¿De qué sirve entrenar automatismos? por ENRIC SORIANO el 1 febrero, 2013 • 16:45
Lo primero que quiero dejar claro es que no soy entrenador titulado titulado (tengo 16 años y aún no he empezado a entrenar) y lo que voy a exponer es simplemente una hipótesis a la que he llegado por lo que he leído y escuchado y mis vivencias como jugador. Podréis ser dogmáticos con mi opinión porque ni yo soy nadie, ni lo que voy a tratar está demostrado. Es una simple hipótesis, la visión que tengo acerca del entrenamiento de los automatismos. A priori , un automatismo se define como un encadenamiento de acciones colectivas entre
diferentes jugadores de un equipo tanto en posesión de balón (ofensivos) como en su intento de recuperación (defensivos). No estoy de acuerdo con esta definición; me parece incompleta. Según lo que yo entiendo por automatismo, esas acciones que se encadenan están prefijadas, las decisiones que los jugadores j ugadores toman están determinadas determinadas (que no condicionadas) por lo que se entrenó. Para mí un automatismo es una serie de acciones ejecutadas de memoria, donde los jugadores saben perfectamente qué hacer. Un claro ejemplo de automatismo serían las jugadas a balón parado. Estas se ejecutan totalmente de memoria. Cada jugador sabe qué movimientos realizar y en qué momento. Además el inicio inicio de estos se marca con una una señal, por por lo que todos iniciarán iniciarán sus movimientos de forma coordinada. Son acciones totalmente prefijadas. Al saber cómo actuar, es mucho más fácil terminar la situación de forma exitosa. Creo que hay que entrenar la estrategia (los automatismos por excelencia). Entrenar estas acciones nos puede permitir ganar gran cantidad de puntos a lo largo de la temporada. Son acciones donde la incertidumbre es mínima, siempre son iguales y además su duración es corta, así que se pueden trabajar de memoria como un automatismo que son. Y repito, entrenar estas acciones, entrenar. Hago mucho hincapié en la palabra entrenar porque no son pocos los entrenadores que con comentar la estrategia antes del partido creen que es suficiente. Luego, si decides no
ejecutar la jugada prefijada (que no ensayada, ya que jamás se entrenó) te piden explicaciones y se apoyan en el argumento : “Si antes lo hemos hablado…” . En el fútbol no se puede exigir lo que tan solo se ha hablado; un entrenador solo puede exigir a sus jugadores aquello que que ha entrenado entrenado o trabajado. Si tanta tanta importancia importancia tiene, tiene, ¿por qué no lo trabajaste? En estas ocasiones, dudar de la credibilida credibilidad d y las condiciones de tu entrenador es lo más normal, y además está completamente justificado. El fútbol es el deporte de la incertidumb incertidumbre, re, de la espontan espontaneidad, eidad, de la imprevisibilidad. En este deporte no existen dos situaciones iguales. Las únicas acciones que se repiten partido tras partido son las acciones a balón parado. En el fútbol todo es sorpresa. Dice Óscar Cano que lo único que le puede sorprender del fútbol es que en un momento no haya sorpresa. Dante Panzeri, un adelantado a su tiempo, ya decía allá por 1960 que el fútbol era la ciencia de lo impensado. Incertidumbre, caos, imaginación, creatividad. Y sobre todo, el fútbol es un deporte no lineal, no siempre pasa lo mismo, aquí la causa-efecto no existe. Esto es algo que hay que tener en cuenta. ¿A dónde quiero llegar? Fácil. Los automatismos son preparaciones para la actuación en x situaciones. situaciones. Si nos vemos en esa situación hay que ejecutar como hemos entrenado. La cuestión es, ¿nos veremos en esa situación? Posiblemente no, porque como ya he comentado, en el fútbol no se repiten dos situaciones iguales. Saber actuar de memoria ante una situación de nada sirve si no se da. Solo habremos gastado minutos de entrenamiento en algo superfluo. Para que esa situación que hemos trabajado se dé en el partido hay muchas variables que cumplir que difícilmente se darán: mismos jugadores en las mismas posiciones y con los rivales situados de tal forma f orma que te permita desarrollar lo prefijado. Los automatismos suelen entrenarse mediante las famosas evoluciones. Se colocan conos por el campo en las posiciones que queremos que nuestros jugadores ocupen y se pasan el balón en un determinado determinado orden orden hasta finalizar finalizar a portería. portería. Todo siempre siempre igual, muy mecánico. La toma de decisión está marcada (se la he de pasar a Fulanito, siempre que la tenga). Además, no hay oposición, por lo que el e l esfuerzo cognitivo del jugador es nulo, al igual que la complejidad de la tarea. A mayor complejidad, mayor esfuerzo cognitivo y más hacemos pensar al jugador. Esa tarea está muy alejada del juego, no se parece a lo que el domingo viviremos en el partido. ¿Vamos a tener un entorno sin oposición en el partido? Sería muy fácil jugar así, ¿verdad? Digamos que el domingo es nuestro examen y durante la semana trabajamos para poder resolver todos los problemas que en el partido se puedan dar. Trabajaremos con una complejidad complejidad igual o mayor que la que viviremos en el partido para saber resolver esas cuestiones. Nos preparamos haciendo lo que el domingo haremos. Pues trabajar las evoluciones es como prepararse para un examen de trigonometría haciendo sumas de dos cifras. Trabajamos alejándonos de la realidad, haciendo cosas muchos más fáciles que las del examen, sin oposición, fuera de contexto, determinando y castrando la toma de decisiones de nuestros jugadores… El domingo, estos, al tener que
tomar una decisión con oposición a su alrededor, se quedarán en blanco, no sabrán qué hacer, porque no son independientes. En fin, que trabajar si se trabaja mal, de nada sirve; y en ese caso se trabaja mal. Sin embargo tenemos la certeza de que las acciones a balón parado se llevarán a cabo en cada uno de nuestros encuentros. Al partir el esférico desde una posición estática, fija e invariable (como en un saque de esquina), son situaciones preparables de memoria, con mucha probabilidad de éxito. Pero hay que entrenarlas con oposición, porque en el partido el rival se dignará a defender o atacar. Se puede empezar sin oposición para la asimilación, pero luego se añadirán opositores. La estrategia es el mayor ejemplo de automatismo y lo único que hay que entrenar porque tenemos la certeza de que en el partido sucederá de la misma forma que en los
ejecutar la jugada prefijada (que no ensayada, ya que jamás se entrenó) te piden explicaciones y se apoyan en el argumento : “Si antes lo hemos hablado…” . En el fútbol no se puede exigir lo que tan solo se ha hablado; un entrenador solo puede exigir a sus jugadores aquello que que ha entrenado entrenado o trabajado. Si tanta tanta importancia importancia tiene, tiene, ¿por qué no lo trabajaste? En estas ocasiones, dudar de la credibilida credibilidad d y las condiciones de tu entrenador es lo más normal, y además está completamente justificado. El fútbol es el deporte de la incertidumb incertidumbre, re, de la espontan espontaneidad, eidad, de la imprevisibilidad. En este deporte no existen dos situaciones iguales. Las únicas acciones que se repiten partido tras partido son las acciones a balón parado. En el fútbol todo es sorpresa. Dice Óscar Cano que lo único que le puede sorprender del fútbol es que en un momento no haya sorpresa. Dante Panzeri, un adelantado a su tiempo, ya decía allá por 1960 que el fútbol era la ciencia de lo impensado. Incertidumbre, caos, imaginación, creatividad. Y sobre todo, el fútbol es un deporte no lineal, no siempre pasa lo mismo, aquí la causa-efecto no existe. Esto es algo que hay que tener en cuenta. ¿A dónde quiero llegar? Fácil. Los automatismos son preparaciones para la actuación en x situaciones. situaciones. Si nos vemos en esa situación hay que ejecutar como hemos entrenado. La cuestión es, ¿nos veremos en esa situación? Posiblemente no, porque como ya he comentado, en el fútbol no se repiten dos situaciones iguales. Saber actuar de memoria ante una situación de nada sirve si no se da. Solo habremos gastado minutos de entrenamiento en algo superfluo. Para que esa situación que hemos trabajado se dé en el partido hay muchas variables que cumplir que difícilmente se darán: mismos jugadores en las mismas posiciones y con los rivales situados de tal forma f orma que te permita desarrollar lo prefijado. Los automatismos suelen entrenarse mediante las famosas evoluciones. Se colocan conos por el campo en las posiciones que queremos que nuestros jugadores ocupen y se pasan el balón en un determinado determinado orden orden hasta finalizar finalizar a portería. portería. Todo siempre siempre igual, muy mecánico. La toma de decisión está marcada (se la he de pasar a Fulanito, siempre que la tenga). Además, no hay oposición, por lo que el e l esfuerzo cognitivo del jugador es nulo, al igual que la complejidad de la tarea. A mayor complejidad, mayor esfuerzo cognitivo y más hacemos pensar al jugador. Esa tarea está muy alejada del juego, no se parece a lo que el domingo viviremos en el partido. ¿Vamos a tener un entorno sin oposición en el partido? Sería muy fácil jugar así, ¿verdad? Digamos que el domingo es nuestro examen y durante la semana trabajamos para poder resolver todos los problemas que en el partido se puedan dar. Trabajaremos con una complejidad complejidad igual o mayor que la que viviremos en el partido para saber resolver esas cuestiones. Nos preparamos haciendo lo que el domingo haremos. Pues trabajar las evoluciones es como prepararse para un examen de trigonometría haciendo sumas de dos cifras. Trabajamos alejándonos de la realidad, haciendo cosas muchos más fáciles que las del examen, sin oposición, fuera de contexto, determinando y castrando la toma de decisiones de nuestros jugadores… El domingo, estos, al tener que
