Universidad Surcolombiana Programa de Comunicación Social y Periodismo
Seminario de Teoría de la Comunicación II Prof.: Carlos Arturo Monje Álvarez
BAILÓN, Christian y MIGNOT, Xavier. La comunicación. Madrid, Cátedra, 1994. Cap. IV, pp. 69788
La pragmática pragmática de la comuni cación 1. ¿QUÉ ES? 1. 1. La pragmática de la comunicación es el sector menos desarrollado de la ciencia de la comunicación. Sus conceptos están más o menos definidos y sus métodos siguen siendo inciertos. Carece de teoría unitaria y, por supuesto, de modelo matemático. Sin embargo, se le asigna como objeto un conjunto de problemas muy importantes en la comunicación humana: Es en este respecto donde el proceso real de la comunicación humana puede ser tomado en consideración: el empleo de signos por personas en circunstancias y ambientes particulares, todo el problema del realismo (effectiveness) de Weaver. Estamos abocados a relegar en el nivel pragmático todas las cuestiones relativas al valor o a la utilidad de los mensajes, todas las cuestiones relativas al reconocimiento y a la interpretación de los signos; y asimismo los otros aspectos que consideramos psicológicos. Los conceptos de sentido para los asuntos particulares le pertenecen también; las asociaciones de los signos y de los referentes en la psíque individual, en tal o cual situación particular, son cuestiones pragmáticas semánticas (Cherry 1957: 242). 1.2. Entre los trabajos susceptibles de ser reagrupados bajo la denominación -investigaciones sobre la pragmática de la comunicación-, nos detendremos en los trabajos originales de un grupo de psiquiatras de Palo Alto, en California, tal como aparecen en el libro de Watzlawick, Helmick-Beavin & Jackson 1967). El modelo, progresivamente elaborado por los autores, se inspira a la vez en la cibernética y en la teoría general de los sistemas (en la media en que ésta se encuentra esbozada). Los autores, al ser psiquiatras, extraen preferentemente sus ilustraciones del campo de la psicoterapia. Para Jackson y sus colaboradores, la pragmática tiene por objeto el estudio de los efectos de la comunicación sobre el comportamiento. Le dan a la comunicación una definición muy extensa, en la que están incluidas todas las relaciones, verbales o no, entre un emisor y un receptor. Afirman explícitamente que, en su óptica, comunicación y comportamiento son términos prácticamente sinónimos. Con respecto al esquema canónico de la comunicación, privilegian las relaciones que se establecen entre emisor y receptor mediante mensajes. En su enfoque, los otros componentes del esquema sólo ocupan un lugar secundario: Además, no tenemos únicamente por objeto los efectos de un segmento de comunicación sobre el receptor, lo cual es, de manera general, el objeto de la pragmática, sino, algo inseparable: el efecto que tiene sobre el emisor la reacción del receptor. Quisiéramos, pues, poner menos énfasis en las relaciones del emisor (o del receptor) y del signo que en la relación que une a emisor y a receptor, en tanto que ésta se halla mediatizada por la comunicación (Waizlawick, Helmíck-Beavin & Jackson 1967: 40). Así se trataba lo que hoy en día llamamos interacción. 1.3. El postulado inicial de los psiquiatras de Palo Alto es que la comunicación obedece a ciertas reglas cuya existencia se hace evidente a causa de la redundancia, de la recurrencia de ciertos elementos en un proceso de interacción. Observadas en la comunicación normal, esas reglas son 1
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transgredidas en una comunicación patológica. Proporcionan la base de un cálculo de la comunicación para la cual los autores, por analogía con la teoría de los juegos, postulan la existencia. Tienen por objetivo construir un modelo que dé testimonio de esas reglas y de ese cálculo, a través de la observación de las redundancias, sin recurrir a justificaciones explícitas de los modelos de la interacción. El prototipo de este método es la posibilidad de reconstituir las reglas del juego de ajedrez únicamente con la observación, sin interrogar a los jugadores a propósito de los motivos de sus jugadas. En esta perspectiva, lo psíquico es considerado como una caja negra (black box): un dispositivo sellado en un recinto opaco y, por lo tanto, inaccesible a la observación directa). El interés está centrado menos en