I.E.S. ARROYO DE LA MIEL DPTO. CULTURA CLÁSICA
CUADERNO DE
LATÍN II
ÍNDICE. I.LITERATURA. TEMA 1. LA COMEDIA. TEMA 2. LA HISTOROGRAFÍA. TEMA 3. LA POESÍA ÉPICA. TEMA 4. LA POESÍA LÍRICA. TEMA 5. LA FÁBULA. TEMA 6. LA ORATORIA. II. TEXTOS. II.1. TEXTOS DE LA GUERRA CIVIL II.2. TEXTOS DE LA GUERRA DE YUGURTA. III. ETIMOLOGÍAS. APÉNDICE: VOCABULARIO BÁSICO. CURSO 2017-18
I. LITERATURA TEMA: LA COMEDIA ROMANA.
Índice. 1. Las raíces del teatro italiano autóctono. - Fabula atelana. - Versos fesceninos. - Saturae. - Mimos. 2. Nacimiento de un teatro literario bajo la influencia griega. - Livio Andrónico. - Gneo Nevio. - Quinto Ennio. 3. La fábula paliata. - Plauto. - Estacio. - Terencio. 4. La fábula togata. 5. Teatro italiano autóctono: La atelana literaria, el mimo y la pantomima. - Atelana literaria. - Mimo. - Pantomima. 6. Influencia posterior.
1. LAS RAÍCES DE UN TEATRO ITALIANO AUTÓCTONO. Antes de que Livio Andrónico impusiese en Roma en el siglo III a.C. el drama regulado según el modelo griego, existían en Italia central dramatizaciones populares que constituyen el embrión de un teatro italiano autóctono. Su evolución a formas literarias se retrasó con la influencia de Grecia, siguió un desarrollo larvado, paralelo a las fabulae griegas, adquirió categoría de género literario en el período clásico y terminó suplantando al teatro de formas griegas en la época imperial. La aguda vision de la realidad, la intuición para captar la parte risible de la existencia, el espíritu crítico del pueblo italiano, en una palabra, el Italum acetum se manifestaba plenamente en estas improvisadas manifestaciones populares que podían ser: – Fabulae Atelanae, llamadas así por ser originarias de la ciudad osca de Atela en la Campania. Se usaban máscaras que caricaturizaban personajes convencionales fijos: Dossenus, el jorobado; Bucco, el charlatán; Maccus, el glotón; Pappus, el viejo chocho; etc. Constituyen el más antiguo precedente de la Commedia dell'Arte italina. – Versos fesceninos, procedentes de la ciudad falisca de Fescenio. Tenían lugar con motivo de las bodas. Un coro de jóvenes y otro de doncellas intercambiaban puyas y burlas de carácter mordaz y picante. – Saturae, revoltijos de poesías y escenificaciones cortas de diversos ritmos. – Mimos. Originariamente se representaban en Roma durante las Floralia, licenciosas fiestas en honor de la diosa Flora. Eran procaces imitaciones en las que hombres y mujeres actuaban sin máscara.
2. NACIMIENTO DE UN TEARO LITERARIO BAJO LA INFLUENCIA GRIEGA. Las primeras representaciones dramáticas literarias (fabulae) empiezan en Roma con Livio Andrónico. Este teatro literario ya, no arranca de las embrionarias formas dramáticas italianas anteriores, sino que es el resultado de la introducción en Roma de las técnicas teatrales griegas, tal y como se encontraban en el siglo III a.C. Si bien las piezas se escribían y representaban siguiendo los cánones griegos, el argumento, personajes y ambientación podían ser griegos o latinos, por lo que se clasificaban de la siguiente manera: Crepidatae: Tema griego. Los actores calzaban la crepida, zapato de tacón alto. Tragoediae Praetextae: Tema latino. Los actores llevaban la toga praetexta, vestido romano propio de reyes y magistrados. Fabulae Palliatae: Tema griego. Los actores se cubrían con el pallium, típica vestimenta griega. Comoediae Togatae: Tema latino. Los actores llevaban la toga, vestido nacional romano. Los primeros autores teatrales que a continuación se citan, no se limitaron al género dramático: a. Livio Andrónico: también escribió comedias paliatas, de las que sólo se conservan tres títulos, dos de ellos inseguros: Ludius o Lydius (el histrión o el lidio); Virgo o Vargus (la doncella o el vagabundo) y Gladiolus, sobre el tema del soldado fanfarrón. b. Gneo Nevio: Es ante todo un autor de comedias; se conservan unos treinta títulos de piezas suyas: Ariolus (El adivino); Leo (El león); Acontizumenos (El herido por un dardo); Tarentilla (La doncella de Tarento); etc. c. Quinto Ennio: Frente a su extensa producción trágica – unas treinta tragedias – sólo se han conserevado los títulos de dos comedias suyas: Cupuncula (La taberna ) y Pancratiastes (El luchador de pancracio). 3. LA FABULA PALLIATA. A. Tito Maccio Plauto (254-184). Las pocas noticias que se tienen de la vida de Plauto proceden de Aulo Gelio (siglo II d.C.), quien las recoge de Varrón y están envueltas en la leyenda. Nació hacia el 250 a.C. en Sarsina, pequeña villa de la Umbría recién incorporada al ager publicus romanus; llegó joven a Roma y eligió el teatro como medio de vida. Cuenta la tradición que se arruinó y tuvo que servir como esclavo en un molino, consiguiendo salir de esta situación gracias a su ingenio en la composición de comedias. Posiblemente él mismo fuese el director (dominus) de su propia compañía teatral (grex) e interpretase, como siglos después hizo Moliére, los papeles más importantes. No disfrutó de la protección de los poderosos, ni recibió una esmerada educación como Terencio, su escuela fue la vida misma, quizá por eso su teatro va dirigido al pueblo llano, a los soldados, esclavos y demás gente sencilla. Sus obras tuvieron tal éxito entre las clases populares,
que se representaron incluso después de su muerte y muchas comedias se arrogaron su paternidad, de forma que se le llegaron a atribuir 130. Plauto es el primer autor latino del que nos ha llegado un corpus extenso de obras, las 21 comedias que Varrón fija como inequívocamente suyas: Amphitruo, Asinaria, Bacchides, Captivi, Casina, Cistelaria, Curculio, Epidicus, Menaecmi, Mercator, Miles gloriosus, Mostellaria, Persa, Poenulus, Pseudolus, Rudens, Stichus, Trinummus, Truculentus y Vidularia (muy fragmentada). Las comedias plautinas son palliatae, el mismo Plauto suele decir en los primeros versos de sus obras el título griego de la pieza y su autor. Busca los modelos en la comedia nueva helenística (siglos IV-III) de Filemón, Demófilo, Dífilo y Menandro, que ha dejado de ser una sátira política para convertirse en espectáculo de entretenimiento. Plauto es fundamentalmente un caricaturista; ha transmitido tipos dramáticos universales que perduran en la comedia de Occidente: El soldado fanfarrón, la “celestina”, el joven galán, el vejo severo, el parásito, el gracioso, etc. B. Cecilio Estacio. Lugar intermedio entre Plauto y Terencio ocupa el galo insubro Cecilio Estacio. Llegó a Roma como esclavo procedente de la Galia Cisalpina y fue manumitido, tomando el nombre de su dueño. Sólo quedan unos trescientos versos de las cuarenta comedias paliatas que compuso, la mitad de ellas recreando en latín a Menandro: Faenerator, Plocium, Fallacia, etc.
C. Publio Terencio Afer (190-159) Terencio es un esclavo de raza bereber, nacido en Cartago. Su vida discurre entre la segunda y tercera guerra púnica; entró a servir en casa del senador Terencio Lucano, quien tras darle una esmerada educación, lo manumitió. Formó parte del helenizante círculo humanista y literario de los Escipiones. Las comedias de Terencio (seis) se han conservado a través de una edición crítica que hizo de ellas el gramático Marco Valerio Probo (finales del siglo I d.C.). Se estrenaron entre el 166 y 160 a.C.; dos, Phormio y Hecyra, son adaptaciones de Apolodoro de Caristo; y las otras cuatro, Andria, Heautontimoroumenos, Eunuchus y Adelphoi, de Menandro. Terencio usa con frecuencia la contaminatio, que consiste en refundir dos piezas diferentes de la comedia nueva griega para recrear una sola comedia latina. A diferencia de Plauto, Terencio no sabe amoldar su estilo al público al que va dirigida la comedia y con frceuencia sus estrenos constituyen un fracaso. Terencio no caricaturiza como Plauto, sino que ahonda en la psicología de sus personajaes,. En sus obras hay una intencionalidad moral, un humanismo, una preocupación por transimitir un mensaje, por lo que están llenas de aforismos de profundo contendio ético.
4. LA FABULA TOGATA. No es posible reconstruir ninguna de las piezas de la comedia togata, pues sólo se han conservado unos 650 versos, 70 títulos y los nombres de tres autores: Titinio, Atta y Afranio de los que apenas se tiene alguna noticia. 5. TEATRO ITALIANO AUTÓCTONO. –
Atelana literaria: La vieja fabula atellana adquiere categoría de género literario hacia el año
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90-80 a.C. en la época de Sila: Nos han llegado los nombres de dos actores, Pomponio y Novio y unos cien títulos que recuerdan los personajes tradicionales de la Atelana: Maccus copo (Maco tabernero); Maccus virgo (Macco doncel); Pappus praeteritus (Papo derrotado en las elecciones); Buccus adoptatus (Bucco adoptado); etc. Mimo: A la atelana literaria, que no gozó mucho tiempo del favor del público, sucedió en tiempos de César el mimo literario, que no deriva del primitivo mimo griego de Sofrón de Siracusa, sino del viejo mimo romano, que en esta época gana verdadera forma artística. El creador del género fue el caballero romano Décimo Laberio, que por orden de César compitió en el 46 a.C. con otro célebre mimógrafo, Publilio Siro. Los títulos de los mimos son muy parecidos a los de las atelanas y togatas: Piscator (El pescador); Salinator (El vendedor de Sal); Colax (El adulador); etc. Del mimo literario se han conservado una colección de sentencias, algunas de las cuales se usan todavía (Da dos veces el que da rápido). Pantomima: Al mimo literario, que no sobrevivió a los dos autores citados, sucede en época imperiel a la pantomima, representación que, como su nombre indica, suprime totalmente el diálogo, reduciéndose a imitaciones, gesticulaciones y danzas de caráctre más o menos obsceno, por lo que algunos emperadores las prohibieron, Debió destacar como actor Latino, citado por Persio y Juvenal.
6. INFLUENCIA POSTERIOR. A pesar de la mala fama con que contaba la dramática latina entre los autores cultos de la Antigüedad, parece ser que la influencia de los autores imporatntes, principalmente Plauto y Terencio, continuó a lo largo de toda la latinidad, si bien a lo largo de la Edad Media, Plauto, al contrario que Terencio, fue poco apreciado, al ser considerado difícil y tachado de inmoral. Con la llegada del Renacimiento Plauto vuelve a ser leído, estudiado, respresentado e imitado y su influjo se deja sentir con intensidad en la mayoría de las literaturas europeas (Ludovico Ariosto). En España ya en la Celestsina pueden apreciarse numerosas reminiscencias de Plauto, y aunque es discutible el alcance de las mismas, el hecho en sí parece incuestionable. Otros autores españoles en los que se deja sentir su influencia son: Juan del Encina, Torres Navarro, Lope de Rueda, Lope de Vega, Calderón de la Barca, etc.