tomar una decisión con oposición a su alrededor, se quedarán en blanco, no sabrán qué hacer, porque no son independientes. En fin, que trabajar si se trabaja mal, de nada sirve; y en ese caso se trabaja mal. Sin embargo tenemos la certeza de que las acciones a balón parado se llevarán a cabo en cada uno de nuestros encuentros. Al partir el esférico desde una posición estática, fija e invariable (como en un saque de esquina), son situaciones preparables de memoria, con mucha probabilidad de éxito. Pero hay que entrenarlas con oposición, porque en el partido el rival se dignará a defender o atacar. Se puede empezar sin oposición para la asimilación, pero luego se añadirán opositores. La estrategia es el mayor ejemplo de automatismo y lo único que hay que entrenar porque tenemos la certeza de que en el partido sucederá de la misma forma que en los
entrenamientos. Sin embargo, trabajar los automatismos en el juego me parece una inutilidad, porque cada situación tiene un entorno distinto y el juego es continuamente variable. Se pueden pueden trabajar trabajar algunos comportamient comportamientos os a modo de ayuda, ayuda, haciendo que que el jugador conozca mejor el entorno y el conocimiento conocimiento de este pueda pueda condicionar su toma de decisión, como por ejemplo saber que x jugador ocupa determinados espacios libres libres en fase defensiva y que tras recuperar se puede transitar a través de él, pero siendo esta una opción entre varias y no la única. En ese caso el futbolista sigue siendo independiente, decide él, pero al conocer el contexto su toma de decisiones pueda variar y estar condicionada por ello. ¿Por qué intentamos planificar lo no planificable y prefijar lo que no se puede prefijar? La no linealidad del fútbol no nos permite planificar planificar ni prefijar porque el juego es un caos continuo donde cada situación que se da es distinta y nueva, todo está imprevisto. Debemos entrenar al futbolista y al equipo para ese imprevisto, para desarrollarse bien en el caos, para ser autómatas y tener la capacidad de tomar decisiones, para que aprendan a interpretar el juego, para que adquiera adquieran n cultura táctica, que necesit necesiten en de un esfuerzo cognitivo para solventar los problemas, que la complejidad sea igual o mayor que los domingos… Y para ello hay que entrenar el juego, sin alejarnos de la realidad. Siempre con
colaboración y oposición. Hacer futbolistas independientes que sepan pensar, interpretar y decidir es nuestro propósito. Entrenar el juego y no las jugadas. Ojalá pronto se desmonten muchos mitos del fútbol. Uno de ellos, el de los automatismos automatismos y las evoluciones. Una vez esto suceda, los entrenamientos de calidad serán lo habitual y no la excepción. Una pena que la gente rebelde en este aspecto en el fútbol no abunde y muchos se crean lo que les dicen sin preguntarse por qué ni para qué. * Enric Soriano.
Velocidad en el fútbol por ENRIC SORIANO el 1 marzo, 2013 • 7:50
Siempre se ha entendido la velocidad como la capacidad de recorrer la distancia entre dos puntos en el menor tiempo posible. Esa se ha creído que es la definición general de velocidad, pero solo solo definimos la la velocidad velocidad de desplazamiento, desplazamiento, una de las las distintas distintas capacidades capacida des psicofísicas por las que está formada la velocidad en el fútbol. Este juego no es una carrera de 100 metros donde el más rápido es el que más corre. El fútbol es un deporte mucho más complejo donde no todo es lo que parece. Entonces, Entonces, jugando a fútbol, ¿quién es más rápido? ¿Obafemi Martins o Xavi Hernández? Yo definiría la velocidad en en el fútbol como la capacidad capacidad para para sacar sacar ventaja espacial espacial y temporal al opositor en un momento del juego determinado. La velocidad es una herramienta para regalar superioridad posicional a nuestros compañeros. Habrá ocasiones en las que correr más rápido que nuestro par nos dotará de espacio y tiempo para actuar. Pero esas situaciones son la excepción. Para ser rápidos jugando a fútbol, la velocidad de nuestras piernas no es trascendental, como si lo es la velocidad de nuestra mente. Pensar rápido nos ayudará más en el juego que correr rápido. Pero lo que más nos ayudará será pensar bien, tomar la decisión correcta. La velocidad es eficacia. Es muy importante la interpretación del juego para tomar buenas decisiones y a gran velocidad. Entender Entender y conocer conocer el juego para poder poder actuar mejor mejor y a más velocidad. velocidad. Siempre Siempre hemos considerado el proceso de percepción clave en la toma de decisiones. Analizar el entorno en el que nos encontramos para luego escoger la mejor opción. Ese es un mito que se ha roto recientemente. Según unos estudios de neurociencia, las decisiones están ya tomadas una vez comienza el proceso de percepción. Es decir, se toman decisiones semiinconscientemente. Ante la inexistencia aparente del proceso de percepción en el fútbol, debemos seguir tomando las mejores decisiones posibles y a la mayor velocidad. Es más importante decidir bien que decidir decidir rápido; decidir decidir bien favorece favorece más al al juego que hacerlo rápido rápido y mal. Para que unos jugadores actúen bien y rápido ante un entorno, han debido estar allí antes. Deben haber vivido ese contexto en los entrenamientos, conocerlo, y en base a ello escoger mejor. Acumular experiencias (vivencias de las que se aprende) permite conocer el entorno e interpretarlo mejor. Saber cómo actuar en una situación determinada te va a permitir decidir más rápido, incluso desde la inconsciencia. Nosotros no conocemos las decisiones a tomar en ese contexto, sino que conocemos las distintas opciones; el proceso de toma de decisiones no desaparece, no jugamos de memoria. Es importante entrenar situaciones que se den en el partido para que el futbolista ya haya acumulado experiencias en ese entorno que le ayuden a tomar mejores y más rápidas decisiones. Para esto tenemos que tener en cuenta las propensiones, que nos ayudan a fomentar unos comportamientos determinados provocándolos de manera que la naturaleza del juego no se ve alterada, de forma global. Esas experiencias harán que el futbolista sepa qué pasa en cada momento, sabe qué opciones son las más adecuadas.
Mediante estos entrenamientos basados en la acumulación de experiencias, el futbolista descubre (guiado a menudo) cómo actuar. Aprende a interpretar el juego. Acumula una cantidad de conocimientos que nutren su cultura táctica. La cultura táctica es el conocimiento y entendimiento del juego, y como pensar en un partido es muy difícil por la oposición directa, la cultura táctica nos ayuda a actuar de forma inconsciente. La cultura táctica nos permite anticipar situaciones del juego, saber qué va a pasar antes de que suceda, para poder reaccionar antes. El juego primero pasó por nuestra cabeza, lo vimos antes de que sucediese dentro del campo. Reaccionamos antes y nos anticipamos porque el estímulo nos llega antes, debido a nuestra cultura táctica y conocimiento del juego y el contexto. Desde mi humilde opinión no basada en estudios de la mente, la velocidad en el fútbol no es más que una herramienta que nos permite sacar ventaja posicional. Habrá veces que la pausa será velocidad, ya que dispondremos de más tiempo para actuar. La velocidad en el fútbol es toma de decisiones, una toma de decisiones carente de proceso de percepción, que se realiza desde el instinto. La tarea del entrenador es hacer que ese inconsciente sea lo más consciente posible, haciendo que el futbolista viva en los entrenamientos lo que vivirá en los partidos y esa adquisición de cultura táctica le permita sacar ventaja el domingo. Para que una decisión dé velocidad, debe ser correcta: nuestro objetivo es disponer de más tiempo en la siguiente acción, y si decidimos mal no lo conseguimos. Por eso Juanma Lillo hace tanto hincapié en que a veces la velocidad es freno, porque conlleva errores frecuentes, volver a empezar, no sacar ventaja. Por ejemplo, Valerón no decide a gran velocidad, pero suele decidir bien y regala espacio y tiempo a sus compañeros, por lo que sus lentas decisiones dan velocidad al juego; así que el Mago de Arguineguín es rápido jugando a fútbol. También es importante la anticipación mental para dar velocidad al juego. Muchos creen que el objetivo es acortar el tiempo entre el estímulo y la reacción. ¿Para qué? ¿Eso es posible? ¿Y si hacemos que el estímulo nos llegue antes? Podríamos actuar con más tiempo
y probabilidad de éxito. Y para que el estímulo llegue antes hay que anticipar, conociendo e interpretando bien el juego. La velocidad en el fútbol es un concepto muy global. Según la situación del juego, obtendremos ventaja mediante un tipo de acción u otro. A veces corriendo más, otras frenando en seco; unas jugando a un toque, otras conduciendo para atraer y soltar; pero generalmente viendo el fútbol antes y tomando buenas decisiones. Y para conseguirlo, la cultura táctica es un aspecto imprescindible. * Enric Soriano.
