EDUCACIÓN AMBIENTAL EN LA PREVENCIÓN DE INCENDIOS FORESTALES
EDUCACIÓN AMBIENTAL EN LA PREVENCIÓN DE INCENDIOS FORESTALES
GEA
scl.
Acciones cofinanciadas por el Fondo Social Europeo en el marco del Programa Operativo Iniciativa Empresarial y Formación Continua (2000-2006) objetivos 1 y 3 con una tasa de cofinanciación del 70% y 45% respectivamente. Acciones gratuitas para los destinatarios. Acciones dirigidas a trabajadores activos de pequeñas y medianas empresas y profesionales autónomos relacionados con el sector medioambiental que desarrollen su actividad en Castilla y León. Manual incluido en el proyecto de capacitación y formación sobre gestión forestal sostenible para PYMES y trabajadores autónomos de las comarcas objetivo del Plan 42.
La producción y edición de este manual ha sido cofinanciado por el Fondo Social Europeo (F.S.E.), la Fundación Biodiversidad y la Junta de Castilla y León Autores: GEA scl (Gestión y Estudios Ambientales, scl) Revisión de textos: Juan Ramón Espinosa Rincón, Yolanda Yolanda Sampedro Ortega y Domingo Villalba Indurria Ilustraciones: Cintia Martín Esteban Impresión: Gráficas 66, SL. Pinted in Spain - Impreso en España Depósito Legal: VA-360-20040
El Fondo Social Europeo contribuye al desarrollo del empleo, impulsando la empleabilidad, el espíritu de empresa, la adaptabilidad, la igualdad de oportunidades y la inversión en recursos humanos.
ÍNDICE GENERAL 1. ¿QU ¿QUÉ ES ESTE ESTE MANU MANUAL AL?? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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2. APROXI APROXIMAC MACIÓN IÓN A LOS LOS INCEND INCENDIOS IOS FOREST FORESTALE ALESS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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3. INCEND INCENDIOS IOS FOREST FORESTALE ALESS EN EN CAST CASTILL ILLAA Y LEÓN LEÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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4. CAUSA CAUSASS Y MOTIV MOTIVACI ACIONE ONESS DE LOS LOS INCEN INCENDIO DIOSS FOREST FORESTALE ALESS . . . . . . . . . .
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5. SOLU SOLUCI CION ONES ES DES DESDE DE LA LA GEST GESTIÓ IÓN N FORE FOREST STAL AL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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6. LA EDUCAC EDUCACIÓN IÓN AMBIEN AMBIENTTAL COMO COMO HERR HERRAMI AMIENT ENTAA PARA LA PREVENCIÓN DE INCENDIOS FORESTALES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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PRESENTACIÓN
Atendiendo a la importancia que los incendios forestales originados por causas humanas tienen en nuestra Comunidad, desde la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León se ha diseñado un plan específico de medidas preventivas contra incendios forestales, denominado Plan 42, que fue aprobado por Acuerdo de 10 de enero de 2002 del Consejo de Gobierno de la Junta de Castilla y León. La premisa de la que parte este Plan es que el desarrollo socioeconómico de las comarcas más afectadas por los incendios forestales influirá positivamente en la reducción de éstos. Para que este desarrollo tenga lugar se plantea la necesidad de una mejora de las estructuras económicas existentes, así como la formación, capacitación y profesionalización de la población vinculada al medio rural e implicada en la consecución de este desarrollo. Esta formación no sólo ha de contribuir a elevar los niveles de competitividad de los trabajadores y pequeñas empresas rurales, sino también a la creación de empleo estable. Desde esta Consejería, en colaboración con la Fundación Biodiversidad, dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, se está llevando a cabo un programa de actuaciones entre las que se incluye la edición del presente manual, dirigido a la mejora de la formación profesional y sensibilización medioambiental de trabajadores de PYMES y profesionales autónomos relacionados con el sector medioambiental, dentro del Programa Operativo “Iniciativa Empresarial y Formación Continua” para regiones españolas de Objetivo 1 y 3, durante el período comprendido entre los ejercicios 2001-2006, contando todas ellas con la cofinanciación del Fondo Social Europeo.
El manual que aquí se presenta pretende abordar, desde una perspectiva educativa, los objetivos y métodos de trabajo más comunes hoy en la gestión forestal en Castilla y León, aportando ideas y puntos de vista que faciliten la identificación de las claves necesarias para la consecución de una mejor integración de la gestión forestal en la sociedad actual. Dirigido a los diferentes colectivos de educadores, el manual servirá de ayuda para la comprensión y divulgación de los criterios seguidos en la toma de decisiones de los gestores forestales, de manera que se genere un instrumento útil de trabajo para la programación y ejecución de actuaciones de educación ambiental en este sentido. Los educadores podrán ser así vehículo de conocimiento entre gestores, propietarios forestales y población en general sobre la gestión que se realiza en el medio natural, con el fin último de mejorar el mismo y contribuir al aumento del nivel de vida y rentas de la población rural.
María Jesús Ruiz Ruiz CONSEJERA CONSEJERA DE MEDIO MEDIO AMBIENTE AMBIENTE JUNT JUNTA A DE CAST CASTILLA ILLA Y LEÓN LEÓN
1 ¿QUÉ ES ESTE MANUAL?
Este manual pretende ser una herramienta de reflexión y trabajo para todas las personas involucradas en la prevención de incendios forestales desde una perspectiva educativa. Asimismo, puede ser un material útil para otros profesionales que deseen profundizar en la dimensión social de la prevención de incendios. A lo largo de este volumen desgranaremos las causas y motivaciones por las que se producen incendios forestales en nuestro ámbito territorial, desvelando cómo, en una gran mayoría de los casos, éstos están vinculados a problemas socioeconómicos y de gestión del medio que deben ser abordados si realmente deseamos avanzar en la prevención de incendios. Así, en los primeros capítulos se realiza un repaso sobre la naturaleza del fuego y sus principales características, las consecuencias ambientales, sociales y económicas de los incendios, sus principales causas y motivaciones, así como la distribución geográfica e incidencia en Castilla y León. En el capítulo cinco se describen las soluciones al problema desde la gestión forestal y en el capítulo seis ofrecemos una aproximación a cómo se puede abordar, desde el ámbito de la educación ambiental, una intervención en materia de prevención de incendios. La intención de este documento es tan solo contribuir en cierta forma a profundizar en una línea de trabajo que ha sido abierta hace ya décadas y que, de alguna manera, es ya tradicional en el ámbito de la educación y la comunicación ambiental.
12 Esperamos que este documento aporte alguna información nueva o, al menos, sea útil para aglutinar y sintetizar algunas de las reflexiones colectivas que, desde un enfoque educativo, se vienen haciendo en los últimos años en materia de incendios forestales.
2 APROXIMACIÓN A LOS INCENDIOS FOREST FORESTALES ALES
¿A qué incendios consideramos forestales? Aunque al hablar de incendios forestales muchos de nosotros podemos entender que nos referimos sólo a los fuegos que afectan a los bosques, el término incluye a todos los que se producen en el monte. monte. Entonces, ¿qué espacios incluye el término “monte”? En una primera aproximación podemos decir que incluye cualquier tipo de terreno, excepto los dedicados a cultivos, usos urbanos o industriales. Ello implica que estamos hablando de ecosistemas arbolados, arbustivos, herbáceos o incluso roquedos, todos ellos importantes para la conservación de la vida silvestre y la regulación de los ciclos naturales. No obstante, al hablar de superficie afectada por incendios se tiende a diferenciar entre la arbolada y el resto. Algunas de las razones para establecer esta diferencia son que en general los ecosistemas arbolados tardan más tiempo en recuperar un estado similar al que tenían, y que el valor económico de los recursos que se han perdido suelen ser mayores. Las consideraciones ambientales y económicas que rodean a un incendio forestal son muy amplias y variadas, tanto como la diversidad de ecosistemas que pueden formar un monte. Además, se deben añadir las situaciones de peligro que suponen para la integridad física de las personas o los daños materiales que puede ocasionar a los bienes de éstas.
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¿Combustibles en el monte? Llamamos combustibles a todo aquello que puede arder que, en el caso del monte, son la gran variedad de plantas que en él viven, al igual que sus restos y cualquier elemento que se desprenda de la vegetación. Así, la continua generación de biomasa por parte de los organismos vivos constituye, en el caso de la vegetación, un continuo aporte de carga calorífica al monte. Aunque existe una gran variedad de climas en Castilla y León, en términos generales se pueden considerar caracterizados por unas primaveras muy favorables para el desarrollo de la vegetación, seguidas de veranos muy calurosos y con escasas lluvias, especialmente en las zonas con mayor carácter mediterráneo. mediterráneo. El resultado de esta sucesión de estaciones es la generación de una cantidad elevada de combustible que, según avanza el período estival, va adquiriendo unas condiciones propicias para el inicio y propagación de incendios forestales. No obstante, se puede observar en numerosos incendios que no se consume toda la materia vegetal, viva o muerta, debido a las condiciones concretas que presenta para arder. La predisposición de los combustibles forestales al respecto depende del tipo de fuego de que se trate, de características propias de los materiales, y de otro tipo de factores ajenos a los mismos. Entre los que dependen del propio combustible señalaremos: • la cantidad cantidad de de dichos dichos material materiales, es, • su tama tamaño ño,, • la relación existente existente entre la superficie superficie que exponen ante ante el fuego y el voluvolumen que ocupan -esto es, de lo finos o gruesos que sean-,
15 • • • •
lo compact compactado ado que que se encuentr encuentre, e, la humeda humedadd que que conteng contenga, a, las sustancias químicas que pueden producir producir los propios propios vegetales vegetales y la densid densidad ad de la mader madera. a.
Por otra parte, los factores ajenos al combustible que influyen sobre su predisposición a arder varían temporalmente y en función de cada lugar concreto, tal y como puede deducirse de la siguiente relación: • la épo época ca del del año año,, • las condicion condiciones es meteoroló meteorológicas gicas,, • la insolac insolación ión que que recibe reciben, n, • la orienta orientación ción de la zona y • la ubicación concreta concreta del material material vegetal vegetal (superficial, (superficial, subterráneo, subterráneo, aéreo) entre otros. Existen otros conceptos interesantes sobre el comportamiento de los combustibles ante los incendios, relacionados con los factores citados anteriormente. Así, por inflamabilidad se entiende la facilidad de la materia vegetal para producir llamas bajo la acción de un foco de calor. Mientras que la combustibilidad se refiere al calor desprendido durante su combustión que, si se produce en cantidad suficiente, podrá mantener dicha reacción y propagarla a la materia vegetal próxima. Precisamente el hecho de la propagación es el que convierte el proceso elemental de combustión en un incendio. Otra característica característica de la vegetación, que puede influir en la forma en que se produce y propaga un fuego, es la continuidad de la misma sobre el terreno. Si no hay interrupciones de combustible a lo largo de la superficie o, lo que es lo mismo, en el plano horizontal, el fuego podrá transmitirse a lo largo de una extensión considerable. siderable. De manera similar hablamos de continuidad en el plano vertical, esto es, entre la vegetación que se encuentra cercana al suelo y las copas de los árboles. Cuando ambos estratos se encuentran muy próximos, el fuego de la superficie pasa fácilmente a las copas, como ocurre cuando abundan las ramas secas y el matorral con cierta altura. Por lo tanto, a mayor cantidad de combustible, mayor combustibilidad y mayor continuidad vertical entre la vegetación, el fuego podrá alcanzar temperaturas más elevadas y arder durante más tiempo, lo que podemos resumir en que adquiere mayor intensidad. intensidad. No obstante, a estos comportamientos comportamientos siempre se pueden añadir matices que pueden contradecir cualquier generalización. Así, dado que una vegetación muy tupida dificulta la circulación del oxígeno entre la misma, el fuego tardará más tiempo en consumir la biomasa viva y muerta, además de propagarse con mayor dificultad. Este fenómeno podemos haberlo observado si alguna vez hemos echado
16 demasiada leña en una fogata: habremos visto que tiende a apagarse, lo que llamamos asfixiar el fuego. Conviene tener en cuenta que la discontinuidad vertical de combustible no garantiza que un fuego no pase de la superficie a las copas de los árboles y viceversa, dado que puede propagarse sin que aparentemente las llamas entren en contacto con nuevos materiales susceptibles de arder, como veremos más adelante. Por lo tanto, podemos concluir que toda la materia vegetal que existe en nuestros montes es susceptible de arder, si bien tiene mayor o menor probabilidad de hacerlo según las condiciones y circunstancias que rodean dichos materiales. Sin embargo, a través de un amplio abanico de medidas de gestión, como veremos, se puede influir en gran medida sobre la vegetación y sus restos de cara a su comportamiento ante los incendios.
La probabilidad de que haya un incendio: peligros y riesgos Al hablar coloquialmente es frecuente utilizar de forma indistinta las palabras peligro y riesgo de incendio. No obstante, entre los profesionales de la gestión forestal se establecen matices entre estos dos términos que conviene tener en cuenta. Como ya hemos visto, las probabilidades de que comience un incendio y de que éste se propague dependen, entre otros factores, de lo que podríamos llamar condiciones naturales. naturales. Así, el concepto de peligro de incendio refleja la forma en que influyen características intrínsecas del medio como las siguientes: • Las propiedades propiedades como combustible de de la especie predominante. predominante. • Su resisten resistencia cia en caso caso de incendio incendio.. • Su posición posición dentro dentro de la masa masa forest forestal. al. • Las interrelaciones interrelaciones que se puedan puedan establecer entre entre los elementos biológicos biológicos y físicos de un ecosistema. Como vemos, el peligro de incendio nos habla de características estables (no estacionales) de un espacio forestal. Sin embargo, sobre la probabilidad de que se produzca un incendio influyen otros elementos que no son de origen natural o que, siéndolo, varían en el tiempo. Por ello, al hablar de riesgo de incendio nos referimos al conjunto de factores naturales –de carácter circunstancial- y de origen humano que pueden iniciar el
17 fuego. Este concepto considera los elementos que barajamos en el peligro de incendio y, además, dos nuevos aspectos: 4
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Las condiciones meteorológicas de cada momento concreto. La posibilidad de que se produzca una de las acciones que inician el fuego, entre las que juegan un papel destacable las actividades humanas. Así, cobran gran importancia aspectos relacionados con comportamientos arraigados, ya sea entre la población local, otro tipo de aprovechamientos que se realicen en el medio o los distintos usos recreativos del mismo.
El avance del fuego Cuando se ha producido un incendio, denominamos frente o cabeza a la parte por la que avanza con mayor velocidad. Aunque el agente que más influye en la propagación sea el viento dominante, también lo hacen otros factores, como son la pendiente y las condiciones del combustible. No obstante, el fuego se puede extender por otras partes aunque con menor velocidad e intensidad, como son los llamados flancos o laterales, laterales, y la cola o parte trasera. trasera. La propagación del incendio es algo más que el paso de las llamas de un lugar a otro, ya que antes de que lleguen a la vegetación y sus restos, son precedidas por temperaturas elevadas y un aire seco que genera el propio fuego, lo que a su vez va calentando, secando y matando la vegetación y, por lo tanto, permitiendo que se transmita el incendio. Por eso se llama frente de desecación a esta forma de energía que llega primero y frente de avance al que realizan las llamas posteriormente. Si la vegetación tarda más en secarse, por sus características propias o por la humedad que le hubiera aportado el ambiente, el avance del frente de desecación será
18 más lento. Así, puede llegar a ocurrir que las llamas no consigan progresar y, por consiguiente, el fuego se extinga. La forma más conocida de propagación de un incendio es cuando avanza a través de los combustibles que están en contacto entre sí, lo que se conoce como conducción. conducción. Puede ser también por el calor que irradia el fuego lateralmente a los materiales vivos o muertos que se encuentran cercanos, a lo que llamamos radiación (si pudiéramos verla, sería como un abanico que se va abriendo, de tal manera que al aumentar la altura de las llamas, el calor alcanza mayor distancia lateralmente). La tercera forma se denomina convección, convección, en la que el fuego transfiere su energía a través del aire que se expande y eleva, transmitiendo verticalmente dicho calor. Los vientos fuertes modifican la dirección de las corrientes de convección, arrastrando en ocasiones pavesas, pavesas, como se llama a las pequeñas partículas incandescentes que pueden provocar nuevos focos. Por lo tanto, los factores que influyen, positiva o negativamente, en la propagación de un incendio son, entre otros, los siguientes: 4
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El viento empuja hacia nuevos combustibles las llamas, el calor que producen y las masas de aire seco y caliente. Además, aporta el oxígeno necesario para que el fuego continúe y se avive, como si fuera un fuelle. La humedad ambiental incrementa la energía que necesitan los combustibles para secarse, calentarse y, por tanto, comenzar a arder.
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La pendiente favorece que la energía del fuego vaya afectando al combustible que se encuentra más arriba, aproximando la columna de convección y el abanico de la radiación a los combustibles, además de favorecer las corrientes de aire pendiente arriba. La continuidad de los combustibles permite que se propague el fuego de las tres forma comentadas, tanto horizontal como verticalmente.
No son árboles todo lo que se quema La influencia de los factores ya comentados sobre el comportamiento del fuego provocan que un incendio avance pasando de un estrato de la vegetación a otro. El resultado de este modo de propagación es una superficie en la que se aprecia heterogeneidad tanto en lo relativo a la altura a la que se ven dañadas las plantas como a la profundidad de suelo afectada. La siguiente clasificación, muy conocida en labores de extinción, permite comprender los efectos de los incendios sobre el medio, pero debe tenerse en cuenta que la superficie recorrida por un incendio puede tener diferentes zonas con distintos tipo de fuegos. El primer tipo de fuego que consideraremos es el llamado fuego de superficie o de suelo, suelo, que ocurre cuando sólo afecta a las plantas y restos que se encuentran más cercanos al suelo, sin que el fuego llegue a las copas de los árboles cuando los hay. En este caso, el espacio queda protegido parcialmente ante la erosión y la desecación tras precipitaciones, además de proporcionar cierta sombra que favorece el posterior desarrollo de microorganismos del suelo y otras especies. En ocasiones, cuando las copas de los árboles están muy juntas el incendio puede producirse sólo en éstas, por lo que se llama fuego de copas. copas . Las llamas avanzan muy deprisa en estos casos, dada la gran aireación de que dispone. Aunque suelen morir todos los árboles, al menos el suelo permanece parcialmente cubierto por otro estrato. Podemos deducir fácilmente que cuando se queman ambos estratos las consecuencias son peores para el suelo. Hablamos de fuego de subsuelo cuando afecta a las capas que están bajo la superficie terrestre, para lo cual su contenido en materia orgánica tiene que ser muy elevado, como ocurre en las turberas. Esta combustión avanza lentamente, pareciéndose más a la de un cigarro, por ejemplo, que a las otras que hemos comentado. La extinción de este tipo de fuegos puede ser muy difícil, al igual que la posterior recuperación del ecosistema.
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Los efectos del fuego Aunque pueda sorprender, los incendios no resultan necesariamente una catástrofe en todos los ecosistemas del mundo. En las zonas afectadas periódicamente por el fuego se ha desarrollado un tipo de vegetación y fauna relativamente bien adaptados. Sin embargo, en otros espacios naturales no se han alcanzado formas de resistencia ante el avance de las llamas, ni una rápida regeneración tras los incendios, por lo que las consecuencias pueden ser muy negativas y se puede llegar a hablar de catástrofe ecológica. Una de las adaptaciones a los incendios que podemos encontrar en los vegetales es la capacidad para regenerarse a partir de determinadas partes de las plantas o de semillas que sobreviven a los mismos. El caso más evidente es el del alcornoque que, gracias a su corcho, consigue mantener vivos gran parte de sus tejidos, a partir de los cuales rebrotan ramillas ramillas y hojas, formando una copa similar a la anterior transcurrido un breve periodo de tiempo después del incendio. Entre las especies cuyas semillas resisten el paso del fuego podemos mencionar algunas jaras, cuya germinación es estimulada por las altas temperaturas. Así, las especies que rebrotan con vigor o germinan de forma abundante tras un incendio, lo hacen generalmente en un medio desprovisto de vegetación, lo que significa que cada planta dispone en un primer estadío de menor competencia y por tanto de mayor cantidad de recursos para su desarrollo. Tras un incendio aparecen primero las especies con mejor respuesta ante dicho agente y, a medida que pasa el tiempo, se suelen ir incorporando otras plantas que presentan mayor dificultad para regenerarse tras el fuego, sustituyendo a menudo a las primeras que se desarrollaron. Esta sucesión ha caracterizado a parte de los ecosistemas mediterráneos -cuya dinámica estacional aumenta el riesgo de incendios-, por lo que podemos decir que el fuego ha tenido gran importancia en la selección natural, ha favorecido a las especies que han desarrollado adaptaciones al mismo, dependiendo incluso algunas formaciones vegetales de la existencia de incendios periódicos para persistir. La posibilidad de que se restablezca una vegetación similar a la que había previamente a un incendio depende de diversos factores, como la respuesta de las propias especies, las características características del incendio, el lugar y la época del año en que se produzca. Entre los primeros podemos destacar la mayor o menor capacidad de las semillas de resistir al fuego y germinar tras él, además de la tolerancia ante el sol directo durante los primeros estadíos de desarrollo de la planta. Por otra parte, entre los factores ligados al área donde se produce el incendio podemos citar la distancia a fuentes de semillas que permitan una rápida colonización del terreno, o el riesgo de erosión y la consiguiente pérdida de suelo.
