COMENTARIO DE TEXTO FILOSÓFICO “En fin, “En fin, si aún si aún hay hombres hay hombres que no están suficientemente persuadidos suficientemente persuadidos de la existencia de Dios y de su alma en virtud de las razones aducidas por mí, deseo que sepan que todas las otras cosas, sobre las cuales piensan estar seguros, como de tener un cuerpo, de la existencia de astros, de una tierra y cosas semejantes, son menos ciertas. Pues, aunque se tenga una seguridad moral de la existencia de tales cosas, que es tal que, a no ser que se peque de extravagancia, no se puede dudar de las mismas, sin embargo, a no ser que se peque de falta de razón, cuando se trata de certeza metafísica, no se puede negar que sea razón suficiente para no estar enteramente seguro el haber constatado que es posible imaginarse de igual forma, estando dormido, que se tiene otro cuerpo, que se ven otros astros y otra y otra tierra, sin que exista ninguno de tales seres. Pues ¿cómo podemos saber que los pensamientos tenidos en el sueño son más falsos que los otros, dado que frecuentemente no tienen vivacidad y claridad menor? Y aunque los ingenios más capaces estudien esta cuestión cuento les plazca, no creo puedan dar razón alguna que sea suficiente para disipar esta duda, si no presuponen la existencia de Dios.”
(Descartes, Discurso del Método, 4ª parte)
1. Exposición de la temática del texto. El texto ante el que nos encontramos pertenece a la cuarta parte del libro “Discurso del Método” de Descartes, en el cual presenta su proyecto filosófico basado en la construcción de un sistema de conocimientos del cual podamos tener absoluta certeza. Para ello, confía plenamente en la razón como medio necesario para alcanzar el conocimiento verdadero, teniendo ésta la misma estructura en todos los seres humanos. En esta cuarta parte en la que se centra el fragmento que comentamos, Descartes procede a la construcción de ese sistema de conocimientos partiendo desde cero y empleando únicamente la herramienta de la razón, tras haber realizado anteriormente un método para el correcto uso de la misma. Concretamente, el texto que comentamos tiene un gran contenido temático puesto que refiere a la existencia del alma y de Dios y la mayor fiabilidad que tenemos de su conocimiento frente al que tenemos por medio de los sentidos. De tal forma que Descartes expone a todas aquellas personas que aún no están seguros de la existencia de Dios y del alma, que ambas realidades son más fáciles de conocer con certeza que todo lo que percibimos por los sentidos. Para proceder a la explicación de la temática del texto podemos comenzar por referirnos a quién se refiere Descartes en el momento en que nombra a “esos hombres”. En el párrafo justamente anterior al que comentamos, Descartes expone su defensa frente a las posibles críticas que le pudieran llegar por parte de materialistas y empiristas desde su proyecto filosófico y a éstos son a los que se refiere Descartes en la primera mención del texto, puesto que afirma que ambos grupos de personas tienen el grave problema de no ser capaces de pensar nada que no provenga de la experiencia sensible a pesar de que realidades no materiales como el alma o Dios son más fáciles de conocer únicamente con la utilización de la razón. En este texto, Descartes afirma la existencia de Dios y del alma pero debemos hacer ver cómo llegó Descartes a ambos conocimientos, es decir, cómo llegó a tener una certeza absoluta de su existencia y de la de Dios. En un primer momento, en el comienzo de la construcción del
sistema de conocimiento, un sistema que será semejante a los sistemas axiomáticos de la lógica y las matemáticas, Descartes parte desde cero para proceder a la búsqueda de el o los primeros axiomas a partir de los cuales poder deducir el resto del conocimiento humano. De esta forma, Descartes se pone en la búsqueda de la primera verdad, sobre la cual tuviera certeza absoluta, mediante la aplicación del método que ha desarrollado anteriormente en la tercera parte de este libro. Concretamente, Descartes aplica el criterio de verdad establecido en la primera regla del método, un criterio de verdad basado en la evidencia. De tal forma que establece que será evidente y por consiguiente verdadero todo aquél enunciado que posea las propiedades de la claridad y la distinción. Esta aplicación sucesiva de la primera regla del método va a dar forma al procedimiento conocido con el nombre de la duda metódica, procedimiento que tiene como objetivo alcanzar la primera verdad para, a partir de ésta, ir recuperando la certeza en el conocimiento. En relación con las características del procedimiento de la duda podemos referir que es metódica, es decir, que se deriva de la aplicación de la primera regla del método y que no es escéptica, puesto que emplea el procedimiento para salir de la duda y encontrar de esta forma la primera verdad. También podemos afirmar que se trata de un procedimiento universal, es decir, va a dudar de todo conocimiento aunque pretende no afectar a cuestiones morales ni políticas. Es hiperbólica, lo que quiere decir que va a rechazar todo conocimiento sobre el cual tenga la más mínima duda, y
