rechazan todo el sistema en su conjunto) ni por su campo de actuación, que, cada vez más, comprende el mundo entero, dada la capacidad de sus integrantes de organizarse a gran escala.
En La Revolución Silenciosa R. Inglehart demuestra mediante una escala de postmaterialismo cómo en los países desarrollados se está produciendo un cambio de valores que comenzó tras la Segunda Guerra Mundial y que avanza hasta nuestros días revolucionando la sociedad, y define a estas inquietudes y a los valores que dieron lugar a ellas con el término postmaterialistas10. En una sociedad que ha cambiado de estadio, las clásicas preocupaciones populares, la seguridad ciudadana, la salvaguarda del trabajo y del poder adquisitivo y los antiguos valores religiosos van siendo reemplazados por otros como la libertad en general y la libertad de expresión en particular, la calidad de vida, la defensa de la pluralidad… En sus trabajos posteriores, que se basan en la Encuesta Mundial de Valores11, (sondeo periódico que realiza el Worldwatch Institute sobre el 85% de la población mundial) demuestra cómo el triunfo y expansión de estos nuevos valores es directamente proporcional al auge económico y la seguridad material, y cómo es inversamente proporcional a la edad de los
10
INGLEHART, Ronald. La Revolución Silenciosa, 1977. Encuesta Mundial de Valores, (World Values Survey) © 2008 Worldwatch Institute | 1776 Massachusetts Ave., NW | Washington, DC 20036
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19 encuestados. Conclusiones que llevan a Inglehart a sostener una polémica tesis según la cual, dado que los valores son consecuencia de factores externos, sería posible predecirlos siguiendo patrones y supuestos12.
Aludiendo a la disparidad de opiniones entre los sociólogos del tema novedoso o no de los nuevos movimientos y de los nuevos valores que los propician, Rafael Durán Muñoz prefiere hablar, en lugar de nuevos valores, de una nueva selección de valores que, de hecho ya se encontraban previamente en la sociedad y que lleva a una “crítica moderna de la modernización”, que “no es romántica ni reaccionaria; los participantes en estos movimientos, clases medias mayoritariamente, no pretenden volver a ninguna sociedad pasada, sino, pragmáticos como son, aprovechar los avances científico-técnicos, económicos y políticos propios de la modernización y de los que ellos tienen buen conocimiento, para mejorar la vida de todas las personas, aquí y ahora, en la dirección indicada por los valores que profesan.” 13
Alain Touraine señala el cambio de una sociedad de producción a una sociedad de consumo, y asocia al proceso el concepto desmodernización, a la que define así: “ruptura de los vínculos que unen la libertad personal y la eficacia colectiva” 14. La desmodernización supone un desajuste de las instituciones con la realidad social a la que representan. Los nuevos movimientos sociales surgen para exigir un espacio para la expresión subjetiva y la comunicación entre individuos y colectivos “la lucha de los sujetos en su cultura y en su libertad contra la lógica dominadora de los sistemas”15. Y es que lo que propicia verdaderamente la aparición de los nuevos movimientos sociales 12
INGLEHART, Ronald. Modernización y Posmodernización. El cambio cultural, económico y político en 43 sociedades, Ed. Siglo XXI, Madrid, 2000 13 DURÁN MUÑOZ, Rafael. “La literatura sobre los nuevos movimientos sociales. Una revisión” en “Revista de Estudios Políticos (Nueva Época)”, nº 89, Julio-Septiembre 1995 14 TOURAINE, Alain. Qué es la Democracia. Fondo de Cultura Argentina, Uruguay, 1994 15 TOURAINE, Alain. ¿Podremos vivir juntos? Iguales y Desiguales. FCE Argentina, Buenos Aires, 1997.
20 no es el bienestar, sino la ausencia de éste, algo que se puede traducir en un aumento de la regularización (o alienación) de los individuos. Pastor Verdú describe un progresivo conservadurismo de la modernidad, que desemboca en una globalización de carácter neoliberal y en un deterioro del Estado del Bienestar. Esto es lo que motiva la aparición de los nuevos movimientos sociales y la competencia política subjetiva16.
En resumidas cuentas, una sociedad que ha cambiado al hilo de la modernidad, que ha entrado en una fase en la que el bienestar material está prácticamente conseguido, (o al menos lo está para buena parte de la población), que se rige por un nuevo sistema de valores, y que se encuentra en un proceso conservadurismo y de polarización de las élites, ése es el contexto por excelencia en el que se desarrollan los nuevos movimientos sociales. Pero eso no quiere decir que sean exclusivos de países en esta situación, y más adelante, en otro epígrafe apuntaremos algunos matices que explican la aparición de estos movimientos también en la periferia económica del capitalismo, y en particular en el caso americano.
DINÁMICA Y MODOS DE ACTUACIÓN
Este tipo de movilización requiere un cierto nivel intelectual y comprensión de la problemática del poder, de una capacidad de crítica frente a los medios de comunicación de masas, y de una sensibilidad hacia los nuevos valores. Por oposición, la estructura típica de los nuevos movimientos sociales es contraria a la jerarquía que marca los partidos e instituciones estatales y suele basarse en la descentralización, (la asamblea, el
16
PASTOR VERDÚ, Jaime. Los movimientos sociales: de la crítica de la modernidad a la denuncia de la globalización, col. Intervención Psicosocial, 2006, vol.15, nº2
21 control de los dirigentes, la democracia participativa), minimizando la burocracia interna para conseguir una flexibilidad de movimientos.
Su madurez y pragmatismo, hemos dicho, pasa por su renuncia a conquistar el poder. Muy al contrario, casi cabe decir que ha ocurrido lo contrario y ha sido el poder el que ha acudido a ellos. A través de los años, los nuevos movimientos han influido de manera significativa en el pensamiento del común de la población y, con ello, han empujado a los partidos políticos desde la década de los ochenta a modificar sus programas y a tomar en consideración algunas de sus reclamas. Por otra parte, también muchos de los movimientos han acabado organizándose en partidos políticos de acuerdo al sistema establecido (y también es cierto que algunas organizaciones en pro de estos nuevos movimientos han adoptado un sistema jerárquico y organizado según pautas institucionales). El que algunos de los movimientos hayan acabado en partidos políticos y hayan tomado parte en la democracia parlamentaria ha dado lugar a una nueva teoría respecto a ellos. La teoría de estructura de oportunidad política17 contravendría lo dicho hasta ahora acerca de la repudia de los nuevos movimientos sociales ante el sistema.
Puede decirse, al hilo de esto, que hay algunos ejemplos en los que, a pesar de haber pasado por el aro de la política institucional, dichos partidos conservan su apariencia de movimientos organizados, más que de partidos políticos, como si su adhesión a la política no fuese más que pragmática y circunstancial (donde más evidente resulta es en aquellos partidos monotemáticos que, como el Partido por la Legalización de la Marihuana -ejemplo paradigmático donde los haya- se concentran en un objetivo único y no ofrecen un programa amplio que sugiera su deseo de permanecer en la política). 17
DURÁN MUÑOZ, Rafael. “La literatura sobre los nuevos movimientos sociales. Una revisión” en “Revista de Estudios Políticos (Nueva Época)”, nº 89, Julio-Septiembre 1995
22 Sin embargo, y a pesar de que muchos de ellos gozan de cierta simpatía pública, no poseen la confianza del común de los ciudadanos que, a la hora de votar, suelen decantarse por los partidos clásicos. El desperdicio del voto apoyando a una causa que previsiblemente no va a contar con un peso electoral suficiente (el sistema electoral favorece a las mayorías y minimiza el potencial de los partidos minoritarios, por muy representativos que éstos sean) disuade a muchos votantes18. El partido alemán Los Verdes, por su tradición y por el amplio espectro de adeptos que ha ido acumulando la causa del ecologismo a lo largo de los años es uno de los que escapan hasta cierto punto a este estigma.
Se busca un eco en la opinión pública, es decir, una publicidad de su existencia y la promoción de sus valores. Para ello, los integrantes del movimiento utilizan diversas formas de petición y protesta que pueden ser afines al sistema pero no siempre ortodoxas (remisión de cartas de protesta a organismos públicos, por ejemplo), subversivas aunque aceptadas por el sistema (huelgas, manifestaciones, etc.), pueden trastocar el orden público (como sucede con las irrupciones de los grupos antitaurinos manifestándose en medio de las corridas de toros) o, incluso, llegar a la violencia en diferentes grados (simple destrucción de bienes materiales o enfrentamiento directo con la policía o con otros grupos opuestos). La forma del sistema ofrece, además, algunas alternativas novedosas y efectivas si llegan a conseguir un
número amplio de
seguidores: el boicot y el bloqueo de páginas web. Aunque la conciencia de clase no es el motor, existe otra, correspondiente a una sociedad de consumo: la de consumidor. Las masas conocen su poder como sustentadores del sistema que los gobierna y también
18
DALTON, R.J. y KUECHLER, M. Los nuevos movimientos sociales. Valencia: Editorial Alfons el Magnànim, Generalitat Valenciana y Diputació Provincial de València, col. Política y Sociedad nº 8, 1992
23 que el consumo de productos moviliza la economía, que es la base del sistema. Incluso, parece perfilarse una suerte de reclamo de reconocimiento por parte del consumidor que, a diferencia del trabajador, sí siente un poder y el derecho a una serie de exigencias frente a las empresas.
Sydney Tarrow observa en los nuevos movimientos sociales una dinámica de ciclos de actuación: cada uno de ellos es una etapa de intensificación del conflicto que establece una nueva base para la siguiente en una progresiva aproximación a sus objetivos. Empezando por los sectores más movilizados hasta los menos, se produce una ola de avance en su actuación cara al exterior que también modifica la relación entre los comilitantes. Es en estos momentos cuando se interacciona más en ambos campos y se afianzan y redefinen los objetivos y el carácter del movimiento. Con palabras del propio Tarrow: “La dinámica funciona más o menos así: un movimiento organiza manifestaciones masivas para exigir sus demandas; el gobierno permite e incluso facilita su expresión continuada. El crecimiento numérico de quienes apoyan la causa provoca la elección a candidatos para cargos públicos; a partir de ese momento el movimiento se convierte en un partido o se incorpora a uno ya existente para influir en su programa.”
A la movilización le sigue un periodo de desmovilización ya por agotamiento, ya por divisiones internas entre radicales y moderados (punto en el que puede tener mucho que ver el papel del Estado en sus estrategias de facilitación y represión).
Así que por un lado tenemos un número variable de movimientos reivindicativos de ciudadanos, y por otro un sistema supuestamente democrático que, si bien no satisface a los primeros, no deja de constituir un medio idóneo para que sus movimientos proliferen. No obstante, excluyendo los antiglobalización y los antisistema, la mayoría
24 de ellos no ataca frontalmente al sistema y éste no se ve seriamente amenazado. De todos modos, el Estado emplea ciertos medios en combatir a aquellos que le resultan más perniciosos sin dañar su imagen democrática (acaparamiento de los medios de comunicación, publicidad de unas movilizaciones y no de otras, apoyo a subgrupos moderados y represión de los más contestatarios para causar división interna dentro de las organizaciones movilizadas, etc.)
