LAS VIOLENCIAS Y LA HISTORIA
LAS VIOLENCIAS Y LA HISTORIA
Paula Hernández Rodríguez Gustavo Hernández Sánchez Antonio Juanes Cortés Carlos Píriz González Pablo Poveda Arias Moisés Rodríguez Escobar (Coordinadores) Igor Pérez Tostado (Prólogo)
Salamanca • 2016 Colección Temas y Perspectivas de la Historia, núm. 5
Editores: Paula Hernández Rodríguez, Gustavo Hernández Sánchez, Antonio Juanes Cortés, Carlos Píriz González, Pablo Poveda Arias, Moisés Rodríguez Escobar. Comité editorial: Paula Hernández Rodríguez, Gustavo Hernández Sánchez, Antonio Juanes Cortés, Paula Ortega Martínez, Carlos Píriz González, Pablo Poveda Arias, Moisés Rodríguez Escobar, Mª de los Reyes de Soto García. Consejo asesor: Enrique Ariño Gil (Universidad de Salamanca), Juan Andrés Blanco Rodríguez (Universidad de Salamanca), Mª Cruces Blazquez Cerrato (Universidad de Salamanca), Marisa Bueno Sánchez (Université Paris-Est Créteil), André Carneiro (Universidade de Évora), Julián Casanova Ruiz (Universidad de Zaragoza), Santiago Castellanos (Universidad de León), Francisco Chacón Jiménez (Universidad de Murcia), Rosa Cid López (Universidad de Oviedo), Josefina Cuesta Bustillo (Universidad de Salamanca), Germán Delibes de Castro (Universidad de Valladolid), Pablo C. Díaz (Universidad de Salamanca), Mariano Esteban de Vega (Universidad de Salamanca), Gutmaro Gómez Bravo (Universidad Complutense de Madrid), María del Carmen Iglesias Cano (RAH), Ángel Esparza Arroyo (Universidad de Salamanca), Fábio Faversani (Universidade Federal de Ouro Preto, Mariana, MG, Brasil), Mª Isabel Fierro Bello (CSIC), José Luis de las Heras Santos (Universidad de Salamanca), Mª José Hidalgo de la Vega (Universidad de Salamanca), Ana Iriarte Goñi (Universidad del País Vasco), José Ignacio Izquierdo Misiego (Universidad de Salamanca), José Luis Ledesma (Universidad Complutense de Madrid), Iñaki Martín Viso (Universidad de Salamanca), Mª Paz Pando Ballesteros (Universidad de Salamanca), Leonor Peña Chocarro (EEHAR-CSIC ), Manuel Redero San Román (Universidad de Salamanca), Francisco J. Rodríguez Jiménez (Universidad de Salamanca), Manuel Salinas de Frías (Universidad de Salamanca), George Sauvet (Université de Toulouse), Ángel Viñas (Universidad Complutense de Madrid). Los textos publicados en el presente volumen han sido evaluados mediante el sistema de pares ciegos. © Los autores © AJHIS © De la presente edición: Los coordinadores I.S.B.N.: 978-84-608-9468-1 Depósito legal: DL S 332-2016 Maquetación y cubierta: Paula Hernández Rodríguez, Gustavo Hernández Sánchez, Antonio Juanes Cortés, Carlos Píriz González, Pablo Poveda Arias, Moisés Rodríguez Escobar. Edita: Hergar ediciones Antema Realiza: Gráficas LOPE
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37008 Salamanca. España Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de esta publicación pueden reproducirse, registrarse o transmitirse, por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea electrónico, mecánico, fotoquímico, magnético o electroóptico, por fotocopia, grabación o cualquier otro, sin permiso previo por escrito de los titulares del Copyright.
Salieron súbito de allí rápidamente tres furias infernales tintas de sangre de miembros y de gestos femeninos; verdísimas hidras las ceñían: sierpes y cerastas eran sus crines que las feroces sienes restringían. Y aquel que bien conocía a las sirvientes de la reina del eterno llanto: Observa, me dijo, las feroces Erinias. (Dante, Divina Comedia, Canto IX, 37-45)
A José María Blázquez In memoriam
Índice Prólogo Igor Pérez Tostado ........................................................................
21-25
Introducción Paula Hernández Rodríguez, Gustavo Hernández Sánchez, Antonio Juanes Cortés, Carlos Píriz González, Pablo Poveda Arias y Moisés Rodríguez Escobar .....
27-32
Resúmenes............................................................................................
33-117
Contenido del CD Violencia, cultura y discurso La Guerra de Sucesión Española a través de los relatos de viaje. Testimonios sobre la violencia y sus consecuencias Verónica Gijón Jiménez .................................................................... 123-144 El conflicto de Tacna y Arica entre Chile y Perú: la visión de la prensa española (1880-1929)
José Julián Soto Lara ........................................................................ 145-165
“A little narrative of my tyrannical sufferings”: Testimonios de la represión Leveller en la década de 1640 Tania Robles Ballesteros .................................................................... 167-187 El discurso del odio. Análisis de la violencia a través de los discursos sublevados
Moisés Rodríguez Escobar ................................................................. 189-208
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¿Conformismo
o desesperación?
Necesidad y violencia en el Hannah Arendt Agustina Varela Manograsso............................................................. 209-227
pensamiento de
Política y violencia Violencia,
expansión y miedo en la
Roma
republicana.
Una
revisión de perspectivas
Enrique Hernández Prieto ................................................................ 231-261
La
violencia y sus relatos: tres miradas sobre la europa del
siglo XX
Javier Rodrigo .................................................................................... 263-283
Abusos
de poder y resistencia antiseñorial en una villa
Pensar
la nación desde la violencia: conceptos, teoría y
castellana:
Dueñas y el condado de Buendía (1439-1592) Álvaro Pajares González .................................................................. 285-306
dimensiones empíricas
Raúl Moreno Almendral.................................................................... 307-329
Violencia y coacción política en Palencia durante la crisis de la Restauración Jorge Meneses Redondo ...................................................................... 331-344 La violencia desde el liberalismo 1833-1840 Daniel Aquillué Domínguez ............................................................. 345-367 La transversalidad de la violencia en la política de la Década moderada (1843-1854) Oriol Luján ...................................................................................... 369-392 La instrumentalización de la violencia con fines electorales. Una panorámica sobre las organizaciones paramilitares de Weimar Jorge Ballesteros Marín ..................................................................... 393-416
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La apología de la violencia en las organizaciones de oposición al franquismo: una visión desde las sentencias del Tribunal de Orden Público Juan Andrés García Martín y Raúl Ramírez Ruiz .......................... 417-436 La
muerte
de
pretransición
o
Carrero Blanco. ¿Tardofranquismo, Transición? Un estudio sobre sus
interpretaciones
Mario Alba Hernández .................................................................... 437-451
L a Mirada de la violencia: artes plásticas, literatura y cine La representación de la violencia en las novelas Tirante el Blanco y Amadís de Gaula Óscar Fernández Delgado ................................................................. 455-470 Violencia diabólica y violencia sagrada en la literatura castellana de la Plena y Baja Edad Media Jorge Lebrero Cocho........................................................................... 471-491 La otra cara del Dios, patria y rey: violencia y destrucción en Valencia durante la Guerra de Independencia Inés Cabrera Sendra ......................................................................... 493-509 A violência literária contra Manuel de Faria e Sousa Joaquim Luís Costa .......................................................................... 511-525 Violencia real - violencia mitológica. La violación y el rapto en la pintura de Rubens para la Torre de la Parada Alicia Suárez Blanco ........................................................................ 527-541 La violencia en el Modernismo canario: Tomás Morales y Alonso Quesada David Loyola López ....................................................................... xxx-xxx
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El análisis de la violencia desde el registro arqueológico Violencia y conflictividad en la Edad del Bronce de la Mancha: Sistemas defensivos, armamento y análisis antropológicos Miguel Torres Mas............................................................................. 569-588 La muerte en batalla en el Imperio romano: el Limes renanodanubiano a través de la Epigrafía Roberto López Casado....................................................................... 589-609 Tensión
y violencia más allá de la guerra: implantación
Península ibérica David Serrano Lozano...................................................................... 611-626
romana en el noroeste de la
Violencia y conflictos armados en la Galicia medieval: A Rocha Forte como caso paradigmático Oria Ferreiro, Verónica del Río y Xoel Rodríguez.............................. 627-647 Violencia, etnia y colonialismo Sierra Leona: violencia étnica en el proceso de consolidación de un estado artifical
Moisés Fernández Cano e Ikér Itoiz Ciáurriz ................................... 651-666
Movilizaciones contra la Guerra del Rif en Francia (1925) Alfonso Bermúdez Mombiela............................................................. 667-686 Religión y violencia Religión y violencia Joseph Pérez ...................................................................................... 689-701 La “justa
guerra” contra
“los
enemigos de la religión”: el
discurso del clero valenciano durante el conflicto con la
Francia de la Convención (1793-1795) Mónica Ferrándiz Moreno ................................................................ 703-725
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Autoviolencia infligida: penitencias y mortificaciones, camino hacia la perfección
Cristina Gimeno-Maldonado.............................................................. 727-742
La violencia sublimada en la escultura cristífera del Neobarroco sevillano Jesús Rojas-Marcos González ............................................................ 743-764 Sociedad y violencia La posadera que grita y el tabernero que escatima, ¿generadores de conflictividad o sus principales víctimas? Violencias cotidianas en la Atenas clásica y post-clásica Irene Cisneros Abellán....................................................................... 767-785 F uero
y violencia : el clero capitular ante la audiencia
A guilar de C ampoo Alberto Corada Alonso .................................................................... 787-809
abadial de
Protección familiar ante la violencia sexual en el Antiguo Régimen: el papel de los curadores ante la violación de menores
María Herranz Pinacho.................................................................... 811-833
“Para a tranquilidade pública e segurança dos meus vassalos”. A Intendência Geral da Polícia - repressão e controlo da criminalidade e violência em Lisboa nos finais do Antigo Regime (1780-1805) María Luisa Gama........................................................................... 835-855 La invención de la Guapparia. Representaciones de la Camorra en torno al Proceso Cuocolo (1906-1912) Paolino Nappi .................................................................................. 857-870
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Contents Prologue Igor Pérez Tostado..............................................................................
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Introduction Paula Hernández Rodríguez, Gustavo Hernández Sánchez, Antonio Juanes Cortés, Carlos Píriz González, Pablo Poveda Arias y Moisés Rodríguez Escobar......
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Abstracts..............................................................................................
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CD Contents Violence, Culture and Discourse The War of the Spanish Succession through the Travel’s Tales. Testimonies about the Violence and its Consequences Verónica Gijón Jiménez..................................................................... 123-144 The Conflict of Tacna and Arica between Chile and Peru: The Vision of the Spanish Press (1880-1929) José Julián Soto Lara......................................................................... 145-165 ‘A Little Narrative of my Tyrannical Sufferings’: Written Testimonies of Leveller’s Repression in the 1640s Tania Robles Ballesteros..................................................................... 167-187 The Discourse of Hatred. An Analysis of Violence throughout the Discourse of the Rebel Side Moisés Rodríguez Escobar ................................................................. 189-208
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Conformism or Desperation? Necessity and Violence in Hannah Arendt´s Thought Agustina Varela Manograsso............................................................. 209-227 Politics and Violence Violence, Expansion and Fear in the Roman Republic. Review and Perspectives Enrique Hernández Prieto ................................................................ 231-261 Violence and its Narratives: Three Visions on Europe’s XXth Century Javier Rodrigo .................................................................................... 263-283 Abuse of Power and Resistance against Manorial Lordship in a Castilian Town: Dueñas and the Earldom of Buendía (1439-1592) Álvaro Pajares González................................................................... 285-306 Thinking of Nation through Violence: Concepts, Theory and Empirical Dimensions Raúl Moreno Almendral.................................................................... 307-329 Violence and Political Coercion in Palencia during the Crisis of the Restoration Jorge Meneses Redondo....................................................................... 331-344 Violence from Liberalism 1833-1840 Daniel Aquillué Domínguez.............................................................. 345-367 Violence Transversality in Politics during Moderate Decade (1843-1854) Oriol Luján....................................................................................... 369-392 T he I nstrumentalization of V iolence with E lectoral P urposes . A n O verview of the P aramilitary O rganizations of W eimar Jorge Ballesteros Marín....................................................................... 393-416
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The Apology of Violence in Anti-Franco Organizations: a View from the Judgment of the Court of Public Order Juan Andrés García Martín and Raúl Ramírez Ruiz....................... 417-436 Carrero Blanco’s Death. Late Franco Period, Pre-Transition or Transition? A Study about their Interpretations Mario Alba Hernández................................................................... 437-451 The Violence’s Look: Visual Arts, Literature and Cinema Representation of Violence in the Novels Tirante el Blanco and Amadís de Gaula Óscar Fernández Delgado................................................................... 455-470 Devil and Sacred Violence in Late Medieval Castilian Literature Jorge Lebrero Cocho........................................................................... 471-491 The Other Face of God, Country and King: Violence and Destruction in Valencia during the Independence War Inés Cabrera Sendra ......................................................................... 493-509 La Violencia Literaria contra Manuel de Faria e Sousa Joaquim Luís Costa .......................................................................... 511-525 Real Violence - Mythological Violence: the Rape and Abduction in Rubens’ Paintings for the Torre de la Parada Alicia Suárez Blanco, ....................................................................... 527-541 Violence in the Canarian Modernism: Tomás Morales and Alonso Quesada David Loyola López........................................................................ 543-566 The analysis of violence from the archaeological record Violence and Conflict in La Mancha Bronze Age: Defense Systems, Weapons and Anthropological Analysis Miguel Torres Mas............................................................................. 569-588 Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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The Death in Battle in the Roman Empire: the Rhenish Danubian Limes Through the Epigraphy Roberto López Casado....................................................................... 589-609 Stress and Violence Beyond the War: Roman Establishment in the North-West of the Iberian Peninsula David Serrano Lozano...................................................................... 611-626 Violence and Armed Conflicts in Medieval Galicia: A Rocha Forte as Paradigm Oria Ferreiro, Verónica del Río and Xoel Rodríguez.......................... 627-647 Violence, Ethnic Groups and Colonialism Sierra Leone: Ethnic Violence in the Process of Consolidation of Artificial State Moisés Fernández Cano and Ikér Itoiz Ciáurriz .............................. 651-666 Mobilizations against the War in the Rif in France (1925) Alfonso Bermúdez Mombiela ............................................................ 667-686 Religion and Violence Religion and Violence Joseph Pérez....................................................................................... 689-701 The ‘Just War’ against the ‘Enemies of Religion’: The Valencian Clergy’s Speech during the Conflict with the France of the Convention (1793-1795) Mónica Ferrándiz Moreno................................................................. 703-725 Inflicted Self-Harm: Penance and Mortification, Road to Perfection Cristina Gimeno-Maldonado.............................................................. 727-742 Sublimated Violence in the Christ Sculpture of the Sevillian Neobaroque Period Jesús Rojas-Marcos González............................................................. 743-764
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Society and Violence The Noisy Woman Innkeeper and the Knavish Wine-Seller. Troublemakers or Victims of Hate? Everyday’s Violence in Classical and Postclassical Athens Irene Cisneros Abellán ...................................................................... 767-785 Special Jurisdiction and Violence: Chapter Clergy before Abbey Tribunal in Aguilar de Campoo Alberto Corada Alonso .................................................................... 787-809 Family Protection Against Sexual Violence in the Ancien Régime: the Role of Guardians in Cases of Rape of Minors María Herranz Pinacho.................................................................... 811-833 “Towards Public Peace and the Safety of my Subjects”. The General Intendancy of Police - Repression and Control of Criminality and Violence in Lisbon by the End of the Old Regime (1780-1805) María Luísa Gama........................................................................... 835-855 The Invention of Guapparia. Representations of the Camorra around the Cuocolo Trial (1906-1912) Paolino Nappi.................................................................................... 857-870
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Prólogo: “Los historiadores y la violencia” El género prologuístico especifica, dentro de sus normas no escritas, que el prologante inicie su prólogo afirmando que no le resulta grata la tarea de prologar la obra. No es éste mi caso. En marzo de 2015 disfruté de la oportunidad de poder asistir a tres intensas jornadas de estudio en torno al papel y significado de la violencia en la historia, gracias a la generosa invitación de sus promotores, la Asociación de Jóvenes Historiadores AJHIS. La calurosa acogida brindada por los organizadores y los estimulantes temas de investigación y reflexiones a los que fui expuesto, dentro y fuera de las sesiones de trabajo, hicieron que aceptara con el mayor de los placeres el encargo de escribir estos renglones. Fue únicamente después, al ponerme a la tarea, cuando tomé conciencia de la dificultad de poder decir algo que no sea repetir lugares comunes sobre el tema de las violencias en la historia, no digamos ya aportar algo significativo. La historia es hija de la violencia. No la propia Clío, hija, como sus ocho hermanas de Mnemósine y Zeus, sino las motivaciones que llevaron a Herodoto, reconocido como primer historiador, a ir más allá de la crónica de las grandes empresas de griegos y bárbaros, para “dar razón del conflicto que enfrentó a estos dos pueblos”. Su objetivo explícito fue transcender el mero registro de acontecimientos memorables con el fin de intentar entender las causa y consecuencias de la violencia en su tiempo. Desde entonces, estudiar la violencia en el pasado ha sido, junto con sus representaciones, interpretaciones y efectos, la forma en la que tanto la Historia como las disciplinas afines han analizado las dinámicas de poder, autoridad, conflicto y resistencia a todas las escalas, de imperios globales a espacios domésticos. Los organizadores me encomendaron la tarea de centrarme en las distintas perspectivas de abordar el tema de la violencia desde el ámbito de la
Prólogo
Historia y sus vertientes. Nada fácil. Primero porque cada sociedad y época ha definido de manera única no sólo los límites de la legitimidad o legalidad del uso de la violencia, sino las definiciones culturales de lo que cada una de ellas entiende por ésta. Por ello, una historia de la violencia que abarque desde la Antigüedad al tiempo presente se antoja limitada, cuando no banal, por la excesiva generalización en sus resultados. Sin embargo, no faltan estudios consistentes a largo plazo que apuntan hacia una serie de tendencias en la longue durée. Hay cierto consenso dentro de los estudios globales sobre la historia de la violencia desde la Edad Media que apunta hacia su progresiva disminución de manifestaciones como el homicidio, sobre la cual existe más documentación y que resulta más claramente identificable en distintos tiempos y espacios. El homicidio, generalmente ejercido por varones jóvenes para defender su estatus y prestigio dentro de un grupo, dejó de ser el lenguaje habitual y organizador de las relaciones sociales durante la época moderna. Éste contexto cultural fue sustituido por nuevas normas de comportamiento que devaluaban la confrontación violenta y propugnaban relaciones menos duras entre jerarquías y géneros, hasta llegar a convertir el homicidio en tabú. Estos trabajos históricos parten de las hipótesis de Norbert Elias, testándolas, matizándolas y ofreciendo explicación a las variaciones regionales. El declive de la violencia interpersonal parece conectado con el aumento de la violencia ejercida por los nacientes Estados modernos, o al menos son fenómenos que corren en paralelo. Los ejércitos multiplicaron su tamaño, tecnología y capacidad de acción dentro y fuera de las fronteras de los estados modernos en los mismos siglos en los que el homicidio dejaban de ser un acontecimiento habitual. Los desastres provocados por la convergencia entre los avances tecnológicos, la capacidad de los Estados de movilizar recursos humanos y materiales para ejercer violencia a una escala sin precedentes y la difusión de idearios nacionalistas, chauvinistas y xenófobos que respaldaron y fustigaron el ejercicio indiscriminado de la violencia, impactaron profundamente a los historiadores del siglo XX. Como respuesta surgieron los estudios sobre genocidio, inaugurados por Rafael Lemkin y desarrollados en el último cuarto de siglo como subdisciplina académica.
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Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
Prólogo
La violencia, en casi cualquiera de sus formas y acepciones, constituye un elemento que permea todas las épocas y espacios y, por lo tanto, permite crear un diálogo entre cronologías y geografía tanto cercanas como alejadas entre sí. La perspectiva adoptada por los trabajos presentados en las jornadas de la AJHIS parte en su mayoría de casos concretos para aportar nuevo conocimiento sobre contextos históricos individuales. La historia de la violencia así entendida deja de ser un fin en sí mismo para convertirse en un medio para entender las tensiones presentes en las sociedades que generan y sufren ese fenómeno. Esta es la perspectiva que, a mi modo de ver, conecta el interés por la violencia de los distintos trabajos aquí presentados. El diálogo entre los casos individuales hace posible romper barreras geográficas, cronológicas y disciplinares tradicionales. La variedad, heterogeneidad y riqueza de los trabajos aquí recopilados son una buena demostración de este potencial. Precisamente fue éste uno de los elementos más destacables y enriquecedores de las jornadas que vivimos en marzo del pasado año 2015. Además de la presencia de buen número de estudios centrados en la Península Ibérica y América Latina, fue muy estimulante también disfrutar del diálogo con perspectivas relativas a Italia, Francia, China, Alemania, Islas Británicas, el Mar Negro o el mundo clásico greco-romano, por citar algunos. La expansión de esta curiosidad y competencia científica no es sino la constatación de una superación de visiones historiográficas encorsetadas por el reducido marco del estado nación actual o sus subdivisiones administrativas. Ello lleva también al completo abandono de visiones excepcionalistas de la historia, tan abundantes en generaciones anteriores y disponibles aún en varios colores, pero que no resisten la prueba de análisis comparados y conectados. En lo que respecta a los trabajos centrados en la España contemporánea, llamó mi atención una cuestión de énfasis. El encuentro abundó en buenos estudios dedicados a la Guerra civil del siglo XX y al régimen franquista que lo siguió. Esto no es de extrañar habida cuenta de que, para las generaciones anteriores de historiadores, éste ha sido el punto principal de referencia dentro de la historia reciente. Sin embargo, llama mi atención la creciente predilección de los jóvenes historiadores por el siglo XIX, y por la guerra de sucesión y los conflictos carlistas como ejes de los cambios a largo plazo de la sociedad española contemporánea. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Prólogo
El lector de esta recopilación podrá apreciar la capacidad de los autores para enlazar disciplinas y fuentes sobre la violencia en la historia. De la Arqueología a la prensa, pasando por los relatos de viaje, memorias, discursos públicos, narrativas personales u obras filosóficas, las creaciones artísticas o los objetos personales, sin olvidar la importante perspectiva de género, aportan enfoques y metodologías de trabajo complementarios para el estudio de la violencia en la historia. Esta amplitud de perspectivas está en consonancia con la multiplicidad de definiciones sobre violencia que, de manera explicita o implícita, hacen uso los autores. No estuvieron presentes, al menos de las sesiones en las que tuve el placer de asistir, perspectivas conectadas con la Psicología, la Antropología evolutiva, la Biología o la Neurología que están impactando con fuerza en los estudios sobre violencia. Sin embargo, una recopilación de textos sobre espacios y tiempos tan diversos como minuciosamente trabajados, permitirán conectar las tendencias y similitudes entre ellas y servir al debate sobre los mecanismos universales puestos en funcionamiento en contextos concretos, tanto históricos como culturales. De esta forma será posible sacar el máximo partido al meticuloso trabajo de reconstrucción histórica llevados a cabo en los estudios aquí presentados. La conexión con las aportaciones que están realizando las ciencias del comportamiento constituye uno de los desafíos a los que tendrán que hacer frente la generación de historiadores que ahora se está formando. Puede que sea éste el camino para superar los rendimientos decrecientes ofrecidos por la exclusiva primacía del contexto y la cultura de los casos individuales trabajados. Los estudios comparados y conectados con otras disciplinas son los que, al contrario, mejor pueden ayudar a entender cómo contextos sociales y culturales concretos generan comportamientos violentos. Con ello no harán sino continuar con el espíritu que impulsaba a Herodoto a intentar “dar razón” y no únicamente a hacer la crónica del conflicto que marcó su tiempo. Para ello podrán contar con metodologías de investigación derivadas de las ciencias de la información que les permitirán abarcar temas que, por la cantidad, variedad y complejidad de los datos a analizar e interrelacionar, no han podido ser abarcados por las generaciones anteriores. No será ésta una generación de historiadores a la que le falten desafíos. Simultáneamente, las dificultades más pedestres a los que las generaciones
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Prólogo
anteriores sí han tenido que hacer frente se reproducen desgraciadamente en el presente. Con la burocratización y compartimentalización administrativa del conocimiento, y una política de incentivos a la captación competitiva y desarrollo del personal investigación en las universidades españolas casi inexistente, la carrera profesional de la joven generación actual presenta incertidumbres difíciles de minimizar. No tengo yo ninguna solución mágica a todos estos dilemas. Tan sólo me queda aquí exhortar a las nuevas generaciones de historiadores a hacer gala de la ambición científica de la que hablaba Braudel en su “El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II”, no lo olvidemos, su tesis doctoral. En lugar de resignarse al estudio de jardines cerrados, el historiador debe plantear una historia que responda a los problemas y preocupaciones de nuestra época y que mantenga el contacto con las demás ciencias. Cada generación de historiadores tiene el derecho y la obligación de hacer revivir la gran historia. Ahora es vuestro tiempo de hacer historia ambiciosa. Igor Pérez Tostado (Universidad Pablo de Olavide de Sevilla)
Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Introducción El lector o lectora tiene ante sus manos el quinto número de la colección Temas y perspectivas de la Historia que la Asociación de Jóvenes Historiadores (AJHIS) publica anualmente gracias al esfuerzo y dedicación de sus componentes. Para esta ocasión, el tema elegido fueron Las Violencias y la Historia, y bajo este título reunimos a jóvenes investigadores e investigadoras en un congreso de carácter internacional e interdisciplinar, con siete ediciones exitosamente celebradas. Se consolida de este modo un espacio en el que, año tras año, aquéllos que nos iniciamos en el camino de la investigación podemos reunirnos para intercambiar datos, impresiones y proyectos, así como para trazar redes que verdaderamente nutren nuestro trabajo cotidiano. Así, nuestra labor transcurre desde el 2010, cuando nació este espacio y hablamos sobre El futuro del pasado, hasta el 2014, encuentro en el que tratamos el Amor y Sexualidad en la Historia, por supuesto, pasando por los encuentros de 2011 –sobre Razón, Utopía y Sociedad–, 2012 –Historia, identidad y alteridad– y 2013 –Los lugares de la Historia. En base a todos ellos hemos podido consolidar una publicación que alumbra buena parte de las futuras generaciones de investigadores en ciencias sociales. Nos congratulamos, en este sentido, de que la cantera de historiadores en nuestro país siga produciendo conocimiento a pesar de las dificultades que este oficio entraña debido a los últimos acontecimientos económicos y políticos. Teniendo siempre presente el carácter multidisciplinar y la diversidad de opiniones, estos encuentros y sus publicaciones guardan, no obstante, el rigor científico que debemos exigirnos siempre. Quedamos complacidos, pues, por dar la bienvenida a este quinto volumen que consolida un espacio de reflexión y debate de referencia entre los más jóvenes.
Introducción
El VI Congreso Internacional e Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores: Las Violencias y la Historia tuvo lugar en Salamanca, a lo largo de los días 11, 12 y 13 de marzo de 2015. La violencia ha sido un elemento constante en todas las sociedades de la Historia. Algunos autores consideran que es algo consustancial a los animales y a la especie humana (homo homini lupus, frase de Plauto popularizada por Thomas Hobbes en su obra De Cive, 1642), mientras que otros, por el contrario, prefieren hablar de la violencia como una cuestión cultural. Así, desde las posiciones más conservadoras de buena parte de la psicología evolucionista, hasta aquellos otros que, como la bióloga Lynn Margulis (1938-2011), nos hablaron de evolución alternativa o “evolución por cooperación”, el debate sigue en pie. Incluso en la actualidad, cuando observamos en los medios de comunicación conflictos como el de Siria o Ucrania, e incluso otros no tan conocidos como el de Eritrea, o latentes, como el de Colombia o Palestina –y un larguísimo etcétera–, abordan nuestro pensamiento reflexiones sobre la condición humana que reproducen estos debates. Pero la violencia guarda una dimensión que no se limita tan solo a los conflictos armados: por ello hablamos de violencias, que pueden ser sangrantes, como las muertes en Ciudad Juárez –y que los especialistas definen como “feminicidio”–, pero no menos importantes que los casos de víctimas por violencia de género en otros países. Los especialistas en este fenómeno comienzan a ser llamados “violentólogos”. De este modo, presentamos diferentes mesas para recoger y debatir sobre la multiplicidad del fenómeno de la violencia, a la que estudios más recientes atribuyen también una dimensión simbólica, política o biopolítica. El campo de investigación en este sentido, desgraciadamente, es tremendamente amplio. Para ayudarnos a pensar sobre un tema tan complejo, contamos con la presencia de Don Joseph Pérez (Universidad de Bordeaux-Montaigne), premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales en 2014, quien nos habló acerca de la vinculación entre religión, violencia y orígenes del Estado durante el período moderno. Le siguió la intervención de jóvenes investigadores cuyas carreras aguardan, sin duda, una trayectoria de éxitos similares: Javier Rodrigo Sánchez (Universitat Autònoma de Barcelona), Emilio Javier Peral 28
Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
Introducción
Vega y Francisco Sáez Raposo (Universidad Complutense de Madrid) e Igor Pérez Tostado (Universidad Pablo de Olavide). Cada uno nos habló sobre el fenómeno de la violencia contextualizado en sus campos y períodos de investigación, así como sobre nuevas metodologías y futuras líneas a seguir, sirviendo así de introducción y complemento al resto de comunicaciones. Podemos afirmar que los resultados, un año más, fueron ampliamente satisfactorios. A través de sus conferencias, pudimos observar cómo se ha manifestado la violencia a lo largo de la Historia: en los hechos matriciales de la contemporaneidad española –como pueden ser la Guerra Civil, la dictadura franquista y la transición política–, cuya historiografía ha sido auténtica vanguardia en el tema a través del estudio de la violencia política; pero también desde tiempos más pretéritos, a través del arte y de la religión, o en procesos que constituyen la génesis de la modernidad de nuestra(s) sociedad(es) como puede ser la Edad Moderna, tras el encuentro con otras culturas y la apertura de horizontes mentales que supusieron para el hombre y la mujer europeos el descubrimiento de Nuevos Mundos. Aunque en esta edición contábamos con algunas dificultades iniciales dada la amplia gama de propuestas de trabajo recibidas, organizamos el encuentro en diversas mesas: “Violencia, cultura y discurso”, “Política y violencia”, “Las miradas de la violencia (arte, literatura y cine)”, “El análisis de la violencia desde el registro arqueológico”, “Pensar las violencias: teoría y filosofía”, “Violencia, etnia y colonialismo”, “Violencias en el Mundo Antiguo”, “Religión y Violencia” y “Sociedad y violencia”. En la primera de ellas, “Violencia, cultura y discurso” vimos cómo este fenómeno ha sido retratado de diversas formas a través de una amplia gama de discursos (escritos, iconográficos, sonoros, etc.). Concedimos especial importancia a los escritos, donde la violencia ha sido protagonista y ha resultado ampliamente reflejada, pero también, por supuesto, por haber sido el medio donde han quedado recogidas las posturas defendidas por distintos pensadores (filósofos, teólogos, dirigentes políticos, etc.) respecto a la (i)legitimidad de su uso, así como su posterior influencia en grupos sociales y organizaciones de corte político. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Introducción
La violencia con objetivos políticos ha estado –y está– íntimamente ligada a la Historia de la humanidad, de ahí que dedicásemos una segunda mesa, “Política y Violencia”, a tratar este asunto. En no pocas ocasiones, las ideologías políticas han incluido un elemento de fuerza como consecución de sus fines y, por ello, consideramos interesante organizar el debate en torno a la consideración de las ideologías como elementos canalizadores de los lenguajes de la violencia y a la descripción de sus orígenes, características y prácticas. Tuvieron protagonismo aquí las comunicaciones que trataron la violencia plasmada en la acción colectiva, guerras y situaciones revolucionarias, desde las que consideraron sus actuaciones hasta las que analizaron sus discursos legitimadores. Y es que, en efecto, la violencia no siempre se interpretó del mismo modo: su concepción en las sociedades que la ejercieron o que la padecieron ha ido cambiando. Así, con “Las miradas de la violencia (arte, literatura y cine)”, nos propusimos aproximarnos hacia estos formatos en los que la subjetividad de la información sobre la que construimos el relato histórico cobra, quizá, una impronta mucho más marcada. Igualmente, esta mesa se presentó como un auténtico ejercicio de interdisciplinariedad, al ofrecer un lugar de debate común para historiadores, historiadores del arte, filólogos, etcétera. Más allá de la huella cultural de la violencia, en la cuarta mesa –“El análisis de la violencia desde el registro arqueológico”– constatamos que también existe un reconocimiento material de la misma. No es extraño que el registro arqueológico nos informe sobre conflictos: las comunicaciones aquí incluidas nos informaron, tanto de lugares de asentamiento (campos de batalla, yacimientos arrasados y abandonados, etcétera) como de restos humanos exhumados que atestiguan una explicación de la violencia más allá de la interpretación antropológica de la misma. Otro de los ejes temáticos del Congreso giró en torno a “Pensar las violencias: teoría y filosofía”, quizá uno de los más importantes para comprender tanto la Historia del tiempo presente como la importancia de la violencia en el desarrollo de la Historia y de los procesos de cambio. Acogimos aquí, desde una perspectiva interdisciplinar, las polémicas en torno a la tipificación de las distintas violencias (política, social, de género, etcétera), hasta debates por la propia condición y evolución de la violencia a lo largo de la Historia. 30
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Introducción
El colonialismo de las distintas potencias europeas sobre los continentes africano y americano también generó diversos tipos y grados de violencia política y social. Fueron estos los protagonistas de la sesión “Violencia, etnia y colonialismo”. Tal y como se pudo comprobar a lo largo de las distintas intervenciones, la sensación de superioridad política o étnica manifestada por determinadas sociedades sobre otras sirvió de justificación para abusar física y psicológicamente de la integridad humana del “otro”. Sin embargo, en ocasiones las tornas se cambian, y esos grupos dominados por medios agresivos se sienten con la fuerza suficiente para generar violencia por ellos mismos y ejercerla sobre su opresor. La gran cantidad de propuestas dirigidas a la violencia en la Antigüedad nos sugirió la dedicación de una sesión específica para la “Violencia en el Mundo Antiguo”. La amplitud cronológica, geográfica y temática del conjunto de comunicaciones aquí recogidas nos ofreció una visión bastante completa del ejercicio de la violencia en en las sociedades antigua. Como vemos, en todos los continentes y períodos históricos pueden rastrearse momentos de conflictividad. Algunos de ellos, como vimos en “Religión y Violencia” surgen al calor de la fe, tanto en su seno interno como en su confrontación con otras, y por eso consideramos clave el análisis de la unión entre violencia y religión a lo largo de la historia humana. Y por último, con “Sociedad y violencia” agrupamos todas aquellas comunicaciones en las que la sociedad tenía un papel protagonista, bien fuera como receptora de una acción violenta o como intérprete de la realidad, de su modo de sentir o ver el mundo. También tuvo cabida la reflexión desde un punto de vista más íntimo y familiar, profundizando en comportamientos y relaciones violentas más allá de la situación económica, cultural, etcétera, de los individuos. Intentamos llevar a buen puerto nuestro interés transversal e interdisciplinar, con la intención de evitar un defecto que a veces guardan nuestros trabajos, demasiado enclaustrados en los diversos campos de estudio. Bourdieu aludía a estos espacios entre disciplinas –a veces entre períodos históricos dentro de un mismo campo de estudio– como espacios de censura. No sabemos si habremos sido capaces de evitar esos silencios que a veces se Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Introducción
producen: les invitamos, pues, a consultar la publicación para comprobarlo. De lo que sí estamos seguros es de que, en un momento histórico en el que el fenómeno de la violencia y sus múltiples manifestaciones parecen estar tan presentes en nuestras realidades más o menos cercanas, estudios de este tipo se hacen muy necesarios. Una reflexión serena, calmada, en un mundo asolado por los conflictos, por la violencia, que nos traen a la memoria los versos de Miguel Hernández: “tristes guerras [...] tristes, tristes; tristes armas si no son las palabras”. Con esta publicación, la Asociación de Jóvenes Historiadores realiza su aportación con la esperanza de que en el futuro, la violencia sea una cuestión del pasado. Y, de este modo, agradecemos un año más a todos y a todas aquellas que han hecho este proyecto posible, a las instituciones que nos han apoyado y que, año tras año, lo hacen: desde la Universidad de Salamanca, al Decanato de la Facultad de Geografía e Historia, a los Departamentos de Historia Medieval, Moderna, Contemporánea y de América, así como al de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología, a la Delegación de Estudiantes de la Facultad de Geografía e Historia, al Grupo de Investigación Reconocido (GIR) de Historia Cultural y Universidades Alfonso IX y al Instituto de Estudios Medievales y Renacentistas (IEMYR); al Centro Asociado de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) de Zamora; y, por supuesto, a los socios de honor y al comité científico del Congreso, sin olvidarnos de la aportación económica desinteresada de Anden Espallargas Bustinduy y Raquel Hernández Bautista. Sin todas estas personas, como en otras ocasiones, habría sido imposible realizar y concluir con éxito esta empresa. Por último, y no menos importante, gracias a vosotros, jóvenes investigadores, por acompañarnos una vez más y seguir depositando vuestra confianza en AJHIS. Paula Hernández Rodríguez Gustavo Hernández Sánchez Antonio Juanes Cortés Carlos Píriz González Pablo Poveda Arias Moisés Rodríguez Escobar Coordinadores
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RESÚMENES
Violencia, Cultura y Discurso
Resúmenes
La Guerra de Sucesión Española a través de los relatos de viaje. Testimonios sobre la violencia y sus consecuencias The War of the Spanish Succession through the Travel’s Tales. Testimonies about the Violence and its Consequences Verónica Gijón Jiménez Universidad de Castilla-La Mancha
[email protected] Resumen: La Guerra de Sucesión española provocó la llegada a España de numerosos viajeros extranjeros. Algunos eran militares, otros acompañaban a alguno de los candidatos al trono; incluso hubo viajeros ajenos a la contienda. Los relatos de viaje posteriores también centraron su atención en los vestigios del conflicto. A través del estudio de los relatos de viaje contemporáneos a la Guerra, podremos conocer la visión que tuvieron los que tomaron parte en ella. El análisis de los relatos posteriores al enfrentamiento nos permitirá determinar cómo evolucionó su percepción a lo largo del tiempo. Palabras clave: Guerra de Sucesión Española, literatura de viajes, patrimonio artístico. Abstract: The War of the Spanish Succession caused the arrival in Spain of numerous foreign travellers. Some of them were soldier, others accompanied some of the claimant to the throne; there were even travellers unaware of the conflict. The subsequent travel tales also focused its attention in the traces of the conflict. Through the study of the contemporary travel tales of the war, we could get to know the view of the people that took part on it. The analysis of the subsequent tales to the conflict allow us to determine how its perception changed through the time. Keywords: War of the Spanish Succession, Travel Literature, Artistic Heritage.
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Resúmenes
EL CONFLICTO DE TACNA Y ARICA ENTRE CHILE Y PERÚ: LA VISIÓN DE LA PRENSA ESPAÑOLA (1880-1929) The Conflict of Tacna and Arica between Chile and Peru: the Vision of the Spanish Press (1880-1929) José Julián Soto Lara Universidad de Valladolid
[email protected] Resumen: Se examinan, desde la historia cultural de la prensa, las visiones que los diarios y revistas de España construyeron sobre el conflicto de Tacna y Arica (1880-1929) entre Chile y Perú, surgido a consecuencia de la Guerra del Pacífico. Como lo demostró el proceso de recolección de fuentes, la cobertura de la prensa no cesó durante el medio siglo que duró la controversia territorial entre esos países sudamericanos por el dominio de aquella región fronteriza. Lo anterior permite interrogarse –desde la teoría de las representaciones sociales– cuáles fueron las ideas de mayor consistencia que se fabricaron en la prensa para comprender, desde la distancia, el problema de Tacna y Arica así como la política internacional de Chile y Perú relacionada con ese diferendo. Metodológicamente, se utilizan algunas herramientas y procedimientos del análisis de contenido aplicado a la prensa histórica. De ese ejercicio teórico-metodológico se constató un grupo de visiones heterogéneas hacia los objetos de estudio planteados. Las conclusiones enfatizan, en primer lugar, la importancia de la historia cultural de la prensa en la comprensión de las identidades nacionales de Chile y Perú y, en segundo lugar, las marcadas diferencias culturales entre esos mismos países. Palabras clave: historia cultural de la prensa, prensa de España, conflicto de Tacna y Arica, Chile, Perú. Abstract: In this paper it is examined, from the cultural history of the press, the different perspectives that Spain newspapers and magazines constructed about the Tacna and Arica conflict (1880-1929) between Chile and Peru emerged as a result of Pacific War. As it was showed by the recollection process of sources, the media coverage was present during the dispute over the domain of that border region between those South American countries, which lasted half century. This allows questioning – from the theory of social representations – which were the principal ideas built by the press so as to understand, from the distance, the Tacna and Arica problem, as well as the Chile and Peru international politic related to that difference. Regarding to methodology, it was decided to use some procedures and tools of the content analysis applied to the history press. From that theoretical and methodological exercise, a group of heterogenic visions toward our study objects was established. The conclusions emphasize, in the first place, the importance of the cultural history of the press in the comprehension of Chile and Peru national identity and, in the second place, the great cultural differences between those same countries. Keywords: Cultural History of the Press, Spanish Press, Conflict of Tacna and Arica, Chile, Peru. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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“A little narrative of my tyrannical sufferings”: Testimonios de la represión Leveller en la década de 1640 ‘A Little Narrative of my Tyrannical Sufferings’: Written Testimonies of Leveller’s Repression in the 1640s Tania Robles Ballesteros Universidad Complutense de Madrid
[email protected] Resumen: El movimiento leveller, surgido durante la Revolución Inglesa, fue pionero en Europa en la reivindicación de derechos políticos y sociales para amplias mayorías excluidas del sistema político inglés del siglo XVII. Como consecuencia de su activismo y de las medidas revolucionarias que propugnaban, muchos integrantes del movimiento, en especial sus líderes, sufrieron una dura represión que los llevó a prisión donde, en muchos casos, fueron torturados. El presente artículo tiene por objeto analizar los principales textos producidos por los más significativos levellers: John Lilburne y Richard Overton junto con sus respectivas esposas; Elizabeth y Mary, para conocer las formas de represión política en la Inglaterra del siglo XVII y cómo ésta era utilizada por los principales afectados con fines políticos así como para crear un estado de opinión y una movilización social sin precedentes, liderada fundamentalmente por mujeres, favorable a su causa. Palabras clave: levellers, mujeres, Guerra Civil Inglesa, represión, panfletos, peticiones. Abstract: The leveller movement, whose appearance during the English Revolution was pioneer in Europe in relation to the vindication of political and social rights for a wide number of population which had been excluded for a long time from the 17th century English political system. As a consequence of their activism and the revolutionary measures they enhanced, many of them, and especially their leaders, suffered a heavy repression which lead them to prison where, sometimes, were tortured. The aim of this article is to analise the main writings by the most significant levellers; John Lilburne and Richard Overton and both respectives wives: Elizabeth and Mary in order to get acquaintance of the political repression in 17th century England and the way in which it was used by the victims with political ends to create a state of opinion and demonstrations driven mostly by women. Keywords: Levellers, Women, English Civil War, Repression, Pamphlets, Petitions.
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EL DISCURSO DEL ODIO. ANÁLISIS DE LA VIOLENCIA A TRAVÉS DE LOS DISCURSOS DE LOS SUBLEVADOS The Discourse of Hatred. An Analysis of Violence throughout the Discourse of the Rebel Side Moisés Rodríguez Escobar Universidad de Salamanca
[email protected] Resumen: La Guerra Civil española ha sido uno de los temas más tratados por la historiografía, pero no ocurre tanto con la relación entre el discurso y la represión que protagonizó la vida de los españoles durante los años 30 del siglo XX. El objetivo es abordar la cuestión irracional en los mensajes de los rebeldes durante los primeros momentos de la guerra centrando el discurso en tres grandes paradigmas. El primero es el propio concepto de alzamiento y la razón ideológica que se sustrae de la nomenclatura. El segundo hace referencia al comunismo, un “enemigo histórico” del futuro régimen, que le servirá para consolidarse en el espacio internacional tras la Segunda Guerra Mundial. El tercero y último paradigma es la Cruzada, un concepto que vinculó a los rebeldes con una amplia masa social, proporcionándoles una mayor legitimidad. Estos paradigmas aportan elementos que permiten visibilizar el sentimiento de odio que protagonizó las acciones de la Guerra Civil. Palabras clave: odio, alzamiento, rebeldes, cruzada, anticomunismo. Abstract: The Spanish Civil War has always been one of the most dealt matters by the historiography, but not so the relationship between the discourse and the repression that was involved in the lives of the Spaniards through the 30s of XX Century. The objective is addressing the irrational part in the rebels’ messages during the first stages of the war, centering the discourse in three principal paradigms. The first one is the concept of uprising in itself and the ideological reason which is extracted from the nomenclature. The second one refers to communism, a “historical enemy” of the future regime, which will be used for consolidating it in the international space after the World War Second. The third and last paradigm is the Crusade, a notion that linked the rebels with a wide social mass, in order to provide themselves a largest legitimacy. These paradigms contribute to provide elements that allow seeing the feeling of hatred that was responsible for the actions of the Civil War. Keywords: Hatred, Upraising, Rebels, Crusade, Anticommunism.
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¿conformismo o desesperación? Necesidad y violencia en el pensamiento de Hannah Arendt Conformism or Desperation? Necessity and Violence in Hannah Arendt´s Thought Agustina Varela Manograsso Universidad de Murcia
[email protected] Resumen: En este artículo se revisa la conexión entre necesidad y violencia en el pensamiento filosófico y político de Hannah Arendt. Este vínculo invita a reflexionar sobre el fenómeno de la violencia desde lo que ella denominó “el devorador proceso de la vida”. Se explora dicha conexión desde la distinción arendtiana entre la esfera privada (prepolítica-natural) y la esfera pública (política-artificial) en la que emerge la pluralidad y, según la filósofa, la única en que los humanos pueden configurar su identidad personal y ser auténticamente libres. Este estudio nos permite analizar la violencia contemporánea a la luz de la noción arendtiana de animal laborans, esto es, el ser “humano” que al estar plenamente rendido, u obligado a rendirse, a la compulsión de sus necesidades, se convierte en mero “consumidor” o mero “residuo”. Una disyuntiva que permitirá repensar la violencia desde la perspectiva del conformismo o la desesperación. Palabras clave: Arendt, violencia, necesidad, conformismo, desesperación, modernidad, política, libertad, vida, animal laborans. Abstract: In this article I examine the connection between necessity and violence in Hannah Arendt´s philosophical and political thought. This link invites us to think about the phenomenon of violence taking into account her conception of “the devouring process of life”. I explore this connection from the Arendtian distinction between private (prepoliticalnatural) sphere and public (political-unnatural) sphere in which plurality can emerge and, according to the philosopher, the unique realm where humans can configure their personal identity and where they can be authentically free. This study allows us to analyze contemporary violence in the light of Arendt´s notion of animal laborans. That is to say, the “human” being who, due to it is absolutely surrendered (or obligated to surrender) to its compelling necessities, becomes into a mere “consumer” or mere “waste”. This is a disjunctive that will allow us to rethink violence from the perspective of conformism or desperation. Keywords: Arendt, Violence, Necessity, Conformism, Desperation, Modernity, Politics, Freedom, Life, Animal Laborans.
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RESÚMENES
Política y Violencia
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VIOLENCIA, EXPANSIÓN Y MIEDO EN LA ROMA REPUBLICANA. UNA REVISIÓN DE PERSPECTIVAS Violence, Expansion, and Fear in the Roman Republic. Review and Perspectives Enrique Hernández Prieto Universidad de Salamanca
[email protected] Resumen: En este trabajo revisamos la actitud de la sociedad romana frente a sus enemigos exteriores. En este sentido, algunos investigadores (W. V. Harris) han atribuido a los romanos no sólo planteamientos imperialistas, sino también una especial disposición a emprender acciones de violencia y agresividad contra los pueblos con los que fueron estableciendo contacto y que en su mayoría terminaron subyugando políticamente. Sin entrar en confrontación total con esos planteamientos, a nuestro modo de ver, muchas de las actuaciones romanas se explican mejor teniendo en cuenta el contexto geopolítico en que tuvieron lugar y la personalidad de los autores que proporcionan esa información. Hemos dividido nuestro análisis en dos partes: en la primera, nos centraremos en la proyección exterior de la violencia; en la segunda, en cómo se percibía esa violencia en el propio seno de la comunidad. Recurrimos tanto al análisis de ciertos testimonios especialmente expresivos (el asalto de Cartagena, los conflictos con Macedonia y las ligas griegas,…), como de algunas manifestaciones públicas, muy características de la idiosincrasia romana (la religión pública, la ceremonia triunfal, los munera gladiatoria…). Palabras clave: República romana, imperialismo, violencia, expansionismo, guerra. Abstract: The purpose of this work is to review the attitude of Roman society against its external enemies. Some researchers (W. V. Harris) have attributed to Romans not only imperialist approaches, but also a special inclination towards violence against contacting populations, which mostly ended up in a politically subjugated position. From our point of view, many of the Roman actions are better explained considering also the geopolitical context in which took place, and the personality of authors who provide information. Dividing analysis into two parts, in the first, we will focus on the outdoor violence; in the second, on how violence was perceived within the community. We use both to the analysis of expressive episodes (assault on Carthago Nova, disputes with Macedonia and the Greek Leagues), and also public demonstrations, characteristic of Rome’s own cultural idiosyncrasy (public religion, triumphal ceremony, munera gladiatoria). Keywords: Roman Republic, Expansionism, Imperialism, Violence, War.
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LA VIOLENCIA Y SUS RELATOS: TRES MIRADAS SOBRE LA EUROPA DEL SIGLO XX Violence and its Narratives: Three Visions on Europe’s XXth Century Javier Rodrigo Universitat Autònoma de Barcelona
[email protected] Resumen: Este capítulo propone una mirada a algunas de las grandes narrativas e interpretaciones sobre el siglo XX europeo que lo han visto como una centuria de violencia, terror y genocidio. A través de algunos ejemplos de debates historiográficos y de análisis de procesos históricos concretos (como los debates sobre el genocidio, los sistemas concentracionarios, las guerras civiles o el Holocausto), se abordan tanto las características de esas narrativas como algunos de sus límites y aristas. Al final, se adelanta una propuesta conceptual para analizar desde la contingencia histórica las continuidades y discontinuidades en la historia de la violencia colectiva europea. Palabras clave: Europa, genocidios, violencia, terror, historiografía, ciencia política. Abstract: This paper takes a look at some of the great narratives and interpretations of Europe’s Twentieth century: at those that have seen it as a century of violence, terror and genocide. Through some examples of historiographical debates and the analysis of some concrete historical processes (such as the debates on genocide, the concentrationary systems, civil wars, or the Holocaust), it addresses both the characteristics of those narratives and some of its limits and conceptual edges. In the end, I present a conceptual proposal in order to analyze, from historical contingency, some continuities and discontinuities in the history of European collective violence. Keywords: Europe, Genocide, Violence, Terror, Historiography, Political Science.
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ABUSOS DE PODER Y RESISTENCIA ANTISEÑORIAL EN UNA VILLA CASTELLANA: DUEÑAS Y EL CONDADO DE BUENDÍA (1439-1592) Abuse of Power and Resistance against Manorial Lordship in a Castilian Town: Dueñas and the Earldom of Buendía (1439-1592) Álvaro Pajares González Universidad de Valladolid
[email protected] Resumen: La presente comunicación pretende analizar a través de un caso concreto y paradigmático la resistencia antiseñorial que se produjo en la Castilla bajomedieval y altomoderna frente al proceso de señorialización desarrollado, sobre todo, a partir del ascenso al trono de la dinastía Trastámara en 1369. Para ello, nos centraremos en el caso de la villa palentina de Dueñas, perteneciente al realengo durante todo el Medievo hasta su enajenación definitiva del Patrimonio Real por Juan II en 1439, otorgándosela a la familia Acuña, futuros condes de Buendía (1465). Este cambio de jurisdicción provocó una tenaz resistencia entre los vasallos, quienes se opondrán a su nueva condición y a su adscripción al régimen señorial recurriendo tanto a la vía armada y violenta en momento puntuales, como a la vía judicial a través de la Chancillería de Valladolid. Analizaremos, así, tanto las diferentes revueltas y levantamientos, como el pleito elevado por la villa contra su señor. Palabras clave: régimen señorial, régimen municipal, conflictividad social, resistencia antiseñorial, nobleza. Abstract: This paper aims to analyze the resistance against manorial lordship that emerged in Castile in the late medieval and early modern period as a reaction to the rise of manorialism, especially after the Trastámara dynasty acceded to the throne in 1369. In order to do so, this study will examine the case of Dueñas, in Palencia, a town which belonged to the crown until 1439, when Juan II granted it to the family Acuña, who would be named counts of Buendía in 1465. This change in the jurisdiction caused a tenacious resistance from the vassals, who opposed their present condition and subjection to the manorial regime by means of violent actions on particular occasions and judicial procedures through the Chancillería of Valladolid. Both the revolts and uprisings, on the one hand, and the legal actions undertaken by the town against its lord, on the other hand, will be discussed. Keywords: Manorial Regime, Municipal Regime, Social Unrest, Resistance against Manorial Lordship, Nobility.
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PENSAR LA NACIÓN DESDE LA VIOLENCIA: CONCEPTOS, TEORÍA Y DIMENSIONES EMPÍRICAS. Thinking of Nation through Violence: Concepts, Theory and Empirical Dimensions. Raúl Moreno Almendral Universidad de Salamanca
[email protected] Resumen. La relación entre violencia, guerra y nación ha sido frecuentemente señalada por la historiografía pero los estudios específicos sobre el tema son fragmentados y han tenido resultados irregulares. El objetivo es abordar esta cuestión desde una actitud crítica con el uso de categorías estáticas y poco contrastadas con nuestros conocimientos empíricos. Así, las reflexiones sobre el papel de la violencia, y en especial la guerra, en la construcción de las naciones y viceversa, se articulan en tres dimensiones. La primera es historiográfica y conceptual, donde se repasa el papel que han atribuido a la nación algunas de las obras más destacadas sobre guerra y violencia. También se proponen algunas definiciones instrumentales. La segunda parte es teórica y pretende explorar los ejes sobre los cuales construir un instrumento útil en la investigación (interno/externo; diacronía/ sincronía; cognición-discursividad-materialidad). La tercera y última parte trata algunas cuestiones empíricas, insistiendo en la importancia de la percepción de los actores y la conveniencia de reflexionar sobre las diferencias entre leer la violencia como un conflicto dentro de la nación o uno entre naciones. Palabras clave: violencia, guerra, nacionalismo, construcción de naciones, teoría, metodología, guerra total. Abstract. The relationship between violence, war and nation has been frequently noted by historiography but the specific studies on the topic are fragmentary and have had irregular results. The objective is to address this matter from a critical attitude regarding the use of categories that are static and poorly contrasted with our empirical knowledge. Thus, reflections on the role of violence, and especially war, in the construction of nations and vice versa, are organized into three dimensions. The first one is historiographical and conceptual. It reviews the role given to the nation by some of the outstanding productions on war and violence. It also points out some working definitions. The second part is theoretical and aims to explore the interpretative axis upon which a useful research tool is to be built (internal/external, diachronic/synchronic, cognition-discourse-materiality). The third and last part tackles some empirical issues, stressing the importance of the actors’ perceptions and the convenience of thinking about the differences between reading violence as a conflict inside the nation or as one among nations. Keywords: Violence, War, Nationalism, Nation-building, Theory, Methodology, Total War.
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VIOLENCIA Y COACCIÓN POLÍTICA EN PALENCIA DURANTE LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN Violence and Political Coercion in Palencia during the Crisis of the Restoration
Jorge Meneses Redondo Universidad de Valladolid
Resumen: Durante el reinado de Alfonso XIII, el sistema político de la Restauración se fue quebrando. Las principales causas serán el agotamiento de los dos partidos del turno dinástico y la aparición de nuevas fuerzas políticas. Este proceso no se dio solo en Madrid, sino que también se produjo en provincias, como es el caso de Palencia. La violencia fue teniendo importancia como herramienta política y electora, ganando peso frente a los pactos. Este enfoque historiográfico nos permitirá estudiar aspectos como el grado de movilización e ideologización de los ciudadanos. Palabras Clave: Palencia, Restauración, Política, Violencia, Coacción, Historia Local, Elecciones. Abstract: During the reign of Alfonso XIII, the political system of the Restoration was breaking. The main causes were the exhaustion of the two parties of the dynastic question time and the emergence of new political forces. This process occurred not only in Madrid, but that also occurred in the provinces, as in the case of Palencia. The violence was taking importance as a political and electoral tool, increasing importance opposite to agreements. This historiographic approach will allow us to study aspects such as the degree of mobilization and ideologization of the citizens. Keywords: Palencia, Restoration, Politics, Violence, Coercion, Local History, Elections.
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LA VIOLENCIA DESDE EL LIBERALISMO 1833-1840 Violence from Liberalism 1833-1840
Daniel Aquillué Domínguez Universidad de Zaragoza
[email protected] Resumen: El presente texto pretende ser un primer acercamiento a las violencias desarrolladas en uno de los combates entre la Revolución (liberal) y la Contrarrevolución (absolutista), y entre los partidarios de ese primer bloque. Me centraré en algunos casos de la Primera Guerra Carlista (1833-1840). Clasifico las violencias desde el liberalismo en tres categorías: violencia anticlerical/antiabsolutista, violencia contra la autoridad, y violencia de retaguardia a ras de suelo; las cuales se pueden calificar de violencias revolucionarias. Junto a los tipos de violencias también dirijo una mirada a las retóricas de violencia. Una de las conclusiones a las que llego es que todas ellas me parecen un buen indicador de la politización del conjunto de una sociedad que sostuvo no indiferentemente una costosa y cruenta guerra civil de siete años. Palabras clave: violencia, liberalismo, guerra civil, revolución. Abstract:. This paper is the first study of the violences development in the combat between Revolution (liberal) and Counter-revolution (absolutist), and between the liberals. I will analyse several events of First Carlist War (1833-1840). I classify the violences from liberalism in three categories: anticlerical violence, violence against authority, and rear violence. All of this can be classified like revolutionary violences. I study the violences rhetorics as well. One of conclusion is that all violences are a sign of policization of a society that suffered a cruel and hard civil war during seven years. Keywords: Violence, Liberalism, Civil War, Revolution.
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LA TRANSVERSALIDAD DE LA VIOLENCIA EN LA POLÍTICA DE LA DÉCADA MODERADA (1843-1854) Violence Transversality in Politics during Moderate Decade (1843-1854)
Oriol Luján Universitat Autònoma de Barcelona
[email protected] Resumen: El presente texto analiza la relevancia de la violencia en la política de la Década Moderada (1843-1854). Evaluando el significado que las distintas formaciones políticas otorgaron a conceptos como los de ciudadanía y pueblo, se ofrece un examen de las prácticas electorales y de regulación del orden público que estos mismos partidos llevaron a cabo. Mediante esta inspección se consideran los puntos en común y las diferencias que Partido Moderado y Partido Progresista, así como el liberalismo más avanzado representado entonces por el Partido Democrático, tuvieron respecto las elecciones y la seguridad pública. El resultado revela una presencia transversal de la violencia en las distintas ideologías políticas de la época, a pesar de las diferencias existentes entre ellas. Palabras clave: ciudadanía, liberalismo, pueblo, elecciones generales, orden público, militarismo. Abstract: This paper analyses the relevance violence had in Moderate Decade (18431854) politics. Evaluating the meaning the different political organisations bestowed to concepts such as citizenship and population, it is offered an examination of the electoral practices and public order’s regulation they accomplished. Through this inspection it is considered both points in common and differences Moderate Party and Progressive Party, as well as the most advanced liberalism represented then by the Democratic Party, had in respect to elections and public safety. The result reveals a transversal presence of the violence among the diverse political ideologies of the period, despite the differences between them. Keywords: Citizenship, Liberalism, People, General Elections, Public Order, Militarism.
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LA INSTRUMENTALIZACIÓN DE LA VIOLENCIA CON FINES ELECTORALES. UNA PANORÁMICA SOBRE LAS ORGANIZACIONES PARAMILITARES DE WEIMAR The Instrumentalization of Violence with Electoral Purposes. An Overview of the Paramilitary Organizations of Weimar Jorge Ballesteros Marín Universidad de Alicante
[email protected] Resumen: Contemporáneas a las célebres S.A. del Partido Nazi, muchas otras organizaciones paramilitares asociadas a partidos de todo el abanico político alemán, usaron prácticas violentas como elemento de propaganda y presión sobre el electorado. La Reichsbanner socialdemócrata, la Stahlhelm de los nacionalistas o el Rotkämpferbund comunista confluyeron en los espacios públicos de la Alemania de Weimar, protagonizando diversos “Zusammenstöße”, violentas colisiones que se saldaban con varios muertos y heridos, a fin de defender sus espacios de control en detrimento de los ajenos. Serán explicadas en este texto las causas y el contexto que motivaron este tipo de actividades violentas, por qué tenían cabida en el juego democrático y por qué la ciudadanía alemana las aceptó. Se analizará la concepción (positiva o negativa) que los líderes políticos tenían sobre la violencia y su resultado táctico sobre el proceso electoral. Y a modo de objetivo divulgativo, se pretende además otorgar la responsabilidad histórica merecida a las olvidadas milicias que jugaron un papel importante en la desestabilización de la joven República de Weimar. Palabras clave: milicias, organización paramilitar, violencia, campaña electoral, República de Weimar. Abstract: Contemporaneous with the celebrated S.A. of the Nazi Party, many other paramilitary organizations associated with parties of the entire German political spectrum used violent practices as an element of propaganda and electoral pressure. The socialdemocratic Reichsbanner, the Stahlhelm of the nationalists, or the communist Rotkämpferbund converged in the public spaces of Weimar Germany, performing diverse “Zusammenstöße”, violent clashes that resulted in several deaths and injuries, in order to defend their controlled spaces at the expense of the others’ ones. The purpose of this text is triple: In the first place the causes and the context which motivated this kind of violent activities will be explained, why they had room inside of the democratic game, and why the German citizens accepted them. Secondly, the awareness (either positive or negative) that the political leaders had about the violence and its tactic results on the electoral process will be analyzed. And finally, with informative objective, it is expected to be given the rightful historical responsibility to the forgotten militias, which played a significant role in the destabilization of the young Weimar Republic. Keywords: Militia, Paramilitary Organization, Violence, Electoral Campaign, Weimar Republic.
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LA APOLOGÍA DE LA VIOLENCIA EN LAS ORGANIZACIONES DE OPOSICIÓN AL FRANQUISMO: UNA VISIÓN DESDE LAS SENTENCIAS DEL TRIBUNAL DE ORDEN PÚBLICO The Apology of Violence in Anti-Franco Organizations: a View from the Judgment of the Court of Public Order Juan Andrés García Martín Universidad Rey Juan Carlos
[email protected] Raúl Ramirez Ruíz Universidad Rey Juan Carlos
[email protected] Resumen: La presente comunicación se basa en el análisis de las sentencias publicadas por el TOP sobre el delito de propagandas ilegales. Esta investigación procede de un estudio general sostenido durante años de la totalidad de dichas sentencias. Para poder entrar en el contenido de las sentencias, se procedió a hacer un muestreo del 10 % del total de las publicadas. El delito de propagandas ilegales es el segundo cuantitativamente más importante de los juzgados en el TOP. Para los historiadores, tiene la ventaja de que en la sentencia extracta o reproduce parte o la totalidad de los textos subversivos de la oposición, salvándolos para la historia, ya que los originales eran destruidos una vez finalizado el juicio. En caso de octavillas, aparecen completos. En caso de artículos de revista e incluso libros, aparecen los fragmentos más subversivos por los cuales los inculpados son acusados. En ellos, para esta comunicación hemos seleccionado aquellos que hacen apología de la violencia. Ésta está presente en un 30 % de las sentencias y pertenecen a casi todos los grupos de la izquierda y el nacionalismo anti-régimen. El protagonismo más relevante lo adquieren los grupos maoístas y el conflicto vasco con ETA como protagonista. Palabras Clave: Tribunal de Orden Publico, propaganda, apología de la violencia, terrorismo. Abstract: This communication is based on the analysis of sentences issued by the Public Order Court (TOP) on the crime for illegal propaganda. This research comes from a general survey held during years of all such decisions. To enter the contents of the statements, we proceeded to take samples of 10% of the total published. The offense of illegal propaganda is quantitatively the second most important in the Court. For historians, it has the advantage that the extracted or reproduced in part or all of subversive texts opposition, saving them for the story above, since the originals were destroyed upon completion of the trial and mostly lost or forgotten. Some times leaflets are complete. In case of journal articles and even books, the most subversive fragments by which the defendants are accused appear. Among them, for this communication we selected those who do advocate violence. It is present in 30% of the Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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judgments and belong to almost all groups of the left and the anti-regime nationalism. The most important gain prominence as the Maoist groups and the Basque conflict with ETA as a protagonist. Keywords: Public Order Court, Propaganda, Violence Apology, Terrorism.
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LA MUERTE DE CARRERO BLANCO ¿TARDOFRANQUISMO, PRETRANSICIÓN O TRANSICIÓN? UN ESTUDIO SOBRE SUS INTERPRETACIONES Carrero Blanco’s Death. Late Franco Period, Pre-Transition or Transition? A Study about their interpretations Mario Alba Hernández Universidad Autónoma de Madrid
[email protected] Resumen: Este artículo tiene como fin replantear el debate sobre la relevancia de la muerte de Carrero Blanco en su inmediato futuro político. Para ello se han recogido las opiniones emitidas desde el mismo día del atentado hasta la actualidad. Observando la importancia que en cada caso se concede al atentado y a sus consecuencias de cara al período de transición a la democracia en España. Las consecuencias fruto de la muerte del Almirante, al producirse ésta por un acontecimiento de violencia premeditada, se han pretendido interpretar sin trascendencia en la Transición para evitar reconocer méritos a la actividad terrorista. A raíz de este trabajo se plantean cuestiones sobre la relación del atentado con la llegada de la democracia en España y sobre el papel del historiador ante las interpretaciones de este acontecimiento violento. Palabras clave: hermenéutica, atentado, Carrero Blanco, transición española, acontecimiento violento. Abstract: This paper aims to reframe the debate about the relevance of Carrero Blanco’s death shortly after becoming president. To accomplish this, different opinions have been gathered from the day of his assassination until today. Keeping in mind the importance that is given in each case to the terrorist attempt and its consequences on the transitional period in Spain. The consequences that came from the death of the Admiral, which was caused by a premeditated and violent event, have been sought to be interpreted without much transcendence in the Transition to avoid the recognition of actual merit in terrorist activities. Following this work questions about the relationship between the attack and the arrivar of democracy in Spain and about the role of the historian in regards of the interpretation of such a violent event arise. Keywords: Hermeneutic, Terrorist Attempt, Carrero Blanco, Spanish Transition, Violent Happening.
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La Mirada de la Violencia: Artes Plásticas, Literatura y Cine
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LA REPRESENTACIÓN DE LA VIOLENCIA EN LAS
NOVELAS TIRANTE EL BLANCO Y AMADÍS DE GAULA Representation of Violence in the Novels Tirante el Blanco and Amadís de Gaula
Óscar Fernández Delgado Universidad de Salamanca
[email protected] Resumen: Los libros de caballería, que narran la vida ficticia de un caballero, constituyeron un género literario muy popular en la Baja Edad Media y primera mitad del siglo XVI, especialmente entre los lectores pertenecientes a la aristocracia, que veían en ellos un medio de entretenimiento y unos libros que reflejaban su mentalidad y valores, siendo Tirante y Amadís dos de los libros más importantes de este género en la Península Ibérica. El objetivo del presente artículo es analizar el tratamiento de la violencia en los dos libros y comparar ésta con la violencia existente en la Edad Media para así estudiar la relación entre la violencia real y la violencia en la literatura en la Baja Edad Media y principios de la Edad Moderna. Palabras clave: Tirante, Amadís, libros de caballería, violencia, guerra, caballería. Abstract: Chivalric romance, which relate the fictitious life of a knight, were a popular literary genre in the Late Middle Ages and the first half of the sixteen century, specially between aristocratic readers, which saw in them an entertainment and some books which reflect their mentality and values, being Tirante and Amadis two of the most important books of this genre in the Iberian Peninsula. The main aim of this article is to analyse the treatment of the violence in this two books and comparing that with the existing violence in the Middle Ages so as to study the relation between the real violence and the violence which appears in the Late Middle Ages and Early Modern Period. Key Words: Tirante, Amadis, Chivalric Romance, Violence, War, Chivalric.
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VIOLENCIA DIABÓLICA Y VIOLENCIA SAGRADA EN LA LITERATURA CASTELLANA DE LA PLENA Y BAJA EDAD MEDIA Devil and Sacred Violence in Late Medieval Castilian Literature Jorge Lebrero Cocho Universidad de Valladolid
[email protected] Resumen: La violencia en la Edad Media es endémica y sistémica; la ubicuidad de lo religioso es otro factor característico de la época que no se queda a la zaga, casi podríamos considerarlo el adjetivo principal para definir el periodo. Tratamos de encontrar algunos puntos de confluencia entre ambas categorías. La teología se encargó de explicar los orígenes del mal –y por tanto, de la violencia– en torno a dos momentos simbólicos: la caída de Lucifer y sus secuaces por una parte, la expulsión de Adán y Eva del Paraíso por la otra. La violencia terrenal, asociada también a la justicia, era una consecuencia necesaria de la ruptura del pacífico orden cósmico divino por el Mal y el pecado. Tras los teólogos llegaron los hagiógrafos, literatos, artistas, juglares, predicadores… a poner carne sobre esa estructura ósea, completada con las riquísimas aportaciones populares. Por la excepcional calidad que tiene como fuente histórica, especialmente en el plano iconográfico, hemos apostado por poner los ojos sobre las Cantigas de Alfonso X. Sin embargo, nos apoyaremos en otros textos, de variada tipología, para evidenciar la validez de las hipótesis. Palabras Clave: Violencia, Cantigas de Santa María, literatura medieval, milagro, demonio. Abstract: Violence was rife during the Middle Ages. Another important feature of that period was the systematic presence of religion in all levels of life. In fact, we can assert that, if we are to define the spirit of those times, religion would be essential. Our intention here is to find some points of connection between these two categories. In this sense, Theology sought to explain the origins of evil –and, therefore, of violence as a whole– using two important and very symbolical events: The fall of Lucifer and his comrades and the expulsion of Adam and Eve from Paradise. Moreover, terrenal violence, intimately linked to the idea of justice, was a necessary consequence of the breaking of the divine cosmic order by Evil. After theologians, there came hagiographers, men of letters, artists, jongleurs, preachers... Their mission was to convey this world of religion and violence, completing their works with popular contributions. Due to their outstanding quality as a historical resource, especially in the iconographic level, we have decided to focus on Alfonso X’s Cantigas de Santa María. Nevertheless, we would analyze other texts to validate our hypothesis. Keywords: Violence, Cantigas de Santa María, Medieval Literature, Miracle, Devil. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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LA OTRA CARA DEL DIOS, PATRIA Y REY: VIOLENCIA Y DESTRUCCIÓN EN VALENCIA DURANTE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA The Other Face of God, Country and King: Violence and Destruction in Valencia during the Independence War
Inés Cabrera Sendra Universidad Jaume I-Università degli Studi di Palermo
[email protected]
Resumen: Son diversos y pródigos los factores que contribuyen a definir la Guerra de la Independencia española (1808-1814) como uno de los episodios más únicos de nuestra historia. La profunda politización de la ciudad de Valencia durante el conflicto explica que se vivieran episodios de auténtica crueldad y barbarie, no obstante, estos han sido convenientemente, sino olvidados, sí superados a lo largo de los años por manifestaciones de carácter patriótico y heroico. Es, pues, finalidad de este escrito el análisis y reflexión en torno a la plasmación artística de esta violencia, su función, derivación y, en definitiva, su vida. Palabras clave: Guerra Independencia, Valencia, estampa, violencia, arquitectura, pintura. Abstract: There are so many reasons why the Peninsular War (1808-1814) is one of a kind chapter of our history. The deep politicization of the city of Valencia during this conflict explains the existence of cruel and violent episodes. These ones weren’t forgotten, but of course they were properly overcome through the years by other expressions of patriotism and heroism. So, the goal of this paper is to examine and think about the artistic expression of these violent events, their functions, evolution and, in conclusion, their lives. Keywords: Peninsular War, Valencia, Engraving, Violence, Architecture, Paint.
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A VIOLÊNCIA LITERÁRIA CONTRA MANUEL DE FARIA E SOUSA La violencia literaria contra Manuel de Faria e Sousa
Joaquim Luís Costa Rota do Românico - Centro de Estudos do Românico e do Território
[email protected] Resumo: Manuel de Faria e Sousa é um dos escritores portugueses mais contestados, sobretudo durante o século XIX e inícios do seguinte. Embora uma parte considerável das apreciações negativas a que esteve sujeito seja fruto de ter ficado a residir em Madrid após a Restauração da Independência Portuguesa, em 1640, consideramos que as críticas que teve são, igualmente, o resultado das suas opções literárias, nomeadamente da usurpação de poemas a favor de Luís de Camões. O despoletar desta animosidade pode ser o reflexo da forma de escrever literatura, no século XIX, muito conotada com aspetos nacionalistas, em que, por vezes, a primazia, na obra literária era conferida ao critério nacional. Palavras-chave: Manuel de Faria e Sousa, Luís de Camões, Restauração da Independência Portuguesa (1640), Literatura romântica, Nacionalismo. Resumen: Manuel de Faria e Sousa es uno de los escritores portugueses más cuestionados, especialmente durante el siglo XIX y principios del XX. Aunque una gran parte de las evaluaciones negativas de las que era objeto son el resultado de haber estado viviendo en Madrid después de la Restauración de la Independencia portuguesa, en 1640, consideramos que las críticas a las que estuvo expuesto, se debieron, también, al resultado de sus opciones literarias, a saber, la usurpación de poemas a favor de Luís de Camões. El detonante de esta animosidad puede reflejar el estilo de escribir literatura en el siglo XIX, que implica aspectos muy nacionalistas donde a veces la primacía, en la obra literaria fue dado a criterios nacionales. Palabras clave: Manuel de Faria e Sousa, Luís de Camões, Restauración de la Independencia de Portugal (1640), Literatura romántica, Nacionalismo.
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VIOLENCIA REAL-VIOLENCIA MITOLÓGICA: LA VIOLACIÓN Y EL RAPTO EN LA PINTURA DE RUBENS PARA LA TORRE DE LA PARADA Real Violence-Mythological Violence: the Rape and Abduction in Rubens’ Paintings for the Torre de la Parada Alicia Suárez Blanco Universidad Complutense de Madrid
[email protected] Resumen: El proyecto para la decoración de la Torre de la Parada, un pabellón de descanso en las jornadas de caza de la corte española, fue el mayor encargo que el artista flamenco Pedro Pablo Rubens recibió por parte del monarca español Felipe IV. A pesar de la gran cantidad de incógnitas alrededor de este ciclo y la falta de documentación lo cierto es que el programa ilustró una gran y variada representación de episodios mitológicos que narraban las pasiones y los vicios de los dioses inspirados en diversas fuentes clásicas. En muchas de estas historias las mujeres eran representadas sufriendo raptos y violaciones, situaciones que se vivían en la sociedad española del siglo XVII como se desprende de la literatura del momento. El adoctrinamiento a través de las imágenes era algo habitual en épocas anteriores pero en el Barroco, tras la celebración del Concilio de Trento, su vigilancia hizo que la literatura y la pintura fueran tan de la mano que una se complementaba con la otra y la sociedad veía en la imagen el reflejo de lo que debía o no debía hacer. Palabras clave: Rubens, Torre de la Parada, Mujer, Violación, Rapto, España, siglo XVII. Abstract: The decoration of the Torre de la Parada, a hunting lodge used by the Spanish Court, was the largest commission ever given to the Flemish painter Peter Paul Rubens, received by the King of Spain Philip the Fourth. Despite the many unknowns about this cycle and the lack of documentation the program illustrated a large and varied representation of mythological episodes about the passions and vices of the gods based in different classical sources. In many of these stories women were depicted suffering abduction and rape situations, not really far away than real life in the seventeenth century Spanish society as is clear from the literature of the time. The use of images for doctrinal purposes was common in the past but in the Baroque, after the conclusion of the Council of Trent, their control were increased and literature and painting were so closed that one complemented the other and the images sawed what society can or cannot do. Keywords: Rubens, Torre de la Parada, Woman, Rape, Abduction, Spain, 17th Century.
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LA VIOLENCIA EN EL MODERNISMO CANARIO: TOMÁS MORALES Y ALONSO QUESADA Violence in the Canarian Modernism: Tomás Morales and Alonso Quesada David Loyola López Universidad de Cádiz
[email protected] Resumen: Tomás Morales y Alonso Quesada son dos de los principales exponentes del modernismo canario, un movimiento que supuso la época de mayor esplendor cultural del archipiélago a principios del siglo XX. El modernismo canario se asentó principalmente en Las Palmas de Gran Canaria, ciudad que en este periodo sufrió un proceso de modernización y apertura al mundo por medio de la construcción del Puerto de la Luz. Los intelectuales y artistas isleños tuvieron acceso a las nuevas corrientes finiseculares europeas y americanas, fundiéndolas con la realidad de su entorno y su propio mundo interior. En este artículo, recorreremos parte de la producción literaria de estos dos poetas canarios, Tomás Morales y Alonso Quesada, con la intención de observar en sus obras las posibles manifestaciones de la violencia y las diferentes concepciones que cada uno de ellos aprehendió de dicho concepto. Palabras clave: Modernismo, Tomás Morales, Alonso Quesada, Canarias, violencia. Abstract: Tomás Morales and Alonso Quesada are two of the leading authors of the Canarian Modernism. The Canarian Modernism was a literary movement that meant a period of great cultural splendour of the archipelago in the early twentieth century. This literary movement was mainly settled in the city of Las Palmas de Gran Canaria. This city, in this period, underwent a process of modernization and opening to the world through the construction of the Puerto de la Luz. The intellectuals and the artists of the Canary Islands had access to the new finisecular European and American trends which they fused with the reality of their environment and their inner self. Our aim is to analyze the manifestations of violence that we can find in the literary production of Tomás Morales and Alonso Quesada, and the different understanding that each author learnt from the concept of violence. Keywords: Modernism, Tomás Morales, Alonso Quesada, Canary Islands, Violence.
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El análisis de la violencia desde el registro arqueológico
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VIOLENCIA Y CONFLICTIVIDAD EN LA EDAD DEL BRONCE DE LA MANCHA: SISTEMAS DEFENSIVOS, ARMAMENTO Y ANÁLISIS ANTROPOLÓGICOS Violence and Conflict in La Mancha Bronze Age: Defense Systems, Weapons and Anthropological Analysis Miguel Torres Mas Motilla del Azuer (Daimiel, C. Real)
[email protected] Resumen: La Edad del Bronce en La Mancha (2200-1350 a.C.) representa una etapa con personalidad y entidad cultural propia, configurada con una tipología heterogénea de asentamientos y una cultura material singular y particular. En este sentido, el registro arqueológico ha permitido documentar una serie de hallazgos que señalan la existencia de unas relaciones conflictivas entre los grupos humanos de este período. Estructuras defensivas monumentales, torres, bastiones, puertas en recodo, conjuntos armamentísticos, lesiones traumáticas, etc., constituyen evidencias sobre el desarrollo de una violencia organizada entre individuos, en el que la utilización de estos elementos también nos traslada hacia un contenido de diferenciación social, convirtiéndose en símbolos de prestigio y estatus dentro de la comunidad. Por tanto, este texto trata de presentar diferentes datos y conclusiones que las investigaciones arqueológicas emprendidas han revelado sobre este contexto. Estos estudios posibilitan una aproximación para caracterizar las relaciones interpersonales y sociales que se formalizaron entre aquellos grupos establecidos en este territorio durante el II milenio a.n.e., dentro de las cuales las disputas y hostilidades estuvieron presentes de manera significativa. Palabras clave: Edad del Bronce, motillas, murallas concéntricas, sistemas defensivos, panoplia, lesiones traumáticas. Abstract: The Bronze Age in La Mancha (2200-1350 b.C.) represents a stage with its own personality and cultural entity. It´s set with a heterogeneous typology of settlements and a singular and particularly material culture. In this sense, the archaeological register has documented a series of findings that show the existence of conflicting relationships between human groups in this period. Monumental defensive structures, towers, bastions, doors in bed, weapon sets, traumatic injuries, etc., are evidence of the development of organized violence between individuals, in which the use of these elements also takes us to a content of social differentiation, becoming in symbols of prestige and status into the community. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Then, this text tries to present different information and conclusions that archaeological investigations have exposed about this context. These studies allow an approach to characterize interpersonal and social relations were formalized between these groups established in this territory during the second millennium before Christ, and where the disputes and hostilities were present in some way. Keywords: Bronze Age, Motillas, Concentric Walls, Defensive Systems, Panoply, Traumatic Lesions.
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LA MUERTE EN BATALLA EN EL IMPERIO ROMANO: EL LIMES RENANO DANUBIANO A TRAVÉS DE LA EPIGRAFÍA The Death in Battle in the Roman Empire: the Rhenish Danubian Limes Through the Epigraphy Roberto López Casado Universidad de Valladolid
[email protected]
Resumen: El objetivo de este trabajo es el estudio de la muerte en batalla de los soldados romanos a través de la epigrafía en la zona de los ríos Rhin y Danubio. Estas fronteras, tan inestables a lo largo del Imperio romano, vieron caer a numerosos soldados de Roma, los cuales dejaron testimonio de este aciago destino por medio de la epigrafía, a través de la cual realizamos el análisis de los aspectos fundamentales que rodean al miles. Palabras clave: epigrafía, frontera, guerra, soldado, cenotafio. Abstract: The aim of this article is to analyse the death in battle of the Roman soldiers through the epigraphy in the border of Rhin and Danube. These frontiers have been so fragile to invaders, what it caused the death of numerous Roman soldiers, who kept some records of it through the epigraphy, our main source for this research. Keywords: Epigraphy, Border, War, Soldier, Cenotaph.
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TENSIÓN Y VIOLENCIA MÁS ALLÁ DE LA GUERRA: IMPLANTACIÓN ROMANA EN EL NOROESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA Stress and Violence Beyond the War: Roman Establishment in the North-West of the Iberian Peninsula
David Serrano Lozano Universidad Complutense de Madrid
[email protected]
Resumen: El artículo propone un enfoque del proceso de implantación del mundo romano en un territorio provincial, concretamente en el sector noroccidental de la Península Ibérica, desde el impacto más o menos traumático que pudo implicar para las poblaciones indígenas, así como los mecanismos de violencia no física que podemos detectar en funcionamiento en el mismo. Palabras clave: noroeste, romanización, tensión, violencia soterrada. Abstract: The paper proposes an approach to the establishment of the Roman world in a provincial landscape, specifically in north-western Iberian peninsula, from the perspective of the native populations and the most or less traumatic impact which the process implied for them, as well as the non-physical violence mechanisms we can track working in it. Keywords: NW, Romanization, Tension, Underground Violence.
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VIOLENCIA Y CONFLICTOS ARMADOS EN LA GALICIA MEDIEVAL: A ROCHA FORTE COMO CASO PARADIGMÁTICO Violence and Armed Conflicts in Medieval Galicia: A Rocha Forte as Paradigm Oria Ferreiro Diz Universidad de Santiago de Compostela
[email protected] Verónica del Río Canedo Universidad de Santiago de Compostela
[email protected] Xoel Rodríguez Martínez Universidad de Santiago de Compostela
[email protected] Resumen: En este artículo se pretende abordar la conflictividad en la Galicia medieval desde la casuística de estudio que ofrece el yacimiento arqueológico de A Rocha Forte. Situado a pocos kilómetros de la ciudad de Santiago, funcionó como fortaleza militar bajomedieval y complejo residencial del señor de las tierras compostelanas, el arzobispo. Fue edificado en 1255 por el prelado Juan Arias y remodelado posteriormente en diversas ocasiones. El castillo fue definitivamente destruido en 1466 en el marco de las guerras Irmandiñas. Este yacimiento ha sido objeto de sucesivas intervenciones a lo largo del siglo XXI, impulsando la creación de numerosos proyectos de investigación en los que se apoyará el presente trabajo. Mediante el estudio de las fuentes textuales y arqueológicas se pretende ofrecer una visión analítica de la violencia ejercida en el entorno. El poder señorial se verá enfrentado en diversas ocasiones por los ciudadanos compostelanos. A Rocha se convierte en escenario privilegiado de los sucesivos conflictos armados que se desarrollan en la Galicia bajomedieval, ofreciendo una amplia muestra armamentística, ofensiva y defensiva, así como en la arquitectura de la propia fortaleza. Estas características hacen que actualmente sea una fuente arqueológica predilecta para el estudio social y bélico del medievo gallego. Palabras clave: Rocha Rorte, arqueología, Baja Edad Media, conflicto armado, fuentes escritas. Abstract: The aim of this paper is to analyse violence in Medieval Galicia focusing attention on the archaeological site of A Rocha Forte. This fortress of the late Middle Ages and Archbishop’s extramural residency, was built in 1255 by the prelate Juan Arias and remodelled several times. It was destroyed by the famous Revolt Irmandiña in 1466. This site has been the subject of historical archaeological researches during last century. These ones and written sources are used in this paper in order to analyse violence placed on the environment. The power exercised by the Santiago de Compostela’s feudal lords will be replied by the citizens of this city many times. Thus, this castle shows a large sampling of defensive and offensive weapons, as well as the structure of the building. Due to these features, this archaeological source is very important for studying war and social structure during the Medieval Galicia. Keywords: Rocha Forte, Archaelogy, Late Middle Ages, Armed Conflict, Written Sources. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Violencia, Etnia y Colonialismo
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SIERRA LEONA: VIOLENCIA ÉTNICA EN EL PROCESO DE CONSOLIDACIÓN DE UN ESTADO ARTIFICIAL Sierra Leone: Ethnic Violence in the Process of Consolidation of Artificial State
Moisés Fernández Cano
[email protected] Universitat de València Ikér Itoiz Ciáurriz
[email protected] Universidad Complutense de madrid
Resumen: El objetivo de este artículo es analizar, en el contexto del África poscolonial, el problema de identidad que confronta estructuras políticas occidentales con los modelos organizativos tradicionales de las sociedades africanas. Para ello, se estudiara el caso de la Guerra Civil en Sierra Leona (1991-2002) donde, más allá de los componentes políticos o económicos que dificultaron la realización de proyectos democráticos tras la independencia, la incidencia de los asuntos étnicos y nacionales influyó en la consolidación del nuevo Estado. El ejemplo de este país servirá como modelo para estudiar la influencia de las divergencias entre los diferentes grupos étnicos en los conflictos militares y civiles ocurridos en el África poscolonial. Palabras clave: Modernidad, tradición, identidad, Guerra Civil, Sierra Leona, Mende, Temne, etnia. Abstract: The aim of this article is to analyze, in the context of post-colonial Africa, the identity problem confronting Western political structures with traditional organizational models of African societies. To this end, the case of the Civil War in Sierra Leone study (1991-2002) where, beyond the political and economic components that hindered the realization of democratic projects after independence, the incidence of ethnic and national issues influenced the consolidation of the new state. The example of this country serve as a model to study the influence of the differences between different ethnic groups in the military and civil conflicts in post-colonial Africa. Keywords: Modernity, Tradition, Identity, Civil War, Sierra Leone, Mende, Temne, Etnica.
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MOVILIZACIONES CONTRA LA GUERRA DEL RIF EN FRANCIA (1925) Mobilizations against the War in the Rif in France (1925) Alfonso Bermúdez Mombiela Universidad de Zaragoza
[email protected] Resumen: El objetivo de este trabajo es analizar las movilizaciones ocurridas en Francia en contra de las campañas bélicas que el gobierno francés puso en marcha a partir de 1924 y muy especialmente 1925 tras la derrota en el valle del Uarga (también conocido como “el Annual francés”) frente al caudillo rifeño Abd-El-Krim. Para ello se analizarán las publicaciones del Parti Communiste Français (PCF) y su sindicato vinculado, la Confédération Générale du TravailUnitaire (CGTU), que fueron los sectores de la población francesa que más se opusieron a dichas operaciones, en periódicos como L’Humanité o La Vie Ouvrière. Mediante este análisis se estudiarán las iniciativas tomadas por los sindicalistas franceses, como las grandes movilizaciones que conllevaron grados considerables de violencia y represión gubernamental. Entre todas las movilizaciones, destacaremos la huelga general de 24 horas del 12 de octubre de 1925, durante la cual entre 400.000 y 600.000 huelguistas salieron a las calles, reuniendo a decenas de millares de huelguistas combativos que se defendieron contra las cargas de la policía, con el resultado de que durante uno de los conflictos resultó muerto un obrero. Palabras clave: Rif, PCF, CGTU, L’Humanité, Comité Central de Acción, 12 de octubre. Abstract: The aim of this paper is to analyze mobilizations occurred in France against the war campaigns that the French government implemented from 1924 and especially 1925 after the defeat in the valley of Uarga (also known as the “French Annual”) against the Riffain leader Abd-El-Krim. For this, we will analyze the publications of the Parti Communiste Français (PCF) and its related trade union the Confederation Generale du Travail the Unitaire (CGTU), which were the sectors of the French population most opposed to such operations, in their newspapers like L’Humanité or La Vie Ouvriere. By this analysis we will study the initiatives taken by French trade unionists, as the great mobilizations that led significant levels of violence and government repression. Among all the protests, we will highlight the general strike of 24 hours of October 12th, in 1925, during which between 400,000 and 600,000 strikers took the streets, bringing together tens of thousands of militant strikers that defended themselves against police charges, with the result that during one of the conflicts a worker was killed. Keywords: Rif, PCF, CGTU, L’Humanité, Central Committee of Action, October 12th.
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Religión y Violencia
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religión Y violencia Religion and Violence
Joseph Pérez Université de Bourdeaux-Montaigne
Resumen: El presente texto reflexiona sobre cuestiones vinculadas a religiosidad y violencia durante la Edad Moderna. En él, el profesor Joseph Pérez establece una evolución desde una tolerancia más o menos generalizada entre las tres grandes religiones durante la Edad Media, hasta el desarrollo de cierto fundamentalismo vinculado al surgimiento de las monarquías modernas. De este modo, a partir de la Paz de Augsburgo de 1555, cada Estado impondrá una ortodoxia religiosa dentro de sus territorios que dará origen a un clima de conflictividad y violencia vinculada al hecho religioso. Palabras clave: religión, ortodoxia, Estado. Abstract: This paper reflects on issues related to religion and violence during the Modern Age. In it, Professor Joseph Perez provides an evolution from a more or less generalized tolerance among the three great religions in the Middle Ages, to the development of certain linked to the emergence of modern monarchies fundamentalism. Thus, from the Peace of Augsburg of 1555, each state impose religious orthodoxy within their territories which give rise to a climate of conflict and violence linked to religion. Keywords: Religion, Orthodoxy, State.
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LA “JUSTA GUERRA” CONTRA “LOS ENEMIGOS DE LA RELIGIÓN”: EL DISCURSO DEL CLERO VALENCIANO DURANTE EL CONFLICTO CON LA FRANCIA DE LA CONVENCIÓN (1793-1795) The ‘Just War’ against the ‘Enemies of Religion’: the Valencian Clergy’s Speech during the Conflict with the France of the Convention (1793-1795)
Mónica Ferrándiz Moreno Universidad de Alicante
[email protected]
Resumen: Tras el estallido de la Revolución francesa, el clero español se convirtió en una herramienta fundamental para la Corona, tanto en lo que respecta a la campaña dirigida a evitar el contagio, como a las actuaciones bélicas. De hecho, la Guerra contra la Convención francesa fue el primer conflicto en el que se pusieron a prueba los resultados de las políticas regias encaminadas a transformar al estamento eclesiástico en un auténtico funcionariado al servicio del Estado, impulsadas, especialmente, tras el Concordato de 1753. Nuestro objetivo ahora es aproximarnos al discurso del clero durante este período, en concreto en el ámbito de las diócesis valencianas, en el que el enfrentamiento no se vivió de forma directa. Palabras clave: discurso, clero, religión, violencia, Guerra de la Convención, regalismo, 1793-1795. Abstract: After the outbreak of the French Revolution, the Spanish clergy became an essential tool of the Crown, both in regard to the campaign to prevent the corruption, as in the war actions. In fact, the war against the French Convention was the first conflict in which the results of royal policies aimed at transforming the clergy into an authentic civil service in the service of the state, driven especially after the Concordat of 1753, were tested. Our goal is now to focus on the speech of the clergy during this period, particularly in the dioceses of the ancient Kingdom of Valencia, where the confrontation was not directly lived. Keywords: Speech, Clergy, Religion, Violence, War of the Convention, Royalism, 1793-1795.
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Autoviolencia infligida: penitencias y mortificaciones, camino hacia la perfección Inflicted Self-Harm: Penance and Mortification, Road to Perfection
Cristina Gimeno-Maldonado Universitat Autònoma de Barcelona
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Resumen: Durante el Antiguo Régimen la vida conventual en las comunidades de clausura bebía de un profundo clima de espiritualidad y un estilo predominante, la observancia. La obediencia, la estricta disciplina, la regla primitiva y las vicisitudes del combate entre Dios y el Mal dentro de un ambiente sacralizado nos vislumbra este camino hacia la perfección, siendo una de sus vías los episodios más violentos. Estas praxis más provocadoras cabe enmarcarlas dentro de la religiosidad propia de la época, cuyas características principales se particularizaron en un ambiente donde la exaltación y lo sobrenatural tenían un lugar privilegiado. Mortificaciones, penitencias, ayunos y encuentros con el demonio son la cara más dura de esta moneda celestial. Sucintamente, vamos a procurar constatar cómo durante toda la Edad Moderna, y especialmente durante el Barroco, proliferó el número estos actos, ofreciendo así, una visión de la violencia en la historia desde una óptica más particular, intimista y, sobre todo, femenina. Palabras clave: violencia, religiosas, misticismo, espiritualidad, Barroco, penitencia, mortificación. Abstract: During the Old Regime, convent life in the cloistered communities was really influenced by a climate of deep spirituality and a predominant style, observance. Obedience, strict discipline, the primitive rule and the vicissitudes of the battle between God and Evil in a sacred ambient sees us this way to perfection, one of its most violent episodes. The religiosity of the time causes the growth of exaltation and supernatural beliefs where mortification, penance, fasting and encounters with the devil are the hardest face of this heavenly way of life. These acts proliferated during the Modern Age and, especially, during the Baroque offering a vision of violence from a particular, intimate and female perspective. Keywords: Violence, Religious, Mysticism, Spirituality, Baroque, Penance, Mortification.
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Resúmenes
LA VIOLENCIA SUBLIMADA EN LA ESCULTURA CRISTÍFERA DEL NEOBARROCO SEVILLANO Sublimated Violence in the Christ Sculpture of the Sevillian Neobaroque Period Jesús Rojas-Marcos González Universidad de Sevilla
[email protected] Resumen: En el presente trabajo abordamos el estudio de la obra cristífera de los grandes escultores sevillanos del Neobarroco. Dicho estilo surge en Sevilla a principios del siglo XX al amparo del movimiento regeneracionista. Tan sugestiva estética, centrada en el arte sacro, trata de recuperar los valores de la tradición local. Desde entonces triunfan las fórmulas y esquemas escultóricos inspirados en los maestros del Barroco, ya que los artistas hispalenses de la pasada centuria reinterpretaron con sorprendente personalidad las formas consagradas durante el Seiscientos. Por ello, examinamos las efigies procesionales de Cristo que itineran por la vía pública durante la Semana Santa sevillana. Acometemos el análisis de aquellas representaciones escultóricas que reproducen los momentos de la pasión y muerte de Jesús. En su mayoría, estas imágenes, titulares de hermandades y cofradías, poseen una fuerte devoción entre las clases populares. En todas ellas destaca, como nexo de unión, la violencia del martirio sufrido por el Redentor, cuya piadosa apariencia mueve y conmueve a propios y extraños. Violencia que, en el caso que nos ocupa, es sublimada por los artistas sevillanos del Neobarroco, que afrontan de manera personal el dolor y el sufrimiento del Hijo del Hombre ante el sacrificio de la cruz. Palabras clave: escultura, imaginería, Neobarroco, Sevilla, siglo XX. Abstract: In this work we present the study of the Christ work of the great Sevillian sculptors in the Neo-Baroque period. This style comes up in Seville in the early twentieth century under regeneration movement. So suggestive aesthetic, focusing on religious art, seeks to recover the values of local tradition. Since then sculptural forms and patterns inspired in Baroque masters triumphed, given that Sevillian artists of the last century reinterpreted with surprising personality the consecrated forms during the Six hundred. Therefore, we examine the processional effigies of Christ that roam on public roads during the Sevillian Easter week. We undertake the analysis of those sculptural representations that reproduce moments of the passion and death of Jesus. Most of these images, headlines of brotherhoods, have a strong devotion among the masses. In all of them highlight, as a link, the violence of martyrdom suffered by the Redeemer, whose pious appearance moves and touches all and sundry. Violence that in the present case, is sublimated by Sevillian Neo-Baroque artists who personally faced the pain and suffering of the Son of Man at the sacrifice of the cross. Keywords: Sculpture, Imagery, Neo-Baroque Period, Seville, Twentieth Century. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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RESÚMENES
Sociedad y Violencia
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La posadera que grita y el tabernero que escatima, ¿generadores de conflictividad o sus principales víctimas? Violencias cotidianas en la Atenas Clásica y Postclásica The Noisy Woman Innkeeper and the Knavish Wine-Seller. Troublemakers or Victims of Hate? Everyday’s Violence in Classical and Postclassical Athens Irene Cisneros Abellán Universidad de Zaragoza
[email protected] Resumen: Las tabernas y los albergues formaban parte del paisaje habitual de las principales poleis de la Antigüedad griega. Siendo Atenas la mayor de ellas en cuanto a tamaño y población, es especialmente interesante rastrear e intentar sacar a la luz la taberna y la posada como espacios donde tenía lugar más conflictividad social a pequeña escala. En la comedia aristofánica y en la comedia antigua y media son abundantes las referencias peyorativas a posaderas y taberneros con relación a sus malas artes y a su condenable actitud. Más allá del tópico literario, la arqueología ha presentado también pruebas de la consideración negativa hacia el colectivo a través de numerosas defixiones (tablillas de maldición, principalmente hechas de plomo) referidas a las personas dedicadas al negocio. Por este motivo, el principal objetivo de la presente comunicación será establecer las principales características de los trabajos de estos hombres y mujeres, contemplar el ambiente (más o menos humilde) al que estaban circunscritos, y ver hasta qué punto eran sujetos activos de conflictividad o más bien víctimas de los estereotipos perpetuados en la mentalidad griega, en el marco comprendido entre los siglos V-II a.C. en Atenas. Palabras clave: violencia, Atenas, taberna, posada, posadera, kapelos, kapelis, pandokeutria, vino, defixiones. Abstract: Taverns and inns were crucial places where day to day life took place in ancient Greek cities, especially in Athens, the biggest and most populated. Taverns and inns were also places where conflicts and daily violence used to happen. There are plenty of references to tavern-owners’ and innkeepers’ misbehaviour, and they were often insulted in Ancient and Middle Comedy. Apart from the literary tropes, there is archeological evidence of that hate against these men and women from lead curse tablets addressed to them. This paper intends to establish the main features of these men and women’s work, analyze the conditions and their placework and see whether they were agents of violence or they were mainly victims of common stereotypes of the Greek mentality in Athens between 5th and 2nd century B.C. Keywords: Violence, Athens, Tavern, Inn, Innkeeper, Kapelos, Kapelis, Pandokeutria, Wine, Curse-Tablets. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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FUERO Y VIOLENCIA: EL CLERO CAPITULAR ANTE LA AUDIENCIA ABACIAL DE AGUILAR DE CAMPOO Special Jurisdiction and Violence: Chapter Clergy before Abbey Tribunal in Aguilar de Campoo
Alberto Corada Alonso Universidad de Valladolid
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Resumen: En el Antiguo Régimen, una situación jurídica privativa requería de unos Tribunales propios que defendieran y protegieran las particularidades de las personas aforadas. En este trabajo se pretende mostrar cuáles fueron los diferentes tratamientos y usos que desde uno de esos Tribunales, la Audiencia Abacial de la Colegiata de Aguilar de Campoo, se dio ante toda una tipología de actos violentos, especialmente dependiendo de quiénes fueran sus protagonistas y, evidentemente, sus víctimas. Palabras clave: Edad Moderna, violencia, fuero, clero capitular, Aguilar de Campoo (Palencia), justicia eclesiástica, audiencia abacial. Abstract: During the Ancien Regime, any special jurisdiction called for independent tribunals that defended and protected the distinctiveness of the people who had such privileges. The present paper is intended to show how one of such tribunals, the Abbey Tribunal in Aguilar de Campoo, approached and dealt with a wide typology of violent acts, particularly considering both who were their perpetrators and their victims. Keywords: Modern Age, Violence, Special Jurisdiction, Chapter Clergy, Aguilar de Campoo (Palencia), Ecclesiastical Justice, Abbey Tribunal.
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PROTECCIÓN FAMILIAR ANTE LA VIOLENCIA SEXUAL EN EL ANTIGUO RÉGIMEN: EL PAPEL DE LOS CURADORES ANTE LA VIOLACIÓN DE MENORES Family Protection Against Sexual Violence in the Ancien Régime: the Role of Guardians in Cases of Rape of Minors
María Herranz Pinacho Universidad de Valladolid
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Resumen: La violación era considerada uno de los delitos más graves en el Antiguo Régimen, tanto por los tribunales de justicia como por los coetáneos, siendo la minoría de edad de la víctima uno de los agravantes más determinantes. La protección del entorno familiar se observa como un disuasorio para los agresores, por lo que este trabajo se centra en analizar conjuntamente las formas legales de protección de menores huérfanas (tutela y curaduría) y la actuación de la justicia en casos de agresión sexual de las mismas. La principal fuente utilizada para el estudio son dos ejecutorias de finales del siglo XVI conservadas en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid. Palabras clave: curaduría, violación, estupro, familia, carta ejecutoria, Antiguo Régimen. Abstract: Rape was considered one of the most serious crimes in Ancient Régime, both to Court to contemporaries, being the underage of the victim a decisive aggravating circumstance. Family environment protections are noticed like a dissuasive to attackers. Therefore, this paper focus on analyze together legal framework for protection of orphan minors (with two ways of guardianship in Castilian law) and justice intervention in case of sexual assault of them. The main sources used in this study are two final judgements of the late XVI century, kept in Real Chancillería Archive of Valladolid. Keywords: Guardianship, Rape, Family, Final Judgement, Ancien Régime.
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“PARA A TRANQUILIDADE PÚBLICA E SEGURANÇA DOS MEUS VASSALOS”. A INTENDÊNCIA GERAL DA POLÍCIA - REPRESSÃO E CONTROLO DA CRIMINALIDADE E VIOLÊNCIA EM LISBOA NOS FINAIS DO ANTIGO REGIME (1780-1805) “Towards Public Peace and the Safety of my Subjects”. The General Intendancy of Police - Repression and Control of Criminality and Violence in Lisbon by the End of the Old Regime (1780-1805) Maria Luísa Gama CIDEHUS – UÉ
[email protected] Resumo: A criação da Intendência Geral da Polícia em 1760 constituiu-se como uma das reformas institucionais mais importantes nos anos que se seguiram ao Terramoto de Lisboa no ano de 1755. Com a destruição provocada pela catástrofe tornava-se necessário não só repensar o espaço da cidade mas também a sua gestão e segurança pois, para além de Lisboa ser o centro político do país, era também a urbe mais populosa de Portugal. Pouco se sabe sobre esta instituição até Janeiro de 1780, quando a rainha D. Maria I introduziu alterações substantivas no seu funcionamento e logo nomeou um novo intendente: Diogo Inácio de Pina Manique, que se manteria no cargo até à sua morte, em 1805. O objectivo deste artigo, será analisar quais os principais contornos da criminalidade e violência na cidade de Lisboa entre 1780 e 1805. Com base no fundo documental da Intendência Geral da Polícia, disponível nos Arquivos Nacionais da Torre do Tombo, pretendemos observar quais os métodos que o novo Intendente usou para a sua repressão, bem como as estratégias empregues para criar uma gestão organizada da criminalidade, utilizando práticas modernas de administração pública, propósito que até então não tinha sido atingido. Palavras chave: Intendência Geral da Polícia; violência; criminalidade; controlo social; Pina Manique; Casa Pia; Lisboa. Abstract: The creation of the General Intendancy of Police in 1760 was one of the most important institutional reforms in the years following the great Earthquake of Lisbon in the year 1755. With the destruction caused by the great disaster it was necessary not only to rethink the city area but also its management and security, because besides being the political centre of the country, it was also the most populated metropolis in Portugal, making it essential to monitor and organize the public space. Little is known about this institution until 1780. In January of that year, D. Maria I was carrying out a comprehensive reform of this institution, followed by the appointment of Pina Manique as General Police Intendant, a position he would occupy until 1805. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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The main purpose of this article is, using the documental archive of the General Intendancy of Police, available in the National Archives of Torre do Tombo, to analyse the major characteristics of crime and violence in Lisbon between 1780 and 1805, the methods used by the Intendant to achieve its repression, as well as the strategies used to create an organized management of criminality using modern public administration tactics, something still unaccomplished by then. Keywords: General Intendancy of Police; Violence; Criminality; Social Control; Pina Manique; Casa Pia; Lisbon.
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La invención de la guapparia. Representaciones de la camorra en torno al proceso Cuocolo (1906-1912) The Invention of Guapparia. Representations of the Camorra Around the Cuocolo Trial (1906-1912) Paolino Nappi Universitat de València
[email protected] Resumen: En este artículo se aborda un período crucial en la historia de la mafia napolitana, la camorra, entre finales del siglo XIX y principios del XX, cuando en Viterbo se celebra el denominado proceso Cuocolo (1906-12). Este acontecimiento ha sido señalado, por una parte de la historiografía y sobre todo por la vulgata, como el momento en que cesa la vigencia de la camorra de los orígenes. La animadversión hacia una delincuencia “desvirtuada” contribuye a mitificar a los antiguos camorristas, cuyas hazañas se parangonan a las de los caballeros medievales o a las de los bandoleros españoles. A partir de esta mitificación y estas imágenes, se va formando una tradición representativa, la llamada guapparia. Se considerarán algunos textos importantes en la fundación de esta tradición, todos ellos publicados en los años del proceso: una serie de tres artículos publicados en el junio de 1907 por Matilde Serao en su periódico Il giorno; el libro La camorra. Origini, usi, costumi e riti dell’“annorata soggietà”, escrito por el periodista Ernesto Serao y el escritor Ferdinando Russo; la conferencia La leggenda della camorra, de Arturo Labriola, político ligado al sindicalismo revolucionario. Palabras Clave: camorra, crimen organizado, literatura, guapparia, representación. Abstract: This article deals with a key period in the history of Neapolitan mafia, the Camorra, between the end of the 19th and the beginning of the 20th century, just when the so called Cuocolo trial (1906-1912) took place in Viterbo. This event has been pointed out, by a part of the historiography and, above all, by the vulgata, as the moment in which the validity of the original camorra came to an end. The aversion to a “devalued” delinquency contributed to convert into myths the old camorrists, whose great feats became similar to those of the medieval knights or the Spanish bandits. With this mystification and these images began the representative tradition known as guapparia. In the article, some texts published in the years of the trial, which had an important role in the establishment of this tradition, are considered: a group of three articles published in June 1807 by Matilde Serao in his own newspaper Il giorno; the book La camorra. Origini, usi, costumi e riti dell’“annorata soggietà”, written by the journalist Ernesto Serao and the writer Ferdinando Russo; and the conference La leggenda della camorra, written by Arturo Labriola, a politician linked to the revolutionary syndicalism. Keywords: Camorra, Organized Crime, Literature, Guapparia, Representation. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Nota editorial Este libro constituye el quinto número de la Colección Temas y perspectivas de la Historia, editada por la Asociación de Jóvenes Historiadores - Estudios Interdisciplinares (AJHIS) Paula Hernández Rodríguez Gustavo Hernández Sánchez Antonio Juanes Cortés Carlos Píriz González Pablo Poveda Arias Moisés Rodríguez Escobar (Coordinadores) Salamanca, julio de 2016 Más información sobre AJHIS en: www.ajhis.es
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Violencia, Cultura y Discurso
La Guerra de Sucesión Española a través de los relatos de viaje. Testimonios sobre la violencia y sus consecuencias The War of the Spanish Succession through the Travel’s Tales. Testimonies about the Violence and its Consequences Verónica Gijón Jiménez Universidad de Castilla-La Mancha
[email protected] Resumen: La Guerra de Sucesión española provocó la llegada a España de numerosos viajeros extranjeros. Algunos eran militares, otros acompañaban a alguno de los candidatos al trono; incluso hubo viajeros ajenos a la contienda. Los relatos de viaje posteriores también centraron su atención en los vestigios del conflicto. A través del estudio de los relatos de viaje contemporáneos a la Guerra, podremos conocer la visión que tuvieron los que tomaron parte en ella. El análisis de los relatos posteriores al enfrentamiento nos permitirá determinar cómo evolucionó su percepción a lo largo del tiempo. Palabras clave: Guerra de Sucesión Española, literatura de viajes, patrimonio artístico. Abstract: The War of the Spanish Succession caused the arrival in Spain of numerous foreign travellers. Some of them were soldier, others accompanied some of the claimant to the throne; there were even travellers unaware of the conflict. The subsequent travel tales also focused its attention in the traces of the conflict. Through the study of the contemporary travel tales of the war, we could get to know the view of the people that took part on it. The analysis of the subsequent tales to the conflict allow us to determine how its perception changed through the time. Keywords: War of the Spanish Succession, Travel Literature, Artistic Heritage.
Verónica Gijón Jiménez
La Guerra de Sucesión Española supuso una entrada masiva de extranjeros procedentes de diversas naciones. Algunos de ellos pusieron por escrito las experiencias vividas durante la contienda. Los viajeros narraban los acontecimientos que sucedían a su alrededor, describían los caminos, las ciudades y las obras de arte que encontraban a su paso, y a las personas que conocieron durante su trayecto. Los relatos de viaje pueden ser utilizados para el estudio de acontecimientos históricos. En este caso pretendo estudiar la Guerra de Sucesión Española a través de relatos de los viajeros que trataron sobre ella, limitándome a los hechos que tuvieron lugar en los territorios españoles de la península Ibérica. Me centraré sobre todo en la percepción de la Guerra que tuvieron los viajeros, las consecuencias del conflicto bélico sobre las ciudades y su patrimonio y los vestigios del enfrentamiento reflejados por los viajeros posteriores. Para ello realizaré una selección de textos que narran la participación de extranjeros en la Guerra de Sucesión. Por la naturaleza de este trabajo no pretendo hacer un compendio exhaustivo, sino una aproximación a la percepción que tuvieron diferentes tipos de viajeros del conflicto y de sus efectos sobre las ciudades y el patrimonio. Estos escritos no solo son libros de viaje en el sentido estricto del término, ya que también utilizaré obras de otros géneros cércanos a la literatura de viajes, como pueden ser la memorias. Los textos seleccionados serán comparados con otras fuentes contemporáneas sobre la Guerra de Sucesión para contrastar las opiniones de los viajeros con las de otros autores que escribieron sobre la contienda. La Guerra de Sucesión no será estudiada de forma íntegra, sino que me centraré en algunos de los episodios más relevantes narrados en los textos estudiados. 1. Los testimonios de los militares Uno de los relatos más célebres sobre la Guerra de Sucesión Española, fue escrito por James Fitz James, duque de Berwick. Este texto es fundamental para comprender el conflicto desde el punto de vista del bando francés. Su participación en la Guerra de Sucesión comenzó en 1704, cuando se le encomendó la invasión de Portugal al mando de tropas francesas. Sus actuaciones más significativas fueron la victoria en la batalla de Almansa en 1707 y la toma de Barcelona en 1714. También combatió en otros lugares de la península, ya que participó en la defensa de Ciudad Rodrigo en 1704 y en la reconquista del reino de Valencia en 17071. 1 MOLAS RIBALTA, P. “El duque de Berwick, vencedor de Almansa”. En García González, F. (coord.), La Guerra de Sucesión en España y la Batalla de Almansa. Europa en la encrucijada, Madrid, Sílex, 2007, pp. 475-481. 124
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La Guerra de Sucesión Española a través de los relatos de viaje. Testimonios sobre la violencia y sus consecuencias
Berwick se centró en los aspectos militares del conflicto. Sin embargo, no tenía ningún interés en las ciudades por las que pasaba, solo las consideraba por sus fortificaciones. Muestra de ello es la opinión que emitió sobre Ciudad Rodrigo al narrar en sus memorias su toma por las tropas aliadas en mayo de 1705: “La villa, pues no cabe llamarla plaza, no disponía de fortificaciones, foso, camino cubierto ni flancos y su muralla era un simple parapeto”2. El duque de Berwick dedicó muy poco espacio a la narración de la batalla de Almansa, uno de los triunfos más importantes. El enfrentamiento se desarrolló al Este del casco urbano, por lo que no provocó demasiados daños materiales. Por lo tanto es normal que Berwick no hablara de ellos en sus memorias. Sin embargo sí refiere el número prisioneros y bajas causadas entre sus enemigos, pero no hace referencia a las pérdidas sufridas por sus propias tropas3. Tras la victoria de Almansa Berwick se ocupó de la recuperación del reino de Valencia, que se encontraba en manos de los aliados. La mayoría de las plazas se rindieron sin problema, pero Játiva presentó una férrea resistencia ante las tropas francesas. La plaza cayó tras un sitio que duró tres semanas y como castigo fue saqueada y quemada. La orden de arrasar la población fue dada por Berwick, como el mismo expuso en sus memorias: Para sembrar el terror y evitar mediante un escarmiento que tamaña obstinación se repitiese, ordené que arrasaran por entero la plaza salvo la iglesia principal, envié a Castilla a todos los vecinos y les prohibí que jamás volvieran a su tierra4.
Játiva era una población de cierta importancia en la época, puesto que tenía unos cuatro mil vecinos, nueve monasterios, dos conventos de monjas y una fortaleza. Vemos como Berwick no detalló los daños concretos que sufrieron sus edificios más importantes, tan solo indica de que respetó la iglesia principal. Sin embargo, existen otras fuentes que tratan este episodio de la Guerra de Sucesión. Por ellas sabemos que la ciudad no fue totalmente destruida, sino que se respetaron algunos edificios como las iglesias, los monasterios y el hospital, así como algunas casas pertenecientes a partidarios 2 FITZ-JAMES, J. Duque de Berwick. Memorias. Alicante, Universidad de Alicante, 2007, p. 234. 3 FITZ-JAMES, J. Duque de Berwick. Memorias… pp. 263-264. 4 FITZ-JAMES, J. Duque de Berwick. Memorias… pp. 267. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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de Felipe V5. Una de estas fuentes es la obra de José Manuel de Miñana, un partidario de los Borbones que describió los destrozos producidos en Játiva durante su toma por las tropas francesas. Justificó algunas de las acciones violentas cometidas por el ejército borbónico, pero admitió que durante el asedio se quedaron dañadas numerosas construcciones, como el convento de San Francisco, el de los dominicos o la iglesia de Santa Tecla. Miñana afirma que tras la quema de la ciudad solo quedaron en pie ochenta inmuebles, a pesar de que se habían respetado los edificios religiosos y las casas de algunos partidarios de Felipe V6. La última intervención de Berwick en la Guerra de Sucesión fue el asedio y la toma de Barcelona en 1714, donde fue enviado para relevar al duque del Populi en el mando de las tropas. Al referir estos acontecimientos en sus memorias tampoco hizo referencia a los destrozos ocasionados en la ciudad, más allá de las brechas abiertas en las murallas. Sí nos informó de que Barcelona no fue sometida al pillaje de las tropas, que ocuparon la ciudad pacíficamente el 13 de septiembre. De hecho a Berwick le pareció extraordinario que después de un asalto los soldados no la saquearan, puesto que si lo hubiesen hecho nadie los podría haberlos detenido. Vemos que el autor no reparó en los daños materiales, pero nos dio noticia de las bajas que se sufrieron en ambos bandos durante el asedio. Entre sus tropas se contaron diez mil muertos, mientras que en la ciudad hubo seis mil7. Sin embargo, otros autores como Bacallar, nos informan de que las calles de la ciudad fueron el escenario de luchas encarnizadas, sobre todo en las cercanías de los baluartes de Santa Clara y Puerta Nueva, donde las tropas francesas abrieron una brecha. Bacallar también coincide en que la ciudad no fue saqueada a pesar de lo cruenta que había sido la batalla8. Después de la toma de Barcelona Felipe V decidió construir en Barcelona la fortaleza de la Ciudadela. Para llevar a cabo la obra se tuvo que destruir toda la parte Este del barrio de la Rivera, perdiéndose algunos monumentos como el convento de Santa Clara9. 5 KAMEN, H. La Guerra de Sucesión en España 1700-1715. Barcelona, Ediciones Grijalbo, pp. 306-318. 6 MIÑANA, J. M. La Guerra de Sucesión en Valencia. Valencia, Institució Alfons el Magnanim, 1985, 208-212. 7 FITZ-JAMES, J. Duque de Berwick. Memorias… pp. 407-415. 8 BACALLAR Y SANNA, V. Comentarios de la guerra de España e historia de su rey Felipe V, El Animoso. Madrid, Atlas, 1957. Disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visordin/comentarios-de-la-guerra-de-espana-e-historia-de-su-rey-felipe-v-el-animoso--0/ html/ [consultado el 9 de julio de 2015]. 9 MARTÍ ARIS, C.; PADRÉS, S.; y VELA, S. “Degradación y monumento: El barrio de la Ribera de Barcelona”. Construcción de la Ciudad, 3, 1975, pp. 16-17. 126
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Las memorias del Marques de Franclieu son otra fuente importante para el estudio de la Guerra de Sucesión desde el punto de vista de los partidarios de Felipe V. Pierre Charles Pasquier, marqués de Franclieu luchó a las órdenes del duque de Vendôme. Su participación en la contienda terminó cuando cayó gravemente herido en la batalla de Villaviciosa en 171010. El texto de Franclieu se ocupa principalmente de los movimientos de tropas y la estrategia, pero también narra los hechos cotidianos que le ocurrían fuera de las batallas y comparte sus sentimientos ante algunos sucesos que acontecían a su alrededor. Viajó a España para ponerse al servicio de Felipe V. Su primera participación en la Guerra fue en Zaragoza, cuando el monarca y sus tropas se retiraban hacia la capital de Aragón después del fracasado asalto a Balaguer. Una vez llegaron a Zaragoza el rey se hospedó en el convento de los Capuchinos. Franclieu llevó doscientos hombres desde el Palacio de la Aljafería para proteger al rey, ya que las huestes enemigas con el mariscal Starhemberg al mando los habían perseguido desde Cataluña. Al día siguiente las tropas francesas fueron atacadas y se entabló una batalla en las cercanías de Zaragoza, que termino con la victoria de los aliados. En la confrontación resultó herido el duque de Havre, que murió al día siguiente. Franclieu se vio muy afectado por su muerte, puesto que había entablado amistad con él desde su llegada a España11. El autor hizo referencia en su relato a algunos edificios, como el palacio de la Aljafería al que se refirió como “castillo de Zaragoza llamado la Inquisición”12. Lo llamaba así porque había sido sede de esta institución desde los Reyes Católicos hasta 170613. En esos momentos, estaba siendo utilizado por los franceses como almacén de armas. También mencionó el convento donde se alojaba el rey, pero no lo describió, ni tampoco se interesó por ningún otro inmueble de la ciudad. De todos modos esta batalla no ocasionó daños en Zaragoza, puesto que ocurrió en un lugar próximo llamado el barranco de la Muerte14. 10 GARCÍA-ROMERAL PEREZ, C. Bio-Bibliografía de Viajeros por España y Portugal (siglo XVIII). Madrid, Ollero y Ramos, 1997, pp.116-117. 11 PASQUIER, J. L. P. C. Marqués de Franclieu. Mémoires du marquis de Franclieu (1680-1745). Paris, Honoré Champion, Auch, Léonce Cocharaux, 1896, pp. 62-72. 12 PASQUIER, J. L. P. C. Marqués de Franclieu. Mémoires… p. 70. 13 MAISO GONZÁLEZ, J.; BLASCO MARTÍNEZ, R. M. Las estructuras de Zaragoza en el primer tercio del siglo XVIII. Zaragoza, Diputación Provincia, Institución “Fernando el Católico, 1984, p. 244. 14 PÉREZ ÁLVAREZ, M. B. Aragón durante la Guerra de Sucesión. Zaragoza, Institución Fernando el Católico, Excma. Diputación de Zaragoza, p. 142. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Tras la derrota de Zaragoza Felipe V y su ejército se retiraron hacia Madrid, donde estuvieron poco tiempo por la llegada del enemigo. De nuevo se vieron obligados a retirarse, esta vez a Valladolid. En el camino pernoctaron en el monasterio del Escorial, donde según el autor no fueron bien tratados por los monjes15. Franclieu calificó al edificio de “magnífico palacio y monasterio”16, pero no lo describió. Una vez en Valladolid, el ejército felipista regresó a Madrid con el duque de Vendôme al mando. Volvieron a entrar en la capital que había sido abandonada por los austracistas, que se retiraban hacia Cataluña a pasar el invierno. Vendôme decidió atacar a las tropas enemigas en su retirada, hecho que ocurrió en Brihuega el 9 de diciembre, donde encontró a la retaguardia del ejército enemigo al mando del conde de Stanhope. Franclieu narra con gran detallismo su participación en esta batalla al mando del regimiento de Chavembourg. El autor intentó junto con sus soldados escalar la muralla, pero no pudieron entrar porque era muy alta del lado de la ciudad. Mientras tanto el resto de ejército había irrumpido en la ciudad por una puerta que habían derribado con un cañón. Stanhope con parte de sus soldados resistía en el castillo a la espera de recibir ayuda de Starhemberg, que se encontraba en Cifuentes con la otra parte del ejército. Vendôme lo sabía, por eso los forzó a rendirse amenazándolos de pasar a cuchillo a toda la tropa si no aceptaban. Según el autor fue él quien negoció la rendición de Stamhope siguiendo órdenes del rey17. Hay que tener en cuenta que el autor narró la batalla de forma parcial, no nos informó de su desarrollo global, sino que nos hace partícipes de lo que él experimentó. Según Franclieu después de que Stanhope se rindiera y sus soldados fueran trasladados a Madrid como prisioneros, la lucha continuó. Fue entonces cuando recibió varios disparos, una herida de bayoneta en la mano y otra de espada en el cuello. Sus compañeros lo abandonaron dándolo por muerto y fue encontrado después de la batalla por dos soldados de su bando que estaban rematando a los enemigos muertos. Esta fue la última intervención de Franclieu en la Guerra, ya que desde el campo de batalla lo trasladaron a un campamento español y cuando estuvo lo suficientemente recuperado salió del país, no sin antes reencontrase con los reyes en Zaragoza. 15 El autor afirma que los monjes del Escorial no les facilitaron los pertrechos necesarios para pasar la noche. Cuando pidieron ver al prior para quejarse de esta situación, uno de los monjes intentó encerrarlo a él y a otro compañero de viaje en una habitación. Afortunadamente lograron zafarse y tras mucha insistencia consiguieron mantas y otros utensilios. PASQUIER, J. L. P. C. Marqués de Franclieu. Mémoires… p. 74. 16 PASQUIER, J. L. P. C. Marqués de Franclieu. Mémoires… p. 73. 17 PASQUIER, J. L. P. C. Marqués de Franclieu. Mémoires… pp. 75-78. 128
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Es normal que en sus condiciones el autor no hiciera referencia a los daños que sufrió la población, además no tuvo la oportunidad de verla tras la batalla. Por su relato sabemos que debió haber destrozos, porque según Franclieu, cuando los soldados entraron en Brihuega se combatió casa por casa18. Ciertamente la batalla fue un duro golpe para la población, porque Brihuega fue bombardeada durante el primer día. Después las tropas francesas entraron por una puerta que fue destruida por la artillería, en concreto la puerta de San Felipe. Los cañones fueron disparados contra los edificios, causando muchas bajas civiles, aunque no se conoce el número de vecinos que perecieron. El castillo de la Peña Bermeja, cuyos orígenes se remontaban al siglo X, resultó muy dañado. Posteriormente Felipe V le concedió a la población una feria franca y la exención del pago de las contribuciones durante cuatro años19. Una vez tratados los testimonios de militares del ejército de Felipe V, debemos centrarnos en los textos escritos por miembros del bando aliado. No se tiene noticia de ningún libro de viaje de un oficial o soldado alemán, aunque participaron en la guerra apoyando la causa del Archiduque Carlos. Existen algunos documentos que han sido publicados, como la correspondencia del conde de Hesse-Darmstadt. Fue el conquistador de Gibraltar en 1704 y murió en el sitio de Barcelona de 1705. Sus cartas tratan temas políticos y militares, sin detenerse en la descripción de ciudades; por lo tanto no aporta datos sobre las consecuencias de los combates en las poblaciones y sus edificios20. También existen textos que nos permiten conocer la Guerra de Sucesión desde el punto de vista de las tropas inglesas. Nos centraremos en el estudio de dos obras que están relacionadas entre sí, porque narran los mismos hechos. La primera recoge la intervención de Charles Mordaunt conde de Peterborough, que comandó las tropas anglo-holandesas en la toma de Barcelona de 1705 y posteriormente participó en la defensa del 18 Pasquier, J. L. P. C. Marqués de Franclieu. Mémoires… p. 78. 19 Cuenca Ruiz. E.; DEL OLMO, M. Brihuega la Batalla de 1710. 300 aniversario. Guadalajara, Intermedio ediciones, 2010, p. 7; HERRERA CASADO, A. Brihuega, la roca del Tajuña. Guadalajara, Aache, 1995, pp. 29-32, 60-66. 20 La correspondencia del conde de Hessen-Darmstadt fue publicada por Heinrich Kuenzel en 1859 con el título de Das Leben und der Briefwechsel des Landgrafen von Hessen-Darmstadt, des Eroberers und Verteidigers von Gibraltar [La vida y la correspondencia del conde de HessenDarmstadt, del conquistador y defensor de Gibraltar]. Friederich-Stegmann, H. La imagen de España en los libros de los viajeros alemanes del siglo XVIII. Alicante, Publicaciones Universidad de Alicante, 2014, p. 61. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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reino de Valencia 21. El relato que describe su intervención en la guerra fue escrito por una tercera persona, que firmó como J. Freind la dedicatoria que aparece al principio del libro. En ella el autor afirma que su objetivo era demostrar el gran servicio que había prestado Peterborough a su país en la Guerra de España y reivindicar lo acertado de sus decisiones durante la campaña. El autor asegura disponer de documentos auténticos y testimonios de primera mano, de los cuales se sirvió para redactar la obra en cuestión22. Me centraré en el tratamiento que dio el autor al sitio y posterior toma por parte de los aliados de la Ciudad de Barcelona en 1705. Freind transcribió los consejos de Guerra que tuvieron lugar a bordo del Britania del 27 de agosto al 8 de septiembre de 170523. En ellos participaban todos los mandos militares y el archiduque Carlos, que debían decidir entre atacar la ciudad o levantar el sitio y viajar hacia Saboya. Las tropas aliadas tenían inferioridad numérica frente a los defensores, por lo que algunos de los mandos presentes no eran partidarios de tomar la ciudad. Finalmente el rey decidió presentar batalla y atacar la ciudad. El autor atribuye a Petersborough la idea de tomar primero Montjuich24. Freind pone en relieve en todo momento el comportamiento ejemplar de Petersborough durante la lucha, ya que se expuso más de lo que correspondería a alguien en su rango, y su actuación fue determinante para la toma de la ciudad. Freind recalcó que Petersborough se preocupó por el bien de todo el ejército y no por obtener la gloria personal. Para señalar aún más el mérito de las tropas aliadas al tomar la ciudad, el autor comparó el asedio a Barcelona por parte de los aliados con el que llevarían a cabo en abril y mayo de 1706 el ejército borbónico, con el duque de Noailles y el mariscal Tessé al mando. Freind afirma que los ingleses no disponían de tropas ni de artillería suficiente, mientras que los franceses contaban con un ejército real mandado por un mariscal de Francia, cañones y los mejores ingenieros militares. Sin embargo los aliados consiguieron resultados positivos con menos medios, porque Peterborough 21 Freind. J. An Account of the Earl of Peterborow’s conduct in Spain, chiefly since the raising the siege of Barcelona, 1706. To wich is added the campagne of Valencia. Londres, Printed for Jonah Bowger, 1707. 22 Freind, J. “Dedication”. En Freind, J. An Account of the Earl of Peterborow’s conduct in Spain, chiefly since the raising the siege of Barcelona, 1706. To wich is added the campagne of Valencia. Londres, Printed for Jonah Bowger, 1707, s/p. 23 El autor de la obra utilizó el calendario Juliano, por lo tanto data la celebración de los consejos de guerra desde el el 16 al 28 de agosto de 1705. 24 FREIND, J. An Account of the… pp. 12-32. 130
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tomó Montjuich y luego la ciudad en menos tiempo25. Una vez ganada la plaza el autor no se detuvo a tratar el estado en el que se encontraba, sino que añadió la reproducción de una carta escrita por el archiduque Carlos a la reina de Inglaterra. En este escrito el archiduque destacaba el importante papel que habían jugado las tropas inglesas en la toma de la ciudad, y en especial elogiaba la labor de Peterborough26. El otro texto que trataremos son las ‒Memorias del Capitán George Carleton‒, publicadas en 1728. Durante mucho tiempo se tuvieron por unas memorias reales, pero hoy en día se sabe que son ficticias y se atribuyen a Daniel Defoe27. Estaban basadas en las notas manuscritas de sir Harold Williams y otras obras que hablaban de la Guerra de Sucesión o de la España de la época, como libros de historia contemporáneos: ‒The History of king William III‒ (1702-1703), ‒Life of Her Late Majesty Queen Anne‒ (1721) y ‒An Account of the Earl of Peterborow’s conduct in Spain, chiefly since the raising the siege of Barcelona‒ (1707). También utilizó libros de viaje anteriores, como el de Madame d’Aulnoy. Defoe eligió un autor ficticio para sus memorias, el Capitan Carleton, un militar que luchó realmente con el duque de Peterborough en la Guerra de Sucesión. A pesar de que estamos ante una obra literaria tiene un indudable valor histórico, porque narra hechos veraces, y nos ofrece una visión de la guerra desde el punto de vista del bando Inglés. Defoe no se limitó a narrar los hechos militares, sino que introdujo recursos de los relatos de viaje, para que el lector conociera el escenario en el que se desarrolló la Guerra de Sucesión. De esta manera hizo que Carleton describiera las ciudades por las que pasó e incluso que se detuviera en algunos edificios. Pero estos datos estaban sacados de libros de viajes anteriores, por lo que no son útiles para conocer el estado real de las ciudades durante la Guerra de Sucesión28. 25 FREIND, J. An Account of the… pp. 38-44. 26 FREIND, J. An Account of the… p. 46. 27 No todos los autores están de acuerdo con la atribución a Daniel Defoe de las “Memorias del Capitan Carleton”. Rosa María López Campillo no las incluye en su obra sobre Daniel Defoe como propagandista de la Guerra de Sucesión al servicio del gobierno británico, porque no la considera obra de Defoe. Por su parte P. N. Furbank y W. R. Owens señalan que hay desacuerdo entre los estudiosos de Defoe en cuanto a la autoría de las “Memorias del Capitán Carleton”. Algunos como Wilson sostenían que Carleton era el autor del libro, otros como Moore apuntan hacia Defoe, mientras que Rodney Baine y Wteig Hargevik rechazan la tesis de la atribución de la obra a Defoe. FURBAK P. N. Y OWENS, W. R. Defoe De-Attributions. A Critique of J. R. Moore’s Checklist. Londres, The Hamblendon Press, 1994, pp. 144-145; LOPEZ CAMPILLO, R. M. Imagen y propaganda política en la Guerra de Sucesión Española. Daniel Defoe al servicio del Gobierno de Ana Estuardo. Madrid, Sílex, 2014, p. 24. 28 LEÓN SAND, V. “Estudio Preliminar”. En Defoe, D. Memorias de guerra del capitán George Carleton. Los españoles vistos por un oficial inglés durante la Guerra de Sucesión. Alicante, Publicaciones Universidad de Alicante, 2002, pp. 20-25. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Como en el texto anterior me centraré en el análisis del sitio de Barcelona de 1705. La narración que se hace en las memorias de Carleton es muy parecida en cuanto a contenidos a la que hizo Freind, aunque se pueden apreciar algunas diferencias. El conde de Peterborough no era partidario de atacar Barcelona, porque no contaba con tropas suficientes para tomar una plaza tan fuerte. El autor de este relato atribuyó a Peterborough la iniciativa de tomar la ciudad y no al archiduque Carlos. También afirmaba que fue el general inglés quien decidió asaltar primero la fortaleza de Montjuich, esperando que la guarnición que la defendía estuviera descuidada29. El relato de Carleton cuenta con mucho más detallismo la lucha que precedió a la toma final de la ciudad, introduciendo anécdotas ocurridas durante la batalla. No menciona el estado de la ciudad cuando entraron las tropas aliadas, pero informa de que los miquelets saquearon las casas de los partidarios de Felipe de Anjou. El autor de las memorias de Carleton también ensalza en todo momento el papel del conde de Peterborough durante la batalla por su valentía e inteligencia. Además alabó la caballerosidad de la que había hecho gala el general inglés después de la batalla. Evitó que se produjesen desordenes y evacuó a algunos destacados felipistas, como el gobernador Velasco, para que no fuesen objeto de la venganza de los miquelets30. Existen varias fuentes que narran la toma de Barcelona por parte de los aliados, pero ninguna esclarece quién ideó el plan de asaltar Montjuich. Lo que sí es seguro es que después de la rendición de la ciudad hubo pillajes y saqueos31. Un relato anónimo escrito por un partidario de Felipe V corrobora que se robaron y destruyeron las propiedades de los partidarios del bando Borbón, y que los artífices de dichos actos fueron los propios habitantes de la ciudad. El autor también explica que el conde de Peterborough ayudó a Velasco y a otros felipistas a abandonar la plaza. La diferencia es que el texto trata de presentar al virrey como un personaje heroico en la derrota y no destaca la figura de Peterborough32. 29 DEFOE. D. Memorias de Guerra del Capitán George Carleton. Los españoles vistos por un oficial inglés durante la Guerra de Sucesión. Alicante, Publicaciones de la Universidad de Alicante, 2002. 30 DEFOE. D. Memorias de Guerra del Capitán… pp. 159-172. 31 ARROLLO VOZMEDIANO J. L. “Francisco de Velasco y los catalanes. Sitio y capitulación de Barcelona. 1705”. Hispania, 74/246, 2014, pp. 86-89. 32 BARREDA FONTES, J. M.; CARRETERO ZAMORA, J. M. “Una fuente inédita sobre la Guerra de Sucesión: Memoria anónima sobre el sitio de Barcelona”. Hispania, 40/146, 1980, pp. 653-655. 132
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A pesar de que en el relato de Carleton se incluyeron breves descripciones de las ciudades por las que pasaba el protagonista, el autor no estaba interesado en dar a conocer su estado real durante la Guerra. Por eso se valió de descripciones generales sacadas de otros libros de viajeros anteriores. Los edificios mejor descritos suelen ser las fortalezas, como la de Barcelona y Nules33. En algunas ocasiones el autor introdujo menciones a saqueos y destrucciones de ciudades que contribuyen a dar realismo al relato, pero son hechos que conocía por otras fuentes. Algunos ejemplos son el saqueo de Alicante, la destrucción de Játiva por parte de las tropas borbónicas o el saqueo de una aldea cercana a Campillo (Cuenca) por los ingleses, para vengarse del asesinato de unos soldados perpetrado por los vecinos34. 2. Los otros participantes en la Guerra de Sucesión Los militares no fueron los únicos extranjeros que viajaron a España durante la Guerra de Sucesión. Acompañando a los pretendientes del trono español llegaron un número significativo de cortesanos. Entre ellos destacaban los embajadores, que en su mayoría dejaron noticias de sus estancias a través de su correspondencia. Algunos de ellos recogieron sus experiencias en relatos de viaje o libros similares. Louis François de Harcourt ya era embajador de Francia ante Carlos II35. Cuando Felipe V heredó el trono de España acompañó al nuevo soberano desde la frontera francesa en el primer viaje a su reino. Este autor realizó el itinerario desde Bayona a Madrid desde el 3 de diciembre de 1700 al 13 de abril de 1701. Describió las poblaciones por las que pasó y dio cuenta de cómo era recibido el nuevo monarca. Sin embargo, las fechas son demasiado tempranas como para contener datos sobre la Guerra36. Jean de Vayrac fue designado por Luis XIV para acompañar a su nieto en calidad de traductor. Estuvo en España desde 1700 hasta 1710 o 1716. En 1718 publicó un libro llamado ‒L’Etat présent de l’Espagne‒, una descripción 33 DEFOE. D. Memorias de Guerra del Capitán… pp.146 y 179. 34 DEFOE. D. Memorias de Guerra del Capitán… pp. 206-208, 219-220. 35 Harcourt fue uno de los numerosos diplomáticos extranjeros que estuvieron en España durante la Guerra de Sucesión, y uno de los pocos que escribió un relato de su viaje. Las estancias de otros embajadores se conocen por su correspondencia, pero en ella solo se tratan asuntos políticos y militares. 36 BARRAU DIHIGO, L. “Journal de mon voiage en Espagne. Le 3e décembre de 1700 jusqu’au 13e avril 1701”. Revue Hispanique, 18, 1908, pp. 248-258. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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pormenorizada del país37. Este libro respondía a la demanda de información sobre la España del momento generada en Europa a raíz de la Guerra de Sucesión. De hecho el propio autor criticaba otras obras anteriores, como la de Madame d’Aulnoy, Alfred Jouvin o Gregorio Leti, por no ofrecer una imagen verdadera sobre el país38. A pesar de que Vayrac había realizado una larga estancia en España, todos sus textos no eran originales, sino que utilizó otras publicaciones anteriores para componerlos, entre ellas ‒Les Delices de l’Espagne et du Portugal‒ de Juan Álvarez de Colmenar, publicadas en 1707. Esta obra también incorporaba textos de viajeros del siglo XVI y XVII. Por lo tanto la obra de Vayrac aporta información desfasada, sobre todo en lo que se refiere a las descripciones de ciudades. El autor aportó una información más actualizada cuando hablaba sobre la situación económica y política del país, ya que trató la Guerra de Sucesión y el posterior gobierno de Felipe V. Cuando describió el alcázar de Toledo no mencionó su destrucción, sino que nos transmitió la imagen que tenía antes de ese suceso39. Lo mismo ocurre con Barcelona, ya que menciona sus edificios más importantes, incluyendo la fortaleza de Montjuich, pero no hizo referencia a los asedios que sufrió durante la guerra, ni a sus consecuencias sobre la ciudad. Sin embargo al describir el carácter de los catalanes afirmaba que lucharon contra su rey después de haberle jurado fidelidad, y los califica como rebeldes sanguinarios y violentos40. También hizo referencia al asedio de Lérida en 1707 y a la destrucción de Játiva, pero no detalló el estado de dichas ciudades después de estos hechos41. Hubo algunos viajeros que acompañaron a las tropas extranjeras pero no eran militares. Sus testimonios son de especial interés, porque estuvieron cerca de las batallas pero las percibieron desde un punto de vista distinto al de los combatientes. En este apartado destaca el diario de Fray Domingos da Conceição, un monje franciscano que acompañó a las tropas portuguesas 37 JIMÉNEZ DOMINGO, M. E. “Bio-bibliografía del abad Vayrac (1664-1734)”. En Esparza Torres, M. A.; Fernández Salgado, B.; Niederehe, H. (eds.), Estudios de historia lingüística. Actas del III congreso internacional de la Sociedad Española de historiografía lingüística, I, Hamburgo, Buske, 2002, pp. 265-266. 38 VAYRAC, J. État present de l’Espagne ou l’on voit une géographie historique du pays... Amsterdam, chez Steenhouwer & Vytwerf, vol. I, 1718, pp. 1-5. 39 VAYRAC, J. État present de l’Espagne… p. 377. 40 VAYRAC, J. État present de l’Espagne… pp. 116-118. 41 VAYRAC, J. État present de l’Espagne… pp. 124, 149-150. 134
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como capellán de uno de los tercios del marqués Das Minas. Estuvo en España desde 1706 hasta 1713 y recorrió gran parte de su geografía. El propio autor afirma al principio de su obra que escribió su diario como entretenimiento, con la intención de contar únicamente lo que había visto42. Su enfoque es muy diferente al de los demás relatos analizados, porque trata temas militares, pero prestó más atención al drama humano de la guerra, denunciando los atropellos que cometían las tropas de los dos bandos. Describió casi todos los pueblos y ciudades por las que pasó, prestando especial atención a su patrimonio, sobre todo el religioso. No estudiaré todos los acontecimientos narrados en el texto, pero sí analizaré algunos episodios importantes para comprender el estado del patrimonio español durante la guerra. Como he apuntado más arriba, Conceição hizo descripciones de todas las ciudades por las que pasó, prestándole atención a su patrimonio. Al pasar por Salamanca hace referencia a su universidad que era una de las mejores de Europa pero asegura que estaba “muy atenuada por la guerra”43 . Afirma que había más de cuarenta colegios y conventos, de los que destacaba el de Santo Domingo. También llamaron su atención la plaza del mercado y unas caballerizas mandadas construir por Felipe V44. En el trayecto hacia Madrid pasó por El Escorial, al que llamó “octava maravilla”. Describió algunas de sus estancias como el panteón de los reyes, la biblioteca y la iglesia. Al llegar a Madrid quedó muy impresionado por los palacios, hace una descripción detallada del palacio del Buen Retiro. No reparó mucho en el alcázar, porque según el autor estaba desprovisto de la mayoría de sus adornos ya que se los había llevado Felipe V antes de salir de la Corte. Antes de dejar Madrid el monje portugués también hizo referencia al puente de Toledo, la casa de Campo, el convento de Santo Domingo y la plaza Mayor, donde tuvo lugar la ceremonia de proclamación de Carlos III como rey de España45. Valencia fue una de las ciudades que más le agradaron, posiblemente porque llegó allí después de una difícil travesía por La Mancha. Destacó la suntuosidad de sus edificios y la gran cantidad de reliquias que se conservaban en los diversos templos de la ciudad. Entre ellas destacaba el cáliz de la Santa Cena y los cuerpos de San Luis Beltrán, San Agustín y Santo Tomás de Villanueva46. 42 ALBAREDA J.; LEÓN, V. “Estudio introductorio”. En Diario Bellico. La Guerra de Sucesión en España, Alicante, Publicaciones Universidad de Alicante, 2013, pp. 9-17. 43 CONSEIÇÃO, D. Diario Bellico. La Guerra de Sucesión en España. Alicante, Publicaciones Universidad de Alicante, 2013, p. 136. 44 CONSEIÇÃO, D. Diario Bellico…pp.136-137. 45 CONSEIÇÃO, D. Diario Bellico… pp. 144-148. 46 CONSEIÇÃO, D. Diario Bellico… pp.165-166. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Estas descripciones nos permiten saber que las ciudades más importantes no sufrieron grandes desperfectos durante la guerra, pero el autor señala algunas excepciones como el caso de Toledo, donde se prendió fuego al alcázar. El viajero afirmaba que era el mejor palacio de España y que se incendió para robar las joyas de Mariana de Neoburgo que habían quedado allí después de que se desterrara a la reina a Francia. El autor exculpó a las tropas portuguesas argumentando que la quema del edificio fue producto de la ambición de los ingleses y los alemanes. Además sostenía que el fuego no dañó mucho el palacio y que solo afectó a algunas maderas, pinturas y grutescos47. Un manuscrito anónimo que narra los acontecimientos ocurridos en Toledo en 1710 corrobora en parte el relato de Conceição. Coincide con el autor portugués en que el incendio del alcázar no revistió gravedad. Sin embargo, asegura que el fuego fue accidental, ya que en el edificio había almacenada una gran cantidad de leña que no fue quemada, y si hubiesen querido destruirlo habría sido lo primero que habrían prendido48. Según el relato de Conceição las zonas rurales y las ciudades más pequeñas sufrieron más las consecuencias de la guerra. El autor dio cuenta a lo largo de todo el libro de pueblos que se encontraban arrasados por los desmanes de las tropas, e incluso narró saqueos llevados a cabo por el ejército luso. Desde su primera incursión en la frontera hispano-portuguesa nombra numerosos pueblos saqueados, como el de San Vicente, asaltado dos veces por los portugueses; o Zarza quemado por orden del marqués de las Minas49. Ya en Castilla nos informa del estado de Ciudad Rodrigo, donde muchas casas habían sido derrumbadas o quemadas y del saqueo de Hita en Guadalajara. Al pasar por Huete afirmó que por sus ruinas se intuía que el pueblo llegó a ser grandes pero estaba destruido por los saqueos50. Conceição también dio cuenta de los atropellos cometidos por los franceses ya que dio noticia de la destrucción de Játiva o de la demolición de algunas casas en Calatayud. El autor fue muy crítico con esta clase de comportamientos y 47 CONSEIÇÃO, D. Diario Bellico… p. 277. 48 El documento está escrito por un partidario de Felipe V fue publicado por Rafael Ramírez de Arellano y lleva por título “Noticias muy por menor de todo lo que a pasado en la ciudad de Toledo desde qe entraron las tropas enemigas hasta el día que salieron y se logró la dicha de que entrasen la de nuestro rey y Señor Felipe V, que Dios guarde” publicado en RAMIREZ ARELLANO, R. “Toledo en la Guerra de Sucesión de 1700 a 1710”. Boletín de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, 4, 1919, p. 130. 49 CONSEIÇÃO, D. Diario Bellico… pp. 119 y 125. 50 CONSEIÇÃO, D. Diario Bellico… pp.134, 152 y 156. 136
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censuraba abiertamente las acciones de las tropas borbónicas y de las aliadas. Sancionaba especialmente el saqueo de edificios sagrados y la violencia cometida contra la población civil, como las violaciones. Conceição culpaba de ello a los oficiales, que eran los primeros en cometer estas atrocidades o no impedían que las tropas las perpetraran51. 3. Viajeros ajenos a la Guerra de Sucesión Durante la Guerra de Sucesión hubo muy pocos viajeros ajenos al conflicto que se aventuraran a recorrer España. Aun así contamos con algunos testimonios como el del Jean Baptiste Labat, un monje francés de la orden de Predicadores. El padre Labat se marchó de misionero a las colonias francesas y había intervenido en la fortificación de Martinica y su posterior defensa durante un ataque inglés. En 1705 fue designado como representante de su orden en el Capítulo General convocado en Bolonia para el año siguiente. Labat emprendió un viaje por mar para acudir al capítulo, pero tuvo que detenerse en Cádiz porque los ingleses tenían bloqueado el estrecho de Gibraltar52. El autor realizó una larga estancia en Cádiz mientras esperaba a que los ingleses levantaran el bloqueo, durante este tiempo tomó notas que después utilizó en la redacción de su libro de viajes. El monje portugués realizó una detallada descripción de la ciudad y sus costumbres, pero sobre todo dio mucha importancia a sus fortificaciones, dada su experiencia en la materia. Describe con detalle todos sus baluartes y los materiales de los que estaban construidas las murallas, que eran en parte de ladrillo y de una piedra que sacaban del mar. A lo largo de la muralla había baterías de cañones listas para ser usadas. Los merlones y los muros que las sujetaban estaban hechos de adobe, lo cual le pareció a Labat muy imprudente, porque los cañones podrían ser arrebatados por el enemigo y utilizados contra la misma plaza. El religioso francés le comunicó estas deficiencias al ingeniero general del rey de España, que se encontraba en Cádiz en esos momentos. Labat lo conocía porque había estado en las colonias como ingeniero de la marina francesa inspeccionando las fortificaciones53. Labat hizo una pequeña 51 CONSEIÇÃO, D. Diario Bellico… pp. 168, 263, 268. 52 GARCIA MERCADAL, J. “Juan Bautista Labat”. En Viaje de Extranjeros por España y Portugal, Salamanca, Junta de Castilla y León, vol. IV, p. 497. 53 LABAT, J. B. Voyage du P. Labat de L’ordre des P.P. prêcheur en Espagne et en Italie. Vol. I, Paris, chez Jean-Baptiste Delaspine, pp. 224-235, 289-290. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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excursión a Algeciras porque tenía curiosidad por ver el bloqueo realizado por los ingleses en Gibraltar. El autor vio la plaza desde lejos, a pesar de que el gobernador de Algeciras le prestó una patrulla para que se pudiera acercar lo más posible, por lo que solo pudo contemplar sus fortificaciones54: Esta roca se divide en varias partes, separadas las unas de las otras por barrancos profundos, cuyas cimas y puntas están ocupadas por muros de reductos y torres a la antigua, redondas y cuadradas, en cuya fábrica cree que hay solidez, pero que se defienden bastante mal las unas de las otras. La puerta de la ciudad está casi en el centro de una cortina terminada, por el lado de la bahía, por un baluarte, y por el lado de la montaña, por un medio baluarte. Dicen que el foso es bastante ancho y que en él se puede hacer entrar el agua del mar en el tiempo de las mareas vivas y retenerla allí cerrando la esclusa55.
Los viajeros que recorrieron España después de la Guerra de Sucesión también reflejaron en sus relatos algunos vestigios del conflicto que aún estaban presentes en el territorio. Me centraré en dos de los elementos que suelen aparecer en los relatos del siglo XVIII e incluso en algunos del siglo XIX. Por un lado las ruinas del alcázar de Toledo, que como ya vimos fue destruido durante la guerra; por otro el monumento a la victoria en la batalla de Almansa, un elemento patrimonial creado después de un episodio significativo de la contienda. Uno de los primeros viajeros que hicieron referencia a este hecho fue el reverendo inglés Edward Clarke, que viajó a España en 1757 cuando fue nombrado capellán de la embajada británica. A su paso por Toledo vio el alcázar en ruinas. Afirmaba que fue quemado por las tropas aliadas en la Guerra de Sucesión para evitar que cayera en manos de Felipe V. Y se mostraba sorprendido de que este soberano hubiese firmado un tratado con quien había destruido este castillo. El viajero se refería a los tratados firmados en Viena en 1725 entre España y el Sacro Imperio. En el segundo de estos tratados ambas naciones acordaron a ayudarse en caso de invasión de sus territorios y Carlos VI se comprometía a mediar con el rey de Gran Bretaña para que devolviera Gibraltar y Menorca a la corona española. Este punto de tratado incomodó mucho a los ingleses y por eso el viajero manifestó su malestar al hablar de la alianza austro-española56. 54 LABAT, J. B. Voyage du P. Labat… pp. 327-329. 55 LABAT, J. B. Voyage du P. Labat… p. 230. 56 ENCISO RECIO, L. M. et alii Los Borbones en el siglo XVIII (1700-1808). RBA, Madrid, 2006, pp. 512-513. 138
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El italiano Giuseppe Baretti también mencionó en su libro de viajes la destrucción del alcázar. El autor vio el edificio en 1760 e hizo una relación bastante completa sobre el estado del recinto. Solo quedaba una pared lateral bastante dañada, algunos de sus pilares de mármol, parte de la caja de escaleras y cinco o seis habitaciones57. El viajero Maurice Margarot que viajó por España en 1772 también hizo referencia a los daños en la fortaleza toledana, pero en su opinión fue por accidente y no relaciona este hecho con la Guerra de Sucesión58. El último autor que escribió sobre el estado del edificio antes de su restauración por el cardenal Lorenzana fue Richard Twiss, que viajó a España en 1773. El inglés detalló en su relato las condiciones en las que se encontraba la edificación, aseguraba que solo quedaban dos estancias habitables, en una de las cuales vivía el portero con su familia59. El mismo Twiss incluyó en su relato una descripción del monumento conmemorativo de la batalla de Almansa: Aproximadamente media milla al este de la ciudad, en mitad de una llanura, hay un obelisco cuadrado de piedra de treinta pies de altura: el pedestal se levanta sobre tres escalones y en él hay inscripciones talladas en latín y en español que señalan que en este lugar, el 25 de abril de 1707 se obtuvo la victoria sobre los rebeldes catalanes. El número de muertos y prisioneros fue de dieciséis mil60.
El monumento que describe Twiss, fue mandado construir por el rey Felipe V que envió a Almansa una cédula real. En ella ordenaba que se construyera en el lugar de la batalla una columna o pirámide e incluía la inscripción que debía llevar el monumento. Las obras se demoraron y en 1709 todavía estaban en marcha. El monumento ya no existía en 1869 y entonces se volvió a reconstruir61. El viajero se equivocó al decir que en esta 57 BARETTI, G. Viaje de Londres a Génova a través de Inglaterra, Portugal, España y Francia. Madrid, Reino de Redonda, 2005, p. 191. 58 MARGAROT, M. Histoire ou relation d’un voyage qui a duré prés de cinq ans pendant lesquel l’auteur a pacouru une partie de l’Angleterre, la France, l’Espagne, le Portugal. Londres, Imprimerie de G. Bigg, 1780, vol. I, pp. 125-126. 59 TWISS, R. Viaje por España en 1773. Madrid, Cátedra, 1999, p. 133. 60 TWISS, R. Viaje… p. 140 61 Varios viajeros hacen referencia a esta inscripción: “Para eterno reconocimiento, al gran Dios de los exercitos, y a su Santissima madre, de la insigne victoria, que con su Protección consiguieron en este sitio, a veinticinco de Abril de mil setecientos y siete, las Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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batalla se había vencido a los catalanes, puesto que como se ha señalado anteriormente el general Berwick derrotó a las tropas aliadas formadas por ingleses, holandeses y portugueses. El diplomático francés Jean François Bourgoing también describió este monumento, pero le pareció demasiado modesto para conmemorar una victoria tan relevante62. 4. Conclusiones La Guerra de Sucesión Española generó un gran número de relatos escritos por personas que participaron en ella. Entre ellos destacan los de militares, porque vivieron los acontecimientos en primera persona. Normalmente están redactados en forma de memorias y no como relatos de viaje, aunque también existen otras obras escritas por una tercera persona que cuenta con la colaboración y el beneplácito del protagonista. Estos textos se caracterizan por centrarse en asuntos militares y dejar de lado la descripción de las ciudades y el estado de su patrimonio. En algunos casos los autores hablan del estado de las fortificaciones por la importancia que tenían en la posible invasión de una ciudad y no por su importancia histórica o artística. En algunos relatos se nombran algunos edificios que servían para el alojamiento de las tropas o el almacenamiento de material. Como hemos visto en el relato de Franclieu, que nombra el palacio de la Aljafería y uno de los conventos de Zaragoza. En las narraciones de batallas se suele indicar el bombardeo de ciudades o si la lucha tiene lugar dentro de sus muros, pero no se hace referencia a los daños concretos que causaban estas acciones. Son muy pocos los relatos de militares que cuentan la destrucción de edificios o ciudades concretas. Uno de estos pocos ejemplos es la referencia que hace el duque de Berwick a la devastación de Játiva. Estos relatos siempre son muy parciales y es muy fácil percibir la filiación de sus autores, por el simple hecho de que cada uno le da el tratamiento de rey al candidato al que apoya. armas del Rey Nuestro señor don Phelipe Quinto, el animoso, Auxiliadas de las del Señor Rey Christianíssimo Luis Dézimo quarto, el Grande, siendo General de todas el mariscal duque de Berwik, contra el exército de Rebeldes, y sus aliados de quatro grandes potencias, quedando enteramente derrotados, muertos en la Campaña, heridos y prisioneros, diez y seis mil, y apressada toda su Artillería, tren; y bagaje, con un Botín riquíssimo.” Citado por LÓPEZ MEGÍAS F. y ORTIZ LÓPEZ, M. J. De la muy noble, muy leal y felicísima ciudad de Almansa e intrahistoria de la célebre batalla que se libró en su campo en 1707. Con los apéndices: De la Columna del Triunfo. De la Feria. Almansa la Mal Cercada. De la Nieve y de su Pozo. Almansa, Ayuntamiento de Almansa, 1998, pp. 394-414. 62 BOURGOING, J. F. Tableau de l’Espagne moderne par J. FR. Bourgoing. Paris, chez l’Auteur Du Pont Devaux, Regnault, 1792, vol. III, pp. 120-121. 140
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La Guerra de Sucesión Española a través de los relatos de viaje. Testimonios sobre la violencia y sus consecuencias
Los cortesanos eran más cercanos a la parte política del conflicto y por eso sus textos se centraban en ese aspecto. Normalmente conocemos su papel en el conflicto por su correspondencia, pero también existen algunos relatos de viaje y obras sobre el estado del país donde estaban destinados. El primero de los relatos estudiado es el de François d’Harcourt, que describió algunas de las ciudades que conoció en su trayecto. El embajador estuvo en España en fechas demasiado tempranas como para poder observar las consecuencias de la guerra. Jean de Vayrac sí podría haber aportado noticias sobre el estado del patrimonio en su obra sobre España, pero no lo hizo porque utilizó relatos de viajeros anteriores para componer las descripciones de las ciudades españolas. Aporta algunas noticias como la destrucción de Játiva, pero sin describir su situación concreta en ese momento. Entre los relatos estudiados encontramos uno que destaca por su originalidad. Se trata de las memorias de fray Domingo de Conceição. El valor de este relato reside en que el autor vivió los hechos narrados porque estaba acompañando a las tropas, pero al no ser militar muestra interés por otros temas alejados de lo bélico, como las ciudades y su patrimonio. Otro mérito de este texto es su imparcialidad, aunque el autor es claramente partidario del archiduque Carlos no duda en criticar duramente los atropellos cometidos por las tropas de todos los bandos. Conceição nos describe de primera mano el estado de los pueblos y ciudades españolas durante la guerra. Según el autor la mayoría de las ciudades no se vieron seriamente afectadas por el conflicto, pero muchas poblaciones rurales fueron arrasadas por los saqueos. La limitación principal de este texto es que solo se describen los lugares por los que pasaron las tropas portuguesas, y por lo tanto no aporta información sobre una parte importante de la geografía española. El diario de viajes del padre Labat también resulta útil para conocer el estado de las ciudades por las que pasó el religioso francés. Al no participar en la contienda se centra en la descripción del patrimonio y de las costumbres de los lugares visitados. Su descripción de Gibraltar durante el bloqueo de los ingleses es especialmente interesante. La desventaja de este relato es que su autor solo visitó una zona muy concreta del país y por lo tanto no aporta información de otros lugares más afectados por la guerra. Los viajeros que visitaron España en fechas posteriores a la contienda también aportan información relevante. Siguen mostrándose parciales cuando se refieren a la Guerra de Sucesión, cada uno a favor de su nación. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Cuando describen un edificio destruido durante la guerra lo hacen con mucho detalle, incluso Twiss y Baretti exponen el estado exacto en el que se encontraba el alcázar de Toledo cuando ellos lo visitaron. También es interesante la descripción del monumento conmemorativo de la batalla de Almansa, ya que en la actualidad no se conserva. El análisis de distintos tipos de relatos sobre la Guerra de Sucesión nos permite advertir que los militares, causantes directos de la violencia en un conflicto bélico, no hacen referencia a sus consecuencias sobre el patrimonio. En algunas ocasiones sí hablan sobre los daños personales, incluyendo el número de muertos y heridos; pero no suelen tratar sobre las destrucciones ocasionadas en pueblos y ciudades. Los relatos que más información aportan son los autores que viajaron por España durante el conflicto sin ser militares. Los relatos de los viajeros posteriores también son útiles en este sentido, pero al conocer el país bastantes años después de los hechos, no pudieron contemplar los efectos de la guerra que ya habían sido subsanados. Bibliografía Arrollo Vozmediano, Julio Luis, “Francisco de Velasco y los catalanes. Sitio y capitulación de Barcelona. 1705”, Hispania, 74/246, 2014, pp. 69-94. Bacallar y Sanna, Vicente, Comentarios de la guerra de España e historia de su rey Felipe V, El Animoso. Madrid, Atlas, 1957. Disponible en: http://www. cervantesvirtual.com/obra-visor-din/comentarios-de-la-guerra-de-espanae-historia-de-su-rey-felipe-v-el-animoso--0/html/ [consultado el 9 de julio de 2015]. Baretti, Giuseppe, Viaje de Londres a Génova a través de Inglaterra, Portugal, España y Francia. Madrid, Reino de Redonda, 2005. Barreda Fontes, José María; Carretero Zamora, Juan Manuel, “Una fuente inédita sobre la Guerra de Sucesión: Memoria anónima sobre el sitio de Barcelona”, Hispania, 40/146, 1980, pp. 631-668. Barrau Dihigo, Louis, “Journal de mon voyage en Espagne. Le 3e décembre de 1700 jusqu’au 13e avril 1701”, Revue Hispanique, 18, 1908, pp. 248-258. 142
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EL CONFLICTO DE TACNA Y ARICA ENTRE CHILE Y PERÚ: LA VISIÓN DE LA PRENSA ESPAÑOLA (1880-1929) The Conflict of Tacna and Arica between Chile and Peru: the Vision of the Spanish Press (1880-1929) José Julián Soto Lara1 Universidad de Valladolid
[email protected] Resumen: Se examinan, desde la historia cultural de la prensa, las visiones que los diarios y revistas de España construyeron sobre el conflicto de Tacna y Arica (1880-1929) entre Chile y Perú, surgido a consecuencia de la Guerra del Pacífico. Como lo demostró el proceso de recolección de fuentes, la cobertura de la prensa no cesó durante el medio siglo que duró la controversia territorial entre esos países sudamericanos por el dominio de aquella región fronteriza. Lo anterior permite interrogarse –desde la teoría de las representaciones sociales– cuáles fueron las ideas de mayor consistencia que se fabricaron en la prensa para comprender, desde la distancia, el problema de Tacna y Arica así como la política internacional de Chile y Perú relacionada con ese diferendo. Metodológicamente, se utilizan algunas herramientas y procedimientos del análisis de contenido aplicado a la prensa histórica. De ese ejercicio teórico-metodológico se constató un grupo de visiones heterogéneas hacia los objetos de estudio planteados. Las conclusiones enfatizan, en primer lugar, la importancia de la historia cultural de la prensa en la comprensión de las identidades nacionales de Chile y Perú y, en segundo lugar, las marcadas diferencias culturales entre esos mismos países. Palabras clave: historia cultural de la prensa, prensa de España, conflicto de Tacna y Arica, Chile, Perú. 1 Doctorando en Europa y el Mundo Atlántico: poder, cultura y sociedad de la Universidad de Valladolid.
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Abstract: In this paper it is examined, from the cultural history of the press, the different perspectives that Spain newspapers and magazines constructed about the Tacna and Arica conflict (1880-1929) between Chile and Peru emerged as a result of Pacific War. As it was showed by the recollection process of sources, the media coverage was present during the dispute over the domain of that border region between those South American countries, which lasted half century. This allows questioning – from the theory of social representations – which were the principal ideas built by the press so as to understand, from the distance, the Tacna and Arica problem, as well as the Chile and Peru international politic related to that difference. Regarding to methodology, it was decided to use some procedures and tools of the content analysis applied to the history press. From that theoretical and methodological exercise, a group of heterogenic visions toward our study objects was established. The conclusions emphasize, in the first place, the importance of the cultural history of the press in the comprehension of Chile and Peru national identity and, in the second place, the great cultural differences between those same countries. Keywords: Cultural History of the Press, Spanish Press, Conflict of Tacna and Arica, Chile, Peru.
1. Introducción Inaugurar una historiografía compartida entre España, Chile y Perú implica resolver nuevas cuestiones que el estado actual del conocimiento histórico no suministra. Primero, la característica fundamental de este trinomio histórico es su complejidad. A diferencia de las historias compartidas duales, donde los problemas históricos se constituyen sobre dos dimensiones, las interrogantes –como las que desarrollaremos aquí– agregan un ángulo más desde donde mirar el pasado. Segundo, la conexión entre la historia de tres países puede volverse dificultosa cuando uno de éstos se ubica geográficamente a miles de kilómetros de los otros. Este vendría a ser el caso de España, país ubicado en el margen europeo que, pese a eso, logró contactar con Chile y Perú, asentados en el borde occidental americano. Las distancias extremas entre Madrid y Santiago de Chile (10.600 km) y Madrid y Lima (9.100 km), no tienen comparación con los aproximadamente 2.400 km que separan Santiago de Lima. Además, esa cercanía se ve facilitada por un Océano compartido: el Pacífico. 146
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A esas cuestiones se suma el factor del tiempo histórico sobre el cual unificar tres historias que, además, son tres culturas y cosmovisiones diferentes. Lo anterior, supone comprender cómo el largo tiempo de dominio español mediante el Virreinato del Perú y la Capitanía General de Chile, entre los siglos XVI y XIX, posteriormente abrió paso, en el trayecto de este último, a hechos perturbadores, aun cuando las bases idiomáticas, religiosas y jurídicas, entre otras, ya se habían estructurado. Dicho de otra forma, establecer vértices comunes entre España, Chile y Perú en la historia contemporánea presenta el problema de que el estatus de la relación no es ya entre metrópoli y dominios de ultramar, sino más bien entre Estados soberanos. Así las cosas, desde aproximadamente la década del veinte del siglo XIX la obligación de contacto entre España, Chile y Perú no existiría y las relaciones diplomáticas dependerían de las voluntades de las cancillerías en cuestión. Como es sabido, luego de la Guerra entre España y la alianza, inédita, chileno-peruana (1865), las relaciones diplomáticas entrarían en rumbo seguro entre Perú y España desde 1879 y entre Chile y España desde 1883. Esas tesituras son rémoras para la construcción de una historia común. Sin embargo, la situación exige soluciones. Urge preguntarse por cuáles podrían ser los hitos que sinteticen, en la era poscolonial, un pasado compartido entre España, Chile y Perú. A excepción de la guerra de 1865, la que, a juzgar por sus consecuencias, no impactó profundamente en sus participantes, cobra visibilidad la Guerra del Pacífico (1879-1884) y la posguerra (1884-1929), en donde además de los papeles jugados por Bolivia, Argentina, Inglaterra y Estados Unidos, el de España pudo ser trascendental. No obstante esa multiplicidad de actores estatales, nuestro foco se centrará en el rol activo de España, Chile y Perú durante la Guerra del Pacífico y sus consecuencias en la definición fronteriza de esos países, decisión que requiere una explicación. Ese episodio de la historia americana es uno más de la serie de enfrentamientos surgidos en los antiguos dominios españoles una vez que las repúblicas nacientes iniciaron sus construcciones nacionales. El principio del uti possidetis iuris había demarcado las fronteras nacionales que, en el caso puntual de Chile cercaba su territorio, por el norte, en el desierto de Atacama. Hasta allí ningún problema. El enrarecimiento de las relaciones diplomáticas vendría cuando en los márgenes de esa frontera se valoraron los recursos naturales ocultos en el subsuelo. Esa fue la situación del salitre que, como lo han demostrado un conjunto de estudios históricos, desencadenó la movilización militar chilena el 14 de febrero de 1879. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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En España, la prensa siguió de cerca el curso de esos hechos. Los diarios y revistas más representativos de la época informaron y opinaron de lo que sucedía en América entre Chile, Perú y Bolivia, pues en esos países existían negocios y habitantes españoles. Además, esos medios de comunicación asumieron, en ocasiones, paternalismos, valga aquí la paradoja, aludiendo al pasado común que unía a la “madre patria” con sus “hijas” en conflicto. Pasado el tiempo, y finiquitada la guerra bajo los términos de Chile, quedó un aspecto sin resolver que marcaría la agenda diplomática: la soberanía definitiva de las provincias de Tacna y Arica, ubicadas en la frontera chilenoperuana. El Tratado de Paz que dio fin a la guerra apuntó en su artículo número tres que los habitantes de esas ciudades serían convocados diez años después a un plebiscito coordinado por Chile y Perú para preguntarles a qué país querían pertenecer. El plebiscito se dilató más de lo estipulado y nunca se realizó. En ese contexto, las cancillerías de Chile y Perú negociaron el protocolo Billinghurst-Latorre (1898) que puso en manos de la reina regente María Cristina el poder de convocar al plebiscito y zanjar una disputa que mantenía en constante conflicto esa región americana. Aún cuando las razones del fracaso plebiscitario comandado por España no están del todo claras, la historiografía peruana enfatiza que fue la Cámara de Diputados chilena quien, unilateralmente se desentendió del protocolo en 1901. Este proceso también cautivó a la prensa española que, en un contexto de guerra con los Estados Unidos, observaba como su diplomacia no poseía efectividad en sus antiguos dominios y que, a la par, el país del norte, iniciaba su desarrollo hegemónico en el plano ideológico sobre la macro-región americana. Desde allí en adelante, surgieron algunos rumores de la intervención de Alfonso XIII y de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valladolid para concluir los asuntos territoriales pendientes entre las repúblicas sudamericanas, lo que permitió a la industria periodística sofisticar sus discursividades hacia la cuestión de Tacna y Arica y, por extensión, hacia Chile y Perú. Todo esto dio pie a la configuración de algunos rasgos distintivos de esos países que circularon por España, consumiéndolos el público lector y oyente y que, por último, constituyeron “representaciones sociales” explicativas de “realidades” distantes y, a veces, desconocidas. 148
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Dicho lo anterior, desde la historia cultural de la prensa, elaboramos tres interrogantes que guiarán el orden expositivo y argumentativo de esta investigación: primero ¿Qué premisas de la teoría de las “representaciones sociales” facilitan la comprensión de los posicionamientos de la prensa frente a la guerra y posguerra del Pacífico?; segundo ¿Qué aplicaciones de la metodología del análisis de contenido permiten aprovechar las fuentes hemerográficas que tratan sobre esa guerra y posguerra?; y tercero ¿Cuáles son las visiones publicadas más consistentes en relación a Chile y Perú, surgidas a raíz del problema de Tacna y Arica? 2. Aspectos teóricos de la historia cultural de la prensa Frente a las acusaciones entabladas durante los últimos años contra la historiografía cultural, pensamos, por el contrario, que esa línea de investigación no detiene, retrasa, ni confunde la comprensión del pasado. Como se sabe, lo que se juega en esa discusión es la antigua controversia entre el rol histórico de las estructuras versus el de los “agentes”. Esta tensión ha permitido que el estructuralismo no haya dominado completamente el campo científico de la historia, pues ha debido debatir con los intelectuales defensores de la libertad humana y “el carácter imprevisible de los acontecimientos”2. Como suele suceder con estos debates, la victoria de uno u otro bando nunca ha sido completa. Ese panorama epistemológico ha sido resumido por Miguel Cabrera, quien comprendió la subsunción estructural propuesta por los historiadores sociales como el centro de ataque efectuado por los historiadores socioculturales, quienes han atribuido al sujeto un papel activo en “la configuración de la práctica social y lo toman como punto de partida de la indagación histórica”3. Enfocándonos en esa forma de hacer historia, comprendemos por qué desde la época del “giro cultural”, ocurrido en los años setenta, hemos testimoniado una profusión de estudios histórico-culturalistas. Dos décadas después, Antonio Viñao comentaría: “raro es el mes en el que no aparece, con esa rúbrica, algún nuevo libro o artículo”4. Al comienzo del milenio, Peter Burke en el ya clásico ¿Qué es historia cultural? y, por su parte, Justo Cerna y Anaclet Pons en La historia cultural. Autores, obras, lugares, realizaron, a la par 2 Bourdé, G. y Martin, H. Las escuelas históricas. Madrid, Akal, 2004 (2ª edición), p. 211. 3 Cabrera, M. Historia, lenguaje y teoría de la sociedad. Madrid, Ediciones Cátedra (Grupo Anaya S. A.), 2001, p. 34. 4 Viñao Frago, A. “Historia de la educación e historia cultural: posibilidades, problemas, cuestiones”. Revista de Educación, 306, 1995, p. 245. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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de definir los temas y métodos para una historia cultural, un recuento de los numerosos trabajos que unificaron las dimensiones histórico-antropológicas. Una reflexión valiosa fue la realizada por Francisco Moreno, quien acentuó las conexiones entre los giros cultural y lingüístico. Moreno sostuvo que esa confluencia epistémica ha permitido el surgimiento de la historia cultural, la cual enfatiza más en el consumo que en la producción, en “el capital simbólico más que en el capital material y, finalmente más en el código lingüístico que en el contenido mismo de lo transmitido”5. Sin embargo, el subsector de la “historia cultural de la prensa” no ha demostrado similar producción. Formalmente, la “historia cultural de la prensa” se desprende de la “historia cultural de la comunicación”. Esta última, a diferencia de la primera, incluye no sólo diarios y revistas como fuentes, sumando otros medios de comunicación que irían, por ejemplo, desde el habla cotidiano en el espacio público, pasando por la radio y la televisión, hasta el internet o las aplicaciones de mensajería instantánea. En cierto sentido, la lectura de la introducción al libro Metodología de la historia de la comunicación social en Canarias6, colabora en la separación de este aparente cruce de líneas. De su lectura, se infiere una posición distante hacia lo que hemos denominado “historia cultural de la comunicación”. En nuestra interpretación, queda esa sensación al reflexionar sobre lo que su autor denominó los retos metodológicos de la postmodernidad. Allí alude a la “piedra angular” de la nueva historia –una “adjetivación aplicada indiscriminadamente al grueso de las corrientes historiográficas innovadoras”7– que sería la concepción general del imaginario social como motor de las prácticas sociales. Sostiene el profesor Yanes: para esta nueva historia, los individuos aprehenden y conceptualizan la realidad social en la que están inmersos en función del patrón de significados, llamado discurso o metanarrativa, que está vigente en el contexto, con lo cual rechaza que los condicionantes socioeconómicos determinen de manera unívoca la conducta de las personas y explica la diversidad de respuestas que una misma realidad social ha generado en el tiempo y el espacio8. 5 Moreno Fernández, F. “Prólogo Historia, Sociedad y Lengua”. En Barriga, R. y Martin, P., Historia sociolingüística de México, Volumen I, México D. F., El Colegio de México, Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios, 2010, s/p. 6 Yanes, J. Metodología de la historia de la comunicación social en Canarias. La prensa y las fuentes hemerográficas. Tenerife, Ediciones de Baile de Sol, 2005. 7 Yanes, J. Metodología… p. 27. 8 Yanes, J. Metodología… pp. 27-28. 150
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Menos combativa es la postura defendida por Juan Gracia. Éste, seguidor de la historia cultural de los setenta, prefiere denominarla “historia sociocultural”. Así, da cuenta de su desconfianza en lo que llama “determinismo culturalista” centrado sólo en los textos y en sus discursos y representaciones9. De todos modos, como ya se señaló, si bien la historia cultural, así sin más, posee la característica de centrarse en el sujeto, “la historia cultural de la prensa” utiliza como fuentes principales los artefactos creados por esos sujetos en formatos escritos, así como las ideas, opiniones, juicios y cosmovisiones allí registrados. El hecho de no poder acceder de manera racional a las prácticas surgidas de las lecturas de la prensa y establecerse en los dominios de la acción social más evidente no debiese distanciar a los historiadores interesados en la línea cultural de la prensa. Esa situación hace ineludible una cuestión teórica que, en simples términos, se podría plantear así: ¿cuál es la característica fundamental de las fuentes hemerográficas que hace factible su estudio desde la teoría de las “representaciones sociales”? Uno de los nexos entre la historia cultural de la prensa y las “representaciones sociales” se establece en la comprensión de la prensa histórica como artefacto cultural facilitador de la imaginación y de la sofisticación o empobrecimiento de los significados con que se mira la “realidad”, entendiendo el carácter construido y no ontológico de esta última. Eso supone, además, valorar la prensa como un “actor social”10 mediador –en palabras de Mirta Kircher– entre la sociedad civil y el Estado, pues fabrica representaciones del poder en el seno de la sociedad que la enmarca. Esto posibilita un acercamiento atendiendo las “producciones simbólicas, o más bien, […] los discursos en tanto representaciones simbólicas”11. Valgan dos aclaraciones. Primera, cuando remitimos a las “representaciones sociales” construidas por la prensa española, no pensamos tanto en el interés explícito de las editoriales para adosar prejuicios a los hechos políticos relacionados con la cuestión de Tacna y Arica. Por eso cada afirmación del relato histórico que afirma algo similar se sustenta en evidencias empíricas. Segunda, al situarnos en los marcos de las “representaciones sociales” entendemos las dificultades de la existencia 9 Gracia Cárcamo, J. “Historia de la Comunicación: perspectivas metodológicas y teórico historiográficas desde la historia cultural”. Historia Contemporánea, 45, 2013, p. 658. 10 Borrat, H. “El periódico, actor del sistema político”. Anàlisi, 12, 1989, p. 67-80. 11 Kircher, M. “La prensa escrita. Actor social y político, espacio de producción cultural y fuente de información histórica”. Revista de Historia, 19, 2005, p. 117. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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de una realidad objetiva, acercándonos al construccionismo planteado por Peter Berger y Thomas Luckmann. Así, se entiende cómo el sentido cotidiano de la prensa permite trascender algunos imaginarios, puesto que las representaciones no estando activadas en esa dimensión “resultan muertas […] en el comportamiento humano real”12. Para lograr esa situación, el texto y su lenguaje permiten conectar diferentes partes de la “realidad” de la vida cotidiana integrándolas en un todo coherente. Así, mediante el lenguaje se unen territorios y dialogamos “[…] sobre individuos y colectividades con los que de momento no estamos en interacción cara a cara”13. Esta es una de las razones que fundamentan el acercamiento al pasado desde las “representaciones sociales”. La prensa, al construirlas, modela “realidades”, referenciándolas y también filtrándolas. La prensa, además, puede considerarse como uno de los medios de comunicación que crean sentido común –como fue sugerido por Roger Silverstone– quien respecto a esta relación sostiene: “Los medios dependen de él. Lo reproducen, apelan a él, pero también lo explotan y lo representan erróneamente”14, lo que paradójicamente permite a las sociedades situarlas en condición “[…] si realmente lo estamos, de compartir nuestra vida con los otros y distinguirla de ellos”15. Esto guarda relación con la imposibilidad de la mente para reflejar la “realidad” de manera directa, ya que la percepción del mundo está mediada por estereotipos que, para complejizar aún más la situación, son variables “de una cultura a otra”16. Todas estas consideraciones tienen por objeto comprender lo que puede ser el extremo de esta construcción de la “realidad” mediante la prensa, situación comentada por Melvin De Fleur y Sandra Ball-Rokeach al estudiar a Walter Lippmann. Los autores apuntaron: la cuestión más importante de Lippmann era que las representaciones de la prensa eran a menudo espurias en el sentido que confundían o creaban imágenes en nuestras cabezas, distorsionadas o incluso completamente falsas sobre el mundo exterior17. 12 Berger, P. y Luckmann, T. La construcción social de la realidad. Buenos Aires, Talleres gráficos color EFE, 2003 (18ª edición). 13 Berger, P. y Luckmann, T. La construcción… p. 54. 14 Silverstone, R. ¿Por qué estudiar los medios? Buenos Aires, Talleres gráficos EFE, 2004, p. 21. 15 Silverstone, R. ¿Por qué… p. 22. 16 Burke, P. Formas de hacer historia. Madrid, Alianza Editorial, 1993, p. 18. 17 De Fleur, M. y Ball-Rokeach, S. Teorías de la comunicación de masas. Barcelona, Ediciones Paidós Ibérica, S. A., 1993 (5ª edición), p. 336. 152
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A continuación se exponen las definiciones de “representaciones sociales” usadas en este estudio. Se sugieren en un sentido operativo, entendiendo que este no es el espacio para realizar una crítica evaluativa de una teoría social que se remonta al legado durkheimiano, considerando, eso sí, la importancia de “desentrañar lo implícito y lo explícito a partir de las evidencias […] sin llegar al delirio interpretativo”18. Entenderemos por representación(es) social(es): • “Una visión funcional del mundo que permite al individuo o al grupo conferir sentido a las conductas y entender la realidad mediante su propio sistema de referencias”19. • “Sistemas cognitivos en los que es posible reconocer la presencia de estereotipos, opiniones, valores y normas que suelen tener una orientación actitudinal positiva o negativa”20. • “Una imagen estructurada, cognitiva, afectiva, evaluativa y operativa, metafórica o icónica de fenómenos socialmente relevantes”21. • “Son programas de percepción, construcciones con estatus de teoría ingenua, que sirven de guía para la acción e instrumento de lectura de la realidad; sistemas de significaciones que permiten interpretar el curso de los acontecimientos y las relaciones sociales; que expresan la relación que los individuos y los grupos mantienen con el mundo y los otros, que son forjadas en la interacción y el contacto con los discursos que circulan en el espacio público; que están inscritas en el lenguaje y las prácticas; y que funcionan como un lenguaje en razón de su función simbólica y de los marcos que proporcionan para codificar y categorizar lo que compone el universo de la vida”22. • “Permiten la comunicación al proveer un código para el intercambio social y un código para nombrar y clasificar los diversos aspectos 18 Corvalán, F. “50 años de representaciones sociales y psicología: campo Psy, bifurcaciones y desafíos”. Estudos Contemporaneos da subjetividade, 1/3, 2013, p. 125. 19 Abric, J. C. Prácticas sociales y representaciones. México, Ediciones Coyoacán, 2001, p. 13. 20 Araya, S. “Las representaciones sociales: ejes teóricos para su discusión”. Cuadernos de ciencias sociales, 127, 2002, p. 11. 21 Wagner, W y Hayes, N. El discurso de lo cotidiano y el sentido común. La teoría de las representaciones sociales. Barcelona, Anthropos Editorial, 2011, p. 69. 22 Jodelet, D. y Guerrero, A. Develando la cultura. Estudios en representaciones sociales. México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2000, p. 10. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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del mundo y de la historia individual y grupal […]. Se arraigan en la cultura, entendida como una construcción social, es decir, como patrones estructurados de significados sucesivamente legitimados por las diversas formas de relaciones y prácticas sociales”23. 3. Fuentes y metodología En un trabajo anterior discutimos las ventajas y desventajas que supone el uso de fuentes hemerográficas españolas relacionadas con la cuestión de Tacna y Arica24. En esa ocasión constatamos su validez histórica, en la medida de que las casi quinientas noticias analizadas poseían un carácter informativo o de opinión. De esa forma podíamos acercarnos al pensamiento político de España de fines del siglo XIX, puesto que la lectura de la prensa revelaba posiciones ideológicas relacionadas con el mundo exterior. Ahora, cuando decidimos utilizar esa noción –mundo exterior– lo hacemos comprendiendo que lo sucedido durante la Guerra del Pacífico y sus consecuencias, puntualmente el conflicto de Tacna y Arica, se enmarcan en una región periférica de España. Pero, esa distancia e inexistencia de un vínculo soberano es particular, puesto que a diferencia de otros sucesos mundiales publicados, los territorios americanos habían compartido una historia durante siglos. Aquello debía impulsar actitudes periodísticas favorables a la expresión emotiva. La amplitud temporal de esta investigación reconfiguró la base de datos anterior. En estricto rigor, el número de noticias recolectadas ascendió a 2739. El incremento de las “unidades de análisis de base no gramatical”25 (en adelante UABNG) –acrónimo enfocado en las ideas o temas más que en los semas– exigió una serie de pasos para controlar la muestra, graficada a continuación. Esa información es válida porque permite ubicarnos temporalmente para examinar las noticias en diversas coyunturas. En investigaciones pasadas constatamos la posición antichilena de la prensa en el contexto de la campaña de Tacna y Arica, donde ambas ciudades peruanas fueron conquistadas por el ejército chileno26. Así como 23 Banchs, M., Agudo, Á.; Astorga, L. “Imaginarios, representaciones y memoria social”. En Arruda, A. y De Alba, M., Espacios imaginarios y representaciones sociales. Aportes desde Latinoamérica, Barcelona, Anthropos Editorial, 2007, p. 64. 24 Soto, J. J. “La prensa española como fuente histórica para el problema de Tacna y Arica (18801901): heurística y método”. Tordesillas Revista de Investigación Multidisciplinar, 7, 2014, pp. 25-42. 25 Duverger, M. Métodos de las ciencias sociales. Barcelona, Ariel D. L., 1996. 26 Soto, J. J. “La campaña de Tacna y Arica en la prensa española”. Tordesillas Revista de Investigación Multidisciplinar, 9, 2015, pp. 55-73. 154
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también el proceso de la posguerra, caracterizado por las dificultades de las cancillerías de Chile y Perú para resolver el destino soberano aquéllas27, panorama profundizado en un estudio limitado por la participación de España en la coordinación del arbitraje para solucionar el diferendo en que nos centramos28. Con posterioridad a ese fallido intento de arbitraje, Tacna y Arica intentarán ser transformadas en su etos hacia Chile quien ideó una política de “chilenización”, inspeccionada en el siguiente apartado, considerando la imposibilidad de discutir por completo el medio siglo de conflicto y publicaciones periodísticas. 400 350 300 250 200 150 100 50
1880 1881 1882 1883 1884 1885 1886 1887 1888 1889 1890 1891 1892 1893 1894 1895 1896 1897 1898 1899 1900 1901 1902 1903 1904 1905 1906 1907 1908 1909 1910 1911 1912 1913 1914 1915 1916 1917 1918 1919 1920 1921 1922 1923 1924 1925 1926 1927 1928 1929
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Gráfico 1: Cantidad de UABNG desde 1880 hasta 1929. Fuente: Elaboración propia
Un hecho relevante es que las informaciones del conflicto de Tacna y Arica usadas por la prensa, la mayoría de veces, se obtuvo de agencias de noticias. Como la distancia impedía mantener reporteros en la región, se usó información de otros países para construir las “representaciones sociales” del problema chileno-peruano. Algunas noticias fueron reeditadas en España. De todos modos, un 36,5 % del total de las UABNG no explicita el lugar de los sucesos. El resto posee una ubicación exacta que, ordenada de mayor a menor, sigue así: Chile, Perú, Estados Unidos y otros países. Puntualmente, se trata de informaciones de Santiago, Lima y Washington. El gráfico nº 2 demuestra esa situación y el gráfico nº 3 exhibe la cantidad de noticias enfocadas estrictamente en Tacna y Arica como lugar de los hechos. Tal situación supone una estratificación de las “representaciones sociales” 27 Soto, J. J. “El arbitraje de España de 1898 en la cuestión de Tacna y Arica: estado del arte y perspectivas heurísticas”. Realidades y perspectivas de jóvenes investigadores. Nuevas fronteras de investigación, 7, 2015, pp. 145-172. 28 Soto, J. J. “La guerra y posguerra del Pacífico en la prensa de España: Desde las ‘Conferencias de Arica’ hasta el arbitraje de María Cristina (1880-1901)”. En Giménez Chornet, Vicent y Colomer Viadel, Antonio, I Congreso Internacional América-Europa, EuropaAmérica. Valencia, Editorial Universitat Politècnica de València, 2015, pp. 249-270. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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que hunde en los estratos más bajos los hechos acontecidos en Tacna o Arica y, por el contrario, conforme se asciende en el perfil, otras ciudades informan de lo sucedido en la frontera chileno-peruana.
Gráfico 2: Países de referencia para informar sobre Tacna y Arica. Fuente: Elaboración propia Gráfico 3: UABNG centradas en Tacna y Arica para informar sobre Tacna y Arica. Fuente: Elaboración propia
El conocimiento de las fuentes permite definir los aspectos técnicos del análisis de contenido, los que guardan relación directa con la interrogante planteada en la introducción, cuestionándonos por las “representaciones sociales” que la prensa española configuró a raíz de la cuestión de Tacna y Arica durante los años 1880 y 1929. Esa interrogante es válida sólo considerando a la prensa como un soporte de un texto constructor y comunicador de una serie de “representaciones sociales”. El lenguaje del texto, como lo ha subrayado Klaus Krippendorff29, argumenta sistemáticamente un discurso sobre una porción de la “realidad” que en este caso sería la problemática territorial de la frontera explicitada. La relevancia de la pregunta que orienta la investigación y el análisis del contenido conducen a observar los datos históricos “como piezas de información apropiadas para el estudio de determinados problemas”30. Este análisis de contenido se caracteriza por su talante “no reactivo”, pues analiza la comunicación históricamente y extrayéndola de su soporte material. Aún cuando la interpretación del investigador siempre distorsiona
29 Krippendorff, K. Metodología de análisis de contenido. Teoría y práctica. Barcelona, Ediciones Paidós Ibérica S. A., 1990. 30 Floud, R. Métodos cuantitativos para historiadores. Madrid, Alianza Editorial, 1973. 156
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sus objetos, aquí nos enfocamos en palabras, significados y temas31. Por eso hemos tomado distancia metodológica de los análisis de contenido que valoran la “objetividad” positivista y que enfatizan los usos estadísticos32. Por el contrario, aquí practicamos un análisis catalogado de “etnográfico”, inclinándonos por la “comprensión de los significados latentes [verificando] relaciones teóricas”33. Este procedimiento también ha sido comprendido como un análisis de contenido “lógico-estético”34 centrado en las expresiones del emisor que lo diferencia de otros discursos paralelos. De todas formas no hemos prescindido de algunas técnicas matemáticas. En fin, asumimos, como lo señaló Teun Van Dijk para los medios de comunicación, que la prensa no es “un mediador neutral, lógico o racional de los acontecimientos sociales, sino que ayudan a reproducir ideologías reformuladas”35. Ese objetivo trasciende las disputas entre los enfoques cuantitativos y cualitativos. Por último, una etapa fundamental del análisis de contenido a la prensa consiste en crear categorías que establezcan claramente su posición respecto al problema de Tacna y Arica y a los países en conflicto. Para eso se deben considerar algunas cualidades de las “buenas categorías”36. Entre éstas –según Laurence Bardin– se encuentran: la exclusión mutua entre cada elemento considerado; la homogeneidad entre los elementos; la pertinencia, la cual permite que las fuentes respondan al cuadro teórico escogido; y, finalmente la productividad, que permite aumentar las inferencias y la creación de hipótesis nuevas. Esta consideración metodológica permite entender lo trasmitido por la prensa alcanzando así la “comprensión de los datos lingüísticos [para] extraer inferencias sobre esa base”37. Los resultados de este proceso harán hincapié en las “ideas principales” de las UABNG, considerando el poder que éstas tienen sobre las “ideas secundarias” de la prensa, lo que, en líneas generales, sostiene la “hipótesis de la accesibilidad representacional” de Mckoon38. 31 Cea, M. Fundamentos y aplicaciones en metodología cuantitativa. Madrid, Editorial Síntesis, 2012. 32 Hernández, R., Fernández, C. y Baptista, M. Metodología de la investigación. México D. F., Mc Graw Hill, 2010 (5ª edición). 33 Cea, M. Fundamentos y aplicaciones… p. 174. 34 Colle, R. El análisis de contenido de las comunicaciones. 2. Técnicas de análisis. Tenerife, Drago Andocopias S. L., 2011, p. 7. 35 Van Dijk, T. La noticia como discurso. Comprensión, estructura y producción de la información. Barcelona, Ediciones Paidós Ibérica, 1990. 36 Bardin, L. El análisis de contenido. Madrid, Ediciones Akal S. A., 2002 (3ª edición), p. 92. 37 Krippendorff, K. Metodología… p. 62. 38 Pinto, M. y Gálvez, C. Análisis documental de contenido. Procesamiento de información. Madrid, Editorial Síntesis S. A., 1996. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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4. La chilenización de Tacna y Arica en la prensa de España La Guerra del Pacífico, iniciada en 1879, enfrentó a Chile contra la alianza militar de Perú y Bolivia. Las diversas campañas desplegadas en el margen occidental sudamericano vieron triunfar a las tropas chilenas. En mayo de 1880, el ejército boliviano, derrotado en Tacna, abandonó el campo de batalla; días después en Arica se libraría el “Asalto y Toma del Morro de Arica” que sellaría el dominio chileno en esas provincias. Tiempo después, el ejército de ese país ocuparía Lima, que resistió hasta 1883, cuando firmó el Tratado de Ancón, donde quedó establecida la sesión de Tacna y Arica por una década. Supuestamente, en 1894 se realizaría allí una votación donde sus habitantes resolverían en las urnas el país al cual deseaban pertenecer. Como lo anterior no pudo efectuarse, en 1898 se firmó entre Chile y Perú el protocolo Billinghurst-Latorre cediendo a la reina regente de España, María Cristina, la coordinación del plebiscito. No obstante, en 1901 la participación española fue desechada por Chile, quien inició un plan de “chilenización” para transformar las bases materiales, como por ejemplo la modernización sanitaria39, y espirituales, con un centralizado aparato educacional de Tacna y Arica. De esa forma, el paso del siglo XIX al XX atestiguó la ruptura de las frágiles vigas que sostuvieron el protocolo y el arbitraje español. Chile comenzaba de manera abrupta a construir “chilenidad” con el fin de que, cuando la diplomacia se pusiese de acuerdo a realizar seriamente el plebiscito, las gentes votaran por ese país. Perú, una vez más, se resentía en su política interna debido a las fuertes crisis del poder ejecutivo. Esto favoreció el diagnóstico de “enfermedad endémica” elaborado por la prensa. Se valoró como desfavorable esa situación causada por los caudillos peruanos de siempre, mientras que Chile procuraba “chilenizar los territorios cautivos de Tacna y Arica […] fundando en ellos numerosas escuelas desempeñadas por profesores chilenos”40. Otros diarios informaron cómo Chile, conocido el fracaso del arbitraje, quiso terminar el problema internacional con una decisión unilateral. Como rezaba su escudo nacional, “por la razón o la fuerza”, se volcó hacia los tacno-ariqueños a objeto de “chilenizarlos completamente 39 Chávez, P. y Soto, J. J. “Padecimientos y enfermedades en el puerto insalubre: relación entre el conocimiento médico sanitario y las representaciones sociales sobre la muerte en Arica (1880-1930)”. Revista de historia social y de las mentalidades, 1/18, 2014, pp. 109-135. 40 La España Moderna, “Revista Hispanoamericana”, 1 de marzo de 1900, p. 150. 158
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para poder obtener en caso necesario un plebiscito favorable”41. Ejemplos claros de esa política anexionista fueron el establecimiento de un Tribunal Superior en Tacna, el cierre de todas las escuelas peruanas y la prohibición de celebrar “el aniversario de la independencia del Perú, que es la nación a que de derecho pertenece”42. Esa “chilenización” usó métodos de violencia simbólica actuando en los espacios de “la administración pública [y] el régimen de enseñanza”43, que en el futuro derivarían en épocas marcadas por la extrema violencia física de base nacionalista44. La “chilenización” fue enjuiciada en la prensa mundial. Un caso concreto fue en la de Buenos Aires. Las ideas de la prensa argentina peruanófila fueron reproducidas por diarios españoles, dejando constancia de cómo el viejo plan de la “chilenización” se estaba realizando sin admitir otras soluciones45. Lo anterior demostraba que Chile no cumplía sus compromisos internacionales, pues había prometido que “durante los diez años de esta hipoteca, nada se movería en Tacna y Arica por las autoridades chilenas, y se respetaría el sentimiento nacional”46. Otro aspecto de la “chilenización” fue la militarización de la zona, asentando allí un contingente militar importante y destinando fondos estatales para su fortificación47. Un ejemplo de eso fue el envío de 30.000 rifles Mannlicher realizado por la comisión Körner y adquiridos en Alemania. En tal sentido, la ciudad de Arica comenzó a considerarse como el centinela de la frontera. De puerto comercial peruano se transformó en “ciudad militar”48 chilena. Varios diarios enfatizaron el hecho de que esa zona se estaba chilenizando cada día más. 41 La Nación Militar, “Los militares de América”, 8 de abril de 1900, p. 539. 42 El Nuevo Régimen, “Tacna y Arica”, 13 de octubre de 1900, p. 1; La Época, “Las cuestiones territoriales en las repúblicas sudamericanas”, 15 de octubre de 1900, p. 1; Ilustración Artística, “Revista hispano-americana”, 15 de julio de 1901, p. 2. 43 La España Moderna, “Revista Hispanoamericana”, 1 de noviembre de 1900, p. 169. 44 Soto, J. J.; Pizarro, E. “A este cholo hay que matarlo como a un perro: violencia nacionalista y justicia en Arica durante los preparativos del plebiscito entre Chile y Perú (1925-1926)”. En Díaz, A.; Galdames, L. y Ruz, R., Tiempos violentos. Fragmentos de historia social en Arica, Arica, Ediciones de la Universidad de Tarapacá, 2014. 45 La Nación Militar, “Ecos militares de América”, 3 de junio de 1900, p. 600. 46 La España Moderna, “Revista española y americana”, 1 de julio de 1900, p. 126. 47 Soto, J. J. “Cara y cruz en la militarización de la nueva frontera norte de Chile: el caso de Arica en el inicio del siglo XX”. En Viñas, Á. y Puell de la Villa, F., La historia militar hoy: investigaciones y tendencias, Madrid, Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado, UNED, 2015. 48 El Correo Militar, “El país chileno”, 14 de diciembre de 1900, p. 2. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Una síntesis de las medidas para “chilenizar” Tacna y Arica fueron escritas del siguiente modo: Entretanto lleva a cabo la chilenización de Tacna y Arica, donde ha reforzado su ejército de ocupación y suprimido las Escuelas peruanas, sometiendo la organización eclesiástica de las mismas, antes dependientes de los obispos peruanos, a la silla episcopal de Chile. Todas esas medidas revelan la firme voluntad de transformar la ocupación de ambas provincias en anexión definitiva, sin ejecutar la cláusula del plebiscito establecido por el tratado de Ancón, que puso fin a la guerra con el Perú49.
En el mismo tono una revista de comienzos de 1901 dedicó un extenso reportaje a la “chilenización” de Tacna y Arica opinando sobre: las medidas tomadas por el gobierno chileno para lograr este fin, trasladando a Tacna la Corte o Tribunal de Iquique y conversión de aquella ciudad en cabeza de una zona militar. Búscase [sic] con esto la manera de convencer a los habitantes de aquellos territorios, de que su prosperidad y bienestar esté más bien vinculados a la soberanía de Chile sobre estas provincias que a la del Perú, para que decidan por aquella50.
5. Conclusión La Guerra del Pacífico (1879-1884), su desarrollo y las consecuencias políticas más importantes a largo plazo, es un hecho histórico centrípeto y fundamental para elaborar una historiografía compartida entre España, Chile y Perú. Esto significa que la circulación de conocimientos sobre esos países en la época del cambio de siglo XIX-XX es posible como objeto de estudio siempre y cuando existan fuentes históricas que permitan la constatación o abandono de las hipótesis iniciales. La riqueza de esta perspectiva histórica no se restringe de ningún modo a la triada aquí expuesta. De manera que los americanistas españoles que investigan la época contemporánea podrían realizar combinaciones entre los diversos países del nuevo continente problematizando en las coyunturas unificadoras y que, en última instancia, propenden a la comprensión del conjunto más que a lo particular, como lo hemos planteado en este estudio. 49 La Época, “Cuestiones territoriales en las repúblicas sudamericanas”, 14 de octubre de 1900, p. 2. 50 La España Moderna, “Chilenización de Tacna y Arica”, 1 de marzo de 1901, p. 148. 160
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El reconocimiento de la factibilidad científica para realizar una historia compartida hispano-chileno-peruana revela el problema acerca del enfoque con que aproximarnos al pasado. Entre las diversas líneas consagradas de la historia y aquellas que han sido tildadas de “modas” como, por ejemplo, la historia cultural, consideramos que la “historia cultura de la prensa” es una corriente intelectual que favorece, sobre todo, la comprensión de las formas de pensamiento de España sobre sus antiguos dominios ultramarinos. En ese sentido, las valoraciones de la prensa, los juicios, prejuicios y estereotipos periodísticos realizados en torno a la cuestión de Tacna y Arica, hacen adecuada la discusión del problema histórico-cultural desde la teoría de las “representaciones sociales”. Ésta, con aproximadamente medio siglo de existencia, ha continuado fortaleciendo sus ideas matrices y, mediante estudios de corte histórico y empíricos como éste, evalúa críticamente su fortaleza explicativa. Esa constatación permitió establecer el análisis de contenido, en tanto metodología, para estudiar la comunicación, como un modo apropiado de extraer las “representaciones sociales” existentes en la prensa española. Las demandas metodológicas actuales por comprender el cómo se construye el relato histórico exigen evidenciar los procesos reflexivos y prácticos de los investigadores. Como se expuso en el estudio, cuando se trata de una “historia cultural de la prensa” interesa llegar al plano de las ideas, por lo que el sello de nuestro análisis fue “etnográfico” y no estadístico, no obstante que la mixtura de ambos nunca podría ensombrecer el conocimiento de una historia compartida. De la cantidad de noticias recopiladas para construir la muestra, como lo explicitamos en su momento, escogimos una etapa concreta del largo tiempo transcurrido entre 1880 y 1929. Puntualmente, nos centramos en la etapa posterior al fracaso arbitral de España para solucionar los problemas territoriales surgidos a consecuencia del Tratado de Paz firmado entre Chile y Perú al finalizar la Guerra del Pacífico. Fruto del análisis de contenidos constatamos la tendencia de la prensa española, iniciada en épocas anteriores, caracterizada por la reprobación de la actuación chilena respecto a la cuestión de Tacna y Arica. Si bien en los círculos políticos de Chile el avance del Estado sobre la frontera norte se entendió como el motor de la modernización, la “chilenización” –nombre con que se conoció en occidente a esa cruzada nacionalista– fue motivo de duras críticas en la prensa de España. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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“A little narrative of my tyrannical sufferings”: Testimonios de la represión Leveller en la década de 1640 ‘A Little Narrative of my Tyrannical Sufferings’: Written Testimonies of Leveller’s Repression in the 1640s Tania Robles Ballesteros1 Universidad Complutense de Madrid
[email protected] Resumen: El movimiento leveller, surgido durante la Revolución Inglesa, fue pionero en Europa en la reivindicación de derechos políticos y sociales para amplias mayorías excluidas del sistema político inglés del siglo XVII. Como consecuencia de su activismo y de las medidas revolucionarias que propugnaban, muchos integrantes del movimiento, en especial sus líderes, sufrieron una dura represión que los llevó a prisión donde, en muchos casos, fueron torturados. El presente artículo tiene por objeto analizar los principales textos producidos por los más significativos levellers: John Lilburne y Richard Overton junto con sus respectivas esposas; Elizabeth y Mary, para conocer las formas de represión política en la Inglaterra del siglo XVII y cómo ésta era utilizada por los principales afectados con fines políticos así como para crear un estado de opinión y una movilización social sin precedentes, liderada fundamentalmente por mujeres, favorable a su causa. Palabras clave: levellers, mujeres, Guerra Civil Inglesa, represión, panfletos, peticiones. Abstract: The leveller movement, whose appearance during the English Revolution was pioneer in Europe in relation to the vindication of political and social rights for a wide number of population which had been excluded for a long time from the 17th century English political system. As a consequence of their activism and the revolutionary measures they enhanced, many of them, and especially their leaders, suffered a heavy repression which lead them to prison where, sometimes, were tortured. The aim of this article is to analise the main writings by the most significant levellers; John Lilburne and Richard Overton and both respectives wives: Elizabeth and Mary in order to get acquaintance of the political repression in 17th century England and the way in which it was used by the victims with political ends to create a state of opinion and demonstrations driven mostly by women. Keywords: Levellers, Women, English Civil War, Repression, Pamphlets, Petitions. 1 Esta investigación se ha llevado a cabo gracias a la convocatoria de becas FPU 2012 y al proyecto de Investigación financiado por el MINECO Mujer, liberalismo y espacio público en perspectiva comparada (HAR2011-26344).
