UNIVERSIDAD DEL CAUCA PROGRAMA DE CONTADURIA PÚBLICA CURSO DE ÉTICA PROFESIONAL Profesor: OSCAR RAÚL SANDOVAL ZÚÑIGA
TEMAS: 1.3.1 Significado de los valores morales 1.3.2 Nociones de Ética Civil 1.3.3 Funciones de la Ética Civil 1.3.4 La ética empresarial en el contexto de la ética civil. Todo necio confunde valor y precio Antonio Machado Cínico es el que conoce el precio de todas las cosas y el valor de ninguna Oscar Wilde 1.3.1 SIGNIFICADO DE LOS VALORES MORALES. Los valores morales son aquellos que hacen referencia a la actividad moral del hombre y tienen relación directa con las acciones de su acontecer diario, por tal razón se erigen como aspectos indispensables en la vida cotidiana del hombre. La vida humana debe regirse inevitablemente por ellos, por consiguiente son inherentes a nuestro ser como personas. Se dice que todos los hombres son inevitablemente morales. Los valores son cualidades reales, no cuantificables, sin existencia física, emanadas de las elaboraciones o conceptos mentales para cualificar los aspectos comunes con el fin decir como son determinadas personas, acciones, situaciones, sociedades, cosas y se expresan con adjetivos calificativos. Al adjetivizar para decir que algo es bueno o hermoso se está haciendo una abstracción de una cualidad común a muchos seres, objetos o animales. Los valores no son, sino que valen, la existencia del valor está representada en el valer. La diferencia entre algo bueno y algo malo no radica en el ser del objeto sino en su valer. Son reales porque ellos pertenecen o están en esos seres, cosas, sociedades o acciones que se describen; lo que hace el hombre es abstraerlas a través de la inteligencia, esto permite inferir que el hombre no crea subjetivamente el valor de los seres, ni de los objetos ni de las acciones sino que las descubre, lo que sí coloca es el precio, no su valor. Al acercarse a las cosas no sólo las estimamos o desestimamos, sino que también las preferimos o las relegamos, es decir, las valoramos. El hombre no hace sus valoraciones por medio de los sentidos, es a través de la inteligencia inteligencia que él estima o desestima los valores, los acoge o los rechaza. De la afirmación anterior puede inferirse que la inteligencia juega un papel preponderante preponder ante en el acto de valorar, además la actividad moral se sintetiza en una valoración teórica y práctica. ¿cuál es la función de los valores en nuestro accionar diario? Los valores sirven para vivificar a la sociedad, al mundo, a la empresa. Para que todas las personas puedan vivir plenamente sin atentar contra el otro. Como afirma Adela Cortina: “Un aumento en mor alidad alidad es lo mismo que
un crecimiento en humanidad”. Los valores morales tienen la virtud de actuar como integradores de otros valores, no como sus reemplazos. Cada persona puede tener una escala o jerarquía de valores. En algunos casos por ejemplo, para alguien dentro de sus intereses puede primar el gozo estético, otras personas pueden sobre valorar lo religioso y lo sobrenatural, entonces los valores religiosos tendrán una importancia crucial. Lo ideal es que la jerarquización de los valores no conlleve a la indiferencia frente a otros que pueden ser más importantes. Los valores en sí mismo no son fines sino mediaciones de vida. La vida misma es fin. Por otra parte hay que decir que los valores están supeditados al nivel cultural de los pueblos. Ellos son estimados o desestimados en forma diferente en contextos diversos, por ejemplo, el ciudadano de hoy en día tiene una valoración distinta acerca de la fidelidad, que la que tenía un ciudadano de hace dos mil años. Los valores pueden ganar o perder sentido con el tiempo, como por ejemplo lo que sucede con el honor y el deshonor, la sacralidad, la cultura, la raza. NOCIÓN DE ÉTICA CIVIL. La ética civil tiene su origen en los siglos XVI Y XVII Europa, es considerada como una ética de la modernidad. Su origen se debió a la necesidad de buscar pautas mínimas de convivencia entre ciudadanos adscritos a diferentes religiones, o que no profesaran ninguna religión, para contrarrestar los prejuicios derivados de las guerras religiosas de esa época. La ética civil tiene una directa relación con el campo de la moral que circunscribe el acontecer diario. Según Marciano Vidal “La ética civil formula la dimensión moral de la vida humana en cuanto esta tiene una repercusión para la convivencia social o ciudadana en general”. El campo de la ética civil es la vida social, donde converge el pluralismo de proyectos colectivos de vida, para lo cual es imperativo el entendimiento, la comprensión y la interpretación de la realidad nacional y social, a partir de la racionalidad y de la no exclusión de creyentes y no creyentes. De ello se puede inferir que el ejercicio “irracional” de la fuerza bruta se torna ilegitimo ante la ética civil. La