TEMA 2. LA HISTORIOGRAFÍA ROMANA INTRODUCCIÓN: La historiografía, estudio y narración de los hechos del pasado, es probablemente el género literario más antiguo, pues desde siempre se han transmitido oralmente los recuerdos del pasado de la tribu y la genealogía de las familias. Los niños aprendían desde pequeños las historias de su pueblo oyendo a unos y otros y, a su vez, las transmitían a sus descendientes. Esto dio lugar al nacimiento de la poesía épica –pues era mucho más fácil recordar esas narraciones una vez puestas en verso-, pero también al género de la historiografía, escrito en prosa. Para los griegos el término historia designaba genéricamente el conocimiento adquirido por descubrimiento o investigación, especialmente sobre algo que sucediera como consecuencia de la intervención del hombre (ej. hallazgo de nuevas tierras). La historiografía griega conlleva una visión del mundo racionalista: el historiador debe tratar de jsutificar el porqué de los hechos ocurridos. La formación del historiador era la propia de un hombre cultivado: la cuidadosa lectura de la literatura general y el estudio de la retórica (arte de influir y persuadir mediante el lenguaje, que dominó la formación superior en el mundo antiguo). La historiografía romana fue mucho menos rigurosa que la griega y de intención más moralizante. El romano no transmitía objetivamente los hechos antiguos, sino que los juzgaba y los describía desde su propio punto de vista. Además, para realizar una labor de historiador debía utilizar fuentes diversas. En una época como aquella, en la que no existía la arqueología, las principales fuentes eran orales y escritas. Por eso los documentos que consignaban hechos históricos tenían gran importancia. En Roma los documentos más antiguos que podían aportar un conocimiento histórico del pasado eran: - Textos públicos: Los documentos oficiales escritos no aparecen hasta después del siglo V a. C. Los archivos de los colegios sacerdotales, los documentos oficiales (leyes, tratados, etc.). La Ley de las Doce Tablas fue grabada en bronce en el año 491 a. C. por los decenviros. Inicialmente contenían diez leyes a las que añadieron posteriormente dos más. Las Tablas estaban expuestas en el foro romano. Su contenido se limitaba a poner por escrito el derecho vigente. Otros documentos públicos eran los foedera regum o tratados con los reyes de pueblos vecinos. Son documentos mitad jurídicos mitad religiosos (se firmaban con el ofrecimiento de un sacrificio). Las Actas de los magistrados registraban los acontecimientos más importantes relacionados con el desempeño de las funciones de los magistrados; llevaban el título de acta, comentarii o libri y se guardaban en los archivos oficiales. Son una fuente histórica de primer orden. Los más importantes de estos documentos eran los Libri Pontificium en los que se incluían, año por año, los sucesos más dignos de recordar (digna memoratu) y se publicaba el calendario anual con los dies fasti (cuando se podía administrar justicia) y los dies nefasti (las fiestas). También los Libri Lintei, escritos en tela de lino, contenían las listas de los magistrados, especialmente de los cónsules. - Textos privados: Las familias ilustres guardaban en sus archivos familiares los documentos escritos en honor de sus difuntos. Había de dos tipos: laudationes funebres (discursos en alabanza del difunto) y tituli imaginum (inscripciones grabadas debajo de los retratos o mascarillas del difunto; contenían sus hazañas, sus magistraturas, etc.).
LOS ANALISTAS: Siguiendo la tradición de los Pontífices y magistrados, los primeros historiadores romanos narraron los sucesos año por año, dando a sus escritos el nombre de Annales. Desde el siglo III a. C. hasta el siglo I a. C. Roma contó con numerosos historiadores. Los primeros analistas comienzan sus narraciones históricas en la Monarquía y se extienden hasta las Guerras Púnicas. Escriben en
griego porque su obra es una empresa nacionalista contra los cronistas cartagineses. Tratan de justificar la política expansionista de Roma por el Mediterráneo ante el mundo helenístico. El analista más antiguo es Quinto Fabio Pictor, a quien siguen L. Cincio Alimento, Valerio Antías,Gayo Acilio y Catón. Las obras de esta prolífica historiografía han desaparecido casi por completo y de la historiografía etrusca no queda casi ninguna huella.
ÉPOCA ARCAICA. CATÓN (234 – 149 a. C.): Cultivó varios géneros, pero fue en la historiografía donde destacó especialmente. Catón reacciona contra el ambiente filohelénico imperante en Roma que trataba de enlazar los orígenes de Roma con la historia de Grecia. Escribió Originii (Orígenes) de la únicamente se conservan fragmentos. Estaba compuesta por siete libros, escritos en latín, frente al griego utilizado por los analistas. No sólo narra esta obra los orígenes de Roma, sino también de los pueblos itálicos. Recoge la historia de Roma desde su fundación (753 a. C.) hasta los hechos contemporáneos, pasando, como no, por las Guerras Púnicas. No le interesa la historia centrada en las individualidades ni en la aristocracia que sólo buscaba ensalzar a sus héroes. Para Catón los protagonistas son los pueblos. Su obra es la primera manifestación de una historia social. Historia viva y colorista, animada por sus propios discursos introducidos dentro de la narración.
ÉPOCA CLÁSICA. Tras una etapa de transición aparecen los cuatro grandes historiadores latinos: César, Salustio, Tito Livio y Tácito. Más tarde se sucede una serie de autores carentes, en general, de una brillante personalidad, como Cornelio Nepote o Veleyo Patérculo. Tras éstos, los autores se limitan a elaborar resúmenes de los historiadores o a imitarlos.
CAYO JULIO CÉSAR (100 – 44 a. C.): Julio César es una de las personalidades más relevantes de la historia de la humanidad. Nació en el seno de la ilustre familia romana de los Julios, descendientes, según la tradición, de Iulus, hijo de Eneas y nieto de Venus. Su juventud coincide con la época de la guerra civil entre el demócrata Mario y el aristócrata Sila. Partidiario del primero César tuvo que exiliarse de Roma. Desde el año 68 al 65 vive en Hispania en calidad de edil. En el año 63 es nombrado Pontifex Maximus, puesto desde el cual intenta salvar a los conjurados con Catilina en Roma. Ocupó los puestos políticos y militares de mayor relieve, hasta el punto de que su biografía se confunde con la historia del mundo romano de su época. Con Pompeyo y Craso formó el primer triunvirato (60 a. C.) y llevó a cabo, como procónsul de las Galias, la conquista de este país (58-51 a. C.), al que conviertió en provincia romana. En el año 49 Pompeyo le exigió que licenciara sus legiones, pero César se negó y pasó el Rubicón. Se iniciaba así la segunda guerra civil. Después de la derrota y muerte de Pompeyo César llegó a roma como mandatario único e inició una serie de reformas que no culminaron porque fue asesinado en los idus de marzo del año 44 a.C. Aunque escribió diversas obras, lo esencial reside en sus Comentarii. El título de estas obras indica que se trata de un conjunto de notas o un fichero que reúne simplemente los elementos de un trabajo en formación. Entre estos comentarios podemos distinguir: Comentarii de bello Gallico (Comentarios acerca de la Guerra de las Galias): Escrito en orden cronológico, narra las campañas de César en las Galias hasta la redención de Vercingetórix en Alesia. Rinde homenaje a sus colaboradores e incluso a sus enemigos. Comprende siete libros (el séptimo, mucho más largo que los otros, fue tal vez redactado y publicado después de los demás) en los cuales no se limitó a exponer operaciones militares, sino que describe también las costumbres e instituciones de numerosos pueblos con quienes entra en contacto, y nos proporciona valiosos datos geográficos y etnográficos. Presenta los actos del modo más favorable para él: intenta probar constantemente que se vio obligado a la conquista de la Galia libre; disimula sus intenciones y atenúa sus fracasos. César se muestra frío y sereno, aparentemente objetivo. Comentarii de bello civili (Comentarios sobre la guerra civil): Esta obra consta de tres
libros y está sin terminar, ya que su muerte le impidió finalizarla. Narra en ella sus enfrentamientos con Pompeyo y finaliza la obra con la muerte de éste. Existen en ella intentos de apología personal y de detracción de sus adversarios. Estos comentarios poseen un valor documental evidente. César narra hechos como un testigo excepcional, juzga con profundidad con la finalidad de propaganda política. Es un excelente narrador: ordena su relato con claridad y sobriedad, con un estilo sencillo y elegante. Va a lo esencial pero con precisión. César redactó dichos comentarios a partir de informes técnicos elaborados por sus soldados (informes que él mismo enviaba al Senado) y apuntes personales sobre las campañas. Se caracterizan por el estilo sencillo y transparente, claridad de pensamiento, vivacidad del relato, sin pasajes extensos, en los que busca la pureza de la lengua, no afectada por vulgarismos, arcaísmos ni expresiones poéticas. El vocabulario es bastante militar. Usa la tercera persona narrativa, recurso literario que favorece la versión única de los acontecimientos. Su visión es la definitiva. Tiene una viva imaginación ya que narra acontecimientos no presenciados como si en realidad estuviera presente. Los “Comentarios” no carecen de defectos: desigualdades en el desarrollo, a veces también en el estilo... Fueron redactados a gran velocidad. A ejemplo de los greigos, los historiadores romanos se dedicaron a intercalar discursos, incluso ficticios, que ponían en boca de los personajes principales y que les permitían exponer con viveza el conjunto de la situación. César no prescindió de este procedimiento, aunque siempre bajo la forma de estilo indirecto, que reproduce el pensamiento sin tratar de transcribir los términos mismos del orador. No podemos considerarle un historiador en sentido estricto ya que César no es un hombre de letras sino de acción. No divulga la verdad de los hechos sino que pretende justificar sus actos y defenderse ante las críticas y las acusaciones recibidas de sus coetáneos, ya que para éstos César no era un historiador sino un caudillo que había publicado su diario de campaña. Pero sí podemos considerarlo el prototipo de escritor romano polifacético, dotado de gran clarividencia y flexibilidad espiritual. Presenta sus actos de modo lo más favorable para él. Historiadores posteriores consideraron que los “Comentarios” de César estaban inacabados. Aulio Hirtio compuso con elegancia un octavo libro para la “Guerra de las Galias” en el que refería las últimas resistencias y la pacificación (años 51-50).
