INTELIGENCIA EMOCIONAL INFANTIL Y JUVENIL 184 pág. Incluye 2 CD. Locución en inglés de Daniel Goleman. Locución en español de Elsa Punset. 19,50.- euros Linda Lantieri obtuvo una beca Fulbright, es conferenciante y experta de fama mundial en el camp campo o del del apre aprend ndiz izaj aje e soci social al y emoc emocio iona nal, l, la reso resoluc lución ión de conf confli lict ctos os y la intervención en situaciones de crisis. En la actualidad es directora de The Inner Resilience Program (antes Project Renewal), un projecto del Tides Center, que es una iniciativa para la formación del personal escolar en las habilidades y las estrategias para fortalecer su adaptabilidad interior y así actuar como modelos para los jóvenes a su cargo. Linda cuenta con cuarenta años de experiencia en la educación; ha trabajado como profesora,
subdirectora, directora de una escuela alternativa de educación primaria en el este de Harlem de Nueva York. Es coautora de Waging Peace in Our Schools (Beacon Press, 1996) y editora de Schools with Spirit: Nurturing the Inner Lives of Children and Teachers (Beacon Press, 2001).
Desde que Daniel Goleman publicara su libro Inteligencia emocional en 1995, el aprendizaje social y emocional se ha extendido a decenas de miles de escuelas en todo el mundo. Hoy está generalmente admitido que “los estudiantes estarán más dotados para la vida si en su programa de estudios, además de los fundamentos académicos, se incluye una preparación en los fundamentos de las aptitudes sociales y emocionales”, como dice el propio Goleman en la introducción de este libro.
Tampoco se discuten las ventajas de tener una mayor autoconciencia, capacidad para dominar las emociones perturbadoras o sensibilidad frente a las emociones de los demás. Pero todas estas aptitudes deben empezar a construirse en la infancia, en la etapa en que el cerebro humano experimenta un mayor crecimiento. Los programas de Aprendizaje Social y Emocional (SEL, en sus siglas inglesas) cuentan ya con una experiencia de quince años, tiempo suficiente para comprobar algunos resultados. Y éstos son indiscutibles. Los datos demuestran que los estudiantes que han recibido esa enseñanza muestran un mejor comportamiento y obtienen mejores resultados académicos.
Linda Lantieri, estrecha colaboradora de Daniel Goleman, ha desarrollado un programa de aprendizaje social y emocional para niños y adolescentes de las escuelas de Nueva York. Los ejercicios que componen ese programa se recogen en este libro, que incluye un CD, repartidos en tres bloques por edades: de 5 a 7 años, de 8 a 11, y de 12 en adelante.
Un conocimiento muy práctico
La importancia en la vida de la serenidad, el autocontrol y, en definitiva, la preparación interior, no necesita ser subrayada. Pueden encontrarse numerosos ejemplos de situaciones difíciles resueltas con éxito gracias a esas cualidades. La autora recuerda que el 11 de septiembre de 2001, mientras la destrucción y el caos se apoderaban de la zona que rodeaba a las Torres Gemelas, la evacuación de las escuelas cercanas se desarrolló con orden y de manera segura merced a la preparación interior de los niños y adultos que la llevaron a cabo. Sin duda, el 11-S fue una situación extrema, pero la vida está llena de situaciones no tan extremadamente dramáticas, pero difíciles y conflictivas, que requieren de una gran preparación interior para ser
abordadas. Esa preparación es lo que persigue el aprendizaje social y emocional, y los ejercicios que se presentan en este libro.
Su objetivo es proporcionar técnicas y estrategias para serenar la mente, relajar el cuerpo e identificar y emplear sus emociones con más eficacia. Los medios para conseguirlo son: desarrollar la capacidad de apreciar el silencio y la serenidad, y compartir momentos frecuentes de tranquilidad.
Relajación y concentración
Las dos técnicas que se presentan en estas páginas y en el CD que las acompaña son: relajar el cuerpo (mediante la relajación muscular progresiva y un ejercicio de examen corporal) y concentrar la mente (mediante un ejercicio de atención plena). Las técnicas y ejercicios son básicamente los mismos para los tres bloques de edad, con ligeros cambios en función de las características personales en cada caso.
Naturalmente, lo que se consigue con estos ejercicios no es una panacea, una solución definitiva a los diversos problemas educativos, de conducta social y de salud de los niños y adolescentes. Pero sí un progreso indudable en la reducción del estrés y el mayor autocontrol. Las ventajas que se derivan de la práctica de estos ejercicios tiene que ver con la mayor autoconciencia y autocomprensión, la capacidad de relajar el cuerpo y liberar la tensión, el aumento de la concentración (esencial para el aprendizaje), la capacidad de enfrentarse a situaciones estresantes, el control de los pensamientos (con el consiguiente menor sometimiento a los no deseados), y la mejor comunicación y comprensión más profunda entre padres e hijos.