los procesos intrapsíquicos, como muchos objetos de hipótesis inverificables, que en la función de esta caja negra en el sistema más amplio de la interacción humana. La cuestión del sentido es apartada como objetivamente imposible de decidir, dado el marco escogido. Los psiquiatras de Palo Alto se limitan igualmente a la búsqueda de un modelo sincrónico bic ec nunc más que la de un sentido simbólico de motivaciones o de causas extraaidas del pasado (Watzlawick, Heimick-Beavin & Jackson 1967: 40). Todo recurso subjetivo al pasado desaparece ante la relación actual. La búsqueda de las causas del comportamiento aparece, desde este punto de vista, como algo difícil, si no imposible. El modelo de explicación se basa más en el análisis de los efectos que en la búsqueda de las causas: Cuando la causa de un segmento del comportamiento permanece oscura, preguntarse por su finalidad puede, no obstante, proporcionar una respuesta válida (Watzlawick, Helmick-Beavin & Jackson 1967: 41). 1.4. El tipo de enfoque sugerido por Jackson y sus colaboradores posee otras dos características. Resulta difícil atribuir un principio y un fin a los procesos de comunicación, ya que éstos son sistemas retroactivos. Cada actor es, a su vez, emisor y receptor. Todo comportamiento es a la vez reacción respecto del precedente e inductor del siguiente. La circularidad es una propiedad fundamental de los modelos de comunicación. Cualquier explicación causal lineal debe ser rechazada, Además, en el marco de las investigaciones en comunicación, lo normal y lo patológico se convierten en nociones relativas. Cualquier segmento de comunicación puede ser comprendido únicamente en su contexto. Normalidad y anormalidad aparecen menos como atributos individuales que corno características de los procesos de interacción. Un comportamiento llamado patológico debe ser percibido como una reacción apropiada en una situación dada. 1.5. Precisado así su enfoque, los psiquiatras de Palo Alto deducen lo que llaman axiomas el cálculo de la comunicación. El primero de ellos consiste en la imposibilidad de no comunicar. Esta afirmación es comprensible en la medida en que comunicación y comportamiento son presentados como sinónimos. «El comportamiento no tiene contrario. Es, pues, imposible, no tener comportamiento: Por lo tanto, si admitimos que, en una interacción, todo comportamiento posee el valor de un mensaje, es decir, que es una comunicación, se deduce que no se puede no comunicar, quiérase o no (Watzlawick, Helmick-Beavin & Jackson 1967.46) El segundo axioma distingue dos niveles de comunicación, el del contenido y el de la relación. El contenido de una comunicación es el mensaje, la información transmitida. La relación es definida por la participación y por el comportamiento de los miembros. Proporciona indicaciones a propósito de la manera en la que el mensaje debe ser comprendido. En informática se habla de índice y de orden. Los índices están constituidos por el conjunto de los datos que hay que tratar. Las órdenes indican la manera en la que los índices deben ser tratados. 2
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El tercer axioma constata que cada actor, en un proceso de interacción, puntúa la secuencia de los hechos, estructura los acontecimientos a su manera. Estas estructuraciones pueden ser congruentes o discordantes. Las discusiones caseras de pareja proporcionan una buena ilustración de puntuaciones divergentes. Marido y mujer se acusan entre sí de haber comenzado y cada uno define su propio comportamiento como una simple reacción frente al del otro. El cuarto axioma distingue dos modelos de comunicación, el digital y el analógico. La comunicación digital utiliza unidades discretas, la analógica una materia continua. Las unidades discretas pueden ser totalmente arbitrarias con relación a lo que significan; el modo analógico significa siempre mediante un parecido con la cosa significada. Podríamos decir que es metafórico. Al contrario del modo digital, el analógico no conoce las funciones lógicas de negación, de disyunción, de implicación. Solo puede utilizar la conjunción. Jackson y sus colaboradores establecen relaciones entre el segundo y el cuarto axioma: Si recordamos que toda comunicación posee dos aspectos, contenido y relación, podemos esperarnos que los dos modos de comunicación