José Luis Pardo
WxÄxâéxM i|ÉÄxÇàtÜ xÄ ÑxÇátÅ|xÇàÉ (Reedición en Editorial Pre-textos, en prensa)
José Luis Pardo
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Introducción
c
ara
decepción
y
disuasión
anticipada
de
todos
sus
comentadores, Deleuze ha dejado escrito que nadie habla mejor
de la obra de un filósofo que el filósofo mismo. En el caso presente, es bien posible que los ojos de Deleuze tolerasen mal algunas de las afirmaciones que se emplean para "explicar" su pensamiento, allí donde sólo su voz parece tener el poder de enseñar lo inenseñable; es, quizá, el tributo por disertar sobre autores —en todos los sentidos del término—vivos. En los textos de Deleuze se puede aprender cómo el rigor en la exégesis y la audacia en el ejercicio de un pensamiento libre de las constricciones de las burocracias intelectuales entreteje de tal modo las ideas propias con las ajenas que, en cierto momento, la distinción es apenas posible. Asimismo, y a lo largo de años, quien esto suscribe ha confundido su propio pensamiento con el de Deleuze, a quien debe -aunque esto constituya un magro homenaje, acaso una indirecta descalificación- su intimidad con la filosofía y en cuyo interior se hallaba agradablemente perdido; el presente trabajo -que, por eso, no puede satisfacerle- le ha obligado, por tanto, a arrostrar la dificultad suplementaria de tener que desprenderse, separarse y despedirse del pensamiento de Deleuze tras una larga travesía sin encuentros (se trata, pues, de un "Gilles Deleuze tal y como yo lo imagino"). Esperamos haber librado al lector de los irrelevantes avatares de esa travesía, pero no podemos ahorrarle su propia travesía. Pues lo principal, sin duda alguna, son los problemas de Deleuze, los problemas de su pensamiento -un pensamiento que entraña enormes dificultades objetivas---, que no son susceptibles de ser resumidos en unas pocas páginas. Como ocurre siempre en esta disciplina, nadie puede eximir al que se interesa en ella de lo que constituye su más indubitable corazón: el pensar. Conocer a un pensador es siempre pensar con él, recorrer sus laberintos, exasperarse ante sus dificultades. El propósito de la obra de Deleuze es iniciar una variación en el ejercicio del
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pensamiento, introducir una diferencia en la práctica de la filosofía, tanto en su contenido como en sus formas de expresión. El ha indicado que se acerca el día en que apenas será ya posible escribir libros de filosofía como desde hace tanto tiempo se acostumbra a hacer. La búsqueda de nuevos medios de expresión filosófica fue inaugurada por Nietzsche, y ha de ser continuada en nuestros días en conexión con la renovación de otras artes, el cine o el teatro por ejemplo.
Jugando con el título de la obra a la que pertenecen estas frases, diremos que nuestro libro aspira solamente a repetir esa diferencia, a invocar el tipo de desviación en el ejercicio del pensamiento en que consiste la propuesta teórica de Deleuze. Y esto no puede hacerse sin advertir en dónde radica el núcleo de todas las dificultades que encierra la filosofía cuyas líneas maestras intentaremos exponer en lo que sigue: se trata de pensar las fuerzas que determinan al pensamiento y, por tanto, de pensar en el límite del pensamiento, de hacer pensable también ese límite. No se creerá que, con ello, el discurso filosófico aspira simplemente a ampliar el territorio de su jurisdicción para extender el imperio del concepto a un ámbito del que estuvo otrora ausente; al contrario, esa "extensión" cambia por completo la faz del concepto y subvierte la imagen tradicional de la representación filosófica. Nuestras dificultades para comprender a Deleuze son, en definitiva, nuestras dificultades para abandonar esa imagen y pensar de otra manera. El grueso de nuestra exposición se ocupa, en primer lugar, de las obras monográficas de Deleuze; después, de esos dos grandes trabajos que son Lógica del Sentido y Diferencia y Repetición; y, finalmente, de los dos volúmenes de Capitalismo y Esquizofrenia de los que es co-autor Félix Guattari. El lector encontrará las abreviaturas por las que citamos las obras de Deleuze listadas en la bibliografía, al final del texto. José Luis Pardo, Madrid, 1989.