Una sociedad estresada
La sociedad moderna, que ha alcanzado tantos logros materiales y en el terreno de la salud, nos exige también un precio por ello. La competitividad y el modo de vida en las grandes ciudades han hecho que el estrés sea una característica de nuestro tiempo. Se calcula que entre un 70 y un 90% de las consultas al médico en Estados Unidos tienen que ver con trastornos relaciones con el estrés. Estudios solventes han demostrado que las personas que no dominan bien el estrés tienen una mortalidad un 40% mayor que aquéllas que no están estresadas. En muchos casos, la manera utilizada para dominar el estrés es el uso de tranquilizantes, un procedimiento que acarrea
otros inconvenientes.
Por otra parte, es frecuente que se confundan los síntomas de un estrés mal dominado en los niños con una conducta inapropiada que debe ser corregida. Esa confusión genera un círculo vicioso: las reprimendas por lo que se toma como mala conducta no hacen sino aumentar el estrés.
Padres e hijos, una relación esencial
Una gran mayoría de los niños y adolescentes que sufren estrés manifiestan el deseo de que sus padres pasen más tiempo con ellos. La relación padres-hijos es esencial y las técnicas de aprendizaje emocional que desarrolla este libro tienden a reforzarla, toda vez que los ejercicios deben hacerlos juntos. La presencia de uno o más adultos afectuosos y amables que valoren al niño es uno de los factores protectores más importantes para él. Los niños necesitan a los adultos como anclajes estables en los que poder confiar. También necesitan aprender, tanto en casa como en la escuela, habilidades sociales y emocionales concretas, y tener oportunidades para practicarlas. Los ejercicios y materiales que se contienen en este libro van en esa dirección.
Los estudios realizados sobre los efectos de relajar el cuerpo y concentrar la mente no dejan lugar a dudas sobre su eficacia. Los enfermos que aplican estas técnicas consigue reducir el dolor, la angustia y otros síntomas; los niños son menos agresivos, más atentos en clase y más optimistas.
Inteligencia y emociones, dos caras de la misma moneda
Daniel Goleman demostró que, para el desarrollo del niño y su éxito futuro, es tan importante el cociente emocional como el cociente intelectual. Un cociente intelectual alto no garantiza el éxito en la vida si no está respaldado por la inteligencia emocional. Inteligencia y emociones van estrechamente unidas en la vida porque están fuertemente relacionadas en nuestro cerebro. Las áreas emocionales y las ejecutivas del cerebro están unidas por complejas interconexiones fisiológicas. La misma zona, los lóbulos prefrontales, controla los impulsos emocionales y la memoria y el aprendizaje. Por eso, las emociones negativas (ira, tristeza, ansiedad) afectan directamente a la capacidad de aprendizaje.
Goleman, Linda Lantieri y otros autores han señalado cinco grupos básicos de habilidades o
aptitudes que constituyen la inteligencia emocional. Son la autoconciencia, la autoconciencia social o desarrollo de la empatía, la autogestión o dominio de las propias emociones, la toma de decisiones responsable y las habilidades interpersonales.
“
El aprendizaje social y emocional es como una póliza de seguros para una vida sana, positiva y
satisfactoria”.
Preparación para los ejercicios
El libro y el CD que lo acompaña explican con todo detalle los pasos de cada ejercicio de relajación del cuerpo y concentración de la mente, los materiales necesarios para llevarlos a cabo y los requisitos previos.
Así, conviene tener en cuenta que la presencia de un adulto cercano (preferentemente, el padre o la madre) es tanto o más importante que las propias actividades que van a desarrollar. El niño aprenderá mejor y sobre todo a través del ejemplo del adulto. Padres e hijos crecen juntos y su desarrollo está entrelazado. Pero la labor de ese adulto debe ser la de un guía que acompaña y ayuda, no la de una autoridad omnisciente que impone: los niños aprenden mejor si participan activamente en el aprendizaje. Y esa participación puede, incluso debe, tener las características de un juego. El juego es el oficio sagrado de los niños, y los niños aprenden mejor a través de él. Las rutinas y rituales de las actividades de aprendizaje emocional deben integrarse en la vida cotidiana familiar.
Buscar rincones de paz, escuchar música relajante, salir a la naturaleza y el aire libre o integrar las historias y el aprendizaje extraídos de los cuentos son actividades muy útiles para insertarlas en estos ejercicios.
Cuestiones de edad
Los pasos y herramientas de los ejercicios son básicamente los mismos en cada grupo de edad. Las pequeñas diferencias a la hora de ponerlos en práctica tienen que ver con la edad del niño o adolescente. A este respecto, conviene tener en cuenta que los niños de 5 a 7 años se caracterizan por poseer una curiosidad natural, una gran capacidad de asombro y un notable
entusiasmo por el mundo que les rodea. Y, si bien su capacidad verbal es limitada, pueden encontrar las palabras para expresar lo que piensan y sienten si se les da la oportunidad de hacerlo. A esa edad es fundamental la aprobación de los padres y su identificación con ellos.