Llegados a este punto, es importante un control sobre la forma de la actuar. El éxito de promoción de un movimiento depende mucho del autocontrol de sus militantes, y existen formas de manifestación que se han revelado más efectivas que otras. La acción directa, subvertir el orden sin llegar a la violencia física se ha reconocido como una manera económica y eficaz de promocionar ideales, aunque conseguir este equilibrio no es fácil. La no violencia por ambas partes, Estado y Movimiento constituye una baza, porque si la ejerce el primero puede radicalizar el movimiento, y si la ejercen los activistas se atraen la represión del Estado y la condena de la opinión pública, además de convertir la militancia en un peligro y, con ello, mermar el número de adeptos. Por otra parte, si el Estado no reprime el movimiento favorece su permanencia y el número de seguidores aumenta19. En cualquier caso, es ya una redundancia decir que la no violencia ha demostrado ser la mejor vía para fomentar el diálogo. Durán Muñoz, no obstante, afirma que “los choques violentos con las autoridades no son una parte esencial de las acciones a las que recurren; de hecho, la violencia suele surgir como consecuencia de la agresión policial”20
Para estas organizaciones son cruciales los medios de comunicación fluidos y modernos y sobre todo la aparición de Internet: la difusión de ideas es mucho más 19
TARROW, Sydney. El Poder en Movimiento, Alianza, 1988 DURÁN MUÑOZ, Rafael. “La literatura sobre los nuevos movimientos sociales. Una revisión” en “Revista de Estudios Políticos (Nueva Época)”, nº 89, Julio-Septiembre 1995
20
25 eficiente, Internet puede utilizarse prácticamente sin censura en la mayoría de los países, está al alcance de una gran porcentaje de la población en los países desarrollados y proporciona un medio sin parangón de libertad de expresión (aunque hay que puntualizar que quienes acceden a la información publicada en la web es porque buscan específicamente esa información, a diferencia de lo que ocurre con los medios de comunicación de masas). Esto proporciona la enorme ventaja de que el movimiento se potencia si todos sus integrantes pueden unirse a escala planetaria y coordinar sus acciones.
Por último, si bien la globalización une los intereses económicos y los potencia a escala planetaria, los movimientos de respuesta al sistema han de adaptarse a la situación global. Los movimientos antiglobalización también aprovechan las posibilidades que ésta ofrece y pueden organizarse a nivel mundial y crear foros y concentraciones, como lo es el Foro Social Mundial, que se celebra anualmente en un país distinto, o las concentraciones y manifestaciones que se producen cada vez que se celebra la reunión de algún organismo supranacional de la globalización (G-7, F.M.I., etc.). Esto se ha visto como un intento de aportar consistencia y organización a estos movimientos.
LA IMPORTANCIA DE LA IDENTIDAD
Desde el momento en que el grupo se configura, lo está haciendo alrededor de unos ideales que son los que lo definen y que significan nada menos que afinidad ideológica y emotiva. Estos ideales comunes constituyen una marca extraordinaria para establecer un sentimiento de pertenencia al grupo y unos lazos de solidaridad que se afianzarán durante la acción. El inconformismo, además, confiere un potente marchamo de
26 distinción frente a la masa del común de la población. La identificación de los individuos con el grupo es básica para que se cree un fuerte compromiso, que es lo que los consolida y los hace fuertes21.
La identidad con el grupo del movimiento resulta de una importancia central en su funcionamiento y efectividad. Aquí entra en juego toda una serie de mecanismos psicológicos individuales y colectivos que, combinados, contribuyen a la formación de la identidad individual primero y colectiva después.
Teniendo en cuenta que la identidad es una meta deseable y necesaria para todo individuo, habría que examinar los factores que inciden en su formación. Los hay de carácter psicológico, pero por supuesto también ambiental y social. Por otra parte, resulta difícil discriminar los componentes propios de los adquiridos y, aún así, la identidad se forma en una manera dialéctica y dinámica, en la que lo externo y lo interno no dejan de interaccionar y establecer nuevas bases mixtas a partir de las cuales continuar interaccionando.
Existe un componente de voluntariedad por parte del individuo, que trata de hacer propias las consignas del grupo, para sentirse identificado, definido y arropado por éste. El interés es mutuo, porque la identidad de los componentes de una organización surgida al amparo de un movimiento es, probablemente, su mejor arma y garante de continuidad. Hay que mencionar un punto importante en lo que a identidad se trata: no podemos olvidar que la mayoría de los componentes de los movimientos sociales son jóvenes, y no digamos en los más rebeldes y contestatarios. La adolescencia, además de permitir la inclusión mental de nuevos conceptos y actitudes diferentes a los concebidos por el común de la sociedad, es la etapa de la búsqueda y formación de la identidad por 21
SOUSA SANTOS, Boaventura. “Los Nuevos Movimientos Sociales”, en Osal, Septiembre de 2001, 177-184
27 excelencia, y esto caracteriza a los adolescentes en dos sentidos. Por una parte pueden ser inconstantes y sólo temporales, ya que en su búsqueda de un camino están aún indefinidos. Pero por otra parte, su situación los hace idóneos para constituir la parte más comprometida e integrada del movimiento, ya que están forjando su identidad en su seno.
Se ha desarrollado un pequeño debate alrededor de la posición de la identidad colectiva como medio o como fin del grupo. Ya hemos dicho la importancia que la identidad colectiva tiene para el individuo, pero, por otra parte, una identificación del individuo y, con él, un mayor compromiso con la causa, redunda en mayores posibilidades de su consecución, con lo que la identidad resulta un valioso recurso en función de otros fines.
En cualquier caso, la identidad como medio o como fin, juega una importante baza a favor del movimiento, por lo que, sin lugar a dudas, al grupo le interesa afianzarla. Aquí entraría en juego el empleo de fórmulas psicológicas: proclamas atractivas y animosas, y simbología. Los símbolos son un elemento efectivo para apuntalar la identidad. Debe tratarse de una simbología que aglutine a todos los militantes y que omita las diferencias. Las premisas centrales del movimiento deben ser similares: que acentúen lo que une y minimicen lo que diferencia para evitar disidencias o fraccionamientos en la medida de lo posible. Y esto sugiere dos interrogantes: por una parte, hasta qué punto la creación y afianzamiento de esta identidad es un acto consciente por el grupo o parte de éste. Por otra, en qué medida la consecución de una identidad definida resulta inversamente proporcional al número de seguidores.
Respecto a esto último, la dinámica natural de un movimiento incluye una probable fase de radicalización de unos y de moderación de otros, lo que acaba provocando una o
28 más facciones, y la división entre moderados y radicales, entre pragmáticos o fundamentalistas suele ser, aunque no la única, la más frecuente e importante división.
Puesto que en este apartado nos estamos ocupando brevemente de los Nuevos Movimientos Sociales, no profundizaremos más de momento en este tema, y reservaremos conclusiones más profundas cuando tratemos el tema central de este trabajo, que es el Movimiento Animalista.
LOS NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN LATINOAMÉRICA
Aunque hasta ahora se ha insistido en encuadrar los nuevos movimientos sociales el mundo occidental, lo cierto es que éstos no son exclusivos, y más que del mundo occidental o de los países postindustriales, sería más propio decir que su ámbito es la modernidad en su conjunto. Así, es posible afirmar que se dan también en países de la periferia económica del capitalismo. El caso latinoamericano, además, resulta especial por su afinidad cultural con el mundo europeo y estadounidense, y por su trayectoria social, cultural y económica, en ocasiones completamente integrada entre los países centrales.
Por otra parte, qué duda cabe de que la situación es otra y, junto a grupos sociales similares o asimilables a las clases medias del mundo europeo y estadounidense se encuentran otros muy diferentes, como los de indígenas o los de campesinos, y también actores que en el mundo desarrollado y postmoderno han perdido mucho peso, y con esto nos estamos refiriendo principalmente a la Iglesia. Esto y una situación, al fin y al cabo, periférica respecto de los países centrales del capitalismo, por fuerza, produce situaciones particulares. Además, no puede decirse con propiedad que el sistema de
29 producción y de clases y el movimiento obrero esté tan desvirtuado como en Europa, y aunque sí es cierto que en las últimas décadas ha sufrido un deterioro y que el mundo latinoamericano no está al margen de la modernidad, hoy aún el movimiento obrero tiene su eco, produce movilizaciones y sostiene gobiernos.
Podríamos situar muchos de los movimientos que se dan en América latina a caballo entre los nuevos y los viejos, ya que también se encuentran a medias entre dos mundos, el industrial desarrollado y el no desarrollado, y de uno tercero, el mundo tradicional de indígenas y campesinos. Esto, que parece una complicación, a la postre no lo resulta, pues muchos de los movimientos populares que han tenido lugar en América Latina han integrado estas tres posturas de una manera sorprendentemente eficaz. Es más, esta mezcla es el comienzo de un nuevo tipo de movimientos con una denominación específica: el altermundismo.
El Levantamiento Zapatista de Chiapas y la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional es el ejemplo por excelencia, y el altermundismo reconoce en este acontecimiento su origen. Su aparición y triunfo son consecuencia de las precarias condiciones de vida de indígenas y campesinos que aún no han visto concluir el reconocimiento pleno de sus derechos desde los tiempos de la independencia. Pero sus proclamas reivindicativas no tratan sólo de los derechos y reconocimiento de la ciudadanía de los grupos afectados, sino también de las minorías, de la pluralidad, el rechazo a todo tipo de opresión a nivel global. El siguiente ejemplo, un fragmento de un discurso del Subcomandante Marcos en el que define lo que representa su figura, ilustra lo expuesto:
«Marcos es gay en San Francisco, negro en Sudáfrica, asiático en Europa, chicano en San Isidro, anarquista en España, palestino en Israel, indígena en las calles de San
30 Cristóbal, chavo banda en Neza, rockero en CU, judío en la Alemania nazi, ombudsman en la Sedena, feminista en los partidos políticos, comunista en la posguerra fría, preso en Cintalapa, pacifista en Bosnia, mapuche en los Andes, maestro de la CNTE, artista sin galería ni portafolios, ama de casa un sábado por la noche en cualquier colonia de cualquier ciudad de México, guerrillero en el México de fin del siglo XX, huelguista en la bolsa de New York, reportero de nota de relleno en interiores, mujer sola en el metro a las 10 p.m., jubilado en plantón en el Zócalo, campesino sin tierra, editor marginal, obrero desempleado, médico sin plaza, estudiante inconforme, disidente en el neoliberalismo, escritor sin libros ni lectores, y, es seguro, zapatista en el Sureste mexicano. En fin, Marcos es un ser humano cualquiera en este mundo. Marcos es todas las minorías intoleradas, oprimidas, explotadas, resistiendo, diciendo "¡ya basta!" Todas las minorías a la hora de hablar y mayorías a la hora de callar y aguantar. Todos los intolerados buscando una palabra, su palabra, lo que devuelva la mayoría a los eternos fragmentados, nosotros. Todo lo que incomoda al poder y a las buenas conciencias, eso es Marcos.»
Comunicado del 28 de Mayo de 1984
Habrá todavía que esperar para que un nuevo Subcomandante Marcos incluya en su manifiesto también que Marcos es una res entrando en el matadero de una ciudad cualquiera…
Al mismo tiempo, su forma de toma de decisiones mediante juntas y asambleas populares, contrasta con la estructura militar del E.Z.L.N., algo que, aunque pueda
31 resultar contradictorio, aporta profundidad porque lo enlaza con las revoluciones históricas.
Por otra parte, es curioso cómo la modernidad global y la tradición en América Latina puede resultar sumamente afín. Álvaro García Linera lo demuestra mediante un par de casos que sucedieron en Bolivia en 2000 y que tuvieron como detonante un intento por parte del gobierno de privatizar el suministro de agua en Cochabamba. Alrededor de una reivindicación de tipo material, y sirviéndose de formas de organización que, con ser tradicionales, sintetizaban las premisas de igualdad y participación asamblearia propias de los nuevos movimientos sociales, el detonante del agua sirvió para poner en marcha todo un complejo de órganos que canalizaron la expresión popular más allá de un caso puntual y material22.
