traducció ión de CARLOS RAFAEL LUIS
SISTEMATIZACION COGNOSCITIVA po por NICH ICHOLAS OLAS RESCHER
sigo ventiuno ecfitores MÉXICO ESPAÑA AR ARGENT ENTINA INA COLOMBIA
siglo veintiuno editores» sa
CERR CERRO O D a AG UA 248. 248. MEXICO 20. 20. O .f
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C/PLAZA 5. MADRID 33. ÍSP Afi A
siglo veintiuno argentina editores, sa siglo17.73veintiuno de Colombia, itda AV. 5o. 17.73 PRIMER PRIMER PISO. BOGOTA BO GOTA.. O.E. COtOMBÍ COtO MBÍA A
portada de anhelo hemández primera edición en español, 1981 © siglo siglo xxi editores, editores, s. s. a. a. ISBN 968-23-1055-3 primera edición en inglés, 1979 © basil blackwell 1979 título origina orig inal: l: cognitive systematizatio systematization. n. a systems-theore systems-theoretic tic approac app roach h to a coherentist theory of knowledge derechos reservados conforme a la ley impreso y hecho en méxico/printed and made mad e in mexico
ÍNDICE
PREFACIO
13
INTRODUCCIÓN
15
1. TRASFONDO HISTÓRICO El concepto de sistematización, 15; La teoría de los sistemas cog noscitivos, 21; El aspecto sistemático del concepto de sistema, 27; La sistematicidad de “la verdad”, 31; La sistematicidad como marca de calidad de lo científico, 33; Perspectivismo, 37
2. EL PROPÓSIT PROPÓSITO O DÉ DÉ LA SISTEMATIZACIÓN SISTEMATIZACIÓN DEL CONOCIMIENTO: EL CONTROL DE CALIDAD DE LO QUE PRETENDEMOS CONOCER
41
Introducción, 41; Las funciones de la sistematización, 44; La in versión hegeliana, 48; Ramificaciones metafísicas de la inversión hegeliana, 51
3. FORMAS ALTERNATIVAS DE LA SISTEMATIZACIÓN DEL CONOCIMIEN TO: FUNDACIONALISMO VS. COHERENTISMO
54
Introducción, 54; Sistematización jerárquica, 55; Sistematización cíclica, 59; Fundamentalísmo v s, coherentismo y la “inversión hegeliana”, 66; Algo más acerca del fundamentalísmo, 69; Difi cultades del fundamentalísmo, 70
4. VENTAJAS DEL ENFOQUE ENF OQUE DE RED RED
73
El colapso del enfoque euclideano en la sistematización matemá tica, 73; Integridad justificatoria, 76
5. EL COHERENTISMO Y EL PAPEL DE LA SISTEMATICIDAD COMO PA TRÓN DE PRESUNCIÓN
80
El enfoque coherentista de la investigación, 80; Los mecanismos de análisis de coherencia, 82; La oposición entre fundamentalismo y coherentismo, 87; 87; El E l coherentismo como concepción, del conocimiento conocimiento como creencia creencia verdadera, justificada, 90; 90; L a segu ridad del coherentismo en cuanto a los principios regulativos de plausibilidad y presunción, 92 6. COHERENT COHERENTISMO, ISMO, INDUCCIÓN INDUCC IÓN
Y SISTEMATIZACIÓN CIENTIFICA CIEN TIFICA
El coherentismo coherentismo como marco delrazonamiento del razonamiento científico, 97;
97
Cómo el enfoque coherentista puede validar inferencias induc tivas, 102
7. LEGITIMACIÓN DEL ENFOQUE COHERENTISTA DE SISTEMATIZACIÓN COGNOSCITIVA
106
¿Cómo se puede evaluar la adecuación de un sistema cognitivo? El “argumento de la rueda” y el giro metodológico, 106; Con troles troles teóricos: teóricos: autocorrec ción y autoverificac ión, 109; ¿Hay vicio de circularidad en la "Acrrocorrección” y "AUTOverificación”?, 114; Controles aplicativos: validación pragmática, 116; Validación me diante cierre de ciclos, 118: La dimensión evolutiva del desarrollo de sistemas, 123; La contingencia de los principios que gobier nan la sistematización, 128; Una dificultad íesidual, 131 CARÁCTER. R. DE SISTEMATI SIST EMATICIDA CIDAD D 8. EL CARÁCTE
133
Sistematicidad cognoscitiva v e r s u s sistematicidad ontológica, 133; La relación entre la sistematicidad cognoscitiva y ontológica, 134; El carácter regulativo/metodológico de la sistematicidad cognoscitiva, 138; La sistematicidad ontológica como precondición causal de la investigación, in vestigación, 139; La L a sistematicidad sistemati cidad cognosci tiva como indicador de la sistematicidad ontológica, 143; La le gitimación de la sistematicidad como ideal regulativo de la investigación, 146 SIS TEMATIZACIÓN ZACIÓN COGNOSCITIVA. I. CUESTIONES CUESTIONES 9. LÍMITES DE LA SISTEMATI DE LA COMPLECIÓN EROTÉTICA
148
L a no sistem sistema atizabilidad, 148; E l conocimiento conocimiento y su dinámica: una un a crítica del modelo de exploración geográfica, 149; Las pregun tas y su posibilidad, 154; El progreso cognoscitivo y la dinámica de .las preguntas, 158; Compleción cognoscitiva: compleción por respues respuesta ta a preguntas (o “erotét “ erotética”), ica”), 161 161;; E l problem prob lema a de las preguntas irrespondibles: dos tipos muy diferentes de limites cognoscitivos, 164; Preguntas esenciales, 167; El carácter de incompletable de “nuestro conocimiento”, 172 LÍMITES DE LA SISTEMATIZAC SIST EMATIZACION ION COGNOSCITIVA. 13. CUESTIONES 10. LÍMITES DE COMPLECIÓN EXPLICATIVA
174
Los dos sentidos de la “compleción explicativa”: comprehensividad da d y finali fin alida dad, d, 174; ¿S ¿Se e pued pu ede e alcanzar la comprehensividad?, comprehensividad?, 175; ¿Es ¿Es alcanzable la compleción (de finalidad)? finali dad)? El aspect aspecto o di námico de nuestro nues tro conocimiento, 178;L a comprehensividad comprehensividad de la ciencia y su autonomía, 182 11. LÍMITES DE LA SISTEMATIZACIÓNCOGN SISTEMATIZACIÓNCOGNOSCITIVA OSCITIVA.. III. II I. DE CONSISTENCIA
PROBLEMAS
L a imp osibilida osib ilidad d de d e sistema sistematiz tizar, ar, 184 184; La~ incompleción incompleci ón más la inconsecuencia puede dar como resultado la inconsistencia, 187;
184
L a sobrecomprehensividad: inconsiste inconsistencia ncia po r (sobre) (sobre ) comp comp ensación ensación de la indecisión explicativa, 193; ¿Puede la inconsistencia ser to lerada en algún caso?, 195; La inconsistencia radica en la urgen cia de sistematicidad, 199; Conclusión, 201
12. METASISTEMÁTICA DEL CONOCIMIENTO; LA MORFOLOGÍA DE LOS SISTEMAS COGNOSCITIVOS Idea de la metasistemática del conocimiento, 203; La taxonomía del conocimiento, 205; El ordenamiento lineal de las ciencias, 208; La concepción jerárquica de la taxonomía cognoscitiva y sus dificultades, 210; La proliferación taxonómica en la mor fología cognoscitiva, 212; Formas arquitectónicas no jerárqui cas, 218; Desarrollo científico y complejización taxonómica, 222; Morfología escatológica, 226; La nnidad de la ciencia, 227
203
QUINE
PREFACIO
Este libro tiene origen en mi obra anterior The Coherence Theory of Truth (Oxford (Ox ford , Th T h e Glarendon Pre Press ss,, 197 1973). A l reflexionar sobre consideraciones en torno a la coherencia, se me hizo evidente que el concepto de sistema y el ideal de sistematización del conocimiento merecían un examen más estricto. Algunos aspectos de la cuestión del sistema en nuestro conocimiento científico fueron examinados en mi libro Methodological Pragmatisni (O x ford fo rd , Basil Blackwel Blac kwell, l, 1977 1977); ); en est estee ensayo ensayo me propongo extender y desarrollar varias de las líneas de pensamiento tratadas sólo brevemente en aquella ocasión. De este modo el libro logra tensar los hilos que unen los elementos coherentistas y pragmatistas de mi enfoque de la teoría del conocimiento. En particular, el libro establece una fusión más estrecha entre el coherentismo de The Coherence Theory of Truth (que (qu e reaparece aquí en los capítulos capítulos 35 35), ), el pragmatismo evolucionarlo de Methodological Pragmatism (que reaparece aquí en los capítulos 78) y la futurística cognoscitiva de (O xfor ord, d, Basil Blackwell, 19 1978) (retomada Scientific Progress (Oxf en los capítulos 8 y 9). En estos libros anteriores la idea de sistema estaba subyacente, aquí emerge a un primer plano de explícita consideración. Partes del libro fueron esbozadas en el período 197374, con un subsidio de investigación otorgado por la National Research Founda Fou ndation tion (GS3 (GS378 7883 83)) para realizar un estudio estudio sobre sobre “ Una Un a teoría coherente coherente de la inferencia inductiva” . El proyecto fue continuado con un subsidio del American Council o£ Leamed Societies en apoyo de un trabajo en Oxford sobre “La teoría del conocimiento de los idealistas ingleses”. Estoy muy agradecido a estas instituciones por su ayuda. Lo sustancial del libro fue presentado en una serie de conferencias durante mi semestre de 1977 en el Trinity College para la Schoól of Litterae Humaniores de la Universidad de Oxford, por gentil invitación de la subfacultad de filosofía. Quiero expresar mi reconocimiento también al Corpus Christi College por su gentileza y hospitalidad y por el apoyo académico brin-
dado durante mi permanencia en Oxford, en esta ocasión y en muchas otras anteriores. MÍ agradecimiento a Cynthia Freeland y Jay Garfield por la lectura del manuscrito y por sus útiles sugerencias para me jorar jor arlo. lo. Agra Ag radez dezco co también tam bién a Ka Kath thle leen en R ezni ez nik k y V irgi ir gin n ia Chestek por la versión mecanografiada y sus muchas revisiones, hechas con paciencia y competencia. Por último, una observación terminológica* He adoptado la convención arbitraria de hablar de "justificación” específicamente en el contexto de los temas cognoscitivos particulares (tesis sostenidas, presunciones, creencias, argumentos, etc.). En un nivel de generalidad superior, donde entran en consideración tipos tip os o grupos ampli am plios os de eso esoss tema temass (es decir, dec ir, tipos de p rin n cip ci p io s de razoargumentos, sistemas de creencias, doctrinas, pri namie namientos ntos,, etc.), etc.), hablo de "valid ación aci ón”” . Finalmente, en el nivel nive l más general aún de los métodos, procedimientos, estándares, etc etc., hablo de “ legitim ación” ación ” . M e pareció demasiad demasiado o monótono usar el mismo término a lo largo de toda la obra y, quizá, demasiado confuso cambiar camb iar de términos término s al azar azar.. (Pien (P ienso so que, hecha la advertencia sobre esta convención, difícilmente puedan producirse confusiones.) Pittsburgh, noviembre de 1977
Este libro es un estudio que se encuadra en la epistemología de sistemas; a decir verdad, es una incursión en el campo de la metasistemática del conocimiento : el análisis sistemático del conocimiento acerca del conocimiento. Intenta examinar el aspecto sistemático de nuestro conocimiento y mostrar por qué —y cómo— ese aspecto constituye uno de sus rasgos cruciales. 4 Hace mucho que los filósofos han reconocido el carácter central de la sistematización en la teoría del conocimiento. En la Critica de la razón pura, Kant caracteriza “el arte de construir sistemas” como arquitectónico , y esa empresa cumple un papel prominente a lo largo de esa obra monumental. Todo un capítulo de la Critica ( “ Doctrina Doctrin a trasce trascende ndenta ntall del método” méto do” ) es está dedicada a explorar en detalle ese cometido. Para Hegel y su escuela —én especial los neohegelianos ingleses— el sistema no es sólo un aspecto importante, sino el rasgo característico de de nuestro conocimiento. El presente estudio de la sistematización se sitúa dentro del marco de referencia de ese amplio reclamo histórico en favor de ella. El objetivo de este libro es investigar el alcance de posiciones relativas a la sistematización del conocimiento planteadas en el siguiente grupo de preguntas: ¿Por qué es importante que desarrollemos en forma sistemática nues p u n to clave de tro conocimiento acerca del mundo: cuál es el pu la sistematización en el terreno del conocimiento? ¿Cómo contribuye la sistematización del conocimiento a la búsqueda de la verdad? ¿Cuáles son las modalidades y métodos principales de la sistematización cognoscitiva? ¿Qué consideraciones legitiman los principios y los procedimientos de esa sistematización? ¿Tiene base ontológica la sistematización de nuestro conocimiento o es sólo una posición epistemológica? La tesis que se defiende aquí pertenece al enfoque epistemológico caracterizado por lo general como coherentismo, asociado —en —en particula part icular— r— con la escuela escuela neohegelian neoh egeliana a de O xfo xf o rd que inauguró inau guró T . H. Oreen en la década de 18 1870. El E l pensamiento conductor de esta doctrina es la idea de que la sistematización no es simplemente un modo de organizar nuestro conocimiento,
sino —fundamentalmente— un pa trón tr ón de criterio para determinar qué es lo que en realidad sabemos. Una afirmación de primaria importancia es la racionalización de la perspectiva de los sistematistas en cuanto a la validación racional de lo que pretendemos conocer. P o r lo l o demás, demás, se se argumentará argumen tará — —en una vena ven a acentuadamente pragmática— que el brillante éxito de la ciencia natural en su tradicional tarea de explicar, predecir y controlar la naturaleza proporciona un importante motivo de defensa de su enfoque sistematizante de la metodología del conocimiento. El punto culminante hacia el cual se mueve —lenta pero seguramente— toda la discusión está dado por un problema particularmente inquietante: el tema de la pregunta de si pueden aparecer circunstancias que obstaculicen con límites insuperables nuestros esfuerzos de sistematización del conocimiento. No anticiparé aquí ninguna respuesta; sólo menciono este punto para dar al lector una visión previa de la tendencia general de la discusión. Es evidente, ya en una visión superficial, que estos problemas relacionados con la sistematización plantean importantes cuestiones epistemológicas. No obstante, parece ser que ninguna obra publicada en este siglo aporta un tratamiento sustancial de esto estoss tem temas. as. A pesar de de la creciente divulg d ivulgación ación,, dentro den tro del campo filosófico, del pensamiento orientado a la sistematización el tema de la epistemología de sistemas continúa aún sin recibir digna atención. El objetivo de este libro es avanzar algún tramo en el camino de la solución de esta grave carencia.
SINOPSIS
i ] Esbozo Esbozo del origen origen y desarrollo desarrollo del del concepto de siste sistem ma en la Ant A ntiigüedad clásica. Después del Renacimiento la idea empezó a ser aplicada con preeminencia a sistemas cognoscitivos. 2 ] Examen de los componentes más importantes, desde el punto de vista histórico, de la idea de sistem sistema; los "parámetros "parámetros de sistematicidad” tradicionales. misma concepción de “ sistema” sistema” es ún todo sistemático sistemático que que une 3] L a misma elementos distintos en un compuesto unificado. 4] Consideración de la opinión —generalizada en la tradición epistemológica de Occidente— de que la l a totalidad totalidad de “ la verdad” configura configura un sistem sistema a racional. racional. 5] La sistematicidad sirve como ideal regulador del desarrollo cognoscitivo y representa el rasgo diferenciador por excelencia de una ciencia. La totalidad del conocimiento científico es vista, tradicionalmente, comp un vasto sistema sinóptico, y una disciplina es señalada como científica por tener un espacio, en tanto subsistema, dentro de un sistema superior. 6] Exposición de la importancia epistemológica del punto de vista del sistema. L EL CONCEPTO DE SISTEMATIZACIÓN SISTEMATIZACIÓN
Aunque Aunqu e el e l uso uso del término térm ino “ sistema" sistema" con esta acepción es de fecha bastante reciente, la idea subyacente de lo que hoy llamamos un “sistema” de conocimiento ya tenía vigor en la Antigüedad clásica, y lo que proporcionó el paradigma para esta concepción fue la sistematización de la geometría por Euclides. En efecto, en toda la historia de la filosofía occidental se ha insistido en que el hombre no conoce genuinamente algo, a no ser que ese conocimiento sea realmente sistemático. La tesis dé Platón, en el Teéteto, de que un Hecho conocido debe tener su logos (racionali (racio nalidad) dad),, la insistenc insistencia ia de Aristóteles, Aristótele s, en los Analíticos posteriores, en que el conocimiento estricto estricto (científico) de un hecho reclama un registro en términos causales, el análisis escolástico de la scientia, lo que Spinoza celebró denominando “ segundo segundo y tercer tercer orden de de conocimiento” conocimiento ” (en el libro h de la Ética y en otras partes): todo ello realza la idea
fundamental de que lo que se conoce genuinamente se conoce en virtud de su basamento en un sistema, dentro de un marco más amplio, de orden explicativo, que proporciona racionalidad. La raíz de la idea de sistema es la de estructura u organi- zación , la de integración en un todo ordenado que funciona como una unidad “orgánica”.1 Desde la Antigüedad hasta Hegel, y aun después, los teóricos del conocimiento abrazaron el ideal de que nuestro conocimiento tuviera un desarrollo arquitectónico y se organizara dentro de una estructura articulada, que exhibiese los ligamentos que unen sus componentes en un todo integrado, sin dejar nada totalmente aislado o desconectado. Un sistema cognoscitivo debe dar un marco que una los disjecta membra de los fragmentos y partes de nuestro conocimiento, formando una unidad cohesionada. Un sistema cognoscitivo debe ser un cuerpo de información estructurado, organizado en consonancia con principios taxonómicos y explicativos que unan esa información en un todo coordinado con bases racionales.2 Las categorías funcionales que gobiernan esta empresa de organización son las del entendimiento, la explicación y la racionalización cognoscitiva. La sistematización del conocimiento, entonces, debe ser concebida como una categoría del entendimiento, afín, en este sentido, a la generalidad, simplicidad o elegancia. Su relación inmediata es más con la forma que con la materia, y se dirige más al desarrollo racional de nuestro conocimiento que al contenido sustantivo de lo que se conoce; tiene que ver con la estructura cognoscitiva antes que con contenidos. Así como uno y el mismo mis mo orden ord en de cosa cosass puede ser ser caracterizado caracter izado com co m o simple o complejo, también puede ser caracterizado como sistemático o no sistemático. De acuerdo con esto, la sistematicidad se 1 El concepto de sistema es operativo respecto del conocimiento en dos niveles diferentes: el de las p r o p o s i c i o n e s (tesis, (tesis, teorías, teorías, doctrinas) doctrin as) y el nivel de los c o n c e p t o s (concepciones, (concepciones, ideas). Este ensayo se centrará centra rá en el primero. En última instancia, los sistemas conceptuales están incluidos en los sistemas de tesis: nuestros conceptos están definidos, especificados, determinados y explicados en términos de las tesis en las que figuran. La sistematización de nuestros conceptos y categorías es, por ello, ulterior res pecto de la de los sistemas preposicionales en los que estos conceptos y categorías cumplen sus funciones características. 2 Un sistema cognoscitivo nunca es "meramente descriptivo”; cualquier esquema científico de clasificación se desarrolla siempre en una línea de consideraciones e x p l i c a t i v a s .
relaciona en primera instancia no con aquello que conocemos —los —los hechos hechos en cuestión en los tópicos de infor inf orm m ación ac ión de que disponemos— sino más bien con cómo procedemos a organizar nuestro conocimiento de esos hechos. (Y, (Y , sin duda, esto estoss dos aspectos no carecen de relación entre sí.) Un sistema de conocimiento no es precisamente una colección de tesis endosadas (o aceptadas), sino que también incluye la racionalidad que avala esos endosos. La caracterización de una tesis incluida en un sistema en términos normativos (como “verdadero”, “ga rantizadamente afirmable”, u otros similares) es el producto de operaciones de principios fundadores de racionalidad, que no son menos clave para el sistema que las tesis mismas jjue él alb alberg erga. a. Viene V iene al ca caso la fórmula de Christian Christian W o lff: lff : systema est veritatum ínter se et cum principiis suis connexarum con- geries : un sistema incluye un entramado de tesis y principios confectores. Pero si el concepto de sistematización del conocimiento es muy antiguo, el térm té rmino ino “ sistema” sistema”,, en sí sí mismo, mismo, no fue fu e usado usado con ese sentido hasta épocas más recientes. En griego antiguo, systema (de synhisteemi, “mantenerse [o hacer mantener] juntos”) aludía originariamente a algo que se mantiene firme: un todo compuesto o interconectado. El término aparece, en la Antigüedad griega, describiendo los objetos más diversos: rebaños, medicinas, formaciones militares, gobiernos organizados, poemas, configuraciones musicales, y otros.8 Su carácter de término técnico le viene con los estoicos, que lo aplicaron específicamente al mundo mun do físico (systema mundi ): ): la composición del cosm cosmos os,, que abarca abarca “ el cielo ciel o y la tierra” tie rra” .4 Pero Pe ro el términ té rmino o continuó siendo usado en los textos clásicos en su sentido muy 3 Gran parte de la información aquí presentada en relación con la his toria del término está tomada de la monografía de Otto Ritschl, System u n d s y st st em e m a t i s ck c k e M e t h o d e i n d e r G e s c h i c h t e d es e s w i ss s s en en s ch ch a f t l i c h en en S p r a c h - g eb eb r a u c h s u n d d e r p k i l o so s o p k i s c h en e n M e t h o d o l o g i e (Bon (B onn, n, 1906). Otros Otro s datos datos aparecen en la reseña de August Messer sobre la obra de Ritschl en G Ót Ót t i n g e r (1907), nüm. 8. Véase Véas e tambié tam bién n Aloys von vo n der de r g e l e h r i e A n z e i g e n , vol. 169 (1907),
Stein, “Der Systembegriff in sexner geschichtlichen Entwicklung", en A. Diemer (ed.), S y st s t em e m u n d K l a ss s s if i f i c a t i on o n i n W i ss ss e n sc sch a f t u n d D o k u m en t a t i o n (Meisenheim am Glan, 1968). 4 Véase Theodor Zichen, L e h r b u c h d e r J Lo (B onn, n, 19 1920 20), ), p. 821821- El Lo g i k (Bon fundamento de la concepción de los estoicos está en D e m u n d o , de Aristó teles. Compárese, sin embargo, con los E s b o z o s d e l p i r r o n i s m o , de Sexto Empírico (ni, 269), 269), donde don de se habla hab la del systema de las reglas del arte, y con otro pasaje de la misma obra (n, 173) 173) que se refiere al systema (— con junto) jun to) de las proposiciones de un silogismo.
general y ordinario ordin ario (compartido (compa rtido con otros otros térm términos inos como como syntagma y syntaxis). ' El Renacimiento le dio un ntxevo valor. En un principio, el término funcionaba también con sus aplicaciones antiguas, con el sentido amplio de un compuesto genérico. Pero en su momento llegó a ser adoptado por los teólogos protestantes del siglo xvi para referirse, en forma específica, a la exposición comprehensiva de los artículos de fe, paralelamente a las líneas de una summa medieval: un comperidium doctrinario.5 En los comienzos del siglo xvn, los filósofos habían tomado el término a los teólogos y lo usaban con referencia a un determinado tratamiento de una disciplina filosófica, que abarcara todos sus aspectos en forma sinóptica y dando cuenta de su interc int ercone onexió xión: n: lógica, lógic a, retórica, metafísica, ética, ética, etc.0 En este este sentido descriptivo se lo usó con frecuencia para títulos de libros expositivos.7 Y a partir de allí, al lí, en la primera p rimera parte del 5 por ejemplo, Du Cange, G l o ss ss a r i u m m e d i a s et et i n f i m a e l a t i n i t a t i s (Pa rís, 1842): S y st s t e m a , p r o p r i e c o m p a g e s, c ol o l l e c t i o . H i n c a s t r on o n o m ía p r o m u n d i c on o n s t i t u t i o n e et et f or o r m a u s u r p a t u r . T h e o l o g i s v er e r o p r o c om om p l e x a a r t i c u l o r u m f i d e i [un sistema es propiamente una unión de partes, un conjunto. Los
astrónomos derivaron de allí su uso para designar la constitución y la for ma del mundo; para los teólogos,.en cambio, el término designa un con jun to de artículos de fe]. En este este último últi mo sentido, el término desplazó desplazó gradualmente a su rival s y n t a g m a . 6 Po r ejemplo, ejemp lo, Bartholoma Bartho lomaeus eus Keckerman (m. 160 609 9) escribió en su tra st em e m a l o gi g i c a e t r i b u s l i b r i s a d o r n a t u m (Hanóver, tado S y st (Han óver, 1600) que de lo que va a tratar es de un cuerpo íntegro, organizado, de los preceptos lógicos. Explica allí que el término l ó g i c a , como el de todo arte, tiene dos acepciones: la habilidad práctica ( h a b i t u s ) y la disciplina sistemática: p r i m o p r o h a b i t u i p s o i n m e n t e m p e r p r a e ce c e p t u e t e x ce c e r c i t a t i o n em em i n t r o d u c t o : d e i n d e p r o p r a e c ep e p t o r i u m l o g i c or o r u m c om o m p r e h en e n s i o n e se seu s y st s t e m a t e . . . (Ci tado por O. Ritschl, o p . c i t . ; p. 27.) El posterior manual de lógica de Kecker man (1606 (1606)) apareció con el nom bre de S y s t e m a m i n u s . Su contemporáneo Ciemens Tirapler (m. ca . 1625) escribió en su M e t a p h y s i c a e s y st st e m a m e - (Han óver, r, 160 1606 6) que en una exposición que está está ordenada y t h o d i c u m (Hanóve estructurada de acuerdo con principios metodológicos apropiados, systema n o n c on o n f u s u m e t p e r t u r b a t u m , s ed ed b en e n e s ec ec u n d u m l eg eg es m e t h o d i o r d i n a t u m e t d i s p o si si t u m [el sistema no se confunde ni se perturba, sino es dispuesto y
ordenado de acuerdo con las leyes del método]. 7 Más de 130 títulos de este estilo publicados en el siglo xvn son enu merados por Ritschl ( o p . c i t . ) . Algunos ejemplos: Johann Heimich Alsted, (Fra nkfurt, t, 161 1610) 0);; Nicas de Februe Feb rue,, Systema S y st st em e m a m n e m o n i c u m d úp ú p l e x (Frankfur (París , 16 1666 [en [en francés]; Londres Lon dres,, 16 1666 [en in glés]); glés ]); Rich R ichard ard c h y m i c u m (París, s t e m a a r t i s m i l i t a r i s (Londres E lton, S y st (Lon dres,, 1669 1669). ). Para más detalles véase véase la la citada obra de Ritschl.
siglo x v i i el empleo del término se generalizó en esa aplicación al tratamiento sinóptico de cualquier disciplina.8 El giro en la significación sufrido por el término sistema en el Renacimiento tardío tuvo un alcance muy vasto. En el sentido orig o rigin inar ario io (clásico), un siste sistema ma era una cos cosa a física: un complejo compuestamente estructurado. En la nueva acepción, un sistema era un cuerpo de conocimiento orgánicamente estructurado. tructurado. N o era una simple simple acumulación o compilación com pilación de informac infor mación ión miscelánea miscelánea (como un diccionario o una encienciclopedia), sino una exposición, organizada funcionalmente y articulada en forma conexa, de una disciplina unificada. Éste era el sentido de “si “ sist stem ema* a*1 1 que fue ocasionalmente ocasionalmente compan compan diado en la fórmula fór mula de Ghristian Ghristian W o lff: lf f: .“ .“ sistem sistema a es es una colección de verdades debidamente ordenadas de acuerdo con los principios que gobiernan sus conexiones” (sysiema est veritatum Ínter se et cum principiis suis connexarum congeries ).s Por otra parte, un sistema no es sólo una constelación de elementos in terrelacionados, sino de elementos ensamblados en una unidad “ orgánica” , mediante median te principios princ ipios articulant articulantes, es, dentro de un comcomplejo de interrelaciones racionales. La doble aplicación de la terminología de los sistemas tanto a complejos físicos como intelectuales refleja así un rasgo fundamental y de larga tradición del concepto que nos ocupa. Un nuevo paso en el uso del término se dio en la segunda mitad del siglo xvii. Entonces un sistema llegó a ser considerado como un acercamiento particular a un determinado asunto: una teoría o doctrina particular acerca de ese tema articulada en un complejo organizado de hipótesis concordantes, un nexus veritatum [enlace entre verdades]. Este uso es especialmente notable en el tratado de Malebrancke, De la recherche de la vérité [De inquirenda veritate libri sex (Ginebr (Gin ebra, a, 168 1685)] 5)],, donde encontramos una sección titulada “Sobre los inventores de nuevos sistemas” [De novorum systematum inventoribus\. Éste es el sentido que tiene el término en 'expresiones como “el sistema de cau causas sas ocasional ocasionales” es” o “ el sistema sistema de la mora m orall en los estoicos” cos” . Leibn Le ibn iz fue uno de los primeros que impulsó impu lsó este este us uso. Con frecuencia frecuencia se refir re firió ió a su su filosofía filos ofía como “ m i (nuevo) 8 No hay una entrada para s i s t e m a en el L e x t c u m P k i l o s o p h t c u m de Ru dolf do lf Goclenius (Franlcfurt, (Franlcfurt, 162 1623), pero en e n el de Johartn Johartn Micraelius (Stet (Stet-tin, 1653) el término es explicado en su sentido literal como exposición sistemática. 9 L ó g i c a , sec. S89; citado en Theodor Ziehen, o p . c i t . f p. 821.
sistema” de armonía preestablecida, confrontándola con otros sistem sistemas as rivale riv ales.1 s.10 0 E l sistema sistema era enten ent endid dido o ahora ah ora com c omo o una doctrina doct rina o una enseñanza enseñanza en su su desarrollo desar rollo compr c omprehen ehensivo sivo (es (es decir, decir, “ sistemático sistemático”” ). En E n los primeros momentos de este este nuevo giro en la significación del término, relacionado con una proliferación barroca de doctrinas que competían entre sí, la filosofía, empez em pezó ó a ser vista como un campo de batalla bat alla de sist sistem emas as rivales. Este Este uso uso de “ sistem sistema” a” refe r eferid rido o a una doctrina doctrin a filosófica filosó fica comprehensiva prehensiva (si (si bien controvertida) particular par ticular dio nacimiento al criticismo y llevó a los sistemas al desprestigio en la época de la razón. Así, Condillac desarrolló una sesuda crítica de los sistemas en su celebrado Traité des systémes.21 Diferenció sistemas basados en la especulación (“principios abstractos”, “suposiciones siciones gratuitas” , “ puras hipótesis” ), de los sistem sistemas as basa basados dos en la experiencia . Un sistema no puede ser mejor que los principios en los que se basa, y esto —sostenía Condillac— invalida sistemas filosóficos por estar basados en lineamientos rechazados en la famosa fórmula de Isaac Newton: Hypotheses non fin fi n go (no inven in vento to hipótesis). Los siste sistem mas científicos, por el contrario, eran vistos bajo una luz muy distinta. Así, para Condillac los sistemas pueden ser buenos o malos; buenos son los científicos , basados en la “experiencia”, tipificados por la fil osóf ófico icos s , basafísica de Newton; los malos sistemas son los filos dos en hipótesis especulativas, tipificados según las ideas de los presocráticos. La concepción, de orientación cognoscitiva, de un sistema intelectual no desplazó en modo alguno la idea —orientada en las cosas— de un sistema ontológico (y no intelectual), ni siquiesiquiera en los primeros filósofos modernos. Por ejemplo, en la mayor parte de la filosofía moderna, pensadores con las más diversas orientaciones orientaciones (Leibniz, (Leibn iz, Berkeley, Berkeley, Kañt, Kañ t, M ili, etc.) etc.) ofrecen un un análisis de la sustancia —de las cosas físicas— que exige una apelación a la idea de sistema que proporcione el principio 30
Así, Leibniz Leib niz opone opo ne su propio pro pio syst é m e d e Vh a r m on i e pr é é t a bl i e al sys té m e d e s c a u s es es e f i c i e n t e s e t c e l u i d e s c a u s es es f i n a l e s y también al s y st é m e d e s ca ca u s es es o c c a s i o n e l l e s q u t a é t éf o r t m i s e n v o g u e p a r l e s b e l l e s r é f lex io ns d e Vau t eur de la Rech erc h e de la Yé r i t é (Malebranche). Él caracteriza su m e n o u v e a u d e l a n a t u r e e t d e l a c o m m u propia contribución como s y s t é n i c a t i o n d e s s u b st st a n c es es a u ss s s i b i e n q u e d e V u n i o n q u 'i l y a e n t r e l ’ d m e e t l e c o r p s . (O. Ritschl, o p . c i t , f p. 60.) mes, publicado por primera vez en París, en ü Véase Véase su T r a i t éd es syst é
1749.
integrador integ rador necesario. necesario. (Y esta esta línea líne a cíe cíe acercamiento n o es menos menos apropiada cuando se trata de un proceso proc eso que cuando se trata de un objeto material; digamos, una tormenta en vez de una manzana). En efecto, el papel ontológico que se le adjudica a la sistematicidad en buena parte de la filosofía reciente no es menos sorprendente que el lugar clave que ella ocupa en la teoría del conocimiento. El concepto de sistema siempre ha actuado a la manera de un anfibio, extendiéndose sobre uno y otro dominio dom inio,, el físico y el e l cognoscitivo cogn oscitivo.1 .12 2 Pero Pe ro aquí aqu í nos interesa interesa este último aspecto, intelectual, del problema. 2. L A TEORÍA TEO RÍA DE LOS SISTEMAS SISTEMAS COGNOSCITIVOS: COGNOSCITIVOS: LOS PARÁMETROS TRA0ICIQNAI_.ES DE LA SISTEMATICIDAD
La construcción de la sistematicidad en el tardío Renacimiento realzaba su orientación hacia los sistemas específicamente cog- noscitivos u organizadores del conocimiento. La teoría explícita de esos sistemas de conocimiento fue inaugurada durante la segunda mitad del siglo xvni, y los principales teóricos fueron dos dos alemanes alemanes coetáneos: coetáneos: Johann Johan n Hein H ein rich ric h Lam L am bert be rt (172 (1728 817 1777 77)) e Imm Im m anue an uell ICant ICant (1724 (1724180 1804).1 4).13 3 L a prácti prá ctica ca de la sistematización prevista por ellos era la de los grandes filósofos científicos del siglo xvii: Descartes, Spinoza, Newton, Leibniz, y los subsecuentes forjadores de la escuela leibniziana, especialmente Cliristian W o lff. lf f. El princ p rincipal ipal uso uso del concepto de sist sistem ema a en estos autores se relaciona no con su aplicación a cosas materiales, sino a sus aplicaciones específicamente cognoscitivas en la organización de información. Según estas líneas, Lambert propuso algunos ejemplos de sistemas cognoscitivos: 12 La mayor parte de los autores que escribieron sobre sistemas han reconocido y recalcado, por cierto, esta dualidad. Véase, por ejemplo, Hugo e m (Mun Dingler, D a s S y s t em (M unic ich, h, 1930), 1930), pp. pp . 128ss. 13 Las principales ob ras teóricas teóricas son varios varios ensayos ensayos de Lam bert ber t (inclu (inc lu yendo los opúsculos F r a g m e n t e i n e r S ys y s t em em a t o l og o g i e [en partes fechadas en 1767 y 1771], T h e o r i e d eess S ys y s t e m s [1782] y V o n d e n L ü ck c k e n u n s er er e r E r k e n n t - n i s [c, 1785]) y, claro está, la C r ít i c a d e l a r a z ón ón p u r a , de Kant K ant (1781 (1781), ), y en especial el libro n, parte 3: “La arquitectónica de la razón pura”. Los escritos filosóficos de Lambert fueron editados por J. Bemouilli, J o h a n n H e i n r i c h L a m b e r t : L o gi g i s ch c h e u n d p h i l o so s o p h ís ch c h e A b h a n d l u n g en e n, dos tomos (Berlín (Be rlín,, 178 1782 y 178 1787; reimpresos en Hildeshe Hild esheim, im, 1967, editados por p or H . W . Arndt).
a\ el sistema de verdades en sentido amplio; ¿>] sistem sistemas as indiv in divid idua uale less por p or m edio ed io de d e las las ciencias, ciencias, teorías, etc.; c ] los sistemas de pensamiento y sistemas de creencias de culturas particulares o de individuos; d] sistem sistemas as religiosos, religiosos , credos credos,, mitos y libros “ simbólicos” simbó licos” , etc.; etc.; é] narraciones, fábulas, poemas, discursos, etcétera. Lamben y Kant señalaron explícitamente que la idea de sistema se aplicaba por igual a sistemas materiales (por ejemplo, organismos) y a sistemas intelectuales (por (po r ejemplo, ejem plo, cuerpo cuerposs de conocimientos conocimientos “ orgánicamente” integrados). integrados). L a idea de sis sis-tema es neutral en lo que respecta a sus aplicaciones materiales o cognoscitivas.14 cognoscitivas.14 Ambos Am bos pensadores pensadores también tam bién recon re conocie ocieron ron de manera explícita que hay sistemas físicos y sistemas cognoscitivos, y que, además, los sistemas pueden reposar en el aspecto práctico o en el teórico, y que puede haber sistemas conductua les de reglas de proceder, o métodos de acción, o medios intencionales o instrumentalidades, etcétera.15 Trad Tr adic icio ion n alm al m en te se consideró que qu e esto estoss dos aspect aspectos os de los sist sistem emas as —el onto on tológ lógico ico (mate (m aterial) rial) y el cognoscitivo cognosc itivo (intelec(intel ectual)— estaban estrechamente relacionados en virtud de la concepción de la verdad como acLaequatio intellectu ad rern . Si los objetos obje tos de estudio (la naturaleza naturalez a y su sus componen comp onentes) tes) son sist sisteemas, aquel principio paralelístico exige que el marco intelectual que creamos en el transcurso de ese estudio también sea, él mismo, mismo, un sist sistem ema. a. La tradición prekantiana prekantiana ( “ dogmática” ) ve, de este modo, una base metafísica para el imperativo de impartir un orden sistemático a nuestro pensamiento, acorde con el orden que encontramos en los objetos. En Kant, según veremos, este imperativo de sistematización es dotado de una racionalid racio nalidad ad estrictamente estrictamente epistemológica. Pero, relacionados o no, estos dos aspectos del sistema están inevitablemente presentes. Algunos autores recientes plantean, sin duda, la imperiosidad 14 En vista de esto, es extraño que en el reciente movimiento de la t eor ía g e n e r a l d e l o s s i s t e m a s se haya prestado tan poca atención a los sistemas cognosciti cognoscitivos vos (“intelectuales” (“ intelectuales”** "simbólic "sim bólicos'’). os'’). Por ejemplo, ejemp lo, en el informe infor me sinóptico de Ludwig von Bertalanffy, G e n er e r a l S ys y s t em e m s T h e o r y : F ou ou n d a t i o n s t J D ev ev e l o p m en e n t , A p p l i c a t i o n s (Nue (N ueva va York, Yo rk, 19 1958 58), ), se reconoce la distinción pero sin ninguna elaboración o disensión acerca del aspecto cognoscitivo. 15 Para una exposición más completa de las opiniones de Lambert véase Ritschl (o p . c i t . ) y Von der Stein ( o p . c i t . ) . .
de mantener una cuidadosa línea de separación entre sistemas intelectuales (en los que la term inolog ino logía ía de los sis siste tem mas está está referida a “formulaciones de diversa índole que se emplean en la ciencia con fines de organización conceptual”) y sistemas hecho, podría pod rían n ser ser físicos ( “ entidades 'extralingüísticas que, de hecho, descrita descritass o aludidas aludidas po r es esas form for m ulacio ula cione nes" s").1 ).16 6 Pero Pe ro toda tod a bifu bif u rcación rígida parece desacertada. Es erróneo pensar que lo que está en cuestión son dos diferentes conceptos de sistema. Como demostramos en nuestras consideraciones históricas, se trata de un paralelismo profundamente arraigado, de una aplicación pluralizada ralizad a de una única concepción c oncepción subya subyacen cente. te.1 17 Y en rigor, el desarrollo de la teoría general de los sistemas en la pasada generación debe ser visto como un intento de crear un marco comprehensivo unificador dentro del cual encuentren lugar cada una de las diversas aplicaciones de la idea de sistema: sistemas físicos (sean (sean naturales o artificiale artific iales), s), sistem sistemas as de control cont rol de pro p ro-ceso y sistemas cognoscitivos igualmente. Lam La m bert be rt contrastó un sistema sistema con su sus opuest opuestos, os, todo “ lo que uno podría llamar caos, mezcla, montón, confusión, desorden, etcétera. ("[alies] was man ein Chaos, ein Gemisch, einen Haufen¿ einen Klumpen, eine Verwirrung, eine Zerrütung, etc. nenn ne nnt/ t/’)’) 18 Y cuando Lambert sintetiza las discusiones de los primeros teóricos del concepto de sistema, vemos emerger los siguientes rasgos como caracteres definitivos de la sistematicidad: 1] totalidad: unidad e integridad como un todo genuino que abarca e integra sus partes constituyentes 2] integridad: comprehensividad: sin resquicios ni componentes fallantes, indusividad, sin que falte nada que sea necesario 5] autosuficiencia: independencia, autocontinencia, autonomía 4] cohesión: conexión, relación y vinculación de las partes entre sí, sí, coherencia (en uno u no de su sus sentidos), ligaz lig azón ón de las partes, reglas, principios de asociación que lo componen; ic¡ Richard S. Rudner, P h ü o s o p k y o f S oc o c i a l S ci ci e n ce c e (Englewood Cliffs, 1966), p. 89. 17 E n un interesante interesante artículo, artículo, "O n the Concept of a Syste System” m” ( P h i l o s o p h y o f S c i en en c e , vol. 42 [1975], pp. 448-468), J. H. Marchal llega a una conclu sión exactamente paralela sobre la base de un examen del discurso de los sistemas que emana del movimiento de la “teoría general de los sistemas”. s t em e m a t o l og o g i e, en P h i l o s o p h i s c h e S c h r i f t e n , ed. por 18 F r a g m e n t e i n e r S y st H. W. Arndnt ( o p . c i t . ) , vol. 7, p. 386.
si se cambian o modifican algunos componentes, los otros reaccionarán a la alteración 5] consonancia: consistenc consistencia ia y compati com patibilida bilidad, d, coherencia (en otro de sus sentidos), ausencia de discordancia o disonancia interna; colaboración o coordinación armoniosa entre sus componentes “ conservando cada cada parte su lugar” luga r” 6] arquitectónica : estructura bien integrada de arreglo de partes debidamente ordenadas, generalmente, en una disposición jerárquica de subordinación y supraordinación 7] unidad funcional : interrelación intencional; racionalidad unificadora o telos que encuentra su expresión en ciertos principios sintetizadores de carácter funcional <5] regularidad funcional : normicidad y legalidad, ordinalidad de operación, uniformidad, normalidad (conformidad con el “ curso curso habitual de las las cosas") cosas") 9] simplicidad funcional', elegancia, armonía y equilibrio; economía estructural, pulcritud en la colaboración o coordinación de los componentes 10 ] apoyo reciproco : los componentes de un sistema están combinados bajo la égida de un propósito o un principio común de una manera tal que colaboran mutuamente para la realización de ese propósito; interrelación ü ] eficacia funcional', eficiencia, efectividad, adecuación a la misión común Éstos son los parámetr pará metros os de sistematizació sistem atización n . Un sistema propiamente dicho debe tener todas estas características, si bien no se requiere que las tenga en el mismo grado y, menos aun, a la perfección. Estas variadas facetas de sistematicidad son , cuestiones de grado y los sistemas pueden contenerlas en forma diferenciada. Son cuestiones de grado, de “más o menos" que pueden realizarse de un modo más o menos pleno en diferentes aplicaciones de la idea. Ahora bien, la sistematicidad tiene, frente a sus componentes, componentes, el carácter carácter de un un perf pe rfil il (más (más que el de un propr omedio). Así como la salud de una persona está determinada por po r una pluralidad pluralid ad de factores factores cons constitu tituyente yentess (presión sanguísanguínea, cantidad de glóbulos blancos, etc.), así también la sistematicidad de un cuerpo de conocimiento está determinada por una am amplia plia variedad varied ad de consideraci consideraciones ones (si bien interrelaciona das) da s) separab separables. les. Y hay intercam inter cambio bio entre ellas, ellas, como entre ent re los diferentes “parámetros de sistematicidad"’.
Diferentes casos de sistematización pueden ofrecer diferentes circunstancias para la realización de los distintos parámetros (véase la ilustración esquemática de la figura 1). De tal modo»
1. Muestra de perfiles de realización de parámetros de siste mat icidad pa ra dos sist sistema emass alternativos hipotéticos (núms. i y ii). a , b , c, representan diferentes parámetros de sistematización. f ig u r a
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al tratar sistematizaciones alternativas , debemos hacer frente a cuestiones como, por ejemplo, si el grado en que la sistematización i supera en importancia a ii respecto de los parámetros b y c basta para compensar el grado en que n supera a i respecto de a. En cualquier aplicación concreta de la idea al tratamiento sistemático de un conjunto de exigencias, debemos balancear algunos de esos factores con los otros: una mayor integridad puede amenazar la consistencia, la consistencia puede poner en peligro la integridad, una mayor conexión puede requerir la inserción de elementos desuniformes, una mayor uniformidad puede exigir pérdida de conexión, etc. Aisladamente, un parámetro de sistematización es sólo un elemento en la totalidad del conjunto de cálculos de costo/beneficio. Por eso, aun cuando conduzcamos nuestra investigación de la naturaleza bajo la égida de ideales verdaderamente regulativos —como la coherencia, etc.—, en el análisis final podemos ser llevados, por consideraciones sistemática sistemáticas, s, al resultado resul tado de que qu e algunos de d e esos esos ideale ide aless * deben ser ser sacrificados sacrificados (en parte) parte ) en benefic ben eficio io de otros. otros. A pesar de nuestros mejores intentos de producir, digamos un simple retrato de la naturaleza, podríamos encontrarnos con que nuestros mismos esfuerzos de sistematicidad nos lleven, queramos o no, a una posición que no consigue cumplir con ese desiderátum en ningún grado sustancial. El paradigma básico de un sistema es el de un organismo : un todo organizado compuesto de partes interrelacionadas y que se ayudan recíprocamente, en tanto que el todo funciona como unidad cohesionante. Kant, sugestivamente, tiene la siguiente posición:
Según las leyes de la razón, a nuestras diferentes modalidades de co nocimiento no les está permitido ser una simple rapsodia, sino que deben constituir un sistema. Sólo así pueden contribuir a los fines esenciales de la razón. Por sistema entiendo la unidad de las diversas formas de con ocimiento b ajo un a idea. Esta idea es el concepto — [que] determina a p r i o r i no sólo el alcance del contenido múltiple del pensamiento, sino también las posiciones que ocupan las partes, unas respecto de las otras; El concepto científico de razón contiene, por lo tanto tanto,, el fin y la form a qu e es congruente con este este requisi requisito. to. L a un i dad respecto de un fin que relaciona a todas las partes, y en cuya idea todas ellas están en relación, hace que podamos determinar, con la ayuda de nuestro conocimiento de las otras partes, si falta algún componente y evitar, además, cualquier adición arbitraria; o en lo que respecta a su integridad nos permite [descubrir] cualquier elemen to no d eterm inado que no esté esté de c onfo rm idad con los. los. limites, limites, que están, entonces, determinados a p r i o r i . El todo es, pues, una unidad organizada { a r t i c u l a t i ó ) y no un agregado { c o a c e r v a t i ó ) . Puede pro venir desde dentro { p e r i n t u s s u s c e p t i o n e m ), ) , pero no por adición externa ( p e r a p p o s i t i o n e m ). Es Es como como el cuerpo cuerpo de un a n im al... (CR P, A833 A833 = B861 [Kem p Smith]. Smith].)1 )1® ®
Y sostiene además: Después de que hemos empleado mucho tiempo en la colección de materiales, un poco al azar y por sugestión de una idea oculta en nuestra mente, y después de que hemos reunido materiales de una manera simplemente técnica, sólo entonces nos es posible discernir la idea a una luz más clara, y crear un todo arquitectónico, de acuerdo con les fines de la razón. Los sistemas parecen estar formados de igual manera que los organismos inferiores, por g e n e r a t i o a e q u i v o c a , p o r la simple confluencia de conceptos, al principio imperfecta y que sólo gradualmente alcanza su integridad, aunque cada concepto tenía ya su esquema, como germen originario, en la clara autoconcepción de la razón. De ahí que, no sólo cada sistema está articulado de acuerdo con una idea, sino que cada ... uno está orgánicamente unido en un sistema de conocimiento humano, como miembro de un todo... (CR P, A SM = B8S2 B8S2 [ICemp Smith Smith]. ].))
19 Vista en esta esta luz, la afirmación de Herm ann Lotze de que qu e el pensa miento humano nunca descansa ni puede descansar hasta no "concebir el contexto total de la realidad bajo algún principio de unidad orgánica” puede ser entendido, de un modo más prosaico, como si aludiera a la in sistencia del hombre en lograr conocimientos científicos del mundo que lo rodea.
3. EL ASPECTO SISTEMÁTICO DEL CONCEPTO DE SISTEMA
Uno y el mismo sistema puede, cierlamiente, ser presentado de diferente forma: puede desarrollarse en forma analítica o sintética, o —en el caso de un sistema axiomático— puede desarrollarse a partir de unos axiomas antes que de otros. Lo que cuenta en un sistema de conocimiento es la conexión explicativa de las ideas, y no el estilo particular o el formato de su presentación. Un sistema es identificado por rasgos generales relacionados con su contenido y con su arquitectónica racional, y no con la moda mo dalid lidad ad particu par ticular lar de su desarrollo desarr ollo expositiv exp ositivo. o. Mientras atravesemos exactamente el mismo terreno cognoscitivo, el modo o el orden con que lo hagamos es inmaterial. La sistematización cognoscitiva es una noción epistemológica, no literaria o retórica. Se refiere a la organización de la información, no a su presentación; a su modo de explicación no no de exposición. La idea de sistematización está muy emparentada con la de plan pl anea eació ción n en en su sentido genérico de organización racional de materiales.20 Planea Pla neación ción,, como organiza org anización ción,, es un tipo tip o de acción intelectual, y también tamb ién presenta presenta el carácter carácter de “ anfib an fibio” io” de la sistematización. En el aspecto físico se tienen proyectos como la planeació plane ación n urbana, urbana , la .arquitectura, el trazado de parques; en lo cognoscitivo, se puede planificar la organización con miras miras a la codificación explicativa, explicativa , deductiva, deductiva, dialéctica (per(pe rsuasiva) o mnemónica. En otras palabras: la sistematización está estrechamente ligada a la tarea de diseñot si bien con una diferencia en su orientación. En efecto, el diseño —como generalmente se lo entiende— está dirigido a la realización de formas físicas,2 físicas,21 mientras que la sistematización, en igual medida, tiene que ver con formas intelectuales. Pero los temas básicos son los mismos de uno y otro lado: la articulación de una estructura racional en base a consideraciones de “máxima conveniencia”, con todos los parámetros de la sistematización —economía, eficiencia, generalidad, uniformidad, etc.— desempeñando esa función. Un sistema cognoscitivo es, por así decirlo, un “diseño 20
Para un tratamiento general útil de la teoría de la planeación véase G. A. Miller, E. Galanter y K. H. Pribram, P l a n s a n d t h e S t r u c t u r e o f B e h a v i o r . (Nueva York, 1960). El paralelismo entre planeación y sistemati e m (Munich, zación fue señalado por Hugo Dingler; véase su libro D a s S y s t em 1930), pp. 127^5. 21 Véase Cbristopher Alexander, N o t e s o n t h e S y n t h es e s i s o f F o r m (Cam bridge, Massachusetts, 1964).
para conocer” , y la construcción de siste sistem mas es, prim pri m ordialm ord ialm enen te, un problema de diseño racional. Una pintura o una obra de arquitectura —cualquier buen diseño— debe combinar una variedad de elementos, potencialmente conflictivos, en una síntesis de armonía dada por la cooperación de los elementos. Esta especie de unidad racional es exactamente lo que un sistema es en todos sus aspectos. De hecho, todos los parámetros de la sistematicidad contribuyen, de diversos modos, a esa idea de unidad orgánica. Los autores modernos generalmente caracterizan un sistema en términos semejantes a éstos: U n s i s t e m a es una colección de entidades interrelacionadas cuyas rela ciones s o n t a l e s que 3a info rm ació n. sobre sobre ellas proporciona una base e r a n d i o his para inferir conclusiones sobre la estructura, m o d u s o p er toria temporal del sistema como un todo.22
Una fórmula como ésta toca muchos de los puntos clave de un sistema: totalidad, interrelación de las partes, interrelaciones funcionales, etc., todos ellos presentes en las explicaciones tradicionales de esta idea. El concepto es ui\a cadena que une muchos elementos distinguibles. De acuerdo con esto, la sistematicidad surge como una concepción compleja en su interior y de múltiples criterios que abarca y sintetiza todos los distintos aspectos de un todo orgánico, funcionalmente efectivo. El sistema paradigmático es un todo que tiene partes subordinadas, cuya existencia facilita —y, —y, ciertamente, ciertam ente, posi po sibi bilit lita— a— la existenci exis tencia a y funcio fun ciona nami mien ento to del de l todo resultante. Un verdadero sistema está sujeto a una penetrante unidad funcional de componentes interrelacionados, una unidad correlativa de la noción de integridad. Lo interesante es que, de este modo, la misma noción de sis tematicidad es una noción sistemáticamente orientada: un todo que representa una acumulación de concepciones estrechamente relacionadas y complementarias complem entarias un as. as . de otras. otras. Es Una Una idea ide a compuesta, una compleja Gestalt en cuyo modo de ser desempeñan un papel fundamental elementos estructurales debidamente conectados. La concepción de organismo y de unidad orgánica proporcionan, sin duda, un centro unificador de este Compárese Compárese la definición dada p or Anato l Rap opo rt en el articulo “Systems Analysis: I. General Systems Theory”, en I n t e r n a t i o n a l E n c y - c l o p a e d i a o f t h e S o c i a l S c i e n c e s , vol. 15 (Nu (N u ev a York, York , 1968) 1968),, pp. 452-4 452-456 56 (véase p. 453b). 22
rango ¿be ideas. Su punto focal es la colaboración coordinada de partes que operan, ayudándose mutuamente, en interés de una meta o princ p rincipio ipio unificador.23 unificador.23 Muchos de esos haces conceptuales contienen elementos que en teoría son dispares pero de hecho se mantienen juntos por el orden sistemático del mundo. Más que representar una fusión de elementos conceptuales diversos cuya reunión está prescrita por relaciones puramente a priori y semánticas, la concurren- cia, básica para el concepto, reposa en itn fundamento estricta- mente empírico. No hay garantía lógica de que estos factores conceptualmente diferenciables deban ir juntos; su coordinación, amplia y accidental, se debe a un hecho contingente. Conceptos de esta índole coordinativa “ de hecho” se basan en presuposiciones cuyo contenido es factual y refleja una visión de cómo están las cosas en el mundo. Tales conceptos son creados y desarrollados desarrollados sobre un fondo fond o fundamentalme fundam entalmente nte empírico: empír ico: una una Weltanschauung o, mejor, un minúsculo sector de ella. La característica esencial de esos casos es la conjunción de factores diversos que en teoría son separables unos de otros pero en la prácti prá ctica ca,, por lo general, se encuentran conectados. En la base de este concepto hay, pues, una prescripción empírica de coordinación que sitúa los diversos factores críticos en una relación simbiótica, de mutua colaboración. Así, pues, el concepto es coordinativo coord inativo “ de hecho” , en cuanto cuanto prevé la reunión de factor factores es teóricamente distintos cuya reunión es, en sí misma, no el producto de la necesidad conceptual, sino el curso general de las cosas, constituido de modo contingente.24 Está claro que la sistematicidad es, en sí misma, un concepto coordinativo coordin ativo “ de hecho” del tipo mencionado, un un concepto concepto que mantiene en unión simbiótica y sistémica diversos elementos que —desde consideraciones puramente teóricas— podrían andar diferentes cam camino inos, s, pero pe ro que “ los caminos caminos del mundo mu ndo”” (o, me jor, jor , los mecanismos de conceptual conce ptualizació ización n que qu e nos nos dan nuest nuestra rass instrumentalidades para su racionalización) han reunido en forma inseparable. Los parámetro parámetross de sistematicidad sistematicidad (simplicidad, regularidad, 23 Como señala Lambert, las partes de un sistema deben “ a l i e m i t e i n a n - d e r so so v er er b u n d e n s et et n > d a ss ss s i e g e r a d e d a s d e r v o r g e se se t z t e n A b s i c h t g emasse Ritsch, o p . c i t . , p. 64). G a n z e a u sm s m a c h e n ” (citado en O- Ritsch, 24 Para un tratamiento más completo de esos c o n c e p t o s coordinativos “de hecho” véase el capítulo vi de -T h e Pr P r i m a c y o f Pr P r a c t i c e} e} del autor (Oxford, 1973).
uniformidad, comprehensividad, cohesión, unidad, armonía, economía, etc.) representan ciertos valores intelectuales o normas dentro de la empresa del conocimiento. En esto hay tres puntos de especial importancia: 1] La cuestión se refiere a normas cognoscitivas o valores que implementan los requisitos de inteligibilidad y comprensibilidad. Cuanto más simple (más uniforme, etc.) es una explicación, tanto más fácil de formular, de dominar, de utilizar, etc. El intelecto que investiga actúa, generalmente, por referencia a esos principios esencialmente "estéticos” de orden y estructura estructura,, a princ pri ncipi ipios os de tipo tip o muy clásico . Los valores teóricos en cuestión implementan este acercamiento cognoscitivo. 2] Los valores en cuestión están orientados al objeto más que al sujeto. Se refieren a los objetos o materiales de nuestra investigación teorizadora, no al que la realiza. En esto difieren por completo de valores como la perseverancia, honestidad, probidad, cooperatividad, etc., que representan características deseables de los científicos, más que de la ciencia que éstos producen. 5] Los Lo s valores en cuestión son tendenciales. Al adoptar la simplicidad plicida d (por (p or ejemp lo) como valor valo r cognoscitiv cognoscitivo, o, no afirmamos afirmamos que nunca cambiaremos una teoría más simple por una más compleja. La preferencia por la simplicidad no es, en este sentido, absoluta o perentoria. Nuestro compromiso es a no pagar el precio de un aumento de complejidad a no ser que de ello resulte una ganancia compensatoria en otro lado, un mayor provecho respecto de otros valores. Sin duda, el hecho de que la sistematicidad reclame una pluralidad coordinada de requisitos no significa que éstos no puedan entrar en conflicto en contextos concretos. La pluralidad de los requisitos —el hecho de que cada uno deba tomarse en el contexto de otros, dentro del cuadro general de la sistematicidad— significa que en nuestra búsqueda de esos factores debemos armonizarlos unos con otros. Cuando actúan requisitos múltiples no podemos, con propiedad, tratar de cumplir con uno de ellos sin referencia al resto. Veamos una analogía. La “seguridad” es un requisito primordial en un automóvil. Pero no serviría diseñar uñ auto “perfectamente seguro” que sólo marchara a 3 kilómetros por hora. La seguridad, velocidad, eficiencia, economía operativa, solidez, etc., son todos requisitos de primer orden en un automóvil. Cada uno de ellos cuenta, pero ninguno pred pr edom om ina in a , para que el resto deba ser sacrificado a él. Todos deben estar combinados en el
diseño de un buen automóvil. Con respecto a nuestros ideales de conocimiento, la l a situación es es paralela. A l formular form ular un sisistema cognoscitivo efectivo, en un caso particular, el logro de la integridad puede requerir un sacrificio en la simplicidad. La necesidad de colaboración mutua puede menoscabar la elegancia y economía funcionales, etc. En la sistematización cognoscitiva de un determinado cuerpo de conocimiento, los diferentes parámetros de sistematización —simplicidad, uniformidad, com prehensividad y demás— pueden representar focos de conflicto y tensión. Esta pluralidad e interacción de desiderata significa que un estrecho foco sobre un único ideal cognoscitivo no es de gr
to —esto es, todo lo de verdad sobre lo cual los hombres pueden tener control epistemológico— forma una única unidad comprehensiva susceptible de una sistematización deductiva de acuerdo con las líneas euclideanas esenciales es el eje conceptual de la teoría de Aristóteles sobre la ciencia, tal como aparece expuesta en los Analíticos posteriores. La investigación es la búsqueda de la verdad. Todo el dominio ni o de la verda ve rdad d es es en sí sí mismo, claramente clar amente,, un sistema sistema (das System der Wahrheiten überhavpt [el sistema de verdades por antonomasia], como lo llama Lambert). Consideremos el modo como puede ser entendida la idea de que “la verdad es un sistema” sistema”.. H ay tres tres cosas sas a tener en cuenta: cuenta: el conjunt conj unto o T de verdades debe reunir los rasgos de comprehensividad (o integridad), consistencia y cohesividad (unidad). Los dos primeros son conocidos y bien entendidos. Detengámonos en el tercero. Una forma de explicar la cohesividad es en términos de la interdependencia inferencial: El conjunto de proposiciones proposiciones T present presenta a el rasgo rasgo de encade- según n el cual cual todo to do eleme e lemento nto de T es in in namiento inferencial, segú fesencialmente dependiente de por lo menos algunos de los otros: Siempre que Q S T , hay hay element elementos os P lr P2..., P n C T (todos distintos de {?,) tales que I— Q* . PLi PLi PZt • ' ' t Ptx I— En el fondo, este rasgo es sólo una cuestión de redundancia suficiente. suficiente. Y es claro que esa esa redundancia caracteriza caracteriza y debe debe caracterizar a las verdades. Supongamos que p y & q son ver dadero dadeross (y por lo tanto tanto q falso). En E n este caso caso,, tambié tam bién n ser serán án verdades, p v q, q D (r & » r). De modo m odo que si nues nuestra trass doí proposiciones iniciales fueran suprimidas del conjunto que re presenta las verdades, las dos seguirán siendo derivabfes de laí restantes. La situación que ilustran esos ejemplos es un caso per fectamente general. Todas y cada una de las verdades P ± sor cualquiera de sus puntos, pues n o puede ser mayor o menor en un Iugai que en otro. Nada hay, en efecto, que le impida extenderse en forma igual ni nada de lo qu e es puede estar estar más aqu í o menos allá de lo que está está pues todo es inviola ble. Pues el punto punt o desde desde el cual es es igual igu al en todas di reccion recciones es tiende igualmente hacia los límite límites. s. Y aq uí termino mi fidedign< fidedign< discurs discurso o y pensamiento pensamiento acerc acerca a de la ve rdad." rda d." (Frag. 8 de la edición d< d< Diels, traducido de la versión de Burnet.)
un miémb mié mbro ro de la l a fam ilia de verdades relacionadas P 1? P 2, P s, . . P n, y un miembro tal que, aun si P % es borrado explícitamente de la lista, los restantes, juntos, seguirán restituyendo (La tríada P* — p, P 2 ~ p v q, P 3 ~ ~ q constituye un ejemplo.) Esta circunstancia refleja lo que podríamos llamar constrictividad sistemática de la verdad: el hecho de que las verdades constituyen un dominio de mutua determinación, de manera que, si un elemento es hipotéticamente suprimido, puede ser repuesto a partir de los restantes.20 Así, cuando formulamos de modo sistemático lo que pretendemos conocer, le estamos otorgando verosimilitud , en el sentido tid o etimológico etim ológico de "parecido "par ecido a la verdad” . Llegamos a* la inferencia: El conocimiento debe reflejar la verdad. La verdad es un sistema. El conocimiento sería un sistema.
Esta idea —de que si nuestras pretensiones de verdad deben aproximarse a la verdad misma, también deben ser susceptibles de desarrollo sistemático— ha dado uno de los principales fundamentos para adoptar la sistematicidad del conocimiento como un ideal normativo. 5. L A
sistematicidad
como
ma r c a
de
calidad
de
l o
CIENTÍFICO
Es la sistematicidad de las tesis individuales lo que legitima su pe rtene nece cer r a una ciencia , como, con razón, señala. pretensión de perte repetidamente Kant: Puesto que la unidad sistemática es lo primero que eleva el conoci miento ordinario al rango de ciencia, ella hace un sistema a partir de un mero c o n g l o m e r a d o d e conocimientos; la arquitectónica [el arte de construir sistemas] es la doctrina de lo científico en nuestro cono cimiento ___ ( C R P , A 8 3 2 = B 8 6 0 .)