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1. Introducción Las tensiones existentes entre el Parlamento y el rey Carlos I Estuardo desembocaron en un conflicto bélico que polarizó la vida de los ingleses de mediados del siglo XVII propiciando que prácticamente todos los segmentos de población tomaran partido por uno u otro bando. La guerra tuvo innumerables consecuencias, fundamentalmente en los ámbitos político y económico, pero sus efectos se dejaron sentir también en otras áreas tales como los modelos de relación social entre los distintos estamentos y entre los sexos, o las vías utilizadas para expresar las protestas y reivindicaciones políticas2. Esta nueva forma de participación política por parte de la población mostraba una serie de novedades, caso de la utilización de los panfletos de contenido político para difundir ideología y reclamar libertades3, aprovechando la abolición de la censura; caso también de la participación activa y organizada de las mujeres reivindicando derechos civiles4. 2 Sobre la Revolución Inglesa hay una ingente producción bibliográfica. Merece la pena destacar las ya clásicas obras de HILL, C. El siglo de la Revolución 1603–1714. Madrid, Editorial Ayuso, 1972; La revolución inglesa. Barcelona, Editorial Anagrama, 1977; Los orígenes intelectuales de la Revolución Inglesa. Barcelona, Editorial Crítica, 1980; El mundo trastornado. El ideario popular extremista en la revolución inglesa del siglo XVII. Madrid, Siglo XXI Editores, 1983. Resultan asimismo de gran interés para conocer la situación previa al conflicto el volumen editado por COWARD, B. (ed.) A companion to Stuart Britain. Oxford, Blackwell Publishing, 2003 y el de KEEBLE, N. H. (ed). The Cambridge companion to writing of the English Revolution. Cambridge, Cambridge University Press, 2001. 3 Vid. ZARET, D. “Petitions and the “invention” of public opinion in the English Revolution”. American Journal of Sociology, 101/6, 1996, pp. 1497-1555. 4 Para profundizar en el conocimiento de la participación de la mujer en el proceso revolucionario destacan las obras de ACHINSTEIN, S. “Women on top in the Pamphlet literature of the English revolution”. Women’ studies. An intedisciplinary Journal, 1-2, 1994, pp. 131-164; CAPEL MARTÍNEZ, R. M. “Mujeres y Espacio público en Inglaterra 1640-1660”. En Capel Martínez, R. M. (ed.), Presencia y visibilidad de las mujeres: recuperando historia, Madrid, Abada, 2013, pp. 17-75; CRAWFORD, P. “The poorest she: women and citizenship in early modern England”. En Mendle, M. (ed.), The Putney debates of 1647. The army, the Levellers and the English State, Cambridge, Cambridge University Press, 2001, pp. 197-218; HUGHES, A. Gender and the English Revolution. London, Routledge, 2012; LEE, P. A. “Mistress Stagg’s petitions in February 1642”. Historian, 60/2, 1998, pp. 241-256; M’ARTHUR, E. A. “Women petitioners and the Long Parliament”. The Engish Historical Review, 24/96, 1909, pp. 698-709; MCENTEE, A. M. “The [un]civil-sisterhood of Oranges and Lemons: female petitioners and demonstrators, 1642-53”. En Holstun, J. (ed.), Pamphlet wars. Prose in the English revolution, London, Frank Cass, 1992, pp. 92-111; NEVITT, M. Women and the Pamphlet culture of Revolutionary England, 1640-1660. Aldershot, Ashgate, 2006. 168
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Los rápidos cambios que se estaban produciendo en todos los órdenes y los constantes disturbios en las principales ciudades inglesas, fundamentalmente en el sur del país, propiciaron el surgimiento de una serie de grupos de carácter radical que reclamaban mejoras políticas, económicas, sociales y legislativas. Entre éstos destacaron especialmente los levellers. La sólida organización con que contaban, la magnífica estrategia de difusión de su ideología gracias a la impresión de panfletos y peticiones, junto con el contenido de su discurso propiciaron que gran parte de la población urbana abrazara su causa, lo que generó una dura represión por parte del Parlamento primero, y, posteriormente por Cromwell. A lo largo de estas páginas mi objetivo es dar a conocer los testimonios escritos por los leveller sobre la represión que vivieron a lo largo de la década de 1640, para mostrar cómo la narración de estos sufrimientos era empleada como una forma de propaganda política y de movilización de la población. Para ello analizaré el discurso de los más destacados autores levellers: Elizabeth y John Lilburne y Richard y Mary Overton. 2. Breve Historia del movimiento Leveller 2.1 Características de la ideología leveller Los levellers fueron un movimiento surgido fundamentalmente en el seno del New Model Army cuyo nombre proviene de la denominación otorgada por sus oponentes como consecuencia de su ideología5, puesto que pretendían nivelar las distinciones sociales y el derecho de propiedad en que se basaba la sociedad estamental, aunque está documentado que dicho término había sido utilizado con anterioridad. El movimiento fue breve, apenas tres años6, habiendo desaparecido totalmente para los tiempos de la Restauración. El pensamiento leveller tiene dos fuentes principales: por un lado el calvinismo, por otro, las ideas sobre la ley natural en las que se encuadran sus postulados sobre la soberanía, el ejercicio y cumplimiento de las leyes, y la representación parlamentaria. Sin embargo, “tales postulados no eran patrimonio exclusivo del grupo nivelador, sino que otras figuras políticas y 5 AYLMER, G. E. (ed.) The Levellers in the English Revolution. Ithaca, Cornell University Press, 1975, p. 22. 6 FRANK, J. The levellers. A history of the writings of three senventeenth century social democrats: John Lilburne, Richard Overton, William Walwyn. Cambridge, Harvard University Press, 1955, p. 2. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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escritores del momento también defendieron gran parte de sus premisas”7, como John Milton (1608-1674), Henry Parker (1604-1652) y Henry Vane (1613-1662). En lo que respecta a la ley natural su postura era bastante ambivalente, ya que a la vez que reclamaban los plenos derechos que concedían tanto la Magna Carta como otros estatutos, sostenían el mito del Norman Yoke (yugo normando)8, es decir, creían en las libertades primigenias de la nación inglesa que había sido conquistada y oprimida por los normandos. Por ello contemplaban la evolución histórica del país y las consiguientes leyes promulgadas como la historia de la esclavitud del pueblo inglés por parte de los monarcas y la aristocracia. Esta consideración tendría especial importancia a la hora de definir el papel y la significación de la Cámara de los Lores. La consideración de la ley natural en el movimiento leveller entronca directamente con los pensadores renacentistas9, quienes a su vez la tomaron de los estoicos de la Antigua Grecia y Roma10. La interpretación de los levellers de la ley natural suponía la igualdad y libertad de los individuos por nacimiento11. Los ingleses libres12 cedían su soberanía a la Cámara de los 7 CUEVA FERNÁNDEZ, R. “Los agreements of the people y los levellers: la lucha por un nuevo modelo político en la Inglaterra de mediados del siglo XVII”. Historia constitucional (revista electrónica), 9, 2008, p. 3. 8 “Yet at the same time they subscribed to the historical myth of the Norman Yoke. They believed the native English to have been oppressed by their Norman conquerors, and saw all laws were since 1066 as having been largely the work of the enslaving monarchs and their military cum-aristocratic supporters.” CUEVA FERNÁNDEZ, R. “Los agreements of…” p. 15. 9 “Milton, Harrington, Sidney, and their contemporaries are rightly presented as taking up their pens in the midst of new circumstances and new possibilities for citizenship in the heady years of the 1650s. But they are seen also as being part –a very important one, admittedly- of a longer tradition, and dealing in a mode of discourse, a political vocabulary going back to Elizabethan writers like John Barston whose treatise Safegarde of Societie was published in 1576”. RICHARDSON, R. C. “Political Thinking in Early Modern England”. Clio, 26/3, 1997, pp. 367–374, p. 368. 10 FRANK, J. The levellers. A… p. 6. 11 AMADEO, J. “La cuestión democrática en el siglo XVII: soberanía popular, derechos y sufragio en el pensamiento Leveller”. Tiempos Modernos, 20, 2010, pp. 1–33, p. 3. 12 “The usual context for the expression was not free-born Englishman, but free-born subejct. The phrase free-born subejct was the correlate of the standard parliamentarian issue, for example, in the debates leading up to the Petition of Right. Indeed, even more radical pamphleteers did not completely abandon this vocabulary - which makes it very 170
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Comunes en aras de la conservación de la paz, la seguridad y la convivencia, pero podían recuperarla ya que todo el poder emanaba del pueblo. De aquí justamente surge la idea de una nación soberana que podía pedir cuentas (accountability) a los gobernantes y, en caso necesario, arrebatarles el poder que les había sido concedido13. En esta concepción, por razones obvias, habrá de jugar un papel extremadamente importante la cuestión del sufragio. Rechazaban la existencia y legitimidad de la Cámara de los Lores por no haber sido elegida14 y por estar vinculados sus miembros con la conquista normanda15. El papel de la monarquía quedaba también en entredicho, ya que el soberano debía estar sometido a las decisiones de los ingleses libres que se expresaban a través de su Parlamento16. El otro puntal del pensamiento leveller era la cuestión religiosa; una de sus principales reclamaciones. Inclinados todos ellos al calvinismo, en un primer momento tenían ideas basadas en la predestinación17. Esta vinculación calvinista sería crucial porque ayudaría a definir su conservadurismo social y sus reclamaciones de igualitarismo18. Sin embargo, muchos de los líderes levellers, entre ellos Lilburne, acabarían abrazando el cuaquerismo, comunidad religiosa fundada por George Fox y ampliamente perseguida. “Sus bases programáticas se sustentaban en una reanimación popular del sentimiento notable how far Lilburne himself did abandon it, and in January 1645, in a hint of things to come, he referred to freeborne English Subjects. By the summer of 1645, however, he seems to have found his own language which avoided the Word subejct altogether, relating it with the notion of the free-born Englishmen. Lilburne created a consistent language in which subjects became Englishmen. [...] The transformation of subjects into citizens is marked by the appearance of the term Englishman as much as by the disappearance of the Word subject”. FOXLEY, R. The levellers. Radical… pp. 93-98. 13 FOXLEY, R. The levellers. Radical… p. 69. 14 FOXLEY, R. The levellers. Radical… p. 38. 15 “Consequently, the Leveller texts used all the possible lines of argument against them, sometimes invoking Norman Yoke notions of them as conquerors and usurpers and of their role in the hierarchy of society and landholding, but also often in the same texts, making an argument about their arbitrary power, not founded in consent, which rendered the people slaves”. FOXLEY, R. The levellers. Radical… pp. 38, 39. 16 “What is now called the Separation of Powers was first proposed by John Lilburne in his Earnest petition of 1648. Half a century later, the whigs took up his proposal, but the Commons voted it down.” LOADES, D. The levellers. Oxford, The davenant Press, 2002, p. 15. 17 GREGG, P. Free-born John, a biography of John Lilburne. Phoenix, Phoenix Press, 2000, p. 12. 18 FRANK, J. The levellers. A… pp. 3, 4. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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religioso, pródiga en manifestaciones estridentes que hizo conversos por millares entre la gente del pueblo”. Los cuáqueros guiaban sus vidas por la luz interior que existe dentro de todo hombre y mujer y estas reglas eran transmitidas dentro del ámbito familiar de padres a hijos. Buscaban además “el mantenimiento de la virtud cristiana en el mundo de los negocios, y el hacerlo sin simulación ni hipocresía, fue la gran enseñanza de esas gentes extraordinarias”19. 2.2 Guerras de papel: del inicio del conflicto bélico a los debates de Putney La aparición del movimiento leveller en la Inglaterra de la Guerra Civil es difícilmente comprensible si no se presta atención al periodo prerrevolucionario y, muy especialmente, a la situación de los militares tras la finalización del conflicto. Un buen número de puestos relevantes en el ejército durante la primera Guerra Civil fueron desempeñados por los niveladores, que temían que los grandes altos oficiales permitieran al rey gobernar sin las garantías necesarias. Dada la procedencia social de la mayoría de ellos, urbana y vinculada con los entornos artesanos, pronto consiguieron el apoyo de los aprendices y pequeños maestros de Londres al tiempo que lograron la adhesión de una buena parte del ejército para reclamar los retrasos en el pago e indemnizaciones, logrando muy pronto gran influencia entre los agitadores (representantes de los soldados). Pero, sin duda alguna, lo fundamental para entender el movimiento y su desarrollo son los principales personajes en él y las conexiones existentes entre ellos20: Lilburne, Overton y Walwyn quienes “conformarían el núcleo intelectual del levellerism, apoyando una representación política más extensa bajo supremacía popular, así como la abolición de los monopolios e impuestos”21. Después de la primera década de reinado de Jacobo I, los conflictos sociales se recrudecieron, se hizo más estricta la censura, al tiempo que se extendió la influencia del puritanismo22. Hasta 1641 la publicación de noticias nacionales de cualquier tipo era un delito y los periódicos impresos no existían. La única forma de hacer circular aquéllas era en el ámbito privado 19 TREVELYAN, G. M. Historia Social de Inglaterra. México, Fondo de Cultura Eocnómica, 1946, p. 283. 20 LOADES, D. The levellers… p. 5. 21 CUEVA FERNÁNDEZ, R. “Los agreements of…” p. 4. 22 HILL, Christopher, El siglo de la… p. 111. 172
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a través de las cartas23. Por ello, muchas personas que imprimían panfletos solicitando libertad religiosa o haciendo críticas al gobierno eran conducidas a prisión, como les ocurrió a Prynne, Burton, Bastwick o Lilburne. Con el estallido de la Guerra los tribunales especiales —Star Chamber, High Comission— fueron abolidos. La desaparición de estos tribunales excesivamente represores junto con el fin de la censura posibilitó la creación de un estado de opinión y difusión de ideas hasta el momento ignoto en Inglaterra, al que Stevie Davies ha llamado “la revolución de la información”24. En este contexto, tanto el bando realista como el parlamentarista difundieron sus respectivas ideologías e hicieron propaganda a través de los diarios Mercurius Aulicus y Mercurius Britannicus respectivamente. Además, se servían de ellos para movilizar a la población y condicionar la opinión pública25. La actividad escrita a través de la prensa es uno de los elementos en los que menos se ha incidido a la hora de estudiar el movimiento leveller26. La publicación de otro tipo de textos, en este caso aquellos panfletos relativos a sus encarcelamientos, persecuciones y torturas así como la impresión de las peticiones de las esposas de éstos fueron estrategias empleadas comúnmente27. Apelar a aquellos pertenecientes a las sectas religiosas, el intento de empatizar con quienes sufrían la crisis económica, o presentarse como héroes perseguidos tenía un gran efecto sobre la población28. La actividad panfletaria de los levellers se había venido desarrollando desde 1645, momento en el que uno de sus líderes, John Lilburne, fue encarcelado. Tras haber sido liberado, en octubre de ese mismo año, publicó Englands Birth–rights justified, donde atacaba a los prelados, monopolios y diezmos. Ese mismo mes, Walwyn publica Englands Lamentable Slaverie en la 23 HILL, Christopher, El siglo de la… p. 113. 24 DAVIES, S. Unbridled Spirits: women of the English Revolution: 1640–1660. London, The Women Pess Ltd, 1998, p. 26. 25 ATHERTON, I. “The press and popular political opinion”. En Coward, B. (ed.), A companion to Stuart Britain, Oxford, Blackwell Publishing, 2003, pp. 88–110, p. 96. 26 “Gilbert Mabbott, both book editor and censor, produced The Moderate, which voiced Leveller proposals between the defeat of the Scottish army in August 1648 and the regicide, alongside a series of intriguing accounts of bizarre experiments. The possibility of a royalist/leveller alliance was seriously urged later the execution of Charles I by Daniel Border in the pages of the Kingdomes weekly intelligencer”, SMITH, N. Literature and revolution in England, 1640-1660. Essex, Biddled Ltd, 1994, p. 64. 27 SMITH, N. Literature and revolution… p. 135. 28 SMITH, N. Literature and revolution... p. 136. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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que defiende a Lilburne. El 12 de octubre de 1646 aparece la composición de Richard Overton An arrow against all tyrants. Al año siguiente, John Wildman presenta The case of the army truly stated. En un principio el signo del conflicto fue incierto hasta que en las filas parlamentaristas se tomó la decisión de unificar los mandos para ganar la guerra. Fruto de ello surgió el Nuevo Ejército Modelo y una división ideológica en el seno del Parlamento29. Por un lado los presbiterianos (conservadores) y por otro los independientes (radicales). Una vez terminada la guerra, la mayoría presbiteriana en el Parlamento, que siempre había desaprobado y temido al ejército, propuso disolverlo, sin pagar los sueldos, ofreciendo a los soldados la posibilidad de ir a luchar como voluntarios a Irlanda para obtener después su remuneración. Esto produjo un motín entre los soldados y propició la elección de representantes (agitadores) por parte de los regimientos para negociar sus pagos. Después de cierta vacilación, Cromwell y la mayoría de los oficiales se unieron a los soldados. Los que no lo hicieron fueron privados de sus cargos30. La finalización del conflicto dio paso a unas negociaciones — conocidas como Heads of Proposals— entre Carlos I y los generales del ejército para estudiar la posibilidad de la instauración de una monarquía limitada. Sin embargo, estos contactos provocaron las sospechas de los grupos radicales de Londres, los levellers, y del Ejército, que presentó una constitución rival y mucho más democrática: The agreements of the people. Las dos constituciones fueron discutidas en el Consejo del Ejército en Putney entre portavoces de los generales y de los Agitadores, pero las negociaciones quedaron estancadas lo que propició que Cromwell impusiera una solución definitiva: a los agitadores se les ordenó volver a sus regimientos.
29 “Nunca antes de entonces había existido nada parecido al nuevo ejército modelo, normalmente los ejércitos se reclutaban entre los presidiarios y los hombres de la más baja estofa. No todos los soldados del Nuevo Ejército Modelo eran voluntarios, pero los oficiales y la mayoría de los soldados de caballería sí lo eran. Hasta ahora se ha hecho poca labor de investigación sobre la composición social de este ejército, pero probablemente constituyó, como muchos pretendían, una muestra del pueblo de Inglaterra más representativa que la Cámara de los Comunes. Gracias a la libertad de organización y discusión de que disfrutaba, el ejército se convirtió en un semillero de ideas políticas. En la forzosa ociosidad que siguió a la victoria en la guerra, las ideas de la tropa evolucionaron a gan velocidad. Los ejércitos parlamentarios constituyeron el supremo ejemplo de movilidad social de nuestro móvil periodo”. HILL, C. El mundo trastornado... p. 48. 30 HILL, C. El siglo de la… p. 129. 174
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El principal debate en estos meses se había centrado en la ejecución del rey, a lo que Lilburne se opuso ya que consideraba que primero debía elaborarse una constitución y después celebrarse un juicio justo para el soberano en lo que se conoce como los Debates de Windsor. Finalmente fueron abolidas la monarquía y la Cámara de los Lores. Con la ejecución de Carlos I (enero de 1649) y la purga entre los parlamentarios, quedó un parlamento residual, el Rump, compuesto por 90 miembros (de 490) que fue expulsado por Cromwell en abril de 1653 para convocar una asamblea compuesta por ciento cuarenta hombres seleccionados por los jefes del ejército y pertenecientes a congregaciones independientes que muy pronto se conoció con el sobrenombre de Parlamento de los Barebones. El programa se centraba en una serie de medidas de carácter legislativo y fiscal entre las que se encontraban la aprobación de la reforma legislativa, la abolición de la Cancillería y los patronatos laicos, el establecimiento del matrimonio civil sin necesidad de ceremonia religiosa, la elaboración de las normas para la posterior venta de las tierras de delincuentes y rebeldes, el debate sobre el pago de los diezmos y, más importante, la modificación de los derechos políticos. Medidas todas ellas que las élites consideraron demasiado extremistas, por lo que tanto el clero como la nobleza se sintieron amenazados. Se realizó una nueva distribución de los escaños de forma que se incrementaron los de condado y se privó de derechos políticos a un gran número de municipios menores, cuya representación estaba monopolizada por una sola familia. La Cámara de los Comunes se volvió más representativa de los nuevos centros de riqueza y población, recibiendo muchas ciudades como Leeds o Manchester por vez primera derechos políticos. Al mismo tiempo se aumentaban las bases del electorado, concediendo los derechos políticos a todos aquellos propietarios de bienes muebles o inmuebles valorados en 200 libras. De esta forma se conseguía quitar los derechos cívicos a muchos pequeños propietarios (los que dependían de forma más directa de los terratenientes) y se daba el voto a sólidos propietarios escogidos entre arrendadores, concesionarios, pañeros, comerciantes, etc. No era la reforma democrática que los levellers hubieran deseado, pues restringía en lugar de aumentar el número de votantes; pero era un intento de crear un electorado independiente de clase media; muy parecido al de 1832. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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En el mes de diciembre los conservadores lograron disolver la asamblea devolviendo el poder al Lord General. Fue precisamente la concentración de poder en manos de Cromwell la que generó una inmensa oposición en el entorno leveller. Se celebraron manifestaciones en contra de aquél y en marzo los dirigentes de los levellers fueron encarcelados. También se produjeron motines en el Ejército, el más serio de los cuales fue dominado en el mes de mayo en Burford. Desde entonces el gobierno tuvo que hacer frente a la oposición de la izquierda y a la de la derecha, oposiciones que se materializaban de una forma cada vez mayor en panfletos, peticiones y manifestaciones que convulsionaban la ciudad de Londres. 3. Testimonios de la represión leveller En este clima de conflicto social y de relajación de la vigilancia y la censura de las publicaciones existentes comenzó de igual manera la represión de aquellos grupos que se opusieron primero a la política instaurada por la Cámara de los Comunes y, más tarde, a las actuaciones de Cromwell. Los términos en que dicha represión fue llevada a cabo no difirieron mucho de los métodos empleados por la monarquía de los Estuardo y fue el motivo principal de queja de los grupos disidentes que emplearon las narrativas de la represión como una forma de contestación política y de incitación a la acción a las masas urbanas más desfavorecidas. Esta finalidad política y movilizadora de los escritos de los levellers se encuentra fundamentalmente en la forma en la que hacen la narración. El primer elemento característico es el vocabulario empleado, donde términos como tyranny, slavery, bondage, chains, injustice, tienen una presencia bastante común tanto en los títulos como en el cuerpo de los textos. Estas duras palabras se alternan a menudo con los discursos del sufrimiento y desamparo que suelen presentar tanto los escritos masculinos como los femeninos. La inmensa mayoría de los escritos levellers sigue una misma estructura. En primer lugar presentan la tiranía y el conjunto de irregularidades cometidas por las autoridades frente a las leyes y libertades primigenias de los ingleses. La exposición de estos hechos se hace de forma dialéctica, siendo su discurso por tanto una pugna entre aquellos que luchan por la libertad (los levellers) frente a los tiranos usurpadores del poder (Cámara de los Lores) o de las riquezas (las compañías monopolistas). De esta forma los levellers se presentan a sí mismos como servidores de la libertad de la nación y mártires de la acción del Parlamento y, más tarde de Cromwell, y para legitimarse, se entroncan con aquellos luchadores por los derechos que habían destacado en el pasado: 176
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We know very well that in all ages those men that engage themselves against tyranny, unjust and arbitrary procceedings in magistrates, have suffered under such appellations the people being properly frighten from that which is good by insinuations of imaginery evill31.
Además, en un buen número de casos legitiman su acción con la ley natural y los designios divinos, presentando su teoría de la resistencia frente a las leyes y disposiciones injustas: That your petitioners, and the rest of the free-men of England, before the beginning of this Parliament, being almost destroyed of ther Lawe, libertyes, and freedoms, by the arbitrary machinations, politicks designes, and practices of the pattente monipolizers, and of other arbitrary supplanters and acts which labored to subvert the Fundamentall Constitutions of this Realm and to set up a tyrannical government tending to the utter vassalage and overthrow of all the free people of this Kingdomne, together with their Naturall, Nationall and Legall rights and liberties, god putting into our hands, an opportunity to free ourlseves from those tyrrannies and oppressions; we for our better wealth and happinesse, chose and betrusted you with our indubtable and natural power and birth rights, for the just and legal removall of our nationall evils32.
Las acciones ilegítimas por parte del poder se relatan con todo lujo de detalles, en especial la arbitrariedad de la cámara de los Lores, cuyos integrantes son presentados como ladrones y usurpadores de libertad, incumpliendo la Magna Carta y el resto de leyes del reino: We have for many moneths been rob’d of, by the tyranny and usurpation of the Lords (commonly called the House of Peeres) now sitting at Westminster, who have usurpedly and contrary to the just and knowne Law of the land, assumed unto themselves , us (by the law of their owne wills) a power in criminal causes, to judge and commit us who are commoners, which by law they have no autority not in the least to doc, as apppeares in the 29 Chapter of Magna Charta, which expressly saith: No freeman shall be taken or imprisoned, or be dissessed of his free-hold, or liberties, or free customes, or be out lawed, or exiled, or any otherwise distroyed nor we will not passe upon him, nor condemne him, but by lawfull judgment of his Peers, or by the law of the land No man shall be in any sort destroyed (to 31 LILBURNE, J. A manifestation from Lieutenant Col John Lilburne. London, [s.n], 1649, p. 5. 32 LILBURNE, J. The out-cryes of oppressed commons. 1646, p. 10. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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destroy i.e.) what was first built and made wholly to overthrow and full downe, unlesse it be by the verdict of his EQUALS, or according to the Law of the land33.
En el punto álgido de sus denuncias, Mary Overton se atreve a decirle al Parlamento que se ha convertido en una cámara totalmente ilegítima, que únicamente está proporcionando miseria a los ingleses y que, en consonancia con lo expresado por el decapitado Carlos I, no existe ninguna diferencia entre el Parlamento y los tiranos de Atenas: we know (as sometimes the King hath told you) the misery of Athens was at the highst when it suffered under thirty tyrants, and if instead of one tyrant we have got three or four hundred we cannot be far form the height of ours34.
Como consecuencia de sus acciones y de sus sediciosos escritos los levellers fueron frecuentemente detenidos y posteriormente encarcelados. En un gran número de sus panfletos suelen narrar la forma ilegal en la que se ha producido la detención y el juicio para pasar más adelante a relatar de manera minuciosa los sufrimientos vividos en prisión. Sobre las detenciones, muchos cuentan la forma en que éstas son llevadas a cabo de forma ilegal, en mitad de la noche y sin explicarles los motivos de su pérdida de libertad35. En algunos casos, incluso los oficiales cometen pillaje con las pertenencias del detenido: The house of Lords did without any summons or other processe for appearance, not only [...] imprison your PETITIONER Husband, violently attach, apprehend. And imprison your petitioners husband violently (by their officers) breaking open searching and racksaking his house fellowously taking away his goods, not saving to him his contentment or livelihood, but also, before any indictment, presentiment or other due processe of law proceeding send forth their officers organe to enter, search, ransack and rifle your petitioners, have 33 LILBURNE, J. The out-cryes of oppressed commons. 1646, p. 3. 34 OVERTON, M. Begin. To the ... Parliament of England ... the humble ... Petition of M. Overton. London, 1647, p. 10. 35 “When this worthy gentleman desired the copie of the warrant for his commitment it was denied him by the Lieutenant of the Tower, who told him it was not the custome there to give but he would reade at him, which he did, being to this effect, that the Lieutenant of the Tower should keepe him seven years and take care that he should not write nor print any thing that should be scandalous to either House of Parliament”. LILBURNE, J. Liberty vindicated against slavery. London, 1646, p. 17. 178
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her trunks, chest, etc to rob, steal plunder and teare away her goods which her her then present livelihood for her impresenced husband, herself and three small children, her brohter and sister, and to bring your petitioner with Thomas Overton her husband brother into their prerogative a Barre which was accordingly due36.
En lo que respecta a los juicios, teniendo en cuenta la sociedad estamental del siglo XVII, la principal queja es no haber sido juzgados por un tribunal conformado por sus iguales. Aunque los elementos que recogen con una mayor frecuencia son los relacionados con la mala praxis judicial. La primera reclamación está relacionada con las altas costas que tienen los procesos judiciales: I will forbare to speak of the indirect practices, dilatory proceedings and the exorbitant fees of the courts Judiciall, because the same will require a particular tractate, I will only have in some measure (as yet) discover but only some of the cruelties, extortions, exactions, depredations and baseseenesse of laykess and keeper of prisons37.
Un tema de gran importancia en los escritos de los levellers es el relativo a la privación de libertad. Denuncian en primer lugar los encarcelamientos injustos, por ejemplo aquellos relacionados con las deudas, para pasar a hacer una prolija descripción del estado de las cárceles, el comportamiento y la corrupción de los oficiales de prisiones, los malos tratos recibidos y las torturas soportadas. La prisión por deudas es considerada como una práctica eminentemente injusta y atávica: The body in case of debt should not be delayed in Prison, but remove at liberty, not only to follow his owne affairs and business but to serve the King and his county when need should require nor take away the possession of his lands for that would hinder his husbandry and tillage which is so beneficiall to the common wealth [...] Such barbarous cruelty, and unlawfull murthering of the poore soules in prison hores for debt, is no where practiced or exercised, no nor any nation or Kingdom, throughout all Europe, as is inspired upon the poore spoyled freeborne Englishman38. 36 OVERTON, M. Begin. To the… p. 6. 37 LILBURNE, J. Liberty vindicated against… p. 3. 38 LILBURNE, J. Liberty vindicated against… pp. 10-13. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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El mal estado de las cárceles, que deberían ser reparadas y pertrechadas de todo lo necesario por parte del monarca, es un tópico común en los escritos de los levellers. It is provided by the Law that all prisons and Gaolers of the King for the publique good, to be made, repaired, furnished with all fitting accommodation as beds candlestick, bosons and chamber parts with other thing needfull at the Kings and republiques charge39.
También se quejan a menudo de la no distinción entre los presos comunes y aquellos encarcelados por motivos políticos, ya que todos eran indistintamente llevados a la prisión de Fleet Street o a Newgate, lugares en los que las prácticas de los carceleros son, en palabras de los damnificados, similares a las practicadas por la Inquisición española o romana40. Esta reivindicación de distinción entre los motivos del encarcelamiento es mucho más pertinaz y recurrente en los escritos femeninos ya que siempre son llevadas a prisiones como la de Maiden Lane, destinada a la reclusión de prostitutas. También es clara en ellos la vinculación entre publicación y movilización ciudadana, sobre todo en el caso de las mujeres. Aunque éstas habían iniciado su campaña desde los mismos inicios del conflicto, sus reivindicaciones cobrarían un mayor protagonismo después de 1645, cuando comenzaron a manifestarse a favor de los levellers. Las mujeres pertenecientes a los grupos artesanos de Londres simpatizaban especialmente con Lilburne. Su propia mujer, Elizabeth, junto con otras veinte mujeres presentaron una petición a la Cámara de los Comunes J. Lilburne from his wife and many women con el objetivo de lograr la liberación de éste. Las leveller en estos momentos no se limitaron sólo a hacer reivindicaciones escritas, sino que organizaron una sólida red para la impresión y difusión de sus escritos en las grandes ciudades y, especialmente, en Londres. Cuando se percataron de que las peticiones no eran suficiente para lograr sus objetivos decidieron pasar a la acción organizando manifestaciones ante las puertas del Parlamento. La Cámara 39 LILBURNE, J. Liberty vindicated against… p. 7. 40 “Which proceeding of these mercillese cruell lords exceed all temporall exorbitant usurpations before then, violence, injustice, cruelty and oppression, being parallel by none but the Spanish or Romish inquisitors, a tyrannical grievance an exorbitate so excessive and intolerable so contrary to all law, equity and justice that the Parliament [...] so complained against as an unsufferable intrigue.” OVERTON, M. Begin. To the… p. 7. 180
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hizo caso omiso a sus reclamaciones, pero éstas siguieron manifestándose hasta que un comité de la Cámara revisó el caso de Lilburne. No era esta la primera vez que Elizabeth Lilburne intervenía ante el Parlamento a favor de su marido; en 1643 cuando éste fue apresado en el frente por los ejércitos realistas y condenado a muerte, logró su liberación tras una reunión con varios miembros del Parlamento. Las mujeres también se sensibilizaron con la causa de Mary Overton. Tras la publicación de los sufrimientos padecidos en su encarcelamiento y el trato inhumano y vejatorio recibido no sólo por ella, sino por el pequeño de sus hijos, que sólo tenía un par de meses cuando fue encarcelada41, las mujeres se movilizaron y presentaron An appeal to the House of Commons, on Mary’s behalf. Finalmente, fue liberada en el mes de julio. Las irregularidades cometidas por los oficiales de prisiones ocupan un buen número de páginas en sus escritos. Los leveller consideran que aquéllos, no cumpliendo la ley ni su obligación, deberían de ser desposeídos de sus cargos42. Estas irregularidades son cometidas de dos formas; mediante el cobro de comisiones y el abuso de poder: So in like manner I doubt not but that these extorting barbaricus and murthering Gaolers, and all other ministers of State, who make their rise and fortunes by the ruines and spoylings of the people, and as they tread in the steppes of their predecessors (and rather exceed them in iniquity) so sall they run into the same destruction, for as the overflowing of water due at length make the river loose its proper channel so these that seeke to extend their power beyond their bonds have ever hitherto but ot only their power by them usurped, but often even that also which by right belonged unto them43.
En segundo lugar, las mayores críticas hacia los carceleros van encaminadas a denunciar las torturas recibidas:
41 MCENTEE, A. M. “The [un]civil-sisterhood of…” p. 96. 42 “For which their severall extortions and exactions these keepers of prisons which this Kingdome, being lawfully convicted thereof ought not only to forfeit and loose their Gaole offices, but likewise to be most severely punished and made exemplary and a warning to all such as shall succeed in their place, from proving to wrong the poore pursuers in their persons, or in any thing belonging to them”. LILBURNE, J. Liberty vindicated against… p. 8. 43 LILBURNE, J. Liberty vindicated against… p. 7. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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As some poore prisoners of late have been in the prisons of king bench the Fleet and Newgate, wher some have been robbed, beaten, put into Iron boults, dragged out of their beds at inseasonable times of the nights, thrust into dungeons starved and also murthered, yet some also lumed by Iron fetters44.
Además, no sólo se torturaba a los detenidos, sino que, de forma ilegal, se los mantenía en aislamiento, negándoles las visitas de familiares o el contacto con el exterior mediante la escritura de cartas. The cruell Jaylers all that time refuſing, to let your Petitioner, or any of his friends, to set their feet over the threshold of his Chamber dore, or to come in to the prison yard to speak with him, or to deliver unto his hands, either meat, drink, mony, or any other necessaries; A most barbarous and illegall cruelty! so much complained of by your selves in your Petition and Remonstrance to the King45.
Los malos tratos de los carceleros y oficiales de prisiones se repetían también en el caso de las mujeres, quienes se quejan no sólo de los atentados contra su honorabilidad, sino de la violencia que se comete contra sus hijos y el desamparo en que éstos quedan46 y de ser tratadas como prostitutas o delincuentes comunes. Our petitioner, with her tender infeit in her crimes of halfe a years ago, was most inhumanly and barbarously dragged head long up the stones through all the durst and the mine in the streets and by the way a most unjustly reproached and vilified by their officers with the scandalous infamous names of wicked whore, strumpet etc. and that contemptible barbarous names was cast in the most reproachful Gaole of Bridewell that common center of whores, strumpets, etc47.
Ante estos acontecimientos las levellers y sus simpatizantes volvieron a movilizarse. La situación que éstas estaban creando no era del agrado de la Cámara y es por ello por lo que el 26 de agosto de 1647 dieron la orden de evitar que las manifestantes se acercaran a cualquier puerta de acceso al edificio. La situación se recrudeció a lo largo del verano, llegando al punto álgido en el otoño, cuando el 15 de octubre ordenaron apresar a todas las mujeres que dijeran algo ignominioso sobre el Parlamento para ser castigadas 44 LILBURNE, J. Liberty vindicated against… p. 8. 45 LILBURNE, E. The humble Petition of Elizabeth Lilburne. London, 1647. 46 OVERTON, M. Begin. To the… p. 7. 47 OVERTON, M. Begin. To the… p. 7. 182
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conforme a la ley48. Estaba claro que no iban a ser procesadas por insultar a los parlamentarios, sino por subvertir el orden vigente. Apoyar a los leveller suponía cuestionar el orden político existente. Además, la actuación de estas mujeres, atendiendo a su sexo, constituía por sí misma un elemento de sedición49. El gran momento de las mujeres llegaría, sin embargo, en 1649. En el entorno leveller las mujeres elevaron peticiones al parlamento en solitario, en conjunto, o con sus maridos. Sus peticiones reclamaban participación política, pedían la liberación de sus esposos amparándose, al igual que el resto del discurso leveller, en las libertades primigenias de la nación inglesa50. Sin embargo, todas estas peticiones habían sido rechazadas por el Parlamento y les habían impedido incluso la entrada al recinto. Los libros de noticias (newsbooks) de la época recogen hasta seis peticiones de mujeres en este año. Si bien no estaban representadas en el Parlamento, las féminas tenían cabida en la esfera pública y en el mercado editorial que publicaba sus demandas51. Estas mujeres contaban con una gran organización. Muchas de ellas ocupaban el cargo de guardianas y líderes de sección y eran las responsables de imprimir y hacer circular las copias de las peticiones durante las reuniones. Fruto de esta actividad resultó la petición A plea for the release of Lilburne52. En esta petición las mujeres son conscientes de que están transgrediendo el orden social y político vigente y se presentan a sí mismas como intrusas en los asuntos públicos, alegando que no es por principios políticos por los que hacen una reclamación, sino por la situación de hambre y pobreza que atraviesa la ciudad53. A pesar de los juegos retóricos y de la 48 MCENTEE, A. M. “The [un]civil-sisterhood of…” p. 96. 49 “Quite simply, they failed to garner the necessary support among Members of Parliament for two reasons: first, they supported the cause of the Levellers whose parliamentary power-base challenged that of the Lords, and, second, their public demonstrations called into question stereotypical perceptions of women as passive and relegated to the docile. In short, the behavior of these female petitioners suggested political and cultural sedition.” MCENTEE, A. M. “The [un]civil-sisterhood of…” p. 97. 50 “En ellos se defendía la igualdad espiritual de los sexos y la libertad de conciencia individual se justificaba la iniciativa apelado a la tradición de las protestas piadosas contra gobiernos corruptos y yendo aún más allá se expresaban demandas de derechos civiles para la población femenina.” CAPEL MARTÍNEZ, R. M. “Mujeres y Espacio…”, p. 48. 51 ACHINSTEIN, S. “Women on top…” p. 137. 52 MCENTEE, A. M. “The [un]civil-sisterhood of…” p. 97. 53 “The petition itself presents the women as political intruders: we are not able to keep in our compasse to be bounded in the custom of our sex [...] it is no our custome to addresse Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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consciente y premeditada presentación de sí mismas como devotas madres y apolíticas abnegadas esposas, lo cierto es que su actuación no podía ser considerada de tal forma. La presentación de escritos constante y continua, la actividad impresora en relación con ello, junto con sus manifestaciones, dejaba claro que eran un movimiento organizado. Muchas de ellas dejaron patente sus simpatías y militancia al acudir en masa al funeral de Robert Lockyer, destacado líder leveller54. La inocente actuación como plañideras que intentaron presentar, sin embargo fue contestada por su activismo manifiesto unos días más tarde. El 5 de mayo de 1649, llevando lazos verdes, símbolo de la paz y, a su vez, símbolo indiscutible de estas activistas leveller55, presentaron una nueva petición a la Cámara de los Comunes For the Rights and libertyes of all petticoat petitioners on demande retribution for the execution of Lockyer. Muchas de ellas no sólo llevaban los distintivos lazos verdes, sino que iban totalmente vestidas de verde a manifestarse a las puertas de Westminster. Fue, además, la primera vez que se otorgaron un nombre: petticoat petitioners (peticionarias en enaguas). oursleves to this House in the publike behalf. They approached to the Commons in an attempt to lead for relief of the poverty an famine which plagued the city. Their humble introdution is, however, short-lived, for the petition shifts rather abruptly to a justification that is couched in convincing political and religious rhetoric. Such a shift may have been due, in part, to the act that women were addressing their own economic concerns as well as the demands of Elizabeth Lilburne and Mary Overton”. MCENTEE, A. M. “The [un] civil-sisterhood of…” p. 97. 54 “Lockyer, a recognized political leader fo Whalley’s regiment, stationed in London, led a Leveller rebellion on 24 April 1649. Lockyer and his followers were protesting against an aggressive colonial war in Ireland. The rebellion was crushed and Lockyer was executed three days later in St Pauls’ Churchyard. As the rebellion and hasty conviction of Lockyer became known, a Leveller pamphlet was circulated in London calling on soldiers to refuse to participate in the Irish campaign and to set up a council of agitators. Lockyer’s funeral on 29 April thus provided the Levellers with a theatrical event in which they expressed their opposition to Parliament’ Irish Campaing and manifested their strenght as a unified political party. The coffin was decorated with springs of Rosemary which were dipped in blood, signifying martyrdom. The long column of mourners, possibly number in in the thousands wore sea-green ribbons –the leveller party had come to be associated with this coulour by 1649- as well as black ones, and a large group of women, who also wore these colors of party preference and mourning on their breasts, brought up the rear of the procession”. MCENTEE, A. M. “The [un]civil-sisterhood of…” p. 97. 55 “The women’s appearance denoted not only their affiliation witht the Levellers, but also an awareness of their strenght as a political collective. The accounts of their petitioning, much more sympathetic than those printed during the week of 24 April, actually supported the collective”. HUGHES, A. Gender and the… p. 103. 184
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Las mujeres también tuvieron un papel destacado durante el Protectorado, decidiendo muchas elevar peticiones al Lord Protector: The humble petition of divers afflicted women in behalf of M Lilburne prisoner in Newgate junto con una segunda petición de 1653, the humble representation of divers afflicted women-petitioners to the parliament. 4. Conclusiones La proliferación de documentos impresos a lo largo de la década de 1640 fue inmensa, produciéndose textos de todo tipo aunque, debido a la especial coyuntura por la que pasaba el país, predominaban los de contenido político y reivindicativo. En este contexto no es de extrañar que los levellers quisieran sumarse a la actividad impresora como una forma de dar a conocer tanto sus acciones como su ideología. Sin embargo, lo verdaderamente novedoso y revolucionario en sus prácticas fue la intencionalidad de éstas y el objetivo de captar a toda la población en su conjunto. Los levellers no sólo denuncian las situaciones irregulares en que se ven envueltos en el contexto de su encarcelamiento o ponen de manifiesto la delicada situación política, sino que a través de la edición, impresión y difusión organizada de una serie de panfletos y peticiones pretenden despertar la conciencia política y la adhesión a su movimiento de amplias capas de población, fundamentalmente en los entornos urbanos, sin importar el género, sirviéndose para ello de una serie de estrategias que resultaron especialmente exitosas teniendo en cuenta el grado de difusión y apoyo con que contaron. Dichas estrategias fueron variadas y tuvieron un doble objetivo: despertar conciencia social y apelar a los sentimientos de sus destinatarios mediante una serie de recursos retóricos que servían para reforzar la exposición objetiva de los hechos. La primera de las estrategias empleadas se basaba en las continuas referencias al entendimiento del lector, a quien se nombra expresamente en la mayoría de los escritos propiciando que éste se involucre con los hechos narrados ya que el texto constituye un diálogo entre el autor y el lector. A continuación, se emplea una retórica sencilla en la que se exponen de forma dialéctica los conceptos de libertad y tiranía y las prácticas que tanto una como otra implican utilizando un vocabulario con una gran carga ideológica y moralizante que sirve para reforzar lo anterior. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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La socialización en función del género también es empleada como una forma de lograr el apoyo de distintas capas de la población y constituye, quizá, uno de los elementos más revolucionarios del movimiento leveller ya que a través de la utilización del estereotipo de la madre y esposa abnegada, las levellers atrajeron no sólo las simpatías de un gran número de mujeres, sino que consiguieron moverlas a la acción a través de la firma de peticiones y la presencia en manifestaciones de una forma que no tenía precedentes. Bibliografía Achinstein, Sharon, “Women on top in the Pamphlet literature of the English revolution”, Women’ studies. An intedisciplinary Journal, 1-2, 1994, pp. 131-164. Amadeo, Javier, “La cuestión democrática en el siglo XVII: soberanía popular, derechos y sufragio en el pensamiento Leveller”, Tiempos Modernos: Revista electrónica de Historia Moderna, 7/20, 2010. Atherton, Ian, “The press and popular political opinión”. En Coward, Barry (ed.), A companion to Stuart Britain, Oxford, Blackwell Publishing, 2003, pp. 88–110. Aylmer, George E., (ed.), The Levellers in the English Revolution. Ithaca Cornell University Press, 1975. Capel Martínez, Rosa Mª, “Mujeres y Espacio público en Inglaterra 1640-1660”. En Capel Martínez, Rosa Mª (ed.), Presencia y visibilidad de las mujeres: recuperando historia, Madrid, Abada, 2013, pp. 17-75. Cueva Fernández, Ricardo, “Los agreements of the people y los levellers: la lucha por un nuevo modelo político en la Inglaterra de mediados del siglo XVII”, Historia constitucional (revista electrónica), 9, 2008. Davies, Steevie, Unbridled Spirits: women of the English Revolution: 1640– 1660. London, The Women Pess Ltd, 1998. Foxley, Rachel, The levellers. Radical political thought in the English Revolution. Manchester, Manchester University Press, 2013. Frank, Joseph, The levellers. A history of the writings of three senventeenth century social democrats: John Lilburne, Richard Overton, William Walwyn,. Cambridge, Harvard University Press, 1955. 186
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EL DISCURSO DEL ODIO. ANÁLISIS DE LA VIOLENCIA A TRAVÉS DE LOS DISCURSOS DE LOS SUBLEVADOS The Discourse of Hatred. An Analysis of Violence throughout the Discourse of the Rebel Side Moisés Rodríguez Escobar Universidad de Salamanca
[email protected] Resumen: La Guerra Civil española ha sido uno de los temas más tratados por la historiografía, pero no ocurre tanto con la relación entre el discurso y la represión que se protagonizó la vida de los españoles durante los años 30 del siglo XX. El objetivo es abordar la cuestión irracional en los mensajes de los rebeldes durante los primeros momentos de la guerra centrando el discurso en tres grandes paradigmas. El primero es el propio concepto de alzamiento y la razón ideológica que se sustrae de la nomenclatura. El segundo hace referencia al comunismo, un “enemigo histórico” del futuro régimen, que le servirá para consolidarse en el espacio internacional tras la Segunda Guerra Mundial. El tercero y último paradigma es la Cruzada, un concepto que vinculó a los rebeldes con una amplia masa social, proporcionándoles una mayor legitimidad. Estos paradigmas aportan elementos que permiten visibilizar el sentimiento de odio que protagonizó las acciones de la Guerra Civil. Palabras clave: odio, alzamiento, rebeldes, cruzada, anticomunismo. Abstract: The Spanish Civil War has always been one of the most dealt matters by the historiography, but not so the relationship between the discourse and the repression that was involved in the lives of the Spaniards through the 30s of XX century. The objective is addressing the irrational part in the rebels’ messages during the first stages of the war, centering the discourse in three principal paradigms. The first one is the concept of uprising in itself and the ideological reason which is extracted from the nomenclature. The second one refers to communism, a “historical enemy” of the future regime, which will be used for consolidating it in the international space after the World War Second. The third and last paradigm is the Crusade, a notion that linked the rebels with a wide social mass, in order to provide themselves a largest legitimacy. These paradigms contribute to provide elements that allow seeing the feeling of hatred that was responsible for the actions of the Civil War. Keywords: Hatred, Upraising, Rebels, Crusade, Anticommunism.
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1. Introducción La cuestión de la violencia en la Guerra Civil española desde una perspectiva discursiva, no se suele abordar tanto como se ha hecho desde el punto de vista represivo1. Este hecho motiva que en la presente investigación se tracen algunos de los enfoques sobre los que giró el discurso de los rebeldes durante la Guerra y que, debido a una afortunada estructuración, sirvió para cimentar la legitimidad de la posterior dictadura. El estudio parte de la constancia de que el lenguaje puede llegar a ser violento si se concibe como una realidad dotada de fuerza, la fuerza que inspirándonos en el filósofo oxoniense podríamos llamar ilocucionaria y perlocucionaria, la fuerza merced a la cual con el lenguaje podemos hacer cosas y hacer que se hagan cosas. Y algunas de esas cosas son violentas2.
A partir de la consciencia de la violencia derivada del discurso, a lo largo de este trabajo se tratará de demostrar que el uso del vocablo odio, para hacer referencia al trasfondo que poseían los discursos y las acciones de los rebeldes o golpistas, refleja correctamente el sentir del momento. 2. Metodología de investigación La producción literaria de la que se dispone para la realización de este estudio es tan amplia que aquí simplemente se expondrá una pequeña selección representativa. Dentro de ella, los escritos de Franco son de gran valor para el investigador, entendiéndose que fue el personaje que sintetizó en su pensamiento las aportaciones de actores muy relevantes como Emilio Mola, José Millán Astray, el cardenal Isidro Gomá y teóricos del derecho con “influencia en la conformación de la estructura ideológica de la nueva España que se iniciaba con la sublevación”3. La tipología discursiva de Franco se encuentra materializada en forma de alocuciones, mensajes, declaraciones a la prensa y discursos. 1 La bibliografía es tan extensa que sólo cabe referirse aquí a algunas obras significativas, más o menos recientes, que ofrecen estudios básicos o amplios repertorios. REIG TAPIA, A. Ideología e Historia (sobre la represión franquista y la Guerra Civil). Madrid, Akal, 1986; CASANOVA, J. (coord.). Morir, matar, sobrevivir. La violencia en la dictadura de Franco. Barcelona, Crítica, 2004. SEVILLANO CALERO, F. Exterminio. El terror de Franco. Madrid, Oberón, 2004; PRESTON, P. El holocausto español. Odio y exterminio en la Guerra Civil y después. Barcelona, Debate, 2011. 2 SANFÉLIX VIDARTE, V. “Palabra y silencio. Reflexiones sobre la violencia y el lenguaje”. Thémata. Revista de filosofía, 37, 2006, p. 374. 3 EIROA SAN FRANCISCO, M. “Las fuentes doctrinales: pensamiento y lenguaje de la represión sistémica (1936-1948)”. En Aróstegui, J. (coord.), Franco: la represión como sistema. Barcelona, Flor del Viento, 2012, p. 108. 190
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El discurso del odio. Análisis de la violencia a través de los discursos de los sublevados
El eje temático en torno al cual giran los discursos de los rebeldes han sido perfectamente trazados por Matilde Eiroa San Francisco, que se encargó de realizar un análisis concienzudo de los diferentes textos doctrinales del franquismo y determinó cuales eran los enemigos del futuro régimen dictatorial: • Formas de gobierno: República, Democracia, Comunismo, Liberalismo. • Conceptos de la teoría marxista: lucha de clases, marxismo, materialismo, comunismo, bolchevismo. • Países: Rusia y, en ocasiones, Francia y Gran Bretaña. • Instituciones: Masonería, Soviets. • Personificación de instituciones o de conceptos: masones, judeo-masónico, bolcheviques y comunistas. • Cultura: Enciclopedistas, Intelectuales, Cultura bastarda (la procedente de la Ilustración y la Revolución Francesa), Separatismos. • Actitudes espirituales: Ateísmo, Laicismo, Judaísmo. • Lo “no nacional”: Extranjeros, Internacionales4. La imposibilidad de representar los documentos en los que se haga referencia a estos enemigos del Nuevo Estado, a lo largo del trabajo se ha decidido focalizar la atención en tres grandes ideas que proporcionan una dimensión transversal a la doctrina franquista. Por un lado, se atiende a la idea de alzamiento, denominación que se autoimpusieron los rebeldes para legitimar el golpe de estado fallido. Por otro lado, está el concepto de cruzada, término fundamental que demuestra el carácter tradicional y católico del bando rebelde que, además, se aprovechó de la situación religiosa para conseguir un mayor apoyo social. Por último, el antimarxismo, que puede relacionarse claramente con el papel que le otorgan al comunismo dentro del Frente Popular y a las supuestas intenciones de la URSS en España. 4 EIROA SAN FRANCISCO, M. “Las fuentes doctrinales…” p. 146. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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3. La propaganda como medio de captación de masas Especial atención y espacio merecen las cuestiones acerca de la divulgación ideológica que se produjo durante el periodo bélico en España. Como de lo que se habla aquí es del bando rebelde, todas las referencias que se expongan hacen mención a los medios propagandísticos del grupo analizado. El siglo XX se caracteriza desde el punto de vista sociopolítico por la existencia de los grandes movimientos de masas como eje de los acontecimientos más destacados de este periodo. Para ello, es fundamental el papel que tiene la persuasión de masas a través de la propaganda. Por persuasión se entiende el proceso comunicativo cuya clave está en la respuesta del receptor, es decir, aquel que pretende promover una dependencia interactiva entre emisor y receptor mediante la formación, reforzamiento o modificación de la respuesta del receptor5.
Es, por lo tanto, un proceso comunicativo cuyo objetivo o finalidad es la influencia, puesto que esta persuasión no sólo actúa sobre la conciencia del sujeto, sino que intenta afectar a las emociones del mismo, añadiendo así una dimensión psicológica al acto de propaganda. Dentro de la historia de la comunicación, la Guerra Civil española constituye un auténtico hito. Es sabido que la Primera Guerra Mundial significó el nacimiento de la propaganda sistemática por parte de los Estados más poderosos. Con respecto a este acontecimiento bélico, en España se da la continuidad de muchos elementos propagandísticos, como son el uso de carteles, el cine informativo, desfiles, actos, folletos, utilización de prensa escrita, etc. No obstante, aparecen dos elementos novedosos de gran valor. Por un lado el cine sonoro y por el otro, la radio. El primero, “no añade demasiado al uso propagandístico que de este medio se había hecho ya en la Primera Guerra Mundial. La radio, en cambio, sí es una novedad absoluta”6. 5 PIZARROSO QUINTERO, A. “La propaganda, arma de guerra en España (19361939)”. En VV.AA., Propaganda en guerra, Salamanca, Gráficas Varona S.A., 2002, p. 13. 6 PIZARROSO QUINTERO, A. “La propaganda…” pp. 18-19. 192
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4. Características de la propaganda de los rebeldes A la hora de analizar los métodos de la propaganda, en el bando rebelde, hay que tener en cuenta que dentro del mismo confluyen fuerzas políticas y sociales muy heterogéneas: católicos de todo tipo, carlistas, falangistas, conservadores procedentes de la CEDA, monárquicos, etc. La unidad se producirá bajo instituciones como la Iglesia o el Ejército y el apoyo de las fuerzas económicas tradicionales (terratenientes y algunos financieros e industriales). Esto explica que al principio el discurso desde el bando alzado fuera diferente, lo que pudo haber provocado las mismas dificultades que se vivieron en el bando republicano, pero se supo encauzar hacia un solo discurso propagandístico gracias a la creación del partido único, con el riesgo crear tensiones internas. Antes se mencionó que la Guerra Civil española fue importante por el continuo desarrollo de elementos como la prensa, uso de carteles, folletos o los medios audiovisuales, pero aquí se quiere hacer mención especial a dos elementos: la prensa y la radio. La prensa, sea cual fuere su procedencia, estaba sujeta a una rígida censura cuyo control era superior al que se realizaba en Alemania e Italia. Esto es así porque en estos dos países el control de los medios se centraba en las consignas, mientras que el sistema franquista constaba de una fase previa a la elaboración de información (consignas) y una fase posterior a la misma (la censura). Este hecho se explica por el carácter militar en el origen del Nuevo Estado, siendo los militares quienes trasladasen sus prácticas habituales al mundo de la política. Ideológicamente, los medios de información que estuvieron del lado de los alzados fueron, entre otros, los medios tradicionalmente de derechas, que aprovecharon el nuevo momento histórico para posicionarse. A estos, hay que añadir los nuevos medios de comunicación que formarán parte de los órganos del nuevo partido único FET y de las JONS7, la mayor parte de ellos procedentes de la incautación de los periódicos que eran propiedad de sindicatos o partidos de izquierda. 7 Para saber más sobre la prensa del Movimiento vid. DE LA GUARDIA, R. Información propaganda en la Prensa del Movimiento (Libertad de Valladolid, 1931-1979). Valladolid, Universidad de Valladolid, 1994. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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No obstante, más allá de los periódicos de origen principalmente carlista o falangista, el grueso de la prensa que contribuyó a ampliar la influencia del régimen naciente lo formaban los periódicos de información general situados en zonas de influencia rebelde. Ejemplo de ello pueden ser El Norte de Castilla de Valladolid, el ABC (en su edición sevillana), El Noticiero o el Heraldo de Aragón, La Gaceta del Norte de Bilbao, La Gaceta Regional de Salamanca, etc., todos con una tendencia claramente conservadora. Por su parte, la Falange, todavía antes del decreto de unificación, controlaba desde su Jefatura de Prensa, instalada en San Sebastián y dirigida por Vicente Cadenas, diecisiete diarios y veintitrés semanarios. También las divisiones militares tenían sus propias secciones de prensa y propaganda que dependían de los Servicios de Información del Estado Mayor. La Orden para su organización procedió directamente de Franco en diciembre de 1936. Surgen así las Oficinas Militares de Prensa y Propaganda, un organismo que constaba de cinco secciones: Prensa, Correo, Periódico del Combatiente, Conferencias y Secretaría y Radio. Cuando nace la Delegación del Estado para Prensa y Propaganda, son organizadas las Secciones de Propaganda en los Frentes (mayo de 1937), para que cada zona tuviera una estructura predispuesta a la propaganda en la vanguardia8. Por su parte, la radio desempeñó un papel fundamental en los primeros momentos del levantamiento militar, en los que la incertidumbre podría provocar un fracaso del mismo. Desde Radio Las Palmas, Radio Club Tenerife, Radio Tetuán o Radio Ceuta los sublevados proclamaron el Estado de guerra. Poco después se incorporó Unión Radio Sevilla, lo que significó para la opinión pública la prueba de que la rebelión no estaba circunscrita a Marruecos como hasta entonces aseguraban las autoridades legítimas que achacaron estas primeras emisiones de Radio Sevilla a Radio Ceuta9.
Sin duda, en estos años de guerra el episodio más relevante de la propaganda radiofónica, no sólo en el bando franquista, sino posiblemente de toda la Guerra Civil española, fueron las charlas radiofónicas del general Queipo de Llanoesde Unión Radio Sevilla que se produjeron entre el 18 de 8 Para un estudio más amplio sobre la propaganda militar vid. DÍEZ PUERTAS, E. “¿Por qué combatimos? Organización y tácticas de propaganda en el ejército franquista (19361939)”. Historia 16, 260, 2000, pp. 30-61. 9 PIZARROSO QUINTERO, A. “La propaganda…” p. 29. 194
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julio de 1936 hasta el 1 de febrero de 1938 en que las suspendió el propio general10. Queipo de Llano era un hombre impulsivo que hablaba con el lenguaje popular cayendo siempre en la chabacanería, valiéndose de chistes vulgares, insultos, groserías, etc., pero todo ello con una fuerza plástica y una sencillez de lenguaje que pronto le convirtieron en una verdadera estrella, verdadero virrey del sur de España que el propio Franco no podía soportar. [...] Su lenguaje cruel incitando a la venganza pudo tener incluso alguna influencia en los excesos de la guerra11.
Lo cierto es que durante dieciocho meses los españoles casi de cualquier parte del territorio, ya sea bando republicano o rebelde, pudieron escuchar las palabras del general. 5. Hacia un concepto del odio “Matar es malo, pero es peor nutrir los sentidos con odio y vivir corroídos por malos deseos. Vale más romperle al odiado las narices de un puñetazo y luego darle un abrazo, que no seguir odiándole en silencio” Miguel de Unamuno
Palabras esclarecedoras las de Miguel de Unamuno, uno de los escritores más notables de la generación del 98 que, además de por su producción literaria, se caracterizó por su apoyo inicial a los sublevados, lo que le llevó a ser nombrado rector de la Universidad de Salamanca por parte de Franco, aunque posteriormente se mostró crítico con los rebeldes. Para establecer una acepción adecuada del odio hay que tener en cuenta la producción intelectual proveniente de los diferentes ámbitos académicos, puesto que se han considerado convenientes los estudios multidisciplinares. Desde el punto de vista psicológico, la capacidad de odiar es una característica humana; un sentimiento de raíces profundas que se define como una emoción intensa de ira y hostilidad hacia una persona, grupo u objeto. Para 10 Son interesantes las memorias de Queipo de Llano, FERNÁNEZ-COPPEL, J. Queipo de Llano: memorias de la Guerra Civil. Madrid, La Esfera de los Libros, 2008. 11 PIZARROSO QUINTERO, A. “La propaganda…”, p. 29. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Charles Darwin, las raíces del odio estaban en la venganza y en la defensa de los propios intereses12. Desde la psicología, de la mano de Erich Fromm, hay una visión bastante coincidente con la del naturalista13. Para Fromm el odio surge como respuesta ante una amenaza. El historiador Isaiah Berlin hablaba del odio focalizándolo en un grupo; en este caso refiriéndose a la xenofobia14. Según Berlin, el origen del odio se debe a un sentimiento de humillación que experimenta un grupo de gente por causa de otro grupo. La filosofía también ha hecho aportaciones al respecto. El filósofo griego Empédocles señaló que los procesos de cambio son producidos por dos fuerzas, amor (philía) y odio (Neikos), de signo contrario. Estas dos fuerzas actúan mecánica y cíclicamente, y en los dos niveles de la Totalidad y lo particular. El amor tiene como carácter unir aquello que es diferente en sí, mientras que su opuesto trata de separarlo: Ya surge de muchos algo uno, ya se disocia de nuevo [...], y este cambio constante nunca termina. Ya se reúne todo en uno en el amor, ya se separan las cosas particulares en el odio de la contienda15.
Descartes16 sitúa al odio entre la conciencia de que algo anda mal combinado con el deseo de apartarse de esa situación. Spinoza califica el odio como una clase de dolor que obedece a una causa externa17. David Hume observa el sentimiento de odio como una emoción irreductible e imposible de definir18, mientras que Aristóteles ve el odio como un deseo de aniquilación19; visión parecida a la de Sigmund Freud20, quien definía el odio como un estado del yo que desea destruir la fuente de su infelicidad. 12 DARWIN, C. La expresión de las emociones en los animales y en el hombre. Madrid, Alianza, 1984. 13 FROMM, E. El corazón del hombre: su potencia para el bien y para el mal. México, Fondo de Cultura Económica, 1966 (imp.1984). 14 BERLIN, I. Cuatro ensayos sobre la libertad. Madrid, Alianza, 1988. 15 CUBELLS, F. Los filósofos presocráticos (Empédocles: Orígenes históricos de la ciencia ética). Valencia, Facultad de Teología San Vicente Ferrer, 1965 (imp. 1979), p. 156. 16 DESCARTES, R. Reglas para la dirección del espíritu. Madrid, Gredos, 2011. 17 SPINOZA, B de. Tratado de la reforma del entendimiento: Principios de filosofía de Descartespensamientos metafísicos. Madrid, Alianza, 1988. 18 HUME, D. Mi vida. Carta de un caballero a su amigo en Edimburgo. Tratado de la naturaleza humana. Madrid, Gredos, 2012. 19 ARISTÓTELES. Ética nicomaquea. Madrid, Ediciones Clásicas, 2007. 20 FREUD, S. El yo y el ello y otros escritos de metapsicología. Madrid, Alianza, 1977. 196
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6. Tiempos de odio: la Guerra Civil española Desde julio de 1936 hasta abril de 1939 la sociedad española se enfrentó a sí misma en una guerra donde, desde el primer momento, hubo evidencias de que no sería posible una tregua o acuerdo entre ambas partes, puesto que el objetivo de los alzados, término que usaron los golpistas para autodenominarse, era la victoria total. Este espíritu se puede resumir en las palabras que pronunció el líder de las JONS, Onésimo Redondo, en los micrófonos de la radio local de Valladolid el 20 de julio de 1936: Estamos entregados totalmente a la guerra y ya no habrá paz mientras el triunfo no sea completo. Para nosotros todo reposo y todo freno está desechado, ya no hay parientes. Ya no hay hijos, ni esposas, ni padres; sólo está la Patria21.
Pero no hay que irse hasta el líder de las JONS para constatar que no había posibilidad a la reconciliación entre las partes. El propio Franco, que desde el comienzo de la guerra tomó un papel protagonista en el bando golpista, se expresó de la siguiente forma ante el corresponsal americano Jay Allen en una entrevista: ¿Entonces no hay tregua ni compromiso posible? –No, no, decididamente no. Nosotros luchamos por España. Ellos luchan contra España. Seguiremos adelante a cualquier precio. –Tendrá usted que fusilar a media España, dije yo. El giró la cabeza, sonrió y mirándome fijamente respondió: -He dicho que al precio que sea22.
Los encuentros de Franco con los periodistas fueron habituales, tanto en la Guerra Civil como en la inmediata posguerra. El periodo de mayores intervenciones públicas fue “entre julio de 1937 y el 31 de diciembre de 1938” donde realizó un total de 37 declaraciones a distintos medios y redactores23. En el contenido se puede observar la síntesis del programa de su Gobierno en política interior y exterior, el modelo de Estado que estaba por construir, las causas del Alzamiento y, lo que aquí nos interesa especialmente, explicó las condiciones para el final de la Guerra. Con respecto a esto último, las 21 Alocución recogida en Diario Regional, Valladolid, 21 de julio de 1936. 22 “Franco Orders: No let-up in drive on Madrid”, Chicago Tribune, 28 de julio de 1936. 23 EIROA SAN FRANCISCO, M. “Las fuentes doctrinales…” p. 119. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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declaraciones efectuadas al enviado especial de United Press efectuadas en Salamanca en julio de 1937, ya anunciaban que “solo la victoria total o la rendición completa y sin condiciones del Gobierno de Valencia, pueden poner fin a la guerra”24. A los enviados de la Agencia Havas y del periódico Daily Mail en noviembre de 1937 les dijo: Impondré mi voluntad con la Victoria. No estoy dispuesto a discutir. [...]. La guerra ha sido ya ganada en los campos de batalla así como en el económico, comercial, industrial e incluso social. La terminaré y estoy dispuesto a terminarla militarmente. Consideraré como traidor y castigaré como tal a todo español que ponga en duda nuestra decisión de terminarla así25. La violencia de los rebeldes no sólo se divulga en el exterior. Sin ir más lejos,
el 24 de julio de 1936 el propio Francisco Franco advertía a los rojos que “el que persista en la rebeldía contra el movimiento nacional, le espera un negro porvenir de incertidumbre y zozobras”26. Una violencia que no sólo se expresa de forma directa y clara, sino que también se percibe cuando Franco indica que no hay posibilidades a la neutralidad por parte de la población, utilizando el juego psicológico de la llamada de la Patria27. El odio suele ser el principal causante de la violencia, el sentimiento que pone en marcha el enfrentamiento con el enemigo. En el caso de los rebeldes españoles, es evidente que hay una generalización de los mensajes negativos hacia “los rojos”. Un ejemplo de esto es cómo justificaba Franco el alzamiento: El ejército, secundado por el pueblo y las milicias, se alzó contra un gobierno anticonstitucional, tiránico y fraudulento y, cumpliendo lo que perpetúa nuestra ley constitutiva castrense, se erigió en defensa de la patria, defendiéndola de sus enemigos exteriores e interiores. ¡Sublime precepto que compendia la más augusta y trascendental misión!28 24 Estas mismas declaraciones las realizó al corresponsal del Liverpool Daily Post el 14 de julio de 1937; y al enviado especial de Le Figaro, en octubre. Vid. DELEGACIÓN NACIONAL DE FET Y DE LAS JONS (ed.). Palabras del Caudillo, 19 de abril de 1937 a 31 de diciembre de 1938. Madrid, Editora Nacional, 1943. 25 Declaraciones de Francisco Franco Bahamonde a los corresponsales de la Agencia Havas y del Daily Mail realizadas en noviembre de 1937 [en línea]. Disponible en: http://www. generalisimofranco.com/Discursos/prensa/00011.htm [consultado el 15 de febrero de 2015]. 26 “Palabras del Caudillo”, ABC, 24 de julio de 1936. 27 “Ni un solo español puede ser neutral”, ABC, 26 de julio de 1936. 28 “Toda la España liberada por el heroico esfuerzo del ejército celebra con brillantes actos la fecha del 18 de julio”, Discurso de Francisco Franco, ABC, 20 de julio de 1937. 198
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Para la captación del apoyo popular, era fundamental empezar por deslegitimar al Frente Popular, una coalición de izquierdas que ganó las elecciones en febrero de 1936: Las elecciones que precedieron al establecimiento de un Gobierno de Frente Popular, en febrero de 1936, fueron falseadas por los partidos extremistas; obtuvieron electores por la amenaza y el terror, sea que votaron con ellos, sea que se abstuvieran de votar contra ellos. A pesar de todo, los partidos de derechas tuvieron más sufragios que los de izquierdas. Entonces recurrieron a los grandes remedios, como la anulación de resultados en ciertas circunscripciones y otras prácticas similares, gracias a las cuales los extremistas obtuvieron el Poder. Una vez instalados en él, les bastó poco tiempo para extender la anarquía y el caos en el país29.
Los sublevados sabían de la necesidad de autolegitimarse una vez iban logrando victorias parciales. Esto les lleva a difundir la idea de que “la Guerra Civil fue una necesidad histórica” como decían los vencedores. Éstos, al ser conscientes del drama y el elevado coste que supuso para el conjunto del país, no se limitaron a buscar justificación ideológica a la sublevación militar, sino que buscaron argumentos de mayor peso. Así, recurren a un conjunto de causas sagradas, indiscutibles, que podían anular la terrible consecuencia que supone una guerra civil. El propio general Mola le dijo a José María Gil Robles, el 30 de agosto de 1936, que se conformaría con que la guerra se liquidase con “cien mil muertos”30, lo que podría indicar que se buscaba causar las menos bajas posibles. Dentro de esta estrategia propagandística, cobra especial importancia el concepto de alzamiento. Como parte de esta necesidad de contar con cierto consenso sobre el golpe, los rebeldes intentaron a toda costa renunciar a un término que pudiera implicar un trasfondo ideológico de derechas o de izquierdas, por lo que el concepto alzamiento permitía considerar al movimiento militar como una suerte de reconquista. Ernesto Giménez Caballero señaló que España había perdido el rumbo desde el siglo XVIII31, pero es con la llegada de la Segunda República (14 de abril de 1931) cuando realmente comenzó un fatídico proceso que llevaría a la pérdida de identidad y caos nacional. Para el falangista la situación era apocalíptica: 29 “Entrevista con Franco”, La Revue Belge, 15 de julio de 1937. 30 GIL ROBLES, J. Mª. No fue posible la paz. Barcelona, Ariel, 1968, p. 721. 31 Para saber más sobre Ernesto Giménez Caballero, vid. ÁLVAREZ CHILLIDA, G. “Ernesto Giménez Caballero: unidad nacional y política de masas en un intelectual fascista”. Historia y política: Ideas, procesos y movimientos sociales, 24, 2011, pp. 265-291. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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[...] Nos habían destrozado la médula misma de nuestro ser. Nuestra propia alma de españoles y hombres. Pero ¿no os acordáis de aquel horror y de aquella vergüenza? El católico, en España, había perdido su Dios. El monárquico, su rey. El aristócrata, su señorío. El militar, su espada. El patrono, su capacidad de iniciativa. El operario, su posibilidad de trabajo. La mujer, su hogar. El hijo, el respeto al padre. Y hasta la lengua española “compañera de imperio” (como la llamó Nebrija ante los Reyes Católicos), era una escupidera para toda clase de inmundicias regionales32.
En líneas generales, este discurso ideológico se mantuvo a lo largo del régimen franquista en España, matizándose y redefiniendo sutilmente la adjetivación, pero la justificación ideológica de la rebelión se fundamentó sobre el mismo fondo teórico: “el caos absoluto en que se encontraba sumida España y la imperiosa necesidad de rebelarse ante tal estado de cosas”33. No obstante, el discurso ideológico franquista necesitaba ampliar el abanico de apoyos sociales, puesto que no podía constituirse únicamente sobre la base del rechazo a la República. De ahí que la propaganda se centrase en la creación del mito de la conspiración marxista que se preparaba (la subversión organizada y financiada por Moscú), con lo que se llevaba la contienda a una nueva dimensión: salvar España de la agresión de una potencia extranjera que ponía en riesgo la independencia nacional. El propio Franco repitió reiteradamente esta idea generalizada afirmando que: Los jefes del Ejército no intervinieron hasta tener la convicción de que solamente su acción podía salvar al país de la ruina completa. Se decidieron a actuar el día que supieron que los elementos extremistas del Frente Popular preparaban una revolución comunista (de tipo soviético) para apoderarse del poder y exterminar a sus enemigos (entiéndase por enemigos todos los ciudadanos respetuosos de la ley, honrados, ricos o pobres, sin distinción). Innecesario es decir que poseemos documentos que prueban esto, testimonios que demuestran con cuanta minuciosidad este movimiento había sido organizado. 32 GIMÉNEZ CABALLERO, E. España y Franco. Cegama (Guipúzcoa), “Fe y acción”, Fascículo Doctrinal núm. 1, Eds. Los Combatientes, 1938, pp. 8-9. 33 REIG TAPIA, A. Violencia y terror: estudios sobre la Guerra Civil española. Torrejón de Ardoz Madrid, Akal, 1990, p. 31. 200
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La revolución comunista que debía estallar en mayo fue pospuesta para junio, y, por último, hasta finales de julio. Informados a tiempo, la hicimos abortar con un levantamiento de carácter puramente defensivo. Ninguno de nosotros se ha dejado guiar por la ambición o el deseo de apoderarse del poder. Sólo nos han guiado los más altos ideales y motivos puramente altruistas34.
Semanas después, en la exposición de motivos del decreto de 1 de octubre de 1937, se describía el peligro que amenazaba a España, anunciando ya la victoria, en esta cruzada contra la barbarie comunista, amenazadora de la civilización occidental [...]. Cerca de tres siglos, el ser auténtico e inmortal de España agonizaba, desgarrado en la carne y en el espíritu, por los dardos venenosos y extranjeros de una concepción atea y materialista de la vida35.
Aunque pudiera parecer innecesario, queda evidenciado que todo es parte de la propaganda. “No se preparaba revolución comunista alguna y los documentos, pruebas y testimonios que el general Franco afirmaba poseer eran puras falsificaciones” encaminadas a crear las condiciones psicológicas que hicieran posible la intervención militar36. El sustrato de estas ideas del Nuevo Estado, es el incipiente anticomunismo que se fomenta desde los regímenes fascista y nacionasocialista en Italia y Alemania respectivamente. Específicamente, en el anticomunismo español se percibe un profundo espíritu de clase y un sentimiento arraigado de diferenciación social, que pone de manifiesto el rechazo absoluto a cuestionar el orden social que (se supone) va situando de un modo natural a cada uno de los individuos en la escala social de acuerdo con sus méritos. En este sentido son significativas las palabras de José María Pemán: 34 FRANCO, F. “¿Dónde estamos?” (artículo publicado en La Revue Belgue el 15 de agosto de 1937). En Palabras del caudillo. 19 de abril 1937-diciembre 1942. Madrid, Ed. Nacional, 1943, pp. 414-415. 35 El decreto instauraba la Gran Orden Imperial de las Flechas Rojas, supremo galardón del Nuevo Estado que se concedía a S.M. Imperial Víctor Manuel III, rey de Italia y emperador de Etiopía; al Duce de Italia y fundador de su imperio, Benito Mussolini, y al Führer canciller de las nación alemana, Adolf Hitler. En BOE. Núm. 349 (Burgos, 4 de octubre de 1937). 36 REIG TAPIA, A. Violencia y terror… p. 33. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Detrás de ti, obrero, están movilizados todos los hígados enfermos, todas las mentalidades fracasadas de la nación: los afeminados, los hepáticos, los escritorcillos que no venden sus libros, los autores que no estrenan sus comedias, las “clases” que envidian a los oficiales, los maquinistas que quieren decorar sus monos grasientos con entorchados de almirantes37.
Este fuerte sentido de clase que expresa Pemán venía complementado con la exacerbación del sentimiento nacionalista de las masas, presentando a los marxistas como de otro mundo. Así lo decía él: Los marxistas no son españoles, como no son portugueses, ni de ninguna parte. No tienen Patria ni ascendencia ¡Son los hospicianos del mundo!38
En definitiva, la propaganda ideológica de la derecha española consistía en sobredimensionar la fuerza real del comunismo en España en 1936. Esto se entiende porque desde el primer momento de la instauración de la República en 1931 se acusó al nuevo régimen de ser débil con el comunismo aún cuando su implantación social fuese irrelevante39.
Como se mencionó antes, las dos instituciones fundamentales para comprender al bando rebelde la formaron el Ejército y la Iglesia. La voluntad militar subyace desde la propia figura de Franco, pero hay que incidir más en la participación activa de clero. El apoyo de la jerarquía eclesiástica (con la particularidad de la iglesia vasca) otorgó el impulso legitimador definitivo a los rebeldes. Desde el principio, el discurso se basó en la aniquilación de los rojos por su vinculación al comunismo ruso, pero sin olvidar la incursión del elemento religioso, lo que otorgó la dimensión de Cruzada a la Guerra. Sobre el término Cruzada hay que tener en cuenta una advertencia: cierto es que el 24 de julio desde Radio Tetuán se afirmó que el golpe se trataba de una “cruzada en defensa de España”40, de los valores del orden y la disciplina y de la civilización cristiana, pero esto no quiere indicar que la iglesia, desde el punto de vista jerárquico, entrase a formar parte del golpe. 37 PEMAN, J. Mª. “Alocución a los obreros”, pronunciada desde el micrófono de la División de Sevilla el 25 de agosto de 1936. En Arengas y crónicas de guerra. Cádiz, Eds. Cerón, 1937, p. 30. 38 PEMÁN, J. Mª. “Mensaje a Portugal”, pronunciado desde Radio Club Portugués en septiembre de 1936. En Arengas y crónicas de guerra. Cádiz, Eds. Cerón, 1937, p. 36. 39 REIG TAPIA, A. Violencia y terror… p. 35. 40 “La patriótica alocución del Caudillo”, ABC, 25 de julio de 1936. 202
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Aunque pudiera parecer obvio, es necesario aclarar que la Iglesia no se alza o hace estallar la Guerra Civil. Se produce un alzamiento y, prontamente, de hecho, la Iglesia es implicada y se implica en ese acontecimiento que acaba convirtiéndose en Guerra Civil41.
Una implicación que permite al catolicismo integrarse dentro de la doctrina franquista mucho más allá del sistema represivo, lo que explica que dentro de los valores del Nuevo Estado haya actitudes propias de la cultura religiosa como la “sumisión, la resignación y el concepto de culpa”42. La cuestión religiosa es fundamental para determinar los apoyos sociales de la guerra, puesto que, si bien no se puede dudar que los bloques estaban constituidos antes del Alzamiento, a hacerlos “aún más irreconciliables contribuyó, con explosiva eficacia, la persecución religiosa que se desata en la zona “rojo-republicana”, con especial virulencia durante julio y agosto de 1936”43. Todo, claro está, con el impulso de la jerarquía eclesiástica, paralelamente a los rebeldes, acentuó el uso de la expresión cruzada en alocuciones y escritos. La Carta Pastoral del obispo de Salamanca, Don Enrique Pla y Deniel titulada “Las dos ciudades” publicada en septiembre de 1936, asemejaba el concepto de Cruzada al combate de los ejércitos franquistas y bendecía tanto a los soldados en batalla como a los que “quedaban en la retaguardia cooperando a la santa Cruzada. Porque se trata de una Cruzada contra el comunismo para salvar la Religión, la Patria y la Familia, por lo que los combatientes son los Cruzados del s. XX”44. La claridad en el planteamiento de la Iglesia se puede observar cuando Carles Cardó afirmó que “uno de los partidos beligerantes nos mata, el otro nos defiende”45. 41 ÁLVAREZ BOLADO, A. Para ganar la guerra, para ganar la paz. Iglesia y Guerra Civil: 19361939. Madrid, Publicaciones Universidad Pontificia Comillas (Madrid), 1995, p. 22. 42 EIROA SAN FRANCISCO, M. “Las fuentes doctrinales…” p. 133 43 ÁLVAREZ BOLADO, A. Para ganar la guerra… p. 34. Para saber más vid. MARGENAT PERALTA, J. M. El factor católico en la construcción del consenso del nuevo Estado franquista: (19361937). Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1991. 44 HERNANDO, B. Delirios de Cruzada. Historia secreta del franquismo. Madrid, Ediciones 99, 1977, pp. 44-45. 45 CARDÓ, C. “Historia interna d’una Historia espiritual”. Quaderns d’estudis politics, economics i socials, 24, mayo-junio 1947, p. 9. Tomado de ÁLVAREZ BOLADO, A. Para ganar la guerra, para ganar la paz. Iglesia y Guerra Civil: 1936-1939. Madrid, Publicaciones Universidad Pontificia Comillas, 1995, p. 37. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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El propio Franco se manifestó así al enviado francés de L’Ècho el 16 de noviembre de 1937: Nuestra guerra no es una Guerra Civil, una guerra de partido, una guerra de pronunciamiento, sino una Cruzada de los hombres que creen en Dios, en el bien, en el ideal, en el sacrificio, que luchan contra los hombres sin fe, sin moral, sin nobleza [...]. Nuestra guerra es una guerra religiosa, y no luchamos contra otros hombres, sino contra el ateísmo y el materialismo, contra todo lo que rebaja la dignidad humana. Nuestro campo es el campo de la fe y de la abnegación46.
Estas palabras demuestran que Franco era consciente de que si quería legitimarse debía constituirse como jefe de la cruzada patriótica y religiosa. Antes se señaló que sólo los sacerdotes vascos47 se mostraron contrariados con respecto a la Guerra Civil española lo que llevó a que, dentro del proceso bélico, hubiese sacerdotes muertos a manos de los alzados. Muertes que son justificadas por el cardenal arzobispo de Toledo Isidro Gomá: Más que nadie hemos lamentado el hecho [...]. Pero también lamentaríamos, profundamente, la aberración que llevara a unos sacerdotes ante el pelotón que debiese fusilarlos; porque el sacerdote no debe apearse de aquel plano de santidad, ontológica y moral, en que le situó su consagración para altísimos misterios. Es decir, que si hubo injusticia, por la parte que fuese, la deploramos y la reprobamos, con la máxima energía. No creemos que haya en amar bien al propio pueblo: por esto nos resistimos a creer que algunos sacerdotes hayan sido fusilados por el mero hecho de ser amantes de su pueblo vasco48.
Duras palabras las del cardenal Gomá, pero sintomáticas del momento en el que se encontraba la nación española. La dimensión del odio al enemigo se sobredimensionó de tal manera que se encuentra justificación a cualquier tipo de violencia, aún cuando esta se produzca sobre miembros de la jerarquía. 46 DELEGACIÓN NACIONAL DE FET Y DE LAS JONS (ed.). Palabras del Caudillo, 19 de abril de 1937 a 31 de diciembre de 1938. Madrid, Editora Nacional, 1943. 47 Para ahondar en el papel del clero vasco vid.: HILARI, R. La pólvora y el incienso: la Iglesia y la Guerra Civil Española (1936-1939). Barcelona, Península, 2001; MONTERO GARCÍA, F. (coord.). Otra iglesia: clero disidente durante la Segunda República y la Guerra Civil. Gijón, Trea, 2013. 48 BOE del Arzobispado de Toledo (15 de enero de 1937), p. 35. También en: GOMÁ Y TOMÁS, I. Por Dios y por España: pastorales, instrucciones pastorales y artículos, discursos, mensajes, apéndice 1936-1939. Barcelona, Casulleras, 1940, p. 59. 204
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7. Conclusiones Como se ha intentado expresar a lo largo de toda la investigación, el lenguaje dialéctico utilizado por el bando rebelde desde el principio de la contienda se caracterizó por un alto contenido de división y rencor hacia sus enemigos. El tradicionalismo y la revolución anticomunista son los ejes ideológicos de un movimiento militar que, debido a su ineficacia del golpe inicial, provocó una cruel y larga Guerra Civil. Las tres grandes ideas que se han utilizado en este artículo (alzamiento, cruzada y anticomunismo/antimarxismo) son la clara demostración del concienzudo trabajo realizado por el aparato propagandístico de los rebeldes. Desde el comienzo se busca un mito del pasado, la cruzada, representante fundamental de la labor de los Reyes Católicos a la hora de recuperar “el territorio nacional”, con lo que se huye de conceptos que representen la guerra ideológica derecha-izquierda que se estaba produciendo en ese momento en Europa con el surgimiento del comunismo soviético primero y, del fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán. Esta idea de quitarle peso ideológico es lo que explica el uso del término alzamiento como se ha dicho. Caso aparte merece la idea del anticomunismo, posiblemente el argumento con más fuerza a la hora de legitimar y justificar el golpe de estado. Ya se ha demostrado que el propio Franco indicó en julio de 1936 que la idea era defender el régimen constitucional republicano49, en un discurso que rápidamente dejaría de utilizarse por parte de los rebeldes. Esto demuestra que el propio general no tenía muy clara la finalidad del golpe una vez éste fracasa. Una finalidad que se va forjando a lo largo de la guerra y según van desapareciendo los organizadores del levantamiento. La fortaleza de estos argumentos la demuestra el hecho de que, una vez la guerra acaba, siguen siendo la columna vertebral del nuevo régimen, ya en forma de dictadura. Franco no abandonará nunca, desde 1936 hasta 1975 el eje central de su discurso, pero sí que matiza algunas ideas o añade elementos nuevos para adaptarse según los acontecimientos que se van produciendo en la esfera nacional y, sobre todo, internacional. 49 “Interesante proclama del General Franco”, ABC, Sevilla, 23 de julio de 1936. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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¿conformismo o desesperación? Necesidad y violencia en el pensamiento de Hannah Arendt Conformism or Desperation? Necessity and Violence in Hannah Arendt´s Thought Agustina Varela Manograsso1 Universidad de Murcia
[email protected] Resumen: En este artículo se revisa la conexión entre necesidad y violencia en el pensamiento filosófico y político de Hannah Arendt. Este vínculo invita a reflexionar sobre el fenómeno de la violencia desde lo que ella denominó “el devorador proceso de la vida”. Se explora dicha conexión desde la distinción arendtiana entre la esfera privada (prepolítica-natural) y la esfera pública (política-artificial) en la que emerge la pluralidad y, según la filósofa, la única en que los humanos pueden configurar su identidad personal y ser auténticamente libres. Este estudio nos permite analizar la violencia contemporánea a la luz de la noción arendtiana de animal laborans, esto es, el ser “humano” que al estar plenamente rendido, u obligado a rendirse, a la compulsión de sus necesidades, se convierte en mero “consumidor” o mero “residuo”. Una disyuntiva que permitirá repensar la violencia desde la perspectiva del conformismo o la desesperación. Palabras clave: Arendt, violencia, necesidad, conformismo, desesperación, modernidad, política, libertad, vida, animal laborans. Abstract: In this article I examine the connection between necessity and violence in Hannah Arendt´s philosophical and political thought. This link invites us to think about the phenomenon of violence taking into account her conception of “the devouring process of life”. I explore this connection from the Arendtian distinction between private (prepolitical-natural) sphere and public (political-unnatural) sphere in which plurality can emerge and, according to the philosopher, the unique realm where humans can configure their personal identity and where they can be authentically free. This study allows us to analyze contemporary violence in the light of Arendt´s notion of animal laborans. That is to say, the “human” being who, due to it is absolutely surrendered (or obligated to surrender) to its compelling necessities, becomes into a mere “consumer” or mere “waste”. This is a disjunctive that will allow us to rethink violence from the perspective of conformism or desperation. Keywords: Arendt, Violence, Necessity, Conformism, Desperation, Modernity, Politics, Freedom, Life, Animal Laborans. 1 Beneficiaria del Programa de Formación del Profesorado Universitario (FPU) del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Ref. AP2012/00635. Facultad de Filosofía de la Universidad de Murcia.
Agustina Varela Manograsso
1. Introducción La preocupación por la violencia atraviesa el pensamiento filosófico y político de Hannah Arendt de principio a fin. Toda su propuesta teórica parte de la experiencia totalitaria como acontecimiento de ruptura que ella, siendo alemana y judía, vivió como víctima y espectadora. El esfuerzo por construir una teoría política capaz de responder a la violencia totalitaria, y basada en una defensa de lo político como espacio plural, de acción y discurso, en contraposición a la violencia muda, convierte a sus novedosas y polémicas reflexiones en foco de atención ineludible. La forma extrema de la violencia totalitaria no se trata, para la filósofa, de una consecuencia inevitable de la modernidad, pero tampoco de una mera excepción, ya que fue precisamente en la época moderna donde pudo cristalizar2. De ahí que gran parte de su obra esté dirigida a explorar críticamente a la sociedad moderna y lo que permanece de ella en el período postotalitario, a través de una original reconceptualización de ciertas categorías filosófico-políticas. En contraposición a la noción de “naturaleza humana”, Arendt vindica la idea de “condición humana” que no nos determina por completo. La condición humana de lo que ella denomina vita activa –es decir, la dimensión de la vida en cuanto aquello que los humanos hacemos, a diferencia de la vita contemplativa–, incluye tres actividades y esferas básicas dispuestas jerárquicamente en función de su cercanía a la libertad como plena realización, y representan distintas dimensiones de la existencia humana. Si, por un lado, la “labor” es la actividad centrada en satisfacer las necesidades corporales (ligada al ámbito prepolítico y privado-natural de la vida) y el “trabajo” es la actividad productiva que nos permite construir un mundo artificial de objetos (cuyo ámbito es el económico-social, también prepolítico), la “acción”, por su parte, es para Arendt la actividad humana más elevada, entendida como capacidad de iniciar lo inesperado y auténtico sentido de la libertad3. El ámbito propio a la acción es el espacio público2 El sociólogo Zygmunt Bauman sigue en esto a Arendt y llega afirmar que “el Holocausto no fue un arranque irracional de aquellos residuos -todavía-no-erradicados- de la barbarie pre-moderna. Fue un inquilino legítimo de la casa de la modernidad […]”. BAUMAN, Z. Modernidad y holocausto. Madrid, Sequitur, 2011, pp. 34, 39. 3 Arendt recupera la noción de acción de la Grecia clásica, que es al mismo tiempo archein (comienzo -realizado por un sujeto) y prattein (llevar a término -del que participan muchos). Por ello, la acción no es un acto soberano, sino que requiere de los otros y la convierte en imprevisible. El problema para Arendt es que ambos conceptos se han separado y hemos perdido el auténtico sentido de la acción. Cuando esto sucede, archein se convierte en una 210
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político que, a diferencia del privado y el socio-económico, permite superar la diferencias naturales, formando un ámbito de igualdad artificial “entre aquellos que se manifiestan [y pueden diferenciarse] a través de la palabra y la acción”4. Defiende, de este modo, un significado de lo político como espacio de libertad, incompatible con las relaciones de dominio y violencia concebidas prepolíticas, y que no es natural, sino artificial, ni tampoco es homogéneo, sino que está atravesado por la pluralidad de singularidades que dialogan, debaten y actúan conjuntamente. A su vez, estas actividades se corresponden con tres tipologías del ser humano denominadas respectivamente animal laborans (animal laborante), homo faber (hombre productor) y zoon politikón (hombre de acción) y, si bien se dan a un tiempo en cada ser humano y en los distintos períodos históricos, Arendt identifica ciertas priorizaciones e inversiones que marcan los rasgos de las distintas épocas, de sus sociedades y de los hombres y mujeres que las componen, e influyen asimismo en la transformación y percepción del fenómeno de la violencia. En este sentido, la violencia como denominador común del siglo XX debe ser pensada, según ella, a la luz del proceso de despolitización de Occidente por el cual la polis, como “suprema forma humana de convivencia, y […] por lo tanto, humana en un sentido específico”5, pierde su auténtico sentido hasta corromperse por completo. Este trabajo tiene como propósito centrarse en la preocupación arendtiana que percibe en la época moderna una inversión que llegaría a nuestro días: si en un primer período destaca el predominio de la mentalidad del homo faber –los humanos en su condición productora y su lógica instrumental, que ya había remplazado al zoon politikón–, es rápidamente sustituida por el animal laborans, los humanos en su condición menos humana, en su atención exclusiva a la satisfacción de las necesidades vitales que, a su acción solitaria y adquiere el significado de gobierno de unos sobre otros: “la original interdependencia de la acción, la dependencia del principiante y guía con respecto a los demás debido a la ayuda que éstos prestan y la dependencia de sus seguidores con el fin de actuar ellos mismos en una ocasión, constituyeron dos funciones diferentes por completo: la función de dar órdenes, que se convirtió en la prerrogativa del gobernante, y la función de ejecutarlas, que pasó a ser la obligación de sus súbditos”. ARENDT, H. La condición humana. Barcelona, Paidós, 1998, p. 213. 4 “Este espacio […] no abarca todo lo humano, pero es, sin embargo, el que ella elige y al que consagra lo esencial de su obra”. COLLIN, F. “Hannah Arendt. La acción y lo dado”. En Collin, F. Praxis de la diferencia. Liberación y libertad, Barcelona, Icaria, 2006, p. 117. 5 ARENDT, H. ¿Qué es la política? Barcelona, Paidós, 2007, p. 68. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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vez, va transformando el sentido de lo vital de estas necesidades y, como veremos, también el de la violencia que atraviesa las relaciones humanas. Tomando como referencia la problemática que subyace a esta inversión, exploraré la vinculación arendtiana entre necesidad y violencia, sin perder de vista sus tensiones y ambigüedades, con el fin de indagar en la noción de violencia que podemos vislumbrar en relación al predominio de la necesidad, y así revalorizar el análisis crítico que la alemana hace de la modernidad y que permite repensar la violencia contemporánea desde la figura del animal laborans y los peligros del conformismo y la desesperación como anulación de la capacidad humana para actuar. 2. La modernidad: entre el progreso, el proceso y el ascenso de la necesidad
Si desde la perspectiva de los defensores del progreso histórico, la época moderna supuso ciertos avances tecno-científicos y socio-políticos que favorecieron la liberación de las actividades dedicadas al mantenimiento de la vida, la disminución de la violencia sobre las clases laborantes en el ámbito privado y la apertura a la libertad, Arendt, sin embargo, rechaza este optimismo. Con la mirada puesta en la Grecia antigua, recupera la distinción entre la libertad del espacio público (polis) y necesidad del espacio privado (oikos) (entendiendo por éste la privación de aparición en la esfera plural), con el fin de explorar las peligrosas condiciones modernas de la necesidad. Se pueden destacar dos sentidos distintos, aunque conectados, en los que necesidad y violencia aparecen vinculados en la obra de Arendt: por un lado, alude a la “violencia elemental con que el hombre declara la guerra a la necesidad”6, es decir, la lucha de cada sujeto con la necesidad coactiva que emana de su propio cuerpo; por otro, recupera la idea de la Grecia clásica según la cual “la fuerza y la violencia [...] son los únicos medios para dominar la necesidad […] y llegar a ser libre”7. Este segundo sentido consistía en la violencia instrumental que se introducía en la esfera privada para coaccionar a los subordinados de esta esfera (en la Antigua Grecia, los esclavos y mujeres), con el fin de liberarse de la necesidad y poder acceder a la esfera política. 6 ARENDT, H. Sobre la Revolución. Madrid, Alianza, 1988, p. 114. 7 ARENDT, H. La condición… p. 44. 212
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Aunque, por supuesto, Arendt no pretende volver a estas formas premodernas de violencia, recupera este modelo con el único propósito de analizar críticamente a una sociedad moderna devota de las necesidades. Por ello, si bien celebra los beneficios que supuso la liberación de las clases laborantes8 y la reducción de la violencia física de la vida cotidiana del ámbito privado, sin embargo, advierte aunque los peligros que introdujo la emancipación de la actividad laboral en sí misma. Y es que la coacción de la violencia no fue sustituida por la libertad, ni supuso el desarrollo de una auténtica “vida política” –que es lo que para ella hace propiamente libre a los hombres–, sino que dio paso al ascenso de la “vida biológica” a bien supremo y al sometimiento de todos los individuos a la coacción de la necesidad que obliga la subsistencia. Incluso, aquella violencia físico-instrumental antiguamente restringida a la esfera privada no fue eliminada, sino trasladada a manos exclusivas del Estado convertido, a su vez, en productor de los medios de la violencia. Así, el panorama moderno se le presenta a Arendt como la confluencia de una violencia instrumental monopolizada por un Estado omnipotente y vida “humana” impotente monopolizada por la “violencia despótica de la necesidad”9. Por todo ello, la óptica arendtiana no permite ver en la emancipación de la labor la evidencia del progreso humano, pero más fundamentalmente porque rechaza la misma noción de historia en términos de un continuum temporal, como progreso lineal, perfectible y necesario. De hecho, concibe a esta perspectiva una de las mayores falacias modernas10, que no solo ha negado la contingencia favoreciendo el abandono de la realidad por la adhesión al “confortable refugio” de lo inmutable, sino que además ha sido clave para legitimar la violencia y las relaciones de dominio en nombre del proceso civilizador11. Al contrario, ella vindica una noción de historia fragmentada que, al estar atravesada por la contingencia del acontecimiento y la acción plural como ruptura, permanece abierta a lo inesperado. 8 “Lo que en la ciudad griega Arendt constata y ratifica sin más comentarios, esto es, la realidad de los excluidos, de los desposeídos, lo problematizará cuando analice el mundo moderno, ilustrándolo con la figura del paria y especialmente del paria judío”. COLLIN, F. “Hannah Arendt. La acción…” pp. 241-242. 9 BIRULÉS, F. Una herencia sin testamento: Hannah Arendt. Barcelona, Herder, 2007, p. 120. 10 ARENDT, H. “Sobre la violencia”. En Arendt, H. Crisis de la Republica, Madrid, Taurus, 1999. p. 134. 11 La idea de progreso daba sentido a la historia como escala o jerarquía entre los hombres, las sociedades y las épocas históricas y legitimaba el uso de la violencia para el dominio de unos (los civilizados) sobre otros (los salvajes), cuyas vidas eran el precio necesario que había que pagar por el proceso civilizador. Vid. CAMPILLO, A. Adiós al progreso. Una meditación sobre la historia. Barcelona, Anagrama, 1985. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Si bien Arendt sitúa el origen de la idea de “progreso de la humanidad” en el siglo XVII, considera que su conceptualización fue variando hasta llegar a la idea de “progreso ilimitado” en el siglo XIX12. Cuando esto sucede, la lógica del “progreso” adquiere el carácter de un “proceso” arrollador, cuyo flujo irresistible ya no distingue entre principio y fin. La preocupación latente de toda la obra arendtiana radica precisamente en la pérdida de significado de la particularidad del acontecimiento o la acción, que solo parece adquirir sentido si es subsumido en el proceso general. De ahí que enfatice la singularidad de la acción como capacidad de interrumpir el automatismo de todo proceso con el inicio de otros nuevos13. En definitiva, el acento está puesto en la vindicación de la libertad como iniciativa en contraposición al devenir necesario, aunque ello implique asumir el riesgo de lo impredecible. 3. Necesidad y violencia(s) El espacio público-político y artificial de relaciones entre los iguales (en el sentido de igualdad política-paridad), por un lado, y el espacio privadoprepolítico y natural al que Arendt asocia el apremiante proceso de la vida biológica y las coactivas relaciones de dominio y violencia, por otro, son para ella esencialmente diferentes y de necesaria distinción. Como decía, desde su perspectiva la esfera política no es algo que los humanos recibimos por naturaleza, ni se constituye siempre que vivimos juntos, sino que es la forma de convivencia coextensiva a la acción y a la que ella concede el rango más elevado porque es la única en que somos auténticamente libres y podemos revelar nuestra identidad singular. No hay, para la alemana, identidad personal previa al encuentro intersubjetivo en el espacio político. Mediante la acción y el discurso revelamos quiénes somos, pero esa revelación no presupone un “yo interior-originario”, ni muestra 12 “El siglo XVII […], pensaba en el progreso como una acumulación de conocimientos a través de los siglo, mientras que para el siglo XVIII la palabra significaba ‘educación de la Humanidad’ […] cuyo final coincidiría con la llegada del hombre a la mayoría de edad […]. Al comienzo del siglo XIX, sin embargo, tales limitaciones desaparecieron […] Este movimiento no tiene ni principio ni fin”. ARENDT, H. “Sobre la violencia…”, p. 132. 13 Arendt era consciente de la peligrosidad de la capacidad de actuar, pero enfatizó su grandeza. Mientras que el proceso se centra en el automatismo de su propia dinámica sin dejar cabida la acción como ruptura, por su parte, la noción arendtiana de acción no pretende negar la idea de proceso. Pero desde su perspectiva, el acento está en la capacidad de interrumpir el automatismo del/los proceso/s con el inicio de otro/s nuevos e imprevisibles. Vid. ARENDT, H. Entre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios sobre reflexión política. Barcelona, Península, 1996, p. 72. 214
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una identidad cerrada, definitiva. En contraposición a todo esencialismo y a la idea de una identidad soberana que pueda prescindir de la presencia de los otros, Arendt vindica un sentido de “revelación” (dis-closure: no-cierre) como apertura a la pluralidad humana. Se trata, de este modo, de una revelación que es al mismo tiempo configuración y confirmación de la identidad personal en contigüidad con los demás14. En la medida en que el sentido arendtiano de espacio político no queda reducido al aparato institucional y permite conformar nuestra identidad, así como reconocernos mutuamente como singularidades no intercambiables, será fundamental protegerlo de la irrupción de las necesidades vitales (privadas-coactivas) que no nos igualan por nuestra capacidad de inicio y de distinguirnos como sujetos únicos (equality- igualdad en la diferencia), sino en tanto especie natural que somos (sameness- igualdad como uniformidad). Por ello, según Arendt, cuando en la época moderna la violencia física preponderante en el ámbito privado es sustituida por la necesidad y la glorificación de la vida, lo privado adquiere el rango de lo público pervirtiendo el auténtico sentido tanto de la política –que deja de ser un fin en sí para convertirse en mera administración de la sociedad de consumidores–, como el de libertad –que pasa a identificarse con la “felicidad privada”, es decir, con la satisfacción de necesidades individuales, incluso de aquellas realmente innecesarias para el mantenimiento de la vida–. Esta indistinción de esferas (denominada por ella “ascenso de lo social”), la emancipación de la labor y la extensión de su lógica cíclica a la esfera de los asuntos humanos, borra el sentido de todo lo particular que “ya no se muestra, sino que es consumido constantemente, es processed”15. Un análisis de las reflexiones arendtianas sobre la violencia desde la perspectiva del “despotismo de la necesidad”, debe indagar en la vinculación que las une, sin perder de vista el peligro que supondría (y que de hecho ha 14 “El descubrimiento de ‘quién’ en contradistinción al ‘qué’ es alguien -sus cualidades, dotes, talento y defectos que exhibe u oculta- está implícito en todo lo que ese alguien dice y hace. Solo puede ocultarse en completo silencio y perfecta pasividad, pero su revelación casi nunca puede realizarse como fin voluntario, como si uno poseyera y dispusiese de este ‘quién’ de la misma manera que puede hacerlo con sus cualidades […]. Esta cualidad reveladora del discurso y de la acción pasa a primer plano cuando las personas están con otras”, ARENDT, H. La condición… pp. 203-204. 15 ARENDT, H. Hannah Arendt. Diario filosófico, 1950-1973. Barcelona, Herder, 2006, Cuaderno XXII [3], p. 546. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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supuesto) la identificación entre ambas, y sobre el que la misma Hannah Arendt previene. La violencia es, para la filósofa, un fenómeno que sin ser en absoluto necesario, está intrínsecamente ligado a la necesidad. 3.1. La peligrosa identificación entre necesidad y violencia: naturalización de la violencia Que la violencia no es algo innato ni, por tanto, necesario, queda claramente expuesto en su famoso ensayo Sobre la violencia (1970) en el que delimita el campo de análisis contraponiéndose a dos tradiciones que habían sustentado dos identificaciones, según ella, tan erróneas como peligrosas: por un lado, aquella que veía en la violencia la máxima manifestación del poder y, por otro, aquella que veía en la violencia la máxima manifestación de la “fuerza vital” y, en última instancia, de la necesidad inherente a la vida. Es conocida la famosa distinción arendtiana entre poder y violencia contrapuesta a la tradición del pensamiento político occidental que entendía por poder al dominio de unos hombres sobre otros y por violencia la expresión más extrema de ese poder16. En su lugar, ella recupera de la tradición republicana una noción relacional de poder en términos de “acción concertada”que 17, a diferencia de la violencia muda, no es instrumental, ni podemos poseerlo de forma individual, sino que es un fin en sí mismo y se mantiene solo mientras el espacio que emerge entre los hombres (de la palabra y la acción conjunta) permanece activo: Solo es realidad donde palabra y acto no se han separado, donde las palabras no están vacías y los hechos no son brutales, donde las palabras no se emplean para velar intenciones sino para descubrir realidades, y los actos no se usan para violar y destruir sino para establecer relaciones y crear nuevas realidades18. 16 Se trataría de la denominada por Arendt la “Gran tradición” (Main Tradition) del pensamiento occidental que se remontaría a Platón y la concepción de la política como una relación de dominio, pero más concretamente se trata de la tradición del pensamiento político que inicia Jean Bodin en el siglo XVI con su noción de poder político (del Estado) en función de la idea de soberanía. Entre los pensadores (dispares) que ella vincula a esta tradición: Hobbes, Voltaire, Rousseau, Clausewitz, Weber, Carl Schmitt, Bertrand de Jouvenel, C. Wright Mill. 17 Es importante señalar que la noción arendtiana de consenso no busca eliminar el conflicto ni tiende a la unanimidad: “La idea arendtiana de power implica la noción de consenso solo cuando esta última no coincida con la unanimidad, a saber, cuando el consenso se piense, con Lyotard, en conexión con la ‘disidencia’”. FORTI, S. Vida del espíritu y tiempo de la Polis. Madrid, Cátedra, 2001, p. 374. 18 ARENDT, H. La condición… p. 223. 216
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En definitiva, para Arendt, donde hay poder no hay violencia y siempre que el poder se debilita, esto es, cuando nos dispersamos y resignamos a nuestra capacidad de actuar, se abren grietas por las que ésta puede (re) surgir19. De modo que, según la filósofa, la violencia no es poder pero, como decía anteriormente, tampoco se trata de un “instinto natural”, una manifestación necesaria de la pulsión de la vida biológica. Y es precisamente la confrontación a esta segunda tradición la que me interesa resaltar, ya que iguala vida y necesidad a violencia20. Nada, en mi opinión [dirá Arendt], podría ser teóricamente más peligroso que la tradición del pensamiento orgánico en cuestiones políticas, por la que el poder y la violencia son interpretados en términos biológicos [necesarios]21.
En este sentido, lleva a cabo una dura crítica tanto a los estudios provenientes de la zoología que analizan a la violencia humana desde la categoría de “agresividad animal”, como a aquellas doctrinas filosóficopolíticas que conciben a la vida como “principio creador” (elán vital) y lucha continua de la que la violencia formaría parte ineludible. Desde esta perspectiva, la violencia es justificada como expresión necesaria de esta lucha que es la vida e, incluso, es elogiada como máxima manifestación de su creatividad22. Entender la violencia en estos términos reduce su complejidad 19 No puedo desarrollar aquí la controversia que subyace a la tesis arendtiana que contrapone poder a violencia, pero es preciso aclarar que la filósofa no niega el hecho de que suelen aparecer juntos y no en su estado puro: “por su origen y su sentido auténtico poder y violencia no solo no son lo mismo sino que en cierto sentido son opuestos. Ahora bien, allí donde la violencia, que es propiamente un fenómeno individual o concerniente a pocos, se une con el poder, que solo es posible entre muchos, se da un incremento inmenso del potencial de violencia, potencia que, si bien impulsado por el poder de un espacio organizado, crece y se despliega siempre a costa de dicho poder.” ARENDT, H. ¿Qué es la política?... p. 94. 20 En concreto, se centra en la tradición que se remontaría al vitalismo decimonónico (de Nietzsche, Bergson) y encarnaría en la “Nueva izquierda” del siglo XX la concepción de la violencia como la mejor vía para expresar la libertad y la creatividad de la vida. Entre los pensadores con los que discute: Sorel, Pareto, Fanon y Sartre. 21 ARENDT, H. “Sobre la violencia”… p. 174. 22 Sobre la vinculación entre vida, naturaleza, necesidad y violencia en Arendt vid. FINLAY, C. “Hannah Arendt’s Critique of Violence”. Thesis Eleven, 97/1, 2009, pp. 26-45; BARTOLOMÉ RUIZ, C. “Crítica a las tesis naturalistas de la vida humana. Un diálogo con Hannah Arendt”. Isegoría Revista de Filosofía Moral y política, 45, 2011, pp. 609- 624; SWIFT, S. “Hannah Arendt, Violence and Vitality”. European Journal of Social Theory, 16/3, 2013, pp. 357-76. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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humana a la inevitabilidad del proceso que escapa a toda singularización y acaba por acercar el sentido de la violencia a una interpretación en perspectiva totalitaria23. Ya en una obra anterior, Sobre la Revolución (1963), advierte de la peligrosa identificación entre necesidad y violencia24 cuando ve en el curso de la Revolución Francesa la sustitución de lo político por lo económico, esto es, de la búsqueda de la libertad (la fundación de un espacio político de aparición) por la del bienestar (la satisfacción y administración de las necesidades)25. Sin pretender negar la relación entre necesidad y violencia (como veremos), el sentido de la distinción que Arendt vindica en el contexto del estudio de esta revolución moderna enfatiza las drásticas consecuencias de una doble confusión: la identificación de los “sujetos necesitados” con la “necesidad histórica”26 y la percepción de violencia revolucionaria como fuerza natural-inevitable proveniente de las mismas necesidades biológicas no saciadas, que paradójicamente les permitiría alcanzar la libertad. El resultado fue que la libertad no sobrevino a la revolución, al contrario, se convirtió en la primera víctima de un período que pasaría a la historia como la “Época del Terror”. Y es que, para Arendt: la necesidad y la violencia, la violencia glorificada y justificada debido a que actúa en nombre de la necesidad y ésta, la necesidad […] reverenciada fielmente como la gran fuerza omnipotente que terminará, sin duda, según Rousseau, por ‘forzar a los hombres a ser libres’ […]27 23 “[…] mientras hablamos en términos no políticos, sino biológicos, los glorificadores de la violencia pueden recurrir al innegable hecho de que en el dominio de la Naturaleza la destrucción y la creación son solo dos aspectos del proceso natural de forma tal que la acción violenta colectiva puede aparecer tan natural en calidad de prerrequisito de la vida colectiva de la Humanidad como lo es la lucha por la supervivencia y la muerte violenta en la continuidad de la vida dentro del reino animal” ARENDT, H. “Sobre la violencia”…, p. 175. 24 Para la crítica de Arendt a Marx en este punto vid. ARENDT, H. Sobre la Revolución… p. 66. 25 No puedo desarrollar aquí el polémico tema de la pobreza en Arendt. Solo mencionaré, que el hecho de que conciba un error pretender solucionar “la cuestión social” con medios políticos y lo deje en manos de los “técnicos expertos”, se debe a su esfuerzo por salvaguardar a la esfera política de la necesidad y distinguir entre lo económico (gestión) y lo político (acción). 26 “En Francia el sufrimiento del pueblo irrumpió en la escena revolucionaria, con lo que el despotismo de la naturaleza, de la necesidad, apareció en escena con su fuerza para destruir y con su incapacidad para generar poder, para dar lugar a un espacio plural. Así, la violencia nació en el momento en que los ‘necesitados’ fueron confundidos con la necesidad histórica ineluctable, a la que la virtud revolucionaria debía sacrificarlo todo”. BIRULÉS, F. “La tradición revolucionaria y su tesoro perdido”. Daimon Revista de filosofía, 26, 2002, p. 82. 27 ARENDT, H. Sobre la Revolución… p. 115. 218
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fue el error fatal que condujo a la revolución al fracaso y demostración del peligro que supone igualar necesidad a violencia. A ello se debe su esfuerzo por distinguirlas, y a ello se debe también su insistencia en preservar un sentido delimitado de lo político, libre tanto de la violencia como de la necesidad. 3.2. La vinculación entre necesidad y violencia: naturalización de la vida humana Ahora bien, aun advirtiendo de la amenaza que supone la identificación entre necesidad y violencia, su obra no deja de ofrecer herramientas para analizar su estrecha vinculación. En este punto, es preciso aclarar que Arendt no considera a la esfera privada y a las necesidades biológicas intrínsecamente negativas, ni pretende negar a la labor como condición básica de la vida humana. De hecho, alerta del peligro latente que oculta el desarrollo tecnológico, no solo porque al mismo tiempo que permite la liberación de la labor favorece al potencial destructivo del Estado, sino también porque el alivio que ha supuesto para el laborioso mantenimiento de nuestros cuerpos, conlleva el riesgo de invisivilizar la coacción de la necesidad inherente al hecho de estar vivos, y “el hombre no puede ser libre si no sabe que está sujeto a la necesidad, debido a que gana siempre su libertad con sus intentos nunca logrados por entero de liberarse de la necesidad”28. Asimismo, aunque vindica la primacía de la esfera pública, insiste en el papel fundamental del espacio privado que, además de ser “el reino de las necesidades”, es espacio protector desde el cual poder acceder al terreno político y al que se debe poder regresar. Se trata del otro sentido de lo privado, el sentido no privativo, que ella recupera para enfatizar que tan destructor de la esfera política es la absoluta privatización de la vida humana como su absoluta publicación, porque “una vida que trascurre [solo] en público, en presencia de los otros, se hace superficial”29. Sin embargo, la calve de sus preocupaciones se debe al “crecimiento no natural de lo natural”. Este proceso moderno no ha supuesto tanto la huida a la esfera privada y el vaciamiento de la esfera público-política (que de ser así, mantendría la delimitación) como su completa indistinción, convirtiendo a lo público en el lugar de la necesidad y derivando en una forma pervertida de convivencia, la público-antipolítica –como mencionaba antes, denominada 28 ARENDT, H. La condición… p. 130. 29 ARENDT, H. La condición… pp. 76-77. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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“lo social”–, en la que “la mutua dependencia en beneficio de la vida y nada más adquiere público significado”30. El ascenso de la labor a la cima de la jerarquía de la vita activa nos devuelve, en realidad, una figura transformada del animal laborans que no consiste en el retorno a las necesidades de la vida biológica, sino más bien en convertir a todo lo que le rodea en necesario para la vida. Emerge, de este modo, una forma de vida basada en la dinámica del consumo incesante que repercute tanto en la forma de relacionarnos con los objetos (mundo artificial) como en las relaciones humanas (mundo común)31. De modo que cuando la vida adquiere el rango de bien supremo y la necesidad invade la esfera de los asuntos humanos, los hombres y las mujeres pasan a ser concebidos en términos de su exclusiva dimensión laboral, aquella que los liga al automatismo de sus cuerpos. Centrados en la satisfacción de las necesidades transfiguradas de la vida, los humanos son subsumidos en la lógica coactiva de la necesidad. Y esto supone algo más que coacción irresistible, comporta ella misma un elemento de violencia que no es instrumental (ya que trasciende el modelo que reduce la violencia a medio para un fin), ni requiere de instrumentos (es decir, de los implementos que convierte a la violencia fundamentalmente en fuerza bruta-física)32, sino que consiste en reducir a los individuos a la abstracción de “la vida de la especie”, con la consecuente pérdida de la capacidad para interrumpir procesos e iniciar lo inesperado y, por tanto, de diferenciarse mediante la acción y el discurso como singularidades no intercambiables. Indiscernibles en el proceso omniabarcante de la sociedad del consumo, los humanos se convierten en animal laborans. Este es el sentido no instrumental de la violencia que introduce lo que ella denomina “the devouring process of life”: la violencia como fin en sí y como pérdida de libertad e identidad singular, que a su vez, favorece la reaparición de formas extremas de violencia física y que, desde la perspectiva del animal laborans, son invisibilizadas como parte del avance del proceso. 30 ARENDT, H. La condición… p. 57. 31 Vid. CORREIA, A. “¿La política occidental es co-originariamente biopolítica? Agamben frente a Foucault y Arendt”. Revista Observaciones Filosóficas, 8, [en línea] 2009. Disponible en: http://www.observacionesfilosoficas.net/lapoliticaoccidental.html.[consultado el 30 de junio de 2014]; PITKIN, H. The attack of the blob. Hannah Arendt´s Concept of the Social. Chicago, The University of Chicago Press, 1998, pp. 190-1992. Ptikin recupera el concepto de “Falsas necesidades” de Roberto Mangabiera Unger. 32 Aunque Arendt consideró que “la violencia es, por naturaleza, instrumental”, fue consciente que, por su dinámica, puede trascender sus propios medios y convertirse en fin en sí. 220
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La crítica arendtiana a las inversiones de la época moderna permite ampliar la noción físico-instrumental de la violencia, e invita a analizarla a la luz de la figura del animal laborans, esto es, el ser “humano” que al abandonarse (o ser obligado a ello) a la compulsión de necesidad se convierte en mero “consumidor” o mero “residuo”33. Una disyuntiva que permite repensar la violencia desde la perspectiva del conformismo o la desesperación. 4. Variantes del animal laborans: ¿conformismo o desesperación? La disyuntiva entre conformismo y desesperación que planteo está, por tanto, enraizada en la figura del animal laborans. Ahora bien, la relegación a esta dimensión de la existencia humana puede darse por imposición, es decir, por exclusión de la esfera política que prefiguraría el perfil del “desesperado”, o por el abandono de dicha esfera (ya sea por ignorancia o indiferencia), que configuraría el perfil del “conformista”. De hecho, si a diferencia de aquellos a los que les es negado el acceso, concebimos al hombre conformista como incluido, desde la óptica arendtiana se trataría de una “falsa inclusión” que en realidad constituye una amenaza al espacio político34. En un breve artículo de 1954 aparecido en The commonweal, la filósofa –ya nacionalizada estadounidense, espectadora y crítica ferviente de la masificación de la sociedad norteamericana–, insistía en que “la amenaza del conformismo”, en tanto amenaza a la libertad, era inherente a toda sociedad de masas. Si, por un lado, la época moderna había demostrado que una sociedad compuesta de individuos centrados en el confort de la vida privada e incapaces de establecer relaciones normales con los demás, era el preludio de una sociedad en la que éstos fácilmente prescindirían del aislamiento para unirse a la masa homogénea, y si los movimientos totalitarios habían 33 Tomo la noción de “residuo humano” Zygmunt Bauman. Véase BAUMAN, Z. Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias. Buenos Aires, Paidós, 2005. 34 “El individuo queda definido entonces, por su relación con dicho espacio [público]. Según fijemos nuestra mirada en la exclusión, los sujetos que nos aparecen en el horizonte del espacio político son los parias, los apátridas, los refugiados. Desde la inclusión, el héroe clásico, tan presente en La condición humana, pero sobre todo el ciudadano. Y desde una falsa inclusión, en realidad amenazadora para el propio espacio público, el advenedizo, el homo laborans y el hombre masa como figuras paradigmáticas de una Modernidad traicionada” SÁNCHEZ MUÑOZ, C. “Hannah Arendt: Los caminos de la pluralidad”. Cuaderno Gris, Época III, 9, [en línea] 2007, p. 230. Disponible en: https://repositorio.uam.es/xmlui/ handle/10486/375. [consultado el 3 de marzo de 2015] Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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demostrado su capacidad para organizar a estas masas desarraigadas emergentes del periodo de entreguerras y de la ruptura del sistema de clases, por su parte, la sociedad postotalitaria dejaba en evidencia que no hacía falta vivir en una sociedad en crisis o desbordada por la escasez, ni siquiera en una totalitaria y violenta, para erradicar por completo la libertad. Una sociedad de la abundancia, centrada exclusivamente en el bienestar económico y el consumo, bien podía invisibilizar, en un “proceso de adaptación mutua”, la pérdida de espacios de libertad –pública e individual–, y el incremento ilimitado de su conformismo “bien [podía] ser tan mortífero como otras formas contemporáneas más sangrientas de organización de masas”35. Desde su punto de vista, el conformismo social está enraizado en la uniformidad que emana de las necesidades comunes del cuerpo humano36 y adquiere preeminencia cuando la sociedad se comporta (a diferencia del “actuar” en contigüidad con los otros) en función del único objetivo común de satisfacerlas. En este contexto, el hombre consumidor y masificado pierde el sentido de “mundo común” y, por tanto, la capacidad de reconocer en toda relación interhumana la singularidad del otro, pero también pierde el sentido de su propia singularidad. De ahí que la necesidad a la que está esencialmente vinculado el conformismo es puente hacia la violencia como eliminación de la libertad e identidad individual y apertura a formas de violencia físico-instrumental. La lucha arendtiana contra la despolitización y normativización de la vida humana, la conducta estandarizada y el conformismo de la sociedad de masas, pretende tanto prevenir ambas formas de violencia, como hacer frente a la indiferencia e invisibilización moral hacia ellas37. 35 ARENDT, H. “La amenaza del conformismo”. En Arendt, H., Ensayos de comprensión 1930-1954. Madrid, Caparrós, 2005, pp. 511-512; véase también PALOMAR TORRALBO, A. “Conformismo, banalidad y pensamiento: figuras de la alienación en las sociedades de masas según Hannah Arendt”. Astrolabio: revista internacional de filosofía. Barcelona, 11, 2011, pp. 349-358. 36 “La sociedad es uniforme, conformista y homogénea, porque en el fondo las necesidades materiales son iguales a todos los individuos, ya que todo ser humano tiene en común con los otros la misma urgencia de proveer las mismas necesidades vitales. El deseo de distinción, que había sido uno de los motores más eficaces de la acción política, se satisface ahora recurriendo a la moda, a actitudes extravagantes o, como se diría hoy, apelando a la cultura de lo efímero”. FORTI, S. Vida del espíritu y tiempo de la Polis. Madrid, Cátedra, 2001, p. 352. 37 Sobre la incapacidad de pensar véase ARENDT, H. Eichmann en Jerusalén. Barcelona, Lumen, 2012. Sobre la indiferencia e invisibilización moral véase BAUMAN, Z. Modernidad y holocausto. Madrid, Sequitur, 2011. 222
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Desde la perspectiva de la desesperación y a diferencia del conformista, la esfera política es inaccesible para el excluido y, por tanto, carece de la posibilidad de hacer de su vida biológica una vida biográfica que, como vengo diciendo, para Arendt se desarrollaría por medio de sus acciones y discursos en el terreno político. En esta perspectiva, podemos considerar a los sujetos que son reducidos a la condición de animal laborans por estar efectivamente sometidos a sus necesidades vitales (la cuestión de la pobreza), pero también, aquellos que aun estando en condiciones económicas de satisfacer sus necesidades, son social o políticamente excluidos38. Y es que, como ya afirmaba ella en aquellos años de juventud en los que vivió en carne propia la experiencia de la exclusión: “la sociedad ha descubierto en la discriminación un instrumento letal con que matar sin derramar sangre”39. Se trata de los invisibilizados o desplazados del espacio político, y si son reconocidos en algún sentido, lo es solo en términos de su funcionalidad “social” –pero una funcionalidad que prescinde del sujeto concreto, fácilmente sustituible y desechable40–, y no en su dimensión política de seres actuantes únicos41. Estaríamos, nuevamente, ante una “falsa inclusión”, en este caso, una inclusión que, en realidad, excluye. Tanto el “conformismo” como la “desesperación” suponen para Arendt el peligro de la inacción. Si, por un lado, el conformista abandona la acción por la conducta estandarizada, el desesperado, en caso de permanecer en su estado de impotencia fuera del espacio político, acabará también resignando a su capacidad de actuar. No obstante, habría una diferencia básica entre ambos que permite vislumbrar en la figura del desesperado 38 “Para Arendt, el espacio político […] no es el entero espacio de la experiencia. Podemos preferir el espacio privado y contentarnos con éste. Lo importante es que no se excluya a nadie del espacio político, que se reconozcan colectivamente las exigencias y los valores de cada cual. Y la simple ‘satisfacción de las necesidades’ no basta. Hay ‘excluidos’ que tienen cubierta la ‘satisfacción de las necesidades’ de tipo económico, es decir, la supervivencia. No solo de pan vive el hombre”. COLLIN, F., “Hannah Arendt. La acción…”, p. 248. 39 ARENDT, H. “Nosotros los refugiados”. En Arendt, H. Tiempos presentes, Barcelona, Gedisa, 2002, p. 21. 40 “Ningún indicio de anormalidad, anomalía, episodio de mala salud o momentáneo desliz. La superfluidad insinúa permanencia y alude a lo ordinario de la condición […]. Supone una nueva forma de normalidad actual […]. Ser ‘superfluo’ significa ser supernumerario, innecesario, carente de uso […]. Que te declaren superfluo significa haber sido desechado por ser desechable […]”. BAUMAN, Z. Vidas desperdiciadas… p. 24. 41 Un claro ejemplo actual es la situación los “sin papeles”: “Asistimos, no pocas veces indiferentes, a desplazamientos de personas sin derechos que reclaman su inclusión en nuestras comunidades. Y solo su trabajo, su capacidad en este caso, como animal laborans, transformados en su mayoría en mano de obra precaria, les procurará la ansiada ciudadanía”. SÁNCHEZ MUÑOZ, C. “Hannah Arendt: Los caminos…” p. 231. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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una alternativa que abre una vía para la acción: mientras el conformista es indiferente, el desesperado, en principio, no lo es. De ahí su posible cercanía a la figura del “disidente”, que puede ser el excluido de la esfera política, pero también aquél que, incluso sin ser excluido, disiente porque “es ofendido su sentido de la justicia”42. En este punto, habría una vinculación entre la desesperaciónimpotencia a no ser reconocido como alguien y un “tratamiento especial de los actos violentos”43 en el análisis de Hannah Arendt cuando éstos no consisten en la destrucción de la esfera política, sino en la respuesta que “brota a menudo de la rabia […], allí donde existen razones para sospechar que podrían modificarse [las] condiciones y no se modifican”44. Consistiría en una variante de la violencia física como una forma de “acción”, o mejor de “re-acción” (concreta, no perdurable), ante esa otra forma de violencia que entendíamos como negación de libertad y de la posibilidad de configurar una identidad personal, porque niega el acceso al espacio político de aparición. Estaríamos ante un sentido de la violencia desligado del terreno de lo natural de las necesidades biológicas, que entra en conexión con la artificialidad terreno de lo político45. Como afirma Fina Birulés, especialista de la obra arendtiana, “para Arendt, hay una violencia que es expresión en el límite de lo político –un momento en que la violencia y la rabia intervienen en la discusión pública– y una violencia que, al desencadenarse, destruye el ámbito político”46. Y, podríamos añadir, para destruir el ámbito político no hace falta recurrir a la violencia física, basta con convertir a los humanos en superfluos. Es precisamente en este punto donde podemos encontrar la vinculación entre violencia y necesidad. 42 ARENDT, H. “Sobre la violencia…” p. 163. 43 BIRULÉS, F. “Pensar la violencia y la libertad política. Hannah Arendt”. En VII Jornadas Peruanas de Fenomenología y Hermeneútica [en línea]. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 2012, p. 6. Disponible en: http://textos.pucp.edu.pe/texto/Pensar-la-violencia-y-lalibertad-politica-Hannah-Arendt. [consultado el 24 de noviembre de 2014] 44 ARENDT, H. “Sobre la violencia…” p. 163. 45 Arendt llega afirmar primero que “lo que es innegable es que la fuerza de los hombres, tanto la productiva, como la de la labor, es un fenómeno natural, que la violencia es una posibilidad inherente a dicha fuerza y, por lo tanto, también natural y, finalmente que el hombre, mientras solo tenga que habérselas con fuerzas naturales, permanece en un ámbito terreno-natural al que él mismo y sus fuerzas, en cuanto ser orgánico, pertenece”. ARENDT, H. ¿Qué es la política?... pp. 102-103. Y 11 años después, a la luz de los movimientos sociales de los años 60-70, afirma que “ni la violencia ni el poder son un fenómeno natural, es decir, una manifestación del proceso de la vida; pertenecen al terreno político de los asuntos humanos cuya calidad esencialmente humana está garantizada por la facultad humana de la acción, la capacidad de comenzar algo nuevo”. ARENDT, H. “Sobre la violencia…” p. 182. 46 BIRULÉS, F. “Pensar la violencia…” p. 7. 224
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4. Conclusión Repensar el sentido arendtiano de la violencia desde su vinculación a la necesidad y tomando en consideración las perspectivas del conformismo y la desesperación, puede situarla en un lugar ambiguo en su obra: como un fenómeno que sin ser natural-necesario, es decir, sin ser “una manifestación del proceso de la vida”, parece estar vinculado esencialmente al terreno privado de lo natural, las necesidades, lo coactivo y lo prepolítico; y, sin embargo, no deja de ser una forma de acción y, por tanto, parece no poder desligarse del terreno público de los asuntos humanos, de la libertad, de lo político. Se trataría de una flexibilización- ampliación de la noción de violencia –en principio, rígidamente delimitada– que invita a repensar su sentido (pre)político. Con todo, un recorrido por la tensa conexión entre necesidad y violencia ha hecho posible explorar aquello con lo que esta última no debe ser confundida, pero también con lo que está intrínsecamente vinculada. En este sentido, ha permitido rechazar las teorías biologisistas que naturalizan a la violencia considerándola inevitable –que, incluso, según Arendt, en su errónea versión revolucionaria, la glorifican–, así como aquellas que conciben a la política como reino ineludible de violencia; y sin por ello descuidar la vinculación entre necesidad y violencia, basada en la coacción que convierte a los humanos en animal laborans, e inclusive, sin tampoco perder de vista la vinculación-límite que, en situaciones concretas, la violencia puede tener con el espacio político. Finalmente, podemos decir que Arendt no se contenta ni con el conformismo ni con la desesperación precisamente porque, aunque de distintos modos, ambos permanecerían ligados a la inacción que arrastra a los humanos al flujo de lo necesario. En su lugar, vindicó la “virtud de resistir” que conlleva el coraje para la acción, y lo hizo aun sabiendo que en situaciones límites podía comportar violencia. Pero una violencia que no busca homogeneizar, sino preservar la diferencia, no pretende destruir el ámbito de lo político, sino protegerlo, recuperarlo, o hacerlo simplemente accesible: y solo de aquellos que consiguen resistir el padecimiento de vivir bajo las condiciones del desierto [y las condiciones del desierto son las totalitarias, pero también –aunque de forma mitigada–, son las de la sociedad de masas], es de quienes podemos esperar que se armen del coraje necesario que se encuentra en la raíz de toda acción, del coraje que convierte a un hombre en un ser actuante47. 47 ARENDT, H. “Del desierto y los oasis”. Revista de Occidente, 305, 2006, p. 101. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Política y Violencia
VIOLENCIA, EXPANSIÓN Y MIEDO EN LA ROMA REPUBLICANA. UNA REVISIÓN DE PERSPECTIVAS Violence, Expansion, and Fear in the Roman Republic. Review and Perspectives Enrique Hernández Prieto1 Universidad de Salamanca Resumen: En este trabajo revisamos la actitud de la sociedad romana frente a sus enemigos exteriores. En este sentido, algunos investigadores (W. V. Harris) han atribuido a los romanos no sólo planteamientos imperialistas, sino también una especial disposición a emprender acciones de violencia y agresividad contra los pueblos con los que fueron estableciendo contacto y que en su mayoría terminaron subyugando políticamente. Sin entrar en confrontación total con esos planteamientos, a nuestro modo de ver, muchas de las actuaciones romanas se explican mejor teniendo en cuenta el contexto geopolítico en que tuvieron lugar y la personalidad de los autores que proporcionan esa información. Hemos dividido nuestro análisis en dos partes: en la primera, nos centraremos en la proyección exterior de la violencia; en la segunda, en cómo se percibía esa violencia en el propio seno de la comunidad. Recurrimos tanto al análisis de ciertos testimonios especialmente expresivos (el asalto de Cartagena, los conflictos con Macedonia y las ligas griegas,…), como de algunas manifestaciones públicas, muy características de la idiosincrasia romana (la religión pública, la ceremonia triunfal, los munera gladiatoria…). Palabras clave: República romana, imperialismo, violencia, expansionismo, guerra. Abstract: The purpose of this work is to review the attitude of Roman society against its external enemies. Some researchers (W. V. Harris) have attributed to Romans not only imperialist approaches, but also a special inclination towards violence against contacting populations, which mostly ended up in a politically subjugated position. From our point of view, many of the Roman actions are better explained considering also the geopolitical context in which took place, and the personality of authors who provide information. 1 Doctor en Historia Antigua. Miembro del Grupo de Investigación sobre la Península Ibérica en la Antigüedad “Hesperia”.
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Dividing analysis into two parts, in the first, we will focus on the outdoor violence; in the second, on how violence was perceived within the community. We use both to the analysis of expressive episodes (assault on Carthago Nova, disputes with Macedonia and the Greek Leagues), and also public demonstrations, characteristic of Rome’s own cultural idiosyncrasy (public religion, triumphal ceremony, munera gladiatoria). Keywords: Roman Republic, Expansionism, Imperialism, Violence, War.
Antes de comenzar, deseo expresar una vez más mi enorme gratitud por haber sido invitado a presentar la ponencia sobre la que se basa este texto al VI Congreso Internacional e Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores, organizado por la AJHIS, asociación de la que me honro haber sido miembro fundador y haber participado en su día en la organización de pasadas actividades y coloquios. La continuidad de este encuentro anual no sólo pone de manifiesto el éxito de las anteriores convocatorias, sino también la constante renovación de sus líneas temáticas, haciéndose eco de las inquietudes y preocupaciones del investigador actual. Es esta ocasión, el eje central del encuentro ha tenido como objeto de estudio la “Violencia” a lo largo de las distintas etapas históricas y sociedades. Desde luego, pocas dimensiones de la actividad humana han atraído tan intensamente la atención de los estudiosos y constituido sus consecuencias una preocupación tan profunda desde los tiempos pretéritos hasta el presente más inmediato. A lo largo de este trabajo, trataré de desarrollar un sintético análisis sobre la violencia física, en tanto a la mentalidad y actitud dirigida hacia el enemigo exterior, durante la etapa republicana de Roma. Como apreciación inicial, cabe llamar la atención sobre dos trascendentes cuestiones: en primer lugar, la pervivencia histórica de muchos de las construcciones ideológicas que se van a mencionar. A través de la herencia cultural de Roma, éstas habrían llegado a sistemas culturales muy posteriores. En segundo lugar, y en directa relación con la anterior, algunos de los términos que se han aplicado para conceptualizar fenómenos sucedidos en época antigua, proceden de periodos mucho más recientes. Así, frecuentemente se emplea en esta etapa histórica el término
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de “imperialismo”, una idea que se traslada desde la Era Contemporánea2. Por tanto, a pesar de la mayor o menor utilidad que se les quiera reconocer, resulta imprescindible tener presente ese carácter de artificialidad a la hora de desarrollar conclusiones. 1. Violencia exterior en la Roma Republicana En primer lugar, debemos asumir lo evidente: la expansión territorial llevada a cabo por Roma durante la etapa republicana de su Historia resulta inexplicable sin asumir una elevada dosis de violencia exterior. En poco más de cuatro siglos pasó de constituir un reducido estado en el corazón de la Península itálica, a erigirse en indiscutible potencia hegemónica del Mediterráneo. La cuestión más debatida tradicionalmente por la historiografía moderna ha sido la supuesta existencia de un ethos romano, es decir, una naturaleza romana especialmente proclive a la violencia. La monografía de W. V. Harris, “Guerra e imperialismo en la Roma republicana”, editada en 19793, constituye aún la principal obra de referencia. En ella, el autor se inclina por considerar que los romanos desarrollaron una praxis exterior netamente agresiva, condicionando buena parte de los aspectos internos de su sociedad e impulsándola a adoptar actitudes violentas frente a las demás realidades políticas con las que fueron estableciendo contacto. El objetivo de este ensayo no es tanto rebatir las conclusiones de W. V. Harris, algunas de las cuáles nos siguen resultando muy acertadas4, 2 Sobre el uso y la operatividad de ese término en la etapa que nos ocupa: VEYNE, P. “Y a-t-il eu un impérialisme romain?”. Mélanges de l’École française de Rome, 87/2, 1975, pp. 793-855; MUSTI, D. “Capitolo primo. Questioni preliminari”. En Musti, D., Polibio e l’imperialismo romano, Napoli, Liguori, 1978, pp. 13-39; HERMON, E. “Qu’est-ce que ‘l’impérialisme romain’ pendant la République?”. Dialogues d’Histoire Ancienne, 10, 1984, pp. 259-267; “L’imperialisme romain républicain. Aproaches historiographiques et approche d’analyse”. Athenaeum, 77/3-4, 1989, pp. 407-415; GARCÍA MORENO, L. A. “Presupuestos ideológicos de la actuación de Roma durante el proceso de la conquista de Hispania”. Gerión, 5, 1987, pp. 211-244; HARRIS, W. V. “Introducción”. En Guerra e imperialismo en la República romana (327-70 a.C.), Madrid, Siglo Veintiuno, 1989, pp. 1-7; ERSKINE, A. “Approaching Roman Imperialism”. En Erskine, A., Roman Imperialism, Edinburgh, Edinburgh University Press, 2010, pp. 3-11. 3 HARRIS, W. V. War and imperialism in Republican Rome, 327-70 B.C. Oxford, Clarendon Press, 1979. A efectos de este trabajo manejamos la edición al castellano antes citada (1989). 4 Cabe destacar el rigor y la capacidad analítica del autor, especialmente en lo que al dominio de fuentes se refiere. Sus conclusiones sobre el plano económico, concentradas en el segundo Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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como poner de manifiesto la existencia de otros factores que habitualmente no son tenidos en cuenta a la hora de valorar las actuaciones romanas. A nuestro modo de ver, se hace necesario un reajuste de perspectivas que tenga en cuenta no sólo las acciones protagonizadas por el estado itálico y sus representantes, sino también el contexto histórico y geopolítico concreto en que éstas tuvieron lugar. Por otro lado, también nos parece relevante tener en cuenta algunos testimonios que permiten documentar la configuración de la percepción, en la propia mentalidad romana, de la violencia contra los enemigos exteriores. En primer lugar, como ya se ha adelantado, conviene ubicar históricamente los desarrollos expansionistas de la República romana. A pesar de la dimensión geográfica abarcada, el ritmo de conquistas territoriales fue irregular e incluso lento si se le compara con otros grandes estados posteriores, como el califato omeya (661-750) o el imperio mongol establecido a la muerte de Gengis Khan (1227). Precisamente esa relativa lentitud maximiza la importancia de los contactos con las sociedades locales, enmarcando el proceso dialectico de aculturación que se ha dado en llamar “romanización”. Tanto los esquemas sociales romanos como su cultura y mentalidades se irían gestando a lo largo de ese complejo y prolongado camino. El primer siglo y medio de la República tuvo como escenario principal de sus campañas la Península Itálica. Sería el estallido de la Primera Guerra Púnica el que supondría su primera expansión ultramarina. Hasta entonces, el ámbito mediterráneo se hallaba inmerso en los desarrollos políticos protagonizados por los reinos helenísticos, consolidados por los descendientes de los diádocos; las ligas de ciudades y tiranías griegas; y, finalmente, la propia Cartago5. capítulo de la obra (HARRIS, W. V. “Móviles económicos de la guerra y la expansión”. En Harris, W. V. Guerra e imperialismo… pp. 53-102) resultan especialmente clarividentes. 5 Entre las abundantísimas publicaciones que desarrollan la expansión territorial romana, resultan especialmente reseñables: DE SANCTIS, G. Storia dei romani. Volumi I-IV. Torino, Fratelli Bocca, 1907-1917; PARETI, L. Storia di Roma e del mondo romano. Volumi I-IV. Torino, Unione Tipografico-Editrice Torinese, 1952; SCULLARD, H. H. A History of the Roman World from 753 to 146 B. C. London, Methuen & Co., 1964; KOVALIOV, S. I. Historia de Roma. Vol. I, La República. Madrid, Akal, 1973; NICOLET, C. Roma y la conquista del mundo mediterráneo (264-27 a. C.). Vols. 1-2. Barcelona, Labor, 1982-1984; ROLDÁN HERVÁS, J. M. Historia de Roma. Tomo I. La República romana. Madrid, Cátedra, 1987; HOYOS, B. D. (ed.) A Companion to the Punic Wars. Malden, Wiley-Blackwell. 234
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Si atendemos a la sucesión de conflictos en que de una u otra forma dichos estados se fueron involucrando, el apetito exterior de Roma no resulta tan excepcional. La propia Cartago sostuvo luchas prácticamente constantes contras las poblaciones griegas de Sicilia durante 335 años (del 600 al 265 a. C). La gran diferencia se halla en el éxito prácticamente continuado de las acometidas romanas. No es tampoco objetivo de este trabajo establecer las causas o factores que marcaron esa deriva. Simplemente apuntaremos que, a nuestro modo de ver, las victorias de Roma no responderían únicamente a su superior fortaleza interna, sino también a la debilidad parcial de sus oponentes, desgastados tras décadas de enfrentamientos entre sí. De hecho, el temor a una coalición de potencias extranjeras en su contra se mantuvo siempre como una constante en el pensamiento político romano. El mejor ejemplo de esta bien fundada preocupación tuvo lugar durante la Segunda Guerra Púnica, cuando se planteó un posible acuerdo de alianza entre Cartago y Macedonia6. De la misma forma que hemos señalado para la cuestión del expansionismo territorial, consideramos que, genéricamente, la sociedad romana no sería más violenta con sus adversarios exteriores que el resto de las coetáneas. En gran medida, esta percepción es resultado de la fuerte dependencia, a la hora de compilar información, de los textos antiguos conservados. La desaparición de buena parte de las obras que describían las campañas y procedimientos militares ordinarios de otros estados y pueblos limita nuestra capacidad comparativa de cara a establecer valoraciones objetivas. Por otro lado, el creciente protagonismo de la República romana en el marco internacional, imponiéndose progresivamente sobre las restantes potencias del Mediterráneo, habría suscitado reacción entre sus observadores, mayoritariamente más próximos al ámbito tradicional grecohelenístico. Admiración, asombro y, en ocasiones, cierto grado de desprecio, se combinan en el relato de los autores antiguos, proporcionando una imagen distorsionada de la realidad histórica. A pesar de lo señalado, es cierto que en el ámbito romano se aprecian ciertos rasgos que confieren a sus manifestaciones de violencia cierta especificidad que las distinguen de su entorno. Algunas podrían ser 6 Polyb. VII, 9; Livy. XXIII, 38-39. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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simplemente fruto de la necesidad de adaptar la mentalidad al contexto geopolítico de cada momento; pero otras parecen haber sido asumidas y desarrolladas de manera plenamente consciente, con el fin de incrementar al máximo la capacidad ofensiva y propiciar una imagen de superioridad que favoreciese sus empresas exteriores. En esta primera parte, analizaremos algunos de los testimonios que tradicionalmente han servido de punto de apoyo para atribuir a los romanos actitudes especialmente agresivas contra sus enemigos exteriores. Trataremos de demostrar que una relectura de los mismos, teniendo en cuenta los factores contextuales señalados, conduce a la necesidad de revisar conclusiones de esa naturaleza. 1.1 El caso de Carthago Nova Para comenzar nuestro análisis, vamos a referirnos a un caso concreto, bien conocido por los estudiosos y frecuentemente analizado en los trabajos sobre la mentalidad militar romana y sus actos en campaña. Se trata, además, de uno de los testimonios clave en los que se apoya W. V. Harris para atribuir a los romanos un carácter excepcionalmente violento a la hora de conducir sus operaciones militares7. El fragmento en cuestión procede de Polibio, más precisamente de la descripción que el autor griego realiza de la conquista de la ciudad púnica de Qart Hadast, que después pasaría a denominarse Carthago Nova: Cuando Publio Escipión creyó que el número de los suyos que había entrado era ya respetable, envió, según la costumbre de los romanos, a la mayoría contra los de la ciudad, con la orden de matar a todo el mundo que encontraran, sin perdonar a nadie; no podían lanzarse a recoger botín hasta oír la señal correspondiente. Creo que la finalidad de esto es sembrar el pánico. En las ciudades conquistadas por los romanos se pueden ver con frecuencia no sólo personas descuartizadas, sino perros y otras bestias. Aquí esto se dio sobremanera, pues el número de los atrapados era enorme8.
7 HARRIS, W. V. Guerra e imperialismo… pp. 49-52. 8 Polyb. X, 15, 4-6. 236
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Lo primero que llama la atención, junto con los actos de violencia que acompañan la entrada de los asaltantes romanos, es la distancia mental que el escritor griego establece entre éstos y su propio contexto cultural. Es decir, se pregunta directamente por los motivos que empujan a conducir a las tropas con esa agresividad y advierte a sus lectores de la frecuencia de este tipo de sucesos en las ciudades tomadas al asalto por los ejércitos romanos. No obstante, si repasamos el texto con atención y tenemos en cuenta otros factores que encuadran la dramática descripción, la valoración de los hechos puede variar sustancialmente. No existe motivo para dudar de la interpretación pragmática que a este tipo de actos le concede Polibio: resulta evidente que una población atemorizada estará más preocupada por su supervivencia que por presentar una resistencia organizada y eficaz. Del mismo modo, no hay que olvidar la función ejemplarizante que esta pauta de comportamiento tendría, animando a otras ciudades a entregarse sin necesidad de entablar combate. Cabe recordar que Polibio vio interrumpida su carrera política en Grecia de manera bastante prematura. Por tanto, no habría tenido ocasión de presenciar acciones militares hasta que acompañó en sus campañas a Escipión Emiliano9. Estas últimas, como en el caso de Numancia, al que volveremos a referirnos más adelante, se habrían caracterizado precisamente por resultar especialmente cruentas en sus resultados10. No resultaría sorprendente, por tanto, que Polibio, testigo desacostumbrado a este tipo de escenas, se hubiera mostrado especialmente sensible a la hora de valorar la violencia de las tropas romanas, impresión que reflejaría en este fragmento de sus Historias. 9 Sobre los años de actividad pública de Polibio, previos a su llegada a Roma como rehén en el 167 a. C., y evolución personal posterior, muy ligada a su afecto personal hacia los Escipiones: WALBANK, F. W. A Historical Commentary on Polybius. Vol. I. London, Oxford University Press, 1970, pp. 1-6; “The Man and his Work”. En Walbank, F. W., Polybius, Berkeley, University of California Press, 1972, pp. 1-31; DÍAZ TEJERA, A. “Introducción”. En Polibio, Historias. Tomo I. Libros I-IV. Madrid, Gredos, 1981, pp. 7-14. 10 La presencia de Polibio junto a Escipión Emiliano en la Tercera Guerra Púnica ofrece pocas dudas. No obstante, algunos investigadores han expresado sus dudas respecto a si también habría acompañado al general romano durante la campaña final de la Tercera Guerra Celtibérica (SANCHO ROYO, A. “En torno al ‘Bellum Numantinum’ de Apiano”. Habis, 1973, 4, pp. 23-40). Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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No obstante, el aspecto más singular de este episodio es que se distinguen en la evolución de las operaciones militares dos momentos claramente diferenciados: un primero, marcado por la masacre indiscriminada de los habitantes, dispuesta por el general en tanto la ciudad mantuviera alguna resistencia; y una segunda fase, cuando ésta se hallase completamente rendida y en la que de inmediato habrían de cesar las represalias físicas. En efecto, avanzando en el texto, Polibio señala que poco después, una vez asegurado el control militar de la ciudad, Escipión envió la orden de cesar la matanza y permitió que los legionarios se lanzasen a la captura de botín (Polyb. X, 15, 8). La narración prosigue con un amplio e ilustrativo excurso sobre el procedimiento empleado por los romanos para desvalijar las poblaciones conquistadas, manteniendo operativas fuerzas de vigilancia en previsión de posibles reactivaciones de la lucha y garantizando la equidad en el reparto de los beneficios, al incluir a los soldados heridos y a los que quedan a cargo de la seguridad del campamento (Polyb. X, 16, 2-9). Se constata, por tanto, no sólo el hábito romano de proceder al expolio sistemático de sus enemigos vencidos11, sino también la existencia de un protocolo ordinario, destinado a optimizar la ejecución de esa labor12. Polibio alaba las medidas adoptadas, que aseguraban el buen éxito de las operaciones, evitando que el caos se adueñase de la situación, algo que apunta como habitual en otros ejércitos: 11 COUDRY, M. “Partage et gestion du butin dans la Rome républicaine: procédures et enjeux”. En Coudry, M. y Humm, M. (eds.), Praeda: butin de guerre et société dans la Rome républicaine / Kriegsbeute und Gesellschaft im republikanischen Rom, Stuttgart, Franz Steiner, 2009, pp. 21-79; GARCÍA RIAZA, E. “Derecho de guerra en Occidente durante la expansión romano-republicana. Planteamientos metodológicos”. En García Riaza, E. (ed.), De fronteras a provincias, Interacción e integración en Occidente (ss. III-I a. C.), Palma de Mallorca, Edicions Universitat de les Illes Balears, 2011, p. 55. 12 En este sentido, ZIOLKOWSKI, A. “Urbs direpta, or How the Romans Sacked Cities”. En Rich, J. W. y Shipley, G. (eds.), War and Society in the Roman World, London, Routledge, 1993, pp. 69-91, ha planteado que es posible distinguir dos formas de proceder ante los recursos enemigos: operaciones sistemáticas de recogida de botín, dirigidas por los oficiales, y lo que denomina “direptio libre”, una apropiación incontrolada de objetos y personas. Esta última modalidad, por el grado de agresividad que la imbuía, formaría parte también de los mecanismos de represalia sobre los enemigos que hubieran opuesto mayor resistencia (GARCÍA RIAZA, E. Celtíberos y lusitanos frente a Roma: diplomacia y derecho de guerra. VitoriaGasteiz, Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, 2002, pp. 246-253; “‘Tempus poenae’: represalias contra poblaciones sometidas durante la expansión romana en Hispania”. En Bravo Castañeda G. y González Salinero, R. (eds.), Formas y usos de la violencia en el mundo romano, Madrid, Signifer, 2007, pp. 23-26; “Derecho de guerra en Occidente durante la expansión romano-republicana. Planteamientos metodológicos”. En García Riaza, E. (ed.), De fronteras a provincias. Interacción e integración en Occidente (ss. III-I a. C.). Palma de Mallorca, Edicions Universitat de les Illes Balears, 2011, p. 55). 238
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Son muchos los que han visto cómo un éxito inicial corona totalmente; sus propósitos, ya sean éstos el asalto de un campamento enemigo, o la toma de una ciudad, y, sin embargo, acabaron fracasando y lo perdieron todo; la causa es la aducida. Este es el aspecto, pues, que más deben velar los generales para que, en la medida de lo posible, todos tengan la certeza de que el botín, si llega la oportunidad, será repartido entre todos por igual13.
A nuestro modo de ver, los dos fragmentos referidos: el de las masacres cometidas durante el asalto y el de la captura de botín, comparten un mismo sentido. El objetivo principal de Polibio habría sido explicar a sus lectores, mayoritariamente griegos, el modus operandi de las legiones romanas en este tipo de situaciones. Su afán por ofrecer la mayor cantidad de informaciones posible y su percepción del relato histórico como un instrumento didáctico, dirigido a la formación de hombres de estado14, le habrían llevado a desarrollar incluso los detalles más escabrosos. En cualquier caso, no sólo no se detecta atisbo de crítica por parte del autor, sino que reconoce explícitamente la eficacia de ese proceder tan expeditivo. En conclusión, más que a la violencia exacerbada en sí misma, lo que Polibio destaca es la existencia en Roma de un procedimiento meticulosamente organizado a la hora de capturar poblaciones por la fuerza. Es precisamente este hecho el que marca una diferencia real frente al resto de pueblos. Presumiblemente, otros ejércitos habrían tenido grandes dificultades para mantener el control sobre las acciones violentas cometidas por sus tropas en tanto durase la ocupación de la ciudad conquistada. Por tanto, aunque resulta extremadamente complejo valorar cuantitativa y cualitativamente el grado de violencia de las legiones sobre las poblaciones recién sometidas, consideramos que las escenas de matanza indiscriminada no constituirían un paisaje exclusivo del ámbito romano. Por el contrario, sí lo sería la sistematización de este tipo de violencia con el fin práctico que ya ha sido apuntado: propagar el pánico entre sus enemigos y frustrar cualquier conato de resistencia organizada.
13 Polyb. X, 17, 4-5. 14 Polyb. III, 1, 4; 4. WALBANK, F. W. A Historical Commentary… pp. 6-16. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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1.2. Violencia y derecho de guerra En el ámbito de su sometimiento político, el tratamiento que las poblaciones solían recibir por parte de los comandantes romanos dependía fundamentalmente de dos factores: la coyuntura estratégica que enmarcase el momento y, muy especialmente, la actitud adoptada por las comunidades ante los nuevos dominadores. De esta forma, en los casos de resistencia más encarnizada, las represalias físicas solían ser mucho mayores15. Uno de los mejores testimonios sobre las condiciones que autorizaba el derecho de guerra consuetudinario, extendido por buena parte del Mediterráneo, nos lo proporciona Tito Livio. Tiene lugar cuando el ibero Alorco, al servicio de Aníbal, se dirige a los saguntinos para trasladarles las durísimas condiciones exigidas por el general cartaginés y les aconseja que se rindan: [...] creo que es preferible soportarlas incluso tal cual, a dejar que vuestros cuerpos sean destrozados y vuestras mujeres e hijos arrebatados y arrastrados ante vuestros ojos según el derecho de guerra16.
El autor latino traslada a labios del embajador hispano las consecuencias que la derrota solía suponer, tras resistirse a los invasores, forzándoles a emprender medidas de asalto; lo que en término latino se conoce como oppugnatio. En contraposición a este tipo de situaciones, la deditio in fides, o rendición incondicional, solía conllevar un trato bastante más favorable, si bien para la comunidad que la aceptaba suponía de facto encomendarse a los designios de las autoridades romanas17. Por el ahorro mutuo en vidas y materiales que favorecía, parece que la deditio fue uno de los principales instrumentos diplomáticos de la expansión romana, especialmente en los escenarios occidentales. Aun así, establecida esta medida, las represalias en caso de que 15 Sobre la consideración y tratamientos que habitualmente recibían las poblaciones que se sometían a Roma en contexto militar: GARCÍA RIAZA, E. “Derecho de guerra romano en Hispania (218-205 a. C.)”. Memorias de Historia Antigua, 19-20, 1998-1999, pp. 199-224; “Derecho de guerra en…” pp. 54 y ss. 16 Livy. XXI, 13, 9. 17 Livy. XXVIII, 34, 7, refiere las condiciones que esta fórmula diplomática solía conllevar, y que incluían desarmes, la entrega de rehenes y la imposición de guarniciones. 240
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se produjeran revueltas o desacuerdos con el mando romano podían resultar bastante severas. Así, Polibio recoge el caso de los dirigentes de los etolios (año 212 a. C.), quienes tras aceptar la deditio in fides, ignorando el significado de sus términos, se atrevieron a enjuiciar las exigencias romanas (Polyb. XX, 9, 10-12; 10, 1-6). Este hecho les valió ser severamente amenazados por el comandante Manio Acilio. Manio, no tanto por enojo como para hacer comprender a los etolios la verdad de su situación, infundiéndoles así un pánico total, exclamó: “¿De modo que os las dais de griegos y me habláis de lo decente y de lo conveniente, cuando os habéis entregado a la lealtad romana? ¡Puedo encadenaros a todos, si me parece bien!” Así habló, y mandó traer una cadena y rodear a cada uno el cuello con un cepo. Feneas y sus acompañantes se quedaron pasmados y mudos, como si aquello tan extraño que les ocurría les hubiera paralizado el cuerpo y el alma18.
Como pena a su insolencia y al desafío a la supremacía que ésta suponía, tras haber aceptado entregarse incondicionalmente y de manera voluntaria, M. Acilio amenazaba a los delegados etolios con una de las penas más duras que la mentalidad helénica podía concebir: la esclavización. Finalmente, el comandante romano, apaciguado por sus oficiales, no llevó a cabo el temible castigo (Polyb. XX, 10, 10). A través de este bien documentado episodio, observamos claramente como algunas de las prácticas diplomáticas propias del mundo romano constituían una tremenda novedad en el ámbito helenístico. Hasta entonces, éste había sido el principal referente a la hora de enmarcar las relaciones entre las distintas entidades políticas del Mediterráneo. Como resulta habitual, los vencedores, en este caso los romanos, imponían nuevas costumbres y reglas. Finalmente, este ejemplo sirve también para ilustrar las trágicas consecuencias que podían tener una mala interpretación de los términos establecidos con el estado romano y la importancia individual de sus representantes a la hora de aplicar según qué medidas19. 18 Polyb. XX, 10, 7-9. 19 Sobre relevante papel de los gobernadores provinciales en la administración local de los territorios bajo su gobierno y el importante grado de autonomía del que disponían: Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Cierta dosis de violencia se halla presente de manera permanente, manifestada de forma más o menos directa, en todas las vinculaciones entre Roma y sus comunidades sometidas. En cualquier caso, por cuestiones de practicidad, se advierte una clara preferencia por la aplicación de mecanismos de conquista no explícitamente agresivos. En última instancia, será la voluntad del general que lleve a cabo las operaciones y el Senado, con la ratificación de sus medidas, quienes siempre tengan la última palabra. 1.3 Emulación y perfeccionamiento de formas de violencia Uno de los pilares básicos del expansionismo romano fue su disposición a introducir o adaptar técnicas e instrumentos que, en principio, les resultaban culturalmente ajenos. Esta faceta, se halla presente en ámbitos muy variados de la civilización romana, abarcando desde elementos agrícolas o artísticos, a aquellos que les otorgasen ventaja en el campo de batalla. En este sentido, pocos años después del mencionado episodio de Cartagena, en el 200 a. C., Tito Livio describe desagradable la sorpresa de los militares macedonios al enfrentarse a las legiones romanas: Y es que, acostumbrados a luchar contra griegos e ilirios, habían visto heridas producidas por jabalinas, flechas, y rara vez lanzas; pero cuando vieron los cuerpos mutilados por la espada hispana, con los brazos cortados con hombro y todo, los cuellos seccionados por completo con las cabezas separadas del tronco, las vísceras al aire y otras horribles heridas, se daban cuenta, en una reacción general de pánico, de la clase de armas y guerreros con que iban a tener que combatir20.
En primer lugar, advertimos que la descripción de los terribles efectos de la lucha se asemeja parcialmente al caso anterior. No obstante, en esta ocasión vemos claramente como la responsable de tan letales consecuencias no sería tanto la agresividad de los militares romanos, como su superioridad armamentística21. Es decir, el empleo del gladius hispaniensis22 y nuevas SALINAS DE FRÍAS, M. El gobierno de las provincias hispanas durante la República romana (21827 a.C.). Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 1995, pp. 131-149. 20 Livy. XXXI, 34, 4-5. 21 A pesar de ello, HARRIS, W. V. Guerra e imperialismo… p. 51, considera este testimonio como una prueba más del talante violento de los romanos. 22 Sobre la introducción de este modelo de arma, sus características técnicas, su presencia, 242
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tácticas, frente a los instrumentos y las prácticas de guerra más tradicionales, vinculables a las antiguas falanges hoplíticas. Una pauta similar se observa con otros elementos bélicos, entre los que podemos destacar los propios de la poliorcética. Prácticamente, no sería hasta después de las Guerras Púnicas cuando los ejércitos romanos contasen con un tren de artillería fijo. Hasta esos momentos, habitualmente habrían empleado los ingenios capturados al enemigo o los prestados principalmente por las ciudades griegas23. Sin duda, la progresiva incorporación y perfeccionamiento de medios y técnicas militares contribuyó de manera decisiva al éxito de las campañas romanas24. A partir del 107 a. C., con las reformas de Mario, los ejércitos de la Roma republicana se adaptaron a la nueva realidad geográfica y social que su gran expansión territorial había originado. Con la profesionalización y estatalización de sus fuerzas armadas, el estado itálico superaba definitivamente los márgenes mantenidos hasta entonces por los estados herederos de la tradición helenística25. Los nuevos esquemas consolidaría la supremacía militar romana, cuantitativa y cualitativamente, en todo el Mediterráneo. 1.4 Destrucción de ciudades Para cerrar este primer aparatado vamos a referirnos a otro de los aspectos más debatidos de la actitud exterior romana: la destrucción total de ciudades. Como antes apuntamos, esta medida se hallaba contemplada, según el derecho de guerra, para aquellos casos de resistencia armada más evolución y empleo por parte de los ejércitos romanos: QUESADA SANZ, F. “¿Qué hay en un nombre?. La cuestión del gladius hispaniensis”. Boletín de la Asociación Española de Amigos de la Arqueología, 37, 1997, pp. 41-58. 23 QUESADA SANZ, F. Ultima ratio regis: control y prohibición de las armas desde la Antigüedad a la Edad Moderna. Madrid, Polifemo, 2009, pp. 247-250. 24 En este sentido, ya hemos visto como las campañas en Hispania supusieron la incorporación al ámbito militar romano de elementos propios de los pueblos indígenas: QUESADA SANZ, F. “Las armas que Roma copió de los hispanos”. En Quesada Sanz, F., Armas de la antigua Iberia. De Tartesos a Numancia, Madrid, La Esfera de los Libros, 2010, pp. 91-103. 25 Curiosamente, y como ha observado QUESADA SANZ, F. Ultima ratio regis… pp. 179182, las estatalización en la producción y propiedad del equipo militar no habría supuesto necesariamente ni la mejora en su calidad técnica ni material. La profesionalización del ejército habría animado a las tropas, no obstante, a pertrecharse como mejor pudieran permitirse. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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intensa. Ya durante las Guerras Púnicas encontramos episodios de este tipo, así en el 206 a. C. Iliturgi y Astapa fueron arrasadas por las tropas del primer Africano durante sus campañas en Hispania26. No obstante, en la segunda mitad del s. II a. C., un triple suceso parece marcar un punto de inflexión en la línea de actuación exterior del estado romano: nos referimos a las destrucciones de Cartago (en el 146 a. C.), Corinto (en el 144 a. C) y Numancia (en el 133 a. C.). Existen motivos específicos para justificar cada una de estas devastaciones. Por otro lado, las tres encajan en un planteamiento geopolítico muy concreto: devastar los centros de poder que obstaculizaban la supremacía romana en distintos escenarios. Pero la cuestión que ahora se plantea es hasta qué punto la destrucción total de ciudades constituía un hecho tan extraordinario y ajeno a la mentalidad de la época. El iniciador de esta tendencia fue, una vez más, el propio Alejandro Magno, arrasando la ciudad de Tebas que desafiaba su poder en Grecia27. La carga simbólica de este acto y la trascendencia ideológica del rey macedonio hizo el resto. Así, a lo largo de los conflictos entre los diádocos y sus sucesores se prodigaron acciones violentas contra poblaciones rivales, suponiendo en ciertos casos la aniquilación o esclavización de sus habitantes y la destrucción total de éstas. Ciertos actos, por crueles, irrespetuosos y sacrílegos, suscitan el desprecio incluso del historiador que los narra. Un ejemplo de ello nos lo ofrece Polibio durante la campaña de Filipo III contra el rey Atalo en las proximidades de Pérgamo: A Filipo, pues, le restaba únicamente apuntar su furia contra las sedes y los recintos de los dioses, con lo cual creo, al menos yo, que se injuriaba más a sí mismo que a Atalo. No sólo incendiaba templos y altares, sino que, además, los derruía e, incluso machacaba las piedras para evitar que se pudiera reedificar lo arrasado. Cuando hubo demolido el Niceforio taló el recinto, destrozó el vallado y derribó los templos, tan numerosos como opulentos, hasta sus mismas bases28. 26 Livy. XXVIII, 19, 2; 22, 2-5; App. Hisp. 32-33. Ambas presentaron una encarnizada resistencia, lo que de por sí justificaría su destrucción. Además, Iliturgi había entregado a los cartagineses a los soldados romanos que se habían refugiado en ella tras el desastres del 211 a. C. A Astapa, por su parte, se le acusaba de actos de bandidaje. 27 Arr. Anab. I, 7-9; Plut. Vit. Alex. XI. 28 Polyb. XVI, 4-6. 244
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La aseveración de Polibio, afirmando que “Filipo se injuriaba a sí mismo” con estas destrucciones, constituye un evidente muestra de rechazo contra esta violencia inútil. Es de suponer que la brutalidad de Filipo debió provocar una potente reacción negativa en la opinión pública helénica. Por cierto que a pesar del tiempo transcurrido y las evidentes diferencias culturales, el paralelismo entre estos brutales actos y los que están sucediendo en la actualidad en los territorios de Iraq y Siria ocupados por el ISIS es asombroso. Volviendo a nuestro tema, Corinto habría sido para Roma lo que Tebas en su día fue para Alejandro: una dura lección para Grecia, legitimada además por el derecho de guerra. Algo similar pudo alegarse para el caso de Cartago, cuya capacidad militar había quedado muy reducida tras su pasada derrota. No resulta casual que un mismo general romano fuera el responsable de las destrucciones de Cartago y de Numancia. Por una parte, el Senado ponía a su general más eficaz al frente de una misión que llevaba demasiados años atormentando la imagen externa de Roma29. Por otra, no debemos perder de vista que la gens Cornelia, a la que pertenecía el segundo Africano, se hallaba imbuida del mismo espíritu helenístico30 que ya se había manifestado en otros personajes anteriores (los Bárquidas, en especial Aníbal, constituyen un buen exponente de ello)31. Precisamente, esta corriente ideológica les habría llevado a aproximar algunos de sus actos y recursos propagandísticos a la figura del propio Alejandro32. 29 Como veremos, el propio tono adoptado por Apiano, rechazando cualquier comparación entre Numancia, una población bárbara y pobre, con Cartago, antigua Némesis de Roma y que en su día había constituido una auténtica amenaza para el estado itálico es un buen exponente de ese desgaste de su prestigio. 30 En este sentido, SALINAS DE FRÍAS, M. “Violencia contra los enemigos: los casos de Cartago y Numancia”. En Bravo Castañeda, G. y González Salinero, R. (eds.), Formas y usos… pp. 31-40; “Sobre la memoria histórica en Roma: los Escipiones y la traición de los celtíberos”, Studia Historica, Historia Antigua, 29, 2011, pp. 97-118, ha destacado la importancia ideológica de este capítulo de la destrucción de Numancia, auténtico clímax de su venganza contra los celtíberos, supuestos responsables de la muerte de sus antepasados en Hispania durante la Segunda Guerra Púnica. 31 Las acuñaciones púnicas desarrolladas en la Península Ibérica por esta familia constituyen una buena muestra de ello: PICARD, G. C. “Hannibal hegemon hellenistique”. Rivista Storica dell’Antichità, 13/14, 1983-1984, pp. 75-81; GARCÍA-BELLIDO, M. P. “El nacimiento del retrato monetario en Occidente, la familia Bárquida”. En Bendala Galán, M. (ed.), Fragor Hannibalis. Aníbal en Hispania, Madrid, Comunidad de Madrid y Museo Arqueológico Regional, 2013, pp. 174-207. 32 GABBA, E. “P. Cornelio Scipione Africano e la leggenda”. Athenaeum, 63, 1/2, 1975, pp. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Desde el punto de vista técnico, el asedio planteado por Escipión Emiliano a la capital celtíbera supone un despliegue sin precedentes para un núcleo tan reducido. Paradójicamente la superficie ocupada por los campamentos y fortificaciones destinadas a las labores de asedio llegó a ser mucho mayor que la de la propia ciudad. La desproporción de fuerzas y el trágico fin de sus defensores inducen a Apiano, autor ya tardío33, a criticar la crueldad, no tanto de los romanos, como la privativa del propio Escipión: Escipión, después de haber elegido cincuenta de entre ellos para su Triunfo, vendió a los restantes y arrasó hasta los cimientos a la ciudad. Así, este general romano se apoderó de las dos ciudades más difíciles de someter: de Cartago, por propia decisión de los romanos a causa de su importancia como ciudad y cabeza de un imperio, por su situación favorable por tierra y por mar; y de Numancia, ciudad pequeña y de escasa población, sin que aún hubieran decidido nada sobre ella los romanos, ya sea porque lo considerara una ventaja para éstos, o bien porque era un hombre de natural apasionado y vengativo para con los prisioneros o, como algunos piensan, porque consideraba que la gloria inmensa se basaba sobre grandes calamidades. Sea como fuere, lo cierto es que los romanos, hasta hoy en día, lo llaman Africano y Numantino a causa de la ruina que llevó sobre estas ciudades [...]34
Con todo, la destrucción de ciudades nunca llegó a convertirse en una práctica generalizada en el mundo romano. En última instancia fue la fundación de nuevas urbes, vinculable también a la emulatio alejandrina35, el fenómeno más repetido, intenso y continuado en el tiempo. 3-17; TORREGARAY PAGOLA, E. La elaboración de la tradición sobre los Cornelii Scipiones. Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1998, pp. 92-96; “La influencia del modelo de Alejandro Magno en la tradición Escipiónica”. Gerión, 21/1, 2003, pp. 137-166; TISÉ, B. “P. Cornelio Scipione e Alessandro”. En Tisé, B., Imperialismo romano e imitatio Alexandri. Due studi di storia política, Galatina, Mario Congedo Editore, 2002, pp. 45-64; FRANÇOIS, P. “Externo more: Scipion l’Africain et l’hellénisation”. Pallas, 70, 2006, pp. 313-328. 33 Sobre los posicionamientos mentales de Apiano, tratando de conciliar su mentalidad griega con su admiración por el régimen romano: GÓMEZ ESPELOSÍN, F. J. “Contradicciones y conflictos de identidad en Apiano”. Gerión, 27/1, 2009, pp. 231-250. 34 App. Hisp. 98. 35 En esa línea puede incluirse la fundación de la colonia de Itálica por el primer Africano (CORZO SÁNCHEZ, R. “La fundación de Itálica y su desarrollo urbanístico”. En Jiménez Salvador, J. L. y Ribera i Lacomba, A. (coords.), Valencia y las primeras ciudades romanas de Hispania, Valencia, Ajuntament de Valencia, 2002, p. 124). 246
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2. La violencia contra el enemigo exterior en el seno de sociedad romana
En esta segunda parte, cambiaremos de punto de vista y trataremos de aproximarnos a una compleja pero trascendente cuestión: cómo se percibía la violencia frente al enemigo exterior en la propia mentalidad romana. Desde luego, el éxito en las campañas militares repercutía positivamente en la sociedad romana a través de muy variadas manifestaciones: desde la financiación de obras públicas a expensas de los generales victoriosos, a la reducción o incluso conmutación de ciertas cargas fiscales. Todo ello sin olvidar los ingentes ingresos en concepto de botín o indemnizaciones de guerra que recogen los autores antiguos36. Las victorias militares eran fuente de laus, gloria y prestigio político para los aristócratas que las protagonizaban. Un amplio sector de la población se hallaría directa o indirectamente interesado en sostener la presión militar exterior y ampliar los límites del estado romano37. No obstante, esta política también exigía un alto precio en vidas humanas y propiciaba tensiones internas por las desigualdades generadas. Esta dicotomía se plasma en ciertas manifestaciones culturales, muy características de la sociedad romana, a las que nos referiremos brevemente a continuación.
36 Sobre las repercusiones económicas del expansionismo romano y el supuesto respaldo social a sus políticas agresivas: HARRIS, W. V. “On War and Greed in the Second Century B. C.”. The American Historical Review, 76/5, 1971, pp. 1371-1385; “Móviles económicos de la guerra y la expansión”. En Harris, W. V., Guerra e imperialismo… pp. 53-102; CLEMENTE, G. “Lo sviluppo degli atteggiamenti economici della classe dirigente fra il III e il II sec. a. C.”. En Harris, W. V. (coord.) The imperialism of Mid-Republican Rome. Papers and Monographs of the American Academy in Rome. Vol. 29. Roma, American Academy in Rome, 1984, pp. 165-183; GABBA, E. “Il consenso popolare alla politica espansionistica romana”. En Gabba, E., Aspetti culturali dell’imperialismo romano, Firenze, Sansoni, 1993, pp. 133-152; HÖLSKESKAMP, K. J. “Conquest, Competition and Consensus: Roman Expansion in Italy and the Rise of the Nobilitas”. Historia, 42, 1993, pp. 12-39. Para el caso hispano: GONZÁLEZ ROMÁN, C. “Imperialismo, ejército y circulación de riqueza en la península ibérica durante el s. II a. de C.”. Memorias de Historia Antigua, 3, 1979, pp. 81-96. 37 HARRIS, W. V. “Actitudes romanas hacia la guerra”. En Harris, W. V., Guerra e imperialismo… pp. 9-52; RICH, J. W. “Fear, Greed and Glory: the Causes of Roman WarMaking in the Middle Republic”. En Rich, J. W. y Shipley, G. (eds.), War and Society in the Roman World, London, Routledge, 1993, pp. 38-68. Respecto a Hispania: ALONSONÚÑEZ, J. M. “Reflexiones sobre el imperialismo romano en Hispania”. Studia Historica, Historia Antigua, 7, 1989, pp. 8 y 10. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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2.1 Religión cívica y violencia exterior Por tratarse de uno de sus aspectos identitarios más tradicionales, y prácticamente omnipresente en la vida social y política del estado romano, la religión pública-oficial constituye un significativo campo de análisis. Cabe señalar que, con la excepción del acusado rechazo a los pitagóricos o la represión de las Bacanales, ambas justificables por el riesgo que suponían para su orden interno, no llegó a producirse en Roma una concepción de “guerra de religión”. No obstante, la religiosidad, que impregnaba los más variados aspectos de la vida romana, también se encuentra presente en el ámbito de la violencia exterior. Así, la legítima declaración de un conflicto conllevaba la celebración de todo un complejo ritual a cargo de los sacerdotes feciales38. A pesar de que los romanos no perseguían los cultos locales, si limitaban ciertas prácticas que consideraban incompatibles con el orden público. Así, salvo en casos muy puntuales, vinculados a la expiación de sacrilegios o prodigios, se mostraban contrarios a los sacrificios humanos. No obstante, en situaciones de extremo peligro, cuando el miedo se extendía entre la población, llegaron a practicarse en alguna ocasión39. Así sucedió, por ejemplo, en el 216 a. C., tras la terrible derrota ante Aníbal en la batalla de Cannas: Entretanto, de acuerdo con los libros del destino, se hicieron algunos sacrificios extraordinarios; entre ellos, un galo y una gala, un griego y una griega fueron enterrados vivos en la plaza de los bueyes en un recinto cercado de piedras, empapado ya anteriormente con la sangre de víctimas humanas, con un rito que no era romano bajo ningún concepto40. 38 El ritual arcaico completo nos aparece descrito en Livy. I, 32, 5-14. Sobre el papel de Derecho fecial y su evolución en la expansión romana: RICH, J. W. Declaring War in the Roman Republic in the Period of Transmarine Expansion. Bruxelles, Latomus, 1976; BAILÓN GARCÍA, M. “Acilius ex Senatus Consulto ad collegium fetialium rettulit: primer derecho internacional sobre acuerdos de paz y guerra”. En Bravo G. y González Salinero, R. (eds.), Conquistadores y conquistados: relaciones de dominio en el mundo romano, Madrid-Salamanca, Signifer, 2014, pp. 77-90; “La conquista de iberia y el Derecho fecial. Guerra y religión en Roma”. Revista de Historia Militar, 116, 2014, pp. 73-102. 39 Sobre los sacrificios humanos en Roma, sus motivaciones y procedimientos: FUTRELL, A. Blood in the Arena: the Spectacle of Roman Power. Austin, University of Texas Press, 1997, pp. 184-205. 40 Livy. XXII, 57, 6. 248
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La decisión de sacrificar extranjeros como fórmula para apaciguar a los dioses, recurriendo a ritos muy arcaicos, documenta la importancia de garantizar la conciencia identitaria en Roma. La amenaza exterior es conjurada mediante la eliminación simbólica del otro, del extranjero. La medida no sólo reforzaría los lazos de cohesión ciudadana, sino que descargaría parte de la responsabilidad de su fracaso sobre el exterior. En cuanto a la trascendencia ideológica de los sacrificios humanos sobre las comunidades afectadas, debió de ser intensa. Así, Plutarco afirmaba que todavía en su época (ss. I-II d. C.), galos y griegos seguían rememorando estos sucesos en el mismo lugar del sacrificio41. A lo largo de la fase republicana, los conflictos exteriores en Roma fueron prácticamente una constante. No obstante, y de manera bastante paradójica, se mantuvo la percepción del estado de guerra como algo excepcional y perturbador en cierta forma42. En principio con sentido religioso, e impregnado de temor político después, los ejércitos en armas no podían atravesar el pomerium de la capital. Con el fin de que el dios pudiera socorrer a los ejércitos de la ciudad, las puertas del templo de Jano permanecían abiertas durante largos periodos de tiempo. Precisamente en su testamento político, en el que se vanagloriaba de sus logros personales, Augusto se jactaba de haber conseguido cerrarlas43, si bien omitiendo la brevedad de sus éxitos. Del mismo modo, la voluntad simbólica, y en buena parte propagandística, de alcanzar la Paz Exterior alcanza su cenit en ese momento con la dedicación del Ara Pacis Augustae, el Altar de la Dea Pax. 41 Plut. Vit. Marc. III: “… Daban también indicio de este miedo mismo preparativos porque se pusieron sobre las armas tantos millares de hombres cuantos nunca se vieron a la vez ni ante ni después- y las novedades que se hicieron en orden a los sacrificios: pues siendo así que nada admitían de los bárbaros ni de los extranjeros, sino que siguiendo principalmente las opiniones de los griegos eran píos y humanos en las cosas de la religión, al estar ya próxima la guerra se vieron en la necesidad de obedecer a unos oráculos de las Sibilas, y según ellos, a enterrar vivos, en la plaza que llaman de los Bueyes, a dos Griegos, varón y hembra, y del mismo modo a dos galos: por los cuales griegos y galos hacen aún hoy en el mes de noviembre ciertas arcanas e invisibles ceremonias”. 42 ATIÉNZAR REQUENA, C. “Matar con la venia de los dioses. Los ritos religiosos de la guerra en Roma durante la Monarquía y la República primitiva”. En Bravo Castañeda G. y González Salinero, R. (eds.), Formas de morir y formas de matar en la Antigüedad romana, Madrid, Signifer, 2013, pp. 397-414. 43 RG, 13: “El Templo de Jano Quirino, que nuestros antepasados deseaban permaneciese cerrado cuando en todos los dominios del pueblo romano se hubiera establecido victoriosamente la paz, tanto en la tierra cuanto en el mar, no había sido cerrado sino en dos ocasiones desde la fundación de la ciudad hasta mi nacimiento: durante mi principado, en Senado determinó que debía cerrarse en tres ocasiones”. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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2.2 La ceremonia del Triunfo A medio camino entre el ámbito político y el religioso, la ceremonia del Triunfo constituía en Roma la máxima expresión de glorificación personal. Dotada de un profundo trasfondo simbólico (el general homenajeado se asimilaba al dios Júpiter), funcionaba como un auténtico escaparate de los beneficios, privados y colectivos, que una exitosa guerra exterior debía traer44. Manifestaciones similares también existían en el ámbito de las monarquías helenísticas, ligadas fundamentalmente al retorno de los reyes tras expediciones militares exitosas, a proclamaciones regias, o a festivales y ceremonias religiosas. La tradición romana mantenía, no obstante, un singular significado político. En este sentido, el Triunfo no sólo representaba una extraordinaria distinción militar para el general al que se le concedía, sino que funcionaba como un auténtico trampolín para su carrera política. Así, de forma bastante habitual, la ceremonia triunfal suponía la llave de acceso al consulado, máxima magistratura del estado romano45. Para su celebración, era necesaria la aprobación del Senado, responsable de controlar si se habían seguido los requerimientos exigidos. Algunos de éstos, como el de haber desempeñado la campaña en el ejercicio de una magistratura, eran de naturaleza puramente administrativa y evitaban que ciudadanos particulares obtuvieran honores públicos46. Otros, ponen de relieve la concepción ética de la guerra en el estado itálico y su posicionamiento ideológico en sus actuaciones exteriores47. En primer lugar, resultaba fundamental que el conflicto hubiera sido declarado con arreglo al bellum iustum; es decir, declarado según el Derecho fecial y por causas justificadas. Con este punto se otorgaba cobertura legitimadora a las acciones de violencia desarrolladas y se hacía recaer la responsabilidad última del conflicto al enemigo derrotado. 44 HARRIS, W. V. Guerra e imperialismo… pp.25-26. 45 BASTIEN, J. L. Le triomphe romain et son utilisation politique à Rome aux trois derniers siècles de la République. Rome, École Française de Rome, 2007. 46 Precisamente, una de las denegaciones más sonadas tuvo como protagonista al primer Africano tras su regreso de Hispania en el 206 a. C. La razón que se le dio para ello fue que había desempeñado su misión “sine magistratu” (Liv. XXVIII, 38, 2-4). 47 Sobre los requisitos necesarios para obtener el Triunfo, su evolución en el transcurso histórico y la ceremonia en sí misma: VERSNEL, H. S. Triumphus: an Inquiry into the Origin, Development and Meaning of the Roman Triumph. Leiden, Brill, 1970; BEARD, M. El Triunfo romano: una historia de Roma a través de la celebración de sus victorias. Barcelona, Crítica, 2009. 250
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No sabemos con certeza a partir de qué preciso momento se comenzó a exigir que la victoria hubiera supuesto la muerte de al menos de 5.000 enemigos, pero se estima que esta medida habría entrado en vigor en torno al 180 a. C.48. Esta disposición vetaba la celebración del Triunfo en caso de éxitos de menor entidad, impulsando además a los comandantes a emprender acciones ofensivas con el fin de hacerse merecedores de tal distinción. La sociedad romana pasaba así a percibir al triunfador como vencedor no sólo en términos cualitativos, como podía ser la importancia estratégica de la victoria, sino también cuantificables. Con el alejamiento de los frentes de guerra, el aumento de la conflictividad exterior y, sobre todo, la profesionalización del ejército, se terminó con la exigencia de dejar pacificado el escenario de las operaciones militares. Cierta reducción de la tensión en la zona y el retorno simbólico de algunos de los efectivos destacados en ella, fueron las pautas más habituales. A pesar de todo, resulta expresiva la importancia original que la pacificación tenía en la mentalidad romana y la preocupación por mantener esa ficción. De nuevo, la guerra y la violencia aparecen en el imaginario colectivo como una necesidad perturbadora para garantizar la paz. El propio desarrollo de la ceremonia triunfal servía para mostrar al público romano los efectos más positivos de la violencia exterior, siendo frecuente el reparto de donativos entre las tropas que habían participado en la campaña, bienes a los ciudadanos y la organización de banquetes y espectáculos públicos a expensas del homenajeado. En la comitiva no sólo se exponían las riquezas y armas capturadas, sino que también se transportaban cuadros y representaciones que ilustraban los episodios más memorables de la campaña. Animales exóticos podían acompañar la comitiva49. Las columnas de prisioneros esclavizados, en muchos casos con extraños atuendos que 48 Val. Max. II, 8, constituye la principal referencia, no exenta de dificultades, sobre la legislación del Triunfo. 49 Las ceremonias triunfales celebradas por Julio César se encuentran entre las más espectaculares. Suet. Iul. XXXVII, señala que en su Triunfo sobre las Galias cuarenta elefantes alineados a derecha e izquierda portaron las antorchas con las que al anochecer ascendió al Capitolio. Además, fue cuando celebró su victoria sobre el Ponto cuando hizo famosas las palabras de “Veni, vidi, vinci”, al trasportar una cartela con esa leyenda entre los demás ornamentos triunfales y las inscripciones que explicaban los distintos episodios de la guerra. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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suscitaban sorpresa y curiosidad entre los espectadores, seguían el carro del general victorioso. En primer lugar marchaban los cautivos más celebres, en ocasiones destinados a ser ejecutados en público, como en el caso de Vercingetorix50. La solemnidad y pompa de estos desfiles han suscitado abundantes imitaciones a lo largo de los siglos posteriores. La ceremonia triunfal desempeñaría, por tanto, un trascendente papel a la hora de impulsar el expansionismo de la República romana, así como de moldear la imagen que sus ciudadanos tenían de los enemigos exteriores y de las luchas sostenidas con ellos. Por último, la importancia política del Triunfo fue tal, que una de las primeras medidas adoptadas por Augusto fue la de restringir su concesión a la figura del propio emperador y a sus parientes o amigos más próximos51. 2.3 Luchas gladiatorias A continuación, nos centraremos en uno de los aspectos habitualmente menos tenidos en cuenta a la hora de valorar la agresividad exterior del estado itálico: la violencia en la arena. Y muy particularmente, en los combates gladiatorios. Parece que los romanos adoptaron la práctica de incluir luchas rituales en sus funerales a partir de sus contactos con los etruscos y otros pueblos del sur de Campania. La costumbre tendría sus raíces en ceremonias religiosas en las que se honraría con sacrificios humanos los manes de los fallecidos homenajeados. A través de este procedimiento se encubría la responsabilidad del organizador, haciendo recaer la acción directa de su ejecución sobre terceras personas52. La primera noticia escrita que tenemos de la celebración 50 Cass. Dio. XLIII, 19, 4. 51 Al obtener del Senado el “maius imperium proconsulare”, en rigor, Augusto era el único ciudadano del estado que podía obtener legítimamente el Triunfo, pues se hallaba al mando de todas las legiones romanas siendo el imperium de los restantes comandantes delegado del suyo (ECK, W. The Age of Augustus, Oxford, Blackwell, 2003, p. 161). 52 Sobre los orígenes de los munera gladiatoria, su adopción por los romanos y su significado religioso: VILLE, G. La gladiature en Occident: des origines à la mort de Domitien. Rome, École Française de Rome, 1981, pp. 1-51; AUGUET, R. Cruelty and Civilization: The Roman Games. London-New York, Routledge, 1994, pp. 21-23; PLASS, P. The Game of Death in Ancient Rome: Arena Sport and Political Suicide. Madison, University of Wisconsin Press, 1995, pp. 2930; KYLE, D. G. Spectacles of Death in Ancient Rome. London-New York, Routledge, 2001, pp. 43-46; PASTOR MUÑOZ, M. “Munera gladiatorium: aspectos sociales”. En Crespo Ortiz 252
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de una de estas luchas en el ámbito romano se sitúa en el año 264 a. C., con motivo de los funerales de Junio Bruto Pera53. Resulta expresivo que su introducción tuviera lugar justo al comienzo de la Primera Guerra Púnica, cuando se inicia una gran etapa de violencia y expansión exterior, y cuando el mantenimiento de los lazos de cohesión de la comunidad resultaba más necesario que nunca. A partir de ese momento aparecen reiteradamente mencionados en las fuentes asociados al homenaje póstumo de miembros de la aristocracia romana. Una vez absorbidos en la cultura romana, los combates gladiatorios experimentaron una rápida evolución. El carácter religioso y propiciatorio de la ceremonia fue quedando atrás en beneficio de su carácter lúdico. La transformación obedecería, en gran medida, a la intensa expansión territorial que Roma estaba desarrollando y que ponía ingentes cantidades de esclavos a disposición de la arena. En un proceso paralelo, se observa como entre la población habría crecido la afición por la violencia y la lucha armada como entretenimiento público54. Plenamente sistematizados y profesionalizados en la etapa imperial, los munera gladiatoria constituyeron lo que hoy denominaríamos un espectáculo de masas, destinado básicamente a divertir y entretener a los asistentes a los mismos55. En este trabajo nos ceñiremos a la etapa republicana y al aspecto concreto que nos atañe: la relación de los munera gladiatoria con actitudes exteriores de carácter agresivo. En este sentido, el impacto psicológico de este tipo de espectáculos en la sociedad romana debía ser enorme56. En primer lugar, como resulta más evidente, por la propia naturaleza sangrienta de los mismos. El valor de la vida humana se relativizaba y se hacía de su destrucción un simple evento, a medio camino entre su carácter originario ceremonial y lo banalmente lúdico en lo que se acabó convirtiendo. de Zarate S. y Alonso Ávila, A. (coords. y eds.), Scripta antiqua: in honorem Ángel Montenegro Duque et José María Blázquez Martínez, Valladolid, 2002, p. 486; FUTRELL, A. Blood in the… pp. 11-24; The Roman Games: a Sourcebook. Malden, Wiley-Blackwell, 2006, pp. 4-6. 53 Liv. Epit. 16; Val. Max. II, 4, 7. 54 KYLE, D. G. Spectacles of Death… pp. 47-49. 55 VILLE, G. La gladiature en… pp. 15-17; AUGUET, R. Cruelty and Civilization… pp. 23-25; PASTOR MUÑOZ, M. “Munera gladiatorium…” pp. 486-487. 56 PLASS, P. “Sociology of Public Violence”. En Plass, P. The Game of Death… pp. 56-61. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Por otro lado, la mayoría de los individuos que participaban en las luchas no eran otros que prisioneros de guerra esclavizados57. La onomástica de algunos tipos de gladiadores, variable en función del equipamiento con el que combatían, apunta claramente al origen inicial de los individuos que eran empleados con tales fines. Así, encontramos al samnita, con su característico casco, pechera de tradición etrusca y protecciones en el brazo derecho y la pierna izquierda; al tracio, con su pequeño escudo rectangular y espada curva o sica; y, por último, al mirmillón, cuyo estilo de vestimenta y armas: casco de alta cresta, espada larga y amplio escudo rectangular, conduce a pensar que derivaría de guerreros galos58. Para sus espectadores, los combates gladiatorios suponían el enfrentamiento físico de sus antiguos enemigos entre sí; disponiendo éstos toda su agresividad y violencia al servicio de Roma. Es decir, constituían una expresión lúdica del sometimiento al que sus comunidades de origen se hallaban sometidas. A la par, ponían de manifiesto la vulnerabilidad física de los pueblos y razas lejanas contra los que las legiones se enfrentaban. De esta forma, la celebración llevaba implícito cierta simbólica afirmación de la supremacía romana. Un negativo histórico que atestigua la existencia de esta percepción en la mentalidad romana lo encontramos durante la Segunda Guerra Púnica. Así, algunos escritores antiguos señalan que Aníbal forzó a combatir entre sí a guerreros enemigos, capturados en el campo de batalla, bajo la mirada de sus tropas con el fin de reafirmar su moral y determinación para la lucha (Polyb. III, 62, 2-11; Livy. XXI, 41). Por último, al igual que tras la ceremonia del Triunfo, después de los combates era habitual la organización de banquetes o repartos de comida a expensas de los mismos patrocinadores de los juegos59. Así, la asociación de éxito militar, violencia, diversión y beneficio común se hacía patente. El espectáculo cruento intensificaba la percepción según la cual una política agresiva contribuía al general bienestar social. 57 KYLE, D. G. Spectacles of Death… pp. 79-80; PASTOR MUÑOZ, M. “Munera gladiatorium…” pp. 493-494. 58 Sobre los distintos tipos de gladiadores, en función de su equipamiento y origen: PASTOR MUÑOZ, M. “Munera gladiatorium…” pp. 492-493. 59 FUTRELL, A. The Roman Games… pp. 111-113. 254
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Violencia, expansión y miedo en la Roma republicana. Una revisión de perspectivas.
2.4 La agresividad como rasgo de barbarie Finalmente, enlazando con el ámbito griego, de donde los romanos adoptan el propio concepto, la agresividad destructiva e irracional constituye uno de los principales rasgos de la barbarie60. Ante este prejuicio la violencia del conquistador romano alcanza un sentido nuevo: es la responsable de enfrentarse al caos y el instrumento para imponer orden y justicia. Dos caminos quedan abiertos a los bárbaros sometidos: encauzar su agresividad a la causa de Roma a través del alistamiento como tropas auxiliares; o mudar su carácter y espíritu y “civilizarse”61. Tal visión la encontramos perfectamente manifestada en el libro tercero de la Geografía de Estrabón62, cuando el autor griego de época imperial refiere la culminación de las guerras de conquista de los pueblos hispanos del noreste: [...] han dejado todos de luchar: pues con los que aún persistían en los bandidajes, los cántabros y sus vecinos, terminó el César Augusto y, los coniacos y los que viven junto a las fuentes del Íber, los plentuisos, en vez de saquear a los aliados de los romanos, luchan ahora a favor de éstos. Y Tiberio, sucesor de aquél, apostando un cuerpo de tres legiones en estos lugares por indicación de César Augusto, no sólo los ha pacificado, sino que incluso ha civilizado ya a algunos de ellos63.
Y con esta engañosa, pero expresiva autopercepción: Roma como conquistadora, pacificadora y civilizadora, ponemos punto final a esta reflexión.
60 DAUGE, Y. A. Le barbare: recherches sur la conception romaine de la barbarie et de la civilisation. Bruxelles, Revue d’Etudes Latines, 1981. 61 Respecto a este tipo de percepciones para el caso hispano, presentes no sólo en la historiografía antigua, sino también muchas veces en estudios más recientes: SÁNCHEZ MORENO, E. y AGUILERA DURÁN, T. “Bárbaros y vencidos, los otros en la conquista romana de Hispania. Notas para una deconstrucción historiográfica”. En Cid López, R. M. y García Fernández, E. (eds.), Debita verba. Estudios en homenaje al profesor Julio Mangas Manjarrés, Oviedo, Ediciones de la Universidad de Oviedo, 2013, pp. 225-244. 62 THOLLARD, P. Barbarie et civilisation chez Strabon: étude critique des livres III et IV de la Géographie. Paris, Les Belles Lettres 1987. 63 Strb. III, 3, 8. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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LA VIOLENCIA Y SUS RELATOS: TRES MIRADAS SOBRE LA EUROPA DEL SIGLO XX Violence and its Narratives: Three Visions on Europe’s XXth Century Javier Rodrigo1 Universitat Autònoma de Barcelona
[email protected] Resumen: Este capítulo propone una mirada a algunas de las grandes narrativas e interpretaciones sobre el siglo XX europeo que lo han visto como una centuria de violencia, terror y genocidio. A través de algunos ejemplos de debates historiográficos y de análisis de procesos históricos concretos (como los debates sobre el genocidio, los sistemas concentracionarios, las guerras civiles o el Holocausto), se abordan tanto las características de esas narrativas como algunos de sus límites y aristas. Al final, se adelanta una propuesta conceptual para analizar desde la contingencia histórica las continuidades y discontinuidades en la historia de la violencia colectiva europea. Palabras clave: Europa, genocidios, violencia, terror, historiografía, ciencia política. Abstract: This paper takes a look at some of the great narratives and interpretations of Europe’s Twentieth century: at those that have seen it as a century of violence, terror and genocide. Through some examples of historiographical debates and the analysis of some concrete historical processes (such as the debates on genocide, the concentrationary systems, civil wars, or the Holocaust), it addresses both the characteristics of those narratives and some of its limits and conceptual edges. In the end, I present a conceptual proposal in order to analyze, from historical contingency, some continuities and discontinuities in the history of European collective violence. Keywords: Europe, Genocide, Violence, Terror, Historiography, Political Science.
1 Trabajo adscrito al Proyecto de Investigación del Ministerio español de Ciencia e Innovación “Culturas políticas, movilización y violencia en España, 1930-1950” (HAR201453498-P). Este capítulo ha sido publicado en forma de artículo con el título de “La violenza e le sue narrazioni: tre sguardi sull’Europa del XX secolo”, en la revista Italia Contemporanea.
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Mostrémosle al enemigo que está de pie desnudo en un paisaje moribundo2.
