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PROEMIO, ESTUDIO INTRODUCTIVO, S EL EL EC EC CI CI Ó N Y A NÁ N Á L IS I S DE D E LO LO S T E X T O S POR
FRANCISCO LARROYO
EDITORIAL PORRÚA AV. REPÚBLICA ARGENTINA 15. MÉXICO “ SEPAN CU AN TO S...” S...”
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CURSO 1)E FILOSOFÍA POSITIVA
CURSO 1)E FILOSOFÍA POSITIVA
ANÁLISIS En 1826 1826 Comte se halla en aptitud, merced me rced a su interna evolución, evolución, de ofre ofrecer cer una nueva nueva doctrina. doctrina. Está maduro, madu ro, por po r así decirl decirlo, o, par p araa redacred actar el Curs obr a mayo mayor, r, en la que presen pre senta ta los Curso o de filoso fi losofía fía posit po sitiva iva,, su obra materiales materiales,, ya ordenad orde nados, os, del positivismo. positivismo. El aut autor, or, en efecto, efecto, expone exp one en ella ella una imagen de de la realidad realidad desde un punto pun to de vista positivo, ello es, es, una actitud actitud que rehúye con desen d esenfado fado y rechaza con énfasis toda respuesta metafísica. En el mencionado año (1826) recuerda Comte que compuso el programa de un Curso habría de impartiese en Curso de filosof filo sofía ía positi pos itiva va que habría 72 lecci lecciones ones,, del l s de abril del propi pro pioo año al l 2 de abril del año siguien guientes tes (1827). Constaba Co nstaba de cuatro partes. I. Preliminares generales (2 lecciones). 1. Exposición del objeto del curso (1). 2. Exposición del plan (1). II. Matemáticas (16 lecciones). 1. Cálculo (7). 2. Geometría (5). 3. Mecánica (4). III. Ciencia de los cuerpos simples (30 lecciones). 1. Astrono Ast ronomía mía (10). 2. Física (10). 3. Química (10). IV. Ciencia de los cuerpos organizados (24 lecciones). 1. Fisiología (10). 2. Física social (14). El Curso no se inició inició en la fecha fecha anunciada, sino en 1828; ademá ad emás, s, hubo de interrumpirse. El exceso de trabajo tra bajo le produjo prod ujo a Comte una inesperada crisis mental seguida de aguda depresión nerviosa. Por fortuna supera pronto tan inoportuna peripecia y, ya restablecido, reemprende en 1829 el Curso, con tan creciente creciente éxito que vino a prod pr odiigarle garle pública fama y numerosos discípulos. d iscípulos. Fruto de su labor docente fiie la publicación del definitivo Curso urso defilosofía filosof ía positi positiva, va, cuyo primer volumen (de los seis de que consta) tuvo efecto en 1830. Los cinco restan restantes tes,, también publica pub licados dos en París, París, se editaron edita ron a intervalos: 1833, 1835, 1838, 1839, 1842. Esta edición (la princeps) consta de 60 lecciones, repartidas en cinco cinco tomos, París, Bachelier, Imprimeur, Libraire pour les sciences (Quai des Agustins, 55), que la Sociedad positivista de enseñanza popular 33
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Superior, de París, dir d irig igid idaa p o r su fiel f iel d iscí is cípp u lo Pedro Pedr o Laf LafFFite, ite, reeditó vari varias as veces eces garantizando garantizan do su auten aut enticid ticidad ad y difusión. difusión . El tomo primero contiene, tras una. una. Adverten Advertencia, cia, de suyo im importan portan^^ del autor, las las nocio nociones nes preliminares prelim inares y los fundam fund amento entoss de hfilosofa matemática (lecciones 118). La primera lección expone el objeto general del curso o sea s ea la nat n atur ural alez ezaa e im impporta or tann cia ci a de la fil filoosofí sofíaa positiva. La segunda, el plan o sea la caracterización y jerarquía de las cienc ciencias. ias. Los L os temas de la filos fil osofía ofía m atem at emát átic icaa se extiend ext ienden en de la tercera a la decimocuarta lección (cálculo y geometría). De la decimoquinta a la decimoctava, en fin, se acomete el estudio de la mecánica racional en sus dos form formas: as: la estátic estáticaa y la dinámica. L a filo fi loso sofía fía positiva es inseparable de las ciencia cienciass particulares; particulares; más: más: es la encicl ic lopedia sistem sistematiz atizad adaa del saber científico. Esta noción ya está preformada claramente en los Opuscules. Ahora Ahora se extiende extien de y profun pro fundiz dizaa en el Cours. El tomo segundo está está consagrado a la filosofía astronómica y lafilosofía física ( 1934 lecc leccio ione nes) s).. Man Ma nera er a de d e decir, conforme conforme a su concepto científic científicoo de la filosofía. filo sofía. Desp De spué uéss de h abla ab larr de la filosofía filosofía de la astronomía en general, se pasa a considerar en particular los temas del método de observación, observación, de las las ap a plica li caci cioones de la geo g eomet metrí ríaa a los los movimientos mientos de los cuerp cu erpos os celes celestes tes (inclu (incluye yend ndoo a la Tier Ti erra ra),), de la ley déla gravitación gravitación universal, de la la estáti est ática ca y de la di dinnámic ám icaa asimismo ce celestes. De la lección 28 a la 34, de la filosofía física, en oportunas reflexiones concernientes a la barología barología,, térmica, térmica, acústica, acústica, ópti óp tica ca y ele elecctr tric icid idaad. 