21 La respuesta de la vegetación está obviamente condicionada por la intensidad y extensión del incendio. Así, una intensidad elevada reduce la regeneración vegetal y aumenta el daño sobre el suelo, que pierde materia orgánica, actividad biológica descomponedora, nutrientes para las plantas y la capacidad de retención de agua. Por su parte, la extensión afecta a la distancia de fuentes de semillas u otros seres vivos, además de agravar los problemas de erosión, al incrementarse la superficie su perficie de terreno que no retiene adecuadamente el suelo y la lluvia que éste recibe. Una de las características que más ha cambiado en los incendios respecto a lo que podríamos considerar su dinámica natural es la mayor frecuencia con la que ocurren. Ello entraña importantes consecuencias, ya que la regeneración vegetal emplea recursos que requieren determinado número de años para que las plantas los acumulen en suficiente cantidad. Es el caso del banco de semillas, como se denomina al conjunto de ellas que se encuentran latentes en el suelo; la sustitución del corcho en el alcornoque, que tras soportar un incendio queda demasiado deteriorado como para resistir otro durante varios años; o, en el caso de especies que rebrotan bien tras un incendio, su creciente debilidad si la frecuencia de la perturbación es muy alta. De forma similar se ve afectada la fauna, que pierde refugios y fuentes de alimentación, aparte de la mortalidad que produce el fuego en sí. La velocidad y la extensión del incendio se relacionan con la capacidad de desplazamiento de cada especie, tanto para escapar como para volver a colonizar el espacio. Los cambios producidos en la vegetación afectan de diferente manera a unos animales u otros, según su capacidad de adaptación a diferentes condiciones. Precisamente muchas de las especies que por su estado de conservación se consideran amenazadas, suelen ser de las más perjudicadas por un incendio, ya que su situación se debe en muchos casos a que necesitan unas condiciones ambientales con pocas perturbaciones.
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Una relación secular El ser humano ha llegado a desempeñar un papel fundamental en la dinámica de los espacios naturales a través de actividades como la agricultura, la ganadería, la obtención de madera y leña o la caza. Dado que los ecosistemas se ven afectados cuando varían los elementos que los componen, los cambios de carácter más acelerado que se están produciendo desde las últimas décadas en las actividades humanas están implicando alteraciones profundas en el medio natural. Uno de estos cambios es el abandono de aprovechamientos tradicionales o la reordenación de los mismos –entre ellos la ganadería-, como consecuencia de lo cual se desarrolla abundante matorral a lo largo de grandes extensiones. Nos encontramos además con que el paisaje tradicional en mosaico, con propiedades pequeñas y diferente vegetación, está siendo sustituido por otro caracterizado por grandes extensiones de vegetación más homogénea. Tenemos que tener en cuenta que el fuego ha sido una herramienta agropecuaria tradicional, utilizada en la roturación de montes para obtener espacio para otros usos, eliminar restos de cosechas y favorecer la formación de pastos para el ganado. Estas dos últimas aplicaciones están vigentes aún en la actualidad y conforman unas de las motivaciones estadísticamente más importantes para provocar un incendio forestal. forestal. El ganado, ganado, aunque en diferente grado según las especies y razas, tiene dificultad para alimentarse de los matorrales que hayan desarrollado demasiado su tallo y ramas ya que, al hacerlo, van adquiriendo carácter leñoso. Al crecer, año a año van acumulando sales, nutrientes, ocupan el espacio y por tanto evitan que la luz del sol y el resto de recursos lleguen al estrato herbáceo, con mayor interés como pasto. En este contexto el fuego se empleó y se sigue utilizando para eliminar el matorral y dejar por tanto disponibles todos los recursos (luz, sales minerales, agua y espacio) a las herbáceas y a los brotes tiernos de matorral, que en este estadío sí pueden ser aprovechados por el ganado. La quema de matorral para “limpiar el monte”, como así se sigue denominando, también ha sufrido una serie de cambios que la han ido alejando del carácter tradicional como herra-
23 mienta de gestión del medio. Así, en la mayoría de los pueblos, quemar el monte era una actividad que realizaba conjuntamente parte de la población, por lo que se organizaban tareas para alimentar y controlar el fuego -tales como abrir cortafuegos- para que éste no rebasara la superficie que se hubieran hu bieran fijado, siempre en relación al tamaño de la cabaña ganadera que fuera a aprovechar los futuros pastos. Dado que el objetivo era la regeneración de pastos, past os, las quemas se realizaban realizaba n durante las épocas en que el impacto sobre el medio era menor. Además, se procuraba hacer en días con condiciones meteorológicas adecuadas para recuperar, en caso necesario, el control del fuego. En la actualidad la situación es claramente distinta. Como ya hemos visto, los cambios en las actividades agropecuarias tradicionales han provocado un desarrollo notable del matorral que ahora ocupa grandes extensiones, lo que supone gran continuidad en el combustible. Si además tenemos en cuenta que esta práctica ya no se realiza entre varias personas, que se trata de una práctica ilegal si no se tiene autorización, y que quienes inician el fuego se alejan lo antes posible, entenderemos por qué estos incendios han pasado a ser incontrolados, a menudo demasiado extensos y algunas veces desastrosos. Dado que el espacio afectado es mayor que el necesario para el ganado que va a pastar, éste no puede controlar a su vez el desarrollo del matorral, por lo que el terreno queda cubierto rápidamente de nuevo por un tipo de vegetación con escaso valor como pasto. Los estudios demuestran que cada recuperación de estos espacios es menos vigorosa que la anterior, tanto de las especies con interés para el ganado como de las restantes. La frecuencia con que se producen estos incendios supera la capacidad de respuesta de la vegetación y acelera la pérdida de materia orgánica y sales minerales. Estas nuevas condiciones favorecen únicamente a las escasas especies que resisten una alta periodicidad de incendios, lo que implica una fuerte reducción de la diversidad. Es importante adelantar que existen alternativas viables para obtener pastos en zonas de matorral, utilizando métodos mecánicos, como veremos en capítulos posteriores de este manual. A partir de los efectos de los incendios forestales que hemos visto, podremos comprender los perjuicios que suponen para la población que tiene su medio de vida en el aprovechamiento de otros recursos renovables del monte aparte de la ganadería. En la pérdida de dichos recursos hay que considerar que la pervivencia de las poblaciones rurales se ve dificultada. El uso del fuego para la eliminación de restos de cosecha, cosecha , conocido como quema de rastrojos, supone en muchas ocasiones el inicio de incendios forestales importantes. importantes. Se producen cuando las quemas sobrepasan los linderos de las fincas y se extienden por las superficies colindantes. Se trata de una práctica con un
24 impacto considerable sobre la vida silvestre, ya que la vegetación que ocupa los límites de los cultivos permite a la fauna conseguir alimento y refugio, algo que conocen muy bien los cazadores. Aunque no es materia de este manual, conviene tener en cuenta que los efectos de esta práctica sobre el suelo agrícola también son negativos en la mayoría de los casos, ya que desde la sustitución de estiércol y abonos similares por fertilizantes inorgánicos, el contenido de materia orgánica está disminuyendo continuamente en los suelos dedicados a la agricultura, lo cual es perjudicial. Por lo tanto, nos encontramos ante un uso del fuego en el que con demasiada frecuencia no se toman las suficientes medidas para controlarlo y en el que, salvo en determinados casos, los efectos positivos no compensan a los negativos, y al mismo tiempo suponiendo al mismo tiempo un riesgo de incendios forestales importante.
Diferentes miradas para un mismo fuego A lo largo del tiempo ha ido variando la percepción que los humanos tenemos de los incendios forestales, ya sea como un proceso natural que ocurre sin nuestra intervención o como herramienta que, en parte, hemos aprendimos a manejar. Los puntos de vista que tenemos sobre el fuego están íntimamente relacionados con los que tenemos sobre el monte y su función. Así, para comprender las razones por las que nuestro paisaje vegetal arde, tendremos que tener en cuenta las diferentes formas de percibir y concebir el monte, visiones que tienen mucho que ver con el uso que personalmente hacemos del mismo, y con la consideración que la sociedad tiene al respecto en cada momento. La mayor parte de la población considera grave el incendio de un bosque, aunque puede que no le preocupe excesivamente que se produzcan fuegos en otro tipo de ecosistemas (los formados por carrizales o arbustos, por ejemplo). En algunos casos se llega a valorar el fuego como algo beneficioso, ya que “limpia” el monte. Esta opinión es compartida por una buena parte de la población rural, por motivos que veremos más detenidamente en sucesivos capítulos de este libro, relacionados con métodos tradicionales de gestión del medio. Así, el cambio de actitudes en este caso está íntimamente ligado a la adopción de nuevas aptitudes y métodos para gestionar el entorno. Para resolver los conflictos generados alrededor de los incendios forestales es absolutamente necesario comprenderlos en toda su dimensión, con el fin de buscar las fórmulas más adecuadas para resolverlos con juntamente con los sectores implicados.
25 Hacia una nueva cultura del fuego Así pues, el modo en que a lo largo de generaciones hemos aprovechado los recursos naturales es un factor fundamental en la dinámica y conformación de los ecosistemas. ecosistemas. La reducción de las actividades tradicionales tradicionales tiene resultados diferendiferentes según los casos, llevando en la mayoría de los territorios a una pérdida de hábitats y diversidad. Hoy podemos decir que ya no existen en nuestro entorno situaciones que justifiquen la sobreexplotación de los recursos, ni por necesidad ni por el desconocimiento de alternativas sostenibles de aprovechamiento. Por tanto, podemos seguir desempeñando un papel activo en la dinámica de los montes, de tal manera que obtengamos recursos renovables y aseguremos simultáneamente su conservación, lo que incluye, obviamente, la protección ante incendios y el aprovechamiento eficiente de los recursos. La obtención de beneficios económicos del monte permite que las poblaciones rurales cuenten con un medio de vida, lo que entraña a su vez su implicación en el mantenimiento del mismo y en la consecuente reducción del riesgo de incendios. En el extremo opuesto, la pérdida de recursos que acarrea un incendio limita las posibilidades ocupacionales de las poblaciones afectadas, lo que dificulta reducir o invertir la tendencia hacia el despoblamiento rural. Una nueva cultura forestal no puede perder de vista las funciones que están ganando progresiva importancia en la planificación y gestión de los montes, como son los usos recreativos, la conservación de la diversidad biológica y la regulación de los ciclos naturales. La vegetación protege el suelo frente a la erosión y favorece la actividad biológica, fundamental en la descomposición descomposición de la materia orgánica
26 hasta humus y nutrientes minerales. Este suelo dispone de mayor capacidad para retener el agua de lluvia y otro tipo de precipitaciones, precipitaciones, así como para cederla progresivamente gresivamente cuando llega la época seca. De este modo se reduce el riesgo e intensidad de las inundaciones y las sequías, lo cual tiene efectos positivos positivos para el resto de espacios, no sólo el forestal. Los montes cumplen también un papel importante en la regulación de la atmósfera, ya que el intercambio de gases contribuye a oxigenar el ambiente más cercano y, consecuentemente, a reducir problemas globales como el efecto invernadero. La consecución de una nueva cultura del fuego requiere, por un lado, que la sociedad en su conjunto aprenda a valorar adecuadamente los montes y los beneficios ambientales y socioeconómicos que de ellos obtenemos. Por otra parte, es necesario diversificar los aprovechamientos aprovechamientos haciéndolos compatibles con las funciones protectoras y garantizando así la sostenibilidad de todos los recursos que el monte nos brinda. Para ello se requiere establecer los mecanismos adecuados para que los montes sean un recurso económico y un motor de desarrollo para para las poblaciones rurales donde se asientan. Por último, debemos insistir en la importancia de que la sociedad descubra lo que suponen los incendios forestales y esté informada sobre los mismos. Podríamos decir que resultan excesivamente desconocidos desconocidos a pesar de la alarma que en general producen, necesitando que la opinión pública comprenda la dinámica del fuego en los ecosistemas de nuestra región, la aceptación del uso del fuego cuando se hace de forma adecuada, como es el caso de las quemas prescritas y controladas que veremos más adelante, y se renuncie a su utilización en otras prácticas perjudiciales.
3 INCENDIOS FORESTALES EN CASTILLA Y LEÓN
Una breve visita al monte Según los datos del Mapa Forestal de España y los expuestos en el Plan Forestal de Castilla y León, la superficie total de Castilla y León que se considera como monte o de uso forestal es el 52% del territorio, cifra que procede de sumar las masas forestales arboladas, que cubren el 31,8% de la Comunidad (2.980.307 ha) y el espacio forestal no arbolado, que se extiende por el 20,2% de la Comunidad (1.915.851 ha). Podemos detallar más estas cifras y diferenciar los grandes grupos de vegetación que componen nuestros montes: el 10,6% de la superficie total tot al de Castilla y León lo forman pastizales pastiz ales y el 9,6% matorrales. Por otra parte, el 12,7% se considera arbolado claro (constituido por bosquetes aislados, o espacios con árboles esparcidos entre pastizales y matorrales), y el 18,9% está cubierto por masas arboladas densas y con cierta extensión, que son las que podemos considerar bosques. En el mapa 1 se puede observar la distribución de estas áreas en Castilla y León. En las últimas décadas y, previsiblemente, en las venideras, la disminución de áreas cultivadas está implicando un aumento de la superficie forestal total. Además, la reducción del aprovechamiento aprovechamiento de leñas y los cambios en el manejo de la ganadería extensiva están permitiendo una regeneración natural de la vegetación que, junto a las repoblaciones forestales que se realizan, vienen definiendo una tendencia hacia la extensión de las masas forestales densas. densas.
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AGRÍCOLA ARBOLADO DENSO ARBOLADO CLARO MATORRAL PASTIZAL IMPRODUCTIVO
Mapa 1: Usos del suelo en Castilla y León. Fuente: Junta de Castilla y León, basado en el Mapa Forestal de España, 1997.
Una distribución desigual Antes de analizar cómo han evolucionado las cifras de incendios en Castilla y León, compararemos la incidencia del fuego en la región respecto al resto de España para facilitar así una mejor comprensión del significado de las cifras en nuestra Comunidad. Comunidad. Ni el número de incendios ni la superficie total afectada resultan buenos indicadores para establecer comparaciones entre diferentes territorios dado que dependen, entre otras cosas, de la extensión de cada área analizada. MEDIA ANUAL (1990-2002) Comunidades autónomas
Superficie forestal (ha)
Andalucía Aragón Asturias Islas Baleares Canarias
4.325.378 2.478.760 764.597 223.601 485.980
Número Índice Superficie incendios de riesgo arbolada (ha) 1 247 335 11 87 123 63
2,88 1,35 15,52 5,48 1,29
2.106.252 1.185.531 451.116 186.377 104.914
Superficie arbolada Índice de quemada agresividad (ha) 7.286 0,35 2.752 0,23 2.446 0,54 36 1 0,19 1.327 1,26
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Comunidades autónomas Cantabria Castilla y León
Superficie Número Índice forestal (ha) incendios de riesgo
359.459 4.516.386 3.473.536 Castilla-La Mancha Cataluña 1.855.944 Extremadura 2.278.587 Galicia 2.039.575 C. de Madrid 420.093 Murcia 486.019 Navarra 586.483 País Vasco 469.355 La Rioja 294.404 C. Valenciana 1.215.078 ESPAÑA 25.058.157
34 6 192 2 6 07 6 74 9 77 972 5 22 7 14 0 25 7 18 4 10 8 5 71 18695
9,64 4,26 1,75 3,63 4,29 47,68 5,4 2,89 4,38 3,93 3,68 4,7 7,12
Superficie arbolada (ha) 214.257 2.119.139 1.851.221 1.394.074 1.457.591 1.405.452 330.086 316.401 462.634 390.005 128.917 628.280 14.103.967
Superficie arbolada Índice de quemada agresividad (ha) 7 90 0,37 6.229 0,29 4.727 0,26 7.125 0,51 2.790 0,19 6.475 0,46 3 50 0,11 1.526 0,48 2 93 0,06 4 16 0,11 49 0,04 11.847 1,89 56.788 0,39
Tabla 1: Incendios forestales por comunidades autónomas (1990-2002). Fuente: Dirección General de Conservación de la Naturaleza – Ministerio de Medio Ambiente.
Los datos de la tabla anterior hacen referencia a incendios que afectan a superficies mayores de una hectárea. Cuando no se no supera dicha extensión, hablamos de conato de incendio. incendio. Para poder examinar los resultados en conjunto, hemos seleccionado el e l número de incendios por cada 10.000 hectáreas de superficie forestal, lo que se denomina índice de riesgo (ver tabla 1). Destaca con gran diferencia Galicia, seguida de Asturias y a mayor distancia Cantabria, lo cual puede sorprender si tenemos en cuenta que la climatología de estas áreas no es mediterránea y, por tanto, el periodo estival es menos seco y caluroso. Estos datos pueden ser un buen indicador de que sólo un pequeño porcentaje de los incendios se generan debido a causas naturales. El elevado número de incendios en estas zonas está directamente relacionado, en la mayoría de los casos, con una forma de utilizar el monte por parte de las poblaciones rurales. Se trata de una aplicación del fuego como herramienta de gestión del territorio, aprovechando una climatología que ofrece buenas condiciones a la regeneración vegetal. Este tipo de incendios se producen fundamentalmente en zonas de matorral y su objetivo principal es obtener pastos para el ganado. En cambio, si nos centramos tan sólo en el espacio arbolado, podemos analizar lo que se denomina índice de agresividad, agresividad, que hace referencia referencia al porcenta je de superficie arbolada quemada respecto a la superficie arbolada total existente en un territorio dado. Los datos, en este caso, ofrecen cifras bastante diferentes, destacando la Comunidad Valenciana por su mayor incidencia, seguida de Canarias.
30 Podríamos deducir, en una primera interpretación de estos datos, que el verano seco y caluroso aumenta el peligro de incendio en los espacios arbolados, aunque no es objeto de este libro el centrarnos en el origen o causalidad de los incendios en estas Comunidades.
La tendencia en Castilla y León Para hacernos una idea de la tendencia de los incendios en nuestra Comunidad disponemos de estadísticas desde 1968, aunque con una recogida sistemática de la información sobre cualquier tipo de incendio desde 1985. En todo caso, hay que tener en cuenta que los menores de 100 m2 no se contabilizan como incendios, tal y como recogen las instrucciones del Ministerio de Medio Ambiente. Nuestro clima varía significativamente de unos años a otros, lo que influye notablemente en las condiciones que favorecen la generación y propagación de incendios forestales. Así, cuando hay primaveras largas, húmedas y cálidas, se desarrolla abundantemente la vegetación; pero cuando son seguidas por veranos largos, calurosos y secos, puede haber un elevado riesgo de incendio, ya que nos encontraremos con que hay una cantidad elevada de combustibles en el monte y con un grado bajo de humedad, especialmente en el estrato herbáceo. Se trata de una generalización ya que una vez más hay que considerar la relación que guarda con otros factores que influyen en el riesgo de incendio. Así, siguiendo con el caso de una primavera óptima para el desarrollo de la vegetación, el espacio que nos interesa puede tener menores probabilidades de incendio, por ejemplo, con una orientación de umbría o zonas con suelos frescos, que mantienen mejor la humedad de la vegetación. De cualquier forma, hay que tener en cuenta que una primavera lluviosa permite un mayor vigor de las plantas que les permite a su vez una mejor respuesta ante un posible incendio. Para comprender la influencia de los agentes meteorológicos , debemos considerar también el efecto de las olas de calor. Así, en un verano en el que se esté produciendo un número reducido de incendios forestales, la situación puede cambiar drásticamente si pasan varios días extremadamente cálidos y secos, como ocurre cuando masas de aire sahariano llegan a la península. En estas ocasiones las temperaturas nocturnas son también elevadas, lo cual no permite la condensación de la humedad atmosférica (rocío), y de este modo las plantas y restos vegetales apenas pueden recuperar humedad antes de que comience de nuevo el día, es decir, que los combustibles “se refresquen”, de tal forma que según se suceden este tipo de jornadas, se va incrementando notablemente el riesgo de incendio. Señalar además que las variaciones meteorológicas entre distintos años no sólo influyen en el número de incendios que prosperan, sino que también afectan a la severidad de los daños producidos.
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A continuación mostramos los datos agrupados en quinquenios desde 1985 hasta 1999 y el cuatrienio 2000-2003, para minimizar de este modo las variaciones interanuales que dificultarían apreciar la tendencia (tabla 2). Las cifras muestran los promedios o medias anuales, lo que facilita la comparación de los cuatro periodos analizados. Promedios anuales Nº de incendios Superficie arbolada quemada (ha) Superficie desarbolada quemada (ha) Superficie media quemada por incendio (ha)
Quinquenio
Cuatrienio
1985-1989 1990-1994 1995-1999 2000-2003 1.933 1.875 1.934 1.983 11.231 8.887 5.292 6.156 47.446 27.701 23.107 29.191 30 19 14 18
Tabla 2: Promedios anuales de los incendios forestales en Castilla y León (1985-2003). Fuente: Dirección General de Conservación de la Naturaleza – Ministerio de Medio Ambiente.