en todo mensaje no solamente coexistan, sino también que se completen. Con toda probabilidad, el contenido será transmitido en modo digital, mientras que la relación será esencialmente de naturaleza analógica (Watzlawick, Heimick-Beavin & Jackson 1967: 61). El quinto axioma define dos tipos principales de interacción, la simétrica y la complementaria. La primera tiene por base la igualdad de los miembros y, la segunda, su diferencia. Los dos tipos pueden alternar en una misma interacción. A cada uno de los axiomas le corresponden trastornos que vuelven patológica la comunicación. No entraremos en los detalles de estos problemas. Ya ha sido ofrecido un ejemplo de puntuaciones diferentes de la secuencia de los hechos e imaginaremos fácilmente otras dificultades: el paso de lo analógico a lo digital puede dar lugar a errores de traducción; la interacción simétrica puede conducir a una escalada sin fin; el rechazo o la denegación de las definiciones que los miembros se dan de su relación y de ellos mismos puede conducir a la impermeabilidad recíproca, etcétera.
2. EL RECURSO A LA TEORÍA GENERAL DE LOS SISTEMAS 2. 1. Para los psiquiatras de Palo Alto, la interacción -que consiste en una serie de mensajes intercambiados- puede ser considerada como un sistema, lo que permite estudiarla, como tal, en la perspectiva de la teoría general de los sistemas fundada por Bertalanffy, Boulding & Rapoport (1967). Un sistema puede ser definido de manera general -y, de hecho, muy clásica: ‘un conjunto en el que todo encaja’, según la expresión de Antoine Meillet- como: ‘un conjunto de objetos que corren parejas con las relaciones entre los objetos y sus atributos’ (Buckley 1968: 81). En una interacción humana, los objetos o elementos del sistema son los individuos en interacción y los atributos pertinentes son sus comportamientos de comunicación. Sus atributos intrapsíquicos son puestos entre paréntesis. 2.2. La interacción humana posee las características de Los sistemas abiertos, que contrariamente a los sistemas cerrados, intercambian materia, energía o información con su entorno. El entorno de un sistema es definido como sigue: Para un sistema dado, el entorno está constituido por el conjunto de todos los objetos que son tales que una variación en sus atributos afecta al sistema y, asimismo, de todos los objetos cuyos atributos pueden ser afectados por el comportamiento del sistema (Buckley 1968:83).
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Los autores reconocen que es difícil determinar qué forma parte del sistema y qué del entorno, como mucho, es el interés del investigador quien proporciona el criterio de decisión. Teóricamente, un sistema puede siempre ser descompuesto en subsistemas y formar parte de un sistema más amplio. Las principales características de los sistemas abiertos aplicables a la interacción humana son la totalidad, la retroacción y la equifinalidad. La totalidad es lo contrario de la adicionabílidad. Señala la interdependencia de los elementos del sistema. Esta interdependencia puede ser más o menos grande y la totalidad se evalúa en términos de grados. Un sistema sigue un proceso de desagregación cuando evoluciona desde la totalidad hacia una adícionabilidad más grande y un proceso de sistematización cuando evoluciona en sentido inverso. La retroacción es el mecanismo que permite a un sistema ajustar su comportamiento en función de sus comportamientos anteriores, a condición de que estos sean introducidos de nuevo como entradas (inputs) en el sistema. Es negativa cuando trata de reducir la separación existente entre el comportamiento en una normativa fijada de antemano. Es positiva cuando la información introducida nuevamente orienta el sistema hacia una amplificación en la dirección de sus salidas ( outputs) anteriores. La equifinidad es el principio que define el tipo de estabilidad alcanzado por los sistemas abiertos. El estado de equilibrio de los sistemas cerrados está enteramente determinado por las condiciones iniciales. Por el contrario, la relativa estabilidad de los sistemas abiertos en un momento dado depende de los parámetros del sistema en ese momento, y no de las condiciones iniciales. Esto significa que las mismas causas pueden tener consecuencias diferentes e, inversamente, que los mismos efectos pueden tener orígenes diversos.
