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:DESARROLLO-. :EUROCE~TRISMO Y ~ ECONOMIA POPULAR MÁS ALLÁ DEL PARADIGMA NEDLIBERAL ~ ~
BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS CÉSAR RODRÍGUEZ ARTURO ESCOBAR , ORLANDO FALS BORDA l'..-1"u· ·,. . .,¡, f\ _r¡;;;::¡:-: J¡¡ LU I .,~..) -t:¡-¡¡tHADfl,;; L : '-J V '"' 'l!""..~ ·_::
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ALAIN LIPIETZ EOGARDO LANDER EMIR SADER MIGUEL ÁNGEL CONTRERAS NATERA OSVALDO SUNKEL
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Índice general
Presentación
por Elías Jaua Milano, ministro para la Economía ,
........ 5
Introducción: Sobre la búsqueda de soberanías democráticas
....... 7
MIGUEL ÁNGEL CONTRERAS NATERA
PRIMERA PARTE
CRÍTICA DE LOS SABERES EUROCÉNTRICOS Pensamiento crítico latinoamericano:
33
la impugnación del eurocemrismo EDGARDO LANDER
La superación del eurocentrismo
Enriqueczmiento del saber sistémico y endógeno sobre nuestro contexto tropical .............. :.
.. 62
ORLANDO f'ALS BORDA Y LlJlS EDUARDO MORA OSEJO
75
El desarrollo y la antropología de la modernidad ARTURO ESCOBAR
SEGUNDA PARTE
PENSAR LA ECONOMÍA SOCIAL Y SOLJDARI A ¿Qué es la economía social y solidaria? ALAIN LIPIETZ
1
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Sob1e la dialéctica modern idad y JesJrrollo
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TERCERA PARTE
1\LTERNATTVAS A LA GLOBALIZAClÓN NEOLJBERAL En busca del desarrollo percliclo
233
OS\ ·\1 00 <;UN KEL
llacw o tras democraCias
265
-
¿Qué es la economía social y solidaria?* Alain Lipietz
EN PRIMER LUGAR, les agradezco su numerosa presencia, a pesar d e que ya estamos en primavera -e~ todo caso a mis ojos de nórdico que pasa su tiempo en Bruselas. A propósito, pienso que probablemente hay una cierta relación emre la ecología por una parte, la economía social y solidaria por la otra, y la primavera_ Claudel decía: "El fruto es para el hombre, pero la Oor es para Dios y el buen olor es para todo lo que nace". Creo que efectivamente la ecología nos invita a obser\'ar esras cosas que nacen con una simpatía muy particular_ Un periodista me preguntaba hace raro: "¿No tiene usted la impresión de que la economía solidaria es el margen cuyo destino será alcanzado?" _Sí, porque en principio todo lo que nace tiene por objeto imponerse un día y normalizarse. Estamos actualmente en una situación donde la economía social y solidaria está aún en el margen, ahorita es una flor que nace. Y un día pÓrtará sus frutos y llegará a ser lo normal -espe ro-, más exactamente será la forma dominante d el tipo de economía que hoy se quiere construir. Pero, ¿qué es la economía social y solidaria ? Primeramente, ésta no se'ihrnmba<:le esa manera. Se llamaba el Lercer sector. ObViamente cuando se dice "tercer" se está queriendo decir que no es ni lo uno ni lo otro, por lo que es un poco vaga esa manera de llama rla . Buena parte...de mi trabajo -y de hecho también cuesrio-"
* Inrcrvcn ció n en los Estados Generales de La Ecología Política, Aix-cnProvence, 23 de febrero 2002_ 11 3 cOué es la economía
SOCial 1
sohJana '
ncs que siguen sie ndo d<:batidas hoy- , teJll:l por objeto simplemente ir m ~s allá de la palabra " tercer". f::ntonces. ¿a qué
~st:unos a cost umbrado~?
Alm se acostum-
bra decir que existe el sector publico, por un lado. y la economía de mercado. por el otro. En líneas genera les . se dice que el sector publico toma los impuestos y redistribuye servicios públicos que se asignan sobre el conjunto del te rri torio, implementado por funcionarios y por una adminis tración , y con trolados por los dipuwdos o algo parecido. E , inversamente, d m e rcado consiste en unas unidades econ ómicas o simplemente unos empresarios que toma n la iniciativa estrictame nte privada de decir: " Vaya, voy a ofrecer tal o cual bie n o tal o cual servicio a mis conciudadanos.,, y se \'e si eso funciona o no funciona simplemente por el hecho de que los consumido res adquieran o no adquieran, compren o no compren. Si no se vend e, no se con tinúa, s i se ~énde, se prosigue, se desarroll a la producción. ¿Ven que eso corresponde a dos man e ras d e socia liz.ar, "d e hacer sociedad ", de vivir juntos? primera es extremadamente
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jerárquica (hay un estado que dtee "Tomo y redi strib uyo ") y la _ -segunda, el me rcado, es extremadamente no jerárquica (cada 3uicn ofrece y quien no n ene naJa pues ofrece su fu erza de trabajo a un patrono). · Estos dos principi~s se Haman la redistribución y el inlercam-
..!!!2..· Ahora bien, los antropólogos y, en part icular, Karl Polanyi pusie ron de manifiesto que, en realidad , el grueso de la econ omía , eJ grueso de la vida mat~riaJ. no fun cionaba de esa manera_ 'en absoluto. Si se cuentan las h oras gastadas para producir servicios o bienes, cosas útiles, vem os que la parte esencial d el trabajo no fun cionaba en absoluto según esos principios de redistribución e intercambiO. 'lodo funcionaba según lo que se llama reci rocida es t ectr, un poco a a mane ra e eso es evidente": cada quieo ; abía más o menos el lugar que debía ocupa r, cada quien o frecía a 1os dcm,ís lo que podía o frecer. Y caJ a quien esperaba que los
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114 t\bm Llplctz
otros le ofrecieran lo que necesitara al momento de necesitarlo. D e hecho, la estructura de la familia extendida era un poco así. Eso no quiere decir que fuera justo, atención . Es la mujer quien llada la má'Yo"r parte d el trabajo y los hombres quienes se beneficiaban de la mayor parte de los serviciad, pero no eran ni inte rcambio y ni redistribució n. Uno se levant.~ba en la mañana y sabía quién debía hace r cada cosa, era totalme nte normal. El trabajo que había que hace r se aprendía de generación en generación , de madre a hija , de tía a sobrina . Igualmente, más allá de la familia había superestructuras de reciprocidad. En mi infancia en Vallan, no se le hubiera ocurrido a nadie crea r una asociación o exigir una subve nció n para organizar la fiesta del 14 de julio. Cada quien sabía exactamente quién debía hacer qué cosa, dó nde estaba el palo e ncebado, dónde lo habían guardado, dónde se le debía colocar, quié n debía tocar el violín para hacer bailar a la gente, dónde estaban los farol itos, dónde las guirnaldas, dónd e se había guardado el estrado, ~t-cétera. En un pueblo promedio de L950 la comun idad sabía muy bien cómo resolver sus pequeños asunros con el método del "eso es evidente ". Un cieno número de funcion es destinadas a la comunidad debían simple mente ser asumidas por la comunidad. Esta especie de tercer pn'ncipio, que es mucho más fundamen tal que los otros, mu cho más antiguo, es el que establece vínculos en la sociedad. Eso no quiere decir que inevitablemente se haga "Zie buena mane ra, no estoy haciendo el elogio de un mundo antiguo donde todo iba bien . Pero uno se da cuenta, en realidad , que toda la historia del desarrollo económico bajo el capitalismo, en panicular desde la Revolución Francesa y sobre todo a lo largo de los siglos XlX y XX. consistió en decir "No, sólo son los dos primeros sectores los que cuentan" , es decir, lo que hacían el es--,--~rada y las empresas c-
nos encontramos probablemente en el punto más bajo del sentido de reciprocidad, del sentido de comunidad. Las películas que comienzan a tene r éxito a partir d e la segunda mitad de los años noventa, incluida la reciente Amé/te Poulain, son películas de la nostalgia de la comunidad, películas que dicen:" En definitiva, si nos ocupáramos de nuevo un poco más los unos de los o tros, nos iría mucho mejor". Y creo que eso es lo que alimen ta, en particular desde la crisis, el regreso - digo ciertamente regreso- a la voluntad J e desarrollar lo que se ha de llamar finalmente economía social y solidaria. ¿Por qué digo regreso? Está muy vinculado a la idea de que, en realidad, ya se cuenta con estructu ras que pueden sustentarla. Son las asociaciones, es la cooperativa, es la mutualidad. De hecho, a partir de la Revolución Francesa, aun antes que la ley de Le Chapelier fijara el modelo del ~arrollo capitalista , la gente comienza a reaccionar ante la idea de que no hay más que el estado y las empresas como formas de socialización e ntre las mujeres y los hombres del país. Muy, muy rápidamente, se ve el desarrollo d e iniciativas popular'es, a parttr de los años 1820 en ·4'on con su p rimera cooperativa de consumidores, ue dicen _ _ o, eso no puede ser, no se ue d confiar todo al estado, no se pue e confiar to4o aJ mercado". Y, obviamente, ~s necesario des< tacar que no se puede-confiar todo lo ue ueda a la i esia. No es casu a que este movimiento que los historiadores llama~ áacionismo de trabajadores (es decir, el nacimiento en el mundo trabajo de lo que devendrá entre 1880 y 1920, para~ car;sindicato, coo rativa mutualidad y asociaciones}' es concomitante a a separación entre la iglesia y el estado. cLa iglesia ~ hasta cierto pumo, e1 sector del estado que se ocupaba d e la reciprocidad. A parúr del momento en que los movimientos popuJ;.:tes dicen Pues no, vamos a organizar la reciprocidad nosorrosíñismos, en cooperativas, en asociaciones", la iglesia cae Jel esta. "do hacia 1<1 soctedad ciVil. Es más. es recuperada en el ma rco d e la Ley l9Ul en virtud del artículo sobre las congregaciones.
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11 6 Abin Ltptetz
Así, el movimiento popular (esencialmente de los trabajadores ¡)éro no solamente de ellos), mventa en el si lo XIX una reScual contaría solamente el estado y la
la síntesis de lo que. en ese entonces, se llamara economía social. H ace un g ran discurso para la Exposición Universal de París en 1900, donde existe un pabellón de la economía social. Y los socialistas le responden, por voz deJean Iaurés, que "El estado es la cooperativa suprema, aquella hacia la cual tienden como una a síntota todas las demás formas d e cooperativas". ¡Extraordinaña visió n! Y C harles Gide tiene la misma idea. Es muy interesante, ya que eso nos da una idea de lo que era la economía social en esa época . Gide dice: "El destino de la mutualidad es convertirse en caja obligatoria de seguridad social. El destino de la cooperaTiVa es convenirse en serv1c1o público". Tomen por ejemplo el gas -ytaelectricidad. Uno se da cuenta de que en la época, en los barrios populares, en los barrios más pobres, eran a menudo unas cooperativas las que prestaban los servicios t' · os. L
Justo ames de la Conferencia de Porto Alegre, vi el fenómeno exactamente opuesto en América Latina, en Argentina, en la pequeña ciudad de Villa Carlos P az, en la montaña, cerca de la ciudad de Córdoba. Allí se estableció la privatización y es una única cooperativa, la misma que asumió a la vez la distribución del agua y la danza, la animación cultural. E ra interesante ve r eso. Sí, de cierta manera, es una alternativa a Vivendr1 . ¿Qué hay de común emre el agua y la cultura?, ¿entre un servicio de redistribución del agua y la oferta de cursos de danza y de animación de fiestas? Que en los d os casos se trata de un servicio que va di rigido a to9a la comunidad y a cada uno en particular. Una botella es pur~ mercancía; hay alguien que la fabr~a, que pone agua dent ro y la vende en el sistema de mercado. El sistema l. Mulrinacional francesa.
1 17 , l)~
es la economÍJ
SOet JI ' sohd.ma~
de aducción de agua que s<.~ le por el grifo es roralmentc diferente, porque aunque obvia y finalmente será una persona quien la beberá, la red de agua es algo que está abierto a toda la comunidad. Y cada individuo tiene la libertad, en cualquier momento, de ab rir su grifo o de no abrirlo. La cultura es similar. Se organiza una fiesta. Hay gente que viene a bailar, individualmente o en pareja, pero se debe establecer la estructura deJa fiesta común para que cada quien pueda aprovecharla. Y por lo tanto hay inte ractividad. Es a la vez un servicio a la com unidad y un servicio a cada uno que no puede ser asumido ni po r Ja economía de mercado que se ocupa de individuos que compran mercancías, ni por lo fiscal ya que cada quien podrá elegir consumir más o menos. Es entonces bastante lógico que existan formas de producción que respondan a esta doble dimensió n. Formas que están de lleno en la economía de mercado (ya que hay"cliemes qut: vienen a bailar o a no bailar, que vienen a tomar agua o a no tomarla) pero que, al mismo tiempo, responden n la necesidad de ofrecer un servicio a wda la comunidad, independientemente y más allá de la suma de los usuarios y d el provecho que en mayor o menor gra do cada quien haga. Si se observa bien se trata un caso bastante generalizado y es por ello que existe el sistema o el principio de reciprocidad. Porqu~, en la mayoría de Jos casos, no se está en el sistema general de redistribución por el estado (en cual éste tom a a través del impuesto y presta un servicio público), ni se está tampoco en la redistribución del sistema de mercado (donde Jos em presarios buscan a un diente), sino que en la mayoría de Jos casos se está simultáneamente en los dos. Y es eso, precisamente, lo que constituye la parte más importame de nuestra vida material e incluso espiritual e intelectual. Enronces, a partir de allí se comprende rápidamente qu~ completamente normal que algunas formas de producción estén. ala vez sujetas al mercado y subvencionadas en forma ermanente. 1empre que haya un diente, se estará sujeto aJ me rcado; siem pre que sea un servicio que se ofrece a roda la comunidad, es nor11 8 Alam Ltptetz
mal entonces que sea toda la comunidad la que lo pague. Y, en 'con secuencia, en la realidad concreta, es necesano que la agen Cia, la cooperativa o la asociación que ofrece estos dos servicios, · se beneficie de un Cloble financiam iento: uno por parte del indi-
que existe a partir del nacimiento de un servicio de este tipo, destinado tanto al inJI\·iduo como a la comunidad. Inicialmente es una iniciativa de a lgu ien que dice "Es una necesidad no satisfecha, voy a hacerlo··. l .u ego percibe que eso beneficia a roda la co m unidad, y en ronces dice "Pero si eso beneficia a toda la comuni dad, ¿por qué no es el estado quien lo h<~ce:->'' . Y se encuentra siempre esta tenston, tensión entre, por un
¡!<:llle en
cen "Pero somos nosotros quienes h<~cemos elt raba jo, y no ha) ninguna razón para que no nos beneficiemos de un financiamien ro público "; y, por otra parre, gente que dice que ··No se quiere burocracia, e::. una iniciativa venida de la base, no se requiere del estado'·. Se está entonces permanentemente atrapado en esta especie de tensión entre los creadores, los que est
Jaurés dice
que la cooperativa tiende hacia el estado. pero como una as111tota que nunca alcanZ
1
.1ños 1950- 1960. Se puede decir que l.b
120 Alaon Lopoe!¿
mento de la seguridad social. _Y. peo r aun , a las cooperativas se les condenó a ser moldeadas por lo empresarial para sobrevivir e ese modelo. El Cré it Agrico e no se puede decir que fuera una h erramienta de la altern:uiva finan cie ra , al contrario. fue la herra-
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mienta de la modernización hiperprodu~~vista de la agricultura. Como el Crédtt Mutuel y otros. que se convirtieron en la he rramienta de l acompañamiento financiero de lo que se llamó el fordismo, de la instauractón de la sociedad de producción de masa y de consumo de masa. Es después de la crisis de este modelo cuando ni el estado ni las empresas fueron ya capaces de ga rantizar el pleno empleo y una situación equitativa para todo e l mundo, que se volvió a ver, como pequeñas llores, jóvenes brote que empezaron a decir "se va a hacer ot ra cosa". Eso se llamaba C'COnomia autónoma o alter-
nativa en ese e ntonces. Luego, poco a poco, se insritucionali7.aron ellas también. éY qué forma habían remado? La forma asociativa. la forma cooperativa. Eso no está muy lejos de aquí, en el congreso de la Red de la Economía Alternati,·a y S0lidaria. en BeBe de Mai en Marsella, cuando finalmente los viejos del movimienro cooperati,·o, murualistas y asociativos, reconocieron a sus nietos y que los niños reconocieron a los abuelos. Diciendo que, finalmente, este movimiento de la economía alternativa nacido después de 1981 se había unido a sus antepasados un poco anquilosados en lo que habían de,·enido la economín s0cial, la cooperativa. la mutuillidad. la asoctación. etcéter
rormidablemente reducida a inJi,·iJuos complet.tmenre aislados. en la que no h~ás sentido comunitario. en la que se muere de nostalgia por lo comunitari o, o se muere de soledad, o se muere de inseguridad y de níiedo al vecino, hav que rehacer el tejido 3. Organización bancaria con m<Ís Je tres mil cooperativas Je crédito, hoy uno Je los principales banco~ de F ran CI
12 1
social. Esto no será en absoluto de la misma manera en que se hizo "';n el secwr socioculru ral. No reharemos los años 1950. No estamos más en una situación donde la gente va espontáneamente a los patrocinios laicos, d evenidos desde entonces cine-club, casas Je la juventud y de la culrura. En esa época, e n 1950, salíamos de un mundo todavía mu y comunitario, tanto en lo rural como en lo urbano. No tenía cada uno su tdevisor, ni cada uno su carro, etcéte ra. Emonces, las estructuras colectivas de servicios públicos en el dominio cultural e ran el modo no rmal de acceder a la cultu ra. H oy es completamente diferente. Hoy tenemos que cada uno tiene su televisor, su equipo de alta fidelidad. H oy, al comrario, la gente parte de una situación de consumo puro e individual, pero sabe muy bien que eso no es suficiente; es por ello, por ejemplo, que se reencuemran en las fiestas rave. Hay que reinventar al colectivo y reh acer el tejido social a partir de este punto extremo de individualización. H e ahí la pri merita cosa que hay que mete rse en la cabeza. Esto nova a ser simple. En la culwra esta dificultad es evidente, pero en la familia lo es igual. Por ejemplo, e n 2020 Francia tend rá ciento cincuenta mil ceñrenarias, ¿quién se va a ocupar de ellas? Lo dije la última vez q ue vine a Aix . No serán sus hijas que tendrán ochenta años, ni serán sus nietas q ue tendrán, simplifico, sesenta y que habrán sido feministas toda"su vida. Ellas no encontrarán normal ocuparse de su abuda veinticuatro horas po r veinticuatro; no es vocació n de las mujeres hacerse criadas durante su tiempo libre de una inválida en cama. ¿En tonces quién lo hará? No serán tam poco los funcionarios. El modo de trabajo de la función pública no es
122 Alain Lip1etz
r· es así tampoco como esto puede funcionar. Forzosamente debe ser algo en donde no se cuente el tiempo, ni deba ser lucrativo, ni estar fundado sobre el provecho ni sobre la redistribución administrativa. , Entonces pe rtenece, obviamente,:.¡¡) método asociativo: esrá claro que se trata de servir a una persona e n panicular. Es necesa rio, al mismo tiempo, que la dienta - digo clienla ya que, a esa edad, no habrá m ás que mujeres- o su familia y la Caja Nacional de Subsidios Familiares paguen. P ero 1~ importante es gue la red exista, que la asociación que ofrece servicios a domicilio exista en t>e rmanencia, qu<:_ esté disponible para Ía comunidad. En fin. que reconstituya hasta cierro punto lo que era ofrecido gratuitament e por la familia o por la comunidad del pue b lo o del barrio, cuan . do todo el mundo encontraba normal ocuparse d e su vecino, con, - todo lo que eso representaba d e o~sivo o, peor aun, ofreci do ~por la socied ad patriarcal en que las muje res se veían obli adas a - i as e a am1 ia , ado que "era la viej;l qUJen tenía el dinero", como decía Jacques Brel.