Como se puede apreciar, el número de incendios anuales producidos en Castilla y León durante el periodo 1985-2003 se mantiene más o menos estable, ya que las cifras que muestra la tabla no permiten apreciar ninguna tendencia al respecto. Sin embargo, la superficie afectada por cada uno de ellos ha disminuido claramente desde 1989, cuyo resultado es un descenso de la superficie total quemada, que se debe a la mejora en la detección y extinción de los incendios forestales.
Esta tendencia se debe a que la red de vigilancia que se ha desarrollado detecta con mayor prontitud el inicio del fuego y, coordinada con una llegada más rápida de los equipos de extinción, extinción, permite en la mayoría de los casos el control del frente del incendio antes de que adquiera mayores dimensiones. El operativo de extinción se basa en equipos humanos que conocen bien el terreno en el que actúan, dado que son quienes realizan las labores de vigilancia y trabajos forestales en dicho espacio. Para trabajar con mayor eficacia y seguridad cuentan con el apoyo
32 de medios específicos para la extinción de incendios, ya sea como refuerzo o por su especialización en grandes siniestros. siniestros. Así, las mejoras en la organización de este operativo y de los medios técnicos con que actúan, han permitido reducir de forma considerable la superficie afectada por cada fuego. Pero la progresión de este éxito puede llegar a un límite que no permita seguir disminuyendo la superficie quemada. Aunque las tareas de prevención también han mejorado, resulta obvio que hay todavía un largo camino por recorrer, un camino que no pasa tan solo por mejorar aspectos relacionados con la gestión, sino también por intervenir en las causas de los incendios ligadas a las condiciones socioeconómicas socioeconómicas de la población que vive junto al monte. No obstante, conviene señalar algunas consideraciones que no se pueden apreciar suficientemente en la tabla anterior. Podemos observar que la superficie media afectada por cada incendio forestal ha aumentado en el último cuatrienio, interrumpiéndose interrumpiéndose por tanto la tendencia decreciente que se había producido desde 1985 hasta 1999. Sin embargo, el operativo de detección y extinción de incendios ha mejorado sensiblemente, por lo que cabe preguntarse entonces a qué se debe el aumento de la superficie media afectada por cada incendio forestal. Para responder a esta pregunta tenemos que recordar el abandono de los aprovechamientos en nuestro paisaje forestal, que tiene como consecuencia un aumento excesivo de combustible susceptible de arder. A esto hay que añadir la desaparición de un paisaje en mosaico formado por la variedad de usos que coexistían, vertebrado por caminos y sendas tradicionales, y que en conjunto impedían o al menos dificultaban el avance del fuego. El aumento en un momento concreto tanto del número como de la extensión de los incendios puede llegar a desbordar el operativo de extinción, lo que implica que algunos incendios pueden adquirir grandes dimensiones e intensidades, fenómeno que previsiblemente cobrará cada vez mayor importancia. Para completar este breve análisis, comentaremos que el número de incendios en las zonas con mayor siniestralidad permanece permanece similar o incluso presenta una tendencia a la baja, posiblemente debido a las medidas preventivas que se vienen realizando. Sin embargo, la tendencia general -ya comentada- al abandono de aprovechamientos en otras zonas, está desembocando en un aumento del número de incendios forestales, debido generalmente a negligencias en zonas donde tradicionalmente no existían.
33 Una distribución desigual La distribución de los incendios forestales en el territorio de Castilla y León no es homogénea, como se puede apreciar en el mapa que muestra la frecuencia del número de incendios forestales durante el periodo 1988-2003. Como se puede observar, el noroeste de la región es indudablemente la zona más afectada, junto a otras áreas de la periferia de la Comunidad.
Provincias Municipios
Muy bajo Bajo Moderado Alto Muy alto
Mapa 2: Frecuencia de incendios forestales en Castilla y León (1998-2003). Fuente: Junta de Castilla y León.
Un estudio más detallado de la distribución de los incendios forestales en Castilla y León nos ofrece un dato relevante: el 40% del número total de incendios se concentra en 42 municipios (el 1,9% de los existentes en la Comunidad), en cada uno de los cuáles se contabilizaron más de 10 incendios anuales, en promedio, entre 1995 y 1999, último quinquenio que se tomó como referencia en el diagnóstico en que se basó el plan de medidas preventivas contra incendios forestales de Castilla y León (Plan 42), del que hablaremos más adelante. Esta elevada frecuencia no es, obviamente, debida a causas naturales, ya que, como veremos, está asociada a territorios muy concretos, con una situación socioeconómica y una relación con el monte definidas. Aunque estas cifras nos ayudan a comprender la realidad de los incendios, debemos tener en cuenta que la probabilidad de que se produzca en un término municipal depende, entre muchos otros factores, de la superficie que tenga de
34 monte. También es necesario recordar aquí que la quema de rastrojos no se puede considerar incendio forestal, forestal, dado el carácter agrícola del espacio en que ocurren. Un análisis de la distribución provincial de los incendios puede ofrecernos ofrecernos más datos. Así, provincias con una fuerte tradición forestal, como Soria y Segovia, sufren un número muy reducido de incendios y, cuando éstos se producen, en raras ocasiones superan una hectárea de extensión, una situación que nos podemos encontrar también en la burgalesa Sierra de La Demanda. En las provincias de León y Zamora (y la parte más norteña de Burgos), el número de incendios tiende a aumentar, aunque la superficie afectada en cada incendio ha disminuido de forma notable. En Ávila y Salamanca, provincias provincias que también tienen un número de incendios elevado, aunque no tanto como las anteriores, los datos son sensiblemente mejores en cuanto a la reducción paulatina del número de incendios que se están produciendo en los últimos años, mientras que en el caso de Palencia y Valladolid el problema puede considerarse poco acusado.
Los incendios forestales a lo largo del año Como es fácil de imaginar, el número de fuegos que se producen varía notablemente en un gradiente estacional. El factor que más influye son las condiciones de la vegetación, influidas como hemos visto por las variables meteorológicas de precipitación, temperaturas máximas y mínimas, lo que provoca que al avanzar el verano aumente el número de incendios. También También hay que considerar las razones por las que se inician los fuegos, que trataremos con detalle en el siguiente capítulo. Podemos hablar de dos temporadas con mayor incidencia: el verano, sobre todo a medida que avanza, y el final de invierno y principio de la primavera, cuando la vegetación comienza de nuevo su desarrollo. desarrollo. Así, más del 85% de la superficie que se quema cada año, lo hace durante los períodos de marzo-abril y agosto-septiembre. Nº incendios mensuales promedio (1988-2003) Enero 28 Julio 237 Febrero 14 7 Agosto 456 Marzo 2 78 Septiembre 405 Abril 1 17 Octubre 157 Mayo 56 Noviembre 32 Junio 58 Diciembre 29 Tabla 2: Número de incendios en Castilla y León a lo largo del año, promedio (1988-2003). Fuente: Junta de Castilla y León.
4 CAUSAS Y MOTIVACIONES DE LOS INCENDIOS FORESTALES
Aunque evidentemente guardan relación, cuando hablamos de causas y motivaciones de los incendios forestales conviene diferenciar los matices de estos dos términos, y sistematizar lo que incluye cada uno de ellos, para así aproximarnos mejor al conocimiento de este fenómeno. Así, entendemos por causas aquello que inicia el fuego, que pueden ser de origen natural, humano o desconocidos; mientras que por motivaciones nos referimos al móvil, al motivo que hay detrás detrá s de los casos en que los incendios incendio s son intencionados. Un conocimiento profundo de las causas es necesario para afrontar las intervenciones necesarias de prevención de los incendios forestales. Como ya hemos explicado, hay una serie de factores naturales que influyen en la probabilidad de que se inicie y propague un fuego (disponibilidad (disponibilidad de la vegetación a arder, condiciones meteorológicas concretas y pendiente) y, por otro, situaciones socioeconómicas locales que también aumentan el riesgo de incendio forestal. Cuando se dan conjuntamente determinadas condiciones de ambos tipos de factores, se observa la aparición de incendios forestales con una frecuencia más o menos definida. Conviene tener en cuenta que en el territorio que ocupa Castilla y León, las causas naturales se limitan prácticamente a los rayos. Estos incendios resultan más frecuentes de lo que podríamos pensar, produciéndose durante las tormentas de verano, ya sean sólo eléctricas o sin la suficiente lluvia como para disminuir el riesgo de incendio.
36 Las causas derivadas de comportamientos humanos son las que en mayor medida nos interesan, no sólo porque originan mayor número de incendios, sino también por su carácter evitable, y por el potencial de la educación ambiental como herramienta en la prevención. Según sea la actitud de quien los produce, diferenciamos entre los intencionados y los que no persiguen provocar un incendio, en cuyo caso hablamos de accidente o negligencia. La diferencia entre estos dos últimos conceptos es que la negligencia se produce cuando las condiciones desaconsejan realizar la actividad que provoca el incendio y no se toman las medidas adecuadas. En cambio, en los casos de accidente el fuego se produce a pesar de haber tomado o realizado todas las medidas preventivas. Con una actitud muy distinta se provocan los incendios intencionados, que se producen al utilizar el fuego con el deseo de quemar una superficie forestal con unos intereses particulares, que van desde el interés de despejar el terreno de determinado tipo de vegetación, lo que denominan “limpiar”, hasta otras motivaciones tremendamente dispares y sorprendentes. Los matices que podemos apreciar entre los tres términos que se utilizan para denominar a los incendios provocados por el ser humano son muy importantes para llevar a cabo cualquier programa educativo ya que, aunque en todos los casos haya que trabajar las actitudes y las aptitudes, a priori podemos considerar diferencias en el peso de ambas en función de la intencionalidad. En los casos de accidente las actitudes de quienes los provocan pueden ser más favorables a evitar los incendios, por lo que las aptitudes tendrán una importancia considerable. considerable. Sin embargo, en los negligentes y sobre todo en los intencionados, podemos pensar que las actitudes van a estar menos predispuestas a resolver el problema. Si nos fijamos en la actividad en que se producen los incendios forestales, se podrán deducir las principales acciones que deben abordarse para la prevención de los mismos. En el gráfico 1 se pueden observar las cifras que se refieren a Castilla y León en general.
37 CAUSALIDAD DEL NÚMERO DE INCENDIOS FORESTALES PRODUCIDOS EN EL PERIODO 1988-2003 EN CASTILLA Y LEÓN
Gráfico 1: Causalidad de los incendios en Castilla y León (1988-2003). Fuente: Junta de Castilla y León.
Podemos constatar que la mayoría de las causas de incendios forestales no son naturales, sino que su origen está ligado directamente a actividades humanas, salvo en las provincias de Segovia, Soria, Burgos y Palencia, donde el escaso número de incendios provocados en verano hace que la principal causa sean los rayos. Entre las motivaciones para provocar un incendio destacaremos las agroganaderas que persiguen la regeneración de pastos, la quema de rastrojos en agricultura, y la "limpieza" de maleza en otros espacios. A menudo estos fuegos sobrepasan las zonas que se querían quemar, afectando a espacios de gran valor forestal, entre ellos los arbolados. La asignación de las causas ha tenido un punto de inflexión a partir de la creación de las Brigadas de Investigación de Incendios Forestales (BIIF), formadas por personal de la Consejería de Medio Ambiente en colaboración con la Guardia Civil, que comenzaron su actividad en la provincia de Zamora en el año 1998, y en el resto de las provincias a partir del año 2000, hasta estar plenamente implantadas en el año 2003. Hasta hace poco un alto porcentaje de incendios eran de causas desconocidas, pero a partir de la puesta en marcha de estas brigadas de investigación el porcentaje por causas desconocidas no supera el 3% del total. No obstante, merece una especial mención la labor realizada por los agentes forestales y medioambientales que, durante años con escasos recursos y en la actualidad con una mayor formación y medios, determinan la causa de cada incendio ocurrido en Castilla y León, además de la motivación cuando son intencionados. En los casos de mayor dificultad, relevancia, o que presuntamente constituyen un
38 delito por intencionalidad o negligencia dolosa, la labor de investigación es realizada por los equipos de especialistas de las BIIF. La labor de estas brigadas ha aclarado muchas de las causas que de otro modo habrían sido consideradas como desconocidas, demostrando, como se temía, que la mayor parte corresponde a incendios intencionados o negligencias con responsabilidades responsabilidades penales.
Los incendios de origen humano por negligencia o accidente pueden originarse en los siguientes contextos: 4
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Quemas para eliminar residuos de tratamientos forestales que se escapan de control. control . Se aplican sobre restos vegetales que no tienen valor económico para evitar la proliferación de plagas forestales que aprovechen la madera muerta, o evitar que prendan en una época menos adecuada y sin supervisión. Quemas en el monte para reducir la cantidad c antidad de combustible que se escapan de control. control . En épocas adecuadas para controlar el fuego y con medios para ello, se pueden aplicar fuegos para reducir la cantidad de combustible en determinados lugares, y tratar de evitar que se inicie un incendio en momentos con mayor peligro cuya intensidad y extensión supongan peores consecuencias. Quemas de rastrojos en terrenos agrícolas cercanos al monte. monte . Se usa el fuego para eliminar los residuos de cosechas anteriores, que en casos en que se pierda el control sobre el mismo, puede llegar a algún monte cercano. En Castilla y León esta causa se da sobre todo en las zonas cerealistas del interior.
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Maquinaria realizando alguna tarea cerca de la vegetación. vegetación. Diferentes tipos de maquinas que estén realizando trabajos forestales u obras de otro tipo pueden producir chispas en sus motores si no están suficientemente cubiertos, por sus tubos de escape, o con los aperos al chocar contra rocas. Líneas eléctricas, ferrocarril y otros medios de transporte. transporte. Las chispas en estos casos también pueden provocar incendios, por lo que tienen que controlar que no haya problemas con el combustible natural en las zonas donde puedan iniciarse estos fuegos. Hogueras con uso recreativo o similar. similar. Se produce al dejarlas mal apagadas, o por que el viento arrastre una partícula hasta donde pueda prender fuego. Uso de explosivos y sustancias incendiarias. incendiarias. Las situaciones en las que más se utilizan es en actividades pirotécnicas o durante maniobras militares. Fumadores. Fumadores. Aunque resulta difícil, las colillas mal apagadas pueden producir un incendio en determinadas circunstancias. circunstancias. Combustiones en vertederos no controlados. controlados. En estos lugares se pueden iniciar fuegos por combustión espontánea debido a la producción de gases durante la fermentación de la materia orgánica, o a pesar de ser ilegal y muy contaminante pueden ser provocados para quemar los residuos y disminuir así su volumen.
A continuación exponemos los contextos en que se realizan incendios intencionados, cionados, y las motivaciones de los mismos: 4
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Quemas con fines ganaderos. ganaderos. La regeneración de la vegetación tras el fuego tiene interés como pasto y, en un menor número de casos, se busca facilitar el paso del ganado. Esta motivación es la responsable del mayor número de incendios en Castilla y León. Se trata de una aplicación ancestral del fuego sobre zonas con matorral, lo que explica que la superficie no arbolada afectada por incendios en nuestra Comunidad sea aproximadamente cinco veces superior que la arbolada. Se trata de un uso reiterado sobre las mismas zonas, para regenerar los pastaderos cada cuatro o cinco años. Mantenimiento del paisaje con un aspecto similar al que se s e recuerda. Debemos tener en cuenta que, dado que el matorral dificulta algunos de los aprovechamientos agropecuarios y que va ocupando el espacio a
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medida que se abandona su uso, el pensamiento tradicional considera a esta vegetación como “suciedad”, y a su eliminación “limpiar”. Un componente importante es el sentimiento en el medio rural de pérdida de población y de actividad en los pueblos, por lo que estos incendios tienen como finalidad mantener el territorio con un aspecto más parecido a lo que se recuerda de otros tiempos, que al paisaje en que se está transformando. 4
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Quemas para despejar los límites de las fincas. Se utilizan para mantener visibles los mojones que delimitan las propiedades y, también, para evitar la sensación de abandono de las mismas que provoca la aparición de matorral. En este caso el fuego supone una forma rápida y fácil de mantener el terreno con un aspecto similar a cuando c uando se aprovechaba, además de evitar que otras personas traten de obtener algún beneficio de ese estado de abandono, haciendo uso de sus recursos o apropiándose de los mismos. Sensación de seguridad ante un posible incendio. Cuando el matorral cubre amplias zonas y se encuentra cercano a áreas que se quieren defender ante posibles incendios, la población a veces utiliza el fuego para evitar que se acumule combustible que pudiera prender en momentos con peores consecuencias. Las zonas que se pretende defender son viviendas, otras construcciones alejadas del casco urbano o lugares de estancia y paso, tanto de personas como de ganado. Recogida de castañas. A castañas. A menudo se usa el fuego para eliminar la vegetación que hay debajo de los castaños, además de los erizos de años anteriores, lo que facilita la recogida. Esta práctica ocasiona daños sobre los árboles que producen fruto, además de dificultar la formación de nuevos castaños y de que, en ocasiones, se pierde el control sobre el fuego.
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Caza. A veces se usa el fuego para facilitar el acceso de los cazadores, crear zonas de tiro con mayor capacidad de movimiento, abrir zonas entre el matorral que favorezcan a especies de caza menor, o incluso para provocar que las especies cinegéticas cinegéti cas salgan de sus refugios. También También pueden producirse incendios por accidentes generados por los cartuchos expulsados de las armas a temperaturas elevadas o con restos incandescentes. Proteger cultivos y ganado. Se pretende ahuyentar a la fauna con el fuego, sobre todo el lobo, además de eliminar la vegetación en que se refugian animales que aprovechan cultivos y ganado para obtener una parte considerable de su alimento. Conflictos entre particulares. Con el incendio se impide el aprovechamiento maderero, cinegético o de otro tipo, con la intención de provocar un perjuicio económico a otras personas o empresas. Se trata, por tanto, de un caso en el que se valora el monte como productor de recursos con valor económico. Conflictos con la administración. Además administración. Además de los daños expuestos expuesto s para el caso de particulares, ante organismos públicos se utiliza como forma de protesta sobre todo por alguna medida adoptada en materia de conservación de la naturaleza. En otras ocasiones se utiliza como medida de presión para atraer inversiones públicas. En estos casos se aprovecha la sensibilidad de la sociedad sobre incendios forestales y el descrédito que suponen para la administración con las competencias sobre los mismos.
Las quemas para obtener pastos o localizar límites entre propiedades no se consideran negligencias, sino incendios intencionados, dado que en la actualidad existen otras soluciones para satisfacer estas necesidades.
42 Por su peculiaridad no hemos incluido el caso de los pirómanos, pirómanos, término que se refiere a una patología, y que por lo tanto a veces se utiliza erróneamente para para aludir a los que inician fuegos por las motivaciones expuestas anteriormente. Algunos pirómanos pirómanos a menudo incluso participan en la extinción, atraídos por el despliegue de medios y la alteración de la vida cotidiana del pueblo. Existen ciertos estereotipos que provocan confusión sobre la problemática real de los incendios intencionados, como es la motivación por intereses madereros y la reclasificación del suelo, algo que en general no se produce en Castilla y León. Así, en los datos de investigación durante el periodo 1991-2000, se clasificaron como intencionados 8.156 incendios forestales, de los que en tres se determinó como motivación la modificación del uso del suelo, y en ninguno la expectativa de conseguir madera a un precio más bajo. Por otra parte, en la investigación de los 4.528 incendios por negligencia para el mismo periodo, se determinó que 213 se debieron a colillas mal apagadas, y 175 a hogueras, de las que no se puede establecer cuantas se deben a usos recreativos. Si bien estas cifras muestran que estas actividades producen sólo un pequeño porcentaje de los incendios forestales, no debe descuidarse la atención cuando se hace un uso recreativo del monte, y utilizar las zonas adecuadas para realizar las distintas actividades. Dependiendo de cuales sean las causas, desde el punto de vista educativo podremos hacer mayor o menor énfasis en cada tipo de destinatario, integrando la educación con otras formas de la prevención, como son las tareas selvícolas y la ordenación de la actividad que origina el incendio, ya sea un aprovechamiento económico o un uso recreativo. No debemos olvidar que en la mayoría de los casos, tanto quienes utilizan el fuego como su entorno social, no suelen considerar suficientemente sus efectos negativos y tienden a sentir que existe un desconocimiento de su realidad por parte de quienes tratan el tema de los incendios y el uso del monte. Cualquier programa de intervención que considere a la población tiene que tratar de comprender su punto de vista y necesidades, de tal modo que tratando de no culpabilizar, se vayan estableciendo caminos que contribuyan a la resolución del conflicto.