3. ASPECTOS FUERTES Y DEBILIDADES 3.1. El análisis detallado de la obra de Edward Albee ¿Quién teme a Virginia Woolf ? y las numerosas aplicaciones a la psicopatología ilustran la fecundidad del enfoque de los psiquiatras de Palo Alto. En su estado actual, presenta no obstante algunas lagunas, las más importantes de las cuales son de orden metodológico. Los autores hacen brillantes análisis de los ejemplos que dan, proporcionando de esta manera buenas ilustraciones de su modelo teórico. Los principios básicos de su método son: búsqueda de los efectos, circularidad del modelo, etc. Pero explicitan poco este modelo. ¿Cómo, entre otras cosas, determinan la función de tal o de cual elemento en el sistema? ¿Cómo interpretan los datos lingüísticos, paralingütstícos y extralingüísticos? Sus ejemplos dan la impresión de que se trata de un método clínico aún poco sistematizado desde el punto de vista retórico. Al menos, las raras indicaciones que proporcionan lo vuelven difícilmente reproducible. 3.2. Se puede pensar que al modelo elaborado por ellos le falta una base semántica sólida. Si bien rechazan la cuestión del sentido como ‘objetivamente indecidible’ en el marco de su enfoque, la introducen de nuevo en cierto modo al distinguir dos niveles de comunicación. Su definición de la relación como ‘la manera como debe oírse un mensaje’ se parece mucho al modo de donación del objeto del lógico Gottlob Frege. Los autores afirman que ‘en la relación, los individuos no comunican sobre los hechos exteriores a su relación, sino que se ofrecen mutuamente definiciones de esta relación y, por implicación, de ellos mismos’ (Watzlawick, Helmick-Beavin & Jackson 1967: 83). En la relación, los problemas de significación y de sentido no pueden, pues, ser evitados. En su análisis de la obra de Albee, los autores recurren, de hecho, en varias ocasiones al sentido que reviste un mensaje para uno u otro de los miembros de la interacción. ‘La risa parece significar la interacción, existe de esta manera un efecto homeostático, estabilizador’. ‘Se puede ver en el buen humor de Marthe y en sus risitas la expresión de una especie de tranquilización pura y simple, pero existe también el placer casi sensual del juego 4
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bien jugado, un placer que los dos comparten’ (Watzlawick, Helmick-Beavin & Jackson 1967: 162 y 171). El ‘sentido’ que los autores quieren dejar fuera de su marco de referencia es, parece ser, el de las motivaciones personales, el de las justificaciones subjetivas y el de cualquier causa de comportamiento originado en la historia personal del sujeto. Pero en el análisis de una interacción hic et nunc, su explicación hace referencia a la manera cómo el mensaje es comprendido, es decir, en cierto modo, al sentido. Esta referencia se beneficiaría si pudiese apoyarse en una teoría semántica explícita. 3.3. Finalmente, la sinonimia establecida entre comunicación y comportamiento es quizás abusiva. Los fenómenos de comunicación poseen ciertas características que los distinguen de los otros tipos de comportamiento o de intercambio. La transmisión de signos o de símbolos debe diferenciarse del intercambio de bienes y de la transferencia de energía, incluso si estos últimos pueden implicar a la primera. Ciertos gestos corporales son señales, otros no. Una patada es más un gasto de energía, incluso si puede ser significativa del estado psíquico del que la da. Sin duda los psiquiatras de Palo Alto no confunden estos dos tipos de comportamiento, pero su fórmula ‘Comunicación y comportamiento son términos sinónimos’ lleva a confusión. En resumen el marco teórico que proponen constituye un modelo de análisis interesante y estimulante para las investigaciones sobre la pragmática de la comunicación humana. A pesar de que su enfoque adolece de algunas imprecisiones conceptuales y de algunas insuficiencias metodológicas, tiene el mérito de enfrentarse con uno de los sectores más complejos y menos desarrollados de la ciencia de la comunicación.