Examinemos con más detenimiento la concepción —profundamente arraigada en la tradición epistemológica de Occidente— 28
Véase el capítulo vii de T h e Co Co h er e r e n c e T h e o r y o f T r u t h , del autor (Oxford, 1973), para un tratamiento más extenso de los temas más relevantes*
de que el desarrollo propio, científico, de nuestro conocimiento debe producirse en forma sistemática. La sistematización científica tiene dos aspectos. El primero es metodológico y se refiere a la unidad que proporcionan las herramientas intelectuales comunes de investigación y argumentación. tación. (Esta (Esta concepci concepción ón de un cuerpo unitario unitar io de maquina ria metodológica compartido por las ciencias fue el centro del movimiento vim iento “ unidad de la ciencia” ciencia” , en los los año añoss de apogeo del positivismo lógico, por las décadas de 1920 y 1930.) Por cierto que también existiría una unidad sustantiva. Pero sería un serio error si los distintos sectores de la ciencia no pudieran ponerse en coordinación y en consonancia unos con otros. Y aunque hubiera, o pareciera haber, conflictos y discordancias, estaríamos en condiciones de explicarlos y de dar cuenta racional de ellos dentro de un marco superior de principios explicativos. La explicación científica, en general, procede por medio de lincamientos subsuntivos: las ocurrencias particulares en la naturaleza son explicadas por referencia a generalizaciones más altas. Pero la adecuación de una explicación como ésa depende del carácter de la generalización más alta: ¿se trata de una “ simple regularida regula ridad d em pírica” píric a” , o se está está ante una tesi tesiss cuya cuya presencia en nuestro sistema científico está firmemente asegurada como una “ ley de la naturaleza” ? Esta Esta pregunta nos nos conduce directamente al problema básico de con qué firmeza la tesis se inserta dentro de su marco sistemático más amplio en la rama de la ciencia de que se trate. Aquí la sistematización proporciona un criterio para ver lo apropiado de las generalizaciones usadas en la explicación científica. Una generalización empírica no debe ser considerada completamente adecuada a fines explicativos mientras no pueda reclamar carácter de ley. Y una ley no es justamente una enun ciación sumaria de regularidadesobservadashastaelmomento pretende tener que ver con una regularidad universal en tantc describe cómo son las cosas inevitablemente: cómo actúan lo: procesos que tienen lugar en el mundo, cómo tienen que ocu rrir las cosas en la naturaleza. Esta pretensión debe estar basad: en fundamentos más firmes que cualquier regularidadobservada hastaelmomento. La coherencia de las leyes en pautas que ilu minan los “mecanismos” funcionales por los que ocurren lo procesos naturales es un elemento clave —quizá el más centra de todos— de ese fundamento fundam ento má máss firme, firm e, ese ese “ algo alg o más” más” . qu* las simples generalizaciones de lo observado. Una “regularidai
observada” no justifica su aceptación por el solo hecho de que la observación de casos adicionales la reafirme; lo que se requiere es la integración en el cuerpo del conocimiento científico.27 La sistematicidad, entonces, no es sólo un aspecto prominente (si (si bien bi en parcia pa rcial) l) de la estructura estructura de nuestro conocimiento, conoc imiento, sino un aspecto normativamente deseable', sin duda un requisito del conocimiento científico. Se correlaciona, por lo tanto, con el ideal regulativo presente en la máxima: desarrolla tu conocimiento dotándolo de una estructura sistemática. Para comprender con exactitud un problema —es decir, para comprenderlo científicamente■ — — debemos aferrarlo en sus conexiones sistemáticas. Sapientis est ordinare [es misión del sabio el ordenar] dice una juiciosa sentencia que gustaba a Tomás de Aquino.28 La naturaleza básicamente regulativa de los parámetros de la sistematización sistematización cognoscitiva cognosc itiva (simplicida (simp licidad, d, uniform uni formidad idad , etc.) etc.) se refleja ~~y se hace manifiesta— en el papel que ellos cumplen como instrumentos del razonar científico. Los parámetros se combinan para afirmar nuestro propósito de infundir al conocimiento del mundo la marca de calidad de sistema como un rasgo definitorio de la investigación científica. Los parámetros de la sistematicidad surgen como las herramientas primarias del método científico. Por la herencia de la tradición de LeibnizWolff, en particular, la sistematización ha llegado a ser, también para los mo27 La idea de que al explicar la noción de "ley de la naturaleza” se tomaría la sistematización como patrón de legalidad fue norma entre los neohegelianos ingleses. Reaparece en F. E. Ramsay, que en una nota iné dita de 1928 proponía caracterizar las leyes como "consecuencias de aquellas proposiciones que tomaríamos como axiomas si conociéramos todas las cosas y las organizáramos con la máxima simplicidad en un sistema deductivo”. (Véase David Lewis, C o u n t e r f a c t u a l s [Oxford, 1973], pág. 73.) Ramsey da a la teoría un interesante —aunque en principio, gratuito— viraje en la dirección de un estilo específicamente d e d u c t i v o de sistematización, especi ficación que los hegelianos habían hecho dentro de la línea coherentista, más que deductivista. La versión coheTentista más ortodoxamente neohegeliana de la teoría fue restaurada en S c i en e n t t f i c E x p l a n a t i o n , del autor (Nue va York, 1970; véase especialmente pp. 110-111). Partes del presente trabajo desarrollan aquella obra. 28 Tom ás de Aqu ino escribió escribió también que un “arquitecto” era alguien que sabía cómo deben ser ordenadas y dispuestas las cosas, y que la palabra podría pod ría aplicarse más propiamente propia mente a un filósofo fi lósofo que a un constructor constructor.. (C i tado en Paul Frankl, T h e G o t h i c : L i t e r a r y So So u r ce ces a n d I n t e r p r e t a t i o n s [Princeton, 1960], p- 135.)
dernos, un vehículo que conduce hacia el antiguo ideal de la scientia : un cuerpo de conocimientos desarrollado como ün todo comprehensivo de acuerdo con principios racionales. Y por cierto que la perspectiva de organizar sistemáticamente un cuerpo de conocimientos es fundamental para su pretensión de ser una ciencia. La sistematización controla la adecuación del desarrollo racional (articulación) de lo que pretende pretendemos mos conocer, otorgando a la totalidad de ese conjunto de prehensiones, en forma colectiva, carácter de ciencia. Gomo señala Kant, ‘‘la unidad sistemática es lo que primero eleva el conocimiento ordina ord inario rio al rango de ciencia” *29 Conocer Con ocer científicamente científica mente algo a lgo es mostrarlo en un contexto sistemático apropiado: Toda disciplina j’ L e h r e ] , si es un sistema —es decir, una totalidad cog noscitiva ordenada de acuerdo con principios—, es llamada ciencia.30
Quizás esto esto se sea un poco po co extremo. extre mo. N o hay duda de que la sisistematicidad es una condición necesaria de una ciencia, pero difí cilmente será una condición suficiente, puesto que tambiér pueden puede n ser sistematiza sistematizadas das las las reglas de un arte (escribir (esc ribir sonetos sonetos juga ju garr al ajedr aje drez) ez).. P ero er o el elem el emen ento to clave cla ve es correc cor recto: to: no puedí pued í haber ciencia sin sistema. La sistematicidad es la marca de cali dad por po r excelencia de una ciencia: una “ ciencia” ciencia” es —virtu al mente por definición— una rama del conocimiento que sistema tiza nuestra información en algún área de los hechos empíricos Kant defendía la fórmula: ciencia de X=sistematización di nuestro conocimiento posible acerca de X . S1 En una notori; vena hegeliana escribió: Lo s sist sistem emas as parecen haberse fo rm a d o .. . en el mismo autod autodesar esarrol rollt lt de la razón. De ahí que no sólo cada sistema esté articulado de acuerd* con una idea, sino que todos ellos están orgánicamente unidos en u; sistema de conocimiento humano, propiciando así una arquitectónic de todo el conocimiento humano; en el presente, en virtud de la gra: cantidad de material que se ha reunido o que puede obtenerse de la ruinas de antiguos sistemas, esta arquitectónica no sólo es posible, sin que inclus incluso o no serí sería a una empresa empresa difícil. difícil. (CR P» A834 = B862 B862 [Kem Smith].)
Esta idea de un autodesarrollo sistemáticamente comprehensiv 20 C RP , A8S2 A8S2 = B860 B860.. SO Imraa Im raanue nue l Kant, prefacio a los F u n d a m e n t o s m et e t a f t s i c os os d e l a c i e ña n a t u r a l . 31 CR P, A834 ~ B86 862. 2.
de la razón está presente en buena parte de la tradición filosófica subsiguiente y tiene una particular prominencia en la escuela de Hegel. Evidentemente, de lo que más nos vamos a ocupar en este libro es de las aplicaciones de orientación fáctica de la sistematización cognoscitiva: la sistematización de nuestro conocimiento (o así llamado conocimiento) descriptivo del modo como las fo r m a l —más que fácti fá ctica ca —, cosas actúan en el mundo. La esfera for —, es decir, lógica, matemática, lingüística teórica, o la aplicación norma no rmativa tiva del sistem sistema a (lo (l o que se refier ref ieree a sect sector ores es estéti estético cos, s, morales y religiosos de la vida), quedan ambas fuera del alcance de nuestra presente preocupación. En el contexto de la ciencia, la idea de sistema incluye *no sólo la visión, más modesta, de que las varias partes de la investigación empírica presentan individual y separadamente una estructura sistemática, sino también la doctrina más ambiciosa de que la totalidad de la ciencia natural forma un sistema único, vasto y omnicomprehen omnicom prehensivo.3 sivo.32 2 En el trasfondo histórico hist órico se destaca la audaz visión de Leibniz de una scientia universalis —un —un tratam tra tamie iento nto sinó si nópt ptic ico o d e todo to do cono co noci cim m ien to— to — enci en cicl clop opéédica en su alcance, si bien no ordenada por la distribución usual, convencional y arbitraria, de las letras del alfabeto, sino por un arreglo racional de temas según sus principios cognoscitivos inmanentes. La concepción de una sistematización de la ciencia está referida al ideal de una ciencia perfecta en la cual todos los datos disponibles y relevantes acerca del mundo ocupan un lugar adecuado con la debida consideración de sus conexiones cognoscitivas. Por cierto que no sólo el conocimiento cien tífico tífic o se aproxim apro ximaría aría a un vasto sistema sistema sinóptico (e idealidea lmente lo constituiría ), ), pero una disciplina es validada como auténticamente científica por su inclusión en ese supersistema. 6 . PERSPECTIVISMO: LA IMPORTANCIA EPISTEMOLOGICA DEL PUNTO
DE VISTA SISTEMÁTICO
Consideremos cualquier elemento del inventarío del mundo; por 32 Po r cierto que est estas as fronteras —por —po r vast vastas as qu e sean— pueden pued en parecer demasiado restrictivas. Parménides, Aristóteles, Spinoza, Leibniz, Hegel y otros grandes sistematizadores no limitaron sus aspiraciones a los confines de la ciencia natural sino que las extendieron a la totalidad del conoci miento humano.
ejemplo, aquel árbol. Está claro que puede ser clasificado, descrito y estudiado desde muchos ángulos —el del botánico, el del ecólogo, zoólogo zoól ogo (como habitáculo o fuente de comida de una una fauna), fauna), meteorólogo meteoró logo (como indicador indicado r del pasado pasado climático de la zona en que se encuentra), ingeniero agrónomo, etc. El mismo meteorito puede interesar al químico, al metalúrgico, al cosmólogo, al astrónomo. Los componentes de la naturaleza son siempre muí tifacéticos, tifacéticos, siempre pueden pue den ser ser abordados desde desde una diversificada pluralidad de categorías descriptivas y explicativas. ¿Se trata sólo de un diferente interés explicativo que conduce, como consecuencia, a diferentes modos de ver? No, sin duda. Por lo general no imponemos a la naturaleza diferencias inherentes a nuestros fines; se trata, más bien, de que las diferencias en el modo de ver que actúan en el mundo nos obligan a diversificar divers ificar nue nuestr stras as perspectivas perspectivas.. (Somos indolentes indole ntes por po r naturaleza y siempre preferiríamos un acercamiento uniforme, indiferenciado, si un mundo complejo no nos impusiera, queramos o no, su propia complejidad.) N o se tra trata ta de un artificio o conveniencia humana en la división del trabajo intelectual que produciría muchas “dimensiones de consideración*' o “puntos de vista descriptivos y explicativos". Por el contrario, esta circunstancia refleja un hecho propio del mundo —tal como hemos llegado a conocerlo—, el hecho de que sus cosas tengan diferentes c l a s e s de propiedades: que este bloque de piedra tenga aspectos físicos, químicos, geológicos o aun biológicos biológic os (si contiene fósiles fósiles). ). Nuestra situaci situación ón cognoscitiva refleja un hecho ontológico: lo que se ve desde nuestras diferentes perspectivas son clases diferentes de cosas, aspec aspectos tos muy diferentes. diferentes. (E l pluralism plura lismo o perspectivo perspectiv o radica en en el pluralismo aspectivo.) La naturaleza prism pr ismát ática ica de las cosas, a la que es inherente abarcar distintas facetas, es un hecho significativo de la vida teórica. La descripción es —y debe ser— correlativa de la expli- cación, Los clasificadores descriptivos son correlativos de una ley. El hecho de que las cosas tengan múltiple ciudadanía en diversos marcos de legalidad nos da la base explicativa de que ellas sean objeto de diferentes disciplinas constituidas naturalmente. El perspectivismo no debe aplicarse en forma conjuntiva : no podemos, así porque sí, adicionar marcos de legalidad y decir “ desd desdee es este ángulo X ” , y “ desd desdee aquel ángulo Y” y “desde aquel otro ángulo Z”. Por el contrario, debemos proceder de modo
compositivo. Los diferentes aspectos deben ser vistos como tantos tantos otros otros “ momentos” (en el sentido de H eg el) el ) constituti constitutivos vos de un todo unificado. Una cosa vista desde diferentes puntos sigue siendo una cosa. El carácter prismático de las cosas no destruye su unidad. Muy al contrario, las cosas deben ser vistas como sistemas, como una pluralidad de aspectos en interrelación sistemática. El concepto de sistema es, entonces, un ingrediente esencial en cualquier concepto adecuado de cosa. El entender no apunta sólo a la verdad, sino a toda la verdad. da d. N o comprend comprendemos emos adecuadamente lo que no comprendemos desde todas las perspectivas apropiadas tomadas en su verdadera interrelación. La adecuación del entender se refiere no sólo a la corrección, sino también a la comprehensividad. ‘Depende pen de de “ si se toman tom an en cuenta todas las cos cosas as”” . Veamos Veam os un ejemplo. Quiero comprar un automóvil y deseo saber si su uso es económico. Puede ser muy económico en cuanto al consumo de gasolina pero no, digamos, en cuanto a su necesidad de lubricantes o en cuanto a su frecuencia de reparación. Si quiero saber si es "económico en su totalidad, tomando en cuenta deb o entonces comb co mbina inarr todos esos esos aspecto aspectoss en todas las cosas ” , debo un solo aspecto, comprehensivo; debo hacer una evaluación general. El logro de un entender adecuado es una cuestión d'e combinar puntos de vista y sintetizarlos en un todo unificado. Se alcanza mediante la reproducción de la complejidad aspectiva del objeto en el nivel cognoscitivo por medio de úna comprehensiva caracterización perspectivista. La adecuación reside en la totalidad: no se la consigue mediante una síntesis comprehensiva de aspectos diversos. En cuestiones cognoscitivas haremos bien en levantar como bandera la divisa de Goethe: " m u l t i l a t e r a l id a d
”.
La búsqueda de sistematicidad cognoscitiva reúne las más profundas aspiraciones intelectuales y estéticas del hombre. Como ya señaló K.arl Pearson, unas tres generaciones atrás: En el corazón del hombre hay un insaciable deseo de resumir en una breve fórmula, en un breve juicio, los hechos de la" experiencia hu mana. Eso con dujo al salvaje a . “d ar cuenta” de todos todos los los fenómenos naturales deificando el viento, el torrente, el árbol. Lleva al hombre civilizado a expresar su experiencia emocional en obras de arte y su experiencia física y mental en fórmulas o en las así llamadas leyes __ La ciencia se empeña en proporcionar un sumario de la ciencia __ mental del universo, y la última gran demanda en nuestro favor es
a su capacidad de satisfacer nuestros anhelos de una breve descripción de la historia del mundo. Esa breve descripción, una fórmula que resuma todas las cosas, no ha sido encontrada por la ciencia, y quizá no sea hallada nunca; pero de algo debemos estar seguros: de que su m é t o d o de búsqueda es el ú n i c o m é t o d o posible y de que la verdad que ha alcanzado es la ünica forma de verdad que puede satisfacer permanentemente el juicio estético. ( T h e G r a m m a r o/ S c i e n c e [ L o n dres, 1892], cap. 1 , secc. 14.)
El anhelo de sistematicidad representa una síntesis de los dominios cognoscitivo y estético del intelecto humano, síntesis a la que el pensamiento de ningún científico creador es insensible. sible. (Recuérdese la observación de de Rosa Ro salin lind d Franklin Fran klin sobre sobre el mod elo de WatsonCrick de doble do ble hélice: “ es demasiado demasiado hermoso para para ser ser erróneo” .) El ideal de sistematicidad es una poderosa atracción. Cualquier grieta en la fábrica de nuestro conocimiento científico —cu —cualq alquie uierr falta fa lta en cuanto cuan to a su unida un idad d y orden— ord en— merecería mere cería,, evidentemente, ser calificada de pérdida y sería vista como un impedimento para la adecuación de nuestro entendimiento y la efectividad de nuestro dominio intelectual. Seguramente, nadie pretende que esa sistematización sinóptica y comprehensiva sea un aspecto descriptivo del conocimiento científico, tal como se halla hoy (o se se hallará en alguna otra coyuntura histórica). Pero ella representa un ideal hacia el cual —con el acuerdo general— la ciencia puede y debería avanzar en su línea de evolución. Esta grandiosa y heroica visión de que todo conocimiento del hombre acerca del universo que lo rode^ forma parte de un único sistema de conocimiento que lo abarca todo, es de antiguo y respetable linaje. Anunciada por Parménides, esta concepción fue elaborada por Platón, desarrollada con cuidadoso detalle y enorme labor por Aristóteles y sostenida por toda una multitud de pensadores, desde los padres de la Iglesia hasta Leibniz y Hegel y aún después.33 Es una de las grandes ideas formativas de la civilización occidental.
33 Los pensadores del siglo siglo xvi xv i tendieron a localizar localiza r "e l sistema sistema perfec to” en la mente de Dios, una postura “difícilmente posible" después de la revolución copemicana de Kant. Charles S. Peirce, en consecuencia, lo tras ladó al producto de una comunidad científica que proyecta sus esfuerzos a un ideal a largo plazo.
:2. E L P R O P Ó S I T O D E L A S I S T E M A T I Z A C I Ó N D E L C O N O C I M I E N T O : E L C O N T R O L DE D E C A L ID ID A D D E L O Q UE UE PRETENDEMOS CONOCER
;SXNOFSIS 1 ] Las principales funciones de la sistematización del conocimiento en
«1 dominio táctico: la búsqueda de inteligibilidad, la realización de upa modalidad específicamente c i e n t íf i c a de desarrollo racional y la veri ficación de la veracidad. 2] El primer propósito: proporcionar un .medio para la inteligibilidad y entendibilidad. El segundo propósito: proveer los medios necesarios para dar carácter de científico a un -cuerpo de pretensiones de conocimiento. El tercer propósito: propor cionar un patrón de control de la aceptabilidad de pretensiones de ■conocimiento. Esta función hace referencia a: 3] La “inversión hegeJiana” y la idea de una ciiteriologia del conocimiento. 4] Las rami ficaciones metafísicas de la inversión hegeliana en relación con la “re volución copermcana”, de Kant.
I. INTRODUCCIÓN
La sistematización brinda un ideal de desarrollo cognoscitivo en todo el dominio de nuestro conocimiento, en sus hemisferios forma for mall y fáctico. fáctico. N o obstante obstante,, nuestro plan teo dejará d ejará casi casi enteenteramente de lado el problema de la sistematización del conocimiento form fo rm a l y se centrará en el sector fáctico. La sistematización del conocimiento formal —en particular en las esferas de las matemáticas, lógica y gramática— es, sin duda, un antiguos y nobl no blee prop pr opós ósito ito en cuyo cump cu mplim lim iento ien to los griegos grie gos prop pr opor orci cioonaron el fundamento de la empresa de sistematización del conocimiento. Pero lo que principalmente nos ocupará en las páginas que siguen es nuestro conocimiento fáctico, empírico, de los ordenamientos contingentes de este mundo.1 i Bebemos Bebe mos señalar que esta esta actitud no se contrapone en absoluto con el reconocimiento de que el conocimiento formal es una parte indispensable Je las imtrumen imt rumen talidades racionales p or las q ue se lleva a cabo la inves inves tigación del dominio fáctico. Para conocer la opinión del autor sobre estos temas, véase su M e t h o d o l o g i c a l P r a g m a t i s m (O xfor xf ord, d, 1976 1976), ), especialmente especialmente si cap. xv.
Conviene, para empezar, encarar la situación en su realidad. N o hay base base racional para asegura asegurarr por po r adelantado ade lantado —an —ante tess de cualquier resultado que la misma empresa manifieste— y en forma categórica que el afán por sistematizar nuestro conocimiento del mundo tenga que ser forzosamente exitoso. La sistematicidad de nuestro mundo mu ndo fáctico no n o es es (según venemos venemos)) algo alg o que qu e pueda ser garantizado a priori, que tenga que obtenerse sóbre la bas basee de los “ principio prin cipioss generales” de los objetos. Los Lo s parámetros de la sistematicidad —coherencia, consistencia, uniformidad y demás— constituyen consti tuyen una fam fa m ilia il ia de ideales regulativos en cuya realización deben empeñarse, y lo hacen, nuestros esfuerzos cognoscitivos. Pero el impulso hacia la sistematización es la expresión operativa del mandato de un ideal y no algo que deba darse por hecho, como algo ya asegurado y establecido desde el prime p rimerr momento. N o hay una razón válida para supone suponerr desde el comienzo que la sistematicidad va a tener que aparecer finalmente en el cuadro de la naturaleza descriptiva de las cosas que la investigación va a pintar. Este impulso cognoscitivo hacia el orden está manifestado y, de un modo decisivo, condicionado por un impulso paralelo hacia la comprehensividad, variedad, novedad, etc. Como los estudiosos de la biología humana han observado sagazmente, el sistema nervioso central del hombre exige siempre nuevos estímulos ( input ) para evitar la monotonía: el comportamiento exploratorio y la tendencia a la novedad son un aspecto fundamental del diseño biológico de los animales superiores.2 Es evidente que la sistematización tiene una profunda racionalidad darwiniana. Para abrirnos camino en un mundo difícil, los hombres, como animales racionales , necesitamos aprovechamos de las regularidades para un efectivo funcionamiento. Ahora bien, las reglas son muy fáciles de aprehender, dominar, aplicar y trasm tra smitir itir si ellas mismas están están organizadas organizad as en patrones patron es de regularidad; esto es, si han sido producidas en forma sistemática. Y lo que interesa al sistema sistema no es otra cosa cosa que qu e este este impulso hacia la metaregularidad, un esfuerzo por impartir a nuestros principios conductuales e intelectuales de proceder una estructura que, también ella, está basada en principios. A l explicar las las opiniones opiniones del filóso fo norteamericano norteamericano Charles Charles Sanders Peirce, un comentarista escribió: o t h e s i s (Londres, 1976). 2 Cf. Robert Axdrey, T h e H u n t i n g H y p ot
Ese notorio afán de la mente por la unidad y coherencia es muy per sist sisten ente te.. L a bús que da dé un ida d [sist [sistemát emática ica]] es muy intensa y parece situ situar arse se en la raí raízz mism a— de la actividad actividad intelectua intelectuall de cualquie r tipo. La búsqueda de comprehensividad por parte de la mente no es, como algunos han insinuado, perniciosa, sino que, al contrario, per tenece a la esencia de la vida de la razón... El deseo de una visión unificada de las cosas es tan real como cualquier deseo físico y m ás *s E p i s t e m o - poderoso poderoso que mucho muchoss de ello ellos. s. (W illiam H . Dav id; P e i r c e *s l o g y [La Haya, 1972], pp. 45-56.)
Esto nos lleva al centro de la cuestión. El hombre, como animal racional, manifiesta una profunda necesidad de entender, y las facetas facetas de la la estructur estructura a racion rac ional al (unidad, (unidad , comprehensividad, comprehensivi dad, coherencia y demás) son componentes constitutivos de esa sistematicidad, único camino para que ese entender tenga lugar. Pero el interrogante persiste: ¿qué consideraciones racionales hacen que la sistematicidad sea tan deseable?; ¿cuál es el fundamento que legitima su carácter de ideal regulativo del conocimiento? En otras palabras, ¿cuál es la ayuda que nos presta la sistematicidad? Después de todo, la sistematización es una acción intencional y '‘sistema" es una concepción funcional: sistematizar es algo que tiene que tener como propósito el sistema. Este aspecto teleológico de la cuestión necesita ser examinado más de cerca. El conocimiento es organizado en vista de diferentes metas; en particular, la heurística (para hacerlo hacerlo más más fácil fác il de aprender, retener y utilizar) y la prob darl e pr obat ativ iva a (para controlarlo y darle asi una mejor sustentación y hacerlo más convincente). Esta última dimensión, epistemológica, será nuestro principal foco de interés. En el presente estudio de la sistematización del conocimiento, el paradigma será la monografía y no el libro de texto. Dejaremos a un lado los aspectos psico ps icoló lógic gicos os de la adquisición y utilización utilizació n del de l conocimiento conocimien to (aprender, memorizar, etc.), etc.), y nos nos centraremos en los aspectos racionales de la organización del conocimiento en sus dimensiones probativa y explicativa. Nos ocuparemos de la sistematización del conocimiento como un asunto de planeación cognoscitiva con fines teóricos y puramente cognoscitivos, y dejaremos de lado las cuestiones heurísticas. Establecido el centro en cuestiones probativas y explicativas,, podemos considerar que el desarrollo sistemático del conocí
miento —o el así llamado conocimiento— cumple tres funciones principales interrelacionadas: La sistematización es el principal medio para entender, porque es, precisa y exactamente, la sistemática interrelación de lo que pretendemos conocer de los hechos lo que los hace inteligibles. En la medida en que permanezcan discretos y desconectados, carecen de todo asidero para el intelecto, que busca echar mano de ellos en su afán de abarcar los problemas que ellos involucran. 2 ] o r g a n i z a c i ó n r a c i o n a l . L a sistema tici dad —en su interés por po r ideales como la simplicidad, uniformidad, etc.— proporciona los medios para una articulación y organización probativa mente racional y científicamente viable de nuestro conocimiento. El desarrollo sistemático de nuestro conocimiento es, entonces, una parte esencial de la idea de ciencia. 5] v e r i f i c a c i ó n . La sistematización es un medio para el control de calidad del conocimiento. Es acertado suponer que la información producida sistemáticamente tiene más posibilidad de ser correcta —o, en todo caso, tiene menos posibilidad de tener fallas— debido a que evita conflictos internos de discrepancia, indicativos de error, inconsistencia, desuniformidad. Esto indica el servicio que presta la sistematización como proceso de control de la aceptabilidad; es un instrumento de verificación. 1]
in t e l ig ib il id a d
.
Consideremos estos tres temas con más detalle. 2.
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f u n c io n e s
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sistematización
Por su tendencia a la provisión de un instrumento, la sistematización es un instrumento indispensable de la racionalidad cognoscitiva. Dentro de un marco sistemático, la información a organizar es puesta bajo el control de una red de relaciones explicativas y justificatorias gobernadas por reglas. De ese modo, los hechos son puestos dentro de patrones de ordenamiento por medio de su referencia a principios comunes, facilitándose así su racionalización explicativa. La sistematización es una herramienta de la explicación, y explicamos las cosas en vista de una meta, por ejemplo, hacerlas inteligibles. Pero ¿qué implica esta "inteligibilidad”? Su carac-
terística definitoria es la reducción a patrones accesibles por la razón, lo que transforma t ransforma problemas en “ naturales naturales y espe espera ra bles" proporcionándoles un adecuado instrumento. Una síntesis que proporciona sistematicidad sobre la base de uña cohesión evidencial y explicativa tiene como función "dar cuenta de” las tesis en cuestión en los dos sentidos de ese término: explicarelhecko y propo rcionarb arbases asespara parasusp suspreten retensio sio y también proporcion nesde~factualidad. De este modo, un sistema cognoscitivo brinda iluminación: sus interconexiones hacen que los hechos en cuestión se vuelvan dóciles a la razón al situarlos dentro de un marco de principios ordenadores que iluminan sus relaciones mutuas. La sistematicidad es la clave para el entendimiento, proporciona los canales por donde fluye el poder explicativo. Un sistema resulta cuando las partes están unidas formando una estructura ordenada de unidad funcional. En el caso de un sistema cognoscitivo, las partes son las diversas tesis que componen el cuerpo de nuestro conocimiento o supuesto conocimiento. Pero ¿cuál es la naturaleza de los vínculos interco nectores? Las dos posibilidades importantes son: 1] conexiones de orden probativo o evidencial, y 2] conexiones de orden justificativo o explicativo, Aquí hay una diferencia importante. En el última caso se trataría de lo que los escolásticos llamaban razones de porquéesasí {rationes essendi o razones ontológicas); en el primer caso, de las razones que ellos mismos llamaban de porqué consideramosqueesasí (rationes cognoscendi o razones epistemológicas). Estimemos la altura de aquel árbol. Yo digo que es de unos 30 metros. La razón ontológica de mi pretendida afirmación estará en el siguiente tipo de explicación: es un árbol de tal o cual especie, que tiene tales o cuales características de crecimiento, y el suelo y las condiciones climáticas establecen tales o cuales requisitos de crecimiento. Por su parte, la razón epistemológica podría ser, simplemente, que el árbol arroja una sombra de aproximadamente 3 metros en el mismo momento en que una vara de 5 metros arroja una sombra de medio metro. Un conjunto de razones tiene que ver con la expli- cación de lo que pretendemos conocer, el otro con la sustancia ción que tenemos tenemos para afirmar afirm ar nuestr nuestras as pretensiones (con el el po p o r qué qu é consider cons ideramo amoss que qu e es asi). Está claro, o debería estarlo, que nuestro presente interés en sistemas cognoscitivos estará casi enteramente orientado al pro
Jb Jblem lema de los víncu vín culos los expl ex plic icati ativo voss y a las razones de. orden or den ""ontológico”. Por cierto que la separación no puede hacerse con la precisión y la prolijidad de un cirujano. De hecho, las consideraciones explicativas comportarán, ellas mismas* peso evidencial y proba prob a ti vo. E l hecho mismo de que un elemento eleme nto tenga su exacto lugar dentro de un sistema explicativo brinda una valiosa explicación de que “lo hemos hecho bien” y nos proporciona una valiosa evidencia de ello. (Precisamente esto es la bas basee de la ""inversión hegeliana” hege liana” , que qu e será será consider considerada ada en la próxim pró xim a sec sec .ción: la política de tomar la sistematicidad explicativa como índice de garantía evidencial.) La urgencia por comprender que proporciona el ímpetu para :la construcción de sistemas produce el flujo y reflujo de una búsqueda de nuevos y discordantes materiales de desequilibrio xognoscitivo, seguida de fases de restauración del orden. Este pro xeso de avance produce discrepancias, que recurren continuamente, entre el plan mental (lo esperado) y la realidad encontrada (lo experimentado).3 Los dos aspectos clave del sistema — comprehen Mvidad y orden— reflejan esta fundamental característica de la situación del hombre respecto del conocimiento: la de un ser puesto in medias res en un mundo no de su hechura, hostil o a lo sumo indiferente, que debe poner bajo el control de su conocimiento. Una segunda gran meta de la sistematización cognoscitiva es "la de brindar los medios necesarios para autenticar un cuerpo
de un siste sistema ma que provea el "ma pa pa”” adecuado adecuado (intelec tual) del terreno cognoscitivo.4 En tercer lugar, el desarrollo sistemático nos provee también de una prueba de lo apropiado del conocimiento; sirve como monitor de la adecuación de nuestro cuerpo de conocimientos (o supuestos conocimientos). Esto se hace evidente desde una consideración de la naturaleza misma de los diferentes parámetros de sistematicidad: consistencia, consonancia, coherencia, e incluso incluso integridad (comprehensi (comprehensividad) vidad)** La importancia de introintro ducir estos factores en la articulación organizativa de nuestro conocim cono cimiento iento es, prácticament prácticamente, e, autoevidente. A l perseguir un un conocimiento fáctico nos esforzamos por asegurarnos información correcta sobre el mundo. En consecuencia estamos interesados en rechazar falsedades en nuestro empeño de asegurarnos de que, en el grado de lo posible, las tesis equivocadas se mantienen fuera del d el marco de nuest nuestra ra empre empresa sa de conocimiento. con ocimiento. Y la búsbúsqueda de consistencia, consonancia, coherencia, integridad, etc. facilita, sin duda, el logro de este objetivo regulador. La sistematización es un instrumento primordial para la supresión del error, para el control de calidad del conocimiento. Hay, de hecho hecho,, tipos muy diferente diferentess de "errores” . Hay errores de primer género: los errores de omisión, que surgen cuando no aceptamos P siendo efectivamente P lo que corresponde. Esto Estoss errores impli im plica can n la sanción (desvalo (des valor) r) de la ignorancia. Y hay también errores errores de segundo segundo género: errore erroress de d e comisión, comisión, que surgen cuando adoptamos P y, en realidad, lo que corresponde es noP. Estos errores llevan la calificación de disonancia cognoscitiva y de lisa y llana equivocación. Está claro que uno y o tro tr o gra grado do constituyen consti tuyen errores . Las reglas de juego del conocimiento reclaman no sólo el rechazo de falsedades y la exclusión de cosas equivocadas, sino también la adopción de verdades y la seguridad de que lo correcto no quede afuera. Para este propósito, la sistematización es una gran ayuda. Podemos suponer que, en lo que respecta a los dos grados considerados, ella cumple la función de reducir al mínimo el error. Por su énfasis en coordinar la comprehensividad y la mutua adecuación, la sistematización de nuestro conocimiento facilita claramente la realización de su objetivo dominante: el incremento 4 Sobre Sobr e el proble pro blema ma de los procedimientos procedim ientos sistem sistemátic áticos os como herramienta herramie nta para resolver problemas, véase Alien Newell y Herbert A. Simón, H u m a n P r o b l e m S o l v i n g (Englewo od Clif's, 1972). Véase también E. C. Tolm an, c h o l o g i c a l R e v i e w , vol. “Cognitive Maps in Rats and Men”, P s y ch vol . 51 (1945).
de la información en el contexto de un óptimo equilibrio de verdad por sobre las falsedades. Este aspecto fundamental de la determinación de la verdad nos conduce al umbral de una importante idea: la de la “inversión hegeliana”. S. LA INVERSIÓN INVERSIÓN HE GE LIA NA : TRANSFORMACIÓN DE UN DESIDERÁ DESIDERÁTUM: TUM: DE EXPOSICIÓN EN UNA PRUEBA DE ACEPTABILIDAD
Un avance importante en este orden de ideas se produjo con Hegel y sus continuadores en el siglo xix. Fue la transformación de la antigua concepción de sistematicidad como marca de calidad de la ciencia, como en la ecuación: ciencia =
cuerpo cuerpo de conocimien conocimientos tos desarr desarrollad ollados os sistemátic sistemáticam ament entee
en su formulación como criterio o patrón de aceptabilidad det conocimiento, como en la ecuación: verdad (presunti (presuntivam vamente ente)) = inclus inclusión ión por mérito méritoss dentro dentro de una una ciencia = capaz capaz de ser cómodamente cómodamente integrada en un sistem sistema a de conocimiento científico Llegamos así a la inversión hegeliana, comenzando con la tesis de implicación de que lo que pertenece a la ciencia puede ser sistematizado y luego transpuesto en la conversión: Si un elemento es sistematizable sistematizable con el todo de nuestro (supuesto) (supuesto) conocimiento, debe ser admitido como una parte de ese todo. La sistematicidad es establecida ahora como un pa p a tró tr ó n de p ru e - ba de supuesta verdad , y asi se vuelve un medio para ampliar el radio de lo que admitimos como verdadero, más que un simple instrumento para organizar una verdad preestablecida. Las consideraciones anteriores se apoyaban más en una sistematicidad general de “la verdad" —el hecho de que la totalidad de las tesis verdaderas debe constituir un sistema cohesivo— y presentaban el sistema como un aspecto esencial de la verdad. Este acercamiento prehegeliano veía la sistematización como un proceso proceso de dos dos pas pasos os:: i ] determ inar las las verdades, verdades, y luego lu ego 2] sist sistema ematiz tizarl arlas. as. (Piénsese (Piénsese en la analogía con un edific edi ficio io:: pripr imero se reúnen los ladrillos, luego se levanta la pared.) Con la inversión de que estamos tratando, se da un proceso de un
solo paso: la determinación de los componentes correctos mediante el proceso mismo de reunirlos. Esta línea de desarrollo apunta hacia una nueva función, cuya diferencia es muy importante, de la sistematicidad. De ser una marca de calidad de ciencia (por (po r la idea regulativa de de que un cuerpo de pretendidos conocimientos no puede ser calificado de ciencia si carece de una articulación sistemática), la p a tró tr ó n de verda ver dad: d: un crisistematicidad es trasmutada en un pa terio de aceptabilidad para lo que reclama pertenecer a la ciencia. De un desiderátum de organización de nuestro “cuerpo de conocimiento fáctico”, la sistematicidad se transforma en una prue pr ueba ba calif ca lific icat ator oria ia de perte pe rtene nenc ncia ia a dicho cuerpo, en un patrón de facticidad. El efecto de la inversión hegeliana es hacer “de la pretensión de ser un sistema, un árbitro de hecho”, para usar la acertada expresión de F. H. Bradley. Esta idea de sistematicidad como árbitro del conocimiento está implícita en el mismo Hegel y fue desarrollada por sus continuadores, en particular los de la escuela hegeliana inglesa iniciada por X. H. Green. Esta inversión hegeliana nos lleva a uno un o de los temas centrales de este este ensayo: la idea de usar la sistematización como control de conocimiento sustantivo. F. H. Bradley ve la cuestión de esta manera: La prueba [de verdad] que yo defiendo es la idea de un todo de cono cimiento tan am plio y consi consiste stente nte como sea sea posible. A l ha bla r de sis sis tema [como patrón de verdad] me refiero siempre a la unión de estos dos aspectos [coherencia y comprehensividad]... [que] para mí están in separabl separablemente emente incl incluidos uidos en la idea idea de sis sistema— tema— Los hecho s'[en s'[en m i opinión] son verdaderos... sólo en la medida en que contribuyen al orden de la experiencia. Si al tomar ciertos juicios... por verdaderos puedo conseguir algo de sistematicidad en mi mundo, entonces esos “hechos” son, en esa medida, verdaderos, y si al tomar ciertos “hechos” como errores puedo ordenar mejor mi experiencia, entonces esos “hechos” son errores.5
Lo plausible de este enfoque es fácil de ver. La pregunta de Pilato sigue siendo relevante. ¿Cómo nosotros, humanos —imperfectos mortales que habitamos en esta imperfecta esfera sublunar— podríamos determinar dón de reside “ la verdad real” rea l” ? N ingú in gú n ángel án gel susu susurr rra a la respuesta respuesta en nuestros nuestros oídos (si alguno algun o lo hiciera, dudo de que le entendiésemos). La consideración de 5 “ On T m th and Coheren Coherence” ce”,, E s s a ys ys o n T r u t k 1914) pp. 202-218; véase pp. 202-203 y 210.
and
R ea e a l i t y (Oxford,
que no tenemos acceso directo a la verdad en lo que se refiere al modus operandi del mundo en que habitamos es quizá el hecho más fundamental de la epistemología. Debemos reconocer que no hay perspectivas de determinar la verdad —o presunta verdad— de lo que pretendemos conocer en ese dominio, más allá de nuestros esfuerzos por sistematizar la investigación científica. La idea hegeliana de determinar la verdad mediante la sistematización sistematización signific sig nifica a un “esfuerzo esfuerzo obstinado, y atractiv atra ctivo o en sí mismo, por ajustarse y adaptarse a ese hecho fundamental. Para ver con más precisión algunas de las ramificaciones filosóficas de este enfoque hegeliano, volvamos una vez más a la función epistemológica de la sistematicidad en su aspecto histórico. tórico. El punto de partida fue la posición de los griegos (en Platón y Aristóteles y aún vigente en los racionalistas hasta Spinoza) que, segura de una realización fundamental en la sistematicidad de lo real, tomó la sistematicidad cognoscitiva (es (es decir, la que está está presente en el marco ma rco de “ nuestro conocimiento”) como un índice de hasta qué punto la supuesta comprensión del mundo por parte del hombre puede ser considerada adecuada aplicando el principio de la adaequaiio ad rem. Aquí la sistematicidad funciona como un ideal regulativo de la orga- nización del conocimiento y, en consecuencia, como patrón de la adecuación organizacional de nuestra presunción de conocimiento. Per P ero o el enfoque en foque de la escue escuela la hegeliana (y de los los escé escéppticos de la Academia, en la Antigüedad, precursores de aquéllos en este este aspecto) aspecto) va mucho más allá de esta esta posición. A l" consiconsiderar la sistematicidad no meramente como un ideal regulado^ del conocimiento, sino como un principio epistemológicamente constitutivo, lo que era una simple prueba de conocimiento pasa a ser una prueba de aceptabilidad evidencial de pretensiones fácticas de verdad. La sistematicidad explicativa opera, de este modo, como garantía de evidencia. En consecuencia, la inversión hegeliana ve la transformación de la sistematicidad, que de marco de organización del conocimiento pasa a ser Un mecanismo de caracterización de pretensiones de conocimiento adecuadas. La adaptación, el ajuste y la conexión sistemática llegan a ser los criterios determinativos por los cuales se establece la aceptabilidad de las pretensiones de conocimiento. Según Según este este enfoque, nuestra nuestra “ imagen de lo real” emerge como un producto intelectual logrado bajo el control del ideal de sistema como principio regulador de nuestra teorización.
4. RAMIFICACIONES METAFÍSICAS DE LA INVERSIÓN HEGELIANA
De esta perspectiva surgen interesantes implicaciones metafísicas de la sistematicidad con la interrelación entre verdad y realidad. Veamos el problema en su dimensión histórica. Una línea de pensamiento de significativa operatividad desde los antiguos puede ser fijada en el silogismo: La verdad es un sistema coherente El conocimiento concuerda con la realidad El conocimiento es un sistema coherente 4
Con la “revolución copernicana” de Kant, este modo tradicional de apelar a la concepción clásica de la verdad como adae quatio intellectu ad rem se transformó en: El conocimiento es un sistema coherente E l conocimie conocimiento nto concuerda concuerda con la realidad L a realidad
(empírica)
(est (esto o es es, la realidad e m p ír i c a ) es un sistema coherente
Mientras el silogismo original fundamenta una conclusión acerca del conocimiento en premisas referentes a la realidad, su transformación kantiana fundamenta una conclusión acerca de la realidad en premisas referentes al conocimiento. En los albores de la revolución copernicana de Kant, el énfasis ontológico se vuelve secundario y derivativo al ver que nuestro único camino alcanzable hacia la realidad nos conduce a través de mues- tra realidad: nuestros esfuerzos cognoscitivos por formar una imagen de lo real. Con este aspecto de la revolución copernicana de Kant llegamos a la la idea de que al defender la fórmula “ la verdad es un sistema’' la sistematicidad que reclamamos no es del mundo como tal, sino d’e nuestro conocimiento de él. En consecuencia, lo que se sistematiza es lo que se sabe verdadero de acuerdo con “ los hechos hechos”” de la naturaleza, y la sistematicida sistematicidad, d, de este este modo, llega a ser —en primera instancia— un rasgo del conocimiento antes que de su objeto. La idea de sistema puede —en verdad, debe— ser aplicada por nosotros a la naturaleza, pero no a la naturaleza en sí o an sich, sino a la “naturaleza en tanto la naturaleza naturaleza conforma nuestro nuestro poder de juic io” .6 Así, 6 Introducción a Ja C r ít i c a d e l j u i c i o , de Kant, en W e r k e , vol. v, edición
de la Academia Aca demia d e Ciencias (Berlín (Be rlín,, 1920 1920), ), p. 202 202..
el sistema es, en el fondo, no una concepción constitutiva descriptiva de la realidad pe p e r se, se, sino una concepción regulativa descriptiva del modo como nuestro pensamiento debe proceder respecto de la realidad. Los sucesores de Kant quisieron “superar” ese resto (je fidelidad de Kant para con la división cartesiana del conocimiento y su objet ob jeto. o. A g ita it a n d o en sus banderas el lem le m a de que qu e “ l o real re al es racional” trataron de devolver el sistema a la posición de los griegos como concepto fundamentalmente ontológico (antes que “ puramente epistemológico” ). Con Co n esta esta postura postura,, sin sin embargo, el concepto de sistematización de la verdad tenía, de manera más acentuada que nunca, la función de un ideal de control. Hegel, en efecto, volvió a los griegos y se preguntó; ¿cómo sabemos realmente que el conocimiento es un sistema coherente? te? N o estab estaba a de acuerdo con que q ue Ka Kant nt pusiese pusiese como premisa princ ipal lo que qu e para para él (y para los griegos) debería haber haber sido la conclusión, y así insistió una vez más en iel carácter central de esta pregunta. Pero la contestó de un modo muy diferente. Su punto de partida fue el principio clave de la inversión hegeliana: Si una tesis es sistemáticamente coherente con el resto de lo conocido, entonces entonces —y —y sólo entonces— entonces— es parte del de l conocimiento re al (que , po r ende, caracteriza a la realidad misma).
Ahora es claro que una vez que adoptamos este principio como patrón (criterio, (criterio, árbitro) operativo de finitorio del conocimiento —de —de m odo od o que qu e sólo lo que es validado en términos de este prin cipio coherenti coherentista sta es es admitido en “ nuestro nuestro conocimiento ” —, inmediatamente llegamos a la afirmación crucial de que "el conocimiento es un sistema coherente”, con lo que ella recupera su calidad de conclusión antes que de premisa. Si, como parece, rece, la constitución epistémica de nuestro (supuesto (supuesto)) conocicon ocimiento tiene lugar en términos de consideraciones de coherencia sistemática, se sigue entonces —ahora sin ninguna referencia a consideraciones consideraciones directamente directame nte ontológicas— ontológicas — que el cuerpo de conocimientos así constituido tendrá que conformar un sistema coherente coherente.. (Pero (P ero al tomar aquí un camino camino epistemológico en lugar de un camino ontológico, nosotros, también hegelianos, nos revelamos como verdaderos hijos de la era inaugurada por la revolución copernicana de Kant.)7 7 No obstante, se verá que el principio de que “el conocimiento concuerda
La precedente discusión puede ser resumida en una breve síntesis. Hemos propuesto una respuesta en tres partes a la pregunta: “ ¿Pa ¿Para ra qué sirve la sistemat sistematizaci ización ón del conocim c onocimiento?” iento?” 7] La sistematización proporciona un medio para hacer inteli- gibles nuestras presunciones cognoscitivas. 2] La sistematización autentica como científico un cuerpo de conocimientos: es un test de adecuación científica para la exposición del conocimiento. 5] A l proporc p roporcionar ionar un control contro l de calidad en gran escala escala a un un cuerpo de conocimientos, la sistematicidad también brinda un instrumento para probar presunciones de conocimiento con miras miras a su su inclusión inclus ión en nuestro “ cuerpo de conocimienconocim ientos” tos” . D e este modo mo do nos nos da un instrumento probativ p robativo, o, una correcció n) de pretensi pretensiones ones de de prue pr ueba ba de acepta ace ptabil bilida idad d (o corrección) conocimiento fáctico. Y a esto estoss tres tres puntos puntos fundamentales, fundamentales, la inversión hegeliana agrega otro:
4\ La sistematización proporciona el criterio definitorio del conocimiento: es el mecanismo operativo para autenticar el conocimiento como tal.8 Mientras que con 3 se llega a un patrón de prueba “si adecua- damente sistematizado, entonces pres pr esum um ible ib lem m ente en te verdadero”, en 4 llegamos a algo muy diferente: “si completamente sistematizado, entonces seguramente verdadero y vicev vicever ersa” sa” . De estos modos diferentes, pero sin embargo relacionados, la sistematización puede desempeñar un papel clave en el control de calidad de nuestro conocimiento en el dominio de lo fáctico.
con la realidad” no puede ser entendido en el sentido de que la sistemati cidad de nuestro nuestro conocimien conocimiento to asegure asegure l a ’ de la realidad misma. misma. A este ste respecto, nuestra posición tiene puntos en común con la tradición. 8 Posiblemente Posiblem ente éste éste sea sea el tributo trib uto de la visión hegeliana de la explicación explicación según la cual "nada puede ser correctamente conocido sin conocer correc tamente tamente todo lo demás” demás” (Ber nard nar d Bosanquet, L o g i c [Londres, 1888], p. 393). Si nuestro nuestr o sistema debe deb e controlar contr olar nuestro conocimiento, entonces el sis sis tema debe ser construido antes de que se pueda realizar el control.
3. F OR O R M AS A S A L T E R N A T I V A S D E L A S IS I S T E M A T IZ IZ A C I Ó N DEL CONOCIMIENTO: FUNDACIONALISMO VS. COHERENTISMO
SINOPSIS i] ¿Cuáles son las principales formas de procedimiento en el desarrollo sistemático del conocimiento fáctico? 2] El modelo de sistematización cognoscitiva más famoso e, históricamente, de mayor influencia es el modelo euclideano de ramificación l i n e a l , deductiva, de axiomas bási cos. 5] Pero el modelo de red, de sistematización cícl i ca , provee una alternativa primordial de aquel enfoque axiomático tradicional. 4\ Es tos dos diferentes modelos de sistematización del c o n o c i x m e n t o d a n lugar a dos programas epistemológicos rivales y sustancialmente diver gentes para la autenticación del conocimiento: f u n d a c i o n a l i s m o y c o h e r e n t i s m o . .5] Examen de la estructura del fundacionalismo* 6 } L a s dificultades y limitaciones inherentes al programa fundacionalista su gieren la conveniencia de una observación más atenta del enfoque coherentista.
1. INTRODUCCIÓN
Los sistemas cognoscitivos pueden ser clasificados de distintas maneras: por su metodología explicativa, su contenido, el tipo de datos que incluyen, las fuentes de los datos, etc. La presente consideración acerca de la taxonomía de esos sistemas se limita a la primera de esas perspectivas, la metodológica . Nos centraremos en los mecanismos explicativos de la sistematización cognoscitiva y examinaremos en particular los tipos de conexiones explicativas y justificatorias que se dan en esos sistemas. Este problema tiené particular urgencia pues si bien ha habido una general aceptación de la sistematicidad del conocimiento como ideal válido en toda la historia de la teorización epistemológica, existe una sustancial divergencia de opinión en cuanto a q u é tipo de sistema debe proporcionar el modelo o paradigma para esa empresa. La corriente principal de la tradición occidental en teoría del conocimiento ha propuesto incuestionablemente la mate
mática —y en particular la geometría — para cum cu m plir pl ir este papel pape l paradigmático.1 Pero Pe ro casi casi desd desdee un primer prim er momento mom ento ha habido una sucesión de rebeldes disparando de^de los flancos y abogando por puntos de vista discordantes en cuanto a la estructura sistemática apropiada para la organización del conocimiento científico de cómo actúan las cosas en el mundo. Una pequeña pero constantemente renovada serie de pensadores ha afirmado resueltamente que el tradicional modelo geométrico no tiene suficiente aplicabilidad general y ha insistido en que nuestro paradigma de la sistematización científica debe ser buscado en otra parte. Comencemos a examinar más de cerca a los dos principajes rivales de esta disputa. 2. SISTEMATIZACIÓN JERÁRQUICA; EL MODELO EUCLIDEANO DEL CONOCIMIENTO
El modelo de conocimiento canonizado por Aristóteles en los Analíticos posteriores ve en la geometría de Euclides el patrón más adecuado para la organización de cualquier cosa que merezca el nombre nombr e de ciencia (para presentar las co cosas sas algo anacrónicamente, ya que Euclides es posterior a Aristóteles). Este modelo geométrico de la estructura cognoscitiva sostiene que la organización del conocimiento debe proceder del siguiente modo. Ciertas tesis deben ser básicas o fundacionales: como los axiomas de la geometría, deben servir para justificar otras tesis, sin que ellas mismas necesiten o reciban ninguna justificación intrasistémica. Aparte de esos postulados fundamentales, sin embargo, toda otra tesis del sistema debe recibir justificación de tipo bastante definido. En efecto, toda tesis nobásica debe recibir su explicación por medio de un camino lineal de demos- d erivación, ión, o infere inf erenci ncia) a) a partir par tir de las las tesis tesis bá bási sica cas, s, tración (o derivac que están exentas de justificación o se autojustifican. Hay un i Está, Está, sin duda, duda , la famosa advertencia de Aristóteles Aristóteles de qu e no debemos debemos esperar en todas las ramas del conocimiento la precisión de razonamiento que encontramos en la matemática. Pero esto no contradice el hecho de que, al especificar cómo debe ser apropiadamente articulado el conocimiento científico (en los A n a l ít i c o s p o s t e r i o r e s ), ) , Aristóteles tome como modelo la geometría. Aquella observación suya debe ser tomada, entonces, como refe rencia a la exactitud o precisión de nuestro conocimiento, no a su orga nización.
proceso recursivo por pasos: primero se establecen ciertas tesis por derivación inmediata de las tesis básicas, luego se establecen nuevas tesis por derivación secuencial de las ya establecidas. La sistematización procede de un modo característico de los sistemas axiomáticos. En la organización de este modelo euclideano de sistematización zació n cognoscitiva, cognoscitiv a, como lo llamaremos, llama remos, cada tesi tesiss (nobásica) (nobásica) establecida está finalmente conectada con determinadas tesis básicas por una cadena lineal de inferencias secuenciales. Estas tesis axiomáticas son el cimiento sobre el cual reposa al vértice de la enorme pirámide invertida que representa el cuerpo total del conocimiento. Con este enfoque de la sistematización cognoscitiva uno podría construir, con J. H. Lambert, un sistema por analogía con un edificio cuyas piedras son colocadas, fila tras fila, sobre el soporte último de un seguro cimiento.2 Consecuentemente, todo el cuerpo de conocimientos cobra, respecto de su estructura jus tificatoria, la apariencia de capas superpuestas que recuerdan la estratificación geológica: un lecho rocoso de tesis básicas sobre el que se apoyan, una capa sobre otra, las tesis derivadas, unas más cerca, otras más alejadas del lecho según la longitud long itud de la (más (más pequeña) cadena cadena de derivación que une a estas tesis con las básicas. Aquí hay que asignar inevitablemente un papel prominente a la idea de la “fundamentalidad relativa” del orden sistemá- tico, y por ende también del orden explicativo de las cosas que refleja la sistematización.8 Con virtual unanimidad, los primeros que escribieron sobre sistemas cognoscitivos construyeron la idea en términos de un desarrollo lineal desde las premisas últimas (o “ primeros principios” principios ” ) que son bá bási sica cass tanto en en fundamenfundam entalidad como en inteligibilidad, de modo que el orden de exposición sición (o de entendimiento) y el orden de prueba prueba (o presupo presupo-sición) corren paralelos.4 El desarrollo axiomático de nuestro 2
S y st s t e m a t o l o g i e, e , en J- Be mo uiU i (ed.), J. H. Lambert, F r a g m e n t e i n e r Sy (ed.), tomos; reimpreso reim preso en J o k a n n H e i n r i c h L a m b e r t : Ph P h i l o so s o p h i s ch c h e S ch c h r i f t eenn (2 tomos; Hildesheira, 1967). 3 Piénse Piénsese se en la preocupación de Aristóte Aristóteles les por po r la “prioridad'* “prio ridad'* en el orden de la justificación y en su requisito de que en explicaciones adecua das las premisas deben ser "mejor conocidas y previas” respecto de la con clusión. * Lambert escribe, por ejemplo: “Grundregel des Systems: Das vorgehende solí das folgende k l a r machen, in Absicht auf den V e r s t a n d , g e w i s s in
conocimiiento es visto en términos de prófundización y también de confirmación de nuestro conocimiento, sujeto al principio de ■que la clarificación es paralela de la fundamentación racional, de modo que explicación es réplica de derivación .5 .5 (Para (Pa ra la estructura fundamental de esta forma euclideana de sistematización no interesa si los procesos inferenciales de derivación son deductiv deductivos os y determin deterministas istas o, o, en cierto m odo, “ inductivos” y menos rigurosos; a este respecto, la etiqueta “modelo eucli dea deano no”” es un poco engañosa. engañosa. N o se altera nada fundam fu ndamenta entall si se permite que los pasos de justificación derivativa procedan por medio de inferencias probabilísticas o plausibilísticas no deductivas. Seguimos estando dentro del mismo patrón fundamental de sistematización: un “punto de partida” o conjunto de tesis básicas que nos dan el fundamento último para erigir la estructura estructura cogn co gnos oscit citiva iva..sobre ellas agre a gregan gando do suce sucesiv sivos os pasos pasos inferenciales.) Aunque los epistemólogos modernos por lo general se apartan de un euclideanismo tradicional y admiten argumentos no deductivos (por (po r ejemplo, ejem plo, probabilísticos) probabilístic os) —abandonan —abandonan así así la idea de que los únicos medios accesibles de conectar inferen cialmente conclusiones con premisas son los pasos de carácter específicamente d e d u c t i v o no no obstante, en su mayor parte, siguen aceptando al pie de la letra la siguiente argumentación de Aristóteles: Algun Alg unos os sostien sostienen en que, deb d ebid ido o a. la necesidad de conocer las premisas básicas, no hay conocimiento. Otros piensan que sí lo hay, pero que todas las verdades son demostrabl demostrables. es. N i un a ni otra doctrina es ver dadera dadera o . .. necesaria... necesaria... L a primera primera escue scuella, al presupone presuponerr que no hay otro modo de conocimiento que no sea por demostración, admite que está implícito un infinito retroceso... X,a otra parte concuerda con ésta respecto del conocimiento, pues afirma que sólo es posible por demostración; sin embargo no tiene dificultad en afirmar que todas las verdades son demostrables, en virtud de que la demostración puede ser circular o recíproca. Nuestra doctrina es que no todo conocimiento es demostrable; por el contrario, el conocimiento de las premisas báAbsicht auf die V e m u n f t . . . ” ("T he ori e des Syste ystem ms”, s”, en P h i l o s o p h i s c h e S c h r i f t e n , vol. n [ o p . c i t . ] , p. 510.) 5 Compárese con la opinión de Da vid H ilbe rt de que una axiomatizaaxiomatizae r F u n d a m e n t e d er e r ei ei n - ción bien lograda proporciona una T i e f e r l e g u n g d er z e l n e n W i s s e n s g e b i e t e, que los hace más inteligibles y más seguros. "Axio ma tische schess Denken” Den ken” (191 (1918), 8), reimpreso reim preso en Da vid vi d H ilbert ilb ert , H i l b e r t i a n a (Darmstadt, 1964).
sicas es independiente de la demostración. ( A n a l ít i c o s p o s t e r i o r e s } i, 3; 72b5-24.)
El camino así marcado por Aristóteles es seguido por todos aquellos epistemólogos posteriores —y que para ahora ya son una legión— que se sienten obligados a recurrir a premisas últimas que sirvan de base axiomática a todo conocimiento. En consecuencia, terminan postulando una categoría de creencias básicas que, aunque no justificadas ellas mismas —o quizá, autojustificadas p o r natur naturale aleza— za— pueden pued en servir como ba base se jus jus tificatoria de todas las otras creencias, no axiomáticas: los motore toress inmóviles (o automovientes) del reino epistémico, epistémico, como los caracterizó Roderick Ghisholm.6 Con estos epistemólogos, los fundamentos de apariencia axiomática aún desempeñan un importante papel en la criteriología de la verdad, aunque ya no se usen para proporcionar una base rigurosamente deductiva. Es casi imposible exagerar la influencia y la prominencia histórica que ejerció este modelo euclideano de sistematización del conocimiento en el desarrollo intelectual de Occidente. Desde la Antigüedad griega y a través del siglo xvin constituyó un ideal de organización de la información que tuvo una operativa influencia en todos los campos del aprendizaje. Desde la época de Papo, de Arquímedes y Tolomeo, en la Antigüedad, hasta la de los Principia de Newton y hasta muy avanzados los tiempos modernos, el proceso axiomático fue considerado el método apropiado para organizar la información científica. Este modelo fue seguido en filosofía, en ciencia, y aun en la ética, como lo ilustra claramente el enfoque more geométrico , de Spinoza. Durante más de dos milenios el modelo euclideano proveyó de un patrón virtualmente ideal para la organización del conocimiento. Muchos de los primeros teóricos de la sistematización cognoscitiva vieron en el modelo geométrico o euclideano un instrumento tan obviamente apropiado que, prácticamente, llegó a dárselo po r sentad sentado. o. Y una rígida ríg ida insistén insisténcia cia en este aspecto lineal y jerárquico de los sistemas cognoscitivos ha seguido caracterizando el pensamiento de los autores más recientes ocupados en sistematización del conocimiento. Un ejemplo particularmente ilustrativo es la obra del filósofo aler man Hug H ug o D ingler,7 ingle r,7 que caracteriz caracterizó ó esta esta linealidad como el « R. M. Chisholra, T h e T h e o r y o f K n o w l e d g e (Englewood Cliffs, 1966). 7 Véase, en especial, su libro D a s S y s t em (M unich ich,, 1930) 1930),, pp. pp . 1919-20 20.. e m (Mun
principio por excelencia del pensamiento sistemáticamente ordenado {des geordneten Systemdenkens) y lo llama, sin más, El Principio del Sistema. Su visión es incapaz de reconocer que este enfoque caracteriza sólo a una manera de pensamiento sistemático; a una muy importante, sin duda. S. SISTEMATIZACIÓN CÍCLICA: EL MODELO BE RED, UNA ALTERNATIVA DEL MODELO EUCLIDEANO
Las principales alternativas del modelo euclideano que han sido defendidas de modo más notorio tienen características generales en común. El presente análisis se centrará en estos rasgos compartidos para señalar lo que podría constituir el denominador común de estos modelos. Para referirnos a esa teoría común usaremos la expresión modelo de red. Como veremos,, este enfoque de la sistematización del conocimiento también» tiene un antiguo y respetable linaje. El modelo de red ve a un sistema cognoscitivo como una familia de tesis interrelacionadas, no necesariamente dispuestas en un ordenamien ordena miento to jerárqu jerá rquico ico (como en un siste sistema ma axiomático), sino unidas unas a otras por una red entrelazante d e conexiones. Estas interconexiones son de naturaleza inferen- ciaI, pero no necesariamente deductivas (ya que lo que por último importa es “dar buenas razones explicativas” y no tanto “ los los fundamentos fundamentos lógicos lógicos conclusivos” conclusivos” ). Dicha red de interrelaciones inferenciales tendrá, en su aspecto general, no una estructura estructura jerárq uica uic a como com o en la figura fig ura 1, sino ino una estructura cíclica, como en la figura 2. Los vínculos en cuestión podrán ser inductivos más que deductivos. Pero aun A
B
C
E
I>
G FIGURA 1
FIGURA
2
cuando sus vínculos actuaran según líneas enteramente deductivas, este modelo se apartaría drásticamente del paradigma geométrico. En efecto, para el punto de partida del modelo de red, el modelo euclideano impone una fuerte limitación al agrandar lo que a lo sumo es un rasgo' l o c a l de derivación de lo no derivado (esto es, no l o c a l m e n t e derivado) hasta convertirlo j e n un rasgo g l o b a l que da a todo el sistema una estructura axiomática. Lo que importa es que la red une tesis en un complejo patrón de relaciones por medio de algunas modalidades ;(en principio variadas) de interconexiones probativas. Un sistema de red, sin embargo, prescinde de un ventajoso arasgo que caracteriza a los sistemas euclideanos por excelencia. Puesto que en un sistema deductivo todo depende de los :axiomas, éstos serian los únicos elementos que requieren algún ¡apoyo independiente o verificación. Una vez que están a s e g u r a d o s , todo el resto se apoya en ellos. De esto resulta una sustancial economía de operación: puesto que todo gira sobre el eje de los axiomas, el grueso de nuestra atención epistemológica puede concentrarse en ellos. Un sistema de red, claro está, carece de una base axiomática, y asi carece también de .este ventajoso rasgo de tener un conjunto limitado de tesis que cargan con el peso de todo el sistema. En el modelo de 'red, el proceso de justificación no necesita recorrer un sendero pineal. Su modo de justificación es, en general, no lineal y 'puede incluso proceder por ciclos ciclos (suficientemente amplios). fSin duda, mientras un sistema de red se deshace de todo eucli deanismo en el nivel g l o b a l de su estructura general, puede "sin embargo mostrar un aspecto l o c a l m e n t e euclideano y tener .zonas cuya estructura sistemática presenta ese formato. Algu 'nas de sus tesis pueden reposar en otras y aun hacerlo en un 'sentido estrictamente deductivo. En efecto, un sistema de red ^puede tener diferentes compartimientos deductivos basados en p r e m i s a s que operan localmente y carecer de a x i o m a s que ^operan globalmente. Unja importante ventaja de un sistema de red respecto de run sistema sistema axiomá axio mático tico radica ra dica en su acomodació acom odación n de subcicios subcicios ^relativamente autocontenidos. Esta ausencia de una estructura jerá je rárq rqu u ica ic a de rígi rí gid d a linea lin eali lida dad d es una ga garan rantía tía de fuerza fue rza y ‘.seguridad. En un sistema axiomático, un cambio en alguna parte se ramifica en cambios eñ todas partes; toda la estructura .es afectada cuando se quita uno de los estratos básicos. En «cambio, en un sistema de red, que consiste en una organización
integrada por componentes de relativa autosuficiencia, ciertos componentes pueden ser alterados sin consecuencias deplorables para el todo.8 todo .8 Peirc Pe ircee adv a dvirt irtió ió este este aspecto de la sist sistem ema a tización en red y escribió: La filosofía debería imitar en sus métodos a las ciencias exitosas y proceder a partir de premisas tangibles que puedan ser sujetas a cui dadoso examen, y confiar más en la cantidad y variedad de sus argu mentos que en la capacidad conclusiva de cualquiera de ellos. Su modode razonar no debe formar una cadena que no es más fuerte que sueslabón eslabón más débil, sino sino una cuerda cuerda cuyas cuyas fibras pueden ser ser muy d e l gadas con tal de que sean suficientemente numerosas y estén íntimamen^ P a p e r s , vol. te conectadas. ( C o l l e c t e d Pa vo l. v, sécc. sécc. 5.265.) 5.265.) «
No hay ningún modelo matemático claro que cumpla para la' sistematización en red el papel que el enfoque euclideano cumplió para la sistematización lineal. El estilo matemático más adaptado en lo descriptivo al modelo de red queda fuera de los confines del análisis clásico: La matemática clásica no está en condiciones de tratar con rasgos estructurales complejos. La mejor imagen de la organización es una red, y la teoría matemática de redes deriva en gran parte de ciertas ramas de la topología y el álgebra abstracta, más que del análisis, que sus tenta a la matemática clásica. Asi pues, el rasgo saliente de un sistema nervioso, de una institución o de los sistemas internacionales puede muy bien bailarse en la vastamente compleja red de relaciones que los consdtuyen: por ejemplo, conductos neurales, líneas de comunica ción y autoridad, vínculos de alianza o rivalidad en el comercio inter naciona nac ional. l. . . L a ‘‘naturaleza” ‘‘naturaleza” de l siste sistema ma está está,, sin sin duda, encarnada encarn ada en la cualidad y en las interrel interrelaci aciones ones de est esta as conexion es. . . (An ato l Rapoport, “Systems of Analysis: General Systems Theory”, I n t e r n a t i o n a l E n c y c l o p e d i a o f t h e So S o c i a l S ci c i en e n c es e s, vol. 15, Nueva York, 1968, pp. 452-458.)