Los niños de entre 8 y 11 años añaden a la capacidad de asombro y entusiasmo del grupo anterior altas dosis de energía e imaginación, así como una mayor habilidad
racional para comprender el mundo y a sí mismos. El niño ahora es más consciente y reflexivo, por lo que sus manifestaciones son más precisas y fiables. Pero también sufren más ansiedad y preocupación, tienen más ganas de complacer y son más sensibles a las críticas.
En cuanto al grupo de 12 años en adelante, tiene ya una percepción de su emergente personalidad como adulto. Eso tiene una doble consecuencia: de un lado, es una edad muy vulnerable al estrés y sujeta a muchas exigencias; pero también ofrece una gran cantidad de oportunidades, ilusiones y perspectivas.
En breve/ Inteligencia Social
Ventanas de oportunidad:
Un nuevo libro y CD ayudan a los niños a desarrollar su inteligencia emocional Por Daniel Goleman
El escenario: un aula de una escuela de Manhattan. No es un aula cualquiera –está llena de alumnos de “educación especial”, que son muy hiperactivos. Así, el aula es un torbellino de actividad frenética. El profesor dice a los alumnos que van a escuchar un CD. Los alumnos se calman un poco.
Los alumnos se quedan bastante tranquilos mientras comienza el CD y una voz masculina les pide que se tumben de espaldas y cojan un “compañero de respiración”, como un peluche, que se sentará sobre su estómago y les ayudará a ser conscientes de su respiración. La voz guía a los niños a través de una serie de ejercicios de respiración y conciencia corporal, y los niños consiguen calmarse y concentrarse durante los seis minutos de ejercicios, que terminan con un meneo de los dedos de los pies.
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Acabáis de aprender cómo hacer que vuestro cuerpo se calme y se relaje” dice la voz. “Y podéis
volverlo a hacer en cualquier momento que os apetezca”.
La voz del CD es la mía, aunque estoy leyendo las palabras de Linda Lantieri, una pionera en programas de aprendizaje social y emocional para escuelas públicas, adoptados en el mundo entero.
Su último programa añade una importante herramienta al arsenal de la inteligencia emocional: la conciencia plena, una conciencia contínua del estado interior de cada uno y de su entorno exterior. En su nuevo libro Building Emotional Intelligence, que viene acompañado de un CD, Lantieri utiliza el entrenamiento de la conciencia para mejorar la atención y la concentración de los niños y ayudarles a ser capaces de calmarse a sí mismos. Building Emotional Intelligence contiene instrucciones para que profesores y padres puedan adaptar los ejercicios de Lantieri a niños de distintas edades (de cinco a siete, de ocho a once, y de doce en adelante) y ofrece explicaciones detalladas de cada ejercicio.
El proyecto de Lantieri constituye un ejemplo de cómo aplicar conocimientos científicos para ayudar a que los niños dominen las aptitudes relacionadas con la inteligencia emocional. Tal y como me explicó en una conversación reciente Richard Davidson, fundador del Laboratorio de Neurociencias Afectivas de la Universidad de Wisconsin, este tipo de enseñanzas aprovecha una ventana de oportunidad presente durante la infancia. El circuito neuronal que nos permite prestar atención, calmarnos y sintonizar con los sentimientos del otro se desarrolla durante las dos primeras décadas de nuestras vidas. Y sin embargo, los niños de hoy se enfrentan a condiciones sociales que impiden un desarrollo sano de estos circuitos, fundamentalmente por el estrés derivado de la escuela, de la presión del grupo, y de vidas familiares inestables y horarios agotadores.
“
En nuestros niños a menudo confundimos los síntomas del estrés no tratado con
comportamientos inapropiados que deben ser erradicados”, escribe Lantieri. Los niños reciben reprimendas de sus padres y profesores por acciones que en realidad constituyen reacciones al estrés, más que un mal comportamiento intencionado. La situación se convierte en una espiral descendente en la que se encadenan una reacción de st ress tras otra, y donde quedan atrapados tanto el adulto como el niño”.
Como resultado, los niños pueden crecer con un conjunto de deficiencias en estas aptitudes esenciales para la vida – deficiencias que les causarán problemas en el transcurso de todas sus
vidas, en sus relaciones y en sus trabajos. Durante 20 años las escuelas han llevado a cabo “guerras preventivas”, como la “guerra contra la droga”, para reducir comportamientos antisociales y autodestructivos. En Building Emotional Intelligence Lantieri argumenta que debemos enfocarnos en el desarrollo de la capacidad de recuperación y resistencia, y en el conocimiento propio. Al ofrecer a los niños una educación sistemática en el ámbito de la inteligencia social y emocional podemos contrarrestar las fuerzas negativas presentes en sus vidas, y ellos pueden utilizar estas aptitudes a medida que maduran.