Comportamientos tras pérdida por ENRIC SORIANO el 13 junio, 2013 • 15:50 Cuando escribí las primeras líneas de este artículo, lo que buscaba era describir mi visión sobre un fenómeno del que se habla cada vez más en este deporte: la presión tras pérdida. A mis ideas previas añadía aspectos que veía en algún vídeo. Era algo bastante completo sobre el tema que quería tratar, la presión tras pérdida. Pero uno, mientras escribe, lee y, por encima de todo, habla con gente que sabe más, se da cuenta de cosas, de errores. Escribir sobre la presión tras pérdida de forma aislada sería un error. Aquel proyecto de artículo explicaba decentemente qué era la presión tras pérdida, pero no hablaba de lo más importante, el porqué. ¿Por qué al perder el balón realizamos presión tras pérdida? ¿Por qué no repliegue tras pérdida? ¿Hay situaciones que favorecen la realización de uno u otro comportamiento? ¿O por el contrario podemos actuar de ambas formas ante cualquier pérdida de balón? ¿Se puede entender el porqué de la presión tras pérdida sin entender el porqué del repliegue tras pérdida? Por cosas como éstas, este artículo se titula Comportamientos tras pérdida. Porque es imposible entender un comportamiento sin comprender el otro. ANÁLISIS CONTEXTUAL “La contextualización es una condición esencial de la eficacia”. (C. Bastien) “Todo conocimiento significativo es conocimiento contextual, siendo una gran parte del mismo tácito y experimental”. ( Fritjof Capra)
Ante una pérdida, para saber cómo nos vamos a comportar es necesario conocer el entorno en el que se ásta produce. Como no hay dos entornos iguales, tampoco hay dos comportamientos idénticos. Por ello, la influencia contextual es tan importante en este juego. Porque nuestro modo de hacer está condicionado por el ambiente en el que hacemos. Según qué futbolistas jueguen, reaccionaremos de una forma u otra ante la pérdida. Según qué jugadores tengamos, la fase ofensiva se desarrollará de una forma u otra. Por tanto podrán perder el balón de un modo u otro y entonces reaccionar ante ese estímulo en función de cómo se dio. Y según qué jugadores actúen se podrá presionar de una forma u otra, o presionar o no. Y la influencia de los rivales, también es fundamental, ya que también son jugadores y tienen influencia en el desarrollo del juego. No sólo tener en cuenta lo que nosotros somos, sino también lo que es el rival para poder sacar más ventaja.
No se podrá actuar igual ante la pérdida el Real Madrid y el Chelsea, mientras que tampoco podrán actuar igual si juegan contra el F. C. Barcelona o contra el Manchester United. No podrán actuar igual ante la pérdida, ni igual ante cualquier otra situación del juego. El quiénes tiene una influencia brutal, y por eso en el fútbol no hay dos situaciones iguales, aunque sí parecidas. Porque los sujetos y sus circunstancias nunca coinciden Quien obvie la importancia del jugador, que es el que toma las decisiones, en el juego, es necio. Como también quien obvie la del entrenador, capaz de identificar los mejores entornos para sus jugadores para que jueguen del modo que más se acerca a lo que son. Los jugadores son los más importantes, pero con la figura del entrenador son más. ¿Por qué recriminar la vanidad del entrenador por realizar su trabajo, cuando lo que hace es trabajar para sus jugadores, que son los que más influencia tienen en este deporte? La zona de la pérdida será una de las claves que determinarán nuestro comportamiento. El carril en el que se produzca la pérdida y la altura de ésta. No es lo mismo perder cerca del área rival que cerca de la nuestra. Entonces, ¿nos comportaremos igual? Obviamente no. Como tampoco es lo mismo perder dentro que perder fuera.
La cantidad de jugadores propios y rivales que hay en la zona de balón en el momento de la pérdida es otro aspecto que deberemos tener en cuenta para determinar nuestro comportamiento en la transición ataque-defensa. ¿Estamos en superioridad o inferioridad numérica? ¿Nuestra situación numérica influye en nuestra situación posicional? Es decir, ¿nuestra superioridad numérica se transforma en superioridad posicional? ¿Y nuestra inferioridad numérica provoca una desventaja espacio-temporal también? Estos aspectos
son de crucial importancia para tomar buenas decisiones: no desaprovechar ventajas ni arriesgar en situaciones arriesgadas.
Para la realización de la transición ataque-defensa es muy importante tener en cuenta a los jugadores que quedan al balance defensivo, a la vigilancia, los jugadores que no se incorporan al ataque y quedan en medio campo. Deben tener un control máximo de los jugadores rivales que no replegaron para evitar recepciones en progresión. A menudo no basta con vigilar, sino que hay que recurrir al marcaje individual para esa situación, y así evitar que el equipo rival transite encontrando a un alejado y así supere fácilmente nuestro bloque de presión. Temporizar. Provocar que la progresión del rival sea más lenta que el repliegue de los jugadores superados, de modo que puedan volver a sentirse útiles. Es a lo que Óscar Cano llama “sentimiento de utilidad inmediato y mediato” . Los jugadores superados deben tener perseverancia en el repliegue e intentar retornar para poder ayudar así a sus compañeros. Su utilidad será tardía, pero existente. No se deben borrar. “Sino puedo intervenir en defensa, tengo que colocarme para atacar; y si no puedo
intervenir en ataque, debo colocarme para defender. La situación de defensa empieza antes de la perdida del balón, estaría formada por todos aquellos movimientos que realizan los jugadores que no intervienen directamente en el momento ofensivo para preparar la situación de defensa” Juanma Lillo Las transiciones son situaciones cuya imprevisibilidad es enorme. Situaciones caóticas. La palabra caos, a priori , nos echa para atrás. Lo asociamos a descontrol, y a menudo nos da miedo. En nuestro afán por tenerlo todo bajo control, hay un aspecto que por encima de todos debe resaltar al realizar una transición: conseguir la organización colectiva, nuestra organización. Podemos adquirir nuestra propia organización mediante la presión inmediata a la pérdida, como también mediante el repliegue tras pérdida. La clave está en adquirir lo antes posible la organización que desarrollamos en la siguiente fase, la de defensa organizada. Si nuestro estado de organización en defensa organizada es ocupar el terreno de juego con un repliegue medio, nuestro comportamiento ante la pérdida debe acercarnos a él. ¿Cómo? Haciendo algo que concuerde con ello, como podría ser el repliegue momentáneo con la ayuda de la presión individual. “Hasta los mejores necesitan un mínimo de organización”. (Raúl Caneda)
Es clave entender que nuestro comportamiento ante la pérdida debe acercarnos a desarrollar mejor la defensa organizada, y no podemos actuar de forma discorde. Como también entender que según cómo hayamos desarrollado el ataque organizado, habremos perdido el balón de una forma u otra y por tanto podremos comportarnos de una forma u otra. El juego es un todo cuyos momentos están íntimamente interrelacionados y se condicionan los unos a los otros. Así que nuestro jugar en cada uno de dichos momentos debe guardar cierta relación. “No es posible considerar una buena transición si el momento defensivo ha sido desorganiz ado o la pérdida de la pelota en ataque fue con nuestro equipo mal dispuesto”.
(Raúl Caneda)
“Si el fútbol es un todo no se puede considerar la transición sin considerar la estructura posicional del momento defensivo y del momento ofensivo”. ( Raúl Caneda)
“El defender bien no puede estar separado de hacer bien la transición ataque-defensa, la cual, a su vez, tiene mucho que ver con atacar bien”. (José Mourinho)
Al final todo se reduce a saber elegir en función del contexto. Si la situación no permite la recuperación inmediata, hay que priorizar la protección de la portería. La situación es un concepto muy global que abarca el lugar de la pérdida, la cantidad de jugadores propia y rival en zona de balón, las características propias y rivales… Y en base a todo ello hay que basar nuestro comportamiento. REPLIEGUE TRAS PÉRDIDA
El objetivo principal de este tipo de comportamiento ante la transición ataque-defensa es la protección de la portería y la organización defensiva. Volver a estructurarse para desarrollar bien la siguiente fase, la de defensa organizada. Esta búsqueda de la reestructuración del bloque se debe a que en el momento de la pérdida el contexto para nada nos es favorable para buscar la recuperación, ya que buscarla supondría un riesgo innecesario y muy beneficioso para el rival. Situaciones de inferioridad numérica en la zona de balón, y por encima de ésta, inferioridad posicional.