En la presentación de un sistem sistema a de red no hay una “ secuensecuencia lógica” determinada ni inevitable, ni hay un “punto natural de entrada”. La trasposición del sistema a un orden lineal es sólo un recurso de conveniencia expositiva, y no un “ordenamiento natural” interno. interno. (Piénse (Piénsese se en el orden metódico metód ico “ de la cabeza a los pies” de los antiguos tratados de medicina.) 8
véase Herbe rt Simón, Simón, "T h e Architectur Architecture e of Complexity”, G e n e r a l S y s
t e m s , y o ! . 10 (A n n Arb A rbo o r, 1965) 1965),, pp. 63-7 63-76. 6.
*62
fundacionausmo vs.
c o h e r e n t is m o
Tre T ress aspectos diferen dife rencia ciales les críticos separan separa n básicamen básic amente te al modelo de red de su contraparte, el modelo euclideano: 1] El modelo de red prescinde totalmente de una categoría de tesi tesiss bá bási sica cass (autoevidentes o autovalidativas) autova lidativas) fundacionafunda cionales o “de protocolo”, que cumplen el papel de apoyo axiomático de toda la estructura. 2 ] La estructura de ordenamiento de las tesis dentro del marco del modelo de red no es necesariamente geológica: no se requiere estratificación de tesis en niveles de mayor o menor fundamentalidad. fundamentalidad. (Por (P or cierto que nada obstac obstaculi uliza za el propósito de diferenciación, pero lo importante es que éste no es exigido por el modus operandi del modelo.) 3 ] El modelo de red, en consecuencia, abandona la concepción de prioridad o fundamentalidad por la de un tejido que aprisiona todos los elementos unificándolos, en términos nos de la multiplicida mu ltiplicidad d devínculos devínculos y patrones patrones de intercointerc onexi ne xión ón con otras otras partes partes de la red* red* La organización de la información según el modelo de red no intenta erigir toda la estructura sobre un cimiento de elementos básicos; tampoco hay necesidad de avanzar por un cam ino in o unidireccional, como como de lo bá básic sico o a lo derivativo, de d e lo «im p le a lo complejo com plejo o así así por po r el estilo. estilo. Piéns Piénsese ese en la diferen cia entre el orden esencialmente lineal de un libro expositivo, un libro de texto, sobre todo; y el ordenamiento reticular de una biblioteca entera, o de una enciclopedia. También la diferencia entre una ciencia ciencia taxonómica (com o la zoología o la mineralo min eralogía) gía) y una ciencia ciencia deductiva deductiva (como la mecánica mecánica ceceleste clásica) puede ilustrar el contraste entre dos estilos de organización cognoscitiva. Se trata aquí de dos concepciones distintas del procedimiento explicativo. El enfoque euclideano se correlaciona con una concepción subyacente de fundamentalidad o dependencia lógica en el sentido aristotélico de la prio pr iori rid d a d , en términos de lo que se supone es es “m ejor ejo r enten en tendido dido”” . Su proceder proced er es es el de la reducción por derivación, reducir verdades derivativas, “ subalternas” subalternas” , a su sus verdades “ superiores” superiores” , más más fundamentales. En el modelo de red, en cambio, no se propone reducción. Su lema no es “la explicación por derivación”, sino “la explicación por po r interrelación” . Sólo intenta coordinar los hech hechos os en en cuestión. Para decirlo en términos figurados, no contempla la
estructuración de los hechos como afin a un manual de organización para una entidad militar o burocrática, sino como semejante a una novela que traza una compleja red de mutuas interrelaciones diversificadas entre el conjunto de sus persona jes. En términos de consejo prácti prá ctico co acerca de proced pro cedim imien ientos tos científicos, el modelo de red desplaza la perspectiva desde la dependencia no direccional hacia la interconexión recíproca: no te preocupes por discernir un orden de fundamentalidad o dependencia: preocúpate por establecer relaciones y conexiones mutuas. Busca relaciones entre tus parámetros y olvídate de cuáles son las variables dependientes y cuáles las independient dientes. es. Acuérdate de d e lo que q ue expresa Goethe en su su “ A la ciencia natur natural” al” : N a t u r h a t w e d er K e r n
n o c h S c h a l e, e,
A l i e s i st st s i e m i t e i n e m M a l e . *
“En tu afán explicativo olvídate de establecer órdenes de fundamentalidad que pretendan abarcarlo todo.” Los teóricos del modelo de red no niegan que un sistema cognoscitivo tenga que tener una estructura (¿cómo, si no, podr po dría ía ser un sistesistema?). Pero reconocen que esa estructura no debe tener necesariamente la forma de un orden jerárquico sino que debe poder dar cuenta de las interrelaciones más complejas que abarcan elementos que, a su vez, se incluyen recíprocamente. No se interesan ya por la vieja imagen jerárquica del mundo que concibe un fluir unidireccional de causalidad desde órdenes fundamentales a órdenes derivativas de la naturaleza. Una clara ilustración del modelo de organización de la información en red nos la da la interpretación y exégesis textual. Allí no hay un patrón rígido, lineal, para el proceso de interpretación. Éste es iterativo y cíclico; siempre se vuelve a puntos anteriores desde perspectivas nuevas usando un procedimiento dim iento de retroalimentación feedbac (fee dback k ) para hacer que las nuevas elucidaciones refieran retrospectivamente a análisis precedentes. Lo que aquí determina la corrección es un ajuste general por el cual cada elemento del todo se conecta con otro otros.. s.. Nada Na da tiene que ser ser más más fundamental o básico básico que lo demás: no hay ejes fijados en forma absoluta sobre los que gire todo el resto. La adecuación ha sido lograda cuando —me* “La naturaleza no tiene núcleo ni corteza, / ella es a la vez todas las cosas.”
diante un mecanismo de continuo avance y retroceso— se ha llegado a un punto coyuntural en el que cada elemento está en la debida coordinación mutua con los demás. Como un ejemplo más, piénsese en los patrones de explicación de un diccionario dicciona rio (de una sola sola lengua). N o todas todas las las palabras de una lengua pueden ser definidas explícitamente en esa lengua; eso lleva finalmente a definiciones circulares. En efecto, si se comienza con una lista finita de palabras, al llegar a la últim ú ltim a todas las las anteriores ya habrán sido “ usad usadas as”” , de modo que en la última definición —si no antes— aparecerá la circularidad. Puesto que, efectivamente, los diccionarios comunes definen todas las palabras que usan en sus definiciones, todos todos pecan pecan de circularidad. (Los (Lo s autores autores de diccionarios tratan de contrarrestar este problema limitando en lo posible la circularidad a definiciones de palabras cuyo significado, de aceptación general, es claro e inequívoco para el lector medio.) Finalmente, esa circularidad no es un problema grave; la ma yoría yo ría de los lectores lecto res tiene tien e un conoc con ocim imien iento to pa parc rcial ial de p o r lo menos algunas de las unidades del ciclo y tomando en cuenta las interrelaciones puede clarificar toda la serie. Por cierto que nuestro interés presente se refiere al patrón ju stifi ifica caci cion ones es de una red, no a su patrón de elucidaciones. de just Lo que proporciona una ilustración paradigmática son las explicaciones relacionadas con cómo actúa un sistema cerrado, físico o biológico, en el que cada aspecto del modus. operandi retrotrae a alguno de los otros. Otro ejemplo son el tipo de justific jus tificacio aciones nes explica exp licativ tivas as pa para ra resol re solver ver un crucigr cru cigrama ama o desdescifrar un código o interpretar uh documento antiguo. La idea operativa clave es la de la explicación por sistematización, esto es, resolver resolve r un rompecabezas “ haciendo hacie ndo que qu e todas las las piezas piezas ajusten ajusten adecuadamente” , de modo mod o que surja surja “ una figura figu ra comc omprehensiva que ‘dé sentido* poniendo cada cosa en su lugar”. A pesar pesar de su sus cla clara rass diferencias con e l modo mo do de proced p roceder er del modelo axiomático, él modelo de red comparte algunas características' relevantes con la organización euclideana de un “ cuerpo' de conocimientos'’. L a má máss importan te de ellas ellas es que la red también puede ofrecer la faceta fundamental de un sistema axiomático, por el hecho de tener más contenido que el que aparece abiertamente explícito. Hay partes de la red que no necesitan ser presentadas de manera explícita, pero por razones de carácter sistemático se les puede exigir que redondeen la estructura de interrelaciones accesibles por otras
vías. Como los sistemas axiomáticos, los sistemas de red pueden tener componentes explícitos y componentes implícitos. Más aún, ninguno de los dos modelos se ajusta fácilmente al orden narrativo narra tivo lineal de la exposición escrita escrita (cuyo prinprin cipal conector implícito es “y”). La exfoliación axiomática requiere constantes retrocesos a una pluralidad de etapas anteriores; la exposición en red exige no sólo esto, sino también atender a los entrelaz entrelazamientos amientos del tip o “ tela de araña” con los los elementos no examinados antes Los dos procedimientos invitan al recurso de las técnicas diagramáticas que vayan más allá del secuencialismo verbal y sugieran el uso de estructuras matemáticas más que el de recursos puramente literarios. Hayun grave cargo que hacer al modelo euclideano a causa de la enorme influencia que ejerció sobre el pensamiento científico y filosófico de Occidente. Su exclusión de círculos y ciclos porque violan la prohibición de la lógica aristotélica de toda inferencia y razonamiento "circular” obstaculizó por más de mil años la conceptualización de modelos causales recíprocos en la ciencia. Por las mismas críticas de Aristóteles sabemos que la idea central del coherentismo estaba en plena actividad en su época. Aristóteles critica a los que sostienen que el conocimiento sólo es posible por demostración y, sin embargo, no ven dificultad en afirmar que todas las verdades están demostradas por el hecho de que la demostración puede ser circular y recíproca. ( A n a l ít i c o s p o s t e r i o r e s , libro i, cap. 3 ; 72b5-24.)
Sólo en el presente siglo han llegado a tener prominencia los ciclos de reciprocidad y los mecanismos de retroalimentación, no solamente en el terreno de la explicación causal, sino también en contextos del procesamiento de información. La creciente importancia del modelo de red es atribuible, y no en pequeña medida, a la creciente importancia de los ejemplos citados de su aplicación práctica. Ellos representan, entonces, las dos lírneas alternativas generales de estrategia para la sistematización del conocimiento que se han destacado dentro de la tradición epistemológica de Occidente. Sin duda, las dos estrategias se prestan para una variedad virtualmente infinita de implementaciones. En el nivel de generalidad en que estamos ahora, nos interesan más
los marcos programáticos alternativos que los procedimientos concretos. Pero aun en su aspecto general los programas se proponen muy diferentes modos de enfoque. 4. f u n d a m e n t a l i s m o v s . c o h e r e n t i s m o y l a “ i n v e r s i ó n hegeliana ”
La probabilidad de formas alternativas de sistematización del conocimiento tiene implicaciones de gran alcance. En efecto, sólo un breve y simple paso separa un programa de sistematización cognoscitiva cognoscitiva (sea (sea éste éste del tipo tip o euclideano o del mo delo de red) de una acabada críteriología del conocimiento, por ejemplo, la de admitir una tesis como parte del conocimiento apropiado con con tal de que pueda entrar cómodamente y se adapte p rete ten n d ido id o ) sistemáticamente al resto de nuestro supuesto (o pre conocimiento. Ese paso equivale a lo que hemos llamado “inversión hegeliana” hegelian a” : el pasa pasaje je de la pretendida pretend ida implicación implicaci ón cognoscible s i s t e m a t i z a b l e , o su formulación afín: [ p r e s u m ib le m e n te ] CONO CONOCI CIDO DO - » [DEBIDAMEN DEBIDAMENTE] TE] SIST SISTEM EMAT ATIZ IZAD ADO, O, a la implicación inversa: [ d e b i d a m e n t e ] s i s t e m a t i z a d o —> [ p r e s u m i b le l e m e n t e ] c o n o c id i d o . Dada esta inversión, el criterio de
conocim con ocimient iento o pasa pasa á ser ser una una cuestión de estar estar “ debidamente debida mente adaptado adapta do a un siste sistema ma de candidatos a la cogn co gnició ición” n” * L a sistesistematización se transforma en un patrón de control de verdad, y su misió mi sión n pasa de la justif jus tifica icació ción n a la valid va lidac ación ión.. Ahora bien, sobre la base del modelo euclideano de sistematización cognoscitiva, una porción de conocimiento debe ser adaptada al andamiaje derivacional: derivaciona l: tiene que ser ser “ conocimiento inmedia inm edia to" (formar parte de la ba base se axiomática), o bien “ conocimiento derivado" deriv ado" (ser (ser justificada por po r derivación de los axiomas). El conocimiento se vuelve una compleja estructura erigida sobre un fundamento adecuado de hechos básicos. La teoría de la validación cognoscitiva basada en la combinación de la inversión hegeliana con un modelo éucli deano de sistematización cognoscitiva puede, en consecuencia, fu ndam am enta en talis lism m o . Este enfoque funda ser caracterizada como fund mentalista de la justificación cognoscitiva concibe ciertas tesis como autoevidentes —o inmediatamente autoevidenciantes— y luego las mantiene disponibles para proporcionar una base a la justificación derivativa de otras creencias creencias (que, desde luelu ego, pueden servir para justificar en su momento a otras). El
propósi prop ósito to es buscar buscar un basamento basamento últim o de “ datos” capaz capaz de de proporcionar un apoyo fundamental sobre el cual pueda erigirse el resto de la estructura cognoscitiva En el enfoque fundamentalista del conocimiento, toda pretensión discursiva discursiva (esto es, razonada) razon ada) de verdad requ re quier ieree v e r d a d e s como entradas. Para obtener un resultado verdadero, las premisas premisas sobre sobre las cuales cuales reposa deben de ben ser verdaderas (o debe asumirse que lo son). Este enfoque fundamentalista en epistemología está muy arraigado en la tradición occidental desde Aristóteles, pasando por Descartes, hasta C. I. Lewis y R. M. Chisholm. Implementa una idea antigua y persistente —basada, en última instancia, en el concepto griego de ciencia como un sistema euclideano— de que l a v e r d a d e s u n a e s t r u c t u r a q u e T ie n e que qu e haber hab er una serie inic in icia iall de d e b e t e n e r f u n d a m e n t o s . Tie verdades p r i m i t i v a s (no funda fundada das, s, inmediat inmediatas, as, “ intuitivas” ) y, fuera de esta categoría especial, las verdades sólo pueden ser establecidas a partir de otras verdades o sobre la base de otras verdades. El fundamentalismo nos da una imagen esencialmente recursiva del proceso epistémico de justificación de tesis. Hay una serie especial que es la serie inicial, axiomática, de verdades, y un proceso fundamental de validación de ciertas pretensiones de verdad en términos de otras verdades. El dominio general de las verdades debe estar formado, entonces, en base a la recursión. De acuerdo con lo expuesto, este enfoque fundamentalista está sujeto a ciertos preceptos característicos, cómo los siguientes: ,2] Hay dos tipos de verdades fundamentalmente distintos, las inmediatas y las derivativas. 2] Hay un proceso epistémico privilegiado que, como la percepción cataléptica de los antiguos estoicos o las intuiciones de la mente claras y distintas, de Descartes, es capaz de dar verdades de inmediata inm ediata evidencia. evidencia . Estos Estos “ datos” datos” iniciales, iniciales, son invariantes enteramente no discursivos y fijos; son sagrados y de ningún nin gún m o d o sujetos a reev re evalu aluac ació ión n o revisi rev isión. ón. 3 ] Todos los procesos epistémicos d i s c u r s i v o s —indu —inducti ctivos vos o deductivos— requieren verdades como entrada, para que la salida cons consista ista en verdades (y es exactamente exacta mente por po r eso por po r lo que debe postularse una ruta nodiscursiva de justificación).
En consecuencia:
4\ Pase lo que pase en las etapas epistémicas posteriores del análisis, nada puede afectar el punto de partida de verdades básicas. Ellas están exentas de cualquier reevaluación retrospectiva en virtud de nueva información o nuevos descubrimientos. pr ogra rama ma cohe co here renti ntista sta de epis ep iste tem m olog ol ogía ía Por el contrario, el prog implementa la inversión hegeliana adoptando el modelo de red de sistematización cognoscitiva. Este enfoque coherentista toma así como índice de aceptabilidad la adaptación general de una tesis presuntivamente aceptable al resto de lo que es pres pr esun untiv tivam amen ente te acepta ace ptable ble.. En este enfoque, el patrón de aceptabilidad de tesis no es su derivabilidad deductiva a partir de alguna base sacrosanta, sino su conectabilidad sistemática de unas tesis con otras. Para el coherentista, la sistematicidad del modelo de red, basada en consideraciones de adaptación óptima, es lo que provee el fundamental patrón de prueba para la aceptabilidad acepta bilidad de d e pretensi pretensione oness de verdad. verdad. (Después (Después de todo, al determinar la aceptabilidad de teorías, los investigadores han dado importancia no sólo a su carácter de sustento evi dencial como elementos separados considerados en su autonomía, sino también al esquema de sus conexiones con el resto de nuestro conocimiento.) Así pues, los dos enfoques de sistematización del conocimiento son correlativos de dos programas bastante diferentes de argumentación confirmatoria o “razonamiento inductivo”. En el enfoque euclideano una tesis deriva su sustento evidencia! de premisas a las cuales está ligada por inferencia deductiva o probabilística. En el enfoque de red, la seguridad del carácter probativo de una tesis es mucho más un problema de entrelazamiento sistemático de sus conexiones generales con los otros elementos del sistema. Quedan así planteadas dos teorías muy diferentes difer entes d el razonam razo namiento iento susten sustenta tati vo: vo : una da reconocimiento exclusivo al peso de la evidencia sustentativa; la otra va más más allá aún, aún, al reconocer ~ y realzar, realzar, por p or cierto— la eficacia probativa de la interconexión sistemática. Examinaremos ahora estos dos enfoques alternativos con más detenimiento, comenzando con el fundamentalismo.
5. ALGO MÁS ACERCA DEL FUNDAMENTALISMO
La idea de verdades de hecho, inmediatas, básicas o “de pro- tocolo”, tiene una larga y distinguida historia filosófica que nos retrotrae a Aristóteles y aún más atrás Esas verdades —se sostiene— tienen que ser aprehendidas de un modo directo y fundamental, tipificado por la aprehensión sensorial inmediata de fenómenos de color u olor. Dentro de la estructura episté mica de nuestro conocimiento de la verdad, esas verdades básicas han de servir de fundamento; otras verdades están hechas para apoyarse en aquéllas, pero no se apoyan en ninguna otra: como los axiomas de un sistema deductivo, ellas dan §1 sustento último para toda la estructura. Muchos epistemólogos han afirmado que las verdades —incluso meras probabilidades— pueden ser mantenidas sólo sobre una base de certeza. Así, un filósofo reciente, de gran influencia, escribe: 3i algo puede ser probable [no hablemos de definidamente verdade ro], algo, entonces, tiene que ser cierto. Los datos que eventualmente iustentan una probabilidad genuina [para una garantizada pretensión Je verdad], tienen que ser, ellos mismos, certezas. Tenemos, efectivanente esas certezas absolutas en los datos de los sentidos que dan erig erigen en a una creen creencia cia— — (C. I. Lewis, Lewis, A n A n a l y s i s o f K n o w l e d g e a n d V a l u a t i o n [La Salle, 111., 1948}, p. 186.)
Este concepto esencialmente axiomático de la verdad encuenda su su articulación forma for mall en la teoría teor ía fundamentalista (o in micionista) de la verdad, que invoca una serie inicial de ver 3ades básicas. A l adherir (no importa en qué nivel nive l de esquematicida esquematicidad) d) a a antigua concepción del conocimiento como creencia verda iera, justificada,® los epistemólogos han llegado directamente i una visión esencialmente fundamentalista de la estructura leí conocimiento. El enfoque euclideano de extracción a parir de una base segura ha oficiado de modelo paradigmático de ;istematización cognoscitiva a través de la principal corriente ipistemológica de Occidente. Él da sustento a la tesis de Aris © L a caracterizac caracterización ión del conocimiento como creencia creencia verdadera, justifijusti fiada, aparece po r primera vez vez en Platón ( T eét et o , 200 d y ss.), donde se «típula que el elemento que se agrega a la verdad y la creencia es la -xis -xiste tenc ncia ia de una racionalidad racion alidad o explicación ( l o g o s ). ) . Puesto que ésta tiene [ue ser necesariamente discursiva, la tesis es allí criticada por ser confliciva para un fundamentalismo que admite elementos básicos.
tóteles de que la percepción proporciona un punto de detención último donde las generalizaciones del razonamiento inductivo pueden encontrar un seguro asidero axiomático. El modelo euclideano es también el soporte de la doctrina estoica de la percepción “ cataléptica” , que proporc pr oporciona iona una certe certeza za a prueba prueba de falsificación. Además, este enfoque da el motivo para la búsqueda de Descartes —básica para todo el programa cartesiano de escepticismo metodológico— de un seguro punto de Arquímedes que sirva de fulcro a la palanca de la adquisición del conocimien conoci miento to (las aprehensiones aprehensiones “ claras claras y distintas” distintas” de la mente). mente ). Y los modernos epistemologistas epistemologistas han seguido siendo notablemente fieles en su adhesión a los temas centrales del modelo euclideano de sistematización cognoscitiva. Es el modelo que recurre con insistencia en la epistemología reciente: en Brentano, C. I. Lewis, A. J. Ayer, en Roderick Ghisholm y en muchos muchos otros.10 otros.10 E l fundam fun damenta entalism lismo, o, en suma, suma, representa represen ta el enfoque predominante y el más sobresaliente en Xa epistemología de Occidente, con profundas raíces que vienen desde Aristóteles, a través de Descartes, hasta nuestros días. 6. DIFICULTADES DEL FUNDAMENTALISMO
Hay dos notorias dificultades que confrontan al fundamentalismo con la criteriología de la verdad. La primera se relaciona con la serie inicial de axiomas de las verdades de protocolo o básicas; la segunda tiene que ver coii la relación inferencial fundamental. Empecemos por la primera. El problema de las tesis especiales que deben proporcionar el fundamento básico, cumpliendo la función de axiomas últimos, es sin duda la mayor fuente de dificultades para el fundamentalismo. Por una parte, esas tesis tienen que ser muy segu segura rass (ciertas, (ciertas, “autoeviden “aut oevidentes” tes” o autoevidenciantes) autoeviden ciantes) como com o para Véase F. Brentano, W a h r h e i t a n d E vi (editado por O. Kraus, 10 v i d e n z (editado Leipzig, 1930). El defensor más influyente en nuestros días de una posición epistemológica epistemológica en términos términos de Bren tano es R. M . Ghisholm Ghis holm (véase su su T h e o r y o f K n o w l e d g e [Englewood Ciiffs, 1966]). Compárese también con R. Firth, "Ultímate Evidence”, T h e J o u r n a l o f P h i l o so vo l. 53 53 (1956), s o p h y , vol. págs. 732 732-7 -739 39;; reim preso pres o en R. J. Swartz (ed.), (ed.) , P e r c e i v i n g , S e n s i n g a n d (N ue va York, Yo rk, 1965 1965), ), pp. pp . 486 486-4 -496 96.. Para tener te ner un panoram pan oram a general gene ral K n o w i n g (Nue informativo y crítico dei fundamentalismo en nuestros días, véase Anthony Quinton, "The Foundations of Knowledge” en B. Williams y A. Montefiore (eds.)} B r i t i s k A n a l y t i c a l P h i l o s o p h y (Londre (Lon dres, s, 1971), 1971), pp. 55-86. 55-86.
poder prescindir de toda necesidad de nuevas fundamentaciones. Pero, por otra parte, deben ser enormemente ricas en contenido, pues deben soportar el peso de toda la estructura del conocimiento. Estos dos requisitos de la función axiomática —plenitud de contenido y seguridad probativa— están en un evidente conflicto mutuo. Esta tensión genera un punto débil que los .críticos del modelo euclideano siempre han aprovechado. En la medida en que cualquier enunciado da información acer acerca ca del mundo (por (po r ejemplo: ejemplo : "Aho "A ho ra veo allí un gato” , que asegura, entre otras cosas, que allí está un gato), no es invulnerable al descubrimiento de un error. Si el enunciado es salvaguardado (por ejemplo, po r una una expresió expresión n como “ entiendo entiendo q u q u e . . . ” , de maner manera a que tend tendrí ríamo amos: s: “ Ahora me parec parecee que veo un gato allí” al lí” o “ tengo la impresión impresión de de que veo un gato gato a llí” llí ” ), nos nos remite rem ite a la apariencia, apariencia, no a la realidad, y queda despojado de contenido objetivo. Los enunciados egocéntricos de apariencias fenomenológicas pueden tener la requerida seguridad, pero están vacíos de información objetiva; por su parte, los enunciados que pretenden referirse a la realidad impersonal son objetivamente informativos pero, en principio, son vulnerables.11 L a búsqueda de enunciados de pro tocol toc olo o como fundamento siempre ha zozobrado en esta tensión inherente entre dos objetivos incompatibles: certeza indudable, por un lado, y contenido fáctico objetivo, por el otro. La segunda dificultad primaria del fundamentalismo se relaciona con la relación de fundamentación que gobierna el proceso derivacional. Si éste tuviera la fuerza de la validez deduc- tiva, permitiendo una prueba de falsedad que garantice la conclusión relativa a las premisas, entonces no sería capaz de conducimos más allá del contenido de información lógica de las premisas. Si, por el contrario, estos procesos inferenciales son de alguna manera inductivos o probabilísticos —si las derivaciones inferenciales inferen ciales en cuestión son son capa capace cess (com o deberían debe rían ser) de conducir significativamente más allá del contenido de información de las premisas mismas—, entonces difícilmente En la época contemporánea no fueron los coherentistas quienes abrie ron la brecha en el reconocimiento de estas y otras debilidades del funda mentalismo: los defensores idealistas fueron ineficientes, los defensores positiv positivista istass (Neu (N eurat rat h y sus sus simpatiza simpatizantes) ntes) no tuvieron éxito. I,a única o po sición efectiva se centró alrededor del refutadonismo de K. R. Popper (J L og og i k d e r F o r s c k u n g [Viena, 1935]; traducido como T h e L o g i c o f S ci c i e n t i f íc D i s c o v e r y , Nueva York y Londres, 1959, 2a. edición, 1960). 11
podemos validar los propósitos de preservación de la certeza que deben ser establecidos en favor de ellas. Ante estas dificultades del programa fundamentalista, es necesario acentuar especialmente que el enfoque euclideano de sistematización del conocimiento no representa el único modo de implementar el proceso de justificación inherente al enfoque del conocimiento como creencia verdadera justificada. Es importante reconocer que el modelo de red de sistematización cognoscitiva da la perspectiva de un enfoque alternativo viable, un camino que conduce directamente al programa coherentista de epistemología. Sobre todo, esta variante de enfoque nos aliviaría de la molesta carga de proposiciones primarias, absolutamente sacrosantas del tipo de los “primeros principios” de la epistemología tradicional. Viene pues muy al caso examinar de cerca el programa coherentista.12
12
Partes de este este capitulo capi tulo se se basan en el lib ro 4e* autor au tor T h e C oh o h e r en en c e (O xfo rd, rd , 197 1973), 3), y partes en su artículo “Foundarionalism, T h e o r y o f T r u t h (Oxfo Coherentism and the Idea of Cognitive Systematization”, T h e J o u r n a l o f vo l. 71 (1974), (1974) , pp. pp . 695-708. 695-708. P h i l o s o p h y , vol.
SINOPSIS 2] La refutación de Gddel de la sistematización axiomática en el te rreno de la matemática indica la potencial ventaja de un acercamiento no euclideano. 2 } Un examen de la idea de i n t e g r i d a d j u s t i f i c a t o r i a de un sistema cognoscitivo y una consideración de los modos en qile esos sistemas pueden mostrar su inadecuación. La inversión hegeliana como un medio para evitar posibles inadecuaciones.
1. EL COLAPSO DEL. ENFOQUE EUCLIDEANO EN LA SISTEMATIZACIÓN MATEMÁTICA
Desde tiempos de Aristóteles hasta la época del racionalismo y má máss allá, allá , se creía creí a genera gen eralm lmen ente te que qu e todo to do nuestro cono co nocim cimien ien-to del mundo observable podría eventualmente ser organizado en un único, vasto sistema deductivo según los lincamientos propuestos por el modelo euclideano. La idea de esa estructura sinóptica superior está subyacente en la canonización que hace Laplace de la imagen newtoniana del mundo y siguió siendo bien recibida recib ida en buena paite pai te d'el 'el siglo sig lo xx, xx , tanto por po r físico físicos1 s1 como por po r filósofos filósofos inclinados a la ciencia ciencia (incluyend (inclu yendo o los del círculo de Viena y, con más generalidad, los reductivistas físicos de l. movimie mo vimiento nto Unid U nidad ad de la Ciencia, que flore ció dentro del positivismo lógico en el período entre las dos guerras). En tiempos modernos, esta imagen euclideana de la cognición científica fue seriamente cuestionada por primera vez en el albor de la era del romanticismo por quienes defendían la existencia de distintas metodologías científicas que diferirían entre sí, com o las las ciencia cienciass del de l hom bre y las ciencias ciencias de la (extrahu mana) naturaleza. Los adherentes a esta concepción sostenían l
e s p h y si s i k a l i s ch c h en en W e l t - Véase Véase,, por ejempl ejemplo, o, M ax Planc Planck, k, D i e E t n h e i t d es b i l d e s (Í908, reimpreso en P h y si s i k a l i sc s c k e A b h a n d h t n g en e n u n d V o r t r a g e, yol. m, Braunschweig, 1958).
que dentro de las ciencias biológicas, las ciencias humanas y las ciencias sociales se necesitan enfoques y metodologías descriptivos y explicativos que difieren fundamentalmente en naturaleza de los ya familiares de las ciencias físicas corrientemente establecid establecidas. as. (Piénsese en ejemplos ejemplo s tales tales como la Teoría de los colores, de Goethe, o la fenomenología de Hegel.) Esta perspectiva, por cierto, proporciona un medio muy útil para entender el ataque en el siglo xix de parte del movimiento Geisteszoissenschaften (de las las “ ciencias ciencias humanas") human as") contra la susuficiencia metodológica, en la esfera humana, de la metodología de las Naturwvssenschaften (ciencia (cienciass naturales). naturales). Participantes alemane ma ness en esta esta polémica polém ica metod m etodológica ológica ([Methodenstreit ), ), tales como Wilhelm Dilthey, Wilhelra Windelband y Heinrich Rickert, sostenían, en efecto, que las Naturwissenscháften ahistóricas, analíticas y no evaluativas, estaban comprometidas con un modelo euclideano de sistematización, mientras que las Geistes- wissenschaften, históricas, sintéticas y evaluativas, requerían algo situado más en la línea del modelo de red.2 La reacción de la escuela neohegeliana inglesa contra los intentos de proponer una metodología propia de la ciencia natural para las ciencias humanas —especialmente contra la psicología asociacionista de los Mills y el evolucionismo de Spencer— iba, en muchos aspectos, por un camino paralelo a este movimiento. La obra de X. H. Green y sus seguidores de Oxford (Bradley, Bosanquet, Joachim) inauguró un “neohegelianismo” angloamericano, cuya base filosófica estaba muy imbuida de la tradición del idealismo alemán desde desde Kant Ka nt hast hasta a He geL A l cuestionar severamente las pretensiones y méritos de la teoría euclideana de la cognición científica, esta escuela sostuvo, al mismo tiempo, la conveniencia del modelo de red para la sistematización del conocimiento. Sin embargo, salvo hasta hace muy poco, esta tendencia de pensamiento ha tenido poco efecto e influencia. Aun los pocos epistemólogos de la tradición occidental que dudaron de la adecuación del enfoque euclideano de sistematización cognos 2 N o se neces necesita ita renunciar al ideal de la unid ad de la cienc ciencia ia si si se es un teórico del modelo de red, pues se puede simplemente sostener que —si —si bien bie n algunos algu nos sector sectores es del conocimiento conocim iento están m ejo r organizados organiz ados a la manera euclideana— el modelo de red es, sin duda, correcto para el cono cimiento fáctico en general. Pero en el siglo xix, la preeminencia de la matemática pura y aplicada —para la que el modelo euclideano era consi derado generalmente apropiado— impidió que esta concepción surgiera a un primer plano.
ác t i c o , por lo general se inclinaron a darle citiva en el dominio f ác libre paso en el terreno f o r m a l . En las áreas en que el razonamiento deductivo es primordial —en particular la lógica formal y la matemática— matem ática—,, el enfoq en foque ue euclidean eucli deano o de la sistematizac sistematización, ión, ha sido prácticamente indiscutido desde la Antigüedad griega hasta donde llega la memoria de nuestros contemporáneos. Sin duda significó un golpe sustancial el descubrimiento de sistemas alternativos eficaces eficaces —prime pri mero ro en la geome geo metría tría (con el el desarrollo de las teorías no euclideanas, a principios del siglo xix x ix ) y luego lueg o en la la lógica (con la creación de de la lógica no clásic clásica, a, a principio prin cipioss del de l siglo x x ). N o obstante, obstante, esto estoss sist sistem emas as eran sistemas d e d u c t i v o s diferentes. La disputa mantenía incluso una forma familiar, en tanto proponía una elección entre esta o aquella a x i o m a t i z a c i ó n rivales. Por revolucionarios que fueran estos movimientos, significaban una conmoción d e n t r o del marco de la sistematizac sistematización ión “ euclideana” , má máss que un un ataque c o n t r a ese marco. Ante sistemas rivales podría ser difícil decidir cómo hacer la elección óptima entre las alternativas. Pero una vez que la elección ha sido efectuada, llegamos finalmente a una articulación axiomática esencial de “la verdad”, y así mantenemos un desarrollo estrictamente axiomático de nuestro conocimiento en este campo. El ideal tradicional de una sistematización euclideana permanece imperturbado. Sin embargo, las dificultades surgieron de una fuente muy inesperada: el desarrollo de la matemática moderna. La conmoción —más aún, el golpe mortal^ del ideal euclideano dentro del conocimiento con ocimiento form al llegó con la obra obra de Ku rt Godel.3 Go del.3 Sus Sus descubrimientos hirieron de muerte al fundamentalismo en el mismo punto de su proverbial fortaleza: la matemática. Una de las mayores ventajas tradicionalmente reconocidas a la sistematización axiomática es su gran capacidad de facilitar una prueba de la c o n s i s t e n c i a de una teoría; en efecto, dada una axiomatización, sólo debemos preocupamos por la compatibilidad mutua del relativamente pequeño grupo de proposiciones axiomáticas. Pero Godel mostró que es inútil esperar eso de c u a l q u i e r sistema formal tan rico como —o más rico que— la aritmética ordinaria. E ideó una convincente demostración de que la consistencia de tal sistema formal no puede ser probada. Así pues, la consistencia de sistemas formales interesantes
3 Véase la exposic exposición, ión, útil y (relativamente) (relativamente) inform al de de E. N ag el y J. R. Newman, G o d e l 's ' s P r o o f (Nueva York, 1958).
(esto es, es, los que qu e son lo suficientemente suficiente mente ^amplio ^amplioss como para ^abarcar la aritmética) es inherentemente improbable, aun cuan- do esos mismos sistemas tengan una sistematización “meramente deductiva ” o axiomática. Y aún aún faltaba lo peor: G odel od el también pudo demost demostrar rar la no integridad de la axiomatización deductiva de sistemas formales que son “interesantes" en el sentido ya mencionado. Para pesar y sorpresa de cuantos estaban comprometidos en la sistematización fundamentalista de la matemática, Godel demostró •que ningún sistema formal tan rico como la aritmética ordinaria (o más más rico ric o que ella) el la) puede ser deductivamente íntegro. Por más vueltas que demos en nuestro afán de axiomatizar uno de esos sistemas en forma finita, siempre habrá un enunciado “verdadero" que no pueda ser derivado de los axiomas elegidos. Apenas aparecieron estos resultados, ya no fue posible •dar un paso seguro para igualar la verdad matemática con la deductibilidad a partir de una adecuada lista de axiomas especificados. El colapso del proyecto de axiomatización deductiva de verdades aritméticas puso en jaque la tradicional fortaleza del programa fundamentalista: el terreno de la matemática. Este fracaso del enfoque fundamentalista, aun en la matemática, da un incentivo más para acercarnos con atención e interés al programa coherentista, su rival histórico. 2. INTEGRIDAD JUSTIFICATORIA En la sección anterior hemos centrado nuestro examen en la integridad de las sistematizaciones de una rama del conocimiento particular —y muy limitada—, la aritmética. Examinemos ahora la cuestión desde una perspectiva más general. Para ello ■será útil adoptar un código notacional: 1] Establez Establezcam camos os que X representa representa un rango dado de verdad presistemática: el conjunto de tesis por sistematizar. Las tesis incluidas en X serán representa representadas das por po r p, q, r, etcétera. 2 ] ST ST (a veces veces simplif sim plificad icada a como com o S) representa el sistem sistema a de argumentos argumentos justificatorios ( “ racionalidades” ) que sust susten enta tan n las las tesi tesiss de T . Los Lo s argumentos incluidos incluid os en S en apoyo apo yo de las las tesis tesis de X son representados p or a, (3, y, etcétera. Necesitamos un pequeño peque ño elemento elem ento más de notación: notación : “ !’* !’ * que
repres represent enta a a “justifica” o “ valida” valida ” ; de modo que la expr expres esió ión; n; abreviada a\p se lee: “ el argumento a valida la tesi tesiss p ’\ Y esto a\p se da origen a la relación Slp, que debe leerse: “el sistema S valida la tesis p ” :
Slp Sl p si si (3 a) (aGSScalp). Podemos así introducir otra definición: S es justificatoriamente íntegro respecto de X: (\/p)( (\/ p)(pe perrT^S\p). En bien de la adecuación, no sólo desearíamos integridad,, sino que la consideraríamos deseable en la misma medida que es necesario que nuestro sistema ST no haya sistematizado ninguna tes tesis que no pertenezca pertenezca a su su rango correlativo correla tivo T de verdades dadas en forma presistemática: S es justificatoriamente. competente respect respecto o de T : (V p ) (S l p ^ p e T )
Lo que podría caracterizarse como errores del primer tipo surgen cuando:
Slp Éstas son claramente fallas en la integridad justificatoria, por cuanto S no puede proporcionar todas las verdades de T. Los. errores del segundo tipo surgen cuando p gT & Sl p
Éstas son claramente fallas en la competencia justificatoria, por cuanto S está validando algo no permitido dentro del rango de las verdades presistemativas de T* Un sistema idealmente satisfactorio evitaría los dos tipos de errores. Como un testigo perfecto, diría la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad La idea de inadecuación que ha aparecido en esta exposición gira en torno torn o de un dese d esequ quilib ilibrio rio entre entr e S y T , esto es es, las te tesis is de T que no pueden ser ser racionalizadas racionalizadas mediante los argumentos de S: (J$p)\p€rT%: ( V a ) ( a€ a €= S3— Si n duda, ese de dese qu ilibr ili brio io entre las las tes tesis is establecida establecidass (o que se pueden esta esta-blecer) por medio de los argumentos de S, por una parte, y las. verdades verdades de T , por po r otra, otra, está está fundado en la existencia existencia de un patrón independiente de pertenencia pertenencia a T ( “ independiente” de toda consideración relativa a la sustentabilidad de S). La apari
•ción de desequilibrio radica, entonces, en la irrelevancia poten cial de la sustentabilidad de S respecto de la verdad de X, una irrelevancia que permite que surjan posibles discrepancias. To T o d a posi po sibi bilid lidad ad de ap apar arici ición ón de tales discrepancias es, sin •embargo, abolida “por decreto” mediante la inversión hegeliana >que, en última instancia, e s p e c i f i c a tesis como v er er d a d e s d e X s o b r e l a b a s e d e s u v a l i d a c i ó n d e S. Aquí adoptamos, de acuerdo con la inversión hegeliana, el principio de que la validación de S es e l camino —y el ú n i c o camino— para la pertenencia a X. Es decir, decir, proponemos determinar determin ar la pertenencia a X s o b r e l a . ba b a s e d e la sistematización de S: P & T
si S I p , para toda
p
AJiora está claro que t o d o riesgo de f a l t a d e i n t e g r i d a d debe ^desaparecer inmediatamente. En efecto, la condición para la . i n t e g r i d a d de X, de Sr, esto es: ( V p ) ( £ e X D S i p )
desaparece ahora como consecu consecuenci encia a con la condición cond ición defi de fi ni loria de pertenencia a X. Y la misma situación se aplica también respecto respecto de la adecuació adecuación. n. (N o hay duda de que, si si adoptamos adoptamos simplemente la condición c r i t e r i o l ó g i c a , más débil, de que las ;tesis debidamente sistematizadas valen como verdades, Si S lp , entonces £>€=X la tesis de integridad representada por su contraria no prevalece necesariamente. Podemos, incluso, usar la sistematización para i d e n t i f i c a r miembros dentro de una familia de verdades, pero no podemos constituir esa familia.) Con la inversión hegeliana .abandonamos el punto de vista de que nuestro sistematizar entra en conflicto con un dominio p r e e s t a b l e c i d o de la verdad, y ello se debe a que este mismo dominio va a ser determinado como p r o d u c t o de la sistematización que tenemos en vista. Es indudable que el dominio de la verdad que obtenemos «obre esta base no necesita obedecer a la “ley del tercero excluido” en su formulación clásica ( V P ) ( p € T V ^ P ^ X ) . E fectivamente, sin recurrir a presuposiciones muy especiales acerca de nuestro sistema, no tenemos seguridad de que ( \ / p ) (SIp \ / S I — p). p ). Pero esto no debe ser visto como un obstáculo decisivo para la inversión hegeliana si consideramos que hay muchos
modos alternativos de liberar a la teoría de la verdad del compromiso con est esta a “ ley” .4 Esta línea de pensamiento indica que la viabilidad y éxito de la inversión hegeliana dependerán esencialmente de nuestra propia pro pia seguridad —basada basada en los “ principios principio s generales” de la cuestión— cuestión— en que no haya discrepancia discrepancia entre la S y la T de que se trate: en que el rango de sistematicidad de los argumentos justificatorios que estamos considerando tenga real soberanía sobre el dominio de la verdad que tratemos de abarcar. Esta seguridad puede provenir tanto de la debilidad como de la fuerza. Proviene de la fuerza cuando hay un reino de la verdad independiente, presistemático, cuya correlatividad con nuestra sistematización puede pued e ser ser efectiva efec tivame mente nte demostrada. (Éste es es el caso, por ejemplo, de las ya conocidas diferentes axiomatiza cxon cxones es de la lógica lóg ica propos pro posicio icional nal de verdades ve rdades funcional func ionales.)5 es.)5 Y proviene de la debilidad cuando reconocemos que simplemente no tenemos medios sistemáticos o independientes del sistema para la determinación de la verdad, ningún medio que no dependa de nuestros mismos intentos de sistematización y que cumplan, en la esfera fáctica, el papel que puede cumplir la “ intuición intu ición ” en las las esfe esfera rass lógica lógic a y matemática. matemática. (Y p odría argumentarse con acierto que justamente ésa es la situación en la esfera de la investigación empírica dentro del dominio de los hechos contingentes.)
4 Compárese con M a n y - V a l u e d L o g i c , del autor auto r (Nue (N ue va York, 196 969) 9),, pp. 148-154. 5 Sin embargo, según lo demostró Gódél, esa correlatividad hace fraca sar todo intento de axiomatizar nuestra aprehensión “intuitiva” de la ver dad aritmética.
5. EL COHERENTISMO Y EL PAPEL DE LA SISTEMATI CIDAD COMO PATRÓN DE PRESUNCIÓN
SINOPSIS
2] La estrategia general del enfoque coherentista de investigación: 3a verdad sin fundamentos verdaderos. 2} Un examen de los mecanismos del análisis de coherencia. 3] Revista detallada de la diferencia entre el fundamentalismo y el coherentismo. 4] El coherentismo y la visión del conocimiento coma “creencia verdadera justificada”. 5] Cómo el coherentismo utiliza los parámetros de sistematicidad como principios regulativos' de la presunción. 1. EL ENFOQUE COHERENTISTA DE LA INVESTIGACIÓN
En la base del coherentismo está lo que hemos llamado inversión hegeliana: el paso del sistema como organizador de lo que es aceptado al sistema como árbitro de lo que es aceptable. El enfoque coherentista de la justificación epistémica resulta cuando esa inversión se une a la teoría de red de sistematización cíclica. De este modo, el coherentismo ve la interrelación en red de las tesis fácticas como el criterio de su aceptabilidad. Pero ¿qué es lo que hace exactamente una teoría como ésta? Para empezar, el enfoque coherentista de determinación de la verdad debe ser visto en su función esencialmente regulativa con respecto a la validación fáctica de proposiciones como verdaderas, más que como un intento de presentar la esencia constitutiva de la verdad como tal: el coherentismo proporciona un patr pa trón ón de verdad, no una definición o un análisis del significado de ella. L a teoría debe ser articulada articulada aproximadamente aproximadam ente así: sí: La aceptación de tesis como verdad no es, en general, el punto de partida de la investigación, sino su punto de llegada. En primer lugar, todo lo que tenemos, por lo general, es un cuerpo de verdades prima es, proposi proposicio ciones nes que que se postulan postulan como como posible posibless —y quizá quizá facie; esto es también promisorios— candidatos a la aceptación. Tal como son las realidades epistémicas, estos candidatos a verdad formarán, seguramente, una serie de elementos mutuamente inconsistentes, de modo que
destruirán la posibilidad de ser reconocidos i n t o t o como verdades, puras y simples. Lo mejor que se puede hacer en esas circunstancias es aceptar como verdades aquellas que son más coherentes con las otras, a fin de "aprovechar al máximo" los datos como un todo en la circunstancia epistémica de que se trate. De este modo, la coheren cia brinda el criterio de validación de la idoneidad de los candidatos a verdad para ser clasificados como verdades" genuinas.
Así pues, una epistemología coherentista concibe la extracción de conocimiento a partir de los datos, en términos de un análisis del máximo ajuste (bestfit). Su enfoque es esencialmente holístico, en tanto juzga la aceptabilidad de cada posible elemento de información por su capacidad de contribuir a ún todo bien ordenado. Una teoría coherentista del conocimiento con estas características se opone claramente al enfoque fundamentalista de la principal prin cipal corriente epistemológica de Occiden Occidente. te. A diferencia del fundamentalismo, el coherentismo se desentiende de toda apelación a verdades de hecho básicas, fundamentales, y se opone diametralmente a la concepción de que el conocimiento de lo concreto, y aun de lo probable, requiere una base de certeza. El enfoque coherentista sostiene que la verdad es accesible en el dominio extralógico en base a consideraciones de máximo ajuste, sin ningún fundam fundamento ento de cer certe teza za.. (E (Ell calificador “ fáctico” aparece aquí porque la necesidad instrumental de los recursos de la lógica es, por cierto, admitida, teniendo en cuenta que esos recursos son necesarios como mecanismo para juicios acerca del máximo ajuste, ya que la lógica debe ser usada para deter oainar qué se “ajusta” y qué no.) Todo este procedimiento va sn contra de la búsqueda de verdades básicas o fundamentales sor parte de los epistemólogos clásicos. El fundamentalismo podría ser caricaturizado como una vi ¡ión esencialmente esencialmente “ aristocrátic aristocrática” a” de la verdad: verd ad: las las verdade verdadess :omo tales no son igualitarias: hay verdades “señoriales” a las males males las las otras otras verdades “ serviles” están están totalmente totalm ente subordi lada ladas. s. A l negar n egar la necesidad necesidad de toda verdad axiomática, la eoría coherentista termina implementando un concepto más ‘democrático” de tratar a todos los candidatos a verdad no nece ariamente como iguales pero sí, en todo caso, como más o nenos plausibles. Las posibilidades que abren los datos de que lisponemos son tratadas con una completa “igualdad de opor unidades” ; su condición cond ición d e verdaderos es determinada determinad a sólo por p or
un proceso de interacción, esto íes, por consideraciones de máximo ajuste en términos de acuerdos y armonización m u t u o s (y no porque caigan en la cautividad implicativa de ciertas verdades básicas previas). El enfoque del coherentista i n v i e r t e efectivamente el del fun damentalista. £ste comienza sus tareas epistemológicas con una muy pequeña colección inicial de verdades absolutamente ciertas, a partir de las cuales trabaja h a c i a a f u e r a con procedimientos a d i t i v o s adecuados de suplementación para llegar a un dominio de verdad más extenso. El coherentista, en cambio, empieza con una amplia colección de datos inseguros que pretenden ser verdades, y con ellos procede h a c i a adentro por procedimientos apropiadamente r e d u c t i v o s de eliminación para llegar a un dominio de verdad más estrecho. El enfoque expansivo del fundamentalismo es el justamente opuesto al enfoque contractivo del coherentismo. El fundamentalismo está constreñido a un punto de partida de elementos muy poco numerosos pero muy seguros e inmediatamente se enfrenta con el dilema de la seguridad v e r s u s el contenido. El coherentismo sortea por completo esta dificultad. Comienza con demasiados elementos —tant —tantos, os, que “ los da datos tos"" ge gene neral ralme mente nte están están en con co n flict fli cto o de incompatibilidad lógica— pero procede a superar este inconveniente de la riqueza con maniobras reductivas apropiadas. Este enfoque evita por completo la característica perplejidad de la epistemología fundamentalista, encontrando los candidatos adecuados para suplir el fundamento seguro que se necesita. Para el coherentista, el conocimiento no es la pared de Bacon, con bloques que sostienen otros bloques apoyándose en un cimiento sólido; muy de otro modo, un elemento de conocimiento es como un nudo en una tela de araña que está unido a los otros por delgadísimas hebras de conexión, débil cada una de ellas pero juntas, adecuadas para servirle de soporte. 2. LOS MECANISMOS DE ANÁLISIS DE COHERENCIA
En términos generales, el criterio de coherencia de la verdad opera del siguiente modo Se comienza con el conjunto de datos C = { P jj,, Po, P 3. . . } de proposiciones proposiciones apropiadamente “ da dada das” s” . N o están están da dada dass como com o verdades seg segur uras as;; al m odo od o de los funda mentalistas: tesis establecidas de una vez para siempre están dadas sólo como verdades p r e s u n t i v a s o p o t e n c i a l e s , es decir,
como c a n d i d a t o s a v e r d a d y , en general, c o m p i t i e n d o con otras verdades mutuamente inconsistentes. La tarea que se propone la epistemología coherentista es la de poner orden en C separando las ovejas de las cabras, distinguiendo lo que merece aceptación por verdadero de lo que no. La orden que las rige es: mantén lo me jor que pued puedas as el ajuste ajuste general de la armonización armonización mutua, haciendo —cuando sea necesario— que los competidores de menos mérito den lugar a los más meritorios. De esta manera, un candidato a verdad prueba su pretensión a ser reconocido como verdadero por medio de su consistencia con la mayor cantidad posible de los restantes datos. La situación que se ha producido ahora se parece a la de resolver un rompecabezas con piezas sobrantes que posiblemente no podrán ser colocadas en una figura óptimamente ordenada que represente la “ solución solución correcta'’ correcta'’.. El procedimiento que nos interesa en ese análisis de coherencia reclama los siguientes recursos epistémicos: i.
e nt r a d a s
¿] “ D a ío s ” x tesis que pueden servir como c a n d i d a t o s a l a a c e p t a c i ó n ten
ii ]
el contexto de la investigación, pretensiones que en el mejor de los casos sólo son p r e s u n t i v a m e n t e verdaderas (como (co mo los “ datos de los sentidos” ). Éstas stas no son verdades certificadas (o aun au n verdades verdades probables) proba bles) sino tes tesis is que están están en situación de reclamarnos aceptación: son verdades p r i m a f a c i e en el sentido de que nos inclinaríamos a aceptarlas como verdades s i (y éste es un s i muy grande) no se presentaran considerac consideraciones iones en contrario. (Los (Lo s ejemplos ejem plos típicos de “ datos” , en este este sentido, sentido, son son los los de la percepción perce pción y la memoria.) Est im a ción d e los m é r i t o s : evaluaciones comparativas de nuestra nuestra decisión inicial inicia l (en el contexto cont exto en cuestión) acerca acerca de la aceptab ace ptabilidad ilidad relativa relativ a de d e los “ datos” datos” . Éste Éste es es asunto de su relativa relat iva aceptabilidad “ a primera prime ra vista” vista” (por (p or así así decir) decir) ál i s i s > antes y e n p r i m e r a n ál antes de su evaluación evaluaci ón sistem sistemátic ática.. a.. Los méritos de los candidatos a verdad deben ser concedidos sin ninguna consideración prejuiciosa acerca de cómo esas tesis llegarán al a n ál i s i s f i n a l .
Es importante destacar que la necesidad de entradas es inevitable en el dominio del conocimiento fáctico; pero este recurso
inevitable no es una concesión al fundamentalismo. Para el coherentista, las entradas son materia prima, no productos terminados. Dado este tipo de entradas —los datos plausibles— el análisis de coherencia examina estos candidatos a la verdad con el fin de réducir los conflictos que puedan surgir. El mecanismo básico es la consideración del máximo ajuste. II. LA MAQUINARIA DEL ANÁLISIS DE “MÁXIMO AJUSTE”
La familia que agrupe a los candidatos a verdad mejor armonizados entre sí debe ser —según este criterio de mutua acomodación— la de mejores méritos para ser aceptada como presumiblemente verdadera, implementando la idea de compatibilidad de acuerdo con el principio del máximo ajuste. La coherencia mutua llega a ser el árbitaro de aceptabilidad que hace que las alternativas menos plausibles den su lugar a las de mayores méritos. El mecanismo en cuestión para determinar la aceptabilidad pro p roce ced d e según el principio de optimizar nuestra admisión de pretensiones de verdad implícitas en los datos tratando de aumentar al máximo nuestra retención de los datos más plausibles.1 To T o m a n d o en cuenta esto estoss antecedentes, la estrategia general gen eral de la teoría de la coherencia se basa en un procedimiento de tres pasos: 1] Considerar Consi derar todos los “ datos” datos” (en la presente acepción téctécnica de este término). 2 ] Procurar todas las opciones accesibles de resolución de conflictos que representen las posibilidades alternativas que estén cognoscitivamente a nuestro alcance. 3 ] Elegir entre estas alternativas usando como guía consideraciones de plausibi plau sibilidad lidad,, invocando invocan do (en nuestro nuestro presente presente contexto) los diferentes parámetros de sistematicidad como índices de plausibilidad. De esta manera, la teoría de la coherencia implementa la afirmación de F. H. Bradley de que el sistema (esto (est o es, es, la sistema i E l mecanismo form al del de l análisis análisis de má ximo ajuste se se descr describe ibe más extensamente en los libros del autor T h e Co C o h er e r e n ce ce T h eo r y o f T r u t h e a s o n i n g (Assen, 1976). (Oxford, 1973) y P l a u s i b l e R ea
ticidad) proporciona el criterio de prueba más apropiado para actuar como árbitro de verdad. El proceso de derivar resultados significativos y consistentes de un cuerpo de información inconsistente es el rasgo clave de la teoría de la coherencia coherencia que afronta afro nta (más que evadir, com o la lógica corriente) el problema de las inferencias que hay que extraer apropiadamente1de un conjunto inconsistente de premisas. La masa inicial de información inconsistente son los datos para aplicar el mecanismo de coherencia como criterio de verdad, y su producto es un sistema consistente de verdades aceptables. Según este enfoque, la teoría coherentista de la verdad concibe el problema de la determinación de la verdad como una cuestión de poner orden en un caos constituido por los los “ datos” iniciales, d onde on de se mezclan mezcla n los segur seguros os y los inseguros. La teoría coherentista ve el problema en términos transfor oaacionales: de la incoherencia a la coherencia, del desorden al sistema, de candidatos a verdad a verdades calificadas. La interacción entre la observación y la teoría proporciona un ejemplo. Tomemos la gramática. Aquí uno se mueve infe rencialmente, desde los fenómenos del uso concreto al marco de las leyes, por el camino de un principio de máximo ajuste (como si fuera una “inferencia a la mejor sistematización”), y ano comprueba que el círculo se cierra volviendo nuevamente itrás a los fenómenos por la vía de la subsunción. Algo puede perderse por el camino en este proceso de mutua armonización; por ejemplo, algunos fenómenos observados pueden ser deséchalos simplemente simplemente (como “ desliza deslizamien mientos tos de la la lengua” lengua” ). IgualIgua lmente, la adaptación de curvas a puntos de observación en la áencia también ilustra esta especie de proceso de retroalimen :ación (feedback) para discriminar lo verdadero de lo falso tegún consideraciones de máximo ajuste. El punto clave para luestro presente propósito es simplemente que una sistematiza :ión puede controlar contro lar y correg co rregir ir datos, datos, incluso (hast (hasta a un im aortante grado) los datos en los que se basa ella misma. El enfoque coherentista, como vemos, está bien preparado uara prescindir de cualquier exigencia de protocolos autoevi lentes que sirvan como fundamentos del sistema cognoscitivo. La justificación de una tesis incluida en el sistema no se efectúa nediante derivaciones a partir de axiomas , sino que se llega i obtener mediante el esquema de sus interrelaciones con el •esto. En el enfoque coherentista, la verdad no es concebida :omo una estructura ramificada sostenida por un tronco de
firmes raíces, como en la teoría fundamentalista. Por el contrario, tiene el aspecto de una multitud de objetos atados arro jados jado s al agua: agua : algunos algu nos de ellos salen a la superfic sup erficie ie p or sí mismos o atraídos por los demás; otros se hunden por su propio peso o por el arrastre de los otros. Así pues, el criterio coherentista asume una orientación enteramente hacia adentro : no trata de comparar los candidatos a verdad directamente con “los hechos” que se obtienen fuera del contexto epistémico; en cambio, habiendo guardado tanta información (incluyendo mala información ) acerca de los hechos como sea posible, intenta discriminar la verdadera de la falsa dentro de este cuerpo. Según este enfoque, la validación de un elemento de conocimiento —la racionalización de su inclusión junto a otros dentro de “el cuerpo de nuestro conocimiento”— se efectúa por medio de la exhibición de sus interre laciones con el resto: todos deben estar unidos, conectados apo yándose unos en otros (y no b ajo aj o la form fo rma a de una estructura inferencial construida sobre el lecho de rocas de los axiomas). En la teoría coherentista, la justificación no es una cuestión de la derivación sino de la sistematización. En efecto, operamos con con la ecuación ecuación:: “ justificado” “ sistem sistemati atizado zado”” . El enfoque coherencial, podría decirse, representa el acercamiento por análisis de sistemas a la criteriología de la verdad. Un crítico de la epistemología coherentista hizo la siguiente objeción: De acuerdo acuerdo con . . . [una] versión de la teoría de la cohere coherenc ncia, ia, un dedeterminado enunciado, del que no sabemos si es o no verdadero, puede ser ser aceptado aceptado como verdad verda d si (y sólo si) es coherente con los enunciados que hemos aceptado previamente. Esta versión tiene el efecto de hacer enteramente conservador nuestro conocimiento: el conocimiento “ atrincherado” atrincherado” difícilm dif ícilmente ente puede ser derrocad derrocado. o. (K. (K . R. Popper, Objective Knowledge [Londres, 1973], p. 309.) Pero esta critica no da en el blanco si se la dirige contra la present sentee versión de la teoría. teoría. Pues Pues el "atrincheram iento” (acep(aceptación, crédito) no es, como veremos, el único camino a la plausibilidad y, por cierto, tampoco el más seguro. Aun un elemento bien atrincherado puede ser desalojado frente a datos más plausibles: poco está mejor atrincherado que “lo que uno ve con sus propios pro pios ojos” ojos ” ; y sin embargo, emba rgo, tambié ta mbién n en ese caso caso uno puede p uede ser llevado a reconocer que ha caído víctima de una ilusión.
Losdatos atrincherados pueden tener “el beneficio de la duda”, pero eso no quiere decir que su admisión sea absoluta. 3. LA OPOSICIÓN ENTRE FUNDAMENTALISMO Y COHERENTISMO La diferencia esencial entre la teoría de la cohencia y cualquier enfoque fundamentalista de aceptación de algo como verdadero reside en el hecho de que en esta última línea de acercamiento toda pretensión discursiva discursiva (esto es es, razonada) de d e verdad requ iere verdades como entrada entradas. s. Si es es que qu e obtiene obt iene un resultado (pre (p re-suntivamente) verdadero, las premisas en las que reposa deben ser ellas misma mismass verdaderas verdaderas (o asumirse asumirse que lo son). son). L o único que estrictamente origina verdades de novo es el proceso que produce las verdades "inmediatas” del conjunto inicial La diferencia decisiva de la teoría de la coherencia es su capacidad para extractar verdades verdades (presuntas) (presuntas) en forma discursiva a partir par tir de una base que incluye verdades no admitidas, cualesquiera que fueren: esto es, a partir de datos que sólo son candidatos a verdades y no verdades. El requisito fundamentalista para verdades básicas es algo que la teoría de la coherencia, por su mismo diseño, supera, ya que procede a partir de una base de datos que no necesitan ser ni compatibles ni verdaderos. El análisis trata de proporcionar un procedimiento para llegar a verdades de salida sin recurrir a verdades de entrada como base inicial indispensable. El lema “verdad sin fundamentos verda-
de coherencia f ig u r a
1. Fundamentalismo v e r s u s coherentismo en la investigación fáctica.
deros” podría muy bien ser inscrito en el estandarte de la teoría coherentista de la verdad. La oposición entre un Aufbau fundamentalista del dominio de la verdad y el enfoque del análisis de coherencia se expresa gráficamente en la figura 1. El diagrama muestra en forma simplificada las similaridades básicas entre los dos enfoques, pero manifiesta también sus diferencias significativas, que son las siguientes: 1] Para el enfoque fundamentalista hay dos diferentes tipos de conocimiento, el inmediato y el derivado; para el coherentista, en cambio, todo el conocimiento es esencialmente unitario. 2] El fundamentalismo apela a la experiencia para brindar un conocimien cono cimiento to básico básico (bajo (ba jo la forma de ciertas ciertas verdades verdades de inmediata evidencia), para el coherentista, en cambio, ella sólo aporta los dato datoss “ en bruto” bru to” para el conocimiento. 5] En el enfoque fundamentalista todos los procesos discursivos —indu —inductiv ctivos os o deductivos— deducti vos— requ re quier ieren en una entrada entr ada de verd ve rdaades conocidas, si se quiere que las verdades sean la salida (y es precisamente por eso por lo que debe postularse un camino inmediato, no discursivo, hacia la verdad). El análisis coherentista difiere básicamente en este aspecto. 4\ En el enfoque enfo que fundamentalista los “ datos” datos” iniciales son son enteramente no discursivos e invariantes fijas, mientras que en el programa progra ma coherentist coherentista a los “ datos" representan representan una una mezcla de elementos experienciales experienc iales y discur discursivo sivos. s. (Los (Lo s datos datos “ en bruto” son, sin duda, no discursivos, pero para el coherentista son sólo una parte de los datos totales y de ningún modo son fijos o sagrados, sino que están sujetos al proceso cíclico de reevaluación y revisión.) En consecuencia: 5] En el enfoque fundamentalista, nada de lo que pase en las etapas epistémicas posteriores del análisis puede posiblemente afectar el punto de partida de verdades básicas. En el enfoque coherentista, en cambio, hay un vínculo de retro alimentación a través del cual los datos mismos pueden ser condicionados po r el resultado resultado del análi análisis sis de coherenci coherencia a (en otros contextos) y su aceptación está sujeta a reevaluación a la luz de nuevas evidencias en relación con su plausibilidad. 6] A diferencia diferen cia del de l enfoque enf oque fundamentalist fundamentalista, a, el e l análi análisi siss de coherencia no requiere una drástica diferencia en el trata
miento mie nto de proposiciones particulares y generales generales (entre (ent re “ enunciad enunciados os de observacion observaciones” es” y “ leyes”). Su Sus “ datos” datos” para la investigación fáctica no están sujetos a estipulaciones de particularidad, en oposición a los datos "directamente evidentes” de los fundamentalistas.2 7] En el enfoque fundamentali fundamentalista sta el cuerpo cuerpo de “ evidencia” del cual parte el razonamiento debe ser autoconsistente. El análisis de coherencia no necesita de supuestos no realistas como éste. El diagrama también pone en primer plano otra faceta dpi método coherentista que merece especial atención. El inducti vismo fundamentalista adopta la sistematización básicamente lineal de razonamiento típica de la matemática: una vez que se ha obtenido un resultado se pasa simplemente a los otros problemas; no se necesita volver a evaluar o sustanciar algo que ya ha sido “establecido”. En el inductivismo coherentista las cosas son muy de otra manera, como lo muestra gráficamente el vínculo de retroalimentación del diagrama. Aquí hay un lugar definido para un proceso dialéctico de estructura cíclica, donde se vuelve repetidamente a un elemento ya “establecido”. Ahora, en efecto, el proceso de confirmación es más complejo, y las tesis tesis deben de ben aparecer apare cer con e l v alo al o r de un simple sim ple dato de baja plausibilidad; luego como datos de mayor plausibilidad y, finalmente, incluso como verdades validadas. En lugar de proceder linealmente, por deducciones recientes de premisas nuevas, se está en la situación de dar vueltas y vueltas alrededor de la misma familia dada de perspectivas y posibi pos ibilid lidade ades, s, seleccionando, selecc ionando, reajustando, reajust ando, reaf re afín ínan ando do hasta hasta llegar por último a una resolución más sutilmente desarrollada y más profun pro funda dam m ente en te elaborada. elaborad a. E l proceso de extrac ext racci ción ón de información que surge de este modo no es de avance hacia un nuevo territorio informativo, sino a un punto de reevaluación y revis re visión ión del de l v ie jo terri te rrito torio rio,, tend te ndie iend ndo o la red alre al rede dedo dorr de nuestra conclusión última mientras damos nuevamente vueltas y más vueltas, ganando así mayor seguridad para el momento de las reevaluaciones más finas. Este proceso cíclico de reeva tuación permite —en circunstancias adecuadas— prescindir de 2 Compárese con R. M. Ghisholm, Ghisholm, T h e T h e o r y o f K n o w l e d g e, 2a. e , 2a. (Englewood Cliffs, 1977).