CORNELIO NEPOTE (95? – 25? a. C.): Su vida nos es desconocida. Sabemos que fue amigo de Catulo y de Cicerón. Aparte de sus obras Cronica y Exempla (la primera ofrecía una visión de la historia universal y la segunda inició el género biográfico en Roma), su producción más importante es De viris illustribus en la que prosigue el género biográfico. Consta esta obra de 16 libros y contenía las vidas de los más grandes hombres de Roma y de Grecia, sobre todo en el campo militar, político y literario. Pertenecía al género de la biografía histórica y estaba escrita al modo de “vidas paralelas” entre romanos y no romanos. De esta obra sólo nos ha llegado el libro III. Nepote tiene de la historia una concepción “ejemplarista”. Los datos históricos sólo le interesan como medio necesario para poner de relieve el ejemplo moral (positivo o negativo). Como historiador es mediocre, con total carencia de imaginación, ceñido sólo a la anécdota personal, aunque en esto es un maestro. Su obra sirvió desde muy pronto como texto para la educación de la juventud por su aludida intencionalidad moral. Su lengua tampoco resiste comparación con la de César: es monótona y con frecuencia descuidada, sin brillo ni elegancia. Sólo a vece, en la enumeración de las virtudes de los héroes, su estilo se impregna de cualidades retóricas.
CAYO SALUSTIO CRISPO (86 – 35 a. C.): Nació en el seno de una familia plebeya afincada en Sabina. Fue amigo de César y desarrolló una rápida carrera como magistrado, llegando a ser procónsul de Numidia (provincia
africana). Vivió la crisis del final de la República y en su vejez se convirtió en cronista de los hechos vividos. Sus obras son: De Catilinae coniuratione (La conjuración de Catilina): Se centra esta obra en la conjuración contra el gobierno organizada por un noble empobrecido, Catilina, que no se llegó a materializar. Se ha dicho que el móvil que le llevó a escribirla fue el deseo de exaltar la democracia, atacar a Cicerón y defender a César contra la inculpación de estar implicado en la conjura. Lo que en realidad hace Salustio es mostrar un cuadro de costumbres que pone al desnudo a la nobleza en su más íntima corrupción, con una brillante caracterización de sus personajes. Bellum Iugurthinum (La guerra de Yugurta): Versa sobre la guerra en Numidia. Este reino fue aliado de Roma, pero Yugurta, sobrino del rey Micipsa, inició una campaña en contra hasta que fue vencido. Es una monografía, escrita con la información de las memorias de la época e incluso basándose en obras escritas en lengua púnica, documentado también por su propio conocimiento del país en el que estuvo como procónsul. Muestra la lucha entre el pueblo y la nobleza y un conocimiento detallado de los problemas sociales. Historiae (Historias): Sólo se conservan algunos fragmentos de esta obra que debió ser la obra maestra de su autor. Originariamente narraba hechos desde la muerte de Sila hasta el ascenso de Pompeyo, período muy breve. Constaba de cinco libros y se ha supuesto que la muerte sorprendió a Salustio en su labor. Es un autor moralizador, pero su moralismo desciende al terreno del análisis concreto. Se inspira en Cartón y en Tucídides. Su prosa se construye sobre períodos cortos, asimétricos, variados, con frecuentes elipsis y asíndeton. Se caracteriza por la brevedad, la agudeza y rapidez. Su estilo se caracteriza por la concisión, utilizando pocas descripciones, usando arcaísmos y una lengua erudita, artificialmente calculada. El relato se reduce a lo esencial. Muestra las luchas de las clases y de los individuos, donde abundan los discursos y retratos. Tiene una concepción dramática de la historia. Elige personajes enérgicos, de gran fuerza y les coloca en situaciones límite. Es un gran pintor de personajes. Para caracterizar a sus personajes se sirve con frecuencia de discursos puestos en su boca. En definitiva, podemos considerarlo como el creador de la Historia como género literario. Intentó dar a la Historia un matiz filosófico, tratando de explicar las causas, las consecuencias, la concatenación lógica de los hechos narrados.
ÉPOCA POSTCLÁSICA: Las obras históricas de este período tienen un valor psicológico y artístico, pues no reflejan fielmente la realidad. Los historiadores no aluden a las fuentes en las que se basan, ni siquiera consultan la documentación oficial existente. En ellas prevalece el interés por destacar el valor moral de lo narrado y la calidad literaria del escrito.
TITO LIVIO (59 a. C. – 17 d. C.): Nace en Padua y amplía sus estudios de Retórica en Roma y tal vez en Atenas. No participó en la vida política ni se dejó seducir por la afición a los viajes, común a la mayoría de historiadores antiguos. A pesar de sus convicciones políticas republicanas, fue amigo de Augusto a quien alaba en varios pasajes de su obra por haber restaurado los templos y aportado la paz al mundo. Augustó aseguró las fronteras del imperio, muy dañado por las guerras civiles y las turbulencias del período anterior. Gozó de la familiaridad del joven Claudio, que más tarde sería emperador, a quien inspiró aficiones de historiador. Su obra es conocida con el título de Ab urbe condita (Desde la fundación de Roma) y fue publicada sucesivamente en grupos de diez libros, ya que había proyectado 150 libros, aunque sólo logró terminar 142. A ello dedicó más de 40 años de su vida. Propone narrar la historia de Roma desde sus orígenes hasta su época (Druso). No poseemos el contenido total de la obra (sólo nos han llegado los libros del I al X y del XXI al XLV), pero lo conocemos por los abundantes resúmenes que se hicieron en época posterior.
El autor es sumamente nacionalista ya que sólo le interesa la historia del pueblo romano, siguiendo el método de los analistas. Sus relatos tienen dramatismo y algo de cómico. Es famoso por los discursos que introduce, compuestos según las reglas de la retórica. Utiliza un lenguaje culto, lleno de arcaísmos y abundantes licencias poéticas. Las frases de sus períodos son ricas en subordinación, aunque en los relatos dramáticos adopta un ritmo más corto y vivo. La finalidad de su obra es ensalzar a Roma. Livio pretende glorificar el pasado de Roma. El autor está lleno de orgullo, para él la historia de Roma es un espejo donde mirarse. Se le achaca negligencia en cuanto a la consulta de documentos originales, errores geográficos, vaguedad, ignorancia de técnicas militares y excesivo patriotismo que falsea la verdad objetiva.
P. CORNELIO TÁCITO (55? - 120? d. C.): Pertenecía al orden ecuestre. Fue recorriendo los peldaños del “cursus honorum” y desempeño varios cargos públicos, entre ellos el de cónsul y procónsul en Asia (112 d. C.). Su elocuencia le ganó muy pronto un alto renombre. Los títulos de sus obras más importantes son: De vita Iulii Agricola: es una biografía de su suegro, al que el emperador Vespasiano encargó la conquista de las Islas Británicas. Germania: Se inicia esta obra con un estudio sobre el origen y las costumbres de los germanos, para pasar luego a la descripción de cada uno de los grupos germánicos en diversos aspectos. Historias: constan de catorce libros que narran hasta la muerte del emperador Domiciano (96 d. C.). Sólo nos ha llegado de esta obra la primera parte, gracias a San Jerónimo. Annales: Es su obra maestra, pero nos ha llegado incompleta (falta el libro cuarto correspondiente al reinado de Calígula). Narran los sucesos de la época de Tiberio, Claudio y Nerón. Al comienzo de esta obra no se observa mucha crítica, pero con el paso del tiempo su opinión se vuelve negativa, y al final el Imperio aparece descrito como un dramático período de gobierno de los emperadores. Aborda la historia como un hombre de experiencia política y su obra se basa en una información sólida: memorias de escritores anteriores, documentos oficiales y archivos del Senado. En sus obras puede observarse el interés que demuestra por estar bien documentado y por ser imparcial, proponiéndose narrar los acontecimientos que precedieron inmediatamente a su época. Pero su objetivo es más moral que científico: no le interesan las cuestiones económicas ni sociales, sino los dramas de la corte imperial. Posee una gran sensibilidad e imaginación que le arrastran a interpretaciones personales, a modelar la realidad según su gusto. A los personajes les realiza un análisis psicológico: retratos vivos, impresionantes, de gestos, de discursos. Posee un estilo marcado por la sobriedad que no quita nada a la potencia sugestiva de la evocación. Sus frases son siempre vigorosas; imita a los poetas en el vocabulario, la sintaxis, el ritmo y orden de palabras. Su estilo es, por ello, poético, lleno de dramatismo y cargado de pasión y sentimiento. Posee un gran pesimismo ya que el conjunto de la obra tiene un tinte de desasosiego. Tácito ensayó una lengua y estilo nuevos, con un rico vocabulario esmaltado de arcaísmos, neologismos y giros poéticos, así como concisión de elementos, como elipsis, braquilogías, supresión del verbo, etc. Le influye mucho en su estilo Salustio.
SUETONIO (75? - 160? d. C.): Suetonio es el representante latino del género biográfico. Su obra está formada por una serie de biografías cuyos protagonistas son doce Césares que se suceden a lo largo de la historia del Imperio romano, comenzando por Julio César hasta Domiciano. El orden cronológico es el único hilo conductor que relaciona entre sí las doce vidas narradas por este autor. Su documentación es abundante, centrada en archivos, pero con tendencia a servirse de panfletos, memorias, correspondencia privada, etc. Las Vidas Paralelas de Plutarco, verdaderas biografías, difieren de las Vidas de los Doce
Césares (De viris illustribus) de Suetonio no sólo en la forma, sino también en el espíritu que las anima. Exteriormente son relatos continuos, que siguen también el orden cronológico, pero la personalidad del biografiado surge de los actos mismos y el lector va dibujando su imagen con los datos que van apareciendo a lo largo de la biografía. Suetonio, en cambio, es un modesto biógrafo, sin cualidades literarias. Su lengua se distingue por la concisión y asimetría. A pesar de ello, como los protagonistas de sus biografías son los de la Historia de su tiempo, la obra adquiere un extraordinario valor histórico.
ÉPOCA DECADENTE: Los autores que escriben obras historiográficas entre los siglos II y V d. C. reciben el nombre de historiadores menores, por oposición a las grandes creaciones de épocas anteriores. Esta época tardía de la literatura latina recibe el nombre de “época del cobre” y se caracteriza por las grandes convulsiones en el Imperio, que acabarían con la caída de éste. Destacan los siguientes autores:
FLORO (s. II d. C.): Es un autor de la época decadente donde el género de la historiografía se caracteriza por ser una compilación y resumen de las obras históricas de períodos anteriores, materia atractiva para un público que buscaba la distracción en la lectura de temas históricos. Este autor escribió dos libros en los que se condensa la producción de Tito Livio.
EUTROPIO (s. IV d. C.): Resumió la historia de Roma en su obra Breviarium ab urbe condita. Es un escrito de estilo muy sencillo, por lo que se utilizó posteriormente como obra de estudio, especialmente en la Edad Media.
AMIANO MARCELINO (330 – 400 d. C.): Escribió Los 31 libros de hechos, en los que relata la historia de Roma desde la muerte de Nerva (96 d. C.) hasta el año 378. Este autor sobresale en cuanto a creaciones originales.
TEMA 3. LA POESÍA ÉPICA.
