4 julio, 2017
APUNTES SOBRE LA HISTORIA DE LA ESTÉTICA: I. LOS ORÍGENES Beatriz Rayón * Para comenzar a hablar de una disciplina, hemos de empezar por preguntarnos qué es esto de lo que vamos a hablar. Así que desde la pregunta de «¿qué es la estética?» es desde donde se empieza a analizar la complejidad del problema. Aunque los antiguos hablaban del arte y no dejaban la sensibilidad como un tema olvidado, como disciplina filosófica no nace hasta el siglo XVIII, con la Ilustración. Así, nace formando parte inseparable del problema político, como un producto específico de la sociedad moderna. La estética, en sentido técnico, se entiende en sus inicios como facultad inferior, subordinada a la razón. El problema de la estética en la filosofía se vuelve el núcleo central a partir de este giro moderno, aunque esto no afecta sólo a la estética, sino al arte mismo (entendido desde la concepción moderna de «arte»: productos que no fueron considerados así en su inicio [aquellos productos premodernos que fueron considerados así bajo la concepción moderna], la artesanía). En la modernidad, el arte (del latín ars, del griego techné) se vuelve el conjunto de técnicas de producir belleza, sin utilidad, sin fin: belleza por sí misma. En el siglo II, Galeno diferencia artes manuales de artes liberales e intelectuales (medicina, geometría, derecho, lógica, etc.). En la Edad Media sigue esta distinción, pero en la modernidad el arte aparece unido al concepto del hombre. El término estética no aparece como tal hasta el tratado de Baumgarten (1714-1762) llamado Reflexiones filosóficas acerca de la poesía (1735) en el que utiliza por primera vez el término «aisthesis« (literalmente, «sensibilidad»). Baumgarten pretende hacer una filosofía del conocimiento sensible, visto hasta entonces como algo inferior. Batteux (1713- 180) fue contemporáneo de Baumgarten. La obra de este autor es el Tratado de las bellas artes reducidas a un mismo principio (1746). Ambos son filósofos ilustrados, hijos del racionalismo filosófico. El nacimiento de la teoría de las artes en la modernidad, está relacionada con la autoafirmación de la estética. Batteux fue quien comenzó a tratar el concepto de «Bellas Artes». Este autor buscaba un principio de unificación de todas las artes y el gusto. Todo esto fue la sucesión de la revolución científica que se produjo primero. El principio de la modernidad supuso grandes cambios para la concepción del mundo que tenía el hombre. El hombre moderno cambia el centro del mundo hacia el hombre y su creación. Esto dará pie a muchos problemas ontoteológicos que no dejarán de afectar, por supuesto, a la estética. Batteux enseña la división de las artes liberales, que es un concepto medieval heredado de la antigüedad clásica que hace referencia a las artes cultivadas por hombres libres, en oposición a las artes serviles, cultivadas por los siervos. Batteux considera necesario hablar de las Bellas Artes, que identificó con la pintura, poesía, música, danza, escultura, a las que añadía la arquitectura y la elocuencia. Estos dos grupos estaban separados, aunque ambos eran bellas artes, porque Batteux creía que había tres tipos de artes: las que sirven para un fin (correspondiente a las artes serviles), las artes que sirven por su belleza (las plásticas) y las artes que cumplen ambos fines (la arquitectura y la elocuencia). 1
Lo que busca Batteux es el principio único con el que se definen todas las artes, que establece que es el de la imitación de la realidad. Se trata de encontrar un principio por el que se puedan guiar todo tipo de artistas. Divide su obra en tres: en la primera parte se plantea la naturaleza de las artes, la diversidad y sus diferencias, la segunda trata acerca de las reglas del gusto y la tercera sobre ejemplos. En la primera parte es donde divide las artes en mecánicas, bellas artes y la mezcla, como hemos ido viendo hasta ahora, y en la segunda parte establece las reglas del gusto. El problema entorno a dichas reglas es que presupone que existe un solo gusto, un gusto universal. Serviría, entonces, en las