A pesar del largo periodo que los separa de su creación y publicación, treinta y cinco años, los cuentos “Hombre de la esquina rosada”1 ( Historia Historia universal de la infamia, infamia, 1935) e “Historia de osendo !u"re#”2 ( El El informe de Brodie, Brodie, 19$%) son son &erm &erman anos os geme gemelo loss por por re'e re'eri rirs rsee a la mism mismaa &ist &istor oria ia,, aunq aunque ue los los procedimientos narratios resulten, en cierto modo, distintos y, al 'inal, los personaes e*presen 'ocali#aciones o puntos de istas relatiamente di'erentes+ ndagar en ese relatiismo de las isiones a que uega la literatura borgesiana -y en general cualquier discurso social y &uman.stico, aun el &istórico- es uno de los obetios obetios de este trabao, orientado orientado no solamente solamente desde la teor.a y la cr.tica literaria sino desde la sinergia que proponen los estudios multiculturales, en la medida en que toda literatura es un producto generado por la &istoria de las culturas+ /ero si bien la literatura no nos proporcionar" nunca una muestra er.dica de la realidad, nos la postula a tra0s del lenguae tropológico que emplea, y en ello, qui#"s por encima de las ciencias, logren el arte y la literatura un mayor mayor acercam acercamient iento o a la esenci esenciaa de la comple complea a realid realidad+ ad+ iempr iempree una met"'ora dice m"s que la meor de las descripciones obetias del realismo+ !aime !aime est, est, interp interpret retando ando muy l2cida l2cidament mentee las ideas ideas de orges orges sobre sobre los contactos entre signo y realidad, anota4 “l lenguae recae de manera ineitable en la 'icción, 'icción, porque am"s podr" transmitirnos transmitirnos un conocimiento conocimiento apropiado apropiado del mundo+ /ero la 'icción no es inocente inocente o ana, porque tal e# proporcione alg2n tipo de re'erencia acerca de aquello que deseamos saber, una apro*imación connotatia de eso mismo que escapa al 'rustrado intento de quien pretende eercer la denotación”3+ n “Hombre de la esquina rosada” (H), un narrador en primera persona -un guapo- cuenta, en un lenguae saturado de regionalismos a lo lun'ardo, a un grupo de oyentes o narratarios, una &istoria, m"s de compadritos -&ombres 'uera de la ley, grupo anómico4- que de gauc&os o campesinos+ n la medida en que el discurso del narrador iene dirigido a unos oyentes que son personaes, nos aleamos del narratario grado cero y nos acercamos a uno concreto y espec.'ico que se puede percibir en señales impl.citas y e*presas (pronombres -ustedes, uste usted, d, lesles-66 ocat ocati ios os -señ -señor or,, org orges es-6 -6 'orm 'ormas as erb erbal ales es -'al -'alta ta,, &abl &ablar arme me,, reconocer-)+ 7 ustedes , claro que les falta la debida esperiencia para reconocer ese nombre, pero osendo !u"re# el /egador, era de los que pisaban m"s 'uerte por 8illa anta ita+ /ero a uanera, que era la muer de osendo, las sobraba leos a todas+ e murió, señor, :+++;+
ntonces, Borges, ol. a sacar el cuc&illo corto y 'iloso :+++, 0n'asis agregado;+
rancisco eal, de all. que, como una especie de uglar o rapsoda, el ieo narrador, les &able de una 0poca heroica en que solo el uso de cuc&illo coraudo otorgaba el grado de mac&o respetado+ n segundo lugar, aparece el narratario orges, a quien seguramente el narrador conoce como escritor de '"bulas y por ello le quiere dar una lección de suspense y mostrarle el cristal de los orilleros antiguos4 /arece cuento, pero la &istoria de esa noc&e rar.sima :+++;+ =omo dice /rince4 “=iertos alores que deben ser de'endidos, ciertos equ.ocos que deben ser disipados :o mantenidos, agrego yo;, lo son '"cilmente por mediación de las interenciones dirigidas al narratario6 cuando es necesario poner de reliee la importancia de una serie de acontecimientos, tranquili#ar