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Entonces e fectivamente tenemos un problema, y reconstruir comunidad va a exigir un montaje insti tucional que esTnevitable ;;ente no lucrativo y no administrativo. Ahora bien , tenemos la forma para hacer eso, es la asociación y es la cooperativa. Las cua les son ya, por definición, no lucrativas. Atención, no es la defini ción de la asociación per se, ya que una asociación puede ser lucrari \'a (no confundamos la Ley 1901 y el cód igo de los impuestos ), pero las asociac iones no lucrativas p ue den muy bien hacerlo, y l <~ s cooperativas, siempre que no se distribuya demasiado exceden te, también. Entonces se p lantea la pregunta: ¿qué les im p ide a la asoci
hagan, bajo un doble aspecto, porque ofrecen servicios a los particulares y porque ofrecen servicios a la com unidad. Empleo la
123 ,Que
e~
b
~conom ía
socwl v soltdaroa;
palabra remunerar y no pagar ya que comunidad, municipio y renumerar pertenecen a la misma familia y vienen todos de la pala bra munus que quiere deci r el don y la carga al mismo tiempo, lo que se da a los otros teniendo la responsabilidad de hace rlo. Es el principio eJe la reciprocidad. ¿Cómo puede realizarse esto? Hasta ahora, y es un gran obstáculo, se ha venido haciendo poco a poco. Es decir, una asociación que se dice "Asumo aquí el fútbol, ofrezco a la comunidad un lugar donde ocupar a los jóvenes porque si no podrían h acer idioteces; y a la vez para aquellos a quienes les guste enseño el fútbol ", asume que a la vez es para los individuos en particular y para toda la comunidad. Está claro, una asociación que propone esto espera ser subvencionada, po rque aunque en la medida en que el servicio de enseñar el fútbol es un servicio que hace las veces de curso particu lar y correspondería pagar al jové~ futbolista, también en esa medida toda la comunidad tiene inrerés en que el curso ex ista - ¡además, el club puede hacerse campeón , nunca sabemos!- , por lo que es normal que la comunidad lo pague ... Al principio, la gente es voluntaria, benévola, porque encuent ra que está bien dedicar tiempo a la comunidad. Luego, la curva alcanza su asíntota y percibiendo que presta un servicio público, se pregunta "!Pero por qué hago esto gratuitamente? Además, los usuarios exigen que continúe, y ademas, en caso de riesgo, soy res ponsable criminalmente mientras que presto un servicio a la comunidad". Ustedes ven, entoncés, que hay que tratar de encontrar una manera de asegurar elfi ue ha a u e erer (lempo e n men~ar las subvenciones. En la reaJidad concreta de boy, toda la economía social y solidaria pasa su tiempo bus-. cando financiamientos. En el sector más difícil, el que se ocupa de la inserción, eara tres personas que se fajan en esa tarea, hace ~Ita una cuarta que busque financiamientos. Mi p~ consiste en definir cuáles son las asociaciones y cooperativas de finalidad social y solidaria, las que decO
1
124 Alam Lipietz
vuel ven servicios al secror d e mercado y para el bien de toda la comunidad. Las que ob1engan tal marca de autenticidad tendrán de recho automáticamente a reducciones de cargas y de impue~ ros, o a subvenciones. Y esto, como es la ley la que debe esti pula rlo, es el trabajo de los diputados, no de ~Qa administración. Una vez bien definida esta matriz de economía social y solid aria, con toda normalidad cualquier asociació n o cooperativa q ue encuadre en ella tiene derecho au tomáticam ente a la fo rma más común de ayuda, es decir la dispensa de impuestos y de cm izaciones. E sto no costaría nada a la comunidad ya q ue emplearía desempleados que de entrad a no pagan ni impuestos ni cotizaciones. E n cambio, es evidente que hay que ve rificar q ue se trate efectivamente de una empresa con vocación social y solidaria, sea cooperativa o asociación . H ace falta que haya una especie de reconocimiento, y ¿acaso es el prefecto quien va a hace r ral recono· cimiento?, ¿o la Secretaría de Estad o a la Eco~om ía acial y Solidaria? D igo no, serán primordialmente sus pares; cuando es una empresa de ba rrio la que se crea, son o tras emp resas de barrio las q ue van a decir: "Sí, es verdaderamente una emp resa de barrio, no son me rcanrilistas que trata n de hacerse pasar por una empresa de barrio". Así, había propuesto todo un sistema de auto-reconocimiento q ue permitía obtener una marca de au tenticidad, aq uella que permitiría tener derecho automático, sin tener que mendigar al p refecto, a recibir subvenciones, en panicular bajo la forma de dispensas de cotizaciones. Llegamos al fin a una última pregunra, la pri mera de hecho: ¿Para quién? ¿La economía social y solida ria es para q uién? Per· cibo q ue hay una ambigüedad terrible. particularmente entre mis colegas de la ad ministración y del gobierno, sobre lo que quiere decir la palabra social. Desp ués de veinte años de li beralismo logramos decir: "Lo soci'ál es ocuparse de los pobres". · Pue;;;-oT o socta es acerque no haya más pobres y que todos se ocu en
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lamosa instrucción fisca l para saber cuales e ran las asociaciones que tenían eJ derecho d e e r dispensadas de cotizaciones. etcétera - particularmente las negociaciones en el sector del turismonoté que había dos líneas que se enfrentaban . L os que decían: "El turismo social es para los pobres, a los jóvenes de las barriadas hay que sacarlos del calor de l verano para que no prendan fuego a los carros. Tal es la finalidad de la maniobra ". Luego hay otra definición que se remonta a otra tradición , de 1945 incluso 1936, que decía:"¡ De ninguna manera! Lo social es la comunión social, es que todo eJ mundo pueda marcharse de vacaciones y de ser posible a los mismos lugares". C reo que hay que decir de modo muy claro que la economía social y solidaria no es una economía de los pobres para los po-bres. Si se hace así sería chenrelismo, si se hace así sería encerrar a l os pobres en un subsector, y convertir la ecoAOmía social y solidarw en un gueto. No, la economía social y solidaria es la reconstrucción del;¡ com~nidad para tOdo eJ mundo. Evtdenremente' l"s neos no la necesitan. ElJos tienen los medios, con dinero, de reconstituir alrededor de ellos una seudocomunidad, con una lectora o una acompañante en su casa, una niñera, una institutriz, etcétera ... Ellos no necesitan reconstituir a la familia vía lo asociativo, tienen el dinero para reconstituirla. No digo que esté bien hecho, digo que tieneñ los medios para hacerlo. Pero la idea de que la econornia social y solidaria sea únicamente para los pobres me parece una idea com pletameme errónea, y creo que si se acota así no se le ofrecerán todas sus potencialidades de desarrollo. C reo muy profundamente que la economía social y solidaria es la respuesta al senrimiento de aislamiento, y -en la medida en que se puede- al miedo al envejecimiento y a la muerte, a la crisis de la famil ia, a la crisis del estado. Ella propone de ~cho una reconstitución, sobre bases libremente escogidas, del sentimiento de comunidad en una sociedad que se ha h echo completamente individualista. Es una ambición para todo el mundo. Está prof undameme ligada al concepto mismo de ecología, es decir a la 126 Ahm Lip1e1z
relación entre los individuos, su sociedad y su medio ambiente, ya que, justamente, se ocupa de todo lo que es común cuando se vive en sociedad -y común no sólo para la franja más pobre. Creo que la propuesta básica es: sí a lf1 economía social y soli daria, y para todo el mundo. He aquí lo que quería decir como introducción a este debate.
Preguntas a Alain Lipierz .JOELGOMBAIN, E TU DI ANTE: -e Para este proyecto de sociedad social y solida na, cómo queda esta tenszón entre libertad e igualdad, la vieja tensión en el corazón de todos los proyectos mtelectuales de soczedad? Tengo el sentimiento que a través de este nuevo modelo de sociedad que hoy se trata de pens01; se puede tal vez avanzar hacia una solución más satis/actona de esa tensión entre el liberalismo y el modelo comunista. ALAIN LIPIETZ: - Llegamos siempre
127
tru1r una ~ociedad tr;uern.tl o comun ttana, como usted quiera, donde se cree una asociacion libre de g~:nte que dan los unos para los otros. Esro
PREGUNTA: -e Lo partwpaetón Je los asalariados en m propta empresa puede ser una respuesta? ALAIN UPlETZ: - Hay que distinguir bien el carácter de mercado y el carácter de provecho. No tengo nada en contra de que los obreros asalariados participen del carácter provechoso de la empresa y que, por esta vía, participen en la dirección de la ella. Hay dos maneras para que los asalariados panicipen en la dirección y en los fruros de la empresa: bien seá de manera directa en tanto asalariado y es el modelo de cogestión de emp resas, es el modelo alemán y está bien, es una vía que hay que explorar; bien sea la copropiedad. Habn1 que combinar las dos, probablemen te. Pero es ro no responde al asunro planteado y al hecho de que la economía sólo puede ser de mercado. Un asalariado copropieta .rio de su empresa, aun un asalariado cooperativo, no integra obligatoriamente en su comportamiento el hecho de servir a la comu'mdad. Entonces, la p~rttc1pación de los asalariados en su propia .,.....empresa, en su dirección o usufructo, es una respuesta al asunto de la injusticia del sistema del provecho. no es una respuesta al carácter abstracto, indiferenciado, mercantilista de la economía. En última instancia podemos tener asalariados autogestionarios separados del resto del mundo que dicen: "¿Conraminamos? Nos
munHario que debería rodear cada uno de nuestros actos
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-¡Jro~os.
128 Alam Lipietz
PREGUNTA: -e A caso podemos aceptar la prrvatrzaoón de loJ
servrcios públicos a par/Ir del momento en que definzéramos un vrcio zmrverwl?
~cr
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r\LA IN LIPIETZ: - Es un \'Íej0 deb¡t(& P:1samos d tiempo 12n
eso en el parlamento e uropeo. Uno de los problemas es que los servicios públicos no tienen en absolmo la misma definición de un p
129
Para ampliar el canon de la producción''' Boa ventu ra Je Sousa Santos Césur R odríguez
fntroducción COMO LO MUESTRA la consolidación reciente de numerosos
movimientos y organizaciones alrededor del mundo que luchan por una globalización contrahegemónica, los varios siglos de predominio del capitalismo no han logrado dismipuir la indignación y la resistencia efectiva comra los valores y prácticas que consti tuyen el corazón del capitalismo como sistema económico y forma civilizatoria. De h echo, la historia del capitalismo desde su s urgimiento en lo que WaJierstein ( 1979) ha llamado el " largo sig lo XVI" es también la h isroria de las luchas de resistencia y la crítica comra dichos valores y prácticas. Desde la lucha de los campesinos ingleses cpntra su incorporación rorzada a las fábricas proro-capitalistas después de la apropiación privada de las tierras comunales en el siglo XVIll hasta las luchas contemporáneas de comunidades indígen as en la semiperiferia y la periferia contra la exp lo tación de sus territorios ancestrales, pasando por los movimientos obreros de todo tipo, el capitalismo ha sido constantemente conrronrado y desafiado. Dichos desafíos han ido acompañados de una rica tradición de pensamiento crítico - desde el pensamiento asocia ti vo d e Sai nr-Simon, Fourier y Owen en Eu-
* "lntroduc;ao: Para ampliar o ciinone da produc;ao", en Boaventura de Soma S:mtos (org ) . Produ:::.ir para n;;er: os cammho.\ .ftl produriio nlio ca-
P'"'·
··J, Civilizii\30 Hras ilcira , Río dc .Janciro, 2002.