Excepción o norma. Patología o hábito. Ruptura o continuidad. Irracionalidad o racionalidad. La relación del análisis historiográfico con el fenómeno de la violencia colectiva bascula sobre estas duplas, de manera casi inevitable, desde hace décadas. La literatura historiográfica sobre la violencia europea contiene, de hecho, suficientes elementos comunes como para considerar que existe una suerte de gran narrativa trasnacional europea, relativamente reciente pero sólida, sobre el Novecientos continental. Una narrativa que se caracteriza por una creciente atención al fenómeno del terror, la intimidación, la expulsión o la homogeneización social como procesos generadores de dinámicas históricas, en las que la violencia no es mero epifenómeno, sino la misma partera de la contemporaneidad. Y que ha generado, en consecuencia, una interpretación del siglo XX en clave de desplazamientos forzosos, limpiezas, genocidios, enfrentamientos y eliminaciones políticas, sociales, culturales e identitarias, donde las guerras ya no son colapso de la política o procesos inevitables e intrínsecos al ser humano, y donde la violencia no se banaliza con interpretaciones en clave de locura o de criminalidad. Desde mi perspectiva, existen cuanto menos dos grandes narrativas sobre esa violencia, cuando se proyecta sobre la Europa del XX: una omnicomprensiva, que observa la sucesión de procesos de violencia colectiva bajo la premisa de la continuidad, y otra, podríamos decir, contingente, que más que analizar lo que la ciencia política denomina “condiciones objetivas” de la violencia, trata de comprender sus praxis, evoluciones y contextos históricos. En este artículo propongo un recorrido breve y asimétrico por ambas y añado una propuesta personal, que parte de una serie de premisas metodológicas e históricas. La primera, la imposibilidad de abarcar todos los procesos, diferentes, complejos y poliédricos, de violencia en el Viejo Continente. La segunda, atender tanto a la contingencia histórica cuanto a la elaboración teórica para, así, observar las dinámicas de continuidad y discontinuidad en la multiplicación de esas praxis de violencia. La tercera, en ese sentido, no detener la marcha explicativa en el cese de las armas de 1945, evitando una división neta que, muchas veces, no permite observar 2 COETZEE, J. M. Tierras de poniente. Barcelona, Mondadori, 2009 (1974), p. 49. 264
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La violencia y sus relatos: tres miradas sobre la Europa del siglo XX
cómo el final de la violencia tras la Segunda Guerra mundial no fue un hecho sino un proceso en el que se entrelazaron rupturas y continuidades. La cuarta, y más compleja, tratar de no hacer bascular el eje gravitacional de la Europa contemporánea sobre Auschwitz. Los lectores informados sobre los debates en torno a la violencia colectiva, las deportaciones y los genocidios contemporáneos entenderán bien esta última premisa. No es una cuestión meramente retórica ni parte de un debate bizantino. Tras más de 15 años dedicado al análisis comparativo de los mecanismos de violencia colectiva en Europa, de sus praxis, de sus memorias y de sus historiografías, he podido constatar que, en el estudio de la violencia como sujeto histórico en las sociedades contemporáneas, abundan los sobreentendidos, las metáforas y los posicionamientos morales y políticos, pero faltan en ocasiones la contextualización, el conocimiento preciso y complejo de los procesos históricos analizados y la teorización no apriorística3. Mi hipótesis central es que las tasas de violencia en Europa se acrecentaron exponencialmente a raíz de la concurrencia en su suelo de los fenómenos del fascismo, de la guerra de ocupación y de la guerra civil, contribuyendo esta multiplicación de conflictos a multiplicar a su vez la intensidad y profundidad de las políticas de violencia. Es decir: dependieron de contextos propiciatorios, se nutrieron de culturas que las elaboraron en positivo, y necesitaron del marco bélico. Se quiere poner, así, en cuestión esa suerte de cosmovisión según la cual la violencia habría desaparecido del suelo europeo con el final de la Segunda Guerra mundial (y cuyo epítome reciente sería la tesis de Steven Pinker sobre su irremediable declinar en el presente)4. Pero, también, matizar esa mirada omnicomprensiva y descontextualizada, de foto fija, que muestra, casi sin matices, un Continente oscuro, sangriento y salvaje5. 3 No siempre. Lo contrario, es decir, un trabajo bien hecho: BALDISSARA, L. y PEZZINO, P. (eds.) Crimini e memorie di guerra. Violenze contro le popolazioni e politiche del ricordo. Nápoles, L’ancora del Mediterraneo, 2004. 4 PINKER, S. The Better Angels of our Nature: the Decline of Violence in History and its Causes. Londres, Allen Lane, 2011. 5 En referencia a las adjetivaciones de los muy influyentes libros de MAZOWER, M. Dark Continent: Europe’s Twentieth Century. Londres, Allen Lane, 1998, SNYDER, T. Bloodlands. Europe between Hitler and Stalin. Nueva York, Basic Books, 2010, y LOWE, K. Savage Continent: Europe in the Aftermath of World War II. Londres, Macmillan, 2012 que, todo sea dicho, no comparten ni la descontextualización, ni la omnicomprensividad, pero sí una atribución geográfica poco concreta. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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1. La mirada omnicomprensiva Las herramientas teóricas actuales para analizar procesos como los asesinatos de masas, los genocidios o las guerras civiles no tienen mucho más de veinte años de antigüedad. Los cambios acaecidos en la gestión de la gobernanza política y el control territorial tras el final de la Guerra Fría, unidos a la globalización de los recursos económicos, supusieron una necesaria sofisticación en los medios de análisis de la realidad contemporánea, también en el terreno de la violencia colectiva. Y por supuesto, esa complejización no tardó en hacerse extensiva al terreno del análisis histórico. Tal cosa es evidente si observamos, por ejemplo, la rápida evolución que ha tenido la literatura de los genocide studies desde los años Noventa del siglo pasado, aunque de hecho el intercambio y el debate teórico haya sido rico e intenso desde el final de la Segunda Guerra mundial6. La violencia es, de hecho, un tema central que favorece el intercambio conceptual entre ciencia política, antropología, historiografía y sociología. La ciencia política fue la primera que abordó su análisis desde la presunción de cientificidad, a partir del uso, mayoritariamente, de una noción de violencia política. Así, lo que en la época se llamó la violentología ha venido trabajando, en un terreno teórico, la operatividad de nociones como la socialización a través de lo simbólico, la privación o carestía relativa, la frustración sistemática o las disfunciones en el sistema7. Pero casi siempre refiriéndose al terrorismo. 6 STONE, D. (ed.) The Historiography of Genocide. Nueva York, Palgrave Macmillan, 2008; CAPELOA GIL, I. y MARTINS, A. Plots of War. Modern Narratives of Conflict. Berlin y Boston, De Gruyter, 2012. 7 MAFFESOLI, M. La violence totalitaire. Essai d’anthropologie politique. París, P.U.F., 1979. GURR, T. R. “The calculus of Civil conflicto”. Journal of Social Issues, 28/1, 1972, pp. 2747. FEIERABEND, R. L. “Systemic conditions of political aggression: an application of frustration-aggression theory”. Journal of conflict resolution, 10/3, 1966. PARSONS, T. “Some reflections on the place of force in Social process”. ECKSTEIN, H. (ed.), Internal war: Basic Problems and Approaches, Nueva York, The Free Press, 1964, pp. 33-70. En general, vid. MICHAUD, Y. Violencia y política, Barcelona, Ruedo Ibérico, 1980. MOMMSEN, W. J. “Non-legal violence and terrorism in Western idustrial societies: an historical analysis”, en Id. y HIRSCHFELD, G. (eds.), Social protest, violence and terror in Nineteenth and Twentieth Century Europe, Londres, Mc. Millan, 1982, pp. 384-403. Este volumen refleja con creces el estado en que se encontraba el debate sobre la violencia política en los años 80. Para una definición de la violencia fuertemente engarzada con los procesos históricos, vid. la introducción a DELLA PORTA, D. Social movements, political violence, and the State. A comparative analysis of Italy and Germany. New York, Cambridge University Press, 1995. Desde la historiografía, por muchos otros, vid. BLOXHAM, D.; GERWARTH, R. (eds.), Political Violence in TwentiethCentury Europe. Cambridge, Cambridge University Press, 2011. 266
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La violencia y sus relatos: tres miradas sobre la Europa del siglo XX
Solo recientemente la ciencia política ha prestado más atención al fenómeno de las guerras internas, aun cuando ello haya supuesto la reducción de la agencia humana a tablas y fórmulas matemáticas8. Pero sigue siendo escasa hacia lo que la historiografía en inglés denomina mass killing, sintagma que, por cierto, tiene mala traslación semántica a los idiomas latinos. Estos últimos han sido el terreno preferente para el despliegue teórico de los genocide studies. De enorme proyección en los estudios históricos recientes y, de hecho, una de las macrocategorías más importantes en el estudio de la violencia europea, el genocidio ha alcanzado en tiempos recientes, como término analítico, un grado de complejidad que trasciende largamente lo planteado por el creador del neologismo, Raphael Lemkin9. Con todo, su operatividad está abierta a debate. Pese a que posiblemente no haya dos teóricos que coincidan en todos los términos, sí parece mayoritaria la identificación del Estado, enfrentado contra estados externos o en pugna contra elementos internos, como primer y gran perpetrador de violencia en el XX europeo10. Asimismo, los procesos de violencia colectiva suelen analizarse como el resultado de motivaciones eliminacionistas y planes preestablecidos11. Lo cual, además, suele traer aparejada la identificación de colectivos homogéneos de, sobre todo, víctimas, aunque también de perpetradores12. 8 KALYVAS, S. N. The Logic of Violence in Civil War. Cambridge, Cambridge University Press, 2006. 9 Varios trabajos que demuestran la sensibilidad de la historiografía hacia la categoría de genocidio, así como su crecimiento conceptual y sus límites, los firman GELLATELLY, R. y KIERNAN, B. (eds.) The spectre of Genocide: Mass murder in historical perspective. Cambridge, Cambridge University Press, 2003; TOTTEN, S.; PARSONS, W. S. (eds.) Century of Genocide. Critical essays and eyewitness accounts. Londres y Nueva York, Routledge, 2009; SÉMELIN, J. Purify and destroy: the political uses of massacre and genocide. Nueva York, Columbia University Press, 2007; BLOXHAM, D. Genocide, The World Wars, and the Unweaving of Europe. Vallentine, Mitchell and Co., 2008; BLOXHAM, D.; MOSES, D. (eds.) The Oxford Handbook of Genocide Studies. Oxford, Oxford University Press, 2010. MOSES, D. (ed.). Genocide: Critical Concepts in Historical Studies. 6 vols., Abingdon, Routledge, 2010. 10 McFARLANE, L. Violence and the State. Londres, Thomas Nelson & sons, 1974; SCHMID, A. P. “Repression, State Terrorism and Genocide: conceptual clarifications”. En BUSHNELL, P. T. et. alii (eds.), State Organized Terror. The case of violent internal repression, Boulder, Westview Press, 1991; CHENOWETH, E.; LAWRENCE, A. (eds.) Rethinking Violence. States and Non-State Actors in Conflict. Cambridge y London, The MIT Press, 2010. 11 SHAW, M. What is Genocide? Cambridge, Polity Press, 2007; MANN, M. The Dark Side of Democracy. Explaining Ethnic Cleansing. Cambridge, Cambridge University Press, 2005; MIDLARSKY, M. I. The Killing Trap. Genocide in the Twentieth Century. Cambridge, Cambridge University Press, 2005. 12 Entre otros muchos LÜDTKE, A.; WEISBROD, B. (eds.). No Man’s Land of Violence. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Sin embargo, inmersos en esos procesos también encontraremos a para-estados (como los de las guerras civiles), a agencias periféricas al estado (como los ustaše croatas), a estados potencial o realmente paralelos (como las SS nazis), a estados en construcción o reconstrucción (como los de las posguerras) o, luchando contra el estado, a los grupos militares armados (los partisanos italianos o yugoslavos, los chetniks, el EAM-ELAS, los FTP) o terroristas (los squadristi, las Brigate Rosse, el IRA, ETA). Por supuesto, no solo a dirigentes: también a agencias locales y territoriales de poder, cuyas lógicas no siempre coinciden con las del estado13. Hallaremos actores colectivos que, en el resbaladizo terreno de la colaboración, pueden ser a la vez víctimas y verdugos, y también actores individuales con lógicas propias e intransferibles14. Y encontraremos lógicas, por fin, que no son las estrictamente estatales. Desde el análisis geopolítico, identitario o cultural, la toma del poder estatal o su mantenimiento pueden acabar resultando variables menores a la hora de comprender la violencia de masas. Las naturalezas, por ejemplo, de las violencias política y racial nacionalsocialistas, fascistas o revolucionarias hablan no solo de intereses estatales, sino sobre todo de la construcción y protección de comunidades populares y nacionales, de homogeneizaciones raciales, nacionales o de clase al amparo de la violencia y su uso15. Además, no siempre encontraremos lo que en inglés se denomina mass killing. En tanto que partes de proyectos de transformación más amplios, los procesos de violencia colectiva admitieron grados de ejecución, desde la incomodidad injusta al exterminio colectivo, pasando por la represión, el terror selectivo o el terror masivo. La violencia (la acción) y el terror (el efecto) no finalizan siempre, o no tienen siempre por objetivo la muerte: la violencia de masas no es solamente exterminio, sino un concepto mucho más amplio Extreme Wars in the 20th Century. Göttingen, Wallstein Verlag, 2006; VALENTINO, B. A. Final Solutions: Mass Killing and Genocide in the 20th Century. Ithaca, Cornell University Press, 2004; EL KENZ, D. (ed.) Le massacre, objet d’histoire. Paris, Gallimard, 2005. 13 MAZOWER, M. “Violence and the State in the Twentieth Century”. The American Historical Review, 107/4, 2002, pp. 1158-1178. También de gran interés es el artículo de KERSHAW, I. “War and Political Violence in Twentieth Century Europe”. Contemporary European History, 14/1, 2005, pp. 107-123. 14 JENSEN, O.; SZEJNMANN, C. W. (eds.) Ordinary People as Mass Murderers: Perpetrators in Comparative Perspectives. Londres, Palgrave Macmillan, 2008. 15 Entre otros muchos KALLIS, A. Genocide and Fascism: The Eliminationist Drive in Fascist Europe. Londres, Routledge, 2005. 268
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que el de los asesinatos en masa. En caso de dejar fuera de las acciones que entendemos como violencia de masas, colectiva, estatal o para-Estatal o terrorista todas aquellas que no se acompañen de la muerte por acción u omisión, quedarían fuera exilios, deportaciones, torturas, represiones políticas, internamientos forzosos, persecuciones, palizas, depauperaciones forzosas, violaciones y un largo etcétera. La violencia squadistra del primer fascismo, la del aceite de ricino y las campañas de los fasci por el norte de Italia fue menos asesina que intimidatoria. El internamiento en los campos salvajes de la Alemania de 1933, o en los campos de trabajo españoles o portugueses, no perseguía la muerte de los prisioneros. Las violaciones y humillaciones públicas de las mujeres de izquierdas en la Guerra Civil española, o de colaboracionistas en la Francia de la liberación, tampoco. Muchos del medio millón de españoles exiliados murieron, pero no fueron asesinados. También murieron centenares de alemanes de los expulsados y deportados, hasta 12 millones, de Europa del Este desde 194516. Los exilios y las deportaciones supusieron desplazamientos masivos de sujetos caracterizados por una identidad precisa, nacional, política y en buena medida, étnico-lingüística. No buscaban explícitamente la muerte de los desplazados. Sin embargo, resulta difícil dejar fuera esas deportaciones, violaciones, humillaciones, internamientos y exilios del análisis de lo que es y significa la praxis violenta en el siglo XX. El tipo de análisis más generalizado en los estudios sobre los genocidios, centrado en la búsqueda de factores ideológicos, raciales, religiosos o de construcción de las entidades estatales, suele funcionar de manera problemática a ras de suelo. De hecho, en la superficie de la realidad no se encuentra la combinación Estado-intencionalidad-planificación que, sumada al condicionante necesario de la víctima definida, se establece como requisito necesario para el genocidio. El caso de la violencia de los militares y civiles sublevados en 1936 es paradigmático: solamente la tildan de genocida quienes o conocen solo el entramado teórico del asunto pero no el desarrollo empírico de las violencias en suelo español, o quienes conociendo estas últimas, desconocen, ignoran e incluso desprecian los debates teóricos 16 MACDONOUGH, G. After the Reich. From the Liberation of Vienna to the Berlin Airlift. Londres, John Murray, 2007. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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y comparativos17. La categoría de genocidio, concebida como una suerte de mecanismo transnacional y en ocasiones transtemporal para la resolución de los conflictos humanos mediante la violencia, no pocas veces acaba perdiéndose en la descontextualización, en la suspensión sobre el espacio y el tiempo: como me señaló uno de sus mayores expertos en la actualidad, Dirk Moses, ante mis dudas sobre la aplicabilidad del concepto al contexto de la Guerra Civil española (y, en general, al de las guerras civiles europeas), el genocidio no sería una excepción histórica, sino que se trataría casi de un continuo de la historia de la humanidad. Tanto, que para muchos de sus analistas su estudio puede convertirse en una vía para su prevención. Topos habitual en el análisis de la violencia colectiva, sobre todo cuando proviene de las ciencias sociales, tan elevado objetivo suele acompañarse de la más burda simplificación: la división el mundo en categorías con una fuerte componente metafórica y/o puramente conceptual18; la adscripción, más valorativa que interpretativa y fuertemente banalizadora, del genocidio a una variable exclusivamente cuantitativa19; o la reducción de la agencia humana en sociedad a gráficos comportamentales20, a veces sin anclaje con la contingencia, o incluso a costa de ella. Ojalá fuera cierto que el conocimiento de los condicionantes evita la repetición de la violencia. Sin embargo, no debe olvidarse que las masacres de Darfur tuvieron lugar en el momento de mayor desarrollo de los genocide studies.
17 Un libro que incluye el capítulo “La ‘solución final’ en el genocidio de Córdoba”, no aporta ninguna referencia sobre el significado del concepto, ni nada que se parezca a una historia comparada: MORENO, F. 1936: el genocidio franquista en Córdoba. Barcelona, Crítica, 2008. El autor considera que el uso de literatura comparada es extranjerizante (sic). Tampoco ha aclarado demasiado el asunto Paul Preston, quien usa el evocador concepto de ‘holocausto’ en el título de su análisis global sobre las violencias de 1936-39, pero que no vuelve sobre él a lo largo de PRESTON, P. El holocausto español. Odio y exterminio en la guerra civil y después. Barcelona, Debate, 2011. 18 BRUNETEAU, B. El siglo de los genocidios. Violencias, masacres y procesos genocidas desde Armenia a Ruanda. Madrid, Alianza, 2006 (2004). 19 Es el caso de la muy poco informada interpretación de la violencia en la Guerra Civil española como genocida, planteada por ESPINOSA, F. “Julio del 36. Golpe militar y plan de exterminio”. En Morir, matar, sobrevivir. La violencia en la dictadura de Franco, Barcelona, Crítica, 2002 que, pese a su desconocimiento de los debates teóricos y empíricos sobre el genocidio, ha tenido un gran predicamento. 20 Como las de GOLDHAGEN, D. J. Peor que la guerra. Genocidio, eliminacionismo y la continua agresión contra la humanidad. Madrid, Taurus, 2010. Goldhagen divide los conflictos según hubo deshumanización o demonización, o no, del enemigo, p. 349. 270
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2. La mirada contingente Hay pues más que importantes matices a la conclusión, casi determinista, que lleva al Estado y a la lógica estatal a ser, respectivamente, perpetrador y legitimadora únicos de la violencia colectiva. La contingencia histórica revela menos factores estructurales que coyunturales en el estudio comparado de esos procesos, de la misma manera que evidencia más interrelaciones que compartimentos estancos. Por plantearlo en otras palabras: las evidencias que hacen pensar en efectos imitativos entre diferentes regímenes son menos de las que apuntan a la viabilidad de una comprensión de cada fenómeno de violencia en su propio contexto. Por supuesto existen dinámicas comunes: la contextualización de las violencias en procesos eminentemente bélicos y de tensión interna, la conceptualización progresiva de los civiles como objetivo bélico de primer orden, la difusión de ideologías exaltadoras de la violencia y de la muerte se encuentran, sin duda, entre las que en la Europa del siglo pasado más favorecieron a la convergencia y concreción del poder en forma de violencia de masas. Los factores de modernización y acumulación derivados de la industrialización son, vistos en perspectiva, centrales para su concreción práctica: sin duda, en los escasos fenómenos de violencia revolucionaria en Europa, pero también en lo relativo a la identificación de determinadas categorías sociales como eliminables (los judíos europeos, sin ir más lejos). Y en general, eso sirve para casi cualquier elemento relacionado con la estructura económica (rural y/o urbana) y de reparto del capital. Pero, como ha señalado muy acertadamente Christian Gerlach, toda esa preparación, toda esa acumulación de factores determinantes no tiene por qué dar como resultado un proceso de violencia colectiva. De manera más precisa, estos tienen lugar sobre todo en contextos de fuerte praxis de conflicto y percepción de crisis21. Y además tienen lugar, de manera mayoritaria si miramos a la Europa del XX, en períodos no excesivamente largos de tiempo. Por supuesto, existen períodos de larga represión política, de sometimiento estructural a la realidad o la amenaza potencial de la violencia, y los casos de España o Portugal son buenas pruebas de ello. Pero si observamos con detenimiento, veremos cómo las violencias colectivas, en su gama factual, no potencial, amplia (asesinatos, deportaciones, exilios forzados), suelen tener lugar en momentos concretos y no a lo largo 21 GERLACH, C. Extremely violent societies. Mass violence in the Twentieth-Century World. Cambridge, Cambridge University Press, 2010, pp. 1-9 y 267. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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de períodos indefinidos de tiempo. Tienen, pues, procesos de precipitado en tiempos de crisis y, fundamentalmente, en contextos bélicos. Una de las características propias de la contemporaneidad ha sido la acumulativa progresión del porcentaje de civiles muertos en las guerras22: el cómputo total de las guerras del siglo XX depara el paso de una proporción de 8:1 a otra de 1:8 entre bajas militares y civiles23. Europa (central, occidental, oriental, meridional, septentrional) es el laboratorio donde esa progresión se hace más evidente, por ser el suelo donde más guerras, y de manera más continua, ha habido en los siglos XIX y XX24. La guerra fue, pues, el fenómeno central para la violencia contemporánea, y su cultura (disolución y transgresión de categorías; demonización del enemigo a través de estereotipos deshumanizadores; unión indivisible entre estado, modernidad y violencia), elaborada en el tiempo de movilización y proyectada sobre el de paz, el marco para la consideración como aceptable, justa y necesaria de la eliminación del enemigo en cuanto tal, en cuanto a integrante de una unidad superior al individuo. Las grandes masacres colectivas europeas han tenido lugar al amparo propiciatorio o a resultas de procesos bélicos, y dentro de esos contextos han tenido en las poblaciones no combatientes a sus mayores objetivos ya que, en última instancia, lo que persiguen esas dinámicas de destrucción constructiva es la transformación de las sociedades en que tienen lugar. Vistas en perspectiva, las más graves aparecen si no como el resultado necesario, sí como dependientes de contextos específicos como la guerra abierta, la guerra civil o la importación de la lógica de la guerra interna a las relaciones políticas en tiempo de paz. Es cierto, pues, que en una perspectiva global los genocidios y asesinatos en masa no siempre están ni tienen por qué estar relacionados con contextos bélicos. El Holodomor ucraniano de 1933 o las matanzas en la China maoísta, incluida la de cientos de miles de tibetanos en 1950, no tuvieron relación directa con una confrontación militar25. Sin embargo, si centramos el foco en Europa la conclusión es algo diferente. 22 La dimensión temporal es, sin embargo, importante. En caso contrario, el análisis pierde sentido, como en SLIM, H. Killing Civilians. Method, Madness, and Morality in War. Nueva York, Columbia University Press, 2008. 23 KALDOR, M. Las nuevas guerras: la violencia organizada en la era global. Barcelona, Tusquets, 2001. 24 Por muchos otros, BARTOV, O., GROSSMANN, A. y NOLAN, M. (eds.). Crimes of war. Guilt and Denial in the Twentieth Century. Nueva York, The New Press, 2002. 25 NAIMARK, N. M. Stalin’s Genocides. Princeton, Princeton University Press, 2010. De extremo interés es también MAYER, A. J. The Furies: Violence and Terror in the French and Russian Revolutions. Princeton, Princeton University Press, 2001. 272
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A efectos prácticos, además, no es tan importante discernir cuál es la matriz del otro. Sea el intencionalismo homicida el que genera los procesos bélicos, o sean las guerras las que sirven de multiplicadoras necesarias de proyectos embrionarios y de mucho menor alcance homicida, el resultado es el de un proceso bélico como contexto propiciatorio para las violencias de masas. Ha habido eliminacionismo teórico, y de hecho es Europa la cuna de una de las mayores ideologías eliminacionistas, el fascismo. Pero sin la guerra, los índices de violencia son considerablemente menores. El asesinato de la minoría nacional armenia en Turquía no necesitó del contexto bélico en 1894-96 ni en 1909, pero el modo en que tuvo lugar (identificación de la minoría nacional como enemiga y aliada de enemigos; deportación y muerte masiva) requirió del contexto legal y funcional de la guerra internacional. En España, el índice de asesinatos por persecución política, así como otros indicadores de violencia colectiva como los sistemas concentracionarios y los trabajos forzosos, se redujeron notablemente tras la finalización en 1948 del estado de guerra instaurado en 1936. Durante la larga era del fascismo, la mayor de las violencias en términos cuantitativos dentro del territorio italiano tuvo lugar en el marco de la Segunda Guerra Mundial y de la guerra civil y la Liberazione26. Observar los procesos violentos y analizarlos en su conjunto, abordándolos desde sus praxis multifactuales, desde los lenguajes que los revistieron y las interpretaciones (positivas, en su mayoría) que se elaboraron en torno a ellos es central para contextualizarlos, y para comprender la relación que puede establecerse, histórica e interpretativa, entre ellos. Hay que evidenciar las diferencias y las continuidades, entender cómo y por qué comienzan, cómo y por qué se desarrollan, cómo y por qué finalizan. Las últimas dos décadas han sido universalmente consagradas a la era de la víctima. A efectos, sin embargo, de la comprensión de la violencia colectiva resulta más esclarecedor adentrarse en las motivaciones de los perpetradores. Esa es, de hecho, la comparación realmente difícil de abordar. Tal vez lo primero que haya que hacer sea identificar a ese perpetrador, y preguntarnos hasta qué punto lo que suele darse por descontado no es sino verdades a medias, generalmente aceptadas ante la dificultad de conocer más a fondo las situaciones que derivan en violencias colectivas. 26 Por muchos, el excelente ROVATTI, T. Leoni vegetariani. La violenza fascista durante la Rsi. Bolonia, Clueb, 2011. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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3. Coda: lógicas y políticas de violencia Las historias que entretejen el relato de la violencia europea en el siglo XX forman una espesa maraña hecha de trazos superpuestos, en la que no existen líneas maestras ni ideas-fuerza, y para las que por tanto no son válidas las explicaciones simplistas. Al contrario de muchos de los trabajos dedicados a la interpretación de los mecanismos de violencia colectiva contemporánea (y en particular, al concepto de genocidio), no creo en la utilidad de subrayar un, o el, modo correcto de interpretar o nombrar ese pasado. En muchas ocasiones, lo que se busca es aportar elementos de análisis que conduzcan a una definición o conceptualización únicas, fundiendo en narraciones e interpretaciones omnicomprensivas procesos violentos complejos y, muchas veces, distantes. Frente a las (posiblemente, vanas) esperanzas de predictibilidad y a la generalizada descontextualización de los análisis de la violencia, que se ha venido dando en muchos ámbitos de la ciencia política pero que es significativamente evidente en el del estudio de las guerras civiles27, los análisis historiográficos actuales sobre la violencia colectiva europea han empezado a alcanzar un significativo grado de sofisticación, asumiendo como propia una perspectiva comparada necesitada de conocimientos lingüísticos, teóricos e historiográficos amplios. Para afrontar esa necesidad de contingencia histórica sin renunciar a la complejidad teórica, yo he planteado como paraguas conceptual el sintagma “políticas de violencia”. Sin pretender abrir un debate bizantino centrado en cuestiones nominativas, me parece que esa denominación engloba mejor, con menos presupuestos y con más matices lo que aquí se analiza: los mecanismos, las políticas que, en el planos teórico y en el práctico, diferentes estados, agencias estatales o grupos utilizaron para acceder, controlar, monopolizar o influir en el poder, mediante la violencia. Supone, por tanto, la existencia de unas prácticas políticas específicas cuyo contenido teórico y concreción práctica fueron a través de la violencia. Evidentemente, también en esto habría que especificar qué se entiende por política y qué por violencia. En realidad, se trata posiblemente de uno de los debates más complejos sobre la contemporaneidad. 27 Dos ejemplos: COLLIER, P. y SAMBANIS, N. (eds.) Understanding Civil War. Evidence and Analysis. Volume 2: Europe, Asia, and Other Regions. Washington, The World Bank, 2005; NEWMAN, E. Understanding Civil Wars. Continuity and Change in Intrastate Conflict. Nueva York, Routledge, 2014. 274
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En la historia europea, el genocidio es realmente es la excepción, y la guerra y la violencia contra la población civil, la norma28. La contingencia histórica proporciona respuestas a algunas de las preguntas más importantes sobre el cómo, el cuándo, el dónde. Desde esta perspectiva, la evolución de los estados europeos y sus violencias hasta la década de los 50 habría sido un crescendo acumulativo, cerrado con la mayor aniquilación colectiva jamás registrada en un período de tiempo tan escaso, dejando la Segunda Guerra Mundial (entre 35 y 40 millones de personas muertas) en mantillas a su hermana más anciana. Sin embargo, 1945 no marcó, ni mucho menos, el final de la violencia en Europa. Debido a la superposición de guerras y de lógicas de violencia, la finalización de la internacional y de ocupación de 1939-45 no supuso por fuerza el fin de todas ellas. De hecho, ningún tratado puso fin a ninguna de las guerras civiles europeas. La guerra mundial finalizó en 1945, pero los conflictos que generó iniciaron antes, generalmente de manera abierta al ritmo de los diferentes armisticios (la primera fue, pues, la italiana), y no finalizaron como mínimo hasta cuatro años después, con el fin de la guerra interna en Grecia29. Desde esa misma contingencia también se observa cómo la mayor tasa de violencia, absoluta y relativa, de la era oscura, sangrieta y salvaje que va desde 1917 a 1949, la ha proporcionado la combinación de proyectos eliminacionistas (sobre todo, pero no exclusivamente, los fascismos), guerras interestatales y guerras civiles. Sobre lo primero existe mucha literatura, aunque también mucha especulación. Las segundas han recibido una gigantesca atención, aunque no siempre parezca claro en la historiografía que las deportaciones y los campos de la Aktion Reinhardt formaron parte de un complejo sistema de ocupación y jerarquización racial de Europa. Pero comparativamente, las últimas han recibido menos interés como marcos generadores de violencia colectiva. Sin embargo, muchos de los 28 Es el caso del Portugal de Salazar, cuyos repertorios de violencia han sido estudiados por PALACIOS, D. A culatazos. Protesta popular y orden público en el Portugal contemporáneo. Madrid, Genueve, 2011, o el de la España de Franco tras el final del Estado de Guerra en 1948, que he analizado en RODRIGO, J. Hasta la raíz. Violencia durante la Guerra civil y la dictadura franquista. Madrid, Alianza, 2008. 29 Por muchos otros DONDI, M. La lunga liberazione. Giustizia e violenza nel dopoguerra italiano. Roma, Editori riuniti, 2004 (1999). LOTTMAN, H. The Purge: The Purification of the French Collaborators After World War II. New York, W. Morrow, 1986. WOLLER, H. I conti con il fascismo. L’epurazione in Italia 1945-1948. Bologna, Il Mulino, 1996. OLIVA, G. La resa dei conti: aprile-maggio 1945: foibe, piazzale Loreto e giustizia. Milano, Mondadori, 1999. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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conflictos generados en la Europa de Entreguerras pueden, de hecho, ser vistos como guerras civiles o como conflictos intracomunitarios, tanto o más evidentes que la rusa, la finlandesa o la irlandesa. Y no solo 1917-1936: después de la española, paradigma de todas ellas, la guerra civil tocó suelo hasta 1949, dentro del contexto de la guerra mundial o no, en Italia, los Balcanes, Francia o Grecia. Esas guerras contuvieron y fueron los marcos propiciatorios sine qua non de procesos y políticas de violencia contra la población no combatiente. No exclusivamente, pero también, la violencia generada por esos contextos propiciatorios tuvo lógicas locales y regionales. Y esa multiplicación de conflictos contribuiría, a su vez, a multiplicar la intensidad y profundidad de las políticas de violencia en Europa contra un enemigo estereotipado, supraindividual, que la mayoría de las veces era, además, un civil-no combatiente30. Pero queda siempre pendiente la pregunta fundamental: por qué. Y para responderla, los contextos son fundamentales, pero no lo son todo. La muerte de otro individuo está, sin duda alguna, entre las decisiones más radicales y transformadoras que pueda tomar un ser humano. Supone atravesar, o haberlo hecho previamente, umbrales de desempatía hacia el otro tan extremos que la mayoría de la historiografía no ha conseguido (no hemos conseguido) en su gran mayoría siquiera comenzar a entrever. Frente a la tranquilizadora y generalizada tendencia a posteriori a despersonalizar la violencia explicándola en base a contextos, a la orden recibida, a la culpabilidad colectiva, o a reducirla a barbarie, destrucción, locura e inutilidad, existen respuestas mucho más complejas y, si queremos, perturbadoras. Adentrarse en los porqués de esas violencias supone hundirse en las tramas ideológicas, identitarias, culturales, políticas o económicas en contextos locales, regionales, suprarregionales, nacionales y supranacionales. Al lado de los contextos están las decisiones y las voluntades, también en el empleo de la fuerza, el asesinato, la explotación, la deportación o la represión. 30 He tratado sobre las guerras civiles europeas, sus violencias, continuidades y memorias, en RODRIGO, J. “Under the Sign of Mars. Violence and the European Civil Wars, 1917-49”. Contemporary European History, 14/3, 2015, en prensa; “Furia e Historia. Una aproximación a los relatos de las guerras civiles europeas (1919-49)”. Amnis, 14, Dossier Les guerres civiles, réflexions sur les conflits fratricides à l’époque contemporaine (Europe-Amérique), online. De gran utilidad es RANZATO, G. (a cura di). Guerre fratricide. Le guerre civili in età contemporánea. Turín, Bollati Boringhieri, 1994 y, más recientemente, MINEHAN, P. B. Civil War and World War in Europe: Spain, Yugoslavia, and Greece, 1936-1939. Nueva York, Palgrave Macmillan, 2006. 276
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Y es allí donde las visiones de la violencia basadas en la proyección (el plan maestro omnipresentemente destructivo, la obediencia debida), las convenciones morales (el mal por el mal, la destrucción absoluta) o los arquetipos patológicos (la locura, la enfermedad), fracasan. El problema radica en proponer un mecanismo interpretativo alternativo. Necesitamos comprender, desde sus fuentes y sus lógicas, los mecanismos y las lógicas intelectuales e identitarias que se representan y toman cuerpo, sentido y praxis histórica en el acto de la identificación y violencia colectivas31. Según escribiría Raimundo Fernández Cuesta, a la sazón Secretario General del partido único fascista FET-JONS en España, la guerra “destruyó unas ideas y modos de vivir, pero alumbró otros”32. Destruir para alumbrar, laminar para reconstruir. La violencia colectiva del siglo XX fue un mecanismo que, en su gran mayoría, sirvió no para la destrucción como meta última, sino como medio para alcanzar un fin más elevado. La violencia sería, así, necesaria, sanadora, proactiva, y así es como la muestran la mayoría de las fuentes directas. Lo cual, evidentemente, no quiere decir que toda la violencia colectiva de la Europa del Novecientos tuviese un objetivo elaborado y proyectado en positivo, fuese la mejora de la raza, de la sociedad, o la protección de la comunidad nacional amenazada. La violencia de la segunda posguerra mundial —las de las colectividades masacradas durante la guerra, la de los soldados soviéticos contra los enemigos derrotados o las de los partisanos y guerrilleros— revela en muchos casos un carácter abiertamente vengativo. Lo cual no quiere decir, ni mucho menos, que no se implementasen también para limpiar el suelo, el país, la comunidad, mediante la eliminación del enemigo. Tras el final de la helena la guerra, civil o internacional, no volvería a tocar el suelo de Europa hasta finales de siglo. Pero ni mucho menos el final de esa era de la violencia puede datarse en 1945. El final de la violencia, si es que realmente lo hubo, no llegaría a Europa hasta muchos años después: cuando desaparecieron las dictaduras fascistas o fascistizadas 31 Dos excelentes ejemplos: YEOMANS, R. Visions of Annihilation. The Ustasha Regime and the Cultural Politics of Fascism 1941-1945. Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 2013; LEDESMA, J. L. Las justicias del pueblo. Prácticas de violencia y revolución en la zona republicana durante la Guerra Civil. Barcelona, 2015, en prensa. 32 Sobre el fascismo español y la violencia GALLEGO, F. El evangelio fascista. La formación de la cultura política del franquismo (1930-1950). Barcelona, Crítica, 2014. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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(y en España seguimos debatiendo sobre cuándo datar esa desaparición), cuando dejó de considerarse la posibilidad de la ocupación territorial de países europeos (y la Alemania occidental estuvo ocupada hasta 1949), y cuando las guerras continentales y, sobre todo, internas, dejaron de ser una opción política. El final de la guerra helena supuso, en perspectiva, el inicio de un largo período de paz en Europa. Eso no quiere decir, por supuesto, que la violencia se esfumase sin más. Fuera del marco continental europeo, y las guerras francesas en Madagascar y Argelia, británica en Kenia (con una gigantesca mayoría de civiles muertos), española en Ifni o portuguesa en Angola, Guinea y Mozambique hablan, precisamente, de que ese huracán de praxis y políticas de violencia desplazó su vórtice de nuevo allá donde había arrancado la heterofobia extrema, el continente africano. Cuando, además, parecía que el terror había terminado y que la historia, dolorosa parturienta, había por fin abandonado su dialéctica de sangre y había dado por terminada su trayectoria (cuando la historia, se decía, había terminado) llegaron de nuevo las guerras a los Balcanes para contradecir a quienes, oráculos de la predictibilidad, pensaban que Europa no volvería a ver el terror dentro de sus fronteras. No, desde luego, con la intensidad alcanzada durante la Segunda Guerra mundial. Pero sí, evidentemente, a la altura de muchos conflictos que jalonaron la pasada centuria europea. La imagen generalizada de una Europa sumida en el terror hasta 1945 y redimida de la violencia en la segunda mitad del XX es equívoca y, sobre todo, extremadamente complaciente. Pensar que la heterofobia y su vehiculación en políticas de violencia habían finalizado se demostró, con la perspectiva que dan los años, de una irresponsable ingenuidad. Bibliografía Baldissara, Luca y Pezzino, Paolo (eds.), Crimini e memorie di guerra. Violenze contro le popolazioni e politiche del ricordo. Nápoles, L’ancora del Mediterraneo, 2004. Bartov, Omer, Grossmann, Atina y Nolan, Mary (eds.), Crimes of war. Guilt and Denial in the Twentieth Century. Nueva York, The New Press, 2002. Bloxham, Donald y Gerwarth, Robert (eds.), Political Violence in Twentieth-Century Europe. Cambridge, Cambridge University Press, 2011. 278
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ABUSOS DE PODER Y RESISTENCIA ANTISEÑORIAL EN UNA VILLA CASTELLANA: DUEÑAS Y EL CONDADO DE BUENDÍA (1439-1592) Abuse of Power and Resistance against Manorial Lordship in a Castilian Town: Dueñas and the Earldom of Buendía (1439-1592) Álvaro Pajares González1 Universidad de Valladolid
[email protected] Resumen: La presente comunicación pretende analizar a través de un caso concreto y paradigmático la resistencia antiseñorial que se produjo en la Castilla bajomedieval y altomoderna frente al proceso de señorialización desarrollado, sobre todo, a partir del ascenso al trono de la dinastía Trastámara en 1369. Para ello, nos centraremos en el caso de la villa palentina de Dueñas, perteneciente al realengo durante todo el Medievo hasta su enajenación definitiva del Patrimonio Real por Juan II en 1439, otorgándosela a la familia Acuña, futuros condes de Buendía (1465). Este cambio de jurisdicción provocó una tenaz resistencia entre los vasallos, quienes se opondrán a su nueva condición y a su adscripción al régimen señorial recurriendo tanto a la vía armada y violenta en momento puntuales, como a la vía judicial a través de la Chancillería de Valladolid. Analizaremos, así, tanto las diferentes revueltas y levantamientos, como el pleito elevado por la villa contra su señor. Palabras clave: régimen señorial, régimen municipal, conflictividad social, resistencia antiseñorial, nobleza. Abstract: This paper aims to analyze the resistance against manorial lordship that emerged in Castile in the late medieval and early modern period as a reaction to the rise of manorialism, especially after the Trastámara dynasty acceded to the throne in 1369. In order to do so, this study will examine the case of Dueñas, in Palencia, a town which belonged to the crown until 1439, when Juan II granted it to the family Acuña, who would be named counts of Buendía in 1465. This change in the jurisdiction caused a tenacious resistance 1 Investigador predoctoral FPU, Departamento de Historia Moderna, Contemporánea y de América, Periodismo y Comunicación Audiovisual y Publicidad.
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from the vassals, who opposed their present condition and subjection to the manorial regime by means of violent actions on particular occasions and judicial procedures through the Chancillería of Valladolid. Both the revolts and uprisings, on the one hand, and the legal actions undertaken by the town against its lord, on the other hand, will be discussed. Keywords: Manorial Regime, Municipal Regime, Social Unrest, Resistance against Manorial Lordship, Nobility.
Que la Villa de Dueñas […] era Realenga de la Corona Real de estos Reynos, de la qual no se havía podido apartar, dividir, ni partir, è pertenesciendo […] à S.M. y à su Corona Real, libres, y esentos de otro Vasallage, ni Señorío alguno, no siendo Vasallos de el dicho Conde, ni pudiéndolo ser de derecho, ni debiendo, como le debían Vasallage, é servicio, pecho, ni derecho, ni otro tributo alguno. […] El dicho Conde injusta, è indebidamente tenía entrada, y ocupada contra razón, è justicia, llamándose señor de la dicha villa. Fragmentos de la demanda presentada el 30 de marzo de 1504 ante la Chancillería de Valladolid por el fiscal Pedro Ruiz en nombre de la villa de Dueñas contra el III conde de Buendía (Archivo Municipal de Dueñas, Instalación Especial, 0003.14).
1. Introducción En las últimas décadas la conflictividad social desarrollada durante la Edad Media y Moderna ha sido un tema de gran peso en la historiografía española desde los estudios pioneros realizados por Julio Valdeón Baruque en los años 70 del pasado siglo2. En este artículo nos vamos a centrar en la relación, tensa y conflictiva, que se estableció entre señores y vasallos3, temática que como apuntaba ya Montero Tejada en su estudio sobre los Manrique no está agotada y “son precisos trabajos monográficos sobre lo acontecido en señoríos concretos”, ya que nos permitirá sacar conclusiones para “trazar con más detalles los pormenores de las relaciones entre señores y vasallos y ayudarán a matizar algunos puntos de vista” 4. 2 VALDEÓN BARUQUE, J. Los conflictos sociales en el Reino de Castilla en los siglos XIV y XV. Madrid, Siglo XXI de España Editores, 1975. 3 OLIVA HERRER, H. R. “Conflictos antiseñoriales en el reino de Castilla a finales de la Edad Medida: viejas preguntas, ¿nuevas respuestas”. Historia, instituciones, documentos, 36, 2009, pp. 313-331. 4 MONTERO TEJADA, R. M. “Violencias y abusos en los señoríos del linaje Manrique a fines de la Edad Media”. En la España Medieval, 20, 1997, pp. 339-378. 286
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Abusos de poder y resistencia antiseñorial en una villa castellana: Dueñas y el condado de Buendía (1439-1592)
Para el análisis de esta conflictividad nos hemos centrado en una casa aristocrática concreta, el condado de Buendía5, y en la violenta relación que mantuvieron con la cabeza de sus estados señoriales, la villa palentina de Dueñas. A través de este caso particular de tenaz resistencia antiseñorial, pretendemos analizar tanto los diferentes mecanismos de control de la nobleza sobre sus señoríos y vasallos (elección de cargos concejiles, percepción de rentas, etc.) como los diferentes mecanismos de resistencia antiseñorial bien utilizando la vía judicial bien acudiendo a la resistencia armada y violenta. Durante la Edad Media Dueñas había sido una villa de realengo que había adquirido cierto protagonismo gracias a su posición estratégica en el control del paso del Pisuerga en el Camino Real a Burgos que comunicaba Valladolid con el noreste del reino, así como con Aragón, Navarra y Francia. Esto la convirtió en escenario de importantes acontecimientos durante los conflictos que sacudieron a Castilla en el Medievo, y aunque debido a las vicisitudes políticas, económica y sociales del reino la tenencia de Dueñas y su fortaleza fue cedida, en ocasiones, a importantes personajes nobiliarios de la Corte, no será hasta el siglo XV cuando se produzca su definitiva enajenación del Patrimonio Real. Así, durante la Edad Media, pasó a depender de dos de los linajes nobiliarios más importantes, los Lara y los Castro, así como de diversos miembros de la Casa Real, bien infantes bien mujeres y amantes de los monarcas como Leonor Álvarez o Juana de Castro. Gracias a los estudios de Reglero de la Fuente6, observamos que existe una cierta continuidad en las tenencias de esta fortaleza por parte del linaje de los Castro, lo que en principio nos permitiría hablar de una cierta patrimonialización, cuestión en la que sin embargo no podemos profundizar aquí. Es durante el reinado de Juan II, caracterizado por un aumento de la concesión de mercedes y privilegios a la nobleza7, cuando el dominio de esta villa es otorgado a Pedro Vázquez de Acuña y Albornoz el 9 de diciembre 5 Este trabajo es fruto de la ampliación y profundización de uno de los apartados de nuestro Trabajo Fin de Máster “Diferentes aspectos del régimen señorial-municipal en la Castilla bajomedieval y altomoderna: el caso de los condes de Buendía (1439-1592)”, dirigido por el Dr. Ignacio Atienza Hernández y defendido en la Universidad Autónoma de Madrid en octubre de 2013 dentro del “Máster en Estudios Avanzados de Historia Moderna: La Monarquía de España (siglos XVI-XVIII)”, publicado en CD-ROM por dicha Universidad: Másteres de la UAM. Curso Académico 2012-2013. 6 REGLERO DE LA FUENTE, C. M. Espacio y poder en la Castilla Medieval. Los montes de Torozos (siglos X-XIV). Valladolid, Diputación provincial de Valladolid, 1994. 7 QUINTANILLA RASO, M.C. (dir.) Títulos, grandes del reino y grandeza en la sociedad política: fundamentos en la Castilla medieval. Madrid, Siruela, 2006. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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de 1439, quien estableció en ella la cabeza de sus estados señoriales y, en torno a la cual, él y sus descendientes crearon un pequeño pero homogéneo señorío a través de la adquisición, por diferentes vías, de diversas localidad aledañas como Tariego de Cerrato, Cubillas de Cerrato, Castrillo de Onielo o Villaviudas8. La concesión de este señorío se enmarca ya entre los señoríos plenamente jurisdiccionales que, según Moxó9, se consolidan en Castilla con el ascenso al trono de la dinastía Trastámara en 1369. Nos encontramos, así, con que la concesión del señorío incluye sobre todo, a pesar de que la fórmula curialesca induzca a pensar otra cosa, la jurisdicción y el mero mixto imperio: Su castillo y fortaleza e casa fuerte y con sus tierras e términos e vasallos e distritos y terretorios y logares e aldeas e con su justicia e juresdición cevil y criminal, alta y vaja, e mero misto imperio, e con las penas e calunas e homecillos y yantar y escribanías y portadgos, martiniegas y rentas e pechos y derechos e con todas las otras cosas pertenescientes al señorío de la dicha villa de Dueñas y su tierra e castillo, segund que mejor y más complidamente a mi pertenesce y puede e debe pertenescer e pertenesció a los otros señores que fueron de la dicha villa10.
Los Acuña consolidarán su posición en la corte castellana al recibir el título condal de manos del infante don Alfonso en 1465, cuatro días después de ser proclamado rey por la liga de nobles desafectos a su hermanastro Enrique IV en la llamada “Farsa de Ávila”11. Este linaje escogió como título condal la villa conquense de Buendía, ya que ésta había sido la primera posesión que los Acuña habían recibido en 1397 por merced de Enrique III para compensar su apoyo a la facción legitimista-nacionalista que se había opuesto a las pretensiones de Juan de Avís en la crisis dinástica de 13831385, abandonando sus posesiones en Portugal para asentarse en Castilla. 8 ORTEGA GATO, E. “La villa de Dueñas y los tres primeros condes de Buendía en el reinado de los Reyes Católicos”. Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, 6, 1951, pp. 279-344. 9 DE MOXÓ Y ORTIZ DE VILLAJOS, S. Feudalismo, señorío y nobleza en la Castilla Medieval. Madrid, Real Academia de la Historia, 2000. 10 Privilegio de don Juan II, rey de Castilla, por el que hace merced de la villa de Dueñas (Palencia) a don Pedro de Acuña (después I conde de Buendía), RAH, Colección Salazar y Castro, 9/288, f 72 a 74. 11 MORALES MUÑOZ, D. C. “La concesión del título de (I) conde de Buendía por el rey Alfonso XII de Castilla (1465) como expresión de poder del linaje Acuña”. Espacio, Tiempo y Forma. Historia Medieval, 19, 2006, pp. 196-210. 288
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A pesar de ello, este linaje estableció la cabeza de sus estados señoriales en Dueñas debido a su posición estratégica, próxima a Valladolid, y a la paulatina disminución de sus posesiones en la Alcarria ante el avance de los Mendoza, señores de Cañete12. Sin embargo, en la villa palentina habrán de hacer frente a la tenaz resistencia que presentaron sus nuevos vasallos a perder su condición realenga, desarrollándose un movimiento antiseñorial que podemos calificar de paradigmático por su continuidad durante toda la Edad Moderna, así como por el desarrollo de una verdadera conciencia antiseñorial, basada en un discurso fuertemente arraigado en la mentalidad colectiva de los vecinos que en sus rasgos esenciales ha sido analizado por Oliva Herrer13. En definitiva, en este trabajo queremos estudiar las diferentes vías por las que se canalizó esta resistencia, destacando los acontecimientos más representativos que provocó la conflictividad subsiguiente. 2. El enfrentamiento armado 2.1 La recepción del señorío Tras recibir el señorío de Dueñas por merced de Juan II, Pedro Vázquez de Acuña y Albornoz, señor de Buendía y Azañón, mandará tomar posesión de la villa al bachiller Valdenebro, quien, en febrero de 1440, lleva a cabo las ceremonias a través de las cuales se pretendía representar la sujeción al poder señorial y el vínculo vasallático mediante la expresión ritual de diversos aspectos formales y simbólicos analizados para otros casos por Beceiro Pita14. Sin embargo, tanto el representante señorial como el nuevo señor, a su llegada a la villa, fueron recibidos de forma hostil por los vecinos, entre insultos, tachándole de “usurpador” y negándose a recibirle como su nuevo señor, lo que motivó la aplicación de duras medidas de coerción, tal y como declaran los testigos en las probanzas analizadas por Oliva Herrer:
12 ORTEGA CERVIGÓN, J. I. “El arraigo de los linajes portugueses en la Castilla bajomedieval: el caso de los Acuña en el obispado de Cuenca”. Medievalismo: Boletín de la Sociedad Española de Estudios Medievales, 16, 2006, pp. 73-92. 13 OLIVA HERRER, H.R. Justicia contra señores. El mundo rural y la política en tiempos de los Reyes Católicos. Valladolid, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Valladolid, 2004. 14 BECEIRO PITA, I. “La imagen del poder feudal en las tomas de posesión bajomedievales castellana”. Studia historica. Historia medieval, 2(2), 1984, pp. 157-162; “El escrito, la palabra y el gesto en las tomas de posesión señoriales”. Studia historica. Historia medieval, 12, 1994, pp. 53-82. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Que el dicho Pedro de Acuña había echo degollar a otro vecino de Dueñas […] e que un hijo del bisabuelo de este testigo, yendo y viniendo a la corte para defender que no se entregase dicha villa a Pedro de Acuña, le avían muerto en el camino e echado fama que le avía muerto su caballo, pasándole carrera, y que al bachiller Rodríguez, vecino de la villa de Dueñas, havía oído cómo sobre dicha razón el citado Pedro de Acuña havía tenido preso muchos días y tomándole su hacienda al bachiller de Cigales, su abuelo15.
Según otro testigo, el bachiller Cigales había acusado de “usurpador” al nuevo señor, por lo que éste, lleno de ira, le había golpeado con un “porrillo de herrador” y confiscado sus bienes. Observamos, por tanto, cómo el señor se sirvió de confiscaciones, detenciones e, incluso, condenas a muerte para el sometimiento de su nuevo señorío ante la resistencia encontrada. Pero, sobre todo, los hechos ponen de manifiesto que el común asociaba el proceso de señorialización a la violencia y la tiranía, y a la pérdida de privilegios y derechos: “tenía entrado e contra razón e justicia llamábase señor de la villa”. A pesar del violento recibimiento dado a su señor, los vecinos de Dueñas siguieron apelando a la vía diplomática, recurriendo al monarca a través de escritos e incluso de representantes locales desplazados a la Corte, solicitando que mantuviese su promesa de no enajenar la villa, pues en 1399 los vecinos habían pagado 350 mil maravedís, satisfaciendo así una deuda de Leonor de Trastámara, hermana de Juan I y esposa de Carlos III de Navarra, quien había recibido la villa de parte de su hermano en 1383; pago que habían realizado a cambio de no volver a ser enajenada del Patrimonio Real. Así, tal y como describen los testigos del pleito, uno de estos representantes, Diego de Neira, fue asesinado por el señor, esperándole en su camino de regreso a la villa con una supuesta provisión del rey que confirmaba los fueros y privilegios de la villa, exhibiendo su cabeza por las calles y plazas de la villa y colocándola en una pica en el puente del castillo a modo de ejemplificación por medio del terror. A pesar de todo ello, los monarcas confirmaron el señorío a los Acuña y exhortaron a los vecinos a recibir a su nuevo señor, por lo que la resistencia se canalizó a través de la vía judicial, estallando de forma violenta en momentos concretos, aprovechando coyunturas críticas o momentos de mayor debilidad de la Casa, como pleitos de tenutas, enfermedades, etc. 15 Pleito entre la justicia y vecinos de Dueñas y el duque de Medinaceli sobre la propiedad de las alcabalas, tercias y señoríos y vasallaje de esta villa, AMD, Instalación Especial, 0003.14. 290
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A través de las tomas de posesión se observa que uno de los principales mecanismos mediante el cual la nobleza intentó establecer el gobierno y control de sus estados señoriales fue la intervención en las diferentes instancias municipales y la administración de justicia. Sin embargo, cabe establecer diferentes grados de intervención señorial y, por lo que respecta al control de los concejos municipales, caracterizados por una profunda heterogeneidad en su composición, organización y funcionamiento, existen diversos sistemas de elección a lo largo de la Edad Media y Edad Moderna. En el caso que nos ocupa, nos encontramos ante un sistema intermedio que ha venido a denominarse como régimen de propuesta y cooptación16, es decir, aquel en el que los oficiales salientes proponen al señor una lista doblada, entre los que éste ha de nombrar a los nuevos cargos concejiles. A través de esta fórmula, bastante extendida en otros señoríos laicos de la región, tal y como nos está permitiendo constatar nuestra investigación actual, la oligarquía local mantiene cierto control, pues son los que proponen a las personas que ejercerán los cargos durante el siguiente ejercicio (generalmente, se trata de cargos de carácter anual), aunque la decisión última pertenece siempre al señor y, por lo tanto, se convierte en un eficaz mecanismo para intervenir en el control de sus estados. Esta importancia del control del concejo por parte del señor se refleja en el protagonismo concedido a las ceremonias de elección de estos cargos dentro de los actos de toma de posesión desde época bajomedieval y que se mantendrá a lo largo de toda la Edad Moderna17. Así observamos como en la toma de posesión llevada a cabo por María de Acuña en 1592: En señal de posesión dixo al dicho alcalde mayor que dexase la vara de tal alcalde mayor de la dicha villa y el dicho alcalde mayor en cumplimiento d’ello dexó la dicha vara y la dio al dicho marqués en nombre de la dicha condessa de Buendía y se levantó de la silla de la audiencia donde estaua sentado y se sentó en ella el dicho marqués de Montés Claros. […] Y luego dixo que daua e dio e tormó la dicha vara al dicho alcalde mayor y él tornaba e tornó a nombrar por alcalde mayor de la dicha villa de Dueñas por un año o por el tiempo que fuere la voluntad de la dicha condessa de Buendía doña María de Acuña para que la tenga, use y exerza en la dicha villa y en su jurisdición. […] Y, en rreconoçimiento del rescivo d’ella y de cómo 16 POLO MARTÍN, R. El régimen municipal de la Corona de Castilla durante el Reinado de los Reyes Católicos: (organización, funcionamiento y ámbito de actuación). Madrid, Colex, 1999. 17 BECEIRO PITA, I. “La imagen…” pp. 157-162; “El escrito…” pp. 53-82. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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queda por juez e alcalde mayor de la dicha condesa, bessó la mano al dicho marqués de Montes Claros y dixo que ussara y exercerá el dicho oficicio de alcalde mayor en nombre e como juez nombrado por la dicha condesa doña María de Acuña y se tornó a sentar en la silla del juzgado de la dicha audiencia18.
En cuanto a la administración de justica, entre los cargos concejiles, además de los regidores, cabe destacar la figura de los alcaldes ordinarios, encargados de la justicia en primera instancia, y que generalmente eran elegidos también por el señor, lo que suponía una clara dependencia. Pero además de la elección de los alcaldes ordinarios, los señores nobiliarios impondrán en sus dominios la figura de los alcaldes mayores, también denominados en la documentación corregidores, ya que esta figura, que empezó a consolidarse como un representante de la autoridad real en las ciudades y villas ya desde el siglo XIV aunque su generalización y consolidación datan del reinado de los Reyes Católicos, fue tomada como modelo por la nobleza castellana para el gobierno de sus estados. Por ello, la figura del alcalde mayor, bajo cuya autoridad se encontraban todos los cargos municipales, era directamente elegida por el señor y, en muchos casos, no podía ser natural de la localidad, por lo que solía pertenecer a la amplia red clientelar del señor. La regulación de la organización política municipal se había resuelto en la Edad Media con la concesión de diferentes fueros o cartas poblacionales, fruto del fenómeno repoblador, que podían ser concedidas tanto por el monarca como por los señores (laicos o eclesiásticos) a una población. Sin embargo, esto dio lugar a una gran heterogeneidad debido a la propia evolución social, política y militar experimentada en el seno de la Corona, por lo que los concejos de la Corona de Castilla presentan: Una absoluta falta de uniformidad en sus estructuras de gobierno, que afecta tanto al número de oficiales, como a la tipología de los mismos, a sus competencias, salarios, formas de reclutamiento, duración en los cargos, etc. En otras palabras, cada concejo diseña su peculiar organigrama administrativo a lo largo de los siglos en función de una gran multiplicidad de variables -particularidades forales, diversidad en la gestación y evolución del sistema político, distinto desarrollo de las capacidades de autogobierno, diferente grado de 18 Toma de posesión del mayorazgo, condado de Buendía, por D. Juan de Mendoza, marqués de Montes Claros, administrador de Dña. María de Acuña, condesa de Santa Gadea, viuda de Juan de Padilla, adelantado de Castilla, AMD, Instalación Especial,. 0007.08. 292
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dependencia señorial-, por lo que difícilmente pueden encontrarse situaciones o trayectorias idénticas en el entramado institucional de los concejos castellanos19.
Por todo ello, a partir de la recuperación del Derecho Romano desde el siglo XIII, durante el reinado de Alfonso X, se tiende paulatinamente al fortalecimiento del poder regio y a la homogeneización de la legislación castellana a través de documentos como Las Siete Partidas, El Espéculo o el Fuero Real en 1255. Así, en la Baja Edad Media, se difundirá una nueva tipología documental para la regulación de la vida municipal: las ordenanzas municipales. Sin embargo, los capítulos dedicados a la regulación de los aspectos políticos suele ser bastante escueta debido a que se limitan a confirmar lo que “en esta villa a sido y es costumbre e hordenaca antigua”20, y a que se tratan de aspectos que han sido objeto de constante enfrentamiento entre señores y vasallos y, por lo tanto, se regularon en su día a través de sentencias judiciales, en particular los relacionados con la elección de los cargos concejiles. La redacción y aprobación de estas ordenanzas se convirtieron, así, en otro mecanismo de control de los señoríos, ya que, por lo general, requerían de la aprobación del señor, lo que obligaba a realizar negociaciones y establecer acuerdos entre ambas instancias, la municipal y la señorial, cuando no eran directamente redactas por el señor21. El principal interés de los señores por el control jurisdiccional de las villas y lugares de sus señoríos era la percepción de rentas, consiguiendo incluso la concesión de rentas reales como tercias y alcabalas pues, en muchos casos, acabaron siendo enajenadas por los monarcas22, así como otras rentas de carácter local, por lo que se convirtieron también en una de las principales reivindicaciones y quejas de los vasallos contra sus señores. 19 MARTÍN CEA, J. C.; BONACHÍA, J. A. “Oligarquías y poderes concejiles en la castilla bajomedieval: balance y perspectivas”. Revista d’Historia Medieval, 9, 1998, pp. 17-40. 20 Copia de las ordenanzas municipales aprobadas por el conde de Buendía, AMD, Instalación Especial, 0023.07. 21 Como es el caso de las ordenanzas redactadas por el duque de Frías en 1525 para la villa palentina de Herrera de Pisuerga. MORENO OLLERO, A.; GARCÍA LUJAN, J. A. “Ordenanzas de la villa de Herrera de Pisuerga (1525). Actas del I Congreso de Historia de Palencia: Castillo de Monzón de Campos, 3-5 Diciembre 1985, 3, 1987, pp. 251-262. 22 Provisión dada por el infante don Alfonso, (que se tituló de Castilla), por la que concede las tercias de la villa de Dueñas (Palencia) a favor de doña Inés de Herrera, condesa de Buendía, RAH, Colección Salazar y Castro, 9/288, f 70 y 71. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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A través de la documentación judicial observamos, por tanto, como las medidas de coacción y represión fue un medio habitual y constante por parte de los señores, solicitando los vecinos cartas de seguro “por miedo del dicho marqués [de La Algaba] e por que no se atrevían a xuntar para conferir e tratar lo que conviniese en tal casso”23. 2.2 El levantamiento comunero En las últimas décadas, diversos trabajos han abordado el estudio del levantamiento comunero desde la perspectiva de su proyección señorial24. En Dueñas nos encontramos, de nuevo, con un caso paradigmático que ya ha sido destacado también por algunos autores25 y que se inscribe dentro de esa trayectoria antiseñorial desplegada desde su señorialización en el siglo XV. Así, en la noche del 1 de septiembre de 1520 se produce un levantamiento armado dirigido por Pedro Niño, mercader converso, el soldado de grado capitán Alonso de Dueñas, que había participado en las Gelves (1510), e incluso algún clérigo como Alonso de Bustillos. Este grupo de hombres armados se dirige en primer lugar a la fortaleza de la villa pero, al ser advertidos por el alcaide de la misma de las defensas con las que contaba, deciden dirigirse al palacio condal, situado en la Plaza del Mercado de la villa. Consiguen acceder al interior del mismo gracias a que el hijo de Pedro Niño, Alonso Niño, servía de paje en la casa y, desde el interior, abrió un postigo a los asaltantes, quienes prendieron a los condes. En esos momentos, el señorío estaba bajo el III conde de Buendía, Juan de Acuña, quien padecía una enfermedad mental que ha sido identificada como una esquizofrenia leve26, y su mujer María López de Padilla, hija del adelantado mayor de Castilla, señores de Santa Gadea del Cid (Burgos), quien era la que gobernaba en realidad el señorío en los momentos de incapacidad de su marido.
23 Concejo de Dueñas (Palencia). ARCHV, Pl. Civiles, Zarandona y Walls (Olv), C. 1720, leg. 4. 24 SÁNCHEZ LEÓN, P. Absolutismo y comunidad: los orígenes sociales de la guerra de las comunidades de Castilla. Madrid, Siglo XXI Editores, 1998. 25 PÉREZ, J. La revolución de las Comunidades de Castilla (1520-1521). Madrid, Siglo XXI de España de Editores, 1999; GUTIÉRRRZ NIETO, J. I. Las Comunidades como movimiento antiseñorial. La formación del bando realista en la guerra civil castellana de 1520-1521. Barcelona, Planeta, 1973. 26 BURGOS DE PABLO, A. “Notas sobre don Juan de Acuña, tercer conde de Buendía”. Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, 64, 1993, pp. 237-272. 294
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Una vez prendidos, los condes fueron llevados a casa del capitán Alonso de Dueñas donde se les obliga a escribir una carta ordenando al alcaide de la fortaleza que haga entrega de la misma a los sublevados. Tras esto, los condes fueron expulsados de la villa, yendo a parar sucesivamente a Villaviudas, Cubillas, Cigales y Palenzuela. Por su parte, los sublevados tomaron posesión no sólo de la fortaleza sino también del concejo y, para ello, entregaron las varas de justica a uno de los líderes de la revuelta, Pedro Niño, quien destituye a los cargos que, como hemos visto, eran elegidos por el conde de entre una lista doblada que le proponían los oficiales salientes, y elige nuevos cargos. Gracias a la documentación27, sabemos que durante el levantamiento los cargos municipales fueron asumidos por Alonso García y Alonso de Dueñas como alcaldes ordinarios, Fernando Cabeza, Francisco de Estrada, Rodrigo de Burgos y Juan Castro, como regidores, Rodrigo Gutiérrez y Juan Bravo como diputados y Andrés González Carnicero y Lope Bravo como procuradores. Se sustituye, así, la figura del alcalde mayor, representante del señor, por la de dos alcaldes ordinarios y se introduce la figura del diputado. La historiografía ha vinculado tradicionalmente este levantamiento a las Comunidades; de hecho, los sublevados se dirigieron en busca de ayuda y amparo a las Juntas que se habían organizado en ciudades como Valladolid y Segovia. Sin embargo, como pretendemos poner de manifiesto en este trabajo, el descontento ante el dominio señorial se encontraba muy arraigado en la población desde su cesión a Pedro de Acuña en el siglo XV. El alzamiento antiseñorial está estrechamente relacionado a esta circunstancia y, el propio Emperador Carlos, a la hora de juzgar la intervención de Dueñas en el conflicto, afirmaba que había sido “más una felonía contra su señor pero, en modo alguno un levantamiento contra la monarquía”. En un primer momento, las Juntas se muestran reticentes e incluso reprochan a los vecinos de Dueñas su actitud, provocando también el rechazo de muchos Grandes y su alejamiento del movimiento, al mismo tiempo que actuó como espoleta para el levantamiento de otras localidades28. Por ello, finalmente, Dueñas 27 Pleito de Juan de Acuña, conde de Buendía, de Dueñas (Palencia) Alonso Galaz, de Dueñas (Palencia), Diego Rodríguez de Frómista, de Dueñas (Palencia), y Luis Mayo, de Dueñas (Palencia), sobre ejecución de la carta ejecutoria librada el 14.3.1547 del pleito litigado sobre el pago de los daños causados en la fortaleza que el conde de Buendía poseía en Tariego (Palencia), derribada por Alonso Galaz, Juan Guerra y otros, ARCHV, Pl. Civiles Pérez Alonso (F). C. 622, leg. 2. 28 Muchas cartas y documentos de este conflicto relacionados con Dueñas aparecen transcritos en RODRÍGUEZ SALCEDO, S. “Historia de las Comunidades Palentinas”. Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, 10, 1953, pp. 75-272. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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se adscribirá por completo al movimiento comunero ejerciendo como cuartel general de las tropas del obispo de Zamora, Antonio de Acuña, en la campaña que inicia por la Tierra de Campos en la Navidad de 1520 desde Dueñas y que supuso el saqueo de fortalezas como Tariego de Cerrato, Magaz de Pisuerga o Fuentes de Valdepero. Tras la derrota en Villalar, los eldanenses nombraron una comisión de vecinos para que fuese a visitar a los condes en su destierro y pedirles clemencia. Sin embargo, mientras que encontraron al conde predispuesto al perdón, la señora condesa les había recibido de “muy mal rostro”. Así, los condes de Buendía, volvieron a ejercer una dura política de represión: a Diego Palencia se le impidió vivir en Dueñas durante cierto tiempo; al farmacéutico Diego Sánchez y a sus dos hermanos se les impusieron penas menores; a Rodrigo, hijo del principal cabecilla de la sublevación, se le procesó no por los hechos de Dueñas, sino por estar implicado en el saqueo de varias villas; a su padre, Pedro Niño, principal encausado, no le condenó el Emperador, pero el conde le castigó con destierro perpetuo. Uno de los ejemplos más crueles fue el castigo impuesto por los Acuña a Juan Díez Castaños, apresado tres veces en el aljibe de la fortaleza y otra más en la prisión pública, donde se le podía ver amarrado con grillos y con cadenas, así como las torturas a que era sometido. Una vez retornados los condes a Dueñas, Carlos I ordenó a los vecinos de la villa “que volvieran y estuviesen en la ovediencia del señor conde de Buendía”29. Todo ello, no obstante, nos permite constatar, como ya han puesto de manifiesto otros autores30, que las causas del movimiento comunero no se encuentran tan sólo en problemas coyunturales sino en variables de más prolongada influencia. Es decir, no sólo se debió a la inestabilidad creada tras la muerte de Isabel en 1504 que dio lugar a un periodo convulso de regencia hasta el ascenso al trono de un monarca extranjero y completamente desvinculado de Castilla, sino que sus raíces profundizan en las importantes transformaciones que se produjeron en Castilla a lo largo de la Baja Edad Media. Entre estos cambios cabe destacar la conflictiva reorganización del régimen señorial y municipal que hemos puesto de manifiesto en este trabajo. 29 BURGOS DE PABLO, A. “Notas sobre…” pp. 252-253. 30 SÁNCHEZ LEÓN, P. Absolutismo y comunidad: los orígenes sociales de la guerra de las comunidades de Catilla. Madrid, Siglo XXI Editores, 1998. 296
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3. La vía judicial: el pleito de 1504 Ante el fracaso de la vía armada y de las peticiones elevadas a los monarcas, la villa va a recurrir a la vía judicial, siendo presentada su demanda en la Chancillería de Valladolid31 por el Licenciado Pedro Ruiz, fiscal de la Chancillería, el 30 de marzo de 1504, cuando se hallaba gobernando el señorío el III conde Buendía, Juan de Acuña, y su esposa María López de Padilla, hija del adelantado mayor de Castilla. El rollo antiguo que contenía la demanda de 1504 y todo el proceso hasta el 26 de septiembre de 1520 había desaparecido ya en el transcurso del pleito en el siglo XVI. Sin embargo, se conserva en el Archivo Municipal de Dueñas32 un memorial impreso del siglo XVIII realizado en Valladolid en la imprenta de doña María Antonia Figueroa, así como varios ejemplares en la Biblioteca Nacional de otro memorial pocos años posterior, cuando el pleito pasó al Consejo de Hacienda y, finalmente, al Consejo Supremo de Castilla33. Se conserva, así, la demanda inicial, transcrita en la provisión de emplazamiento del 16 de diciembre de 1593, donde podemos observar las reivindicaciones de la villa: Que la Villa de Dueñas, con su Castillo, que era del obispado de Palencia, è su Tierra, Términos, y Vasallos, Jurisdicción alta, baja, civil, y criminal, mero mixto Imperio, Rentas, Pechos é Derechos, è con todas las otras cosas anejas, è pertenecientes à la dicha Villa, Castillo, Tierra, é Términos de ella, era Realenga de la Corona Real de estos Reynos, de la qual no se havía podido apartar, dividir, ni partir, è pertenesciendo, como pertenescía la dicha Villa, Castillo, é su Tierra y el Señorío, Jurisdicción, y vasallos de ella à S.M. y à su Corona Real, libres, y esentos de otro Vasallage, ni Señorío alguno, no siendo Vasallos de el dicho Conde, ni pudiéndolo ser de derecho, ni debiendo, como le debían Vasallage, é servicio, pecho, ni derecho, ni otro tributo alguno, è no perteneciéndolo, como no le pertenecía la dicha Villa, Castillo, e tierra, ni el Señorío, y Jurisdicción de ella, ni otro 31 Sobre este pleito existe un interesante estudio realizado por OLIVA HERRER, H. R. Justicia contra señores… 32 Pleito entre la justicia y vecinos de Dueñas y el duque de Medinaceli sobre la propiedad de las alcabalas, tercias y señoríos y vasallaje de esta villa, AMD, Instalación Especial, 0003.14. 33 En la Biblioteca Nacional de España, se conservan diversos memoriales de esta última fase del pleito, cuatro de 1777 (BNE, 1/5702; Porcones/45(1); Porcones/44/7 y U/7905, éste último accesible a través de la Biblioteca Digital Hispánica), otro de 1785 (BNE, Porcones/60/4). Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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pecho, ni tributo, ni derecho, que tuviese, ni pudiese pertenecer en la dicha Villa, y su Tierra, ni en los vecinos, ni moradores de ella, siendo ella, y ellos libres, y esentos el dicho Conde injusta, è indebidamente tenía entrada, y ocupada contra razón, è justicia, llamándose señor de la dicha villa.
Los principales argumentos esgrimidos por los vecinos son una serie de documentos de los monarcas Enrique III y Juan II, por los cuales éstos se comprometían a no volver a enajenar la villa: [Juan II] confirmó y otorgó de nuevo á la Villa de Dueñas los privilegios, mercedes y asientos que tenían de los Reyes pasados, con fe y juramento Real, que hizo de no enagenarlos de su Patrimonio y Corona Real en ningún tiempo, ni por alguna manera34.
No pudiendo “ser enagenada a ningún caballero, ni á otra persona alguna”. En este sentido, también argumentaban que estas concesiones habían tenido lugar cuando el monarca se había visto desposeído de su autoridad real debido a minorías de edad o enfrentamientos con la nobleza, como es el caso que nos ocupa del reinado de Juan II frente a los infantes de Aragón: Estuvo desposeído y le tuvieron tiranizado la mayor parte de estos reinos, y mucho tiempo, como constaba por su coronicas, especialmente desde el año 1430 a 1445 […] y no tuvo libertad todo ese tiempo. Ni era en su poder por las dichas alteraciones35.
Por lo que “cada caballero se entraba en lo que quería, y no havía justicia y el rey no era libre para la hacer”. Esto nos permite observar que los vecinos tenían un conocimiento preciso de la situación política del reino, así como de la imbricación de la villa en el engranaje administrativo del reino a través tanto de la memoria oral, mediante diferentes espacios de transmisión, familiares o públicos y colectivos, como del conocimiento de documentos y fuentes escritas como el Becerro de las Behetrías o las crónicas reales36, recordando que Juan II, al final de su reinado, “havía revocado las mercedes que avvía fecho a los cavalleros, y otras personas, por las haver fecho en un tiempo en que no estaba en su libertad”, entre las que los vecinos incluían la donación de Dueñas a los Acuña. 34 Pleito entre la justicia y vecinos de Dueñas y el duque de Medinaceli sobre la propiedad de las alcabalas, tercias y señoríos y vasallaje de esta villa, AMD, Instalación Especial, 0003.14. 35 Ibídem. 36 OLIVA HERRER, H. R. Justicia contra señores… p. 36. 298
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Parece ser que el pleito estuvo suspendido hasta que el 31 de agosto de 1526 se expidió una real cédula al Licenciado Vallinas, fiscal de la Audiencia, para que “le siguiese por el interés de la Corona Real, hasta le fenecer y acabar, teniendo de él especial cuidado”, nombrándose por real provisión del 26 de octubre de 1526 como administrador y curador ad litem del conde debido a que “estaba impedido à el presente, y no podía estar en juycio”, a su hermano Fadrique. Se pronuncia una primera sentencia de vista el 16 de marzo de 1543, bajo el gobierno del V conde de Buendía, Fadrique de Acuña, por la cual se declaraba “pertenecer a S.M. y su Corona Real las citadas Alcavalas, y Tercias de la dicha Villa”, condenando “á dicho Conde Don Fadrique de Acuña, à que por entonces, ni en tiempo alguno de allí adelante, perpetuamente no las pudiese llevar ni llevase; y restituyesen a dicho Lic. Pedrosa, en nombre de S.M. todo lo que hubiesen llevado de las dichas Tercias, y Alcavalas”. Por el contrario, se confirmaba la concesión del señorío y jurisdicción de la villa a los Acuña: Acerca del Señorío y jurisdicción civil, y criminal de dicha villa de Dueñas, pechos, y derechos, con lo anejo, y perteneciente á el Señorío de dicha Villa, se absolvió, y diò por libres, y quitos á el dicho Pedro de Texada, como señor de la Instancia, y à el Don Fadrique de Acuña, Conde de Buendía, y se impuso perpetuo silencio à dicho Fiscal, y la Villa, para que por entonces, ni en tiempo alguno no les pidiesen, ni demandasen sobre ello cosa alguna, y no se hizo condenación de costas.
Ambas partes suplicaron esta sentencia, ya que los condes mantenían el señorío y jurisdicción pero perdían el derecho a la percepción de las tercias y alcabalas, mientras que la villa no conseguía su principal objetivo. No obstante, el pleito volvió a quedar en suspenso durante más de 40 años por real cédula librada el 7 de marzo de 1552 hasta el 17 de marzo de 1594, retomándose a raíz del pleito de tenuta por el mayorazgo y estado de Buendía, suscitado tras la muerte sin herederos legítimos del VI conde de Buendía, Juan de Acuña y Acuña, en 159237. Los vecinos aprovecharán, por 37 Los principales pretendientes a la sucesión del mayorazgo de Buendía fueron los Padilla, condes de Santa Gadea y adelantados mayores de Castilla, por el matrimonio de Juan de Padilla y Manrique con María de Acuña, única hermana del VI conde, y los Guzmán, marqueses de La Algaba (Sevilla), por descender de Leonor Enríquez de Acuña, hija de los II condes de Buendía, mujer de Rodrigo de Guzmán, III señor de La Algaba. El pleito se Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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tanto, este momento de debilidad de la Casa, para proseguir el pleito. Los vecinos pretendían nombrar a siete personas como procuradores o diputados que se encargaran de la continuación del pleito pero, para ello, reclaman la intervención de la justicia regia a través del alcalde mayor del Adelantamiento Mayor de Castilla en el partido de Campos, el Licenciado Hevas Manrique, ya que la justicia de los señores interfería en la prosecución del pleito38. Tiene lugar, así, el 24 de marzo de 1602, una reunión en la iglesia de la Vera Cruz a la que asisten numerosos vecinos del pueblo bajo la protección de dicho alcalde mayor, donde se nombra a los siete procuradores, que acabarán siendo sobornados por el Marques de la Algaba, uno de los pretendientes a heredar el mayorazgo de Buendía39. El pleito de tenuta se prolonga hasta 1613, cuando se sentencia a favor de los Padilla, adelantados mayores de Castilla y condes de Santa Gadea, volviendo a quedar en suspenso el pleito de Dueñas, gracias a la influencia en la Corte tanto de los Padilla como de los Sandoval y Rojas, que heredarán el mayorazgo en 1622. En 1644 se intenta volver a suscitar el pleito pero se suspende su prosecución por real cédula durante 10 años, quedando olvidado hasta que, ya en el reinado de Carlos III, el marqués de la Corona, Francisco Carrasco de la Torre, fiscal del Consejo de Hacienda, pide en 1773 que sea remitido “dicho pleyto cerrado, y sellado à dicho Consejo, para que se substanciase, y determinase en el juicio de Revista”, expidiéndose para ello una real cédula el 11 de mayo de 1774. El interés de Carrasco por este pleito se enmarca en la labor que llevó a cabo para la incorporación de alcabalas y tercias enajenadas por la Corona, labor destacada ya por Delgado Barrado, quien afirma que “desempeñó una función importantísima con resultados muy positivos para la Monarquía” 40. sustanció en 1613 a favor de los Padilla, quienes mantienen el título hasta que se traspasó, por enlaces matrimoniales, a los Sandoval y Rojas, duques de Lerma y Uceda, tras la muerte en 1624 de Mariana de Padilla y Acuña, casada con Cristóbal Gómez de Sandoval y de la Cerda, I duque de Uceda. Finalmente, el título recaerá, en el siglo XVIII, en la casa ducal de Medinaceli al ser heredado en 1659 por Catalina de Aragón y Córdoba a la muerte sin herederos legítimos de su hermano, Ambrosio de Aragón y Sandoval, hijos del VI duque de Segorbe. Catalina estaba casada con Juan Francisco de la Cerda, VIII duque de Medinaceli, casa nobiliaria que mantiene el título en la actualidad. 38 Concejo de Dueñas (Palencia), ARCHV, Pl. Civiles. Zarandona y Walls (Olv), C 1720, leg. 4. 39 Concejo de Dueñas (Palencia) contra Marqués de Algaba, ARCHV, Pl. Civiles. Zarandona y Walls (Olv), C. 1730, leg. 2. 40 DELGADO BARRADO, J. M. “De fiscal a escritor político. El caso de Francisco Carrasco de la Torre, marqués de la Corona, Fiscal del Consejo de Hacienda (1715-1791)”. En Aranda Pérez, F. J. (coord.). Letrados, juristas y burócratas en la España Moderna. Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 2005, p. 525. 300
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Sin embargo, ante esta petición, vista en el Real Acuerdo de la Chancillería, el fiscal “dio una larga respuesta”, y finalmente el rey determina que “este pleyto se sentenciase […] por ella [por la Chancillería] en Revista con la brevedad posible”. La sentencia de revista se pronuncia el 29 de abril de 1777 y se limita únicamente a ratificar, 234 años después, la sentencia de vista de 154341. Se llega a expedir carta ejecutoria42 y el rey manda una carta para que el Administrador General de Rentas de la Provincia de Palencia, Francisco Carol, llevase a cabo las diligencias necesarias para tomar posesión de las tercias y alcabalas de Dueñas. Pero, a pesar de todo ello, esta sentencia vuelve a ser suplicada y pasa en grado de segunda suplicación al Supremo Consejo de Castilla, recurso conocido como el de 1.500 doblas, al ser la cantidad que se había de depositar en concepto de fianza. Pleito en el que pretendemos seguir profundizando desde diferentes perspectivas, lo que nos permitirá analizar a través de nuevos enfoques múltiples aspectos de la Castilla bajomedieval y moderna, y constatar la existencia de un movimiento antiseñorial no sólo en la Península sino también en el resto de la Europa feudal a lo largo de todo el Antiguo Régimen43. Ante la continua dilatación en la resolución definitiva del pleito, no será hasta las medidas liberales tomadas en el siglo XIX cuando definitivamente los duques de Medinaceli pierdan el señorío y la jurisdicción de Dueñas, a raíz del Decreto sobre abolición de señoríos jurisdiccionales aprobado por las Cortes de Cádiz el 6 de agosto de 1811, derogado por Fernando VII a su regreso en 1814 pero que, finalmente, acabará imponiéndose entre las medidas liberales aprobadas durante la regencia de María Cristina de Borbón, siendo aprobado definitivamente el 26 de agosto de 1837. 41 A pesar de que la sentencia de 1543 reintegraba las tercias y alcabalas a la Corona, ésta quedó sin efecto y todavía en el siglo XVIII, a través de los datos aportados por el Catastro de Ensenada y los libros de mayor hacendado, se señala que los duques de Medincali percibían un total de 13.500 reales de vellón en concepto de tercias y 23.100 en concepto de alcabalas, por lo general arrendadas y que se reparten de la siguiente forma: 17.000 reales las alcabalas del vino, 1.900 las de la carne, 2.200 las del aceite, 1.400 las del pescado y del viento y 600 las de tiendas y haciendas. 42 Ejecutoria del pleito litigado por la justicia, concejo, regimiento y vecinos de Dueñas (Palencia), con el duque de Medinaceli, conde de Buendía, vecino de Madrid, sobre alcabalas y tercias de dicha villa de Dueñas, que se han declarado en favor de la corona, ARCVH, Registro de Ejecutorias, C. 3412, leg. 48. 43 FREEDMAN, P. “La resistencia campesina y la historiografía en la Europa medieval”. Edad Media, 3, 2000, pp. 17-38; LORENZO CADARSO, P. L. Los conflictos populares en Castilla (siglos XV-XVII). Madrid, Siglo XXI de España Editores, 1996. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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4. Conclusiones Centrados en el caso paradigmático de Dueñas, debido a que ha sido nuestro objeto de estudio para nuestro Trabajo Fin de Máster, queremos destacar a modo de conclusión que no se trata de un caso aislado, sino que se puede constatar que esta tensión señor-vasallos no es algo anecdótico y son abundantes los pleitos que se conservan en Chancillería entre ambas instancias, en los que pretendemos seguir profundizando a través de nuestra labor investigadora, centrada en los señoríos presentes en el territorio palentino. En estos pleitos podemos diferenciar dos niveles, aquellos similares al aquí analizado, en los que una población o conjunto de ellas reclaman su total independencia jurídica respecto a su señor, reivindicando su pertenencia al Patrimonio Real, y los pleitos en los cuales las villas, sin llegar a cuestionar el dominio señorial, presentan quejas y protestas frente a los abusos, agravios e imposiciones de sus señores. Las quejas más habituales giran en torno a aspectos relacionados con la jurisdicción: nombramiento y elección de cargos del concejo, ya que su elección directa por parte del señor, llevaba a afirmar que “los ofiçiales d’ella [de Dueñas], por ser nombrados por el dicho marqués [de La Algaba] y sus antezessores, heran sus paniaguados y que los demás d’ellos auían llebado […] salario d’ellos”, o porque “an sido y son muchos amos, criados y allegados del dicho posehedor y personas que tienen obligaçión a obedeçer y darle gusto”44. Por ello, aunque por lo general eran los concejos los que encauzaban estos pleitos contra el señor, son constantes las protestas de los vecinos acusando a éstos, como vemos, de obstaculizar la prosecución de estos pleitos debido a su dependencia del señor. Así, se solicitan en numerosas ocasiones la celebración de reuniones a las que no pudiera acudir la justicia de la villa, impuesta por el señor, y así poder deliberar y votar libremente y nombrar a personas encargadas para la prosecución de estos pleitos. Por último, otras cuestiones que son motivo de queja constante entre los vasallos de los señoríos jurisdiccionales en la Edad Moderna, son el aprovechamiento de términos (como montes y bosques), la recaudación de determinadas rentas o impuestos, el mantenimiento de ciertos derechos como el alojamiento de criados u oficiales del señor, etc. La prosecución de estos pleitos suponía una fuerte carga económica a los concejos, por lo que 44 Concejo de Dueñas (Palencia). ARCHV, Pl. Civiles, Zarandona y Walls (Olv), C. 1720, leg. 4. 302
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son también numerosos los pleitos de los procuradores exigiendo el pago de sus salarios o de las villas pidiendo licencias para repartir determinadas cantidades entre los vecinos para sufragar estos gastos. Por ello, podemos concluir que, a pesar de que todos estos movimientos antiseñoriales se desarrollaron en condiciones y contextos locales diferenciados, se percibe en ellos una estructura de actitud y referencia similar45, lo que nos permite constatar “la existencia entre el campesinado de una conciencia crítica; de una subcultura política de resistencia al margen del discurso dominante”46, que “encuentran en la apelación a la monarquía su principal vía de legitimación, y que se canalizan primordialmente a través de las instituciones jurídicas”47.
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Abusos de poder y resistencia antiseñorial en una villa castellana: Dueñas y el condado de Buendía (1439-1592)
Oliva Herrer, Hipólito Rafael, “Conflictos antiseñoriales en el reino de Castilla a finales de la Edad Medida: vieja pregunta, ¿nuevas respuestas”, Historia, instituciones, documentos, 36, 2009, pp. 313-331. Oliva Herrer, Hipólito Rafael, Justicia contra señores. El mundo rural y la política en tiempos de los Reyes Católicos. Valladolid, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Valladolid, 2004. Ortega Cervigón, José Ignacio, “El arraigo de los linajes portugueses en la Castilla bajomedieval: el caso de los Acuña en el obispado de Cuenca”, Medievalismo: Boletín de la Sociedad Española de Estudios Medievales, 16, 2006, pp. 73–92. Ortega Gato, Esteban, “La villa de Dueñas y los tres primeros condes de Buendía en el reinado de los Reyes Católicos”, Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, 6, 1951, pp. 279-344. Pérez, Joseph, La revolución de las Comunidades de Castilla (1520-1521). Madrid, Siglo XXI de España de Editores, 1999. Pleito de Juan de Acuña, conde de Buendía, de Dueñas (Palencia) Alonso Galaz, de Dueñas (Palencia), Diego Rodríguez de Frómista, de Dueñas (Palencia), y Luis Mayo, de Dueñas (Palencia), sobre ejecución de la carta ejecutoria librada el 14.3.1547 del pleito litigado sobre el pago de los daños causados en la fortaleza que el conde de Buendía poseía en Tariego (Palencia), derribada por Alonso Galaz, Juan Guerra y otros, ARCHV, Pl. Civiles Pérez Alonso (F). C. 622, leg. 2 Pleito entre la justicia y vecinos de Dueñas y el duque de Medinaceli sobre la propiedad de las alcabalas, tercias y señoríos y vasallaje de esta villa, AMD, I,E., 0003.14 Polo Martín, Regina, El régimen municipal de la Corona de Castilla durante el Reinado de los Reyes Católicos: (organización, funcionamiento y ámbito de actuación). Madrid, Colex, 1999. Privilegio de don Juan II, rey de Castilla, por el que hace merced de la villa de Dueñas (Palencia) a don Pedro de Acuña (después I conde de Buendía), RAH, Colección Salazar y Castro, 9/288, f 72 a 74. Privilegio de don Juan II, rey de Castilla, por el que hace merced de la villa de Dueñas (Palencia) a don Pedro de Acuña (después I conde de Buendía), RAH, Colección Salazar y Castro, 9/288, f 72 a 74. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Álvaro Pajares González
Provisión dada por el infante don Alfonso, (que se tituló de Castilla), por la que concede las tercias de la villa de Dueñas (Palencia) a favor de doña Inés de Herrera, condesa de Buendía, RAH, Colección Salazar y Castro, 9/288, f 70 y 71. Quintanilla Raso, María Concepción (dir.), Títulos, grandes del reino y grandeza en la sociedad política: fundamentos en la Castilla medieval. Madrid, Siruela, 2006. Reglero de la Fuente, Carlos Manuel, Espacio y poder en la Castilla Medieval. Los montes de Torozos (siglos X-XIV). Valladolid, Diputación provincial de Valladolid, 1994. Rodríguez Salcedo, Severiano, “Historia de las Comunidades Palentinas”, Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, 10, 1953, pp. 75-272. Sánchez León, Pablo, Absolutismo y comunidad: los orígenes sociales de la guerra de las comunidades de Catilla. Madrid, Siglo XXI Editores, 1998. Toma de posesión del mayorazgo, condado de Buendía, por D. Juan de Mendoza, marqués de Montes Claros, administrador de Dña. María de Acuña, condesa de Santa Gadea, viuda de Juan de Padilla, adelantado de Castilla, AMD, I.E.,. 0007.08 Valdeón Baruque, Julio, Los conflictos sociales en el reino de Castilla en los siglos XIV y XV. Madrid, Siglo XXI de España Editores, 1975.
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PENSAR LA NACIÓN DESDE LA VIOLENCIA: CONCEPTOS, TEORÍA Y DIMENSIONES EMPÍRICAS Thinking of Nation through Violence: Concepts, Theory and Empirical Dimensions
Raúl Moreno Almendral1 Universidad de Salamanca
[email protected] Resumen. La relación entre violencia, guerra y nación ha sido frecuentemente señalada por la historiografía pero los estudios específicos sobre el tema son fragmentados y han tenido resultados irregulares. El objetivo es abordar esta cuestión desde una actitud crítica con el uso de categorías estáticas y poco contrastadas con nuestros conocimientos empíricos. Así, las reflexiones sobre el papel de la violencia, y en especial la guerra, en la construcción de las naciones y viceversa, se articulan en tres dimensiones. La primera es historiográfica y conceptual, donde se repasa el papel que han atribuido a la nación algunas de las obras más destacadas sobre guerra y violencia. También se proponen algunas definiciones instrumentales. La segunda parte es teórica y pretende explorar los ejes sobre los cuales construir un instrumento útil en la investigación (interno/externo; diacronía/ sincronía; cognición-discursividad-materialidad). La tercera y última parte trata algunas cuestiones empíricas, insistiendo en la importancia de la percepción de los actores y la conveniencia de reflexionar sobre las diferencias entre leer la violencia como un conflicto dentro de la nación o uno entre naciones. Palabras clave: violencia, guerra, nacionalismo, construcción de naciones, teoría, metodología, guerra total. Abstract. The relationship between violence, war and nation has been frequently noted by historiography but the specific studies on the topic are fragmentary and have had irregular results. The objective is to address this matter from a critical attitude regarding the use of categories that are static and poorly contrasted with our empirical knowledge. Thus, reflections on the role of violence, and especially war, in the construction of nations 1 Investigador predoctoral, Programa para la Formación del Profesorado Universitario del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España. Referencia FPU13/00339.
Raúl Moreno Almendral
and vice versa, are organized into three dimensions. The first one is historiographical and conceptual. It reviews the role given to the nation by some of the outstanding productions on war and violence. It also points out some working definitions. The second part is theoretical and aims to explore the interpretative axis upon which a useful research tool is to be built (internal/external, diachronic/synchronic, cognition-discourse-materiality). The third and last part tackles some empirical issues, stressing the importance of the actors’ perceptions and the convenience of thinking about the differences between reading violence as a conflict inside the nation or as one among nations. Keywords: Violence, War, Nationalism, Nation-Building, Theory, Methodology, Total War. “Der Krieg einer Gemeinheit – ganzer Völker - und namentlich gebildeter Völker geht immer von einem politischen Zustande aus und wird nur durch ein politisches Motiv hervorgerufen. Er ist also ein politischer Akt. […] Der Krieg ist eine bloße Fortsetzung der Politik mit anderen Mitteln” Carl von Clausewitz, Der Krieg. I, 1.23-242.
1. Introducción El trabajo que se presenta propone acercarse al papel de la violencia y de la guerra en la construcción de naciones desde unas perspectivas que incidan en la reflexión conceptual y su trabazón con la realidad social más de lo que suele ser común en la historiografía en este campo. El punto de partida es algo ya asentado en la discusión teórica pero no tan unánimemente aplicado en la práctica, tanto de la historia como de otras disciplinas: la comprensión sistemática de la historia humana, articulada en problemas y preocupaciones historiográficas, requiere para su desarrollo satisfactorio de una estrecha y continua relación autorreflexiva entre, por un lado, las preguntas y las categorías de análisis y, por otro, los datos fragmentados y nunca completos de las realidades que se pretenden estudiar. 2 “La guerra de una comunidad –pueblos enteros-, y concretamente de pueblos instruidos, emana siempre de una situación política y sólo es provocada por un motivo político. Es pues un acto político. [.] La guerra es una mera continuación de la política por otros medios.” Traducción de Carlos Fortea. CLAUSEWITZ, C. von. De la guerra. Madrid, La Esfera de los Libros, 2005, pp. 30-31. 308
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Pensar la nación desde la violencia: Conceptos, teoría y dimensiones empíricas
El conjunto de peligros y malentendidos derivados de una estructura teórica débil o mal manejada aumenta exponencialmente cuando el tema específico que estudiamos es un hecho de conciencia, una parte de la existencia humana básicamente intangible en sus pilares. Si además se añade el factor de que el tema se haya mediatizado por uno o varios conflictos presentes, como es el caso, la necesidad de un continuo cuestionamiento de las preguntas y de los procedimientos para darles respuesta parece más clara aún. Con el fin de poner de manifiesto lo anterior y señalar los aspectos más necesitados de esta continua higiene gnoseológica, estructuraremos el texto en tres grandes partes. En la primera, expondremos la posición de partida a nivel historiográfico y conceptual. En la segunda, abordaremos la intersección de la violencia y la nación desde una perspectiva puramente teórica. En la tercera, exploraremos las posibilidades y peligros de una estructura teórica fuerte en las investigaciones concretas sobre procesos de construcción nacional. 2. Violencia y nación: dimensiones historiográficas y conceptuales El número de producciones historiográficas sobre la construcción de naciones ha aumentado exponencialmente desde los años noventa del siglo XX, al igual que las aportaciones de otras ciencias sociales. En la actualidad, las reflexiones generales, con una fuerte carga teórica, también son abundantes3. La literatura ha llegado a tal grado de cantidad y madurez que corre el peligro de estancarse. Hoy ya no basta con negar el carácter esencialista de las naciones y afirmar que se trata de construcciones sociales. Necesitamos modelos explicativos de mayor profundidad que no desprecien los fenómenos nacionales como ilusiones vanas y resultado de la manipulación, pero que tampoco los asuman acríticamente, asignándoles sin discusión previa legitimidad, realidad material e incluso necesidad naturalizada. Por su parte, los estudios sobre la violencia atesoran una larga tradición, especialmente referidos a su relación con la construcción del 3 Cfr. Özkirimli, Ü. Theories of Nationalism. A Critical Introduction. Basingstoke, Palgrave Macmillan, 2010; SMITH, A. Nationalism and Modernism. Londres, Routledge, 1998; Ethnosymbolism and Nationalism. Londres-Nueva York, Routledge 2009; HARRIS, E. Nationalism: Theories and Cases. Edimburgo, Edinburgh University Press, 2012; COAKLEY, J. Nationalism, Ethnicity and the State: Making and Breaking Nations. Los Ángeles, Sage, 2012. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Estado y la movilización social4. Una obra de Anthony Giddens explicitaba ya en los años ochenta una relación entre el ascenso de las naciones y el surgimiento del Estado burocrático occidental, que acabaría evolucionando hacia el Estado-nación liberal, proceso sustanciado en la necesidad por parte de esos poderes en proceso de concentración de hacerse con el monopolio de la violencia en el territorio sobre el que el Estado ejerce la soberanía, a la par que hacer frente a otros Estados rivales5. Desde luego, está claro que incluso no considerando ningún otro factor, la enorme intensificación de la violencia, y en especial de la guerra, en los dos últimos siglos, se relaciona con la construcción del Estado-nación en la mayoría de los grandes macrorelatos existentes sobre los orígenes y desarrollo de las sociedades actuales, aunque solo sea de cotemporalidad6. Además, la reciente renovación de la historia militar, con su ampliación de temas, enfoques y métodos, ha reintroducido en el punto de mira de la academia más puntera a la guerra como hecho social, lo cual abre el terreno para interesantes intersecciones que ya se están ensayando7. Ciertamente, la que se produce entre los hechos violentos y la construcción de naciones arroja un balance ambivalente desde nuestro punto de vista. No es difícil encontrar alusiones anteriores a la creación de las modernas ciencias sociales sobre la estrecha relación entre los acontecimientos violentos, en especial la guerra, y la organización y configuración de las sociedades, desde el propio Clausewitz (Vid. supra) hasta autores del mundo antiguo. La presencia de la violencia se reconoce y se señala en los numerosos trabajos sobre nación y nacionalismo desde 4 Entre otros, TILLY, Ch. The Politics of Collective Violence. Cambridge, Cambridge University Press, 2003. 5 GIDDENS, A. The Nation-state and the Violence. Berkeley, University of California Press, 1981. 6 MANN, M. The Sources of Social Power. Volume 2. The Rise of Classes and Nation-States, 1760–1914. Nueva York, Cambridge University Press, 2012 (1ª ed. 1993); The Sources of Social Power. Volume 3. Global Empires and Revolution, 1890–1945. Nueva York, Cambridge University Press, 2012; The Sources of Social Power. Volume 4. Globalizations, 1945–2011. Nueva York, Cambridge University Press, 2013; WALLERSTEIN, I. The Modern World-System, vol. I: Capitalist Agriculture and the Origins of the European World-Economy in the Sixteenth Century. Nueva York-Londres, Academic Press, 1974; The Modern World-System, vol. II: Mercantilism and the Consolidation of the European World-Economy, 1600-1750. Nueva York, Academic Press, 1980; The Modern World-System, vol. III: The Second Great Expansion of the Capitalist WorldEconomy, 1730-1840’s. San Diego: Academic Press, 1989; The Modern World-System, vol. IV: Centrist Liberalism Triumphant, 1789–1914. Berkeley, University of California Press, 2011. 7 Morillo, S. with PAVKOVIC, M. What is Military History? Cambridge-Malden, Polity Press, 2013, p. 4. 310
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Pensar la nación desde la violencia: Conceptos, teoría y dimensiones empíricas
hace tiempo, a la par que con frecuencia las “tensiones nacionales” o las “dinámicas nacionalistas” aparecen en los libros de historia militar y de historia de las relaciones internacionales como causas de guerras y conflictos. Sin embargo, los análisis específicos de la relación efectiva entre ambos elementos son pocos y recientes, y no están exentos de problemas teóricos y metodológicos8. Bien la escasa profundidad explicativa bien la dificultad con la que se produce un intercambio efectivo y no una yuxtaposición en la que alguna de las partes acaba siendo instrumento de la otra demuestran que el camino de la verdadera renovación conceptual todavía no ha acabado. Pensar la violencia desde la nación y la nación desde la violencia ha sido menos común que incorporar el papel que tiene el enfrentamiento y en última instancia, la violencia, en la creación de identidades y en la acción política relacionada con ellas, como así lo demuestran las obras de autores tan importantes para la forma actual de entender los fenómenos nacionales como Miroslav Hroch, John Breuilly, Liah Greenfeld y John Hutchinson, para quien el conflicto es un factor explicativo esencial en la construcción de naciones9. Hay que indicar, no obstante, que existen algunas historiografías con una sensibilidad más clara y precoz por reconocer el papel sustancial de la violencia en la nación, para las cuales la consideración del párrafo anterior sería menos válida. Los estudios en alemán sobre nación y nacionalismo son poco conocidos en relación a los escritos en inglés, que han acabado haciéndose con el centro de la reflexión general sobre el tema. Como señala Dieter Langewiesche, la reflexión sobre la violencia (no solo las guerras, sino también el odio y la intolerancia) como parte integrante de la construcción de naciones atraviesa toda la época contemporánea en la cultura germanoparlante. La violencia ha sido históricamente clave en la conformación de mitos nacionales y las imágenes del enemigo, además de objeto de análisis para pensadores y académicos desde ya el siglo XIX. Los casos alemán y austríaco, con nombres como Arndt, Weber, Kraus o Bauer, darían buena fe de ello10. 8 Un ejemplo en Malešević, S. Nations-states and Nationalisms. Cambridge-Malden, Polity, 2013, pp. 89-119. 9 HROCH, M. Social Preconditions of National Revival in Europe: A Comparative Analysis of the Social Composition of Patriotic Groups among the Smaller European Nations. Cambridge, Cambridge University Press, 1985; BREUILLY, J. Nationalism and the State. Chicago, The University of Chicago Press, 1994; GREENFELD, L. Nationalism: Five Roads to Modernity. Cambridge (Mass.), Harvard University Press, 1993; HUTCHINSON, J. Nations as Zones of Conflict, Londres, Sage, 2005. 10 Ver el capítulo “El nacionalismo como deber de intolerancia”, recogido en la obra Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Atendiendo a las producciones de los últimos años, las formas más claras e incuestionables de violencia se han colocado en el centro de algunas investigaciones con conclusiones dispares. Según David Laitin, la afinidad entre las diferencias nacionales y el conflicto armado es una “quimera”11. Para ello toma la cantidad de casos en los que diferentes comunidades etnolingüísticas están en contacto (él asimila las diferencias de lenguas a diferencias comunitarias, lo cual es bastante cuestionable). Su conclusión es que el porcentaje de casos en los que se observa la violencia es relativamente reducido. Por su parte, Andreas Wimmer despliega un trabajo estadístico aún más potente para concluir que sí que existe una correlación entre la creación del Estado-nación moderno a principios del siglo XIX y el aumento del número y la intensidad de las guerras, aunque el tratamiento de la nación es más tangencial12. Desde una posición metodológica completamente diferente, Anthony Marx va más allá e incide en el rol necesario de la exclusión violenta, la persecución e incluso las matanzas de colectivos enteros en la creación de incluso las comunidades nacionales aparentemente más inclusivas en la actualidad13. En todo caso y posicionándonos en un nivel general, creemos que desde los años noventa la confluencia de movimientos en ambos campos ha consolidado la apertura de un espacio interesante, en el que sin embargo la participación de los historiadores de la nación y el nacionalismo –salvo en ciertos ámbitos concretos– no es la dominante. Probablemente uno de los factores que más haya contribuido a la situación actual en el campo de la historiografía sea que no ha existido ni existe un consenso conceptual en la academia (lo cual, es necesario indicar, también ocurre en otras ciencias sociales)14. Un abordaje exhaustivo de este tema exigiría varios libros así que aquí solamente detallaremos nuestra idea de los conceptos clave más importantes que necesitaremos posteriormente, los cuales forzosamente deben ser objeto de debate dado que todos ellos presentan polisemias discutidas, fenomenologías polifacéticas, abordajes multidisciplinares y alto interés social. LANGEWIESCHE, D. La época del Estado nación en Europa. Valencia, Publicacions de la Universitat de València, 2012, pp. 101-117. 11 LAITIN, D. Nations, States and Violence. Oxford- Nueva York, Oxford University Press, 2007, p. 2. 12 WIMMER, A. Waves of War. Nationalism, State Formation and Ethnic Exclusion in the Modern World. Cambridge, Cambridge University Press, 2013. 13 MARX, A. Faith in Nation. Exclusionary Origins of Nationalism. Oxford-Nueva York, Oxford University Press, 2003. 14 Cfr. ÁLVAREZ JUNCO, J., BERAMENDI, J. ; REQUEJO, F. El nombre de la cosa: debate sobre el término “nación” y otros conceptos relacionados. Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2005. 312
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El primer concepto básico sobre el que se construye nuestro argumento es el de la identidad. Entendemos identidad como un artefacto a la vez sociocultural y psicológico-antropológico de mediación entre los individuos, mediación que es dinámica y asimétrica. El resultado de esa mediación intersubjetiva es la formación de cosmovisiones articuladas por la constitución de un “yo”/”nosotros” y un “otro(s)”, tanto a escala individual como a escala social. Esto se produce en dos ámbitos recíprocos, la delineación cognitiva de los entes o fronteras de identificación y la asignación de contenidos significativos, de forma análoga al significado que da sentido a las categorías. Cada vez más se acepta que las identidades son múltiples, narrativas, sociales y que están en continua formación, por lo que deben ser tratadas como tales15. Creemos que tener lo anterior presente es un prerrequisito para una teoría útil del papel de la violencia en la conformación de identidades. Dado que los individuos pueden (y de hecho suelen) tener muchas identidades (de aquí la idea de “crisol”), la relación entre ellas, muchas veces tensionada y conflictiva, es otra clave que nos dan los conceptos. Existen varios tipos de identidad que operan en la relación entre violencia y nación, pero la más importante para nosotros ahora es la identidad nacional. Con frecuencia la literatura no distingue entre identidad nacional, nación y nacionalismo, pero existen algunas posiciones que consideran esto una falla conceptual demasiado costosa16. El elemento constitutivo de la identidad nacional es el sentimiento de pertenencia a una comunidad social definida por su poseedor como nación. Dado que la identidad es un instrumento cognitivo individual pero de mediación social, la conflictividad potencial de la nación es enorme. Y esto es así porque definimos la nación como una comunidad bipolar (sociopolítica y sociocultural) articulada por unos lazos más o menos horizontales (también los puede haber verticales, pero una cierta horizontalidad es siempre necesaria), conformados por las ideas de grupalidad, espacialidad y temporalidad. Esa conformación se produce en complejos procesos intersubjetivos producidos y modulados por las identidades nacionales de los individuos. En ellos la armonía brilla por su ausencia y la disputa puede surgir por infinidad de motivos, tanto en el 15 Existen numerosas obras para seguir estas problemáticas. Un buen ejemplo es JENKINS, K. Social Identity. Abingdon-New York, Routledge, 2014 y LAWLER, S. Identity. Sociological Perspectives. Cambridge-Malden, Polity Press, 2014. 16 Véanse, entre otros, Özkirimli, Ü. Theories of Nationalism… p. 10; SMITH, A. Nacionalismo. Madrid, Alianza Editorial, 2004, pp. 23 y 33. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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ámbito de la delimitación (quién forma parte de la nación y quién no), como en el de la significación (en qué consiste formar parte de la nación). Por su parte, el nacionalismo consiste en la colocación de la nación en el eje de las preocupaciones y normas sociales, en la calificación de la propia nación como algo “realmente importante” y ante lo que los demás deben adaptarse y/o plegarse en la vida social17. La reflexión conceptual sobre el Estado también es esencial para nuestro problema y tiene una antigüedad aún mayor que la de la nación. Los Estados son conjuntos de instituciones que detentan el ejercicio del poder soberano, y por lo tanto, poder supremo, sobre un territorio determinado y/o (como es el caso de los primeros Estados) una colectividad determinada. El Estado-nación sería aquel tipo de Estado cuyas instituciones se identifican con una nación concreta18. Es demasiado común confundir Estado-nación con naciones estatales porque con frecuencia un significante expresa ambos significados (Francia, España, Japón, etc.). En realidad, no hay una coincidencia sino un solapamiento. La nación estatal es una nación entre cuyos recursos simbólicos y políticos se encuentra la existencia de un Estado que se identifica con ella. Esto es un factor esencial en su comprensión, pues la nación stricto sensu no es el Estado, porque una cosa son las colectividades nacionales abstractas y otra las instituciones políticas concretas (aunque desde un punto de vista fenomenológico sean difíciles de distinguir, desde uno gnoseológico sí hay que hacerlo y aquí reside gran parte de la dificultad analítica de este problema). Además, puede haber grupos que se identifiquen con la nación y no estén jurídicamente integrados en ese Estado, y viceversa, lo cual abre otro espacio común para el conflicto19. 17 Esta definición está muy inspirada por SMITH, A. Nacionalismo… p. 23, pero otra definición popular de “nacionalismo”, aunque desde nuestro punto de vista más problemática, es la de GELLNER, E. Nations and Nationalism. Ithaca, Cornell University Press, 2008, p. 1 (“Nationalism is primarily a political principle, which holds that the political and the national unit should be congruent”). 18 Existe un cierto disenso sobre si Estado-nación y Estado nacional son sinónimos o merece la pena hacer distinciones. Al respecto vid. SMITH, A. Nacionalismo… p. 32. 19 En gran parte de las llamadas “naciones sin Estado”, es decir, naciones en las que este recurso-marco no existe a priori, se observa a una mayoría de sus miembros (o sea, aquellos cuya identidad nacional se adhiere a esa nación concreta) integrada jurídicamente (al menos a través de un pasaporte) en un Estado-nación preexistente al que se le suele negar legitimidad en virtud de esto. Un subproducto de esta situación suele ser la negación de la parte nacional del Estado-nación, admitiendo solo la parte estatal, lo cual ayuda en la lucha política de estos “nacionalistas sin Estado” pero a la vez contribuye a difuminar el problema analítico, que es lo que aquí interesa. 314
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Por su parte, también conviene explicitar brevemente algunos conceptos instrumentales sobre la segunda parte del binomio “nación y violencia”. Nuevamente, sería absurdo tratar de elaborar aquí una teoría completa y exhaustiva de la violencia, pese a que en este campo la literatura es en el fondo más deficiente de lo que sería deseable, por no mencionar la enorme tendencia a la fosilización conceptual y al tratamiento de los datos como “materia prima” que abunda en politólogos, sociólogos y otros “científicos sociales”20. Consideremos la violencia como otro instrumento múltiple de mediación de las relaciones sociales que requiere la existencia de al menos un conflicto, más o menos explícito, y sobre el que hay siempre diferentes lecturas y valoraciones. De hecho, sería mucho más exacto hablar de violencias. Descartamos aquí la excepción de las enfermedades mentales, donde puede haber violencia sin conflicto y además ser unipersonal. En general, es muy difícil encontrar violencias carentes de contenido. Dicho conflicto puede derivar en una o más agresiones dirigidas a alterar el estado de cosas, tanto en su dimensión material como emocional. Conflicto y agresión son así los dos pilares sobre los que se construyen las acciones violentas, porque la violencia es eminentemente algo que pasa, un fenómeno. Puede tener causas estructurales, pero desde nuestro punto de vista su ámbito natural es el de la acción humana (human agency). Respecto a los intentos de definir la guerra, en este tema la producción es aún más ingente. John Keegan desafía la definición clausewitziana por demasiado restringida y ve la guerra como una manifestación cultural21. Ciertamente, existen diferencias cualitativas y cuantitativas entre la violencia y la guerra como acontecimientos sociales (organización, visibilidad, intensidad, etc.), pero a nivel conceptual no parece descabellado concebir a la guerra como una modalidad institucionalizada y ampliada de violencia. El concepto de guerra civil es especialmente interesante en este sentido, pues podría definirse como una violencia intracomunitaria y, por lo tanto, intranacional. La tradición ha sido llevarla siempre a comprenderla como un enfrentamiento intraestatal o entre un Estado y grupos que estaban bajo 20 Ha habido varios intentos de estas visiones holísticas, con demasiada frecuencia ignorantes de las aportaciones de historiadores que podrían poner en peligro sus cuadros, gráficas y modelos (cuasi)predictivos. Un ejemplo inspirador para esta discusión podría ser KALYVAS, S. The Logic of Violence in Civil War. Cambridge-Nueva York, Cambridge University Press, 2006. 21 KEEGAN, J. Historia de la guerra. Madrid, Turner, 2014, p. 29. Este mismo enfoque lo tiene PARKER, G. (ed.). Historia de la guerra. Madrid, Akal, 2010. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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su autoridad antes de la guerra. No obstante, en la práctica las cosas no son tan simples22. Como señala Javier Rodrigo, la “guerra civil” ha acabado siendo un concepto más valorativo que analítico, de definición múltiple y compuesto de muchos elementos superpuestos y matices23. Como veremos, la clarificación de la percepción, entendida esta como el sentido que los actores y los analistas le atribuyen a la violencia, puede constituir un primer paso en la reconstrucción y recalibración de nuestras categorías. 3. Violencia y nación: dimensiones teóricas Gran parte de los problemas referidos a la nación y el nacionalismo tienen en su fondo cuestiones conceptuales, pero estas no alcanzan plena y concreta significación si no se pasa al nivel de la teoría, o sea, la aspiración a un diseño coherente que combine y a la vez enmarque a los conceptos y a sus relaciones, pero siempre respetando ese doble sentido entre lo teórico y lo empírico. Si antes indicábamos la ausencia de cualquier intención de hacer una teoría de la violencia, lo mismo puede aplicarse a intentar una “gran teoría” de la relación entre la violencia y la nación. No sólo por la dificultad intrínseca sino por algo mucho más básico. No toda la violencia se explica por la nación, no todo fenómeno nacional se explica por la violencia. El problema es que en la realidad las cosas se mezclan y las causalidades son difíciles de establecer y limitar. En este epígrafe señalaremos los aspectos que desde una perspectiva teórica nos resultan claves para entender la relación. Debemos partir de lo que sería un modelo de lo que es un proceso de construcción nacional, teniendo en cuenta los conceptos del apartado anterior. Básicamente, la construcción de una nación consiste en la ordenación cognitiva de la realidad social en categorías nacionales, a las que los individuos se adscriben como miembros (su grado de autonomía ya es tema de debate). De esta manera, el eje de articulación de una nación se expresa en la antinomia inclusión/exclusión. Sin embargo, la delimitación nunca es suficiente. Hay que añadir también significado y coloración de forma coordinada (aunque nunca totalmente acompasada) con la delimitación cognitiva de la categoría nacional con la que expresar el mundo social que enmarca e interacciona con el individuo. 22 Sobre las guerras civiles, vid. GONZÁLEZ CALLEJA, E. Las guerras civiles: perspectivas de análisis desde las ciencias sociales. Madrid, Los Libros de la Catarata, 2013. 23 RODRIGO, J. “Furia e historia. Una aproximación a los relatos de las guerras civiles europeas (1919-1949)”. Amnis. Revue de civilisation contemporaine Europes/Amériques [Revue en ligne], 14 (2015), doi: 10.4000/amnis.2295. 316
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Pensar la nación desde la violencia: Conceptos, teoría y dimensiones empíricas
Una vez que se ha iniciado, este proceso se mantiene en continua tensión y evoluciona como objeto susceptible de análisis histórico. La literatura está saturada de señalar que no existen las esencias nacionales, intemporales e inmanentes. Tampoco el giro postmoderno ha conseguido cooptar completamente las teorías del nacionalismo, aunque su influencia en la idea de la construcción de naciones como un proceso continuo que no tiene fin y en la autorreflexividad necesaria para contrarrestar la multitud de sesgos del observador es manifiesta24. Nuestra posición trata de no ser ni metafísica ni autorreferencial. Cuando la reducción fenomenológica de Husserl trata de lidiar con el problema del sujeto en el mundo, la vida del yo conduce a un mundo de personas y entre personas. Como afirma Manuel Cruz, la profundización en el análisis del yo acaba desembocando en la problemática del otro25. En ese sentido, la identidad nacional es una vía del yo para recorrer este camino hacia el “mundo de la vida” y de hecho es el único camino por el que la nación puede tener una entidad ontológica desde una perspectiva analítica. Para nosotros, no hay naciones más allá de las mentes, prácticas y constructos ideales y materiales de las sociedades que las sostienen. Las naciones no son agentes con voluntad sino abstracciones performativas de complejos procesos sociales con enorme operatividad26. ¿Qué papel tiene entonces la violencia en todo esto? Desde nuestro punto de vista, varios y en su mayoría fundamentales. La intersubjetividad en la delimitación interna y externa de la categoría nacional no invalida la posibilidad de bajar a la escala individual. Salvando las numerosas interferencias y sesgos, existe una violencia externa que puede operar en el observador y condicionar los resultados de su análisis. A nivel interno, la violencia puede aprehenderse epistémicamente a través de tres planos por los que podemos acceder a una realidad que se presenta unida y simultánea. Por lo tanto, deben entenderse como vías de análisis, no como entes ontológicamente separables. El primero de esos planos, el más básico, es el cognitivo. Afecta a la percepción que los agentes tienen de la realidad. La violencia cognitiva más primaria es la que se requiere en la creación y mantenimiento de los límites 24 Un resumen de estas nuevas aproximaciones (al menos las expresadas en lengua inglesa) en Özkirimli, Ü. Theories of Nationalism… pp. 167-198. 25 CRUZ, M. Filosofía contemporánea. Madrid, Taurus, 2002, p. 177. 26 A este respecto, véanse las obras de Craig Calhoun: Nationalism. Minneapolis, University of Minnesota Press, 1997; Nations Matter. Culture, History, and the Cosmopolitan Dream. Londres-Nueva York, Routledge, 2007. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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semánticos de la categoría nacional, por la que unos entes quedan fuera y otros dentro. Igualmente, la apropiación de contenidos y la atribución de significados, así como la relación con otras identidades no siempre se realizan de forma armónica, entran en contradicciones, tensiones y suelen acabar en la imposición de unos elementos sobre otros. El plano discursivo supone el traslado lingüístico de las percepciones y las voluntades entintadas de la identidad nacional y/o de la agenda política nacionalista. Ya hemos señalado el carácter narrativo de la identidad nacional. La elaboración de estas narrativas tiene una doble utilidad: la primera es el uso interno, la substanciación de la identidad que no se consuma sin concretización; la segunda es la propia interacción social, por la que se espera aceptación pero también influencia, tanto en los miembros del “nosotros” per se como en la relación con el “ellos”. En este sentido, no sólo se trata de confrontar narrativas más o menos fuertes, generando muchas veces altísimos niveles de violencia discursiva.También entran en juego todas las “guerras lingüísticas” posibles por el control de los sentidos del lenguaje, la asignación de los términos, el contenido de los significados y la ordenación perceptiva de los referentes. El plano material es el más obvio, pues incluye las agresiones físicas, los aspectos factuales de los conflictos bélicos y las representaciones materiales de la nación en los que la violencia es un vector y a la vez un elemento constitutivo. Como se verá en las dimensiones empíricas, la violencia tiene una enorme capacidad para intensificar procesos de construcción nacional y desatar procesos retroalimentados de delimitación identitaria y de reforzamiento de los planos anteriores (en la gran mayoría de los casos la violencia física viene precedida y arropada por la violencia discursiva). A esta complejidad sincrónica del fenómeno violento, hay que añadir la necesaria tensión diacrónica cuyo mantenimiento debería preocupar a cualquier historiador. Los acontecimientos violentos pueden suceder, pero el estudio de su impacto y pervivencia constituye un objeto aparte, pues con frecuencia la memoria es también un campo de batalla que evoluciona y puede presentar cambios sorprendentes. De esta forma, es conveniente distinguir siempre las percepciones de los actores involucrados en el proceso de las reelaboraciones posteriores, que tienen mucho más que ver con los sucesivos estados de cosas de cada momento que con el que había en el momento de la guerra, de la violencia política o del conflicto civil específicos. Muchas veces, los impactos materiales e intangibles de las guerras tienen más peso en las 318
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identidades nacionales que el propio conflicto en sí, aunque lo común es una combinación y relación intertemporal cuyas manifestaciones concretas suelen ser complejas estratificaciones bastante difíciles de interpretar. 4. Violencia y nación: dimensiones empíricas Existen también caminos para reflexionar sobre violencia y nación que no pasan por la completa especulación teórica, sino que intentan un diálogo más estrecho entre la realidad y las categorías. Dejando en suspensión todos las precauciones sobre la capacidad que tiene el ser humano de percibir la realidad y las discusiones filosóficas sobre en qué consiste realmente la realidad y la verdad, podemos distinguir dos formas de tipología en las que estructurar los análisis de los distintos casos: una de categorías “duras” basada en tipos ideales y otra en la que las herramientas interpretativas se establecen a posteriori de la consideración de una masa empírica especifica. A este respecto, queda fuera de este epígrafe cualquier intento de relación exhaustiva de todos los conflictos bélicos del mundo contemporáneo, siquiera solo los que han tenido alguna relación con procesos de construcción nacional (lo cual, de hecho, constituye la práctica totalidad). Una aproximación empírica a todos los tipos de violencia, no sólo la estructurada en guerras, sería muy deseable, pero las aportaciones de la literatura en este sentido son llamativamente ajenas a la cuestión de la nación27. Además, a niveles más meso y microsociales está el problema de que la nación suele disolverse en otros campos de estudio, tales como los movimientos sociales, la lucha obrera, la construcción de la ciudadanía política y el espinoso asunto del control social28. Cierto es que hay algunas excepciones que intentan ir más allá de la guerra, como la propuesta de Michael Mann sobre las fuentes del poder social (una de ellas, hay que recordar, el poder militar). Mann engarza el desarrollo de las naciones en la creación del Estado moderno y el surgimiento de las clases sociales, en cuyos conflictos la nación se va formando. De esta manera, elabora una tipología de acuerdo al impacto que tiene la existencia de un determinando proceso de construcción nacional: state reinforcing, state creating, state subverting y un cuarto tipo que llama “industrial capitalism”. Este explicaría la mayor intensificación de la fuerza de la nación en las sociedades (mayor presencia y 27 Ver TILLY, Ch. The Politics of Collective Violence... pp. 12-16. 28 Cfr. CRUZ, R. “Pensar la violencia colectiva europea en perspectiva histórica”. En Muñoz, J., Ledesma, J. L., y Rodrigo, J. (eds.) Culturas políticas de la violencia. España siglo XX.,Madrid, Siete Mares, 2005, pp. 13-45. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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homogeneización), de la mano precisamente del capitalismo industrial y sus efectos a partir de finales del siglo XIX29. Sin embargo, el análisis de la guerra ha dado en la práctica mayores frutos en la creación de tipologías de la violencia, aun manteniendo algunos vicios típicos resultado de los problemas teóricos y conceptuales antes mencionados. La tipología de Andreas Wimmer distingue guerras entre estructuras políticas independientes y guerras civiles. Dentro de las primeras habla de guerras de conquista y de guerras interestatales, cuando los contendientes tienen territorios definidos y luchan por la hegemonía sin la intención de incorporar territorios permanentemente. En el campo de las guerras civiles el eje fundamental es de si se trata de una guerra de secesión o una guerra intracomunitaria sin la voluntad de desgajar un territorio30. Por su parte, el modelo de Benjamin Miller se fundamenta en la relación de lo que él llama “congruencia nacional” (la perfecta sería que un Estado contuviera un grupo nacional) y la propia fortaleza de la construcción del Estado. De esta manera, una situación estable y pacífica vendría de la conjunción de congruencia nacional y Estados fuertes. Estados fuertes e incongruencia nacional darían lugar a situaciones revisionistas. Estados débiles y congruencia nacional darían lugar al “Estado frontera”, con un centro estable pero susceptible a numerosas guerras fronterizas. Estados débiles e incongruencia nacional llevan a Estados fallidos o estructuras políticas incoherentes sometidas a continuas tensiones y dilemas31. Desde la cuestión de la nación, el principal problema de estos modelos es que reproducen en sus premisas las suposiciones causales, sesgos iniciales, rigidez y simplificaciones conceptuales que ya hemos expuesto (entre las cuales destaca como particularmente discreta y destructiva la tendencia a la identificación de Estado-nación con nación estatal). Además, siguen usando el mismo lenguaje de grupalidad presupuesta que ya denunciara hace algún tiempo, entre otros, Rogers Brubaker32. Cualquier criterio para distinguir “grupos nacionales” o valorar grados de “incongruencia nacional” esconde detrás de su apariencia objetivista componentes valorativos de diverso tipo, algunos de ellos ligados con problemas teóricos prácticamente irresolubles. 29 Mann, Ch. The Sources of Social Power. Volume II… p. 730. 30 WIMMER, A. Waves of War… p. 125. 31 MILLER, B. “The state-to-nation balance and war”. En Hall, J.A. y Malešević, S. (eds.) Nationalism and War, Cambridge, Cambridge University Press, 2013, p. 87. 32 BRUBAKER, R. Ethnicity without Groups. Cambridge (Mass.), Harvard University Press, 2004. 320
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Para que eso no nos paralice en el estudio de unas realidades de las que debemos dar cuenta, sería interesante explorar un camino alternativo que evitara las categorías a priori y partiera de realidades empíricas. Por supuesto, una condición necesaria sería la autoconciencia de la multitud de sesgos existentes (muchos relacionados con el poder y la ideología, aunque no solo) y el gran número de influencias que presionan a los sujetos, incluido el observador que analiza un fenómeno social. Quizás sea imposible librarse completamente de ellos pero puede que la autorreflexión continua, alimentada por una adecuada estructura conceptual y teórica, pueda tratarlos como una parte más del problema y convivir con ellos, en lugar de deslizarlos bajo la alfombra y actuar como si no existieran. La historiografía más puntera es consciente de esto desde hace muchos años, pero su plasmación en los estudios concretos es más difícil de encontrar, debido precisamente a su dificultad de manejo. En este sentido, la tipología por categorías parece menos adecuada que los ejes de contenido, teniendo en cuenta que un mismo conflicto puede relacionarse con otros, contener enfrentamientos y manifestaciones de violencia de diverso tipo. La potencia analítica viene entonces de conceptualizar bien los contenidos observables, y no tanto de encontrar categorías cerradas en las que encajar la realidad. Para ello adoptaremos un lenguaje más centrado en la nación y no tanto en el Estado, dejando claro que una misma realidad puede conjugar violencias de tipo diferente. Igualmente, la violencia puede fungir como causa o como efecto de un proceso de construcción nacional específico, incluso en una misma caracterización. Podemos considerar dos ejes básicos en función del sentido que se le atribuye a la violencia, bien en sus causas y/o sus efectos (de ahí la necesidad de la tensión diacrónica). Así, en ninguno de ellos la nación debe leerse como un agente sino como un contexto dinámico que aporta sentido y modula los acontecimientos, así como un resultado de la propia interacción. Uno de estos marcos de sentido es aquel en el que se percibe y presenta la violencia como un conflicto entre naciones (este es el punto en el que es más fácil deslizarse hacia la asimilación entre Estado-nación y nación). En el otro, la violencia no es entre naciones sino que se produce como un conflicto dentro de la nación, bien para purificarla y volverla “más auténtica”, rescatándola de la decadencia, bien para “conservar su esencia”. Las guerras interestatales podrían presentar fenomenologías más cercanas desde el punto de vista de la nación al primero de los ejes, mientras que se acercan más al segundo las guerras civiles, los genocidios y toda violencia aplicada sobre una población para “hacerla más coherente” con una idea Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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nacional previa (v.gr. movimientos masivos y migraciones forzadas, como los producidos en las jóvenes repúblicas americanas durante el siglo XIX o en Europa después de cada una de las guerras mundiales). El mundo postcolonial y postsoviético está lleno de estos casos, aunque también se observan antes (especialmente en contextos de imperialismo, donde pueden darse tanto “guerras entre naciones” como “guerras en/por la nación”). En ambos ejes de comprensión la nación sirve como motivación y legitimidad para la construcción del enemigo y la fijación del juego identidadalteridad, normalmente en un sentido moral33. Desde este criterio, es posible distinguir dos fenomenologías de guerra civil, salvando la acción de otros factores, sobre todo de índole política, que también influyen y pueden ser tanto o más importantes que la cuestión nacional. En la primera, la violencia se envuelve del debate sobre la definición de la nación, qué es y qué debería ser. La guerra civil estadounidense de 1860-1865 puede leerse precisamente como la lucha entre dos modelos de nación americana, uno nordista, republicano (más unitario) y yanqui; otro sudista, más (con)federalista y esclavista-aristocrático34. También se observa esto en las guerras carlistas en España, muchas de las guerras civiles en la Latinoamérica del siglo XIX o los conflictos previos a la partición de la India en 1947, más o menos influidos por agentes externos. En el segundo tipo, esta “guerra cultural” por la definición de la nación, usando terminología de Hutchinson, también existe pero aparece con especial incidencia y recurrencia la consideración del contrario bien como un traidor antinacional al servicio de intereses extranjeros, bien como un alienus que debe ser expulsado a la fuerza de la cosmovisión nacional. Las guerras por la independencia o las llamadas “guerras de liberación nacional” durante toda la época contemporánea o la guerra civil española de 1936-1939 son ejemplos de esta modalidad.35 Existe un fuerte componente valorativo entre los dos subtipos (y, como ya hemos 33 Un ejemplo de cómo la guerra puede ser una oportunidad y a la vez un peligro para la construcción de la nación, en el que se pueden observar ambos ejes interpretativos podría ser el de España. ÁLVAREZ JUNCO, J. “El nacionalismo español como mito movilizador: cuatro guerras.” En Pérez Ledesma, M. y Cruz, R. (coords.), Cultura y movilización en la España contemporánea, Madrid, Alianza Editorial, 1997, pp. 35-67. 34 Cfr. GRANT, S. M. The War for a Nation: the American Civil War. Nueva York, Routledge, 2006. 35 La violencia desatada por estos conflictos suele tener un impacto profundo y duradero, aunque también depende de la intensidad. Sobre la guerra civil española, véanse Núñez Seixas, X. M. ¡Fuera el invasor! Nacionalismos y movilización bélica durante la guerra civil española (1936-1939). Madrid, Marcial Pons Historia, 2006; Gómez López-Quiñones, A. La guerra persistente: memoria, violencia y utopía. Representaciones contemporáneas de la Guerra Civil española. Madrid, Iberoamericana, 2006. 322
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recogido, en el propio concepto de “guerra civil”), además de que pueden darse los dos en un mismo caso pero en importancia desigual. Sin embargo, la idea principal que los diferencia es el grado de desgarro en el imaginario nacional que se produce, condicionando la facilidad de recomposiciones posteriores. Las guerras totales son un híbrido complejo cuya dimensión nacional combina las intensas lógicas de la violencia de una guerra intranacional junto con la sistematización y estructuración del conflicto interestatal en el que por supuesto participan Estados-nación. Existe un cierto debate sobre qué es una “guerra total” en la práctica. Para Clausewitz consistía en dejar a las fuerzas enemigas en tal estado que no pudieran continuar la lucha36. Parece que en la práctica el control en el grado de violencia es menor. Para un discurso de guerra total, la nación está en peligro, todos sus recursos deben movilizarse para su salvación y todo es legítimo para conseguirlo. El enemigo debe ser destruido, incluyendo la aniquilación física si es necesario. La trabazón del tejido social y la sacralización que otorga la nación facilitan que se desate una cantidad de violencia enorme, justificada y alentada por lo que se lee como necesidad del momento: salvar el mundo conocido o llegar a uno mejor parece no poder alcanzarse de otra manera que con esa eliminación de enemigos internos y externos, de traidores a la esencia cuya identificación se ve alimentada por el propio proceso de construcción nacional37. En el mundo contemporáneo ha habido dos grandes oleadas de guerras totales, aunque otros conflictos pueden presentar este grado de violencia tan intenso y sistemático. El primero lo constituyen las guerras revolucionarias y napoleónicas de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX38. El segundo, el periodo de guerras mundiales abierto en 1914 (o incluso algo antes) y cerrado en 1945 (o incluso algo después)39. Es lugar común en la literatura sobre nacionalismo señalar el importante papel de refuerzo que tuvieron estas guerras en los procesos de construcción 36 CLAUSEWITZ, C. von. De la guerra. Madrid, La Esfera de los Libros, 2005, p. 34. 37 Vid. DE LUNA, G. El cadáver del enemigo. Violencia y muerte en la guerra contemporánea. Madrid, 451 Editores, 2007. 38 BELL, D. The First Total War. Napoleon´s Europe and the Birth of Modern Warfare. Londres, Bloomsbury Publishing, 2007. 39 Sobre la conocida idea de las guerras mundiales como “guerra civil europea” y el debate en torno a ello, es de obligada consulta NOLTE, E. La guerra civil europea, 1917-1945: nacionalsocialismo y bolchevismo. México D. F., Fondo de Cultura Económica, 1994. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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nacional de sus participantes, no sólo por la creación de alteridades sino en el profundo impacto que este tipo de conflictos tiene en las sociedades. Al reunir significados de la “guerra de/entre naciones” y de la “guerra por/en la nación”, el potencial nacionalizador también aumenta exponencialmente. Si la guerra total se produce en el marco de una guerra civil, el proceso de construcción nacional quedará marcado por mucho tiempo. Gran parte de los muertos que disparan las estadísticas de violencia alrededor de épocas de intensa construcción nacional son imputables a este tipo de conflictos; de ahí la relación entre guerra y nación, sobre todo nacionalismo, cuyas conexiones, especialmente su sentido causal, son hoy objeto de debate40. 5. Conclusiones La estrecha relación entre nacionalismo y guerra es un lugar común en la literatura especializada en historia militar y procesos de construcción nacional. La relación con la violencia queda más desdibujada y relegada a un nivel más especulativo. La flexibilización de las categorías en un diálogo de doble vía entre teoría y datos, así como el continuo cuestionamiento de los marcos, los observadores y las perspectivas de análisis se ha convertido en moneda común desde las transformaciones intelectuales del último tercio del siglo XX. Sin embargo, un vistazo a la literatura especializada sobre violencia y nación basta para concluir que la recepción, entendida como aplicación efectiva en obras concretas, no ha sido tan exitosa como la aceptación a nivel teórico. Asumiendo esto, el objetivo ha sido señalar la necesidad de pensar la nación desde la violencia desde ese horizonte de una manera que permita el cumplimiento efectivo de tal reclamo. De este modo, se han sugerido algunos caminos que se podrían tomar para ello, que inevitablemente pasarán por una mayor sintonía con la nueva historiografía de la violencia y de la guerra y por la separación definitiva del Estado y la nación como objetos de estudio. Además, se ha apuntado la conveniencia de abordar una realidad ontológicamente compleja y múltiple a través de tres ámbitos epistemológicamente diferenciados pero que en ningún momento pueden compartimentarse. El primero es el conceptual, donde existen numerosos equívocos y significados prefijados que dan lugar a confusiones. El segundo es el teórico, en el que observamos que no hay una verdadera teoría del papel de la violencia en la construcción de las naciones, 40 Véanse Hall, J. A. y Malešević, S. (eds.). Nationalism and War. Cambridge, Cambridge University Press, 2013; COMAROFF, J. L. y STERN, P. C. (eds.). Perspectives on Nationalism and War. Amsterdam, Gordon and Breach Science Publishers, 1995. 324
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para lo cual se propone la aplicación de una idea de construcción nacional como proceso intersubjetivo y por tanto sujeto a numerosos conflictos en los planos cognitivo, discursivo y material. El tercer ámbito de reflexión debe ser el empírico, donde se constata que las estructuras teóricas están demasiado influidas por categorías rígidas y pensadas para la construcción del Estado o la acción colectiva, proponiendo una flexibilización de las mismas a través de una relación más estrecha entre conceptos, teorías y fenomenologías efectivas de nation-building. Para ello se propone desplazarse de un modelo de categorización tipo “lista de comprobación” (checklist), cerrado y excluyente, a otro más abierto a la pluralidad y dirigido al sentido que se le atribuye a la violencia, que puede leerse como un conflicto “de” o “entre” naciones, o como uno “por” o “en” la nación, o en algunos casos, como en la mayoría de las guerras totales, reunir ambas características. Bibliografía Álvarez Junco, José, “El nacionalismo español como mito movilizador: cuatro guerras”. En Pérez Ledesma, Manuel y Cruz, Rafael (coords.), Cultura y movilización en la España contemporánea, Madrid, Alianza Editorial, 1997, pp. 35-67. Álvarez Junco, José; Beramendi, Justo y Requejo, Ferran, El nombre de la cosa: debate sobre el término “nación” y otros conceptos relacionados. Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2005. Bell, David A., The First Total War. Napoleon´s Europe and the Birth of Modern Warfare. Londres, Bloomsbury Publishing, 2007 Breuilly, John, Nationalism and the State. Chicago, The University of Chicago Press, 1994. Brubaker, Rogers, Ethnicity without Groups. Cambridge (Mass.), Harvard University Press, 2004. Calhoun, Craig, Nationalism. Minneapolis, University of Minnesota Press, 1997. Calhoun, Craig, Nations Matter. Culture, History, and the Cosmopolitan Dream. Londres-Nueva York, Routledge, 2007. Clausewitz, Carl von, De la guerra. Madrid, La Esfera de los Libros, 2005. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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VIOLENCIA Y COACCIÓN POLÍTICA EN PALENCIA DURANTE LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN Violence and Political Coercion in Palencia during the Crisis of the Restoration
Jorge Meneses Redondo Universidad de Valladolid
[email protected]
Resumen: Durante el reinado de Alfonso XIII, el sistema político de la Restauración se fue quebrando. Las principales causas serán el agotamiento de los dos partidos del turno dinástico y la aparición de nuevas fuerzas políticas. Este proceso no se dio solo en Madrid, sino que también se produjo en provincias, como es el caso de Palencia. La violencia fue teniendo importancia como herramienta política y electora, ganando peso frente a los pactos. Este enfoque historiográfico nos permitirá estudiar aspectos como el grado de movilización e ideologización de los ciudadanos. Palabras Clave: Palencia, Restauración, Política, Violencia, Coacción, Historia Local, Elecciones. Abstract: During the reign of Alfonso XIII, the political system of the Restoration was breaking. The main causes were the exhaustion of the two parties of the dynastic question time and the emergence of new political forces. This process occurred not only in Madrid, but that also occurred in the provinces, as in the case of Palencia. The violence was taking importance as a political and electoral tool, increasing importance opposite to agreements. This historiographic approach will allow us to study aspects such as the degree of mobilization and ideologization of the citizens. Keywords: Palencia, Restoration, Politics, Violence, Coercion, Local History, Elections.
Jorge Meneses Redondo
1. Introducción Uno de los tópicos historiográficos más extendidos es el de asimilar el periodo de la Restauración borbónica como un remanso de paz política. Aunque es indudable que se cortó con la dinámica anterior de pronunciamientos militares y guerras civiles, hay que revisar el grado de desmovilización política e ideológica en los reinados de Alfonso XII y muy especialmente de Alfonso XIII. Por tanto, los investigadores debemos pasar del plano general al caso concreto, sirviéndonos a este propósito la historia local. El marco espacial elegido es la provincia de Palencia1, que cumpliría a priori todos los requisitos de la desmovilización: rural, poco poblada, tradicional… Sin embargo, la vida política palentina es más compleja de lo que tradicionalmente se ha dicho. Junto a la omnipresente actividad del caciquismo2 (encarnado en la provincia por la figura de Abilio Calderón3), la aplicación del artículo 29 de la ley electoral, la inclusión de varios distritos electorales en el encasillado ministerial y los frecuentes pucherazos los días de elecciones4; también habría que hablar de una creciente toma de conciencia política y la movilización que lleva consigo este proceso: polémicas en los rotativos locales, organización de mítines políticos, formación de coaliciones multipartidistas contra candidatos y partidos concretos o el incremento de las manifestaciones y huelgas. Todo ello se agudizaría en la segunda década del siglo XX, cuando el entramado político-institucional de la Restauración, entró en crisis con la fragmentación de los dos grandes partidos del turno 1 Para profundizar en el fenómeno del caciquismo castellano-leonés consultar CARASA SOTO, P. “Castilla y León”. En VARELA ORTEGA J. (director). El poder de la influencia. Geografía del caciquismo en España (1875-1923). Madrid, Marcial Pons, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2001. 2 Véase el artículo de VILLA ARRANZ, J. “La base social del poder de una élite en el primer tercio del siglo XX”. Investigaciones Históricas: Época moderna y contemporánea, Universidad de Valladolid. Nº15, 1995, pp.19-38. 3 Uno de los mejores análisis sobre la actuación política caciquil de Abilio Calderón es el artículo realizado por CALZADA DEL AMO, E. “Caciquismo y conservadurismo en Palencia: Abilio Calderón, 1892-1923”. Investigaciones Históricas: Época moderna y contemporánea, Universidad de Valladolid, Nº15, 1995, pp.135-148. 4 Una de las obras de referencia para comprender el panorama electoral de la Restauración en Castilla y León, es la de MARCOS DEL OLMO, M. C. Voluntad popular y urnas: elecciones en Castilla y León durante la Restauración y la Segunda República (1907-1936). Universidad de Valladolid, 1995. 332
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Violencia y coacción política en Palencia durante la crisis de la Restauración
dinástico, surgiendo diversas clientelas que giraban a un hombre fuerte (García Prieto, Santiago Alba y el conde de Romanones serían los líderes destacados del Partido Liberal; mientras que Antonio Maura y Eduardo Dato lo eran del Partido Conservador). Es por esto, cómo desde la óptica de la violencia política se puede estudiar el fenómeno de la movilización política, que marcará la recta final del reinado de Alfonso XIII (exceptuando el paréntesis de la dictadura de Miguel Primo de Rivera) y la Segunda República, estando conectados ambos periodos no sólo por una serie de protagonistas comunes, sino también por un trasfondo político, social, económico y mental muy similar. Para facilitar la propia investigación y la lectura de la misma, he creído conveniente distinguir tres niveles de violencia política, siendo en una escala de menor a mayor, el primer nivel la verbal, en segundo las coacciones y en tercero la violencia física. Esta división se ha realizado atendiendo tanto a la propia naturaleza de estos episodios violentos, como a sus repercusiones en el momento y las consecuencias posteriores. 2. Violencia Verbal Se trata del nivel más frecuente y el de menor repercusión. El vestigio que nos queda a los historiadores de esta manifestación violenta, es el que se plasmó por escrito. El ejemplo más frecuente sería la prensa5, con dos cabeceras durante todo el periodo (a saber El Diario Palentino y El Día de Palencia), amén de otras publicaciones que tuvieron menor fortuna a la hora de sobrevivir en el negocio de los medios de comunicación. La necesidad de buscar un patrón político que garantizase unos ingresos extra y la tenaz competencia por hacerse con una cuota de mercado mayor que la de su rival, serán los principales motivos que servirán de mecha a los periódicos locales para participar en la pugna política. Esto incentivará la creatividad y la tipología sería enorme: juegos de palabras, poemas satíricos, insultos, injurias… toda una amplia gama al alcance de los lectores palentinos. 5 Para profundizar en la evolución y las características de la prensa palentina es conveniente leer la obra de José-Vidal Pelaz López, en especial su tesis doctoral Prensa, poder y sociedad en Palencia: (1808-1941). Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2002, y su libro posterior Caciques, apóstoles y periodistas: Medios de comunicación, poder y sociedad en Palencia (18981939). Valladolid, Universidad de Valladolid, 2001. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Uno de los periódicos más polémicos fue El Progreso de Castilla, puesto en marcha por el arquitecto Jerónimo Arroyo cuando desertó de las filas conservadoras y pasó al campo liberal. Previamente había creado el semanario El Carrión, pero que apenas duró un mes debido a las querellas por injurias interpuestas tanto por el alcalde de Palencia, Arturo Ortega, como por el presidente de la Diputación Provincial, Eladio Santander, ambos pertenecientes a la red política clientelar de Calderón. Como era de esperar, la acogida de los dos periódicos tradicionales al nuevo colega fue hostil, teniendo en cuenta que dicho periódico estaba pensado para dar autobombo a su patrón y criticar todo lo posible a Calderón y su clientela política. En sus dos años de vida (de septiembre de 1915 a septiembre de 1917), este periódico avivó el panorama de la prensa local y los debates políticos, planteando la dicotomía entre los partidarios y los detractores de Abilio Calderón. Aunque a día de hoy no está clara la tirada que llegó a alcanzar El Progreso de Castilla, el principal motivo de su cierre no sería el económico, sino las presiones políticas que incluso llegaron a provenir de las propias filas liberales. Pese a la amable despedida que le dedicó El Día de Palencia6, lo que sintetizaría el clima de hostilidad que se respiraba en la prensa palentina se la época, sería el epitafio satírico que le dedicó El Diario Palentino7, el cual rezaba así: “¡Pobre ‘Progreso’! Murió; de fijo que está en la gloria y una página en la Historia, en Palencia conquistó...” Paradójicamente, años antes había sido el propio Diario Palentino quien había encabezado el rechazo hacia la figura política de Calderón, defendiendo a los diferentes candidatos liberales que osaron combatirle en su distrito. Además del fuego cruzado entre los periódicos locales, muchos de estas disputas iban un paso más allá y se dirimían en los juzgados, entablando querellas criminales por injurias graves. Las sentencias favorables a los querellantes solían resolverse con multas hacia los injuriadores y secuestros de los ejemplares. También ejercieron represalias hacia los periódicos algunos cargos políticos como los gobernadores provinciales, que también estaban expuestos a las burlas y sátiras de los periodistas; ejerciendo sus facultades en materia de orden público para ejercer la censura o secuestrar una tirada. 6 El Día de Palencia, 1 de septiembre de 1917, Nº8908, p. 2. “Colega que desaparece”. 7 El Diario Palentino, 1 de septiembre de 1917, Nº10305, p. 2. “Se cumplió nuestro vaticinio”. 334
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Sin embargo no siempre salían bien las cosas para los gobernadores civiles. El secuestro de una tirada de El Diario Palentino por satirizar contra el hermano del gobernador que se presentaba como candidato a Cortes Generales por el distrito de Astudillo-Baltanás8, implicó la reacción fulminante de Abilio Calderón, poniendo en marcha la red de influencias y favores típica de la Restauración, que llegaba hasta el mismísimo Ministerio de la Gobernación, para destituir al mencionado gobernador civil, además de forzar que su hermano retirase la candidatura9. La violencia verbal también se daría en forma de libro, concretamente un ensayo del catedrático del Instituto, Genaro González Carreño, el cual no dejaba de ser un relato satírico contra Abilio Calderón. Llevaba por título Contribución a una ética hispana en el siglo XX. Caciquismo y Caciques, y el protagonista de dicha obra sería el cacique Procopio Atúnez, que guardaría grandes similitudes con el político conservador. La saña de algunos pasajes como la descripción física del personaje: Algo cuellicorto, la anchura de sus hombros, la aparente solidez de sus espaldas robustas, y las manazas musculosas –dones con que la generosa Natura suplir quiso lo desmedrado de la talla- no dudo os dieran la impresión de hallaros ante un ariscado mozo de mulas; como su amplio y prominente abdomen os harían pensar en el endomingado tendero de embutidos y tocino.
O de sus orígenes familiares: De humilde origen y linaje obscuro, diríase había querido la mala ventura de Procopio, que, cuanta dosis de bondad y talento, había transmisible, transmitiéranla sus padres a los otros hijos, que en su corazón y cerebro se llevaran hasta la última migaja de mentalidad y de virtud de la estirpe; dejándole a Procopio no más que lo instintivo y pasional, con lo que tuvo que arreglarse para empezar a vivir.
8 El Diario Palentino, 24 de abril de 1923, Nº12020, p. 1. “Mirando a Astudillo. Juanito, candidato agrario”. 9 El Diario Palentino, 26 de abril de 1923, Nº12022, p. 2. “Dimisión del gobernador” y El Diario Palentino, 25 de abril de 1923, Nº12021, p. 2. “Retirada oficial del señor Baillo”. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Para desgracia del líder de los conservadores palentinos, el libro fue un éxito de ventas e incluso obtuvo una crítica favorable en periódicos de tirada nacional como ABC. Calderón interpuso una querella contra el autor de la publicación, saliendo favorable a él y procediéndose al secuestro. Sin embargo, a juzgar por la crónica de la noticia que hace El Día de Palencia, se comentaba con guasa que la edición estaba prácticamente agotada en todas las librerías y sólo pudieron secuestrar trece ejemplares en tres librerías, por lo que la difusión había sido máxima, teniendo en cuenta los medios locales. 3. Coacción Política De una importancia vital para comprender la acción caciquil durante las elecciones, este tipo de actuaciones fueron in crescendo durante la segunda década del siglo XX, en la medida que tanto el Partido Conservador y el Partido Liberal se fueron resquebrajando en distintas facciones enfrentadas entre sí. A todo esto habría que sumar la pugna que surgirá entre los candidatos cuneros del encasillado gubernamental y los que se habían hecho fuertes en algún distrito electoral, por lo que los pactos y el intercambio de favores fueron perdiendo peso en beneficio de las amenazas y coacciones. La compra de votos, corruptela electoral que se fue generalizando durante este periodo, no era un factor totalmente decisivo para garantizar la victoria en las urnas (aunque sin duda era un condicionante, como se observa en la carta que escribió Abilio Calderón a Antonio Maura, quejándose del gasto realizado por el candidato rival liberal10), por lo que aquellos candidatos que contaban con gran influencia en el distrito electoral o que gozaban del apoyo gubernamental, no dudaron en usar métodos coactivos. Entre los más utilizados estarían el rechazo a interventores de los candidatos rivales, las presiones a funcionarios municipales, impedir la entrada de electores al colegio electoral y usar la influencia intimidatoria de otras autoridades, como la Guardia Civil o los párrocos. El rechazo a los interventores del candidato rival fue un recurso utilizado con gran eficacia por Abilio Calderón en su distrito de Palencia11. El republicano perteneciente al Partido Reformista, Matías Peñalba, 10 Carta de Abilio Calderón a Antonio Maura del 31 de Julio de 1905, Archivo de la Fundación Antonio Maura, 17/27. 11 Libro de Actas de la Junta Provincial del Censo Electoral, Archivo de la Diputación Provincial de Palencia, L-151-2, pp. 33-35. 336
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denunció el uso sistemático de esta argucia caciquil en las elecciones de 1919, informando que su interventor de Villalobón fue privado de tomar posesión, mientras que los dos que tenía en Villamuriel de Cerrato no se les permitió formar parte de la mesa electoral. Las presiones a los funcionarios municipales y las irregularidades burocráticas eran dos de las quejas más frecuentes en las reclamaciones de los escrutinios generales. Estas presiones eran ejercidas tanto por cargos políticos (alcaldes, gobernadores provinciales, diputados provinciales…), como por fuerzas del orden público como la Guardia Civil. En un esquema social de carácter piramidal, donde el clientelismo imperaba a sus anchas, el control de la administración era vital para asegurarse la victoria en las urnas. Con un funcionariado adepto los candidatos tenían garantizado un resorte de manipulación electoral básico. En caso de no encontrar colaboración se entraría en el terreno de las amenazas y las presiones, estando expuestos a un cese forzoso de su puesto de trabajo o a aceptar un traslado a una provincia lejana, con todas las consecuencias que eso conllevaba tanto en el plano profesional, como económico y personal. Desde la prensa no dudaron en denunciar esta situación, como El Día de Palencia en las elecciones generales de 1918, conscientes del importante papel que desempeñaban los funcionarios a la hora de inclinar la balanza electoral de un lado u otro. Entre los mensajes que publicaron estaban: Los empleados municipales pueden votar con total libertad. No os fijéis en qué color político tiene el alcalde, pues este no ejercerá represalias. Si alguien intenta ejercerlas hay nueve concejales anticaciquiles que ejercerán de guardias civiles a favor de la libertad de sufragio12.
O el mucho más escueto: “Empleados, no tengáis miedo que sois independientes”13. Las fuentes documentales también nos indican cómo entre candidatos de distintas facciones políticas podían ceder los resortes administrativos para salir beneficiados ambos. Esto pasó en las elecciones generales de 1916 en los distritos de Palencia y de Carrión de los Condes-Frechilla. Abilio 12 El Día de Palencia, 7 de febrero de 1918, Nº 9039, p. 2. 13 El Día de Palencia, 23 de febrero de 1919, Nº 9052, p. 1. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Calderón, jefe de los conservadores palentinos partidarios de Eduardo Dato, se presentaba por el distrito de Palencia; mientras que Jerónimo Arroyo, que había desertado al campo liberal, lo hacía por Carrión. Según un informe de los mauristas de la provincia14, el primero había garantizado al segundo el apoyo de los conservadores datistas del distrito, a cambio de que Arroyo instase a su amigo Mariano Gallego, que a la sazón era el alcalde de Palencia, cediese al teniente de alcalde conservador el manejo del Ayuntamiento durante las votaciones. Poner obstáculos a los electores el día de la votación, fue otra coacción recurrente en las elecciones del periodo. Así lo atestiguan denuncias como la del maurista García Muñoz Jalón contra el conservador datista Portilla Palomino, asegurando que las coacciones ejercidas en la mesa electoral de Espinosa de Cerrato, impidieron la entrada a los electores15. Otra variante a esta trampa electorera fue la de que hubiese más votos que votantes, auténtica chapuza caciquil, que sin embargo apenas tenía repercusiones a la hora de denunciar dicha irregularidad, apelando a las propias listas del censo electoral. La Iglesia también tuvo un papel relevante en las elecciones. Su influencia, especialmente en el ámbito rural, estaba fuera de toda duda en la Palencia del primer tercio del siglo XX. Además del tradicional monopolio de los valores culturales y morales de la sociedad castellana de la época, contaba con una gran influencia social debido a la importancia que tenían los sindicatos católico-agrarios, diseminados por toda la provincia. En el espectro político se inclinó mayoritariamente por opciones conservadoras, cuando no directamente carlistas. Esta oposición la vivió de primera mano el candidato liberal por el distrito de Carrión de los Condes-Frechilla, el arquitecto Jerónimo Arroyo, en las elecciones de 1919. Tal y como se recoge en las reclamaciones del Acta de escrutinio general16; denunció que el párroco de Castromocho coaccionó a sus feligreses desde el púlpito, mientras que el cura de Lomas de Campos les amenazó con penas eternas; en ambos casos en beneficio del candidato rival, que era conservador maurista. 14 Actuación del Partido Maurista. Elecciones de Diputados a Cortes en 9 Abril de 1916. Archivo Fundación Antonio Maura. 68/20, p. 5. 15 Libro de Actas de la Junta Provincial del Censo Electoral, Archivo de la Diputación Provincial de Palencia, L-151-1, pp. 38-41. 16 Libro de Actas de la Junta Provincial del Censo Electoral, Archivo de la Diputación Provincial de Palencia, L-151-2, pp. 25-28. 338
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Sin embargo, los eclesiásticos no siempre fueron un obstáculo para los políticos liberales, sobre todo cuando había dinero de por medio. Esto se dio en las mismas elecciones de 1919 en el distrito de Saldaña, cuando el candidato liberal Félix Abásolo sobornó con mil pesetas al párroco de Villanuño de Valdavia para construir una ermita en el pueblo, a cambio de garantizarle que coparía todos los votos de la localidad17. Estos ejemplos nos muestran el poder coercitivo que tenía la Iglesia en las pequeñas localidades y secciones rurales de los distritos, siendo determinante para garantizar inclinar la balanza el resultado de unas elecciones de uno u otro lado. La coacción política también estaba presente en las huelgas, debido a la acción de los piquetes, que centraban sus empeños en lograr el mayor porcentaje de obreros que secundasen la protesta y paralizar completamente toda la actividad productiva. El ejemplo más paradigmático fue el de la huelga general de 1917, que logró paralizar la ciudad varios días de agosto. La acción de los piquetes obligó a cerrar todos los comercios, incluida la Plaza de Abastos e incluso impidió que se publicase prensa durante los días de la huelga, librándose únicamente del paro forzoso los servicios públicos y las panaderías. La respuesta de las autoridades fue la intervención de la Guardia Civil, apoyada por el Regimiento de Talavera que estaba acuartelado en la ciudad18. La Guardia Civil, como fuerza pública garante de mantener el orden en las áreas rurales, tuvo un protagonismo creciente en esta etapa. En muchos casos era la única muestra de autoridad gubernamental, que junto a otras figuras como la de los párrocos o los médicos, formaban los poderes fácticos de muchas localidades. Los crímenes que solían perseguir no solían guardar relación con las pasiones políticas, dado el panorama general de desmovilización ciudadana, acentuado todavía más en el mundo rural. Sin embargo su presencia fue fundamental para atajar algunos chispazos de violencia política como las huelgas, aunque también formaron parte activa de las coacciones como medida de presión intimidatoria, tanto en los electores como en los miembros de los colegios electorales. 17 Libro de Actas de la Junta Provincial del Censo Electoral, Archivo de la Diputación Provincial de Palencia, L-151-2, pp. 36-39. 18 El Día de Palencia, 16 de agosto de 1917, Nº 8894, p. 2. “De la huelga general”. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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4. Violencia Física El menos frecuente de los tres niveles, hay que distinguir entre los episodios violentos que se llevaron a cabo de forma colectiva y organizada (como son las grandes huelgas del periodo y la posterior actuación represiva de las fuerzas del orden), de aquellos otros espontáneos y que solían involucrar a menos personas (duelos, peleas…). Por tanto la violencia física desempeñó un papel menor y no estaba institucionalizada, aunque en acontecimientos como los de agosto de 1917 jugaría un papel clave para comprender el agudizamiento de la crisis del sistema de la Restauración. Los duelos eran un vestigio de los lances caballerescos de los siglos anteriores. Su principal finalidad era la de salvaguardar el honor de ambos contendientes, pudiendo salir ambos ilesos de la lucha. Durante la Restauración destacaron varios políticos como magníficos duelistas, como es el caso del Conde de Romanones19. Las ofensas proferidas en la tribuna parlamentaria se solventaban con un desafío nocturno, con testigos de ambos luchadores. No es difícil imaginar entonces, que la mayoría de los duelos se llevaban a cabo en Madrid, donde se concentraba tanto el poder ejecutivo como el legislativo. En provincias estos episodios eran mucho más infrecuentes, máxime si se trataba de una provincia donde la Iglesia Católica seguía albergando una gran influencia en el grueso de la población, habiendo condenado los duelos como pecado mortal esta institución. Uno de estos lances lo protagonizó el mismísimo Abilio Calderón cuando mandó a los padrinos a la redacción de El Día de Palencia (el comandante de Caballería Julián Ramos Carrión y el senador Juan Polanco), tras haber publicado este periódico un artículo satírico, concretamente una sección especializada en criticar al líder conservador, que se titulaba “Cartas a Teótimo”, que ridiculizaba a su persona y había manchado su honor. Entre los defectos que se achacaron al político de Grijota estarían el de ser tacaño, traidor, anular a las personas de valía de su entorno, ser un oportunista político, encumbrarse a expensas de sus amigos… Al negarse a revelar la identidad del autor del escrito, el director de El Día, Abundio Zurita, fue retado a batirse en duelo con su antiguo socio empresarial. Rechazó el 19 La participación de Álvaro de Figueroa en esta clase de lances, tanto como duelista como padrino, está reflejada en las obras de Moreno Luzón, J. Romanones: Caciquismo y política liberal. Alianza Editorial, 1998 y la obra personal del conde de Romanones Notas de una vida, de la editorial Marcial Pons. 340
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enfrentamiento apelando a su condición de católico y además desató una campaña de desprestigio contra Calderón por recurrir a la violencia para dirimir sus diferencias personales20. Lo que empezó como artículos sueltos contra el omnipotente diputado por Palencia, derivó en un movimiento de solidaridad periodística (al menos en lo que a rotativos católicos se refiere) con Zurita, recogiéndose la noticia en periódicos de tanto renombre como La Época, El Debate, El Correo Español, La Acción o La Tribuna; amén de otras publicaciones de carácter local como El Diario de León o la revista La Lectura Popular de Orihuela21. También recabó el apoyo de la Liga española contra el duelo, concretamente en forma de carta abierta escrita por su secretario general, A. López Peyro. Para ello El Día de Palencia creó una sección especializada para comentar las novedades al respecto, titulada “Sobre un desafío”. Pese a toda la campaña de desprestigio puesta en marcha tanto a nivel provincial como nacional, Abilio Calderón siguió saliendo reelegido por el distrito palentino en las restantes elecciones de la Restauración, quedando en entredicho el poder movilizador de la prensa frente a la maquinaria caciquil, a la hora de obtener la victoria en unas elecciones. Como ya se ha dicho en el apartado anterior de las coacciones políticas, las huelgas solían desembocar en violencia física, concretamente cuando las fuerzas del orden conminaban a los huelguistas a que se disolvieran. Solían conllevar una gran carga de coacciones para forzar el éxito de las reivindicaciones sindicales. La respuesta de las fuerzas del orden a estas actuaciones políticas solía ser contundente, no dudando en cargar contra los manifestantes, haciendo uso de la fuerza y practicando arrestos multitudinarios. Dada la debilidad del movimiento obrero en Palencia, presente mayoritariamente en las fábricas de mantas y las de harinas, amén de los diversos talleres de carácter familiar que había para satisfacer la demanda local; no es difícil suponer que no implicaba una amenaza seria tanto para la Guardia Civil como para el Regimiento de Talavera, acuartelado en la ciudad del Carrión. Sin embargo, esto no impidió que se recurriera a la represión física y a las detenciones masivas para cortar de raíz un movimiento huelguístico como el del año 191722. 20 El Día de Palencia, 14 de noviembre de 1917, Nº 8970, p. 2. “Cuestión personal. Un desafío - Nuestro director no acepta el duelo - Comentarios”. 21 El Día de Palencia, 17 de noviembre de 1917, Nº 8973, p. 2. “Sobre un desafío”. 22 El Diario Palentino, 16 de agosto de 1917, Nº 10291, pp. 1 y 2. “Movimiento revolucionario”. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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5. Conclusiones La primera y principal conclusión es la necesidad de revisar el tópico historiográfico de la desmovilización política en Castilla y León durante la Restauración. Para ello se necesita profundizar en los estudios locales y provinciales, acercándose a los hechos concretos, para después llevar a cabo los paralelismos históricos pertinentes y reconstruir el paradigma general del periodo con los datos obtenidos de estas nuevas investigaciones. Otro aspecto para reflexionar es si se trata de una violencia espontánea o premeditada. Evidentemente en Historia no se puede caer en el error de las generalizaciones, por lo que como investigadores debemos analizar caso por caso. Pese a haberse dado algunos episodios de violencia espontánea, en su mayoría se debe hablar de un proceso de premeditación y planificación de antemano, lo que rompe hasta cierto punto con el paradigma historiográfico de la apatía política de la Restauración, dado que esta clase de violencia lleva implícita una intencionalidad previa. Esta violencia política era transversal a toda la sociedad palentina del momento. Los miembros de la cúspide social eran los principales aspirantes a tomar las riendas del poder político local, por lo que en un contexto de fricción entre las distintas clientelas caciquiles, el pactismo característico del sistema de la Restauración derivaba en una pugna que en algunos casos adquirieron tintes violentos. Las clases medias también formaron parte del proceso, en buena medida como parte del engranaje caciquil, destacando sectores profesionales como los periodistas, que jugaban un papel clave a la hora de concienciar y movilizar a la opinión pública, amén de ser los principales partícipes de la violencia verbal. Por último, las capas más humildes y de extracción popular de la sociedad palentina también jugaron un papel político, como en las ya mencionadas oleadas huelguísticas, que en muchos casos traían consigo una espiral de violencia y coacción política. El reinado de Alfonso XIII vio una creciente escalada de la violencia política: terrorismo, oleadas huelguísticas, represión… una dinámica que enlazaría con la Segunda República pese al paréntesis de la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Por tanto, el periodo republicano no sería un compartimento estanco en la historia contemporánea española, sino que este nuevo enfoque permitiría vincularlo con su contexto histórico inmediatamente anterior, con una clara línea evolutiva tanto en la movilización política como en la violencia. En buena medida, muchos de los planteamientos historiográficos 342
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sobre la república se han constreñido a la horquilla comprendida entre 1931 y 1936, sin analizar el panorama previo del que nacen los factores y los agentes políticos. Por tanto, esta línea de investigación enriquecería no sólo el conocimiento del reinado Alfonsino, sino también de la Segunda República e incluso permitiría enlazar con etapas anteriores y posteriores a los referidos periodos, pudiendo realizar paralelismos históricos. La diferencia respecto a épocas anteriores, es que esta violencia política no llegó nunca a poner en peligro el sistema canovista, que pervivió pese a las grandes fisuras que presentará tras el final del turno dinástico. En este periodo no se vivieron acontecimientos como guerras civiles o pronunciamientos militares que habían lastrado el reinado de Isabel II y el Sexenio Democrático. Pese al desgaste que sufrió con el paso del tiempo el turnismo dinástico de la Restauración, pervivió hasta el golpe de estado del general Primo de Rivera. Acontecimientos como la crisis de 1917 pusieron de relieve la fragilidad del sistema pero también de la oposición al mismo, dividida tanto en los programas a realizar como en la propia estratificación social del momento. Además habría que añadir que el caciquismo supo adaptarse a este nuevo contexto sociopolítico. Donde el pacto, la influencia de un prohombre o la presión gubernamental no surtían efecto; se usó la violencia en sus múltiples vertientes para suplir el déficit. De ahí el interés por controlar los periódicos, el aumento de las coacciones y amenazas o incluso de la aplicación de la fuerza bruta para aplacar a los rivales. Por tanto, la violencia no era exclusiva de las fuerzas políticas y las capas sociales extramuros del sistema, sino que también era utilizada por agentes del mismo. Esta crisis del reinado de Alfonso XIII no será la cúspide de la violencia política en España, pero sí que marcará una tendencia ascendente en el periodo, que en la etapa republicana y muy especialmente durante la guerra civil alcanzará sus cotas máximas, habiéndose larvado una tensión política en la sociedad española durante décadas, fruto de los desajustes históricos que arrastraba el país desde el siglo XIX. La Restauración había cortocircuitado todos los intentos desestabilizadores y golpistas contra el poder central, garantizando una estabilidad política que sin embargo no había servido para resolver la problemática socioeconómica y además seguía dando pie al ejercicio de la violencia para imponerse en un panorama de corruptelas y coacciones políticas. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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LA VIOLENCIA DESDE EL LIBERALISMO 1833-1840 Violence from Liberalism 1833-1840
Daniel Aquillué Domínguez1 Universidad de Zaragoza
[email protected] Resumen: El presente texto pretende ser un primer acercamiento a las violencias desarrolladas en uno de los combates entre la Revolución (liberal) y la Contrarrevolución (absolutista), y entre los partidarios de ese primer bloque. Me centraré en algunos casos de la Primera Guerra Carlista (1833-1840). Clasifico las violencias desde el liberalismo en tres categorías: violencia anticlerical/antiabsolutista, violencia contra la autoridad, y violencia de retaguardia a ras de suelo; las cuales se pueden calificar de violencias revolucionarias. Junto a los tipos de violencias también dirijo una mirada a las retóricas de violencia. Una de las conclusiones a las que llego es que todas ellas me parecen un buen indicador de la politización del conjunto de una sociedad que sostuvo no indiferentemente una costosa y cruenta guerra civil de siete años. Palabras clave: violencia, liberalismo, guerra civil, revolución. Abstract:. This paper is the first study of the violences development in the combat between Revolution (liberal) and Counter-revolution (absolutist), and between the liberals. I will analyse several events of First Carlist War (1833-1840). I classify the violences from liberalism in three categories: anticlerical violence, violence against authority, and rear violence. All of this can be classified like revolutionary violences. I study the violences rhetorics as well. One of conclusion is that all violences are a sign of policization of a society that suffered a cruel and hard civil war during seven years. Keywords: Violence, Liberalism, Civil War, Revolution. 1 Este texto se enmarca en el Proyecto HAR2012-31926. La idea de trabajar este tema me la dio la Dra. María Cruz Romeo hace ya dos años, y el Dr. José Luis Ledesma atendió a algunas cuestiones que le planteé acerca de la terminología que utilizar.
Daniel Aquillué Domínguez
1. “Hay
que instalar una guillotina en
Madrid”. Retóricas
de
violencia
“[...] y en todas las capitales de España”2 continúa la frase de Antonio Seoane -liberal progresista-. La pronunció tras el triunfo de la revolución de 1836 contra el gobierno moderado, derrocado con la fuerza de las juntas urbanas y la indiferencia o complicidad del ejército, proclamándose la Constitución de 1812 y aupando a los dirigentes progresistas al gobierno. Esta revolución, que había comenzado con el asesinato de las máximas autoridades malagueñas y acabado con el de la máxima autoridad militar de Madrid, había identificado en el discurso que elabora para justificarse a moderados con carlistas, aprobando así el uso de la violencia contra ellos. Así pues, la frase de Seoane, ¿era dirigida como amenaza retórica o real? ¿contra los absolutistas… o contra los moderados? No hubo guillotinas como anunciaba, quizás no hicieron falta: los fusilamientos de presos, los linchamientos a autoridades y el asesinato de frailes suplieron a las cuchillas del símbolo del terror revolucionario francés. Y es que contra el enemigo carlista, aquel al que se combatía en los campos de batalla, toda violencia estaba legitimada. Ya lo había estado en el Trienio Liberal cuando el espectro de guerra civil recorrió el norte peninsular. La retórica de violencia acompañó a los discursos de dirigentes liberales desde aquél momento, la diferencia en los años treinta es que la violencia se usó entre los propios grupos en que se fragmentó el liberalismo. Pero primero, veamos cuáles eran esas retóricas de violencia. Todas ellas tienden a una deshumanización y animalización del enemigo, facilitando así su exterminio. Esto es algo que por utilizarse en casi todas las guerras no deja de ser relevante. Los carlistas eran vistos por los liberales como meros rebeldes inhumanos a los que matar, se les negaba toda legitimidad, no componían un ejército sino bandas, facciones y gavillas de campesinos ignorantes dedicados al pillaje y bandolerismo. Eran vistos desde el bando isabelino con un total y absoluto desprecio. El general Quesada se refería a ellos como “aldeanos imbéciles”; Espartero les denominaba “muchedumbre de perros”; un joven Prim clamaba que los carlistas “han de morir todos 2 Cita recogida en GARRIDO MURO, L. El nuevo Cid. Espartero, María Cristina y el primer liberalismo español (1834-1840). Tesis doctoral dirigida por Carlos Dardé Morales. Universidad de Cantabria, diciembre 2012, p. 176. 346
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como cochinos”; Espoz y Mina anunció “haré una guerra de exterminio a cuantos persistan en la obcecación de despedazar las entrañas de la madre patria con su conducta criminal”3; mientras que Evaristo San Miguel los denomina como “partidas de bandoleros” -habla del caso del Bajo Aragón que es el que mejor conoce- 4: Esta guerra, que compromete hasta al punto los intereses de toda la nación, se hizo á muerte desde su principio. El prisionero de guerra, el rezagado que no podía llegar á su columna, el herido que había que abandonar en los campos de batalla, eran inmolados por el vencedor enfurecido5.
En la retaguardia, lejos del estruendo de los cañones y descargas de fusilería no eran menos las palabras de odio y muerte que se lanzaban. El literato Larra escribía en noviembre de 1833 que “el faccioso es en el reino vegetal la línea divisoria con el animal” y lamentaba “no se hubiera probado a quemarlos como a los rastrojos, y aunque este remedio es más bien contra brujas, podría no ser inoportuno”6. Desde la prensa, el progresista Eco del Comercio reclamaba una “cruzada liberal” y señalaba que “el grito CONSTITUCIÓN debe ser el grito de muerte y exterminio para los facciosos” 7; la Revista Española por su parte expresaba que el único argumento a emplear con los carlistas eran “los cañones y bayonetas”8; el Diario Constitucional de Zaragoza hablaba el 22 de abril de 1837 de los carlistas que asolaban el campo de Cariñena como “bárbaros”, “furias vomitadas del Averno” que sembraban “la muerte, el incendio y la desolación”9. Los cafés, centros de sociabilidad liberal, se llenaban de “balas dialécticas” de milicianos nacionales contra absolutistas, ya fuera en el café Jimeno situado en el Coso zaragozano, el Café Nuevo de la calle Alcalá de Madrid o los barceloneses cafés de la Noria o de Cebriá. Y el clero liberal también se sumaba a las proclamas con carga violenta, como reflejan estos 3 Citas recogidas en GARRIDO MURO, L. El nuevo Cid… pp. 43-45. 4 SAN MIGUEL, E. De la guerra civil de España. Madrid, Imprenta de Don Miguel de Burgos, 1836, p. 87; De los facciosos, Imprenta de Don Miguel de Burgos, Madrid, 1837, p. 21. 5 SAN MIGUEL, E. De la guerra civil… pp. 53-54. 6 GARRIDO MURO, L. El nuevo Cid… p. 43 y p. 53. 7 Eco del Comercio, 16 de enero de 1835, núm. 263; 16 de agosto de 1836, núm. 839. 8 Revista Española-Mensagero de las Cortes, 22 de octubre de 1835, núm. 236. 9 Citado en RÚJULA, P. Contrarrevolución. Realismo y carlismo en Aragón y el Maestrazgo, 18201840. Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 1998, p. 248. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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fragmentos de Antonio Vila, profesor de Teología en la Universidad de Cervera que tacha al absolutismo de “monstruo infernal”, a Don Carlos de “tigre sediento de sangre” y a los carlistas de cainitas10: ¡Ah traidores! Esa misma sangre tan atrozmente vertida [la de los liberales bilbaínos] como la de Abel por una mano fratricida, esa misma sangre es la que clama y clamará venganza al Señor del trueno y que dispara y vibra el rayo conforme y á medida de su voluntad. Parece increíble, O. M., que al ver tamaños bienes como los que proporcionan la Paz y la Libertad haya seres tan desnaturalizados que atizen la guerra, y abogen por la esclavitud. ¡Ah! Si yo pudiese hablarles, que los tuviera aquí presentes…¡bárbaros! Les diría.
Todos estos discursos tuvieron su reflejo en los hechos: miles de prisioneros de guerra ejecutados, más de 278 víctimas de “violencia revolucionaria”, desde frailes a gobernadores, varios intentos de asesinatos de ministros…11 La violencia verbal se transformó en cruenta realidad, y ya no solo contra carlistas sino contra liberales. Los moderados fueron tachados –por el magma del liberalismo avanzado- de traidores a la libertad y a la patria tanto en 1823 como en ese presente de la década de 1830, identificándolos con el despotismo ministerial, el absolutismo, la transacción con Don Carlos12. Daba igual que en el teatro bélico fuese imposible el pacto por muy moderados que fuesen los Martínez de la Rosa o Istúriz, el miedo 10 Sucinta relacion de las honras fúnebres que conforme al Real Decreto de cinco de enero de 1837 tributó la fidelísima Ciudad de Cervera en los días 11 y 12 de febrero del mismo año á los héroes defensores y libertadores de la invicta Bilbao, Cervera, Imprenta de José de Casanovas, 1837, p. 9 y 15. 11 Las cifras totales presentadas son resultado del cómputo de víctimas que aparecen en la bibliografía y fuentes citadas a lo largo del texto. 12 Esa visión de los moderados se ve en diversas fuentes. Así pues, la junta revolucionaria de Zaragoza de 1836 señalaba que “el público vió naturalmente en los nuevos ministros hombres que transigían con sus opiniones, que vendían sus conciencias”; Proclama de la junta Superior de Gobierno de Aragón, Zaragoza, 9 de agosto de 1836, Archivo y Hemeroteca Municipal de Zaragoza, Caja 16776, Signatura 87, año 1836. El Eco del Comercio hacía su particular relectura del pasado lejano y más inmediato, señalando como los moderados “tuvieron sin duda más parte en la ruina de nuestra libertad” porque insistieron “en la idea de creer posibles las transacciones entre la libertad y la tiranía” en 1823 y en 1836 fue “elegido de un modo insólito en los gobiernos representativos” el ministerio de Istúriz que convocó elecciones con “el triunfo inminente del partido moderado [traía] la ruina del país con la ruina del libertad y del trono”; Eco del Comercio, 17 de septiembre de 1836, núm. 871. Continuaba esta visión en 1840 cuando sus redactores escribían “todo el sistema de las legislaturas de 1837 y 38 [moderadas] fue de reacción hacia el absolutismo”; Eco del Comercio, 29 de julio de 1840, núm. 2281. 348
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a revivir los cadalsos del año 23 estaba muy presente. Así, nuevamente el Eco del Comercio avisaba al hablar de las cualidades de los concejales del ayuntamiento de Madrid que debían ser “tan buenos para empuñar el fusil contra las hordas de don Carlos, como para morir en la sala consistorial defendiendo las leyes contra los caprichos de la tiranía”, es decir, no solo debían estar dispuestos a combatir con las armas a los carlistas sino a los moderados13. Desde las juntas revolucionarias tampoco se escatimaban acusaciones y amenazas contra los moderados14. En definitiva, un contexto propicio para la práctica de distintos tipos de violencia más allá del propio campo de batalla entre carlitas e isabelinos. Una sociedad impregnada de retóricas violentas que pusieron en práctica, considerándolas unos legítimas y justificadas, otros viéndolas con horror; pero todo el arco liberal se sirvió de métodos violentos como forma de hacer política15. 2. “Una nube de fuego”. La violencia anticlerical-antiabsolutista Ciento sesenta y tres eclesiásticos asesinados -entre el 17 de julio de 1834 y el 5 de enero de 1836- y 34 edificios religiosos atacados e incendiados por la multitud en ese mismo periodo, no son algo anecdótico, y no es algo que se pueda explicar desde la simple etiqueta de “anticlericalismo”. El clero fue atacado esencialmente por ser visto –y percibido- como símbolo del poder absolutista, entonces, habríamos de hablar más bien de antiabsolutismo que de anticlericalismo16. Si hablamos de violencia antiabsolutista enlazamos por tanto con el contexto, y esos hechos violentos quedan enmarcados y conectados con otros ataques a autoridades o símbolos del absolutismo. Los ataques al clero en 1835 fueron un embate al proceso desamortizador, las juntas de aquél verano hicieron –una vez quemados los conventos- de facto lo que Mendizábal plasmaría en sus decretos de 13 Eco del Comercio, 9 de marzo de 1838, núm. 1408. 14 “¿Qué estraño es que los pueblos dirijan su furor contra los que han creido sus agentes [del “pérfido” gobierno Istúriz]?”; Boletín Oficial de la Provincia de Málaga, 29 de julio de 1836, núm. 801. 15 Señalar que la violencia desplegada por los liberales españoles no fue algo ni peculiar ni exclusivo pues era una forma de hacer política común al liberalismo europeo. 16 PÉREZ GARZÓN, J. S. “Curas y liberales en la revolución burguesa”. Ayer, 27, 1997, pp. 67-100. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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febrero de 1836. Pero aquello fue una violencia selectiva, igual que lo fue la matanza de frailes del año anterior, pues no mataron a unos eclesiásticos cualquiera ni prendieron fuego al convento más cercano sino que atacaban al clero absolutista por ello precisamente, por ser enemigos políticos, en el marco no olvidemos de una guerra civil. Así lo demuestran los casos que sucintamente voy a relatar a continuación. Hubo ataques al clero absolutista en Madrid, Zaragoza, Reus, Barcelona, Murcia, Caspe y varias poblaciones del interior de Cataluña, pero ¿por qué no en otras ciudades? ¿acaso no había conventos que desamortizar en el resto de España? Me pregunto ¿por qué en la revolucionaria Málaga, por ejemplo, no se queman conventos? Como digo, creo que la respuesta está en que fue una violencia selectiva contra partidarios del absolutismo, como venganza, ante miedos reales o imaginados, o como represión. En febrero de 1834 el ministerio de Martínez de la Rosa había decretado la primera quinta de toda la guerra. Dos meses después, en abril, la reina regente otorgaba el Estatuto Real. En un caluroso julio, una epidemia de cólera se desataba en Madrid. La guerra focalizada en un frente, el norte, no había ido especialmente mal para las armas isabelinas, pero al comenzar el verano corren rumores de reveses bélicos y avances carlistas. Entonces llega el día 17 de julio de 1834, se extiende el rumor de que han visto a frailes envenenar pozos y, por tanto, ser causantes del cólera. A las 12 del mediodía en la Puerta del Sol comienza un tumulto que se salda con 80 religiosos muertos ante la pasividad de la autoridad17. ¿A qué se debió esta súbita explosión de violencia? El marqués de Falces, corregidor, en una alocución a los habitantes de Madrid no duda de que tras esos “excesos y atentados” están “los enemigos de nuestra patria”, esto es, agentes carlistas, que “solo quieren la ruina y la destrucción”18. Mientras el Eco del Comercio transformaba a las víctimas en “enemigos de la patria” y calificaba el motín como “algunas desgracias”; el moderado Alcalá Galiano, doce años después de los sucesos, escribía que se debió a “perversos instigadores” que engañaron al “vulgo ignorante” para cometer un “crimen”, “estúpida barbarie” sobre “inocentes indefensos” que sufrieron “general degüello” por parte de una “turba de asesinos”, a la par que lamentaba que “tales atrocidades fuesen débilmente reprimidas” ya que “sobre pocos cayó el
17 Pérez Garzón, J. S. “Curas y liberales…” pp. 67-100. 18 Diario de Avisos de Madrid, 19 de julio de 1834, núm. 200. 350
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castigo”19. Y es cierto, la tónica general fue la impunidad del delito y la pasividad de la autoridad, lo que sentó un peligroso precedente que no tardó en tener ecos. Las responsabilidades políticas recayeron sobre el general Martínez de San Martín, el citado Falces, y el duque de Gor –gobernador civil- que hubieron de dimitir el 19 de julio. El juicio de la Audiencia procesó a 79 personas -54 civiles, 14 milicianos y 11 soldados- que se saldó con solo dos ejecuciones –un ebanista el 5 de agosto y un soldado de la Princesa el 18- y algunas penas menores, y demostró la participación de las clases populares en el motín20. Sin duda, los dos ejecutados fueron cabezas de turco como se suele decir. Al iniciarse 1835 la guerra persistía. En el imaginario colectivo liberal no marchaba bien a pesar de los éxitos y la insurrección alargaba su sombra, mientras que las clases populares veían partir a sus hijos en las quintas y no sabrían si regresarían de otra forma que no fueran tullidos o en ataúdes. Y un nuevo motín estalló, esta vez en Zaragoza. Probablemente sea este el caso más claro de violencia selectiva contra clero absolutista. El arzobispo de Zaragoza, Bernardo Francés, era claramente partidario del absolutismo, siendo muy tibio en la proclamación de Isabel II y mostrando explícita aversión por la Milicia Urbana, tanto es así, que retiró las licencias de confesar y predicar a un capellán de dicha Milicia y a un “sacerdote tenido por liberal”. Difundida esta última noticia, los hechos se precipitaron. El viernes 3 de abril de 1835, delante del café Jimeno, en el Coso, un fraile liberal, organista de la Victoria, fray Crisóstomo Gasque “dio el grito de alarma” y con “varios paisanos de capa” bajaron por la calle San Gil mientras se les unía más gente con gritos de “á palacio: muera el arzobispo, muera el cabildo”, llegando la multitud frente al palacio arzobispal. El Capitán General evitó que la multitud asaltase el edificio. Los amotinados se dirigieron entonces al convento de la Victoria donde “dieron muerte á cuatro religiosos, hirieron á otro, que murió de resultas, y fueron causa de que otro se arrojara por una ventana, de cuyas resultas también perdió la vida”, mientras que ya en el camino “el canónigo D. N. Marco, hermano del cardenal, que cayó de un balazo [...]. Igual muerte sufrió en la escalera de una casa de la calle de las cuchillerías otro clérigo á quien ya en octubre había maltratado el pueblo; 19 ALCALÁ GALIANO, A. Historia de las regencias (1833-1843): continuación de la Historia de España de S. A. Dunham. Prólogo de Juan María Sánchez Prieto. Pamplona, Urgoiti Editores, 2008, pp. 21-22. 20 El juicio sobre estos sucesos ha sido estudiado por A. Mª García Rovira en “Revolución liberal y fuerzas populares: el degüello de frailes. Madrid, julio de 1834”. Anales de la Revista Trienio, 1998, pp. 455-496. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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en el convento de S. Diego fueron muertos otros dos sacerdotes y heridos tres”. Aún restaba una víctima esa jornada, pues a las diez de la noche los ánimos estaban agitados en el convento de San Francisco con discusiones entre “religiosos adictos al actual sistema, y otros que no”, tal era la situación entre los clérigos partidarios del liberalismo y los del absolutismo, que “el prelado mandó á un lego para advertir al capitán general” pero este se encontró a los amotinados que le pegaron un tiro21. 11 frailes muertos, 3 heridos, intento de asalto al palacio arzobispal e incendio del convento de la Victoria fue el balance de la jornada. Y todo ello ante la mirada de autoridades, tropa y Milicia, que se limitaron a salvaguardar la vida del arzobispo que, además, fue desterrado dos días después. ¿Hubo represalias? No, solo se busca a fray Crisóstomo. Del palacio arzobispal al convento de la Victoria hay un trecho y en Zaragoza no escaseaban los conventos, ¿por qué se dirigieron expresamente a aquél? ¿Porque su clero era absolutista? Es bastante posible, visto lo que sucedía en San Francisco, las disensiones entre el propio clero, quién dirigía el motín -fray Crisóstomo-, y cuál había sido la chispa –los clérigos liberales reprimidos por el arzobispo-. Si a eso sumamos que el convento de la Victoria no había sufrido daños en los Sitios de 1808 y dominaba un espacioso terreno cerca del Coso… encontramos posibles intereses económicos de las élites urbanas que querían la desamortización. Lo que está claro es que no fue casualidad el ataque a aquél convento. Y así se llega al gran estallido de violencia del verano de 1835 con un movimiento revolucionario. Nuevamente, los conventos y los frailes son el objeto predilecto de la violencia, especialmente en Cataluña. Región que, recordemos, había sido la de mayor actuación de partidas realistas en 182223 y en 1835 era nuevamente zona de guerra. El panorama económico de aquel verano era propicio para los motines: los precios del grano habían subido. A una población predispuesta solo hacía falta una chispa. Esta llegó a Reus el 22 de julio. Acababan de llegar noticias de una derrota de la Milicia Urbana de la ciudad que había salido en busca de “facciosos á las órdenes de dos frailes” pero cayó en una emboscada. A ello se suma el descubrimiento de una conspiración carlista en la que estaban implicados seis frailes del convento de San Francisco. Entonces, unas 100 personas se reúnen en la plaza del Mercadal y prenden fuego al convento de San Francisco y al de los carmelitas, donde “fueron muertos varios de los religiosos hasta el número 21 Eco del Comercio, 8 de abril de 1835, núm. 343; Revista Española-Mensagero de las Cortes, 9 de abril de 1835, núm. 40. 352
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según parece de 18”. Para la Revista Española-Mensagero de las Cortes estaba claro que el “espíritu de venganza animaba á los alborotados”, que hicieron todo ante la mirada de los soldados del Regimiento Saboya y del gobernador civil de la provincia22. Y sin duda parece claro que la motivación causal de aquél motín fue político-militar: los frailes eran vistos como enemigo causante de la muerte de sus conciudadanos. De Reus, la tea revolucionaria pasó a Barcelona. Allí todo comenzó en la tarde del 25 de julio de 1835, cuando empezaron a oírse gritos de “als convents, a Sant Frances, a les Carmelites” y “muerte a los frailes”. Fue una combinación de motivos políticos, económicos y de venganza. Cuando las “masas considerables de pueblo, compuestas de personas de todas las clases y diferente sexo, abandonadas á la desesperación y resentimiento” salieron de la plaza de toros, el librero y editor exaltado Manuel Rivadenyera exclamó “en Barcelona tenemos alcázares de piedra que nos han esclavizado luengos siglos y debemos derribar” en una retórica inexcusablemente antiabsolutista. Varios conventos fueron pasto de las llamas, mientras que 16 eclesiásticos yacían muertos ante la pasividad de toda autoridad. Barcelona era en la noche del 25 de julio, “una nube de fuego”23: San Agustin (calzados), calle del Hospital, bastante fuego, y sigue. Trinitarios descalzos: (Rambla), id.=ídem. Carmelitas descalzos: (Rambla)= Muchisimo fuego, y sigue. San Pablo: (Monges de S. Cugat), calle de San Pedro, poco fuego y sigue. Santa Catalina: (Dominicos), calle de Frechauras, muchisicmo fuego, y sigue. San Francisco de Paula: calle de San Pedro, baje: poco fuego y pagado. Casas particulares: ninguna.
Aquello era “una acción colectiva de castigo y también de prevención contra unos frailes transformados en el imaginario popular como los únicos causantes de la guerra y de sus penalidades”24. Y no solo Cataluña, en Caspe también hay venganza liberal sobre clero absolutista donde el 28 “amaneció 22 Revista Española-Mensagero de las Cortes, 1 de agosto de 1835, núm. 154. SANTIRSO, M. Revolució liberal..., pp. 151-159; PÉREZ GARZÓN, J. S. “Curas y liberales…” 23 Los entrecomillados, así como la cita que sigue son de la Revista Española-Mensagero de las Cortes, 3 de agosto de 1835, núm. 156. 24 PÉREZ GARZÓN, J. S. “Curas y liberales…” p. 94. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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ardiendo el convento de Santo Domingo”25. Por último, Murcia el 31 de julio amaneció con las llamas y el humo de los conventos de Santo Domingo, la Trinidad, la Merced y San Francisco26. ¿Se escandalizaba la prensa liberal ante estos sucesos? Pues sí, pero poco. Para el Eco el motín del 3 de abril de 1835 en Zaragoza fueron unos “incidentes”, unas escenas “desagradables” pero en las que no se debe usar la fuerza pues los gobiernos deben ser “obedecidos por la razón y el convencimiento”27, para repetir tiempo después que: no se ha tenido presente que aquellos hechos reprensibles ciertamente, son una consecuencia natural del estado de un pueblo a quién se han hecho concebir esperanzas que luego no se han satisfecho; [...]. Mientras no se vea en el ministerio una marcha más franca y decidida en el sentido de las reformas, es natural que atormente a los patriotas el temor a una retrogradación; entrando en la carrera de un progreso constitucional se quita este pretexto a los promovedores de trastornos28.
Es decir, condenan, pero siempre hay un “pero” que suele hacer referencia a la mala política del gobierno y a la lentitud o ausencia de reformas, ya sea del clero, ya sea desamortizadoras o ya sea la no devolución de los bienes comprados en el Trienio. De forma similar se manifiestan en la Revista Española al señalar que “los sucesos de Reus y Barcelona son ciertamente dolorosos” pero “lo importante es acudir al remedio” porque “conviene prevenir los males, más todavía que castigarlos”, remedio que pasa por hacer “que desaparezcan los regulares”29. La receta progresista para evitar estos “excesos” es sencilla: suprimir los conventos30. Por su parte Antonio Alcalá Galiano muestra en esos momento un equilibro porque si bien condena a “los que han asesinado e incendiado” como “criminales todos”, defiende que “no por eso es justo que se envuelva a ninguna parcialidad entera en el delito de uno ó mas individuos á ella pertenecientes”31, pero años después, 25 Revista Española-Mensagero de las Cortes, 8 de agosto de 1835, núm. 161. 26 Revista Española-Mensagero de las Cortes, 6 de agosto de 1835, núm. 158. 27 Eco del Comercio, 8 de abril de 1835, núm. 343 y 9 de abril de 1835, núm. 344. 28 Eco del Comercio, 15 de junio de 1835, núm. 411. 29 Revista Española-Mensagero de las Cortes, 1 de agosto de 1835, núm. 154. 30 Revista Española-Mensagero de las Cortes, 8 de agosto de 1835, núm. 161. 31 Artículo aparecido en la Revista Española-Mensagero de las Cortes, 9 de agosto de 1835, núm. 162, firmado por A. A. G. 354
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ya en las filas moderadas, escribirá que fue cosa de gente de “las ideas más extremadas” que atacó los conventos y a los “inocentes religiosos”32. Si tan tibios se mostraban los sectores del liberalismo avanzado, no así la prensa ministerial como La Abeja que daba noticia, escandalizada, de que “ha corrido la sangre anchurosamente” con “una rapidez infernal” que conduce al “desórden social” de esta época de carácter “bárbaro y atroz”33. 3. “Y arrojado por una ventana”. La violencia contra la autoridad Quince altas autoridades asesinadas entre enero de 1835 y marzo de 1838. En tres años cayeron -y fueron linchados en varias ocasiones- capitanes generales, gobernadores civiles y militares, generales… y unos cuantos más, incluidos ministros y alcaldes, sufrieron atentados fallidos. La autoridad se vio en esos tiempos por los suelos, literalmente, en más de una ocasión. Milicianos, soldados y clases populares urbanas fueron los ejecutores de aquella violencia contra “los de arriba”, y no les hizo falta la guillotina. El primer jalón de esta serie lo constituye la extraña insurrección del 18 de enero de 1835 en Madrid. Al amanecer de aquél día el 2º batallón de Voluntarios de Aragón salió de su cuartel y se dirigió a la Puerta del Sol donde tomó el edificio de Correos. El ministro de la guerra, Manuel Llauder, nada apreciado por sus compañeros de gabinete, tardó en reaccionar ante la situación, lo que lleva a pensar a autores como Manuel Santirso que más que insurrección constitucional fue una maniobra para culpar a Llauder de los sucesos y quitárselo del medio34. El recién nombrado Capitán General de Madrid, José Canterac, se presentó en el edificio de Correos reconviniendo al jefe de los sublevados, Cardero, recibiendo como respuesta “tres ó cuatro tiros que le dejaron en el sitio á cosa de las ocho de la mañana”35. Las tropas de la guarnición junto a las de la Milicia rodearon el foco rebelde pero los individuos de esta última comenzaron a confraternizar con los insurrectos. Ante tal situación, comenzaron las negociaciones para una salida a la crisis. Finalmente, los Voluntarios de Aragón salieron “á tambor batiente y tocando patrióticas por las calles”. Quedaban atrás, tendidos en las calles, además del citado Canterac, el brigadier Zamora -teniente de rey 32 ALCALÁ GALIANO, A. Historia de las regencias…p. 63. 33 Fragmento recogido en la sección “Espíritu de la prensa periódica” de la Revista EspañolaMensagero de las Cortes, 3 de agosto de 1835, núm. 156. 34 SANTIRSO, M. Revolució liberal i guerra civil a Catalunya. Lleida, Pagés Editors, 1990, pp. 117-121. 35 Eco del Comercio, 19 de enero de 1835, núm. 264. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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de la plaza-, 3 voluntarios de Aragón, “ocho ó diez de la guardia, un aguador y otro paisano”. ¿El castigo? El general Solá había “anunciado á nombre de S. M. el perdón para todos”, a cambio fueron enviados a combatir al frente norte donde “lograrán la absolución patriótica de sus aciagos estravíos; allí prestarán servicios positivos á la libertad que proclamaban”. Aquel suceso había sido eso, un “estravío”, unas “tristes ocurrencias” que debían olvidarse rápidamente36, “algunas desgracias” que no merecían siquiera una línea de condena en el Eco del Comercio, al fin y al cabo, Canterac era un aristócrata y aquello sirvió para obligar a dimitir al ministro Llauder, un representante del “despotismo ilustrado”. Lo que quedó claro a partir de entonces, fue la impunidad que podía seguir a un ataque a la autoridad, lección que sentó precedente. Además, era la primera vez que se utilizaba la violencia, el método insurreccional, entre liberales. Alcalá Galiano se lamentaba amargamente de aquellos hechos tiempo después, despachándose con un discurso demofóbico que le sería muy recurrente a él y al moderantismo isabelino aduciendo que era “natural” en aquellos soldados “cometer tales delitos”, el escándalo de que ni “un brazo se alzase para ayudarle, o una persona se atreviese a moverse para recogerlo”, deplora la impunidad del “atentado” que supuso un “doloroso escándalo”, para acabar apuntando que “aquel lance sangriento y de increíble desmán” fueron un “fatal ejemplo, cuyas consecuencias se sintieron en acontecimientos posteriores”37. Unos meses después de aquél suceso, España estaba en revolución y en Barcelona las clases populares se habían lanzado a las calles. El 5 de agosto de 1835, el general Bassa regresa a Barcelona con intención de poner orden, de reprimir el movimiento iniciado el 25 de julio. El ayuntamiento y la Milicia piden su dimisión, que no acepta. Poco después, un grupo entra en Palacio y asesta varios tiros a Bassa “y fue arrojado por una ventana á la plaza, de allí fue arrastrado hasta la oficina de policía, á la que atacó la gente, y el fue quemado con los papeles de aquella”. Cuestión sobre la que la Revista Española-Mensagero de las Cortes y el Eco del Comercio –ambos de tendencia liberal avanzada- se limitan a informar, mientras que el ministerial La Abeja habla de que “ese militar valiente” fue “asesinado á la voz de muera el tirano”, siendo ello “precipicio de la anarquía”38. No solo había sido asesinada la mayor autoridad existente en Barcelona en aquél momento, sino 36 Revista Española, 19 de enero de 1835, núm. 454. 37 ALCALÁ GALIANO, A. Historia de las regencias…, pp. 43-44. 38 Revista Española-Mensagero de las Cortes, 12 de agosto de 1835, núm. 165 y 16 de agosto de 1835, núm. 169; Eco del Comercio, 12 de agosto de 1835, núm. 469. 356
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que su cadáver había sido ultrajado, arrastrado por la Rambla y quemado, “atrocidades increíbles en su cadáver” que escribe un horrorizado Alcalá Galiano. Además, otras comisarías y garitas del cobro de portazgos fueron asaltadas por la multitud, lo que da imagen de quienes estaban detrás y sus objetivos, que los tenían muy claros. Con la subida al poder de Mendizábal hubo un reflujo del movimiento revolucionario hasta la revolución de 1836, que comenzó bañada en sangre con un nuevo linchamiento de la autoridad, en este caso con los gobernadores civil y militar de Málaga, y acabó de la misma forma con la tumultuosa muerte de Quesada, Capitán General de Madrid. La noche del 25 de julio de 1836 la Guardia Nacional malagueña marchaba “á tambor batiente”, cosa que había prohibido el gobernador militar Sant Just, el cual reconvino a los oficiales mientras la tropa se negaba a obedecer. Ante el aluvión de “insultos y amenazas” se refugió en el principal “y sin hallar apoyo en la tropa que guarnecía el puesto, fue alevosamente asesinado á fusilazos a las nueve y media de la noche”39, “saciando sus cobardes verdugos su sed de sangre, clavando las bayonetas de las armas que son indignos de llevar en el pecho de un ilustre español”40. Sant Just estaba alineado con el moderantismo y con el impopular gobierno de Istúriz, circulaban rumores de desarme de la Guardia Nacional, los altercados en Málaga eran constantes, un miedo imaginado al carlismo estaba presente entre la población y soldados de procedencia malagueña morían en la guerra del norte…41 Con esto quizás se entienda mejor la muerte tanto de Sant Just como del gobernador civil, conde de Donadío, antes de ideas “avanzadas” y entonces reconvertido al moderantismo de Istúriz y Galiano, y que ya días antes había recibido gritos de muera y los cánticos del Trágala en la Alameda. Enterado de lo sucedido a su compañero, el gobernador civil se dirigió al cuartel de la Merced donde había 800 soldados. Allí les arengó infructuosamente para que le siguieran a reprimir a los revolucionarios aduciendo los soldados que “no tomaban las armas mas que para defender la libertad y que no se batían ni con el pueblo 39 Revista Española-Mensagero de las Cortes, 1 de agosto de 1836, núm. 520. 40 El Español, 31 de julio de 1836, núm. 274. 41 Sobre esto vid. NADAL SANCHEZ, A. “Carlismo y liberalismo: los movimientos revolucionarios de 1835 y 1836 en Málaga”. Baetica. Estudios de Arte, Geografía e Historia, 4, 1981, pp. 285-305 y LAWRENCE, M. “Las viudas de Comares: un caso de radicalismo popular en la Málaga liberal”. En BLANCO, A. y THOMSON, G. (eds.), Visiones del liberalismo. Política, identidad y cultura en la España del siglo XIX. Valencia, Prensas Universitarias de Valencia, 2008, pp. 87-98. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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ni con la milicia”. Ante esto, el conde de Donadío intentó escapar sin éxito, siendo asesinado a tiros. Finalmente, con una soga al cuello, su cadáver fue arrastrado hasta la renombrada como plaza de la Constitución mientras los milicianos y el pueblo que les acompañaba iban dando vivas al texto de 1812. Ante estos sucesos, en Madrid la prensa muestra su condena… o su silencio, también significativo. Comencemos por las impresiones de la Revista Española, de carácter progresista, presa de la censura ministerial, inicialmente habla de “funestos sucesos” para una vez triunfante la revolución, y con ella la libertad de imprenta, expresar que “males son estos que deben llorarse amargamente; pero inevitables en momentos de revueltas y convulsiones políticas”, es decir, el asesinato de los gobernadores fue algo inevitable, unos daños colaterales42. El Eco del Comercio en cambio guarda silencio durante toda la revolución y, una vez triunfa esta, simplemente omite la cuestión de estas muertes, al igual que la de Quesada, limitándose a apuntar que “de nada sirve lamentar las desgracias” y que hay que acudir “con acierto y con presteza al remedio del mal”, esto es, hacer las reformas políticas43. Por ello fue muy criticado por el moderado El Español en donde se puede leer: Hoy el ECO DEL COMERCIO, en lugar de entregarse al sentimiento general de horror y reprobación que ocupa á todos los corazones bien organizados, se esfuerza en defender la oposición.
Porque la postura moderada fue de total y absoluta condena de la forma más dura de los hechos de Málaga, incidiendo en que “ya no son carlistas los asesinados, no solo los liberales retrógrados, no: son los patriotas”, que lo sucedido es un “crimen de lesa nación, y ataca en su base los cimientos conservadores de la sociedad”, en nombre de “la Constitución de 1812 que hoy sirve de bandera al partido anarquista”, “tantos delitos en uno” que conllevan “al aniquilamiento de la libertad”, porque sus autores son equiparables a los carlistas. Añade que este “atentado tan horroroso” que no hay que confundir “con un movimiento popular” ha sido llevado a cabo con premeditación y alevosía con “crueldad fría y parcial” porque “ha sido una turba citada” y “vil canalla sedienta de sangre” que acabó arrastrando “con infernal algazara el cadáver del primer magistrado de la provincia”. Acaba solicitando que “reprima de una vez el gobierno tan 42 Revista Española-Mensagero de las Cortes, 1 de agosto de 1836, núm. 520 y 16 de agosto de 1836, núm. 535. 43 Eco del Comercio, 18 de agosto de 1836, núm. 841. 358
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feos é inauditos horrores” en los que “sucumbieron al cobarde puñal de viles asesinos los dos gobernadores”44. El ministerio de Istúriz amenazó con arrebatar la capitalidad provincial a la ciudad de Málaga como castigo y pretendió enviar tropas para reprimir la revolución. Alcalá Galiano, ministro de aquél gobierno, dejó escrito que en Málaga “abundaban hombres perdidos” y “la peor clase de gente”, siempre propensa “para el triunfo de la sediciones” que cometieron “bárbaro asesinato”45. Inicialmente reinó la impunidad. Sin embargo, cuando los moderados regresaron al poder en noviembre de 1837 se mostraron dispuestos a castigar y reprimir los hechos pasados. De esta forma se abrió proceso judicial en 1838 contra los instigadores y perpetradores del asesinato de los gobernadores malagueños en 1836. Carlos Barritaro, acusado como autor material del asesinato de Sant Just, junto con otras 25 personas, fueron recluidos en Alhucemas. Allí le acompañó su abogado defensor, el ex diputado progresista Cristóbal Pascual. Juan Antonio Escalante, acusado como autor intelectual de los asesinatos, en la cárcel desde noviembre de 1837, fue condenado y desterrado en la primavera de 1839 a Puerto Rico durante diez años, y tres de sus subalternos ejecutados46. Diferente resultado tuvo el asesinato de Quesada, Capitán General de Madrid, que quedó impune. Los días 13 y 14 de agosto de 1836 llegan a Madrid noticias del motín de La Granja, la Guardia Nacional de la ciudad estaba desarmada por orden de Quesada –tras una intentona revolucionaria el día 3-, grupos vitorean la Constitución en calles pero son dispersados. La prensa progresista de los días inmediatamente posteriores se afana en demostrar la crueldad de “los bandos de muerte que dictaba el general Quesada”, al que se vio “recorrer la capital, y perseguir como rebeldes á los que vitoreaban el código que ya legalmente debía regir”47, que “mandó acuchillasen a aquellos paisanos desarmados y enteramente inofensivos”48. En la mañana del 15, Quesada huía de la ciudad pero fue linchado por una multitud entre la que se hallaban milicianos. Un horrorizado Alcalá Galiano escribió: 44 El Español, 31 de julio de 1836, núm. 274, 1 de agosto de 1836, núm. 275, 2 de agosto de 1836, núm. 276. Los periódicos La Gaceta y La Ley se manifiestan de forma similar a El Español. 45 ALCALÁ GALIANO, A. Historia de las regencias… p. 128. 46 LAWRENCE, M. “Las viudas de Comares…” pp. 87-98. 47 El Español, 16 de agosto de 1836, núm. 290. Este periódico propiedad del moderado Andrés Borrego, pasó el día 15 a manos de los progresistas Manuel Beltrán de Lis y Juan José Carrasco adhiriéndose “a las doctrinas de libertad real y progresiva”. 48 Eco del Comercio, 16 de agosto de 1836, núm. 839. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Los matadores del capitán general de Madrid se gloriaron de su delito; que con ferocidad de salvajes, cortando miembros de su cuerpo los llevaron por trofeo, enseñándolos en lugares de pública concurrencia, y que, sin embargo, ni un solo acto acreditó que quisiese entender en semejante delito la justicia49.
Aún restan reseñar dos momentos más en que fueron sesgadas las vidas de autoridades. En el verano de 1837 varios generales sucumbieron ante motines de sus soldados. En junio, en Hernani, Francisco Crook Ebsworth, ayudante del conde de Mirasol, resultó muerto y otros oficiales heridos en un motín de los soldados por falta de pagas. Mirasol se libró de milagro de la muerte pero no así de recibir un culatazo en la cara y escuchar “es preciso acabar con todos los jefes ¿para qué los necesitamos”, frase que denota algo más que simple falta de pagas. Un mes después, en Miranda de Ebro, el batallón provincial de Segovia asesinaba al general Ceballos Escalera al grito de “Mueran los traidores que nos quitan lo que es nuestro” y, tan solo un día después, un motín en Vitoria se llevó por delante la vida del gobernador militar, el presidente de la diputación provincial y varios diputados. El verano se cerró en Pamplona con el asesinato a bayonetazos del general Sarsfield a manos de sus propios soldados. Además su cadáver fue ultrajado durante más de dos horas en la plaza de la Constitución. Espartero reaccionó ante todos estos motines del ejército con una represión que incluyó disoluciones de batallones y diezma de otros en el otoño de ese mismo 183750. El último caso llevado a efecto que mencionaré es el de Esteller, 2º cabo de Aragón, máxima autoridad militar en la “memorable jornada” del 5 de marzo de 183851. Tras la victoria de la Milicia Nacional y pueblo zaragozanos en la madrugada del 5 de marzo ante el asalto carlista, los ánimos estaban exaltados, todos buscaban culpables, responsables de tamaña sorpresa que casi deja en manos de la facción la ciudad. La responsabilidad cayó sobre quien debía haber organizado la defensa y resistencia: Esteller. Se buscaba “a los traidores que abriga esta capital” y el citado cabo fue considerado como tal puesto que “los enemigos hallaron la ciudad absolutamente desapercibida”52. Al amanecer del día 5, Esteller fue apresado en espera de 49 ALCALÁ GALIANO, A. Historia de las regencias… p. 143. 50 GARRIDO MURO, L. El nuevo Cid... pp. 198-199. 51 Sobre este episodio vid. MAYORAL TRIGO, R. El cinco de marzo de 1838 en Zaragoza. Aquella memorable jornada… (1837-1844). Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2014. 52 Eco del Comercio, 8 de marzo de 1838, núm. 1407. 360
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un juicio que nunca llegó. Al día siguiente a las voces de “muera el general, mueran los traidores” un grupo sacó a Esteller de su prisión y “lo condujeron á la plaza de la Constitucion y debajo de la lápida fue muerto por aquellos á bayonetazos”. El diario La Estafeta, del que extraigo los entrecomillados anteriores, lamentó este hecho por ser un “asesinato cometido en un hombre indefenso” y no “castigo impuesto por la ley”53. Por su parte, el Eco del Comercio del día 8 describe el suceso con palabras de comprensión e incluso justificación del hecho, cargando las culpas sobre el gobierno moderado que manda “á los pueblos mas liberales autoridades sin prestigio” y habitúa a “dejar impunes constantemente las traiciones” a la par que “trata con rigor el mas ligero desliz á los liberales ardientes” con lo cual es normal que “el pueblo estraviado en un momento de crisis, de agitación y de pasiones, crea justo vengarse por su mano, desconfiando de los encargados de ejecutar la ley”. Esteller no era carlista pero fue la cabeza de turco ante una ineptitud militar, no achacable a él en exclusiva, que casi supone la pérdida de Zaragoza para el bando liberal. 4. “Tú també eres facciosa?” Violencia de retaguardia a ras de suelo ¿Cómo etiquetar la violencia de retaguardia y política que se despliega por personas de “a pie” contra personas de “a pie”? Esto es, una violencia desde abajo contra gente que no está “arriba” ni tiene una especial “autoridad”. Presos carlistas, heridos, gente de levita y gente de chaqueta, mujeres, milicianos de café puestos cerca del frente y milicianos de barricadas, vivas y mueras; quienes aparentemente estaban excluidos de la política y a quienes aparentemente la política les era indiferente. Quizás la violencia que ejercieron y que padecieron es síntoma precisamente lo contrario. Setenta y dos presos carlistas fueron sacados por la multitud, o por presión de ella, entre julio de 1835 y enero de 1836 en Zaragoza, Murcia, Málaga y Barcelona. Otros absolutistas -o sospechosos de serlofueron asesinados por encontrarse en el lugar inadecuado en el momento inoportuno, como es el caso de los dos que cayeron el 17 de julio de 1834 en Madrid, un ex fiscal fernandino asesinado en Rosas en 1835 o el moderado Marià Vehils, ex jefe de policía, que encontró la muerte el 8 de septiembre de 1837 en Barcelona. Como epílogo de todos ellos se sitúa el llamado “motín de las levitas”, cuya víctima más conocida es el moderado Balmes. 53 La Estafeta, 11 de marzo de 1838, núm. 482. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Tras el fallido pronunciamiento de Pover en julio de 1835 en Zaragoza, el absolutista Urbina fue asesinado por la turba, y el Capitán General Álvarez, para calmar los ánimos del pueblo y la Milicia que exclamaba que “para matar facciosos no hace falta salir de Zaragoza” ordenó fusilar al carlista Joaquín Mezquita54. En Murcia, el 10 de agosto “mas de 500 hombres asaltó la cárcel pública, forzó las puertas y extrajo dos reos de causas de conspiración, y un ex -voluntario realista” los cuales fueron fusilados para dirigirse después a atacar casas de partidarios de Don Carlos55. Dos meses después, el 14 de octubre de 1835, en Málaga se repetían escenas similares que serían precedente de los sucesos barceloneses de enero de 1836. La Guardia Nacional veía con disgusto a la junta directiva de la ciudad por su administración de los caudales públicos, sus durísimas medidas contra los desertores de las quintas y, sobre todo, que pretendía el desarme de dos de sus compañías. Entre ese día y el 15 más de 500 guardias nacionales se apoderaron de varios puntos de la ciudad exigiendo una nueva junta y castigo a los carlistas pues “dijeron que ellos habían tomado las armas para esterminar á los facciosos”. Tras unos días de tensión, cesó la junta “y gracias á que se contentaron con esto, y no los quitaron del medio”, y se procedió a elegir una de carácter más “popular”. Cuando se estaba produciendo el traspaso de poder de una junta a otra, milicianos y paisanos “creyeron ocasión oportuna” y se agolparon a las puertas de la prisión que, asaltaron -nuevamente ante la inacción de la guarnición- y fusilaron a 4 presos carlistas56. La bullanga del 4 y 5 de enero de 1836 en Barcelona comenzó con una matanza de 63 presos carlistas y acabó con la proclamación de la Constitución de 1812, lo que a las autoridades les pareció más grave delito que el asesinato. Los días previos había corrido la noticia de que los carlistas habían fusilado a 33 prisioneros, lo que unido a la fuga de dos oficiales sospechosos de carlismo “contribuyó á que este pueblo, ostigado por otra parte por intrigas ocultas, [...] se pusieron en movimiento hostil contra los facciosos encerrados en las prisiones” en palabras de Antonio M. Álvarez, general segundo jefe en Barcelona. El cuerpo del carlista Juan O’Donell fue lanzado por la muralla, arrastrado por las calles y quemado. Todo ante la 54 FRANCO DE ESPES MANTECÓN, C. Los motines y la formación de la junta revolucionaria de Zaragoza en 1835. Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 1981, p. 35. 55 Revista Española-Mensagero de las Cortes, 16 de agosto de 1835, núm. 169. 56 Eco del Comercio, 22 de octubre de 1835, núm. 540 y 23 de octubre de 1835, núm. 541, que califica los sucesos como “escenas tan desagradables”; y Revista Española-Mensagero de las Cortes, 22 de octubre de 1835, núm. 236. 362
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pasividad de una autoridad que ve simple venganza “de las atrocidades de la facción”57. Fue una violencia selectiva de retaguardia que Manuel Santirso compara con la matanza de presos en París en 1792, fruto de un miedo colectivo al absolutismo que combate la revolución58. Esta violencia podía ser tolerada por los liberales a pesar de que supusiese escenas desagradables, lo que ya resultaba intolerable para esos mismos liberales, muy especialmente para los moderados, era lo que sucedió el día 5 cuando varios grupos –a cuya cabeza estaba el batallón miliciano de la Brusa- se concentraron en las calles vitoreando la Constitución. Estos grupos sí que fueron reprimidos. Por los sucesos del día 5, y no por los de 4, fueron detenidos varios destacados liberales avanzados. La Guardia Nacional que había participado en la fallida proclamación constitucional fue enviada al frente como castigo. El batallón de la Brusa es destinado como guarnición al santuario de Lord, recién conquistado a las fuerzas carlistas el 23 de enero de 1836. Allí se dedicaron a asesinar a sangre fría a los prisioneros carlistas, a sus mujeres e incluso a los heridos. El testimonio de un miliciano, recogido en la obra de Santirso, es bastante explícito por sí solo: Yo vi por mis ojos entre muchas escenas bárbaras, una, y es: una mujer de un faccioso después de matarle su marido, que lo tenía tendido a su lado, y estaba sentada con un niño de teta y dos de 5 y 7 años a su lado, pasó uno del Batallón de per den po, se pasa y le dice (tu també eres facciosa?, yo acabaré d’en tots bosaltres), tira un tiro a la cabeza y la deja, cayéndole el niño de teta llorando un largo trecho [...] A les 10 condugieron a Miralles comandante de la facción y a su mujer a S. Lorenzo cuando los vi en el camino ella ya hiba descalsa, alas 2 se fusiló a Miralles y después fue arrastrado y se le cortaron los huevos. Alas 2 subí al fuerte a reconocerlo y vi afusillar a los facciosos que estaban en la casa de la enfermería59.
