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GREGORIO CONDORI MAMANI
Me llamo Gregorio Condori Mamani, soy de Acopia y hace cuarenta años que llegué de mi pueblo. Vine de mi pueblo porque no tenía padre ni madre. Era totalmente pobre y huérano y estaba en poder de mi madrina. Ella me cort! los cabellos" y un día, cuando ya era grandecito, me di#o$ %Ahora que ya tienes uer&as y los huesos duros, tienes que ir a traba#ar. 'e haré, pues, tu iambre para que (ayas a buscar un traba#o, a (er si traes plata siquiera para la sal de la lawa2 que comes. )orque como ya tienes los huesos duros y con uer&a, ya no puedo tenerte
en mi poder, manteniéndote" mañana tendr*s mu#er e hi#os, y a lo me#or te toca una mu#er que no te (a a ayudar en nada, y me puedes maldecir. + yo no quiero que después de mi muerte, alguien me maldi maldiga" ga" porque me puedo (ol(er penante. Así, ser* me#or que t solo, desde ahora, aprendas a te#er tu (ida para que mañana mantengas a tu amilia. Así me habl! mi madrina. + le di#e$ %-ueno, mam*. Entonces, desde ese día, en mi cora&!n se prendi!, como aliler, la idea de salir de la casa de mi madrina para ir a buscar traba#o. +a no podía ni dormir. En eso lleg! un arriero a mi pueblo, trayendo sal y a&car en muchos caballos y mulas para can#ear con lana, chuño y moraya. Me di#eron que ese arriero, llamado don acinto Mamani, sabe lle(ar chiquitos al Cusco para muchachos de sus compadres. Al saber esto, lo busqué en el corral de sus mulas, y le di#e$ %)apay acinto, quiero que me lle(es al Cusco a traba#ar en la casa de tus compadres. Al escucharme, el /iraqocha acinto me mir! de pies a cabe&a y di#o$
%'oda(ía %'o da(ía eres chico. Ante eso, yo no sé de d!nde toda(ía salieron mis l*grimas, y llorando le di#e$ 1 Autobiograía, con la la traducci!n y publicaci!n publicaci!n de 0icardo 0icardo Valderrama Valderrama y Carmen Escalante. Escalante. 12e trata de la autobiograía de Gregorio Condori Mamani y de su esposa Asunta 3uispe 4uam*n que ue publicada en edici!n biling5e en la serie 6-iblioteca de la tradici!n oral andina6 por el Centro -artolomé de 7as Casas, en el Cusco en el año 89::. El te;to tu(o su origen en la oralidad$ ue grabado magnéticamente, transcrito, editado, y traducido al castellano por dos antrop!logos biling5es en quechua y castellano, oriundos de la misma regi!n de donde procedían sus entre(istados.
. E;aminaremos el te;to en su lengua original, y en las traducciones al castellano y al inglés que se han hecho de él. Gregorio Condori Mamani, segn su propio testimonio, nunca aprendi! a hablar castellano caste llano y nunc nunca a supo usar la escr escritura itura alabética. alabética.
2 Mazamorra 2
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GREGORIO CONDORI MAMANI
Me llamo Gregorio Condori Mamani, soy de Acopia y hace cuarenta años que llegué de mi pueblo. Vine de mi pueblo porque no tenía padre ni madre. Era totalmente pobre y huérano y estaba en poder de mi madrina. Ella me cort! los cabellos" y un día, cuando ya era grandecito, me di#o$ %Ahora que ya tienes uer&as y los huesos duros, tienes que ir a traba#ar. 'e haré, pues, tu iambre para que (ayas a buscar un traba#o, a (er si traes plata siquiera para la sal de la lawa2 que comes. )orque como ya tienes los huesos duros y con uer&a, ya no puedo tenerte
en mi poder, manteniéndote" mañana tendr*s mu#er e hi#os, y a lo me#or te toca una mu#er que no te (a a ayudar en nada, y me puedes maldecir. + yo no quiero que después de mi muerte, alguien me maldi maldiga" ga" porque me puedo (ol(er penante. Así, ser* me#or que t solo, desde ahora, aprendas a te#er tu (ida para que mañana mantengas a tu amilia. Así me habl! mi madrina. + le di#e$ %-ueno, mam*. Entonces, desde ese día, en mi cora&!n se prendi!, como aliler, la idea de salir de la casa de mi madrina para ir a buscar traba#o. +a no podía ni dormir. En eso lleg! un arriero a mi pueblo, trayendo sal y a&car en muchos caballos y mulas para can#ear con lana, chuño y moraya. Me di#eron que ese arriero, llamado don acinto Mamani, sabe lle(ar chiquitos al Cusco para muchachos de sus compadres. Al saber esto, lo busqué en el corral de sus mulas, y le di#e$ %)apay acinto, quiero que me lle(es al Cusco a traba#ar en la casa de tus compadres. Al escucharme, el /iraqocha acinto me mir! de pies a cabe&a y di#o$
%'oda(ía %'o da(ía eres chico. Ante eso, yo no sé de d!nde toda(ía salieron mis l*grimas, y llorando le di#e$ 1 Autobiograía, con la la traducci!n y publicaci!n publicaci!n de 0icardo 0icardo Valderrama Valderrama y Carmen Escalante. Escalante. 12e trata de la autobiograía de Gregorio Condori Mamani y de su esposa Asunta 3uispe 4uam*n que ue publicada en edici!n biling5e en la serie 6-iblioteca de la tradici!n oral andina6 por el Centro -artolomé de 7as Casas, en el Cusco en el año 89::. El te;to tu(o su origen en la oralidad$ ue grabado magnéticamente, transcrito, editado, y traducido al castellano por dos antrop!logos biling5es en quechua y castellano, oriundos de la misma regi!n de donde procedían sus entre(istados. . E;aminaremos el te;to en su lengua original, y en las traducciones al castellano y al inglés que se han hecho de él. Gregorio Condori Mamani, segn su propio testimonio, nunca aprendi! a hablar castellano caste llano y nunc nunca a supo usar la escr escritura itura alabética. alabética.
2 Mazamorra 2
%Fo pap*, soy huérano, solo" mi madrina ya no quiere mantenerme.
3Sic “aperecido”. 3
haber quemado mis o#os, porque me dio surunpiN" ya casi de noche llegamos a una lomadita donde había una posada a donde también había llegado otro arriero con su señora y media piara de mulas" la señora estaba embara&ada, ya en los ltimos días. Cuando est*bamos ba#ando las cargas de la piara de mulas, empe&! una llu(ia uerte y los truenos caían a nuestro lado, re(entando como camareta&os muy uertes, por lo que todos est*bamos asustados. 7as mulas y los caballos, de puro susto también, querían saltar la cancha para escaparse, hasta que el /iraqocha acinto orden! a sus dos peones$ %Ata#en desde los cercos" y t, Gregorio, agarra mi mula de montar. En medio de esa llu(ia, todo mo#adito, estaba agarrando la mula. 7a señora del arriero IpobrecitaJ estaba con dolores de barriga, gritando entre truenos y rayos, de puro miedo. Funca (i caer tantos rayos ni tronar tanto como esa noche, como queriendo hacer pampas de los cerros. Así en la llu(ia, en medio de rayos y truenos que caían a nuestro lado, la huahuita sali! de su mam*, también gritando, como asustada por la tormenta. Esa (e&, ya cuando estaba por amanecer, mis o#os empe&aron a dolerme, como si me hubieran metido a los o#os ese ierro candente para marcar caballos. Como nunca me hablan dolido con ese dolor que da ganas de arrancarse los o#os, yo también empecé a gritar como esa señora, y en lo que estaba gritando, sentía que en mis o#os había candela que me estaba quemando el cuerpo. En eso me di#o el pe!n de la señora$ %Fo seas bruto, indio$ b*#ate el pantal!n, amontona harta nie(e y siéntate encima" (er*s que tu dolor (a a pasar. 4ice lo que me di#o, y llorando estaba sentado sobre la nie(e, agarrando la mula" era cierto, el dolor de mis o#os ba#aba poco a poco. )ero al día siguiente, mi culo estaba hinchado, todo ro#o, como si me hubieran quemado con agua her(ida, y no podía caminar. Esta mala suerte padecí aquella (e& cuando quise llegar al Cusco a emplearme como sir(iente" pero seguro mi estrella no era para llegar al Cusco a traba#ar de muchacho, era m*s bien para estar dando (ueltas, penando pueblo tras pueblo. )orque esa (e&, mis o#os y mi culo estacan hinchados totalmente, y no podía caminar al paso de la tropa de mulas. Ellos a(an&aban y yo me quedaba atr*s m*s y m*s.