Bellas Artes, una buena imitación de la naturaleza que complazca el gusto. Según Batteux sólo hay un buen gusto general, que es el que sirve para la valoración de las obras de arte, alejándose así del gusto subjetivo de cada persona. Con el gusto podemos juzgar la imitación y el amor al orden. Aun así aclara que la imitación sola no hace el arte, y la comparación con la naturaleza no hace el juicio del gusto, no sirven por sí solos, y por eso Batteux nos da las reglas para juzgarlo (como que es necesario unir lo útil y lo agradable). Tanto Batteux como Baumgarten influyeron en la filosofía de Kant (1724-1804), el cual dotó a la estética (entendida como teoría de la sensibilidad, también) de una importancia clave dentro de la filosofía. Kant habla de Baumgarten en su obra (las críticas), ya que fue su maestro, y pone la estética como una vía de conocimiento de lo bueno. El lugar en el que pone la estética en la Crítica del Juicio es clave: para Kant entendimiento y razón están unidos por la estética, es lo que sirve de vía para los conocimientos, y sirve de vía para los dos mundos en los que se mueve Kant (el moral y el físico). Hegel (1770-1831) da una dimensión diferente a la estética, ya que busca hacer con su filosofía un sistema absoluto, que englobe todo. Sin embargo, para entender el lugar de la estética en estos dos autores es importante comprender las teorías del pensamiento de su filosofía en general.
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13 julio, 2017
APUNTES SOBRE LA HISTORIA DE LA ESTÉTICA II: HEGEL Muchas veces, para entender una parte de la doctrina filosófica de un autor es necesario partir de una concepción global de su corpus filosófico. Hegel, el gran filósofo idealista, tiene un sistema de filosofía que podríamos tildar de absoluto. Su intención era, parecido al planteamiento kantiano en este sentido, hacer un sistema filosófico total. Para ello basa la existencia de todo, absolutamente todo lo del mundo en la razón. Partiendo de sus tres presupuestos principales, podremos llegar a entender someramente en qué lugar se encuentra la estética dentro de su filosofía:
Presupuesto primero: La razón es lo peculiar en el hombre y todo lo peculiar humano es racional.
Diferencia entre forma y contenido: parte de la premisa de que todo contenido humano es racional pero puede darse de diversas formas. La razón es la humanidad, lo que humaniza. Este contenido puede expresarse de distintas formas: a través de la intuición (arte), a través del sentimiento (religión) o a través de la razón (ciencia). Estas son las formas de expresarse o manifestarse lo humano. Intuición y sentimiento son formas indirectas de pensar, y la razón es la forma directa de hacerlo. La humanidad busca la forma apropiada de pensar, según Hegel la razón, la ciencia. La ciencia es el pensar del pensar, la razón dada a la razón. El arte y la religión tienen contenido racional dado bajo una forma no racional. Presupuesto segundo: Todo lo real es racional y todo lo racional es real . Este se puede subdividir en
dos: 2.1 Todo lo real (lo fenoménico) es racional Lo fenoménico, la apariencia, resulta irracional, pero está también regido por la razón. El ámbito del fenómeno aparenta ser irregular, inconstante, caótico, pero por debajo del mismo hay razón. Todo incluye lo natural (física, biología y antropología) y lo espiritual (historia, arte y derecho). En el XIX es cuando va a surgir las ciencias del espíritu (en sentido de lo humano, no lo físico). Estamos sometidos a la racionalidad, no somos libres. 2.2 Todo lo racional es real La verdad es la que expresa lo real, y es eterna, inmóvil, permanente; si la razón expresa la verdad, la razón es entonces, propiamente, la realidad: la idea es la sustancia, que es lo real. Aparentemente lo caótico está regido por leyes, ideas. Las ideas, las leyes son más reales. El mundo del fenómeno es la razón exteriorizada. El mundo del fenómeno es Dios exteriorizado. Así, Dios es la razón. El mundo del fenómeno está regido por la razón. El ser humano descubre la razón a través de los fenómenos.