o inquietar, usti'icar unas acciones o señalar lo arbitrario, todo esto puede &acerse gracias a las señales dirigidas al narratario”5+ ?e &ec&o, como u#ga la pragm"tica de la comunicación erbal cotidiana, los oyentes determinan el tema y las intenciones del discurso del &ablante+ s lo que earle y 7ustin nos &an &ec&o er con su teor.a de los actos de &abla (enunciación, intención del &ablante y acción a que se muee al oyente)+ /ero en literatura, en la medida en que no tiene in praesentia al lector, el autor se ale entonces de las pantallas o m"scaras (narrador y narratario) para in'luir sobre sus receptores+ o interesante es percibir qu0 competencias comunicatias pone en uego el narrador, impulsado por los narratarios+ n H, el narrador se muee in'luido por dos presencias4 una culta ( Borges, usted ) y una popular (el grupo que no tiene la debida esperiencia)+ 7nte los óenes, el narrador se da sus .n'ulas de conocedor, e*perimentado y guapo de'ensor del sur, de mantener la estirpe de maleo y &ombre duro y aliente, incluso, conquistador de mueres+ /or otro
lado, ante orges, de buen narrador, creador de suspenso, sorpresas y asombros+ stos dos tipos de narratarios orientan la moralidad y a2n las t0cnicas del relato+ 7unque no se describe el locus desde donde el narrador &ace su enunciación, suponemos, por el t.tulo, que el discurso se reali#a desde el cronotopo esquina, un t.pico espacio de auditorio popular, de tradición oral, de all. el caló empleado por el narrador+ eg2n atin4 “n el cronotopo art.stico literario tiene lugar la unión de los elementos espaciales y temporales en un todo inteligible y concreto+ l tiempo se condensa aqu., se comprime, se conierte en isible desde el punto de ista art.stico6 y el espacio, a su e#, se intensi'ica, penetra en el moimiento del tiempo, del argumento, de la &istoria”6+ /or el t.tulo del cuento, el lector sospec&a que es costumbre de este &ombre &ablar en la esquina ante un p2blico de óenes+ a &istoria se puede ubicar en los primeros años del siglo @@, 0poca de &istorias de gauc&os y compadritos en uenos 7ires+ Ao se olide que desde el espacio esquina, se &an contado, en todas las 0pocas y ciudades del mundo, las &istorias de la calle, alidas siempre del m"s t.pico de los lenguaes populares+ n la esquina, cruce y punto de encuentro de peatones, agamundos y ociosos, escenario natural de la tradición oral, nacen y se distribuyen, en una cl.nica maliciosa del rumor, todas las ersiones que ponen en aque y entredic&o las &istorias o'iciales de los personaes o grupos de poder, de tal manera que se conierte en una gran '"brica de imaginarios culturales+ in embargo, por muc&o que pensemos un relato escrito como testimonio de la tradición oral, ello resulta relatio, por lo que ser" meor utili#ar el concepto de oralitura, es decir, la oralidad atraesada por los ritos y argucias del lenguae escrito, como es el caso de estos relatos en los que &ablan miembros del maleae arrabalero+ a primera 'rase de H nos presenta a un narrador de una puntual competencia determinada por un &acer oral que participa del querer4 tiene la determinación de su oluntad de narrar6 el poder4 posee la o# en el espacio de la esquina, conoce el &abla lun'ardesca, cuenta con un auditorio6 por ieo y e*perimentado, tiene autoridad6 y el saber4 conoce per'ectamente todos los &ec&os, es el 2nico que tiene la erdad sobre cómo murió el =orralero (la uanera, testigo tambi0n, ya est" muerta4 “se me murió, señor”)+ Btra cosa es que qui#"s mienta y acomode la &istoria narrada por ciertas coneniencias de manipulación 0tica sobre la oluntad de los narratarios+ C7 m., tan luego &ablarme del 'inado >rancisco ealD Eo lo conoc., y eso que 0stos no eran sus barrios porque 0l sab.a tallar m"s bien por el Aorte, por esos laos de la laguna de Fuadalupe y la ater.a+