ética civil en tanto posibilidad teórica se contrapone a los proyectos confesionales, por cuanto “La confesionalidad de la vida social origina una justificación única y totalizadora de la realidad, esa justificación es excluyente de otras posibles(...). No tolera la existencia de una justificación racional y por consiguiente no dogmática”. De lo anterior puede inferirse que la racionalidad es la condición ineludible sobre la que se asienta la existencia de la ética civil. Los proyectos de la Ética civil ante todo tienen una justificación racional, lo cual le da el sustento para las reflexiones acerca de la vida social aislándose de las explicaciones religiosas y dogmáticas. Es precisamente el carácter de laicidad o racionalidad lo que la alejan de explicaciones basadas en la confesionalidad de las tramas sociales. Debe decirse por lo tanto que la ética civil es por naturaleza contrapuesta al confesionalismo social. Para un correcto entendimiento del concepto real de ética civil es necesario no confundirlo con civismo. Para la ética civil lo fundamental es la racionalidad o laicidad, en tanto que para el civismo, lo central es la convivencia ciudadana y el respeto en el marco de las prácticas cotidianas. En el civismo actúan por igual laicos y confesionalistas, por ejemplo manteniendo limpia la ciudad, pagando impuestos cumplidamente, cuidando las calles, etc. A la luz de la ética civil impera únicamente
la racionalidad frente a opciones totalizadoras y excluyentes de los confesionalistas. Por tal razón puede afirmarse que la ética civil tiene una escala más elevada que el civismo, en cuanto a que sus alcances y repercusiones tienen un mayor valor en la vida social. Desde el punto de vista conceptual y basados en la definición de Marciano Vidal, puede entenderse por ética civil: “el mínimo moral de una sociedad secular y pluralista. Hablar de ética es referirse tanto a la sensibilidad ética como a los contenidos morales. Por eso, la ética civil alude a la doble vertiente de sensibilidad y de contenidos morales de la sociedad”. En tal definición se habla de mínimos morales, haciendo referencia a las pautas mínimas que requiere todo proyecto humano para respetar la diversidad de ideales y aspiraciones de los ciudadanos, así como las diferentes aspiraciones materiales y espirituales del hombre. CONTENIDOS DE LA ÉTICA CIVIL. Hablar de contenidos morales de la ética civil obliga a detenerse en los aspectos que dan origen a los contenidos morales esenciales. Los cuales de acuerdo con Marciano Vidal se pueden reducir en tres grupos: La sensibilidad moral de la humanidad a través de la cual se produce un realce en las concepciones éticas del hombre como ser social. En tal sentido se ejemplariza la deslegitimación de la esclavitud, la inalienabilidad de la dignidad del trabajador, la sensibilidad ambiental, el respeto por las tramas de la naturaleza. También hay otros valores que la sensibilidad humana les ha colocado un velo como por ejemplo, al respeto por la vida intrauterina o al problema de la fidelidad conyugal. La reflexión ética hace referencia a la producción de conocimiento y a las corrientes de pensamiento filosófico que han enriquecido la dialéctica cognitiva de la humanidad. El desarrollo histórico de la sociedad en su conjunto como tal no obedece a leyes inmutables, por el contrario la sociedad evoluciona en condiciones de permanente contradicción expresadas en el antagonismo entre las fuerzas productivas en desarrollo y las relaciones de producción imperantes que han ocasionado diferentes crisis y movimientos sociales, donde los diversos actores juegan papeles distintos en defensa de múltiples intereses. Para evitar abusos y atropellos de las partes en conflicto han surgido instancias alternativas que propenden por la adopción de ideales éticos desde la racionalidad crítica. Tales instancias se constituyen en fuentes de contenidos morales, porque retroalimentan la crítica social y buscan pautas para maximizar el bien común, entre ellas podemos mencionar: las organizaciones defensoras de derechos humanos, los grupos ambientalistas, las organizaciones sindicales, los organismos de solidaridad con las gestas sociales, etc. 1.3.3.1. Contenidos morales de la ética civil. Todo proyecto colectivo de vida debe construirse sobre la máxima valoración de la vida humana, además bajo el respeto de los derechos civiles y políticos que se representan como libertades ciudadanas, entre las cuales están las libertades de: expresión, asociación, movilización; además de la no discriminación por motivos de raza; sexo, ideologías, etc. En todo caso, no basta con las expresiones formales de tales libertades, pues la realidad social, económica y política de los pueblos es la que en últimas demuestra si tales libertades son aplicadas en la práctica o simplemente son letra muerta.
