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Relaciones entre la educación formal, formal, la no formal y la informal
Jaume Trilla* Hasta el momento nos hemos preocupado más en señalar las diferencias entre la educación no formal y las otras dos, que en analizar los nexos que existen o deberían establecerse entre los tres sectores educativos. En este apartado nos vamos a esforzar en poner en evidencia las interacciones existentes entre ellos, la porosidad de las fronteras y en resumidas cuentas, lo complejo que es el mapa educativo a pesar de las parcelaciones que con la mejor intención agrimensora nos empeñamos en pergeñar. La mayor parte de autores que han aceptado esta tripartición del universo educativo, acto seguido se han esmerado en destacar y analizar las múltiples interrelaciones que existen en él, y también en hacer propuestas de coordinación, en establecer puentes y en diseñar proyectos integrados, redes de aprendizaje, etc.1 A continuación analizaremos en tres subapartados las interrelaciones existentes y deseables entre estos tipos de educación. En primer lugar, nos referimos a lo que vamos a llamar interacciones funcionales es decir, veremos como se relacionan entre sí las funciones y los efectos de estas clases de educación. En segundo lugar, trataremos de las intromisiones reales que se dan entre los tres sectores y que desdibujan la idea de que se trate de compartimentos estancos; será un análisis de las interacciones no ya funcional, sino, por decirlo así, de carácter fenoménico. (El esquema 8 ilustra ambos enfoques de la interacción: las flechas exteriores de trazo negro serían las relaciones funcionales, las interiores de trazo punteado serían las intromisiones mutuas.) Finalmente, introduciendo un discurso de tipo proyectivo, abogaremos por un sistema de educación que acreciente todavía más la porosidad entre los tres sectores.
Interacciones funcionales La educación, desde el punto de vista de sus efectos es un proceso holístico y sinérgico, un proceso cuya resultante no es la simple acumulación o suma de las distintas experiencias que vive el sujeto, sino una combinación mucho más compleja en las que tales experiencias se influyen mutuamente. Es una suerte de interdependencia que se puede expresar diacrónicamente (cada experiencia educativa se vive en función de las experiencias educativas anteriores y prepara y condiciona las subsiguientes), y también sincrónicamente (10 que le ocurre al niño en la escuela está en relación a lo que vive en la familia y en los otros entornos educativos en los que participa y viceversa). De hecho, si no se diera esta interdependencia de los efectos educativos producidos en los distintos entornos, habría que poner en cuestión la propia eficacia formativa de cada uno de ellos. Al fin y al cabo, para valorar las adquisiciones
*Trilla, Jaume. (1997). Relaciones entre la educación formal, la no formal y la informal. En La educación fuera de la escuela (pp. 187-196). México: Ariel.
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educativas producidas por un entorno determinado hay que examinar cómo éstas se aplican en otros entornos –su capacidad de transferencia, diríamos.2 Así pues, parece claro que las educaciones formal, no formal e informal, aun cuando no siempre existan entre ellas conexiones orgánicas o explícitas, están funcionalmente relacionadas y estas relaciones funcionales pueden darse –y, de hecho, se dan- de manera muy distintas. Algunas de ellas podrían ser las siguientes: ESQUEMA 8
-Relaciones de complementariedad. Aun considerando a la educación integral como marco teleológico, es obvio que cada una de las instancias educativas en las que participa el sujeto no puede atender igualmente a todos los aspectos o dimensiones de la misma. En este sentido, aparece como una suerte de complementariedad, una especie de reparto de funciones, de objetivos, de contenidos entre los diversos agentes educativos. Se trata no obstante, de diferencias de énfasis, más que excluyentes: unas instancias atienden más directamente a lo intelectual y otras lo hacen a lo afectivo o a la sociabilidad, unas están diseñados para ofrecer contenidos generales y otras para adiestrar en habilidades muy especificas, unas pretenden capacitar para el trabajo y otras actúan en el ámbito del ocio, etc., etcétera. -Relaciones de suplencia. A veces la educación no formal asume tareas que son – o deberían ser- propias del sistema formal pero que éste no realiza de manera suficientemente satisfactoria.3 En otras ocasiones ocurren a la inversa: es al sistema educativo formal al que se encargan funciones de suplencia con relación a contenidos que quizá habrían de ser trasmitidos por otras instancias.4 -Relaciones de sustitución. Más allá de la suplencia, la educación no formal, en ciertas ocasiones y contextos, se ha planteado incluso como sustitutoria de la educación formal. En contextos socioeconómicos con importantes déficits de escolarización y escasas posibilidades de remediarlos a corto plazo, o para grupos de población cuyo acceso a la escuela es problemático (adultos analfabetas, poblaciones *Trilla, Jaume. (1997). Relaciones entre la educación formal, la no formal y la informal. En La educación fuera de la escuela (pp. 187-196). México: Ariel.