Por último, y sin dejar Bolivia, una última observación. En este país, ha sido la izquierda la que se ha hecho eco de las demandas indígenas en su conjunto y de la identidad de los diferentes pueblos oriundos. La izquierda se identifica en buena medida con el indigenismo, y además de la evidencia que supone la coincidencia en el actual presidente de indigenismo y socialismo, la izquierda más radical ha llegado a proclamar incluso la disolución del estado y el reconocimiento de los diferentes territorios según los diferentes pueblos indígenas y la repudia de la forma del estado y del país boliviano por proceder del colonialismo. Con esto, esta facción política se presenta como depositaria de la más pura expresión popular, al margen de cualquier forma institucional elitista, desmarcándose así de su faceta más conservadora y totalitaria.
22
GARCÍA LINERA, Álvaro. “La estructura de los movimientos sociales en Bolivia”, en “Osal”, Septiembre de 2001.
32 EL MOVIMIENTO ANIMALISTA ENTRE LOS NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES
El Movimiento por los Derechos de los Animales entona perfectamente dentro del contexto de los Nuevos Movimientos Sociales que, desde los años 60 y hasta hoy, han sido el modelo más paradigmático de participación ciudadana alternativo. Sus medios, su lenguaje, sus recursos y su contenido son los propios de una nueva ¿ideología?, desde una postura más o menos respetuosa con la cultura moderna, trata de imponerse mediante la educación de la sociedad.
Cabe preguntarse hasta qué punto (hoy por hoy) podría llevarse a cabo esta intención sin alterar profundamente las bases de nuestra sociedad y el sistema que la sustenta. En este punto, el movimiento por los derechos de los animales difiere de otros en un aspecto técnicamente equiparable, pero revolucionario de hecho. Por supuesto, las referencias cuando se trata de introducir un cambio promovido por uno de estos movimientos son aquellos otros que, decididamente, triunfaron hace tiempo y hoy son asimilados por la inmensa mayoría de la sociedad. El feminismo, los derechos civiles de los negros en EEUU y Sudáfrica y de los aborígenes en Australia, incluso el reconocimiento de la legitimidad, la igualdad y el respeto debido a los homosexuales, son los modelos más recurrentes para establecer paralelismos en la defensa de los derechos de algún colectivo desprotegido o socialmente menospreciado. El movimiento que nos ocupa, trae,
33 además, un referente estrella: la abolición de la esclavitud. Todos estos nuevos movimientos (feminismo, derechos civiles, derechos de los homosexuales) o conquistas históricas (abolición de la esclavitud) introdujeron un cambio en las ideas de la sociedad, pero no supusieron un cambio profundo en la economía, con lo que no encontraron la oposición de este dificilísimo escollo. El movimiento por los derechos de los animales, sin embargo, requeriría no sólo un profundo cambio ideológico, sino también económico, porque aunque no se desafíe el orden vigente, en principio, en la práctica, la supresión inmediata de toda explotación animal exigiría cambios tajantes no sólo en los hábitos cotidianos, también en las infraestructuras y, por consiguiente, chocaría con grandes intereses económicos y repercutiría en el bienestar y la disponibilidad de bienes de consumo para las sociedades opulentas. Es por todo esto por lo que los defensores de los derechos de los animales, en general, se recuerdan a sí mismos lo poco probable que resulta el triunfo de sus reivindicaciones en un futuro próximo, y la mayoría de ellos insiste en culturizar a la sociedad paulatinamente, desde distintos planteamientos, para concienciar a las generaciones más jóvenes y, de un modo no revolucionario, eliminar las prácticas denominadas “especistas” sin enfrentarse frontalmente al sistema de consumo tal y como está concebido. Hay también quienes plantean la lucha por los derechos de los animales dentro de un mundo más justo y liberado de los tentáculos del neoliberalismo, en general las asociaciones formadas por miembros más jóvenes. De uno u otro modo, y teniendo en cuenta lo alejado que se prevé tal cambio, está claro que el movimiento por los derechos de los animales tiene, todavía, mucho trabajo por hacer.
Por otra parte, se inicia un cambio de fase en los movimientos reivindicativos del respeto a las minorías y a los colectivos desprotegidos y marginados, porque se trasciende por primera vez las fronteras de la especie y se defiende a seres no insertos en
34 la sociedad (aunque sí en el sistema) y que, además, no pueden tener voz propia, con lo cual no pueden participar en el activismo. Por primera vez, los derechos se hacen extensibles a los no humanos y su formulación, si bien no es mayoritariamente compartida, al menos es considerada por amplias capas de la población y por los burócratas, los políticos y los profesionales de las leyes. Vemos así, cómo el movimiento por los derechos de los animales se ha ido haciendo un hueco tanto en las mentes como en las disposiciones legales que regulan la sociedad occidental introduciendo posibilidades y conceptos que son semillas para el cambio que se pretende.
35 ORÍGENES Y EVOLUCIÓN
El Movimiento Animalista comenzó a cobrar relevancia y a dejarse oír entre el común de la población a partir de los años sesenta. No obstante, si queremos ir a su origen, debemos trasladarnos a la Inglaterra del siglo XIX.
Pero, para empezar desde el principio, se puede rastrear a lo largo de la historia una serie de personajes intelectuales de los que, por medio de algún testimonio propio o ajeno, se constata una postura de sensibilidad hacia los animales y, en muchos de ellos, además, la práctica del veganismo, y que hoy forman parte del “santoral” animalista. Así se recuerda a personajes célebres como Pitágoras, Platón, Plutarco, Porfirio, Leonardo da Vinci, los ilustrados Voltaire y Rosseau, Wagner, Tolstoy o Einstein. Como veremos más adelante, el reconocimiento de personalidades que mostraron una afinidad juega un gran papel a la hora de forjarse la identidad del movimiento, de recordar unos orígenes “nobles” y de aportar referentes de calidad a sus argumentos, que quedarían como muestras de un incipiente movimiento en estado de latencia a lo largo de la historia. Por otra parte existen referentes en culturas extraeuropeas, especialmente procedentes de la India, con religiones milenarias respetuosas con los animales que, como el Budismo o el Jainismo, también se han considerado un antecedente válido del movimiento animalista y son actores y testigos de la existencia y de la importancia a través de los tiempos de una conciencia de consideración y respeto hacia los animales.
Evidentemente, el movimiento animalista tiene un foco bien definido: Inglaterra. Sería interesante comprobar si, en esta época de colonialismo, tuvo que ver en la formación de este ambiente el conocimiento de la cultura India y de algunas de las religiones orientales que propugnan la consideración de los animales e incluso el respeto total por
36 éstos. Por otra parte, otro importante factor a tener en cuenta es que Inglaterra es la cuna de Darwin quien, a través de la teoría del origen de las especies y del hombre, sin lugar a dudas y por definición, introduce un cambio radical en la percepción de la especie humana como única y semidivina, y la concepción de los derechos de la estirpe humana sobre el resto del mundo, inevitablemente, se relativizan. Y, por último, en Inglaterra, las ideas a favor de los derechos o el bienestar de los animales no sólo tuvieron aceptación entre algunos personajes notables y grupos intelectuales, sino que además y en más de una ocasión recibieron el apoyo de la corona.
El primer activismo como tal lo encontramos, por lo tanto, en Inglaterra y en el siglo XIX. Aunque no se puede dejar de mencionar una primera ley del código francés que data de 1791 y que penaliza "el envenenamiento por maldad o venganza, así como la falta de alimentos a ciertos animales", fue en Inglaterra donde el movimiento comenzó a constituirse como tal. Parece ser que existía entre algunos grupos de la élite intelectual un cierto aire propiciatorio para que prendiera la sensibilidad hacia los animales.
Probablemente el pionero del movimiento y el primero que hizo una aportación filosófica formal sea Jeremy Bentham. Así en Introducción a los Principios de Moral y Legislación (1789) pone por escrito por primera vez un planteamiento que será central: los derechos de los animales. Lo hace al hilo de lo que se ha venido considerando un precedente para una futura redención de los animales: la abolición de la esclavitud humana. Con esto, queda sentado además otra característica que se suele atribuir al movimiento animalista: su producción por los filósofos (de todos modos, este lúcido pensador también prestó su apoyo al sufragio femenino y la descriminilización de la homosexualidad).
37 El político Richard Martin elevó al Parlamento la primera ley de protección a los animales que fue aprobada en 1821. En ella se establece que "cualquier persona que por sus actos o negligencia mate, hiera, lastime, mutile, torture o apalee cualquier caballo, mula, vaca, ganado, cordero u otro animal que sea de su propiedad o de terceros, será sometido a proceso y declarado culpable de delito". Tres años después funda, junto a otros personajes señalados, la Society for the Prevention of Cruelty to Animals (a la que la reina Victoria, más tarde, otorgaría el apelativo de “Royal”), la RSPCA. Algunos años más tarde, esta organización se reproduce en EEUU y en Francia se funda la Sociedad Protectora de Animales.
La obra "Thalysie“, del francés Jean Antoine Gleïzès (1821), con mayor repercusión en Gran Bretaña que en Francia, anima a la adopción de un estilo de vida vegetariano, aportando argumentos éticos. Un par de décadas más tarde se fundaría en Londres otro foco de activismo, la UK Vegetarian Society a la que se adherirían importantes ideólogos del movimiento. Henry Salt, uno de ellos, constituyó un nuevo
puntal
filosófico, fortaleciendo las bases y el concepto de “derechos de los animales”, que había quedado sólo perfilado por Jeremy Bentham. Al calor de sus escritos llegaría unos años después Gandhi quien, con todo lo que ha supuesto para el pacifismo en el siglo XX, hace pensar en una convergencia entre este movimiento y el animalista. Durante los siguientes años aparecen distintas asociaciones o “ligas” contra aspectos determinados del maltrato animal y en defensa del vegetarianismo.
Las dos guerras mundiales en las que Europa se vio inmersa en el siglo XX no favorecieron el fomento durante la primera mitad del siglo de las ideas animalistas y veganas. Después, en los años sesenta, vemos resurgir el movimiento, esta vez de una manera más popular y difundida. La atmósfera rebelde e idealista de esta época resulta
38 un medio idóneo para introducir nuevas ideas de cariz libertario, y así, en 1964 aparece la esclarecedora obra de Ruth Harrison Animal Machines, en la que denuncia públicamente las condiciones de vida de los animales de granja y su explotación sin escrúpulos para conseguir el máximo beneficio de ellos sin tener en cuenta que se trata de seres vivos con capacidad de sentir. Con esto no sólo se desentierra en Inglaterra y en Europa un asunto desconocido y escandalizador para la opinión pública, además se consigue reformas legales que regulen y limiten el maltrato en las granjas.
Y de lo demás, podríamos decir que se trata de actualidad. El foco del movimiento animalista continúa siendo el mundo anglosajón, si bien las ideas se encuentran mucho más difundidas a nivel mundial. La obra de Peter Singer Liberación Animal (1974) constituyó otro empujón al movimiento y su difusión. No obstante, a partir de aquí, han comenzado diferentes tendencias dentro del movimiento, y, a este autor, a quien se ha considerado “padre del movimiento de liberación animal”, le han surgido críticos que reivindican una mayor consistencia en la defensa de los animales, pero de esto hablaremos en el siguiente epígrafe.