5 SOLUCIONES DESDE LA GESTIÓN FORESTAL
Mejor prevenir que apagar Cuando hemos analizado la situación de los incendios forestales en Castilla y León y las tendencias en los últimos años, hemos podido ver cómo por una parte, en la mayoría de los incendios se ha producido una progresiva disminución de la superficie media afectada, gracias al éxito del operativo de detección y extinción. También vimos que los incendios intencionados comienzan a remitir en las zonas más afectadas por este fenómeno. Sin embargo, el abandono del medio rural está provocando la aparición de grandes incendios, y que otras zonas tradicionalmente menos afectadas están comenzando a sufrir mayor número de incendios por negligencia, debido a que todavía no se han adaptado a los cambios que está viviendo el medio. Aunque siempre se han llevado a cabo medidas de prevención, considerándolas más interesantes que tratar de reparar el mal cuando ya se ha producido, cada vez se concede más importancia a este ámbito de la gestión. Los mensajes que habitualmente recibe la sociedad sobre prevención en incendios in cendios forestales, suelen referirse a las labola bores de "limpieza del monte", o tratarse de mensajes en época de peligro mediante campañas de comunicación. Pero, ¿es sólo esto lo que se está haciendo? Para comprender mejor la amplitud de las medidas preventivas, se suelen clasificar en tres apartados: 1- Preven Prevenció ción n activa activa.. Dado que tanto el origen de los incendios forestales como sus consecuencias e incluso su prevención están ligadas a activida-
44 des humanas, las actuaciones de tipo social y económico con la población pueden contribuir a solucionar el problema ambiental que suponen los incendios forestales. Por lo tanto, es fundamental identificar y abordar las mejores vías para ir avanzando hacia la integración e implicación de la gente en la conservación de los terrenos forestales. Trabajar en prevención activa significa trabajar con las percepciones y comportamientos de las personas, además de sus actividades económicas, para tratar en definitiva de alcanzar ese equilibrio dinámico con el entorno que, en muchas zonas, ya existía. 2- Prevención Prevención indirecta indirecta o estructural. estructural. En un primer momento se denominó pasiva por las diferencias que existen con la anterior, pero resulta un término poco adecuado, ya que de inactividad no tiene nada. Es la prevención clásica realizada desde la gestión forestal, pero con nuevos enfoques fruto de los nuevos conocimientos del comportamiento del fuego. Se planifican acciones de modificación del combustible vegetal para dificultar el inicio del fuego o ignición en las zonas de riesgo, como por ejemplo las franjas de servidumbres en torno a las vías férreas, carreteras y áreas recreativas, que además, en caso de que prenda un fuego, permiten retardar la velocidad e intensidad de la combustión. También se incluyen las fajas cortafuegos y las infraestructuras de apoyo a la extinción, como son los puntos de agua, que pueden ser para la recarga de los vehículos y medios aéreos del operativo de extinción. 3- Prevención Prevención directa. directa. Este término incluye todas las acciones de vigilancia de incendios y de alerta temprana cuando comienzan los focos. Entre otras actividades, se realizan previamente análisis de las condiciones meteorológicas que tienen mayor probabilidad de desencadenar comportamientos extremos del fuego y mayor riesgo de ignición.
45 Las medidas preventivas que se apliquen en una misma zona deben ser complementarias entre sí, además de aprovecharse los resultados sinérgicos de todas ellas para minimizar los efectos negativos que puedan tener te ner los incendios forestales. Las actuaciones de prevención que se acometen, tanto activas como indirectas y directas, están obviamente relacionadas con las condiciones de cada zona y con las causas de los incendios en las mismas. Así, un adecuado diagnóstico de la situación de partida resulta imprescindible en la gestión forestal como paso previo a la planificación de cada intervención. No podemos olvidar que a menudo nos enfrentamos enfrentamos a un conflicto complejo en el que convergen una forma tradicional de aprovechar los recursos naturales por parte de la población local, una serie de cambios profundos profundos acontecidos en el medio rural durante las últimas décadas y las nuevas funciones que se demandan a los espacios forestales. Esta complejidad y los conflictos subyacentes se materializan de diferente forma a lo largo de nuestro territorio, al igual que el grado en que se ha avanzado en su resolución. Es importante recordar, cuando hablamos de prevención, que los incendios forestales afectan tanto al medio natural como al social y económico. Por lo tanto, hay que tener en cuenta que los incendios suelen constituir un síntoma muy evidente de que el espacio forestal no se está aprovechando adecuadamente. Desde esta perspectiva, la prevención indirecta se encarga de mitigar el problema de los incendios, mientras que la prevención activa se ocupa de las causas de este fenómeno, de forma que su estrategia para disminuir el número y consecuencias de los incendios forestales es a la vez su objetivo: posibilitar el aprovechamiento sostenible del medio natural. Así, en cierto modo, la disminución del número de incendios supone un indicador del grado en que se está alcanzando dicho objetivo.
La prevención activa, trabajando con la población Dado que su meta es cambiar las circunstancias socioeconómicas que propician un número elevado de incendios forestales, podemos podemos hacernos una idea de la profundidad de los cambios que se tratan de acometer en las intervenciones de la prevención activa, y entender que hablamos en este caso de objetivos a largo plazo. Se trata de modificar un comportamiento arraigado entre determinados sectores de la población local, que utilizan el fuego como herramienta de gestión de los recursos naturales en sus actividades agropecuarias. Requiere por tanto un cambio actitudinal, orientado a que los destinatarios de estas intervenciones valoren otras funciones del medio. Pero ya que en los incendios intencionados se utiliza el fuego
46 como herramienta de trabajo, su sustitución pasa por una adecuada capacitación que permita conocer a los destinatarios nuevos instrumentos y formas de hacer compatibles con la multifuncionalidad del monte. Se trata por tanto de un campo en el que las herramientas de la gestión forestal y la educación ambiental tienen que ensamblarse para realizar una intervención eficaz. La forma en que se realizan las intervenciones debe fundamentarse en la realidad de cada zona, por lo que se basa en un diagnóstico del medio, junto con la investigación de las causas por las que se inician los incendios y las motivaciones de quienes los provocan. Esta fase inicial es, en sí misma, una línea de trabajo dentro de lo que llamamos prevención activa y se está desarrollando de forma especialmente eficaz desde la puesta en marcha de las Brigadas de Investigación de Incendios Forestales, siendo dos de sus cometidos más importantes la Catalogación de las Situaciones de Riesgo, y la propuesta de medidas para evitar dicho riesgo. El siguiente paso es el diseño de las intervenciones con la población que, como hemos visto, deben estar orientadas a desarrollar una estrategia a largo plazo. Dicha estrategia debería plantearse básicamente dos objetivos: 1. Abandonar Abandonar el uso del fuego fuego como herramie herramienta nta de gestión gestión del medio o, en caso necesario, utilizarlo de una forma controlada y reglada. Para ello se pueden plantear actuaciones integradas que contemplen un cambio de actitudes hacia los daños de los incendios en el monte, paralelamente al aprendizaje de métodos más adecuados de eliminación del matorral, y al establecimiento de medidas que impidan obtener beneficios de un incendio forestal. 2. Conseguir Conseguir que la población población local obtenga obtenga beneficios beneficios del del monte sin el uso del fuego. fuego . Ya hemos visto que la gran mayoría de los incendios provocados no se realizan con una intención de hacer daño, sino que se inician porque se pretende quemar “lo que no sirve” a personas que
47 obtienen determinados aprovechamientos del medio. Para cambiar esta situación, se procura potenciar el aprovechamiento de otro tipo de recursos, de modo que se establezca una relación económica más amplia de la población con su entorno. Para comprender mejor este esquema, veremos un ejemplo concreto. Nos centraremos en el caso más frecuente por el que se producen incendios forestales en Castilla y León: la quema de matorrales para la obtención de pastos. Estas podrían ser algunas de las líneas de trabajo a seguir en el contexto de un proyecto de prevención directa: 4
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Capacitación de dichos sectores para sustituir el uso del fuego como herramienta por otras formas de satisfacer las necesidades de su profesión, como puede ser el desbroce mecánico, en el marco general de una creciente profesionalización de sectores como el ganadero. Acotación o prohibición de pastorear en superficies que se hayan quemado de forma intencionada. Así se procura evitar que se produzcan este tipo de incendios, ya que quien los provoque pierde la motivación para ello, al no poder obtener el beneficio económico esperado. Desarrollar nuevos usos y aprovechamientos compatibles con la conservación de los montes, de modo que la población local reciba beneficios de estos espacios. Realización de programas educativos sobre los valores del monte y los efectos de los incendios forestales sobre el mismo. Los programas se planifican de forma que estén adaptados a las peculiaridades de los destinatarios, tanto en los objetivos planteados como en la metodología utilizada.
48 Como se puede observar, estas líneas conjugan intervenciones sobre los medios socioeconómico y natural, persiguiendo persiguiendo una nueva relación entre las poblaciones locales y su entorno basada en métodos sostenibles de aprovechamiento. Dado que se trata de implicar a la población local en la conservación de los recursos, lógicamente su participación en la ordenación del territorio se plantea como necesaria, tratando de involucrar a todos los actores presentes en el espacio. Los resultados de las acciones, por tanto, se enmarcan en objetivos a largo plazo, por lo que pueden sorprender algunas de las medidas que se afrontan desde la prevención activa si no se tiene en cuenta este enfoque. Nos referimos especialmente a una etapa intermedia entre el uso del fuego descontrolado y su sustitución por otros métodos, una etapa en la que puede ser recomendable desarrollar quemas controladas, controladas, que se realizan con permiso de las autoridades ambientales, en presencia de técnicos que supervisan la operación y de medios de extinción de incendios que controlen el fuego, además de los particulares interesados en realizar el control del matorral. En cierto modo es desandar el camino hasta la forma en que se utilizaba el fuego de forma controlada en muchas zonas hace décadas, para que estos sectores de población comiencen una nueva forma de manejar el monte. Así, mientras se realizan estas actuaciones se abre un canal de comunicación que el personal cualificado en la gestión del monte aprovecha para iniciar el cambio de actitudes y aptitudes necesario entre los ganaderos.
La prevención activa en el Plan Forestal de Castilla y León El Plan Forestal de Castilla y León, aprobado por la Junta de Castilla y León en 2002 (Decreto 55/2002 de 11 de abril), se configura como el marco para la gestión del medio natural de Castilla y León durante las próximas décadas. Su objetivo general es redefinir la función que deben cumplir los espacios forestales en la región, para lo cual se realiza un diagnóstico de la situación de partida y se plantean una serie de objetivos y medidas para llevarlos a cabo. Este Plan tiene vocación de ser un proceso continuo de reflexión y mejora de la gestión, gestión, por lo que se concede en él gran importancia importancia a los instrumentos que permitan analizar los resultados de su desarrollo, de forma que sus conclusiones se puedan tener en cuenta tanto al realizar nuevas intervenciones como en la planificación de los siguientes periodos en que se divide el propio Plan. La prevención activa constituye una línea importante de actuación dentro de las medidas de defensa del monte previstas en el Plan Forestal de Castilla y León. Para su planificación y desarrollo han resultado de gran valor dos experiencias que
49 han desarrollado medidas de prevención activa en nuestra Comunidad: las Brigadas de Investigación de Incendios Forestales y los Equipos de Prevención Integral de Incendios Forestales (EPRIF), estos últimos puestos en marcha gracias a un convenio de colaboración entre la Consejería de Medio Ambiente y el Ministerio de Medio Ambiente en varias comarcas gravemente afectadas por una elevada frecuencia de incendios forestales. Una de las principales conclusiones de estas iniciativas es que la totalidad de las tareas de prevención activa deben ser asumidas por equipos integrales formados por técnicos y operarios forestales que trabajen a lo largo de todo el año, adaptando sus actividades a las necesidades de cada estación. Sus actuaciones son de gran valor para coordinar y asesorar en la investigación de las causas de los incendios que se produzcan, llevar a cabo las quemas controladas, integrar los desbroces en la ordenación pastoral, realizar programas de intervención social y participar, además, en las labores de extinción cuando la situación lo requiera. El equipo técnico se completa con una cuadrilla de trabajadores forestales forestales especializados que llevan a cabo las quemas controladas, apoyan la extinción y realizan trabajos selvícolas. A continuación veremos el planteamiento que el Plan Forestal contempla en prevención activa para transformar el uso tradicional agroganadero del fuego. fuego. La estrategia de acción propuesta se basa en cuatro medidas: 1. Realiz alizar ar quemas controladas para reducir el impacto de los incendios. Aunque parezca paradójico, el fuego puede utilizarse como herramienta para la prevención de incendios. Obviamente, es necesario hacerlo de forma absolutamente controlada y reglada y, como ya hemos indicado, puede ser una estrategia temporalmente útil en comarcas en las que el
50 fuego constituye una arraigada herramienta de gestión del medio. Para ello, previamente se evalúa el impacto sobre el hábitat y se prescribe un tipo de quema en un área pequeña, siempre menor de 20 hectáreas. Las condiciones de control de esta actividad requieren requieren que la zona no esté en demasiada pendiente, que el suelo tenga suficiente humedad para que se vea poco afectado, además de establecer medidas para evitar daños en el cuello de la raíz de los árboles presentes, entre otras medidas. Con las quemas controladas se pretende reducir la cantidad y continuidad del combustible para evitar que se produzcan incendios en épocas en las que resulten más difíciles de controlar, momentos en que se alcanzarían intensidades y extensiones mayores, satisfaciendo satisfaciendo a la vez la demanda de los ganaderos sobre el acceso de sus rebaños a zonas aptas para el pastoreo. Estas quemas controladas tratan de crear manchas dentro de la masa de matorral para formar mosaicos, lo que además permite aumentar la diversidad de hábitats para la fauna. Este uso del fuego no se considera incendio, sino herramienta de gestión del medio que se emplea como transición hacia otras formas alternativas de manejo del matorral. 2. Refo Reforza rzarr el progr programa ama de de desbroce sin fuego para la regeneración de pastizales. Dado que interrumpe la continuidad del combustible, podemos considerar considerar que esta medida, al igual que las quemas prescritas, prescritas, contribuye a la prevención indirecta. indirecta. Si bien ésta es una de las razones por las que se aplica el desbroce por métodos mecánicos, mecánicos, el Plan Forestal hace hincapié en aprovechar también su potencial formativo, para que los ganaderos puedan comprobar en la práctica cómo funcionan las alternativas de manejo de la vegetación sin fuego, dentro de un marco de ordenación de los pastizales y manejo adecuado de la ganadería extensiva. 3. Desarr Desarroll ollar ar progr programa amass de intervención social para conseguir la sustitución del fuego como herramienta pastoril de control de matorral por otras formas de manejo. Esta tercera medida está orientada a garantizar el enfoque educativo necesario para que las actuaciones de gestión tengan éxito en sus objetivos de cambio social, aunque la comunicación y la participación tienen una perspectiva más amplia en el contexto de la prevención de incendios que la contemplada estrictamente estrictamente en esta medida, 4. Fomenta entarr alternativas a la quema de rastrojos. rastrojos. El picado mecánico de la paja proporciona muchos beneficios ambientales, aparte de la prevención de incendios, por lo que supone la mejor alternativa al uso del fuego con fines agrícolas. La divulgación de las ventajas del picado de la paja
51 respecto a su quema se apoya también en otras actuaciones de carácter económico. A pesar del interés de estas líneas de actuación, no se puede olvidar la dificultad que entraña su implantación en todo el territorio, por lo cual un enfoque adecuado puede ser la de aplicarlas gradualmente. Así, una vez que la intervención en determinados lugares va generando resultados positivos, se puede aprovechar su poder demostrativo para trasladarla progresivamente a territorios más amplios. Ello requiere adaptar las medidas de planificación e intervención a las particularidades de cada espacio físico, económico y social. Estas cuatro medidas se complementan con otras encaminadas a evitar que se obtengan beneficios de los incendios, incendios , lo que se aborda a través de tres líneas de actuación: 1. Apli Aplica caci ción ón de acotados a las zonas incendiadas. incendiadas . En este caso, tras un incendio, la zona queda automáticamente acotada para realizar cualquier tipo de aprovechamiento, no sólo el pastoreo, sino también la caza, roturaciones y extracción de áridos entre otras explotaciones. De este modo se elimina la motivación de obtener algún beneficio tras el incendio, ya que no podrán realizarse aprovechamientos hasta que, tras analizar cada caso concreto, se levante el acotado para todo tipo de usos o se mantengan algunas restricciones. 2. Revis evisió iónn del del sistema de subvenciones. subvenciones. En este caso caben varias alternativas: como primera opción está el apoyo a los aprovechamientos compatibles con la conservación del medio natural, y como segunda posibilidad impedir que las explotaciones que utilizan el fuego se vean beneficiadas por subvenciones, como ocurre en ocasiones en actividades como la ganadería, agricultura o la recogida de castañas.
52 3. La pro promo moci ción ón del del trabajador forestal especializado. especializado. Esta medida tiene un doble objetivo: por un lado, disponer de personas mejor preparadas para realizar las tareas forestales y, por otro, favorecer que se constituya progresivamente en una profesión reconocida y estable. De este modo, las labores de extinción de incendios pueden contar con equipos que lleven a cabo su actividad en un espacio que conocen y con unos medios que dominan. Además, este tipo de estrategia de intervención permite la realización de intervenciones selvícolas a lo largo del año, lo que lleva implícito una mejora del estado de las masas forestales. El último bloque de medidas incluidas dentro de la prevención directa es la intensificación de la investigación de las causas de los incendios, incendios, que persigue incrementar nuestro conocimiento de este fenómeno a través de las siguientes medidas: 1. La experienc experiencia ia obtenida obtenida ha llevad llevadoo a la conclusión conclusión de que que las labores de investigación de causas deben ser realizadas por los agentes forestales y/o medioambientales, dado su conocimiento del terreno, que deben estar apoyados técnicamente por los técnicos de las Brigadas de Investigación. De esta forma, se espera reducir considerablemente el número de incendios atribuidos a causas desconocidas. La investigación de causas requiere establecer previamente la colaboración de las subdelegaciones del gobierno, Guardia Civil, jueces, letrados de la Junta y las fiscalías provinciales, para conseguir la consecución de sentencias en los casos en que se encuentren tipificados como delito en el código penal acciones relacionadas con incendios forestales, y de este modo dicha normativa contribuya a la prevención. 2. La formación de los agentes forestales y/o medioambientales en materia de investigación de causas de incendios es una acción necesaria para cumplir la medida anterior. 3. La reali realizac zación ión de una estadística específica de causalidad de incendios permite un análisis riguroso por términos municipales de este fenómeno y, por tanto, obtener conclusiones sobre aspectos importantes como son las motivaciones. motivaciones. Esta información tiene una aplicación importante en la planificación y realización de actuaciones encaminadas a la prevención, ya sean sobre el medio natural, económico o social.
53 Prevención indirecta: trabajar directamente sobre el medio natural Este segundo grupo de actuaciones, que también se encuentran dentro de lo que llamamos defensa ante incendios, se realizan sobre el medio físico, por lo que haremos un repaso de las mismas más breve que el de la prevención activa, dada su menor relación con la educación ambiental. Como ya hemos visto, la prevención indirecta trata de reducir tanto el número de incendios como su intensidad y extensión, actuando en dos direcciones: la reducción del combustible forestal y la construcción de equipamientos. En ambos casos, las actuaciones se realizan para disminuir la probabilidad de que se produzca un incendio, evitar que una vez iniciado se propague con rapidez y/o facilitar las labores de extinción. El conjunto de intervenciones que se realizan sobre el combustible forestal forestal se denomina selvicultura preventiva y están orientadas fundamentalmente a eliminar el exceso de matorral y reducir la densidad del arbolado. En muchas masas forestales, forestales, éstas han han sido las únicas actuaciones actuaciones que se han realizado realizado sobre sobre el arbolado, lo cual no ha favorecido la mejora de aprovechamientos forestales ni la deseable multifuncionalidad multifuncionalidad del monte. Lo más conveniente es planificar una selvicultura general que incluya objetivos y actuaciones encaminadas tanto a mejorar las funciones del monte como a disminuir el peligro de incendio. Otro tipo de medidas que se han venido desarrollando dentro de la prevención indirecta tienen gran interés formativo, como es el desbroce mecánico, por lo que conviene plantearlas en el marco de la prevención activa. Trataremos aquí sólo las actuaciones cuya única finalidad es crear discontinuidades discontinuidades en el combustible: 1. La apertur aperturaa y mantenimie mantenimiento nto de áreas cortafuegos que, al tener menor densidad de vegetación, dificultan que se inicien los incendios y, sobre
54 todo, que se propaguen. Estas áreas facilitan además las labores de extinción, ya que son lugares adecuados para combatirlos, ubicando en ellas lo que se llama líneas de defensa, en las que operan los medios humanos y mecánicos con mayor eficacia y seguridad. En algunos casos, las áreas cortafuegos cortafuegos pueden incluir fajas en las que se elimina toda la vegetación, dejando sólo material inorgánico que no pueda arder. 2. Las pistas pistas forestales forestales pueden pueden utilizarse también como como líneas de defensa defensa en la extinción de incendios, función que se puede potenciar con la apertura y mantenimiento de fajas auxiliares. auxiliares. En éstas se reduce la densidad de vegetación a ambos lados de las pistas, para lo cual se eliminan algunos pies, el matorral, se podan los árboles que permanecen y se trituran todos los restos vegetales que se producen en dichos tratamientos. Para asegurar su función es necesario realizar tareas de mantenimiento, lo que afecta sobre todo al control del matorral, ya que éste aumenta su desarrollo al recibir la radiación solar. 3. La integ integrac ración ión de criter criterios ios de gestión de combustible en la ordenación y gestión de montes, de forma que dichos criterios se tengan en cuenta cuando se realizan otro tipo de intervenciones, intervenciones, ya sean tratamientos de mejora de la masa forestal o aprovechamientos. 4. Convocatoria Convocatoria de de ayudas para para actuaciones actuaciones preven preventivas tivas indirec indirectas tas en propiedades no gestionadas directamente por la administración regional, regional , dado que estas masas suponen un porcentaje considerable del territorio forestal de la Comunidad y desempeñan funciones ambientales importantes. El
otro gran grupo de medidas incluyen la mejora de equipamientos sobre el terreno o la creación de redes auxiliares de defensa ante los incendios forestales que permitan el acceso y trabajo de los equipos de extinción. Así, hablamos de la adecuación de la infraestructura viaria ri a que permita el
55 rápido acceso de los equipos a la zona del incendio y su movimiento por el área de trabajo, además de la infraestructura auxiliar necesaria para el funcionamiento funcionamiento del operativo de extinción. Ello incluye la mejora de los puntos de abastecimiento de agua para vehículos de extinción y/o los medios aéreos, la creación de puntos de encuentro para facilitar la recogida de las cuadrillas por helicópteros y la apertura de pistas auxiliares para medios aéreos.