Para acabar ya, un último episodio de violencia, entre liberales moderados y progresistas: el motín de las levitas de 21-22 de julio de 1840 en Barcelona. Se enmarca en la lucha entre las dos grandes tendencias del liberalismo por imponer su modelo de estado, todo lo cual giraba en torno a la polémica Ley de Ayuntamientos. Los progresistas culparon de altercados a 57 Eco del Comercio, 14 de enero de 1836, suplemento al núm. 624; El Español, 16 de enero de 1836, núm. 77. 58 SANTIRSO, M. Revolució liberal y guerra civil… p. 219. 59 SANTIRSO, M. Revolució liberal y guerra civil… p. 129. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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los moderados, a los que denominan “desesperado club jovellánico” –gente de levita- que “imprudentemente” “han sido los verdaderos anarquistas”. Todo comenzó el 21 de julio en Barcelona cuando a la salida de las reinas de Palacio grupos de moderados prorrumpieron en gritos de “viva la reina neta”, “muera el progreso, muera Espartero” e insultos a la esposa de este, la Duquesa de la Victoria. Según el Eco aquello fue intolerable por “la escandalosa sedición, el odio á las instituciones” y “fuerza ha sido llegar a las manos” ante tal “villanía”, con lo cual el “verdadero pueblo barcelonés” –gente de chaqueta- “se arrojó sobre los alborotadores, á quienes hizo huir a palos”, quedando “dos ó tres muertos, algunos heridos y muchísimos contusos”60. El orden fue restablecido por Espartero al mando de la tropa y la ciudad volvió a la calma. Al día siguiente, Francisco Balmes, abogado moderado que había participado en el motín del día anterior, se presentó delante de un grupo de progresistas y comenzó a insultarles. Cuando los “insultados quisieron arrestarle y llevarle á la autoridad” él “sacó una pistola” huyendo a su casa “donde se encastilló” con “cinco bocas de fuego” disparando y “matando á un cazador de Luchana y á un nacional” además “del joven Bosch”. Unos soldados forzaron la entrada de la casa y, según los progresistas, Balmes se había suicidado, según los moderados, fue asesinado. Con una soga al cuello, su cadáver fue arrastrado por las calles. Después fue asaltada la imprenta del periódico moderado el Guardia Nacional. Para Alcalá Galiano fue culpa de “la turba furibunda” mientras que para la prensa progresista Balmes se lo buscó pues “su frenesí ultra-monárquico sembró allí mismo el gérmen de su muerte”, pero ven con “repugnancia” lo que se hizo con su cuerpo inerte “el mas horroroso de los espectáculos”. Eso sí, acaban, como no, cargando con los moderados y señalando que sin su violencia no se producirían actos como el del 22 de julio: Si hoy un club, un bajá, comete violencias, injusticias, tropelías, á su modo, mañana las cometerán las masas á su manera [...]. Los puñales y pistolas de los grupos son el remedio de las cuerdas, esbirros y cañones de otra época. Los conservadores huyendo por Atarazanas para salvar la vida, son la segunda edición de los progresistas huyendo en 1837 de las deportaciones de Meer ó de los palos de Breton61.
60 Eco del Comercio, 27 de julio de 1840, núm. 2279; El Constitucional, 22 de julio de 1840, núm. 395. 61 El Constitucional, 25 de julio de 1840, núm. 398; Eco del Comercio, 31 de julio de 1840, núm. 2238. 364
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5. Conclusiones Los casos en este texto relatados no fueron hechos aislados, es un reguero de violencia –concentrado principalmente en el bienio revolucionario de 1835-1837- producto de la dinámica revolución-contrarrevolución inserta en un conflicto bélico que acelera y radicaliza a ambas. Prácticas violentas, violencia como forma de hacer política,violencias de una sociedad en transición que reflejan una politización de la misma. Porque ¿qué eran unas “cuantas gotas de sangre” para reconquistar los derechos que eran negados como dijo el Eco? Si ello suponía un avance hacia el objetivo constitucional, eran simples desgracias que lamentar, no así, claro para quienes eran víctimas de aquella violencia de carácter revolucionario. De carácter revolucionario porque derribó símbolos de poder y autoridad, porque conllevó el cambio de sistema y porque en numerosas ocasiones fue ejercida “desde abajo”. El Eco del Comercio cita “si quieres ver monstruosas locuras, decía un ilustre filósofo, no vayas al Africa; viaja por un pueblo en revolución”62, y es que en una revolución hay esperanzas pero, también miedos, miedos que pueden ser reales o imaginados, pero que impulsan a actos que la gente comúnmente no se plantearía. Daba igual que el frente de guerra principal estuviese lejos, daba igual que las tropas isabelinas no fuesen derrotadas, la percepción de una parte de la sociedad era de enemigos imaginarios, conspiraciones carlistas, e ineficacia gubernamental que se traducía en miedo a la transacción con don Carlos. Porque lo que sí habían percibido era el terror absolutista de 1823, lo que sí percibían eran las quintas –a las que no iban por ejemplo los frailes-, lo que sí percibían eran las continuas contribuciones para sostener una guerra que, recordemos, duró 7 años. Y no podría haber durado tanto sin importantes apoyos. De esos miedos, esas violencias. Pero no toda violencia era igual, había grados de condena y tolerancia. Para el liberalismo no era lo mismo matar a unos presos carlistas, al fin y al cabo eran “canalla”, que erigir barricadas para subvertir el gobierno. Para el progresismo no era lo mismo linchar a un Capitán General proveniente del reinado de Fernando VII que quemar una fábrica ¡propiedad privada! ¡progreso! Eso era intocable. Para el grueso del liberalismo, no era lo mismo quemar un convento que se iba a desamortizar, 62 Eco del Comercio, 31 de julio de 1840, núm. 2283. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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que intentar asaltar el palacio de un arzobispo, lo uno se permitía y lo otro se evitaba. Y si se estaba fuera del poder, se fuese de la tendencia que se fuera, la violencia era un recurso legítimo, ya fuera mediante la teoría progresista de la revolución legal ante el despotismo o a través de menos elaborados retóricamente golpes de estado y conspiraciones palaciegas de los moderados. Todas estas violencias y la impunidad con que se ejercieron varias de ellas, especialmente las del bienio 1835-1837, marcaron un hito y fueron causa del discurso demofóbico del moderantismo isabelino que desde entonces vio con odio furibundo a todo lo que se hallase a su “izquierda”, el pueblo era algo temible que fácilmente se convertía en “chusma” o “turba”, un “pueblo desbordante” al que había que contener, que excluir del sistema, que debía estar quiero y callado, en su casa y en su trabajo, nada de participar en la esfera pública. Para finalizar, me gustaría apuntar que resta por adentrarse en la violencia del trienio esparterista, en que el regente reprimió con dureza la insurrección moderada de octubre de 1841, la radical-republicana de Barcelona en noviembre de 1842 y como despedida bombardeó Sevilla en el verano de 1843. A su llegada al poder, los moderados con Narváez a la cabeza, no se mostraron precisamente misericordiosos, y se dispusieron a construir su estado aplastando a toda la oposición. Bibliografía Alcalá Galiano, Antonio, Historia de las regencias (1833-1843): continuación de la Historia de España de S. A. Dunham. Prólogo de Juan María Sánchez Prieto. Pamplona, Urgoiti Editores, 2008. Franco de Espés Mantecón, Carlos, Los motines y la formación de la junta revolucionaria de Zaragoza en 1835. Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1981. Garrido Muro, Luis, El nuevo Cid. Espartero, María Cristina y el primer liberalismo español (1834-1840). Tesis doctoral dirigida por Carlos Dardé Morales. Universidad de Cantabria, diciembre 2012. Lawrence, Mark, “Las viudas de Comares: un caso de radicalismo popular en la Málaga liberal”. En Blanco, Alda y Thomson, Guy (eds.), Visiones 366
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LA TRANSVERSALIDAD DE LA VIOLENCIA EN LA POLÍTICA DE LA DÉCADA MODERADA (1843-54) Violence transversality in Politics during Moderate Decade (1843-1854)
Oriol Luján Universitat Autònoma de Barcelona
[email protected] Resumen: El presente texto analiza la relevancia de la violencia en la política de la Década Moderada (1843-1854). Evaluando el significado que las distintas formaciones políticas otorgaron a conceptos como los de ciudadanía y pueblo, se ofrece un examen de las prácticas electorales y de regulación del orden público que estos mismos partidos llevaron a cabo. Mediante esta inspección se consideran los puntos en común y las diferencias que Partido Moderado y Partido Progresista, así como el liberalismo más avanzado representado entonces por el Partido Democrático, tuvieron respecto las elecciones y la seguridad pública. El resultado revela una presencia transversal de la violencia en las distintas ideologías políticas de la época, a pesar de las diferencias existentes entre ellas. Palabras clave: ciudadanía, liberalismo, pueblo, elecciones generales, orden público, militarismo. Abstract: This paper analyses the relevance violence had in Moderate Decade (18431854) politics. Evaluating the meaning the different political organisations bestowed to concepts such as citizenship and population, it is offered an examination of the electoral practices and public order’s regulation they accomplished. Through this inspection it is considered both points in common and differences Moderate Party and Progressive Party, as well as the most advanced liberalism represented then by the Democratic Party, had in respect to elections and public safety. The result reveals a transversal presence of the violence among the diverse political ideologies of the period, despite the differences between them. Keywords: Citizenship, Liberalism, People, General Elections, Public Order, Militarism.
Oriol Luján
1. introducción Tradicionalmente, la Década Moderada (1843-54) ha sido asociada al exclusivismo del Partido Moderado, que para afianzar su proyecto político se apoyó de un uso vasto e indiscriminado de la violencia para relegar a sus detractores y afianzarse en el poder. Desde la caída de Baldomero Espartero como regente y presidente del Consejo de Ministros, en julio de 1843, y especialmente con la llegada de Ramón María Narváez en la presidencia, en mayo de 1844, la represión fue especialmente dura. Por ejemplo, a finales de 1845, según datos de Modesto Lafuente, sólo en Francia había 6.849 emigrados políticos españoles1. Hasta tal punto llegó la represión que, siguiendo las aportaciones de Pirala, sólo en el primer año de dominio moderado, entre diciembre de 1843 y diciembre de 1844, se produjeron 214 fusilamientos por motivos políticos, el triple que en los 17 años de gobierno absoluto de Fernando VII2, además de constar un mínimo de 600 acusaciones de delitos políticos entre 1843 y principios de 18453. Esta situación se personifica con el exilio o persecución de personalidades representativas, y también anónimas, del Partido Progresista y del liberalismo más avanzado. Por ejemplo, Salustiano de Olózaga, que tuvo que exiliarse a Portugal después del escándalo de la entrevista con Isabel II a finales de 1843. El mismo camino siguieron tantos otros progresistas, como Pascual Madoz, Juan Prim o Manuel Cortina4. Aun así, si no refugiados en otro país, fueron perseguidos, juzgados y/o encarcelados. Sin ir más lejos, estos tres mismos políticos fueron encarcelados durante un tiempo, antes o después de exiliarse, y acusados de conspirar. Además de la persecución de los contrarios, el proyecto político del moderantismo se caracterizó por el control del orden público con una aplicación arbitraria de la ley y una continuada intervención del poder 1 COMELLAS, J. L.. Los moderados en el poder, 1844-1854. Madrid, C. S. I. C., 1970, p. 136. 2 Ibid., p. 141. 3 PEYROU, F. Tribunos del pueblo: Demócratas y republicanos durante el reinado de Isabel II. Madrid, Centro de Estudios políticos y constitucionales, 2008, p. 164. 4 En referencia a los exilios políticos en el liberalismo, entre otros, SIMAL DURÁN, J. L. “El exilio en la génesis de la nación y del liberalismo (1776-1848)”. Ayer, 94, 2014, pp. 23-48; Emigrados. España y el exilio internacional, 1814-1834. Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2012; CANAL, J.; LEMUS, E. (eds.). París, ciudad de acogida: el exilio español durante los siglos XIX y XX. Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2010; RIVADULLA, D.; NAVARRO, J. R.; LEMUS, E. (ed.), “Los exilios en la España contemporánea”. Ayer, 47, 2002, pp. 11-184; BERRUEZO, M. T. El Exilio español en América en el siglo XIX. Madrid, Mapfre, 1992. 370
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militar en la esfera civil. El ejemplo paradigmático es el uso indiscriminado del estado de sitio, impidiendo el desarrollo de la actividad cotidiana según la aplicación de la ley y la Constitución. Las provincias catalanas fueron unas de las principales afectadas, ya que entre 1844 y 1858 sólo estuvieron gobernadas por la Constitución, y no por un estado excepcional, unos meses entre 1854 y 18555. A pesar de la persistencia de la medida en ellas, no fueron las únicas provincias españolas afligidas, puesto que se trataba del método habitual de actuación del moderantismo para regular el orden público. Para solucionar la existencia de sublevaciones en distintos lugares en 1844, el gobierno Narváez declaró el estado de sitio en provincias como Almería, Logroño6 o Alicante7. Procedió similarmente en las provincias gallegas, cuando en 1846 se instituyeron juntas que pedían Cortes constituyentes8, o ante cualquier signo de alteración del orden. Estas medidas se acompañaban de una clara injerencia del poder militar en la vida civil y política, con un control rígido y constante del capitán general en provincias y también mediante cargos como el de gobernador civil. Si bien en un primer momento del liberalismo sólo en circunstancias excepcionales el cargo de jefe político –a partir de 1849, junto con el intendente, se fusionaron para dar paso únicamente a los gobernadores civiles- podía estar ocupado por un militar, con el tiempo fueron muchos los militares que ejercieron de jefes civiles o gobernadores9. Al mismo tiempo, el éxito del moderantismo y sus grandes mayorías parlamentarias en el Congreso de los Diputados se fundamentaron en la coacción de los adversarios, en la movilización mediante amenazas del funcionariado y en la intercesión y alteración en el resultado de las elecciones. Es decir, el proyecto político del moderantismo se cimentó y se erigió a partir del uso indiscriminado de la violencia y sus ramificaciones diversas, ya fuera con coacciones, amenazas, persecuciones o encarcelamientos. 5 RISQUES, M. “L’excepcionalitat permanent: Catalunya, 1835-1858”. En De Riquer, B. (dir.). Història, política, societat i cultura dels Països Catalans. Barcelona, Enciclopèdia Catalana, 1995, volumen 6, pp. 278-279. 6 ARAQUE, N. Las elecciones en el reinado de Isabel II: la Cámara Baja. Madrid, Congreso de los Diputados, 2008, p. 335. 7 DÍAZ MARÍN, P. Después de la revolución: Centralismo y burguesía en Alicante (1844-1854). Alicante, Instituto de la Cultura Juan Gil-Albert, 1998, pp. 76-93. 8 OLLÉ ROMEU, J. M. L’oligarquia i la construcció de l’estat centralista. Estat de setge a Catalunya (1844-1847). Barcelona, Sarrió, 2003, pp. 120-122. 9 Sobre la figura de los gobernadores civiles, vid. CAJAL VALERO, A. El Gobernador Civil y el Estado centralizado del siglo XIX. Madrid, Ministerio de Administraciones Públicas, 1999. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Por el contrario, y ante tal situación, el empleo de la violencia por parte del Partido Progresista, de los demócratas y republicanos ha sido percibido como el único y el último recurso al que podían acudir para llegar al poder. Si eran perseguidos, encarcelados y vilipendiados y la reina no los llamaba al gobierno, sólo les quedaba la insurrección, y como muestras los ecos de las revoluciones europeas de 1848 o la sublevación de 1854. Este imaginario sitúa al moderantismo ante una asimilación estructural de la violencia para afianzar el orden público y su proyecto político, a la par que el progresismo y liberalismo avanzado se ubica en una coyuntura muy dispar, a la que la violencia supone sólo una apelación en momentos determinados. ¿Hasta qué punto este retrato corresponde a la realidad? Este trabajo tiene como objetivo reflexionar sobre los puntos de unión generados por la concepción de la violencia entre los principales partidos políticos de la época. Así, se analizará si la fuerte injerencia en las elecciones, mediante presiones y otros recursos similares, fueron patrimonio exclusivo del moderantismo o se extendieron entre el común de las formaciones políticas que tuvieron relevancia durante la Década Moderada. En ese supuesto, se examinarán las convergencias o divergencias en conceptos como los de pueblo o ciudadanía para comprender la aprobación o rechazo de la influencia en las elecciones. Por eso, en primer lugar, se trazarán las nociones de ciudadanía que tenían los distintos partidos políticos en el momento y se comparará dicho discurso con la práctica electoral. En segundo término, se valorará el uso de la violencia como instrumento de control del orden público y se comparará tanto el imaginario que las distintas formaciones políticas trazaban alrededor del mismo, como el uso que hicieron de este recurso. Esta estructuración permitirá comparar las diferentes concepciones de la violencia y analizar hasta qué punto existía una visión transversal de la misma en el período histórico examinado. 2. La violencia en las elecciones generales En los primeros compases de la legislatura de 1850-51, Pascual Madoz intervino por primera vez en aquel curso político para denunciar que “la libertad de los electores ha sido comprimida”. Indignado, acusó al ministro de la Gobernación, Luis José Sartorius, de manipulador y de impedir que muchos de sus compañeros progresistas no pudieran sentarse a su lado, como consecuencia de la intrusión que el gobierno había tenido en las elecciones, 372
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coaccionando al electorado. Sartorius le respondió con condescendencia que si había podido salir escogido era gracias a la connivencia de su gabinete, a lo que Madoz, airado, dimitió10. El representante moderado consideraba plenamente legítima la intervención electoral: Sobre la causa que produce la ausencia de estos bancos de esos nobles adalides del partido progresista. ¿Ha sido acaso porque el Gobierno se haya opuesto a que formen parte de este Congreso? Yo le hago esta pregunta al Sr. Madoz. Ni con medios fuertes, ni con medios suaves, ni con la influencia legítima que le da la ley, ni con otros medios de que puede echar mano un gobierno, ¿ha alejado el actual a esos hombres del partido progresista de estos bancos?11.
La intervención del gobierno moderado en las elecciones fue una constante, pero el proceso de control se sistematizó especialmente con la entrada de Luis José Sartorius en el ministerio de la Gobernación, en 1849. Resumiendo, el ministro de la Gobernación coaccionaba a los gobernadores civiles con la finalidad que éstos hicieran lo propio con los alcaldes de los municipios de la provincia que eran de su incumbencia. A veces, incluso los mismos gobernadores visitaban a los electores para darles instrucciones sobre la persona a quien tenían que votar. A la vez, cabe no olvidar que el gobernador era quien nombraba a los alcaldes y quien controlaba las listas electorales y su renovación. Además, los alcaldes de los municipios cabezas de distrito eran presidentes de las mesas electorales y, por lo tanto, podían incidir en el recuento final, si era necesario. No en balde, el artículo 47 de la ley electoral establecía: La votación será secreta. El presidente entregará una papeleta rubricada al elector. Éste escribirá en ella dentro del local y a la vista de la mesa, o hará escribir por otro elector el nombre del candidato a quien dé su voto, y devolverá la papeleta doblada al presidente. El presidente depositará la papeleta doblada en la urna a presencia del mismo elector, cuyo nombre y domicilio se anotarán en una lista numerada12. 10 Diario de las Sesiones de Cortes del Congreso de los Diputados (DSC, en adelante): legislatura 1850-51, pp. 21-29 y 43-51. 11 Ibid, p. 24. 12 “Ley electoral para el nombramiento de diputados a Cortes, 18-3-1846”. El texto se puede consultar en La Esperanza 449, 21-3-1846, p. 3; La Esperanza 451, 23-3-1846, p. 3 y La Esperanza 452, 24-3-1846, p. 3. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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En la práctica, el voto era público y el elector se encontraba solo, coaccionado y controlado en la emisión del voto, que no era secreto, puesto que el alcalde supervisaba su contenido. En consecuencia, la cámara baja quedaba confeccionada mayoritariamente a gusto de los gobiernos moderados de turno, que conseguían mayorías absolutas más que holgadas en el hemiciclo. Esto les permitía gobernar sin demasiadas complicaciones. Prueba de ello son las elecciones generales de 1850. Dieron lugar a un Congreso de 349 políticos con más de 300 moderados13, probablemente cerca de 32014, afines al gobierno liderado por Narváez y con Sartorius en la cartera de Gobernación. Aunque a lo largo de toda la Década Moderada los resultados no siempre fueron tan amplios, el gobierno se aseguraba una mayoría absoluta en el hemiciclo: ya fueran los 225 moderados ministeriales en 184615 o los 194 en 185116. Estos apoyos se conseguían gracias a la coacción del electorado y a la alteración y manipulación de los resultados. Entre 1846 y 1853 las protestas de actas en cada elección no bajaron de las 60. En realidad, la media de las protestas en esos años era del 25%. Con otras palabras, uno de cada cuatro escaños era sospechoso de haberse conseguido con medidas fraudulentas, ya fuera por la coacción del gobierno y sus agentes, por faltas en la formación de las listas, por la división indebida de las secciones, por soborno o por otras razones parecidas17. Este comportamiento electoral respondía a la concepción de la representación política del liberalismo18. El acceso al voto, mediante el sufragio censitario, era muy restringido (2’2% de la población en 1837 y 0’8% en 1846, por ejemplo). Sólo unos muy limitados sectores de la población podían votar, eran aquellos que tenían unas determinadas capacidades económicas -una rienda anual de 200 reales en concepto de contribuciones directas según la ley electoral de 1837, 400 según la de 1846- o bien intelectuales -entre otros, académicos, jueces, curas, médicos o licenciados-19. 13 CÁNOVAS SÁNCHEZ, F. El partido moderado. Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1982, p. 135. 14 ARAQUE, N. Las elecciones..., p. 404. 15 CÁNOVAS SÁNCHEZ, F. El partido moderado... p. 129. 16 ARAQUE, N. Las elecciones... p. 429. 17 PASTOR, L. M. Las elecciones: Sus vicios. La influencia moral del gobierno. Estadística de la misma y proyecto de reforma electoral. Madrid, Imprenta de Manuel Galiano, 1863, p. 23. 18 SIERRA, M.; PEÑA, M. A.; ZURITA, R. Elegidos y elegibles: La representación parlamentaria en la cultura del liberalismo. Madrid, Marcial Pons, 2010; “La representación política en la España liberal”. Ayer, 61, 2006, pp. 1-211. 19 Consulten las diversas prerrogativas en “Ley electoral para el nombramiento de diputados a Cortes, 18-3-1846”. 374
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Estas capacidades que se tenían que acreditar para poder votar respondían a la concepción existente de ciudadanía del momento20. Tanto moderados como progresistas identificaban al ciudadano, es decir al hombre con derechos políticos, al propietario. Según su punto de vista, la autonomía financiera proporcionaba al individuo una independencia indispensable para actuar políticamente con criterio propio y sin influencia significativa alguna. Lo mismo se podía referenciar de las personas que tenían derecho al voto gracias a sus capacidades intelectuales. Sus limitaciones económicas las suplían con creces con la formación recibida para actuar con la misma solvencia. Este discurso de las capacidades enlazaba con las cualidades que estas clases ilustradas tenían. En disponer de un supuesto discernimiento del que el resto de la sociedad no gozaba, ofrecían su juicio como guía común de la población, a través del liderazgo político. Este imaginario está estrechamente ligado a la concepción del pueblo, visto con desconfianza y como insuficientemente preparado para poder ejercer correctamente el ejercicio del derecho a votar21. Tal y como Pierre Rosanvallon ha destacado, ante la disyuntiva ofrecida por el binomio entre la cantidad de personas –el pueblo– y la razón, se prefirió esta última, supuestamente depositada en los segmentos sociales capacitados22. Tal vez esta cosmovisión 20 Al utilizar el término ciudadanía, me refiero al conjunto de población con derechos políticos, definido por el acceso al derecho al voto. Sobre el concepto, FERNÁNDEZ, J.; FUENTES, J. F. “Ciudadanía”. En Fernández, J.; Fuentes, J. F. Diccionario político y social del siglo XIX español. Madrid, Alianza, 2002, pp. 139-144. Complementariamente, entre otros, PÉREZ LEDESMA, M. (dir.). De súbditos a ciudadanos: Una historia de la ciudadanía en España. Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2007; PÉREZ LEDESMA, M. “Ciudadanía y revolución liberal”. En Portillo Valdés, J. M.; Veiga Alonso, X. R.; Baz Vicente, M. J. (ed.). A guerra da Independencia e o primeiro liberalismo en España e América. Santiago de Compostela, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Santiago de Compostela, 2009, pp. 103-128; MILLÁN, J. “La doble cara del liberalismo en España: el cambio social y el subdesarrollo de la ciudadanía”. Mélanges de l’École française de Rome: Italie et méditerranée, 114, 2002-2, pp. 693-710. 21 Una conceptualización de la evolución y significación del término pueblo la ofrece PÉREZ LEDESMA, M. “Ricos y pobres; pueblo y oligarquía; explotadores y explotados: las imágenes dicotómicas en el siglo XIX español”. Revista del Centro de Estudios Constitucionales, 10, septiembre-diciembre 1991, pp. 59-88. Consulten también, entre otros, ÁLVAREZ JUNCO, J. “En torno al concepto de “pueblo”. De las diversas encarnaciones de la colectividad como sujeto político en la cultura política española contemporánea”. Historia Contemporánea, 28, 2004, pp. 83-94; FUENTES, J. F. “Mito y concepto de pueblo en el siglo XIX: una comparación entre España y Francia”. Historia Contemporánea, 28, 2004, pp. 95110; VARELA SUANCES-CARPEGNA, J. “El pueblo en el pensamiento constitucional (1808-1845)”. Historia Contemporánea, 28, 2004, pp. 205-234. 22 ROSANVALLON, P. La consagración del ciudadano. Historia del sufragio universal en Francia. México, Instituto Mora, 1999. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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queda mejor sintetizada en las palabras que Joaquín Francisco Pacheco, líder de la futura fracción puritana, la más avanzada del moderantismo, ofreció en las Cortes Constituyentes de 1836-37: La clase ínfima de la sociedad no puede pretender que se la tenga [electoralmente en cuenta]. Fáltenle muchas de las dotes que hemos señalado: carece de la propiedad, carece de la inteligencia, carece del amor al orden. Pero si en sus ideas se hiciese consistir la idea democrática, más bien que la igualdad y el derecho común, consistiera ésta en el desorden y el trastorno23.
Con otras palabras, ya que el común de la sociedad era considerada no suficientemente ilustrada y la población con derecho al voto gozaba de un supuesto entendimiento superior otorgado por la autonomía que le concedían las propiedades y las riquezas materiales e intelectuales, éstas ofrecían un servicio al resto. Es en esta visión donde se tiene que ubicar el papel dirigente del gobierno y sus intromisiones en los resultados. Partiendo desde este imaginario, se entiende perfectamente la visión legitimadora que el moderantismo se otorgaba en el gobierno para coaccionar y dirigir las elecciones a sus anchas. Y el progresismo, si compartía estos fundamentos ideológicos en su visión de la ciudadanía, entonces ¿cómo encajaba su práctica electoral con el discurso ofrecido? En primer lugar, cabe recordar que el progresismo coincidía plenamente con la aplicación de un sufragio restringido (me he referido al 2’2% del porcentaje de población con derecho a voto en 1837, índice que en el proyecto de constitución de 1856 subió hasta cerca del 7% de la población)24. Es decir, aunque estaban a favor de una mayor participación social en la esfera pública con una ampliación del porcentaje del censo respeto del concedido por el moderantismo, su visión de la ciudadanía no distaba demasiado de la configurada por sus adversarios. En consecuencia, también asociaban el derecho al voto a las capacidades, ligadas al binomio ciudadano – propietario. Desde este punto de vista, no se descartaba la función directora del gobierno en las elecciones para garantizar el bien general. Por ejemplo, con la ley de 1837 y hasta 1845 las elecciones generales tenían lugar con las provincias como circunscripciones, pero internamente se 23 Recogido por NIETO, A. Mendizábal. Apogeo y crisis del progresismo civil: historia política de las cortes constituyentes de 1836-1837. Madrid, Ariel, 2011, p. 372. 24 SANTIRSO, M. Progreso y libertad. España en la Europa liberal (1830-1870). Barcelona, Ariel, 2007, p. 144. 376
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organizaban en distintos distritos. Como ha puesto de manifiesto Natividad Araque, el número de estas demarcaciones, establecido por las diputaciones provinciales, fue creciendo sin ningún tipo de proporcionalidad, criterio o razonamiento por parte del gobierno. En realidad, su principal objetivo era obtener un mayor control en los resultados gracias a la intervención de las autoridades locales en dichos reducidos territorios25. Es decir, también los gobiernos progresistas durante la regencia de Espartero (1840-43) participaron de maniobras para garantizar su triunfo electoral. Asimismo, sus prácticas a la vez de coacción al electorado se entienden como resultado de la cosmovisión de la ciudadanía y del pueblo que compartían con el moderantismo. En las elecciones de febrero de 1843, aún en tiempos de Espartero, el corresponsal de La Posdata en Tordesillas (Valladolid) denunciaba: Los agentes ministeriales emplean medios maquiavélicos para triunfar en las elecciones. Ayer, como si este honrado y pacífico vecindario fuese una banda de asesinos, apareció en la plaza la fuerza de 22 soldados de caballería, en actitud amenazadora y con orden, según dijeron algunos, de acometer a los electores independientes si los ministeriales no triunfaban en la elección de la mesa26.
Esos mismos comicios estuvieron atestados de circunstancias parejas. Sin ir más lejos, en Motril (Granada) se presentó un séquito de hombres con trabucos cerca del colegio electoral y con la intención de coartar la libertad de los electores. De los altercados producidos salió un hombre apuñalado27. Con todo, vale la pena ofrecer algunos matices a dichas prácticas. Por ejemplo, que la manipulación electoral fue mucho más organizada y persistente con el moderantismo. No en balde, las elecciones de 1854 han sido consideradas las más limpias de toda la monarquía de Isabel II por la escasa intervención del gobierno.28 Entonces sólo hubo 13 actas electorales con protestas.29 En medio de este entramado, ¿dónde se situaba el liberalismo más avanzado, encarnado en la Década Moderada por los demócratas, 25 ARAQUE, N. Las elecciones... pp. 331-332. 26 “Revista Nacional”. La Posdata, 363, 6-3-1843, p. 2. 27 RAMOS VÁZQUEZ, I. “Olivares González, Juan Antonio”. En Urquijo, M. (dir.). Diccionario biográfico de parlamentarios españoles (1820-1854). Madrid, Cortes Generales, 2012. 28 BURDIEL, I. Isabel II. Madrid, Taurus, 2010, p. 353. 29 ARAQUE, N. Las elecciones... p. 481. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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representantes del Partido Democrático que nació en 1849? En primer lugar, me referiré a su concepción y visión de la ciudadanía. Entre los principios políticos de la nueva formación sobresalía la defensa de la soberanía nacional como pedestal y la democracia como resultado de tal concepción, aplicada mediante la representación nacional. Dichos principios se fundamentaban en la elección directa mediante sufragio universal. Además, otra línea distintiva era una clara ampliación de los derechos individuales, que debían ser garantizados y que en su fundamentación estaba tanto una consideración igualitaria de las personas como el fomento del desarrollo de las mismas. Si bien algunos derechos eran compartidos con los progresistas, como los de impresión y expresión, los demócratas iban un paso por delante y establecían la necesidad de que el estado garantizara unos principios básicos para el progreso de la vida política y social de las personas. Tales eran, entre otros, la seguridad individual, la inviolabilidad del domicilio, la libertad de reunión pacífica para cualquier objeto lícito (político o no), el derecho a una igual participación de todas las ventajas y derechos políticos o el derecho a la instrucción primaria gratuita30. Es decir, en último término los demócratas situaban al ciudadano como elemento central, que no podía quedar excluido. Al contrario, tenía que ser un sujeto participativo y titular de los derechos civiles, políticos y sociales e independiente de toda subordinación y coacción31. Eso es, un ser dominado únicamente por su propia voluntad y poseedor de los derechos ciudadanos. En consecuencia, las limitaciones económicas no podían ser una restricción para acceder al derecho al voto. Esta visión y concepción de la política se diferenciaba claramente de los principios de los moderados y progresistas, que habían dominado la política en las últimas décadas. Substancialmente, los demócratas concebían el voto ya no como una función o servicio de las clases ilustradas o capacitadas al conjunto de la población, sino como un derecho. Además, puesto que defendían el sufragio universal, su concepción de la ciudadanía no estaba ligada una visión restringida, explicitada en el sufragio censitario. Al contrario, su apuesta era extender el derecho al voto al conjunto de la población. 30 El Clamor Público, 10-4-1849, pp. 1-2. 31 PEYROU, F. Tribunos del pueblo... p. 107. Para una consulta de la evolución del discurso y pensamiento democrático español del siglo XIX, PEYROU, F. La Comunidad de Ciudadanos: El Discurso Democrático-Republicano en España, 1840-1868. Pisa, Edizioni Plus-Pisa University Press, 2006; “A great family of sovereign men: Democratic discourse in nineteenth-century Spain”. European History Quarterly, 43, 2013-2, pp. 235-256. 378
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Aun así, ¿se correspondía dicha visión política con la práctica electoral? A pesar de los discursos emitidos, la actuación de los demócratas estaba en tela de juicio. Lo demuestra Aniceto Puig, que fue uno de los dos únicos representantes demócratas, junto con Tomás Jaén, en el Congreso de 1850. Puig se presentaba por su distrito natal, el de Figueres, donde ya había sido representante a Cortes en 1846. El demócrata se impuso a pesar de algunas acciones de los moderados, como el hecho de que el segundo teniente de alcalde de Figueres intentó controlar el acceso a la entrada del colegio electoral. En realidad, las coacciones no fueron únicamente un instrumento a manos de los partidarios gubernamentales. Según algunas quejas de electores favorables al aspirante moderado, algunos partidarios de la candidatura demócrata se situaron delante del colegio electoral, controlando la entrada del mismo e influyendo en el sentido del voto32. Además, estos mismos demandantes también denunciaron haber recibido amenazas de muerte. Todas estas prácticas hacen pensar que si bien algunas de las quejas podían ser magnificadas, parte de verdad contenían cuando la mesa electoral, partidaria mayoritariamente del aspirante demócrata, a pesar de refutarlas en líneas generales reconocía que se podía haber influido en algunos electores por parte de los partidarios de Aniceto Puig, que ocupaban las escaleras y los alrededores del colegio33. También la elección de Tomás Jaén en 1850 estuvo bajo sospecha. Natural de Estella, se impuso a Facundo Goñi López en el distrito de Estella (Navarra). Según el periódico progresista El Clamor Público las autoridades se emplearon a fondo para favorecer el éxito moderado en Estella: “parece se han puesto en juego cuantos medios son imaginables para impedir la elección del Sr. Jaén, los cuales no ignora éste, pero no han bastado para que consiguiera su triunfo”34. Según parece, también los partidarios de Jaén tuvieron una intensa actividad para convencer al electorado. Según un corresponsal de La España: La candidatura del señor don Facundo Goñi en el distrito de Estella va ganando cada día más terreno, siendo muy probable que triunfe a pesar de lo mucho que trabajan los amigos del señor Jaén en favor de éste35. 32 Acta electoral del distrito de Figueres (5 de septiembre de 1850), ACD, Elecciones. 33 Íbidem. 34 El Clamor Público, 8-9-1850, p. 2. 35 La España, 23-8-1850, p. 3. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Es decir, probablemente los partidarios de Jaén también probaron si no de coaccionar al electorado, presionarlo o convencerlo en su favor. Aún más sospechosa es la victoria de Jaén, cuando el alcalde de Estella era su hermano36, prueba sin duda de la influencia que éste podía ejercer en los resultados como presidente de la mesa electoral. La duda sobre el procedimiento por el cual Jaén obtuvo la victoria llegó al Congreso, pero su admisión fue aprobada. Así, ¿cómo se explican estas contradicciones entre el discurso político del naciente Partido Democrático con sus prácticas electorales, que tampoco ahorraron en el recurso de la violencia? Sin duda, estas realidades son posibles a partir del concepto de ciudadanía y de pueblo que entonces tenía el conjunto de políticos demócratas. Se diferenciaban por la defensa de un sufragio universal, pero para llegar a él, los demócratas lo juzgaban posible desde el alcance y la disposición de una sociedad ilustrada, suficientemente capacitada para poder votar con autonomía y conocimiento, circunstancias que según su entender aún no se cumplían. Por eso, su visión del pueblo todavía debía mucho a la ofrecida por moderados y progresistas, según la cual éste era visto con desconfianza y vulnerabilidad. Por eso, los demócratas creían que la población tenía que ganar propia consciencia y autonomía intelectual mediante una educación popular antes de poder emanciparse. En consecuencia, mientras no se alcanzase esa realidad, tenían que guiar a los electores para ilustrarlos37. En resumen, el uso de la violencia política en las elecciones de la Década Moderada no puede atribuirse únicamente al Partido Moderado, puesto que tanto moderados, progresistas como demócratas hicieron uso de coacciones al electorado, además de otras injerencias e intrusiones en el desarrollo habitual de los comicios. Estas prácticas transversales se explican a partir de la participación común en la visión del conjunto de la sociedad, percibida todavía con insuficiente criterio y autonomía para poder expresarse con conocimiento de causa. Por eso, moderados y progresistas compartían la mirada de la ciudadanía, entendida desde las capacidades económicas e intelectuales que una limitada porción de la población disponían para poder 36 El Heraldo, 10-9-1850, p. 3. 37 Peyrou indica la existencia de una visión y percepción del pueblo, por parte de sectores demócratas, como poco preparado, y necesitado de instrucción para conseguir la soberanía individual, al menos hasta 1868. Vean PEYROU, F. Tribunos del pueblo… pp. 133-136; PEYROU, F. La Comunidad de ciudadanos… pp. 29-30. 380
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votar. Con ellas, se les atribuía el discernimiento que el resto no tenía. En cambio, los demócratas apostaban por extender el derecho de ciudadanía al conjunto de los ciudadanos. Sin embargo, su visión del pueblo, concebido como insuficientemente preparado, les hacía actuar en las elecciones de un modo parejo a moderados y progresistas, hasta que el conjunto de la población no se instruyera suficientemente como para poder votar con suficiente criterio. 3. Legitimidades encontradas: la violencia en la gestión del orden público
Otro enlace del moderantismo que lleva a la violencia es la gestión del orden público. Como ya he avanzado, su proyecto político se fundamentó tanto en la persecución de los contrarios, como en el control del orden público con una aplicación arbitraria de la ley y con un continuado abuso de la fuerza militar. Esta práctica se justificaba a partir de la vinculación entre el gobierno y los deseos de la nación. Fernández Sarasola se ha referido a la asociación que el moderantismo hacía del gobierno con el régimen, de forma que cualquier tipo de oposición y cualquier ataque a la formación los transformaba en una agresión al sistema político38. Así, su pensamiento y deseos se convertían en los principios ajustados a las necesidades de la nación y, por eso, creían tener legitimidad para aplicar la violencia a sus anchas, para resguardar el bien general de la nación. Así, los que no coincidían con estos principios ofrecían perspectivas políticas equivocadas, que como tales, si afectaban a la conservación del orden público y contribuían no sólo a alterarlo, sino a trastornar el correcto desarrollo político de la sociedad, había que reprimirles. Ese pensamiento lo expresaba perfectamente el mismo presidente del Consejo de Ministros, Ramón María Narváez, en otoño de 1844 y ante la presencia aún de tramas carlistas: Los enemigos del orden público, los enemigos de la Reina, los enemigos de las instituciones, es decir, señores, los fanáticos partidarios de D. Carlos y los satélites de la revolución, trabajan de consuno dentro y fuera de España para envolver al país en nuevos trastornos y revueltas. En Madrid se ha querido enarbolar la bandera de la revolución empezando por la perpetración de un crimen horrible indigno del noble carácter español. Pero el Gobierno de S. M., que vela incesantemente por la conservación del orden público, 38 FERNÁNDEZ SARASOLA, I. Los partidos políticos en el pensamiento español: De la Ilustración a nuestros días. Madrid, Marcial Pons, 2009, p. 82. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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ha podido descubrir tales y tan monstruosas maquinaciones; ha preso a los delincuentes, y los ha puesto bajo la influencia de los tribunales de justicia39.
La misma perspectiva era válida tanto para progresistas como para liberales avanzados. Los moderados temían la inclinación hacia la violencia de estos sectores, que recurrían a ella mediante tumultos y movilizaciones sociales que podían terminar con un pronunciamiento militar y con la recuperación del poder. En consecuencia, los moderados rechazaban esta violencia, apoyada en el pueblo sin derechos políticos, y por lo tanto gente no instruida ni legitimada para guiar el buen sentido de las instituciones. Así, eran éstas las legitimadas para ejercer la violencia política, partiendo del principio que representaban la población capacitada40. En buena medida, como apuntó María Cruz Romeo, fue el miedo a la revolución lo que impulsó a los sectores conservadores liberales a frenar el desarrollo del liberalismo, considerando desde su posición política que ya se había alcanzado cotas de progreso suficientes41. Siguiendo los argumentos desplegados, los progresistas y liberales avanzados tenían que ser reprimidos para asegurar que su tendencia hacia los actos violentos no alteraría el orden público ni el interés nacional, representado por el gobierno moderado, a su mismo entender. Desde una perspectiva progresista, en cambio, se protestaba contra esta represión sistemática de sus partidarios. Este modelo punitivo fue ampliamente criticado por sus víctimas, que entendían la violencia como una coartación a la libertad de expresión y pensamiento. Domingo Miguel Ballestero, representante de Calatayud (Zaragoza) en el Congreso de los Diputados, exponía en la legislatura 1847-48: En la provincia de Zaragoza hace ya años que por desgracia la violencia y la arbitrariedad se han convertido en sistema. Los destierros, los atropellos, las escandalosas multas, las exacciones de todo género y todas las calamidades que pueden amenazar a los hombres han llovido sobre mi país. Yo creía que el sistema de legalidad y tolerancia 39 DSC: legislatura 1844-45, p. 92. 40 Sobre la visión que los moderados tenían del progresismo, PRO RUIZ, J. “La mirada del otro: el progresismo desde el moderantismo”. En Suárez Cortina, M. (ed.). La redención del pueblo: La cultura progresista en la España liberal. Santander, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cantabria, 2006, pp. 271-289. 41 ROMEO MATEO, M. C. “Lenguaje y política del nuevo liberalismo: moderados y progresistas, 1834-1845”. Ayer, 29, 1998, pp. 37-62. 382
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que aquí se ha proclamado tan solemnemente tendría eco en las provincias, y que las autoridades no repetirían hechos que a todos nos han llegado bajo el pretexto de conspiraciones, unas progresistas, otras carlistas42.
Sin duda, la represión del moderantismo fue indiscriminada y abusiva contra sus adversarios políticos. Asumiendo esta realidad como punto de partida, ¿hasta qué punto el progresismo no hizo un uso similar de la violencia cuando estuvo en el poder o tuvo oportunidad de hacerlo? ¿Recurrió a ella para reprimir a sus adversarios políticos y/o para asegurar la tranquilidad en el orden público? La realidad, una vez más, demuestra como los progresistas también se valieron de recursos parejos para gestionar realidades similares, a pesar de sus críticas continuadas a los métodos arbitrarios del moderantismo. Si bien es cierto que una aplicación tan despótica de la represión política mediante el militarismo no fue tan recurrente a manos progresistas, también es cierto que no ahorraron en su aplicación, si se daban las circunstancias. La provincia de Barcelona lo experimentó sobradamente, ya que vivió estados de excepción constantes desde 1835 hasta 184343. Es decir, también se aplicaron sin problemas estados excepcionales en períodos de gobierno progresista. Si se levantaron en 1854, el estado de sitio volvió a aplicarse ante la huelga general y los hechos de 1855, con una represión que nada tenía que envidiar a las reprimendas moderadas, a pesar de intentar una política más civilista y menos militarizada en Barcelona en los primeros años del Bienio Progresista. Además, así como muchos progresistas fueron apartados de sus cargos durante la Década Moderada, lo mismo ocurrió con los moderados durante períodos de mandato progresista. Por poner un par de ejemplos, Joaquín José Álvarez Quiñones fue cesado como fiscal general de la Deuda Pública durante el Bienio Progresista por su militancia en el Partido Moderado. Recuperó el cargo en 1856, después que sus compañeros políticos recuperaran el poder44. Lo mismo le ocurrió a Santiago Aparicio de la Azuela durante la regencia de Espartero. Fue apartado de la tesorería de rentas de la provincia de Burgos hasta que los moderados recuperaron el 42 DSC: legislatura 1847-48, p. 923. 43 RISQUES, M. L’estat a Barcelona: Ordre públic i governadors civils. Barcelona, Editorial Base, 2012, p. 41. 44 AGUADO CABEZAS, E. “Álvarez Quiñones y Álvarez López, Joaquín José”. En Urquijo, M. (dir.). Diccionario biográfico… Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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gobierno en 184445. No se trataba sólo de ocupar los cargos políticos con personas de confianza o colegas de formación política, sino que había en el fondo de la cuestión una clara voluntad de reprimir a los que no militaban en el mismo partido. Una muestra de esta intencionalidad la expone Ramón Martí d’Eixalà, que fue apartado en 1840 de su tarea docente como profesor de derecho español y de derecho mercantil en la Universidad de Barcelona. La Junta Provincial de Barcelona, dominada entonces por progresistas, le cesó del cargo durante toda la regencia de Espartero46. Entonces, la aplicación de la violencia en la gestión del orden público por parte del Partido Moderado y del Partido Progresista no fue tan diferente en tiempos de gobierno de uno u otro partido. Ambas formaciones cesaron a sus oponentes de los cargos públicos cuando llegaron al poder y ambas formaciones reprimieron, sin ahorrar ningún tipo de dureza, a los que alteraban el orden público. Quizás, se puede matizar el grado de persecución política de los adversarios, con una mayor dureza e intransigencia por parte de los moderados. En este caso, resulta más difícil comparar dichas prácticas con la acción del Partido Democrático. Entre otras razones, porque sus posiciones fueron muy minoritarias en esos años. Por ejemplo, incluso en las Cortes Constituyentes de 1854 sus representantes no llegaron a la treintena47. Por lo tanto, no tuvieron posibilidad alguna de gobernar. En consecuencia, no pudieron demostrar con acciones prácticas cuáles eran sus auténticas maneras de gestionar el orden público y cuál era el uso de la violencia que hacían en su administración. Los demócratas no formaron parte del gobierno ni en 1854 ni en 1868, con lo que difícilmente se puede llegar a algún tipo de conclusión reveladora, más allá de señalar sus críticas constantes a la represión que sufrieron, especialmente en tiempos de gobiernos moderados. Por ejemplo, después de la represión que el gobierno de Narváez hizo ante los ecos españoles de los hechos revolucionarios de 1848, muchos de los futuros demócratas presentaron una enmienda al discurso de contestación a la Corona de la legislatura a Cortes de 1848-49. Entre los proponentes había 45 FERNÁNDEZ SANCHA, A. “Azuela y de la Moneda, Santiago Aparicio de la”. En Urquijo, M. (dir.). Diccionario biográfico… 46 RIQUER PERMANYER, B. “Martí de Eixalá, Ramón”. En Urquijo, M. (dir.). Diccionario biográfico… 47 Sierra, Peña y Zurita contabilizan 25 escaños democráticos en SIERRA, M.; PEÑA. M. A.; ZURITA, R. Elegidos y elegibles... p. 200. Natividad Araque los aumenta a 27 en ARAQUE, N. Las elecciones… p. 482. 384
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Luis Sagasti, Aniceto Puig, Manuel María de Aguilar, José Ordax Avecilla y Nicolás María Rivero. Sobre los hechos aseguraban: En medio de los profundos e inesperados cambios políticos que han elevado casi toda Europa al régimen representativo, es verdaderamente doloroso que el Gobierno de V. M. se haya decidido a usar de una autorización que para casos no sobrevenidos le concedieron las Cortes, y que quizá por esto se hayan visto ensangrentadas las calles de la capital, y las ciudades y campos de la Península. La sensatez y lealtad del pueblo español son virtudes tan arraigadas como la disciplina y el valor en el ejército, pero es gran calamidad que el Gobierno las haya puesto a prueba en luchas repetidas y funestas48.
En realidad, los representantes del futuro Partido Democrático utilizaban el discurso para condenar la violencia ejercida por el moderantismo. Sin embargo, pasaban por alto el uso que habían hecho algunos compañeros suyos y futuros colegas de partido, como José María Orense, que estuvo implicado en los intentos revolucionarios de 1848 que tuvieron lugar en Madrid. Este tipo de comportamiento les asemejaba nuevamente a las prácticas de los otros partidos, Moderado y Progresista, en la apelación del discurso para condenar o justificar el uso de la violencia según el emisor. Es decir, el recurso de la violencia era reprobado o aceptado en función de quién la ejerciera y fundamentalmente sólo en función de esta circunstancia. Este ejemplo de 1848 lo demuestra en el caso del Partido Democrático, que condenaba la represión hecha por el gobierno, pero justificaba -por omisión- las movilizaciones y altercados de la calle. Sin lugar a dudas, los políticos moderados y progresistas hicieron lo mismo. Por ejemplo, el moderado ministro de la Gobernación Manuel Bertran de Lis justificaba el uso del estado de sitio con estas palabras: El Gobierno cree que en circunstancias excepcionales, siempre lamentables, tiene necesidad imperiosa de revestir de esa facultad discrecional a las autoridades militares, si no quiere prescindir de la primera y más principal de sus obligaciones, que es la de conservar el orden público a toda costa. La reconcentración de la autoridad judicial en una mano, cuando se presentan circunstancias en que la tranquilidad pública puede peligrar, es indispensable; porque si bien por esta disposición puede lastimarse algún tanto el principio 48 DSC: legislatura 1848-49, p. 52. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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de la seguridad individual, preciso es que ese principio haga algún sacrificio en aras de la seguridad general, que es primero que aquel. Tan necesaria es esta medida de represión, que no ha habido país alguno en que no se haya establecido49.
En cambio, sus representantes condenaban cualquier tipo de violencia ejercida por sus adversarios. Ya he mencionado las palabras de Narváez. Por dar voz a este pensamiento, el diputado moderado Salvador Calvet se expresaba en los términos siguientes para justificar la aprobación de la Constitución de 1845 y desestimar la de 1837: ¿Es posible gobernar cuando el alcalde a las tres horas podía tener reunidos, como en Madrid, Barcelona y otras capitales de provincia, 9 o 10.000 hombres y dictar la ley al Gobierno? ¿Es posible gobernar con una ley de Milicia concebida en estos términos? Y si dejando ya a la Milicia entramos en la ley de Ayuntamientos, díganme francamente los Sres. Diputados: ¿creen posible gobernar con los Ayuntamientos montados con arreglo al art. 70 de la Constitución? ¿Puede gobernarse con esta democracia civil unida a la democracia militar? ¿Qué puede hacer el Gobierno, si cada Ayuntamiento es un poder, y cada pelotón de milicianos cree poder llevar el memorial de sus agravios en la punta de las bayonetas? ¿Es posible gobernar cuando los Ayuntamientos se creen autorizados para representar contra el Gobierno y alzarse tumultuariamente de sus decisiones?50.
En el pensamiento de Calvet, y del moderantismo en general, gravitaba la voluntad de monopolizar el uso de la violencia por parte del Estado. Como apunta Dieter Langewiesche, los liberales eran defensores del monopolio estatal de la violencia, mientras rechazaban cualquier forma de violencia como instrumento de acción política51. A este imaginario también coincidían con el Partido Progresista, que en momentos revolucionarios también tendía a rechazar la violencia no controlada por el Estado, una vez habían conseguido el poder. Por eso, en 1840 o en 1854 se opusieron a las juntas o a otras organizaciones que podían ejercerla. Con todo, cuando los 49 DSC: legislatura 1851, p. 1119. 50 DSC: legislatura 1844-45, p. 353. 51 LANGEWIESCHE, D. “Liberalismo y burguesía en Europa”. En Fradera, J. M.; Millán, J. (eds.). Las burguesías europeas del siglo XIX: Sociedad civil, política y cultura. Madrid, Biblioteca Nueva, 2000, pp. 169-201. 386
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progresistas estuvieron en la oposición criticaron, como se ha visto, el uso indiscriminado de la violencia por parte del Partido Moderado, a la vez que no descartaban hacer uso de ella para alcanzar el poder. En definitiva, los comportamientos de unos y otros se asemejaban cuando se trataba de utilizar o rechazar la violencia. El punto de vista acostumbraba sólo a cambiar según la condición de la persona que expresaba su opinión. No era lo mismo estar en el poder, que en la oposición. 4. Balance final Guy Thomson se ha referido al protagonismo que la violencia tuvo en España a lo largo del siglo XIX. Señala cuatro elementos clave para entender la larga duración e intensidad de la violencia política que acompañó España en la emergencia del Estado liberal. En primer lugar apunta a una tradición insurreccional que empezó como mínimo desde la invasión francesa en 1808 y como mínimo continuó hasta mediados de la década de 1890. En segundo lugar, señala la división de la monarquía a lo largo de 40 años entre facciones liberales y carlistas. También una cultura de representación política caracterizada por la extrema intolerancia de la oposición, una manipulación electoral generalizada y una justicia local altamente politizada y gobernada desde el centro político. Finalmente, se refiere al extenso rechazo de los movimientos políticos democráticos, socialistas y republicanos por parte de la mayoría de partidos políticos52. Este texto ha abordado especialmente el tercer punto, eso es, el análisis de una política intransigente con la diferencia. En este sentido, he tratado de reflexionar sobre los puntos de unión que los distintos partidos políticos españoles de mediados del siglo XIX exhibieron en torno a la violencia. Así, he considerado la fuerte injerencia en las elecciones, mediante presiones y otros recursos enérgicos, que en realidad no fueron patrimonio exclusivo del moderantismo, sino que se extendieron entre la mayoría de las formaciones políticas que tuvieron relevancia durante la Década Moderada. Esto se explica por la convergencia de los distintos partidos en la visión de conceptos como los de pueblo, que era percibido con desconfianza para poder extender los derechos políticos a la mayoría de la sociedad. Por eso, la influencia en las elecciones se presentó como una necesidad para ilustrar a la población en general. 52 THOMSON, G. The Birth of modern politics in Spain: Democracy, Association and Revolution, 1854-75. Hampshire, Palgrave MacMillan, 2010, p. 4. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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En segundo lugar, se ha hecho especial hincapié en el uso de la violencia como recurso para gestionar el orden público. Asimismo, se ha demostrado que tanto el Partido Moderado como el Partido Progresista hicieron uso de la violencia para controlar el orden público y también reprimieron y apartaron de los cargos públicos a sus adversarios políticos cuando estuvieron en el poder. Estas realidades no se han podido comparar certeramente con las prácticas del Partido Democrático, puesto que sus posiciones fueron tan minoritarias que no les permitieron gobernar en ningún momento y, por lo tanto, no gestionaron el orden público. En todo caso, se ha corroborado que actuaron de forma similar a los demás partidos liberales en tanto que usaron el discurso político para condenar la violencia del Estado contra ellos, pero no para hacer lo propio con las movilizaciones que secundaron en la calle. Esta misma conducta se repitió en moderados y progresistas, puesto que todos tenían la voluntad de monopolizar la violencia por parte del Estado y frenar la posibilidad que ésta pudiera ser utilizada por fuerzas ajenas al poder político. Bibliografía Aguado Cabezas, Elena, “Álvarez Quiñones y Álvarez López, Joaquín José”. En Urquijo, Mikel (dir.), Diccionario biográfico de parlamentarios españoles (1820-1854), Madrid, Cortes Generales, 2012. Álvarez Junco, José, “En torno al concepto de “pueblo”. De las diversas encarnaciones de la colectividad como sujeto político en la cultura política española contemporánea”, Historia Contemporánea, 28, 2004, pp. 8394. Araque, Natividad, Las elecciones en el reinado de Isabel II: la Cámara Baja. Madrid, Congreso de los Diputados, 2008. Berruezo, M. Teresa, El Exilio español en América en el siglo XIX. Madrid, Mapfre, 1992. Burdiel, Isabel, Isabel II. Madrid, Taurus 2010. Cajal Valero, Arturo, El Gobernador Civil y el Estado centralizado del siglo XIX. Madrid, Ministerio de Administraciones Públicas, 1999. Canal, Jordi; Lemus, Encarnación (eds.), París, ciudad de acogida: el exilio español durante los siglos XIX y XX. Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2010. 388
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LA INSTRUMENTALIZACIÓN DE LA VIOLENCIA CON FINES ELECTORALES. UNA PANORÁMICA SOBRE LAS ORGANIZACIONES PARAMILITARES DE WEIMAR The Instrumentalization of Violence with Electoral Purposes. An Overview of the Paramilitary Organizations of Weimar Jorge Ballesteros Marín Universidad de Alicante
[email protected] Resumen: Contemporáneas a las célebres S.A. del Partido Nazi, muchas otras organizaciones paramilitares asociadas a partidos de todo el abanico político alemán, usaron prácticas violentas como elemento de propaganda y presión sobre el electorado. La Reichsbanner socialdemócrata, la Stahlhelm de los nacionalistas o el Rotkämpferbund comunista confluyeron en los espacios públicos de la Alemania de Weimar, protagonizando diversos “Zusammenstöße”, violentas colisiones que se saldaban con varios muertos y heridos, a fin de defender sus espacios de control en detrimento de los ajenos. Serán explicadas en este texto las causas y el contexto que motivaron este tipo de actividades violentas, por qué tenían cabida en el juego democrático y por qué la ciudadanía alemana las aceptó. Se analizará la concepción (positiva o negativa) que los líderes políticos tenían sobre la violencia y su resultado táctico sobre el proceso electoral. Y a modo de objetivo divulgativo, se pretende además otorgar la responsabilidad histórica merecida a las olvidadas milicias que jugaron un papel importante en la desestabilización de la joven República de Weimar. Palabras clave: milicias, organización paramilitar, violencia, campaña electoral, República de Weimar. Abstract: Contemporaneous with the celebrated S.A. of the Nazi Party, many other paramilitary organizations associated with parties of the entire German political spectrum used violent practices as an element of propaganda and electoral pressure. The socialdemocratic Reichsbanner, the Stahlhelm of the nationalists, or the communist Rotkämpferbund converged in the public spaces of Weimar Germany, performing diverse “Zusammenstöße”, violent clashes that resulted in several deaths and injuries, in order to defend their controlled spaces at the expense of the others’ ones.
Jorge Ballesteros Marín
The purpose of this text is triple: In the first place the causes and the context which motivated this kind of violent activities will be explained, why they had room inside of the democratic game, and why the German citizens accepted them. Secondly, the awareness (either positive or negative) that the political leaders had about the violence and its tactic results on the electoral process will be analyzed. And finally, with informative objective, it is expected to be given the rightful historical responsibility to the forgotten militias, which played a significant role in the destabilization of the young Weimar Republic. Keywords: Militia, Paramilitary Organization, Violence, Electoral Campaign, Weimar Republic.
1. Introducción La abundante producción literaria sobre la Alemania del siglo XX centra la mayoría de sus líneas en la división del país y su capital como símbolo de una etapa con dos mundos irreconciliables, en aquel conflicto una vez conocido como Gran Guerra y en la Segunda Guerra Mundial y el Tercer Reich. A la etapa anterior, llamada República de Weimar, imprescindible para tener una visión de trayectoria, pocos esfuerzos se le han dedicado para explicarla y difundirla. Cuando se ha hecho, el protagonista no deja de ser aquel que también lo será de la siguiente etapa, en una suerte de retrospección para conocer su génesis, mientras se atribuye el rol de meros personajes secundarios al resto de formaciones políticas. Asociadas a cada una de ellas encontramos a sus organizaciones paramilitares, que marcharon y batallaron entre ellas por las calles de Alemania, en un primer acto de una guerra civil que nunca llegó porque una de ellas se impuso al resto, mediante una legalidad desvirtuada y una represión desmesurada. Nuestro objeto de atención son estas milicias. Su creación, desarrollo y sobre todo, la responsabilidad que tuvieron en la desestabilización de un régimen al que pretendían suplantar. Veremos en esta panorámica el rédito electoral que de esas actitudes se obtenían y la percepción que los alemanes de la República de Weimar tenían sobre la violencia. 2. La República de Weimar, tormenta perfecta La visión del fuego como elemento purificador tras cuyo final no cabe esperar sino una ansiada y esperanzadora renovación, se remonta a la figura del fénix en la mitología clásica. Atractivo por su fuerte carga simbólica, fue venerado por el romanticismo alemán, que encontró un precedente 394
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en su folklore. Sin embargo para los alemanes que vivieron el final de la Gran Guerra, resultó difícil ver en el advenimiento de la República una resurrección inmediata cuando el fuego destructivo se prolongó durante varios años en forma de crisis políticas, económicas y secesionistas que azotaron los primeros años de vida del nuevo régimen. 2.1 La revolución alemana (1918-1919) La predominante situación de la que los Imperios Centrales habían disfrutado durante toda la guerra, se revirtió inesperadamente a partir de agosto de 1918. El Ejército alemán enlazó una derrota con otra en el frente occidental, mientras sus aliados se desplomaban en los Alpes, los Balcanes y en Mesopotamia1. Consciente de la gravedad de la situación, el Alto Mando alemán, auténtico gobernador del Reich desde el otoño de 19162, transmitió al Gobierno el 29 de septiembre de 1918, la imperiosa necesidad de solicitar un armisticio en menos de veinticuatro horas3. El general Ludendorff, de facto dictador del Reich,4 oportunamente se quitó de en medio devolviendo competencias al Reichstag, para que fuesen los políticos quienes estampasen su firma en tan humillante documento5. El SPD6 soñaba con gobernar desde tiempos de Bismarck, en los que había clamado por una revolución que progresivamente abandonaría, seducido por la opción de formar parte del establishment del Reich. Considerándose recientemente patriotas, habían incluso apoyado la guerra. En palabras de Hugo Haase, vicepresidente del partido; “Cuando amenaza el peligro nosotros no dejamos a la patria en la estacada”7, o del presidente August Bebel; “Si se trata de ir en contra de Rusia ¡yo mismo tomaré el fusil!”8. Ese apoyo casi incondicional al régimen propició que, tras la salida de escena de Ludendorff, el nuevo gobierno parlamentarista del canciller Max von Baden incluyera por primera vez dos ministros socialdemócratas. 1 SEMPRÚN, J. Cuerpos francos. El camino al Tercer Reich. Madrid, Actas, 2010, p. 14. 2 HAFFNER, S. La revolución alemana. Barcelona, Inèdita, 2005, p. 21. 3 SHIRER, W. Historia de la Segunda Guerra Mundial y del Tercer Reich. Barcelona, Océanoéxito, 1960, p. 37 4 HAFFNER, S. La revolución… p. 28. 5 HAFFNER, S. La revolución… p.47. 6 Sozialdemokratische Partei Deutschlands. Partido Socialdemócrata Alemán, refundado en 1875. 7 HAFFNER, S. La revolución… p. 19. 8 SPD. Protokoll über die Verhandlungen des Parteitages der Sozialdemokratischen Partei Deutschlands. Abgehalten zu Essen vom 15. bis 21. September 1907. Berlin, Berliner Volksblatt, 1907, p. 255. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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El ejemplo de la revolución rusa se planteaba como una opción entre los exhaustos alemanes9, encontrándose el 29 de octubre su primera manifestación en Kiel, cuando las dotaciones de dos barcos de la Marina Real se negaron a hacerse a la mar, amotinándose peligrosamente. A fin de calmar los ánimos fue enviado Gustav Noske, representante de un SPD para el que la revolución no era más que un eslogan, consiguiendo un triunfo total en su misión de hacerles creer que compartían objetivos. No obstante el ejemplo de los consejos de soldados, obreros y campesinos se expandió peligrosamente por Alemania, llegando a Baviera o incluso a algunos barrios de Berlín, propiciando que Max von Baden dejase la Cancillería a un secretamente monárquico Friedrich Ebert (SPD), al tiempo que el Kaiser abdicaba y Scheidemann (SPD) proclamaba la República desde una ventana del Reichstag, sin consultar con el nuevo canciller. Por todo el Reich se constituyeron consejos de campesinos, obreros y soldados que fueron respetados prudentemente por el nuevo gobierno socialdemócrata, que les permitió incluso formar el Congreso de consejos del Reich, pero sin que le fueran otorgadas parcelas de poder. Para disolverlo, Ebert había pactado secretamente con el general Groener, jefe del Estado Mayor el apoyo mutuo contra los consejos10. De esta manera el Gobierno contaba con el Ejército, que volvía del frente. Sin embargo sus cansadas y desmoralizadas unidades se dispersaban al llegar a las ciudades11. Es en este momento cuando entran en escena los Freikorps, unidades formadas por excombatientes desmovilizados, reacios a abandonar la vida militar, predominantemente ultranacionalistas, antidemocráticos y no siempre monárquicos12, que no podían permanecer pasivos ante los dos grandes problemas del Reich: la pérdida de las provincias orientales13 y la amenaza bolchevique. Serían ellos quienes aplastasen a sangre y fuego el levantamiento espartaquista14 de enero de 1919 o que acabasen con la efímera República Soviética de Baviera en mayo del mismo año. En Berlín, los líderes espartaquistas, Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht fueron asesinados, mientras que en Múnich Kurt Eisner (USPD) y Eugen Levinè 9 Para algunos la de febrero, que expulsó al Zar y para otros la de octubre, que llevó a Lenin al poder. 10 GROENER, W. Lebenserinerungen: Jugend-Generalstab-Weltkrieg. Göttingen, 1957, p. 467. 11 SEMPRÚN, J. Cuerpos francos... p. 24. 12 SHIRER, W. Historia de... p. 40. 13 SHIRER, W. Historia de... p. 39. 14 La Liga Espartaquista, fue una facción del USPD (Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania) que el 30 diciembre de 1918 se constituyó como KPD (Partido Comunista de Alemania) para dejar clara su apuesta por el modelo soviético. Considerada erróneamente por el Gobierno como la fuerza principal instigadora de los consejos, dio nombre (también erróneamente) al alzamiento del 5 de enero de 1919 que acabó con la represión de los Freikorps. 396
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(KPD) no correrían mejor suerte. Terminó así una primera y pacífica etapa de inestabilidad política, comenzando con estas muertes otra etapa de menor inestabilidad pero mayor violencia, con múltiples asesinatos políticos e intentos de golpes de Estado. 2.2 La primera inestabilidad (1920-1925) La joven República estaba tocada de muerte desde el momento mismo de su nacimiento. Cierto es que su Constitución, ratificada el 31 de agosto de 1919, era “el documento más liberal y democrático que hubiera visto el siglo XX”15, pero había sido concebida por los mismos que habían firmado el 28 de junio un Tratado de Versalles que excedía en mucho los “14 puntos de Wilson” sobre los que en teoría debía basarse16. El propio Scheidemann, en aquel momento canciller, había exclamado durante la Asamblea de Weimar “¡Vergüenza para las manos que firmen este Tratado!17”, para a continuación dimitir. Por el contrario Matthias Erzberger, político del Zentrum18 que había representado a Alemania en la firma del armisticio con los aliados en Compiègne, defendió la firma de un Tratado cuyas condiciones eran, en su opinión, fáciles de burlar. Con la misma denominación o no, los partidos políticos de esta nueva etapa eran en esencia los mismos que en la anterior, con la obvia salvedad del KPD y el NSDAP19. Estos dos últimos y otros se postulaban en contra del propio régimen y prometían derribarlo en tener oportunidad. Por ello se hizo necesaria la colaboración entre los partidos constitucionalistas, que formaron gabinetes conjuntos o al menos apoyándose mutuamente durante la década de los años veinte. Estos partidos fueron el SPD, el Zentrum y el DDP20 recibiendo el sobrenombre de “Coalición de Weimar.” Si ya en el imaginario de la extrema derecha existían “los traidores de noviembre”, que habían rendido el Ejército, ahora a este grupo antipatriota había que sumar aquellos que consintieron el Diktat. Creyéndose capaces de 15 SHIRER, W. Historia de... p. 60. 16 SIMPSON, W. Hitler y Alemania. Documentos y comentarios. Madrid, Akal, 1994, p. 25. 17 SHIRER, W. Historia de... p. 62. 18 Fundado en 1870, el Zentrum era el partido democristiano que operaba en la Alemania protestante, hermanado con el BVP (Bayerische Volkspartei) que se extendía por la democrática Baviera, de igual modo que hoy lo hacen el CDU y el CSU. 19 Nationalsozialistiche Deutsche Arbeiter Partei. Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores. 20 Deutsche Demokratische Partei. Partido Demócrata Alemán, de ideología política y económica liberal. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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revertir la situación, en marzo de 1920 tuvo lugar el llamado Putsch de Kapp, si bien la fuerza militar estaba compuesta principalmente por el Freikorps de Lüttwitz. Marcharon sobre Berlín provocando la huida del Gobierno, mientras el gabinete socialdemócrata de Baviera fue depuesto, tomando su lugar el ultraderechista Gustav von Kahr. Los sindicatos y partidos de izquierda llamaron a una huelga general, que acabó rápidamente con el Putsch. En el Ruhr los partidos de extrema izquierda vieron la oportunidad de declarar la dictadura del proletariado21 y crear su propio “Ejército Rojo del Ruhr”, que sería aplastado por el recién reinstaurado Gobierno apoyado por algunos Freikorps leales, que retornaban del Báltico22. Cuando la calma comenzaba a instalarse, Matthias Erzberger fue asesinado el 26 de agosto de 1921. Mejor fortuna tuvo Philipp Scheidemann cuando sobrevivió a un atentado con ácido cianhídrico el 4 de junio de 1922. Veinte días más tarde sería asesinado el ministro de exteriores Walther Rathenau, quien en abril había firmado el Tratado de Rapallo, por el que se establecían relaciones de diverso índole con la Rusia socialista23. A los autores materiales de los tres crímenes había que buscarlos en la constelación de siglas de organizaciones de la extrema derecha, que en los primeros años veinte encontraron “refugio y bienvenida” en el Múnich del comisario von Kahr, junto con “todas aquellas fuerzas [···] decididas a derrocar la República, fundar un régimen autoritario y repudiar el Diktat de Versalles”24. A esta situación se debe sumar la hiperinflación del marco, que en noviembre de 1923 se cambiaba a 4,2 billones por dólar25, lo que provocó a su vez que los franceses ocupasen la zona industrial del Ruhr para cobrar las reparaciones de guerra en especie. Nuevos levantamientos comunistas en Sajonia, Turingia, Hamburgo y el Ruhr, tuvieron que ser aplastados por el Gobierno26. La Baviera de von Kahr desafiaba políticamente al Estado y amenazaba con una marcha sobre Berlín, como la que un año antes Mussolini había protagonizado sobre Roma. Mientras tanto el Palatinado y parte de Renania declaraban su independencia, llegando a emitir moneda propia
21 SEMPRÚN, J. Cuerpos francos... p. 182. 22 SEMPRÚN, J. Cuerpos francos... p. 183. 23 SHIRER, W. Historia de... p. 53. 24 SIMPSON, W. Hitler y Alemania… p. 30. 25 SHIRER, W. Historia de... p. 68. 26 SIMPSON, W. Hitler y Alemania… p. 66. 398
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apoyada por Francia27 y a finales de septiembre fue contenido otro golpe derechista en Prusia28. Es en este contexto cuando tuvo lugar en Múnich el más célebre de todos los Putsche, el de Hitler, para el que usó a un grupo heterogéneo de paramilitares reaccionarios entre los que se encontraban las S.A. La consecuencia de sobra conocida fue una breve estancia en prisión para Hitler y la ilegalización temporal del NSDAP. 2.3 La calma (1925-1929) La estabilidad se asentó con bastante rapidez, gracias a la creación de una nueva moneda y a varias iniciativas internacionales que redujeron las consecuencias de Versalles, como fueron el Plan Dawes o los siete pactos de Locarno. En el plano político la consecuencia directa fue la disminución de los votos para los partidos extremistas, tanto el NSDAP como el KPD, lo cual redujo la crispación, facilitando la convivencia. En el plano social destacó la mejora del ánimo perceptible en el crecimiento de la “industria del ocio” de los clubs nocturnos, los cabarets, las vanguardias o el cine29; mientras que en la primera etapa las grandes obras habían sido las oscuras El gabinete del Doctor Caligari (1920) o Nosferatu (1922), en este periodo más relajado encontramos la esperanzadora y futurista Metrópolis (1927). 2.4 La segunda inestabilidad, el fin de la República de Weimar (1929-1933) El detonante que volvió a sumir a Alemania en el caos tuvo su origen en el parqué de Nueva York, aquel martes negro de 1929. La repatriación de capital estadounidense conllevó una fuerte crisis financiera en el país germano, que vio paralizadas sus iniciativas, dejando sin trabajo a millones de nuevos votantes de los partidos extremistas, que experimentaron un nuevo auge, radicalizando sus discursos. Tras obtener unos cada vez mejores resultados en las elecciones, nacionalsocialistas y comunistas vieron aumentados sus presupuestos, pudiendo abrir nuevas sedes, disponer de más y mejores medios para sus campañas electorales e incrementar sus milicias. Los partidos de la Coalición de Weimar se mostraron incapaces de 27 CARTIER, R. Hitler. Al asalto del poder. Torres de papel, 2014, p. 162. 28 SEMPRÚN, J. Cuerpos francos... pp. 268-271. 29 STURM, R. Informationen zur... p. 51. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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encontrar una solución a la crisis, poniendo en práctica ineficaces medidas prekeinesianas30 que les costaron su reputación profesional. Al no encontrar apoyo en el parlamento debieron recurrir a la fórmula antidemocrática31 del decreto presidencial32, lo que a su vez torpedeó la imagen de la República, para regocijo de nacionalsocialistas y comunistas, que abiertamente clamaban por el fin de un modelo al que querían sustituir. 3. Partido, sindicato, organizaciones sociales, ¿milicia? Las piezas del ajedrez político de Weimar
juventudes y…
La desmovilización de tropas del frente y la entrada en vigor el 10 de enero de 1920, del Tratado de Versalles, cuyo artículo 160 limitaba a 100.000 el número de efectivos del Ejército, supuso la aparición de un problema político y social en Alemania. 3.1 Sector ultranacionalista. Stahlhem, SA y ligas post-Freikorps En la primera etapa de la República de Weimar fueron característicos los Freikorps, que como ya hemos visto, eran ultranacionalistas mercenarios que no obstante luchaban por sus valores; la integridad territorial del Reich y el sofocamiento de levantamientos comunistas. Estas organizaciones paramilitares respondían al nombre e interés de sus comandantes, que se posicionaban siempre en el lado más reaccionario de la discordia; cierto es que apoyaban al gobierno republicano cuando se veía amenazado por un levantamiento obrero, pero por otro lado no dudaban en unirse a un pronunciamiento militar anticonstitucional. Fueron una y otra vez ilegalizados hasta lograr su total desaparición en 1923. Lejos de abandonar la vida castrense, estos contingentes nutrirán las nuevas organizaciones paramilitares inscritas en los cuadros de partidos políticos. Ya desde finales de 1918 existía una de las fuerzas más poderosas que protagonizaría diversos acontecimientos durante toda la República de Weimar. En su denominación, Stahlhelm-Bund der unbesiegt heimgekehrten Frontsoldaten33, se encuentran reflejados los valores que la definen. Ultranacionalistas, 30 SIMPSON, W. Hitler y Alemania…, p. 77. 31 El artículo 48 de la Constitución de Weimar posibilitaba al canciller gobernar sin el parlamento, con el apoyo del Presidente. 32 SHIRER, W. Historia de... p. 166. 33 Casco de acero - Unión de soldados del frente invictos retornados a la patria. STURM, R. Informationen zur politischen Bildung Nr 261/2011. Weimarer Republik. Bundeszentrale für politische Bildung, 2011, p. 61. 400
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conservadores, monárquicos, partidarios del antiguo orden prusiano y todo ello con un marcado carácter castrense34, de dónde provenían sus miembros. De ahí que su nombre fuese “Casco de acero”, en referencia al que portaban los miembros del Ejército. Tanto se veneraba la trayectoria militar, que el elitismo practicado internamente entre sus miembros estribaba en el número de meses transcurridos en el frente en la Gran Guerra. Todo nostálgico del régimen del Kaiser se unió a esta amplia organización, que poseía incluso ramas juvenil y femenina. Más allá de insignias y distintivos, no era posible distinguir los uniformes que portaban estas milicias de aquellos vestidos por el Deutsches Heer35 en las trincheras. El Stahlhem fue la única formación politizada pero apartidista, hasta que en 1928 su Bundesführer, Franz Seldte, lo unió al reaccionario DNVP36 del magnate Alfred Hugenberg, con el que compartía valores e ideología. A mediados de la década de 1920, el Stahlhelm contaba con 400.000 hombres, que en 1929 solo habían aumentado en 25.000, pero tras la radicalización política que siguió al crack sus militantes ascendieron a un millón en 193237. Sus concentraciones anuales, el “Reichsfrontsoldatentag” (día del soldado del frente del Reich) rivalizaba en espectacularidad con los masivos actos del NSDAP y las SA. Por su parte los nacionalsocialistas disponían de su Sturmabteilung38. Para 1920 el recién creado NSDAP contaba con una pequeña unidad de seguridad llamada Saalschutz, encargada de proteger y mantener el orden en el espacio donde el partido daba sus mítines. El cambio en la nomenclatura tendrá que esperar al 4 de noviembre de 1921, cuando un grupo de izquierdistas intentaron boicotear un mitin de Hitler que tenía lugar en el salón principal de la cervecería Hofbräuhaus de Múnich. Una vez comenzado el discurso al que habían accedido, desencadenaron desde dentro de la sala un disturbio que rápidamente se intensificó en lo que se acabó conociendo como la Saalschlacht, o Batalla del salón. El personal de seguridad del partido repelió a los izquierdistas sin problema, impresionando a Hitler, quien quiso tener un gesto de reconocimiento. Declaró el día del nacimiento oficial del cuerpo como tropa de partido, y lo renombró como Sturmabteilung o Sección 34 CARTIER, R. Hitler. Al asalto del poder. Torres de papel, 2014, p. 222. 35 Denominación de las Fuerzas Armadas alemanas entre 1871 y 1918. 36 Deutschnationale Volkspartei (Partido Nacional-Popular Alemán) 37 STURM, R. Informationen zur... p. 61. 38 Vid. LONGERICH, P. Geschichte der SA, Múnich, C.H. Beck, 2003. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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de Asalto, en referencia las unidades de élite creadas en la Gran Guerra. Durante ese año y el siguiente participarán en una serie de encontronazos o batallas campales contra comunistas, como la ocurrida en Coburgo entre el 14 y el 15 de octubre de 192239. La principal enseñanza que aprendieron ese día fue la necesidad de uniformarse para poder reconocerse entre ellos en el fragor de una multitudinaria reyerta callejera. Vestirán a partir de entonces un uniforme muy similar al de campaña del Ejército, color Feldgrau. En 1923 durante el tiempo en que Hermann Goering fue el Oberste-SA o líder, las SA vieron su número ampliado y su movilidad aumentada al ser creadas unidades motorizadas. Los grupos ultranacionalistas celebraban cada 2 de septiembre lo que llamaban Día Alemán. En 1923 se congregaron en Núremberg, deslumbrando los 10.000 efectivos de las SA que Hitler llevó consigo. Tal fue el golpe de efecto, que consiguió ponerse al frente de una confederación llamada Kampfbund, formada por las SA, el Bund Oberland y el Reichskriegsflagge de Ernst Röhm, que era a su vez una agrupación de diversos grupos reaccionarios herederos de los Freikorps. Hitler conduciría este grupo el 9 de noviembre del mismo año durante el famoso Putsch de la cervecería. Como consecuencia, entre 1923 y 1925 tanto el NSDAP como las SA estuvieron ilegalizados, pero sobrevivieron con otros nombres y aspectos, a menudo bajo la apariencia de asociaciones deportivas. Será con la salida de Hitler del penal de Landsberg cuando se levantará la prohibición sobre las antiguas organizaciones, siempre que se comprometan a respetar la Constitución y las reglas del juego democrático. El partido aceptó de buen grado esta estrategia para alcanzar el poder, y ligado a ella un cambio de imagen. Nunca habían escondido el carácter “socialista” del movimiento, pero contradictoriamente se habían relacionado con Freikorps e incluso vestido como ellos, mientras que en esta nueva etapa, iban a relajar el discurso socialista pero también contradictoriamente iban a modificar sus apariencias y a limitar sus compañías. Si Versalles privó a Alemania de sus posesiones africanas, facilitó involuntariamente a las SA su célebre color pardo, al quedar a precios muy bajos stocks no usados de la indumentaria de las tropas coloniales alemanas. El partido acabaría adoptando el color en sus uniformes por complejo de inferioridad para con su milicia, estando hoy día íntimamente asociados en el imaginario político internacional. Como en cualquier uniforme paramilitar 39 CARTIER, R. Hitler… p. 162. 402
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weimariano que se precie, no podían faltar las botas de caña alta, ni el brazalete con el distintivo del partido, no olvidemos que se tratan de sus brazos armados. Con el tiempo, las fanáticas SA se descubrirán como el elemento más revolucionario y socialista del movimiento, a diferencia del partido, en el que hubo diversidad de pensamiento entre el ala derecha de Hitler y el ala izquierda de Strasser. Representaban la rebeldía y el idealismo de una juventud que no dejaba de ser patriótica y comprometida con las tradiciones nacionalistas40. A menudo se decía que las SA eran como “un filete de ternera poco hecho: marrones por fuera y rojas por dentro”. Tal era la situación que un importante porcentaje de los nuevos ingresos en las SA provenían de las filas comunistas, sin ser posible determinar el número exacto. Una recopilación de Casquete deja en evidencia la gran disparidad existente entre las fuentes, en muchos casos interesadas: Rudolf Diels, Jefe de la Gestapo entre 1933 y 1934, cuyo anterior cometido en la Preußische Geheimpolizei41 fue la vigilancia de organizaciones de extrema izquierda, arroja un impresionante 70% para el Berlín del post-Machtergreifung42; datos que serían rebajados hasta un 33% por Gisevius, subordinado de Diels; Albert Grzesinski, Jefe de la Policía de Berlín y ministro del interior de Prusia SPD habla de un 30%; y las propias SA apuntan a un 55% de militantes de origen comunista. La conclusión que presenta Casquete es que “Estudios más ponderados sugieren rebajar esas estimaciones, aunque reconociendo lo habitual del tránsito entre filas, sobre todo desde los comunistas a los nazis”43. Capitaneadas por el célebre Ernst Röhm, que había regresado de La Paz en 1931 por petición de Hitler, las SA llegarían a contar en enero de 1932 con 420.000 militantes, que para agosto de 1934 serían 2.800.00044. No obstante, dado que la toma del poder de Hitler tuvo lugar el 30 de enero de 1933, esta cifra no sería representativa de los últimos momentos de Weimar, sino de los tiempos en los que las SA se habían convertido en una amenaza por el inestable apoyo del “ahora” homosexual y poco fiable Röhm, hasta que éste y su oficialidad fueron asesinados en la Noche de los Cuchillos Largos. 40 GRUNBERGER, R. Historia Social del Tercer Reich. Barcelona, Ariel, 2010, p. 31. 41 Policía secreta de Prusia, creada a mediados del siglo XIX y absorbida por la Gestapo. 42 En la historiografía alemana, Machtergreifung, es sinónimo de “30 de enero de 1933”, la llegada de Hitler a la cancillería. 43 CASQUETE, J. “Vecinos a muerte: SA y violencia política en Berlín-Kreuzberg, 19291933”. Historia y Política, 33, 2015, pp. 171-172. 44 STURM, R. Informationen zur... p. 61. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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3.2 Defendiendo el orden constitucional. Reichsbanner Schwarz-RotGold45 Por su parte en febrero de 192446 los partidos de la llamada Coalición de Weimar, que apostaban por el modelo republicano y garantizaban su estabilidad y continuidad, crearon su propia milicia, el Reichsbanner SchwarzRot-Gold. Bund der aktiven Demokraten47. De igual manera que el Stahlhelm, el nombre de esta organización ya es toda una declaración de intenciones; el negro el rojo y el dorado son los colores de la bandera de la República de Weimar, usados por primera vez en la Revolución de 1848 y desde entonces asociados a la Alemania liberal, en oposición al modelo negro-blanco-rojo que usó el II Reich y que ondeaban organizaciones reaccionarias como el DNVP, el Stahlhelm o los Freikorps. Si bien en un principio destacaba por sus formas pacíficas, acabaría viéndose envuelta en situaciones violentas. Un complejo organigrama en el que se encontraban suborganizaciones incluso de carácter civil, supusieron que constituyera la fuerza más numerosa con diferencia, ya que la motivación de muchos sus integrantes era la de practicar un deporte social. Ya en agosto de 1924 contaba con 1,26 millones de militantes que para 1925 habían ascendido hasta los tres millones48. 3.3 Sector de izquierda; Gatos Negros, Frente Rojo y asociaciones de obreros En la segunda y tercera etapas de la República no solo hemos de esperar encontrar organizaciones ultranacionalistas, sino también de extrema izquierda, formados por consejos de obreros que igualmente se constituyeron en milicias. Los primeros en aparecer fueron diversos grupos filocomunistas que se aunaron en los llamados Schwarze Katzen (Gatos Negros). De dispersa trayectoria, fueron ilegalizados en 1923 debido a su alta conflictividad. Diversas organizaciones de obreros continuaron con su labor a nivel local, y no será hasta julio de 1924 cuando el KPD creó el Roter 45 Vid. ROHE, K. Das Reichsbanner Schwarz-Rot-Gold. Ein Beitrag zur Geschichte und Struktur der politischen Kampfverbände zur Zeit der Weimarer Republik. Düsseldorf, Droste, 1968. 46 ZIEMANN, B. Die Zukunft der Republik? Das Reichsbanner Schwarz-Rot-Gold 1924-1933. Bonn, Friedrich-Ebert-Stiftung, 2011, p. 31. 47 “Estandarte del Reich Negro-Rojo-Dorado. Unión de demócratas activos”. 48 ZIEMANN, B. Die Zukunft... p. 17. 404
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Frontkämpferbund o RFB (Unión Roja de Combatientes del Frente) abreviada Rotfront (Frente Rojo), una nueva organización que aglutinó rápidamente los efectivos de las locales, que se tradujo en un rápido crecimiento, contando ya en 1927 con 130.000 militantes49. El gris perla era el color que hacía sus uniformes inconfundibles, también de corte marcial, con botas de caña alta negras y un brazalete rojo con un puño cerrado rodeado de las siglas “RFB”, símbolo que se repetía en la hebilla del cinturón. Compartirá el liderazgo con el KPD: Ernst Thälmann, líder del partido desde 1920, lo será a su vez del RFB desde 1925 hasta su ilegalización cuatro años más tarde, como consecuencia de su violenta participación en el “Mayo Sangriento” de 1929. Posteriormente no será creado de nuevo, sino que será sustituido por organizaciones como la “Liga de Combate Antifascista” o los “Comités de Autodefensa Obrera”, que llegarán a alcanzar en torno al cuarto de millón de miembros. 3.4 Entre el odio y el pragmatismo. Relación entre tendencias políticas Como suele ser habitual en la historia de las relaciones entre movimientos y organizaciones políticas, encontramos más afinidad y colaboración entre las pertenecientes al ámbito de la derecha, y más crispación y beligerancia entre las de izquierda. En el caso de las milicias y partidos de la República de Weimar, la regla se cumple respaldada por particularidades coyunturales. Mientras los dos grandes partidos situados en la derecha ultranacionalista, NSDAP y DNVP, compartían el objetivo de derribar el régimen, en la izquierda no se compartían las mismas intenciones. Cierto es que el KPD tenía el mismo objetivo anticonstitucional que los otros extremistas, en su caso para implantar la dictadura del proletariado, pero al otro gran partido de la izquierda le había costado mucho ser aceptado en un sistema del que ahora era una pieza imprescindible. El SPD formaba parte del establishment, gobernando en la Coalición de Weimar para mantener el régimen, por lo que las relaciones con los comunistas eran insostenibles. Esta turbulenta relación tuvo el peor de los inicios posibles: en noviembre de 1918 el SPD canalizó la fuerza del movimiento obrero haciéndole creer que llevaría a cabo la revolución; en enero de 1919 se apoyó en el Ejército y los Freikorps para aplastar el alzamiento espartaquista, siendo asesinados sus líderes Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht; y hasta que la 49 STURM, R. Informationen zur... p. 61. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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República no experimentó una asentada estabilidad política el SPD reprimió violentamente cada intentona comunista. A comienzos de 1924 expuso el bolchevique Zinoviev su tesis del “socialfascismo”50, que defendía la idea de una socialdemocracia aburguesada que cambia de bando en la lucha de clases. El Comintern propagó la consigna en su VI Congreso Mundial de 1928, y el KPD, que no dudaba en tachar a partidos como el Zentrum de fascistas, la aceptó entusiastamente. Como ya se visto, tras el Mayo Sangriento de 1929 el Rotfront fue ilegalizado por el Ministerio del Interior del Reich, en manos del SPD, lo que conllevó que un mes después Thälmann los tratara de “socialfascistas” en su encendido discurso del XII Congreso del KPD51 en Berlín, celebrado en Wedding. En 1930 los tacharía de “socialtraidores”52, mientras que dos años más tarde, en el pleno del Comité Central del KPD celebrado en Berlín, expondría su visión del fascismo y la socialdemocracia como “hermanos gemelos”53. Las voces del presente recriminan a ambos partidos de la izquierda la inexistencia de una unión que habría frenado a Hitler, pero como ya hemos visto era algo cada vez más difícil, si bien cuando ya fue demasiado tarde, en enero de 1933, iniciaron contactos que no concluyeron con entendimiento alguno. Por su parte los partidos que hoy encasillaríamos en la extrema derecha compartían una gran parte de sus objetivos, si bien sus ideologías diferían hasta el punto de generar tensiones y desprecios entre ellos. Ambos eran partidos marcadamente militaristas, anticonstitucionales y antisemitas, pero ahí terminan sus coincidencias; el DNVP era monárquico hasta la médula y capitalista de etiqueta, mientras que el NSDAP se autodefinía como socialista en su programa inicial54 del 24 de febrero 1920, al que nunca renunció, y optaba por romper con el pasado reaccionario, apostando por una suerte de “revolución nacional” por la que clamaba el ala izquierda del partido. Los 50 PLENER, U. “Sozialdemokratismus- Instrument der SED-Führung im Kalten Kreig gegen Teile der Arbeiterbewegung (1948-1953)”. Utopie, 161, 2004, p. 248. 51 MARX-ENGELS-LENIN-STALIN-INSTITUT BEIM ZK DER SED. Ernst Thälmann. Reden und Aufsätze zur Geschichte der deutschen Arbeiterbewegung. Berlín, Dietz, 1956, Volumen 2, Auswal aus den Jahren 1928 bis September 1930, pp. 44-49. 52 MARX-ENGELS-LENIN-STALIN-INSTITUT BEIM ZK DER SED. Ernst Thälmann... Berlín, Dietz, 1956, Volumen 2, Auswal aus den Jahren 1928 bis September 1930, p. 280. 53 MARX-ENGELS-LENIN-STALIN-INSTITUT BEIM ZK DER SED. Ernst Thälmann... Berlín, Rote Fahne, 1975, Volumen 4, Auswal aus den Jahren März 1932 bis Februar 1933, p. 78. 54 SHIRER, W. Historia de... p. 44. 406
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nacional-populares veían la bandera de la cruz gamada “casi tan roja como la de los comunistas”55, y los nacionalsocialistas apodaron a los otros “Die Reaktion”56, antes, durante y después de la coalición que formaron. Con la perspectiva que nos dan 70 años, hoy sabemos que la táctica más efectiva fue la de Hitler, presentando un discurso que no reparaba en clases sociales para dirigirse al conjunto del pueblo alemán. Según el historiador Robert A. Pois, la revolución nazi fue espiritual, siendo su propósito principal “dar consciencia al hombre ario que ocupa un lugar en un mundo natural lleno de enemigos”57.Como parte de una iniciativa conjunta, ambas fuerzas políticas ya habían protestado, votado y recogido firmas contra el Plan Young58 en 1929, pero el momento de mayor relevancia llegó tras la crisis de 1929. Las políticas prekeinesianas59 del canciller del Zentrum Heinrich Brüning (19301932), que castigaban a las ya hundidas clases media y baja, no hicieron más que contribuir al auge de los extremistas. El 11 de octubre de 1931 marcharon por Bad Harzbug, (Baja Sajona) las milicias de los partidos y asociaciones nacionalistas que se posicionaban contra el canciller, y exigían su reprobación mediante una moción de censura. De aquél día surgió el Harzburger Front, formado por el NSDAP, las SA, el DNVP, el Stahlhelm, el Reichslandbund (una asociación de terratenientes protestantes) y el Alldeutscher Verband60, (la Liga Pangermánica, igualmente antisemita y militarista). Si bien es cierto que se mostraban cohesionados, no se presentaron conjuntamente a ningunas elecciones, pero la experiencia había servido a la extrema derecha para evidenciar su unión, y a Hitler para ser dejar de ser visto en los círculos de industriales como un fanático peligroso. La reacción en las filas de la izquierda constitucionalista no se hizo esperar. El SPD sabía del agotamiento de la Reichsbanner, fruto de su imagen puramente defensiva, que desentonaba con los nuevos tiempos de crisis. Por este motivo, el 16 de diciembre de 1931, el SPD, la Reichsbanner, el ADGB61,
55 CARTIER, R. Hitler… p. 259. 56 CARTIER, R. Hitler… p. 222. 57 POIS, R. A. National Socialism and the Religion of Nature. Londres y Sidney, Croom Helm, 1986, p.86; SALA ROSE, R. Diccionario crítico de símbolos y mitos del nazismo. Barcelona, Acantilado, 2003, p. 308. 58 STURM, R. Informationen zur politischen... p. 48. 59 SIMPSON, W. Hitler y Alemania… p. 77. 60 STURM, R. Informationen zur politischen... p. 61. 61 Allgemeiner Deutscher Gewerkschaftsbund o Unión General de Sindicatos Alemanes Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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el AfA-Bund62, y el ATSB63 se unieron en el Eiserne Front64, o Frente de Hierro. Este nuevo agente político sí se manifestó en las calles de forma conjunta, identificado por la bandera roja con tres flechas negras o blancas en diagonal, y por el brazalete que también muestra este símbolo. A pesar de la nueva imagen que así ofrecía la izquierda constitucionalista, el Eiserne Front era una unión de organizaciones constitucionales, que no iniciaban el conflicto sino que ejercían un carácter precavidamente defensivo. Cuando en julio de 1932, el canciller von Papen suspendió e intervino el gobierno del SPD de Prusia, su instrumento armado, el Frente de Hierro no reaccionó perdiendo toda iniciativa y peso y entrando en crisis. 4. La
militarización de la vida pública: las milicias irrumpen en las
calles alemanas
En contra a lo que sugiere su nombre, las milicias podían tener un rol inofensivo; marchas, ejercicios, y concentraciones multitudinarias que, impresionantemente coordinadas, resultaban atractivas y captaban las simpatías de las masas desorientadas. El ciudadano alemán de esta época había vivido el ambiente militarizado de la anterior y conscientemente o no, lo relacionaba con valores positivos como el orden y la seguridad, frente al caos cotidiano que le rodeaba, sin obviar las posibles evocaciones negativas, como la represión. Mayoritariamente el rol de las milicias solía tener un cariz violento, desembocando en Zusammenstöße, violentas colisiones entre ellas en las calles alemanas que se saldaban con varios heridos e incluso muertos. Sus protagonistas eran normalmente la SA y el Rotfront, pero en una ocasión u otra, todas las organizaciones participaron en conflictos teniendo que enterrar a algunos de sus miembros. Los conflictos podían ser de muy diverso carácter: 4.1 Encuentros de grandes grupos Estas colisiones en ocasiones eran accidentales, pero en muchas otras eran el propio objetivo de la manifestación, por ejemplo, cuando un partido organizaba una contramanifestación a pocas calles de una gran manifestación del adversario. Si el cordón policial no resistía, los militantes acababan desatando una batalla urbana, como la ya citada de Coburgo en octubre de 1922. 62 Allgemeine freie Angestelltenbund, o Unión Libre General de Trabajadores, una federación de sindicatos socialdemócratas creada en 1920. 63 Arbeiter-Turn- und Sportbund, o Unión Gimnástica y Deportiva de Trabajadores 64 STURM, R. Informationen zur politischen... p. 61. 408
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4.2 Caza Motivados por una razón concreta que suele ser la venganza de algún tipo, un pequeño grupo de integrantes de una milicia va a la búsqueda de un militante adversario con el fin de darle muerte. “Nazis y comunistas alimentaron una lógica de acción-reacción-acción de consecuencias a la postre irreparables”65, en lo que Casquete ha acertado en llamar “violencia mimética” 66. Los propios Hitler y Goebbels fueron atacados en Hagen, Westfalia, el 12 de julio de 1932 y podemos encontrar varias víctimas de este cariz en cada milicia. Un ejemplo fue el SA Hermann Thielsch en el barrio berlinés de Nostitz, cuyo asesinato el 9 de septiembre de 1931 en un local del partido a manos de comunistas, analiza y describe genialmente Casquete. Pero sin duda el caso más célebre lo iba a protagonizar el 14 de enero de 1930 el joven SA berlinés Horst Wessel. Se negó a seguir pagando el alquiler al saber que su casera era comunista, por lo que ella envió a dos compañeros que le dispararon en la puerta de su estudio67. Tras un largo sufrimiento del que parecía recuperarse, acabó muriendo 39 días más tarde, siendo elevado a la categoría de mártir por la propaganda de un Goebbels que, según sus diarios, buscaba incansablemente al candidato oportuno. El funeral, organizado por el partido, fue anunciado por toda la prensa nazi. El cuerpo fue escoltado hasta su reposo en el cementerio de St. Nikolai por un inmenso cortejo de las SA, que dejó a parte sus hombres haciendo guardia junto a la lápida, para repeler los inevitables ataques de los comunistas. Representante de la juventud dispuesta a dar su vida por Alemania y el nacionalsocialismo, cae en la lucha por las calles de la ciudad contra el eterno enemigo comunista, que posteriormente será concebida en la cosmovisión nazi como el génesis68 (inevitablemente violento) del nuevo Reich. La imagen de Wessel será venerada a través de numerosos nombres de calles, plazas, escuelas, o del barco escuela de la Kriegsmarine (actual USCGC Eagle), y sobre todo haciendo de su poema “Die Fahne hoch” el himno del partido y posteriormente cooficial del III Reich. 65 CASQUETE, J. “Vecinos a muerte…” p. 165. 66 CASQUETE, J. “Vecinos a muerte…” p. 179. 67 GALLEGO, F. Todos los hobres del Führer. La élite del nacionalsocialismo (1919-1945). Barcelona, Debate, 2006, p. 199. 68 Para este tema, véase el libro que Goebbels en 1938 tituló La batalla por Berlín, desconocedor de la que su gobierno desencadenaría años más tarde y que eclipsaría a esta. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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4.3 Provocación Cuando el genio de la propaganda Joseph Goebbels fue nombrado jefe del NSDAP en Berlín, tenía una ardua tarea en una ciudad en la que habían cosechado unos insignificantes resultados electorales. Llegó el 7 de noviembre de 1926 a una capital cosmopolita y obrera que latía a otro ritmo de Múnich y juzgó la violencia como el mejor método para aumentar su popularidad (o al menos, para ser mencionado en los periódicos). Tan solo siete días después, el 14 del mismo mes, ya había organizado el primer enfrentamiento, haciendo marchar a 300 camisas pardas por el barrio de Neuköln, baluarte comunista, en repetidas oleadas. Este primer acto respondía a su estrategia de buscar el conflicto mediante la proximidad, incluso abriendo sedes del partido “a ser posible enfrente de un local del KPD”69. La concentración de los complejos industriales de AEG y Telefunken, convirtieron a Wedding en el barrio obrero por excelencia de la capital, donde el KPD tenía una muy buena implantación, hasta el punto de ser llamado “Der Rote Wedding”, y de inspirar el título de una popular canción del Rotfront. Cuando un miembro del NSDAP se veía obligado a atravesarlo, procuraba quitarse previamente su camisa parda. Allí se encontraban las Salas Pharus, un lugar perfecto para que Goebbels organizase un mitin el 11 de febrero de 1927, que degeneró en la primera gran confrontación de la capital, atrayendo a la prensa70. Poco tiempo después, la Reichsbanner exhibió propagandísticamente a uno de los heridos resultantes de un altercado con las SA, consiguiendo su prohibición temporal en Berlín, a lo que Goebbels contraatacó con las SA vestidas de paisano, que perseguían a los grupos izquierdistas de la cosmopolita avenida Kurfürstendamm, siendo acusado por la prensa burguesa de paralizar su fructífera vida nocturna71. En cierta otra ocasión, durante una de las muchas ocasiones en que las SA estuvieron prohibidas, marchó el pequeño renano con 50 jefes uniformados de su milicia, buscando ser detenidos por las fuerzas del orden o increpados por los adversarios, para poder iniciar un altercado. Tras comprobar que en la Potsdamer Platz y en la Potsdamer Straße la policía evitaba mirarles directamente, decidieron acudir otro día al campus de la Humboldt 69 CASQUETE, J. “Vecinos a muerte…” p. 169. 70 GALLEGO, F. Todos los… p. 195. 71 CARTIER, R. Hitler… p. 210. 410
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Universität, a reclamar escandalosamente la expulsión de los estudiantes judíos72. 4.4 Apoyo a la campaña electoral En 1932 la crisis económica se revelaba imparable. Las medidas impopulares del canciller Brüning, y la actividad desestabilizadora de los partidos anticonstitucionales no hacía sino aumentar. En ese contexto, hubo elecciones al Reichstag en dos ocasiones, elecciones a la Presidencia del Reich con dos vueltas y numerosas elecciones regionales y municipales. Ninguna de ellas “tenía lugar sin que se sucedieran salvajes batallas en las calles”73. En épocas de campaña electoral, los cometidos de las milicias no se restringían a marchar en los mítines propios haciendo una demostración de fuerza, sino que debían defenderlos de los previsibles ataques de milicias enemigas, o intentar boicotear los mítines contrarios por el uso de la fuerza. En la campaña electoral previa a las elecciones al Reichstag del 31 de julio de 1932, la ola de violencia fue inusitada. Se registraron 461 batallas en las calles de las ciudades prusianas en los primeros días de junio, dejando un saldo de 86 muertos; 38 nazis, 30 comunistas74 y 16 Reichsbanner, entre otros. En el conjunto del Reich, la suma ascendió a 99 muertos y 1.125 heridos75. Cabe destacar que 19 muertos y 285 heridos76 del total, se produjeron solo en el 17 de julio, el Altonaer Blutsonntag, o Domingo Sangriento de Altona. Los 6.000 SA de Altona, barrio obrero de Hamburgo, marcharon entre las fábricas, cerradas desde hacía meses, siendo recibidos con disparos entre los tejados. Fue este hecho el que conllevó la suspensión del gobierno socialdemócrata de Prusia, y la autodesactivación del Eiserne Front, al no actuar contra el canciller von Papen. La pregunta inevitable versa acerca de la verdadera utilidad de estas acciones y del rédito electoral que de ellas podía esperarse, que dependía totalmente de la concepción que el ciudadano alemán tuviese de la propia violencia. Si bien el impresionante ascenso del NSDAP en 1930, pasando de los 12 escaños de 1928 a los 107, se debió a la irrupción de la crisis, su ascenso hasta los 230 en estas elecciones de julio de 1932, se debió a su propia acción. De igual manera, el KPD obtuvo en las mismas fechas 77, 72 RIESS, C. Goebbels. Mefistófeles moderno. Barcelona, Grijalbo, 1970, p. 99. 73 SHIRER, W. Historia de... p. 160. 74 SHIRER, W. Historia de... p. 179 75 SIMPSON, W. Hitler y Alemania…, p. 81. 76 SHIRER, W. Historia de... p. 179 Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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89 y 100 diputados77, por lo que podemos afirmar que la aplicación de esta violencia extrema, no tuvo repercusiones electorales negativas, sino que se percibía como una exhibición de decisión, firmeza e impetuosidad. Desde la óptica actual resulta difícil concebir un régimen parlamentario democrático en el que los partidos políticos cuentan no solo con organizaciones sociales o sindicatos asociados, sino también con sus propios grupos armados. El historiador americano William Shirer aporta una convincente explicación de hondas raíces históricas, al afirmar que las bases y los valores para la implantación del nacionalsocialismo fueron asentados en la Prusia del siglo XVIII y extendidos por Bismarck al resto del Reich a finales del siglo XIX, creando una Alemania prusiana: [...] una nación de dotado y vigoroso pueblo en la que, primero este hombre notable, luego el Kaiser Guillermo II y finalmente Hitler, ayudados por una casta militar y muchos representantes de una extraña intelectualidad, consiguieron inculcar un anhelo vehemente de poder y dominación, una pasión irrefrenable por el militarismo, un desprecio hacia la democracia y la libertad individual y finalmente un afán desmesurado por la autoridad y el autoritarismo78.
Esta élite tampoco tuvo reparos en desempeñar actitudes violentas, como bien prueba el altercado entre 160 diputados nacionalsocialistas contra 80 diputados comunistas en la Dieta de Prusia, a finales de 193079. No obstante, había espacios en los que se debía restringir la violencia, como la institución de la Presidencia el Reich, encarnada en el anciano mariscal Paul von Hindenburg, héroe de Tannenberg. Cuando se presentó a la reelección en 1932, entró en campaña contra Hitler, Duesterberg (DNVP) y Thälmann (KPD). Esta campaña fue, por parte de Hitler más relajada y pacífica. Si bien es cierto que contra el KPD, las SA siguieron actuando, Duesterberg era representante de un partido “aliado”, por lo que la violencia era de carácter verbal y difamatorio, al descubrir que uno de sus abuelos era judío, mientras que contra el sagrado von Hindenburg la batalla fue puramente dialéctica. Este trabajo ha iniciado con una secuenciación artificial de la República de Weimar, establecida en criterios de estabilidad del régimen. Como hemos visto, la consecuencia inmediata de los periodos de inestabilidad era un crecimiento considerable de los partidos extremistas 77 STURM, R. Informationen zur... p. 65. 78 SHIRER, W. Historia… p. 102. 79 RIESS, C. Goebbels. Mefistófeles moderno… p. 99. 412
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que, viéndose legitimados por los votos y con la financiación aumentada, aumentaban numéricamente sus milicias, multiplicado los actos violentos. Pero no podemos ligar la actividad de las milicias únicamente a las épocas de inestabilidad de la República. Uno de los acontecimientos más sangriento fue el ya referido Blutmai (Mayo Sangriento) de 1929, que tuvo lugar en uno de los últimos meses de gran estabilidad weimariana, antes del martes negro que dio paso en octubre a la mayor crisis financiera conocida. El KPD hizo creer a sus militantes que la prohibición prusiana de manifestaciones políticas al aire libre había sido derogada con motivo del 1º de mayo, incitándolos a salir a las calles, mientras el resto de partidos lo celebraban en lugares cerrados. Cuando la policía disolvió violentamente la manifestación en Berlín, el KPD llamó a la resistencia violenta los días 2 y 3, levantando barricadas y obligando a la policía, presidida por el SPD, a intervenir implacablemente, lo que no supuso más que el distanciamiento con los “socialfascistas”. La treintena de muertos y los casi doscientos heridos, convierten a este enfrentamiento en el más sangriento de la República de Weimar, si bien fue entre la policía y ciudadanos afines al KPD y al RFB, que como ya hemos visto, sería ilegalizado a raíz de este incidente. 5. El destino de las milicias Con el país al borde de la guerra civil, el anciano mariscal se vio obligado a llamar a Hitler a la Cancillería, el 30 de enero de 1933. Comenzó entonces un proceso llamado Gleichschaltung, que consistió en supresión de toda alternativa política o libertad individual y en la “equiparación” de las instituciones del Estado con las del partido. Salvo el Stahlhelm, que sería integrado en las SA con poco entusiasmo para ambas organizaciones en 1935, las demás milicias fueron ilegalizadas el 11 de marzo de 1933. El martes 21 de marzo se podía leer en el Völkischer Beobachter, periódico oficial del NSDAP: El miércoles se abrirá el primer campo de concentración destinado albergar 5000 prisioneros. Allí serán internados todos los comunistas80, y si fuera preciso, también los Reichsbanner y los funcionarios socialdemócratas que pongan en peligro la seguridad del Estado81. 80 El propio Ernst Thälmann fue arrestado por la Gestapo berlinesa el 3 de marzo de 1933, y pasó los siguientes once años en una celda de aislamiento en la prisión de Bautzen, privado de todo contacto humano, hasta que fuera fusilado el 18 de agosto de 1944, por orden de Hitler, en el campo de concentración de Buchenwald. 81 Institut für Zeitgeschichte, Munich. Microfilm MZ 9/22 en SIMPSON, W. Hitler y Alemania… p. 99. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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6. Conclusión Discernir la responsabilidad primigenia de los Zusammenstöße no solo es imposible, sino que es una pregunta totalmente errónea. La violencia de la que hablamos fue un continuo que existió desde la propia Gran Guerra, habiéndose transformado en esta nueva etapa republicana, pero siendo aplicada en parte por los mismos colectivos y en parte por otros nuevos, que se organizaron en diferenciados agentes políticos. Desde el ejercicio historiográfico podemos crear fases y etapas para comprender mejor una época, como de hecho he propuesto en la introducción de este trabajo, pero lo cierto es que el caos que se experimentó no permite escalonamiento o diferenciación alguna. A lo sumo constatamos que el radicalismo y con él la violencia, se ve acentuado en las etapas de crisis e inestabilidad, para descender de intensidad (pero no desaparecer) en las de bonanza. El Stahlhelm, las SA y el RFB eran organizaciones paramilitares que más allá de defender el partido político a los que estaban adscritas contemplaban la posibilidad, si aquellos fallaban, de derribar mediante la violencia a la República constitucional, por lo que sería injusto no diferenciarlas de aquellas que nacieron como reacción a esta amenaza, como la Reichsbanner o el Eiserne Front. Ya fuesen grandes concentraciones, iniciativas de caza, flagrantes provocaciones, o la frenética actividad propagandística y violenta que se desataba en torno a toda campaña electoral, estos Zusammenstöße fueron parte de la realidad cotidiana alemana del final de la República de Weimar. La constante fue aumentar la violencia en campañas para elecciones legislativas para mostrar decisión e impetuosidad sobre los demás partidos, mientras se reducía en las presidenciales para mostrar respeto a las instituciones del Estado. De este y otros recursos supo sacar un considerable rédito electoral el NSDAP, cuya natural oposición política, formada por el SPD y el KPD, se hallaba enzarzada en su propia enemistad, de hondas raíces que la hacían difícilmente superable. La actitud con la que se enfrentaban los ciudadanos alemanes a esta violencia cotidiana sí es susceptible de ser estudiada y comprendida, con mayor o menor éxito. Su connivencia, apatía o participación, en lugar de la resistencia o denuncia que hoy se consideran irrenunciables, son razones más que de peso para seguir trabajando en la difusión de estos hechos relativamente desconocidos, dando una formación histórica y política a nuevos entes con capacidad crítica y tolerante, valores sobre los que debe edificarse toda sociedad moderna. 414
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LA APOLOGÍA DE LA VIOLENCIA EN LAS ORGANIZACIONES DE OPOSICIÓN AL FRANQUISMO: UNA VISIÓN DESDE LAS SENTENCIAS DEL TRIBUNAL DE ORDEN PÚBLICO The Apology of Violence in Anti-Franco Organizations: a View from the Judgment of the Court of Public Order Juan Andrés García Martín Universidad Rey Juan Carlos
[email protected] Raúl Ramirez Ruiz Universidad Rey Juan Carlos
[email protected] Resumen: La presente comunicación se basa en el análisis de las sentencias publicadas por el TOP sobre el delito de propagandas ilegales. Esta investigación procede de un estudio general sostenido durante años de la totalidad de dichas sentencias. Para poder entrar en el contenido de las sentencias, se procedió a hacer un muestreo del 10 % del total de las publicadas. El delito de propagandas ilegales es el segundo cuantitativamente más importante de los juzgados en el TOP. Para los historiadores, tiene la ventaja de que en la sentencia extracta o reproduce parte o la totalidad de los textos subversivos de la oposición, salvándolos para la historia, ya que los originales eran destruidos una vez finalizado el juicio. En caso de octavillas, aparecen completos. En caso de artículos de revista e incluso libros, aparecen los fragmentos más subversivos por los cuales los inculpados son acusados. En ellos, para esta comunicación hemos seleccionado aquellos que hacen apología de la violencia. Ésta está presente en un 30 % de las sentencias y pertenecen a casi todos los grupos de la izquierda y el nacionalismo anti-régimen. El protagonismo más relevante lo adquieren los grupos maoístas y el conflicto vasco con ETA como protagonista. Palabras Clave: Tribunal de Orden Publico, propaganda, apología de la violencia, terrorismo. Abstract: This communication is based on the analysis of sentences issued by the Public Order Court (TOP) on the crime for illegal propaganda. This research comes from a general survey held during years of all such decisions. To enter the contents of the statements, we proceeded to take samples of 10% of the total published. The offense of
Juan Andrés García Martín y Raúl Ramirez Ruiz
illegal propaganda is quantitatively the second most important in the Court. For historians, it has the advantage that the extracted or reproduced in part or all of subversive texts opposition, saving them for the story above, since the originals were destroyed upon completion of the trial and mostly lost or forgotten. Some times leaflets are complete. In case of journal articles and even books, the most subversive fragments by which the defendants are accused appear. Among them, for this communication we selected those who do advocate violence. It is present in 30% of the judgments and belong to almost all groups of the left and the anti-regime nationalism. The most important gain prominence as the Maoist groups and the Basque conflict with ETA as a protagonist. Keywords: Public Order Court, Propaganda, Violence Apology, Terrorism.
1. Metodología del estudio La metodología empleada es original, ideada por los autores y que ha sido puesta a prueba y ya ha dado frutos editoriales. Su aportación más novedosa radica en que permite cimentar la investigación sobre delito y su fecha de comisión y no en la sentencia, característica común de los trabajos que han realizado otros autores. Para abordar esta tarea optamos por analizar la sentencias del Tribunal de Orden Público y en concreto los juicios por el delito de Propaganda ilegal, ya que a través de él, el Régimen persiguió todos los movimientos sociales de oposición. El TOP se creó por la ley 54/1963 de 2 de diciembre, desde ese momento, los delitos políticos considerados no violentos pasan a ser de su competencia, abandonando así la jurisdicción militar. Surgió, pues, como una muestra de la capacidad del Régimen de adaptación a los tiempos y la sociedad en el marco de la cambiante década de 1960. Como no podía ser de otra manera al abordar el Estudio del Tribunal de Orden Público (TOP) debíamos partir de la obra de Juan José del Águila (2001). Esta investigación básica recoge y analiza el 97% de las sentencias publicadas por el Tribunal, pero, por su propia extensión su análisis no puede abarcar un estudio en profundidad de los contenidos de las sentencias, sino una descripción total de las mismas, con el objetivo de conseguir la reivindicación de los imputados. Para poder aportar un paso más, al referencial trabajo de Juan José del Águila, optamos por la selección de una muestra representativa y manejable, que nos permitiera profundizar en los textos de las sentencias. Posibilitando, de esta manera, un análisis detallado de su contenido. Tomamos, pues, una selección aleatoria y representativa de 418
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La apología de la violencia en las organizaciones de oposición al franquismo: una visión desde las sentencias del Tribunal de Orden Público
las mismas que cubre el 10% del total (se han escogido años alternos: 1964, 1966, 1967, 1969, 1971, 1973, 1974 y 1976). Así, se puede trabajar sobre una muestra cuantitativamente manejable, recopilando en total 348 sentencias que equivalen a 493 delitos. Son muchos los aspectos en los que la violencia se ve reflejada en el Tribunal de Orden Público, por ejemplo en el delito de manifestación no pacífica (13% de las sentencias); tenencia ilícita de armas (10% de las sentencias); desórdenes (9%); atentado (4%); terrorismo (2%), pero siempre son delitos que como mucho producen lesiones, pues los homicidios o asesinatos políticos seguían bajo la jurisdicción militar. Ello deja al Delito de Propaganda ilegal, como verdadera fuente para observar lo que la oposición pensaba del uso de la violencia contra el régimen, más aún cuando esos textos eran destruidos tras ser incautados, convirtiendo a los extractos presentes en las sentencias como auténtico “restos el incendio” de una memoria perdida. 2. El delito de propagandas ilegales definición y características El delito de propagandas ilegales supone el 24% del total, un 23% de las sentencias y un 24% de los inculpados. Datos que lo convierten en la segunda figura penal más importante vista en el TOP tras la Asociación Ilegal. Lo que el TOP juzga bajo la denominación de Propagandas Ilegales era cualquier declaración escrita u oral que se considerase hostil al régimen. En palabras del Código Penal, todo aquello que tuviera como fin “subvertir violentamente o destruir la organización política social, económica o jurídica del estado… destruir o relajar el sentimiento nacional [...] atacar a la unidad de la nación española o promover o difundir actividades separatistas… realizar o proyectar un atentado contra la seguridad del Estado, perjudicar su crédito, prestigio o autoridad o lesionar los intereses u ofender la dignidad de la Nación española”. El delito de Propaganda ilegal es el delito que presenta una mayor continuidad temporal, pues el caso más antiguo juzgado por el TOP procede de 1957. Presenta tres etapas de alta intensidad: 1957-1962; 1967-1970; y 1973-1974.
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Gráfico 1: Propaganda ilegal. Fuente: Libros de Sentencias del Tribunal de Orden Público. Elaboración Propia
La muestra arroja un total de 182 personas encausadas, que supone una media de dos personas por cada vez que se juzga este delito. En el 48% de los juicios hay un solo imputado y en el 37% entre 2 y 5. Como dato significativo, debemos señalar que el 22% de los imputados eran mujeres, lo que dobla la presencia habitual femenina del resto de los delitos enjuiciados por el TOP. Además, debemos señalar que trasversalmente un quinto de los casos, un 20%, están relacionados con la oposición universitaria, lo que también supera su peso en el conjunto de la oposición (15%). Aun siendo relevantes los datos anteriores, es más interesante la adscripción ideológica de los protagonistas del delito.
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Gráfico 2: Facción ideológica de la propaganda ilegal. Fuente: LS TOP. Elaboración propia
La anterior gráfica muestra en conjunto que organizaciones políticas firmaron los textos subversivos. Como norma general comprobamos que la mayoría absoluta (56%) procede del conglomerado entorno al PCE. En segundo lugar, con el 18%, encontramos al movimiento maoísta tras las siglas: PCEML (Partido Comunista de España Marxista-leninista), FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota), ORT (Organización Revolucionaria de Trabajadores) o MCE (Movimiento Comunista de España). A continuación, se encuentra la propaganda a favor de ETA y su entorno con un 15%. El socialismo destruido, exiliado y concentrado en la cuenca minera asturiana tendrá una presencia minoritaria (6%), pero aún superior a las organizaciones de corte trotskista (5%) como el Partido Comunista Internacional (PCI) y Liga Comunista Revolucionaria (LCR). Fuera de Gráfica, con porcentajes muy minoritarios también han aparecido grupos nacionalistas gallegos y canarios, anarquistas y otros varios.
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3. Análisis temático del delito de Propagandas Ilegales a través de los escritos incluidos en las sentencias del TOP Gracias a las virtualidades de la muestra hemos podido proceder al análisis del contenido de las sentencias seleccionadas, sistematizando los temas que aparecían en las mismas. Lo normal es que en cada uno de los textos opositores reseñados en una sentencia, aparezca más de un tema o idea: el mínimo es tres y de manera habitual se superan los cinco. En la muestra analizada se han encontrado 55 temas, ideas o mensajes distintos. Debido al alto número de temas específicos hicimos una primera división entre temas principales (más del 10% de las sentencias) y temas minoritarios. TEMAS PRINCIPALES Asuntos Laborales Represión Apología de la violencia Dictadura tiránica Oligarquía 1º de Mayo Unidad de la Oposición Huelga General (Revolucionaria) Política antisocial y antieconómica del Régimen Antiamericanismo Tortura Dictadura Debilitada Construcción de la sociedad futura Patriotismo Universidad
% de las sentencias 47% 41% 30% 26% 19% 17% 17% 16% 15% 15% 15% 14% 10% 10% 10%
Tabla 1: Temas principales de los textos de propaganda ilegal. Fuente: LS TOP.Elaboración propia
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Por debajo estaban los temas minoritarios, descendiendo desde los que tenía cierta entidad, hasta los netamente minoritarios: TEMAS MINORITARIOS Guerra Civil
9%
Federalismo
9%
Oposición Eclesial
9%
Corrupción
8%
Presos Políticos
8%
Juicio de Burgos y simpatías ETA
7%
Anti-monarquía
7%
Régimen Capitalista
6%
Llamamiento a las FFAA
6%
Amnistía
6%
Odia a las FFAA
6%
Desigualdad social
6%
Visión negativa de Franco
5%
Independentismo
5%
Venganza cuando el Régimen caiga
4%
Camarilla
4%
Papel de la Mujer
4%
Petición de Libertades
4%
Proceso 1001
4%
Expansión CCOO
1%
Tabla 2: Temas minoritarios de los textos de propaganda ilegal. Fuente: LS TOP. Elaboración propia
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4. La apología de la violencia en los textos propagandísticos de las organizaciones opositoras al franquismo en las sentencias del
TOP
La apología de la violencia aparece directamente en un 30% de las sentencias, convirtiéndose en el tercer asunto más importante a nivel global. Temporalmente, con alguna mención anterior, aparece de manera continuada a partir de 1966 y muestra una especial incidencia en los años 70 donde se concentran un 70% de los textos de este tenor. Como en otras ocasiones 1973 se convierte en un año especialmente intenso con un 25% de las menciones totales seguido de 1972 con un 17%. Es muy significativo señalar que el 50% de las menciones se debe a movimientos maoístas, principalmente el PCEML y el FRAP, pero también a otros minoritarios como Partido Comunista de Euzkadi o el MCE. Le sigue en segundo lugar las facciones trotskistas con un 17% de las menciones, con la LCR, PORE y PCI. Y en tercer lugar con otro 17% tenemos al Partido Comunista de España y CCOO. Sumando todos los movimientos de origen marxista tenemos un 84% de las menciones. Pero lo más significativo es que éste es uno de los escasos temas en los que el Partido Comunista de España no copa más de la mitad del espacio como corresponde a la totalidad de su papel en la oposición. Directamente los textos originados por ETA o su entorno son un 8% de las menciones a la lucha armada. El escaso porcentaje que parece presentar ETA nos obliga a señalar que en realidad “el llamado conflicto vasco” está presente en un 21% de las sentencias pues a los textos de ETA hay que sumar los de la izquierda radical no nacionalista del País Vasco como Partido Comunista de Euzkadi, la LCR y el MCE o MC e incluso otras menciones debidas al entorno del PCE – CCOO, que apoyan la lucha armada etarra de manera indirecta o puntual. Finalmente nos resta un 8% de las menciones a la lucha armada contra el régimen que se deben a los nacionalismos canario y gallego, a menciones dentro de los textos de la UGT y a alguna mención no especificada ideológicamente procedente del mundo universitario.
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Visualmente obtenemos la siguiente gráfica:
Gráfica 3: Apología de la violencia. Fuente: LS TOP. Elaboración propia
4.1. La apología de la violencia en los grupos maoístas Como decíamos más arriba, a las organizaciones ligadas al movimiento maoísta1 corresponde aproximadamente la mitad de los llamamientos a la lucha armada que hemos recogido en los textos de la oposición. Con ello, aproximadamente, dobla su presencia general en las sentencias del TOP (un 22%) y triplica su protagonismo en el conjunto de su presencia en las Sentencias sobre Propaganda ilegal (18%). En la primera sentencia con alusiones a la lucha armada del PCML ya tenemos la teoría completa del maoísmo militante sobre la lucha armada. La sentencia procede de la detención de un solo imputado en la aduana de Seo de Urgel (Lérida) la mañana del 25 de Agosto de 1966, con diverso material impreso. La sentencia extracta dos concretamente: “Adulteración y falsificaciones tendenciosas” y “Políticas del equipo de Santiago Carrillo”: [...] Desgastar el poderío económico-político y militar, y más aún, aniquilar el ejército reaccionario, no es tarea de cuatro días ni mucho menos. Exigirá que nuestro pueblo vuelva a dar prueba de coraje, valentía y heroísmo, como siempre lo ha hecho en los momentos 1 Para comprender el papel del maoísmo en las sentencias del TOP Vid. ROLDÁN BARBERO, H. El maoísmo en España y el Tribunal de Orden Público (1964-1976). Córdoba, Universidad de Córdoba, 2010. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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importantes de la historia”, página 4. “No ha habido aun proceso revolucionario, que no haya sido coronado por el éxito, en el cual no haya figurado predominantemente la armada, como una de las formas de lucha”, página 4. “No ha sido aún desmentida la tesis marxista del papel progresivo, que la violencia juega en la historia en las etapas revolucionarias de los pueblos. Y esa violencia tiene expresión por lo general con las armas en manos del pueblo”, página 4. “ [...] linda con la candidez, pensar que se puede organizar y tener éxito, en el asalto a ese Estado, sin que el pueblo se haya armado”, página 4. “En nuestra concepción de la lucha por nuestra liberación entra, pues, como forma predominante, la lucha armada. La necesidad de empuñar las armas para conseguir una revolución victoriosa es hoy evidente. Dado que el logro del objetivo estratégico de nuestra revolución implica la destrucción del ejército fascista y demás órganos del aparato estatal de la oligarquía, y dada la actual potencia de estos órganos, unida al apoyo, que ya reciben y que irán en aumento, por parte del imperialismo yanqui, es pues, evidente que, no solo es necesaria la lucha armada, sin que esta ha de ser dura y prolongada”, página 5. “Pero en contra del poder fascista, prácticamente, no existe más que el diálogo de las armas y la fuerza”, página 5. “Una lucha armada, de tal envergadura, contra un aparato de represión tan feroz y brutal como el del franquismo, bajo las condiciones de terror impuestas que reinan en nuestro país, con la perspectiva de tener que enfrentarnos militarmente el gendarme internacional del imperialismo, no se puede decidir en unas pocas batallas”, página 6. “En nuestra concepción general de la lucha y de la lucha armada, desempeña papel principal la guerrilla rural”, página 7. “La lucha armada no es algo remoto. Es algo que ya está planteado en la orden del día. Está esperando que le Partido la ponga en marcha. Esas acciones armadas esporádicas pueden y deben estar ejercitándose ya, insertándolas en el proceso revolucionario que vivimos. Esas condicionadas acciones deben ir vinculadas a acciones de masas de todo orden, manifestaciones, motines, ocupación masiva de centros oficiales, o paralelas a ellas. De esta orden aun también las que se emprendan para impedir que los revolucionarios caigan en poder de la policía o para rescatarlos de manos de esta cuando ya han caído. Indirectamente vinculadas a tales acciones de masas, está el castigo de criminales, confidentes y provocadores. No podemos permitir que el enemigo siga cometiendo crímenes contra el pueblo impunemente; las acciones criminales convertidas por los esbirros de la dictadura sobre todos los demócratas y revolucionarios, deben ser cobradas en la misma moneda. El grado de arrogancia de la que esos esbirros hacen descaro 426
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para impresionar y aun atemorizar a las masas, se halla en relación con la impunidad en que hasta ahora han podido someter aun atropellos. En la medida de que seamos capaces de ir devolviendo golpe por golpe irá aumentando la moral y confianza de las masas”, página 10. “La lucha armada que concebimos será por tanto, predominantemente rural y de forma de guerrilla”. Página 11 “La Dictadura solo se vendrá abajo cuando sea eliminando y destruido su aparato de represión. Por tanto la lucha armada tiende a destruir ese aparato represivo”, página 15. “En su diversas fases la lucha armada debe ir combinada con las otras formas de lucha. Claro está, que la lucha armada es la forma principal y decisiva de la lucha y que, a medida que se desarrolla, todas las demás formas de lucha estarán cada vez más subordinadas a ella”, página 172.
Pero tras este largo y clarificador texto lo más habitual será que los llamamientos a la lucha armada en los textos del PCEML y el FRAP sean paralelos al 1º de Mayo, o bien, como respuesta a algún acontecimiento represor grave como los sucesos de Granada: Un nuevo crimen de la dictadura ¡Ya ha llegado la hora de que empecemos a darles su merecido a los asesinos. Que empiecen a sentir la justa cólera de nuestro pueblo. Que no sientan seguro ni el palmo de tierra que pisan. Respondamos a sus asesinatos, ojo por ojo y diente por diente. Demos su merecido a los asesinos de nuestro pueblo!” “¡Por una reforma agraria que de la tierra a quien la trabaja en el marco de una República popular y federativa…!” “Señalar la necesidad de derrocar violentamente a la clase que está en el poder [...]” “ [...] La movilización de las energías revolucionarias acumuladas en el campo español es condición indispensable para el desarrollo de la guerra popular, el derrocamiento de la dictadura yanqui-franquista y el triunfo de la revolución en España3.
En común en todos ellos en esencia se denuncia la opresión política y económica que el régimen supone para la nación, la explotación por parte de la oligarquía nacional a la que se suma la internacional con los acuerdos militares con los EEUU. Y además se rechaza explícitamente los métodos pacíficos:
2 Archivo de la Audiencia Provincial de Madrid – Tribunal de Orden Público (AAPMTOP), Sentencia nº 2, 3.1.1967, Sig. 67-1. 3 AAPM-TOP, Sentencia nº 260, 30.05.1973, Sig. 73-3. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Ante la situación de miseria y opresión que padecemos los trabajadores y todo el pueblo es necesario aumentar nuestra unidad combativa, nuestra organización y nuestra lucha para acabar con el fascismo y con la dominación yanqui sobre España. Los días 1 y 2 de Mayo han de ser días de lucha firme y unida [...] y de manifestación de nuestra inquebrantable decisión de conseguir un Estado al servicio del pueblo” [...], “El PCE (marxista leninista) llama, [...] a unirse en la lucha como único medio de conquistar nuestra libertad, rechazando las consignas pacifistas…4.
4.2. La apología de la violencia en los grupos trotskistas Antes de hablar de los llamamientos a la rebelión violenta contra el régimen del movimiento trotskista, señalaremos que éste ha aparecido como extremadamente minoritario en las sentencias del TOP5 e incluso entre los asuntos de propaganda, sólo un 5%, con lo que en este caso también triplica su protagonismo con un 17%. Los grupos adscritos a esta tendencia que hacen llamamientos a la lucha armada son el Partido Comunista Internacional (PCI); la Liga Comunista Revolucionaria (LCR); Partido Obrero Revolucionario de España (PORE). Los llamamientos a la violencia del trotskismo eran más bien genéricos, como el siguiente perteneciente al PCI: Nosotros, en consecuencia, renovamos el llamamiento del Comunismo a extender la lucha de masas (paros y asambleas en las fábricas, reuniones y acciones masivas en la Universidad, movilizaciones y luchas en la calle) en la forma más responsable, organizada y preparada, sus piquetes de combate para responder a la represión policíaca con la violencia de masas -militantes en Comunismo de Barcelona 10 de Diciembre de 1970 [...]6.
Y por lo demás también suelen coincidir con el 1º de Mayo. Así la LCR señala: 4 AAPM-TOP, Sentencia nº 320, 06.12.1971, Sig. 71-3. 5 Para conocer cómo el trotskismo fue superado por el maoísmo con una imagen más radical y juvenil puede consultarse la obra de GARCÍA ALCALÁ, J. A. Historia del “Felipe”: (FLP, FOC y ESBA): de Julio Cerón a la Liga Comunista Revolucionaria. Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2001. 6 AAPM-TOP, Sentencia nº 402, 22.10.1973, Sig. 73-4. 428
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Por un 1º de Mayo de unidad proletaria hacia combates generalizados contra la dictadura”. “Hay que poner en pie de modo inmediato piquetes masivos y capaces de enfrentarse a las bandas del capital, que constituyen el embrión de lo que deberán ser las milicias obreras armadas; aplastar a las bandas fascistas y patronales, echar a la policía de las Fábricas, Barrios y Facultades, deberá ser el objetivo de estos piquetes”. “Por el derrocamiento revolucionario de la Dictadura, Por la República socialista” “La vanguardia del movimiento se halla generalizada [...] La lucha contra la Dictadura que asalta las fábricas y asesina a los obreros7.
4.3. La apología de la violencia en los textos del PCE – CCOO Por primera vez en cualquier rama de nuestros estudios sobre las sentencias del Tribunal de Orden Público el Partido Comunista de España y Comisiones Obreras no ocupan el primer lugar cuantitativamente hablando. En esta ocasión, cuando hablamos de los llamamientos a la violencia tan sólo copan un 17% del total de los textos. Lo que por otro lado se adecua bastante bien a lo que fue históricamente su comportamiento bajo el franquismo en sus años finales8. Los llamamientos a la violencia del PCE-CCOO no suelen ser abiertamente violenta sino más o menos ambiguos como el que sigue: “…es preciso levantar una oleada combativa que desmonte toda la actual represión, que sitúe lo más abiertamente posible la actividad antifranquista”, “no hay solución posible partiendo del régimen (Mundo Obrero –nº 5)”… “ningún descanso en la lucha contra la represión”… “la dictadura es impotente para seguir cumpliendo su misión”… Mundo Obrero, nº 7…”9. Por otro lado, la mayoría de los llamamientos tiene detrás la frustración de los trabajadores ante algún problema laboral resuelto injustamente: [Castelldefels (Barcelona), 1968] [...] Para poder enfrentarse con los esquiroles, con los encargados, con la Guardia civil que ocupa las fábricas es preciso que creemos nuestros piquetes”. “ [...] el régimen capitalista español lanza todas sus fuerzas represivas para mantener 7 AAPM-TOP, Sentencia nº 120, 14.03.1973, Sig. 73-1. 8 SANCHEZ MILLAS, Mª P. “Eurocomunismo: ¿estrategia conjunta o coincidente mecanismo para tres consolidaciones internas diferentes?”. En BUENO LLUCH, M.; HINOJOSA, J. y GARCIA GARCIA, C. Historia del PCE: I Congreso, 1920-1977. pp. 385-398. 9 AAPM-TOP, Sentencia nº 32, 24.01.1973, Sig. 73-1. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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el miedo y el terror en el pueblo”. “Hemos de organizar nuestra violencia, quien esconde esto, quien habla de “vía pacífica”, es un traidor [...] tan sólo habrá paz cuando destruyamos el capitalismo”. “Defendámonos frente a las agresiones de la policía y la guardia civil10.
En la mayoría de los textos se observa ese “derecho” a la rebelión ante una agresión concreta del régimen como en el siguiente panfleto procedente de Málaga en 1970: “Trabajadores, sí las fuerzas de represión nos atacan, CONTRA-ATAQUEMOS, pues ante la represión LA REBELIÓN SE JUSTIFICA [...] abril de 1970”11. 4.4. Apología de la violencia en los textos de ETA Los textos relacionados con la banda armada Euskadi Ta Azkatasuna (ETA) no presentan un alto contenido de referencias a la apología de la lucha armada, y quizá eso sea lo más significativo12. La apología de la violencia en los textos de ETA y el resto del nacionalismo vasco significan solo el 8% del total de los presentes en las Sentencias del TOP. Debemos recordar que ETA-Nacionalismo Vasco supone el 18,4% de las sentencias y el 15% del delito de Propaganda. Si estudiamos todos los textos procedentes de ETA que se encuentran en las sentencias del TOP solo el 31% de ellos presentan “apología de la violencia”. Las primeras menciones a ETA como grupo terrorista proceden de 1967 y son aún rudimentarios pero demuestran el control sobre la sociedad que el régimen podía desplegar. Así “valiéndose de un producto denominado Kanfort, en las paredes de determinados inmuebles de Vitoria y en el pavimento de algunas de sus calles, las siglas EGI, denominación abreviada de facción secesionista vasca, a las cuales anteponían las frases Gora Euzkadi Libre o Euzkadi Ta Azkatasuna, gritos de lucha y exaltación de dicho sector nacionalista, cuyos exactos alcances y significados les eran conocidos. Los también procesados… arrojaron octavillas de igual contenido en las calles de Vitoria en diversas ocasiones indeterminadas en sus fechas pero posteriores a Octubre de 1967[...]”13.
10 AAPM-TOP, Sentencia nº 30, 10.02.1969, Sig. 69-1. 11 AAPM-TOP, Sentencia nº 426, 09.11.1973, Sig. 73-4. 12 Para ampliar este tema vid. HERNANDEZ NIETO, M. “ETA y ‘la resistencia vasca’ durante los últimos años del franquismo en la prensa clandestina del nacionalismo vasco moderado”. Espacio, tiempo y forma. Serie V. Historia Contemporánea, 26, 2014, pp. 435-450. 13 AAPM-TOP, Sentencia nº 20, 03.02.1969, Sig. 69-1. 430
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En esencia, la idea que subyace en los escritos del entorno etarra eran del tenor de la expuesta en el siguiente texto: “ [...] una cosa nos debe quedar clara de todo esto: Qué solo conseguiremos nuestra libertad total (nacional y social) el día que destruyamos violentamente a su estado fascista-imperialista en Euzkadi; para ello es imprescindible desde ahora el concienciarnos, organizarnos y tomar parte activa en la lucha, para llevar a cabo una movilización popular, que apoyada por la lucha armada, nos conduzca pronto a la consecución de un estado socialista vasco, independiente y reunificado”. “Manifiesto de ETA ante las fiestas de Lequeitio, 1 de septiembre de 1972”14. 4.5. Apología de la violencia en otros movimientos ideológicos Hemos encontrado textos con llamamientos a la lucha armada entre el nacionalismo de extrema izquierda gallega y el nacionalismo canario. El caso gallego muestra un especial radicalismo, que hunde sus profundas raíces en la represión sufrida tras la Guerra Civil. De hecho un 40% de los textos relacionados con el nacionalismo gallego tiene párrafos de apología de la violencia o la lucha armada. El texto clave que hemos encontrado en las sentencias es el libro: Os corvos, a figueira e a fouce de ouro” (Los cuervos, la higuera y la hoz de oro) , que tenía para difundirlos, de los que dicho procesado es autor y suscribió bajo el seudónimo de Laín Feixóo, que se inician con una “Adicatoria: o Piloto, derradeiro guerrilleiro de Galicia, abatido a tiros en Belesar (Lugo) no ano 1964. Na memoria de Foucellas, Ponte, Raúl, Bailarín, Curuxás e todos los xefes guerrillerios que defenderon o honor a libertade a democracia da Nación Gallega e morreron” [...] Personajes todos ellos reales, designados por sus apodos notoriamente conocidos, que al término de la guerra de liberación española, se refugiaron en los montes gallegos; autores de secuestros, atracos a mano armada y delitos de sangre que murieron en encuentros con las fuerzas del orden. En el contexto de dichos ejemplares se contienen frases del siguiente tenor literal: [...] “Los guerrilleros son la última rebeldía de una Galicia medio muerta”. “El odio al Estado no tiene porqué ser privativo de los anarquistas. Es algo que debería estar debajo de todo revolucionario”. “Rebeldes, camaradas míos, hombres de tierra que tienen los días contados antes de ser asesinados y volver de nuevo a la tierra, que lucha contra todas 14 AAPM-TOP, Sentencia nº 255, 30.05.1973, Sig. 73-3. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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las corrientes adversas de la historia y serán vencidos por ellas, serán vencidos por las corrientes, pero el péndulo recuperará la posición justamente opuesta, el pueblo recuperará la posición justa merced a las leyes del equilibrio… nuestros sucesores desenterrarán las viejas armas y cumplirán el destino fatal, cumplimentándose animismos y cumplimentando nuestra memoria”. “Nosotros hicimos lista negra y condenamos a muerte a unos diez o doce asesinos de por aquí”. “Había una Falange Negra que mandaba…, es un asesino” [...] “La consigna era siempre la misma: no ceder ante la Guardia Civil”. “Ser un maquis con dignidad es difícil. Por el odio que se lleva dentro. Pero más difícil ser militar profesional y ser digno y limpio”. “Grupos de criminales provocadores, a sueldo del fondo de reptiles de la guardia civil, cometieron mil salvajadas (la página que sigue es ilegible)15.
En el caso, extremadamente minoritario en el tema de la Propaganda ilegal, canario el llamamiento procede de una incautación de propaganda en la frontera francesa en julio de 1970 destinada a los turistas extranjeros: “Canarias no es España”, “… nuestro archipiélago es la presa que los españoles ganaron… esta presa, nuestra amada patria, tendrá que ser arrancada por la fuerza… por la vía pacífica no conseguiremos nada…”16. Además, tan solo hemos encontrado una ambigua mención a la violencia en los textos del PSOE-UGT17 procedente de una incautación del 1 de febrero de 1967, a unos jóvenes procedentes de Perpiñán, en un folleto titulado “Rangos Históricos de la Unión General de Trabajadores de España”: … en el tercero: “Si no hay otra salida, hay que recurrir incluso a la guerra civil para acabar con el terror franquista…”18. Por último, también se ha encontrado algún llamamiento a la lucha armada procedente del mundo universitario pero sin una adscripción ideológica clara. Se deben fundamentalmente a textos referentes a la ocupación por las fuerzas de orden público de la Universidad: 15 AAPM-TOP, Sentencia nº 345, 15.12.1969, Sig. 69-3. 16 AAPM-TOP, Sentencia nº 247, 11.10.1971, Sig. 71-3. 17 Este porcentaje se ajusta a la realidad histórica del papel del PSOE durante el franquismo. Como el propio Abdon Mateos, uno de los principales expertos en la oposición al franquismo en general y de la socialista en particular, destaca el peligro de sobrevalorar el papel jugado por el PSOE en los sesenta y setenta. Cfr. MATEOS, A. Historia y memoria democrática. Madrid, Eneida, 2007, p. 44. 18 AAPM-TOP, Sentencia nº 65, 31.05.1967, Sig. 67-1. 432
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Vemos que si hay dinero para mantener a un ejército creciente de policía dentro de nuestras facultades”[...] “la política educativa del régimen es un todo que comprende la creación de una universidad para minorías, la falta de escuelas, la carestía de la enseñanza, etc.”, “La policía que hoy nos reprime disolviendo nuestras asambleas y deteniendo a nuestros compañeros es la misma que masacra a los obreros”, “ contra todo esto se levantan hoy todos los sectores de la enseñanza”, “por ello llamamos a la solidaridad activa de todo el pueblo de Madrid en la justa lucha que los estudiantes mantenemos”, “¡por la libertad de asambleas y actos culturales!”, “ ¡fuera la policía de la universidad!19.
5. Conclusión:
características comunes de la apología de la
violencia en las sentencias del
TOP
La conclusión de este trabajo no se puede limitar a una recapitulación de las diversas formas de defender la acción armada contra el régimen en función de las organizaciones que lo hicieran. Si hiciéramos esto nos limitaríamos a señalar la gran importancia del movimiento maoísta, con el FRAP como grupo terrorista que actúa de manera directa en aquellos años. La importancia que también le daban a este tipo de mensajes los movimientos trotskistas pese a su nula capacidad de acción real. La infrarepresentación del nacionalismo vasco que pese a las acciones de ETA y la dura represión que padecía no convirtió este tema en su principal leitmotiv (de hecho es el tercer tema tras el independentismo y las denuncias de represión) frente al extremo radicalismo de los nacionalismo minoritarios gallego y canario. Así, como deberíamos señalar como el PCE-CCOO no consideran realmente la lucha armada como una opción sólo mencionada en momentos de conmoción social ante algún incidente represor especialmente trágico (sucesos de Granada, Ferrol, Juicio de Burgos, etc.). Pero más allá de ello lo que debemos hacer es destacar como se insertan estos llamamientos o defensa de la lucha armada en el contexto del mensaje general de la oposición. De tal manera que estos mensajes de apología de la violencia van asociados, fundamentalmente, a tres grandes mensajes. En primer lugar van insertados en textos que hacen referencia al carácter represivo, tiránico y sometido a los intereses de la oligarquía capitalista del Estado franquista. En segundo lugar, estos mensajes vienen insertados en 19 AAPM-TOP, Sentencia nº 55, 12.02.1973, Sig. 73-1. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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textos dedicados a denunciar algún problema laboral, concreto, o escritos para festejar el Primero de Mayo. En tercer lugar, la apología de la violencia se liga a mensajes de independentismo, vasco, galleo y canario. Finalmente, y al margen de esos tres temas principales, otras ideas a las que se asocian los mensajes de violencia política son el antiamericanismo, el odio a las fuerzas “represivas” y el recuerdo de la Guerra Civil. Por último, debemos destacar como “la lucha armada” es la principal acción concreta que estos grupos de oposición al franquismo proponen para derribar al régimen. Este puede unirse a otras dos acciones concretas, el llamamiento a una huelga general revolucionaria (asunto muy teórico pero relacionado con el anterior) y los llamamientos a la unidad de la oposición (no menos cargado de retoricismo en estos textos propagandísticos) pero en conjunto estos tres temas están presentes en el 50% de los mensajes recogidos en las sentencias de Propaganda ilegal juzgados en el Tribunal de Orden Público. Bibliografía Águila, Juan José, El TOP. La represión de la libertad (1963-1977). Barcelona, Ed. Planeta, 2001. Castro Moral, Lorenzo, “La izquierda radical y la tentación de las armas”. En Roca, J. M. (ed.), El proyecto radical. Auge y declive de la izquierda revolucionaría en España (1964-1992), Madrid, Los libros de la catarata, 1994. Cea D’Ancona, María Ángeles, Métodos de encuesta: teoría y práctica, errores y mejora. Madrid, Síntesis, 2004. Díaz González, Francisco Javier, El franquismo, el régimen y la oposición: actas de las IV Jornadas de Castilla-La Mancha sobre Investigación en Archivos: Guadalajara, 9-12 noviembre 1999. Vol. 2, 2000, ISBN 84-931658-2-4, pp. 591-598. Fernández Asperilla, Ana, “Franquismo, delincuencia y cambio social”. Espacio Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, 17, 2005, pp. 297-309. García Alcalá, Julio Antonio, Historia del “Felipe”: (FLP, FOC y ESBA): de Julio Cerón a la Liga Comunista Revolucionaria. Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2001. 434
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LA MUERTE DE CARRERO BLANCO ¿TARDOFRANQUISMO, PRETRANSICIÓN O TRANSICIÓN? UN ESTUDIO SOBRE SUS INTERPRETACIONES Carrero Blanco’s Death. Late Franco Period, Pre-Transition or Transition? A Study About Their Interpretations Mario Alba Hernández1 Universidad Autónoma de Madrid
[email protected] Resumen: Este artículo tiene como fin replantear el debate sobre la relevancia de la muerte de Carrero Blanco en su inmediato futuro político. Para ello se han recogido las opiniones emitidas desde el mismo día del atentado hasta la actualidad. Observando la importancia que en cada caso se concede al atentado y a sus consecuencias de cara al período de transición a la democracia en España. Las consecuencias fruto de la muerte del Almirante, al producirse ésta por un acontecimiento de violencia premeditada, se han pretendido interpretar sin trascendencia en la Transición para evitar reconocer méritos a la actividad terrorista. A raíz de este trabajo se plantean cuestiones sobre la relación del atentado con la llegada de la democracia en España y sobre el papel del historiador ante las interpretaciones de este acontecimiento violento. Palabras clave: hermenéutica, atentado, Carrero Blanco, transición española, acontecimiento violento. Abstract: This paper aims to reframe the debate about the relevance of Carrero Blanco’s death shortly after becoming president. To accomplish this, different opinions have been gathered from the day of his assassination until today. Keeping in mind the importance that is given in each case to the terrorist attempt and its consequences on the transitional period in Spain. The consequences that came from the death of the Admiral, which was caused by a premeditated and violent event, have been sought to be interpreted without much transcendence in the Transition to avoid the recognition of actual merit in terrorist activities. Following this work questions about the relationship between the attack and the arrivar of democracy in Spain and about the role of the historian in regards of the interpretation of such a violent event arise. Keywords: Hermeneutic, Terrorist Attempt, Carrero Blanco, Spanish Transition, Violent Happening. 1 Este artículo forma parte del desarrollo del Trabajo de Fin de Máster, del Máster en Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Madrid.
Mario Alba Hernández
1. Introducción Más de cuatro décadas han transcurrido desde que un atentado terrorista acabara con la vida del presidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco. A lo largo de ese amplio período son numerosas las personas que han reflexionado y valorado sobre las consecuencias que tuvo -y sobre las que no tuvo- aquel acontecimiento violento. Historiadores, politólogos, sociólogos y periodistas han emitido interpretaciones sobre aquel atentado, además, son muchos los protagonistas -políticos, militares,…- que han publicado memorias escritas sobre los años setenta en España, y en aquellas memorias muchos también han relatado su interpretación sobre las consecuencias de la muerte de Carrero Blanco. Entre la ingente cantidad de publicaciones sobre los años setenta es posible encontrar interpretaciones diferentes sobre lo que supuso el atentado. Para algunos autores fue el detonador del proceso de transición a la democracia en España; para otros este acontecimiento estaba ya inmerso en el período transicional que había comenzado con anterioridad; y por otro lado se encuentran aquellos para los que diciembre de 1973 no forma parte de la transición española pues la misma comenzaría más adelante. Con esto, el objetivo de este artículo es integrarse en el debate sobre la fijación de fechas del período de transición a la democracia en España. A través del estudio de las interpretaciones de un acontecimiento concreto, como es el atentado del 20 de diciembre de 1973, pretendo introducirme en este debate inconcluso sobre la datación del inicio de la Transición española. De las posibilidades señaladas antes, la mayoría de quienes han escrito sobre la Transición española se han decantado por excluir el atentado que acabó con la vida de Carrero al entender que el proceso transicional comenzaría con posterioridad -en concreto la mayoría fija tal fecha el 20 de noviembre de 1975, con la muerte del general Franco. Una vez que observé esta situación me propuse el desarrollo de esta investigación en busca de analizar como la mayoría de los autores dejaba fuera del proceso de llegada de la democracia un acontecimiento tan impactante como el magnicidio del presidente del Gobierno, cuando este asesinato había causado que Franco llorase por primera vez en público. Es decir, resulta llamativo que el suceso que provocó que el generalísimo apareciese en la prensa débil y superado por los acontecimientos haya sido excluido del proceso por el que se ponía fin a la dictadura. 438
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La muerte de Carrero Blanco ¿Tardofranquismo, pretransición o Transición? Un estudio sobre sus interpretaciones
El análisis de las interpretaciones emitidas deja ver que, si bien la mayoría excluye el atentado del período de Transición, existe un buen número de autores que lo integran o lo consideran su acontecimiento iniciador. Así, las preguntas que surgen a la hora de plantear este trabajo son ¿por qué han ido variando a lo largo de estas cuatro décadas las interpretaciones sobre las consecuencias del atentado? y ¿en qué medida es complicado para el investigador del pretérito interpretar acciones violentas de un grupo terrorista? Una justificación epistemológica para adentrarme en el desarrollo de un trabajo historiográfico como éste la extraigo de las palabras del historiador neerlandés Frank Ankersmit. Según Ankersmit, en la historiografía existe un excesivo número de estudios e investigaciones y cree que sería conveniente examinar con atención lo publicado hasta ahora y preguntarnos a donde nos lleva todo esto2. Suscribo la opinión de Ankersmit y es que considero que repensar sobre lo ya escrito no sólo es conveniente desde el punto de vista de cambio generacional entre los historiadores, sino que es positivo para el desarrollo de la historiografía, en tanto que, por ejemplo, genera nuevos debates. La cantidad de bibliografía con la que trabajar en esta investigación es ingente, ya que después de los años treinta los años setenta son la década más estudiada de nuestra historia. De tal manera, la posibilidad de encontrar referencias bien del atentado bien del debate sobre la datación del período transicional es muy amplia. Por ello, una acotación y selección de las fuentes se hace necesaria para poder plantear el desarrollo de la investigación. Para el desarrollo de mi Trabajo de Fin de Máster el número de fuentes es más amplio, pero por los límites que suponía la presentación de este artículo en el Congreso3 he seleccionado un reducido número de autores que a mi juicio son representativos y permiten exponer el proyecto planteado. El orden utilizado para presentar el análisis de las interpretaciones es cronológico, desde las interpretaciones más cercanas al atentado hasta las más próximas a la actualidad.
2 ANKERSMIT, F. “Historia y postmodernismo”. Historia Social, 50, 2004, pp. 7-23. 3 VI Congreso Jóvenes Historiadores, Salamanca (España), 11-13 de marzo de 2015. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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2. Detonador de la transición Apenas transcurrido medio año desde el atentado que acabó con la vida de Luis Carrero Blanco, Eva Forest publicó una obra en la que recogía la interpretación de los autores del atentado tras una supuesta entrevista con los mismos. Según la obra de Forest, para los miembros de ETA autores del atentado Carrero representaba la continuidad del régimen una vez que muriese Franco, así, al haberlo asesinado habían dejado “coja la maniobra de desdoblamiento y privado a la oligarquía española del quizá único elemento capaz de asegurar la continuidad del régimen”4. Con lo que se puede ver que los miembros de ETA, en un intento de justificar su atentado, interpretaban que la muerte de Carrero suponía un primer paso hacia el cambio de régimen en tanto que la dictadura no iba a conseguir su continuidad, al menos en los términos “planeados”. Que la Transición empezaba con el asesinato de Carrero no fue una interpretación exclusiva de los miembros de ETA y es que durante la primera década después del atentado son varios los ejemplos que se pueden encontrar en la misma línea. Dos de los ayudantes más próximos a Luis Carrero Blanco escribieron en sus memorias sobre las consecuencias del atentado. Quien había sido su mano derecha en la política, Laureano López Rodó, escribió las siguientes líneas: En el orden humano, para mí fue un desgarrón aquella muerte alevosa de un hombre con el que yo había estado trabajando durante dieciocho año. Fue un trauma tremendo. En lo político, me di cuenta de que su muerte ponía fin al régimen de Franco.5
Al igual que los miembros de ETA, López Rodó señaló la imposibilidad del continuismo una vez muerto Franco, con lo que interpretaba que el atentado había supuesto el final de la dictadura franquista y que se caminaba hacia otro régimen, como quiso indicar con el título de la obra, se avanzaba hacia la monarquía. Por su parte, otro colaborador de Carrero Blanco, José Ignacio San Martín6, afirmó en su libro de memorias que aunque no se podía hablar sólo de un día para escribir la historia, “a raíz del asesinato de Carrero 4 AGUIRRE, J. [FOREST, E.]. Operación Ogro. Cómo y por qué ejecutamos a Carrero Blanco. París, Ruedo Ibérico, 1974, p.15. 5 LÓPEZ RODÓ, L. La larga marcha hacia la monarquía. Barcelona, Noguer, 1977, p. 458. 6 Director general del Servicio Central de Documentación (SECED) cuando se produjo el atentado. 440
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La muerte de Carrero Blanco ¿Tardofranquismo, pretransición o Transición? Un estudio sobre sus interpretaciones
Blanco se inició la transición”7. Para San Martín el día del atentado contra Carrero comenzó la Transición española, incluso recuerda una conversación que mantuvo con el general Manuel Gutiérrez Mellado poco después del atentado en la que afirmó que ambos consideraron que comenzaba la Transición en ese momento y que las Fuerzas Armadas iban a adquirir gran importancia durante el proceso de cambio de régimen8. También la extrema derecha interpretaba que la muerte del almirante Carrero había posibilitado o al menos facilitado el transcurso de la dictadura a la democracia, así, en 1984 el grupo Fuerza Nueva manifestaba que de no haber muerto Carrero lo ocurrido en esos diez años no hubiera sido posible9. 3. El atentado irrelevante Sin embargo, la idea de que la muerte de Carrero era el inicio del cambio, que había marcado las interpretaciones de los primeros años, se fue diluyendo. Ya a lo largo de los años ochenta se fue construyendo el discurso de transición pactada que sólo se iniciaría tras la muerte de Franco. Este discurso, que se asentó plenamente en los años noventa, excluía todo aquello anterior al 20 de noviembre de 1975, por lo que el asesinato del almirante fue apartado de las publicaciones sobre la Transición. Tres claros ejemplos de publicaciones que fueron alejando del período transicional el atentado del 20 de diciembre de 1973 son las memorias escritas de Manuel Fraga, publicadas en 1980; la obra de Alfonso Guerra, dedicada a la llegada al poder de Felipe González; y la obra que Victoria Prego publicó en 1995 –la cual indicó era fruto de la investigación realizada en los años ochenta aunque no la publicase hasta ese año–. Estas publicaciones de los años ochenta que fueron las primeras en ir apartando el atentado del discurso de la Transición contienen contradicciones internas interesantes de analizar. Todas estas obras se encuentran a medio camino entre la interpretación de los primeros años, que como indiqué más arriba eran partidarias de otorgar un papel iniciador al atentado, y la interpretación que se consolidará en los años noventa y excluirá de manera tajante el atentado respecto a la Transición. Así, estas publicaciones de los años ochenta señalaban a la vez que el atentado 7 SAN MARTÍN, J. I. Servicio Especial: A las órdenes de Carrero Blanco. Barcelona, Planeta, 1983, p. 275. 8 SAN MARTÍN, J. I. Servicio Especial… p. 96. 9 TUSELL, J. Carrero. La eminencia gris del régimen de Franco. Madrid, Temas de Hoy, 1994, p. 449. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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fue un acontecimiento importante que impactó y alteró posiciones tanto dentro del régimen como en la oposición y al mismo tiempo eran capaces de afirmar que el atentado había sido irrelevante de cara al proceso de cambio político en España. Presento a continuación los ejemplos concretos. El exministro durante la dictadura, Manuel Fraga Iribarne, presentó en 1980 una obra de memorias a través de sus anotaciones personales y reflexiones. Cuando se produjo el atentado de la calle Claudio Coello que acabó con la vida de Luis Carrero Blanco Fraga se encontraba en Londres en calidad de embajador. A pesar de la distancia, Fraga muestra su interpretación de las consecuencias del atentado en esta obra de memorias, hay que tener en cuenta que en los primeros momentos sonó como uno de los posibles nombres en la sucesión en el sillón presidencial, lo que le hizo estar muy atento sobre la actividad política en Madrid, aunque finalmente no acudiera personalmente ya que según él comprendió que “no era su momento”. La interpretación que presentó Fraga en estas memorias fue que el atentado tuvo una influencia muy limitada puesto que consideraba que de haber sobrevivido Carrero a la muerte de Franco “no hubiera cambiado mucho el curso ulterior de la historia”. A pesar de la contundencia de las afirmaciones, Fraga incluyó a escasas palabras de las presentadas otras afirmaciones que son contradictorias. Fraga señalaba que “no se veía qué podría cambiar los datos y acelerar los procesos. Y ocurrió, de modo trágico e inesperado, el 20 de diciembre”, con lo que reconoce que fue un acontecimiento impactante dentro del régimen, al que causó una reacción y un cambio. Pero las contradicciones no se quedan ahí, pues mientras que indicaba que la influencia fue muy limitada afirmaba unas frases más adelante “ahora, todos comprenderían que había que tomar partido, y que el año 1974 sería un año de inevitable comienzo de la transición”10. Por su parte, Alfonso Guerra en su obra de 1984 interpretaba que la Transición se inició tras la muerte de Franco, es más, señaló incluso un momento concreto en el que según él empezó la transición, cuando Alejandro Rodríguez de Valcárcel vitoreó a Juan Carlos al ser proclamado rey el 22 de noviembre de 1975. En la obra de Guerra se puede apreciar que es uno de los autores que interpretó que el período de cambio político se 10 Todas las frases entrecomilladas del párrafo corresponden a: FRAGA, M. Memoria breve de una vida pública. Barcelona, Planeta, 1980, p. 309. 442
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iniciaría tras la muerte del dictador, es aquí donde se le pueden hacer varias preguntas ante lo que se presenta como contradicción. Si Guerra señala que el cambio político empezó en noviembre de 1975, habría que entender que de los acontecimientos anteriores los cambios que producen no van dirigidos hacia el objetivo de cambio de régimen, entonces ¿por qué realizó la siguiente afirmación Guerra?: Nuestra actividad en esta época [finales de noviembre de 1975] no era especialmente diferente a la de otras, porque la muerte de Franco se estaba arrastrando: fue muy diferente a la de Carrero. La muerte de Carrero fue un aldabonazo entre la oposición y concretamente dentro del Partido: lo movió todo. La de Franco no, porque se veía venir11.
Como vemos las contradicciones se dan en las publicaciones de estos años, sus autores intentaron fijar la fecha iniciática de la Transición española en el 20 de noviembre de 1975, pero todavía concedían una gran importancia a la muerte de Carrero, lo que llegó a ser llamativo especialmente en el ejemplo de Guerra mencionado, quien otorgó mayor impacto –al menos entre la oposición– a la muerte de Carrero que a la de Franco. El último ejemplo significativo que quiero mostrar de los años ochenta –aunque vuelvo a recordar que la publicación la realizó ya en los noventa– es la periodista Victoria Prego. La interpretación que realizó Prego fue que ni siquiera constaba, para los terroristas autores del atentado, la magnitud política del asesinato y acto seguido afirmaba que “quizá no se equivocaron en su ignorancia” pues según ella “Carrero no habría supuesto en realidad un obstáculo serio para la transición democrática del país, un proceso con el que, por otra parte, habría estado en radical desacuerdo”12. Así, según la periodista el atentado no alteró la futura Transición, aunque a la vez Prego señaló que supuso un fuerte impacto para el sector continuista, al sentir que se aproximaba velozmente un futuro que no tenían bajo control. La pregunta que me surge en torno a las contradicciones en el caso de Prego es bastante evidente, si para ella el inicio de la Transición se produce con la muerte del dictador y la muerte de Carrero Blanco es irrelevante de cara al cambio político en el país ¿por qué empieza su libro, titulado Así se hizo la Transición, con el atentado de Carrero Blanco? 11 GUERRA, A. Felipe González. De Suresnes a la Moncloa. Madrid, Novatex, 1984, p. 89. 12 PREGO, V. Así se hizo la Transición. Madrid, Plaza & Janés, 1995, p. 22. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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4. La fecha canónica Si en los años ochenta se pueden encontrar estos ejemplos que pretendían otorgar irrelevancia al atentado de la calle Claudio Coello con vistas al proceso transicional, sería ya en la década de los años noventa cuando esta interpretación se consolidaría. A partir de entonces la mayoría de los autores que se acercaron al estudio de la Transición española utilizaron la muerte de Franco como fecha indicativa del comienzo del proceso. En estos autores ya no se encuentran las contradicciones a la hora de interpretar las consecuencias de las dos fechas –muerte de Carrero y muerte de Franco–, estos autores justificaron la elección del 20 de noviembre de 1975 y en algunos casos llevaron su elección hasta el punto de ni siquiera incluir acontecimientos anteriores a esa fecha en sus publicaciones sobre la Transición. Para este apartado quiero mostrar las interpretaciones de cuatro historiadores. En primer lugar José Ramón Díaz Gijón, quien en un congreso celebrado en 1993 señaló que era imposible afirmar el comienzo de la Transición con el atentado, ni siquiera se puede afirmar que ese asesinato acelerase o condujese a la agonía del régimen. Díaz Gijón afirmaba que no se le debía conceder ningún mérito hacia el avance hacia la democracia a una organización “que es la mayor lacra política y social de nuestra democracia”. Además, culpó a la izquierda, apoyándose en un texto de Pio Moa, de haber generado una figura de ETA como “salvador nacional” por haber acabado con la vida de Carrero Blanco y conseguir así un gran paso hacia la llegada de la democracia13. Ese mismo año, coincidiendo también con el veinte aniversario del atentado, Javier Tusell publicaba la biografía sobre el almirante Carrero Blanco. En el capítulo final de la biografía Tusell presentó su interpretación del atentado y en ella se puede apreciar una idea muy similar a la de Díaz Gijón, el atentado no fue un paso hacia la democracia, es más, fue todo lo contrario: 13 DÍAZ GIJÓN, J. R. “Algunas consideraciones en torno a la muerte de Carrero Blanco y su significación política de cara al final del régimen franquista”. En TUSELL, J. et al.: El régimen de Franco, 1936-1975: política y relaciones exteriores. Actas del Congreso Internacional que, organizado por el Departamento de Historia Contemporánea de la UNED, tuvo lugar en Madrid, del 11 al 14 de Mayo de 1993 Vol. 2. Madrid, UNED, 1993, pp. 217-227. 444
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Para el autor de estas páginas, de forma meridianamente clara, […] aunque pueda dar lugar a una meditación infinita, ya que se basa en futuribles. ETA no mató al franquismo en la persona del almirante; menos aún contribuyó a la democracia con su asesinato. Lo único que consiguió ETA fue potenciarse a sí misma y, con ello, multiplicar los problemas durante el camino hacia la democracia y después de conseguida ésta14.
Cinco años después, en 1998, el profesor Álvaro Soto publicaba un estudio sobre la transición a la democracia en España, que revisaría y ampliaría en 2005. En el título de ambas obras Soto ya dejó claro su posicionamiento en el debate sobre las fechas de datación del período transicional español. De tal manera, Soto escoge la muerte del general Franco como fecha iniciática de la Transición y es fiel a su elección hasta el punto de no incluir acontecimientos anteriores a la muerte del dictador e inició sus libros con aquella muerte y la posterior coronación del monarca. En estas dos publicaciones de Soto no se pueden encontrar las contradicciones que señalé en los autores del anterior apartado, en primer lugar porque justificó su elección, “la transición se inicia con la muerte de Franco, pues su presencia condicionaba toda la vida política”15; y en segundo lugar, porque ni siquiera mencionó el atentado contra Carrero para señalarlo como antecedente. Así, las dudas que se veían en Fraga, Prego o Guerra respecto cual de las dos muertes tenía mayor repercusión de cara al cambio político en Soto se desvanecen, fijando el 20 de noviembre de 1975 como fecha clave para el estudio de la Transición española. Otro historiador, Manuel Redero, realizaba una interpretación muy similar en la revista Ayer en 1999. Para el profesor Redero, la Transición “puede considerarse iniciada en noviembre de 1975, cuando, tras la desaparición del anterior jefe del Estado, los distintos actores, cada uno con su estrategia, comenzaron a tantear el terreno con vistas a una solución política de futuro”16. Ante la afirmación defendida por Redero cabe preguntarle si ¿acaso fue una sorpresa la muerte de Franco? ¿no vendrían fijando su estrategia los distintos actores desde antes? Y es que, si atendemos 14 TUSELL, J. Carrero. La eminencia… pp. 462-463. 15 SOTO, Á. Transición y cambio en España 1975-1996. Madrid, Alianza editorial, 2005, p. 33. 16 REDERO SAN ROMÁN, M. “Apuntes para una interpretación de la transición política en España”, Ayer, nº36 Italia-España. Viejos y nuevos problemas históricos, 1999, pp. 261-282. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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a la conversación que señalaba San Martín con Gutiérrez Mellado o a las memorias de Fraga donde en varias ocasiones señalaba sus vistas hacia el futuro todavía en vida de Franco ¿no podemos afirmar que antes del 20 de noviembre de 1975 ya había distintos actores, cada uno con su estrategia, que tanteaban el terreno con vistas hacia una solución política de futuro? 5. ¿Por qué el 20 de noviembre? Que el 20 de noviembre de 1975 se ha convertido en la fecha de referencia es innegable. Desde los años noventa la mayoría de historiadores, politólogos o sociólogos han utilizado la muerte del dictador como fecha inicial del período transicional. Y dado ese uso en el ámbito académico la muerte de Franco se ha consolidado como fecha de referencia para aludir a la Transición, prueba de ello puede encontrarse al echar un vistazo a cualquier libro de texto utilizado en un instituto español17. Sin embargo, a pesar de ese uso mayoritario, a lo largo de la última década se han publicado investigaciones que ponen en duda el uso de la muerte de Franco como indicador del comienzo y han reabierto el debate sobre la fijación de fechas acerca de la Transición. Fruto de un congreso celebrado en Barcelona, veía la luz en 2006 una obra que recogía las actas de aquel congreso bajo la coordinación de Carme Molinero. En esta publicación Molinero señalaba que la Transición ha sufrido un gran éxito e interés entre las investigaciones y que quizá fruto de ese éxito “se ha producido una dulcificación” y simplificación de lo que supuso un período complejo. Respecto a lo que aquí interesa, el debate sobre la datación del período, señaló que esa dulcificación o simplificación había podido influir, así: Una de esas visiones poco ajustadas a la realidad pero que, sin embargo, tienen un fuerte predicamento -en muchas ocasiones interesado- es el que señala la fecha del 20 de noviembre de 1975 como punto de partida de la Transición, como si por arte de birlibirloque la dictadura hubiera dejado de serlo y la mera muerte de Franco equivaliera a la desaparición del régimen18.
17 Véanse dos ejemplos: VV.AA. Historia Bachillerato 2. Madrid, Anaya, 2009; otro ejemplo VV.AA. Historia 2º Bachillerato. A Coruña, Baía Edicións, 2009. 18 MOLINERO, C. (ed.). La Transición treinta años después. Barcelona, Ediciones Península, 2006, p. 11. 446
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Una datación distinta a la que utiliza la mayoría es la propuesta por el profesor Ferrán Gallego. Como ya mostró en el título de su investigación publicada en 200819, Gallego es partidario de comenzar a hablar de Transición desde 1973. En concreto comenzó su obra con el atentado y sus consecuencias haciendo hincapié en los días en que se concretó la sucesión en el sillón presidencial, finalmente ocupado por Carlos Arias Navarro. Gallego señaló que actores, como por ejemplo Fraga, ya se estaban posicionando desde antes de morir Franco de cara al cambio político que podría producirse al morir Franco. De tal manera, al menos los dos años anteriores a la muerte del dictador son inseparables al estudio de la Transición española. Esta interpretación le ha llevado a mantener fuertes debates con el profesor Soto, destacando el mantenido en el número dos de la revista Segle XX. Revista catalana d´història. Efectivamente, junto a las interpretaciones de Carme Molinero o Ferrán Gallego están surgiendo autores que no se suman a la interpretación mayoritaria que fijaba el inicio de la transición en la muerte del dictador. Estos autores pretenden incluir el estudio de acontecimientos y movimientos políticos -del régimen y de la oposición- anteriores a 1975 en las investigaciones sobre la transición española. Entre estos acontecimientos se encuentra el atentado mortal contra Carrero Blanco. Ejemplo de ello lo encontramos en la interpretación que ofreció Alfonso Pinilla García, señalando que aquella “explosión que tuvo lugar en Madrid aquel 20 de diciembre de 1973 horadaba los pilares fundamentales del edificio franquista”, y que evidenció “dos desajustes fundamentales: el del sistema político con su entorno social; y el del sistema político con su auto-perpetuación”20. 6. Conclusiones Posicionándome desde la teoría que predica que la historia es interpretación y que el acontecimiento es algo vivo por lo que no se deben realizar enunciados definitivos, asumo que quien escribe sobre el pretérito está íntimamente afectado por su contexto en el presente. Con lo que se pueden explicar las diferentes etapas por las que han pasado las interpretaciones sobre el atentado contra Carrero Blanco y que acabo de exponer. 19 GALLEGO, F. El mito de la Transición. La crisis del franquismo y los orígenes de la democracia, 1973-1977. Barcelona, Crítica, 2008. 20 PINILLA GARCÍA, A. “La respuesta periodística al atentado contra Carrero Blanco: ¿Serenidad o uso de la fuerza?”. En CHAPUT, M. C. y PELOILLE, M. (coords.). Sucesos, guerras, atentados: La escritura de la violencia y sus representaciones. París, Pilar, 2009, pp. 145-155. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Así, quienes escribieron en los primeros años tras el atentado probablemente estaban conmocionados por lo que supone un magnicidio, además hay que tener en cuenta que en los años setenta una parte de la izquierda no reprobaba totalmente la actuación de ETA al presuponer a la organización vasca el objetivo antifranquista por encima del nacionalista. Con lo que el atentado contra Carrero era entendido como un paso hacia el cambio de régimen. Por otro lado, para la derecha heredera del régimen remarcar la importancia del atentado podía justificar su imposibilidad de mantener la dictadura, así se pueden entender las afirmaciones que veíamos de San Martín o Fuerza Nueva. Para entender las interpretaciones de los años ochenta y noventa habría que señalar dos factores. Por un lado la continuidad de la actividad armada de ETA con lo que aquellos que escriben sobre el atentado se ven constreñidos a marcar la irrelevancia del mismo. Y es que, era difícil conceder a una organización que seguía causando muertes un papel clave en el paso de la dictadura a la democracia. Por otro lado hay que entender que el objetivo en los años ochenta y noventa era consolidar la democracia en España, así, los historiadores y politólogos se ven influidos por ese contexto, lo que puede explicar la construcción del discurso de la que se llamó “transición modélica”, tratando de alejar los acontecimientos violentos, lo que explicaría que el magnicidio de Carrero Blanco quedara fuera del proceso transicional. Los mejores ejemplos de estos dos factores son Tusell y su biografía sobre el almirante, y es que dedica el último párrafo de su obra a realizar una condena explícita a la violencia de ETA afirmando que el atentado no sólo no acercó la democracia sino que puso más trabas; y el artículo citado de Díaz Gijón en el que señala que a un grupo que hoy “es una lacra” para la democracia no puede concedérsele ningún mérito hacia la consecución de la misma. Por último, la explicación para entender el cambio interpretativo de los últimos años podría entenderse por el cambio generacional; por el debate a nivel académico entre memoria e historia que ha incidido especialmente sobre el período de la Transición; y por el contexto de crisis económica y política que ha buscado en la Transición nuevas preguntas. Esto último es utilizado por Santos Juliá como crítica, así, Juliá señala que muchas de las nuevas interpretaciones sobre la Transición se deben a intentos de modificar
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el pasado “para soportar mejor el presente” y sus males21. De acuerdo con Juliá en que hay que ser honestos y no mentir ni alterar datos del pasado en las investigaciones del pretérito, pero a la vez se me ocurre enviar su misma pregunta ¿las interpretaciones –digamos– clásicas no podrían haberse visto también influidas por los males de su presente? Así, –por ejemplo– no era posible aceptar que en la transición a la democracia nuestro país hubiese tenido un magnicidio, nada menos que del presidente del Gobierno, en pleno centro de Madrid a manos de un grupo terrorista que seguía actuando veinte años después en la “democracia consolidad”. Para terminar, quiero alentar que continúen produciéndose estudios sobre la Transición española que integren acontecimientos anteriores a la muerte del general Franco como parte del proceso de acercamiento de la democracia. Además, quiero lanzar algunas preguntas y exponer mi interpretación, que siendo coherente con lo citado no pretende ser la “verdadera” sino una más. De tal manera, la cuestión que propongo es ¿se puede obviar todo aquello anterior al 20 de noviembre en los estudios sobre la Transición? Con la muerte de Carrero Blanco la gran mayoría de autores identifica cambios en al menos un sector del régimen y en la oposición, muchos de los actores protagonistas entendieron que probablemente se produciría un cambio político en fechas próximas. Ante la posibilidad de dicho cambio se prepararon para el mismo y actuaron en consecuencia, como se ve en las memorias de algunos de ellos y como he citado que señaló Ferrán Gallego. Así, y como afirmó Alfonso Guerra, el 20 de noviembre no fue una sorpresa. Por tanto pregunto ¿no se puede estudiar la transición desde antes? No pretendo un cambio de fechas, no es mi objetivo un simple intercambio entre el 20 de noviembre de 1975 y el 20 de diciembre de 1973, sino que propongo evitar estudios que obvien aquello anterior a la muerte de Franco. Y una última cuestión con la que terminar, si el discurso de transición modélica parece que ya se está desechando, ¿tiene sentido que la oposición violenta adquiera peso en los futuros estudios como un actor más que condujo hacia la transición democrática, aunque no fuera su objetivo?
21 JULIÁ, S. “Cosas que de la Transición se cuentan”, Ayer, nº 79 Procesos de la construcción de la democracia en España y Chile, 2010, pp. 297-319. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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La muerte de Carrero Blanco ¿Tardofranquismo, pretransición o Transición? Un estudio sobre sus interpretaciones
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LA REPRESENTACIÓN DE LA VIOLENCIA EN LAS
NOVELAS TIRANTE EL BLANCO Y AMADÍS DE GAULA Representation of Violence in the Novels Tirante el Blanco and Amadís de Gaula
Óscar Fernández Delgado Universidad de Salamanca
[email protected] Resumen: Los libros de caballería, que narran la vida ficticia de un caballero, constituyeron un género literario muy popular en la Baja Edad Media y primera mitad del siglo XVI, especialmente entre los lectores pertenecientes a la aristocracia, que veían en ellos un medio de entretenimiento y unos libros que reflejaban su mentalidad y valores, siendo Tirante y Amadís dos de los libros más importantes de este género en la Península Ibérica. El objetivo del presente artículo es analizar el tratamiento de la violencia en los dos libros y comparar ésta con la violencia existente en la Edad Media para así estudiar la relación entre la violencia real y la violencia en la literatura en la Baja Edad Media y principios de la Edad Moderna. Palabras clave: Tirante, Amadís, libros de caballería, violencia, guerra, caballería. Abstract: Chivalric romance, which relate the fictitious life of a knight, were a popular literary genre in the Late Middle Ages and the first half of the sixteen century, specially between aristocratic readers, which saw in them an entertainment and some books which reflect their mentality and values, being Tirante and Amadis two of the most important books of this genre in the Iberian Peninsula. The main aim of this article is to analyse the treatment of the violence in this two books and comparing that with the existing violence in the Middle Ages so as to study the relation between the real violence and the violence which appears in the Late Middle Ages and Early Modern Period. Key Words: Tirante, Amadis, Chivalric Romance, Violence, War, Chivalric.
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1. Breves apuntes sobre las novelas de caballerías Las novelas o libros de caballerías forman parte de la literatura épica, se escribieron y publicaron durante la Baja Edad Media e inicios de la Edad Moderna y alcanzaron un gran éxito de público en los diferentes reinos de la Península Ibérica, fundamentalmente entre los miembros de la aristocracia laica o nobleza, quienes ven reflejados en estos libros sus valores y sus aspiraciones, siendo la primera mitad del siglo XVI el momento en que dichos libros alcanzaron una mayor difusión1. Estos libros como todos los que forman parte del género épico se centran en la persecución del honor a través del riesgo y en las hazañas de un héroe individual o colectivo2. En este caso, en los libros de caballerías, los héroes, los protagonistas, son caballeros medievales, quienes formaron parte de la aristocracia laica o nobleza de la época y que constituyeron la élite de los ejércitos europeos durante la Plena y Baja Edad Media hasta que el desarrollo de la infantería y las armas de fuego les hicieron perder protagonismo. Los libros de caballerías se centran, pues, en la vida de un caballero, y más concretamente en la vida de un caballero ficticio e idealizado, que lleva a cabo enormes hazañas a lo largo de su vida. Dicho caballero se mueve a partir de dos motivaciones diferentes: La primera motivación del caballero es el mantenimiento y acrecentamiento de la honra, entendido este concepto como la buena opinión que mantiene la sociedad del caballero; una honra que hay que acrecentar a través de la realización de una serie de hazañas y que hay que mantener haciendo frente a las agresiones o injurias de otras personas y respetando un código propio del que forman parte conductas tales como obedecer a su señor o a su rey; proteger a viudas, doncellas y huérfanos; proteger a la Iglesia y a la fe católica; mantener un comportamiento moderado; ser creyentes devotos; ser magnánimos; ser valientes; ser buenos jinetes; respetar la palabra dada…3 Una honra que en la sociedad feudal es 1 CURTO HERRERO, F. “Los libros de caballerías en el siglo XVI”. En RICO, F. (ed.). Historia y Crítica de la Literatura Española II. Barcelona, Crítica, 1981 ,p. 290. 2 DEYERMOND, A. Historia de la literatura española 1. La Edad Media. Madrid, Ariel, p. 65. 3 MCGLYNN, S. A hierro y fuego. Las atrocidades de la guerra en la Edad Media. Barcelona, Crítica, 2009, p. 134; KEEN, M. “Introducción: La guerra y la Edad Media”. En KEEN, 456
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La representación de la violencia en las novelas Tirante el Blanco y Amadís de Gaula
sumamente importante pues la ideología del periodo consideraba que los nobles eran virtuosos por el mero hecho de descender de un antepasado notable pero que estaban obligados a mantener una conducta que mostrase esta virtud heredada por la sangre4. En definitiva, esta idea de virtud sirve de justificación de la situación privilegiada de la nobleza. La segunda motivación del caballero es conseguir el amor de una doncella perteneciente también a la nobleza y que en numerosas ocasiones se encuentra situada en un estatus social superior que el caballero. Éste es un amor que se consigue y que perdura gracias a la realización de una serie de hazañas5. Aparentemente los caballeros no se mueven por motivos económicos pero se puede observar que, tanto los protagonistas de las obras como sus amigos y parientes que los acompañan y que son también caballeros, terminan casándose al final de estas obras con doncellas pertenecientes a la alta nobleza, obteniendo a través de estos ventajosos matrimonios tierras, títulos e incluso coronas. Por ejemplo, Amadís se casa con Oriana, la hija de su rey; Tirante con la hija del emperador bizantino, convirtiéndose en el heredero del mismo e Ypólito, sobrino o amigo de Tirante se casa con la emperatriz bizantina convirtiéndose de esta manera en emperador. Estas obras guardan una estructura similar: en la primera parte, el caballero adquiere fama con su victoria en numerosos duelos y en la segunda parte el protagonista se convierte en el caudillo de un gran ejército liderando así las operaciones militares en las que participa y siendo su intervención decisiva para el triunfo del bando que apoya6. 2. Las obras estudiadas Las dos obras estudiadas son Amadís de Gaula y Tirante el Blanco, las cuáles pese a tratar una temática idéntica son muy diferentes entre sí: M., Historia de la guerra en la Edad Media. Madrid, Antonio Machado libros, 2005, p. 19; HEUSCH.C. La caballería castellana en la baja edad media. Textos y contextos. Montepellier, Université de Montpellier III, 2000, pp. 17-20. 4 CARRASCO MARTÍNEZ, A. Sangre, honor y privilegio. La nobleza española bajo los Austrias. Barcelona, Ariel, 2000, pp. 25-41. 5 DEYERMOND, A. Historia…. p. 285. 6 CURTO HERRERO, F. “Los libros de caballerías en el siglo XVI”. En RICO, F (ed.). Historia y Crítica de la Literatura Española II. Barcelona, Crítica, 1981, pp. 289-290. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Amadís de Gaula fue escrita entre los siglos XIV y XV y recopilada a finales del siglo XV por Garci Rodríguez de Montalvo, corregidor de Medina del Campo quien añadió, a los tres libros originales que formaban parte de la obra, un cuarto libro. Dicho libro fue publicado en la imprenta en el año 1508. La novela se centra en la vida y hazañas de Amadís de Gaula, hijo ilegítimo de los reyes de Gaula, un reino ficticio ubicado en las Islas Británicas. Esta novela, notablemente influida por las obras pertenecientes al círculo artúrico, estaría ambientada en las Islas Británicas y en los primeros siglos de la era cristiana pese a que la mentalidad, armas y tecnología reflejadas son plenamente medievales. En la misma tiene una gran importancia la magia y los seres fantásticos como enanos, gigantes y monstruos. Tirante el Blanco o Tirant lo Blanch, por su parte, fue escrita en catalán por el caballero valenciano Joanot de Martorell entre los años 1460 y 1466 y fue impreso en el año 1494. Tirante el Blanco, inspirada en la vida del mercenario almogávar Roger de Flor, se ambienta en el mundo real, a diferencia del Amadís, y más concretamente en la lucha entre cristianos y musulmanes y en la toma de Constantinopla, debido a lo cual según algunos autores esta obra no formaría parte de los libros de caballerías sino que sería una novela caballeresca7. En Tirante, por tanto, ni la magia ni los seres fantásticos tienen importancia en el desarrollo de la obra8. Su realismo, mucho mayor que el de otros libros de caballerías se aprecia en el final de su protagonista, quien su muerte no es precisamente heroica, puesto que fallece de pulmonía. 3. Breve análisis de la representación de la violencia en las obras 3.1 Rasgos generales de la violencia en las obras Estas obras reflejan un mundo violento, en el que no obstante, los protagonistas triunfan siempre sobre los antagonistas. En ambos casos, la violencia es explícita, siendo frecuentes las mutilaciones y las decapitaciones. Generalmente, la violencia ejercida por los protagonistas aparece justificada: 7 RIQUER, M. DE. “Introducción: Caballeros andantes y pendencieros y la novela caballeresca”. En MARTORELL, J. Tirante el Blanco. Barcelona, Planeta, 1990, p. XIX. 8 El único elemento fantástico de esta obra es la aparición de la historia de un dragón, un caballero y una doncella que no guarda ninguna relevancia en el argumento. MARTORELL, J. Tirante el Blanco. Barcelona, Planeta, 1990, pp. 967-974. 458
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La representación de la violencia en las novelas Tirante el Blanco y Amadís de Gaula
Así, vemos que los protagonistas, tanto Tirante como Amadís y los caballeros que acompañan a ambos, emplean la fuerza para hacer frente a una agresión de cualquier rival o enemigo; para defender a otras personas que no pueden defenderse por si mismos, tal y como sucede frecuentemente en Amadís de Gaula, y para responder ante una ofensa o un daño sufrido por ellos o por otras personas. Dichas ofensas, daños o agravios van desde un insulto al asesinato de un personaje y su satisfacción se encuentra íntimamente relacionada con la idea de honra, que los caballeros deben salvaguardar a toda costa. Asimismo, la muerte de un personaje puede desencadenar una oleada de violencia puesto que el asesinato, según la ideología imperante en estas novelas, debe ser vengado por parientes, amigos o vasallos, tanto para resarcirse del daño causado como para mantener la honra. Cabe hacer mención especial a la violencia de tinte religioso puesto que en ambos libros aparece la idea de Cruzada o guerra santa, una idea que aparece en Amadís de Gaula en sus dos prólogos y en Tirante el Blanco a lo largo de toda la obra9. Mientras que en Tirante el Blanco los enemigos son musulmanes, principalmente los turcos, apoyados en ocasiones por italianos; en Amadís de Gaula podemos observar que algunos de los gigantes que aparecen en la obra son paganos e incluso realizan ritos religiosos sangrientos10. 3.2 Torneos y duelos En ambas obras aparecen los denominados “torneos”, unas competiciones de carácter deportivo que fueron bastante populares en la Edad Media. Estos torneos se basan en los combates a caballo entre caballeros en las que los contendientes emplean las mismas armas, generalmente lanzas largas, y la misma armadura, con el fin de que todos ellos se encuentren en igualdad de condiciones. En la Edad Media había varias variantes de torneos entre los que cabe destacar los combates entre dos caballeros con lanzas y en los que el objetivo es derribar al contrario; los combates con las mismas características pero entre dos equipos y los llamados “pasos de armas”, una modalidad de torneo inspirada en las novelas artúricas, pero que se llegó a disputar en la 9 Esta ideología se puede ver en las siguientes páginas: RODRIGUEZ DE MONTALVO, G. Amadís de Gaula. Madrid, Cátedra, 2001, p. 1032; MARTORELL, J. Tirante... p. 851. 10 RODRIGUEZ DE MONTALVO, G. Amadís… p. 786. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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realidad, que consistía en que un caballero impedía el paso de un puente u otro cualquier lugar de paso a todo caballero que así lo deseara, quien se veía obligado a batirse con él para poder pasar. En las novelas estudiadas vemos la celebración de las dos primeras modalidades de torneo en Tirant lo Blanch y de la tercera en Amadís de Gaula. La participación en los torneos era sumamente importante para los caballeros medievales pues les permitía obtener prestigio y botín, así como servirles de entrenamiento para la guerra11. No obstante, en ambas novelas los caballeros vencedores de los torneos no obtienen ningún botín, un elemento que va en consonancia con el hecho de que los caballeros de este tipo de obras se mueven por la honra y el amor pero no por el dinero. Una diferencia bastante significativa entre los torneos reales y los que aparecen en ambas novelas es que en el segundo caso los combates no terminan hasta que uno de los combatientes muere o se rinde, quedando el derrotado deshonrado y pudiendo el vencedor matarle si así lo desea12. En los torneos reales, en cambio, el objetivo de los combates es únicamente derribar o derrotar al adversario, siendo las muertes que se producían durante la celebración de dichos torneos accidentales13. Esta notable diferencia cabría explicarla porque los autores desean resaltar de esta manera el valor de los héroes, puesto que éstos se enfrentan a combates a vida o muerte, y mantener la atención del lector (u oyente), que tendrá un mayor interés en la narración si en ella los caballeros, no se juegan únicamente el prestigio, sino también la vida. Con respecto a los duelos, en ambas novelas los caballeros protagonistas se enfrentan con otros, y en el caso de Amadís de Gaula también con gigantes, por diferentes motivos como rescatar a una doncella en peligros; vengarse de una afrenta o de una muerte… En este aspecto hay contrastes en la celebración de los duelos en ambas novelas puesto que mientras que en la obra escrita por Joanot de Martorell la celebración de los mismos es el final de un largo proceso que comienza con el envío de la “carta de batalla” en la que un caballero que se considera agraviado reta a otro; los dos caballeros acuerdan en que términos se va a realizar el duelo (que armas se van a emplear, quienes van a ser los testigos y cuando se va realizar) y que se 11 FLORI, J. Caballeros y caballería en la Edad Media. Barcelona, Paidos Ibérica, 2001, p. 136. 12 MARTORELL, J. Tirante…p. 139. 13 FLORI, J. Caballeros… pp.144-145. 460
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lleva a cabo ante testigos; en la mayor parte de los duelos que aparecen en Amadís de Gaula se realizan sin ningún tipo de proceso o ritual previo, llevándose a cabo un duelo cuando Amadís u otro caballero se encuentra con un enemigo o cuando éstos planean una emboscada a los primeros. No obstante, cabe señalar que en el enfrentamiento entre Amadís y el gigante Balán, se llega a un acuerdo previo entre ambos sobre los términos del duelo y se realiza delante de numerosos espectadores14; y que en la misma obra aparece un duelo de carácter judicial: el celebrado entre Angriote y Sarquiles contra los hijos de Gandanel y Brocadán, al acusar los primeros a los padres de los segundos de traidores15. Este tipo de duelos se celebran cuando los contendientes mantienen posturas enfrentadas, resolviéndose el conflicto mediante el enfrentamiento armado entre ambos y considerándose que el vencedor es aquel que tiene la razón, puesto que ha sido Dios quien ha permitido su victoria. De esta manera, el duelo o combate judicial se asemeja a una ordalía. Con respecto al resultado del duelo, tal y como sucede en el caso de los combates que se celebran en los torneos, el vencedor puede decidir si mata o no al derrotado. Sin embargo, a diferencia de en los torneos, en este tipo de combates los contendientes mantienen una enemistad entre sí por lo que el perdón de la vida es más extraño. 3.3 La violencia en la guerra Los caballeros, tanto en las obras como en la realidad, son soldados y más concretamente, los soldados de élite de cualquier ejército medieval. No solo eso, sino que además en estas obras Tirante y Amadís se convierten en caudillos que dirigen las operaciones militares y a miles de hombres. Los conflictos militares que aparecen en ambas obras casi siempre son iniciados por los enemigos de los protagonistas, quienes generalmente tratan de ocupar el territorio de los aliados de los protagonistas, siendo estas guerras de carácter defensivo. No obstante, apreciamos dos excepciones en Tirante el Blanco: en el libro II cuando Francia lleva a cabo una razzia sobre la costa siria y turca como represalia por los ataques de los turcos sobre Malta y en libro IV cuando Tirante, tras lograr la conversión de la población de un reino magrebí, comienza los preparativos para conquistar los reinos vecinos y así convertir a la población local16. 14 RODRÍGUEZ DE MONTALVO, G. Amadís… pp. 1657-1663. 15 RODRÍGUEZ DE MONTALVO, G. Amadís… pp. 938-941. 16 MARTORELL, J. Tirante… pp. 829-842. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Se puede apreciar que mientras que en Amadís de Gaula todos los reinos que se enfrentan entre sí son cristianos; en Tirante el Blanco las luchas se producen generalmente entre reinos cristianos y musulmanes, aunque los últimos pueden recibir ayuda de mercenarios cristianos y los reinos musulmanes también pueden enfrentarse entre sí. Debido a ello, las guerras aparecidas en Tirant lo Blanch tienen un carácter religioso del que las guerras narradas en Amadís de Gaula carecen. Las guerras narradas en ambos libros se inspiran en las propias guerras medievales, utilizando los personajes las mismas tácticas, estrategias y estratagemas que se emplean en ellas. No obstante, se observan diferencias en el tratamiento de los conflictos bélicos entre ambas puesto que en Tirant lo Blanch se da más importancia que en la otra obra a las estratagemas, a los asedios, a la infantería y al empleo de armas de fuego. 3.3.1 Batallas En ambas novelas tienen una enorme importancia las batallas, tanto campales, como marítimas, en las que el papel de la caballería o de los protagonistas tiene una gran relevancia, determinando ellos la suerte de la misma. En los libros se puede ver que se le otorga a las batallas una trascendencia que no corresponden con la realidad, puesto que en ésta raras veces se reunieron las elevadas cifras de combatientes que se mencionan en las obras y se tendió a evitar las grandes batallas por el elevado coste humano y estratégico que podían tener17. Asimismo, en las obras estudiadas se les da un mayor protagonismo del que le corresponde a la caballería frente a la infantería18. En este aspecto debemos tener en cuenta que las fuentes medievales tienden a menospreciar la importancia de la infantería en el campo de batalla; que los protagonistas de las obras son caballeros y que los lectores de estos libros son principalmente nobles, quienes se identificarían mejor con los caballeros que con los arqueros, piqueros o ballesteros, puesto que los primeros pertenecen a su misma clase social. Por otro lado, vemos que estrechamente relacionadas con las batallas se encuentran los combates singulares entre los protagonistas y reyes 17 CONTAMINE, P. La guerra en la Edad Media. París, Editorial Labor, p. 274 y p. 286. 18 AYTON, A. “Armas, armaduras y caballos”. En KEEN, M. (ed.). Historia de la guerra en la Edad Media. Madrid, Antonio Machado Libros, 2005, p. 239. 462
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enemigos, unos combates que son el fruto de la búsqueda en pleno campo de batalla de los caballeros o de los reyes de rivales de su mismo rango a los que vencer. En ambas novelas, además, se producen combates singulares entre los campeones, representantes e incluso reyes de ambos bandos, en los que se acuerda que el vencedor reciba territorios del derrotado e incluso que venza el conflicto19. Cabe señalar que estos combates singulares entre reyes no se llegaron a producir en la realidad, siendo éstos un recurso narrativo para atraer y mantener la atención del lector. Pese a ello, hay un aspecto de las batallas medievales que se encuentra fielmente retratado en las novelas y es la persecución que se producía cuando el derrotado huía en desbandada20. Esta persecución causaba una elevada mortandad entre las filas del ejército derrotado, pasándose con la lanza o a cuchillo y por la espalda a los soldados despavoridos. 3.3.2 Los asedios Los asedios de ciudades y de fortalezas tienen una enorme importancia en la guerra de todas las épocas, lo cual no iba a ser menos en la guerra medieval. De hecho, algunos autores dan una mayor importancia a los asedios que a las grandes batallas, siendo los primeros decisivos para la marcha y resolución de un conflicto bélico21. Los asedios medievales se iniciaban cuando un ejército rodeaba una ciudad o una fortaleza enemiga. Generalmente se negociaba con el capitán de la guarnición de la ciudad sitiada la rendición de la misma, siendo esta negociación muy difícil para este capitán puesto que si cedía la ciudad demasiado pronto podría recibir represalias de sus superiores y si tardaba demasiado en rendirse, en espera de un ejército que acudiese en su ayuda, buena parte de la población de la ciudad moriría de hambre y la guarnición podría ser masacrada si los sitiadores tomaban la ciudad por haber presentado una obstinada resistencia 22. 19 MARTORELL, J. Tirante… pp. 31-34; RODRÍGUEZ DE MONTALVO, G. Amadís…, pp. 876-881. 20 MCGLYNN, S. A hierro y fuego… p. 195-218. 21 FLORI, J. Caballeros… p. 116; CONTAMINE, P. La guerra… p. 274 y 286; MCGLYNN, S. A hierro y fuego… p. 149 y 237. 22 HOOPER, N. y BENNET, M. La Guerra en la Edad Media 768-1492. Madrid, Akal Atlas Ilustrado, 2001, p. 175; CONTAMINE, P. La guerra… p. 322; MCGLYNN, S. A hierro y fuego… p. 302-316; ROGERS, C. “La época de la Guerra de los Cien Años”. En KEEN, M. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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En la obra escrita por Joanot de Martorell los asedios tienen un gran peso en el desarrollo de la historia, especialmente en el libro II, centrado en el asedio de Rodas por los turcos. En los asedios acontecidos en esta novela se pueden ver las negociaciones entre sitiados y sitiadores; las nefastas consecuencias para la población civil de los asedios y el riesgo que tienen los sitiados de sufrir una masacre. En varios casos, además, los asedios se resuelven gracias a la intervención de un traidor o a la aplicación de una estratagema para abrir las puertas al ejército sitiador. 3.3.3 Saqueos y masacres sobre la población civil Los saqueos tenían también un papel clave en la guerra medieval: permitían abastecer a unos ejércitos que en aquella época carecían completamente de un sistema eficaz de intendencia; permitían desmoralizar a los adversarios y obtener botín que se repartía tanto entre los caballeros, que se llevaban la mejor parte, como entre los peones. Como consecuencia de los saqueos la población civil sufría numerosos estragos, perdiendo muchas propiedades y, en ocasiones, la vida. Sin embargo, en las dos novelas apenas se les concede protagonismo, estando totalmente ausentes de Amadís de Gaula y apareciendo muy tímidamente en Tirant lo Blanch, donde son llevados a cabo tanto por los cristianos (protagonistas) como por los musulmanes (antagonistas), aunque cabe destacar que los saqueos protagonizados por las tropas cristianas aparecen como represalias por ataques musulmanes anteriores23. Cabe preguntarse porque los saqueos, si eran vitales para la actividad bélica, apenas aparecen en ambas novelas. Una de las razones que podría argüirse es que, mientras que los asedios y las batallas tienen una gran carga dramática al arriesgar los protagonistas su vida, en los saqueos éstos no arriesgan nada. Otra es que reflejar a unos caballeros robando la comida y objetos de valor a unos campesinos no concuerda con el ideal caballeresco que aparece a lo largo de estas novelas. Aparte de ello, si como se ha dicho previamente, las guerras relatadas son generalmente de carácter defensivo y, por tanto, los protagonistas tratan de reconquistar un territorio perdido, no tiene demasiado sentido saquear tu propio territorio. (ed.). Historia de la guerra en la Edad Media. Madrid, Antonio Machado Libros, 2005, p. 200; JONES, R. “Fortalezas y asedios en Europa Occidental c.800-1450”. En KEEN, M. (ed.). Historia de la guerra en la Edad Media. Madrid, Antonio Machado Libros, 2005, p. 236. 23 MARTORELL, J. Tirante… p. 281. 464
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Relacionados con los saqueos se encuentran las masacres sobre la población civil que en Tirante el Blanco son perpetradas por las tropas musulmanas24. En esta novela los protagonistas llegan a plantear masacrar a los habitantes de una ciudad tras ser herido gravemente uno de los lugartenientes de Tirante, una masacre que no se lleva a cabo por la intervención de otro de los protagonistas25. La perpetración de estas matanzas no eran extrañas en el periodo estudiado y eran especialmente frecuentes en regiones limítrofes entre religiones rivales o en enfrentamientos entre nobles y soldados del pueblo llano26. 3.3.4 Trato de prisioneros capturados Por último, cabe señalar el tratamiento que se hace a los prisioneros capturados. Como se ha dicho previamente, a los enemigos que huían en desbandada del campo de batalla eran asesinados, pero otros eran capturados o bien el ejército enemigo se rendía, quedando todos los soldados a merced de los vencedores. En las dos novelas, tal y como sucedía en la Edad Media, en algunos casos se mantiene con vida a los prisioneros en vista de extraer un rendimiento político y económico de ellos ya sea obteniendo una suma económica como rescate, vendiéndolos como esclavos o como moneda de cambio para negociar con el enemigo. En otros casos, no obstante, se les ejecuta en masa27. En este aspecto, cabe señalar una importante diferencia entre los peones o infantería y los caballeros: a los segundos se les tendía a respetar la vida puesto que sus familias pagaban un elevado rescate por ellos, mientras que los peones al no contar con grandes sumas de dinero son asesinados en masa. ¿Qué criterios se emplean para mantener con vida o ejecutar a unos prisioneros? En ambas novelas, se podría señalar que ello depende principalmente de la voluntad del capitán o del general que dirija las tropas, que es el indicado para tomar dicha decisión28. 24 MARTORELL, J. Tirante… p. 23. 25 MARTORELL, J. Tirante… pp. 331-349. 26 CONTAMINE, P. La guerra… pp. 322-325. 27 CONTAMINE, P. La guerra… p. 322; HOOPER, N. y BENNET, M. La Guerra… p. 174. 28 MCGLYNN, S. A hierro y fuego… p. 231; MARTORELL, J. Tirante… p. 59; RODRÍGUEZ DE MONTALVO, G. Amadís… p. 971. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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3.4 La violencia contra las mujeres Las mujeres guardan en ambas novelas una posición subalterna con respecto a los hombres. Aparte de ello, en las mismas, con la excepción de una giganta en Amadís de Gaula, no van armadas y, por tanto, no pueden defenderse29. Las formas de violencia física que sufren las mujeres y que aparecen con mayor frecuencia en Amadís de Gaula, donde los protagonistas auxilian en numerosas ocasiones a doncellas y dueñas (mujeres casadas o viudas) en apuros que se encuentran por el camino, son los asesinatos; las violaciones; los intentos de violación y los raptos, que no necesariamente tienen que estar vinculados a agresiones sexuales30. En estos casos, la violencia ejercida sobre las mujeres está mal vista y es castigada con la muerte. Únicamente hay un caso en el que la violencia contra las mujeres aparece justificada y es cuando éstas han cometido adulterio pudiendo el marido engañado matar, tanto a su mujer como a su amante31. No obstante, en ambas obras uno de los personajes principales se convierte en el amante de una mujer casada: un amigo de Amadís es amante de una mujer casada e Ypólito, sobrino o amigo de Tirante se convierte en amante de la emperatriz32. 3.5 La violencia contra otras personas desarmadas En este apartado incluimos tanto los castigos ejercidos contra criminales y traidores como las agresiones físicas, que generalmente son mortíferas, por parte de algunos personajes contra otras personas desarmadas. En el primer caso podemos incluir como castigos la reclusión en una celda; la celebración de ceremonias degradantes; la mutilación y, por último, la ejecución, que en los libros se realiza a través de diversos métodos. En el segundo caso, las agresiones físicas que sufren algunos personajes desarmados a menudo son una respuesta ante una ofensa o un daño que ha sufrido el agresor u otro personaje, por lo que estas agresiones pueden encontrarse también vinculadas con la idea de la honra y el deseo 29 RODRÍGUEZ DE MONTALVO, G. Amadís… p. 980-981. 30 Según Duby, el rapto servía también para liberarse de una esposa o una hermana o casarse con una mujer si su padre había rechazado al pretendiente. DUBY, G. El caballero, la mujer y el cura. Madrid, Taurus Ediciones, 1982, pp.30-31. 31 MARTORELL, J. Tirante… p. 807. 32 En un primer momento Ypólito es amigo de Tirante pero más adelante el autor le convierte en su sobrino. 466
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de mantenerla. Un buen ejemplo es el pasaje de Tirant lo Blanch en el que Diafebus, primo de Tirante, mata a un físico (médico) por negarse a atender a Tirante cuando éste se encuentra gravemente herido33. En la Baja Edad Media, en cambio, existía una extensa normativa legal hacia todo tipo de insultos e injurias, lo cuál, sin embargo, no excluía que en ocasiones se respondiera a estas ofensas de manera violenta34. 3.6 El suicidio El suicidio estaba considerado en la Edad Media como un grave pecado puesto que el suicida atentaba contra Dios al quitarse una vida que no era suya sino de Dios que era quien la concedía. En las dos novelas tanto la planificación del suicidio como su consumación solo se llevan a cabo si los protagonistas sufren de desamor o son deshonrados. 3.7 Otras manifestaciones de violencia Por último, cabe hablar de la violencia ejercida contra los animales y contra los cadáveres. En Tirant lo Blanch aparece un enfrentamiento entre un perro de gran tamaño y Tirante, quien lucha sin armas para que haya igualdad de condiciones 35. Por su parte, en Amadís de Gaula son frecuentes las muertes de caballos durante los duelos o las batallas. En el caso de la violencia ejercida contra los cadáveres en ambas novelas es frecuente decapitar los cadáveres de los enemigos y la exhibición de sus cabezas. En Tirant lo Blanch, además, los cadáveres de los traidores son devorados por los perros36. 4. Conclusiones Las novelas o libros de caballerías son obras literarias de evasión, cuya principal finalidad es entretener al lector y que narran una serie de hazañas militares de escasa verosimilitud. No obstante, estos libros reflejan la mentalidad y los valores de la nobleza, clase a la que pertenecen prácticamente todos los personajes que aparecen en las obras y también la mayoría de sus 33 MARTORELL, J. Tirante… p. 645. 34 GONZÁLEZ ZALACAÍN, R. La familia en Castilla en la Baja Edad Media: violencia y conflicto. Madrid, Congreso de los Diputados, 2013, pp. 252-258 35 MARTORELL, J. Tirante... p. 138-142. 36 MARTORELL, J. Tirante... p. 416 y 982. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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lectores. Así, la honra; la lealtad al señor y al rey; la religiosidad y la protección de la religión y la Iglesia son valores fundamentales de una sociedad feudal en la que la aristocracia se encuentra ligada por lazos de fidelidad personal; en la que la desigualdad jurídica en función del estamento al que pertenezca cada persona es un hecho; en el que los nobles son honrados como tales en virtud de los méritos y la honra de sus antepasados y en el que la Iglesia tiene una notable influencia en los campos social, económico, político y cultural. En cuanto al tratamiento que se hacen en estos libros de la violencia, se puede apreciar que éstos narran una serie de situaciones y de conflictos que son relativamente frecuentes en la Edad Media pero éstos no se narran tal y como son, dado que los libros de caballería combinan un carácter evasivo con la observación realista37. Bibliografía Allmand, Christopher, “La guerra y los no combatientes en la Edad Media”. En Keen, Maurice (ed.), Historia de la guerra en la Edad Media, Madrid, Antonio Machado Libros, 2005, pp. 323-346. Ayton, Andrew, “Armas, armaduras y caballos”. En Keen, Maurice (ed.), Historia de la guerra en la Edad Media, Madrid, Antonio Machado Libros, 2005, pp. 239-267. Barthélemy, Dominique, Caballeros y milagros. Violencia y sacralidad en la sociedad feudal. Valencia, Universitat de Valéncia. Universidad de Granada, 2006. Cacho Blecua, Juan Manuel, “Etapas y técnicas del Amadís”. En Rico, Francisco (coord.), Historia y Crítica de la Literatura Española, Tomo 1, Barcelona, Crítica, 1980, pp. 364-368. Carrasco Martínez, Adolfo, Sangre, honor y privilegio. La nobleza española bajo los Austrias. Barcelona, Ariel, 2000. Contamine, Philippe, La guerra en la Edad Media. París, Editorial Labor, 1980, pp.154-385.