En incontables ocasiones los padres o los profesores piden a los niños que “se calmen” o que “presten atención”. Sin embargo, el curso natural del desarrollo del niño implica que el circuito cerebral necesario para calmarse y prestar atención aún no ha terminado de confeccionarse. Los sistemas neuronales todavía están creciendo, y se ven influidos por sus experiencias, por lo que las lecciones que ofrece Lantieri son de un valor incalculable. En las escuelas de Manhattan que visité, los profesores pusieron el CD para los niños inmediatamente antes de las pruebas, para ayudarles a alcanzar el mejor estado mental para aprender y memorizar. Lantieri ha creado una gran herramienta para los profesores, un sistema para que los niños sean mejores estudiantes – no sólo para mejorar el aprendizaje, sino para mejorar además su comportamiento.
“
Ahora mismo existe en nuestra sociedad una ventana de oportunidad para incorporar estos
enfoques en nuestras casas y en nuestras escuelas”, escribe Lantieri. “Es esencial que los niños aprendan nuevas maneras de elevar sus espíritus y de alimentar sus vidas interiores como una parte normal y natural de su experiencia infantil. Lejos de ser marginal o irrelevante, la atención a la inteligencia emocional de nuestros niños y a su vida interior nos ayudará a lograr el equilibrio que todos necesitamos en este mundo caótico”.
Daniel Goleman, Ph. D., es el autor de Emotional Intelligence y Social Intelligence. Su página web es www.danielgoleman.info
Acallando la mente: una entrevista con Linda Lantieri
Los profesores pueden crear momentos de tranquilidad en medio del ajetreo del aula, y ayudar a los alumnos en su aprendizaje
Por Asaron Broca 13 de Agosto, 2008
¿Tienen sus alumnos dificultades en concentrarse, permanecer tranquilos o gestionar sus emociones? ¿Le parece que muchos de ellos padecen estrés crónico? Un nuevo libro ofrece esperanza, apoyada por consejos prácticos, para ayudarles a superar estos problemas.
El permanecer tranquilo y prestar atención son aptitudes que pueden enseñarse en el aula, dice Linda Lantieri, una veterana con 40 años de experiencia docente y 23 años de enseñanza de aptitudes sociales y emocionales en las escuelas de la ciudad de Nueva York.
En su nuevo libro, Building Emotional Intelligence: Techniques to Cultivate Inner Strength in Children, Lantieri, miembro fundador de Collaborative for Academic, Social and Emotional Learning (CASEL) (Colaboración para el aprendizaje social y emocional) y cofundadora de Resolving Conflict Creatively Program (Programa para la resolución creativa de conflictos), ofrece consejos prácticos para hacer exactamente eso. El CD que acompaña al libro, narrado por el pionero de la inteligencia emocional Daniel Goleman, guía a los estudiantes a través de dos actividades de relajación y de toma de conciencia, ambas encaminadas a ayudarles a calmarse y concentrarse.
Nos reunimos con Lantieri para que nos expusiera sus ideas acerca de cómo los profesores pueden trabajar con sus alumnos para desarrollar la inteligencia emocional y de hasta qué punto una mejor gestión del estrés ayuda a los niños en su aprendizaje.
¿Qué pueden hacer los profesores para ayudar a los niños que padecen estrés crónico?
Los profesores pueden establecer rutinas y prácticas regulares para calmar la mente y el cuerpo, descargando el estrés. En nuestro programa en la ciudad de Nueva York muchas aulas tienen “rincones de paz”, donde los alumnos pueden decidir tomarse unos minutos libres en lugar de ser expulsados del aula por un profesor. También tenemos unos minutos de silencio diarios, en los que paramos nuestras actividades, respetamos el silencio y vamos a un lugar interior de sabiduría más profunda. Cuando empezamos no sabíamos como iban a responder los niños, pero ahora nos damos cuenta de que lo desean. Mientras sigamos alimentándola, esa parte nuestra se vuelve más fuerte.
Es importante que este periodo de silencio no esté fragmentado. Debe de incorporarse como una de las características esenciales de la clase. No se trata sólo de tomarse diez minutos de silencio y tranquilidad para pasar después a una actividad frenética el resto del día. Se trata de que tanto el profesor como sus alumnos se concentren de una manera más reflexiva durante el resto del día.
¿Cómo afecta el estrés al aprendizaje?
Lo interesante de la conexión entre estrés y aprendizaje es que la corteza prefrontal del cerebro es el área dedicada a prestar atención, a calmarse y concentrarse, y también es la zona de la memoria a corto y largo plazo.