1 Llenan el tomo tercero (lec (lecci cion ones es 35 35 45) 45) consi consider deraci acion ones es ac acerca de la filosofía química y la filosofía biológica. Respecto de la primera, la meditación toca de frente la química inorgánica (sin omitir la electroquímica troquímica y la química orgá orgáni nica ca).). Desd De sdee la lección lección 40 a la 45 se aborda la biología en su aspecto aspecto filosófico. De inm i nmed edia iato to se ofrece ofrece un examen ; filo filosó sófic ficoo de las ciencias ciencias biológicas bioló gicas (de anato an atom m ía y f i s i o l o g í a ) . Enseguida, se manipulan manipul an en su ord o rden en p rob ro blem le m as de la vida ve vegetati tativva y» vida animal. animal. Muy atendi ate ndible ble es la la lecci lección ón 45 45 en dond do ndee se hab habla la entono elocuente de las funciones intelectuales en nexo con la vida orgánica* Desde la biología se está ya dentro del grupo de las ciencias de os cuerpos cuerpos organizados. organizados. La filoso filosofía fía biológica biológica trae con c onsig sigoo pecul pe culia iare ress nociones nociones de de suyo j g portantes. Aparece, preformad pref ormado, o, el pri princi ncipio pio meto m etodol dológi ógico co de de an ~ a y síntes síntesis is científic científicos os que en la terce te rcera ra eta e tapp a de la evol evoluc ució iónn fn°s J a de Comte (en el Systéme) será se rá desenvuelto desenv uelto ampliamente ampliamen te por su ap.JH ap.J H ción ción conjun conjunta ta a biología biol ogía y sociolo soc iología. gía. |jft Los conceptos de órgano, función y medio llev llevan an al autor autor a . de que en biología la visión sintética sintética (correlativa (correl ativa)) del saber saber es i ^ cindib cindible. le. Sólo relac relacion ionand andoo las parte par tess que lo constituyen dentr troo m medio ambiente, se tiene una un a noció no ciónn exa e xact ctaa de d e un org organis anisrrn0^ . ^ , Comt Comte: e: “Dado el órgano órga no o la modific mod ificaci ación ón orgánica orgá nica,, hallar hallar la y o el acto, y a la recíproca”. Pero todo organismo, a su turno, n
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desarrolla en un medio. Este es el conjunto de las circunstancias exteriores necesarias para la existencia de la vida orgánica. La biología, en suma, ha de proceder correlacionando órganos, funciones y medio, ello es, ha de proceder de manera sintética. En las ciencias precedentes (astronomía, física, química) predomina la concepción analítica. El tomo cuarto se ocupa de la parte dogmática de la filosofía social (lecciones 4651). (El término dogmático está concebido en su acepción de punto fundamental de doctrina). Se inicia el tomo haciendo ver la necesidad y oportunidad de la física social, ello es, la consideración de los hechos sociales conforme a los métodos de la ciencia natural. Tras de enjuiciar los caminos hasta entonces seguidos por la filosofía en el estudio de las ciencias sociales, muestra cómo procede el método positivo en tal empresa (lección 48). Ante todo, precisa establecer, las relaciones de la física social con las otras ramas de la filosofía positiva (lección 49). Las lecciones 50 y 51, respectivamente, abordan los fundamentos de la estática social (orden natural de las sociedades humanas) y la dinámica social (el progreso natural de la humanidad). El tomo quinto (lecciones 5255) contempla en especial la parte histórica de la filosofía social en todo lo que concierne al estado teológico y al estado metafísico. Del tercer estado por el que ha atravesado la hu-
manidad, el estado positivo, se ocupará el tomo sexto. Para el estudio de las tres edades del estado teológico, a saber, el fetichismo, el politeísmo y el monoteísmo, están consagradas, en su orden, las lecciones 52,53 y 54. A la concepción teológica corresponde un régimen sacerdotal y militar, a la vez. Con el fetichismo nace este régimen; con el politeísmo, se desenvuelve, y se consolida y legaliza con el monoteísmo. El estado metafísico (lección 55) es crítico respecto al teológico y se prolonga hasta las sociedades modernas. Con el tiempo, empero, apunta a una época revolucionaria, la cual va minando al régimen teológico y militar en su conjunto. El gobierno militarista cede el lugar poco a poco a un gobierno de legistas. El tomo sexto y último contiene, tras un Prefacio personal (en donde Comte, ante los peligros que entraña una nueva doctrina, asegura ‘mantener con energía” su pensamiento) las lecciones 5660, divididas en dos partes: la parte histórica del estado positivo de la filosofía social (56y 57), y las Conclusiones generales (5860). En el estado positivo de la humanidad: dentro del saber surge, poderosa, la creciente especia üzación de las ciencias, y en la política se opera una convergencia Progresiva en favor de un régimen racional y pacifista. Contemplando orígenes, proceso y resultados de la Revolución Francesa, o europea, se advierte el inmediato futuro del género humano. A la luz de las nuevas circunstancias se formula en la lección 58 una apreciación de ^njunto acerca de las posibilidades y eficacia del método positivo. Finalmente se valora (lección 59) la filosofía positiva en general, y de ahí se obtiene un juicio de la acción consecuente e inseparable que conlleva el positivismo (lección 60).
