Rosario de Violencias: orden, represión y racismos

Un Rosario de violencias:

orden, represión y racismo Diciembre 2016

“Dos gravísimos episodios sufridos por jóvenes en el centro de Rosario muestran la fisonomía de la violencia contemporánea. Desde el Estado y los medios se machaca con una viscosa noción de orden que abre las puertas a una mayor represión y control social. En ese terreno se dispone a luchar un socialismo maltrecho que quiere mantenerse en el poder. Las violencias se ensamblan apoyadas apoyadas en el odio y el racismo como los principales afectos políticos de una sociedad que padece el severo ajuste ajuste económico impuesto por la creocracia amaril amarilla.” la.”

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Las violencias ensambladas

Dos gravísimos episodios de violencia ocurrieron recientemente en la puerta de espacios culturales independientes situados en la calle Corrientes y separados entre sí por apenas algo más de cien metros El primero afectó a la joven Daiana Travesani mientras charlaba a la madrugada con amigos en la puerta de La Chamuyera y fue impactada en la cabeza por una botella tirada desde un edificio aledaño por una persona furiosa ante supuestos ruidos molestos que llegaban desde la calle. Daiana estuvo internada quince días en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez como consecuencia de una fractura y hundimiento de cráneo, que le provocó una paralización total de su cuerpo. Hoy se encuentra en medio de una muy compleja recuperación. recuperación.

El segundo hecho lo padeció Matías R. en la puerta de El Olimpo. Matías salió a defender a una piba que estaba siendo agredida, primero, por un presunto ex policía y, después, por integrantes del Comando Radioeléctrico. La represalia fue salvaje: lo golpearon, lo subieron a un patrullero y llevaron a la comisaría 2 (Paraguay 1100). Allí le partieron el tabique y lo sometieron a otros tormentos, mientras su casa era






orden, represión y racismo ensamblada. Esto no refiere a la existencia de múltiples violencias (como suele afirmarse) sino a que cada una requiere indispensablemente de las otras para poder desplegarse. Ninguna tiene una existencia autónoma. De ese modo: las fuerzas de seguridad necesitan del negocio narco para financiarse al tiempo que los narcos requieren de la cana para operar “tranquilos”, pero también de subjetividades agresivas y del deseo de consumo para obtener mano de obra; la gendarmería, la policía de Santa Fe o las PAT, por su parte, dependen de los llamados que se hacen al 911 o de los datos suministrados por los vecinos organizados contra “la inseguridad”, mientras que el deseo represivo de estos vecinos los lleva a preferir el orden de hierro que puede garantizar un búnker en una manzana o las balas policiales a que los jóvenes merodeen por las puertas de sus casas; simultáneamente, los pibes y/o familias se nutren de códigos mafiosos para resolver sus rencillas y se hacen de un caño a través de la cana o comprándoselo a los transeros. Estos son sólo algunos ejemplos posibles.

“El vecino -deven -devenido ido asesino- que tiró la botella es socio tácito o efectivo de los miembros del comando radioeléctrico.”

Desde esta imagen leemos lo padecido por Daiana y Matías. A estos dos hechos lo único que los diferencia es la cuadra y media de distancia que existe entre un bar y otro, porque, desde nuestra perspectiva, las violencias que los provocaron no hicieron más que ensamblarse. El vecino -devenido asesino- que tiró la botella es socio tácito o efectivo de los miembros del comando radioeléctrico. Cada uno es el brazo armado del otro. En estas situaciones -como en los linchamientos- se disuelve la frontera entre lo civil y lo policial. La violencia institucional se nutre desde abajo, es decir decir,, extrae






