COMENTARIO SOBRE CURSO BÁSICO DE RACISMO Y DE MACHISMO
Lamentablemente vivimos en una sociedad racista, una sociedad en la que directa o indirectamente nos vemos afectados ante situaciones engorrosas sobre racismo y discriminación. Nadie está exento de la discriminación. Ante aquella preocupante situación cabe preguntarnos desde cuándo está presente la discriminación, cómo ha influido la creencia de seres superiores en el desarrollo de la historia humana, entre muchas otras.
Ante estas interrogantes, Eduardo Galeano escribe un libro titulado La escuela del mundo al revés, en la que en el capítulo “Curso básico de racismo y de machismo” expone un sinnúmero de ideas sobre tal controversial tema. En los
próximos párrafos expondré sus principales ideas, las comentaré y las propondré a debate.
DE QUÉ TRATA EL RACISMO Y EL MACHISMO
Si buscamos racismo en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), encontraremos que su concepto es la “…exacerbación del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando conviven con otro u otros” .
En otras palabras, racismo viene a ser el ataque sinrazón hacia una cultura por parte de un grupo quienes se consideran superiores a los demás. Tal semejante idea se basa en que, como dice Eduardo Galeano, “los
subordinados deben obediencia a sus superiores, como las mujeres deben obediencia a los hombres”.
Si buscamos en la Historia, la idea de la existencia de una raza superior no florece hace tres o cuatro siglos, el racismo comienza desde, como los estudiosos lo han denominado, la Revolución Neolítica. Nuestros antepasados, los que dieron origen a la humanidad, vivían en una sociedad no especializada, es decir, una sociedad sin ninguna clase de economía, que recolectaban frutos y comían los desperdicios de los demás depredadores solo con la finalidad de sobrevivir. Sin embargo, ocurrió la primera especialización del trabajo: los hombres, quienes se consideraban fuertes y mucho más hábiles para l a caza, empezaron a conquistar nuevos territorios, descubrir poco a poco la naturaleza y, principalmente, logar dominarla; mientras que las mujeres, niños y ancianos, realizaban tareas que no demandaban fuerza o habilidad. Desde mi perspectiva así comenzó todo, así germinó la idea de la existencia de un género superior.
Con el paso del tiempo, florecieron un sinnúmero de culturas alrededor el globo, algunas de estas culturas crecieron hasta convertirse poderosos imperios, conquistaron extensos territorios, arrasaron pueblos enteros, esclavizaron nuevas culturas y demás, todo bajo la certeza de que unos pueblos nacen libres y otros para ser esclavos, tal como dice Eduardo Galeano.
Llegamos al Renacimiento, época que los estudiosos han denominado “el renacer de la historia” debido a sus aportes culturales a la humanidad, la revaloración del arte clásico y el auge del Humanismo; sin embargo, no todo fue color de rosa durante aquellos siglos. Fue por aquel entonces que se encuentran dos culturas totalmente distintas: los blancos y los indios.
Los europeos occidentales habían adoptado mucho de cultura Romana, principalmente, su religión: el cristianismo. Las culturas europeas se consideraban portadores de la verdad, de la salvación, portadores de la voluntad divina. Por tanto, cuando ambas culturas se encontraron inesperadamente, los blancos consideraban a los indios, a nuestros antepasados, como personas incivilizadas e incluso incapaces para ser civilizados.
Bajo esa premisa y avalados por sus reyes, los inmigrantes europeos consideraron que como portadores de la sabiduría de Dios contaban con un derecho internacional para civilizar a los nativos, en otras palabras, evangelizarlos. Sin embargo, aquello no fue más que una excusa para la legalización de la invasión y el despojo, a una despiadada explotación de gentes y tierras sometidas.
Nuestra cultura indígena fue ultrajada ferozmente por quienes se consideraron superiores, por quienes contaban con mejor tecnología, por quienes creían que los nativos no eran más que una tribu con grandes atrasos. Sí es cierto, no podemos negar que nuestros antepasados perdieron porque no contaban con armas hechas de pólvora. Sin embargo, contábamos con algo que los europeos hacía mucho ya habían perdido: la conexión con la naturaleza. “Los nativos vivían en comunión con la naturaleza y creían, como muchos de sus nietos creen todavía, que sagrada es la tierra y sagrado es todo lo que en la tierra anda o de la tierra brota.”