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Unas palabras finales sobre esta obra. El texto regulativo del Curso de filosofía positiva es el de la primera edición, la única que apareció en vida de Comte. En 1852, aún en vida del autor, tuvo efecto una exacta reimpresión del primer volumen, autorizada. Muerto Comte Emilio Littré dirigió tres reediciones sucesivas de toda la obra. Por desgracia, aparecieron con no pocas faltas tipográficas, sobre todo la última. En 1892, el discípulo ortodoxo de Comte, Pedro Laffitte, reeditó nuevamente la obra estrictamente conforme a la primera, corrigiendo las erratas de imprenta. Desde entonces, ésta es la más consultada.
NOC IÓN DE LA FILOSOFÍA POSITIVA Dado el empleo constante (dentro de una acepción invariable) del vo cablo filosofía, en este curso, me ha parecido superfluo definirla de otro modo que p or el uso uniforme que hago de ella. La primera lección puede sgucQnsiderada, en particular como el análisls^It^ ^^iT T ré n exacta de jo que denomino filosofía positiva. Lamento, sin embargo, haber tenido que acep tar el término Filosofía, tan abusivamente empleado en multitud de acepciones diversas; pero el adjetivo positiva con que modifico su sentido, me parece suficiente para deshacer desde luego todo equívoco, al m enos para quienes conozcan bien su significación. Me limitaré, por ello, a declarar que uso^fe’pglabra mlosofía^ como la emplearon los antiguos, especialmente Aristótejc^, en strsrgni ficación de sistema general de las concepciones humanas. Añadiendo la palabra positiva, anuncia esta manera especial de filosorarTque consiste en ver en las teorías, cualquiera sea su orden de ideas, como dirigidas a la coordinación de los hechos observados, lo cual constituye el tercero y último estado de la filosofía general, primitivamente teológico y después metafísico, según explico desde la primera lección. Hay sin dud a d em asiada analogía entre mi filosofía positiva y lo que los sabios ingleses entienden, sobre todo desde Newton, por filosofía natural. Pero no acepté esta denominación, ni la de filosofía de las ciencias —quizá más precisa— porque ni una ni otra abarcan todas las especies de fenóm enos, mientras que la filosofía positiva en la que implico el estudio de los fenómenos sociales además de todos los otros, designa un modo uniforme de razonar aplicable a cualesquiera temas sobre los que puede ejercitarse el espíritu humano. Además, la expresión filosofía natural es usada en Inglaterra para designar el conjunto de las diversas ciencias de observación, incluyendo conocimientos muy especiales, mientras que p or filosofía positiva, y frente a ciencias positivas, entiendo sólo el estudio de las generalidades de las diversas ciencias, interrogándolas como sumisas a un método único y comprensivas de las diferentes partes de un plan general de investigaciones. La expresión que he debido construir es, así, a la vez, más extensa y más restringida que dichas denominaciones análogas, las que en su fundamental carácter, a prim era vista podrían verse como equivalentes.*
* Advertencia preliminar. Versión de F. Larroyo.