ÉPICA ROMANA 1.- CARACTERÍSTICAS DEL GÉNERO ORÍGENES Y PRECEDENTES Se entiende por épica aquellas manifestaciones literarias de carácter narrativo que cuentan con un lenguaje solemne y majestuoso las hazañas legendarias de héroes o los orígenes míticos de un pueblo. La épica surge en las culturas primitivas vinculada con la tradición oral: son composiciones que se transmiten oralmente, generalmente con acompañamiento musical y que no tienen ni un único autor ni un texto fijo. A este estadío pertenecen las dos grandes epopeyas de la India - el Ramayana y el Mahabarhata -, y los poemas homéricos. Precisamente la enorme influencia que ejerce en toda la civilización occidental la cultura griega hace que, a partir de la Iliada y la Odisea, la épica se convierta en un género literario con características bien definidas. Surge de esta forma el poema épico o épica culta, producto de la voluntad de su autor que escoge el tema y utiliza conscientemente los recursos estilísticos a su alcance. A este último tipo de poesía pertenecen todas las obras de carácter épico de la literatura latina. En origen y desarrollo del género épico en Roma podemos observar tres características fundamentales: •
Influencia homérica.
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Utilización de la historia nacional como argumento épico.
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Influencia de la poesía alejandrina
Como ya se ha dicho los dos poemas homéricos son el punto de arranque de toda la épica occidental. En Roma Livio Andrónico, poeta tarentino del siglo III a. de J.C., tradujo, o más bien realizó una versión libre de la Odisea en versos saturnios. Esta obra, que dio a conocer los poemas de Homero en Roma, ejerció una enorme influencia y fue utilizada en las escuelas. Desde época muy temprana los autores latinos sustituyen los elementos míticos y legendarios por sus propias gestas históricas como tema de sus poemas épicos. Las primeras obras originales de género épico son epopeyas nacionales y, en cierto sentido, así se pueden considerar también los dos grandes poemas épicos que se nos han conservado completos: La Eneida y La Farsalia. El primer poeta que escribe una obra de estas características es Nevio, que a fines del siglo II a. de J.C. publicó con el titulo de Bellum Punicum un poema en versos saturnios sobre la primera guerra púnica en la que había participado personalmente. Entre los poetas que cultivaron el género épico con anterioridad a Virgilio destaca por su importancia Ennio, con quien la épica latina se consolida definitivamente. Su poema Annales es considerada como la epopeya nacional romana hasta la aparición de la Eneida. Era una obra en 18 libros, de los que sólo se conservan fragmentos, sobre la historia de Roma hasta su época. Su importancia en el desarrollo del género es grande, no sólo porque fue el primero en utilizar el hexámetro, verso tomado del griego y del que la épica toma el nombre, sino también porque fue el creador de un lenguaje épico en Roma. Toda la obra de Ennio contiene un sentimiento típicamente romano: un gran amor y admiración por Roma y por las hazañas de sus héroes. A comienzos del siglo I a. de J.C. se descubre en Roma a los poetas griegos del siglo III que, reunidos en Alejandría, habían creado una poesía mitológica erudita. De la influencia de este tipo de poesía surgen en Roma una serie de poemas narrativos extensos de tema mitológico, escritos en hexámetros. A este tipo pertenecen los "epilios" de los neotéricos y, muy especialmente, las Metamorfosis de Ovidio.
2.- VIRGILIO, EL POETA DEL PRINCIPADO 2.1.- Datos biográficos y perfil humano La existencia de tres buenas biografías de Virgilio ponen de evidencia la extraordinaria popularidad y estima de que gozó el poeta en su propia época. La más extensa de estas "vitae" es la escrita por Suetonio y reproducida después por Donnato. Además de estas biografías cercanas en el tiempo al poeta, también el propio Virgilio esparce por sus obras datos personales que nos dan una buena información de primera mano. Publio Virgilio Marón constituye una de las cimas de la literatura latina, siendo uno de los autores clásicos que ejerció en la literatura posterior una influencia más duradera y permanente. Junto con HORACIO y OVIDIO personifica la edad de oro que para la poesía fue la época de Augusto. Nació en una aldea cercana a Padua en el año 70 a. de J.C. y perteneció a una familia de clase media. Conviene señalar que, igual que ocurre con Livio, Horacio, Ovidio y tantos otros autores latinos importantes, Virgilio no era romano sino italiano, de la ribera del Po, y que, por elección propia pasó gran parte de su vida en la ribera del golfo de Nápoles; por este motivo algunos estudiosos del poeta señalan que en su persona, como en su obra, se realiza la unidad de Italia. Fue educado en Cremona y Mediolanum (Milán), estudiando con posterioridad filosofía y retórica en Roma. Murió en Brindis, el 19 a. de J.C., al regreso de un viaje a Grecia que había realizado para conocer "in situ" los lugares en los que se desarrollaba la Eneida. Fue llevado a Nápoles y enterrado en las afueras de esta ciudad. Vivió una época de profunda crisis en el mundo romano y asistió a los cambios que supuso el gobierno de Augusto, colaborando activamente y de buen grado en ellos. Aunque era persona de carácter tímido y poco comunicativo, sin embargo estaba muy relacionado con los grupos cercanos a Augusto y con el propio emperador; se sabe que, habiéndose visto afectadas sus tierras familiares por las expropiaciones llevadas a cabo por Augusto para asentar a los veteranos de las guerras contra los asesinos de César, les fueron devueltas o cambiadas por otras gracias a la intervención de Galo y Asinio Polión. Perteneció en un primer momento al "circulo de Polión", trasladándose después al de Mecenas, el gran amigo de Augusto y protector de artistas que colaboró con él en el intento de renovación de las costumbres y tradiciones romanas antiguas. Virgilio, profundamente identificado con los proyectos de Augusto, es el máximo representante de una poesía al servicio de los valores tradicionales de patriotismo y religiosidad que propugnaba el emperador. Aunque Virgilio es conocido gracias a la Eneida, ésta es su última obra. En su juventud estuvo relacionado con el grupo de poetas conocidos como neotéricos y publicó una serie de poemas de gusto alejandrino recogidos en una libro titulado Appendix Vergiliana. Entre los años 42 y el 39 a. de C. escribe la Bucólicas, que son la primera manifestación de la poesía augústea. Son diez composiciones de tema pastoril. Desde el 36 al 29 a. de C. trabajó Virgilio en las Geórgicas. Con este poema pretende apoyar la política de Augusto tendente a restablecer, una vez acabadas las guerras civiles, los modos de vida vinculados a la labor agrícola y a la vida campesina; su intención es proponer como ideal la vida en armonía con la naturaleza, que proporciona paz y contento, aunque no esté exenta de dureza y contratiempos. Virgilio fue un poeta admirado y reconocido ya en vida; son muchas las anécdotas sobre las manifestaciones espontáneas de cariño y reconocimiento que provocaba su presencia en lugares públicos; gozó de un reconocimiento importante en todas las épocas, y es uno de los autores más influyentes en todos los momentos de la civilización occidental. Su fama se basó en un primer momento en su carácter de poeta épico que había puesto de manifiesto la grandeza de Roma, pero su enorme importancia y su influencia posterior se debe a la perfección técnica de sus versos así como a su profunda humanidad y amor a la naturaleza. 2.2.- LA ENEIDA
2.2.1.- Tema y Estructura Virgilio dedica los diez últimos años de su vida, del 29 al 19 a. de C.- a escribir la Eneida, un poema épico en hexámetros que iba a eclipsar todas las obras épicas precedentes de escritores romanos e iba a fijar las características del genero para los escritores épicos posteriores. En este poema se ensalza el origen y crecimiento del poder romano. Ciertamente por los años en que Virgilio comienza a escribir la Eneida se producen los hechos centrales que inician el principado de Augusto: Octavio regresa victorioso de Accio, la paz en el imperio es total, se concede el titulo de "Principe" y de "Augusto" a Octavio; en resumen, Roma vive unos momentos de gloria que pudieron inducir al poeta a lanzarse por los caminos de la épica. Al parecer el deseo de Mecenas y del círculo de intelectuales próximo a Augusto era que el poema se hubiera centrado en la figura del propio emperador; el logro de Virgilio fue prescindir de la glorificación personal y unir los destinos de Roma y de Augusto en la glorificación de los orígenes míticos de la ciudad. Para ello se sirve de la leyenda de Eneas, padre mítico de Roma y, al mismo tiempo, antepasado divino de Augusto. El tema central del poema es, pues, la leyenda de Eneas, el héroe troyano que sobrevivió por mandato de los dioses a la destrucción de Troya y, tras un largo viaje, fundó un asentamiento troyano en Italia. La intencionalidad política de la Eneida es evidente ya en la elección del tema. Escogiendo la leyenda de Eneas como fundador de Roma, Virgilio relacionaba ésta definitivamente con la cultura griega. Por otra parte, se hacía descender "la gens Iulia", a la que Augusto pertenecía, de Iulo, el hijo de Eneas; de esta forma, como según la leyenda Eneas era hijo de la diosa Venus, se establecían unos orígenes divinos para el emperador. Virgilio presentaba así el régimen de Augusto como el heredero natural del glorioso pasado romano: Roma y Augusto quedaban de esta manera identificados de forma mucho más sutil y eficaz. Como obra literaria la Eneida es un poema de una extraordinaria complejidad. Sin duda Virgilio se inspiró en los poemas homéricos, pero al mismo tiempo, abandonando su primera vinculación con los "poetae novi", se aproxima a la épica arcaica de Ennio y de Nevio, que habían ensalzado a los héroes de su historia nacional mezclando hechos históricos con aspectos legendarios. Virgilio logra unir en el poema el presente y el pasado, la historia y la leyenda con gran habilidad; las hazañas de Augusto y los logros y aspiraciones de su recién nacido Principado aparecen en el poema, no expuestos directamente como materia narrativa, sino en forma de disgresión profética o fabulosa: en el libro I, Jupiter pasa revista a la historia de Roma hasta la época de augusto; en el libro VI la sombra de su padre, Anquises revela a Eneas el destino de Roma como dominadora y civilizadora de pueblos; por último, Virgilio aprovecha el recurso épico a la descripción de las armas, tomado directamente de Homero, para realizar una descripción de la historia de Roma que culmina con la victoria de Accio y el triunfo de Octavio Augusto. La Iliada y la Odisea le sugirieron la composición del poema en dos partes: los seis primeros libros, en los que se narra la peregrinación de Eneas desde la destrucción de Troya hasta su llegada a Italia, recogen el modelo de la Odisea; los otros seis, que recogen las alternativas en la lucha por la conquista de Italia, recuerdan a la Iliada. A la influencia homérica se debe también la presencia de los dioses y sus interferencias en la vida humana. Por otra parte, Virgilio se mantiene en la Eneida fiel al concepto romano de épica: es un poema nacionalista en el que no sólo Roma sino también Italia forma parte de los acontecimientos. Junto a la maquinaria mitológica, tomada del mundo homérico, aparecen en el poema, tratadas con gran respeto, antiguas creencias y prácticas religiosas, que estaban profundamente ancladas en la tradición romana. Es un poema que enaltece los sentimientos de piedad y religión, rasgos característicos de la antigua Roma y que Augusto intentaba restaurar. Eneas se nos presenta guiado paso a paso por la voluntad de los dioses en su tarea de establecer los "Penates" troyanos en Italia. Virgilio, aún reconociendo su deuda con Homero, supo imprimir a su obra un profundo sello de "romanidad": pretendió reflejar los principios de la restauración religiosa y moral que se estaba realizando durante el Principado de Augusto. El poema comienza cuando Eneas y sus compañeros llevan ya algunos años vagando en busca de