La ridícula idea de una sociedad superior a otra, lamentablemente, aún está presente en nuestro Perú. Son aquellos hombres y mujeres que quieren cerrar sus ojos y negar su pasado, su pasado histórico y decir hipócritamente que ellos son puros, lo cual es un escupitajo a nuestros antepasados quienes murieron heroicamente y con mucho honor bajo el sometimiento de los que dijeron ser blancos.
DISCRIMINACIÓN EN EL LEGUAJE
La discriminación en el lenguaje nació y creció paralelamente a la discriminación en sí. De hecho, la discriminación en el lenguaje es una de las tantas formas en que se manifiesta la exacerbación, la degradación, el odio que puede tener una cultura hacia otra.
Desde la invasión española, se han creado un sinnúmero de palabras que degradan la integridad de cada persona, palabras para designar erróneamente la clase a la que pertenece una persona que no es sino fruto de una entremezcla de culturas. Aquello se extendió a frases peculiares y que en el fondo, carecen de sentido. Los ejemplos que propone el autor son: “Pareces indio” y “Hueles a negro” que son usadas incorrectamente para designar la
apariencia, el estupor, los modales que tiene una persona.
Lamentablemente, muchas de estas frases son trasmitidas a los niños de corta edad, niños que están despertando, niños que están aprendiendo a vivir en sociedad. Ahí radica el cáncer de nuestra sociedad, pero irónicamente somos nosotros mismos quienes impulsamos este rechazo, distanciamiento, e incluso odio entre distintos grupos humanos y no aprovechamos todo el bagaje cultural que yace dentro de cada persona.
Podríamos decir que es ahí donde nace la alienación, como dice Eduardo Galeano, “personas que viven y visten para no parecer indios”, personas que niegan su pasado y presente histórico. Infortunadamente, muchas personas consideran a la cultura europea o estadounidense como modelo a seguir, como un patrón al que se debe obedecer y se dejan llevar por los prejuicios o las falsas ideas que supone vestir, sentir, vivir como indio.
El autor propone nuevos ejemplos, el que me pareció más significativo es lo que ocurrió en Guatemala, en donde el presidente que tomó el poder a la fuerza, Carlos Castillo Armas, emprendió la “modernización cultural” basada
principalmente en una versión mejorada de los actos de los españoles: civilizar a los indígenas. Esto supuso la enseñanza a los nativos sobre tejidos y bordados de “buen gusto estético”. Una total barbaridad.
Nuestra sociedad hipócritamente ha menospreciado a nuestros antepasados, cualquier origen étnico es mejor del que verdaderamente descendemos y la razón principal por lo que ocurre aquello aconteció hace mucho tiempo, desde la llegada de los españoles. Nos borraron de la historia, nos despojaron la identidad indígena, nos amaestraron a sentir desprecio por nuestros orígenes.
Se fue perpetuando en el tiempo hasta tal punto que cuando nos independendizamos, nos sentimos más orgullosos por los generales que firmaron el acta que por todos los indios y negros que lucharon contra los españoles, e incluso aceptamos sin remedio la frase “lo s indios son cobardes y los negros asustadizos”.
“Desde los tiempos de la conquista y de la esclavitud, a los indios y a los
negros les han robado los brazos y las tierras, la fuerza de trabajo y la riqueza; y también la palabra y la memoria”
DISCRIMINACIÓN COMO FILOSOFÍA
La historia real de la conquista y la colonización de las Américas es una historia de la dignidad incesante. No hubo día sin rebelión (…); pero la historia ha
ninguneado casi todos esos alzamientos, con el desprecio que merecen los actos de mala conducta de la mano de obra.
De hecho, cuando los indios se negaban a someterse a la esclavitud y al trabajo forzado, simplemente estaba yendo en contra de la ley natural, la ley en que los inferiores deben respeto a sus superiores.
Nos han vendido una historia de los acontecimientos desde el punto de vista colonizador, pocos autores mencionan la realidad de aquel entonces, pocos mencionan los levantamientos de los indios, pocos reconocen el papel del indio en la sostenibilidad de la colonia. Muchos no reconocen los manifiestos de desacuerdo de los indios y nos ofrecen una historia en que el indio acepta su situación, es conformista, obedece lo que le imponen y no rescatan el ímpetu de liberación.