Ea de entrada, notamos que &ay una disputa de territorio entre los guapos del Aorte y los del ur, el t.pico cronotopo borgesiano en su l.nea de cuentos gauc&os+ l narrador es sureño+ >rancisco eal, apodado el =orralero, ino una e# a 'an'arronear con sus &ombres en los predios del ur, donde reinaba el guapo osendo !u"re#, el /egador, a quien todos los mo#os de la 8illa, incluido el narrador, admiraban y le copiaban “&asta el modo de escupir”+ l ur es un espacio imantado que atrapa a los compadritos, a2n a los del Aorte+ s all. donde, en una especie de prueba proppiana, e*perimentan su &eroicidad+ n este sentido, anota
Eo me &ab.a agenciado un cuc&illo6 tomamos para el lado del arroyo, despacio, igil"ndonos+ rancisco eal, responde con la cobard.a4 -Eo soy >rancisco eal, un &ombre del Aorte+ Eo soy >rancisco eal, que le dicen el =orralero+ :+++; 7ndan por a&. unos bolaceros diciendo que en estos andurriales &ay uno que tiene mentas de cuc&illero, y de malo, y que le dicen el /egador+ Luiero encontrarlo pa que me enseñe a m., que soy naides, lo que es un &ombre de corae y de ista+ a uanera, muer de osendo, entrega a su &ombre el cuc&illo para que se de'ienda4 -osendo, creo que lo est"s precisando+ /ero el /egador lan#a el arma por la entana &acia el arroyo, sale del almac0n y se a4 7garró el lado m"s oscuro, el del rancisco eal sale al campo, en plan de amor.os, con la uanera4 -GC8ayan abriendo canc&a, señores, que la lleo dormidaD ?io, y salieron sien con sien, como en la mareada del tango, como si los perdiera el tango+
l narrador est" 'urioso por la cobard.a de osendo y tambi0n porque 0l y los dem"s mo#os no &an sido capaces de responder a la &umillación que les &a in'ligido el =orralero, quien incluso, esa noc&e, se &a agenciado a la meor muer4 MLu0 iba a salir de esa basura sino nosotros, gritones pero blandos para el castigo, boca y atropellada no m"sN ent. despu0s que no, que el barrio cuanto m"s aporriao, m"s obligación de ser guapo+ MasuraN Ea otros autores &an estudiado la doble# "nica de muc&os personaes de orges+ Jnos prolongan a los otros+ l compadrito narrador termina lo que osendo, por su cobard.a, deó trunco, restaurando la &ombr.a deteriorada del ur+ 7l 'inal, con la muerte del =orralero se restablece el valor perdido, y las cosas uelen a la normalidad del ambiente &asta que una nuea riña desequilibre la balan#a+ osendo, al corregir la plana narratia a orges, encarna su continuador+ n las ra#ones que considera para responder al =orralero, el compadrito utili#a los argumentos que &a enido maneando la teor.a sico-sociológica de la iolencia y el modo de ser mac&ista latinoamericano, e*plicable en la 'rase “entre m"s aporriao, m"s obligación de ser guapo”+ l &ombre latinoamericano, perteneciente a pa.ses que &an iido repetidos ciclos de colonialismo, conertido en obeto productor y no en sueto de su propia e*istencia, encausa su resentimiento y su rabia, de un modo inconsciente, &acia miembros de sus propios grupos, con lo que se da lo que 7riel ?or'man llama violencia horizontal , opuesta a la violencia vertical eercida por los grupos de abao contra los sectores de poder+ er guapo, iolento o mac&ista comporta casi siempre una situación o un estado que el &ombre latinoamericano siente como una obligación o imperatio moral, seg2n se puede er en el cuento “l &ombre”, de !uan ul'o, o en “os olidados”, la pel.cula de uis uñuel, sobre la iolencia &ori#ontal me*icana+ ?ice ?or'man4 “stos personaes agreden a otro ser &umano, a eces un amigo, o un miembro de su propia 'amilia, otras eces a cualquiera que se les cruce por el camino4 su iolencia no tiene, para ellos, un claro sentido social, aunque la sociedad enaenante ibra como tras'ondo inisible de todos sus actos aparentemente gratuitos y triiales+ n la accidentalidad de su transcurrir, la eidencia es lo 2nico necesario+ a llamamos &ori#ontal porque luc&an entre s. seres que ocupan un mismo niel e*istencial de desamparo y de alienación4 m"quinas golpeadoras desat"ndose en contra de &ermanos que son tratados como enemigos”9+