CONCLUSIÓN A PROPOSITO DE LAS TEORÍAS EVOCADAS Es posible que pueda pensarse que esta presentación de los principales conceptos y métodos relacionados con la teoría de la información, de la semiología de la comunicación y de la pragmática de la comunicación ha sido demasiado rápida. Una visión tan esquelética podría enmascarar tanto la riqueza de cada teoría como sus aplicaciones. Pero nuestra intención no era la de presentar exposiciones detalladas. Hemos querido simplemente mostrar la complejidad de los fenómenos de comunicación y la multiplicidad correlativa de los posibles enfoques, interrogamos sobre el valor heurístíco de estas teorías en lingüística y sobre su aportación a nuestro campo de estudio, que es la comunicación lingüística humana y, por consiguiente, la noción de inteligibilidad, La teoría estadística de la información ha sido creada por ingenieros en telecomunicaciones y matemáticos. Su objeto son los problemas de codificación y de transferencia de la información con el mejor rendimiento y al menor costo posibles. Su enfoque es esencialmente estadístico. La semiología de la comunicación ha sido creada por lingüistas y su interés son las relaciones entre señales y mensajes. Surgida en una cierta época de la lingüística, su enfoque es estructuralista y funcionalista. La teoría pragmática presentada ha sido elaborada por psiquiatras. Estudia las relaciones emisor-receptor mediatizadas por el mensaje. Su enfoque está influido por la cibernética, por la teoría general de los sistemas y por las matemáticas. Cada teoría ha definido sus conceptos y sus métodos en función de su campo de interés. Las aplicaciones en el exterior de ese campo deben ser hechas con prudencia y piden a veces ajustes difíciles. Todas tienen por objeto los fenómenos de comunicación. Si bien cada una de ellas privilegia el estudio de tal o cual relación, de tal o cual aspecto, puede ocasionalmente ocuparse de las otras. El hecho de que la semiología se ocupe prioritariamente de las relaciones entre mensajes y señales no le impide considerar a veces la naturaleza del canal y su influencia en la estructuración y en el funcionamiento de los códigos. El que la pragmática estudie las relaciones entre emisor y receptor no 5
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le prohíbe tomar en consideración las dificultades de transmisión. Estas pequeñas incursiones están, no obstante, condicionadas por su tipo de enfoque particular. Las diferentes teorías de la comunicación se hacen asimismo préstamos recíprocos. El estudio de los mecanismos de economía de los códigos semiológicos debe mucho a los descubrimientos de las teorías de la información. La redundancia es un concepto útil para las tres teorías a la vez. Se podrían citar otros muchos casos. La historia de la ciencia, de hecho, rebosa de ejemplos en los que los préstamos de una disciplina a otra han dado excelentes resultados. Muestra también muchos mimetismos estériles, de problemas mal planteados, de modos terminológicos que sólo sirven para formular de nuevo las mismas conclusiones en un lenguaje diferente. Las disciplinas científicas no deben ser herméticas. Como decía Hegel, en última instancia la verdad está en el todo. Pero el préstamo de los modelos de una a la otra sólo puede hacerse con legitimidad si las condiciones de aplicación son comparables y satisfacen las mismas exigencias. Sólo es provechoso en la medida en que permite un enfoque renovado de los viejos problemas.
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