la tierra donde, según el mandato de los dioses, han de fundar una nueva ciudad. Eneas, con los Penates de la destruida Troya, con su padre Anquises y su hijo Ascanio vaga, asistido por su madre Venus, durante mucho tiempo por el mar, cuando una tempestad los arroja a las costas de África. Allí se está levantando Cartago, la futura rival de Roma. Recibido hospitalariamente por la reina Dido, Eneas hace un relato de la destrucción de Troya y de los acontecimientos posteriores. Narra a continuación Virgilio los amores de Eneas y Dido, que se ven obstaculizados por Jupiter, quien recuerda a Eneas la misión encomendada por los "hados"; Eneas parte y Dido se quita la vida. Estos episodios ocupan los primeros cuatro libros y destacan de entre ellos la destrucción de Troya, narrada con tono verdaderamente épico en el libro II, y los amores de Dido y Eneas, que ocupan todo el libro IV de un gran valor dramático y centrado en torno a la figura de Dido, uno de los personajes más logrado del poema. La primera parte del poema termina con el descenso de Eneas al infierno, narrado en el libro VI; allí contempla los espíritus de personas desaparecidas y recibe de su padre Anquises una visión profética sobre sus descendientes. Es éste un libro de una gran belleza formal y dotado, al mismo tiempo, de un importante contenido ideológico y filosófico; en él se exponen las ideas de Virgilio, tomadas del Neoplatonismo, acerca de la vida de ultratumba y de la reencarnación. Los seis libros siguientes, de mayor contenido narrativo y tono épico, narran la llegada a Italia de Eneas y sus compañeros y sus luchas principalmente con los Rútulos por el dominio de Italia. Destacan en estos libros algunos episodios, como el de Niso y Euríalo (libro IX) de gran valor dramático, el ataque de las amazonas dirigidas por Camila y, muy especialmente, el combate final entre Turno y Eneas que termina con la victoria de este último. 2.2.2.- Lengua y estilo de la Eneida Desde el punto de vista de la evolución del género épico, la Eneida se distancia de todos los poemas anteriores: por primera vez en un poema épico se insertan en la narración recursos y tonos literarios dramáticos y líricos. El estilo de la Eneida es nuevo; Virgilio varía el tono del poema según los momentos y alterna con gran naturalidad la solemnidad épica con el lirismo más puro y con momentos de fuerte dramatismo. Probablemente no alcanza la grandeza de Homero, pero construye una obra de gran humanidad; este es el rasgo más característico de Virgilio: el poeta canta al hombre que sufre para obedecer su destino y no al guerrero que combate. En este carácter lírico de la Eneida, que tan bien se adecua al propio carácter del poeta, se observa la influencia del "epilio" alejandrino. Aunque Virgilio imita a Homero y se inspira en él, su concepción de la poesía es ya muy distinta. Homero es el representante paradigmático de una épica primitiva, pensada para ser recitada generalmente con acompañamiento musical; su intención era exclusivamente cautivar y entretener. Virgilio, por su parte, es un poeta erudito: su obra es producto de un intenso estudio de la fuentes y de los modelos tanto griegos como latinos. Uno de los aspectos más criticados del poema virgiliano es el tratamiento de los personajes, en concreto el de Eneas. Se acusa a Virgilio de crear un personaje excesivamente frío, atento solamente a la voluntad de los dioses y con poca vida. El rasgo más característico de Eneas es la "pietas" y es más un héroe humano que un héroe guerrero como los homéricos. El segundo personaje en importancia es Dido, cuyos amores con Eneas son el centro del libro IV; este personaje está tomado de la tradición épica latina: Nevio ya la había introducido en su poema. Virgilio nos la presenta como una víctima de los dioses. La figura de Dido desmiente a quienes consideran que Virgilio era demasiado blando como para crear caracteres fuertes; es Dido, quizá, la figura más lograda de la Eneida y está llena de fuerza y pasión humana. La Eneida es una obra de extraordinaria perfección estilística y métrica, aunque su autor pidió en su testamento que se destruyera por considerarla inacabada. A pesar de los deseos del poeta, Augusto dio orden de que se publicara sin añadir nada, por ese motivo encontramos versos incompletos. Virgilio es el creador de un lenguaje poético clásico de extraordinaria perfección formal. Su estilo se caracteriza por la ya comentada variedad de tonos y por la cuidada selección de términos: alterna la utilización de neologismos (términos nuevos) y de arcaísmos que dan
solemnidad al texto. Logró además una perfecta adaptación del hexámetro a la lengua latina. 3.- LUCANO O LA ÉPICA ANTICLÁSICA. 3.1.- Datos biográficos y perfil humano. El poeta de origen español Lucano protagoniza hacia mediados del siglo I de nuestra era el único intento de renovar la épica, apartándose de forma consciente e incluso oponiéndose activamente a la concepción épica virgiliana, considerada clásica y que ejercía una influencia total sobre los poetas épicos posteriores. Lucano es el representante en el campo de la épica de un estilo nuevo, anticlásico y vinculado al movimiento estoico que, de la mano de Séneca el Filósofo, se impone en los primeros años del reinado de Nerón. Marco Anneo Lucano era hijo de Anneo Mela, hermano menor de Séneca el Filósofo con quien el poeta mantuvo una estrechísima relación y al que probablemente debe su inclinación por el estoicismo. Nació en Córdoba en el 39 d. de C., aunque fue llevado casi inmediatamente a Roma donde recibió una esmerada educación. Estudió filosofía con el estoico Cornuto, completando su formación, como era frecuente entre las familias distinguidas, con una estancia en Atenas. Gozó en sus primeros años de la amistad del emperador Nerón que lo admitió en su círculo. Esta situación varió años más tarde por razones que no se conocen exactamente, pero a las que no parecen ser ajenos los celos de Nerón ante el talento poético de Lucano y su éxito literario. Lo cierto es que a partir de un determinado momento se le prohibió escribir poesía y el ejercicio de la abogacía en los tribunales. Acusado de participar en la conjura de Pisón fue finalmente obligado a suicidarse, igual que su tío Séneca, en el 65 d. de C, a la temprana edad de 26 años. Lucano fue un autor muy precoz y extraordinariamente prolífico; sólo conservamos completo un poema épico-histórico, la Farsalia, pero nos han llegado los títulos así como noticias diversas de otras catorce obras, entre las que figuran obras dramáticas, discursos, sátiras y poemas varios. 3.2.- La Farsalia. 3.2.1.- Composición y estructura del poema. La única obra de Lucano que se nos ha conservado es la Farsalia, poema épico-histórico en hexámetros que tiene como tema la guerra civil entre César y Pompeyo, representante del partido republicano. La obra se compone de diez libros, aunque parece ser que Lucano tenía pensado escribir doce. El poema está inconcluso y su redacción se vio interrumpida en el libro X por la muerte de su autor. Tampoco tenemos información sobre con qué acontecimiento histórico debía terminar, aunque la idea más extendida es que pretendía finalizar el poema con la muerte de César. De hecho la obra sólo llega hasta la guerra de Alejandría y todo lo demás pertenece al campo de las conjeturas. Generalmente se piensa que el poema fue compuesto en dos períodos distintos. Los tres primeros libros los escribiría Lucano antes de su enfrentamiento con Nerón, y tratan de los comienzos de la guerra civil de un modo relativamente favorable a César; en los siete libros restantes, publicados después de la muerte de su autor, predomina un intenso republicanismo. El poema de Lucano presenta varios problemas a la crítica; el primero de ellos es el de título del mismo. Parece ser que el titulo originario y el que aparece en los manuscritos más antiguos era Belli civilis libri y que el nombre de Farsalia, con el que se la designa habitualmente, se debe a una interpretación, al parecer errónea, del siguiente verso del poema: "Pharsalia nostra vivet" (nuestra Farsalia vivirá, Phars. 9,985). Problema también muy debatido es el género -historia, retórica o poesía-, al que se debe adscribir la Farsalia. Es éste un problema estrechamente vinculado al tema elegido por el poeta para su poema, uno de los aspectos en los que Lucano resulta profundamente innovador. La elección de un tema histórico reciente contradice abiertamente no ya el paradigma de poesía épica fijado por Homero y Virgilio, sino también los principios teóricos enunciados por Aristóteles acerca de la
épica; según el filósofo griego en la epopeya era necesario narrar hechos universales, atemporales, que pudieran haber ocurrido, pero no hechos ocurridos realmente. Según esta concepción, el poema de Lucano no sería épica sino historia versificada; ésta es la opinión que expresa Petronio en el Satiricón y que sostienen la mayor parte de los partidarios del clasicismo. Por otra parte el tono declamatorio, sentencioso y retórico de la obra hace decir a Quintiliano sólo unos años más tarde que Lucano "debe ser imitado más por los oradores que por los poetas". Se puede considerar a Lucano un historiador épico y filosófico, que utiliza el tema histórico no como un pretexto sino como un vehículo de sus ideas y de su arte. Desde el comienzo del poema, Lucano rompe abiertamente con las convenciones que para el género épico estaban fijadas desde Homero. En este sentido es significativo su renuncia a invocar a las Musas, a Apolo o a cualquier otra divinidad helénica. Niega así la necesidad de modelos griegos para un poema que él considera específicamente romano. Rompiendo de esta manera con la épica heroica, se vincula con una cierta épica italiana menos conocida que, a la manera de Nevio, extraía sus temas de la historia reciente de los pueblos de la península. A esta tradición italiana debe Lucano toda una serie de elementos fantásticos y maravillosos como sueños proféticos, escenas de migromancia, augurios y prodigios que pueblan la Farsalia. En general la obra es anticlásica. Las características especiales de la Farsalia que hacen de ella un poema épico revolucionario son las siguientes: •
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El ya comentado cambio temático. El poema es exclusivamente histórico. Renuncia a, los elementos míticos tradicionales. La idea que domina el poema, muy cercana al pensamiento estoico, es que el propio pueblo romano ha conducido a Roma a su situación de decadencia con la corrupción y las discordias civiles. La ausencia de dioses y de aparato mitológico. Lucano destierra completamente a los dioses de su obra. Estos no tienen ninguna incidencia en el desarrollo de la acción. En el centro del poema está el hombre responsable único de sus actos. El "fatum" (destino) de los estoicos hereda parte de las funciones atribuidas a los dioses en la épica tradicional. Al no poder explicarse los acontecimientos por intervención divina, los hechos se explican de forma racional. Las causas de la guerra civil, por ejemplo, fueron minuciosamente analizadas. Por último, también rompe la tradición virgiliana el hecho de que la Farsalia no tenga un héroe unívoco. Hay tres figuras en la obra con entidad suficiente para ser considerados héroes: César, Pompeyo y Catón; pero Lucano no se inclina con claridad por ninguno de ellos, aunque parece que sus simpatías están del lado de Catón; hay autores que se inclinan por considerar que el héroe del poema es alguna de estas personificaciones abstractas como la Libertad o el Destino.