39 ORÍGENES Y EVOLUCIÓN EN ESPAÑA
El movimiento por los derechos de los animales es tardío en España. Las primeras Sociedades Protectoras de las que se tiene noticia se crearon en las zonas turísticas por la presión de la colonia de turistas ingleses quienes, ya a finales del siglo XIX, se escandalizaban del trato que recibían los animales en este extremo del continente. La Sociedad Protectora de Animales (SPA) de Las Palmas de Gran Canaria fue fundada en 1896 bajo los auspicios de la colonia de turistas ingleses de la isla con el apoyo del periodista isleño Francisco González Díaz. Por su carácter exógeno, tuvo escaso éxito y pronto se disolvió, y los animales tuvieron que esperar casi otro siglo23.
Gracias a una comunicación directa de Óscar Horta, quien ha facilitado todos los datos, podemos hacer un repaso del verdadero movimiento animalista en España. Ferrater Mora es el primero que plantea el tema y en 1979 introduce los conceptos básicos como “especieísmo” o “derechos de los animales” en la edición del Diccionario de Filosofía24. Él y su esposa Priscilla Cohn tratan el tema en Ética Aplicada25 y así introducen los derechos de los animales en el debate filosófico. Tras esto, una serie de filósofos ha planteado el tema: Jorge Riechmann y Jesús Mosterín, Pablo de Lora, Marta Tafalla, el propio Óscar Horta y una generación aún más reciente de filósofos como Renzo Llorente, Paco Lara u Olga Campos Serena. Éstos son quienes actualmente se ocupan del debate filosófico acerca de los derechos de los animales y contribuyen en la puesta al día del país en este tema ya que, de momento, presenta una recesión frente al resto de Europa. 23
GONZÁLEZ CRUZ, Mª Isabel. La Sociedad Protectora de Animales: una iniciativa inglesa contra la crueldad isleña, en La Vegueta, nº2,1995-96, pp: 73-79
24
25
FERRATER MORA, José. Diccionario de Filosofía. Alianza, Madrid 1979, 4 vols.
FERRATER MORA, José y COHN, Priscilla. Ética aplicada: del aborto a la violencia. Alianza Editorial, Madrid, 1981.
40 Respecto a las organizaciones animalistas, Óscar Horta señala cómo la primera, ADDA, que apareció a finales de los 70, era de corte bienestarista. En su línea pronto aparecieron otras como ANDA y ASANDA y la actual Fundación Ferrater Mora que, tal y como el propio Horta señala, puede considerarse la más destacada.
Pero las organizaciones cuya base filosófica son los derechos de los animales y que luchan por la abolición total de la explotación de éstos aparecen, siguiendo con lo aportado por Horta, en la década de los 80. ALA (Alternativa para la Liberación Animal) fue la primera a nivel nacional, y junto a ella ATEA (Asociación para el Trato Ético de los Animales) en el ámbito del País Vasco. Durante un tiempo, éstas serían las más relevantes, y de ALA surgirían muchos de los principales grupos animalistas actuales: Equanimal, Libera!, Ánima Naturalis e Igualdad Animal.
Horta reconoce una etapa de definición y madurez del movimiento en la Gira por los Derechos de los Animales que, durante los meses de marzo a mayo del 2002, recorrieron las facultades de muchas comunidades autónomas poniendo en común ideas, principios y estrategias en un intento de unirse y hacerse fuertes. Ese año, además, a ALA se añade Liberación Animal, que se había formado unos pocos años antes en Galicia.
Sin embargo, esta unión tardó poco en deshacerse, y de ALA se escindió primero Derechos para los Animales, después la delegación catalana de ALA (que un par de años después, también se divide en Libera! y Ánima Naturalis) y, por último, en 2004, Igualdad Animal (llamada al principio Antiespecista). Y es en este año de 2004 cuando surgen dos nuevas organizaciones: Defensa Animal y Todos Somos Animales.
41 En 2005 estas organizaciones tratan de hacer un esfuerzo por unirse, pero finalmente lo consiguen sólo ALA y Derechos para los Animales. Nace así ALA-Derechos para los animales, lo que después se llamaría Equanimal.
Hacia el 2006 comienza una dinámica que incentiva la acción directa, la alteración del orden sin llegar a la violencia. Se da de la mano de Equanimal e Igualdad Animal, quienes protagonizan varios actos saboteando corridas de toros en un modo de actuar que pronto se convertiría en un sello propio. Aquí se produce un segundo salto cualitativo en beneficio del movimiento animalista.
Sin embargo, todavía no se ha conseguido un consenso entre todas las organizaciones y, por influencia estadounidense, incluso se han acentuado las diferencias. Los animalistas debaten entre métodos abolicionistas radicales y la vía reformista sin conseguir una unión de planteamientos y de actuación. El debate está vivo y puede seguirse en cualquier blog y en muchas de las páginas web de las distintas asociaciones. A los antiguos teóricos del movimiento, como Peter Singer, se les oponen otros que, como Gary Francione, entienden que la única vía para liberar a los animales es la educación de la población y la exigencia de la emancipación total de éstos, y que el revisionismo tan sólo conduce a la legitimación de la explotación y a enviar mensajes contradictorios al público. Quienes abogan por la postura contraria sostienen que los animales que continúan explotándose mientras no se consiga la liberación total, al menos podrían contar con alguna mejora en sus condiciones de vida y, además, creen que el cambio vendrá de manera paulatina a base de sucesivas reformas y demandas cada vez más exigentes para proteger los intereses de los animales.
Éste es el estado de la cuestión de un movimiento realmente joven y aún muy minoritario. Según las observaciones de Mercedes Cano, las posturas más radicales,
42 más estrictas con la teoría, como lo son la de Igualdad Animal y Equanimal suelen ser esencialmente juveniles, jerárquicas con una cúpula más veterana y con férreos postulados. Las organizaciones más dispuestas a admitir reformas, como Libera! o ATEA suelen tener un perfil más frecuente en los nuevos movimientos sociales, sin jerarquías, y la edad de la mayoría de sus integrantes supera la treintena.
ALTERNATIVA PARA LA LIBERACIÓN ANIMAL
ALA merece una mención aparte, por ser pionera y por haber combatido durante dos décadas marcando un camino para las demás.
Ángel Esteban fue uno de los primeros presidentes de la organización y estuvo presente durante su fundación en el año 1985. Según él recuerda, ALA se formó durante un congreso de la Unión Vegetariana Española, y sus precursores fueron Gloria Torres y Francisco Martín. Las primeras ideas fueron tomadas del libro de Peter Singer Liberación Animal.
En un principio, la organización era muy minoritaria, e incluso se necesitó un tiempo para disponer de un local propio, un espacio físico en el que reunirse, organizarse y tomar decisiones. Esto sucedió cuando uno de los integrantes, Rafael Boro, heredó un local. A diferencia de las organizaciones bienestaristas que funcionaban desde antes, la mayoría de los activistas de ALA compartían una ideología más bien de izquierdas.
43 Además de introducir el movimiento por los derechos de los animales, ALA marcó una pauta que se ha seguido y acentuado hasta ahora: la acción directa, y un activismo intenso. El primer jueves de cada mes sistemáticamente organizaban una manifestación antitaurina. Nunca era muy concurrida, pero al menos se reunían unas quince personas, y se recordaban el evento mediante una cadena telefónica.
Tratándose de España, era lógico que la mayoría de las acciones estuviese encaminada a combatir los festejos taurinos. En el año 95, entraron de incógnito en la Asamblea de Madrid y, llegado el momento, mostraron sus símbolos e irrumpieron en el debate con sus proclamas para exigir el fin de las corridas de toros. La acción no tenía precedentes en el país y causó un gran impacto mediático.
Evidentemente, ALA es antepasado de Equanimal, organización que, actualmente, se caracteriza precisamente por este tipo de actos, si bien más extremos y arriesgados.
44 TIPOS DE DEFENSORES DE LOS ANIMALES
Podría decirse que existen básicamente dos planteamientos en la teoría de los grupos que defienden a los animales. El más amplio en todos los sentidos (tanto por el número de seguidores como por la variedad de tendencias y grupos) es el de base ética, que llega a la defensa de los animales mediante un discurso filosófico. El otro gran planteamiento sería de base religiosa.
PLANTEAMIENTO ÉTICO
El punto de partida es la teoría de las especies y del origen del hombre. No sólo ha allanado el camino a los defensores de los animales, sino que además los ha dotado de una sólida base argumentativa. Reconocer una naturaleza común conduce inevitablemente a planteamientos de cercanía o equiparación con los animales, entre los que la humana no es más que una especie más. Esto ha llevado a la formulación de un término específico que es piedra angular del movimiento animalista y que resume su situación entre los nuevos movimientos sociales: “especismo”. A fin de cuentas, un “ismo” más en una sociedad marcada por la adscripción de los individuos en corrientes o en clasificaciones ideológicas, pero que aporta una novedad, un espacio que no existía hasta ahora en las mentes. Y es que, si bien el término encaja en el lenguaje y tiene sentido en la sociedad actual occidental, supone también todo un cambio cultural. Teniendo en cuenta el curso de los acontecimientos y de las ideas derivadas de la modernidad, podría decirse que era el cambio que, consecuentemente, quedaba por llegar.
45 “Especismo” lo acuñó el psicólogo Richard Ryder en 1970 y expresa lo mismo que “racismo” aplicado a raza o “machismo” aplicado a macho. Es un término que nombra la discriminación basada en un motivo infundado, en este caso el de especie. Es decir, que viene a denominar el antropocentrismo y la supeditación de toda vida animal no humana a la vida, las necesidades y el placer humanos.
Puesto que no sólo hablamos como pensamos, sino que también pensamos como hablamos, la aparición del concepto (tanto por las conclusiones que han llevado a acuñarlo como por su ubicación en las mentes) supone no sólo un cimiento importante para la formulación de la teoría de la liberación animal, sino también un nuevo campo en el ideario colectivo y, por consiguiente, en la cultura.
En general se habla de una comunidad moral en la que los animales deben estar incluidos por su capacidad de sentir. El argumento es éste: si los animales pueden sentir dolor y placer, eso constituye un motivo suficiente para valorar sus vidas y para evitar su sufrimiento, porque esos sentimientos y sensaciones son iguales que los que experimentan los humanos. En un mundo en el que la igualdad se reconoce como un principio, no tiene sentido la discriminación ni por capacidad intelectual –facultad en la que los humanos tampoco son iguales entre sí e incluso, en ocasiones pueden ser inferiores a algunos animales- ni por ninguna otra característica accidental, como lo es la raza, el sexo o la especie. Por esto, debería reconocerse unos derechos a los animales que garantizasen su vida y su libertad y que, por definición, impidiesen su estatus de propiedad de otros.
Ni que decir tiene que el discurso animalista encuentra detractores. La adjudicación o el reconocimiento de derechos para los animales suele ser el blanco de las críticas, y el argumento en contra es que, si los animales no pueden tener deberes, tampoco deberían
46 tener derechos, puesto que ambas son caras de una misma moneda. Este argumento es, a su vez, rebatido aludiendo a todos aquellos seres humanos a los que, por tratarse de individuos infantiles o por circunstancias especiales, (fuertes malformaciones psíquicas) no puede exigírseles deberes y que, no obstante, continúan siendo sujetos de derecho. En consecuencia, las consignas y el modus operandi de los grupos animalistas se desarrollan en base a su contemplación o no de los derechos de los animales.
