Confesiones de san Agustín
2) LIBRO PRIMERO: Agustín busco busco al Señor, Señor, lo encontró encontró,, y lo alabó. alabó. El dice: dice: “alabaran “alabaran al Señor Señor los que lo buscan”. Dios es el que tiene el poder, la sabiduría, es el Gran maestro. La humanidad es su creación estamos hechos para Él, y nuestro corazón esta inquieto hasta que descanse en el mismo. Agustín le da las gracias a Dios porque sin él, no seria nada. Afirma también, que Dios ha hecho el cielo y la tierra. Dios contiene al hombre con todo su ser. Y el hombre está compuesto por una parte de Él. Desc Descri ribe be a Dio Dios como como:: sumo sumo,, op opttimo, imo, po pode dero rosí sísi sim mo, omnip mnipot oten enti tisi simo mo,, miseric misericordi ordiosis osisimo imo,, justísim justísimo, o, secret secretísim ísimo, o, present presentisim isimo, o, hermos hermosísim ísimo, o, fortísim fortísimo, o, estable e incomprensible, inmutable, nunca nuevo nunca viejo, conduce a la vejez a los sobe soberb rbios ios,, siem siempr pree ob obran rando do y siemp siempre re en repo reposo, so, soste sostenie niendo ndo,, llenan llenando do,, protegiendo, creando, nutriendo, perfeccionando, entre otras. Los que se callan de Dios, no son mas que mudos charlatanes. Deseaba que Dios entrase en su alma, y lo llene de todo lo que Él, tenía para ofrecerle. Agustín creía en Él, por eso cuando hablaba y confesaba confesaba sus pecados, pecados, tenia fundamentos para hacerlo. Dios fue formando a Agustín en el tiempo, el decía que lo alimentaba y le daba todos los bienes interiores y exteriores que necesitaba. Es decir, Dios acompañaba a Agustin en su infancia infancia brindándole brindándole todo lo que podía. podía. Agustín dice dice que el pecado de la infancia, lo tiene cada cada ser al minuto en que llega a la Tierra. Nadie está limpio de pecado ante Dios. También dice que siempre se indignaba ante las personas, porque el siendo tan pequeño y sin poder expresarse bien, pedía cosas que nadie le daba.
Agustín dio el paso de la infancia a la niñez. Fue aprendiendo paso por paso, como se hacían las cosas, aprendió a hablar, a caminar, y retenía en su mente cada gesto y palabra que decían los mayores, para él poder repetirla. No quería aprender letras, se resignaba aunque le seria útil en un futuro. Decía que cuando él rechazaba aprender, era castigado y azotado por los mayores. Desde ahí Agustín empezó a conocer a Dios, lo invocaba cada día, pidiéndole un pequeño afecto para que en la escuela no lo azotasen. Agustín comenzó a desobedecer a sus padres y a sus maestros, queriendo hacer de su vida lo que quería, entrando en el juego y queriendo ganar en todo. Decía que la vida eterna estaba prometida para cada uno de la humanidad. Le agradece a la madre todo lo que ella había echo por él, y por querer bautizarlo. Y reniega porque su padre, al no ser creyente, no quiso que Agustín reciba su primer sacramento, y su madre percibió que Agustín estaba tentado a pecar. Por lo tanto, su bautismo fue postergado. Agustín obraba en contra de su voluntad, ya que se negaba a estudiar, y nada le salía bien. Decía que solo Dios le daba los bienes, y no lo castigaba. Se inspiraba en el arte griego, sabiendo y cuestionando cosas sobre Eneas, Troya, etc.
Agustín comenzó a aprender sobre literatura griega, como Virgilio y Homero. Decía que aprender cosas nuevas era muy difícil, sin embargo se aprendió las letras latinas. Se dice que el camino por el que deben andar los niños es el camino del Señor. Dios ayudó a Agustín a seguir adelante, usando su misericordia, amándolo y estrechando su mano con todo su corazón. También lo liberó de toda tentación y lo perdonó. La humanidad era atrapada por los vicios, y ara poder remediarlo eran azotados. Agustin decía que no le servía de nada que la gente lo aplauda o este orgullosa de él, porque no había ejercitado su lengua y su ingenio lo suficiente.
