El BANQUETE en la SÁTIRA ROMANA ROMANA Muñoz Morcillo, Jesús: Open Antiquitas: esencia, impulso y legado de la cultura clásica, Karlsruhe 2007, pág. 29-41
El BANQUETE en la SÁTIRA ROMANA Horacio, Juvenal y Petronio
I El banquete es un tema recurrente en la sátira latina. Se remonta a Lucilio ( cena cena rustica, libro V) porque aunque en Grecia ya había composiciones líricas sobre el banquete en sí (cf. Jenófanes, 1 D ), el género literario y la finalidad es totalmente distinta. Satura quidem tota nostra est , dice Quintiliano (X 1, 93) con manifiesto orgullo, y no es para menos: el hombre romano influido por las corrientes estoicas estaba dotado para el desarrollo de este género que se caracteriza por la agresividad en el verso y el empeño moralizante desde Lucilio. Por tanto, el romano que escribía una sátira sobre el banquete, lo hacía criticando ciertos aspectos negativos según los valores morales anclados en la gravitas o seriedad moral. Desde este punto de vista el banquete se prestaba a muchas críticas: la desmesura, la lujuria, la glotonería, la vanidad del patrón que se afana en sorprender a sus invitados con platos extravagantes, la actitud grotesca del nuevo rico al dar banquetes, o aspectos más complejos como la decadencia del concepto de amistad mostrada magistralmente en la sátira V de Juvenal, donde el banquete es sólo el pretexto dramático de algo mucho más profundo, o en la célebre “Cena de Trimalción” donde el protagonista nos confiesa ( Satyricon Satyricon , 54) que a nadie le importaba la muerte del patrón de no ser porque tendrían que velar el cadáver de alguien que no les importaba.
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II De una lectura rápida podemos deducir que tanto en la sátira II,8 de Horacio como en la V de Juvenal o incluso en la “Cena de Trimalción” de Petronio el común denominador es la degeneración de costumbres. Pero evidentemente no es lo mismo en cada caso. El salto temporal de Horacio con respecto a Juvenal y Petronio, al igual que sus distintas personalidades (Horacio es cerdo de la piara de Epicuro en el buen sentido, Juvenal un cliente amargado, Petronio un árbitro del buen gusto ), es suficiente para dotar a sus composiciones de talantes muy diversos. Veamos, pues, cuál es el impulso satírico de cada uno. Horacio trataba de retomar a Lucilio y competir con él renovando su sátira mediante un mayor cuidado estilístico, aunque como dice Bieler1de la imitación surge siempre la personalidad propia de Horacio. No extraña que le encontremos tratando un tema Luciliano, el del banquete. Todo el tema de la sátira es el mal gusto del nuevo rico que pretende impresionar a sus invitados con tales extravagancias que llega a removerles las tripas por su vulgaridad. No existía entonces un deterioro tan marcado de la amistad y las relaciones patrono-cliente o al menos no era algo generalizado ni Horacio lo había sufrido en su propia carne como es el caso de Juvenal. Sin dejar de tener su propia fuerza, el tono satírico de Horacio respecto al de Juvenal está descafeinado. El pretendido adoctrinamiento moral lleva a este último al uso de un lenguaje más duro en Ludwig Bieler, Historia de la literatura romana, Gredos: Madrid 1971 (reimpresión de 1992)(= 1965, 2ª edición alemana), pag 216 1
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el plano de la diatriba y del insulto con pinceladas violentas e imágenes que llegan a ser dolorosas (p.e.: vv. 67ss: ecce
alius quanto porrexit murmure panem / vix fractum, solidae iam mucida frusta farinae ; o vv. 104ss: vos anguilla manet longae cognata colubrae, / aut glacie aspersus maculis Tiberinus, et ipse / vernula riparum, pinguis torrente cloaca / et solitus mediae cryptam penetrare Suburae . ). Por otra parte Petronio nos presenta un
cuadro que incluso resulta divertido; nos reímos del anfitrión del banquete, con sus excentricidades, con sus imprecisiones a la hora de hacer referencias mitológicas y literarias, con su parodia (intencionada, como la maliciosa alusión a un pasaje de Séneca en el capítulo 47 a propósito de las ventosidades, o accidental - por parte del personaje al menos - como la ya mencionada incapacidad erudita) de la literatura... Podemos decir que la finalidad moral de la sátira no existe o está velada por el humor, porque uno disfruta a pesar de presenciar la monstruosa descripción de una ofensa contra el buen gusto. (Sirva de ejemplo el ya mencionado capítulo en que Trimalción les permite a sus invitados aligerar el vientre de gases molestos). ¿Cómo se explica este nuevo concepto de sátira en prosa que parece constituir un género en sí más que seguir los moldes anteriores? Quizá realmente el talante del autor corresponda con la descripción que nos ofrece Tácito ( Annales 16, 17) de un tal Petronius presentado como “árbitro del buen gusto” ( arbiter elegantiae ) y libertino consumado. De un individuo así tal vez podría esperarse tal planteamiento del banquete. La verdad es que el lector del Satyricon no deja de sentir la sensación de ser un voyeur que entra en un mundo pervertido a través de los ojos de Encolpio ( el que reposa en los senos ) del mismo modo que el expectador de la Olimpia de Manet o las Señoritas de Aviñón de Picasso. - 31 -
