APUNTES SOBRE LA VANGUARDIA ESTÉTICA por María Cecilia Guerra Lage
Publicación dadaísta, 1922
1. El término vanguardia hoy es utilizado como adjetivo para añadir un valor plus a casi cualquier objeto de consumo. Así, se dice que tal procedimiento o tal producto es “de vanguardia” . Un cartel gigante de una gomería de la calle Juan B. Justo ofrece “neumáticos de vanguardia” ; y hasta parece que ésta ya tiene su propio desodorante:"Avant desodorante:"Avant Garde" , de Rexona. El actor Alfredo Casero, en su programa "Cha Cha Cha", hace burla de la banalización de la palabra cuando un locutor en off con cierta estridencia proclama: “Peinados Pili, a la avant garde de la moda” . ¿Qué es lo que define a la vanguardia estética? Pareciera que a esta palabra le ha sucedido lo mismo que a las obras y acciones englobadas bajo el mismo concepto. Ha sido resemantizada como valor positivo atribuible a una mercancía. Ubicada en la cima de la escalada interminable por estar al último grito de la moda, la palabra vanguardia se readapta a los circuitos de mercado, y así reaparece limpia de su
contenido caústico y su repulsión hacia la clase media, el mercado y los circuitos del arte tradicionales, que originariamente encarnaron los movimientos estéticos de principios del siglo XX. Un fenómeno tan paradójico como recurrente: lo que antes provocaba escándalo ahora es aplaudido. Una lista interminable de ejemplos han sido citados para corroborar la retórica de opacación y neutralización tan particular que ha signado la suerte de las producciones de vanguardia a lo largo del siglo; y de la que los llamados movimientos de neovanguardia de posguerra han tenido que dar cuenta directa, generando alternativas de oposición a esta dinámica. Ejemplos eficaces como el que describen Longoni y Santoni en su libro De los poetas malditos al video clip, en el cual contraponen dos escenas, una sucedida en el París de 1920 y la otra en Londres de 1997, sirven para ilustrar las complejas variaciones a las que se ven sometidas las manifestaciones que hacen llamarse "de vanguardia" . La primera es una postal de los años ´20 de un espectáculo - provocación dadaísta en donde un público de señoras y señores elegantes aguarda en un sótano obscuro a Charles Chaplin, sin sospechar que la convocatoria es una farsa organizada por los dadaístas hasta que estos últimos comienzan a ametrallar a la pulcra multitud con huevos y monedas de cobre. El evento finaliza en un escándalo con intervención de la policía. La segunda imagen describe al grupo argentino De la guarda en una presentación en el London International Festival of Theatre (LIFT), uno de los festivales teatrales más importantes del mundo. Durante el espectáculo se arrojan objetos al público, el cual termina empapado por una lluvia artificial. Es un éxito. La crítica lo califica como lo mejor del teatro actual. Y lo más notable es que los mismos artistas se encargan de aclarar a un diario inglés: “No somos provocadores, no queremos atemorizar a la gente” .
Villa Viva, espectáculo del grupo De la Guarda, 1990
En razón de la variabilidad semántica que encarna el término vanguardia y las manifestaciones que engloba, habría que pensar una línea demarcativa que estableciera la validez de la palabra. Si se privilegia una perspectiva sociológica de las vanguardias, en detrimento de los enfoques esteticistas, como en este artículo, resulta evidente que el concepto de vanguardia no puede descansar en un conjunto de procedimientos o rasgos de estilo característicos de las producciones estéticas, porque como se vio en el ejemplo, éstos son el aspecto que más facilmente es asimilado al establishment cultural. Para restituir el sentido reactivo de la palabra vanguardia, habría que definirla a partir de los efectos y los modos de intervención que provoca y propone en el medio cultural en el que se inscribe. Esto supone elaborar un concepto estrechamente vinculado con el contexto histórico, en donde las técnicas y rasgos de estilo de los movimientos de vanguardia se llamen así en tanto provoquen quiebres en el campo estético o sean expresiones anticipadas de una determinada sensibilidad.
Paul Thek, Muerte de un hippie, 1967
2. Las distintas versiones de los historiadores, críticos y teóricos del arte y la literatura sobre la noción de vanguardia en el ámbito artístico pueden englobarse en dos modelos generales. El primero entiende a la vanguardia como una serie de fenómenos de ruptura con la tradición, el pasado y la función del arte en la sociedad burguesa. El segundo, coloca el acento en la temporalidad, tomando a las expresiones de vanguardia como avanzadas sobre la sensibilidad de la época. Como exponentes teóricos del primer modelo se pueden citar a Peter Bürger, Raymond Williams, Octavio Paz y Eduardo Subirats, con sus respectivas diferencias; como representante del segundo se encuentra José Giménez Frontín. La noción de vanguardia como avanzada es deudora de la vieja metáfora militar de “avanzada de un ejército”. A comienzos del siglo XIX, el teórico de la guerra Von Clausewitz definió a la vanguardia en su tratado Vom Kriege como una fuerza de choque, que se coloca en primera fila para vigilar y atacar por sorpresa y cuya tarea primordial consiste en la destrucción instantánea del enemigo. En el plano estético, la metáfora militar se utiliza para designar a un conjunto de obras que, en tanto anticipan una determinada sensibilidad no objetivamente esclarecida en su época, sólo llegarán a entenderse e imponerse en el futuro. Esta noción resulta facilmente aplicable a la obras pertenecientes al momento preliminar de la vanguardia, como los escritos de Baudelaire, de los poetas malditos y al Impresionismo. Al mismo tiempo, la impronta de avance de la vanguardia artística, su voluntad de cambio concretada en un salto brusco hacia el futuro, representa un punto en común con la vanguardia política. Karl Marx, enEl 18 Brumario de Luis Bonaparte endilga el fracaso de la revolución proletaria de 1848, entre otras cosas, a la reticencia y falta de audacia de los revolucionarios franceses. “La revolución de 1848 –escribe Marx en 1852- tomó desprevenida, sorprendió a la vieja sociedad y el pueblo proclamó este afortunado golpe de mano inesperado como una hazaña de importancia universal con la que se abría la nueva época”.