FUNCIONES DE LA ÉTICA CIVIL. En esencia, la ética civil tiene como función primordial, establecer un proyecto moralizador de la sociedad, con el fin de asegurar pautas mínimas de convivencia las cuales se opongan a todo intento autoritario y dictatorial de dominación de los hombres. La reflexión ética obliga por tanto al desarrollo de la criticidad para analizar la condición del hombre como ciudadano del mundo y de esta forma conocer su realidad, determinar las razones o las consecuencias de esa realidad y ser capaz de desarrollar acciones de cambio tanto en lo personal como en lo social. La ética civil se constituye en una instancia moralizadora de lo público, desde la cual el hombre en tanto ciudadano, vela por la configuración de una autentica moralización de la vida pública, donde no hay cabida para actuaciones al margen de la verdad y de espadas a las aspiraciones del colectivo, ni tampoco para imposiciones violentas que atenten contra el ejercicio de la racionalidad. La ética civil propende por la reflexión racional para que el hombre conscientemente cumpla con su tarea ética de imprimirle sentido a la historia. Es la dinámica transformadora del hombre la que le da el verdadero sentido y quien decide el rumbo que debe tomar el mundo social, político y económico. Afirmación que está en abierta oposición contra el rearme de las posiciones apocalípticas o metafísicas de los confesionalistas. 1.3.5 LA ÉTICA CIVIL EN EL CONTEXTO DE LA ÉTICA EMPRESARIAL En la empresa al igual que en la sociedad deben existir unos valores morales compartidos. Se sabe que tanto al interior como al exterior de la empresa inevitablemente interactúan en mayor o menor grado las relaciones entre los hombres. Por tal razón la empresa debe ser el espacio pluralista donde las personas convivan sin que ninguna de ellas imponga a otros sus propios ideales de felicidad o sin que se los discrimine o coaccione por no compartir los mismos ideales. Además, los comprometidos en la actividad de la empresa deben profesar unos mínimos morales no negociables con los cuales se identifiquen por convicción propia todos los integrantes de ella, sin que haya mediado la fuerza para poderlos imponer. En la concepción de la nueva empresa y bajo la óptica de la ética civil no es procedente hablar de súbditos, sino de ciudadanos. El súbdito está supeditado incondicionalmente a las ordenes impartidas por un jerarca investido con un poder señorial, por su naturaleza es incapaz de interiorizar y exteriorizar a la vez sus propias convicciones morales. Bajo tal esquema el concepto de autonomía pierde su real sentido y es sustituido por el de sumisión. En el ámbito empresarial, el empresario tiene que estar investido de un reconocimiento por parte de todos los comprometidos en las actividades que les conciernen, en virtud no de su poder económico o político, ni de su capacidad para imponer modos de conducta, sino por su capacidad de reconocer al otro como un ciudadano digno, con convicciones y autonomía morales propias. En el contexto de la ética civil, el concepto de igualdad opera en el sentido de que todos deben gozar de iguales oportunidades para desarrollar a plenitud sus capacidades y no estar coaccionados por la fuerza o la intimidación con el propósito de cumplir con sus responsabilidades. La solidaridad o la fraternidad son valores ineludibles para guiar el pensamiento y la acción empresarial en el contexto de una ética civil.
