Segunda Conferencia de Freud: Por la misma época en que Breuer ejercía con su paciente la talking cure, cure, Charcot había iniciado en Paris indagaciones sobre las histéricas del hospital Salpetriere, que darían por resultado la comprensión novedosa de la enfermedad. Charcot de quien fui discípulo entre 1885 y 1886 no se inclinaba a las concepciones psicológicas. En cambio su discípulo Pierre Janet intento penetrar con mayor profundidad en los procesos psíquicos de la histeria y nosotros seguimos su ejemplo cuando situamos la escisión anímica y la fragmentación de la personalidad en el centro de nuestra concepción. Según Janet la histeria es una forma de alteración degenerativa del sistema nervioso que se manifiesta mediante la endeblez (fragilidad) innata de la síntesis psíquica. Sostiene que los enfermos de histeria son desde el comienzo incapaces de cohesionar en una unidad la diversidad de los procesos anímicos y por eso se produce una disociación anímica. Desde mi óptica no encaja con la teoría de la endeblez anímica de los histéricos el hecho de que junto a los fenómenos de un rendimiento disminuido, se observa en ellos un incremento parcial de su productividad. Cuando continué con las indagaciones iniciadas por Breuer llegue a otro punto de vista acerca de la génesis de la disociación histérica (escisión de conciencia). Yo no partía como Janet de experimentos de laboratorio, sino de empeños terapéuticos. Cuando a pesar de mis esfuerzos solo conseguía poner en estado hipnótico a una fracc fracció ión n de mis mis enfer enfermo mos, s, reso resolv lvíí aban abando dona narr la hipn hipnos osis is e inic inicia iarr el trat tratam amie ient nto o catártico, orientándome por trabajar con su estado normal. Esto parecía algo sin sentido, ya que se planteaba la tarea de averiguar del enfermo algo que ni yo ni el mismo sabía. Entonces Entonces recordé un experimento experimento muy asombroso asombroso que yo había presenciado junto a Bernheim. Cuando había llegado con ellos a un punto en que aseveraban no saber nada mas, les aseguraba sin embargo que lo sabían y que solo debían decirlo. De esa manera conseguía sin emplear la hipnosis, averiguar de los enfermos todo lo necesario para restablecer el nexo entre las escenas patógenas olvidadas y los síntomas que estas habían dejado como secuela. De esta forma había corroborado que los recuerdos no estaban perdidos. Se encontraban en posesión del enfermo prontos a aflorar en asociación con lo sabido por el, pero alguna fuerza les impedía volverse concientes y los forzaba a permanecer inconcientes. Eliminar esas resistencias se había mostrado necesario para su restablecimiento. Las mismas fuerzas que hoy, como resistencia se oponían al hecho de hacer conciente lo olvidado olvidado tenían que aquellas aquellas las que en su momento momento produjeron produjeron ese olvido olvido y llevaron llevaron afuera de la conciencia las vivencias patógenas en cuestión. A este proceso lo llamé represión. represión. En todas estas vivencias estaba en juego el afloramiento de una moción de deseo que se encontraba en oposición a los demás deseos del individuo, probando ser inconciliable con las exigencias éticas y estéticas de la personalidad. Se habí habíaa desat desatad ado o un brev brevee conf confli licto cto y el final final de esa luch luchaa inte intern rnaa fue fue que que la repr repres esen enta taci ción ón que que acud acudía ía a la conc concie ienc ncia ia como como la port portad ador oraa de aque aquell dese deseo o
inconciliable sucumbió a la represión y fue olvidada y llevada afuera de la conciencia junto con los recuerdos relativos a ella. Entonces la inconciabilidad de esa representación con el yo del enfermo era el motivo de la represión. La aceptación de la moción de deseo inconciliable o la persistencia del conflicto habrían provocado un alto grado de displacer, por lo que este displacer era controlado por la represión, de esta forma probaba ser uno de los dispositivos que protegían a la personalidad anímica. Ahora ven que a diferencia de Janet no derivamos la escisión psíquica de una insuficiencia innata, sino que la explicamos por el conflicto de fuerzas anímicas en lucha. Vemos el resultado de una resistencia activa de cada uno de los dos agrupamientos psíquicos respecto del otro. La situación del conflicto psíquico es muy frecuente, un afán del yo por defenderse de recuerdos penosos se observa regularmente. Pero hacen falta todavía otras condiciones para que el conflicto tenga como consecuencia la disociación. Solo si ustedes desechan la hipnosis pueden notar las resistencias y represiones y formarse una representación certera del proceso patógeno. La hipnosis encubre a la resistencia. Mediante la indagación de los histéricos y otros neuróticos, llegamos a convencernos de que en ellos ha fracasado la represión de la idea asociada al deseo insoportable. Es cierto que la han llevado a fuera de la conciencia y del recuerdo, ahorrándose una gran suma de displacer, pero la moción de deseo reprimida perdura en lo inconciente, acechando la oportunidad de ser activada. Para luego enviar esta idea reprimida una formación sustitutiva dentro de la conciencia, desfigurada e irreconocible, a la que pronto se anudan las mismas sensaciones de displacer que uno creyó evitar mediante la represión. Esa formación sustitutiva de la idea reprimida (el síntoma) es inmune a los ataques del yo defensor, por lo que surge un padecer sin termino en el tiempo, un conflicto sin resolución. En el síntoma junto a la desfiguración, se comprueba una semejanza con la idea reprimida originariamente; los caminos por los cuales se consumó la formación sustitutiva pueden descubrirse en el curso del tratamiento psicoanalítico, por lo que es necesario para su restablecimiento que el síntoma sea llevado de vuelta por ese mismo camino hasta dar con la idea reprimida. Si lo reprimido es devuelto a la actividad anímica conciente, el conflicto psíquico generado que el enfermo quiso evitar puede tener con la guía de un medico un desenlace mejor que el que lo llevo a la represión. De esta forma la personalidad del enfermo puede ser convencida de que rechazó el deseo patógeno sin razón alguna y así aceptarlo total o parcialmente, o este deseo puede ser guiado a una meta superior y por eso sin objeciones (lo que se llama sublimación), o bien admitir que su desestimación es pertinente. Pero siempre este mecanismo automático y deficiente de la represión debe sustituirse por un juicio adverso; solo así se logra su gobierno conciente.