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geográficamente dispersas, etc.), algunos programas educativos no formales han sido remedios (o, si se prefiere, sucedáneos) de urgencia para paliar mínimamente su estado d e privación cultural y educativa. -Relaciones de refuerzo y colaboración. Ciertos medios, educativos no formales e informales sirven también para reforzar y colaborar en la acción de la educación formal. Recursos (expresamente organizados o no) que proceden del exterior de las instituciones formales son a menudo utilizados por ellas en el contexto de su propio quehacer: programas de los medios de comunicación, actividades que instituciones como museos, bibliotecas, fundaciones culturales, etc., ponen a disposición de las escuelas; granjas, instalaciones agrícolas, itinerario de la naturaleza para la educación ambiental, fábricas, empresas de servicios y organismos de las administraciones públicas que colaborara en programas de educación recurrente, etc., etc. -Relaciones de interferencia. Pero no todas las interrelaciones que se dan en los tres sectores educativos están en la línea como los epígrafes anteriores, de ofrecer la imagen de un universo educativo que, expresamente o de forma espontánea, tiende a ordenarse (lo uno complementa, suple, refuerza al otro, etc.) Hay también interferencias y contradicciones entre los distintos tipos de educación.5 La idea de que el sujeto está inmerso en un mundo educativo axiológicamente homogéneo que participa en entornos y vivencias educativamente concordantes en todo es, en cualquier caso, sólo eso: una idea, un ideal (incluso, un dudoso ideal del que no habría mucho de que hablar). La realidad del universo educativo, por serlo también el universo social del que forma parte, es siempre mucho más heterogénea, con valores en conflicto, con intereses enfrentados. Solo un medio educativo cerrado, una institución total, podría aproximarse a una educación totalmente armónica y sin contradicciones. 6 Pero es que precisamente éstas que llamamos educación no formal e informal –sobre todo la última- desmiente en el carácter cerrado, homogéneo y unilateral de lo educativo.
Intromisiones mutuas Pasaremos ahora de un análisis funcional a un análisis fenoménico. Veremos cómo no solamente se cruzan sus funciones y efectos, sino como en su misma realidad las que llamamos educación formal, no formal e informal se entrometen entre sí y ofrecen una imagen muy distante de la que consistiría en considerarlas como compartimentos estancos. Estas intromisiones se dan en todos los sentidos. Una instancia educativa determinada puede ser considerada como globalmente perteneciente a uno de los tres tipos de educación y simultáneamente a acoger elementos o procesos propios de los dos restantes. T. J. La Belle partiendo de la base de que la educación formal, no formal y la informal no son entidades separadas sino <>, elaboró un modelo que ilustra bastante bien este cúmulo de intromisiones mutuas en este modelo que, como su autor explícita, tiene un propósito más heurístico7 se cruzan <>. (que pueden ser formales, no formales e informales) con <> (que igualmente pueden ser de los *Trilla, Jaume. (1997). Relaciones entre la educación formal, la no formal y la informal. En La educación fuera de la escuela (pp. 187-196). México: Ariel.
