Caso clínico de Juana barraza Samperio “mataviejitas”
La vida de Juana Barraza es en definitiva un reflejo claro de su actual personalidad, caracterizada por la rudeza. Mujer nacida en Hidalgo, México en 1957, analfabeta, que a sus 12 años de edad fue regalada por su progenitora a un hombre que inmediatamente empezó a abusar sexualmente de ella, de estas violaciones se embaraza a los 16 años y nace un niño el cual fue asesinado a batazos. Nunca conoció a su padre y mantuvo sólo 2 relaciones en su vida, las cuales se desarrollaban en ambientes de alcoholismo y una de ellas estaba envuelta en maltrato físico.
En su edad adulta y madre de tres hijos, Juana Barraza vendía calcetines y palomitas a las puertas de la Arena México y durante el día lavaba ropa ajena, con lo cual apenas ganaba entre 200 y 300 pesos a la semana. Sus fines de semana transcurrían cerca de las lonas del cuadrilátero de las luchas libres donde era conocida como "La Dama del Silencio", luchadora independiente del bando de los rudos, donde cada pelea le daba a ganar unos 500 pesos.
A Juana Barraza, "La Mata Viejitas" se le atribuyen entre 42 y 48 asesinatos a mujeres de la tercera edad, en la actualidad se encuentra recluida en la Penitenciaría Femenil de Santa Martha Acatitla. El pasado 19 de enero del 2008, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, a través del Subprocurador de proceso, Miguel Angel Mancera Espinoza, aseguró que la sentencia de Juana Barraza sobre pasa los 900 años de carcel, aunque, aclaró, sólo se le imputarán 50 años, ya que según el código penal ese el mayor tiempo que una persona puede estar incautada.
Juana Barraza Samperio, la "Mataviejitas", podría ser una sociópata con problemas de identidad sexual, y es posible que tenga un cómplice, de acuerdo con la opinión de la psicóloga forense Isabel Bueno.
Ese tipo de personas suelen usar frases como: "Yo no tengo la culpa", "hay personas más malas", "tengo mis razones para hacer lo que hice", que son expresiones con las que intentan justificar sus actos.
Mataba ancianas que vivían solas. No hay testigos de los crímenes que cometió en recámaras y salas de casas familiares a donde rara vez acudían los hijos de viudas indefensas de 80 o más de 90 años de edad. Empezó con robos. Bajo engaños y con disfraz de enfermera o trabajadora social, ganó la confianza de sus presas, a las que atacó en arranques de odio.
Al atacar, usaba objetos que había en las habitaciones de las ancianas: medias, cordones eléctricos y otros materiales. Actuaba rápido, con lujo de fuerza, casi sin provocar sangrados, a diferencia de asesinos seriales típicos que son sanguinarios
“Yo odiaba a las señoras, porque mi mamá me maltrataba, me pegaba, siempre me maldecía y me regaló con un señor grande”. “Yo fui abusada y por eso odiaba a las señoras" “Mataba a una viejita cada mes”.
La primera anciana asesinada fue María Amparo González, quien fue estrangulada con un cable eléctrico en su departamento de la Unidad Modelo. Ese caso nunca se resolvió