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Respecto a la crítica social de las distintas composiciones el que parece pedir más insistentemente un cambio radical en lo que critica es Juvenal. Para Horacio parece valer más la perfección formal y la estructuración dramática cerrada con broche de oro en los versos finales que la repercusión social que pueda tener su mensaje. El lector no recibe una arenga poética sino el perfecto desarrollo de una anécdota con una ironía satírica que tal vez vela un poco sus propósitos. Estos no siempre se captan plenamente de una primera lectura. La ironía parece que sólo produce humor, no amargura como en Juvenal, aunque sí un proceso de vulgarización que nos puede llevar a esta conclusión e incluso a pensar en la añoranza de Horacio por el noble culto que da un banquete con el único fin de fomentar la amistad. Por otra parte esto es precisamente lo que encontramos en Juvenal de una forma clara y directa, y transida por el dolor de la añoranza. La oposición presente-pasado se llega a explicitar (vv.36-37: quale coronati Thrasea Helvidiusque bibebant / Brutorum et Cassi natalibus. ). Añora a los héroes de la república: Thrasea Paeto y Helvidio Prisco (yerno del anterior) del círculo literario de Cornuto. Para él la cena debería ser un lugar para crear y fomentar la amistad. En Petronio tenemos, sin embargo, un cuadro que nos desconcierta porque parece querernos decir que nada anda mal aunque también podemos leer entre líneas e interpretar todo el humor como una ironía muy fina y pensar lo contrario. ¿Estamos ante una deformación grotesca (o incluso esperpéntica al modo de Valle Inclán) que ataca directamente la corrupción de las costumbres en clave de humor y parodia? ¿O es que tiene Petronio una actitud similar a la de nuestro Arcipreste de Hita cuando dice en el prólogo de El libro de Buen Amor , - 32 -
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que porque es umanal cosa el pecar, si algunos, lo que non los
aconsejo, quisieren usar del loco amor, aquí fallarán algunas maneras para ello? Dejando al lado estos sugerentes pero tal vez muy forzados devaneos, digamos, al menos con cierta seguridad, que sobre todo parece ser el humor paródico lo más importante en el Satyricon , y todo, hasta la degeneración de las costumbres, está sometido a él. Sin embargo trata de tal manera esto que no queda claro el alcance de la seriedad de sus argumentos. Esto se extiende también a sus disertaciones literarias que intencionadamente son tan poco agudas (en cuanto a seriedad) como constructivas. Así la pretendida comparación entre el mimógrafo Publilio y Cicerón ( Satyricon , cap. 55) más bien parece una burla del primero, a propósito, curiosamente, de los lugares comunes utilizados en los epigramas y composiciones satíricas para criticar la degeneración de las buenas costumbres ( Y la Fortuna -dice el epigrama, pag 113 2 - encima de nosotros, / de
nuestros asuntos se ocupa./ Por consiguiente escáncianos , esclavo ,/ vino de Falerno, lo cual se puede comparar con los versos 61ss de la sátira II, 8 de Horacio: ‘heu, Fortuna, quis est crudelior in nos / te deus? ut semper gaudes illudere rebus / humanis!’ , y más arriba, con los versos 34ss: ‘nos nisi damnose bibimus, moriemur inulti’, / et calices poscit maiores) o sus supuestas ideas sobre la épica que ya quedan fuera del banquete (cap. 118; cf. caps. 89 y 90). Según la premisa general de la degeneración de las costumbres nobles y tradicionales en el contexto del banquete sería interesante tratar el tema de la amistad en éste comparando los tres textos. 2 Picasso,
J.: El Satiricón , Cátedra, Madrid 1991 - 33 -