Las zonas donde más habitualmente se pierde el cuero para el desarrollo del repliegue tras pérdida suelen ser las pertenecientes a nuestro propio campo, donde, por la proximidad de la portería, se priorizará su protección y no la recuperación del balón. Aunque ojo, dar prioridad no es tratar un aspecto de forma exclusiva. Obviamente, si hay posibilidad de recuperación no se renunciará a ella, pero sabiendo que lo más importante es la protección de la portería mediante la organización defensiva. También es más habitual buscar repliegues tras pérdidas en carril central, ya que ahí la presión es más difícil de desarrollar por la multitud de salidas. Eso sí, algo que ocurre habitualmente no es algo que ocurra siempre. Influye, como siempre en este juego, el contexto. Como lo que se busca es la estructuración defensiva ante una situación de desorden propio, intentaremos temporizar, regalarnos segundos de cara a esa organización. Ralentizar la acción del rival. A menudo, el mejor modo de temporizar ante la pérdida es mediante la presión individual al poseedor. Es fundamental que el director del contraataque, el poseedor, tenga un campo de acción limitado, que no pueda tomar decisiones rápidamente, y sobre todo que éstas no sean las mejores. ¿Hay mejor temporización que el error del rival? Es en esos casos en los que más tiempo pierden y lo ganamos nosotros. Por ello, aunque nuestro objetivo a nivel colectivo sea el repliegue intensivo, el mejor medio para lograrlo suele ser la presión individual, ya que permite el retorno de los jugadores superados. Obviamente, los jugadores superados no pueden borrarse. Deben intentar volver a ocupar una posición por detrás de la línea de balón para volver a sentirse útiles y volver a ayudar a sus compañeros.
Otro objetivo fundamental es no permitir la progresión en el juego del rival. Evitar que avancen, que encuentren a un alejado pronto y así superen nuestra línea de presión. Otra vez más, la presión individual al poseedor facilita esta función. Una presión individual en la que hay que dominar conductas disuasorias (para orientar al poseedor hacia zonas que nos satisfagan y así también temporizar, ya que no suelta balón) y descentralizar al poseedor (intentar que no transite por carril central, taparle el centro para que tampoco encuentre a un compañero en el eje longitudinal). Presionar al poseedor tapando posibles líneas de pase en progresión, y una vez encima, disuadir hacia carril lateral logrando unos segundos valiosos para el retorno de los alejados.
Esta presión temporizadora no sólo se da individualmente, sino también grupalmente (2-3 jugadores). Es menos habitual debido al objetivo que persigue, que es la organización del bloque y el retorno del máximo número de jugadores. Si nuestra forma de desarrollar la defensa organizada es ocupando el campo con un repliegue intensivo, carecería de sentido presionar con tres jugadores la pérdida (si ésta se da en campo rival) para facilitar el repliegue de los otros siete de campo, ya que luego tendrían que recorrer muchos metros para actuar donde deben en defensa organizada. Sin embargo, si el repliegue es medio o avanzado, es más habitual ver esta presión grupal, porque se desarrolla cerca de su zona de influencia en defensa organizada. Nuestra transición ataque-defensa viene muy condicionada por nuestro ataque organizado y muy determinada por nuestra defensa organizada. En nuestro afán por jugar bien no podemos comportarnos de manera discorde en los distintos momentos del juego, porque hay una gran interrelación entre ellos y debe haber, por tanto, una concordancia comportamental entre ellos. Juego sólo hay uno.
La presión individual es un recurso de gran ayuda, pero en ocasiones es superfluo. Su objetivo es facilitar la acumulación de jugadores por detrás de la línea de balón. Si el fin que tiene encimar al poseedor está prácticamente conseguido, ¿para qué realizar esa presión? Si ya tenemos gran cantidad de jugadores por detrás de balón y hemos conseguido nuestra organización, desarrollaremos la fase de defensa organizada como siempre, prescindiendo o no de la presión individual, según marque nuestro modelo de juego. Una vez se cambia de momento de juego (y/o situación de juego), algunos comportamientos también varían (mientras otros pueden ser comunes). Esto es algo que hay que tener en cuenta. No te comportas igual en casa que en el trabajo. Esto es igual en el fútbol. La influencia contextual.
No permitir la progresión rival conlleva atención de la última línea defensiva, que no debe permitir bajo ningún concepto que se dé ningún pase a su espalda. En caso de encontrar un rival en ruptura, estaremos perdidos: uno contra uno contra el portero y a rezar. Es brutal la cantidad de goles que se consiguen mediante un contraataque simple (pase a la espalda de la defensa). Por tanto, también es importante la atención del portero, que debe jugar unos metros adelantado para salir y anticiparse. Por ello, nuestra línea defensiva debe replegar a velocidad de vértigo: para evitar esos pases. Eso sí, manteniendo una ocupación racional del terreno de juego. Un repliegue intensivo de la línea defensiva, si no va acompañado del mismo comportamiento por parte de la línea de medios, provocaría inmensos espacios entre ambas líneas en los que sería sencillo encontrar a un receptor potencial en progresión. Éste además podría girarse y avanzar hacia la portería, lo que para nada nos conviene. Ser coherentes, no replegar en exceso, sino lo justo para que las opciones de progresión cortas (línea de medios – línea defensiva) y largas (espalda de la línea defensiva) estén controladas. Para evitar que se encuentre a alguien a la espalda de la línea defensiva es muy útil la utilización de deslizamientos. Seguir las carreras del rival que
rompe para evitar que reciba. En esos casos se da prioridad al rival y no al balón. Es lo más conveniente en situaciones así. Bajo ningún concepto permitir recepción a nuestras espaldas. Cualquier tipo de penetración debe anularse, y para ello la utilización de deslizamientos a menudo es lo más conveniente. “Un rival de espaldas es una señal de que la línea suba para apretar. Un pase para atrás es una señal de que hay que salir. Un pasador que levanta la cabeza…”. (Miroslav Djukic)
La progresión ha de evitarse de forma perpendicular. El camino más corto es la línea recta, es el que hay que anular. Si buscan el lado débil y son horizontales, podremos bascular y volver a actuar. Si nos superan líneas de presión, nos pillan. Hay que evitar la progresión por el carril en el que se produce la pérdida. Si se produce en carril lateral, vamos allá para evitar progresión en esa zona. Si se produce en carril central, los que ocupan carril lateral cierran diagonalmente (para replegar también). Anular opciones verticales y obligar a la horizontalidad, que favorece nuestra reestructuración.
Es fundamental que nuestro repliegue sea más rápido que la progresión en el juego del equipo rival, para satisfacer así la protección de nuestra portería y sobre todo para que volvamos a disponer de gran cantidad de jugadores por detrás de la línea de balón. También hay que tener en cuenta que nuestro repliegue, aunque sea más veloz que la progresión rival, también puede facilitar que el rival progrese. Nuestro primer objetivo es no permitir la progresión del rival; en caso de no poder evitarla, entonces nuestro repliegue debe ser más fugaz. No cambiar el orden de preferencia de nuestros objetivos. Hay situaciones muy habituales en las que se repliega intensivamente pero así se regalan espacios de progresión entre línea defensiva y línea de medios. Situaciones en las que el poseedor no es encimado por nadie y tiene total libertad para avanzar en conducción, y mientras nosotros seguimos
replegando, el poseedor sigue avanzando sin oposición. En esas situaciones hay que tratar que el poseedor encuentre un opositor que le obstaculice su progresión. En vez de replegar toda la línea (regalando espacios por delante al poseedor) uno de los defensores debería salir para evitar su avance y favorecer también el retorno de los superados. O mantener la línea. O disminuir la velocidad de la carrera de repliegue. Dar prioridad a la no progresión y no al repliegue rápido. Evitar progresiones mediante conducciones eternas, hay que frenar ese avance.