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VIOLENCIA DIABÓLICA Y VIOLENCIA SAGRADA EN LA LITERATURA CASTELLANA DE LA PLENA Y BAJA EDAD MEDIA Devil and Sacred Violence in Late Medieval Castilian Literature Jorge Lebrero Cocho1 Universidad de Valladolid
[email protected] Resumen: La violencia en la Edad Media es endémica y sistémica; la ubicuidad de lo religioso es otro factor característico de la época que no se queda a la zaga, casi podríamos considerarlo el adjetivo principal para definir el periodo. Tratamos de encontrar algunos puntos de confluencia entre ambas categorías. La teología se encargó de explicar los orígenes del mal –y por tanto, de la violencia– en torno a dos momentos simbólicos: la caída de Lucifer y sus secuaces por una parte, la expulsión de Adán y Eva del Paraíso por la otra. La violencia terrenal, asociada también a la justicia, era una consecuencia necesaria de la ruptura del pacífico orden cósmico divino por el Mal y el pecado. Tras los teólogos llegaron los hagiógrafos, literatos, artistas, juglares, predicadores… a poner carne sobre esa estructura ósea, completada con las riquísimas aportaciones populares. Por la excepcional calidad que tiene como fuente histórica, especialmente en el plano iconográfico, hemos apostado por poner los ojos sobre las Cantigas de Alfonso X. Sin embargo, nos apoyaremos en otros textos, de variada tipología, para evidenciar la validez de las hipótesis. Palabras Clave: violencia, Cantigas de Santa María, literatura medieval, milagro, demonio. Abstract: Violence was rife during the Middle Ages. Another important feature of that period was the systematic presence of religion in all levels of life. In fact, we can assert that, if we are to define the spirit of those times, religion would be essential. Our intention here is to find some points of connection between these two categories. In this sense, Theology sought to explain the origins of evil –and, therefore, of violence as a whole– using two important and very symbolical events: The fall of Lucifer and his comrades and 1 Investigador Predoctoral FPU del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte en el Departamento de Historia Antigua y Medieval de la Universidad de Valladolid.
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the expulsion of Adam and Eve from Paradise. Moreover, terrenal violence, intimately linked to the idea of justice, was a necessary consequence of the breaking of the divine cosmic order by Evil. After theologians, there came hagiographers, men of letters, artists, jongleurs, preachers... Their mission was to convey this world of religion and violence, completing their works with popular contributions. Due to their outstanding quality as a historical resource, especially in the iconographic level, we have decided to focus on Alfonso X’s Cantigas de Santa María. Nevertheless, we would analyze other texts to validate our hypothesis. Keywords: Violence, Cantigas de Santa María, Medieval Literature, Miracle, Devil.
1. El bien, el mal y las violencias La leyenda negra de la Edad Media, a la que se opone una visión dulcificadora y romántica en el XIX, ha hecho hincapié habitualmente en las guerras, revueltas, opresión e inestabilidad armada que vertebraron el periodo. Hoy el medievalista, aplicando una mirada crítica sobre su experiencia vital y el mundo en el que se halla inmerso, no puede evitar preguntarse si la presencia totalizadora de lo violento alcanza mayores cotas de expresión en el tiempo sobre el que hace sus análisis o en el que los hace; dicho de otro modo, si la violencia2 (¿deberíamos mejor hablar de las violencias3?) era más familiar y cotidiana para nuestros antepasados del Medievo que para nosotros. Como un resorte, al escuchar la palabra violencia, nos vienen a la mente los conceptos de miedo, justicia, castigo… que además alcanzan a lo supraterrenal, como veremos. La sociedad feudal es una sociedad estamental, opresiva en su propia concepción. La protección ante la violencia está en la propia raíz del proceso de vasallaje. Quien ofrece protección no es sino quien impone la obligación de aceptarla, por contar a su favor con el monopolio reglamentario (y en
2 Nos ha gustado especialmente esta definición de violencia: “La violencia puede definirse como la inflicción maligna de sufrimiento […] La inflicción de sufrimiento de modo consciente y deliberado es el núcleo de la violencia y del mal moral” en BURTON RUSSELL, J. Lucifer. El diablo en la Edad Media. Barcelona, Laertes, 1995, p. 19. 3 Tendríamos que recurrir entonces, por ejemplo, sobre la racionalización del hecho punitivo a FOUCAULT, M. Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión. Madrid, Siglo XXI de España Editores, 1979; sobre filosofía de la violencia, a ZIZEK, S. Sobre la Violencia: Seis reflexiones marginales. Barcelona, Paidós Ibérica, 2009; sobre el consentimiento y la legitimidad del poder, mecanismo social para no ser destruidos por una violencia sin límite, véase GODELIER, M. “Procesos de la constitución, la diversidad y las bases del Estado”. Revista Internacional de Ciencias Sociales, 32/4, 1980, pp. 667-682. 472
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buena medida, práctico) del uso de la violencia4. Ésta, además, se aplica abiertamente contra la disidencia, para mantener el orden vigente cuando los procesos habituales de consenso fracasan. A menudo el castigo por el quebrantamiento de las leyes conlleva violencia, que naturalmente equivale a decir aplicación de la justicia tal como se entiende en la época. A mayor violencia desatada contra el delincuente, mayor ejemplaridad para el grueso popular que contempla o participa del espectáculo. El punido siente pánico ante el cumplimiento de una sentencia, pero no se indigna por el carácter violento de la misma, porque no está en sus esquemas mentales que la violencia sea una respuesta antinatural o desproporcionada5. La justa violencia no es rechazada teóricamente por ningún pensador; el mal necesario que encarna lo violento desde un punto de vista ético, se convierte en un bien práctico que facilita la sociabilidad y el buen gobierno. Solo mediante una violencia injustificada, que anule además toda capacidad de misericordia, el señor se convierte en tirano6. Porque per se, la violencia ya no es ni inútil ni amoral. Ciertas normas y límites (en tiempo, forma, autoría y lugar) circunscriben, encauzan o dirigen los impulsos de la violencia. Pensemos en el concepto de Guerra Santa, la delimitación de las venganzas particulares o el esfuerzo por mantener los espacios sagrados libres de derramamiento de sangre. Por otra parte, la mujer cuenta con menos derechos que el hombre7. El odioso sodomita, con ninguno. Es una sociedad heteropatriarcal, que exalta la vitalidad de la juventud y el poder de la fuerza, asfixiando como víctimas de aquel mundo duro a quienes están en los márgenes del grupo protagónico. A estos rasgos característicos de la sociedad medieval, compartidos a lo largo y ancho de nuestro continente, tenemos que añadir los elementos diferenciales de la Península Ibérica como espacio sobre el que se desarrolla una sociedad de frontera, divisoria que no se pretende respetar; sistema alimentado de la 4 Aunque se ha escrito mucho al respecto desde entonces, no puede dejar de citarse al respecto la clásica obra de MORETA, S. Malhechores feudales. Violencia, antagonismos y alianzas de clases en Castilla, Siglos XIII-XIV. Madrid, Cátedra, 1978. 5 De igual manera hoy es de común aceptación que encerrar a una persona, privando o suspendiendo temporalmente sus derechos en función del delito cometido, no es violencia. Nuestra civilización ha aprendido a prescindir de los elementos más bizarros de la condena, lo que Foucault denomina como fin del “espectáculo punitivo” en FOUCAULT, M. Vigilar y Castigar... pp. 16-18. 6 Las obras del género conocido como “espejo de príncipes” inciden en este asunto: Flores de Filosofía, Castigos e documentos del rey don Sancho o las obras de Juan Manuel otorgan buenos ejemplos de ello. 7 FUENTES, Mª. J. y MORÁN, R. Raíces Profundas: la violencia contra las mujeres (Antigüedad y Edad Media). Madrid, Polifemo, 2011. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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guerra y del consecuente botín y rapiña, que favorece la inestabilidad y la movilidad de las gentes, incluso el desplazamiento masivo de delincuentes a los núcleos de población recién incorporados, y que además agrega al cuerpo social a una minoría sospechosa de trabajar para el enemigo (terrenal o espiritual), distinta a la comunidad hebrea que opera en toda Europa hasta su escalonada expulsión: una colectividad musulmana, que genera atractivo a la par que desconfianza. Como bien sabemos, la coexistencia religiosa ibérica saltará por los aires durante los últimos siglos de la Edad Media. Pero aparte de estas pinceladas sobre la violencia que hemos venido comentando, la sociedad medieval está en permanente lucha contra el mal. Decía Le Goff que la mentalidad medieval se caracterizaba por la imposibilidad de expresarse al margen de referencias religiosas. Ni siquiera se puede compartimentar la religión como un algo separado, según Jean Claude Schmitt, que prefiere hablar de religiosidad. Esta óptica cristiana barniza todo comportamiento y pensamiento, aportando la justificación ideológica a todas las violencias (así, la misoginia y la violencia contra la mujer encuentran su explicación teórica en la Biblia desde el Génesis; el antisemitismo en la Pasión de Cristo; la jerarquización social es deseada por Dios, como demuestra al crear a los ángeles en órdenes de distinto poderío; la guerra contra el hereje, el infiel o el pagano mediante los Miles Christi buscan proteger a la comunidad de creyentes). Me centraré en la violencia que provocan los seres del Más Allá en el escenario terrenal. Hacia finales de la Edad Media, muy especialmente tras los debates teológicos del siglo XII y XIII8, impulsados por el escolasticismo, se acepta que Dios otorgó libre albedrío a los ángeles que había concebido. Inmediatamente, algunos de aquellos seres se inclinaron a la desobediencia a Dios, pues haciendo uso de su libertad siguieron a Lucifer –el más alto entre ellos– en su soberbia y orgullo. Resultado de aquella decisión, los ángeles rebeldes fueron desheredados del cielo y arrojados a la tierra, y sus tronos quedaron vacantes. La razón de ser de la humanidad es ocupar en la eternidad esas sillas vacías a base de sacrificio durante el suspiro de la efímera vida terrenal. Paradójicamente, sin el Diablo no habría motivo para la existencia de la humanidad ni para la de la Tierra. Por si fuera poco, los espíritus caídos comparten con los humanos cierta materialidad, pues 8 Para una magnífica exposición de las ideas predominantes entre los filósofos del cristianismo durante la Plena Edad Media, véase BURTON RUSSELL, J. Lucifer. El diablo… pp. 177-233. 474
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corruptos pasan a estar compuestos del aire más denso del cosmos. Lo material es esencialmente diabólico, una distracción e impedimento para la salvación del alma; mientras, lo espiritual es en esencia divino. El pecado original, inducido por un Maligno corroído por la envidia hacia los hombres y mujeres que estaban llamados a conquistar el lugar del que él había sido expulsado, representa la adquisición de derechos sobre la humanidad que obtiene el Demonio. Un mordisco a la fruta prohibida fue suficiente, el mal y la consecuente violencia habían nacido. Habiendo fallado a Dios con su desobediencia, la estirpe de Adán y Eva sufrirá las consecuencias: dolor, vicios, pasiones, insatisfacción, pecados, muerte. Y después les espera el infierno o el limbo de los justos, pero nunca el Paraíso. El camino a la salvación se reabre tras el sacrificio del Dios-Hombre o Dios-Hijo, pero las dificultades para alcanzar la meta celeste se mantienen para las generaciones siguientes. La redención de Jesucristo no ha bloqueado las capacidades del Diablo para entorpecer con todo tipo de artimañas la natural tendencia humana que le atrae de vuelta hacia el Creador del Cosmos. Desde entonces, el Diablo tiene un cometido. Quizás no son conscientes, pero el Ángel Caído y sus súbditos están respondiendo a los preceptos divinos, trabajando para Él. El Diablo existe en cuanto Dios lo permite –y, de alguna manera, aunque no se pudiera exponer en tales términos, lo desea–. Concebir a Lucifer como un ser autónomo y no subyugado al poder divino conduce a teorías dualistas, consideradas heréticas y combatidas por la pluma y la espada (evoquemos el ejemplo cátaro). El mal se ha introducido en el mundo, y de esquivarlo o abrazarlo durante el periodo de prueba que es la vida se derivará la recompensa o el castigo eterno de los mortales. Pero, ¿acaso no encontramos en las Escrituras castigos divinos abiertamente violentos, destructivos, en los que Él se despacha a (dis)gusto con la humanidad? Si el Nuevo Testamento modera en mucho el discurso calamitoso y vengativo de la Vieja Ley, Jesús no deja de expulsar a los mercaderes del templo látigo en mano. Trataremos en las siguientes líneas de exponer cómo la imagen de Dios y los ángeles o Satán y sus demonios atacando (castigando) a los humanos se introduce en el imaginario colectivo, fundamentalmente a través de fuentes literarias. No valoraremos la violencia en el Más Allá, pues se podrían comentar largamente las penas que se reciben en el purgatorio y en el infierno, y que son de naturaleza fundamentalmente física pese a que se aplican sobre la parte no material de la persona (aunque los teólogos harán especial hincapié en la pena que supone ser privado de la visión de Dios, o sea, el mal como Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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ausencia o negación de la Fuente de todo bien). Por tanto, para los hombres que no volvieron con contrición sus ojos a Dios, su destino final será sufrir una violencia imperecedera, permanente. El lugar intermedio –y el dolor que se aplica allí mientras se purgan los pecados veniales–, por fortuna, tiene horario de cierre en el momento de la Parusía y el Juicio Universal. Hemos querido elegir algunos textos que circularon fundamentalmente en lengua romance, variados en género, contenido y origen, de los siglos XII al XV; teniendo en cuenta que tanto la violencia como las fuerzas sobrenaturales están en todas partes en la Edad Media, el muestreo nos parece suficientemente amplio. La base fundamental para nuestro estudio han sido algunos libros de ejemplos, literatura de milagros –con las excepcionales Cantigas de Alfonso X siempre de fondo– y una miscelánea amplia de obras narrativas. Muchos de los elementos que componen estas obras fueron tomados de la literatura precedente, destacando el papel compilador de antiguos cuentos, exempla, milagros, fábulas, apólogos, etc. de origen clásico, árabe, oriental o altomedieval que no necesitan renovarse para mantener la vigencia de sus enseñanzas y moralejas. Elementos, agentes y espacios se actualizan durante los siglos medievales, como veremos en alguna ocasión, pero su finalidad moral apenas varía. A estas alturas, ya hay modelos consolidados en la representación artística del Diablo, pero los últimos siglos de la Edad Media verán reforzada la presencia del Demonio –y de su familiar cercano, la personalización de la Muerte– en toda Europa a nivel popular. Como respuesta, la piedad también aumentará, lo que dará lugar a la multiplicación en la intensidad y formas de devoción. 2. Violencia diabólica El diablo de los teólogos, que se identificaba más con la nada, la ausencia o la privación que con un ser concreto, resultaba demasiado insípido fuera de aquellos reducidos círculos de pensamiento. En cambio, el ser maligno recreado por los sermoneadores, actores, literatos o artistas conectó mucho mejor con el grueso social que buscaba explicaciones a sus problemas cotidianos. De ese enorme potencial que tuvo su figura se derivaron las mil y una facetas, acciones y caras del demonio. 476
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Hagamos un repaso rápido por las tareas del demonio. En lo fundamental, buscan hacer pecar a los hombres mediante tentaciones y todo tipo de engaños; asustan para mostrar su poder y reblandecer los corazones; castigan violentamente a quienes sucumben al vicio y a los impíos, pues no solo son protagonistas como causa del tropiezo espiritual, sino también como su consecuencia inmediata; si la gravedad de los hechos del pecador es elevada, pueden matar directamente. Un momento en el que siempre están es el de la agonía, apareciendo para llevarse el alma del moribundo a su nueva morada, o al menos para intentarlo. Tras la muerte, los demonios pelean con los santos por la custodia de las almas en duda, participando en la Psicostasis (juicio mediante el pesaje de las almas), tratando de hacer trampas a san Miguel. Otra función común es la de mostrarse a los vivos, como mensajeros, para dar relación de los castigos eternos y penas que sufren las almas de los difuntos en el infierno o en el purgatorio; en este caso, paradójicamente, su función es más salvífica que otra cosa, pues pone en alerta a los relajados para que se enmienden. Esta tarea la comparten juntamente con los fantasmas de los condenados. No es uno, son infinidad. El Diablo tiene nombre propio, Lucifer, el Portador de Luz. De manera habitual Satán se confunde con él, aunque a veces aparece diferenciado como su principal lugarteniente. Tras Lucifer-Satán, un montón de caudillos a la cabeza de los ejércitos demoniacos. Si los fieles, santos, mártires y ángeles forman el cuerpo místico de Dios, los pecadores, los herejes, los infieles y los demonios replican organizándose en el cuerpo místico del Diablo. El Infierno es su hogar, aunque a veces aparece definido como una bestia con personalidad y características propias más que como un espacio. Desde los escritos de Pseudo Dionisio Areopagita en los siglos V y VI9, se va imponiendo la idea de los nueve coros celestiales, organizados en tres tríadas de tres órdenes cada una, y posteriormente se piensan a su semejanza las nueve cárceles o niveles del infierno, tan magistralmente caricaturizados en la Divina Comedia, que surgen tras la caída de los ángeles siniestros. Otra visión se corresponde con Siete Cielos y una hueste infernal por cada uno de los siete pecados, cada una de las cuáles posee un capitán al frente. ¿Cuántos son, pues? Decía el predicador dominico Vicente Ferrer que “más eran que fojas en las árboles”10. Son muchas las referencias que 9 AREOPAGITA, P. D. “La jerarquía celeste”. En Martín-Lunas, T. H. Obras completas del Pseudo Dionisio Areopagita. Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1995, pp. 117-186. 10 Utilizaremos en varias ocasiones CÁTEDRA GARCÍA, P. M. Sermón, sociedad y literatura Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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nos hablan de millones de ellos; en la Edad Moderna se seguirá teorizando abundantemente sobre el número de esta hueste11, evidencia de cuánto preocupaba el asunto. La pluralidad de formas del demonio es un rasgo destacado que refuerza la idea de infinidad. Carecen de una pauta fija y cerrada de representación, tanto literaria como iconográfica. Es lógico, no dejan de ser producto de la imaginación y por tanto el repertorio definitorio se basa mayoritariamente en la reedición de lo tradicional. Son invisibles o visibles, indistintamente, según lo pretendan; igualmente, pueden ser materiales o inmateriales, atravesando paredes o golpeándose con ellas torpemente. Como no se especificó a donde fueron arrojados los ángeles rebeldes, ocupan el submundo, la superficie terrestre o vuelan por el aire aleatoriamente. Se insiste sin embargo en algunos calificativos que les son propios y que aluden a su fealdad12, hediondez, negrura, estridencia, fiereza… y destacan sobre todo por tener elementos fisionómicos animales, combinados de manera desagradable. Su tamaño puede ser como el mayor de los castillos vistos, lo cual no les impide entrar por cientos en un solo cuerpo13. Tengamos en cuenta también su capacidad de metamorfosearse14. Para acercarse a en la Edad Media. San Vicente Ferrer en Castilla (1411 – 1412). Salamanca, Junta de Castilla y León. Consejería de Cultura y Turismo, 1994. La referencia en concreto aparece en el Sermón 22, pp. 508-509, para dar un símil popular a la extraordinaria cifra de “mill milia miliones de diablos”. 11 Véase el siguiente capítulo: EGIDO, T. “El miedo a los demonios en la Época Moderna”. En VV.AA. El Miedo en la historia. Valladolid, Universidad de Valladolid, 2013, pp. 50-78. Para la evolución del demonio a lo largo de los siguientes siglos, véase la obra colectiva TAUSIET M.; AMELANG J. S. El diablo en la Edad Moderna. Madrid, Marcial Pons Historia, 2004. 12 En la Cantiga 74 siguiendo la numeración de Mettmann, el demonio se encara con un artista porque no le gusta cómo le está pintando en la bóveda de una iglesia, en comparación con la bella Virgen. Literalmente, el texto y las miniaturas nos dicen que le estaba pintando feo. No se gusta a sí mismo, se puede decir que su propia imagen le atormenta. Encarna todos los vicios, también el ego. Lo que le ha hecho pasar de ser un ángel bello a un monstruo es la corruptibilidad de su esencia derivada del atentado contra Dios. El cuerpo -porque el mal tiene que ser material- es espejo del alma, siendo la lepra, por ejemplo, reflejo de los pecados sexuales. ALFONSO X EL SABIO. Cantigas de Santa María. Edición, introducción y notas de Walter Mettmann. Madrid, Castalia, 1986-1989. 13 CÁTEDRA GARCÍA, P. M. Sermón, sociedad y literatura… p. 572. Se corresponde al sermón 26, titulado significativamente como “Sermón IIIº del Antechristo”. 14 Una muestra muy sugerente, que ha dado pie a un debate sobre el significado del cuento, se encuentra en el Sendebar o Libro de los engaños e asayamientos de las mujeres bajo el título de “Fontes”. En él, el diablo cambia de sexo varias veces engañado por un príncipe que ha 478
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los hombres sin aterrarlos pueden emplear identidades humanas, algunas claramente atrayentes –un santo, una joven hermosa (clara alegoría de la lujuria), un familiar fallecido…–, otras rechazables –mujer hedionda, anciana, hombre negro o moro, enfermo–, aunque no faltarán los casos en que directamente se presenten con sus ¿verdaderas? formas diabólicas sin ocultar su naturaleza infernal. La compañía satánica está fuertemente jerarquizada, reproduciendo las relaciones feudovasalláticas de la época y contraponiéndose directamente a los esquemas celestiales. Cuanto más alto era su estado en el cielo, más abajo han caído en el Infierno, empezando por Lucifer, y mayores son también sus habilidades. Los “soldados” que cumplen con su demoniaca misión son recompensados en función de la dificultad por aquellos que tienen un rango superior, o reciben el escarmiento si fallan15. Si actúan como hueste, siempre están capitaneados por algún maestro de ceremonias. Tienen diferentes capacidades destructivas, que se ven contrarrestadas por la resistencia de los humanos. En su número también reside su fortaleza16. Demonios más débiles, folclóricos, que temen a los buenos y santos hombres, cimentan la imagen del diablo cómico, a menudo como trasgo, tan típica de estos momentos de finales de la Edad Media, pero que hunde sus raíces muchos siglos atrás. Convive esa imagen burlesca con otra que expone a un ser maligno temible, capaz de casi cualquier cosa17. sido transformado en mujer tras beber de una fuente y busca recuperar su estado inicial. 15 En el XV Sánchez del Vercial recogía en su vasta colección de ejemplos –con el número 92- uno en el cual un judío presencia una escena demoniaca acorde a lo que venimos diciendo. Véase SÁNCHEZ DE VERCIAL, C. Libro de los exemplos por A.B.C. Ed. Gutiérrez Martínez, Mª del M. Memorabilia, 12 (2009-2010), 13 (2011) y 15 (2013). La fuente principal del cuentecillo, no obstante, se halla en los Diálogos de Gregorio Magno, a finales del VI. También fue muy difundido gracias a la Leyenda Dorada. 16 Por ejemplo, son necesarios infinidad de demonios para tentar a santos hombres, a veces sin resultado; mientras que para tentar a los comerciantes basta con un único maligno. Así podemos verlo en SÁNCHEZ DE VERCIAL, C. Libro de los exemplos… cap. 412 17 Comparemos a los espíritus malignos de dos relatos distintos, narrados ambos por san Gregorio y que también se recogen en el Libro de los exemplos por ABC: Un espíritu maligno se esconde en una lechuga, ingerida por una mujer que no la bendice antes de tomarla, y que en consecuencia cae poseída. El espíritu, aturdido, le reclama al exorcista: “-Yo ¿qué fize? Estaba sentado sobre la lechuga y ella vino y me comió”. Por otra parte, Teodorico, rey de los godos, clama al diablo para que se lo lleve; en seguida llegó un caballero oscuro y tenebroso encima de un caballo muy negro que lanzaba por el hocico llamas de fuego, y montando al cruel monarca se lo llevó al fuego eterno. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Su momento preferido es la noche18. Hoy no podemos ignorar que los diferentes estados de vigilia y sueño favorecían que aquello que obsesionaba se viera en las horas de dormición y en el entorno de la cama. También las apariciones amistosas y las visiones se producen en esos mismos momentos de descanso. Entre sus mejores hitos está el conseguir tentar a los cristianos devotos. Hemos de decir que lo habitual es que el demonio utilice la persuasión dialéctica, reservando la fuerza bruta para mejores ocasiones. Algunas de las formas que más se repiten en nuestras fuentes para hacerlo son mediante la excitación del apetito sexual, la avaricia o la envidia. Se encuentra asiduamente la expresión “se le puso en el corazón” para indicarnos que un fiel ha sido doblegado ante la dureza de los embates. El hombre es inmune al diablo solamente mediante la fortaleza en la fe del dogma revelado. Dios no pone a prueba a los hombres por encima de sus posibilidades, esto es, todos lo pueden resistir si azuzan su voluntad. A mayor santidad, mayores dificultades en las pruebas. Los predicadores previenen para que no se entre en discusiones con el demonio, pues éste es más hábil que nosotros y nos puede ganar en argumentos. Por cierto, desde Eva, el diablo prefiere a la mujer, más proclive a sucumbir. Si aun así el cristiano evita caer en esas trampas, los diablos huyen, no tienen nada que hacer, incluso demuestran tener miedo a los humanos más ejemplares, como a los padres del desierto, que los golpean. El diablo es tan atrevido que se atreve a ensayar sus mentiras con Dios-Hijo durante su estancia en el desierto, con nula capacidad de éxito. Recordemos el Tibi dabo: “todo esto te daré, si postrado me adorares”19. El Diablo es el ser traidor y engañoso por antonomasia. Primero se engañó a sí mismo al creer que podía igualarse a Dios para, después de su caída, seducir con sus mentiras a Eva, arrastrando a la humanidad al cautiverio. Juan Manuel, en el cuento 45 de El Conde Lucanor, expone como un demonio llamado Martín consigue ganarse la confianza de un hombre al ayudarle en una carrera de latrocinio y salvarle de los apuros derivados 18 “E a los que creen que desque canta el gallo fuyen los diablos e por ende andan los omes mas seguros (…)”. Extraído de PÉREZ, M. Libro de las confesiones. Edición crítica, introducción y notas por García y García, A., Alonso Rodríguez, B. y Cantelar Rodríguez, F. Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2002, p. 609. 19 Mt 4, 9. 480
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de tal actividad delictiva. Esa amistad se muestra finalmente como parte de un gran fraude, que acaba con el desdichado en la horca y con el demonio ofreciéndole al verdugo la cuerda20. Una de las narraciones de marcado sabor hispano más repetidas y sin duda conocidas es la del peregrino al que se le aparece el demonio, con la apariencia de Santiago, para inducirle a cortarse sus genitales. El cristiano, engañado, accede y muere desangrado por su propia mano21. El suicidio además tiene la característica de ser el único pecado mortal para el que no hay posibilidad de arrepentimiento. Es común su representación como mal consejero22. A veces se llega a mantener relaciones sexuales con ellos (íncubos-súcubos) y dar a luz a criaturas semidiabólicas23. Los demonios pretenden hacer enloquecer a los hombres, y nublando su entendimiento, ganárselos para su rebaño. A veces su mera aparición es suficiente para hacernos perder la cabeza24. Encantan casas en las que nadie se atreve a entrar, y provocan sonidos extraños e imitan a los animales25. Un susto a tiempo, a través de la visión de uno de estos espíritus malignos, sirve para que el cristiano se enmiende siempre que no sea demasiado tarde. Existía un gran interés en difundir que el demonio estaba esperando junto al lecho en la hora de la muerte; los que sobreviven para contarlo aluden al gran terror que sufren en tales instantes al verlos junto a ellos, expectantes para llevarse su alma. Ésta, al verlos, no quiere salir del cuerpo, y los diablos la arrancan de su cárcel corporal en un proceso no exento de violencia, sirviéndose de hierros, cadenas y ganchos. También pueden aparecerse precisamente para que el moribundo no pueda confesarse o recibir la extremaunción, atándole la lengua26. 20 MANUEL, J. El Conde Lucanor . Ed. Serés, G., Barcelona, Crítica, 1994, cap. 45. 21 Encontramos este milagro como XVII en el Libro II del Códice Calixtino, donde el joven recibe el nombre de Giraldo. También aparecerá en los Milagros de Berceo (VIII), donde el protagonista de la historia es un monje de Cluny. Además, lo tenemos en las Cantigas de Santa María, 26. 22 Como la mujer que mata a sus tres hijos en la Cantiga 201 por consejo del maligno, y que aparece representada siempre con el demonio echado sobre su espalda y nuca, susurrante. 23 ANÓNIMO. Libro del Caballero Zifar. Ed. González Muela, J. Madrid, Castalia, 1982. 24 El mercader Garín pierde los sesos cuando se le aparecen varios demonios en la Cantiga 41. 25 SÁNCHEZ DE VERCIAL, C. Libro de los exemplos… cap. 240, basado como muchos otros capítulos de esta obra en los Diálogos de san Gregorio. 26 Así le sucede precisamente al protagonista del milagro XVI del Libro II del Códice Calixtino. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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¿Puede haber algo más espantoso que tener al demonio dentro? Atacando al cuerpo desde el mismo cuerpo, las posesiones sin duda generaron un gran impacto social. Vicente Ferrer sermoneaba acerca de demonios que hablan a través de las bocas de los poseídos, anunciando la llegada del Anticristo27. En la Cantiga 343, una muchacha poseída grita los pecados ocultos de la gente que se le acerca. Por su parte, otra obra alfonsí, el Lapidario, contiene numerosas piedras cuyas facultades curativas consisten precisamente en sanar “demoniados”28. El fenómeno otorga gran relevancia social a unos personajes –santos y exorcistas– que se enfrentan con éxito al demonio, desarraigándolo del cuerpo. Dios fluye a través de ellos mediante el milagro que nos recuerda la actividad purificadora del Jesús exorcista. Como reverso de sus tentaciones, también aparecen para castigar los malos actos y pensamientos de los hombres que ellos mismos provocan. Se precipitan sobre los pecadores y los matan, imposibilitando cualquier arrepentimiento y penitencia. Nunca matan a personas libres de vicio, porque así las mandarían directamente al cielo. Pero no siempre triunfan: un demonio, que trabaja como sirviente de un buen hombre, vive junto a él durante largo tiempo intentando matarle, sin éxito porque cada día, al levantarse, este decía el Avemaría, quedando así protegido29. A veces no hay grandes motivos aparentes para el furor destructivo de los demonios. En Calila e Dimna hallamos un cuento en el que un ladrón se alía con el diablo (con forma humana) para entrar en casa de un religioso mientras duerme con la intención uno de robarle una vaca y el otro de ahogarlo con sus manos. La acalorada discusión entre ambos agentes del mal, humano y demonio, sobre quién debe actuar primero dará al traste con el plan al despertarse su víctima30. Los demonios se sirven de sus propias manos o de diferentes armas metálicas para sus propósitos. También usan a su antojo las fuerzas naturales, causando tormentas marinas, temblores de tierra, derrumbamiento de edificios, etc. Entre sus formas preferidas de matar 27 CÁTEDRA GARCÍA, P. M. Sermón, sociedad y literatura… pp. 572-573. 28 Véase ALFONSO X. Lapidario. Introducción, edición, notas y vocabulario de Rodríguez M. Montalvo, S. Madrid, Gredos, 1981. 29 Así sucede en la Cantiga 67, donde un caballero que se dedica a obras piadosas acoge en su casa al demonio disfrazado sin saberlo. En el Libro de los exemplos se repite la historia en el capítulo 266, con la notable diferencia de que aquí el devoto de la Virgen es un señor abusón que aterroriza a la comunidad. 30 ANÓNIMO. Calila e Dimna. Edición, introducción y notas de Cacho Blecua, J. M. y Lacarra, Mª. J. Madrid, Castalia, 1985, cap. VI, pp. 239-240. 482
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se encuentra el ahogamiento-estrangulamiento y el despeñamiento. Les excita especialmente que los hombres se maten entre ellos, o mejor aún, a sí mismos. Así como a veces el hombre invoca al demonio para solicitar su ayuda, el demonio se sirve de personas para extender su influencia maléfica, alianza a la que a menudo se alude en términos de vasallaje. En un cuento que advierte contra los rumores y los “mezcladores”, Juan Manuel cuenta que al no conseguir malmeter entre una pareja bienhadada, el demonio tiene que recurrir a una beguina para que siembre la cizaña entre ellos. Después de un tiempo generando tensión en el núcleo familiar, la beguina consigue engañar al hombre para que asesine a la mujer, y esto da lugar a una cadena de venganzas familiares que acaba con casi todos los habitantes de la aldea31. Otro gesto merece nuestra atención: los demonios “castigan” a los que se entierran en las iglesias o tienen digna sepultura sin merecerlo, en una clara señal para ilustrar a los vivos sobre lo que les espera si no perseveran en el bien. O sea, escarmientan al cuerpo muerto, una vez que el alma ya está sufriendo las condenas infernales. Sacan los cuerpos de las tumbas –algo que también hacen los ángeles si es necesario–, disuelven los cadáveres en fuego, brea, o incluso en oro derretido si fueron codiciosos32. En algunas ocasiones el simple hecho de mentarlos hace que aparezcan, como si estuvieran esperando la apertura de cualquier rendija para visibilizarse33. En otras, los demonios no surgen sin más, sino que hay que buscarlos acudiendo a especialistas en hechicería y encantamientos: el caso más afamado durante todo el Medievo fue el de Teófilo, que acude a un judío para consensuar con el Diablo la restitución de su antiguo estado de privilegio34. Vemos como se invierten los papeles tradicionales en una de las composiciones más comentadas de las Cantigas de Santa María, en la cual un clérigo amenaza a toda una mesnada de amedrentados diablillos con encerrarles en una redoma si no consiguen que una muchacha se enamore de él35. 31 MANUEL, J. El Conde Lucanor… cap. 42. 32 SÁNCHEZ DE VERCIAL, C. Libro de los exemplos… cap. 123, “El que de las riquezas es muy amigo, quando muere non las lieva consigo”. 33 SÁNCHEZ DE VERCIAL, C. Libro de los exemplos… cap. 412. Un sacerdote llama despectivamente a su servidor como “diablo” para que le descalce; al punto, un demonio merodeador se planta a sus pies para cumplir aquella orden. 34 Este conocido episodio, antecedente del pacto entre las brujas y el demonio de la Baja Edad Media, lo podemos encontrar en BERCEO, G. Milagros de Nuestra Señora. Edición Baños, F. Barcelona, Crítica, 2002. También se encuentra en las Cantigas, o en el Libro de los exemplos con el capítulo 261. 35 La historia se desarrolla en la Cantiga 125. Las prevenciones sobre acudir a sorteros Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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3. Violencia Sagrada La teología cristiana occidental, al hacer de todo mal una consecuencia del uso equívoco del libre albedrío de algunos ángeles y de los humanos, consigue situar a Dios como una entidad que no crea ni desea el mal, pero tolera su existencia y la permite como prueba. La principal tarea del humano en este mundo será resistir los envites del Diablo y sus secuaces, para lo cual cuentan con los seres celestiales que, movidos a piedad, hacen su aparición (más bien, se dejan ver) y ayudan a los débiles hombres36. Las intervenciones de los ángeles y los santos para defender a los cristianos del demonio ocurren con frecuencia. Basta pronunciar el nombre de la Virgen o de Jesucristo, orar, persignarse, depositar la fe en una reliquia o utilizar ciertos objetos o ritos considerados apotropaicos para que el siniestro huya espantado. Si no fuera por el respaldo de la Iglesia a estas actividades, no tendríamos reparos en calificarlas como mágicas37. El llamamiento se acompaña en otras ocasiones con una respuesta presencial de los solicitados, demostrando la cercanía de los intercesores a los creyentes y reforzando así la utilidad de la fe38. También estos arbitrajes se producen de manera póstuma. Debemos destacar cómo es usual que los seres celestiales se interpongan a las comitivas de diablos que transportan almas cuyo destino final debe ser discutido. Es una faceta que se destaca sobre todo en la literatura de milagros de la Virgen, pero también de otros santos; habitualmente una fuerte devoción del finado a alguno de ellos sirve para contrarrestar toda una vida de pecado. Su aparición en tales contextos garantiza un desenlace óptimo para el alma. Es complicado que los demonios planten cara, dado que por lo general no soportan la mera presencia de sus hermanos gloriosos. Por tanto, la defensa de las almas de los cristianos tras la muerte rara vez se representa en las y adivinos para encontrar cosas, ganar enamoramientos, etc. debieron gozar de cierta frecuencia. Así aparecen referencias al respecto en textos tan célebres como las VII Partidas, el Corbacho o La Celestina. 36 Del capítulo XXXVII al XLI del Lucidario versan sobre diferentes aspectos acerca de los ángeles que guardan las almas humanas; cada persona cuenta con el suyo. 37 Schmitt se apoya en K. Thomas para reivindicar como un todo lo mágico y lo religioso en SCHMITT J.-C. “Religión, folclore y sociedad en el Occidente Medieval”. En Little, L. K. y Rosenwein, B. H, La Edad Media a debate. Madrid, Akal, 2003, pp. 571-588. 38 Simplemente un par de muestras: las correspondientes con las composiciones 47 y 82 de las Cantigas de Santa María. 484
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fuentes escritas como una colisión violenta entre ambas fuerzas, pues el predominio del Bien es absoluto y conlleva una rendición sin paliativos de los malignos. Además de estas contiendas por las almas individuales, en todo caso más dialécticas que armadas, otro gran foco de representación de lo sagrado aplastando al Mal se puede encontrar en el episodio de la Anástasis o Descensus ad inferos, cuando Jesucristo quiebra las puertas del infierno y procede a encadenar a Satán al Infierno, llevándose al Paraíso a parte de los prisioneros. Más allá de enfrentarse a los espíritus caídos, los enviados de Dios censuran directamente a los propios humanos. Los cristianos que no aprovechan su libertad convenientemente para acercarse al Bien son expuestos al castigo divino y dejan de gozar de la defensa celestial. Los sancionados más habituales son los tahúres, blasfemos, usureros, vanidosos, lujuriosos, quienes faltan a sus promesas y votos, etc. El castigo puede ser ejemplarizante pero reversible mediante el arrepentimiento y la penitencia, o bien puede suponer un desenlace fatal, con la muerte corporal y espiritual; con un repaso rápido a algunos ejemplos, consideramos que esto depende más de la aleatoriedad e interés narrativo del autor que de la gravedad objetiva del pecado cometido. De igual forma, algunos castigos dan una imagen de justicia divina inmediata, produciéndose justo después de cometer la blasfemia o pecado. La técnica funciona a la perfección para las narraciones, pero tal principio de causa-efecto no se corresponde con la experiencia del día a día. Perversos y malhechores viven tranquilamente y acaban sus días con total placidez mientras personajes intachables sufren todo tipo de padecimientos o niños mueren sin causa aparente39. Por eso los religiosos se esfuerzan en reivindicar el Otro Mundo como el escenario en el cual todo se tendrá en cuenta, donde quienes hayan llevado una vida de excesos en el siglo obtendrán su correctivo. También funciona bien el recurso del ultimátum y el plazo sacro para deshacer entuertos bajo amenaza: 30 días, 3 días, etc.40 39 Un bello documento que sobrevivió a su autor es el Tratado de la Consolación de Enrique de Villena. En esta obra de 1424, el genio trata de dar cuenta de los beneficios de la muerte a cualquier edad que se produzca y llama a aceptar los reveses de la vida con estoicismo. Por otra parte, un milagro extendido en estas obras que venimos manejando es el de la niña traviesa abordada por la Virgen María con intención de llevársela consigo tras un plazo marcado por su buen comportamiento. 40 Así sucede en BERCEO, G. Milagros de Nuestra Señora, milagro IX. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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En unas ocasiones, esta furia divina emplea de una manera específica, como intermediarios, ciertos objetos, a los santos, a los ángeles, a la Virgen María o a las propias imágenes que los fieles hacen de ellos para materializar el correctivo41. Así, las cantigas 38, 72 y 163 nos muestran a tahúres que maldicen o apedrean las imágenes de la Virgen al perder una apuesta en un juego de dados. El escarmiento es aplicado en los dos primeros casos por demonios, que quitan la vida a los blasfemos. En cambio, en la miniatura de la número 163 vemos cómo un ángel pisa la cabeza del sacrílego con su pie desnudo, dejándolo inmóvil y mudo; el final será más feliz, pues tras una peregrinación a Santa María de Salas y un sincero arrepentimiento, el maldiciente sanará. En cualquier caso, quien aplica o autoriza el castigo, ejecutado por ángeles blancos o negros, es la Divinidad. En el Códice Calixtino podemos ver cómo aquellos hospederos que dan mal trato a los peregrinos acaban sus días amargamente ante el airado Santiago42. En otras ocasiones, el castigo parece caer directamente del cielo, o es un proceso “invisible” sin necesidad de un mensajero como intermediario. Sobre las personas aparecen enfermedades43, inmovilidad de miembros44, torceduras de boca45, ceguera46, enloquecimiento47… merecidamente por su salvajismo48. Representaciones gráficas y literarias habituales de algunos castigos son el rayo de fuego (enfermedad de san Marcial, san Antón o ergotismo) y las flechas (para la peste, lo que convierte a san Sebastián, el mártir asaetado, en el santo protector frente a la misma). El fuego es un elemento preferente, pues como dice Vicente Ferrer en sus sermones, es el que purifica a todos los otros elementos, y también el que limpiará el 41 Una figura de Cristo se desclava de la cruz para abofetear en la mejilla a una monja que se dispone a abandonar el convento en la Cantiga 59. 42 En el Códice Calixtino, Libro V, Capítulo XI, podemos leer cómo se queman en un incendio hasta mil casas, pertenecientes a todos aquellos que negaron el alojamiento en Poitiers a dos peregrinos, librándose del fuego la morada del humilde que los atendió. 43 Así son castigados los tres caballeros que perturban la paz en una iglesia matando a un cristiano, según la Cantiga 19 o en los Milagros de Berceo, XVII. 44 Véanse las cantigas 289 o 117, entre muchas otras. 45 Hágase lo propio con las cantigas 61 o 293. 46 SÁNCHEZ DE VERCIAL, C. Libro de los exemplos… cap. 371: Una mujer hace un peregrinaje para pedir que sus ojos se tornen verdes y como consecuencia se queda ciega por su vanidad. 47 Dos ladrones quedan aturullados al intentar robar en una iglesia de Ceinos de Campos, según nos cuenta el milagro XXV de la colección de Berceo. 48 “E asý nuestro Señor, segund la su grand benignidad, nos castiga por mortandades, malos tienpos, adversydades, sequedades de pocas aguas, guerras, enfermedades, pasyones, tribulaciones, dolores de cada día e afanes…”. Extraemos la cita de MARTÍNEZ DE TOLEDO, A. El Corbacho. Edición M. Ciceri. Madrid, Espasa-Calpe, 1990, p. 288. 486
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pecado del mundo en el Juicio Final49. Entre llamas se consumen los herejes enemigos de la comunidad espiritual. Recordemos también la creencia en el fuego del purgatorio, que consume los pecados pero no quema al alma50. Un “ángel de Dios” mata a un arriano blasfemador con tres lanzadas de fuego51. También cae mediante el mismo elemento la ira divina sobre los bienes terrenales, sancionando así el materialismo, la avaricia y usura, etc52. En la lucha contra el infiel, el peso recae en la Iglesia militante, pues mediante esta necesidad surge una posibilidad inmejorable de hacer méritos para ganar el cielo. Una potente imagen en un mundo de divergencias y enfrentamientos devocionales es la de la divinidad castigando a los enemigos de la religión católica. Sobradamente conocido es el caso de Santiago, que adquiere el sobrenombre de Matamoros y que participa en las batallas principales de la Reconquista, en clara propaganda para la peregrinación a la ciudad gallega; el caso de San Millán, participando en la batalla de Simancas y ganándose el patronato de Castilla; o el caso de san Jorge para la Corona de Aragón53. Mediante ciertos votos de los peticionarios, los santos otorgan ayudas para vencer en la guerra; si luego los humanos incumplen su parte pagarán las consecuencias. Si es necesario, los seres celestiales reclaman a la comunidad cristiana que haga justicia y vengue las afrentas54. Los judíos son el objetivo predilecto de los ataques de religión: como muestra, en la cantiga 286 dos judíos mueren aplastados por un soportal tras las súplicas vengativas de un cristiano que se había sentido ofendido por sus mofas al ser mordido por un perro en su presencia. En el contexto de la obra solamente podemos imaginar que es la Virgen María quien tira la construcción abajo. 49 CÁTEDRA GARCÍA, P. M. Sermón, sociedad y literatura… pp. 579-588. Véase el sermón 28, que trata precisamente sobre el “Quemamiento del mundo” y el papel que jugará el fuego divino para limpiar la infección antes del Juicio Final. 50 Para el fuego purgatorio y otras características de aquel tiempo-espacio, véase LE GOFF, J. El nacimiento del Purgatorio. Madrid, Taurus, 1989. Al fin y al cabo toda pena padecida en el siglo supone un ahorro en las del purgatorio, infinitamente más dolorosas. 51 Así podemos verlo en el Libro de los exemplos por A.B.C., en 169b. 52 En la Cantiga 35 se queman mediante un rayo divino unos fardos de lana a bordo de un barco porque los comerciantes propietarios olvidaron cumplir las ofrendas prometidas a la Virgen. 53 Estas apariciones se infiltrarán también en la literatura épica. En El Poema de Fernán González se narra cómo a la ayuda del Buen Conde acudieron san Millán y Santiago con una hueste de caballeros blancos celestiales. 54 Durante una misa en Toledo la voz de la Virgen María se escucha en el templo. Unos judíos estaban crucificando una imagen de cera de Jesucristo en casa de un rabino, y la intervención de María es un aviso para que los cristianos den buena cuenta de ellos por tal afrenta, como así ocurre. Véanse los Milagros de Berceo XVIII o la Cantiga 12. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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4. Conclusiones La teología ha construido una armazón demasiado complicada para ser entendida por una mayoría social que tal vez no tenga respuestas, pero que se hace muchas preguntas. El arte, el teatro, la literatura, el sermón, el cuento, el folklore, las canciones… revisten ese andamiaje de mil y una maneras, permitiendo que se popularicen y hagan comprensibles para todos los aspectos principales del dogma religioso, manteniendo la ortodoxia suficiente pese a los excesos de las necesidades creativas. Todo mal que recae sobre la grey del señor tiene una causa final que solo se puede comprehender mediante las herramientas que aporta la religión. En definitiva, hablamos de un castigo de mayor o menor intensidad violenta. Teniendo en cuenta esto, la enfermedad, el hambre, la sequía o cualquier calamidad, plural o individual, no son sino violencia. Por supuesto, se exime a Dios de cualquier responsabilidad, ya que todo lo que ocurre es merecido por los yerros humanos. Él no desea el castigo ni el sufrimiento humano, pero es necesario que aplique su Justicia con rigor, pues de lo contrario sería un Dios injusto, un No-Dios. Contamos entonces con una explicación totalizadora del mundo a través del prisma de la violencia. Para que esta ideología de la reprimenda funcionase creemos que hay que reivindicar en el plano de las mentalidades el papel subyacente de un fuerte sentimiento de culpabilidad colectiva y de resignación. Quizá el mejor exponente de aquella cosmovisión en la Baja Edad Media sean las columnas de flagelantes centroeuropeas en tiempos de peste y muerte. Existen dos relaciones aparentes entre las fuerzas del bien y del mal. Una que podríamos llamar de horizontalidad (lucha entre estas fuerzas, escenificada sobre la tierra y siempre en torno a los humanos) y otra de verticalidad (al existir una preeminencia clara de las energías del bien sobre las del mal, incluso un “empleo” evidente de las primeras sobre las segundas). Pero el dualismo está descartado y perseguido en la religión católica: Satán no es un ente independiente de Dios, sino una creación suya, y por tanto el poder del que goza es menor y siempre arrendado. El Maligno está en el mundo para servir en la criba entre los elegidos y los viciosos; es como un instrumento divino de separación. La vida no es sino un proceso de selección. 488
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Finalmente, el demonio es una figura que se revela como causa y consecuencia del pecado, y esto es así desde el desliz original: provoca y luego disfruta castigando. No puede remediarlo, está en su naturaleza, que le aviva a ello. Pero su intervención prepara el terreno para que se produzca la réplica del ansiado milagro. Por supuesto, de nada sirve el milagro si no hay una colectivización del mismo, una propaganda que comporte su utilidad social. Y es que las intervenciones sagradas siempre se producen para restablecer un estado previo, para reequilibrar, para librar de algún mal; como hemos visto, ángeles y santos ponen límites mediante sus “intromisiones” a la actividad maléfica, con independencia de que detrás de ella estén los humanos o más directamente los demonios. Por diversa que pueda parecer la causa, la intervención sagrada tiene el único objetivo de dar un empujón a los hombres en su trayectoria reunificadora con el Padre. Esto puede parecer exagerado si pensamos en sucesos tales como la práctica destrucción del linaje humano mediante el Diluvio Universal, pero en la lógica interna del aparato religioso no deja de ser un hecho purificador elemental que permite empezar de cero y borrar los excesos del pasado. Bibliografía Alfonso Martínez de Toledo, El Corbacho. Edición M. Ciceri. Madrid, Espasa-Calpe, 1990. Alfonso X, Cantigas de Santa María. Edición W. Mettmann, Madrid, Editorial Castalia, 1986-1989. Alfonso X, Lapidario. Edición S. Rodríguez y M. Montalvo, Madrid, Gredos, 1981. Anónimo, Calila e Dimna. Edición, introducción y notas de J. M. Cacho Blecua y Mª. J. Lacarra, Madrid, Castalia, 1985. Anónimo, Liber Sancti Jacobi “Codex Calixtinus”. Edición A. Moralejo, C. Torres y J. Feo. Pontevedra, Xunta de Galicia, 1992. Anónimo, Libro del Caballero Zifar. Ed. J. González Muela, Madrid, Castalia, 1982.
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LA OTRA CARA DEL DIOS, PATRIA Y REY: VIOLENCIA Y DESTRUCCIÓN EN VALENCIA DURANTE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA The Other Face of God, Country and King: Violence and Destruction in Valencia during the Independence War
Inés Cabrera Sendra Universidad Jaume I-Università degli Studi di Palermo
[email protected]
Resumen: Son diversos y pródigos los factores que contribuyen a definir la Guerra de la Independencia española (1808-1814) como uno de los episodios más únicos de nuestra historia. La profunda politización de la ciudad de Valencia durante el conflicto explica que se vivieran episodios de auténtica crueldad y barbarie, no obstante, estos han sido convenientemente, sino olvidados, sí superados a lo largo de los años por manifestaciones de carácter patriótico y heroico. Es, pues, finalidad de este escrito el análisis y reflexión en torno a la plasmación artística de esta violencia, su función, derivación y, en definitiva, su vida. Palabras clave: Guerra Independencia, Valencia, estampa, violencia, arquitectura, pintura. Abstract: There are so many reasons why the Peninsular War (1808-1814) is one of a kind chapter of our history. The deep politicization of the city of Valencia during this conflict explains the existence of cruel and violent episodes. These ones weren’t forgotten, but of course they were properly overcome through the years by other expressions of patriotism and heroism. So, the goal of this paper is to examine and think about the artistic expression of these violent events, their functions, evolution and, in conclusion, their lives. Keywords: Peninsular War, Valencia, Engraving, Violence, Architecture, Paint.
Inés Cabrera Sendra
1. La guerra del francés La guerra de la Independencia o Guerra del Francés (1808-1814) constituye un suceso histórico que por su profundo carácter patriótico ha trascendido a lo largo de las décadas y siglos. Se perpetúa la lucha del pueblo español contra el invasor galo por mantener los valores entendidos como propiamente españoles, es decir, la patria, la monarquía, encarnada en la figura de Fernando VII, y la religión. Este conflicto, copado de importantes dosis de intrigas políticas y militares, destaca igualmente por ser el primer episodio bélico relacionado con un medio tan definitorio de la contemporaneidad como es la prensa. De este modo, se hallan en diferentes publicaciones de la época briosas proclamas y textos con un fuerte carácter doctrinal que contribuyeron a avivar los ánimos del pueblo1. Pero, sobre todo, por el propósito de este texto, no debe olvidarse el significativo papel que tuvo la configuración de una auténtica iconografía alrededor del patriotismo, más que del hecho histórico en sí. Las imágenes, fuesen estas localizadas en grabados o pinturas, coetáneas a la guerra y/o posteriores, supusieron, ya no sólo una valiosa crónica del momento, sino también un canal de difusión y fijación de toda una serie de arengas que condensaban valores que iban a guiar y aglutinar al pueblo en contra lo francés. El el Museo Municipal de Madrid se conserva un interesante grabado anónimo del 1808 que condensa todo ello; en él aparece un retrato de Fernando VII llevado por un ángel, bajo este, Marte, el dios de la guerra, derriba a Napoleón Bonaparte, quien en su caída pierde la corona de emperador y la máscara de traidor. A su derecha, el león español, símbolo de la monarquía hispánica, devora el águila napoleónica cuando se disponía a robar los símbolos de la monarquía española, el cetro y la corona. Y en segundo plano, un tercer combate, las tropas españolas liberan a España representada por una plaza fuerte que está siendo asediada por el ejército francés2. Valencia, como ciudad que desarrolló un papel bastante reseñable en este conflicto, conserva, aún a día de hoy, en la memoria colectiva y en sus calles anécdotas y momentos álgidos de esta guerra del francés; estampas, 1 Sobre este tema, véase: CORRALES BURJALÉS, L. “El poder de la imagen durante la guerra de la Independencia: El caso de Cataluña”. Hispania Nova. Revista de Historia Contemporánea, 9/1, 2009, sp [en línea]. Disponible en: http://hispanianova.rediris.es/9/ dossier/9d001.pdf [consultado el 28 de septiembre de 2009]. 2 MÍNGUEZ, V. “Leo fortis, rex fortis, el león y la monarquía hispánica”. En Mínguez, V. Chust, M., El imperio sublevado: monarquía y naciones en España e Hispanoamérica, Madrid, Editorial CSIC, 2004, p. 86. 494
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lugares y hazañas de personajes que mostraron el arrojo y el patriotismo de los valencianos. Sin embargo, estos importantes componentes del tapiz ideológico de la unidad y el sentimiento nacional, que serían reiteradamente utilizados e idealizados en su momento y posteriormente, tuvieron su réplica o cara no tan loable y menos recordada: se trata de episodios de gran violencia, terror y desgracia. Estos, aunque fueron igualmente vividos por la ciudadanía, no gozaron de la misma visibilidad ni protagonismo, pero que son, no duda cabe, indispensables para comprender el alcance y consecuencias del conflicto. Vayamos por pasos. Este grabado anónimo del 1810 conservado en el British Museum es tan elocuente con respecto al anterior. Aunque presenta cierta ingenuidad en sus formas y simpleza en su composición, aquello que más destaca en él es la crueldad y violencia que en conjunto transmite. (fig.1) Se observa como de nuevo el león, símbolo de la monarquía hispánica3, devora el águila napoleónica que a su vez vomita franceses a un fuego. Un valenciano vestido con el saragüell, la indumentaria tradicional, aviva este fuego y en su otra mano empuña una espada en la que están ensartados tres franceses. En el otro lado, otro fuego, donde Lucifer fríe en aceite, según dice la leyenda, al mismo general Napoleón junto a altos cargos del ejército francés. Es una alegoría muy ilustrativa a la hora de valorar el empeño valenciano con la causa y su resistencia a Napoleón.
Fig. 1: Viva España. Muera Napoleón. Anónimo. 1810. British Museum 3 MÍNGUEZ, V. “Leo fortis…”. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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2. Alzamiento popular: lealtad a Fernando VII y muerte a Bonaparte Los sucesos de Aranjuez (17 de marzo de 1808) fueron el punto de partida de una serie de acontecimientos que iban a conmocionar a todo el país. Con la llegada de Murat a Madrid el 23 de marzo de 1808 se iniciaba una revolución de carácter patriótico sin precedentes en la historia de la monarquía española. El historiador y cronista valenciano Vicente Boix relata cómo los valencianos esperaban el momento oportuno “para levantarse en masa, y un jefe que dirigieran su movimiento”4. Y así fue. Las ansias de revolución eran latentes en la ciudad, pero la chispa que encendió definitivamente el furor de los valencianos y la revolución vino con la noticia de las abdicaciones de Bayona firmadas el 6 de mayo del mismo año. La noticia se fue propagando por todo el país, llegando a Valencia el 23 de mayo. La Plaza de las Pasas era el lugar donde se leía La Gaceta de Madrid, publicación que esos días prestaba especial interés a las noticias procedentes de Madrid, pues eran escuchadas por los más patriotas y antifranceses desde que tuvieran lugar los sucesos del 2 de mayo. Martínez Colomer informa en sus Sucesos que ya desde el día 20 el padre Juan Martí, declamaba en contra de la conducta de Napoleón desde esta plaza de la Compañía o de las Pasas 5. Pero no fue hasta el día 23 que el pueblo se alzó abiertamente y declaró de manera inesperada la revolución. Los allí congregados escucharon con atención y consternación la abdicación de Carlos IV en favor de José Bonaparte; después de un tenso silencio se escuchó “Viva Fernando VII, mueran los franceses”, proclama de lealtad al legítimo monarca y que iba a encabezar la revolución6. El gentío allí reunido preso de gran exaltación, pero sobre todo de gran indignación, encaminó sus pasos hacia la ciudadela en busca de armas para llevar a cabo de manera inmediata su objetivo. Las autoridades valencianas intentaron tranquilizar la furia de los exaltados reuniéndose con su portavoz, el padre franciscano Juan Martí, en el Palacio del conde de Cervelló. Se pedía que se declarase la guerra a los franceses, en favor de defender al legítimo soberano Fernando VII, la religión y la patria7. La resolución del Real Acuerdo llamando a la calma y al 4 BOIX, V. Historia de la Ciudad y Reino de Valencia. Valencia, Imprenta de Benito Monfort, 1845-1847, p. 131. 5 MARTÍNEZ COLOMER, V. Sucesos de Valencia desde el día 23 de mayo hasta el 28 de junio del año 1808. Valencia, en la Imprenta de Salvador Faulí, 1810, p. 1. 6 TORENO, J. J. QUEIPO LLANO y VALDÉS, Conde de. Historia del levantamiento guerra y revolución de España. Madrid, Atlas, 1953, pp. 194-195. 7 BOIX, V. Historia de… p. 136. 496
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alistamiento posterior fue leída a los congregados por uno de sus principales instigadores, el también padre franciscano Juan Rico y Vidal. El descontento de la población ante el dictamen de la asamblea se tradujo en más violencia. Allí donde se originara el revuelo, la Plaza de las Pasas, un vecino de la ciudad, Vicente Doménech, El Palleter, declaró él mismo la revolución. Este momento es, sin duda, el más icónico de todo el episodio de la guerra del francés en la ciudad de Valencia. Cuenta Martínez Colomer que este comerciante de pajuelas, ansioso por proclamar solemnemente a Fernando VII como rey, se arrancó la faja roja y rompiéndola en girones la repartió entre sus compañeros, cogiendo su parte y atándola a una caña la izó cual bandera junto a dos estampas, una de la Virgen de los Desamparados y otra del rey, lanzadas estas por Vicente Beneito en señal de triunfo. Encabezando la marcha y animado por los vítores se dirigió a la continua Plaza del Mercado, donde subido a una silla y ante todos declaró la guerra a Napoleón8. Este gesto de insurrección ha sido destacado por cronistas y artistas del momento y posteriores, pues es el que mejor representa la bravosidad y espontaneidad del pueblo valenciano, pero, sobre todo, su apego, fidelidad desmesurada e idealizada hacia una monarquía y los valores que representaba. De este modo el Palleter se convirtió en icono del patriotismo valenciano y del odio por los franceses propio de estos tensos momentos. Pero su fama no se limitó a estas décadas, sino que pervivió a lo largo del siglo. En 1884 el pintor valenciano Joaquín Sorolla pintaba “El Grito del Palleter” un óleo sobre lienzo con objeto de concursar a la pensión de pintura en Roma que otorgaba la Diputación de Valencia. Años después, durante la regencia de María Cristina (1885-1902) se propusieron distintos monumentos a personajes célebres de la historia de la ciudad, como el destinado al héroe José Romeu (1888), fusilado por los franceses en 1812, o el del “Palleter” (1901), proyectos que fueron inaugurados a mediados del siglo XX. El autor de la escultura en yeso fue Emilio Caladín con motivo de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1901, y premiada junto a obras de Mariano Benlliure y de Joaquín Sorolla. Con motivo del primer centenario de la guerra de Independencia se decidió hacer una copia en bronce y se instaló en 1966 junto a las Torres de Quart, antigua puerta de acceso a la ciudad9. (fig.2) 8 MARTÍNEZ COLOMER, V. Sucesos de Valencia desde… p. 5. 9 GIL SALINAS, R. “La escultura pública en Valencia y los artistas valencianos”. En Lacarra Ducay, Mª C. Giménez Navarro, C. (coord.), Historia y política a través de la escultura pública 1820-1920, Madrid, Institución Fernando el Católico, 2003, pp. 63-88. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Fig. 2: El Palleter. Copia de bronce de 1966. Fotografía de la autora
3. Llegan las represalias. Violencia y destrucción en valencia Poco después tenía lugar otro episodio que sin ser tan recordado posteriormente, fue consecuencia de la tensión de la que era presa Valencia durante estos momentos previos a la guerra. El protagonista, o más bien la víctima, fue Miguel de Saavedra, barón de Albalat. Saavedra era teniente coronel de la Milicia de Valencia, razón que ya le valió la desconfianza y odio del pueblo; este odio se amplificó cuando ante unas protestas del pueblo 498
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ante el Cuartel de San Jorge, el barón, que allí se hallaba, mandó disparar contra los allí congregados10. Ante la latente radicalización de la revolución, Saavedra optó por poner tierra de por medio y dirigirse a Requena. El hecho fue rápidamente conocido, junto al rumor de su simpatía por la causa francesa y que esta era precisamente su razón para dirigirse a Madrid, para buscar apoyos. Siguiendo con el relato que ofrece Boix, el barón pocos días después, animado por sus amistades, decidió volver a Valencia con el propósito de defenderse de las acusaciones de traidor. No obstante, cuando se encontraba aún a poca distancia de la ciudad fue reconocido y, a manera de aviso, recibió insultos y amenazas de muerte. Nada comparado con lo que le esperaba, pues a su llegada fue recibido por una multitud enfurecida en la plaza de Santo Domingo. Aunque las autoridades congregadas en el palacio Cervelló trataron de defender la inocencia del barón, todo fue en vano. Se acordó trasladar a Saavedra a la ciudadela, pero nada más abandonar el palacio, los que pedían su cabeza rompieron la tropa que lo custodiaba. Fue asesinado a las puertas del palacio del conde Cervelló el 27 de mayo de 1808: Le cortaron la cabeza, y clavándola en la extremidad de una pica de las que se usan en Valencia para sacar la madera que se conduce por el Turia, la levantaron en alto, y la expusieron à la vista de aquella multitud sobre la base de un obelisco que en la misma plaza se había empezado a erigir11.
Manuel Ardit señala que aquel brutal asesinato no tuvo una motivación revolucionaria, sino que se trató de una muestra de fidelidad al rey y de rabia hacia el invasor francés12. Sea como fuere, ningún grabado, que se conozca a día de hoy, recoge este terrible episodio. Sin embargo, esta atrocidad sería ampliamente superada por el que es indudablemente el suceso más cruel y violento de esta contienda. Una vez más, fue el pueblo el encargado de llevarla a cabo, pero esta vez hubo un cabecilla. El odio hacia lo francés fue astutamente dirigido por los poderes eclesiásticos desde su principio hasta el angustioso final. 10 BOIX, V. Historia de… p. 146. 11 BOIX, V. Historia de… p. 151. 12 ARDIT LUCAS, M. “Revolución liberal y revuelta campesina treinta años después”. En García Monerris, E. y García Monerris, C. (eds.), Guerra, Revolución, Constitución, (1808 y 2008), Valencia, Universitat de Valencia, 2008, p. 80. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Creada ya la Junta Superior y declarada oficialmente la guerra, el odio contra todo lo galo era ya más que palpable. Esta galofobia, aunque no había nacido con las inesperadas abdicaciones en la ciudad francesa de Bayona, sí que llegó ahora a su momento álgido. Fueron diversos los textos demonizándolos los que circulaban, atribuyéndoles costumbres y hechos terribles y forzando romper la alianza con Francia13. Si el Palleter se convirtió en el icono o mito de un pueblo que lucha por su rey, la patria y la religión, tríada elevada a la categoría casi de mito, todo lo francés fue visto como el mal en sí mismo. La xenofobia era ya una realidad desde finales del siglo XVIII, como reacción provocada por el miedo a una extensión de la revolución francesa. La comunidad francesa afincada en Valencia era numerosa y se trataba de una colonia dedicada al comercio mayorista. Quizás por gozar de este status y llevar una vida acomodada, la desconfianza y envidias hacia la gente de dicha nacionalidad fue intensa hasta llegar al odio ya en el siglo XIX con los preámbulos de la Guerra de la Independencia14. José María Menascau, alcalde del crimen de la Real Audiencia de Valencia durante los hechos, relata cómo siendo evidente el nerviosismo y tensión de la ciudad ante la declaración de la guerra contra Napoleón, la comunidad francesa entera fue llevada a la ciudadela para evitarles atropellos15. El 1 de junio del 1808 llegó a esta ciudad Baltasar Calvo, canónigo del cabildo madrileño de San Isidro16. Menascau relata que nada más personarse en Valencia, Calvo pidió ser presentado a la Junta Suprema y sabiendo de la popularidad del Padre Rico le buscó para poder transmitirle sus planes. En resumidas cuentas estos consistían en deshacerse de los franceses residentes en la ciudad, para así confiscar sus bienes y poder sufragar el coste de la 13 Algunos ejemplos: FREYRE, M. Remedio y preservativo contra el mal francés del que adolece parte de la nación española. Valencia, editado por la viuda de Martin Peris, 1809; JOVER, J. Declamación patriótica y militar que manifiesta el verdadero origen de la decadencia de España, y el remedio para que vuelva a su antiguo y glorioso ser. Valencia, Benito Monfort, 1810. 14 FRANCH BENAVENT, R. “Inmigración extranjera y reacciones de xenofobia a finales del Antiguo Régimen: algunas consideraciones sobre su incidencia en los casos de Valencia y Alicante”. Saitabi, 53, 2003, pp. 117-132. 15 MENASCAU, J. Mª. Manifiesto de la causa formada por el Señor D. Joseph María Menascau, Alcalde del crímen de la Real Audiencia de Valencia, por comisión de la Junta Suprema de Gobierno, contra el canónigo de S. Isidro Don Baltaser Calvo, Valencia, Oficina de Benito Monfort, 1808, p. 4 16 BERMEJO, I.A. “Políticos de antaño. El canónigo Baltasar Calvo”. El Heraldo de Madrid. Diario Independiente, BNE, año III, nº 658. 21 agosto de 1892. 500
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guerra. Tales propósitos sembraron la desconfianza entre los miembros de la Junta. Además, su fama le precedía, pues había casi huido de Madrid17. El día 4 de junio Calvo amenazó a los franceses custodiados diciéndoles que su única salvación era la huída. El día siguiente, 5 de junio, corría el rumor acerca de una posible fuga por parte de los franceses o incluso de la tentativa de hacer suya la ciudadela. Esto, no duda cabe, era parte del plan de Calvo y provocó una reacción por parte del pueblo, ya de por sí furioso. Al caer la noche, Calvo y sus seguidores penetraron en la fortaleza. Aunque fueron distintas las voces y las acciones que intentaron frenar el cruel desenlace, como la próxima orden de los dominicos, finalmente los franceses fueron atados y asesinados considerados como enemigos de la patria y súbditos de Napoleón18. Entrada la madrugada, se dirigió al baluarte de la fortificación, mandó cargar tres cañones de metralla, para después dirigirlos, uno a la plaza de Santo Domingo, concretamente a la Aduana, otro a la puerta de la ciudadela y el tercero en la parte posterior del fuerte. Pero el atrevimiento de Calvo no acababa ahí; al reunirse con el conde de la Conquista le exigió que le cediese el mando de la ciudad, pues el pueblo furioso como se hallaba, no depositaba ya ninguna confianza en sus dirigentes y estos ya no gozaban de ningún control. Ante la negativa, aquellos franceses que pudieron evitar la muerte por hallarse en otra estancia fueron conducidos a las Torres de Quart, pero para ello se optó por bordear la ciudad19. Este lúgubre paseo es el que inmortaliza Vicente López en este dibujo (¿preparatorio?), en el que se representa a los prisioneros y queda reflejada su desconsuelo20. Y no era en vano, pues a su paso por la plaza de Toros, que se encontraba en el camino de Ruzafa, Calvo cambió de idea y fueron conducidos a este recinto, donde también se les dio muerte. 17 En Madrid fue uno de los activos y virulentos perseguidores de los janseistas. Sus acusaciones salpicaron a miembros de la nobleza y altos cargos eclesiásticos, forzando su salida de la capital. ROMERO PEÑA, A. “Caída y persecución del ministro Urquijo y de los jansenistas españoles”. Revista Historia Autónoma, 2, 2013, pp. 75-91. 18 BOIX, V. Historia de… pp. 162-164. 19 BOIX, V. Historia de… pp. 167-170. 20 Conjuración del canónigo Sebastián Calvo durante la Guerra de la Independencia. Grabado de Vicente López, ca. 1810. BNE. Citado por ALBA PAGÁN, E. “La actitud política de los pintores españoles durante la guerra de la Independencia (1808-1814)”. En Sazatomil Ruiz, L., El arte español entre Roma y París: siglos XVIII y XIX: intercambios artísticos y circulación de modelos, Madrid, Casa Velázquez, pp. 417-438. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Este cruel episodio manchó la historia de la revolución, pues perjudicó la visión del pueblo valenciano tachándolo de violento y reaccionario. Así queda reflejado en distintos textos posteriores, pero la única obra que recogiendo lo acontecido se atrevió a ilustrar estos fatídicos sucesos es Guerra de la Independencia. Narración histórica…, obra del escritor y periodista zaragozano Miguel Agustín Príncipe (1811-1863)21. Este poeta satírico, dramaturgo y periodista español expone los hechos acontecidos, pero como profesional liberal de la era romántica que era presenta un relato histórico crítico22. Príncipe describe una Valencia bucólica, amable, propia de los relatos de los viajeros extranjeros, pero “cuando las pasiones se irritan la furia valenciana podría compararse con la de Medea”23, y con el asesinato del barón de Albalat y el asesinato en masa de los franceses los valencianos, según él, “ensangrentaron su magnánima revolución”. Es muy ilustrativo el retrato que presenta Príncipe de la figura del canónigo Calvo; este es descrito como un monstruo en figura humana, un fanático en nombre de Dios y, como decía, este texto viene acompañado de grabados y litografías, interesante testimonio gráfico del genocidio galo. Se trata de grabados un tanto toscos, sin grandes esmeros, pero con un potente contenido comunicativo, pues queda perfectamente reflejada la intención de retratar el carácter maligno del personaje de Calvo y la brutalidad y violencia de los seguidores del canónigo. Si tomamos por fieles las descripciones de Menascau, en las dos ocasiones, en la ciudadela y en la plaza de toros, los franceses fueron asesinados siendo atados espalda con espalda, con lo cual no hubo caos o tumulto en su ejecución. Sin embargo, el autor de los grabados, tal vez imbuido por el ambiente romántico de la época, buscaba el efecto dramático en su ilustración y optó por obviar este detalle, pues representó a los asesinos casi dando caza a los franceses para darles muerte, confiriéndole más dinamismo a la composición. Sirve de contrapunto la turbadora impasibilidad y complacencia con que el canónigo Calvo observa la escena de la matanza. Una víctima, que a juzgar por su atuendo es fácil suponer que era un comerciante acaudalado, junta las manos y alza la vista como muestra de desespero o resignación. 21 PRÍNCIPE, M. A. Guerra de la Independencia: narración histórica de los acontecimientos de aquella época, precedida del relato crítico de los sucesos de más bulto ocurridos durante el reinado de Carlos IV. Madrid, st. Artístico Literario de Manini, 1844-1847. 22 Véase: ALDEA GIMENO, S. SERRANO DOLADER, A. Miguel Agustín Príncipe: escritor y periodista (1811-1863). Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1989. 23 PRÍNCIPE, M.A. Guerra de la... p. 200. 502
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El 7 de junio la Junta de Valencia, empujada por el miedo lo había acogido en su seno el día anterior, decidió decretar el arresto del padre Calvo. No sólo se quería poner fin a tal anárquicas acciones, sino que era necesaria buscar la calma y unanimidad para hacer frente a la inminente guerra. Pero ¿Cómo se decretó dicho arresto? Ante el estupor de miembros de la Junta, Calvo fue nombrado vocal por influencia de Vicente Bertrán de Lis, sin embargo, una vez convocado por la Junta para la sesión del 7 de junio, fue acusado de traidor allí mismo, arrestado y decretado su inmediato traslado a Palma Mallorca para evitar la respuesta de la población. Aunque dicho arrestó tuvo lugar en el palacio del conde de Cervelló, la ilustración del libro de Príncipe vuelve a optar por un entorno más dramático, como si el canónigo hubiese sido sorprendido por una turba furiosa en la calle y arrestado entonces. El juicio se celebraría el 11 de junio y por unanimidad fue condenado a muerte. El 3 de julio era agarrotado en la cárcel de Valencia a las doce de la noche, siendo expuesto su cadáver al día siguiente en la plaza de Santo Domingo, con una inscripción que decía: “Por traidor a la Patria y mandante vil de asesinos”. Así se ponía final al asesinato de más de 300 franceses en menos de una semana. A la hora de ilustrar el final del canónigo, esta ofrece una apariencia mucho más elaborada y, por primera vez, se presta atención al marco24. 4. Valencia participa de la guerra Ese mismo mes de junio Valencia era asediada por las tropas del Mariscal Moncey. Los 10.000 soldados de Moncey se hallaban atrincherados entre la localidad de Quart de Poblet y Valencia. Conocida la oferta de capitulación de Moncey, el pueblo de agolpó a las puertas del palacio al grito de “traición”25. Optando finalmente por la resistencia, empezó la batalla el 28 de junio de 1808. El mariscal desplegó la artillería en el convento extramuros del Socorro y el Jardín Botánico, y tras tres horas de bombardeo, a las dos del mediodía empieza el ataque de la infantería. Cuenta Canga Argüelles que los valencianos “se llenaron de terror al verle [al enemigo, las tropas de Moncey] de cerca”26. El Padre Rico armado con un crucifijo y una espada corrió por Valencia elevando los ánimos y excitó el fanatismo propio del pueblo. De 24 PRÍNCIPE, M.A. Guerra de la… p. 204. 25 PRÍNCIPE, M. A. Guerra de la… p. 211. 26 CANGA ARGÜELLES, J. Observaciones sobre la guerra de España que escribieron los señores Clarke, Southey, Londonderry y Napier. Tomo I, Londres, M.D. Calero, 1829, p. 189. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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esta ofensiva a Valencia se recuerda como especialmente heroica la defensa de las Puertas de Quart. El pintor Vicente López (1772-1850) realizó en 1810 varios dibujos para ilustrar el libro de Vicente Martínez Colomer, Sucesos de Valencia desde el 23 de mayo hasta el 28 de junio de 1808, grabados por Tomás López Enguídanos. Especialmente conocido es el “Defensa de las Torres de Cuarte”27. Después de diez horas de batalla, Moncey suspendió la ofensiva, perdidos ya 2000 hombres, y a la mañana siguiente emprendió su retirada por el río Júcar. Aún a día de hoy, las Torres de Quart muestran los impactos de los proyectiles de esta ofensiva, tanto de cañón como de mosquete, respetados en la reciente restauración (fig.3). Esta victoria sirvió para renovar el carácter patrio y heroico de Valencia, gravemente perjudicado o difamado después de los sucesos de la ciudadela bajo las órdenes de Calvo. La amenaza francesa se dispersó hasta el 1811. El 25 de octubre Sagunto cae a manos francesas después de un duro asedio, dejando así vía libre hasta Valencia. La ciudad, incapaz de presentar batalla, se rindió a los franceses el 9 de enero de 1812. Cinco días después entraba el mariscal Suchet, nombrado posteriormente duque de la Albufera por Napoleón. Las tropas francesas permanecerían en Valencia hasta el 1813.
Fig. 3: Torres de Quart. Fotografía de la autora
27 ALBA PAGÁN, E. “La actitud política…” p. 423. 504
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5. Consecuencias de la guerra sobre el patrimonio. La destrucción irreparable de dos monumentos valencianos
Los daños y perjuicios que ocasionaron los vaivenes de la guerra de la Independencia a diversos bienes de la ciudad deben ser considerados como violencia en sí mismos, pero esta vez verso el patrimonio. Edificios destruidos o gravemente dañados (como las torres mencionadas), iglesias saqueadas, solo son algunas de las consecuencias de la guerra que Valencia acusó notoriamente. Hasta la segunda década del siglo XIX, el Palacio del Real se alzó fuera de los muros de la ciudad, en la orilla norte del Turia, comunicándose con esta a través del puente del Real28. Esta construcción tiene su origen en la época musulmana, y con la dominación cristiana del siglo XIII pasó a ser la residencia del monarca. Desde entonces se fue transformando atendiendo a las exigencias residenciales y representativas de los reyes que la habitaron regularmente, así como de sus procuradores. Con María de Castilla el palacio adquirió especial relevancia como sede de una corte y edificio monumental y representativo. Con la monarquía borbónica se mantuvo como residencia del poder militar, que recaía ahora en el capitán general, quien asumía las funciones del gobernador. Pese a todo, el palacio no era un referente arquitectónico de la ciudad, como sí lo eran la Lonja o el Micalet. La última ocupante del palacio miembro de la realeza fue la princesa María Luisa de Borbón, acompañada por sus hijos en 1808, como parada de su viaje a Madrid. Ese mismo año, durante el asedio francés que padeció Valencia a finales de junio, algunos proyectiles cayeron en el palacio. El capitán general Joaquín Blake (1739-1827), enviado por la Regencia española asediada en Cádiz, decidió levantar un campo atrincherado alrededor de la ciudad. Se quería evitar que el palacio cayera en manos enemigas y que pudiera convertirse en una plaza fuerte para los asaltantes. Se derribó hasta el primer piso lo que ofrecía una solución óptima para una fortificación rasante, y buen uso de ello hizo el mariscal Suchet (Louis Gabriel Suchet 1770-1826). En esta guerra también se derribaron, como medida de defensa, la ermita de la Soledad, los óvalos del paseo de la alameda y fueron talados los árboles del paseo. 28 Véase: ARCINIEGA, L. “Construcciones, usos y visiones del Palacio del Real de Valencia bajo los Borbones”. Archivo de arte valenciano, 86, 2005, pp. 21-39. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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No obstante, se dio otro destacado ataque al patrimonio valenciano, concretamente al religioso. Se trata de la desaparición de una de las joyas de la catedral de Valencia, el retablo de plata del altar mayor, pieza que fue labrada entre 1489 y 1506 por el pisano Piero da Ponce y los plateros valencianos Francisco Cetina y Bernat Joan29. Representaba los Siete Gozos de la Virgen a los que se añadió en el centro un tema de la Asunción, y arriba una Coronación de la Virgen. A modo de armario, el retablo de plata estaba protegido por unas puertas decoradas por ambos lados con motivos marianos, pinturas de Fernando de Los Llanos y Fernando Yáñez de la Almedina. En 1811, creyendo el Cabildo que peligraba la plata de la iglesia, para ponerla a salvo, embarcó en 58 cajones todo lo que tenía de valor rumbo a Mallorca, siendo el retablo una de estas piezas30. Después de un tiempo, se presupone en paradero desconocido, el 26 de febrero de 1812 el ejército español se apoderó de él. Por orden de José Canga Argüelles, ministro de finanzas, se redujo a moneda. De esta magnífica obra de orfebrería sólo queda como recuerdo una tablilla pintada en el siglo XVIII que se ha conservado en el archivo de la Catedral. 6. Algunas reflexiones finales La guerra de la Independencia es uno de los episodios bélicos más mitificado de la historia española. La mirada patriótica con que se vivió y luego se analizó el conflicto tuvo como consecuencias la creación de héroes y capítulos célebres en la historia local de muchas ciudades. Como se ha visto, Valencia es fiel reflejo de esta tendencia, siendo excepcional y profundamente influyente la actuación de su pueblo. No obstante, cuando el arrojo y furia de este fue el protagonista y responsable de acciones no tan gloriosas, sino más bien violentas y crueles, es arduo difícil hallar una representación gráfica que ilustre dicha hazaña. No se consideró indecoroso representar la osadía del pueblo y su desafío a las autoridades mientras el fin mismo era la revolución, pues demostraba el compromiso de la ciudadanía con su rey y fuerte carácter de las gentes del lugar. Muestra de ello es que en el año 2008, al celebrarse el bicentenario de la guerra de la Independencia, se realizó una recreación histórica con todos los personajes que intervinieron, incluido el canónigo Baltasar Calvo, pero solamente se escenificó el episodio 29 ROMA OLCINA, E. “El retablo mayor de la Catedral de Valencia”. Archivo de arte valenciano, 65, 1984, pp.34-36. 30 SANCHIS SIVERA, J. La catedral de Valencia : guía histórica y artística. Valencia, Librerías París-Valencia, 1990, p. 175. 506
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de “El Crit del Palleter” y el de la derrota de las tropas napoleónicas en las torres de Quart. Sobre estos actos las autoridades municipales declararon que dicho personaje, Vicente Doménech, representó en su momento y aún a día de hoy el espíritu de los valencianos31. Sobran las palabras. Sin embargo, sucesos como el asesinato de los franceses o la destrucción de importantes monumentos y bienes de la ciudad, no fueron representados en su momento, seguramente debido a que fueron consecuencia y reflejo de malas decisiones y carencia de control sobre el pueblo (tal y como expresó en su momento el mismo canónigo Calvo). Solamente en los escritos posteriores, desde un punto de vista crítico y analítico de la historia propio del movimiento Romántico, se hallan ilustraciones de estos episodios para nada heroicos de la historia de Valencia y, por lo tanto, nada mitificados. Bibliografía Alba Pagán, Ester, “La actitud política de los pintores españoles durante la guerra de la Independencia (1808-1814)”. En Sazatomil Ruiz, Luis Santiago y Jimeno, Frédéric Jim (coords.), El arte español entre Roma y París: siglos XVIII y XIX: intercambios artísticos y circulación de modelos, Madrid, Casa Velázquez, pp.417-438. Aldea Gimeno, Santiago, Serrano Dolader, Alberto, Miguel Agustín Príncipe; escritor y periodista (1811-1863). Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1989. Arciniega, Luis, “Construcciones, usos y visiones del Palacio del Real de Valencia bajo los Borbones”, Archivo de arte valenciano, nº. 86, 2005, pp. 21-39. Ardit Lucas, Manuel “Revolución liberal y revuelta campesina treinta años después”. En García Monerris, Encarna y García Monerris, Carmen. (coords.), Guerra, Revolución, Constitución, (1808 y 2008), Valencia, Universitat de Valencia, 2008, pp.69-89. 31 MONTENEGRO, F. “Valencia se alza contra Napoleón” Levante. El mercantil Valenciano, [en línea], 23 de mayo de 2008”. Disponible en: http://www.levante-emv.com/ comunitat-valenciana/2008/05/23/valencia-alza-napoleon/450572.html [consultado el 28 de febrero de 2015]. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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A VIOLÊNCIA LITERÁRIA CONTRA MANUEL DE FARIA E SOUSA La violencia literaria contra Manuel de Faria e Sousa
Joaquim Luís Costa Rota do RomânicoCentro de Estudos do Românico e do Território
[email protected] Resumo: Manuel de Faria e Sousa é um dos escritores portugueses mais contestados, sobretudo durante o século XIX e inícios do seguinte. Embora uma parte considerável das apreciações negativas a que esteve sujeito seja fruto de ter ficado a residir em Madrid após a Restauração da Independência Portuguesa, em 1640, consideramos que as críticas que teve são, igualmente, o resultado das suas opções literárias, nomeadamente da usurpação de poemas a favor de Luís de Camões. O despoletar desta animosidade pode ser o reflexo da forma de escrever literatura, no século XIX, muito conotada com aspetos nacionalistas, em que, por vezes, a primazia, na obra literária era conferida ao critério nacional. Palavras-chave: Manuel de Faria e Sousa Luís de Camões, Restauração da Independência Portuguesa (1640), literatura romântica, nacionalismo. Resumen: Manuel de Faria e Sousa es uno de los escritores portugueses más cuestionados, especialmente durante el siglo XIX y principios del XX. Aunque una gran parte de las evaluaciones negativas de las que era objeto son el resultado de haber estado viviendo en Madrid después de la Restauración de la Independencia portuguesa, en 1640, consideramos que las críticas a las que estuvo expuesto, se debieron, también, al resultado de sus opciones literarias, a saber, la usurpación de poemas a favor de Luís de Camões. El detonante de esta animosidad puede reflejar el estilo de escribir literatura en el siglo XIX, que implica aspectos muy nacionalistas donde a veces la primacía, en la obra literaria fue dado a criterios nacionales. Palabras clave: Manuel de Faria e Sousa, Luís de Camões, Restauración de la Independencia de Portugal (1640), literatura romántica, nacionalismo.
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1. A violência literária contra Manuel de Faria e Sousa Manuel de Faria e Sousa nasceu a 18 de março de 1590, no couto de Pombeiro1. As relações muito próximas da sua família materna2 com o Mosteiro de Santa Maria de Pombeiro e com Francisco Gonçalo de Morais, futuro bispo da Diocese do Porto, influenciaram os pais de Faria e Sousa para que a vida deste se encaminhasse para uma carreira religiosa3. Com pouco mais de cinco anos de idade, Faria e Sousa encontravase na cidade de Braga, em casa monacal, para aprender lógica, história e poesia4. Como demonstrava grande prudência e capacidade intelectual, foi nomeado, com apenas 14 anos de idade, secretário do bispo do Porto. Exerceu a função durante 12 anos5. Contrariando a vontade de seus pais para que seguisse a vida religiosa, Faria e Sousa apaixonou-se por Catarina Machado, casando com ela por volta do ano de 16146. Desejoso de um novo rumo profissional, Faria e Sousa partiu, em 1619, para Madrid para ocupar o cargo de secretário de Pedro Álvares Pereira, secretário do Conselho de Estado de Filipe III e de Filipe IV de Espanha7. Porém, a 5 de agosto de 1622, o conde de Muge morre e Faria e Sousa ficou sem trabalho. Estando desocupado, regressou a Portugal8. Mas rapidamente conseguiu uma nova função. O marquês de Castelo Rodrigo, D. Manuel de Moura Corte-Real, vendo a eficiência e capacidade do escritor, ofereceu-lhe trabalho como secretário da embaixada em Roma9. O escritor aceita o desafio e parte com a família para Itália, a 11 1 Atualmente, Pombeiro é uma freguesia do concelho de Felgueiras, distrito do Porto, norte de Portugal. 2 De mencionar que o seu bisavô Manuel de Sousa Homem era descendente dos Sousas, uma das principais famílias medievais que estiveram na origem do reino português e do Mosteiro de Pombeiro. Nesta casa monacal, Faria e Sousa foi batizado e aprendeu as primeiras letras. 3 COSTA, J. Manuel de Faria e Sousa: cidadão do mundo e das letras ao serviço de Portugal. Lousada, Centro de Estudos do Românico e do Território, 2012, p. 29. 4 LEYVA MARTÍN, A. Manuel de Faria y Sousa, comentador de Os Lusiadas: um acervo de escritores italianos (SS.XIII-XVII). Granada, Universidad Granada, 1987, vol. I, p. 39. 5 LEYVA MARTÍN, A. Manuel de Faria y Sousa, comentador… p. 40. 6 CORREIA, A. M. (coord.). “Faria e Sousa, Manuel de”. En Grande enciclopédia portuguesa e brasileira. Lisboa, Editorial Enciclopédia, 1942, vol. 10, p. 930. 7 LEYVA MARTÍN, A. Manuel de Faria y Sousa, comentador… p. 44. 8 LEYVA MARTÍN, A. Manuel de Faria y Sousa, comentador… p. 45. 9 MORENO PORCEL, F. Retrato de Manuel de Faria y Sousa, cavallero del orden militar de Christo, y de la Casa Real. Madrid, 1650, p. 22. 512
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de outubro de 163110. Esta sua passagem por Itália durou três anos. Em 1634 regressa a Madrid. Todavia, este retorno não correu da melhor forma, sendo preso, por ordem real, por motivos ainda não inteiramente esclarecidos11. Uma vez provada a sua inocência, o escritor recupera a liberdade12, mas de forma condicional, porque foi-lhe fixada residência em Madrid13. Apesar desta imposição, procurou, nos anos seguintes, voltar para a sua pátria, sendo os seus pedidos recusados pelos governos castelhanos14. Em 1647, ficou gravemente doente, nunca mais se restabelecendo, morrendo a 3 de junho de 1649. Foi a sepultar no Mosteiro Premonstratense de Madrid, no dia 4 de junho15. Em 1660, os seus restos mortais foram trasladados para Portugal.
Fig. 1: Retrato de Manuel de Faria e Sousa em Asia portuguesa, 167516
10 MORENO PORCEL, F. Retrato de Manuel de Faria y Sousa… p. 22. 11 MORENO PORCEL, F. Retrato de Manuel de Faria y Sousa… p. 27. 12 LEYVA MARTÍN, A. Manuel de Faria y Sousa, comentador… p. 59. 13 CORREIA, A. M. (coord.). “Faria e Sousa, Manuel de…” p. 930. 14 LEYVA MARTÍN, A. Manuel de Faria y Sousa, comentador… p. 60. 15 MORENO PORCEL, F. Retrato de Manuel de Faria y Sousa… p. 47. 16 SOUSA, M. F. Asia portuguesa. Lisboa, Antonio Craesbeeck de Mello, 1675, tomo III, p. 6. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Manuel de Faria e Sousa foi poeta, historiador, comentador, cronista, biógrafo, novelista e tradutor. A sua preparação para a escrita começou ainda nos seus tempos de criança. Aos dez anos de idade, o seu mestre, na escola bracarense, já lhe pedia para fazer cópia da comédia Ursón e Valentín do dramaturgo Lope de Vega17. Com os seus 15 ou 16 anos, lia livros de humanidades como Primavera de Rodrigues Lobo, Diana de Jorge de Montemayor ou La Arcadia do já citado Lope de Vega18. Durante os anos que esteve ao serviço do bispo do Porto, era comum escrever poesia, chegando a redigir um poema de 16 cantos que citava o mesmo número de reis portugueses. Chegou a queimar muitos destes textos. Outros houve que os guardou para os publicar na obra Epítome de las historias portuguesas, em 162819. Mais tarde, aproveitou a sua estadia em Itália para aumentar o seu prestígio e verificar, com os seus próprios olhos, a estima que os italianos tinham para com as suas obras, especialmente a já citada Epítome de las historias portuguesas. Chegou a escrever que estavam a traduzir para a língua italiana esta obra20. Amava o trabalho intelectual e isso ressentia-se no exagero de interesses. Era comum trabalhar, ao mesmo tempo, em vários projetos literários. Umas obras sugeriam-lhe outras e, por isso, interrompia a que estava a fazer para começar uma outra21. Por exemplo, Império de la China y cultura evangelica, editada em 1642, demorou 22 anos a escrever22. O mesmo sucedeu com o poema lírico em prosa Albania que, iniciado em 1612, só foi terminado passados vários anos23. Aliás, Faria e Sousa escrevia ironicamente sobre o tempo que despendia para redigir uma obra: “Pero bien puedo dezir, que cada uno de ellos me llevô los propios veinte y seis años”24. Em resultado deste extenso trabalho, chegaram, aos nossos dias, referências bibliográficas a, pelo menos, treze obras poéticas e outras 17 LEYVA MARTÍN, A. Manuel de Faria y Sousa, comentador… p. 39. 18 LEYVA MARTÍN, A. Manuel de Faria y Sousa, comentador… p. 41. 19 CORREIA, A. M. (coord.). “Faria e Sousa, Manuel de…” p. 930. 20 LEYVA MARTÍN, A. Manuel de Faria y Sousa, comentador... p. 55. 21 LEMOS, E. Estudos portugueses. Porto, Porto Editora, 2003, p. 47. 22 SOUSA, M. F. Império de la China y cultura evangelica en el por los religiosos de la compañia de Jesus… Madrid, Juan Sanchez, 1642. 23 MORENO PORCEL, F. Retrato de Manuel de Faria y Sousa… p. 37. 24 SOUSA, M. F. Rimas varias de Luis de Camoens. Lisboa,Theotonio Damaso de Mello, 1685, p. 15. 514
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tantas na vertente histórica, sete comentários, cinco traduções, três análises biográficas, uma novela e outras duas de assuntos diversos. Estas foram, maioritariamente, redigidas em castelhano. Apesar da ampla área de atuação, a sua maior dedicação foi à poesia, à história e aos comentários à obra de Luís de Camões, totalizando mais de metade de toda a criação. As suas obras poéticas denunciam um fecundo escritor que soube penetrar no mistério de todo o poema, demonstrando um imenso interesse pela linguagem poética, não havendo nenhum aspeto a que não prestasse a devida atenção25. Outro género bastante trabalhado foi o histórico, onde se nota a sua vontade de escrever uma história geral de Portugal. Na sua escrita, procurava ser explicativo e detalhado nos factos a narrar, mostrando conhecer a história do reino que queria descrever. A obra Epitome de las historias portuguesas, publicada em Madrid, em 1628, marcou o começo deste projeto, seguindo-se os volumes dedicados à Asia, Europa e Africa portuguesa, sendo estes editados postumamente. Escreveu um outro volume designado de America portuguesa, que narrava a história do Brasil, mas encontra-se inédito e desaparecido. Nesta vertente historicista, foi sua intenção usar como fontes de inspiração os grandes nomes da historiografia portuguesa como João de Barros, Diogo de Couto ou frei Bernardo de Brito. Estas influências estão patentes em Asia portuguesa que, para o primeiro tomo recolheu conteúdo à Décadas de João de Barros, enquanto para os tomos segundo e terceiro recorreu-se de Diogo de Couto26. Na obra Europa portuguesa, Faria e Sousa optou por seguir Bernardo de Brito27. Apesar de se inspirar nos autores referidos, em termos historiográficos, Manuel de Faria e Sousa considerava que João de Barros era o maior entre os maiores28. O livro America portuguesa obedece declaradamente a um plano inspirado em João de Barros29. Não obstante os seus escritos serem maioritariamente vocacionados para questões portuguesas, os longos anos vividos em Madrid estão também presentes, mas com menor relevância, nomeadamente na poesia, com 25 SILVA, J. O. “Exile under fire: reassessing the poetics and practice of Manuel de Faria e Sousa”. En Laguna, A. R., Global impact of the Portuguese language. New Jersey, Transaction Publishers, 2001, p. 63. 26 ALMEIDA, M. L. d’. “Introdução”. En Sousa, M. F. Asia portuguesa. Lisboa, Livraria Civilização Editora, 1945, p. XXIV. 27 BONILHA, A. C. Manuel de Faria e Sousa, historiador. São Paulo, Universidade de São Paulo, 2011, p.4. 28 BONILHA, A. C. Manuel de Faria e Sousa, historiador… p. 47. 29 SARAIVA, A. J.; LOPES, O. História da literatura portuguesa. Porto, Porto Editora, 1989, p. 365. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Epithalamio de los casamientos de los señores Marqueses de Molina e em outras duas obras escritas especialmente para a rainha D. Isabel de Bourbon, após a sua morte a 6 de outubro de 1644: Nenia e em Pompa funeral de la reyna de Castilla, D. Isabel de Bourbon. Pouco nos deixou sobre a história do reino onde viveu a maior parte da sua vida, exceto uma tradução não editada com o título Historia de España escrita por Apiano traducida en castellano. Ainda que Faria e Sousa se mostre como um escritor incansável em vários géneros literários, isto não impediu que a sua obra literária e mesmo as suas opções pessoais fossem objeto de críticas violentas, sobretudo por parte de autores homólogos portugueses, mas também de autores estrangeiros. Chegaram, mesmo, a considerá-lo como uma pessoa desonesta, fantasista e extremista30. Ainda no tempo de Faria e Sousa, um dos autores que o procurou denegrir foi Agostinho Manuel de Vasconcelos. Tudo decorreu com a escrita, por parte de Faria e Sousa, da obra Lusiadas de Luis de Camoens, príncipe de los poetas de España. Al rey nuestro señor Filipe Quarto, el grande editada em dois tomos, em Madrid, por Juan Sanches, em 163931. Recebeu vários elogios por este seu trabalho, mas também dissabores. A obra foi denunciada à Inquisição Portuguesa por D. Agostinho Manuel de Vasconcelos, em conluio com Manuel de Gallegos e Manuel Pires d’Almeida, estes dois também inimigos de Manuel de Faria e Sousa. A denúncia apresentada acusava o autor de usar, na obra, certos lugares menos católicos32. Perante a acusação e na necessidade de se defender, Manuel de Faria e Sousa publicou a sua defesa em Informacion en favor de Manuel de Faria i Sousa. A animosidade contra o escritor continuou após a sua morte, focalizando-se, sobretudo, entre os finais do século XIX e meados do seguinte. Somos de opinião que esta animosidade contra o escritor enraíza em vários fatores. Um desses fatores radica na literatura romântica do século XIX, associada a critérios nacionalistas. Na sua génese, o romantismo português reveste aspetos nacionalistas, em que, por vezes, numa obra literária, os valores estéticos e éticos estavam num mesmo patamar que o aspeto 30 LEMOS, E. Estudos portugueses… p. 37. 31 LEMOS, E. Estudos portugueses… p. 48. 32 SILVA, I. F. Dicionário bibliográfico português. Lisboa, Imprensa Nacional, 1858, tomo IV, p. 415. 516
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nacional dos seus autores. Todavia, muitas vezes, a primazia na obra literária era conferida ao critério nacional, sendo que este colmatava, por vezes, a carência da dimensão literária33. Como refere Cunha, o romantismo foi entendido como uma revolução político-literária que representava o triunfo do “espírito nacional” (romântico) sobre o absolutismo e sobre o domínio clássico. O mesmo autor considera ainda que, em termos globais, o percurso histórico e o valor de cada literatura eram aferidos em função da fidelidade a esse “espírito romântico-nacional”. Sendo assim, os escritores românticos associavam o cânone literário a um “imaginário nacional” que procuravam legitimar34. No caso particular de Portugal, a preocupação com a construção do estado-nação que emerge após a revolução liberal do século XIX foi evidente em praticamente todos os escritores e intelectuais portugueses e a história literária colocou-se então ao serviço da legitimação da “literatura nacional”, do mesmo modo que o discurso histórico em geral35. Neste âmbito, os trabalhos de história literária de Teófilo Braga inserem-se neste contexto, porque procuravam instituir um cânone assente na “comunidade imaginada” nacional, construída a partir de uma revisão do passado, procurando responder assim à necessidade de identificação cultural da nação, para legitimar os valores e o sentido histórico de uma comunidade nacional e independente36. Se analisarmos algumas das críticas feitas a Faria e Sousa, notamos, em vários autores, este aspeto nacionalista, quando o intitulam como um mau português, fazendo a relação entre o facto de ter escrito em língua castelhana e de não ter regressado a Portugal após a Independência de 1640. Por exemplo, Wilhelm Storck (1829-1905) escreveu que “foi no idioma dos inimigos da patria que elle escreveu durante a epocha da servidao nacional”, acrescentando que este foi um pecado quase mortal para Faria e Sousa37. 33 CUNHA, C. “O nacionalismo do cânone literário português em contexto escolar: entre o ético e o estético”. Revista Ave Azul: revista de arte e crítica de Viseu, série Verão, 2002/2005, p. 25. 34 CUNHA, C. “O nacionalismo do cânone literário…” p. 26. 35 CUNHA, C. “O nacionalismo do cânone literário…” p. 32. 36 CUNHA, C. “O nacionalismo do cânone literário…” p. 27. 37 STORCK, Wilherm. Vida e obras de Luis de Camões: primeira parte. Lisboa, Academia Real das Sciencias, 1897, p. 30. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Já Eduardo de Freitas (1866-1926), autor conterrâneo de Faria e Sousa, não hesitou em qualificá-lo como um “mau português ao serviço dos Filipes a quem servilmente lisonjeou em prosa e verso”38. Por sua vez, Fidelino de Figueiredo (1889-1936), político, professor, historiador e crítico literário, que se destacou pela sua faceta de ensaísta e intelectual cosmopolita, para além de o intitular como um historiador castelhanizante, foi de opinião que a sua obra historiográfica é pouco patriótica39. Camilo Castelo Branco (1825-1890), um dos escritores mais prolíferos e marcantes da literatura portuguesa, considerou a obra histórica de Manuel de Faria e Sousa como imoral, porque colocou a tónica no traço negro da história lusitana. Argumentou que alguns dos seus relatos foram de grande baixeza histórica, oferecendo falsidades históricas aos Filipes40. Por exemplo, Camilo Castelo Branco comparou o escritor do Siglo de Oro, Fernando de Herrera (1534-1597), com Faria e Sousa, dizendo que o autor espanhol era mais português que Faria e Sousa, quando alude ao episódio da entrada em Lisboa de Filipe II de Castela e quando este ordenou que se castigassem todos aqueles que se opunham à sua coroação. Para Faria e Sousa, foram cerca de vinte os castigados. Herrera afirmou que foram cinquenta e dois41. Camilo refere também que Faria e Sousa foi um falsificador da história nacional ao enobrecer os reis de Castela42. Para o justificar, menciona o episódio da sua prisão, em 1634, em Madrid, após vários anos em Itália. Uma das razões apontadas para a sua prisão terá sido a escrita patriótica da obra Epítome de las historias portuguesas. Camilo diz que, possivelmente, foi preso por este motivo. Mas, de seguida, o autor acrescenta que, de imediato, Faria e Sousa esqueceu-se do seu patriotismo e vendeu-se por alguns ducados43. Acrescenta ainda que, mais tarde, vendeu-se novamente quando, tendo a possibilidade de fugir, foi retido pelo conde de Olivares, levantando Camilo a questão de saber quantos ducados mais recebeu ele para ficar em Madrid44. 38 FREITAS, Eduardo de. Felgerias Rubeas: subsídios para a história do concelho de Felgueiras. Felgueiras, edição do autor, 1985, p. 246. 39 BONILHA, A. C. Manuel de Faria e Sousa, historiador… p. 69. 40 CASTELO BRANCO, C. Mosaico e Silva de curiosidades históricas, literárias e biographicas. Porto, Livraria Chandron, 1900, p. 135. 41 CASTELO BRANCO, C. Mosaico e Silva de curiosidades históricas… p. 141. 42 CASTELO BRANCO, C. Mosaico e Silva de curiosidades históricas… p. 146. 43 CASTELO BRANCO, C. Mosaico e Silva de curiosidades históricas… p. 143. 44 CASTELO BRANCO, C. Mosaico e Silva de curiosidades históricas… p. 144. 518
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Sobre este assunto, do seu não regresso a Portugal, devemos esclarecer para melhor contextualização que Faria e Sousa viveu e escreveu durante a União Ibérica (entre 1580 a 1640), período dinástico durante o qual Portugal foi governado pela Coroa espanhola, como resultado do desaparecimento de D. Sebastião45, na batalha de Alcácer-Quibir, em 1578, sem deixar herdeiros. Perante o sucedido, Portugal passou a ser governado pelo tio do rei desaparecido, o cardeal D. Henrique46 que também não foi solução duradoura, devido à sua idade avançada e cumulativamente por ser cardeal, não existindo desta forma herdeiros seus. Assim, Filipe II de Espanha47 era o candidato48 mais forte na linha sucessória e foi quem assumiu o trono português49. Advém que durante os sessenta anos de dinastia filipina, Lisboa perdeu paulatinamente influência política, económica e social, até se transformar numa mera província castelhana. A situação estimulou a organização de um movimento conspirador que culminou com a Restauração da Independência a 1 de dezembro de 1640 e a proclamação de D. João50, duque de Bragança, como rei de Portugal. Este movimento político-militar foi o princípio de uma série de acontecimentos para libertar o território nacional do jugo espanhol, com um elemento comum: a tomada de consciência do sentimento pátrio. Por exemplo, a nível cultural, este sentimento refletiu-se em vários escritores, como o padre António Vieira51, que transmitiam esse novo espírito de libertação e do orgulho em ser português. Ou seja, após a saída do domínio castelhano, a sociedade uniu-se para fazer valer a nova dinastia 45 16º monarca português (1554-1578), filho do príncipe D. João e da princesa D. Joana. 46 Era filho de D. Manuel e de D. Maria de Castela, tendo nascido e falecido no dia 31 de janeiro de 1512 e 1580 respetivamente. 47 Filho do imperador Carlos V e de D. Isabel de Portugal nasceu a 21 de maio de 1527 e faleceu a 13 de setembro de 1598. Foi rei de Espanha e, posteriormente, de Portugal com o título de Filipe I de Portugal, a partir de 16 de abril de 1581. 48 Para além do monarca espanhol existiam outros candidatos que, por vontade própria ou por imposição alheia, desistiram: Rainúncio I Farnésio, duque de Parma; D. Catarina, duquesa de Bragança; Emanuel Felisberto de Saboia e D. António, Prior do Crato. 49 OLIVEIRA, M. G.; MEGIANI, A. P. T. “A escrita da história de Portugal no século XVII: Manuel Faria e Sousa em Europa Portuguesa”. En XIX Encontro Regional de História: Poder, Violência e Exclusão. São Paulo, ANPUH/SP-USP, 2008, p. 2. 50 D. João (1604-1656) era desde 1630, o oitavo duque de Bragança. Com a Restauração foi aclamado rei com o cognome de o Restaurador. 51 Orador, escritor e diplomata jesuíta nasceu em Lisboa a 6 de fevereiro de 1608 e faleceu na Baía (Brasil) a 17 de julho de 1697. Ficou conhecido pelos seus sermões, entre eles o Sermão de Santo António aos Peixes. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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de origens nacionais. Como já referido, quando se deu a Restauração da Independência, Manuel de Faria e Sousa não regressou a Portugal, sem que se tivesse apresentado uma razão concreta. Este facto criou, em redor do Faria e Sousa, a ideia de que ele não aceitou a independência em relação a Espanha. John Silva confirma esta visão. O autor alega a circunstância de ele ter, aparentemente, optado por ficar em Espanha, conduzindo, a partir desse momento, a que ficasse impopularmente conhecido como um “hispanizado” ou “estrangeirado”, levando muitos autores a verem nele um bode expiatório das vaidades e frustrações lusitanas52. A par desta visão nacionalista, temos a questão de Faria e Sousa ser um fanático admirador de Camões e de ter feito tudo para o notabilizar. De certa forma, o próprio Faria e Sousa reconheceu que o estava a beneficiar. Em Nochas claras, o escritor expôs que nos cantos II e IX d’Os Lusíadas existiam lugares pouco ajustados com a modéstia de Camões53. Para o favorecer, Faria e Sousa utilizou o que Saraiva e Lopes54 designaram por “psicologia da falsificação”, baseando-se em factos pouco apurados cientificamente, com recurso a temas hagiográficos, cheios de milagres, com a intenção de enobrecer Camões. A par desta atitude, o escritor chega a atribuir a Camões poemas que não eram dele. Sucede que muitos investigadores viram, nesta admiração por Camões, outro campo de batalha contra as suas obras, acusando-o de atribuir ao autor d’Os Lusíadas composições que não lhe pertenciam. É neste contexto que devemos entender as críticas efetuadas por Wilhelm Storck ou Carolina Michaëlis de Vasconcelos que o acusaram de forjar textos originais55. Wilhelm Storck, poeta, linguista e tradutor de origem alemã, na obra Vida e obras de Luis de Camões: primeira parte escreveu que Faria e Sousa compôs sobre Camões factos fúteis e fantásticos. Este autor alude que Faria e Sousa serviu-se de poesias apócrifas, tiradas sem escrúpulos de outros poetas peninsulares, explorando-os sem dó, nem consciência a favor de Camões. Refere ainda que é difícil desmascarar as falsidades escritas pelo escritor a favor de Camões56. Este mesmo autor escreveu ainda o seguinte: 52 SILVA, J. O. “Exile under fire...” p. 62. 53 GLASER, E. Portuguese studies. Paris, Fundação Calouste Gulbenkian, 1976, p.137. 54 SARAIVA, A. J.; LOPES, O. História da literatura portuguesa. Porto, Porto Editora, 1989, p. 456. 55 SILVA, J. O. “Exile under fire...” p. 61. 56 STORCK, W. Vida e obras de Luis de Camões: primeira parte… p. 28. 520
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Não estranhará as minhas accusações quem conhecer a vilissima falta de consciencia de Faria e Sousa, este rouba-honras, que como Camonista é caracterizado principalmente pela avidez de encontrar «novidades» e pela mania de fazer descobertas, que o invadia e Tyrannizava cada vez mais, de decennio em decennio. As mentiras, postergações e contrabondeações, perpetradas por elle, só nos seus Commentarios, contam.se ás duzias!57.
Carolina Michaëlis de Vasconcelos (1851-1925), crítica literária, escritora e lexicógrafa de origem alemã tal como Wilhelm Storck, intitulou, como uma fraude editorial, o desvio por parte de Faria e Sousa de poemas de autores portugueses para atribuí-los a Camões58. A autora acrescenta que durante dois séculos atribuíram-se poesias a Camões que não eram dele, levando, desta forma, a que se retirasse mérito a outros poetas como Diogo Bernardes, Álvaro Oriente ou a Rodrigues Lobo. Chega a referir que isto foi obra de “ladrões do trabalho alheio” e que Faria e Sousa quase nunca teve consciência do que estava a fazer, comportando-se com um fanático servidor de Camões59. Um dos mais veementes portugueses contra Faria e Sousa foi o poeta, ensaísta, editor e bibliófilo Delfim Guimarães (1872-1933). Este escritor natural da cidade do Porto, numa tentativa de defender a obra poética de Diogo Bernardes, designou Faria e Sousa como o “insigne fabulista, tam erudito como parlapatão”60. Apontou que o culto de Faria e Sousa por Camões foi “espalhafatoso”, procurando despojar Diogo Bernardes de boa parte das suas composições, dando o exemplo do poema Depois de tantos dias mal gastados61. Em tom irónico, Delfim Guimarães considera que o “genial Faria e Sousa” considerava que Bernardes não tinha capacidade para ser o autor deste poema62. Delfim Guimarães acrescenta ainda outras críticas ao considerá-lo “um inventor” em virtude de Faria e Sousa ter considerado que o seu avô, Estácio de Faria, era amigo de Camões e que ficou na posse da obra Parnaso lusitano, uma coletânea de poemas líricos, da autoria de Camões. 57 GUIMARÃES, D. “As patranhas de Faria e Sousa. Em prol de Diogo Bernardes”. Arquivo Literário, vol. II, tomo VI, 1924, p. 105. 58 SILVA, J. O. “Exile under fire…” p. 97. 59 SILVA, J. O. “Exile under fire…” p. 97. 60 GUIMARÃES, Delfim. “As patranhas de Faria e Sousa...” p. 106. 61 GUIMARÃES, Delfim. “As patranhas de Faria e Sousa...” p. 108. 62 GUIMARÃES, Delfim. “As patranhas de Faria e Sousa...” p. 108. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Às apreciações amargas que conjugam uma visão de cariz nacionalista à escrita romântica, temos de juntar outras críticas de pendor mais pessoal. Teófilo Braga (1843-1924), político e ensaísta, viu, no escritor em análise, uma espécie de pária63, isto é, alguém que não consegue assumir as suas responsabilidades. Do outro lado da fronteira, o polígrafo e erudito espanhol Marcelino Menéndez y Pelayo (1856-1912), para além de denegri-lo sob ponto de vista humano ao considerá-lo como um homem extravagante, áspero, maledicente e sem nenhum juízo, acrescenta que as suas obras parecem uma torre da Babilónia ou um labirinto cretense64, pois nota-se um discurso ziguezagueante, que procurou agradar às partes desavindas, isto é, Faria e Sousa procurara contentar os monarcas espanhóis e os pretendentes ao trono português. Conclui a sua opinião, apreciando que ele é um mero compilador que goza de pouco crédito65. Embora bastante criticado, existem também autores que o defendem dos pecados de que foi acusado. Esta defesa advém essencialmente a partir dos anos 70 do século XX. Por exemplo, diversos autores argumentam que o seu trabalho de fundo à obra de Camões ultrapassa todas as questões suscitadas contra ele. Edward Glaser66 argumentou que a obra dedicada a Os Lusíadas é um monumental comentário, tendo o escritor dedicado vinte e cinco anos da sua vida para a fazer. Já Leyva Martín67 observou que os trabalhos de Faria e Sousa sobre Camões foram audazes, mas feridos à partida por um sentimento do escritor em querer evitar a obstaculização de Camões que tanto admirava. Hélder Macedo vê o escritor português como “o primeiro e ainda um dos melhores comentadores d’Os Lusíadas”68. 2. Conclusões Analisadas até aos dias de hoje, as opções pessoais, políticas e literárias de Faria e Sousa suscitaram ódios, havendo diversos autores portugueses e estrangeiros que o intitularam como um “hispanizado”, um falsificador da história portuguesa ou um escritor sem escrúpulos. Suscitou também amores, pois existem autores que consideram que foi um patriota, pois procurou na língua castelhana escrever uma história geral de Portugal e enobrecer Luís de Camões. 63 SILVA, J. O. “Exile under fire…” p. 61. 64 BONILHA, A. C. Manuel de Faria e Sousa, historiador… p. 68. 65 LEYVA MARTÍN, A. Manuel de Faria y Sousa, comentador… p. 103. 66 GLASER, E. Portuguese studies… p. 135-136. 67 LEYVA MARTÍN, A. Manuel de Faria y Sousa, comentador… p. 115. 68 SILVA, J. O. “Exile under fire…” p. 62. 522
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Conferimos assim, uma divisão latente de como se deve entender Manuel de Faria e Sousa sob os pontos de vista histórico e literário. Concordamos, então, com Manuel DaSilva69, quando considera que Faria e Sousa é, infelizmente, uma figura ainda hoje problemática para muitos portugueses. Considerámos que o século XIX, muito direcionado para o nacionalismo, foi um marco histórico-social que ajudou na criação de um sentimento desagradável contra o escritor. Se, nos dias atuais, a visão que se tem do escritor está a mudar, certo é que a dicotomia ódio-amor ainda se encontra muito presente, sendo exemplarmente exposta por Carlos Eduardo Soveral, quando refere que Manuel de Faria e Sousa ainda não recebeu a devida ponderação, em virtude de se encontrar entre dois fogos: a antipatia da crítica lusa e a indiferença da espanhola70. Achamos, contudo, que as suas opções literárias foram maneiras que Faria e Sousa encontrou para mostrar o desejo de honrar a sua pátria. No entanto, esta entrega não foi reconhecida. O próprio escritor admitiu-o, quando no prólogo do tomo III de Asia portuguesa escreveu que apesar de não dever nada à sua pátria deve, contudo, servi-la, mesmo quando ela é madrasta para os seus filhos: Aunque no le devo nada, siempre deseo servirla, Que los hijos, aunque ella se buelva Madrasta, (assi lo acostumbró siempre con los grandes Sugetos) deven amarla para servirla, y obedecerla71.
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VIOLENCIA REAL-VIOLENCIA MITOLÓGICA: LA VIOLACIÓN Y EL RAPTO EN LA PINTURA DE RUBENS PARA LA TORRE DE LA PARADA Real Violence-Mythological Violence: the Rape and Abduction in Rubens’ Paintings for the Torre de la Parada Alicia Suárez Blanco Universidad Complutense de Madrid
[email protected] Resumen: El proyecto para la decoración de la Torre de la Parada, un pabellón de descanso en las jornadas de caza de la corte española, fue el mayor encargo que el artista flamenco Pedro Pablo Rubens recibió por parte del monarca español Felipe IV. A pesar de la gran cantidad de incógnitas alrededor de este ciclo y la falta de documentación lo cierto es que el programa ilustró una gran y variada representación de episodios mitológicos que narraban las pasiones y los vicios de los dioses inspirados en diversas fuentes clásicas. En muchas de estas historias las mujeres eran representadas sufriendo raptos y violaciones, situaciones que se vivían en la sociedad española del siglo XVII como se desprende de la literatura del momento. El adoctrinamiento a través de las imágenes era algo habitual en épocas anteriores pero en el Barroco, tras la celebración del Concilio de Trento, su vigilancia hizo que la literatura y la pintura fueran tan de la mano que una se complementaba con la otra y la sociedad veía en la imagen el reflejo de lo que debía o no debía hacer. Palabras clave: Rubens, Torre de la Parada, mujer, violación, rapto, España, siglo XVII Abstract: The decoration of the Torre de la Parada, a hunting lodge used by the Spanish Court, was the largest commission ever given to the Flemish painter Peter Paul Rubens, received by the King of Spain Philip the Fourth. Despite the many unknowns about this cycle and the lack of documentation the program illustrated a large and varied representation of mythological episodes about the passions and vices of the gods based in different classical sources. In many of these stories women were depicted suffering abduction and rape situations, not really far away than real life in the seventeenth century Spanish society as is clear from the literature of the time. The use of images for doctrinal purposes was common in the past but in the Baroque, after the conclusion of the Council of Trent, their control were increased and literature and painting were so closed that one complemented the other and the images sawed what society can or cannot do. Keywords: Rubens, Torre de la Parada, Woman, Rape, Abduction, Spain, 17th Century.
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1. Introducción; el uso de la imagen y los episodios mitológicos en la España del siglo de Oro La violencia siempre ha sido un tema constante en la historia del arte a través de los episodios religiosos o mitológicos que ofrecían todo un catálogo de castigos, martirios, violaciones o raptos en los que los artistas podían explorar diferentes estados de ánimo como el sufrimiento, el dolor, la angustia o el tormento. Especialmente en el barroco, este tipo de representaciones servían para poner a prueba a los artistas en sus habilidades a la hora de representar el cuerpo humano o las expresiones exageradas de los mismos, como se observa en las cabezas grotescas de José de Ribera, fiel reflejo de una literatura basada en los tratados anatómicos o fisionómicos como Naturalis philosophiae ac medicinae Doctores, Physiognomiae y Chiromantiae Compendium de Bartolommeo della Rocca, publicado en Bolonia 1504, entre otros. Además del valor artístico e histórico, que permite estudiar la evolución en el tratamiento psicológico de los personajes, este tipo de representaciones también tienen un componente social, al ilustrar en muchos casos acontecimientos reales o reflejar de manera metafórica situaciones que la sociedad podía vivir o debía evitar. Estas obras colgaban de las iglesias y de los palacios reales y casas de la nobleza de tal forma que su fuerza ejemplarizante era aún mayor, si bien el público que las veía seguía siendo reducido. No se debe caer en el error de pensar que estos coleccionistas y espectadores no sabían lo que estaban viendo, ya que muchos de ellos eran personas doctas y con la cultura suficiente como para distinguir tanto el episodio en sí como la enseñanza extraída del mismo. Incluso algunos estaban en contacto con los propios artistas, muchos de los cuales no solo sabían lo que pintaban sino que además conocían los episodios clásicos, religiosos o literarios en los que se basaban y la moral de los mismos. La conexión entre las pinturas y la sociedad no es algo nuevo del Barroco, pero sí el control exhaustivo que se hacía de las imágenes sobre todo tras la celebración del Concilio de Trento y su famosa sesión XXV, celebrada en 15631, en la que se habla del tratamiento de las imágenes de 1 DENZINGER, E. El magisterio de la Iglesia. Manual de los símbolos, definiciones, y declaraciones de la Iglesia en materia de fe y costumbres. Barcelona, Herder, 1963, p. 278 528
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Violencia real-violencia mitológica: La violación y el rapto en la pintura de Rubens para la Torre de la Parada
devoción, advirtiendo a los obispos “[…] por medio de las historias de nuestra redención; espresadas en pinturas y otras copias, se instruye y se confirma el pueblo”2. Junto a él se generó toda una variada y numerosa literatura ya desde el siglo XVI con respecto al decoro y la buena representación de temas tan peligrosos como el desnudo, que venía a complementar las normas dictadas por el concilio, a menudo algo vagas a la hora de dictar los cánones de representación. Al igual que en épocas pasadas, se creía fervientemente que la imagen podía adoctrinar al pueblo, tanto en lo bueno como en lo malo, por lo que su control era necesario. España fue uno de los casos donde el control fue más exhaustivo, debido a la conexión tan estrecha entre la Corona y la Iglesia. Uno de los aspectos más cuidados y que generó una gran literatura al respecto fue la representación de la mujer. Su presencia en la pintura conlleva, en muchos casos, una peligrosidad ante la debilidad de los hombres, tal y como lo muestran unas palabras de Fran Hortensio de Paravicino en las que dice: “La mujer más hermosa es el basilisco más cierto, y la mejor pintada, el veneno más eficaz, que se prepara contra la vista […]”3. Este fraile trinitario, miembro de la corte de Felipe IV, fue uno de los personajes que alzó la voz frente a la posesión de pinturas lascivas y desnudos femeninos en los Palacios y Sitios Reales. En su Panegírico funeral de Doña Margarita de Austria dice: […] Las Venus, las Danaes, las Ledas, los lienzos lascivos, de mejor pintura serán. ¡Oh, pueblo fiel, y no cristiano solo! No consientan ni permitan en lugares públicos (ahí, ni en el más retirado) esta nociva profanidad, este veneno insensible que en mentiras animosas iguala tal vez la verdad, y más disimulando que en el oro, en el carmín, en las cenizas y en el espalto, quita la vida a honestidades que de la hermosura efectiva quizá defendieran, o con la fuga, o con el valor […] me duele y no acierto a discurrir cómo en aposentos cristianos pendan estos lienzos gentiles4.
2 El Sacrosanto y Ecuménico Concilio de Trento. 1785, p. 451. 3 PORTÚS, J., Fray Hortensio de Paravicino: La academia de San Lucas, las pinturas lascivas y el arte de mirar. Colección Espacio, tiempo y Forma. Serie VII, Hª del Arte, t.9, 1996, p. 102. 4 PARAVICINO, FRAY HORTENSIO. Sermones cortesanos. Edición, introducción y notas de Francis Cerdan. Madrid, Castalia, 1994, p. 250. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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De sus palabras se desprenden dos conceptos interesantes que permiten entender el impacto de estas obras y su papel en la sociedad5. Por un lado el concepto de los espacios públicos, en los que no deben ser mostrados para evitar su contemplación. La decoración de los palacios reales en tiempos de Felipe IV es conocida gracias a la abundante documentación conservada como inventarios, pagos, cartas o relatos de viajeros. Entre estos últimos destaca El Diario del Viaje a España que el italiano Cassiano del Pozzo escribió sobre el viaje del cardenal Francesco Barberini a España entre 1626-1627. En él se describen obras mitológicas de artistas como Tiziano o Rubens en los conocidos como “cuartos bajos de verano” una parte del Real Alcázar de Madrid reservada para el monarca y sus íntimos y donde se retiraba en verano. Si bien esta parte del palacio era más privada, y por lo tanto menos peligrosa para la preocupación de Paravicino, otras pinturas, a tenor de los inventarios y los encargos, no estaban precisamente ocultas y esto si era motivo de preocupación. Por ejemplo, los encargos del monarca Felipe IV al pintor flamenco Pedro Pablo Rubens al final de su carrera colgaron, en muchos casos, en sitios más públicos; entre 1636-1638 realizó más de 60 lienzos mitológicos para la decoración de la Torre de la Parada, posteriormente trabajó en la decoración de la bóveda de Palacio del Real Alcázar de Madrid, con dieciocho lienzos en colaboración con el pintor flamenco Frans Snyders sobre temas mitológicos y cacerías, pintó El Juicio de Paris6 en torno a 1639 que colgó en el Palacio del Buen Retiro7 y finalmente cuatro grandes lienzos para decorar el Salón Nuevo del mismo palacio, una de las salas más importantes situado entre las dos torres de la fachada principal.. Junto a éstas habría que sumar pinturas mitológicas aisladas y compradas en distintas ventas y almonedas que seguían nutriendo las colecciones reales de desnudos femeninos y que colgaban de diversas salas de los palacios. Otro de los aspectos interesantes de las palabras del fraile es su descripción de las pinturas como algo que “igualdad a la verdad”, consciente de que podía convertir en real lo que no lo era. Esta idea de nuevo no es exclusiva del periodo barroco; ya desde la Edad Media se creía en el poder de la imagen como se muestra por ejemplo en las palabras del Papa Gregorio en una carta al obispo Sereno en el siglo VII: “[…]lo que la escritura es a 5 PORTÚS PÉREZ, J. La Sala Reservada del Museo del Prado y el coleccionismo de pintura de desnudo en la corte española, 1554-1838. Madrid, Museo del Prado, 1998. 6 Museo Nacional del Prado. Núm. Inv. P-1669 7 Hoy en día la documentación conservada con respecto al Palacio del Buen Retiro no permite saber a ciencia cierta en que parte del palacio colgó. 530
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los doctos, las imágenes son para los ignorantes”8. Pero, además la presencia de la mujer en estas pinturas es otro punto más de preocupación ya que su representación lasciva, desnuda en la mayor parte de los casos, perturbaba la mente y conllevaba al pecado. Frente a la preocupación dogmática y religiosa de la realización de estas pinturas y de la posesión de las mismas y su exhibición, estas representaciones tienen otro punto de conexión con la sociedad además del adoctrinamiento; el reflejo en imágenes de la realidad social. La literatura del momento también muestra, no solo el papel de la mujer en la sociedad, sino las calamidades que a menudo sufría, como la violación y el rapto, dos de los episodios protagonizados por las mujeres en la literatura del momento, en las obras de teatro del siglo de oro y en la propia sociedad de tal forma que la conexión entre lo real y lo ficticio se hace más estrecha. ¿Qué conexión tiene pues la realidad con la mitología? Es cierto que los episodios mitológicos representados en las pinturas se basan en unos relatos clásicos. Sin embargo encarnan una serie de valores y enseñanzas aplicables al momento en el que son pintados y además sus historias no son ajenas a lo que ocurre en la España del siglo de oro, de tal forma que se pueden extraer los valores morales de las mismas a pesar de su aparente desconexión temporal. Uno de los aspectos que más llama la atención de ellos es la sutileza de su representación, a pesar de la mayor cercanía a la realidad con respecto a las historias religiosas de martirios. Éstos se recrean en el dolor y el sufrimiento, principalmente en el barroco, para llamar la atención de las conciencias mientras que en la mitología la violencia es más sutil a pesar de sus historias son a menudo muchísimo más crueles y más cercanos a la realidad. Es decir, es impensable que una persona vaya a morir a saetazos en la calle o se le arranque la piel en una plaza pública en el siglo XVII pero las violaciones, los raptos o los castigos por la fuerza, son más comunes y son las historias que recorren la mitología por todas partes. 2. El caso de la Torre de la Parada El programa pictórico de la Torre de la Parada responde muy bien a ese catálogo de episodios violentos, trágicos y salvajes, entre ellos hacia las mujeres, y cumple en cierta medida con la idea doctrinal y moralizante de este tipo de pinturas. 8 YARZA LUACES, J. Fuentes de historia del Arte I. Madrid, Historia 16, 1997, p. 145. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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La Torre de la Parada era un pabellón diseñado para el descanso del monarca en sus jornadas de caza y situado en las cercanías del Palacio de El Pardo a las afueras de Madrid. Durante el reinado de Felipe IV el arquitecto real Juan Gómez de Mora había reformado una construcción anterior existente ya desde Felipe II. Surgió así la necesidad de decorar el nuevo espacio, proyecto encargado al pintor flamenco Pedro Pablo Rubens. Realizado en torno a 1636 supuso un conjunto de más de 70 pinturas donde la violencia era la protagonista en la mayor parte de las obras, al escogerse relatos mitológicos basados en diferentes fuentes clásicas que mostraban las pasiones y vicios de los dioses. El maestro se encargó de la realización de todos los bocetos preparatorios en tabla mientras que su taller, maestros independientes contratados como F. Snyders, P. de Vos, J. Jordaens o C. de Vos entre otros y él mismo realizaron los lienzos que, posteriormente, fueron enviados a España9. La documentación conservada hoy en día permite, por un lado, documentar las obras y fecharlas10, pero impide clarificar cual fue el motivo de la elección de los temas y como estuvieron colgados en el pabellón. En 1636 el cardenal infante don Fernando de Austria, hermano del rey Felipe IV, era el gobernador de los Países Bajos Meridionales y mantuvo una fluida correspondencia con su hermano gracias a la cual hoy se pueden documentar no solo este proyecto sino todas las obras realizadas por Rubens antes de su muerte para el rey. Las cartas indican que las obras se comenzaron en 1636 y se enviaron a España dos años más tarde, pero en ellas no se habla de quien fue el artífice del programa decorativo, si el rey o el artista o ninguno de los dos. Otro problema añadido es la falta de documentación coetánea a la llegada de las obras a España, de tal forma que el único inventario conservado hoy en día de la Torre de la Parada data de 1700, más de 60 años después de la llegada de las obras. Debido a estos problemas, hoy en día solo se pueden hacer conjeturas sobre cuales fueron realmente las obras que colgaron en la Torre y, por lo tanto cual era la idea que se buscaba transmitir, si es que existió alguna vez alguna. En la actualidad se puede tratar de agrupar las obras por temas, si bien se podrían hacer varias divisiones ya que, la falta de documentación, 9 VERGARA, A. The presence of Rubens in Spain. Universidad de Nueva York, 1994 10 ROOSES, M.; RUELENS, C. Correspondance de Rubens et documents épistolaires concernant sa vie et ses oeuvres. Amberes, Veuve de Backer, 1887-1909, vol. VI. 532
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impide saber si existió un programa o se trata de una selección aleatoria de temas mitológicos. Siguiendo el inventario fechado en 1700, las obras que colgaban por esa fecha en la Torre, muchas de las cuales parecen haber formado parte del envío original, ilustraban las pasiones y los vicios de los dioses clásicos así como las historias de algunos héroes como Hércules, a través de la representación de sus historias narradas, entre otras fuentes clásicas, en Las Metamorfosis del poeta romano Ovidio. En ellas se observa la presencia de episodios violentos desde raptos, violaciones, castigos, luchas e incluso parricidios. Hay que dejar claro que no se trata de una cámara de los horrores donde el artista o el comitente se recrean en el sadismo que supone su contemplación. La obra de Ovidio era conocida por el artista y por el monarca y contaba con una larga tradición y popularidad en el mundo del arte. Independientemente de que se trate de un programa cerrado con una intencionalidad u otra, los temas representados muestran numerosos ejemplos de violencia, algunos de los más sádicos y con poca tradición representativa. Esta clasificación, de las muchas posibles, muestra diversos grados de violencia desde los castigos físicos como La caída de los Gigantes de J. Jordaens, donde vemos como estos seres reciben una lluvia de rocas proveniente de los dioses, o Mercurio y Argos, donde el mensajero de los dioses está a punto de asestar el golpe mortal al pastor dormido, parricidios como Saturno devorando a su hijo, que sirvió de inspiración para la obra homónima de Francisco de Goya, castigos a la soberbia como La caída de Icaro de J. P. Gowy donde el cuerpo del joven se desploma sin remedio etc. Pero quizá los episodios más impactantes de los representados tienen a la mujer como protagonista, como los raptos, de los que hoy se han conservado dos en formato vertical y alargado de Europa (fig.1) y Ganímedes (fig. 2), éste ultimo pintado por el propio artista, y Deyanira (ésta se conoce gracias a una obra anónima sobre tabla que sigue al original, conservada en el Museo del Prado11) y tres de formato más apaisado de Proserpina (fig. 3), Hipodamia (fig. 4) junto con uno de los episodios más violentos y sádicos de la obra de Ovidio y que no tiene cuenta con una gran tradición pictórica, El Banquete de Tereo (fig. 5). 11 Museo Nacional del Prado. Núm. Inv. P-2460 Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Fig. 1: Museo Nacional del Prado. Núm. Inv. P-1628
Fig. 2: Museo Nacional del Prado. Núm. Inv. P-1679
Fig. 3: Museo Nacional del Prado. Núm. Inv. P-1659
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Fig. 4: Museo Nacional del Prado. Núm. Inv. P-1658
Fig. 5: Museo Nacional del Prado. Núm. Inv. P-1660
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Sea como sea el relato Rubens, como en la gran mayoría de las obras de esta serie, escoge los momentos de mayor tensión a la hora de representar estos episodios; en el caso de Hipodamia muestra el momento en que éste es llevada en brazos por el centauro Neso mientras que su esposo Piritoo y Teseo se abalanzan sobre ella para rescatarla. Con Proserpina muestra el momento en el que la joven es raptada por el dios del inframundo Plutón que, con los ojos desorbitados, se la lleva en su carro ante los ojos de Minerva, Diana y Ceres que tratan de impedirlo. En el caso de Europa el artista optó por una composición mucho más ascética y dramática al centrarse en la mirada desesperada de Europa, –al igual que sucede con Deyanira ambas a lomos del toro blanco y del centauro respectivamente–. En todos ellos llama la atención la posición de la mujer, arrastradas por sus captores mientras chillan desesperadas, sin mostrar signos de lucha contra lo que está pasando y los hombres que las llevan muestran la cara desencajada y los ojos desorbitados. La fidelidad al relato clásico muestra a un Rubens conocedor absoluto tanto de la tradición artística como literaria, reproduciendo elementos como la caída de las flores de la cesta de Proserpina, el caos del banquete en el caso de Hipodamia, o la mano sobre el cuerno de Europa. A pesar de estas representaciones, Rubens no es un artista que considere a la mujer como un ser inferior sino más bien todo lo contrario, para él es la máxima expresión de la belleza y muchas de sus mujeres son poderosas, sensuales y dominantes en sus composiciones. Sin embargo, en este ciclo muestra una gran fidelidad al relato y lo refleja el episodio tal cual es narrado. Junto con los raptos, que algunos de ellos acabaron en violaciones tal y como describe Ovidio, el maestro flamenco pintó uno de los episodios más horribles de la mitología ovidiana, El Banquete de Tereo, que une varios episodios de violencia en una sola historia. Tereo, tras violar y abandonar en una isla a su cuñada Filomena, regresó a su palacio con su esposa Progne. Filomena, a quien le habían cortado la lengua para evitar que contase lo sucedido, tejió un tapiz en el que contaba a su hermana lo que había pasado. Ésta decidió vengarse de su marido y, junto con su hermana, cocinó a su propio hijo y se lo dio de comer a su marido. Rubens muestra el momento en el que las mujeres enseñan al rey lo que queda de su hijo, tras habérselo comido. 536
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La elección del momento dentro del episodio por parte de Rubens muestra una captación del momento de mayor tensión de los mismos pero, en muchos casos, no recurre a una violencia física y extrema sino que se mueve en el terreno intelectual al utilizar la sutileza y la insinuación. Con Proserpina vemos la caída del vestido y los ojos desorbitados de Plutón, Europa mira asustada y desesperada la orilla consciente de lo que va a pasar, el criado de Tereo sale de la estancia ante la horrible escena. En esta historia no muestra el momento en el que la madre asesina a su hijo como si hace con Saturno y en los raptos vemos los raptos no las violaciones, como si hizo Antonio Tempestá en su grabado La violación de Filomena de 1606, si bien tanto el artista como el comitente y también los espectadores conocerían el resultado final. Es más, lo que muestra es la antesala del hecho, incluso el momento en el que se podría haber evitado y en todos los casos, excepto en el de Hipodamia, no se evitan. De hecho en el caso de Proserpina las diosas Ceres, Minerva y Diana observan el rapto pero no se esfuerzan por evitarlo. Es evidente que de estos episodios y de otros tanto como Las bodas de Tetis y Peleo de J. Jordaens se pueden extraer numerosas lecturas que hacen referencia a valores como el honor, la fortaleza, la valentía, el no dejarse llevar por las pasiones y los sentimientos entre otros. Pero para poder extraer esa lectura habría que preguntarse hasta qué punto el programa iconográfico estaba pensado con una motivación moral-educativa, decorativa o ambas cosas. Uno de los argumentos que sostienen esta implicación es la presencia del heredero al trono, el príncipe Baltasar Carlos, en el día a día de la Torre de la Parada. Al formar parte de las jornadas de caza del monarca, el príncipe pasaría en ella algunas temporadas ya que la caza era una actividad que formaba parte de la educación de los príncipes y herederos y además una práctica cortesana muy habitual en las cortes europeas12. ¿Podría tratarse pues de un programa para educar al príncipe, junto con la práctica de la cacería? Lo cierto es que, de nuevo, son conjeturas. 3. La conexión con la sociedad; la literatura y la prensa En España la literatura y la prensa escrita ofrecen se convierten en claras referencias los casos de violaciones, así como la respuesta de la sociedad ante estos actos y el papel de la mujer y del hombre ante ellos. En la 12 ALPERS, S. The decoration of the Torre de la Parada. Londres-Nueva York, Phaidon Press, 1971, p. 102. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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prensa aparecen en los conocidos como “casos espantosos y prodigiosos”13, de cierto carácter sensacionalista, y en la literatura, en muchas de las obras teatrales de escritores como Lope de Vega, como Fuenteovejuna o incluso en El Quijote de Miguel de Cervantes, Dorotea narra un episodio de violación14. Este tipo de fuentes son, sin lugar a dudas, uno de los mejores testimonios de como se vivía en España en el siglo XVII y como se comportaba su sociedad. A pesar de que en muchos casos sean obras de ficción, lo cierto es que reflejaban no solo la sociedad sino también las críticas hacia ella y son uno de los mejores documentos para conocer la posición de la mujer en la sociedad y como debía comportarse ante ella. Incluso se llegaron a publicar libros doctrinales como La Perfecta Casada de Fray Luis de León de 1583 donde, entre otras directrices que las mujeres debían seguir, el fraile dice a la mujer: “Vosotras teneis obligación de agradar a solos vuestros maridos. Tanto más los agradareis á ellos, quanto menos procuraredes parecer bien á los otros”15. Además de los tratados y los libros doctrinales también la literatura de ficción se hace eco de estas cuestiones, mostrando a las mujeres en muchos casos en papeles que no les correspondía en la realidad pero que servían como crítica ácida a su verdadera posición, totalmente opuesta a los personajes teatrales. Es en ellos donde aparecen relatos concernientes a violaciones y raptos, con una frecuencia sorprendente, reflejo pues de su posible frecuencia también en la vida real. Obras como Fuenteovejuna, El Alcalde de Zalamea o La Estrella de Sevilla16 muestran este tipo de actos. En ellos, es llamativa la falta de compasión hacia la mujer y sobre todo el gran protagonismo que vuelve a tener el hombre en el asunto. Lo importante del hecho no es el sufrimiento de las mujeres sino el error moral y social del hombre y la reflexión ante él. Lo mismo sucede con los episodios mitológicos: en el caso de Plutón el amor irrefrenable le hace raptar a 13 BAENA SÁNCHEZ, F. “Entre quality papers y la prensa amarilla. Los casos espantosos”. En Espejo, C. et al. (coords.). Relaciones de sucesos en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla. Sevilla, Universidad de Sevilla, 2008, p. 72. 14 CASA, F. P. “El tema de la violación sexual en la comedia”. En El escritor y la escena: Actas del I Congreso de la Asociación Internacional de Teatro Español y Novohispano de los Siglos de Oro (18-21 de marzo de 1992, Ciudad Juárez). México, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 1993, p. 205. 15 DE LEON, FRAY LUIS, La perfecta casada, el Maestro Fr. Luis de León, de la orden de San Agustín. Septima impresión nuevamente ilustrada y corregida por Fray Luis Galiana, de la orden de Santo Domingo. Valencia, 1773, p. 166. 16 CASA, F. P. “El tema de la…” p. 203. 538
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Proserpina, sin que tengamos idea del sufrimiento de ésta, al igual que le sucede a Hipodamia, donde los protagonistas son los hombres, encarnando los ideales de bien contra el mal, los que reciben toda la atención y no ella, que parece la excusa para mostrar la irracionalidad de los centauros frente a la moralidad de los hombres. Incluso la comedia distingue entre dos tipos de violadores, que aparecen en estos dos episodios: el primero un hombre respetable que sucumbe por un momento a las pasiones, como sería Plutón con Proserpina, y el otro un ser de naturaleza malvada y que representa esa casta deplorable de la sociedad: como en el caso de Hipodamia. Lo mismo sucede con la no ficción, la prensa, que mostraba casos similares, si bien es posible que algunos de ellos estén revestidos de cierta exageración y literatura para hacerlos más llamativos. Sea como fuere, llama la atención uno de ellos que podría relacionarse con el Banquete de Tereo: “Verdadera relacion, que refiere vn prodigioso milagfo q Dios N.S. obró por intercession de N.S. de Gracia, con vna muger llamada Maria Garcia, muger de Andres Peres”17 ocurrido en Sevilla. En él un hombre, que estaba pasando la noche con la mujer de un amigo, ya que éste se había ido de Sevilla por unos días, intentó violarla y ante el rechazo de esta descuartizó a su hijo y lo cocinó, igual que en este relato mitológico. Es posible que no se trate de un hecho real pero lo cierto es que las violaciones ocurrían con bastante frecuencia y es curioso el paralelismo entre este relato y el mitológico. 4. Conclusiones Como se observa los episodios mitológicos escritos en la antigüedad no se alejan tanto del sentir de la sociedad española del siglo de oro y, a pesar de que las obras de Rubens no fueron vistas por un público masivo, los que sí pudieron contemplarlos no solo sabían lo que estaban viendo sino que sus historias tenían un reflejo en la sociedad mayor del que se pueda imaginar. Esto podría reforzar la idea del programa educativo que sería la Torre de la Parada aunque, lo que sí está claro, es que tanto en la antigüedad como en el siglo de oro la utilización de la mujer como sujeto débil al que hay que proteger o al que se puede raptar y violar sin ningún tipo de resistencia es algo que se mantiene y que, en el caso español, refleja la posición sumisa y retraída de la mujer encargada de “oír, ver y callar”. Sin embargo habría que preguntarse hasta qué punto la mujer solo se encontraba en esta posición, sobre todo 17 ETTINGHAUSEN, H. “Sexo y violencia en la prensa del XVII”. Edad de Oro, XII, 1992, p. 105. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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en la corte, donde las mujeres también ocupaban puestos importantes de mando, eran grandes coleccionistas y mecenas y su influencia era mayor de la que aparentan en la literatura. Esta ambigüedad sigue siendo hoy en día, a falta de más información, la que define el programa decorativo de la Torre de la Parada y la posición de Rubens ante él. Bibliografía Alpers, Svetlana, The decoration of the Torre de la Parada. Londres-Nueva York, Phaidon Press, 1971. Baena Sánchez, Francisco, “Entre quality papers y la prensa amarilla. Los casos espantosos”. En Carmen Espejo et al. (coords.), Relaciones de sucesos en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2008. Casa, Frank P., “El tema de la violación sexual en la comedia”. En VV.AA., El escritor y la escena: Actas del I Congreso de la Asociación Internacional de Teatro Español y Novohispano de los Siglos de Oro (18-21 de marzo de 1992, Ciudad Juárez), México, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 1993. León, Fray Luis de, La perfecta casada, el Maestro Fr. Luis de León, de la orden de San Agustín. Septima impresión nuevamente ilustrada y corregida por Fray Luis Galiana, de la orden de Santo Domingo. Valencia, 1773 Denzinger Enrique, El magisterio de la Iglesia. Manual de los símbolos, definiciones, y declaraciones de la Iglesia en materia de fe y costumbres. Barcelona, Herder, 1963. Ettinghausen, Henry, “Sexo y violencia en la prensa del XVII”, Edad de Oro, XII, 1992. López de Ayala, Ignacio, El Sacrosanto y Ecuménico Concilio de Trento. Edición traducida por Ignacio López de Ayala. Con privilegio en Madrid en la imprenta real. Madrid, 1785. Paravicino, Fray Hortensio, Sermones cortesanos. Edición, introducción y notas de Francis Cerdan. Madrid, Castalia, 1994. Portús, Javier, Fray Hortensio de Paravicino: La academia de San Lucas, las pinturas lascivas y el arte de mirar. Colección Espacio, tiempo y Forma. Serie VII, Hª del Arte, t.9, 1996. 540
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Violencia real-violencia mitológica: La violación y el rapto en la pintura de Rubens para la Torre de la Parada
Portús Pérez, Javier, La Sala Reservada del Museo del Prado y el coleccionismo de pintura de desnudo en la corte española, 1554-1838. Madrid, Museo del Prado, 1998. Rooses, Max, y Ruelens, Charles, Correspondance de Rubens et documents épistolaires concernant sa vie et ses oeuvres. 6 vols., Amberes, Veuve de Backer, 1887-1909. Vergara, Alexander, The presence of Rubens in Spain. Universidad de Nueva York, 1994. 1997.
Yarza Luaces, Joaquín, Fuentes de historia del Arte I. Historia 16. Madrid,
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LA VIOLENCIA EN EL MODERNISMO CANARIO: TOMÁS MORALES Y ALONSO QUESADA Violence in the Canarian Modernism: Tomás Morales and Alonso Quesada David Loyola López Universidad de Cádiz
[email protected] Resumen: Tomás Morales y Alonso Quesada son dos de los principales exponentes del modernismo canario, un movimiento que supuso la época de mayor esplendor cultural del archipiélago a principios del siglo XX. El modernismo canario se asentó principalmente en Las Palmas de Gran Canaria, ciudad que en este periodo sufrió un proceso de modernización y apertura al mundo por medio de la construcción del Puerto de la Luz. Los intelectuales y artistas isleños tuvieron acceso a las nuevas corrientes finiseculares europeas y americanas, fundiéndolas con la realidad de su entorno y su propio mundo interior. En este artículo, recorreremos parte de la producción literaria de estos dos poetas canarios, Tomás Morales y Alonso Quesada, con la intención de observar en sus obras las posibles manifestaciones de la violencia y las diferentes concepciones que cada uno de ellos aprehendió de dicho concepto. Palabras clave: Modernismo, Tomás Morales, Alonso Quesada, Canarias, violencia. Abstract: Tomás Morales and Alonso Quesada are two of the leading authors of the Canarian Modernism. The Canarian Modernism was a literary movement that meant a period of great cultural splendour of the archipelago in the early twentieth century. This literary movement was mainly settled in the city of Las Palmas de Gran Canaria. This city, in this period, underwent a process of modernization and opening to the world through the construction of the Puerto de la Luz. The intellectuals and the artists of the Canary Islands had access to the new finisecular European and American trends which they fused with the reality of their environment and their inner self. Our aim is to analyze the manifestations of violence that we can find in the literary production of Tomás Morales and Alonso Quesada, and the different understanding that each author learnt from the concept of violence. Keywords: Modernism, Tomás Morales, Alonso Quesada, Canary Islands, Violence.
David Loyola López
1. El modernismo canario El modernismo es el exponente hispano de la crisis de fin de siglo occidental. Este movimiento, estética o actitud –como bien indica Juan Ramón Jiménez1–, nace fruto de las nuevas corrientes filosóficas existencialistas de Schopenhauer, Heidegger, Kierkegaard o Nietzsche, que muestran una imagen nihilista de la nueva sociedad industrial, una percepción pesimista de la existencia, además de una actitud vitalista que confronta dicho pesimismo. A su vez, imbuido de los movimientos artísticos y literarios franceses de mediados y finales del siglo XIX –impresionismo, parnasianismo, simbolismo y decadentismo–, el modernismo concentra todos estos elementos y los fusiona con el fin de crear un nuevo concepto de arte, destruyendo los límites de la literatura tradicional en pro de la libertad artística y buscando la máxima eterna de la Belleza por encima de todas las cosas2. Decimos que es un movimiento hispano, puesto que el modernismo supuso por primera vez la hermandad de toda la cultura hispana de uno y otro lado del Atlántico. Una relación multidireccional tan estrecha e intensa que jamás ha sido igualada, llevando a cabo un verdadero renacimiento de las letras y la cultura hispana. En Canarias, no pasó desapercibida dicha corriente literaria y se asentó en las islas gracias a la atracción de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria –con su puerto de La Luz– y de todo el archipiélago por las nuevas corrientes estéticas y culturales. A finales del siglo XIX, el archipiélago comienza un periodo de renovación económica, social, política y cultural que conlleva la entrada de las islas en la modernidad. La construcción del puerto de La Luz en la capital grancanaria trajo consigo el asentamiento de numerosas colonias europeas entre las que podemos destacar la llegada de ingleses, alemanes, 1 JIMÉNEZ, J. R.. El modernismo: notas de un curso (1953). Madrid, Aguilar, 1962. 2 Para mayor información sobre el modernismo, remito a estudios como: ALLEGRA, G. El reino interior. Premisas y semblanzas del modernismo en España. Madrid, Encuentro, 1985; GULLÓN, R., et al. El simbolismo: Soñadores y visionarios. Madrid, Tablate Miquis, 1984; Gullón, R. Direcciones del Modernismo. Madrid, Alianza, 1990; HINTERHÄUSER, H. Fin de siglo: figuras y mitos. Madrid, Taurus, 1980; LITVAK, L. España 1900. Modernismo, anarquismo y fin de siglo. Barcelona, Anthropos, 1990; PIÑERO, P. M.; REYES, R. Bohemia y literatura. De Bécquer al Modernismo. Sevilla, Universidad de Sevilla, 1993; RUBIO JIMÉNEZ, J. El teatro poético en España: del modernismo a las vanguardias. Murcia, Universidad de Murcia, 1993; SARASOLA, D. Simbolismo y modernismo en el teatro español. Madrid, Espiral/Fundamentos, 2011. 544
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La violencia en el modernismo canario: Tomás Morales y Alonso Quesada
belgas o franceses, que acercaron la cultura europea a los intelectuales canarios. A ello debe sumarse que la mejora de las comunicaciones con la Península permitió viajes y estancias de algunos canarios del mundo de la cultura a ciudades como Sevilla, Barcelona, Madrid, o incluso a París o Londres. A su vez, no debemos olvidar la situación geoestratégica de las islas, puente entre América, África y Europa, un hecho que llevó a muchos artistas de uno y otro lado del océano a hacer escala en el archipiélago, además de la gran proximidad que existe entre la sociedad canaria y la americana, por lo que las influencias modernistas hispanoamericanas también fueron importantes dentro de la cultura canaria del momento. Una nueva sociedad había nacido en las islas y, por lo tanto, en el caso de Las Palmas de Gran Canaria, una nueva ciudad, lo que contribuyó a que surgiera la necesidad de nombrar esa nueva realidad y de dotarla de un nuevo concepto de arte y cultura. Artistas como Domingo Rivero, los hermanos Millares Cubas, Néstor de la Torre, Tomás Morales, Alonso Quesada o Saulo Torón, entre otros muchos, fueron artífices de este cambio cultural y dotaron a las islas del mejor periodo artístico de su historia3. Tomás Morales y Alonso Quesada son los máximos exponentes de la literatura modernista realizada en Canarias; íntimos amigos que, aun caminando por el modernismo de la mano, soñaron separados4. Morales, más parnasiano y vitalista, Quesada, más simbolista, nihilista y existencial; ambos, fieles representantes del enorme abanico que abrió el modernismo. Con ellos recorreremos su poesía, su prosa y su teatro, buscando reminiscencias de la violencia en sus textos y examinando su significado dentro de su obra y del modernismo en general. 3 Para mayor información acerca del modernismo canario y de los autores de nuestro artículo, remito a los estudios de: NUEZ, S. de la. Tomás Morales. Su vida, su tiempo y su obra. Santa Cruz de Tenerife, Cabildo de Tenerife, 2006; SANTANA, L. Modernismo y vanguardia. Las Palmas de Gran Canaria, Edirca, 1987; SANTANA, L. Epistolario: Miguel de Unamuno y Alonso Quesada. Las Palmas de Gran Canaria, 1970; SANTANA HENRÍQUEZ, G. y PADORNO NAVARRAO, E. (eds.) Varia lección sobre el 98. El modernismo en Canarias. [Homenaje a Domingo Rivero]. Las Palmas de Gran Canaria, Excmo. Ayuntamiento de Arucas y Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, 1999. Además, no podemos olvidar la labor de investigación realizada por la revista Moralia: Revista de Estudios Modernistas (Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo de Gran Canaria, nº 1-12, 2001-2014); y Anuario de Estudios Atlánticos (Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo de Gran Canaria y Casa Colón, nº 1-60, 1955-2014). 4 “[Vivieron] estrechamente unidos y soñaron increíblemente separados”, en TORRE, C. de la. El escritor y su isla. Las Palmas de Gran Canaria, 1974, pp. 25-26. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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2. Poesía: Tomás Morales Tomás Morales es el poeta más laureado y de mayor renombre dentro de las letras canarias. Su poesía supone un nuevo cauce literario tanto dentro de la cultura isleña como en todo el territorio español e hispano de la época. Poemas de la Gloria, del Amor y del Mar (1908)5 fue su carta de presentación en el mundo literario de principios del XX, un libro que sin duda fue aclamado –sobre todo– por dos elementos fundamentales: la fuerza poética del vate grancanario y la temática fresca y novedosa del mundo marino y marítimo. La poesía de Tomás Morales es una poesía grandilocuente, muy rítmica e impetuosa que, junto con las referencias a la mitología clásica y ese gusto parnasiano tan particular, conforman un estilo literario propio y personal. Por su parte, los Poemas del mar suponen la entrada de la vida portuaria y marinera de principios de siglo en la poesía, siendo Tomás Morales el primer gran cantor del mar, de ese sonoro Atlántico de sus Islas Afortunadas. Este primer poemario fue revisado por Morales con el fin de convertirse en el primer tomo de Las rosas de Hércules6, la gran obra poética del canario en la que pretendía aunar toda su producción lírica. No obstante, este volumen tuvo que salir de forma póstuma –en 1922– tras la repentina muerte del autor un año antes; no así el segundo tomo de este poemario que, tras once años de silencio, salió a la luz en 1919. Las rosas de Hércules muestran la visión literaria de nuestro poeta y la concepción de su obra como un conjunto indivisible, una obra que muestra un amplio abanico temático y poético y en la que encontramos claros elementos íntimamente conectados con el tema que nos ocupa. Así, podemos hallar en el conjunto de la producción poética de Morales algunos poemas que aluden, de una forma u otra, al concepto de violencia. 2.1 Las rosas de Hércules I El primer volumen de la poesía de Tomas Morales comienza con un poema titulado Canto inaugural; en él, Morales expone de forma simbólica el concepto de su obra poética. A través de sus versos de corte parnasiano, acompañamos a Hércules en su trayecto por una especie de locus amoenus –referencia indirecta del Jardín de las Hespérides y, a su vez, de las islas 5 MORALES, T. Poemas de la Gloria, del Amor y del Mar. Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo de Gran Canaria, 2008. 6 MORALES, T. Las rosas de Hércules (edición de Oswaldo Guerra Sánchez). Madrid, Cátedra, 2011. 546
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Canarias–; el calor del mediodía enerva el temperamento del semidiós y, furioso, lanza una flecha al mismo sol; el día se nubla, los dioses se enfurecen, pero es entonces cuando encuentra un rosal y, con su fragancia, queda dormido y sueña. Esta es una clara alegoría de su estilo poético, donde se funden la fuerza lírica y la belleza. Es en esa fuerza donde encontramos algunos elementos relacionados con la violencia: Ardían las montañas como en un sacrificio, y la Tierra, preñada de gérmenes violentos, ofrendaban a los cielos el corazón nutricio… Del calor estival los acometimientos, sobre las desnudeces del héroe, punzadas eran cual un enjambre de tábanos hambrientos. […] ¡Fue tan fiero el impulso, fue la violencia tanta, que al recobrar el arco la primitiva hechura, sintió el arquero, un ápice, ceder la firme planta7.
Esta idea anterior se ve reforzada en último serventesio del poema Canto subjetivo –también con una referencia a un elemento relacionado con la violencia–, poema que supone un verdadero autoretrato de la poesía moraliana: Por eso sé ser triste y, en ocasiones, fuerte; y en medio de mi escudo pondrá mi fe ilusoria: el hacha de abordaje que sabe de la Muerte y el bandolín de plata que espera de la Gloria…8.
Ese tono enérgico tan personal de Morales lo hallamos en otro poema también de corte metaliterario como es La espada: “Yo he forjado mi acero sobre el yunque sonoro,/al musical redoble del martillo potente”9. Ya inmersos en la sección última de este poemario, Poemas del mar, podemos observar la presencia de la violencia en dos poemas, principalmente: el primero, titulado Los puertos, los mares y los hombres de mar, en donde exalta la fuerza de la naturaleza oceánica y la valentía de los marineros: 7 MORALES, T. Las rosas… pp. 56-57. 8 MORALES, T. Las rosas de Hércules (edición de Oswaldo Guerra Sánchez). Madrid, Cátedra, 2011, p. 81. 9 MORALES, T. Las rosas... p. 82. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Y oyeron de las olas los rudos alborotos golpear la cubierta con reacia algarabía, entre los crujimientos de los mástiles rotos y las imprecaciones de la marinería. […] ¡Oh gigante epopeya! ¡Gloriosos navegantes que a la sombra vencisteis y a la borrasca fiera, gentes de recios músculos, corazones gigantes! ¡Yo quisiera que mi alma como las vuestras fuera!10.
Y Final, en donde el yo poético describe alegóricamente su periplo por la creación lírica: Yo fui el bravo piloto de mi bajel de ensueño, argonauta ilusorio de un país presentido, de alguna isla dorada de quimera o de sueño oculta entre las sombras de lo desconocido… Acaso un cargamento magnífico encerraba en su cala mi barco, ni pregunté siquiera; absorta, mi pupila las tinieblas sondaba, y hasta hube de olvidarme de clavar la bandera… Y llegó el viento Norte, desapacible y rudo; el vigoroso esfuerzo de mi brazo desnudo logró tener un punto la fuerza del turbión; Para lograr el triunfo luché desesperado, y cuando ya mi brazo desfalleció, cansado, una mano, en la noche, me arrebató el timón…11.
2.2 Las rosas de Hércules II Si en el primer volumen de Las rosas de Hércules la presencia de la violencia es más bien casual o fortuita –como un elemento añadido al poema para aportar mayor énfasis lírico–, en el segundo tomo de 1919 este concepto toma mayor protagonismo. De esta forma, una de las primeras secciones del poemario, Los himnos fervorosos, posee una clara reminiscencia hacia la guerra y la violencia, al reunir un conjunto de poemas acerca de la I Guerra Mundial. 10 MORALES, T. Las rosas… p. 102. 11 MORALES, T. Las rosas… p. 119. 548
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Creemos necesario detenernos de una manera especial en este aspecto, fundamental para entender la situación que vivía Canarias a principios del siglo XX y la importancia que las potencias europeas tenían dentro de la sociedad isleña. Como hemos comentado, la modernización del archipiélago viene precedido por el capital europeo –sobre todo británico y alemán– que invierte en la isla y crea verdaderos núcleos de población procedente de estos territorios continentales; este hecho ya nos induce a pensar la importancia y especial atención con la que se vivirá la contienda bélica desde las islas. En efecto, se produce en la sociedad canaria un verdadero enfrentamiento dialéctico e ideológico entre aliadófilos y germanófilos, enfrentamiento en el que los intelectuales y hombres de cultura de Canarias tendrán un papel muy relevante. Una muestra de ello es el libro Poesías satíricas, en el que Joaquín Artiles –como editor– reúne las colaboraciones de Saulo Torón en el periódico Ecos12. Este periódico fue dirigido por Alonso Quesada y, durante la época de la guerra, realizaron una sección en la que los tres poetas y amigos: Torón, Quesada y Tomás Morales, escriben versos de tono satírico y crítico con respecto a la sociedad canaria, a la Guerra Mundial y a los partidarios del bando alemán; colaboración que aún no está del todo estudiada y que sería interesante analizar, junto con esa guerra de la pluma que se dio en el archipiélago entre 1914 y 1918. Tomás Morales, fiel defensor del bando aliado, compone en Los himnos fervorosos un conjunto de poemas épicos a favor de su causa. Canto en loor de las banderas aliadas es el primero de ellos, un emocionado poema que no tiene desperdicio: Bajo el trueno brutal de la guerra, bajo el miedo y el hambre y el odio que agobian la tierra, el poeta se dispone a cantar. Y su voz temblorosa quiere hacerse vibrante y humana sobre el magno dolor de la suerte, ante el hosco segar de la muerte, tirana de los aires, la tierra y el mar13.
12 TORÓN, S. Poesías satíricas (compilación y prólogo de Joaquín Artiles). Las Palmas de Gran Canaria. Excma. Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas, 1976. 13 MORALES, T. Las rosas… p. 127. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Tras esta exaltación de la causa aliada, nos encontramos con un poema épico en honor a Inglaterra, “Britania máxima”, en donde Morales alaba las grandes proezas alcanzadas por el país anglosajón. Aunque este poema fue escrito con anterioridad a la Guerra (1909), el autor lo introduce en esta sección de poemas épicos con el fin de realzar la admiración y el apoyo al bando aliado. No obstante, el hecho de que Morales compusiera un poema en honor al imperio británico hace referencia a la importancia que había conseguido Inglaterra en el territorio insular. El tercer poema –“Elegía a las ciudades bombardeadas”–, sin embargo, focaliza su atención en la destrucción y los estragos que causa la guerra en las ciudades del norte de Francia: Son las ciudades de la guerra, heridas en un terrible y militar encono: torvas siluetas fantasmales trazan sobre la niebla. […] Ahora, en el tedio polvoroso hundidas, sus inquietantes equilibrios guardan, acribilladas, humeantes, vivas de horror moderno: las altas casas, vecinal albergue –rotos los muros, los tabiques rotos–, en el dolor, ennegrecidas muestran sus interiores. […] Hablan las ruinas: «La fatal Discordia de hermano a hermano concitó las iras. Sobre esta bruta pesadilla enorme pasó la Guerra. […] Callan… Y, al pronto, la explosión temida su claudicante trabazón remueve: tras la voluble polvareda mírase todo cambiado14 14 MORALES, T. Las rosas… pp. 133-135. 550
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Otros tres cantos laudatorios siguen esta visión triste y desolada de la Guerra: la primera, “Oda a las glorias de don Juan de Austria”, es un poema que rompe la dinámica del conjunto al retrotraerse a la batalla de Lepanto; mientras, las otras dos composiciones –“Canto conmemorativo” y “Envío”– sí se encauzan perfectamente con la temática de la I Guerra Mundial, esta vez exaltando las virtudes de la victoria aliada y la llegada de la paz a Europa, siendo “Envío” el colofón que conecta con el primer poema de “Los himnos fervorosos” y cierra el conjunto. El poemario continúa con la «Oda al Atlántico», uno de los hitos más importantes de la producción poética de Tomás Morales. En ella se funden la mitología clásica y la naturaleza junto con la creación del héroe, el ser humano, que lucha por dominar el océano; todo un himno al Atlántico y a los marineros. En ese ámbito fundacional y mítico, Morales deja vía libre a su tono poético declamatorio y grandilocuente, un hecho que nos remonta nuevamente a la aparición de elementos violentos que refuerzan el espíritu impulsivo y triunfal que encontrábamos en los poemas del primer volumen ya mencionados, con construcciones como “brutal desgarro” [canto III] (Morales, 2011: 148) o “¡Honor para vosotros, y gloria a los primeros/ que arriesgaron la vida sobre los lomos fieros/ del salvaje elemento” [canto XVII] (Morales, 2011: 162). Uno de los poemas en los que encontramos más elementos violentos dentro de la “Oda” es sin duda el canto XIX: Os saluda y alienta por la emprendida senda, soberbios luchadores de la estirpe soberana, héroes arrojados en singular contienda sin saber por la noche del día de mañana. Nobles exploradores, argonautas valientes, descubridores de islas, pasos y continentes… Ínclitos balleneros, prodigio de la casta, que con cuerpo desnudo exponéis vuestras vidas al coletazo rudo y blandís los arpones como el guerrero el asta. Y vosotros que, fuera de las leyes, un día dictasteis leyes propias y os arrogasteis fueros, e impusisteis a príncipes y navales guerreros la profesión airada de la piratería…15.
15 MORALES, T. Las rosas… p. 164. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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La siguiente referencia a la violencia la encontramos en el poema Tarde en la selva, dentro de las Alegorías, en el momento en el que aparece el hacha en mitad de la selva para cercenar la vida del árbol, una crítica a la tala sin mesura de la conocida como Selva de Doramas, al norte de la isla, una selva actualmente casi desaparecida por completo: ¡Es el hacha! Es el golpe de su oficiar violento que bruscamente llega, desolador y cruento, de la entraña del bosque, donde un tilo sombroso yergue su soberana magnitud de coloso… […] en el dolor tremendo, los redobles del hacha, prendidos en el pasmo de la encalmada racha, donde triunfan lo breve de un estallido seco y mueren duramente, sin amor y sin eco… […] que a cada golpe arguya con un mortal gemido, y tiembla, y se estremece, como un titán herido…16.
En otra de sus Alegorías, La campana al vuelo, también hallamos reminiscencias a la violencia: Volteó, lentamente, con ásperos chirridos, Hirió el mazo de hierro los bordes musicales, Y cruzaron el aire los vibradores ruidos En un sonoro vuelo de alondras matinales. Atropellaron, trémulos, los claros elementos, Chocaron en las duras murallas de los montes, Y el eco, desgranado sobre los cuatro vientos, Desgarró, en cuatro puntos, los patrios horizontes17
Llegamos a Los poemas a la ciudad comercial, un conjunto de poemas que nos recuerdan, en cierta manera, a los Cuadros parisienses de Las flores del mal de Baudelaire. No obstante, si la mayoría de ellos poseen una visión positiva y dinámica de la ciudad o un reflexivo y tranquilo retrato de algún barrio en particular, hay una composición –titulada Calle de La Marina– que 16 MORALES, T. Las rosas… pp. 183-184. 17 MORALES, T. Las rosas… p. 191. 552
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nos sumerge en el mundo del hampa, de las pasiones y el pecado. Burdeles, ladrones, miserias, crímenes, vicios… todos estos elementos se encuentran el poema que finaliza con un pensamiento escalofriante por parte del yo poético: Y hacia un oscuro callejón siniestro se va la planta con terror llevada, […] Donde, tal vez, por cosas de dinero, tras el brutal ardor de una disputa, enterró su cuchillo un marinero en la garganta de una prostituta…18.
Finalmente, es en el Himno al volcán donde, encontramos nuevamente esa violencia relacionada con el mito y el tono declamatorio que tanta importancia posee dentro de la concepción y el estilo personal de nuestro Tomás Morales. 3. Teatro: Alonso Quesada La obra teatral de Alonso Quesada está compuesta por dos piezas principales: Llanura y La Umbría19. Ambas obras fueron escritas en 1919 y poseen muchos elementos en común: las dos están ambientadas en pequeñas poblaciones costeras –Llanura en una playa del Atlántico y La Umbría en la zona costera de Agaete (Gran Canaria)–, lugares que se envuelven de un halo de tristeza, melancolía, enfermedad y muerte; además, son piezas con una gran carga simbólica que entroncan perfectamente con la corriente francesa finisecular y en las que se evidencia –sobre todo en La Umbría– el conocimiento de las obras teatrales europeas tales como La intrusa de Maeterlinck (1890). En ambas, el océano se presenta como un lugar en donde se albergan la esperanza y la decepción, los sueños y la soledad, la ascensión y la caída existencial, en ese vaivén de las olas en la que tanto se inspiraron los poetas insulares. Para Alonso Quesada, la isla era un barco en mitad del océano del que difícilmente podía salir, y el Atlántico, la inmensidad que se presentaba ante sus ojos días tras día, recordándole lo amplio que era el mundo y la enorme distancia que lo alejaba de él, elementos todos 18 MORALES, T. Las rosas… p. 258. 19 QUESADA, A. La Umbría. Llanura (edición de Lázaro Santana). Las Palmas de Gran Canaria, Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, 2014. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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ellos que podemos encontrar en estas obras teatrales. No obstante, a pesar de que tanto en Llanura como en La Umbría nos sumergimos en esa aura fatal de soledad, enfermedad y muerte, solo podemos encontrar vestigios de violencia en esta última, pues, mientras que en Llanura los personajes protagónicos aceptan y se dejan arrastrar por las circunstancias de su vida rutinaria y nihilista, en La Umbría encontramos personajes que luchan contra esa realidad e intentan cambiar su destino, en una confrontación directa tanto con la sociedad como con la naturaleza. La Umbría es la obra más ambiciosa de Quesada. Ella cuenta la vida de una familia burguesa enferma de tuberculosis que vive en el lugar que da título a la pieza teatral. La obra comienza con la huida de uno de los hermanos de esta familia lejos del hogar que, según cuentan, está maldito. En esta casa permanecen la tía-abuela –Demetria– y cuatro hermanos huérfanos: tres jóvenes muchachas –Salvadora, Marta y Gertrudis– y el hermano menor de estas –Gabriel–. Éstos tienen un ferviente deseo por vivir, por salir de ese encerramiento y olvidar la enfermedad; sin embargo, la anciana es reacia a tales deseos e intenta por todos los medios resguardarlos dentro de las paredes del hogar. La salud del pequeño Gabriel va empeorando a lo largo de la obra, ante la angustiosa mirada y los cuidados en vano de sus débiles hermanas; mientras, la anciana se mantiene al margen como si no fuera más que un mueble dentro de esa casa (según sus propias palabras). La mayor de las hermanas, Salvadora, al sentir cómo la muerte cerca la vida de su hermano menor, siente la necesidad de huir, se arma de valor y, junto al perro de la familia, marcha hacia el puerto. Allí se encuentra con su antiguo amor, Horacio, capitán de una goleta, e intenta por todos los medios convencerle para que se la lleve con él a navegar. Sin embargo, este se niega completamente y huye de su lado para embarcarse en el navío, dejándola llorando en el puerto. Instantes después, aparece la doncella de la casa, quien había salido a buscarla tras saber que había escapado, para decirle que su hermano ha muerto, terminando así la obra. En La Umbría encontramos dos grupos perfectamente diferenciados: por un lado, la familia, enferma y maldita; y, por otro lado, los aldeanos, con un largo grupo de personajes: labradores, arrieros, marineros…; todos ellos, caracterizados por una buena salud, vigor, y una concepción alegre y vitalista de la existencia y del propio trabajo. Este claro contraste entre la 554
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familia burguesa y los campesinos viene determinado por dos factores: la voluntad de la tía-abuela de que sus nietos no se junten con el pueblo –que considera por debajo de su rango social– y el miedo por parte de los propios campesinos a acercarse a la familia por temores y supersticiones sobre la maldición que pesa sobre ella. Ello genera una situación alrededor de los jóvenes huérfanos tremendamente traumática, que ya no sólo deben sufrir los dolores y el padecimiento de la enfermedad sino que, a su vez, sienten el menosprecio y el temor del resto de la población, siendo apartados y considerados portadores del mal, como si fueran demonios o monstruos. Una situación que se agrava aún más cuando descubrimos, al comienzo de la jornada final, la presencia de fantasmas dentro de la casa, que no son otros sino los muertos de la familia que han sufrido y fenecido por culpa de la enfermedad, de la maldición. Estos fantasmas aportan una visión macabra a la obra, al ser los propios familiares muertos de los jóvenes quienes atormentan, atemorizan e infringen angustia y dolor a sus propios congéneres, con el fin de que se reúnan pronto con ellos. Todos estos elementos, hacen que La Umbría se envuelva en una violencia de desgarradora quietud, de tensión agónica, de un lúgubre y tétrico patetismo, deprimente y desolador. El primer conato de violencia que encontramos en la obra se encuentra en la quinta escena de la primera jornada20. En esta escena, la familia torna a casa tras haber ido a la fuente de Las Rosas y a su paso se encuentran a un hombre al cargo de unas vacas con las que juegan unos niños; en un acto impulsivo, las jóvenes llaman a los niños y los hermanos juegan con ellos. Las madres, viendo la situación, acuden a por sus hijos, aterradas, nerviosas y airadas; los niños al ver la reacción de sus madres, lloran y éstas los agasajan mientras miran con rabia y desdén a las muchachas que parecen no entender nada. Esta es la primera situación verdaderamente violenta que sufren los hermanos con los paisanos y muestra el miedo y el desprecio que sentían éstos por la familia de La Umbría, un temor que se va a ir repitiendo a lo largo de la obra por parte de todos los personajes ajenos a la familia. A su vez, al final de la cuarta escena de la segunda jornada21, hallamos 20 QUESADA, A. La Umbría. Llanura (edición de Lázaro Santana). Las Palmas de Gran Canaria, Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, 2014, pp. 54-65. 21 QUESADA, A. La Umbría... pp. 90-98. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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otra situación violenta cuando Marta avisa a las hermanas de que Gabriel está vomitando sangre, tras haber inhalado el aroma del vino vertido al suelo del patio en la escena anterior. Este acontecimiento arroja luz sobre la enfermedad que sufre la familia. Por último, es en la jornada final donde se concentra y aparece la violencia de forma mucho más acusada. Así, en la primera escena22, los fantasmas se reúnen en el comedor y hablan de su deseo de llevarse a Gabriel a su mundo; cuando la familia comienza a comer, son estos fantasmas los que molestan, incordian y atemorizan a los hermanos, dando lugar a una situación macabra y cruel. Los muertos, entonces, sonríen mirando al pobre muchacho que parece desfallecer. Cuando las hermanas observan a Gabriel, intentan socorrerlo pero quedan petrificadas por el miedo y el pánico, mientras la tía-abuela y la criada huyen despavoridas del lugar, un hecho inhumano que incrementa la crueldad y la desesperación de la escena. La violencia vuelve a las tablas en la escena tercera, momento en el que Salvadora decide fugarse y es el perro quien observa cómo uno de los fantasmas, Don Olegario, intenta evitar su marcha23. César, el perro, acude al auxilio de su ama y pretende advertirla de la presencia del muerto, que la agarra –en un primer momento– de los cabellos, luego de las manos, el cuello y el pecho, para volver de nuevo a tomarla por su melena. El perro, viendo la situación ladra, pidiéndole a su dueña que se corte cada parte del cuerpo por donde la toma el fantasma con el fin de que pueda escapar de él; sin duda una de las escenas más violentas de la obra. Finalmente, Salvadora huye, acompañada del can, y se dirige al puerto. En esta sexta y última escena la obra, la muchacha habla con Horacio y le ruega que la lleve consigo lejos de La Umbría, pues, para ella, Horacio y el Atlántico, es el camino de la esperanza y de la vida24. El capitán se niega, mientras que la joven sigue suplicándole que no la abandone allí. La escena posee una carga emocional muy intensa al confrontar la desesperación de Salvadora por huir de allí con el recuerdo, por un lado, del amor que sintieron el uno por el otro, y la visión demacrada, débil y enferma que Horacio observa en la figura de la mujer. Finalmente, Horacio se aparta bruscamente de ella, 22 QUESADA, A. La Umbría... pp. 113-133. 23 QUESADA, A. La Umbría. Llanura (edición de Lázaro Santana). Las Palmas de Gran Canaria, Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, 2014, pp. 142-149. 24 QUESADA, A. La Umbría… pp. 160-177. 556
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llamándola loca y marchándose rápidamente hacia el navío; Salvadora, por su parte, desconsolada y al borde de la histeria, amenaza con suicidarse si no la lleva con él y, una vez se ha marchado, maldice al joven capitán y corre hacia el espigón del muelle para arrojarse al fondo del océano. En ese instante, el fantasma, que la había acompañado durante su viaje, le impide que termine con su vida, en un acto más de crueldad por parte de los muertos, al no dejar que la muchacha termine con su sufrimiento. Como hemos comentado, la obra finaliza con la noticia de que su hermano menor ha fallecido, llamando a Salvadora en su final agónico. 4. Prosa: Alonso Quesada Si bien el teatro de Alonso Quesada se caracteriza por un tono trágico, triste y desalentador, no ocurre lo mismo en el ámbito prosístico. En él, nuestro poeta –como en gran parte de su producción lírica– da rienda suelta a su lado más irónico, con un humor ácido y satírico, rozando por momentos el humor negro, muy próximo al propio de la cultura inglesa con la que tantas conexiones tuvo a nivel literario como personal. Teniendo en cuenta estos aspectos, y atendiendo a la presencia de la violencia en su prosa, hemos centralizado nuestra investigación en dos obras que reúnen todos estos elementos: Las inquietudes del Hall y Smoking-Room25. Las inquietudes del hall es una pequeña obra en prosa que narra la historia del vestíbulo de un hotel inglés en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Ese hall es personificado hasta el punto de convertirse en uno más de la obra, tan vivo como los clientes y personalidades que se acercan y habitan entre sus paredes. El desarrollo de la obra alterna dos planos narrativos: por un lado, fija su atención en la relación entre dos jóvenes irlandeses que se conocen una noche en el hotel; y, por otro, cuenta la propia vida del hall, sus actividades y los personajes que allí se dan cita día tras día. Si bien el primero se caracteriza por un tono de tierna dulzura amorosa y de melancólico pesar –que nos conduce a un ambiente de triste felicidad–, el hall siempre se envuelve en el manto de la ironía y ese humor ácido inglés que comentábamos, dando pie a situaciones que, a los ojos de los personajes parecen tremebundas, pero que para el lector rozan lo ridículo. 25 QUESADA, A. Crónicas de la ciudad y de la noche. Smoking-Room. Las inquietudes del hall (edición de Lázaro Santana). Las Palmas de Gran Canaria, Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, 2012. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Jorge Brown es un joven procedente de Inglaterra que, enfermo de tuberculosis, decide viajar a la isla –algo habitual en la época, por su clima cálido y estable–, instalándose en el hotel. En su primera noche, conoce a Miss Oliva, una joven en su misma situación y, bailando, surge el amor. Los dos jóvenes empeoran y es en este segundo capítulo donde encontramos un pequeño atisbo de violencia en la descripción de las sensaciones por parte de los enfermos en sus habitaciones: La cabeza del doctor le oprimía el corazón. El mal debía ser otra cabeza enorme, dentro. Sobre la fina piel del pecho arañaban los cabellos del médico. A Oliva le pareció como si la sangre cuajada, reseca sobre la piel, le ardiera con un fuego de arena al sol26.
Los dos jóvenes siguen su recuperación, con mejoras y recaídas, mientras la vida continúa en el hall, aunque con una triste quietud. Es en el sexto capítulo donde volvemos a encontrar una situación violenta, según la descripción de la misma: ¿Qué le ocurría, pues? La señorita sueca se había extralimitado de una manera violenta, antibritánica. Era una perfecta bárbara del Norte. Habíase atrevido a besar en pleno Hall al signore Wladimiro Lamberti […] En el acto el Hall lanzó un alarido de miedo, y el señor Lamberti quedose corrido de vergüenza. Los huéspedes del Hall levantáronse secamente y se perdieron por todas las galerías. La sueca desapareció de un salto por las escaleras del piso, hacia abajo, como buscando un infierno sin Hall. Los criados recogieron apresurados los muebles, corrieron las cortinas, cerraron las puertas de cristales, como para librar al Hall de esa corriente de aire maligno que debe ser un beso extemporáneo en el Hall27.
Los enamorados van mejorando poco a poco y comienzan a salir al aire libre; en uno de esos paseos, toman la decisión de casarse. Sin embargo, el muchacho, Jorge Brown, no se encuentra bien: Él no oía. De espaldas al Hall sentía cómo la congoja del Hall le arañaba la espalda. […] No se encontraba bien aquella tarde. Quería 26 QUESADA, A. Crónicas… pp. 271. 27 QUESADA, A. Crónicas… pp. 286-287. 558
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trasfundirse en el mar; estirarse, alargarse en el mar para no oír el renquear de su pecho. En el pecho estaba todo turbio, oscuro. […] Y vislumbró en un lugar remoto la felicidad. Una sonrisa. Y de pronto un niño que se cae y se desnuca. Y la sonrisa cámbiase en amargura para siempre… Y vio la salud como una fuerza anónima en el alma que le tiraba de los músculos, afirmándolos, enérgica, en su raíz. E inesperadamente un humo de carbón que lo ciega y lo aturde y se le mete en el pecho taladrando, carcomiendo el fondo poco a poco…28.
Finalmente, es en el último capítulo de la obra donde vuelve a reaparecer la violencia de forma intensa y cruel. Los dos jóvenes, recuperados, se casan en el Hall y durante la fiesta de celebración, mientras Oliva baila con el doctor, un repentino ataque acaba con su vida: –Doctor –decía Oliva– mi salud es tanta que parece desbordarse… Y de repente, la cabeza de oro se desprende sobre el hombro del anciano y los colores rojos se apagan y Oliva lanza un grito agudo, como si el alma se le saliera silbando del pecho. El doctor la recogió en sus brazos. El Hall estremeciose como nunca por un escalofrío de muerte. La muchacha irguió la cabeza de nuevo; abrió los ojos como dos cuencas vacías y arrojó sobre el Hall toda la roja fuente de su vida. Acudieron espantados. La sangre corría por la figura lívida, sin color, como una azucena rápidamente marchita. La sangre corrió por el Hall ante el desconcierto trágico de los huéspedes que intentaban huir sin atreverse. Jorge Brown, como un espantoso dolor frío, apretaba contra su pecho la desmedrada figura. La madre de la moza vio que sus gafas rodaban por la nariz y se le metían en el pecho con un frío de puñal. Volvió la sangre de Oliva a brotar más abundante: era un magnífico mar de salud que se iba…29.
Como vemos, la felicidad de los amantes y del propio Hall se trunca con la muerte repentina y cruenta de la novia, dejando a su paso una estampa desoladora que silencia el Hall y su futuro. Por su parte, Smoking-Room reúne en su interior un conjunto de pequeños relatos relacionados, todos ellos, con la sociedad inglesa que se 28 QUESADA, A. Crónicas… pp. 300-301. 29 QUESADA, A. Crónicas… pp. 309-310. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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conformó en la ciudad grancanaria, con el humor, la ironía y la sátira que tanto caracteriza al poeta isleño. El título de la obra se relaciona con la composición global de la misma, puesto que está confeccionada como una la lectura en voz alta de estos cuentos –realizada por el propio Quesada– ante sus amigos ingleses, en el smoking-room de un hotel británico. Así, encontramos varios relatos en donde la violencia se hace palpable, aunque de diferentes formas y con diversos matices. Las dos mujeres de Míster Talbot es el primero de los textos que se dan cita en la obra y, sin duda, uno de los más cruentos y cínicos de todos. La historia comienza con la muerte de su primera mujer por culpa de la tisis. Ese día Mr. Talbot esperaba unos pliegos de California y “Por eso, al levantarse aquel día y observar que su mujer estaba más demacrada que nunca, se enfadó. […] Si se muere ahora mismo –pensó–, va a ser un conflicto”30. Esta reacción inhumana por parte del marido ante la muerte de su mujer es sin duda ilógica y atroz, una situación que continúa cuando esta pierde definitivamente la vida: Mr. Talbot la vio morir y después de muerta la contempló largamente, sin piedad y sin dolor. […] Mr. Talbot quedose indeciso. ¿Qué hacer? Estaba solo. […] Y él necesitaba estar en la oficina temprano. […] Era natural que su mujer se muriera. […] Además, todo el mundo se muere. Si él hubiera sido el muerto la cosa tuviera otro color distinto. ¿Quién hubiese abierto las cartas de Nueva York? Y acordándose en seguida de la que esperaba, sin mayores reflexiones, con una agilidad deportiva, arrojó el cigarro y se dispuso a vestir a la muerta. […] Talbot no sabía qué traje poner a su muerta. […] La vistió al fin con el traje rosa. […] Quiso –por un breve instante conmovido– darle un beso de despedida, pero se detuvo. […] Mejor era marcharse. Y cogió el sombrero, cerró la puerta bruscamente, guardándose la llave y corrió afanoso a su oficina. –¿Y Mrs. Talbot? –le preguntó solícito el portero, al entrar. –Mrs. Talbot se ha muerto ahora mismo. Y se metió en el Private Office devorando con avidez morbosa todos los sobres ocres, azules, que venían de la América lejana, perfumados de humo y llenos de eco fabril31. 30 QUESADA, A. Crónicas... p. 141. 31 QUESADA, A. Crónicas… p. 142. 560
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Tras esta violenta situación de la muerte su mujer y la no menos cruel reacción de su marido, Mr. Talbot decide casarse nuevamente, esta vez con una mujer británica que más recordaba al espíritu latino que al anglosajón. Una tarde, al llegar a casa, se encuentra a su mujer con el señor Prada, un mercader español, y los celos invaden al británico –sentimientos impropios de la frialdad inglesa–. Este suceso, y la discusión posterior con su nueva esposa, hicieron florecer en la nueva Mrs. Talbot sus más oscuros miedos y temores, al recordar también cómo fue la muerte de Edith y la reacción de su actual cónyuge, temores que pronto se convierten en rabia y deseos de venganza. En esta situación de agitación y nerviosismo, suena el timbre de la puerta y aparece Mr. Palmer, un hombre apuesto; Mrs. Talbot ve la ocasión idónea para vengarse de su marido, lanzándose a los brazos del inglés y besándole desenfrenadamente. Repentinamente, aparece Mr. Talbot, Mr. Palmer huye pero el marido ha descubierto la infidelidad de su esposa. Ella, espantada, se teme lo peor; pero entonces Mr. Talbot habla con ella y le comenta que no tiene nada que temer, pues Mr. Palmer es inglés y es una persona reservada; pero “¡Españoles no! Los españoles lo dicen todo enseguida…”: ¡No la mataba Mr. Talbot! Pero se sintió muerta; con los ojos en el fondo de su alma, se sintió muerta, vestida de rosa, y que aquel hombre la dejaba en un cuarto desolado, cerrando la puerta con un estrépito brutal…32.
El relato siguiente se titula “La extraña inquietud de Edward”; cuenta la historia de un joven inglés que se despierta más tarde de lo habitual y este hecho causa estupor en su mente, dejando de ir a trabajar y cuestionándose el por qué de tal extraño suceso. En un primer momento, hallamos una visión violenta en la descripción de la mente del inglés en esa búsqueda de respuestas a lo ocurrido: Ahora, en la calle de su cabeza, había aglomeración, una aglomeración enorme de carros que cruzaban y un niño rubio –su alma– que quería, tenaz, atraversarla de una acera a otra. Y lo iban 32 QUESADA, A. Crónicas de la ciudad y de la noche. Smoking-Room. Las inquietudes del hall (edición de Lázaro Santana). Las Palmas de Gran Canaria, Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, 2012, p. 148. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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a aplastar sin compasión. Y Edward buscó, ansioso, desesperado a los policemen de su cabeza para salvar la vida de aquel niño, pero los policemen no aparecían. Y cuando vio ya al niño bajo las ruedas de los carros, cuando vio que lo aplastaban sin remedio y que nadie acudía, dio un grito, un grito como en mitad de la calle, uno de esos gritos que sostiene en el aire dos brazos desesperados y dos manos temblorosas…33.
Finalmente, al final del texto, María la Andaluza –la patrona de la casa de huéspedes donde Edward se aloja– entra en su habitación mientras éste duerme, se desnuda y comienza a besarle y a intentar abusar de él: Edward dio un salto y se sentó en la cama. Intentó gritar y no pudo. Veía a una mujer en su lecho, una mujer, como una llama, que lo iluminaba todo, que lo besaba sin acabar nunca, ahogándolo bajo la lluvia de sus besos y luchó desesperado por desasirse de ella, que no lo quería soltar34.
En ese intento por zafarse de ella, el inglés –con el poco conocimiento de español que tiene– grita: “¡Quita… quita…, «pueca»… [puerca]!”35, comentario humorístico con el que termina el relato. Otra situación cómica y violenta la encontramos en el relato a continuación, “El karma de Hooper o la venganza de Cristo”. Hooper es un inglés que, invadido por un deseo existencial de aventura, decide cruzar el Atlántico rumbo a Canarias. Allí, tras haber recorrido algunas partes cercanas al puerto de la ciudad, se topa con una procesión religiosa; todos los presentes se arrodillan a su paso salvo él que no comprende nada; es entonces cuando el cura le insta a que se arrodille y le llama hereje, la voz del cura pronto es apoyada por los demás allí presentes que lo insultan y le gritan, un hecho que finalmente hace que la policía se lo lleve a comisaría. Así, también hallamos un momento violento en Nunca más caballero, cuando la joven, cándida e inocente Mabel va a dar a luz y siente que ese hijo idílico que tiene dentro de su vientre le pega: 33 QUESADA, A. Crónicas… p. 152. 34 QUESADA, A. Crónicas… p. 156. 35 QUESADA, A. Crónicas… p. 156. 562
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La violencia en el modernismo canario: Tomás Morales y Alonso Quesada
Mabel gritó, gritó toda la tarde. ¡Aquello no podía ser de su boy querido! ¿Su boy la36estaba pegando? ¡Lo que ella tenía allí dentro era el caballero y su grúa, o un saco de carbón infernal! Su boy rubio no podía ser tan malo37.
Del mismo modo, en Míster Amor, Smith recuerda el robo a un inglés en plena noche de la siguiente manera: Harries se dejó revolver los bolsillos, callado, aspirando los humos de su pipa. Le robaron el reloj, las sortijas –una esmeralda antigua– y un portamonedas de hilos de plata. En tanto le robaban, Harries decía imperturbable: “Quedan más cosas, Mr. Ladrón, busque”. Y los ladrones buscaron sin hallar nada. Entonces Harries sacó rápidamente, con bruja agilidad, de la espalda del chaleco, una linda pistola de puño de nácar: “Quedaba esto, señor ladrón y como quedaba, es absolutamente necesario que se restituya a su lugar primitivo lo robado”. Y apuntó. Los indigentes soltaron las alhajas y huyeron en la sombra. Harries disparó, y tranquilo, […] siguió su camino38.
También encontramos relatos, como Breve cuento de una novela o La silueta de Duncan, en los que se hace alusión a la I Guerra Mundial, un hecho que se vivió con especial atención en Canarias, tal y como comentamos con anterioridad. Finalmente, podríamos decir que el último reducto de violencia la encontramos en Los suicidios de Perkins, una historia tragicómica de un personaje inglés que, sintiéndose un personaje burlesco de la ciudad canaria, decide quitarse la vida; primero, disparándose en la sien, disparo que hierra; en segundo intento, tirándose del mirador del Casino, quedando su capa trabada en un árbol; y, en último intento, lanzándose al mar, siendo el mar quien lo devuelve a la orilla.
36 No hemos podido confirmar si este laísmo pertenece al propio Quesada o al editor, al no haber podido consultar el documento original del poeta. 37 QUESADA, A. Crónicas de la ciudad y de la noche. Smoking-Room. Las inquietudes del hall (edición de Lázaro Santana). Las Palmas de Gran Canaria, Ediciones del Cabildo de Gran Canaria, 2012, p. 171. 38 QUESADA, A. Crónicas... p. 178. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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5. Conclusiones A través de este estudio hemos podido determinar la relación que posee el concepto de violencia con la visión literaria y artística tanto de Tomás Morales como de Alonso Quesada. Si bien hemos estructurado este artículo en poesía, teatro y prosa, no ha sido tanto por el hecho de que sean géneros literarios diferentes sino más bien ateniendo a los posibles caminos interpretativos y estilísticos que toma la violencia dentro del modernismo canario. Así, en la poesía de Tomás Morales, con esa voz impetuosa y grandilocuente del vate canario, hallamos dos grandes bloques en donde encuadrar el concepto de violencia: por un lado, la violencia es usada como motivos líricos y metáforas que ayudan a enaltecer la voz lírica y su mensaje, siendo un símbolo intensificador de su poesía, en esa mezcla tan moraliana de Fuerza y Belleza –véase Las rosas de Hércules I y la Oda al Atlántico o las Alegorías de Las rosas de Hércules II–. Por otro, encontramos un grupo de poemas que atienden directamente a una temática íntimamente relacionada con la violencia, como es el caso de Los himnos fervorosos –en relación a la I Guerra Mundial– o el poema La calle de la Marina de Los poemas de la ciudad comercial, adentrándose en el mundo del hampa. Por su parte, Alonso Quesada, posee otro tipo de voz lírica: más íntima, más subjetiva, más dolorosa y desgarradora. Este estilo poético se ve reflejado en su obra teatral y prosística así como en su poesía –aunque, por motivos de tiempo y espacio, nos ha sido imposible trabajar en este estudio–. Su voz amarga deja su huella más nihilista en su teatro (y su poesía) –La Umbría–, mientras que el humor negro, la ironía y la sátira toman principalmente el cauce de su prosa (y sus versos) –Smoking-Room y Las inquietudes del Hall–. Así es también su violencia: una violencia más dolorosa y descorazonadora en su teatro y una violencia irónica y deshumanizada en su obra en prosa. Estas cuatro obras analizadas dan cuenta, además, de que esas relaciones con el resto de las corrientes finiseculares, con la actualidad histórica del momento y la propia realidad del archipiélago son evidentes y constantes; un hecho que, según creemos, es ampliable a toda la literatura canaria. 564
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La violencia en el modernismo canario: Tomás Morales y Alonso Quesada
Nuestro trabajo no puede ser sino una aproximación a estas conexiones entre la violencia y el modernismo canario, un mero acercamiento a la literatura hecha en el archipiélago durante el primer tercio del siglo XX y cuyo análisis se antoja necesario y trascendente para situar al conjunto del modernismo canario en el lugar que le corresponde dentro de la literatura de entresiglos. Tomás Morales y Alonso Quesada, Alonso Quesada y Tomás Morales, dos poetas que, unidos, amplían los horizontes literarios y poéticos del modernismo, sumergiéndose en ese infinito Atlántico que divisan desde su orilla canaria. Bibliografía Anuario de Estudios Atlánticos. Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo de Gran Canaria y Casa Colón, nº 1-60, 1955-2014. Allegra, Giovanni, El reino interior. Premisas y semblanzas del modernismo en España. Madrid, Encuentro, 1985. Gullón, Ricardo et al., El simbolismo: Soñadores y visionarios. Madrid, Tablate Miquis, 1984. Gullón, Ricardo, Direcciones del Modernismo. Madrid, Alianza, 1990 Gutiérrez Girardot, Rafael, Modernismo. Barcelona, Montesinos, 1983. Hinterhäuser, Hans, Fin de siglo: figuras y mitos. Madrid, Taurus, 1980. Jiménez, Juan Ramón, El modernismo: notas de un curso (1953). Madrid, Aguilar, 1962. Litvak, Lily, España 1900. Modernismo, anarquismo y fin de siglo. Barcelona, Anthropos, 1990. Morales, Tomás, Poemas de la Gloria, del Amor y del Mar. Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo de Gran Canaria, 2008. Morales, Tomás, Las rosas de Hércules (edición de Oswaldo Guerra Sánchez). Madrid, Cátedra, 2011. Moralia: Revista de Estudios Modernistas. Las Palmas de Gran Canaria, Cabildo de Gran Canaria, nº 1-12, 2001-2014. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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El análisis de la violencia desde el registro arqueológico
VIOLENCIA Y CONFLICTIVIDAD EN LA EDAD DEL BRONCE DE LA MANCHA: SISTEMAS DEFENSIVOS, ARMAMENTO Y ANÁLISIS ANTROPOLÓGICOS Violence and Conflict in La Mancha Bronze Age: Defense Systems, Weapons and Anthropological Analysis Miguel Torres Mas Motilla del Azuer (Daimiel, Ciudad Real)
[email protected] Resumen: La Edad del Bronce en La Mancha (2200-1350 a.C.) representa una etapa con personalidad y entidad cultural propia, configurada con una tipología heterogénea de asentamientos y una cultura material singular y particular. En este sentido, el registro arqueológico ha permitido documentar una serie de hallazgos que señalan la existencia de unas relaciones conflictivas entre los grupos humanos de este período. Estructuras defensivas monumentales, torres, bastiones, puertas en recodo, conjuntos armamentísticos, lesiones traumáticas, etc., constituyen evidencias sobre el desarrollo de una violencia organizada entre individuos, en el que la utilización de estos elementos también nos traslada hacia un contenido de diferenciación social, convirtiéndose en símbolos de prestigio y estatus dentro de la comunidad. Por tanto, este texto trata de presentar diferentes datos y conclusiones que las investigaciones arqueológicas emprendidas han revelado sobre este contexto. Estos estudios posibilitan una aproximación para caracterizar las relaciones interpersonales y sociales que se formalizaron entre aquellos grupos establecidos en este territorio durante el II milenio a.n.e., dentro de las cuales las disputas y hostilidades estuvieron presentes de manera significativa. Palabras clave: Edad del Bronce, motillas, murallas concéntricas, sistemas defensivos, panoplia, lesiones traumáticas.