Prevención directa: detección y extinción Como vimos al analizar el fenómeno de los incendios, el operativo de detección y extinción está alcanzando una creciente eficacia, lo que está permitiendo que la superficie afectada por cada incendio sea cada vez menor. La detección se basa fundamentalmente en el trabajo de los puestos fijos de vigilancia, también conocidas como torretas, que permiten localizar los conatos de incendios y comunicarlo con la mayor rapidez posible al Centro Provincial de Mando, CPM, en el que se coordinan los dispositivos de detección y extinción. La mayoría del territorio con elevado peligro de incendio puede controlarse desde dos puestos diferentes, diferentes, lo que facilita su ubicación exacta cuando el Centro Provincial de Mando recibe la comunicación. Otra fuente de información es la proporcionada por los particulares que detectan un incendio, que pueden comunicárselo a cualquier autoridad o llamar al teléfono de emergencias 112. El responsable de que comience la movilización de medios de extinción es el Jefe de Jornada de cada Centro Provincial de Mando. Los medios de extinción están coordinados por un Jefe de Extinción y compuestos por cuadrillas, motobombas de agua, maquinaria pesada y medios aéreos. Las personas que componen las cuadrillas conocen el medio en que operan, los medios que manejan, están acostumbrados a estas tareas y se encuentran disponibles para la extinción. Actúan preparando las áreas cortafuegos ante el avance del incendio, atacando directamente las llamas y, una vez que el incendio ha sido controlado, cuidan de que no se reavive. Estas cuadrillas realizan tareas preventivas en los periodos de tiempo en que no tienen que actuar sobre un incendio. La actuación más conocida de la maquinaria pesada en labores de extinción es la preparación de áreas cortafuegos que permitan unas condiciones más adecuadas para el control del incendio. Pero esta maquinaria realiza también ataque directo sobre el fuego, para lo cual echa tierra sobre los focos, una técnica que está ganando cada vez mayor importancia en la extinción. El transporte del agua se realiza mediante autobombas, camiones todo terreno muy versátiles en la forma en que se pueden recargar de agua.
56 Los medios aéreos incluyen aviones para descargar el agua sobre la vegetación o las llamas, y helicópteros que pueden realizar esta misma función o transportar personas. La coordinación a nivel regional se realiza a través del Centro Autonómico de Mando (CAM), que puede desplazar medios de una provincia a otra en caso de necesidad. Por su parte, el Centro para la Defensa contra el Fuego tiene funciones de formación e investigación. Puesto que la prevención activa está cobrando cada vez mayor interés, y dado el carácter social de las mismas, este Centro promoverá actividades formativas para los gestores forestales. La puesta en marcha y seguimiento de medidas de prevención y extinción de incendios la realiza el Servicio de Defensa del Medio Natural, en su Sección de Lucha contra los Incendios Forestales, y las respectivas Secciones de Protección de la Naturaleza de los Servicios Territoriales de Medio Ambiente.
El Plan 42 Su nombre arranca del análisis de los resultados que sobre incendios forestales ofrece el diagnóstico del Plan Forestal de Castilla y León. Se detectó que eran 42 los municipios en que se produjeron más de 10 incendios anuales como media entre 1995 y 1999. Esta elevada frecuencia supone que el 40% de los incendios forestales de la Comunidad se produjeron en estos 42 municipios, el 1,9% de los que componen la Comunidad Autónoma. A luz de estas cifras se planteó centrar los esfuerzos de prevención en las zonas con siniestralidad más elevada y mayor incidencia de fuegos intencionados. No obstante, para dar la necesaria continuidad territorial a las actuaciones que se planteaban, se incorporaron términos municipales adyacentes que presentaban una problemática similar. Así, se incorporaron otros 62 municipios, sumando en total 104 términos en los cuales se produce como promedio anual el 50% de los incendios forestales de Castilla y León, ubicados en la zona occidental de León, el noroeste de Zamora, las Merindades en Burgos y el abulense Valle del Tiétar. No obstante, se ha mantenido el nombre original, Plan 42, con el cual se le conoce y fue aprobado mediante Acuerdo de Junta de Gobierno, el 10 de enero de 2002. El Plan 42 es un proyecto de intervención integral sobre el medio natural, social y económico, por lo que sus actuaciones comprenden las expuestas en la prevención activa e indirecta. En sus fases de planificación y desarrollo, desarrollo, se han tenido en cuenta planteamientos y metodología propias tanto de la gestión forestal como de la educación ambiental. Uno de los puntos fuertes del Plan 42 es precisamente su carácter de espacio de encuentro y coordinación entre ambas formas de hacer.
6 LA EDUCACIÓN AMBIENT AMBIENTAL AL COMO HERRAMIENTA PARA LA PREVENCIÓN DE INCENDIOS FORESTALES
En este capítulo queremos abordar el papel que la educación y la comunicación ambiental pueden jugar como herramientas útiles para la prevención de incendios forestales. Para ello, vamos a desgranar lo que en nuestra nuest ra opinión son aspectos esenciales en el desarrollo de cualquier intervención y trataremos de ofrecer una serie de ideas, recomendaciones y sugerencias que a los redactores de este documento nos parecen importantes a la hora de abordar programas sobre incendios forestales. Con el objeto de poder organizar esta información, hemos estructurado en primer lugar las tareas que forman parte de la planificación y ejecución de programas de educación o comunicación ambiental. Posteriormente entraremos con mayor detalle en cada uno de los puntos, con el objeto de enfatizar los criterios básicos que nos parecen más importantes.
Las fases de la intervención Nuestra intervención educativa, ya se trate de un proceso de gran envergadura, alcance y duración o de una breve actividad puntual, debe contar con una serie de fases ineludibles en su desarrollo, fases que sintetizamos en el siguiente esquema:
58
I
DIAGNÓSTICO DE LA SITUACIÓN DE PARTIDA
II PLANIFICACIÓN DE LA INTERVENCIÓN R e e p p l l a a n t n t e a e a m m i i e e n t n t o o d e e l a a s s a c c t t u u a a c i c i o o n e n e s s
III
R e e s u s u l l t t a d d o s o s d d e e l a a e e v v a a l l u u a a c c i i ó ó n n c o o n t n t i i n n u u a a
EJECUCIÓN
EVALUACIÓN FINAL IV [Y PLANIFICACIÓN DE NUEVAS ACTUACIONES]
Así, cualquier intervención que pongamos en marcha debe iniciarse con un diagnóstico de la situación de partida, un diagnóstico capaz de situarnos adecuadamente en el contexto ambiental, socioeconómico y educativo en el que vamos a trabajar. Los elementos del diagnóstico nos proporcionarán claves importantes en la planificación posterior de nuestras intervenciones, ya que de ellos podremos deducir los elementos fundamentales del conflicto, qué contenidos trabajar con según qué destinatarios, qué tipo de acciones o mensajes son más necesarios en una zona determinada, etc. La planificación de nuestra intervención deberá ser lo más minuciosa posible, sin que ello signifique que deba estar cerrada a posibles cambios que sur jan como resultado de la ejecución. De hecho, el desarrollo de las actuaciones debe ir generando información útil para reprogramar las actividades que se vayan desarrollando con posterioridad, en un proceso continuo de evaluación y retroalimentación orientado a la mejora. El hecho de llevar a cabo procesos de evaluación continua no es óbice para que una vez completada la ejecución de nuestras actuaciones se dedique el tiempo necesario a la evaluación final de la eficacia y eficiencia del programa que hayamos desarrollado o, lo que es lo mismo, el grado en que se han conseguido los objetivos y el aprovechamiento de los recursos empleados. El objeto
59 de esta última fase será obtener la información necesaria para futuras intervenciones educativas o de comunicación que se pongan en marcha, en el propio contexto en el que estemos ubicados o en otros proyectos diferentes.
El diagnóstico de la situación de partida Como hemos visto, la primera tarea a llevar a cabo en nuestra intervención será la de diagnosticar la situación de partida, esto es, conocer las circunstancias que van a rodear a nuestro programa o actuación. actuación . Es evidente que no podremos desarrollar un buen trabajo si no conocemos bien el contexto en que nos vamos a mover. mover. Esta premisa, que es e s aplicable a cualquier cu alquier intervención educativa, educati va, es si cabe más cierta en el caso de los incendios forestales, en los que aspectos como las causas y motivaciones o la situación socioeconómica de la zona donde trabajemos van a ser elementos determinantes tanto del problema como de su solución. Reflejamos a continuación algunos de los aspectos que nos parece importante conocer en esta fase de diagnóstico. diagnóstico. Lógicamente, su importancia relativa relativa dependerá de nuestra realidad concreta y del tipo de trabajo que vamos a acometer. Sin embargo, creemos que cualquier educador debería conocer, ya sea sucinta o extensamente, la respuesta a los ítems que aparecen en el siguiente cuadro: Sobre el problema de los incendios forestales en la zona en la que vamos a trabajar...
• Su frecuencia frecuencia,, el área de distribució distribución, n, las zonas que que se ven afectaafectadas y el tipo de vegetación, la tendencia en los últimos años, etc. • En la medida medida en que sea sea posible, posible, las causas causas y motivacione motivacioness de los incendios en esa zona y el modo en que la población local los percibe.
Sobre la gestión del espacio forestal o del medio natural...
• Los objetivos objetivos,, programas programas y actuaciones actuaciones de ordenación ordenación foresta forestall en marcha o que está previsto llevar a cabo en la zona. • Las intervencio intervenciones nes concretas concretas que, desde la administraci administración ón forestal, forestal, se vienen haciendo o se van a acometer para la prevención de incendios forestales. • La percepció percepciónn que existe en en la zona hacia hacia la gestión gestión forestal forestal y hacia los aprovechamientos que se obtienen del monte.
Sobre la situación socioeconómica de la comarca...
• Actividade Actividadess económicas económicas más relevantes relevantes en la zona, con especia especiall atención a las relacionadas con el monte (agricultura, ganadería, selvicultura, caza, pesca, turismo, etc.), además de las tendencias más destacadas en cada uno de estos sectores de actividad. • Demografí Demografíaa actual y tendencia poblacional poblacional:: Envejecimient Envejecimiento, o, jóvenes, jóvenes, despoblación, inmigración, etc. • Tejido social, asociacionismo, participación de la población en propuestas planteadas desde diferentes ámbitos, etc.
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Sobre los recursos con los que vamos a poder contar...
• Recursos Recursos humanos: humanos: agentes agentes sociales, sociales, líderes formales formales e informales, informales, entidades que trabajan en la zona, centros educativos, formativos, etc. • Recursos Recursos materiales materiales (equipamiento (equipamientos, s, instalaciones, instalaciones, exposiciones exposiciones,, etc.) o financieros disponibles. • Recursos naturales (paisaje, ecosistemas, ecosistemas, áreas áreas afectadas afectadas o no por incendios, etc.), costumbres y tradiciones, etc.
Investigación de experiencias educativas anteriores en este ámbito
• Estudio Estudio de posibles posibles experiencias experiencias anterior anteriores es en educación educación formal formal y no formal en materia de prevención de incendios forestales y en otras temáticas relacionadas con el medio natural. • Análisis Análisis de las campañas campañas de comunica comunicación ción en materia materia de incendios incendios que se han realizado en la zona.
Contextualización precisa del programa de intervención
• Análisis Análisis detallado detallado del contexto contexto concreto concreto en que se produce produce la interintervención y de las circunstancias de la misma. • Conocimiento Conocimiento en profundi profundidad dad del marco marco en que se encuadra encuadra nuestra nuestra intervención (plan, programa o proyecto en el que se integra, actuaciones de carácter más amplio con las que se complementa, etc.).
Los instrumentos que utilicemos para realizar el diagnóstico deberán ser consecuentes con el tipo de programa educativo que vayamos a poner en marcha y, especialmente, con su alcance y los recursos de que dispongamos. Así, no será igual el diagnóstico si vamos a trabajar durante dos años en una comarca que el que necesitaremos para desarrollar un programa de una semana con escolares de un centro educativo. Obviamente, en el primer caso podremos hacer un esfuerzo mayor en cuanto a los recursos y el tiempo destinados al diagnóstico, mientras que en el segundo, la fase de diagnóstico deberá ser mucho más breve y orientada más concretamente a facilitar la planificación del programa educativo que vamos a ejecutar. Así, cuando no se requiera un diagnóstico exhaustivo, podremos utilizar simplemente entrevistas informales con determinados agentes, por ejemplo. Sin embargo, cuanta mayor profundidad requiera el diagnóstico, en mayor medida necesitaremos recurrir a fuentes documentales, documentales , a contrastar los datos obtenidos, a la realización de
61 determinados estudios de campo o encuestas de percepción social o, incluso, a plantearnos realizar diagnósticos participados de la situación de partida, en los que sea la propia población de la comarca y todos los agentes implicados quienes identifiquen cada uno de los aspectos relevantes para para el futuro futuro programa. Para acercarnos al conocimiento de las ideas previas y la percepción que tiene la población sobre los incendios, es recomendable la utilización de métodos cuali- tativos de investigación social. En algunos casos se han realizado “ realizado “ g , una técnica que per- g r u r u p p o o s s d e e d i s i s c c u s u s i i ó ó n ” n ” mite conocer las ideas, los modos de pensar, las barreras, la escala de valo- res...de un grupo de población al que se invita a participar en una tertulia distendida, normalmente libre y apenas dirigida. A través de las expresiones de los participantes y de las interacciones que se pro- ducen entre ellos, se puede extraer, tras un riguroso análisis, una información bastante valiosa para el diagnóstico de partida.
En cualquiera de los casos o situaciones será muy importante contar con la opinión y colaboración de profesionales (agentes de desarrollo, trabajadores sociales, profesores, gestores del medio, agentes forestales, etc.) que estén desarrollando su trabajo en la comarca, puesto que su conocimiento de muchos de los factores y elementos que nos interesan es a menudo amplísimo. La publicación “Reviving links” es links” es un documento muy interesante que refleja experiencias llevadas a cabo en materia de educación ambiental y participación ciudadana por ONGs de todo el mundo. En su apartado de “lecciones aprendidas” nos habla del interés que tiene para el éxito del proyecto la realización de diagnósticos participados. De acuerdo a sus autores, todos los sectores o actores sociales que vayan a estar involucrados en el programa deben trasladarnos a priori lo que piensan, lo que ya saben y lo que quieren hacer, ayudándonos así a buscar respuesta a preguntas como éstas: • • • • • • • • • •
¿Cuál es el problema problema fundament fundamental? al? ¿Qué se ha hecho hecho ya para para solucionarl solucionarlo? o? ¿Qué ¿Qué están hacie haciendo ndo otros otros? ? ¿Qué sectores sectores de población población están involucrado involucradoss en el problema? ¿Qué percepcion percepciones es y valores culturales culturales juegan un papel papel en el problema? ¿Qué obstácul obstáculos os y limitacion limitaciones es detectamos? detectamos? ¿Cuál ¿Cuál es el papel papel del del género género? ? ¿Cuál es la la fuente de de información información más más fiable? ¿Cuál es la la mejor forma forma de comunic comunicar ar mensajes? mensajes? ¿Cuál es el impacto impacto de las política políticass que se han puesto puesto ya en marcha? marcha?
Inexcusablemente, el diagnóstico que realicemos nos debe permitir conocer con la mayor precisión posible las causas y motivaciones de los incendios en la zona en la que vamos a intervenir, así como el contexto socioeconómico y ambiental en que se producen dichos incendios. Conseguir que el programa educativo contribuya a mejorar la situación implica trabajar de forma paralela e integrada con la
62 gestión, para lo cual debemos conocer y comprender cuáles son los objetivos de la gestión forestal en materia de prevención de incendios y las tareas previstas en nuestro ámbito de actuación. De la misma forma, los gestores deben formar parte activa de las intervenciones educativas desde la fase de diagnóstico. La Estrategia de Educación Ambiental de Castilla y León, León , en su capítulo 8 (Principios Básicos), dice textualmente: “Para procurar el éxito y la eficacia de cualquier política ambiental debe inte- grarse la educación ambiental como un componente esencial de todas las fases y acciones de su desarrollo (...). Incorporar la educación ambiental significa contar con las poblaciones a las que van dirigidas las actuaciones y hacerles partícipes de los procesos que conducen a la adopción de medidas. Por ello, la educación ambiental debe estar incluida, de manera explícita, en las distintas fases de planificación, gestión y evaluación de las iniciativas ambientales.”
Resulta necesario además conocer las experiencias educativas o de comunicación previas que se han desarrollado en la zona en relación a la prevención de incendios. De esta forma, podremos conocer los aciertos y errores que han podido cometerse en pasadas intervenciones, así como determinar con mayor exactitud nuestro punto de partida. Puede llegar a ser crucial para el éxito de nuestra intervención ser conscientes del papel que juega nuestra actuación concreta en un contexto más amplio, amplio, ya sea un plan o un proyecto de mayor alcance, extensión o duración temporal. En este sentido, deberemos conocer qué otras acciones educativas, de comunicación o de gestión se están poniendo en marcha en el marco del proyecto para ubicar y contextualizar adecuadamente la acción educativa.
63 Uno de los aspectos más relevantes de nuestro trabajo tiene que ver con la forma en que los diferentes sectores sociales perciben los incendios forestales y con algo que quizá parezca una perogrullada perogrullada pero cuya importancia puede ser notable: ¿estamos todos hablando de lo mismo cuando hablamos de incendios forestales? En este sentido, es probable que, como vimos en capítulos anteriores, lo que a nuestros ojos es un incendio forestal, para muchos vecinos no sea otra cosa que el resultado de una correcta actuación para limpiar el monte. Con anterioridad a la puesta en marcha del Plan 42, 42, y como paso previo a su diseño, se realizó un diagnóstico de la situación de partida en las áreas más afectadas por incendios forestales en Castilla y León. Extraemos aquí algunas de sus conclusiones, con el objeto de plasmar cómo el trabajo de diagnóstico debe conducirnos a identificar con claridad algunos aspectos clave del problema en la zona en que vamos a trabajar: “La percepción del incendiario por los vecinos no es negativa. Esto se produce por la falta de obtención de beneficios evidentes por parte de los habitantes de la zona, lo cual conlleva a la indiferencia indiferencia hacia las masas arboladas, las cuales suponen, incluso, un freno a las actividades agrícolas tradicionales.(...). La utilización del fuego como herramienta agroganadera se ha venido reali- zando de forma rutinaria por los habitantes de las zonas rurales; sin embargo, a los peligros que tiene de por sí esta actividad sin el debido control, se une en la actualidad ciertos condicionantes que aumentan el riesgo. Por un lado, el paulatino despoblamiento de las zonas rurales y la invasión espontánea de la vegetación de antiguos terrenos agrícolas genera que sean los propietarios de las fincas quienes realizan quemas para evitar esta situación y la sensación de abandono de sus propiedades. Pero además, el envejecimiento de la población hace que las personas que llevan a cabo estas tareas tengan muy mermadas sus facultades físicas, lo cual contribuye a empeorar el problema.”
Así pues, los aspectos relacionados con la percepción y el tejido social van a ser muy importantes en nuestro trabajo. Diagnosticar con anticipación los posibles conflictos o problemas existentes, los canales de comunicación más habituales, la percepción del medio y su gestión, etc., puede determinar el futuro éxito o fracaso de nuestro programa y será sin duda una herramienta muy valiosa para la fase de planificación. Quizá podríamos añadir un elemento más a esta fase previa a la planificación del programa, un elemento que, si bien se escapa a lo que puede ser un diagnóstico convencional, puede llegar a ser una herramienta de trabajo importante. Nos referimos al conocimiento e identificación de buenas prácticas en materia de prevención de incendios que se hayan producido en otros territorios. Este trabajo previo, si lo realizamos con un espíritu analítico, nos puede aportar ideas muy interesantes acerca de posibles métodos a utilizar o ayudarnos a vislumbrar posibles errores antes de cometerlos.