En forma concomitante, la actividad dialógica se erige como un aspecto imprescindible en la promoción de valores como la libertad, igualdad y fraternidad. Este mecanismo se convierte en un instrumento importante en la resolución de conflictos al interior como al exterior de la empresa. Es la forma más apropiada de respetar la autonomía de los hombres, de tener en cuenta los intereses de los demás a la hora de tomar decisiones. En la actividad dialógica todos y cada uno de los actores son interlocutores válidos. Cabe decir igualmente que el intercambio verbal es un factor necesario para la comprensión de situaciones y comportamientos en el trabajo, por su misma esencia el ser humano necesita del habla para el libre desarrollo de su personalidad y para afianzarse como ser racional en la dinámica de sus relaciones interpersonales. En virtud de lo anterior se puede afirmar claramente que los modelos administrativos tradicionalistas se oponen a la ética civil ya que en muchos casos las asesorías administrativas están orientadas a impedir el ejercicio de la palabra dentro del sitio de trabajo y se califica como improductivos a aquellos trabajadores que hablen, aunque para cumplir con sus labores no requieran ninguna concentración. Otro aspecto que incide contra los preceptos de la ética civil al interior de la empresa tiene que ver con la tendencia de los modelos administrativos a acabar con las formas de organización de sus colaboradores a través del desconocimiento de la libertad de asociación y de la libertad de expresión, en contraposición se ha dado un repunte del civismo expresado en el énfasis dado al interior de las unidades productivas hacia el respeto a los reglamentos, cumplimiento de los horarios, orden en el puesto de trabajo, respeto incondicional a los jefes, cumplir al pie de la letra con la carga laboral. Lamentablemente cuando esas exigencias no van acompañadas de la adopción de unos mínimos morales como la búsqueda del bienestar del trabajador, el bien común y la justicia social; la ética civil pierde su razón de ser y por consiguiente la ética empresarial no pasa de ser un discurso inocuo. Hay que tener presente que cada unidad productiva tiene su propia especificidad y es posible que unos valores morales prevalezcan sobre otros pero en todo caso la actividad empresarial está orientada a la satisfacción de las necesidades humanas a partir de la utilización productiva de unos recursos con la mediación del ser humano. En este orden de ideas se infiere que la empresa tiene una multiplicidad de compromisos los cuales abarcan desde la satisfacción de necesidades sociales hasta la obligación moral de brindarle a todos sus colaboradores las oportunidades para desarrollar al máximo sus capacidades personales y profesionales. Como puede apreciarse la responsabilidad de la empresa comprende el respeto de sus colaboradores, clientes, competidores, ciudadanía en general, proveedores y accionistas. De esta forma para que la empresa sea valorada positivamente dentro de la sociedad, está obligada a asumir como imperativos morales valores como la honradez, el respeto mutuo, la cooperación, la calidad, la solidaridad, la creatividad, el espíritu de riesgo, la iniciativa. La relación entre esos mínimos morales y la actividad empresarial radica en la posibilidad de contar con referentes imperativos desde lo axiológico y lo normativo que deben observarse tanto en la vida empresarial como en la vida social. En el plano de la actividad empresarial es requisito indispensable no atentar contra el bien común y propender por el beneficio social. En síntesis, el empresario debe velar por la justicia social, esto es, propender por que el éxito del empresario sea necesariamente un éxito para las fuerzas productivas de la sociedad y no un perjuicio para los trabajadores y para la comunidad. Siendo la empresa un espacio donde