Nunca han faltado pensadores capaces de elevar la categoría científica los prejuicios de la clase dominante. Eduardo Galeano nos presenta los casos de Augusto Comte, uno de los fundadores de la sociología moderna, quien creía en la superioridad de la raza blanca; Cesare Lombroso, quien convirtió el racismo en tema policial y postuló que las características físicas de un delincuente son los mismos rasgos de los negros africanos y de los indios americanos; y Spencer quien sostuvo que el Estado no debía interferir en los procesos de selección natural que dan poder a los hombres más fuertes y mejor dotados: los blancos.
Si hacemos una reflexión sobre lo que sostuvo Spencer, llegaremos al punto en que el Estado solo debe preocuparse por la instrucción en oficios manuales a los que se les considera como razas inferiores. Bajo esa concepción la educación solo está presente en un pequeño grupo social, en la élite, en la cúspide de la pirámide social.
Irónicamente el autor presenta el caso de dos profesores universitarios quienes proclamaron que los negros y los pobres tienen un coeficiente intelectual inevitablemente menor que los blancos y los ricos por herencia genética, y por tanto se dilapidan dineros en su educación y asistencia social. Este pensamiento retrógrado tiene sus orígenes en la errónea idea de que existe una relación entre peso de la masa encefálica y la inteligencia, y se acentuó aún más desde el empleo de los test de coeficiente intelectual.
Podemos asegurar que esto da paso a un gran número de prejuicios que se basan en la superioridad cultural. Sin embargo, tal como dice Eduardo Galeano, “el peso del cerebro tiene en relación a la inteligencia, la misma
importancia que el tamaño del pene tiene en relación a la eficacia sexual, o sea: ninguna.
Por otra parte, nuestra sociedad sobrevalora todo aquello que procede de Europa y margina las demás culturas. Las culturas no europeas no son culturas. A pesar que muchas de estas poseen un gran bagaje cultural de alto nivel, nos referimos a su arte como artesanías; a sus costumbres como folclore; y a sus religiones como supersticiones. La esencia de un pueblo, de una sociedad en sí, solo se reduce a objeto de desdén para la cultura “oficial”.
No es para sorprenderse que en nuestras sociedades no exista un aprecio incondicional hacia los que nos rodean. Existe el prejuicio y difícilmente se logre erradicar de aquí a pocos años. Somos racistas entre nosotros mismos. Es algo absurdo que en nuestro Perú se hable de razas cuando en realidad en las Américas, la cultura es hija de varias madres. Somos producto de siglos de interacción de distintos grupos étnicos: negros, asiáticos, europeos, indígenas. Cínicamente negamos nuestro pasado y asumimos una falsa superioridad.
En nuestras sociedades alienadas, entrenadas durante siglos para escupir al espejo, no resulta fácil aceptar las culturas originarias de américa, tal como sostiene el escritor. Siempre hemos tratado de adoptar culturas no originarias, dar la espalda a lo indígena, a lo autóctono; ejemplo de ello es lo que aconteció en los años 20 y 30, en donde nuestros pensadores americanos hablaban de la necesidad de regenerar la raza, mejorar la especie, cambiar la calidad biológica de los niños, en resumen, el mejoramiento étnico.
Asimismo, muchos de los intelectuales de la época tenían la certeza de que las razas inferiores bloqueaban el progreso. Sin embargo, pienso que es todo lo contrario, pensamientos retrógrados detienen nuestro avance cultural. La discriminación racial es una de las principales razones por la que existe la discordia, la desunión y los conflictos. Nos negamos a dar la mano a nuestros hermanos, a todo aquel que no consideramos como civilizado lo tratamos de cholo, los prejuicios se encuentran impregnados en nuestro subconsciente. Considero que el Perú emergerá solo cuando tomemos conciencia de lo que somos, dar la cara a nuestro pasado, aceptarlo, aprender de nuestros errores, rescatar los aspectos positivos y elaborar y planificar nuestro futuro. La diferencia entre un país desarrollado y el nuestro radica en la simple respuesta: ellos saben de dónde vienen y saben hacia dónde quieren llegar.
