Departamento de Ética, Religión y Filosofía. Prof. José Pedro Santamaría Filosofía, 2º de Bachillerato. 2008-2009.
La concepción del conocimiento en San Agustín (fe y razón)
a) Fe y razón en San Agustín. b) Conocimiento sensible y conocimiento racional. c) Búsqueda interior e Iluminación.
San Agustín es ante todo un pensador cristiano, es decir, las coordenadas de su discurso filosófico se sitúan dentro de la órbita intelectual del cristianismo. Es desde aquí desde donde hay que entender su teoría del conocimiento. No olvidemos que para San Agustín sólo Dios es la verdad , y precisamente hacia él está orientada su teoría del conocimiento. ¿Podemos conocer a Dios? ¿Conocemos gracias a Dios? ¿Qué significa conocer? Son preguntas a las que el Santo tratará de responder en sus obras.
San Agustín se sitúa en aquella tradición que dentro del pensamiento cristiano considera que fe y razón no son incompatibles, aunque en su pensamiento no encontramos una distinción clara entre i.e. y razón. Partiendo del hecho de que sólo Dios es la verdad, y que sólo existe una verdad, la verdad revelada por la religión, la razón puede contribuir a conocerla mejor, pero la fe siempre predomina sobre la razón . La fe es la guía más segura para el conocimiento de modo que hay que creer lo que Dios revela para poder llegar a comprender, “cree para comprender –crede ut intelligas-“; “si no crees, no llegareis a comprender”. Pero no hay que desechar la razón, ya que esta tiene un papel subsidiario y auxiliar respecto respecto de la fe: la fe puede apoyarse en lo que nos dice la razón, ya que si esta es adecuadamente utilizada, no puede estar en desacuerdo con la fe afianzando el valor de esta. Así al “cree para comprender” San Agustín añade “comprende para creer –intellege ut credas- . Así, la fe no es algo puramente irracional como pensaba Tertuliano. Esta vinculación profunda entre la razón y la fe será una característica de la filosofía cristiana posterior hasta la nueva interpretación de la relación entre ambas aportada por santo Tomás T omás de Aquino.
Un primer punto de partida de la teoría del conocimiento de San Agustín es la refutación del escepticismo de la Academia Nova, (del que él mismo participó en una etapa de su desarrollo intelectual) el cual consideraba que no es posible alcanzar certeza de ningún tipo. Frente a esta postura San Agustín presenta un argumento argumento (muy parecido al que ofrecerá Descartes en la Modernidad). El argumento dice lo siguiente: “¿Puedo dudar de que existo? No, ya que en el caso de que me engañe sigo existiendo, aunque sea como engaño(“enim fallor, enim sum”). Es decir, la existencia es una primera certeza de la que no podemos dudar.
Pero San Agustín no se contenta con el conocimiento de este tipo de certezas. Distingue varios tipos de conocimiento en una clara dependencia de Platón.
- Conocimiento sensible : Es el conocimiento que el alma ( que es contingente y
mudable) tiene de las cosas de este mundo, el mundo del cambio y del devenir, a través de los sentidos. En clara correlación con Platón es , un tipo de conocimiento también sujeto al cambio y al devenir. Este no es el verdadero objeto de conocimiento. - Conocimiento racional : Puede dividirse en dos tipos: Inferior:
Es el
conocimiento de lo que hay de universal y necesario en la realidad temporal, y es el tipo de conocimiento que podemos llamar ciencia (como los conocimientos matemáticos). Ese tipo de conocimiento depende del alma, pero se produce a raíz del "contacto" con la realidad sensible siendo ésta la ocasión que permite que la razón origine tales conocimientos universales o reglas eternas.; Superior : San Agustín también lo llama sabiduría: es el auténtico conocimiento filosófico,
el conocimiento conocimiento de las verdades verdades universales y
necesarias, las ideas, siguiendo a Platón. Estas ideas tienen las siguientes características: "Las ideas son formas arquetípicas o esencias permanentes e inmutables de las cosas, que no han sido formadas sino que, existiendo eternamente y de manera inmutable, se hallan contenidas en la inteligencia divina" (De ideis, 2).
Del mismo modo que en Platón encontramos en San Agustín una gradación de los tipos de conocimiento desde los niveles más bajos, sensibles, hasta el nivel más elevado, lo inteligible, la idea.
Ahora bien, surge una pregunta: ¿Dónde tenemos que encontrar esas ideas? ¿Dónde hay que buscarlas. No fuera de nosotros, sino dentro de nosotros. En San Agustín la
búsqueda de la verdad es una búsqueda interior . El conocimiento de la verdad va de lo
exterior a lo interior. Es en el alma donde realizamos el descubrimiento de esas verdades universales. Como nos dice San Agustín: “No quieras derramarte fuera; entra dentro de ti mismo, porque en el hombre interior habita la verdad; y si hallas que tu naturaleza es mudable, ve más allá de ti mismo”.
Es dentro de nosotros donde encontramos esas ideas que residen en la mente divina. Pero nos encontramos con un problema: el alma del ser humano es mudable y cambia, está sujeta al devenir. De modo que esas verdades eternas o ideas no pueden provenir del alma (ya que lo que cambia no puede ser fundamento de lo que es eterno). Sólo mediante una iluminación divina que Dios concede al alma el ser humano puede conocer esas ideas
alojadas en la mente divina. Esto implica además una demostración de la existencia de Dios: ya que existe la verdad en nuestras almas, existe Dios como fundamento de esa verdad.
Este concepto de iluminación es complejo en San Agustín. Parece que San Agustín se inspira por un lado, en Platón cuando este nos habla de la Idea de Bién como “sol” del mundo inteligible; y por otro en la afirmación que aparece en el evangelio de San Juan (Jn, 1. 9): “El verbo (Logos) es la luz verdadera que ilumina a todo ser humano que viene a este mundo”.
Da la impresión que San Agustín presupone el concepto platónico de participación en participación en relación con esas Ideas universales contenidas en la mente divina. Pero el concepto “iluminación” no esta exento de problemas: Si conocemos conocemos directa las ideas contenidas en la la mente divina, conocemos conocemos de algún modo modo la esencia de Dios, lo cual nos llevaría a varios problemas teológicos.
Para finalizar diremos que San Agustín establece las líneas por las que en los siglos posteriores va a discurrir la “Filosofía cristiana” hasta Ockahm: síntesis de razón y fe, valoración de la filosofía como ancilla teologiae –esclava teologiae –esclava de la teología-, reconocimiento de la existencia de de la verdad revelada en Cristo.