s interesante obserar que orges titule el libro en el que incluye H, Historia universal de la infamia, olumen publicado, como ya anotamos, en 1935, uno de los años que con'orman en 7rgentina la llamada “?0cada in'ame”10 (aance del 'ascismo europeo, imposiciones comerciales desentaosas de Fran retaña a la econom.a gauc&a, recesión, gobierno militar, 'raudes electorales), lo que parece ser, a pesar del proerbial aleamiento de orges de la tem"tica pol.tica, un guiño tropológico malicioso a la &istoria de su pa.s+ n H, la in'amia estar.a e*presada en la conducta de &ombres que se matan a cuc&illo por ra#ones que parecen balad.es pero que, como ocurre en toda 7m0rica atina, pueden tener pro'undas ra.ces de tipo social+ n descampado, bao la noc&e estrellada y despu0s de &acerse la re'le*ión sobre el deber de ser guapo, se produce una elipsis temporal y 'uncional y el personae-narrador aparece de nueo en el baile4 =uado alcanc0 a oler, segu.a como si tal cosa el bailongo+ Haci0ndome el c&iquito, me entreer0 en el montón, y i que alguno de los nuestros &ab.a raado y que los norteños tangueaban unto con los dem"s+ 7l poco tiempo entra la uanera seguida de un >rancisco eal moribundo, con “una &erida uerte en el pec&o”+ a muer e*plica lo ocurrido4 ?io que luego de salir con el =orralero, se ueron a un campito, y que en eso cae un desconocido y lo llama como desesperado a pelear y le in'iere esa puñalada y que ella ura que no sabe qui0n es y que no es osendo+ ?e inmediato, los norteños señalan a la muer como a la autora de la puñalada y es entonces cuando el compadrito narrador la de'iende4 ->iens0n en las manos de esa muer+ MLu0 pulso ni qu0 cora#ón a a tener para claar una puñaladaN 72n m"s, socarronamente se burla de los norteños4 -MLui0n iba a soñar que el 'inao, que aseg2n dicen era malo en su barrio, uera a concluir de una manera tan bruta y en un lugar tan enteramente muerto como 0ste, ande no pasa nada, cuando no cae alguno de auera pa distrairnos y queda para la escupida despu0sN
7l escuc&arse el ruido de inetes -presencia de la polic.a-, el cad"er es lan#ado por la entana al arroyo rancisco eal, los escuc&as (los óenes sin e*periencia, orges) y, por supuesto, los lectores deducimos que la pelea &a sido parea, sin entaas+ l mismo relato de la uanera (poco con'iable, dado el car"cter oportunista de la muer, quien en una sola noc&e &a estado progresiamente con los tres m"s valientes, siempre bao la lu# del sol que m"s alumbraba en aquel ambiente de guapetones:osendo, el =orralero, el narrador) a'ian#ar.a esa ersión, aunque podr.amos pensar en las di'icultades de un &ombre que &ace el amor en una cuneta, en medio de la noc&e, para responder a un agresor encendido por la rabia+ l mismo =orralero, de &aber sido muerto a traición, &ubiera podido denunciarlo al regresar moribundo para que sus &ombres tomaran engan#a, pero no señala a nadie en particular y, antes por el contrario, con su silencio, parece reconocer el corae de quien le &a ganado en usta lid+ in embargo, lo que &acen y dicen los personaes lo sabemos por boca del matador, as. que es su ersión, seguramente acomodada a sus intereses+ n el segundo relato, “Historia de osendo !u"re#”, &ay dos narradores4 el primero -o# e*tra-&eterodieg0tica, continente, perteneciente al personae orges, que no participa en la &istoria que se cuenta-+ e trata de un orges 'icticio o autor implicado porque se menciona su pro'esión de escribir 'icciones+ ?el locus y tiempo en que este narrador se ubica, sabemos muy poco pues pronto cede la palabra al segundo narrador+ eemos el comien#o del relato4 er.an las once de la noc&e6 yo &ab.a entrado en el almac0n, que ahora es un bar, :+++, 0n'asis agregado; l sintagma “que a&ora es un bar” iene a ser la 2nica re'erencia al tiempo y espacio de la enunciación del personae orges+ a 'rase no dice que est0 &aciendo su discurso desde un bar sino que anuncia la ocurrencia de un cambio en las 'unciones del lugar, seguramente una alteración gen0rica de la iea