!i.e. "er#$ con el nom%re de &oroche y &urumpi . !'$ EL &(R()"I causa mayores surimien*os y peli+ros. EL refejo de los rayos del &ol so%re las nie,es produce una s#%i*a o*almia- irri*acin / los ojos- 0ue / muchos les causa una ce+uera ins*an*/neaacompa1ada de a+udos dolores. &e e,i*a es*e peli+ro pin*ando de ne+ro los p/rpados- %ien ro*/ndoselos con nie,e. El mal a*aca / ,eces de modo *an %rusco 0ue %a*allones en*eros 0uedan pri,ados de la ,is*a !'$ ” 2"A3 &OL45N)ariano Felipe- 6is*oria del "er# Independien*e- 7ol. 8- p. 9:;
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otra (ida, enermo con calentura, ya (olteando los o#os. Mi cuerpo era como brasa ardiendo, pero la dueña de la estancia me sal(!. #al* a esta señora de buen cora&!n el 2eñor la haya hecho sentar a su lado, porque ella es la que me sal(! de lo que ya estaba caminando a la otra (ida. Me cur! haciendo orinar en una (asi#a grande a todos los de su casa, desde su esposo hasta su hi#ito menor. Este orín con harta sal lo hi&o her(ir, y con este orín her(ido me bañ! todo el cuerpo de pies a cabe&a, y con una bayeta grande que calent! en el og!n, me en(ol(i!. Así, todo mi mal era para esto, porque al día siguiente de nue(o estaba sano. + desde ese rato, solo, en mis adentros empecé a pensar que podía alcan&arlos a ellos, pero (i que era diícil. Era tiempo de llu(ias y no conocía los caminos. Al (erme así empecé a llorar a ocultas de los dueños de la estancia. Como yo estaba llora y llora, el dueño de la estancia me di#o$ %3uédate con nosotros, a pastear o(e#as. Como no podía ir a ningn lugar, me quedé con ellos a pastear o(e#as" así, al amanecer del tercer día que me quedé en la estancia, estaba #unto con ellos apacentando o(e#as. )ero el dueño de la estancia tenía hartos chiquitos que eran unos diablos pendencieros, que querían pegarme a menudo. +o no me de#aba. Ellos #ode y #ode, hasta que ya no había paciencia para aguantarles" yo les hacía chillar. )or eso (arias (eces me uetearon$ %Abusi(o cara#o, habías pegado a mis hi#os. Como me maltrataban ellos y sus hi#os, y había poca comida en las estancias siempre hay poco de comer no encontraba el día para irme a cualquier lugar. En lo que estaba caminando así tras las o(e#as, con el cora&!n puesto ya en otro pueblo, un día pasaron unos arrieros con direcci!n a Acopia. +o me ui tras ellos, de#ando las o(e#as que pasteaba en una lomada. +éndome tras esos arrieros, aparecí de nue(o en Acopia. Así, ya en Acopia, no sabía a d!nde entrar, tenía (erg5en&a de regresar a la casa de mi madrina. Como aquí en Acopia no había otro hueco donde meterme, ya de noche regresé a la casa de mi madrina. Estaba entrando a su casa, despacio, caminando con la punta de los pies para no hacerme notar con el esposo de mi madrina. )ero este desalnado siempre me (io$ %Ah Icara#oJ Este mañoso había regresado" seguro le ha alt tado tragadera. Ante sus palabras estaba temblando de (erg5en&a y s!lo di#e$ %Oui a traba#ar. En cambio mi madrina, creo, al (erme se alegr!, porque me di#o$ %L2i ibas a traba#ar por qué no a(isaste Así aquella noche dormí en casa de mi madrina entre miedo y (erg5en&a. )ero al día siguiente, de nue(o estaba en sus mandatos. Aunque yo ya no estaba en mí, siempre estaba pensando en irme donde sea a traba#ar. Así pasé algunos meses m*s en casa de mi madrina suriendo, porque ui un niño huérano" que no sé si mi madre me pari! para un casado, para un soltero o para un (iudo" no sé del todo para quién me pari! mi madre, de esto s!lo sabe ella, que ahora ya es alma. Cuando era muy niño y no re(entaba mi boca ni a
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mi nombre, mi madre me entreg! a mi madrina que no tenía hi#os. )ero el esposo de esta mi madrina era muy tacaño y me pegaba de todo, a (eces hasta sangrarme, incluso de lo que comía. 2!lo una (e& mi tío 7uis me di#o que el pueblo donde me arro#! mi madre a esta (ida es 7ayo, mi legítimo pueblo, donde nací. )ensando en esto salí de Acopia para 7ayo, #unto a un carnicero del Cusco, que caminaba por todas partes comprando o(e#as. A este carnicero le decían ladr!n, porque nunca se alo#aba en el pueblo, pues siempre acampaba en un toldo al canto del pueblo. 2eguro que mi madrina siempre me busc!$ %L
(e& circulaba s!lo la moneda blanca" ya después -ena(ides hi&o aparecer la moneda amarilla de ahora. En ese pueblo la señora me había entregado a unos compradores de trigo, que me lle(aron a 2icuani montado en burro$ %Fo podría caminar, diciendo. Así llegué a 2icuani, donde, de nue(o, estu(e traba#ando con otro carnicero. )ero estecarnicero también era otro diablo. Me pegaba mucho. Mi ore#a ya no era ore#a. Mi espalda ya no eraespalda. Me pegaba demasiado. Allí pasteaba (acas. En lo que pasteaba, como todo chico, me quedaba dormido. tras (eces se me hacía tarde.
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=n día de ésos el asno desapareci! deiniti(amente. )or temor de ser castigado por esta pérdida, ya no (ol(í a esa casa. Al lado de la casa de este carnicero había un canch!n donde se le(antaban grandes amontonamientos de piedras" allí, en un rinconcito, acurrucado, me oculté. En eso (i pasar a mi patr!n con un &urriago grande en la mano, resoplando de c!lera. 'u(e mucha suerte, seguro que Fuestro 2eñor me habr* ocultado" pues busc*ndome, no me (io al pasar por mi lado. Entonces para que no me encontrara yo me encomendaba al papacha
#ugaba o mientras dormía, éstas se dañaban o el &orro se las comía.
)or eso un día mi patr!n me di#o$ ' puedes terminar con mis o(e#as. 2er* me#or que te (ayas, ya no te necesito. L)ara qué (oy a necesitar a uno que termina con mis animales 7a ropa que me puso estaba nue(a. Me la quit! y me dio la otra, toda haraposa, y me di#o$ Anda (ete. Así me bot! de su casa a la calle. Ese día, llorando todo el día, caminé por las calles de Maranganí, hasta que al ltimo, ui a la casa de ese misti que me entreg!$ Esto me ha sucedido, diciendo. 'ambién en la casa de este misti, pasteaba sus o(e#as. Este tenía asnos, (acas y o(e#as" pero con él ya no iba tras los ganados de cerro en cerro" tenía canchones y Dayllares, 8@ donde cuidaba los rebaños" pero, yo no sé c!mo, un día, una o(e#a se perdi!, y sin m*s compasi!n me bot!$ IOuera mañoso, cara#oJ diciendo. 'ra#inando por el camino grande, llorando, aparecí en el ayllu 'tiobamba, m*s arriba de Maranganí, en la casa de 7eandro Cutipa. Este era un paisano" no era misti" allí me quedé nue(amente de pastor. En esta casa también tenía que cuidar las o(e#as. Aquí estu(e cerca de un año. Como ya era grandecito, me en(iaban como pongo, semanas enteras, a la casa del cura en Maranganí. Antes, a los curas, en los pueblos de las pro(incias había que ser(irles por turno. Esto hacían los priostes, personas que empie&an a hacer los cargos. -ueno, aquí no me con(enía, por eso, calladito, me perdí al pueblo de 2an )ablo a la casa de la señora Ugueda )alomino, que no tenía hi#os ni ganado. Aquí ya también todos los días tenía que ir a traer leña de los cerros y recoger bosta de los /ayllares. )ero los dueños, que eran unos hacendados, se ata#aban la leña y la bosta de los cerros. Como yo ya era grandecito y pende#o, tenía que pelear con esos mayordomos lambes cuando me querían quitar la leña o la bosta. Así, cuando un día ui al /ayllar de ese hacendado a(aleta en nocora, él mismo me quit! mi ponchito, por la leña que recogía.
