La decisión: el fnal del camino Una vez que en mi camino el Señor vaya aclarando su proyecto de amor para mi vida, llegará tarde o temprano, el momento más fascinante y el más difícil: elegir. El Señor respeta hasta el etremo mi li!ertad. "e invita, me sugiere, me entusiasma y propone, pero #amás impone sus sueños a los los míos míos.. Somo Somoss siem siempr pre e li!r li!res para para deci decidir dir si ac acep epta tarr o rec echa haza zarr su propuesta. $l nos seguirá amando igualmente. Su amor es incondicional, a pesar de que sepa claramente qu% es lo me#or para nosotros. &legado el momento crucial, es !ueno sa!er que toda decisi'n tiene cuatro aspectos que hay que tener en cuenta: (. Un aspecto de renuncia: para realizar aquello que deseo tengo que renunciar a todo aquello que no deseo con tanta fuerza. )ara casarse, un hom!re elige una mu#er y simultáneamente renuncia a todo el resto de las mu#eres del planeta. El que piensa que puede elegir sin renunciar, vivirá siempre en una fantasía infecunda. *. Un aspecto de preerencia: se llega a una elecci'n no porque es la +nica posi!le allí no ha!ría propiamente elecci'n-, sino porque es la preferida o la me#or entre muchas elecciones posi!les. Elegimos el !ien mayor y no el mal menor. . Un aspecto de conexión con el pasado: nuestras elecciones no pueden prescindir de qui%nes somos y de d'nde vivimos. /niciamos cosas nuevas pero siempre desde la !ase de lo que hemos reci!ido, sufrido y gozado a lo largo de nuestra vida. 0. Un aspecto de proyección hacia el uturo: la elecci'n hecha condiciona de alg+n modo todas las elecciones que vendrán luego en el futuro. Si alguien elige ser sacerdote porque cree que 1ios lo llama a eso, entonces elegirá luego tam!i%n un modo de vivir, amar y tra!a#ar propio de un sacerdote. &o mismo para una religiosa o un matrimonio. decisi si'n 'n es ento entonc nces es el 2nal 2nal de Un ca cami mino no con con “fna “fnall eli eliz” z”.. &a deci cualquier camino de discernimiento, de !+squeda de la 3oluntad de 1ios. Si esta !+squeda ha sido verdaderamente a!ierta y sincera, no podría terminar de otra forma. El 42nal feliz5 de este recorrido es siempre un 4S65 a algo: sí a una vida matrimonial, sí a una vida consagrada, sí a una entrega más generosa y radical a los demás sin esperar nada a cam!io, sí al Señor como +nico centro de mi vida. 1
El camino es más largo o más corto dependiendo de cada historia personal, que siempre es sagrada, y por eso +nica. 1urante ese tiempo, el Señor nos ayuda en la tarea de ir alineando nuestro deseo con su 1eseo7 nos da la posi!ilidad de ir sintonizando nuestro querer para que se parezca cada vez más a su 8uerer. 9&o me#or que nos podría pasar 8uerer las cosas que 1ios quiere para nosotros, para el mundo. $se es el ;eino de 1ios del cual tanto ha!la!a
!a#o la certeza que nos da la fe. Si esperamos certezas matemáticas, p'lizas de seguro contra equivocaciones, seguridades inoida!les, es pro!a!le que gastemos la vida sin arriesgarla en nada. “La fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven” =! ((,(-, por eso tantos santos y santas se atrevieron a
decirle que sí al Señor en medio del claroscuro de la fe, sin pretender otra garantía que la fe en >qu%l que dio la vida por nosotros y que nos invita a hacer lo mismo por los demás. 1ecía
nuestra dignidad humana. Se trata de una opci'n madura y serena hecha en el claroscuro de la fe, que nos ilumina en nuestro peregrinar a la casa del )adre, como dice el poeta: B&>;CSBU;C Blaroscuro del sentido, claroscuro de la fe. Breo la luz que se ve, veo el misterio escondido. Blaroscuro voy perdido de !elleza y de verdad. Som!ras, decidme. Ballad, luces sa!idas. Breer es la manera de ver total la realidad. Pedro Casaldáliga, !"#
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