CARACTERÍSTICAS DE UN BUEN LÍDER No todos los jefes tienen las características de un líder . Para ser un buen líder se se requiere una serie de cualidades y características, pero sobretodo mucho esfuerzo. 1. Deseo de cambio 2. Compromiso 3. Iniciativa 4. Perder el miedo 5. Comprender tu entorno 6. Ego y modestia 7. Ser optimista 8. Esfuerzo 9. Creatividad 10. Objetivos
CARACTERÍSTICAS CARACTERÍSTICAS DE UN MAL LÍDER Una compañía que no tiene un gran líder al frente, se enfrenta a la posibilidad de tener a los trabajadores agotados, faltos de motivación, o sin confianza. Se habla y se escribe mucho sobre las cualidades que deben tener los grandes líderes, pero ¿qué características desacreditan a un líder? Jeff Schmitt presenta en un artículo en Forbes las cualidades que diferencian a un líder valiente de un farsante. 1. Hablar mal de alguien a sus espaldas 2. Esquivar el trabajo 3. Evitar las decisiones difíciles 4. No escuchar 5. Falta de disciplina 6. No pensar por sí mismo. 7. No crecer o evolucionar 8. Falso 9. No conectar 10. No tolerar los fallos
La verdad histórica del enfrentamiento armado en Guatemala Los relatos sobre el conflicto armado que sufrimos los guatemaltecos de 1960 a 1996, tienen un componente emocional y de militancia que hace, que si bien pueden valer como expresiones de memoria de lo vivido, no pueden tomarse como únicos referentes de la verdad histórica. Esta solo podrá construirse con un análisis no selectivo y desapasionado de relatos de víctimas y victimarios de la insurgencia y la contrainsurgencia y de los ciudadanos, la mayoría no comprometidos con unos u otros, pero que vivieron lo sucedido esos años y los errores y horrores cometidos. Desafortunadamente las nuevas generaciones tienen un desproporcionado acceso a la abundante literatura deformadora de militantes o simpatizantes de la insurgencia, amparados unilateralmente por una amnistía que la administración de justicia regatea a la contrainsurgencia y que priva a los guatemaltecos de acceso a relatos de memorias que pueden servir de base para reconstruir la verdad histórica, que era el fin buscado en el Informe de la Comisión de la Verdad Histórica creada en los Acuerdos de Paz. La Comisión lamentablemente elaboró un Informe de Memorias selectivo, apasionado e ideologizado, que solo sirve para avivar emociones y rencores sin utilidad para el conocimiento y comprensión de qué sucedió, cómo sucedió y porqué sucedió, que debió ser su objeto. La Secretaría de la Paz, que malgasta recursos en un deficiente e inútil “seguimiento” a los Acuerdos de Paz podría ser un ente coordinador de un trabajo de reconstrucción de la verdad histórica, no para justificarla ni para satanizar o santificar hechos, sino para conocerla y comprenderla desapasionadamente. Solo así la verdad histórica podrá ser útil para la reconciliación y la construcción de la sociedad democrática y el Estado de Derecho que anhelamos. La amnistía sirvió para terminar el conflicto y podría facilitar, si hay certeza de su alcance, la obtención de relatos y documentos que la posibilidad de persecución penal imposibilita. Para reconstruir la verdad histórica hay que partir de la comprensión de la naturaleza del conflicto, que no tiene como causa problemas preexistentes al conflicto que persisten como agenda pendiente de Estado. El grupo de trabajo sobre desapariciones de Naciones Unidas tiene una descripción objetiva del conflicto: “El c onflicto que marcó el inicio de las desapariciones en Guatemala en 1960 comenzó cuando un pequeño grupo de oficiales del Ejército se rebeló contra el gobierno militar, acusándolo de corrupción. La rebelión fue aplastada, y los jóvenes oficiales huyeron a las montañas de Guatemala oriental, donde iniciaron una guerra de guerrillas. Estas guerrillas se convirtieron en poco tiempo en un movimiento marxista cuyo objetivo era derrocar al Gobierno y tomar el poder. Es importante destacar que el conflicto armado guatemalteco no se originó como consecuencia de un conflicto interétnico. Se trata de un conflicto que ocurrió en el marco de la Guerra Fría.