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Abstract: The Bronze Age in La Mancha (2200-1350 b.C.) represents a stage with its own personality and cultural entity. It´s set with a heterogeneous typology of settlements and a singular and particularly material culture. In this sense, the archaeological register has documented a series of findings that show the existence of conflicting relationships between human groups in this period. Monumental defensive structures, towers, bastions, doors in bed, weapon sets, traumatic injuries, etc., are evidence of the development of organized violence between individuals, in which the use of these elements also takes us to a content of social differentiation, becoming in symbols of prestige and status into the community. Then, this text tries to present different information and conclusions that archaeological investigations have exposed about this context. These studies allow an approach to characterize interpersonal and social relations were formalized between these groups established in this territory during the second millennium before Christ, and where the disputes and hostilities were present in some way. Keywords: Bronze Age, Motillas, Concentric Walls, Defensive Systems, Panoply, Traumatic Lesions.
1. La Edad del Bronce en la mancha La Edad del Bronce en el territorio de La Mancha constituye un período de específica plenitud, de tal manera que llegó a representar una época con personalidad y entidad cultural propia1. El inicio de esta fase cronocultural representó cambios significativos en diversos campos, como avances tecnológicos, constructivos, productivos, así como en la organización social de los seres humanos aquí asentados. Entre ellos podemos destacar la articulación de un proceso de transformación de los modelos de ocupación espacial desarrollados durante el III milenio a.C., a pesar de constatar en algunos casos la perduración de núcleos vigentes con anterioridad. En este sentido, el patrón de poblamiento establecido permite señalar la configuración de una distribución estructurada 1 El territorio aquí definido como La Mancha se encuentra dentro del sistema de la Submeseta meridional de la Península Ibérica, en la actual Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha. Desde el punto de vista geológico este ámbito espacial es denominado “Corredor Terciario de la Llanura Manchega”, que constituye una planicie de aproximadamente 240 km. por 50 km., con dirección E-O. Presenta una cierta homogeneidad en sus características, representadas en un relieve topográficamente muy suave, con unas cotas que oscilan entre los 600 m.s.n.m. en el borde SO y unos 740 m.s.n.m. en el límite E. 570
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y planificada. Bajo esta premisa cada enclave antrópico se distribuiría en relación a una funcionalidad y orientación concreta dentro de parámetros globales definidos2. En esta proyección territorial estos grupos humanos debieron adaptarse a las características fisiográficas existentes en el medio natural, a las posibilidades económicas y productivas que ofrecía, así como a un conjunto de concepciones particulares y concretas que sobre éste desarrollaron estas sociedades. Si tenemos en cuenta que la manera de asentarse una comunidad dentro de un espacio territorial concreto implica la distribución de sus necesidades económicas, sociales, y políticas en un orden coherente, para el caso del ámbito manchego en el II milenio a.n.e. configuró un poblamiento específico. Así, es posible reconocer en los establecimientos de este período una relación más directa con el aprovechamiento sistemático e intensivo de su entorno natural, de tal modo, que necesitó la planificación de nuevas estrategias de ocupación, desarrollando de forma precisa una articulación territorial en la que primaba un efectivo abastecimiento, control, y explotación, de todos aquellos recursos materiales y simbólicos que eran necesarios y fundamentales para los mismos, al menos dentro de sus esquema vitales definidos. Esta distribución estaría directamente relacionada con la elección de emplazamientos donde estaba asegurado el acceso a tierras cultivables3, la disponibilidad de agua u otros recursos económicos, como por ejemplo la sal, un sentido estratégico de carácter defensivo, incluso participando de esquemas simbólicos en clave social4. Es decir, se asentaron en aquellos puntos que permitieron a estas sociedades humanas comprometerse en ocupaciones a largo plazo y amortizar el esfuerzo de construir fortificaciones complejas y monumentales.
2 No obstante, para este período cronocultural podemos señalar una cierta homogeneidad dentro de este territorio, al menos con respecto al modelo de ocupación espacial y a la cultura material establecida. 3 FERNÁNDEZ-POSSE, Mª. D.; MARTÍN MORALES, C. “La Edad del Bronce”. En Pereira, J. (coord.), Prehistoria y Protohistoria de la Meseta Sur (Castilla-La Mancha), Toledo, Biblioteca Añil, 2006, p. 111. 4 FERNÁNDEZ-POSSE, Mª. D.; MARTÍN MORALES, C. “La Edad del Bronce…” p. 112. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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En suma, los grupos poblacionales asentados combinaron diferentes modelos y estrategias de explotación territorial, manifestados en la creación de una serie de asentamientos particulares, definidos bajo las categorías de motillas, poblados en altura, morras, poblados de hoyos o cuevas5. Asimismo, la dimensión material de estos yacimientos formalizó las primeras manifestaciones arquitectónicas monumentales, que significó el desarrollo de grandes y complejos sistemas defensivos. En conclusión, a finales del III milenio se atestigua la formalización de las primeras y más antiguas fortificaciones de carácter complejo dentro de este ámbito territorial, y que, como se planteará en este texto, tuvo una relación directa con el desarrollo de relaciones en las que la conflictividad y la violencia se encontraban presentes. Esta evidencia ha quedado documentada a través de significativas obras de carácter defensivo, potentes recintos amurallados, y una representativa producción de instrumental bélico. Por tanto, dentro de esta realidad material se puede deducir una preocupación por las confrontaciones entre grupos humanos, en el que la garantía de seguridad personal y el control de recursos básicos fueron prioritarios y necesarios. 2. Los sistemas defensivos Bronce de la mancha
en los asentamientos de la
Edad
del
Como se ha señalado anteriormente, durante este horizonte cronocultural se distribuyeron una serie de establecimientos particulares con características y funcionalidades precisas, dentro de un contexto relativamente homogéneo para este ámbito territorial En ellos es posible reconocer diferentes estrategias y construcciones relacionadas con el desarrollo de una auténtica arquitectura de sentido militar, que permitiera tanto la protección física de los habitantes del núcleo poblacional, como de una serie de espacios de contenido económico e ideológico que satisficieran las necesidades básicas de estas sociedades.
5 NIETO GALLO, G.; SÁNCHEZ MESEGUER, J. L. “Bases para la sistematización del estudio de La Edad del Bronce en La Mancha”. En Actas del I Congreso de Historia de CastillaLa Mancha, II, Toledo, Servicio de Publicaciones de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 1988, pp. 221-227. 572
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A continuación, se describirá de forma pormenorizada diferentes tipologías de enclaves documentados, así como un conjunto de estructuras defensivas asociados a los mismos, localizadas para el territorio de La Mancha durante finales del III milenio y buena parte del II milenio a.n.e. Para un correcto análisis de las mismas, estas se han dividido en virtud de su localización, diferenciando aquellos asentamientos que se sitúan en altura de los documentados en llanura6. 2.1 Fortificaciones en altura: morras, poblados en altura y cuevas Bajo el topónimo de morra se define una serie de poblados fortificados que aprovechan los bordes de farallones rocosos, espolones sobre cursos de agua, cerros o laderas de los mismos, es decir, lugares de cierta elevación7, que dominan los valles interiores y los pasos de comunicación8. Se encuentran representados de forma mayoritaria en el área perteneciente a La Mancha Oriental, dentro de la actual provincia de Albacete, aunque también se documentan en ámbitos más occidentales9. El sistema constructivo de estas morras estaba configurado por un recinto central fortificado a través de una serie de muros concéntricos, que al abandonarse presentan forma de montículo cónico que se añadía a la morfología natural del terreno. Además, la posición topográfica relevante que adquirían, al menos dentro de su entorno geográfico más próximo, les permitía ejercer un control visual evidente, participando de un conjunto defensivo integral diseñado con relativa cierta complejidad. Una concepción poliorcética similar presentan los reconocidos como poblados en altura, castellones o castillejos. Se corresponden con un grupo de núcleos asentados en elevaciones representativas del terreno, dentro de puntos topográficamente dominantes. Generalmente se sitúan en zonas de difícil acceso, y podían encontrarse fortificados, aunque no es un patrón común en todos estos enclaves. 6 Esta clasificación obedece a criterios de afinidad geomorfológica, aunque los yacimientos de estas tipologías presentan realidades materiales muy similares. 7 FERNÁNDEZ-POSSE, Mª. D.; MARTÍN MORALES, C. “La Edad del…” p. 110. 8 NIETO GALLO, G.; SÁNCHEZ MESEGUER, J. L. “Bases para la…” p. 223. 9 PIÑA ABELLÁN, J. J. Aproximación al poblamiento de la Meseta Sur en el II Milenio a.C. Poblados y fortificaciones en el valle medio del río Jabalón. Trabajo Final de Máster, Universidad de Castilla-La Mancha, 2013. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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De forma precisa se localizan preferentemente en las sierras que bordean la penillanura manchega y en las pequeñas estribaciones que la cruzan. Concretamente podemos distinguir tres extensas zonas dentro de este ámbito donde el poblamiento en castillejos es notable: los Montes de Toledo al norte y noroeste, las estribaciones del Campo de San Juan al noreste, y la cuenca del río Jabalón al sur10. Esta ubicación relevante permitía un amplio control visual del entorno, dominando el espacio geográfico circundante, con un amplio margen referido para el caso de la Llanura Manchega. Además, estos castillejos están ubicados en áreas que permiten a sus ocupantes obtener un amplio dominio visual de diferentes vías o accesos naturales que recorren su territorio, así como los pasos que dan acceso hacia los valles interiores. De igual forma, aprovecharon la explotación directa de aquellos recursos naturales que ofrecía el espacio circundante, como pastos, áreas para la práctica agrícola o recursos cinegéticos o de otra índole. Por tanto, es posible reconocer un alto interés en ocupar estos espacios por su sentido geoestratégico evidente. Desde un punto de vista defensivo, la estratégica localización de estos yacimientos, cuyas características orográficas los hacían fácilmente defendibles, se complementó con la introducción de complejos sistemas de fortificación, como murallas, torres o bastiones. De igual forma construyeron plataformas y bancales para disponer de una mayor superficie dentro de su perímetro. No obstante, buena parte de estos asentamientos aprovecharon su propio emplazamiento como referencia fundamental, ya que adaptaron sus estructuras murarias a los afloramientos rocosos presentes11. Un gran número de estos poblados presentan dispositivos elaborados con mampostería de mediano y gran tamaño sin desbastar, dispuestos a piedra seca, sin aparente trabazón12, aunque no en todos ellos ha sido 10 TORRES MAS, M. “La Edad del Bronce y las primeras construcciones complejas en el entorno de Villarrubia de los Ojos (Ciudad Real)”. Desde el Arbol Gordo, 12, 2013, p. 47. 11 Para el caso de La Mancha Occidental, en la provincia de Ciudad Real, se atestigua el aprovechamiento de las propias afloraciones cuarcíticas naturales para configurar su sistema defensivo, como es posible identificar en algunos yacimientos como Castellón Viejo I, Castellón Viejo II, Cerrajón de Fuente el Fresno (Villarrubia de los Ojos) o Peñas Negras, Sierra del Perro I y Sierra del Perro II (Fuente el Fresno). 12 No obstante, también hay que tener presente la acción de procesos erosivos sobre estas estructuras, en especial la acción eólica, y que haya incidido sobre estas estructuras, eliminando el posible trabazón existente. De igual forma, hay que tener presente el carácter 574
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posible identificar su existencia. No obstante, en el yacimiento del Cerro de la Encantada (Granátula de Calatrava, Ciudad Real)13, el sistema defensivo emplea piedras de diferentes tamaños con argamasa de barro y pizarra arcillosa degradada, que llegaron a reforzarse mediante la construcción de líneas de muralla realizadas con zócalo de mampostería y paramentos de sillarejo y tapial. Se trata de una ordenación defensiva que fue organizándose de forma más compleja conforme se alcanzan las fechas de mayor esplendor del asentamiento14. Estas estructuras fortificadas de significativa complejidad también pueden ser reconocidas en otros asentamientos de esta etapa como el Cerro del Cuchillo (Almansa, Albacete), aunque corresponda con un ámbito de transición entre la Meseta y el Levante15.
Fig. 1: Yacimiento Castellón Viejo II. Fuente: M. Torres Mas
Por tanto, es posible señalar el desarrollo de unos establecimientos estratégicos, resultado de un preciso y maduro sentido de la ocupación y explotación del territorio; en cuyo interior también se desarrolló la explotación directa de recursos y bienes que ofrecía el espacio circundante, parcial de estos datos, debido a la ausencia de investigaciones exhaustivas al respecto. 13 De todos los asentamientos en altura identificados en la Submeseta Sur el Cerro de la Encantada es el único que ha sido objeto de excavaciones con un carácter más sistemático, por lo que ha permitido conocer un gran número de datos al respecto. En 1975 comenzaron los trabajos e investigaciones localizando gran variedad de estructuras correspondientes a almacenes, viviendas, edificios de culto y fortificaciones. 14 SÁNCHEZ MESEGUER, J. L.; GALÁN, C. “El Cerro de la Encantada”. En García, R. y Morales, J. (coord.). La Península Ibérica en el II mil. a.C.: poblados y fortificaciones. Cuenca, Servicio de Publicaciones Universidad de Castilla-La Mancha, 2004, p. 166. 15 HERNÁNDEZ PÉREZ, M. S.; SIMÓN GARCÍA, J. L. “La Edad del Bronce en el corredor de Almansa (Albacete). Bases para su estudio”. En La Edad del Bronce en Castilla-La Mancha. Toledo, Diputación Provincial de Toledo, 1994, p. 201. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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sobre todo de carácter agrícola y ganadero. Asimismo, estos establecimientos se encontraban cercanos a manantiales naturales o fuentes, de tal forma que les permitiera tener asegurado el abastecimiento de agua de una forma relativamente accesible16. También se puede identificar en estos enclaves la existencia de algunas estructuras que pudieron funcionar como aljibes o pozos, como se ha podido documentar en el enclave de Castellón Viejo I (Fuente el Fresno, Ciudad Real)17. Los yacimientos en cueva documentados para el II milenio a.n.e. en La Mancha representan un número menor y más desconocido, al menos en consideración con otras tipologías definidas para este ámbito. En este sentido, el único enclave de estas características que presenta el desarrollo de intervenciones es el Castillejo del Bonete (Terrinches, Ciudad Real), aunque hay que situarlo en los difusos límites del área meridional manchega, y en el que ha sido identificado como un yacimiento en cueva subterránea fortificada, sobre la cual se documentaron en superficie potentes defensas, inhumaciones, un largo corredor y espacios de hábitat datado en la Edad del Bronce18. Esta cueva fue fortificada por un sistema defensivo compuesto por dos líneas de muralla y una torre central de planta circular, cuyos muros conservan una anchura de 120 centímetros. 2.2 Estructuras defensivas en llano: motillas Los asentamientos definidos dentro de la tipología denominada “motillas” constituyen los núcleos más singulares dentro del horizonte cultural de la Edad del Bronce en el territorio de La Mancha. Desde el punto de vista morfológico representan un conjunto de montículos cónicos artificiales que se elevan sobre zonas eminentemente llanas. De igual modo, presentan una serie de características en su interior que las particularizan dentro de la Prehistoria Reciente Universal. A este respecto, definen enclaves fortificados de aspecto monumental, 16 NÁJERA COLINO, T. La Edad del Bronce en La Mancha Occidental. Tesis doctorales de la Universidad de Granada, vol. 458, 1984, p. 19. 17 TORRES MAS, M. La Motilla del Azuer y su contexto territorial. Análisis del poblamiento en la Edad del Bronce de La Mancha. Trabajo Final de Máster. Universidad de Castilla-La Mancha, 2014, p. 81. 18 BENÍTEZ DE LUGO ENRICH, L. Las motillas y el Bronce de La Mancha. Valdepeñas, Anthropos, 2010, p. 30. 576
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integrados por murallas concéntricas, generalmente en torno a una torre central, que protegían una serie de recintos donde se instalarían unidades domésticas, zonas de trabajo y almacenaje. En ocasiones hay áreas de poblado que ocupan los espacios extramuros, como es el caso de la Motilla del Azuer (Daimiel, Ciudad Real). Por tanto, es el único modelo estructurado de llanura con fortificación de planta central que existe en la Península Ibérica durante este período19. Dentro de todas las motillas localizadas, cifra que actualmente se sitúa en 32, la Motilla del Azuer constituye la más representativa de todas ellas. Se trata del yacimiento de estas características con mayor número de investigaciones y que, por tanto, ha podido ofrecer una información representativa para aproximarnos al conocimiento de estas sociedades20. Estos estudios han permitido describir la existencia de un recinto interior protegido por una serie de líneas murarias concéntricas, erigidas con mampostería de piedras calizas de pequeño y mediano tamaño. Además, el acceso a este entramado defensivo se realizaba a través de pasillos exteriores paralelos a la muralla, en los que destaca la puerta noroccidental del conjunto, que con una forma “acodada” en su acceso, representa una auténtica solución poliorcética empleada por los habitantes de esta población. El núcleo central quedaba articulado por una torre de mampostería de planta cuadrangular, con una fábrica similar a los muros. A ella se accedía mediante rampas embutidas en pasillos, con puertas internas que comunicarían con otras áreas de la fortificación. Se trata de la construcción que alcanza una altura mayor, llegando a los 10 m. sobre cota de superficie. El objetivo de este entramado defensivo era la protección de una serie de espacios donde se gestionaban y controlaban las actividades económicas del poblado. Entre los recursos preservados destaca la presencia de una serie de silos en el ámbito occidental del perímetro amurallado. Fueron aprovechados para el almacenaje, concretamente importantes cantidades de cereales, con una capacidad en torno a los 6/7 m³, así como leguminosas. Áreas intermedias también eran aprovechadas para depositar este grano en 19 NÁJERA COLINO, T.; MOLINA GONZÁLEZ, F. “Las motillas: un modelo de asentamiento con fortificación central en la Llanura de La Mancha”. En García. R. y Morales, J. (coords.) La Península Ibérica en el II milenio a.C.: poblados y fortificaciones. Cuenca, Servicio de Publicaciones Universidad de Castilla-La Mancha, 2004, p. 197. 20 Desde el año 1974, y en varias fases, se han desarrollado intervenciones arqueológicas de metodología heterogénea en su interior. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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vasijas de cerámica o capachos de esparto21. Entre la muralla intermedia y la exterior, destaca la presencia de una serie de hornos de planta circular o rectangular, construidos con zócalos de mampostería y cubierta abovedadas de barro, que conservan en la actualidad sucesivos revocos y enlucidos. Otras salas eran utilizadas como zonas de estabulación puntual del ganado. No obstante, la readaptación de espacios fue muy dinámica durante toda su ocupación, con modificaciones funcionales de todos las áreas definidas, en ocasiones asociados a episodios de fuertes incendios y niveles de derrumbe22. Dentro de este recinto destaca por su complejidad constructiva el gran patio trapezoidal que se sitúa al Este de la fortificación. En su interior se ha documentado una estructura hidráulica que abastecería las necesidades de agua del asentamiento. Esta edificación se realizó en forma de embudo, a través de sucesivas plataformas y paramentos de mampostería que van reduciendo progresivamente su superficie hasta llegar a un pozo de forma circular, facilitando de esta manera su aproximación al nivel freático. Los habitantes de la motilla llegaron a excavar a una profundidad de más de 21 m. desde la cota superior del yacimiento, perforando no sólo la base de terraza y niveles de grava sobre la que se construyó el asentamiento, sino incluso llegando a horadar en bancos de roca caliza hasta alcanzar el nivel del agua subterránea23.
Fig. 2: Estructura hidráulica en Motilla del Azuer. Fuente: Dpto. Comunicación Ayto. Daimiel 21 NÁJERA COLINO, T.; MOLINA GONZÁLEZ, F. “La Edad del Bronce en La Mancha: problemática y perspectivas de la investigación”. En Hernández, L. y Hernández, M. (eds.). La Edad del Bronce en tierras levantinas y zonas limítrofes. Alicante, Ayuntamiento de Villena, 2004, p. 536. 22 FERNÁNDEZ MARTÍN. S. Los complejos cerámicos del yacimiento arqueológico de La Motilla del Azuer (Daimiel, Ciudad Real). Tesis doctorales Universidad de Granada, 2010, p. 20. 23 NÁJERA COLINO, T.; MOLINA GONZÁLEZ, F. “Las motillas: …” p. 187. 578
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Finalmente, la línea de muralla más externa cierra con su trazado concéntrico el recinto interior fortificado. Se encuentra fechada hacia el 16001400 a.C., situándola en las fechas finales de la ocupación, perteneciente al horizonte cronocultural del Bronce Tardío24. Compositivamente constituye un potente muro de carácter ciclópeo con grandes bloques de piedras calizas desbastadas, que contrasta con el sistema constructivo empleado en el resto de la edificación. En suma, las actuaciones de carácter arqueológico, como las desarrolladas especialmente en la Motilla del Azuer, han permitido caracterizar estas motillas como centros con una importante gestión y control de las actividades económicas del asentamiento, desarrollando una función de explotación de territorios donde estaba asegurado el acceso a recursos productivos básicos para estas sociedades25. De forma concreta, todas ellas se encuentran situadas en zonas fluviales, vinculadas a superficies potencialmente aptas para un aprovechamiento agropecuario de carácter intensivo, así como al abastecimiento de agua subterránea a través de la cercanía del nivel freático.
Fig. 3: Recinto fortificado de la Motilla del Azuer desde el Este. Fuente: M. Torres Mas
24 NÁJERA COLINO, T.; MOLINA GONZÁLEZ, F. “La Edad…” p. 537. 25 TORRES MAS, M. La Motilla… p. 44. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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En este sentido, para la defensa y control de estos recursos fue necesaria la articulación de una serie de estructuras defensivas potentes que permitieran proteger estos bienes de forma idónea y eficaz, razón por la cual erigieron la arquitectura monumental que es visible en la actualidad. Hay que tener en cuenta, que al situarse en áreas llanas, y no emplazarse sobre ningún punto orográfico relevante, se vieron en la necesidad de construir una fortificación con la suficiente entidad y altura que permitiera un control visual sobre el entorno, a la vez que permitiera superar las edificaciones del poblado. Esta situación originó la necesidad de sobreelevar repetidamente las estructuras defensivas, primando el desarrollo vertical de estas construcciones, evidencia que es posible reconocer en el registro arqueológico actual. En muchos casos aprovecharon incluso la propia caída y desplome de las murallas existentes como base o cimentación de las nuevas edificaciones, produciéndose un recrecimiento de la altura final de la construcción26, dando lugar a los tells notables que actualmente se pueden reconocer dentro de la tipología de motillas. 3. El armamento de la Edad del Bronce en la mancha En líneas generales, la Edad del Bronce significó un cambio con respecto los conjuntos armamentísticos vigentes en las sociedades humanas. Estas modificaciones se experimentaron debido a los avances tecnológicos introducidos en armas ya existentes; pero también con la introducción de nuevos modelos destinados a esta actividad. En este sentido, se puede evidenciar un cambio efectivo en el propio uso de estos útiles, puesto que en este momento aparecen unas tipologías que manifiestan un sentido diferente a las presentes con anterioridad. Frente a fases pretéritas, en las que las armas desarrolladas correspondían con herramientas destinadas conceptualmente a otras actividades, como económicas o cinegéticas, y aunque algunas de ellas continuaron vigentes durante este milenio, a partir de este período aparece un conjunto de modelos que van a ser fabricados principalmente para 26 Esta inestabilidad existente en las construcciones del asentamiento se debe a los problemas estructurales asociados a la cimentación sobre un nivel de arcillas sobre el que se sitúa este enclave, así como las técnicas constructivas empleadas en el yacimiento, con un comportamiento muy dinámico de estos sistemas. 580
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ejercer la violencia sobre otros individuos. Es decir, se puede hablar del empleo de determinados objetos cuya razón puede relacionar directamente al enfrentamiento entre seres humanos. Además, hay que tener en consideración el ascenso del valor ideológico que adquiriría la función del “guerrero” dentro de las sociedades del II milenio a.n.e. Esta realidad queda reflejada materialmente en la aparición de un mayor número de armas en los ajuares funerarios, y que estaría asociada a la obtención de símbolos de prestigio por el propio difunto. También hay que señalar que este auge manifestado en el registro arqueológico no implica la existencia de conflictos abiertos permanentes, ni tampoco la organización de operaciones bélicas a gran escala, como así parece entreverse en otros territorios contemporáneos27. Es decir, estos conjuntos no sólo encarnarían un valor exclusivamente por su aprovechamiento directo, si no también ligado a una determinada representatividad por la ostentación de un estatus dentro de la comunidad. En todo caso, la localización en el registro arqueológico de estos catálogos armamentísticos, tanto si fueron usados a tal fin como si no, en buena parte de los establecimientos de esta etapa constituyen indicios sobre la formalización de conflictos de carácter bélico en este período28. Así, el incremento en la utilización de estos instrumentos durante esta fase de la Prehistoria, con mayor o menor medida en una escala universal, también es posible atestiguarlo dentro el área de la Meseta Sur peninsular29. Es el caso de la producción metalúrgica, que a pesar de no ser muy significativa tanto en número como en representatividad, con un predominio absoluto de la producción en cobre, la mayor parte de los objetos metálicos estuvieron relacionados con una finalidad bélica, en el que el valor como símbolo de estatus estaría muy considerado por su portador30.
27 GRACIA ALONSO, F. Roma, Cartago, Íberos y Celtíberos. Las grandes guerras de la Península Ibérica. Barcelona, Ariel, 2003, pp. 164-165. 28 CÁMARA SERRANO, J. A.; MOLINA GONZÁLEZ, F. “Indicadores de conflicto bélico en la Prehistoria Reciente del cuadrante sudeste de la Península Ibérica: el caso del calcolítico”. Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada, 23, 2013, p. 101. 29 TORRES MAS, M. La Motilla… p. 50; PIÑA ABELLÁN, J. J. Aproximación al poblamiento… p. 55. 30 FERNÁNDEZ-POSSE, Mª. D.; MARTÍN MORALES, C. “La Edad…” p. 120. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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De forma concreta, entre los elementos documentados en los yacimientos se documentan hachas, puñales de sección triangular con doble perforación y nervio central, punzones, sierras, puntas de flecha tipo palmela o de pedúnculos y aletas31. Otros objetos de metal como anillas y brazaletes, en cambio, representarían funciones de adorno32, en relación con distintos roles sociales existentes.
Fig. 4: Puñales y punzón del yacimiento Motilla del Azuer. Fuente: Museo Comarcal de Daimiel
Asimismo, todavía continúa siendo importante la fabricación de útiles en hueso, aunque en porcentajes menos significativos con respecto a horizontes anteriores. En industria ósea se localizan artefactos como puntas de flecha, punzones, o brazales, relacionados directamente con la panoplia. Por otra parte, en industria lítica, tampoco muy abundante en sus cantidades, encontramos instrumentales como puntas de flecha o hachas pulimentadas, en diversos materiales como cuarcita, sílex u obsidiana principalmente. Un elemento más de carácter excepcional es la presencia de marfil en algunos enclaves del II milenio a.n.e. en La Mancha. En el caso de la Morra del Quintanar se encontró un brazal de arquero con los remaches de plata, así como un brazalete de marfil pintado33. Estos objetos representarían un gran prestigio para aquel individuo que los ostentara. 31 PIÑA ABELLÁN, J. J. Aproximación al poblamiento… p. 59. 32 NÁJERA COLINO, T. La Edad del Bronce… p. 16. 33 FERNÁNDEZ-POSSE, Mª. D.; MARTÍN MORALES, C. “La Edad….” p. 122. 582
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4. El registro de la violencia en los análisis antropológicos Desde que el ser humano ha recurrido al uso de la violencia, esta ha tenido manifestación en el propio cuerpo anatómico, a través del descubrimiento de lesiones óseas o fracturas en los vestigios localizados. Los avances experimentados por los estudios antropológicos en los últimos años han permitido obtener gran información sobre síntomas, traumas o enfermedades padecidos por los seres humanos en épocas pretéritas34, permitiendo reconstruir el proceso de historia de la vida de este individuo. En este sentido el análisis de los traumas resulta importante para reconstruir acontecimientos violentos, e incluso qué instrumentos, tanto en su tipología como en su tamaño, forma o construcción, fueron utilizados en ese suceso35. Para el caso de la Edad del Bronce en La Mancha los datos aportados por estas investigaciones son limitados y concisos. Apenas contamos con la información antropológica de algunos yacimientos, y no completa de todos, como la Encantada36, la Motilla del Retamar37 o Castillejo del Bonete38, en el ámbito occidental manchego, o el Cerro del Cuchillo, la morra del Quintanar y El Acequión en la provincia de Albacete39. No obstante, dentro de todos estos establecimientos destacan los estudios realizados sobre los enterramientos excavados en la Motilla del Azuer. Los análisis antropológicos de la Motilla del Azuer han proporcionado interesantes datos sobre las paleopatologías de la población, así como diferentes traumatismos detectados. Las causas de este tipo de fracturas pueden ser accidentales, pero también podrían reflejar manifestaciones de violencia interpersonal40. En este sentido son frecuentes los traumatismos en los varones, que bien pudieron deberse a accidentes puntuales, aunque 34 CAMPILLO VALERO, D. Introducción a la paleopatología. Barcelona, Bellaterra, 2001. 35 KIMMERLE, E. H.; BARAYBAR, J. P. Skeletal trauma: identification of injuries resulting from human rights and armed conflict. CRC Press, 2008. 36 SÁNCHEZ MESEGUER, J. L.; GALÁN, C. “El Cerro de…”. 37 LENGUAZCO GONZÁLEZ, R. Estudio de materiales y análisis de su relación con los contextos excavados en la Motilla del Retamar (Argamasilla de Alba, Ciudad Real). ARQUEOYMAS, Monografía nº 3, 2012. 38 BENÍTEZ DE LUGO ENRICH, L. “Las motillas…”. 39 FERNÁNDEZ-POSSE, Mª. D.; MARTÍN MORALES, C. “La Edad…”. 40 No obstante, hay que tener presente la dificultad para establecer patrones de actividad de una población a partir de los restos esqueléticos localizados. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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de igual forma podrían reflejar reiteradas manifestaciones de violencia interpersonal. No obstante, como se ha señalado, todas las lesiones pueden explicarse por mecanismos accidentales, y en ningún caso la violencia figura como la única etiología posible41. De igual forma, la ausencia de traumatismos en los niños y en las mujeres del yacimiento pondría de manifiesto que estos dos grupos de población estuvieron normalmente lejos de la práctica de actividades violentas o con riesgo no intencional. Por otro lado, en buena parte de estos asentamientos el emplazamiento de la necrópolis coincide con el área del asentamiento, adecuándose la distribución de las sepulturas a las áreas de viviendas y espacios abiertos del poblado, dentro de un patrón frecuente durante la Edad del Bronce en amplios territorios de la Península Ibérica42. Con respecto a los ajuares funerarios documentados en estos enclaves, en líneas generales los elementos suelen ser muy escasos en número y modestos en representatividad. No obstante, la localización de armas entre estos ajuares se constata en enclaves como la Morra del Quintanar, con un brazal de arquero de remaches de plata y otro de marfil pintado43. En la Motilla del Azuer, por su parte, resulta significativo el hallazgo de varios enterramientos asociados a puñales de remache o de cobre arsenicado44. Pero especialmente resaltan los conjuntos localizados en el Cerro de La Encantada, con varios enterramientos asociados a estos útiles, entre los que destaca la tumba número 58, en cuyo interior aparecieron los restos de un varón con un puñal de tres remaches de grandes dimensiones, así como un brazal de arquero de esquisto, con la particularidad de encontrarse colocado en su posición en el antebrazo izquierdo45. 41 JIMÉNEZ BROBEIL, S. A.; AL-OUMAOUI, I.; NÁJERA COLINO, T.; MOLINA GONZÁLEZ, F. “Salud y enfermedad en La Motilla del Azuer; una población de la Edad del Bronce en La Mancha”. Revista Española de Antropología Física, 28, 2008, p. 59. 42 NÁJERA COLINO, T; JIMÉNEZ-BROBEIL, S.A.; MOLINA GONZÁLEZ, F.; DELGADO, A.; LAFFRANCHI, Z. “La aplicación de los métodos de la antropología física a un yacimiento arqueológico: la Motilla del Azuer”. Cuadernos de Prehistoria de la Universidad de Granada, 22, 2012, p. 156. 43 FERNÁNDEZ-POSSE, Mª. D.; MARTÍN MORALES, C. “La Edad….” p. 122. 44 JIMÉNEZ BROBEIL, S. A.; AL-OUMAOUI, I.; NÁJERA COLINO, T.; MOLINA GONZÁLEZ, F. “Salud y enfermedad…” p. 60. 45 SÁNCHEZ MESEGUER, J. L.; GALÁN, C. “El Cerro de…” p. 133. 584
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Fig. 5: Detalle de inhumación en Motilla del Azuer. Fuente: Dpto. Comunicación Ayto. Daimiel
De todos modos, el ritual empleado es el de la inhumación individual, en la que el cadáver aparece flexionado, dentro de fosas simples o revestidas por muretes de mampostería o pequeñas lajas hincadas, que a veces se adosan a los muros de las viviendas o a los paramentos exteriores de las fortificaciones. Asimismo es frecuente encontrar enterramientos infantiles en el interior de vasijas de cerámica. 5. Conclusiones A pesar de tener presente el debate establecido sobre el carácter “pacífico” o “violento” que presentaban las sociedades humanas del pasado46, el registro arqueológico ha permitido definir ejemplos particulares sobre el uso de la violencia ya en épocas pretéritas, concretamente entre aquellos grupos que se asentaron en La Mancha durante el II milenio a.n.e. El hallazgo de sistemas defensivos complejos en diferentes asentamientos, así como otras manifestaciones, como el valor y simbolismo que adquiere el armamento, o las posibles interpretaciones que se pueden configurar sobre los restos óseos localizados, nos informan de la formalización de una violencia organizada durante este período. El uso de armas como símbolo de prestigio en los ajuares funerarios también es representativo 46 CÁMARA SERRANO, J. A.; MOLINA GONZÁLEZ, F., “Indicadores de…” p. 100; ARMIT. I; KNÜSEL, C., ROBB, J. Y SCHULTING, R., “Warfare and Violence in Prehistoric Europe: and Introduction”. Journal of Conflict Archaeology 2:1, pp. 1-11. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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del estatus que adquirirían aquellos individuos dedicados al ejercicio de esta práctica. Un plano simbólico estaría también presente en buena parte de las estructuras defensivas documentadas, cuya monumentalidad resulta indicadora de la proyección material e ideológica que representaría para estos grupos humanos. Por tanto, las capacidades técnicas, sociales, e ideológicas adquiridas por estas sociedades, en la que las hostilidades armadas eran relativamente frecuentes, significó la articulación de un horizonte cultural específico y singular dentro de la Prehistoria Reciente Universal, como es posible reconocer en la actualidad en la monumentalidad de sus yacimientos y en la cultura material desarrollada. Bibliografía Armit, Ian; Knüsel, Christopher; Robb, John; Schulting, Rick, “Warfare and Violence in Prehistoric Europe: and Introduction”, Journal of Conflict Archaeology 2(1), pp. 1-11. Benítez de Lugo Enrich, Luis, Las motillas y el Bronce de La Mancha. Valdepeñas, Anthropos, 2010. Cámara Serrano, Juan Antonio; Molina González, Fernando, “Indicadores de conflicto bélicos en la Prehistoria Reciente del cuadrante sudeste de la Península Ibérica: el caso del calcolítico”, Cuadernos de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada, 23, 2013, pp. 99-132. Campillo Valero, Domingo, Introducción a la paleopatología. Barcelona, Bellatera, 2001 Fernández Martín, Sergio, Los complejos cerámicos del yacimiento arqueológico de La Motilla del Azuer (Daimiel, Ciudad Real). Tesis doctorales Universidad de Granada, 2010. Fernández-Posse, María Dolores; Martín Morales, Carmen, “La Edad del Bronce”. En Pereira, Juan (coord.), Prehistoria y Protohistoria de la Meseta Sur (Castilla-La Mancha). Toledo, Biblioteca Añil, 2006, pp. 105-124. Gracia Alonso, Francisco, Roma, Cartago, Íberos y Celtíberos. Las grandes guerras de la Península Ibérica. Barcelona, Ariel, 2003. 586
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LA MUERTE EN BATALLA EN EL IMPERIO ROMANO: EL LIMES RENANO DANUBIANO A TRAVÉS DE LA EPIGRAFÍA The Death in Battle in the Roman Empire: the Rhenish Danubian Limes Through the Epigraphy Roberto López Casado Universidad de Valladolid
[email protected] Resumen: El objetivo de este trabajo es el estudio de la muerte en batalla de los soldados romanos a través de la epigrafía en la zona de los ríos Rhin y Danubio. Estas fronteras, tan inestables a lo largo del Imperio romano, vieron caer a numerosos soldados de Roma, los cuales dejaron testimonio de este aciago destino por medio de la epigrafía, a través de la cual realizamos el análisis de los aspectos fundamentales que rodean al miles. Palabras clave: epigrafía, frontera, guerra, soldado, cenotafio. Abstract: The aim of this article is to analyse the death in battle of the Roman soldiers through the epigraphy in the border of Rhin and Danube. These frontiers have been so fragile to invaders, what it caused the death of numerous Roman soldiers, who kept some records of it through the epigraphy, our main source for this research. Keywords: Epigraphy, Border, War, Soldier, Cenotaph.
Roberto López Casado
1. Introducción1 “Dulce et decorum est pro patria mori”2.
Estos versos de Horacio dan cuenta del hecho prácticamente cotidiano al que se enfrentaban los legionarios romanos en los diferentes teatros de operaciones que Roma sostenía en zonas diversas de la actual Europa, norte de África y del Próximo Oriente. En cada guerra, en cada batalla no solo se colocaban en el tablero de juego el honor, el prestigio y la gloria de Roma, sino también el dominio político y/o económico de un determinado espacio geográfico, y los soldados debían responder con su vida si fuere necesario para salvaguardar la supremacía de su verdadera patria, el Imperio romano3, en virtud del sacramentum realizado en el momento de su incorporación a la legión4. La frontera establecida en los ríos Rhin y Danubio marcaba los confines septentrionales del Imperio romano en el continente europeo, exigiendo por ello una gran cantidad de tropas acuarteladas en esta zona para la defensa de las provincias que lo formaban: Germania, Noricum, Rhaetia, Pannonia, Moesia y Dacia. La presencia romana en el Rhin se retrotrae a Cayo Julio César y la conquista de las Galias. Por lo que respecta al Danubio, la llegada de las armas romanas no fue simultánea, sino que se ejecutó en varias fases durante el Principado de Augusto5. La última conquista en esta frontera fue la Dacia en dos guerras comandadas por el emperador Marco Ulpio Trajano6. 1 Becario FPI-UV adscrito al Área de Historia Antigua del Departamento de Historia Antigua y Medieval de la Universidad de Valladolid. 2 Hor. Carm. III, 2, 13. 3 PEREA YÉBENES, S. “Las ‘patrias’ del soldado romano en al Alto Imperio”. En Mangas, J. y Montero, S. (eds.), Ciudadanos y extranjeros en el mundo antiguo: segregación e integración, Madrid, Ediciones 2007, 2007, p. 154. 4 También llamado ius iurandium. En la Roma primitiva el sacramentum era entendido no solo como un compromiso guerrero, sino también religioso a la vez. Cuando el cristianismo se convierte en religión oficial del Imperio romano el juramento se realiza por Dios, Cristo, el Espíritu Santo y por el Emperador. Veg. Mil. II, 5; HARMAND, J. L’Armée et le soldat à Rome: de 107 à 50 avant notre ère. París, A.J. Picard et Cie, 1967, p. 299; WATSON, G. The Roman Soldier. Londres, Thames and Hudson, 1969, pp. 44-50; VENDRAND-VOYER, J. Normes civiques et métier militaire à Rome sous le Principat. Clermont-Ferrand, Adosa, 1983, pp. 41-42; LE BOHEC, Y. El ejército romano: instrumento para la conquista de un imperio. Barcelona, Ariel, 2004, p. 101; ANDRÉS HURTADO, G. Una aproximación a la religión del ejército romano imperial: Hispania. Logroño, Universidad de La Rioja, 2005, pp. 380-382. 5 GALLEGO FRANCO, H. Las estructuras sociales del Imperio romano: las provincias de Rhaetia, Noricum y Pannonia superior e inferior. Valladolid, Universidad de Valladolid 1998 , pp. 35-42. 6 ARDELEANU, I.; MUSAT, M. From Ancient Dacia to Modern Romania. Bucharest, Editura Stiintifica si Enciclopedica, 1985, pp. 44-52. 590
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Los límites del Imperio fueron fortificados a través del establecimiento de guarniciones tanto de legionarios como de auxiliares, además de pequeñas flotas7. Augusto distribuyó la mayor parte de sus legiones a lo largo de las provincias fronterizas para contener así las posibles invasiones de los pueblos germanos y de otros bárbaros8. No obstante, el ejército imperial resultaba escaso para la defensa de unas fronteras demasiado extensas9. El limes renano estaba custodiado por cinco legiones en época de Augusto, aumentadas a ocho por Tiberio. Sin embargo en el siglo II solo se constatan cuatro, a las que habría que sumar los contingentes de fuerzas auxiliares y la flota del Rhin10. Por otro lado, los territorios danubianos eran preservados por una fuerza mayor de hombres no solo por la amplitud del espacio que debían guardar, sino también por los enemigos que se hallaban en la margen izquierda del río: desde tribus y pueblos germanos hasta reinos estructurados como el de los dacios. Tiberio situará en esta zona quince legiones11, que junto con las unidades auxiliares y las flotas pannonica y moesica sumaban cerca de 200.000
7 Como la classis germanica, la moesica y la pannonica. WATSON, G. The Roman… p. 21; STARR, C. The Roman Imperial Navy: 31 B.C.- A.D. 324. Westport, Greenwood, 1975, pp. 129-152; REDDE, M. Mare Nostrum. Les infrastructures, le dispositif et l’histoire de la marine militaire sous l’empire romain, Roma, Ecole Française de Rome, 1986, pp. 290-306; LE BOHEC, Y. El ejército romano… pp. 234-238. 8 Suet. Iul, II, 49: De los efectivos militares, distribuyó las legiones y las tropas auxiliares por las provincias (…). WATSON, G. The Roman… p. 13; RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, J. Historia de las legiones romanas. Madrid, Almena, 2003, p. 26; LE BOHEC, Y. El ejército romano… p. 25. 9 LUTTWAK, E. N. The Grand Strategy of the Roman Empire: from the first century AC to the third. Baltimore, John Hopkins University Press, 1979, p. 13. 10 En total no llegarían a 50.000 hombres en el siglo II, estando acuarteladas en Germania Inferior las legiones I Minervia y XXX Ulpia, mientras que en Germania Superior se hallaban guarnecidas la VIII Augusta y la XXII Primigenia. GARCÍA MARTÍNEZ, Mª. R. Germania Romana: las estructuras sociales. Valladolid, Universidad de Valladolid, 1999, pp. 30-31, 61-63, 234-235; RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, J. Historia…; LE BOHEC, Y. El ejército romano… p. 234. 11 Rhaetia pasó de contar con dos legiones en época de Augusto a albergar unidades auxiliares bajo el gobierno de Tiberio. Con Marco Aurelio fijará su campamento la legio III Italica. En el Noricum sucedía algo similar, alojando fuerzas auxiliares hasta que el emperador filósofo estableció a la II Italica en este territorio. La partición de Pannonia en dos provincias, Superior e Inferior, por parte de Trajano dividió los efectivos militares, concentrándose mayor número en Pannonia Superior (la I Adiutrix, la X Gemina y la XIIII Gemina), mientras que en Pannonia Inferior solamente se acuartelaba la legio II Adiutrix. En Moesia acampaban un total de cinco legiones, dos en Moesia Superior (VII Claudia y IIII Flavia) y tres en Moesia Inferior (I Italica, V Macedonica y XI Claudia). Por último, en la provincia de Dacia, después de la conquista, solamente permaneció la legión XIII Gemina. GALLEGO FRANCO, H. Las estructuras sociales... pp. 40-74; RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, J. Historia…; LE BOHEC, Y. El ejército romano… pp. 236-238. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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hombres12. La amplitud de los confines del Imperio romano exigió un mayor dispositivo militar para contener las invasiones constantes de pueblos tanto germanos –marcomanos, suevos, cuados, etc.– como sármatas –roxolanos, iácigas–, junto a los dacios que no habían sido sometidos por Trajano. La derrota de Varo en el bosque de Teutoburgo supuso el fin de la nueva provincia de Germania creada por Augusto en la orilla derecha del río. No obstante, Germánico estará a punto de concluir el sometimiento de nuevo de los territorios perdidos tras la clades variana, pero para el emperador Tiberio lo logrado hasta el momento era más que suficiente y adoptó una política defensiva con respecto a la frontera renana. Sin embargo, el enfrentamiento que incidió de forma significativa en las provincias romanas fronterizas fue el conflicto con los marcomanos y otros pueblos –sármatas, cuados, etc.– bajo el reinado de Marco Aurelio. Estas guerras comenzaron en el 166 tras una ofensiva bárbara sobre las provincias danubianas llegando a sitiar la ciudad de Aquileia. No obstante, la respuesta romana no se hizo esperar y tras el reclutamiento de nuevas fuerzas legionarias –II y III Italicae– empujaron a los pueblos invasores más allá del Danubio, lanzando posteriormente una ofensiva que supuso el intento romano de anexionarse la Marcomania y la Sarmatia como nuevas provincias del Imperio13. La paz alcanzada en 175 no fue duradera ya que los marcomanos, los cuados y los sármatas no aceptaron las condiciones impuestas por Roma y en el 177 surgió una nueva revuelta entre estos pueblos, que se saldó con otra victoria romana en el 180. Tras la muerte de Marco Aurelio ese mismo año, la política en este limes pasará a la defensiva con el nuevo emperador Cómodo. En todas estas guerras, un buen número de soldados romanos contemplaron la cara de sus dioses, sin embargo pocos de ellos dejaron testimonios epigráficos relativos a estos sucesos luctuosos. Los milites, dependiendo en que unidad sirvieran –legiones, fuerzas auxiliares o en la flota–, efectuaban un servicio militar con una duración variable. Augusto fijó en el año 5 el servicio por 20 años para los legionarios con otros 5 más en la reserva14; mientras que para los auxiliares era de 25 y la flota llegaba a
12 LE BOHEC, Y. El ejército romano… p. 236. 13 Hist. Aug. Aur. 24. MARTIN, J. P. Les provinces romaines… p. 83. 14 WATSON, G. The Roman… p. 12; RENZ, R. The legal position of the soldier and veteran in the Roman Empire. New York, Fordham University, 1972, p. 109; CAMPBELL, B. The Roman Army: 31 BC- AD 337. A Sourcebook. London-New York, Routledge, 1994, p. 20. 592
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los 2615. No obstante, la epigrafía muestra militares con más años de servicio que los estipulados legalmente. A través de estas inscripciones desarrollamos nuestra investigación sobre los soldados y la muerte en esta zona fronteriza del Imperio romano. 2. La muerte en batalla a través de la epigrafía El documento epigráfico nos proporciona una nutrida información acerca de los individuos allí mencionados: desde el propio nombre, que si lo enuncia de forma completa nos muestra indicios acerca del status jurídico16, la edad en la que pereció, la religiosidad, el lugar de origen y los desplazamientos realizados, las relaciones de parentesco, la categoría social y económica, la profesión, la romanización alcanzada en una zona determinada, etc. El monumento epigráfico es un signo tangible de un cierto nivel de romanización y de una elevada posición socioeconómica que permite financiar la construcción de la pieza. No obstante, somos conscientes de los problemas que acarrea el manejo de fuentes epigráficas. Por una parte, la información que aporta una inscripción es limitada, debido a que el campo epigráfico es reducido, bien por la falta de medios económicos para costear la confección de un epígrafe, o bien por la escasez de material lítico. Además, es posible que exista una cierta evasión de información acerca de una familia, al no poder aparecer todos sus miembros en el epígrafe17. Por otra parte, los epígrafes que han llegado hasta la actualidad en un estado deteriorado o fragmentado presentan una lectura incierta e imprecisa. Algunos de ellos son objeto de reconstrucción, sin embargo, la restauración del campo epigráfico es una tarea ardua y compleja que no siempre es acogida de forma unánime por la comunidad científica. Otro de los problemas verdaderamente significativos de la epigrafía es su dificultad a la hora de datar la pieza, si bien existen modelos convencionales de datación basados en las fórmulas epigráficas que se emplean: como la paleografía o el propio monumento. 15 KEPPIE, L. “The Army and the Navy (43 BC- AD 69)”. En Legions and veterans: Roman army papers 1971-2000, Stuttgart, Steiner, 2000, pp. 26, 40 y 42. A comienzos del siglo III se aumentó a 28 años. Vid. REDDÉ, M. “Les Marins”. En Alföldy, G., Dobson, B. y Eck, W. (eds.), Kaiser Heer und Gesellschaft in der Römischen Kaiserzeit, Stuttgart, Franz Steiner, 2000, p. 183. 16 DONDIN-PAYRE, M. Les noms des personnes dans l’Empire romain. Bourdeaux, Ausonius, 2011, p. 114. 17 SCHEIDEL, W. “Epigraphy and Demography. Birth, Marriage, Family and Death”. En Davies, J. y Wilkies, J. (eds.), Epigraphy and the historical sciences, Oxford, Oxford University Press, 2012. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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En las inscripciones de soldados romanos, por lo general, tras el nombre completo del miles fallecido, su cargo, la edad y los años de servicio suele continuar la dedicatoria por parte de una segunda persona o bien una fórmula final –h(ic) s(itus) e(st), s(it) t(ibi) t(erra) l(evis). Sin embargo, en unos pocos testimonios observamos que a este cúmulo de datos se le suma una expresión que indica las causas del fallecimiento además del lugar donde aconteció. En nuestro estudio se constatan términos tales como: interfectus, in expeditione, decidit, in bello, bello desiderato, defunctus, decidit, occisus, desideratus y cecidit (gráfico 1). El caso más significativo es el uso de la letra griega theta para indicar la muerte –theta nigrum18. No obstante, existen otras expresiones referentes a esta cuestión19.
Gráfico 1: Terminología relativa a la muerte en contextos bélicos en nuestro estudio
A partir del material epigráfico compendiado tanto en los corpora de inscripciones latinas como en las publicaciones periódicas dedicadas a la epigrafía, hemos compilado todas las piezas donde se reflejen tanto el cargo militar como una expresión que se asocie a una muerte violenta en la guerra. El estudio realizado se centra en el establecimiento de dos categorías principales de análisis: la formación de grupos familiares y las 18 WATSON, G. “Theta Nigrum”. Journal of Roman Studies, 42, 1952, pp. 56-62; PEREA YÉBENES, S. “in bello desideratis. Estética y percepción de la muerte del soldado romano caído en combate”. En Marco Simón, F.; Pina Polo, F.; Remesal Rodríguez, J. (eds.), Formae Mortis: el tránsito de la vida a la muerte en las sociedades antiguas. Barcelona, Instrumenta, 2009, pp. 53-54. 19 PEREA YÉBENES, S. “in bello desideratis…” pp. 56-57. 594
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relaciones urdidas ajenas al parentesco20. En estos dos núcleos examinamos los vínculos más relevantes en torno a los milites, los aspectos onomásticos de cada individuo, las disimetrías jurídicas existentes entre las personas que comparecen en cada epígrafe, la religiosidad o la extracción militar de los soldados conmemorados. La recopilación de epígrafes de las fronteras renana y danubiana comprende un total de 34 inscripciones21, donde aparecen 102 personas22, de las cuales 75 son varones y 27 son mujeres. La menor presencia femenina en las inscripciones es una constante en la epigrafía romana, influyendo en ello valores de tipo sociológico más que demográfico23. Este conjunto de piezas abarca una cronología muy extensa (gráfico 2), desde los inicios del siglo I –tras la clades Variana del año 9–, hasta el siglo IV, favorecida por la situación de frontera vivida en estas provincias, en constante riesgo de posibles penetraciones de pueblos foráneos y de efectuar expediciones más allá de los límites del Imperio. El siglo III concentra la mayor cantidad de monumentos funerarios, un total de 19 –56%–, debido a la fase de inestabilidad que caracteriza a esta centuria, protagonizada no solo por numerosas usurpaciones de la púrpura imperial, sino también por guerras 20 A la hora de utilizar el concepto “grupos familiares” empleamos el término utilizado actualmente, refiriéndonos con ello a una inscripción donde aparecen tanto el padre, la madre, los hermanos, como la esposa y los hijos/as. El trabajo de SALLER, R.; SHAW, B. “Tombstones and family relations in the Principate: civilians, soldiers and slaves”. Journal of Roman Studies, 74, 1984, p. 132 establece dos tipologías de familia: la familia nuclear, que subdividen en cuatro categorías, y la familia extensa. Este artículo fue criticado principalmente por MARTIN, D. “The construction of the ancient family”. Journal of Roman Studies, 86, 1996, pp. 40-60. El criterio aquí empleado no se ciñe a la idea de familia entendida y desarrollada en el mundo romano, pero facilita la comprensión y la labor de análisis. Para el concepto de familia en Roma vid. SALLER, R. “Familia, Domus and the Roman Conception of the Family”. Phoenix, 38/4, 1984, pp. 336-355. 21 Los epígrafes pertenecientes a grupos familiares son los siguientes: AE, 1905, 163; AE, 1910, 138; AE, 1936, 84; AE, 1960, 20; AE, 1965, 223; AE, 1986, 598; AE, 1986, 599; AE, 1995, 1261; CIL, III 10317; CIL, III, 11700; CIL, III, 15159; CIL, III, 3553; CIL, III, 3628; CIL, III, 3660; CIL, III, 4184; CIL, III, 4375; CIL, III, 4480; CIL, III, 4857; CIL, III, 5218; CIL, III, 6189; CIL, XIII, 6317; CIL, XIII, 8070; CIL, XIII, 8648; ILJUG-01, 271; RIU-05, 1228. Mientras que las inscripciones englobadas en las relaciones urdidas al margen del parentesco son: AE, 1909, 144; AE, 1936, 163; AE, 1941, 10; AE, 2001, 1669; CIL, III, 4310; CIL, III, 4835; CIL, XIII, 7323; CIL, XIII, 8274; ILJUG-01, 272. 22 No hemos considerado a efectos prácticos de nuestra investigación a los herederos llamados Aelii Claudiani de AE 1909, 144, ni al collegium de centuriones de ILJug-01, 272. 23 GOZALBES CRAVIOTO, E. “La proporción de las mujeres en la epigrafía funeraria romana del interior de Hispania”. Espacio, Tiempo y Forma, serie II, Historia Antigua, 14, 2001, pp. 95-114; GALLEGO FRANCO, H. “Familia nuclear y romanización onomástica en la epigrafía del territorio castellano-leonés”. Hispania Antiqva, XXXV, 2011, p. 203, nota 47. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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civiles e invasiones tanto de los pueblos germanos, como de los persas. Esta cronología tardía de la mayoría de las inscripciones repercute en la exigua aparición de la tribus, ya que solo contamos con el ejemplo del centurión Marcus Caelius24, caído en la batalla de Teutoburgo, que pertenecía a la tribu Lemonia25, igual que su hermano Publius Caelius, quien le dedica el epígrafe.
Gráfico 2: Cronología de las inscripciones militares halladas en las fronteras de los ríos Rhin y Danubio.
Es por ello por lo que los principales conflictos que provocaron la muerte de gran parte de los soldados fueran los acaecidos en la Dacia, en Germania y en Partia, zonas de frontera donde la presión de los pueblos bárbaros y/o de los partos primero y persas después eran constantes. Si bien es cierto que esta zona oriental del Imperio ro mano queda alejada de las fronteras marcadas para este trabajo, no obstante hemos registrado varios epígrafes de soldados originarios del limes renano danubiano que acabaron sus días bajo el hierro parto o persa, siendo levantado el monumento epigráfico por sus familiares y/o amigos en su patria. Estos monumentos serían cenotafios, es decir, los restos mortales del 24 CIL, XIII, 8648. 25 La origo de este centurión era Bononia, ciudad adscrita a la tribu Lemonia. Vid. KUBITSCHEK, J. W. Imperium Romanum: tributim discriptum. Roma, L’erma di Bretschneider, 1972, p. 95. 596
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miles no se encuentran presentes en el lugar donde se ha erigido el testimonio epigráfico. Del número total de inscripciones conservamos 11 donde no se constata ningún lugar geográfico de la muerte de los soldados, ya sea por rotura de la pieza o por que no se ha expresado de forma voluntaria26. Sin embargo, en 8 inscripciones cotejamos que el lugar de la muerte fue Dacia27; en 6 fue Partia28, mientras que en 5 piezas fue Germania29. Por último, otras 4 piezas indican otros puntos donde se produjo el deceso de los milites como Alexandria, Serdica o la civitas Eraviscorum30. En este recopilatorio aparecen 25 epígrafes que presentan núcleos familiares31, formados bien por relaciones conyugales, bien por parentesco tanto ascendente como descendente y colateral –74%. Dentro de estos grupos familiares, la figura de los progenitores, o de uno de ellos solamente, es constatada en 14 inscripciones –56%, de las cuales 11 son erigidas por ellos32. Sin embargo, verificamos mayor presencia de la madre registrada hasta en 13 ocasiones33, por 8 del padre34. Respecto al parentesco colateral se documenta un total de 9 hermanos –de los que únicamente 3 son dedicantes35–, mientras que solamente se constatan 3 hermanas, las cuales ninguna conmemora un monumento36. En cuanto a las relaciones conyugales, la esposa se atestigua en 8 epígrafes –32%–, estableciendo en todos ellos un vínculo con un soldado procedente de la legión37. Hay 26 AE, 1936, 84; CIL, III, 3553; CIL, III, 4184; CIL, III, 4310; CIL, III, 4375; CIL, III, 4835; CIL, III, 11700; CIL, III, 15159; CIL, XIII, 7323; CIL, XIII, 8070; ILJUG-01, 271. 27 AE, 1909, 144; AE, 1960, 20; AE, 1965, 223; AE, 2001, 1669; CIL, III, 10317; CIL, III, 3660; CIL, III, 4857; CIL, III, 5218. 28 AE, 1905, 163; AE, 1941, 10; AE, 1995, 1261; CIL, III, 3628; CIL, III, 4480; CIL, III, 6189. 29 AE, 1910, 138; CIL, XIII, 6317; CIL, XIII, 8274; CIL, XIII, 8648; RIU-05, 1228. 30 AE, 1936, 163; AE, 1986, 598; AE, 1986, 599; ILJUG-01, 272. 31 Vid. nota 18. 32 Las inscripciones en las que un progenitor, o ambos, son los conmemoradores son las siguientes: AE, 1905, 163; AE, 1910, 138; AE, 1960, 20; AE, 1965, 223; CIL, III, 3660; CIL, III, 4184; CIL, III, 4375; CIL, III, 4480; CIL, III, 4857; CIL, III, 5218; CIL, III, 6189. Además, los padres también aparecen en las piezas AE, 1995, 1261; CIL, III, 10317 y RIU-05, 1228. 33 AE, 1905, 163; AE, 1910, 138; AE, 1960, 20; AE, 1965, 223; AE, 1995, 1261; CIL, III, 4184; CIL, III, 4375; CIL, III, 4480; CIL, III, 4857; CIL, III, 5218; CIL, III, 6189; CIL, III, 10317 y RIU-05, 1228. 34 AE, 1910, 138; AE, 1965, 223; CIL, III, 3660; CIL, III, 4184; CIL, III, 4857; CIL, III, 5218; CIL, III, 6189 y CIL, III, 10317. Además, AE, 1936, 84 recoge la conmemoración ofrecida por el padrastro del miles. 35 Las piezas erigidas por los hermanos son AE, 1986, 598; AE, 1995, 1261 y CIL, XIII, 8648. No obstante, también aparecen en los siguientes epígrafes: AE, 1910, 138; AE, 1960, 20; CIL, III, 3660; CIL, III, 4184 y RIU-05, 1228. 36 AE, 1910, 138 y CIL, III, 10317. 37 AE, 1936, 84; CIL, III, 3553; CIL, III, 10317; CIL, III, 11700; CIL, III, 15159; CIL, Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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que tener en cuenta que el matrimonio de los soldados romanos no era considerado lícito hasta el reinado de Septimio Severo, cuando permitió a los legionarios establecer legítimas nupcias al igual que cualquier ciudadano romano38, por lo que estaríamos ante un concubinato en la práctica cuya descendencia sería ilegítima. Las inscripciones concernientes a vínculos maritales se reparten entre finales del siglo II y el siglo IV, dando lugar a situaciones en las cuales los legionarios comenzarían a poder contraer un iustum matrimonium. Debido a esta reforma del emperador lepcitano y a la cronología tardía de los epígrafes, no encontramos ninguna liberta como esposa de los soldados, hecho frecuente en la época altoimperial39. Cabe destacar que las esposas documentadas en este trabajo portan duo nomina todas excepto una, Maximina, concubina de Marcus Aurelius Ursus, quien a juzgar por su onomástica pudo haber sido un gladiador o un esclavo reclutado por Marco Aurelio, de quien recibió la ciudadanía romana para enrolarse en la legio II Italica40. La ausencia del nomen de la mujer probablemente se deba a una diferencia de status jurídico entre los miembros representados en el epígrafe. Por lo tanto, y a priori, el estatuto jurídico que detentarían estas coniuges sería como mínimo el latino, si la datación de la inscripción antecede
XIII, 8070 y ILJUG-01, 272. 38 LESQUIER, J. “Le mariage des soldats romains”. Academie des Inscriptions et Belles-lettres. Comptes Rendus, 1917, p. 228; CORBETT, P. The Roman law of marriage. Clarendon Press, Oxford, 1930, p. 41; WATSON, G. The Roman… p. 137; RENZ, R. The legal position… p. 77; SMITH, R. “The Army Reforms of Septimius Severus”. Historia 21, 1972, pp. 492-493; MACMULLEN, R. Soldier and Civilian in the Later Roman Empire. Cambridge, Massachusetts, Harvard University Press, 1963, p. 126; CAMPBELL, B. “The marriage of Soldiers under the Empire”. Journal of Roman Studies, 68, 1978, pp. 160-164 opina que los beneficiados por este privilegio serían los milites ciudadanos romanos, ya que la concesión de Severo pudo ser el ius uxoris ducendi (derecho de casarse con una esposa) y no el ius conubii cum peregrinis (derecho a casarse con mujer extranjera), que sería entregado en la licencia. De esta forma, se equipara el matrimonio del soldado con el del civil, ya que serían ambos ciudadanos romanos; JUNG, J. “Das Eherecht der römischen Soldaten”. Aufstieg und Niedergang der römischen Welt, 2/14, 1982, p. 338; CAMPBELL, B. The Emperor and the Roman Army, 31 BC-AD 235. Oxford, Clarendon Press, 1984, p. 302; BIRLEY, E. B. The Roman Army Papers 1929-1986. Amsterdam, J. C. Gieben, 1988, p. 27; ALSTON, R. Soldier and society in Roman Egypt: a Social History. London, Routledge, 1995, p. 55; FRIEDL, R. Der Konkubinat im kaiserzeitlichen Rom: Von Augustus bis Septimius Severus. Stuttgart, Steiner Franz Verlag, 1996, p. 231; PHANG, S. E. The Marriage of Roman soldiers (13 B.C.-A.D. 235): law and family in the imperial army. Brill, Leiden/Boston/Köln, 2001, p. 101; SOUTHERN, P. The Roman army: a social and institutional history. Oxford, Oxford University Press, 2007, p. 145. 39 PHANG, S. E. The Marriage… p. 235. 40 RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, J. Historia… p. 96. 598
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al edicto de Caracalla (212)41. La preferencia de estos legionarios registrados a la hora de formar vínculos conyugales es con mujeres que poseían la ciudadanía romana o latina42. En relación a la descendencia la encontramos en 6 testimonios epigráficos, apareciendo el hijo en 8 ocasiones –de los que 5 constan como dedicantes de la pieza43–, mientras que solamente cotejamos una hija44. El status jurídico de los hijos varía según la cronología de la inscripción y del status jurídico de sus padres. De esta manera, hallamos que 2 de ellos mantendrían la condición peregrina de sus padres45; mientras que otros 6 serían ciudadanos romanos, ya que la datación de la pieza es superior a la Constitutio Antoniniana46. Más problemático es el caso de Canius Speratus47, hijo del miles legionis difunto Canius Otiorix, cuya fecha probablemente pueda fijarse en el reinado de Marco Aurelio. Por lo tanto, Canius Speratus sería un hijo ilegítimo que seguiría el status jurídico de su madre, la cual no tiene constancia en el epígrafe. Por último, en los grupos familiares también se constatan 3 libertos48. 41 De las 8 coniuges registradas, 6 de ellas muestran una cronología superior a la Constitutio Antoniniana (CIL, III, 3553; CIL, III, 10317; CIL, III, 11700; CIL, III, 15159 y ILJUG-01, 271); mientras que 2 permanecen a caballo entre el siglo II y el III (AE, 1936, 84 y CIL, XIII, 8070). No obstante, Maximina, esposa de Marcus Aurelius Ursus, detentaría la ciudadanía latina provincial si fuera originaria de Virunum. Por su parte, Maturinia Galeta, esposa del jinete legionario Liberalinius Vitalis, pudo haber disfrutado tanto de la ciudadanía latina como de la romana. El nomen Maturinia aparece representado en 4 ocasiones, estando acotado a la Gallia Lugdunensis y a la Gallia Belgica con las dos Germanias (vid. LÖRINCZ, B. Onomasticon Provinciarum Europae Latinarum, vol. 3: Labarevs-Pythea, Viena, Forschungsgesellschaft Wiener Stadtarchäologie, 2000, p. 67). Hay que tener en cuenta también el lugar de hallazgo del epígrafe, Bonn, campamento legionario con una canaba adyacente que no alcanzó el rango de municipio o colonia (REID, J. S. The municipalities of the Roman Empire. Cambridge, University Press, 1913, p. 197). 42 PHANG, S. E. The Marriage… pp. 190-196; CHERRY, D. The Marriage of Roman Citizens and Non-Citizens: law and practice. Ottawa, University of Ottawa, 1985, pp. 72-75 afirma a través de los epitafios que ha estudiado en las dos Germanias y en Numidia, que las relaciones conyugales de los soldados no eran con mujeres de status muy diferente al suyo. Sin embargo, tanto WATSON, G. R. The Roman… p. 135, como CAMPBELL, B. “The marriage of soldiers…” p. 154 sostienen que las uniones de los soldados eran normalmente con mujeres peregrinas. 43 Las piezas ofrecidas por los hijos son AE, 1905, 163; AE, 1986, 599; CIL, III, 3553 y CIL, III, 3628. Sin embargo, 3 de ellos también aparecen en la inscripción CIL, III, 15159, esta vez como difuntos. 44 CIL, III, 15159. 45 AE, 1986, 599. 46 AE, 1905, 163; CIL, III, 15159; CIL, III, 3553. 47 CIL, III, 3628. 48 CIL, XIII, 8648; RIU-05, 1228. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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El predominio del sistema onomástico romano se hace patente en el 78% de los núcleos familiares49; no obstante, verificamos la presencia de 3 grupos exclusivamente compuestos por peregrinos que presentan una onomástica indígena de nombre único seguido por la filiación con el patronímico50. La presencia de los duo nomina prevalece sobre el resto de tipología onomástica con más del 60%, debido al declive del praenomen asociado a la cronología tardía de la epigrafía cotejada –segunda mitad del siglo II y siglo III51. Las 9 inscripciones pertenecientes a la categoría de las relaciones ajenas a los núcleos de parentesco engloban diferentes vínculos52. Nos encontramos con 5 piezas cuyos dedicantes no indican el parentesco con el miles53; además comparecen un liberto y un collegium de centuriones54. Por último, registramos 2 monumentos en los cuales no se recoge ningún otro individuo junto al soldado muerto en acción bélica debido a la fractura de la parte final del monumento55. En esta categoría predomina la ciudadanía romana, principalmente por la datación tardía de la mayoría de los epígrafes, la extracción militar legionaria y la preeminencia de la estructura onomástica de duo nomina –53%56–. El único caso que permanece al margen es Biribam, a priori peregrino y decurión del Ala Firma Catafractaria57, pero cuya pieza se data en la primera mitad del siglo III, siendo francamente complicado determinar si es anterior o posterior al edicto de Caracalla –212–, lo que le concedería la ciudadanía romana. En esta categoría de otras relaciones tejidas ajenas al parentesco familiar hallamos igualmente una preeminencia del sistema onomástico romano. Exclusivamente documentamos un epígrafe con una onomástica 49 Dentro de los núcleos familiares con onomástica romana hallamos 3 en los cuales parte de sus miembros solamente exhiben un cognomen. En 2 de los casos –CIL, III, 15159 y CIL, III, 3553– esta omisión se debe a que se trata de la descendencia del miles, cuyos hijos llevarían su mismo nomen. El último caso es el de Revocata –RIU-05, 1228–, madre del miles legionis Marcus Domitius Super. La omisión del nomen tanto de Revocata como del liberto Concordius probablemente esté vinculado con la previa presencia de dicho gentilicio en la inscripción. 50 AE, 1960, 20; AE, 1986, 598; AE, 1986, 599. 51 DOLÇ, M. “Antroponimia latina”. En Duval Noël (ed.), L’onomastique latine: Paris, 1315 octobre 1975, Paris, CNRS, 1977, p. 393; DONDIN-PAYRE, M. Les noms… p. 16. 52 Vid. nota 18. 53 AE, 1909, 144; AE, 1936, 163; AE, 1941, 10; AE, 2001, 1669 y CIL, XIII, 8274. 54 El liberto aparece en el epígrafe CIL, III, 4835, mientras que el collegium se constata en el testimonio ILJUG-01, 272. 55 CIL, III, 4310 y CIL, XIII, 7323. 56 Entre los que se engloba un liberto. 57 CIL, XIII, 7323. 600
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peregrina58. De manera semejante a los núcleos familiares, los duo nomina son más evidentes en esta categoría alcanzando el 53% de la onomástica. Existe un predominio de la conmemoración por parte de la familia nuclear y de las relaciones conyugales, al igual que en otras zonas del Imperio romano59. El predominio de la cronología tardía de los epígrafes puede ser sintomático en este sentido, ya que en las provincias fronterizas como las de la zona estudiada, en el siglo I las dedicaciones por parte de la familia nuclear y de las esposas de los soldados eran poco frecuentes. Esto era debido no solo a la prohibición de establecer legítimas nupcias por parte del legionario romano, sino también por el reclutamiento foráneo a la provincia donde se realizaba el servicio militar, la poca disponibilidad de mujeres con un estatuto jurídico análogo lo más posible al soldado. No obstante, en el siglo II aumentan las conmemoraciones por parte de la familia nuclear y de las esposas, siendo posible quizás por el reclutamiento provincial y la medida tomada por el emperador lepcitano a la hora de constituir un iustum matrimonium por parte del legionario60. Este recopilatorio de epígrafes de solados caídos en batalla recoge evidencias de la religiosidad tanto de los núcleos familiares como de los grupos tejidos en torno a otro tipo de relaciones. En este apartado las únicas referencias dirigidas a las divinidades se concentran en los dioses Manes61, debido al carácter exclusivo de inscripciones de índole funeraria, registradas en 18 piezas –53%62–. Hay que tener en cuenta que esta fórmula funeraria consagrada a los dioses Manes pudo convertirse en una expresión reiterada en la epigrafía romana sin mayor trascendencia cultual. 58 CIL, XIII, 7323. El protector Viatorinus de CIL, XIII, 8274 emplea un único nombre debido a su cronología bajoimperial. Vid. DOLÇ, M. “Antroponimia…” pp. 493-494. 59 SALLER, R.; SHAW, B. “Tombstones and family…” pp. 152-154; PHANG, S. E. The Marriage… p. 152. 60 FORNI, G. Il reclutamento delle legioni da Augusto a Diocleciano, Roma, Fratelli Bocca, 1953; PHANG, S. E. The Marriage… pp. 154-159. 61 Los Manes son los espíritus de los seres humanos a los que se les rinde culto como fuerzas divinas con la intención de ganarse su protección y ayuda. Su etimología es discutida. Por un lado, los autores romanos, tales como Varrón o Macrobio, apuntan su origen etimológico en el adjetivo manus, traducido como “bueno”. Por otra parte, también se ha relacionado con la palabra manare, explicada como “los que están presentes en todos los lados” Vid. JACOBSEN, J. P. Les Manes. Tome Premier: Les morts et la vie humaine. París, Edouard Champion, 1924, pp. 36-37. Aunque Servio (Aen. 3, 63) dice que se les llama buenos de forma eufemística, ya que en realidad eran perjudiciales. 62 AE, 1909, 144; AE, 1910, 138; AE, 1941, 10; AE, 1995, 1261; CIL, III, 3553; CIL, III, 3628; CIL, III, 4184; CIL, III, 4835; CIL, III, 4857; CIL, III, 5218; CIL, III, 6189; CIL, III, 10317; CIL, III, 11700; CIL, III, 15159; CIL, XIII, 8070; ILJUG-01, 271; ILJUG-01, 272 y RIU-05, 1228. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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En lo relativo al ámbito castrense, en esta recopilación de inscripciones se constatan 40 soldados cuya muerte se explicita en el campo epigráfico empleando la terminología ya citada anteriormente (gráfico 1). No se aprecian diferencias significativas a la hora de ocupar cargos en las legiones o en los auxiliares entre los milites que formaron núcleos familiares y los que son conmemorados por otro tipo de relaciones personales. El principal cuerpo al que pertenecen el mayor número de militares corresponde a las legiones –2763– entre legionarios, principales y centuriones; pero también unidades auxiliares –564–, miembros de la guardia –265– e incluso militares que prestaron servicio en el officium de un gobernador o de oficiales legionarios –666–. Todos ellos cumplieron con su deber de defender la dignitas del emperador y de Roma, aunque no todos eran ciudadanos romanos, ya que los miembros auxiliares no detentaban derechos de ciudadanía romana o latina67. Además, en los epígrafes encontramos otros militares que son mencionados o que, directamente, ofrecen el monumento a su difunto hijo. Cabe destacar el papel de los veteranos, padres de los milites fallecidos, que dedican la inscripción68, sugiriendo la posibilidad de que en algunos núcleos familiares existiese una tradición militar heredada de padres a hijos, más diáfana sobre todo en el Bajo Imperio69. Las legiones que más milites aportan a este estudio son la II Adiutrix70 –10–, la I Adiutrix71 –7–, la II Italica72 –5. También documentamos soldados de otras legiones como la I Minervia73, la V Macedonica74, la VII Claudia75, la VIII Augusta76, la XIIII Gemina77 o la desdichada decimoctava legión que cayó 63 AE, 1905, 163; AE, 1910, 138; AE, 1936, 84; AE, 1936, 163; AE, 1941, 10; AE, 1995, 1261; AE, 2001, 1669; CIL, III, 3628; CIL, III, 3660; CIL, III, 4184; CIL, III, 4310; CIL, III, 4375; CIL, III, 4480; CIL, III, 4835; CIL, III, 4857; CIL, III, 5218; CIL, III, 6189; CIL, III, 11700; CIL, XIII, 6317; CIL, XIII, 8070; CIL, XIII, 8648; ILJUG-01, 272 y RIU-05, 1228. 64 AE, 1960, 20; AE, 1986, 598; AE, 1986, 599 y CIL, XIII, 7323. 65 AE, 1905, 223 y CIL, XIII 8274. 66 AE, 1909, 144; CIL, III, 3553; CIL, III, 10317; CIL, III, 15159 y ILJUG-01, 271. 67 AE, 1960, 20; AE, 1986, 598; AE, 1986, 599 y CIL, XIII, 7323. 68 AE, 1910, 138; AE, 1965, 223; CIL, III, 3660; CIL, III, 4184; CIL, III, 5218 y CIL, III, 10317. 69 ALSTON, R. Soldier and society… p. 39. 70 AE, 1910, 138; AE, 1936, 163; AE, 1941, 10; AE, 2001, 1669; CIL, III, 3553; CIL, III, 3628; CIL, III, 10317, CIL, III, 15159 y RIU-05, 1228. 71 AE, 1909, 144; AE, 1995, 1261; CIL, III, 3660; CIL, III, 4310 y CIL, III, 4375. 72 AE, 1936, 84; CIL, III, 4835; CIL, III, 4857; CIL, III, 5218 y CIL, III, 11700. 73 CIL, XIII, 8070. 74 CIL, III, 6189. 75 AE, 1905, 163. 76 CIL, XIII, 6317 y ILJUG-01, 272. 77 CIL, III, 4184 y CIL, III, 4480. 602
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en la clades variana78. Estas unidades concentran mayor número de soldados caídos en batalla debido a que fueron ubicadas en los confines del imperio o participaron en las principales confrontaciones bélicas llevadas a cabo por los emperadores como las guerras partas y/o persas, cuyos inicios se enraízan en el siglo I a.C79. El fracaso y muerte de Marco Licinio Craso en Carrhae (53 a.C.) marcó un punto de inflexión tanto en la historia interna de Roma como en la política bilateral con Partia, significando una toma de conciencia del verdadero potencial del imperio parto, ya que hasta entonces Roma se había considerado superior a su rival oriental. En la época imperial las principales guerras contra los partos fueron llevadas a cabo de forma exitosa desde el punto de vista militar: Trajano, Lucio Vero y Septimio Severo llevaron las armas romanas hasta la capital parta –Ctesifonte–. Aunque no será hasta el siglo III, momento en el que los persas sasánidas se hicieron con el poder en detrimento de los partos arsácidas, cuando las armas romanas sufrieron importantes desastres militares, aparejados a retrocesos territoriales80. 3. Conclusiones Los monumentos funerarios documentados en este estudio, si no todos sí la gran mayoría, no contenían los restos del difunto conmemorado en la inscripción, siendo considerados por lo tanto como cenotafios81, es decir, espacios sagrados donde solamente se constata el monumento funerario, sin que hubiera presencia de los restos del finado, debido a la propia muerte en el campo de batalla, alejado del entorno familiar y/o social que le dedica el monumento82. Que no contuvieran los huesos o cenizas del soldado recordado no quiere decir que no tenga un sentido religioso, ya que sería ante esta lápida donde la familia recordaría la memoria del difunto y celebraría los cultos religiosos pertinentes83. El hecho de que una parte de 78 CIL, XIII, 8648. 79 Las legiones cotejadas en este estudio fueron acuarteladas en las fronteras del Imperio romano, desplegándose en las campañas militares llevadas a cabo por el emperador de turno en territorio enemigo. Sobre la historia de estas legiones vid. RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, J. Historia… 80 DIGNAS, B.; WINTER, E. Rome and Persia in Late Antiquity: neighbours and rivals. Cambridge, Cambridge University Press, 2008, pp. 11-37. Emperadores como Valeriano o Juliano caerán en estas campañas contra los persas. 81 Dig, XI, 7, 42: En general, monumento es una cosa legada a la posteridad para memoria; la que, si en ella se enterrase un cadáver, o restos humanos, se hará sepulcro, pero si nada de esto se pusiera en ella, será monumento hecho para memoria, al que los griegos llaman cenotafio (sepulcro vacío). 82 PEREA YÉBENES, S. “in bello desideratis…” p. 57. Seguimos la nomenclatura empleada por el doctor Perea para estas inscripciones, consideradas como pseudo-epitafios o tumbas conmemorativas. 83 RICCI, C. Qui non riposa. Cenotafi antichi e moderni fra memoria e rappresentazione. Roma, Quasar, 2006, p. 39. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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los soldados muertos en acciones bélicas lo expresen de forma explícita en el epígrafe les hace parecer a ojos de los romanos como verdaderos héroes, que perecieron con honor defendiendo la dignitas del emperador y, por extensión, de Roma84. Hay que tener en cuenta la importancia del monumentum para la cultura funeraria romana ya que servía para preservar la memoria del difunto85. Es por ello por lo que tenía tanta importancia el nomen del difunto, ya que al ser leído su memoria perviviría. Por eso los monumentos funerarios se disponían en las principales vías de acceso y/o salida de las ciudades, con el fin de que fueran leídos y concediesen por última vez un recuerdo que permitiese a la memoria del finado estar presente en el mundo de los vivos86. La erección de un monumento funerario suponía afrontar un coste elevado, siendo quizás esta la razón por la que en nuestro análisis se registra un mayor número de conmemoraciones realizadas por la familia nuclear del soldado –25 inscripciones frente a 9 dedicadas por otra clase de vínculos con el miles–. Con la construcción de la lápida en honor del militar caído, la familia no sólo hacía gala de contar entre los suyos con un valeroso soldado de Roma87, sino que también podía festejar los ritos funerarios destinados a los difuntos, ya que el cenotafio tenía una función y un valor religioso similar a la tumba que realmente albergaba los restos del finado88. En este sentido, el 35% de todas inscripciones recopiladas son erigidas por los progenitores. Detrás de los padres como conmemoradores encontramos a las esposas o concubinas, dependiendo de la cronología postseveriana o anterior a Septimio Severo de los epígrafes. En total, un 24% de las piezas son dedicadas por las mujeres de los milites. Unido a lo anterior respecto al coste de la realización del monumento, se constata también la mayor frecuencia de cenotafios pertenecientes a legionarios que a auxiliares, debido quizás a la mayor remuneración económica, ya que al igual que los años de servicio, el salario de los legionarios osciló durante todo el Imperio, supeditado tanto al interés de los emperadores por mantener la púrpura imperial, como a las fluctuaciones económicas. Si para la época de Augusto los legionarios obtenían un stipendium de 225 denarios, 84 PEREA YÉBENES, S. “in bello desideratis…” pp. 49 y 72. 85 Dig. 11, 7, 2, 6 SALLER, R.; SHAW, B. “Tombstones and family…” p. 127. 86 CARROLL, M. “Death and society: social and economic aspects of death in the Roman world”. En Andreu, J.; Espinosa, D.; Pastor, S. (eds.), Mors omnibus instat: aspectos arqueológicos, epigráficos y rituals de la muerte en el occidente romano, Madrid, Liceus, 2011, pp. 24-25. 87 PEREA YÉBENES, S. “in bello desideratis…” p. 72. 88 RICCI, C. Qui non riposa… p. 40. 604
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Domiciano lo incrementó a 30089, Septimio Severo a 45090, y su hijo Caracalla engrosó la soldada hasta los 675 denarios anuales91. Por último, Maximino el Tracio elevó los emolumentos de estos milites hasta los 1.800 denarios92. El mayor número de epígrafes se concentran en el siglo III –19 piezas–, alcanzando el 56%. En esta época el Imperio romano padece constantes guerras civiles unidas a usurpaciones del trono imperial; a lo que hay que sumar las invasiones de los pueblos germanos y los persas. La epigrafía militar romana abarca un número mayor de inscripciones, de las cuales un porcentaje verdaderamente significativo son de soldados caídos en batalla, evocando con ello el sino de los romanos según los versos que el poeta Virgilio nos legó en la Eneida: “recuerda, romano, es a ti a quien corresponde conquistar a los pueblos”93. Bibliografía Alston, Richard, Soldier and society in Roman Egypt: a Social History. London, Routledge, 1995. Andrés Hurtado, Gloria, Una aproximación a la religión del ejército romano imperial: Hispania. Logroño, Universidad de La Rioja, 2005. Ardeleanu, Ion; Musat, Mircea. From Ancient Dacia to Modern Romania. Bucharest, Editura Stiintifica si Enciclopedica, 1985. Birley, Eric B., The Roman Army Papers 1929-1986. Amsterdam, J. C. Gieben, 1988. Brunt, Peter A., “Pay and superannuation in the Roman Army”, Papers of the British School at Rome, 10, 1950, pp. 50-71. Campbell, Brian,“The marriage of Soldiers under the Empire”, Journal of Roman Studies, 68, 1978, pp. 153-166. 89 Suet. Iul. VIII, 7, 3. 90 Hdn. Hist. Imp. Rom. III, 8, 4-5. 91 WATSON, G. The Roman… p. 91; BRUNT, P. A. “Pay and superannuation in the Roman Army”. Papers of the British School at Rome, 10, 1950, pp. 50-59. Brunt recoge el testimonio de Domaszeswki en cuanto a la cantidad desembolsada por los Severos a los soldados, siendo de 500 denarios por parte de Septimio Severo y de 750 por parte de Caracalla. 92 SPEIDEL, M. A. “Roman Army Pay Scales”. The Journal of Roman Studies, 82, 1992, p. 106. 93 Verg. Aen. VI, 851. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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La muerte en batalla en el Imperio romano: el limes renano danubiano a través de la epigrafía
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TENSIÓN Y VIOLENCIA MÁS ALLÁ DE LA GUERRA: IMPLANTACIÓN ROMANA EN EL NOROESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA Stress and Violence Beyond the War: Roman Establishment in the North-West of the Iberian Peninsula
David Serrano Lozano Universidad Complutense de Madrid
[email protected]
Resumen: El artículo propone un enfoque del proceso de implantación del mundo romano en un territorio provincial, concretamente en el sector noroccidental de la Península Ibérica, desde el impacto más o menos traumático que pudo implicar para las poblaciones indígenas, así como los mecanismos de violencia no física que podemos detectar en funcionamiento en el mismo. Palabras clave: noroeste, romanización, tensión, violencia soterrada. Abstract: The paper proposes an approach to the establishment of the Roman world in a provincial landscape, specifically in north-western Iberian peninsula, from the perspective of the native populations and the most or less traumatic impact which the process implied for them, as well as the non-physical violence mechanisms we can track working in it. Keywords: NW, Romanization, Tension, Underground Violence.
David Serrano Lozano
1. Más allá de la violencia bélica en la Antigüedad romana Resulta fácil aceptar que, en la actualidad, se ha alcanzado una comprensión lo suficientemente desarrollada del fenómeno violento como para entender que la violencia no consiste únicamente en una agresión puntual, uni o multilateral contra la integridad física de un individuo, un colectivo o una propiedad. En otras palabras, no toda la violencia consiste en lo que podríamos denominar “violencia directa”, sino que conceptos como el de la violencia coercitiva, la tensión violenta, o incluso violencia sistémica son fácilmente comprensibles en el análisis de un conjunto social o un contexto histórico. Retrotrayéndonos al mundo romano antiguo, en un primer momento un concepto como el de “violencia” puede evocar probablemente imágenes mentales, especialmente fijadas por las expresiones culturales contemporáneas: tropas legionarias durante un combate abierto, gladiadores luchando a vida o muerte en la arena o épicos magnicidios como la dramática muerte de Julio César. Efectivamente, este tipo de situaciones y contextos violentos fueron una realidad. Pero del mismo modo que previamente hacíamos referencia a una violencia indirecta, no solamente física, en la sociedad contemporánea, cabe pensar que también se produjeron escenarios de tensión y conflicto más complejos y menos evidentes en el contexto de la antigüedad romana. Esto sería especialmente probable dado que, a lo largo de su amplia y compleja trayectoria expansionista, Roma generó multitud de situaciones en las que diferentes pueblos y culturas interactuaron, en buena medida de un modo forzoso, viéndose obligados a coexistir y redefinir sus formas de vida en contacto directo con la influencia romana. El contexto que nos atañe, el noroeste peninsular, es un ejemplo especialmente interesante de esta dinámica, puesto que la conquista romana representó un ejemplo arquetípico de lo que denominaremos como “violencia bélica”, con las terribles campañas de conquista desarrolladas durante las denominadas guerras astur-cántabras. Además, el impacto que implicó la dominación romana fue especialmente intenso en esta región, dado el fuerte contraste entre las formas de vida de finales de la Edad del Hierro II (la denominada “cultura castreña”) y la estructura organizativa impuesta por Roma en torno al sistema de civitates y conventus. A ello hay que añadir el apabullante flujo de elementos culturales importados producido desde finales del siglo I a.C., a una escala muy superior a los contactos previos del noroeste peninsular con la órbita cultural mediterránea. 612
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2. Escenarios de violencia indirecta en el noroeste peninsular romano En la historiografía de las últimas tres décadas en torno a la conquista y construcción provincial romana en el noroeste de la Península Ibérica existen una serie de aspectos que se han desarrollado a modo de puntos cardinales de la misma, en buena medida debido al mayor potencial de su registro arqueológico, así como al profundo estudio y bibliografía desarrollados en torno a ellos. La presencia y papel del ejército romano en el Noroeste es, sin duda, uno de esos grandes temas. En él se incluyen los trabajos sobre la ubicación de los campamentos y la identificación de los cuerpos legionarios acantonados tras la conquista, el análisis en torno a las funciones llevadas a cabo por el ejército romano sobre el terreno, los desplazamientos de tropas y el ritmo de abandono del llamado “limes occidental”, así como la presencia permanente de la legio VII Gemina en territorio hispano. Esta presencia militar tuvo un papel mucho más complejo y prolongado en el tiempo que el de la simple fuerza de conquista. Su capacidad técnica y organizativa fueron cruciales a la hora de llevar a cabo la construcción y desarrollo de infraestructuras, así como interviniendo en labores técnicas directamente relacionadas con la gestión y administración política del territorio conquistado (ver n.3). Ahora bien, esta compleja y multifacética naturaleza del papel de las tropas romanas no debe hacernos olvidar que, cuanto menos, su presencia también implicaba una función coercitiva. La presencia de un acuartelamiento, legionario o auxiliar, o la proximidad de una vexillatio, sin duda eran cruciales para la estabilización de un sector, en tanto que implicaban una restricción, visible o no, dado el monopolio de la violencia física con el que la administración romana contaba gracias a la presencia militar. A ello se añade la comparativamente amplia movilidad territorial de estas unidades, de la que contamos con una documentación indirecta gracias al registro epigráfico (fig. 1). Si bien dicha movilidad podía estar motivada por la necesidad de contar con contingentes de tropas para llevar a cabo trabajos de otro tipo (construcción, control administrativo, supervisión, etc.), tendría un efecto disuasorio, quizás incluso intimidante, ante las poblaciones provinciales. Con ello se eliminaba paulatinamente la concepción de un paisaje que pudiera permanecer ajeno a la presencia militar romana. Una realidad que remarcaba de un modo muy directo la capacidad romana de imponer su autoridad por la fuerza, recalcando la presencia de un ejército que sólo con el tiempo habría dejado de considerarse como invasor.
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Fig. 1: dispersión geográfica de epígrafes con mención de la Legio VII en el noroeste peninsular
Otro de los grandes elementos visibles de la influencia romana en el noroeste es la extensa e intensiva labor de explotación minera desarrollada por la administración imperial1, caracterizada por la espectacular imagen del yacimiento aurífero de Las Médulas (fig. 2), el más conocido de los muchos puntos de extracción a lo largo del noroeste peninsular. 1 Sobre lo que es fundamental el trabajo desarrollado por el grupo de investigación Estructura Social y Territorio. Arqueología del Paisaje (EST-AP) del Instituto de Historia del Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS) del CSIC. Sirvan de ejemplo OREJAS, A. “El poblamiento Romano en los distritos mineros del noroeste”. En Fernández Ochoa, C. (coord.), Unidad y diversidad en el arco Atlántico en época romana: III Coloquio Internacional de Arqueología en Gijón, Gijón, 28, 29 y 30 septiembre 2002, Oxford, Archaeopress, 2002, p. 18; SÁNCHEZ-PALENCIA, F. J.; OREJAS, A.; SASTRE, I. “Los castros y la ocupación romana en zonas mineras del noroeste de la Península Ibérica”. En Blas Cortina, M. A. de y Villa Valdés, A. (coord.), Los poblados fortificados del noroeste de la Península Ibérica: formación y desarrollo de la cultura castreña: Coloquios de Arqueología en la cuenca del Navia : homenaje al Prof. Dr. José Manuel González y Fernández-Valles, Navia, Ayuntamiento de Navia, 2002, pp. 241-260; “Las zonas mineras romanas del noroeste peninsular: infraestructura y organización del territorio”. En Moreno Gallo, I. (coord.), Nuevos elementos de ingeniería romana: III Congreso de las Obras Públicas Romanas, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2006, pp. 265-285. 614
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Fig. 2: Mapa de distribución de las explotaciones auríferas del Noroeste en relación a las vías romanas. En verde, explotaciones sobre yacimientos primarios. En rojo, sobre yacimientos secundarios. Fuente: Orejas, A., Sastre, I. y Zubiaurre, E., 2012
Ahora bien, este monopolio imperial para la extracción mineral implicó directamente a las poblaciones locales del entorno, ya que estas podrían haberse visto obligadas a contribuir como fuerza de trabajo no especializada en las labores de extracción durante ciertos períodos. Un servicio obligatorio o deber para con el estado romano que se habría integrado administrativamente en el munus local, a modo de impuesto en fuerza de trabajo. Esto representaba un concepto completamente nuevo, y presumiblemente traumático, especialmente para la primera generación en Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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verse obligada a ello, puesto que implicaba una forma de trabajo obligatoria, sin recompensa ni beneficio directo para los participantes, más allá del cumplimiento de un débito impuesto. Esto representaría un escenario especialmente idóneo para la doble función de las tropas romanas: labores técnicas para la extracción y efecto coercitivo ante las poblaciones implicadas como fuerza de trabajo2. Un tercer ejemplo de “lugar común” del noroeste romano es el fenómeno denominado como la “bajada al llano”, parafraseando un pasaje de Dión Casio3. Es decir, el abandono de la forma de habitación tradicional en las comunidades del noroeste, el castro u oppidum, en favor de ciudades, aldeas o vici instalados en la llanura o los fondos de los valles. La propaganda imperial romana atribuye la mayor parte de la responsabilidad de este proceso a Augusto como una acción civilizadora de las comunidades locales promovida por el princeps4. Sin embargo, arqueológicamente se documenta como un proceso mucho más prolongado en el tiempo que el gobierno del prínceps, cambiante, y no llevado a cabo de un modo total ni sistemático5. En algunos casos conllevó el abandono o la destrucción de asentamientos castreños, mientras que en otros (como vemos en la imagen en algunos ejemplos de castros gallegos, fig. 3) consistió en un progresivo desarrollo urbano de nueva planta que traspasó las murallas castreñas y descendió lentamente hacia el piedemonte o el fondo del valle, o sencillamente en la aparición de un enclave abierto al pie del castro que, con el tiempo, acabaría vaciándolo de población. Más allá de la propaganda imperial, el abandono de los castros representaba per se un auténtico cambio en el horizonte más próximo de individuos y comunidades. Su entorno más cercano, así como la unidad de referencia habitacional básica y de pertenencia a una comunidad, junto con toda la carga simbólica, tradicional o incluso familiar que pudiera implicar el 2 OREJAS, A., SASTRE. I. y ZUBIAURRE, E. “Organización y regulación de la actividad minera hispana altoimperial”. En Zarzalejos, Mª. del M. et al. (coords.), Paisajes mineros antiguos en la Península Ibérica, Madrid, Universidad Nacional de Educación a Distancia, 2012, pp. 31-46. 3 Liv. 11, 5. 4 Flor. 2, 59, 6; Strab. III, 3, 5. 5 GONZÁLEZ RUIBAL, A. “Galaicos: poder y comunidad en el Noroeste de la Península Ibérica (1200 a.C. – 50 d.C.)”. Brigantium: Boletín do Museu Arqueolóxico e Histórico da Coruña II, 19, 2006, pp. 615-621; PÉREZ LOSADA, F. “Entre a cidade e a aldea. Estudio arqueohistórico dos ‘aglomerados secundarios romanos en Galicia”. Brigantium: Boletín do Museu Arqueolóxico Histórico da Coruña II, 13, 2002, pp. 291-302; RAMIL REGO, E. “Xacementos romanos no concello de Villalba (Lugo). A súa relación co entorno xeográfico”. Gallaecia, 20, 2001, pp. 193-204. 616
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castro, estaba siendo descartada, reemplazada o sencillamente anulada. De un modo más o menos traumático, de forma forzada o como efecto de una presión colectiva del entorno, lo cierto es que este proceso estaba obligando a aceptar una nueva forma de vida, y en menor o mayor medida un nuevo entorno, como única opción a una amplia mayoría de las poblaciones locales del Noroeste. Una situación que, de nuevo, podía perfectamente implicar una fuente de tensión, la creación de una sensación de falta de control por parte del grueso de las poblaciones locales sobre su vida y entorno. Ambientes, procesos y realidades como estos podrían estar generando entre las diversas poblaciones locales sentimientos de disuasión, coerción y/o tensión, una forma de violencia no directa cuyo corolario consistiría en un posible fenómeno de alienación, es decir, de no identificación y separación del individuo respecto de su entorno, comunidad, mundo, etc. No queremos decir con ello que la administración alto-imperial estuviera construyendo inconscientemente con su actuación las bases para el surgimiento de movimientos sediciosos, puesto que el resultado de la provincialización era justo el contrario, la asimilación y estabilización del territorio sometido. Sin embargo, sí que queremos llamar la atención sobre el hecho de que contamos con elementos suficientes como para no ignorar la tensión y la violencia indirecta ejercidas sobre las poblaciones locales, y los efectos que pudieran estar teniendo en una facies más “oscura” de la denominada “romanización”.
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Figura 3: Relaciones entre castros y vici. Fuente: Ruibal (2006) y Ramil (2000)
De hecho, contamos con un interesante testimonio indirecto que apunta a la presencia de actuaciones y reacciones violentas por parte de las poblaciones nativas del noroeste peninsular, un considerable tiempo después de la conquista militar. Se trata de un epígrafe localizado en Ariminium (Rímini, Italia)6, realizado en honor del legionario Marcus Vettius Valens, y en el que se lleva a cabo un meticuloso desarrollo de su historial militar. M(arco) VETTIO M(arci) F(ilio) ANI(ensi) VALENTI MIL(iti) COH(ortis) VIII PR(aetoriae) BENEF(iciario) PRAEF(ecti) PR(aetorio) DONIS DONATO BELLO BRITAN(nico) TORQVIBVS ARMILLIS PHALERIS EVOC(ato) AVG(usti) CORONA AVREA DONAT(o) Ͻ (centurioni) COH(ortis) VI VIG(ilum) Ͻ (centurioni) STAT(orum) Ͻ (centurioni) COH(ortis) XVI VRB(anae) Ͻ (centurioni) C(o)H(ortis)] 6 CIL XI, 395 = Desau 2648 = CBI 881 = AE 2009, 468. 618
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II PR(aetoriae) EXERCITATORI EQVIT(um) SPECVLATORVM PRINCIP(i) PRAETORI LEG(ionis) XIII GEM(inae) EX TREC(enario)[P(rimo) P(ilo)] LEG(ionis) VI VITRI(icis) DONIS DONATO OB RES PROSPER(e) GEST(as) CONTRA ASTVRES TORQ(uibus) PHALER(is) ARM(illis) TRIB(uno) COH(ortis) V VIG(ilum) TRIB(uno) COH(ortis) XII VRB(anae) TRIB(uno) COH(ortis) III PR(aetoriae) [P(rimo P(ilo)] LEG(ionis) XIIII GEM(inae) MART(iae) VICTR(icis), PROC(uratori) IMP(eratoris) [NERONIS] CAES(aris) AVG(usti) PROV(inciae) LVSITAN(iae) PATRON(o) COLONIAE SPECVLATOR(es) X H(onoris) C(ausa) C(aio) LVCCIO TELESINO C(aio) SVETONIO PAVLINO CO(n) S(ulibus) Como puede verse, en un momento dado la inscripción especifica que, sirviendo como primipilus de la Legio VI Victrix, fue galardonado por sus acciones contra los astures. La datación consular de la inscripción implica que la pieza fue elaborada en el año 66 d.C., durante el consulado de Caius Lucius Telesinus y Caius Suetonius Paulinus7. Considerando los cargos desempeñados por Marcus Vettius entre su participación en la revuelta astur y la propia erección del epígrafe, media un lapso de tiempo que apunta a que su intervención contra los astures tuvo lugar en algún momento de la década de los 60 o 50 d.C., y por tanto durante el gobierno de Nerón8. Esta es la única referencia con que contamos a dicho episodio, referido de un modo secundario y sin especificación alguna sobre qué pueblos astures lo protagonizaron, lo cual cabe tener en cuenta a la hora de recordar que estamos hablando, en todo caso, de un acontecimiento de escala local e impacto, en principio, menor, al menos a ojos de las fuentes latinas. Ahora bien, se trata de una evidencia que reconoce, de un modo perfectamente consciente, la existencia de un levantamiento armado y la intervención del ejército en su represión. Al hilo de cuanto mencionábamos anteriormente, se trata de un reflejo bastante claro de la presencia de elementos generadores de tensión y violencia en el Noroeste, aun bien avanzada la dinastía JulioClaudia, con la entidad suficiente como para acabar desembocando en una acción violenta, si bien de menor escala, contra las tropas romanas. 7 MINAK, F. Ariminum, il territorio al microscopio. 2006, p. 17. Disponible en: http://www. romit.org/it/pubblicazioni_romit/studio_bracesi.pdf [consultado el 6 de julio de 2015] 8 FERNÁNDEZ PALACIOS, F. “¿Revueltas en la Península Ibérica en tiempos de Nerón?”. Aquila legionis: cuadernos de estudio sobre el Ejército Romano, 12, 2009, pp. 91-93. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Al menos una parte de las poblaciones del noroeste reaccionaron en forma de oposición violenta en un momento dado y, aunque desconocemos la extensión y las implicaciones del conflicto que, como decimos, podemos suponer de poca entidad, la cronología es especialmente interesante. La datación en el reinado de Nerón implica que se habría producido en torno a entre 70 y 80 años después del fin de la conquista militar. Es decir, esta tensión y expresión parcial de rechazo violento al sistema se habría producido más de dos generaciones después del fin de las guerras asturcántabras, un momento en el que difícilmente quedarían individuos que hubieran vivido personalmente la conquista y el período inmediatamente posterior. El hecho de haber nacido y crecido dentro del contexto romanoprovincial no impidió que una nueva generación de poblaciones astures iniciasen una acción armada. Ahora bien, la distancia cronológica, contextual y generacional entre la conquista militar de finales del siglo I a.C. y la revuelta mencionada en la inscripción de Rímini es lo suficientemente amplia como para que nos permitamos plantear que no haya una conexión directa en las motivaciones entre ambas. Es decir, en un momento tan avanzado de la dominación romana en el territorio, creemos más probable que las posibles causas detrás de una acción armada de poblaciones nativas estén relacionadas con elementos generadores de tensión/alienación, como los que hemos visto previamente, antes que con una hipotética transmisión de los motivos que movieron a la lucha armada durante las guerras astur-cántabras en clave de resistencia contra el invasor. Tantas décadas después, tras un cambio del contexto y las motivaciones vitales sobre el terreno, parece más probable que las posibles causas de una acción violenta tuvieran un origen en clave romano-provincial, a modo de reacción violenta contra ciertos elementos de las formas de vida, antes que como rechazo categórico de estas a favor de un contexto y modo de vivir que, para las décadas de los años 50-60 d.C., las poblaciones nativas del noroeste sencillamente ya no habrían conocido. 3. Los límites de la violencia en el noroeste peninsular Creo que es importante tratar de definir unos ciertos límites del desarrollo de esta “violencia simbólica”, según el término empleado por Carlos Marín y David González9. El romano no era un imperio que contase con lo que en la actualidad denominaríamos una “agenda cultural”, sino, en todo caso, económica. En el modelo imperialista romano, conquistar y 9 MARÍN SUÁREZ, C.; GONZÁLEZ ÁLVAREZ, D. “La romanización del occidente cantábrico: de la violencia física a la violencia simbólica”. Férvedes, 7, 2011, pp. 197-206. 620
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controlar equivalían en mayor medida a explotar, y es la explotación de los recursos del territorio sometido la que vertebra y da sentido real al proyecto romano sobre el mismo, a ojos de la administración imperial. Obviamente, los fenómenos de aculturación e interacción entre elementos culturales romanos y provinciales existían, pero derivan directamente de la presencia romana orientada a estabilizar y hacer un uso provechoso del territorio, y no formarían parte, por así decirlo, de la “agenda romana”. Por supuesto, existía plena consciencia desde la élite romana de la realidad, e importancia, de los contactos e intercambios culturales con los pueblos sometidos, la obra de autores tan distintos como Tácito, Dion Casio o Estrabón presentan menciones conscientes de fenómenos de intercambio cultural y sus efectos en las poblaciones sometidas10. Es más, uno de los pilares de la propaganda imperial en las fuentes literarias consiste, precisamente, en la atribución de la labor civilizadora romana al exportar sus formas, usos y costumbres a los pueblos conquistados. No obstante, la incorporación y adquisición de hábitos de vida y formas procedentes del ámbito greco-romano por parte de las poblaciones sometidas no representaba un objetivo estratégico a llevar a cabo desde la administración imperial, como podían serlo la red de infraestructuras o la elaboración de un censo. Este flujo aculturizante se llevaba a cabo por la amplia gama de procesos de contactos que se desarrollaban tras la conquista (comercio, presencia militar, desplazamiento de poblaciones, etc.) y de los que el estado romano era más o menos consciente, pero que no incluía en su “agenda” política sino para garantizar la organización, explotación y estabilización de un territorio. Más allá de unos mínimos (prohibición de los sacrificios humanos, mantenimiento del culto al emperador, etc.), no tenemos constancia de que se llevaran a cabo exigencias por parte de la administración romana a la hora de comprobar la integración provincial en los usos de vida romanos. Así, dependía en buena medida de las circunstancias materiales y el interés/iniciativa de los diversos pueblos sometidos el llevar a cabo un mayor o menor imitación del estilo de vida de los conquistadores, tanto política como socio-culturalmente. Igualmente ocurriría con la tensión y la violencia generadas en contexto romano-provincial. Estas surgen como consecuencia de la presencia e intervención romana en diversos ámbitos, algunos ya mencionados, como los acuartelamientos, comercio, red de infraestructuras, etc. Pero ninguno de estos dos efectos son planificados por el aparato de gobierno romano. No existe una concepción geoestratégica provincial, sino de escala imperial, 10 Tac. Germ. XXI, 2; Cass. Dio LVI, 18, 2-3; Strab. III, 15. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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y el diseño del territorio provincial se desarrolla en tanto es útil para ésta última. El impacto negativo que la actuación imperial pudiera tener sobre las poblaciones provinciales no era, por así decirlo, un elemento estratégico a tener en cuenta, en tanto el destacamento de tropas garantizaría la estabilización de una zona potencialmente peligrosa. Toda consideración al margen de este “pilar” era secundaria, en el supuesto de ser tenida en cuenta de algún modo, para el poder romano. Roma no diseñaba una política cultural exterior. El desarrollo de formas de vida a imitación de la urbs se producía en mayor o menor medida, por supuesto, pero no debido a un proceso diseñado y pautado desde el poder. Los grandes elementos culturales importados desde el poder eran sobre todo de tipo jurídico-administrativo11 (clientela, organización políticoterritorial, etc.), tras los cuales la infraestructura cobraba un papel esencial. Pero no era la iniciativa civilizadora de la que habla la propaganda imperial la responsable de que los pueblos conquistados adoptasen costumbres romanas en mayor o menor medida. Por el contrario, las poblaciones sometidas se “civilizaban”, dado que, tras la conquista, la dinámica de procesos establecidos hacía muy difícil no entrar en un contacto directo, en ocasiones casi abrumador, con elementos importados desde la órbita romana. Así, del mismo modo en que la sociedad romano-provincial aprehende y reinterpreta los elementos romanos con los que entra en contacto, también se ve afectada por ellos, como hemos visto en los ejemplos iniciales. En definitiva, una cosmovisión diferente, en gran medida importada e implantada unilateralmente, podría haber producido un efecto de alienación en individuos y comunidades, haciendo que sintiesen el entorno y su forma de vida como algo ajeno, es decir, que no consiguieran identificarse, parcial o totalmente, con su situación en el nuevo esquema. En esta línea, Alfredo González Ruibal ya planteó una interpretación de una de las expresiones artísticas romano-provinciales más características del noroeste, la epigrafía latina, a la que atribuye, entre otras, una función de “acentuación de la estabilidad” en un momento de crisis y ansiedad, “motivadas por la identificación étnica y cultural en crisis por la asimilación al Imperio”12. El recurso a elementos, generalmente de naturaleza puramente 11 NAVARRO, F. J. “Expansión e identidad: ideas y valores del imperialismo romano”. En Caballos Rufino, A. y Melchor Gil, E. (coords.), De roma a las provincias: las élites como instrumento de proyección de roma, Sevilla, Universidad de Sevilla, Universidad de Córdoba, 2014, pp. 85-100. 12 GONZÁLEZ RUIBAL, A. “Galaicos: poder y comunidad…” pp. 613-615. 622
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estética, anteriores a la conquista, tendría como fin la asimilación de ésta más fácilmente al comprobar que elementos “tradicionales” perviven aun en un nuevo formato. Este fenómeno quedaría plasmado sobre los nuevos soportes y, en combinación con la escritura y fórmulas importadas, representaría una herramienta de aprehensión de la nueva realidad, “domesticada” o asimilada de un modo más familiar. Se tendería así un puente simbólico-mental entre elementos del mundo anterior que desaparece y la nueva situación. En esencia, se trataría de un ejercicio de invención de una nueva tradición, según la definición de este fenómeno del profesor Hobsbawm13. Por su parte, Greg Woolf plantea, en una línea similar, que el hábito epigráfico “sirve para negar el cambio, como amenazas para el poder de sus constructores o de su status quo en general. Los usos del monumento pueden ser comparados con los usos de la tradición”14. Una reacción de este tipo sería innecesaria en un contexto libre de tensión, ansiedad o violencia simbólica. De haberse producido una aceptación “entusiasta” de los elementos importados tras la incorporación al imperio romano15, sencillamente no deberíamos apreciar diferencia alguna entre las expresiones materiales provinciales y las del resto del imperio, cuando es precisamente el caso contrario en el noroeste como en muchos otros escenarios romano-provinciales. Con todo ello, queremos concluir sencillamente planteando que la violencia post-bélica fue una realidad en el contexto provincial del noroeste tras la conquista romana. Una forma de violencia menos evidente pero quizás más profunda, que niega sustancialmente el principio de autoromanización o la imagen feliz de los pueblos conquistados abrazando a una cultura que reconocen como superior. Pero del mismo modo, rechazamos una interpretación de violencia sistemáticamente impuesta desde el aparato de gobierno de los conquistadores, al modo de las imposiciones imperialistas contemporáneas, como se ha llegado a plantear en algún caso16, de un modo que consideramos actualista y deformador. 13 HOBSBAWM, E.The invention of tradition. Cambridge, Cambridge University Press, 1992. 14 WOOLF, G. “Monumental writing and the expansion of Roman society in the Early Empire”. The Journal of Roman Studies, 86, 1996, p. 31. 15 VILLA VALDÉS, A. “Las explotaciones auríferas romanas de el Valle (Asturias). Un Modelo de investigación Arqueológica en el contexto de la Minería Moderna”. En Actas del 49 Congreso Internacional de Americanistas, Quito, 1997. http://www.equiponaya.com.ar/ congresos/contenido/49CAI/Valves.html [consultado el 10 de julio de 2015] 16 VICENTE GONZÁLEZ, J. L. “¿Formó parte el noroeste de Hispania de un “Gulag” romano de hace 2000 años?”, Argutorio: revista de la Asociación Cultural “Monte Irago”, 30, 2013, pp. 57-70. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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VIOLENCIA Y CONFLICTOS ARMADOS EN LA GALICIA MEDIEVAL: A ROCHA FORTE COMO CASO PARADIGMÁTICO Violence and Armed Conflicts in Medieval Galicia: A Rocha Forte as Paradigm Oria Ferreiro Diz Universidad de Santiago de Compostela
[email protected] Verónica del Río Canedo Universidad de Santiago de Compostela
[email protected] Xoel Rodríguez Martínez Universidad de Santiago de Compostela
[email protected] Resumen: En este artículo se pretende abordar la conflictividad en la Galicia medieval desde la casuística de estudio que ofrece el yacimiento arqueológico de A Rocha Forte. Situado a pocos kilómetros de la ciudad de Santiago, funcionó como fortaleza militar bajomedieval y complejo residencial del señor de las tierras compostelanas, el arzobispo. Fue edificado en 1255 por el prelado Juan Arias y remodelado posteriormente en diversas ocasiones. El castillo fue definitivamente destruido en 1466 en el marco de las guerras Irmandiñas. Este yacimiento ha sido objeto de sucesivas intervenciones a lo largo del siglo XXI, impulsando la creación de numerosos proyectos de investigación en los que se apoyará el presente trabajo. Mediante el estudio de las fuentes textuales y arqueológicas se pretende ofrecer una visión analítica de la violencia ejercida en el entorno. El poder señorial se verá enfrentado en diversas ocasiones por los ciudadanos compostelanos. A Rocha se convierte en escenario privilegiado de los sucesivos conflictos armados que se desarrollan en la Galicia bajomedieval, ofreciendo una amplia muestra armamentística, ofensiva y defensiva, así como en la arquitectura de la propia fortaleza. Estas características hacen que actualmente sea una fuente arqueológica predilecta para el estudio social y bélico del medievo gallego. Palabras clave: Rocha Rorte, arqueología, Baja Edad Media, conflicto armado, fuentes escritas. Abstract: The aim of this paper is to analyse violence in Medieval Galicia focusing attention on the archaeological site of A Rocha Forte. This fortress of the late Middle Ages and Archbishop’s extramural residency, was built in 1255 by the prelate Juan Arias and remodelled several times. It was destroyed by the famous Revolt Irmandiña in 1466. This site has been the subject of historical archaeological researches during last century.
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These ones and written sources are used in this paper in order to analyse violence placed on the environment. The power exercised by the Santiago de Compostela’s feudal lords will be replied by the citizens of this city many times. Thus, this castle shows a large sampling of defensive and offensive weapons, as well as the structure of the building. Due to these features, this archaeological source is very important for studying war and social structure during the Medieval Galicia. Keywords: Rocha Forte, Archaelogy, Late Middle Ages, Armed Conflict, Written Sources.
1. Contexto histórico El castillo de A Rocha Forte es una fortaleza construida en las cercanías de la ciudad de Santiago de Compostela por la mitra compostelana. A pesar de que su construcción data del siglo XIII, nos centraremos en los devenires del castillo durante los siglos XIV y XV, con tres conflictos que nos ilustran sobre la guerra en este período, la función y la estructura de la fortaleza. A Rocha Forte es un símbolo de la tensión entre el concejo y el arzobispo de Santiago de Compostela durante la Plena y Baja Edad Media. El concejo, es decir, la representación política de la sociedad urbana1, mantendrá una tensa relación con la mitra compostelana a lo largo de la Edad Media, esperando siempre apartarse del poder del arzobispo y que la ciudad sea de realengo, lo que aseguraría una mayor autonomía a los burgueses de la ciudad2. Ya en época del obispo Xelmírez se aprecia esta tensión con violentos enfrentamientos en la ciudad apostólica. Es posible que la situación se calmase un poco en el siglo XIII, aunque es hacia el final de este siglo y comienzos del XIV cuando la tensión comienza a aflorar de nuevo. 2. Breve estado de la cuestión 2.1 Contexto geográfico: poder coercitivo de la fortaleza Además de ser residencia arzobispal, este castillo desempeñaba dos importantes funciones. En primer lugar, su cometido principal era el dominio señorial del territorio. En ese sentido, al situarse en un lugar tan próximo a la ciudad de Santiago de Compostela, era todo un instrumento y 1 PORTELA SILVA, E; PALLARES MÉNDEZ, M. C.; SÁNCHEZ SÁNCHEZ, X. M. Rocha Forte: el castillo y su historia. Santiago de Compostela, Xunta de Galicia-Dirección Xeral de Patrimonio Cultural, 2004, p. 68. 2 PORTELA SILVA, E. Historia de la ciudad de Santiago de Compostela. Santiago de Compostela, Concello de Santiago de Compostela, Consorcio da Cidade de Santiago de Compostela, Universidade de Santiago de Compostela, 2003, p. 155. 628
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expresión del poder político del arzobispo3. En segundo lugar, la fortaleza tenía otra muy importante función: el control administrativo, a modo de portazgo, de las mercancías que provenían de los caminos de Padrón y Noia, las dos tradicionales salidas al mar de la ciudad de Santiago. De esto eran perfectamente conscientes los sublevados de 1458. Saben que, aunque dominen la ciudad, les era indispensable el dominio de la fortaleza para poder controlar los dos principales caminos que llegan al Atlántico4.
Fig. 1: Mapa de localización de A Rocha Forte y demás fortalezas coetáneas. Fuente: http:// www.rochaforte.info/escenarios/#o-comercio (último acceso 17/10/2015)
2.2 Contexto temporal: construcción, modificaciones y destrucción Como se ha dicho al comienzo, la construcción del castillo se inicia durante el obispado de Juan Arias a mediados del siglo XIII. No obstante, durante este período A Rocha Forte no es aún la gran fortaleza que será en los dos siglos siguientes. Es más un lugar de residencia, un palacio para el prelado, que un castillo, y así será usado tanto por Juan Arias como por 3 PORTELA SILVA, E; PALLARES MÉNDEZ, M. C.; SÁNCHEZ SÁNCHEZ, X. M. Rocha Forte... p. 57. 4 PORTELA SILVA, E; PALLARES MÉNDEZ, M. C.; SÁNCHEZ SÁNCHEZ, X. M. Rocha Forte... p. 73. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Berenguel de Landoira, aunque este lo utilizará también como base de operaciones. Será tras la revuelta a la que se enfrentará este último cuando se convierta en una verdadera fortaleza, con su torre del homenaje y sus murallas, configurándose como un castillo concéntrico5, tal y como veremos en apartados posteriores. La primera prueba de fuego para el recién remodelado castillo vendrá en 1458 siendo arzobispo Rodrigo de Luna. Seguramente, para cuando A Rocha tuvo que hacer frente a los irmandiños en 1466, aún no estaba totalmente reparada de los daños del anterior asedio6. 3. Intervenciones arqueológicas en A Rocha Forte7 Esta fortaleza se conocía por los expedientes originados en el pleito Tabera-Fonseca (1527), pero no se empezó a tener un conocimiento real hasta comienzos del año 2001, gracias al convenio entre el ayuntamiento de Santiago de Compostela y la Universidad. En este año se realiza un proyecto de estudio arqueológico con Raquel Casal y Fernando Acuña como directores de la actuación arqueológica. Las actuaciones arqueológicas comienzan en 2002 con la prospección intensiva del área arqueológica, la limpieza y levantamiento topográfico del yacimiento. En el año 20038, se realizan los primeros sondeos centrados en el lienzo murario del cuadrante noroeste para delimitar la potencia arqueológica y obtener una secuencia estratigráfica. La cantidad de materiales hallados sugieren la necesidad de continuar con los trabajos arqueológicos. En el año 20049, se continúan las labores de limpieza iniciadas en campañas anteriores centradas en los sótanos de la fortaleza y se abren nuevos espacios a fin de localizar la torre del homenaje. Se limpia la cerca Este y se dejan visibles las estructuras del SE identificando el sistema de canalizaciones y documentando la cara exterior de la barbacana y el pozo. En el año 200510, se define la cara exterior de la segunda cerca, se localizan 5 SÁNCHEZ SÁNCHEZ, X. M. “La Fortaleza de Rocha Forte: un castillo concéntrico en las corrientes constructivas europeas del siglo XIV”. Compostellanum, 3-4, 52, 2007, pp. 629-630. 6 FERNÁDEZ ABELLA, D. “El castillo de A Rocha Forte, un ejemplo para el estudio de la guerra bajomedieval”. Roda da Fortuna, 1-1, 3, 2014, p. 240. 7 La intervención arqueológica, memorias y toda la información sobre A Rocha Forte se puede consultar on-line a través de
. 8 CASAL GARCÍA, R.; ACUÑA CASTROVIEJO, F. et al. “A Fortaleza da Rocha Forte (Santiago): campañas de intervención 2002-2003”. Gallaecia, 23, 2004, pp. 195-204. 9 CASAL GARCÍA, R.; ACUÑA CASTROVIEJO, F. et al. “La fortaleza de A Rocha Forte (Santiago de Compostela). Campaña de 2004”. Gallaecia, 24, 2005, pp. 193-218. 10 CASAL GARCÍA, R.; ACUÑA CASTROVIEJO, F. et al. “O castelo gótico da Rocha Forte, Santiago de Compostela”. En Singul, L. y Francisco, L., Os Capítulos da Irmandade: peregrinación e conflito social na Galicia do século XV, Santiago de Compostela, Xunta de Galicia, 630
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nuevas canalizaciones y dada la gran cantidad de tejas y merlones recuperados se confirma que las torres y otros edificios estarían cubiertos y almenados tal y como se establece en el pleito. En el 200611, se procede a la excavación del lienzo Este de la cerca principal entre la entrada y el torreón SE y la limpieza de la barbacana. Con esta actuación queda definida la planta del yacimiento, excepto en su parte Norte, donde no es posible actuar al estar afectado por las vías del tren. En el año 2009 la situación cambia y las actuaciones son llevadas a cabo por la empresa Terra Arqueos S. L., donde los trabajos se centran en la limpieza y acondicionamiento del yacimiento así como en la consolidación de las estructuras ya exhumadas en campañas anteriores.En 2013 se realiza un estudio más exhaustivo con una actuación integral sobre el yacimiento. Acometida por la empresa constructora Eiriña bajo la dirección arqueológica de María José Bóveda12, en esta intervención se excavó casi la totalidad de la planta cuadrangular de la fortaleza, las dos cercas murarias y la torre del homenaje, cimentada sobre un afloramiento granítico y de la que apenas quedan restos. La intervención intentó en cierta medida integrarse con los datos anteriores a fin de permitir la comprensión global del yacimiento. Fue acompañada por trabajos de consolidación, restauración y puesta en valor.
Fig. 2: Croquis de la fortaleza (año 2013). Fuente: http://www.rochaforte.info/proxecto/mapatecnico (último acceso 13/07/2015) Vista aérea del yacimiento. Fuente: PNOA 2006, pp. 430-437. 11 CASAL GARCÍA, R.; ACUÑA CASTROVIEJO, F. et al. “V campaña de intervención no Castelo da Rocha Forte (Santiago de Compostela): novas preliminares da actuación no ano 2006”. Gallaecia, 26, 2007 pp. 163-183. 12 BÓVEDA FERNÁNDEZ, M. J. Intervención arqueolóxica na Fortaleza da Rocha Forte, Memoria. Tomo II, Santiago de Compostela, Depósito Museo das Peregrinacións e de Santiago, 2013. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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3.1 El castillo Como resultado de las intervenciones llevadas a cabo desde el año 2002, podemos decir que estamos ante un edificio espectacular para su época y con una cronología que abarca desde el siglo XIII al XV. Morfológicamente estamos ante un castillo de planta cuadrada, con una superficie aproximada de 3.500/600 m² con cuatro torres circulares de cantería perfectamente trabajada en las esquinas. En el interior del recinto, entre otras estancias adosadas a la muralla se encuentra una gran escalinata que baja a una estructura abovedada y conduce a una puerta tapiada bajo un arco de medio punto. La mayor parte de los paramentos de estas estructuras subterráneas conservan restos de enlucido y bajo la puerta aparecen dos salidas de unas canalizaciones exteriores. La puerta principal se sitúa en el NO sobre un foso excavado en la roca conformando una entrada de corredor (fig. 3) y torre central cuadrangular. El registro arqueológico ha permitido establecer diferentes fases o impulsos constructivos. La primera fase se correspondería con la construcción del recinto interior del castillo. Se trata de un recinto de planta cuadrangular con torres circulares en las esquinas y semitorres rectangulares en la cortina destinados a resistir los embates balísticos de asedio (fig. 4). La segunda fase, ya dentro de las reformas de Berenguel de Landoira, estaría caracterizada por la construcción de la barbacana que cubre y rodea el recinto, diseñada fundamentalmente para defensa artillera y que constituye una innovación arquitectónica del siglo XIV (fig. 4). Entre el muro del castillo y la barbacana se deja un espacio conocido como liza que cumplía las funciones de corredor y de foso. En el caso de a Rocha destaca su poca amplitud (fig. 4). En A Rocha se aplican los últimos avances en arquitectura y construcción militar y será el propio diseño del edificio el que consiga la defensa activa del mismo. Las cercas concéntricas, la planta simétrica, la existencia de varias alturas en los muros, el espacio intermuros reducido dividido y compartimentado, las torres esquineras circulares, la presencia de fosos y sistemas defensivos en los accesos, como barbacana y rastrillo nos permiten incluir a esta fortaleza dentro de la corriente constructiva de los castillos concéntricos13.
13 SÁNCHEZ SÁNCHEZ, X. M. “La Fortaleza...” pp. 603-632. 632
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Fig. 3: Entrada principal situada al NO reforzada por dos torreones y el foso
Fig. 4: De arriba izquierda a abajo derecha: liza y torreón SO. Identificación de elementos de la muralla donde se puede observar: torre de la primera cerca (elevada sobre la muralla), primera cerca, segunda cerca y canalizaciones. Muro transversal intermuros en una de las torres esquineras que delimita y acota el espacio, reduciendo la movilidad del atacante, se observa también la segunda muralla exterior. Sistema de canalizaciones en la zona Sur
4. Conflictividad armada En un primer apartado veremos los tres conflictos que afectan al castillo; después cómo esta fortaleza nos puede servir para entender la guerra de asedio durante la Edad Media; finalmente, analizaremos las evidencias arqueológicas que han llegado a nuestros días de los susodichos enfrentamientos. 4.1 Conflictos armados que afectan al castillo Como se ha dicho en un apartado anterior, existen tres conflictos que dejaron huella en el castillo de Rocha Forte. El primero de ellos tiene lugar entre 1317-1320, cuando el arzobispo Berenguel de Landoira se enfrenta a los compostelanos. El segundo de los enfrentamientos data de 1458, año en Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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el cual el arzobispo Rodrigo de Luna tuvo que hacer frente a la hermandad de Santiago constituida ese mismo año. Finalmente, el tercer y más importante conflicto tiene lugar poco después del anterior, en 1466, en el cual el castillo llega a su fin con la Revuelta Irmandiña14. En todos estos conflictos se ilustra la tensión entre el Concejo y la mitra compostelana, aunque es en los dos últimos donde un agente cobra un mayor protagonismo: los sublevados recurren al monarca Enrique IV para legitimar sus pretensiones. A continuación, se explicará más sucintamente el desarrollo de estos tres episodios y cómo afectaron a la fortaleza. Berengel de Landoira fue nombrado arzobispo para la sede compostelana por el papa Juan XXII. El dominico francés llega a Compostela en el 1318 con asesores y tropas propias, decidido a imponer su poder y a implementar modificaciones en la administración militar de su feudo. Esto se traducirá en una casi inmediata oposición del Concejo y en el inicio de un levantamiento urbano que obligará al nuevo arzobispo a refugiarse un tiempo en las torres arzobispales de Pontevedra y en el castillo de A Rocha Forte15. Del levantamiento sobresale sobre todo Alfonso Suárez de Deza, miembro de la aristocracia gallega del periodo y mayordomo del infante Felipe, hijo de Sancho IV. Por lo demás, es un grupo muy heterogéneo que comparte un interés común: la oposición al poder arzobispal de Berenguel de Landoira16. A pesar del citado apoyo del papa al nuevo arzobispo, la situación no comienza a tornarse a favor de este hasta el verano de 1319, cuando mueren los infantes don Pedro y don Juan. Tanto María de Molina, en condición de regente, como el infante don Juan Manuel, apoyan al infante Felipe y este da la espalda a los compostelanos. Se acelera así el cambio de posición en el entorno de Alfonso XI a favor del señor eclesiástico, quedando Suárez de Deza prácticamente solo. Las negociaciones para el final del conflicto se trasladan al propio castillo de A Rocha Forte, donde los líderes opositores son encerrados y asesinados por un supuesto mandato del mayordomo del prelado17. 14 PORTELA SILVA, E; PALLARES MÉNDEZ, M. C.; SÁNCHEZ SÁNCHEZ, X. M. Rocha Forte... p. 76. 15 PORTELA SILVA, E; PALLARES MÉNDEZ, M. C.; SÁNCHEZ SÁNCHEZ, X. M. Rocha Forte... p. 69. 16 PORTELA SILVA, E; PALLARES MÉNDEZ, M. C.; SÁNCHEZ SÁNCHEZ, X. M. Rocha Forte... p. 72. 17 DÍAZ Y DÍAZ, M. C. Hechos de Don Berenguel de Landoira, Arzobispo de Santiago. Santiago de Compostela, Universidade de Santiago de Compostela, 1983, p. 127. 634
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El siguiente episodio bélico que tiene como protagonista al castillo data de 1458, año en el que se constituye la hermandad de Santiago. Esta se enfrentará al nuevo arzobispo y señor de Santiago, Rodrigo de Luna, y tenía como objetivo defender las libertades públicas, porque, según argumentaban, estaban siendo “destruidas”18. Los miembros que formaban parte de ella eran Juana de Castro, viuda de Rodrigo de Moscoso, señor de Altamira y Monterrei, su hijo Bernal Yánez y un grupo de nobles y dirigentes del concejo de Santiago y de las villas de Noia y Muros. La hermandad, aprovechando la ausencia del arzobispo en la guerra en Granada, decide tomar el señorío y asediar A Rocha Forte. Se sabe que para tal empresa contaron con la ayuda de tres trabucos19, pero no tuvieron éxito en rendir la fortaleza20. Tras seis meses de asedio y tras la orden del propio Enrique IV, se decide levantar el cerco y llegar a un acuerdo con el arzobispo21. El episodio final del castillo de A Rocha se enmarca dentro de la Revuelta Irmandiña de 1466 que asolará Galicia y siendo arzobispo Alonso de Fonseca II. Nuestra fortaleza encaja bien en el carácter justiciero y antiseñorial de esta revuelta22: continúa siendo origen de importantes perjuicios para los habitantes de Santiago, desde robos y apresamientos injustificados hasta violaciones de jóvenes23, sin olvidar el bloqueo del comercio y de las comunicaciones con Noia y Muros, que a veces su alcaide, Álvaro Sánchez de Ávila, provocaba24. A diferencia de las revueltas anteriores, en la Revuelta Irmandiña lo más común no es retener las fortalezas, sino arrasarlas. Esto se debe al simbolismo que desprenden25: el enemigo es el señor violento y 18 PORTELA SILVA, E; PALLARES MÉNDEZ, M. C.; SÁNCHEZ SÁNCHEZ, X. M. Rocha Forte... p. 73. 19 FERNÁDEZ ABELLA, D. “El castillo...” p. 229. 20 Pleito Tabera – Fonseca 1526-27. Archivo histórico Diocesano, Santiago de Compostela. Recogido por RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, A. Las fortalezas de la mitra compostelana y los irmandiños: pleito Tabera-Fonseca. A Coruña, Fundación Pedro Barrié de la Maza-Conde Fenosa, 1984, p. 229. 21 PORTELA SILVA, E; PALLARES MÉNDEZ, M. C.; SÁNCHEZ SÁNCHEZ, X. M. Rocha Forte... p. 74. 22 BARROS GUIMERÁNS, C. La mentalidad justiciera de los irmandiños, siglo XV. Madrid, Siglo XXI de España Editores, 1990, pp. 13-124. 23 RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, A. Las fortalezas... pp. 456, 461-462. 24 FERNÁDEZ ABELLA, D. “El castillo...” p. 240. 25 FERNÁDEZ ABELLA, D. “El castillo...” p. 238. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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destruyendo su fortaleza se le destruye a él también. Siguiendo esta lógica, A Rocha Forte es tomada y desmantelada por los Irmandiños, quienes se dirigen después hacia el norte y hacia el sur apoyando los levantamientos en Betanzos y A Estrada. 4.2 A Rocha Forte y la guerra de asedio La toma de un castillo durante la Edad Media, incluso durante el siglo XV, se podía lograr mediante el sitio, el cercado o el asalto26, aunque era normal combinar alguna de estas tácticas. Los nobles gallegos, en todos los conflictos que hemos podido observar y más claramente durante la Revuelta Irmandiña, dejan el asalto como última opción o para cuando la fortaleza esté a punto de claudicar, prefiriendo optar por el bloqueo y el hostigamiento hasta la caída de la fortaleza27. Es además durante esta revuelta donde se pueden ver los cambios que se dan en el seno de la guerra a finales de la Edad Media en Europa, con un mayor peso de la artillería28; centrémonos en este conflicto. El desarrollo de los acontecimientos que afectan al castillo durante la Revuelta Irmandiña sería el que sigue. Tras atacar los palacios arzobispales y derrocar la torre nueva y la de A Trinidade, la Hermandad se dirige a cercar A Rocha Forte. En este asedio se vuelven a utilizar trabucos29, tal y como se puede comprobar en el registro arqueológico y en la documentación, aunque es posible que con un bombardeo más continuo que en los anteriores enfrentamientos30. Se sabe además que algunos miembros de la Hermandad portaban bombardas, por lo que es probable que también se utilizasen en este asedio31. Los Irmandiños no optaron, sin embargo, por el minado para tomar la fortaleza debido al emplazamiento del castillo en un afloramiento granítico, como se ha visto en el apartado tercero, aunque era esta una de las técnicas usadas para arrebatar fortificaciones32.
26 NAVARREÑO MATEOS, A. “El castillo bajomedieval: arquitectura y táctica militar”. Gladius, volumen especial, 1988, pp. 139-152. 27 FERNÁDEZ ABELLA, D. “El castillo...” p. 241. 28 KEEN, M. Historia de la guerra en la Edad Media. Madrid, A. Machado Libros, 2005, p. 205. 29 FERNÁDEZ ABELLA, D. “El castillo...” p. 301. 30 FERNÁDEZ ABELLA, D. “El castillo...” p. 243. 31 RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, A. Las fortalezas... p. 67. 32 NAVARREÑO MATEOS, A. “El castillo bajomedieval...” p. 146. 636
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Hemos mencionado anteriormente que los Irmandiños dejaban el asalto como última opción o para cuando la suerte de la fortaleza estuviese casi decidida. Para el caso concreto de A Rocha, el asalto se inicia, según la documentación, con una cifra de entre 10.000 y 20.000 hombres33. Es interesante señalar que posiblemente se dio una entrega acordada de la fortaleza34, ya que el alcaide de la misma sobrevive sin daño alguno. Es probable que este, a consecuencia del código caballeresco, ofreciese una resistencia inicial que explique el asedio que sufrió el castillo. Como se ha indicado, el asedio de A Rocha Forte es relativamente breve, lo que eventualmente indique que no es descabellado pensar en una rendición pactada. En la guerra medieval la negociación tiene un espacio destacado. El castillo de A Rocha Forte también aquí nos tiene algo que enseñar, ya que nos ilustra cómo esta a veces esconde el engaño. Como se recordará, el enfrentamiento de 1317 acaba con la ejecución de Alonso Suárez de Deza y otros líderes del levantamiento en las dependencias del castillo. 4.3 Evidencias arqueológicas de los conflictos Como ya se ha hecho mención en los sucesivos apartados de este artículo dedicados a la conflictividad en el medievo, estamos ante una guerra de asedio. Esta dejará sus evidencias en el registro arqueológico con numerosos hallazgos que nos remiten a estos episodios violentos. En primer lugar nos detendremos en el análisis de los datos que aportan los bienes inmuebles y la propia arquitectura de la fortaleza. Como ya se han descrito con anterioridad las características constructivas de este recinto, nos centraremos en este momento en aquellos aspectos arquitectónicos construidos ex proceso para la defensa del recinto en caso de ser atacado. La intervención más clara en este aspecto será la llevada a cabo por Berenguel de Landoira en el siglo XIV, pues se le dará forma al castillo tal y como lo conocemos hoy, con nueve torres defensivas y un número de cercas y fosos todavía por determinar, ya que abarcan más territorio del excavado actualmente. La fortificación externa se basa en un fuerte recinto amurallado, de forma cuadrada y torres circulares en los ángulos, presentando también torres rectangulares en el centro de tres de sus lados35. 33 RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, A. Las fortalezas... p. 321. 34 FERNÁDEZ ABELLA, D. “El castillo...” p. 243. 35 CÉSAR VILA, M. Rocha Forte. Santiago de Compostela, Concello de Santiago, 2013, p. 27. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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La entrada noroeste estaba controlada por otras dos torres que restringían en último lugar el acceso. Una vez dentro, nos encontramos con el sistema defensivo interno, formado por una cerca, liza y barbacana. Esta última de especial importancia, pues son precisamente las nuevas necesidades defensivas, derivadas del uso de la artillería, las que provocan la construcción de este elemento arquitectónico, cuya función era la protección de la cerca interna ante el impacto de los proyectiles36. Este parece ser un añadido de la última fase del castillo, normalmente atribuido a Fonseca I tras el asedio de 1458. Sin abandonar el interior del recinto, nos detendremos brevemente en la denominada Torre del Homenaje. De ella, lamentablemente, solo se conservan los cimientos. Por lo que respecta a su papel dentro de la defensa del castillo, esta tendría un papel simbólico ineludible37, su imponente altura y su inmaculada fachada la harían visible desde varios kilómetros imponiéndose en el paisaje y en la mente de sus vasallos, ejerciendo su papel de insignia de control y sumisión del territorio. Una vez analizados los aspectos defensivos arquitectónicos, nos centraremos en el análisis de los restos arqueológicos muebles relacionados con la existencia de conflictos armados en el yacimiento y su entorno más inmediato. Toda la parafernalia defensiva descrita anteriormente tenía como función primordial la resistencia ante un posible ataque de artillería con la búsqueda de la destrucción de estos elementos, facilitando el acceso al interior. Esta debió de ser una práctica recurrente debido a la alta concentración de elementos arrojadizos de naturaleza pétrea hallados en el entorno del recinto, hecho que llama poderosamente la atención por la ingente cantidad en la que aparecen a lo largo de todas las campañas de excavación. Estos imponentes elementos arrojadizos, bolaños con una media de 15 cm de diámetro, son lanzados desde catapultas y bombardas38. Debemos de tener en cuenta la importancia de estos materiales en su contexto, la conquista de los enclaves fortificados y la destrucción de sus defensas es lo que permite el acceso al interior. Como ya se ha descrito con anterioridad, el uso de las máquinas de guerra como trabucos o catapultas será primordial en época medieval tanto para la defensa como para el ataque de los recintos fortificados, quedando constancia fehaciente de ello en el registro arqueológico de A Rocha. 36 CÉSAR VILA, M. Rocha Forte… p. 27. 37 CÉSAR VILA, M. Rocha Forte... p. 24. 38 CÉSAR VILA, M. Rocha Forte… p. 23. En esta obra se ha realizado un minucioso estudio de paisaje y del entorno del yacimiento, donde se ha establecido los hipotéticos puntos de ataque según la distancia media de alcance de cada arma de asalto y su potencia. 638
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El uso de proyectiles de más reducido tamaño lo tenemos atestiguado con las “bolandeiras” y/o “arremesos”, aunque tienen una funcionalidad más amplia debido a su tamaño, su reaprovechamiento como arma arrojadiza o arma ofensiva no es descabellada. La gran mayoría de estos elementos están trabajados antrópicamente, seccionados longitudinal y/o transversalmente, a veces con retoques líticos laterales, que crean una ergonomía en la piedra que la hace totalmente adaptable a la fisonomía de la mano humana. Pueden haber sido elaboradas en granito, reaprovechando elementos pétreos de construcción, o de nueva factura, así como en otros soportes como en cuarzo o esquisto. Toda esta poderosa artillería de ataque cuenta con su reflejo en determinadas referencias textuales, pues en 1458 Pedro de Valera informa del intento frustrado por parte del Conde de Trastámara de la toma del castillo, durante seis meses, haciendo cerco mediante: “tres yngenios y otros pertrechos, mill e quinientas piedras de yngenio”, así como de “docenas de tiros”39.
Fig. 5: Arremesos / bolandeiras recogidas en la campaña de excavación 2013 dirigida por Bóveda Fernández, presentan con corte transversal y tallado lateral, elaboradas en granito a excepción del ejemplar D-1428.2784/192 en cuarzo. D-1428.2784/47 (4,5x11x11,5; UE:2000); D-1428.2784/58 (5x9x9,5; UE:2000); D-1428.2784/192 (4x9x7,8; UE:2216). Depósito Museo das Peregrinacións e de Santiago (Santiago de Compostela, A Coruña)
39 Pedro de Valera, 1458, documentación notarial de 1524, recogido por FRAGA DÍEZ, G. F. C. “Referencias a las armas utilizadas en las luchas nobiliarias gallegas en el siglo XV”. Gladius, Vol. Especial, 1998, p. 105. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Otro de los elementos arqueológicos mejor representados y en relación con la conflictividad armada que sufre este yacimiento son las puntas de flecha y lanzas. Normalmente realizadas en hierro, se diferencian por su ergonomía y tamaño. Las puntas de flecha son en su mayoría de tipo Bodkins, tipología fabricada para atravesar armaduras dada su gran capacidad de perforación40. Se diferencian por presentar una cabeza piramidal, tallada con sendos ángulos, presentando vástago alargado y de sección circular, también en hierro, con oquedad interior para ser insertada en el soporte arrojadizo, normalmente de madera. Las puntas de ballesta de esta tipología se caracterizan por presentar un perfil más corto que las empleadas con arco. César Vila et al.41, nos transmiten la importancia que debían de tener estas últimas, ya que el arzobispo contaba entre sus oficiales con un artesano dedicado específicamente a la elaboración y mantenimiento de este proyectil, apareciendo la novedosa figura del “ballestero”. Las ballestas fueron mejoradas a lo largo del medievo estando ampliamente representadas en toda Europa, siendo el arma de proyectil más importante en muchas partes de la cristiandad42 y fue empleada, fundamentalmente, en las guerras de asedio, por lo que no es extraña su recurrencia en los contextos arqueológicos de A Rocha. Estos proyectiles han sido usados tanto en el asalto como en la defensa del Castillo, aunque sorprende que no se hayan documentado restos de saeteras entre los restos arquitectónicos de los muros43.
40 BÓVEDA FERNÁNDEZ, M. J. Intervención arqueolóxica... p. 102. 41 CÉSAR VILA, M. Rocha Forte… p. 38. 42 KEEN, M. Historia de la guerra... p. 262. 43 CÉSAR VILA, M. Rocha Forte… p. 38. 640
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Fig. 6: D-1428.2784/2378 (6,2x1x1 cm / UE: 2055), D-1428.2784/2378 (6,2x1x1 cm / UE: 2055) , D-1428.2784/2389 (9,1x1,3x1,9 cm / UE: 2078), D-1428.2784/2408 (7,7x1,1x1,1 cm / UE: 2323), D-1428.2784/2412 (6,3x1x0,5 cm / UE: 2025): puntas de flecha tipo Bodkins con Enmangue tubular, circular y acabado en punta de sección piramidal. D-1428.2784/2381 (10x0,6x1 cm / UE:2080), D-1428.2784/2384 ( 6,6x1,3x0,6 / UE: 2078): puntas de flecha dobladas probablemente por impacto. Campaña de excavación 2013 dirigida por Bóveda Fernández. D-801.1096/685 (5,9x1,6 cm / Sector 26 C UE 562): fragmento de punta de saeta doblada con punta muy doblada enmangue tubular, donde se insertaría el mástil de madera. Campaña de excavación 2005 dirigida por Casal García y Acuña Castroviejo. D-816.2274/0009 (5,9x1,4 cm): punta de flecha de hierro tipo Bodkin de sección cuadrangular, forma entre cónica o piramidal. Campaña de excavación 2004 dirigida por Casal García y Acuña Castroviejo. Depósito Museo das Peregrinacións e de Santiago (Santiago de Compostela, A Coruña)
Por lo que respecta a las armas de uso personal, su número es evidentemente más reducido ya que debemos de tener en cuenta el alto valor intrínseco que tendrían estos elementos en la propia época; recordemos que “el equipamiento de guerra continúa siendo un asunto de poder adquisitivo”44. Se trata de un número reducido de hojas de punta de lanza (fig. 7), hojas de cuchillo (fig. 7) y espada corta (fig. 8) recuperadas en las diversas campañas de excavación. En cuanto a las puntas de lanza recogidas, se trata de un par de hojas planas de afilada punta, elaboradas en hierro forjado que irían sujetas a un mástil de madera. La importancia de este elemento en batalla está atestiguado como arma de uso personal. Keen nos recuerda su importancia ya desde el siglo IX cuando el soldado a caballo comienza a portarla bajo su brazo45.
44 KEEN, M. Historia de la guerra... p. 257. 45 KEEN, M. Historia de la guerra... p. 255. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Fig. 7: D-1428.2784/2396 (15,3x2,8x1,3 cm / UE: 2106): fragmento de punta de lanza de metal de hierro, forma lanceonada, terminada en punta. El extremo izquierdo presenta ensanchamiento característico para la inserción en la lanzadera o en el vástago de madera. D-1428.2784/2411 (8,6x2,2x1,3 / UE:2356): fragmento de hoja cuchillo. Hoja de corte llana, de forma rectangular terminada en punta redondeada y sección rectangular. Campaña de excavación 2013 dirigida por Bóveda Fernández. D-816.2274/13 (33,2x2,2x1,1 cm ): posible punta de lanza de hierro forjado, interpretada en ocasiones como posible daga46. Hoja de sección triangular, ligeramente doblada y un vástago que funcionaría como enganche para el mango. Campaña de excavación 2004 dirigida por Casal García y Acuña Castroviejo. Depósito Museo das Peregrinacións e de Santiago (Santiago de Compostela, A Coruña)
El conjunto de armas de uso personal recuperadas se podría poner en relación con la existencia de una élite armada como sería el estamento nobiliar gallego. Sin embargo, la única prueba para confirmar esta hipótesis es bastante endeble pues la espada corta D-816.2274/14 (fig. 8) es el único vestigio que nos permitiría verificarlo y como de su propia descripción se deduce estamos ante una espada de reducidas dimensiones. Debido a sus características formales y a su austeridad podemos determinar que formaría parte de la panoplia tradicional de un soldado de la época en el noroeste de la península ibérica. Recordemos que la espada tiene una gran carga simbólica en el ordo militar, siendo el emblema tanto de guerra como del guerrero, marcando el status social y económico de la persona que la porta. Aunque las espadas a lo largo del siglo XIV van estrechando su hoja con la finalidad de usarse contra el metal de las cotas de malla47, la característica controvertida del presente objeto es su corta longitud y no su anchura.
46 FERNÁNDEZ ABELLA, D. “Armamento”. En Memoria 3ª fase de actuación arqueológica en A Rocha Forte. Anexo I, Estudio de materiales arqueológicos, 2004, p. 39. 47 KEEN, M. Historia de la guerra… p. 257. 642
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Fig. 8: D-816.2274/14: espada corta simple de hierro forjado. Hoja de sección plana con doble filo rematada en punta de sección triangular. Perdió parte de su empuñadura conservando parte de dos remaches y vástagos para la sujeción de esta (42x3x0,8 cm). Campaña de excavación 2004 dirigida por Casal García y Acuña Castroviejo. Depósito Museo das Peregrinacións e de Santiago (Santiago de Compostela)
En lo que respecta a la presencia de caballería en las diferentes batallas que tuvieron lugar en A Rocha Forte, las pruebas arqueológicas no son concluyentes para esta casuística concreta. La representación de elementos equinos está atestiguada por la existencia de varias herraduras (D801.1096.671, D-801.1096.672), así como un pasarriendas (D-801.1096.674) y varios estribos, dos en forma de pera (D-1073.298/247-248) y otro48 en forma de “Y” (D-1428.2784/2376). Sin embargo estos restos no los podemos poner en relación directa con la presencia de caballería armada, ya que la presencia del elemento equino puede estar ligada a tareas cotidianas de carga y transporte. Se tiene constancia de la existencia de diversas cuadras o caballerizas en el interior del castillo, además de las referencias en las fuentes textuales siendo de nuevo el pleito Tabera - Fonseca quien nos relata de primera mano la capacidad de envergadura de la caballería de la Rocha, quizás con matices exagerados: “[…] había cortes donde cogían más de doscientos caballos […]”49. Esta supuesta caballería, noble y armada, con las espadas o armamentos de prestigio anteriormente expuestos, es un componente presente en la imaginería popular a la hora de hablar de la guerra en la Edad Media, siendo una práctica habitual en los ejércitos medievales, y más aún en las guerras de asedio, con la combinación del grupo de soldados de a pie apoyados por una infantería mejor armada, lo que otorgaba ventajas tácticas.
48 No se incorpora imagen ya que por motivos de conservación no ha sido posible el fotografiado con rigor de esta pieza, pues se encuentra en mal estado por su naturaleza ferrosa, presentando un elevado grado de corrosión y oxidación propia de su deposición en tierra húmeda y ácida. 49 CÉSAR VILA, M. Rocha Forte… p. 57. Pleito Tabera - Fonseca 1526-27. Archivo histórico Diocesano, Santiago de Compostela. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Fig. 9: Elementos arqueológicos que verifican la presencia de équidos: D-801.1096/671 (11,5x13,1x0,7 cm; Sector 22 UE 217) y D-801.1096/672 (13,2x12,1x0,9 cm / Sector 22 UE 217): herraduras de équido, elaboradas en hierro, de sección rectangular y en forma de U invertida. Presentan seis agujeros que servirían de enganche con la pezuña del animal. D-801.1096/674 (16x15,9x1,6 cm / Sector 22 UE 226): bocado de équido de hierro, con travesero que hace una forma de semicírculo, y espigones curvos. En la parte inferior, presenta dos anillas, probablemente para engarce de la correa, que se unen a los espigos enlazados por el travesero mediante un engranaje móvil. En la parte superior, conserva uno de los aros de engarce, estando fragmentado el paralelo en la parte contraria. Campaña de excavación 2005, dirigida por Casal García y Acuña Castroviejo. D-1428.2784/2395 (9,4x3,2x0,4 cm / UE: 2104): herraduras de équido, elaboradas en hierro, de sección rectangular y en forma de U invertida, incompleta en uno de sus laterales. Con cuatro agujeros para el de enganche con la pezuña del animal. Campaña de excavación 2013 dirigida por Bóveda Fernández. D-1073.298/247 (15x12x1 cm / Espacio 1, UE 4) y D-1073.298/248 (15x12x1 cm / Espacio 1, UE 4) estribos en forma de pera con lengüeta de suspensión y taco compuesto por chapas soldadas. Campaña de excavación 2009, dirigida por López González y López Marcos. Depósito Museo das Peregrinacións e de Santiago (Santiago de Compostela, A Coruña)
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5. Conclusiones En resumen, a través de este artículo hemos podido ver cómo el registro arqueológico permite enriquecer y complementar las fuentes documentales acerca de un edificio de marcado carácter militar, símbolo del poder arzobispal y elemento coercitivo frente a la ciudad. El estudio pormenorizado de las piezas exhumadas en las siete campañas así como el análisis de la fortificación bajo un enfoque arqueológico ha permitido comprender y situar A Rocha Forte dentro de la conflictividad en la Baja Edad Media y nos permite extraer datos preliminares sobre el asedio y cambios en los modos de hacer la guerra. La Edad Media en Galicia es una época especialmente turbulenta, marcada por las guerras Irmandiñas que dejan un mapa de fortificaciones arrasadas por toda su geografía. No podemos por último olvidar que, como en reiteradas ocasiones se ha manifestado, este castillo podría configurarse como uno de los referentes de la arqueología bajomedieval gallega al contar con una cronología precisa; por este motivo resulta lamentable a la vez que chocante que A Rocha Forte actualmente se encuentre otra vez en estado de semi-abandono y más si tenemos en cuenta los esfuerzos e inversiones en el recinto tras la campaña del 2013. Bibliografía Barros Guimeráns, Carlos, La mentalidad justiciera de los irmandiños, siglo XV. Madrid, Siglo XXI de España Editores, 1990.
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Violencia, Etnia y Colonialismo
SIERRA LEONA: VIOLENCIA ÉTNICA EN EL PROCESO DE CONSOLIDACIÓN DE UN ESTADO ARTIFICIAL Sierra Leone: Ethnic Violence in the Process of Consolidation of Artificial State
Moisés Fernández Cano Universitat de València [email protected] Ikér Itoiz Ciáurriz Universidad Complutense de Madrid [email protected] Resumen: El objetivo de este artículo es analizar, en el contexto del África poscolonial, el problema de identidad que confronta estructuras políticas occidentales con los modelos organizativos tradicionales de las sociedades africanas. Para ello, se estudiara el caso de la Guerra Civil en Sierra Leona (1991-2002) donde, más allá de los componentes políticos o económicos que dificultaron la realización de proyectos democráticos tras la independencia, la incidencia de los asuntos étnicos y nacionales influyó en la consolidación del nuevo Estado. El ejemplo de este país servirá como modelo para estudiar la influencia de las divergencias entre los diferentes grupos étnicos en los conflictos militares y civiles ocurridos en el África poscolonial. Palabras clave: Modernidad, tradición, identidad, Guerra Civil, Sierra Leona, Mende, Temne, etnia. Abstract: The aim of this article is to analyze, in the context of post-colonial Africa, the identity problem confronting Western political structures with traditional organizational models of African societies. To this end, the case of the Civil War in Sierra Leone study (1991-2002) where, beyond the political and economic components that hindered the realization of democratic projects after independence, the incidence of ethnic and national issues influenced the consolidation of the new state. The example of this country serve as a model to study the influence of the differences between different ethnic groups in the military and civil conflicts in post-colonial Africa. Keywords: Modernity, Tradition, Identity, Civil War, Sierra Leone, Mende, Temne, Ethnic.
Moisés Fernández Cano e Ikér Itoiz Ciáurriz
1. Introducción Desde el comienzo de los procesos de descolonización, los países africanos han lidiado con un problema de identidad que confronta estructuras políticas occidentales con los modelos organizativos tradicionales de las sociedades africanas. Así pues, más allá de los componentes políticos o económicos que dificultaron la realización de proyectos democráticos tras la independencia, nuestro objetivo es analizar la incidencia de los asuntos étnicos y nacionales en la consolidación de los Estados. Concretamente, se utilizará el caso de Sierra Leona y la guerra civil que asoló al país entre 1991 y 2002. El ejemplo de este país servirá como modelo para estudiar la influencia de las divergencias entre los diferentes grupos étnicos en los conflictos militares y civiles ocurridos en la África poscolonial. Sin obviar el componente económico que motivó la guerra civil, se analizará la organización de las distintas facciones del conflicto en torno a los grupos étnicos más numerosos del país: los Mende y los Temne, principales etnias enfrentadas, que aglomeraban al 60% de la población. Junto a ellos, mayoritarios en casi todo el país, estuvieron los Limba, un 10% de la población, que coparon los puestos de poder y la élite política en los primeros años de la independencia. El 30% restante de la población se repartía entre otros seis grupos etnolingüísticos (Los Fula, Mandingo, Kono, Criollos, Kuzanko y el Loko). El enfrentamiento entre los grupos mayoritarios fue habitual desde la independencia, luchando y alternándose en el poder desde entonces. En 1991, el entonces presidente Joseph Momoh mostró su apoyo a las facciones enemigas del gobierno de Liberia, inmerso en su propia guerra civil. La decisión de Momoh dio lugar a la aparición del Frente Revolucionario Unido en el sur del país. El FRU, apoyado por Liberia y de mayoría Temne. Este grupo se enfrentó directamente al dominio militar de los Mende y luchó por las reservas de diamantes como medio de financiación y control del país. Por lo tanto, aunque el diamante y los intereses económicos fueron parte fundamental en la aparición del conflicto, no ha de olvidarse que el país estaba dividido en facciones conformadas por distintos grupos étnicos. El discurso nacionalista, racista y étnico debe ser analizado para entender cómo de determinante pudo ser en la sangrienta lucha que envolvió al país algo más de una década. Por lo tanto, la descolonización impuso estructuras políticas que carecían de una consolidación real y que tuvieron que lidiar con conflictos étnicos latentes que terminaron por materializarse en guerras civiles por toda África. 652
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Sierra Leona: violencia étnica en el proceso de consolidación de un estado artificial
2. Entre tradición y modernidad: el hibridismo cultural En la mayoría de los países del mundo en vías de desarrollo, las trayectorias seguidas por el nacionalismo, la nación y el Estado-nación han sido bastante diferentes de las sociedades industriales. La mayoría de esos países fueron colonizados por los europeos y accedieron a la independencia en algún momento de la segunda mitad del siglo XX. En muchos de ellos las fronteras entre los territorios coloniales fueron acordadas de forma arbitraria por los europeos, sin tener en cuenta las divisiones económicas, culturales o étnicas que existían entonces entre la población. Las potencias coloniales derrotaron o sojuzgaron a los reinos y grupos tribales que había en África, la India y otras partes de Asia e instalaron sus propias administraciones coloniales y protectorados. A consecuencia de ello, cada colonia fue una colección de pueblos y viejos estados, o de fragmentos de éstos, reunidos dentro de las mismas fronteras. A menudo, cuando estas antiguas coloniales lograron la independencia, se toparon con dificultades para desarrollar una idea de nacionalidad y de pertenencia a ella. Se produjo lo que el famoso historiador Peter Burke llamó “hibridismo cultural”1 al encontrarse un conflicto entre tradición y modernidad. La tradición es vista en los estudios como una forma de desarrollo de expresiones, normas y valores en un sociedad que puede tener muchas formas (social, religiosa, política, étnica, etc.). Está intrínseca en todo un desarrollo de una comunidad concreta. La tradición tiene un poderoso efecto persuasivo por ser algo repetido continuamente durante generaciones que crea un sentimiento de pertenencia al pasado, de estar ligado y conectado con un pasado remoto. Las tradiciones son mapas mentales que existen en la mente de comunidades que tiene un largo alcance entre generaciones. Este sentimiento de tradición busca su legitimidad tomando los elementos simbólicos de expresión que una comunidad reconoce como propia (La llamada “invención de la tradición” de Hobsbawm2). 1 BURKE, P. Hibridismo cultural. Madrid, Akal, 2013, p. 11. 2 HOBSBAWM, E. “Introducción: la invención de la tradición”. En Hobsbawm, E.; Ranger, T. (eds.). La invención de la tradición, Barcelona, Crítica, 2012, pp. 14-16. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Esta tradición, que es en muchos casos inventada al transformar desde el presente la representación de ese pasado, mantiene una paradójica relación con la modernidad. Por un lado, la tradición mantiene la idea de que utilizan prácticas que no han cambiado, que son antiguas y pre-modernas, pero por otro lado esta misma invención de tradiciones es propia de la modernización y el progreso. Es bajo las condiciones de transición, cuando se producen cambios, cuando estas prácticas y creencias se ven amenazadas cuando se movilizan para crear esa tradición de persistencia a lo largo del tiempo. Estas tradiciones inventadas funcionan con tres tipos superpuestos: a) las que establecen o simbolizan cohesión social o pertenencia al grupo, ya sean comunidades reales o artificiales; b) las que establecen o legitiman instituciones, estatus o relaciones de autoridad; y c) las que tienen como principal objetivo la socialización, el inculcar creencias, sistemas de valores o convenciones relacionadas con el comportamiento3. Por otro lado, el concepto de Modernidad es, si cabe, más complicado que el concepto de tradición. Existen muchas teorías que explican el origen del concepto de modernidad como por ejemplo, la emergencia de un capitalismo global en el siglo XIX, la conquista de la naturaleza por la tecnología y la ciencia, la expansión de vías sociales y políticas de la igualdad, la desaparición de la aristocracia y el feudalismo y el ascenso de la ciencia y la razón en occidente durante los dos últimos siglos (es decir, la “superioridad occidental”). Para el caso de África, las características que hemos mencionado antes resultan, cuanto menos, de difícil aplicación en un sentido determinista y, quizás, sería mejor aplicar una idea de múltiples modernidades, de varias formas de alcanzar la modernidad. Pero para no complicarlo, vamos a utilizar los puntos en que, dentro de lo que cabe, hay consenso sobre lo que implica la “modernidad” en un sentido de conflicto político. En primer lugar tiene que haber una centralización del poder en las instituciones del estado, en segundo lugar, la unificación del pensamiento de la población con la construcción de una política identitaria común y, por último, la introducción de sistemas racionales de administración, ley y control4. 3 HOBSBAWM, E. “Introducción: la invención de la tradición”. En Bobsbawm, E.; Ranger, T. (eds.). La invención de la tradición, Barcelona, Crítica, 2012, p. 16. 4 GIDDENS, A. Sociología. Madrid, Alianza Editorial, 2014, pp. 1142-1144. 654
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Como podemos comprobar, esta definición dada peca mucho de ser demasiado occidental y ajena al mundo de África5 pero es la que, sin esta elaboración teórica, llevaron los occidentales a África. Esto provocó que, evidentemente, produjera muchos conflictos de adaptación hacia esa marcha hacia adelante a la modernidad ya que, por más que quisieran los colonizadores, no pudieron implementar en sociedades totalmente distintas a la suya todo los valores y creencias del mundo occidental. Como en el mundo colonial ingles hubo una interacción y apoyo entre el mundo tribal y los jefes de las tribus e instituciones modernas de control de la colonia se produjo una hibridación en la que la colonia dependía de la habilidad de los líderes locales para mantener su legitimidad y control de los territorios combinándose lo antiguo (el régimen tribal) con lo nuevo (el Estado contemporáneo). 3. Sierra Leona hasta la Guerra Civil Una vez que se consigue la independencia en la mayoría de los países africanos asistimos a un intento de construir un Estado Moderno con unas élites, en su mayoría, criadas y educadas en Occidente y formada, por ellos en sus valores, con unas élites locales que han acentuado sus diferencias locales mediante la construcción de una tradición. Es el caso de Sierra Leona cuya relación con la metrópoli se basó en una interacción entre los líderes de las tribus locales y la metrópoli. A la euforia de la descolonización en África occidental y subsahariana siguió, por norma general, la inestabilidad y el desencanto. El surgimiento de decenas de nuevos Estados independientes entre los años cincuenta y 1975 no repercutió de modo directo en una mejora de las condiciones de vida de la mayoría de la población. Y la traslación del modelo de Estado-nación europeo, con fronteras a menudo impuestas por los antiguos colonizadores, no supuso necesariamente un factor de modernización. Por el contrario, las fidelidades étnicas primordiales subsistieron largo tiempo tras la retirada europea. Los sistemas de patronazgo y las redes clientelares, tejidas a partir de las solidaridades de grupo étnico y/o tribal, subsistieron y a menudo se reforzaron, pues revestían un carácter funcional para poblaciones que sufrían con frecuencias sequías, epidemias y otras plagas. Para los africanos, las solidaridades de grupo y el conformismo devenían a menudo en la única garantía de supervivencia individual y colectiva. 5 Vid. la obra de Samir Amin sobre las diversas interpretaciones del concepto de modernidad y etnia. AMIN, S. Delinking: Towards a Polycentric World. Londres, Zed Books, 1990. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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La pervivencia de esos mecanismos clientelares, sin embargo, era disfuncional a medio y largo plazo para el funcionamiento de un sistema político democrático y la consolidación de una economía moderna (de mercado o planificada). Las élites estatales utilizaban su control de los recursos económicos para favorecer a los miembros de su clan y sus clientes, y no para reinvertirlos en beneficio del conjunto de los ciudadanos. El resultado era una eficaz integración vertical de determinados grupos tribales, la dificultad para la consolidación de identidades horizontales (de clase o profesionales) y la permanente corrupción de los aparatos administrativos dependientes del Estado. La “etnificación” de las sociedades africanas por parte de los imperios coloniales, que favorecieron la consolidación de grupos y categorías basadas en criterios etnolingüísticas y tribales, contribuyó a su consolidación posterior tras la independencia6. Analizando un poco la historia de Sierra Leona, fue originalmente descubierta por Portugal en 1462 y recibe su nombre de Serra leona (montaña de leones). En el siglo XVIII Sierra Leona se convirtió en un puerto inglés con un comercio de aproximadamente 3000 esclavos al año. Durante gran parte del siglo XIX, Sierra Leona fue una de las colonias africanas más importantes de Gran Bretaña siendo conocida como “La Atenas del occidente africano”. La capital, Freetown, fue convertida oficialmente en colonia británica en 1808 y en Protectorado en 1896 cuando el resto del país entró bajo el control británico. Esto causó problemas entre los jefes locales que no consideraban que hubieran cedido su territorio a la corona británica y vieron como una imposición el protectorado considerándolo algo ilegitimo desde el principio. La relación con la colonia dividió a los dos principales grupos tribales de Sierra Leona (los Temne y los Mende). Mientras Gran Bretaña tenía un control fuerte de la capital y alrededores, el resto del estado estaba totalmente fuera de su control lo que demostraba que Sierra Leona no era un estado moderno sino que pervivía en el sociedades tradicionales divididas por motivos étnicos y tribales. Estas divisiones llevaron a la etnia de los Temne a enfrentarse a los británicos en la llamada guerra de HutTaxwar. Aunque el principal motivo que subyace en la guerra es la imposición de impuestos por parte de la metrópoli al territorio de Sierra Leona, lo cierto es que en esta guerra lo que se da es una defensa de las tradiciones de los grupos culturales que forman Sierra Leona donde, además, se combina la tradición mediante, en primer lugar, en el uso de Guerrillas para enfrentarse 6 NÚÑEZ SEIXAS, X. M. Las utopías pendientes. Una breve historia del mundo desde 1945. Barcelona, Crítica, 2015, pp. 120-121. 656
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a la colonia británica y, segundo, en el uso de niños-soldados7. Por supuesto los Temne fueron derrotados por los británicos pero estos decidieron no imponer las “instituciones modernas” a una sociedad no preparada para la modernidad. Así, a partir de entonces los británicos mantendrán una relación dialéctica entre la metrópoli y los jefes tribales en la que tradición y modernidad pervivirán juntas8. En 1927 los diamantes fueron descubiertos en Sierra Leona. Fue entonces cuando empezó a aparecer el llamado “Estado en la sombra” en la que los jefes locales de las diferentes partes empezaron a emplear la fuerza, el trabajo forzoso y los asesinatos para extraer los diamantes y venderlos a la metrópoli fuera de las instituciones oficiales que existían en Sierra leona creándose fuertes grupos locales según los beneficios que conseguían con esta venta9. En los años cincuenta, cuando se inician los movimientos de independencia de África, Sierra leona conoció los fermentos de lo que conduciría a su independencia el 27 de abril de 1961. Los británicos negocian un acuerdo con los líderes políticos para salvaguardar los intereses de las compañías mineras. Milton Margai será el Primer Ministro de Sierra leona, con un gobernador nombrado por la reina. En el momento de la independencia el país no sufrió grandes traumas: las dificultades llegaron después, como consecuencia de la mala gestión de la vida pública, de la corrupción de los administradores y de la explotación de las riquezas minerales con el sólo provecho de sociedades multinacionales. De hecho, la economía del nuevo país estaba condicionada a la presencia de las compañías extranjeras propietarias de las minas. Estas, que no tenían otro interés que el propio enriquecimiento, recurrieron, para mantener sus beneficios, a la corrupción de la nueva clase política. Entre 1964 y 1967 y tras la muerte de Milton Margai en 1964, su hermano Albert Margai le sucede. En las elecciones de 1967, el partido de Albert Margai, SLPP (The Sierra Leone People’s Party) obtiene menos votos que la oposición, por eso el líder del APC (All People´s Congress), Siaka Stevens, es detenido por el jefe del éjercito, David Lansana. Esto 7 En la tradición de Sierra Leona es considerado como una fuerza mayor para enfrentarse a las adversidades (esta misma tradición se dará durante la Guerra Civil que luego explicaremos). 8 ANTHONY, C. “Historial and Political Background to the Conflict in Sierra Leone”. En Ambos, K. (ed.), New approaches in international criminal justice: Kosovo, East Timor, Sierra Leone and Cambodia, Berlin, Max Planck Institutfürausländisches und internationals Strafrecht, pp. 132-133. 9 PATIÑO VILLA, M. I. Las viejas guerras del siglo XXI. Economías ilícitas y conflictos internos: Angola, Colombia y Sierra Leona. Medellín (Colombia), Universidad Pontificia Bolivariana, 2003, p. 43. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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llevó a la reacción de algunos oficiales menores que detienen a Margai y a Lansana y establecen el primer gobierno militar de Sierra Leona, el Consejo de Reforma Nacional. En 1968 un segundo golpe de estado conduce a Siaka Stevens al poder. En 1971 tropas guineanas ayudan a evitar un golpe de estado. Los promotores del golpe son detenidos y encarcelados, entre ellos el líder, Bangura. En ese mismo año, Stevens declara el país una república y se convierte en el primer presidente de Sierra Leona bajo una nueva Constitución. En 1973 Stevens obtiene la mayoría en unas elecciones boicoteadas por la oposición. En 1978, a través de un referéndum, Stevens transforma Sierra leona en un estado de partido único, con el APC como único partido político legal y Stevens como el primer presidente con un mandato de siete años. En 1980, Stevens recibe préstamos millonarios del FMI (Fondo Monetario Internacional) que gasta para recibir a la Organización de la Unidad Africana (OUA), contribuyendo así a la creciente deuda del país. En 1983 se produce la Guerra de Ndogboyosoi, entre el APC (el partido del gobierno) y los partidarios del SLPP (The Sierra Leone People’s Party, el principal partido de la oposición). El distrito de Pejehum queda destruido. La rebelión está vinculada a la manipulación electoral y a las rivalidades por el control del comercio ilegal hacia Liberia. En los años 80 se llegó a una situación insostenible debido a la corrupción en el gobierno. En las zonas urbanas, la escasez de alimentos, principalmente de arroz, se hizo crónica. En las ciudades hubo carencias periódicas de agua, de combustible y de electricidad. El contrabando se extendió y la inflación provocó una reducción del 60% del valor adquisitivo de los salarios. El atraso en el pago de salarios se convirtió en norma. Más del 70% del comercio pasó a ser manejado por el mercado negro, controlado por mercaderes libaneses. El contrabando de oro y diamantes alcanzó un volumen de 150 millones de dólares anuales, mientras la exportación oficial era de sólo 15 millones de dólares anuales. El descontento produjo estallidos de violencia y se acentuaron las divisiones étnicas del pueblo sierraleonés. En 1985, el general Joseph Saidu Momoh es nombrado sucesor de Stevens. Momoh recibe el 99% de los votos en las elecciones nacionales y llega a presidente. Fracasan las iniciativas para las reformas financieras, administrativas y políticas impuestas por el FMI lo que convierte la situación en 1988 en insostenible ante la suspensión de créditos del Fondo Monetario Internacional por atrasos en los pagos10. 10 MIRALLES SANGRO, F. Yo no quería hacerlo. Los niños forzados a ser soldados en Sierra Leona 658
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En diciembre de 1989 el National Patriotic Front of Liberia (NPFL) de Charles Taylor lanza una insurrección desde Costa de Marfil con el objetivo de derribar el régimen brutal de Samuel Doe, comenzando así la guerra civil liberiana que duró seis años. Como respuesta al conflicto de Liberia, los países del África occidental (ECOWAS) crearon una fuerza de pacificación conocida como ECOMOG, a la que Sierra Leona aportó 500 soldados. Como consecuencia de esto en noviembre de 1990, Charles Taylor, amenazó con atacar el aeropuerto de Lungi (en Freetown) utilizando como base de los aviones del ECOMOG en sus ataques a los rebeldes liberianos. Finalmente, Charles Taylor, que buscaba adueñarse de los diamantes de Sierra leona, colaborando con una banda interna que había adoptado el nombre de Frente Revolucionario Unido (RUF), dirigida por Foday Sankoh, un antiguo cabo de las fuerzas voluntarias británicos, atacaron Sierra leona iniciándose la Guerra Civil el 23 de marzo de 199111. 4. La guerra civil 4.1 Situación de Liberia A pesar de tratarse de un conflicto civil, la guerra que azotó Sierra Leona no puede entenderse sin una contextualización regional. Como se ha apuntado, eran diversos los actores, tanto estatales como personales, que interactuaban en el momento del estallido del conflicto. Así pues, entender y comprender la guerra que ya golpeaba a Liberia en el momento que Taylor atacó Sierra Leona resulta esencial para una mejor comprensión de las causas y los factores del resto de conflictos locales y regionales. De hecho, existen ciertos paralelismos en la formación de ambas colonias, al tener un importante número de pobladores de origen americano, que en cada estado pasarían a convertirse en una élite minoritaria negra al servicio de los intereses occidentales. En el caso de Liberia, creado bajo la idea de dotar a los antiguos esclavos afroamericanos de un Estado propio e independiente, la relación endogámica entre los pobladores AméricoLiberianos y el gobierno estadounidense se prolongó desde su creación hasta bien avanzado el siglo XX. se expresan a través del dibujo. Madrid, Universidad Pontificia Comillas, 2002, pp. 28-29. 11 FONTANA, J. Por el bien del imperio. Una historia del mundo desde 1945. Barcelona, Pasado & Presente, 2011, p. 759. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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La Historia de Liberia durante el siglo XX cuenta con ciertas similitudes con el resto de Estados circundantes. Si bien, como hemos dicho, era en teoría independiente, las etnias que poblaban originalmente la región percibían a los américo-liberianos, pese a más de un siglo de convivencia, como fuerzas colonizadoras. Los intentos de los presidentes Tubman y William Tolbert Junior por acercarse a las etnias precoloniales resultaron un fracaso, desembocando en un golpe de Estado y el asesinato de Tolbert en 1980. El golpista, Samuel Doe, de la etnia Krahn, prometió elecciones libres en 1985. Dichos comicios fueron celebrados, pero sólo pudo presentarse un partido, el Partido Nacional Democrático de Liberia de Doe, acabando con cualquier posibilidad de pluripartidismos y acercando el país a la órbita soviética. Además, el nuevo régimen no acabó con las hostilidades étnicas, si no que las recrudeció con la persecución de las etnias Mano y Gio. En 1989 estalló la guerra civil, enfrentando a las nuevas élites, sustentadas por los Krahn y sus aliados los Mandingo, con los AméricoLiberianos, los Mano y los Gio. Al frente de estos últimos surgió el líder guerrillero Charles Taylor, que más allá de encabezar el movimiento contrario a Doe en Sierra Leona, actuó como líder regional e influyó notablemente en los conflictos que estaban a punto de acontecer en sus países vecinos. Las matanzas en ambos bandos se repitieron durante toda la década de los noventa, consiguiéndose la paz en 2003 con la firma de la Paz de Accra y la asunción del poder de Johnson Sirleaf. 4.2 Situación de Sierra Leona durante la Guerra Civil Previamente hemos expuesto brevemente el devenir de Sierra Leona desde su creación como Estado hasta los albores de la Guerra Civil. Su situación, al contrario que la de Liberia, no partía de una independencia inicial. Sin embargo, sí contó con una élite de antiguos esclavos afroamericanos que conformarían un grupo o etnia propia, los Krio o Criollos (combinación de tradiciones culturales nigerianas y sierraleonesas), que aportaron al país conceptos occidentales como el liberalismo o la república. Pero al contrario que en Liberia, el conflicto étnico no se hizo tan patente durante el siglo XX, al tener como enemigo común al colonizador británico. Pese a sus diferencias, las élites Krio y las otras dos grandes etnias, no partían de un enfrentamiento tan claro y abierto como el de su país vecino. 660
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En 1989, la realidad de Sierra Leona distaba mucho del ambiente polarizado y totalmente inestable de su país vecino. Si bien es cierto que se habían sucedido una serie de conflictos políticos y el descrédito de distintos mandatarios, los sierraleoneses no convivían con la hostilidad étnica de Liberia. Cuando comienza la guerra civil en Liberia, Joseph Saidu Momoh, gobernante de Sierra Leona, muestra su apoyo al presidente Doe frente a las premisas golpistas de Charles Taylor. A la altura de 1991, el Frente Revolucionario Unido12 de Sierra Leona, liderado por Sankoh, entre en el país y estalla el conflicto civil. Tras este grupo guerrillero, más allá de su líder, se encontraba el apoyo de Charles Taylor. La idea del FRU era un rápido avance a la capital y el derrocamiento de Momoh, pero este frenó su embestida que dio comienzo a un largo conflicto civil. En paralelo a los intentos de Momoh por frenar y derrocar al FRU, surgió el Consejo Nacional del Gobierno Provisional (NPRC) liderado por un joven líder militar llamado Valentin Strasser. Con la ayuda del FRU, en 1992, Strasser derrocará a Momoh con la ayuda del FRU e intentará establecer un nuevo régimen con el pretexto de lograr la paz en el país. Sin embargo, los miembros del FRU interpretaron el acercamiento de Strasser como un intento de desarmarlos, produciéndose el repliegue y, en consecuencia, el sostenimiento del conflicto. Será este el momento donde más se recrudezca el conflicto, entrando nuevos factores en juego como el control de los diamantes para la financiación o la utilización de niños soldado. Las prácticas militares emulaban cada vez más a la sangría producida en Liberia. De hecho, el FRU cambia su estrategia y comienza una serie de ataques sorpresa, en principio aleatorios, sobre poblaciones y ciudades concretas. Empiezan verdaderas campañas de terror que pueblan el país de miles de muertos y poblaciones arrasadas, detrás de lo cual creció notablemente el interés por el control de los diamantes sobre la causa política original del conflicto. En 1995, Strasser decide hacer frente a la situación de pánico generada por el conflicto y contrata un cuerpo de militares privado de origen sudafricano: los Executive Outcomes. Esta decisión sembrará dudas entre sus propias filas, que verán con desconfianza la intromisión de fuerzas extranjeras en un conflicto que ya contaba con demasiados frentes abiertos. Así puesto, en 1996 Strasser sufrirá un golpe dentro de su propio grupo, convocándose elecciones libres. 12 En adelante FRU. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Ahmad Tejan Kabbah resultó ganador de los comicios, iniciándose automáticamente un intento de acercamiento con las partes en conflicto, especialmente con la FRU. Las tomas de contacto fueron diversas e intentaron concretarse en la Paz de Abidján, que terminó siendo un enorme fracaso. La evolución en conflicto puso en evidencia que las fuerzas que lo propiciaron ya no buscaban el cambio político o social, sino que se movían por intereses económicos. Un claro ejemplo fue el golpe de estado de 1997 por parte del Consejo Revolucionario de las Fuerzas Armadas, liderado por Koroma, que pretendía extender el conflicto por la alta rentabilidad que generaba para un selecto grupo de militares y especuladores. Además, a este golpe se añadió el FRU, provocando el exilio de Kabbah a Guinea. Frente al recrudecimiento del conflicto y el derrocamiento de un presidente democrático y legítimo, las fuerzas internacionales se vieron obligadas a actuar. En 1997 el ECOWAS consigue reponer a Kabbah en el poder abriéndose paso por el país. No obstante, la situación no consiguió estabilizarse y en 1999 el FRU lanzó un ataque masivo sobre la capital que tuvo que ser repelido por las fuerzas desplegadas de la ECONOG. Esta derrota supuso un duro golpe para el FRU y otras fuerzas revolucionarios como la AFRC. Así, el 27 de marzo de 1999 se firmó la Paz de Lomé, un segundo intento de reconciliar el país que, al igual que en 1996, fracasó tras un nuevo ataque del FRU. Esta última etapa de la Guerra Civil supone un recrudecimiento en las medidas tomadas por ambos bandos, con diversas matanzas civiles. Desde el lado gubernamental, los países del ECOWAS bombardearon objetivos asociados al FRU, pese a ser localizaciones mayoritariamente civiles. Paralelamente, la guerra acababa en Liberia y la ONU intervenía para cortar las redes de financiación provenientes de los diamantes de sangre y el tráfico de niños soldado. Ambos hechos debilitaron notablemente al FRU, que finalmente accedió a forjar una paz duradera, llegando a un acuerdo el 18 de enero de 2002. A sus espaldas el conflicto había dejado un país desangrado, cerca de cincuenta mil víctimas, y una larga tarea de reconstrucción económica y social. Para ello, se creó la Comisión por la verdad y la reconciliación, se integró al FRU en el arco político y se accedió a los cauces de financiación y ayuda internacional.
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5. Análisis y conclusiones del conflicto: el peso de la etnia A la hora de interpretar las causas y el origen del conflicto, la visión occidental ha primado una respuesta étnica sobre otras posibilidades. La comparativa entre los distintos conflictos que azotaron África desde su descolonización, así como su análisis individual, fue menor frente a aquellos postulados que englobaron todas las guerras y enfrentamientos en una explicación generalista y única. Las razones más tradicionales, que ya se dieron durante el curso de las propias guerras, fue la lucha por los recursos como el diamante, el hierro o el carbón, o/y especialmente el enfrentamiento étnico. Esta última visión fue cogiendo adeptos desde su promulgación por el asesor del presidente estadounidense Bill Clinton, Robert Kaplan, en su famoso artículo The Coming Anarchy13 en 1994. Sin embargo, la tesis de Kaplan, que lo reducía todo a un conflicto entre las dos principales etnias del país, no explicaba la formación del conflicto y obviaba la realidad anterior al mismo. En 1996, Paul Richards publica Fighting for the Rain Forest donde critica severamente los postulados de Kaplan y los tacha de posicionarse en un ámbito de “Nuevo Barbarismo”14. Para Richards, Kaplan simplifica la realidad sociocultural de las sociedades africanas y aplica un criterio de superioridad occidental, negando la complejidad del conflicto y asociándolo a una falta de “civilización”. Por lo tanto, el discurso de Kaplan estaría imbuido de un notable discurso racial y de un claro determinismo biocultural. Sin embargo, para Richards las guerras de países como Liberia o Sierra Leona tuvieron más que ver con una crisis del patrimonialismo tradicional de las sociedades africanas y su enfrentamiento con actores beligerantes racionales. De hecho, tilda al FRU de grupo conformado por exiliados intelectuales en busca del igualitarismo. Frente a las propuestas de Kaplan y Richards, los intelectuales sierraleoneses Ibrahim Abdullah y Yusuf Bangura publicaron diversas obras15 con una visión compleja y cercana al conflicto. Su propuesta pasaba por señalar los agravios del colonialismo y el imperialismo sobre las sociedades previas a la intromisión occidental, que habían provocado 13 KAPLAN, R. “The Coming Anarchy: how scarcity, crime, overpopulation and disease are rapidly destroying the social fabric of our planet”. Atlantic Monthly (Feb. 1994), pp. 44-76. 14 RICHARDS, P. Fighting for the Rain Forest: War, Youth and Resources in Sierra Leone. Oxford, Heinemann, 1996. 15 Destacaría la obra Lumpen Culture and PoliticalViolence: the Sierra Leone Civil War de 1997, en la que colaboraron ambos autores junto a otro nutrido grupo de intelectuales. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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la desestabilización de las estructuras sociales y la decadencia económica hasta la independencia. Así pues, tras la consecución de la independencia, la alienación de la sociedad rural y la juventud, provocó el acercamiento de muchos de ellos a postulados más radicales como los propuestos por el FRU. De este modo, en el caso concreto de Sierra Leona, el componente étnico sería minoritario o inexistente. Por lo tanto, el conflicto no puede simplificarse o basarse en una única línea de análisis, sino que debe responder a una explicación multifactorial. Es decir, la guerra civil sería resultado de una crisis socioeconómica surgida durante la época colonial y encrudecida tras la independencia, a lo que se sumó la alienación y pérdida de horizonte de la juventud y la crisis de poder entre los modelos tradicionales y los modelos urbanos implantados. Además, no debe obviarse que no se trata exclusivamente de un conflicto étnico, dado que intervienen múltiples actores con diferentes intereses en un contexto próximo a la lógica de la Guerra Fría. De este modo, habrá actores primarios –el propio gobierno o el FRU–, secundarios –Nigeria y Guinea Conakry apoyando al gobierno o Libia, Burkina Faso o al-Qaeda al FRU– y terciarios –como la ONU o ECOWAS–. Por otra parte, los distintos actores del conflicto interactuaron entre sí. Un ejemplo significativo sería el del FRU con la Libia de Gadafi. El surgimiento de un ambiente universitario marxista, de camaradería, facilitaría la creación de estos movimientos guerrilleros bajo los ideales del Libro Verde de Gadafi o los movimientos anti-imperialistas y anti-capitalistas. De hecho, el propio Charles Taylor se entrenó en Libia bajo el régimen Gadafista. Sin embargo, el mundo occidental parece seguir obviando la complejidad de muchos de estos conflictos. De hecho, la propia agenda para la paz que enarboló la ONU desde 1992, con Butros-Ghali a la cabeza, supuso un fracaso al intentar aplicar medidas de política occidental a países con problemáticas mucho más complejas. La aplicación de la democracia parlamentaria y la economía de mercado no ha solucionado los conflictos existentes, demostrando las flaquezas del consenso en la paz impuesta desde la óptica liberal. Así pues, la imposición de un Estado occidental sobre una bases que no lo comparten, con un enfoque Top-Bottom, también se encontraría en el origen del fracaso a la hora de evitar conflictos civiles en estos países. Frente a este modelo, defendido por intelectuales como Francis Fukuyama
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en su obra Statebuilding16 o Roland Paris en At War’s End17, primaría un nuevo enfoque Bottom-Top. En esta nueva visión destacarían autores como Oliver Richmond, Timothy Donais o Heidi Hudson, que apuestan por refortalecer las dinámicas locales como medio de resolución de los conflictos. Incluso, yendo más allá de una mera crítica de posicionamientos, señalan la posible existencia de intereses neoliberales en la imposición forzosa de un modelo de sociedad occidental. Frente a esto, ponen ejemplos como la revitalización de la economía a través de la iniciativa de muchos jóvenes en la creación de servicios de mototaxi18. Bibliografía Abdullah, Ibrahim, Between Democracy and Terror. The Sierra Leone Civil War. Dakar, Codesria, 2000. Abdullah, Ibrahim; Bangura Yusuf, Lumpen Culture and Political Violence: the Sierra Leone Civil War. Oxford, Codesria, 1997. Anthony, Claudia, “Historical and Political Background to the Conflict in Sierra Leone”. En Ambos, K. (ed.), New approaches in international criminal justice: Kosovo, East Timor, Sierra Leone and Cambodia, Berlin, Max Planck Institutfürausländisches und internationals Strafrecht, p. 131-148. Bürgue, Michael; Peters, Krijn, “¿Conduciendo las ruedas del cambio? Jóvenes motociclistas y la ‘crisis de la juventud’ en Sierra Leona”, Relaciones Internacionales, 16, 2011, pp. 179-198. Burke, Peter, Hibridismo cultural. Madrid, Akal, 2013. Fontana, Joseph, Por el bien del imperio. Una historia del mundo desde 1945. Barcelona, Pasado & Presente, 2011. Fukuyama, Francis, La construcción del Estado: hacia un nuevo orden mundial en el siglo XXI. Barcelona, Ediciones B, 2004.
16 FUKUYAMA, F. La construcción del Estado: hacia un nuevo orden mundial en el siglo XXI. Barcelona, Ediciones B., 2004. 17 PARIS, R. At war´s end: building peace after civil conflict. Cambridge, Cambridge University Press, 2004. 18 BÜRGE, M.; PETERS, K. “¿Conduciendo las ruedas del cambio? Jóvenes motociclistas y la ‘crisis de la juventud’ en Sierra Leona”, Relaciones Internacionales, 16, 2011, pp. 179-198. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Gberia, Lansana, Adirty war in West Africa: The RUF and the destruction of Sierra Leone. Bloomington, Indiana University Press, 2005. Giddens, Anthony, Sociología. Madrid, Alianza Editorial, 2014. Hobsbawm, Eric, “Introducción: la invención de la tradición”. En Hobsbawm, Eric y Ranger, Terence (eds.), La invención de la tradición, Barcelona, Crítica, 2012, pp. 7-21. Kaplan, Robert, “The Coming Anarchy: how scarcity, crime, overpopulation and disease are rapidly destroying the social fabric of our planet”, Atlantic Monthly (feb. 1994), pp. 44-76. Miralles Sangro, Fátima, Yo no quería hacerlo. Los niños forzados a ser soldados en Sierra Leona se expresan a través del dibujo. Madrid, Universidad Pontificia Comillas, 2002. Núñez Seixas, Xosé Manoel, Las utopías pendientes. Una breve historia del mundo desde 1945. Barcelona, Crítica, 2015. Paris, Roland, At war´s end: building peace after civil conflict. Cambridge, Cambridge University Press, 2004. Patiño Villa, Carlos Alberto, Las viejas guerras del siglo XXI. Economías ilícitas y conflictos internos: Angola, Colombia y Sierra Leona. Medellín (Colombia), Universidad Pontificia Bolivariana, 2003. Richards, Paul, Fighting for the Rain Forest: War, Youth and Resources in Sierra Leone. Oxford, Heinemann, 1996. Seidl, Florian, Origins of the Civil War in Sierra Leone. Munich, GRIN Verlag, 2004.
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MOVILIZACIONES CONTRA LA GUERRA DEL RIF EN FRANCIA (1925) Mobilizations against the War in the Rif in France (1925) Alfonso Bermúdez Mombiela1 Universidad de Zaragoza [email protected] Resumen: El objetivo de este trabajo es analizar las movilizaciones ocurridas en Francia en contra de las campañas bélicas que el gobierno francés puso en marcha a partir de 1924 y muy especialmente 1925 tras la derrota en el valle del Uarga (también conocido como “el Annual francés”) frente al caudillo rifeño Abd-El-Krim2. Para ello se analizarán las publicaciones del Parti Communiste Français (PCF) y su sindicato vinculado, la Confédération Générale du Travail Unitaire (CGTU), que fueron los sectores de la población francesa que más se opusieron a dichas operaciones, en periódicos como L’Humanité o La Vie Ouvrière. Mediante este análisis se estudiarán las iniciativas tomadas por los sindicalistas franceses, como las grandes movilizaciones que conllevaron grados considerables de violencia y represión gubernamental. Entre todas las movilizaciones, destacaremos la huelga general de 24 horas del 12 de octubre de 1925, durante la cual entre 400.000 y 600.000 huelguistas salieron a las calles, reuniendo a decenas de millares de huelguistas combativos que se defendieron contra las cargas de la policía, con el resultado de que durante uno de los conflictos resultó muerto un obrero. Palabras clave: Rif, PCF, CGTU, L’Humanité, Comité Central de Acción, 12 de octubre.
1 Investigador predoctoral FPU. Departamento de Historia Moderna y Contemporánea. Universidad de Zaragoza. 2 Mohammed El-Khattabi llamado Abd El-Krim (1883-1962). Ver su biografía en DAOUD, Z. Abd El-Krim, une épopée d’or et desang. Paris, Séguier, coll. Les colonnes d’Hercule, 1999.
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Abstract: The aim of this paper is to analyze mobilizations occurred in France against the war campaigns that the French government implemented from 1924 and especially 1925 after the defeat in the valley of Uarga (also known as the “French Annual”) against the Riffain leader Abd-El-Krim. For this, we will analyze the publications of the Parti Communiste Français (PCF) and its related trade union the Confederation Generale du Travail the Unitaire (CGTU), which were the sectors of the French population most opposed to such operations, in their newspapers like L’Humanité or La Vie Ouvriere. By this analysis we will study the initiatives taken by French trade unionists, as the great mobilizations that led significant levels of violence and government repression. Among all the protests, we will highlight the general strike of 24 hours of October 12th, in 1925, during which between 400,000 and 600,000 strikers took the streets, bringing together tens of thousands of militant strikers that defended themselves against police charges, with the result that during one of the conflicts a worker was killed. Keywords: Rif, PCF, CGTU, L’Humanité, Central Committee of Action, October 12th.
1. Introducción Tras la Primera Guerra Mundial y la aparición del bolchevismo, un acontecimiento, la guerra llamada “del Rif ” (al norte de Marruecos), descrita por el historiador Charles-André Julien como la “plus difficile guerre coloniale qu’ait fait la France”, dividirá al movimiento obrero francés en dos sectores claramente diferenciados3. El primer grupo, siguiendo la tradición de antes de 1914, aceptará el hecho colonial; el segundo propondrá nuevas ideas, como la defensa de la independencia nacional de las colonias y la unión de la lucha entre el proletariado y el colonizado. Repartido entre Francia y España por el Tratado de Fez de 1912, Marruecos era una de las posesiones más importantes del Imperio francés debido a sus recursos agrícolas y mineros y a su posición geográfica. Importantes capitales habían sido invertidos en las grandes haciendas situadas en las tierras más ricas, las minas de fosfatos y de metales no ferrosos, vías de comunicación y puertos. Tras la derrota española en Annual en 1921 y la independencia de facto de la República del Rif, el imperialismo francés, que vio con inquietud estos hechos, decidió a partir de la primavera de 1924 ayudar a España a aplastar el movimiento de independencia nacional del Rif.
3 JULIEN, Ch-A. Le Maroc face aux impérialismes (1415-1956). Paris, Éd. Jeune Afrique, 1978. 668
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2. Antecedentes y contexto histórico Entre 1870 y 1914, Francia envió soldados a todos los continentes para conquistar un imperio colonial de magnitud considerable. Esta expansión fue contemporánea a la creación del movimiento obrero y socialista. Sin embargo, no puede decirse que este movimiento entendiera la importancia del fenómeno colonial. A pesar de los brillantes análisis de Jean Jaurès, en especial durante la conquista de Marruecos, y de las protestas ocasionales (Plus un homme, plus un sou para las guerras coloniales); a pesar de la publicación de un primer trabajo teórico de Paul Louis en 19054 fue la timidez, y la subestimación en el mejor de los casos lo que prevaleció en los movimientos obreros franceses de principios de siglo. La misma noción de anticolonialismo era entonces ajena al espíritu de, prácticamente, todos los franceses, y los obreros militantes no fueron una excepción. Después de la Primera Guerra Mundial, la izquierda francesa estaba dividida entre un polo moderado, una mayoría socialista en torno a la Section Française de l’Internationale Ouvrière (SFIO) y la Confédération Générale du Travail (CGT), y una facción revolucionaria comunista, con los recién creados Parti Communiste Français (PCF) y la Confédération Générale du Travail Unitaire (CGTU). El primer grupo sólo deseaba introducir mayor justicia y humanidad en las colonias, pero nunca abandonarlas. El segundo revirtió completamente este discurso. Con la revolución bolchevique, la formación de una Internacional Comunista y el Profintern (Internacional Sindical Roja), se impuso una nueva línea que defendía la soberanía de los colonizados y la lucha en común con el proletariado francés. Sin embargo, el internacionalismo no terminó de triunfar. En los años siguientes al final de la Primera Guerra Mundial, no se puede hablar de una ruptura radical. Sólo un grupo de jóvenes activistas, algunos procedentes de las colonias, se tomó en serio los nuevos principios; entre ellos podemos destacar a Nguyen Ai Quoc, conocido posteriormente como Ho Chi Minh, el cual publicó sus artículos en La Vie ouvrière5. 4 LOUIS, P. Le colonialisme. Paris, Petite Bibliothèque socialiste, 1905. 5 RUSCIO, A. “12 octobre 1925: grève générale contre la Guerre du Rif ”. Cahiers de l’Institut CGT d’histoire sociale, 94, 2005, p. 6. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Mientras tanto, en el norte de Marruecos, en la región del Rif, un líder marroquí de una de las tribus más numerosas, Abd el-Krim, comenzó a partir de 1921 la lucha contra la presencia española, poniendo en jaque a su ejército en julio de 1921 mediante el Desastre de Annual. Tras esta victoria, el caudillo rifeño proclamó la creación de la República del Rif, un estado de efímera duración (fue disuelto en 1926), que ponía en peligro los intereses económicos y estratégicos no solo españoles sino también franceses. A iniciativa del gobierno de Poincaré, comenzaron los preparativos militares, diplomáticos y políticos para una invasión francesa. En palabras del general Lyautey, se trataba de hacer triunfar a Europa contra África y al cristianismo contra Mahoma, y el presidente rechazó las ofertas de negociación propuestas por Abd-El-Krim declarando que no negociaba con rebeldes6. Sin embargo, en abril de 1925, Abd el-Krim golpeó primero e invadió el territorio de Marruecos francés, atacando la línea del Uarga para cortar las comunicaciones de la zona francesa del protectorado marroquí con Argelia, haciendo tambalear la línea defensiva que había construido el mariscal Lyautey. En el mes de junio llegaron a amenazar muy seriamente las ciudades de Taza y Fez, lo que obligó a los franceses a evacuar la población civil de la primera sobre la segunda para evitar una masacre. El ejército francés del mariscal Lyautey disponía de 20.000 soldados con su material al completo y armamento moderno, apoyado además por cinco escuadrillas de aviones. A pesar de ello, el 20 de julio, las bajas francesas eran de unos 2.000 muertos y desaparecidos y unos 3.710 heridos. En dos meses y medio cayeron 48 posiciones de un total de 66 que había en la zona. Los rifeños se apoderaron de 51 cañones, 35 morteros, 5.000 fusiles, más de 200 ametralladoras, 7.000.000 de cartuchos, 60.000 granadas de mano, 10.000 granadas de mortero, 16.000 proyectiles de cañón y destruyeron todos los aparatos que había en el aeródromo de Ain Meduina. Considerado demasiado “blando” frente a la revuelta, Lyautey fue reemplazado rápidamente por el mariscal Philippe Pétain, partidario de la línea represora dura7. 6 DUCLOS, J. et al. Histoire du Parti communiste français (manuel). Paris, Editions Sociales, 1964, p. 160. 7 Las cifras sobre la batalla de Uarga en WINDROW, M. French Foreign Legion 1914-1945. Oxford, Osprey Publishing, 1999, p. 15 y THOMAS, M. The French empire between the wars: 670
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Mientras tanto, en Francia, se puso en práctica una agresiva campaña de prensa para explicar que, más que los intereses franceses, era la “civilización occidental” la que se veía amenazada. Abd el-Krim, con el apoyo de sus hermanos musulmanes y la Internacional Comunista, fue presentado como el hijo monstruoso de dos fanatismos, y los rifeños fueron apodados por algunos sectores de la prensa como los “boches de África”, en claro paralelismo con los alemanes durante la Primera Guerra Mundial8. Los políticos de todas las tendencias estuvieron involucrados en los efectos de este manejo de la información, y los periódicos compitieron en las descripciones de las atrocidades de estos “nativos” que vivirían en un estado salvaje. Frente a ese problema, ¿cómo reaccionó el movimiento obrero francés? 3. Desarrollo de las protestas La primera muestra de protesta ante la actuación de las tropas francesas en el Rif la encontramos en el III Congreso de Lyon del Partido Comunista Francés de enero de 1924, el cual definió el programa electoral y la táctica del partido, que afrontó por primera vez desde su creación una batalla electoral general. En su programa, aparecían reivindicaciones como la libertad de prensa en las colonias y la supresión del código del indígena, que legalizaba la explotación sin frenos de los pueblos dependientes9. Posteriormente, en septiembre de 1924, Pierre Sémard, secretario general del PCF, y Jacques Doriot, de las Juventudes Comunistas (JC), enviaron a Abd el-Krim un telegrama que causó un gran escándalo10. En él, se felicitaba la victoria de los rifeños ante los “imperialistas” españoles y a su valiente líder Abd el-Krim, esperando que su victoria provocara la caída de todos los imperialismos europeos. Además, durante la primavera de 1925, el Partido Comunista Francés hizo campaña por la amnistía de las víctimas de la represión gubernamental y patronal, incluyendo a aquellos soldados y militantes encarcelados por su acción contra la guerra imperialista. Retomando la herencia anticolonialista imperialism, politics and society. Manchester, Manchester University Press, 2005, p. 212. 8 RUSCIO, A. “12 octobre 1925…” p. 7. 9 DUCLOS, J. et al. Histoire du Parti communiste… p. 147. 10 L’Humanité, 11 sept. 1924. En LIAUZU, C. Histoire de l’anti colonialisme en France du XVIe à nos jours. Paris, Armand Colin, 2007, p. 144. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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del pensamiento progresista y del movimiento obrero francés, este partido recordó las campañas de Jules Guesde contra la expedición colonial de Tonkin que el Partido Radical también había criticado en los años 1880, así como las campañas de Jean Jaurés, a la vista de la Primera Guerra Mundial, luchando contra la guerra de Marruecos y oponiéndose a “la escoria de los altos capitalistas, los millones de hombres que no quieren que el oro y sangre de Francia fluyan por estas aventuras estériles y culpables”11. Hemos de tener en cuenta que el marxismo-leninismo, a través de su análisis del imperialismo, afirmaba la solidaridad de la lucha entre los pueblos de los países colonizados y los trabajadores de los países opresores. Los partidos comunistas de Europa trataban por tanto de propiciar la alianza de la clase obrera y de las masas populares de las metrópolis con las fuerzas anti-imperialistas de los países colonizados y dependientes. Para lograr esto, se apeló al proletariado de las metrópolis a apoyar todo movimiento nacional dirigido contra el imperialismo, siguiendo la tesis de Marx de que “un pueblo que oprime a otro no puede ser libre”. Estos principios fueron adoptados por la Internacional Comunista desde su creación. Tras el Congreso de Tours, el PCF se esforzó por asimilarlos y ponerlos en práctica. Mientras que prácticamente todos los demás partidos apoyaron la política colonial del imperialismo francés, el Partido Comunista Francés se opuso al nacionalismo, buscando hacer conocer la realidad de la explotación colonial e inculcar a los trabajadores franceses sentimientos fraternales hacia los pueblos dependientes. Justo después del comienzo de las hostilidades, el PCF denunció el carácter imperialista de la guerra preparada por las grandes sociedades que dominaban la economía marroquí: Banque de Paris et des Pays-Bas, Creditfoncier d’Algérie et de Tunisie, etc. El PCF combatió los prejuicios y las mistificaciones coloniales bajo las cuales especulaban los monopolios y expuso la realidad de todo el sistema de opresión colonial: tierra arrebatada a los campesinos, saqueo de los recursos naturales, aumento de la explotación de la mano de obra, que trabajaba de 12-15 horas al día por salarios ínfimos y arbitrariedad y brutalidad de la administración civil y militar gobernada por el terror.