Se vio atrapado por las redes de hombres que no eran vanos, y comenzó a alejarse de Dios. Afirma que lejos de Dios hay que tener miedo, ya que Él no nos estaría cuidando en ese momento. Él era miserable, cometía barbaridades solo para agradarles a las personas, mentía a sus mayores y hurtaba a ellos también. Agustin estaba sumamente arrepentido por alejarse de los ojos del Señor. Agustín pensaba que Dios siempre hubiera querido verlo solo cuando era pequeño, así no se hubiese enterado de todos los pecados que cometió. Le agradece a Dios y lo alaga por darle sus dones y poder perfeccionarlos, y también le agradece su existencia.
LIBRO SEGUNDO: Agustín recuerda su pasado reconociendo que se equivoco en su adolescencia. Recuerda sabiendo todo el amor que tiene hacia Dios, i quiere que Él le sea dulce, y le perdone los hechos pasados en cuando Agustín lo engañó. Él seguía sumergido en un mar de torpezas. Aclara que tuvo que dejar la cuidad de Madaura, a la que había ido a estudiar literatura y oratoria, ya que su padre le sobraban bienes y quiso que su hijo valla a estudiar a un lugar mejor, llevándoselo a Cartago, Tagaste. Su padre quería que el aprendiera mucho, y sea un hombre sabio y hablara con fundamentos y facilidad. Hubo un tiempo donde Agustín empezó a juntarse con chicos de su edad y a cometer errores y meterse en vicios. Luego la madre de Agustín consideraba que aquellos estudios de la ciencia eran de poca ayuda para alcanzar a Dios. La ley del Señor, castiga el hurto. Esta ley está escrita en el corazón de los hombres. Agustín cometió un hurto, no por necesidad, sino por pena, fastidio de justicia y abundancia de iniquidad, porque él había robado algo que tenía en cantidad. Resulta que había un enorme peral en su viña, pero que no era tentador. Sin embargo, unos cuantos jóvenes y él se robaron del peral unas cuantas peras para echárselas a los puercos. Agustín confiesa que ese pecado que cometió, le pareció
sin hermosura pero lo amó. Dice que nadie pudo haber cometido un crimen sin motivo. Amará a Dios y le dará las gracias por haberle perdonado muchas acciones malas. Solamente lo alaba i quiere a Él, justicia e inocencia bella, donde se encuentra el descanso supremo y la vida sin perturbaciones. Finalmente se arrepiente de alejarse del Señor. LIBRO TERCERO: Agustín llega a Cartago, donde todavía no amaba pero amaba el amar. Se impresionó con el libro de Cicerón, que a toda la gente le gustaba. Éste libro le cambió los afectos y mundo hacia el Señor. Se inclinó hacia el maniqueísmo. Ya que no encontraba a Dios con inteligencia, entonces lo quiso buscar físicamente. Reía ya que no creía en sus santos siervos ni profetas, creía que había que tener más misericordia con los frutos de la tierra que con los hombres. Por lo tanto, su madre, que era creyente, lloraba en demasía. Fue a consultar con un sacerdote y le dijo que ruegue al Señor, y cuando Agustín lea los libros descubrirá el error y conocerá su impiedad. LIBRO CUARTO: Desde sus diecinueve años hasta los veintiocho, fue seducido y engañado. Conoció a una mujer solo por pasión para experimentar el amor conyugal. Le llamo la atención la astrología, donde decía: “de los cielos viene la necesidad de pecar” y “esto lo hizo Venus, Marte y Saturno” para que los hombres se libraran de toda culpa. Luego Agustín se reencontró con un amigo de su infancia y adolescencia, tratando de inclinarlo hacia las fabulas supersticiosas y perjudiciales. Al no pensar igual, se distanciaron un poco. Dentro de poco tiempo, su amigo murió y esto le causo un gran dolor y temor a la muerte. Decía que Dios no se mudaba, estaba siempre presente en nuestro interior. Escribió libros sobre lo hermoso y apto. Describía al crimen como el movimiento del alma vicioso y cuando se precipita insolente y turbulento. Y pecados cuando el afecto del alma con el que se alimentan