"nuevas” entradas de datos, en un esfuerzo por extraer el máximo de nueva información a partir de la ya existente. Se puede observar fácilmente que esta reevaluación repetida de datos está más cercana a los procesos de pensamiento que por lo general se emplean en el razonamiento científico. 4. EL COHERENTISMO COMO CONCEPCIÓN DEL CONOCIMIENTO COMO CREENCIA VERDADERA, JUSTIFICADA
El coherentismo defiende sin vacilar la tesis histórica de que el conocimiento es “creencia verdadera, justificada”, entendiendo por esto que lo conocido es aquello cuya aceptacióncomo p o r una form fo rm a a pro- pr o- verdad está adecuadamente garantizada po piada piad a de sistematiza sistem atización. ción. N o obstante, obstante, puesto que esa esa sistemati sistemati-zación es considerada la del modelo de red, el impacto de la tesis está en gran medida alterado. En efecto, ahora tenemos presenté una concepción diferente de la justificación, y esta concepción cambia radicalmente el sentido de la tesis respecto de la búsqueda por los fundamentalistas de una base última para el conocimiento en forma de estructura cuasiaxiomática. Ahora, “justificado” pasa a significar no “derivado del conocimiento básico básico (o axiomá tico)” , sino sino “ apropiadamente apropiadamente interc interco o nectado con el resto de lo conocido”. Esta tesis de que el conocimiento es equivalente a la creencia verdadera justificada es, por lo común, muy controvertida. La controversia ha girado en gran medida en torno de los famosos contraejemplos de Edmund Gettier, que muestran que ciertas pretensiones que uno no querría sostener como conocimiento pueden representar incluso creencias verdaderas y justificadas cuando los elementos de la verdad y la justificación les les llegan por po r caminos caminos suficientemente suficientemente sep separ arad ados os.. (Por (P or ejem plo, el que cree P o Q , cuando toda su justificación se refiere sólo a Q> que es falsa, mientras que la verdad de la disyunción es inherente a la de P solamente, para cuya creencia no se tiene ninguna justificación.) Es de gran interés el hecho de que una manera de leer los textos de esta disputa es como si mostraran que el conocimiento sólo puede ser extraído i n f e r e n c i a l m e n t e del conocimiento3 y no de algo alg o que qu e sea sea espistémicamente espistémica mente menos que qu e conoci con ocimie miennto (como es es la creencia justificada justif icada). ). Y esto esto es perfectam perfe ctamente ente congruente con la postura del coherentismo. El coherentismo
sigue reconociendo la fuerza del argumento aristotélico de que cuando uno conoce la conclusión de una demostración sobre la base de esa demostración, entonces uno debe conocer también las premisas, y no hay un camino demostrativo hacia la extracción del conocimiento desde algo que sea menos que conocimiento. Desde el punto de vista de la teoría de la red de sistematización cognoscitiva no hay ningún inconveniente en sacar la conclusión de que ex nikilo Jiihil [nada sale de la nada] opera como un principio epistéraico respecto del conocimiento. Ese resultado sólo tiene mal sabor para aquellos que¡ proponen propon en usar usar la fórmula fórm ula en cuestión cuestión (que (qu e el conocimiento conoc imiento es es, creencia verdadera justificada) como un análisis reductivo al tratar de definir el “conocimiento” en otros términos, no como, una simple observación descriptiva acerca de la interrelación sistemática entre varios elementos que constituyen nuestro., "cuerpo de conocimien conocimiento” to” . La idea de que hay alguna justificación racional para cada, elemento del conocimiento, combinada con la de que sólo lo, conocido puede servir para la justificación racional del conoci, miento parece llevar a la conclusión de que nada puede cono, cerse, porque se entra en un círculo vicioso. Pero esta apariencia, es engañosa, incluso errónea. No decimos que las fundamenta, ciones deban conocerse conocerse “ antes” antes” de conocer con ocer la conclusión. conclusión. N o se, trata de un ordenamiento temporal. En el modelo de red, los,, elementos relevantes deben estar en el mismo' plano, no en un. alineamiento alineamie nto jerárquico jerárq uico de d e ant antes es y desp despué ués. s. (A q u í se vuelve* esencial la distinción entre redes y secuencias.) La apariencia^ de círculo vicioso surge de una visión causal equivocada de la relación entre lo que se conoce y sus fundamentaciones; se con, funde el orden de las razones con el orden de las cansas. N o , se debe asimilar el orden epistémico de fundamentación o justificación con el orden causal de precedencia o prioridad. No es¡ necesario asumir la posición de que los fundamentos deben, ser má máss “ básicos básicos”” que lo que q ue se está está fundamentando fundam entando y que> que> deben reflejar el orden lineal, axiomático, de justificar lo menos, básico en términos de lo más básico. El concepto de fundamentación en red ofrece aquí una. alternativa perfectamente viable. Nuestra inquietud por la estructura racional del conocimiento es, después de todo, no pri, mordialmente mordialmen te un problema de teoría del aprendizaje (la dinámica de extraer conocimiento real a partir de protoconocimien. to), sino de sistemática sistemática probativ prob ativa. a. N o es —o —o no neces ecesita ita,, ,, ser— ser—..
un problema problem a de extraer “ conocimiento real” de “ mera merass cree creen n ,cias” usando Ja piedra filosofal de la justificación epistémica. Este ímpetu enteramente reductivo ó extractivo es ajeno a una preocupación por la e s t r u c t u r a r a c i o n a l del conocimiento, que dignifica un interés por la s i s t e m á átt i c a c o g n o s c i t i v a r a c i o n a l de lo que se conoce, más que por su o r i g e n h e u r ís t i c o . Y aquí el imodel mo delo o de d e red del de l coherentista es una alternativ altern ativa a no sólo sól o posi ;ble, sino acentuadamente atractiva, de la metodología axiomática del fun f un da da mentalist enta lista. a. ;5. LA SEGURID-AD DEL COHERENTISMO EN CUANTO A LOS PRINCIPIOS REGULATIVOS DE /PLAUSIBILIDAD Y PRESUNCIÓN
.Los .Los filósofos filós ofos de l a ciencia se han preocupado con frecuencia por el papel, importante pero también problemático, que ,cumplen en la ciencia parámetros teóricos de razonamiento inductivo comp la c o n t i n u i d a d , u n i f o r m i d a d , r e g u l a r i d a d , c o n ~ s e r v a c i ó n y s i m p l i c i d a d . Por lo general estos parámetros son •enfoc •enfocad ados os desde dos dos direcciones. A veces veces son vistos como com o tente ndencias objetivas naturales: hechos constitutivos relacionados rcon un mundo cuyo modo de funcionamiento presenta no el h o r r o r v a c u i del hombre medieval, sino un principio análogo como el a m o r s i m p l i c i t a t i s, s , etc. Otras veces son puestos en la .categoría de principios que ejercen su peso sobre los s u j e t o s de la teorización científica, científica, más que sobre sobre el o b j e t o de sus teorías, reflejando más la predilección intelectual subjetival .del que trabaja en ciencia que cualquier rasgo objetivo del universo natural mismo. Pero, de hecho, ninguno de los aspectos de esta dicotomía subjetivo/objetivo es enteramente apropiado. En efecto, estos diferentes parámetros de sistematicidad son vistos con mayorprovecho como principios de un carácter .esencialmente epistemológico, o mejor aún, m e t o d o l ó g i c o . R e presentan principios .r e g u l a t i v o s para la construcción de explicaciones a d e c u a d a s : p r i n c i p i o s m e t o d o l ó g i c o s d e p l a u s i b i l i d a d ^que proporcionan patrones evaluativos que rigen la provisión „de esas explicaciones. En consecu consecuenci encia, a, .sería una com c omplic plicació ación n desacerta desacertada da y enteente ramente ram ente inneces inn ecesaria aria,, considerar que q ue esos sos principio princ ipioss representan ■factores fundam fu ndamenta entalme lmente nte o n t o l ó g i c o s que indican un hecho ^directo acerca del/mundo, una inclinación por parte de la na stirr stirral alez eza a mis misn n^a hacia cier ci erto toss principios princ ipios de operació ope ración n (para
expresarlo de un modo antropomórfico). La metodología; pro' bativa de la investigación científica requiere principios de estaí indo in dole le como parte de la m aquinaria aquin aria evaluativa eva luativa de su prop pr opio1 io1' m o d u s o p er e r a n d i . De esta manera se evitaría tratar esos factores* como r e s u l t a d o s de una investigación a la que, de hecho, deben' servirle de e n t r a d a s . Lo mejor es ver esos parámetros de siste~ maticidad matic idad como una faceta (debidame (debid amente nte garantizada) regula' regula' tiva, o constitutiva, o descriptiva, de enunciaciones explicativas, máss que má qu e como un aspecto aspecto constitut cons titutivo ivo o descript desc riptivo ivo (orienta (orientado^ do^ hacia el mundo) de la naturaleza. Más que hallazgos sustantivos^ acerca de 1¿ naturaleza, esos parámetros representan reglas básicas, normativas y de procedimiento, para llevar adelante la investig inve stigació ación n científic cien tífica.8 a.8 (Esta misma concepción, concepción , espec específic ífica a** mente, de la u n i f o r m i d a d de la naturaleza ha sido adelantada por varios autores recientes.)4 Hemos visto que el análisis de coherencia comienza partiendo de datos y de ciertas imposiciones iniciales características de' presunción y plausibilidad. Pero ¿cuál es la base de estas imposiciones? La respuesta a esta pregunta esencial es simplemente que e s t o s p a t r o n e s d e p l a u s i b i l i d a d y p r e s u n c i ó n s o n d a d o s a l co h er en t i s t a p o r ticidad.
s u m i sm a
c o n c e p c i ón
d e l a si st em a
Una vez que ha adoptado la inversión hegeliana de la relación de implicación aceptable como verdadero > sistematizable en su opuesta sistematizable > aceptable como verdadero 3 Véase la afirmación de T . S. Kuhn de que “la naturaleza es poT demás compleja como para ser explorada aunque sea casi al azar. Algo debe decirle decirle a l cient científi ífico co dónde debe mira r y qué debe buscar.” buscar.” (“T h e Functi Function on of Dogma in Sdentific Research”, en B, A, Brody [ed.], R e ád i n g s i n t h e P h i l o s o p h y o f S ci ci en e n c e, Englewood CHffs, 1972.) La mayoría de los autores que han escrito sobre el tema invocan simplemente la a n a l ogía. Véanse, por ejemplo, los interesantes casos tratados en G. Polya, I n d u c t i o n a n d A n a l o g y i n M a t h e m a t i c s (Princeton, 1954). Este problema se remonta, por lo menos, a C. S. Peirce. Véase el libro del autor P e i r c é’s Ph Ph i l o s o p h y o f S c i e n c e (Not (N ot re Dame, Dam e, 197 1978) 8).. o p h y o f S ci c i en e n c e (Londres, 1953), 4 Véase Stephen Toulmin, T h e P h i l o s op en especial la sección 5.2: "Physidsts Work on Presumptions, Not Assuraptions”, pp. 144-148; y J. P. Day, “The Uniformity o£ Nature”, A m e r i c a n P h i l o s o p h i c a l Q u a r t e r l y , vol. 12 (1975). (1975). Véase Véas e tam bién el ensayo del Pr a c t i c e autor “On the Self-Consistency of Nature”, en T h e P r i m a c y o f Pr (Oxford, 1973), pp. 88-106.
se vuelve razonable —y, si no inevitable, en todo caso, natural— entender los parámetros de sistematicidad como algo qué en sí mismo proporciona indicadores de aceptabilidad. Si tomamos la sistematicidad como nuestro patrón de aceptabilidad, varios aspectos del sistema actuarán ellos mismos como indicadores de •aceptabilidad. Una positiva presunción de aceptabilidad es, entonces, operar de acuerdo con todos los parámetros tradicionales de sistematización: consi consiste stenci ncia, a, uniform idad, regularidad regu laridad (causali (causalidad, dad, norma tivi dad y legalid leg alidad ad en todas todas sus formas), simplicidad, simplicidad , conexión/coherencia, unidad/integridad, etc. Ahora, estos parámetros ■deben actuar como presunciones regulativas, como principios de preferencia epistémica. Esto se ejemplifica fácilmente en los ■casos en que la teoría y los datos se armonizan mediante el trazado de curvas:
y w i
X,os diferentes parámetros de sistematicidad recurren ahora como principios de presunción, indicando dónde deben detenerse nuestras nuestras preferencia prefere nciass epistémicas (sin variar var iar las demás demás condiciones). Para el coherentista la sistematicidad cumple así una doble misión, como criterio general de aceptacióncomo verdadero y como principio regulador de plausibilidad y presunción. En el enfoque coherentista, la elección entre sistematizaciones alternativas “rivales” no es absoluta, no es una cuestión de síono, de verdadero versus falso. No es asunto de elecciones forzadas sino de elecciones prefe pr efere renc ncial iales es dentro de los límites de la plausibilidad. El proceso básico es un análisis dq costos ganancia. La ganancia es la información aportada por la aceptación tació n de las las tesis tesis candidatas (los “ datos” ) ; los costo costoss resultan de pasos no plausibles: violaciones de la simplicidad, regularidad, dad, etc. etc. Y esas plausibilidade plausi bilidadess determinativas determin ativas tienen en sí mis-
mas carácter económico: simplicidad, regularidad, etc. El recurso regulativo del ajuste sin fricciones es un asunto de la economía racional del pensamiento. El coherentismo es, en efecto, la quintaesencia del enfoque del sistem sistematis atista. ta. A l tomar la sistematicidad como patrón patr ón de verdad, el coherentismo coloca los parámetros de sistematización como determinantes pri p rim m a facie fac ie de la preferencia episté mica entre dos alternativas. Los principios de sistematicidad p rin n c ip ios io s presu pre sunti ntivo voss que qu e gobi go bier erna nan n en form fo rm a re- son ahora pri gulativa la marcha de la investigación. El papel regulativo de esos parámetros como principios de preferencia epistémica se refleja en el esquema: Sin variar (en lo posible) las las dem demás ás condicio condiciones, nes, da prioridad, priorida d, al considerar la aceptación, a aquellas alternativas que, en otros contextos reales o supuestos, son relativamente más uniformes for mes (o coherentes, o simples, simples, o íntegras, etc.) que su sus rivales. rivale s. De este modo, el coherentista transforma los principios de adecuación de la estructura del sistema en principios de selección para la inclusión en el sistema. Sus rasgos esenciales son, desde esta perspectiva: 2] Regulativos , es decir, conducen nuestras acciones cognoscitivas diciéndonos cómo proceder para el diseño del sistema. ("De enunciados alternativos, adopta el más simple, uniforme, etc.*’) 2] Preferenciales, esto es, determinan la precedencia y prioridad cognoscitiv cognoscitiva. a. (“ De enunciados enunciados alternativos, da priorida prio ridad d [precedencia, preferencia] al más simple, uniforme, etc.”) 5] Esencialmente negativos , es decir, cómo có mo las normas del A n tiguo Testamento implícitas en los mandamientos del Pentateuco, deben ser entendidas negativamente en términos de ¡evita!, ¡apártate!, ¡desprecia!, respecto de factores talles como la complejidad, desuniformidad, etc. C. I. Lewis ha hablado de la “fuerza imperativa” de la lógica deductiva en relación con la tendencia normativa de la consistenc sistencia, ia, sujeta al mandato man dato “ Mant Ma ntén én mutuam m utuamente ente consiste consistentes ntes tus tus afirmaciones.” 5 E l presente presente enfoqu enfo quee contemp cont empla la una análoga 5 C. I. Lewis, Lew is, V a l úe s a n d I m p e r a t ív e s (ed. (ed. by John Lange; Stanford, Stanford, 1969), p. 192.
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“fuerza imperativa” para el razonamiento inductivo (o su equiequ ivalente funcional coherentista) en relación con los parámetros de la sistematicidad como instrumentos de investigación en el terreno fáctico. El mandato unificador subyacente es simplemente: “ ¡Construye ¡Constr uye los mejores mej ores (más adecuados) siste sistema mass cognoscitivos que puedas!” El carácter regulativo de los parámetros de sistematicidad es consecuencia de este imperativo primario, a través del razonamiento: Haz sistemático tu conocimiento. Sistemático es lo que se conforma según los parámetros de sistematicidad. Conforma tu conocimiento según los parámetros de sistematicidad.
La concepción de un sistema cognoscitivo sinóptico que abarque todo nuestro conocimiento del mundo representa Un ideal en el sentido kantiano: un principio regulativo de la razón. Bajo esta luz, las presunciones regulativas que dan al coherentismo sus mecanismos de imposición de plausibilidad están muy emparentadas emparentadas con las las “ ideas ideas (máximas) (máxim as) regulativas” de la Critica de la razón práctica, de Kant, como las de uniformidad (o “semejanza”), afinidad, simetría, ordinalidad intencional, etc. Esos factores no son absolutos, ni siquiera datos cuya presencia en nuestro cuerpo de conocimientos sea una cuestión cc o m p li establecido; representan desiderata cognoscide fa it a cco tivos que tratamos tratamos de hacer entrar en e n el . marco de nuestro nuestro conocimiento, siempre que podamos hacerlo sin inconvenientes y sin problemas prob lemas..
6. C O H E R E N T IS IS M O , I N D U C C I Ó N Y S I S T E M A T I Z A C I Ó N CIENTÍFICA
SINOPSIS
i] Cómo el coherentismo adopta la metodología corriente de inferencia científica y razonamiento inductivo usando los parámetros de sistematicidad como principios de determinación de plausibilidad. 2] Cómo proporciona un marco natural para la racionalización de nuestras prácticas inductivas. Es una característica de la fuerza probativa del enfoque coherentista el hecho de que lo que basa en consideraciones sistemáticas no sea una imputación de verdad, sino simplemente una plausibilidad dad . imputación de plausibili
I. EL COHERENTISMO COMO MARCO DEL RAZONAMIENTO CIENTÍFICO
En los primeros capítulos expusimos la tesis de que la sistematización cognoscitiva es un instrumento para un desarrollo específicamente científico de nuestro conocimiento. Según esa visión, del paso del modelo euclideano al modelo de red de sistematización del conocimiento deben surgir claramente vastas implicaciones para la teoría del método científico. Por ello conviene considerar con más precisión cómo el coherentismo puede brindar el mecanismo de sistematización cognoscitiva en el contexto de las ciencias inductivas y, con mayor generalidad, cómo puede proporcionar un medio para la racionalización del razonamiento inductivo. A trav través és de la historia de de la filo sofía sofí a de Occidente, Occidente, los los más más grandes teóricos de la racionalidad científica siempre han destacado factores factores como la regularidad regula ridad causa causall (Aristóteles), (Aristótel es), la simplicidad cidad (Occam), el orden (Bacon), la continuidad, conservación conservación exhaustivi ividad dad (Leib niz), la uniformidad uniformidad (Hum e, M ili), la y exhaust sistem sistemat atici icida dad d (K (Kan an t) y la concurrenc concurrencia ia (W hew he w ell). L a creci crecienente importancia dada a esos aspectos del orden sistemático subiere, con razón, que el coherentismo es el marco apropiado para pa ra el razonamiento razonamiento científico e “ inductivo” inductivo ” . Y es claro que los problemas de ajuste sistemático deben jugar aquí un papel
esencial. Se rechazan teorías porque no se ajustan a los datos que se se poseen. poseen. Y a veces veces (con no n o poca frecuencia frecue ncia)) sé procede proc ede también a la inversa, rechazando datos porque no se ajustan a nuestras teorías aceptadas.1 Como vimos en el capítulo anterior, la estrategia del coherentista comprende tres pasos esenciales: 1] disponer las opciones alternativas accesibles relacionadas con las posibilidades cognoscitivas que se tienen; 2] elegir entre esas alternativas según consideraciones de plausibilidad, 3] usar la sistematicidad misma como guía para la plausibilidad, empleando los diferentes parámetros de sistematicidad como índices de plausibilidad, Este procedimiento contribuye a una íntima ligazón entre el coherentismo y los procesos corrientes de razonamiento inductivo. Está claro, en efecto, que los parámetros de sistematicidad —simplicidad, uniformidad , cohesión y otros — son uno y el mis- mo en tanto patrones que gu’an el razonamiento inductivo. Visto desde este ángulo, el proceso inductivo de razonamiento científico implica un inmediato propósito de elevar al máximo la sistematicidad de nuestro conocimiento. La inducción, ese instrumento característico del razonamiento científico, es una búsqueda de orden; en suma, de sistema. En vista de esto, la capacidad del coherentismo para proporcionar un marco de razonamiento científico no puede sorprendernos. Consideremos; aunque sea en un rápido esbozo, cómo ciertos procesos corrientes de inferencia inductiva pueden ser facilitados por medios coherentistas.2 La inducción por simple enumeración —aquel argumento inductivo paradigmático— procede dando cuenta, primero, de que todos todos los objetos (de un un tipo tip o determinado) determin ado) que han sido obob a2,. . ., aa— aa— poseen servados hasta el momento —digamos, alr a2,. una cierta (genuinam’ (genui nam’ente ente cualitativa) cualit ativa) propied prop iedad ad F , y sosteniendo luego, sobre s obre esta esta bas base, e, que e l pró p róxi xim m o obj o bjet eto o an+ an+1 tam bién bié n ten ten 1 No sólo en la vida cotidiana —como el ejemplo, favorito de los anti guos escépticos, del palo derecho que, metido en el agua, parece quebra do— sino también en la ciencia. Véase Henry Margenau, T h e N a t u r e o f la . ed. (N u ev a York, Yor k, 1950 1950), ), p. 463 63.. P h y s i c a l R e a l i t y , la. 2 El análisis que sigue procede del capítulo ix de T h e C o h e r en en c e T h e o r y xf or d, 197 973) 3),, don de este este tipo de temas es tratado con m ayor o f T r u t h (O xfor extensión.
drá la propiedad F.s El argumento va, entonces, de las premisas (ax), F (a z ) , . . . , F (aa), a la conclusión ie forma F (ax), conclusión (inductiva) (inductiva ) f (aa+ (aa+])' ])' Aquí, el problema de la justificación es mostrar la garantía racional de este procedimiento inferencial y otros afines. Y así caeríamos en una variante del enigma de Hume: ¿qué podría fu tura ra aa+1 será como las pas pasad adas as aí} isegurar que una instancia futu aa?? Dadas Dadas F (ax) z z, . . ., aa (ax) t F ( a2) , . . F (an), ¿qué nos autoriza a justentar justentar la conclusi conc lusión ón F (att (att+Ii) en luga lu garr de sú cont c ontrad radict ictoria oria En el marco de lo que ahora nos ocupa, es tentador pensar ;n una respuesta a esa pregunta en términos de un análisis dp :oherenc :oherencia. ia. Y p or cierto que eso es es posible. Supongamos que ;stá dada la base evidencial F (at (at), ), F (a (a 2) , . . . , F (an) y que en ;ste contexto debemos decidir entre los candidatos a verdad ^ (#n (# n+i)> —'F (an (a n+1). Desd De sdee el e n foq fo q u e cohe co here renti ntista sta debemo deb emoss co nenzar con el siguiente conjun to de ‘‘datos ‘‘datos*’ *’ (en el sentido iquí operativo de candidatos a verdad): S =
{ F (a ±), F (a2) , . .
F (an), F (an (a n+1), ~ F (aa+ (aa+1)>. )>.
Este conjunto de datos tiene exactamente dos subconjuntos má dmos consistentes: S, = S2 =
{ F « ) > F ( « 2) ,. , . .. . . , F (aa (a a) , F (a (a n+%) } {F (a ±), F (a n), ~ F ( « n+1)>
Í1 problema proble ma de justi ju stific ficar ar el resultado res ultado F (an (a n+1) a p artir arti r de esto estoss latos —y no —F (an (a n+1) se reduce red uce a mostrar que qu e Sa debe prepre terirs terirsee a S2 S2 sobre la base de un apropia apro piado, do, crite cr iterio rio de prefer pre ferenc encia ia ipistémica. Dada la estrategia general del coherentismo, esto, a ;ü vez, se reduce a la cuestión bastante menos problemática de pla usib ible le que nost no stra rarr que qu e F (an (a n+1) es más plaus que —F (<2n+1). Veamos cómo ouede hacerse esto dentro del marco del coherentismo. La evidencia dada, F (a^)t F (a 2) , . . F (aa (aa), est establece clar lara nente cierto esquema particular; todos sus elementos responden 1 una y la misma estructura lógica, la de la forma genérica ). De acuerdo con esto, F (a n+2) n+2) se presenta, sin duda, como ? ( x ). ;onco ;on corda rdante nte con co n ese esquema, esquem a, mie m ientra ntrass que qu e .—F —F (an (a n+1) es dis :ordante con él. Pero ahora veamos la siguiente regla de deli nitación de plausibilidad: 3 La aclaración “genuinamente cualitativa” se introduce para impedir b s er er v a d a h a s t a el el nterpretaciones como la “propiedad” de " h a b e r s i d o o bs nomento”.
Si la evidencia inicial presenta un esquema lógico explícito los enunciados concordantes con el esquema deben ser conside rados —ceteris paribus— más plausibles que los discordantes. Esta regla de prioridad de la uniformidad es, sin duda, partí integrante del compromiso del coherentista con los parámetro de sistematicidad como principios de prioridad de la plausibi lidad. Y dada dicha regla de determinación de la plausibilidad el paso “ infer inf eren encia cial” l” de las premisas premisas dadas dadas a la conclusión d< conformidad con el esquema, F se hace inmediatamentf inmediatam entf posible mediante el mecanismo general del análisis de coherencia Un nuevo ejemplo de cómo opera esta regla de plausibüidat puede resultar útil. Consideremos ahora otro paradigma de razonamien razonamiento to inductivo, inductivo, el “ argumentó argumentó por analogía” : Hemos observado que' las propiedades F y G se reúnen en lo an. A ho ra observamos, objetos «i, cu ,.. , .. ., an. observamos, ad adem emás, ás, que qu e tie ne F. De ahí inferimos “por analogía” que aa+1 tendrá tam bién G. Vamos así desde las premisas F (% ) & G (ax (a x) f F (az) (az) £ G (a 2) , . . F (a a) Be G (an (a n), a la con co nclu cl usió si ón: G (G(a a+1 como candidato a verdad, llegamos al siguiente conjunto S d¡ datos: S =
{F (a z) & G (a J , F (a 2) Se G (a2), .. ., F (aa) (a a), Se (aa) & G (aa (a n+1), F (an (a n+1) & — G (a¿+ ( a¿+i) i)> >. F(an+x) & G (an
Una vez más disponemos, como máximo, de dos subconjunto consistentes: los que reúnen las premisas iniciales con las do proposiciones F (a n+1) & G (a K+x) y F (aa (a a+a) & — G ( « n+1), respec res pec tivamente. Ea preferencia de una de ellas a la otra es justifi cable en términos de un juicio diferencial sobre la plausibilidac de estas dos proposiciones. Dado, nuevamente, que la eviden cia inicial presenta el esquema genérico F ( x ) & G (x), es obvi< que una de las dos proposiciones es concordante y la otra dis cordante con él. Es suficiente recurrir una vez más a nuestr; regla de plausibilidad basada en la prioridad de la uniformi dad para extraer extra er la conclusi conclusión ón “ inductivam ente apropiad ap ropiada” a” qu< surge de un análisis de coherencia. Estos ejemplos muestran la propuesta de un enfoque cohe rentista para tratar el problema de justificar los tipos usuale:
de inferencia inductiva. Dicho enfoque actúa por medio de un proceso que comprende dos pasos: 1] atenerse a consideraciones de conformidad con el esquema para establecer diferencias de plaus pla usib ibili ilida dad d entre los candidatos a verdad, y luego 2] aplicar el procedimiento general del análisis de coherencia basa ba sado do en conside consideraci raciones ones de de “ máximo máx imo ajuste” ajuste” para justifijust ificar la “ conclusión conclusión inductivam ente correcta” , yendo de la plausibilidad a la aceptación como verdad presuntiva. Por supuesto que habrá situaciones que no se ajusten a los esquemas de inferencia inductiva de los libros de texto, pero q*ue sí reflejen con más precisión las complejas realidades de la práctica científica concreta. En esos casos, las posibilidades de las consideraciones de plausibilidad tendrán que ser desplegadas de modos más sutiles para adaptarse a esas complejidades. (Por ejemplo, al decidir entre hipótesis, de las cuales algunas explican una parte mayor de las evidencias observadas, nos inclinaremos —ceteris paribus— con toda seguridad a tomar a éstas por más plausibles que las que tienen menor poder de explicación.) Pero los principios generales seguirán siendo los mismos. Así, el enfoque coherentista del razonamiento inductivo desarrolla la conformidad con el esquema como guía para la plausibilidad en estricta concordancia con el espíritu doctrinario que se resume resume en la frase frase de Bradley: Brad ley: “ Si tomando com o verdaderos daderos ciert ciertos os juicios de la percepción [para nosot nosotros ros,, “ datos” datos” ] puedo aportar más sistematicidad a mi mundo, entonces en esa medida med ida eso esos ‘hechos' ‘hechos' son verdadero verda deros. s. . . ” 4 L a confianza en la la conformidad con el esquema —un obvio aspecto del orden y el sistema— como criterio de plausibilidad, y por ende de preferencia feren cia alética, es es, sin duda, duda, un m étodo éto do para “ aportar apor tar más más sistem sistema a a mi m undo” und o” . Y en la medida en que el siste sistema ma —como destaca la teoría de la coherencia— es una guía hacia la verdad, la confianza en los parámetros inductivos de simplicidad, regularidad, conformidad con el esquema, etc., como índices de plausibilidad no hace sino implementar los propósitos sistemáticos básicos de todo el enfoque. T o d o esto apunta apu nta a una característica característi ca central centr al y esencial del 4 F. H. Bradley, Bradley, “ O n Tr ut h and Coherence”, Coherence”, E s s a ys ys R e a l i t y (O x ford fo rd , 1914), 1914), pp. pp . ^02-21 ^02-218; 8; véase pp, pp , 210210-21 211, 1,
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modelo coherentista: la confianza, como criterios de plausibili dad, en los parámetros de sistematicidad, que es parte integrante de su afán sistematizador. Si, como afirma la teoría de la cohe rencia, la verdad debe sér apropiadamente buscada en la máxi ma sistematización, entonces la insistencia en los procedimiento: inductivos basados en la conformidad con el modelo debe sei vista como un aspecto especial del enfoque general. La mismz racionalidad de la teoría hace que no sólo la coherencia er tanto consistencia contribuya al potencial de verdad, sino tam bién la coherencia en tanto orden: esto es, la sistematicidad. Lz función de control que el coherentismo asigna a los parámetro! inductivistas inductivistas (uniformid (unifo rmidad, ad, regularidad, simplicidad, etc.) co com< principios regulativos de la presunción en el razonamiento d< plausibilidad refleja simplemente su funcionamiento como pa rámetros de sistematización cognoscitiva.5 N o debe sorprender, entonce entonces, s, que el coherentismo p ropor rop or cione un marco natural al razonamiento inductivo. Esto s í basa en el procedimiento que Charles Sanders Peirce llam¿ l a prá práct ctica ica de adoptar adoptar la m ejor { = la más más fácil“ h y p o t h e s i s la mente sistematizable) entre las explicaciones a nuestro alcance.1 La misma naturaleza del razonamiento inductivo ofrece una explicación de su funcionamiento en términos de sistema. 2. CÓMO EL ENFOQUE COHERENTISTA PUEDE VALIDAR INFERENCIAS INDUCTIVAS
Pero ¿es posible que ese procedimiento inductivo —con su división colaborativa del trabajo entre plausibilidad basada en el sistema y coherencia sistemática— tenga éxito en su misión de validar toda la gama de inferencias inductivas? Primero debemos tener claridad respecto de qué significa “validación" en este contexto. En principio podría significar una de estas dos opciones: 2] Establecer que la conclusión “inductivamente apropiada” 5 La lógica de la plausibilidad y la presunción es tratada más en extenso en P l a u s i b l e R ea de l autor (Assen, 197 976 6). e a s o n i n g , del 6 “Hipótesis es cuando encontramos cierta circunstancia muy particular que sería explicada por la suposición de que fue un caso de determinada regla general, y por lo tanto adoptamos esa suposición.” ( C o l l e c t e d P a p e r s , vol. ii} sec. 2.624.)
está racionalmente garantizada en determinada circunstancia epistémica, y 2] estable establecer cer que la conclusión conclusión “ inductivamente ap ropiada” ropia da” es estass cuestion cuestiones es sucederá (siempre (siemp re o genera ge neralme lmenncorrecta, en esta te) en la medida en que el argumento inductivo se mantenga. Está claro que el análisis de coherencia no proporciona una validación en este segundo sentido. Pero podemos considerar que Hume mostró con toda lucidez que los argumentos filosóficos no admiten que pueda haber “justificación de la inducción” en el sentido de 2]. Y no es sensato plantear demandas o imponer condiciones que, por la naturaleza misma de las cosas, no pueden ser satisfechas. Pero si estamos dispuestos a contentarnos con una una “ validación valid ación”” en el sentido de 1] —y, —y, por cierto, debemos hacerlo—, entonces el enfoque coherentista puede darnos el tipo de justificación que buscamos. Puede brindarnos un instrumento para hacer manifiesta la garantía racional que sustenta la conclusión clusión “ inductivamente correcta” correcta” . En efecto, la legitim ación coherentista de la inducción se lleva a cabo asimilando la inducción al paradigma general del procesamiento racional manifiesto en el enfoque coherentista de la verdad. Las tácticas características del razonamiento inductivo surgen simplemente como aspectos de la misma estrategia general: un impulso hacia la sistematicidad. Por ejemplo, las aspiraciones de uniformidad (de lo examinado con lo no examinado, de lo conocido con lo no conocido) y simplicidad (en la elección de alternativas), etc. son simplemente aplicaciones de los parámetros de sistematicidad bajo su forma regulativa, metodológica, de medios para dar estructura a nuestro conocimiento. En cualquier modalidad mod alidad ampliatoria de argument argumentación ación (incluyendo, ante todo, la inducción) inferimos una conclusión sobre una base evidencial que es insuficiente, de modo que en todo momento es lógicamente posible hacer una imputación divergente. ¿Cómo podemos justificar esta solución específica existiendo otras posibilidades alternativas? La respuesta coherentista es que eso es posible si seleccionamos la solución que mejor se ajusta a la base evidencial, de tal modo que la base racional de la imputación inductivista de la verdad esté dada en términos del procedimiento racionalizador general de la sistematización coherentista. Desde este punto de vista, la inducción es considerada, en última instancia, un instrumento para
lograr el máximo ajuste sistemático sobre la base de la experiencia, Pero ¿qué tipo de garantía legitimativa debe corresponder a esa validación de la inducción, si ella no puede ser garantía de una verdad garantizada (y en esto esto debemos debemos admitir adm itir con Hum Hu m e que eso es, en principio, inalcanzable)? Ahora la respuesta está en volver a trazar la línea de razonamiento presente en esa validación de los diferentes modos de razonamiento inductivo que acabamos de considerar. N o hemos intentado, por cierto, argumentar directamente que el futuro será semejante al pasado; esto es, que los enunciados sobre el futuro probarán su condición de verdaderos si tienen conformidad con el pasado. Lo esencial es que la conformidad para establecer esquemas no es usada en el enfoque coherentista como criterio de verdad pe p e r se, sino sólo como guía de p l a c i - bilidad. Nuestro coherentismo requiere simplemente que los enunciados acerca del futuro sean vistos como relativamente más plausibles sí tienen conformidad con el pasado. La aplicación inductiva del análisis de coherencia produce así una fundamental división del trabajo. De acuerdo con la concepción corriente, la “justificación de la inducción” nos exigiría dar el paso, brusco en cierto modo, de la conformidad con el esquema a la verdad; pero todo lo que pide un coherentismo dentro de los presentes lincamientos es el paso, más modesto, de la con pl a u sibi si bilid lid ad . Efectivamente, formidad con el esquema a la pla sobre esta base el mismo análisis de coherencia puede asi fun- cionar —de cionar —de acuerdo con su característico modo — como 'vehículo de garantía racional para el paso de la plausibilidad a la acep- tabilidad. En consecuencia, el análisis del razonamiento inductivo dentro del marco de la coherencia efectúa una esencial reducción del problema de la "inducción justificatoria”. Aparentemente, la tarea de la inducción justificatoria es la misión imposible de argumentar directamente la verdad de ciertas proposiciones sobre sobre el futuro en base base a una (claramente insuficiente) eviev idencia relativa al pasado. Lo que hace el enfoque coherentista es desplazar el argumento requerido desde un argumento de verdad a un argumento de plausibilidad. Apela a la conformidad con el esquema sólo como base de plausibilidad, no como base de verdad . Los que cargan con el peso de ese pasaje racio nalizador de la plausibilidad a la verdad presuntiva son los mecanismos genéricos del análisis de coherencia.
Así, la inducción representa un proceso de razonamiento que puede cumplirse para conformarse a los cánones generales de racionalidad por medio de su asimilación al enfoque coherentista. Pues si la racionalidad inductiva de la ciencia es entendida (y así así debería deber ía ser) ser) en términos de la introd in troducc ucción ión del orden sistemático ien nuestra comprensión de las cosas, y si el coherentismo es simplemente un programa natural para la realización lizac ión de la la sistematicidad (como (com o realmen realm ente te es es el caso), caso), entonces la garantía racional del razonamiento inductivo queda relativamente allanada. . Esta defensa de la inducción en términos de la sistematización desplaza desplaza asi asi,, efectivamen efect ivamente, te, la dificultad dificu ltad,, trasladándola >a otro otr o ángulo. Pero esa táctica tiene también sus problemas, pues nuestros mismos procedimientos de sistematización cognoscitiva, así favorecidos, necesitan necesitan una defensa defensa razonada: una legitimac legitim ación ión racional. Este vasto e importante problema merece un capitula para sí.
7. LEGITIMACIÓN DEL ENFOQUE COHERENTISTA DE SISTEMATIZACIÓN COGNOSCITIVA
SINOPSIS
7] Cómo la política coherentista de usar la sistematización como cri terio de aceptabilidad puede ser legitimada mediante una orientación metodológica. 2 ] E s posible demostrar que un coherentismo centrado en el sistema contribuye a los dos controles principales de adecuación teórica sobre los métodos de cont rol de calida ca lidad d cognoscitiva: cognoscitiva: autocorrección y autoverificación. 3 ] Este proceso esencialmente circular de auío-confiabilidad consigue realmente evitar defectos. 4~\ Sin embar go, esa esa legitimación legitimac ión puram p uramente ente teórica termina siendo siendo insuficiente: insuficiente: no satisface la necesidad de controles externos a la teoría. Aquí debe cum plir una importante función el elemento de práctica exitosa y aplica ción efectiva. 5] Estfe aspecto de la eficacia aplicativa proporciona un principio de realidad externo a la teoría que nos conduce fuera del ciclo problemático de la autoverificación. 6 ] La metodología coheren tista satisface, ciertamente, este nuevo requisito de la eficacia prag mátic mática. a. U n examen más atento atento de la dimensión histórica histórica de la vali dación nos da, en efecto, una visión e v o l u t i v a del aspecto pragmático del control de calidad cognoscitiva: una "lucha por la supervivencia” en la cual “el método científico” c ientífico” (y así así el coherentismo coherentismo inherente a este enfoque de la sistematización) ha tenido un éxito evidente. 7 } Los Lo s principios de procedimiento de la sistematización cognoscitiva que, aparentemente, son las e n t r a d a s de la investigación surgen también como s a l i d a s . La legitimación de la sistematicidad como recurso cog noscitivo nosciti vo es es así, así, en últim últi m a instancia, instanc ia, contin co ntingent gente, e, no n o necesaria.
A l organizar nuest nuestra ra inform ación ació n acer acerca ca del mundo —o al organizar cualquier otra cosa— no podemos empezar con las manos vacías, sin tener las herramientas necesarias para la tarea: [ioq
en este caso, los métodos y principios de organización deL conocimiento. Desde el primer momento se requiere una familia de principios estructurales de organización; los principios pueden guiar, regular y controlar los procesos organizativos en cuestión. El enfoque coherentista que vemos aquí da a los parámetros mismos de sistematicidad la función central de principios regulativos de validación cognoscitiva. Con la inversión hegeliana, la sistematicidad viene a servir de árbitro, de patrón de control de nuestro conocimiento. Pero quis custodia .. .. .?• ¿quién custodia al custodio? Si la sistematicidad es el control de calidad de nuestro pretendido conocimiento, ¿cómo pueden ser contro con trolad lados os los méto m étodos dos mismos? mismos? En otras palabras: ¿es jpo jpo sible establecer la propiedad y legitimidad de la tendencia del coherentista hacia la sistematicidad y de la estrategia coherentista de sistematización del conocimiento? Este cu'estionamiento general ya era familiar desde la época de los antiguos escépticos, quienes lo presentaron como un caso particular de circulus in probandi y le dieron el nombre de “ diallelus” o “argumento en rueda”. Montaigne lo formuló de esta manera: Para juzgar [entre lo verdadero y lo falso] las apariencias que recibimos de las cosas, necesitaríamos un método de decisión \un instrument judicatoire judicatoire ]; ]; para validar este método necesitamos un argumento de justi justific ficac ació ión; n; pero pa para ra validar validar ese ese argum argumen ento to necesit esita amos, just justam amen ente te,, de aquel método* Y henos henos aquí, gira g irando ndo en una rueda.1 Ea importancia de esta línea, tan simple, de razonamiento es imponderable. De un modo tan decisivo como el que puede admitir la argumentación filosófica, ella muestra que nuestro patrón operativo de verdad fáctica no puede ser validado por el hecho de que manifieste en forma directa que realmente cumple con propiedad su misión de determinar la verdad.2 1 “Pour juger des apparances que nous recevons des subjects, il nous faudrait un Instrument Judicatoire: pour vérifíer cet instrument, il nous fault de la démonstration; pour vérifíer la démonstration, un instrument: nous voilá au rouet.” Essais , libro lib ro u, cap. cap. 12 12 (“ Apo logía log ía de Raymo nd Sebond”). Francis Bacon, con la característica, astucia de un abogado, se las ingenió incluso para transformar el d i a l l e l u s en un arma dialéctica contra sus opositores metodológicos: "ningún juicio puede formularse con razón sobre mi método o sobre los descubrimientos a que conduce, por medio... del razonamiento que está ahora en uso, pues no se puede soli citar debida jurisdicción para un tribunal que está él mismo en litigio”. (N o v u m O r g a n o n , libro i, séc. 33.) Él argumento desempeña un papel im portante en los E sb s b oz o z os o s d e p i r r o n i s m o , de Sexto Empírico. 2 A pesar de su importancia intrínseca, esta línea de razonamiento per-
Entonces, la táctica usual de determinación en términos de Resultado no parece ser practicable en el caso de un procedimiento cognoscitivo: en principio es impasible hacer un control 'directo de este tipo sobre el funcionamiento de nuestros méto 'dos de determinación de la verdad. Más exactamente, si nuestro ;árbitro de verdad —de corrección~~ ha de ser la sistematicidad, entonces no podemos argumentar, en apoyo de ese patrón, que las tesis con garantía del sistema son aceptables porque son correctas. Si es precisamente la garantía del sistema lo que •debe servirnos como patrón de corrección, entonces esa línea de legitimación nos conduciría a un círculo vicioso. jPuesto jPuesto que qu e n o podemos podemo s demostrar demos trar la acepta ace ptabil bilida idad d de nuestros métodos de validación de tesis por medio de lo correcto de sus resultados, se hace necesario un enfoque diferente. Debemos sostener, inversamente, que las tesis con garantía del sis prec isame mente nte p o rq u e pertetema son efectivamente aceptables precisa necen necen a un sistem sistema a acertadamente construido. Y “ acertadamente construi cons truido" do" no significa signi fica "hec "h echo ho con con te tesis sis correctas correctas”” (aquí (aq uí asoasoma nuevamente la circularidad), sino que debe entendérselo como “ hecho con métodos apropiados” . E l resultado resultado esencial esencial de este giro metodológico es que un sistema de tesis aceptadas es validado valida do no por la “ corrección” de su sus contenido contenidos, s, sino sino por p or lo apropiado de los métodos de construcción usados para constituirlo. La calidad del resultado no se determina directamente, sino en forma mediata, según la adecuación del proceso de construcción que condujo a él. Merece mención a este respecto el hecho de que, si nuestro método de validación de tesis es específicamente el de la sistematización, entonces “dado por el método” equivale a '‘bien sistematiz sistematizado” ado” . Y la caracterización caracterización “ es verdadero verda dero por p or haber sido sido dado dado por po r el método” equivale a “ es verdadero por haber sido bien sistem sistemati atizad zado” o” . Hemos recorrido todo el círculo y regresado al principio de la inversión hegeliana, que establece que la sistematicidad es el árbitro de verdad. El motivo de este enfoque de la justificación cognoscitiva manedó en el olvido en la filosofía moderna hasta la monumental Cr i t é - r i ol o g i e pr é né r al e o u t h é or i e g é né r a l e d e l a cer t i t u .d e, de J. D. Mercier (Lovaina, 1884, 8a. ed., 1924). Este libro dio difusión al argumento en los •círculos católicos; véase, por ejemplo, P. Coffey, E p i s t e m o l o g y o r t h e vols., ., Londres, 1917). Figura, Figu ra, de un u n modo m odo central, T h e o r y o f K n o w l e d g e (2 vols en do-5 recientes publicaciones coincidentes, mi propio libro T h e P r i m a c y xf or d, 19 1973 73), ), y la interesante interesante conferencia conferencia de Roderick Roderi ck Chish olm o f Pr a c t i c e (O xfor Cr i t e r i o n (Milwaukee, 1973). pobre T h e P r o b l e m o f t h e Cr
reside en el reconocimiento de que las cosas que aceptamos, racionalmente no son de una pieza. Específicamente, hay que. poner especial cuidado en la distinción entre tesis, por un lado, y métodos, por po r el otro. Es, por po r cierto, ciert o, muy mu y problem pro blemátic ático, o, pers persis is, , tir en justificar tesis en términos de nuevas tesis, en términos; de otras nuevas tesi tesiss y así así sucesivamente. P ero er o hay alterna alter na ti, ti, vas de ese enfoque de la metodología de determinación, de la verdad. Podemos, en efecto, justificar también la aceptación^ de tesis específicas sobre la base de que son validadas por un, procedimien proced imiento to de investigación apropiadam ente garantizado garantizado (el, (el, método científico, según nuestra opinión). En, consecuencia,, es posible quebrar el círculo de justificar tesis por. medio de. tesis esis:: una tes tesis puede ser ser justificada p or la aplicacipii de W método, y la adopción de este método es justificada por refe, pr áctic ticos os (sobre todo, el; éxito rencia a ciertos criterios prác éxi to en la predicción y la eficacia en el control). Esta división; del trabajo., en dos etapas representa la idea característica, de. un pragma, tismo específicamente metodológico, AXJTpyERI ERIF; F;ICA ICAClÓ ClÓ N 2. CONTROLES TEÓRICOS: AUTOC ORitECCIÓN Y AXJTpy
¿Qué consideraciones de legitimidad sustentan^ nuestros^ métodos; cognoscitivos de verifi v erificac cación ión de tes tesis? is? Diremo Dire moss que en esto ha y . dos tipos de control básicamente operativo?.: 1] Controles teóricos : los métodos cognoscitivos en cuestión de, ben ser autocorrectivos y autoverificativos, y también de un. alcance alcance irrestricto irrestricto en cuanto al lugar, lugar, tiempo, q, a quién quié n lo, emplea, etcétera.^ 2] Controles de aplicación: el sistema queresulte de la aplicación de estos métodos debe ser validado.por la adecuación, aplicativ aplic ativa a de sus sus resultad resultados. os. (Cuandp (Cua ndp se implem imp lement entan an sus! sus! descubrimientos, descubrimientos , los problem pro blemas as son bien, bien , resuelto^.) resuelto^.) Examinem Exam inemos os má máss de cerca esto estoss dos aspectos aspe ctos.. del de l cont co ntrol rol de calidad de un método de sistematización, cognoscitiva.8 3 Hay , sin sin duda, du da, otros aspecto aspectoss del control, además, además, de .Iqs,m encio en ciona nados dos.. aquí. Otro factor teórico, el de i l i m i t a d o , es un ejemplo. Seria un serio, defecto de un método cognoscitivo tener puntos ciegos, Esto es, si ciertos hechos hechos realmente o currieran curri eran (si se dieran cierta ciertas, s, circunstan circunstancias) cias),, entonces, ento nces, el método excluiría (sería (sería inherentemente inherentemente impotente, impotente, para., para., descubrir) q ue . esos esos hechos ocurrieron. ocurr ieron. U n método como éste.implica, éste.implica , en..e en..efec fecto, to,,, el. p r e j u i c i o
En el “aspecto teórico" del problema de su legitimación, nuestros nuestros procedim pro cedim ientos iento s de sistematización sistematización están están sujetos sujetos •a rere quisitos esenciales de adecuación: autocorrección y autoverifica ción. Pero la “autocorrección" de cualquier método cognoscitivo sinóptico (como se propon pro ponee ser ser el análisi análisiss de coherencia) debe —si —si quie qu iere re evita ev itarr la circu cir cular larid idad ad— — ser enten en tendi dido do de un modo mo do bastante especial. Tendrá que haber, sin duda, aplicaciones iterativas o repetidas del método que eventualmente sea mejor respecto de los anteriores, pero no podemos entender que los últimos “ corrija co rrijan" n" los ante anterior riores es proporcionando proporc ionando verdades verdades identificares donde los otros han dado falsedades inídentificables, pues pues esto esto haría haría necesari necesaria a la acción de un “ tercero” externo como árbitro de verdad que certifique la condición de verdad en cuestión. cuestión. (Ésta es una lección lecció n extra ex traíd ída a del de l “ argumen argu mento to de la rueda" rue da".) .) Po r el contrarío, las las aplicacion aplicaciones es ulteriores ulteriores “ corregirán" las anteriores mostrando que éstas son deficientes (más que erróneas ); ); los resultados posteriores mejoran los anteriores suprimi sup rimiend endo o ciertos defectos (limitaciones, (limita ciones, insuficiencias) resrespecto de sus bases o del procedimiento con que fueron obtenidos. (Po (P o r ejemplo, ejemplo , una una estadí estadísti stica ca obtenida obte nida confrontando confron tando una muestra inferior con una superior.) En este sentido, un método es autocorrectivo si se puede controlar a sí mismo; esto es, si funciona de tal modo que sus aplicaciones ulteriores operan úe manera tal que eventualmente revelan ciertas deficiencias y limitaciones en las anteriores. La “autoverificación” de un método de sistematización tam :bién deberá ser entendida de un modo bastante especial. Todo intento de argumentar sobre lo apropiado de un enfoque de construcción de sistemas en el plano del conocimiento descan sará en ciertas premisas que inicialmente, en la primera instancia, cia, tendrán el grado de principios principio s reguladores (presuncio (presunciones nes "de procedimiento). procedim iento). Y el problem a crucial crucial de la autove rificación es que el sistema que finalmente surge de las aplicaciones de «stos métodos tendrá que darnos una validación retrospectiva ( “retrovalid “re trovalidación ación”” ) de las las presu presunci ncion ones es inicial iniciales. es. (Por (P or ejemp lo, si nuestra metodología de investigación es inductiva, entonces tos resultados de su aplicación —las inducciones particulares que valida— deben ser tales que indiquen un mundo esencialmente adaptable a la inducción.) de que ciertas cosas no están para ser descubiertas, y de esa manera pro duce exclusiones a p r i o r i del sistema.
Veamos con más detalle cómo este tipo de autocorrección y autoverificación caracteriza el enfoque específicamente coherentista de sistematización cognoscitiva. A ] Autocorrección respecto de los datos Dos clases de “autocorrección” son especialmente pertinentes en nuestras deliberaciones relativas al patrón de aceptabilidad coherentista: coherentista: la que se se relaciona con los los “ datos” datos” iniciales (en nuestro sentido técnico) de que hace uso, y la otra relacionada con sus mecanismos d’e evaluación de la plausibilidad. Empecemo cemoss por po r la prime p rimera ra y consideremos consideremos la importante imp ortante idea tde una reevaluación retrospectiva de las fuentes de datos. Para el presente propósito, el rasgo estructural fundamental del de l análisis análisis de coherencia es es que 7] comienza comien za con datos “ en crudo” , 2] 2] los refin a y los transforma transforma en da dato toss revisa revisados dos y “ cocidos” cidos” (o bien b ien procesad procesados), os), y luego 5] realiza r ealiza consideraci consideraciones ones de plausibilidad aplicando el análisis de coherencia a esos datos procesados en un empeño por extraer de ellos las tesis que, en relación con esos datos, están calificadas para ser aceptadas como verdaderas. Ahora está claro que mientras este proceso está en marcha, podemos descubrir que el recurso básico de nuestra política inicial de determinación de datos tuvo defectos en el hecho de que ciertos tipos de “candidatos a verdad reconocidos inicialmente” ( = datos) datos) son son encontrado encontradoss en retrospectiva retrospectiva —de un un modo sistemático y regular— insuficientes. Por ejemplo, si nuestros “datos” consisten en informes de diferentes testigos, podemos descubrir que los que dieron algunos de ellos son erróneos* y lo son de un modo tan uniforme y regular que podemos simplemente elim inar ina r esto estoss “ testig testigos” os” como fuentes fuentes de datos utilizables. Por otra parte, el análisis puede —y debe, si todo marcha bien— proporcionar una reverificación retrospectiva de nuestra aceptación inicial de fuentes de datos. El aspecto relevante de la estructura del análisis de coherencia puede ser mostrado gráficamente como aparece en la figura 1. Este proceso circular incluye, con toda claridad, un elemento de “AUrocorrección” en aplicaciones del análisis de coherencia, en tanto da lugar a una visión revisada y reformada de los datos iniciales que dan los materiales mismos del análisis, llegándose a este resultado en virtud de la marcha del análisis mismo. Hay un movimiento cíclico, un cierre del ciclo que
exige un engranaje apropiado: un proceso de engranaje que eventualmente efectuará la retrovalidación (que revalidará retrospectivamente) el criterio inicial de extracción de datos con referencia a los resultados a que ellos condujeron.
--
Preprocesam iento
Filtración según
de datos
coherencia
H Datos Datos en en brut bruto o [---- i
-
»| Datos procesados procesados
Pretensiones de verdad resultantes
Reevaiuaciórt retrospectiva dei procesamiento de datos f ig u r a
1. Reevaluación retrospectiva de la extracción de datos en una epistemología coherentista.
B] Autoverificación con respecto a juicios de plausibilidad Mientras actúa este proceso de redeterminación retrospectiva, también se puede descubrir que algo fe seriamente discordante con respecto a los principios de nuestra evaluación inicial de plausibilidades. Puede ocurrir, en efecto, que ciertos tipos de datos que inicialmente consideramos muy plausibles sean, general o sistemáticamente, rechazados como inaceptables por los efectos del mecanismo de la coherencia. O también, de modo abiertamente inverso, algunas categorías de datos que inicialmente tendimos a considerar bajos en el rango de plausibilidad prevalezcan luego como verdades, una vez que hemos puesto a andar las ruedas de la maquinaria de la coherencia. Así pues, es también posible una reevaluación de los juicios de plausibilidad. El aspecto relevante de la estructura del análisis de coherencia puede ser ilustrado, desde este punto de partida» como en la figura 2, que muestra otra faz del autocontrol en dicho análisis. análisis. En efecto, la acción de este anális análisis is nos brin b rinda da una visión revisada y reformada de los principios que determinan plausibilidades iniciales de los datos que provee el material de entrada. Por ejemplo, este tipo de reevaluación es claramente posible con respecto a principios de plausibilidad como el de “uniformidad de la naturaleza”, contenido en la fórmula: “De descrip
clones alternativas —y en otros respectos comparables— del mundo, la más plausible es aquella que, en él mayor grado posible, subsume casos similares a principios comunes/’ Se ve claro que, en lo más inmediato, éste es un principio metodológico de determinación de plausibilidad que rige la aceptabilidad de explicaciones. Gran parte de esto se puede afirmar también del prin cipio cip io de la “ simplicidad de la naturaleza naturaleza”” ("d e descri descrippciones alternativas —y, en otros respectos, comparables— del mundo, acepta la más simple” simple ” ), del prin pr incip cip io de la “ consis consiste tenncia de la naturaleza” naturaleza” ("n (" n o se pueden aceptar explicaciones explicaciones del mundo que sean inconsistentes entre sí”) y de otros varios principios análogos. Filtración según coherencia '
Reeva¡uaci6 n retrospectiva de evaiuaciones de plausihiiidad
rlGURA Z. Reevaluación retrospectiva de evaluaciones de plausibilidad en una epistemología coherentista. En visión retrospectiva, está claro que estos principios nos ían servido muy bien en nuestro empeño de sistematización :ognoscitiva. Y esto es vital. Para ser justificadas racionalmente, mestras presunciones regulativas de plausibilidad como las ¡ue se refle re flejan jan en los parámetros parámetros de d e sistematic sistematicidad idad— — deben ser ser [en el análisis final) revalidadas retrospectivamente por medio le la adecuación de las explicaciones generadas por medio de lias. Los parámetros de sistematicidad —considerados en este su undamental papel cognoscitivo— funcionan como guías a la ■lausibilidad de las explicaciones relativas al modus operandi e la naturaleza, las cuales son la base de nuestras descripcio es y desarrollos. Para justificar el hecho de que establezcamos >s parámetros de sistematicidad como presunciones metodoló icas que regulan la investigación, la imagen del mundo que ssulte de esa investigación debe retrovalidar esas presunciones íostrando un mundo que es adecuadamente sistemático. Las resunciones metodológicas que gobiernan la investigación en
forma regulativa no son justificadas si de ellas no surge eventualmente la debida conformidad con los resultados de la investigación. vestigación. (Sin duda, duda, este este asunto asunto de la "deb "d ebida ida conform co nform idad” idad ” es muy complicado, pues de lo que se trata es de una conformidad "en el balance final”, no de una conformidad “en cada punto y detalle” det alle” .) La L a sistematicidad sistematicidad —en su sus diferentes diferentes dimendim ensiones— surge como una pres pr esup upos osic ición ión regulativa de la investigación: una presuposición que la misma investigación deberá, en última últim a instancia, instancia, reautor reau tor izar izar.. 3. ¿HAY VICIO DE CIRCULARIDAD EN L.A “ A U T O CORRECCIÓN*' Y “A U T O v e r i f i c a c i ó n ” ?
Un procedimiento autónomo de investigación no puede confiarse en “puntos fijos” externos que le proporcionen el punto de apoyo de una palanca de Arqmm'edes. Cualquier procedimiento probativo de sistematización del conocimiento cuyo funcionamiento dependa de la disposición de verdades certificadas como “ datos” previos pre vios tendrá que qu e ser, ser, necesariament necesariamente, e, incom- ple p leto to.. Si el procedimiento requiere para actuar una base previa de materiales certificadamente verdaderos, entonces no es autónomo. Es, por el contrario, dependiente de otros en su necesidad de entradas extrínsecas en un mecanismo externo, muy fuer fu era a de su propio alcance. Por eso, la corrección autocontrolada de los procedimientos que aspiran a la'integridad es prácticamente inevitable. Un método cognoscitivo apropiado debe ser autocorrectivo si es suficientemente comprensivo para ser autónomo, eludiendo toda perspectiva de corrección por otro método, por así decirlo, “exterior” a él. Sin duda, un procedimiento de prueba completo o autónomo en el plano fáctico fáctico requeriría “ entra entradas das”” o “ da dato tos” s” , pero debe poder, él mismo, determinar y criticar, cuestionar y rechazar esos materiales; en resumen: los datos o entradas deben estar dentro de su alcance y no fuera de él. Xodo proceder de estas características debe dejar lugar para la attíocrítica, pues tendrá que permitimos hacer recaer sus procedimientos de prueba sobre los puntos de partida de sus propias aplicaciones. Un proceso de validación como éste, de apariencia circular, se equipara con el modo operativo de control de capacidad de un servomecanismo de autocontrol, pues proporciona un instrumento de retroalimentación para control de calidad que
l e g i t i m a c i ó n d e l e nf n f o q u e c o h e r e n t is is t a
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hace volver los prod tesiss fácticas fácticas”” ) al proces pr oduc uctos tos ( “ tesi pro ceso o que les dio origen. Precisamente este carácter retrospectivo asegura, finalmente, el funcionamiento adecuado de toda la maquinaria. El mecanismo está equipado con un zumbido de alarma, por así llamarlo, que suena cuando aparece una dificultad para su funcionamiento. No hay razón, entonces, para afirmar que esta circularidad sea viciada o viciante, pues lo que aquí está en jueg ju ego o es simple sim pleme mente nte un tip ti p o de proceso proce so de reali re alime menta ntació ción n muy conocido en nuestros días, a partir del estudio de sistemas autorregulativos. Esta clase de “autocrítica" no representa un círculo vicioso, sino que en realidad se trata de un proceso de retroalimentación que se vale de etapas posteriores, más refinadas, del análisis para realizar revisiones muy sutiles de los materiales de donde provienen las primeras etapas. Aquí surge el punto clave de que la circularidad, en un método o procedimiento cognoscitivo, sólo será negativa si incurre en la falacia de la petición de principio (petitio principa ) impidiendo toda perspectiva de descubrir o corregir errores. La circularidad es inofensiva cuando es compatible con la revoca bilidad: el potencial descubrimiento de errores. Lo que es crítico es la corregibilidad; y la a ut ©corrección, ©corrección, si es genuina, ha de ser perfectamente útil. No obstante, la naturaleza circular de ese proceso de autocontrol posibilita aún otro género de objeción: T o d o este enfo en foqu quee m etod et odol ológ ógic ico o no pued pu edee cum cu m plir pl ir con e l o b je tiv ti v o que qu e se prop p ropon one, e, a causa causa de su circula cir cularid ridad. ad. Pues legi le gitim tim a métodos cognoscitivos cognoscitivo s en tanto produzcan tesis tesis aceptables (por (po r ser de exitosa aplicación); y las tesis son luego garantizadas como aceptables porque son producidas por métodos debidamente legitimados. N o hay duda de que este este proceso proceso es está v iciado de circularidad. La respuesta que corresponde a esta objeción es conceder la circularidad pero negando su carácter perjudicial. En efecto, lo fundamental en esto no es una circularidad viciosa, sino el reconocer la relación esencialmente simbiótica de dos elementos interdependientes. La garantía de las tesis y métodos n o es sucesiva y secuencial. Si fuera fue ra así —si el curso de la argumentación just ju stifi ifica cato toria ria fuera fu era estrictam estri ctamente ente linea lin eal—, l—, el círcu cír culo lo sería realrea lmente vicioso; pero con toda seguridad no es así. N o se trata de establecer primero esto y luego lo otro, avanzando cada vez
más lejos en una dirección fija. El orden esencialmente lineal de premisa y conclusión no es, sin duda, operativo para la retroalimentación cíclica de la argumentación, según hemos expuesto. Por el contrario, la argumentación es comprehensiva- mente sistemática: sitúa sus diferentes elementos en un marco coordinativo que los une dentro de un nexo general de mutua verificación. Nuestros principios de sistematización tienen, por consiguiente, la característica de ser controlados ellos mismos por condiciones de orden sistemático. Este aspecto de ajuste, de conformación, de cierre del ciclo de retrovalidación es, en sí mismo, un aspecto de la sistematicidad. Así, la adecuación de nuestra sistematización del conocimiento es controlada por consideraciones de sistematicidad. Hemos concebido una validación de la sistematicidad basada en principios que son, lellos mismos, sistemáticos. Esta autosustentación es un aspecto clave de la adecuación cognoscitiva —aun en los enfoques no coherentistas—, el hecho de que los patrones usados deban hablar por sí mismos en cuanto a su aptitud y corrección, y que todo error a este este respecto signifiqu sign ifiquee una grave anomalía. N o se trata trata de una circularidad viciosa, sino de una necesidad. 4. CONTROLES APLICATIVOSI VALIDACION PRAGMATICA
Aun cuando se diga y haga todo esto, siempre queda lugar para la inquietud. No hay duda de que el autosustento de un método cognoscitivo es un elemento vital. Pero no es suficiente: el proceso de Aurocontrol es, en el fondo, inadecuado en tanto permite que un procedimiento cognoscitivo sea juez en su propia causa. El problema de la legitimación de ese método va más allá de sí sí mismo hast hasta a “ el mundo mund o real” rea l” . Así As í llegamos a la segunda categoría de los controles racionales sobre la metodología cognoscitiva: el control aplicativo de la eficacia pragmática. La adecuación de nuestras herramientas metodológicas de sistematización cognoscitiva depende de la del marco total de la investigación —todo el modus operandi metodológico, del cual las herramientas en cuestión son una parte clave. Pero ¿por qué principio de realidad externo a la teoría puede ser legitimado todo el “ marco de la investigación” , que qu e abarca abarca nuestr nuestros os prin cipios de sistematización cognoscitiva, como más que auto verificador? Sin duda, sólo esos r e s u l t a d o s aplica ti vos: ese ese propr o-
ceso dialéctico de realimentación que valida el funcionamiento del método en términos de sus productos reales. Aparte de su propio punto de vista i n t e r n o está el problema más "objetivo”, debidamente exteriorizado, de los requisitos racionales del procedimiento de investigación. Hay que dejar lugar para que operen los c o n t r o l e s e x t e r n o s a l a t e o r ía de un factor que está esencialmente desvinculado de un dominio puramente cognoscitivo: la eficacia pragmática. Los principios de d e sistematici sistematicidad dad (simplicidad, regularidad, uniformidad, etc.) representan p r e c e p t o s r e g u l a t i v o s de la investigación: es decir, mandamientos metodológicos del tipo: "evita esto...”, "da máxima importancia a esto otro...”. No son tesi tesiss constitutivas constit utivas (cláusulas descriptivas) descrip tivas) de la forma: form a: " e l mundo mu ndo tiene tien e tales o cuales cuales carac caracterí terístic sticas” as” . Su condición normativa no se sitúa dentro de un rango en el espectro de lo correcto/ incorrecto (verdadero/falso), sino del rango apropiádo/inapro apropiádo/inapro piado y funcional/disfuncional. Su validación es, en definitiva, metodológica y gira en torno de su capacidad de impulsar una realización de las metas de la investigación científica: la explicación, predicción y control de los fenómenos de la naturaleza. La legitimación de un enfoque coherentista que aplica los parámetros de sistematicidad como principios de plausibilidad y presunción presu nción es entonces, entonces, en defin de finiti itiva va,, p r a g m át i c a . El acercamiento más promisorio en relación con el problema de la legitimidad cognoscitiva es, pues, e n f o c a r l a c u e s t i ó n d e s d e u n p u n t o d e p a r t i d a d e o r i e n t a c i ó n m e t o d o l óg ó g i c a . Dado el carácter rácte r de reguladores, regula dores, de proce p rocedim dimien ientos tos — —en una palabr pa labra: a: el carácter m e t o d o l ó g i c o — que tienen nuestros principios de sistematización, el problema puede ser tratado del modo corriente por el cual c u a l q u i e r método es, en última instancia, justificado: por la vía pragmática de preguntarse "¿funciona?”, “¿lleva exitosamente a la realización de sus metas correlativas?” El patrón pragmático es, a las claras, el enfoque correcto de legitimación de herramientas, instrumentalidades y toda otra suerte de implementos metodológicos, y no hay razón para eximir a nuestras herramientas específicamente c o g n o s c i t i v a s de este enfoque general. ¿Cómo actúa exactamente esta legitimación pragmática? La estructura racional de una justificación pragmática de una metodología de investigación tendría la conformación cíclica que se muestra en la figura 3.