64
La planificación Una vez realizado el diagnóstico, dispondremos de información valiosa para planificar las intervenciones que vamos a poner en marcha. Una de las primeras decisiones que deberemos tomar es qué personas o entidades van a participar junto con nosotros en la planificación de las actuaciones, actuaciones, hasta qué grado van a intervenir y en qué forma se va articular dicha participación. Entre las alternativas que podemos barajar, secuenciadas aquí en función del grado de participación que asumimos para el proyecto, están las siguientes: Nivel de participación que deseamos alcanzar en la fase de planificación
Criterios adoptados para la planificación del proyecto
Elevado
El conjunto del proyecto se define participadamente, de forma que se articulan mecanismos para que tanto las entidades y personas vinculadas directamente a su ejecución como los potenciales destinatarios y otros sectores de la sociedad tomen parte en las decisiones sobre las actuaciones e iniciativas a poner en marcha.
Intermedio
El conjunto del proyecto se define en un trabajo de equipo con las entidades y personas vinculadas directamente a su ejecución. Los potenciales destinatarios y otros sectores de la sociedad tan sólo son consultados o toman parte en decisiones puntuales sobre las actuaciones a poner en marcha.
Escaso
El conjunto del proyecto se diseña desde nues tro propio equipo. Las entidades o personas implicadas en su desarrollo tan sólo son consultadas o toman parte en decisiones puntuales sobre las actuaciones a poner en marcha. Los destinatarios, terceras personas y otros sectores sociales no toman parte de ninguna forma en la planificación del proyecto.
65 Hemos plasmado en el cuadro anterior tan sólo tres opciones entre las múltiples que podrían seleccionarse, en un gradiente que iría desde la primera situación (elevado nivel de participación) a la última (escaso nivel de participación). Una vez tomada la decisión de cómo queremos realizar la planificación del proyecto, deberemos diseñar los mecanismos que nos permitan convertir nuestra decisión en realidad. Así, si optamos por realizar un proceso de planificación participada, deberemos organizar mesas de trabajo, reuniones con las entidades y personas involucradas, entrevistas con agentes sociales y técnicos en la materia, etc., todo ello con el objeto de avanzar en un diseño de programa en el que se vertebren y articulen estructurada y lógicamente los enfoques e intereses de los diversos actores implicados. Una buena técnica para planificar participadamente puede ser el desarrollo de un s e e m i m i n a n a r r i o i o t e e m m á á t i t i c o c o formado por representantes de todos aquellos sectores o agentes implicados directa o indirectamente en el programa a desarrollar. El modo en que se constituya y se dinamice este seminario es clave para el éxito del mismo, para lo cual pueden ser útiles algunas de las sugerencias que se des- granan en este documento. El seminario puede tener d tener d i i v e v e r s r s o o s s o b b j e et i t i v o v o s s , en función del interés de los parti- cipantes y de su grado de implicación. Puede constituirse como grupo para el dise- ño del programa o intervención en las primeras fases o, también, en un grupo permanente de planificación, seguimiento y consulta a lo largo de todo el proceso.
En cualquiera de los casos, es importante dedicar todo el tiempo necesario al diseño de la intervención, porque una buena parte del éxito del programa radica en una adecuada planificación. Lógicamente, este periodo de tiempo será directamente proporcional al alcance y dimensión del proyecto, aunque incluso en intervenciones muy puntuales no debe desdeñarse ni minusvalorarse la importancia de una buena programación. Durante el proceso de planificación, es necesario concretar los diferentes aspectos de la intervención, entre los que hay que contemplar necesariamente los siguientes:
Definición de objetivos y destinatarios Selección de entidades y personas que van a colaborar en las diferentes actuaciones previstas
• Objetivos Objetivos generales generales y específico específicoss que deseamos deseamos alcanzar alcanzar en la intervención, en cada una de las diferentes fases del programa y/o en cada actividad prevista. • Colectivos Colectivos específicos específicos con los que vamos vamos a trabajar trabajar,, tanto de forma global como para cada una de las actuaciones. • Definición Definición y contacto contacto con las entidades entidades,, agentes sociale socialess y personas con las que vamos a colaborar en cada una de las actuaciones diseñadas en el marco del proyecto.
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Definición de instrumentos a utilizar en cada una de las fases de la intervención
• Información Información y comunicació comunicaciónn (acciones (acciones de información información y divulgadivulgación, materiales de comunicación, presencia en medios, charlas, conferencias, jornadas informativas, etc.). • Formación Formación y capacitación capacitación (cursos, (cursos, talleres, talleres, jornadas técnicas, técnicas, etc.). etc.). • Educación Educación y participación participación (trabajo (trabajo continuad continuadoo con determinados determinados grupos, mesas de debate, seminarios de participación, actuaciones puntuales con diferentes colectivos o abiertas al público en general, programas con docentes y escolares, etc.).
Secuenciación y organización temporal del proyecto
• Planificación Planificación temporal temporal de las intervencione intervencioness y actuaciones actuaciones previsprevistas en el marco del proyecto.
Planificación de los instrumentos de evaluación
• Diseño de instrumen instrumentos tos de evaluaci evaluación ón útiles para para maximizar maximizar la eficiencia y la eficacia del proyecto a lo largo de su desarrollo.
Uno de los pasos más importantes en la planificación del programa es plantearnos con rigor los objetivos que queremos conseguir: conseguir : ¿Queremos sensibilizar? ¿Aportar información sobre la gravedad del problema? ¿Cambiar la percepción de un determinado colectivo o de la población en general hacia los incendios forestales? ¿Cambiar actitudes? ¿Generar una reflexión colectiva sobre el tema de los incendios? ¿Modificar métodos tradicionales de gestión del medio? ¿Introducir alternativas viables de gestión? ¿Diversificar y mejorar los aprovechamientos que se obtienen del monte? De una razonada respuesta respuesta a estas preguntas se derivarán el resto de los aspectos del programa, incluidos los destinatarios con quienes habremos de trabajar.
67 Obviamente, los objetivos que nos planteemos deberán ser alcanzables en el marco del programa que pongamos en marcha y deberán ser coherentes con su duración y con los recursos de que dispongamos. Así, si nuestra intervención va a ser breve o puntual, deberemos ser realistas y definir objetivos concretos y poco ambiciosos, consecuentes con nuestras posibilidades de trabajo. En el caso de proyectos de mayor envergadura, la tarea fundamental estribará en decidir qué objetivos son prioritarios en nuestro área de trabajo y cuál es el mejor modo de abordarlos, esto es, trabajando de qué forma con qué destinatarios. El horizonte de nuestra intervención va a ser la erradicación de los incendios forestales intencionados, intencionados , por lo que los objetivos que nos planteemos serán, en realidad, pasos necesarios para conseguir esta meta. Pese a ello, deberemos tener en cuenta también que en el marco de nuestro programa y dependiendo de la metodología de trabajo que utilicemos, podremos contribuir a mejorar de forma más general la relación de la población con su entorno y, también, a incrementar la implicación de la sociedad en la toma de decisiones en lo referente a la gestión del medio. “La Educación Ambiental se encuentra por tanto ante un desafío complejo, pero tal como dice Salvador Rueda la sostenibilidad no es ni un dogma, ni un discur- so retórico, ni una formula mágica. Es un proceso inteligente y auto-organizativo que aprende, paso a paso, mientras se desarrolla. Y en este proceso aunque no perdamos de vista el contexto global hay que ir construyendo colectivamente y poco a poco soluciones reales ya que es en cada paso de la vida real en donde iremos avanzando. Por lo tanto, en mi opinión, lo fundamental no solo son los resultados conseguidos sino el proceso seguido para conseguirlos y en ello la par- ticipación de la población cumple un papel fundamental. Un modelo muy soste- nible pero sin la implicación de las personas, es una imposición que, a la larga, no resultará. (Villasante, T. 2001)” Olga Conde (2002)
Es importante tener en cuenta que, en educación ambiental, los objetivos suelen conseguirse a largo plazo y que estamos hablando de procesos que duran toda la vida y en el que todos somos maestros y aprendices a la vez. vez. Ambas cosas son relevantes a la hora de definir nuestros objetivos y planificar nuestro programa y nos llevan a plantearnos un buen consejo: ser humildes, tanto en los objetivos que creemos que vamos a conseguir como en nuestra actitud hacia colaboradores y destinatarios. Es muy probable que ellos sepan, de muchos temas, mucho más que nosotros. Un riesgo en el que a menudo caemos es el de pensar que para grandes intervenciones se requieren grandes presupuestos. Esto no siempre es cierto. Hay multitud de iniciativas que podemos poner en marcha que apenas rqueieren gastos.
68 Quizá se trate más bien de encontrar los socios adecuados, que pueden disponer de los recursos que nosotros necesitamos con un coste cero para el proyecto. En este sentido, también debemos asumir la responsabilidad de maximizar la eficiencia y eficacia de los recursos de que dispongamos, esto es, garantizar que se utilizan lo mejor posible para conseguir los objetivos que nos hemos propuesto. Otro aspecto a tener en cuenta a la hora de planificar es el de diseñar la intervención de forma que se procure la permanencia en el tiempo tanto de los objetivos alcanzados como de algunas de las actuaciones puestas en marcha. marcha . Así, cuando el proyecto finalice y nosotros quizá ya no estemos trabajando en la zona, todavía se celebrarán cada año las jornadas de prevención de incendios o los centros educativos realizarán ese concurso de cuentos que se puso en marcha gracias al programa. Para trabajar en esta línea, una vez más se revela imprescindible conseguir crear una red de entidades y personas de la zona implicadas en el proyecto. Una vez definidos objetivos, destinatarios y la red de entidades y personas que vamos a trabajar en el proyecto, habrá llegado el momento de plantearse qué tipo de acciones, actuaciones, iniciativas o programas vamos a poner en marcha en el marco de nuestra intervención. Programas formativos, talleres en colegios, reuniones con alcaldes, excursiones e itinerarios, folletos y carteles, semanas de teatro, murales colectivos, quemas controladas, reuniones y entrevistas,... Al plantearnos una intervención de estas características, no debemos cerrarnos a priori ninguna puerta, porque cualquier tipo de actuación puede revelarse útil para ayudarnos a conseguir nuestros objetivos. “La educación ambiental puede dirigirse a multitud de destinatarios diferentes con perfiles de comportamiento ambiental también diversos, en un conjunto de escenarios y situaciones sociales, económicas, culturales y ambientales, en rela- ción a un amplio catálogo de problemas del entorno y con la posibilidad de inci- dir en variados objetivos específicos. Esta situación compleja e indeterminada debe obligar a los profesionales que trabajan desde esta perspectiva a mantener una actitud abierta y flexible a la integración de diversas metodologías y estra- tegias de intervención para mejorar la relación de las personas con su entorno. Así deben combinarse estrategias directas e indirectas, centradas en acciones basadas en la investigación, la comunicación, la información, la capacitación, la participación… ya que éstas no entran en competencia sino que más bien se refuerzan entre sí.” Ricardo de Castro (1998)
69 Además, procuraremos planificar cuidadosamente estas actuaciones en función de nuestro ámbito de actuación, el diagnóstico que hemos realizado, los objetivos planteados, los l os destinatarios destinatario s con los que vamos a trabajar y los recursos reales de que disponemos. Si combinamos adecuadamente estos elementos, es muy probable que el diseño de la intervención sea un éxito y el camino hacia la siguiente fase (la ejecución) esté despejado y allanado. Diagnóstico de la situación de partida Entidades y personas dispuestas a trabajar con nosotros Objetivos que nos hemos planteado Destinatarios con los que vamos a trabajar Recursos de los que disponemos: tiempo, recursos materiales, equipo, ...
Planificación de las actuaciones
EJECUCIÓN
La ejecución de los programas Una vez planificado el conjunto del proyecto y, más detalladamente, las primeras actuaciones que vamos a poner en marcha, es el momento de poner manos a la obra y comenzar el desarrollo del mismo. Llegados a este punto, es importante ser consecuente con la metodología con la que hemos decidido intervenir. Así, por ejemplo, si la planificación ha sido participativa, la ejecución deberá serlo también, para no frustrar las expectativas creadas ni defraudar a los agentes que han colaborado con nosotros. También debemos procurar que los mensajes que se vayan lanzando a lo largo del programa sean coherentes entre sí, de forma que no se estén aportando ideas contradictorias o que formen parte de discursos discordantes. Esto, que parece una obviedad, puede llegar a resultar complejo si el programa tiene gran alcance y en su desarrollo toman parte equipos diferentes o personas procedentes de
70 ámbitos diversos. En este sentido, nos parece también relevante dotar al conjunto de las actuaciones de una identidad común -quizá un eslogan, nombre o imagen, que permita a los participantes en cada una de las acciones reconocer que están tomando parte en un proyecto más amplio. La importancia del mensaje Nos detendremos un momento en los mensajes que vamos a lanzar desde el programa, lo que en términos educativos llamaríamos contenidos. Se trata de un tema crucial en el ámbito concreto de los incendios forestales, donde tratar adecuadamente aspectos como las motivaciones o la autoría puede resultar absolutamente relevante para una eficaz prevención y, además, tener implicaciones en el tejido social de la comarca donde trabajemos. En el siguiente cuadro aparecen algunos aspectos relacionados con los mensajes y contenidos que, aunque han sido desarrollados con mayor profundidad en capítulos anteriores de este manual, creemos importante señalar aquí: • Es fundamenta fundamentall no trivializar trivializar o banalizar banalizar la forma en que que abordamos abordamos el tema de los incendios forestales. Debemos incorporar toda la complejidad del tema a los programas que pongamos en marcha, incluyendo sus componentes humanos, económicos, técnicos y, por supuesto, ambientales. • Es necesario necesario no abundar abundar en ciertas falsas falsas ideas (como (como la de la naturaleza naturaleza estática, no cambiante), que deben ser reemplazadas por una visión de los ecosistemas más acorde con su naturaleza dinámica, en continuo cambio. En este senito, cabe destacar la respuesta de la vegetación ante un incendio forestal. • La gran mayoría de los incendios no son provocados por pirómanos con problemas de salud mental, sino que están ligados a conflictos socioeconómicos complejos relacionados con el uso y gestión del medio. • El fuego es una herramienta tradicional y cultural para obtener pastos en zonas ocupadas por matorral, y para eliminar el rastrojo. En el pasado el uso del fuego era una actividad comunal, que realizaba todo el pueblo, y en la actualidad ese carácter colectivo ha desaparecido, lo que provoca un menos control del fuego. • El hecho de que los incendios incendios foresta forestales les estén ligados ligados en muchas zonas zonas a una inadecuada gestión del medio por parte de la ganadería extensiva, no debe llevarnos en ningún caso a culpabilizar a este sector o a activar un conflicto social. Deberemos trabajar constructivamente sobre los factores que han creado el conflicto: su origen socioeconómico y la utilización inadecuada de herramientas de gestión del matorral que no son apropiadas para la situación actual. • La ganadería ganadería extensiv extensivaa es un importante importante agente modelado modeladorr del medio y el paisaje, controla el desarrollo de la vegetación más susceptible de arder y supone un importante recurso económico para muchas poblaciones rurales. • Los recursos recursos forestale forestaless pueden suponer suponer una importante importante fuente fuente de ingresos para la población rural, ingresos que a su vez pueden contribuir a reducir el despoblamiento y a mejorar el desarrollo de las actividades económicas ligadas al monte. • La madera es un recurso recurso renovable renovable si se gestionan los montes sosteniblemente, por lo que la plantación de árboles con vocación maderera es una buena alternativa para la supervivencia de poblaciones rurales que, a su vez, son garantes de conservación de los ecosistemas forestales. Se pueden cortar árboles sin destruir el bosque.
71 • La persistencia persistencia del del paisaje y el medio forestal forestal dependen dependen directame directamente nte de la persistencia de la población que vive y desarrolla su actividad económica en el medio rural. • Deberemos trabajar trabajar también sobre el contexto temporal en que se desenvueldesenvuelve el fenómeno de los incendios forestales, sus antecedentes, los cambios en el medio y en la sociedad que se han producido en las últimas décadas. Así, deberemos analizar el papel que juegan los diferentes actores como protagonistas que son de un proceso complejo que continuamente está cambiando. • Los aspectos del programa que tratan sobre afectos y actitudes favorables favorables a la conservación de la vegetación y los ecosistemas son importantes, pero no son suficientes en un programa educativo que quiera abordar con rigor la prevención de incendios forestales. • La población visitante que busca naturaleza en estado puro o la realización de actividades en el medio debe comprender que la obtención de recursos del monte implica una serie de actividades y tareas necesarias para que la población local disponga de trabajo y recursos económicos. • La pervivencia del medio rural rural y de la población que lo habita requiere requiere la implicación activa de la sociedad urbana, que debe estar dispuesta a financiar los servicios que demanda al medio rural, tanto de tipo productivo como de conservación del medio.
¿QUÉ METODOLOGÍA UTILIZAR?
Una vez que hemos definido con claridad qué tipo de contenidos y ámbitos temáticos vamos a trabajar a lo largo de nuestro programa, habrá llegado lle gado el momento de poner manos a la obra y comenzar la ejecución de cada una de las acciones que hayamos previsto en la fase de planificación. Debemos definir con claridad la metodología de trabajo que vamos a utilizar y, para ello, habrá que tener en cuenta algunas pautas metodológicas que, independientemente del tipo de actividades o de destinatarios, se han demostrado eficaces en una gran diversidad de contextos. Así, será deseable que utilicemos una metodología con las siguientes características: 4
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Significativa, esto es, que entronque directamente con las inquietudes, intereses y conocimientos conocimi entos previos de las personas con las la s que vamos a trabajar, en lugar de con los del equipo educativo, los de la entidad promotora o los de terceros implicados. Horizontal, donde el educador ambiental no sea un transmisor de conocimientos válidos a “oyentes que no saben”, sino que se convierta en un miembro más del grupo cuyo trabajo consistirá en canalizar y facilitar los procesos educativos. Activa, concepto muy relacionado con el autodescubrimiento, autodescubrimiento, que indica la experimentación directa del destinatario/a con la realidad a tratar. Esta
72 experimentación directa puede ser física en algunos casos, pero siempre debe serlo al menos intelectual y afectiva. La utilización de una metodología activa no implica mucho movimiento. Lo que sí es indispensable es que el receptor/a del programa viva experiencias que permitan reflexiones propias, evitando siempre conclusiones predeterminadas por parte del equipo educativo. 4
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Participativa, en la que la búsqueda consensuada de soluciones a los problemas comunes es el horizonte con el que trabajamos. En una metodología participativa, el educador se convierte en mediador, una persona cuyo trabajo consiste en garantizar el que todos los puntos de vista se pongan sobre la mesa, se debatan y se conviertan en útiles instrumentos para resolver los problemas. No generadora de conflictos. En el tema que nos ocupa, posiblemente aún más que en otros casos, es importante ser consciente de cuando se puede provocar o reavivar un conflicto entre personas pertenecientes a la comunidad con la que vamos a trabajar. Es uno de los aspectos a investigar antes, durante y tras el desarrollo del programa. Ello no debe impedir que en determinados momentos del programa, y previo un riguroso diagnóstico y planificación, sea conveniente la elección de un centro de interés conflictivo para trabajar en determinados momentos. Ello puede ayudar a suscitar interés, despejar conflictos ocultos, evidenciar aspectos no tratados, etc. En estos casos, el educador/a debe estar seguro de las acciones y actividades que propone, además de guiar la dinámica grupal adecuadamente. Con un enfoque integrador. Siempre que trabajamos temas ambientales, debemos tener en cuenta que éstos requieren un enfoque sistémico e interdisciplinar, disciplinar, no parcelado, que tenga en cuenta al medio considerado como un todo, lo cual es algo más que la suma de las partes. Este tipo de perspectiva nos lleva en este caso a detectar e integrar en nuestro trabajo la gran diversidad de factores y variables relacionados con el tema de los incendios forestales, tanto de tipo ambiental como social, económico y cultural. ”La increíble historia de la desaparición de los dragones” es un cuento publicado recientemente por la Junta de Castilla y León, escrito por Ángeles Jiménez e ilustrado por Pablo Prestifilippo. A lo largo de la histori a, se transmite a los lectores con un enfoque ameno y sorprendente el problema de los incendios forestales y la necesidad de colaborar en su prevención. Este cuento es un buen ejemplo de cómo puede utilizarse una metodología significativa aprovechando, en este caso, un recurso estimulante para los potenciales lectores del cuento: una aldea habitada por dragones.