los deleites carnales, es inmoderado, los errores y falsas opinión contaminan la vida si la mente raciones está viciada. Más o menos a los veinte años de edad, Agustín leyó las “diez categorías” de Aristóteles. Su maestro de retorica de Cartago, los hacía leer. En éste se hablaba sobre cuál es el hombre, por ejemplo su figura, altura, raza, familia, etc. Pero este libro le hacía mal, porque no podía del todo comprender a Dios, ya que pensaba que éste era falso. LIBRO QUINTO: Agustín estaba en Cartago, donde conoció a un obispo maniqueo, cuyo nombre era Fausto. Viajó a Roma a seguir enseñando a los jóvenes, porque pensaba que en Roma los jóvenes eran más atentos y buenas personas que en Cartago. Luego contrajo una enfermedad, partió ahí para dirigirse a Milán, donde permaneció, no únicamente por su trabajo de docente, sino saber más acerca el maniqueísmo . El resultado de esta investigación y el diálogo con Fausto, Agustín se decepciona, por ende, empezó a dudar. En este capítulo Agustín reconoce que fue dirigido por voluntad de Dios a relacionarse con el obispo Ambrosio. Finalmente Agustín abandona por completo su pensamiento hacia el maniqueísmo, y se convierte en Catecúmeno en la Iglesia católica, por recomendación de sus padres. LIBRO SEXTO: Mónica llega a Milán, ya que estaba muy preocupada por Agustín y lo fue a visitar. Se da cuenta que Agustín estaba inquieto por saber la verdad, por lo tanto visita a Ambrosio para saber más sobre la religión cristiana. Aprende por ejemplo , que Dios creó todo a su imagen y semejanza, pero que Él no tenía un cuerpo. Agustín forma una comunidad con unos amigos para reflexionar retirado de todos sus pensamientos, pero más tarde estos lazos se cortaron. Se comenta algo sobre dos amigos: Alipio, que era un viejo amigo y pensaba como él. Y Nebridio, intentaba buscar la verdad junto a él. Agustín menciona una característica para poder ver la belleza de la verdad, resalta la importancia de no estar hundido en el pecado para no tener obstáculos definitivos en la búsqueda de la verdad, pues mientras el hombre esté segado por el pecado, sin la ayuda de Dios difícilmente podrá sentir pasión y amor por la búsqueda de la verdad, que según Agustín es sinónimo de Dios. El hombre necesita de Dios para poder llegar a la verdad.
Mónica quería que Agustín forme una familia. Él había estado con una mujer, quien fue su esposa y tuvieron un hijo, pero luego ella se fue, y Agustín quiso estar con otra mujer. También habla con sus amigos, acerca de la muerte y la vida eterna. LIBRO SÉPTIMO: Finalizó su adolescencia, entró en la juventud. Se encuentra en Milán, alejado de la astrología, continúa su búsqueda hacia Dios y creía que era, incorruptible, inviolable e inmutable. Dice que Dios manda a su hijo para ayudarnos en nuestra vida y purificarnos. Agustín comienza a investigar sobre el mal, y tiene diferentes dudas como por ejemplo, de dónde proviene. Afirma que el mal, es la privación del bien, y no una sustancia como decían los maniqueos. Se dedica a la lectura de las epístolas de San Pablo y hace reflexión sobre la vida, de cual propósitos debería llegar y consagrarse a las cosas de Dios para tener la luz en su camino. LIBRO OCTAVO: Dios fue misericordioso con Agustín, y como él está agradecido, cuenta como Dios, le perdono sus pecados. Veía a la Iglesia con distintos fines: decía que cada persona iba con un fin diferente que podrían estar llenos de maldad o de bondad. Agustín cuenta su proceso de conversión, dice que acudió a diferentes guías, entre ellas Simpliano y el Obispo Anselmo. Finalmente, tomo el habito, pero seguía con sus pasiones, y debía tomar una fuerte decisión, pero sabía que lo mejor era entregarse al amor de dios, y ceder sus apetitos. Lo que en este libro nos muestra, es un fuerte discernimiento que San Agustín hizo, el cual no fue fácil ya que tuvo que luchar con algo con lo que había convivido toda su vida. San Agustín tuvo que luchar contra las cadenas de la esclavitud, pero no solo con eso, sino que debía liberarse de las cadenas del apetito carnal. Comienza a buscar la sabiduría a partir de la lectura de: Hortensio de Cicerón. Finalmente, le cuenta todo esto a su madre.