130 Boavcnlura eJe Sousa Samos y Ckar Ro
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ropa en el siglo XIX hasta la reivmdicai::ión de un desarro llo alternativo o el rechazo mismo de la idea de desarrollo económico en la perife ria y la semi periferia e n el siglo XX, pasando por la crítica marxista del capitalismo industrial- que ha impulsado el debate j sobre form as de sociedad más justas que sean . . alternativas viables frente a las sociedHdes capitalistas (Macfarlane, 1998). Al imaginar y lucha r por sociedades d one e la ex plotació n sea eliminl1da, o por lo menos reducida drás ticam ente, las prácticas y teorías críticas del capitalismo -sumadas a o tras cuyo blanco son otras formas de dominación como el patriarcado y el racismo- han mantenido con vida la promesa moderna d e emancipación social. A comien zos del siglo XXJ la rarea de pensar y lu char por alternativas económicas y sociales es especialmente urgente por dos razones relacionadas entre sí. En primer lugar, vivimos en una é poca e n la que la idea d e que no hay alte rnativas frente al capitalismo ha ganado un nivel de aceptación que posiblemente no tiene precedentes en la hi sto ria del capitalismo mundial. En efecto, a lo largo de las dos últimas décadas del siglo pasado las élites políticas, económicas e intelectuales conservadoras impulsaron con ral agresividad y éxito las políticas y el pe nsamiento neoliberales que la idea tatcheriana según la cual "no hay alte rnativa" alguna al capitalismo neolibc ral ganó credibilidad, incluso entre círcu los políticos e intelectuales progresistas. En este sentido, las décadas precedentes reavivaron la "uropía del me rcado auto-regulado " (Polanyi. 1957) q ue había sido dominante en el siglo XIX. A d iferencia de lo que sucedió en el siglo XJX, sin emba rgo, el resurgimiento de dicha utopía bajo la forma del neoli beralismo contemporáneo no fue acompañada por la reactivación simultánea de las luchas y el pensamiento críti cos, que pasa ron a la defensiva y debieron reinvemarse y reorganizarse. Pero esta situ ación ha.empezado a cambiar en los úlrimos años con el resurgimiento del acrivismo por una globalizació n contrahegemónica, que han comenzado incluso a desarrollar fo rmas de coordinación tale como la realización anual del primer Foro O· ~
13 l p J ra Jmpi1Jr el C.lllOil
de b p roJuccion
cial Mundial en Pon o !\ le~ re. DaJo c..¡ue. como el mismo Polanyi lo observó con claridad, las instituciones qu<: c.;:ncarnan la utopía del mercado
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132 Boaventura Je So usa Sanros y César Rodríguez
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alternativas, po r lo me nos en el corto y mediano plazos. de ende en buena medida en s u capaci a e so revivir dentro d~l con - texto det dommo d el capita lismo. Lo que se requiere, entonces, es centrar la atención simultáneamenre¡en la viabilidad y en el potencial emancipatorio de las múltip]el;,¡¡)terna ti vas que se vie nen formulando y practicando alrededor del mundo que re presentan fo rmas de organización económica basadas en la igualdad, la solidaridad y la protección del medio ambiente. Esre es el espíriru que inspira este trabajo introductorio y los estudios de caso contenido en el presente volumen. La insisten cia en la viabilidad de las alternativas, sin embargo, no implica una aceptación de lo existente. La afirmación fundamenta l del pensam iento crítico consiste en q ue la realidad no se reduce a lo que existe. La reali dad es un campo de posibilidades en el que · caben ahernativas que han sido marginadas o que ni siqu ie ra han sido intentadas (Santos. 2000: 23 ). En es re sentido. la tarea de las pnícric<:~s y el pensamiento emancipadores consiste en ampliar e l espectro de lo postble a traves de la expenmemación y la refle-
xión acerca de alternativas que representen formas de sociedad mas JUStas. Al mirar más allá de lo existente, dichas formas de pensamiento y práctica ponen en tela de juicio la separación e n . tre realidad y uropía, v formu lan alrernativas que son suficiente" mente U(Ópicas como para implicar un desafío al status uo v son sul iciememenre rea es como para no ser fácilmente descanables por ser inviables (\X'right. 1998) . El espectro de posibilidades re• su lrame es mucho más amplio del que incluso muchos partidos y pensadores Je izquierda han tendido,, defender en los últimos
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1 Véase. por ejcmpiD, el documento titulado "Una alternativa latinoamericana," producido por un grupo de políticos larinoamcricanos con·
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tañeda. las opciones de la izq uierda se limitan a promover el modelo capitalista con "las variaciones, regulaciones, excepciones y adaptacio nes que las economías de mercado de Europa y J apón han incorporado a lo largo d e los años" (Castañeda, 1993: 5 14). Como lo mostraremos en el balan ce de los experimentos y las teorías económicas alternativas que o freceremos más adelante, el predominio del capitalismo no reduce el rango d e posibilidades a dichas variaciones. Po r el contrario, dicho rango incluye fo rmas de concebir y organizar la vida económica que impli can reformas radicales d entro del capitalismo basadas en principios no capitalistas, o que incluso apuntan a una transformación gradual de la economía hacia formas de produ cción, intercambio y consumo no capitalistas. C ualquier análisis que, como el nuestro, intente subrayar y evaluar el poten cial emancipatorio de las pro¡x¡éstas y expe rimentos económicos no capitalistas que se vienen haciendo alrededor del mundo debe tener en cue nta que, dado su carácter ami-sistém ico, dichos expe rimentos y propuestas son frágiles e incipientes. Por esta razón, e n este trabajo analizamos las alternativas desde una pe rspectiva que puede ser llam ada "hermenéutica del surgimiento" (Santos, 2001 ), esto es, un punto de vista que interpreta de maner a expansiva la forma com o organizaciones, movimientos y comunidades sé resisten a la h egemonía del capitalismo y se embarcan en alternativas económicas fundadas en principios no
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fapitalistas. Esta perspectiva amplifica y desarrolla los rasgos emancipat~rios de dichas alternativas para hacerlas más visibles y creíbles. Esto no implica que la h ermenéutica del surgimiento
renuncia al análisis riguroso y a la c rítica de las alternativas analizadas. El análisis y la crítica, sin embargo, buscan fo rtalece r las alternativas, no minar su P.s;n encial. vocado por Unger y Castañeda {entre los que se encuentran los actuales presidentes Je Chile, Ricardo Lagos . y México, Vicenre Fox) en Buenos
A.m:s c:n noviembre de 1997. (www..-C>be rtollnger.com/ alt crnarive. htm) 134 Boavemura de Sousa Santos y César Rodñguez
Antes d e adcutramos e n el análisis de las iniciativas y propuestas concretas, es necesario precisar los términos que se utilizan generalmente en las discusio nes sobre estos temas. A fa ha de un mejor té rmino, las prácticas y teorías qye desafían el capitalis· mo son caliticadas con frecuen cia como''~a lte rnativas". En este sentido, se habla de una globalización alternativa, de economías alternativas, de desarrollo alternativo, etc. Existen razones para cuestionar la conveniencia po lítica y teórica de este adjetivo -en cuanto califica r algo de alternativo es ceder de e ntrada el terreno a lo que se quiere oponer, que reafirma así su carácter hegemó nico. Sin e mbargo, creemos que, antes que un cambio d e lenguaje, lo que se requiere al comienzo d e una indagación que busca teorizar y hacer vi ible el espectro de alte rnativas es formular la pregunta obvia: ¿alte rnativo frente a qué? En otras palabras, ¿cuáles son los valo res y prácticas capitalistas que dichas aJre rnari vHs critican y buscan superar? A pesar de la amplitud de esta pregunta -que, de hecho, apunta a uno de los temas cent rales de l:.ts cie ncias so· ciales, esto es, la caracterización d el capitalismo como fenómeno económico y social-, una respuesta po r lo menos some ra e~ necesaria para clarificar el sentido del resto de nuestra ex posición. Esto es así porque el objetivo central de este capítulo es precisa-
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mente ofrecer un mapa y un conjunto de tesis sobre la t rayectoria y las posibil idades actuales de prácticas y visiones del mundo ins· pirad
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lectura de los estudios de caso que se incluyen en esll: libro y que discuten d esde diferentes ~í n gul os y a pan ir de ex perie ncias di versas e l g rado en que las inici
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son ' isras como fuentes posibles de enriquccimienw, y miedo en tanto cUas son vistas como amenazas. Estas son formas horribles de ver a los demás, independientemente de que ya estemos acostumbrados a ellas como resultado de siglo s d e capitalismo " (Cohen, J99-1: 9). Esta reducción de la sociabilidad al intercambio y al provecho personal está en el centro del concepto de aJienacion en Marx y ha inspirado críticas y propuestas contemporáneas que buscan expandi r las es feras en las que el inte rcambio esté basado en la reciprocidad ames que en el provecho monetario - como las economías populares estudiadas por Quijano ( 1998) en Amé rica Latina- o disminuir la dependencia de las personas en relación con el trabajo asalariado, de
taJ forma que no
sea necesario "perde r la vid3 p3ra gan ar~e l.t vida" (Gorz, 1997). En t<:rcer lugar, la explo tación c recit.:nte de los recursos n aturales
136 Boaventur.l J t• Sou:.a !:>:m10s ' César RoJngue7
alrededor dd globo pone en peligro las condiciones físicas de vida sobre la tierra. Como lo han puesto presente las teorías y m o· vimientos ecologistas , el nivel y el tipo de producción y consumo requeridos por el capitalismo son insqstenibles (Daly, !996: Dourhwaite, 1999). E l capitalismo, así, Ú@nde a minar los recursos naturales que permiten su propia reproducción (O'Connor,
1988). Contra el prospecto de la destrucción de la naturaleza, los movimientos ecologistas han propuesto una amplia variedad de alrerna1ivas. que van desde la imposición de límites al desarrollo capitalista hasta el rechazo de la idea misma de desarrollo económico y la adopción de estrategias anri-desarrollistas. b
la subsislencia y el respeto a la naturalez
137 l'.or.o .11nplo.11 d '.1111111 d<.' l.o prc•d11u·op11
más marginados en la periferia h
a
La escala de las iniciativas es igu almente variada. Las alternativas comprenden desde pequeñas unidades de producción locales -como las cooperativas de trabajadores en barrios ma_J:ginales en la periferia del sistema mundial- hasta propuestas de coord inación macro-económica y jurídica globales que garanticen el respeto de derechos laborales y ambientales mínimos alrededor
138 Boavcmura ck Sousa Santos y César Rodríguez
del mundo, pasando por intentos de construcció n d e economías regionales basadas en principios de cooperación y solidaridad. E n vista de semejante diversidad, las alternativas existentes va rían mucho en su relació n con el s i~tema capitalista. Mientras que unas (v.gr., las cooperativas) son CGmpatibles con un sistema de mercado e incluso con el predominio de las empresas capitalistas, o tras (v.gr., las propuestas ecológicas anu-d esarrollistas) implican una tran sformación radical o incluso el aban dono de la p rodu cción capitalista. Sin embargo, al estudiar estas iniciativas creemos que es importante resisti r la tentació n de aceptarlas o rechaza rlas con un criterio simplista que mira exclusivamente si el las ofrecen alternativas rad icales frente al capitalismo, por dos razones distintas. Por una pa rte, este criterio sim ple de (des)calificación encam a una forma de fundamenralismo de lo alternativo que puede cerrar las puertas a propuestas q ue, si bien surgen en medio del capitalismo, abren las puertas a transformaciones graduales en direcciones no capitalistas y crean enclaves de solidaridad en el seno del capitalismo. Más allá de la vieja dicotomí..t entre reforma y revolución, de lo' que se trata, como lo afirma Gorz 0997), es de implemenrar reformas revolucionarias, esto es, de empren der reformas e iniciativas ue sur· tro del sistema caplt ista en que vivimos ero faciliten le n credibilidad a o rmas e o rganización económica y de sociabilidad no ca itahstas. or otra parte, semejante criterio estricto de evaluación de las alrernarivas implica en últimas una hermenéutica del esceptt cismo, no del surgimiento, que termina por rechazar todo tipo de experimentación social por estar contaminado por el sistema do minante. Dado q ue ninguna de las propuestas viables representa una alternativa sistémica al capitalismo (esto es, una alterna tiva de organización micro y macro-económica comprehensiva basada exclusivamenté~ valores de solidaridad, igualdad y protección del medio ambiente), las ah ernarivas con las q ue contamos tienen relaciones di rectas o indirectas con los mercados locales, nacion ales e incluso internacionales. En otras pa lab ras, dado que
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139 Para runpi!Jr el onon de )., p r,>ducclón
saht:mos cnmo hacer funcronar una economía basaJa en el inte res rnJividual (esto es. bas.JJa en el merc;Hio l pero no hemos aprendido cómo hacer ltrncionar una economía tund.tda en la p.enerosidad (Cohen. 191)-t ).las iniciativas no representan nuevos modos de producción que reemplacen al capitalisLa. Esto no les restll, sin embargo, relevancra :1i potencial emancipador. AJ encarnar \'aJores y formas organizarivas opuestas a los del capital ismo. las alternativas económicas generan dos efectos con alto conreni do e mancipador. En primer Juga r, en el nivel individual implican con frecuencia cambios fundamentales en las condiciones de vida de sus actores, como lo muestran los estudios sobre la transformación de la situación de los recicladores de basura en India y en Colombia presentados por Bhowmik y Rodríguez, respectivamente, en los capítulos incluidos en este volumen. En segundo lugar, en el nivel societalla difusión de experi'éncias exitosas implica la ampliación de los campos sociales en los que operan valores y formas de organización no capitalistas. En algunas ocasiones - como en el caso del complejo cooperativo Mondragón en España, que tiene intluencia en toda una región (\'tribucion Je ingresos (v.gr.. el establecí
1-10 Bodvcntura de Sou~a Santos y Cesar RodnRlle7
de este capítulo en tres partes. En la primera, ofrect:mos un mapa no exha ustivo de las propuestas y líneas de pensamiento sobre producción no capitalista . El objetivo central de esta sección es establecer coordenadas generales de ubicación de las múltiples
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iniciativas .v propuestas que se están llevando a cabo tanto en el cenero como en la semi periferia y la periferia y, en especial, ue las experiencias analizadas en los siguientes capítulos de este volu · men. Distinguimos tres grandes vertientes de pensamiento y de experimentación productiva no capitalista. En primer lugar. ex · ploramos brevemente el cooperativismo y otras propuestas basa· das en teorías socia les asociativistas, tales como el socialismo de mercado. E1. segu ndo lugar, indagamos las diversas form;tS de organización económica de los sectores popu lares en la semipc· rilcria y la periferia , principalmente en actividades económicas informales. que han sido articuladas en los esrudios y las políticas sobre "c.lcs;trrollo <.tlternativo". En tercer lugar, ha cemos ;1lusión a las múltiples propuestas, formulauas con ¡).-irricul.tr fucrz.t en los u !timos años por el movimtento ecologista, que ponen en tel.t de juicio b idea misma de crecimiento económico y por tanro presentan alternativas al desarrollo económico. Esws tres líneas miento de un ingreso mínimo universal)- es puramente pragmátio. DJdo que un mapa general de alrerna tivas económic:.~s claramenre so brepas.tlos límites de nuestro escri10 y que los trabajos incluidos u1 e:.te ,·olumen son L'Stutllo~ de c;tso sobre altern;Htva~ d~: producc10n. hemos rl':itnngrdo nuestro mapa a la estera de la producción ~in emhMgo. como ,,firm;tremos más adelante, uno de:: los facwres escnunles par;t d ;t\'ance de las .tlr~rnarivas de producción es su arucubctnn con ;llt~:rn;l 11\ ·''
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Circulo virt uoso orr<~s alternativas en el campo económico y en otros campos sociales.
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Je ~hemativas de producCión no son m utuamente excluyenres, y ele hecho ocurren en la práctica en forma s híbridas lv.gr., las ini Ciativas de desa rrollo alternativo en la semi periferia y la pe rife ria incl uyen con frecue ncia la creación de cooperativas de productores). En la segunda y tercera parte de este trabajo conectamos el mapa ofrecido en la segunda sección con los estudios de caso incluidos en este volumen. Para ello, primero, en la segunda sección, resumimos los estudios de caso y luego, en la tercera sección, a manera de conclusión , enunciamos nueve tesis que c reemos que captan los asuntos y dilemas comunes a los casos. D ad o nuestro interés en impulsar el debate sob re las formas de producción no capitalista, enunciamos estas tesis mediante fórmulas cortas para la discusión, que sintetizan nuestra lectura de los capítulos incluidos en este libro y nuestra visión sobre los desafíos que enfrentan las formas alternativas de procU.tcción en el contexto de la globalización contemporánea. l. Un mapa de alte rn ativas d e prod ucción l. l. Las formas cooperativas de producción l l.l LA TRADICIÓN COOPFRATI VA
La búsqued a .de alternativas frente a los efectos excluyentes del capitalismo a partir de teorías y ex perien cias basadas en la asociación económica entre iguales y la propiedad solidaria no es una tarea nueva.EI pensamiento y la práctica cooperativista modernos son tan antiguos como el capitalismo industrial. D e h echo, las p~eras cooperativas surgieron hacia 1826 en Inglaterra ... como reacct?n contra la paupenzactón provocada por la conver. ston masiva de campesinos y pequeños productores en trabaja• dores de las fábricas pioneras del capitalismo industrial. Fue en --rnglaterra también donde surgiero n las cooperativas que pasa rían a ser el modelo del cooperativismo contemporáneo - las cooperativas de consumido res de Rochdale, fundadas a partir de 1844. cuyo propósito in icial fue contrarres tar la miseria causada
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142 Boavemura Je Sousa Samos y Cesar RoJríguez
por los bajos salarios y las condiciones inhumanas de trabajo, a través de la procura colectiva de bienes de consumo baratos y de buena calidad para ser vendidos a los trabajadores. Las primeras cooperativas d e trabajadores fueron fundadas en Francia hacia 1 ' 1833 por obreros que, luego de organip:i!r una sene de huelgas para protestar contra las condiciones de trabajo inhumanas e n las rabncas en las que laboraban, decidieron fundar y administrar "toleuivalllente sus proptas fábricas (Birchall , 1997: 21). Estos pnmeros experimentos cooperativos surgieron de la mano de las teorías pione ras d el asociativismo contemporáneo. En Inglaterra, el pensa miemo de Roben Owen, quie n participó direcramenre en la fundaci ón de las primeras comun idades cooperativas, constituyó el aporte fundacional para la tradición inrelecrual coope rativa . Las ideas asociativisras en Inglaterra continu aría n desarrollándose a comienzos del siglo XX, particularmeme a través de la contribución de Harold Laslci, R. Tawney y G. Cole (Macfarlane, 1998: 7). En Francia, las teoría asociativisras d e Charles Fourier y Pie n·e Pro udhon inspiraron el establecimiento d e las primeras cooperativas de trabajadores. Desde sus o rígenes en el siglo XIX, el pensamiento asociarivista y la práctica cooperaúva se desarrollaron como alternativas tamo frente al individ ualismo libe ral como frente al socialismo · cemralizado. Com o teoría social, el asociativismo está fundado ~rulados: de una parte, la defensa de una economía de me rcado basada en los principios no capitalistas de cooperación y mutuali9ad , y. de o tra, la crítica al estado centralizado y la predilección por formas de organizació n política pluralistas y federalisws que le dieran un papel central a la sociedad civil (Hirst, 1994: 15). Como práctica económic
("()()pe rantes contemporáneos, los p toneros de RP.._ hd~ le. LP. . pn ncipios son la mem b reCJa ab ie rta y volunra n ,t - Ll., u'op~:ratt vas están siempre abie rtas a nuevos miembros-; d corH rol demo c rático por parte d e los mie mbros - las decisiones 1u nJamentales son tomadas por los coope rantes de acuerdo con el principio "un m iembro, un voto", es d ecir, independientemente de los aportes J c ca piral hechos por cada mie mb ro o su ro l e n In cooperat iva-, la participación econó mica d e los miembros - tan to como propiera rios solidarios de la coope rativa como parrícipcs eventuales en las decisiones sobre la distribución de las utilidad es-: la autonomía y la independencia frente al estado y fre nte a o tras o rganizacio nes; el compromiso con la educación d e los miembros de hi' coope rativa para facult arlos para participar efect iva menre; la cooperación entre coope rati vas a través d e o rganizacio nes locales. nacionales y mundiales; y la cont rib ució n -al d esarrollo de la co• m u nidad en la que está localizada la cooperat iva (Bi rchall, 1997). Pese a que, por una pa rte, el número de coopcnni,·,ts se multiplicó rápidamente y dio lugar a un movimiento cooperativist
corren el riesgo J e fracas<~r debido a que su estructura democráti ca las hace más lentas e n la roma de decisiones que las e mpres.1s capitalistas, y a que el p rincipio de "u n miembro, un \'Oto" les impide alcanzar el nivel Je C
~~ manera creciente de inversiones co~sider
J.¡ \'IJbi lidad econ6m1ca de las coope
rativas y h
In tradición de
pcns:1mienro ~ o rganizac ió n economica coope
1ativa surgida en el s1p.ln X 1X con el fi n de rcn0\'<11 J¡¡ tare¡¡ de pen s;t r ,. crear a !ten wt i' a s ccon1 '1111C:ls. Cste giro e~ e\ id ente en h1 b1 hl1ografí,1 sobre el tcm,¡ t
el cooperariv1smo ( 1 Ii rst. 19'1-1. Bowlcs y Ctnti->. 19k';)) ,. h1s cstu d1os de caso sobte expencnn:ls coopcrall \', h de trab.Jj.1dorcs exitosas ( \'<' h ytc y \\'hytc. 1 9~8: Rothsch ild ~ \\'h trt , 191:)(,) o 1rus t radas (Russel l, 198'5 Í como en l
1-1 ')
p;Ha canalizar las in ici;Hivas lTOn Óm ÍCl' ¡-'l":"'t:IJ~é'S (f ricdm a nn , 1992). E n Amé rica Latina. d in te rés ¡_:cnC'I\ .1-:l" ~"~\."~r las coope ra t ivas h<1 sido ex presado en propuestas d e re.l(:!\ Jc:ón d e la ll am <.l · da "econo mía so lid a ria ~, ~sto es, el secwr J c- ;a econo mía con fo rmado por formas d ivers<.~s de producción
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cooperati vas de tra bajador~s tiende n a ser más produc tivas g ue ~s .-•q¡.- r.:?sas capitalistas porque sus trnbaj
14 6 Boa\'emura ,¡_. ~'""'' S.mws' Cesar R
tienen un mayor incentivo e,onómico y moral para dedicar su tiempo y esfuerzo al traba·o arque, dado que los trabajadores se enefician directamente cuando la cooperativa prospera, se disminuyen drásticamente los costos de supervisión , que en una empresa capitalista son
arque
la!~jgiJancia constante
del .