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LA LEY DE LOS TR ES ESTADOS Con la mira de explicar de modo conveniente la verdadera naturalezay el carácter propio de la filosofía positiva, es indispensable contemplar en general la marcha progresiva del espíritu humano, considerado¿1 su conjunto; pues ninguna concepción puede elaborarse con acierto» no es por su historia. Estudiando el desarrollo total de la inteligencia humana en las di* versas esferas de su actividad, desde su primera y simple manifestación hasta nuestros días, creo haber descubierto una gran ley fundamental, a la que se halla sometido por una necesidad invariable, y que me parece poder determinar, sea sobre las pruebas racionales' suministradas por el conocimiento de nuestra organización, sea sobre las verificaciones históricas resultantes de un exam en atento del pasado. Esta ley expresa que cada una de nuestras concepciones principales, cada rama de nuestros conocimientos, pasa sucesivamente por tres estados teóricos diversos: el estado teológico o ficticio; el estadom ^tafí^^ y el estado cientílico o positivoTEn otros términos: el espíritu humano por su naturaleza emplea sucesivamente en cada una de sus investigado nes tres métodos deülosofár. cuvo carácter es esencialmentejHe^nte, e inclusoxaHIcalmente opuesto: prím em gtm ^ después, el método metafísico v aTflnel método positivo. De ahí tres cíasesde filosofía, o de sistemas generales de concepciones sobre el conjunto de los fenómenos, que se excluyen mutuamente: el primero es el punto de partida necesario de la inteligencia humana: el tercero su estado fijo y definitivo; el segundo está destinado únicamente a servir de transición. En el estado teológico, el espíritu humano, dirigiendo esencialmente sus búsquedas hacía la n ahir al^ ¿Iid:írnfl de los seres, las causas primeras y finalesde.tadT5s íos hechos que percibe, dicho brevemente, hacíalos conocimientos absolutos, se imagina los fenómenos como provocados por la acción directa y perm anente de agentes sobreña* turales más o menos copiosos, cuva'arhitrária influencia explica*2 aparentes írfeguláriHades del universo. En el estado metafísico. que no es en verdad sino u n a m era moo1' ficación generaPdel primero, se sustituyen los agentes sobrenatura por fuerzasab^tra^tas/verdadera s enrírtarT^ 7afostraceiones Pers0l*J, cadas) propias de los diversos seres del mundo y con cebidas cOJ|l capaces de engendrar por ellas mismas todos los f e n ó m e n o s obse dos, y cuya explicación consiste entonces en atribuir a cadajjD ^ ellos cierta entidad. ^ | 'TCTfin, en eíestado positiyo, el espíritu Rumano, reconocien . imposibilidad de llegar a nociones absoiiTtasprenuncia a busC2l^ g^ny~eLdestinojdel universo y a conocer las causas íntimas fenómenos, para ver únicamente de descubrir, m e d í a n t e e T e »*i Jg
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bien com binado del razonamiento y dg la observarjófri sn&ieye&^fec tivasrgS'cTecir, sus relaciones invariables de sucesión y de similitud. l|a expn cacioñ de los hechos,TéduciHa entonces a~sii^é^1nü ^T caíeyH io es vaaino la re laaó n establecida entre los diverso
IMPORTANCIA DE LAS IDEAS Las ideas gobiernan o desarreglan al mundo, o, en otros términos, el mecanismo social en gen eral reposa en definitiva sobre opiniones... La gran crisis política y moral de las sociedades actuales se origina, en último análisis, en la anarquía intelectual. Nuestro mayor de los daños consiste, en efecto, en la profunda divergencia que existe ahora entre todos los espíritus con respecto a todas las máximas fundamentales cuya fijeza es la primera condición de un verdadero orden social. Mientras las inteligencias individuales no reconozcan y acepten mediante un sentimiento unánime, cierto número d e i^eas generales capaces de constituir una doctrina social común, no es posible ignorar que el estado de las naciones continuará siendo, de m odo inexorable, esencialmente revolucionario, a pesar de todos los paliativos políticos que podrán adaptarse, y que, de hecho, sólo traerán consigo modificaciones precarias. RELAC IONES (LEYES) DE SUCESIÓN YSIMILITUD , NO CAUSAS Se advierte, así, por esta serie de consideraciones, que si la filosofía positiva es el verdadero estado definitivo de la inteligencia humana, hacia el cual prop en de cada vez más, no por ello se ha dejado de emplear * Tomo I. Versión'de F. Larroyo.