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El que más lo desarrolla sin duda alguna es Juvenal que transmite la misma nostalgia que Marcial (12, 36,8f : Pisones Memmiosque / et Crispos mihi redde, sed priores ) respecto a la amistad que se ha ido corrompiendo. Juvenal lo sabe muy bien por su situación de cliens durante gran parte de su vida, y su aborrecimiento a tan inhumano trato es tal que prefiere el mendigar a ser esclavo. Pero el culpable de esta relación no es sólo el patrono sino también el cliente que acude a la mesa del amo atraído por sus manjares cuando va a ser sometido a la mayor de la humillaciones. Se convierte en un ser ridículo mientras el patrono, a su vez, en un hombre sin escrúpulos totalmente despiadado. Y tales extremos de conducta hacen que el lector no prefiera a ninguno. Los personajes son ajenos, no como Trimalción o los libitinarii (empresarios de pompas fúnebres) de Petronio que adquieren calor por sus perfiles psicológicos y hasta llegan a parecer simpáticos. Sin embargo el perfil psicológico de Nasidieno en Horacio es comparable al de Virrón en Juvenal. Respecto al valor de la amistad en los textos de Horacio y Petronio tenemos un caso parecido. Lo único que busca Nasidieno es impresionar con su vulgar gusto a los invitados sin importarle que sus explicaciones acerca de cada plato les puedan provocar un trastorno intestinal. Este proceso de vulgarización es progresivo. Así, desde el jabalí de Lucania hasta las espaldillas arrancadas de las liebres y los tordos de pechos quemados pasando por una extraña salsa de un sabor no usual, sus extravagancias van degenerando en el mal gusto y nos revelan la dimensión (por decirlo de alguna manera) vacía del personaje que con
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la inesperada caída de unos tapices tira su máscara y muestra que detrás de ella no hay nada. Respecto a la cena de Trimalción, como se dijo más arriba, no hay amistad porque no les gustaría llorar la muerte de alguien por quien no sienten nada (cap. 54). Sus invitados son unos oportunistas que acuden a la invitación atraídos por los lujos y excentricidades del anfitrión; constituyen el cortejo grotesco de un loco que vive de dar espectáculo. Por otro lado, los distintos servicios de la “Cena de Trimalción” ( gustatio, summa cena y epidipnis ) constituyen un elenco muy extenso de exquisiteces artísticas e ingeniosas que llevaría más tiempo del que requiere un escrito de estas dimensiones. Sólo me interesa señalar que detrás de cada plato hay un juego mucho más agudo y conseguido que en el caso de la cena del rico Nasidieno, aunque no por ello es más amigo de sus ‘invitadoespectadores’3. Por tanto, vemos que Horacio en su época sólo se preocupa por la aparición del nuevo rico mientras que Juvenal casi un siglo más tarde y debido a unas circunstancias personales centra toda su fuerza en el problema de la relación patrono-cliente totalmente desvirtuada atacando sin piedad tanto a uno como a otro, mientras que Petronio nos pinta un cuadro divertido y enigmático lleno de parodia y cuyo objeto de ataque no queda bien definido: tal vez sea Trimalción representando al nuevo rico o tal vez sus comensales como los
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Está claro que Trimalción tampoco busca en ellos amistad, sino espectadores para regodearse con el efecto de su locuras. Sus invitados son, por tanto, fundamentalmente espectadores. - 35 -
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interesados o tal vez la literatura latina y griega de la que no para de mofarse desde la épica hasta la filosofía. Respecto al clímax de las tres composiciones hemos de decir que en la sátira II,8 de Horacio está justo al final del poema y nos revela, en la venganza que tomaron con el dueño de la casa los invitados, la finalidad satírica del texto: el mal gusto del nuevo rico hace indeseable hasta sus manjares, es decir: en la riqueza no está la finura ni mucho menos. En Juvenal el clímax estaría en el momento en que se reconoce la humillación y el consecuente regodeo del amo. Esto lo encontramos en los versos 170-3, justo al final del poema: omnia ferre / si potes, et debes. pulsandum vertice raso /
praebebis quandoque caput, nec dura timebis / flagra pati, his epulis et tali dignus amico 4 . Aquí se demuestra que Virrón es más inteligente que Trebio (representando al cliente en general) pues éste tiene que soportarlo todo, hasta dejarse golpear como un payaso mientras aquél disfruta. Este punto del texto pretende persuadir de una vez por todas al cliente de que es mejor la pobreza a una vida afrentosa, pero quizás es el mismo Juvenal quien tiene la esperanza de convencer a Juvenal5, porque posiblemente él mismo vivía una situación similar a la descrita.
