MODERNIZACIÓN Y AUTORITARISMO SEGUNDA EDICIÓN REGÍMENES POLÍTICOS BUROCRÁTICOS – AUTORITARIOS EN SUDAMÉRICA CONTEMPORÁNEA
Los regímenes políticos autoritarios se caracterizan por el nivel preexistente de activación política del sector popular y la necesidad de aplicar fuerte coerción gubernamental, con el fin de intentar su exclusión y eventual activación política. Al respecto R. Dahl propone un modelo útil sobre la emergencia de las democracias políticas. Conforme surge la diferenciación social aparecen más sectores autónomos, haciendo más difícil la supresión. Surge entonces la posibilidad de que aparezcan regímenes políticos que acepten la existencia de actores políticos que puedan regularlos. El modelo que plantea la diferenciación social ha ido creciendo de acuerdo a la modernidad, con el consecuente aumento de costos de exclusión de los sectores diferenciados y activados. Creándose también una brecha en relación al grado de integración social vigente, provocando un rápido crecimiento de los costos de tolerancia. Es posible que se intente una vez más la supresión o exclusión, pero el costo de exclusión puede resultar más alto que la anterior. El modelo de R. Dahl, puede dar lugar a cambios en la estructura social y enfrentarse a nuevos problemas. El crecido costo es consecuencia del alto grado de activación política de actores, y junto a las circunstancias que lo originan, constituyen un factor para la caracterización de los regímenes autoritarios de alta modernización. Proposición 14. La pluralización política es la expresión en el plano político de la diferenciación social. Es probable que los sectores más establecidos, consideren que es necesario la exclusión o en su defecto la desactivación política del sector popular. Para el efecto, es necesario se aplique un alto grado de coerción gubernamental. La brecha surgida surgida entre las demandas demandas y el desempeño, desempeño, puede actuarse para para reducirla, pero estas acciones no garantizan mejoras en el desempeño. Pueden surgir varias consecuencias. 1) Eliminación de los partidos políticos y las elecciones,
de lo cual se busca excluir las preferencias del sector popular. 2) Los intentos de la base organizacional para formular demandas políticas del sector popular y los sindicatos. 3) El intento gubernamental de “encapsular” a los sectores sociales para elevar al máximo el control sobre ellos. 4) La exclusión de las demandas y de la participación política del sector popular. Los principales beneficiarios en el cierre de la brecha, serían los sectores que forman parte de la coalición golpista y en los gobiernos de régimen autoritario: entre las que tenemos las empresas más grandes, las Fuerzas Armadas y el mismo gobierno. La importancia de los regímenes guarda relación con las revoluciones burguesas y socialistas, que resultó ser un tercer camino hacia la industrialización, este camino resultó de la coalición entre la burocracia público con los sectores propietarios contra los campesinos y el proletariado urbano. Argentina y Brasil, no eran precisamente las sociedades tradicionales, ellos tenían centros bastante complejos y avanzados, con una importante activación política del sector popular – urbano, eran dependientes de las naciones centrales, su nivel de diferenciación social había superado el nivel de integración. Sus regímenes burocráticos estaban basados en una coalición de militares, altos funcionarios públicos – civiles, empresarios y sectores de terratenientes. La coalición dominante buscaba acelerar la industrialización y disminuir el riesgo de revolución social. España también tuvo este mismo régimen político, y recientemente Grecia que tuvo similitudes en todos los aspectos que hemos señalado. Los regímenes son formas políticas autoritarias emergentes de alta modernización. Asimismo, existen otras contribuciones teóricas hechas por dos autores: El primero un “sistema burocrático” propuesto por D. Apter, y el “régimen autoritario” propuesto por J. Linz. El primero intenta basarse en rígidos controles y en arreglos verticales de autoridad. El “régimen autoritario” se caracteriza por el pluralismo limitado, debido al bajo contenido ideológico, la desmovilización política de la población y por intentos de aumentar el control gubernamental en diversos sectores sociales.
Estos regímenes no son democracias políticas, ellos tienen características diferentes a los regímenes totalitarios, les falta una ideología integral y movilizante, no tienen legitimación sólida, les falta adoctrinar a la población, favorecen la apatía política y aceptan un “pluralismo limitado”. A los regímenes surgidos en Argentina y Brasil se les podría llamar “burocrático – autoritarios”, estas expresiones pueden permitirnos primeramente indicar su derivación de las contribuciones efectuadas por D. Apter y J. Linz. Y en segundo lugar, permite el uso del término “autoritario” como un género que incluye otros tipos de regímenes políticos sudamericanos contemporáneos no democráticos. El término “burocrático” nos permitirá a su vez distinguir a la especie de autoritarismo que corresponde a los niveles más altos de modernización; crecimiento en el poderío organizacional, los intentos gubernamentales por “encapsurlarlos”, el papel que jugaron grandes organizaciones, etc. junto con los intentos de exclusión política de un sector urbano popular fuertemente activado, estos aspectos permiten diferenciar a los regímenes burocrático autoritarios de alta modernización de los regímenes autoritarios de la baja modernización de Sudamérica contemporánea. Los intentos de exclusión, determina una condición necesaria, que un país haya logrado en cuanto a su conformación estructural. FUNCIONAMIENTO DE LOS REGÍMENES BUROCRÁTICO AUTOJUTARIOS DE BRASIL Y ARGENTINA
Bajo este punto correspondería referirnos a los golpes de 1964 y 1966, especialmente
los
estudios
que
realizó
R.