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primero y necesariamente, y a lo largo de muchos siglos, ya como método, ya comó^doütfmaprovisional7Tatita?oñaTgológica. filosofía cuyo carácter es la espotífan^idad, y por esto mismo la única posible en los orígenes, la única que puede ofrecer un interés suficiente a nuestro espíritu naciente. Es fácil admitir ahora que, para pasar de esta filosofía provisional a la filosofía definitiva, el espíritu humano ha tenido que adoptar naturalmente, como filosofía transitoria, los métodos y las doctrinas metafísicas. Esta última consideración es in i dispensable para completar la visión general de la gran ley que vengo señalando. Compréndese así, en efecto, que nuestro entendimiento, obligado a avanzar por gradaciones casi insensibles, no podía pasar, bruscamente y sin intermediarios, de la filosofía teológica a la filosofía positiva. La teología y la física son tan hondamente incompatibles, sus concepciólB nes tienen un carácter tan radicalmente opuesto, que antes de renunriar|¡ a las ideas de una para emplear las de la otra, la inteligencia humana § ha tenido qué sérvirse de concepciones intermedias, de un carácter híbrido, adeeuadás por ello para lograr gradualmente una transición. 5¡¡ Tal eseT3estino natural de las concepciones metafísicas: no tienen otra utilidad efectiva. Al sustituir la acción sobrenatural directriz por una entidad correspondiente e intrínseca, aun cuando ésta no sea concebí! da en un principio más que como una emanación de la primera, el ? hombre se ha habituado poco a poco a no considerar en el estudio de los fenómenos sino los hechos en sí mismos, habiéndose utilizado! gradualmente las nociones de estos agentes metafísicos, hasta llegara ser, para cualquier espíritu recto, tan sólo nombres abstractos de fenómenos. No es posible imaginar por qué otro procedimiento hubiera podido pasar nuestro entendimiento de las consideraciones sobrenaturales a las consideraciones puramente naturales, ello es, del régim0^ teológico al régimen positivo. Establecido de esta manera, una vez más, hasta donde me es posi* ble hacerlo sin caer en una discusión especial que no sería oportuna ahora, la ley general del desarrollo del espíritu humano, tal como 1|| concibo, nos será ahora ya fácil determinar con precisión la natural^ | za propia de la filosofía positiva, objeto esencial de este d i s c u r s o ! ® Por todo lo dicho, vemos que el carácter fundamental d e la fil°s0* fía positiva consiste en captar todos los fenómenos como sujet0AI| leyes naturales invariables, cuyo descubrimiento preciso y redue|M al menor número posible son la meta de todos nuestros esfuerz®! considerando como absolutamente inaccesible para nosotros y va(|B de sentido la búsqueda de lo que se llaman causas, sean primeraS,ILa finales. Es inútil insistir demasiado en una actitud que hoy d*aj e H hecho familiar a todos aquellos que han estudiado un poco a fon»|JÍJ ciencias de observación. Ellos saben, en efecto, que en n u e s t r a s e * j M caciones positivas, aun en las más perfectas, no tenemos en ^ ¡ 1
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alguno la pretensión de exponer las causas generadoras de los fenómenos, puesto que jamás, haríamos nada más sino retrasar la dificultad; queremos, por el contrario, examinar con exactitud las circunstancias que la han producido, y enlazar las unas con las otras mediante relaciones normales de sucesión y similitud.
RECORRIDO DE LA FILOSOFÍA POSITIVA Una vez caracterizada la tarea de la filosofía positiva lo más exactamente que me es dado hacerlo en este panorama de conjunto que desarrollo a lo largo de este curso, debo examinar ahora a qué nivel de formación ha llegado hoy día y qué es lo que falta para que acabe de constituirse. Respecto de esto, precisa considerar primero que las diferentes ramas de nuestros conocimientos no han realizado con la misma velocidad las tres grandes fases de su desarrollo mencionadas. Tampoco han llegado simultáneamente al estado positivo. Tocante a ello existe un orden invariable y necesario, que nuestros diversos modos de concepción han seguido de manera obligada en su progresión, y cuyo examen preciso es el complemento indispensable de la ley fundamental enunciada anteriormente. Este orden será el tema principal de la próxima lección. Por ahora bástenos saber que está de acuerdo con la variada naturaleza de los fenómenos y que está determinado por su grado de generalidad, de simplicidad y de independencia recíproca, tres consideraciones que, aunque distintas, concurren a un mismo fin. Así, los fenómenos astronómicos primero, por ser los más generales, los más simples y los más independientes de todos los demás; y sucesivamente por las mismas razones han sido aproximados a teorías positivas los fenómenos de la física terrestre propiamente dicha, los de la química y finalmente los fenómenos fisiológicos. No es dable señalar el origen preciso de esta revolución; pues puede decirse con exactitud, como de todos los demás acontecimientos humanos, que sé han realizado constantemente y de más en más, principalmente después de los trabajos de Aristóteles y de la escuela de Alejandría, y más tarde cuando se introdujeron las ciencias naturales en la Europa occidental por los árabes. Con todo, puesto que conviene fijar una fecha para precisar las ideas, señalaré lá del gran movimiento dado al espíritu humano desde hace dos siglos por la acción combinada de los preceptos de Bacon, las concepciones de Descartes y los descubrimientos de Galileo, como el momento en que i empezó a manifestarse en el mundo este espíritu de la filosofía positi i va, en oposición evidente con el espíritu teológico y metafísico. A la f sazón, en efecto, las concepciones positivas se apartaron, de cierto, de
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la mezcla supersticiosa y escolástica que más o menos ocultó el verda dero carácter de todos los precedentes trabajos.