LIBRO NOVENO: Se encuentra en Milán, Casicíaco y Ostia. Deja actividades, y comienza unas nuevas para poder acercarse a Dios. También va a recibir el bautismo, con el cual sellará su conversión. Luego abandona la enseñanza de la retorica, debido a una enfermedad de pulmón, y se dedica a escribir libros acerca de Dios. Va a la casa de un amigo: Verecundo, quien le cede una casa para que pudiera vivir ahí, durante un tiempo. Consulta a Ambrosio, sobre que libros leer para prepararse al bautismo, pero le resultaba difícil leer acerca de Isaías. Agustín fue acompañado por Alipio y Adeodato, que también iban a tomar el bautismo junto a él. Vivía en una época donde Ambrosio fue perseguido. Se encuentra con Evodio donde vivió un tiempo con Él, y regresaron a África, para dedicarse a Dios. Hacen una parada en Ostia, donde Mónica fallece, y recuerda a su madre como una buena persona, educadora, buena esposa y cristiana. 3) •
Infancia: Aurelio Agustín nació en Tagaste, África, es hijo de Patricio quien era pagano y su madre fue Mónica quien era cristiana.
Se educó en Tagaste y comenzó a estudiar retórica (hablar y escribir bien y emplear bien el lenguaje) en Cartago. Tenía dudas acerca de quién era Dios y su existencia. Por este motivo, durante su juventud, quiso ser maniqueo, donde encontró respuestas sobre el mal en el mundo, pero la verdad solo la encontró en el cristianismo. Por esto mismo, se convirtió, en el año 387 gracias al obispo Ambrosio. Agustín ingreso al catecumenado, pero no estaba bautizado todavía. Su madre, Mónica, siempre le había enseñado que tenía que orar hacia Dios, hasta que un día Agustín se enfermo y pidió ser bautizado. Pero al mejorarse su salud, pidió que su bautismo se postergara. Igualmente, más tarde, se termino bautizando.
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Educación primaria: Agustín se queja, porque decía que si el no estudiaba y no aprendía nada, era azotado, solo estudiaba por temor al castigo. El decía que nadie hacia algo bien, si lo hacía en contra de su voluntad.
Estudiaba por gusto, latín. Odiaba el Griego, y a las lecturas de Homero porque no las comprendía, pero amaba los poetas latinos. •
Adolescencia: Se recuerda cuando Agustín y sus amigos, robaron un peral, no por necesitad, sino solo por diversión y maldad. El decía: “Ni siquiera pretendía disfrutar de lo robado, sino del robo en sí mismo, del pecado del robo”.