Por tanto es fundamental que se dominen las distintas carreras para realizar una buena organización defensiva. Saber cuándo mantener la línea, cuándo tirar el fuera de juego, cuándo salir para evitar progresión (tener cobertura de algún compañero para minimizar las consecuencias del error), cuándo seguir replegando… Y n o sólo los sentidos y
direcciones de nuestras carreras, también debemos dominar las velocidades a las que las ejecutamos. Según cómo corramos, será más fácil o más difícil que nos superen: no entrar de golpe, no esperar en estático a poseedor que viene en carrera… No podemos ser
superados porque eso influiría en las acciones futuras de nuestros compañeros, que partirían con una mayor desventaja. Solidaridad defensiva, mi acción condiciona la de mi compañero; he de facilitarle su trabajo. Buscamos con este comportamiento la organización propia para el desarrollo de la siguiente fase, normalmente la de defensa organizada. Cada segundo que pasa debemos estar más cerca de nuestro estado de organización. Si según desarrollamos la transición ataquedefensa no vamos adquiriendo cierta ventaja respecto al rival, hay que abortar, hay que dar fin a esa situación, porque sólo puede ir a peor. La falta táctica es un recurso que no debemos olvidar. Realizando una falta podemos poner fin a ese contexto desfavorable, que en caso de seguir existiendo sólo podía conducir a un lugar: un entorno peor. Estas situaciones hay que detectarlas y ponerles fin en cuanto se pueda. Parar el juego. Nos puede costar una tarjeta amarilla, sí, pero siempre es mejor eso que un gol en contra. Utilizarla por tanto en situaciones muy determinadas, donde el cambio de tornas sea francamente difícil. Es una acción con consecuencias negativas, abusar de ella sería un error. Un ejemplo de situación en la que sería favorable su realización es aquella en la que la progresión del rival, además de ser existente, es más rápida que nuestro repliegue. PRESIÓN TRAS PÉRDIDA
El rendimiento del F. C. Barcelona este año ha estado bastante cuestionado. Los números han sido muy buenos, pero las comparaciones son odiosas. Y más aún si te comparan con el equipo que más se ha acercado a la excelencia en este deporte. Por muy bien que hagas las cosas, resulta inevitable salir malparado. Uno de los aspectos más criticados del equipo de Tito Vilanova ha sido la presión tras pérdida, argumento utilizado para justificar la no consecución de los resultados esperados, sin entender que esto va mucho más allá. Para entender el concepto de presión tras pérdida se hace indispensable entender que el juego es indivisible. El juego es un todo y no dos partes. El ataque condiciona nuestro comportamiento defensivo, mientras que nuestra fase defensiva está muy influenciada por lo que hicimos cuando teníamos el balón. Dime cómo atacas y te diré cómo podrás defender. Los aspectos ofensivos y defensivos van cogidos de la mano y no los podemos entender de forma aislada. Nuestro objetivo en ataque, además del gol, debe ser que la pérdida se dé en contextos que nos sean favorables. Ordenarse a través del balón y desorganizar al rival para que cuando se pierda el balón pueda ser instantáneamente
recuperado –si es eso lo que pretendemos con nuestro modelo acorde a nuestras características –.
Ordenarse a través del balón es hacer que balón y jugadores viajen juntos. Así se consigue superioridad numérica, que a menudo da lugar a la que importa, la posicional, en la zona de balón. Para viajar juntos es importante actuar como bloque, que las distancias de relación no sean muy largas. Aquí hay que ir con cuidado, porque la amplitud y la profundidad son dos requisitos muy importantes para el desarrollo del ataque y la consecución del gol. Así que las distancias de relación deben ser cortas en la zona del balón, pero debemos tener jugadores lejos de él también. Así nos juntamos sin amontonarnos, hay un orden. Gran presencia de los cercanos que creen superioridad en la zona fuerte, pero existencia de los alejados, que puedan dar amplitud y profundidad y por tanto también crear superioridad, directa o indirectamente. Que la línea defensiva salga para estar cerca y poder actuar en la transición. Poco espacio entre líneas, sobre todo por detrás de línea de balón, para llegar a las ayudas. “No se trata de correr más, sino de estar concentrados: si el equipo está bien situado y
presiona al mismo tiempo, los recorridos son más cortos, más intensos y eficaces. Si el equipo está alargado el descaste es enorme porque corres y nunca llegas”. ( Miroslav Djukic)
“Conseguir una presión como la que hacíamos en el Barcelona es imposible si antes no haces 15 pases”. ( Pep Guardiola)
La consecución del bloque será lo que nos permitirá ser agresivos ante la pérdida, ya que cuando sabes que hay gente cerca para ayudarte no tienes tanto miedo a presionar, porque el peligro si se fracasa en la acción será menor. El F. C. Barcelona utiliza el bloque para juntarse y viajar junto mediante el pase corto, pero también se puede conseguir con pases
largos. Las situaciones de juego de este deporte no tienen una única respuesta, ya que las respuestas dependen de los contextos y no existen dos contextos iguales.
Cuantos más pases daban, más se ordenaban, más se juntaban. Pases cortos con los que la cobertura ofensiva (apoyos, ayudas…) era constante, de modo que en el momento de la pérdida muchos jugadores podían actuar directamente en el intento de recuperación. Todo esto lo hacían en campo contrario, el lugar dónde más factible sería la recuperación y dónde más daño podía hacer en caso de robo por la proximidad de la portería y la posibilidad de finalizar rápido. Sabían dónde y cómo podían quitarles el balón, por tanto también sabían cómo actuar ante ello. Tan importante o más que viajar juntos para que la pérdida se dé en buenas condiciones es desorganizar al rival. Juanma Lillo hablaba muy a menudo de someter. ¿A qué se refería con eso? A mi parecer, a desorganizar al rival, a amontonarlo en su área cual defensa 6-0 de balonmano. Jugando en campo contrario constantemente, con todo el equipo allí. Esas incorporaciones conllevaban el repliegue de jugadores rivales por detrás de la línea de balón, de modo que se aglutinaban alrededor del área perdiendo su estructura. Una desorganización que condicionaba muy negativamente su transición defensa-ataque. Necesitaban tiempo para volver a ocupar los espacios adecuados. Les era imposible dar el pase de seguridad al estar todos amontonados. El pase de seguridad que a menudo es el camino que lleva a la salida de la zona de presión hacia un lugar donde se dispone de mayor cantidad de espacios. Al estar todos replegados no había nadie lejos. Salir de la zona de presión sin la presencia de alejados es francamente difícil. Muchos jugadores ocupando las mismas líneas de pase, pocos receptores potenciales. Una lucha entre orden y desorden en la que casi siempre ganaba el mismo. “En todo deporte colectivo el objetivo no es mover el balón, sino mover al contrario”. (Pep
Guardiola)
“La tan manoseada presión tras pérdida es imposible si atacas sin someter”. ( Raúl
Caneda)
Para un buen desarrollo de la transición defensa-ataque es muy importante el cambio de rol rápido. Cambiar el chip. Fomentar esfuerzos breves pero intensos para la recuperación inmediata. Perder el balón y entender que el objetivo es otro, que estamos en otro momento de juego, que ahora hay que evitar el gol y recuperar el cuero. El cambio de chip debe ser instantáneo, debe estar automatizado. Actuar desde el inconsciente para que el proceso sea más rápido. Dar valor al tiempo, porque en ese momento estamos en un contexto que no es favorable, y según pase el tiempo la balanza se irá nivelando. El rival necesita segundos para estructurarse y poder transitar bien. No podemos regalárselos. Y quiero hacer hincapié en que el cambio de chip está automatizado de modo que sea el cerebro inconsciente el que actúe, que es más rápido y efectivo. Hacer del cambio de rol un hábito mediante la repetición sistemática en el entrenamiento. “El mejor defensa del F. C. Barcelona es Messi porque tras su pérdida hay especial interés en volver a recuperarla”. ( Óscar Cano)
Hay que entender que la presión tras pérdida es una acción muy arriesgada, que sólo debe realizarse cuando nos beneficie. Esa actitud agresiva si no lleva un control previo, un equilibrio, es de un riesgo enorme. Si actúan dos jugadores en la presión tras pérdida, por muy rápido que cambien de chip y corran muy intensamente, pocas veces robarán el balón. Se la llevarán sólo cuando estén en superioridad posicional respecto a sus rivales. Recuperarán el cuero si el contexto les favorece. Si no, esa agresividad se convertirá en facilidad para el rival. Saldrán fácil de la zona de presión y esos jugadores quedarán eliminados de la jugada y no actuarán directamente en el juego. Hay que analizar la situación para no quedar expuesto; saber en qué situaciones debemos presionar la pérdida porque tenemos muchas posibilidades de volver a recuperar el balón y saber cuándo conviene replegar a posiciones de partida y desarrollar una fase de defensa organizada en la que el control del juego será mayor. Saber cuándo conviene y cuándo no. Interpretación del juego, análisis de la situación, valoración del entorno. Y en base a ello, decidir para el beneficio del colectivo.
La presión tras pérdida, por tanto, debe ser selectiva. Últimamente se habla de la importancia que tiene el jugador en el juego, el jugador es lo importante… Totalmente, pero
parece que toda la naturaleza del juego dependa de los jugadores. Cuando además de los jugadores, el juego tiene otros componentes que pueden condicionar su desarrollo: el balón, el lugar del terreno de juego en el que estamos… El jugador es la variable que más
influencia tiene, pero hay otras que también la tienen. Por ello la presión tras pérdida a
menudo se da mejor en determinadas situaciones donde quienes sean los actores no tiene una importancia máxima, a veces importa más el escenario. Por ejemplo, cuando la pérdida es en carril lateral, ya que el campo está limitado y es más difícil salir de ahí. O cuando el nuevo poseedor está de espaldas a la presión y por tanto no ve que le vienen.