4ar* tres o cuatro años que (ol(í a esta ermita con mi mu#er. Ahora ya no es como antes, donde la gente (enía desde el lago de )uno, en cientos y cientos de llamas, caballos, asnos. Ahora la ermita del 2eñor de 4uanca es para estar asustado o &on&o" todo es plata y (an carros como hormigas. Cuando llegué a la eria de la ermita, el mismo día cambié todas las ollas. 7os asnos comían #unto con los caballos y llamas de otro ollero que era paisano de 2icuani. Así estando entropados, comiendo todo tranquilos los asnitos, yo los separé para hacerles tomar agua. En el 2eñor de 4uanca, a unos pasos de la capilla, hay cuatro peñas" al pie de estas peñas hay manantes de agua que salen de la )achamama. El agua del primer manante es de la mamacha Virgen María. Cuando se toma su agua, se es m*s cristiano, y adem*s cura la atiga de los (ie#os. El agua del 2egundo manante es de 2an sidro 7abrador. 2u agua est* bendecida y hay que lle(ar en c*ntaros y botellas, para echarla al o#o de los manantes dé riego. Así el agua del manante no escasea" siempre sale el mismo caudal en épocas de sequía. El agua del tercer manante es del Arc*ngel. Ese agua es para los niños y cuando la toman, mata sus gusanos y cura la sarna. El ltimo manante es el que tiene m*s caudal y es del saqhra demonio. 2u agua no hay que tomarla, tiene maleicios" dicen que esta agua s!lo la toman los layqas para hacer sus bru#erías. -ueno, como había salido en negocio de ollas, como todo sicuaneño, lle(ando mí negocio en asnos, yo quería que estos asnitos tomaran el agua de la mamacha Virgen María y se hicieran cristianos, con suerte para cargar los negocios. )ero al poco rato los asnos estu(ieron enermos con iebre, eso era anuncio, mal ag5ero. +o no iba a ser hombre para andar con negocios. Así, #unto con el paisano curamos a los asnos, les bañamos y qué no hicimos para quit*rselos de la muerte. )ero, cara#o, estos cristianos siempre se murieron. )or eso, ese ue el día que se me parti! el cora&!n para el 2eñor de 4uanca, porque de#! morir a mis asnos a su lado. Así llorando mi mala suerte, con el cora&!n (olteado me estaba yendo con direcci!n a 2icuani, cargando la carona de los asnos muertos y me quedé en TayTay. Como los asnos murieron, no había maí&. C!mo iba a regresar a mi casa sin nada, por eso me quedé en TayTay, en la casa de un misti panadero, que hacía pan dos (eces a la semana, entonces yo le ayudaba a hacer panes. Este misti era buen cristiano, no me pegaba" un total tacaño, pero bueno" por eso haciendo panes dos (eces a la semana, s!lo comí dos o tres panes durante todo el tiempo que estu(e en su casa. )ero como por TayTay pasaba el camino grande de 2icuani a Cusco, un día, mi patr!n, el esposo de la señora Agueda, se encontr! conmigo, cara a cara y de rente me di#o$ %L
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Así, ese mismo día que nos encontramos por casualidad,8N me recogi! para lle(arme a 2icuani. Aquí en 2icuani le ser(í durante dos años, co mo pago por los asnos muertos. 7a señora Ugueda tenía su hermanita" yo en ese tiempo ya era #o(encito. Esta su hermanita se llamaba ustinacha, con ella con(ers*bamos comprometiéndonos, era ya como mi enamorada, y a (eces ella me decía$ %7lé(ame. Cuando le preguntaba$ %LA d!nde Me contestaba$ %A la chacra, &on&o. En lo que con(ers*bamos y and*bamos al campo, aian&amos nuestro compromiso" nuestros cuerpos ya se #untaban. Aquí en esta casa, no estu(e los dos años completos, como me había dicho mi patr!n. Oaltando dos o tres meses para completar el pago de los asnos, me desaparecí. 2iempre quería (ol(er a Acopia. Es cierto que no tenía pap* y mam*, pero tenía unos tíos a quienes quería saludar. Con este pensamiento que madur! durante años en mi cora&!n me ui a Acopia. Como ya era #o(encito cuando llegué, ninguno de mis tíos me reconoci!. Claro, yo tampoco podía reconocerlos, ni sabía cu*ntos eran, pero quería siempre que me reconocieran. + para eso, desde la madrugada, me senté al pie de la cru& en la pla&a durante el día, con la esperan&a de ser reconocido. 7a gente pasaba y pasaba" algunos comentaban$ %4ay un orastero sentado al lado de la cru&. +o estaba sin mo(erme, sentado, ese día. Era ya tarde, los ganados ya regresaban de lo que ueron a pacer y yo seguía sentado allí. En eso pas! un paisano arreando una tropa de o(e#as y me pregunt!$ %o(en, Lan sigues sentado %2í, tayta, estoy esperando que algn tío (enga a reconocerme. 2oy Gregorio Condori Mamani, hi#o del alma
+o le di#e$
%-ueno
Así estaba de nue(o como o(e#ero, y al segundo día me ui a la estancia con las o(e#as. Esta estancia era una chocita en las aldas del cerro. Aquí (i(í solo, acompañado por tres perros. En esta estancia no había agua para tomar. 'odos los días, sea por la mañana o por la tarde, había que ir como a media legua, por agua.
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II
Cuando era pollito chico y estaba en el ayllu Ari&a, (ino el aeroplano por lo alto, ése que ahora llaman a(i!n.
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yo antes de conocerlo, solo escuchaba lo que hablaban$ %El tren, el tren, Lc!mo ser* % 2e arrastra como gusano. tros en cambio decían$ %Es animal de color negro, puro ierro, parecido a la culebra, que para caminar abre su boca, donde tiene uego. 'ambién había canciones del tren, cuando éste apareci!, como ésta$
16#ren $ %iejo ne&ro. 15
III
Meses antes que me cogieran para mo(ili&able, yo estaba queriendo salir de Acopía a traba#ar donde sea. + como ya había pensado irme, un día en un camino a las aueras de Acopía, me encontré con la mu#er de mi tío
%-ueno.
7a mu#er que miraron para mí se llamaba 7aureana, pero sus padres eran ricos, con muchos ganados y e;tensos terrenos.
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mo(ili&able era tiempo de 2*nche& Cerro, quien dio orden de guerra. 'enía que haber guerra en la rontera. El ob#eti(o de la guerra era$ %0escataremos 'acna y Arica. 7os chilenos se habían apoderado de 'acna y Arica, también haciendo la guerra en el antiguo tiempo de Crist!bal Col!n. Así se habían apropiado de la rontera 'acnaArica. Ahora mismo 'acna y Arica ya no son de nuestra patria. 2i 2*nche& Cerro no hubiera pensado construir un camino por el Ukhu pacha, para emboscar a sus enemigos chilenos, la Pachatierra no le hubiera comido" habría hecho siempre guerra por 'acna y Arica. )ero
también nosotros hubiéramos muerto en la rontera. En esta guerra, dice, el chileno quería (enir hasta el Cusco, porque los soldados peruanos eran pocos. +a cuando estos chilenos (enían por el canto de la mar-qocha, Bc!mo así habrían pensado los paisanos de 2an MartínW, al (er que había pocos soldados peruanos, éstos para espantar a los enemigos chilenos, habían reunido cientos de tropas de llamas y a cada llama le habían amarrado espe#os en la rente. Así habíamos ganado la guerra , cuando ya muri! el paisano 2an Martín. Cuando estas llamas a(an&aban rele#ando sus espe#os y le(antando pol(areda como nube que cubría los cerros, los chilenos habían dicho, asustados$ IAyJ Itanta genteJ El batall!n peruano a(an&a gritando como alud. Cuando uno mira de le#os una tropa de llamas caminando, uno (e que se parece al hombre en su caminar, por eso los chilenos las habrían conundido con el batall!n. Así el peruano había Ganado la guerra, por las llamas" por eso es que en las monedas y en las ca#itas de !soros est* el retrato illa de la llama. 2*nche& Cerro le quit! la presidencia a 7eguía. Este 2*nche& Cerro, había hablado en España$ %+o (oy a ser Gobierno. + en España le habían regalado un aeroplano para que se (iniera a 7ima. )ero en España le habían preguntado$ %LEn (erdad (as a entrar de )residente LVas a ser )residente %2í, (oy a entrar, %había contestado. Entonces, cuando Augusto 7eguía cumplía die& años de Gobierno, 2*nche& Cerro le quit! la )residencia.
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IV
Antes de (enir para ser soldado, todos los #!(enes de mi pueblo íbamos a traba#ar la chacra. All* nadie puede estar ni un día sin traba#ar la chacra" eso no se puede. 3ui&* uno puede desatender u ol(idar hasta a su mu#er, pero a la chacra no se puede, no se puede ol(idar la chacra, la pachamama. 2i uno la ol(ida, también la pachamama se ol(ida de uno. Así es ser chacarero. 'eníamos que ir a sembrar y después de la siembra teníamos que ir a lampear. 7uego las andan&as en la cosecha" aquí es donde m*s se necesita gente que traba#e. 'enías que ayudar a traba#ar a tus amiliares, a tus paisanos amigos, desde un día hasta semanas, de eso ellos también (enían a ayudarte cuando t necesitabas, para esto bastaba a(isarles$ %4ermano ulano, tal día hacemos chacra. %+a, listo Ld!nde %+ te decían el lugar. Este era elnico contrato. + (enían a ayudarte.
sal(o que ayuden también hartos días a los que tienen animales. =no tenía que traba#ar mucho cuando había dos laymes. )ero eso era s!lo cuando 17Ve& o sembrar por partes para alternar la siembra adelantando el primer layme para setiembre y el segundo para Fo(iembre.
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chakrakamayoq,1 mirando en la coca o en las estrellas determinaba dos laymes. Esto era
cuando en la coca o en las estrellas había mal ag5ero que anunciaba helada o grani&ada. Cuando el chaHraHamayoq decía$ 64elada6, entonces, en la siembra, se adelantaba un layme y el otro se atrasaba. Esto no era comn, pues el chaHraHamayoq era la nica persona que podía empe&ar a sembrar. Este chaHraHamayoq tampoco podía iniciar comnmente, cualquier día" la primera siembra tenía que ser siempre un martes, #ue(es o (iernes" son los días en que la pachamama est* dispuesta. Ella también es como mu#er$ que se pone contenta cuando le haces #usto el rato que est* con ganas. Así es la pachamama19 que quiere la semilla s!lo estos días y no los otros que son qollori.2! 7o mismo era cuando el chaHraHamayoq decía$ 6ChiHchi6.@8 4abía dos laymes y en cada layme la papa se sembraba en (arios lugares y nunca en un solo sitio. )orque cuando el chiHchi (iene, entra a los laymes, como abriendo un camino recto o a (eces &ig&agueante, sal(*ndose s!lo los culti(os que est*n a los cantos. Estos surimientos también pasan los paisanos pobres en el pueblo. 7os paisanos con hartos animales, claro, te ayudan si eres su pariente o amigo, pero siempre tienes que ayudarles, por eso ellos hacen harta chacra y tienen buena cosecha, son ricos porque hay muchos paisanos que les ayudan por su guanito, por sus animalitos de carga. )ara cargar el guanito en la siembra, para cargar la cosecha, siempre hay que hacer ayni. 'ambién en épocas de llu(ia se les ayuda a pastear las o(e#as, las llamas, y en las noches a (elar contra los ladrones y los &orros. Estos &orros son mañosos, #usto en las noches de llu(ia o de harta ne(ada, (ienen a robarse los corderitos.