73 El siguiente gran reto será el de adecuar los contenidos que queremos tratar y la metodología a emplear con los destinatarios con que trabajaremos. Esta es sin duda una de las claves del éxito del programa porque, evidentemente, no es posible trabajar los mismos temas ni de la misma forma con un grupo de mujeres rurales, con escolares de primaria o con la asociación comarcal de ganaderos, por poner algún ejemplo. Así pues, deberemos analizar con detenimiento las características del colectivo destinatario en todos los aspectos relacionados con la subsiguiente ejecución del programa. Nos deberá preocupar, obviamente, la amplitud del grupo de destinatarios (¿vamos a trabajar con un número reducido y homogéneo o con toda la población de una comarca determinada?), su relación con la temática de los incendios forestales (¿les afecta el fuego directa o indirectamente?, ¿pertenecen a un grupo que sufre los incendios, que los acepta o que los provoca?), su actividad económica, sus conocimientos previos sobre el tema, etc. En términos generales, cuando trabajemos con la población en general o con grupos de destinatarios muy amplios, tendremos que recurrir preferentemente a instrumentos y técnicas de la comunicación ambiental (carteles, folletos, exposiciones, murales, conferencias, teatro, prensa, radio, etc.), mientras que para trabajar con grupos más reducidos utilizaremos la gran variedad de herramientas educativas que tenemos a nuestro alcance (talleres, itinerarios, juegos, charlas, debates, dinámicas, etc.) o los instrumentos de la participación (mesas, reuniones, seminarios, entrevistas, etc.). Muy a menudo, en la mayoría de los programas habremos de combinar técnicas procedentes de ámbitos diversos y conjugarlas para conformar nuestra intervención. LA COMUNICACIÓN AMBIENTAL
Cuando queremos llegar a públicos muy amplios o a la población en general, muy a menudo carecemos de recursos suficientes para desarrollar programas que impliquen un trabajo directo y personal o un mínimo de continuidad. En estas ocasiones recurrimos a los instrumentos y técnicas de la comunicación ambiental, tal , un conjunto de estrategias y recursos que se nutren de herramientas procedentes de disciplinas como el periodismo, el marketing, la psicología, la publicidad, el diseño gráfico, la sociología, etc. En nuestro caso, trabajaremos a menudo con recursos escasos, pese a lo cuál hay que procurar maximizar la eficacia de las campañas o instrumentos de comunicación que pongamos en marcha, procurando asesorarnos por profesionales de algunos de dichos ámbitos. Una vez más, e independientemente de la calidad o diseño final de nuestros carteles, folletos, exposiciones o anuncios en prensa, lo
74 realmente importante es que planifiquemos la actuación cuidadosamente respondiendo a preguntas como éstas: Sobre los destinatarios • ¿Cuál es el colectivo colectivo destinatario de nuestra nuestra campaña de comunicación? comunicación? • ¿Cómo percibe percibe el problema de los incendios? • ¿Cómo ¿Cómo es su relación relación con dicho problem problema? a? Sobre los mensajes • ¿Sobre qué aspecto aspecto concreto concreto del problema problema queremos queremos trabajar? trabajar? • ¿Qué mensajes mensajes queremos queremos transm transmitir itir?? • ¿Vamos ¿Vamos a procurar procurar transmitir información información o pretendemos pretendemos también trabajar trabajar con aspectos afectivos o emocionales? • ¿Queremos modificar algún hábito o comportamiento? comportamiento? ¿Cuál? ¿En qué sentido? Sobre los medios que vamos a utilizar • Si consideramos consideramos nuestra disponibilidad disponibilidad de medios medios y recursos, recursos, así como el tipo de población destinataria, ¿cuál o cuáles serán los medios más eficaces para transmitir nuestros mensajes? Sobre la bidireccionalidad de la comunicación • Teniendo en cuenta que una comunicación comunicación eficaz requiere requiere que la informainformación fluya en ambos sentidos… ¿qué medios vamos a habilitar en el marco de la campaña para posibilitar la recepción de información que proceda de los destinatarios? ¿Podemos abrir algún espacio de comunicación bidireccional o diálogo con los destinatarios? Una vez que tengamos un perfil claro de las claves de nuestra campaña, campaña , nos resultará más sencillo planificar los detalles. Para la ejecución material podremos contar con profesionales de diferentes sectores que nos ayudarán a “volcar” los mensajes que nosotros previamente hayamos decidido transmitir de forma eficaz desde el punto de vista comunicativo. comunicativo. A no ser que nuestros objetivos vayan estrictamente orientados en ese sentido, deberemos evitar recurrir en nuestros mensajes a tópicos demasiado simplistas y ya sobradamente conocidos por toda la población (“todos contra el fuego”, por ejemplo), dado que este tipo de eslóganes han sido utilizados frecuentemente en campañas de comunicación masivas en las últimas décadas y, a juicio de muchos expertos, ya han cubierto su función de sensibilizar al conjunto de la sociedad hacia el problema que suponen los incendios forestales.
75 En estos momentos, y especialmente con población rural, quizá sea más útil optar por mensajes algo más complejos y formulados en positivo, positivo , que hagan comprender a la población tanto la diversidad de recursos económicos y ambientales que pueden obtenerse de los montes como la necesidad de buscar los medios para hacer compatibles los diferentes aprovechamientos. Obviamente, también deberemos huir de culpabilizar a determinados colectivos o personas, lo que redundaría en la generación de un conflicto cuyos resultados no harían sino dañar más la situación de partida. Si conseguimos, durante la fase de diagnóstico, identificar los diferentes colectivos involucrados directa o indirectamente en el problema de los incendios y su percepción de los mismos, será más fácil poner en marcha campañas de comunicación eficaces dirigidas a dichos colectivos. En este sentido, es importante para algunos sectores incidir en que sus prácticas inadecuadas de gestión del medio también provocan incendios forestales, forestales , aspecto éste que, aunque parezca obvio, no lo es tanto en algunos casos, ya que consideran que las quemas que practican no entran dentro de la categoría de incendios. Quizá sea igualmente importante, en el caso de estos colectivos, incidir en la revalorización de lo propio, pio , ya que un factor importante en su comportamiento suele ser el escaso valor que le conceden a la riqueza forestal forestal de sus montes. Durante la década de los 90, la Junta de Castilla y León puso en marcha varias campañas de prevención de incendios forestales destinadas específicamente a los agricultores y ganaderos de la región. En el contexto de dichas campañas se editaron diversos carteles divulgativos que mostraban imágenes de agricultores y ganaderos de la región, con lo l o cual se vinculaban directamente los mensajes a sus potenciales destinatarios. Entre los textos de dichos carteles, aparecían ideas como éstas: “Sálvate de la quema. Quemar rastrojos es perjudicial y peligroso. Procura evi- tarlo: pueden convertirse en incendios forestales. Si no tienes más remedio, pide autorización y no quemes sólo. Infórmate en tu ayuntamiento, guardería fores- tal o en el 900 200 300. Cuida tu tierra, no la quemes” “Agricultor, ganadero: si quemas, controla. Pide instrucciones y autorización antes de quemar. Si nos agrupamos, podemos evitar el peligro de incendios forestales. Infórmate en...” “Agricultor, ganadero: si prendes, aprende. Las quemas incontroladas de rastro- jos y matorral son perjudiciales para tu tierra y pueden hacer mucho daño a nuestra Comunidad. Infórmate en...”
En la siguiente tabla se relacionan, a modo de ejemplo y sin pretensión de exhaustividad, algunos de los medios y soportes que podemos usar en las campañas de comunicación ambiental, ambiental, así como algunos de los usos posibles que podemos dar a cada uno de dichos instrumentos.
76 Tipo de inte terrvenc nciión
Campañas en televisión, radio, prensa, vallas publicitarias, etc.
Exposiciones
Apl pliicación en el cont nteexto de la cam amp paña o prog ogrram amaa Dependiendo de en qué momento se pongan en marcha y de la naturaleza de los mensajes lanzados, las campañas en medios pueden ser útiles para: • Apoyar otras actuaciones actuaciones puestas puestas en marcha en el marco de una campaña educativa o de comunicación más amplia. • Recordar a los ciudadanos ciudadanos periódicamente periódicamente la necesidad e interés de participar activamente en la prevención de incendios, manteniendo viva la preocupación por este tema y la información dada por otras vías. • Informar sucintamente, sucintamente, con mensajes muy muy sencillos y directos, directos, de cualcualquier novedad en la gestión. • Informar a los ciudadanos de los beneficios beneficios obtenidos obtenidos gracias gracias a su colabocolaboración, agradeciendo su contribución y reforzando los comportamientos positivos. • Aportar a los ciudadanos, de de una forma forma atractiva atractiva y sugerente, sugerente, información información más completa sobre la problemática ligada a los incendios forestales, sus implicaciones socioeconómicas, la gestión que se está llevando a cabo, la importancia de la colaboración ciudadana, ciudadana, etc. • Informar a los ciudadanos de los beneficios beneficios obtenidos obtenidos gracias gracias a su colabocolaboración en la prevención de incendios, agradeciendo agradeciendo su contribución y reforzando los comportamientos positivos.
Distribución de elementos “recordatorio”: imanes para neveras, marcalibros, pins, etc.
• Apoyar con un elemento elemento perdurable perdurable otras otras actuaciones actuaciones puestas puestas en marcha en el marco de una campaña educativa o de comunicación más amplia. • Reforzar el lema de la campaña o determinados mensajes muy simples. simples. • Recordar a los ciudadanos la necesidad e interés de participar activamen-
Marketing directo (buzoneo personalizado de materiales divulgativos u objetos significativos)
• Informar con detalle, por ejemplo, sobre sobre alternativas alternativas viables de gestión del medio que no impliquen la necesidad de utilizar el fuego. • Difundir un elemento atractivo atractivo y perdurable perdurable que que informe suficientemente y contribuya a modificar hábitos no apropiados de gestión del medio.
Visitas informativas
• Explicar con detalle detalle y persona persona a persona (es (es el medio de comunicación comunicación demostradamente demostradamente más eficaz) los motivos y los beneficios de aplicar alternativas de gestión del medio o eliminación del matorral no susceptibles de provocar incendios. • Dar a conocer conocer experiencias experiencias de aprovechamientos aprovechamientos forestales, forestales, así como sus beneficios ambientales y/o socioeconómicos.
Teléfonos de información y atención al público
• Aclarar dudas dudas y posibles posibles errores sobre diferentes diferentes aspectos aspectos relacionados relacionados con el monte y el programa educativo. • Habilitar un medio para recoger recoger sugerencias, sugerencias, quejas o demandas en relación con la gestión forestal y la prevención de incendios. • Canalizar la crítica a las políticas y/o medidas medidas de gestión implantadas implantadas desde desde la administración.
Concursos de ideas sobre prevención de incendios
• Incentivar a los ciudadanos ciudadanos para para reflexionar reflexionar individual y/o colectivamente colectivamente sobre los incendios forestales, sus implicaciones socioeconómicas, y las alternativas para su prevención. • Motivar para para la participación, demostrando el valor e importancia de las ideas de los destinatarios.
te en la prevención de incendios, reforzando la información ofrecida por otras vías.
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“ C C o o n n t u u s s a c c c c i o i o n n e es . s . . . e l l f u u e e g g o o e s s t á t á d e e n u u e es t s t r r o o l a a d d o o ” ” es un material divul- gativo sobre incendios elaborado por la Reserva de la Biosfera Montes Azules en Chiapas (México). Se trata de una cinta de audio que contiene mensajes para la prevención de incendios junto a canciones populares, una buena estrategia para hacer llegar el tema central de la campaña de educación ambiental al público meta, combinando de una forma eficiente la música preferida de los pobladores y la información acerca de prevención de incendios. Por su parte, la Reserva de la Biosfera Ría Lagartos, en Yucatán, dentro de su campaña de prevención de incendios, ha procurado involucrar a la gente con un tema popular: “El corrido secreto”. La canción habla de la matraca yucateca, un ave que es la especie bandera de la campaña. En ella se toca el tema de pre- vención de incendios de una manera sencilla pero a la vez sustancial. La letra es de Mauricio Quijano y la música de Antonio Vázquez, y puedes escuchar el corri- do en el sitio web de la Comunida d de Aprendizaje de Manejo del Fue go del IMAC (www.imacmexico.org): Voy a cantarles una historia que es secreta Un avecilla que es vecina de mi pueblo No la conoces porque ella no es indiscreta Es la matraca yucateca sí señor. Vive en las zonas de duna y monte bajo Esas que siempre los incendios hacen daño Por eso hoy quiero pedirles su trabajo Pa’ que no haya más fuego este año. La matraca yucateca, mis amigos Es nuestro orgullo pues vive en Yucatán Los incendios son su mayor enemigo Y con su cuidado ya no volverán. Cuando tengas que hacer uso del fuego Para tu parcela poder sembrar Toma en cuenta que no es cosa de juego Pues siempre lo debes apagar. No es que la lumbre sea mal amigo Sino hay que saberla usar Pues si no tienes cuidado Un incendio puede provocar. Es la matraca yucateca mis amigos Es nuestro orgullo pues vive en Yucatán Los incendios son su mayor enemigo Y con tu cuidado ya no volverán. Ya con esta me despido Para irme al campo a trabajar Pero ahora sí les digo Que no vayas a olvidar A nuestra amiga la matraca Sólo tú la puedes salvar.
78 TALLERES, EXCURSIONES, JUEGOS, DEBATES, ACTIVIDADES,…
Las herramientas que la educación y la animación ponen a nuestra disposición para trabajar con grupos son innumerables e imposibles de reflejar aquí, incluso centrándonos en el aspecto concreto de la prevención de incendios forestales. Basta pensar en la gran variedad de contextos y destinatarios con los que podemos trabajar (sistema educativo, asociaciones culturales, de mujeres o tercera edad, organizaciones profesionales agrarias, grupos de jóvenes, agentes sociales,…) para hacernos una idea de lo diferentes que pueden llegar a ser los programas que pongamos en marcha. Sin embargo, en cualquier contexto que nos ocupe, es importante diseñar nuestro programa y sus actividades atendiendo a un criterio claro de secuenciación, con el objeto de vertebrar las diferentes propuestas en un orden lógico que nos permita garantizar en cierta forma que vamos cubriendo los objetivos necesarios para llegar al fin perseguido. Nuestra propuesta de secuenciación, que sintetiza las formuladas por diferentes autores, es la siguiente: MOTIVACIÓN/SENSIBILIZACIÓN CONOCIMIENTO/INVESTIGACIÓN REFLEXIÓN/CRÍTICA COMUNICACIÓN/ACCIÓN
Por lo tanto, un programa debería comenzar por motivar/sensibilizar a sus destinatarios, cautivarles con el tema que se vaya a trabajar, para conseguir su complicidad en las siguientes acciones. Para ello, es importante trabajar desde sus inquietudes e intereses, con actividades que despierten las ganas de continuar. El éxito de un programa de educación ambiental se basa en gran medida en la adecuada motivación de sus participantes, una motivación que, por otra parte, debe mantenerse a lo largo de todo el transcurso del programa. En esta fase deberemos procurar aproximar a los destinatarios al entorno o al problema de los incendios, posiblemente desde un ámbito más afectivo que intelectual, para que lo redescubran con una nueva mirada, una mirada que les invite a seguir interesados en trabajar sobre el tema, ya sea por la preocupación e implicación que les genere o por la simple curiosidad de saber más.
79 La inquietud y la curiosidad que les ha generado la primera fase del programa debe llevarles a la necesidad de conocer mejor el problema de los incendios, por qué ocurren, cuáles son sus consecuencias… Es el momento de iniciar la segunda fase de nuestro programa, con actividades que les permitan profundizar en el conocimiento del tema que nos ocupa a partir de la investigación del mismo. Leer, tomar notas, documentarse, escuchar a los expertos o los diferentes agentes implicados, conocer las causas, origen y consecuencias de este problema, etc. Nuestro objetivo en esta fase será que analicen el fenómeno de los incendios desde todos los puntos de vista posibles, sin caer en tópicos o trivializaciones que poco ayudarían al proceso de aprendizaje en que estarán inmersos. Una vez que estemos satisfechos con la información que hayan obtenido, habrá llegado un momento crucial del programa. Es el tiempo de reflexionar, tanto individual como colectivamente, sobre el problema, su papel en el mismo, y en su posible prevención. La fase de reflexión y crítica les permitirá valorar las múltiples causas de lo investigado y les llevará a cuestionarse la realidad que hayan conocido. Es el momento de elaborar sus propios argumentos sobre el tema y de repensar lo que sabían anteriormente. La última fase del programa no es menos importante y, si el trabajo anterior ha sido eficaz, fluirá directamente de la anterior. Si han analizado adecuadamente el problema y reflexionado sobre el papel que puede jugar cada uno para su prevención, les llevará a plantearse la pregunta clave “¿qué pueden hacer ellos mismos?”. Durante la fase de comunicación/acción tendrán ocasión de poner en práctica las conclusiones que hayan obtenido, comunicárselas de alguna forma a sus compañeros o vecinos, buscar los medios para modificar prácticas inadecuadas que venían realizando, solicitar la formación que necesitan para paliar el problema, perseguir acuerdos con otros agentes, etc.
80 Este modelo de secuenciación, basada en cuatro fases, nos será útil para abordar programas completos con cualquier tipo de destinatarios, para lo cual bastará con adaptar el tipo de actividades propuestas y la profundidad de los temas tratados a las características del grupo. De igual modo, es un esquema válido tanto para programas de duración prolongada como para actividades de carácter puntual, ya que la secuencia de trabajo puede seguirse incluso si disponemos de un periodo de tiempo breve. A continuación sugerimos, tan solo a modo de ejemplo, algunas de las actividades que se pueden realizar en cada una de las fases descritas. Corresponderá al lector/a valorar con qué tipo de grupos pueden realizarse estas actividades y completar el siguiente cuadro con sus propias propuestas. FASE
Motivación/ Sensibilización
EJEMPLOS DE ACTIVIDADES • La visita a una zona recientemente quemada quemada o a un paisaje paisaje que sufra sufra frecuentemente el efecto del fuego. • Una excursión a una comarca comarca donde apenas se produzcan fuegos fuegos y la organización de charlas con profesionales de la gestión forestal de dichas comarcas. • Aprovechar un acontecimiento o un conflicto que pueda darse en el pueblo en relación al tema de los incendios. • La lectura de un cuento o de una noticia relacionada relacionada con los incendios forestales. • Una charla-coloquio con alguna persona vinculada vinc ulada al problema de los incendios (gestores forestales, operativos de extinción, agentes ambientales,...).
• Etc.
Investigación/ Conocimiento
• Realización de entrevistas entrevistas a personas personas o entidades relacionadas relacionadas con el tema tema de los incendios. • Consultas Consultas de bibliogr bibliografía, afía, documen documentos tos o páginas páginas web. • Realización de cuestionarios cuestionarios sobre la percepción percepción de los incendios (a los padres y vecinos en el caso de los escolares, o a diferentes sectores sociales para otros destinatarios). • Organización de mesas redondas redondas con diferentes puntos de vista, consulta consulta personal o telefónica a expertos, etc. • Visitas a zonas zonas recientemente recientemente quemadas quemadas o a paisajes que que sufran frecuentemente el efecto del fuego, y comparación con la visita a zonas que no sufran este problema. • Excursiones a comarcas donde apenas se produzcan fuegos y la organización de charlas con profesionales de la gestión forestal de dichas comarcas.
• Etc.
Reflexión/ Crítica
• Debates acerca acerca de la realidad investigada y del papel papel que jugamos indiviindividual o colectivamente en el problema. • Juegos de rol/simulación en que los participantes participantes se preparan con rigor diferentes papeles en relación con el problema de los incendios. • Elaboración individual individual o colectiva colectiva de redacciones o ensayos ensayos sobre el el problema, sus causas y sus consecuencias. • Etc.
81 FASE
EJEMPLOS DE ACTIVIDADES
Acción/ Comunicación
• Expresión de las conclusiones conclusiones de la experiencia a través de técnicas diversas: murales, dibujos, maquetas, audiovisuales, conferencias, conferencias, debates, cartas en medios de comunicación, dramatizaciones, etc. • Exposición Exposición con los murales murales,, dibujos o trabajos trabajos realizado realizados. s. • Campaña para el pueblo pueblo con carteles, folletos, charlas, etc. • Acción colectiva colectiva de mejora mejora del entorno: plantación plantación de árboles, árboles, limpieza de una zona, etc. • Jornadas técnicas técnicas sobre el tema e invitar invitar a ellas a los diferentes diferentes agentes agentes implicados. • Solicitud a diferentes organismos para que que organizcen organizcen cursos de formación formación sobre alternativas de gestión del medio. • Creación de un grupo grupo de de trabajo estable que diseñe y elabore medidas consensuadas consensuadas para minimizar el problema. • Etc.
El Programa de Prevención Integral Contra Incendios Forestales en Quinta Región (Chile) se plantea un gran número de medidas educativas a desarrollar con múltiples sectores de población. Uno de los subprogramas se centra en la realización de una gran diversidad de actividades extraescolares, entre las que se destacan las siguientes: • Reconocer Reconocer especies especies forestales forestales.. • Elaborar Elaborar muestrario muestrario de semillas. semillas. • Fabri Fabricar car un un poco poco de suel suelo. o. • Demostrar Demostrar la importan importancia cia de la materia materia orgánica orgánica en el suelo. suelo. • Demostrar por qué la fertilidad del suelo, es importante para la conservaconservación de la foresta. • Demostrar Demostrar cómo cómo el viento erosiona erosiona el suelo. suelo. • Plan Planta tarr un árbo árbol.l. • Comprobar Comprobar la importanc importancia ia de las plantas plantas en el ciclo ciclo del agua. agua. • Comprobar Comprobar la existencia existencia de de oxígeno oxígeno en el aire. aire. • Plantar Plantar árboles, árboles, arbustos arbustos y reproducir otras otras especies especies vegetales vegetales.. • Hacer un un mapa de de la vida silvestre silvestre de la la localidad. localidad. • Establecer Establecer un sender senderoo ecológic ecológico. o. • Constr Construir uir un terr terrari ario. o. • Estu Estudi diar ar un un tronc tronco. o. • Escoger Escoger y estudiar estudiar una especie especie foresta forestal,l, común en su zona. zona. • Preparar una demostración simple de erosión para usarla en el establecimiento. • Realizar Realizar una exhibición exhibición que muestre muestre cómo el bosque bosque es importante importante para para el abastecimiento de agua, la vida animal, la recreación, así como también como fuente de producción de madera y trabajo. • Constr Construir uir un vive vivero ro de árbole árboles. s. • Construir Construir un un muestra muestrario rio de de madera madera.. • Dibujar Dibujar un paisaje paisaje natural natural típico de su su localidad localidad y comentarlo comentarlo.. • Visitar Visitar industrias forestales forestales (aserrade (aserraderos, ros, barracas, barracas, etc.). etc.).