El machismo
Todos los imperios que existieron en la historia de la Humanidad fueron elitistas, es decir, todos concentraban el poder económico, político y social en un pequeño grupo cerrado de personas, la cúspide, la él ite de cada sociedad. El elitismo surge a partir de la idea de superioridad de unos sobre otros. La idea nace y crece paralelamente al desarrollo humano. Las religiones han jugado un papel muy importante en el pensamiento de las personas, hoy por hoy, aún es el norte para muchos feligreses. Las religiones marcan el panorama actual del mundo. Muchas de las guerras que se desarrollaron a lo largo del tiempo son de índole religiosas, las Cruzadas son claro ejemplo de ello. Ya en los tiempos de la conquista, estaba claro que los indos estaban condenados a la servidumbre en esta vida y al infierno en la otra. Bajo la excusa de ser los elegidos para dar a conocer la palabra de Dios, los europeos cometieron barbaries y salvajismos con quienes ellos consideraban no civilizados. “El orden que en el mundo impera desde la conquista de América, no ha tenido
jamás la intención de socializar los bienes terrenales, que Dios libre y aguarde, pero en cambio se ha dedicado fervorosamente a universalizar las más jodidas fobias de la tradición bíblica”.
En los últimos años, el movimiento homosexual ha ganado espacios de libertad y respeto en todo el mundo, sin embargo, aún existen muchas discordancias y disputas en nuestra sociedad. Como dice el escritor:
“Hay demasiada gente que todavía ve en la homosexualidad una culpa que no
tiene expiación, una estigma imborrable y contagioso, o una invitación a la perdición que tienta a los inocentes: los pecadores, enfermos o delincuentes, según como se mire, constituyen en cualquier caso un peligro público”.
Por otra parte, ninguna religión es excepción de los pensamientos denigrantes a la mujer. El machismo y el racismo beben de las mismas fuentes y escupen palabras parecidas, según Eduardo Galeano. Esta peculiar frase sostiene que el machismo no es más que una variante del racismo: mientras que el racismo se basa en la superioridad de razas, el machismo propone la superioridad del género masculino. Lamentablemente tal pensamiento se encuentra impregnado en la mayoría de religiones, el ejemplo más cercano es el cristianismo
Muchas de las mitologías griegas muestran a una mujer malvada, demoniaca e incluso no digna de respeto. En la Biblia se encuentran un sinnúmero de relatos que marginan el género femenino, pensamientos ridículos que florecen desde que Eva le ofrece la manzana de la discordia a Adán. Siguiendo con esta línea de pensamiento, es durante la Edad Media que muchos filósofos y Padres de la iglesia escriben volúmenes enteros justificando el castigo de la mujer y demostrar su inferioridad biológica. Pensamientos machistas aún siguen deambulando por los espacios de nuestra cultura a través de manifestaciones aparentemente inofensivas pero que guardan en el fondo una filosofía que atropella todo derecho de la mujer. Sin ir muy lejos, encontramos muchas canciones machistas: “según los boleros, las mujeres son ingratas; según los tangos, son todas putas (menos mamá)”.
Una de las más desagradables consecuencias que acarrea consigo el machismo es la violación. Como sostiene Eduardo Galeano, el violador no busca ni encuentra placer, necesita someter. Desde este punto de vista, el macho propietario comprueba a golpes su derecho de propiedad sobre la mujer. Sostengo que eliminar los pensamientos machistas en nuestra sociedad es una tarea muy difícil, muy difícil porque muchos de estos pensamientos se encuentran profundamente arraigados a costumbres sociales. Somos fruto de circunstancias pasadas. En particular, desde la invasión nos han querido borrar todo rastro cultural, los españoles acentuaron el machismo y el racismo ya existente, nos lavaron el cerebro y nos vendieron la idea de la superioridad varonil que aún está presente hoy en día. Muchos años son los que se han vivido bajo la concepción que el hombre es mejor y la mujer es una mala copia de él y por lo tanto, mejorar esta filosofía se hace una tarea ardua pero no imposible de realizar.
.No existen razas superiores a otras, la única raza que es existe es la raza humana y la conformamos todos nosotros. La mujer no es más ni menos en comparación con un hombre, es por ello que exhorto a nuestra sociedad a cambiar nuestros paradigmas, a cambiar la forma de enfocar el mundo, a renovar nuestras mentes cerradas y abrirnos a nuevas posibilidades de interrelación, de intercambio culturales, a aprovechar y brindar lo mejor que tiene cada uno y así formar una nueva cultura en donde impere la equidad y un gran bagaje cultural. Tal vez esta tarea escape de nuestras manos, pero aún se encuentran en las manos de nuestros descendientes, en las manos de un futuro prometedor que necesita ser impulsado por nosotros mismos.