Richard Hamilton, collage, 1956 ¿Qué es lo que hace a los Hogares de Hoy tan diferentes, tan atractivos?
Una idea similar resonará cien años más adelante como parte de una teoría estética. Theodor W. Adorno establecía que la crítica radical es una de las condiciones de la obra de arte: "lo moderno no es caduco por avanzar demasiado, como suele afirmar la fraseología cliché, sino, al contrario, por no haber ido demasiado adelante, porque sus obras vacilan faltas de consecuencia. Sólo obras que alguna vez corrieron riesgo tienen la posibilidad de sobrevivir, en cuanto esa posibilidad aún existe, pero no aquellas otras que, angustiadas ante lo efímero, se pierden en el pasado. Los renacimientos llevados a cabo por una modernidad moderada, propios de la conciencia de restauración y de sus clientes, fracasan aún ante los ojos de un público que ni siquiera es vanguardista". Por otro lado, la noción de vanguardia como ruptura, contempla a las intervenciones que implican un quiebre, una rebelión contra las formas artísticas dominantes, las instituciones, las tradiciones y el gusto hegemónico. Peter Bürger considera que los movimientos de vanguardia "no se limitan a rechazar un determinado procedimiento artístico, sino el arte de su época en su totalidad, y por lo tanto, verifican una ruptura con la tradición. Sus manifestaciones extremas se dirigen contra la institución arte, tal y como se ha formado en el seno de la sociedad burguesa". Esta noción enfatiza el efecto de shock que los dadaístas y surrealistas provocaban adrede en el público o el escándalo que suscitaron las primeras exposiciones cubistas. Pero lo fundamental es que la idea de vanguardia como ruptura se extiende al modo en que es concebido el arte oficial, con sus instituciones dadoras de prestigio, sus museos, sus críticos, sus artistas consagrados y su mercado. Ruptura con la función que la sociedad burguesa le asigna al arte. Esto es: destrucción de la doctrina del arte por el arte que hace de éste un mero artefacto decorativo; y, en lugar de ello, colocar el arte al servicio del hombre, de
la construcción de un nuevo orden emancipador. En pocas palabras, reinscribir el arte en la vida de los hombres.
Ceremonia de pintura organizada por Yves Klein
3. Las nociones de vanguardia como ruptura y como avanzada conllevan diferentes implicancias teóricas a la hora de analizar los distintos movimientos de experimentación. En primer lugar, el concepto de vanguardia como avanzada supone el carácter estable de los rasgos estilísticos y técnicas de las producciones artísticas, ya que a través de ellos se expresaría la nueva sensibilidad. En este concepto se engloban a los artistas que mantienen una misma estética a lo largo de toda su obra, con variaciones mínimas. Pero, como hemos visto, la estabilidad estética de las obras facilitaría que estas se vieran implacablemente sometidas a la absorción institucional. En contraposición, la idea de vanguardia como ruptura permite explicar la variación estilística constante que realizan algunos artistas experimentales o la condición efímera que asumen ciertos movimientos en su dinámica por escapar de la opacidad. Considerar a la vanguardia como avanzada significa tomarla como un concepto estático, en tanto se basa en la nueva sensibilidad que subyace en el contenido estético de las obras. En cambio, la vanguardia entendida como un concepto de choque y ruptura, al tiempo que queda librada a la ilimitada radicalización –puede avanzar y siempre avanzar a través del cambio en sus procedimientos estilísticos-, permite otorgarle un carácter modal, gestual, en tanto los movimientos vanguardistas verifican y
constituyen su eficacia en el efecto que producen y no en la imposición de contenidos estéticos determinados. Por otra parte, el concepto de vanguardia como avanzada implica una visión hegeliana de la historia; así, la creatividad estética presupone necesariamente un progreso lineal y definitivo. La dirección de los cambios asumiría un sentido unívoco, se expresaría en una única estética cifrada en el progreso lineal de la historia del arte. En este camino, Adorno restringía la efectividad política a únicamente un arte que fuera capaz de abandonar el realismo y que se constituyera como desestabilizador de la forma. Hacia fines de los sesenta, el teórico expresaba lo que parecía ser la devaluación definitiva del arte realista:"El hecho de que pinturas radicalmente abstractas puedan colgarse sin escándalos en sitios oficiales no justifica la reinstauración de la pintura realista, que es una pintura confortable a priori, aun cuando para propósito de reconciliación con el objeto se escoja a Che Guevara" . Por el contrario, al tomar la idea de vanguardia bajo el enfoque de sus efectos de ruptura, se visualiza a la historia como un escenario de dispersión, una multiplicidad de respuestas estéticas que dialogan entre sí. Esta idea posibilitaría una concepción más democrática que contempla la pluralidad de las manifestaciones estéticas.
Bibliografía Consultada
Adorno, Theodor W.; Teoría Estética, Taurus, Madrid, 1986. Bürger, Peter; Teoría de la vanguardia, Buenos Aires, Ediciones Península, 1987. Longoni, Ana; Santoni, Ricardo; De los poetas malditos al videoclip, Buenos Aires, Cántaro, 1998. Von Clausewitz; Vom Kriege, Bonn, 1966.
Marx, Karl; El 18 Brumario de Luis Bonaparte, Barcelona, Ed. Ariel, 1971. Publicado por primera vez en Die Revolution, New York, 1852.