Así, es necesario concentrarse para estar en conexión con tu memoria. Esta conexión con la memoria permite a los niños adquirir nuevos conocimientos, que necesitan agregar a algo que ya saben. Cuando el niño carece de estrategias para disminuir su ansiedad hay menor atención disponible para adquirir nuevas ideas, para pensar de manera creativa, resolver problemas y tomar buenas decisiones.
Además, cuando los niños están disgustados, nerviosos o enfadados y no pueden enfrentarse a emociones angustiosas, no se encuentran en la zona óptima para aprender y sacar información. Puede que sepan algo para el examen, pero no están en condiciones de acceder a ello.
¿Qué es la resistencia, y por qué hay gente que la tiene y otros que no?
La resistencia es la habilidad para gestionar la vida con éxito y adaptarse a acontecimientos estresantes. La resistencia se desarrolla durante la infancia, cuando hay gente que ayuda al niño a enfrentarse a circunstancias difíciles con amor; sin embargo, si el niño se siente solo, esta resistencia no consigue desarrollarse debido a la mera presencia de condiciones adversas.
La resistencia se desarrolla en la seguridad, el apoyo y el amor que hay en torno al niño. Con nuestro programa esperamos que los niños se hagan más fuertes que antes, porque desarrollarán un mayor control sobre sus pensamientos y emociones, y en el futuro serán capaces de enfrentarse a situaciones estresantes de una manera más relajada.
¿Qué es la conciencia plena, por qué es importante y cómo la podemos cultivar en los niños?
Definimos la conciencia plena como el hecho de ser consciente de lo que uno siente, piensa y experimenta en el momento en que ocurre, sin realizar juicios. Las actividades de conciencia plena acallan la mente y desarrollan la conciencia de uno mismo y la capacidad de prestar atención.
El libro tiene guías adecuadas a cada edad para actividades de conciencia plena. Para los niños mas pequeños empezamos con juegos de aventuras y empleamos objetos, como un juguete blando o un “compañero de respiración”, que les ayuda a observar cómo sus estómagos suben y bajan. Otros ejemplos son el escuchar una campana y alzar la mano al dejar de oírla, o comer una pasa o una naranja muy lentamente. Estas actividades calman y concentran a los alumnos y les preparan para escuchar el CD.
¿Por qué son importantes estas actividades fuera del aula?
Iniciamos este trabajo después del 11 de Septiembre y hemos trabajado con centenares de niños que ese día corrieron para salvar sus vidas. Hay quien dijo que esos niños quedarían traumatizados para el resto de sus vidas, pero nosotros nos preguntamos ¿qué podemos hacer para ayudar a esos niños a curarse y recuperarse de una forma real y que de verdad se desarrolle en ellos la resistencia? Empezamos a investigar y a poner en pie estos programas.
Desconocemos cuándo tendrá lugar la siguiente tragedia. No tenemos control sobre ello, pero podemos enseñar a estos niños a estar preparados interiormente. Vivimos en tiempos tan inciertos que los jóvenes necesitan esa fuerza interior, esa reserva interna en la que pueden confiar y a la que acudir cuando surjan dificultades, de manera que puedan gestionar su estrés en lugar de percibirlo todo como un estado de emergencia en el que se activan los reflejos de lucha o huída.
No aspiramos a convertir en grandes meditadores a los jóvenes. Les estamos ayudando a convertirse en seres más bondadosos y solidarios, y a desarrollar su resistencia interior y unas aptitudes a las que tendrán acceso el resto de sus vidas.
¿En qué se distingue este libro del resto de libros sobre inteligencia emocional?
Gracias a las recientes investigaciones en el campo de la neuroplasticidad sabemos que el cerebro crece y crea circuitos desde la infancia hasta la adolescencia. Lo nuevo de este libro es su
enfoque en una práctica repetitiva que fortalece estos circuitos neuronales y enseña a los jóvenes aptitudes concretas para calmarse y enfocar su atención.
Este libro también enfatiza la conciencia de uno mismo. Una cosa de la que esperamos se den cuenta tanto adultos como jóvenes es de que pueden estar sometidos a un estrés crónico sin ser conscientes de ello. En el libro se da una lista de síntomas que los profesores pueden vigilar y que indican que sus alumnos gestionan mal el estrés, como tener un mal pronto o padecer continuos problemas estomacales.
Yo sugiero mostrarles la lista a los estudiantes para que sean directamente conscientes y gestionen ellos mismos su estrés. También sabemos que el estrés crónico está asociado a la mala salud, tanto física como mental.