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Presupuesto tercero: El todo incluye el devenir y éste es racional . También podemos desglosarlo en
dos: 3.1. El todo incluye el devenir (tiempo) Cuando decimos todo tenemos que decir todo. ¿El tiempo es real? Sí. ¿Tiene que ser también racional? Tiempo, evolución, cambio: también están sometidos a la razón. Si el tiempo es un hecho, entonces, el todo debe incluir éste, a saber, el todo deviene. 3.2. El devenir es racional Si todo es racional, y el todo incluye el tiempo, el devenir, entonces el tiempo es racional y pensable, esto es, la razón deviene, es temporal. Lo real se hace en el tiempo. La razón se hace en el tiempo. Además de estos tres presupuestos, tenemos que tener presente la idea que Hegel tiene de la filosofía de la historia, esta es, que el hombre es un ser histórico (se desarrolla en el tiempo y adquiere su propia racionalidad), y la historia es lo peculiar del espíritu, y es racional por ser parte del hombre. Además, va en progreso hacia delante. Hegel dota a la historia de su propio espíritu (Gesit), y asume que cada pueblo tiene su historia. Así, toda creación del pueblo se hace movida por el espíritu para conseguir el fin de la historia. Todo el idealismo tiende a la unificación del sujeto. Se trata de buscar el absoluto, y todo movimiento que se haga en la historia es la persecución del Espíritu por este absoluto. Entendiendo esto, podemos hablar con más facilidad de los propósitos de Hegel en la estética. ¿Qué dice Hegel de la estética?
Hegel se dedicó mucho al arte como prueba de la teoría de la cultura general. La estética de Hegel se concibe mucho como una historia del arte y como una aplicación de la evolución de la síntesis del método dialéctico al campo general de la cultura, de la que el arte es el culmen. Hegel pretende hacer una historia filosófica del arte donde trata la demostración interna de superación del arte como destino final de la filosofía; esto es, se puede hacer historia del arte porque éste ha muerto. Afirma que ahora en la época romántica ya ha llegado a su síntesis y debe dejar paso a otra forma del espíritu. El desprecio de Hegel por la naturaleza es absoluto, es inerte, y lo bello de la obra de arte es el modelo de lo bello natural. La naturaleza imita al arte, y las obras de arte son el modelo por el que nosotros juzgamos la naturaleza. La estética y el arte serían la síntesis de la necesidad y la libertad. Hay que dar más oportunidad al concepto antes de la síntesis y colocar la estética en el lugar supremo. Hegel comienza su introducción a la estética dando su definición: “estética” designa la ciencia del sentido, de la sensación. La expresión genuina es “filosofía del arte”, y más concretamente “filosofía del arte bello”. Cuando Hegel habla de estética excluye la belleza natural, dando una superioridad a la
belleza artística. La belleza artística es algo superior porque es del espíritu, lo bello natural será un reflejo de lo bello del espíritu, algo incompleto e imperfecto. El arte se basa en que lo bello tiene su vida en la apariencia. La realidad sólo puede encontrarse más allá de la inmediatez de la sensación y objetos externos. El arte nace del espíritu y por tanto es de naturaleza espiritual, aun cuando su representación asuma la apariencia de la sensibilidad y haga que el espíritu penetre en lo sensible. Así, la obra de arte, en la que se aliena el pensamiento, pertenece también al ámbito del pensamiento conceptual; y el espíritu, en cuanto la somete a la consideración científica. 4
La estética, previamente, no buscaba el fin explícito de producir obras de arte, sino que las teorías eran en torno a cultivar el juicio artístico (como Batteux en su Tratado de las bellas artes reducidas a un único principio). Estos tratados se referían a cómo tratar el tema del arte, y la filosofía del arte debía centrarse en entender qué es lo bello y cómo se entiende la belleza en el arte que tenemos. Así, Hegel entiende que lo bello es un interior, un contenido y un exterior, en el cual queda significado el contenido (que el arte no es sólo forma, que la belleza es el contenido de la obra). Características del arte:
1. La obra de arte no es un producto de la naturaleza, sino que ha nacido por la actividad humana. 2. Ha sido hecha esencialmente para el hombre y, más en concreto, para el sentido del hombre, por cuanto en mayor o menor grado ha sido sacada de lo sensible. 3. Tiene un fin en sí misma. 4. En efecto, la obra de arte ha dejado de considerarse como producto de una actividad humana general, y ha pasado a ser la obra de un espíritu singularmente dotado. La necesidad general del arte es, pues, lo racional (que el hombre va a elevar la conciencia espiritual, y va a reconocerse en el objeto). No es un principio general del arte la búsqueda de la imitación de la naturaleza. El fin del arte ha de cifrarse en algo distinto a la imitación de lo dado. Cabe seguir preguntándose cuál es el contenido del arte y por qué este debe ser representado (¿por qué tenemos arte?). Hegel encuentra el fin del arte en despertar y vivificar los sentimientos, inclinaciones y pasiones. Que el humano sienta todo lo que puede experimientar, soportar y producir. Y tal excitación no se produce por la experiencia real, sino por la apariencia de la misma, por cuanto el arte, por un engaño, pone sus producciones en lugar de la realidad. El arte está llamado a descubrir la verdad bajo la forma de la configuración artística. La muerte del arte.
Hegel entiende el arte dentro del espíritu absoluto, y afirma en la introducción a las Lecciones de estética que es algo del pasado. Quiere esto decir que da el arte como realizado, pero no le resta importancia, ya que lo ubica junto con la religión y la filosofía, como una de las prácticas mediante las cuales las comunidades dan cuenta de sus intereses sustanciales y actualizan su libertad.
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16 noviembre, 2017
APUNTES SOBRE LA HISTORIA DE LA ESTÉTICA III: KANT La estética de Kant intenta responder a una pregunta: ¿qué relación hay entre las cosas como deberían ser y como son en realidad? Esto es lo mismo que plantearse qué une la sensibilidad con el concepto. El mundo como se nos presenta es siempre el resultado de un determinado sistema de representación. Todo lo que sea señalar cuál es el contenido de los conceptos será considerado una verdad eterna, pero ¿cómo de eternos son los sistemas de representación? El orden de clasificación, la palabra que se puso a las cosas, la operación sin regla en que consistió crear la palabra, es lo que determina el mundo, lo que lo clasifica. La estética busca su propio discurso reclamando su autonomía. Se dota a la estética de conceptos propios. Kant buscó cortar las equivalencias entre ser, verdad, bien y belleza. De este modo planteó los grandes problemas de la estética: la relación que tiene con lo bueno y lo verdadero. Si algo se ha repetido desde que desarrolló su filosofía, es que la complejidad de la obra kantiana es innegable. Además, el sistema de pensamiento de este autor supone un cambio en la concepción de la filosofía, un eje que vertebra un antes y un después en la historia del pensamiento. Kant persigue sistematizar su filosofía, hacer de la metafísica un sistema y ordenarla con la intención de que se convierta en una base sólida y un objeto de estudio como la matemática o la física. Para ello busca establecer una serie de principios por los que accedemos al conocimiento: los juicios. Estos pueden ser sintéticos (añade información tras la contrastación) o analíticos (ellos mismos poseen la información que se extrae por análisis) y a priori (independiente de la experiencia) o a posteriori (dependientes de la experiencia). El objetivo es alcanzar los juicios sintéticos que se den a priori. Por ello establece que lo previo al conocimiento es la crítica. El sistema de conocimiento kantiano resulta relevante para entender su ética. Kant explica que la forma de percepción del mundo, siempre dada en el espacio y el tiempo (características dadas por la estética trascendental), funciona siguiendo un esquema de percepción: percibimos el fenómeno y ordenamos nuestra percepción mediante las categorías que producen la comprensión del objeto final. Podría explicarse de la siguiente manera: cuando una persona observa una mesa, la «mesa» es el resultado del proceso de análisis de un objeto que observamos y cuyas características (forma, color, tamaño, etc.) se adaptan a una serie de categorías que nos ayudan a ordenar la percepción y nos devuelve el fenómeno, lo que se construye con nuestra percepción. Por lo tanto, Kant postula que existe una cosa que es «en sí misma» y nosotros percibimos el fenómeno de lo que existe, que es la cosa en sí después de pasar por las categorías. De esta manera, Kant presenta un dualismo en la realidad: la que es en sí misma y la que nosotros percibimos. Esto se presenta en sus obras Crítica de la Razón Pura