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• Observar los beneficios del Recurso Recurso Forestal: Forestal: microclima, protección del del suelo, hábitat para la fauna, producción y protección del agua, etc. • Identificar y demostrar formas de destrucción del recurso forestal: plagas, enfermedades, explotación irracional, factores climáticos, incendios forestales.
• Observar Observar y comentar comentar los daños daños causados causados por un incendio incendio forestal forestal en particular. • Dibujar Dibujar afiches, destacando destacando daños daños que producen los incendios incendios forestales. forestales. • Realizar muestra muestra sobre sobre conocimiento del Recurso Recurso Forestal Forestal en su familia y vecinos. • Visitas Visitas a Brigad Brigadas as Forestale Forestales. s. • Confecciona Confeccionarr un suplemento para para el diario mural mural del curso, con informainformaciones y recortes de prensa, relativa al Recurso Forestal y los Incendios Forestales.
LA PARTICIPACIÓN COMO OBJETIVO Y COMO INSTRUMENTO
La educación ambiental trabaja en un gradiente que abarca desde la simple transmisión de información hasta la participación activa en la toma de decisiones sobre la gestión del medio. Si echamos un vistazo a la educación ambiental de las décadas pasadas, comprobamos que la mayoría de los programas se han centrado en los primeros peldaños. Sus objetivos prioritarios eran la sensibilización y concienciación de la población, persiguiéndose también a menudo cambios en los comportamientos comportamientos o hábitos de carácter individual. Si analizamos los resultados conseguidos en estos años de trabajo, es indudable que la sensibilización y concienciación de la población han aumentado, pero también hemos podido comprobar que en escasas ocasiones se ha conseguido trasladar dicha sensibilidad a la acción. Un rasgo relevante de los cambios de comportamiento que se proponían era que estaban decididos de antemano y de forma ajena al destinatario de los programas. La realidad y los resultados de estos programas nos indican que hay que subir más peldaños para conseguir cambios más profundos, lo que requiere una forma alternativa de trabajar. Persiguiendo una nueva línea de trabajo consecuente con el razonamiento anterior, muchos programas están apostando fuerte por otro tipo de estrategias metodológicas, centradas en la participación, participación , entendida como proceso por el cual las personas se implican en el conocimiento de su entorno, en la detección de sus problemas o conflictos, en la búsqueda de soluciones y también en su puesta en marcha.
83 “La participación ciudadana, el proceso por el cual las personas “toman parte” en la resolución de los problemas aportando la propia creatividad, puntos de vista, conocimientos y recursos y compartiendo la responsabilidad en la toma de deci- siones, parece imprescindible dada la magnitud de los retos. Todo parece indicar que el tránsito hacia la sostenibilidad requiere cambios de envergadura; cambios que afectan a nuestros estilos de vida o a los modelos de organización económi- ca, que sólo podrán ser acometidos con un amplio consenso social y con un esfuerzo compartido. La participación se ha revelado como una vía esencial para construir consensos y aunar esfuerzos.” Francisco Heras (2003)
Ya que estamos hablando de prevenir incendios forestales y sabiendo que éstos tienen a menudo su origen en conflictos socioeconómicos, resulta evidente que las estrategias basadas en la participación pueden constituir una herramienta muy eficaz de trabajo. trabajo. Éstas posibilitan que la solución al problema surja desde la propia comunidad, lo que sin duda es un buen aval para que las alternativas y soluciones alcanzadas sean aceptadas y asumidas por todos los agentes implicados. Estamos hablando, en este caso, de procesos largos, a menudo comple jos y con un cierto componente de incertidumbre. incertidumbre . Se trata por lo tanto de un esfuerzo que puede merecer la pena si tenemos en cuenta sus posibles beneficios: beneficios: 4
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La población adquiere un conocimiento directo de la situación y de su complejidad, imprescindible para enfrentarse a la resolución de problemas ambientales. Se incrementa la riqueza de ideas, opiniones y propuestas de cara a resolver esos problemas. Las soluciones alcanzadas por acuerdo y negociación entre múltiples agentes implicados tienen mayores garantías de ser aceptadas y, consecuentemente, de tener éxito. Un proceso de participación genera sentimientos de pertenencia e identidad con el entorno, muy valiosos para la futura responsabilidad ambiental de las personas.
Nuestro papel como educadores ambientales pasa por conocer y experimentar las herramientas necesarias para facilitar los procesos de encuentro y diálogo. La participación requiere profesionales rigurosos y a la vez cercanos, cercanos, capaces de motivar a todos los implicados, canalizar el debate, aglutinar agentes, crear confianza, trabajar en estrecha colaboración con la gestión,…
84 Es importante, por ejemplo, asumir el papel que cada uno juega en el proceso y el margen de decisión que tenemos en los diferentes aspectos del mismo, así como ser transparente en todo lo relacionado con el proyecto y no crear falsas expectativas a su alrededor. alrededor. Saber escuchar activamente es, sin duda, uno de los rasgos más importantes en un mediador/a de procesos de participación, ya que es necesario que la propia sociedad se sienta protagonista de todo el proceso, partiendo de sus necesidades e intereses y recordando siempre que estamos a su servicio. Cuando nos propongamos realizar un programa de participación, es recomendable conocer las posibilidades de desarrollar un proceso de estas características y delimitar el marco de acción, los recursos con los que contamos y los conflictos o barreras que podemos encontrar. encontrar . Habrá que identificar a los actores del proceso y conocer cuáles son sus expectativas y motivación, con qué ideas previas parten, qué intereses les mueven a participar, etc. Es muy importante saber quiénes son los líderes naturales del grupo o entidades que se van a involucrar, así como el tipo de relaciones que existen entre los diferentes actores. Antes de comenzar el proceso, proceso, los participantes deben conocer con exactitud el objetivo sobre el que vamos a trabajar (en algunos casos se puede definir def inir o modificar conjuntamente), las condiciones de partida, la vocación con la que ha surgido el proceso, la temporalidad prevista y, por supuesto, saber qué actores están implicados. La transparencia y la credibilidad son elementos clave en este tipo de acciones. Es importante generar un clima de confianza, donde todos se sientan cómodos, facilitando así la motivación y la implicación activa de los participantes, con el objeto de minimizar la inhibición y las tensiones. Es muy importante aportar a los participantes una información clara, rigurosa y adaptada a sus necesidades. Así, preparar documentos o presentaciones sobre los aspectos a tratar puede facilitar la participación, servir de base para analizar mejor el problema, y permitir que se realicen aportaciones más fundadas.
85 Conseguir que la gente se involucre en un proceso de este tipo requiere prestar especial atención a la fase de motivación y estímulo . No existen recetas garantizadas para conseguirlo, pero podemos tener en cuenta algunas consideraciones, como la necesidad de elegir cuidadosamente los canales de información que utilizamos, resaltar la relevancia que puede tener el proceso participativo, aprovechar los intereses y motivaciones del colectivo partiendo de ellos, o facilitar la presencia de los implicados (lugares de encuentro accesibles y próximos, horarios acordes con la disponibilidad de los participantes, etc.). En este sentido, es crucial reforzar la participación con un reconocimiento sincero al esfuerzo realizado.
La eficacia de un grupo de trabajo, reunión o seminario puede multiplicarse empleando adecuadamente algunas técnicas de organización y dinamización de grupos. grupos. Una adecuada planificación previa del trabajo a llevar a cabo en cada sesión es relevante, teniendo en cuenta que todos los asistentes deben conocer previamente qué temas se van a tratar. Entre las recomendaciones que podemos hacer se encuentran la utilización de pizarra o papelógrafo para ir anotando las principales ideas y conclusiones obtenidas, la división del gran grupo, si este es numeroso, en pequeños grupos de trabajo para posibilitar la intervención de todos y el avance más fluido, el trabajar construyendo sobre los acuerdos en lugar de centrarse en los desacuerdos, etc. Los procesos participativos se caracterizan por ser abiertos, dinámicos, flexibles, flexibles, inesperados… Por eso es importante realizar una evaluación continua del proceso que nos permita detectar lo antes posible, demandas, carencias, necesidades no previstas o situaciones a las que se deba dar algún tipo de respuesta con cierta inmediatez. ¡ C o o r t r t a a f f u u e e g g o o ! ! ” es una guía para la prevención participativa de incendios fores- “ ¡ C tales editada en 2001 en Chile, que recoge un programa participativo promovido por varias instituciones y desarrollado en dos realidades muy diferentes, la zona rural de la región del Bío Bío y Huechuraba en la región metropolitana, ambas consideradas de alto riesgo de incendios. La vocación participativa con la que nació este proyecto permitió implicar, en ambos casos, a numerosas y diversas entidades de estas comunidades en la pla- nificación y ejecución de un plan preventivo de incendios forestales, adaptado a su realidad socioambiental. Entre el abanico de actividades que se desarrollaron, podemos encontrar desde un campeonato de fútbol o actividades veraniegas para niños, hasta la refores- tación de un cerro deteriorado por los incendios. En estos eventos participó tanto el colectivo infantil y de jóvenes como el de adultos de diversa procedencia. A lo largo del proceso se articularon también sendos comités locales de preven- ción de incendios, lo que permitió garantizar la participación y continuidad del proyecto en un futuro.
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La evaluación necesaria La evaluación es un elemento fundamental de la acción educativa, educativa , que no debe relegarse al último momento, una vez finalizado el desarrollo del programa, sino que debe planificarse desde la misma concepción del programa o la actividad que vamos a desarrollar. Es un instrumento muy útil de trabajo orientado, en términos generales, a dos grandes fines. El primero es conocer los resultados alcanzados gracias a las acciones que estamos llevando a cabo; el segundo, mejorar la calidad del programa en todos sus aspectos. Así, cuando hablamos de evaluar la eficacia de un programa, nos referimos a la consecución de resultados, es decir, que nos permitirá conocer si los objetivos marcados se han conseguido. En el caso de la eficiencia, eficiencia, trabajamos lo que tiene que ver con los procesos, los recursos y el desarrollo de las actuaciones. Así, un programa muy eficaz puede ser muy poco eficiente si, por ejemplo, está suponiendo mucha más financiación de la necesaria o si no se están aprovechando de manera adecuada los recursos humanos de que disponemos. Los motivos para plantearnos rigurosamente la evaluación de un programa son numerosos, entre ellos podemos citar los siguientes: 4
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Conocer en qué medida se van alcanzado o se han alcanzado los objetivos (educativos o socioambientales) perseguidos por el programa. Evitar la pérdida o el derroche de trabajo, tiempo y recursos económicos. Conocer los aciertos y errores cometidos durante el desarrollo del programa. Dotar al proyecto de una herramienta que permita repensarlo, replantearlo y redescubrirlo. redescubrirlo. Obtener información fiable que permita planificar futuros programas, ya sean similares o diferentes. Conocer posibles “productos” o resultados no previstos, previstos , que se hayan obtenido durante el proceso. “Cualquier aspecto de la intervención educativa es susceptible de ser evaluado: programas, campañas, contenidos curriculares, materiales didácticos y otros recursos, métodos, situaciones didácticas, entornos en los que se desarrollan las acciones, instituciones promotoras, etc.” [Libro Blanco de la Educación Ambiental en España - Ministerio de Medio Ambiente, 1998]
87 No debemos olvidar en ningún momento que evaluar no es tan sólo obtener información. información. Requiere habilitar momentos para cada una de las tareas que conlleva el realizar un proceso evaluativo. Podríamos sintetizar estas tareas en el siguiente cuadro: DEFINIR QUÉ QUEREMOS EVALUAR DETERMINAR CON QUÉ MEDIOS VAMOS A OBTENER LA INFORMACIÓN QUE NECESITAMOS APLICAR LAS TÉCNICAS O INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN QUE HAYAMOS DECIDIDO OBTENER CONCLUSIONES ÚTILES INTRODUCIR LAS MEJORAS NECESERIAS, MODIFICAR LOS PROGRAMAS O MÉTODOS, COMUNICAR LAS CONCLUSIONES, ETC.
Así pues, evaluar es un proceso complejo que requiere tiempo y recursos. sos. Por este motivo surge la necesidad de concretar con mucha precisión cuáles son aquellos aspectos del programa que más nos interesa evaluar en cada caso. En la práctica, es importante ser realista, y planificar la evaluación de forma que no se convierta en una carga insoportable para el programa. Debemos tener en cuenta que evaluar es una ayuda para la práctica educativa: nunca debe convertirse en un lastre. ¿CÓMO OBTENER LA INFORMACIÓN QUE NECESITAMOS?
Los instrumentos disponibles son muy numerosos, tanto como nos permita nuestra imaginación. En realidad, cualquier medio para obtener la información que necesitamos puede ser válido, siempre y cuando tengamos en cuenta que nuestra preocupación permanente debe ser alcanzar la mayor objetividad posible, esto es, el máximo acercamiento a la realidad. Uno de los métodos más claros de obtención de información es la observación directa de las actitudes, comportamientos u opiniones de las personas implicadas en el programa. En este caso, el sujeto no es consciente de que se está evaluando y, por tanto, no modifica su comportamiento (por ejemplo, no asegura que está muy preocupado por los incendios forestales porque piensa que el entrevistador espera este tipo de opinión). La observación no está limitada temporalmente ni requiere contextos especiales, y además nos resulta útil para evaluar conductas verbales y no verbales. Así, por ejemplo podemos “observar” en cual-
88 quier momento del desarrollo del programa, desde lo que hacen con los restos de la merienda unos chavales en una salida por el pinar, hasta cómo reaccionan determinadas personas de un grupo cuando lanzamos un mensaje en concreto. Aunque la observación nos facilita una gran cantidad de información, ésta a menudo es difícil de organizar o sintetizar claramente, es complicada de transmitir a terceras personas no presentes en un proceso, y aumenta el riesgo tanto de incluir la propia subjetividad como de parecer subjetivos. Para evitar estos problemas que lleva implícitos la observación, podemos recurrir al uso de otro tipo de técnicas (entrevistas formales, cuestionarios, encuestas, rondas de valoración, etc.). En estos casos, el sujeto es consciente de que se está evaluando, y por tanto puede modificar su opinión de acuerdo a lo que piensa que el evaluador espera de él/ella. La ventaja más clara es que, en este caso, los datos que obtengamos son generalmente más susceptibles de ser categorizados y cuantificados. cuantificados. En muchos programas puede ser importante combinar técnicas observacionales con técnicas no observacionales observacionales y mezclar actividades de evaluación informales con otras más formales. También es importante, siempre que sea posible, abrir cauces para la evaluación en grupo, combinándola con herramientas que garanticen el anonimato, ya que es muy importante que todo el mundo tenga opción para expresarse libremente, sin sentirse coaccionado. UN MODELO ABIERTO, FLEXIBLE Y DINÁMICO
No estamos hablando aquí de un modelo de evaluación cuantitativo, estandarizado o con diseños experimentales sofisticados. Hablamos de una evaluación en la que todas las personas involucradas en cierta forma en el proceso tienen algo que decir: los destinatarios directos, el equipo educativo, el planificador inicial, el financiador, los miembros de la comunidad afectados por las actividades programadas, etc. Se trata, por tanto, de una evaluación participada. participada. Además, deberán poder expresar su parecer en el momento en que esa información sea relevante para tomar decisiones, no después. Por ello, deberemos preocuparnos por habilitar mecanismos de evaluación que, sin interrumpir continuamente las actividades previstas, permitan a los participantes expresar su opinión en prácticamente cualquier ocasión. Hablamos, obviamente, de una evaluación constructiva, constructiva, que canalice la crítica hacia soluciones nuevas, creativas, construidas entre todos/as, que permitan mejorar los procesos y solucionar los conflictos, no sólo aparentemente, sino de forma real.
89 l a e v a v a l l u u a a c i c i ó ó n n c o o n s n s t t i t i t u u y e y e u n u n a a p i e i e z z a a f u u n n d d a a m m e e n n - - Cuando un programa falla, l a t a a l l para buscar el motivo por el que no se alcanzan los logros deseados. A veces nos encontramos con sorpresas... En un barrio urbano de una localidad de Castilla y León, se venían convocando año tras año plantaciones colectivas para celebrar el día del árbol, enmarcadas en un programa anual de educación ambiental. La asistencia de vecinos a esta actividad era escasísima y no se encontraban los motivos de esta baja participación, por lo que se decidió realizar una evaluación de cada fase del programa. Uno de los resultados de la evaluación apuntaba a que los canales elegidos para difundir la información del programa probable- mente no eran los más adecuados para el tipo de población de ese barrio. Al año siguiente se decidió cambiar el método de difusión. De este modo, los car- teles que se pegaban por todo el barrio y el buzoneo de un folleto, fueron susti- tuidos por la entrega de una cuartilla a todos los alumnos de los colegios de la zona. Esta tarea se realizó con la colaboración de todas las asociaciones de padres y madres del barrio, ya que este es el modo que ellos utilizan para comu- nicar sus actividades a la comunidad escolar. La participación de vecinos en esta ocasión desbordó todas las previsiones, de lo cual claramente se pudo deducir que lo que había fallado en anteriores convoca- torias era la elección del canal informativo y no la falta de interés, como parecía a simple vista.
ANEXO
RECOMENDACIONES TRANSVERSALES REFERENTES A LOS INCENDIOS FORESTALES EN LA ESTRATEGIA DE EDUCACIÓN AMBIENTAL DE CASTILLA Y LEÓN La Estrategia de Educación Ambiental de Castilla y León, León, aprobada el 2 de enero de 2003 por la Junta de Castilla y León (BOCyL, 7 de enero de 2003), es un documento consensuado que recoge una batería de líneas de acción y recomendaciones transversales que pretenden servir de marco y herramienta de trabajo para la educación ambiental en la región. Reproducimos aquí textualmente el contenido de la Estrategia en lo referente a las recomendaciones transversales que se establecen para el tema de los incendios forestales, incluyendo el texto inicial de dicho capítulo en el que se aclara a qué se denomina en la Estrategia “recomendaciones transversales”. transversales”. RECOMENDACIONES RECOMENDACIONES TRANS- VERSALES
En este capítulo se detalla una batería de sugerencias para la planificación de acciones de educación ambiental. Han surgido de un diagnóstico de la situación de Castilla y León. Sin embargo, no se debe olvidar el carácter global y sistémico de los conflictos socioambientales, lo cual debe inspirar todos los programas y actuaciones que se lleven a cabo en el marco de esta Estrategia. Se denominan recomendaciones por ser precisamente eso, sugerencias, que
cada programa podrá recoger de acuerdo a las características de sus destinatarios, de los medios disponibles y de la realidad socioambiental local. Las llamamos transversales porque pueden ser aplicadas en todo tipo de programas, en muy diferentes ámbitos, con diversos sectores, promotores y destinatarios, es decir, a todos los escenarios recogidos en el capítulo anterior. Por tanto, no debe entenderse como un listado exhaustivo de objetivos a conseguir, sino más bien como una batería de pautas o propuestas para orientar los programas que se pongan en marcha. 10. Incendios forestales 10.1. Desarrollo de planes y programas de formación y educación para agricultores y ganaderos dirigidos a informar y concienciar del uso cívico y reglado del fuego para sus sistemas productivos, así como de sus alternativas. 10.2. Diseño e implantación de módulos educativos en la enseñanza reglada relativos a la importancia de la conservación de nuestros hábitats y los efectos reguladores que conlleva el fuego. 10.3. Promover la ejecución de programas por las entidades locales en los 42 municipios de Castilla y
León que más número de incendios forestales han padecido en el último quinquenio. Dichos programas deben basarse en el principio "desde la población local para la población local", utilizando metodologías acción-participación dentro del marco de la promoción sociocultural de las comarcas. 10.4. Reconvertir las campañas de prevención de incendios, evitando reincidir en la adopción de estrategias que no han dado resultados.
10.5. Fomentar, mediante cursos o jornadas, que los medios de comunicación superen las tentaciones sensacionalistas al redactar artículos sobre los incendios forestales y que prevalezca una verdadera intencionalidad de informar para concienciar. 10.6. Elaborar recursos educativos específicos de apoyo a los programas anteriormente mencionados, así como de acompañamiento a las actuaciones de prevención activa.
10.7. Diseñar una formación específica destinada a todos los funcionarios que intervienen en la regulación de actividades agrosilvoganaderas con el fin de proporcionarles recursos y habilidades sociales encaminadas a concienciar y convencer al paisano/a de la importancia de someterse a lo regulado en el uso del fuego. 10.8. Fomentar y crear plataformas de voluntariado que trabajen por la prevención de incendios forestales.
10.9. Trabajar desde la educación ambiental para que la reforestación de terrenos previamente quemados persiga la recuperación de la vegetación autóctona.
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