Hubo un año donde Agustín, no se dedico a nada, solamente obtenía placeres y cosas prohibidas. Luego continuo sus estudios en Cartago y descubre la filosofía de Cicerón, a partir de la cual quiere buscar la verdadera sabiduría. Agustín quería entender a Cristo, con la razón, pero sabía que no tenia cuerpo, investigo en el Antiguo Testamento, cual lo decepcionó. Todas estas dudas, sobre el bien y el mal, lo llevaron a convertirse en Maniqueo, donde permaneció 9 años. Éstos seguían a Manes. Los maniqueos explicaban la creación en forma dualista y entendían al hombre como expresión del conflicto entre dos fuerzas antagónicas, el bien y el mal, creados respectivamente por la luz y las tinieblas. Agustín alejaba a sus amigos de la Iglesia Católica. Su madre, que confiaba en las palabras del obispo, quería que su hijo se convirtiera, para esto ella rezaba muy frecuentemente. Tuvo una relación muy fuerte con una mujer, aunque esto era ilegal, tuvieron un hijo llamado Adeodato en 372. •
Juventud: Comenzó a dar clases en su ciudad natal, donde llego a querer mucho a un amigo suyo, de la misma edad. Éste un día, se enfermó, y Agustín quiso darle el bautismo, pero luego se recupero, y este bautismo no fue tomado. Pocos días después, cayó enfermo nuevamente y murió. Agustín tuvo un gran dolor, y estar en ese pueblo lo hacía sufrir mucho. Por este motivo, decidió irse a Cartago, para buscar alivio. Comienza a preguntarse y a hacerse planteos sobre diversos temas, entre ellos la amistad, Dios, la felicidad, etc. A los 20 años, leyó la obra titulada “las diez categorías” de Aristóteles. Agustín ofrece a Dios sus confecciones y a los 29 años conoce al obispo
maniqueo llamado Fausto que no logro despejar sus dudas y lo desilusionó con sus respuestas, y una visión más mágica que racional de la creación. Luego de una charla con Fausto, Agustín comenzó a desilusionarse de la secta. Por lo tanto, partió a Roma, donde abrió una escuela, pero se quejaba de sus estudiantes y maestros. Se va a Milán, donde conoce a San Ambrosio, quien le saca algunas de sus dudas. Sus respuestas le fueron satisfactorias, entonces se convirtió en catecúmeno cristiano. Mónica llega a Milán, donde Agustín le comunica su conversión. Su madre quería que él se casara, por intervención de su madre se termino separando de su mujer. Ella se fue a África, prometiendo no conocer a otro hombre y dejando en su compañía el hijo que habían tenido. •
4)
La conversión de San Agustín : Gracias a la intervención de su madre, Mónica, Agustín finalmente triunfó. Leyendo las epístolas de San Pablo, se orientó hacia la verdad de la fe Católica. . Durante un largo tiempo, San Agustín deseó ser puro, pero el mismo le manifestó a Dios, “Hazme puro… pero aún no”. Un día cuando San Agustín estaba en el jardín orando a Dios para que lo ayudara con la pureza, escuchó la voz de un niño cantándole: “Toma y lee; toma y lee”. Con ello, el se sintió inspirado a abrir su Biblia al azar, y leyó lo primero que llego a su vista. San Agustín leyó las palabras de la carta de San Pablo a los Romanos “nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos… revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias.” Este acontecimiento marcó su vida, y a partir de ese momento en adelante el estuvo firme en su resolución y pudo permanecer casto por el resto de su vida. Esto sucedió en el año 386. Al año siguiente, 387, San Agustín fue bautizado en la fe Católica. Poco después de su bautismo, su madre cayó muy enferma y falleció poco después de cumplir 56 años, cuando San Agustín tenía 33
Santa Mónica es famosa por haber sido la madre de San Agustín y por haber logrado la conversión de su hijo. Mónica nació en Tagaste (África del Norte) a unos 100 km de la ciudad de Cartago en el año 332. Sus padres se encargaron seriamente de educar a sus hijas, para que sean cristianas. Ella deseaba dedicarse a la vida de oración y de soledad pero sus padres la obligaron a casarse con un hombre llamado Patricio. Este era un buen trabajador, mujeriego, jugador y sin religión. Éste le hizo pasar los peores años de su vida, ya que la maltrataba mucho. Tuvieron tres hijos: dos varones y una mujer. Los dos menores fueron su alegría y consuelo, pero el mayor Agustín, la hizo sufrir por docenas de años. Mónica cuenta cómo no se peleaba con su marido. En aquella región del norte de África, donde las personas eran sumamente agresivas, las demás mujeres le preguntaban a Mónica porqué su esposo era uno de los hombres con mayor maldad en toda la ciudad, pero no la golpeaba nunca, y en cambio los esposos de ellas las golpeaban sin compasión. Mónica les respondió : "Es que, cuando mi esposo está de mal humor, yo me esfuerzo por estar de buen humor. Cuando el grita, yo me callo. Y como para pelear se necesitan dos y yo no acepto la pelea, pues....no peleamos". Esta fórmula se ha hecho célebre en el
mundo y ha servido a millones de mujeres para mantener la paz en la casa. Patricio no era católico, y aunque criticaba el mucho rezar de su esposa y su generosidad tan grande con los pobres, nunca se oponía a que ella se dedicara a estas buenas obras. Y quizás por eso mismo logró su conversión. Mónica rezaba y ofrecía sacrificios por su esposo y al fin alcanzó de Dios la gracia de que en el año de 371 Patricio se hiciera bautizar. Un año después de su bautismo, murió santamente Patricio, dejando a la pobre viuda con el problema de su hijo mayor.