uenos 7ires4 la trans'ormación de los almacenes, antes r2sticos lugares de riñas y contratos de duelos, en bares, seguramente sitios m"s ciilistas y a tono con el aance del capital y la modernidad, m"s de c&arlas y conersación reposada que de en'rentamientos som"ticos+ llo nos &abla del paso del tiempo, de la desaparición de los duelos a cuc&illo, de una 0poca en que los grupos anómicos &an sido normali#ados por la sociedad ciil+ l mismo almac0n en el que orges se encuentra con osendo, dista ya muc&o del almac0n en que este pacta su primer duelo con el mo#o Farmendia+ n el lugar de la enunciación del relato, orges no &abla, solo &ace de narratario, pero de &ec&o, &ay un duelo entre la escritura, presente en el narratario silencioso, y la oralidad del /egador6 entre la ersión que &a sido contada “en una noela” y la ersión actual, en 'in, entre dos culturas, entre dos lenguaes+ ?ice osendo4 Usted no mentas, me conoce m"s que de pero usted me es conocdo , señor! oy osendo !u"re#+ l 'inado /aredes le &abr" &ablado de m.+ l ieo ten.a sus cosas6 le gustaba mentr , no para engañar, sino para diertir a la gente+ 7&ora que no tenemos nada que &acer, le oy a contar lo que de "eras ocurrió aquella noc&e+ a noc&e en que lo mataron al =orralero+ Usted# señor# ha $uesto el sucedido en una no"ela , que yo no estoy capacitado para apreciar, pero quiero que se$a la "erdad sobre esos nfundos + :n'asis agregado;
orges pasa as. a ser oyente de osendo+ E en la medida en que este conoce a su narratario como autor de 'icciones, el relato se orienta a enmendar la escritura, reataurando la 'ama lesionada, con la verdad + Kal situación se e*plica por las 'unciones que, seg2n /rince, desempeña el narratario4 “constituye un intermediario entre el narrador y el lector, ayuda a precisar el marco de la narración, sire para caracteri#ar al narrador, pone de reliee ciertos temas, &ace progresar la intriga, se conierte en el portao# moral de la obra”11+ n la narración de osendo, se presentan ciertas contradicciones en cuanto a las circunstancias que rodearon los &ec&os ocurridos con el =orralero+ /or el relato anterior (H), entendemos que orges no &a sabido la &istoria de la cobard.a de osendo por ?on Aicol"s /aredes sino por el propio matador de >rancisco eal+ /or supuesto, este &ec&o no descarta que orges &aya conocido una nuea ersión por boca de /aredes, siempre de mentas, nunca directamente por el implicado+ ?ada la poca cultura de osendo, este dice que la &istoria de su cobard.a &a sido puesta en una novela, es decir, los infundios que le debió
contar /aredes a orges+ ealmente se trata de un cuento aunque es posible que para osendo, la palabra novela sea un gen0rico de 'icción+ ?e cualquier 'orma, estas imprecisiones internas colaboran en la estructuración del relato, d"ndole un mayor enrai#amiento en la realidad pues se tiene en cuenta el estrato cultural de los personaes y la precariedad de la memoria+ "pidamente, el segundo narrador, osendo !u"re#, -o# intra-&omodieg0tica o meor, intra-autodieg0tica, contenida o de segundo orden, perteneciente a un personae protagonista- se lan#a a contarle a orges, “lo que de eras ocurrió aquella noc&e”+ E aunque osendo se e*cuse con la 'rase “en una noela, que yo no estoy capacitado para apreciar”, su relato eerce una 'uerte