DESARROLLO ¿UNIVERSAL? DE LA PRESIÓN TRAS PÉRDIDA
Como he comentado, lo primero de todo es seleccionar la presión. Dar prioridad a las pérdidas en el carril lateral, donde hay una salida menos. Es muy importante la presión al poseedor, indispensable. Es lo primero que hay que conseguir para que se pueda volver a recuperar y así limitar sus ideas. Luego hay que cerrar las líneas de pase cercanas, las ideas lógicas del poseedor deben quedar anuladas, que no tenga facilidad de pase, que no pueda actuar. Las líneas de pase cercanas que hemos de tapar son todas las que circunden al balón, pero de cara al ataque del rival es más peligroso que salgan por unas partes que por otras. Las salidas en progresión son las más peligrosas de todas porque les acercan a la portería y superan a jugadores propios. Con salidas laterales llevan el balón a lado débil donde los espacios abundan y también pueden transitar con vértigo. Debemos vigilar también el lado débil, jamás ignorarlo. Entender que hay posibilidad de que el rival salga de la zona de presión y por tanto esa situación también debe tenerse en cuenta. La vigilancia del lado débil por si el rival consigue sacar el balón de la zona de presión. Gracias a ella tendremos gente capaz de impedir la progresión en el juego del rival y temporizar de modo que adquiramos la organización del bloque deseable, con repliegue de los jugadores superados. Acosar a poseedor, cerrar líneas de pase con los cercanos y vigilar a los alejados.
Por otra parte, es muy satisfactorio que en el momento de la pérdida tengamos a gran cantidad de jugadores por detrás de la línea de balón, aunque cerca. De ese modo podrán sacar ventajas en el acoso desde la correcta orientación corporal, la cual les permitirá tener mayor y mejor visión del entorno (ir al acoso cerrando línea de pase, tapar correctamente opciones en progresión, mantener el equilibrio a la vez que presionan…). La carrera frontal para acosar es desde la que mayor ventaja se puede sacar, porque el campo de visión es el mejor, de modo que se suele acosar siguiendo las mejores trayectorias. Y tan importante como eso es que los que están por delante de la línea de balón no se borren. Deben acudir a la zona de presión para tapar la salida con pase atrás, enjaulando al rival para conseguir la recuperación inmediata pretendida.
Esta sería una presión tras pérdida parecida a la del F. C. Barcelona. Pero la presión tras pérdida también puede ser individual y perseguir otro objetivo. Presión individual sobre el poseedor con conductas disuasorias para orientar al rival hacia determinadas zonas y sobre todo para que no actúe rápido y se dé tiempo al repliegue y a la organización del bloque. A veces el objetivo no es la recuperación inmediata sino la organización rápida. ¿Por qué? Porque es lo que más nos favorece, buscamos las situaciones que más cómodamente
resolvemos. ¿Y por qué no se va a replegar tras pérdida, si es lo que más satisface a nuestras características? Para comprender el concepto de presión tras pérdida hemos de entender el juego como un todo, de modo que la forma de comportarse ante la pérdida viene condicionada por el ataque anterior. No se puede realizar la presión tras pérdida como ley, sino que sólo si el ataque anterior nos proporcionó las situaciones óptimas para su realización. La presión tras pérdida es una consecuencia. Debe seleccionar cuándo presionar y cuándo replegar, en función de las posibilidades de recuperación que tengamos en el entorno de la pérdida. Una fase ofensiva mediante la cual nos ordenamos a través del balón a la vez que desorganizamos al equipo rival. De ese modo el momento que sigue a la pérdida es el más beneficioso para actuar dada la desorganización del rival. Según pasen los segundos el rival irá estructurándose, así que el cambio de chip rápido es fundamental para que la recuperación sea inmediata. Además de la actitud agresiva que prioriza los esfuerzos cortos pero intensos, los necesarios en ese momento. CUADRO RESUMEN DEL ARTÍCULO
* Enric Soriano.
La ¿sobrevaloración? de la zona en el fútbol por ENRIC SORIANO el 3 septiembre, 2013 • 0:22
“¿Sabe cuál es la diferencia entre un perro guardián y un perro feroz? Usted pone un perro feroz delante de la puerta de su casa y vienen dos ladrones. Al primero que se le acerca, el perro feroz le ladra y se le tira encima. El ladrón corre, el perro va tras él y se aleja de la puerta. El otro ladrón entra y le roba. En cambio el perro guardián le ladra al primer ladrón , pero vuelve a custodiar la puerta, no la abandona. ¿Me entiende? El perro guardián es el que marca en zona, el otro prefiere la marca al hombre”. César Luis
Menotti Son innumerables las ventajas de la defensa en zona:
Parte del nosotros, por lo que promueve una solidaridad, un sentimiento de ayuda permanente y la posibilidad de atacar el ataque del adversario, de defender activamente y no tener que estar a merced de lo que el rival haga. Respeta la entereza inquebrantable del juego, de modo que favorece el paso de un momento a otro, las transiciones. Permite que ataquemos en función de cómo defendamos y viceversa, de modo que nuestro jugar tenga más sentido e importancia. Su objetivo es la reducción de espacios, de modo que las ayudas abunden, y así también se repartan los esfuerzos, reduciendo nuestra fatiga física, y también la táctica, al no tener que estar expuestos al rival. Al utilizar medios activos, favorece el cumplimiento de los principios fundamentales del juego sin balón: recuperación de balón (creación de superioridades numéricas en zona de balón, dificultando la acción del poseedor), evitar la progresión en el juego (creación de un bloque defensivo por detrás de la línea de balón) y evitar gol (defensa de la portería, ya que la referencia principal que se maneja es los espacios y el espacio más importante es el que se encuentra dentro de la portería). Se pueden mencionar más cosas, pero no es mi objetivo en este trabajo. La defensa en zona habla de los espacios, de los compañeros, del balón y de las porterías como referencias de posicionamiento del bloque defensivo. Obvia algo que considero fundamental: los adversarios. Nuno Amieiro, autor del libro Defensa en zona en fútbol , comenta que si se tienen en cuenta las referencias de posicionamiento comentadas, el rival poseedor por arrastre se verá con dificultades para actuar. Estoy de acuerdo. Los rivales que se encuentren en zona de balón tendrán dificultades. Pero en fútbol, y más desde la irrupción
del juego de posición, la importancia de los alejados es indiscutible. Esos alejados que la defensa en zona no tiene en cuenta, y que tal vez cuando el bloque haya basculado, ya hayan hecho de las suyas. “Hay que cubrir zonas como base del juego defensivo, hay que ser más “perro guardián” que “perro feroz”, pero puntualmente hay que anular al atacante, hay que evitar que convierta ese último balón que va a ir dirigido a nuestra portería. Se está perdiendo esa faceta, se está olvidando la responsabilidad individual. Hay que trabajar en busca de este equilibrio, de esa sapiencia táctica del defensor para discernir cuándo debe ocupar territorio y cuándo debe anular/perseguir rivales”. Juanma Lillo
La magnánima influencia que tienen las modas provoca el destierro de todo lo anterior. Un destierro que casi siempre se produce sin haber formulado las preguntas mágicas: ¿por qué? ¿Para qué? Se cambia de actuación sin entender el nuevo modo de actuar, ni tampoco por qué se dejó el anterior. Aceptamos dogmáticamente. Necesitamos gente que cuestione las cosas. El paso de la defensa al hombre a la zona hizo que se olvidase por completo la antigua forma de hacer las cosas, la defensa individual. Parece que la existencia de una moda exige repugnar lo que anteriormente se hacía y olvidarlo por completo. Ni la moda está llena de virtudes ni lo antiguo de defectos (si antes se hacía así, será por algo, alguna virtud tendría). La defensa al hombre no me parece correcta como tal, aunque en algún caso me puede parecer utilizable. Creo en una defensa activa, no en una reactiva. Pero, ¿acaso una defensa activa no puede usar medios reactivos? Obviamente no serán los medios que dirigirán el proceso defensivo, pero sí son medios que utilizándolos circunstancialmente nos ayudarán a defender bien. Para mí, los medios defensivos reactivos son aquellos que focalizan la atención en el adversario, porque en esa situación del juego, es la verdadera amenaza. Cada jugador debe entender que tiene un par al que, como mínimo, debe vigilar; un opositor directo al que no debe permitir jugar cómodo. Esa vigilancia puede suponer no bascular al lado fuerte en exceso, ya que la amenaza en lado débil, por quiénes allí se encuentran, puede ser mayor que en lado fuerte, por ejemplo. Una no basculación que la defensa en zona pura defendida por Nuno Amieiro no defendería, por no respetar la reducción de espacios. También puede suponer el marcaje individual mientras se compensa cuando nuestro equipo tiene balón, o los marcajes individuales ante centros laterales. Los espacios son creados (o simplemente aparecen), y ocupados y aprovechados (por los jugadores). Vigilar a los sujetos que pueden ocupar espacios puede ser tan efectivo como reducir los mismos espacios. Hay otros medios, como los deslizamientos (seguir al opositor para imposibilitar que intervenga en el juego) o los cambios de oponente –que proceden del balonmano, que también dan prioridad al adversario y no tanto al balón o a los espacios – que me parecen fundamentales para poder defender exitosamente. Mientras que los cambios de oponente favorecen mantener la estructura defensiva organizada sin por ello perder la atención en los oponentes, los deslizamientos sí pueden afectar a la estructura de nuestro bloque, aunque la atención sobre los rivales será mayor. Los deslizamientos son muy utilizados para contrarrestar desmarques de ruptura a la espalda de la línea de defensas o desmarques de apoyo de hombres adelantados, para que no se giren. Los cambios de oponente, generalmente, se utilizan ante desplazamientos horizontales o diagonales, con o sin balón, que suponen el cambio de carril (fuera-dentro). La mejor forma de defender, sin ninguna duda, me parece la activa, la zonal (la defensa en zona también puede ser pasiva, con activa me refiero a la zona presionante), pero creo que debe ser utilizada con algunos medios reactivos. Si el fútbol es de los futbolistas, me parece
osado obviar a once de los veintidós que juegan. Los que ocupan espacios y meten goles son los jugadores, así que utilizar medios que se centren en ellos no me parece ilógico. Yo protegería mi casa con once perros guardianes, jamás con once perros feroces. Eso sí, me gustaría que mis perros guardianes supiesen actuar como feroces si la situación lo requiriese. No querría perros que sólo ladrasen y asustaran. Me sentiría más seguro si fuesen a atacar al ladrón sin dejar la puerta desguarnecida. Perros que persiguiesen al intruso si fuese necesario, pero que supiesen que lo primordial es proteger la puerta. * Enric Soriano.