y Crítica de la Razón Práctica. Sin embargo, Kant precisa escribir una tercera crítica, la Crítica del Juicio, para hacer un puente que, por decirlo de alguna manera, una «el mundo que vemos» con «el mundo ético», es decir, la teoría y la praxis. Para ello emplea la estética, la sensibilidad, la percepción sensible. La idea explicada en la Crítica del Juicio es que el mundo sensible sigue las leyes científicas, pero sigue a su vez un plan moral. Este mundo moral se basa en la libertad, mientras el mundo físico es mecánico. Entiende que el único acceso que tenemos es al mundo físico, y no al mundo tal y como es, pero hemos de comportarnos «como si» pudiésemos percibir el mundo del noúmeno. Por lo tanto, Kant habla de algo (una x, noúmeno, la cosa en sí) que produce algo (materia sensible) que es sometido a las estructuras a priori y pasa por las categorías, y el resultado es lo que llamamos naturaleza. 6
Habiendo entendido cómo se genera el dualismo entre el mundo sensible y el mundo inteligible en Kant, podemos adentrarnos en la ética. En la filosofía kantiana, existe una diferencia clara entre lo real y lo ideal. Aquello que es real «es y existe en la experiencia; lo ideal no es, no existe en la experiencia, pero es y existe en el pensamiento para (la) regla y dirección de la experiencia». La idea no existe en la experiencia, pero no por ello Kant niega que exista. Existe en una realidad no física, la cual considera no menos real que la física. Divide entonces el mundo material, el de la naturaleza, del mundo moral, el de la libertad. Desde este punto de partida es desde donde escribe su ética, fundamentada en el mundo de la libertad. El mundo que vemos es reflejo del mundo en sí mismo, que conocemos cuando nos conocemos a nosotros mismos (no como cosa sino como noúmeno, pero sólo en el terreno moral) como ser moral. Kant postula la existencia de una causalidad diferente a la natural, que es la causalidad que se da por la libertad. Esta es inteligible, no determinada por fenómenos, aunque sus efectos sean perceptibles en la causalidad natural. El hombre encuentra su libertad fuera de lo que es capaz de percibir con la sensibilidad. Lo que nos expresa es la necesidad de actuar conforme al deber. Para ello introduce el imperativo categórico, que ha de seguirse para actuar moralmente. La formulación del imperativo categórico es que lo bueno para ti debería poder convertirse en ley. Kant presenta la moralität como un concepto necesario universal, es decir, que no depende del espacio y el tiempo. Entiende que la razón tiene dos usos, teórico y práctico, y la relación que establece entre ellas no se puede explicar, pero es necesaria. Kant habla de la necesidad de llevar a cabo «la voluntad buena», es decir, aquella voluntad que es intrínsecamente buena, en sí misma, pero no en función de nada externo. Una voluntad que obra por el deber es buena. Lo que se hace por mor del deber, por reverencia absoluta a la ley moral, es lo correcto. Postula una serie de imperativos: hipotético-problemático, hipotético-asertórico y categórico. Este último es el imperativo que no ordena medios para alcanzar fines, sino acciones porque son buenas en sí mismas (necesarias e incondicionadas). El Imperativo Categórico se basa en una regla de oro: no tratarás a ningún hombre meramente como un medio sino como un fin en sí mismo. Siempre se ha de obrar deseando que la máxima sea universalizable. En la voluntad moral no se puede encontrar el interés, ha de ser autónoma y no heterónoma. Así pues, Kant entiende al hombre como un ser moral que ha de seguir el bien y comportarse moralmente porque es lo correcto. La libertad del hombre se encuentra en el mundo moral, allá donde se encuentra la cosa en sí misma. Ser libre sería, entonces, ser moral, comportarse moralmente. Entiende que los principios que han de mover al hombre no pueden ser en ningún caso los que le beneficien sino los que representen el bien. Si todas las personas siguiesen las directrices de la moral kantiana, es como se construiría la justicia. El papel que otorga Kant a la estética resulta novedoso para la filosofía, ya que le da una importancia principal, un papel central en el corpus filosófico del autor, pero también empieza a ser objeto de discusión importante en los autores a partir de aquí. Un filósofo que pone la estética en el centro absoluto de su teoría es Nietzsche, el cual desarrolla el concepto del hombre como animal estético, concepto que trataré en la próxima sección.