11 DUCLOS, J. et al. Histoire du Parti… p. 153. 672
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Bajo estas consignas se constituyó un Comité de Acción, que agrupaba al Partido Comunista Francés, las Juventudes Comunistas, la CGTU, la Association Républicaine des Anciens Combattants (ARAC), los Comités de unidad proletaria y el grupo de intelectuales de Clarté. De esta forma, comenzó a lo largo de todo el país una activa campaña de masas que apoyaron la prensa y el grupo parlamentario comunista. Este comité organizó la acción teniendo en cuenta la experiencia adquirida tras la lucha contra la ocupación del Ruhr12. Además, el PCF utilizó las elecciones municipales de 1925 para dar a conocer sus consignas en las 40 ciudades más importantes de Francia, donde tuvieron lugar grandes mítines seguidos a su vez de manifestaciones. El 17 de mayo, los comunistas aseguraron que 15000 parisinos se reunieron en el Luna Park contra la guerra de Marruecos13. El 24, en palabras del Partido Comunista Francés, miles de trabajadores conmemoraron la Comuna de París en el Muro de los Federales del cementerio de Père-Lachaise y se manifestaron contra la guerra. El 31, a pesar de la prohibición del gobierno y la movilización policial, los obreros desfilaron por las calles de Roubaix frente al monumento de Jules Guesde. En los ocho primeros días de junio, fueron organizadas importantes reuniones en toda una serie de ciudades de provincia, entre las cuales podemos citar Lille, Le Havre, Nancy, Le Creusot, Decazeville, Toulouse, Limoges, Saint-Nazaire, Saint-Etienne, Grenoble y Tours14. El Comité de Acción supervisó el desarrollo de la acción en otro de sus objetivos prioritarios, como era el ejército, donde la Federación de Juventudes Comunistas desplegó una gran actividad. Con la ayuda del PCF, editó y distribuyó folletos en francés y en árabe y organizó la difusión de Conscrity La Caserne. Otros periódicos que las Juventudes Comunistas distribuyeron en el ejército fueron L’Avant Garde, la Page de Jean Le Gouein (suplemento de La Caserne para los marinos) y Le Liberé. En 18 meses, las Juventudes Comunistas editaron, de acuerdo con sus cifras, 22.000 carteles, 1’2 millones de folletos y 1’5 millones de comunicados15. 12 DUCLOS, J. et al. Histoire du Parti… p. 163. 13 L’Humanité del 17 de septiembre anunció, sin duda con cierta exageración, 15.000 participantes. RUSCIO, A. “12 octobre 1925…” p. 7. 14 DUCLOS, J. et al. Histoire du Parti… p. 163. 15 LIAUZU, C. Histoire de l’anticolonialisme… p. 145. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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En el seno del estamento militar hubo algunos incidentes que fueron amplificados por el PCF, como el del 21 de mayo, en el cual según contaron los comunistas, 600 soldados de los Regimientos 31º y 41º de Infantería, transportados desde el cuartel parisino de Reuilly hacia Marsella, se mostraron contrarios a la contienda a la que iban a marchar con gritos de “¡Abajo la guerra de Marruecos!” y cantaron “La Internacional”16. No debemos pensar, sin embargo, que existiera una amplia difusión de las ideas anticolonialistas en el ejército, ya que las pocas acciones que hubo en este estamento fueron muy aisladas, aunque bien aprovechadas por la propaganda comunista. Durante el curso de estas acciones, el PCF se esforzó por desarrollar el frente único de la clase obrera y se centró en la base de las empresas, en donde los Comités de unidad proletaria jugaron un papel muy importante. Creados a iniciativa de los militantes comunistas y de las primeras células de empresa, estos comités se esforzaron en reunir a los trabajadores desorganizados simpatizantes del comunismo y socialismo, unitarios o confederados, y de entrenarlos para la lucha. A finales de la primavera de 1925 se obtuvieron los primeros resultados. La campaña del PCF y de los Comités de Acción condujo a la ampliación de la unión en contra de una política bélica cuyo carácter nocivo se extendió progresivamente en la opinión pública. Mientras tanto, las operaciones militares en Marruecos quedaron estancadas, y el gobierno sustituyó a Lyautey por Pétain. No obstante, ningún avance importante llegó antes de que las lluvias de otoño, a pesar de los refuerzos que elevaron a 200.000 soldados los efectivos desplegados por el gobierno francés. En este contexto tuvo lugar un acontecimiento relevante, ya que Siria se sublevó. Desde 1924, la población siria se negaba a pagar el impuesto de las autoridades coloniales y a aceptar la moneda francesa. El general Weygand, nombrado por el Bloque Nacional, y después el general Sarrail, designado por el Cartel de Izquierdas, hicieron vanos esfuerzos para acabar con los insurrectos. En julio de 1925, los drusos tomaron las armas y destruyeron una columna enviada con el fin de aplastarlos. Los sirios constituyeron un gobierno insurreccional clandestino, la comandancia francesa mandó bombardear Damasco y se emprendieron nuevas operaciones militares en Medio Oriente. Con la aquiescencia del Parlamento, el gobierno Painlevé aumentó los impuestos con el fin de 16 DUCLOS, J. et al. Histoire du Parti… p. 164. 674
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financiar sus campañas bélicas17. Estas acciones contribuyeron a que la preocupación creciera asimismo en el seno del Cartel de Izquierdas, en particular entre los trabajadores socialistas y confederados. Mientras tanto, el número y la actividad de los Comités de unidad proletaria se desarrollaron, y sus primeros resultados se plasmaron en una demostración de fuerza como fue la celebración de los Congresos de Obreros y Campesinos. El primero de estos congresos tuvo lugar en la región parisina, y para prepararlo una asamblea informativa se desplegó el 23 de junio. Los datos aportados por el PCF dicen que 1200 obreros de las plantas industriales de París asistieron, entre los cuales según sus archivos se contaron 84 socialistas y 95 adheridos a la CGT. El Congreso tuvo lugar en París los días 4 y 5 de julio, reuniendo 2470 delegados del Sena, Senaet-Oise, Seinte-et-Marne y Oise, con sólo 130 trabajadores socialistas y 160 confederados. Mediante una llamada a los “Trabajadores y Campesinos de Francia y de sus colonias”, se puso el foco de atención en el carácter imperialista de la guerra de Marruecos, y se asociaron las consignas contra esta guerra con las reivindicaciones inmediatas de los trabajadores18. Con el fin de extender el movimiento a las provincias, se invitó al Comité de Acción a organizar Congresos de Obreros y Campesinos en las principales regiones de Francia y a ayudar a la constitución de comités parecidos en los países más directamente interesados, como Gran Bretaña, España o Italia. También se puso el acento en dirigirse a unos grupos sociales particulares de la población para incorporarlos a la acción, como eran las mujeres, los jóvenes y los intelectuales. Finalmente, el Congreso decidió la convocatoria de una huelga de 24 horas contra los impuestos del ministro Caillaux, a favor del aumento de los salarios y contra las guerras de Marruecos y Siria. Como última medida, el Congreso obrero de la región parisina transformó el Comité de Acción en Comité Central de Acción, bajo la presidencia de Maurice Thorez. Este Comité desarrolló una intensa propaganda en dirección a los soldados, las mujeres y los pueblos colonizados, organizó la celebración de Congresos de Obreros y Campesinos en las provincias y multiplicó las iniciativas para ganar el apoyo de trabajadores socialistas y confederados en la acción conjunta. 17 DUCLOS, J. et al. Histoire du Parti… p.165. 18 DUCLOS, J. et al. Histoire du Parti… p.166. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Aparte de estas fuerzas, los intelectuales comenzaron también a movilizarse y expresarse en los medios de comunicación que disponían. El 2 de julio de 1925, L’Humanité publicó una primera convocatoria, por iniciativa de Henri Barbusse, que fue firmada por un centenar de nombres, entre ellos Louis Aragon, André Breton, René Crevel, Georges Duhamel, Robert Desnos, Paul Eluard, Michel Leiris, BenjaminPéret, Paul Signac, Philippe Soupault, Maurice Vlaminck, LéonWerth19. En los siguientes días, L’Humanité recogió las declaraciones de diversos intelectuales que se manifestaron en contra de la campaña marroquí. Posteriormente, en respuesta a las persecuciones gubernamentales, miles de trabajadores conmemoraron en Clichy el asesinato de Jean Jaurès y protestaron contra la Guerra del Rif. A pesar de las prohibiciones de sus dirigentes, hubo algunos trabajadores socialistas que participaron en estas acciones y en los Congresos de Obreros y Campesinos organizados en las provincias por el Comité Central de Acción. El PCF contabilizó que en Lille, el 12 de julio, se reunieron 150 delegados entre los cuales había representantes de 15 secciones de la SFIO. Algo similar ocurrió en los congresos de Lyon, Béziers, Burdeos, Estrasburgo y Marsella, en el que figura la participación de 75 trabajadores socialistas y 120 confederados20. Estos datos, si bien en todo momento deben ser analizados con cautela ya que proceden de los archivos comunistas, sirven para constatar que en estos años ya se estaba produciendo alguna unión entre los escalafones más bajos de las organizaciones comunistas y socialistas en ciertas causas concretas. Esta simpatía de pareceres entró en conflicto con la política establecida por los dirigentes de la SFIO, quienes recomendaban a sus integrantes no confraternizar con los comunistas. Sin embargo, observamos que las bases de ambos partidos se adelantaron a los altos cargos de los mismos y que al unirse a los comunistas se establecería el germen de lo que posteriormente se conocería como Frente Popular. De esta manera, la guerra del Rif supuso un acontecimiento de vital importancia para el desarrollo y configuración del movimiento obrero en Francia. 19 RUSCIO, A. “12 octobre 1925…” p. 7. 20 DUCLOS, J. et al. Histoire du Parti… p. 167. 676
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Movilizaciones contra la Guerra del Rif en Francia (1925)
La campaña mediática siguió complementando los esfuerzos movilizadores comunistas. El 31 de julio, un dibujo de Grandjouan21 ocupó la totalidad de la portada de La Vie ouvrière. La leyenda se centró en denunciar la guerra más que el colonialismo, lo cual será una constante durante este período: “¡Habéis matado a los padres, no tendréis a los hijos!”. Hemos de tener en cuenta que los militantes de 1925 tenían en mente las imágenes de la terrible masacre de la Primera Guerra Mundial. El título del periódico, por encima del dibujo, era bastante significativo: “¡No a los errores de 1914! ¡Contra la Guerra de Marruecos! ¡Preparemos la huelga general!”. A finales de agosto se celebró el Congreso Confederal Nacional, que tomó la decisión de emplear todas sus fuerzas en la preparación de la huelga22. En él se tomaron numerosas iniciativas; Fernand Bellugue, sin duda con enorme la exageración, estimó en las columnas del órgano de la Internacional Sindical Roja que los 7.500 delegados representaban a 3 millones de trabajadores. Mientras tanto, en el ejército, la mediocridad del avituallamiento, unido al aumento de las enfermedades, provocado por las malas condiciones de los campamentos y las grandes variaciones de temperatura, las insuficiencias de los servicios sanitarios incapaces de asegurar el control de las enfermedades y la curación de las heridas provocaron un descontento general, que sin embargo no dio lugar a protestas reseñables. La prensa del PCF y de la Federación de Juventudes Comunistas se hizo largo eco de estos males; de hecho, el PCF aseguraba que la comandancia tuvo que retirar del frente a unidades que rechazaban batirse en combate y fraternizaban con los marroquíes23, pero no se han encontrado evidencias que respalden tales hechos. Por ejemplo, Cahiers du bolchevisme hablaba de 3 batallones e incontables puestos, además de numerosas deserciones. Sin embargo, la deserción de tropas era un acontecimiento muy poco común, solo presente en algunas unidades de legionarios extranjeros. Sí que se produjeron no obstante algunos incidentes en navíos como el Strasbourg, el Courbet, el Paris y el Provence, de carácter reducido, presentados por el PCF como amotinamientos24. A pesar de todo, el embarque de tropas no dio lugar en ningún momento a protestas ni resistencias. 21 Jules Grandjouan (nacido el 22 de diciembre 1875 en Nantes - muerto 12 de noviembre 1968 en la misma ciudad) fue un dibujante, pintor, cartelista y sindicalista revolucionario libertario francés. Fue un pionero en el campo de los carteles políticos y sociales. A partir de 1900, año en que se trasladó a París, se convirtió en un dibujante prolífico, ilustrando y popularizando sus convicciones sindicalistas y revolucionarias, colaborando tanto con el PCF como con la CGTU. 22 Las actas de la conferencia se publicaron en el 28 de agosto en VO, la resolución en la edición del 4 de septiembre. RUSCIO, A. “12 octobre 1925…” p. 8. 23 DUCLOS, J. et al. Histoire du Parti… p. 167. 24 LIAUZU, C. Histoire de l’anticolonialisme… p. 146. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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4. Posiciones de las demás fuerzas políticas ¿Cuál era mientras tanto la opinión de las otras fuerzas políticas francesas? Hemos de prestar especial atención a la postura de los demás grupos de poder obreros, en especial la central socialista. El 29 de mayo de 1924, durante un debate en la Cámara de Diputados, el grupo parlamentario de la SFIO se pronunció a favor de la apertura de negociaciones con Abd el-Krim, pero votó los créditos militares demandados por el gobierno, lo cual demostró su falta de voluntad de paz. Además, ayudó al gobierno a calmar a la opinión pública francesa presentando la guerra del Rif como una operación “defensiva” destinada a proteger Marruecos contra la agresión de Abd el-Krim. En palabras de los comunistas, la SFIO había abandonado las tradiciones de Jaurés y de Guesde y apoyaba abiertamente una aventura de pillaje colonialista25. El Partido Socialista, como la II internacional, fue incapaz de formular una línea anticolonialista consecuente y de promover acciones concretas. Por otro lado, la burguesía y la socialdemocracia conjugaron sus esfuerzos para frenar la influencia comunista. El gobierno acentuó la represión y endureció las persecuciones contra el PCF, las organizaciones adheridas al Comité Central de Acción y L’Humanité. Por su parte, los dirigentes socialistas acusaron a las consignas del Comité de estar inspiradas por la política extranjera del bolchevismo soviético y prohibieron a sus militantes participar en cualquier forma de acción común. En la sociedad francesa, el problema de la responsabilidad de la guerra (francesa o rifeña) fue abundantemente debatido. Los socialistas acusaron a la vez tanto al Estado Mayor como a Abd El-Krim. El carácter “feudal” del caudillo rifeño desalentó cualquier apoyo, a pesar de que la lucha por la independencia del Rif merecía cierta consideración. No obstante, a pesar de la acusación comunista de alianza socialista con el orden burgués, se alzaron algunas voces dentro del partido que llamaron a un compromiso. El Congreso de la II Internacional, reunido en Marsella, demandó que las negociaciones estuvieran basadas en la independencia del Rif, acompañado esto de una rectificación de fronteras que permitiera a los rifeños organizar su economía y su aprovisionamiento de una forma normal26. 25 DUCLOS, J. et al. Histoire du Parti… p. 160. 26 LIAUZU, C. Histoire de l’anticolonialisme… p. 144. 678
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Movilizaciones contra la Guerra del Rif en Francia (1925)
En el Congreso de la SFIO de 1925 esta tendencia se reafirmó con mociones que criticaron la política marroquí del gobierno, como la de Pierre Renaudel, que demandó la independencia o una autonomía del Rif negociada. Es dentro de estas proposiciones de paz donde se situaron las esperanzas socialistas el 23 de junio de 1925 en la Cámara de Diputados. La SFIO y los Ligueurs (integrantes de la Liga por los Derechos Humanos) estuvieron, no obstante, divididos en la extensión de las concesiones, de autonomía o de independencia, en la importancia de los territorios en cuestión y en el destino de Abd El-Krim. Estos interrogantes y dudas dejaron mucho margen de maniobra a los partidarios del sometimiento total del Rif, debido principalmente a que las intervenciones concretas fueron muy limitadas. La comisión administrativa permanente invitó en mayo de 1925 a las federaciones a organizar manifestaciones en todo el país, pero no les proporcionó materiales ni medios. Solo ciertas secciones y federaciones en Bouches-du-Rhône, Caen, Havre y en el Sena sobre todo protestaron contra la inercia del partido socialista. El periódico L’Étincelle, se interrogaba al respecto el 4 de septiembre de 192527. Una minoría reclamaba una posición francamente opuesta a la guerra; de ello hay ejemplos en Belfort, Nancy, Bayonne, Marseille, Caen, Le Havre o La Rochelle, e igualmente expresiones de protesta de la CGT en l’Isère, l’Orne, Brest, Haute Vienne y Dunkerque. Sin embargo, estas presiones no provocaron una gestión clara y consistente de la dirección del partido. La Liga de los Derechos Humanos (LDH) por su parte trataba de mantener un equilibrio entre la guerra de conquista contra Abd el-Krim y la evacuación propuesta por el PCF. Su preferencia era el sistema de mandatos, mediante el cual reconocía y aceptaba por lo tanto el hecho colonial. No obstante, entre sus dirigentes encontramos diversas posiciones respecto a esta cuestión. Algunos, como Victor Basch, mantenían ciertas reservas, ya que argumentaban que la guerra del Rif era una guerra defensiva y que sus simpatías deberían ir con los hombres que estaban defendiendo su suelo y subsistencia. Otros como Marius Moutet defendían al gobierno, ya que declaraban que Abd el-Krim no era más que un soldado de aventura que ambicionaba un imperio, sin importarle la libertad de los pueblos. Émile Khan apoyaba esta teoría aduciendo que los rifeños no se sentían oprimidos sino por Abd el-Krim mismo. Es posible que la pertenencia del presidente Painlevé a la propia Liga mitigara las críticas de sus dirigentes hacia su política, hecho reconocido por el propio Victor Basch28. 27 LIAUZU, C. Histoire de l’anticolonialisme… p.145. 28 LIAUZU, C. Histoire de l’anticolonialisme… p.144. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Con respecto a la CGT, es significativo destacar que los periódicos que hicieron campaña a favor de la huelga (La Vie Ouvrière, L’Humanité y la revista de la Internacional Sindical Roja) remarcaron el compromiso de militantes socialistas y cegetistas. La Vie Ouvrière citaba el 17 de julio por ejemplo a la unión departamental confederada de Meurthe-et-Moselle, que había expresado su oposición a la guerra. Según se esforzaron por presentar estos periódicos, la base de la CGT habría desobedecido a sus dirigentes; no obstante, a pesar del énfasis que ponían en dar esta noticia, parece ser que la unidad de acción no había triunfado especialmente. La insistencia puesta en subrayar los ejemplos encontrados es más bien prueba de que solo se trataba de meras excepciones. Prueba de ello pueden ser también las cifras anteriormente citadas de participación socialista y cegetista en los Congresos de Obresos y Campesinos, en los cuales su participación tuvo unos porcentajes más bien testimoniales. La lectura de los textos de la CGT, en cualquier caso, no deja ninguna duda acerca de la hostilidad feroz que albergaban sus líderes, y sin duda la mayoría de sus miembros, con respecto a la CGTU en general y en particular hacia la huelga. A finales de agosto, el congreso de la CGT se negó rotundamente a recibir a una delegación del Comité Central de Acción, calificándolo de “nuevo disfraz del Partido Comunista”, lo cual también era en gran parte cierto. En su periódico afín, Le Peuple, una columna titulada “La grève comuniste”, se mofaba regularmente de los preparativos de la huelga. Más que una hostilidad de principio a toda unidad, era la eficacia misma de tal acción la que se ponía en duda, ya que nunca una huelga había podido hacer recular una guerra29. Léon Jouhaux, secretario general de la CGT, se escondió detrás de un legalismo conservador que realmente justificaba el colonialismo: “La acción de Francia en Marruecos sigue las estipulaciones internacionales contenidas en el Acta de Algeciras”. Lo que es más, calificó la acción militar en los mismos términos que el gobierno, con el nombre de “trabajo de pacificación”. Y con respecto a Abd el-Krim, contestó que “Sería particularmente grave en la actual situación internacional reabrir debates que casi habían causado una guerra europea en 1912”30. 29 RUSCIO, A. “12 octobre 1925…” p. 10. 30 RUSCIO, A. “12 octobre 1925…” p. 8. 680
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5. La huelga general del 12 de octubre de 1925 En cualquier caso, entre el 15 de mayo y el 15 de octubre de 1925, 105 reuniones tuvieron lugar en París y 158 en las provincias, según el Comité Central de Acción. En realidad, podemos pensar que son llamadas reuniones cualquier reunión local reducida: de esas 263, solo 80 contaron con más de 500 personas (cifra para nada desdeñable). El punto fuerte de esta campaña fue no obstante la huelga de 24 horas del 12 de octubre de 192531. La propuesta de una huelga de veinticuatro horas contra la guerra de Marruecos fue lanzada por el delegado de las plantas industriales de Citroën en el Congreso obrero de la región parisina, el cual adoptó la idea con entusiasmo. Más adelante, los demás Congresos de Oberos y Campesinos la ratificaron en sus respectivas provincias. El 9 de septiembre, en nombre del Comité Central de Acción, Maurice Thorez dio en L’Humanité las primeras indicaciones precisas sobre la preparación y organización de la huelga, las cuales estuvieron acompañadas de una intensa batalla ideológica y política. Los dirigentes socialistas presentaron a su vez la huelga como una aventura contraria a los intereses de la clase obrera y excluyeron a los trabajadores socialistas que se asociaron a su preparación. El gobierno por su parte movilizó sus fuerzas de represión contra los distribuidores de folletos, persiguiendo e incautando los periódicos que apoyaban esta campaña32. Dentro del seno del propio PCF, hubo sectores (a los que posteriormente se les llamó oportunistas) que se opusieron abiertamente contra esta huelga y trataron de paralizar la organización de la misma, acusando al Partido de utilizar consignas demagógicas y criticando la solidaridad con el pueblo marroquí rebelde, bajo el pretexto de que Abd-El-Krim era sencillamente un señor feudal. De esta forma, se alinearon con las posiciones colonialistas, burguesas y socialdemócratas, presentando el movimiento de independencia marroquí como un movimiento reaccionario. El 10 de octubre, el Comité Central de Acción, inmediatamente apoyado por el PCF y la CGTU, fijó la huelga el día 12. Esa misma tarde, el gobierno incautó las ediciones especiales de L’Humanité y de La Vie 31 LIAUZU, C. Histoire de l’anticolonialisme… p. 145. 32 DUCLOS, J. et al. Histoire du Parti… p. 168. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Ouvrière. Al mismo tiempo, trató de intimidar a la clase obrera mediante una movilización policial considerable. La fijación de esta fecha ha sorprendido a historiadores como Alain Ruscio, que consideran que tras tres meses de metódica preparación se aceleró la convocatoria de la huelga por motivos desconocidos. Posibles explicaciones a este respecto pueden ser que los líderes se vieran forzados a adelantar el día ya que les llegaron informaciones de un arresto en masa de militantes, o que el Comité de Acción quería tomar desprevenidas a las fuerzas del orden actuando rápidamente y por sorpresa33. Cabe destacar también que el Sindicato Único de tranvías y autobuses de la región de París se adelantó a todos y convocó una huelga indefinida el 11 de octubre, lo cual según Fernand Bellugue, entonces delegado permanente de CGTU en la Internacional Sindical Roja, afectó negativamente a la huelga contra la Guerra del Rif del 12. En cualquier caso, en una edición especial de L’Humanité, del 11 de Octubre se hacía un llamamiento a los trabajadores en favor de la huelga. El 12 de octubre, centenares de obreros salieron a las calles, siendo especialmente potente la huelga allí donde existían células de empresa. En primer lugar, hay que destacar la extrema violencia, física o verbal con frecuencia, acorde a todos los movimientos sociales de la época, que acompañó a esta huelga. Los grandes servicios públicos no fueron muy afectados por la huelga no obstante, y en el sector privado se movilizaron principalmente los trabajadores de la siderurgia y de la construcción. Sin embargo, un tercio de los huelguistas no pertenecían a ningún sindicato, lo cual no es un dato a olvidar34. En algunos sectores, como algunos pozos del Norte de las cuencas mineras, prácticamente la mayoría de los trabajadores hizo huelga. Los trabajadores inmigrantes fueron también altamente movilizados: mineros polacos, albañiles italianos, trabajadores agrícolas españoles, e incluso trabajadores húngaros, armenios, y checoeslovacos. Los mítines y desfiles reunieron a decenas de millares de huelguistas combativos que se defendieron contra las cargas de la policía. Se dieron algunos casos de conflictos: en 33 RUSCIO, A. “12 octobre 1925…” p. 9. 34 LIAUZU, C. Histoire de l’anticolonialisme… p. 145. 682
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Halluin, un patrón del textil, furioso de ver a sus trabajadores y trabajadoras en huelga, disparó con su fusil de caza a los manifestantes. En París, en los suburbios, Saint-Denis en particular, y en el norte, en Troyes, se registraron enfrentamientos a veces muy violentos. En Suresnes, cuando un cortejo de huelguistas pasaba delante de las puertas cerradas de la Radio-Technique, uno de los pistoleros de la patronal de la fábrica realizó varios disparos y abatió a André Sabatier, un joven obrero comunista de veinticinco años; el 17 de octubre, los comunistas aseguraron que 100.000 parisinos asistieron a su entierro, en el cual hubo nuevos incidentes y numerosas detenciones35. La policía llevó a cabo cientos de arrestos, muchos por el hecho de hacer huelga (167 solo el 12 de octubre), por participar en el movimiento que llevó a enfrentamientos con la policía, por cantar canciones subversivas, tales como “Au Maroc”, o recitar el poema de Montéhus “Aux victimes du Maroc”. Solo para el mes de noviembre, había 165 militantes presos y 263 perseguidos, y los tribunales requerían un total de 320 años de prisión para ellos. El registro de estos datos fue realizado por Jean Georges, el secretario de CGTU en el departamento de Haute-Garonne, el cual fue condenado a 15 meses de prisión. Maurice Thorez, por su parte, fue condenado a 14 meses36. A la hora de analizar el alcance de esta movilización, debemos plantearnos dos cuestiones: ¿fue una demostración brillante y masiva del internacionalismo proletario? ¿O fue, según las palabras de Serge Berstein y Jean-Jacques Becker, un “fiasco” y una “gesticulación sin ninguna importancia práctica”37?. Según dijo Gaston Monmousseau en La Vie ouvrière del 16 octubre, más de un millón de huelguistas participaron en el movimiento y cientos de miles “se unieron a través de los medios apropiados”, dejando sin aclarar muy bien este punto. Esta cifra de un millón de huelguistas, ligeramente reducida a 900.000, quedará impresa en la mitología de la saga revolucionaria, 35 DUCLOS, J. et al. Histoire du Parti… p. 169. 36 LIAUZU, C. Histoire de l’anticolonialisme… p. 146. 37 BECKER, J.-J.; BERSTEIN, S. Histoire de l’anti-communismeen France. vol. I, 1917-1940, Paris, Orban, 1987. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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y aparecerá en toda la larga historia de los libros militantes; el propio Manual del Partido Comunista dará esta cifra como verídica, muchos años después38. A la inversa, una menor estimación de 100.000 huelguistas fue propuesta por el historiador alemán Jacob Moneta39. Con total certeza hemos de descartar ambas cifras. René Gallissot señaló que el Partido Comunista ni siquiera había llegado a 900.000 votos en las elecciones de junio de 1924 (lo cual es cierto ya que se quedó en 875.812 votos) y propone reducir esa cifra en un tercio o incluso a la mitad. Por lo tanto, el número final estaría entre 400.000 y 600.000 huelguistas, incluyendo una gran proporción de toda la región de París40. Los resultados de estos esfuerzos sin precedentes fueron no obstante limitados, lo cual se debe en parte a la represión. El número de arrestados fue de 327 en Francia y 24 en Argelia, con un total de 157 condenas dictadas que sumaron más de 70 años de prisión. Los arrestos se produjeron especialmente entre los trabajadores de la construcción y la siderurgia, y por supuesto los responsables políticos y sindicales41. 6. Conclusiones A pesar de que los objetivos de la campaña contra la Guerra del Rif no llegaron a cumplirse, ya que no se produjo el abandono de Marruecos sino al contrario un mayor despliegue militar en el Norte de África, la campaña del Comité Central de Acción, la jornada del 12 de octubre y las manifestaciones contra la Guerra del Rif se convirtieron en hitos en la historia del movimiento obrero y especialmente del Partido Comunista Francés. De toda esta campaña podemos extraer algunas conclusiones. En primer lugar, en oposición a la extendida ideología de la superioridad de los pueblos europeos, la vanguardia del proletariado francés, a la llamada del PCF, rompió claramente con la mentalidad colonialista y nacionalista mayoritaria del país galo. Más allá de la discusión del verdadero alcance de la 38 DUCLOS, J. et al. Histoire du Parti… p. 169. 39 MONETA, J. Le PCF et la questioncoloniale, 1920-1965. Paris, Maspéro, 1971. 40 El análisis de Gallisot en LIAUZU, C.Histoire de l’anticolonialisme… p. 166 41 LIAUZU, C.Histoire de l’anticolonialisme… p. 166. 684
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campaña y de las circunstancias de su desarrollo, la oposición a la Guerra del Rif demuestra un compromiso con el internacionalismo cuyo sindicalismo de clase será un principio de acción para los comunistas franceses en los decenios siguientes. Al mismo tiempo, la posición frente a la Guerra del Rif sería otro motivo de disputa más entre la SFIO y el PCF. Sus diferentes concepciones de la política colonial contribuyeron a un mayor distanciamiento entre las dos centrales sindicales obreras mayoritarias. Sin embargo, si bien los dirigentes de ambas formaciones se encontraban cada vez más en posiciones más alejadas, hemos de tener en cuenta por otro lado la acción de los Comités de unidad proletaria, que jugaron un rol importante durante el desarrollo de la campaña, ya que representaron la primera forma organizada de frente único obrero tras la escisión entre comunistas y socialistas de 1921. A pesar de su reducido número, estos comités contribuyen a estrechar las relaciones entre las bases de trabajadores socialistas y comunistas atendiendo a sus intereses comunes en contra de la burguesía, aspecto que como hemos apuntado anteriormente será de gran importancia para la posterior formación del Frente Popular en los años 30. Además, la huelga general del 12 de octubre de 1925 contra la guerra del Rif fue sin duda clave en la historia del movimiento obrero francés. Rompiendo con la alta discrecionalidad anterior anticolonial y con el discurso más radical, pero a su vez insuficientemente seguida de actos, esta importante acción, en continuación directa de la extraordinaria lucha contra la ocupación del Ruhr dos años antes, marcó la memoria militante. Para el PCF, esta acción será considerada uno de sus primeros triunfos en su lucha contra la burguesía, y en el futuro sería elevada a uno de los hitos de la historia de la organización obrera comunista. Sin embargo, tras la huelga de octubre de 1925, las tentativas de renacimiento de las protestas contra el fin de la conquista de Marruecos no dieron resultado, y no podemos señalar ninguna manifestación de masas reseñable hasta la rendición final de Abd el-Krim el 26 de mayo de 1926 y el fin de la guerra del Rif en 192742. 42 LIAUZU, C.Histoire de l’anticolonialisme… p.147. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Religión y Violencia
religión Y violencia Religion and Violence Joseph Pérez Université de Bourdeaux-Montaigne
Resumen: El presente texto reflexiona sobre cuestiones vinculadas a religiosidad y violencia durante la Edad Moderna. En él, el profesor Joseph Pérez establece una evolución desde una tolerancia más o menos generalizada entre las tres grandes religiones durante la Edad Media, hasta el desarrollo de cierto fundamentalismo vinculado al surgimiento de las monarquías modernas. De este modo, a partir de la Paz de Augsburgo de 1555, cada Estado impondrá una ortodoxia religiosa dentro de sus territorios que dará origen a un clima de conflictividad y violencia vinculada al hecho religioso. Palabras clave: religión, ortodoxia, Estado. Abstract: This paper reflects on issues related to religion and violence during the Modern Age. In it, Professor Joseph Perez provides an evolution from a more or less generalized tolerance among the three great religions in the Middle Ages, to the development of certain linked to the emergence of modern monarchies fundamentalism. Thus, from the Peace of Augsburg of 1555, each state impose religious orthodoxy within their territories which give rise to a climate of conflict and violence linked to religion. Keywords: Religion, Orthodoxy, State.
Joseph Pérez
Durante la Edad Media, en la península ibérica, coexisten tres religiones –cristianos, moros y judíos–. El Islam domina hasta el siglo XII, el cristianismo después. Tenemos así una religión mayoritaria y oficial, dos religiones minoritarias y toleradas, en el sentido que tenía entonces el concepto de tolerancia, más bien negativo1; a los disidentes no se les obliga a convertirse a la religión mayoritaria: en la España musulmana se encuentran judíos y cristianos -los llamados mozárabes-; en la España cristiana, judíos y musulmanes -los mudéjares. A finales de la Edad Media se produce un cambio radical. A la doctrina tomista que caracteriza la fe como un acto libre de la voluntad -credere est voluntatis- parece sustituirse el precepto de San Agustín cuando éste comenta una frase del Evangelio según San Lucas: compelle intrare2: los cristianos tendrían la obligación de convertir a los infieles, incluso por la fuerza. En España; el cambio viene señalado por dos fechas: • 1492: expulsión de los que quieren seguir siendo judíos. • 1493: bulas del papa Alejandro VI que legitiman el privilegio de Castilla en las tierras descubiertas por Colón a cambio de la obligación de difundir el Evangelio3. España inicia entonces una pauta que van a seguir todas las naciones europeas cuando la rebelión de Lutero rompa la unidad del mundo cristiano y dé lugar a la formación de confesiones disidentes. La regla que prevalece ahora obliga a los súbditos a profesar la misma religión que el soberano: una fe, una ley, un rey o, como se acuñará en la paz de Augsburgo (1555): cujus regio ejus religio. Una nación no puede mantenerse sin unidad de fe. Como escribirá Mariana:
1 Tolerar es disimular, resignarse a un mal que convendría prohibir, pero que, por motivos varios, no hay más remedio que aguantar. El diccionario de la Real Academia Española define tolerar como: “1. tr. Sufrir, llevar con paciencia. 2. tr. Permitir algo que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente. 3. tr. Resistir, soportar, especialmente un alimento, o una medicina”. Sólo en cuarto lugar se señala el matiz positivo de la palabra: “4. tr. Respetar las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”. 2 Se trata de la conocida parábola de la cena (S. Lucas, XIV -23): a los invitados que se niegan a venir hay que llevarlos a la fuerza. 3 En 1501, se obliga a los moros de Castilla a convertirse, medida que se extiende en 1526 a los de la corona de Aragón. 690
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¿Qué sociedad podrá haber entre aquellos que no adoran a un mismo Dios, con un mismo culto y unas mismas ceremonias? Necesariamente los unos aborrecerán a los otros como impíos y se persuadirán de que merecen la gracia del Dios que adoran si persiguen y maltratan a sus contrarios [...]; Por cuya razón debe ser aconsejado el príncipe para que se oponga en sus principios al mal y apague la llama en su origen4.
Se considera que la religión es la que mantiene la cohesión del cuerpo social; al apartarse de la fe común, los disidentes representan pues una amenaza, no sólo para la fe, sino para la misma república; son, además de herejes, rebeldes o, por decirlo en palabras de Carlos V cuando se entera de que se han descubierto focos luteranos en Valladolid: “sediciosos, escandalosos, alborotadores e inquietadores de la república y que tenían fin de incurrir en caso de rebelión”5. Esta postura plantea tres problemas: • ¿Puede intervenir el Estado para imponer una determinada religión o ideología? • ¿Puede admitirse en una sociedad la existencia de confesiones o ideologías minoritarias? • Si la religión no constituye el aglutinante de la sociedad, ¿qué nuevo sistema de valores puede sustituirla? 1. La tentación teocrática6 Para la doctrina tomista, la política constituye un sector, no exactamente independiente de la religión, sino relativamente autónomo. El fin de la política es formar buenos ciudadanos, no buenos cristianos7. Sería preferible, desde luego, que todos los súbditos de una nación se comportasen en la vida cotidiana como perfectos cristianos; pero al Estado, 4 Citado por SÁNCHEZ AGESTA, L. España al encuentro de Europa. Madrid, B.A.C, 1971, pp. 128-129. 5 Carta a la regente Doña Juana, fechada en Yuste, a 25 de mayo de 1558. 6 Vid. MARITAIN, J. Humanisme intégral. París, Aubier, 1936, pp. 115-117. 7 Esta es la norma que recordaba Suárez, todavía a finales del siglo XVI: Lex ergo civilis facit bonum civem, sed non simpliciter bonum virum (De legibus). Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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como tal, no le incumbe esta tarea que es propia de la Iglesia. El Estado sólo debe crear las condiciones necesarias para realizar el bien común, pero no imponer por vía autoritaria un orden moral o religioso; la fuerza no puede servir para establecer la verdad o la virtud porque se trata, no de vencer, sino de convencer. Esta es la doctrina que, desde Roma donde está como embajador, reafirma el cardenal García de Loaysa cuando le sugiere a Carlos V que disimule con los luteranos a cambio de obtener de ellos la obediencia que le deben como súbditos8. En la segunda mitad del siglo XVI se confunden los papeles del Estado y de la Iglesia, el gobierno civil y el eclesiástico, la política y la religión; el Estado se transforma en instrumento para la defensa de la fe; no duda en asumir misiones religiosas e interfiere con frecuencia en cuestiones morales y religiosas. Esta evolución se observa en toda Europa: en Inglaterra cuando, por la muerte de María Tudor (1558), se aleja la perspectiva de restablecer el catolicismo; en Francia, cuando la muerte de Enrique II (julio de 1559) abre una crisis que desemboca en la primera guerra de religión. Por las mismas fechas, el concilio de Trento, que inaugura sus sesiones en 1545, procede a una nueva formulación del dogma católico, mientras la Reforma se institucionaliza ; dos ortodoxias se contraponen y la oposición no es meramente religiosa ; tiene aspectos políticos a causa del principio que permite a un príncipe imponer su fe a sus súbditos. Política y religión van íntimamente mezcladas y resulta difícil separar lo que corresponde a la una o a la otra. Pocos años después, España se ve envuelta en la guerra de Flandes, un conflicto en el que las consideraciones políticas y religiosas están estrechamente unidas: además de rebeldes a su señor natural, los flamencos son herejes y reciben apoyo de las potencias protestantes9. Parece como que algunos gobernantes hayan tratado de llevar a la práctica el apólogo del Gran Inquisidor, tal como lo cuenta Dostoiewski en su novela, Los Hermanos Karamazov: Cristo vuelve a Sevilla; el pueblo 8 “Piense V. Md. que todos os obedezcan y sirvan cuando los hubiéredes menester y no os deis un clavo que ellos lleven sus almas al infierno (...). Desde agora procuréis que todos se llamen vuestros y así lo sean en las obras y os reconozcan por su verdadero señor y las conciencias sea las de turcos” (carta de 18 de noviembre de 1530, citada por MARAVALL, J. A. La oposición política bajo los Austrias. Barcelona, Ariel, 1972, pp. 112-115). 9 Con motivo de la rebelión de Flandes, le escribe Felipe II a Requesens, su embajador en Roma, la frase famosa: “Yo no pienso ni quiero ser señor de herejes”, frase que cualquier jefe de Estado - católico o protestante - en la misma época hubiera podido pronunciar. 692
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le conoce y le aclama entusiasmado, pero el Gran Inquisidor le manda encarcelar y le sentencia a muerte porque ha venido a estropearlo todo: la obra de Cristo era una llamada a la libertad; pero la experiencia muestra que la libertad acaba siendo un estorbo para el pueblo; los inquisidores han corregido esta situación; han quitado de las espaldas de los hombres aquel peso que suponía el tener que elegir libremente a cada momento entre el bien y el mal; han convertido a los hombres en esclavos; así vivirán felices bajo la paternal tutela de los inquisidores que les indicarán siempre lo que deben pensar y hacer. Esta tentación teocrática cunde en España desde que, a finales del siglo XV, se creó la Inquisición. Esta era desde luego una institución eclesiástica pero estaba puesta bajo la autoridad del Estado: era el rey el que señalaba al papa quién debía ser inquisidor general, o sea que –en esto se distingue la inquisición española de la medieval– el papa renuncia a favor del Estado a una de sus prerrogativas esenciales: definir la ortodoxia y perseguir los heterodoxos. Los católicos consideran como una obligación la lucha contra la herejía; lo mismo opinan los reformadores; la intolerancia se da en todos los bandos; es una característica de la época y de todas las sectas religiosas. Ahora bien, ¿qué es lo que hay que perseguir, la herejía o los herejes? a éstos, ¿es legítimo matarlos? Los inquisidores no lo dudan: el hereje merece la pena de muerte, como reo del crimen de lesa majestad divina; muchos protestantes piensan lo mismo, como lo muestra el tremendo y célebre caso de Miguel Servet, quemado vivo en Ginebra, el 26 de octubre de 1553, con el beneplácito, si no por la voluntad, del mismo Calvino. Aquella muerte abrió un debate en el sector de los reformadores. En aquella ocasión, Sebastián Castellón no dudó en censurar duramente a Calvino: “Matar a un hombre por sus ideas no es defender una doctrina; es matar a un hombre”10. En el bando católico también se encuentran pensadores que critican a Carlos V porque mantiene guerra contra los protestantes: ¿no sería más acertado, desde un punto de vista cristiano, combatir a los herejes con argumentos, más que con las armas?11. 10 Tratado de los herejes, publicado en 1553. 11 Alfonso de Castro refiere que, en 1546, sus compatriotas de Zamora censuraban duramente al emperador porque hacía guerra a los protestantes, “dicentes rem minime christianam esse, haereticos bello oppugnare, quia illi (ut dicebant) non armis sed rationibus vincendi erant”. Esto hubiera decidido a Castro a componer su tratado De justa haereticorum punitione libri tres, publicado en Venecia en 1549, pero la primera edición parece ser la de Salamanca, Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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2. Límites de la tolerancia Al príncipe le incumbe, la obligación de velar por el bien común del pueblo. Ahora bien, en ocasiones, el bien común requiere que se aplique el principio del mal menor: tolerar ciertos males cuando de su prohibición se seguirían males más graves que los que se quería evitar. Así se expresan, en la Francia de la segunda mitad del siglo XVI, los que recomiendan disimular, consentir lo que no se puede prohibir. Lo que pretenden, no es que se respeten las ideas de los disidentes -sean éstos católicos o hugonotes-, sino que se evite la guerra civil; por eso, prefieren hablar, no de tolerancia, sino de permiso, ya que permitir no es aprobar12. Michel de l’Hospital, que fue uno de los que más trabajaron en este sentido, habla de aplicar a los hugonotes lo que se dice de los vicios de la esposa: o se quitan o se toleran13; el número de protestantes se ha multiplicado tanto que no queda más remedio que tolerarlos. Esta es la solución que toma el rey Enrique IV en el famoso edicto de Nantes, firmado el 13 de abril de 1598: se trata de poner fin a las guerras civiles que, desde hace medio siglo, oponen católicos y hugonotes; a éstos se les permite ahora celebrar su culto dentro de ciertos límites afín de evitar un mal peor, como lo recomendaba Santo Tomás: los herejes constituyen un peligro para el bien espiritual de la sociedad; son indudablemente un mal, pero el príncipe los puede tolerar para evitar males más graves como podría serlo una guerra civil; la herejía aparece como un mal menor. El edicto de Nantes no representa pues un avance significativo hacia la libertad de conciencia; se limita a constatar que de momento es imposible desterrar la herejía. Un siglo después, otro rey de Francia, Luis XIV, estimará que la situación ha evolucionado suficientemente como para dar marcha atrás. En la monarquía católica de Felipe II, el problema se plantea, no tanto en la misma España como en otro de sus territorios, Flandes. Allí sí que hay guerra civil entre católicos y protestantes. Tal vez por eso, es un vasallo flamenco del Rey Catóilico el que va a defender ideas parecidas a las que se imponen en Francia a finales de la centuria, Justo Lipsio (1547-1606), 1547 (KAMEN, H. “Toleration and Dissent in Sixteenth Century Spain: The Alternative Tradition”. The Sixteenth Centruy Journal, 19/1, 1988, pp. 3-23, p. 12). 12 LECLER, J. Histoire de la tolérance au siècle de la Réforme. Paris, Albin Michel, 1994, pp. 9-10. 13 “Vitia uxoris aut sint tollenda, aut toleranda” LECLER, J. Histoire... p. 454. 694
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un humanista que gozó de gran prestigio en toda Europa a finales del siglo XVI y principios del XVII, especialmente en España. Es curioso observar la influencia del humanismo flamenco en la península ibérica en dos momentos claves, primero con Erasmo, luego con Justo Lipsio. Justo Lipsio es el restaurador de Tácito y el fundador de la corriente llamada tacitista, es decir la que pretende apoyarse en Tácito para desarrollar una investigación de los resortes de la política y del gobierno civil. Ahora bien, el tacitismo ofrece dos facetas. Para unos, es un mero disfraz del maquiavelismo, una coartada para burlar la prohibición de Maquiavelo; por no verse tachados de maquiavelistas, invocan a Tácito, con el fin de reivindicar una relativa secularización o racionalización de las actividades políticas. Para otros –y éste es el caso de Lipsio, como también, más tarde, de Saavedra Fajardo–, Tácito merece ser estudiado por sí mismo y sus lecciones se compaginan perfectamente con la ortodoxia católica14. En 1589, Lipsio publica, en latín, un libro sobre el gobierno civil inspirado en la Biblia, en los Padres de la Iglesia y en varios autores de la Antigüedad grecolatina, entre los cuales destaca Tácito. Esta obra, la traduce al castellano, en 1604, Bernardino de Mendoza (c. 1540-1604), militar y diplomático que representó a España en Francia en el momento más álgido de las guerras religiosas y políticas de la nación vecina. La primera edición española de este libro lleva este título: Los seis libros de las políticas o doctrina civil de Justo Lipsio que sirven para el gobierno del reino o principado… Ambas obras –la original de Lipsio y su traducción por Bernardino de Mendoza– figuran en el Indice del inquisidor general Sandoval (1612) “hasta que se corrijan”. Lipsio insiste sobre la conveniencia de mantener la unidad de fe en una nación como medio para conseguir la paz15. Pero introduce un correctivo importante en el capítulo III16. Reitera Lipsio su convicción: “ser necesario 14 Sobre el tacitismo, vid. MARAVALL, J. A. Estudios de historia del pensamiento español. T. III. Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1984, pp. 15-114. Para el caso de Saavedra, vid. JOUCLA-RUAU, A. Le Tacitisme de Saavedra Fajardo. París, Éditions Hispaniques, 1977. 15 “La religión sola y el temor de Dios es lo que entretiene los hombres en compañía y hermandad unos con otros. Quitada esta atadura, la vida de los mortales se colmará de vicios, locuras y crueldades. Lo mismo sería estando confusa y mezclada. Y así no es bien imitar aquellos reyes de Egipto, los cuales introdujeron una diversidad y mezcla de religiones”. 16 “Trátase en este capítulo más largamente de una religión disputando si jamás se ha de permitir disensión y diferencia en ella, a lo menos por algún tiempo, lo cual parece que puede ser en alguna manera”. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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guardar una sola religión en un reino”, pero, añade en seguida, se pueden preguntar dos cosas: “si es bien castigar siempre los que discrepan en ella y si a todos”. Al contemplar “el estado presente de toda Europa”, donde “muchos millares de hombres han muerto ya y mueren cada día a título de devoción y piedad”, sugiere Lipsio que sería bien “templar [...] el ardor de este fuego sagrado”. Hace diferencia entre “los que pecan en público y los que en secreto”. Los primeros, porque “desasosiegan a otros”, merecerían ser castigados si el castigo se pudiera “aplicar sin riesgo de levantamiento y alboroto mayor. Pero si esto no pudiese ser y si los tiempos fuesen tales que el presto y arrebatado castigo sería causa de algún daño mayor en la religión y república”, sería mejor disimular ya que, de lo contrario, se seguiría una guerra civil y, escribe Lipsio: “La experiencia nos ha enseñado irritarse las armas con las armas”. Esta idea recuerda la teoría tomista del mal menor que es preferible tolerar para evitar males más graves. En el capítulo IV, se examinan dos cosas: La una: si es bien castigar particularmente todos los que pecan contra la religión, aunque se estén quedos y sin causar rebuelta, y la otra, si se ha de hazer pesquisa de tales para descubrirlos, pareciendo (si se haze con demasiado aprieto) no convenir al bien público, y ser por primer remedio más a propósito el doctor y maestro que no el verdugo.
Lipsio rechaza la violencia como forma de imponer la fe: El efecto que se conseguirá por vía de espanto y terror usado a deshora será que, con apariencias y demostraciones exteriores, que son las que mayormente sirven, vengan [los herejes] a confesar lo que quisieren, pero no de grado. Porque, ¿quién me podrá apremiar a que crea lo que no quiero o deje de creer lo que quiero? [...] Véase pues si en cada estado será más seguro el otro camino del enseñar y guiarlos. Conviniendo persuadir la fe y no mandarla. [...] Y así es verdaderamente. Estos errores tales que consisten en la opinión y sentidos exteriores se desarraigan mejor enseñando que mandando, 696
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admonestando que amenazando. En los instrumentos de música, aunque acontece estar alguna cuerda desconcertada, no por esto la rompemos luego, pero poco a poco la bajamos y subimos hasta volverla en consonancia con las demás. En la fe ¿por qué no se hace lo mismo y se reprimen las faltas de manera que haya quien se arrepienta de haber pecado?
Dicho de otra forma: para Justo Lipsio, la defensa de la religión no excluye la tolerancia hacia creencias disidentes, siempre que esta tolerancia sea conveniente al buen gobierno. No conviene al “bien público” castigar a “los que pecan contra la religión”, siempre que no perturban el orden ni causan revueltas. En fin, al Estado no le incumbe “hacer pesquisa” para descubrir los herejes; para mantener la ortodoxia y la moral, es preferible contar con la educación y la persuasión (“el doctor y maestro”) y no con la represión de tipo policíaca (“el verdugo”). Por estas muestras, está claro que no todos, en la España de Felipe II y del siglo XVII, estaban conformes con una doctrina que no sólo iba a contracorriente de la evolución a favor de la secularización del Estado, sino que, además, marcaba una ruptura con la tradición del escolasticismo tomista que, hasta mediados del siglo XVI, daba la pauta en materia de gobierno. No se puede todavía hablar de una reivindicación a favor de la tolerancia, menos aun a favor de la libertad de pensamiento, pero sí de una postura que trata de apartarse de la ideología dominante. Ésta es la aportación del humanismo cristiano español a los problemas planteados por la diversidad de religiones en una misma sociedad. La solución no puede ni debe ser la coacción, la violencia ni la guerra civil. 3. La libertad de conciencia A mediados del siglo XVI, el autor anónimo del Viaje de Turquía elogiaba la libertad de cultos tal como existía en Turquía: Presuponed [...] que no porque se llama Turquía son todos turcos, porque hay más cristianos que viven en su fe que turcos, aunque no están sujetos al Papa ni a nuestra iglesia latina, sino ellos se hacen su patriarca, que es papa de ellos. -Pues, ¿cómo los consiente el Turco? - ¿Qué se le da a él, si le pagan su tributo, que sea nadie judío ni cristiano ni moro? En España, ¿no solía haber moros y judíos? Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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En esta última frase, no hay que ver la nostalgia de la España de las tres religiones, sino el asomo de una idea moderna: la separación entre la esfera religiosa y la esfera política; la intuición de que el carácter laico del Estado podría ser la solución adecuada al problema que plantea la existencia de varias religiones rivales en una misma nación. Es la conclusión que sugiere por las mismas fechas el humanista valenciano Fadrique Furió Ceriol: “Todos los buenos, ahora sean judíos, moros, gentiles, cristianos o de otra secta, son de una misma tierra, de una misma casa y sangre, y todos los malos de la misma manera”. Ser rey -continúa el mismo autor -es un oficio que es preciso ejercer correctamente; no basta ser virtuoso; ni siquiera es necesario: “se dirá de uno que es buen príncipe como se dice de otro que es buen músico, el cual, aunque sea gran bellaco, por saber perfectamente su profesión de música, es nombrado muy buen músico”17. Vemos apuntar un concepto nuevo: la neutralidad del Estado como garantía de que varias religiones puedan coexistir pacíficamente. Justo Lipsio va en la misma dirección, a favor de una mayor autonomía de la esfera política. Desde que la Reforma abrió una brecha en la Cristiandad, algunos pensadores habían empezado a abogar por otro concepto, positivo éste, el de libertad de conciencia. Poco después de la ejecución de Servet, Castellón publicó en Basilea un libelo intitulado De haereticis an sint persequendi?, en el que el autor le pide a cada fiel que vuelva en sí mismo y procure corregir su vida en vez de censurar la de los otros, ya que nadie puede estar seguro de poseer la verdad; por lo tanto, lo más acertado es respetar la opinión de los que profesan una religión distinta de la oficial. En esta línea se van a desarrollar las teorías más prometedoras. A principios del siglo XVII, el inglés Francis Bacon (1560-1626), que presenció en Francia la matanza de la San Bartolomé (1572) y en Inglaterra los disturbios de la Conspiración de las Pólvoras (1605), opina que la unidad religiosa no es quizás la mejor forma de mantener la cohesión social en una nación; los soberanos deberían tal vez abstenerse de entrometerse en las cuestiones religiosas ya que el celo religioso puede ser más nocivo que el ateísmo. A finales del mismo siglo, el Ensayo sobre la tolerancia (1689) de John Locke y las obras de Pierre Bayle dicen lo mismo: el Estado debería 17 Fadrique Furió Cerol, Del concejo y consejeros del príncipe, citado por MARAVALL, J. A. La oposición política... p. 58. 698
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mantenerse neutral en los temas religiosos, lo que implica la libertad de cultos y la libertad de pensamiento. Las obras de Voltaire son tambien un alegato contra el fanatismo y una apología de la libertad de conciencia18. El libro más significativo en este sentido es el poema dramático de Lessing, Natán el Sabio, compuesto en 1778-1779. La acción se desarrolla en Jerusalén, a finales del siglo XII. El sultán Saladino le hace al judío Natán una pregunta embarazosa: ¿cuál es la verdadera religión, la judía, la cristiana o la musulmana? Para salir del paso, Natán le cuenta al sultán una parábola19: un padre tenía tres hijos y no sabía a quién entregar, a su muerte, un anillo precioso, señal de preeminencia. Mandó hacer dos anillos parecidos de tal forma que nadie fuese capaz de distinguir el verdadero. Muerto el padre, los tres hermanos acuden a un sabio para que les saque de dudas pero el sabio se declara incapaz de sentenciar, ya que los tres hermanos son iguales ante Dios. Judíos, cristianos y moros se convencen así que forman parte de una misma familia, la humanidad, a pesar de las diferencias religiosas; nadie posee la verdad en exclusiva; propio del hombre es buscarla, no poseerla. La parábola de los tres anillos viene a ser el más significativo exponente del ideal de las Luces, el anuncio de una nueva era en la que los hombres, convencidos ya de que nadie puede pretender poseer la verdad en exclusiva, admitirían la libertad de cada uno a creer en el dios que le pareciera el mejor, respetando las creencias de los que opinan de manera diferente. Del concepto de tolerancia se pasa al de libertad de conciencia. Pero, para imponerse, esta evolución ha tenido que vencer muchas oposiciones en la época contemporánea. Es que las religiones son exclusivas unas de otras; cada una se considera como la única verdadera. Las iglesias –no sólo la católica– se resisten a aceptar lo que consideran como indiferencia o indiferentismo, algo censurable desde su punto de vista: ¿cómo es posible 18 Traité sur la tolérance (1763) y el Dictionnaire philosophique (1764). V. en este último tratado estas frases sacadas del artículo sobre la tolerancia : Qu’à la bourse d’Amsterdam, de Londres ou de Surate ou de Bassora, le guèbre [adepto de la filosofía de Zoroastro], le banian [indú], le juif, le mahométan, le déicole chinois, le bramin, le chrétien grec, le chrétien romain, le chrétien protestant, le chrétien quaker trafiquent ensemble ; ils ne lèveront pas le poignard les uns sur les autres pour gagner des âmes à leur religion […]. Si vous avez deux religions chez vous, elles se couperont la gorge ; si vous en avez trente, elles vivront en paix. Voyez le Grand Turc ; il gouverne des guèbres, des banians, des chrétiens grecs, des nestoriens, des romains. Le premier qui veut exciter du tumulte est empalé, et tout le monde est tranquille”. 19 Esta parábola circulaba entre los judíos españoles en la Edad Media; la recogió luego Bocacio en el Decamerón. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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que una religión que pretende ser la única verdadera acepte convivir con otras que predican lo que parecen errores o males? ¿cómo es posible que la verdad se compagine con el error? Entre la verdad y la libertad parece existir pues una antinomia preocupante. Para superar aquella antinomia, es preciso afirmar la neutralidad del Estado como el medio más eficaz para realizar el bien común en unas sociedades divididas desde el punto de vista religioso; es preciso separar las esferas de lo político y de lo religioso20. La tolerancia, aceptada durante siglos como solución al problema de la pluralidad de religiones, aparece ahora, en la segunda mitad del siglo XVIII, como un concepto más bien negativo y a todas luces insuficiente; habría que sustituirlo por otro más conforme con las exigencias de un buen gobierno. Nada más significativo de aquella perspectiva que la reacción indignada del pastor Rabaut Saint-Etienne, al comienzo de la Revolución francesa de 1789, cuando, el 22 de agosto, la Asamblea Nacional se dispone a autorizar a los protestantes a celebrar su culto sin trabas. Los protestantes –exclama el pastor– no piden tolerancia; exigen libertad; tolerar es consentir, perdonar, mostrarse clemente, como si practicar otra religión que la católica fuera un crimen; lo que piden los protestantes es que no se hable más de tolerancia, palabra injusta que da a entender que los protestantes son unos culpables a quienes se les perdona su crimen21. La libertad de conciencia 20 El Natán de Lessing se convirtió en el prototipo del hombre moderno, es decir, del hombre ilustrado, abierto a la fraternidad universal. Fue santo y seña para muchas generaciones europeas hasta que murió a manos del nacionalismo en el fuego de la Primera Guerra Mundial. Hubo pensadores que opinaron que el internacionalismo de Natán significaba una amenaza al patriotismo. Uno de los libros más buscados por los nazis en la Noche de los Cristales Rotos fue precisamente Natán el Sabio. Este fracaso de Natán nos obliga a revisar el fundamento de la tolerancia moderna. El nido de la intolerancia no es ahora tanto la religión cuanto el nacionalismo. En vez de proclamar que primero pertenecemos a algo tan abstracto como la humanidad y luego somos miembros de un pueblo o integrantes de una determinada tradición, algunas mentes previsoras piensan que “todos tenemos una casa”, es decir, todos nacemos con una historia, una lengua, una tradición. 21 “Vos principes sont que la liberté de la pensée et des opinions est un droit inaliénable et imprescriptible. Cette liberté, messieurs, elle est la plus sacrée de toutes, elle échappe à l’empire des hommes, elle se réfugie au fond de la conscience comme dans un sanctuaire inviolable où nul mortel n’a le droit de pénétrer, elle est la seule que les hommes n’aient pas soumise aux lois de l’association commune. La contraindre est injustice, l’attaquer est un sacrilège. Je réclame pour deux millions de citoyens utiles leurs droits de Français. Ce n’est pas la tolérance qu’ils demandent : c’est la liberté. La tolérance ! le support ! le pardon ! la clémence ! idées souverainement injustes envers les dissidents, tant il est vrai que la différence de religion, que la différence d’opinion n’est pas un crime. La tolérance ! je demande qu’il soit proscrit à son tour, et il le sera, ce mot injuste qui ne nous présente que comme des citoyens dignes de pitié, comme des coupables auxquels on pardonne ! ”. 700
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es algo sagrado; no es un favor que se hace; es un derecho del que deben gozar todos los ciudadanos del una nación libre. Ahora bien, para que haya libertad de conciencia, para que varias religiones puedan coexistir sin combatirse unas a otras, es preciso que la religión deje de estar unida al poder político; en otras palabras, la libertad de conciencia presupone y exige la neutralidad del Estado. Este es el significado histórico de la laicidad tal como se la concibe en Francia desde 1789 y tal como se plasma en la ley del 9 de diciembre 1905 que establece la separación del Estado y de las distintas religiones que existen en la nación. Bibliografía Joucla-Ruau, André, Le Tacitisme de Saavedra Fajardo. París, Éditions Hispaniques, 1977. Kamen, Henry, “Toleration and Dissent in Sixteenth Century Spain: The Alternative Tradition”, The Sixteenth Centruy Journal, 19/1, 1988, pp. 3-23. Maritain, Jacques, Humanisme intégral. París, Aubier, 1936. Sánchez Agesta, Luis, España al encuentro de Europa. Madrid, B.A.C., 1971. Maravall, José Antonio, La oposición política bajo los Austrias. Barcelona, Ariel, 1972. Maravall, José Antonio, Estudios de historia del pensamiento español. T. III. Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1984. Lecler, Joseph, Histoire de la tolérance au siècle de la Réforme. Paris, Albin Michel, 1994.
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LA “JUSTA GUERRA” CONTRA “LOS ENEMIGOS DE LA RELIGIÓN”: EL DISCURSO DEL CLERO VALENCIANO DURANTE EL CONFLICTO CON LA FRANCIA DE LA CONVENCIÓN (1793-1795) The ‘Just War’ against the ‘Enemies of Religion’: the Valencian Clergy’s Speech during the Conflict with the France of the Convention (1793-1795) Mónica Ferrándiz Moreno1 Universidad de Alicante [email protected] Resumen: Tras el estallido de la Revolución francesa, el clero español se convirtió en una herramienta fundamental para la Corona, tanto en lo que respecta a la campaña dirigida a evitar el contagio, como a las actuaciones bélicas. De hecho, la Guerra contra la Convención francesa fue el primer conflicto en el que se pusieron a prueba los resultados de las políticas regias encaminadas a transformar al estamento eclesiástico en un auténtico funcionariado al servicio del Estado, impulsadas, especialmente, tras el Concordato de 1753. Nuestro objetivo ahora es aproximarnos al discurso del clero durante este período, en concreto en el ámbito de las diócesis valencianas, en el que el enfrentamiento no se vivió de forma directa. Palabras clave: discurso, clero, religión, violencia, Guerra de la Convención, regalismo, 1793-1795. Abstract: After the outbreak of the French Revolution, the Spanish clergy became an essential tool of the Crown, both in regard to the campaign to prevent the corruption, as in the war actions. In fact, the war against the French Convention was the first conflict in which the results of royal policies aimed at transforming the clergy into an authentic civil service in the service of the state, driven especially after the Concordat of 1753, were tested. Our goal is now to focus on the speech of the clergy during this period, particularly in the dioceses of the ancient Kingdom of Valencia, where the confrontation was not directly lived. Keywords: Speech, Clergy, Religion, Violence, War of the Convention, Royalism, 1793-1795. 1 Este trabajo ha sido posible gracias a la Ayuda para contratos destinados a la formación predoctoral de la Universidad de Alicante, con referencia FPU-UA 2012. Además, se encuentra adscrito al proyecto de investigación HAR2013-44972-P, incluido en el Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia que promueve el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España.
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1. Introducción La importancia del clero y el lugar central que ocupaba en una sociedad tan fuertemente sacralizada como la del Antiguo Régimen son de sobra conocidos. Los miembros del estamento eclesiástico, perfectamente integrados en ella y vinculados con sus diferentes estratos, ejercían un control absoluto sobre la esfera espiritual, al que hay que añadir un poder económico nada desdeñable y una significativa presencia en los distintos ámbitos de la política y la cultura de su época2. Al mismo tiempo, debemos tener presente que, como afirma Scott Eastman, su influencia sobre “una población mayoritariamente rural y analfabeta” les convertía en “un medio de comunicación esencial” a todos los niveles3. Consciente de su poder para modelar pensamientos y conductas, así como de su capacidad movilizadora, los titulares de la monarquía hispánica no escatimaron esfuerzos a la hora de tratar de hacerse con su control y de transformarlo en un instrumento más a su servicio4. Los progresos en este sentido, apreciables a lo largo de toda la Edad Moderna, cobraron un nuevo impulso en el siglo XVIII, tras la llegada de la nueva dinastía, y, especialmente, ya durante la segunda mitad de la centuria5, gracias, en buena medida, a la consecución de una de las más antiguas reclamaciones de la Corona: el llamado patronato universal. Este logro dejaba la provisión de la gran mayoría de las piezas beneficiales reservadas anteriormente por la curia romana en manos de los monarcas españoles, que vieron abiertas las puertas a la configuración de un estamento eclesiástico acorde a sus intereses. A ello contribuyeron también los esfuerzos dirigidos a la reforma de las instituciones de enseñanza o a acabar con cualquier obstáculo que el poder regio pudiera encontrar en el seno de la Iglesia6. Se trataba, en definitiva, de transformar a sus ministros en 2 DOMÍNGUEZ ORTIZ, A. Las clases privilegiadas en el Antiguo Régimen. Madrid, Istmo, 1985, p. 383; LATORRE CIRIA, J. M. “Perfiles de un grupo eclesiástico: los canónigos aragoneses del último tercio del siglo XVIII”. Hispania Sacra, 61/124, 2009, p. 546. 3 EASTMAN, S. “La que sostiene la Península es guerra nacional: identidades colectivas en Valencia y Andalucía durante la Guerra de la Independencia”. Historia y política: ideas, procesos y movimientos sociales, 14, 2005, p. 246. 4 CALVO MATURANA, A. J. ‘Aquel que manda las conciencias…’, Iglesia y adoctrinamiento político en la Monarquía Hispánica preconstitucional (1780-1808). Cádiz, Diputación Provincial de Cádiz, Fundación Municipal de Cultura, 2011, p. 15. 5 MORGADO GARCÍA, A. Ser clérigo en la España del Antiguo Régimen. Cádiz, Universidad de Cádiz, Servicio de Publicaciones, 2001, p. 192. 6 CALVO MATURANA, A. J. ‘Aquel que manda… p. 31. 704
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un auténtico funcionariado, fiel al monarca y útil al reino7. En este sentido, el estallido de la Revolución francesa, ya a finales de la centuria, ofreció un escenario idóneo para probar los resultados de estas políticas regalistas. Ante la nueva situación de inestabilidad, el clero destacó por su papel como sostén “del afecto popular hacia el rey, como guardián de los valores tradicionales frente a las ideas innovadoras de la Ilustración, y como baluarte ideológico y moral”8. Así pues, tanto en lo que se refiere a la lucha contra el contagio de las ideas procedentes de Francia como a la correspondiente respuesta bélica, podemos decir que el estamento eclesiástico desempeñó una labor crucial, la cual llegaría incluso a reforzar el poder y la posición de este colectivo9. Durante la Guerra contra la Convención (1793-1795), el clero se volcó con los intereses de la Corona como no lo había hecho hasta el momento. Así pues, las actuaciones de este colectivo durante el conflicto no se limitaron a mantener alta la moral de los combatientes, sino que se extendieron también a las contribuciones económicas e, incluso, como señala Luis Álvarez Gutiérrez, llegaron a la acción directa con el reclutamiento de hombres o la intervención de algunos clérigos en el desarrollo del mismo10. De hecho, podemos decir que la Guerra contra la Francia de la Convención se convirtió en el primer conflicto en territorio español que adquirió un auténtico cariz de guerra ideológica. Frente al ideario revolucionario, el entorno de Carlos IV fue pronto consciente del valor de la opinión. De ahí la compleja campaña de actuaciones encaminadas a exaltar los ánimos contra los franceses a la vez que se lanzaba una contraofensiva en el ámbito de las ideas11. Para acometer esta labor, resultaba imprescindible 7 MARTÍ GILABERT, F. Carlos III y la política religiosa. Madrid, Rialp, 2004, pp. 49-51; CALLAHAN, W. J. Iglesia, poder y sociedad en España, 1750-1874. Madrid, Nerea, 1989, p. 12. 8 ÁLVAREZ GUTIÉRREZ, L. “Estado, Iglesia y sociedad en la Monarquía Hispana de Carlos IV. Las apreciaciones de un embajador austriaco en Madrid”. Hispania Sacra, 55/112, 2003, p. 635. 9 ÁLVAREZ GUTIÉRREZ, L. “Estado, Iglesia…” p. 636. 10 ÁLVAREZ GUTIÉRREZ, L. “Estado, Iglesia…” p. 636. 11 CANTOS CASENAVE, M.; DURÁN LÓPEZ, F.; ROMERO FERRER, A. “Presentación”. En Cantos Casenave, M.; Durán López, F. y Romero Ferrer, A., La guerra de pluma. Estudios sobre la prensa de Cádiz en el tiempo de las Cortes (1810-1814), Cádiz, Universidad de Cádiz, Servicio de Publicaciones, 2008, tomo 2, p. 12; AYMES, J. R. La guerra de España contra la Revolución francesa (1793-1795). Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil Albert, Diputación de Alicante, 1991, pp. 413 y ss. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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la intervención del clero, dirigida a condenar a los franceses y a suplicar al pueblo que se sumara a la lucha12. Ello no significa que su implicación en los episodios bélicos no viniera siendo habitual, pero el tipo de propaganda empleada en estos momentos y el modo de justificar los combates fueron distintos a los desarrollados con anterioridad13. Nuestro objetivo ahora es realizar una aproximación al discurso del clero durante el desarrollo de este conflicto. Pretendemos analizar cómo se manifestaba en el mismo el apoyo a la causa de la Corona, prestando atención a los temas tratados en él, la importancia que se les concedía, la forma en la que se presentaban y, especialmente, los pilares en los que se basaba la argumentación. De este modo, podremos profundizar también en la relación entre el clero y la monarquía, el altar y el trono, y determinar en qué medida el discurso del primero respondía a los intereses de la segunda. Para ello, nos centraremos en un espacio concreto, el comprendido por las diócesis valencianas de Orihuela, Valencia y Segorbe. A diferencia de otras zonas de la geografía española, en este territorio, donde la contienda no se vivió de forma directa, los estudios relativos a la participación del clero en ella son todavía escasos. Así pues, con la finalidad de abordar esta cuestión, hemos empleado un amplio conjunto de textos impresos elaborados por eclesiásticos que hacen referencia expresa al conflicto y actuaron como medio de propaganda y de movilización. Se trata de cartas pastorales enviadas por los obispos a sus diocesanos, sermones elaborados por clérigos regulares y seculares de diferente rango, oraciones y rogativas. Estaban relacionados a menudo con acontecimientos señalados o actos públicos, de ahí que fueran puestos por escrito y publicados. Entre los autores, se encuentran los prelados de estas diócesis, pero también algunos capitulares y miembros de distintas órdenes religiosas. 2. Situación de partida Desde el inicio de la Revolución en Francia y, especialmente, tras el 12 Se trata de la misma tarea que Scott Eastman le atribuye al hablar de la Guerra de Independencia, para la que este conflicto constituyó un importante precedente en muchos sentidos, EASTMAN, S. “La que sostiene…”, pp. 245-246. 13 MARTÍNEZ GIL, F. “Los sermones como cauce de propaganda política: la Guerra de Sucesión”. Obradoiro de Historia Moderna, 20, 2011, p. 306; CANTOS CASENAVE, M.; DURÁN LÓPEZ, F.; ROMERO FERRER, A. “Presentación” p. 12. 706
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La “Justa Guerra” contra “los enemigos de la religión”: el discurso del clero valenciano durante el conflicto con la Francia de la Convención (1793-1795)
estallido de la Guerra contra la Convención, la Corona puso en marcha un amplio abanico de medidas destinadas a evitar el contagio revolucionario y a hacer frente a la ideología procedente del país vecino14. Así pues, a principios de marzo de 1793, y antes del comienzo formal del conflicto, Carlos IV ordenaba el extrañamiento de los franceses no domiciliados en sus reinos en el término de tres días15. A esta disposición no tardarían en sumarse otras de mayor dureza tras la declaración de la guerra al país galo el día 23 de aquel mes, como fue el caso de la cédula de internación o de aquellas destinadas a crear y regular el funcionamiento de la Junta de Represalias16. Al mismo tiempo, encontramos también cédulas reales dirigidas a lograr el reclutamiento de voluntarios. En algunos de estos documentos se plasmaba con claridad el rechazo a los franceses y a sus valores, incluso desde una perspectiva religiosa17. De hecho, como hemos adelantado, la Iglesia, y con ella la religión, se colocó a disposición de la Corona desde el momento mismo de la declaración de la guerra. Así lo ponen de manifiesto el nutrido número de sermones y rogativas aparecidos desde marzo de 1793, en el marco de la guerra de opinión que acompañó al conflicto bélico, o las cuantiosas aportaciones económicas de los eclesiásticos a la causa18. Esta conducta debió de responder a una lógica inquietud por parte del clero, provocada por los acontecimientos que tenían lugar en el país vecino y la amenaza que representaban, pero también al deseo de demostrar su apoyo y su fidelidad 14 Sobre las medidas adoptadas en este sentido, ya desde 1789, se puede consultar AYMES, J. R. La guerra… pp. 31 y ss. 15 SÁNCHEZ, S. Colección de todas las pragmáticas, cédulas, provisiones, circulares, autos acordados, bandos y otras providencias publicadas en el actual reinado del señor don Carlos IV. Madrid, Imprenta de la viuda e hijo de Marín, 1794, tomo 1, pp. 339-345. 16 ALBEROLA ROMÁ, A. y GIMÉNEZ López, E. “Los alborotos antifranceses de Valencia y la huida del arzobispo Fabián y Fuero”. Studia historica. Historia Moderna, 12, 1994, p. 97; Real cédula de S. M. y señores del Consejo por la cual se crea, erige y autoriza un tribunal con la denominación de Junta de Represalias para que única y privativamente conozca de todo lo concerniente a secuestros de los bienes de los franceses expulsos, indemnizaciones que con su valor se deban hacer a los vasallos y súbditos de estos reinos. Orihuela, Imprenta de Antonio Santa María, 1793; SÁNCHEZ, S. Colección de todas las pragmáticas, provisiones, circulares, autos acordados, bandos y otras providencias publicadas en el actual reinado del señor don Carlos IV. Madrid, Imprenta de la viuda e hijo de Marín, 1797, tomo 2, pp. 9 y 85-88. 17 En la cédula de 14 de marzo de 1794, por ejemplo, se les acusa de atropellar “los sagrados derechos de la soberanía, los de la humanidad y, lo que es más, los de la santa religión de Jesucristo”, SÁNCHEZ, S. Colección de todas… pp. 13-17. 18 Según Víctor Manuel Arbeloa Muru, el estamento eclesiástico llegó a pagar tres cuartas partes de los gastos de la guerra, ARBELOA MURU, V. M. Clericalismo y anticlericalismo en España (1767-1930). Una introducción. Madrid, Ediciones Encuentro, 2009, p. 63; FERRER FLÓREZ, M. “La Guerra Gran (1793-1795)”. Memòries de la Reial Acadèmia mallorquina d’estudis genealògics, heràldics i històrics, 17, 2007, p. 117. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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al monarca. Con todo, la respuesta no fue unánime y la implicación de los efectivos eclesiásticos resultó desigual si atendemos a los distintos territorios y grupos dentro del clero. En lo que respecta a las diócesis valencianas, el conflicto no se vivió de forma directa, como ocurrió en el Principiado de Cataluña o en el País Vasco, que llegaron a ser invadidos por las tropas francesas19. Así, a principios de 1793, el reino de Valencia se hallaba en una situación de relativa calma, aunque las dificultades económicas no tardaron en derivar en tensiones sociales, en las que pronto se hizo presente un notable sentimiento antifrancés, como señalan Armando Alberola Romá y Enrique Giménez López20. El caso de la ciudad de Valencia fue paradigmático en este sentido. Allí la paz social se vio alterada, ya en los primeros meses de 1793, a causa de agitaciones populares de rechazo hacia los franceses instalados en ella que acabaron dirigiéndose contra el arzobispo, Francisco Fabián y Fuero. Este episodio, en el que el capitán general, Vicente María de Vera de Aragón, duque de la Roca, ocupó también un papel protagonista, concluiría con la huida del prelado a principios de 1794 y su posterior renuncia a la mitra, después de haber tratado de defender la jurisdicción eclesiástica frente a la civil al ignorar las disposiciones dadas por el capitán general acerca de la expulsión de los eclesiásticos franceses refugiados en su obispado21. En las diócesis de Segorbe y Orihuela, sin embargo, la precaria situación económica y el temor a una invasión gala no llegaron a materializarse en tumultos urbanos. Del mismo modo, a diferencia del arzobispo Fabián y Fuero, reticente a participar en la campaña dirigida a movilizar los ánimos contra los franceses, los titulares de estos obispados colaboraron activamente en ella desde el primer momento22. Antonio Despuig y Dameto, nombrado para la sede episcopal de Orihuela poco antes del inicio del conflicto, fue elegido para sustituir al prelado de la metropolitana tras su huida. Allí permaneció hasta su 19 Sobre el desarrollo militar del conflicto se pude ver AYMES, J. R. La guerra… pp. 47 y ss. 20 ALBEROLA ROMÁ, A. y GIMÉNEZ López, E. “Los alborotos antifranceses…” pp. 91-94. 21 ALBEROLA ROMÁ, A. y GIMÉNEZ López, E. “Los alborotos antifranceses…” pp. 94-112. 22 ALBEROLA ROMÁ, A. y GIMÉNEZ López, E. “Los alborotos antifranceses…” pp. 106-107. 708
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nombramiento para la archidiócesis de Sevilla, una de las de mayor valor y prestigio de la Península, en 1795. Así pues, su estancia en tierras valencianas se circunscribió prácticamente a la Guerra contra la Convención. Durante este período, su contribución a la lucha armada, sin duda, la más notable de las llevadas a cabo por los prelados valencianos, le otorgó una posición destacada y un cierto reconocimiento, incluso a nivel nacional, lo que debió de favorecer su rápida carrera posterior23. Esta celosa labor, recogida en la relación publicada en su Palma natal tras su muerte, la practicaba por sí mismo, pero también a través de otros predicadores de las dos diócesis por las que pasó en este breve intervalo de tiempo24. De hecho, algunos de los miembros de sus cabildos también se destacaron en estos momentos por sus discursos de apoyo a la monarquía católica y de rechazo a los enemigos del rey y de la religión. Con todo, y a pesar de que estos eclesiásticos compartían con la Corona su inquietud en lo que respecta a los sucesos acaecidos en Francia y a la potencial amenaza de una invasión francesa, debemos tener presente que a menudo lo que guio sus acciones fue más bien el deseo de demostrar su fidelidad al monarca y el propósito de conseguir con ellas un reconocimiento que podía resultar clave en su trayectoria dentro de la Iglesia. Así queda claramente reflejado, por ejemplo, en las reflexiones de los prebendados de Orihuela a la hora de contribuir económicamente con la dotación de los voluntarios o cuando Carlos IV solicitó que destinaran sus alhajas y demás riquezas a ayudar a sufragar los gastos del conflicto. En ambas ocasiones, y tras varias reuniones, los capitulares acordaron ceder a lo que se les solicitaba siempre que no hubiera forma alguna de sortear estos requerimientos y asegurándose de que el monarca quedaba debidamente informado del esfuerzo que con ello hacían25.
23 BARBERÍ, J. Sucinta relación del distinguido mérito del eminentísimo y excelentísimo señor don Antonio Despuig y Dameto cardenal de la Santa Iglesia Romana. Palma, Imprenta de Felipe Guasp, 1813, pp. 9 y ss. En diciembre de 1793 el Semanario erudito y curioso de Salamanca publicaba una de las cartas pastorales más conocidas de este obispo, a la vez que elogiaba su figura y lo comparaba “a los Basilios, Crisóstomos y Atanasios”, Semanario erudito y curioso de Salamanca, 26, 28 de diciembre de 1793, p. 241. 24 BARBERÍ, J. Sucinta relación… p. 12. 25 Las referencias a ambas cuestiones aparecen de manera recurrente en las actas capitulares del cabildo de Orihuela correspondientes a 1794 y 1795, conservadas en el ACO (Archivo de la Catedral de Orihuela), Actas capitulares, libro 35. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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3. Discurso 3.1 Fuentes Con la finalidad de realizar esta aproximación al discurso del clero valenciano durante el conflicto con la Convención Nacional francesa, hemos empleado fuentes que proceden, fundamentalmente, de su labor en la predicación y el adoctrinamiento de los fieles. Como afirma Fernando Martínez Gil, el púlpito era para el clérigo del Antiguo Régimen “su particular y privilegiado puente de combate”26. Desde él, ejercía su control sobre una sociedad mayoritariamente analfabeta, en la que la palabra adquiría un protagonismo esencial27. De este modo, sermones, oraciones pastorales y rogativas se acababan convirtiendo en auténticos medios de comunicación de masas, empleados por la Iglesia, pero también por los poderes civiles, con el fin de modelar conciencias y conductas28. De ahí la importancia del clero a la hora de mantener la cohesión dentro de estas sociedades, especialmente en períodos de inestabilidad, como lo eran los enfrentamientos bélicos. En este sentido, la Guerra contra la Francia de la Convención, nos dejó un cuantioso número de ejemplos materiales de esta instrumentalización política del discurso del clero29. Hemos seleccionado para nuestro trabajo un conjunto de documentos de este tipo en los que el conflicto ocupa un lugar central. Se trata de textos a menudo creados para ser pronunciados de forma oral ante un extenso auditorio, que perderían parte de su riqueza verbal al ser puestos por escrito30. No obstante, el análisis de su contenido y estructura, así como de los argumentos y recursos empleados por estos clérigos para lograr sus propósitos, nos permitirá conocer más acerca de la actuación del clero en estos momentos, especialmente en lo que se refiere a la defensa de los intereses de la Corona. En esta línea, la aplicación de algunas de las herramientas y técnicas propias del análisis del discurso nos ayudará a profundizar en el mensaje que contenían estos textos, tanto de forma
26 MARTÍNEZ GIL, F. “Los sermones como cauce de propaganda política: la Guerra de Sucesión”. Obradoiro de Historia Moderna, 20, 2011, p. 307. 27 MORGADO GARCÍA, A. Ser clérigo… p. 101. Vid. nota 3. 28 MARTÍNEZ GIL, F. “Los sermones…” p. 304. 29 EGIDO LÓPEZ, T. “Los sermones: retórica y espectáculo”. En Ribot García, L. A.; De Rosa, L., Trabajo y ocio en la época moderna. Madrid, Actas, 2001, p. 88. 30 MARTÍNEZ GIL, F. “Los sermones…” p. 308. 710
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explícita como implícita, y en los objetivos de sus autores31. Conocer su efecto sobre el público a quien iba dirigido, sin embargo, es más complicado, dadas las características de las fuentes empleadas. Con todo, los estudios posteriores en esta dirección pueden resultar de gran interés. 3.2 Temática y estructura A la hora de abordar el análisis del contenido de los documentos con los que hemos trabajado, debemos referirnos, en un primer lugar, a las diferencias temáticas existentes entre ellos, a pesar de tratarse en todos los casos de discursos destinados a apoyar la campaña militar desplegada por el monarca. Ello responde, fundamentalmente, a los objetivos concretos que, dentro de este propósito común, perseguía cada uno de estos textos. Así pues, debemos comenzar destacando un primer conjunto –el más numeroso– de documentos en los que el discurso se orientaba a lograr el alistamiento de voluntarios para hacer frente a las tropas francesas, o bien a alentar a quienes ya habían tomado la resolución de incorporarse como tales a la lucha. Se trata, en general, de oraciones o sermones dirigidos a un nutrido número de fieles –los habitantes de la ciudad donde predicaba el clérigo o los estudiantes de su universidad, por ejemplo. Aquí podemos incluir también algunas de las cartas pastorales escritas por el obispo Despuig y Dameto a sus diocesanos de Orihuela y Valencia32. Este discurso, que llamaba al pueblo a participar de forma activa en la lucha, en concreto a través del alistamiento voluntario, tenía su razón de ser en las reales cédulas de 1793 y 1794 destinadas al reclutamiento de efectivos mediante dicho sistema33. En este ámbito, el papel del clero también estaba bien definido: debía mover los ánimos de los fieles para conseguir que las 31 Sobre la utilidad de esta disciplina para las ciencias sociales y las distintas perspectivas que presenta se puede consultar ÍÑIGUEZ RUEDA, L. “El análisis del discurso: variedad, tradiciones y práctica”. En Íñiguez Rueda, L. (ed.), Análisis del discurso. Manual para las ciencias sociales. Barcelona, Editorial UOC, 2003, pp. 83-124; SAYAGO, S. “El análisis del discurso como técnica de investigación cualitativa y cuantitativa en las ciencias sociales”. Cinta moebio. Revista de Epistemología de Ciencias Sociales [en línea], 49, 2014. Disponible en: www.moebio. uchile.cl/49/sayago.html [consultado el 23 de octubre de 2015]. 32 Semanario erudito… 26, 28 de diciembre de 1793, pp. 241-244; Semanario erudito… 27, 31 de diciembre de 1793, pp. 249-250; Valencia amada, Valencia leal, BPE Orihuela, Fondo Antiguo, libro 17.720, s. p. 33 AYMES, J. R. La guerra… pp. 188-191. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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disposiciones del monarca tuvieran la respuesta deseada34. A esta obligación moral –que respondía también a razones prácticas, dado el interés de los clérigos por ganarse el favor de la Corona– se refería Mariano de Perea, rector de la Universidad de Orihuela y canónigo penitenciario del cabildo de aquella diócesis, en una oración pronunciada ante los estudiantes y las autoridades civiles y eclesiásticas en 1793, pues, según expresaba a sus oyentes, si se desentendiera de esta labor: “vosotros mismos me juzgaríais traidor a Dios y al rey, pérfido a la patria, ingrato al augusto conservador de esta universidad”35. En la misma línea, este tipo de discursos solían referirse también a aquellos colectivos de quienes no se esperaba que tomaran las armas: mujeres, ancianos, enfermos, clérigos, etcétera. A ellos los predicadores les pedían que animaran a sus familiares a unirse a la lucha, que cuidaran de sus casas y de sus familias mientras se hallaban fuera y rezaran por su victoria y su pronto regreso36. Al mismo tiempo, atacaban a los “traidores” y a quienes preferían dejarse llevar por la comodidad de una vida sin peligros o por el apego al ocio y al vicio37. De este modo, se pretendía lograr el respaldo del conjunto del pueblo a la guerra que se estaba librando. Por otro lado, también encontramos varios ejemplos de oraciones o sermones dirigidos a motivar un cambio de actitud en los fieles que los llevara a abandonar el pecado y a aproximarse a Dios, auténtico artífice de estas catástrofes, enviadas a los pueblos con el fin de castigarlos y de devolverlos al camino correcto. De hecho, esta idea aparecía incluso en discursos en los que no constituía el tema central. Así, Mariano de Perea en su oración dirigida a los estudiantes de la Universidad de Orihuela comparaba esta causa con la defendida por los visigodos ante la invasión musulmana y añadía “por los pecados de aquel pueblo permitió el Señor quedase sujeta nuestra patria 34 AYMES, J. R. La guerra… pp. 414-419. 35 DE PEREA, M. Oración con que según lo prevenido por el rey Nuestro Señor, en carta del Excelentísimo Señor duque de la Alcudia, primer secretario de Estado de Su Majestad, exhortó al servicio voluntario de las armas a los jóvenes de la Regia y Pontificia Universidad Literaria de la ciudad de Orihuela, en claustro general de todas facultades y con asistencia del Muy Ilustre Ayuntamiento, prebendados de la Santa Iglesia, prelados y maestros de sagradas religiones, el doctor don Mariano de Perea. Orihuela, Oficina de Antonio Santa María, 1793, s. p. 36 “Animadlos con vuestros sudores, obligadlos con vuestras lágrimas” les pedía el obispo de Orihuela, Semanario erudito… 27, 31 de diciembre de 1793, p. 250. 37 DE PEREA, M. Oración con que… s. p. 712
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por muchos siglos al yugo más tirano”38. Del mismo modo, al alentar a los voluntarios que partían al frente en 1794, terminaba la oración animándoles a preparar sus corazones a Dios “mediante una fructuosa confesión” que los limpiara de pecado, “su enemigo irreconciliable”39. Así pues, esta labor tradicional del clero en el control de la moral y la conducta cobró un especial protagonismo en un momento en el que la religión y la Corona parecían amenazadas por el ímpetu de las ideas revolucionarias. En sus esfuerzos por evitar que el pueblo se apartara de Dios, los predicadores incidían en los peligros representados por la ideología y los valores procedentes de Francia. Un claro ejemplo de ello es el sermón que pronunció José Pascual Zalón y Font a propósito de la renovación de la catedral de Segorbe, ya en 1795. Para ensalzar una acción tan costosa, llevada a cabo en un período de guerra y dificultades económicas, el autor contrastaba los horrores de su tiempo y los pecados de los franceses con las bondades de la “gente santa” que había contribuido a realizar la obra y les instaba a venerar las ceremonias y ritos sagrados de aquel lugar. Al mismo tiempo, les llamaba a respetar sus obligaciones cristianas y desoír “las sugestiones de impiedad” de “un siglo tan irreligioso”40. El celo manifestado por Segorbe en la renovación de su catedral, por tanto, debía mantenerse en lo sucesivo para defender el culto en ella. De hecho, en este aspecto se centraba precisamente otro de los sermones puestos por escrito como consecuencia de dicho acontecimiento, el del doctor Carlos Martín de Lancis, quien también refería los peligros de la revolución iniciada en el país galo41. Una vez firmada la paz, el discurso del clero comenzaría a orientarse a lograr el apoyo del pueblo a la misma, aunque sin olvidar la guerra, las causas de su origen y las consecuencias que se habían seguido de ella. Así, el sermón pronunciado en la iglesia de San Isidro de Madrid por fray Vicente Facundo 38 DE PEREA, M. Oración con que… s. p. 39 DE PEREA, M. Razonamiento cristiano con que alentó a los ochocientos voluntarios honrados del primer batallón del ejército del reino de Valencia y ciudad de Orihuela el doctor don Mariano de Perea, canónigo penitenciario de la Santa Iglesia Catedral y rector de la Regia y Pontificia Universidad Literaria de la misma. Orihuela, Oficina de Antonio Santa María, 1794, p. 15. 40 ZALÓN Y FONT, J. P. Sermón que predicó don José Pascual Zalón y Font. Valencia, José Estevan y Cervera, Plaza de San Agustín, 1795, p. 19. 41 MARTÍN DE LANCIS, C. Sermón que dijo el doctor don Carlos Martín de Lancis. Valencia, José Estevan y Cervera, Plaza de San Agustín, 1795. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Labaig y Lassala, del convento de San Agustín de Valencia, a propósito de las honras militares celebradas en memoria de los soldados difuntos, se centraba en la concordia entre la paz y la justicia, pues “la paz es fruto de la justicia y la justicia es vínculo de la paz”42. A través de este hilo conductor, realizaba su elogio a los “ilustres muertos que nos compraron la paz con su sangre” y pedía para ellos las oraciones que merecían por la paz que habían traído, a la vez que señalaba los beneficios de ésta y los males de la guerra43. Del mismo modo, las referencias a la tríada Dios, rey y patria constituían también un tema recurrente en todos los documentos analizados, aunque su presencia es mayor en los textos previos a la firma de la paz. Eran los tres pilares amenazados por el enemigo, los cuales debían ser protegidos de su furor por todos los españoles44. Aparecen mencionados siempre en el mismo orden, a menudo desde el inicio del discurso, especialmente cuando el objetivo principal era lograr la movilización de voluntarios. Años más tarde, durante la Guerra de la Independencia, estos componentes resurgirían para constituir la esencia de la resistencia española contra el invasor francés45. El tema central del texto, aquel que respondía al propósito principal de quien lo elaboraba, solía aparecer expresado también en las primeras líneas, tanto en las cartas pastorales como en los sermones, oraciones o rogativas. De hecho, en estos últimos, era habitual colocar alguna cita bíblica alusiva a su contenido al principio o después de una introducción que servía para adelantar información sobre la temática del discurso y su articulación. En ciertas ocasiones, además, el escrito venía precedido por las correspondientes censuras o por otro tipo de intervenciones ajenas al autor, destinadas, por ejemplo, a elogiar su obra o a referir las circunstancias que habían llevado a su publicación. 42 LABAIG Y LASSALA, V. F. Sermón que en las honras militares mandadas celebrar por el rey Nuestro Señor y presididas en su real nombre por el Excelentísimo Señor don Félix de Tejada, teniente general e inspector de marina, dijo el día 22 de noviembre de 1795 en la Real Iglesia de San Isidro de esta Corte con asistencia del Ilustrísimo Señor auxiliar y venerable cabildo el muy reverendo padre fray Vicente Facundo Labaig y Lassala. Madrid, Imprenta de la Viuda de Joaquín Ibarra, 1795, p. 4. 43 LABAIG Y LASSALA, V. F. Sermón que en… pp. 10 y ss. 44 SALVADOR ESTEBAN, E. “Los inicios del diario de Valencia y la Revolución Francesa: desorientación y radicalización”. En AA. VV. Estudios de historia moderna y contemporánea. Homenaje a Federico Suárez Verdeguer. Madrid, Rialp, 1991, pp. 438-440. 45 SALVADOR ESTEBAN, E. “Los inicios…” pp. 438-439. 714
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Estas citas procedentes de las Sagradas Escrituras, en general, breves, estaban extraídas de distintos libros de los Evangelios y, sobre todo, del Antiguo Testamento. De ellos, se escogían, sobre todo, fragmentos relativos a conflictos bélicos, a la actitud que se debía tener frente a los enemigos o a la defensa del culto y el templo. En algunos casos, estas frases colocadas al principio del texto se repetían de manera recurrente a lo largo del discurso con la finalidad de estructurar la argumentación e incidir en la idea principal. Otras veces, sin embargo, se utilizaban citas distintas para introducir con ellas cada nuevo subtema. Estas últimas podían proceder de la Biblia, de obras de autores clásicos, de los Padres de la Iglesia o de la tradición cristiana. Finalizaban, en la mayoría de los casos, con una última alusión al propósito central del texto y a su consecución. 3.3 Argumentación Teniendo presente esta estructura y los temas del discurso del clero valenciano relativo al conflicto bélico, es preciso profundizar en el modo en el que éste era articulado con el fin de lograr no sólo los objetivos concretos de cada momento, sino, en definitiva, las metas perseguidas por el conjunto de la campaña propagandística. Debemos de adentrarnos, por tanto, en la argumentación, es decir, el modo en el que este discurso era presentado con la finalidad de convencer a los oyentes y lograr en ellos la reacción deseada. En primer lugar, debemos tener presente que se trata, ante todo, de un discurso elaborado por miembros del clero. Los autores de estos textos se presentaban, por tanto, como ministros de la Iglesia y asumían el rol de guardianes de la religión y de los valores cristianos, con autoridad moral para influir en el comportamiento del pueblo. No obstante, al mismo tiempo, incidían también en sus propias obligaciones con respecto a Dios, a la Corona e, incluso, a sus feligreses, como se refleja con claridad en la ya citada oración de Mariano de Perea o en las pastorales del obispo de Orihuela46. Se dirigían, en general, a un público amplio, al que, sin embargo, trataban de referirse de forma directa, captando su atención a través de llamados e interjecciones, de modo que quienes escuchaban o leían estas palabras se sintieran implicados en el discurso. Así, Mariano de Perea comenzaba su oración dirigida a los estudiantes de la Universidad de Orihuela exhortando a esta “juventud estudiosa” a tomar las armas, aunque 46 Vid. nota 35; Semanario erudito… 27, 31 de diciembre de 1793; Valencia amada… Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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más tarde empleaba también los apelativos de “españoles” o “católicos” –recurrentes en los textos analizados– para referirse a ellos47. El obispo de Orihuela, por su parte, se incluía a sí mismo en el mensaje que enviaba a un receptor colectivo, al frente del cual se situaba para guiarlo, como veremos48. Si había un elemento que se presentara de manera continua en este discurso, ése era el rechazo del clero a los franceses y sus valores, tal y como se refleja en el análisis del léxico empleado. Su doctrina, su filosofía y las maldades que se derivaban de ellas les habían conducido, en el ámbito espiritual, al abandono de Dios y de la religión y, en el material, a una destrucción que entrañaba un enorme peligro para el resto del mundo, todo lo cual parecía erigirles en auténticos representantes del mal absoluto. En este sentido, aunque con distinta intensidad, dependiendo del autor, los calificativos empleados para referirse al país vecino y a sus habitantes presentaban una cierta regularidad que respondía a estas ideas. Se trataba de una “Convención abominable”, una “Junta de Tiranos”, “malvados”, “pérfidos”, “sectarios”, una “Nación aborrecida de todo el Universo” – como llegaba a llamarles el obispo Despuig y Dameto49–, arrastrada por “una filosofía particular, que parió tantos ateos cuantos fueron sus alumnos”50. A ella aludían especialmente aquellos sermones pronunciados con motivo de la renovación de la catedral de Segorbe, donde se pedía a los fieles que protegieran el nuevo templo frente a los horrores de esta época, “embriagada de un lucífero orgullo”, y de “una diabólica asamblea de Epicuros” que negaba “el culto a la divinidad”51. Esta agresividad verbal hacia el enemigo tenía, en consecuencia, un importante componente religioso, pues era precisamente en este abandono de la verdadera religión en el que parecía residir el origen de su maldad y el peligro que entrañaban para el resto del mundo. De hecho, los autores a menudo se referían a los franceses como “herejes”, auténticas “fieras sin Dios y sin religión”52 que presumían de una “aparente libertad”, en realidad, 47 DE PEREA, M. Oración con que… s. p. 48 Semanario erudito… 26, 28 de diciembre de 1793, pp. 241-244. 49 Valencia amada… s. p. 50 Semanario erudito… 26, 28 de diciembre de 1793, p. 242. 51 MARTÍN DE LANCIS, C. Sermón que dijo… p. 8. 52 Así se refería a ellos Nicolás Chornet y Año en un discurso especialmente agresivo. CHORNET Y AÑO, N. Medio seguro para triunfar de la Francia. Oración deprecatoria y ascética que el día 10 de junio de 1794 y segundo de las solemnes rogativas con motivo de la justa guerra contra los franceses en que algunos ilustres individuos de la distinguida nobleza de esta ciudad de Valencia pidieron 716
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libertinaje, y aspiraban “con doctrina del impío Maquiavelo a un falso bien”53. De este modo, el clero atacaba también aquellos valores ensalzados por el país galo como logro de la Revolución. Era consciente de la importancia de la ideología en este conflicto –“hacen su guerra no tanto con armas cuanto con sus doctrinas sediciosas, contrarias a Dios, a la religión, reyes y humanidad, dorando sus principios con los más agradables colores”, diría fray Manuel de Santo Tomás de Aquino en 179454– y de su labor a la hora de contrarrestar la del enemigo con la propia. Así pues, a pesar de actuar en apoyo de la Corona, siguiendo las órdenes reales al respecto, el lugar central, la base de la argumentación del clero en este discurso, se situaba casi exclusivamente dentro del ámbito religioso. En este sentido, la monarquía se presentaba como una institución de origen divino, cuyo titular había sido escogido por Dios para esta tarea. Al dar la espalda a la divinidad, los revolucionarios rechazaban también a sus reyes, “ungidos con el óleo santo al pie de los altares”, como había quedado más que demostrado con la ejecución de Luís XVI55. Dios y la monarquía católica eran, por tanto, elementos indisolubles, a los que, a menudo, se unía la patria. Los tres estaban amenazados por el furor destructivo de estos enemigos. En este sentido, los clérigos trataban de convencer al pueblo de que éste era un peligro real incidiendo en que los franceses no sólo manchaban “sus propias manos con la sangre de sus hijos”, sino que, además, pretendían “comunicar el fuego voraz de sus iniquidades a nuestra península” y, en general, al resto del orbe56, idea que aparece de modo recurrente en los textos analizados57. En la misma línea, es habitual encontrar menciones a todos los delitos y atrocidades cometidas tanto en su propio territorio como allí donde habían entrado por la fuerza. Entre ellas, sobresalían, de nuevo, aquellas que hacían referencia a comportamientos de carácter sacrílego, al Dios de los ejércitos su auxilio en la parroquial iglesia del Santísimo Cristo del Salvador de la misma dijo el muy reverendo padre fray Nicolás Chornet y Año. Valencia, Francisco Burguete, Impresor del Santo Oficio, 1794, p. 2. 53 DE PEREA, M. Razonamiento cristiano… p. 5; CHORNET Y AÑO, N. Medio seguro… p. 2. 54 DE SANTO TOMÁS DE AQUINO, M. El vencedor. Oraciones de la Santa Escritura para conseguir misericordia en las necesidades. Valencia, Viuda de Agustín de Laborda, 1794, p. 18. 55 DE SANTO TOMÁS DE AQUINO, M. El vencedor… p. 20. 56 Semanario erudito… 26, 28 de diciembre de 1793, p. 242. 57 Se pueden ver, por ejemplo, además de la cita anterior, Valencia amada… s. p.; DE PEREA, M. Oración con que… s. p.; CHORNET Y AÑO, N. Medio seguro… pp. 2-3. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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como la profanación y destrucción de los lugares sagrados, de las esculturas de vírgenes y santos o de los objetos de culto. No obstante, también se les presentaba como una amenaza para el conjunto de los habitantes, su prosperidad y sus bienes. Así lo expresaba fray Joaquín Antonio Díez ante los vecinos de la villa de Vallada (Valencia): Este Pueblo, en fin, conducido insensiblemente de exceso en exceso se vio alucinado hasta el punto en que lo perdió todo: perdió la religión, perdió su rey, perdió sus sacerdotes legítimos, perdió su comercio, su tranquilidad, sus artes, su erario y su subsistencia misma58.
Esta imagen del enemigo pretendía, como es lógico, despertar el rechazo y el odio de los oyentes y lectores con el fin de provocar en ellos la reacción deseada, ya fuera el mero apoyo a la guerra, el alistamiento voluntario o una mejora en su conducta. Así, se trataba de transmitir la idea de que nadie estaba a salvo de estos terroríficos seres mediante una minuciosa descripción de sus delitos que no dejaba de ser un recurso persuasivo más59. Éstos incluían los ataques del enemigo sobre los territorios del norte peninsular, empleados como argumento para reflejar, una vez más, la amenaza que se cernía sobre el pueblo español. Frente a las maldades del enemigo y a su falta de fe y moral, se presentaban las virtudes del monarca y las bondades de la monarquía, tradicional aliada del estamento eclesiástico, que acudía a respaldarla en estos difíciles momentos60. El rey era, por tanto, y, ante todo, un “monarca católico” –calificativo recurrente en los textos–, el “más religioso de los reyes”, pero también “el más amante padre de la patria” y el protector de todos sus súbditos, a los que gobernaba “con el más dulce y paternal imperio”61. “Siempre vigilante a la defensa de sus vasallos”, Carlos IV se veía obligado a reaccionar ante la amenaza que suponían para ellos estos 58 DÍEZ, J. A. Exhortación al pueblo que en observancia de la que de orden de Su Majestad expidió el Excelentísimo Señor duque de la Alcudia con fecha de 15 de noviembre de 1793 hizo en la villa de Vallada el doctor frey don Joaquín Antonio Díez. Valencia, Oficina de los Hermanos de Orga, 1794, pp. 12-13. 59 VAN DIJK, T. A. “Discurso, conocimiento, poder y política. Hacia un análisis crítico epistemológico del discurso”. Revista de Investigación Lingüística, 13, 2010, p. 181. 60 ÁLVAREZ GUTIÉRREZ, L. “Estado, iglesia…”, pp. 365-366. 61 DE PEREA, M. Razonamiento cristiano… pp. 2 y 4. 718
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crueles enemigos62. De este modo, la guerra contra el país galo, para la que el clero trataba de lograr el apoyo del pueblo, era mostrada como la respuesta preventiva y, a la vez, inevitable de un monarca cauto, preocupado por los peligros que lo acechaban, como un auténtico padre que sólo pretendía el bienestar de sus hijos, pero, a la vez, se instaba a éstos a reaccionar contra quienes ultrajaban al soberano y a la religión63. En este sentido, la idea de que el inicio del conflicto no respondía sino a la justicia y a la necesidad era también una constante en este discurso, tal y como se reflejaba, incluso, en los textos inmediatamente posteriores a la firma de la paz. Así pues, a pesar del carácter inevitable de los enfrentamientos64, acerca del que también se reflexionaba en aquellas obras que profundizaban más en estos aspectos, se pretendía transmitir a los receptores de este mensaje las diferencias entre la violencia que ejercían los franceses, aunque fuera en el campo de batalla, y la justa defensa que hacía el monarca de su trono y de la religión verdadera, a través de una guerra que, aunque atroz, era necesaria65. Esta legitimación de la participación en el conflicto se basaba, en buena medida, en el comportamiento de los franceses, del que ya hemos hablado. Ante esta situación, la defensa era lógica y justa. Así lo habían contemplado los más diversos pueblos cuando se vieron expuestos a situaciones similares. Entre estos ejemplos, eran especialmente frecuentes los relativos a las antiguas batallas libradas por el pueblo de Israel contra los tiranos e idólatras que pretendieron que abandonara “la religión del verdadero Dios”, como fue el caso del rey Antíoco, de la dinastía Seléucida, a quien se aludía de forma recurrente estableciendo cierto paralelismo entre los sucesos acaecidos después de que se apoderara de Judea y la situación del país galo en aquellos momentos66. 62 Semanario erudito… 26, 28 de diciembre de 1793, p. 243. 63 DÍEZ, J. A. Exhortación al pueblo… p. 20. 64 MELGOSA OTER, O. R. “Entre el progreso y la tradición: un sermón ilustrado para las exequias de Carlos III”. Hispania Sacra, 62/126, 2010, p. 686. 65 En este carácter atroz y funesto de la guerra incidía especialmente fray Vicente Facundo Labaig y Lassala, en una reflexión que no es habitual encontrar en otros discursos, LABAIG Y LASSALA, V. F. Sermón que en… pp. 14-15. 66 Son varios los textos en los que encontramos referencias a este episodio bíblico. Se pueden ver, por ejemplo, DÍEZ, J. A. Exhortación al pueblo… pp. 13-19; DE PEREA, M. Oración con que… s. p.; DE PEREA, M. Razonamiento cristiano… p. 12. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Así pues, la guerra contra la Francia revolucionaria era justa e, incluso, santa67. Se trataba de una auténtica cruzada, una guerra de religión –términos empleados en el discurso del clero en estos momentos y que aparecerían de nuevo durante la Guerra de Independencia–, a la que todo español tenía el deber de contribuir68. En este sentido debemos entender la profusa utilización de un vocabulario bélico que se mezclaba con el religioso en los momentos de mayor intensidad del discurso. De este modo, Dios era presentado como “el Señor de los Ejércitos” y colocado al frente de la campaña militar, ocupando el lugar que, en la práctica, le correspondía al rey y dirigiendo un ejército de soldados protegidos con “la cota de malla de la Fe”69. Este Dios justiciero buscaba venganza ante las ofensas que le habían proferido. En su nombre, correspondía a los soldados españoles infringir el justo castigo a los franceses por haberse rebelado contra Él70. El deseo de venganza y el odio hacia la nación vecina, avivado por el discurso del clero, no sólo eran legítimos, sino que constituían, incluso, un deber para todo buen cristiano. Sin embargo, junto con esta idea de castigar al enemigo convivía, como hemos adelantado, aquélla que presentaba la guerra como castigo divino por los pecados del pueblo español, parte del discurso habitual del clero, que aprovechaba también este contexto para encauzar el comportamiento del pueblo en la dirección deseada. Así, Nicolás Chornet y Año llamaba de este modo al arrepentimiento: ¿Qué esperamos pues, amados míos, a tener compasión de nuestra alma? ¿Qué esperamos para volvernos a Dios, para buscar su reino de gracia y congregar nuestro corazón en justicia y santidad? Después de tantos avisos con que su benignidad nos ha querido mover a penitencia, ¿qué le queda hacer al Señor? Castigar nuestros delitos con aflicciones y calamidades públicas71. 67 “Nuestra guerra es justísima, es guerra santa, es guerra de religión, caracterizada con el sagrado renombre de guerra de Dios”, recogía Nicolás Chornet y Año en CHORNET Y AÑO, N. Medio seguro… p. 30. 68 LA PARRA LÓPEZ, E. “Privilegios estamentales y reforma del clero en la crisis del Antiguo Régimen (la jerarquía de la diócesis de Orihuela ante la convocatoria de las Cortes de Cádiz”. Revista de Historia Moderna. Anales de la Universidad de Alicante, 1, 1981, p. 209. 69 DE PEREA, M. Razonamiento cristiano… p. 14. 70 Semanario erudito… 26, 28 de diciembre de 1793, p. 244. 71 CHORNET Y AÑO, N. Medio seguro… p. 9. 720
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Para conseguir el buen desenlace del conflicto y asegurar el éxito de las tropas españolas, por tanto, eran precisas las oraciones de los feligreses, así como un cambio en sus actitudes. Al mismo tiempo, se podía aprovechar también la culpabilidad de los fieles con fines más prácticos, pues como hemos visto, existía una auténtica campaña dirigida a captar voluntarios que quisieran alistarse para combatir, la cual seguía fielmente las indicaciones transmitidas por el monarca en este sentido. De hecho, los sermones y oraciones elaborados con el fin de persuadir al auditorio en esta dirección llegaban a recoger argumentos e, incluso, expresiones contenidas en las órdenes de Carlos IV. En este ámbito, cabe destacar especialmente la intensa labor realizada por el obispo de Orihuela y, posteriormente, arzobispo de Valencia, Antonio Despuig y Dameto, sobre todo a través de sus cartas pastorales, en las que se colocaba al frente de esta nueva cruzada, haciendo que el receptor colectivo de este mensaje se sintiera unido contra un enemigo común72. También Mariano de Perea o fray Joaquín Antonio Díez –aunque quizá con un tono algo menos grandilocuente– perseguían este objetivo en algunos de los textos que hemos analizado. La enunciación de dicho propósito solía realizarse, de un modo u otro, en las primeras líneas del discurso, momento a partir del cual se sucedían los argumentos dirigidos a lograr la reacción pretendida, entre ellos, los relativos a la impiedad de los franceses y a su carácter destructivo, al peligro que constituían para España y a la necesidad de defender la religión católica y al monarca. Durante este recorrido, el empleo a pasajes bíblicos y las alusiones a hechos o personajes históricos o legendarios, como el apóstol Santiago, era habitual. Del mismo modo, también se utilizaba un complejo repertorio de recursos destinados a captar la atención del público en general, como preguntas retóricas, exclamaciones, referencias directas a quienes escuchaban o leían estos textos, repeticiones, hipérboles, etcétera. Así, en la carta pastoral dirigida por el obispo Despuig y Dameto a sus diocesanos de Orihuela, el prelado finalizaba dirigiéndose a la nobleza, a los comerciantes, a sus diocesanos, a quienes no podían tomar las armas y, por último, a los
72 Semanario erudito… 26, 28 de diciembre de 1793, pp. 241-244; Semanario erudito… 27, 31 de diciembre de 1793; Valencia amada…; DE PEREA, M. Razonamiento cristiano…; DE PEREA, M. Oración con que…; DÍEZ, J. A. Exhortación al pueblo… Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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clérigos, pidiendo a cada uno de estos grupos una contribución diferente73. De hecho, era precisamente en este tipo de obras, que llegaban a convertirse en ocasiones en auténticas arengas militares, en las que el clero parecía invertir su mayor potencial discursivo. 4. Epílogo Tras el final de la guerra y la firma de la paz con Francia, en el discurso del clero se aprecia un lógico descenso de la agresividad mostrada hacia los franceses y sus valores. Las referencias al conflicto bélico presentes en el mismo a partir de este momento comenzarían a orientarse, en buena medida, a obtener el apoyo del pueblo a la paz lograda por el monarca, presentada como un éxito. Ello no quiere decir, sin embargo, que los clérigos renunciaran a seguir advirtiendo acerca de los peligros que las máximas revolucionarias y el comportamiento impío que de ellas de derivaba representaban para la verdadera religión y el devoto pueblo español. Al mismo tiempo, podemos decir que, en buena medida, se mantuvo también entre la población el sentimiento antifrancés fraguado –o en algunos casos tan sólo acrecentado– durante el transcurso del enfrentamiento bélico. Como dice Jean René Aymes, el miedo y el odio a los franceses, que había llegado a su punto álgido en 1793, no podía desaparecer sin más de un día para otro. Durante la guerra, la campaña propagandística desarrollada desde el poder central debió de influir significativamente en este sentido y, tras la paz, las tensiones políticas siguieron presentes74. De hecho, poco después, con la invasión napoleónica, la galofobia volvería a alcanzar cuotas sin precedentes. En lo que respecta al papel del clero, la Guerra de la Independencia constituiría también un claro ejemplo de su activismo y su capacidad movilizadora75. En este sentido, su participación en la Guerra contra la Convención francesa se ha visto, incluso, como un ensayo en lo que respecta a su intervención en el conflicto posterior76. No obstante, el inicio del siglo XIX marcaría también el comienzo del distanciamiento entre la Iglesia y el Estado o, más bien, de un nuevo tipo de relaciones entre ambos77. 73 Semanario erudito… 27, 31 de diciembre de 1793, pp. 249-250. 74 AYMES, J. R. La guerra… pp. 490-491. 75 CALVO MATURANA, A. J. ‘Aquel que manda… p. 206. 76 CANTOS CASENAVE, M.; DURÁN LÓPEZ, F.; ROMERO FERRER, A. “Presentación”… p. 12. 77 CALVO MATURANA, A. J. ‘Aquel que manda… pp. 206-207. 722
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5. Conclusiones El análisis del discurso del clero valenciano durante la Guerra contra la Convención refleja, desde un primer momento, el gran peso que este colectivo llegó a adquirir durante el conflicto y que, sin duda, propiciaría un aumento de su importancia dentro del conjunto de la sociedad. Siguiendo las órdenes del monarca y sus ministros, los eclesiásticos actuaron como auténticos funcionarios al servicio de la Corona y sus intereses, exaltando los ánimos en contra de los franceses y en favor de la guerra, ejerciendo su control sobre el pensamiento y la conducta del conjunto de los fieles y contribuyendo en el reclutamiento de los voluntarios que habrían de unirse a las fuerzas españolas. En esta línea, podemos decir que tanto la temática del discurso como la argumentación empleada con estos fines tenían un carácter profundamente religioso, como correspondía a un conflicto de este tipo. De hecho, la presencia del monarca y la defensa de la monarquía y de la patria española parecían a veces diluirse dentro del amplio conjunto de parabienes que englobaba la verdadera religión. Con todo, no debemos olvidar que se trata de un discurso elaborado para resultar de utilidad a la Corona, que abordaba los objetivos que eran de su interés e, incluso, guardaba correspondencia con los requerimientos que ésta realizaba a través de otros documentos, aunque desde una perspectiva fundamentalmente religiosa, como se podía esperar de quienes se movían, al menos en teoría, en el ámbito de lo espiritual. Bibliografía Alberola Romá, Armando y Giménez López, Enrique, “Los alborotos antifranceses de Valencia y la huida del arzobispo Fabián y Fuero”, Studia historica. Historia Moderna, 12, 1994, pp. 91-112. Álvarez Gutiérrez, Luis, “Estado, iglesia y sociedad en la Monarquía Hispana de Carlos IV. Las apreciaciones de un embajador austriaco en Madrid”, Hispania Sacra, 55/112, 2003, pp. 627-658. Arbeloa Muru, Víctor Manuel, Clericalismo y anticlericalismo en España (1767-1930). Una introducción. Madrid, Ediciones Encuentro, 2009. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Autoviolencia infligida: penitencias y mortificaciones, camino hacia la perfección Inflicted Self-Harm: Penance and Mortification, Road to Perfection Cristina Gimeno-Maldonado1 Universitat Autònoma de Barcelona [email protected] Resumen: Durante el Antiguo Régimen la vida conventual en las comunidades de clausura bebía de un profundo clima de espiritualidad y un estilo predominante, la observancia. La obediencia, la estricta disciplina, la regla primitiva y las vicisitudes del combate entre Dios y el Mal dentro de un ambiente sacralizado nos vislumbra este camino hacia la perfección, siendo una de sus vías los episodios más violentos. Estas praxis más provocadoras cabe enmarcarlas dentro de la religiosidad propia de la época, cuyas características principales se particularizaron en un ambiente donde la exaltación y lo sobrenatural tenían un lugar privilegiado. Mortificaciones, penitencias, ayunos y encuentros con el demonio son la cara más dura de esta moneda celestial. Sucintamente, vamos a procurar constatar cómo durante toda la Edad Moderna, y especialmente durante el Barroco, proliferó el número estos actos, ofreciendo así, una visión de la violencia en la historia desde una óptica más particular, intimista y, sobre todo, femenina. Palabras clave: violencia, religiosas, misticismo, espiritualidad, Barroco, penitencia, mortificación. Abstract: During the Old Regime, convent life in the cloistered communities was really influenced by a climate of deep spirituality and a predominant style, observance. Obedience, strict discipline, the primitive rule and the vicissitudes of the battle between God and Evil in a sacred ambient sees us this way to perfection, one of its most violent episodes. The religiosity of the time causes the growth of exaltation and supernatural beliefs where mortification, penance, fasting and encounters with the devil are the hardest face of this heavenly way of life. These acts proliferated during the Modern Age and, especially, during the Baroque offering a vision of violence from a particular, intimate and female perspective. Keywords: Violence, Religious, Mysticism, Spirituality, Baroque, Penance, Mortification. 1 Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto “La religiosidad femenina en la Cataluña de la Época Moderna”. HAR2014-52434-C5-4-P (Ministerio de Economía y Competitividad).
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1. La espiritualidad barroca y el cuerpo Cuando hablamos de prácticas penitentes y mortificantes durante el Antiguo Régimen y dentro de un contexto religioso, cabe entenderlas como parte de un modelo que propugna una espiritualidad austera e intensa que resalta la práctica de la perfección individual cultivando las virtudes, la pobreza y la unión con Dios. Es decir, la penitencia, dentro del mundo cristiano, ya de por sí, es un instrumento sacramental por el cual es recibido el perdón de Dios, pero además, en época tridentina, poseía un trasfondo de dos dualidades contrapuestas, la corpórea y la etérea. Como veremos a lo largo del texto, existe un amplio repertorio de penitencias y mortificaciones en las hagiografías y vidas2 que se dieron en la época, siendo, éstas mismas, las que acabaron formulando similares arquetipos, aunque siempre teniendo en cuenta sus particularidades, ya fueran de género, de hábito o la inevitable metamorfosis que sufren las diferentes prácticas con el paso los siglos. Antes de recrear una pequeña síntesis acerca de estos tormentos, cabe recordar las funciones y pretensiones de dichas prácticas en siglos anteriores. Durante el bajo Medievo, la práctica de penitencias era realizada por un gran porcentaje de miembros del clero así como exteriorizada de manera colectiva, es decir, para y por todos los creyentes. De esta expresión exaltada, procurada por una alta concentración de masas, cabe destacar los movimientos flagelantes que, en forma de procesiones, surgieron en Italia en 1260. Sus participantes vieron la autoflagelación como una colectiva Imitatio Christi, “instruir al alma en la perfección cristiana, proponiéndole como modelo al mismo Jesucristo”3, con un singular valor escatológico. El movimiento se propagó por toda Europa con diferentes pretéritos, ya fuera el espectro del hambre, la Peste Negra, o la guerra de los Cien Años. Frente a la lucha de cualquier catástrofe podía añadirse estas prácticas, algo que la Iglesia institucional deseaba poner fin y convertirlo en un sentimiento, en principio, reservado e individual4. 2 Entendiendo estas “vidas” como relatos biográficos o autobiográficos de religiosos que se escribieron con el fin de ejemplarizar. 3 MIOLA, R. Early modern Catholicism: an anthology of primary sources. Oxford, University Press, 2007, p. 285. 4 MITRE FERNÁNDEZ, E. La ciudad cristiana en el occidente medieval. Madrid, Actas, 2010, pp. 75-80. 728
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La crisis de espiritualidad que se vivió durante los siglos XIV y XV conllevó a un cambio de idealismos y prácticas. Durante el Renacimiento de los siglos XV y XVI surgió un renovado modelo religioso que dio forma a unas nuevas prácticas de mortificaciones y penitencias. Esta nueva espiritualidad, nacida por las necesidades culturales a manos de la Devotio Moderna, quedó sellada en el Concilio de Trento (1545-1563), punto de inflexión que marcó las nuevas pautas de comportamiento en todos los aspectos religiosos. Sobre todo, reafirmando el retorno a la rigidez y a la observancia estricta de las reglas originarias. Dicha espiritualidad barroca, caracterizada por su intensidad, no dejaba de ser individualista y populista como en siglos anteriores, pero lo que Trento confirmó fue lo indispensable de las obras para alcanzar la salvación, en contraposición al sola gratia que promovía el luteranismo. La necesidad de ganarse la salvación hacía indispensable la mediación de la Iglesia y de los sacramentos así como las buenas obras. De este modo, en la religiosidad popular barroca, las prácticas religiosas y devocionales, la confesión, la penitencia y las obras caritativas reforzaron su importancia individual. Respecto a la penitencia, los religiosos trasladaron estas disposiciones a sus prácticas cotidianas, sin olvidar cierto exhibicionismo, que en la época se convirtió en instrumento de proselitismo y conversión5, donde la Imitatio Christi también adquirió una posición privilegiada y normalizada. Dicho modelo, que reclamaba la violencia religiosa, no se vivió de forma homogénea en todas las naciones católicas, ya que encontramos un mayor número de ejemplos en la península ibérica6. Estos excesos, en la España Moderna, cabe analizarlos desde dos vertientes. En primer lugar la del Cristocentrismo, que hace referencia al principio metodológico de la centralidad de Cristo en la vida cristiana y en la reflexión teológica, elemento capital de la devoción tridentina. Éste se vertebró en dos ejes: las penitencias y la oración. En segundo lugar, encontramos la corriente de recuperación de la mística que se vivió durante los siglos XV y XVI a manos de ilustres como Hernando de Talavera (1428-1507), Juan de la Cruz (1542-1591), María de Santo Domingo (1485-1524), Catalina de Siena (1347-1380) o 5 RICO CALLADO, F. “Las misiones interiores en la España postridentina”. Hispania Sacra, 55, 2003, pp. 109-130. 6 ROULLET, A. Corps et pénitence. Les Carmélites déchaussées espagnoles. Madrid, Casa de Velázquez, 2015, p. 284. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Teresa de Jesús (1515-1582) y su obra. Cabe recordar el lema de la avilesa “morir o padecer”, que fue llevado a límites inhumanos para aspirar a la perfección. Es importante tener presente la vida de la fundadora, ya que en muchos casos, sobre todo en el campo femenino, fue tomada como un guion ideológico7. Es por ello que, para procurar hacer una síntesis acerca de la vida religiosa femenina posterior a Trento, hay que comprender el significado y alcance de la obra de Santa Teresa, y el profundo peso que ejerció en el comportamiento de casi todas las hermanas, tanto en sus contemporáneas, como en sus sucesoras. Dichos personajes, convertidos en estandartes, junto a la espiritualidad de las reformas dentro de la cultura religiosa de la Europa del momento, abrazaron prácticas como la ascesis metódica, oración mental en acto y habitual que junto su relación con la mística produjeron la integración de “cuerpo y alma, de interior y exterior en el cristiano que busca a Dios”8. Estos comportamientos propiciaron un auge de éste carisma “penitencial”, reconstruyendo, entre todos estos místicos, el modelo último en el proceso de mímesis que se fue dando desde el siglo XIII, estipulando la citacionalidad que le otorgaba al penitente una identidad mística que le procuraba un principio de distinción9. En cierta forma, podemos entender el proceso como una sacralización del dolor para conseguir la restitución del altísimo de forma personal, individual y especial. Es por ello que las prácticas más violentas, que podemos considerar como la alternativa a la verdadera formación teórica y racional, que también promovió Trento con la ceración de los seminarios, fueron, en cualquier caso, incluso a través de la mortificación extrema del cuerpo, la que ocupó un lugar importantísimo en la religiosidad barroca10. Y es que la mística que acompaña a todo este proceso no rechaza a la razón, sino que pretende ponerla al servicio de la fe11. Llegados a este punto cabe separar los dos modelos religiosos existentes. Durante los últimos siglos medievales encontramos una sociedad que sale 7 ALABRÚS IGLESIAS, R. M.; GARCÍA CÁRCEL, R. Teresa de Jesús. La construcción de la santidad femenina. Madrid, Cátedra, 2015, pp. 75-100. 8 ANDRES MARTÍN, M. “La espiritualidad franciscana en España en tiempos de las observancias (1380-1517)”. Studia Historica. Historia Moderna, 6, 1988, p. 473. 9 SANMARTÍN BASTIDA, R. La representación de las místicas: Sor María de Santo Domingo en su contexto europeo. Santander, RSMP, 2012, pp. 106-114. 10 RICO CALLADO, F. “Conversión y persuasión en el barroco: propuestas para el estudio de las misiones interiores en la España postridentina”. Studia Storica. Historia Moderna, 24, 2002, p. 363-386. 11 LOYN, H. R. Diccionario Akal de Historia Medieval. Madrid, Akal, 1998, p. 303. 730
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de los últimos estertores de la Edad Media para ir caminando lentamente hacia el Renacimiento. El movimiento femenino de la época tiene en común con el movimiento espiritual la intención de vivir cristianamente siguiendo los principios básicos del Evangelio, atendiendo primordialmente a la pobreza y a la castidad, pero se diferencia de aquel en la necesaria renuncia a la acción apostólica, reservada exclusivamente a los clérigos. Es decir, el núcleo religioso dominado por hombres, que son los que dictan las normas y los comportamientos de la Iglesia, y el otro núcleo, el femenino, que fue el que llevó a cabo los mandatos del primero con acatamiento y obediencia12. 2. El modelo penitencial de beatas y monjas La vida en las congregaciones femeninas se ajustaba a unas pautas de vida muy estrictas. El ideal al que debían aspirar las religiosas era el del “modelo regular”, basado en la perfecta observancia de la norma de la congregación, que junto a la humildad, la obediencia y la castidad perfilaban el modelo vital que debían seguir las religiosas. El análisis de las biografías que se recogieron en los conventos muestra este tipo de vidas sumergidas en la rutina en el que la mayoría de las monjas llevaron una vida sin sobresaltos ni hechos excepcionales, es decir, que profesaron en la vida de clausura y un buen día fallecieron ofreciendo un ejemplo de virtud. Muchas hermanas tuvieron la necesidad de escribir sus experiencias respecto a esta vida religiosa dirigiéndose a sus compañeras de congregación y adoctrinándolas en cuanto a la actitud requerida, las virtudes que debían cultivar y los errores que debían evitar. Durante el periodo del Antiguo Régimen el recuento de los testimonios acerca de la vida religiosa se caracterizó por un flujo variante, siendo el siglo XVI cuando menos constancia tenemos de ellos. En el siglo XVII estos documentos aumentaron, en parte, debido al gran impulso que desató Santa Teresa de Jesús. Cabe tener presente que estas hagiografías y vidas no ofrecen una imagen objetiva de la vida diaria de las religiosas, pero a través de ellas y su interpretación podemos captar el trasfondo mundano de la práctica espiritual, comprobar la importancia que tuvo la vida religiosa femenina durante esta época y la razón de que se dispusiera de tan amplio abanico de instituciones en las que poder congregarse13. 12 LANZAGORTA ARCO, M. J. “La cultura y la pobreza en la vida conventual femenina: dos ejemplos de la orden clariana. Santa María de Bretonera (Belorado) y la Santísima Trinidad de Bidaurreta (Oñate)”. Sancho el Sabio. Revista de cultura e investigación vasca, 16, 2002, p. 32. 13 SÁNCHEZ ORTEGA, M. H. Escritoras religiosas españolas. Trance y literatura (siglos XVXIX). Barcelona, El Cid Editor, 2010, pp. 128-165. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Este tipo de relatos de vida forman parte de una gran afición por las biografías de los más devotos que surgen en una época de esplendor religioso y que tienen como objetivo enseñar a las pupilas de los conventos, por sus contenidos morales, y dar a conocer el potencial de cada orden. Los confesores consideraron imprescindible que sus personajes más sobresalientes redactasen su autobiografía. Unas memorias personales que no acostumbraban a ser demasiado extensas, por lo que el biógrafo solía darles cuerpo añadiendo comentarios morales que transformaban la biografía en un libro de meditación. Hubo incluso modelos de biografías, que partían desde la infancia, llena de anécdotas milagrosas, seguida de una entrada dificultosa en la religión y, a continuación, la recreación de multitud de penitencias que ellas se exigían con el fin de imitar a Cristo. En última instancia, se recogían los grandes dolores como último favor de Dios en la agonía. Es importante que, como advierte Egido López14, para entender estas lecturas conviene recordar que estaban dirigidas a un ambiente sacralizado, donde apenas existía la barrera entre lo natural y lo sobrenatural. 3. La mortificación del cuerpo y de los sentidos Centrándonos en el relato de las penitencias y mortificaciones ejemplarizaremos algunos casos, entre los que veremos las prácticas más comunes o las más llamativas. Muchas de ellas no destacan por su originalidad, ya que las fuentes de inspiración solían ser siempre las mismas: biografías de religiosos, lecturas piadosas, representaciones pictóricas de la pasión, sermones, etcétera. Aunque, en algunos casos, cuando advertimos diferentes y variopintas penitencias podemos decir que, cada una de ellas, con lo que podía, recurría a su imaginación para encontrar mortificaciones nuevas, algo que ya recomendaba San Ignacio de Loyola con la “composición del lugar”15. Cabe destacar que, a menudo, los deseos de penitencia de estas mujeres chocaban con las pautas médicas, que desautorizaban muchas de las prácticas, o bien, las indicaciones y deseos de los confesores. Miguel de Molinos, autor espiritual condenado en 1687 por sus doctrinas quietistas, analizó estas prácticas en su Guía Espiritual. Para él la mortificación corporal sin más no tiene sentido alguno, debe ser el director espiritual quien diga cuándo y qué penitencias deben hacerse16. 14 EGIDO LÓPEZ, T. Teresa De Jesús. Escritos para el lector de hoy. Madrid, Editorial de Espiritualidad, 2009, p. 8. 15 SÁNCHEZ ORTEGA, M. H. Escritoras religiosas… p. 259-310. 16 PONS FUSTER, F. “Mujeres y espiritualidad: las beatas valencianas del siglo XVII”. 732
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El método de penitencias seguido por Gertrudis Anglesola (16411727) puede considerarse como de los más típicos. Se cubría todo su cuerpo con cilicios de hierro con puntas de cuatro dedos de ancho, largas y retorcidas, con las que se ceñía el cuerpo. Con éste mismo material se cubría la cabeza, y con una especie de escarpines con puntas la planta de los pies. En este caso encontramos que el confesor intervino para suavizar, o bien suprimir, aquellas más escandalosas, sobre todo cuando existía derramamiento de sangre17. El biógrafo de María Francisca de San Antonio (1714-1734), llamada en el siglo de Pedro y Cascaxares, nos describe cómo eran sus horas de mortificación carnal, así como los mortíferos ayunos que se imponía. Este relato no destaca por su originalidad o variedad, ya que la práctica que seguía en cuanto al tomento físico era el tumbarse en la cruz durante horas atada con cilicios, práctica extendidísima entre todas las religiosas. Pero, lo que llama más la atención del caso es el dietario que se nos transcribe. Entre los libros espirituales de sor María Francisca, el biógrafo halló distintos papeles en los que la religiosa registró todas sus penitencias y quehaceres. Encontramos relatados con mucha precisión sus labores diarias, auténticas descripciones de lo que sor María Francisca llamó “distribución del tiempo” en propósitos y leyes totalmente particulares. Acostarse a las nueve, a las doce maitines, después de los maitenes hasta las dos en consideración del fin, para que vine a la religión, y la brevedad de la vida. Hasta las cinco en la cruz, luego una disciplina. Y el cilicio de hierro seis horas hasta las doce, comida y recreación, y hasta las nueve otro cilicio de cerda. Por ahora solo hacer cinco horas: el día que no tomaba disciplina poner la tabla. Después de maitines hasta las dos en consideración del fin, para que vine a la religión, y la brevedad de la vida. Hasta las tres en cruz, y acordarse a las cinco una breve disciplina y el cilicio hasta la hora de comer […] Tabla y agenazos todos los días […] Después de los maitines tres horas de oración, una hora en cruz18. Revista de Historia Moderna. Anales de la Universidad de Alicante, 10, 1991, p. 82. 17 SÁNCHEZ ORTEGA, M. H. Escritoras religiosas… p. 259-310. 18 FACI, R. A. Hermosa Azucena. Vida de la V. sor María Francisca de S. Antonio: En el siglo de Pedro y Cascaxares. Zaragoza, Joseph Fort, 1737, pp. 166-180. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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En otros casos, existía la costumbre de imitar la crucifixión, máxima tortura padecida por Jesús. Solían estas mujeres cargar con una cruz más pesada y robusta que ellas mismas reproduciendo un viacrucis para acabar imitando la posición de la representación durante horas. Para aumentar la mortificación solían colocarse garbanzos o piedras en los zapatos que se clavaban en los pies con el peso de la cruz. Éste sería el caso de la beata aragonesa Mariana Villalva y Vicente (1565-1623), que en una ocasión se mandó hacer una cruz de este tipo para que por las noches, cuando todos dormían, se la pusiera al hombro y caminara por los aposentos, o bien, cuando ya eran pasadas las once de la noche, salir con la cruz cargada a la calle deambulando. Ésta misma beata, junto con otras mujeres piadosas, se colocaban una alabarda con cabestro y adornos toscos sobre la espalda, mientras otra estiraba del cabestro y a la vez se decían palabras injuriosas19. Como vemos, Mariana sentía una inclinación por humillarse a sí misma y en ocasiones lo practicaba junto a otras mujeres que seguramente debían adoptar actitudes muy similares a las suyas, pero con cierto aire de secretismo. Cabe destacar que estos ejercicios, en el caso de Mariana Villalva, le condujeron a una fama negativa entre sus vecinos, criados y confesores, que múltiples veces se rieron de ella y de sus actuaciones, algo que se tomaba como un favor más de los que el mundo celestial le imponía. Aun así, todas estas mortificaciones redentoras le debían parecer escasas y por ello, procuró purificarse mediante duras penitencias y ayunos. La lógica que aplicaban a estas calamidades era la autolesión con el fin de sentirse más próximas a los sufrimientos de Cristo durante la Pasión y, al mismo tiempo, expresar a través de estas heridas la profunda emoción que les producía ésta meditación. Al parecer, prácticas de intenso dolor que las sumergían en el mejor clímax de la oración. La puesta en escena del dolor, la Vitae Christi originada en el siglo XIII, avanzó no solo en cuanto al estilo iconográfico del cuerpo de Cristo, sino también en el elemento que aparece estrechamente vinculado a la problemática entorno a la comida20. Esta relación conflictiva con su cuerpo se pone en evidencia mediante el fenómeno conocido como “santa anorexia”. 19 FACI, R. A. Vida de la V. Mariana Villalva y Vicente y las de sus tres hijas sor María, sor Margarita y sor Mariana Escobar, del orden de Nuestra Señora del Carmen, en su convento de la Encarnación de la ciudad de Zaragoza. Pamplona, Pascual Ibáñez, 1761, pp. 33-73. 20 SANMARTÍN BASTIDA, R. La representación de las místicas… pp. 209-240. 734
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Y es que la obsesión de un cuerpo preservado se traduce, igualmente, en un riguroso control de la dieta. El alimento puede ser portador de impurezas, por eso para la monja se recomienda ayuno continuo y mortificación alimentaria21. Los problemas con la comida dieron lugar a varios incidentes, ya que la práctica del ayuno dilatada en el tiempo les provocaba un rechazo a toda la comida, algo que entendían como una señal del demonio que les impedía comer. El refectorio también era considerado un espacio comunitario donde se realizaban las mortificaciones ordinarias y extraordinarias. Las primeras formas que figuran en los relatos explican que solían dejar alguna cosa de la comida, a pesar del deseo, hambre o enfermedad que pudieran padecer, o bien, también se daba el hecho de comer en el suelo complementado con diferentes acciones como: “se pondrá una venda, y mordaza, o saco, […] según fuese el estilo de cada convento; y comerán estando de rodillas”22. Estas torturas alimenticias pueden variar, desde el ayuno completo a ingerir brebajes amargos para mortificar el paladar y la lengua. En cuanto a la privación del sueño era común reducir a tres o cuatro horas diarias su reposo, pero en el suelo o sentadas en una silla o cama de paja o madera. María de san Francisco contaba de Teresa de Jesús: “En sus enfermedades nunca admitió colchón en la cama”, “siempre se acostaba a las dos o a las tres y, cuando más temprano, a la una”23. A estas penitencias físicas cabe añadirle las psicológicas. Todas ellas tienen el enorme deseo de ser despreciadas en nombre de los que padeció Cristo. Buscaban ocasiones para ser maltratadas y se regocijaban por ello. Con mucha frecuencia se cuenta en sus biografías las ocasiones en que sufren alguna reprimenda injustamente, y en lugar de defenderse, soportan la situación con la mayor humildad para poder ejercer esa virtud.
21 FERRÚS ANTÓN, B. “Mayor gloria de Dios es que lo sea una mujer… Sor María de Jesús de Ágreda y Sor Francisca de la Concepción del Castillo (sobre la escritura conventual en los siglos XVI Y XVII)”. Revista de literatura, 70/139, 2008, pp. 31-46. 22 GRAS I CASANOVAS, M. “Cuerpo y alma en el Carmelo descalzo femenino: Una aproximación a la alimentación conventual en la Cataluña Moderna”. Studia Historica. Historia Moderna, 14, 1996, pp. 207-221. 23 Cit. por ALABRÚS IGLESIAS, R. M., GÁRCIA CÁRCEL, R. Teresa de Jesús… p. 86. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Ejemplo de estos agravios nos lo ofrece de nuevo el relato de Vida de Mariana Villalva. El biógrafo nos explica un curioso episodio24 de cuando un día, mientras caminaba por la calle, llevó a cabo un extremado trabajo de penitencia, ya que cuando avistó un excremento en el suelo, Mariana lo recogió y se lo metió en la boca diciéndose a ella misma “no merece este animal, sino esta comida” 25. Además de los episodios auto-infligidos, cabe añadir las experiencias de contacto con el demonio. Estos encuentros se interpretan generalmente como los esfuerzos que éste hace por apartar a los más virtuosos del camino de Dios a través de la tentación o la amenaza. En otro de los relatos de su biografía se nos explica cómo un día, saliendo del convento de San Francisco de Paula de Zaragoza, se encontró Mariana en una calle llena de lodo y mucha agua pestilente, entonces el demonio se puso detrás de ella y le susurró al oído “¿para qué tanto alabar al sacramento?”26. Mariana cayó en ese momento en el charco y, a pesar de que se manchó las ropas, decidió reírse de la situación y volver tranquilamente a casa27. Como vemos, cualquier acontecimiento adverso era atribuido por estas mujeres a su poderoso enemigo, ya fueran ruidos impertinentes, tropezones por la escalera, etcétera. Estas batallas solían ser muy complicadas, ya que abundaban los malos tratos, los empujones y las palizas que ellas solían recibir con la misma resignación que las enfermedades. En los relatos de María Escobar Villalva (1599-1633), carmelita de la Encarnación de Zaragoza e hija de Mariana Villalva y Vicente, se narran hechos recurrentes de este tipo de escritos, en los que el protagonista suele ser el diablo, quien aparece para humillarla y confundirla mediante malos tratos y murmuraciones28. La razón de estas visiones más amargas es llevar a cabo un proceso instructivo en el cual su esposo, como ella llama a Jesús, adopta el papel de maestro que enseña a padecer grandes penurias con el fin de comprobar si el alma de María es auténtica, digna y puede equipararse 24 FACI, R. A. Vida de la V. Mariana Villalva…p. 55. 25 Este tipo de exclamaciones las encontramos reflejadas en la obra, pero desconocemos la autenticidad de la expresión, y nos inclinamos a entender que, como buena obra didáctica, el biógrafo utilizó tales recursos con tal de expresar un especial énfasis en el personaje. 26 FACI, R. A. Vida de la V. Mariana Villalva… pp. 33-73. 27 FACI, R. A. Vida de la V. Mariana Villalva… pp. 33-73. 28 FACI, R. A. Vida de la V. Mariana Villalva… pp. 79-350. 736
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a los tormentos vividos en el Calvario por Cristo. Esta constante en los escritos de María provoca la comparación que el biógrafo hace con Job, sirviéndole para justificar los santos castigos que le manda a la religiosa. La mayor parte de las apariciones diabólicas suelen ser similares en todas las biografías. Animales feroces, perros grandes, gatos de rabo desmesurado, sabandijas, culebras, sapos y seres monstruosos. Episodios que surgen de delirios o trastornos mentales que cada una interpreta con su propia subjetividad, sus tendencias socio-religiosas y sus referencias culturales. En el caso de la carmelita Margarita Escobar y Villalva (1608-1641), también hija de Mariana Villalva y Vicente, sufría un hormigueo en los pies que sus directores achacaron a posesiones y terribles ataques físicos del demonio29. Sus confesores decidieron llevar a cabo varios procesos de exorcismo con las técnicas que la Iglesia disponía para estos casos. Al analizar la vida de esta religiosa comprobamos ese arquetipo y repetición que observamos en las biografías y al que hemos hecho referencia, es decir, una vida colmada de sobresaltos, ataques demoniacos, duros ejercicios, disciplinas y enfermedades, pero también repleta de favores divinos y distintas gracias que forman parte de la compensación celestial. Consideramos que estas experiencias forman parte de un proceso de autosugestión debido al espacio en el que se encuentran y al clima místicoespiritual que, junto a las diferentes representaciones pictóricas, como las ilustraciones basadas en las escenas bíblicas o evangélicas que encontramos decorando iglesias y conventos, y en el caso de las iletradas, los sermones, propician el material necesario para este tipo de experiencias de carácter taumatúrgico. A todos estos episodios auto-infligidos y de sugestión, cabe sumar otro detalle de la auto-tortura: el de la enfermedad reclamada y por tanto, la muerte. Como es normal, después de las prácticas más violentas llega el sufrimiento y las enfermedades. Esta parte de las biografías suelen componer relatos con gran énfasis. Sus protagonistas se regocijaban cuando les sobrevenía algún padecimiento o una enfermedad, ya que les permitía la anisada proximidad a los dolores de Cristo en la cruz. 29 FACI, R.A. Vida de la V. Mariana Villalva… pp. 351-521. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Sobre el padecimiento de enfermedades y achaques de sor María Francisca de San Antonio, nos cuenta el biógrafo: Así se portó Dios Nuestro Señor con sor María Francisca, pues parece, que Dios a su voluntad la probó, en lo exterior con continuas enfermedades, y en lo interior con penas, sequedades y desamparos lo más duros. Crecía sor María Francisca en la ciencia de los santos y crecían las enfermedades, verificándose en ella lo que dice el Eclesiastes que al paso, que la ciencia, crece el dolor y tormento, o que con este se aumenta la de Dios, y como de su Fabiola escribe san Gerónimo, afligirle más y más sor María Francisca en unas y otras enfermedades, era añadir aceite al alma de aquel amor, que abrasa e ilumina a un mismo tiempo30.
Resulta obvio relacionar todos estos comportamientos violentos con la brevedad de sus vidas. En el caso de las monjas de clausura destaca que muchas de ellas fallecieran alrededor de la treintena, cifra bastante común entre estas mujeres que llevaron vidas místico-espirituales complementadas con duras penitencias y mortíferos ayunos, en los que muchas veces la eucaristía era el único alimento del día. El relato de este proceso siempre esta colmado de dolencias y demás achaques que, combinado con el estricto cumplimiento de sus obligaciones, se traducen en desmayos que suelen confundirse con ímpetus de amor divino. A nuestro parecer, son descripciones que seguramente no exageran la realidad. María Escobar Villalva murió joven, a los treinta y cuatro años. Sus achaques se nos relatan cómo enfermedades del alma, mal de corazón, praledía, hidropesía y agudas fiebres. Los últimos días los pasó sumida en el dolor, quejosa y sin poder estar tumbada en cama, sino que obligada, por los dolores, a estar continuamente sentada31. En el caso de Margarita Escobar Villalva vemos que falleció con treinta y tres años, aunque ya sus últimos años de vida se caracterizaron por los grandes padecimientos que sufrió, atormentada y muy afligida32. En el caso de sor María Francisca de san Antonio, la fecha de defunción aun es más temprana, siendo a la edad de veinte años. 30 FACI, R.A. Hermosa Azucena… p. 104. 31 FACI, R.A. Vida de la V. Mariana Villalva… pp. 79-350. 32 FACI, R.A. Vida de la V. Mariana Villalva… pp. 351-521. 738
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4. Conclusiones Como podemos comprobar, la violencia en la historia posee múltiples variantes y expresiones. Tras esta exposición, es necesario plantearnos el significado de esta violencia desde diversas vertientes. En primer lugar, cabría destacar hasta qué punto podemos constatar el carácter intimista de esta violencia. La naturaleza misma de la experiencia mística en la época implicaba individualismo, por tratarse de una revelación individual y no colectiva, y éste aislamiento propiciaba una dimensión intimista. De esta forma, entenderíamos las prácticas violentas como un ejercicio personal y reservado con el objetivo final de alcanzar el contacto con Dios a través del éxtasis. Por tanto, hasta cierto punto, apreciamos la sustitución de la identidad colectiva típica de la mentalidad medieval por la individualidad del hombre moderno, aquella que hemos comentado, y que llevó a engrandecer la importancia del “mundo interior” o la conciencia. De hecho, es sobre el campo de la conciencia sobre el que se libró la batalla de la nueva religiosidad. Pero, a pesar de que estos trabajos corporales llevaban el sello de lo inherente al campo privado del individuo, éstas prácticas poseían un cariz público que cabría encuadrarlo dentro del lenguaje corporal barroco. Y es que en el Barroco, como en cualquier otra cultura de masas, el individuo es “victima” de todos aquellos recursos que, de una forma colectiva, pretenden actuar sobre su voluntad. Como hemos comentado, desde principios del renacimiento, la Iglesia trató de frenar estos excesos de exhibicionismo público que se habían visto favorecidos por las creencias medievales, y aunque durante el Barroco, la mayoría de órdenes religiosas se encontraban ya alejadas de las duras mortificaciones de los tiempos medievales, la nueva espiritualidad demandaba esta puesta en escena donde el relato violento se construyó sobre una lógica del padecer, donde las más vilipendiadas fueron las más deseadas. Por tanto, estas vidas y hagiografías nos permiten ver la relación personal del cuerpo con el propio individuo, que se veía obligado a negociar con unas reglas de vida que tenían lugar en el propio seno de la comunidad religiosa, sin olvidar la relación y necesidad de estas prácticas para el resto de la sociedad. En sí, un fenómeno que se agita con todo el tremendísimo de la lógica barroca y su espiritualidad. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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En segundo lugar, cabe indicar cuál es el catalizador que hace converger, transformar y asentar estas prácticas dentro de un contexto de agitación y enfrentamiento espiritual. Comunidad, biógrafos y “santas” coinciden al ofrecernos una espiritualidad afectiva centrada en la humanidad de Jesús. La fórmula del Imitatio Christi, la contemplación extasiada de Cristo como figura modélica y el camino a la santificación mediante la emulación, supuso una humanización de la figura divina que ayuda a explicar la convergencia de estas nuevas prácticas ascético-místicas con la nueva espiritualidad que Trento pretendía inaugurar. Una espiritualidad basada en la experiencia sensorial, predominantemente sentimental y exteriorizada hasta caer en la teatralidad. Afirmamos pues que, estas biografías, plagadas de tópicos violentos, nos revelan hasta dónde la Imitatio Christi adquirió una posición privilegiada y normalizada. En definitiva, vemos que la figura de Cristo constituyó un modelo que fue empleado a través de múltiples expresiones para generar una devoción profundamente afectiva. El “visualismo” o la teatralidad de la religión de la época incidieron en la captación de la voluntad a través de los sentidos, y dependido de los contextos y de las personas, los elementos estereotipados fueron reinterpretados en mayor o menor medida. En tercer lugar, y a pesar de los arquetipos biográficos comentados y su frenético dolor auto infligido que mantiene en su apariencia las características de una representación, es necesario aclarar que el llanto ritual y las escenas de dolor no son mentiras ni simulaciones. Nada de eso. Muestran, eso sí, y en algunos casos, la condena cultural, que obligaba a seguir recurriendo a comportamientos marcadamente simbólicos para demostrar su dolor y hacerlo reconocible ante toda la comunidad. Bibliografía Alabrús Iglesias, Rosa María y García Cárcel, Ricardo, Teresa de Jesús. La construcción de la santidad femenina. Madrid, Cátedra, 2015. Andrés Martín, Melquiades, “La espiritualidad franciscana en España en tiempos de las observancias (1380-1517)”, Studia Historica. Historia Moderna, 6, 1988, pp. 465-479. Egido López, Teófanes, Teresa De Jesús. Escritos para el lector de hoy. Madrid, EDE, 2009. 740
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LA VIOLENCIA SUBLIMADA EN LA ESCULTURA CRISTÍFERA DEL NEOBARROCO SEVILLANO Sublimated Violence in the Christ Sculpture of the Sevillian Neobaroque Period
Jesús Rojas-Marcos González Universidad de Sevilla [email protected] Resumen: En el presente trabajo abordamos el estudio de la obra cristífera de los grandes escultores sevillanos del Neobarroco. Dicho estilo surge en Sevilla a principios del siglo XX al amparo del movimiento regeneracionista. Tan sugestiva estética, centrada en el arte sacro, trata de recuperar los valores de la tradición local. Desde entonces triunfan las fórmulas y esquemas escultóricos inspirados en los maestros del Barroco, ya que los artistas hispalenses de la pasada centuria reinterpretaron con sorprendente personalidad las formas consagradas durante el Seiscientos. Por ello, examinamos las efigies procesionales de Cristo que itineran por la vía pública durante la Semana Santa sevillana. Acometemos el análisis de aquellas representaciones escultóricas que reproducen los momentos de la pasión y muerte de Jesús. En su mayoría, estas imágenes, titulares de hermandades y cofradías, poseen una fuerte devoción entre las clases populares. En todas ellas destaca, como nexo de unión, la violencia del martirio sufrido por el Redentor, cuya piadosa apariencia mueve y conmueve a propios y extraños. Violencia que, en el caso que nos ocupa, es sublimada por los artistas sevillanos del Neobarroco, que afrontan de manera personal el dolor y el sufrimiento del Hijo del Hombre ante el sacrificio de la cruz. Palabras clave: escultura, imaginería, Neobarroco, Sevilla, siglo XX. Abstract: In this work we present the study of the Christ work of the great Sevillian sculptors in the Neo-Baroque period. This style comes up in Seville in the early twentieth century under regeneration movement. So suggestive aesthetic, focusing on religious art, seeks to recover the values of local tradition. Since then sculptural forms and patterns inspired in Baroque masters triumphed, given that Sevillian artists of the last century reinterpreted with surprising personality the consecrated forms during the Six hundred. Therefore, we examine the processional effigies of Christ that roam on public roads during the Sevillian Easter week. We undertake the analysis of those sculptural representations that
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reproduce moments of the passion and death of Jesus. Most of these images, headlines of brotherhoods, have a strong devotion among the masses. In all of them highlight, as a link, the violence of martyrdom suffered by the Redeemer, whose pious appearance moves and touches all and sundry. Violence that in the present case, is sublimated by Sevillian Neo-Baroque artists who personally faced the pain and suffering of the Son of Man at the sacrifice of the cross. Keywords: Sculpture, Imagery, Neo-Baroque Period, Seville, Twentieth Century.
1. Introducción La escuela sevillana de escultura ha mantenido vigente, desde siempre, la preocupación por la belleza formal. Se trata no sólo de un rasgo estilístico, sino de un carácter específico y permanente que se ha transmitido hasta nuestros días de generación en generación, pese a las divergencias estéticas de cada etapa artística. Por esta razón, los escultores hispalenses no han incidido con crudeza en la plasmación del pathos, es decir, han seguido representando las emociones, pasiones y dolores sin caer en lo patético. En Sevilla, a diferencia de las escuelas de Castilla y Granada, tal actitud queda edulcorada por el esplendor de la forma. Recuerda una parte de la herencia del mundo clásico, donde, por encima de la expresión truculenta o exagerada, se impone el canon, la proporción y la armonía. Y, ello, tanto en la interpretación de dioses como de hombres. A lo largo del tiempo, esa tradición ha calado hondamente en el espíritu y la idiosincrasia del arte sevillano. Se ha erigido en el referente y, también, en la nota diferenciadora del arte hispalense, convirtiéndose en una constante de las manifestaciones artísticas de Sevilla y su provincia. Tan personal concepto de la representación plástica se ha repetido incansablemente desde la Antigüedad Clásica hasta el Neobarroco, pasando por sugestivas interpretaciones góticas, renacentistas, barrocas, románticas y realistas. 2. El Neobarroco sevillano Sabido es que el estilo neobarroco surge al abrigo del Regeneracionismo, que se inicia en España a fines del siglo XIX. Este movimiento ideológico está motivado por un sentimiento de decadencia y por la pérdida de las últimas colonias del Imperio español (Cuba, Filipinas y Santo Domingo). De ahí que el Regeneracionismo defendiera la renovación de la vida política y social española. Ante esa situación de hundimiento político y económico, los intelectuales y artistas, movidos por un profundo sentimiento de nostalgia, 744
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La violencia sublimada en la escultura cristífera del Neobarroco sevillano
trataron de recrear lo más glorioso de la época de esplendor de la Corona española, es decir, la de los denominados Siglos de Oro: el Quinientos y el Seiscientos. En el mundo del Arte, arquitectos y escultores de principios del siglo XX se movieron en coordenadas historicistas con el propósito de recuperar la propia identidad artística. De hecho, el término “neobarroco” tiene su origen en esos movimientos historicistas de las postrimerías del Ochocientos1. Es evidente que en la escuela sevillana de escultura se intentan recuperar los valores de la tradición local2. A ello contribuyen diversas circunstancias. Primero, la pervivencia de las formas de expresión religiosa tradicionales, ya que la sensibilidad popular, al no identificarse con la vanguardia artística, nunca demandó imágenes sagradas no figurativas. Segundo, la celebración en la capital hispalense de la Exposición Iberoamericana de 1929, que puso sus miras en los grandes maestros del pasado. Tercero, los lamentables sucesos de la guerra civil española (1936-1939), que originaron la sustitución o restauración de innumerables tallas destruidas o quemadas. Y, cuarto, el espíritu del nacionalcatolicismo tras el fin de la contienda bélica. No hace falta recordar que el nacionalcatolicismo supone el maridaje oficial entre la Iglesia católica y el Estado. Dicha doctrina facilitó la inserción de la Iglesia en todos los aspectos de la vida española: económico, social, ideológico y político. De inmediato se fundan nuevas hermandades y cofradías, que incrementan la demanda de imágenes sacras. En consecuencia, en el campo escultórico, se reavivó el concepto de la imaginería barroca, es decir, la de la España católica de la Contrarreforma. El Estado motivó a los escultores a trabajar en ese estilo, promoviendo su participación en las Exposiciones Nacionales de Estampas de la Pasión. Y, en el ámbito académico, creó en Sevilla la Escuela Superior de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría, que contaba con una sección dedicada, en exclusiva, a la imaginería polícroma. Se trataba de la Cátedra “Martínez Montañés”, que era la única en todo el país3. 1 VILLAR MOVELLÁN, A. “Aspectos teóricos de la arquitectura neobarroca hispánica”. Actas de las Primeras Jornadas de Andalucía y América. Vol. 2. Sevilla, Diputación Provincial de Huelva, Instituto de Estudios Onubenses, 1981, pp. 339-342. 2 TOBAJA VILLEGAS, M. “La pervivencia de lo barroco en la imaginería procesional de la Semana Santa de Sevilla”. En Actas del I Congreso nacional de Cofradías de Semana Santa. Zamora, Diputación Provincial de Zamora, 1987, pp. 649-678. 3 DÍAZ VAQUERO, M.ªD. Imagineros andaluces contemporáneos. Córdoba, Publicaciones de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Córdoba-Cajasur, 1995, pp. 25-29. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Es obvio que este estilo se inspira en fórmulas y esquemas del Barroco. El modelo para los artistas sevillanos adscritos a tal estética se halla, pues, en las creaciones de Montañés, Mesa, Cano, Roldán o Gijón, principalmente. Lo neobarroco supone, por tanto, una inspiración directa en las obras maestras de la imaginería sacra del siglo XVII. Sin embargo no deja de lado a otros escultores del Setecientos, como Duque Cornejo, Hita y Castillo o Cayetano de Acosta, el último gran maestro del Barroco hispalense. En ocasiones, la fuente de inspiración para el imaginero no se centra en una escuela o maestro determinado, sino en una pieza en concreto, objeto de su interés artístico. A tenor de cuanto expuesto queda, este estilo ofrece, a priori, pocas posibilidades de innovación. No siempre se encuentran destacadas aportaciones personales, ya que en una obra neobarroca lo “barroco” de su contenido parece entenderse a la perfección, pero lo “neo”, que no termina de concretarse, supone en gran medida una reiteración, más o menos acertada, de los modelos del pasado. Las diferencias estriban, pues, en el espíritu del imaginero, en su deseada personalidad artística. Entre ellos, los más célebres, por su originalidad, fuerza expresiva y contenido espiritual, son Antonio Castillo Lastrucci (1878-1967), Sebastián Santos Rojas (18951977), Antonio Illanes Rodríguez (1901-1976) y Luis Ortega Bru (19171982), que trabajaron con auténtico virtuosismo la escultura en madera policromada. Todos ellos presentan, mutatis mutandis, similares aspectos formales e iconográficos. Hacen uso, en líneas generales, del canon tradicional de ocho cabezas. No obstante, en función del imaginero o la imagen representada, estilizan las formas o, en cambio, reducen las medidas al emplear el canon de siete cabezas. Las proporciones son las del mundo clásico, es decir, las que toman como medidas de referencia aquéllas que están definidas por la Sección Áurea. Los artistas, por consiguiente, se basan en la armonía de las proporciones. Razón por la que en sus creaciones se enfatiza la humanización de la imagen sagrada. Ello es posible, en buena medida, por la utilización de modelos vivos. Por último, en cuanto a los temas representados, se retoman los repertorios iconográficos tridentinos. Así, pueden establecerse cuatro grupos temáticos: cristífero, mariano, hagiográfico y el formado por los personajes no sagrados de la Pasión, que componen los denominados pasos de misterio. 746
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3. La violencia en la Pasión y Muerte de Cristo en Sevilla En el presente apartado examinamos las efigies procesionales de Cristo que itineran por la vía pública durante la Semana Santa sevillana. Acometemos el análisis de una esmerada selección de representaciones escultóricas de estilo neobarroco que reproducen los momentos más importantes de la pasión y muerte de Jesús, plasmados en sus respectivos modelos iconográficos. En su mayoría, estas imágenes, titulares de hermandades y cofradías, poseen una fuerte devoción entre las clases populares. En todas ellas destaca, como nexo de unión, la violencia del martirio sufrido por el Redentor, cuya piadosa apariencia mueve y conmueve a propios y extraños. Violencia que, en el caso que nos ocupa, es sublimada por los artistas sevillanos del Neobarroco, que afrontan de manera personal el dolor y el sufrimiento del Hijo del Hombre ante el sacrificio de la cruz. ¿Cómo se representa esa violencia sublimada por la belleza? Pues, sobre todo, gracias al acusado contraste entre la intencionada violencia de los personajes secundarios que rodean a Cristo y la actitud serena, mansa y resignada del Salvador. Se trata del antiguo recurso técnico y teatral procedente del maniqueísmo, que admite dos principios creadores, uno para el bien y otro para el mal. Se identifica así la bondad natural con la belleza física; y, por el contrario, la fealdad con la maldad. Por tanto, los judíos, escribas, fariseos y, por extensión, todos los que sean enemigos de Cristo, serán personajes de facciones grotescas. De este modo, los autores no sólo conectan de inmediato con el pueblo fiel que los contempla, sino que, al primer golpe de vista, el espectador distingue a la perfección los que están a favor o en contra de Jesús. En el proceso de su pasión y muerte, Cristo sufre dos tipos de violencia: una psicológica y otra física. Ambas quedan perfectamente representadas en cada escena. Hay pasajes cuya violencia es claramente física y, otros, en cambio, psicológica. Existen, también, conjuntos escultóricos que aúnan las dos. 3.1 El Beso de Judas Los tres primeros Evangelios (Mt 26,47-49; Mc 14,43-45; Lc 22,47-48) cuentan que Judas Iscariote, según lo pactado, entregó a Jesús con un beso traidor en Getsemaní. El beso de Judas es, además, la señal convenida para que los soldados no le confundieran, por su gran parecido, con Santiago el Menor. En el arte italiano, Judas siempre besa a Cristo en la boca. Sin Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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embargo, parece más acorde con las costumbres judías que le besara la mano, ya que, según el Talmud, el discípulo debe besar la mano del maestro. Los Evangelios sinópticos no aclaran dónde le besó. Juan, incluso, omite el beso y comenta que Cristo se identificó él mismo. Salió al encuentro de la turba y les preguntó: “¿A quién buscáis? Le contestaron: «A Jesús, el Nazareno». Les dijo Jesús: «Yo soy»”, entonces “retrocedieron y cayeron a tierra” (Jn 18,1-11). En los inicios del Renacimiento, los artistas conjugan ambas escenas. En cambio, la fórmula más común es la que presenta a Judas besando a Cristo, rodeado por soldados y judíos ancianos. Según las Revelaciones de Santa Brígida de Suecia, Judas es más bajo que Jesús. La diferencia de estatura, conforme a la costumbre medieval, refleja el distinto rango espiritual y social de uno y otro. Judas, pelirrojo, viste de amarillo, color simbólico del judío y del traidor4. En la Semana Santa sevillana, Judas besa al Señor en la delantera del paso procesional (fig. 1). La imagen de Cristo, solemne y frontal, sobresale merced a su expresión de mansedumbre y resignación. La violencia psicológica de la escena queda sublimada, pues, por la nobleza del Mesías, que se impone sobre la doblez y falsedad del delator, recurso efectista de enorme aceptación popular. Detrás, junto a un olivo, completan el Misterio los apóstoles Juan, Pedro, Santiago el Mayor, Andrés y Tomás. El conjunto es obra de Antonio Castillo Lastrucci, que gubió las siete figuras entre 1957 y 1959 para la Hermandad del Beso de Judas5.
4 HALL, J. Diccionario de temas y símbolos artísticos. Vol. 2. Madrid, Alianza Editorial, 2003, p. 177. 5 GONZÁLEZ GÓMEZ, J. M.; ROJAS-MARCOS GONZÁLEZ, J. Antonio Castillo Lastrucci. Sevilla, Ediciones Tartessos, 2009, vol. 1, pp. 127-129, y vol. 2, pp. 263-264. 748
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Fig. 1: Misterio de Ntro. P. Jesús de la Redención en el Beso de Judas. Antonio Castillo Lastrucci. 1957-1959. Fot.: Guillermo Ramírez Torres
Fig. 2: Misterio de Ntro. P. Jesús ante Anás. Antonio Castillo Lastrucci. 1923. Fot.: Guillermo Ramírez Torres Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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3.2 El Prendimiento El Prendimiento de Jesús es la escena siguiente al beso de Judas. Por tanto, también tiene lugar en Getsemaní. Los cuatro Evangelistas reseñan el pasaje (Mt 26,50-56; Mc 14,46-52; Lc 22,49-53; Jn 18,3-12). La soldadesca que irrumpe en el huerto suele portar estandartes con el emblema del escorpión, símbolo del pueblo judío. Va armada con lanzas y alabardas, y, como es de noche, lleva antorchas y linternas. El jefe militar ata las manos de Cristo, que no opone resistencia. Con frecuencia, el tema recoge el incidente de Malco, criado del sumo sacerdote, a quien Pedro, encolerizado, cortó la oreja con una espada o cimitarra. Este modelo iconográfico, presente ya en el siglo VI, se enriquece a partir del Quinientos. En el Barroco se insiste en la pormenorización de los detalles y en el estudio psicológico de los personajes. La versión de la Semana Santa de Sevilla es un sugestivo grupo escultórico neobarroco. Fue realizado por el citado Castillo Lastrucci entre 1944 y 1945 para la Hermandad de los Panaderos6. En la parte delantera del paso, dos soldados romanos y dos sayones se disponen a prender a Jesús, quien, en el centro de la escena, extiende sus manos en ademán de entrega voluntaria. Se trata, pues, de una acertada composición cristocéntrica, en la que, gracias a la sabia distribución de las figuras, se puede contemplar al personaje principal desde cualquier punto de vista. Detrás, a la izquierda del Salvador, aparecen Judas, apenado, y Pedro; y, a su derecha, Juan y Santiago. Elementos anecdóticos como el olivo natural y la antorcha del sicario logran la apetecida ambientación del paisaje nocturno. La violencia inherente al pasaje evangélico se sublima merced al contraste entre la actitud temerosa y cohibida de los esbirros y la presencia mayestática de Cristo, cuya divinidad se manifiesta en su convincente autopresentación: “Yo soy” (Jn 18,4-6). 3.3 Jesús ante Anás Los Evangelios sinópticos no reseñan la entrevista de Jesús ante Anás. Dicho pasaje, que inicia el proceso religioso de Cristo, sólo es mencionado en el relato joánico. Una vez apresado, el Señor es conducido a casa de Anás, al ser éste el suegro de Caifás, que era sumo sacerdote aquel año. El expontífice Anás y los sanedritas de su cohorte le interrogan acerca de 6 GONZÁLEZ GÓMEZ, J. M.; ROJAS-MARCOS GONZÁLEZ, J. Antonio Castillo Lastrucci… vol. 1, pp. 130-133, y vol. 2, p. 196. 750
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sus discípulos y doctrinas. Jesús les contesta diciendo que no era a Él a quien debían preguntar, sino a los que le habían oído, pues su predicación siempre había sido pública. Ante la respuesta, uno de los sirvientes de Anás lo abofeteó (Jn 18,12-23). Esta escena de tribunal se inspira en los modelos iconográficos de Durero y Wierix, incluyendo también al lacayo que cruza el rostro del Hijo de Dios. Según el Speculum Humanae Salvationis, quien le golpea es Malco, el mismo a quien Pedro le cortó la oreja7. De esta forma lo interpretó el referido imaginero Castillo Lastrucci para la Hermandad de la Bofetá (fig. 2). Se trata de su primer misterio procesional para la Semana Santa de Sevilla. Fue encargado en 1922, aunque no se terminó hasta el año siguiente, como lo indica la firma del artista en la escultura cristífera8. La composición del grupo escultórico es una demostración del virtuosismo escenográfico de su autor. Los siete personajes se relacionan entre sí mediante gestos, actitudes y miradas. Anás, vestido con ostentosa indumentaria, se sienta en rico trono. Lo flanquean dos sanedritas, que escrutan meticulosamente al reo. Jesús, en pie, vestido de blanco, recibe la bofetada de un alguacil, identificado con Malco. Detrás de Cristo, un judío inclinado lo acusa con el dedo, mientras un soldado romano con lanza sostiene la soga que ata sus manos a la espalda. La violencia del pasaje se sublima al confrontar la mansedumbre del Señor con la injusta agresión del verdugo. El hieratismo del Redentor, de sereno semblante, contrasta con el dinamismo y la tensión de la escena. 3.4 La Flagelación Ya condenado por las autoridades religiosas judías (Anás, Caifás y el sanedrín), Cristo comparece ante el tribunal civil de los romanos, presidido por Poncio Pilato. El procurador, para eludir su responsabilidad, envía a Jesús, que era galileo, ante Herodes Antipas. El tetrarca de Galilea se excusa y lo devuelve a Pilato. Se inicia, así, el proceso político. El prefecto romano es quien manda ejecutar la Flagelación de Cristo, recogida por los cuatro Evangelistas con enorme parquedad (Mt 27,26; Mc 15,15; Lc 23,16; Jn 19,1). Sin embargo, tan desgarrador momento, a pesar del laconismo de las Sagradas Escrituras, sorprende en la Historia del Arte por su riqueza iconográfica. A 7 BERNALES BALLESTEROS, J. “La evolución del paso de misterio”. En Las cofradías de Sevilla. Historia, Antropología, Arte, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1985, p. 108. 8 GONZÁLEZ GÓMEZ, J.M.; ROJAS-MARCOS GONZÁLEZ, J. Antonio Castillo Lastrucci… vol. 1, pp. 138-139, y vol. 2, p. 28. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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ello contribuyó la especial atención prestada por los exégetas cristianos, que cavilaron, entre otras cosas, el número de azotes que Jesús recibió. La suma oscila entre los cuarenta que prescribe la ley mosaica y los casi cinco mil quinientos que refiere la citada Santa Brígida en sus Revelaciones9. Sea como fuere, lo cierto es que se trata de uno de los mayores tormentos que sufrió Cristo durante la Pasión. Se ha dicho que Pilato mandó flagelar a Jesús, al que creía inocente, para salvarle la vida, ya que pensó que al verlo destrozado los judíos se apiadarían. Sin embargo, según el historiador Josefo y el filósofo alejandrino Filón, la Flagelación era el preludio de la crucifixión. En Sevilla, la Hermandad de las Cigarreras plasma en su primer paso este misterio (fig. 3). En la actualidad se compone del Cristo flagelado por dos sayones y tres soldados romanos, uno en la delantera del paso y dos en la trasera. La imagen cristífera es obra de Francisco Buiza de 1974, mientras que el resto del grupo escultórico fue ultimado en 2003 por José Antonio Navarro Arteaga. El Señor, atado a una columna baja o de medio fuste, cubre su desnudez con un paño de pureza cordífero. La brutalidad de los impactos hace que incline el cuerpo hacia su izquierda, mientras gira la cabeza en dirección contraria. En el espíritu barroco del conjunto se contrapone la serena belleza y actitud humilde del Salvador con la violencia y la presencia grotesca de los verdugos. De este modo, el contemplador capta, ipso facto, el maniqueísmo de la escena entre la Bondad y la Maldad. 3.5 El Escarnio de Jesús Con el escarnio de Jesús se alude a las escenas yuxtapuestas de la Coronación de Espinas y a la consiguiente Burla. El modelo iconográfico se inspira en los textos evangélicos (Mt 27,27-30; Mc 15,16-20; Jn 19,2-3). La Coronación adquirió enorme difusión en el arte cristiano a partir del siglo XIV, gracias al culto dado a la corona de espinas como reliquia sagrada, a la influencia de las Revelaciones de Santa Brígida y al teatro de los Misterios10. La sevillana Hermandad de San Esteban escenifica este episodio pasionista. El Señor, sedente, ya coronado de espinas, luce sobre sus hombros la consabida clámide roja y, entre sus manos, la caña. Un soldado romano 9 ROJAS-MARCOS GONZÁLEZ, J. “Escultura, iconografía y devoción popular en la Basílica de la Macarena”. En Esperanza Macarena. Historia, Arte, Hermandad, tomo II, Sevilla, Ediciones Tartessos, 2013, pp. 230-231; HALL, J. Diccionario de temas… vol. 1, p. 269. 10 RÉAU, L. Iconografía del arte cristiano. Iconografía de la Biblia. Nuevo Testamento. Barcelona, Ediciones del Serbal, 2000, tomo 1, vol. 2, pp. 476-477. 752
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monta guardia, dos sayones se arrodillan burlonamente y un miembro del sanedrín contempla con sorna los hechos. A este último, por extender la mano como un pedigüeño, se le llama popularmente el “Perragorda”. Precisamente, estas figuras, a excepción del Stmo. Cristo de la Salud y Buen Viaje, fueron talladas por Antonio Castillo Lastrucci entre 1938 y 194011. La imagen cristífera, concebida originalmente a modo de busto, es obra anónima de las postrimerías del Quinientos12.
Fig. 3: Misterio de la Sagrada Columna y Azotes de Ntro. Sr. Jesucristo. Francisco Buiza (1974) y José Antonio Navarro Arteaga (1997-2003). Fot.: Jesús Rojas-Marcos González
11 GONZÁLEZ GÓMEZ, J.M. y ROJAS-MARCOS GONZÁLEZ, J. Antonio Castillo Lastrucci… vol. 1, pp. 144-145, y vol. 2, p. 104. 12 GONZÁLEZ GÓMEZ, J. M. “Cuando Cristo pasa por Sevilla: escultura, iconografía y devoción”. En Sevilla penitente, tomo II, Sevilla, Ediciones Gever, 1995, pp. 104-105. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Fig. 4: Misterio de la Sagrada Presentación de Jesús al Pueblo. Antonio Castillo Lastrucci. 1928. Fot.: Jesús Rojas-Marcos González
3.6 La Presentación al Pueblo El modelo iconográfico de la Presentación al Pueblo revive plásticamente el texto joánico en que Pilato muestra a Cristo desde el lithóstrotos, “el enlosado”, en hebreo Gábbata. “«Mirad, os lo saco afuera para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa». Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo: «He aquí al hombre»” (Jn 19,4-5). El tema, conocido ya en el siglo IV, se difunde sobre todo gracias al teatro de los Misterios13. Tan dramático momento se escenifica en Sevilla en el primer paso de la Hermandad de San Benito (fig. 4). Desde el punto de vista compositivo se trata de uno de los conjuntos procesionales más conseguidos de la Semana Mayor hispalense. El resultado, efectista y elocuente, no deja indiferente al espectador. Su autor firmó y fechó la efigie cristífera en el sudario: “A. Castillo Lastrucci. 1928”. El escultor se inspiró en el lienzo del mismo tema pintado, hacia 1891, por Antonio Ciseri, conservado en el palacio Pitti de Florencia14. Pilato, en actitud declamatoria, señala con ambos brazos al Señor, 13 HALL, J. Diccionario de temas… vol. 2, p. 182. 14 ROJAS-MARCOS GONZÁLEZ, J. “Escultura, iconografía…” p. 221. 754
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que sangra tras la flagelación. Cristo, que responde al modelo iconográfico del Ecce Homo, aparece maniatado y coronado de espinas. Luce una túnica púrpura que le cae desde la cintura, dejando ver el torso desnudo. Pese a la violencia de la escena, es una de las creaciones más bellas y conseguidas del imaginero. Completan el grupo un fariseo, un esclavo negro, dos soldados romanos y Claudia Prócula, esposa del procurador, que es asistida por una dama de su corte. 3.7 El Nazareno El Nazareno es la representación de Jesús con la Cruz al hombro camino del Calvario (Jn 19,17). En escultura, suele ser una imagen de vestir, con objeto de acentuar el realismo de la escena. El color morado de la túnica expresa sufrimiento y penitencia. Dicha prenda se ajusta al talle con un cordón, que desciende desde la base del cuello hasta la cintura. Esta soga recuerda la predicción profética: “Como cordero llevado al matadero, no abrió la boca” (Is 53,7). La corona de espinas es signo y símbolo de tribulación y pecado. Afirma Santo Tomás de Aquino que las ramas recuerdan los pecados veniales y los arbustos, los mortales15. Sobre la testa despuntan las tres potencias, corrupción del nimbo cruciforme. Estos aditamentos hacen presente a los creyentes que Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, posee la plenitud de gracia, ciencia y poder. Y, por último, el madero, que alude a la Redención, es, por lo general, una cruz latina y arbórea. Responde al más estricto gusto barroco, que lo retoma del gótico16. En la Semana Santa sevillana estacionan dos imágenes del Nazareno de estilo neobarroco. La primera reproduce la segunda estación del Vía Crucis y corresponde a Ntro. P. Jesús de la Salud, perteneciente a la Hermandad de los Gitanos. Fue gubiada en 1938 por José Manuel Rodríguez Fernández-Andes y policromada por los pintores Juan Balcera y Guillermo Bonilla. El escultor se inspiró en el antiguo titular de la cofradía, atribuible a la producción de José Montes de Oca, desaparecido en los luctuosos sucesos de 1936. La talla actual reproduce con acierto el modelo precedente. El dramatismo de su esforzada pose se contrarresta con la mansedumbre de su cabeza, abatida por el peso del madero. Especial mención merecen la belleza de sus rasgos y el color de su tez morena, que son los propios de la etnia gitana17. 15 FERGUSON, G. Signos y símbolos en el arte cristiano. Buenos Aires, Emecé Editores, 1956, pp. 22 y 219. 16 GONZÁLEZ GÓMEZ, J. M. y RODA PEÑA, J. Imaginería procesional de la Semana Santa de Sevilla. Sevilla, Universidad de Sevilla, 1992, p. 31. 17 GONZÁLEZ GÓMEZ, J. “Cuando Cristo pasa…” pp. 123-124. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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La segunda imagen es la de Ntro. P. Jesús de las Penas, titular de la Hermandad de San Roque (fig. 5). Es obra de Antonio Illanes. En 1939, los cofrades de la corporación, tras contemplar la efigie en una exposición de este artista, la adquirieron por 10.000 pesetas. Fue bendecida el 10 de diciembre de ese año18. El propio escultor habla así de este simulacro: En un rapto de entusiasmo y de fe, concebí una imagen enérgica, viril, como al Hombre-Dios corresponde, con todas sus renunciaciones, miserias y todos los padecimientos espirituales y humanos, agobiado por el peso de la cruz redentora, camino del Gólgota, para recibir el martirio19.
En efecto. La presencia amable de Cristo, en posición enhiesta y mayestática, contrasta con la desazonada inclinación de la cabeza sobre el pecho. Su rostro, no obstante, presenta rasgos dulces y serenos. Está firmado y fechado en la espalda: “ILLANES. 1939” y en el lateral de la base: “ILLANES / SEVILLA 1939”. En 1962, Antonio Illanes talló también el Cireneo, firmado en la superficie de la base: “ILLANES / 1962”. Desde entonces se recompone el Misterio que escenifica la quinta estación del Vía Crucis, que rememora el momento en que Jesús es ayudado por Simón de Cirene a llevar la cruz (Mc 15,21). El resultado, de acertada belleza y armonía, está imbuido del espíritu barroco. Así lo prueba la composición diagonal que traza el madero. En un extremo, el Señor, abrazando el patibulum, camina a paso lento pero decidido; y en el lado opuesto, el bondadoso Cireneo, al sostener el stipes, cumple tan alta misión con humildad, sencillez y emoción contenida.
18 CARRERO RODRÍGUEZ, J. Anales de las Cofradías Sevillanas. Sevilla, Editorial Castillejo, 1991, p. 85. 19 ILLANES RODRÍGUEZ, A. Del nuevo estudio (anecdotario). Sevilla, 1967, p. 61. 756
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Fig. 5: Ntro. P. Jesús de las Penas y Simón de Cirene. Antonio Illanes. 1939 y 1962. Fot.: Jesús Rojas-Marcos González
3.8 La Crucifixión En Sevilla, el tema del Crucificado presenta una enorme riqueza y variedad estilística, morfológica e iconográfica. Jesús es representado en la cruz vivo o muerto, dependiendo de la escena; y aparece solo o formando un determinado grupo escultórico. Entre los crucificados que itineran en la Semana Santa, el primer ejemplar de estilo neobarroco, iconográficamente hablando, es el Stmo. Cristo de la Sed, titular de la hermandad de esa advocación. Dicha efigie evoca el siguiente texto joánico: “Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed»” (Jn 19,28). Se trata de la representación plástica de la quinta palabra pronunciada por el Mesías en el Calvario. Esta obra fue gubiada por Luis Álvarez Duarte en 1970. El Cristo, vivo y parlante, se fija a una cruz arbórea con cuatro clavos. Desde el punto de vista morfológico, combina fórmulas montañesinas y mesinas con Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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aportaciones propias de la etapa juvenil de su autor. Pero, en líneas generales, la efigie sigue el modelo del Cristo de la Clemencia tallado por Montañés entre 1603 y 1606, hoy en la Catedral hispalense. Así lo reconoce el mismo artista, quien concibió “algo así como un homenaje” al referido simulacro montañesino. Buen ejemplo de ello es el cruce de sus pies en el madero20. Siguiendo el orden iconográfico recordamos que el Evangelio de San Juan afirma que “Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu” (Jn 19,30). La muerte de Cristo en la cruz se rememora en la duodécima estación del Vía Crucis. De los Crucificados muertos de estilo neobarroco, que procesionan solos o con la Magdalena al pie de la cruz, reseñamos en primer lugar el Stmo. Cristo de la Buena Muerte, titular de la Hermandad de la Hiniesta (fig. 6). Es pieza firmada y fechada, en el paño de pureza, por “A. Castillo Lastrucci / Sevilla 1938”. Encargado junto a la imagen mariana de la misma cofradía, se trata del mejor Crucificado de su producción. Se inscribe a una cruz arbórea con tres clavos. Indudablemente, la efigie trae al recuerdo los modelos compositivos de Montañés y de Mesa. La cabeza y el tronco poseen claras resonancias con los del referido Crucificado de la Clemencia y la composición del sudario, con el universitario de la Buena Muerte, obra de Juan de Mesa datada en 1620. No obstante, se aprecian soluciones propias del escultor sevillano. El rostro, por afanes naturalistas, se inspira en el de Manuel Gómez Lora. En 1944, el imaginero completó el Misterio con una Magdalena arrodillada a los pies de la cruz21. En definitiva, este simulacro cristífero responde a las características personales del autor: cabeza inclinada hacia el lado derecho, boca entreabierta dejando ver los dientes superiores tallados, pómulos salientes, pupilas dilatadas, manos abiertas con dedos levemente flexionados, pocos signos de martirio en su cuerpo y sudario cordífero. La sublimación de la violencia física se observa en la placidez de su anatomía, de dulce silueta; en la serenidad expresiva del rostro y en la feliz plasmación de la belleza y la emotividad. Rasgos, todos ellos, que corresponden a la advocación de tan hermosa efigie22. 20 LEÓN, J. J. El niño imaginero. Medio siglo de cofradías con Álvarez Duarte. Sevilla, Editorial Jirones de Azul, 2012, pp. 78-82. 21 GONZÁLEZ GÓMEZ, J. M.; ROJAS-MARCOS GONZÁLEZ, J. Antonio Castillo Lastrucci…, vol. 1, pp. 198 y 377-378, y vol. 2, pp. 67 y 181. 22 ROJAS-MARCOS GONZÁLEZ, J. “El Crucificado en la escultura sevillana de Castillo 758
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Fig. 6: Stmo. Cristo de la Buena Muerte. Antonio Castillo Lastrucci. 1938. Fot.: Jesús RojasMarcos González
Completan esta nómina dos imágenes más del Crucificado. La primera, es el Stmo. Cristo de las Almas, titular de la Hermandad de los Javieres, tallado por José Luis Pires Azcárraga en 1945. Esta efigie, de aspecto rotundo y varonil, mantiene la iconografía tradicional del tema. Morfológicamente recuerda al ejemplar mesino de la Buena Muerte23. La segunda, es el Stmo. Lastrucci”. En Mirando a Clío. El arte español espejo de su historia. Actas del XVIII Congreso CEHA. Santiago de Compostela, Universidade de Santiago de Compostela, 2012, vol. II, pp. 1.594-1.595. 23 PALOMERO PÁRAMO, J. M. La imaginería procesional sevillana: Misterios, Nazarenos y Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Cristo de la Sangre, de la Hermandad de San Benito, ultimado por Francisco Buiza en 196624. El imaginero concibe una obra llena de aciertos plásticos. Recrea en ella la efigie del Cristo del Amor, obra de Juan de Mesa finiquitada en 1620. No obstante, sus formas anatómicas más contundentes, el mayor volumen de la testa y la abundancia de la sangre inciden en la nota cruenta del simulacro. Es, sin duda, una clara muestra de los valores formales del Neobarroco sevillano. Otros tres Crucificados más de estilo neobarroco itineran durante la Semana Mayor de Sevilla. En este caso lo hacen componiendo un determinado grupo escultórico. El Misterio de la Sagrada Lanzada está presidido por un magnífico Crucificado, tallado por Antonio Illanes en 1928 y policromado por Manuel González Santos. Esta imagen, titular de la cofradía de la Lanzada, fue la primera obra del escultor para la Semana Santa hispalense y, además, es el primer gran Crucificado del Novecientos en la escuela sevillana. Al mismo artista corresponde el Stmo. Cristo de las Aguas, titular de la corporación de ese nombre, que está firmado y fechado en el sudario en 194125. Representa el tema iconográfico de Cristo Fuente de la Vida y preside la escena que interpreta el pasaje evangélico en el que San Juan dice que, tras la lanzada, del costado de Jesús “al punto salió sangre y agua” (Jn 19,34). Por último, el Stmo. Cristo de las Cinco Llagas, cotitular de la Hermandad de la Trinidad, protagoniza el Misterio que escenifica el inicio del Descendimiento. Dicho ejemplar, bendecido el 28 de febrero de 2002, corresponde al quehacer de Luis Álvarez Duarte. En principio, el autor pensó que formara parte de un nuevo misterio. El Crucificado, inscrito a una cruz arbórea por tres clavos, destaca por su bella y cuidada factura anatómica. Responde, pues, a la estética del artista, cuyas esculturas están bien resueltas y dibujadas, luciendo un pormenorizado estudio anatómico. La cabeza, al gusto clásico, es un compendio de dulzura y serenidad expresiva. Cierto es que posee resonancias mesinas, en concreto, recuerda la sugestiva impronta del citado Cristo de la Buena Muerte. En cambio, el artista afirma “que no es así, ni se ha buscado”. Opina que “es un Crucificado romántico, al estilo del XIX. Me he basado en Juan de Astorga”26. Cristos. Sevilla, Ayuntamiento de Sevilla, 1981, p. 162. 24 MARTÍNEZ LEAL, P. I. Francisco Buiza, escultor e imaginero (1922-1983). Sevilla, Guadalquivir Ediciones, 2000, p. 142. 25 GONZÁLEZ GÓMEZ, J. “Cuando Cristo pasa...” pp. 190-194. 26 LEÓN, J. J. El niño imaginero… pp. 280-283. 760
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3.9 El Traslado al Sepulcro Desde el punto de vista cronológico, el Traslado al Sepulcro tiene lugar entre la Sagrada Mortaja y el Santo Entierro. Aunque tratado por la pintura del Renacimiento, no se cultiva con frecuencia en etapas posteriores. La escena está compuesta por los mismos personajes que figuran en el Descendimiento, en las Lamentaciones sobre el cadáver de Cristo y en la Mortaja27. En la escuela sevillana de imaginería, tan espectacular episodio se representa en el Misterio neobarroco que, cada Semana Santa, procesiona por la vía pública la Hermandad de Santa Marta. Su composición, armoniosa y de carácter itinerante, quizás se inspire en diversas interpretaciones de Caravaggio, Rembrandt o Antonio Ciseri. El conjunto, que no deja indiferente al espectador, es de enorme belleza plástica. En torno al Cristo de la Caridad se distribuyen otras ocho figuras, divididas a su vez en dos grupos interrelacionados. El primero, en la delantera de las andas procesionales, presenta una composición en quiasmo. El cuerpo exánime de Jesús, en una sábana, es portado por los Santos Varones. José de Arimatea, por razones de rango y edad, lo sostiene por las axilas; y Nicodemo, como es tradicional, lo traslada por las piernas. La Magdalena se arrodilla a la diestra del Salvador, sujetando su mano; y María de Salomé, genuflexa, equilibra el volumen de las masas por el lado opuesto. El cortejo fúnebre, propiamente dicho, conforma el segundo grupo escultórico en la trasera del paso. Al estar compuesto por dos parejas, en filas paralelas, adquiere un sabor clásico. Santa Marta, cotitular de la cofradía; y María de Cleofás se colocan delante; y, detrás, cierran el séquito la Virgen de las Penas y San Juan Evangelista. El Misterio, estrenado en 1953, es obra de Luis Ortega Bru. Tan personal imaginero es autor de todas las figuras, a excepción de Santa Marta y la Dolorosa, gubiadas por Sebastián Santos Rojas en 1950 y 1958, respectivamente28. En todas las imágenes, de notable factura, se siente la huella del expresionismo barroco. En el realismo que respira la escena sobresale la admirable efigie del Cristo de la Caridad. El yacente, totalmente tallado, puede contemplarse desde cualquier punto de vista gracias a su acertada colocación en el grupo. Un escueto paño de pureza cubre su desnudez. La cabeza, desprovista de corona de espinas, aglutina la fuerza dramática en el tratamiento de cabellos y barba. 27 HALL, J. Diccionario de temas… vol. 2, p. 254. 28 RODRÍGUEZ GATÍUS, B. Luis Ortega Bru. Biografía y obra. Sevilla, Guadalquivir Ediciones, 1995, pp. 101-108. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Fig. 7: Misterio del Stmo. Cristo de la Caridad en su Traslado al Sepulcro. Luis Ortega Bru (1953) y Sebastián Santos Rojas (1950 y 1958). Fot.: Guillermo Ramírez Torres
La violencia psicológica de esta lacerante escena se sublima merced a la equilibrada exteriorización de los sentimientos. En contraste con la tragedia del hecho, se atisba un dolor íntimo, profundo y sosegado. Hay, por tanto, una clara contención en la expresión de las emociones. La moderación en las manifestaciones del alma, defendida por las élites sociales, se identifica con la dignidad y con el decoro. El desgarro, la lamentación y el griterío se suplen por la angustia personal y la aflicción contenida. Así se observa en el rostro de la Virgen, pues, pese al tormento sufrido por la pasión y muerte de su Hijo, no se descompone, porque no es un dolor trágico ni patético, sino un dolor letífico, pleno de glorificación29. De hecho, su advocación no es de los Dolores, sino de las Penas, que, como la melancolía, la tristeza, etc., se consideran el grado inferior al dolor. De ahí que el rostro de María sea el reflejo de la perfecta hermosura, ya que su pureza y concepción inmaculada es signo de impecable belleza. Una hermosura, en definitiva, que procede de Dios, del Mesías, del Resucitado. 29 ROJAS-MARCOS GONZÁLEZ, J. “La Mater Dolorosa en los grandes escultores del Neobarroco sevillano. Modelos de feminidad y sublimación del dolor”. En Congreso Internacional Virgo Dolorosa. Religión, Antropología, Historia y Arte. Sevilla, Orden Seglar de los Siervos de María. Fraternidad de la Bienaventurada Virgen María Dolorosa de Carmona (Sevilla) y Excmo. Ayuntamiento de Carmona (Sevilla), 2015. 762
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Sociedad y Violencia
La posadera que grita y el tabernero que escatima, ¿generadores de conflictividad o sus principales víctimas? Violencias cotidianas en la Atenas Clásica y Postclásica The Noisy Woman Innkeeper and the Knavish Wine-Seller. Troublemakers or Victims of Hate? Everyday’s Violence in Classical and Postclassical Athens Irene Cisneros Abellán Universidad de Zaragoza [email protected] Resumen: Las tabernas y los albergues formaban parte del paisaje habitual de las principales poleis de la Antigüedad griega. Siendo Atenas la mayor de ellas en cuanto a tamaño y población, es especialmente interesante rastrear e intentar sacar a la luz la taberna y la posada como espacios donde tenía lugar más conflictividad social a pequeña escala. En la comedia aristofánica y en la comedia antigua y media son abundantes las referencias peyorativas a posaderas y taberneros con relación a sus malas artes y a su condenable actitud. Más allá del tópico literario, la arqueología ha presentado también pruebas de la consideración negativa hacia el colectivo a través de numerosas defixiones (tablillas de maldición, principalmente hechas de plomo) referidas a las personas dedicadas al negocio. Por este motivo, el principal objetivo de la presente comunicación será establecer las principales características de los trabajos de estos hombres y mujeres, contemplar el ambiente (más o menos humilde) al que estaban circunscritos, y ver hasta qué punto eran sujetos activos de conflictividad o más bien víctimas de los estereotipos perpetuados en la mentalidad griega, en el marco comprendido entre los siglos V-II a.C. en Atenas. Palabras clave: violencia, Atenas, taberna, posada, posadera, kapelos, kapelis, pandokeutria, vino, defixiones.
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Abstract: Taverns and inns were crucial places where day to day life took place in ancient Greek cities, especially in Athens, the biggest and most populated. Taverns and inns were also places where conflicts and daily violence used to happen. There are plenty of references to tavern-owners’ and innkeepers’ misbehaviour, and they were often insulted in Ancient and Middle Comedy. Apart from the literary tropes, there is archeological evidence of that hate against these men and women from lead curse tablets addressed to them. This paper intends to establish the main features of these men and women’s work, analyze the conditions and their placework and see whether they were agents of violence or they were mainly victims of common stereotypes of the Greek mentality in Athens between 5th and 2nd century B.C. Keywords: Violence, Athens, Tavern, Inn, Innkeeper, Kapelos, Kapelis, Pandokeutria, Wine, Curse-Tablets.
1. Temática, fuentes y metodología 1.1 Problemática del tema de investigación Abordar el estudio de la violencia cotidiana en la Antigüedad resulta inviable si no se tiene en cuenta una premisa principal: este tipo de violencia despertaba poco interés en los autores antiguos. Diversos investigadores ya han señalado1 que la violencia que realmente preocupaba a la élite intelectual de la época era de tipo político, la que se centraba en el conflicto entre ciudadanos contra otros ciudadanos, muy especialmente en su expresión más exacerbada: la guerra civil. Si a esto le sumamos la diferente sensibilidad que se tenía en la Antigüedad hacia la violencia frente a nuestra noción de la misma, nos encontramos con una limitación muy clara que no podemos nunca perder de vista2. 1 De los cuales destaco a DE ROMILLY, J. La Grecia Antigua contra la violencia. Madrid, ed. Gredos, 2010, pp. 85-122. 2 No obstante, difiero en algunas observaciones de De Romilly. Su libro pretende ser, ante todo, una obra divulgativa; como consecuencia cierto tono presentista impregna alguna de sus observaciones hasta el punto que la investigadora acaba ofreciendo una imagen idealizada (excesivamente en mi opinión) del mundo antiguo griego en el que minimiza absolutamente las violencias cotidianas (o negando su importancia, incluso) a fin de que sirva de contraste “positivo” frente al mundo occidental actual. Precisamente, aplica nuestra sensibilidad a lo que es violencia a la antigüedad. 768
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El criterio que he seguido para determinar los casos de violencia objeto de estudio contempla tanto la violencia como daño físico, verbal o mágico3 ejercido directamente sobre un individuo, grupo de individuos o sus bienes, así como las actividades o acciones que, sin ser directamente violentas, suponen un daño (de variable calibre) sobre un individuo, grupo de individuos o sus bienes, lo que puede acabar generando una violencia de primer tipo como respuesta. Por este motivo, el presente estudio se centrará en la taberna y la posada como lugares conflictivos y analizará su ambiente, sus trabajadores, su clientela y los tipos de violencia que podían surgir con la suma de todos estos factores. 1.2 Semántica problemática El segundo problema derivado del estudio de la violencia cotidiana en la Antigüedad griega es de tipo terminológico. Kapelos (kapelis en femenino) es un término problemático lleno de múltiples significados: por un lado, es una palabra que se utiliza muchas veces como insulto contra un comerciante tachándolo de mentiroso, tramposo, y deseoso de sacar beneficio a toda costa4. Pero al mismo tiempo, esta palabra podía aludir genéricamente al vendedor al por menor5. Por último pero no menos significativo, este término en determinados textos parece referirse a un tipo muy concreto de vendedor: el mercader de vino para consumo directo (o tabernero). 3 Las defixiones o tablillas de maldición son una forma más de intencionalidad de daño directo y/o sometimiento de la víctima o las víctimas contra su voluntad y sin su conocimiento. En muchos casos, este deseo se expresaba con intención de infligir daño personal a la víctima o incluso su muerte (GAGER, J. G. The Curse Tablets and Binding Spells from the Ancient World. New York, Oxford University Press, 1999, p. 21). Aunque nos parezca un daño indirecto (y poco efectivo), en la Antigüedad se creía tanto en su efectividad como en la fuerza de su poder hasta el punto de que se intentaba prohibir su uso por ley (GAGER, J. G. The Curse Tablets… p. 24). 4 Desarrollaré más a fondo esta idea a lo largo de este texto. Resulta llamativo, no obstante, que como insulto kapelos/kapelis y palabras con la misma raíz kapel- se utilicen no sólo contra personas vinculadas a la venta al por menor, sino también a la venta al por mayor, tal y como desarrolla MORENO, A. Feeding the Democracy. The Athenian Grain Supply in the Fifth and Fourth Centuries BC. Oxford, Oxford University Press, 2007, pp. 225-241. Moreno defiende que este término usado como insulto viene a señalar la actitud poco cívica y contraria al bien de la comunidad asociada a la mentalidad comercial. 5 Es la primera acepción recogida en el LIDDELL, H. G.; SCOTT, R.; JONES, H. S. (eds.) A Greek-English Lexicon. Oxford, Clarendon Press, 1968. No obstante, tal y como defiende MORENO, A. Feeding… pp. 232-233 no se sostiene como principal definición del término atendiendo al uso más frecuente de esta palabra, que suele ser, para Moreno, el uso peyorativo. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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En este análisis, a fin de identificar y distinguir a los vendedores de vino o taberneros del kapelos utilizado como insulto o como genérico para la figura del comerciante, he optado por utilizar el siguiente criterio: estudio el contexto donde se inscribe el término, las otras palabras que lo acompañan. Si estas hacen referencia a copas, a medidas de capacidad, o directamente mencionan el vino, considero pertinente identificar a ese kapelos como mercader de vino o tabernero. 1.3 Fuentes y metodología Si bien disponemos de un número bastante holgado de referencias de hombres y mujeres dedicados a la venta al por menor de vino, las menciones a posaderos, posaderas y posadas es mínimo en comparación. Este constituye el tercer problema del estudio de la violencia cotidiana: disponemos de más información sobre las tabernas que sobre las posadas. No obstante, sí que es cierto que cualitativamente las alusiones a posadas y albergues es valiosa6, por lo que compensa su escasez. Las fuentes tratadas en este artículo han sido esencialmente literarias. Me he servido de segmentos de discursos (de oradores como Demóstenes, Lisias e Hiperides) y de pasajes filosóficos de Aristóteles, pero el análisis más completo y sistematizado lo he realizado sobre la comedia, ya que, siguiendo la famosa premisa de V. Ehrenberg, “en ninguna otra fuente literaria aparecen tan vívidamente los hechos de la vida económica y social como mero telón de fondo para crear una atmósfera”7. En la comedia antigua cabe destacar las obras de Aristófanes, donde se encuentran las referencias más desarrolladas de la actividad de la venta de vino (Lisístrata), de los taberneros (Las aves) y de su equivalente femenino (Las tesmoforiantes, Las asambleístas, Pluto), así como la caracterización más extensa de la figura de la posadera (Las ranas). El estado casi completo de las once obras de Aristófanes que han llegado hasta nosotros constituye más una excepción que una norma. Las
6 Prueba de ello es el personaje de la posadera en Ranas de Aristófanes. 7 “It is my belief that nowhere but in comedy are the facts of social and economic life given merely as a background and to create an atmosphere”, EHRENBERG, V. The People of Aristophanes. A sociology of Old Attic Comedy. New York, Schocken Books, 1962, p. 78. 770
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obras de los demás comediógrafos (con la salvedad, quizás, de Menandro)8 se han transmitido en un estado muy fragmentario como breves citas de autores de retórica y gramática más tardíos9. Es el caso de las obras de comedia antigua tales como El pytine de vino de Cratino y Las vendedoras de vino (Kapelides) de Teopompo10. En la comedia media abundan los detalles sobre la venta del vino, precios y medidas en Alexis (El caballito, El enfermo de cataratas, Esopo, Cracía), en fragmentos de Eubulo (Pánfilo, Los jugadores de dados), en Dioniso (La salvadora), en Antífanes (La mujer herida), y en Nicóstrato (Los paisanos). En la comedia nueva (segunda mitad del siglo IV, principios del siglo III a.C.) sin embargo, apenas encontramos referencias de tabernas y posadas, probablemente debido al cambio temático de sus argumentos: ya no interesa tanto la polis, la sátira contra políticos o los conflictos sociales de los ciudadanos, sino que se prefieren los temas centrados en conflictos familiares y amorosos, aumenta el foco sobre la cotidianidad y la evasión. Como consecuencia, tenemos muchas menos alusiones a espacios y personajes de fuera del oîkos (como por ejemplo vendedoras, taberneros, artesanos, etc.). De las escasas menciones encontradas destacan los fragmentos de El tesoro de Filemón, La vendedora de ropa de Heracleon, El arbitraje y El puñal de Menandro, y Los hermanos de Dífilo. Además de la comedia, gran parte de mi análisis se ha sustentado en los datos epigráficos aportados por las defixiones o tablillas de maldición. Sobre su soporte de plomo, estas tablillas revelan odios dirigidos a hombres y mujeres comunes, muchos de ellos dedicados a los negocios que vamos a analizar. 2. Los lugares del conflicto 2.1 El tenderete, el carro y la taberna Traducir kapeleîon sólo como “taberna” y pensar en el kapelos como “tabernero” nos hace correr el riesgo de invisibilizar la aparente movilidad con la que muchas veces se presenta al vendedor de vino en la comedia. 8 Buena parte de su obra nos ha llegado a través de las adaptaciones latinas de la comedia de Plauto. 9 Entre ellos destaca Ateneo de Naucratis, retórico griego de los siglos II-III d.C., y su obra El banquete de los eruditos. 10 De la que sólo conocemos su título y de la que solo podemos especular sobre su temática. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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El kapelos muchas veces no disponía de un edificio permanente donde vender vino. Esto nos hace pensar que lo vendía en una “tienda” entendida como puesto o tenderete, de lo que tenemos constancia que hacían otros vendedores11. Al punto de la mañana armaban la estructura de la tienda, que bien podía ser un par de tablas de madera colocadas como una mesa12, y al final de la tarde lo desarmaban y se retiraban. Otra opción, sin embargo, sería entender que la movilidad del kapelos venía justificada, entre otras cosas, porque transportaba el vino y lo vendía desde su carro, tal y como recoge la referencia de Esopo de Alexis13. En esta clave es más fácil comprender que en Lisístrata el Comisario, cuando echa en cara a las mujeres su desmedida afición al vino, señala el peligro que suponen “cuando está cerca un vendedor de vino” 14. No obstante, también es cierto que la opción del carro no excluye la del tenderete: dependiendo de la confluencia de la calle, el mercado o el barrio donde se colocara para vender, el kapelos podía dejar el carro y montar su tenderete. Por otro lado, parece que, al mismo tiempo, la venta de vino también se hacía desde emplazamientos fijos reconocibles en el barrio, lo que se aproxima más a nuestro concepto de “tabernas”. En este sentido, las referencias a kapeloi del vecindario no son pocas15. Llama la atención que en la comedia no se dé ningún nombre de “taberna”, algo que sí nos ofrece las cinco defixiones analizadas, donde figuran nombres tan pintorescos como “Olimpo”16 o “Agatón”17, “La taberna del calvo”18, 11 Si bien considero que buen número de productos podían ser más fácilmente vendidos en puestecillos (pescados, panes, verduras, etc.) lo cierto es que explícitamente en las fuentes, hasta ahora, sólo he encontrado la mención del puestecillo del vendedor de morcillas (Ar. Eq.). 12 Ar. Eq. 152; 168-170: vendedor de morcillas es presentado con un cesto y un tablón (eleós) que hace de mesa improvisada para su puestecito. 13 Alex., Esopo (apud. Ath. X, 431ef). Ateneo introduce el fragmento hablando antes de que “los comerciantes (ton kapelon) vendían en el campamento vino aguado” (traducc. de J. Sanchis Llopis, R. Montañés Gómez, y Jordi Pérez Asensio, BCG). 14 Ar. Lys. 465-466 (traducc. de L. Gil Fernández, BCG). 15 Nicostr., Los paisanos (apud. Ath. XV, 700b.): “el tendero de nuestro barrio”. Antiph., La mujer herida (apud. Ath., X, 441bc): “un vecino mío es tabernero”. Ar., Plut., 435: “la tabernera esa del vecindario”. Eub., Pánfilo (apud. Ath. XI 473de): “resulta que había enfrente de mi casa una taberna nueva y grande”. DTA 87: “Calias, el tabernero del vecindario”. 16 DTA 70, DTA 71 (=DT 71), DT 72, (datadas en el s. III a.C. aprox.). Un Ofelión tabernero también mencionado junto a otros en la defixio SGD 43, si bien, ante la ausencia del nombre Olimpo de la taberna y de Ofélima, no podemos asegurar que se trate del mismo personaje de los anteriores, y más cuando la datación de A. López Jimeno la sitúa un siglo antes, en el IV a.C. (LÓPEZ JIMENO, A. Textos griegos de maleficio. Madrid, ed. Akal, 2001). 17 DTA 70. 18 DTA 87 (datada en el s. IV a.C.). 772
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“La próxima”19, “Junto a la fuente”20, que parecen indicar que eran puntos de referencia en el barrio21. Estos espacios no gozaban de buena reputación, sea dicho de paso. J. Gager ya señaló la frecuencia con la que taberneros y taberneras aparecen asociados con prostitutas, proxenetas y burdeles en las defixiones. Esta asociación nos indica una percepción social generalizada, fuera cierta o no22. La venta estrella de los kapeloi era el vino para consumo directo, lo que significa que se vendía ya rebajado con agua23. Recordemos que era típicamente griego rebajar el vino, y que no hacerlo se consideraba un signo de desmesura y de poca educación (es decir, algo más típico de mujeres y de bárbaros que de varones moderados). En algunas fuentes parece que el vino era rebajado por el propio tabernero24 mientras que en otras da la sensación que este lo compraba ya rebajado y lo servía tal cual se lo habían vendido25. El objeto que se utilizaba para verter el agua de manera calculada era el ciato, una especie de vaso con forma de cucharón que servía para dosificar la mezcla de vino y agua. La mejor proporción se estimaba en tres de agua por dos de vino, aunque las proporciones dependían en buena medida de lo fuerte que fuera el vino y de la costumbre de cada región griega. Los tipos de copa más repetidos en las fuentes asociadas a taberneros eran el kántharos26y la cotila27. 19 DTA 87 Considero que A. López Jimeno acierta al traducirlo como nombre propio del establecimiento. 20 DTA 87, Lefkowitz (LEFKOWITZ, M. R.; FANT, M. B. Women’s Life in Greece and Rome. London, Duckworth, 1982, p. 29), y Gager (GAGER, J. G., Curse Tablets… p. 157) consideran que es una mera indicación de dónde está el establecimiento (situada junto a la fuente), no del nombre del mismo. 21 En algunos casos parece que el nombre de la taberna fue cosa del propietario (Olimpo), en otros podría haber nacido de la mera descripción de su localización (La próxima, Junto a la fuente…) o del apodo de su dueño (La taberna del calvo). En cualquier caso, me resulta llamativo que la comedia no aprovechase a utilizar los nombres de estos establecimientos como fuente de broma o sátira. Puede que simplemente no haya coincidido con los fragmentos que nos han llegado. 22 GAGER, J. Curse Tablets… p. 153. 23 Alex., Esopo (apud. Ath. X, 431ef); Antiph., La mujer herida (apud. Ath., X, 441bc): “Un vecino mío es tabernero. Este, al punto, cada vez que vengo sedienta, es el único que sabe cómo mezclármelo. Ni aguado ni puro sé yo nunca beberlo” (traducc. de J. Sanchis Llopis, R. Montañés Gómez, y Jordi Pérez Asensio, BCG). 24 Antiph., La mujer herida (apud. Ath. X 441bc), Eub., Pánfilo (apud. Ath. XI 473e) y Alex., Esopo (apud. Ath. X, 431e): “Porque no es fácil; lo venden en los carros ya directamente mezclado, y no por sacar ganancia alguna, sino por tener cuidado de los clientes…” (traducc. de J. Sanchis Llopis, R. Montañés Gómez, y Jordi Pérez Asensio, BCG). 25 Alex., Esopo (apud. Ath. X, 431d). 26 Alex., Cracía (apud. Ath. XI, 473d); Eub., Pánfilo (apud. Ath. XI 473de). 27 Men. Epit. 126-131; Pherecr. (apud. Pollux 7, 194-195). Ar. Plut.. 435-437. Dionys. Com., Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Además de vino y productos relacionados (como pasteles de vino o vinagre), parece que en los puestos de los kapeloi también se solían obtener otros productos tales como miel, higos secos, o incluso lámparas o antorchas28. ¿Y qué convertía a estos lugares en focos de violencia? Además de la ya mencionada asociación de las tabernas (entendidas ya como locales fijos no móviles) con los ambientes de prostitución, Gager también señala que la taberna era un lugar donde se discutía de negocios29. Así pues no es de extrañar que si sumamos alcohol, negocios y sexo el resultado fuera muchas veces una pelea. 2.2 La posada En las fuentes encontramos muchas menos menciones sobre las posadas (pandokeion) que sobre las tabernas o los tenderetes de vino. Según D’Ercole la palabra deriva de la idea de “recibir” (dechesthai) de “todo el mundo” (pantas)30. Las posadas ofrecían alojamiento y comida. Atenas era una polis enorme que recibía un flujo más o menos constante de viajeros, griegos o extranjeros, que no residían en Atenas de forma permanente y que tenían que pasar las noches en algún lugar. Esta circunstancia se acentuaba durante los grandes festivales, momento en el cual el flujo de visitantes aumentaba considerablemente31. Aquellos viajeros con familia o lazos de hospitalidad La que salva o La salvadora (apud. Ath. XI 497c): cotila también como unidad de medida (270 ml aprox., media pinta). 28 Sólo he seleccionado las referencias donde claramente el kapelos va unido a la venta de vino. En Ar. Plut. 1120-1123: se disponen pasteles de vino, miel, higos secos en las taberneras. En Nicostr, Los paisanos (apud. Ath. XV 700b): mención del tendero del vecindario que además de vino, vende vinagre y lámparas. En Lys. I, 24 también se adquieren unas antorchas en una tienda cercana (kapeleîon), si bien esta mención no va asociada a ningún elemento que señalice la venta de vino, por lo que cabe la posibilidad de que se trate una denominación general a una simple tienda (Apartado 1.3). 29 GAGER, J. Curse Tablets… p. 153. 30 D’Ercole se basa en un escolio de Pluto de Aristófanes, 426ab (D’ERCOLE, M. C. “Marchands et marchandes dans la societé grecque classique”. En Boehringer, S. y Sebillotte-Cuchet, V. (eds.), Des femmes en action. L’individu et la fonction en Grèce Antique. ParisAthènes, Éditions de l’ehess, Daedalus. Mètis, Hors Série, 2013, p. 63). 31 THURSTON PECK, H. (ed.). Harper’s Dictionary of Classical Literature and Antiquities. New York, Cooper Square Publishers, 1965 (original de 1896). 774
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solían pasar esas noches como invitados en casa de su anfitrión, pero aquellos que no disponían de este recurso, iban a una posada32. Allí les daban de comer (dependiendo de lo que se quisieran gastar en la comida)33 y les facilitaban una especie de estera (psiáthous)34 y un espacio cubierto donde dormir. Al igual que las tabernas, las posadas tampoco gozaban de buena reputación y eran poco mejor vistas que los burdeles35. Tengamos también en cuenta que en una casa donde podían coincidir y pernoctar muchos desconocidos juntos, podía no sólo haber propensión a peleas resultantes de convivencia, sino posiblemente pequeños robos. 3. Los agentes del conflicto 3.1 Kapelos El vino que vendían estos taberneros no lo habían producido sino que lo habían adquirido a un tercero, a un productor de vino: oinopoles36. Por lo que el tabernero no dejaba de ser un mero intermediario. Esto lo hacía doblemente dependiente: de los productores para tener mercancía que vender, y de los compradores para tener de quién “sacar” dinero37.
