Can we dance the landscape? («¿se («¿se puede bailar el paisaje?») era el título de un espectáculo de Min Tanaka, bailarín y coreógrafo japonés de Butoh, asiduo colaborador de Derek Bailey. ¿Se puede hablar de música? Es decir, ¿se puede extrapolar la experiencia sensible de un sentido a otro? Y así, ¿no es una quimera un libro que pretenda hablar de música? ¿No se convierte más bien en otra cosa cuando se intenta traducir una experiencia de un ámbito (la escucha) a otro (el pensamiento)? Acaso solo se pueda hablar de música, si es que se puede decir algo a través de las palabras, a partir de ella, desde dentro de ella, desde las impresiones que nos deja en la memoria o desde la experiencia de su práctica. Y aunque es evidente que la música consta de sonidos y no de palabras, hay palabras que ayudan a entender los sonidos, como las que vierte Derek Bailey en este libro. Derek Bailey logra, a través de las palabras, hacer bailar el paisaje de la improvisación improvisac ión musical. Lo que hoy en día se llama improvisación, es decir, la improvisación musical contemporánea, también llamada im provisación provisaci ón libre libre ( ( free free improvi improvisation, sation, en inglés) o, para decirlo como Derek Bailey, la «improvisación no idiomática», nació como un esqueje del (o una reacción al) free al) free jazz norteamericano de los años sesenta. Muy rápidamente se transformó en un estilo autónomo con unas características muy determinadas y singulares. Esta tendencia musical, inicialmente marginal, de un grupo reducido de ingleses a mediados de los años sesenta explotó en todas direcciones, ha fructificado en la mente de mucha gente y sus miles de prácticas, casi tantas como practicantes, la han convertido en uno de los
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géneros musicales más activos, prolíficos y dinámicos de la actualidad. A lo largo de sus casi cincuenta años de vida, y con miles de practicantes de todos los pelajes en todo el mundo, la escena improvisadora se ha ido alimentando de las aportaciones de músicos provenientes de diferentes tradiciones (jazz, clásica contemporánea, rock, músicas étnicas, electrónica), aportando cada una de ellas una nueva/vieja mirada a la corriente principal, a la vez que la enriquecían indudablemente. El mundo, o mundillo, de la improvisación está compuesto en primer lugar por los músicos que se expresan a través de ella, pero también por los críticos que reseñan sus conciertos y discos, los sellos discográficos que los editan, los festivales especializados que los programan, el público que sigue esta música. Es un conglomerado de personas y energías que no conoce barreras geográficas o generacionales, incesante, bullicioso, apasionante y apasionado. Y un mundo donde la información circula a gran velocidad. Información entendida principalmente como la música en sí, pero también como todo lo que rodea a la improvisación, por ejemplo las ideas que se pueden verter en los libros. Este fue un libro pionero, un libro que abrió un camino, el primer libro que habló de la improvisación como un hecho musical específico y autónomo, tratándola como lo que es: un mundo completo en sí mismo, tan rico y variado que abarca muchas y muy diferentes prácticas en su interior. Con este libro, Derek Bailey empezó a dibujar el mapa de la improvisación musical como si fuera un territorio a explorar, y este esbozo de mapa se convirtió en el punto de partida y matriz a la cual todos los libros posteriores se han tenido que referir necesariamente. Es normal que casi treinta años después de su primera edición algunos de los conceptos vertidos en él se hayan matizado, profundizado, ampliado, discutido o descartado. Desde la salida de la primera edición en 1980 hasta ahora han aparecido otros libros que han
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tratado la improvisación exclusivamente desde la técnica, la teoría, la estética, la filosofía, la historia o la biografía. Pero el germen de todos ellos, el inicio de la reflexión acerca de la improvisación musical como hecho global, común y preponderante entre los músicos, está aquí, intacto. Esta es la fuente original. Hay muchas ideas, y muchas ideas válidas, en este libro. La mayoría de ellas están insertadas como de paso en medio de anécdotas, conversaciones o descripciones. Pero todas ellas son genuinas porque provienen de la seria y profunda experiencia práctica de la improvisación por su autor. Son ideas a posteriori, después del acto de improvisar, como el cigarrillo «después de…». Reflexiones de improvisadores que acceden a hablar de lo que para ellos es la improvisación, o lo que creen que es, o lo que pueden decir que es. Así sucede también con las ideas de Derek Bailey. En este país llevamos, en lo que a la música creativa se refiere, y muy especialmente en el campo de la improvisación, un retraso estructural de una generación, aproximadamente (es decir, entre veinte y treinta años). Evidentemente, hay que hacer las salvadas y honorables excepciones de los que llevan muchos o pocos años lidiando por el reconocimiento de la improvisación como práctica musical «normal» —entre los que quisiera contarme— y que se han convertido en los embajadores de un género musical que aún despierta recelos en la mayoría de melómanos, incluidos los que se piensan más audaces y vanguardistas. Pero, en general, el músico español que ha querido dedicarse a la improvisación en este país lo ha tenido muy difícil. Aun sin poder lanzar las campanas al vuelo, actualmente ya lo es menos; pero durante una época no había prácticamente improvisadores en activo, ni escenarios, ni discos, ni libros que poder consultar y de los que poder aprender. Cada cual debía buscarse la vida como podía y, sobre todo, aprender inglés para poder acceder a las discusiones importantes que se producían en el medio internacional.
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Al margen de la revista Oro Molido, que dirige Chema Chacón con empeño desde hace ya unos cuantos años, y de algún que otro artículo o reseña esporádica en los medios de comunicación, la improvisación no ha tenido una presencia escrita relevante. En el 2009 apareció el primer libro serio sobre este tema en España: Improvisación libre, la composición en movimiento, de Chefa Alonso. Este año sale el de Derek. Los improvisadores estamos de enhorabuena. La situación parece que empieza a normalizarse. Nunca se podrá agradecer lo suficiente que este libro esté finalmente disponible en español. Son muchos los músicos que se beneficiarán de él ahora y en el futuro. Y es que, tanto para los veteranos que llevan ya años dedicándose a esta música como para los más jóvenes y curiosos, que, mordidos por la picadura de la improvisación, desean unas pautas de referencia claras para poder empezar a dedicarse a ello, este libro será una referencia, como lo es en todos los países donde se ha traducido. Ojalá les pueda ayudar, a los que decidan iniciarse en esta práctica, a enfocar e iluminar el camino a recorrer. Y a los ya experimentados improvisadores que no lo han leído, seguro que los reafirmará poniendo palabras y definiciones a conceptos que de una manera intuitiva ellos ya han descubierto por sí mismos. Mi más sincero agradecimiento y enhorabuena al editor y al traductor por la valentía que han demostrado en verter este libro al castellano. El honor es suyo. Agustí Fernández