esempeño de los empleados es necesaria para asegurar la cooperación de éstos con la empresa. De otro lado, las cooperativas de trabajado res parecen ser especialmente adecuadas para competir en un mercado fragmentado y volátil como el que caracteriza a la economía global contemporánea. Oc acuerdo con la abundante literatura sobre las transformac iones estructurales de la economía desde comienzos de la década de los setenta -que se remonta al trabajo pionero de Piare y Sabe! ( J984) sobre la "especialización flexible"-las em presas aptas para competir en un mercado altamente segmentado y cambiante como el actual son aquellas capaces de ajustarse con flexibilidad a los cambios en la demanda, motivar la participación activa e innovadora de los trabajadores en
el proceso product ivoe insert:use en unn red de cooperación económica conformada. además, por o trns empresas fl exibles pequeñas y por instituciones culturales, educativas y políticas de soporte -en o tras palabras, en una economía cooperativa. Dado que las cooperat ivas de trabajadores faci litan (de hecho, requiren de) la participación activa de los trabajadores-propie tarios, son usua lmente pequeñas y tienen vocación de integración con otras coopera ti vas y 0 1ras instituciones de la comun idad donde están localizadas, ellas pueden ser, de hecho, "protot ipos Je la especialización flexible de la que hablan Piore y Sabe!" (Ferguson, J991: 127)l. E n tercer lugar, como el rasgo esencial de las cooperativas 3. Por esto mismo resulta sorprendente, como lo anota Ferguson, que Pinrc y Sahel se nc11pcn ~úln de empresas capitalistas y "no consiJcrcn formas alternativas de propiedad y control que cumplirían las condiciones Je la especialización flexible[. .. ] Dado que [Pi ore y Sabel] no problematizan [el con!licto entre capital y trabajo], no prestan atención ni al 14 7
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de trabajadores es que Ótos son sus propietarios, la ditusión de las cooperativas tiene un electo igua litario directO sob re la distribución de la propiedad en la economía, que a la vez, como lo han mostrado Birdsall y Londoño ( 1997), para el caso de América Launa, estimula el crecimiento económico y disminuye los niveles de desigualdad. Por último. las cooperativas de trabajadores generan beneficios no económ icos para sus miembros y para la c?munidad en general que son fundamentales para contrarrestar los efectos desiguales de la economía capitalista. Las cooperativas de trabajadores ex tienden la democracia participativa al ám-· bito económico y, con ello, e l principio de ciudadanía a la gestión de las empresas. Semejante extensión de la democracia tiene efectos emancipadores evidentes, en tanto guarda la promesa de la eliminación de la división imperante en la actualidad entre democracia política, de un lado, y despotismo etonómico (esto es, el imperio del propietario sobre los trabajadores al interior de la empresa), del otro. 1 1.2 EL CASO EJEMPLAR: H. .IONDIV\GÓN !ESPAÑA>
En vista de los numerosos intentos cooperativos fallidos, la pregunta central de los estudios sobre esre ti po de organización econ ómica se refiere a las condiciones bajo las cuales una cooperativa se puede consolidar y mantener. Para tratar esta pregunta, es útil considerar las lecciones derivadas de la experiencia que es reconocida mundialmente como el modelo de economía cooperativa. esto es, el complejo económico Mondragó n , ubicado alrededor de la ciudad del mismo nombre en e l País Vasco español, que fue iniciado en 1956 y es de propiedad de los treinta mil tracarácter despólico de la mayoría de las formas de ·especialización flexible' ni al postble ascenso de las cooperalivas de rrabajaJores" (Ferguson, 1991: 1271
148 Boo,·emura d~: Souso Sanros y Ú'sar Rodríguez
bajadores de sus ciento nueve fábri cas, su cadena de supermercados, su banco y su universidad. 4 ¿A qué se debe el éxito de Mondragón ? ¿Qué lecciones se pueden obtener de este modelo para promover y evaluar el fun cionamiento de cooperativas en otrbs contextos? Las razones fundamentales del éxito de las cooperativas del grupo Mondr;tgón están relacionadas con 1::~ inserción de las cooperativas en redes de apoyo y el esfuerzo constante por hacer a las cooperativas competttivas en el mercado global. En cuanto a lo primero,~n ~ Jragó_!l es l..! na verdadera economía regional cooperativa, porque las cooperativas de producción. consumQ,_ financiación y cduca,;iQ!l. que componen el complejo están íntimamente ligadas mediante mt.'lltiples lazos Je mutua dependencia. Así por ejemplo, el banco coopera tivo perteneciente al grupo (Caja Laboral Popular) no sólo suministra créditos en té rminos favorables a las cooperativas, sino que sirve como órgano de coordinación, supervisión y asesoríH para éstas y para el grupo en su conjunto. La Caja hace un monitoreo constante del desempeño de cada coóperati va y recomienda y ayuda a implementar,. como condición para el desembolso de los préstamos, los cambios que sean necesarios para mantener las cooperativas en condiciones de competir en el mercado. De igual manera, la universidad tecnológica que sirve a todo el grupo (Escuela Politécnica Profesional) se encarga de educar a los fu tu ros trabajadores y admini st radares de las coope· rativas, y re-cnt renarlos para garantizar su flexibilidad laboral y la actuali zación de sus conocimien tos. De esta forma , la Esn•da garanriza el flujo y el intercambio constante de información y conocimiento sobre sistemas de producción, finan zas, mercadeo, etc. dentro del grupo cooperativo. Además de la coordinación y "
4. Con ocasión de s ~ mc:Jio siglo Jc ex istencia, la ONU escogió a Mon·
dragón como till O de los cincuent:t mejores proyectos sociales en el mundo. Una presentación completa del caso Mondragón se cncuentr;~ en Whytc y Whyte ( 1988). 14 9 i>
Jmpl~ar
clranon
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t.. proJmuñn
la cooperación emre las empresas c.le l\tlondragón a través c.lc or ganizaciones de soporte financ_ieras y ed ucativas (que son ellas mismas cooperativas), un mecanismo cenrral de ayuda mutua entre las cooperativas es su inserción en g rupos económicos qu~ siguen la lóg ica de inte raci~ En efecto, las cooperati vas grupo Mondragón generalmente hacen parte de sub -g~t pos compuesros por empresas que realizan actividades económi cas compleme nrarias y funcionan como una cadena coordinada de provee dores y compradores mutuos de los bienes y servicios que producen. Por ejemplo, el grupo más grande dentro de Mondragón - FAGOR- reune cerca de quince fábricas cooperat ivas con alro grado de integración verrical que producen bienes de consumo -v.gr., neveras, estufas, calentadores, lavadoras-, componenres industriales - v.gr., componentes para electrodomésticos, láminas de hierro, partes elecrrónicas-"y. maquinaria y servicios de aseso ría para industrias -v.gr. , herramientas, servic ios de auditoría (\'V'hyte y Whyte, 1988: 167). L~ coordinación y el sopone mutuo entre las cooperativas se logra mediante la subordi'ñactón de éstas a los órganos de decisión panicipativos del grupc ~n su con junto, que determinan la fi nanciación y los parámruos de la administración de cada tOoperntiva. El grupo, a la vez, tiene múltiples mecanismos de apoyo a las cooperativas, dentro d e los . cuales se destacan la redistribución de parte de las utilidades de las cooperativas má;'"exitosas a las cooperativas que atravies;n dihcültades temporales la rotación de ersonal ex erto (v.gr. gerentes e una cooperativa a o tra de acuerdo con las necesidades de las cooperativas.' En síntesis, Mondragón ha tenido éxito porque ha logrado constitui rse en un a verdadera economía cog; perativa regio~uyas redes de soporte han permitido la s uper-
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..,
5. El resultado económico del soporte mutuo ent re las cooperativas cle los grupos d entro del complejo Mondragón ha sido notable. Entre 1956
y 1983, por ejemplo, sólo tres de las ciento tres cooperativas crc¡Jd.Js hasm ese momento fracasaron y tuvie ron que ser liquidadas
150 Boa,·emur3 d( Sousa Sanros v Cesar RoJnguez
vivencia y expansión de las cooperativas que hacen parte de ella. Estas redes, además, han sido fortalecidas mediante Ja cooperar ción entre el estado -concretamente el gobierno regional vas~ Yios grupos de Mondragón en asuntos tan diversos como proyectOS de investigación tecnológica,· p~.gramas de estím u o a em -pleo y estudios periódicos sobre la evolución de la economía regional. Por otro lado, particularmente durante Jos últimos veinte años, el complejo cooperativo Mondragón ha emprendido estrategias empresariales que, sin desvirtuar s u estructu ra cooperati va6, le ha permitido prosperar bajo las' condiciones de volatilidad y competencia intensa del mercado global. En estas condiciones, Mondragón ha mostrado que las limitacio nes impuestas por los principios coopera tivos -v.gr., el compromiso con el manteni miento del empleo de los trabajadores y la capitalizació n de las empresas a partir de los aportes de los trabajadores, no de inversionistas externos- pueden actuar como " restricciones virtuosas·· (Streeck, 1997) que obligan a las empresas cooperativas a ser fl exibles e innovadoras. Por ejem plo, dado que uno de los objetivos centrales de Mondragón es el mantenimiento del em leo de sus socios entro e complejo y, en caso de desempleo temporal , la · provisión de un generoso y prolongado seguro de desempleo, ~1 ~omplejo está bajo constante presión de crear nuevas cooperati vas y fuentes de empleo, lo que requiere constante innovación y m eJoría en los niveles d e productividad . Un fa cro r ,.dicio nal que · pres1ona la creació n de nuevas empresas cooperativas pequeñas e innovadoras es la po lítica de Mondragón de evit ar el crccimien6. Los estatut os J e Mondragon 1m piden a las coopermivas y a los grupo~ ha cer moJificJcione:, a sus estructuras com rHias a los principios coope nHJvos. Por ejcmplg;"los socios- trabajadores tienen-representación en todos los órganos de decisión , y el número de trabajadores externos (esto es. a4uellos que no ti enen el esta tus de socios propiewrios) está limitado por los estatutos al d1cz por c1enro del pe rson
15 l I'Jr .1 Jmplo.tr el canon de 1.1 pro..lucción
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dcsm(:dido de su~ conper.uivas. CuanJo un;l cooperativa exi
tP\a SL' está exp.mdiendo. t\lonJragón bu~ca crea r coopen11i vas qttt: sl' cnca rgu~n de algunas de las
lltt~p |
ltlHIItLtd ...le la estru ctura del complejo - bas,tda en grupos fuerILmeme Integrados de cooperati\'as re larivamente pequeñ:1s y dt:" tbks- como la !!Cneracion de nuevos focos de empleo e in no'ación. La respuesta adecuada del complejo Mondragón a estas pt e:-.1oncs para innovar ha sido fac ilitada por dos factores adicionales. Oc una parte, los gru pos cooperativos han logrado los alt n~ niveles de capitalización necesarios para modernizar sus p ro-
ct:sos productivos sin necesidad d e recu rrir a inversion istas c'aernos, gracias a aportes de capital adicionales de sus sociosy al apoyo de la Caja . De otra parte, los grupos cooperativos de Mondrngón han entrado en múltit)1es alianzas con
¡ r.1bajadores
loopenuiv
152
Raghavan ( 1998), los factores esenciales para sobrevivir ante la competencia de empresas capitalistas es una combinación de, por un lado, descentralización y colaboración entre cooperativas asociadas e n red y, por el otro, fidelid~d al principio de participación democrática al interior de la codperativa. El caso de las cooperativas d e Kerala, además, ilustra otro aspecto que no es tan evidente en el caso d e Mondragón y q ue es muy importante en los estudios de caso sobre cooperativas incluidos en este libro. Se trata del hecho d e que las cooperativas de Kerala surgieron como resuhado de un movimiento d emocrático de los campesinos de la regió n que buscaba hacer eficaz la ley de reforma agra ria d e 1969. El proceso d e construcción y el éxito del movimiento creó una co mbinació n afo rtunada de "educación, acrivismo, optimismo y de mocracia'' que dio lugar no sólo a las cooperativas sino ta mbién a un conjun w de institucio nes políticas democráticas y progresistas c uyo conjunto se ha venido a conocer como e l "modelo de Kerala" (Isaac, Pranke y Raghavan, 1998: 202). De esta fo rma , las coope rativas están insertas en un movimiento social amplio, q ue a su vez se benefi cia de la pcosperidad de las cooperativas. E x iste, así, un continuo entre la democracia parricipativa q ue im pera e n la esfe ra d e la política en Kerala y la democracia participariva que se p ractica en las coope rativas (Isaac, Franke y Raghava n, 1998: 198). Como lo ha puesto de presente ]::!ir.scL man ( 198-t ) e n su fascinante sondeo d e cooperativas en Amé rica Latina, esta tra nsfo rmación de la ene rgía emancipatoria, gue co mienza bajo la fo rma de movimientos sociales y se convie rte e n mtctatt vas econ ómicas solidarias y viceversa, es un fenóme no co7,"1Ún a las experiencias cooperativas m ás duraderas. Como se ve rá en los ca pítulos d e este lib ro, este factor es fundame ntal para entender el éxito relativo de algunas de las cooperativas estudiadas . ...
---
153 P.o ra .unphar d c.1non de lu producción
1.1.3. :\$0CI.-\TIVIS,\Il) Y SOCJ,\LIS.\10.