Aplic ación ació n
Implementación
Evaluación
f i g u r a 3. Justifi Justificación cación pragm ática de un a m etodología de investigación investigación..
Nuestra metodología de investigación valida pretensiones de verdad ciertas. Procedemos a utilizarlas actuando sobre ellas, y el éxito (o la falta de éxito) éxito ) resultan resultante te proporciona una una base base para la reevaluación retrospectiva de la adecuación de la metodología de investigación con la que empezó el proceso. A todos nos nos es es fam iliar ilia r la ocasional aparición, aun aun boy, de cierta metodología ocultista o seudocientífica que lleva a visiones del mundo que verifican tesis con implicancias fácticas y del más extraño tipo. Siempre sorprende, en esos casos, el perfecto ajuste de todos los elementos en el nivel teórico, donde una maravilla encuentra sustento en otra. La dificultad aparece sólo con la pregunta obstinada: ¿Acaso esta forma de encarar la certificación de pretensiones cognoscitivas permite realmente que sus proponentes naveguen con más éxito y eficacia entre las rocas y escollos de este mundo? Esta cuestión es vital para la capacidad de justificación de todo el proceso, pues bloquea cualquier perspectiva de dar inútiles rodeos en peripecias teóricas separadas de la realidad. En algún punto dentro de la línea de justificación debe posibilitarse un contacto correctivo con el fondo rocoso de una realidad adversa y muy d ifíc if ícil il de ma manipu nipular: lar: una fuerza bruta brut a indep in depend endien iente te de nuestras fantasías de teorización. Este fundamental principio de realidad está provisto en el marco del presente enfoque por el factor de éxito reactivo resultante de la acción implemen tadora. Su capacidad para suscribir una praxis exitosa surge como árbitro fundamental de la adecuación cognoscitiva. 5. VALIDACIÓN MEDIANTE CIERRA DE CICLOS
La línea general de validación que concebimos para una metodología probativa de,la cognición produce un ciclo doble en
tanto complementa el ciclo de autoverificación, interno a la teoría (figura 1), con un ciclo ciclo exterior exter ior a ella de validación pragmática, como en la figura 4. Allí, el ciclo i representa el ciclo teórico/cognoscitivo de consistencia intelectual entre los primeros principios, regulativos, y sus contrapartes verificativas; y el ciclo c iclo u representa el ciclo práctico /aplicativ aplic ativo o de eficacia prag- mática, que implementa los resultados verificativos de los primeros principios. En consecuencia, la legitimación general de una metodología para la verificación de nuestras creencias fácticas debe reunir dos dos elementos diferentes: i ] un aparato de coherencia coherencia sistem sistemáática en el nivel niv el teóric t eórico o (una coherencia coherencia en la cual tanto las las presunciones fácticas como las presuposiciones metafísicas desempeñan un papel esencial) y 2 ] un monitor de control de la eficacia pragmática en el nivel práctico. Ninguno de los dos debe ser dejado de lado en virtud de una confianza exclusiva en uno de ellos. La prueba del pastel teórico debe consistir, en último análisis, en algo aplicativo: comerlo —es decir, controlar la adecuación de nuestros procedimientos de sistematización mediante la determinación de su éxito aplicativo en la predicción y control sobre la naturaleza.4 Este proceso de legitimación se asienta, entonces, en una apropiada fusión de aspectos de la teoría y de la praxis. Es un complejo integrado por dos ciclos distintos pero interconecta dos: 'el ciclo teórico de coherencia cognoscitiva y el ciclo prag- prag - mático de efectividad aplicativa. Sólo si estos dos ciclos se ensamblan apropiadamente —tanto en el sector teórico como en el aplicativo— puede pensarse que el proceso general proporcionará una correcta legitimación racional para los principios cognoscitivos en cuestión. La naturaleza simbiótica y de mutua sustentación de esta empresa es fundamental: su estructura debe proveer una unión sistemática en la cual tanto los métodos como las tesis estén apropiadamente entrelazados. La legitimación, una vez más, es inherente a una forma apropiada de sistematización en la cual tanto los factores cognoscitivos como los ontológicos cumplen una función. 4 L a pregunta: “ ¿Por qué qu é el éxito pragmático de las aplicacion aplicaciones es de pro pr o ductos de un método cognoscitivo valdría, como indicador de adecuación cognoscitiva?*’, aunque en apariencia es clara, sondea, sin embargo, en ocul tas profundidades metafísicas. Los complejos problemas que aquí surgen son examinados con considerable extensión en M e t h o d o l o g i c a l P r a g m a t i s m , del autor au tor (Oxfo (O xfo rd, rd , 197 1976), donde también ta mbién se plantean con con mayor detalle otras cuestiones relevantes para el presente ensayo.
figura
4. Cíelo doble de legitimación d e una metodología de sistema tización.
En este enfoque, el aspecto estrictamente intelectual de la explicación y comprensión está en un mismo plano de importancia con la teleología de la ciencia por su aspecto prag pr agm m átic át ico o de “ control sobre la la naturaleza” naturaleza” . E l control, p or cierto —en —en todo el rango que va desde la predicción como su expresión m ínim íni m a (alineac (alin eación ión adecuada adecuada de nues nuestra trass propias prop ias expectativas) hasta el cambio, más elaboradamente modificatorio, en el curso de la naturaleza por causa de una efectiva interacción—, es visto en su función central de árbitro final de la adecuación. Este aspecto de centralidad cognoscitiva del control sobre la naturaleza nos conduce a una teoría intervencionista del conocimiento, una teoría que considera que el control de la adecua- ción de nuestra teorización reside, en última instancia, en la eficacia en la aplicación.5 Esta línea de pensamiento conduce, de modo inexorable, a una “ inversión copernicana” copernicana” (para decirlo en términos términos kantianos). Los hallazgos ulteriores no reposan sobre una base meto 8 Aquí merece ser destacado un importante aspecto del papel central de la eficacia pragmática en el control de calidad de la sistematización cognos citiva. La mayoría de los parámetros teóricos de adecuación sistematizadora (unidad, uniformidad, cohesión, etc.) provocan un impulso hacía la sim plicid pli cidad ad (economía, austeridad). austerid ad). Su actuación, actuación, en sí misma nunca nos induciría a pasar de un sistema relativamente simple a uno más complejo. Pero la búsqueda de adecuación aplicativa puede reforzar la actuación de la compleción y comprehensividad al contrarrestar la tendencia a la sim plicidad de esos parámetros.
dológica superior superior porque por que sea sean “ más verdaderos” verdaderos” ; deben deben contarse por más verdaderos porque reposan sobre una base superior. En rigor, esta inversión copernicana nos propone que no debemos evaluar un procedimiento de investigación por la verdad de sus resultados, sino, a la inversa, debemos determinar lo verdadero de los resultados según los méritos racionales del proced pro cedim imient iento o (esto (estoss méritos son son í ] interno, sistemático sistemático y cohecoherentista, y 2] externo, aplicativo y pragmatista. Gon un procedimiento de investigación autónomo —en —en el que un “ control de calidad” (cont (co ntrol rol de salida) salida) es es imposible— imposib le— debemos debemos contentarnos con comprobaciones del funcionamiento sistemático, incluyendo los controles de eficacia pragmática en el nivel metodológico. La inversión de que nos ocupamos procede, entonces, reemplazando la dirección del razonamiento: “más demostrable mostrab le como verdad ver dadero ero”” —> “ más digno de aceptación” , por una línea de razonamiento de orden esencialmente invertido : “mejor ( = más más adecuadamente) adecuadamente) funda fu ndado” do” —> “ racionalmente racionalm ente más digno dign o de aceptación” aceptac ión” —> “ presuntivamente más verdadero” verdade ro” . De este modo, la línea de razonamiento no va desde “mayor verdad” verd ad” a “ garantía más más adecuada” adecuada” , sino precisamente precisamente al revés revés.. Justamente porque por que las últimas etapas etapas de la aplica apl icación ción de nuesnuestro procedimiento de investigación están más plenamente desarrolladas y garantizadas, asumimos la postura de que es racional considerarlas mejor calificadas para otorgarles la presunción de verdad. En la concepción corriente, precopernicana y, aparentemente, más directa, se considera que un procedimiento de investigación adquiere garantía racional sobre la base de la veracidad de sus resultados. Se piensa que el razonamiento procede de “mayor veracidad” a “mayor garantía racional” con la verdad como variable independiente y la garantía racional de aceptación como variable dependiente en la ecuación que relaciona verdad y garantía. Pero Pe ro una vez que volvem volv emos os a nuestro mecanismo que qu e determina dónde se se puede decir que qu e resid residee la verdad (que, en el área fáctica, es la investigación científica), el problema ya no puede pue de verse desde ese ese ángulo. N o podemos, en efecto, efecto , evitar una circularidad viciosa al tratar de validar el procedimiento en vista por medio de su capacidad de conducirnos a la verdad, puesto que lo que debe contar como verdadero tiene que ser determinado por el procedimiento mismo. Sin duda, la ecuación que relaciona verdad y garantía no necesita ser abandonada, pero debe ser observada bajo otra luz. Pues en esta etapa
la garantía debe considerarse variable independiente y la veracidad variable dependiente, y así resulta que nuestros procedimientos de investigación no son vistos como garantizados porque produzcan verdad, sino que se supone que producen verdad debido a su mayor garantía racional. Según este enfoque, parece ser que validar la calidad de un procedimiento de investigación en términos de su veracidad es tomar el bastón por el extremo falso: la veracidad debe ser considerada como la salida de la garantía, más que como su entrada; no nos aproximamos a la garantía por el camino de la veracidad, sino a ésta por el camino de la garantía. En consecuencia, no hay aquí razón para negar el hecho fundamental de que una metodología superior es correlativa de una mayor veracidad. Pero el problema es: ¿qué factor es el perro que menea la cola y cuál la cola meneada? La inevitable implicación implica ción del argumento de la rueda ( diallelus) es que la conclusión correcta es que no se tiene una metodología superior gracias a la mayor veracidad de sus resultados sino, p o r lo contrario, que es esa mayor (presuntiva) veracidad provien pro vienee de tener una metodología superior superior (por la operación de una presunción racional que conecta la metodología superior con la garantía racional de pretensiones de verdad). Esta línea de acercamiento exige un desplazamiento del centro de gravedad en relación relació n con la “ autocorrección” : de la corrección como tal a una mayor adecuación metodológica de nuestros procedimientos probativos. En este sentido, caracterizar como autocorrectiva la ciencia n o es, con toda seguridad, empeñarse en declarar que la ciencia posee métodos que proporcionan automáticamente recetas efectivas para encontrar teorías alternativas en el momento en que la evidencia alcanzada nos lleva lle va a una pérdida pér dida de confianza confian za en las las teorías teorías existentes existentes.. (Así, el modo en que la ciencia sea autocorrectiva no ayuda al investigador en su trabajo, no le proporciona mecanismos para reemplazar teorías defectuosas por teorías adecuadas.) Nuestra perspectiva postula una efectiva reversión de la interpretación “natural” de la máxima de Hegel de que lo real es racional. Ésta no es tanto una observación acerca de la naturaleza de lo real como una afirmación sobre la naturaleza de la racionalidad cognoscitiva. La tesis es que tenemos garantía para nuestr nuestras as pretensiones pretensiones de verdad verd ad (exactitud, (exact itud, corrección) correcc ión) en cuestiones relativas a la realidad, siempre y cuando esas pretensiones provengan de métodos de investigación adecuados. La
“verdad real” es entonces racional precisamente porque está determinada por po r la salida salida ( output) de una metodología racionalmente garantizada. 6. LA DIMENSIÓN EVOLUTIVA DEL DESARROLLO DE SISTEMAS
Pero ¿cómo puede demostrarse que el enfoque específicamente coherentista de la sistematización del conocimiento cumple con, las demandas de un patrón de eficacia pragmática de control de calidad? Esta argumentación tiene dos etapas: 1] repasar nuestras tesis anteriores de que el enfoque coherentista de sistematización tema tización cognoscit cogno scitiva iva puede pu ede asimilar los mecanism mecanismos os co co rrientes del método científico, y después 2] tener en cuenta la dramática eficacia de la ciencia frente a cualquier otro candi, dato posible, aun lejanamente posible, como mecanismo de predicción y control sobre la naturaleza. Se puede así invocar, en favor del coherentismo, la eficacia pragmática de la ciencia, sosteniendo que la adaptación coherentista del método científico consigue, para beneficio del programa coherentista, el dra mático éxito de la ciencia al realizar su múltiple propósito de explicación, predicción y control de la naturaleza. Desde esta_ perspectiva se ve que la garantía pragmática del coherentismo reside en su capacidad de servir como instrumento del razona miento científico. Pero ¿cómo podemos hacer manifiesta esta, capacidad? L.a figura 4, con sus circuitos interconectados de ia validación, teórica y aplicativa de sistemas cognoscitivos, ilustra el proceso de validación sistemática en los términos esencialmente atem porales que son de rigor en las discusiones epistemológicas. Estat visión estática de la validación de sistemas necesita ser complementada —corregida, en verdad— considerando el problema en. su aspecto temporal y de desarroll desar rollo. o. 3Las relacio rela ciones nes atemporales tempo rales , de justificación probativa deben ser incrementadas mediante el contenido conten ido justifica justi fica torio tor io de la dinámica histó hi stóric rica. a. en cuestión cuestión:: el proceso evolutivo del desarrollo de sistemas. En última instancia, la articulación de sistemas cognoscitivos es una cuestión;, de desarrollo histórico, de intentos repetidos de mejoras en la sistematización bajo el principio del ensayo y el error. Estamos frente a un proceso fundamentalmente repetitivo de revisión sucesiva y refinamiento de nuestra empresa de sistematización, un proceso que, por medio de una elaboración iterativa produce?
un sistema cada ve vez más más satisfac sati sfactori torio o y cjue cjue se hace más y más adecuado en su articulación interna y efectivo en su aplicabi lidad externa. Hay ciclos iterativos de sistematizaciones tentativas seguidos de resistematizaciones posibilitadas por el mecanismo de retroalimentación que proporciona la utilización en aplicaciones teóricas y en implementaciones prácticas. Este proceso aparece ilustrado en el diagrama de la figura 5, que presenta el ciclo en cuestión en una perspectiva histórica , esto es, en un proceso de retroalimentación de iteración dinámica. Lo que importa no es precisamente una reevaluación retrospectiva en él orden teórico de la justificación, sino una verdadera revisión .0 mejoramiento en el orden temporal del desarrollo. Este proceso secuencial y de desarrollo, de mutación histórica ..y selección óptima, asegura una creciente conformación de
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Supuestó' Supuestó' ” ..... ........ ..... presüritiyo "de ensayo" de determinada maquinarla cb^os¿Hiy'ó f ig u r a o s
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Revisión de la maquinaria cognoscitiva a ¡a luz de esta evaluación
., Ciclo d e realimen tación de la legiti legitimación mación..
nuest nuestros ros propósitos de sistematizac sistematización ión y el “ mundo mu ndo real” . En el último análisis, nuestra cognición sistematizada se ajusta al m undo un do por. por . las, las, mismas mismas razones p or las cuales nuestros nuestros hábit h ábitos os alimentarios también se ajustan: una y otros son el producto de un curso, evolutivo de desarrollo selectivo. Este procesa evolutivo es Ib que asegura la adaequatio ad rem de nuestras pretensiones de conocimiento basadas en el sistema. Este proceso de legitim leg itim ación aci ón ixo ixo .es .es solamente asunto de un ciclo c iclo estático de relaciones en el orden probativo de legitimación racional; también refleja un proceso temporal y de desarrollo que consta de sucesivas iteraciones cíclicas, en el que todos los elementos componentes se armonizan más y más unos con otros y se conforman mutuamente de un modo más compatible. Este desarrollo evolutivo de metodologías intelectuales actúa por selección racional. Guando Guan do se se instalan cambios cambios (den tro de la sociedad) se ve claramente a aquel que se perfila como el mejor respecto,de,otro en cuanto a su aptitud para sobrevivir
porque responde mejor a los propósitos, socialmente determinado nados, s, del grupo. grupo. ¿Qué significa aquí “ mejor"? me jor"? Esto Esto nos nos retroretr otrae a la perspectiva darwiniana. Esa legitimación necesita" un patrón de “ adaptación” adaptac ión” para la sobrevivencia. sobrevivencia. Y este este patrón pat rón normativo es una cuestión de adecuación teórica y de práctica aplicativa, y es inherente al uso que se destina a las instrumen talidades conceptuales dentro de la conducción racional de nuestros asuntos cognoscitivos y prácticos. Nuestra legitimación de los mecanismos probativos corrientes de la investigación relativos a cuestiones fácticas comenzó con el factor de éxito pragmático y luego transformó a éste en una cuestión de supervivencia darwi* niana. Como nuestra exposición ya lo ha preanunciado en varios lugares, lo que se ha impuesto aquí es, claramente, el mét&dú de investigación científica . Los mecanismos de razonamiento científico representan, sin duda, lo más desarrollado y refinado de nuestros métodos probativos. No se necesita ninguna argumentación elaborada para demostrar el hecho, más que evidente, de que la ciencia ha llegado al punto más alto en la competencia de selección racional respecto de otros procesos de verificación y explicación de nuestras pretensiones de conocimiento de lo fáctico. El papel sobresaliente de los parámetros" corrientes de sistematización en el marco del pensamiento cien' tífico evidencia de este modo un aspecto fundamental de su1 legitimación. Las directivas metodológicas que se mueven en torno del ideal de sistemati sistematicidad cidad en su su función funció n regulativa ( “ ¡entre alternativa alternativas' s' igualm igu almente ente elegibles elegible s en otros respect respectos, os, elige e lige la má máss simple l’V l’ V “ lcuando sea sea posible, acudie a un principio prin cipio uniforme unifo rme de exp ex p licación o pred p redicc icción ión!” !” , etc.) constituyen una parte part e esencial esencial de def marco m etodológ etod ológico ico (lo instrumental del procedim proc edimiento) iento) de: unaf ciencia. La experiencia ha mostrado que estos principios metodológicos tienen su raíz en los objetivos funcionales de la empresa, y son de tal naturaleza que conducen eficazmente si la realización de esos objetivos. Tenemos plena razón en pensar que el abandono de estos principios regulativos, mientras no signifique el abandono de la ciencia como tal, volvería mucho más difícil y problemática la realización de sus metas tradicionales de proporcionar control físico e intelectual sobre la naturaleza. Las consideraciones de eficiencia funcional —de economía de pensamiento y acción— actúan decididamente en favo* de los principios tradicionales de sistematización científica. Las consideraciones clave son efectividad y eficiencia , el pro
pósito de adecuación y de economía funcional, la aceptabilidad ■del producto produc to y la factibilida factib ilidad d del procedim iento. (Y la siste sistema ma-ticidad es, por cierto, un medio ideal por cuanto acentúá la 'simplicidad, regularidad, uniformidad, etc., principios que tienen que ver con la reducción de complicaciones innecesarias y la búsqueda de economía econo mía intelec int electua tual.) l.) A q u í resulta operat ope rativa iva una dialéctica cuasieconómica de costos y ganancias . Y el problema de la elección de sistema puede ser visto, en última instancia, como un asun asunto to de “ sobrevivencia del más más ap apto’ to’\ \ donde la aptitud es determinada en función de objetivos teóricos y prácticos de la empresa racional La legitimación queda así evidenciada por el hecho de la supervivencia a través de las vicisitudes históricas. Hay, sin duda, varios enfoques del problema de sistematizar “ cómo funcionan funcio nan las cosas en e l mundo” mu ndo” . Los Lo s ejemplos ejem plos de tales tales marcos cognoscitivos ocultistas, como los de la numerologia (con su sus relaciones relacion es numéricas favorables), favorable s), la astrología astr ología (con sus influencia influ enciass astrales) astrales) y la m agia agi a negra (con (co n sus sus fuerzas mis ticas), indican que existen otros marcos explicativos y que éstos pueden tener méritos de muy diverso grado. Así pues, el enfoque ■científico ortodoxo de la sistematización cognoscitiva es simplemente una alternativa entre otras, y no tiene un puesto irrevocable, absoluto, en la constitución misma del intelecto humano, ni ni ningún tipo de justificación abstra abstract cta a por po r “ principios ■gen ■gener eral ales es”” . Su legiti leg itima mació ción n no n o es a priori y absoluta, sino a posteriori y experiméntalmente determinada. Wiiliam James escribió: Si fuésemos langostas, o abejas, podría ser que nuestra, organización nos hubiese llevado a usar modos muy diferentes [de los reales] de aprehender nuestras nuestras experien experiencia cias. s. T am bié n p o d r ía ser (no podemos negar esto dogmáticamente) que esas categorías, inimaginables hoy para nosotros, se hubiesen manifestado, en general, tan útiles para manejar nuestras experiencias en forma neutra como las que realmente usamos. ( P r a g m a t i s m [Nueva York, 1907], p. 114.)
A diferencia de la mayoría de los los filósofos, filósofos, desd desdee Kant, James James estaba estaba dispuesto a considerar la perspectiva perspe ctiva de esquema esquemass conceptuales radicalmente diferentes que prescindieran de los conceptos familiares de espacio, tiempo, causalidad, del yo, etc. Ahora bien, la premisa contenida en la primera oración es suficientemente verdadera. Pero la implicación presente en el
“ nuestra nuestras” s” de la segunda segunda oración es errónea. errónea. L a perspectiva de que seres constituidos como nosotros funcionen más efectivamente con los modos experimentales de seres constituidos en líneas diferentes puede ser rechazada simplemente por insostenible de acuerdo con los fundamentos darwiníanos. El manejo útil de nuestras experiencias por parte de nuestros instrumentos cognoscitivos está garantizado no por una armonía preestablecida, sino por el proceso de evolución. N o es difíci difí cill dar ejemplos ejemp los de cómo có mo actúan actúan los los procesos procesos darwi darwi nianos en el dominio de las instrumentalidades de la sistematización cognoscitiva. El paisaje intelectual de la historia humana man a está sembrado de restos fósiles, que, en esta esfera, esfera, son el el equivalente de los dinosaurios de la esfera animal. Ejemplos de esos difuntos métodos de adquisición y de utilización explicativa de la información están dados por la astrología, la nu merología, los oráculos, la interpretación de los sueños, las lecturas de las hojas de té y de las entrañas de aves, el animismo, la física teleológica de los presocráticos, y muchos otros. No hay nada específicamente absurdo o despreciable en esos programas cognoscitivos no ortodoxos; hasta el más ocultista de ellos tiene una larga y no siempre inexitosa historia. (Pién (Piénses sese, e, por ejemplo, en la extensa trayectoria de la explicación nume rológica, desde el pitagorismo, a través del platonismo y los árabes medievales hasta Kepler en el Renacimiento.) Pero en este momento de la historia no puede cuestionarse el hecho de que la ciencia ha ganado la batalla evolucionista entre los diferentes métodos o modalidades cognoscitivas y esto, más que ninguna otra cosa, pone de manifiesto que el coherentismo inherente al enfoque científico ortodoxo de sistematización del conocimiento satisface los requisitos de la eficacia pragmática. Es de perfecto perf ecto buen sentido preguntar: pregunta r: “ ¿Por qué nuestr nuestras as deliberaciones científicas han de proceder según el método habitual habit ual (con referencia referen cia a la búsqueda búsqueda de sistematicida sistematicidad, d, etc.)?” etc.)?” Y es posible contestar cont estar esta esta pregun preg unta ta siguiendo sigu iendo dos caminos caminos aparentemente divergentes: i ] camino pragmático: es eficiente, Íi\ camino intelectual: es raefectivo, exitoso exitoso,, “ funciona” funciona ” , etc.; etc.; Íi\ cionalmente convincente, cognoscitivamente satisfactorio, estéticamente agradable,6 conceptualmente conceptualm ente “ económico” econó mico” , etc. etc. Pero Pe ro esta divergencia es sólo aparente, pues si nos remitimos a Darwin 6 Para Pa ra este este punto, pun to, compárese con Micha Mic hael el Polanyi, P e r s o n a l K n o w l e d g e (Nueva York, 1964).
veremos que ambos caminos están en una conformidad convergente. El mérito de las herramientas cognoscitivas atrincheradas reside en en habers habersee puesto ellas mism mismas as (presumible (presu miblemente mente)) en competencia abierta con sus rivales. Se ha llegado a demostrar ante el tribunal de la dura experiencia —por medio de los caprichos históricos de un proceso darwiniano de selección— que los métodos aceptados operan con la máxima eficiencia en la práctica real en comparación con otras alternativas probadas. La conformidad entre presunciones regulativas y otros instrumentos metodológicos de investigación y sus resultados no está está asegur asegurada ada por po r una armonía arm onía preestablecida. N i es asun asunto to de la contingente buena suerte. Es el producto de una presión evolutiva lo que asegura la conformación de nuestros esfuerzos de sistematización con el mundo real bajo un ensayo y error sujeto sujeto al al control lim itativ o del éxito en la aplicación aplicación (eficacia (eficacia pragmática). El proceso evolutivo asegura la debida coordinación de nuestra sistematización cognoscitiva con el funcionamiento “objetivo” de una naturaleza qiie es, por inherencia, indiferente a nuestros propósitos y creencias. 7. L A
COJSTWQENCIA DE LOS PÍU^ÍCIPIOS QUE GOBIERNAN LA. SISTE
MATIZACIÓN
La teoría de la validación así resultante asume entonces una forma que la legitimación de un enfoque coherentista de sistematización cognoscitiva transforma en la tesis de implicación: (T ) si si
e s p o s i b l e o b t e n e r c o n o c i m i e n t o o b j e t i v o d e la n a t u r a l e z a , e n t o n c e s l a m e t o d o l o g í a c o h e re r e n ti t i s ta ta p r o p o r c i o n a r á u n a m a n e r a d e a s e g u r a r lo lo .
Y esta misma tesis es sustentada mediante una combinación de dos premisas: 7] Conocimiento ob jetivo = un cuerpo cuerpo de información información apropiada pia dame mente nte sistematizado (esto es, sistematizado de acuerdo con la estrategia general del coherentismo). s i e s q u e l a i n f o r m a c i ó n s is i s te t e m a t iz i z a d a p u e d e s er er o b t e n i d a , 2] si e n t o n c e s l a m e t o d o l o g ía í a c o he h e re r e n ti t i s ta t a p r o p o r c io io n a r á u n a m a nera de asegurarla*
Ahora bien, 2 ] es una tesis a p r i o r i , necesaria, sólo obtenible por análisis conceptual La metodología coherentista, con su' canonización epistémica de los parámetros de sistematicidad, es por su misma naturaleza el camino directo para la sistematización cognoscitiva. Es indudable que no podemos afirmar a p r i o r i si nuestra nuestra inform info rmac ación ión (nuestro (nuestro presun presunto to conocimiento conocim iento)) acerca del mundo puede ser sistematizada en forma efectiva. Pero podemos intentar, basándonos en la sentencia que dice que sólo corriendo se gana la carrera. Es esta clase de seguridad a p r i o r i lo que está implícito en el argumento puramente teórico de “esto o nada” que valida la tesis 2]. Pero la tesis 2] tiene un fundamento muy diferente. Su pretensión de que la información propiamente sistematizada es por ello información v e r d a d e r a acerca del mundo es, simplemente, una nueva aparición aparición de la “ inversión hegeliana” (como la hemos hemos llama lla mado) do).. Y esta esta tesi tesiss n o 'es 'es, por cierto, ciert o, cuestión de necesidad a priori.
Es perfectamente posible para el mundo —o, mejor, para u n mundo— ser de tal manera que nuestra forma de sistematizar información inform ación sobre sobre él (por (p or la vía de una una fundamental confianza confianza en los usuales parámetros de sistematicidad, como la simplicidad, uniformidad y demás) no nos proporcione un m o d u s o p e r a n d i cognoscitivo apropiado. Es justamente aquí —con la validación de 2]— donde entra en juego el complejo ciclo dual de retrovalidación teórica y pragmática. Éste es el fundamental “cierre de los ciclos” que, en nuestra teoría, es necesario para verificar el carácter de nuestra información sistematizada como conocimiento objetivo. La validación radica en una conformación darwiniana. Está claro que, si se considera que la legitimación de los principios regulativos de la sistematización cognoscitiva procede de acuerdo con líneas pragmático/evolutivas, entonces esos principios se hallan, finalmente, sobre una base fáctica, una base a p o s t e r i o r i y continge cont ingente. nte. Los Lo s “ primeros prim eros princ pr incipi ipios os”” , por po r medio de los cuales constituimos nuestro conocimiento de la naturaleza (uniform (uni formida idad, d, simplicidad simplic idad y los los otros parámetros parámetros de sistematización que nos sirven de guía hacia la plausibilidad) tienen, ellos mismos, un carácter a p o s t e r i o r i y fáctico fác tico en razón de su poder de control. Aunque aparentemente sólo actúan como e n t r a d a s de la investigación, en último análisis surgen también como sus p r o d u c t o s , y en consecuencia tienen un carácter contingente, más que necesario. Pues la legitimación de núes
tras pautas metodológicas de sistematización cognoscitiva en el terreno fáctico es, en última instancia, no una cuestión de principios teóricos abstractos, sino de experiencia. Nuestros "primeros principios” de sistematización cognoscitiva no tienen pretensiones de "necesidad” inicialmente, en primera instancia o como fuere.7 Es concebible que las cosas pudieran ocurrir de otro modo, incluso en lo que respecta a los aparentemente a priori “ primeros primeros principios” de nues nuestro tro conocimiento” cimien to” . (¿Por qué no se se comportan así? así? La pregunta de "¿por "¿p or qué qu é esto estoss principio prin cipioss y no, más más bien, otra cosa cosa??” , no es ile gítima; es contestable en términos del doble círculo superior de la legitimación metodológica.) ¿Son esos primeros principios a priori y analíticos analíticos (una parte parte del "'esquema conceptual” de nuestra ciencia) o son a posteriori y sintéticos (produ (pr oduct cto o de la investig inve stigació ación n científica cien tífica)? )? Esta pregunta parece ahora ingenua; porque son ambas cosas. La idea de un ciclo de retroalimentación de legitimación evolutiva nos indica que estamos yendo por un camino equivocado al plantear la pregunta en términos de una prolija divergencia lógica de sí o no. Esos primeros principios son "primeros” sólo en el primer análisis. Su carácter de absolutos, interno a la teoría, es engañoso, representa sólo una única fase dentro de la dialéctica histórica de la legitimación evolutiva. No señalan el callejón sin salida de un ne plus ultra. Con esto, sin duda, estamos diciendo simplemente que po p o - drían aparecer circunstancias en las que aun aquellos tan fundamentales principios que definen para nosotros la idea misma de inteligibilidad de la naturaleza debieran ser abandonados. En otros “ mundos mundos posible posibles” s” la confianza confianza en la simplicidad, sim plicidad, uniformidad, etc., podría revelarse errónea y cognoscitivamente contraproducente. Pero admitir la posi po sibi bilid lidad ad no es, claro está, afirmar que sea verosímil —ni digamos real— que eso ocurra en relación con el mundo presente. Los primeros principios que nos ocupan son un componente tan integral de nuestra racionalidad que no podemos siquiera concebir alguna racionalidad que prescinda de ellos: podemos concebir que dichos principios tengan que ser abandonados, pero no cómo.8 i La aclaración *'en primera instancia” está hecha deliberadamente. En efecto, no hay ningún perjuicio en acomodar, finalmente, nuestra incli nación a ver esos principios como necesarios, una vez que ellos se han parapetado con suficiente firmeza. 8 En relación con esta carga fáctica de las ideas fundamentales con las
La misma circunstancia de que estos principios sean en teoría vulnerables es una fuente de su vigencia de hecho . Han sido probados en la historia de la ciencia —probados largamente, con rigor y con frecuencia— y hasta ahora no han sido encontrados insuficientes. El severo tribunal de la realidad histórica ha hallado que tienen una base sólida. Por constituir un componente integral de los métodos cognoscitivos que se han desarrollado en el transcurso del tiempo, puede decirse de ellos —com —como o de todos los recurs recursos os estrictos estrictos en cuanto cuant o al métod mé todo— o— que die Weltgesckickte ist das Weltgericht [la historia del mundo es el juicio universal]. Un proceso cuasilamarckiano de selección racional es la clave del control de calidad en el dominio del conocimiento. 8. UNA DIFICULTAD RESIDUAL
Queda una aparente dificultad. En el capítulo 6 presentamos una validación de la inducción en tanto es parte esencial de una empresa de sistematización cognoscitiva debidamente ejecutada. Y el presente capítulo capít ulo propon prop onee legitim leg itimar ar nuestros nuestros mecan mecanism ismos os de sistematización sobre la base de consideraciones que sólo pueden ser establecidas inductivamente: éxito aplicativo y eficacia pragmática. ¿No hay un círculo vicioso si validamos nuestros patrones de argumentación inductiva por referencia a la sistematización y luego legitimamos nuestras prácticas de sistematización por medios inductivos? Este aspecto de autosustentación puede mostrarse de un modo más estricto por medio del siguiente diálogo referido a nuestra legitimación, ampliamente inductiva, del recurso metodológico de la sistematicidad. Pregunta: “¿Qné legitima la sistematización? Respuesta: "Su relativo éxito frente a las. alternativas.” P.: “¿Cómo se determina ese éxito?” R.: Por registro; esto es, inductivamenté.” P.: “Pero ¿cómo es legitimada, a su vez, la inducción?” R.: “Por referencia a la sistematicidad; es decir, por constituir un instrumento eficiente para la sistematización de nuestra información.” Así se ve claramente el círculo: la sistematización valida la inducción, la inducción verifica la sistematización; los métodos inductivos validan el aparato sistemati que encuadramos nuestra concepción misma de la naturaleza, véase el P r a c t i c e, e , del cap. IV, " A Critic of Puré Anaiys Anaiysis”, is”, de T h e P r i m a c y o f Pr autor (Oxford, 1973).
zador de razonamientos inductivos, mientras éstos sustentan el recurso de los métodos inductivos. No hay, en efecto, nada de vicioso en esto. Nadie querría (o deberla querer) q uerer) recurrir a otros otros medi medios. os. N o se puede validar valida r inferencias deductivas sin usar métodos deductivos, y no se puede legitimar métodos deductivos sin usar inferencias deductivas. Todo lo que se puede pedir todo lo que se necesita— es que los argumentos de legitimación estén debidamente cohesionado nados. s. Y el uso de la inducción es es enteramente enteramente paralelo. L a circularidad en cuestión no es viciosa ni viciante: es simplemente una parte de aquella autosustentación que es requisito de cualquier instrumentalidad cognoscitiva adecuada. Es suficiente que reconsideremos la fundamental diferencia entre los procesos de red y los procedimientos axiomáticos de argumentación sustentativa para comprobar que en esto no hay despropósitos. Como vimos, el teórico del modelo de red rechaza e l programa .de ordenamiento orden amiento rigurosamente lineal linea l de ve rificación como retorno a la teoría aristotélica de validación unidireccional. A l abandonar la idea idea de un orden lineal de fundamentalidad, la teoría de la red sólo pide que todo esté cohesionado en un ensamblamiento comprehensivo y sin fricciones. Con tal de que los ciclos sean de tal suerte que provean de inclusividad y de un engranaje sin roces, el teórico del modelo de red los considerará factores de verificación y de ningún mod m odo o viciantes o vicioso viciosos. s. Y esta esta actitud general se aplica con todo vigor ai presente caso. El sustento mutuo de la induc- ción y la sistematización es más un signo de adecuación que un defecto.9
0 Alguna Alg unass líneas de pensamiento del presen presente te capitulo están están desarrolla desarro lla das con mayor extensión en M et e t h o d o l o gi g i c a l P r a g m a t i s m , del autor (Ox ford, 1976).
SINOPSIS
/} ¿La sistematicidad es básicamente u n d e si s i d e r át át u m e p i s t é m i co d e n u e s t r o c o n o c i m i e n t o r e l a t i v o a l a n a t u r a l e z a o u n r a s go g o on o n t o l óg óg i c a - m e n t e d eess cr c r i p t i v o d e l a n a t u r a l ez e z a m i sm s m a ? 2] Se sostiene lo primero, afirmando que la sistematicidad es un ideal cognoscitivo y el seguirlo no implica prejuicios o presuposiciones ontológicas irreductibles. Y que da una pregunta, c o n t i n g e n t e en última instancia, de si el conoci miento del mundo adecuadamente sistemático puede ser alcanzado. 3 } En su relación con lo cognoscitivo, la sistematicidad es una cuestión regulativo-metodológica que no prejuzga problemas ontológicos. 4\ H a y que agregar, por cierto, una condición: el mundo debe ser suficiente mente sistemático —ontológicamente hablando— como para hacer factible la consecución de conocimiento acerca de él por parte de seres que investigan y que están involucrados en él y actúan sobre él. N o obstante, est este e grado de sistematicidad sistematicidad ontológica es más un p r e r r e q u i s ít o c a u s a l de la investigación que una p r e s u p o s i c i ón ón r a c i o n a l de ella. Una validación de la aventura del sistematizador frente a la muy difundida presunción de que el descubrimiento de respuestas a nuestras preguntas sobre el m o d u s o p e r a n d i de las leyes de la natura leza es inexplicable, altamente improbable y, por cierto, m i l a g r o s o . 5] Aunque la sistematización óiítológica no es una p r e c o n d i c i ó n para la sistematización cognoscitiva —salvo la mínima condición del punto sin embargo la sistematicidad cognoscitiva de forma apropiada 4 — puede servir como i n d i c a d o r de sistematicidad ontológica. 6 ] El punto crucial es que la sistematicidad es un ideal regulativo de la investiga-* ción: una empresa m e t o d o l ó g i c a que no prejuzga —ni otorga priori dad— sobre ninguna parte sustancial de la cuestión de la sistematici dad de la naturaleza en el aspecto ontológico. Su legitimación como ideal vá váll i d o es, en consecuencia, teleológico: reside en la eficacia me todológica de la búsqueda de sistema en tanto favorece la realización eficiente de las metas de la investigación.
1. SISTEMATICIDAD COGNOSCITIVA verSUS SISTEMATICIDAD ONTOLÓCICA
Como se dijo en el primer capítulo, la concepción del sistema ha sido aplicada históricamente tanto a cosas del mundo como a
c o n o c i m i e n t o s . Es sistematicidad o n t o l ó g i c a
por ello importante distinguí entre (simplicidad, coherencia, regí laridad, uniformidad, etc.) de los o b j e t o s de nuestro conocimiei to —esto es, sistematicidad como característica perteneciente las cosas existentes— y sistematicidad c o g n o s c i t i v a ; la de nuestr (supuesto) conocimiento o i n f o r m a c i ó n acerca de esas cosas. D hecho hay que asignar tres funciones a la sistematicidad, tr< funciones significativamente distinguibles: cuerpos
de
I. SISTEMATICIDAD COGNOSCITIVA
1] 2]
como ideal regulativo o des derátum metodológico para la organización de nuestro ct nocimiento. S i s t e m a t i c i d a d s el e l e c t i v a (criterial): como patrón reguladc de la aceptabilidad aceptab ilidad de tesi tesiss (resultante de la “ inversión ht ht geliana”). S i st e m a t i c i d a d
c od i f i c a c i o n a h
II. SISTE SISTEMATICI MATICIDAD DAD NO COGNOSCI COGNOSCITIVA TIVA
(ONTO LÓGIC A)
como característica descriptiva d los objetos; en principio incluye la totalidad del univers natural.
3~\ ) S i s t e m a t i c i d a d
o n t o l óg i c a :
Dadas estas distinciones, surge inmediatamente la pregunt por la fundamentalidad relativa de estos distintos modos d sistematicidad. Ante todo debemos preguntar ¿la sistematicida es en el fondo u n d e s i d e r át át u m e p i s t ém i c o p a r a n u e s t r o c o n o c m i e n t o a c er er c a d e l a n a t u r a l e z a o u n a c a r a c t eerr ís t i c a o n t o l ó g i c c m e n t e d e sc s c r i p t i v a d e l a n a t u r a l e z a m i s m a ?
2. LA RELACIÓN ENTRE LA SISTEMATICIDAD COGNOSCITIVA Y ONTC LÓGICA
Desde el punto de vista del coherentismo, los parámetros d sistematicidad —simplicidad, coherencia, regularidad, etc.— sil vien para regular y controlar las pretensiones de aceptabilidad racional de nuestros enunciados explicativodescriptivos de mundo. Representan un control sobre la validez de nuestra pretensiones de conocimiento acerca de cómo funcionan las cc vei sas en el mundo y sirven como p r i n c i p i o s r e g u l a t i v o s d e i n ve t i g a c i ó n : instrumentos para establecer la inteligibilidad y acep
labilidad en nuestros intentos cognoscitivos. Si una caracterización del funcionamiento de la naturaleza violara sustancialmente estos ideales regulativos de sistematización cognoscitiva, se pondría inmediatamente de manifiesto su propia inadecuación. No podríamos contentarnos con esa explicación, pues —por hipótesis— se excluye con lo que, de hecho, es una de las condiciones características de una explicación adecuada . Dado el carácter de nuestro conocimiento visto como tal —como una estructura cognoscitiva peculiar— peculiar— no hay en él lug ar para la casualid casualidad, ad, el absurdo o el azar. Pero la presencia de lo irracional como un aspecto de la realidad misma no puede ser excluida. Por ello se considera que la función de la sistematicidad cognoscitiva,es de orientación regulativa , más que descriptiva y, en consecuencia, carente de implicaciones sustantivas y ontológicas. Nelson Goodman ha hecho una muy precisa formulación del punto clave de este problema: Es bastante evidente que la lengua, la escritura, la tipografía, las pala bras de una descripción no reflejan caracteres paralelos del mundo. L a coherencia es una un a caracter característica ística de la descripción, no del m undo: und o: lo importante no es si el mundo es coherente, sino si nuestra explicación del mundo lo es* Y lo que llamamos simplicidad del mundo es sim plemente la simplicidad que podemos alcanzar al describirlo. describirlo. ( “Th “T h e Way the World Is”, en P r o b l e m e s a n d Pr P r o j e c t s [Indianapolis, 1976], P- 24.)
En la época de los escolásticos medievales y en la de los filósofos racionalistas posteriores, a los que Kant solía caracterizar como dogmáticos, la simplicidad era vista como una ca- racterística ontológica del mundo . Asi como se sostenía que “la naturaleza aborrece el vacío va cío”” y, con más más acierto: “ en la naturaleza hay una explicac expl icación ión para cada cosa cosa”” , también se pretendía que “la naturaleza aborrece la complejidad". La “revolución copernicana” de Kant trasladó de la naturaleza física al inte- lecto humano la responsabilidad de ese desiderátum De este modo, la tendencia a la simplicidad vino a ser no un rasgo “del mundo real”, sino más bien de “los mecanismos del pensamiento humano” huma no” . Kant Kan t observó agudamente agudamente que lo l o que esta estaba ba en cuestión no era un aspecto de la teleología de la naturaleza, sino de la teleología de la razón, y la responsabilidad de ello no reside en la teoría sino en los teorizadores. Puede decirse que, después, la revolución darwiniana llevó el proceso un paso máss adelant má adelante. e. Trasmutó Trasm utó el elemento elemen to teleológico. N i la naturale naturaleza za
ni las facultades racionales del hombre son ahora vistas como u n . lugar ontológico privileg iado por la simplic simplicida idad. d. Por Po r e] contrario, su racionalidad está puesta ahora sobre una base e s t r i c t a m e n t e m e t o d o l ó g i c a . La responsabilidad por la tendencia a la simplicidad no reside en el h a r d w a r e de la razón humana, sino en su s o f t w a r e , es decir, en los principios de procedimiento y método que nosotros mismos usamos porquí encontramos que las teorías más simples actúan más fácilmente y con may mayor or eficacia. No es que la n a t u r a l e z a rechace la complejidad, sino que med ida en que nos nos es posible pos ible). ). n o s o t r o s la rechazamos (en la medida Los parámetros de sistematicidad cognoscitiva —simplicidad, regularidad, coherencia, y demás— representan, por lo general principios de economía de operación. Son dispositivos para ahorrar trabajo y evitar complicaciones en la conducción de nuestra actividad de conocimiento. Están gobernados por uu análogo de la navaja de Occam: un principio de economía que permite suprimir la complejidad innecesaria. En consecuencia; la sistematicidad cognoscitiva mantiene su carácter de factor epistémico, sin implicancias ontológicas. Puede ser tentador adoptar la ecuación “ E l m u n d o e n 'si m i s m o es sistemático [o s i m p l e , u n i f o r m e , etc.]” como equivalente de “ U n a e x p l i c a c i ó n a d ec e c t i a d a d e l m u n d o es sistemática [o s i m p l e , u n i f o r m e , etc.]” etc.] ” . Pues es natura nat urall esperar que qu e ciertos caracteres de las e x p l i c a c i o n e s —como —como la“ la “ significa sign ificación ción”” — re fle fl e jen je n aspecto aspectoss correlativ corr elativos os de los materiales a que se refieren. refiere n. Pero esta correspondencia no siempre se obtiene y, en lo particular, el entrelazamiento que conecta la sistematicidad cognoscitiva y la ontol on tológ ógica ica no debe ser trazado con excesiva excesiv a proxim pro ximida idad. d. Un mal trabajador intelectual puede presentar información relativa a una una configuración de objetos objetos simple y regular (etc.) (etc.) de una manera compleja y desorganizada; y un trabajador inteligente puede estar en condiciones de describir un caos desorganizado en términos relativamente simples y sistemáticos. La sistematicidad de objeto, ontológica, de lo que es descrito y la sistematic sistematicida idad d de conocimiento, relativa relat iva al m o d o .de presenpresentación, de la descripción, son en principio dos cosas muy distintas y, además, muy independientes. La implicación * la información acerc acerca a de X es cognoscitivamente sistematizable
—> —>
( X es on to ló g icam ic am en te sistem sist emáti ático co))
no representa, entonces, una relación necesaria. La sistematicidad ontológica por parte de los objetos del conocimiento n o íes un requisito de la sistematicidad de nuestro conocimiento acerca de ellos. Las cosas no necesitan s e r sistemáticas para admitir un estudio y un examen sistemático. La sistematicidad de lo real no es prerrequisito de la sistematicidad del conocimiento acerca de él. El conocimiento no debe necesariamente compartir las características de sus objetos: hablar de un sobrio estudio de la ebriedad o de un análisis desapasionado de las pasiones no es una contradicción en los términos. Lo que importa como evidencia para la sistematicidad ontológica del mundo no es simplemente q u e nuestra explicación de él sea sistemáó m o es ella sistemática; esto es, qué íipo tica, sino más bien c óm de imagen del mundo tiene presente. No es una cuestión de contenid o. (Hasta (Ha sta un caos caos puede ser ser dés dés e s t r u c t u r a sino de contenido. cripto de manera sistemática.) La inducción, como hemos visto, es la búsqueda de orden, y nuestros procesos de investigación inductiva de la naturaleza están preparados para descubrir ordenamientos, s i l o s h a y . En la pesca, una red cuyo entramado tenga un determinado espacio detendrá peces de determinado tamaño, s i hay alguno presente. El uso de la red indica una e s p e r a n z a , quizá incluso una expectativa de que el pez esté allí, pero no un p r e c o n o c i m i e n t o de su presencia, asegurado de antemano. Nada en la lógica abstracta de la situación garantiza a p r i o r i que encontraremos orden cuando vamos a buscarlo al mundo. mundo . (Nuestr (Nu estra a búsqueda cognoscitiva de orden y sistema puede desembocar en un encuentro con el desorden y el caos.) La pregunta de si el mundo es de tal manera que hace posible el conocimiento sistemático acerca de él es, en última instancia, c o n t i n g e n t e , su respuesta debe surgir de nuestros reales esfuerzos de sistematización. De acuerdo con esto, no es necesario prejuzgar que el mundo e s u n sistema para comenzar a intentar conocerlo sistemáticamente. mente. E l hallazgo de sistematici sistematicidad dad ontológica ontoló gica (orden, legalileg alidad) en la naturaleza —cualquiera sea el grado en que la naturaleza es sistemática— es un producto sustantivo de una investigación sistematizadora, más que una e n t r a d a o p r e s u p o s i c i ó n necesarias para ella.
CARÁCTER REGULATIVO /METODOLÓGICO DE L A SISTEMATI SISTEMATICIDAD CIDAD B. EL CARÁCTER COGNOSCITIVA
Los principios de la sistematicidad —simplicidad, regularidad, coherencia y demás— tienen así el carácter de preceptos regulativos de procedimiento probadvo. Implementan la idea de preferencia o precedencia epistémica, de presunción y capacidad de prueba, indicándonos dónde, en ausencia de contraindicaciones específicas, deben ser puestos nuestros propósitos episté micos al tejer la tela de nuestro conocimiento. Ese mecanismo de procedimiento y metodológico no prejuzga ni garantiza ningún hallazgo sustantivo fundamental, pero guía y controla decididamente el proceso por el cual la respuesta —cualquiera que ella fuere— es alcanzada. Una presunción regulativa de este tipo es básicamente un pr p r in c ip io de acció ac ción n —una regla de procedimiento o de método más que una asunción de hecho. Charles Sanders Peirce escribió: Por debajo de todos esos principios [de metodología científica] hay una hipótesis fundamental y primaria a la que debemos atenemos desde el punto de partida, por más carente de sustento que ella pueda ser [en esta etapa]. Esa hipótesis es que los hechos que manejamos ad miten racionalización, y racionalización por parte de nosotros. Y que debemos esperar que la admitan, por la misma razón que un general que tiene que tomar una posición o, de lo contrario, ver su país en ruinas debe ir a tomarla con la hipótesis de que hay alguna manera de hacerlo y de que lo hará. Debemos estar animados por la espe ranza ranza de soluci solución ón del problema que tene tenemo moss en m a n o .. . ( Collecteá P a p e r s , vol. vn, 7.219.)
Este pasaje va casi directamente al asunto, aunque no del todo. No hay duda de que debemos actuar “como si” la hipótesis fuera correcta; debemos, como se dijo, desarrollarla efecti p r in - vamente como presunción regulativa que nos sirve como pr cipio de acción en el dominio cognoscitivo. Pero no es necesario (salvo quizá por razones psicológicas o por ética) que nos aten- gamos a esa hipótesis; no es necesario que la asumamos o la postulemos. En un principio no es necesario que haya una real convicción; se puede proceder con espíritu experimental con la adopción provisional de una simple hipótesis. (Se puede pue de asuasumir la postura del lema: Allez en avant et la foi venís viendra pr esun unció ción n meto[seguid adelante, que la fe os llegará].) Una pres dológicamente motivada en favor de la sistematicidad ontológica
no nos implica, por consiguiente, en ninguna circularidad viciosa o viciante. pre sunc nción ión regulativa o de guía para la acción, no un Es una presu pr p r in c ip io constitutivo o descriptivo del mundo lo que está en juego jue go (en el comienzo de la investigación, en tod o caso).1 caso).1 pr oced eder er com co m o si de hecho la naturaleza presentara Debemos proc esas formas de sistematicidad necesarias para que la investigación sistematizadora rinda sus frutos. Su confirmación como exigencia es una cuestión descriptiva propia del nivel verificativo , y es algo que debe venir después, al final más que en el punto de partida de la investigación. 4. l a s i s t e m a t i c i d a d o n t o l ó g i c a c o m o p r e c o n d i c i ó n c a u s a l d e LA INVESTIGACIÓN
Gomo hemos visto, la sistematicidad es un ideal cognoscitivo y regula reg ulador dor,, y seguirlo seg uirlo no impl im plica ica prejuicio preju icioss o presuposicione presuposiciones. s. Pero aquí hay que hacer un reparo a esta tesis, en lo demás exacta. JL JLa sistematicidad ontol on tológ ógica ica se refie re fiere re al orde or den n y lega le galid lidad ad de la naturaleza, a su conformidad con reglas de diferente tipo. Ahora bien, si la naturaleza no tuviera normas al presentar sus múltiples múltiple s regularidades regularidades —si fuera acusa acusadam damente ente “ anómala” anóm ala” (por (p or ejemplo, porque sus leyes cambiaran rápida y arbitrariamente)— entonces cualquier cosa parecida a un estudio científico del mundo sería, a todas luces, imposible. Las formas de regularidad presente presentess en los distintos parámetros de sistematicidad (simp (si mplilicidad, regularidad, coherencia, uniformidad, consistencia y demás) están referidas todas al funcionamiento de la naturaleza 1 En otro pasaje, Peirce me parece haber llegado mucho más cerca de una solución correcta al sostener que principios como el de uniformidad o sistematicidad de la naturaleza representan no tanto una p r e t e n s i ó n con creta como una i n s i n u a c i ó n de guía para la acción: “Ahora, sabéis cómo una persona maliciosa que desea hablar mal de otra prefiere la i n s i n u a c i ó n ; esto es, habla tan vagamente que sugiere mucho sin estar diciendo nada. De ese modo evita afrontar los hechos. Lo mismo ocurre con estos prin cipio cipioss de la inferenc inferencia ia científica.. científica.. . Más que afirmar una uniformidad, la insinúan; Y como la insinuación siempre expresa los sentimientos de la per sona que la usa, más que algo del objeto de la insinuación, de la misma manera podemos suponer que estos principios expresan una actitud cien tífica, más que un resultado científico.” ( C o l l e c t e d P a p e r s , vol. vn, sec. 7.132.)
en tre conocidos conocidos científicos científico s y filósofos, se refie re fiere re a este este tema con signos de escepticismo. Erwin Schródinger, por citar uno, dice que “ es un milagro, milag ro, que q ue bien b ien podría pod ría estar más más allá del ente enten n. dimiento humano, el que nosotros, los hombres, podamos descubrir regularidad de ley en los variados sucesos de un mundo, com co m ple jo".2 jo" .2 Ka Karl rl Poppe Pop perr ve el éxito de la ciencia ciencia como algo algo,, fortuito, accidental, literalmente milagroso y totalmente ininteligible: teligib le: “ N o obstante obstante,, aun aun ba bajo jo el sup supue uesto sto (que .comparto) de que nuestra búsqueda de conocimiento haya sido muy exitosa hasta hoy, y de que ahora sepamos algo de nuestro universo* este éxito se vuelve milagrosamente improbable y, por ello* inex in expli plica cable ble . . . ” 3 y continúa insistiendo insistiendo en que “ ninguna teoría^ del conocimiento debería intentar explicar por qué tenemos, éxito éx ito en nues nuestr tro o intento de explicar co cosas sas” .'1 Ta Tam m bién bié n E. P. P. Wigner coincide con Schródinger en su opinión de que “es un milagro que, a pesar de la desconcertante complejidad del mundo, sea posible descubrir ciertas regularidades en los acontecimientos”, y continúa diciendo que "no es, de ninguna manera* natural que existan ‘leyes de la naturaleza’, y mucho menos! que podamos descubrirlas” descubrirlas” .5 Sin embargo, hay buenas razones para desechar este tipo de; cosas por ser impropias y especular innecesariamente con el misterio. En efecto, la capacidad humana para descubrir las leyes de la naturaleza tiene una explicación perfectamente natural y ab abiert iertam ament entee evoluc evo lucion ionista ista.. H ay buena buen a base racion rac ional al para sustentar nuestra esperanza de responder nuestras preguntas acerca del modus ojyerandi de la naturaleza. Desde un punto de vista, no es especialmente sorprendente^ que los hombres tengan éxito en la adquisición de conocimien to. Esto es algo simplemente natural y esperable, pues si no tu - viéramos éxito en esta aventura cognoscitiva, no estaríamos aquí. L,a explicación de esto es básicamente darwiniana: se necesita una guía racional para la acción exitosa; la acción exitosa es. fundamental para la supervivencia de seres constituidos coma, nosotros; por consiguiente, nuestra supervivencia es un indicar dor de capacidad cognoscitiva. 2 Erwin Schródinger, W k a t i s L i f e (Camb (Ca mbrid ridge, ge, 194 946) 6),, p. SI. 3 Kart Popper, O b je fo rd,, 19 1972 72), ), p. 28; véase p. 204 204;. ;. j e c t i v e K n o w l e d g e (O x ford ^ I b i d . , p. 23. c Eugene P. Wigner, “The Unreasonable Effectíveness of Mathematics int the Natural Sciences”, C o m m u n i c a t i o n s on o n P u r é a n d A p p l i e d M a t h eem m a t i c s^ s^ (vol. 13 [1960], pp. 1-14), pp. 4-5.
Este importante hecho ya había sido claramente visto por C. S Peirce, alrededor de un siglo atrás. Peirce vio en la adaptación evolutiva del hombre un producto de ese desarrollo que •dota a su mente de una especie de simpatía funcional con los procesos de la naturaleza: La mente humana tiene una adaptación natural para imaginar teorías -correctas de cierto tipo y, en particular, para [í¿c] teorías correctas acerca de fuerzas sin cuya vislumbre no podría establecer vínculos •sociales y, en consecuencia, no podría reproducir su especie. En pocas palabras: los instintos conducentes a la asimilación del alimento y los instintos conducentes a la reproducción debieron implicar, desde un c o m i e n z o , c i e r t a s t e n d e n c i a s a pensar con verdad acerca de lo físico, por un lado, y acerca de lo psíquico, por el otro. Es algo más que una 'simple metáfora decir que la naturaleza fecunda la mente del hombre con ideas que, una vez crecidas, se parecerán a su padre, la Naturaleza. ( C o l l e c t e d P a p e r s , 5.591 [1903].)
Para Peirce, la validación del talento científico del hombre está en la evolución. Bajo la presión de fuerzas evolutivas, la mente humana ha llegado a "connaturalizarse” con la realidad física.6 Los argumentos de Peirce están, con toda evidencia, en la buena senda. El hombre ha evolucionado en la naturaleza como un ser que trata de abrirse camino en el mundo por medio de su ingenio. Que la mente humana pueda entender el mundo no és más milagroso que el hecho de que el ojo humano pueda verlo. La evolución cognoscitiva no es, sin duda, diferente de toda otra evolución en tanto consiste en una larga serie de acontecimientos improbables. Pero esto no los hace más inexplicables que cualquier otro desarrollo improbable in rebus naturae [en las las cues cuestio tiones nes naturales]. naturales]. (El hecho hech o de que no hayamos podido pod ido prede pre decir cirlos los no significa que no podamos explicarlos con la sabiduría d e . una visión vi sión retrospectiva ex post fado [con posteridad a los los hechos]. hechos].)7 )7 N o hay misterio misterio ni falta fa lta de inteligib in teligibilidad ilidad . El punto clave es que hay una explicación perfectamente :aceptable —esto es, una explicación evolucionista— de nuestro ® Para una exposición más completa de d e Jas opiniones de Peirce, véase P e i r c e ’ s P h i l o s o p h y o f S c i e n c e , deí autor (Not (N otre re Dame, 19 1978). 8). 7 Piénsese Piénsese en la analogía analog ía con con fenómenos cuánticos como el decaimiento radiactivo del átomo de un elemento pesado. Aquí, el hecho de que no se puedan predecir no implica que no se puedan e x p l i c a r los fenómenos -en cuestión.
éxito éx ito en descubrir descubrir leyes (y sistemat sistematizar izar conocim con ocimient iento o fáctico en general). general) . Y esta esta explica exp licación ción es claramente que qu e los éxitos pa pasa sa-dos auguran buenas perspectivas futuras. Todo indica que la estructura de esta explicación proporciona una base adecuada de garantía sustentativa para seguir buscando la sistematicidad como ideal regulativo. Es indudable que un mundo que admite la adquisición de conocimiento no necesita ser un sistema total , con una sistematicidad par es bastante: bastante: la simp s impleme lemente nte necesaria para p arci cial al ya es asegurar una investigación ordenada del cosmos que nos rodea, por parte de seres constituidos como lo estamos nosotros. Por ejemplo, ejem plo, distintos pensadores pensadores (desde Platón, Plató n, en el Timeo, hasta Herbert Spencer y C. S. Peirce) han concebido la sistematicidad ontológica de la naturaleza en términos evolutivos como un proceso en marcha que hasta ahora está en gran medida incompleto. Esa visión sería bastante compatible con una construcción de sistematicidad ontológica como prerrequisito causal de una investigación. Esta perspectiva pone de manifiesto la dualidad de la sistematicidad ontológica ya como precondición ontológica para la conducción de la investigación científica o como producto concreto de ella, de modo que su presunción regulativa venga a ser retrovalidada por los productos del proceso de investigación. La sistematicidad cognoscitiva surge como ideal regulativo que gobierna la conducción de la investigación, un ideal cuya adopción es apropiada porque nos permite realizar con más efectividad las metas y propósitos fundamentales de la tarea cognoscitiva citiv a en cuanto a la comprensión (descripción y explicación), explicac ión), predicción y control de la naturaleza. 5. LA SISTEMATICIDAD COGNOSCITIVA COMO INDICADOR DE LA SISTE MATICIDAD ONTOLÓGICA
Supongamos, por el momento, que nuestra imagen del mundo pintada con el máximo esfuerzo acabe manifestando una sistematicidad imperfecta. Si pasara esto, ¿la causa estará en la epistemología o en la ontología? Si nuestros mejores empeños por dotar a nuestro conocimiento del mundo de un alto grado de unidad sistemática y coherencia resultaran infructuosos, ¿habría que ver esto como deficiencia de nuestra parte, como investigadores dores (simplement (simple mentee no somos somos lo bastante bastante profundos profundo s o no pen pen
sámos con suficiente sutileza y comprehensividad), o debe pensarse que éllo significa que el mundo mismo es lo que no consigue ser suficientemente sistemático? La primera fundamentación, estrictamente epistemológica, nunca puede ser descartada de modo significativo: en teoría es siempre una perspectiva real el hecho de que la responsabilidad de una sistematicidad imperfecto en nuestra configuración de la realidad recaiga realmente —en último análisis— sobre nosotros, lós investigadores, antes que en el objeto de la investigación. Sin embargo, es ciertamente posi po sibl ble e que la responsabilidad tenga sus raíces ontológicas en la naturaleza misma, y de hecho podría ser plausible, en circunstancias apropiadas, su* poner que es realmente así. Mientras su inversa no es necesaria, según hemos visto, la implicación
( X es ontológicamente sistemático)
la información acerca de X es en principio cognosciti vamente sistematizable
']
sí lo es. La sistematicidad ontológica es, en efecto, una condición suficiente para la sistematizabilidad. Y está está claro que imim plicaciones como las que siguen serán válidas: Si en principio no es posible dar cuenta simple de una cosa, entonces ella no puede ser simple desde el punto de vista ontológico Si en principio no es posible dar una explicación coherente de un proceso, entonces éste no pudede ser coherente desde el punto de vista ontológico. Si en principio no es posible hacer una descripción uniforme de una cosa, entonces ella no puede ser uniforme desde el punto de vista ontológico. En consecuencia, para los parámetros die sistematicidad rige el siguiente principio básico: Si una cosa etc.), entonces forma simple simple parezca en su
es ontológicam ontoló gicamente ente simple (uniforme, (uniforme , cohere coherente nte,, será posible, en principio, dar cuenta de ella en (uniform e, coherent coherente, e, etc. etc.), ), por d ifíc il que esto esto realización práctica.