Campos
sobre
las
políticas
socioeconómicas de Brasil y Krieger Vasena de Argentina. Por medio de ideologías corporativistas se trató de “encapsular” a los sectores sociales – popular urbano; estas ideologías ya no son visibles en la época actual. Las políticas de concentración de ingresos en los sectores más “dinámicos” produjeron la caída del valor real de salarios y jornales en ambos países, así como su participación en el producto bruto interno. Inicialmente estos regímenes no tuvieron muchas gratificaciones económicas y psicológicas que les permitiera “suavizar” de la exclusión del sector popular y su desactivación política. En cambio la
posibilidad de aplicar la coerción gubernamental fue una tercera posibilidad para el logro de los objetivos. El clivaje también ha sido muy importante dentro de estos regímenes, ello surgió del sector industrial de las consideraciones de “eficiencia” que se dieron contra el nacionalismo y la conservación de los niveles de empleo. Estos argumentos estaban destinados a tener repercusiones en las Fuerzas Armadas, quienes favorecieron las consideraciones de “eficiencia”. La raíz de este dilema se halla en las dificultades de la industrial de propiedad nacional para lograr una mayor integración vertical y en el capital extranjero entre las empresas privadas. Estas políticas
públicas
“eficientes”
encontraron resistencia
en
los
dos
países
sudamericanos, en los cuales la industria nacional se había extendido más. A consecuencia de todo ha surgido un deterioro en la situación de las regiones periféricas, de la clase trabajadora y de segmentos de la clase media. El empresariado nacional se ha estancado en numerosas actividades. Un desempeño poco satisfactorio, una desafortunada distribución de recursos, la falta de legitimación ideológica e internacional, las interrelaciones entre el descontento y una creciente coerción gubernamental y las consecuencias de largo plazo de la concentración económica y del fracaso en crear instituciones políticas forman parte de las interrogantes de la futura evolución de estos regímenes. En los países de Brasil y Argentina ha habido intentos de algunos oficiales militares de apelar a los empresarios nacionales y a los obreros sindicalizados, mediante la invocación de valores nacionalistas y con la promesa de políticas económicas
más
proteccionistas
y
distributivas,
para
intentar
redefinir
el
autoritarismo existente en una dirección populista. Es importante señalar la importancia que tiene la aplicación de la coerción gubernamental para el “éxito” burocrático – autoritario en lograr la exclusión y desactivación del sector popular, así como para llevar a cabo las políticas de alta concentración económica y reprimir la oposición de los intelectuales y estudiantes. Aplicando un alto y sistemático grado de coerción gubernamental sería un requisito para que avancen con rapidez y en profundidad las políticas de alta concentración.
En este sentido, nos podemos plantear sobre las diferencias en el grado de coerción inicialmente aplicado en cada caso y de los diferentes resultados logrados en cada uno de ellos. Para hallar una respuesta, es necesario analizar a ambos países Argentina y Brasil, para determinar los diferentes grados de heterogeneidad intranacional que existe en estos países. Por ejemplo Brasil, siempre ha provisto de un exceso de oferta de mano de obra, lo cual le ha traído efectos marcados sobre los sindicatos brasileños. Por otra parte, la economía argentina ha trabajado durante largos períodos con pleno empleo. A pesar de la similar concentración de trabajadores industriales y sindicalizados en sus centros urbanos, en el período anterior a sus golpes de estado existían diferencias grandes en el grado de poderío y autonomía del sustento organizacional de la activación política del sector popular argentino y brasileño. Otro factor a considerar es la contribución, tanto para el grado de coerción inicialmente aplicado como para los diferentes resultados logrados mediante ella. De acuerdo a esta información, podemos aseverar que la activación política del sector popular urbano brasileño creció a una alta TASA en los años que precedieron el golpe de estado de 1964. En el caso argentino, si bien el nivel de activación política fue mayor, su tasa de crecimiento en el período que precedió al golpe de 1966 no fue tan elevada como en el caso brasileño. Ambos países compartieron la característica de alta modernización de tener una presencia masiva y activa en las grandes ciudades, en ambos, fue la tasa de crecimiento de la activación política popular el factor que hizo una contribución más importante
para la reacción