DEL SOCIALISMO CENTRALIZADO .\L ~OC I ALIS~Iü DI:. ,\ILI{( ,\DO
Como lo expljcamos en párrafos anreriores, las condiciones económicas, políticas y sociales contemporáneas son propicias para el resurgimiento del pensamiento asociativo y las prácticas coope rativas. Este resurgimientO ha representado un desafío no sólo a las teorías y políticas liberales, sino también a las corrientes dominantes dentro de la tradición socialista. Como Jo ha most rado Hodgson (1998), las teorías económicas socialistas tuvieron desde su s urgirnjenro a comienzos del siglo XIX hasta por lo menos mediados del siglo XX un a marcada preferencia por la planeación centralizada de la economía basada en la propiedad colecLiva de los medios de produ cción. En otras palabras, la t radición socialista ha sufrido, en los térm inos de H6agson , de "agorafobia", que significa..Üteralmenre miedo al mercado y, en sentido amplio, miedo a los espacios abienos, a una economía plural donde la competencia en el mercado tenga un lugar. E n la práctica, esta posición fue adoptada por las economías socialistas más centralizadas, como la de la Unión Soviét ica durante la mayor parte de su existencia. En el modelo soviético, lo que cada empresa producía era determinado por tin plan anual elaborado a través de un proceso de consulta que involucraba varios ni veles de la burocracia estatal (Estri.n y Winrer, 1989: 127). De esta forma, las decisio nes sobre producción eran un proceso de negociación política en el que las prio ridades fijadas por las cabezas de la burocrac ia estatal se imponían a través de planes que fijaban meras más airas de las que las empresas podían lograr con los medios a su disposición . Esto dio lugar a t res consecuenci
v
zación de los medios de producción disponibles, pero no ofrecían esúmulos para innovar y aumentar la productivid~d. En tercer lugar, la dificultad para encontrar insurnos por medios legales forzaba a las empresas a comprarlQs en los mercados ilegales, que también proveían buena parte dd.Ios productos para los consum idores. De allí la coexistencia de un mercado ilegal masivo junto a la economía legal planificada (Estrin y Wimer, 1989: 130). Como lo mostraron los eventos de fin'ales de los ochenta y principios de los noventa, las presiones económicas creadas por estos tres efectos y sus consecuencias políticas eran insostenibles y llevaron al fracaso del sistema soviético. Varias décadas antes del colapso soviético, pensadores socialistas (especialmente en Europa) y funcionarios estatales de algunos países de Europa del Este advirtieron la inviabilidad del modelo soviético e intentaron replantear la relación entre socialismo y mercado. De allí surgieron, hacia 1950, las primeras teorías y experimentos en lo que ahora se conoce como "socialismo de mercado" (H odgson, 1998: 25). En la prácúca, el intento más com prehensivo de ofrecer una alternativa ¡¡1 modelo soviético fue emprendido en Yugoslavia después de la ruptura de Tiro con Stalin en ~-El "socialismo de mercado yugoslavo" estaba ba sad o en los principios de descentralización de la producción de artlCipacJOn e os tra a¡a ores rout, 1985: 12). E n lugar de una economía completamen te centralizada e n la que los medios de producción fueran de p ropiedad del estado, en el modelo yugoslavo la propiedad de los medios de producción era de la sociedad organizada en cooperativas de trabajadores democr~ mente administradas ue a esar de ue debían obedecer las irectrices de w1 plan general de cinco años establecido or el go 1erno, estaban expuestas a los mecanismos del mercado En a rac[lca, sin embargo, el papel del estado y de la planeación cenrralizada pasó a ser protagóniso. En estas circunstancias, la coex istencia entre pf~nea ción y mercado fue tensa y se volvió eventualmente insostenible. Debido a razones similares fracasa-
ca
155 Par•• Jmpllar d cJnon Je la producuon
ron relormas hech
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mercado y planeacióo económica en la que aquél tenga el papel preponderante (Es rrin y Le Grand, 1989) . D esde esta perspectiva, no existe una relación necesaria entre mercado y capitalismo. El mercad o es un mecanismo (el más eficiente que conocemos) de coordina r decisiones económicas descentralizadas. Por sí mis~ mo, el mercado no ge ne ra inevitableme nte los niveles de desigualdad y alienación que caracterizan al capüalismo. Estos efectos son propios, d e acuerdo con los de fe n sores de este modelo,. de los mercados capita li-stas, no de los mercados e n general (Estrin y Le Grand, 1989: 1). Es posible, enton ces, hacer refo rmas radicales al régime n de propiedad y a otras in stituciones de tal forma que los me rcados faci liten el logro de lincs socialistas. En especial, se requie re que. las empresas sean de propiedad de los
156 Bo~venrura de Sousa Santos)' Cés.1r RO<.Inguez
trabajadores, esro es, que funcionen como cooperativas de trabajadores. Dados los conocidos efectos igualitarios y democráticos de las cooperativas, que hemos explicado en secciones anteriores, un mercado donde predominen la~ cooperativas y esté regido por reglas básicas de redistribución~~ la riqueza (sin que ellas signifiquen una vuelta a la planeación económica que aniquile el mercado), puede, de acuerdo con este modelo, promover al mismo tiempo la igualdad, la solidaridad y la libertad (Pierson, 1995). El debate sobre modelos y experimentos concretos que combinen las ventajas del mercado, de un lado, y de la producción solidaria, del otro, es hoy uno de los focos más activos de creación de alternativas a los modelos económicos convencionales. Como se puede apreciar e n esta breve descripción , el socialismo de mercado consiste fundamentalmente en la reinrroducción del asociativismo a la tradi ción socialista. No es sorprendente, entonces, que el modelo haya sido objeto de múltiples críticas, algunas dirigidas contra sus elementos asociativistas y otras dirigidas contra la forma como asume los objetivos socialis.tas. En cuant9 a lo pri mero, dado que la unidad económ ica privilegiada por el modelo es la cooperativa de trabajadores, contra él se han formulado las mismas críticas sobre la inviabilidad de este tipo de organización económica que examinamos anteriormente: En. relación con el elemento asociativista, sin embargo, se han formulado críticas que . apuntan a la timidez, más que a la inviabilidad. de la teoría. E n panicular, Hirst (1994) ha mostrado convincentemente que no basta con r orga~izar la ~onomía con base en coo e~ativas tra aja ores. Se requiere, además la creación de formas de coorinación entre cooperativas y entre éstas y las entidades estatales •para crear el tipo d~d de soporte que caracteriza a experimen--
de
~itosos como Mó'ndragón. En cuanto a las críticas que po-
fieñeñ lela de juicio la posibilidad de realizar objetivos socialistas a través del mercado, se ha señalado que el mercado produce inevitablemente desigualdad económica y que genera tipos de socia157 Pu.1 amph.tr el canon de l.t prr•c.lmn<>n
bilid:H.l im.lividualiqJs, efectos ambos que son opuestos al socialismo (Coh en, 1 99-ll. Más allá de los detalles del debate actual sobre el socialismo de mercado, para los efectos del mapa de alternativas de producción que venimos eh1borando, lo esencial es destacar la forma como dicho debate h
y el desarrollo alternativo en la periferia y la semiperiferia 1.2. 1. LAS PROPUESTAS DE DESARROLLO All'ERNATIVO
La idea de desmrollo ha dominado las discusi~nes y las políticas económicas relativas a los países pobres durante más de medio siglo (Escobar, 1995; McMichael, 1996). En efecto, desde los primeros años de la segunda posguerra el objetivo declarado de los programas económicos nacionales de los países semiperiféricos y perifér~cos y de los programas de ayuda internacional emprendidos por países centrales y agencias financieras internacionales ha sido la aceleración del crecimiento económico de Jos países subdesarrollados como medio para "cerrar la brecha" entre éstos y Jos países desarrollados (Cypher y Oietz, 1997). La historia de la idea y de los programas de desarrollo-que McMichael (1996) ha llamado adecuadamente el "proyecto del desarrollo"están por fuera de los objetivos de este escrito. Sin embargo, para Jos efectos del estudio de la teoría del desarrollo altemarivo es imponante mencionar la justificación y el modus operandi usuales de los programas de desarrollo, en cuanto dicha teoría ha s ido formulada como reacción contra éstos. En términos genera le~, los proyectos de desarrollo económico han sido concebidos e 158 BoJvemura Je Sousa Samos y Ce~Jr Rodrigue?
implementados "desde arriba " (top-down development), a partir de políticas trazadas e implem entadas por agencias tecno~ráticas nacionales e internacionales sin la participación de las comunidades afectadas por dichas polhicas. Ademps, los planes de desarrollo han estado tradicionalmente cenrral;Jrs en la aceleración del crecimiento económico, principalmente del sector industrial (Cypher y Dietz, 1997). Este énfasis marcado en los resultados macroeconómicos ha implicado la marginación de o tros objetivos sociales, económicos y políticos, tales como la participación democrática en la toma de decisiones, la distribución equi tativa de los frutos del desarrollo y la preservación' del medio ambiente. La teoría del desarrollo al ternativo está constituida por múltiples análisis y propuestas formu lados por críticos de los presupuestos y los resultados de los programas de desa rroll o conven· cionales. El origen de la teoría se remonta a comienzos de los setenra, época en la que intelectuales, activistas y ex penos en planeación econÓmica críticos alrededor del mundo comenzaron a formular reflexiones y organizar eventos alrededor de los cuales se canalizó el descontento frenre a la aproximación tradicional al desarrollo. Algunos de los encuentros fundacionales fueron la Conferencia de Estocolmo sobre el Medio Ambiente ( 1972) -que dio lugar a la fundación del Programa de la ONU para el Medio Ambiente- y el seminario sobre "Patrones de uso de los recursos, el medio ambiente y estrategias pa ra el desarrollo" en Cocoyoc !México) en 1974, organizado por la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo. La idea de un desarrollo alternativo fue impulsada decididamente a mediados de los setema por la fundación sueca Dag Hammarskjold (1 975) y dio lugar a la creació n de la Fundación Internacional de Alternativas de D esarrollo ( 1976), cuyos miembros incluían a muchos de los participantes en eventos pasadós y cuyas publicaciones sintetizaron los pilares de la teoría. El debate sobre formas alternativas de desarrollo continuó en los ochenta y los noventa y constituye hoy una
! 59 ParJ arnphJr el canon df.' ¡,, produ
d~ In' luenres pri ncipa l e~ de e nergía e ideas en las críti cas cont ra la globalización neoliberal. Lo~
análisis teóricos y los trabajos emp tricos que adopta la perspectiva d el desarrollo
t Fri~mann ,
1992· ~l. Sin embargo. d esfuerzo por resaltar los componentes teóricos ba~icos del desa rro llo alte rn ativo no debe h acer perde r de vista el
ht·ch<) que Jesde esta pe rspl'criva la teoría, d e un lado, y la p ráctica y el an.ílists e mptnco, del Ol tO, es r
160 Boan:mur.t de Sousa Santos y Cesar Roun¡¿uez
desarrollo alternativo destaca otros objetivos. El desarrollo económico es concebido como una forma de pro mover mejores con diciones de vida para la población en general , y de los sectores marginados en particular. "Si ei desarrqllo económico y social significa algo en absoluto, debe signific~ una mejoría sustancial en las concliciones de vida y el sustento de la mayoría de las personas" (Friedmann , 1992: 9). En este sentido, e l desarrollo alternativo está inspirado en los valores de igualdad y ciudadanía est ,...s, en a me ustón plena de los sectores marginados en la producción y goce de los fruros del desarrollo. Sin embargo, a djferencia de otras aproximaciones críticas -que ~xpondrem os en la siguieme sección de este trabajo y que abogan no por un desarrollo alternativo, sino por alternativas al desarrollo- esta línea de pen samiento y acción no rechaza la idea de crecimiemo económico. En lugar de ello, propone imponerle límites y subordinarlo a imperativos no económicos. En segundo lugar, contra el desarrollo .. desde arriba", esta perspectiva propone un desarrollo de base o "desde abajo" (bollom-up). La iniciativa y el poder de decisión ~b re el desa rrollo, lejos de ser competencia exclusiva del estado y las élites económicas, debe residir en la sociedad civil. En espec ial , dados los efectos d esiguales y excluyentes del modelo convencional de desarrollo, los actores de la búsqueda de alternativas deben ser las comunidades marginadas, qut: han sido los objetos - no los sujetos- declarados de lo prowamas de Jesarro llo. En este sentido, la teoría propone como al ror""s centrales del desarrollo un oc; sujeto colectivos, es ro es.la comunidades orgnnizadas que buse
esta direccion han pnvilcgi;tdo <.:1 esrudio <.:t nognífico de comuni Jades marginadas. y las propuesw ~ que de ellos resulwn tienden a sugerir que Ll acción soci;ll conrra-hegemónica debe con centrarse en el ámbito local de las comunidades estudiadas. En cuarto lugar, el desarro llo altern.IH'ntura Jc Sousa Santos y ( cs.>r RoJngue¿
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movimientos sociales, ONGs, comunidades y sectores degobiernos alrededor d e la semi-periferia y la periferia continúah promoviendo formas asociativas de producció n (v.gr., asociaciones de vecinos, cooperativas de trabajadores,·e tcf) que buscan asegurar el acceso de las clases populares a bienes..'Ytservicios básicos. En segundo lugar, desde finales de los ochenta buena parte del dinamismo del desarrollo alternativo ha provenido del movimiento ecologista, bajo el manto de propuestas de "desarrollo sostenible". Desde que el concepto de desarrollo sostenible fue formu lado en 1987 por la Comisión Mundial sob re el Medio Ambiente y el Desarrollo {conocida como la Comisión Bruntland) -que la definió como el tipo de desarrollo que "satisface las necesidades del presente sin poner en entredicho la posibilidad de que las generaciones futuras satisfagan sus necesidades"- , el tema de los limi tes ecológicos al crecimiento económico ha sido un tema dominante en el campo del desarrollo alternativo (Rao~~OOO). Aunque ni el reporte de la Comisión Bruntland ni el de la Cumbre de Rio reunida en 1992 puso en tela de juicio la idea misma de desarrollo entendido como crecimiento económico, ~mbos documentos impulsaron decisivameme el debate sobre la necesidad de imponer limites o transformar la producción para evitar la destrucción del medio ambiente (McMichael, 1996: 220). A pesar de que e l tema del desarrollo sostenible ha dado lugar a pro~ndas divisiones académicas y políticas (v.gr., entre países del Sur y del Norte, y entre coa liciones políticas al interior de los países), su visibili dad ha incomodado la perpetuación del proyecto de desarrollo capitalista convencional, tamo en el centro como en la semiperi feria y la periferia (Douthwaite, 1999). En tercer lugar, gracias al activismo de movimientos feministas, el problema de la exclusión de las mujeres de los programas de desarrollo convencionales ha pasado a ser una fúente de dinamismo en las propuestas de desarrollo alternativo. A través de redes y encuentros intemacionales, se ha venido consolidando desde mediados de los setenta el movimiento "m ujeres en el desarroll o" (women in developm-
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163 Par;J ampliar el canon de la producc10n
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en la periferia y la semi periferia se han concemrado en la presta· 8. Uno de los efectos más mtercsanrt:s de la lucha por el reconocimiento del trabajo femenino (especialmente del tr
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mucho más deseables como clt raba jo doméstico no rem unerado, eJ cuidado de los niños. los servicios a la comunidad o la producción de capnulm para uso direct o [. .. ]no son rcgistmdos en absolu to por las esrauisucas". 16-i &ldvcmurJ de SmNt ~untos y Ct·sar Rodn~ue1
ción de servicios financie ros de pequeña escala , especialmente micro-créditos. El objetivo central de estos programas es.faciHtar el acceso de hogares pobres a pequeños capitales q ue les permiten e mpre nder o sostener actividades e'fonómicas productivas (Wright , 2000). Los programas de micrbt<:rédito han sido utilizados con especial intensidad en el Sureste Asiático, particularmente en Bangladesh e India, y han gasado incluso a ser una de las banderas de la lucha contra la pobreza del Banco MundiaJ.9 Desde el punto de vista del desarrollo alternativo, la proliferación de programas de micro-crédito es un fenómeno de doble filo. Por una parte, los micro-créditos proveen en muchas ocasiones medios de supervivencia indispensables que tienen efectos directos sobre el nivel de vida de sus beneficiarios, y están acompañados con frecuencia de programas de educación y desarrollo comunitario. Por otra parte, sin embargo, algunos defensores del micro-crédito y algunas organizaciones que implementan este tipo d e programa (Wright , 2000) conciben los créditos como fines en sí mismos y rechazan e nfáticamente cualquier intento de asociar los servicios financieros a los pob~es con proyectos de construcción de poder comunitario. Los pobres, de acuerdo con esta perspectiva, sólo están interesados en recibir el dinero, no en ser adoctrinados u organizados. Como se puede ver con facilidad , el problema con esta concepció n utilita"rista,y estrecha del micro-crédito es que con cibe la incorporación m arginal, individual y precaria al capitalismo como la única alte rnativa para los actores económicos populares y, de esta formrt , adopta la lectura y las políticas neoliberales sobre la ma rginalidad y la informalidad (De Soto. 1989). En <3uinto lugar, movimientos so ciales po9. De hecho, uno de dich...os programas, con sede en Yemen. fue escogi-
do po r el Banco Mundi;l como uno de los cuat ro casos motlelo presentados a los ministros de Hacienda y Desarrollo reunidos en la asamblea mundial del Banco Mundial y el FMJ en Washi ngron en abril del 2000 (ww"\v.wo rldbank.org/news/ p rcssrelease).
165 Par:~
ampli.1r el canon de la produce16n
pulares tanto en el campo como en las ciudades han reivindicado la acción directa, legal o ilegal, para promover el acceso de las dases subalternas a recursos tales como la tierra y la vivienda que les permitan a éstas emprender actividades de producción alternati vas. Posiblemente la ilustración más conocida de este tipo de estrategia en la actualidad es el Movimiento de los Sin Tierra ({VJST) en Brasil, que es estudiado en detalle por cuatro de los trabajos incluidos en este libro, escritos desde distintas perspectivas por Navarro, Lopes, Martins y Singer. De la misma forma como el MST viene impulsando la ocupación de tierras baldías con miras a una reforma agraria eficaz y la promoción de formas de producción alternativas en Brasil, numerosas organizaciones y grupos en diferentes partes del mundo promueven hoy ocupaciones d e v iviendas urbanas vacías para proveer abrigo a quienes no tienen techo (Corr, 1999). Finalmente, como resptjesta a los efecros perversos de la globalización neoliberal sobre com unidades alrededor dd mundo, una vertiente importante del movimiento de crítica a la globalización ha propuesw múltiples tácticas de "vuelta hacia lo local " o " relocalización " (Mander y Goldsmith , 1996). Entre las estra tegias de vuelta al desarrollo local se encuentran la creación de bancos comunitarios, campañas de publicidad para invitar a los consumidores a compra r sólo lo p roducido e n s u localidad, formas d e producción agrícola destinadas sólo al mercado local y el intercambio de servicios entre miembros d e la comunidad con base e n sistemas alternativos de medición del valor del trabajo (diferentes del dinero) fundados en el principio de reciprocidad (Norberg-H odge, 1996). 1 2 2. LOS VACÍOS DE Lt\S APROXIMACIONES AL DESA RROLLO ALTERNATIVO
Las múltiples propuestas de desa rrollo alternativo han tenido un impacto impo rtante en el pensamienro y las políticas soh re las economías de la semiperiferia y la periferia y, como lo muestra 166 Boaw mura Je Sousa Santos y Cesar Rodnguc7
el breve sondeo hecho en la sección anterior, hoy nacen parte de las estrategias y argumemos contra la globalización ~ eoliberal tanto en esas zonas como en el centro del sistema mundiaL Además de habe r dado lugar a miles de proyectos económicos comu1 nitarios, las propuestas de este tipo h~~ tenido un influjo notorio en la transformación gradual del enfoque de numerosas ONGs y gobiernos frente al desarrollo. Inclu:;o han jugado un papel en la modificación muy lema de la aproximación ortodoxa de los programas de desarrollo emprendidos por las agencias internacionales, como parece sugerir la preocupación declarada del Banco Mundial por programas de desarrollo•com unitario y micro-crédito en los años noventa. Igualmente, la visión del desarrollo alternativo ha contribuido a introducir en múJtiples foros y tratados internacionales remas centrales dejados de lado por la aproximación ortodoxa, raJes como la preservación del medio ambieme, el respeto de la diversidad cultural y el impacto desigual del desarrollo económico convencional sobre hombres y mujeres e n los países pobres. in embargo, las propuestas tienen, en nuestra opinión , una limitación imporranre para la construcéión de alternativas económicas emancipatorias, que se deriva de su énfasis exclusivo en la escala local. Si bien esre énfasis le ha permitido al desarrollo alternativo poner en el centro de la discusión los efectos concrc ros de los programas. de desarrollo y abogar por la transfc rcn ci.t de poder a los actores locales, l
te notorio en los trabajos sobre la economía informal. que es con rrccuencia presentada como un conjunto de actividadesempren Ll idas exclusivamente por y para los sectores populares y, por tan to, separada de la economía formal de la que dependen las clases medias v altas. Esta visión dualista de la economía no sólo es incorrecta desde el punto de vista fáctico -dado que, como lo muestran numerosos estudios. existen relaciones estrechas de dependencia mutua entre las actividades económicas informales y formales (Pones, Castells y Benton, 1989; Cross, 1998)- sino también es contraproduceme desde el punto de vista práctico porque limita eJ campo de acción y expansión de las formas alternativas de producción, consumo y·distribución de bienes o servicios a los sectOres sociales y las actividades económicas marginales. Un ejem plo reciente de esta tendencia se encuentra en la contribución de Burbach (1997) al debate sobre las economías populares. D e acuerdo con Burbach: En las partes del m unJo que el capitalismo ha desechado, un nuevo modo de producción es tá ganando terreno. que está constituido por las que pueden se r llamndas "economías populares", que tam · bién hemos Uamado "economías posmodernas" (Burbach, Núñez
y Kagnrlitsky, 1997). E stas economías no compiten y no pueden competir con el capital transnacional en el proceso de globalización. Ocupan los márgenes, aprovechando las actividades que el mundo transnacional decide desechar. Este proceso histórico se asemeja a la transición qel feudalismo al capitalismo. El capitalismo se afianzó primero en los márgenes del feudalismo, avanzando lentamente hasta que se convi rtió en el modo de producción dominan · te. \Burbach, 1997: 18- 19)
El problema con esta visión es que, como se ve con claridad en los estudios de caso sobre las cooperativas de India, Mozambique y Colombia incluidos en este volumen, las organizaciones económicas popLJares necesitan con frecu encia "competir con el 168 Boavemur:l Je Sousa Santos y César Rodrfguez
capital transnacional en el proceso de globalización" para mantenerse con vida e impulsar sus objetivos emancipatorios. En efecto, como lo muestra el caso de las cooperativas de recicladores en Colombia. cuya labor informal de reci~laje está siendo colonizada por grandes empresas de aseo, el p~eso que está teniendo lugar en la semi periferia y la periferia es con bastante frecuencia el contrario al descrito por Burbach , esto es, la colonización por parte del capitalismo global de las actividades econ ómicas y las zonas geográficas que hasta el momento habían permanecido en sus márgenes. En estos casos, sólo una articulación de la acción local con estrategias alternativas de incorporación o resistencia en las escalas regional, nacional o global puede evitar la extinción de las iniciativas locales enfrentadas a la competencia capitalista. Por lo tanto, una de las tareas urgemes para los múltiples enfoques que aquí hemos tratado bajo el tema general del desarrollo alternativo es formular formas de pensamiento y acción que sean voraces en términos de escalas, es decir, que sean capaces de pensar y actuar en las escalas local , regional , nacional e incluso global, dependiendo de las necesidades de l¡¡s iniciativas concretas. Para ello, es preciso pasar de la imagen de la comunidad como una colectividad cerrada y estática {comunidad-fortaleza) a una imagen de la comunidad como una emidad viva y dinámica, al mismo tiempo abierta al contacro y a lá soljdaridad con otras comunidades en diferentes escalas y decidida a defender las alternativas contra-hegemónicas que han surgido en su interior (comunidades-ameba) (Santos, 1995: 485). Una estrategia monolítica de re localización como respuesta a la globalización (Mander y Goldsmith. 1994) puede ser no sólo inviable -dada la profunda imbricación entre lo local y lo global en la actualidad- sino también indeseable- porque la solidaridad que se genera al interior de la comunidad no se e~ tiende a miembros de otras comunidades. Este tipo de solidaridad entre alternativas locales es funda mental para la supervivencia de las mismas y para la consolidación gradual de una globalización cosmopolita. E n el campo de 169 Para omphar <"1 c:mon de L1 producCIÓn
la producción, la fragilidad de las alrernativas existentes hace ne cesaría la articulación de éstas emre sí y -en condiciones que ~ deben ser negociadas para evi tar la cooptación y la dcsapélrición de las alte rnati vas- con el estado y con el sector capitalista de la ... ~ economía. Esta articulación en economías plurales e n diferentes é:- escalas que no desnaturalicen las alternativas no capitalistas es el desafío central que enfreman hoy movimientos y o rganizaciones de todo tipo que buscan un desarrollo alternativo.