En su conjunto es una obra más trágica que la Eneida, porque sus personajes, determinados por la Fatalidad, tienen poco campo de actuación; pero, al mismo tiempo, es menos humana, porque en ella hay poca ternura y piedad, cualidades que sí tenían una fuerte presencia en el poema virgiliano. 3.2.2.- El estilo de Lucano Lucano es un representante de los gustos anticlásicos de la época neroniana y, tanto en el contenido como en la forma, intenta iniciar un nuevo camino para la épica, alejándose del modelo establecido por Virgilio y que nadie osaba cuestionar. Lucano inicia un camino verdaderamente revolucionario. El primer rasgo que destaca en su obra, como ya hemos comentado, es el uso y abuso del tono
retórico, que se manifiesta con diversos procedimientos: amplificaciones, repetición de ideas, aliteraciones, quiasmos, etc. Utiliza con frecuencia descripciones coloristas y discursos artísticamente elaborados, así como sentencias y frases lapidarias que se han convertido en citas célebres. Era excesivamente enfático y colorista, pero poseía cualidades como poeta que se ponen de manifiesto cuando se olvida de la filosofía y logra moderar su tendencia a enfatizar; sus hexámetros se suceden entonces fluidos y armoniosos.
TEMA 4: LA POESÍA LÍRICA.
I. INTRODUCCIÓN. Los orígenes de la poesía lírica se pierden en el tiempo. No obstante, sabemos que existían unas fórmulas rítmicas especialmente religiosas, mágicas o jurídicas: los carmina. En ellas se da correspondencia rítmica de dos o tres términos, aliteración, rima, etc. Después del siglo II a. C., surgen dos escuelas poéticas de tendencias opuestas: los tradicionalistas (Lucrecio) y los poetae novi. Los poetae novi se inspiran en los poetas griegos alejandrinos, quienes a través de múltiples alusiones eruditas quisieron llenar el ideal del poeta doctus. Sus principales composiciones serán los epyllia (epilios) o pequeños poemas épicos, llamados así sólo por la forma, que pretenden explicar ciertos usos pastoriles, el origen de fiestas, de costumbres, etc. El poeta griego más importante desde este punto de vista es Calímaco de Cirene. El primer poeta nouus importante fue Catulo. Después de la guerra civil entre César y Pompeyo y del asesinato del primero, llegó Augusto al poder, quien restableció en Roma el orden y la paz. Pero centró en su propia persona la vida pública romana en todas sus manifestaciones. También los poetas debían cantar la gloria del imperio romano. Para ello ayudó generosamente al círculo de Mecenas, magnate romano que se había propuesto dar a la poesía romana una época de esplendor. Ya en los últimos tiempos de la guerra civil, Mecenas había reunido en Roma un grupo de poetas notables. Del círculo de Mecenas salieron Horacio y Virgilio, y del de Mesala Corvino, otro protector de las letras romanas, Tibulo, Propercio y Ovidio. Estos últimos son los llamados propiamente elegíacos. La elegía latina no se corresponde en cuanto al contenido con la griega. En la forma del dístico elegíaco (hexámetro + pentámetro) poetas griegos como Calino de Éfeso, Tirteo y Solón tratan de gran cantidad de temas, sobresaliendo los políticos y los amorosos. Los poetas alejandrinos Calímaco y Filetas, modelos inmediatos de los elegíacos romanos, compusieron básicamente elegía amorosa. II. CATULO. Valerio Catulo nació hacia el año -84 en el norte de Italia, en la ciudad de Verona, de familia muy distinguida y en buenas relaciones con la aristocracia romana. Debió de irse a Roma bastante joven. Allí vivió apasionadamente sus dos grandes aficiones: la poesía y la vida mundana. Brilló en los círculos literarios y en los salones de la alta sociedad. Se enamoró de Clodia, una aristócrata joven y hermosa pero sin escrúpulos con la que vivió unos amores tempestuosos que no duraron demasiado. Murió cuando tenía alrededor de los 30 años. La vida y la obra de Catulo están estrechamente relacionadas. Es un ser apasionado: amaba y odiaba con la misma fuerza. Sus amigos y sus enemigos lo eran del todo, sin término medio. Sus sentimientos fluyen en estado puro, sin freno ni atenuaciones. La obra de Catulo conservada consta de 116 poemas; el más corto tiene dos versos y el más extenso 408. Atendiendo a su contenido, se pueden encuadrar en los siguientes apartados: - Poemas eruditos: son los poemas del 63 al 66 y el 68. En ellos el poeta, siguiendo los modelos alejandrinos, hace gala de erudición mitológica. Uno de ellos, La cabellera de Berenice, no es más que la traducción de uno de Calímaco. El poema más largo es el 64 y trata de las bodas de Tetis y Peleo, los padres de Aquiles. Es un epilio, es decir, un poema épico corto, de acuerdo con las ideas de los neotéricos. Algunos piensan que estos poemas pertenecen a la juventud del poeta. - Poemas amorosos: Constituyen el bloque mayor en la obra catuliana y el de más entidad y valor literario. Todos ellos están dedicados a Clodia, bajo el nombre de Lesbia. Puede seguirse en ellos, paso a paso, la línea recorrida por estos amores: una curva ascendente en su primera fase, que pronto iniciará su descenso hasta llegar a la ruptura definitiva. - Poemas a amigos y enemigos: Tiene grandes amigos a los que dedica poemas llenos de ternura y fino humor: Manlio, Celio, Quintio,… A sus enemigos les dedica poemas feroces: César, Mamurra, Egnacio,…
Con Catulo irrumpe en la literatura latina un aire nuevo. Es un gran poeta lírico, un formidable satírico y hasta posee aliento épico en el poema 64. Lo mejor de su producción son los poemas amorosos. Su sensibilidad profunda y la desnuda sinceridad de su pasión arrastran y emocionan. Su lengua recoge todo el caudal de la tradición vertido en unos moldes flexibles que combinan lo sabio con lo espontáneo. Además, introduce metros nuevos que luego recogerán otros poetas como Horacio. En los poetas de la época de Augusto es considerable la influencia de Catulo en cuanto a la concepción artística, la variedad de ritmos, la gracia y la delicadeza de la expresión. III. HORACIO. Quinto Horacio Flaco (-65/-8) nació en Venusa, en la Italia del sur, de un liberto de modestas posibilidades económicas, pero que hizo grandes sacrificios para que su hijo recibiera la mejor educación. Así pudo estudiar en Roma y marchar después a Grecia. Logró un puesto de escribano del Tesoro, a las órdenes de los cuestores. De entonces datan sus primeras producciones literarias. Virgilio le presenta a Mecenas y desde entonces cambia su vida. Mecenas le regala una finca en la Sabina y el poeta pasa su vida entregado a su verdadera vocación. Murió muy poco después que Mecenas, el cual, en su testamento, había dejado a Augusto el encargo de que cuidara de Horacio como si se tratara de sí mismo. Su obra se puede dividir en: a) Sátiras y epodos: - Sus sátiras son 18 composiciones repartidas en dos libros. El propio Horacio se considera seguidor de Lucilio (el creador del género) y, modestamente, inferior a él. Pero las sátiras de Horacio son, en general, más irónicas que airadas. Prueba de ello es el hecho de que él mismo las llama sermones (conversaciones). Afirma que la broma festiva y la burla amable son más eficaces que la invectiva destemplada. Le diferencia además de Lucilio el cuidado verso, que es una obsesión de Horacio. Algunos de los temas: nadie está contento con su suerte; invectivas contra los avaros, los usureros, envidiosos, adúlteros, cazadores de herencias, etc. - Los epodos son 17 composiciones. Por su contenido y su fecha de composición son una obra de transición entre el género satírico y la poesía lírica, que va a llenar la etapa siguiente de la vida de Horacio. Algunos son claramente satíricos: contra una alcahueta, un nuevo rico, un antiguo esclavo,…; pero también hay odas líricas con tema amoroso, de banquetes y de vino, de tema cívico-moral, y una, la más famosa, que es una égloga: el Beatus ille, un precioso e inspirado canto a la vida rural. b) Odas (Carmina): Son 4 libros con alrededor de un centenar de odas. Horacio transplanta al latín los temas y metros líricos griegos, sobre todo, de Alceo, Safo y Anacreonte. Antes había habido intentos, pero es Horacio el primero que transplanta la lírica eolia griega en su conjunto. Los temas son muy variados: amores, banquetes, dedicaciones de templos, partida y regreso de un amigo,… Pueden dividirse en odas amorosas, filosóficas (la mayoría epicúreas y alguna estoica) y romanas (en las que alimenta el mismo sentimiento nacional y patriótico que Virgilio en su Eneida). En la poesía lírica, Horacio es menos apasionado que Catulo. Nada más lejos de Horacio que los tumultuosos sentimientos de aquél. Sus mejores odas son las filosóficas, impregnadas de un escepticismo irónico, invitando al placer moderado, ya que cualquier exceso acarrea dolor e infelicidad. Dentro del género lírico hay que encuadrar también el Carmen Saeculare, encargado por Augusto, en el que se invoca a los dioses para que presten su apoyo y su favor divino a Roma en el presente y en el porvenir. c) Epístolas: En cartas dirigidas a sus amigos, Horacio se ocupa de la filosofía. Así introdujo y elevó a la categoría literaria un género nuevo en la literatura latina: la epístola poética. Son dos libros con un total de 23 epístolas. No se tratan de lecciones magistrales sino de divagaciones en tono sencillo y amical sobre problemas de la moral práctica: en qué consiste la felicidad, la paz del alma, la vida del campo,… La última de ellas es la Epístola a los Pisones, también conocida como "Ars poetica", en la que se encierra todo un cuerpo de teoría de la literatura. La característica más notable del estilo horaciano es la concordancia perfecta entre el pensamiento y la expresión. Tiene una idea muy elevada de la misión del poeta como educador e intérprete de los sentimientos civiles y religiosos. Ningún poeta latino ha alcanzado tan altas cotas en la perfección formal, pero resulta un tanto frío. Es, con Virgilio, el más perfecto modelo poético de plasticidad. IV. OVIDIO. Publio Ovidio Nasón (-43,17) comienza a brillar cuando los otros grandes poetas de la época de Augusto (Virgilio, Horacio,…) estaban en plena madurez pero ya abocados a sus últimos años. Ovidio nació en Sulmona, de familia de caballeros y por su edad no conoció los horrores de las guerras civiles, viviendo siempre en la "Paz de Augusto". Estudió elocuencia en Roma y filosofía en Grecia, y se hizo abogado para complacer a su padre. Pero pronto dejó las leyes por la poesía, su verdadera vocación y para la que estaba