convergen distintos actores e intereses, se requiere el ejercicio del pluralismo democrático en aras de permitir la libertad de expresión con el fin de fortalecer la toma de decisiones del ente empresarial en forma consensual. Es necesario aclarar que la búsqueda de la justicia social y el ejercicio del consenso antes que ser un obligación legal, se constituye en un imperativo moral para el empresario, que coadyuva en su gestión unificando y legitimando el accionar de la empresa, como lo postula la ética civil. Cabe decir que la actividad del empresario no se escapa de los problemas de formación en la actual sociedad, pues la excesiva formación religiosa le ha restado importancia a la moral no confesionalista desplazándola a un segundo plano, esa falta de laicidad permite observar ciudadanos y empresarios con comportamientos intachables desde la óptica de la moral religiosa, pero con conductas reprochables y perjudiciales para la sociedad si se analizan desde el punto de vista de la moral laica. Además la carencia de sensibilidad moral frente a la realidad social dificulta la convivencia ciudadana y facilita los atentados contra la riqueza fiscal y la administración pública degenerando en aquella plaga conocida como corrupción, de esta manera como afirma Marciano Vidal, “...se diría que nuestra sociedad cuela el mosquito de la inmoralidad individual (sexual, familiar) mientras que traga el camello de la inmoralidad social.” De igual manera en el contexto de la ética civil la pregunta que se puede hacer es ¿cuáles son las posibilidades de aplicación real de la ética civil en una sociedad en la cual el capitalismo ha acentuado su voracidad con sus políticas de choque, reducción del gasto social, privatizaciones, despidos masivos? Las respuestas a tal interrogante no pueden plantearse en una forma ligera y requieren análisis profundos de carácter estructural. Sin embargo vale la pena rescatar el pensamiento del maestro Antonio García quien plantea que el capitalismo se transforma para salir de su crisis por la presión de las fuerzas internas que lo han conducido al agotamiento. De acuerdo con las afirmaciones del mismo autor, esa crisis del capitalismo no significa agotamiento en el sentido catastrófico del mismo, sino la búsqueda de nuevas posibilidades para superar esa faceta crítica. Cada crisis obedece a un ciclo histórico del capitalismo. “Los desajustes del sistema capitalista están originados en el hecho de que no es una economía para hacer mejor la vida humana – sin discriminaciones de país o de clase- sino para hacer mejor el mecanismo de rentabilidad de los capitales y mejorar la acumulación de poder en las grandes potencias. Por esa causa, la mayoría de los hombres – no solo en Asia, África, Oceanía y América Latina, sino en las regiones atrasadas de Europa no pueden participar de los bienes de la cultura humana: esto es, forman parte de pueblos exiliados en el propio mundo que habitan” De igual manera la ética civil enfrenta el problema de que con la crisis del sistema capitalista la moral también enfrenta su propia crisis la cual se manifiesta en el hecho de que ha habido un aplastamiento de las aspiraciones elementales del hombre por efectos de un implacable materialismo ético, que ha eliminado todos los valores y además ha ido eliminando lo que a decir de Antonio García son los tres sentidos de su vida moral: “el sentido de servicio, la necesidad de realizarse solidariamente y el anhelo de superación como especie. Si el capitalismo trata a los hombres como cosas, ¿pueden los hombres crearse una ética superior a su propia vida?” Finalmente vale la pena recordar la reflexión que hace el maestro Antonio García en el sentido
de que: En cinco siglos de vida política el capitalismo no ha emancipado al hombre entendido como conciencia individual: el “individualismo” carece aún de sentido histórico, puesto que ha negado a la mayoría de los hombres la facultad de realizarse individualmente. El individualismo tiene su máxima expresión en el reparto de las ganancias y en la socialización de las pérdidas y de los sacrificios. BIBLIOGRAFIA CORTINA, Adela. El mundo de los valores. “Ética mínima y educación. Santafé de Bogotá, Editorial el Búho, 1999. GARCÍA, Antonio. Dialéctica de la democracia. Bogotá : Ediciones Cruz del Sur, 1971 SAVATER, Fernando. La dimensión ética de la empresa.. Santafé de Bogotá, Siglo del Hombre Editores, Fundación Social, 1998. VIDAL, Marciano. La ética civil: Noción, Contenido y Función, Offset.