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1.3 . En busca de alternativas al desarro llo Los orígenes de las discusiones y prácticas sobre alternativas al desa rrollo son cercanos a las del desarrollo alternativo. De hecho, los autores y o rganizaciones que abogan por alternativas al desarrollo formulan propuestas que coinci~n parcialmente con los defensores del desarrollo alternativo -v.gr., el énfasis en lo local, la promoción de la autonomía comun itari a, e tc. Sin emba rgo, a diferencia de la visió n de d esarrollo alternativo -que, como se vio, propone modificaciones y límites al crecimiento, pero no pone en tela de juicio la idea misma de crecimiento económico-, las propuestas de alternativas al d esarrollo radicalizan la crítica a la noción d e crecimiento y, por tamo, exploran alternativas post· desarrollistas. Escobar expresa estas dos características y localiza sus fuemes de la siguiente forma: Desde mediados y finales de la década de los ochenta [ ... ] ha surgido un conjunto de trabajos relativamente coherente que destaca el papel de los movimientos de base, el conocimiento local y el poder popular en la transformació n del desa rrollo. Los autores que representan esta tendencia afirman que están interesados no en alternativas de desarrollo sino en alternativas al desarrollo, es decir, en el re· chazo total del paradigma. (Escobar, 1995: 215)
Dado q ue en la secció n anterior explicamos el componente
170 Boavemura de Sousa Samos y César Rodríguez
comuni tario, popul ar y local, en esta nos concentramos sólo en lo q ue es específico a las al ternativas al desarrollo, esto e~, en el contenido y las implicaciones del rechazo d el paradigma del desarrollo económico. Posiblemente 1a mejo~forrna de entender lo especifico de las alternativas al desarrollo f.sr:onrrastar sus tesis ecologistas y feministas con las p ropuestas ecológicas y feministas d e desarrollo alternativo. En cuan to a lo p rimero, las posturas ecologistas post-desarrollisras hacen una crítica radical de la idea d e a esarrollo sostenible. E n Jos té~contunden tes de D aly, "el 1 desarrollo sostenible es imposible" (Daly, 1996: 192). JJ¡l com o se utiliza en la ac tualidad , el término " desarrollo sostenible" es éqwva:Ienre a "crecimiento sostenible;"· que, de acuerdo con Daly. es una contradicción. El crecimiento económico es imposible de sostener sin d estru ir las condiciones de vida sobre la tierg. Por lo tanto, desde esta perspectiva, es imperioso cambiar la concepción misma de desarrollo. El único tip? de desarrollo sosten ible es " desarrollo sin crecimiento - mejoría ~ualitativa de la base físicaeconÓmJCa que es mantenida en un estad o estable [. ..] dentro de las capacidad es de regeneractón y asimilación del ecosistema" USaly, 1996: 193). El desarrollo entendido como realización d e potencialidades, como paso a un estado diferente y mejor, está lejos de la idea del desarrollo como crecimiento, como incremen to. Las actividades econ ómicas pueden, en este sentido, desarrollarse sin crecer. Una crítica p a ralela es hecha por corrientes feministas contra la idea de incorporación de las muje res al desarrollo. Contra la reivindicación de la importancia de las muje res e n el desarrollo como crecimie nto (women in devefopment - WTD-), autores yactivistas feministas proponen el abandono del proyecto eurocéntrico, jerá rqu ico y patriarcal de desarrollo. D esde esta perspectiva, que es conocida tÓmo eco-feminismo (women, environment, and alternative devefopment- WED-), "la tarea no es simplemente añadir a las mujeres al modelo conocido sino establecer un nuevo paradigma d e desarrollo" (Harcourr, 1994: 5). Esto impli-
17 1 Para ampliar el canon de la producctón
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ca un;ttrans lormación de la ide::t de desarrollo basada en la recu -
~ . peración de form;ts de entender el mundo qtte han sido margina-
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das por el paradigma dominante, en las que la producción no es \..)e separada del cu idado de la naturaleza y en el que !.as actividades rz4 económicas son sólo una parte de un conj unto de prácticas cultu9~9 rales a las que están subordinadas (McMichael, 1996). Tal como ~':Q :3 ha sido desarrollado por unas de sus exponentes más representa- uJ~ tivas (Sbiva y Mies, 1993), el eco-femin ismo implica d eten er .d Q > Vl d . . ----[ -z.q 4. esarro11o como crec1m1ento y a doptar un emoque que 1e de, pnondad a los medios básicos d e subsistencia y se centre en las ¡¡, j? lñu¡eres y los niños. ~~~ La alusión a formas alternativas de conocimiento nos lleva a· c0 orro elemento central de las alternati vas al desarrollo. Se trata de la reivindicación de la diversidad cultural y de la diversidad de form as de producir de entende r 1 duccíón que existe hoy re e or del mundo a pesar de la expansión de la economía capitalista y la ciencia moderna. Ante la evidencia de los efectos sociales y ambientales per.·ersos de la producción capitalista y la cultura materialista e instrumental que la hace posible, la f uente de alterna tivas al desarrollo se encuentra en cul turas híbridas o minoritarias de las cuales" pueden emerger orras formas de construir economías, de satisfacer necesidades básicas, de vivir en sociedad" (Escobar, 1995: 225) . Estas culturas, entonces, pueden subvertir la hegemonía del capitalismo y del conocimiento moderno. P or esta razón, desde esta perspectiva, "la diversidad cultural es uno de los hechos políticos esenciales de nuestra é poca" (íbid.).
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La resistencia al desarrollo como crecimiento y la formula ción de alterna tivas basadas en culturas no hegemónicas sigue una tradición de pensamiento y acción que ha tenido sus manifestaciones más importantes en la lucha contra el colonialismo. Posiblemente el ejemplo más sobresaliente es la idea de swadeshi elaborada por Gandhi en el contexto de la lucha del pueblo de la India contra el colonialismo inglés, q ue es comentada en el estu-
172 Bo;tvemura de Sousa Santos y César Rodríguez
dio de Scthi incluido en este libro. En sentido esrricro, rwaderhi ' basada en "el espíritu que significa autonomia económica local, . ,os ex1ge que sirvamos a nuestros vecmos mmedtatos antes que a otros, y que usemos las cosas producid s a nuestro alrededor ane as cosas producidas en lu are más remotos" Gandhi, 7: v . Esta estrategia de autonomía local fue crucial para el éxito de la lucha por la independencia de India, que ganó únpetu cuando los indios, exhortados por Gandhi, se negaron a comprar la sal vendida por los ingleses y debilitaron así la base económica del imperio inglés. Sin embargo, como lo muestra Kumar ( 1996), swadeshi es una forma de ver el mundo ' ue im lica cambios más ro un os que a autonomía económica local. Swodeshi implica una acutud antt-desarrolltsta frente a la producción y una actitud antt-materialista frente al consumo. Dado ye en palabras de
Las propuestas que abogan por superar el paradigma del desarrollo son hoy una de las fuentes más dinámicas y prometedoras de alternativas de producción no capitalistas .. En ellas participan un caleidoscopio de organizaciones y movimientos alrededor del mundo involucrados en luchas muy diversas. Estas luchas incluyen la resistencia de grupos indígenas alrededor del mundo comra los proyectos de desarrollo económico que ponen en peligro su cultura y, con ella, su supervivencia física, tales como la lucha del pueblo U'wa en Colombia contra la exploración d e petróleo por parte de la Occidental en sus territorios ancestrales. Luchas similares pó; la afirmación cultural r la protección del medio ambiente desde una perspectiva ami-desarrollista proliferan actualmente alrededor del mundo, impulsadas por una combinación de acrivismo local y respaldo de redes de activismo glo-
173 ParJ ampl1a1 el cano n J c IJ
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bal. Otros ejemplos visibles son el movimicnro de los Chipko en India contra la tala comercial de árboles y la resistencia en el mismo país contra la construcción de la represa sobre el río Narmada. A pesar de que estos y o tros movimientos muestran con claridad los beneficios d e la art iculación de luchas locales y redes de solidaridad nacionales e inte rnacionales en la búsqueda de alternativas al desarrollo capitalista global, en buena parte de la bib liografía y los programas post-desarrollistas existe un énfasis casi exclusivo en la escala local, comun itaria. En este sentido, las propuestas post -desarrollistas se exponen a riesgos similares a los que señalamos a propósiw del desarrollo alternativo, es decir, a la reificación de la comunidad y la cultura local y el abandono de las aspiraciones de solid aridad más allá de lo local. Este riesgo es especialmenre evidente -y, de hecho, celebra~ó- e n algunas propuestas post-desarrollistas basadas en un posmodernismo hiperdeconstructivista que niega la posibilidad de c rear diálogos íntercul tu rales y de extender el alcance del pensamiento y la acción más allá del ámbito local (Esteva y Prakash, 1998). Este radicalismo de lo local es producto de la construcción de dicotomías-" el pueblo" versus "los otros", tradicional versus moderno, sociedad c1v1l versus estado, comunidad versus sociedad, local versus global, sabiduría popular· versus conocimiento moderno- en la que e=no ca be la posibilidad de té rmino medio ni de propuestas de artTc ulactón entre los términos enfrentados. El resultado es un recha-zo pleno a cualquier forma de pensamiento y acción gJooales, incluso de aquellas que inte ntan establecer nexos de solidaridad entre luchas locales. A la "fantasía del pensam iento global " se opone la celebración d e la diversidad local (Esteva y Prakash, 1998: 20). i bien las alternativas al desarrollo dependen en gran meJida de la defensa de las alte rnativas locales y de las formas de vida y de conocimiemo ami-capitalistas que ellas pueden represenrar, creemos que el pensamiento y la acción post-d esarrollista tienen 174 &aventura J e Sousa Samos y César Rodngucz
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mucho que ganar-como lo muestran las luchas exitosas que articulan el activismo local, nacional y global- si en lugar de ~elebrar incondicionalmente la diversidad local se esfuerzan por desarrollar propuestas que se muevan a travé~ d e todas las escalas, dependiendo de las necesidades de la lucha concreta. La diversidad culruraJ que puede impulsar la búsqueda de alternativas al desarrollo "no [es] una fuerza estática, sino transformada y transformadora" (Escobar, 1995: 226). En este se ntido, las comunidades capaces de impulsar alternativas al desa rrollo son comunidadesameba, no comunidades-fortaleza. Desde el punto de vista posttlesarroUista, es necesario formular, contra el paradigma capitalista, un paradigma ecosocialista cosmopolita, en el que los top01 privilegiados sean la democracia, el ecologismo socialista, el anti~ productivismo y la diversidad culrural (Santos, 1995: 484). De lo que se trata, en fin , para utilizar la tesis afortunada de McMichael (1996), es de luchar por un "localismo cosmopolita " y plural, en el que las estrategias anti-dcsarrollistas, de desarrolJo alternativo, de cooperati vismo y de socialismo asociativo, entre otras, creen espacios no capitalistas q ue apunten a una transformación gradual de la producció n y la sociabilidad hacia formas más igualitarias, solidarias y sosrenibles.