orden, represión y racismo La denuncia de la violencia institucional tiene sentido si somos capaces de tornar inteligibles sus componentes sociales y cívicos, de comprender esa redistribución de lo represivo. Reducirla Reducirla a lo estatal es perder de vista la consolidación de redes subjetivas, micropolíticas, indispensables para para ejecutarse con desparpajo e impunidad, o incluso por cuenta propia, tal como lo padeció Daiana. A propósito del primer desembarco de las fuerzas federales, el 9 de abril de 2014, rastreamos rastr eamos en el mundo empresario un componente cívico fundamental, que se sumó a un clamor represivo popular. Leyendo documentos y declaraciones, encontramos, por ejemplo, que el 27 de mayo de ese año la cúpula de la Asociación Empresaria de Rosario (A.E.R.) se había reunido con el Jefe de la Agrupación XV de Santa Fe, Comandante Mayor Carlos Arias, y con el Jefe del Destacamento Móvil de Rosario, Comandante Principal Oscar Rodríguez. Así se relata el encuentro desde la propia página web de esta cámara empresaria: “Los dirigentes transmitieron su satisfacción por la labor de Gendarmería en la ciudad, expresaron que sería beneficioso que la delegación se quedara en Rosario el mayor tiempo ti empo posible y señalaron que perciben un cambio positivo desde los comienzos de sus acciones. También También hicieron consultas sobre los operativos, especialmente respecto de las condiciones para la aprehensión de conductores de motocicletas y acompañantes. (…) Por otro ot ro lado, quedó aprobado por parte del Consejo Directivo y fue comunicado a los Comandantes que podrán utilizar el salón principal de la entidad para actividades sociales y de entretenimiento de los gendarmes durante su estadía en la ciudad”. Palabras similares utilizaba el Foroo Regional Rosario a finales de aquel 2014 para rogar For rogar por la permanencia de los federales en la “mejor ciudad para vivir”, vivir”, según se diagnosticaba en el Plan Estratégico Rosario que ayudaron a diseñar.






orden, represión y racismo Cuando a Matías lo amenazan con convertirse en el nuevo Franco Casco, comprobamos la dimensión expresiva, disciplinante, semiótica, que tuvieron las torturas, el asesinato y la decisión de tirarlo al río Paraná. Se suma la lección del Poder Judicial, que a más de dos años de aquel homicidio todavía no tiene policías imputados en la causa. O el caso de Pichón Escobar y las acciones del oscuro juez federal Marcelo Bailaque, quien desligó en un fallo vergonzoso a los patovicas y policías procesados por golpearlo, desaparecerlo y tirarlo al Par Paraná. aná. Días más tarde, el diario La Capital C apital presentaría a algunos de los imputados como víctimas indefensas y retomaba la culpabilización de Pichón, tal como lo había hecho en los primeros días cuando no se conocía su paradero y también después de su aparición sin vida.

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De 12 a 14 a 911

Una función clave en el nuevo reordenamiento disciplinario de la ciudad la cumplen los medios de comunicación dominantes. Un mes después de lo ocurrido a Daiana Travesani, el histórico programa conservador De 12 a 14, emitido por canal 3, con buena parte de sus accionistas ligados al PRO, publicitaba una encuesta sobre las preocupaciones de los “rosarinos”. Los puntos más salientes de la consulta fueron los siguientes: “Prohibición de cuidacoches”, “Cascos de motos con patente escrita”, “Penalizar a los clubes de fútbol por pintadas de sus hinchas”, “Prohibición de manteros”, “Que las fuerzas de seguridad pidan documentos”, “Con que una protesta justa corte la calle”, “Utilización de videocámaras para hacer multas”. Otro punto era “Controles y penas más severas para ruidos molestos” y recibió un supuesto (casi) 70% de aprobación. Pero no importan los porcentajes sino la agenda represiva que se impone. Ya Ya hemos mencionado la culpabilización de las víctimas y la victimización de los culpables en las que suelen recaer los diarios, únicamente revertidas (en parte) en los pocos casos en que se logra una masiva movilización social, como ocurrió a partir del Triple Crimen de Villa Moreno y los homicidios de Franco Casco y Gerar Ge rardo do Escobar.. Aún si parcialmente, sólo Escobar sólo así retroceden, vencidos vencidos por las pruebas, los editorialistas y redactores.






orden, represión y racismo Culturales Unidos de Rosario (ECUR), entre los que se encuentran la Chamuyera y El Olimpo, a fin de obtener una ordenanza a favor del castigado sector. En los días posteriores, La Capital inició una virulenta campaña para acusar de caos y descontrol a quienes organizaron el evento, amparándose en los mismos valores que fomentaba la encuesta emitida por el programa De 12 a 14: la urgencia de orden, disciplina y represión, en especial hacia lxs jóvenes.