FUTURO DE LA FILOSOFÍA POSITIVA. EL ESPECIALISMO Es ley necesaria. Cada rama del sistema científico se desprende poco a poco del tronco cuando adquiere bastante consistencia para emprender un estudio separado, es decir, cuando ha llegado al punto en que puede ocupar por ella sola la actividad permanente de ciertas inteligencias. Sin duda alguna, a esta repartición de las diversas investigaciones entre diferentes clases de científicos se debe el desarrollo tan extraordinario que ha alcanzado al fin en nuestros días cada diversa clase de conocí | mientos humanos, y que manifiesta la imposibilidad, para los modernos, de aquella universalidad de las investigaciones especiales, tan fácil y frecuente en los tiempos antiguos. En una palabra, la división del trabajo intelectual, cada vez más perfeccionada, es uno de los atributos característicos muy significativo de la filosofía positiva. Reconociendo las consecuencias prodigiosas de esta división, y viendo ahora ya en ella la verdadera base fundamental de la organización general del conjunto del saber, es imposible, por otra parte, no conmoverse ante los graves inconvenientes que engendra en su estado actual, por el excesivo particularismo de las ideas que ocupan exclusivamente a cada inteligencia individual. Tal resultado es inevitable, sin duda, como inherente al principio mismo de la división; es decir, que de ninguna manera podremos equipararnos en este respecto a los antiguos, en los que semejante superioridad no se debía sino al exiguo desarrollo de sus conocimientos. Con todo, me parece que podemos evitar con medios adecuados los efectos más perniciosos de la es pecialización exagerada, sin entorpecer la influencia vivificante de la separación de las investigaciones. Hay que acometer el problema con toda seriedad, porque estos inconvenientes, que por su naturaleza tienden a acrecentarse sin límite, comienzan ya a ser muy perceptibles. Todos confiesan que las divisiones establecidas para un mayor perfeccionamiento de nuestros trabajos entre las diferentes ramas de la filosofía natural acaban por ser artificiales. No ignoremos que a pesar de esta confesión, es ya muy pequeño en el mundo científico el número de inteligencias que abarcan en su concepción el conjunto incluso de una sola ciencia, que a su vez no es más que una parte del todo. La mayoría se limita ya por completo a la consideración aislada de una sección más o menos extensa de una ciencia determinada, sin preocuparse demasiado a la relación de estos trabajos particulares con el sistema general de los conocimientos positivos. Es muy urgente el remediar este mal antes de que se torne mucho mayor. Hay que temef que el espíritu humano acabe por perderse en medio de trabajos de
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detalle. No nos engañem os; éste es el punto señaladamente débil por el que los partidos de la filosofía teológica y de la filosofía metafísica pueden combatir a la filosofía positiva con algunas perspectivas de éxito. El idóneo recurso de atajar la influencia corrosiva que parece amenazar al futuro intelectual, a consecuencia de una especialización demasiado grande en las investigaciones individuales, evidentemente no podrá ser la vuelta a la antigua confusión de los trabajos encaminada a retrogradar el espíritu humano, y que felizmente hoy día se ha hecho imposible. Ala inversa, consiste en el perfeccionamiento de la división misma del trabajo. Basta, en efecto, con hacer del estudio de las generalidades científicas una gran especialidad más. Que una nueva clase de científicos, preparados por una educación adecuada, sin entregarse al estudio especial de ninguna rama particular en la filosofía natural, se ocupen únicamente, considerando en su estado actual las diversas ciencias positivas, en determinar exactamente el espíritu de cada una de ellas, de descubrir sus relaciones y enlaces de resumir, si es posible, todos los principios propios en un número de principios comunes, sin descuidar jamás las máximas fundamentales del método positivo. Por otro lado, que los otros científicos, antes de entregarse a sus investigaciones respectivas, se hayan capacitado mediante una educación que se ocupe del conjunto de los conocimientos positivos, para aprovecharse desde luego de las luces que provengan de estos científicos entregados al estudio de las generalidades, y recíprocamente para rectificar sus resultados, situación a la que los científicos se aproximan ostensiblemente día con día. Cuando se satisfagan estas dos grandes condiciones, y es claro que pueden cumplirse, la división del trabajo en las ciencias podrá llegar, sin ningún peligro, tan lejos como exija el desarrollo de los diversos órdenes de conocimiento. Una clase di versa, en contacto permanente con todas las demás, que tenga como función propia y continua el vincular cada nuevo descubrimiento par ticular al sistema general, y no habrá ya que temer el que una señalada preferencia concedida a los detalles impida jamás ver el conjunto. Dicho brevemente: se habrá constituido la organización moderna del mundo científico y no quedará sino desarrollarla, indefinidamente, conservando siempre el mismo carácter. Formar del estudio de las generalidades científicas una sección apar te del gran trabajo intelectual, es simplemente éxtender la aplicación del mismo principio de división que sucesivamente ha ido separando las diversas especialidades; pues mientras las diversas ciencias positivas han estado poco desarrolladas, sus relaciones mutuas no podían tener importancia suficiente para dar lugar, por lo menos de un modo perma nente, a una clase particular de trabajos, y al mismo tiempo la necesidad este nuevo estudio era mucho menos urgente. Mas por ahora cada una de las ciencias ha adquirido por separado una extensión suficiente para que sus mutuas relaciones puedan dar lugar a trabajos continuados,
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al mismo tiempo que este nuevo orden de estudios se hace indispensable para prevenir la dispersión de las concepciones humanas. Es ésta la manera como yo concibo el futuro de la filosofía positiva, dentro del sistema general de las ciencias positivas propiamente dichas. Es ésta, por lo menos, la finalidad de este curso.