Desarrollando la inteligencia emocional y fomentando la resistencia en niños – Linda Lantieri
Los nuevos avances en neurología nos han enseñado que los cerebros de los niños experimentan un fuerte desarrollo hasta la mitad de la tercera década de vida y que sus circuitos neuronales están influidos por sus experiencias cotidianas. Por ejemplo, los niños que reciben buenos cuidados y cuyos padres y profesores les ayudan a aprender a calmarse cuando están contrariados parecen desarrollar una mayor fortaleza en el circuito cerebral encargado de gestionar el estrés, y son menos propensos a actuar siguiendo impulsos agresivos.
Los padres pueden desempeñar un papel clave en el desarrollo emocional de sus hijos al alentar que éstos estén en contacto con su parte emocional. Sin embargo, el reto es que muy frecuentemente nuestra educación determina nuestra actuación como padres, a menos que pidamos ayuda para aprender a actuar de manera diferente. Por ejemplo, aunque podamos tener las mejores intenciones, a veces rechazamos los sentimientos de los niños al hacer comentarios desdeñosos cono “Deja de llorar, no hay nada que temer”. Con toda probabilidad, estas mismas palabras son las que nos dijeron nuestros padres cuando crecíamos.
Las enseñanzas emocionales sobre el cultivo de la fortaleza interior que los niños aprenden de los adultos son potentes y duraderas. Cuando los adultos ignoran los sentimientos de los niños, éstos acaban creyendo que los sentimientos no son importantes. Cuando les amenazamos o castigamos repetidamente por manifestar sus emociones, aprenden que las emociones son algo peligroso que debe guardarse en su interior y esconderse – una invitación a la ira o a la depresión posterior. Cuando los adultos son incapaces de mostrar formas de expresión alternativas a niños destructivos o enfadados, los niños aprenden que es aceptable tomarla con un tercero o tener una pataleta para conseguir lo que quieren.
En lugar de desestimar los sentimientos del niño, los padres pueden adoptar la costumbre de nombrar las emociones igual que se hace con objetos, ayudando así a los niños a ampliar su vocabulario emocional. Además, el aprendizaje más directo es aquel en el que el niño observa cómo los padres adoptan ciertos comportamientos. Si ante una contrariedad los padres se calman antes de actuar, o si, en caso de perder el control, lo hablan al menos abiertamente con los niños, se refuerza el siguiente patrón de conducta en el niño: calmarse primero, pensar en la respuesta, elegir la más adecuada y ponerla en marcha.
Un estudio detallado de las relaciones parentales y de las interacciones entre padres e hijos ha
apuntado a otro tipo de interacción que puede ayudar a que los niños crezcan emocionalmente sanos. El investigador John Gottman se refiere a ello como el “entrenador de emociones”. Los padres utilizarán las oportunidades presentadas por emociones difíciles o hirientes, como cuando el niño ha tenido una discusión o ha sufrido una decepción, para explorar la verdadera naturaleza de esas emociones y la forma de trabajar con ellas de manera constructiva. Los padres pueden alentar que sus niños expresen sus emociones con frases como “estoy triste” o “eso hizo que me enfadara mucho”, en lugar de simplemente actuar sobre esos sentimientos. Los niños necesitan muchas oportunidades para investigar el paisaje emocional en compañía de los adultos que les cuidan.
En mi libro recién publicado Building Emotional Intelligence:Techniques to Cultivate Inner Strength in Children ofrezco algunas ideas prácticas para que los padres y los niños a su cargo desarrollen la habilidad para apreciar el silencio y la tranquilidad, pasando “ratos de silencio” juntos de manera regular, lo que resulta en una mejor capacidad para enfrentarse al estrés. En el libro sugiero que la familia programe estos “ratos de silencio” para restaurar el equilibrio y la tranquilidad en sus vidas. El libro se acompaña de un CD con prácticas guiadas para niños de edades de cinco a siete años, de ocho a diez años y de doce años en adelante, narradas por Daniel Goleman. Con estos materiales, los cuidadores pueden desarrollar algunas aptitudes concretas para cultivar la fuerza interior y la inteligencia emocional
−
las propias como las de los
niños a su cargo.
Al utilizar Building Emotional Intelligence como guía, hay dos técnicas que se pueden enseñar para mejorar la inteligencia emocional: 1)
Relajar el cuerpo (a través de la relajación muscular progresiva y el ejercicio de exploración del cuerpo)
2)
Enfocar la mente (a través de un ejercicio de plena conciencia)
Durante sus primeros años los niños son capaces de concentrarse en actividades tranquilas durante unos veinte minutos, de manera que es fundamental variar su experiencia con el material presentado en el libro. El proceso es más importante que el resultado final, aunque los niños pequeños ya comienzan a intuir el concepto de causa y efecto. Por ejemplo, la idea de que el estrés tiene efectos sobre el cuerpo es algo que ya pueden empezar a comprender.