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21 noviembre, 2017
APUNTES SOBRE LA HISTORIA DE LA ESTÉTICA IV: NIETZSCHE La postura de Nietzsche en el campo de la estética en su momento histórico resultó profundamente revolucionaria. Toda la filosofía del siglo XX se ve marcada notablemente por los planteamientos, para muchos radicales, de este autor. Es habitual oír a la gente hablar del nihilismo de Nietzsche (muchas veces para hablar de existencialismo, en realidad), y existe, según mi experiencia, una vaga comprensión general de lo que supone el nihilismo y el papel del hombre estético en la postura nietzscheana. Friedrich Nietzsche (1844-1900) se enfrenta a la metafísica tradicional. La lógica, los argumentos «S es P» no le resultan suficientes. Es por ello el padre del nihilismo, del que encontramos dos tipos: positivo y negativo. El negativo siente rechazo por los valores de la vida, el positivo es el del ultrahombre [superhombre], reconoce la insensatez del mundo pero la utiliza de base para crear nuevos valores. Se opone, mediante el YO QUIERO (la voluntad de poder) al imperativo kantiano del deber. La filosofía de Nietzsche es la de la voluntad de poder, la voluntad de la creación estética. El sujeto, para Nietzsche, es sujeto artístico a todos los niveles. Y es por eso que el papel de esta disciplina se vuelve fundamental para el autor. Pero, ¿cuál es el motivo que hace que la de Nietzsche sea una revolución estética? Por la noción de creación, de creatividad. Para Nietzsche no hay verdad, no hay un único ser ni una directriz correcta, no hay un «yo verdadero», sino un artista, un ser dado a la creación absoluta del mundo. Para ello canalizamos la creación en el lenguaje, en la literatura y en la filosofía. Me hago y me deshago en la escritura. Nietzsche cree que hay que intentar controlar el espíritu creador, hasta el punto de hacerlo literalmente con las manos: poesía, pintura, etc. El arte se desarrolla manualmente. Nietzsche, aun con la visión generalizada de la sociedad de derrotista, es vitalista, pero eso no lo convierte en un iluso. Su postura es aceptar los errores del «mundo» y construirse a partir de ahí. Si no, no se consigue desarrollar una vida plena. La afirmación de que Dios ha muerto es la aceptación de esto, y saber que la vida es creatividad (no ex nihilo), que el hombre es creador como un pintor, artista, arquitecto. La voluntad de poder está relacionada con la voluntad de querer, es querer poder. El eterno retorno es querer seguir queriendo. El hombre débil es el que no quiere, y la vida es una voluntad expresiva creativa. Nietzsche es un paso adelante que nos deja en un compromiso: si el hombre es el creador del mundo, negamos un Dios creador, y sin Dios hay que inventar fórmulas para juzgar. En el querer/crear abierto se fabrican a la vez el yo y el mundo. El mundo es lo que vivo, u valorar es querer (querer es dar valor: es valioso porque lo quiero). Acaba con la separación de la sustancia. No podemos volver a ser niños. La voluntad ya está llena de cuadrículas. El superhombre es un horizonte que no llega nunca. El juicio, el valor de las cosas se da en función de si las cosas nos hacen más pequeños o grandes. La voluntad de poder es partir de que lo primero es poder querer. El ser creador es libre de crear. La libertad es la tensión por intentar controlar tu propia voluntad. Intentar que lo que quieres y valoras depende de tu querer, de tu valorar. Nietzsche quiere discutir que el hombre sea el centro del universo, y que el entendimiento (la razón) sea la facultad central del ser humano. El entendimiento (lógica + conceptos) hay que bajarlo del pedestal y no debemos poner obstáculos a este devenir caótico. El entendimiento crea conceptos, por lo 8