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El modelo extractivista del odio

El socialismo inició una decisiva transformación política a partir del 2003, cuando el actual gobernador de la provincia, Miguel Lifschitz, asumió el gobierno de la ciudad. En aquel entonces, con apoyo de la mayor parte del partido, se inició un profundo giro conservador que no ha hecho más que intensificarse. Se basó en la captura de capitales surgidos del floreciente agronegocio a través del mercado inmobiliario. Para ello fue indispensable una flexibilización del mercado de tierras locales a favor del capital financiero y un fogoneo de la inversión en ladrillos que provocó un festín especulativo que sólo se desaceleró por los efectos de la crisis financiera internacional y la rebelión de las patronales agropecuarias. agropecuarias.








orden, represión y racismo negando que la ciudad que el socialismo gobierna desde 1989 es la más violenta de la Argentina. Tampoco Tampoco puede seguir denunciando campañas difamatorias orquestadas por el gobierno nacional. La llegada al poder de la alianza Cambiemos marca un quiebre. El socialismo y el PRO comparten un mismo socio: el radicalismo. La fragilidad del Frente Cívico y Social en Santa Fe requiere prudencia en las acusaciones para no correr el riesgo que la migración rojiblanca a tierras amarillas sea letal. En este contexto, las luchas contra la “inseguridad” y “la guerra contra el narcotráfico narcotráfico y las drogas” parecen ser las llaves maestras para para lograr la titánica tarea de sostener al socialismo provincial y municipal en el poder en los próximos años. La arbitraria destitución de Gabriel Ganón, titular del Servicio Público Provincial de la Defensa Penal, protagonista de denuncias y demoledoras críticas contra contra la violencia institucional, las deplorables condiciones de encierro en cárceles y comisarías, la complicidad entre el gobierno y la policía, y la corrupción del Poder Judicial, es

“Hoy, en un escenario recesivo que, por lo demás, delata que ser un exitoso ladrón de guante blanco no convierte a nadie en buen gestor, el consumo ha retrocedido pero los odios y racismos crecen y se intensifican. intensifican.”” una movida clave para la intensificación de la represión a los sectores populares y el control de la protesta social. Lo mismo que la blumbergeana reforma del Código Procesal Penal (aún pendiente de aprobación definitiva) impulsada por el senador neofascista Lisandro Enrico, el mismo que encabezó las operaciones para eyectar al defensor general de Santa Fe. Entre las principales reformas se encuentra la extensión del plazo de detención sin notificar al juez de 48 a 96 horas, ampliación de






orden, represión y racismo provincia de Santa Fe pasó de dos mil presos a cuatro mil. El flamante presidente de la Corte Suprema local, Daniel Erbetta, admitió que “se duplicó la tasa de encarcelamiento, con 200 detenidos cada 100 mil habitantes en la actualidad; cuando en 1999 o 2000 había 86 cada 100 mil habitantes”. No obstante, el gobernador acaba de firmar el decreto 4.127 que reforma la reglamentación de la ejecución de pena privativa de libertad, a fin de limitar el otorgamiento de libertades y salidas transitorias. El remanido argumento argumento de “la puerta giratoria” vuelve a escena. En un año en el que se especula una nueva baja, por tercer año consecutivo (en 2016 será en torno al 25%), de los homicidios dolosos, la furia consumidora, sin embargo, mordió con rabia los pies del Poder Ejecutivo y puede volver a hacerlo. Más que enfrentar o desacreditar esa percepción colectiva, nacida en medio del desmadre de la violencia pero ahora ya con vida propia, deslindada de cualquier dato objetivo, el gobierno está decidido a dar un paso estratégico, aprendido de los amarillos del PRO: explotar el miedo y el odio racista como principales emociones políticas. Más que elocuentes han sido las recientes declaraciones declaraciones de Lifschitz: “En este año siento que nos subimos arriba del caballo de la inseguridad y hemos agarrado las riendas”. El kirchnerismo falló, desde esta perspectiva, en un punto clave: no permitió con-






orden, represión y racismo y racismos, y operó un pasaje que explica -en parte- las razones del triunfo de una alianza conservadora, empresarial y securitista. Hoy, en un escenario recesivo que delata que ser un exitoso ladrón de guante blanco no convierte a nadie en buen gestor,, el consumo ha retrocedido pero los odios y racismos crecen y se intensifican. tor i ntensifican. En ese zócalo se mueve un gobierno provincial que hace rato dejó de pensar en desactivar conflictos y violencias para empezar a pensar cómo lo que se le ha vuelto incontrolable, puede servirle para sobrevivir.