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tres tipos). Así, por ejemplo, la escuela, que pertenece predominantemente al modo educativo formal, puede incluir actividades con características no formales (las de carácter extra curricular) y procesos informales (lo que resultan de las interacciones no planificadas entre los grupos de iguales). Ejemplos similares podrían multiplicarse: los medios de comunicación de masas, que serían preponderantemente informales, suelen acoger espacios prácticamente formales (emisiones radiofónicas para l a U.N.ED.) y otros no formales (un curso para aprender inglés); una institución dominantemente no formal como una Universidad Popular incorpora cursos formales (graduado escolar) y actividades informales (una fiesta popular); un instrumento tan formal como un libro de texto de E.G.B. puede ser ocasionalmente utilizado en un contexto informal (un adulto que fuera de toda disciplina escolar lo usa para aprender un determinado contenido de manera, digamos, autodidacta); y, a la inversa, un producto cultural originariamente informal como una película de cine puede instrumentalizarse formalmente para una clase de historia. En realidad, el esquema de La Belle y estos ejemplos que acabamos de poner encierran un problema conceptual de fondo. Éste es que las categorías de educación formal, no formal e informal son generalmente utilizadas para clasificar entidades educativas que no siempre tienen un rango equiparable, lo cual da origen a bastantes confusiones e incertidumbres, las etiquetas <>, <> e <> se suelen aplicar indistintamente a instituciones, a agentes educativos personales, a instrumentos, a actividades concretas, a programas o proyectos, etc. Es obvio que taxonómicamente carece de sentido etiquetar como informal a la ciudad para contrastarla con un programa de perfeccionamiento profesional para cuadros intermedios de una empresa (no formal) o con el diseño curricular de la educación obligatoria (formal). Para un uso taxonómico estrictamente riguroso de los conceptos que nos ocupan debiera, en cada caso, delimitarse la clase de referentes a los que se aplican de modo que estos fueran equiparables por sus características y dimensiones. El cuadro siguiente (esquema 9) muestra una de las posibilidades de lo que estamos diciendo.8 A partir de un esquema como este podrían descubrirse heurísticamente múltiples combinaciones posibles como las que antes hemos ejemplificado: agentes formales, que actúan en entornos no formales, actividades informales que se dan en instituciones formales, programas no formales que utilizan instrumentos formales, etc.
*Trilla, Jaume. (1997). Relaciones entre la educación formal, la no formal y la informal. En La educación fuera de la escuela (pp. 187-196). México: Ariel.
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Permeabilidad y coordinación En relación con lo que hemos visto en los dos apartados anteriores, en las mejores propuestas pedagógicas –tanto en las que se refieren a la planificación macroeducativa como en las que tienen como objeto el diseño de programas con créditos de intervención- existe la voluntad de tender cuantos más puentes posibles entre las distintas educaciones, de incrementar todavía más la porosidad entre ellas de hacerlas el máximo de permeables.9 Propuestas o tendencias como las que siguen estarían en esta línea. (Algunas son tan añejas que sería tópico insistir en ellas si no fuera por lo menguada que es todavía su realización práctica): - Las instituciones educativas formales deberían incrementar el uso de los recursos no formales e informales que tienen a su disposición. (Con esto no nos referimos a que la escuela tenga que organizar actividades <>, etc., sino a que aquel uso debe redundar también en beneficio de su cometido propiamente curricular). Y, en dirección inversa, también las instancias formales han de prestar su apoyo a la realización de otros cometidos educativos, culturales y sociales. La utilización de los equipamientos escolares fuera de los horarios lectivos para actividades no formales o informales es un ejemplo concreto de esta demanda. - En el marco de la educación formal habrían de ser valoradas y reconocidas las adquisiciones que los individuos realizan en contextos no formales e informales. Aunque son insuficientes y no siempre están operativizadas de forma conveniente, existen ya realizaciones en este sentido: la prueba de acceso a la universidad para los *Trilla, Jaume. (1997). Relaciones entre la educación formal, la no formal y la informal. En La educación fuera de la escuela (pp. 187-196). México: Ariel.