SISTEMA Y UNIDAD DEL MÉTODO Al señalar por tarea a la filosofía positiva el resumir en un solo cuerpo de doctrina homogénea el conjunto de los conocimientos adquiridos propios de los diferentes órdenes de fenómenos naturales, estaba lejos de mi pensamiento el querer proceder al estudio general de estos fenómenos, considerando a todos ellos a manera de efectos múltiples de un principio único, como sujetos a una misma y sola ley. Si bien es preciso tratar en especial esta cuestión en la lección próxima, creo desde ahora deber manifestarla, a fin de prevenir los reproches muy mal fundados que podrán dirigirme quienes, a partir de una visión falsa, clasificarían este curso entre los intentos de explicación universal que aparecen a diario de espíritus completamente extraños aTosTnétodos y a los conocimientos científicos. No se trata de nada semejante; y el desarrollo de este curso dará una prueba feha1 ciente a todos aquellos a quienes las aclaraciones contenidas en este discurso hayan dejado alguna duda sobre el particular. A tenor de mi conyicción personal, considero estos intentos de explicación universal deTodosloTIiechos me diante mí a ley única como de sobra quim érí^ráun cuando sean intentados por lás inteligencias , más cqmp&tentes. Creo que los recursos del espíritu humano son demasiado aébiles y el universo demasiado complicado para lograr semejante perfecc^n^aeñtífica, nuncaa^üeHroalcance, y además considero I que es una idea demasiado halagüeña de los resultados que se obten | drían en caso de ser factible Y a n o es fo r z o s o e m itir m ás a r g u n ie iiío s p a r a m o s tr a r q u e la jiflali’ d a d d e e s t e c u r s e m o e s p r e s e n t a r todns 1n T l ^ ^ m é n o s p a t ^ sie n d o idénticos en el fondo,' e xc ep to la va ried ad d e sus circunstanciaSi L a fi l o s o f í a p o s i ti v a , s e r í a , c l a r o , m á s c o m p l e t a s i p u d i e r a s e r así. Mas I e s t a c o n d i c i ó n n o e s e n a b s o l u t o n e c e s j y d a p a r fl ¡sm e l a b o r a c i ó n siste I m ática ni p ar a la re aliza ció n de gr an des v gratas ga nse n rettrias paralas q u e e s tá sin d u d a d e s t in a d a . N o h ay , e n e f e c t o y ^ T m i u f a o S i e c e s a n 3 I q u e J a i m i d a d d e m é to d o , la c u a l p u e d e y d e b e ^ í iB r e v id e n té m e n te . y se h a lla y g e s ta b le c I H a e n ^ u ^ a y o f p a r te . T 0 na m e a Ia d o c trin a no e| I n e c e s a r i o q u e . s e a u n a , b a s t a c o n q u e s e a h o m o g é n e a . P o r gJUi3 j4 ^s
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positivas. Con la mira de disminuir, en la medida de lo posible, el número de leyes generales necesarias para la explicación positiva de los fenómenos naturales, lo cual es, en efecto, el fin filosófico de la ciencia, estimamos como infundado aspirar nunca, aun en el futuro más alejado, al intento de reducirlas rigurosamente a una sola ley.