CORRIENTE LIBERACIONISTA: El libro del australiano Peter Singer Liberación Animal
(1975) sentó las bases para la formación de una corriente llamada con el mismo nombre que el libro. En él se incide en la necesidad de eliminar el especismo de la sociedad moderna y de asegurar derechos a los animales, y se promociona el veganismo como el modo más consecuente de respetar esos derechos. Los puntos polémicos del libro vienen de la mano de la ideología de base que el autor emplea, el utilitarismo. El libro hace excepciones con los derechos que defiende y los supedita a un principio: una acción se justifica si el placer total que se crea es superior al sufrimiento que se produce. No se reserva para los humanos un tratamiento diferente que para el resto, porque, aunque la supresión de una vida más rica y profunda (que sería la humana) conlleva más sufrimiento que otra que lo sea menos, la diferenciación no se hace partiendo de la base de la especie, sino de las condiciones reales que cada sujeto ofrece. De esta manera, la vida y el dolor de los humanos con graves disminuciones físicas quedaría a un nivel más bajo que la de muchos animales no humanos.
La corriente liberacionista persigue la minimización del dolor y la maximización del placer. Esto los ha llevado a apoyar campañas reformistas para conseguir beneficios inmediatos en el trato dispensado a los animales, aun a costa de renunciar
47 momentáneamente a reclamar sus derechos (dado lo difícil de semejante empresa por el momento).
Por otra parte, es cierto que la corriente liberacionista, por su carga de utilitarismo, enfatiza menos en el derecho a la vida y a la libertad de los animales que en el sufrimiento que éstos puedan experimentar en el transcurso de ésta, y justifica algunos tipos de explotación siempre y cuando no impliquen sufrimiento. Es decir, que al centrarse sobre todo en el sufrimiento, ignora en cierta medida este otro tipo de intereses cuyo incumplimiento, si no conlleva frustración para el sujeto, no es condenado abiertamente.
Una línea de actuación principal del liberacionismo es el Proyecto Gran Simio, que, por su importancia y singularidad, analizaremos en un epígrafe aparte. Dicho proyecto, busca legalizar de manera más o menos inmediata los derechos de chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes mediante un diálogo con los gobiernos.
CORRIENTE ABOLICIONISTA: La crítica a la corriente liberacionista, tiene lugar en la
última década. Los abolicionistas de Gary L. Francione (Lluvia sin Trueno, 1996) apoyados también por Tom Regan (Jaulas Vacías, 2006) achacan de tibia a la corriente liberacionista y, en su lugar, enfatizan la necesidad de redimir a los animales ya (aunque siempre manteniendo el principio de la no violencia). Acusan a los primeros de sancionar el consumo de animales legitimando frente al consumidor a quienes lo llevan a cabo con métodos ligeramente menos agresivos y dolorosos, y, con ello, de perjudicar la extensión del veganismo. Así que denominan peyorativamente a los liberacionistas “bienestaristas”.
48 Su propuesta para promover el respeto a los derechos de los animales pasa por emplear todos los esfuerzos disponibles en promover el veganismo y educar a la sociedad para que, simplemente, no consuma ni demande ningún producto en cuya elaboración se haya explotado animales.
Sin embargo, es necesario aclarar algo: esta tendencia ideológica en ocasiones se autodenomina liberacionista por una cuestión de imagen: simplemente, liberacionista no resulta tan agresivo al oído profano y es más conveniente que abolicionista para abrirse camino en mentes aún no concienciadas. Por eso existen organizaciones que, como Libera! prefieren presentarse con el apelativo liberacionista aunque, de hecho, su base ideológica sea abolicionista.
CORRIENTE BIENESTARISTA: Pero bienestaristas lo son todas aquellas organizaciones
cuyo fin último dentro del movimiento no es defender los derechos de los animales, sino protegerlos del sufrimiento innecesario, pero sin pretender eximirlos de la explotación. La obra que revitalizó el movimiento en los años sesenta, Animal Machines, de Ruth Harrison es el mejor ejemplo de esto.
En realidad, ninguna asociación animalista organizada acepta para sí el término “bienestarista”, aunque, de hecho, sea el bienestar de los animales y no sus derechos por
49 los que trabaja, y aunque no se encuentre entre su programa ninguna mención al fin de la explotación.
PLANTEAMIENTO RELIGIOSO
Aunque entendemos que el planteamiento religioso no puede contemplarse desde el punto de vista de los nuevos movimientos sociales, por afinidad, porque toca muy de cerca y porque, con frecuencia, en la práctica, los miembros de las comunidades religiosas que defienden a los animales convergen con los que lo hacen desde postulados éticos, conviene mencionarlos aquí bajo esta clasificación.
Los animales han dado lugar a diferentes posturas dentro de las religiones mayoritarias del mundo. Muchos líderes religiosos se han manifestado alguna vez respecto a la posición que los animales ocupan dentro de su mundo espiritual y en el 2007 hubo un llamado en EEUU para reunir con el objeto de hacer una defensa de los animales a representantes de veinte religiones diferentes, entre ellos musulmanes, católicos, hindúes, judíos y anglicanos. La Iglesia Católica ha manifestado su postura y el papa Juan Pablo II afirmó la posesión del alma por los animales. Pero, en general, la conservadora religión católica no constituye un apoyo para el movimiento animalista, y la mayoría de los que defienden a los animales desde posicionamientos religiosos pertenecen a religiones alternativas.
Mediante interpretaciones de la Biblia y del Nuevo Testamento, y sin contravenir su postulado creacionista, proclaman, en general, la obligación humana para con sus “hermanos menores”, los animales, en una especie de tutela encomendada por su dios. Hemos conseguido localizar dos de estos grupos: “Vida Universal” y “Base Animal”.
50 Los primeros, autodenominados “cristianos originarios” se ajustan a este perfil. Surgidos en Alemania, en 1975, predican un mensaje pacífico y su dirigente es una profetisa que recibe revelaciones del “hermano Emmanuel”, de Cristo y de un ente que se asemeja al Espíritu Santo. Su seña de identidad más característica es el veganismo, por lo que suelen integrarse con las organizaciones de base filosófica a la hora de movilizarse.
Base Animal parte del fragmento del Génesis 1:29-30 en el que Dios entrega a Adán y Eva las plantas para que se alimenten. Esgrimen una actitud notablemente más combativa hacia una sociedad que tortura y mata a los animales y se expresa en términos que incitan a la violencia, algo que desentona con prácticamente todas las demás asociaciones animalistas. Además, junto a esto, hace un alegato antiaborto. No hemos logrado rastrear los orígenes de dicha organización cuya única marca es una página web y que además no se encuentra asociada a ninguna acción conjunta con otros grupos.
51 OTROS
Por último, no existe denominación concreta para un tipo de persona que, no bajo planteamientos filosóficos ni religiosos, pero al menos sí morales, protege a los animales abandonados en el medio urbanizado por algunos mascotistas o por cazadores y otros colectivos que los utilizan para otros fines. Suelen ser espontáneos que, de alguna manera, se ven envueltos en la problemática de estos animales abandonados, y que los ayudan a título individual y en un grado variable. Su presencia en la sociedad constituye un indicador de la importancia que se concede dentro de ésta a los animales y, por ende, de las posibilidades de triunfar del movimiento animalista.
MASCOTISTAS: Se emplea la denominación peyorativa “mascotistas”, para referirse a
todas aquellas personas que alegan amor por los animales pero que, en realidad, se limitan a prodigar cuidados a sus mascotas, sin ninguna ideología e independientemente del trato que reserven para ellas. Es decir, mascotista sería el propietario de un animal
52 de compañía que lo utiliza como un bien de consumo y que no posee ninguna conciencia animalista.
Sin embargo, en algunas ocasiones, desde la corriente abolicionista sobre todo, se emplea este término despectivo para referirse también a quienes defienden a perros y gatos, a las típicas mascotas, pero se olvidan del resto de los animales, y ello aunque tomen parte activamente en el movimiento animalista.
Ciertamente no podemos considerar a este grupo entre los defensores de los animales, pero su inclusión aquí al menos facilita la clasificación, ya que el término “mascotistas” es empleado desde postulados animalistas para referirse a este colectivo que, de alguna manera, podría dar lugar a confusiones.
53 LA FORMACIÓN DE UNA IDENTIDAD
La identidad es un tema complejo y fundamental si queremos indagar en el análisis de cualquier movimiento. Si bien la propia convicción y las conclusiones filosóficas son la chispa imprescindible para comenzar un ideario, hacer activismo en torno a él no es cuestión sólo de ideas. ¿Qué es lo que empuja a un grupo de personas a comprometerse en una acción conjunta?
Aquí debemos recordar un elemento que condiciona la forja de una identidad de grupo: estamos tratando del movimiento animalista, son los intereses de los animales no humanos lo que está en juego. Ninguno de los militantes es un no humano, así que la motivación no puede contener un interés propio. ¿Bastará el sentimiento de justicia para movilizar a este grupo de individuos?
La ideología constituye un punto de cohesión importante, pero no explica completamente la identidad, sino que, más bien, hay que buscar ésta en las relaciones interpersonales y en las redes sociales previas que posibilitan la formación del movimiento.
Hablar de la identidad es hablar de un tema muy complejo y sobre el que no existe un consenso por parte ni de los psicólogos ni de los sociólogos. En el proceso de la creación de la identidad intervienen tantos factores como vivencias puede experimentar un individuo, y tantas identidades como individuos haya implicados. El diálogo es una constante. Lo interno y lo externo se relacionan a diferentes niveles creándose un caldo de cultivo en el que proliferan las identidades en un ejercicio heurístico.
Es decir, que es todo un complejo inextricable en la práctica. Pero se puede rastrear las líneas, los esquemas generales, los mecanismos que suponen su formación, el mayor o
54 menor peso de la identidad individual en la colectiva, los agentes externos que favorecen uno u otro tipo de desarrollo…
Existen tres niveles diferenciados de identidad, reconocidos por Laraña Y Gusfield: individual, colectiva y pública. Por una parte están los propios activistas del movimiento, es decir, “nosotros”. Ese “nosotros”, sin embargo no es homogéneo, y el grado de compromiso no es igual en todos y cada uno de los participantes.
Por otra parte están “los antagonistas”, cuya existencia no hace sino afianzar la identidad del grupo. Los antagonistas componen el contramovimiento, marcando las diferencias y los límites. En este caso, taurinos, industria cárnica y peletera y experimentadores con animales son los principales grupos opuestos, y no sólo con su actividad, que es directamente combatida, también porque estos colectivos organizan y desarrollan actos con la finalidad expresa de combatir los argumentos y las acciones de los grupos por la defensa de los animales. El activismo de los antagonistas no hace sino constatar el impacto de los grupos animalistas en la sociedad y reforzar su cohesión.
Y, por último, la “audiencia”, que es el común de la población susceptible de escuchar las nuevas ideas, de aceptarlas o de criticarlas.
1.-IDENTIDAD INDIVIDUAL
En movimientos sin intereses propios previos, como lo es éste que estamos tratando, o como lo es el movimiento ecologista o pacifista, es decir, que no reivindican para sí
55 mismos, la identidad individual juega un gran papel, no existe un factor que aúne a todos los miembros más que sus convicciones. Es decir, que en ausencia de conciencia de clase, de interés, de similitud más accidental, el aglutinante debe de ser un sentimiento, una identidad individual que empuje a cada individuo a formar parte de la movilización.