Mi modelo de scouting por ENRIC SORIANO el 18 noviembre, 2013 • 19:16 SISTEMA DE JUEGO Sistema de juego utilizado + jugadores por posición Características - Amplitud y profundidad ofensiva y defensiva distancias entre líneas y del sistema de entre jugadores de la misma línea detección de intervalos juego →
→
(análisis estructural) - Dinamismo de la estructura cambios de posición, incorporaciones a líneas siguientes o incursiones en líneas anteriores, llegadas de 2ª línea →
- Formación de sub-bloques
equipo partido física o funcionalmente
→
Jugadores a - Jugadores de alto potencial destacar
puntos fuertes
→
- Jugadores de muy bajo potencial
puntos débiles
→
- Jugadores contextuales aquellos jugadores que tienen una gran influencia en el jugar de su equipo, provocando adaptaciones globales a partir de su singular participación por ejemplo, Mandzukic del FC Bayern München tiene una gran influencia en la salida de balón de su equipo al permitir, ante presiones altas, la salida larga por sus propias características →
→
Sistemas de - Utilización de otros sistemas de juego, ya sea con el uso de varios dentro de juego un mismo partido (por las contingencias del transcurrir del mismo) o alternativos durante varios partidos (por adaptación estratégica) ATAQUE ORGANIZADO
- Dentro/fuera + características
- Larga/corta + características
- Jugadores clave (capacidad centrales, apoyos mediocentros, alturas laterales, 9 para salida larga…)
Salida de balón (zona - Mecanismos utilizados de inicio) - Movilidad (estáticos/dinámicos)
- Estructura (de inicio + adaptaciones)
- Valoración del riesgo - Llegadas desde atrás (2ª línea e incorporaciones de laterales)
- Jugadas individuales: jugadores con capacidad de 1×1 o muy talentosos
- Penetración interna (generalmente espaldas línea defensiva) o externa (centros-remates) Penetración (desarrollo - Extremos pie natural o cambiado (o alternando) del ataque en campo rival) - Gente compensando por detrás de línea de balón
- Si son directos
continuidad 2ª jugada
→
- Disparos desde fuera
- Jugar a estar/jugar a llegar
comportamientos en ambos
→
- Finalizaciones en área (intentos de meterse hasta la cocina) o desde fuera - Ocupación del área en centros laterales ancha/escalonada
llegadas, ocupación
→
Finalización (ataque del - Dominio del juego aéreo área) - Dominio de los rechaces - Búsqueda de pase atrás - Finalizaciones en diagonal fuera-dentro + disparo TRANSICIÓN DEFENSA-ATAQUE - Zonas de recuperación influidas por la altura del bloque defensivo
- Dentro/fuera Zonas de recuperación preferente - Zona 1, 2 ó 3
- En caso de robar en zona 3, capacidad y frecuencia de ello Comportamiento - Paso a ataque organizado (temporización) o contraataque ante recuperación en zona 1 - Contraataque directo u organizado Comportamiento ante recuperación en - Primer pase (capacidad y forma de salir de zona de presión) zona 2 Comportamiento ante recuperación en - Búsquedas de profundidad preferentes (dentro/fuera, largo/combinado) zona 3
- Jugadores compensando en campo rival para montar la contra
- Formación de oleadas
- Ocupación de carriles (despliegue)
- Gente rápida para contraataque directo
- Viven de la contra
- Individualidades a destacar DEFENSA ORGANIZADA - Altura de 1ª línea de presión
- Permiten primer pase u obligan a juego directo
- Formación de 1ª línea de presión
¿Cuántos? ¿Disposición?
→
- Comportamiento 2ª línea de presión tras batir 1ª
salen, aguantan,
→
disuaden…
- Altura de última línea defensiva Bloque inicial (defensa de - Proximidad bloque horizontal y verticalmente salida de ¿Fuera? ¿Dentro, entre líneas? balón Distancias de relación →
→
¿Dónde hay espacios?
→
- Estímulos para el comienzo de la presión
- Intensidad defensiva
→
→
pressing bandas…
flotar, presionar…
- Laterales zonales o marcadores
- Espacios a los lados de mediocentro/pivotes
- Basculaciones
- Posición portero - Defensa de la banda
- Amplitud bloque
cierre dentro/protección portería
→
- ¿Espacios a la espalda?
- ¿Cuántos repliegan? ¿Extremos repliegan? ¿Cuántos quedan? Bloque bajo (defensa en - Distancias de relación campo propio) - ¿Deslizamientos última línea defensiva o no salen?
- Basculaciones
- Velocidad línea defensiva
- ¿Muchas faltas? - Ocupación del área
¿Cuántos? Defensa 2º palo
→
- Marcaje individual + libres los sobrantes / totalmente zonal
- Orientación defensiva
Defensa del - Defensa del área ante rival estando /llegando área - Ocupación llegadas 2ª línea
- Juego aéreo portero
- Dominio juego aéreo - Dominio del juego aéreo ¿Suele disputar siempre el mismo (un central siempre disputa y el otro cobertura…)? →
- ¿Estructura alternativa? acumulación en zona de carga líneas de rechace (¿cuántos?) + dominio de 2ªs jugadas →
Defensa del - Defensa de la prolongación juego directo disputas - Posición portero
- ¿Presión del lanzamiento?
cobertura a disputa
→
formación
→
- Restructuración para continuidad de 2ª jugada
- ¿Muchas faltas en los saltos? TRANSICIÓN ATAQUE-DEFENSA Pérdida en - Presión tras pérdida o repliegue zona 3 (de comportamiento u otro? finalización) Pérdida en zona 2 (de creación) Pérdida en zona 1 (de inicio)
¿siempre X o según zona y contexto un
→
- Contexto pérdida ¿Dónde pierden más? ¿Condicionamiento de la fase anterior (ofensiva) para la pérdida? ¿Cuántos cercanos hay en la pérdida? ¿Nivel de organización en el que se da la pérdida? →
- Temporizaciones con presión individual
- Cambio de chip
¿Lento o rápido?
→
- ¿Cuántos quedaron compensando atrás?
- ¿Falta táctica como recurso?
- ¿División del bloque? sale a presionar
una línea atrasada repliega y otra más adelantada
→
- Zonas por las que es fácil progresar
→
¿Dónde hay espacios?
- Defensa del contraataque directo
situación portero, altura de los que
→
compensan…
- Espacios a aprovechar a espaldas de laterales
- Pérdida en zona 1 dominio de 1×1, temporización, disuasiones debidas a dificultades en salida de balón y presión alta de equipo rival →
→
ACCIONES A BALÓN PARADO ABP Ofensiva - Lanzadores preferentes natural o cambiado
ABP Defensiva pie
- Ocupación marcajes, zonales, palos, área pequeña, corta, rechace, compensando (¾ y/o ½ campo)
→
- Gente al remate escalonados ocupación del área a lo ancho →
→
→
- Intensidad marcajes
- Capacidad juego aéreo jugadores + portero (bloca o puños)
- Dominio 2as jugadas
→
- Gente en rechace - Dominio 2as jugadas
Saque de esquina - Jugadas ensayadas a comentar
- Defensa de los que llegan - ¿Molestan a portero en área pequeña?
- ¿Algún jugador defiende sólo ABP? ¿Delantero que baja?
- ¿Alguien corta?
- ¿Cortan rápido la naciente contra?
- Dominio juego aéreo ugadores potentes
principales
→
Lejana - Lanzadores preferentes natural o cambiado Lateral
pie
→
- Barreras
- Gente al remate escalonados ocupación del área a lo ancho →
→
- Tipo
individual, zonal, mixto
→
- Dominio 2as jugadas
- Defensa del envío zonales
marcajes y
- Gente en rechace
- Ocupación rechace y compensando
- Jugadas ensayadas a comentar
- Juego aéreo
- ¿2 en lanzamiento?
- Altura de la línea de marcaje defensa del juego aéreo estando o llegando
→
jugadores y portero
→
→
- ¿Rematan estando o llegando? Falta - ¿Cortan rápido la naciente contra?