presencia de la palabra amicus y su colocación no es baladí. Aparece seis veces al menos en esta sátira y el hecho de que vaya siempre a final de verso hace pensar que se trate de un término marcado totalmente irónico (cf. Cuccioli, Rita: “The ‘banquet’ in Juvenal Satire 5 ”, Papers of the leeds international latin seminar (1990), vol. VI, pp 139-43). 5 Gilbert Highet: Juvenal the satirist , Oxford University Press, Amen House: London, 1954, p. 83-88 4 La
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Respecto al estilo, Horacio es más dramático y formal mientras que Juvenal cuida más el mensaje satírico sin descuidar escesivamente la forma y Petronio es más narrativo pero no por ello menos colorista que sus predecesores. Por otro lado, también es cierto que a Petronio —permítaseme la expresión— hay que darle de comer aparte por tratarse sus textos de una obra sumida incluso hoy día en muchos interrogantes. Se dice que la epopeya y la novela helenística han servido de modelo al Satyricon , pero no son los únicos que condicionan su estilo. Hay mezcla de poesía y prosa como en las muy lejanas en el tiempo (respecto a Petronio) Sátiras Menipeas de Varrón que no tuvieron una nueva retribución verdadera hasta la Apocolocyntosis de Séneca en época de Nerón. También hay detalles que recuerdan al mimo antiguo como la pantomima de los cocineros. La referencia al mimo nos hace relacionar ciertos pasajes con ese pretendido realismo del que se habla en torno a esta obra y que Furhmann define como realismo sarcástico. Siguiendo también a Fuhrmann 6 diremos que Petronio es un conocedor de las leyes del género y el estilo pero no se deja someter por ellas sino que las usa en función de una deformación parodística. Huye la norma y se ríe de ella para conseguir llevarse a sí mismo y al lector hasta una libertad individual frente a los acontecimientos sociales. Pero el lector corre el peligro de quedarse en las risas y las chanzas si su espíritu no está atento (y cómo estarlo) a lo esencial en medio de tal bombardeo de imágenes comprometedoras que incluso llegan a ruborizar.
Manfred: Literatura Universal. Literatura Romana , Gredos: Madrid 1985 (=Frankfurt 1975), p. 396 6Fuhrmann,
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El dramatismo en Horacio se aprecia en la cantidad de verbos que dan dinamismo a la composición. El lector atento percibe el ajetreo de los sirvientes entre plato y plato o el bullicio general que causa la caída de los tapices. También contribuye al dramatismo el hecho de que Horacio ceda la voz a sus personajes y que quien nos cuenta la cena (Fundano) introduzca bruscamente algún que otro hic erus: o que utilice los presentes históricos para narrar alguna acción (p.e.: Adfertur squillas v. 43, dum quaerit v. 81). Según mi modesta lectura la parte más animada del texto está formada por dos pasajes. Uno es la caída de los tapices (vv. 54-58) donde en menos de cinco versos que forman dos frases encontramos cuatro verbos conjugados: fecere, excitat, sensimus, erigimur ; el infinitivo del verbo sum y, al menos, tres palabras de naturaleza verbal: suspensa, trahentia, veriti . El otro pasaje se encuentra casi al final de la composición y abarcaría desde el muy sonoro verso 78:
Nullos his mallem ludos spectasse: sed illa / redde, age, quae deinceps risisti , que juega con el sonido sibilante simulando
los susurros de que hablaba Fundano, hasta el verso 85, aunque podría extenderse hasta el final. A parte de las temporales introducidas con dum y la abundancia de verbos, he seleccionado este pasaje por el vocativo enfático Nasidiene y la palabra redis , segunda persona del singular del presente del verbo redeo. Yo sólo he sido capaz de entender este pasaje imaginando los gestos del tal Fundano, como si al decir Nasidiene, redis mutatae frontis tuviera muy presente en la memoria las maquinaciones del vulgar rico. En Juvenal todo es pintado con gran vivacidad, drásticamente, sin piedad, bajo una fuerte caracterización antitética (pobreza / lujuria; cruel hospitalidad / amistad - 38 -