cr.tica 0tica sobre la narratia de orges al considerarla producto deinfundios, es decir, el autor no inestigó lo su'iciente en el conocimiento de los &ec&os para llegar al de veras, de"ndose llear por la ersión o'icial del cacique pol.tico don Aicol"s /aredes o por la del compadrito narrador de H+ ?e &ec&o, osendo ignora que nunca se obtendr" ese de veras de la realidad que se toma para crear la 'icción, o simplemente cumple el eterno papel &umano de querer imponer como erdad sus propios in'undios+ Koda literatura, m"s a2n, toda percepción de la realidad, esinfundio+ implemente pensamos que una percepción se alea de la realidad o de la erdad cuando no coincide con el estatuto ideológico que orienta y de'iende nuestros intereses, tome tal estatuto cualquier derrotero cultural concreto (religión, 'iloso'.a, &istoria, pol.tica, arte, literatura+++)+ ?e las ersiones que transmiten los compadritos narradores de H e H! sobre el episodio del reto del =orralero y su posterior muerte, se deducen arias posibilidades de verdad literaria, todas elusias y per'ectibles+ e podr.a aceptar que e'ectiamente osendo 'ue un cobarde o, por lo menos, e*teriormente as. quedó demostrado en la primera narración, aunque en sus adentros, como se io en H!, el compadrito &aya sido iluminado por la reelación de que no al.a la pena seguir aquella ida de matones enanecidos+ a &istoria de osendo !u"re#, en su propia boca, dea er que esa noc&e en que lo retó >rancisco eal, no 'ue realmente la cobard.a la que lo &i#o arroar el cuc&illo por la entana y dearse insultar, sino todo lo contrario, el alor y el corae para dear aquella ida de matones y braucones+ sa noc&e, osendo !u"re#, iluminado por la gracia, descubre la inautenticidad y 'alsedad de la ida que llea+ E si bien no se trata de la gracia cristiana o b.blica -como la tuo el 'ariseo aulo de Karso cuando, camino de ?amasco, ?ios le &i#o er que en lugar de perseguir a los apóstoles deb.a ser uno de ellos (m"s adelante, aulo ser" /ablo, uno de los m"s 'erientes apóstoles del cristianismo)-, muc&os personaes de orges ien ese momento de iluminación
y reelación tan importante en la e*istencia de un &ombre, &asta el punto de que si cerramos los oos y la mente ante ese rapto que solo se presenta una e#, seremos toda la ida unos engañados+ s, por eemplo, lo que en el cuento “iogra'.a de Kadeo sidoro =ru# (1OP9-1O$Q)”12, le ocurre al sargento =ru#, miembro de la polic.a rural que persigue a ierro, cuando decide dear de ser “perro gregario” para conertirse en lobo, pasarse al lado de >ierro y olerse gauc&o matrero (“pues no iba a consentir el delito de que se matara a un aliente”), que era realmente su erdadero destino, igual que aulo cuando se uele apóstol+ abemos del sentido arquet.pico que le da orges a la &istoria del mundo y el &ombre+ a &istoria en s. se reduce a unas cuantas met"'oras que e*presan estos arquetipos+ ?e all. aquella 'rase a'or.stica sobre la e*istencia de =ru#4 “=ualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento4 el momento en que el &ombre sabe para siempre qui0n es”13+ n H!, en el instante en que el =orralero lo reta a pelear, osendo percibe su erdadera esencia4 Aunca me &ab.an calentado las riñas, pero aquel domingo me dieron 'rancamente asco+ Lu0 les estar" pasando a esos animales, pens0, que se destro#an entre s.+ e e duplicado en el 'an'arrón >rancisco eal+ n ese botarate proocador me i como en un espeo y me dio ergRen#a+ ?espu0s de mostrar su condición de cobarde, osendo sale del almac0n y se a a la ep2blica Briental (Jruguay), en donde trabaa de carrero+ uego regresa a uenos 7ires y se a'inca en an Kelmo, que “&a sido siempre un barrio de orden”+ 7s., el compadrito a del loresta+ ra un #anón de mala muerte, que por suerte ya lo entubaron+ Eo siempre &e sido de opinión que nadie es qui0n para detener la marc&a del progreso+