tiene una vigencia en el tiempo, sólo se emplea hasta el
momento en que se llegue a la primera verdad. Además, no descubre verdades nuevas, sino que llega a los mismos conocimientos que se tenían con anterioridad pero manteniendo una clara certeza en la veracidad de los mismos y, por último, es teórica, es decir, que no afecta a cuestiones políticas, éticas ni morales. Los principales motivos de duda que establece Descartes son la duda sobre la fiabilidad de los sentidos, la dificultad para distinguir los estados de vigilia de los estados de sueño (motivo al que se refiere expresamente en el fragmento), los errores al razonar y, además, un cuarto motivo de duda que es la hipótesis del genio maligno, el cual es referidopor Descartes en su libro “Meditaciones Metafísicas”. El motivo de duda sobre la fiabilidad de los sentidos pone en duda que las cosas sean como las percibimos, ya que no podemos estar seguros de que las propiedades que observamos en los objetos sean características objetivas de los mismos. Se pone en duda la información que nos proviene de los sentidos porque se demuestra que existen ocasiones en que los sentidos nos engañan y nos aportan informaciones falsas. La dificultad de distinguir entre estados de vigilia y sueño, como refiere Descartes en el texto, pone en duda la existencia del mundo y de nuestro propio cuerpo, puesto que a todos nos ha ocurrido alguna vez que hayamos tenido un sueño tan vivaz que llegamos a creer que esa es la verdadera realidad. Esta afirmación es la que emplea el autor para criticar la seguridad que presentan materialistas y empiristas en la experiencia sensible y en lo que percibimos a través de nuestros sentidos. Los errores al razonar ponen en duda el uso deductivo de la razón, ya que todos hemos tenido experiencia de errores al hacer un uso deductivo de la razón. Y, por último, la hipótesis del genio maligno consiste en una radicalización de la duda. Descartes para explicar esta hipótesis parte del supuesto de que podríamos haber sido creados por un ser superior y maligno, el cual nos podría haber dotado de una razón con unos principios falsos, erróneos, de tal forma que cuando la empleáramos y creyéramos que la estamos usando bien,
en realidad estaríamos totalmente engañados. Así es como Descartes pone en duda los principios racionales, los axiomas de la lógica y las matemáticas. Dudando de todo lo mencionado anteriormente, Descartes llega a un conocimiento absolutamente indudable y evidente, llega a la primera verdad. De forma que expresa que mientras dudaba, intuyó la existencia de su propio pensamiento, su alma, la cual realizaba la acción de dudar. Descartes concluye, por lo tanto, que la primera verdad es su propia existencia, lo cual sería expresado con palabras de Descartes “pienso, luego existo”. Una vez conocida la primera verdad Descartes se pone en la búsqueda de la esencia de la misma y, finalmente refiere que la esencia o naturaleza de su propia existencia era pensar, una res cogitans. Estas son, por consiguiente, las razones aducidas por Descartes para demostrar la existencia del alma, a las cuales se refiere en el texto. La explicación de la existencia de Dios, así como el resto del conocimiento, es realizada por Descartes apoyándose en la primera verdad y haciendo un uso deductivo de la razón. De forma, que en esta demostración Descartes emplea tres argumentos. El primer argumento que elabora es el llamado argumento epistemológico o gnoseológico, para la explicación del cual necesitamos tener un cierto conocimiento de la teoría de las ideas de Descartes. Las ideas son para Descartes el resultado de la acción de pensar, es decir, actos mentales, pero existen diferencias entre ellas dependiendo del contenido representado en las mismas. Siguiendo este criterio podemos distinguir tres tipos de ideas como son las ideas adventicias, facticias e innatas. Las ideas adventicias son aquellas de cuyo contenido tenemos una fuerte disposición a creer que proviene de una realidad exterior (no podemos asegurar que esto sea así en este momento puesto que Descartes no ha demostrado aún la existencia del mundo, cosa que hará en la quinta parte de este libro). Las ideas facticias son aquellas que la mente construye a partir de otras y, por último, las ideas innatas. El innatismo de Descartes supone que la razón tiene una predisposición natural a formar estas ideas, entre ellas podemos encontrar la idea de pensamiento, existencia, sustancia, infinito… Entre estas ideas Descartes encuentra una a partir