18'acarero( 19)a tierra. 20@?3ollori X interrupci!n de la germinaci!n de la planta, o cualquier cosa que tiene la mala suerte de ser interrumpido su normal proceso.
21*ranizo o &ranizada. 22+&ric!ltor. 19
haciendo ayni@K o minHRa.@N En esto de ayni uno tiene que ser cariñoso" si (ienen a ayudarte, tienes que atenderlos bien, porque si no hay cariño en tu casa, pocos (ienen a colaborarte, porque algunos paisanos (an a la chacra por tomar chicha, trago. Entonces el chaHraHuy es como hacer un pequeño cargo. Era gasto" a estos paisanos que (ienen a ayudarte tenías que darles, por un día, un atado de papas" esto si la ayuda en la cosecha no es por ayni. Así en la cosecha se necesita harta gente. 2i se hace los culti(os en dos laymes, necesitas m*s traba#adores. Esto de hacer dos laymes era de (e& en cuando, porque siempre se hacía en un solo layme" por eso cada año en lunes carna(al, se ponía un arari/a. + era como un cargo para todo el año" el Arari/a tenía que cuidar los culti(os de la papa, del chiHchi, de la rancha, de la helada. )ara esto hacía su chocita en una lomadita, cerca del layme de papas. Aquí tenía que estar todos los días en época de llu(ia, mirando al cielo. 2i el cielo se armaba con nubes negras, era seguro para grani&ar, entonces el arari/a tenía que estar en su chocita re&ando %dice hay ciertas oraciones de 2an Cipri*n para hacer pasar al chiHchi%. 'ambién hacía humear incienso y cebolla seca, y con Herosene y agua bendita hacía aspersiones en la direcci!n donde había nubes negras listas para caer. 2i con esto el chiHchi persistía en malograr los papales, el arari/a se desnudaba todo y así, como salido de la barriga de su madre, le hondeaba insult*ndole con terrones de tierra rociados con Herosene y agua bendita.
que hacerlo emborrachar. Estos arari/as siempre eran gente #o(en$ los recién casados, ésos que recién se ponen a (i(ir con la mu#er. Esos, claro, tenían que ser #!(enes, con uer&a como para combatir a honda&os con el chiHchi. Cuando el chiHchi mandaba un honda&o con el rayo, el arari/a tenía que contestarle entre insultos con otro honda&o. Cuando m*s liso era el arari/a, el chiHchi casi nunca se animaba a robar los culti(os. Así son estos tres hermanos que siempre andan #untos, donde sea. 7a mam* de ellos es ritRi, una (ie#ita con la cara muy arrugada, y canosa, que siempre est* sentada.
Cuando despert! ya era de día y no había la casa donde se alo#! en la noche$ se había dormido al borde de una laguna. 7a casa del ChiHchi es la mamaqocha.@> Aquí est* todo lo que roban los tres hermanos$ habas, papas, maí&. 'odo lo me#or est* ahí, amontonado como en tro#e y se puede (er en las noches de 2an uan, a las doce de la noche, en luna llena. Esos runas que han muerto cogidos por el illapa,@: cuando llegan a la otra (ida, se con(ierten en peones del chiHchi y tienen que pasar toda su e;istencia en esa (ida cargando y descargando a las mulas del chiHchi, todo lo que roban. Aunque estos peones (i(ir*n en abundancia de comidas, pero son maldecidos, porque Len qué ayllu no maldicen al chiHchi, cuando no hay cosecha V
Cuando mataron al presidente 2*nche& Cerro, el Gobierno lo recibi! -ena(ides. En ese tiempo de -ena(ides, yo entré de soldado, cuando me tra#eron de recluta, de mi pueblo Acopia. Así estaba de soldado en el cuartel de Maruripampa durante tres años completos. En el e#ército yo estaba en la 'ercera Compañía de Ametralladoras. Era conductor de una mula. Esta mi mula se llamaba 0enunciable, y con ella tenía que caminar donde sea$ a las marchas de resistencia, descansando cada legua, pues yo tenía que (i(ir o morir con la mula. )ara que coman las mulas había pensi!n mular. Allí daban cebada en grano, que se les hacía comer en costales que se les colgaba al cuello de las mulas. En estas campañas, sea de mañana o de tarde, siempre andaba con mi mula, no la soltaba. )ara cada mula había cargadores, ellos eran los que cargaban. En cambio, yo tenía que estar al cuidado de la mula" tenía que limpiarle sus pies, limpiarle con un trapito su moco, la(arle su o#ete con ag5ita, y rasquetearle después. Esas eran mis obligaciones para la mula. 7os cargadores también eran los que ponían la carona. En el cuartel ya usé usil mosquito. 7os primeros meses que entré, usé toda(ía usil m*user original.
%L)or qué no has mirado lo que han robado los ser(icios Así, a mí también, una (e&, me robaron mi polaca y mis &apatos.
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esto era el castigo rigor. 7os clases eran como los #ueces$ los cabos, los sargentos" el sargento segundo tenía que mandar, pero el sargento primero era como nuestro padre. El sabía si tu ropa estaba gastada o no" si el &apato ya estaba (ie#o, te hacía dar otro. El &apato se cambiaba cada siete meses. 2i estaba gastada tu polaca, tu chompa o tu pantal!n, también te hacían dar otros" para esto pasaba re(ista y teníamos que mostrarle nuestras ropas. El decía$ %6A ormarse, indios. I'odosJ 2*cate la ropa interior6. 'enías que sacarte todo, se presentaba otro cabo o sargento y apuntaba$ %6'al ulano, ya est* gastado ropa6. 7os sargentos y los cabos eran para respetarlos como a tus padres" de ellos no podías burlarte. 'u banda tenía que estar bien amarrada. 'u polaca no podía estar sin botones o rota. A todo pasaban re(ista. 2i tu polaca estaba rota, ellos la rompían m*s$ Ica# ca#J %I)or qué, cara#o, no coses éstoJ I2o gran puta, indioJ )ara eso tenías que comprarte hilo, agu#a, botones, crema para cal&ado" después, había escobilla de dientes, para la(arse los dientes. 'ambién tenías que tener tres pañuelos limpios$ =no era para bailar con tu enamorada, el otro era para prestarle a tu enamorada, si no tenía" y otro era para limpiar tu moco. 'ambién había medias de lana. Fo acostumbraban las medias e;tran#eras, como ahora. Así era la (ida de soldado" tenías que (i(ir o morir con lo que eras, en tu puesto. 2i eras tirador o pro(eedor, con eso tenías que estar reglamentado, si no, cara#o, patada. En el cuartel todo es recto, 6patria ser(ir obedecer todo6. Ahí no se puede decir no a nada. 2i dices no o haces de mala (oluntad, es castigo, calabo&o o patadas. 2i te ordenan matar a tu mam*, también tienes que hacerlo, si no, eso no es obedecer a la patria. 'ambién en el cuartel hay abecedario para el que no sabe leer, letras en madera ensartadas en alambre$ a, b, c, d, #, H, p. 7os clases enseñaban todo el abecedario, y cuando terminabas, te daban primer año. Cuando entrabas te preguntaban$ %L2abes leer 2i decías$ Fo sé leer, traían esas letras para enseñarte. los sargentos, el subteniente. El abecedario siempre se hacía después del almuer&o.
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Estos mis compañeros incluso eran indios, runas como yo, porque ahí no había mistis. Cuando ascendían a cabitos, a clase, eran bien #odidos" ahí adentro son igualitos que
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Así era. 2e entraba al cuartel sin o#os y sin o#os se salía, porque no podías salir con abecedario correcto. 'ambién sin boca entrabas y sin boca salías, apenas re(entando a castellano la boca. 4asta antes de entrar al cuartel no sabía castellano" ya en el cuartel mi boca re(ent! al castellano. En el cuartel esos tenientes, capitanes, no querían que habl*semos runa simi.@S ndios, cara#o, IcastellanoJ decían. Así, a pura patada, te hacían hablar castellano los clases.
280una simi X quechua.
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VI
%Estar* de misticito, s!lo hasta que le dure la ropa del Estado. )or eso cuando salí, buscando traba#o, encontré uno para hacer adobes en el pante!n, durante dos semanas. 4icimos adobes para reponer una pared que se había caído.
304anpeq X BhampiqW el que cura, el curandero 28
Como en el Cusco se podía ganar plata, haciendo cualquier cosa, como pe!n o cargando, para ir a mi pueblo, después de salir de soldado, con la plata que gané me compré harta ropa$
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VII
'pac Amaru era de 'ungasuca, paisano, hi#o de nHas, pero un día esos enemigos españoles lo mataron. 7e habían sacado su lengua, sus o#os, desde la raí&. Así lo habían matado a 'pac Amaru sus contrarios. 7os contrarios de 'pac Amaru eran los mismos contrarios de nuestros abuelos, los nHas.