“El gobierno está decidido a dar un paso estratégico, aprendido de los amarillos del PRO: explotar el miedo y el odio racista como principales emociones políticas.” Las fuertes pujas internas impulsadas por sectores del socialismo que pretenden retomar banderas progresistas históricas, replegadas en estos años, pierden cada vez más espacio frente a un gobierno que impone, con apoyo mediático, una viscosa noción de orden ya no únicamente en las periferias sino en la zona centro. La feroz represión desatada por las fuerzas policiales en el cierre de la marcha del último Encuentro Nacional de Mujeres, sumada a la persistente campaña impulsada por los medios de comunicación contra las pintadas y grafitis realizadas esa jornada, dan muestra del nuevo escenario. En torno a esa consigna de (re)ordenamiento represivo se concentra la gran pelea política, de carácter impostergable para el ala conservadora del partido, con la ceocracia que quiere revancha después de haber quedado a pasitos de obtener la tercera provincia más importante de la Argentina. Esta estrategia de control social, fundamentalmente sobre los sectores populares y cualquier atisbo de protesta social contra el ajuste económico, se inscribe a nivel nacional y también regional con la denominada “lucha contra las drogas” como punta de lanza







La fortuna de narrar

Matías R. escribió hace unos días uno de sus tantos poemas vivenciales. Decía: “Fueron y son los torturadores de siempre / Son lo que apoyan la dictadura, la mano dura con los que viven el hoy / Son los que masacran la juventud organizada / Son los verdugos de este tiempo / Son lo que hacen oído sordo a nuestros derechos derechos / Son lo que pescan, maltratan y matan a nuestra juventud / Hoy con suerte puedo narrar esto / Hoy puedo ser quién cuenta esta historia / Hoy la cuento pero si los milicos siguen actuando como cazadores nos quedaremos sin narradores”.

En el gesto irreverente de su cuerpo, que luego de la tortura sigue narrando, se prefiguran prefigur an algunas de esas nuevas figuras de lo posible que Matías pudo componer tantas veces a lo largo de su intensa vida. Su cuerpo es un doble texto text o político: por un lado, es superficie en la que se inscriben relatos de poder (de narcos, de las fuerzas de seguridad, de los vecinos linchadores), en el que se expresan y del que emanan mensajes dirigidos a pares e, indirectamente, al conjunto social. Pero también es un territorio de relanzamiento de resistencias posibles. Sus poemas, sus libros, parecen invertir el sentido que la escritura adopta en su vida y la de muchos pibes. Ya no es sólo vehículo de transmisión de orden, disciplina y muerte sino dispositivo de construcción de otra historia. En la afirmación de esta vitalidad literaria habitan algunas conjuras de nuestros cuerpos hacia las necro-escrituras. En su escritura joven, desalineada y urgente, en esa suerte de reivindicación plebeya del acto de escribir como se habla –que combina jerga de la rancheada, evocación romántica romántica y prosa de pasillo- se anuncia algo más que el gesto disruptivo del







El umbral de soportabilidad

La potencia de la organización y movilización colectiva en la actualidad se mide en la capacidad que tenemos de fijar umbrales de soportabilidad política frente a la cada vez más cruenta violencia social. Las acciones impulsadas por múltiples organizaciones y partidos a partir del Triple Crimen de Villa Moreno marcaron un límite al poder político, a las organizaciones criminales y a la prensa. Las denuncias públicas sobre la real situación que se vivía en Rosario en materia de asesinatos, y las posteriores condenas judiciales a los responsables marcaron marcaron un punto de inflexión que dejó marcas. La aparición flotando sin vida en el Para Paraná ná de los jóvenes j óvenes Franco Franco Casco y Gerardo “Pichón” Escobar también motivaron fuertes movilizaciones. La consigna en ambos casos fue a los gritos: en la Argentina las fuerzas de seguridad no pueden volver a torturar, desaparecer y tirar jóvenes al río. Allí radica la apuesta política (social e institucional) desde abajo: evitar con todas las herramientas que tenemos a nuestro alcance anestesiarnos frente al avance de los ataques armados y los crímenes. En esa batalla por no permitir que la violencia social e institucional traspasen umbrales políticos insalvables se juega la dimensión real de la democracia en los territorios urbanos y rurales.

Rosario de Violencias: orden, represión y racismos

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