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adultos que no han podido seguir anteriormente la escolaridad reglamentaria no es otra cosa que un expediente por el cual el sistema formal reconoce los aprendizajes no formales o informales realizados. - Deberían adecuarse plataformas que permitan y alienten la coordinación entre instancias educativas formales, no formales y, en su caso informales, de modo que se optimice la complementariedad antes aludida y se eviten duplicidades innecesarias. Esta coordinación es necesaria en todos los niveles: en los organismos más altos de gestión de los sistemas educativos, pero también –y más aún si cabe- en los territorios concretos de actuación. - No está fuera de lugar el diseño de programas <> de educación formal y no formal10 que acojan los aspectos más pertinentes de ambos tipos de educación, de modo que puedan adaptarse de la mejor manera posible a las características especificas de los contextos y de los destinatarios. Todas estas propuestas y otras en la misma línea de permeabilizar en lo posible los tres sectores educativos, de algún modo, se asientan en algunas consideraciones de carácter más general. Veremos dos de ellas: una que advierte de un hecho y otra que formula una aspiración. La de carácter fáctico es que, en realidad, tiene una importancia muy relativa si una adquisición de ha realizado por conducto formal, no formal o informal. Lo realmente importante debiera ser la calidad y la pertinencia personal y social del aprendizaje en cuestión, y que el proceso para llegar a él haya sido el más eficaz. Quizá lo único –aunque, desde luego, no es poco- que le importa al educando con relación a si el proceso de aprendizaje es formal, informal o informal, se refiere a la consecución de un titulo académico (en la formal) o de una certificación (en la no formal). Aunque estas cuestiones tienen en nuestra sociedad una relevancia grande – quizá desmesurada-, no dejan de constituir aspectos un tanto externos (motivaciones extrínsecas) del proceso del aprendizaje. Con todo esto lo que queremos decir es que al planificador y al diseñador de programas educativos le debe de importar sólo relativamente si el resultado de su tarea va a merecer una u otra etiqueta. Es posible que, si planifica y diseña combinando correctamente las necesidades y los recursos existentes, y no deja que las etiquetas encorseten su tarea, lo que salga al final sea una suerte de mixtura un híbrido como decíamos antes. Y eso no dice nada en contra de la utilidad de la clasificación que nos ocupa, sino que simplemente advierte que tal utilidad no puede ser precisamente la de encorsetar las actuaciones educativas. La consideración desiderativa que está en la base de propuestas como las anteriores que combinan lo formal, lo no formal y lo informal, es la voluntad de configurar un sistema educativo que facilite al máximo el que cada individuo pueda trazarse su programa educativo de acuerdo con su situación, necesidades e intereses. Para ello, el sistema ha de ser abierto, flexible, evolutivo, rico en cantidad y diversidad de ofertas y medios educativos y sólo puede ser de tal guisa un sistema educativo que dé juego a lo no formal y que tenga presente y valore lo informal. De hecho, estas propuestas de tender puentes entre las tres educaciones son del todo coherentes con una serie de lemas, de ideas, fuerza, que pretenden orientar *Trilla, Jaume. (1997). Relaciones entre la educación formal, la no formal y la informal. En La educación fuera de la escuela (pp. 187-196). México: Ariel.
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la pedagogía actual: educación permanente, sociedad del aprendizaje, 11 ciudad educativa, 12 redes de aprendizaje, sistema formativo integrado,13 etc.
*Trilla, Jaume. (1997). Relaciones entre la educación formal, la no formal y la informal. En La educación fuera de la escuela (pp. 187-196). México: Ariel.