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%Fo me maten. + les hacía dar choclos de oro a sus caballos. %Así les (amos a dar oro, pero no nos maten. -ueno, ambicionando totalmente los españas K8 habían matado a nuestro nHa. 7os nHas no conocían papel, escritura$ cuando el taytacha quería darles papel, ellos recha&aron" porque se en(iaban noticias no en papeles sino en hilos de (icuña$ para malas noticias eran hilos negros" para buenas noticias eran hilos blancos. Estos hilos eran como libros, pero los españas no querían que e;istiesen y le habían dado al nHa un papel$ Este papel habla, diciendo. L
31Sic. s-inas. 31
VIII
Cuando salí del cuartel, al año, nos uimos en busca de traba#o a 3uincemil, con un amigo de )omacanchi. )orque todo el mundo se iba a 3uincemil y (ol(ía con mucho dinero. 4ay oro en el río para sacar con la mano, decían. + todos se iban. + también yo y mi amigo nos alistamos. Así partimos para =rcos. Cuando llegamos a Ccatcca, se hi&o de noche y nos alo#amos en la casa de un conocido de mi amigo. Fos dormimos. )ero el dueño de la casa había sabido andar de noche, por ganados" era ladr!n, y tra#eron, a eso de la media noche, una (aca y entre todos sus hi#os y su mu#er, degollaron en /ayHa. En una olla grande, pusieron agua para el caldo, y así empe&aron a sacar tro&os de carne, uno para caldo, otro para HanHa. Al poco rato, la HanHa empe&! a oler por toda la casa y nosotros alo#ados en un rinconcito, sobre dos cueritos, haciéndonos los dormidos, sin mo(ernos. Comieron toda la noche, pura carne. +a cuando estaba por amanecer nos in(itaron un poquito de caldo. + como no durmieron todita la noche, comiendo carne, tampoco nos de#aron dormir a nosotros" después de tomar caldo, nos habíamos dormido todos, hasta de día. Mientras, los dueños del ganado, #unto con las autoridades$ Gobernador, 'eniente y otros acompañantes, habían seguido las huellas del Ganado hasta la casa de nuestro amigo. Como los dueños habían dado parte y (inieron con otros acompañantes, entraron a la casa. + ya cuando estaban buscando y ante el ladrido de los perros, despertamos. Encontraron carne en las ollas. 2eguían buscando y encontraron carne tro&ada que habían ocultado en la cancha, en unos costales, enterrada con guano. 'ambién a nosotros nos encontr! el Gobernador de congate, y nos di#o$ %A (er, ustedes. %Fo papay, somos alo#ados, estamos de (ia#e a Marcapata. El Gobernador llam! al teniente$ %A (er, teniente, a estos ladrones. Así nos tomaron presos. )ero el amigo de la casa no había robado s!lo una (aca, sino tres. Cargados de carne en hartas llamas nos tra#eron a la c*rcel de =rcos. Aquí después de estar encerrados tres días en el calabo&o, nos sacaron para prestar nuestra declaraci!n. Fuestro amigo declar!$ %2í, papay, señor ue&, empu#ado por mis pecados, para hacer comer a mis hi#itos, robé esas (acas. Escribieron todo lo que hablaba el amigo en el papel y el #ue& di#o$ %Esos alo#ados pasen$ Gregorio Condori, prestar declaraci!n. )rimero me pregunt! a mí$
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%', hi#o, Lhas (isto lo que tra#o las (acas o han traído contigo m*s A(isa, hi#o para ti no habr* pena. Entonces, L#untos han (aqueado estas (acas, a(isa sin miedo. %Fo señor, no nos hemos metido a eso nosotros. Eramos alo#ados. C!mo íbamos a robar esa noche si s!lo éramos alo#ados. Claro, el dueño de la casa caminaba esa noche, pero no hemos (isto que degoll! la (aca esa noche. En ese rato, yo pensé para mí$ ya estamos per#udicados cuatro días del (ia#e. A(isaré lo que comieron carne toda la noche. %2í, señor, han comido toda la noche + el ue&$ %LComieron toda la noche %2í, señor, han comido toda la noche. %+ a ustedes Lno les in(itaron siquiera un poquito para comer %Fo nos dieron nada para comer. %LC!mo A(isa, entonces, si han robado con ustedes m*s. A(isa toda la (erdad, yo no te (oy a castigar. %Fo, papay. %Entonces, nada les in(it!. %Fada, papay. Así preguntaba. )ero después (ol(ía a preguntar$ %+ c!mo Lnada les ha in(itado LFi siquiera un poquito Entonces, como tanto preguntaba, yo le di#e$ %2í, nos in(it! s!lo caldito, pero no su carne" s!lo su caldito. + el ue& decía$ Fo, hi#o" ahora, de eso (as a ir a la c*rcel. Ese caldo (ale, era sustancia de la (aca. 7a carne no (ale sin el caldo, en el caldo est* la sustancia.
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in#ustamente. 7os primeros días que est*bamos en la c*rcel, los pasamos pensando, preocupados. Fo teníamos nada para comer, nada para dormir, est*bamos s!lo con nuestros ponchitos. sin hacer nada. 7os otros presos s!lo nos miraban. +a al tercer día, empe&amos a armar amistades" unos nos decían$ %Vengan, aydenos a te#er. + otros$ %Vengan, aydennos a hilar. )ero de ese oicio de hilar y te#er, no sabía nada. En mi pueblo este oicio era s!lo para las mu#eres. Como en la c*rcel, el que no hila o te#e, no tiene nada para comer, yo también tu(e que aprender a hilar. A un comien&o s!lo miraba. Así miramirando hilaba todo chamb!n. A (eces grueso, a (eces delgado, pero al ltimo, salí diestro en el oicio de hilar.
+ el ganadero había aceptado casarse con su hi#a$ -ueno, (amos a que cono&cas a mi hi#a" como yo digo, mi hi#a no ordena, yo ordeno. Así, mientras caminaban, a la mitad del cerro Ausangate se abri! la roca, como puerta" allí habían entrado. Fo recuerdo si esa noche le hi&o dormir con su hi#a o no" pero sí, que el ganadero al día siguiente estaba como en un e;traño pueblo, lleno de ganado, donde las llamas y las alpacas cubrían como nubes los cerros. A los pocos días, el ganadero se cas! con la hi#a de ese runa. )ero este runa había sido el Apu Ausangate. )or eso, para el matrimonio de su hi#a, el A/Hi Arequipa Maisisco y el Apu Cunurana se habían llamado de cerro a cerro para ser sus padrinos.
33"it!al( 35
casa. )ara esto el Apu se había (estido con su me#or ropa, lindo, puro oro" y como alumbrando había entrado a la casa del Gobierno y como esta ropa no hay en ninguna parte, hasta el Gobierno le había en(idiado su ropa al Apu$ %I7indo, cara#oJ diciendo. )ero el Apu había ido a decirle al mismo Gobierno, que sus guardias y sus compadres andaban matando a sus (icuñas. 2i seguían matando, él se las iba a arrear al Ausangate a todas las (icuñas y así en el mundo del )er, no iba a haber m*s (icuñas. +a después pensé por qué ahora no hay (icuñas.
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entre hilando e hilando, nos cont*bamos cuentos hasta altas horas de la noche. )ara esto de cuentos, Matico 3uispe era especial. El era preso del pueblo de ropesa y su mu#er era de 4uaro donde él (i(ía. Aquí, cuando estaba de pondo tendalero, en la hacienda de un señor <ía&, cierta noche del tendal desaparecieron tres costales de semillas de maí&. El era inocente, pero el hacendado no creía. M*s bien lo denunci! en =rcos, donde su cuñado que era #ue&, como ladr!n de su tendal. )or eso Matico estaba preso. Matico era especial, pues desde aquella (e& de la c*rcel de =rcos, hasta ahora, nunca me he topado con otro paisano que sea tan cuentestero como Matico. El era tan cuentestero que nunca le escuché, el tiempo que estu(e en la c*rcel, narrar un cuento hasta dos (eces. 'odo estaba listo en su cabe&a. Así también, en eso de a(isarnos cuentos todas las noches, escuché de otro preso contar de la )achamama. +o no sé en qué tiempo toda(ía nuestro 'aytacha había ordenado para que de una sola planta, con una sola raí&, creciesen todos los rutos que come el hombre. Así, en la cabe&a de esta planta tenía que estar el trigo" en sus costados, die& o cinco ma&orcas de maí& y en la raí&, papas. Aquí la )achamama había hablado protestando, coléricamente$ %+o no puedo dar tantos rutos. M*s bien uno por cada planta con raí& aparte.
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%2i preguntan por mí, di$ 62í pas!, pero hace un año, cuando recién sembraba el trigo6. Al poco rato, los perseguidores de nuestro
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ccamaras han nacido con esta estrella, porque ellos creían que hasta los condenados se escapaban de ellos cuando est*n en sus andan&as. Así también cierta noche a(isaron que un ccamara, durante sus andan&as nocturnas, se había cansado. Entonces, para descansar, había entrado a una casa abandonada en la puna. En esta casa s!lo había unos perros grandes y lanudos, que, al (er al ccamara, se escaparon. Entonces, como el ccamara tenía hambre y cansancio, se puso a buscar comida por todos los rincones. -uscando encontr! unas ollas repletas de mote y chicharrones y se puso a comer. )ero quería m*s chicharrones y en lo que estaba buscando m*s ollas, encontr! otras ollas llenas de chicharrones, pero eran chicharrones de ore#as de gente y las ollas de mote, eran dientes humanos. Mientras el ccamara miraba las ollas que había comido, con los o#os que se le saltaban, a lo le#os escuch! un grito de lamento como de una corneta y cuando los gritos de lamento estaban ya cerca a la casa, el ccamara de un salto, se prendi! como taparaHu del mo#inete de la casa. Entre tanto, lament*ndose, había entrado un hombre oliendo a a&ure, terriblemente harapiento, lleno de llagas sangrientas en los pies y en las manos. Era un condenado. + entre lamento y lamento, en un instante, se comi! los chicharrones, haciendo sonar el mote de dientes como tostado de habas. +a en lo que lamía las ollas, husme!$ %L3ué es eso que huele a made#a de gente -usca, buscando se lamentaba y en cada lamento que daba, le salía por la nari&, como (iento uerte, humo de a&ure. En esto el palo del mo#inete cru#i! con el peso del ccamara. Entonces el ccamara tu(o que saltar, dando un grito descomunal sobre el condenado$ %IuHuyJ IuHuyJ % diciendo. Así cay! sobre la cabe&a del condenado, y este penante escap! de su casa gritando$ %IDauuuuuuJ + haciendo caer al suelo su cucuruchu. =na (e& que se escap! el condenado, abandonando su casa, le rob! todas sus cosas. Entonces el ccamara, con su botín lleg! a su casa diciéndole a su mu#er$ %I'raba#o también, cara#o, estoy pasandoJ Así se a(isaban estos ccamaras, no tienen miedo, roban hasta la casa del condenado. Ahora qué ser* de los ccamaras, seguro deben seguir en el mismo camino, porque ellos han nacido con esa estrella. )or eso eran hasta chistosos, como un ccamara que en un año cae a la c*rcel hasta tres (eces$ la primera (e& que lo soltaron, al mes ya estaba robando una tropa de o(e#as y para su mala suerte lo capturaron. Entonces de nue(o lo habían despachado desde Ccatcca a la c*rcel de =rcos.