extraordinariamente dotado: "Todo lo que intentaba escribir me salía en verso", dice él mismo ("Et quae tentabam dicere versus erat.") Fue halagado y mimado en los salones de la alta aristocracia romana y en las fiestas de la corte. Pero en el año 9 Augusto lo desterró, de manera fulminante, a Tomes, pequeña localidad a orillas del Mar Negro. Las causas del destierro permanecen ocultas. Él mismo menciona las palabras "Carmen et error" que son interpretadas de formas muy diversas por los distintos estudiosos. Ni Augusto ni Tiberio le concedieron el perdón, por lo que murió en el destierro. Su obra puede encuadrarse en tres grupos que corresponden a tres períodos cronológicos: I.- Obras de juventud: poesía amorosa: a) Los Amores (Amores), en 3 libros. Son elegías amorosas siguiendo el modelo de Tibulo y Propercio. Están dedicadas a una tal Corina, que parece ser un personaje ficticio para unos amores igualmente inventados, lo que hace que estos poemas resulten totalmente frívolos, careciendo de vida interior y profundidad de sentimientos. b) Heroidas (Heroidum epistulae). Una correspondencia en verso entre héroes y heroínas de leyenda. Entre Penélope y Ulises, Dido y Eneas, Ariadna y Teseo,… Están llenas estas cartas de erudición mitológica y de ornamentación retórica. c) El arte de amar (Ars amandi), en 3 libros. Es un tratado didáctico sobre el arte de buscar a la persona adecuada, enamorarla y conservar su amor. Está escrito al margen de toda moralidad. Complementos de esta obra son: Remedios del amor (Remedia amoris) y De los cosméticos femeninos (De medicamine faciei femineae). II.- Obras de madurez: poesía didáctica: agotado el ciclo amoroso, escribe sus mejores obras: a) Los Fastos (Fasti). Es una obra incompleta, que comprende 6 libros, uno para cada uno de los seis primeros meses del año, donde va describiendo las fiestas principales del calendario romano, relacionándolas con leyendas del pasado de Roma. b) Las Metamorfosis. Es el segundo gran poema épico de la época augústea y su obra cumbre. El carácter es completamente distinto al de la Eneida y poemas épicos anteriores. Las Metamorfosis es un poema mitológico erudito, subgénero épico que cultivaron los poetas alejandrinos y, consecuentemente, algunos neotéricos componiendo lo que se llamaron "epilios". Es un poema de madurez, iniciado poca antes de su destierro y que, a pesar de su extraordinaria perfección, el poeta consideró inacabado. Consta de 15 libros. Es la obra más ambiciosa y más lograda de Ovidio. Está escrita en hexámetros, frente al resto de su obra toda ella escrita en dísticos. Forman un cuerpo alrededor de 250 leyendas de héroes y personajes transformados en animales, en vegetales, en constelaciones,… Sigue un orden cronológico, desde la formación del Universo hasta la metamorfosis de Julio César en constelación. No obstante, se ha planteado frecuentemente la disyuntiva de si las Metamorfosis es, en realidad, un poema épico o no. A favor de que lo sea está la intención del autor de hacer un carmen perpetuum (es decir, una obra sin interrupción), la utilización del hexámetro (verso épico por excelencia), la aparición de recursos típicos como escenas de batallas, símiles, catálogos, digresiones, etc., igualmente un análisis del léxico revela que, en general, es más elevado que el utilizado en sus restantes obras. En contra, la falta de unidad temática, un cambio incesante alejado de la serenidad y quietud de la Eneida. Esta variedad se extiende también a los registros poéticos empleados: se mezclan pasajes épicos con otros bucólicos, líricos e, incluso, dramáticos. Las Metamorfosis no es una obra comprometida, ni tiene intencionalidad política como la Eneida. Ovidio escribe un poema superficial que sólo pretende sorprender, divertir y distraer. No vivió la época de las grandes guerras civiles y la obra pacificadora de Augusto no le inspira sino indiferencia, contrariamente a lo que ocurría con Virgilio y Horacio. No hay en la obra ni ideales patrióticos ni finalidad ético-religiosa, bases de la épica romana, porque era algo ajeno a la propia conciencia del poeta. III.- Obras del destierro: poesía elegíaca dolorosa: En su destierro de Tomes escribirá con dolorosa desesperación sus dos últimas obras: Las Tristes (Tristia) en 5 libros y Las Pónticas (Epistulae ex Ponto), 4 libros de cartas a su mujer y a sus amigos. Todo en dísticos elegíacos y con el tema de sus sufrimientos y las súplicas a Augusto para que le aligerase el castigo. La frívola superficialidad de sus primeras obras se ha convertido en estas últimas, nacidas del dolor, en expresión de sentimientos profundos. Su lenguaje es flexible, su expresión brillante y elegante. Sus versos están poblados de imágenes brillantes, ingeniosas, llenas de colorido. Ovidio representa un puente entre la poesía "clásica" y la "decadente", entre el siglo I a.C. y el siglo I d.C. En él empieza ya a deshacerse el modelo de clasicidad que representaban Virgilio y Horacio, basado en la contención y en la adecuación perfecta entre la forma y el contenido, y apunta ya a la decadencia de la época imperial, con exceso del retoricismo, falta de hondura y de ideas de dimensión universal, con primacía de lo superfluo sobre lo esencial.
A la belleza formal de sus versos se debe la influencia que ejerció sobre casi todos los poetas latinos que le siguieron: Lucano, Estacio, Marcial etc. Durante la Edad Media fue uno de los autores más admirados, favorecido por el gusto por la interpretaciones alegóricas de los mitos clásicos. La lista de autores que recibieron su influencia sería interminable: Dante, Petrarca, Boccacio, Racine, Shakespeare, Cervantes, Calderón de la Barca, … Las artes plásticas también encontraron una fuente de inspiración inagotable.
TEMA 5. LA FÁBULA. La fábula ha sido definida por uno de sus más insignes cultivadores, La Fontaine, como <
>. El género se da en todas las literaturas y es muy antiguo, con origen oriental, concretamente en la India. Luego pasó a Occidente y fue cultivado en Grecia por Esopo y en Roma por Fedro. Antes de Fedro existe ya la fábula en la literatura romana (por ejemplo, en una de las sátiras de Horacio, la fábula del ratón campesino y el ratón urbano). Pero son casos esporádicos, que no despojan a Fedro de su título de primer fabulista latino. Fedro (15? a.C.-50? d.C.) era de origen griego, de Macedonia. Vino a Roma muy niño como esclavo y Augusto le concedió la libertad. Empezó a escribir fábulas bajo el reinado de Tiberio, y murió de edad avanzada, bajo Claudio o Nerón. Se nos han conservado cinco libros de Fábulas, con un total de 123 piezas, aunque escribió muhcas más. La mayor parte de sus temas están tomados de Esopo, como el propio Fedro confiesa: Aesopus auctor quam materiam repperit, hanc ego polivi versibus senariis (I, prol. 1-2); pero hay también fábulas originales de Fedro, inspiradas en la vida y en las costumbres de su época. En el prólogo del libro I el autor nos dice cuáles fueron sus intenciones: <>. La diversión la encuentra el lector en el hecho mismo de que hablen los animales (lobos, corderos, zorras, ranas, grajos, perros, leones, monos, asnos, comadrejas, ciervos, águilas, panteras, ratones, etc.) y en las situaciones en que se desarrollan los diálogos. La intención moral es, por otra parte, evidente, Y no sólo en la <> con que suelen tereminar. La índole misma de las fábuas es moral. Las actuaciones de los animales son un claro ejemplo de las actuaciones humanas. Las fábulas de Fedro encierran una dura sátira contra los poderosos que abusan de su poder, contra los soberbios, los mentirosos, los malvados. Fedro es el <>, el defensor de los esclavos, de los pobres. Su crítica social y política la apreciaron bien sus contemporáneos: Sejano, el todo poderoso favoirto de Tiberio, le persiguió sañudamente, sin duda porque se veía reflejado y satirizado en algunas fábulas (<>, <>, <>...). Su lenguaje es claro y sencillo, pero elegante. No desdice de la gran poesía de la época de Augusto. El propio Fedro se precia de su concisión, pero no cae en la sequedad. Es pintoresco y sugestivo. La forma métrica de la fábula es el senario yámbico (Seis yambos: u -). El senario yámbico de Fedro tiene gran libertad y admite gran cantidad de sustituciones en sus pies; de esta forma el autor se acerca más al habla ordinaria. Todas las fábulas de Fedro están escandidas en senarios yámbicos, siendo la cesura más frecuente la penthemímeris, apareciendo también la heptemímeris. Como características del género se pueden citar también: la brevitas, la variatio y la aemulatio. No se dieron en la Fábula latina las grandes cumbres literarias que alumbró Roma en otros géneros narrativos como la Historia y la Oratoria.Sin embargo, las aportaciones de Fedro a la Fábula constituyen un punto de obligada detención para el estudioso. La progresiva intelectualización de la fábula la hace forma predilecta para la mentalidad
neocláica del siglo XVIII, verdadera época dorada del género (La Fontaine, Iriarte y Samaniego).