Hemos visto que la sistematicidad cognoscitiva no puede servir de evidencia d e d u c t i v a de la sistematicidad ontológica. Pero la presente relación muestra que la sistematicidad cognoscitiva proporciona una indicación i n d u c t i v a de sistematicidad ontológica.8 En efecto, una sistematización cognoscitiva apropiada evidencia brinda la m e j o r —quizá —quizá la ú n i c a — evid encia empír em pírica ica que podepod emos obtener en favor de la sistematicidad ontológica; la primera constituye el mejor criterio accesible o el mejor indicador de evidencia para la segunda. Por cierto que, a esta altura, podría hacerse una nueva ob jeci je ción ón:: ¿No podría haber una teoría que, en tanto teoría, sea extremae~ damente compleja, pero de acuerdo con la cual el m o d u s o p e~ r a n d i de la naturaleza sea extremadamente simple? A pesar de su aceptable acep table apariencia, aparienci a, esta objec obj eción ión desc descan ansa sa en un error. En efecto, la naturaleza no puede ser simple (etc.) si nuestros procesos mentales no lo son, teniendo en cuenta que nosotros mismos somos p a r t e de la naturaleza. Los esfuerzos de la mente humana forman parte de los procesos de la naturaleza. leza. Si nuestro nuestro proceder intelectual no es simple (o regular regu lar o —de —de un modo mo do genera gen eral— l— sistemático), entonces la naturaleza tampoco admite ad mite ese ese carácter carácter.. Si la sistematicidad (o regula re gulariridad, o simplicidad, etc.) cognoscitiva manifiesta ser, en última instancia, instancia, inalcanzable, entonces entonces la sistematicidad (etc.) ontoonto lógica también será irrealizable. La sistematicidad ontológica y la cognoscitiva deben considerarse como en una interrelación simbiótica. La sistematicidad ontológica —en cierto grado adecuado— está fundamentalmente en el orden causal: es un requisito c a u s a l para cualquier propósito de alcanzar un conocimiento sistemático. Por su parte, la sistematicidad cognoscitiva está en el orden e p i s t e m o l ó g i c o o c o n c e p t u a l . Y esa esa sistematicidad conceptual provee prov ee la prim p rimorordial — q u i z á la única— v ía por la cual es posible asegurar una evidencia de sistematicidad ontológica. 8 Asumimos así así la posición —el —el esquema básico de la teoría teoría del razona miento plausible— de que, cuando se da “Si X entonces Y " } entonces Y ser virá (en circun circunstan stancias cias apropiadas) aprop iadas) como indicador indi cador inductivo de X . Véase (Am sterdam dam,, 19 1976). 6). P l a u s i b l e R e a s o n i n g , del aut or (Amster
6. LA LEGITIMACIÓN DE LA SISTEMATICIDAD COMO IDEAL REGULA TIVO DE LA INVESTIGACIÓN
La sistematicidad —en la esfera del conocimiento— es un ideal regulativo de la investigación correlativo del mandato método lógico: lóg ico: “ ¡Organiza ¡Organ iza tu conocimiento conocimien to de tal manera manera que le asi asig nes tanta estructura sistemática como puedas!” Pero la perspectiva de que este propósito sea inalcanzable ¿no destruye h validez de 'este ideal? Seguramente no. La validación de este ideal cognoscitivo n o reside en el hecho de que su realiza ción pueda ser garantizada a priori desde el comienzo. Er efecto, podemos no realizar nunca ese ideal. Pero esta posi bilidad no debe impedir nuestros esfuerzos de llevar el proyecto de sistematización tan lejos como nos sea posible. Aquí, comc en cualquier parte, la validez de un ideal no exige ninguna ga rantía rant ía previa de su su final fin al realización. (¿Qué ideal idea l se validaría si fuera así?) Sin duda, una esperanza de su eventual realizaciór nunca puede, en principio, ser destruida total y definitivamente Pero ese débil consuelo es suficiente para hacer que ese idea! sea apropiado. Su esencia és que, si bien no tenemos seguridad a priori de su éxito final en la búsqueda de sistematicidad, sin embargo una constante presunción en favor de este ideal cognoscitivo clave está racionalmente legitimada porque impulsa las metas y objetivos inherentes a la empresa cognoscitiva. La validación de la sistematicidad como ideal cognoscitivc reside en la consideración, más práctica, de su probada utili dad. Aquí aparece una cuestión muy general: la legitimaciór de cualquier cosa cuyo carácter sea instrumental o metodoló gico depende decisivamente de consideraciones ideológicas. Como ocurre con toda instrumentalidad metodológica, la vali dez de un ideal reside en su eficacia como propósito: su capa cidad de facilitar la realización de las metas y fines que deter minan los objetivos de su empresa. Así volvemos al problems de la legitimación de la empresa de sistematización en tantc facilita la búsqueda y promueve el alcance de los fines de Iz cognición: comprender, predecir y controlar la naturaleza La justificación de la sistematicidad como ideal regulativo en la realización de nuestros asuntos cognoscitivos debe sei vista, entonces, en términos esencialmente instrumentales. “Di seña tus procedimientos cognoscitivos con miras a una búsque da de sistematicidad” es un principio regulativo de la investigación cuya legitimación reside, en último término, en sei
retrovalidada pragmáticamente por su capacidad d.e llevar la investigación por canales exitosos. Vale la pena insistir en que esta legitimación esencialmente metodológica de la búsqueda de sistematicidad en el aspecto cognoscitivo no implica prejuzgar sobre la sustancial cuestión de la sistematicidad de la naturaleza en el aspecto ontológico. La sistematicidad cognoscitiva caracteriza la estructura de procedimiento de nuestro empeño por organizar nuestro conocimiento del mundo. Implica principios metodológicos o regulativos de plausibilidad y presunción: principios en el sentido de reglas que gobiernan nuestro modo de proceder ien la conducción de nuest nuestra rass acciones cognoscitivas y no (de (d e ninguna ningu na manera en la primera instancia) principios en el sentido de tesis que describan cómo actúan las cosas en el mundo. El reconocimiento de la importancia de la sistematicidad como ideal cognoscitivo no debe ser entendido como algo que otorgue privilegio a la sistematicidad ontológica de la naturaleza.
9. LÍMITES DE LA SISTEMATIZACIÓN COGNOSCITIVA. I Cuestiones de la compleción erotética
SINOPSIS 1 ] ¿Qué factores podrían hacer imposible la sistematización de nuestro
conocimiento fáctico del mundo? Hay tres posibilidades primordiales: la i n c o m p l e c i ó n , la i n c o n s e c u e n c i a , la i n c o n s i s t e n c i a . Este capítulo se refe rirá sólo a la primera de ellas. 2 ] Un examen más detenido de la idea del “ estado estado de conocimiento” conocimiento” en una un a etapa particular del desarrollo cien cien tífico tífico y un examen de algunas concep concepcione cioness de la “compleción” ( c o m p l e t i o n ) en el contexto de la historia cognoscitiva. Una crítica del mode lo de exploración geográfica..?] Examen de algunos aspectos de la dispo nibilidad histórica de preguntas en la investigación empírica. 4] La di námica de las preguntas da una dimensión diferente y característica a la idea de progreso cognoscitivo. 5 ] U n inform e sobre sobre distin distintas tas inter pretaciones de la idea de la c o m p l e c i ó n por respuesta a preguntas en un cuerpo de conocimientos; esto conduce a: 6] Una considera ción de los limites cognoscitivos y la idea de preguntas irrespondibles. 7] Examen del ejemplo paradigmático tradicional de una pregunta “primaria”: " ¿ P o r q u é e x i st s t e a l g ot o t ” Una crítica a la pretensión de que tales preguntas representen i n s o l u b i l i a . 5] La completabilidad de la ciencia no es, presumiblemente, realizable en el sentido del logre de un “estado “estado íntegro y fin ar* de osificació osificación n del d el conocimien conocimiento. to. Y su completabilidad en el sentido erotético de “haber respondido todas las preguntas” también es, presumiblemente, inalcanzable. Sin embar go, la búsqueda de la compleción sigue siendo legítima y correcta en su función de ideal regulativo. 1. LA NO SISTEMATIZABILIDAJD
Este capítulo iniciará un análisis del importante problema de si hay algo que pueda impedir en forma decisiva el intente de dar unidad sistemática a nuestro conocimiento fáctico. Este se centra en la pregunta: ¿Qué factores pueden hacer imposible el alcance de una sistematización adecuada de nuestro cona cimiento del mundo?
Comencemos preguntándonos: ¿Cómo podría realmente ocurrir que un cuerpo de conocimiento n o fuera sistematizable de un modo parejo? En términos generales la respuesta es, simplemente, que uno o más de los elementos esenciales de la sistematicidad no pueden ser realizados. Las tres posibilidades inmediatas de ello son la i n c o m p l e c i ó n , la i n c o n s e c u e n c i a (falta de conexión) y la i n c o n s i s t e n c i a (incoherencia). En este capítulo nos ocuparemos sólo de la primera; los que siguen tratarán de las otras. 2. EL CONOCIMIENTO Y SU DINÁMICA: UNA CRÍTICA DEL MODELO DE EXPLORACIÓN GEOGRÁFICA
La incompleción del conocimiento es una concepción ya familiar, pero de todos modos merece una observación más atenta. TJn TJn cuerpo cuerp o de conocim con ocimien iento to es i n c o m p l e t o cuando es deficiente en cuanto a comprehensividad, autosuficiencia y alcance. En ese caso, ese cuerpo tendrá brechas, omisiones o similares deficiencias en la indusividad de su "cobertura” superior. Así, a ese ese todo to do le falta falt a mutuo mutu o susten sustento to (com o a una estat estatua ua rota con trozos fallantes). Algunas de sus partes requerirán la acción de elementos que simplemente faltan; hay una inadecuación colectiva para la tarea común. Para sondear más profundamente en los efectos de la idea de compleción cognoscitiva en el contexto de nuestro conocimiento fáctico del mundo, es útil introducir cierta maquinaria formal, como la siguiente:
K t : conjun con junto to de tesi tesiss (proposiciones, pretensione pretensiones, s, presunciones) explícitam explíc itam ente ent e garantizadas garantizadas como correct correctas as (aceptables (aceptables,, verdaderas) de acuerdo con la sistematización de la información ma ción cient cie ntífica ífica realment realm entee aceptada (es (es decir, aceptada e n f o r m a g e n e r a l ) en el .tiempo t . De este modo K t es simplemente el “estado de ‘conocimiento1 (esto es, s u p u e s t o conocimiento) en t ” y compren com prende de e l am ampli plio o consenso de la comunidad científica en ese día. Esta familia de tesis realmente garantizadas puede ser ampliada para que abarque también sus diferentes consecuencias inferenciales, las que pueden o no ser explícitamente reconocidas y admitidas abiertamente:
K t : c o n j u n t o d e tesis
que son “consecuencias” de K t (e n algún sentido apropiado del término). Ésta es la totalidad de “conocimiento” nocimien to” (supues (supuesto) to) implícito imp lícito (potencial) (poten cial) en el tiempo tiemp o í.
Nótese que mientras las tesis e f e c t i v a m e n t e aprobadas de K t deben ser siempre, por la naturaleza misma de la cosa, finitas en número, esta limitación desaparece al pasar a K t . Por motivos de abreviación usaremos K % para indicar, indiferentemente, K t y K t mientras la inserción se haga u n i f o r m e m e n t e por medio de una tesis dada. La ambigüedad de p $ K t debe tenerse en cuenta. Esto podría significar 1] en t la g e n t e simplemente n o sabe aún de p , s v s . n o -p aún no se les ignorancia es tal que la pregunta de p v s. ha ocurrido; o 2] en t la gente sí hace la pregunta de p v s . no p , p e r o es e s incapaz de resolverla: simplemente no saben si p e f~>p€z €zK Kt , este no -p ; 5] p está realmente excluido de K t , porque f~>p es, se sabe, de hecho, que es contradictorio: la pregunta dí P v s. s . n o - p e s vital, y ha sido contestada e n f a v o r d e n o -p -p . Puesto Puesto que se se trata trata de “ conocimiento” s u p u e s t o o p u t a t i v e —el —el conoci con ocimi mient ento o prete pr etend ndido ido por po r hombres imperfecto imper fectoss y no é. Conocimiento, con mayúscula, asentado en el libro de ciertc ángel infalible que registra todas las cosas— no tendremos uní L ey
d e l a c on s er v a c i ón d e l c o n o c i m i e n t o
(ví (ví) (VO (V£) ([t ([t < f &p e
^ p e isrt') t')
Lo que se “conoce" una vez permanece “conocido” par: siempre. Una Un a “ ley” como ésta falla por dos dos razon razones es:: i ] el “ conoc conocíí miento" puede ser olvidado, como —en efecto— mucho de i; astronomía astronom ía griega grieg a se se perd pe rdió ió en las las “ épocas osc oscur uras as”” ; y 2] e “conocimiento" puede ser abandonado: la comunidad científic puede no seguir aceptando una tes tesis aceptada alguna alguna vez; } por cierto, esa tesis puede ser reemplazada por su tesis contra dictoria (como mucho de la medicina galénica es es verdaderament verdaderament inconsistente con la medicina moderna). El progreso de la cien cia no sólo presenta a d i c i o n e s , sino también s u s t r a c c i o n e s Nuestro “ conocimiento” no es acumulativo: el cuerpo de de “ he chos científicamente aceptados" puede ser cuestión no de mer incremento, sino de directo reemplazo.
Las ramificaciones de la idea de este tema de la estabilización del conocimiento merecen un estudio de mayor alcance. Un agudo analista contemporáneo de la física discute la perspectiva de la primordial compleción de ésta en los siguientes téminos: Es posible pensar que la física fundamental llegará eventualmente a ser completa. Hay sólo un universo para investigar, y la física, a di ferencia de la matemática, no puede prolongarse indefinidamente por puras invenciones de la mente. La relación lógica de la física con la química y las otras ciencias a las que sustenta hace que la física sea el primer capitulo que debe ser completado. Nadie puede decir con exactitud lo que significa completar en este contexto, lo cual puede ser prueba suficiente de que el objetivo no es, por lo menos, inmi nente. Pero una secuencia como la que sigue podría ser vagamente imaginada: la naturaleza de las partículas elementales llega a ser co nocida en autoevidente totalidad, haciendo excluyeme, por su misma estructura, la existencia de características ocultas. Entre tanto se llega a conocer bien la gravitación y se elucida su relación con las fuerzas más inten intensas sas.. N o que dan miste misterio rioss en cuánto a la jerarq je rarquía uía de las fuerzas, que son reveladas como aspectos diferentes de un esquema con consistencia lógica. En ese imaginario estado ideal del conoci miento no se concebiría ningún experimento que diera un resultado sorprendente. Al menos ningún experimento que se limitara a poner a prueba sólo las leyes físicas fundamentales. Podrían quedar algunos problemas sin resolver en el dominio caracterizado antes como com plejidad organizada, pero esos problemas pasarían a ser competencia del biofísico o del astrofísico. La física básica sería completa, y no sólo eso: sería manifiestamente completa; algo semejante al estado actual de la geometría euclideana.1
Si se amplía esta posición a toda la ciencia natural, el área de los potenciales descubrimientos queda reducida a proporciones esencialmente limitadas. Una posición de este estilo fue mantenida por el gran filósofo norteameri norte americano cano Charles Sanders Sanders Peirc Pe ircee (1839 (18391 191 914). 4). Peirce, en efecto, consideró que la historia de la ciencia progresaba a lo largo de dos etapas: una fase inicial o preliminar de búsqueda de la estructura general de las relaciones cualitativas entre los parámetros científicos, y una fase secundaria de refinamiento cuantitativo , de rellenar con creciente precisión los valores er s p e c t i v e: e : S t u d e n t E d i t i o n (Wash i D. A. Bromley Bromley e t a l ..,, P h y s i c s i n P er ington, D. C., 1976; National Research Council/National Academy of Sciences Publication), p. 26.
exactos de los parámetros que figuran en las ecuaciones cuya configuración general está determinada en la fase inicial. Una vez que se ha terminado con la primera fase —Peirce creia que esto se había hecho en su propia época, al menos en el plano de las ciencias físicas— la continuidad del progreso científico es sólo cuestión de incrementar el detalle y la exactitud, de determinar los valores decimales, cada vez más pequeños, cuyo valor aproximado ya ha sido bien establecido.2 Tene Te nem m os aq aquí uí una concepción conc epción metafísica metafí sica de la evol ev oluc ució ión n del conocimiento, según la cual la ciencia alcanzará finalmente un estado de acumulación última, como si el desarrollo de la ciencia avanzara por un camino circular hacia una condición de estabilidad eventual en cuanto a retención de tesis:
Ley de la conservación última del conocimiento ( 3 0 ( v ¿ ' ) ( V P ) ([*' > t 8 c p e K t]t] ^ p e
k
*-)
Según \ssta visión, la ciencia llegará finalmente —o, en todo caso, se aproximará asintóticamente— a un estado de conservación en el cual cual todo lo que se sea “ conocido” conoc ido” seguir seguirá á siendo siendo siemsiempre “ conocido” , de modo que lo lo “ conocido” en ese ese momento quedará “ conocido” cono cido” a partir de ento entonc nces es.. Una idea muy diferente, aunque relacionada con aquélla, es la de la compleción com pleción del conocimiento conoc imiento (en un un tiempo tiem po t). Ésta prevé una circuns circunstan tancia cia en la que todo l o alguna vez “ conocido" es “conocido" en ese momento:
Ley de la compleción del conocimiento (en t ) ( V O ( V P ) ([*' >
t
ScpeKt' Scp eKt'}} ^ p G K t)
La combinación de estas dos leyes puede caracterizarse como d el conocimiento. Su principio princ ipio defin de finii torio puede ser ser osificación del formulado de la siguiente manera: <30 (V¿0 (\fp) \fp) (t' > t 3 { p e K t = p e K t ,]) ,] ) Este principio prevé la eventual aparición de una condición 2 El trasfondo de la posición de Peirce será descrit descrito o más extensame extensamente nte e i r c e ’s ’s Ph Ph i l o s o p k y o f S c i en en c e (Notre en el próximo capítulo. Véase también P ei Dame, 1978).
de estabilidad cognoscitiva: la evolución de la ciencia hacia una situación cognoscitiva enteramente fija e inalterable. Esta teoría supone una compleción de la empresa de la ciencia, siempre en lo que respecta a hallazgos importantes. Ve el desarrollo de la ciencia por analogía con el proceso de exploración de la Tierra después de la Edad Media, que condujo a recorrer exhaustivamente un terreno esencialmente limitado. La aparentemente plausible analogía con la exploración geográfica, aunque invocada con frecuencia en este contexto, es sin embargo básicamente errónea. Concibe el progreso científico en su totalidad sobre la base de un tipo particular particular (y de ningún modo generalizado) generalizado) de progreso: esto es, el completamiento secuencial de un marco establecido mediante detalle cada vez mayor, la adición de más lugares decimal’es para dar refinamiento suplementario a un resultado fundamentalmente fijo. Esta concepción equivale a la idea errónea de que el progreso de la ciencia procede por crecimiento crecimien to acumulativo (como el de un arrecife de coral). coral). Pero la ciencia, como hemos visto, no progresa precisamente en forma aditiva sino, en gran medida, también de modo sus- traetivo. Los teóricos del método científico de una escuela más antigua estaban comprometidos con la idea de que la ciencia es acumulativa y tendían a ver el progreso de la ciencia en términos de su acumulación.8 Pero en décadas recientes esta opinión ha recibid rec ibido o ataques cada vez más más severo seveross (y con justicia). Como Thomas Kuhn y otros han convincentemente argumentado, los descubrimientos más significativos de hoy derriban siempre a los de ayer: los grandes hallazgos de la ciencia asumen una forma que contradice sus grandes hallazgos anteriores e implican no simplemente una complementación, sino un remplazo sobre la base de la innovación conceptual y teórica. De nada sirve asumir la postura preservacionista de que las viejas concepciones fueron aceptables hasta donde llegaron y sólo necesitan una complementación. La medicina de Pasteur y Lister no se agrega a la de Galeno o Paracelso, sino las reem- plaza. El científico creador tiene mucho más de experto en demoliciones que de maestro en construcciones. El progreso científico significativo es, por lo general, no tanto una cuestión de agregar nuevos hechos —como completar un juego de palabras 3 Véase, po r ejemplo, George Geo rge Sarton, Sarton, T h e S t u d y o f t h e H i s t o r y o f S ci ci en en c e (Cambridge, Mass., 1936), esp. p. 5, y H i s t o r y o f Sc Sc i en en c e a n d t h e N e w H u m a n i s m (Camb (Ca mbrid ridge ge,, Mass., 1937 1937), ), esp. esp. p p. 10 y 11 11,
cruzadas— sino de modificar el marco mismo de esos hechos. En lo fundamental, la ciencia no se desarrolla por adición sino por po r vía de sustitución y reemplazo reemp lazo.4 .4 (Su p r o g r e s o no reside en un acrecentamiento monótono de más información, sino en un logro superior de predicción y control de la naturaleza.)5 Por consiguiente, la doctrina de la acumulación convergente debe ser abandonada. Pero aquí surge una cuestión muy importante. Aun en el caso caso de que la ciencia estuviera, estuviera, en efecto, “ completa” com pleta” en razón de la eventual estabilización prevista por Peirce, esta suerte de “compleción” puede seguir manteniendo el problema del c o m - p l e t a m i e n t o en una condición muy insatisfactoria. Esto se vuelve claro una vez que debemos pasar de las t e si s i s o r e s p u e st s t a s científicas a considerar también los p r o b l e m a s o p r e g u n t a s científicos. 3. XAS PREGUNTA S Y SU POSIBILIDAD El cambio epistémico en el transcurso del tiempo se refiere no sólo a lo que es es “ conocido” conoc ido” , sino también a lo que es p r e g u n t a d o .
Presentaremos este importante problema con la ayuda de algunos elementos de notación: * Esta fórmula de la filosofía contemporánea no es absolutamente nueva. Ya a comienzos del siglo escribía sir Michaél Foster: “El sendero [del pro greso greso en la ciencia] pued e no ser siempre una un a línea recta; recta; puede hab h aber er desvíos hacia este o hacia aquel lado; puede parecer que las ideas siempre retoman al mismo norte de la brújula intelectual; pero siempre se encon trará que han alcanzado un nivel más alto: se han movido no en círculo, sino en espiral. Además, la ciencia no se hace como se hace una casa, poniendo ladrillo por ladrillo, y lo que está puesto queda así puesto hasta el fin. El crecimiento de la ciencia es como el de un ser vivo. Como en el embrión, una fase sigue a la otra, y cada miembro del cuerpo pre senta, sucesivamente, distintas apariencias, pero entre tanto sigue siendo el mismo miembro; del mismo modo, una concepción científica de una época época par parec ece e di-erir de la de la sigu iente...*’ ("T h e Growth of Scie Scien nce in the Nineteenth Century”, A n n u a l R e p o r t o f t h e S m i t h s on on i a n I n s t i t u t i o n f o r 1 8 9 9 [Washington, 1901], pp. 163-183 [según fue reproducido en el discurso presidencial de Foster en la British Assodation for the Advancement of Science, 1899]; véase p. 175.) 6 Un a visión visión detallada y un a defensa de esta esta opini op inión ón sobre el progreso progreso cognoscitivo es dada en M e t h o d o l o g i c a l P r a g m a t i s m , del autor (Oxford, 1976).
el conjunto de preguntas científicas o de problemas científicos formulado formuladoss (¡per (¡p ero o apropiadamente formulados!) formu lados!) so sor bre la base del “estado del conocimiento” en t; esto es,, todas todas aquellas aquellas preguntas preguntas (razonables) que corrientemente se hacen con referencia a la sistematización del conocimiento vigente en un momento dado. Así pues, £?t es el área del problema concretamente formulado en t y comprende todas las preguntas explícitamente contempladas por la comunidad científica del momento. Representa senta el “ estado del cuestionamiento” cuestionam iento” de ese ese momento. Esta familia de preguntas concretamente planteadas puede en. ser ampliada hasta abarcar el inventario total de preguntas en. pri p rin n c ip io posibles posi bles en t,
Q t: el conjunto de preguntas que pueden plantearse apropiadamente sobre sobre la base base de lo que qu e es es “ conocido” (o “ cognoscible”) en el tiempo í; esto íes, K t o K t, respectivamente. (Para nuestro actual propósito no necesitamos resolver esa¿ alternativa.) Nuevamente, dejaremos de lado los índices y hablaremos indistintamente de Q t, siempre y cuando esto no acarree confusiones;. a, a*> etc. representarán preguntas. To T o d a pregun pre gunta ta tiene tie ne presuposiciones.6 Y así, así, Q t puede ser pensada como el conjunto de todas las preguntas que sólo tiene las tesis K t (esto (est o es, es, K t o alternativamente K t) como presuposiciones. De acuerdo con esto tenemos que, específicamente, £?t es el conjunto de todas las preguntas que pueden ser hechas sobre la base de K t, es decir, las preguntas cuyas presuposi siones son posibles a partir de K t : <¿ =
{a: ( y p ) (a 3 p O p e K t)}
« R. G. Collingwood, A n E s s a y o n M e t a p h y s i c s (Oxfo (O xford rd,, 1940 1940), ), cap. cap. vv "On Presupposing”.
Aquí “ a E3 p ” representa: “ ¡La ¡La pregunta a presupone que p ’\ (Esto debe entenderse en el mismo sentido en que “¿Juan le pega aún a su mujer?” presupone 2] que Juan tiene una mu jer, y 2] que q ue Juan acostumbraba a pegarle.7 pegarle .7 Diferente Difer entess rangos de afirmación suscribirán diferentes conjuntos de preguntas, precisamente porque proporcionan diferentes conjuntos de presuposiciones La idea de propagación de preguntas es importante y muy digna de consideración. Contestar una pregunta puede servir para pa ra dar la presuposición presuposición de una una pregunta más más (que (qu e no n o hubiera surgido si la primera no hubiese sido respondida). Las preguntas tienen su propia dinámica. Una pregunta da lugar a otra pregunta (en un determin dete rminado ado contexto conte xto histórico), histórico ), si su resrespues puesta ta (en ese ese cont co ntex exto) to) es una presuposición reque req uerid rida a por p or la otra pregunta. Asi pues, las preguntas deberían ser consideradas entidades , surgen en ciertas coyun,que existen en un contexto histórico’ turas y no eh otras. Una pregunta surge (es (es decir, puede pue de ser ser ^formulada significativamente) en t si todas sus presuposiciones .son conocidas enesemomento. En consecuencia, las preguntas .pueden aparecer y pasar. Específicamente:
,a se origina en t si a surge en t y a no surge en ningún tiempo . ante an terio riorr a t ¿Considérese el siguiente supuesto principio:
Ley de la conservación de preguntas
(Va) (Va) (Vi) (V O ([í <
& a e £t £t]] 3 a e (¿e)
N ó te s e . que el fraca fracaso so de la Le y de conserv conservaci ación ón del d el conociconocimiento también confirma el fracaso de esta ley. Pues una presuposición de a que es satisfecha en t por K t puede no ser satist>. N o sólo es posible fecha en t ' por por K t>. posib le que q ue respu respuest estas as a preguntas preguntas sean olvidadas, sino que la comunidad científica llegue a desechar las presuposiciones de una pregunta. En el curso del progreso científico, las preguntas no sólo pueden ser resueltas, sino también disueltas. Ya no preguntamos por las propiedades del fluido “calórico” o por el comportamiento del flogisto. Nótese que puede haber preguntas i n c o m p a t i b l e s : preguntas basadas . en presuposiciones mut mutuam uamente ente incompatibles. incompatible s. 7
La idea de que hay preguntas que no pueden ser contestadas demanda un examen más atento. Para empezar, conviene obser' var que algunas preguntas no sólo son irrespondibles, sino’ también informulables porque —en el estado de conocimiento' dado— ni siquiera pueden ser planteadas. César no pudo haber deseado deseado saber saber si si el pluton plut onio io es radiactivo. radiac tivo. N o se trata trata sólo' de que no sabía cuál cuál podí po día a ser la respuesta respuesta a la pregunta: pregun ta: ésta ésta p od ría rí a habérsele ocurrido^ no sólo no se le ocurrió, sino que no pod ya que carecía de los instrumentos conceptuales impresci imp rescindibl ndibles' es' para el planteo de esa preguntad Casos como éste son típicos en la historia de la ciencia. En lo fundamental, los problemas científicos de hoy ni siquiera podrían haber surgido una o dos generaciones atrás: no podrían haber sido formulados dentro del marco cognoscitivo del estado de conocimiento entonces* existente. Sus presuposiciones no estaban cognoscitivamente disponibles. L a ignorancia (esto (esto es, la falta de conocim iento) será será entonces de dos muy diferentes tipos. Permanece en un nivel superficial cuado podemos asir la pregunta pero carecemos —en esas circunstancias— de los medios para dar una respuesta a ella. (Piénsese en el carácter de las hipótesis sobre montañas en la faz lunar oculta planteadas en 1850.) La ignorancia prevalece en un nivel más fundamental cuando ni siquiera podríamos plantear la pregunta y, ciertamente, tampoco entenderíamos una respuesta si un oráculo benévolo condescendiera a dictárnosla. La tesis de que hay preguntas científicas irrespondibles debe ser clarificada en virtud de esta distinción entre preguntas im planteables versus preguntas simplemente irrespondibles. En efecto, esta tesis puede ser entendida en dos sentidos muy diferentes: I ] Sentido A: Hay preguntas científicas potenciales que nunca serán respondidas porque permaneceremos eternamente en una posición de ignorancia fundamental respecto de ellas. Carecemos —y siempre careceremos— del medio de explorar en la naturaleza con el grado de extensión y/o detalle necesarios aun para desarrollar los conceptos operativos de la pregunta misma. N o sólo la respu respuesta esta,, sino también la pregunta está más allá de nuestro alcance. I I ] Sentido B: Hay preguntas científicas que nunca serán respondidas porque permaneceremos eternamente en una po
sición de ignorancia efectiva respecto de ellas. Mientras que esta estass preguntas puede pu eden n ser —o serán— planteada plan teadass (pues los medios para su formulación están o estarán a nuestro alcance), no obstante nunca serán resueltas, presumiblemente por razones esencialmente prácticas relativas a las técnicas requeridas para su solución. Este segundo sentido contempla una limitación esencialmente económica. Los medios para explorar la naturaleza en el nivel requerido de extensión y/o detalle necesarios para responder la pregunta están fuera de nuestro alcance. La primera concepción es la más problemática, pues no se puede, como cuestión de principio, mostrar alguna de esas preguntas fundamentalmente inaccesibles. Pero la realidad de ellas se vislumbra con bastante facilidad sobre la base de la experiencia pasada. El h'echo de que algunas ideas corrientes fueran irrealizables en todas las etapas históricas anteriores 8 es fácilmente generalizable en la concepción, más drástica, de que algunas ideas pueden ser irrealizables en todas las etapas históricas. 4. EL PROG PROGRE RESO SO COGNOSCI COGNOSCITIVO TIVO Y L A D INÁ MI CA DE IA S PREGUNTAS PREGUNTAS
El progreso cognoscitivo es comúnmente concebido en términos de descubrimiento descubrimient o de nuevos hechos hechos (nuevas (nuevas tesi tesis) s).. Per P ero o la situación real es más complicada. El progreso, en lo que atañe a las preguntas, es una forma crucial del progreso cognoscitivo, correlativo de —y, en todos sus aspectos, tan importante como— el progreso en lo referente a la información. Las preguntas que surgen a nuestra conside8 U n científic científico o del siglo xrx, George Gore, nos da algunas ilustra ilustracion ciones: es: “Lo que es inconcebible para un hombre o en una época, no lo es nece sariame sariamente nte para otro hombre o en en otro otro perio pe rio do ... Las ideas ideas que en una época están más allá de la razón, en muchos casos, por el progreso del conocimiento conocimiento,, entran en sus sus domin dom inios ios.. .... Algunos Algu nos conocim conocimien ientos tos que qu e son inalcanzables en una época o en un estado de conocimiento se hacen accesibles en otro, por ejemplo, la ley del electromagnetismo o de la acción electroquímica no podrían haber sido descubiertas en un tiempo en que se desconocían las corrientes corrientes eléctri eléctricas: cas: ni' ni ' se hubiese llegado lleg ado al principio prin cipio de conservación de la materia y la energía cuando la ciencia estaba en su en t i f i c D t sc s c ov o v e r y [Londres, 1878], infancia.” (G eorge Gore, T h e A r t o f S c i en pp. 19-20.)
ración rac ión son un aspecto tan ta n es’ es’encial enc ial y d efin ef iníí torio to rio de un sistem sistema a cognoscitivo como son las tesis que él garantiza. La información se desarro des arrolla lla en el conte co ntexto xto de las las preguntas. preguntas. Y los nuevos hechos hechos (tesis) que descubrimos pueden comportarse de formas muy diferentes en cuanto a las preguntas. Específicamente, podemos descubrir: 1] Nuevas Nueva s (esto es, diferentes ) respuestas a viejas preguntas. 2] Nuevas Nuev as preguntas preguntas.. ' 5] La impropiedad o ilegitimidad de nuestras antiguas preguntas, en el hecho de que estaban basadas en presuposiciones nes erróneas; esto es es, “ hechos", alguna algun a vez supues supuestos tos,, que ya no son vistos como sostenibles. * Con I] descubrimos que se ha dado una respuesta incorrecta a una antigua pregunta: descubrimos un error en nuestros esfuerzos anteriores por preguntar y responder. Con 2] descubrimos que hay ciertas preguntas que no han sido para nada planteadas: develamos un “error de omisión” en el contexto de nuestros anteriores esfuerzos por preguntar y responder. Por último, con 3] hallamos que se ha planteado la pregunta enteramente errónea: develamos un “error de comisión" en el contexto de nuestros anteriores esfuerzos por preguntar y responder. Esas preguntas impropias reposan sobre presuposiciones incorrectas (y así generalmente están ligadas al descubrimiento del tipo I]). Aquí están involucrados tres tipos bastante diferentes de progreso cognoscitivo, diferentes uno del otro y de la visión tradicional del progreso del conocimiento como simple “acumulación de nuevos hechos” hechos” . Esta línea de pensamiento sugiere el siguiente:
Principio de la propagación de las preguntas (Principio de Kant) La solución de cualquier pregunta científica hace surgir otras preguntas no resueltas aún. Este fenómeno del constante “nacimiento” de nuevas preguntas podría ser designado con el nombre de "Efecto kantiano de proliferación”, de acuerdo con Emmanuel Kant, que lo describió en los siguientes términos, como un ciclo de preguntas y respuestas en continua evolución: Quién puede estar satisfecho con el conocimiento empírico presente
en todas las preguntas cosmológicas sobre la duración y la magnitud del mundo, de la libertad o la necesidad natural, si c a d a r e s p u e s t a d a d a s eg e g ún ún l os o s p r i n c i p i o s d e l a ex e x p e r i e n c i a g en e n e r a u n a n u e va va p r e g u n t a q u e , a s u v e z r e q u i e r e s u r e s p u e s t a , manifestando así que todas
las formas físicas de explicación son insuficientes para satisfacer a la razón.®
La parte en cursivas apunta a un aspecto del fenómeno de la investigación científica que empíricamente está tan bien establecido como cualquier otro en nuestro estudio de la naturaleza misma: la intervención de una ley de conservación de los problemas científicos. Este principio indica un hecho de considerable importancia para la teoría teo ría del progreso científico. N o es necesari necesario o reclamar la longevidad —ni hablemos de inmortalidad— para ninguno de los problemas corrientes para asegurarse de que seguirá habiendo problemas en diez o cien generaciones más. Así como no se necesita de individuos inmortales para asegurar la inmortalidad de la especie, asi tampoco hacen falta problemas inmortales para asegur asegurar ar la inmortali inm ortalidad dad de los problemas. problemas. A una una perspectiva de un conocimiento conoc imiento cien tífico tíf ico sin sin fin le ba basta sta con confiar en la intervención del principio kantiano, que hace que los viejos problemas, una vez resueltos o disueltos, hagan nacer otros. otros. N o es necesario necesario recurri rec urrirr a Weltratsel [enigmas universales] o a insolubilia [cuestiones insolubles]. Además, incluso una teoría que sostenga que hay , ciertamente, insolubilia , no necesita verlos como algo reconocible en cualquier etapa dada del desarrollo científico; es posible que nunca lleguemos a reconocerlos por no ser accesibles a la investigación científica en ninguno de sus estados concretamente realizables . Entonces, no es necesari necesario o que una teoría te oría del progreso cien c ientífico tífico ilim itado ita do —qu que prevea una fuente inagotable de problemas científicos— acepte la idea de que hay problemas insolubles reconocibles como tales en esta etapa del juego . » Kant, P r o l e g óm sec. 57. Compár Com párese ese óm e n o s a t o d a m e t a f ís i c a f u t u r a (1783), sec. con el siguiente pasaje pasaje del quí mico mic o inglés George Geor ge Gor G ore e (1826 (1826-19 -1909 09): ): "E l conocimiento nuevo no es como una cisterna, rápidamente vaciada, sínr» como como una fuente de poder y duración cas casii ilimi tados.. tad os.. . El área de los los descubrimientos se agranda rápidamente mientras avanzamos; t o d a v e r d a d c i en e n t íf i c a c o n o c i d a a h o r a g en e n e r a m u c h a s p r e g u n t a s q u e a ún ún d e b en e n s er er c o n testadas. Es posible obtener respuesta para algunas preguntas ya en el pre sente, otras sólo pueden ser elucidadas cuando otras partes de la ciencia se hayan desarrollado más." (T h e A r t o f S ct c t en e n t i f i c D i s co c o ve v e r y , o p . c i t . t p. 27.)
La tesis del progreso científico ilimitado es, entonces, perfectamente compatible con la concepción de que toda pregunta que puede ser planteada en cada etapa ha de ser respondida en alguna etapa futura: esto no nos compromete con la opinión de que hay preguntas irrespondibles situadas más allá de los límites de toda solución posible. Ocurre simplemente que, mientras contestamos viejas preguntas, constantemente planteamos otras nuevas, de acuerdo con el principio kantiano. 5. c o m p l e c i ó n c o g n o s c i t i v a : c o m p l e c i ó n p o r r e s p u e s t a a p r e g u n t a s ( o “ e r o t é t i c a ”)
La idea de una relación de preguntayrespuesta da lugar a un sentido característico de la "compleción” de los sistemas cognoscitivos. Adoptaremos la notación A*pa para la tesis “ p es una respue respuesta sta correcta para la tesi tesiss a” . Ahor Ah ora a debemos debemos darle da rle temporalidad a este enunciado, resultando así la siguiente tesis, relativizada:
A tpa para p G K t & A *pa *pa GK t donde K t representa, representa, nuevamente, nuevamente, el e l cuerpo de (supu (supuesto estos) s) conocimientos aceptados en t. De este modo, A tpa representa: “ p es propuesta como respuesta apropiada a la pregunta a dentro del estado de conocimiento prevaleciente en t ” . Y aquí el calificativo de "apropiado” no significa necesariamente verdadero pe p e r se, se, sino verdadero de acuerdo con los patrones más accesibles del día. (Recuérdese el lema ultra posse nemo obligatur [nadie está obligado a ir más allá de sus posibilidades].) Ahora bien, la idea de la compleción cognoscitiva también puede ser entendida de acuerdo con la fórmula: "toda pregunta es contestada”. Entonces podemos decir que el "estado de la ciencia” en el tiempo t ha alcanzado una condición de compleción Q (compleció (com pleción n por respu respuest esta a a preguntas preguntas o "eroté tica” ), si se da la siguiente condición:
( V a ) ( a e Q t 3
(3p)Atpa)
o, de modo equivalente:
,(V«)(*e£. 3 ( 3 3 p ) [ p e K * & A * p a ( ~ K tJ). tJ). Dada la ambigüedad implícita en Q t y en K t, vemos que la
comple com pleció ción n £> de un estado de conocim con ocimient iento o (esto es es, el estado de conocimiento obtenido en un momento dado) puede ser entendida de cuatro maneras combinatorias posibles: C om p l e ci ón
Q
p er c ib id a
To T o d a pregun pre gunta ta plantead plan teada a entonces tiene una respuesta dada entonces'.
( V a ) ( a e Q ?* 3
( 3 p ) ¡ p e K \ & A*pa(zK't])
i i] Com pleción pleció n Q_ débil To T o d a pregunta preg unta plantead plan teada a entonces tiene una respuesta accesible entonces'.
(\/a) (aeQ!t 3
(Bp)¡peK"t & A*paéK\1)
i i i] Compleción Q fuerte: com pleción pleción en p rinc ipio To T o d a pregunt preg unta a plantea plan teable ble entonces tiene una respuesta accesible entonces : (Va) ( a e ( ¿ " t 3
(3 p )¡p e K “ t & A * p a e K " t ] )
(Nótese que la condición iii] incluye la condición ¿i]) tu] Un caso irreal To T o d a pregun preg unta ta plante pla nteabl ablee entonces tiene tiene una respuesta dada entonces:
( V a ) ( a e (¿"t ( ¿"t 3
p )\ p e K \ & A * p a G K 't]) (3 p)\ ' t])
Así llegamos a sólo tres formas viables de la idea de compleción Q. Cada una de estas alternativas refleja un modo de concebir un conjunto accesible de respuestas K t suficientemente amplio como para “cubrir*' un conjunto existente de preguntas Q t. Es importante notar que —específicamente en relación con las dos primeras formas de compleción Q — compleción eroté tica no significa necesariamente amplitud o abundancia de K t sino que puede simplemente reflejar la exigüidad del rango Q ' de preguntas que estamos en condiciones de contemplar. Si somos somos bastan bastante te restringidos (o faltos de imagin im aginación ación)) en las las preguntas que planteamos, la compleción de nuestro conocimiento reflejará esta restricción y no tanto su propia adecuación.
La idea de la compleción Q fuerte apunta específicamente a la idea de un equilibrio entre preguntas y respuestas: las preguntas que pueden formularse en virtud de un cuerpo de conocimientos pueden ser contestadas recurriendo a este mismo cuerpo de conocimientos.
Esta Esta forma form a de complec com pleción ión por respues respuesta ta a preguntas preguntas (o ero tética ) de un "estado de conocimiento” es una idea particularmente atractiva y útil. Pues no concibe la compleción en términos de algún patrón de "información perfecta” externo al ‘'estado de conocimiento” que compara nuestro “conocimiento” con el de un ser hipotético cognoscitivamente infalible. Por lí> contrario, esta idea desarrolla un patrón de compleción que es interno a nuestros nuestros horizontes horizo ntes intelectuale inte lectuales: s: todas todas las las pregunpregu ntas que nosotros plantea planteamos mos (o podemos plantear) son son preguntas que nosotros respondemos o podemos responder. El problema de la compleción se plantea en correlación con nuestro “estado de conocimiento” en sus propios términos, no en términos de algún absoluto trascendental. Esta perspectiva tiene importantes implicaciones en el problema de la completabilidad de la ciencia. Es concebible, aunque improbable, que la ciencia alcance un equilibrio fortuito entre problemas y soluciones. Podría quedar completada en el sentido efectivo: proporcionando una respuesta a cada pregunta que podamos formular en el estado de conocimiento existente existente (aunque aún aún imperfecto imp erfecto)) eii un determinado determinado momen fu ndam am enta en tal l de to, pero sin quedar completada en el sentido fund responder las preguntas que surgirían sí pudiéramos explorar la naturaleza sólo un poco poc o má máss profundame profund amente nte (como, lamenlam entablemente, no nos ¡es posible). La idea de compleción erotética termina siendo, entonces, débil: nuestro cuerpo de conocimientos científicos podrá ser erotéticamente completo y, sin embargo, sustancialmente inadecuado.
6. E L PRO BLE MA DE LAS PREGUNTAS IRRESPONDI IRRESPONDIBLES: BLES: DOS DOS TIPOS M U Y DIFERENTES DE LÍMITES COGNOSCITIVOS
En la sección anterior examinamos la idea de compleción por respuesta a preguntas. El principio correlativo de incompleción apunta claramente al problema de los limites cognoscitivos, rere ferido a la capacidad de nuestro conocimiento para resolver problemas a largo plazo* Ahora bien, un significativo modo en el que la capacidad de nuestro conocimiento para resolver problemas podría ser restringida es por su limitación débil expresada en la tesis siguiente;
Limitación débil (la permanencia de preguntas no resueltas) Siempre, en toda etapa,10 hay preguntas para las que no se dispone de respuesta. En toda etapa de la historia del conocimiento hay pregunta preguntass no respondí bies bies en determinado momenmomen to (que, sin embargo, pueden ser respondibles en una etapa posterior):
(Vi) (3 o ) ( a e <¿t & ~ ( 3 p ) A tp a ) Esta tesis afirma el carácter permanente de la limitación cognoscitiva: nuestro conocimiento no es completo en ninguna etapa porque siempre nos quedan preguntas no respondidas en la agenda. Nótese que si se aceptara el principio kantiano de propagación de preguntas, esta situación de la permanencia de preguntas no resueltas quedaría asegurada. En efecto, si toda respuesta genera nuevas preguntas, entonces nunca alcanzaremos un punto en el que todas las preguntas estén respondidas. También habría que observar que esta posición es perfectamente compatible con la circunstancia de que toda pregunta que surge en una etapa dada cualquiera cualquie ra puede ser ser resuelta (o disuelta) en alguna etapa subsiguiente. La limitación débil prevé la inmortalidad de las preguntas, y no la existencia de preguntas inmortales (;insolubilia ;). Un segundo modo por el cual la capacidad de nuestro conocimiento para resolver preguntas puede ser limitado es el que contempla una situación mucho más drástica: 10 O tal vez en forma alternativa: siempre, en cada etapa subsiguiente a cierta coyuntura.
Limitación fuerte (la existencia de cuestiones insolubles) Habrá Hab rá (en alguna coyuntura) preguntas preguntas planteables planteables entonces que nunca tendrán respuesta, preguntas identificables cuya respuesta está totalmente fuera del alcance de la ciencia; preguntas que siempre están en la agenda, sin embargo nunca son resolubles:
( 3 a ) ( 3 í ) ( V O ( í / > f =>
Se ~ (3p)¿t' (3p)¿t'pa\).
Esta tesis sostiene que hay problemas inmortales, preguntas permanentemente irrespondibles; en una palabra: verdaderos insolubilia. Así, los límites o fronteras restrictivas del conocimiento pueden funcionar de dos diferentes modos. Considérese la analogía con una biblioteca de tipo bastante especial, con un número infinito de volúmenes. Supóngase, como primer caso posible, que sólo un cierto número fin ito it o de su sus (finitos (fin itos)) anaqueles es es accesible. Entonces tenemos la situación de lo que puede ser caracterizado como un límite terminal de la información a obtener: si sólo se pueden alcanzar finitamente muchos volúmenes, el cuerpo de conocimientos derivable —por vasto que pueda ser— tiene que ser finito. Un investigador tendrá, en principio, que llegar a un límite en cuanto al conocimiento que eventualmente pueda asegurar: drásticamente incompleto aún y, sin embargo, imposible de extender. A diferencia diferen cia del caso caso anterior, considéres considéresee la posibilida po sibilidad d de que algunos volúmenes en cada una de las estanterías de la bibliote bibl ioteca ca infin in finita ita son inacces inaccesibl ibles. es. N o hay duda de que también ésta es una circunstancia con límites restrictivos. Pero ese límite excluyente de la información que se puede obtener es algo muy diferente del límite terminal de la situación anterior. Pues a pesar de la indudable existencia de una limitación muy real, la perspectiva de avances más sustanciales en el conocimiento queda ahora siempre abierta. Un investigador puede extender cada vez más y tan lejos como quiera la información sobre cualquier tema dado. Este problema ya había sido planteado claramente por Kant, que estaba dispuesto a aceptar la existencia de límites exclu yentes, yentes, mientras negaba con vehemen vehe mencia cia la de los límites límit es terminales. [En] la filosofía natural la razón humana admite l ím i t es (“límites ex-
eluyen uyen tes”) pero no b a r r e r a s ("lím ites ite s terminales”) terminales”);; esto es, es, admite adm ite que hay algo más allá de ella a lo cual nunca podrá llegar, pero no que alcanzará compleción en cualquier punto de su progreso in terno . . . Las La s posibilidades de nuevos descubrimientos son infinitas, e igualmente lo es el descubrimiento de nuevas propiedades de la naturaleza, de nuevos poderes y leyes, por medio de la experiencia con tinua y su combinación racional.,
Esta distinción kantiana entre límites terminales y excluyen tes es die enorme importancia para nuestro análisis. Pues en el contexto del progreso científico debemos distinguir claramente dos preguntas muy distintas: 7] ¿Podemos ¿Podemos m ejorar ejo rar constantemente constantemente (más que en forma form a marginal) el cuerpo de hallazgos científicos que ya hemos formado? 2] ¿Hay algo, dentro del reino de lo potencialmente descubri ble, que esté totalmente fuera de nuestro alcance por estar fuera del rango de lo que nos íes posible realizar? El primer interrogante se reduce a: “¿Tiene la ciencia límites tes terminales?” terminales?” , y el segundo a: “ ¿T ¿Tie iene ne límite l ímitess la ciencia, sean sean ellos terminale terminaless o excluye excluyente ntes?” s?” Y obsérv obsérvese ese que qu e el problema proble ma de la perspectiva de un progreso científico creciente se relaciona sólo con el interrogante /]: se refiere al problema de los límites terminales y deja de lado los límites excluyentes De este modo, la distinción entre estos dos tipos de límites trae la importante consecuencia —ya sacada por Kant— de que aceptar la idea de que el conocimiento científico es limitado n o es equivalente a aceptar que la ciencia es finita o comple table. La existencia de preguntas irrespondibles en ciencia natural —de verdaderos insolubilia— de ningún modo traerá como Prol egó óm m e n o s a t o d a m e t a f ís i c a f u t u r a , sec. 27. Compárese con tí si guiente pasaje de Charles Sanders Peirce: "Por mi parte, no puedo admi tir la proposición de Kant de que hay ciertos límites infranqueables para el conocimi conocimient ento o hu m ano . . . La historia historia de la ciencia ciencia proporciona sufic suficien ientes tes ilustraciones de que es caprichoso decir que esto, aquello, o aquello otro nunca será descubierto. Auguste Comte dijo que era manifiestamente im posible que alguna ve 2 se supiera algo acerca de la constitución química de las estrellas fijas, pero antes de que su libro llegara a los lectores, ya se había hecho el descubrimiento que Comte anunciaba como imposible. Legendre afirmó de ciertaJproposición en la teoría de los números que, aunque aparentaba ser verdadera, su prueba parecía estar más allá de las posibilidades de la mente humana; sin embargo, el siguiente autor que escri bió sobre el tema dio seis demostraciones independientes del teorema.” ( C o l l e c t e d P a p e r s , vol- vi, sec. 6.556.)
consecuencia el hecho de que nuestro conocimiento en esta esfera debe, finalmente, dar en un punto muerto, terminando en un estado estado de de conocimiento conocim iento “ completo” com pleto” cuya cuyass fronteras fronteras no podemos seguir extendiendo. (Piénsese (Piénsese en una exploración explorac ión cada vez más más exhaustiva de una llanura ilimitada y con altísimas montañas que no podemos escalar.) 7. PREGUNTAS ESENCIALES El problema de la compleción por respuesta a preguntas de un marco de sistematización para nuestro conocimiento es, efectivamente, más complejo de lo que a simple vista parece. Es importante tener en cuenta aquí que cualquier marco científico de sistematización de nuestro conocimiento fáctico está habilitado para establecer que ciertos tipos de preguntas son impropios, impropio s, que cierta ciertass preguntas preguntas “ simplemente no surgen” . Por Po r ejemplo, ejem plo, cuando cuando determinada forma form a de movim mo vimient iento o (ya sea en los círculos de Aristóteles o en las líneas rectas de Galileo) es caracterizada como “ natural” natu ral” , entonces estam estamos os obligados obligad os a abstenernos de preguntar por qué los objetos se mueven de esta esta manera mane ra en ausencia ausencia de fuerzas fuerzas impuesta impuestas. s. U otro otr o ejemp eje mplo: lo: considerando que la semivida de cierta variedad de californio es 235 años, no debemos preguntar —dada la moderna teoría de los cuantos— por qué cierto átomo particular de esta sustancia se descompuso después de sólo 100 años. Si un marco explicativo elimina realmente cierto grupo de preguntas, no debemos, presumiblemente, pensar que su fracaso en responderlas es motivo de su descrédito. Por eso es importante distinguir entre: 1] Insolubilia : preguntas que podemos plantear significativamente, pero que no podemos responder entonces (y, en verver dad, nunca). Estas preguntas van “más allá de los límites” de nuestro poder explicativo y no admiten ninguna solución dentro de ningún marco explicativo que construyamos. Preguntas impropias” impropias” ', preguntas que sólo son respondibles 2] " Preguntas porque hay buena y suficiente razón para sostener que no pueden surgir dentro del marco de discusión, cuyos principios fundamentales violan las presuposiciones esenciales de esa pregunta. El marco desautoriza efectivamente la pregunta.
La compleción por respuesta a preguntas debe, entonces, ser establecida no en términos de todas las preguntas, sino de todas las preguntas propias y legítimas. Y un marco explicativo está en condiciones de tener parte en la determinación de esa legitimidad. Pero por cierto que el asunto no termina allí. No debemos ser demasiado permitivos como para admitir que un marco explicativo erradique preguntas torpes con total impunidad. Debemos reservarnos el derecho de rechazar el marco mismo con el cargo de que “ hay má máss co cosas, H oracio ora cio,, en el cielo cie lo y en la tierr tierra.. a.. . ” Además de las preguntas que transgreden los límites del tipo i] y 2], hay también:
3] “Preguntas esenciales preguntas preguntas que clarifican los principios fundamentales de un marco explicativo porque en vez de violar sus límites los señalan y delinean. Estas preguntas “esenciales" no pueden ser respondidas dentro del marco con el cual se relacionan: desde un punto de vista interno del marco son insolubles, porque demuestran dónde están situados los límites del marco, si bien este hecho no necesita hacer de ellas insolubilia. Tampoco son preguntas impropias. Surgen en una base relativa al marco, aun cuando no pueden ser respondidas dentro de él. Es oportuno considerar brevemente aquí el ejemplo paradigmático tradicional de una pregunta esencial para el marco científico de la explicación causal, la pregunta de Leibniz: “¿Por qué existe algo?” Al ocuparse de esta pregunta es importante no caer en la “ trampa causal” causal” de inten in tentar tar dar una respu respuest esta a de la forma fo rma general: “Porque X existe y X impone forzosamente existencia.” Es obvio que esa respuesta es inapropiada: “algo” incluye también a X . En cuanto cuanto a la pregunta “ esencial” esencial” : “ ¿Por qué existe algo?” algo?” , los enfoques enfo ques que qu e se se pueden pue den preve pr everr (y se se han previsto) pueden agruparse de esta manera: i] Enfoque disolucionista i i ] Enfoques solucionistas a ] La solución de nocausa b ] La solución necesaria c] La solución teleológica
Consideremos cada uno por separado. El enfoque disolucionista sostiene que la pregunta misma es impropia e ilegítima. Sostiene que se pueden pedir explicaciones de porquéexiste de cosas que están dentro de la naturaleza, pero no de la naturaleza como un todo. Pero ¿por qué no? Nunca se da una respuesta satisfactoria a esto. En general caemos simplemente en el círculo que pone la impropiedad de la pregunta en la supuesta imposibilidad de dar una respuesta apropiada a ella. Xodos los demás enfoques, solucionistas, aceptan la validez de la pregunta en sus propios términos. La solución de nocausa dice, en efecto, "simplemente porque”. Toma la posición de que no hay razón particular para la existencia. “Eso es simplemente como es”, acéptalo así sin hacer más preguntas. preguntas. (Piénsese en la observación de d e Carly Ca rlyle le cuando se le dijo que cierta dama había aprendido a aceptar el mundo: "¡Por Dios! ¡Cuánto mejor para ella!”) La solución necesaria dice que las cosas existen porque así tiene que ser. Tenemos también un necesarismo spinozista, que afirma que las cosas son como son porque eso es inevitable. La solución teleológica sostiene que el ser descaixsa en el ■valor. Las cos cosas existen porque por que "eso es para para mejo m ejor” r” . Sin Sin duda, esto deja un problema residual: "Pero ¿por qué existiría lo que es es adecuad adecuado?” o?” Y entonces entonces no es cuestión cuestión de decir: " L o que es adecuado existe porque hay algo [Dios, la Mente Cósmica, etc.] que lleva a lo que es adecuado a su realización.” Esto es, simplemente, caer de nuevo en la trampa causal. Tendremos que contestar contestar la pregunta en su sus propios prop ios términos: términos: "Por "P orqu qu e eso es adecuado.” El ser adecuado es visto como el final de la línea explicativ exp licativa.1 a.12 2 ¿Cómo podemos podemos decir qué enfo que es "e l correcto” ? Está Está claro que aquí n o podemos podemos demostrar la la corrección. Lo mejor que podemos esperar hacer es mostrar que alguno de los enfoques es, en comparación, el más ventajoso para sostener en vista de los argumentos disponibles. Y desd desdee el punto de vista de ese ese cálculo de cost costos os y ben eficios, cada enfoque tiene significativas desventajas. 1] Enfoque disolucionista ¿Por qué es ilegítima la pregunta, aparte de por parecemos 12
Véase John Leslxe, E x i s t e n c e a n d V a l u é (Oxford, 1978).
difícil? ¿No es éste otro ejemplo del fenómeno de la zorra y las uvas uvas?? 2] Solución de nocausa Ésta, sin duda, no es más que una solución de último recurso. Es Es como la explica e xplicación ción “ por po r impulso” que se ofrece para dar cuenta cuenta de la acción de alguien. N o es tanto una solución como una admisión de derrota: una indicación de que no están disponibles otras soluciones. 3] Solución necesaria Esta solución es, simplemente, demasiado problemática. Puesto que es fácil concebir alternativas, ¿cómo podríamos establecer una inevitabilidad necesaria? 4] Solución teleológica La teleología empezó a caer en descrédito ya en el Renacimiento y ha sufrido una permanente sucesión de golpes desde Copérnico a Darwin. El último de estos enfoques es hoy el menos en boga y, quizá por esa misma razón, el más interesante. La estrategia general por la cual esa solución podría concebirse como practicable es la siguiente: Consideremos que las ecuaciones fundamentales que definen las “ leyes (físicas) de la la naturaleza’' han sido obtenidas en nuestros mejores esfuerzos por mostrar que ellas, en sí mismas, bastan para indicar el hecho de la existencia. Esto es, no esforzamos por mostrar que la existencia del mundo está implícita en su esencia de legalidad. Aquí la estrategia consiste en mostrar que las soluciones más simples, más elegantes, más estéticas de las ecuaciones cósmicas son las que están de acuerdo con los valores paráme pará metro tro claves =f^ 0 (esto es es, valores valo res que qu e requi req uiere eren n existencia). La estrategia general es argumentar que, dada la “ naturaleza naturaleza esencial'’ esencial'’ de lo real, tal ta l como nos nos la revela la física, su existencia es "más adecuada” que lo que sería su no existencia. Y, por cierto, yendo un poco más allá podría ocurrir que qu e las soluciones óptimas óptim as de las ecuaciones cósmica cósmicass (las más simples, elegantes, etc) son exactamente las que se correlacionan con los valores de parámetros exactamente como son; esto es, por ser los que hacen al mundo tal como lo tenemos. Si esa línea de argumentación puede ser desarrollada en forma satisfactoria satisfactoria (se (se trata de un gran si), enton entonces ces la Solución Solu ción Tel T elee o lóg ló g ica ic a podr po dría ía llega lle garr a ser, ser, presumiblem presum iblemente, ente, una opci op ción ón vital.
El lector podría fácilmente elaborar él mismo una respuesta1 de cómo un tratamiento análogo podría aplicarse a aquellas otras “preguntas esenciales” relativas al marco científico de explicación causal, tales como: ¿por qué hay leyes de la naturaleza?, ¿por qué hay leyes de la naturaleza relativamente simples (esto es, suficientemente simples como para que seres inmersos en la naturaleza puedan descubrirlas)?, ¿por qué las leyes de la. naturaleza son como com o son (esto es, con las constantes constantes unive un iverrsales que asumen sus valores)? Es insatisfactorio tratar de responder tales preguntas, con Descartes, mediante el recurso de una simple voluntad (o con Leibniz, mediante el recurso de la buena voluntad) del divino creador; y no tanto porque Dios esté muerto como por las propiedades racionales de la situación implícita en el lema escolástico non in philosophia recurrere est ad deum [en filosofía no hay que recurrir a Dios]. También es insatisfactorio tratar de responder estas preguntas, con Peirce, en términos evolucionistas, diciendo que es, de algún modo, natural que las leyes tal como las tenemos evolucionen de un caos primario. (Pues, primero, ¿por qué un caos primario?, y, segundo, ¿por qué esos particulares principios del desarrollo natural?) Rechazar la pregunta por impropia e ilegítima es poco más que un equivalente intelectual de patear con frustración la silla con la que nos hemos golpeado un tobillo. Por último, no es menos insatisfactorio hablar aquí de un misterio intrínseco, pues eso sirve para poner de relieve la dificultad, más que para apartarla.13 Simplemente se trata de reconocer que tales preguntas no pued pu eden en ser tratadas de la manera corriente, en virtud de su carácter de preguntas esenciales para el marco causal por el cual las preguntas son habitualmente resueltas dentro del ámbito de la explicación científica. Aquí debemos apoyar la palanca de Arquímedes de la racionalización totalmente fuera del suelo causal habitual. Quizá sirva el enfoque teleológico; quizá podamos hacer que sirva algún otro ingenioso enfoque ignorado u oscurecido hasta ahora. Pero el hecho crucial es que, en este caso, la base de nuestro razonamiento no sólo puede, sino que debe ser desplazada fuera del alcance de los principios causales. 13 Compárese con Erwi Er win n Schródinger, W h a t i s L i f e (Cambridge, 1945), p. 31. E. P. Wigner, “The Unreasonable Effectiveness of Matheraatics in Natural Sciences”, C o m m u n i c a t i o n s o n P u r é a n d A p p l i e d M a t h e m a t i c s , vol. 13 (1960), p p. 1-14. 1-14. Véase Véa se antes, p. 141 141.
Este enfoque perspectivista tiene importantes implicaciones para nuestro análisis. Ilustra la necesidad de evitar clasificar una pregunta como “ esencial” esencial” pura y simple, y sí, sí, en cambio, cambio, sólo como esencial respecto de un marco explicativo particular. Y esta esta esencialidad esencialidad relativa rela tiva a l marco m arco no hace hace necesariam necesariament entee •que la pregunta sea insoluble como tal. Pues, como vimos, en el contexto contex to de la pregunta preg unta paradigmá para digmáticam ticamente ente esencial esencial —“ ¿por qué existe algo?”— y sus diferentes preguntas afines, el hecho ■de que esas preguntas sean, en verdad, esenciales para el marco ■causal (que, por po r su su misma naturaleza, naturaleza, no puede pue de entrar en conflicto con este asunto) no significa que no pueda haber otro marco (por ejem plo, el teleológico teleoló gico)) que pueda pueda entender entenderse se con con ellas con más o menos éxito. Aquí, una vez más, haremos bien en evitar la tentación de clasificar ciertas preguntas como insolubles en principio. En efecto, ellas están dirigidas al problema de los límites cognoscitivos de un modo bastante especial: indicando dónde están los límites de un marco e xp lic a tiv o. determinado. Son “ insolu insolu bles” no como tales, sino sólo dentro del marco. Si recurrimos a una una “ fundamentación fundamentación má máss alta” alta” expandiendo o complementando o reemplazando el marco, esas preguntas pueden llegar a ser respondibles. Ellas tienen una situación distintiva y característica en nuestro esquema cognoscitivo: no son ni insolubilia irrespondibles ni “preguntas impropias” ilegítimas, sino más bien indicadores del marco. En consecuencia, tienen que ver más con el aspecto relativo del marco explicativo que con el aspecto absoluto o global del problema de los “límites del conocimiento”. 8. EL CARÁCTER DE INCOMPLETABLE DE “NUESTRO CONOCIMIENTO”
Repasemos brevemente el resultado de estas deliberaciones sobre el problema del cual partimos: la posibilidad de que el conocimiento científico n o sea sea sistema sistema tizable tiza ble d ebid eb ido o a su condición de incompletablé. Hemos visto que en esa compleción hay dos cosas diferentes en juego. Una es el alcance de un “ esta estado do final fina l completo” comp leto” del d el conocimiento fáctico en virtud de una osificación del conocimiento del tipo examinado en la sección 2. Dada la perspectiva realista de que el progreso científico continúe ad indefiniíum , ese tipo de compleción es en sí mismo implausible. E incluso la compleción en el sentido más débil,
erotético, de llegar a una situación en la que todas las preguntas están contestadas es también una perspectiva no realista,, puesto que existen procesos de propagación de preguntas. La compleción de nuestro conocimiento fáctico no es, por lo tanto, un estado cuyo alcance sea una expectativa razonable.. Frente a esta perspectiva de no compleción, la consideración' fundamental no es una cuestión de todo o nada, sino de gradación. El hecho de que no podamos esperar enteramente alcanzar ese ideal no nos da un argumento contra el mandato regulativo: “Esfuérzate porque tu conocimiento del mundo sea tan, completo como te sea posible/' Este resultado de nuestras deliberaciones es, en consecuencia, perfectamente concordante con la función prevista para este parámetro de sistematización a lo largo de todo este análisis. Es un ideal regulativo perfectamente legítimo y apropiado para la investigación fáctica. Sin embargo, la incompleción —en rigor, la incompletabili dad presuntiva— de "nuestro "nues tro (supues (supuesto) to) conocimiento conocim iento”” tiene' profundas implicaciones para su condición de tal. En efecto, una de las más claras lecciones de la historia de la ciencia es que, en lo que atañe al conocimiento científico, toda nueva¿ información no complementa simplemente, sino que por lo general corrige nuestro conocimiento anterior. De acuerdo con, esto, no nos quedan muchas más alternativas que aceptar la modesta opinión de que la no compleción de nuestra información incluye también su no corrección: debemos suponer que* la no compleción trae tras sí la no corrección. Este aspecto de la cuestión da a la no compleción una importancia mucho mayor que la que se observa a simple vista.