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2. L os estudios d e caso Con base en el mapa no exhaustivo d e alte rnativas de produ cción que construimos en las páginas anteriores, en las siguienres ubicamos los diez estudios de caso que componen este volumen . Para ello, dividimos el resto de esta introducción en dos secciones. En esta secció n , con el fin de orientar al lector, hacemos una descripción muy breve de cada und de los estudios de caso. En la siguiente sección, con base en los estudios de caso y a manera de conclusión , formulamos nueve tesis para debate referidas a los que creemos son los problemas centrales comunes a los diferentes capítulos de este libro. 175 Par~ ampltu
el canon de IJ producuón
Ames de proceder a la descripcion de los e
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Zander Navarro (Brasil), Horacio Manins (Brasil) y] oao Marcos Lepes (Brasil) estudian formas alternativas de acceso a la tierra y producción económica rural. En la tercera, César Rodríguez (Colombia), Sharit Bhowmik (India), Te¡esa Cruz e Silva tMozam bique) y Alberto Melo (Portugal) pr~ ntan sus estudios de caso sobre asociaciones y cooperativas. En la cuarta, Aníbal Quijano (Perú), como comentarista invitado, ofrece sus observaciones sobre los resultados de los estudios de caso y sus reflexiones ge nerales sobre el tema de las alternativas de producción. En lo que sigue presentamos lo esencial de los estudios de caso yue componen las primeras tres secciones. El capítulo de Singer comienza ofreciendo una caracterización general de la economía solidaria como modo de producción basada en el modelo cooperativo descrito al comie nzo de esta m traducción. Para ilustrar el funcionamiento de la economía sol1 daría en Brasil, Singer analiza en derallc cuatro casos de experiencias cooperat ivas: la transformación de una fábrica de zapatos al borde de la quiebra en una cooperativa de tra bajadores en Sao Paolo a comienzos de los noventa y el surgimiento posterior de una asociación nacional de trabajadores cooperativistas; la creación de una asociación nacional de cooperativas del sector metalúrgico impulsada por el sindicara nacional de esa industria en 1999; la auto-gestión económica colee~ivL e11 la comparación de estos estudios de caso, 'inger concl uye que la organización de~éooperativas en redes de mutuo apo\ o, combinada con el apoyo externo de sindicaros, org,mizaciones progresistas y movimientos sociales, puede dar lugar a la expansioo de la economía solidaria en Brasil. En este sentido, es posible que
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amph.or ciLdno;, de IJ ¡noJucct<'''
la economía solidaria vaya m<Ís allá J e la misión p rincipal que hasta ahora ha cumplido, esto es, servir de alivio a la siruación generalizada de desempleo asociada con los efectos J e la globalización neoliberal en Brasil. E l trabajo de Sethi examina la forma como las ideas de autonomía e identidad cultural en India resumidas en la filosofía gandhi ana de swadeshi pued en comraponerse a la globalización neolibe ral en ese pais. Para ello, el autor hace un balance general de los acomecimientos y las _!:endencias econó micas en India desde_ el inicio de la liberalización económica en los primeros años de la :década de los noventa. El balance muestra que aunque la apertura económica de India ha im ulsado el crecimiento económico, económica la inseg_u.: a tam ten a aumentado la desi u n a a or . A diferencia de lo que sucede en otros aí es done a reststenoa popular a los programas de · ·uste estructural no ·a tenido un efecto importante, en India los sindicatos y organizaClones de base han logrado por lo menos desacelerar la apertura y - evita r ast parCialmente la dtslocación social ue est~s programas pro ucen. Sin embargo, el poder político y econó mico permanece en las manos de los partidarios de la continuación de la integración de India a la globalización neoliberal. En estas condiciones, el auwr indaga q~•é papel podría juga r el concepto de swadeshi como medio de resistencia y de creación de alternativas económicas. El capítulo escrito por Klug estudia una institución creada por el gobierno surafric~o en 1996 para permitir que las comunidades rurales marginadas puedan acceder a la tierra y producir colectivamente, dentro del contexto del programa gubernamental de reforma agraria. D e acuerdo con las reglas de estas instituciones-llamadas Asociaciones de Propiedad Comunitaria (Community Property Associations)-las comunidades pueden ser dueñas de tierras adjudicadas por el gobierno si c rean asociaciones regidas por un conjunto de reglas de auto-gobierno, que deben a su ··:.: ; respetar unos principios constitucio nales mínimos que 178 Boaventura Je Sousa Santos y César Rodríguez
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buscan garantizar la participación de mocrática y la igualdad entre los miembros, con especial énfasis en la igualdad entre hombres y mujeres. El autor analiza las asociaciones creadas por las comunidades surafricanas con base e n es fe programa de reforma agraria y destaca la fo rma como las regl~s; internas de las asociaciones interactúan -y en ocasiones ch oc~n- con el orden jerárquico establecido po r las tradiciones de algunos pueblos surafricanos. Igualmente, Klug destaca el papel del acceso a la tierra como forma d e emancipación social e indaga el potencial transformador de las asociacio nes estudiadas. En su estudio sobre el Movimiento de los Sin Tierra (MST), Navarro comienza p o r describir el origen del movimiento y hace un balance de sus logros a lo largo de sus dos d écadas de existencia. El auto r resalta la fo rma como el movimiento, a través d e un acrivismo constante y de tácticas exitosas de ocupación de tie:_ rras, ha revitalizad o la lucha por la refo rma agraria y ha logrado· conquistas fundam entales para los campesinos sin tierra en uno de las sociedades más desiguales del mundo. Igualmente, N avarro destaca la fo rma como la multiplicació n de los asentamientos del MST ha dado lugar a la democratizaciÓn de los municipios "' brasileros, debido a la capacidad del movimiento de enfrentar la maquinaria política q ue tradicionalme nte ha capturado el voto de los cam pesinos. Sin embargo, de acuerdo con el auto r, el MST tiene una estructu ra interna jerarquizada a través & la cual la participación y el disenso son eficazmente limitados. P ara Navarro, el control social y e l au toritarismo resultante d e esta organizació n interna pone en tela de juicio el carácter emancipato rio del movimiento. Para desarrollar su potencial emancip ato rio, concluye el autor, el MST debe democra!Ízarse internamente y ajustar sus estrategias a las nuevas circunstancias políticas b rasileras, particularmente a las opo rrun1dades fru ctíferas de colaboración con el estado. Martins presenta una visió n disrinra del MST. Al igual que N avarro, destaca los logros del MST en té rminos del número d e
179 ParJ ampliar el canon de la p roducCió n
.lscnt.Jrnienws creaJos, d e familias beneficiadas con la redisrri bucion d e las tiertas ocupadas y de expansión geográfica de la reforma agraria por diversas regiones de Brasil . Para Manins, estas conquistas h:m sido posibles gracias a la formació n de una ide ntidad de valoresemre los miles de miembros dei movimiento que ha hecho posible la movilización masiva requerida para realizar acciones directas de ocupación de tierras. A dife re ncia de Navarro, sin embargo, Martins sostiene que la organización interna d el movimienro no es vertical, sino que se asimila a la de una sociedad en red en la que los m edios convencionales de lucha electoral no son utilizadas como form;1 de renovación de los cuadros directivos. Además, de acuerdo con el auwr, existe una gran variedad entre las formas de gestión y de convivencia en los miles de asentamientos del MST. D ado que. para Manins, la emancipación social es un proceso continuado, las m6vilizaciones y transforma ciones del MST son parte deL p roceso sosten ido que hoy cominúa y que busca la transformación de los pauones de propiedad Je la tierra y del modelo económ¡co. El capí[Ulo d e Martins es seg uiJo de una breve réplica de Navarro. Continuando con el análisis del MST, el estudio d e casi) de Lopes describe en detalle la forma como los cerca d e cinco mil campesinos pertenecienres al movimiento que ocuparon una extensa hacienda en el-sur de Brasil en 1996 concibieron la construcción de una ciudad alrernaüva en el territorio donde se estableci eron. Después de que la institución esraraJ e ncargada de promover la reforma agraria les adjudicó la tierra ocupada, los habitantes Jel asentamiento debatieron, con el apoyo de ONGs y enridades esraraJes, el tipo de ciudad que construirían. Para ello, propusieron utilizar las ruinas de una antigua ciudad -campamento existente en la zona, constru ida décadas atrás para albergar a los tr11bajaJores que construye ron la represa de la región . El auror analiza como la concepción de ciudad de los sin tierra, un híbrido entre lo rural y lo urbano, chocó com ra la co ncepción conve ncional de ciudad d e los flmcionarios estatales \. de los t~r-
180 BoavcmurJ J e
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quitectos de las ONGs que los apoyaban. De este choque de formas de conocimiento y de vida surgieron, sin embargo, alternativas d e organización del espacio y de la producción que todavía hoy están en proceso de construcción. 1 Como lo muestra esta breve prese~f(ción de los estudios de Navarro, Martins y Lopes -que se suman a uno de Jos casos estudiados por Singer soi:Jre 1:-~s cooperativas creadas por los sin tierra-, este libro contiene un rico debate sobre el MST. No es nuestro obje tivo intervenir en este debate. En los párrafos anteriores hem os destacado los ejes centrales J e la discusión, que retomamos al ilustrar las tesis que o frecem os e n·la parte fin al de este tra bajo. En todo caso, nos parece impo rtante que el debate renga lugar para que se profundicen los objetivos emancipatorios que o riginaron e l MST. En su a porte al presente volumen, Rodríguez estudia un caso específico d e cooperativismo que involucra a uno de los sectores - m ás nhtrginados de la sociedad colombiana. los recicladores de basura. Un sector minoritario d e los cerca de trescientos mil recicladores de basura colombianos ha organizado a lo largo de veinte años. con d apoyo de entidades pri~adas y estatales, cerca de cien cooperativas de trabajadores, así como red es regionales y nacio nales de cooperativas, pa ra transformar las condiciones explotado ras del mercado del reciclaje y mejorar la calidad de vida de los rccicladores. Este estudio analiza el surgimiento, logros y dificultades de las cooperativas con el fin de responder pregun· tas m ás generales sobre las condicion es bajo las c uales pueden surgir organizaciones económicas que, como las coope rativas de trabajaJores, desafíen la divis:ón entre capital y trabajo propia de las empresas capitalistas y, al mismo tiempo. sean capaces de sob revivir e n un mercado crecientemente globa lizado . 1::1 autor muest ra que las coopé'rativas d e recicladores han generado benefi cios económicos y sociales sus tanciales para los recicladores socios. Sin embargo, la invest igación muestra también que las coo· perativas han sido incapaces de tran sformar la estru ctura del 18 1 Para .1mplo.1r d c.mon d.: Id prnJut< "'"
merc;¡Jo del recicl nje, que sigue beneficiando a las grandes empresas compradoras de mmerial reciclable. A lo largo del estudio se hace énfasis en Ja necesidad de que las coope rativas en general , y las cooperativas de recicladores en panicula r, se integren en redes de apoyo mut uo con otras cooperativas, con entidades estatales y, bajo ciertas condiciones, con empresas capitalistas, tanto en su país de origen como en el exterior. Este vínculo entre lo local y lo global puede ayudar a avanzar hacia el cumplimiento de la promesa fallida del cooperativismo como forma de globalizació n contra-hegemónica. Bhowmik también estudia experiencias de cooperaúvismo e n sectores marginados de la clase trabajadora. El trabajo de Bhowmik está compuesto por una introducción sobre el coopera tivismo y la emancipación social seguida de cuatro estudios de caso hechos en las dos ciudades de India (Ahg:¡edabad y Calcura) que permiten analizar variaciones y extraer conclusiones sobre las razones del éxito de algunas cooperativas y del fracaso de m ras. El estudio en Ahmedabad trata de la experiencia de mujeres r~cicladoras de basura que formaron cooperativas con la ayuda de un sindicato de mujeres trabajadoras. Los tres estudios hechos en Calcuta se refieren a iniciativas de trabajado res de fábricas que quebraron y que l?s trabajadores decidieron comprar y administrar de forma cooperativa. Al comparar los cuarro estudios de caso. Bhowmik subraya el papel esencial que p ueden jugar los sindicatos en la promoción de experiencias cooperativas exitosas. l gualmente, el autor subraya la democracia interna de las cooperativas y la actitud del estado en relació n con ellas como facrores importantes para el éxito o fracaso de las mismas. El capítulo de Cruz e Silva continúa la línea de discusión de los trabajos de Rodríguez y Bhowmik en relación con el potencial emancipatorio y las dificultades de las cooperativas formadas por trabajadores de las clases más marginadas de la sociedad. El estudio de caso de Cruz e Silva se refiere a cooperativas de mujeres que habitan en las cercanías de la ciudad de Maputo, Mozambi 182 Boaventura Je Sousa Santos y César Rodñguez
que, que fueron creadas como producto de las poüticas socialistas posteriores a la lucha de independencia del pais a mediados de los setenta. Las cooperativas, coordinadas por la asociación que constituye el objeto de estudio central del capítulo, la Unión 1 General de Cooperativas, realizan d}yrrsas actividades de producción, especialmente de alimentos, para venta en el mercado de MapulO. La autora muestra como las estrategias mediante las cuales las cooperativas asociadas a la Unión han logrado mantenerse con vida y proveer a sus trabajadoras-propietarias de formas de sociabilidad solidarias y medios de sustento básicos. in embargo, el estudio de caso revela iguáJmenre la precariedad de las cooperativas en su lucha por sobrevivir en el nuevo contexto económico de Mozambique, caracterizado por la apertura a la competencia extranjera. En estas condiciones, la autora advierte el riesgo de desaparición de las cooperativas e indaga las posibles estrategias que las podrían hacer viables en medio de un mercado abierto. Finalmente, el trabajo de Melo presenta, a través dellenre de participante directo del autor, una experiencia exitosa de desarroUo local emprendida en el sur de Port~gal desde 1985. Se trata de un conjunto de iniciativas de tipo muy diverso -desde actividades de producción artesanal hasta prestación de servicios bási cos como el cuidado a niños de padres que trabajan, pasando por la capacitación para el auto-empleo e iniciativas culturales destinadas a desarro llar los lazos de solidaridad en las comunidades involucradas- cuyo conjunto constituye un caso de desarrollo integral en el seno de comunidades rurales marginadas. El autor se centra en el papel que la asociación "In Loco" ha desempeñado en la promoción del desarroiJo integral d e la región estudiada. E l estudio subraya igualmeme el efecro que la integración de Portugal a la Unión Europea -y, con ella, a la globalización neoliberal- ha tenido sobre los programas de desarrollo local, y sugiere que el futuro de éstos depende de la articulación de esfuerzos en las escalas local, regional y global. 183 Para ampl.ar d canon de la produ.caón
3. Conclusión: :'\uc\'e tesis sobre las .dternati,·as de producción
P,ml o .:rrar esta !ntroducoón . formulamos un conjunro de te~'" tneves 4L1e creemos apuntan a los te mas comunes de los es-
de caso incluidos <.:n este volumen y que esperamos sirvan cotn(' invita ciones pJra la lectura y discusión de los mismos. Con base en nue. rr<.t propi:1lecrura de los casos, olrecemos estas tesis a manera de inte rvención explícita en el debate político y académico en el que movimientos y o rganizaciones progresistas alrededor del mundo están involucrados. Las tesis están allí, emonces, para ser discutidas, confrontadas. complementadas, criticadas o rechazadas. llllh o<;
1 Las altematwns de nroducCIÓn no wn solamente economiCtlS: SÍÍ potencial cmancrpodor y suY perspectivas de éxito de~'
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Bn;l\ emura Jr Sou~a S:mlos \ Cnar Rodrí¡!uez
de alimentos, artesanías, etc.) , sino toda una serie de actividades sociales (v.gr., organización colecúva del c~idado de los niños), culturales (educación y afirmació n de las tradiciones locales) y políticas (procesos de democracia participativa en la toma de def cisio nes sobre los proyectos y sobre asu~tps que afectan a la localidad en ~en eral). Igualmente, los casos presentados por Singer, Cruz e Silva. Bhowmik y Rodríguez sobre cooperativas de trabajadores muestran que la difícil transición de la producción capitalista a la p roducción cooperativa requiere de actividades simultáneas de educación e integración social q ue mantengan el entusiasmo de los trabajadores participantes y creen las'condiciones necesarias para la participación significativa de éstos en las decisio nes de las empresas de su propiedad . Como lo muestra Sínger en su comparación de cooperativas de d iferentes sectores en B rasil, el tránsito del trabajador de una relación de obrero/patrono a una relación de igualdad entre cooperantes es d ifícil. El cambio de situación y d~ estatus requiere de un vérdadero p roceso de aprendizaje del nuevo rol y de las oportunidades y responsabilidades q ue implica ser propietario de la empresa. Este proceso es especialmente difícil cuando los actores son personas que h·an sufrido formas extremas de exclusión social, como los recicladores de b asura. Como lo ilustra el caso de los recidadores colo mbia nos presentado por Rodríguez, un factor esencial para la~on t in uación de las cooperativas en medio de dificultades de lOdo tÍpo es q ue ellas constituyen pequeñas comunidades de apoyo mutuo entre los recicladores participantes. En esas cooperativas. las actividades lúdicas. cultu rales, sociales y de todo ti po promovidas por las cooperativas son ran importantes -desde el punto de vista de los participantes- como el trabajo d iario de reciclaje, y de hecho son a menudo las razones centrales por las cuales los recicladores permanecen en las cooperativas. El carácter hoüstico de las iniciativas de producción es evidente también en la experiencia de la creación de una ciudad ahernativa por paree de los sin rierra, ana lizada por Lopcs. La ciudad alternativa concebida por los sin tic-
185 Para ampl~ar el canon de la producCIÓn
rra mtegra la producción. la vivienda , la recreación y el goce y cuidado de la tierra que borra las fron teras convencionales en tre lo rural y lo urbano y entre los lugares de producción y los lugares de habitación y de convivencia pública. Las alternativas de producción son entonces, iniciativas h ~ b ri as. on un amalga ma complejo de actividades muy diversas, --como lo muestran es ros casos y otros muchos estudiados en diferentes partes del mundo (Hirschman , 1984; Wasserstrom, 1985). Las actividades econ ómicas proveen e1 sustento y el incentivo matenaJ, 111Jentras que eJ sentido de pertenencia los rocesos de ·on e mtegraoón social generados alrededor de ellas proveen la energía y el en tu sias mo necesa ríos para ue los ~rtici pan rs1s an y a a terna uva no colapse o se desnaturalice.
Tesis 2. El éxito de Las alternativas de producción depende de..su mserción en redes de colaboración y de soporte mutuo. Dado su ca racter contra-hegemo mco y el hecho de que en muchas ocasiones las experiencias de producción ahernativa son emprendidas por secrores marginados de la sociedad, las iniciativas son con mucha frecuen cia frágiles y precarias. Como lo muestran todos los casos incluidos en este libro, el riesgo de cooptación, fracaso económico o desnaturalización de los proyectOs alternativos es muy alto. Como también Jo revelan Jos estudios de caso, la solución más adecuada para contrarrestar esta fragilidad es la integración de las iniciativas en redes compuestas por otras iniciativas similares (v.gr., cooperativas) y por entidades de diverso tipo. Uno de los factores más importantes para el surgimiento, supervivencia y expansión de las alternativas es la existencia de un movimiento sodal más amplio que las produzca y mantenga su integridad. El caso del MST es la ilustración más clara de esta afirmación. Los estudios de Martins, Singer, Navarro y Lopes destacan la forma como las ini ciativas múltiples de habitantes de los asenramientos d el MST -que van desde la p roducción de alimentos hasta la producción de ciudades alternativas- han sido posi186 Boaventura de Sousa Santos y César Rodrigue7.
bies en virtud de la fo rtaleza del movimiento del que forman parte. Igualmente, la energía política generada por la lucha ~e liberación nacional en Mozambique suministró el ímpetu necesario para la fundación de las cooperativas estydiadas por Cruz e Silva, y el triunfo del movimiento contra el ap~rtheid en Suráfrica dio lugar al régimen político que creó el sistema de reforma agraria organizado alrededor de las asociaciones comunales de campesinos estudiadas por Klug. Estas experien cias confirman las conclusiones de otros estudios sobre casos similares, como los que explican el éxito de las cooperativas en K erala, India, en té rminos de su inserció n en un movimiento de transformación social más amplio que ha dado lugar al llamado "modelo de Kerala" (Isaac, Franke y Raghavan, 1998). En particular, las redes de apoyo mutuo están compuestas por tres tipos d e entidades: sindicatos, ONGs y fundacion es, y otras organizaciones económicas alternativas. Los sin.dicatos juegan un papel fundamental en la creación y promoción de varias de las experiencias exitosas, en particular de las cooperativas de trabajadores. Así lo muestran los casos pr_e sentados por Bhowmik y Singer, en los que la iniciativa y el apoyo de los sindicatos fueron decisivos para que trabajadores de varias empresas quebradas pudieran pasar a ser los dueños de las mismas y transfo rmarlas en cooperativas. En el caso estudiado- por Singer, los sindicatos brasileros han contribuido también a 1~ fundación de enridades especializadas en la promoción y el apoyo de cooperativas de trabajadores. La evidencia proveniente de estos casos - junto con la existente sobre otros casos como el de Kerala- p one de p resente, en nuestra opinión, uno de los desafíos más inreresantes para el movimiento obrero en el nuevo milenio, esto es, la definición de su papel en relación con la promoción de alternativas económicas que vayan más allá de la negociación obrero-patronal. Por otra parte, el apoyo de fundaciones y ONGs de promoción de desarrollo comunitario aparece también en Jos casos como un aspecto crucial, sobre todo en la e tapa de creación y 187 Para :~mpliar el canon de la prooucc1ón
consolidación de las iniciarivas. El apoyo exrerno Je iglesias. organizacio nes privadas de promoción social :·. e!l lin , Je roda ripo de " :mimadores sociales" (1-lirschman, 1984 l esrá present e tamo en la fundación de grandes movimienros como el MST como en iniciativas micro como las cooperativas de reciclaJores de basura . E l dilema que enfrentan varias de las iniciativas esrudiaclas es precisamente cómo sobrevivir de forma aurónoma después de que culmina el apoyo externo. F inalmente, es norable la influen cia positiva del apoyo entre organ izaciones económicas alrernarivas (concretamente entre cooperativas), que en ocasiones -como en los casos de las cooperativas de Mozambique, Brasil y Colombia- han dado lugar a asociaciones de segundo o rden, dedicadas a la promoción de las cooperativas. Como lo muesrra el caso ejemplar de Mondragón explicado anreriormeme, las cooperarivas y demás orgmizaciones económicas no ca pitalistas son extremadamente frágiles cuando deben enfrentar solas la compe tencia del sector capiralisra y condiciones políticas desfavorables. Por esta razón, la formación de redes de apoyo mutuo es indi spensable. Dichas redes tienen como integrantes naturales organizaciones de todo tipo comprometidas con una agenda de transformación social. Sin embargo, como sucede en varios de los estudios de caso (v.gr., las cooperarivas de Mozambique y Colombia), en el contexto de economías abiertas surge con frecuencia la necesidad de crear alianzas con compañías capiralistas. Este es uno de los aspectos más difíciles de la evolución reciente de l¡1s alternativas de producción alrededor del mundo, dado el riesgo de cooptación o desnaturalización que ello implica. Las relaciones de cooperación con empresas ca pira listas, sin embargo, no deben ser descartadas y de hecho en ocasio nes son indispensables. D e lo que se trata, entonces, es de negociar con cuitlado las condiciones de la relación y de inserción en el mercado, de tal forma que se evite la desnaturalización de las alternativas.