Cuando en el transcurso de los ejercicios de relajación los niños toman conciencia del flujo de sus sentimientos, pensamientos o sensaciones, están desarrollando la capacidad de adquirir esa conciencia en cualquier momento de sus vidas. Cuando empiecen a sentirse contrariados o
superados por las circunstancias serán capaces de utilizar estas técnicas para controlar sus emociones y tranquilizarse. Para los niños es mucho más fácil hablar de por qué se sienten contrariados cuando son capaces de salirse del “modo de respuesta al estrés”. Si son capaces de darse cuenta de qué parte del cuerpo se ve afectada por esa ansiedad, podrán utilizar su mente para liberarse de ella, lo suficiente como para poder hablar de ella e incluso idear maneras de resolver la situación y encontrarse mejor.
Los niños tienen una curiosidad natural y están maravillados por el mundo que les rodea. Así, es probable que respondan positivamente, con interés y mente abierta, a la idea de aprender cosas nuevas sobre cómo calmar la mente y relajar el cuerpo. De la misma manera, estarán encantados de pasar “ratos de silencio” en compañía de sus padres y disfrutar de actividades comunes. La esencia de esta experiencia es la relación entre padres e hijos. Este rato de silencio puede servir para que los niños expresen sus sentimientos y pensamientos, y les ofrece una sensación de calor y seguridad. El tener una hora regular asignada al contacto con otros les ayuda a manifestar aquellas preocupaciones o preguntas importantes que requieren un ambiente más relajado. Además, a los niños de todas las edades les gustan las rutinas y los rituales, y el comportamiento repetitivo maximiza el aprendizaje del niño. Algunas de las ventajas de incorporar estas prácticas a la actividad cotidiana son:
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Una mayor conciencia y entendimiento de uno mismo.
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Una mayor habilidad para relajar el cuerpo y liberar tensión física.
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Una mayor concentración y una mayor capacidad de prestar atención, que es crítica para el aprendizaje.
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Mejor capacidad para gestionar situaciones de estrés, al crear formas de respuesta más relajadas.
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Mayor control sobre los pensamientos, con un mayor dominio sobre pensamientos inoportunos.
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Al compartir pensamientos y sentimientos de manera regular se facilita un entendimiento y una comunicación más profundos entre padres e hijos.
Tómate un momento para pensar en algún niño que forme parte de tu vida y pregúntate: ¿qué es lo que de verdad quieres como padre o profesor para este niño? ¿Qué esperanzas o expectativas tienes para él? Surgirán una variedad de respuestas, que dependerán de las necesidades, fortalezas y retos particulares de cada niño. Sin embargo, el que ese niño logre cumplir esas expectativas dependerá de que nosotros, como adultos en su vida, hayamos sido capaces de
equiparle con la fortaleza interior necesaria para enfrentarse a los retos cotidianos y a los grandes desafíos de la vida. ¿Será capaz de ser resistente frente a los obstáculos y a las oportunidades? ¿Podrá levantarse y superarse ante las grandes pruebas de la vida?
¡Qué mejor regalo que ofrecerle a todos los niños las herramientas prácticas para la regulación emocional a fin de que puedan recuperarse más rápido de situaciones estresantes! Los beneficios son muchos – desde una mejor salud y una capacidad mejorada para el aprendizaje, hasta vidas más plenas y felices. Ojalá tengamos el tiempo y la voluntad para darles a nuestros hijos ese regalo.
Linda Lantieri es Fulbright Scholar, conferenciante y una experta, reconocida internacionalmente, en inteligencia social y emocional y en resolución de conflictos. Es directora de The Inner Resilience Program, cofundadora de Resolving Conflict Creatively Program (RCCP) y consejero fundador de Collaborative for Academic, Social and Emotional Learning (CASEL).
Desarrollando la inteligencia emocional Linda Lantieri
Existe una fuerte demanda pública en las escuelas de EEUU para la implementación de enfoques educativos efectivos que no sólo promuevan el éxito académico, sino que mejoren además la salud y prevengan los problemas de comportamiento. Una encuesta entre los votantes registrados realizada en 2007 por Partnership for 21st Century Skills (www.21stcenturyskills.org) reveló que el 66 por ciento de los encuestados pensaba que los estudiantes necesitaban un conjunto más amplio de aptitudes que no se limitara a las matemáticas, la lectura y la escritura. El 80 por ciento manifestó que las aptitudes que los estudiantes necesitan hoy día en su preparación para los empleos del siglo XXI son muy diferentes de aquéllas que se necesitaban hace 20 años.