Patricio y Mónica se habían dado cuenta de que su hijo mayor era muy inteligente, y por eso lo enviaron a la capital, Cartago, a estudiar filosofía, literatura y oratoria. Pero Agustín tuvo la desgracia de que su padre no se interesaba por sus progresos espirituales. Solo le importaba que sacara buenas notas, pero acerca de la salvación de su alma, no se interesaba ni le ayudaba en nada. Y esto fue fatal para él, pues fue cayendo de mal en peor en pecados y errores. Cuando murió su padre, Agustín tenía 17 años y empezaron a llegarle a Mónica noticias cada vez peores, de que el joven llevaba una vida de chico rebelde. En una enfermedad, ante el temor a la muerte, se hizo instruir acerca de la religión y propuso hacerse católico, pero al ser sanado de la enfermedad abandonó esto.
La conversión del hijo En Milán; Mónica se encontró con el Santo más famoso de la época, San Ambrosio, arzobispo de esa ciudad. Fue padre lleno de bondad y de sabiduría que la fue guiando con consejos. Sucedió que en el año 387, Agustín, al leer unas frases de San Pablo sintió una impresión extraordinaria y se propuso cambiar de vida. Dejó a su mujer, sus vicios y malas costumbres. Agustín, ya convertido, volver con su madre a África, y se fueron al puerto de Ostia a esperar el barco. Pero Mónica ya había conseguido todo lo que quería en esta vida, que era ver la conversión de su hijo. Ya podía morir tranquila. En Ostia, esperando embarcar para África, asomados a la ventana, Agustín y su madre conversaban. Estas fueron las palabras de Mónica: "¿Qué hago ya en este mundo? Enterrad este cuerpo donde queráis, ni os preocupe más su cuidado. Una sola cosa os pido, que os acordéis de mi ante el altar del Señor, en cualquier lugar donde os hallareis". Así decía poco antes de morir a sus hijos Santa Mónica, modelo de esposas, madres, suegras y nueras.
SU MUERTE Por fin, Mónica, acompañada por sus hijos, en el año 387, despertó para el cielo. "Yo le cerré los ojos, escribe San Agustín en sus Confesiones. Una inmensa tristeza inundó mi corazón que se resolvió en lágrimas, pero mis ojos, bajo el mandato imperioso de mi voluntad, las contenían hasta el punto de secarse... Mas el joven Adeodato, cuando mi madre dio el último suspiro, comenzó a llorar a gritos. En mi corazón se había abierto una nueva llaga, aunque la muerte de mi madre no tenía nada de lastimoso y no era una muerte total: la pureza de su vida lo atestiguaba, y nosotros lo creíamos con una fe sincera y por razones seguras" Murió en el año 387 a los 55 años de edad. En la actualidad, muchas madres e hijos, no están tan encariñados como Mónica y Agustín. Al principio Agustín era muy rebelde y hacia todo lo contrario que Mónica quería para él, esto es muy común en los adolescentes y niños de la actualidad. Luego Agustín se dio cuenta que su madre tenía razón y reflexionó, convirtiéndose, y siendo mejor persona. Pero esto sucedió en el último tiempo, cuando y ano pudo disfrutar nada con su madre, debido a su muerte. 5) Este libro hace ver la vida en la pura realidad, lo que los jóvenes de hoy en día hacen, en su adolescencia y niñez. Que no siempre hacen caso a sus madres, y éstas se enojan y se frustran. Algunos chicos, toman el mal camino, y se arrepienten tarde, cuando lo malo ya está hecho. Sin embargo hay otros, que saber discernir entre el bien y el mal, y toman el buen camino, siendo trabajadores, formando una familia, ganándose la vida y siendo felices.