n H!, es osendo el que a&ora le pasa una cuenta de cobro al compadrito narrador de “Hombre de la esquina osada, señal"ndolo como cobarde, al darle a >rancisco eal una muerte a traición4 Ao &ab.an dado las doce cuando los 'orasteros aparecieron+ Jno, que le dec.an el corralero y que lo mataron a traición esa misma noc&e, nos pagó a todos unas copas+ a muerte a traición es un &ec&o di'.cil de saber ciertamente, de manera que la a'irmación puede remitir a una treta -una especie de engan#a erbal contra Aicol"s /aredes o el compadrito matador del =orralero o el orges personae o autor-, o a un deseo de osendo de mitigar su propia conducta cobarde+ 7s., a todas estas, como lectores, seguimos &aci0ndonos la pregunta4 MLui0n dice la erdadN Morges, el narrador de H, osendo !u"re#, a uanera, ?on Aicol"s /aredesN E es esta ambigRedad o meor, plurisigni'icación, la que, a partir de la creación de mundos autónomos construidos en una relación de &eteronom.a entre lenguae y realidad, alida la creación literaria+ n H!, el cronotopo de la enunciación del relato o discurso de osendo, es el almac0n, entendi0ndolo como un establecimiento miscel"nico donde se enden abarrotes para llear y comidas y licores seridos+ er.an las once de la noc&e6 yo &ab.a entrado en el almac0n, que a&ora es un bar, en ol.ar y 8ene#uela+ ?esde un rincón el &ombre me c&istó+ ecu0rdese el almac0n en que los compadritos buscan camorra a !uan ?a&lmann en “l ur”+ l almac0n, m"s del sur que del norte, contiene un tiempo igualmente de tradición oral, de lengua &ablada, de con'rontación de opiniones y ersiones que sabotean las &istorias de autoridad+ l almac0n contiene una pragm"tica de &ablante y oyente tensionados -al igual que la esquina- por el c&oque de lo &eterog0neo, por la din"mica de los actos de &abla en los que a partir de la enunciación, la ilocución y la perlocución, se disparan los "nimos &acia la secuencia del duelo, ya sea este erbal o '.sico+ ?e &ec&o, con la presencia de orges en los actos de enunciación de ambos relatos, ya sea como personae-narratario o como autor impl.cito, se pone sobre la mesa una con'rontación entre la cultura quirogr"'ica (escrita) y la cultura oral o de tradición popular, pol0mica de'inida por el concepto de oralitura+ l otro cronotopo, com2n a los dos relatos estudiados y ya no perteneciente a la enunciación del discurso sino a la &istoria, es el salón donde ocurren los &ec&os con el =orralero y que en H es descrito de la siguiente manera4
os muc&ac&os est"bamos desde temprano en el salón de !ulia, que era un galpón de c&apas de cinc, entre el camino de Fauna y el
n “Historia de osendo !u"re#”, uis rala, un carpintero amigo de osendo, comenta de las mueres4 Jn &ombre que piensa cinco minutos seguidos en una muer no es un &ombre sino un marica+ obre la dueña del salón, el compadrito narrador de H, en un discurso que se desdobla impl.citamente en un sentido racista, dice que “aunque de &umilde color, era de lo m"s consciente y 'ormal”+ l espacio del baile ie un tiempo de retos, corae, duelos y muerte+ os que all. asisten, tienen alguna deuda pendiente con la polic.a, como se obsera cuando ante el anuncio de la llegada de la autoridad, se des&acen del cad"er del =orralero4 ra la polic.a+ Luien m"s, quien menos, todos tendr.an su ra#ón para no buscar ese trato, porque determinaron que lo meor era traspasar el muerto al arroyo+ n la presentación del =orralero, su muerte y posterior despoamiento y lan#amiento al arroyo, la cultura o literatura quirogr"'ica b.blica es detonada por una serie de similitudes o situaciones paródicas seguramente rayanas, para un cristiano, en lo &ere0tico, arte en el que orges &a mostrado ser un maestro inimitable+ ?e &ec&o, toda la literatura latinoamericana &a tenido como meta principal desconstruir los repertorios de la cultura europea y de otras latitudes (7sia, 7'rica, Aorteam0rica)+ eceptora de grandes aportes 'or"neos pero tambi0n .ctima de insoportables agresiones, 7m0rica atina &a iido, desde su propia 'undación -como lo &an mostrado >ernando Brti#1Q y 7ngel ama15-, un proceso de transculturación que pasa por las etapas de imposición de modelos y repertorios culturales 'or"neos (aculturación), p0rdida de rasgos culturales propios (deculturación) y creación de nueos modelos en los que la l.nea dominante &a sido el sincretismo (neoculturación)+ Jnas de esas 'ormas de desconstrucción de la cultura europea son, en el terreno de la literatura, la parodia y la carnaali#ación, e*plicables no solo como m0todos de creación art.stica (arti'icial) sino como elementos proeniente de la propia realidad latinoamericana, en la medida en que el sincretismo cultural es una e*periencia ital permanente y cotidiana de nuestras sociedades+ ?e ese proceso de parodi#ación y carnaali#ación, e*traen precisamente nuestras letras su permenente capacidad de reuenecimiento,
metodolog.a o perspectia di'.cil de asumir por los europeos, dado que ellos &an eercido el dominio de los modelos culturales+ obre este proceso de la parodi#ación de las culturas en orges, a'irma !ulio Brtega4 “s un espacio de 'icción -alimentado por la especulación de su doblae cr.tico- lo que descodi'ica el estatuto probatorio y 'inalista de la cultura que, adem"s, en orges son arias culturas, situadas en el mismo espacio plano de su conersión te*tual+ sa descodi'icación, que 'ractura la gram"tica de la cultura, que introduce en ella la discontinuidad, act2a tambi0n por reducciones paródicas, por inducciones analógicas, por equialencias y paradoas, desde una interrogación radical por la naturale#a imaginaria del conoc imiento &umano”16+ =uando >rancisco eal &ace su entrada al bailadero, recibe un tratamiento de Aa#areno4 l establecimiento ten.a muc&as aras de 'ondo, y lo arriaron como un cristo, casi de punta a punta, a pec&adas, a silbidos y a saliasos+ ?espu0s de salir con la uanera, el =orralero regresa moribundo, con una puñalada en el pec&o+ ecu0rdese la &erida de =risto en un costado+ Kendido de espaldas en el piso, >rancisco eal es atendido4 /ara la primera cura, una de las mueres truo caña y unos trapos quemados+ 7ntes de morir, pide que le tapen la cara4 7lguien le puso encima el c&ambergo negro, que era de copa alt.sima+ 7l anunciarse la polic.a con el ruido de los caballos, el cad"er, en una especie de levantamiento-descendimiento, es arroado por la entana del bailadero &acia el arroyo+ 7ntes, para que se complete la parodia cr.stica -el sacrilegio carnaalesco-, se reparten las pertenencias del di'unto4 o leantaron entre muc&os y de cuanto centao y cuanta #oncera ten.a, lo alieraron esas manos y alguno le &ac&ó un dedo para re'alarle el anillo+ =omo podemos constatarlo en “l ard.n de los senderos que se bi'urcan”, los personaes de orges pueden iir la posibilidad de arios tiempos, de m2ltiples aatares4 KsSui /en “=re.a en in'initas series de tiempos, en una red creciente y ertiginosa de tiempos diergentes, conergentes y paralelos+ sa trama de tiempos que se apro*iman, se bi'urcan, se cortan o que secularmente se ignoran,
abarca todas las posibilidades”17+ n uno de esos lances, osendo !u"re# 'ue un cobarde irredento y en otro tuo la gracia de erse como unbotarate provocador en el espeo del =orralero, alcan#ando el alor para salirse de aquella ida de cuc&illero+ n una oportunidad, el compadrito narrador de H es un aliente y, en otra, alguien que mata a traición+ n una, el =orralero muere a traición, y en otra, cae en un duelo pareo+ gualmente, orges, en un tiempo, cuenta infundios y, en otro, se acerca a laverdad +