32 Ar. Ran. 108-115: la posada mencionada dentro de un listado de lugares necesarios para cualquier viajero. Men., El puñal (apud. Pap. Soc. Ital. 99, Oxirrinco): se menciona la posada como punto de referencia a otro lugar. 33 Ar. Ran. 549-560 ofrece un listado de la comida por la que se paga en una posada: panes, raciones de carne cocida, ajos, salazón, queso fresco. 34 Ar. Ran. 565-567. 35 THURSTON PECK, H. (ed.) Harper’s Dictionary... v. “caupona”. En esa dirección parece apuntar Ateneo, a colación del poeta de comedia antigua Mirtilo (apud. Ath. 566e), donde comenta que pasaba todo el tiempo en tabernas (kapeleiois) y posadas (pandokeiois). La mención de las posadas parece entenderse mejor si es un lugar donde podía encontrarse prostitutas. 36 La raíz del sufijo -poles significa “el que vende” (muy habitual también el femenino -polis, “la que vende”). El comercio al por menor en Atenas de los siglos V-IV a.C. está plagado de vendedores y vendedoras de multitud de productos formado con esta raíz (ejemplos: artopoles “vendedor de pan”, lachanopolis “vendedora de verdura”, stephanopolis, “vendedora de coronas”, etc.). El patrón que parece repetirse en estos vendedores (-poles) es que habían producido los productos que vendían, mientras que al kapelos se le suele echar en cara precisamente lo contrario, el que no haya producido lo que vende sino que lo haya obtenido de un tercero. Por esto me veo inclinada a pensar que el oinopoles era un campesino que vendía el vino producido en su viña, un vino no necesariamente destinado a consumirse en el acto, mientras que el kapelos no podía producir su propio vino y por eso lo adquiría del oinopoles y luego lo revendía para consumo directo. 37 Diph., Los hermanos (apud. Ath. IX, 499e): un kapelos es timado por un oinopoles. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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El estrato social de estos taberneros y taberneras era bastante bajo. Aunque gracias a las defixiones disponemos de un buen número de nombres propios38, no contamos con los suficientes datos para determinar si estos nombres indican un origen griego o no griego, si son libres o libertos… Tal y como se nombran a las víctimas de maldiciones, tampoco podemos saber si se trataban o no de ciudadanos y “ciudadanas” de la clase económica más baja (los thetes), aunque resulta bastante probable. No en balde, Demóstenes cuenta que vilipendiar a un ciudadano o ciudadana por haber ejercido un trabajo en el ágora iba contra la ley, lo que nos indica que no era infrecuente que los atenienses y sus mujeres llevasen a cabo actividades comerciales39. 3.2 Kapelis El caso de las taberneras es bastante importante si tenemos en cuenta que el ideal ateniense aspiraba a que las mujeres permanecieran confinadas en casa. Un ideal a todas luces inviable, más si el grueso de la población en Atenas vivía en la “pobreza” y tenía que trabajar diariamente para subsistir40. Obviamente la mayoría de las familias no podían prescindir de la colaboración activa de sus mujeres, algo que ya señala el propio Aristóteles: “pues [en una democracia] ¿cómo es posible impedir que salgan las mujeres de los pobres?” 41. 38 Ejemplos de nombres propios de kapelos: Museo (DTA 30), Ofelión (DTA 70, DTA 71, DT 72, probablemente el mismo sujeto), Dioniso (DTA 73), Rodio (DTA 75, es posible que sea un etnónimo de “natural de Rodas”), Calias, Filón, Antemión, Kito (DTA 87), Melantio (DT 70), Melancio (SGD 43), Sirisco, Piscias, Hecateo, Zopirión (SGD 43). Ejemplos de nombres propios de kapelis: Hílara (DTA 30), Partenio, Anita (DTA 68), Ofilima (DTA 71) Manía, Tracia (DTA 87, etnónimos que pueden pertenecer a libertas; guardan correspondencia con el listado de libertas ofrecido por LEFKOWITZ, M.R. Women’s Life… p. 29). 39 Dem. LVII, 30-31. 40 No da lugar este artículo a entrar en profundidad en el tema de la pobreza en Atenas clásica. La palabra griega que designa al pobre, penes, llevaba incluida en su raíz semántica la noción que era “todo aquel que tenía que trabajar diariamente para vivir”. Es decir: todo el mundo menos una minoría que podía vivir holgadamente sin ejercer un oficio porque vivía de sus rentas. Como los griegos nunca concibieron una clase media con características propias, toda la población se dividía en una dicotomía en la que o se es rico o se es pobre. Rosivach apuntó que para los antiguos griegos pertenecer a uno de los dos grupos (al de los ricos o al de los pobres) era una cuestión no tanto de una suma concreta de riqueza sino de una doble percepción: cómo el individuo se autopercibía y cómo lo percibía el resto de la comunidad. Un análisis detallado del tema en ROSIVACH, V. “Some Athenian Presuppositions about ‘the Poor’”. G&R, 38/2, 1991, pp. 189-198. 41 Arist. Pol. IV, 12.13 = 1300a. Más adelante completa el razonamiento explicando: “pues 776
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En mi opinión, D. Cohen da con la clave al señalar que la movilidad de las mujeres se veía condicionada, sobre todo, a que tuvieran un propósito legítimo con el que salir de casa42. Ese propósito bien podía ser visitar a una amiga, asistir en un parto, ir a por agua a la fuente… o asegurar la subsistencia familiar llevando a cabo actividades comerciales43. En las fuentes tenemos mencionados diferentes tipos de vendedoras, pero ninguna sale con tanta asiduidad como las taberneras. Parece que la kapelis estaba en plano de igualdad con su equivalente masculino (a veces incluso se trataba de su mujer)44, también en lo que a mala consideración se refiere45. Y como ha indicado J. Gager, las defixiones en las que aparecen nombradas apuntan a que muchas mujeres eran dueñas de sus propias tabernas (al menos en los siglos IV-III a.C.)46. En Aristófanes la kapelis es un personaje recurrente y Teopompo el cómico lo usó para dar título a una de sus obras (Kapelides). “La que sale de su casa debe hallarse en tal edad, que los que la encuentren pregunten no de quién es mujer, sino de quién es madre” dice Hiperides47 en la segunda mitad del s. IV a.C., dando a entender que la edad era un punto crucial para que una mujer pudiera moverse fuera del hogar. O quizás, se está lamentando de que precisamente estuviera pasando lo contrario. En mi opinión más que la edad, lo importante era el estado los pobres, por su falta de esclavos, se ven obligados a servirse de las mujeres y de los niños como servidores” (Arist. Pol. VI, 8. 23 = 1323a) (trad. de M. García Valdés, BCG). 42 COHEN, D. “Seclusion, Separation, and the Status of Women in Classical Athens”. G&R, 36/1, 1989, pp. 3-15. 43 Es indudable que en el período 431-404 a. C. contribuyó a agudizar las situaciones de necesidad, pero no a crearlas de la nada. No olvidemos que Aristóteles (nota 41) pone el énfasis en la carencia de esclavos, no en circunstancias coyunturales de guerra derivadas de la ausencia del marido. 44 Ar. Ecc. 49-50 (Geusístrata, la del tabernero), DTA 87 (se maldice a Calias, el tabernero del vecindario, y a su mujer Tracia). 45 Harris sostiene que lo que más preocupaba a los atenienses era el kerdos, el beneficio de una transacción. El investigador considera que un ateniense no prestaba mucha atención a la raza, estatus o sexo cuando compraba a alguien. Cuando un hombre entraba en el ágora, todo lo que veía era el coste de las cosas, nada más (HARRIS, E. “Workshop, Marketplace and household. The nature of technical specialization in classical Athens and its influence on economy and society”. En Cartledge, P., Cohen, E. E. y Foxhall, L. (eds.), Money, labour and land. Approches to the economies of ancient Greece, London-New York, Routledge Taylor & Francis Group Ed., 2002, pp. 76-77. 46 GAGER, J. R. Curse Tablets… pp. 153, 161. 47 Hyp. apud. Stob. Flor. 74, 33. (trad. J. M. García Ruiz, BCG). Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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civil: que fueran mujeres casadas o viudas. La edad podía variar mucho, más teniendo en cuenta las tempranas edades a las que las casaban, en torno a los quince años. Las niñas sin casar era una inversión y como tales sí que considero que, si no se podía, al menos se intentaba que permanecieran en casa, lejos de los ojos de los extraños. 3.3 Pandokeutria El posadero (pandokeus) es una figura prácticamente inexistente en los fragmentos de comedias que nos han llegado48. La posadera (pandokeutria), en comparación, sale más veces nombrada en la comedia antigua y media49. Sin duda, es Aristófanes quien más partido saca a los tópicos en torno a ella, haciéndola regentar una posada en el propio Hades en su obra Ranas, donde nos la presenta como una fémina irascible que tiende a gritar con más o menos motivo, acusando a su clientela de agravios o ya más directamente de robo50. Esta caracterización negativa se vuelve a repetir a modo de anécdota en su obra más tardía, Pluto, al ser confundida Pobreza con una posadera o una vendedora de gachas ya que ha empezado a gritar sin motivo a los protagonistas51. Si como hemos visto algunas kapelides podían ser esposas de kapeloi que ejercían el oficio junto al marido, podríamos plantearnos una situación parecida con la posadera. Sin embargo, no disponemos de la suficiente información como para sostener esta afirmación. Podemos plantearnos que, como en Ranas, algunas posaderas fueran metecas52, probablemente viudas o sin casar. Al no disponer de un marido y dedicándose a un oficio que acoge en su casa a multitud de hombres desconocidos, no es de extrañar que a veces se relacionara la posada con la prostitución y el proxenetismo. 48 Sí aparece en Platón (Lg. 918b) y en autores posteriores como Polibio (2. 15. 6.) o Plutarco (2. 234e) (LSJ, pp. 1296-97). 49 En el fragmento de Aiges de Eup. (apud. Sch. Ar. Vesp. 902b) se menciona a una posadera que está casada con un tipo adormilado. Otra mención en Ar. Lys., “adosada” en un largo sintagma nominal a la vendedora de ajos y a las panaderas (vv. 456-460). 50 Ar. Ran. 549-574. 51 Ar. Plut. 426-428. 52 Por esta razón en Ranas cuando la posadera se siente ultrajada llama a su prostates (protector), figura legal que necesitaba el meteco en Atenas para que lo defendiera judicialmente (Ar. Ran. 568-569). La tal Plátane, que puede tratarse de su socia del negocio, también tiene su propio prostates (Ar. Ran. 570-571). 778
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3.4 La clientela habitual La clientela habitual de las tabernas estaba compuesta, principal y casi exclusivamente, por hombres. Aunque hubiera taberneras, el espacio era puramente masculino. Muchos de los que ahí se reunían lo hacían para beber y jugar a los dados, o para discutir de negocios “amigablemente”. Todas estas actividades anulan cualquier opción de apelar al “propósito legítimo” de D. Cohen. Por otro lado, la clientela de las posadas podía ser principalmente masculina pero no exclusivamente a mi parecer. Si bien es poco probable que las mujeres viajaran solas, considero plausible que lo hicieran junto con su marido o un familiar varón en el caso de las familias de bajos recursos económicos que se ven obligados a emigrar y no disponen de lazos de hospitalidad en la ciudad. 4. La violencia resultante 4.1 Mal servicio La violencia ejercida por los y las dueñas de las tabernas o posadas no solía ser, o al menos en principio, una ofensiva física directa, entre otras razones, porque atacar a los clientes nunca ha sido bueno para el negocio. Más bien el tipo de daño que infligían se daba de forma indirecta a través del fraude y la estafa. Del conjunto de malas prácticas, la más típica era la de falsear las medidas y las cantidades, no sólo en la venta de comida o bebida, sino en la compraventa de cualquier producto. “¿Acaso es la tabernera esa del vecindario que siempre me sisa con las copas (taîs kotulais)?” se queja Blepsidemo, protagonista de Pluto, haciendo referencia a una circunstancia que debía de ser más que habitual en la vida cotidiana de los griegos53. La calidad también era susceptible de adulterarse, principalmente aguando el vino en exceso. En este punto merece la pena señalar que hasta las propias fuentes comentan jocosas que muchas veces el primero en ser timado era el tabernero al adquirir vino ya aguado de los vinateros/ productores54. 53 Ar. Plut. 435-437 (trad. de L. Gil Fernández, BCG). 54 Podemos entender en clave jocosa la aseveración de Alex., Esopo (apud. Ath. X, 431ef): Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Y del mismo modo que el fraude en la cantidad y calidad de los productos, también podía hacerse con los precios. Es muy difícil para nosotros estimar hasta qué punto se excedían los taberneros y posaderas con los precios del vino o de la comida, puesto que el valor de las monedas fluctuó mucho en los dos siglos V-III a.C. Desde luego el sentir general de la clientela potencial es que el precio era excesivo, más si comparamos la broma detrás de los precios que nos ofrecen los comediógrafos: en el Arbitraje de Menandro, Esmicrínes se queja de estar pagando a óbolo la cotila55; uno de los personajes de El enfermo de cataratas de Alexis tampoco parece contento de haber pagado por el vino diez óbolos la jarra (chóa, equivalente a doce cotilas) 56, lo que resulta comprensible si lo comparamos con el óbolo la chóa que se ha pagado en Pánfilo de Eubulo57. Por supuesto tenemos que entender este juego de precios como una exageración para resaltar la indignación de los compradores y no como una asociación realista de precios. Por supuesto esto no quiere decir que por definición los taberneros y taberneras realizasen este tipo de malas prácticas, sino que por desgracia para ellos, el resto de la sociedad creía fuertemente que sí58. Y quizá, como bien apunta D’Ercole, este prejuicio no estuviera muchas veces desencaminado y las malversaciones menores fueran en conjunto bastante habituales59. 4.2 Violencia intraprofesional Tampoco podemos olvidar la violencia dirigida a taberneros y taberneras por parte de otros taberneros con la clara intención de eliminar la competencia profesional. Muchas de las defixiones pudieron realizarse con este propósito, la complicación estriba en diferenciar cuáles sí de cuáles no. Podríamos interpretar que la aparición de la ocupación junto “[…] lo venden en carros ya directamente mezclado, y no por sacar ganancia alguna, sino por tener cuidado con los clientes”. Directamente mordaz es Diph., Los hermanos (apud. Ath. IX, 499e): “[…] quede un solo tabernero (kapelos) engañado por un vinatero (oinopoles)”. (traducciones de J. Sanchis Llopis, R. Montañés Gómez, y Jordi Pérez Asensio, BCG). 55 Men. Epit. 126-131: “Este hombre bebe un vino carísimo […]. Esto es verdaderamente increíble, que uno se obligue a sí mismo a beber cuando está pagando a óbolo la copa (cotila = 270 ml. aprox.)” (trad. de P. Bádenas de la Peña, BCG). 56 Alex., El enfermo de cataratas (apud. Ath. III 118a). Chóa = 3,20 l aprox. 57 Eub., Pánfilo (apud. Ath. XI 473 de). 58 Ar. Thesm., 347-350 canta el Corifeo de mujeres: “[…] que todo tabernero o tabernera que altera la medida de los jarros o las copas, pedid que de mala muerte muera él y su casa […]” (trad. de L. Gil Fernández, BCG). 59 D’Ercole, M.C. “Marchands et marchandes…” p. 57. 780
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a los nombres personales de los maldecidos podría ser indicativo de que algo relacionado con el trabajo desempeñado era la causa subyacente de tensión, pero al mismo tiempo cabe la posibilidad de que el oficio de la persona maldecida hubiera sido añadido simplemente para asegurar que se la identificara correctamente60. Para Gager, la tablilla de maldición DTA 87 (datada en el siglo IV a.C.) es la que con más claridad muestra la violencia intraprofesional61. Además de recurrir a la magia para perjudicar a sus adversarios profesionales, es posible que los taberneros y posaderos llevaran a cabo todo tipo de argucias para arrebatarse la clientela: desde rumores negativos a ataques directos mediante terceros. 4.3 Malos clientes La violencia de los clientes era mucho más contundente. En primer lugar, la ebriedad de algunos ha sido causa de destrozos de mobiliario y agresiones, hoy en día y hace dos mil quinientos años: “Beber es cosa mala, pues del vino viene el derribar las puertas, los golpes, tirar piedras, y luego pagar los desperfectos después de la borrachera”62. En un fragmento de Ranas, la posadera confunde a Dioniso con Heracles y le acusa de haberse ido sin pagar la última vez. Es difícil cuantificar hasta qué punto era normal que los clientes lo hicieran o no, lo que está claro es que era un riesgo constante en el negocio de la hospedería y en el del vino, lo que explicaría en cierta manera que la posadera y tabernera tópica que nos presenta Aristófanes tienda a ser desconfiada y acusadora. Por otro lado, irse sin pagar podía ser una reacción del cliente que se sentía con derecho hacerlo si se creía víctima de una estafa (fuera esa una sensación real o simulada). De nuevo en Ranas la posadera recuerda que la última vez que Heracles pasó por su posada en el Hades, amenazó físicamente a ella y a su compañera Plátane, haciéndolas huir a lo alto del granero: “…cuando le pedí el pago, me miró desabridamente y refunfuñando (…) desenvainó la espada. Parecía estar loco”63. La agresión o amenaza de agresión parece una constante habitual para los que dirigen una taberna o una posada. 60 GAGER, J. G. The Curse Tablets… p. 152. 61 GAGER, J. G. The Curse Tablets… pp. 156-157. 62 Ar. Vesp. 1253-1255 (trad. de L. Gil Fernández, BCG). 63 Ar. Ran. 561-567 (trad. de L. Gil Fernández, BCG). Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Por último, cabe la posibilidad de que los taberneros y las tabernas que aparecen nombrados en las defixiones pudieran ser resultado de una venganza del cliente insatisfecho, ya fuera con la taberna o con todo el ambiente de prostitución, robos y envidias al que parece muchas veces irían asociados. 5. Violencias cotidianas: recapitulación Como hemos visto, la violencia empleada por parte de taberneros y taberneras estaba relacionada, principalmente, con el fraude en calidad, cantidad y precio del vino que vendían. La competencia desleal entre taberneros podía manifestarse en prácticas de desacreditación del competidor como en el intento de eliminarlo físicamente mediante la magia de las tablillas de maldición. La violencia de las posaderas parece más inclinada al maltrato al cliente (gritos, insultos, falsas acusaciones), sin descartar que también pudieran ejercer cierto tipo de fraude en la calidad, cantidad y precio de las comidas que servían. En el conjunto de la sociedad había una predisposición generalizada a creer que los taberneros y taberneras timaban por defecto, lo que otorgaba al cliente una suerte de derecho moral si se sentía estafado. Este derecho moral podía manifestarse mediante el impago de los servicios, ataques verbales, amenazas de muerte o agresión física directa hasta rozar el intento de homicidio. A este tipo de violencia estaban expuestos tanto los que trabajaban en las tabernas como en las posadas. Bibliografía Cohen, David, “Seclusion, Separation, and the Status of Women in Classical Athens”, G& R, 36/1, 1989, pp. 3-15. D’Ercole, Maria Cecilia, “Marchands et marchandes dans la société grecque classique”. En Boehringer, Sandra y Sebillotte Cuchet, Violaine (eds.), Des femmes en action. L’individu et la fonction en grèce antique, Paris-Athènes, Éditions de l’ehess, Daedalus, Mètis, Hors Série, 2013, pp. 53-71. De Romilly, Jacqueline, La Grecia antigua contra la violencia. Madrid, Gredos, 2010. 782
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Aristophanis Fabulae. Tomus I, Acharnenses; Equites; Nubes; Vespae; Pax; Aves; recognovit brevique adnotatione critica instruxit Nigel Guy Wilson, Oxford, E Typographeo Clarendoniano, 2007. Aristophanis Fabulae. Tomus II, Lysistrata; Thesmophoriazusae; Ranae; Ecclesiazusae; Plutus; recognovit brevique adnotatione critica instruxit Nigel Guy Wilson, Oxford, E Typographeo Clarendoniano, 2007. Aristotle in twenty-three volumes. Vol. 21. Politics, with an English translation by H. Rackham, Cambridge, Harvard University Press, 1990. Athenaeus. The Learned Banqueters. Vol. II Books 3.106e-5, edited and translated by S. Douglas Olson. Cambridge, Harvard University Press, 2007. Athenaeus. The Learned Banqueters. Vol. IV Books 8-10.420e, edited and translated by S. Douglas Olson. Cambridge, Harvard University Press, 2008. Athenaeus. The Learned Banqueters. Vol. V Books 10.420e-11, edited and translated by S. Douglas Olson. Cambridge, Harvard University Press, 2009. Athenaeus. The Learned Banqueters. Vol. VI Books 12-13.594b, edited and translated by S. Douglas Olson. Cambridge, Harvard University Press, 2010. Athenaeus. The Learned Banqueters. Vol. VIII Book 15. Index, edited and translated by S. Douglas Olson. Cambridge, Harvard University Press, 2012. Demosthenes. VI, Private orations: L-LVIII; In Naeram: LIX/ with an English translation by A. T. Murray. Cambridge, Harvard University Press, 1988. Eubulus. The Fragments, edited with a commentary by R. L. Hunter, Cambridge, Cambridge University Press, 1983. Fragments of Old Comedy vol. 1, Alcaeus to Diocles, edited and translated by Ian C. Storey. Cambridge, Massachusetts, London, ed. Loeb Classical Library, Harvard University Press, 2011. Fragments of Old Comedy vol. 3, Philonicus to Xenophon * Adespota, edited and translated by Ian C. Storey. Cambridge, Massachusetts, London, England, ed. Loeb Classical Library, Harvard University Press, 2011. 784
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Hypéride. Discours; texte établi et publié par Gaston Colin, Paris, Les Belles Letres, 1968. Lysias with an English translation by W. R. M. Lamb, Cambridge, Harvard University Press, 1976. Menander in three volumes. Vol. I, Aspis to Epitrepontes, edited with an English translation by W. G. Arnott, Cambridge, Harvard University Press, 1979.
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FUERO Y VIOLENCIA: EL CLERO CAPITULAR ANTE LA AUDIENCIA ABACIAL DE AGUILAR DE CAMPOO Special Jurisdiction and Violence: Chapter Clergy before Abbey Tribunal in Aguilar de Campoo Alberto Corada Alonso1 Universidad de Valladolid [email protected] Resumen: En el Antiguo Régimen, una situación jurídica privativa requería de unos Tribunales propios que defendieran y protegieran las particularidades de las personas aforadas. En este trabajo se pretende mostrar cuáles fueron los diferentes tratamientos y usos que desde uno de esos Tribunales, la Audiencia Abacial de la Colegiata de Aguilar de Campoo, se dio ante toda una tipología de actos violentos, especialmente dependiendo de quiénes fueran sus protagonistas y, evidentemente, sus víctimas. Palabras clave: Edad Moderna, violencia, fuero, clero capitular, Aguilar de Campoo (Palencia), justicia eclesiástica, audiencia abacial. Abstract: During the Ancien Regime, any special jurisdiction called for independent tribunals that defended and protected the distinctiveness of the people who had such privileges. The present paper is intended to show how one of such tribunals, the Abbey Tribunal in Aguilar de Campoo, approached and dealt with a wide typology of violent acts, particularly considering both who were their perpetrators and their victims. Keywords: Modern Age, Violence, Special Jurisdiction, Chapter Clergy, Aguilar de Campoo (Palencia), Ecclesiastical Justice, Abbey Tribunal.
1 Beneficiario del Programa de Formación del Profesorado Universitario (FPU) del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. FPU13/00594.
Alberto Corada Alonso
1. A modo de introducción: fuero y justicia privativa No se puede obtener un análisis completo de un acto violento en la Edad Moderna si no se comprenden en profundidad las causas del mismo, las personas que lo protagonizan, su extracción social y, sobre todo, su estatus socio-jurídico. En un mundo marcado tan profundamente por la diferencia y el privilegio no cabe esperar una justicia igual para todos. Así pues, dentro de esta situación jurídica diferenciada hay que señalar de una manera muy especial la justicia y los tribunales eclesiásticos y, por consiguiente, el estatuto jurídico que protegía a los miembros del estamento clerical, es decir, su fuero. Se trata de una cesión de jurisdicción real y pontificia, jurisdicción privativa o especializada que otorgaba al clero la posibilidad de tener sus propios tribunales. La Iglesia fue, además, la única jurisdicción distinta de la del Estado que permaneció al comenzar la Edad Contemporánea –tras las Cortes de Cádiz– junto a la militar, quedando suprimidas todas las demás, con lo que se eliminaron algunos de los rasgos más característicos del sistema político y jurídico del Antiguo Régimen. Todas esas jurisdicciones privativas entendían en asuntos judiciales que les eran propios, sin que ello significase que dicha realidad estuviera exenta de problemas. Los conflictos de competencias con la justicia real ordinaria fueron una tónica general, lo que comúnmente originaba una violencia en los tribunales donde dos o más jurisdicciones hicieron fuerza en conocer los mismos asuntos, considerándose recíprocamente una intromisión en asuntos propios y una merma de su poder judicial. La pugna competencial en este ámbito fue constante, como lo fue en otros muchos fueros jurisdiccionales, teniendo la Iglesia armas propias, meramente eclesiásticas –y no solo jurídicas– a su alcance para forzar su actuación, como fue el reiterado recurso a la excomunión. Por lo tanto, se entiende al clero como un estamento privilegiado, no ya solo en un aspecto de posición socioeconómica –aunque esta realidad tuvo unas diferencias internas más que notables, no pudiendo compararse nunca a los grandes prelados con los curas párrocos del mundo rural–, sino también en un aspecto jurídico, aunque este no siempre ha sido tan conocido y comprendido como pueda parecer.
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El grupo de privilegiados que se va a analizar en este estudio corresponde a una sección del clero secular existente en los reinos hispánicos durante toda la Edad Moderna, el clero capitular, quien, evidentemente, gozaba del fuero propio de todos los miembros de su estado. Este privilegio o aforamiento no era otra cosa que la vinculación existente entre una persona “con la competencia de un Tribunal para ejercer jurisdicción sobre ella”, es decir, una relación bilateral entre el Tribunal y el justiciable2. Según José Manuel Pérez-Prendes, lo que caracteriza al primero era el poder que disfrutaba dicha institución para conocer en una causa determinada, mientras que lo prioritario para el aforado era el poder negar legítima y firmemente competencias sobre uno mismo a cualquier Tribunal que no fuese aquel que defendía y encarnaba de forma perfecta su propio fuero3. Además, aquel que osaba ejercer la violencia, ya fuera verbal o física, en contra de uno de estos aforados eclesiásticos estaba no solo cometiendo una infracción legal sino también un sacrilegio que ponía en peligro la vida de su alma inmortal. En cambio, cuando la violencia era ejercida por un clérigo, es decir, un aforado, el juicio y causa ejecutado por su delito se veía minimizado por el hecho de tener la potestad de ser juzgado por un tribunal propio compuesto por sus iguales, si no en lo social y económico como ya se ha dicho antes, al menos sí en lo jurídico y procesal. 2. La audiencia abacial de aguilar de campoo La historia y la vida eclesiástica de la villa de Aguilar de Campoo cambiaron para siempre cuando, en 1541 y a instancias del entonces embajador extraordinario del emperador Carlos V en Roma, el III marqués de Aguilar de Campoo, don Juan Fernández Manrique de Lara, el papa Pablo III suprimió las Colegiatas de San Martín de Elines, Santa Cruz de Castañeda y San Martín de Escalada, todas ellas del patronato del dicho marqués, y las anexó, junto con el Arciprestazgo de Aguilar de Campoo, en la iglesia de San Miguel de dicha villa4. Con esta medida el marqués de Aguilar pretendía 2 PÉREZ-PRENDES y MUÑOZ DE ARRACO, J. M. “El Tribunal eclesiástico (sobre el aforamiento y la estructura de la Curia diocesana de justicia)”. En Martínez Ruiz, E.; Pazzis Pi, M. de. Las jurisdicciones. Madrid, Actas, 1996, p. 146. 3 PÉREZ-PRENDES y MUÑOZ DE ARRACO, J. M. “El Tribunal eclesiástico...”, p. 146. 4 La supresión de estas tres colegiatas y su anexión en una única en Aguilar de Campoo no estuvo exenta de dificultades y de resistencias por parte de los Cabildos suprimidos, que veían cómo su otrora esplendor se podría ver reducido al mantenimiento de tres únicas prebendas en cada una de ellas y la imposibilidad de aumentarlas por haber sido anexadas del mismo modo las Mesas Capitulares que proveían de rentas a dichos Cabildos. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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dar lustre y esplendor a la villa capital de sus estados señoriales, además de dignificar el culto divino ya que las colegiatas suprimidas se encontraban, según su parecer, “en tierra áspera y pueblos de corto vecindario, lo que movía a sus abades a residir fuera de allí” con la consiguiente desatención de los oficios divinos5. Aguilar, en cambio, ofrecía un templo de grandes dimensiones, un crecido número de vecinos y otro muy decente de eclesiásticos con el que formar un buen Cabildo Colegial6. De todos modos y fuera por la razón que fuese, lo cierto es que desde 1541 la Colegiata de Aguilar quedó plenamente conformada, dando inicio a una institución que sobreviviría hasta el Concordato de 1851 el cual, en la práctica, supuso la casi total desaparición en territorio español de estas “catedrales de segundo orden”, como fueron definidas por Ofelia Rey y Baudilio Barreiro7. Obviamente, el marqués de Aguilar de Campoo y sus sucesores continuaron manteniendo entre sus múltiples y variadas prerrogativas, el patronato sobre la Colegiata de San Miguel, con el derecho de presentación de las cuatro dignidades con que contó la institución, que fueron abad, maestrescuela, chantre y arcipreste. De todas ellas fue el abad la figura más relevante y el detentador de la autoridad suprema dentro del Cabildo. Se le permitió usar mitra, báculo y demás pontificales, roquete como a los obispos, teniendo potestad para dar la bendición solemne, ordenar de menores a los vecinos de la villa de Aguilar, efectuar provisiones de canonjías previo examen a los patrimoniales de dicha villa y Colegial, visitar por su persona la Abadía8, etc. Además, a todo esto habría que incluir las potestades judiciales que le otorgaron tanto la Bula de erección como las Reglas y Estatutos que se otorgaron a la Colegiata en 1554 por mediación de la marquesa doña Ana de Aragón, mujer de don Luis Fernández Manrique, marqués de Aguilar y ausente por encontrarse en Inglaterra con el entonces príncipe Felipe de Habsburgo9. 5 HUIDOBRO SERNA, L. Breve Historia de la muy noble villa de Aguilar de Campoo. Palencia, PITTM, 1980, p. 130. 6 HUIDOBRO SERNA, L. Breve Historia... p. 130. 7 BARREIRO MALLÓN, B.; REY CASTELAO, O. “«Catedrales de segundo orden». Las Colegiatas de Galicia en la Edad Moderna”. Semata: Ciencias sociais e humanidades, 15, 2004, pp. 281-316. 8 HUIDOBRO SERNA, L. Breve Historia... p. 129. 9 Archivo Parroquial de San Miguel de Aguilar de Campoo (APSMAC), Reglas y Estatutos 790
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Estas competencias en materia judicial fueron tan grandes que, en palabras de Luciano Huidobro, “llegaron a mortificar al obispo de Burgos, cardenal don Juan de Toledo”10 y, en realidad supusieron un problema continuo y una afrenta a la jurisdicción del prelado burgalés como ordinario de su diócesis. La contienda entre los abades y los diferentes prelados, ya fueran obispos o, después de 1574, arzobispos de Burgos, se extendió en el tiempo y provocó largos procesos en los que se fueron delimitando las competencias de una y otra autoridad. Las continuas quejas y demandas provenientes del Arzobispado de Burgos hicieron que en un primer momento se redujeran las prerrogativas propias que se habían diseñado para el abad de Aguilar. Así, en tiempos aún del primer abad, don Sebastián de la Pinta, se llegó a un acuerdo entre el Arzobispo y el marqués de Aguilar como patrono de la Colegial por el que se delimitaban los poderes abaciales a la primera instancia en todas las causas civiles, menos las matrimoniales y decimales, y a las criminales, excepto en las que hubiera muerte o mutilación de miembro11. Sin embargo, los sucesivos abades, generalmente arropados por los miembros del Cabildo, continuaron luchando por aumentar de forma continua sus atribuciones, utilizando, como se podrá ver más adelante, el conocimiento del abad en causas criminales, generalmente en las que intervenía de forma violenta alguno de los prebendados u oficiales de la Colegiata. Son estas competencias, su aplicación y puesta en práctica las que fueron configurando la Audiencia Abacial de la Colegiata de Aguilar, con una estructura similar a la Audiencia Arzobispal de Burgos y, por ende, a la de la propia sede pontificia, que sirvió de ejemplo y modelo para toda la Cristiandad. Una Audiencia Abacial que contó con todos los elementos propios de sus homólogas diocesanas, aunque con un número más reducido de miembros y unas dimensiones jurisdiccionales más modestas.
de la Colegiata de San Miguel (RE), f. 2. 10 HUIDOBRO SERNA, L. Breve Historia... p. 128. 11 APSMAC, Pleitos I, doc. 4. Se denomina jurisdicción baja o mixto imperio. A la jurisdicción del mero imperio se le atribuye un grado de jurisdicción mayor, pudiendo aplicar penas corporales e incluso la pena capital. Al mixto imperio, por el contrario, se le atribuye una jurisdicción menor, que no incluye la aplicación de estas penas, tampoco su juicio, en aquellos casos en que hubiera efusión de sangre, etc. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Como ya se ha dicho, el abad de Aguilar era la máxima autoridad dentro del Cabildo y la cabeza de la Audiencia con una jurisdicción emanada e inmediata a Su Santidad el papa y, claro está, también del nombramiento del patrono de la propia institución. Con tales prerrogativas, y del mismo modo que hicieron los obispos en sus ámbitos de poder, el abad, en su intención de ejercer la jurisdicción que le correspondía de la forma más eficaz posible, se rodeó de una serie de personajes que dieron forma y sentido a la propia Audiencia. El primero y más importante de todos ellos fue el Provisor que, de forma más infrecuente, fue denominado también como Vicario General12. Este provisor se situaba junto con el abad a la cabeza de la Audiencia, como juez eclesiástico en quien se delega la autoridad “para la determinación de los pleitos y causas pertenecientes a su fuero”13. Al igual que en las Audiencias episcopales, en Aguilar el provisor actuaba con la potestad propia del abad y era la misma figura jurídica que este, quien no podía reformar en ningún caso sus autos o sentencias, pues estaban provistas como si hubieran sido emanadas de su propia persona14. Esto hacía que el cargo de provisor fuese un empleo más que codiciado, que solía recaer en personas de la máxima confianza de aquellos que le nombraban15. En el caso de la Colegiata de Aguilar el abad no podía tener más de un provisor, al cual no le estaba permitido nombrar un teniente en caso de ausencia. Sus prerrogativas eran enormes, aun en presencia del abad, cuando podía ejercer las mismas competencias que éste salvo las causas criminales contra algún prebendado16. Así, el poder real de esta figura no fue menor que el de los provisores de las Audiencias episcopales, aunque se le pusieran diferentes cortapisas en el apartado más ceremonial, impidiéndole obtener un lugar de preeminencia por el mero cargo de provisor más allá de la prebenda de la que disfrutare por oposición17 e impidiéndole entrar en el Cabildo en caso de que no fuese beneficiado de la Colegiata18. 12 PÉREZ-PRENDES y MUÑOZ DE ARRACO, J. M. “El Tribunal eclesiástico...”, p. 164. 13 CABEZA RODRÍGUEZ, A. “Estudio del clero diocesano en el Antiguo Régimen a través de los fondos documentales de las Audiencias Episcopales”. Investigaciones históricas: Época moderna y contemporánea, 11, 1991, p. 41. 14 PRADA SANTAMARÍA, A. “Razones para la reforma de la audiencia episcopal pamplonesa a principios del siglo XVII. Parte del clero contra el obispo Mateo de Burgos”. Príncipe de Viana, 68 (242), 2007, p. 950. 15 CABEZA RODRÍGUEZ, A. “Estudio del clero...”, p. 41. 16 APSMAC, RE, Regla 30, f. 37r. 17 APSMAC, RE, Regla 28, f. 36r. 18 APSMAC, RE, Regla 29, f. 36. 792
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Esta autoridad descrita del provisor se veía aumentada en gran medida en periodos de ausencia del Abad19, ya que era la máxima autoridad judicial de la institución pese a que era el Presidente del Cabildo, como canónigo más antiguo, el que quedaba estatutariamente al frente del gobierno del Coro y Cabildo20, un hecho que dio motivos a fricciones entre las dos figuras de poder. Para ayudar en sus funciones al abad y al provisor se estableció la presencia de toda una serie de oficiales, colaboradores en las tareas de administración de justicia, y todos ellos nombrados por el propio superior del Cabildo. Entre todos ellos destacaban los escribanos o notarios apostólicos, dadores de fe en cualquier escritura, causa, proceso o sentencia que a bien tuvieran efectuar las autoridades judiciales competentes en cada caso. Su título de apostólicos era expedido o por el Colegio de Protonotarios en Roma, o por la propia Nunciatura de los reinos hispanos, algo que les facultaba para ejercer como fedatarios en competencia con los notarios mayores21. Otra de las figuras de la Audiencia fue el fiscal o promotor fiscal, generalmente nombrado por el abad, o provisor en su caso, entre algunos de los beneficiados del Cabildo, preferiblemente aquellos que estaban en posesión de una canonjía. Siempre había de ser un miembro del estado eclesiástico, incidiéndose mucho en lo necesario de la idoneidad de la persona elegida. Su función, como los fiscales de los Tribunales de la Justicia Real Ordinaria fue la de defender los intereses del Cabildo o de sus miembros y efectuar las acusaciones hacia los reos que hubieran cometido cualquier delito. Los procuradores o procuradores del número eran aquellos que en virtud del poder que les otorgaba algunas de las partes, la defendían “en algún pleito o causa, haciendo las peticiones y demás diligencias necesarias al logro de su pretensión”22. En lugares como Oviedo trabajaban en las dos Audiencias, la eclesiástica y la civil, unos veinte procuradores, de los que ocho lo hacían en la curia eclesiástica23. En la Audiencia de la diócesis palentina, 19 APSMAC, RE, Regla 54, 55 y 56, ff. 51-53. 20 APSMAC, RE, Regla 22, f. 34r. 21 CABEZA RODRÍGUEZ, A. “Estudio del clero...”, p. 42. 22 Definición de “procurador” en el Diccionario de Autoridades. 23 GARCÍA SÁNCHEZ, J. “Los procuradores de la Audiencia eclesiástica de Oviedo y la Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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por ejemplo, procesos como las provisiones de canonjías movilizaban un elevado número de opositores, y cada uno de ellos debería nombrar a su procurador en el proceso24. En el caso de la Audiencia de Aguilar no ha sido posible hallar una regla que determine el número concreto, pero gracias a la multitud de casos analizados parece que no solían actuar más de cuatro de forma simultánea, lo que suponía que en casos como los expresados anteriormente y ante una canonjía vacante un procurador tuviera que serlo de varios candidatos al mismo tiempo. Por último, entre las figuras más relevantes de la Audiencia estaba el alguacil, denominado en Aguilar “Alguacil de Corona” o “Alguacil Mayor de Corona”25, un ministro a quien no le faltaba la vara de justicia como elemento distintivo de su función y cuya facultad principal fue la de prender a los acusados por el juez competente, llevar a cabo registros, embargos de bienes, etc. Sin embargo, y ya fuera de la estructura y composición interna de la Audiencia estaba una figura a la que el Juez eclesiástico podía pedir auxilio en casos determinados. Es el asesor, y en el caso de Aguilar generalmente lo fue el Corregidor de la villa26 o algunos de sus oficiales delegados27. Nombrado por el abad, esta realidad demostraba la existencia de una cierta colaboración entre justicias y poderes. 3. Los sujetos a la autoridad y jurisdicción de la audiencia abacial Tanto la Bula de erección como las Reglas y Estatutos de la Colegiata de San Miguel Arcángel de Aguilar de Campoo dejan claro cuál debía ser la composición del Cabildo Colegial y entre quiénes se habían de repartir las rentas y beneficios propios de la Mesa Capitular. Había, por lo tanto, cuatro dignidades que eran las ya mencionadas y nombradas por el marqués de Aguilar, el abad, maestrescuela, chantre y arcipreste, además de diez canónigos y ocho racioneros, entendiendo a todos estos como los beneficiados titulares de dicha Iglesia. Luego, entre el personal de la Colegiata, y regulado de igual modo, estarían un cantor, un organista, un sacristán, cuatro mozos de coro expedición de despachos en el siglo XVIII”. Boletín del Real Instituto de Estudios Asturianos, 154, 1999, p. 125. 24 FRANCIA LORENZO, S. Apuntes para el estudio de la vida cotidiana en Palencia. Cartas a los oficiales de la Audiencia Episcopal (1600-1650). Palencia, ITTM, 1996, p. 27. 25 APSMAC, Pleitos III, doc. 61, f. 33v. 26 APSMAC, Pleitos III, doc. 61, f. 6v. 27 APSMAC, Pleitos III, doc. 53, f. 13r. 794
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y un campanero28. Todos ellos quedaban bajo la protección y jurisdicción de la Audiencia de Aguilar en primera instancia, incluso aquellos que como el campanero, el organista o los miembros cantores del Cabildo no tenían por qué estar ordenados, es decir, no tenían por qué ser miembros del estamento eclesiástico. Además, la potestad abacial para conocer sobre sus súbditos inmediatos les alcanzaba allá donde estuvieren, “en qualquier parte aunque sea fuera de esta dicha uilla e sus términos conforme a la bulla de Su Santidad y estar en tal costunbre”29. Sin embargo, la autoridad del abad no terminaba en los miembros del Cabildo que presidía, ya que debería rendir cuentas ante su persona cualquier otro eclesiástico, del orden que fuese, que residiera en la villa de Aguilar, aunque no tuviera un beneficio en ella, ni fuera miembro o beneficiado de la Colegiata30. 4. Utilización de la violencia como delimitador de competencias En este apartado hay que analizar y comprender dos realidades bien diferenciadas. En primer lugar la utilización que de la violencia hicieron el abad y el Cabildo para afianzar su posición, privilegios y prerrogativas judiciales frente a elementos externos a su propia institución, principalmente el Arzobispado de Burgos; y, en segundo lugar, el empleo de la violencia como último recurso para controlar posibles movimientos de oposición interna o desacato a la autoridad del abad o del provisor como jueces eclesiásticos. Como ya se ha dicho con anterioridad, la delimitación de las competencias entre el abad y el prelado metropolitano de Burgos fue una dura batalla que comenzó a fraguarse desde el mismo inicio de la erección de la Colegiata y que se mantuvo en plena vigencia hasta bien entrado el siglo XVII. Todas las armas a su alcance, desde la amenaza a la condena a prisión fueron utilizadas por ambas partes para conseguir sus objetivos. Uno de los medios más utilizados fueron los Tribunales, en esa sociedad de pleiteantes que fue la Castilla de la Edad Moderna31, especialmente en aquellos pleitos que por sus características fueran motivo de fricción. Dentro de estos, los más destacados fueron los procesos o causas criminales, 28 APSMAC, Reglas y Estatutos de la Colegiata de San Miguel, Regla 74, f. 64v. 29 APSMAC, Pleitos I, doc. 11, s. f. 30 APSMAC, Pleitos II, doc. 48. 31 KAGAN, R. L. Pleitos y pleiteantes en Castilla, 1500-1700. Valladolid, Junta de Castilla y León, Consejería de Cultura y Turismo, 1991. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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especialmente aquellas en que se produjo efusión de sangre, mutilación de miembro o muerte, causas que, al menos en teoría y siempre por deseo de la autoridad diocesana, escapaban del control y del conocimiento de los abades de Aguilar. El primer ejemplo que se trae a colación, sobre todo por su importancia en la resolución final, data de los años 1651-1652, cuando había transcurrido más de un siglo desde la fundación de la Colegiata. En este caso, lo que sucede es la trasformación de un pleito por la muerte de un canónigo, presuntamente a manos de otro, en una lucha denodada por esclarecer a quien correspondía el conocimiento de las causas criminales en su totalidad. Por lo tanto, un pleito criminal termina por dar lugar a un conflicto de competencias32. Los hechos en cuestión se remontan al 15 de agosto de 1645 con la muerte del canónigo Juan de Llantarón y el apresamiento, tras denuncia de parte, del también canónigo Pedro de Terán33. La sentencia exculpatoria por parte del abad hizo que el padre del fallecido apelara en segunda instancia, prerrogativa nunca disputada ni discutida por la autoridad abacial de Aguilar, ante el Provisorato de Burgos, lo que hizo comenzar la batalla legal, ya que el Arzobispado se perfilaba como la única instancia con capacidad de conocer este tipo de sucesos. La defensa del Cabildo Colegial de Aguilar se mostró fuerte, pues demostró cómo desde tiempo inmemorial había entendido en la totalidad de las causas criminales, como en los procesos por la mutilación de dedos al Canónigo Buelna o la participación en la muerte de Gregorio de Salgabrida por parte del cantor de la Colegial Isidro Rodríguez34. En todos esos casos parece existir, si no tolerancia, al menos no una oposición frontal por parte del prelado metropolitano. La eficaz defensa del Cabildo de Aguilar, la Bula de erección como prueba y una jurisprudencia que estaba de su parte hicieron que el 11 de diciembre de 1652 el Nuncio de Su Santidad en Madrid, don Gulio Rospigliosi35, definiera de forma precisa cuáles eran las competencias de la Colegiata de Aguilar, en la que su abad y provisor podrían entender “de causas civiles, criminales de cualquier género y beneficiales de las personas prebendados y ministros de la Iglesia Colegial”36. 32 APSMAC, Pleitos II, doc. 26. 33 APSMAC, Pleitos II, doc. 26-3. 34 APSMAC, Pleitos II, doc. 26-3. 35 Entre 1667 y 1669 sería papa de la Iglesia romana con el nombre de Clemente IX. 36 APSMAC, Pleitos II, doc. 26-bis. 796
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Una vez delimitadas las competencias se hizo preciso conocer el área jurisdiccional de dicho abad. Como ya se ha dicho, el abad tenía competencias teóricas sobre sus subalternos allá donde estuvieran y sobre cualquier eclesiástico que viviera en la villa de Aguilar, fuera prebendado de la Colegial o no. Sin embargo, el arzobispo de Burgos siempre intentó conocer en este tipo de causas y obstaculizar así el poder de la Audiencia Abacial. Pleitos como los habidos en el Honor de Sedano por la agresión del canónigo Juan de Castañeda a una mujer en el lugar de Valdelateja37, o la pendencia entre el canónigo Juan de Salceda y el cantor Andrés de Salceda con ciertos frailes del monasterio de Santa María la Real de Aguilar en el santuario de Nuestra Señora de Llano a inicios del siglo XVII 38, vinieron a dar luz a estas cuestiones. En el primer caso, incluso, el arzobispo llegó a ordenar la prisión del canónigo en la Cárcel eclesiástica de Burgos, algo que tuvo corta duración ante la reclamación llevada a cabo por el Abad y Cabildo de San Miguel39. En ambos casos las sentencias ratificaron los derechos jurisdiccionales del abad de Aguilar quien pudo actuar con mayor seguridad frente a otras jurisdicciones eclesiásticas. Más fácil lo tuvo contra los poderes civiles de la sociedad, pues el fuero, los tribunales privativos y armas netamente eclesiásticas como la excomunión actuaban de forma poderosa en su favor. Así al menos lo entendió en 1616 el abad, don Fernando Jiménez cuando ante la causa comenzada por Matías Fernández, juez ejecutor nombrado por la Real Chancillería de Valladolid, contra el campanero Juan de Bedoya, decidió salir en defensa de su aforado con amenazas de “excomunión mayor trina canónica”. El 9 de diciembre del mismo año, Matías Fernández se inhibió del conocimiento de la causa por “el temor de las censuras y obediencia que se debe a la Santa Madre Iglesia”40. Una amenaza que también surtía sus efectos en las causas civiles en las que por insignificante que fueran los casos se pretendía favorecer a los beneficiados de la Colegial41. 37 APSMAC, Pleitos II, doc. 45. 38 APSMAC, Pleitos II doc. 48. 39 APSMAC, Pleitos I, doc. 11-bis. 40 APSMAC, Pleitos I, doc. 15. 41 APSMAC, Pleitos III, doc. 55. Notificación a un arrendatario de la Colegiata en 1723 para que efectuase los pagos que le correspondían bajo pena de excomunión mayor. Esta es un arma que demuestra una demoledora eficacia. Sin embargo, algunos autores consideran que la excomunión se utilizó tanto por los tribunales eclesiásticos que llegó a perder su eficacia durante la Edad Moderna, considerándose más una cuestión burocrática de dichos tribunales que otra cosa: “La evolución de la excomunión fue clara, hasta el punto de que se puede hablar de una progresiva “judicialización” de esta censura, que se convirtió en Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Ahora bien, esta defensa de la institución sostenida por las autoridades judiciales de la Colegiata no se mantenía en casos de menoscabo de sus propios poderes. El abad y su provisor defendieron sus prerrogativas frente al propio personal de la Colegiata con el mismo ahínco que en otras ocasiones lo hicieron contra poderes externos, unas veces para imponer disciplina, otras simplemente por afianzas su autoridad. Una de estas situaciones generó en una queja firmada por varios miembros del Cabildo en 1720, y enviada a la Real Chancillería de Valladolid, en la que explicaban los abusos de poder del abad, que excedían en mucho la jurisdicción de dicha dignidad y atentaba contra las Reglas y Estatutos de la institución42. Es por eso que piden un esclarecimiento en el proceder que se debía seguir para conocer y solventar los delitos claustrales. Un caso más extremo es el que aconteció en 1659 cuando en ausencia del abad, el provisor desplegó unos poderes casi omnímodos en todo lo concerniente a justicia dentro de la Colegiata, actuando como verdadero alter ego del abad. Hasta tal punto se llegó en este caso, que ante un intento de insubordinación del Cabildo por las decisiones arbitrarias tomadas por el provisor, éste, llamado don Toribio Rodríguez de Cosío, recurrió al brazo seglar y pidió ayuda al corregidor de la villa de Aguilar y al alcalde mayor y de apelaciones de los estados del marqués de Aguilar. Ellos, junto con otros oficiales, escribanos, contadores y alguaciles acudieron al templo y de forma violenta golpearon e intentaron apresar, entre otros, al presidente del Cabildo, al arcipreste de la Colegiata que en ese momento estaba preparado para la misa mayor y a algunos otros canónigos, atropellando la inmunidad y privilegios de la Iglesia, sus estatutos y sus fueros43. Magulladuras, golpes, vestiduras rasgadas, empujones, amenazas con espadas e incluso encarcelaciones fue el legado de esta temeraria actuación que pretendía un afianzamiento de posición y que lo único que consiguió fue el posicionamiento más firme aún del Cabildo contra su provisor y el inicio de un proceso judicial.
un engranaje clave de los procedimientos contenciosos, de forma que quedó a un lado su condición de maldición. Esto no impidió, en todo caso, que desapareciesen ciertas irregularidades en su uso. Se puede afirmar, y en ello inciden tanto las fuentes del periodo bajomedieval como los sínodos de la Edad Moderna, que adquirió un cierto carácter “trivial” puesto que se abusó de su empleo”, en RICO CALLADO, F. L. La documentación judicial eclesiástica en la Edad Moderna. Estudio diplomático de los fondos diocesanos. Cáceres, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura, 2014, p. 69. 42 APSMAC, Pleitos III, doc. 54. 43 APSMAC, Pleitos II, doc. 28. 798
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5. Tratamiento de las violencias Uno de los apartados fundamentales de este trabajo será el de ver cómo el tratamiento dado a los miembros de estado eclesiástico por sus tribunales fue diferente al dado por la Justicia Real Ordinaria en los suyos e, incluso, cómo el tratamiento dispensado por los jueces eclesiásticos variaba en función de los actores de un determinado acto, violento o no. Así pues, del mismo modo que los eclesiásticos tuvieron sus Tribunales propios también tuvieron sus cárceles privativas y sus procedimientos procesales y probatorios. El fuero definía los Tribunales y delimitaba las competencias. De este modo, un clérigo que cometiese un acto delictivo solía librarse de la cárcel, especialmente si a su estatus religioso se le unía otro social como el de la hidalguía. Claro está que los clérigos de extracción social menor tuvieron más complicado librarse de esta prisión44. Con todo, los capitulares de la Colegiata de Aguilar quedaron salvaguardados, independientemente de su origen familiar, de determinados procedimientos que en la justicia ordinaria hubieran sido considerados como normales. Ante un delito, salvo aquellos considerados de una extremada gravedad, únicamente podía señalárseles como prisión sus propias casas45. Hubo casos en que la levedad de la causa permitía que se considerase como prisión la villa o ciudad, incluso con sus arrabales, o aún estando en su propia casa se le permitiera salir a la celebración de los divinos oficios. Solo en situaciones más delicadas hay constancia de cómo se ordenó la prisión en la casa del abad o del provisor, y ya más raramente se decidió enviarles a la cárcel eclesiástica. En el caso de Aguilar existieron dos espacios considerados de tal modo, uno más llevadero conocido como las Casas del Cabildo46 y otro situado en la torre campanario de la Iglesia, este sí, entendido como de extremo rigor y dureza. El procurador del canónigo don Antonio Iglesias, preso en la Torre, definió la prisión como un lugar “asqueroso, cruel y riguroso”, indecente para el estado del canónigo. Solo fue trasladado a las Casas del Cabildo cuando un médico certificó que su estancia prolongada allí estaba poniendo en peligro la propia vida del religioso47. 44 CANDAU CHACÓN, M. L. “La justicia eclesiástica en la Edad Moderna”. Andalucía en la historia, 41, 2013, p. 29. 45 APSMAC, Reglas y Estatutos de la Colegiata de San Miguel, Regla 56, f. 53r. 46 Aun así aquellos que se vieron obligados a esta reclusión la consideraron como rigurosa. Tal es el caso del licenciado Don Alejandro Gutiérrez del Olmo, preso por agredir y hacer malos tratamientos a la joven María González de Cordabiás en 1720. Es por eso que pide que le remuevan a su propia casa. APSMAC, Pleitos III, doc. 53, f. 12r. 47 APSMAC, Pleitos III, 69, f. 13r. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Hay que decir, no obstante, que estas rigurosidades no fueron lo común, que la prisión preventiva debía estar muy bien fundamentada para poder llevarse a cabo, que no se podría publicitar la noticia del encarcelamiento en el caso de que se produjera y que en ningún caso se podría llegar a la tortura como medio para obtener una confesión48. Estas realidades llegaron a establecer una idea de paternalismo, proteccionismo e, incluso, de una cierta bondad, entendiendo como justicia blanda la de los Tribunales eclesiásticos frente a los civiles o reales49. Algunos autores, en cambio, han entendido que en realidad, lo que se estaba evitando era “transferir a sus reos aforados a la acción, cognoscible ante todos, de la jurisdicción regia”50. Sin embargo, es necesario señalar que determinados delitos, como las agresiones contra la vida humana, fueron objeto más tardío del Derecho canónico, pero que podría llegar a suponer la pérdida del aforamiento, la excomunión o la entrega a la jurisdicción seglar. Según José Manuel PérezPrendes, las aportaciones en este sentido de Inocencio IV fueron de vital importancia para la historia del tratamiento legal de la violencia, al condenar “sin matices y sin admitir preguntarse por los motivos, cualquier forma directa o indirecta, pero consciente y querida de agresión contra seres humanos sorprendidos e indefensos”51. 5.1 Violencias cometidas de un canónigo a un seglar Cuando los actos violentos fueron cometidos por parte de un canónigo de la Colegial hacia un seglar, lo común era que el proceso se iniciase mediante una denuncia de parte ante la Justicia ordinaria de la villa. Sin embargo, el fuero ejercía de cortafuegos y el abad tenía la potestad de reclamar el conocimiento de la causa en su propia Audiencia. Este tipo de sucesos provocaban fricciones entre las distintas jurisdicciones de los reinos, especialmente donde algunos jerarcas de la Iglesia no actuaban solo como un pastor investido de tareas espirituales, sino que hacían gala de ciertas responsabilidades temporales52. 48 PRADA SANTAMARÍA, A. “Razones para la reforma... p. 958. 49 GOTI ORDEÑANA, J.; ÁLVAREZ ENCINAS, C. J. “Administración de justicia y paternalismo en el proceso canónico”. En Aznar Gil, F. R. (ed.). La administración de la justicia eclesiástica en España. Jornadas celebradas en Salamanca, 5 y 6 de febrero de 2001, Salamanca, Universidad Pontificia, 2001, pp. 244. 50 PÉREZ-PRENDES y MUÑOZ DE ARRACO, J. M. “El Tribunal eclesiástico...” p. 153. 51 PÉREZ-PRENDES y MUÑOZ DE ARRACO, J. M. “El Tribunal eclesiástico...” p. 152. 52 SÁNCHEZ GONZÁLEZ, R. “Justicia eclesiástica en Extremadura”. En Pérez Álvarez, M. J.; Martín García, A. (coords.). Campo y campesinos en la España Moderna: culturas políticas en 800
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En algunos casos el fuero era lo suficientemente disuasorio incluso para que las partes se sintieran desprotegidas e intentasen que no se efectuasen los procesos correspondientes. Así sucedió, por ejemplo, cuando en 1764 llegó a oídos del corregidor que un vecino de Aguilar estaba herido en cama por una riña que había tenido53. Actuando de oficio, acudió a su casa donde el herido, José Gutiérrez, no quiso dar detalles precisos en su declaración sobre el atacante. Únicamente dijo que era “independiente de la Justicia Real”54. El corregidor, sin embargo, fue capaz de saber que el dicho agresor había sido don José Gregorio Marín, canónigo de la Colegial y persona privilegiada que estaba sujeta a la justicia del abad. En este caso, el encubrimiento del delito es manifiesto, siendo el provisor, don Andrés Caballero, capaz de cambiar lo que habría sido una causa criminal por una civil, es decir, haciendo al herido declarar que con el canónigo solo había habido una leve discusión, mientras que los daños se los había producido otra persona sin llegar a especificar quien55. Esta forma de actuación, de protección de los privilegios de los miembros capitulares fue una constante en la Audiencia de Aguilar en este tipo de procesos, incluso en aquellos que por su gravedad les obligó a tomar ciertas precauciones como la prisión en las Casas del Cabildo o la Torre. Así, por ejemplo, en 1603 el canónigo Juan de Castañeda, en ese momento actuando como presbítero en el lugar de Valdelateja, en la jurisdicción del Honor de Sedano, acometió con un palo herrado –según él porque le enojaron unas palabras que dijo– contra Casilda de Cascajar y le dio Muchos golpes y palos en su cuerpo y cabeza y la rompió cuero y carne y la salió mucha sangre de las dichas heridas y la quebró el casco de la cabeza de las cuales cayó medio muerta y desmayada en el suelo56.
Pese a lo aparatoso de la situación y aunque se le tuvo preso en las Casas del Cabildo, lo cierto es que la sentencia fue leve y poco reparadora. El abad le condenó a ocho días adicionales de prisión y 1.000 maravedís el mundo hispano, vol. 2. León, FEHM, 2012, p. 610. 53 APSMAC, Pleitos III, doc. 66. 54 APSMAC, Pleitos III, doc. 66, f. 1v. 55 APSMAC, Pleitos III, doc. 66 f. 4r. 56 APSMAC, Pleitos I, doc. 11, s.f. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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de multa, que revertían en su mayor parte en la propia institución, pues lo dividió por tercios, siendo uno para la Cámara de la Audiencia, otro para la fábrica de la Colegial y otro para los gastos de justicia. Otro ejemplo es el acaecido en 1720 en la propia villa de Aguilar cuando el canónigo don Alejandro Fernández del Olmo hizo malos tratamientos a María González de Cordabiás, cuando venía de coger agua del río. Le acometió con golpes, bofetadas e insultos, y se defendió alegando su derecho por ser la dicha joven una mujer escandalosa. Parecía que la sentencia iría por el mismo cauce que la anterior hasta que el canónigo decidió incumplir la prisión que en las Casas del Cabildo le tenían prescrita. Es ante esta desobediencia cuando el discurso del proceso cambia radicalmente, se le acusa de poco temor a Dios y de la falta de decencia que su estado requería. El provisor, por su parte, le amenazó con un castigo de más rigor “debido a su estado y calidad”57. Entendieron su actuación, la infracción de la prisión en vez de la agresión, como un menosprecio a la justicia administrada por la Audiencia. En ambos casos el pleito no terminó en esta primera instancia, sino que fue apelado por las mujeres agredidas para una revisión judicial en la autoridad competente del Provisorato de Burgos. Quizás esa actitud protectora de la Audiencia Abacial de Aguilar con sus beneficiados no fuera la decisión más acertada, máxime sabiendo que una segunda instancia podría suponer un castigo mayor o, al menos, no tan benevolente con los miembros de un Cabildo que en lo jurisdiccional tantos problemas causó al Arzobispado de Burgos. 5.2 Violencias cometidas de un canónigo a otro aforado Es necesario comprender la violencia como una forma más de relación entre las personas de la Edad Moderna. Por lo tanto, analizar los actos violentos ejercidos entre miembros de una misma comunidad puede hacernos entender las relaciones internas y la convivencia dentro de una institución, una rica realidad que un estudio meramente institucional no puede aportar y que ofrece una historia social del delito en una sociedad, como ya se ha dicho, de jurisdicciones privativas. Este conocimiento de las violencias internas, las rivalidades, odios y querencias se muestran en los pleitos criminales, en ocasiones, con toda la crudeza. 57 APSMAC, Pleitos, III, doc. 53, 14r. 802
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Por desgracia, de muchos de los casos de violencia interna, en los que se llegó incluso a la muerte de algunos de los miembros capitulares, la mutilación de miembros o malos tratamientos, solo se tiene noticia de forma indirecta a través de las probanzas que se entregaron a las autoridades judiciales en las luchas denodadas por las competencias eclesiásticas. Así, se intentaba demostrar la existencia de causas criminales juzgadas en primera instancia por el abad. Algunos de estos pleitos, como la pendencia habida entre Juan de Vergaño y Diego de Montuenga, canónigos de la Colegial, con el cura de Castrecías y otras personas en el término comunero de Valoria de Aguilar, Villaescusa de las Torres y Mave, se perdieron en el incendio de la casa del escribano de la Audiencia, Pedro Gómez Cantoral58. Esto nos impide conocer en último término el proceso completo y la resolución del mismo. Sin embargo, de otros sí que se tiene una constancia más fehaciente. Uno de los casos más extremos es el de la muerte del canónigo Juan de Llantarón el 15 de agosto de 1645, presuntamente a manos del también canónigo Pedro de Terán. La causa iniciada por el abad de la Colegial en su contra terminó con una sentencia favorable a sus intereses, con la absolución después de demostrar, al menos para la autoridad judicial, su inocencia en 28 de abril de 1646. Sin embargo, el padre del fallecido no aceptó la sentencia y recurrió, en un proceso que por las desviaciones judiciales explicadas anteriormente, se retrasó hasta 1651 cuando se aceptó la petición en el provisorato de Burgos59. En este caso no se observó la máxima de estos Tribunales que entendían como principio básico la celeridad en los procesos, ya que “se tenía el convencimiento de que la justicia diferida deja de ser verdadera justicia o se convierte en injusticia”60. En 1753, se produjo un suceso en el que la autoridad judicial de la Audiencia se vio menoscabada. El provisor don José Gregorio Marín acometió contra el canónigo don José Ibáñez, dejándole herido y en cama, con múltiples contusiones en la cara y la cabeza. Esta situación obligó al abad, don Alonso Ramírez Calderón, a tomar las riendas de la Audiencia y dejar las continuas delegaciones que de sus funciones hizo en su provisor, ordenando que este fuera detenido y encarcelado en su domicilio61. La causa se comenzó de oficio por orden del abad, quien ante la problemática que 58 APSMAC, Pleitos I, doc. 11. 59 APSMAC, Pleitos II, doc. 26-3. 60 FRANCIA LORENZO, S. Apuntes para el estudio..., p. 27. 61 APSMAC, Pleitos III, doc. 61. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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suponía un caso de este tipo nombró por asesor al corregidor de la villa. Aunque el abad se resistió en un principio, no pudo evitar enviar a la Torre al acusado, además de ordenar al alguacil de corona que efectuase el embargo de sus bienes, una situación complicada que amenazaba con quebrantar la paz de la comunidad eclesiástica de la villa de Aguilar. Por todo ello, la autoridad abacial se vio en la obligación de hacer uso del poder que emanaba de su posición y de su prestigio. A través de diferentes presiones consiguió que el canónigo Ibáñez se apartase del caso y retirase la denuncia, sacándole la promesa de que en adelante, tanto él como el provisor, vivirían como “hermanos compañeros y sacerdotes”62. Si en esta maniobra lo que se oculta es un trato de favor hacia el provisor Marín, no se puede asegurar, pues solo después de jurar reciprocidad en el trato hacia el canónigo Ibáñez le permitió salir de la Torre. Pero no siempre la violencia se produjo entre aforados de la misma institución, sino que hubo casos en que las disputas, las envidias, y el saberse sujetos a diferentes potestades dio lugar a conflictos entre canónigos de la Colegiata y otros eclesiásticos ajenos a ella. Es, por ejemplo, el caso de la pendencia habida en 1604 entre el canónigo Juan de Salceda y el cantor Andrés de Salceda con ciertos frailes del monasterio de Santa María la Real de Aguilar. Los sucesos se produjeron en la ermita de Nuestra Señora de Llano, en término del lugar de Frontada y supuso un choque de jurisdicciones63. El abad de la Colegiata luchó por entender en el caso, reclamando su autoridad sobre los que entendía sus súbditos. El pleito, sin embargo, cambió tanto hacia una lucha en materia jurisdiccional que se pierde de vista el motivo inicial y son pocos los datos concretos que se dan del caso. Con todo, y de la misma manera que sucedió en otras materias como fueron las preferencias, las procesiones o el culto, lo más seguro es que entrasen en funcionamiento los distintos mecanismos de hermandad emanados de las Concordias que existían entre los dos abades de Aguilar, el de la Colegiata y el del Monasterio, cada uno de ellos conscientes de su poder, pero también de sus límites, tanto jurisdiccionales como espirituales. 5.3 Violencias cometidas hacia un canónigo o miembro del Cabildo Este tipo de violencias no pueden ser analizadas desde la óptica de 62 APSMAC, Pleitos III, doc. 61, f. 41r. 63 APSMAC, Pleitos II, doc. 48. 804
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la Audiencia Abacial, pues esta no podía conocer en causas en las que el culpable era un seglar. En este mundo de jurisdicciones diferenciadas quien ostentaba la potestad de actuar en primera instancia era el Corregidor, como juez de la Audiencia civil de la villa de Aguilar. En los pocos casos que se han encontrado en los que un canónigo de la Colegial fuera agredido por un lego lo cierto es que se aprecia un desinterés bastante palpable del corregidor hacia el fuero que esgrimía el agredido. Quizás con estas situaciones se escenifique la rivalidad existente entre instituciones que comparten espacios y luchan por defender sus privilegios, pero lo cierto es que en ello hay también un evidente componente personal. Se observa claramente cómo el corregidor prefiere proteger a sus aliados, en un cuidado milimétrico hacia sus redes clientelares locales. Esto se puede apreciar en una causa abierta en 1679 contra un boticario de la villa de Aguilar llamado Baltasar González de Soto Bustamante64. Entre la multitud de causas por la que se le juzgaba había una que afectaba a un sacerdote de la Colegiata, Juan González Gutiérrez, al que agredió por dos veces en septiembre de 1677. Un día, y sin causa alguna que lo justificase, la emprendió a bofetadas contra el clérigo y, agarrándole de las vestiduras, le tiró a un arroyo. Al día siguiente, no contento con el escándalo cometido, cuando fue reprendido de sus actuaciones en la Iglesia durante los oficios de misa mayor le insultó y amenazó de muerte en público. Sus buenas relaciones con los poderes civiles de la villa de Aguilar y su elevada posición económica hicieron que la justicia no cumpliera con su deber de auxilio al eclesiástico, al menos, en un primer momento. Al final, y ante lo escandaloso del asunto, el Corregidor hubo de actuar, condenando al dicho Baltasar a pagar 1.000 maravedís, destinados a ayudar en los costes del retablo de la Santísima Concepción de la Colegiata65. Otro caso es el de las violencias que contra el canónigo don Gabriel Bullón Agüeros de Sobremonte cometieron Felipe y Juan González de Terán, en la plaza pública de la villa, enfrente del altar de Nuestra Señora de la Soledad, y con testigos presentes66. Armados y de noche, el 11 de enero de 1705, acometieron contra el canónigo, asiéndole del brazo, empujándole y amenazándole con una espada y una pistola, hasta el punto 64 Archivo de la Real Chancillería de Valladolid (ARCHV), Sala de lo Criminal, Caja 500, 4. 65 ARChV, Sala de lo Criminal, Caja 500, 4, f. 51. 66 ARCHV, Sala de lo Criminal, Caja 520, 5. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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de que si no hubieran intervenido varios vecinos le hubieran matado. Pese a lo escandaloso de la situación, el Teniente de Corregidor y el Alguacil se resistieron a apresarlos, y cuando la presión les hizo actuar, les llevaron a la Cárcel Pública de la villa, donde estuvieron más como huéspedes que como presos, sin estar en celda alguna. Ante tal falta de justicia, el canónigo, sabedor del poder y posición que tenían los agresores y de su amistad con el Teniente de Corregidor, a quien tenían “por odioso y sospechoso”, se vio en la obligación de apelar a los Tribunales Reales, en este caso a la Real Chancillería de Valladolid. Lo más curioso en ambos casos es la completa inhibición de la autoridad abacial de la Colegiata, la falta de presión que el abad, por su posición, hubiera podido ejercer, máxime, cuando una agresión contra alguien del estado eclesiástico, ya de por sí, era entendida como un agravante y castigada con rigor. 5.4 Otras violencias. El escándalo público juzgado como delito criminal Este es, quizás, el caso en que de una forma más inflexible actuó la Audiencia Abacial con uno de sus miembros, juzgando como delito criminal, sin tregua ni compasión alguna, lo que entendían como un atentado contra la decencia, la religión y la Iglesia. No hay violencia física, aunque sí que se entienden violentados los principios básicos del catolicismo. En este pleito iniciado de oficio en 1778 se acusaba al canónigo don Antonio Iglesias de tratos ilegítimos, incluso de barraganía, con su prima Gregoria Álvarez, a su vez hermana del también canónigo don José Álvarez67. Los castigos hacia su persona fueron variados, desde su envío a realizar ejercicios espirituales al Convento de Montes Claros, a la amonestación pública, pasando por el registro de su vivienda y, por último, terminando en prisión en las Casas del Cabildo. Se pide para él que se le declare por perjuro, que se le castigue con rigurosas penas porque consideraban como agravante su posición de cura párroco, que se le envíe a una celda en perpetua clausura donde limpie la ofensa cometida hacia su estado, etc.68. Ante la dureza empleada contra su persona, Antonio Iglesias decidió recurrir a la Audiencia diocesana de Burgos, justicia que en esta ocasión 67 APSMAC, Pleitos III, doc. 69. 68 APSMAC, Pleitos III, doc. 69-bis 3, f. 3v. 806
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se mostró mucho más ecuánime y conciliadora, ordenando que se le devolviesen sus bienes y que se le pagasen los emolumentos relativos a su posición que dejó de recibir durante el tiempo en que estuvo en prisión. Desde ese momento, además, la causa quedaría en manos de los oficiales de la Audiencia de Burgos69. 6. Conclusiones A lo largo de estas páginas se ha intentado mostrar no solo parte del funcionamiento de la Audiencia Abacial de la Colegiata de Aguilar de Campoo, sino también quiénes fueron las personas –entendidas como súbditos del abad– sometidas a su jurisdicción, su ámbito de actuación y el tratamiento jurídico y procesal que se daba en los casos de violencia, entendidos como pleitos criminales. Diferentes actores y similares consecuencias para unos canónigos que se solazaban en su conocimiento de saberse miembros privilegiados de la sociedad, protegidos tanto por su fuero jurídico como por su carácter sacro. Defensas civiles y eclesiásticas, tangibles e intangibles que redundaban en beneficio de su posición y de su poder, incidiendo así en esa manida idea de la blandura final de la justicia eclesiástica. Se ha analizado, desde esta óptica, la gestión que de la violencia hacía un colectivo de Antiguo Régimen, para el bien del conjunto de sus miembros unas veces, de la propia institución otras, o de sus grupos dominantes no en pocas ocasiones. Sin embargo, hay que decir que las fricciones existentes no siempre han dejado una constancia documental, un rastro escrito. Solo se pueden conocer aquellos casos que llegaron al extremo, cuando los mecanismos internos de control no fueron suficientes para canalizar el descontento y tuvieron que ser los Tribunales los que tomaran el protagonismo. De este modo, la mayor parte de esas rivalidades y violencias no terminarían ante un juez, sino que se regirían por la disciplina y corrección de conductas interna, en el propio seno del Cabildo. Como se ha podido observar, en algunos casos lo que se intenta es evitar el escándalo, llegando a un acuerdo positivo para las diferentes partes en los que, incluso, se presiona desde la dignidad abacial para que se 69 APSMAC, Pleitos III, doc. 69-bis 4, f. 7r. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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produzca una retirada de la denuncia que dio origen al caso en cuestión o, por el contrario, que nunca llegue a ponerse. Por último, también se ha podido apreciar la diferente relación existente entre las dos Audiencias de la villa de Aguilar, la civil y la eclesiástica. Pese a múltiples ejemplos de colaboración en materia judicial, la realidad privativa del fuero hizo que llegado el caso cada una de ellas mirase por sus propios intereses, fueran estos legítimos o no, conformes a derecho o no. Bibliografía Aznar Gil, Federico R. (ed.), La administración de la justicia eclesiástica en España. Jornadas celebradas en Salamanca, 5 y 6 de febrero de 2001. Salamanca, Universidad Pontificia, 2001. Barreriro Mallón, Baudilio; Rey Castelao, Ofelia, “«Catedrales de segundo orden». Las Colegiatas de Galicia en la Edad Moderna”, Semata: Ciencias sociais e humanidades, nº 15, 2004, pp. 281-316. Cabeza Rodríguez, Antonio, “Estudio del clero diocesano en el Antiguo Régimen a través de los fondos documentales de las Audiencias Episcopales”, Investigaciones históricas: Época moderna y contemporánea, 11, 1991, pp. 35-52. Candau Chacón, María Luisa, “La justicia eclesiástica en la Edad Moderna”, Andalucía en la historia, 41, 2013, pp. 26-31. Francia Lorenzo, Santiago, Apuntes para el estudio de la vida cotidiana en Palencia. Cartas a los oficiales de la Audiencia Episcopal (1600-1650). Palencia, ITTM, 1996. García Sánchez, Justo, “Los procuradores de la Audiencia eclesiástica de Oviedo y la expedición de despachos en el siglo XVIII”, Boletín del Real Instituto de Estudios Asturianos, 154, 1999, pp. 123-180. Goti Ordeñana, Juan; Álvarez Encinas, Carlos J., “Administración de justicia y paternalismo en el proceso canónico”. En Aznar Gil, Federico R. (ed.), La administración de la justicia eclesiástica en España. Jornadas celebradas en Salamanca, 5 y 6 de febrero de 2001, Salamanca, Universidad Pontificia, 2001, pp. 243-257. 808
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PROTECCIÓN FAMILIAR ANTE LA VIOLENCIA SEXUAL EN EL ANTIGUO RÉGIMEN: EL PAPEL DE LOS CURADORES ANTE LA VIOLACIÓN DE MENORES Family Protection Against Sexual Violence in the Ancien Régime: the Role of Guardians in Cases of Rape of Minors María Herranz Pinacho1 Universidad de Valladolid [email protected] Resumen: La violación era considerada uno de los delitos más graves en el Antiguo Régimen, tanto por los tribunales de justicia como por los coetáneos, siendo la minoría de edad de la víctima uno de los agravantes más determinantes. La protección del entorno familiar se observa como un disuasorio para los agresores, por lo que este trabajo se centra en analizar conjuntamente las formas legales de protección de menores huérfanas (tutela y curaduría) y la actuación de la justicia en casos de agresión sexual de las mismas. La principal fuente utilizada para el estudio son dos ejecutorias de finales del siglo XVI conservadas en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid. Palabras clave: curaduría, violación, estupro, familia, carta ejecutoria, Antiguo Régimen. Abstract: Rape was considered one of the most serious crimes in Ancient Régime, both to Court to contemporaries, being the underage of the victim a decisive aggravating circumstance. Family environment protections are noticed like a dissuasive to attackers. Therefore, this paper focus on analyze together legal framework for protection of orphan minors (with two ways of guardianship in Castilian law) and justice intervention in case of sexual assault of them. The main sources used in this study are two final judgements of the late XVI century, kept in Real Chancillería Archive of Valladolid. Keywords: Guardianship, Rape, Family, Final Judgement, Ancien Régime.
1 Contratada Predoctoral de FPU del MECD en la UVa (FPU13/00648).
María Herranz Pinacho
La violencia sexual en un sentido amplio ha sido estudiada en numerosos trabajos. Es destacable la permanencia a través de los siglos del conjunto de actitudes, acciones y delitos que constituyen los «abusos deshonestos», variando más la legislación aplicada para corregirlos que los propios comportamientos. Los «abusos deshonestos» hacen referencia a la violación, el rapto, los malos tratos, el acoso… Numerosas formas de violencia ejercida contra las mujeres. En las siguientes páginas tan solo nos centraremos en una de ellas, la violación, puesta en relación con el entorno social y familiar con el que convivirían estas mujeres en el Antiguo Régimen. Al mismo tiempo, se centrará en víctimas huérfanas menores de edad, un grupo a priori más desprotegido y en cuya defensa interviene la figura del curador, que mantiene un vínculo cuasi familiar como representante legal de las jóvenes entre los 12 y los 25 años. Ricardo Córdoba de la Llave en su libro El instinto diabólico: agresiones sexuales en la Castilla Medieval destaca las tres principales vertientes de las que permite ocuparse el estudio de la historia de la violación. Son: • En primer lugar, las costumbres femeninas, sus tareas cotidianas, dónde tenían lugar y de qué manera afectaban a sus relaciones familiares y sociales. • En segundo lugar, las mentalidades colectivas, las formas de sociabilidad y las relaciones de vecindad en ciudades y aldeas. • En tercer lugar, la historia de la jurisprudencia y la criminalidad, a partir de la legislación y la práctica jurídica2. Siguiendo estas premisas, este trabajo pretende dar o sugerir algunas ideas en torno a la segunda de ellas, la que permite indagar en las formas de sociabilidad y las mentalidades colectivas a través de las reacciones del entorno de víctimas y agresores tras una violación. Uno de los aspectos que denotan la cohesión de un núcleo familiar son las redes de protección entretejidas entre sus miembros. Es por ello que es interesante el estudio de la institución tutelar, pues ofrece un camino alternativo trazado en casos donde los menores de una familia quedan especialmente desprotegidos al encontrarse en una situación de orfandad. 2 CÓRDOBA DE LA LLAVE, R. El instinto diabólico. Agresiones sexuales en la Castilla Medieval. Córdoba, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Córdoba, 1994, pp. 7-8. 812
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Protección familiar ante la violencia sexual en el Antiguo Régimen: el papel de los curadores ante la violación de menores
Este estudio no se centra en el marco legal de tutores y curadores, sino que se ha tratado de observar el alcance de su compromiso y obligaciones asumidas en el desempeño de sus funciones ante una realidad extrema, como es la violencia sexual ejercida contra menores de edad. Por tanto, se darán algunos apuntes de la familia en época moderna y se centrará el significado de la minoría de edad en este momento, determinando el papel de los tutores y curadores. Posteriormente se explicará qué se entendía por violación en aquel entonces, cuál era la consideración social de este delito y qué penas deparaban a los agresores. Finalmente, se expondrán dos ejemplos de casos denunciados en la segunda mitad del siglo XVI que llegaron hasta los tribunales de la Real Chancillería de Valladolid, que nos permitirán comprobar el procedimiento seguido, así como las alegaciones presentadas por ambas partes. 1. La familia en el Antiguo Régimen. La minoría de edad. Tutela y curatela
La familia en el Antiguo Régimen era una familia extensa, es decir, englobaba a parientes, criados y, en ocasiones, convecinos, más allá del núcleo constituido por padres e hijos. Durante estos siglos se produjo el nacimiento de la familia moderna, un proceso durante el que la percepción de la infancia experimentó un cambio a partir del siglo XVI, con un momento culminante en el siglo XVII. Lo que caracteriza a esta evolución de la organización familiar es la mayor autonomía personal conferida a sus miembros, por la que “la sombra del grupo familiar, del parentesco, ya no borra la personalidad”3. La estirpe fue sustituida por la familia nuclear, se ampliaron los derechos de la madre y sobre todo del padre sobre su hijo, en un clima de creciente individualismo4. Sabemos que las relaciones entre los hijos y los padres debían regirse según los conceptos de “amor, obediencia y reverencia”5, y que los menores de una casa tenían una función social y familiar definida: la continuidad de la estrategia familiar.
3 GÉLIS, J. “La individualización del niño”. En ARIÈS, P.; DUBY, G. Historia de la vida privada. 3, Del Renacimiento a la Ilustración. Madrid, Taurus, 1989, pp. 311-329, especialmente p. 319. 4 GÉLIS, J. “La individualización...”, p. 328. 5 ORTEGA SÁNCHEZ, D. “Infancia, familia y educación en la Edad Moderna española: un recorrido a través de las fuentes pedagógicas (siglos XVI-XVIII)”. Tejuelo, 11, 2011, pp. 85-102, especialmente p. 90. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Está claro que estas premisas se cumplirían en unas circunstancias cómodas de prosperidad, sin embargo podemos encontrar múltiples situaciones alternativas. Una de ellas es la de los menores huérfanos, para los que se proveía un tutor o curador, que formaba parte o no de la familia, y que velaba por su cuidado personal y patrimonial. Observar en qué personas recae la tutela y cuáles son las preferidas para desempeñarla nos habla de la estructura de la familia y de hasta qué punto se consideraba importante mantener unido un núcleo familiar o, en su defecto, cuáles son los límites de los grupos de confianza. No debemos identificar la figura del menor con la del niño, ya que la mayoría de edad, que estaba marcada en los 25 años, en una sociedad con una esperanza de vida de unos 40, supuso la convivencia de matrimonios con hijos cuando aún eran menores de edad. Por lo tanto, al hablar de tutela no debemos pensar tan solo en la crianza y educación de un infante, sino que vemos cómo la curatela, siendo una etapa posterior, está marcada por las edades medias de incorporación al mundo del trabajo. Esto significa que la independencia económica que pronto conseguirían los menores no estaba en relación con la libertad de uso que pudieran hacer de ese patrimonio que estaban formando, ya fuese más o menos grande. Tampoco tendrían el control efectivo de las haciendas y negocios, propios o heredados. En otras palabras, no tenían la capacidad de escriturar. Anastasio Rojo Vega, en su estudio sobre el Valladolid del Siglo de Oro, afirma que “los hijos de pobre eran menores, como mucho, hasta los doce o quince años y solamente los hijos de rico podían ser menores, si lo querían, hasta los veinticinco que reconocía la ley”6. En esta breve frase nos proporciona los límites que marcaban las primeras etapas de la vida de un individuo, tuviese o no padres. El aspecto que aquí consideramos, sin embargo, es el de aquellos que son huérfanos de padre y madre, a los cuales la legislación protege a través de dos figuras: la del tutor y la del curador. Hay dos límites cronológicos que marcan esta protección. Por un lado, los 12 años para las niñas y los 14 para los niños, que dividen el marco de actuación de tutores en primer lugar y de curadores después. Por otro lado, los 25 años de edad, que delimitan el fin de la minoría de edad legal. 6 ROJO VEGA, A. “Los menores de edad en el Valladolid del Siglo de Oro”. Investigaciones Históricas. Época moderna y contemporánea, 15, 1995, pp. 175-194, especialmente p. 194. 814
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La guarda o tutela7 se ocupa tanto de la protección, la defensa personal o cuidado del menor, como de la salvaguarda patrimonial de sus bienes. La curatela solo contempla ya el interés patrimonial por el menor y es nombrado únicamente en caso de que este necesitase una representación legal. Persiguiendo su propia finalidad, que es el amparo y defensa de los intereses del menor, existían numerosos recursos que permitían controlar el buen uso de las funciones atribuidas. Dentro de las obligaciones impuestas a tutores y curadores se encontraba la obligación de presentar un inventario de los bienes del huérfano ante un juez o un escribano público al inicio de su ejercicio y una rendición de cuentas a su finalización. A todo ello ha de obligarse bajo juramento, con la fórmula conocida como carta de guarda de los huérfanos. Para asegurar su diligencia y siempre pensando en la protección del menor, el tutor debe responder con sus bienes sobre la integridad del patrimonio que debe gestionar, existiendo también la figura del fiador o el depósito de una fianza, que garantiza el cumplimiento de todas las obligaciones juradas por el tutor. Todas estas obligaciones se establecen pensando siempre en los intereses del menor guardado, pero restaban interés para los posibles candidatos a tutores, pues cualquier imprevisto podía suponer su ruina. Para hacer más atractivo el cargo, el tutor tenía derecho a recibir la décima parte de los frutos producidos por los bienes del pupilo, pues no solo era su obligación mantenerlos, sino también acrecentarlos. También se le reconoce el derecho a una escritura de exoneración de responsabilidades una vez presentada la rendición de cuentas, a nombrar un procurador que le representara en juicio en caso de no poder acudir él mismo y al reembolso de los gastos que pudiera hacer de su propio patrimonio en beneficio del menor. A pesar de todo ello, asumir el cargo de tutor seguía siendo la mayor parte de las veces poco atractivo, pues los huérfanos generalmente apenas contaban con bienes que asegurasen su supervivencia. Así pues, la norma fija los casos en que alguien puede ser considerado incapaz o excusado para desempeñar diligentemente la tutela. La curatela aparece en ocasiones mezclada con la tutela, sin embargo están bien diferenciadas. El desarrollo legal de la primera es menos extenso, pues se considera una protección especial para los menores de 25 años, no 7 Seguimos para el análisis de la tutela y la curaduría la obra: MERCHÁN ÁLVAREZ, A. La tutela de los menores en Castilla hasta fines del siglo XV. Sevilla, Universidad de Sevilla, 1976. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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obligatoria, siempre nombrada por el juez (dativa) en caso de demanda del menor o hacia el menor. Su desarrollo, obligaciones y derechos son iguales a los del guardador general o tutor. Por ello, tan solo veremos curadores en casos concretos, relacionados siempre con algún asunto legal, siendo mucho menos abundante que los nombramientos de tutor, los cuales aparecen con gran profusión en los protocolos notariales. La cuestión de quién desempeña la tutela y curatela de los huérfanos es interesante, ya que nos proporciona información sobre las redes de protección dentro de la familia y las solidaridades vecinales. Se observa el Relevante papel atribuido a los miembros de la comunidad, por extensión a las solidaridades vecinales, conforme demuestran a lo largo de toda la secuencia cronológica, y en particular en el siglo XVI, las proporciones acumuladas en el grupo de individuos no relacionados familiarmente con el pupilo.
La madre es reconocida como la principal beneficiaria de las tutelas, al ser la más adecuada para desempeñarlas, lo que indica una Mayor consideración a los lazos afectivos y de asistencia natural, existentes entre los menores y su progenitor superviviente, tanto como de valoración positiva del núcleo conyugal como espacio y ámbito óptimo de desarrollo de la infancia8.
Por detrás de la madre se elige a los tíos y también a vecinos y conocidos. Se observa una “reducción de la presencia de colaterales y ascendientes”9, en favor de hermanos, cuñados, abuelos o primos. De hecho, esta “mayor confianza mostrada hacia los miembros de la unidad nuclear […] ha sido interpretada como los primeros ‘indicios del nacimiento de la familia moderna’”10. A pesar de esta visión ideal, existen numerosos pleitos por incumplimiento de las obligaciones de tutores y curadores, por esquilmo de los pobres menores o abandono de los mismos. Todo ello habla de una preocupación, al menos legal, por defender los intereses de los más desamparados, y los múltiples avatares a los que debían enfrentarse los huérfanos menores de edad. 8 CAVA LÓPEZ, M. G. “La tutela de los menores en Extremadura durante la Edad Moderna”. Revista de Historia Moderna, 18, 2000, pp. 265-288, especialmente p. 287. 9 CAVA LÓPEZ, M. G. “La tutela de los menores...” p. 282. 10 CAVA LÓPEZ, M. G. “La tutela de los menores...” p. 283. 816
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La atención que hemos puesto en este colectivo no es casual. A primera vista un menor huérfano era un menor solo. Aunque viviese con otros familiares, siempre se encontraría en una situación de desventaja con respecto a aquellos que vivían dentro de su núcleo familiar. Por ello eran un blanco fácil para cualquier tipo de abuso. Una situación que no difería mucho de la de las criadas y mozas de servicio, que por motivos de trabajo también vivían alejadas de sus familias, siendo en muchos casos también menores de edad. Ambos son lo que hoy denominaríamos “grupos de riesgo” ante “abusos deshonestos”, a los que deberíamos añadir, para el delito que aquí nos referimos, a las muchachas con algún impedimento físico, es decir, mudas o lisiadas. 2. Fuentes para el estudio de la violación Las fuentes que podemos utilizar para el estudio de la violación han sido detalladas por Córdoba de la Llave, pero solo algunas de ellas permiten oír algunos pormenores de los acontecimientos o directamente la voz de los testigos y afectados por los hechos. Para esto, más allá de los corpus legislativos, tenemos tres fuentes principales: • El Registro General del Sello, que aporta resoluciones en última instancia de los jueces de la corte o sus oficiales a partir de 1474, entre las que se encuentran las cartas de perdón real. • Los protocolos notariales, que raramente aparecen seriados antes del siglo XVI, están verdaderamente inexplorados, por la ausencia de descripciones que faciliten la búsqueda de información. • Los pleitos y ejecutorias de la Real Chancillería, para la demarcación territorial al norte del Tajo la de Valladolid, que es de donde se han tomado los dos casos que servirán de ejemplo. No hay que despreciar las fuentes de carácter legislativo, tanto civil como eclesiástico, que demuestran la especial preocupación por este delito por sus “repercusiones de índole social y familiar”11. Viendo este tipo de fuentes en su conjunto, rápidamente se observa que solo podemos conocer la violación a partir de dos puntos de vista. El 11 CÓRDOBA, R. El instinto diabólico… p. 15. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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primero de ellos, el del Derecho, que impone penas coercitivas ante un delito que considera de enorme gravedad por la inestabilidad que acarrea en el entorno de la víctima. El segundo, el testimonio dado por aquellos que denuncian el suceso o incluso han llegado a última instancia mediante la presentación de recursos, lo cual circunscribe la muestra a casos de especial gravedad y cuyos afectados gozaban de los recursos económicos necesarios para poder mantener en el tiempo un enfrentamiento ante la justicia. Los protocolos notariales suelen aportar una información más espontánea, en el caso de testimoniar las actividades judiciales de alcaldes y jueces en primera instancia. Aunque también han legado un contenido igual de escaso que valioso, que es el siguiente: en algunos protocolos se copian cartas que testimonian “desvirgamientos” de niñas por accidentes. Lo hacen en el momento del suceso, para poder demostrar cuando llegue el tiempo de casarlas que su honra sigue intacta12. Una clara muestra de lo condicionante que era para una mujer la conservación de su honra hasta el momento del matrimonio para poder alcanzar uno adecuado a su estado. 3. La violación en época moderna Como ya hemos dicho, el estudio de la violación, como una forma de criminalidad, permite conocer “un nítido reflejo de mentalidades, costumbres y relaciones sociales”, “rasgos sustanciales de las relaciones familiares, vecinales y sociales, o del funcionamiento de las instituciones y oficiales de justicia, de las actitudes y creencias de la sociedad”13. Después de las pinceladas dadas sobre algunos detalles para comprender un poco mejor cuáles eran las circunstancias de estas jóvenes muchachas, debemos explicar en qué consistía el delito de violación. 3.1 Definición del delito En primer lugar hay que diferenciar la violación y el estupro, alejándonos de los significados actuales. El estupro se basa en la utilización de métodos como 12 CÓRDOBA, R. El instinto diabólico… pp. 21-22. 13 CÓRDOBA DE LA LLAVE, R. “Consideraciones en torno al delito de agresión sexual en la Edad Media”. Clío & Crimen, 5, 2008, pp. 187-202, especialmente p. 188. 818
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Falsas promesas, regalos, promesa de matrimonio y otras modalidades de seducción a fin de obtener el consentimiento de la víctima y forzarla a aceptar la relación sexual. En cambio, violar implica forzar a la mujer, emplear la fuerza física, lograr consumar la relación mediante amenazas, golpes, uso de armas o cualquier otro tipo de acción que suponga el uso de violencia física y amenaza verbal14.
La agresividad empleada en el delito de violación le hacía ser mucho más castigado. Las más vulnerables o grupos de riesgo eran chicas solitarias o criadas del servicio doméstico, con cierta precariedad económica, o con fragilidad física15. En suma, “las mujeres humildes fueron víctimas más fáciles de las violaciones, pues su condición acorta las penas y las multas, no arrastra venganzas temibles y atempera la reprobación social”16. Los estudios sobre criminalidad y violación en la Edad Media ofrecen porcentajes que muestran con claridad la escasez de denuncias presentadas. Los 45 casos de violación juzgados en la Corte entre 1474 y 1486 representan un 1,5% del total de delitos recogidos en el Registro General del Sello17. De ellos, el 65% fueron denunciados por los padres de las muchachas, cuando son huérfanas por otros familiares, 6 de 45 por ellas mismas (por lo tanto, son mayores de edad) y solo uno por el marido18. A pesar de este esbozo, no puede hablarse de cifras, pues no son totalmente representativas, ya que están condicionadas por el tribunal que genere la documentación. Sin embargo, sí puede observarse que siguen las pautas generales de otros tipos de criminalidad, es decir, se producen más delitos en lugares con mayor población, en momentos de descanso del trabajo y en lugares alejados del control de las autoridades. Por tanto, podemos pensar que se cometerían más violaciones en entornos rurales, después de finalizar las tareas agrícolas, de noche, en el campo o en caminos alejados, pero también en sus casas. 14 CÓRDOBA, R. “Consideraciones en torno...” p. 196. 15 MANTECÓN MOVELLÁN, T. A. “Mujeres forzadas y abusos deshonestos en la Castilla moderna”. Manuscrits, 20, 2002, pp. 157-185, especialmente p. 177. 16 ROSSIAUD, J. La prostitución en el medievo. Barcelona, Ariel, 1986, p. 44. 17 CÓRDOBA, R. El instinto diabólico… p. 15. 18 CÓRDOBA, R. El instinto diabólico… p. 59. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Además, el violador suele ser alguien cercano al entorno de las víctimas, que las conoce, está al tanto de su situación y sus hábitos, y por tanto, planifica el grado de presión y violencia que serán necesarios para conseguir sus fines. La presión ejercida sobre ellas era proporcional al grado de abandono que tuvieran. Es cierto que en los tribunales de última instancia encontramos una proporción elevada de casos de violación de chicas menores de edad, lo cual no debemos considerarlo como un patrón de conducta, sino una muestra de cómo allí llegan los delitos más graves, y estos casos son probablemente más denunciados al ser “más fáciles de probar (no hay duda sobre la no existencia de consentimiento en la mujer), más execrables a ojos de la sociedad coetánea” y confiarse más en obtener una resolución favorable del caso por la justicia19. Para los casos que aquí vamos a analizar, nos resulta especialmente interesante considerar hasta qué punto funcionaba la familia como una red de protección y ayuda. Hay que tratar de no trasladar percepciones del presente y, por tanto, debemos considerar este aspecto como un interrogante. Por otro lado, también debemos preguntarnos “hasta qué punto era social y culturalmente tolerable la falta de respeto del varón a la negativa femenina”20. Mantecón Movellán nos ofrece el caso de un hombre, don Diego Mendes de Sotoma, que en 1636 se enfrentó al presunto violador de una muchacha sorda que se encontró llorando. Tras su lucha, el agresor quedó malherido y don Diego tuvo que enfrentarse a la justicia por ello, aunque acabó siendo indultado. Lo importante de este caso es la actitud protectora de don Diego, que “expresaba valores que estaban asentados en la sociedad castellana del siglo XVII”21. Este caso, a pesar de ser un hecho aislado, demuestra al menos la gran consideración del valor de la honra femenina y cómo en muchas ocasiones las mujeres solas contaban con el apoyo social (solidaridades familiares o vecinales) ante un caso de violencia. Por otro lado, también deberíamos valorar si el agresor también soportaría unas consecuencias sociales al haber cometido un delito tan moralmente reprobable, como era el hurto de la honra de una mujer. Por el momento no podemos aseverar una respuesta, pero a la luz de los casos ya estudiados, el tono de las acusaciones y las penas impuestas hacen pensar que así fuera. 19 CÓRDOBA, R. El instinto diabólico… p. 27. 20 MANTECÓN, T. A.. “Mujeres forzadas...” p. 161. 21 MANTECÓN, T. A. “Mujeres forzadas...” p. 178. 820
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Por último, hay un aspecto que también debe ser considerado y es la fina línea que separa el estupro de la cesión de las mujeres ante el acoso y la presión de un varón. Esto no es considerado como violación, aunque el acoso sí es una forma de violencia, pues este consentimiento no responde a la libre voluntad de las mujeres. Estos casos no solían trascender si no mediaba embarazo de por medio, lo que situaba a las mujeres al borde de la exclusión social. La diferencia, que lo hace constitutivo de delito, el estupro, es el haber accedido a tener relaciones mediante engaños (“uso de falsas promesas, los regalos, las lisonjas o las mentiras”)22. Como ejemplo, podemos citar el de María Mínguez, una mujer, madre soltera de dos niñas, nacidas fruto del acoso sufrido por un vecino, primero soltero y después casado. Lo curioso de este caso es que ella gozaba del apoyo social de sus vecinos, que Mostraban su tolerancia hacia la vulnerabilidad de esta mujer que carecía de referentes familiares en la comunidad y que dependía no de sus propiedades sino del trabajo y las limosnas que le dispensaran sus vecinos para sacar adelante a sus dos niñas menores23.
3.2 Consecuencias para la víctima En rasgos generales, el delito de violación tuvo “importantes repercusiones: la deshonra, la prostitución, la vergüenza y el dolor para las hembras; la acusación, la venganza, el castigo pecunario o corporal para los varones”24. El primero de los efectos que sufre la mujer es la pérdida de su honra, aspecto en el que radica la gravedad de la violación, ya que con ella también se pierde el honor de su familia, un concepto terriblemente importante en las sociedades de Antiguo Régimen. La mujer, sin iniciativa en las relaciones amorosas, es estimada y medida por el valor de su honra, conceptuada como fama pública de honestidad; el hombre es libre de sus actos y su actividad amorosa no está condicionada por el valor de la castidad25. 22 CÓRDOBA, R. El instinto diabólico… p. 36. 23 MANTECÓN, T. A. “Mujeres forzadas…” p. 180. 24 CÓRDOBA, R. El instinto diabólico... p. 7. 25 PASCUA SÁNCHEZ, M. J. “Las relaciones familiares. Historias de amor y conflicto”. En MORANT, I. (dir.). Historia de las mujeres en España y América Latina. El mundo moderno. Madrid, Cátedra, 2005, pp. 287-316, especialmente p. 306. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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La pérdida de la virginidad conlleva “el descrédito social y moral”, a lo que podía unirse “el desamparo económico fruto de los embarazos”26. Las salidas a las que se enfrentaba la víctima eran la denuncia o el silencio, siendo común la segunda de ellas. Se observa una escasez de denuncias, lo que se explica por la vergüenza, el miedo a la venganza del agresor, el temor a las amenazas directas, promesas de matrimonio o futuros regalos, además de una falta de confianza de la resolución del caso en los tribunales de justicia27. Denunciar supone “evidenciar de manera pública y nítida el hecho”28, lo que la situaría en entredicho ante la sociedad y se encontraría expuesta al juicio de su entorno, que podría dudar de la veracidad de los hechos. Además, la consideración del delito variaba en función de la condición social de sus protagonistas29. Por ello, la denuncia de una mujer suele ir acompañada de un respaldo familiar o legal (como es el caso del curador), en ocasiones en las que consideran que pueden demostrar el delito y conseguir una reparación del daño causado. Pero las consecuencias podían ir mucho más allá. Muchas veces se veían arrastradas a situaciones de marginalidad y prostitución, precariedad económica si quedaban embarazadas, y también podían quedar malheridas o incluso morir como resultado de la violencia infligida. Todas estas consecuencias hacían del matrimonio entre víctima y agresor una buena salida, aunque no la más común, ya que se consideraba que la violación podía convertirse en un medio para lograr forzar un matrimonio con una mujer. 3.3 Castigos y penas para el agresor Comparando con la jurisprudencia de otras regiones europeas, en general, en Castilla los delitos contra la moral sexual eran más duramente castigados No solo para faltas como el adulterio o el incesto, sino también para los delitos de violación y estupro, en casi toda Europa resueltos 26 RUIZ ASTIZ, J. “«Vejándolas y perjudicándolas contra su voluntad»: violaciones en Navarra durante el Antiguo Régimen”. Revista de Historia Jerónimo Zurita, 87, 2012, pp. 283312, especialmente pp. 300-301. 27 CÓRDOBA, R. “Consideraciones…” p. 196. 28 CÓRDOBA, R. “Consideraciones…” p. 197. 29 CÓRDOBA, R. “Consideraciones…” p. 200. 822
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con simples multas o compensaciones económicas para la agredida o su familia y en Castilla reprimidos con frecuencia mediante pena de muerte, sobre todo en casos de violación de chicas menores de edad30.
A pesar de lo marcado por la ley, las penas más severas solo se aplicaban cuando a la violación se sumaban otros agravantes. Entre ellos se encontraban la pérdida de la virginidad, lo que está en relación con el grado de consumación; la minoría de edad, considerando agravante forzar a una muchacha menor de 14 años; el uso de violencia en el abuso y alrededor del acto; y la asociación con otros delitos, como el robo. También influía notablemente en la resolución del caso la posición social y el estado civil de los protagonistas, por lo que el castigo era menor si la mujer sobre la que se cometía el abuso era soltera y no virgen. Por el contrario, si estaba casada, se castigaba con mayor dureza, pues atentaba contra el honor y la honra del marido. La pena máxima era la pena de muerte, que prácticamente solo se observa en casos de violación de chicas menores de edad, aunque es difícil asegurar que se llegasen a ejecutar estas sentencias, siendo frecuente la obtención del perdón de la víctima o su familia, imprescindible para solicitar y obtener posteriormente el perdón real, que era el único que podía revocar la sentencia. A pesar de todo, lo normal era que se resolviera con un acuerdo entre partes, a través de una compensación económica que aumentase la dote de la joven para poder casarse, ya que su nueva condición lo hacía necesario. Otras penas impuestas eran casarse con la joven, el destierro o azotes. A finales de la Edad Media también se observan penas penitenciales, prisión y multa, o apartamiento de la víctima31. El análisis comparativo de legislación y sentencias permite vislumbrar “cierta permisividad e indolencia”32 ante este tipo de delitos, que producían un daño irreparable y, de hecho, eran simplemente resarcidos en el mejor de los casos con un aumento de la dote de la muchacha. 30 CÓRDOBA DE LA LLAVE, R. “Adulterio, sexo y violencia en la Castilla medieval”. Espacio, Tiempo y Forma. Serie IV, Hª Moderna, 7, 1994, pp. 153-184, especialmente p. 166. 31 CÓRDOBA, R. El instinto diabólico... p. 74-78. 32 RUIZ ASTIZ, J. “«Vejándolas y perjudicándolas...” p. 309. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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3.4 Especial papel de los curadores El papel de los curadores en todo este proceso se limita a la representación legal de la víctima. Sin embargo, aquí nos preocupa porque se encargan de denunciar un abuso cometido contra sus pupilas y, por tanto, la iniciativa de la denuncia parte de ellos, en un tipo de delito que se ha podido comprobar que era silenciado en la mayor parte de los casos. La escasez de denuncias contrasta con la gran presencia de curadores como demandantes, lo que denota un interés mostrado por ellos hacia la procuración del mejor futuro de las muchachas. Una vez cometido el delito, no podrán recuperar su honra, pero una sentencia favorable las eximiría de cualquier responsabilidad en tal pérdida. En un primer momento no debemos pensar en que le unan lazos afectivos con la menor, lo que confiere al curador un papel especial en este tipo de casos. También es cierto que cuanto menor fuese la edad de la víctima, más fácil era demostrar el delito, lo cual era un aliciente para denunciar, pero es evidente que muchos casos similares fueron silenciados. El desenvolvimiento de los curadores en el transcurso de estos pleitos proporciona una imagen de los mismos protectora, ocupando el mismo lugar de preocupación, asistencia y defensa ostentado por la familia, yendo más allá de las atribuciones legales conferidas. 4. ¿Eficacia Valladolid
de la justicia?
Casos
en la
Real Chancillería
de
En la Real Chancillería de Valladolid se encuentran dos ejecutorias emitidas tras la resolución de los procesos motivados por dos casos de violación que afectaron a dos muchachas menores de edad en Palencia y Salamanca, a finales del siglo XVI. A pesar de no haberse conservado los pleitos criminales en su integridad, a través del análisis de las ejecutorias pueden verse todos los aspectos que se han ido desgranando anteriormente. El primero de ellos es el de María Delgada33, cuyo curador, Bartolomé de Cuevas, denuncia en la primavera de 1585, ante el alcalde ordinario de su localidad, la villa de Villamuera (Palencia), que un tal Antón de Santiago había abusado de la joven. En la denuncia decía: 33 Carta ejecutoria, ARCHV, Registro de Ejecutorias, caja 1572, 25. 824
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Que ansí hera que yendo la dicha María Delgada su menor desde la dicha villa /3v para el (l)lugar de Rraberos, dond’ella bibía en casa de serbicio de Martín Macho, el domingo de Rramos próximo pasado del dicho ano a la tarde el dicho Antón de Santiago, biniendo por el dicho camino, abía rrequerido de amores a la dicha menor y ella no condescendiendo con su voluntad junto al balle al arroyo, que se descía Ballexo, término e juridición de la dicha villa, la abía llebado e por fuerza y contra su boluntad la abía hechado en el suelo e la abía estrupado y llevado su birginidad, siendo la /4r dicha su menor birgen, donce(l)lla y en cabello onesta e rrecoxida y de buenos deudos e parientes y la susodicha aunque abía dado grandes boces que la ayudasen, el dicho Antón de Santiago abía hecho lo que abía querido, y biendo el susodicho la dicha fuerça que abía hecho la dicha su menor se abía buelto para la dicha villa y dado noticia al dicho alcalde hordinario y queriéndole prender porqu’estaba en el ospital de la dicha villa /4v y queriéndole estorbar el dicho ospitalero que no se fuese le avía dado una punalada, de la qual abía estado a punto de muerte, y se abía ydo e ausentado, en lo qual ansí aber hecho el susodicho abía cometido graue e atroz delito e incurrido en grandes e graues penas establecidas por derecho e leyes e premáticas de nuestros rreinos.
El delito, como vemos, cuenta con todos los agravantes: se trata de una menor (aunque no detalla la edad), virgen, ha usado la violencia contra ella y, además, ha cometido otro delito, como es agredir a un hospitalero. Se hace especial hincapié en la buena fama de la joven y en la resistencia manifestada, que parece ser que la deja malherida. A pesar de haber conseguido huir en un primer momento, no tardaron mucho en localizar a Antón, ya que estaba detenido por otros delitos en la cárcel de Frómista. La primera medida que manda el alcalde ordinario es solicitar el traslado a su jurisdicción para poder juzgarlo, para después ordenar la confiscación de los bienes que pudiera tener, que irían destinados a la menor. Desde Frómista informan de que el joven es, a su vez, menor de edad y por ello le proveen, como corresponde, de un curador, Hernando de Mercado. Este solicita la anulación de la prisión y embargo de bienes de los que ya se había dado orden, aduciendo, en primer lugar, que en la localidad de su menor, Arconada, este ya contaba con un curador, que era quien debía llevar el caso, “porque lo contrario hera nulidad”; que los testigos no eran verosímiles; y que “no auía forcado a la dicha María Delgada e si alguna cosa Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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abía tenido con ella abía sido de su propia boluntad siendo como ambos heran solteros y libres” y que “no abía delito de fuerza /9v y si le abía hera libiano”. A pesar de los esfuerzos, el 1 de julio de 1585 es condenado a morir en la horca y al embargo de todos sus bienes, con los que se pagarán sus deudas, las costas del proceso y el resto será para María Delgada, “para ayuda a su dote e rremedio”. Se especifica la manera pública en la que debe dársele muerte, de modo ejemplarizante: Debemos condenar e condenamos al dicho Antón Santiago que de la cárcel e prisión en qu’está ssea sacado caballero en una bestia de albarda, atados pies y manos con una soga d’esparto a la garganta e con boz de pregonero que manifieste su delito sea traído por las calles acostumbradas e sea llebado a la parte e lugar adonde cometió la fuerca contra la dicha María Delgada, adonde esté en una orca /11v con tres maderos y dellos sea colgado por el pescueco, a do esté colgado asta que muera naturalmente, e no sea quitado de la dicha horca sin nuestra licencia e mandado so pena de muerte contra quien iciere lo contrario.
La apelación de su curador, Juan Ruiz, ante el alcalde mayor de Villamuera, no tuvo éxito, confirmando la sentencia anterior el 20 de agosto del mismo año, aunque parece que por este tiempo Antón consiguió escapar de la cárcel. Esto paralizó el proceso, por lo que al curador de María tan solo le quedó la opción de solicitar a la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid carta ejecutoria para poder cobrar los bienes que le correspondían, la cual fue expedida el 22 de enero de 1587 en Valladolid. No sabemos la edad exacta de los implicados, tan solo que tendrían entre 12 y 25 años. Tampoco podemos saber si existía una relación consanguínea con sus curadores ni cómo se desarrolló su vida después de este suceso. A pesar de haber sido condenado a la pena máxima, en este caso el agresor logró salir airoso y la joven María parece que no lograría un gran aumento de su dote. Por tanto, ella perdió su honra y vio mermada sus posibilidades de futuro, algo que no sorprende, pero sí nos hace plantearnos si su curador hubiese denunciado el hecho de no haberse provocado un escándalo con la agresión del hospitalero.
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El segundo de los casos es el de María de Palacios34, de 15 años, cuyo curador, Nicolás del Castillo, denuncia en Salamanca que ha sido forzada por el librero Roque Núñez el Moço a finales de 1588. En la denuncia declaraba: Siendo la dicha mi menor doçella birgen y en cabello onesta e de buena vida e fama e costunbres e yxa de buenos padres e honrrados parientes, el susodicho con poco temor de Dios y en menosprecio de /3r nuestra justiçia, por fuerça y contra su boluntad abía dos semanas poco más o menos que yendo huna noche por mandado de Vartolomé Corral, su tío, con quien la dicha su menor bivía, el dicho Rroque Núñez la metió en huna cassa caýda junto a San Agustín y allí la avía forçado e strupado y llevado su virxinidad.
A lo que tras la detención del librero añadió: Que ansí hera quel susodicho de quatro meses /4v a esta parte abía andado persiguiendo a la dicha su menor y la persuadía a que tubiese su amistad carnal, siendo la dicha su menor moça onesta e rrecoxida e de edad de quinçe años e doncella de buena vida e fama e que avía veynte días poco más o menos que abiendo la dicha su menor salido vna noche de su cassa, por mandado de su ama, al barrio de San Juan del Alcáçar, e[l] dicho Rroque Núñez e yendo la dicha su menor por la calle e[l] susodicho avía ydo en seguimiento della e la había detenido rrogándola e per/5rsuadiéndola a que s’entrase con él en vn portal de huna casa que allí estaba, e no queriendo la dicha su menor consentirlo, el dicho Rroque Núñez la avía asido de hun braço e por fuerça e contra su boluntad la avía metido en un portal de la dicha cassa y allí la avía derribado en el suelo y por furça contra su boluntad la aví[a] estrupado y llevado su birginidad, en lo qual ansí aber fecho avía cometido grabe y atroz delito de fuerca e violençia e por ello avía caýdo /5v e yncurrido en grandes y grabes penas criminales e çeviles.
La acusación solicitaba 300 ducados “para ayuda de su dote e casamiento”, además de prisión sin fianza para el librero. El juez, sin embargo, le dejó libre tras depositar una fianza, tras lo cual negó la acusación. Para tratar de librarse, Roque Núñez, como era habitual, trató de difamar tanto a María como a otras mujeres que habían declarado como testigos, diciendo de una de ellas que “era huna moça libiana e probe e de rruýnes costunbres e no de buena fama” y de otra que “era criada de 34 Carta ejecutoria, ARCHV, Registro de Ejecutorias, caja 1644, 26. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Bartolomé de Corral, tío de la dicha María de Palaçios”. Aunque las palabras que dedicó a María le valieron un recurso por difamaciones: La dicha María de Palaçios era huna moca e lo havía sido de un ano a esta parte de rruín opinión e no de buenas costunbres y abido sido y era huna moça libre e libiana que de noche y de día se sale de cassa y andaba ablando e tratando e conversando con xente moça y era de baxos dehudos e de tan poca calidad que negaba el dicho su parte aberla estrupado y llebado su birxinidad e que cumplía con pagalla dos o tres mill maravedís y aún /9r no valía lo que su padre tenía ni se los podían dar quando la ubieran de casar.
A pesar de sus intentos, el juez no consideró probadas sus alegaciones y le condenó a Un año de destierro desta çiudad e juridiçión voluntario, que salga a cunplir quando se le man[de], y en diez mill maravedís para la dotar a la dicha María de Palaçios, que no se le entreguen hasta que /10v se casen y estén en poder confiança segura de su curador u del depositario general; más le condeno en dos mill marabedís, la mitad para la Cámara e la otra mitad para gastos de justiçia.
Esta sentencia, dada el 7 de febrero de 1589, fue recurrida por el curador de María, destacando entre sus alegaciones, como adelantamos, que No solo avía ynfamado a la dicha su parte el susodicho en avella estrupado e llevado su birxinidad e deshonrrado antes que se començase el dicho pleyto y el susodicho en su confisión y alegaçiones avía tratado de ynfamalla de nuebo.
Además, reclamaba los 300 ducados para la dote e insistía en que estuviera preso hasta que se resolviera el caso, dados los agravantes del delito cometido: Avía circustançias con que se debiera agrabar la pena, como lo hera la violençia e fuerca que al dicho su parte se le avía hecho e los ynducimientos e persuaçiones y otros malos lícitos medios que avían proçedido para engañar a la dicha su parte.
Roque no se desdijo y, más aún, recrudeció sus acusaciones hacia María, calificándola de Muger muy bill y muy prove e moca de serviçio e muger desonesta e que avía tenido amores con otras personas antes que se pudiese desçir 828
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ni dixesse aver tenido eçesso con el dicho su parte e la sussodicha /16r se a aconpañado con personas desonestas e de mala fama y abía sido tenida en rreputaçión de muger desonesta.
Finalmente, en la sentencia definitiva, de 8 de junio del mismo año, desapareció la condena de destierro, aunque se aumentó la indemnización de María de 10.000 a 15.000 maravedís y se tasaron las costas que debía pagar en 7.777 maravedís. Siendo expedida la ejecutoria en Valladolid, el 22 de junio de 1589. Llama la atención la premura con la que resuelve este caso, apenas seis meses, además de dónde sitúan el foco de atención ambas partes. La acusación, en la edad de la víctima y el perjuicio para una muchacha que parece arropada por sus familiares y para la que tenían pensado un buen matrimonio. La defensa, en una supuesta mala reputación de la joven, con acusaciones en unos términos muy agresivos. La primera sentencia de destierro hace pensar que se consideró probada la acusación de acoso previo y se busca alejar al delincuente. Sin embargo, finalmente parece que la anulación del destierro es compensada con una mayor indemnización, algo que no parece un problema para un librero de Salamanca, que cumple con el primer pago en unos pocos días. Su posición socioeconómica le favoreció en la resolución del caso, aunque es probable que la agredida consiguiera enderezar su destino gracias a los apoyos con los que parece contar, algo que no sucedía con la primera víctima, moza de servicio y sin un patrimonio que permitiera hacer más liviano su nuevo estado. 5. Conclusiones Después de este breve recorrido por la realidad de las menores de edad agredidas sexualmente en el Antiguo Régimen, hemos podido constatar cómo la presencia de los curadores es ineludible ante cualquier asunto legal que afecte a los menores de 25 años. Al mismo tiempo, el encontrar a curadores en este tipo de batallas judiciales implica una preocupación por su salvaguarda, en ocasiones personal, pues el trabajoso esfuerzo de iniciar un pleito ante los tribunales no garantizaba una buena resolución del caso, considerando como tal conseguir la demostración del delito. Con ello, se conseguía para la joven la exención de responsabilidad en la pérdida irreparable de su honra. La principal cuestión dirimida era la ayuda a la dote, ya que el daño en la consideración de la joven supondría un aumento de la misma para poder acceder al matrimonio. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Destaca la premeditación y cercanía de los agresores, siendo la violación en muchas ocasiones el último paso de una espiral de acoso a la que ya habían sido sometidas las víctimas. Por otro lado, contrasta la gravedad conferida a este delito, impulsada por las penas contempladas por la legislación a través de los siglos, con la jurisprudencia. Esta reserva las sentencias más duras para los violadores de menor condición socioeconómica, al igual que la honra de una mujer de baja posición es más difícilmente reparable. El trabajo fuera del hogar y nocturno constituían un riesgo claro para las jóvenes, lo que explica la mayor afectación por este delito de mozas de servicio y criadas, cuyas edades también solían encuadrarse dentro de la minoría de edad. Por último, tanto las acusaciones como los argumentos de la defensa responden en la mayor parte de los casos a las circunstancias agravantes y eximentes que contemplan los códigos legislativos, que son, por tanto, conocidos y utilizados a su favor. No pueden cuantificarse ni los delitos cometidos ni los abusos consentidos, que en realidad son también delitos, pero el análisis de las fuentes judiciales nos acerca de manera palpable a la realidad vivida por la sociedad castellana de época moderna. En cualquier caso, un análisis más exhaustivo de los procesos seguidos por curadores ante la justicia demostrará, más allá del signo de las sentencias, la propia presencia de los curadores, lo que supone una prueba evidente del buen funcionamiento de la institución tutelar, nacida con el objetivo de salvaguardar a los menores más desprotegidos. Algo que acerca las palabras de Miguel de Unamuno: “el culto a la infancia es el culto al futuro, culto que se debe aventurar dentro de la exploración inteligente del pasado”35. Bibliografía Arribas González, Soledad y Feijóo Casado, Ana María, Guía del Archivo de la Real Chancillería de Valladolid. Valladolid, Secretariado de Publicaciones e Intercambio Científico, Universidad de Valladolid, Ministerio de Educación y Cultura, 1998. Barahona, Renato, “Coacción y consentimiento en las relaciones sexuales modernas, siglos XVI a XVIII”. En Córdoba de la Llave, Ricardo 35 GIALLONGO, Á. “La historia de la educación como historia de la infancia. El ejemplo de Buenaventura Delgado”. Foro de Educación, 12, 2010, pp. 161-170, especialmente p. 170. 830
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“PARA A TRANQUILIDADE PÚBLICA E SEGURANÇA DOS MEUS VASSALOS”. A INTENDÊNCIA GERAL DA POLÍCIA - REPRESSÃO E CONTROLO DA CRIMINALIDADE E VIOLÊNCIA EM LISBOA NOS FINAIS DO ANTIGO REGIME (1780-1805) “Towards Public Peace and the Safety of my Subjects”. The General Intendancy of Police Repression and Control of Criminality and Violence in Lisbon by the End of the Old Regime (1780-1805)
Maria Luísa Gama1 CIDEHUS – UÉ [email protected] Resumo: A criação da Intendência Geral da Polícia em 1760 constituiu-se como uma das reformas institucionais mais importantes nos anos que se seguiram ao Terramoto de Lisboa no ano de 1755. Com a destruição provocada pela catástrofe tornava-se necessário não só repensar o espaço da cidade mas também a sua gestão e segurança pois, para além de Lisboa ser o centro político do país, era também a urbe mais populosa de Portugal. Pouco se sabe sobre esta instituição até Janeiro de 1780, quando a rainha D. Maria I introduziu alterações substantivas no seu funcionamento e logo nomeou um novo intendente: Diogo Inácio de Pina Manique, que se manteria no cargo até à sua morte, em 1805. O objectivo deste artigo, será analisar quais os principais contornos da criminalidade e violência na cidade de Lisboa entre 1780 e 1805. Com base no fundo documental da Intendência Geral da Polícia, disponível nos Arquivos Nacionais da Torre do Tombo, pretendemos observar quais os métodos que o novo Intendente usou para a sua repressão, bem como as estratégias empregues para criar uma gestão organizada da criminalidade, utilizando práticas modernas de administração pública, propósito que até então não tinha sido atingido. Palavras chave: Intendência Geral da Polícia; violência; criminalidade; controlo social; Pina Manique; Casa Pia; Lisboa.
1 Bolseira de Doutoramento da Fundação para a Ciência e Tecnologia (SFRH/ BD/84464/2012). Agradecemos o apoio financeiro do CIDEHUS (UID/HIS/00057/2013) para a participação no VI Congreso Internacional e Interdisciplinar de Jóvenes Historiadores: Las Violencias y la Historia (11,12,13 de Março de 2015), do Mestre Rui Sousa, bem como dos contributos da nossa orientadora Científica Prof. Doutora Laurinda Abreu. Dedico este texto à memoria do meu querido avô José (02/04/1925-11/03/2015).
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Abstract: The creation of the General Intendancy of Police in 1760 was one of the most important institutional reforms in the years following the great Earthquake of Lisbon in the year 1755. With the destruction caused by the great disaster it was necessary not only to rethink the city area but also its management and security, because besides being the political centre of the country, it was also the most populated metropolis in Portugal, making it essential to monitor and organize the public space. Little is known about this institution until 1780. In January of that year, D. Maria I was carrying out a comprehensive reform of this institution, followed by the appointment of Pina Manique as General Police Intendant, a position he would occupy until 1805. The main purpose of this article is, using the documental archive of the General Intendancy of Police, available in the National Archives of Torre do Tombo, to analyse the major characteristics of crime and violence in Lisbon between 1780 and 1805, the methods used by the Intendant to achieve its repression, as well as the strategies used to create an organized management of criminality using modern public administration tactics, something still unaccomplished by then. Keywords: General Intendancy of Police; Violence; Criminality; Social Control; Pina Manique; Casa Pia; Lisbon.
1. Introdução Historicamente, o conceito de violência tem sido aplicado no sentido de caracterizar diferentes tipos de comportamento, colectivos ou individuais, onde se inclui naturalmente o crime e a delinquência, mas também expressões como revoltas, motins ou tumultos. Mais recentemente, começou a ser conotado com diversas vivências do quotidiano, abrangendo a violência familiar, religiosa, escolar, policial, rural ou urbana, entre outras. Esta é uma noção de representações e significados polissémicos, variando consoante a cronologia e os contextos2. Profundamente relacionados com a história social, tanto o conceito de violência como o de criminalidade implicam uma forte noção de ruptura e descontinuidade, ocupando por isso um papel importante não só na historiografia, mas também enquanto um dos temas que invoca por excelência a interdisciplinaridade, convocando as contribuições da sociologia, da antropologia, do direito ou da filosofia3. 2 RIBEIRO, A. S. Convívios difíceis. Viver, sentir e pensar a violência no Porto de Setecentos (17501772). Porto, Edições Afrontamento-CITCEM, 2012, pp. 30-33. 3 LEMESLE, B.; NASSIET, M.; QUINCY-LEFEBVRE, P. “Introduction”. En Follain, A.; Lemesle, B.; Nassiet, M.; Pierre, Éric; Quincy-Lefebvre, P., La violence et le judiciaire. Discours, perceptions, pratiques. Rennes, PUR, 2008, p. 9 836
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“Para a tranquilidade pública e segurança dos meus vassalos”. A Intendência Geral da Polícia Repressão e controlo da criminalidade e violência em Lisboa nos finais do Antigo Regime (1780-1805)
Segundo alguns autores, nas últimas décadas o estudo da violência, tem sido desenvolvido em torno de três grandes direcções: a violência colectiva, privilegiando motins, revoltas e revoluções, a violência quotidiana, enquadrada pela antropologia social, e, finalmente, o estudo da repressão da violência e criminalidade, plenamente ligada à história da justiça e das Instituições4. No caso do direito, a violência tem sido compreendida em associação ao direito penal e ao desenvolvimento dos mecanismos de punição, campo que os trabalhos de Michel Foucault influenciaram decisivamente5. Também a história social da justiça se encontra presente, associada tanto à violência como à criminalidade, tentando tentando perceber não só o modo como as autoridades judiciais, tribunais e magistrados lidaram com o recurso à justiça, mas também o modo como a justiça régia foi evoluindo e lidando com estes fenómenos no processo de construção do estado moderno6. Desde a Alta Idade Média que se consegue estabelecer uma íntima relação entre a violência e o espaço judiciário, pois tudo o que é designado como violento tem como correspondência modos de repressão e de reparação que as autoridades, nomeadamente as judiciais, deveriam aplicar 7. A violência, assim como a criminalidade, são assim fenómenos desde sempre presentes na história da humanidade e que embora assumindo expressões diversas ao longo do tempo, constituíram-se como “características intrínsecas do viver social”8, com as quais os Estados e as sociedades europeias foram lidando de diferentes maneiras, utilizando diversas fórmulas para as controlar. A criação de polícias, particularmente concentradas nos espaços urbanos, sobretudo durante os séculos XVII e XVIII, foi indiscutivelmente uma das mais importantes respostas dos Estados Modernos a estes problemas. Institucionalizadas a partir do século XVII, um pouco por toda a Europa, as polícias estiveram sempre associadas às necessidades de gestão e 4 SILVA, S. Violência, Desvio e Exclusão na Sociedade Micaelense Oitocentista (1842-1910). Lisboa - Ponta Delgada, CHAM-Universidade dos Açores, 2012, pp. 27-37. 5 FOUCAULT, M. Vigiar e Punir. Lisboa, Edições 70, 2013. 6 FOLLAIN, A. Les justices locales, dans les villes et villages du XVe au XIXe Siècle. Rennes, PUR, 2006; CAMARINHAS, N. Juízes e Administração da Justiça no Antigo Regime. Portugal e o Império Colonial, Séculos XVII e XVIII. Lisboa, FCG - FCT, 2010. 7 LEMESLE, B.; NASSIET, M.; QUINCY-LEFEBVRE, P. “Introduction”… p. 11. 8 NETO, M. O universo da comunidade rural. Coimbra, Palimage, 2010, p. 93. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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administração do território, papel que comportava também uma dimensão reguladora tradicionalmente ligada à justiça9. Polícia e Justiça estão assim fortemente interligadas, complementando-se10 num processo que pode ser datado nos finais do Antigo Regime, onde se procurou melhorar a justiça pública, nas suas dimensões social e territorial11 ao mesmo tempo, reforçar o poder régio, através de uma administração activa em prol da felicidade pública12. 2. A Intendência Geral Século XVIII
da
Polícia – Lisboa
na segunda metade do
Em Portugal, apenas em Junho de 176013 foi criado um organismo policial, inspirado no francês, portanto quase um século depois da instituição que lhe serviu de modelo14. Tutelada pela Secretaria de Estado dos Negócios do Reino, a Intendência Geral da Polícia inseriu-se num vasto movimento de reformas nos anos que se seguiram à terrível devastação causada pelo terramoto de 1 de Novembro de 175515. Os trabalhos de reconstrução da cidade prolongaram-se por várias décadas. Quando D. Maria I subiu ao trono, em 1777, apenas a rua Augusta, principal artéria da cidade, estava concluída16. Ao seu redor tudo era um caos que servia de abrigo a criminosos, ociosos e perturbadores da ordem pública.
9 COURTECUISSE, C. “La police de Grenoble au XVIIIe siècle. Un exemple de justice de proximité?”. En Follain, A., Les justices locales, dans les villes et villages du XVe au XIXe Siècle. Rennes, PUR, 2006, p. 249. 10 LOUSADA, M. A., Espaços de Sociabilidade em Lisboa, finais do Século XVIII a 1834. Dissertação de Doutoramento, Lisboa, FLUL, 1995, pp. 69-72. 11 Veja-se sobre este assunto SILVA, A. C. O Modelo Espacial do Estado Moderno. Reorganização Territorial em Portugal nos Finais do Antigo Regime. Lisboa, Editorial Estampa, 1998. 12 Fim último do ius policiae. SAMPAIO F. Prelecções do direito pátrio, público e particular. Coimbra, 1793, Título VI. 13 SILVA, A.D. Collecção da Legislação Portugueza desde a ultima compilação das Ordenações, 17501762. Lisboa, na Typ. Maigrense, 1842, pp. 731-739. 14 A criação da “lieutenant de police” em Paris foi um momento fulcral, pois demarca, de forma precisa, e pela primeira vez, o campo da polícia, tanto nos seus propósitos filosóficos como nos seus meios e fins de actuação, que ainda que, a interligasse com a justiça, a colocaria num plano de actuação distinto da justiça contenciosa. DENIS, V. “Édit de mars 1667 créant la charge de lieutenant de police de Paris”. Criminocorpus [En linea], Histoire de la police, 2008. 15 SUBTIL, J. O Terramoto Político (1755-1759) – Memória e Poder. Lisboa, UAL, 2007. 16 MADUREIRA, L. N. Cidade. Espaço e Quotidiano (Lisboa 1740-1830). Lisboa, Editorial Estampa, p. 29. 838
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“Para a tranquilidade pública e segurança dos meus vassalos”. A Intendência Geral da Polícia Repressão e controlo da criminalidade e violência em Lisboa nos finais do Antigo Regime (1780-1805)
Com a Polícia a Coroa, pretendia actuar especialmente no âmbito controlo da criminalidade e da violência, e adequar uma pluralidade de legislação e competências diferenciadas, que sobrepunham diferentes magistrados e jurisdições, que em muito dificultavam a resolução dos problemas existentes. Criou-se assim um órgão centralizado, dirigido por um Intendente que teria ampla jurisdição sobre todos os ministros criminais, sendo que estes ficavam obrigados a informá-lo sobre tudo que dizia respeito à tranquilidade pública. Num primeiro momento, logo após o terramoto, o Marquês de Pombal chamou para Lisboa regimentos militares, para que estes contivessem a criminalidade e as pilhagens que se sucederam pela cidade. Estes vieram instalar-se em locais vazios. Entretanto, e paradoxalmente, foram também ocupados por ladrões, prostitutas e criminosos. Esta proximidade foi uma fonte de problemas nos anos seguintes, situação igualmente facilitada pelas inúmeras construções precárias, de madeira, que continuaram a surgir pela cidade17. Esta ideia de uma Lisboa violenta, imersa no caos urbanístico e social, associada à falta de higiene e de estruturas sanitárias, é-nos transmitida por inúmeros relatos de estrangeiros que por lá passaram nos anos que se seguiram à catástrofe. Entre diplomatas ou simples viajantes, a opinião era unânime: a Lisboa setecentista era uma cidade suja18 e violenta, sem qualquer política eficiente de gestão da criminalidade e do espaço público, perturbada frequentemente por assassinatos e roubos de pessoas, casas e edifícios públicos19. Saliente-se que, nos finais da centúria de Setecentos, Lisboa concentrava cerca de 6% da população de Portugal, estimando-se em cerca de 164.700 o número de habitantes em 180120, número que também incluía gente de outras nacionalidades, nomeadamente 12.000 espanhóis, 1154 dos quais 17 MADUREIRA, Nuno. Cidade. Espaço e Quotidiano... p. 62. 18 “As ruas são todas imundas e, não raro, mal cheirosas. Algumas nunca foram varridas e noutras, que por acaso o são, as pilhas da imundice ficam lá até se espalharem de novo. O péssimo hábito de lançar à rua o cisco e outras porcarias reina, [...] o transeunte corre o risco de receber no ombro o lixo das varreduras e [...] a água suja acumulada durante o dia.” RUDERS, C. Viagem em Portugal, 1798-1802. Lisboa, Biblioteca Nacional, 2002, vol. I, p. 29. 19 SANTOS, P.; RODRIGUES, T.; SÁ NOGUEIRA, M. Lisboa Setecentista Vista por Estrangeiros. Lisboa, Livros Horizonte, 1992. 20 A segunda metade do Século XVIII, devido a diversas vicissitudes, das quais se destaca naturalmente o terramoto, é tempo de um certo abrandamento em termos populacionais, ainda que não existam dados absolutos que corroborem esta teoria. MOREIRA, M. J.; VEIGA, T. “A Evolução da População”. En Lains, P.; Silva, Á. F. História Económica de Portugal, 1700-2000. Lisboa, ICS, 2005, vol. I, p. 46. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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aguadeiros. Destes, porém, a maioria seria constituída por trabalhadores sazonais, que permaneciam apenas em determinadas épocas de trabalho21. Em 1779, Manuel Gonçalves Miranda, então Intendente Geral da Polícia, descrevia Lisboa como uma cidade Bloqueada de ladrões, os templos, os vasos sagrados e os adornos das Igrejas sacrilegamente roubados; as casas dos habitantes diária e nocturnamente escaladas; e os viandantes a cada passo atacados e despojados não só de ténues bens que levavam mas alguns da sua própria vida22.
Foi este o cenário que determinou que a 15 de janeiro de 1780 a Rainha desse início a uma vasta reforma da Intendência Geral da Polícia, afirmando que até então esta não tinha atingido os fins necessários a uma verdadeira polícia “como se vê praticado noutros Reinos”23. 3. A Polícia de Pina Manique: controlo e repressão da violência e criminalidade em Lisboa Inserindo-se num contexto europeu de intenso debate em torno da organização dos sistemas policiais, que incluía não somente as suas competências mas também como deveriam agir os seus principais actores24, a 17 de Janeiro de 1780, a Rainha nomeava Diogo Inácio de Pina Manique25 como Intendente, cargo que viria a ocupar durante os 25 anos seguintes. Entre os seus novos poderes constava uma prerrogativa, que viria a tornarse fulcral na sua actuação e eixo de toda a sua política. Esta determinava que Como sucede haver crimes, que não necessitem de outro castigo, mais do que alguma correcção, poderá o mesmo Intendente Geral nestes casos prender aquelas pessoas, que a merecerem, conservando21 Destacava-se ainda a presença destes, junto à fronteira, no Alentejo. MOREIRA, M. J.; VEIGA, T. “A Evolução da População”..., p. 63. 22 CANCIO, F. Lisboa. Tempos Idos. 1958, vol. II, pp. 347-348. 23 SILVA, A.D. Collecção da Legislação Portugueza desde a ultima compilação das Ordenações, 17751790. Lisboa, na Typ. Maigrense, 1830, pp. 255-256. 24 DENYS, C.; MARIN, B.; MILLIOT, V., “Introduction”. En Denys, C.; Marin, B.; Milliot, V. Reformer la Police. Les mémoires policiers en Europe au XVIIIe siècle. Rennes, PUR, 2009, p. 7. 25 Este não era o primeiro cargo para o qual seria nomeado. A longa carreira ao serviço do Estado seria iniciada em 1758 como Juiz do Crime do Bairro do Castelo, ao qual se seguiria, entre outros, o de Superintendente Geral dos Contrabandos em 1772, Procurador Fiscal da Companhia de Pernambuco e Paraíba e Administrador Geral das Alfândegas do Açúcar em 1781. BILÉU, M. Diogo Inácio de Pina Manique, Intendente Geral da Polícia: inovações e persistências. Dissertação de Mestrado, Lisboa, FCSH-UNL, vol. I, 1995.p. 47. 840
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as na prisão o tempo que julgar proporcionado à desordem que tiverem cometido e lhe parecer necessário para a emenda26.
Esta determinação abriu caminho para a criação, logo no mês de Maio, de uma instituição directamente controlada pela Intendência, a Real Casa Pia de Lisboa27, centro que procurou reformar, disciplinar e reintegrar na sociedade, através da educação, trabalho e casamento, todos aqueles que conforme o pensamento penal e social da época se enquadrassem nesta categoria: vadios, mendigos, ociosos, criminosos e prostitutas. Um dos principais fins da Casa Pia, expressando convictamente uma das máximas do ius policiae seria Promover a indústria, e empregar as pessoas miseráveis e necessitadas, para que lucrando as vantagens e utilidades, que lhes provem da mesma industria, lhes sejam menos onerosas as precisões que traz consigo a indigência, e se possam fazer por esta forma não só a si, mas até ao Estado, como a experiência tem mostrado, e se está actualmente praticando em todas as Cortes, e Reinos mais da Europa. E sendo igualmente certo que a falta de trabalho, em que ocuparse honestamente, tem precipitado muitas pessoas nas prostituições, roubos, assassinos e mais crimes que se estão perpetrando, e que talvez não acontecerão se esta industria se tivesse promovido com toda a eficácia; afim pois de aumentá-la, socorrer aos indigentes úteis ao Estado, e a si mesmo aqueles indivíduos que por falta de quem os anima vivem na ociosidade28.
Este parágrafo expressa claramente o pensamento do Intendente relativamente às motivações para o uso da violência e criminalidade em Lisboa, tal como indica a solução a adoptar para o problema. Dentro este âmbito, as políticas de Pina Manique concentravam-se em duas importantes vertentes: por um lado, conter a criminalidade através da perseguição e consequente prisão do criminoso, tentando desde 1780 obter meios mais eficazes para tal, dos quais se destacam a iluminação pública e um corpo de homens efectivo para fazer as rondas policiais; por outro lado, caberia à polícia evitar, preventivamente, que as populações caíssem no crime. Colocando-se no campo de diversos teóricos sociais, que consideravam que 26 SILVA, A.D. Collecção da Legislação Portugueza... pp. 255-256. 27 ABREU, L. Pina Manique: um reformador no Portugal das Luzes. Lisboa, Gradiva, 2013, pp. 141-283. 28 Intendência Geral da Polícia, ANTT, lib. 67, f. 103-105. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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a pobreza era um dos motivos que “precipita nos mais negros e horrorosos crimes”29 as populações, constituindo para além disso um “peso” para o Estado, seria necessário arranjar forma de sustento e de trabalho para os pobres. A Casa Pia era a solução natural. A 21 de Julho de 1780, cerca de dois meses depois do início do seu funcionamento, sustentavam-se lá cerca de 200 mendicantes, de ambos os sexos30. Apesar de criada com o propósito de intervir em todo o território, aplicando princípios bases do cameralismo31, que visavam o crescimento populacional e o aumento da riqueza e da felicidade públicas, a intervenção mais directa da Intendência fez-se sentir sobretudo em Lisboa, através da acção do Intendente sobre os juízes criminais, responsáveis perante a polícia pelo controlo e repressão da criminalidade. Estes seriam os seus principais braços. Esta ideia é corroborada pelo fluxo absolutamente notável de ordens enviadas pelo Intendente para estes, desde Maio de 1780, revelando uma cidade que se confrontava não só com inúmeros problemas de violência mas também com um processo longo de gestão racional do crime. A entrada de Pina Manique na Intendência marca o início de um período extremamente bem documentado, que contrasta fortemente com os vinte anos anteriores da Instituição32. Muitas das tarefas que a Polícia passou então a desempenhar estavam anteriormente ligadas a outros organismos, como era o caso do Senado da Câmara de Lisboa. A organização municipal da cidade revelou ao longo da época moderna níveis de grande complexidade, diferenciando-se substantivamente em relação ao resto do país. Este órgão municipal detinha até então os pelouros de intervenção nas áreas de higiene, limpeza e saúde públicas que a Intendência iria tomar para si logo depois33. Ainda que, ao analisar-se a gestão camarária, estes campos não tivessem até à data sido totalmente prioritários, foram ao longo dos anos seguintes uma fonte de 29 Intendência Geral da Polícia, ANTT, lib. 2, f. 368-371. 30 Intendência Geral da Polícia, ANTT, lib. 189, f. 45. 31 SCHIERA, P. “A Polícia como síntese de ordem e de bem estar no moderno estado centralizado”. En Hespanha, A.M. Poder e instituições na Europa do Antigo Regime. Colectânea de textos. Lisboa, Fundação Calouste Gulbenkian, 1984, pp. 307-319. 32 BORDA D’AGUA, F. “L’Intendance générale de police de la cour et du royaume du Portugal: quelques réflexions sur son histoire et ses références européennes”. En Denis, C. Circulations policières 1750-1914. Villeneuve d’Ascq, Presses Universitaires du Septentrion, 2012, pp. 139-158. 33 Intendência Geral da Polícia, ANTT, lib. 84, f. 1-3. 842
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conflitos34. Saliente-se que a entrega destas competências à Intendência, para além da pretensão de que fossem dotadas de maior eficácia, prendia-se igualmente com a parca capacidade financeira da Câmara35. Confrontada com um grave problema de endividamento, a Câmara via nesta alteração de jurisdições uma muito gravosa perda de receitas36. Aplicando em Portugal um conceito alargado de polícia, que, como referido, implicava uma vasta noção de gestão pública, Pina Manique dedicou a estas questões todas as suas energias, mesmo sabendo que as novas atribuições da Intendência não limitavam a sua existência ao controlo do crime, como o próprio faz saber por diversas vezes37. Utilizando fortemente os magistrados locais, tentando por um lado reprimir o criminoso, puni-lo e emendá-lo, trazendo a regeneração útil não só ao indivíduo mas também a toda a sociedade, o Intendente por outro lado fazia uso de uma visão que encarava a pobreza, normalmente associada a este tipo de comportamentos, como um dos principais obstáculos à riqueza do Estado. Um dos problemas que mais preocupava a polícia relacionava-se com a actuação dos ladrões, que, tal como nos indica a documentação, eram uma presença constante no quotidiano da cidade38. No caso dos roubos39, que horrorizavam particularmente os estrangeiros, a Intendência centrou as suas preocupações nos furtos do ouro e de prata, que ocorriam não só nas casas particulares, mas também nas lojas dos ourives que ocupavam as artérias mais significativas da cidade. Um problema tão mais grave quanto era do conhecimento comum que muitas vezes estes crimes eram praticados por aprendizes que agrediam e assassinavam os seus mestres. Os magistrados locais, seguindo ordens do Intendente, tentavam agir com rapidez e eficiência, obtendo informações minuciosas, não só dos ladrões mas também dos objectos desaparecidos. Uma das principais ferramentas da polícia cameralista era o uso da estatística. Pina Manique iria munir-se dela para diversos fins, tanto 34 FERNANDES, P. J. As faces de Proteu : elites urbanas e o poder municipal em Lisboa nos finais do século XVIII a 1851. Lisboa, Câmara Municipal, 1999, pp. 59-84. 35 Intendência Geral da Polícia, ANTT, lib. 84, f. 5. 36 FERNANDES, P. J. As faces de Proteu : elites urbanas e o poder municipal em Lisboa nos finais do século XVIII a 1851. Lisboa, Câmara Municipal, 1999, p. 82-84. 37 ABREU, L. Pina Manique: um reformador no Portugal das Luzes. Lisboa, Gradiva, 2013, p. 117. 38 Ministério do Reino, ANTT, mç. 454, Sacrilégios, roubos e assassinatos; Intendência Geral da Polícia, ANTT, lib. 189-195. 39 Veja-se a título de exemplo Intendência Geral da Polícia, ANTT, lib. 67, f. 211v. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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para o conhecimento dos modos de vida da população40, do número de habitantes do país41, como também das ocorrências criminais em Lisboa, como o inquérito que mandou realizar entre 1 de Agosto e 11 de Setembro de 1789. Este inquérito surgiu no seguimento de informações prestadas erroneamente à Rainha, que indicavam terem sido cometidos cerca de 30 assassinatos durante esse período. A realidade era porém bastante diferente. Segundo os dados recolhidos pelos magistrados criminais de cada um dos treze bairros da cidade, apenas em quatro bairros se contabilizava a morte violenta de seis homens e duas meninas recém-nascidas42. Uma das faces mais visíveis da política activa de repressão de comportamentos e integração na sociedade foi aplicada a três grupos associados frequentemente a desordens e à violência na cidade: mendigos, vagabundos e prostitutas. O alvará de 1760 já os referia como “nutrindo os vícios mais prejudiciais ao sossego público e ao bem comum, que resulta sempre aos estados do honesto trabalho dos que vivem em ociosidade”43. Em Portugal, as questões relacionadas com a mendicidade e vadiagem têm um enquadramento legislativo que remonta naturalmente à medievalidade44, que defendia o trabalho como “principal valor moral, social e económico”45. Durante este Século XVIII parece ter havido uma mutação no discurso em relação a estes grupos, compelindo-os de forma sistemática para encontrarem trabalho, que teria como fim principal os interesses do Estado46. Os mendigos deveriam ter autorização para pedir esmola e, caso não a tivessem, o Intendente, enquadrado pelas prerrogativas concedidas em 40 Condes de Linhares, ANTT, mç. 28, doc. 34; Intendência Geral da Polícia, ANTT, lib. 188, fl. 2. 41 SERRÃO, J.V. A população de Portugal em 1798: o Censo de Pina Manique. Paris, Centro Cultural Português, 1970. 42 Ministério do Reino, ANTT, mç. 454, Rondas da Polícia, 1788-1793. 43 SILVA, A.D. Collecção da Legislação Portugueza..., pp. 731-739. 44 Sobre este assunto veja-se, entre outros ABREU, L. “Repressão e controlo da mendicidade no Portugal Moderno”. En Abreu, L. Asistencia y Caridad como Estrategias de Intervención Social: Iglesia, Estado y Comunidad (Siglos XVI-XX). Bilbão, Servicio Editorial de la Universidad del país Vasco, 2007, pp. 95-119; SEIXAS, M. “Vadios e mendigos no Direito Penal Português Oitocentista. Algumas notas a propósito do regime colonial”. En MIRANDA, J.; CORDEIRO, A.; FERREIRA, E.; NOGUEIRA, J. Estudos em Homenagem ao Professor Doutor Paulo de Pitta e Cunha. Lisboa, Almedina, 2010, vol. III, pp. 865-884. 45 ABREU, L. “Repressão e controlo da mendicidade no Portugal Moderno”..., p. 98. 46 SÁ, I. “O Trabalho”. En Lains P y Silva, Á. História Económica de Portugal, 1700-2000. Lisboa, ICS, 2005, vol. I, p. 95. 844
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Janeiro de 1780, poderia prendê-los. Em Maio desse ano Pina Manique ordenou a expulsão de todos os mendigos de Lisboa e a partir de então aplicou um controlo rigorosíssimo sobre a chegada de novos habitantes, procurando sobretudo que estes tivessem uma profissão47. Do mesmo modo, as prostitutas foram um dos principais alvos por parte da Intendência, quer por motivos de controlo e regeneração social, quer de saúde pública. A documentação revela a permanência destes esforços. Os relatos de crimes e violências a elas ligados são inúmeros; eram uma das mais constantes fontes de distúrbios para a cidade, especialmente quando frequentavam lojas de bebidas, casas do povo e tabernas, para, nas palavras de Pina Manique, depois de se alcoolizarem se “entregarem a todo o tipo de vícios e crimes”48, que incluíam pancadaria, facadas e por vezes assassinatos. Quando presas, estas mulheres eram imediatamente enviadas para casas de correção, nas quais se incluía naturalmente a Casa Pia, para aprenderem um ofício ou casarem. Estas ordens repetiram-se sucessivamente durante este período, revelando igualmente uma das faces mais problemáticas da intendência e do aparente fracasso das suas políticas. Apesar das ameaças aos oficiais da polícia e aos magistrados locais caso não cumprissem ordens, acusando-os de ignorância, malícia ou subornos, inúmeras vezes estas não eram cumpridas, deixando fugir as mulheres das casas de correção, voltando estas à sua vida. A prostituição associou-se igualmente a um mundo de crime e violência em expansão no final do século em Lisboa, que a Intendência também estava encarregue de controlar: o das sociabilidades mundanas, organizadas em torno de cafés, tabernas ou lojas de bebidas49, espaços que a polícia passaria a vigiar com regularidade, actuando prontamente, prendendo taberneiros e proibindo-os de voltarem a estabelecer casas nos mesmos locais, impondolhes multas bastante elevadas, cuja receita era em parte aplicada no sustento da Casa Pia50. A vigilância sobre este grupo era redobrada também porque habitualmente davam abrigo a quadrilhas de ladrões, sendo que este tipo de criminalidade organizada em bandos, por vezes familiares, outras vezes colocando em associação soldados, marujos ou ciganos foi, provavelmente, 47 SILVA, A.D. Suplemento à Collecção da Legislação Portugueza..., p. 487. 48 Intendência Geral da Polícia, ANTT, lib. 189, f. 403. 49 Ministério do Reino, ANTT, mç. 454, Rondas da Polícia. 50 Intendência Geral da Polícia, ANTT, lib. 63, f. 138v. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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o problema de criminalidade violenta que mais atenção mereceu por parte da polícia. Os soldados, inicialmente chamados para combater a violência, eram frequentemente presos, tanto por deserção, como por roubo, agressões ou assassinatos51. Não actuavam sozinhos. Lisboa, importante porto comercial desde o século XV, atingiu durante o século XVIII um ponto elevado de transacções e muito concretamente por via do comércio; residiam na cidade importantes colónias comerciais, especialmente de ingleses e holandeses52. Os marujos, nacionais ou estrangeiros provocavam inúmeras desordens, roubando navios e usando contrabando, pratica à qual o Intendente dedicava particular cuidado. Os navios estrangeiros sofriam bastantes violências, motivando queixas frequentes de embaixadores ou representantes das casas comerciais, o que naturalmente preocupava a coroa, por óbvios motivos económicos53. Aterrorizavam as populações, que se queixavam à Intendência ocasionando fortes ataques de repressão e consequentemente a punição com penas de prisão nas cadeias de Lisboa ou castigos posteriores. Os bandos, por vezes designados na documentação como bandoleiros, incluíam frequentemente ciganos e espanhóis fugidos à justiça. Note-se que as preocupações de Pina Manique em relação à violência e ao crime não se reduziam à cidade de Lisboa, pelo contrário. Através de magistrados locais, Corregedores, Provedores, Juízes de Fora ou Ouvidores procurava acompanhar com proximidade todos os problemas relativos às matérias de polícia, e a criminalidade era naturalmente um dos principais tópicos de correspondência entre estes. Os magistrados constituíam a principal rede de policiamento da Intendência Geral da Polícia, não só em Lisboa, mas também nas diversas Comarcas do país. Eram os olhos e os ouvidos de Pina Manique, merecendo-lhes por isso os mais diversos elogios, mas também varias advertências. As zonas fronteiriças revelavam-se bastante agitadas e os espaços densamente menos povoados, como o Alentejo, sofriam particularmente com estes problemas. Como salienta Teresa Fonseca, A fronteira alentejana [...] era facilmente transposta por criminosos, ciganos, contrabandistas e desertores dos dois lados da fronteira [...] servia de esconderijo temporário a todo o tipo de delinquentes54. 51 Intendência Geral da Polícia, ANTT, lib. 189, f. 444. 52 MOREIRA, M. J.; VEIGA, T. “A Evolução da População”..., p. 30. 53 Intendência Geral da Polícia, ANTT, lib. 189, f. 241; Ministério do Reino, ANTT, mç. 454, Delitos perpetrados no mar e a bordo de navios. 54 FONSECA, T. “Marginalidade e banditismo no Alentejo (1760-1833). A resposta dos 846
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Ao longo destes vinte e cinco anos, sucedem-se as notícias, vindas das Comarcas do Sul, sobre as diversas quadrilhas que operavam na região, atacando as estradas e propriedades agrícolas, cujos administradores davam conta das suas preocupações aos poderes locais e à Intendência. Em 1791 considerava-se que o nível de violência registado na raia alentejana era de proporções alarmantes, com diversos bandos de criminosos a aterrorizem as populações, descrevendo-se a presença de inúmeros ciganos, o que aliás, levou Pina Manique a propor a sua expulsão, para “expurgar-se assim o Reino desta má gente”55. Nas fronteiras vivia-se igualmente com grande acuidade o problema da deserção militar, tanto de portugueses como de espanhóis, que também levavam consigo armas, transformando-se depois, por vezes, em líderes de quadrilhas. Em 1798 Pina Manique enviava para a Secretaria de Estado do Reino um relatório onde afirmava terem sido capturados cerca de 538 desertores espanhóis56. Sendo um problema comum, era também habitual que as autoridades, espanholas e portuguesas, nas quais se incluía naturalmente a Intendência, colaborassem para prevenir estas situações e castigar os delinquentes, levando-os de volta às suas respectivas justiças. Só em 1782 temos notícias de 3226 prisões57. Tornava-se essencial controlar a criminalidade em Lisboa, porque deixando escapar os bandidos seria difícil encontrá-los, sendo frequente que se escondessem no Alentejo, onde escapavam mais facilmente à justiça, ainda que continuassem a cometer crimes, sendo muitas as diligências que a Intendência fazia para os procurar58. Procurava dar aos criminosos um destino que não passasse unicamente pela prisão. Pina Manique sugeria reiteradamente que os enviassem para as ilhas de Cabo Verde, nomeadamente São Vicente, com um duplo objectivo, a saída dos perturbadores da paz pública do Reino e o consequente
poderes periféricos”. En Araújo, M. L.; Esteves, A. Marginalidade. Pobreza e Respostas Sociais na Península Ibérica (Séculos XVI-XX). Braga, CITCEM, 2011, p. 134. 55 Ministério do Reino, ANTT, mç. 454, Sacrilégios, Roubos e Assassinatos. 56 Intendência Geral da Polícia, ANTT, lib. 5, f. 280-280v. 57 Intendência Geral da Polícia, ANTT, lib. 1, f. 370-372. 58 Intendência Geral da Polícia, ANTT, lib. 189, f. 110. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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povoamento de um arquipélago que necessitava de população europeia59. Da mesma forma, num contexto de reforço legislativo contra os ciganos60, a polícia sugeriu a utilização de criminosos ao serviço do Estado, ainda que neste caso não passasse, como nos anteriores, pela prisão. A solução seria também o deslocamento destes para territórios africanos. No caso de soldados e marujos, as soluções depois da estadia na prisão poderiam passar por uma nova incorporação forçada, degredo nos territórios ultramarinos ou utilização em obras públicas. Uma das novidades trazidas pela polícia de Pina Manique revelouse no cuidado que desde o início dedicou ao ambiente familiar. Ao actuar próximo da esfera íntima da família, permitia que as pessoas se queixassem dos seus problemas directamente na Intendência. São inúmeros os relatos de mulheres vítimas de violência doméstica, por parte de maridos e filhos. No caso destes últimos, fosse por agressões verbais ou físicas, normalmente eram encarcerados na Casa Pia, onde poderiam depois sair em situações destintas: o trabalho ao serviço do Estado61, ou o livramento e reintegração no seu bairro e família, tendo contudo vigilância apertada por parte da polícia, com ameaça de penas severas, caso se verificasse uma reincidência. Ameaças cumpridas por parte de Pina Manique, que, a título de exemplo, chegaria a determinar o envio de um jovem de 19 anos para o degredo nos Estados da Índia, por este desobedecer ao pai62. Este tipo de situações preocupava particularmente D. Maria I, sendo um tópico frequente na correspondência com a Secretaria de Estado dos Negócios do Reino e desta com a Intendência63. Verificamos nestas circunstâncias a grande inovação trazida pela Intendência de Pina Manique em Portugal, que contudo constatou por diversas vezes o fracasso das suas iniciativas, especialmente porque, apesar 59 Ministério do Reino, ANTT, mç. 454, Provisão sobre os ladrões e os ciganos que infestavam a província de Além-Tejo. 60 A legislação portuguesa, relacionada com a presença dos ciganos, insere-se, desde o Século XVI, num contexto mais vasto, acompanhando vários países europeus numa cruzada contra formas de vida nómada, que confundiam com a vadiagem, atribuindo-lhes por isso o mesmo tipo de punição que se destinava aos últimos. Data de 13 de Março de 1526 o primeiro diploma a proibir a entrada de ciganos em Portugal. Veja-se ABREU, L. “Repressão e controlo da mendicidade no Portugal Moderno”... p.113. 61 Em 28 de Setembro de 1780 enviava uma lista de presos para que fossem depois enviados para trabalharem no Arsenal do Exército. Intendência Geral da Polícia, ANTT, lib. 189, f. 136. 62 Intendência Geral da Polícia, ANTT, lib. 189, f. 380-381. 63 Veja-se como exemplo Intendência Geral da Polícia, ANTT, lib. 189, f. 59. 848
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das preocupações da coroa, e do apoio algo pontual às suas políticas, grande parte delas foram frequentemente travadas ou por falta de vontade política ou por falta de fundos, apesar da aparente unanimidade entre ministros e teóricos da necessidade de travar a violência e a criminalidade em Lisboa e no Reino, de utilizar socialmente os criminosos e marginalizados e dos bons frutos que isso traria para a economia. Podemos especificar dois pontos concretos: a falta de iluminação da cidade e a ausência de um verdadeiro corpo policial, apesar das inúmeras tentativas feitas nesse sentido, tendo até como base o sistema de vigilância da cidade, associada a uma conflituosidade constante com os magistrados locais, que travaram muitas das suas medidas. O Intendente queixava-se com bastante frequência da acção dos seus magistrados, acusando-os por diversas vezes de serem negligentes na perseguição de bandidos ou até de se deixarem corromper por estes64. A iluminação da cidade foi um dos primeiros planos de controlo da criminalidade de Pina Manique, colocado em prática a 17 de Novembro de 1780, com 750 candeeiros a iluminar Lisboa. Tendo sido notório o decréscimo da criminalidade noturna, diversas vezes elogiada pelos estrangeiros, este recurso viria a revelar-se demasiado dispendioso e as soluções apresentadas pela Intendência para o seu funcionamento nunca foram aceites por parte do governo. Em 1792, seria suspensa definitivamente, o que, aliado ao facto de as rondas65 policiais não funcionarem com eficiência, pois muitos fugiam delas ou eram omissos, contribuiu enormemente para o quadro catastrófico traçado no final de 1794. Nos finais desse ano, Pina Manique traçou um retrato bastante problemático da cidade de Lisboa, num ofício enviado para a Secretaria de Estado. Podemos reter do mesmo as queixas relativas à escassez de meios, circunscrevendo as dificuldades da sua actução não só à parca colaboração dos ministros criminais, mas também à ausência de um corpo policial, pois as rondas que se tinham constituído não funcionavam devidamente, muitas 64 Intendência Geral da Polícia, ANTT, lib. 5, f. 249. 65 Para além das diversas constatações de Pina Manique sobre este assunto ao longo dos anos, os visitantes da cidade também o constatavam. Ao descrever os problemas de segurança da cidade Carl Ruders aponta negativamente a forma como actuavam as patrulhas nocturnas, afirmando “ em alguns sítios, à esquina de certas ruas, estão postados guardasnocturnos; mas a sua função principal é anunciar quem passa, em altos brados, quando eles próprios não estão a dormir. [...] O único dever que lhes incumbe é bradar por socorro e [...] os bandidos seguem tranquilamente o seu caminho”. RUDERS, C. Viagem em Portugal... pp. 39-40. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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vezes por falta de vontade de quem nelas participava ou por parte de quem deveria fornecer homens e não o fazia. Esta situação motivou lamentos recorrentes, levando-o num primeiro momento, e com a colaboração expressa da Rainha, a repetir editais, nos quais especificava que ninguém, nem ministros, nem grandes do Reino, poderiam isentar-se a essa obrigação, sem contudo atingir os resultados desejados66. Explicava o Intendente que o Inverno de 1794 tinha acentuado todos os problemas da cidade, multiplicando os furtos, roubos e mortes, obrigando a Intendência a tomar medidas extraordinárias, que implicaram o aumento do uso da força, para, nas suas palavras, “intimidar e conter o povo” 67. Era o próprio povo que se queixava à Polícia, com intensidade, do ataque de ladrões que assaltavam casas e pessoas indiscriminadamente, tanto de dia como de noite, nas ruas ou estradas da cidade, muitas delas parcialmente destruídas ou entulhadas e com problemas de circulação ainda devido ao terramoto. Revelando angústia e, pesar o Intendente constatava que as medidas que tinha mandado aplicar aos juízes criminais não tinham surtido qualquer efeito e suspeitava que as mesmas não haviam sido aplicadas por toda a cidade. O escândalo era tal que os criminosos organizava em quadrilhas, fingindo ser oficiais de justiça e assim entravam facilmente dentro das habitações para cometerem todo o tipo de crimes. Planeando por esta altura a organização de um novo modelo de ronda policial, ameaçava os juízes locais de que por toda a “omissão e falta que houver neste particular” o Intendente procederia contra eles com a “prisão e suspensão do seu ofício, com as mais severas demonstrações de castigos”, caso lhe constasse que não se executavam literalmente as ordens que enviava. Não surtiu efeito. Em 1798, a situação em Lisboa parecia claramente desesperada, com o Intendente a queixar-se não só do aumento do número de ladrões mas também da sua audácia. Alguns actuavam em bandos com mais de vinte homens, assaltando não só as casas mas também os integrantes das rondas da polícia68. A documentação da Intendência parece corroborar em parte a ideia transmitida pelo alemão Heinrich Friedrich Link, durante a sua viagem por Portugal, iniciada no ano anterior69. Criticando a falta de iluminação da 66 Ministério do Reino, ANTT, mç. 454, Rondas da Polícia. 67 Ministério do Reino, ANTT, mç. 454, Sacrilégios, Roubos e Assassinatos. 68 Ministério do Reino, ANTT, mç. 454, Rondas da Polícia. 69 LINK, H. F. Notas de uma viagem a Portugal e através de França e Espanha. Lisboa, Biblioteca 850
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cidade, que permitia assim uma “horda de bandidos [...] que põe Lisboa ainda abaixo de Constantinopla”70, afirmava, certamente com algum exagero, que ocorriam assassinatos todas as noites. Não deixava porém de notar um dos problemas com que a intendência mais se debateu durante estas décadas: Há uma grande quantidade de ralé em Lisboa, pois todas as gentes inúteis das províncias afluem para a capital, e podem sair-se bem com facilidade na cidade aberta. Daí o enorme número de pedintes. Em parte vadiam pela cidade71.
As diligências de Pina Manique, contudo, só teriam efeito anos mais tarde, pois Lisboa só viria a ter uma Guarda Real da Polícia, constituída por um corpo militar em 1801 e a iluminação voltaria somente um ano depois, praticamente no final da vida do Intendente, obtendo então, nas palavras da maioria dos coevos que escreveram sobre a cidade, uma melhoria significativa no controlo da violência e gestão da criminalidade. 4. Conclusão A situação económica de Portugal agravara-se na segunda metade do século, aumentando a pobreza e com ela os fenómenos de marginalidade, associados frequentemente à violência e ao crime. A Intendência Geral da Polícia, fundada em 1760, com muitas semelhanças relativamente à sua congénere parisiense criada em 1667, procurou circunscrever estes problemas. Contudo a documentação parece demonstrar-nos que, no terreno, o seu funcionamento terá sido claramente insuficiente. Paralelamente, assistiu-se em Portugal a uma intensa reflexão em torno das políticas sociais que o país deveria adoptar, para que, consoante o pensamento cameralista que então vigorava um pouco por toda a Europa, através de uma administração activa por parte dos estados, houvesse crescimento populacional e económico. O controlo de mendigos, ociosos e vagabundos era uma proposta que surgia frequentemente nestas reflexões, em paralelo a um conjunto de iniciativas legais que vinham já da Idade Média, semelhantes às que encontramos um pouco por toda a Europa. Estes grupos constituíram um campo privilegiado por parte do Intendente Pina Manique aquando da reforma da Intendência, datada de Nacional, 2005. 70 LINK, H. F. Notas de uma viagem a Portugal... p. 121. 71 LINK, H. F. Notas de uma viagem a Portugal... p. 124. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Janeiro de 1780, na qual se incluía a criação da Casa Pia de Lisboa. Porém, durante os 25 anos que governou a instituição a sua acção em muito transcendeu os grupos referidos. O controlo da prostituição foi igualmente notório, não só por questões de moralização da vida pública, mas também em virtude das preocupações relacionadas com as práticas de higiene e saúde públicas, próprias de uma verdadeira polícia. Percepciona-se através da polícia um sistema que veio trazer à população uma maior proximidade com a justiça, por meio não só das magistraturas locais mas também do próprio Intendente, que as coordenava. Pina Manique tentou assim implementar pela primeira vez em Portugal uma política concertada de gestão da criminalidade, seguindo o pensamento jurídico, económico e social europeu, que de resto era conhecido, mas que até então não tinha conhecido um verdadeiro investimento por parte do poder político. A Intendência intentou operacionalizar no terreno um conceito alargado de polícia, que acompanhou o debate em torno do lugar da punição, correcção e reintegração do criminoso num novo sistema penal, que estava então em elaboração. Contudo, os níveis de violência e criminalidade sentidos na cidade parecem ter sido sempre preocupantes, ainda que a partir de 1801 se tivessem notado melhorias graduais aquando do regresso da iluminação pública e da criação de um corpo efectivo de policiamento na cidade de Lisboa, a Guarda Real da Polícia. Porém, este sentimento de melhoria, tal como muitas reformas de Pina Manique, não teve continuidade nas décadas seguintes, face ao caos gerado com a saída da família real para o Brasil e às desordens causadas pela entrada das tropas francesas em Portugal em 1808, que inclusivamente destruíram o seu grande projecto de reforma social, a Casa Pia de Lisboa. Bibliografia Abreu, Laurinda, “Repressão e controlo da mendicidade no Portugal Moderno”. En Abreu, Laurinda, (coord.), Asistencia y Caridad como Estrategias de Intervención Social: Iglesia, Estado y Comunidad (Siglos XVI-XX), Bilbao, Servicio Editorial de la Universidad del país Vasco/CIDEHUS-UÉ, 2007, pp. 95-119. Abreu, Laurinda, Pina Manique: um reformador no Portugal das Luzes. Lisboa, Gradiva, 2013. Biléu, Margarida, Diogo Inácio de Pina Manique, Intendente Geral da Polícia: inovações e persistências. Dissertação de Mestrado, Lisboa, FCSH-UNL, II vols.,1995. 852
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La invención de la guapparia. Representaciones de la camorra en torno al proceso Cuocolo (1906-1912) The Invention of Guapparia. Representations of the Camorra around the Cuocolo Trial (1906-1912) Paolino Nappi Universitat de València [email protected] Resumen: En este artículo se aborda un período crucial en la historia de la mafia napolitana, la camorra, entre finales del siglo XIX y principios del XX, cuando en Viterbo se celebra el denominado proceso Cuocolo (1906-12). Este acontecimiento ha sido señalado, por una parte de la historiografía y sobre todo por la vulgata, como el momento en que cesa la vigencia de la camorra de los orígenes. La animadversión hacia una delincuencia “desvirtuada” contribuye a mitificar a los antiguos camorristas, cuyas hazañas se parangonan a las de los caballeros medievales o a las de los bandoleros españoles. A partir de esta mitificación y estas imágenes, se va formando una tradición representativa, la llamada guapparia. Se considerarán algunos textos importantes en la fundación de esta tradición, todos ellos publicados en los años del proceso: una serie de tres artículos publicados en el junio de 1907 por Matilde Serao en su periódico Il giorno; el libro La camorra. Origini, usi, costumi e riti dell’“annorata soggietà”, escrito por el periodista Ernesto Serao y el escritor Ferdinando Russo; la conferencia La leggenda della camorra, de Arturo Labriola, político ligado al sindicalismo revolucionario. Palabras Clave: camorra, crimen organizado, literatura, guapparia, representación. Abstract: This article deals with a key period in the history of Neapolitan mafia, the Camorra, between the end of the 19th and the beginning of the 20th century, just when the so called Cuocolo trial (1906-1912) took place in Viterbo. This event has been pointed out, by a part of the historiography and, above all, by the vulgata, as the moment in which the validity of the original camorra came to an end. The aversion to a “devalued” delinquency contributed to convert into myths the old camorrists, whose great feats became similar to those of the medieval knights or the Spanish bandits. With this mystification and these images began the representative tradition known as guapparia. In the article, some texts
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published in the years of the trial, which had an important role in the establishment of this tradition, are considered: a group of three articles published in June 1807 by Matilde Serao in his own newspaper Il giorno; the book La camorra. Origini, usi, costumi e riti dell’“annorata soggietà”, written by the journalist Ernesto Serao and the writer Ferdinando Russo; and the conference La leggenda della camorra, written by Arturo Labriola, a politician linked to the revolutionary syndicalism. Keywords: Camorra, Organized Crime, Literature, Guapparia, Representation.
El llamado proceso Cuocolo (1906-1912), celebrado tras el doble asesinato de Gennaro Cuocolo y de su mujer Maria Cutinelli, se presenta como el acto final de la vieja camorra. Este evento ha sido señalado, de hecho, no solo por una parte de la historiografía1, sino sobre todo por la vulgata, como el momento en que cesa la vigencia de la primera camorra. Esta era la de los orígenes, la que se había ido formando ya en el siglo XVIII en las cárceles y, a partir de los años veinte del siglo XIX, era visible en la ciudad de Nápoles y en el territorio cercano a ella, sobre todo en los mercados donde los camorristas se dedicaban a su actividad característica, la extorsión. En una sustancial imitación del drenaje fiscal, la creación de un impuesto sobre las transacciones de compraventa responde a un principio de acumulación que le hacía decir a un camorrista de mitad del siglo XIX: “sacamos el oro de los piojos”2. Después de la condena en Viterbo, la ciudad donde se celebra la parte final del proceso a la supuesta cúpula de la organización napolitana, la llamada onorata società [honrada sociedad] del siglo XIX se disuelve, entregando a la memoria de la ciudad una serie de rituales, tradiciones y lugares comunes retratados por la literatura. Ya algunos años antes del proceso, periodistas y escritores hablan de una camorra “degenerada”, mucho más violenta y 1 Por ejemplo, recientemente, en la síntesis de BARBAGALLO, F. Storia della camorra. Roma-Bari, Laterza, 2010. 2 MONNIER, M. La camorra. Notizie storiche raccolte e documentate. Nápoles, Arturo Berisio Editore, 1965 [1ª ed. Florencia, Barbera, 1862], p. 115. Esta es la primera obra importante dedicada a la camorra, de carácter folclórico, pero con interesantes consideraciones sociológicas. Sobre la camorra del siglo XIX, son fundamentales los estudios de Marcella Marmo, donde se remarca la naturaleza empresarial de la organización criminal napolitana. A propósito de la economía camorrista, Paolo Macry escribe: “Il crimine dell’estorsione aggredisce il mercato, lo riproduce, filtra le transazioni (dal commercio all’ingrosso all’accattonaggio), moltiplica la circolazione del denaro, crea una domanda specifica, offre una risorsa monopolistica”; MACRY, P. I giochi dell’incertezza. Napoli nell’Ottocento. Nápoles, L’Ancora del Mediterraneo, 2002, pp. 104-105. 858
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en peligroso contacto con los ambientes burgueses. La adversión hacia una camorra “desvirtuada” contribuye a mitificar a los antiguos camorristas, cuyas hazañas se parangonan a las de los caballeros medievales o de los exóticos bandoleros españoles. El mismo “origen español” de la camorra ha sido un tema recurrente, un topos que llega hasta nuestros días atravesando la historia de las representaciones de este fenómeno criminal3. En este artículo se tomarán en consideración algunas de las representaciones de la camorra en torno al proceso Cuocolo que podemos considerar como la fundación de la tradición representativa que se llamará guapparia, es decir, una serie de imágenes de una camorra mitificada y opuesta a las degeneraciones criminales del presente. Es una tradición destinada a volver de manera continua y cíclica en la historia de esta organización criminal. Cabe decir que encontramos al menos un antecedente que puede llevar a la hipótesis de una vulgata de larga duración. Ya en los años sesenta del siglo XIX, un diputado de la izquierda, Giuseppe Lazzaro, hablaba de la camorra como una especie de orden de caballería y organizazión en defensa de los débiles. Es Marc Monnier quien nos informa de la opinión de este político. Según él, en sus orígenes, los camorristas fueron los que continuaron la caballería errante asociándose entre ellos “para defender los débiles contra la prepotencia del fuerte mediante una fuerza mayor”. Esta camorra formaría un tribunal popular, “una magistratura mejor consultada, mejor escuchada que la elegida por el rey Fernando”4. 1. Fundación de una tradición Empezamos por los hechos judiciales5. En la noche entre el 5 y el 6 de junio de 1906, los cónyuges Gennaro Cuocolo y Maria Cutinelli son asesinados: el cuerpo del hombre es hallado en una playa de Torre del Greco, un pueblo en el golfo de Nápoles, mientras que el asesinato de la mujer acontece en su casa, en un barrio burgués de la ciudad. ¿Quiénes eran 3 Me permito remitir a mi artículo “Il mito delle origini spagnole della camorra tra letteratura e storia”. Zibaldone. Estudios italianos, II, 1, 2014, pp. 98-117. 4 MONNIER, M.,. La camorra… p. 78. 5 Cfr. sobre todo MARMO, M. “‘Processi indiziari non se ne dovrebbero mai fare’. Le manipolazioni del processo Cuocolo (1906-1930)”. En Marmo, M. y Musella, L. La costruzione della verità giudiziaria. Nápoles, ClioPress - Dipartimento di Discipline Storiche “Ettore Lepore”, Università di Napoli Federico II, 2003, pp. 101-170. Remito a este ensayo para más referencias bibliográficas. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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los Cuocolo? Se trata de una pareja –ella era una ex prostituta– que se había enriquecido colaborando con el crimen organizado. Gennaro Cuocolo era un basista, es decir, se ocupaba de buscar los sitios donde llevar a cabo los hurtos o atracos. Probablemente el móvil del doble asesinato tiene que ver con una venganza por un sgarro (traición, engaño) de Cuocolo. De las investigaciones sobre los asesinatos se encarga un infatigable capitán de los Carabinieri, Carlo Fabroni, un hombre del centro de Italia que llega a Nápoles con la idea de derrotar a la camorra y descubrir las relaciones de esta con el poder político. En realidad, la investigación de Fabroni presenta muchos puntos oscuros e incluso llega a un enfrentamiento judicial de los Carabinieri con la Policía, ya que Fabroni acusa a esta de laxismo y llega a denunciarla a su vez. Todo el entramado acusatorio se basa, de hecho, en un único testigo, el ambiguo Gennaro Abbatemaggio, una suerte de “arrepentido” ante litteram, un sedicente camorrista que parece haber decidido colaborar con la justicia. El hecho es que Fabroni, con la ayuda de pruebas de dudosa procedencia y de los testimonios del unus testis, seguramente asalariado por el mismo capitán, entabla una verdadera guerra a la camorra. Los acusados son unos personajes notoriamente ligados a la organización criminal: el más conocido de estos es cierto Enrico Alfano, acusado desde el primer momento de ser el jefe de la camorra. Con Alfano caen en la red de los Carabinieri muchos otros, y la imagen dominante es la de una batida, una redada de la cúpula de una asociación criminal capaz de entrar en contacto incluso con los ambientes encumbrados de la ciudad. El proceso, de naturaleza puramente indiciaria, atrae la atención de la prensa local y nacional sobre una camorra que ahora se describe como aburguesada y cercana a las élites de la ciudad. El frente de los colpevolisti (culpabilistas) se enfrenta al de los innocentisti (inocentistas) y, tras décadas dominadas por la tolerancia, se forja una pasión justicialista que emana de la misma alarma social que desprende la imagen de un crimen difuso, que impregna la ciudad y ya no se limita a las capas sociales inferiores. El periódico más importante de Nápoles, Il Mattino, dirigido por Edoardo Scarfoglio, emprende una verdadera cruzada invocando “una obra altísima de higiene moral y social” contra los “miles de parásitos” que amenazan el cuerpo social6. Son estas algunas de las imágenes tópicas de la camorra que se encuentran en la prensa de estos años, junto, por ejemplo, a la imagen de la hidra o del pulpo gigante que envuelve y sofoca la ciudad. 6 Il Mattino, 26-27 de julio, 1911. En INFUSINO, G. La storia de ‘Il Mattino’, Vol. I. I fondatori e la ‘belle epoque’. Nápoles, Società Editrice Napoletana, 1982, p. 186. 860
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Se considerarán en particular tres interesantes representacionesinterpretaciones de la camorra, todas surgidas en torno al gran proceso Cuocolo. La primera de estas imágenes se refiere a una serie de tres artículos publicados en junio de 1907 por Matilde Serao en la primera página de su periódico Il giorno. Serao es una de las periodistas más apreciadas de la época, además de ser escritora y autora de numerosas novelas. Había estado casada con el ya mencionado Edoardo Scarfoglio, con el cual había fundado Il Mattino en 1892. Después de la separación de Scarfoglio, Serao funda en 1903 Il giorno. Los tres artículos mencionados se publicaron bajo un único título, especialmente significativo: Vi è la camorra a Napoli? [¿Existe la camorra en Nápoles?]7. El discurso de Serao es muy interesante para entender esa imagen mitificada de la vieja camorra a la que se aludía al principio. Para la autora, la camorra, con sus tribunales legendarios, sus viejas historias, sus rituales, ha desaparecido para siempre. Su lugar ha sido tomado por una chusma de vulgares atracadores, ladrones de segunda fila, timadores, usureros y –según dice– de alguna que otra “asociacioncita” de delincuentes comunes. El cuchillo, el arma típica de la vieja camorra, ha sido reemplazado a su vez por el revólver, el arma de la modernidad, carente de cualquier halo romántico y de cualquier rastro de honradez. Escribe Serao: “Puesto que el cuchillo era el arma del hombre violento o de serena valentía, del hombre que quería dar la muerte pero a la vez se preparaba, orgullosa y tranquilamente, para recibirla”. La camorra, sigue la periodista, está muerta. El mismo nombre “camorra” en tiempos lejanos “fue sinónimo de gran valentía, de coraje y valor dedicados a la defensa de las criaturas débiles, de cada persona perseguida y tiranizada que no tuviera la fuerza de reaccionar”. La camorra antigua tenía una naturaleza caballeresca y leal, e incluso recuerda a la autora los caballeros del Santo Grial. Las doncellas cuyo honor-vergüenza estaba en peligro, o una familia honrada amenazada por un tirano, o cuando un joven arriesgaba su vida en un duelo, todas estas eran situaciones en las cuales había un camorrista dispuesto a hacerse cargo del honor de las mujeres o de la vida del joven. Según Serao, llamar camorristas a Enrico Alfano y los demás imputados del affaire Cuocolo, es una ofensa a las “sombras enfadadas de los últimos camorristas”. 7 SERAO, M. ‘Vi è la camorra a Napoli?’, Il giorno, 9-10, 13-14, 16-17 de junio de 1907. Las citas que siguen se extraen del segundo artículo de la serie, cuyo subtítulo es ‘Coltello e rivoltella’ [Cuchillo y revólver]. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Como se ve, estos pocos ejemplos nos dan una idea de la imagen mitificada y romántica de la vieja camorra. Hay un detalle que nos da una pista sobre el contenido ideológico del discurso de Serao. Es cuando la autora destaca el hecho de que la vieja camorra no se había manchado nunca por crímenes del hurto, esto es, que las manos de estos camorristas estaban llenas de sangre, pero no habían amenazado nunca la intocable “propriedad privada”. Evidentemente, los viejos camorristas-caballeros no habían supuesto un peligro para las élites, y la figura de un ladrón aburguesado como la del mismo Gennaro Cuocolo es la señal de una alarma social mucho más peligrosa. Es un discurso que volvemos a encontrar, con palabras y argumentos semejantes, en una especie de panfleto publicado en el mismo año, 1907, sin duda el texto más conocido de esta época. Sus autores son el periodista Ernesto Serao –solo homónimo de Matilde– y el escritor Ferdinando Russo, el poeta por excelencia de la ciudad proletaria y de la misma camorra, un tema central en su producción literaria. El mismo título de la obra de Serao y Russo es significativo: La camorra. Origini, usi, costumi e riti dell’“annorata soggietà” [La camorra. Orígines, usos, costumbres y ritos de la “onorata società”, honrada sociedad]. En esta obra, la imagen de una camorra de estructura piramidal en sus orígenes queda reemplazada por la de una camorra de personalidades individuales. A la vez, reconocemos la idealización de los antiguos criminales y la condena de los nuevos, descrita ahora como “simio” de la aristocracia. En la parte firmada por Ferdinando Russo, la dialéctica negativa entre nuevo y viejo se refleja de manera cristalina en la contraposición, casi paradójicamente maniquea, entre gentilhombre-camorrista y camorristagentilhombre. El primero es el joven hombre de buena familia que, con la cabeza llena de ideas de valentía y jactancia, se deja fascinar por la camorra, precipitando en el ridículo y la deshonra; el segundo es el hombre capaz de elevarse por encima de su milieu, demonstrando una gran generosidad de ánimo y un espíritu de caballería. Ejemplo indiscutible de camorristagentilhombre es sin duda alguna Ciccio Cappuccio, símbolo de un camorrista capaz de conseguir una promoción social en parte inédita, y alrededor de cuya figura brotarán leyendas y cuentos míticos, además de obras teatrales populares. La misma palabra camorrista no encajaría, según el autor, con un hombre tan excepcional. Sabemos que Cappuccio procede de una familia de larga tradición criminal, propia del barrio de Vicaria, donde controla sobre 862
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todo el sector de los transportes gracias al comercio de salvado y la extorsión de los cocheros. El traslado de su tienda al barrio burgués de San Fernando representa, en este sentido, el síntoma más evidente de una camorra que se moderniza acercándose al corazón activo de la ciudad8. En el libro de Serao-Russo, a la camorra del pasado idealizada en la figura de Cappuccio se opone el monstrum “moderno”, un tropel de miembros de las clases peligrosas, entre lo alto y lo bajo del cuerpo social napolitano. Es aquí donde se inserta la distinción entre camorrista y guappo, que será fundamental para la formación de esa imagen más general que podemos llamar guapparia. Escriben Serao y Russo que el camorrista es “un parásito” perteneciente a “una especie desangradora organizada”, mientras que el guappo es más bien el ufano amante del beau geste, el espadachín cuando la espada estaba en auge, violento pero lleno de valentía “y, a veces, de gran dignidad”9. En realidad, en el caso de Ferdinando Russo, este proceso de idealización ya había empezado mucho antes del caso Cuocolo: en 1902, escribía que “la Bella Società Rifurmata [la Bella Sociedad Reformada] perdió, ya hace veinte años, su legendario carácter de valentía sincera y de generosidad primitiva”, debido a la muerte o desaparición de los últimos capos10. A lo largo del siglo XX, la figura del guappo cristalizará en una de las imágenes simbólicas de la cultura popular napolitana. Hay que tener en cuenta el origen de esta figura que pertenece al teatro popular. Las características de este personaje-máscara eran un vestuario muy llamativo y una mímica exagerada que recuerda al miles gloriosus. En los dos volúmenes folclóricos Usi e costumi di Napoli e contorni descritti e dipinti editados por Francesco De Bourcard, la misma obra que recoge un artículo sobre la figura del camorrista escrito por Tito Carlo Dalbono, el poeta y escritor Enrico Cossovich describe otro personaje típico de la ciudad, el guappo, incluyéndolo en los caracteres cómicos del popular Teatro San Carlino11. Desde el teatro cómico el guappo pasará al teatro musical, al cine, a la literatura y a la canción.
8 MARMO, M. Il coltello e il mercato. La camorra prima e dopo l’Unità d’Italia. Nápoles, L’Ancora del Mediterraneo, 2011, p. 240. 9 RUSSO, F.; SERAO, E. La camorra. Origini, usi, costumi e riti dell’“annorata soggietà”. Nápoles, Bideri, 1907, p. 66. 10 RUSSO, F. “Il linguaggio della ‘Mala-vita’. La Settimana. Rassegna di lettere, arti e scienza diretta da M. Serao, 2, 4 de mayo 1902, p. 123. Cursiva mía. 11 COSSOVICH, E. “Il maestro di bottega ed il guappo in abito da festa”. En De Bourcard, F. Usi e costumi di Napoli e contorni descritti e dipinti, vol. I. Nápoles, Stabilimento Tipografico del cav. G. Nobile, 1853 [1858 en la portada], pp. 15-20. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Junto a la alarma social denunciada por la burguesía napolitana representada por Matilde Serao, Ernesto Serao y Ferdinando Russo, encontramos, desde una perspeciva opuesta, la lectura político-social de la vieja camorra propuesta por Arturo Labriola (1873-1959). Labriola es una importante figura política cercana al sindicalismo revolucionario, un punto de referencia del revisionismo marxista en Italia. En una conferencia cuyo título es La leggenda della camorra [La leyenda de la camorra], de 1911, Labriola describe el crimen de antaño como una fuerza social que proporcionaba una forma de orden en el proletariado marginal y sin historia de la metrópolis12. Labriola reconoce una suerte de afinidad histórico-ideológica entre el pueblo napolitano y la camorra. En otras palabras, la camorra no sería otra cosa que una autoorganización del pueblo marginal de la ciudad que administra a su vez una justicia primitiva y plebeya. También para Labriola, la vieja camorra es algo que pertenece al pasado. Su desaparición es además un hecho negativo, ya que el popolino, el proletariado marginal y Lumpen de la ciudad, continúa existiendo, sin la forma de orden que podía asegurar la vieja camorra. En otras palabras, la camorra de la que se habla en el proceso Cuocolo es, para Labriola, una apropiación abusiva del viejo nombre porque ya ha perdido su carácter antagonista. El crimen contemporáneo nada tiene que ver con esa forma de crimen que estaba en armonía, por así decirlo, con la visión del mundo de ese pueblo. Para contrastar eficazmente esta nueva y más peligrosa forma de crimen, híbrida y contaminante, Labriola no cree en el poder de salvación de la industrialización, sino en la dura represión judicial, la misma que se exhibía en aquellos años en el proceso. 2. Imágenes cíclicas A partir de esta oposición y estas imágenes, pues, se va formando una tradición representativa, la llamada guapparia. Una parte de la historiografía de la camorra, y en particular los estudios de la historiadora Marcella Marmo, se refiere a la guapparia como una “tradición inventada” que seguirá vigente a lo largo de todo el siglo XX, tanto en la memoria social como –ya lo hemos dicho– en la literatura, el teatro y el cine13. 12 Cfr. LABRIOLA, A. Il segreto di Napoli e La leggenda della camorra. Nápoles, Società Editrice Partenopea, 1911, pp. 59-88. La otra conferencia publicada en el volumen, cuyo título es Il segreto di Napoli, desarrolla un discurso útil para encuadrar el texto que consideramos: el secreto en cuestión sería el de la falta de la lucha de clase entre aristocracia y plebe en la edad moderna, una falta que se reflejaría en la ausencia de una dialéctica entre burguesía y proletariado en la edad contemporánea. 13 Cfr. MARMO M. Il coltello… pp. 85, 246. La referencia es obviamente HOBSBAWM, 864
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El guappo, palabra de evidente origen español, opuesto al camorrista moderno, era capaz de gestos de generosidad y de nobleza, tenía su proprio código ético, limitaba al mínimo la violencia, se hacía respetar por la gente de los barrios bajos, administraba a su manera la justicia. Algunos de los camorristas de final del siglo XIX, como Teofilo Sperino y sobre todo Ciccio Cappuccio, se cubren de un halo de leyenda: historias y anéctodas sobre su vida se encuentran en cuentos, poemas y espectáculos del teatro de marionetas. A lo largo del siglo XX, con representaciones en el teatro, la canción y la literatura, la figura del guappo se convierte en uno de los símbolos de la napoletanità, es decir, de esa continua autorrepresentación de Nápoles y de los napolitanos que hace de la ex capital del Reino de las Dos Sicilias la ciudad más autorreferencial y mitopoyética de Italia14. La tradición de la guapparia puede relacionarse con el mito de la mafia “buena”, donde se advierte también una evidente oposición entre viejo y nuevo en correspondencia con las fases históricas críticas de Cosa Nostra, el crimen organizado siciliano. Se trata de un mito funcional a la autorrepresentación de los mismos mafiosos. Para el historiador Rosario Mangiameli, descomponer la historia de la mafia en dos fases, la antigua y la moderna, permite acudir al gran depósito de imágenes míticas. Mientras que para la mafia siciliana este pasado mítico se puede situar en la época de la dominación árabe, en el caso de la camorra el punto de referencia es la España de los caballeros y los bandoleros. Emerge así una suerte de “esquema degenerativo” según el cual la vieja mafia era mejor que la nueva, y esta, a fin de cuenta, ya no es mafia, sino otra cosa distinta, menos noble, menos honrada15. E.; RANGER, T. O. The Invention of Tradition. Cambridge, Cambridge University Press, 1983. Para un interesante análisis socio-antropológico del fenómeno de la guapparia, cfr. GRIBAUDI, G. Donne, uomini, famiglie. Napoli nel Novecento, Nápoles, L’Ancora del Mediterraneo, 1999, pp. 57-86. En estas páginas, se consideran representaciones sociales y literarias de guappi, camorristas y killers –la “progresión” de las denominaciones no es casual– hasta los últimos años del siglo pasado, comparándolas con algunos casos judiciales reales y con fuentes orales. 14 Para una síntesis sobre la noción de napoletanità, desde el punto de vista de la antropología, cfr. SIGNORELLI, A. “La cultura popolare a Napoli: un secolo di vita di uno stereotipo e del suo referente”. En Signorelli, A. (coord.), Cultura popolare a Napoli e in Campania nel Novecento. Nápoles, Edizioni del Millennio, 2002, pp. 11-24. 15 Cfr. MANGIAMELI, R. La mafia tra stereotipo e storia. Caltanissetta, Salvatore Sciascia Editore, 2000, pp. 193-200. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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Es evidente que la guapparia es un esterotipo, es decir, una interpretación de la realidad que reduce un mundo complejo a un tejido simple y primordial, como escribe Gabriella Gribaudi16. Las fuentes históricas administrativas nos dicen, por el contrario, que los camorristas se cobraban las funciones de justiciero y pacificador como un servicio ofrecido al mejor postor17. Entre los años diez y treinta del siglo pasado, el gran dramaturgo y actor Raffaele Viviani utilizará la figura del guappo, despojada de cualquier halo apologético, en el universo humano y poético de sus actos únicos, basados en la vida popular de las calles napolitanas, y pondrá en escena (en dos comedias en tres actos más tradicionales: Guappo di cartone y Putiferio) el personaje del guappo di cartone, una máscara patética que, descrita en el momento de una auténtica crisis de identidad, denuncia el estereotipo literario para abrirse a nuevas instancias morales y sociales. En oposición a la desmistificación de la guapparia de Viviani, podemos situar la obra del citado Ferdinando Russo, considerado uno de los escritores más emblemáticos de la literatura sobre la plebe y la camorra, quizá el escritor por excelencia de estos temas. Tanto en poesía como en narrativa, Russo asume a menudo la identidad literaria del conocedor de los ambientes de la camorra, hasta tal punto que una parte de la literatura crítica posterior ha avalado la hipótesis de una “afiliación” del escritor a la sociedad criminal. Creo que estamos más bien ante un recurso literario que se puede relacionar con la retórica de la “testimonialidad” que ya encontrábamos en otro autor de la Nápoles de los barrios bajos, Fracesco Mastriani: se trata de la búsqueda de una impresión de participación directa, sin mediaciones, a los misterios de la Nápoles criminal. Una impresión que, con Russo, alimentará el mismo mito de la guapparia como memoria perdida de la ciudad. Más en general, la historia de la camorra y de sus representaciones parece presentarse, efectivamente, como una historia de nuevos inicios. Se ha hablado mucho, por ejemplo por parte del sociólogo Isaia Sales18, de una naturaleza cársica de la camorra y de sus imágenes, que evidentemente corresponde a la serie de inmersiones y reinicios del mismo fenómeno 16 GRIBAUDI, G. “Mafia, culture e gruppi sociali”, Meridiana. Rivista di storia e scienze sociali, 7/8, 1990, p. 354. 17 MARMO, M. “L’onore dei violenti, l’onore delle vittime. Un’estorsione camorrista del 1862 a Napoli”. En Fiume, G. Onore e storia nelle società mediterranee. Palermo, La Luna, 1989, p. 205, nota 37. 18 SALES, I. La camorra, le camorre. Roma, Editori riuniti, 1988, p. 26. 866
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criminal. Con el proceso Cuocolo se deshace ese objeto aparentemente unitario que nos había proporcionado una rica producción literaria en las cinco décadas siguientes a la unificación del país a partir de 1860, pero a la vez empieza a formarse una tradición representativa, la de la guapparia, que de hecho se sustancia en ese pasado ahora idealizado. A su vez esta tradición se entrecruzará con nuevas vicisitudes y percepciones del crimen organizado napolitano, hasta el pasaje especular, en los años setenta-ochenta del siglo XX, desde el guappo al camorrista, cuando los nuevos y mucho más lucrativos negocios de la droga y la reconstrucción de Campania tras el terremoto de 1980, conviertan a la camorra en una de las organizaciones criminales más poderosas y violentas. También por ese movimiento oscilante, de apariciones y desapariciones, no se ha podido formar en Nápoles una literatura que haga del problema-tema “camorra” una cuestión de debate continuo. Los hitos principales de la historia de la camorra y de sus representaciones son esencialmente: el gran descubrimiento del fenómeno criminal y la consecuente “emergencia” en la época de la Unificación; la alarma social por una camorra que dejaba de ser “noblemente” plebeya, según hemos visto en la época del proceso Cuocolo; el surgimiento de unos nuevos gángsteres en los años cincuenta del siglo XX, cuando una nueva generación de criminales se enriquece sobre todo con el contrabando y la extorsión en los mercados agrícolas; finalmente, el gran salto y la mafizzazione final a partir de los años setenta del siglo pasado. La tradición inventada de la guapparia, que se había formado en la fase histórica crucial del proceso Cuocolo, sigue siendo vigente en todos estos años, sobre todo en las capas sociales bajas de la ciudad de Nápoles, pero puede interesar también a las élites, en una circulación de imágenes y representaciones del criminal justiciero y honrado que mucho tiene que ver con la capacidad de reproducción y autoalimentación de topoi ya antiguos de un siglo de historia, entre violencia real y mito romántico. 3. Conclusiones En este artículo hemos visto cómo, en correspondencia con la promoción social de la cúpula camorrista a finales del siglo XIX, y sobre todo con el proceso Cuocolo de principios del XX, se articula un discurso en el cual, con la utilización de los ejes viejo/nuevo y alto/bajo de la escala social, es vigente una mitificación de la antigua camorra, con la oposición Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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entre camorrista “moderno” y camorrista-gentilhombre o guappo. El viejo crimen de antaño, cuya figura principal es Ciccio Cappuccio, símbolo del ascenso social de los criminales de fin de siècle, se opone a una camorra desvirtuada que, imitando rídiculamente a la aristocracia, amenaza las élites en sus lugares tradicionales. El gran proceso indiciario potencia este discurso, declarando, gracias a la represión judicial, el fin de la camorra histórica y su cesión a la memoria de la ciudad. Es el nacimiento de la tradición de la guapparia, una categoría que puede servir para explicar el hundimiento de la camorra desde los años diez del siglo XX hasta la segunda posguerra. Las representaciones de Matilde Serao, Ferdinando Russo y Ernesto Serao contribuyen a la creación de una imagen mítica de la camorra del pasado, opuesta a la perversión contemporánea. Por otra parte, la lectura de Arturo Labriola asocia al viejo crimen un carácter de antagonismo del lumpenproletariado fuera de la historia y de las contaminaciones de la modernidad. Sin suscribir la vulgata degenerativa, sino más bien observándola desde la distancia como hecho cultural, el mito de la guapparia y su consiguiente éxito literario, teatral y cinematográfico se pueden leer también como una posibilidad de convivencia, como la elaboración, a nivel simbólico, de un mundo de violencia que ahora se puede distanciar en el mito. En otras palabras, se trata de un intento de superación del trauma. Esta tradición, por otro lado, es aprovechada por los mismos camorristas, muy capaces, como otros poderes mafiosos, de disfrazar sus hazañas criminales con la retórica mítica de la honra. En todo caso, se hace explícito el esquema, continuamente vigente en la historia de la camorra y de sus representaciones, de una oposición entre lo viejo y lo nuevo, en la que la camorra del pasado siempre es la depositaria de una autenticidad que ya no existe. Bibliografía Barbagallo, Francesco, Storia della camorra. Roma-Bari, Laterza, 2010. Cossovich, Enrico, “Il maestro di bottega ed il guappo in abito da festa”. En De Bourcard, Francesco (coord.), Usi e costumi di Napoli e contorni descritti e dipinti, vol. I, Nápoles, Stabilimento Tipografico del cav. G. Nobile, 1853 [1858 en la portada], pp. 15-20.
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Gribaudi, Gabriella, “Mafia, culture e gruppi sociali”, Meridiana. Rivista di storia e scienze sociali, 7/8, 1990, pp. 347-358. Gribaudi, Gabriella, Donne, uomini, famiglie. Napoli nel Novecento. Nápoles, L’Ancora del Mediterraneo, 1999. Hobsbawm, Eric; Ranger, Terence (eds.), The Invention of Tradition. Cambridge, Cambridge University Press, 1983. Infusino, Gianni, La storia de ‘Il Mattino’, Vol. I. I fondatori e la ‘belle époque’. Nápoles, Società Editrice Napoletana, 1982. Labriola, Arturo, Il segreto di Napoli e La leggenda della camorra. Nápoles, Società Editrice Partenopea, 1911, pp. 59-88. Macry, Paolo, I giochi dell’incertezza. Napoli nell’Ottocento. Nápoles, L’Ancora del Mediterraneo, 2002. Mangiameli, Rosario, La mafia tra stereotipo e storia. Caltanissetta, Salvatore Sciascia Editore, 2000. Marmo, Marcella, “L’onore dei violenti, l’onore delle vittime. Un’estorsione camorrista del 1862 a Napoli”. En Fiume, Giovanna (coord.), Onore e storia nelle società mediterranee, Palermo, La Luna, 1989, pp. 181-206. Marmo, Marcella, “‘Processi indiziari non se ne dovrebbero mai fare’. Le manipolazioni del processo Cuocolo (1906-1930)”. En Marmo, Marcella y Musella, Luigi (coords.), La costruzione della verità giudiziaria. Nápoles, ClioPress - Dipartimento di Discipline Storiche “Ettore Lepore”, Università di Napoli Federico II, 2003, pp. 101-170. Marmo, Marcella, Il coltello e il mercato. La camorra prima e dopo l’Unità d’Italia. Nápoles, L’Ancora del Mediterraneo, 2011. Monnier, Marc, La camorra. Notizie storiche raccolte e documentate. Nápoles, Arturo Berisio Editore, 1965 [1a ed. Florencia, Barbera, 1862]. Nappi, Paolino, “Il mito delle origini spagnole della camorra tra letteratura e storia”, Zibaldone. Estudios italianos, II, 1, 2014, pp. 98-117. Russo, Ferdinando, “Il linguaggio della ‘Mala-vita’”, La Settimana. Rassegna di lettere, arti e scienza diretta da M. Serao, 2, 4 de mayo de 1902, pp. 121-125. Las Violencias y la Historia Temas y Perspectivas de la Historia, vol.5
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