TEMA 6. LA ORATORIA. I. INTRODUCCIÓN: SUASORIAE Y CONTROVERSIA. Entre los romanos, la enseñanza superior, a la que sólo accedían los jóvenes pertenecientes a familias acomodadas y con pretensiones políticas, se impartía en las escuelas de Retórica. En ellas, el rhetor enseñaba a sus discípulos la técnica oratoria, es decir, el complicado sistema de reglas y procedimientos tradicionales, que ya habían puesto en práctica los antiguos sofistas griegos. Los alumnos componían, memorizaban y recitaban discursos sobre temas ficticios. El maestro corregía la pronunciación, el tono de voz, los gestos y cuantos defectos observase. Estos ejercicios escolares recibían el nombre de suasoriae y controversiae. Las suasoriae, ejercicios para principiantes, eran consultas imaginarias hechas a personajes famosos, históricos o legendarios, que deben explicar las razones que les inducen a tomar una decisión en un momento determinado. Las controversiae, en cambio, eran prácticas oratorias destinadas a alumnos de nivel más avanzado y tenían generalmente un contenido jurídico. Estos ejercicios contribuían a desarrollar la agilidad mental, la facilidad de palabra y la capacidad dialéctica del alumno y le daban la disciplina necesaria para exponer los argumentos del modo más adecuado. Eran el entrenamiento del futuro abogado o político, que pronto tendría que enfrentarse con los problemas de la vida real. Su información se completaba en el Foro, en donde tenía ocasión de escuchar los discursos de oradores famosos. Con la instauración del régimen imperial cesaron las rivalidades electorales, con la consiguiente disminución de la actividad oratoria. La retórica se refugia en las escuelas, en las que se va convirtiendo en puro artificio, carente de vida. II. CICERÓN. Marco Tulio Cicerón (-106, -43) nació en Arpino, pequeña ciudad del sur del Lacio, de una familia de clase media; recibió su formación en Roma y la completó en Grecia. Vive en el medio siglo final de la República, época de grandes convulsiones internas: la guerra social que ensangrentó Italia hasta que todos los itálicos consiguieron la ciudadanía romana; las luchas por el poder entre Mario y Sila; la rebelión de los esclavos al mando de Espartaco; la conjuración de Catilina; la guerra civil entre César y Pompeyo. Todos estos sucesos los vive muy de cerca, interviniendo decisivamente en algunos de ellos. Fue protagonista directo de la conjuración de Catilina, que hizo fracasar. Asimismo, atacó a Marco Antonio en sus Filípicas, lo que le costó la vida a manos de los sicarios de éste que clavaron su cabeza en una pica y la pasearon por todo el Foro. Cicerón, ardiente republicano, desarrolló una actividad intelectual incesante y, a la vez, una actividd política intensa. El propio Cicerón dice que él podía haber vivido muy tranquilo, entregado a las dulzuras del estudio, pero que no dudó en exponerse a las más duras tempestades "para salvar a mis conciudadanos y para comprar, a costa de mi propio riesgo, la tranquilidad de todos." La incesante actividad intelectual de Cicerón dio de sí una extensa producción literaria que podemos encuadrar, atendiendo a su contenido temático, en cuatro grupos: discursos, obras retóricas, obras filosóficas y cartas. I.- Discursos. Cicerón es el más grande representante de los oradores romanos. En él culmina una larga tradición oratoria, desarrollada y perfeccionada durante la República, en condiciones de libertad política. Sus maestros fueron Antonio y Craso que, al igual que la mayoría de oradores anteriores a él, desarrollaron una gran actividad en la vida pública. En el siglo I a.C., favorecida por las convulsiones sociales y políticas, la oratoria romana alcanza su más alta cota de perfección. Dos corrientes oratorias se disputan la primacía en esa época: El Asianismo, que tiende a períodos largos, grandilocuentes, a la expresión florida, con gran cuidado del ritmo oratorio; y el Aticismo, tendencia opuesta, que se distingue por la desnudez de la expresión. Pues bien, Cicerón no es encasillable. En realidad, aúna lo mejor de ambas escuelas. Su expresión es ornamental o desnuda, adaptándose siempre a lo que exijan las circunstancias. Sus discursos pueden dividirse en judiciales, pronunciados ante un tribunal, como defensor o acusador, y políticos, pronunciados en el Senado o en el Foro. Veamos, por orden cronológico, algunos especialmente importantes de ambos apartados:
1. ) In C. Verres (-70). Cicerón defiende a los sicilianos de su gobernador C. Verres, al que acusan de extorsión. Consiguió que el gobernador fuese desterrado. 2. ) Pro Lege Manilia o De Imperio Cn. Pompei (-66). Apoya la propuesta de ley del tribuno Manilio en orden a que se conceda a Pompeyo el mando supremo de las tropas romanas en la guerra contra Mitrídates, rey del Ponto. 3. ) In L. Catilinam (Catilinarias -63). Catilina, candidato al consulado junto con Cicerón, no es elegido. Trama una conjuración para hacerse con el poder. Cicerón, al tanto de las maquinaciones, pronuncia 4 discursos contra Catilina en el Senado, el primero de ellos en presencia del propio Catilina. La actuación de Cicerón le acarreó una gloria apoteósica y el apelativo de "padre de la patria". 4. ) Pro Archia poeta (-62). Toma como pretexto la defensa del poeta griego Arquías, al que se acusaba de usurpar el derecho de ciudadanía, para hacer elogio de las letras, en general, y de la poesía, en particular. 5. ) Pro Marcello y Pro Ligario (-46). Cicerón defiende a estos personajes ante César. Ambos habían sido enemigos del dictador. 6. ) In M. Antonium Orationes Philippicae (Filípicas -44,-43). Pronunciadas, como ya dijimos, contra Marco Antonio. Son 14 discursos. Fueron su canto de cisne como orador y, para muchos, sus mejores piezas oratorias. II.- Obras retóricas. Cicerón nos ha dejado los discursos más perfectos y, además, las mejores obras sobre oratoria; ha sabido enseñar como nadie cómo se forma un orador y cómo se compone un discurso. La teoría y la práctica se funden en él de un modo admirable. Sus principales obras retóricas son las siguientes: 1. ) Brutus. Es una historia de la elocuencia en Roma, desde los orígenes hasta su época. Abarca desde la figura de Catón hasta la suya propia. 2. ) De oratore y Orator. Tratan de la formación del orador y de la técnica del discurso. Cicerón opina que el perfecto orador ha de poseer: disposición natural, cultura profunda y conocimientos de la técnica del discurso. La técnica oratoria, expuesta en De Oratore, abarca cinco puntos fundamentales: - Invención, o búsqueda de argumentos apropiados y probatorios. - Disposición, o distribución de esos argumentos en un plan adecuado. - Elocución, o arte de utilizar las palabras convenientes. - Memoria, para recordar cada cosa en su lugar apropiado. - Acción, que es todo lo relacionado con el aspecto físico en el momento de pronunciar el discurso, sobre todo, los gestos y el tono de la voz. El discurso, como tal, también tiene diversas partes: - Exordio: introducción del tema a tratar. - Confirmación: aportación de documentos. - Refutación: objeciones reales o posibles. - Peroración: parte final destinada a ganarse a los jueces y al auditorio. La finalidad de todo discurso no era otra que la de instruir, agradar, conmover y convencer. III.- Obras filosóficas. Dedicado desde muy joven al estudio de la filosofía, Cicerón introdujo en Roma las doctrinas filosóficas griegas, haciendo asequible a los latinos lo que hasta ahora estaba reservado a una élite culta, conocedora del griego. No crea una obra original, pero su gran mérito reside en su capacidad de síntesis, en su claridad expositiva y, muy importante, en la creación de toda una terminología filosófica latina, cuya carencia había lamentado años antes Lucrecio. Cicerón es ecléctico, pero muestra un fervor constante hacia Platón y una constante hostilidad hacia Epicuro. Su obra filosófica se divide en: 1. ) Tratados políticos. Son De Republica y De Legibus. El primero, en 6 libros, trata de los tres sistemas de gobierno posibles (monarquía, aristocracia y democracia) y de cómo la República romana es una síntesis de los tres, es decir, la forma de gobierno perfecta. El segundo, en tres libros, discute los fundamentos del Derecho y estudia las instituciones religiosas y las instituciones públicas de los romanos. 2. ) Tratados morales. Constituyen lo mejor de su obra filosófica y son: De Officiis (De los Deberes), manual que trata sobre lo honesto y lo útil y de las relaciones y conflictos entre ambos. De Finibus Bonorum et Malorum (De los Límites de los Bienes y los Males), en el que se contraponen la doctrina epicúrea ("el sumo bien es el placer") y la estoica ("el sumo bien es la virtud"). Tusculanae Disputationes (Tusculanas), que son diálogos con amigos en su finca de Túsculo: se concluye que el hombre sabio o virtuoso no teme a la muerte, ni al dolor, ni a la enfermedad, y su virtud le basta para ser feliz. En De Senectute, Catón, ya anciano, defiende que la vejez no es ninguna desgracia si
uno posee la suficiente sensatez. De amicitia es un fino y riguroso análisis de la amistad. 3. ) Tratados de religión. De Natura Deorum (De la Naturaleza de los Dioses), que refuta la tesis epicúrea de que los dioses, aunque existen, no se preocupan de los hombres. De Divinatione (De la Adivinación), donde refuta las creencias de los estoicos en un arte adivinatoria. IV.- CARTAS. Conservamos cuatro colecciones: - Ad Familiares, 16 libros; - Ad Atticum, 16 libros; - Ad Quintum Fratrem, 3 libros; - Ad M. Brutum, 2 libros. Como documentos históricos no tienen precio. Permiten seguir la vida política y social del último cuarto de siglo de la República casi día a día. Lo que las hace aún más inapreciables es el hecho de que fueron escritas sin pensar en su publicación, que se llevó a cabo después de su muerte. Lo que nadie ha podido nunca negarle a Cicerón es su valor literario sin par en literatura latina. Lleva a su más alto grado de perfección la prosa. Hablar y escribir bien es para él un deber patriótico. Sus discursos se estudiaban en las escuelas de Roma cuando aún vivía el autor. Su influencia en los escritores latinos posteriores, paganos y cristianos, fue enorme, acrecentándose sin cesar en la Edad Media y alcanzando su cénit en los eruditos del Renacimiento. III. QUINTILIANO. Nació en Calagurris (Calahorra 30?- 95?), en la Hispania Tarraconense; llegó en Roma a ser abogado famoso y abrió allí una escuela de retórica, que alcanzó pronto tan gran prestigio que Vespasiano le nombró maestro oficial de este arte, con una asignación anual a cargo del Estado. El emperador Domiciano le confió la educación de sus sobrinos y Trajano le honró con su amistad. Luchó por implantar de nuevo los preceptos oratorios ciceronianos, por lo que tuvo que atacar a Séneca. Se caracterizó siempre por su honradez profesional, manifestada en el fiel cumplimiento de sus deberes y en una entrega entusiasta a la formación de la juventud. Su obra De institutione oratoria, tratado en doce libros acerca de la formación del orador, fue escrita al final de toda una vida consagrada plenamente a la práctica judicial y al profesorado. Constituye un prodigio de claridad y solidez, como reflejo que es de su gran experiencia personal. Es una exaltación del clasicismo, en su forma más pura. En este tratado aborda un programa completo y detallado de la formación del orador, desde que nace hasta que llega al cénit de su carrera. Une la moral a la elocuencia, ya que según Quintiliano un orador es un "vir bonus dicendi peritus’’ y la decadencia de la oratoria es una simple consecuencia de la corrupción de costumbres. Su entusiasmo de profesor de retórica le impidió ver que la decadencia de la oratoria obedecía a causas sociales y políticas, contra las que era inútil luchar. Como Cicerón, exige al orador una vasta cultura. Aboga por la gradual dificultad de los ejercicios escolares, con temas inspirados en la realidad. Su lema es el buen sentido y sus enseñanzas pretenden proveer a sus discípulos de un acervo de conocimientos y experiencias útiles para la vida profesional. Desdeña las sutilezas de la teoría, pero, de hecho, cree demasiado en la retórica. Quintiliano aconseja a los preceptores una atención delicada en el estudio de la psicología del niño y el más exquisito tacto en la dirección de su inteligencia. Insiste en que la educación debe comenzar desde la cuna. Aboga por la formación intelectual y profesional en una escuela pública, bajo un maestro experto. Es partidario del esfuerzo continuado, regular y progresivo, sin altibajos, acomodado a la capacidad y al temperamento de cada discípulo. Y, ante todo, muestra su preocupación constante por su salud moral. Este realismo y equilibrio moral le acercan a los clásicos. Recomienda la elocuencia natural, sin falsas afectaciones y adornos innecesarios. A pesar de su admiración por Cicerón, no copia servilmente su estilo, sino que escribe en la lengua complicada de su época, llena de metáforas, de rasgos ingeniosos y de imágenes brillantes, en un intento de hacer más expresivo su pensamiento. Hereda, pues, la influencia de los autores postclásicos y, sobre todo, de Séneca en la prosa latina.
II. TEXTOS.
II.1.
TEXTOS DE LA GUERRA CIVIL DE CÉSAR.
II.2.
TEXTOS DE LA GUERRA DE YUGURTA DDE SSALUSTIO.
III. ETIMOLOGÍAS.