tanto es la imaginación es lo que hace. Es por ello lo que caracteriza al ser humano es su capacidad de crear con la imaginación. Y por lo tanto el ser humano es un artista, un creador. A esta teoría se le llama teoría del olvido de la naturaleza metafórica del concepto. Habla del derecho a nombrar nosotros a las cosas. Que podemos construir cada uno nuestro propio sistema de representación. Renuncia a la mímesis, a la construcción por pura repetición de reglas. En una de las obras más tempranas de Nietzsche titulado Sobre verdad y mentira en sentido extramoral , encontramos una explicación a esta teoría: los conceptos son primero metáforas. Lo segundo que nos dice es que se nos ha olvidado que esto es así. El planteamiento tradicional es que cada palabra tiene un sentido propio, y lo que ha hecho la filosofía toda su vida es buscar sentidos propios, buscar definiciones, presuponiendo siempre que hay un sentido que es propio (suyo, lo apropiado, adecuado). La palabra es un representante de ese sentido. Platón, por ejemplo, dijo que ese sentido estaba en el mundo de las ideas. Nietzsche dice que primero hay metáforas. A lo conceptual Nietzsche lo llama lo apolíneo, y a la Metáfora lo llama lo dionisiaco, que afronta la vida como es. Esto lo explica en El origen de la tragedia. La pregunta es ¿qué estamos diciendo cuando decimos que los conceptos vienen de las metáforas? La palabra mesa primero es una metáfora y luego es concepto. Se plantea el origen del lenguaje para explicar algo. La primera vez que alguien empleó la palabra mesa estaba nombrando algo singular y diferente a todo lo demás, pero al encontrar una multitud de objetos similares, entendió que había que hacer nombres comunes. Cuando se extiende el uso de un nombre para un grupo, se crea un concepto, que es una metáfora que ese ha universalizado. Es decir, que los conceptos son automáticamente prescriptivos (aquellos textos cuyo mensaje se emite con el fin de regular o guiar el comportamiento del receptor en una situación). Los conceptos son injustos porque eliminan las singularidades. La segunda problemática se presenta cuando razonamos que, ante esta estructura, Dios o cualquier otro absoluto ya no son quienes nos garantizan que los conceptos tiene una base sólida. Matar a Dios es decir el mundo me lo he inventado yo, y en realidad todas las palabras son metáforas. El problema es para Nietzsche el olvido, olvidar del contenido metafórico de los conceptos. Tener una verdad es olvidar todo lo que esa verdad excluye. La verdad para Nietzsche será una foto paralizada, y deja de ser verdad cuando se le arranca el velo. La belleza no es la claridad, ni la transparencia del clasicismo, sino que la belleza es un juego de sombras, un juego de velos, de enseñar y ocultar. __________________________________________________ * Nace en Gijón en 1992. Graduada en Filosofía por la Universidad de Oviedo, siente un especial interés por la Estética y teoría de las artes y por la rama de filosofía política. Cursó el Máster de Derechos Humanos por la UNED. Algunos de sus hobbies son la fotografía, la música y la literatura. En febrero de 2017 la Universidad de Elche le concedió el Premio Internacional de Poesía Universitaria de la cátedra Miguel Hernández, en su segunda edición, y por este premio ha visto la luz su primer libro de poemas, Averías.
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