Cuestiones de compleción explicativa
SINOPSIS
.j? .j?] H ay dos sentidos sentidos diferentes de la “comp “ compleción leción explicativa” explica tiva” : c o m p r e h e n si s i v i d a d o inclusividad de todos los elementos, por una parte, y f i n a l i d a d o compleción, por otra. 2] La comprehensividad es, por ¿necesidad, alcanzable sólo parcialmente en la construcción inferencial■ísubsuntiva de la explicación. Pero si la explicación es concebida en términos de coordinación sistemática —como ocurre en el enfoque -coherentista— la comprehensividad es en principio alcanzable y, su búsqueda representa un ideal legítimo. 3 ] La finalidad, por el contra•,
EXPL ICATIV A” :
COM -
¿Cuando se habla de “compleción explicativa” pueden tenerse en vista dos cosas básicamente diferentes. Por un lado está la comprehensividad, circunstancia que se da cuando todo problema explicativo ha sido resuelto y toda cuestión explicable >ha sido explicad expli cada a (o, en todo tod o cas caso, o, tiene tiene una explicación explic ación potencialmente disponible en términos de la maquinaria que se ha montado). Ninguna pregunta explicativa queda sin responder. Por otro lado, la compleción en el sentido de final fin alid idad ad .o compleción propiamente dicha significa que se ha llegado a una situación de finalidad: que se dispone de la explicación se puede disponer de ella) para todo pro blema •d e fin fi n itiv it iva a (o se explicativo que de hecho tiene solución: la explicación última .que no admite nuevas correcciones o enmiendas. Una respuesta
responder —quizás quizás erróneamente— toda pregunta (respondib (respo ndible) le) que podamos formular. Con la compleción de finalidad hemos respondido d e f i n i t i v a m e n t e , más allá de todo mejoramiento, todas las preguntas que podemos responder. En consecuencia, la cuestión de la compleción explicativa de nuestros empeños de sistematización científica se apoyará en bases diferentes según cuál de estos dos sentidos de compleción se tenga en cuenta. 2. ¿SE PUEDE ALCANZAR LA COMPREHENSIVIDAD? Hay un acuerdo general —más general, parecería, que en la ma yoría yor ía de las otras cuestiones cuestiones de epistem epis temolo ología gía de la ciencia— cienc ia— en que las explicaciones científicas son inferencias s u b s u n t i v a s que ponen los elementos a explicar dentro de un contexto de leyes de cobertura cobertura que les otorga otorg a racionalidad. raciona lidad. (E (Ell argumento su sub suntivo de que se trate puede, por supuesto, ser probabilístico y no deduct ded uctivo ivo.) .) Así As í pues, pues, si se nos nos pide pi de que qu e expliqu exp liquem emos os por po r qué e s t e objeto cae ahora con una velocidad de 8g, encuadraremos nuestra respuesta según la ley de Galileo de la caída de los cuerpos, esto es: Cada vez que se deja caer desde una altura un objeto en el vacio por un período de t segundos, se dirigirá a la superficie de la Tierra con una velocidad tal que la distancia recorrida es i / 2 g t K Y, por consiguiente, advertiremos que ese objeto fue dejado caer 4 segundos antes libremente en el vacío. Lo que claramente logra log ra est esta a explicación explica ción es la racionalización racionaliz ación (en este este cas caso o racionalización d e d u c t i v a ) de su e x p i a n a n d u m , el elemento a explicar, con referencia a las l e y e s apropiadas y a ciertos h e c h o s d e f o n d o (o “condiciones de valor límite”). Este modo de enfoque conduce a una teoría de la explicación que podría ser caracterizada como i n f e r e n c i a l i s m o s u b s u n t i v o , que considera que la explicación procede por inferencia deductiva o probabilística que efectúa una referencia subsuntiva a las leyes del dominio relevante. Pero considérese ahora el problema de la c o m p r e h e n s i v i d a d de su rango explicativo. ¿Puede la ciencia, realmente, explicar todo? A simple vista parecería que la respuesta respuesta tendría que ser negativa, como lo indica el resultado de un argumento tan
antiguo como los Analíticos posteriores de Aristót A ristóteles.1 eles.1 Breve* mente resumido, este argumento dice lo siguiente: dar una explicación de un hecho como explanandum implica invariablemente el uso de otros argumentos en el explanans (lo que lo explica). Resultará así un infinito regreso. Este regreso sólo terminará si hay ciertos ciertos hecho hechoss “ últimos” , hecho hechoss no explicaexp licables ellos mismos, aunque están disponibles para ser usados en la explic ex plicació ación n de otros otros hechos hechos.. Eso Esoss hech hechos os “ últimos” últim os” tendrán el papel de premisas básicas en la ciencia tanto como los axiomass son básicos ma básicos en un u n sistema sistema de geom ge ometría etría.. Y estos estos hechos últimos representarán el límite de la explicación científica, pues si bien la ciencia se vale de ellos para dar explicaciones, ellos mismos estarán fuera del rango de la explicabilidad científica. Este argumento del regreso a una eventual base de hechos “ últimos” indica in dica uno un o de los seri serios os defecto defectoss del de l enfoque enfo que sub sub suntivo. Pero este enfoque de la explicación contrasta con otro muy diferente, la explicación no subsuntiva en términos del “máximo ajuste”, dentro del espíritu del enfoque coherentista. Esta “coordinación” de máximo ajuste puede involucrar conectividad inferencial , pero también puede ser cuestión de analogía, uniformidad, simplicidad y los otros parámetros de sistemación del conocimiento. Tenemos así un enfoque de la explicación enteramente diferente; un enfoque que toma la sistemación como clave, basándose no en la inferencia subsuntiva, sino en la coordinación sistemática. Aquí la cuestión no es subordina- ción a, sino coordinación con : no se trata de una inferencia a partir de otras tesis, sino de coordinación por medio de una mutua armonización con ellas. En un enfoque como éste, si explicamos A por referencia a B y C no lo hacemos infiriendo A de B y C, sino mostrando que A es cosistematizable de un modo más directo con B y C que sus alternativas A ’, A ” , etcétera. Esta distinción entre explicaciones inferencialmente subsun tivas y sistemáticamente coordinativas tiene importante influencia para el logro de la comprehensividad explicativa. Por una cuestión de principio, la comprehensividad no ha de ser alcanzable en un marco puramente subsuntivo. Subsu mir esto bajo aquello nos compromete en un regreso explicativo que pronto tendrá que detenerse. Lo más que podemos l Véase el libro i, sec. 3.
hacer es sacar la carga del lomo del elefante y ponerla sobre la tortuga; en última instancia somos llevados de nuevo a los primeros principios que nunca son explicados , sino sólo raciona- lizados en términos de que “producen las consecuencias correctas” . En est estee contexto cont exto subsuntivo, subsuntivo, la com pleción plec ión explic ex plicativa ativa en el sentido de comprehensividad no es es alcanzable por un . problema de principios teóricos y, por lo tanto, debe ser abandonada como meta. Pero la situación es muy diferente en el contexto del enfo, que sistemáticamente coordinativo de la explicación en términos del máximo ajuste. Aquí la idea de que iodo se puede explicar no ocasiona dificultades. La explicación de A por referencia a B y C y la vuelta en círculo para explicar B por referencia a A y C no implican un regreso viciante. Ahora adquiere total sentido adoptar la compleción explicativa como ideal regulativo. La búsqueda de compleción explicativa en el sentido de sistematización comprehensiva de nuestro entendimiento como instancia explicatoria es un importante aspecto de la adopción de la sistematicidad como ideal regulativo de la investigación. Es indudable que este ideal de compleción por comprehensivida siv idad d es es un índice índi ce de d e esperan esperanza. za. Y esta esta esperanza esperanza no es más más que les leso: una esperanz esperanza. a. N o ocurre, por po r cierto, c ierto, en la presente presente coyuntura histórica, el que todo hecho físico o biológico pueda ser satisfactoriamente explicado por las ciencias tal como están ahora. ahora. Y es posible pos ible que esta esta circunstancia circunstancia se se continúe continú e por po r siempre. Es incluso concebible que continúe así aun en una física o una biología que hayan alcanzado la compleción final, a las que el esfuerzo humano las haya llevado tan lejos como es capaz de hacerlo. Por cierto que la idea de una ciencia perfecta, está está siempre detrás de nuestro pensamiento: un estado de ciencia que sea capaz, en principio, de proporcionar una racionalización explicativa adecuada para cada hecho de su campo de estudio. Pero por ahora es una pregunta abierta —y quizá permanecerá siempre así— la de si esa condición perfecta podrá ser realizada por nosotros alguna vez en algún tipo de esquema fundamental de sistematización racional. Nada nos asegura que aun después de que todo lo humanamente realizable haya sido dicho y hecho no pueda ocurrir que ciertos hechos particulares todavía se resistan a una racionalización explicativa adecuada. Pero no se puede negar que el fracaso total en el modo coordinativo
de la comprehensividad explicativa sería un serio defecto. En efecto, cuando una tesis no puede ser coordinada en forma explicativa queda desconectada, y este fracaso en integrarla en el “ tejid te jido o de nuestro conocim cono cimient iento” o” tiene seria seriass con conse secu cuen enci cias as,, pues esto podría significar que no entendemos, realmente, la tesis en cuestión y que nuestro mismo sistema de conocimiento quedaría señala señalado do como inadecuado (incomp (inco mpleto) leto) por po r la exisexistencia de de es esa “ irracion irra cionalida alidad” d” que qu e no es es capaz capaz de integrar.2 Debemos concluir que la compleción explicativa en el sentido de la comprehensividad no sólo es realizable si se la concibe en términos coordinativos y coherentistas, sino que representa un desiderátum apropiado, correlativo de un principio regulativo legítimo. 3. ¿Es ALCA NZABL E LA CO MPLECIÓN (DE FIN ALID AD )? EL ASPECT ASPECTO O DINÁMICO DE NUESTRO CONOCIMIENTO
Llegamos así al problema de la integridad explicativa en el sentido de la compleción . ¿Es éste un desiderátum plausible? ¿Podremos alcanzar alguna vez una condición en la que sea razonable esperar que ya no serán necesarias nuevas correccio- nes (menos aún mejoramientos significativos) para nuestras explicaciones? Ésta, evidentemente, no es una perspectiva realista. Nunca podrá haber una explicación completa de algo por similares razones por las que no puede haber una descripción completa de algo. Definiendo a un hombre podemos continuar ad inde da ndo mayores detalles detalle s sobre má máss y más aspect aspectos: os: la fin fi n itu it u m dando form for m a exacta de su sus uñas uñas,, labios, etc. etc. A l explicar exp licar podemos podem os ir siempre a la razónporlacual de una razónporlacual. Los me joram jor amien ientos tos son siempre sie mpre posibles. posibles. Y las las explicac exp licacione ioness de m áxim áx imo o ajuste, de modo similar, son de final abierto. Aunque es cierto que una explicación puede ser más completa que otra, ninguna explicación puede puede ser ser totalmente totalmente “ completa completa como como tal” . N o podemos llevar el proceso de explicación "hasta sus últimas consecuencias” y debemos mantener nuestras pretensiones de compleción de modo comparativo, más que categórico. 2 Como Com o veremos, veremos, esa incompleción incompl eción amenaza no sólo la c o m p l e c i ó n de nuestro "cuerpo de conocimientos”, sino que también puede poner en peligro su consistencia.
Por otra parte, éste es simplemente el aspecto estático de la no compleción. Su aspecto dinámico, dentro del marco del cambio cognoscitivo, no es menos importante. Las consideraciones precedentes se referían a los límites de explicaciones que pueden ser racionalizadas en una base conceptual fija fi ja y dada . Pero en la vida real una base conceptual nunca es “fija y dada". Nuestras concepciones de las cosas no representan un objeto de fácil examen, son un blanco móvil para el análisis, más que un blanco fi f i j o . Formamos nuestra concepción del sol en términos de referencia muy diferentes de los de Aristóteles, y la del corazón en términos de referencia muy diferentes de los de Galeno. Considérese cuántos hechos acerca de su propia espada efan desconocidos para César. No sabía que ella contenía carbono o que conducía electricidad. Esos mismos conceptos de “carbono”, "electricidad”, “conducción” estaban fuera del rango cognoscitivo tiv o de Césa César. r. Ha H a y hechos hechos clave (o hecho hechoss presuntivos) presuntivos) acerca acerca de las cosas más familiares —árboles y animales, ladrillos y m orte or tero ro— — que qu e eran desconocidos hace 100 años años.. Y esto no se debe simplemente simplem ente a una ignorancia ignor ancia de los detalles detalles (como (com o una palabra faltante en un juego de palabras cruzadas). Por lo contrario, la ignorancia en cuestión surge porque los conceptos mismos no han sido formulados. No es que César no haya sabido cuál es la semivida del californio, sino que no hubiese podido comprender este hecho si alguien se lo hubiese dicho. Quizás hablando de emergencia se pueda describir mejor esta situación. De lo que se trata es no de una emergencia de las características de las cosas, sino de una emergencia en nuestro conocimiento de ellas. La sangre circulaba en el cuerpo humano mucho antes de que apareciera Harvey; las sustancias que contienen uranio eran radiactivas antes de Becquerel. La emergencia en cuestión se relaciona con nuestros mecanismos cognoscitivos de conceptualización, no con los objetos de nuestra conceptua lización en o por sí mismos. Reconocemos —y debemos reconocer— que podemos equivo . carnos en cuanto a la naturaleza de una cosa, no sólo respecto de su característica descriptiva, sino también en aspectos más fundamentales. Las cosas pueden ser erróneamente concebidas de modos modos muy bá bási sico coss (por (po r ejem plo, una “ salida salida del sol” pre pre copernicana copernican a o, para dar otro ejem e jemplo, plo, “ un cas caso o de cáncer” cáncer” haría que futuros físicos tuvieran una visión muy diferente de
lo que ocurre donde nosotros vemos la ocurrencia de una particular "entidad, de enfermedad”). Y cualquier visión del mundo metafísicoepistemológica adecuada debe reconocer que esto es siempre así. Debe reconocer que el constante progreso de la ciencia es un proceso de innovación conceptual que siempre deja ciertos temas enteramente fuera del rango cognoscitivo de los investigadores de cualquier período particular. Esto quiere decir que siempre habrá hechos significativos desde desde el pun to de vista de la explicació explic ación n (o hechosca hechoscandid ndidato ato plausibles) en torno a una cosa que no conocemos porque ni siquiera podemos concebir esos hechos. En efecto, captar ese hecho significa asumir una perspectiva de consideración que simplemente no tenemos, puesto que el estado de conocimiento (o supuesto conocimiento) no ha avanzado aún hasta un punto en el que su formulación sea posible. Las propiedades de una cosa son, literalmente, de final abierto: siempre podemos descubrir nuevas propiedades. Aun cuando concibiésemos el mundo como inherentemente finitista y defendiéramos un Principio de la Variedad Limitada, según el cual el mundo puede ser representado descriptivamente con los elementos de un esquema taxonómico finito, no podría haber una garantía a priori de que con el progreso de la ciencia no continuaríamos ad indefinitum cambiando de opinión acerca de los miembros de este registro finito de materiales descriptivos. Y así así nuestra noció no ción n de naturalez nat uraleza a es es —y —y debe de be ser— ser— tal ta l que qu e siempre tenemos que tener presente la posibilidad de aprender más acerca de cualquier cosa como perspectiva abierta, teóricamente realizable. Este carácter de “inexhaustivo" del conocimiento potencial de las cosas está implícito en la concepción misma de una “cosa real”, tal como ella figura en nuestro esquema conceptual. Es, por cierto, posible que la ciencia natural se detenga; no en el sentido trivial de un cese de la vida intelectual, sino en el sentido, más interesante, con que Peirce habla de una condición eventualmente alcanzable, tras la cual aun una investigación de avance ilimitado no producirá —y, dadas las limitaciones inherentes a la interacción hombrenaturaleza, no podrá pod rá producir— ningún cambio significativo. Esta posición es posible en teoría . Pero nunca podemos saber —sea en la práctica o en principio— si es real. Nunca podemos saber que la ciencia ha alcanzado esa condición omega de compleción final; en nuestra opi-
nión, la posibilidad de que nuevos cambios aparezcan de un momento a otro nunca puede ser excluida de manera final y decisiva. Algunos autores piensan que se puede garantizar, más o menos a priori , que la la ciencia (en princ pr incipio ipio)) debe desemb desemboca ocarr finalmente en la aceptación de una única estructura teórica final. Tiene que haber, piensan, una "única verdad real” de cosas a las que la ciencia está obligada, a largo plazo, a alcanzar o a aproximarse.3 En efecto —argumentan ellos—, si no fuera así no habría una naturaleza real de las cosas ni realidad concreta que sirva de objeto de la investigación. Pero esta visión es un poco optimista al presuponer que la realidad no puede tener una naturaleza impermeable al asedio intelectual que puede prepararle la investigación del tipo común en “nuestra ciencia”. En este punto es importante una nueva consideración, de tipo económico. Los recursos materiales del hombre son limitados. Y estos límites circunscriben inexorablemente nuestro acceso cognoscitivo al mundo real. Hay interacciones con la naturaleza de una esc escal ala a tal (medida (me dida en parámetros parámetros como energía, energía, prep resión, temperatura, velocidad de las partículas, etc.) cuya realización requerirla el desarrollo de recursos tan vastos en alcance que qu e nunca podríamo podr íamoss lograrlos. lograrlos. Y si hay interaccio interacciones nes a las las que qu e no tenemos acce acceso so,, entonces hay (presum (pres umiblem iblement ente) e) fenómenos que no podemos discernir. Sería irrazonable esperar que la naturaleza confinara la distribución de fenómenos de potencial importancia cognoscitiva a aquellos rangos que están situados dentro de los horizontes de nuestra visión. Donde hay fenómenos inaccesibles tiene que haber incompleción cognoscitiva. Hasta este punto los empiristas tenían, sin duda, razón. Sólo los racionalistas más fanáticos podrían defender la capacidad del claro intelecto para compensar la falta de datos. Donde hay fenómenos no observados debemos contar con la posibilidad de que nuestras sistematizaciones teóricas pueden muy bien ser (más (más aún, aún, son, son, presumiblemente) presum iblemente) incompletas. Además, si ciertos fenómenos no son, precisamente, indetec s Esta idea es central en el pensamiento de Charles Sanders Peirce. Peirce. Sobre variantes más recientes, véase Williara Kneale, “Scientific Revolutions Forever?”, B r i t i s h J o u r n a l f o r t h e P h t l o s op o p h y o f Sc S c i en en c e, e, vol. 19 (1967 (1967), ), pp. 2’7-4 7-42; y Ro bert be rt F. Alm Al m eder ed er,, “Science “Science and Idealism Ide alism ”, P h i l o s o p h y o f S ci c i e n ce c e, vol. 40 (1973), pp. 242 242-25 -254. 4.
tados tados sino, sino, por p or la naturaleza naturale za misma del caso caso,, inaccesibles inaccesibles (aun cuando sólo lo sean por las razones económicas mencionadas arriba), entonces nuestro conocimiento teórico de la naturaleza es (presumiblemen (presum iblemente) te) incompletable. incomple table. Parecería, en conse consecuen cuen-cia, que ciertas características fundamentales inherentes a la estructura misma de la búsqueda que el hombre realiza por los caminos del mundo conspiran para señalar la incompleción de finalidad del conocimiento que podemos alcanzar en esta esfera.4 Somos así llevados de regreso a la tesis de los grandes filósofos fos idealista idealistass (Spinoza, (Spinoza, Hege H egel, l, Bradley, Royce Ro yce)) de que el conoconocimiento cimie nto humano siempre es es carente carente de “ ciencia perfec per fecta" ta" (la presu mirse e que es Idea, el Absoluto) y, por consiguiente, debe presumirs deficiente tanto en su compleción como en su corrección. Surge así el asunto capital de que la búsqueda de la com* pleción de finalidad finali dad (a diferencia de de la compleción de co com prensividad) no es un ideal regulativo válido, sino que representa una búsqueda vana y quijotesca. Aun cuando fuese alcanzado un estad estado o de compleció com pleción n final, nunca nunca podríamos saberlo. saberlo. Y esta esta inaccesibilidad como cuestión de principio destruye la perspectiva de compleción final como ideal cognoscitivo apropiado. 4. LA COMPREHENSIVIDAD DE LA CIENCIA Y SU AUTONOMÍA Llegamos finalmente al problema de la gama explicativa de la ciencia. ¿Es tan limitada la ciencia que ciertas cuestiones fácti cas simplemente quedan fuera de su alcance? ¿Qué clases de cosas son candidatos a la explicación científica? ¿Cuál es la gama potencial de los problemas explicativos de la investigación científica? La respuesta a esta pregunta es, simplemente: “ Cualquie Cua lquiera ra y todos todos los hecho hechoss en tom t om o al mundo, cualesquiera que sean.” En principio, nada está situado fuera del alcance de la ciencia. Por ello, los temas concebibles de la explicación científica presentan una enorme —interminable, por cierto— variedad. Todas las propiedades y estados de las cosas, y todas las ocurrencias y sucesos, el comportamiento y acciones acciones de los hombres, en una palabra, palabra , todo tod o aspecto de “ lo que pasa en el mundo” puede ser considerado como objeto apropiado para la explicación científica. 4 Este Este análisis algo comprim com primido ido está está desarrolla desa rrollado do con más extensión en el libro del autor S r i e n t t f i c P r o g r e s s (Oxford, 1977).
Pero si bien la ciencia no excluye ningún hecho de sus alcances, hay quizá una gama dé hechos que está situada fuera de la gama efectiva de la explicación científica. Ciertos hechos dentro del campo visual de la ciencia pueden, sin embargo, quedar queda r fuera fuer a de su alcance. alcance. Ta T a l vez haya fundamentos técnicos a priori para tener que excluir ciertos asp'ectos de la naturaleza del radio efectivo de la ciencia, por quedar fuera de sus límites operativos. No es por ninguna razón de principio por lo que la tesis de que “ la ciencia cie ncia puede explic exp licar ar todas las las cosa cosas” s” debe ser ser rechazada; es porque la misma ciencia moderna, en el contexto de procesos estocásticos irreductibles, pone a la luz ciertas preguntas tas “ irrespondibles” . Los fenómenos cuánticos cuánticos de desintegración desintegración radiactiva nos brindan un ejemplo de la restricción explicativa de la ciencia; no hay ni puede haber una explicación de por qué cierto átomo de plutonio se desintegró después de tres horas y media. A la luz de esta estass consideraciones, consideraciones, el lema lem a en cuestión debe ser reformulado como "la ciencia puede explicar todo lo explic ex plicabl able” e” . Llegamos Llegam os a la tes tesis (algo más más modesta) de que todos los hechos pueden ser explicados científicamente si, siendo explicables, se los puede explicitar de un modo aceptable para una mente racional. Sea cual fuere su carencia de compleción, la ciencia es auto suficiente. Y así así es es como deben ser las cosas, en vista del vital principio de que la ciencia es autónoma. Las correcciones a la ciencia deben provenir de la ciencia. La ciencia es necesariamente “completa” en relación con su autosuficiencia. Los defectos en el trabajo científico sólo pueden aparecer a la luz después de nuevos trabajos científicos. Los resultados equivocados de la ciencia sólo pueden ser superados o corregidos con nuevos resultados de la ciencia; la lectura del té, la numerolo gía, el oráculo de Delfos, etc., no pueden, a esta altura, proponerse como candidatos plausibles. Las pretensiones científicas, si es que son corregidas, deben ser corregidas por otras pretensio pretensiones nes científica científicas. s. Un U n a “ ciencia” vista como sujeta sujeta a patrones de corrección externos no merece, simplemente, ese nombre.5
5 En M e t h o d o l o g i c a l P r a g m a t i s m (Ox ford, for d, 1977 1977), ), el auto r explora más en detalle puntos relativos a la autonomía de la ciencia.
Problemas de consistencia
SINOPSIS
7] La i n c o n s e c u e n c i a (falta de continuidad) continuidad) e i n c o n s i s t e n c i a (incohe rencia) son factores que pueden imposibilitar la sistematización de nuestro conocimiento acerca del mundo. 2 ] La posibilidad de incon sistencia nunca debe descartarse. Hay que contar siempre con su apa rición, ya que la incompleción y la inconsecuencia pueden confabu larse para producir inconsistencia. 5] La inconsistencia también puede ser resultado de intent intentos os de (sobre)compensar (sobre)com pensar la falta fa lta de decisión ex plicativa. 4 ] Y no hay cuest cuestión ión de princ ipio p or la cual la inconsi inconsiste sten n cia no pueda pue da ser ser tolerada (hasta cierto cierto punto). punt o). T am bién bi én la consi consis s tencia, como los otros parámetros de sistematicidad, no pasa de ser un d e s i d e r át át u m , y no es un requisito indispensable, una cuestión de absoluta necesidad. 5] No hay duda de que la inconsistencia es, en teoría, siempre evitable, pero el precio total de ello puede ser dema siado alto. Paradójicamente, la misma búsqueda de sistematización pue de hacemos incurrir en inconsistencia. 6] Conclusión: sólo con una sabia visión retrospectiva podemos decir, finalmente, si es posible al canzar un conocimiento sistematizado del mundo. La sistematicidad cognoscitiva es, en esencia, un ideal cognoscitivo cuyo grado de reali zación no puede ser prejuzgado de antemano sobre la base de prin cipios generales. 1. LA IMPOSIBILIDAD DE SISTEMATIZAR
C om o ya observamos observamos (p. 151), 151), hay tres tres factores principales que pueden hacer imposible la sistematización de un cuerpo de conocimientos: la incompletabilidad, la desconexión y la inconsistencia. Los dos capítulos precedentes se han concentrado en el primer factor, enfocándolo en sus aspectos de compleción «erotética y explicativa. Este capítulo examinará 1c» otros dos: la conexión y, sobre todo, la consistencia.
1] Inconsecuencia (o desconexión) Un cuerpo de conocimientos es inconsecuente cuando tiene desconexiones, cuando es deficiente en homogeneidad, unidad arquitectónica, cohesión e interrelación funcional. En tal caso, ese cuerpo de conocimientos consistirá en compartimientos separados que no consiguen vincularse porque representan zonas de aserción aserción descon desconecta ectadas das entre sí. sí. (La (L a eg egipt iptolo ología gía y, digamos, digamos, la física nuclear pueden ser un buen ejemplo.) Guando ocurre este tipo de disyunción, el ideal de conexión sistemática basada en principios unificadores no puede ser realizado. Ahora bien, está claro que esa inconsecuencia no puede ser característica del cuerpo de conocimiento fáctico como un to*do. Dos sectores cualesquiera siempre pueden ser unidos por una serie de conexiones mediadoras de importa imp ortanci ncia a común. común. (Para (Par a volver al ejemplo anterior, el funcionamiento del sol tiene un lugar central en la egiptología con respecto a la práctica de la agricultura, ritos religiosos, etc., y la física nuclear da cuenta de fenómenos solares.) Todas las áreas de la ciencia natural se remiten a una naturaleza en común y, en consecuencia, tienen que ver con diferentes facetas de la misma, cosa . La conectabi lidad última de todos los compartimientos de nuestro conocimiento fáctico está garantizada por su enfoque común de un objeto único y unificador, “el mundo real”, por su cosmocen (com o podría podr ía llamárselo). El hecho de recaer sobre sobre un un trismo (como objeto único según sus variados aspectos —todos ellos vinculados por una vasta red de interconexiones— asegura la conec tabilidad de todas las diversas especialidades componenciales del cuerpo total de investigación empírica. En este contexto sinóptico, de abarque general, todas las ramas del conocimiento están están intrincada intrincadass de tal manera que la “ ciencia ciencia total’ to tal’ debe necesariamente —por una cuestión de principio general— ser susceptible de un tratamiento conectado. Sin embargo, hay que notar que si, por una parte, siempre habrá conexiones mediadoras de relevancia común entre dos sectores cualesquiera de la cienciacomountodo por medio de la operación de conectar principios causales, por otro lado, podrían muy bien faltar conexiones de significado entre los materiales temáticos de dos ramas de la ciencia. Tomemos como ejemplo la neurofisiología y la psicología fenomenológica. La primera podría muy bien decirnos por medio de qué procesos y ba bajo jo qué qu é condiciones ocurren ocur ren ciertos fenómenos fenóm enos (po (p o r ejem
pío, la visión experimental del color o los matices psicológicos del sentimiento). Pero la física y la química relacionadas con esto, si bien pueden e x p l i c a r causalmente las cualidades empíricas de que se trate, no pueden servir para d e s c r i b i r l a s . Su mutua relevancia es de naturaleza causal, más que concreta.1 Además, la conexión de nuestro conocimiento fáctico que está garantizado en teoría por su orientación genérica hacia un mundo común que constituye una matriz causal superior en la que se unen todas las ocurrencias fácticas —su c o s m o c e n t r i s m o — podría ser sólo una unidad puramente formal que careciera de suficiente base concreta de conexión funcional. La relevancia universal derivada del cosmocentrismo es algo puramente teórico. Bien podríamos llegar a tener la poderosa evidencia de que la naturaleza es en varios sentidos i n c o n s e c u e n t e (comparti mentada, desconectada) en su m o d u s o p er e r a n d i . Una vez más, la inconsecuencia de nuestro conocimiento general de la naturaleza podría resultar de su áncorapl’eción. En efecto, podría muy bien ser —dados los inevitables blancos en nuestro conocimiento realmente accesible— que la acentuada interconexión que “debe estar allí” represente una meta que en la práctica estamos impedidos de realizar alguna vez. Aquí, nuevamente, encontramos un aspecto de la sistematización que, en último análisis, tiene el carácter de un ideal regulativo más que el de ser reflejo de un hecho descriptivo. 2 ] I n c o n s i s t en en c i a
(o
i n c o h e r en c i a )
U n c u e r p o d e c o n o c i m i e n t o s es i n c o n s i s t e n t e c u a n d o c a r e c e de consonancia, de regularidad interna y de autoconcordancia. Un c u e r p o de esta estass caracterí característi sticas cas ab arc a constituyent constituyentes es inc om pa tibles —componentes que no pueden ser conjugados sin generar conflictos internos o contradicciones en el todo resultante. En caso de i n c o n s e c u e n c i a t e n e m o s c o m p o n e n t e s q u e q u e d a n a p a r t e por estar sustancialmente DESconectados, mientras que en la i n c o n s i s t e n c i a t e n e m o s c o m p o n e n t e s q u e , a u n q u e c o n e c t a d o s , d e b e n s e r p u e s t o s a p a r t e p u e s su c o n e x i ó n c r e a p r o b l e m a s p o r ser ellos mutuamente incompatibles. i Esto, Esto, seguramente, es irrelevante irrelevan te desde el ángulo áng ulo de la explicació explicación n cien tífica: las conexiones explicativas pueden ser meramente causales en su orientación y no necesitan corresponderse con conexiones de contenido. (Si no fuera asi, la investigación científica podría estudiar el lenguaje de la ciencia, en vez de la naturaleza.)
Para cualquiera, salvo para un marxista convencido, lá tesi& de la consistencia de la naturaleza puede parecer algo obvio y trivi tr ivial. al. Pero Pe ro la idea ide a de que los esfuerzo esfuerzoss humanos por po r sis sistetematizar el conocimiento podrían terminar en inconsistencia es una perspectiva real que nadie debe descartar. En efecto, esto podría resultar de la combinación de dos circunstancias perfectamente posibles: que nuestro conocimiento de la naturaleza' pueda, finalmente, dar pruebas de inconsecuencia y que, luego,, en esta situación, la incompleción pueda derivar en inconsistencia. Veamos con más detalle esta posibilidad. 2. LA INCOMPLECIÓN MÁS LA INCONSECUENCIA PUEDE DAR COMO» RESULTADO LA INCONSISTENCIA
Consideremos cómo el "natural” esfuerzo por alcanzar la mejor sistematización posible de nuestro conocimiento podría derivar,, fácilmente, en inconsistencia. Tomemos el ejemplo de una regi mentación de datos limitados, como en el ajuste de funciones de la figura figur a 1. Traz Tr azan ando do una curva curva de “ máximo máxi mo ajuste” pa para ra,, los datos obtenidos obten idos sólo só lo en la zona 1 podemos lleg l legar ar a la línea. a . Del mismo modo, sobre la base de la zona 2 podemos trazar la línea b . Supongamos, además, que no disponemos de otro< medio para asegurar los datos que caen fuera de 1 y 2. Ahora bien, si nuestra nuestra “ ciencia” ciencia ” tuviera dos dos ramas ramas sepa separad radas, as, una que que se relaciona relac iona con los los datos datos de la re gión gi ón 1 y otra o tra con los de la 2, entonces resultaría de inmediato una inconsistencia. La posibilidad de una fase de transición x que dé unidad a la figura no se presentaría. Una rama de esta ciencia consideraría quería situación global es como a ; la otra, que es como b.
f ig u r a
1. Ajuste de funciones en casos de alcance restringido..
Veamos ahora el ejemplo de llenar un blanco en dos contextos diferentes pero interrelacionados, como se ve en la figura 2. Los datos del contexto de la serie p (columna) dan 5 como jn e jo r estimación estima ción para z. E l de la serie q da 4. Nuevam Nue vament ente, e, si nuestra ciencia tiene dos ramas diferentes, una con sólo p como ^base de datos y la otra con sólo q, llegaremos a pretensiones mutuamente incompatibles. Tenemos que superar la vieja dificultad de las concepciones discordantes basadas en la proyección sistemática de visiones de las cosas de algún modo incompletas.2 Los ejemplos de arriba también ilustran el importante punto ‘de que no son son los “ hechos” dado$ dado$ en una una circunstancia determinada, en y por sí mismos, los que producen, la inconsistencia, sino que el causante de ella es el mismo empeño por lograr ,una ,una sistematización sistematiz ación n o forzada forzad a de esos sos datos datos.. En cada caso tene (P)
1
2
3 4 ( Q ) 1 2 3 Z 5 6 7 8 9 10 4 3
2 I
•f i g u r a
2. Llenado de blancos en contextos distintos pero intersecantes.
2 U n poema de John G. Saxe Saxe nos da «n a imagen divertida, divertida, pero vivaz vivaz mente clara, de este problema; es la historia de seis sabios de Indostán que Investigan Investigan un elefante elefante:: “ ... se is sabios sabios de Indostán / muy ansio ansioso soss de apren der / fueron a ver al elefante } (au nque nq ue los sei seiss eran ciego ciegos) s)/* /* Un sabio ■dio con el “ancho y firme costado” del elefante, y declaró que el animal -era “muy parecido a lina pared”. Otro, que tanteó el colmillo, afirmó que •el elefante era como una lanza. El tercero, que tomó en sus manos la trompa, muy movediza, comparó a la bestia con una serpiente; mientras que el cuarto, que rodeó una pata con sus brazos, estuvo seguro de que •el elefante parecía un árbol. La oreja convenció a otro de que un ele fante es como un abanico: y el último ciego quedó convencido de que era ■como una soga, pues tuvo en sus manes la cola. “Y así, estos hombres de Indostán / tuvieron larga y acalorada discusión; / cada uno sosteniendo / su opinión, rígida y terca. / Pero, en parte, cada uno estaba en lo cierto, / y ¡todos estaban equivocados.”
mos varias perspectivas sobre una serie global de datos, incompletas y, según todas las apariencias, inconsecuentes. inconsecuentes. Y la siste- aislada (por (p or así así decir) deci r) de cada contexto cont exto conduce matización aislada entonces, por extrapolación, a un resultado que es incompatible con un resultado análogo del otro.3 No obstante, hay que observar que la suposición de dos ramas, distintas del conocimiento es de vital importancia en estos dos ejemplos. D e no existir exist ir esa compar timen tación, esto estoss conflictos no surgirían, pues ellos se originan de la sobreextensión de la que, en realidad, es un alcance incompleto. Pero los ejemplos muestran que —y en qué medida— la inconsecuencia puede colaborar con la incompleción para derivar en inconsistencia. A l tratar esto estoss problemas no debemos pasar pasar por alto el heclí o de que la compartimentación es, a fin de cuentas, un aspecto básico de la división del trabajo resultante de dividir las ciencias en ramas, además de constituir la razón de ser de la es pecialízación científica. La presencia de una fragmentación de este tipo es, al parecer, una característica ineludible de la estructura del trabajo científico tal como podemos concebirlo nosotros, seres seres humanos. Y en estas estas circunstancias es n o sól s ólo o posible, sino incluso probable que las teorías resultantes a las que llegamos por extrapolación de una base incompleta muestren incompatibilidades mutuas. No hay duda de que, si nuestro conocimiento fuera más sinóptico, seguramente podríamos construir un cuadro más complejo pero unificado y autoconsistente, como el diagrama diagram a de la figura figu ra 1. (De (D e ese ese modo, si una línea de la investigación se remite a los resultados de la psicología fisiológica y otra a los de la psicología de la conducta, podrían desarrollarse inconsistencias de perspectiva que una teoría psicológica debidamente unificada —si dispusiéramos de ella— estaría en condiciones de superar.) El crecimiento puramente cuantitativo de un área científica en términos de descubrimientos y publicaciones podría, sin embargo, impedir esa unificación. En el estado actual del desarrollo científico, aun nuestros mejores esfuerzos podrían fracasar en el logro de esta feliz circunstancia. Por cierto que una situación de ese tipo parece estar desarrollándose de una manera corriente en la ciencia natural, 3 Precisamente en esto esto reside la pro fun da lección lección de la historia de los ciegos y el elefante. Esas inconsistencias no resultan de los “datos” de que disponían los hombres: de lo que sintieron y experimentaron. Lo que pro duce el conflicto son las extensiones sistematizadoras de esos datos.
según lo ha ha detallado detallado Eugene Eugene P. W ign er (premio (prem io Nob'el Nob'el de física en 1960) en el siguiente pasaje; Tenemos ahora, en la física, dos teorías de gran poder e interés: la teoría cuántica y la teoría de la relatividad. Estas dos teorías tienen :sus raíces en grupos de fenómenos exclusivos de cada una de ellas. La teoría de la relatividad se aplica a cuerpos macroscópicos, como las es trellas. La coincidencia, esto es —en último análisis— la colisión, es el ■suceso primario en la teoría de la relatividad y define un punto en el espacio-tiempo, o al menos definiría un punto si las partícu las en colisión fueran infinitamente pequeñas. La teoría cuántica tiene sus raíces en el mundo microscópico y, desde su punto de vista, el suceso de la coincidencia, o colisión, aun sí tiene lugar entre par tículas sin extensión espacial, no es primario ni está nítidamente ais lado en el espacio-tiempo. Las dos teorías operan con conceptos mate máticos diferentes: el espacio de cuatro dimensiones de Riemann y el espacio de infinitas dimensiones de Hilbert, respectivamente. En esa medida las dos teorías no podrían ser unidas; es decir, no existe una formulación matemática de la cual ambas sean aproximaciones. Todos los físicos pensamos que la unión de las dos teorías es una posibilidad Inherente y que la alcanzaremos. No obstante, también se puede ima,-ginar que esa unión nunca pueda ser alcanzada.4
N o hay, hay, sin duda, duda, en esto esto una real rea l para pa rado doja ja ; es perfectamente concebible una cosa y la otra, que “la unión de las dos teorías es una una posib po sibilid ilidad ad inherente inhe rente1 1' y que, sin embargo, e mbargo, “ esa esa unión un ión nunca pueda ser ser alcanzada alcanzada [por [p or nosotros]” . Esa Esa combicom binación de circunstancias podría llegar, por ejemplo, cuando la información necesaria para forjar una teoría unificadora practicab tic able le esté esté más más allá del de l alcance de nuestros nuestros recursos recursos (esto es, es, porque requiere interacciones con la naturaleza en una escala que nosotros, los humanos, no podemos montar en un mundo de recursos limitados). Es, entonces, una perspectiva perfectamente real que la ciencia ciencia evolucione, evolucione, en efecto (de un modo aparentemente establecido), hacia la condición de inconsistencia interna que señala Wigner. No podemos, ciertamente, des4 Eugene P. W igne r, " T h e U nrea reasonable sonable Effecti Effective vene ness ss of Mathematics Mathematics in the Natural Sciences”, C o m m u n i c a t i o n s o n P u r é a n d A p p l i e d Ma M a t h e m a t i c s, vol. vo l. 13 13 (1960), (1960), pp. pp . 1-14 (véase (v éase pp. 11-12). 11-12). E n una un a conversación priva pr ivada, da, Wigner sugirió que se trata de una desunión más radical. La métrica de espacio-tiempo de la relatividad general exige configuraciones de ocurrencia matemáticamente p u n t i f o r m e s , mientras que la teoría cuántica excluye la perspectiva de esos sucesos puntuales. Los requisitos de los dos campos son, según todas las apariencias, mutuamente incompatibles.
cartar esta perspectiva por ningún fundamento de principio general.5 P or consiguie consiguiente, nte, es importante (y conmovedor, conmovedor, quizá) reconocer que la incompleción puede exigir su precio no simplemente en ignorancia —esto es, blancos en nuestro conocimiento— sino en verdadera inconsistencia . En la medida en que nuestro supuesto conocimiento del mundo permanezca —y siempre debe permanecer— fragmentario e incompleto, debemos contar con una potencial inviabilidad de impartirle unidad y coherencia sistemáticas, lo cual ha sido un ideal regulativo de la ciencia desde los tiempos de 3a episteme de los filósofos griegos. Lo inevitable de la incompleción y la compartimenta ción nos aseguran que la inconsistencia puede ser concebida como perspectiva real; una perspectiva que, por cierto, no necesita manifestarse como un rasgo puramente transitorio del “actual estado imperfecto” de la situación corriente de nuestro conocimiento, sino que también podría ser definitivamente irrealizable y afectar cualquier estado realizable del conocimiento. Ta T a m b ién ié n es cierto cier to que nunca estamo estamoss absolutamente absolu tamente obli- gados a aceptar este tipo de inconsistencia como algo definitivamente irrevocable y que nos exige sacrificar en forma ineludible aquellos principios regulativos. En efecto, como lo indica la naturaleza misma del ejemplo precedente, la inconsistencia en cuestión puede ser vista como “resultado de la simple incompleción” . U n reconocimiento de la incompleción incompleción real (y de la posible incompletabilidad) de nuestro conocimiento puede ser vista, entonces, como una protección siempre accesible contra el descubrimiento de que nuestro conocimiento del mundo es asist asistemá emátic tico. o. Y así así podríamos pod ríamos argumentar: Nada puede finalmente obligamos a considerar que nuestro conocimiento del mundo no es sistematizable. Pues en la medida en que este conocimiento sea incompleto —una posibilidad siempre vigente— la posibilidad de encontrar los trozos faltantes que restablezcan la sistematicidad nunca puede ser descartada. 5 L a situación situación recuerda a la controv controversia ersia,, a fines fines del siglo xix , de los los físi físico coss (especi (especialm alment ente e W illi am Thompson, Thom pson, luego lo rd Kelvin) po r un lado, y los los geólogos geólogos y biólogos (especialmente (especialmente T . H . H uxley) uxle y) por po r otro, a causa causa del problema de la edad de la Tierra. Véase la discusión en Stephen G. Brush, "Science and Culture in the Nineteenth Century”, T h e Gr G r a d úa úa t e J o u r n a l , vol. vol . 7 (1969), p p . 479-565 479-565..
Así pues, aunque la posibilidad aludida por Wigner sea realizable; aun si la naturaleza, por bien que la aprehendamos, fuera inconsistente con todos los intentos y propósitos científicos, aun así, esto no refutaría en forma definitiva e irrevocable el principio de coherencia de la naturaleza. Siempre podemos decirnos con tono esperanzado: “Si sólo supiéramos un poco más, si sólo pudiéramos hacer que nuestra investigación sobrepasara aquel límite, entonces podríamos eliminar la inconsistencia con la que ahora chocamos; si nuestra información fuera acrecentada y nuestra ciencia fuera más sinóptica, la dificultad sería posiblemente superada.” Se podría pensar que si la ciencia accedie accediera ra a un estad estado o de suficiente suficiente compleció com pleción n (condició (con dición n que podemos considerar más allá de nuestro escaso poder), desaparecería la característica de anomalía descrita por Wigner. No estamos inevitablemente obligados a deponer nuestros propósitos regulativos de consistencia. Pero el acceso a una línea de enfoque como ésta no da por terminada la cuestión, pues ahora viene al caso la siguiente objeción: Sí, podría recurrirse a esa visión esperanzada de lo que pasaría de contarse con información más completa. Pero ¿es eso racio- ¿Es algo má máss que un “ acto de pura fe f e ” ? ¿Es algo má más, s, en nal? ¿E último análisis, que una cuestión quijotesca de levantar la bandera después de que nuestras tropas han sido dispersadas? Es posible que nuestras dificultades desaparezcan, en efecto, "después pués de superar esa esas limitacione limitac iones” s” . P ero er o ¿ésta ésta es siempre una perspectiva realista? ¿No pueden aparecer circunstancias en las que simplemente no sea sensato pensar en una ampliación de nuestra información de acuerdo con lo que podemos alcanzar en la práctica? ¿No podría hacerse manifiesta la existencia de horizontes decisivos para nuestra investigación de la naturaleza, resultantes de limitaciones en nuestro acceso a los datos y su aprovechamiento teórico? Esta objeción es, en última instancia, decisiva. En teoría, siempre podem pod emos os preservar el ideal de la consistencia, pero lo crucial es que más allá de cierto punto se volvería —en la práctica— irrazonable, incluso quijotesco, hacerlo.
p r o b l e ma ma s d e c o n s i s t e n c i a
193
3. L A SOBRECO M PRF.H PRF.HEN SI SIV IDAI) t INCONSISTENCIA POR (SOERE)COMp e n s ac i ó n
de l a
i n d e c i s i ó n e x p l ic a t iv a
Surge aún otro camino posible hacia la inconsistencia debido a la indeterminación teórica inherente a lo que podría llamarse indecisión explicativa, característica de estados particulares de conocimiento. Supongamos que nuestros recursos explicativos tienen la característica de colocamos en una posición indecisa respecto de las explicaciones alternativas alternativas (mutuamente inco i ncommpatibles) A x, x, A s, s, . . An> manteniendo esa indecisión incluso “ con todo lo que se tome en cuenta” , con todas todas las las consideraconsideraciones internas a la teoría debidamente acomodadas. En ese caso caso podríamos simplemente simp lemente (sobre)compensar (sobre)compens ar esta esta indecisión explicativa adoptando la postura, difícil pero rio necesariamente indefendible, de que todas las posibilidades incompatibles sean realizadas conjuntamente. Consideremos un modo de hacer que esta problemática perspectiva sea menos implausible: un ejemplo que figura en la bibliografía de la física bajo el nombre de teoría de la mecánica cuántica de EverettWheeler. El punto central de esta teoría es la cuestión de la medición' en mecánica cuántica, específicamente el conocido problema de la “reducción d*el paquete de ondas". Con esas mediciones cuán ticoteóricas como el intervalo de tiempo de decaimiento nu cleónico de uñ elemento radiactivo muy pesado, el resultado de una medición es, formalmente hablando, una superposición de vectores, cada uno de los cuales representa la cantidad que es medida como si tuviera como uno de sus valores posibles; esto es, cada uno es un resultado distinto, observacional, de la medición. La obvia dificultad es cómo reconciliar esta superposición de resultados distintos con el hecho de que en la práctica sólo se puede observar un valor. ¿Cómo es que en pruebas experimentales de medición cuántica un solo y único resultado pueda ser encontrado observacionalmente, cuando la teoría misma no proporciona el medio de reducir el vector de estado a uno un o solo de sus sus valore valo res? s?.. ¿Cómo es que qu e el proceso de medición observacional puede provocar que una situación inherentemente pluralística produzca un resultado único? La línea cuánticoteórica ortodoxa de respuesta a esta pregunta dice que sólo un resultado es real, y que las otras alternativas son posibil pos ibilidad idades es n o realizad realizadas, as, puramente posibles pero no reales. El problema fundamental de este enfoque se expresa
en la pregunta: ¿cómo puede una prueba experimental destacar como únicamente real y verdadera una situación específica cuyo carácter en todos los compartimientos dela física es completamente similar al de otras? Puesto que la física es, por inherencia, no discriminatoria entre estas alternativas, ¿cómo puede el proceso de medición obligar a la naturaleza a seleccionar una sola alternativa como el único valor real observado? ¿Cómo puede una simple medición obligar a la realidad a decidirse, por así decirlo? La hipótesis de EverettWheeler corta el nudo gordiano de este problema con la osada tesis de que todos los resultados alternativos posibles son, de hecho, reales. Y aquí llegamos a su famosa famosa hipótesi hipótesiss de la “ automultiplicación del universo” . Intu In tuiitivamente, la imágen física de esta hipótesis es la de un universo que continuamente se parte en una multiplicidad de submun dos distintos pero igualmente reales, cada uno de los cuales contiene un único pero definido resultado de la medición cuántica. El cosmos es la contraparte internamente compleja de una superposición lineal de vectores, cada uno de los cuales representa la realidad observable como si asumiera uno de sus valores de resultado. La aparente unicidad de nuestra observación cuántica concreta es una simple perspe per spectiva ctiva de la relación entre el observador y lo que es observado: al estar situado en uno de los submundos donde se presenta un resultado determinado, los otros resultados, no menos reales, son simplemente inaccesibles al observador. La razón por la cual todos los observadores con cuerdan en un resultado dado radica en el simple hecho de que todos provienen del mismo submundo, y por ello carecen de toda posibilidad de interacción causal con el resto. Los observadores cuya visión de la realidad está en conflicto con la nuestra se han perdido en otro submundo. Así, la teoría de EverettWheeler ilustra una línea de pensamiento más general. En los casos en que la totalidad de la información de que disponemos indica la imposibilidad de una elección preferencial dentro de un grupo de alternativas A x, tenemos la ocasión de “ tomar el toro por po r las las ast asta as” A Zy. . ., A n, tenemos sosteniendo que todas estas, alternativas son realizadas en forma concurrente y a pesar de su mutua incompatibilidad y discordancia. dancia. (P or cierto ci erto que no nos veremos veremo s tentados de tomar este este drástico curso cuando la información de que disponemos no decidió entre las alternativas A i} sino sólo cuando el carácter global del existente estado de conocimiento indica que la deci-
sión entre estas alternativas es en principio irresoluble.)6 De este modo, la indecisión explicativa proporciona otro camino de acceso acceso que también tam bién puede pue de deriva der ivarr —en caso casoss ' apropiad apro piados— os— en una aceptación de la inconsistencia.7 4.
¿PUEDE LA INCON SISTENCIA SE SER TOUERADA EN A LG ÚN CASO? CASO?
La preservación de la consistencia es, a no dudar, una de las tareas tareas primarias prima rias de la empresa de sistematización. sistematización. Y aquí aqu í debedebe mos contemplar “ el otro otr o lado de la moneda” de la historia historia de los ciegos ciegos y el elefante. En efecto, a menudo es es la “ experienexper iencia” la que insinúa inconsistencias y la "teoría" la que restablece la armonía, lejos de destruirla. Piénsese en el ejemplo de los antiguos escépticos de que la vista nos dice que la vara está doblada mientras el tacto nos informa que es derecha. Una vez más, el ojo presenta una visión del mundo un poco diferente: sólo el cerebro nos permite “verla” con coherencia. Afirmar la consistencia consistencia (cohere (coh erencia ncia)) de la naturaleza es expresar nuestra fe en que la mente, finalmente, podrá imprimir consistencia a los resultados de nuestra encuesta. Pero el análisis final puede probar que esta confianza era injustificada. Sería erróneo pensar que la inconsistencia representa una amenaza enteramente intolerable para la inteligibilidad de la empresa de conocimiento. Entre otras cosas, sería razonable que alguien aceptara cada enunciado de un conjunto inconsistente tent e cuando cuando es es razonable razon able (aun si es presumiblemente presumiblement e incoinc orrecto) pensar que ese conjunto de enunciados es consistente. (Como sabemos por la obra de Kurt Godel, no hay modo de que qu e la l a consi consiste stenci ncia a de un conjun con junto to S de proposiciones —suficientemente cientem ente complicadas— pueda ser determinada dete rminada por po r medios rutinarios, automáticos.) Además, puede ser razonable en ciertas circunstancias que alguien acepte un conjunto S de enunciados de cuya inconsistencia está seguro, por ejemplo cuando se dan las siguientes condiciones: 6 En este caso, la fuente de inconsistencia no radica en el hecho negativo de la incoraple dón de nuestra información (como arriba, en el § 1), 1), sino en su aspecto positivo. 7 Esta sección gira en tomo a la discusión de la hipótesis de EvexettWheeler incluida en el cap. v de T h e P r i m a c y o f T r u t h , del autor (Oxford, (Oxfo rd, 1973). Para una versión semipopular de la teoría, véase B. S. de Witt, "Quantum Mechanics and Reality”, P h y s t c s T o d a y (sept., 1970), 1970), p p . 30-35 30-35..
7] El conjunto conju nto S es inconsistent inconsistentee (y es reconoc reco nocido ido como tal, por hipótesis). 2] Hay poderosas razones para aceptar todos y cada uno de los miembros del conjunto de proposiciones S. 5] Aunque, en teoría, la consistencia de S siempre puede restablecerse eliminando ciertos elementos, esto puede hacerse (como siempre) de maneras distintas, y dadas las limitaciones del acceso a la información y de su procesamiento que carac- terizan las condiciones reales de nuestra labor en la práctica , no hay un modo accesible de justificar ninguna de estas soluciones para restaurar la consistencia. En circunstancias de este orden, sería muy razonable mantener nuestro primer propósito respecto de S en forma provisoria; en todo caso, hasta nuevo aviso. En efecto, en un caso como éste éste,, el desiderátum de elimi el iminac nación ión para "lograr "logra r cons consis is-tencia entra en conflicto confl icto con otros desiderata desiderata (por (p or ejemplo, ejem plo, la adhesión a los patrones probativos que avalan los elementos de S), y de tal manera que los últimos podrían sobrepasar a los primeros en las circunstancias específicas de casos particulares.8 Frente a esa posibilidad, aceptamos la idea de operar no sólo con regiones de subdeterminación informacional inform acional (una circunstancia familiar) sino también con la de sobredeterminación de información. Reconocemos la perspectiva de encontramos con singularidades semánticas o cognoscitivas en la sistematización de nuestro conocimiento, y sentamos las bases para una versión de la teoría de catástrofes en este terreno: un mecanismo que nos instruya sobre cómo proceder racionalmente cuando las cosas van ,muy mal. L a sínt síntes esis is globa glo ball de nuestro nuestro conocim con ocimient iento o (esto es, lo que nuestro metacono meta conocimie cimiento nto (nues(nues pensamos que conocemos) y' nuestro tro conocimiento acerca de este conocimiento) proporciona una interesante ilustración del impulso hacia la inconsistencia. La llamada Paradoja del prefacio, formulada por D. C. Makinson, brinda una vivida visión de este fenómeno: Piénsese en un escritor que, en el prefacio de su libro, admite la apa rición de errores entre sus enunciados. Supóngase que en el curso del 8 L a discusión discusión in du id a en esta esta secc sección ión la debo de bo a Keith JLeh JLehre rer, r, “R eason ea son . and Consistency”, en Keith K eith JLeh JLehre rerr (ed.), A n a l y si s i s a n d M et e t a p h y s i c s (Dordrecht, 1975), pp. 57-74.
libro el escritor produce gran cantidad de enunciados, que llamare mos Sj,..., sn . D e cada uno de ellos ellos piensa piensa que es verdad ero. . . Sin Sin embargo, embar go, decir que no todo, todo, lo q ue afirma afirm a en este este libro es verdadero verdader o es decir que por lo menos un enunciado en este libro es falso. Esto implica implica que po r lo meno menoss uno de ios ios j lt. . s n es falso, siend sie ndo o jrn enunciados del libro; que (s 1 8c.. .& s a) es falso; que (sx & — & ¿n) es verdadero. El autor que escr escribe ibe y cree cree en cada uno de los 51S. . sn y sin sin embargo embar go afirma afirm a y cree cree en un prefacio que ,— ■(Sj Se . . .Se .Se s n), sé comporta, al parecer, muy racionalmente. Sin embargo, está claro que mantiene creencias incompatibles desde el punto de vista lógico: cree en cada cada uno de . . . , su , (s^ 8 c .. .Se .Se sa), lo cual constituye un con jun ju n to inconsistente. Este auto au torr es racio ra cio nal na l p ero er o inconsistente. (D . C. Makinson, “The Paradox of the Preface”, A n a l y s i s , vol. 25 [1964], pp. 205-207.)
Analicemos más de cerca esta paradoja. Comenzamos con la serie de enunciados en el texto o cuerpo principal del libro: (P or simpli s implicida cidad d y conveniencia, supondremos supondremos que s±í s 2t. . . , í n. (Por hay sólo dos de ellos, es decir que n = 2.) Ahora bien, el prefacio sostiene que no todos éstos son verdaderos: (s± & s2). El conjunto general de enunciados resultante {st, s2 & í 2) } s2, ~ (sx es, sin duda, inconsistente. Sin embargo, hay una fuerte tendencia a aceptar este conjunto en su totalidad, y la tendencia no es, de ningún modo, irracional. Por lo contrario, la circunstancia de creer que n o todas las propia pr opiass creencias creencias son .verdad ver dadeeras representa una inconsistencia omega, a la que todo hombre razonable está sometido. Pero ¿es la inconsistencia algo que podamos tolerar en el marco de la investigación racional? ¿Un sistema puede admitir contradicciones sin ceder en todas sus otras pretensiones? ¿Debemos ver en la consistencia también una cuestión de grado, como en todos los otros parámetros de sistematicidad, aparentemente más flexibles? Parece plausible decir que un sistema es consistente o no (“un poco inconsistente” parece tan extraño como aquella proverbial paradoja: “un poco preñada”), pero lleva a confusión. La tesis de que toda inconsistencia —por pequeña y marginal que parezca— inevitablemente se ramifica y se difunde perniciosamente por todo el sistema en el que se halla sólo es válida respecto de un cuerpo especial y muy particularizado de la maquinaria lógica. No hay ningún impedimento lógico (esto es, puramente puramen te teórico) decisivo en una visión de los sistemas que implique
caracterizar una naturaleza inherentemente inconsistente. Un sector cada vez mayor de teorizadores lógicos recientes ha llegado a indicar que la difusión automática de la contradicción no es verdadera en general, sino sólo al establecer un marco particular de la maquinaria lógica generalmente caracterizada ahora ahor a como "clási "c lásica” ca” . Después Después de esta esta pasada pasada generación, genera ción, los lógicos son cada vez más cautelosos respecto de la opinión de que la inconsistencia es necesariamente desastrosa porque las premisas inconsistentes permiten toda conclusión, cualquiera que sea. Han llegado a reconocer que se puede distinguir entre incons inconsiste istencia ncia perniciosa (de la desa desast stro rosa sa form a “ todo va ") y anomalías puramente locales, incompatibilidades aislables cuya perplejidad lógica está confinada a una región pequeña y localizada dentro de un sistema más amplio. Esta teoría de la anomalía local señala que también la consistencia es una cuestión de grado. Como los otros parámetros de sistematicidad sistematicidad (coherencia, (coherencia, simplicidad, simplicida d, etc.) la l a consiste consistenncia no es es una una cuestión de sí sí o no, sino de más más o menos. menos. T a m bién ella surge como un desiderátum que admite grados más que como un requisito absoluto. Gomo las otras facetas de la sistematicidad, la consistencia puede ser sacrificada, en medida limitada, a cambio de suficientes ventajas dentro del marco general de los ideales sistemáticos. Así pues, la tolerancia de la inconsistencia no es un abandono indiscriminado de aquellos ideales.» Un aspecto importante del abandono de la consistencia como requisito absoluto merece un especial tratamiento. Si estamos preparados para tolerar la inconsistencia al sistematizar nuestro conocimiento fáctico de los modos de ser del mundo, entonces haríamos bien en abandonar asimismo la postura de un clásico deductivismo euclideano como ideal de sistematización en este dominio, y pasaríamos a algo así como un enfoque de red con entramado entramad o gradual (véase el capítul ca pítulo o 3). 3). 3L 3La obra de Kurt Ku rt Godel ha revelado la quiebra del deductivismo en la sistematización de las ciencias formale form ales s . Las consideraciones presentes indican la perspectiva de la bancarrota del deductivismo clásico también en la sistematización de las ciencias fácticas. Como han señalado acertadamente Routley y Meyer: o Estas Estas considera consideracion ciones es son vitales para pa ra la presente linea line a de razonamien to, pero son de carácter algo técnico. Para un desarrollo más pleno de la teoría de la inconsistencia de que aquí tratamos, véase N. Rescher y R. Brandom, T h e L o g i c o f I n c o n si s i st s t e n cy c y (Oxford, 1979).