- ¿Lanzamiento dirección portería? ¿2º palo? ¿Creación de 2ª jugada en área
- Dominio juego aéreo ugadores potentes
principales
→
Directa - Lanzadores
- Formación de la barrera
- Dominio del rechace ¿se quitan el - Defensa del rechace ¿siguen marcaje de encima? ¿se anticipan? marcajes? ¿se anticipan? →
- ¿Molestan en barrera?
- ¿Cuántos intervienen? ¿Cuántos
→
quedan? - Corta/ larga
Saque de puerta
- ¿Provocan saque en largo o permiten que se saque en corto?
- Disposición estructural en función de la salida corta o larga (centrales se abren, creación de una zona de carga para disputar…)
- Características del saque de portero Otros (penalti, - Lanzadores preferentes de penalti - Basculan mucho en saques de saque de banda? ¿Se les puede hacer daño con centro o saque cambios de orientación? de banda) - Saques de banda a partir de ¾ ¿la meten al área? ¿suben centrales a rematar? →
La salida de balón del Valencia por ENRIC SORIANO el 9 diciembre, 2013 • 15:48
Está claro que esta no es la mejor temporada del equipo che de los últimos años. El Valencia está presentando una gran cantidad de problemas a nivel organizacional, a nivel de juego. Me gustaría destacar la gran cantidad de goles que está encajando tras pérdida, sobre todo en las primeras jornadas, y que parece que últimamente es un problema que se está sabiendo solventar. Las dificultades en la transición ataque-defensa se han sucedido independientemente de la altura del bloque defensivo rival: tanto contra equipos que disponían de un bloque intermedio o alto, como si se trataba de un equipo que presentaba un bloque bajo, esperando en campo propio.
Pero tratar de buscar la explicación a estos errores en el justo momento de la pérdida sería una equivocación. Generalmente ahí es donde menos respuestas podemos encontrar a nuestros interrogantes. Para contextualizar estos problemas habría que insertarse en el momento inmediatamente anterior, la fase ofensiva, y más concretamente en la subfase donde están presentando mayores dificultades. Estamos hablando de la construcción del juego, la salida de balón. EVOLUCIÓN DE LA SALIDA DE BALÓN DEL VALENCIA
Problemas en la salida de balón
En las primeras jornadas, el Valencia tuvo pérdidas en la salida de balón, contra equipos como el F. C. Barcelona o el Real Betis, que supusieron varias ocasiones en contra en los mejores casos, y en los peores, encajar goles. El Valencia presentaba una estructura muy amplia, con unas distancias de relación entre jugadores bastante largas, con el objetivo de ampliar también las de los jugadores del equipo rival y generar una serie de intervalos que permitieran ir progresando hasta la portería rival. Estos espacios pretendidos se creaban, pero ¿eran realmente aprovechados? Lo eran, pero por el adversario. Disponer de una estructura amplia te permite esa creación de espacios, pero si luego tienes problemas para conectar con las líneas siguientes, esos espacios se vuelven en tu contra: distancias de relación larguísimas entre los jugadores de la primera línea de construcción que tras pérdida se transforman en intervalos que los jugadores más avanzados del equipo rival pueden aprovechar para romper y penetrar a la espalda de la última línea defensiva. A esto hay que añadir que estas largas distancias evitan una posible presión o temporización tras la pérdida que permita cerrarse y reducir las distancias interválicas y volver a cierto equilibrio. En el momento en que el rival roba (generalmente por interceptación al tratar conectar con una línea posterior, lo que supone aún mayor espacio de acción para el nuevo poseedor rival), la posibilidad de un contraataque directo está ahí y es muy difícil contrarrestarla.
Por tanto, podemos deducir que las primeras dificultades son estructurales. La estructura no es más que la ocupación del terreno de juego que hace un equipo. Dentro de esta estructura, no solo está el sistema de juego (como el 1-4-2-3-1 que el Valencia empezó empleando), sino también la amplitud y la profundidad que se le da a este sistema, las incursiones de jugadores en otras líneas (ya sean anteriores o posteriores), las alturas, escalonamientos… Como ya he dicho, la forma de ocupar el verde. “La estructura es importante, pero no fundamental. Fundamental sólo es el juego”.
Dani Fernández Esa estructura debe ir seguida de una funcionalidad. Nos colocamos así para favorecer que hagamos X cosas. Pero colocarnos así no hará que eso que busquemos aparezca sin más. La estructura favorece la aparición de conductas, relaciones o situaciones, pero lo que realmente hace que sucedan esas cosas es el juego. Por lo que nuestra estructura debe ir relacionada a aquello que queremos/podemos manifestar en el juego. Y si la estructura no se ajusta a lo que emerge en el juego, puede aumentar nuestros problemas, como le sucedía al Valencia. Junto a esta amplia primera línea de construcción, la mayoría de apoyos de la segunda línea eran por dentro, de espaldas a portería y con oposición cercana. He ahí las dificultades para conectar con ellos. Estructura no ajustada a las necesidades del juego: buscar conexiones internas, cuando presentamos dificultades para encontrarlas, lo que supone pérdidas, a lo que añadimos una estructura amplísima que genera espacios que nosotros no aprovechamos, sino que lo hace el rival tras recuperar.
De aquí pueden surgir dos problemas. Por una parte, esa amplia primera línea de construcción genera intervalos que aprovecha el rival tras recuperar el balón. Por otra, dificultades para conectar con la línea posterior por dentro, lo que suponía muchas pérdidas y en contextos muy desfavorables. El Valencia, en las siguientes jornadas, trataría de hacer frente a este segundo problema, cambiando las zonas por las que circular y hacer progresar el balón, evitando esas conexiones internas. A esto hay que añadir otro comportamiento que pasó factura al Valencia en el inicio de liga. Ante rivales que disponían de un bloque bajo, uno de los centrales, generalmente Mathieu, conducía internándose en campo rival tratando de provocar que un opositor indirecto saltara a por él y liberara a un compañero para poder jugar con él. Es una conducta habitual para tratar de eliminar rivales cuando el equipo adversario se repliega en su propio campo, y es una conducta que puede generar muchas ventajas, pero para ello hay que entenderla. Si uno de los centrales se introduce en campo rival en conducción mientras incorporamos a ambos laterales… Tratamos de someter al rival, empujarlo hacia su portería y, en caso de no salir bien, los que acabamos sometidos somos nosotros. Si las superioridades que tratábamos generar no emergen, estamos en una situación en la que solo compensa uno de nuestros centrales (normalmente contra otro rival que queda al balance). Si hay pérdida, situación de uno contra uno en una primera oleada y la posibilidad de que nos ganen la posición jugadores que constituyan la segunda oleada rival. Peligro, mucho peligro, por no compensar y mantener un equilibrio.
Soluciones que buscó el Valencia en las siguientes jornadas
Como ya hemos comentado, el Valencia iba a cambiar los sentidos de su circulación de balón. Para ello, Djukic empezó a dar minutos a Parejo, que esta temporada está desarrollando un gran fútbol. Parejo es un mediocentro al que le gusta recibir sin oposición, levantar la cabeza y buscar a un compañero por delante. Es un jugador que se aleja de forma muy inteligente de los opositores para conseguir esa recepción limpia. Por ello, busca generar líneas de pase ocupando espacios libres en los que poder girarse y no sentirse presionado. ¿Y dónde busca esos espacios? En los costados de la primera línea de presión adversaria, que suele estar constituida por uno o dos jugadores, rara vez tres (porque aquellos equipos que juegan con un 1-4-3-3 suelen hacer que sus extremos replieguen y se cierren), que además se encargan de cerrar por dentro, por lo que la salida por fuera acostumbra a quedar liberada, y esos espacios los encuentra Parejo a la perfección.
Así, en vez de buscar tantas conexiones por dentro se empezó a dar importancia a la salida por fuera (más sencilla al haber menor oposición), lo que redujo el número de pérdidas en zonas de iniciación, presentando el equipo una mejoría en ese aspecto. Sufría menos en la transición ataque-defensa porque precisamente tenía un menor número de pérdidas en zonas de peligro.
Pero para evitar estas conexiones con la línea inmediatamente posterior por dentro, no solo buscaban conexiones por la periferia, sino también empezaron a mirar lejos. La salida larga empezó a ser una opción. Porque sacar el balón en largo también es una forma óptima de sacarlo si el contexto y los jugadores lo permiten o exigen. A veces parece que solo hay salida de balón si esta es construida en corto desde abajo. Un mito más que habrá que desterrar. La salida larga también es una opción.
La solución se buscó tratando de cambiar relaciones entre los que tejen la madeja. Más minutos de Parejo, que orienta la salida hacia fuera; Jonas y Pabón junto a Postiga, e incluso Alcácer, interactuando dentro del campo, empezando a utilizar un 1-4-4-2, proporcionando más profundidad al equipo y permitiendo esas salidas largas, a espaldas de la última línea de presión, superando (aunque no siempre con éxito) todo el dispositivo defensivo rival.