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esclava) que define sin compasión los dos planos cuidándose de no mostrar predilección por ninguno. Facit indignatio versum ( I,79), nunca mejor dicho, porque este banquete no es más que fruto de la indignación, y toda su distribución aparentemente caótica de insultos y expresiones duras se justifica por ésta. Respecto a la estructura, tenemos en Juvenal una en anillo que empieza haciendo referencia a los payasos Sarmiento y Gabba iniquas Caesaris ad mensas (vv. 3-4; cf. sátira I,5 de Horacio), y termina refiriendo al propio Trebio la misma función que estos dos parásitos, es decir:
pulsandum vertice raso / praebebis quandoque caput, nec dura timebis / flagra pati, his epulis et tali dignus amico (vv.171-3). Esta atención por parte de Juvenal en la estructuración de la sátira desmiente un poco sus supuestos descuidos formales que comete al centrar toda su atención en la crítica sangrienta y despiadada. Aquí en lugar de descuido formal lo que tenemos es casi lo contrario: la forma se adapta al contenido y la indignación crea el verso y la estructura que le corresponde. De esta manera nos resultará más plausible y efectista la composición anular e incluso la dureza del monosílabo al final de verso (p.e.: vv. 8, 20,22, 86, 88, 92, 93...) En cuanto a Horacio podemos decir que, curiosamente, su estructura no parece tener tantas intenciones como la que nos da Juvenal. Horacio adopta la forma de un diálogo y desarrolla la cena linealmente hasta la llegada de un final («inesperado») que le sirve de broche a la exposición dramática de Fundano. A través de ésta se ridiculiza al nuevo rico, lo cual está conseguido, pero se descuida otro aspecto importante para un desarrollo más - 39 -
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claro de este individuo en el que difícilmente podría Horacio competir con Petronio: me estoy refiriendo al retrato psicológico proporcionado a través de las palabras de su propio personaje. Nasidieno interviene dos veces: una para ofrecer vino a Mecenas (vv.16ss) y otra para darle las gracias a un amigo (vv.75ss). No niego que estas intervenciones tengan una función satírica pero sí manifiesto que no están suficientemente elaboradas como para hacernos una idea del retrato psicológico del nuevo rico de Horacio. Aunque por otra parte es posible que no le interese más que esbozar el perfil del estereotipo del nuevo rico. Y es cierto que sólo de esta manera se consigue que no simpaticemos con él, pero para eso es más efectivo el radical alejamiento de Juvenal que se coloca por encima de sus personajes, se ensaña con ellos y en ningún momento opta por colocarse a su altura como Horacio. La estructura presente en Petronio queda abierta, pues sólo se interrumpe el banquete cuando Encolpio y Ascilto lo abandonan. Por otra parte su desarrollo narrativo es el más apropiado para el retrato psicológico a través de las intervenciones de los distintos personajes. En esto, sin duda alguna, es el mejor de los tres. Ahora bien, no me arriesgaría a decir muchas cosas sobre la función de la estructura en el Satyricon . Sirva de indicación simplemente que la estructura lineal abierta y narrativa se adapta más a las exigencias de un género que se asemeja a la picaresca española de siglos posteriores.
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III Resumiendo, esta lectura comparativa recoge la premisa común de la degeneración de costumbres en el banquete romano. La varidad de desarrollo de un tema recurrente viene condicionado por las distintas épocas en que fueron redactados los textos satíricos así como por el talante individual de sus autores. Esta observación corrobora la diferencia conceptual y estilística del ejercicio literario de la sátira sin la necesidad de reconecer la existencia de distintos géneros satíricos cronológica o estilísticamente diferenciables. De aquí en adelante que cada uno escoja su banquete preferido. Salamanca, febrero 1996
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