De hecho, la investigación científica ofrece pruebas cada vez mayores de que ayudar a los niños a desarrollar buenas aptitudes sociales y emocionales temprano en la vida resulta en grandes diferencias en su salud y bienestar a largo plazo. En su trabajo pionero Working with Emocional Intelligence (1998), Daniel Goleman identificó el CE (cociente de inteligencia emocional) como un factor tan importante que el CI (cociente intelectual) en el desarrollo sano de los niños y en su éxito futuro en la vida. Goleman escribe (1998, 19):
A pesar del énfasis que le otorgan las escuelas y los departamentos de admisiones [de las
“
universidades], el CI por sí solo explica una parte sorprendentemente pequeña de los éxitos en el trabajo o en la vida. Cuando se realiza una correlación entre los resultados de los tests de CI y el éxito de los individuos en sus carreras profesionales, las estimaciones más altas le otorgan un 25 por ciento de relevancia (Hunter y Schmidt 1984: Schmidt y Hunter 1981). Sin embargo, un análisis más cuidadoso sugiere que esta cifra no supera el 10 por ciento, y sea tan sólo de un 4 por ciento (Sternberg 1996)”.
El trabajo Goleman nos ha ayudado a entender la importancia de la inteligencia emocional como un requisito básico para el uso efectivo del IQ; es decir, de nuestros conocimientos y aptitudes cognitivas. Goleman estableció la conexión entre nuestros sentimientos y nuestros pensamientos de manera más explícita al señalar cómo las áreas emocionales y ejecutivas del cerebro están conectadas fisiológicamente, especialmente en el ámbito de la enseñanza y el aprendizaje.
La ciencia neurológica nos dice que el cerebro infantil experimenta un fuerte crecimiento hasta la mitad de la tercera década de vida. La neuroplasticidad, tal y como la denominan los científicos, implica que la formación de los circuitos cerebrales durante esta etapa de crecimiento depende en
gran medida de las experiencias cotidianas del niño. Las influencias del entorno son particularmente potentes a la hora de formar los circuitos neurológicos sociales y emocionales. Por ejemplo, aquellos jóvenes que aprenden a calmarse cuando están irritados parecen desarrollar una mayor fortaleza en los circuitos del cerebro para enfrentarse a situaciones adversas (Goleman 2008).
En las aulas de la ciudad de Nueva York y en otros lugares, los profesores están empezando a equipar a sus jóvenes estudiantes con las aptitudes necesarias para ser conscientes y regular sus emociones más eficientemente. Y parece que la práctica regular de estas aptitudes contemplativas fortalece los circuitos cerebrales que subyacen bajo la regulación emocional. Entre las ventajas de estas prácticas regulares pueden incluirse:
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Una mayor conciencia y entendimiento de uno mismo.
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Una mayor habilidad para relajar el cuerpo y liberar tensión física.
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Una mayor concentración y una mayor capacidad de prestar atención, que es crítica para el aprendizaje.
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Mejor capacidad para gestionar situaciones de estrés, al crear formas de respuesta más relajadas.
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Mayor control sobre los pensamientos, con un mayor dominio sobre pensamientos inoportunos.
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Al compartir pensamientos y sentimientos de manera regular se facilita un entendimiento y una comunicación más profundos entre padres e hijos.
Nosotros, como adultos que participamos en la vida de los niños, no podemos seguirles diciendo a los niños que “se calmen” o que “presten atención” sin ofrecerles algunas directrices prácticas de cómo hacerlo. Al ofrecer a los niños prácticas sistemáticas en técnicas que les ayudan a prestar atención y a relajar sus cuerpos, cultivamos sus florecientes capacidades mientras facilitamos el desarrollo de sus circuitos neuronales. El hecho de enseñar estas prácticas a los alumnos no sólo mejora sus aptitudes sociales y emocionales, sino también su resistencia, es decir, su capacidad para arreglárselas y prosperar frente a la adversidad.
Muchos padres y educadores valientes están siendo pioneros en la enseñanza de técnicas para calmarse y prestar atención como una parte cotidiana de la jornada escolar. En la sociedad de hoy existe una ventana de oportunidad para que este tipo de enfoques se introduzca en las escuelas y los hogares. Es esencial que los niños aprendan nuevas maneras de elevar su espíritu y alimentar
su vida interior como una parte normal y natural de su experiencia de crecimiento. Y como dijo Gandhi “Tenemos que empezar por los niños”.
Artículo Linda Lantieri [Este artículo ha sido adaptado con permiso de Lantieri L. (2008) Building Emotional Intelligence: Techniques to Cultivate Inner Strength in Children . Sounds Trae, Boulder, CO]
Linda Lantieri, MA es directora de The Inner Resilience Program y cuenta con más de 40 años de experiencia como profesora y administradora en East Harlem, y como miembro del claustro de Hunter College. Es cofundadora de Resolving Conflicts Creatively Program (RCCP), un programa ampliamente respetado en el ámbito del aprendizaje social y emocional. Se le puede contactar en The Inner Resilience Program, 40 Exchange Place, Suite 111, New York, NY10005, (212)5090022, extensión 226; fax (212)5091095.