Un factor de gran importancia es la edad. La mayoría de los que participan en un movimiento como el animalista son jóvenes. La adolescencia es la época por excelencia de la propia identidad, que se va formando en una dialéctica entre el “yo” y “los demás” a distintos niveles: “yo”-“nosotros”, “yo”-“los otros”. Si la identidad individual se forma en el contexto del movimiento, estará mucho más intrincado y el individuo se identificará en gran medida con él.
2.-IDENTIDAD COLECTIVA
A su vez, la identidad colectiva se formará a base de identidades individuales, pero modificadas al interactuar unas con otras y cada una de ellas con la identidad colectiva. Aquí se produce una “química” en la que, con un catalizador, (el centro de la reivindicación, es decir, la defensa de los animales), las identidades individuales se hacen más afines y se desarrollan aspectos que ya estaban presentes pero con una importancia menor26.
26
LARAÑA, Enrique, GUSFIELD, Joseph. Los Nuevos Movimientos Sociales. De la ideología a la identidad. Centro de investigaciones sociológicas, 2001. Ver Hank Jonson, Enrique Laraña y Joseph Gustfield, Introducción, citando a Melucci, 1985 y 1989
56 Existe una diatriba en torno al papel de la identidad colectiva como medio o como fin. Es decir, si la identidad en sí misma, su valor como bien de consumo es la razón de ser del movimiento, o si, por el contrario, la identidad es un instrumento que posibilita la consecución del fin último, que sería la meta marcada en el ideario.
MECANISMOS DE FORMACIÓN Y AFIANZAMIENTO DE LA IDENTIDAD COLECTIVA
Existen mecanismos que afianzan la identidad colectiva y que, en el caso del que tratamos, por no existir ese aglutinante externo de los individuos, adquiere más importancia.
VEGANISMO: Entre los defensores de los derechos de los animales se promueve el
veganismo como un estilo de vida en consonancia con las ideas que se defiende. Esto introduce el activismo en la vida cotidiana y se convierte en una especie de comunión que une a todos los individuos.
El veganismo es una potente seña de identidad que actúa a nivel individual y colectivo, y tanto es así que muchas veces pasa por ser la bandera misma de este movimiento. Exige un cambio de actitud, por lo que no es un tema baladí, y un estilo de vida vegano no resulta “barato” a quienes
lo
adquieren,
porque
se
necesita fuertes convicciones y una renuncia
a
la
comodidad
del
57 convencionalismo. Significa tener presente a diario y de continuo la renuncia a todo producto cuya elaboración haya tenido que ver de algún modo con la explotación animal, y más teniendo en cuenta que, en España, poco o nada se tiene en cuenta el veganismo a la hora de elaborar y comercializar productos. A su vez, esto significa también tener presente continuamente la realidad de la vida de los animales e interiorizar sus desdichas.
En el seno del movimiento animalista se reproduce el ideal de sociedad por el que se lucha. Se elimina así el especismo, y se ejecuta la praxis. Y además, es toda una carta de presentación ante “los demás”, el resto de la sociedad, la audiencia o los antagonistas al movimiento, que pueden no tomarse en serio o achacar contradicciones ante quienes defienden unas ideas pero no actúan en consonancia, punto en el que la práctica del veganismo estaría relacionada con la identidad pública.
Sirve, además, para estrechar lazos con el resto de los activistas y su práctica es incentivada desde el interior del movimiento. En resumen, se trata de un aglutinante del activismo que integra dos elementos importantes: solidaridad hacia el interior (hacia los animales y hacia el resto de los activistas) y rebeldía hacia el exterior, una bastante nítida frontera entre “nosotros” y “los otros”. Así que no resulta extraño que sea un requisito imprescindible para algunos sectores del movimiento –los más radicales-, y que su práctica o no práctica esté marcando de manera tácita una línea entre los miembros comprometidos y los que no lo están tanto.
Una opción intermedia, que además suele practicarse en el proceso de “conversión” al veganismo, es el ovo-lácteo-vegetarianismo. Consiste en una dieta que no incluye carne ni pescado, pero sí huevos y/o leche, lo cual amplía mucho el abanico de comidas que puede ingerirse y obstaculiza menos la relación con miembros ajenos al movimiento.
58 Quienes optan por este modelo de dieta desde dentro del movimiento animalista suelen preocuparse por los métodos de explotación animal y eligen los alimentos que no proceden de granjas de cría intensiva.
ACTIVISMO: un movimiento joven precisa de mucho trabajo para sentar bases y para
hacerse un hueco, para presentarse en sociedad y, en general, para comenzar la lucha en un terreno todavía no trillado. Es decir, que requiere de mucho esfuerzo. Esto produce otro efecto: la dedicación de mucho tiempo y trabajo y en la compañía de los otros activistas. Esta dedicación beneficia a la creación de la identidad colectiva, y la mayor o menor absorción de tiempo es otro indicador del grado de compromiso –y con él de identificación- de cada cual.
El tiempo dedicado varía mucho en cada caso, y la mayoría de los que militan por uno u otro movimiento normalmente disponen de un tiempo limitado. Pero el tiempo juega a favor de la identificación del individuo con su
causa,
tanto
porque
demuestra
voluntariedad como porque es un agente en sí mismo. Economizando tiempo, si se dedica mucho de éste al activismo, además de reforzarse los lazos, el individuo acaba por situar su mundo en el entorno del grupo, lo que redunda en un alejamiento del resto. Tenemos así que el activismo es un elemento de absorción de la vida del individuo y
59 que, en un caso extremo,
se convertiría en el centro de la vida social de los
participantes.
Sin llegar a esos extremos, la relación estrecha con los demás miembros, con quienes se comparte no sólo ideas, sino también una porción de la vida cotidiana, produce y/o potencia afinidades en este campo, y esto se refleja en acciones concretas, como lo puede ser, por ejemplo, la elección de un vestuario parecido, o el uso del mismo lenguaje, que también constituye en sí mismo una seña de identidad.
Sucede lo contrario cuando el movimiento ya está lo suficientemente afianzado y la pertenencia a él no supone un rasgo ya tan diferenciador. De todos modos, aquí conviene distinguir los distintos niveles de participación: quienes organizan las actividades, quienes participan activamente en ellas y aportan ideas, quienes participan ocasionalmente y acuden a los actos públicos puntuales y los que simplemente son miembros nominalmente y colaboran con una aportación o una cuota periódica.
También influye el cariz de la organización en concreto, ya que el grado de exigencia de implicación puede variar bastante. En efecto, existen organizaciones que, como Equanimal o Igualdad Animal, exigen una gran implicación del sujeto, y otras que, como Libera! no entran tan de lleno en las opciones de cada individuo en concreto.
En el caso de las organizaciones animalistas mucha parte del activismo se realiza vía Internet. Los blogs personales son numerosos, lo que permite una gran afluencia de intercambio de ideas que sirve para perfilar el movimiento y las distintas facciones. Pero además, por medio de Internet pueden mantenerse contactadas personas que no disponen de tiempo para reunirse o que están separadas por la distancia física.
60 Dentro de este punto merece una mención aparte la acción conjunta en actos y manifestaciones en los que existe un contacto con los antagonistas, puesto que suponen, además de una exposición del movimiento ante los ojos de la audiencia, la cohesión del grupo frente al adversario. El ambiente interno cambia y la unión se refuerza en las confrontaciones directas, tanto a nivel formal (la importancia de las diferencias internas decrece) como informal (se reafirma la camaradería).
REUNIONES-CONVENCIONES: las reuniones de grupos afines es una herramienta eficaz
para
tomarle
movimiento
el y
pulso
al
“animar”
a
continuar en la brecha. Este tipo de actos reafirma a los activistas en sus postulados y muestra el ideario en toda su amplitud, y con él el “todo” del que se está formando parte. Por lo tanto, es un importante apoyo para la autoafirmación y contribuye a reforzar los lazos dando lugar al contacto personal entre todos los miembros, algo que favorece las relaciones internas y que, por tanto, mezcla aún más las ideas con la vida íntima. Además, en estas reuniones se
61 produce
intercambios a gran escala, se redefine posiciones, y, por lo tanto, se
evoluciona.
Si, además existe cobertura por los medios de comunicación, una convención de activistas por los derechos de los animales, o promoviendo el veganismo, toma parte también en la formación de la identidad pública.
3.-IDENTIDAD PÚBLICA
Ésta es la imagen que recibe la audiencia, el modo como se presenta en sociedad el movimiento y que condiciona su publicidad. La percepción externa y lo que se manifieste al respecto, retroalimenta la identidad colectiva.
La no violencia es la carta de presentación del movimiento animalista ante el mundo, y esto casi puede hacerse general. En este sentido, la mayoría de las asociaciones animalistas promueven la no violencia y, dentro de esto, el llamado a la acción directa suele variar. Sólo en casos marginales, como lo sería el de Base Animal, se incita a la violencia contra los humanos.
La liberación directa con perjuicio de la propiedad privada (tanto por la liberación en sí misma como por los daños infringidos a las infraestructuras durante su ejecución) y las actuaciones públicas y manifestaciones más o menos sorpresivas (como las que irrumpen en los espectáculos taurinos dentro de la plaza, el nudismo y las performances de escenificación de la violencia contra los animales), son diferentes grados de subversión del orden, y su ejecución incide en la opinión pública de una manera más o menos contundente. Mediante el
62 “escándalo” se espera la reacción de la audiencia y la toma de posiciones de ésta. Se busca apoyo y se prevé rechazo.
Así como las opiniones de los antagonistas suelen ser rechazadas de plano y sus críticas interpretadas como ataques, la reacción ante las críticas u opiniones de la audiencia producen otros efectos. De este modo, puede interpretarse como malentendido (no se ha captado la esencia del movimiento ni la importancia de lo reivindicado), como un problema de imagen, por culpa de las personas que han tomado parte en ciertas manifestaciones (crítica hacia comportamientos individuales) o puede ser que se acoja las críticas negativas (autocrítica) o positivas. En todo caso, lo que el público capte y, sobre todo, que reciba una impresión, es vital para la continuidad de este movimiento cuya razón de ser es un cambio cultural que conduzca a la liberación de los animales.
El activismo y los actos encaminados a promover el fin de la explotación animal se han convertido en las señas de identidad reconocidas por sí mismos para algunos grupos que, como Igualdad Animal o Equanimal, así lo manifiestan.
Por otra parte, en algunas ocasiones, cuentan con una serie de apoyos especiales. Sucede cuando algún personaje público presta su imagen para promocionar los principios del movimiento, o incluso se define como activista. Brigitte Bardot, Pamela Anderson, Antonio Banderas, Paul y Linda Mc Cartney o la reina Sofía son sólo ejemplos de muchas “estrellas mediáticas” que se comprometen en mayor o menor
63 medida con la causa animalista y que, de alguna manera, la legitiman y la promocionan ante el común de la población.
Finalmente, hagamos mención a la imagen que, desde dentro, se intenta dar. Éste es un punto importante porque en él se revela un grado de intencionalidad a la hora de dar a conocer el movimiento, de definirlo cara al exterior y, a la vez, clarificarlo cara al interior. El ejemplo en el que nos basamos es un artículo de Óscar Horta Liberación animal, derechos animales, igualdad animal27 en el que se entra en diferentes denominaciones posibles para el movimiento y de la manera más eficaz de hablar de él y promocionarlo a distintas escalas.
27
HORTA, Óscar. Liberación animal, derechos animales, igualdad animal. Distintos posicionamientos prácticos acerca de la consideración moral el uso de animales no humanos.
64 EL NUEVO MARCO CULTURAL
La razón de ser de un movimiento es un cambio en los paradigmas culturales establecidos, una reinterpretación de los elementos que la conforman.