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le a(isan. )orque si los ladrones se enteraran siquiera por noticia de que el robo que hicieron est* por descubrirse o ya se descubri! por una acusaci!n, también le roban a la persona que anda cargada de chismes. 2iendo así, quién (a a querer perder sus cosas, sus ganados. )or eso los ladrones siempre son personas para tenerles temor y cuidado. -ueno, este ccamara había llegado a su pueblo arreando el toro" sus paisanos, contentos por su regreso degollaron al toro y ese mismo rato lo banquetearon. Cuando ellos seguían este#ando el retorno del paisano, la noche de ese día, el dueño del toro preguntando y siguiendo las huellas, había llegado a la casa del ccamara, cuando an ellos seguían tomando. Entonces el dueño del toro y sus acompañantes buscaron toda la casa, ya no había ni un peda&o de carne, ya todo se habían repartido" s!lo encontraron el cuero y una parte de las menudencias. Así, el ccamara, al día siguiente, borracho toda(ía, lleg! de nue(o a la c*rcel cargado del cuero y de las menudencias del toro que rob!. Entonces el ue& antes de destinarlo a la c*rcel, le había tomado una declaraci!n$ %Fi un día pas! y ya robaste, cara#o. Ahora (as a saber, so matrero abigeo. 'u condena por no escarmentar, ahora es por die& años. LEst*s contentoAsí la había dicho el ue&. %)or ltimamente, señor ue&, aunque sea de tu boca que sean cien años. )ero, Lqué maldad te he hecho a ti, señor, para que t a cada rato me mandes a la c*rcel, abigeo, diciendo L+o te he quitado a tu mu#er, señor ue&, para que me odies t anto Así había contestado el ccamara. Así era la (ida de estos ccamaras. Mi condena en la c*rcel era por seis meses, por c!mplice de robo de ganado, pero ellos me tu(ieron nue(e meses. =n día martes, del mes de abril, en la tarde, me llamaron$ %Gregorio Condori$ IAlistar cosasJ Como me llamaron a mí solo y no a mi amigo m*s, no pensé que era mi libertad. )ensé$ Ld!nde me mandar*n estos diablos +a en la puerta, donde habían estado todos los carceleros, al (erme se reían a carca#adas y uno de ellos me dio una patada con lo que casi me estira al suelo$ %Ouera, gran puta indio. A las piernas de tu mu#er. 6Cara#o, estos cristianos me han sacado para castigarme6, pensando así, caminaba despacio asustado mientras ellos detr*s mío seguían riéndose. Así a(ancé sin mirar hacia atr*s hasta perderme en las calles. +a para (oltear una esquina miré si alguien (enía por mi detr*s y como no había nadie, recién creí que en (erdad era mi libertad y me puse contento. All* en =rcos yo era un desconocido, nadie me conocía y para a(eriguar si había (ia#eros al Cusco, entré a una casa donde habia una banderita colgada, indicando (enta de chicha. Aquí compré cinco centa(os de chicha. Era harto, dos #arritas llenas lo que ahora serian seis caporales, que (alen treinta soles. Antes (alían s!lo cinco centa(os. =na de estas #arras le in(ité a la dueña de la chichería y la otra la tomé yo. Como acept! mi in(itaci!n, le conté que yo era orastero y que acababa de salir de la c*rcel, que quería saber si iban (ia#eros al Cusco para poder pasar en compañía de ellos la apacheta de Tumiccolcca. Esta señora me
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di#o$ %Martes y miércoles siempre hay arrieros que salen de Marcapata al Cusco. Así, ese mismo día, no pude (ia#ar yo solo al Cusco, porque la apacheta de 0umiccolcca era bien mentada$ habían asaltantes que mataban a los (ia#eros para quitarles su plata o su carga. Era posible pasar s!lo de día, haciendo una tropa entre hartos (ia#eros. Así una (e& en 0umiccolcca, ya en )iñipampa unos asaltantes habían golpeado, hasta matarla, a una mu#er para quitarle su atadito y muerta la habían botado a un hueco, uera del camino. Al cabo de unos días, cuando las mulas de un arriero de 3uincemil se cansaron en la cuesta y sus peones arreglaban la carga de las mulas de pronto habían escuchado llorar a una huahua. Como eran (arios empe&aron a buscar qué era éso que lloraba como una huahua, toda esa apacheta est* regada de casas antiguas, cuando se apro;imaban m*s entre el matorral al lugar de la huahuita que lloraba, ellos contentos habían pensado que qui&*s era un idolito de oro del ña/pa machu, que estaba llorando. + antes de acercarse, todos botaron, en un solo acto, sus sombreros y como en bacenicas orinaron en su sombreros, para que el idolito de oro no se encante. )ero cuando se apro;imaron al hueco (ieron, al ondo, una mu#er muerta y la huahuita que lloraba le estaba lactando a su mam*, que ya estaba descomponiéndose. En otra (e&, a un (ia#ero qolla, para quitarle su carga, en esta apacheta le cortaron la cabe&a, después de matarlo. )or estas ra&ones esta apacheta era bien mentada y temida por todo (ia#ero. Estos asaltos creo que han desaparecido en esta apacheta, desde la (e& que pasa la carretera, desde cuando lleg! el primer carro para pasa#eros.
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IX
Cuando llegué al Cusco después de estar en la c*rcel de =rcos, traba#é durante (arios meses en el Con(ento 7a Merced, abriendo puertas y (entanas a unos cuartos que daban a la calle y que ahora son tiendas en la a(enida 2ol. 'raba#ando aquí, en el descanso de las doce iba a almor&ar al mercado de Cascaparo. En ese tiempo era soltero, pero ya con ganas de tener una mu#er que me cocine. +endo todos los días a almor&ar a este mercado conocí a mi primera mu#er, 0osa )uma. Ella era chupi qhatu, natural del ayllu de 2ullumayu, que est* en las alturas de =rpay, #unto a =rcos. Era muy conocida en este mercado. Ella antes de mí, ya había tenido marido, pero la había abandonado. Como sabía cocinar y me atendía bien y ella estaba sin marido, la enamoré. Ella me acept! y desde ese día dormí con ella en mi casa y en lo que (enía a dormir o yo iba a su casa, también para dormir, una noche ella se (ino a mi casa cargando su cama y sus ollas. Así empe&amos a (i(ir haciendo un solo cuerpo, en mi cuarto, donde apenas entramos yo y sus ollas.
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doce, en el descanso, a (eces te in(itaban almuer&o en el mismo traba#o. )orque en aquel tiempo, si traba#abas de pe!n en la reparaci!n o construcci!n de casas, a (eces te in(itaban comida, y otra (eces nada" cuando no había almuer&o, iba al mercado de Cascaparo. A este mercadito ahora llaman comedor de agachados. +endo todos los días, conocí a una pampamarquina, que ue mi segunda mu#er. 'ambién ella era chupi qhatu, KN se llamaba osea 'una 3uispe. Ella, cuando la conocí ya tenía dos hi#itas$ su marido era de Abancay" la había abandonado para irse a otro pueblo con otra mu#er. )ara (i(ir con mi mu#er osea, que era muy buena, conseguimos un cuarto en la calle -elén, por tres soles de alquiler al mes. )ero después de tres años nos trasladamos a la calle Matar*, a la casa de un señor 3uintanilla, donde (i(í como portero de una casa grande, con dos patios. Aquí (i(imos durante muchos años haciendo de todo, traba#ando de pe!n, cargando, hasta haciendo negocio de comidas para poder mantenernos con ella y sus hi#as. Con esta mi mu#er osea, (i(imos haciendo de nuestras (idas un solo atado de pecados para darnos de comer$ yo sé que ahora esas sus hi#as me reconocen en la calle, pero ellas se hacen como si yo nunca hubiera e;istido para ellas. Esto da asco, que tengan (erg5en&a de su padrastro, ahora que son mesticitas y que no digan este mi padrastro, nos dio un día algo de comer. )or eso hasta pienso que estas mis entenadas no se acuerdan de mí ni al cagar. Con osea, qui&* después de cinco o seis años, nos (inimos de la casa de la calle Matar*, porque el dueño 3uintanilla, cuando se (ol(i! m*s (ie#ito, quería que esté en su casa sin mo(erme. Cuando le decía$ 'engo que ir a traba#ar. Fo se puede, para eso eres portero, me respondía. +o aquí era portero por el alquiler del cuarto que ocup*bamos, pero no había pago. )or esta ra&!n nos salimos y uimos a (i(ir al )uente 0osario donde el dueño de una chacra nos dio, en un rinc!n, una laderita donde hice mi casa. Era como la cho&a de un estanciero, pero con paredes de adobe, techo de peda&os de lata, plancha de cilindro y con palos de pino. 'odo este material de construcci!n lo tenía reunido de toda construcci!n a donde iba a traba#ar" cuando esta chocita estaba concluida, naci! mi hi#o nico 'omasito Condori. Cuando mi 'omasito ya tenía tres años, le dio una uerte diarrea, que no pudimos hacer sanar con nada y por conse#o de una (ecina lo lle(é al hospital 7orena. Allí un doctor lo hi&o quedar en la sala de niños, cama nmero (eintiuno. A los tres días ya estaba casi sano de la diarrea, pero en cambio aquí en el hospital, le dio uerte tos con(ulsi(a que cada (e& que tosía, le hacía desmayar. Así, cuando ya estaba sin diarrea, un día le pusieron una inyecci!n en su nalguita, seguro que esta inyecci!n no se esparci! por todo su cuerpo, y se hinch! ese lugar donde le pusieron la inyecci!n. A los pocos días empe&! a salir abundante pus, como de una bolsa. Esta herida de la inyecci!n se hi&o una llaga grande que empe&! a hincharse e;pandiéndose la hincha&!n por todo su cuerpito. Con esta hincha&!n muri! mi 'omasito Condori, en el hospital 7orena. 2i él hubiera (i(ido, éste sería el rato en que hubiera estado 34Vendedora de comida.