ENCICLOPEDIA DE LAS CIENCIAS POSITIVAS Las ciencias ofrecen en su variedad un carácter evidente. Constituyen una enciclopedia, que proviene de las diversas clases de fenómenos naturales que estudian. Es obvio, en efecto, que antes de emprender el estudio metódico de alguna de las ciencias fundamentales hay que prepararse necesariamente por el examen de las relativas a los fenómenos anteriores de una escala enciclopédica, puesto que éstas influyen siempre de modo preponderante sobre aquellas cuyas leyes se propone uno conocer. Dicha circunstancia es de tal modo sorprendente que, a pesar de su extrema importancia práctica, no precisa insistir en este momento sobre un principio que más tarde se reproducirá en otro sitio consecuentemente en orden a cada ciencia fundamental. Sólo habré de limitarme a hacer observar que, si es de suyo aplicable a la educación general, lo es también particularmente a la educación especial de los hombres de ciencia. Por ej., los físicos que no han estudiado antes astronomía, al menos desde un punto de vísta,general: los QuímicoFque~antes de ocuparse de su ciencia propia no han estudiado con anterioridad astronomía y después físSraTIos fisiólogós que no se han preparado para $us traba jos especiales con un estudio preliminar de astronomía, de la física y de_la química^han omitido una de las condicionesIunclameíítales'~de su formación intelectual. Esto es aún mucho más obvio para los espíritus que quieren entregarse al estudio positivo de los fenómenos sociales sin haber ,adquirido primero un conocimiento general de la astronomía, de la física, de la química y de la fisiología. Dado que dichas exigencias raramente se cumplen en la actualidad y ninguna institución regular se ha organizado para cumplirlas, se puede decir que aún no existe para los científicos una educación verdaderamente racional. Apreciación tal es a mis ojos de tan gran importancia que no temo atribuir, en parte, a este vicio de la educación eHíctual estado de imperfección extrema en que aún vemos las ciencias más difíciles, estado verdaderamente inferior a lo que prescribe, en efecto, la naturaleza más complicada de los fenómenos estudiados. En relación con la educación general, esta exigencia es aún mucho más necesaria, Me parece de tal modo indispensable, que veo la enseñanza científica como incapaz de realizar los resultados generales más esenciales que está destinada a realizar en la sociedad para poder
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LA FILOSOFÍA POSITIVA
renovar el sistema intelectual, si las diversas ramas principales de 1 filosofía natural no se estudian en un orden conveniente. No se olvide que en casi todas las inteligencias, incluso las más elevadas, las ideas permanecen de ordinario aprisionadas, según el orden de su primera adquisición; y que, por consiguiente, es un mal, las más de las veces irremediable, no haber empezado por donde se debe.*
CIENTIFICIDAD Y MÉTODO POSITIVO Cuando se trata no sólo de saber lo que es el método positivo, sino de tener de él un conocimiento lo bastante claro y profundo como para utilizarlo efectivamente, hay que considerarlo actuando: hay que estudiar las diversas y g m n d i o s a s aplicaciones bien comprobadas que de él ha hecho ^FéT^^itu hümanüTTri una palabra, sólo es posible llegar a él mediante el examen filosófico deJasdencias. No es posible estudiar eí método aisladamenfeclelas investigaciones en que se emplea, o resulta un estudio muerto, incapaz de fecundar el espíritu que a él se dedique. Todo lo real que de él se puede decir cuando se le enfrenta en abstracto, se reduce a generalidades tan vagas que en nada influirán sobre el régimen intelectual. Si alguien establece lógicamente que nuestros conocimientos debeCmndarsFen la observación^ que debemos proceder a veces de ios principios y 'aTé¿fiSWT6s principios a los hechos, u otros aforismos análogos, conocerá mucho menos el método que si ha estudiado un poco profundamente una sola ciencia positiva, aún sin intención filosófica. Por haber desconocido este hecho esencial, nuestros psicólogos son inducidos a tomar sus ilusiones como ciencia, creyendo comprender el método positivo por haber leído los preceptos deBacon o los discursos de Djescartes. No sé si más adelante se podrá hacer a pziari un verdadero curso de método totalmente independiente deí estudio filosófico de las ciencias; pero estoy seguro de que hoy es irrealizable, pues los grandes procedimientos lógicos no pueden aún ser explicados con la precisión suficiente aisladamente de sus aplicaciones. Me atrevo a añadir, además, que, aun cuando tal empresa pudiese realizarse inmediatamente 4o que, en efecto, es concebible—, sólo por el estudio de las aplicaciones regulares de los procecíímientos científicos podríamos llegar a formarnos un buen sistema de hábitos intelectuales, objeto esencial del método. ^ Considerando, a través de este curso, la sucesión de las diversas clases de fenó m eno s naturales, haré resaltar cuidadosamente una ley filosófica muy importante y totalmente inadvertida hasta hoy, cuya * Tomo I. Versión de F. Larroyo.