El cambio de mentalidad está iniciado a partir del momento en el que tienen cabida los Nuevos Movimientos Sociales. Es decir: la sociedad ha cambiado lo suficiente como para recibir este nuevo tipo de ideas (las referentes a la defensa de la pluralidad y el reconocimiento de derechos para colectivos inéditos como tal a lo largo de la historia), aunque no comparta todas ellas. El punto de partida, por lo tanto, es de comprensión, en el sentido de que existe la posibilidad de crear un espacio que aún no existe, pero que sería compatible con lo preexistente.
Partiendo, pues, de esto, comenzaríamos con lo que de nuevo hay en el movimiento animalista y entraríamos a analizar la formación de un nuevo marco de referencia en el que se reinterpreta el lugar de los elementos preexistentes en la cultura. El elemento por excelencia a reinterpretar serían los animales no humanos y, en segundo lugar, los animales humanos.
Expongamos el estado de la cuestión. Tal y como se conciben hoy las cosas en la cultura de un país occidental, como lo es España, humanos y no humanos reciben otra denominación: “personas” para los primeros, y “animales” para los segundos. De esta manera, entre unos y otros hay un abismo conceptual cuya raigambre es religiosa y persiste desde una época anterior al descubrimiento de la Teoría de la Evolución y del Origen del Hombre.
En segundo lugar, el abismo que separa a “personas “de “animales”, como es de suponer, los da categorías diferentes. En una cultura antropocéntrica, se concibe todos
65 los demás elementos en función del hombre. Las personas son lo único importante, y el mundo conocido se supone disponible para ellas. La protección del medio ambiente tiene su razón de ser en la supervivencia de la especie humana, y todo, plantas, animales, cosas, incluso los astros, existen sólo para satisfacer las necesidades humanas y, en un sistema apoyado en la propiedad privada, son susceptibles de ser poseídos.
Estos dos son los cambios que el animalismo trata de introducir: la diferenciación antropocéntrica
“personas”-
“animales” y la categoría que se da a cada grupo.
En
el
seno
movimiento
se
del elimina
propio esos
puntos de divergencia y, de este modo,
los
activistas
del
movimiento actúan entre ellos reproduciendo la cultura tal y como se entiende que debería ser. Así que en el lenguaje interno no se utiliza los conceptos “personas”“animales”, sino que se acostumbra a utilizar en su lugar las denominaciones “animal humano” y “animal no humano”, e incluso, en muchas ocasiones se enfatiza la intención formando una palabra única: “animal nohumano”.
Ni aún así se elimina una dicotomía como ésta, porque se quiera o no se quiera, se sigue manteniendo una brecha, una diferencia de grado entre los humanos y los que no lo son. Simplemente, los humanos no ocupan un puesto más entre los animales según esta denominación, sino que continúan siendo distinguidos. No obstante, esto se comprende porque el campo de batalla está entre estos dos grupos, los humanos por un
66 lado y el resto por otro, y la diferencia existe de hecho, aunque no lo sea de derecho, según el marco animalista.
Junto al concepto, la categoría que va con él. En algunos casos, si bien es verdad que son escasos, se ha utilizado la palabra “persona” para referirse a los animales no humanos. Y es que “persona” indica que el sujeto es sujeto de derechos, que es precisamente lo que se reivindica al fin. El movimiento por los derechos de los animales no discute, en principio, ningún concepto cultural más, tan sólo una distinta consideración de los animales no humanos, una posición de igualdad con los humanos. El argumento en el que se basa (ya expuesto más arriba) es puramente ético: la necesidad de no ignorar el dolor y el placer nunca. Dolor y placer son iguales los experimente quien los experimente y son los elementos que igualan a quienes los pueden sentir. También existe una palabra específica para referirse a todos estos seres y su igualdad: seres sintientes.
Reconocer a los animales no humanos como sujetos de derechos conlleva tener en cuenta sus intereses, cuyo cumplimiento, en última instancia, implica evitar su dolor. El respeto a la vida y a la libertad y a no constituir propiedad de nadie, viene, por tanto, dado. En este punto es en el que se mantiene una batalla dialéctica entre liberacionistas y abolicionistas, si bien, como ya se ha apuntado más arriba, más de énfasis que de grado.
DERIVACIONES Y CONVERGENCIAS CON OTROS MOVIMIENTOS
El movimiento animalista, en principio, lo es por sí solo. Sin embargo, hemos podido rastrear algunas convergencias con otros movimientos.
67 Se trata de combinaciones más bien marginales, de causas en algún punto afines. Lo cierto es que, el movimiento por los derechos de los animales es, por definición, de solidaridad. Lo es por definición, porque ningún animal, excepto los humanos, tiene la capacidad de formar una corriente de pensamiento y ejecutar un activismo cualquiera. Si bien en todos los movimientos sociales hay un grado más o menos importante de individuos que apoyan la causa aunque no sea en defensa del colectivo al que ellos pertenecen, en este caso, el movimiento está constituido íntegramente por esta categoría de seguidores.
Esta realidad supone una afinidad con otros cuyo fin último es la justicia y la defensa de los desprotegidos y que son críticos con el sistema a este respecto. Por eso, no es extraño encontrar referentes del animalismo en ambientes dominados por ideologías altermundistas o anarquistas y, por supuesto, ecologistas.
En ocasiones se coincide en actos específicos con otras corrientes. Nueva Era, vegetarianos y ecologistas se reúnen en las convenciones de vegetarianos; tampoco es extraño que los animalistas coincidan con los ecologistas en muchas reivindicaciones, especialmente con los denominados “ecologistas profundos”.
Además, muchos de los que comparten la ideología del movimiento (baste visitar los foros veganos y en los que se discute la temática animalista), en sus exposiciones y comentarios, generalmente los de tipo más informal, trastocan el lenguaje escrito de una manera muy similar al modo en que lo hacen individuos pertenecientes a estos otros colectivos: empleo de la @ para eliminar el sexismo del lenguaje, sustitución de la “c” fuerte o la “q” por la “k”, una práctica habitual entre grupos de adscripción anarquista,
68 como los “punk”. Esto suele ir asociado a una postura más o menos combativa y sugiere una afinidad, al menos a nivel “de la calle”.
Sí se ha encontrado una referencia que incita a pensar en un movimiento mixto, o en un encuentro entre dos movimientos: anarcoveganismo. No obstante, haría falta valorar el alcance de dicha corriente y, tal vez, se encontraría otras muchas en una línea similar.
Por otra parte, también se constata la presencia del movimiento animalista entre personas adscritas a ideologías opuestas a éstas, conservadoras. Pero no hemos logrado encontrar un hilo de unión con esas ideologías como tal.
69 MECANISMOS PARA EL CAMBIO CULTURAL
Lo que el movimiento animalista propone, amén de la liberación de los animales, es un cambio cultural. Se trata de transformar una cultura en la que no había espacio siquiera para considerar a los animales sujetos de derechos, lo que resulta mucho más de lo que parece a primera vista.
Pero para llevarlo a cabo existen diferentes mecanismos que lo legitiman y lo presentan como una posibilidad a la que hay que atender. Sigamos el análisis que hace Dough Mc Adam28 para los Nuevos Movimientos Sociales aplicándolo al caso que nos ocupa.
1.-APROPIACIÓN DE LA CULTURA: ENTRONCAR CON REFERENTES CULTURALES
Para empezar, se busca referentes culturales previos, y aquí hemos de recordar toda una lista de personajes pertenecientes a todos los periodos de la historia de los que existen pruebas de su afinidad a los animales, de su condena a los hábitos de explotación de los humanos para con ellos y/o de su práctica del vegetarianismo por motivos de respeto. Pitágoras, Platón, Plutarco, Porfirio, Leonardo da Vinci, los ilustrados Voltaire y Rosseau, Wagner, Tolstoy, Einstein o la reina Sofía. De todos ellos, el más recurrido es da Vinci, de quien existen testimonios propios y de contemporáneos, de los que puede deducirse su vegetarianismo consciente y su actitud de condena a la cría y muerte de animales para el consumo humano. Partimos, pues, de un encuentro a lo largo de la historia, con las raíces del movimiento que, hasta ahora, no
28
LARAÑA, Enrique, GUSFIELD, Joseph. Los Nuevos Movimientos Sociales. De la ideología a la identidad. Centro de investigaciones sociológicas, 2001. Ver Mc Adam, Dough, Cultura y Movimientos Sociales.
70 ha encontrado la oportunidad de desarrollarse pero que, en verdad existe desde siempre en estado de latencia.
2.-EXPANSIÓN DE LAS OPORTUNIDADES CULTURALES COMO ESTÍMULO PARA LA ACCIÓN
Ocupándonos ya del presente, encontramos que las bases no son revolucionarias, porque se trata de insertar estas ideas en un esquema en el que, en principio, tienen cabida. Es decir, no se trataría de un cambio realmente, sino de una apertura, un desarrollo de las tesis vigentes. Sin embargo, dicha ampliación, de hecho, supondría un cambio rotundo no sólo en los hábitos cotidianos, también en la economía. La supresión de productos de origen animal o de productos cuya elaboración conlleve la explotación animal en algún sentido significaría grandes cambios a todos los niveles: producción, consumo, infraestructuras, vida cotidiana…porque lo cierto es que la explotación de los animales está profundamente imbricada en los productos a consumir dentro de un sistema en el que el consumo es clave.
71 a) CONTRADICCIONES IDEOLÓGICAS O CULTURALES: Una vía es partir del propio sistema y sus argumentos, poniendo de manifiesto contradicciones que es necesario corregir mediante el ideario propuesto. Evidentemente, en una cultura en la que la igualdad ante la ley y la protección del más débil es una premisa, donde la discriminación por motivos de sexo, raza, opción sexual, etc. se contemplan como valores negativos y en la que se lucha por eliminar esas injusticias, no tiene sentido discriminar a los animales por su especie.
Éste es el terreno de los ideólogos, en su mayoría filósofos y expertos en leyes. Así, uno de los puntos fundamentales es la consideración de una comunidad moral de la que no puede ser excluido ningún ser que pueda experimentar dolor o placer. El razonamiento es éste: la igualdad no se aplica a seres iguales; la diferencia es tanto un derecho como una circunstancia, y nadie es igual que nadie. Tampoco se hace distingos entre diferentes grados de inteligencia, y se entiende que no todo el mundo es igual de inteligente, pero eso no puede constituir un motivo para dar prerrogativas a unos sobre otros. Además, reconocer menores derechos a las personas con desventajas intelectuales evidentes por fallos cerebrales, sería algo abominable a ojos de la sociedad. Así que, menospreciar a seres que no tienen igual capacidad intelectual, pero cuyo sufrimiento es igual al humano, no puede caber en este concepto del derecho. Sin embargo, el dolor y la muerte de esos seres se producen a diario y de manera institucionalizada, con lo que se contraviene este principio tan básico.
b) REIVINDICACIONES DE RÁPIDO DESARROLLO: Existen también fenómenos que favorecen el cambio cultural. A veces, un acontecimiento súbito y sobrecogedor actúa en la sociedad y la empuja a introducir cambios para impedir tropelías que resultan
72 inaceptables. Valga el ejemplo de un suceso espeluznante que ocurrió en el 2001: en la perrera de Tarragona, unos vándalos aprovecharon la noche para serrar las patas de quince perros. La noticia saltó a las cabeceras de los informativos y a las primeras páginas de los periódicos, surgieron muchas voces reclamando un cambio en la ley que penase seriamente a quienes actuaban así con los animales, y hubo mucho apoyo institucional en este sentido. De esta manera, un suceso puntual que fue atendido por los medios de comunicación, empujó a la sociedad a un cambio de actitud, y tuvo su reflejo en una modificación de las leyes para castigar con penas de cárcel más duras la tortura a los animales.
c) VULNERABILIDAD MANIFIESTA DEL SISTEMA: Significa esto que el sistema ha dado muestras de ceder, existe la posibilidad del cambio a nivel institucional. Cuando en un caso concreto se hace público que es posible aplicar los nuevos principios propuestos, se incentiva al movimiento, que ve camino para continuar con sus reivindicaciones. Por ejemplo, si en una ocasión se reconociese a un animal no humano como sujeto de derechos y se castigase a un humano por vulnerarlos, esto sentaría un precedente sobre el que se apoyarían las siguientes argumentaciones. De esto se trata, por una parte, con el Proyecto Gran Simio, que, aunque se apoya sobre una polémica base especista, de aplicarse significaría traspasar la barrera de la especie, y se abriría el camino de la defensa de los derechos de los animales no humanos. La aceptación por parte del Parlamento neozelandés del Proyecto Gran Simio significa un paso de gigante en este sentido, porque indica que los sistemas occidentales, que le son afines, pueden ser abordados por este frente de la misma manera.