de cual desarrollará el argumento epistemológico para la demostración de la existencia de Dios y esta idea es la idea de perfección. A partir de la idea de perfección Descartes pone en práctica el principio de causalidad para encontrar la causa de la misma. De forma que él no podía ser la causa de esta idea puesto que tenía que ser algo ontológicamente igual o superior a la idea (ya que el principio de causalidad implica que la causa tiene que ser ontológicamente igual o superior al efecto), es decir, él no podía ser la causa de la idea de perfección porque él no era perfecto ya que dudaba. De tal forma que, aplicando el principio de causalidad, llega a la conclusión de que esa idea sólo puede ser causada por un ser semejante al representado en su contenido, es decir, por Dios. El segundo argumento que refiere Descartes para demostrar la existencia de Dios se basa en la búsqueda de la causa de su propia existencia, de forma que se pregunta si él mismo ha podido ser su propia causa y concluye que no ha podido ser así puesto que de haberlo sido no se hubiera creado como un ser imperfecto y que, además, conociera la idea de perfección. Por lo tanto, termina afirmando que él existía y que su ser dependía de otro ser que poseyera todas las perfecciones de las cuales él tenía ideas, es decir, concluye que Dios es su causa. A raíz de este segundo argumento y, con los datos obtenidos del anterior, se infiere la naturaleza de Dios. De forma que se establece que a Dios pertenecen todas las realidades que supongan
perfección, Dios es perfecto. También se deriva que Dios es de naturaleza simple puesto que en todo compuesto hay una dependencia y en la dependencia hay imperfección. Dios sostiene y da el ser a todos los seres y es sustancia en sentido propio, no depende de ninguna otra realidad que no sea él mismo, es decir, es la única realidad que existe por sí misma y si existieran otras realidades (que no se han demostrado en este momento), entonces los sostendría en el ser. El tercer y último argumento es el llamado argumento ontológico por el cual se establece una comparación entre una relación geométrica y Dios, de tal forma que de la misma manera que en un triángulo es una propiedad esencial que sus ángulos sumen 180º, en Dios es una propiedad esencial la existencia. Con estos tres argumentos Descartes aduce las razones por las cuales demuestra la existencia de Dios y, con las anteriormente citadas, la existencia del alma como se expresa en el texto. Además, como ya hemos mencionado estas dos realidades inmateriales son más fáciles de conocer y podemos tener más certeza en el conocimiento de las mismas que en la experiencia sensible, ya que como se observa en el texto puede ponerse en duda esta experiencia porque a veces ocurre que confundimos los estados de vigilia y los de sueño. Además, debemos comentar la última frase que Descartes refiere en el texto “Y aunque los ingenios más capaces estudien esta cuestión cuando les plazca, no creo puedan dar razón alguna que sea suficiente para disipar esta duda, si no presuponen la existencia de Dios”, con la cual Descartes nos hace ver que no será posible disipar la duda en el conocimiento sensible, en el conocimiento del mundo y en nuestro propio cuerpo si no presuponemos la existencia de Dios, es decir, que Dios es para Descartes una pieza clave en su argumentación porque sin su existencia no sería posible la existencia del mundo. ¿Cómo explica entonces Descartes la existencia del mundo? Descartes aduce en los tres argumentos ya mencionados que Dios es perfecto y nos ha creado. A partir de estas dos afirmaciones es de las que parte Descartes para demostrar la existencia del mundo diciendo que como Dios es perfecto y nos ha creado y, además, tenemos una fuerte inclinación a creer que ciertas ideas que tenemos en nuestro pensamiento provienen de una realidad exterior, Dios conoce todo esto y no va a permitir que creamos en la existencia de esta realidad si esta no existe realmente. Por lo tanto, concluye que existe una realidad exterior, a la cual Descartes denomina mundo. Para concluir, en el texto se refiere a dos términos contrapuestos como son la seguridad moral y la certeza metafísica. Con ambos Descartes se quiere referir a que no debemos confundir la seguridad moral que tenemos en las cosas, la cual es necesaria para vivir nuestra vida de forma normal, con la certeza metafísica, es decir, la seguridad moral se refiere al hecho de no estar constantemente preguntándonos por todo pero tenemos tener claro que tener seguridad moral no implica que estemos totalmente seguros de la verdad de su contenido. De tal forma, que esto lo que pretende hacernos caer en la cuenta Descartes es que para conocer algo debemos tener certeza metafísica de la misma no una simple seguridad moral.
Rocío Rodríguez Delgado, 2º Bachillerato A