188 Boavenr u r~
Jc Sousa Santos y César RoJríguez
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Tesis J_ Las Luchas por la producción alternativa deben ser impulsa as entro uera e esta Mención aparte merecen las re aciones enrre las iniciativas de producción alternaúva y el estado. Tradi cionalmente, las corrientes q e pensamiento y acción progresistas que buscan ahernativas oconómicas no capitalistas han mostrado una clara desconfian za frente al estado . Esta es cierto tanto e n relación con el cooperaúvismo como en relación con las propuestas de desarrollo alternativo y de alternativas aJ desa rrollo. Existen razones fuertes que sustentan esta desconfianza , dado el riesgo de cooptació n de las alternativas por parte del estado, la pasividad de éste frente a los problemas de las cla ses populares y el peligro de que las iniciativas se vuelvan de pendientes de la ayuda estatal. Sin embargo, como lo muestran Jos estudios de caso, las relaciones entre las :-~ lte rnativas de producción y el estado son complejas y ambiguas. E n muchas ocasio nes, el estado actúa como catalizador e ficaz , e incluso como creado r, de las ahernati~a~ Esto suced e, por ejemplo, en el caso de las asociaciones de propiedad comun itaria de Suráfrica a n aliza~as por Klug. En o tros casos, la acción contradictoria del estado - que pasa del apoyo al abandono de las iniciativas- puede ser altamente negativa e incluso poner en peligro la supervivencia misma de las o rganizaciones. Este es el caso, por ejemplo, de va rias de la~ cooperativas estudiadas por Bhowmik, que fueron ini cialmente apoyadas por el estado) luego estuvie ron a punto de desaparecer cuando éste les quitó injustificadamente su respaldo. En un tercer grupo de casos, existe una relación tensa y ambigua entre el estado y las organizaciones y movimientos. Esto es ilustrado de fo rma paradigmática por In relación e~tre el MST y el estado brasilero, descrita en detalle por Navarro, que incluye tanto nexos de colaboracion y apoyo financiero·c"omo relaciones de antagonismo y oposición política. En vista de lo anterior, creemos L¡ ue las alternativas no pueden escoger enrre luchar dentro o fuera del estado. Deben luchar
189 Par J amplo•r el canon Je
1<1
prucucCJon
dentro y fuera de él. Lo primero para no ceder el terreno de lo político al poder económico hegemón ico y movilizar los recursos del estado a favor de los sectores populares. Lo segundo para mantener su integridad, no depender de las fluctuaciones del ciclo político y continuar formulando alternativas al statu quo. Tesis 4. Las alternativas de producción deben ser voraces en términos de escalas. Este punto ya fue expuesto en nuestra crítica al
localismo que caracteriza algunas de las propuestas de economías alternativas. En contra de este localismo, proponemos alternativas capaces de actuar en diferentes escalas, desde la local hasa pasan o por a reg10na y a nacional. La voracidad c.freñre a las escalas de acciÓn y de pensamiento se opone al fundamenralismo sobre el privilegio de una escala particular. Aunque la escala local - las iniciativas comunitarias, la .acción política concreta en la escala en que habitamos y donde se encuentran nuestras raíces- es obviamente fundamental. no hay razones para impedir que las redes de apoyo y solidaridad que describimos en la Tesis 2 se extiendan a escalas mayores. La escala o la combinación de escalas del pensamiento y la acción deben ser escogidas de acuerdo con la naturaleza y las necesidades de las iniciativas concretas en un momento determinado, no de antemano y para siempre. Esta tesis es ilustrada con claridad por el caso de desarrollo local integral en Po~gal presentado por Melo. Aunque los proyectos descritos por el autor están claramente concentrados en la escala local, su creación y su continuación han sido posibles gracias a su capacidad para utilizar los recursos y adaptarse a las condiciones cambiantes de la escala nacional, europea y global. En efecto, el apoyo internacional, sobre todo de la Unión Europea, ha sido fundamental para el impulso de las actividades examinadas de desarrollo local. Al mismo tiempo, la reacción local frente a las circunstancias económicas nacionales y europeas, que han cambiado rápidamente a lo largo de los años de vida de los proyectos, han sido uno de los factores centrales de la supervivencia
-
190 Boaventura de Sousa Santos y César Rodríguez
y expansión de los proyectos. De forma similar, Singer describe como las asociaciones brasileras de apoyo a cooperativas se han beneficiado del apoyo de experiencias similares en Francia y en Italia. Finalmente, la necesidad de articular las diferentes escalas 1 es evidente en los dilemas enfrentados ~qr las cooperativas estudiadas por C ruz e Silva y Rodríguez, en vista de la dificultad de las cooperativas de desarrollar estrategias de competencia con el capital global en el contexto de la apertura económica en Mozambique y Colombia, respectivamente. ~
Tesis 5. LA radicalización de la democracia participativa y de la democracia económica son dos caras de una misma moneda. Uno
'ae los rasgos emancipadores de las alternativas de producción no capitalista consiste en su potencial para reemplazar la autarquía típica de la producción capitalista -esto es, la autoridad vertical que emana del "patrón " o del manager- por la democracia participativa al interior de las unidades de producción . En otras palabras, el objetivo consiste en extender el campo de acción de la democracia del campo político al campo económico y borrar, de esta forma, la separación artificial entre p~lítica y economía que el capitalismo y la economía liberal han establecido. Esa extensión, sin embargo, implica más que un cambio cuantitativo. El e fecto esencial de la expansión del principio democrático es la creación de posibilidades de transformación cualitativa de la democracia, en la dirección de una democracia participativa. Es este tipo de democracia la que subyace a las alternativas radicales a la política liberal y al capitalismo. El rema de la democracia interna atraviesa todos los estudios de caso. En el estudio de KJug sobre las asociaciones campesinas de productores, el requisito de la democ racia interna está impuesto directamente-por la ley que creó dichas asociaciones, de tal manera que en este caso es el estado el promotor del vínculo entre democracia económica y política , que choca con frecuen cia con la jerarquía establecida por las reglas y costumbres ances19 1 Para ampllar el canon de la prcxluccaón
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192 BoJ\ cn.u1 ¡¡ l~ !:>ousJ Santos v Ce~ Jr kodñ!WeL
les. Los estudios de Singer y Lepes, entre tanto, formulan observaciones que pueden ser útiles para avanzar en este debate.
tasen los debates sobre econo mías no capitalistas ha sido decisiva. De hecho, buena parte del dinamismo reciente de estos debates se deb e a la hibridización d e corrientes de pe nsamiento y acción críticas, representadas, po r ejemplo, po r el movimiento eco -feminista. Esta participación decisiva de las mujeres y el pensamiento feminista no es casual. Las luchas por la producción no capitalista h acen parte de las luchas contra todas las fo rmas de opresió n -el patriarcado, la explo tación, el racismo, etc. Las luchas econó micas no tienen prioridad sobre las luchas d e género, de raza u o troúipos de movimientos emancipado res. La prioridad d e una lucha sobre otra de pende de las circunstancias concretas de cada momento y lugar. Por esta razón, las iniciativas de producció n alternativa se alimentan del y contribuyen al im pulso de las luch as contra la socied ad p atriarcal. Dado que las mujeres son no sólo objeto de opresión de género sino las víctimas p rincipales d e explotación y marginación económica, las iniciativas y teorías sobre economías alternativas no pueden' avanza r sin la participación protagónica d e las mujeres. D e hecho, como lo muestran los estudios de caso, son g rupos de mujeres los que con frecuencia impulsan las iniciativas económicas no capitalistas. Así sucede, por ejemplo, en el caso de las coop erativas de recidadoras de basura en Calcuta estudiadas por Bhowmik. Igualmente, la extensa red de cooperativas asociadas a la Unión General de-Cooperativas en Mozambique, estudiada por C ruz e Silva, es compuesta fundamentalmente por mujeres en condiciones de pobreza. D e forma similar -dado que, como lo anota Klug, los principales factores asociados con la pobreza en
193 Para ampliar d l'anon d~ la proJucción
uráJrica es ser mujer, negro o vivir en el campo- uno de los factores centrales de los conflicros generados por la fundación de las asociaciones de productores campesinos en ese país tiene que ver con las relaciones de género. Los principios con stitucionales igualita rios establecidos por la ley que regula las asociaciones chocan directamente con la jerarquía tradicional entre géneros en Suráfrica y, por tanto, ha sido uno de los asuntos m ás difíciles de solucionar en el proceso de constitución de las asociaciones.
Tesis 7. Las/armas alternativas de conocimiento son fuentes de formas alternativas de producción. En la búsqueda d e alternativas a la pwdacción capitalista, el aporte de culturas minoritadas o híbridas marginadas por la hegemonia del capitalismo y la ciencia moderna es fundamental. Como lo han sostenido convincentemente vanos de los de fensores de alternativas al desarrollo cuyos trabajos comentamos anteriormente, existen formas de ver el mundo que plantean una relación radicalmen te distinta a la capitalista/ moderna entre seres humanos y naturaleza, entre producción y consumo, entre trabajo y tiempo libre, e ntre uso y luero, y entre desa rrollo y crecimiento. Lo que es preciso, entonces, es nosólo respetar la di versidad cultural que p ermite la supervivencia de estas visiones. del mundo, sino también aprender de ellas para construir un paradigma de conocimiento y acción cosmopolita distinto al que subyace a la globalización neoliberal. Tanto en nuestra alusión anterior a este tema como en Jos estudios de caso, el ejemplo más sobresalieme de este tipo de conocimiento alternativo es el concepto de Gandhi de swadeshi, cuya elaboración a la Juz d e las condiciones actuales de India es el apo rte cemral del trabajo d e Sethi. Igualmente, el estudio de Lopes sugiere un paradigma alternativo de conocimiento urbano, una forma distinta de concebir la ciudad po r parte de los haOltan tes de un asentamiento del MST en el sur de Brasil. EJ desafío que surge de estos estudios de caso es como plasmar esas concepciones del mundo en programas y accio nes concretas capaces de 194 &aventura de Sousa Samos y César Rodríguez
ofrecer alternativas viables y creíbles frente a las concepciones y programas hegemónicos.
Tesis 8. Los criterios para ·evaluar el éxito o el fracaso de las 1 alternativas económicas deben ser g$ 4ualistas e inclusivos. En tiempos de hegemonía del capitalismo global, es fácil asumir posiciones dese3peranzadas o cínicas en relación con cualquier alternaúva. El pesimismo se apodera con facilidad de las mentes impacientes, y la ausencia de una ruptura radical con el status quo . genera escepticismo ante cualquier alternativa gradual o loca.!. Pero la paciencia de la utopía, de la que' se nutre el pensamiento y las acciones de quienes buscan alternativas económicas, es infinita (Sa.ntos, 1995). Si el criterio único de evaluación del éxito de las alternativas no capitalistas es la transformación radical de sociedad en el corro plazo media.nte el reemplazo del capitalismo por un nuevo sistema de producción, entonces ninguna de las alternativas que hemos discutido vale la pena. Las alternativas de que disponemos implican transformaciones·gradoa:les, que crean espacios de suf!dandad dentro de o en .... los márgenes del ststema capitalista. Para quienes en ellas participan, las alternativas de este tipo implican transformaciones fundamentales de sus condiciones de vida. El acceso a la tierra de los campesinos surafricanos o brasileros implica una ruptura crucial con el sistema de exclusión laúfundista ex isten'te hasta hace pocos años. El goce de beneficios minimos de la ciudadanía -como el acceso a servicios médicos o a vacaciones compensadas- en e l caso de los trabajadores de las cooperativas más pobres de Mozambique, India o Colombia implica igualmente un hiw en la vida de éstos. Como lo han sostenido Shiva y Mies (1993) y Dietrich (1996), la sobrevivencia misma puede ser una forma de emancipación en cóndiciones de extrema pobreza, y puede dar lugar a la reevaluación del paradigma productivista y consumista. Además, en muchos casos los cambios graduales, las pequeñas aJrernativas, abren puertas para transformacio nes estructurales
195 l'..ra .1mplo•r el canon de IJ productoon
también graduales. En la apertura de este tipo de oportunidades radica su potencial de emancipación a gran escala. Por otra parte, al evalua r el éxito o el fracaso de las iniciativas económicas alternativas es crucial recordar el carácte r h olístico de éstas, que expl icamos en la Tesis l . En este sentido, la evaluación debe ser inclusiva: debe comprender tanto los logros y fracasos en la búsqueda de objetivos económ icos como los relativos a objetivos no económicos. Hirschman (] 984) ha reclamado elocuentemen te este tipo de evaluación inclusiva en relación con las cooperativas: Las cooperativas tienden a ser juzgadas sólo por su balance financiero, dado que su salud financiera es con frecuencia precaria y que su capacidad para coexistir con empresas orientadas sólo a la producción de utilidades en una sociedad de mercádo individualista es a menudo puesta en duda. Sin embargo, de la misma forma como los efectos sociales y políticos del capitalismo deben ser considerados en toda evaluación general de ese modo de producción, necesitamos averiguar los beneficios y los costos no monetarios de las cooperativas para hacer una evaluación completa de su funcionamiento. Resulta, además, que estos efectos no monetarios o intangibles son a men udo cruciales para en tender su desempeño en el mercado. (Hirschman, i 984: 58)
Tesis 9. Las alternativas de producción deben entrar en relaciones de sinergia con alternativas en otras es/eras de la econo1J!ia. A lo largo de este ensayo introductorio y en los capítulos que siguen se hace énfasis en la producción. Sin embargo, existen alternati vas muy diversas que organizaciones y gobie rnos progresistas alrededor del mundo vienen promoviendo e incluso implementando en esferas tan diversas como el comercio (v.gr.,las iniciativas defair trade), la inversión (v.gr., respeto de normas éticas por parte de los inversionistas extranjeros e n países del Sur), la inmigración (v.gr., las políticas de fronteras abiertas), la tributación (v.gr., el
196 Boavenrura de Sousa Santos
y
César Rodríguez
impuesto Tobin), el ingreso básico mínimo (v.gr., la propuesta de ingreso mínimo universal), la coordinación de la economía global (v.gr., la democratización del Banco Mundial y el FMI) , etc. Dado que buena parte de estas iniciativas se vienen articulando recientemente bajo la forma del m~..pniento contra la gJobalización neoliberal en espacios tales como el Foro Social de Porto Alegre, hoy existen las condiciones para promover la articulación de alternativas de producción con alternativas económicas de otro tipo. Esta relación de sinergia entre propuestas económicas alternativas, en nuestra opTn"io n, es fundamental para la supervivenCia y expansión de las alternativas de producción. Por ejemplo, como lo muestran los dilemas que enfrentan hoy las cooperativas de Mozambique y Colombia en vista de la co~petencia del capital transnacional , la inserción de dichas cooperativas en mercados alternativos como los propuestos por las iniciativas de /a ir trade que, tanto en el país de origen como en el exterior, pagarán p recios justos por los p roductos de las ~Óoperativas, podría evitar la desaparición de éstas o su absorción por parte de empresas capitalistas. Este tipo de asociaciones se viene intentando con éxito en mercados alternativos tales com~ los del café orgánico. Relaciones de complemenrariedad múltiples entre las iniciativas mencionadas y muchas otras guardan la promesa de promover con mayor fuerza el potencial de las alternativas d e producción no capitalistas. Los desafíos y dilemas que hemos condensado e n las tesis precedentes son formidables . Las probabilidad es de éxito son inciertas. De hecho, un' rasgo común a los estudios de caso en este volume n es el ca rácter abierto de sus conclusiones, que se o rigina en la in certidumbre sobre el futuro de las experiencias analizadas. Pero los hombres y mujeres de múltiples razas y nacionalidades que han decidroo, al participar en esas experiencias, nadar contra la corriente, son la muestra de la capacidad de la imaginación y la voluntad de buscar alternativas de producción más allá del modelo dominante. E n esas y otras iniciativas similares aire-
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