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#o(en y seguro yo no estaría así, porque mi hi#o siempre me hubiera dicho$ %Fo pap*, si ya no puedes con la carga, aquí est* tu hi#o, con este bra&o. An cuando hubiera sido traguero, como todo hi#o para con su padre, me hubiera preguntado$ %L'e alta para tu pan, para tu chicha, para tu tra go 'oma, pap*, yo estoy traba#ando. )ero desde que se muri! 'omasito, no hay nadie que diga esto. )or eso cada (e& que recuerdo a mi hi#o me dan ganas de llorar, porque 'omasito era roba cora&!n. Mi 'omasito Condori no est* en el limbo, porque él es bauti&ado y se le ha dado sepultura de cristiano, en ca#!n. )or eso él debe estar en el #ardín del 'aytacha, como guardi*n y #ardinero" las lores del cantuKP all* se con(ierten en c*ntaros donde lle(an agua para regar las lores del #ardín. + no creo que esté callado, al (er arrastr*ndose con la carga a su padre. El, que es un angelito guardi*n del #ardín del 'aytacha, seguro que siempre pide a El nico hi#o que naci! de mi sangre es 'omasito Condori. Esto no es (oluntad de mí, esto es (oluntad de nuestro
lengua de buey, haciéndolos her(ir. Mi mu#er #unt! estas raíces y queriendo sanar bien, tomé no s!lo un mes, sino durante dos meses con lo que sané de este mal. )ero seguro (a también el &umo de estas hierbas atra(esando mis huesos lleg! hasta mi médula espinal, quem*ndola. Así mi sangre est* negada para tener hi#os. Esta mi mu#er osea siempre se enermaba, (a con dolor de cabe&a, (a con dolor de est!mago, de espalda. + como ella era del pueblo de )ampamarca, donde tenía sus amiliares, altando una semana para el día de la eria del 2eñor de )ampamarca, le di#e$ %Mira osea, yo estoy traba#ando en la reparaci!n de esa casa" si de#o mi traba#o para ir contigo al 'aytacha, a mi (uelta ya no me recibirían y de nue(o estaría sin traba#o. Anda t al 'aycha y pide por todos nosotros.
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encontrado y &aumeando con incienso entre cantos y oraciones lo habían traído a )ampamarca. )ero aquí no había querido (i(ir, se había regresado al mismo lugar donde lo encontraron. +a después de unos días, se habían dado cuenta$ %Fo hay ese /iraqocha, se ha desaparecido. + de nue(o el pueblo ue en su busca, hasta el mismo lugar donde lo encontraron la primera (e&. Al encontrarle nue(amente le (ol(ieron a traer todo bonito, &aume*ndole siempre con incienso, hasta )ampamarca.
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encontraron, pero seguro ueron los hombres de Cochirihuay" tampoco sé de d!nde haya (enido el cura para darle misa" de Fayhua, de Cocha, de )aruro, no sé" pero cuando se enteraron del milagro, de todas partes (inieron los bailarines, como llegan hasta hoy el canchi, el cachampa, el aucachileno el molino tusoq. Estos bailarines (ienen de todas partes$ de 2icuani, 'inta, congate, hasta (einte o quince con#untos s!lo de un tipo de dan&a. Aquí bailando, y #ugando, como si uera cierto, culti(an papas, maí&, hasta con yuntas de ganados, amarrados con la bandera peruana, y las mu#eres, tras la yunta, cantando, ponen la semilla, también con la bandera peruana amarrada a la espalda. Así también trillan la era y cuando ya est* terminada, de#an como cuidantes a cinco o seis chanacos K: #uguetones que incendian la era #ugando, mientras los bailarines, al (er la era en llamas, correa a apagar$ %ICara#oJ, ahora (an a (er, hi#os del
37ios -e!eos menores. 47
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Entonces )edro Arias, contento y agradecido, le pregunt! al 2eñor$ %+ Ld!nde (i(es pap*, para que te (isite %2i quieres (isitarme, (en t solo a )umac4uancananpata, en 4uanca 4uanca. Como era macuquero, )edro Arias tenía mucha plata y un día parti! despidiéndose de sus mu#eres, montado en una mula y cargando harta plata en otra mula" así empe&! a andar, preguntando pueblo tras pueblo$ %L
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inmensa roca, donde, temblando, se peg!. + en la roca s!lo qued! el retrato de su cuerpo. -ueno, como pas! este milagro, re&ando, le dieron misa, y )edro Arias le hi&o una casita que ahora la han tapado con un con(ento grande. )ara con#urar la capillita que le hi&o )edro Arias, (ino un padre capell*n, desde el lado de los chilenos y desde esa (e& también este capell*n se ha quedado en 4uanca 4uanca, hasta ahora. +a cuando pas! su milagro, un día el 2eñor se le había aparecido a )edro Arias, llam*ndole$ %)edro, )edro, don )edro, bueno hi#o, desde ahora s!lo (as a (i(ir la (ida con una de tus mu#eres, con la casada, si no es así, te (oy a degollar. %-ueno papay, no te (oy a ol(idar. Así había contestado. + contento, había llegado a su pueblo, )edro Arias" pero su mu#er con la que era casado, se hi&o la desentendida, incluso la que no le conocía" mientras su otra mu#er, hasta llorando de alegría, le recibi! con harta chicha y comida. Así )edro Arias seguía con(i(iendo con ambas mu#eres. )ero, después de un tiempo, nuestro 2eñor lo mat! con iebre, por haber ol(idado su encargo. Esta es la (ida del 2eñor de 4uanca. )or él la gente (iene de todas partes, como hormigas. +a para re&arle, ya para (ender o comprar o para puriicarse con su agua. Cuando ui esa (e&, de chico, con negocio de ollas, la gente caminaba a pie para ir al 2eñor y regresaban como en un desile, todos #alando c*ntaros o botellas, con agua del 2eñor. Este 2eñor de 4uanca no quiere a los bailarines, 6me astidian6, dice" tampoco quiere que tomen trago o chicha, al lado del 2eñor toman leche, leche para la sed, diciendo. Fo le dicen trago al trago que toman. -ueno, su otro hermano es 3oylluritRi, pero no sé nada de su milagro.
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señorita de blanco me di#o en mi idioma$ %Gregorio, tu mu#er ha muerto. 'ienes que lle(*rtela. Entonces recién me de#aron (er a mi mu#er" esa misma señorita me lle(! donde estaba ella. Abri! un cuartito y desde la puerta (i cuatro almas tiradas en el suelo, tapadas con ra&adas, y la misma señorita me di#o$ %Aquélla es.
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mi uer&a se muri!, no podía (a ni hablar. )ero Lpara qué ya la cortaron así, si ella estaba muerta Así la tarde de ese mismo día, la enterramos en compañía de seis paisanos.
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X
+a eran cuatro meses que (i(ía solo en )uente 0osario, pues desde que muri! mi mu#er osea, yo solo andaba traba#ando y cocin*ndome. +a para que me (endieran sutRuchi para los cuyes, iba a la chichería 6Chuspi C*rcel6 de Mercedes Cusi, en )uente 0osario, como a tomar chicha. En esta chichería, tomando chicha conocí a mi mu#er actual$ Asunta. Ella estaba empleada de cocinera" como yo estaba sin mu#er y ella ser(ía muy bien, empecé a buscar su amistad in(it*ndole chicha" ella acept! y a (eces ya nos brome*bamos, hasta que un día ella sali! de su traba#o, como quien (a de (isita a su mam*, pero yo la lle(é a otra chichería donde tomamos chicha con cer(e&a, hasta estar muy borrachos y así, borrachos, nos uimos a mi casa a dormir.