defensiva en la que se apoyó la implantación de sus regímenes burocráticoautoritarios. Esto influyó en las diferencias de la activación política popular en Argentina y Brasil. Otro factor concurrente para la explicación de las diferencias, es la predominante afiliación peronista del sector popular argentino, que fue percibida como amenazante por parte de los sectores más establecidos, en cambio en el Brasil se utilizó una retórica socialista por parte del personal gobernante. La percepción de una amenaza más directa y consciente al orden social parece haber promovido un grado inicial de mayor cohesión defensiva en la coalición golpista. Otra consecuencia fue haber dado en ésta un papel más decisivo a sus miembros más
“antisubversivos” y “eficientistas”. Otro factor en Brasil se puede mencionar que el sector popular de Brasil aprendió a computarse que, en tanto buena parte del sector popular brasileño apoyó a Goulart, los sindicatos y al peronismo estaban en oposición al gobierno radicar de A. Illia. En el caso brasileño, fue más evidente que el sector popular no tenía ningún lugar posible dentro de la nueva coalición gobernante y que formaba parte de los actores derrotados mediante el golpe de estado y el advenimiento del nuevo régimen político. En el caso argentino, si bien no tomo demasiado tiempo para evidenciar las implicaciones de la inauguración del nuevo régimen, éste no comenzó bajo una posición antagónica sustentada por los sindicatos y los peronistas sino con algunos intentos de negociar una imposible participación dentro de la nueva coalición gobernante. Las consideraciones expuestas acerca de los factores que explican las diferencias observables, pueden resultar meras especulaciones, sin embargo, la implantación de estos regímenes tuvieron efectos decisivos. En el caso argentino la evidencia de esas implicaciones originó verdaderas explosiones sociales en sus áreas altamente modernizadas, ejecutadas por los sectores –trabajadores, estudiantes, intelectuales y segmentos de la clase media- que las políticas ejercidas por el régimen burocrático – autoritario. En el caso brasileño, las implicaciones políticas, sociales y económicas del nuevo régimen no debieron enfrentar una oposición organizada y sostenida. El desempeño del propio régimen político tenderá a ser vigilado y evaluado conforme a lo que señalan los indicadores. Igualmente se tenderá a descuidar la información que procede de canales más “ruidosos” o de datos más “blandos”. Consecuentemente el crecimiento en el producto bruto nacional, una menor inflación y menos huelgas pueden ser logrados a un inmenso costo en términos de represión, de creciente marginalidad del sector popular y de regiones enteras, de eliminación del empresariado nacional, de liquidación de instituciones políticas y de alineación de generaciones de intelectuales y estudiantes. En el caso argentino, poderosos miembros de la coalición golpista original parecen dispuestos a conducir un “retorno a la democracia”, el régimen brasileño se ha consolidado y sus dirigentes dan muestras de querer continuar por un lago tiempo en ejercicio directo de un poder gubernamental irrestricto. En el primer caso,
el “fracaso” ha sido espectacular; en el caso de Brasil se puede considerar que el desempeño es relativamente “satisfactorio”. Si se intentara seriamente la democratización de la vida política argentina sería necesario remontar gravísimos obstáculos, como la salida del régimen los altos niveles de rechazo popular de que es objeto, lo cual hace difícil la creación de partidos políticos “amistosos” que pueda competir electoralmente con probabilidad de éxito. Entre los militares el argumento de “retorno a la democracia” contiene un importante elemento de interés corporativo. Por otro lado, la toma directa del poder gubernamental y el desempeño “insatisfactorio” vuelven a fraccionalizar a las Fuerzas Armadas, las hace el blanco directo de la hostilidad popular. Si se impusiera la intención de retransformar el presente régimen político, una posibilidad aparente podría ser el llamado a elecciones estrechamente controladas y condicionadas en las cuales el precio a pagar sería un candidato “sugerido” por los militares,
llevado
a
cabo
con
severas
restricciones
sus
futuras
políticas
socioeconómicas. El caso argentino nos describe las grandes dificultades que deben ser afrontadas para democratizar un régimen burocrático-autoritario. Se ha demostrado que Argentina es incapaz de institucionalizarse, así como de resolver los estrangulamientos de desarrollo y los problemas sociales alientes, el régimen actual debe tratar de encontrar un sendero en medio del vacío creado por la destrucción en 1966 de instituciones políticas deterioradas pero aún rescatables. Si se quisiera remontar todas las dificultades que aún quedan en el camino, una futura democracia política
argentina
tendrá
que
incidirse
en
medio
de
circunstancias
muy
desfavorables. Por una parte, los integrantes de la coalición burocrático-autoritaria difícilmente están dispuestos a perder las posiciones de poder real que han ganado o consolidado durante este lapso.