73 d) DISPONIBILIDAD DE MARCOS CULTURALES DOMINANTES: Y, por último, aunque estemos reiterando algo ya dicho, conviene recordar que otra de las bases sobre las que se asienta el movimiento por los derechos de los animales son los marcos culturales creados por otros movimientos precedentes y paralelos que han triunfado. El feminismo o los derechos civiles de los afroamericanos de EEUU modificaron ya la cultura preexistente, y la ampliación que supusieron es un buen cimiento sobre el que seguir construyendo para incluir, ahora, también a los animales no humanos.
74 EL PROYECTO GRAN SIMIO
Se trata de una buena ilustración de la praxis de lo expuesto en el epígrafe anterior. Un ejemplo concreto de mecanismo para el cambio cultural de gran alcance y potencia que, si bien presenta algunas incoherencias de base ideológica, en cambio promete eficacia práctica. El PGS es una idea de Paola Cavalieri y Peter Singer29 que cuenta con el apoyo y las aportaciones de muchos profesionales de la filosofía, de la ciencia y de otras ramas del mundo intelectual. Su campo de acción es concreto: el derecho y la política, pero busca también el apoyo popular y, en última instancia, la culturización de la sociedad. El objetivo es que la ONU contemple una Declaración de los Derechos de los Grandes Simios.
Lo que se propone es una ampliación de los derechos humanos para que den cobertura también a los gorilas, orangutanes, chimpancés y bonobos mediante un discurso especista y antropocéntrico: la proximidad genética de estas especies con la humana. Por su inteligencia, por su consciencia de sí mismos, por la similitud de sus sentimientos y emociones con los de los humanos, se demanda para ellos un respeto similar al que se dispensa a los hombres, y un reconocimiento de tres derechos básicos: a la vida, a la libertad y a no ser torturados. A pesar de que la aceptación de los derechos de los grandes simios parece más fácil que la del resto de los animales, paradójicamente se trata de un grupo muy castigado. Al tratarse de un animal, es completamente vulnerable, y su parentesco con el humano lo convierte en un valioso objeto de
29
CAVALIERI, Paola y SINGER, Peter. El Proyecto Gran Simio. La igualdad más allá de la humanidad. Ed. Trotta, Madrid, 1998.
75 experimentación científica que se puede usar sin mayores cortapisas legales. Por eso, su retirada del mercado supondría un duro golpe a la vivisección.
El respeto a los derechos de los grandes simios pasa por dejarlos vivir en su hábitat natural y según su modo de vida, sin la intervención humana. Cuando esto no sea posible por tratarse de individuos criados en cautiverio, habría que mantenerlos en santuarios que cumplan todos los requisitos necesarios para garantizarles una vida satisfactoria. Sin embargo, el PGS no condena la interacción humano-simio cuando esta es positiva y deseada por ambas partes.
Acompaña a la defensa de estos derechos toda una serie de demostraciones de lo dicho basados en experimentos y de ejemplos de individuos y situaciones que ilustran no sólo las capacidades intelectuales de estos primates, también su comportamiento cuasihumano y compasivo hacia los humanos. De esta manera, se apela no sólo a la razón, también a la emotividad de la audiencia.
El PGS es un primer enunciado en un diálogo que el movimiento animalista intenta iniciar con la sociedad en su conjunto. Por esto, la pureza ideológica sería ineficaz en un contexto en el que hay otros factores más potentes que la racionalidad, es decir: se hace necesario partir de premisas concebibles para la mayoría de la sociedad. Indudablemente, “derribar la barrera de la especie” supone un ejercicio mental de gran envergadura para una sociedad en la que todavía el especismo no es significativamente cuestionado, y podría decirse que no está mal para comenzar. Reconocer derechos básicos a los grandes simios es todo un logro que puede allanar el camino a otros planteamientos venideros.
76 Esta intencionalidad no se trata de ocultar, y en el ideario que sustenta el proyecto se refleja de manera manifiesta:
“Pero, ¿por qué sólo los grandes simios? Pues porque necesitamos empezar por algún sitio, y con los homínidos no humanos, la irrefutable evidencia científica está a nuestro alcance hoy en día para poner de manifiesto que son individuos complejos con intereses complejos (…)
Es esencial para el Proyecto no recortar su compromiso de alcanzar lo que solicita (estamos pidiendo los tres derechos básicos que todo ser humano posee). Precisamente por esa razón limitamos en número de sujetos para los cuales reclamamos estas pretensiones. Ello nos ha llevado a cambiar la tradicional actitud de reclamar un poco para muchos, por la de solicitar todo lo posible para unos pocos. Esta meta, que es más revolucionaria que reformista en el ámbito de la naturaleza, establecerá un precedente para muchos otros animales, de modo que, tanto si un animal es incluido inmediatamente en la comunidad de iguales como si no, romper la rigidez de la distinción entre "nosotros" y "ellos" traerá beneficios para todos. Esta es la razón por la que el PGS pretende cambiar las ideas actuales, formadas a partir de una mentalidad humana sesgada y llena de prejuicios. En este sentido, los homínidos no humanos serán la vanguardia para otros seres oprimidos.” 30
Para la aceptación del proyecto hay que partir de su comprensión, y por eso es clave el conocimiento de la Teoría de la Evolución y del Origen del Hombre. El PGS basa su argumentación en el parentesco hombre-gran simio, y hace hincapié en la pertenencia de todos ellos a la familia de los primates y al grupo de los homínidos. Incluso apoya la inclusión del chimpancé en el género homo. 30
http://www.proyectogransimio.org/index2.php?idclase=1&idsubmenu=4
77 El PGS funciona mediante delegaciones que actúan en cada país. El parlamento neozelandés fue el primero en escuchar y acoger el PGS y elaborar una ley en consecuencia en 1999. España llevaba camino de ser el siguiente país en hacerlo, y en 2006 fue elevada al parlamento una proposición no de ley de la mano del PSOE y de Los Verdes para introducir en la legislación los derechos básicos de los grandes simios. Sin embargo, el asunto no volvió a retomarse y, simplemente, pasó su fecha de caducidad.
Actualmente, el PGS ha encargado comisiones para efectuar una encuesta en cada país implicado y calibrar el grado de conocimiento que la población tiene de la Teoría de la Evolución y del Origen del Hombre. En España esta responsabilidad ha recaído sobre Mercedes Cano Herrera, profesora titular de Antropología Social de la Universidad de Valladolid, y David Carvajal de la Vega, becario de FPU en la misma universidad. Ellos han elaborado el “pretest” de la encuesta y, haciendo de su elaboración y ejecución una actividad práctica para los alumnos de Mercedes, se ha encomendado a éstos la tarea de realizar las entrevistas, tarea que se está llevando a cabo actualmente. Los resultados de la encuesta serán un buen indicador de la receptividad del país a las innovaciones que el PGS pretende introducir en la legislación.
78 CONCLUSIÓN
El desarrollo del análisis ha probado la convergencia de este movimiento con otros precedentes en la misma línea, y casi cabría decir que la audiencia ha reaccionado de manera similar en unos y otros. La actitud de la sociedad es lo que mejor indica la situación y las posibilidades de un movimiento en concreto; dentro de ello, lo primero es el simple conocimiento y aceptación de su existencia, y después, la reacción.
La peculiaridad de España es la institucionalización del maltrato a los animales en las fiestas populares, especialmente (pero no sólo) las taurinas. El maltrato del toro es presentado como una seña de identidad nacional por algunos grupos que se oponen al cambio y al reconocimiento del derecho de los animales a no ser torturados. Éste es un punto especialmente importante, porque la existencia de un antagonista que se toma el trabajo de desmontar los argumentos presentados y defender los suyos indica que ya se está enjuiciando actos que antes eran aceptados de forma natural. En esta misma línea, el enfado, la irritación, los ataques que los “antitaurinos” (los que se oponen a los festejos taurinos) reciben, se deben interpretar como un buen síntoma de salud del movimiento animalista, al menos en esta parcela. Y es que, cuando menos, no es una causa ignorada, por lo que no es una causa perdida.
Hoy, la causa animalista es conocida y valorada por buena parte de la población. Aunque esta latitud nunca ha sido especialmente propicia para la proliferación de vanguardias ideológicas, las innovaciones culturales han triunfado también aquí, y en España se ha formalizado también la defensa de los animales en el Código Penal y en los estatutos de algunas comunidades autónomas, como es el caso de Valencia o Baleares. Pero los avances no son sólo de tipo institucional, porque no serían posibles sin una progresiva sensibilización de la sociedad hacia los animales.
79 Concretando: la causa animalista presenta pautas similares a causas precedentes que han triunfado; no se encuentra una diferencia esencial entre los animales y otros colectivos cuya discriminación histórica actualmente se lamenta; existen indicadores de signo positivo y negativo que marcan el peso ya considerable y en aumento de la presencia animalista en el país; las características de la sociedad española son idóneas para la recepción e incluso el triunfo de los nuevos movimientos sociales.
Por otra parte, es un movimiento muy joven y, si lo comparamos con otro muy similar, la abolición de la esclavitud y el triunfo de los derechos civiles de los negros, veremos que se encuentra en una fase aún muy precoz y su triunfo total se prevé a muy largo plazo. Además, su aceptación social no es lo mismo que su aplicación en el marco económico, que es el sector más determinante para el cambio, y por eso siempre habrá reservas legales hasta que cambie la economía y se produzca bienes de consumo exentos de explotación animal. Puesto que lo evidente es más fácil de interiorizar que lo que no perciben los sentidos, la tauromaquia es hoy un asunto debatido y, por mucho que se defienda en nombre de la tradición, probablemente será más fácil de derribar que la ganadería, que es un asunto que todavía no resulta discutible para el común de la gente, tanto porque forma parte de la estructura económica como por su invisibilidad.
Siendo realistas, no se puede esperar un cambio inmediato en la mentalidad social y en la consideración hacia los animales de la población en general. El cambio debe venir desde la educación y los cuestionamientos racionalistas, pero también potenciando los elementos que favorecen la causa y que ya se encuentran presentes en una sociedad que siempre ha convivido con los demás animales y que nunca ha conseguido ignorar completamente sus sentimientos y sensaciones porque, evidentemente, tenían demasiado en común con los propios.
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