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del canch!n, eso ue la causa para que la dueña se eno#ara y me di#era$ %
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uno se casa hay conesi!n y comuni!n, había que alistarse" el cura hace re&ar si es que uno es runa" cuando uno no puede el re&o le hace regresar del conesionario$ 6here#e6 diciendo. Esto era pasar (erg5en&a. 7os re&os, el padre nuestro y el credo, no podían entrar a la cabe&a de mi mu#er. )ero para 2an uan, ya est*bamos diestros en el re&o y recién nos casamos, el mismo día de 2an uan. )ara el matrimonio, un día antes de la misa, nos bañamos los dos. 7a noche de ese mismo día uimos a la iglesia de 2an )edro, a conesarnos. + como yo estaba pensando, el cura, cuando nos acercamos, pregunt! si sabíamos re&ar o no" entonces el cura orden!$ %A (er, re&a. + recé" no había ya nada para que el cura corrigiera$ todo estaba bien, y de nue(o el cura di#o$ %Ahora cuéntame tus pecados. Como nunca me había conesado, le conté mis pecados. 7o que dormí con mu#eres casadas, con otras mu#eres sin haberme casado, lo que me emborraché. Aquí ya estaba como &on&o, ya no sabía d!nde estaba mi cabe&a y ya no encontraba m*s pecados para a(isarle y el cura di#o$ %LEso es todo, hi#o %2í, papay. %C!mo" no puede ser, a(isa la (erdad hi#o. + yo le di#e$ %)apay, de haber pecados hay, pero mi cabe&a se ha ido. 0e&a, hi#o. Empecé a sudar, pero los re&os no se habían ido y así sudando sal(é la conesi!n. Al día siguiente era 2an uan" a las seis de la mañana pas! nuestra misa en la iglesia de 2an )edro.
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tiendas de Coripata,
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aquí, cuidando estos culti(os. Oui donde el dueño a agradecerle y a preguntarle si quería que (i(a en su terreno. 7e di#e$ %Gracias, papacito, la habías llamado a mi mu#er, que nuestro
est*bamos pensando, preocupados$ como no somos de la
asociaci!n, seguro que nos sacan.
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Entonces un domingo (inieron unos señores oicinistas, un #ee militar y un señor cura, a una asamblea grande a declarar a Coripata, )ueblo o(en. Era chistoso, los asambleístas no sabían qué hacer" entonces, uno no m*s empe&! a silbarles" de ahí empe&! todo$ arro#ando piedras, entre insultos, los sacaron corriendo, a estos señores. Con esto había m*s asambleas y a menudo. 'odos decían$ %Fosotros no podemos ser )ueblo o(en, estos terrenos son nuestro sudor, nos cuesta, no es in(asi!n, no es regalo. Coripata no puede ser )ueblo o(en. Así hablaron unos dos años, resistiéndose a ser )ueblo o(en. )ero ahora se han hecho ganar" Coripata siempre es )ueblo o(en. 4asta ahora, a nosotros, nadie nos ha dicho nada" m*s bien dicen que con )ueblo o(en, el que ocupa un lote, ya es su dueño. )ero esta nuestra casa no aparece como lote, porque no est* en el plano" segn ese plano, est* en la calle, como espacio que han de#ado para construir un malec!n con #ardín. Así me di#o una (e& el secretario de Coripata, cuando quise hacer instalar agua en mi casa. Aquí ya todas las casas tienen agua, lu&, desag5e" pero en mi casa no se puede instalar, porque no est* registrada como lote. )or eso me pro(eo de agua en la casa de mis amistades, para quienes cargo. )ero, cara#o, he sido uno de los primeros que (i(i! aquí, en Corípata. Fi )ueblo o(en ni Asociaci!n me (an a poder sacar, ni con cuentos de calle o #ardín, porque en estas pampas est* derramada mi sangre, mi uer&a. Fo se puede permitir que me hagan eso.
XI
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)ara reponer una pared que se había caído en la O*brica 4u*scar, necesitaban peones, pero no aceptaban a desconocidos" eran desconiados. =no tenía que ser lle(ado por alguien conocido de esos señores de la *brica. )ero yo s!lo tenía un amigo$ 7eandro Mamani 'ito, que traba#aba de obrero en la *brica. El habl! por mí" creo que di#o$ %Este hombre es albañil yo no era albañil, s!lo era pe!n y sabe traba#ar con barro. Así me aceptaron en la *brica, creyendo que era albañil. Como era *cil eso de colocar un adobe encima de otro, me desempeñé muy bien de albañil. +a cuando eran (arios meses que est*bamos traba#ando, un día (ino mi amigo a a(isarme que tenía que ir a la asamblea de obreros. Esto era de tarde, en la misma *brica y es aquí donde (i a todos los obreros, que eran como cuatrocientos, reunidos como uno solo. En esa asamblea decían$ %Compañeros, ha subido el precio de la gasolina, ha subido el precio del Herosene... Esto no con(iene, aecta al pueblo, a nosotros. 2ube la gasolina y sube todo$ el pan, la ropa... todo. + no sube el #ornal. + esa misma noche se sali! a la pla&a de Armas, (i(ando, con banderas y cartelones$ %IAba#o gasolinaJ IAba#o gasolinaJ Cuando llegamos a la pla&a de Armas, ya éramos hartos. 'ras nosotros también habían salido los obreros de la cer(ecería y también en la pla&a hablaban sobre lo mismo, los dirigentes$ sobre la gasolina, y todos los obreros (i(aban con uer&a. +o también (i(aba con todos mis pulmones. Cuando terminaron de hablar, #unto con mi amigo 7eandro, nos (inimos de nue(o a la *brica, aquí me di#o$ %'e (oy a hacer conocer a un gran compañero. +o le di#e$ %LA quién Al compañero Emiliano 4uamantica. Claro, yo ya le conocía. Esa noche, en la pla&a, habl! con uer&a, puro macho. +o me puse contento. ba a ser amigo de un compañero de buen cora&!n. Cuando me present!, el compañero Emiliano 4uamantica, me dio la mano$ %L3ué tal, compañero + agarrando su mano, le contesté en runa simi$ %)ara ser(irte compañero, Gregorio Condori Mamani. Así ue.
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conté$ %
Así salimos de la *brica, pues ya no se podía hacer nada.
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dedicando a cargar, porque la carea es segura. 2i el compañero 4uamantica no hubiera muerto, yo no hubiera sido cargador como soy ahora, porque este compañero era de car*cter macho. El #am*s hubiera permitido el cierre de la *brica, porque él hubiera hecho, como est*n haciendo en la *brica 7a Estrella, una cooperati(a. 7o mismo seguro hubiera pensado. Así nuestra suerte, de cuatrocientos obreros, cambi! r*pidamente con la muerte del compañero Emiliano 4uamantica, quien era paisano del lado de Calca y muri! en mala orma$ yendo a con(ersar con el Gobierno el carro en que (ia#aba, ca(! a un abismo en 2anta 7ucía, m*s arriba de Arequipa. )ero él toda(ía había logrado (i(ir, pero los hacendados ricos le habían dado un calmante B(enenoW, por ser sus contrarios" con esto había muerto. 7a *brica había racasado por culpa de los hi#os de 7omellini. El padre de ellos había hecho bien la *brica, trayendo maquinarias del e;tran#ero. )ero cuando muri! el (ie#ito 7omellini, sus hi#os empe&aron a administrar la *brica. Estos gastaban el dinero, sin ninguna medida" ya no había plata para comprar materiales, para pagar #ornales" entonces la *brica iba cayendo. Aquí, dice hay muchas mu#eres que hacen gastar la plata, por miles, en tomadas de primera. 'e hacen bailar y después, entre todititas, te (iolan y te sacan toda tu plata. Este rancho /asi, primero uncionaba en 'ullumayu, al lado de la picantería 6El -ayo6.
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+ le empe&aron a apedrear. Ese día corri! mucha piedra, mucha bala silbando.
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amigos le lle(aban comida s!lo de noche.
XII
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señora tiene mucha suerte, est* curada con despacho para tener (enta" ese (ie#o
también es suerte6.
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compañeros salados. El negocio que cargan no se termina de (ender" por eso dicen$ 67a espalda de este cargador es mala suerte6, y nunca m*s hacen cargar con ellos. )ero desde que soy cargador, mi espalda siempre ha sido buena suerte para cargar negocios. )or eso, aunque pocas, no me altan las contratas durante el año. Mi espalda tiene suerte porque est* curada a mi marHa. Esos compañeros que est*n andando en las calles y que nadie los llama, es porque cargan comn, sin hacerse curar. 7as otras contratas que tengo son e(entuales durante la semana, para traer algunas mercaderías que altan en las tienditas de aquí, de Coripata o 0osaspata. )ero esto de cargar mercaderías a las tiendas, se presta a chan&as. 4ace un año, cuando traía una ca#a de pisco para una de estas tiendas, cuando pasaba por 7imacpampa, se me acercaron unos #!(enes, diciéndome$ %'aytay, la señora nos ha dicho que ya no cargues la ca#a, porque nosotros ya lo (amos a lle(ar en el carro, con m*s ca#as. + yo, &on&o, les entregué la ca#a de pisco, creyendo en el encargo, cuando los que me pidieron la ca#a, habían sido rateros. 7a dueña pensaba que yo había ocultado o (endido la ca#a y me e;igía, todos los días, que le pague m*s de quinientos soles. Como no había, Lcon qué se lo iba a pagar 4asta que se cans! de cobrarme. )ero eso sí, cerca de un año estu(e en sus mandados, con lo que seguramente pagué el doble de la ca#a de pisco.
los guardias para hacerlo lle(ar a la morgue. 2i tiene amiliares, ellos reclaman y lo hacen enterrar. )ero cuando no hay ningn reclamante, esa alma est* tirada sobre una piedra ría, dos o tres días, en la morgue.
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