[Una] teoría lógica o matemática siempre puede ser salvada —a cos tos variables— haciendo cambios, o revisiones suficientes en las teorías científicas, pues los principios lógicos rara vez confrontan datos empí ricos aislados y por lo general sólo hacen eso más bien indirectamente a continuación de otros supuestos'teóricos. Pero si bien un principio no empírico, como la hipótesis de la consistencia [del mundo], nunca se enfrenta directamente con los duros datos empíricos y siempre puede ser salvado de un modo o de otro, con mayor o menor arte, con cambios en alguna parte, el costo puede ser muy alto y podría ser mejor renunciar al principio- Una teoría znicrofísica convincente basada en una lógica dialéctica [esto es, que tolera la inconsistencia] podría proporcionar esa razón. La declinación del deductivismo clásico invita a una mayor tolerancia de la inconsistencia.10
5.
l a
i n c o n s i s t e n c i a r a d ic a
en
l a
u r g e n c ia
de
sistematicidad
Pero si se está realmente decidido a evitarla, ¿no es la inconsistencia un hecho siempre evitable? ¡Por cierto que lo es! Ella resulta de aceptar en demasía la totalidad de un grupo de tesis incompatibles. Entonces, la inconsistencia siempre puede ser evitada por el simple paso de rehusarse a aceptar las tesis que la generan. El escepticismo, la abstención de aceptar, es por ello una garantía a toda prueba contra la inconsistencia. Pero este panorama no es el fin de la cuestión. Como subrayó William James, la meta de la empresa de conocimiento no es evitar el error sino incrementar la verdad. Para asegurar verdades debemos aceptar algo: quien no arriesga, tampoco gana. Y para acepta aceptarr algo racionalmente r acionalmente debemos debemos tener reglas reglas o patrones de aceptación. Pero aun si estas reglas o patrones señalan la aceptabil ace ptabilidad idad de tesi tesiss mutuamente mutuam ente discord discordant antes es (como (com o muy bien pueden hacerlo), hay sin embargo algo de insatisfactorio —al —algo go demasiado prim pr imit itiv ivo, o, purista y escrupuloso— en rechazarlas en bloque pura y simplemente por esa razón. És indudable que ninguna persona sensata cortejaría la inconsistencia por la inconsistencia misma. Pero no se trata de eso; lo principal es que se puede estar razonablemente en la posición de tolerar inconsistencias cuando se es movido por la acción de principios de aceptación (en lo demás, demás, defendibles). defendible s). Como Co mo ya surgió surgió en un pasaje pasaje p revi re vio o (pp. 1871 18 89), es es un hecho v ita it a l el e l mismo i® Ric hard R outley y Ro bert ber t K. M eyer, “Dialectical “Dialectical Logic, L ogic, Classi Classica call Logic, and the Consis Consiste tenc ncy y of the W o rl d ” (Melbou rne, 1975; original no publicado), p. 27.
impulso hacia la compleción —un parámetro clave de adecuación sistemática— que puede actuar, y lo hace, imponiéndonos la tolerancia de la inconsistencia. Gomo vimos en los primeros capítulos, el concepto mismo de sistemas refleja la fusión sistemática de diferentes parámetros de sistematización. Én el intento mismo de realizar el ideal de sistematicidad (tanto (tan to como sea sea posible posib le en la difíc dif ícil il circunstan circunstan-cia de las situaciones concretas) podríamos vernos forzados a hacer algún sacrificio parcial de uno u otro de los parámetros que sirven como componentes constitutivos del ideal de sistematicidad. Y este sacrificio potencial de un parámetro en interés de los otros puede incluir la consistencia misma. El punto clave es que la aceptación de una imagen del mundo que incluya la inconsistencia está gobernada por las mismas reglas cognoscitivas fundamentales de la aceptación de cual- quiera de tales imágenes, a saber, un cálculo de costo y ganancia mediante los parámetros habituales de investigación inductiva: poder probativo, conveniencia sistemática, simplicidad, uniformidad de tratamiento, etc. Se trata de una compleja constelación de consideraciones sistemáticas que producen una situación en la cual puede haber un recíproco tomaydaca en el ajuste mutuo de los elementos componentes, un tomaydaca del que tampoco la consistencia misma está enteramente exenta. Este reconocer que los diferentes parámetros de sistematicidad son cuestiones de grado que deben estar en un equilibrio y coordi coo rdina nació ción n recíprocos recíp rocos tiene consecuenci consecuencias as de vasto alcance. alcance. Quizá la más importante de ellas es que la pregunta misma con la cual comenzamos nuestro presente análisis reposa en una base equivocada. Comenzamos, en efecto, con la pregunta: ¿podrían ciertos factores hacer imposible sistematizar nuestro conocimiento acerca del mundo? Ahora podemos ver que esta pregunta simplifica la cuestión. El problema debe ser formulado, para ser realistas, como cuestión de grado, más que en términos de sí o no; no “¿sistematizable o no?”, sino "¿con qué grado de facilidad es sistematizable?” El panorama con que nos enfrentamos en nuestro intento de sistematizar nuestro conocimiento de la naturaleza no es el de ausencia total de sistema, sino el de obtener sólo un sistema desmañado; no es un panorama de asisfematicidad, sino un panorama de deficiente sistematicidad.
p r o b l e ma ma s b e c o n s i s t e n c i a
201
6. CONCLUSIÓN
Hemos visto que la sistematicidad es una cuestión de grado y de alcance relativo. Respecto del ideal de sistematicidad, como de otros desiderata, debemos presuponer que es impracticable la realización del objetivo de manera total y absoluta. Incluso la consistencia de la naturaleza —esa guía estelar de la filosofía tradicional— es un ideal que, en ciertas circunstancias, tiene que ser abandonado o, en todo caso, ser objeto de concesiones. Es factible que tengamos que arreglarnos con la mitad del pastel, o con menos aún. Por ejemplo, nuestro conocimiento, de la legalidad del mundo podría ser incompletable (ontológicamente, con independencia de cualquier limitación cognoscitiva de nuestra parte). En efecto —como sostenía Ch. S. Peirce un siglo atrás—, la naturaleza podría muy bien estar en permanente evolución; podría ser ser el escenario escenario de un continuo continu o cambio y estructuració estructuración n sin sin lím ite de cosa cosass y leyes leyes.. (Y este este cambio p odría odr ía no n o ocurrir ocu rrir según según un patrón predecible, sino de maneras que incluyeran fundamentalmente nuevos surgimientos de nuevas cosas a cada paso, avanzando siempre hacia la producción de situaciones de tipo nuevo que nunca habían existido antes.)" Esa interminable serie de cambios en el modus operandi de la naturaleza podría hacer que, en consecuencia, nuestro conocimiento de ella fuera en principio incompletable por razones estrictamente ontológi cás, y así excluiría necesariamente su sistematización sinóptica. N o tenemo tenemoss ninguna garantía, sobre sobre la base de de principios generales, de que no pueda ocurrir finalmente que la imagen del mundo alcanzada por el hombre sea muy imperfectamente sistemática. Por cierto, ésta es una simple posibilidad. No podemos decir sobre la base de principios generales si puede o no cumplirse. Es cuestión de esperar. Sólo con la sabiduría de una visión retrospectiva, aún inalcanzable, nos será posible decir que hemos logrado obtener conocimiento del mundo dentro del marco de un desarrollo de comprehensividad sistemática. Como se ha señalado una y otra vez, la sistematicidad es, en el fondo, un ideal regulativo cuya realización concreta no puede ser juzgada de antemano. En su búsqueda debemos seguir avanzando despacio y haciendo lo mejor que podamos. No pueden surgir por adelantado seguridades de un éxito final sobre la base de principios generales. La legitimidad del ideal de sistematicidad no
reside en una demostración a priori de su inevitable eficacia, sino en su probada capacidad de conducir a una realización más plena de las metas y objetivos de la empresa del conocimiento. Y aquí debemos tomar toma r conciencia de que esa “ realización más más pe rfecta cta . Tenemos que plena” nunca ha de ser una realización perfe enfrentarnos con hechos: 1] L a circunstanc circunstancia ia (esencialmente historicista) de que inevitainev itablemente debemos operar dentro de aquellos sistemas cognoscitivos noscitivos (conceptuales (conceptuales y preposicionales) preposicionale s) que q ue nos son son acc acceesibles de acuerdo con el estado de conocimiento del momento. 2] La profunda lección de la historia de la ciencia de que este estado de conocimiento será encontrado imperfecto por la sabiduría de una visión retrospectiva de perspectiva futura. El ser realistas nos obliga a reconocer que, en lo que atañe a nuestro entendimiento científico del mundo» nuestro más seguro conocimiento no es, presumiblemente, más que error aceptable en el presente. Pero este reconocimiento de la falibilidad de nuestros esfuerzos cognoscitivos debe ser entendido como un incentivo para hacer lo mejor que podamos, más que como una abierta invitación al escepticismo. En la investigación humana, el ideal cognoscitivo es correlativo del anhelo de sistematiz sistematización ación óptima. Y éste éste es es un ideal idea l que, como com o otros otros ideales, merece ser seguido a pesar del hecho de que debamos reconocer en forma realista que su alcance pleno está más allá de nuestras posibilidades.
12. M E T A S I S T E M Á T I C A D E L C O N O C I M I E N T O ; L A M O R FOLOGÍA DE LOS SISTEMAS COGNOSCITIVOS
SINOPSIS
7] Los sistemas cognoscitivos pueden ser, ellos mismos, relacionados s i s - temáticamente: una perspectiva que posibilita emprender una m e t a - s i s t e m át i c a c o g n o s c i t i v a . 2 ] La taxonomía clasificatoria de nuestrossistemas de conocimiento parece ser un aspecto central de esa empresa. .?] Se examina la distinción entre c l a s i f i c a r ciencias y e v a l u a r l a s . A p e sar de la larga tradición de unir estas dos actividades, pueden —y de ben— ser separadas. 4 ] El orden jerárquico de sucesivas inclusiones* de sistemas representa una forma particularmente importante de la taxonomía cognoscitiva. 5] La proliferación taxonómica es una faceta característica del progreso científico. 6 ] M ás . allá al lá de su importancia,, el orden jerárquico es insuficiente para la taxonomía de la ciencia. Laestructura taxonómica general de la ciencia natural no es la de una jerar jer arqu quía, ía, sino la de un entrelazam entr elazamiento iento en red re d a la manera man era de tina cota de mallas. 7] La historia de la ciencia no sólo exhibe p r o l i f e r a c i ó n taxonómica, sino también c o m p l e j i f i c a c i ó n taxonómica. La tendencia histórica a la complejidad creciente es: del orden lineal a la jerarquía y al entrelazamiento. 8 ] ¿Qué explica la complejificación taxonómica? La respuesta está en nuestro permanente descubrimiento de la com plejidad de la naturaleza misma, mis que en consideraciones antropocéntricas relativas a la p r ác t i c a de la investigación científica. 9 ] E í problema de la escatologfa morfológica: ¿debe llegar a su fin la evo lución morfológica de la ciencia? No parece haber una razón convin cente para insistir en que sí. Í0J Este hecho, sin embargo, no significa qué la unidad de la ciencia esté amenazada. 1. IDEA DE LA METASISTEMÁTICA DEL CONOCIMIENTO
A lo largo lar go de d e su sus aplicaciones, aplicaciones, el concepto de sistem sistema a indica indica;; un todo compuesto por elementos que están unidos por vínculos que operan bajo la égida unificadora de un principio de conexión. Esta concepción de totalidades compuestas por partes —qu —quee pueden pue den ellas misma mismass ser ser localidades— localidade s— da lugar lug ar a la idea ide a de un sistema que está, a su vez, compuesto por sistemas. Dicho sistema comprende sistemas modulares debidamente engranados
uno en otro; es un kipersistema compuesto por subsistemas , para usar la terminología corriente. Esa síntesis sistemática de ■partesunidasenuntodounificado es, evidentemente, capaz de iteración, de tal manera que conduce a una jerarquía de niveles ^suc ^suces esivo ivoss de una un a m i ero er o /ma macr cr osecue ecuen n cía; ía ; sistemas, sistemas de ■sistemas, etc.; sistemas de orden 0, de primer orden, etc. Este proceso iterativo significa que habrá sistemas en diferentes ni ■veles de agregación: que la síntesis sistémica puede ocurrir en estratos diversos, dé modo que resulten compuestos de sistemas en etapas sucesivas de comprehensividad. O átomos átomos,, moléculas, configuraciones configuracione s moleculares, macroobje tos material mat eriales, es, cuerpos celestes celestes (soles, (soles, planetas, planet as, meteoro mete oros), s), sistemas solares, galaxias, sistemas de galaxias O biomoléculas, células, células, tejidos, órganos, órganos, organismos □ trabajador, equipo, equipo , secció sección, n, fábrica, fábrica, rama, empresa Q letras, letras, palabras, frases frases,, párrafos, párrafo s, ensayo ensayoss (artículos, (artícul os, capítulos), capítu los), libros, bibliotecas, redes de bibliotecas ’□ problemas, áreas áreas de problemas, subespecialidades, subespecialidades, especialiespe cialidades, disciplinas, ramas del conocimiento •Como se ve, la síntesis sistemática puede ocurrir en forma iterativa tanto en lo físico como en lo cognoscitivo, dando origen a ordenamientos inclusivos (nesting) análogos en cada caso. Estas consideraciones inauguran el panorama de una empresa nueva y característica que podría ser llamada metasistemática del conocimiento. Este proyecto tiene su origen en el carácter reflexivo del conocimiento. Asi como uno puede empeñarse ien saber acerca del conocimiento y en teorizar acerca de la teorización, también puede existir el esfuerzo por sistematizar nuestros sistemas cognoscitivos, y todo ello en razón de lo raismo: la ampliación y mejoramiento de la información de que disponemos. Es apropiado —y potencialmente iluminador— estudiar la ■estructura de nuestros sistemas de conocimiento, intentando a su vez la sistematización de esos sistemas. Pues si nuestro conocimiento es adecuadamente sistemático, entonces nuestro conocimiento de ese conocimiento también debe ser puesto sobre bases sistemáticas. El proyecto global de sistematización cognoscitiva debe incluir, entonces, una consideración del orden sistemático que tiene lugar dentro de la proliferación de los sistemas cognoscitivos mismos.
2 . LA TAXONOMÍA DEL CONOCIMIENTO
La misión última de la metasistemática cognoscitiva es introducir orden sistemático en el establecimiento de nuestros sistemas de conocimiento. Y esta empresa tien'e una larga y distinguida historia. Desde los tiempos en que Platón insistía en la diairesis (división (divis ión taxonómica), taxonómica), ha habido acuerdo general en que el principal instrumento con el cual introducimos orden1 sistemático en nuestro conocimiento es la clasificación. La clasificación es, por cierto, una herramienta de la sistematización tización del conocimiento en general (ade (ademá máss de cualquier relación específica con la METAsistemática cognoscitiva). Pues difha sistematización intenta dar cuenta de la acción de principios ordenadores que revelan las relaciones racionales y las interconexiones fácticas entre constituyentes sistemáticos, una tarea para la cual el mecanismo de la clasificación es idealmente! apropiado. La integridad de un esquema taxonómico se logra, cuando las distinciones clasificatorias mismas son situadas en un marco de interconexión sistemática. La taxonomía del conocimiento con su interjuego, sistemáticamente estructurado, de principios de ordenamiento clasificatorio, es, entonces, una tarea primordial de la metasistemática cognoscitiva. Eli el dominio del conocimiento hay clasificaciones naturales; o concretas y clasificaciones artificiales. Las naturales son producto de las mismas exigencias teóricas del tema. Cuando distinguimos entre química orgánica e inorgánica, por ejemplo, o entre zoología de vertebrados e invertebrados, trazamos lineas, divisorias que marcan segmentaciones clave de la anatomía fáctica del tema en cuestión, y hacemos diferencias en nuestro análisis análisis allí al lí donde percibimos percib imos diferencias en lá naturaleza.1 H a c e ya tiempo, tiemp o, W il li a m W h ew ell el l expresó expre só convince conv incentem ntemente ente éste ést e punto fundamental: La clasificación de las ciencias debe resultar de una consideración de su naturaleza naturaleza y conten con ten ido s... L a clasificació clasificación n que así se obten ob ten ga __ __ depende de un elemento natural y fundamental: las Ideas que cada, ciencia incluye. Las ideas regulan y conectan los hechos y son los. i "Prime "Pri mero ro se incluye bajo baj o tina Idea Ide a lo que está está disperso disperso en dist distint intos os,, lugares, lugares, para que se sepa sepa de qué se ha estado estado habla ha bla nd o. . . Luego Lue go se separa la Id ea en partes, partes, respetando respetando las juntu ras que ordena su naturaleza, naturaleza, parapara- " no romper ningún miembro por la mitad, como haría un mal tallador.”' (Platón, F e d r o , 265z>.)
fundamentos del razonamiento en cada ciencia __ __ (N o v u m O r g a n o n , -cap. ix, ix , sec. sec. 2). ' .
Con una taxonomía “natural” aparece un ordenamiento que nace de las propiedades objetivas de los materiales que se estudien y que refleja la ramificación orgánica del tema de acuerdo co n las las caract caracterí erístic sticas as distinguibles de su contenido. (E l lema hegelia heg eliano no de que “ el orden de las las ciencia cienciass es es el orden de las cosas” se vuelve aplicable.2 La clave de la taxonomía clasifica toria de las ciencias es proceder sobre la base de las conexiones de conten con tenido ido establecidas p o r consideraciones explicativ expl icativas. as. (Esta insistencia en el aspecto explicativo da a nuestro interés por Ja Ja metasistemática de las ciencias ciencias una continu con tinuidad idad respecto del interés por la sistematización de nuestro conocimiento científico.) Las taxonomías artificiales, por su parte, son introducidas práctica s cuya racionalidad reside por razones estrictamente prácticas enteramente en quienes realizan la sistematización: motivos de conveniencia, de eficiencia efici encia de operación operació n (en aprender, ense enseñar ñar o aplicar, etc.), etc.), de accesibilidad y otros otros semeja semejante ntes. s. La L a distinción clasificatoria entre álgebra y geometría es del primer tipo, la diferenciación entre matemática elemental y superior, del segundo. Un ordenamiento enciclopédico de la información por medio de signos alfabéticos es el ejemplo mismo de una clasificación artificial del conocimiento.3 Los enfoques prácticos de la taxonomía de la ciencia inclu yen princ pr incipa ipalm lmen ente te los siguientes: 1] b i b l i o g r áf i c o (intento de ord enar ena r lo escri escrito to sobre el tema) tema) 2 ] e x p o s i t i v o (para (pa ra registrar registrar la información informa ción en manuales, enciclope enciclope dias, etc.) 3] p e d a g ó g i c o (subdivisión del tema con fines de enseñanza o apren dizaje) 4] m e t o d o l ó g i c o (arreglo (arre glo según métodos métodos de adquisición de datos datos al aplicar procesamiento de datos al aprovechamiento de datos) 2 Véase Ernest Cushing Richardson, C l a s st st f i c a t i o n ; T h e o r e t i c a l a n d Pr Pr a c 3a. ed. (Nue (N ueva va York, Y ork, 1930 1930), ), pp . 9-1 9-11. t ícal ca l a 3a. 3 La comprensión de este principio llevó a los editores de la versión más y c l op o p a e d i a B r i t a n n i c a a imponer i.eciente de la E n c yc impo ner (en la M i c r o p a e d i a ) un modo más orgánico de disposición al orden estrictamente alfabético de la información en el cuerpo principa l de la misma enciclo enciclopedi pedia a (la M a c r o - p a e d íá). El enfoque dualista es un compromiso —algo incómodo pero enten¿fible— entre artifitíalidad conveniente y naturalidad compleja.
c i ón ón d e l p o t e n c i a l h u m a n o (en capacidad 5] u t i l i z a ci capacida d y destrez destreza a para ventariar) 6] h i s t ó r i c o (pa ra describir el curso curso evolutivo del proce proceso so po r el cual el continuo crecimiento de una rama del saber da origen a otras)
Quizá no haga falta decir que nuestro interés presente en la clasificación del conocimiento debe centrarse sólo en el primer aspecto aspecto de la cuestión cuestión (el concreto) c oncreto) y qu e las clasificaciones clasificaciones artificiales —aunque significativas en sí mismas quedan fuera de nuestro actual propósito* Cuando pasamos del manual del estudiante al tratado del especialista» vemos que los enfoques artificiales y meramente prácticos habitualmente son dejados atrás. Un tratado avanza*do generalmente ignora las artificialidades; en este nivel, las exigencias prácticas son dejadas de lado en bien de la realización de un esquema de clasificación con garantía de adecuación teórica dada sólo por consideraciones concretas . Algunos teórico teóricoss (Kant, por ejem plo) han afirmado que mientras el contenido de nuestro conocimiento empírico es algo a posteriori y experiencial, su form fo rma a racional, su estructura taxonómica es, en el fondo, a priori y estrictamente teórica. La importancia de distinciones como estática y dinámica, en física, puede —en un primer examen— dar crédito a esa concepción: Pero el aura de aprioricidad siempre siempre desaparece ante un examen más atento. atento. (Com o e l descubrimiento descubrimiento de la relativida relat ividad d de d e la simultaneidad en la relatividad especial prueba la referencia al elemento temporal tempo ral en la distinción estático/dinámico estático/dinámico y lleva llev a a un sustancial entrelazamiento de cuestiones fáctico/concretas.) La estructura racional de nuestro conocimiento fáctico surge de su contenid conte nido, o, y su arquitectu arqui tectura ra sistemática sistemática es es una cuestión tan . empírica como la de las tesis constitutivas: en el dominio de la sistemática del conocimiento, la forma está implícita en el con- tenido y éste en la forma. El desarrollo de principios de clasificación cognoscitiva es, él mismo, producto importante del progreso cognoscitivo. Las conexiones orgánicas que se dan entre partes del conocimiento empírico son un aspecto clave de la temática de ese conocimiento. miento . Con el avance de la ciencia (es (es decir, la física) no sólo adquirimos información sobre cómo ocurren las cosas en el mundo, también aprendemos a organizar nuestra información de modo más sistemático. El progreso cognoscitivo no es progreso sólo con respecto al volumen de la información, sino
también con respecto a su e s t r u c t u r a : su forma de organización. En efecto, los indicios de progreso científico no son menos notables en el dominio de la forma —organización, estructura sistemática— que en el del contenido concreto. Es interesante examinar un tema que inquietó a los estudiosos medievales, mediev ales, el, el , que aparece ap arece en la l a pregu pr egunta: nta: ¿necesitaría ¿necesitaría un un ser omnisciente y omnipotente —una divinidad— o r d e n a r su conocimiento?, ¿lo dividiría, por ejemplo, en campos, ramas y especialidades? Algunos argumentaban que una deidad no necesita imponer ninguna forma de estructura a su conocimiento: para ese ser, el conocimiento sería un t o t u m s i m u l , una totalidad simultánea donde todo está copresente, reposando sobre un plano parejo donde todo es es advertido de modo mo do sinóptico, sinóptico, por po r así así decir. decir. N o habría necesidad —ni razón— para distinguir entre lo axiomático y lo teoremático, lo general y lo especial. Si un intelecto estuviera liberado de las limitaciones de una capacidad finita —en —en su relac re lación ión con el aprendizaje apren dizaje,, la enseña enseñanza nza,, la recole rec oleccción, ción, reconstr reconstrucc ucción, ión, etc.— etc.—> > la exigencia exigenc ia de cualquier división divis ión del trabajo desaparecería, y con ella la necesidad de organizar el conocimiento. Pero en esto se equivocan. En efecto, las razones señaladas sólo suprimen aquellas distinciones clasificatorias particulares que hemos caracterizado de artificiales, y n o las que son naturales e inherentes a la anatomía intrínseca del mismo contenido concreto. Es característica fundamental de ciertas tesis de la geometría el hecho de poder servir de axiomas en una sistematización deductiva particular de la geometría euclideana, y de otras el de que invariablemente serán teoremáticas en una as i n t er r el a c i o n e s axiomatización eficiente. E l c o n o c i m i e n t o d e l as e n e l a s p ec e c t o e s t r u c t u r a l d e l a t a x o n o m ía n a t u r a l e n l a si s i s t em em a t i z a c i ón ó n c o gn g n o s ci c i t i v a e s u n p u n t o c l a v e d e l c o n o c i m i e n t o f ác t i c o m i s m o . Por la misma razón de su omnisciencia, un ser omnis-
ciente no podría, posiblemente, prescindir de las clasificaciones. 3. EL ORDENAMIENTO LINEAL DE LAS CIENCIAS Muy relacionado con el problema de c l a s i f i c a r las ciencias está el antiguo propósito de o r d e n a r l a s . De hecho, estas dos cuestiones fueron reunidas en una por lo menos desde el momento en que Platón enseñaba que la matemática, como ciencia de lo
eterno y regular, es inherentemente superior a la medicina, y que la astronomía, como ciencia de los objetos no perecederos de los cielos, es inherentemente superior a la biología, ciencia de los componentes perecederos de la esfera sublunar.4 JL»os diferentes análisis medievales del ordenamiento jerárquico de las ciencias (de ortu scientiarum [sobre el origen de las ciencias]), que examinaremos luego con más detalle, representa una continuación de aquel proyecto.5 Y esta esta aventura no perdió per dió popularidad popu laridad en los tiempos momo dernos. El ordenamiento de Comte considera a la matemática (esto es, aritmética, geometría, y mecánica “pura”), la astronomía, la física, química, biología, sociología, como una serie de creciente complejidad y especialización en la cual, según palabras bras de un expositor, cada miem mi embr bro o suces sucesivo ivo “ depende depend e de los hechos de todos los miembros que lo preceden y no puede ser plenamente entendido entend ido sin ellos” .6 Hasta la crítica de H erbert erb ert Spencer a Auguste Comte, en la mitad del siglo pasado, la concepción generalmente sostenida era la de que las ciencias admitían un ordenamiento jerárquico estrictamente serial en sentido lineal.7 Y todavía hoy se pueden encontrar, en ocasiones, pensadores contemporáneos que se mantienen dentro del marco de esa tradición y ven a una ciencia como “la más plenamente desarrollada” según el grado en que se sirve de técnicas matemáticas y, en consecuencia, relegan a la psicología, por ejemplo, o a la sociología, a los confines de la inferioridad. N o es d ifíc il ver la futilid fu tilidad ad de este este propósito. En cada área área de investigación se hace todo lo que se puede por resolver los problemas de ese campo con cualquier método, con tal que demuestre ser adecuado a los fines que se tienen en vista. Es inútil y engañoso decir que la física es una cosa inherentemente superior a la biología en tanto disciplina cognoscitiva porque sus objetos son más numerosos o más definidos o más estables. El valor de los objetos no da lustre a las disciplinas que los estudian: la numismática de las monedas de oro no es más noble 4 Pero compárese con P a r t e s d e l o s a n i m a l e s i, v, 644b23*45a8, donde Aristóteles contrasta las dos ciencias y admite que la biología sea la segunda. m e d e l a c l a s si si f t c a t i o n d e s sc sc i e n c es es d ’ A r i s 5 Véase Joseph Mariétan. P r o b l é l o t e á S t . -T -T k o m a s (S t , Maurice y París, 1901). 6 Véase el articulo sobre Comte en la E n cy c y c l op o p a e d i a B r i t a n n i c a , lia. ed., vol. vi, p. 819. 7 Véase H. Spencer, E s s a y s o n t h e G e n e s i s o/ S c i e n c e a n d t h e Cl Cl a s si s i f i c a - t i o n o f t h e Sc Sc i en en c es es , 3a. 3a. ed. ed. (Lond (Lo ndre res, s, 187 1871). 1).
que la de las de cobre. El ordenamiento jerárquico según una escala de superioridad no tiene lugar en la taxonomía de las " disciplinas cognoscitivas. El hecho es que el ordenamiento y la clasificación de las ramas del conocimiento son proyectos muy diferentes. El segundo gun do es eminen emine n temien temiente te útil, útil , el e l prim pr imer ero o es un aspecto anticuado cuado de la tradición trad ición griega que (muy erróneamente) consiconsideraba la evaluación como un aspecto inseparable dél ordenara. A pesar de de esta esta tentación, de d e viej vi eja a data, data, de conjuga con jugarr las las dos dos empresas —una tentación en la cual muchos de los grandes nombres de la historia del pensamiento hallan un lugar destacado—, puede y debe separ separars arsee la una d e la otra. Y una vez que se ha hecho esta separación, nos liberamos del vano propósito de ordenar las ciencias en una sucesión lineal de relativa superioridad, de relativo desarrollo o de lo que sea. 4. LA CONCEPCIÓN JERÁRQUICA DE LA TAXONOMÍA COGNOSCITIVA Y SUS SUS DIFICULTADES
Pero preguntémonos cómo —para ser más realistas— se manifiestan las interrelaciones de los sistemas de conocimiento. ¿Cuál es la naturaleza de la estructura a la que dan origen sus mutuas relaciones en un ordenamiento explicativo? Es incuestionable que la forma de interrelación encontrada con más frecuencia en las discusiones históricas sobre el tema es la de una jera je rarq rquí uía a , que asume la forma de un árbol invertido. Prácticamente todos los que escribieron sobre el tema a partir de mediados del siglo xix —época en que había caído en descrédito el paradigma clásico de ordenamiento lineal— propiciaron un ordenamiento jerárquico de la taxonomía de las ciencias. La inclusión sistemática de este tipo lleva a la especiación y su iteración iteración produce un ordenamiento ordenam iento inclusivo (nesting ) taxonómico, como en la secuencia: campos, ramas, especialidades, subespecialidades, áreas de problemas. Secuencias como ésta creciente generalidad generalidad
creciente especificidad etc.
siempre dan lugar a patrones de ordenamiento de la forma de esquema esquema jerárqu jerá rquico ico (véase (véase el diagrama anterior). anteri or). Con sucesivas adiciones se mantiene una estricta jerarquía medíante la relación básica de inclusión sistemática, la contención de algo dentro de un todo sistemático como elemento constituyente de él. Esa inclusión sistemática procede, por lo general, por medio de suplementación concreta de una nueva especificación de un foco temático. Las adiciones que se dan en esa superadición de nuevos elementos temáticos proceden principalmente por introducción de nuevas restricciones temáticas. Un ejemplo de esto es el de las transiciones: biol bi olog ogía ía —> biolo bi ología gía humana humana medicin med icina a —> medici med icina na tropical tropi cal Aquí se trata de un estrechamiento del foco que produce una subdivisión del téma. Es evidente que si la idea clásica del orden lineal se asocia (como históricamente fue caso corriente) con la idea de inclusión sistemática, entonces aparecerán muy pronto serias dificultades. Los problemas surgen aun con algo tan elemental como el conocido ordenamiento de los antiguos de las disciplinas cognoscitivas: hilologia (ciencias (cienci as de las cosa cosass materiale mater iales: s: física, química, etc.), biología (ciencias (ciencias de los vivientes: vivien tes: zoología zo ología,, ecología, etc.), noología (ciencias de las las cos cosas as pensantes: psicolog psic ología, ía, antropología, etc.), teología (cienc (ci encia ia de las cosa cosass divinas div inas). ). En efecto, esto implica las adiciones secuendales de un ordenamiento mie nto de inclusiones suce sucesiv sivas as (materia, (materi a, vida, vida , pensamiento) pensam iento) sólo hasta el último itera, donde el elemento material desaparece por completo; de modo que ese orden lineal debe ser abandonado en ese punto. El orden correcto, entonces, debe ser jerárquico no lineal: ■CiENCJA (material) KI1.OL.OGlA (viviente) BIOLOGÍA (pensante) NOOLOGÍA
(Inmaterial)
(r,o viviente)
(no pensante)
(divino) TEOLOGIA
(otros)
En términos técnicos» estamos obligados a la transición de un estricto ordenamiento graduad a un ordenamiento meramente parcia no. es, es, como se ve, un par cial.8 l.8 U n listado como éste no. ordenamiento hecho bajo la guía de un único principio unidireccional. Con la creciente importancia de la especiación taxonómica en la ciencia, la idea de la jerarquía hizo valer sus méritos. 5. LA PROLIFERACIÓN TAXONÓMICA EN LA MORFOLOGÍA COGNOS CITIVA
Una secuencia de inclusiones sistemáticas lleva a un ordenamiento jerárquico de inclusiones sucesivas de los sistemas cognoscitivos. Los sucesivos miembros de estas jerarquías son arreglados según su generalidad mediante la introducción de supuestos delimitativos que producen un foco cada vez más especializado, de modo que los miembros sucesivos pueden ser descritos como sectores o ramas unos de otros Estos esquemas de clasificación jerárquica —por lo general inherentes al proceso de división sistemática— tienen, en consecuencia, una especial importancia en la sistematización del conocimiento. Se muestran nítidamente a lo largo de lo que podría llamarse “el orden descendente” en la taxonomía del conocimiento, un orden que refleja la resolución sucesiva de los sistemas cognoscitivos en sus subsistemas en cada nivel del proceso de espe cializaci ciali zación ón creciente. Y en teoría, en todo to do caso, caso, siempre siem pre se puede prever la introducción de nuevos agrupamientos intermedios entre cualquier unidad taxonómica y los problemas cognoscitivos que representan la ínfima species [la especie más baja] de la esfera del conocimiento. Este proceso taxonómico de ramificación jerárquica admite en principio interminables refinamientos. Históricamente esta proliferación taxonómica ha sido la característica más notable de la morfología de las ciencias. En tiempos de Santo Tomás de Aquino, toda la actividad de conocer consistía en cinco o seis áreas, cada una con cinco 8 Sin duda, la diferencia diferencia entre entre un orden linea l y un orden jerárquico jerárquico no es tan tan severa. sev era. como como parece a prim era vista, vista, puesto q ue una un a deciznalizadón siempre puede transformar una "tabla de organización” jerárquica en un orden secuencia secuenciall (como en el sistema sistema decimal Dewe y de clasific clasificació ación n bibl bi blio io gráfica).
o seis subáreas,9 Hoy, cada rama de la ciencia tiene, de por sí, una estructura mucho más compleja. La ramificación taxonómica de la morfología de la ciencia es un proceso con el que ya estam estamos os familiariz famil iarizados ados.. Seguramente, el desarr des arrollo ollo taxonótaxo nó fi sión ón (como por mico ocurre en ambas direcciones: hay tanto fisi ejemplo, cuando en el siglo xix la química se dividió en orgánica e inorgánica), como fusión (cuando la teoría de la fusi ón (cuando gravitación de Newton proporcionó un marco que conjugaba la teoría de la caída terrestre en la balística, etc. con la teoría del movimiento planetario; o cuando la teoría de campo, de Maxwell, se fusionó con la teoría de la luz y la del electromagnetismo). Además —y esto es muy importante— también hay absorción, que es lo contrario de “reducción”, en el sentido en el cual la química ha sido efectivamente reducida a física en el curso del siglo xx.10 Este proceso morfológico es un aspecto muy importante del progreso científico, un hecho limpiamente ilustrado en el siguiente pasaje: La ciencia tiende a generalizar, y generalización significa simplifica ción. Mi propia ciencia, la biología, es hoy no sólo mucho más rica que lo que era en mis tiempos de estudiante, sino también más sim ple. Entonces era terriblemente compleja', fragmentada en un gran número de principios aislados. Hoy todos ellos se han fusionado en un único complejo con el modelo atómico como centro. La cosmolo gía, la teoría cuántica, el d n a y la genética, todo es —en mayor o me nor grado— parte de la misma historia: una vasta y maravillosa sim plificación.11
Pero es engañoso hablar aquí de “simplificación”. Las ramas más altas del árbol invertido de la taxonomía científica sólo son son podadas al precio prec io de d e que pro p rolife lifere ren n las má máss baja bajas: s: la fusión de ramas de alto nivel produce una economía teórica que, en la práctica, tiene el costo de una complejización general. En efecto, la fusión y la absorción —procesos que reducen el número de los elementos taxonómicos en cuestión— tienden a ocurrir sólo en los niveles superiores, donde el impulso de la jerarquía Probléme éme de la classiftcation des sdences d’Artsfl Véase Joseph Mariétan, Probl tote á St.-Thomas, op. cit, 10 En cuanto a la “reducción” en este sentido técnico, véase Eraest Nagel 1961). 1). (Esta obxa no tiene tiene qu e ver The Structure of Science (N ue va York, 196 con la estructura de la ciencia, sino con la del razonamiento científico.) 11 Alb ert SzentSzent-Gyo Gyorgy rgyi, i, “Teachin “Tea chin g an d the Ex pand ing Knowledge” , Science, vol. vo l. 146 146 (1964), pp. pp . 127 1278-12 8-1279 79..
taxonómica taxonóm ica hacia hacia una creciente generalidad gene ralidad (o abstracción abstracción)) que une ramas antes separadas es particularmente pronunciado. (Y, en todo caso, esa fusión de nivel superior no conduce, por lo general, a absorciones en los nivele^ inferiores.) En los niveles más bajos de las especialidades y áreas de problemas hay, sin embargo, un saliente predominio de la fisión. Existe allí, por ende, una tendencia sustancial al crecimiento cuantitativo. Este proceso ha producido una masiva proliferación de las ramas (taxa) de la ciencia, que está entre los rasgos más característicos del progreso científico. En efecto, a lo largo de la época moderna, la morfología de la ciencia ha crecido según una función exponencial, expandiéndose a la manera de un cultivo de bacterias que se multiplican en condiciones ideales. En todos los niveles taxonómicos inferiores —áreas de problemas, subespecialidades, especialidades, ramas, etc.—, las subdivisiones de la ciencia han ido creciendo en progresión geométrica, duplicándose con inexorable regularidad en cada repetición de un período de duración fijo. Hace ya tiempo, Herbert Spencer sostenía que la evolución está está caracteriza caracterizada da por la ley de Vo n Baer, de desarrollo desarro llo “ desde desde lo homogéneo homogén eo a lo heterogéneo” h eterogéneo” , y manifiesta una una siempre siempre crecien creciente te “exactitud “ exactitud de detalle y complejidad com plejidad de estructu estructura” ra” . Esto puede o no ser correcto para la evolución biológica3 pero sí parece valer para la evolución cognoscitiva , donde los cambios en la estructura taxonómica de una ciencia siempre aparecen como una parte integrante del progreso de la ciencia misma. Como escribió el físico francés Pierre Auger: En tiempos de Auguste Comte las ciencias podían ser clasificadas en seis o siete categorías principales, conocidas como disciplinas, que iban de la matemática a la sociología. Desde entonces, durante el siglo xix y comienzos del xx, ha habido lo que podría describirse como un des membramiento intradisciplinario, con la escisión de las categorías prin cipales en campos cada vez más especializados, cada uno de los cuales cobró rápidamente una importancia comparable a la de las discipli nas de las que surgió. La química, por ejemplo, en tiempos de Lavoisier constituía una entidad razonablemente homogénea, pero pronto los químicos fueron obligados a elegir entre química inorgánica y química orgánica; dentro de esta última surgió una distinción, durante la segunda mitad del siglo xix, entre la química de los compuestos aromáticos y la de los compuestos alífáticos siendo ésta, a su vez, subdividida en el estudio de los compuestos saturados y el de los no satu rados. Por último, en el presente, un químico puede dedicar la más
útil de las carreras científicas al estudio de una sola familia química. El mismo proceso puede distinguirse en la física y la biología. Pero esta misma sobreespecialización ha provocado un fenómeno in verso o, mejor dicho, complementario: el de la síntesis interdiscipli* naria. Así, de la física y la química ha surgido una nueva disciplina de química física, que es influida por esas dos ciencias- Este proceso ha dado origen a toda una serie de nuevas ciencias de nombre doble e incluso triple: astrofísica, bioquímica, química matemática, biología, físico-química, etc. De este modo, las líneas divergentes de los objetos de investigación científica se conectan por vínculos recíprocos que dan unidad al todo.12
Considérese el ejemplo de la estructura taxonómica de la física. Podemos suponer una taxonomía de tres estratos: el campo en su totalidad, sus ramas principales y las subramas de las ramas (■= especialidades). La situación de la taxonomía de la física hacia el comienzo del siglo es presentada en el cuadro 1. c u a d r o
1, La taxonomía de la física según la lia. edición de la E n - cyclop a edia
B r i t án án i c o . (1911)
Astronomía Astrofísica Mecánica celeste Acústica Óptica Óptica teórica Espectroscopia Mecánica Calor Calorimetría Teoría de la radiación T ermodinámic ermodinámica a Termometría Electricidad y magnetismo Electroquímica Electrodnética Electrometalurgia Electrostática c i en e n t i f i c Re Re s ea ea r c h (París, Fierre Auger, Cu r r e n t T r en d s t n S ci (Parí s, 1961; Pu blicaciones de la u n e s c o ) , pp. 15-16. 12
T ermoelectr ermoelectrici icidad dad Diaraagnetismo Electromagnetismo Neumática Energética Instrumentación
N o t a : Adaptado de la Lista Clasificada de Artículos, al final del vol. x x d í (volumen índice) de la lia. edición de la E n cy c y c l o p a ed ed i a B r i t a n n i c a .
Es interesante comparar esta imagen de la situación taxonómica en la física con la imagen de la situación en las décadas subsiguientes que se da en el cuadro 2. Estos cuadros cuentan una significativa historia. En la lia. edición de la Encyclopaedia Britannica (1911), (1911), la física aparece como una disciplina compuesta compuesta por 9 ra rama mass (po (p o r ejemplo, “Astronomía” o “Electricidad y magnetismo”), que a su vez están seccionadas seccionadas en unas unas 20 especialidades especiali dades más (po (p o r ejemp eje mplo, lo, “Termoelectricidad*’ o “Mecánica celeste”). La 15a. edición de la Britannica (1974) d ivid iv idee la física físic a en 12 ramas cuyas cuyas subdivisiones son —al parecer— demasiado numerosas para un informe detallado deta llado (N o obstant obstante, e, la 14 14a. edició ed ición n (1960 (1960)) incluía inclu ía un artículo especial, especial, “ Física, Física, artículos sobre” , que qu e mencionaba mencionab a más más de 130 temas especiales sobre ese campo.) En 1954, cuando la N ation at ion al Scienc Sciencee Foun Fo un da dation tion . publicó pu blicó su inventario inventa rio de especia especia-lidades físicas, junto con el National Register o£ Scientific and Tech Te ch nica ni call Personne Pers onnel, l, d ivid iv idió ió la física en 12 áreas con 90 especialidades. En 1970 estas cifras se habían elevado a 16 y 210, respectivamente. ^ Sustancialmente, la misma imagen aparece en todos los campos de la ciencia natural. El surgimiento de nuevas disciplinas, ramas ramas y especialidades se ma manifie nifiesta sta en todas su sus partes. Y como com o para negar esta tendencia y mantener la unidad, nos encontramos con la evolución de síntesis interdisciplinarias: química física, astrofísica, bioquímica, etc. La situación histórica parece indicar que el mismo intento de contrarrestar la fragmentación produce nuevos fragmentos. Históricamente, la especialización
cuadro
2. Especialidades Especialidades de la física segú según n el National National Regíster of Scientífícal Scientífícal and Tedhnical Tedhnical Personnel para 1954 y 1970 (1954)
(1970)
Astronomía (16 especialidades) especialidades) Acústica Acústica (7 especialidades) especialidades) Óptica (8 especialidades especialidades)) Mecánica Mecánica y calor (13 especialidades) especialidades) Electromagnetismo Electromagnetismo (6 especialidades) especialidades) Estado Estado sólido sólido (8 (8 especialidades) especialidades) Física atómica atómica y molecular (5 especiali especialidade dades) s) Física nuclear nuclear (9 especialidades) especialidades) Física teórica: física física cuántica cuántica (4 especialidades) especialidades) (__ partículas elementales y campos) Física teórica: clásica (3 especiali especialidad dades) es) Electrónica (7 especialidades) . Instrumentación y m miscelánea iscelánea (4 especialidades)
Astronomía Relaciones solarplan solarplanetarias etarias (9 especiali especialidad dades) es) Planetolog Planetología ía (6 (6 especiali especialidad dades) es) Otras 11 especialidades especialidades astrofísicas astrofísicas Acústica (9 especialidades) especialidades) ópti óptica ca (10 especiali especialidad dades) es) Mecánica (10 especialidades) especialidades) Física térmica (9 especialidades) especialidades) Electromagnetismo Electromagnetismo (8 especialidades) especialidades) Sólidos (25 especialidades) especialidades) Fluidos (9 especialidades especialidades)) Estructura Estructura y dinámica atmosféri atmosféricas cas (16 especial especialidades) idades) especialidades) Átomos y moléculas (10 especialidades) Núcleos Núcleos (3 especialidades) especialidades) Partículas elementales y campos campos (6 especialidades) Química física física (25 especialidades) Biofísica Biofísica (6 ( 6 especialidades) especialidades) Geofísica Geofísica de la tierra tierra sólida (10 especiali especialidad dades) es) Instrumentación (28 especiali especialidad dades) es)
'
Datos de Amer ican Science Manpowe r: 1954-1 1961;; Nation al Science Foundation Publícations) y de "Special "Special-1954-1956 956 (Washington, 1961 ities for Use with 1970 1970 National Register of Scientific Scientific an d Tec hnical Personnel” (Washington, 1970 1970;; National Science Science Foun dation Publications).
M E T A S I S T E M Á T X C A D E L . C O N O C I M I E N T O
2 1 7
científica ha procedido de modo exponencial —a un ritmo porcentual de crecimiento relativamente constante por período— y con may mayor or ra rapide pidezz a medid me dida a que qu e nos movemos movem os hacia ab abajo ajo en la escala taxonómica.13 6. FORMAS ARQUITECTÓNICAS NO JERÁRQUICAS
Mientras el proceso de ramificación taxonómica continúa —no importa cuán lejos llevemos ese descenso desde cualquier unidad a sus subdivisiones sucesivas—, siempre permaneceremos en un orden jerárqu jerá rquico ico si empezamos empezamos con uno. (Este (Este hecho, por po r cierto, da una especial importancia al principio de organización jerárqu jerá rquica ica.) .) Y así así surge inevit ine vitab ablem lemen ente te la pregunta: preg unta: ¿Puede toda la ciencia natural ser desarrollada dentro del marco de una única jerarquía? Para responder esta pregunta, comencemos con uná consideración general, abstracta, de las maneras como la relación básica de inclusión sistemática puede generar relaciones estructurales dentro de familias de sistemas relacionados. El modo básico de relación sistemática por inclusión proporciona el esquema simple de contención completa:
Pero este modo de relación lleva inmediatamente a un nuevo esquem esquema, a, derivat der ivativo, ivo, de relación relac ión sistem sistemáti ática, ca, en particular (y más fundamentalmente) el siguiente: i] Asociación La asociación de sistemas resulta de su inclusión como subuni dades dentro de una supraunidad genérica común, como en el esquema: 13 L a situación situación histórica histórica está está pintad pin tada a con considerable detalle en Derek Der ek c i e n c e s i n c e B a b y l o n (N ew Haven, J. Price, S ci Hav en, 19 1961).
f
0
)
v o y
Una ilustración de esta forma de relación es dada por el hecho de que la óptica y la termodinámica están ambas comprendidas en la física. ii] Traslapamiento La superposición de sistemas consiste en la inclusión de una subunidad común, como en el esquema: \
\
Üna ilustración de esta forma de relación es la de la física y la química, que actualmente comparten el fondo común de la teoría cuántica, elemento común que ellas complementan de modos bastante diferentes dando origen a distintos sistemas basados en diferentes focos temáticos. La introducción de esta segunda forma, de relación de coordinación de nivel origina esquemas de pertenencia mucho más complejos (ordenamientos cognoscitivos) cognoscitivos) que los meramente jerárquicos. jerárq uicos. Mient Mi entras ras no se presenten superposiciones, superposiciones, una estructura jerárquica siempre puede ser desarrollada. Así, por ejemplo, de
resulta:
B
E
H
AD FAG
C
Pero cuando el esquema de pertenencia incluye superposiciones, desaparece la perspectiva de lograr un ordenamiento jerárquico. Así por ejemplo, considérese
que conduce a:
w
^
M\
u
c d f g El resultado ya no es un arreglo estrictamente jerárquico, pues vemos que esa “jerarquía con superposiciones” no es, realmente, ninguna jera je rarq rquí uía a . Pero este análisis también muestra que al abandonar la nítida partición del ordenamiento específicamente jerárquico, no abandonam abandonamos os la noción más general de “ niveles niveles integrativos” integrativos” : sucesivos estratos de orden en la escala de la complejidad y la sutileza de organ o rganizaci ización.1 ón.14 4 14 L,a importante instrumentalidad de la. teoría de los sistemas se remon-
Así pues, mientras que en el descenso de la división sucesiva de una unidad inicial en la secuencia de sus subunidades sucesivas sivas (campo (cam po en especialidade especialidades, s, en áreas áreas de de problemas, etc.) siempre mantendremos un orden jerárquico, en cambio en el ascenso de la relación asociativa de varias unidades en una fusión que las conjuga, podemos tener —y, en verdad, tendremos— aquel orden no jerárquico. La introducción dé esta variante de relación proporciona a los sistemas cognoscitivos mayor complejidad morfológica que la que puede ser contenida dentro de la estructura de un simple árbol jerárquico La estructura arquitectónica a que da origfen la conjunción de estos dos modos de relación puede asumir una forma que no es la de una jerarquía, sino más la de una cota de mallas que qu e recuerda a una armadura mediev med ieval.1 al.18 8 El equivalente funcional futuro de una clasificación de las ciencias semejante a la Decimal Dewey no tendría, entonces, fundamento jerárquico. Su base será parecida a un mapa, con ramas del saber duplicadas o multiplicadas, situadas a distancias relativas que indican el volumen de intercambio entre ellas. Quizá se usarán coordenadas, quizá algún otro sistema, para indicar la posición relativa de una base fija de referencia. El resultado respecto a nuestra pregunta inicial en cuanto a la adecuación de un modelo jerárquico de la taxonomía de la ciencia en general es, entonces, negativo. La estructura general de una ciencia natural n o es la de una jerarquía. Sin duda, en el orden descendente de subdivisión sucesiva en la escisión taxonómica permanecemos siempre dentro de un esquema jerárquico. Pero en el orden ascendente de relación asociativa obtendremos la complejidad de un entrelazamiento en red de mallas.
ta por lo menos a Joseph Needham y su Herbert Spencer Lecture de 1937: “Integrative “ Integrative Levels: Levels: A Revaluat Reva luation ion o í tlie Idea of Progress”, reimpresa en su libro T i m e : t h e R ef ef r e sh s h i n g R i v e r (Londres, 1943). 15 Parece exitoso conjeturar conjetura r que qu e un estudio separado de las interrelaciointerrelaciones de las disciplinas discipl inas científicas científicas (basado (bas ado en índices de citas) citas) daría darí a como resultado un esquema bidimensional de “proximidad” y “distancia" rela tivas entre lugares de productividad intelectual relacionados con los esque mas de relación geográfica entre lugares de productividad e c o n ó m i c a . En relación con el aspecto económico de la analogía, véase K. S. O. Beavon, C e n t r a l P l a c e T h e or o r y (Londres. 1977).
La historia del pensamiento en lo que atañe a la taxonomía del conocimiento merece un breve examen. A comien comienzos zos del siglo, siglo, la revolución revolu ción de la física física tuvo el efecto de fijar la atención de los filósofos de la ciencia en las teorías fo rm u laci la ción ón,, prueba pru eba,, conf co nfirm irm a ción ci ón o invali inv alida da- - científicas. La form ción, y cambio (modifi (mo dificaci cación ón o remplazo) de d e te tesis e hipótes hipótesis is científicas fueron así los temas principales de la filosofía de la ciencia durante el presente siglo. N o obstante obstante,, en todo este este interés por las tesis y las teorías de la ciencia, el problema de su estructura taxonómica fue ignorado. Los filósofos de la ciencia contemporáneos han estado tan preocupados por cuestiones de ontogénesis que abandonaron el problema de la filogénesis. En el siglo xix prevaleció tina situación diferente. En efecto, todas las grandes figuras de la filosofía de la ciencia de esta era —Comtre, Whewell, Mili, Spencer, Peirce— hicieron análisis sustanciales de la estructura sistemática de la ciencia como totalidad, incluyendo el inventario y ordenamiento de las ramas y subdivisiones subdivisiones que la componen.1 compo nen.16 6 L a rápida ráp ida expansión del interés en este este tema en el siglo x ix (como (com o consecuen consecuencia cia del crecimiento del interés histórico en general) es un fenómeno tan notable como la desaparición de ese interés en nuestro siglo. Ningún importante filósofo de la ciencia del siglo xix dejó de dedicar una extensa consideración al problema de la clasificación de las ciencias; ningún importante filósofo de la ciencia del de l siglo x x se ha ocupado de e llo.1 llo .17 7 Se puede entender por qué habría sido descuidado este tema de la taxonomía y morfología de la ciencia. Hasta cierto punto, las tendencias nominalistas de la filosofía reciente han militado en contra del trazado de esquemas sinópticos. La creciente importancia dada en la filosofía a cuestiones de detalle micros 36 Los mejores informes antiguos ant iguos de d e la situación histórica histórica son: son: Julius Juliu s Pelzholdt, B i b l i o t h e c a B i b l i o g r a p k i c a (Leipzig (Le ipzig,, 186 1866) 6);; Charles W . Shields, Shields, P h i l o s o p h i a T J l t i m a t a , vol. n ™ "The History of the Sciences and the Log ic of the Scien Sciences ces or the Scienc Science e o f the Scie Scienc nces es”” (N u ev a York, Y ork, 18 1889 89); ); Robert Flint, P h i l o s o p h y a s S ci ci e n t i a Sc S c i e n t i a r u m a n d H i s t o r y o f t h e Cí Cía s - (N ueva va York. 1904) 1904);; y E. C. Richardson, C l a s s i f i c a - s i f t c a t i o n o f S c i e n c e s (Nue York , 193 1930; 0; 3a. ed.). t i o n : T h e or o r e t i c a l a n d Pr P r a c t i c a l {N u ev a York, 17 Para Pa ra un interesante interesante análisis reciente, reciente, véase véase R . G. A. Dolby Dol by,, “ Classification o£ the Sciences. The Nineteenth-Century Tradition” [estudio no publi cado impreso para su autor por la University of Kent, Canterbury, ca . .1975].
cópico y la aversión por las síntesis en gran escala también constituyen un obstáculo. Pero lo más importante es que el proceso de crecimiento y cambio dentro de las ciencias mismas ha tomado una orientación que contrarresta todo intento de fijarlas en el orden de un marco taxonómico. Con el desarrollo de la ciencia, la morfología de nuestros sistemas cognoscitivos también se ha vuelto más compleja. Basta una breve mirada a la historia del saber para descubrir que la visión humana de la estructura del conocimiento se ha vuelto mucho más más intrincada. intrincada. N o sólo hay proliferació prolife ración n dentro de las unidades existentes, como acabamos de ver, sino qué también está el nacimiento de nuevas unidades que complican de modo creciente los esquemas de pertenencia con superposiciones y aso p r o li- li - ciaciones. La historia de la ciencia presenta no sólo una pr ferac fer ación ión taxonómica, sino también una complejización taxonómica. Desde la Antigüedad griega hasta la Edad Media latina, la opinión corriente era que las ramas del conocimiento podían ser dispuestas en una secuencia lineal de ordenamiento que comenzaba con los los tema temass “ triviales” triv iales” de la las disciplinas disciplinas fundafun damentales (es decir, las del de l triviitm de los escolásticos: gramática, lógica y matemática [aritmética y geometría]) y se continuaba en en la filoso filo sofía fía natural, teórica te órica y moral mora l (esto es, ciencia, ciencia, metafísica y ética) para terminar en la teología, la reina de las ciencias. Por lo general, los filósofos medievales concordaban muy bien con ese ordenamiento presupuesto, esencialmente lineal, de las ramas establecidas del conocimiento que seguía, a grandes rasgos, la secuencia de los tratados del corpus aristotélico establecido como canon. Los tratados sobre el ordenamiento de las ciencias (De ortu scientiarurri), producidos tanto en el ámbito árabe como en el latino de la filosofía medieval, coincidían en esta imagen secuencial de la taxonomía del conocimiento, un enfoque que —como vimos antes— todavía puede ser encontrado en el positivismo de Auguste Comte, en el siglo gl o xix. (Éste (Éste asumió asumió la posición posición de que el orden orde n natural de las ciencias teóricas estaba alineado paso por paso con el orden histórico de su aparición.) Tres Tr es factores contribuye cont ribuyeron ron a echar echar por tierra esta esta doctrina. Uno fue el deceso de la visión aristotélica del mundo predominante en la Edad Media, basada en la secuencia lineal de anterioridad/posterioridad. El segundo fue el rápido desarrollo de las ciencias mismas, en la época posgalileana. El tercero fue la teoría
darwiníana de la evolución, con su imagen de ramificación arbórea de relaciones crecientemente ramificadas. Este cambio de orientación dio origen, en el curso del pasado siglo, a la visión de la ciencia como una jerarquía de ramificaciones desarrollada en líneas de revolución. La quintaesencia de los modelos de esta concepción de la estructura del conocimiento ya no íes una secuencia de tratados, como el corpus aristotélico, sino el Sistema Decimal Dewey, que organiza el conocimiento por ramificación sucesiva de una jerarquía de inclusiones que se va abriendo siempre en nuevas ramas hacia subcategorizaciones detalladas. En el siglo xx, esta imagen jerárquica más complicada de la taxonomía de la ciencia tuvo que ser abandonada —por el apremio de la necesidad— en favor de formas de interrelación más complejas y retorcidas aún. Las unificaciones temáticas mediante los triunfos reductivistas de la ciencia moderna son simplificaciones sustanciales cuyo precio ha sido la complicación taxonómica. Esas unificaciones destruyeron la perspectiva de una simple morfología de la ciencia que se basara en una clasificación lineal o incluso jerárquica de las disciplinas. Con la constante creación de nuevos esquemas de superposición y asociación, ciación, la l a estruct estructura ura m orfol or fológ ógica ica de la ciencia ha lle gad gado o a tomar la forma de una malla. Para dar una imagen adecuada de la estructura taxonómica de la ciencia en la actualidad se requiere el diseño de un complejo mapa, más que el trazado de un árbol de ordenamiento. Esta complicación secuencial de la clasificación y taxonomía cognoscitivas está entre los aspectos más carac caracterí terístic sticos os —e —e importan importantes— tes— del progreso del conocimiento. 8. El. PROBLEMA DE LA EXPLICACIÓN
Las consideraciones precedentes apuntan de manera inexorable a la pregunta: ¿Qué se puede decir en relación con las causas más profundas de la complejización taxonómica de la ciencia? Disponemos, en teoría, de varias explicaciones:
A } L a explicac expl icación ión puede residir, simplemente, en el aspect aspecto o de las limitaciones esencialmente intelectuales de quienes ejer- cen la ciencia. El continuo crecimiento exponencial de la bibliog bib liograf rafía ía científica es es un fenómeno ya conocido (sobre (sobre
todo a raíz de los trabajos de Derek Price). La ciencia ha llegado a ser cada vez menos manejable para enseñarla y aprenderla. Si suponemos que el control intelectual adecuado de una rama del conocimiento requiere el dominio de alguna fracción fija de su bibliografía, entonces la creciente especialización —y especiación— es una consecuencia inmediata. prá ctica a jB] jB] La explic exp licaci ación ón podr po dría ía residir res idir en lo referen refe rente te a la práctic de la investigación científica. Primero se hace el trabajo sencillo, después el más complejo. Como escribió Max Planck: Con cada cada avanc avancee de la ciencia aumenta aumenta la dificul difi cultad tad de la tarea: cada cada vez se plantean exigencias mayores al rendimiento de los investigadores, y la necesidad de una apropiada división del trabajo se hace constantemente constantemente más urgente. urgente. ( V o r t r a g e und E r i n n e r u n g e n , 5a. ed. [Stuttgart, 1949], p. 376.) Cuando el trabajo se hace más pesado, un volumen de esfuerzo dado puede descargar una porción cada vez menor. La creciente especialización se señala como consecuencia de la dificultad de la tarea. C] L a explicación explicac ión podría estar estar en factor factores es sociológicos. Como la gente se agolpa cada vez más en una determinada área de la tarea científica, podría ser necesario dividirla más sutilmente para evitar la sobrepoblación en un determinado compartimento de la práctica, lo que lleva a su división en subunidades de menor me nor escala caracterizada caracterizadass como c omo “ gremios de artesanos", por asi decir. £>] La explicación podría estar en la misma estructura de la na- turaleza. En efecto, la naturaleza puede muy bien estar estructurada en una estratificación de niveles de complejidad. Y entonce entoncess habría dificultades d ificultades continuamente continuamen te mayore mayoress en cavar cada vez más profundo a través de los estratos, resultando una concentración de esfuerzo cada vez más estrecha. (Los físicos D. Bohm y J. P. Vigier han dado algunas sugerencias dentro de esta línea.)18 Estas explicaciones no son, por cierto, las únicas posibilidades promisorias. Tampoco se excluyen mutuamente. Pero seguramente X>] es la que más se acerca a la respuesta correcta. Si 18 Véase el análisis anális is respectivo en el cap. cap. ixi ixi de S c i e n t i f i c P r o g r e s s , del autor (Oxford, 1978).
no ocurriera que el avance de la investigación se encontrara con una creciente complejidad en la misma naturaleza, tendríamos más trabajadores explorando el mismo terreno sin que aumentara la complejidad en los mapas que produjeran El hecho de que el progreso científico por lo general tiene lugar en territorio virgen —a mayores temperaturas, presiones, velocidad de partículas, de las que habían sido exploradas anteriormente— indica que es el mundo mismo lo que nos confronta con un conjunto de fenómenos que nos exigen cada vez más y nos plantean demandas taxonómicas cada vez mayores. Es este aspect aspecto o “ obje ob jetiv tiv o” de la cues cuestió tión, n, y no n o las las exigencias exigencias de nues nues-tros métodos de investigación, lo que explica finalmente la complejización taxonómica. El mecanismo básico que actúa en esto toma la forma secuencial: mayor variedad de fenómenos —> ma mayor yor com c ompl plej ejid idad ad de teorías teorí as explic exp licati ativas vas —> ma mayor yor complejidad en la estructura del conocimiento. Cuando sondeamos a la naturaleza con mayor profundidad en nuestra “exploración” de sus fenómenos, es natural y esperable que nuestro conocimiento de ella se vuelva cada vez más complejo. (El hombre que nunca abandonó los confines de su pueblo natal posiblemente tenga una imagen del mundo engañosamente simple.) La fundamental lección metasistemática de la historia de la sistematización cognoscitiva es, seguramente, que la complejidad es el precio del progreso. Cuanto más sabemos y aprendemos acerca del mundo, tanto más amplio es el rango de fenómenos a los que nuestras teorías tienen que acomodarse, y así, sí, tanto más comp co mplej leja a es la estructura estructura que asume asume el conocimiento mismo.
9.
MO RFOL OGÍA ESCATO LOGIC A
Este proceso de complicación morfológica, ¿no llegará por fin a un inevitable tope? Debemos enfrentarnos con el problema de la inherente finitud de la complejidad morfológica del conocimiento. N o hay, hay, sin sin duda, duda, razone razoness de princ pr incip ipio io teórico para defender una doctrina de la finitud morfológica. Ninguna consideración intrínseca a la tarea cognoscitiva asegura que nuestro conocimiento de la naturaleza dejará de crecer alguna vez, en cada uno de los niveles de intrínseca importancia. Aun cuando la naturaleza misma fuera finita en su complejidad, sin embargo
es posible que —como una máquina de escribir con un teclado finito— produzca siempre nuevas secuencias de ocurrencias concretas que manifiesten leyes de operación de creciente complejidad. Esta complejidad en constante desarrollo significa que la fusión, fusió n, y (lo (l o que qu e es es mucho muc ho más más común) la escisión de campos científicos científic os en sub subár área eass (etc.) es una posibilida posibi lidad d siempre presente. El desarrollo de esquemas cada vez más complejos de superposición y asociación es una posibilidad genuinamente. abierta. La estructura de malla llegaría, entonces, a tener una forma crecientemente elaborada debido a la necesidad de dar cabida a un dominio de fenómenos permanentemente ampliado por cuanto nuestra capacidad de interacción con la naturaleza se vuelve cada vez más amplia en el curso del desarrollo histórico. tórico . N o hay duda de que, como c omo la l a ciencia cienc ia se desplaza hacia hacia,, áreas cada vez más difíciles y enfrenta problemas cada vez más profundos y dificultosos, la velocidad del descubrimiento er innovación científica en lo referente a nuevos hallazgos comenzará a disminuir. Y con est esta a deceleración, la marcha marcha del cambio morfológico también se hará más lenta Pero deceleración na es estancamiento. To T o d o lo que nos enseña enseña la filo fi loso sofía fía de la ciencia acerca acerca de: la naturaleza de la empresa cognoscitiva, y lo que nos dice la. historia de la ciencia acerca de su evolución pasada, coincide en indicar que no hay una razón decisiva por la que la ciencia necesite siempre convergir en una condición fija de osificación; morfológica mientras la actividad de la investigación científica, continúe. 10. LA UNIDAD DE LA CIENCIA Pero su desarrollo en complejización ¿no amenaza la unidad y coherencia de la ciencia? Hace ya tiempo que los filósofos han destacado el tema de la unidad de la ciencia, correlativa del ideal clásico de un todo' integral y cohesi cohesiona onado. do. A l abordar este este problema podemos empezar advirtiendo que la “unidad de la ciencia” es un animal de muchas cabezas. En esto puede haber tres cosas en cuestión:: i] Unidad metodológica : el argumento de que en todas las. ciencias tienen vigencia exactamente los mismos métodos de
investigación investigación y verificación. (Piéns (Piénsese ese en el Methodenstreit [controversia metodológica] de las ciencias naturales frente a las ciencias culturales [esto es, humanas y sociales], N a ») turwissenschaften versus Geisteswissenschaften ») 2] Unidad explicativa', la pretensión de que todo puede ser subsumido en una cierta idéntica familia de principios explicativos. (Piénsese (Piénsese en el antigu an tiguo o atomismo y en el fisicismo de los positivistas lógicos.) 3] Unidad semántica', la doctrina de que todo puede ser expresado presado en en un vocabulari vocab ulario o común. común. (Piénsese (Piénsese en la la idea id ea hishistórica de un medio universal del discurso científico, que permita perm ita la expresión expre sión —o la l a traducción— tr aducción—* en un u n lengu le nguaje aje común usado uniformemente en todas las ramas de la ciencia.) H ay interrelaciones entre estas tas formas de unidad (por (po r ejemejem plo, la unidad e asegura tanto la unidad s como la unidad m ). Pero, en general, en estos diferentes modos de unidad están .en juego consideraciones bastante diferentes. En todo caso, debemos acentuar el hecho de que nuestro actual interés por la unidad en la sistematización está en la unidad explicativa: la unidad y uniformidad de principios explicativos o justific a torio torios. s. Las dudas sobre la posibilidad de alcanzar esa unidad han .surgido reciente recie ntemen mente te desde desde distintos ángulos. ángulos. (Ya (Y a en 19 1904, el prospecto de la Exposición Universal de Saint Louis hablaba ,del objetiv obje tivo o de “ discutir discutir y poner pone r en marcha marcha la unificación y mutuas relaciones de las ciencias, y así superar el nivel de rela .ción y armonía de las dispersas ciencias especializadas en nuestros días” días” ). Y un sabio sabio europeo se refiere refi ere hoy h oy a “ la creencia muy difundida de que la unidad de la ciencia se ha perdido” <(die verbreitete Ansicht von der verlorenen Einheit der Wissen sckaften).19 Es necesario volver a examinar esta tesis de la unidad sistemática de la ciencia a la luz del avance de la comple jizac jiz ació ión n estructural de la empresa empresa.. Esta preocupación respecto de la unidad de la ciencia es seguirá mente una actitud equivocada. Con la siempre continua com .plejización de la ciencia no somos empujados a abandonar este •v iejo ie jo ideal idea l sistemático de unidad, unid ad, pero per o estamo estamoss obligados obli gados a in íterpretar la naturaleza de esta unidad como más compleja y i® Karl Ulmer, en su compilación D i e W t ss s s e n sc s c h a f t eenn u n d d i e W a k r h e i t ( (Stuttgart, (Stut tgart, 1966), 1966), p. 24. 24.
—p —p or así así decir de cirlo lo— — má máss diversifica diver sificada da internam inter namente ente que qu e lo que se había pensado. Lo que está en peligro de perderse no es la unidad de la ciencia, sino su simplicidad . N o es la existencia sino la naturaleza de “ la unidad unid ad de la ciencia*’ ciencia*’ lo que q ue estam estamos os urgidos de reconsiderar en vista de la creciente complicación de la tarea de sistematizar el conocimiento.20
20 Algunos de los temas de este capítulo son tratados con mayor exten sión en S c i e n t i f t c P r o g r e s s t del autor, o p . c i t .