DELEGACIÓN MIGUEL HIDALGO México, 2011
Primera edicin, 2011 © Delegacin Miguel Hidalgo Direccin Ejecutiva de Cultura Parque Lira No. 94, Col. Observatorio C.P. 11860 México, D.F. © Los autores, por sus textos © Los fotgrafos, por sus imágenes Portada: Tacubaya, Cartagena, Cartagena, Casimiro Castro (Museo Soumaya) Idea, investigacin y direccin: José Alfredo Reynoso Ruiz Investigacin y redaccin: Isabel Serrano L. Cuidado de edicin: Angelika Plettner Coordinacin editorial: Carmen Robles Diseño: Adriana Rodríguez Retoque digital: Agustín Estrada Edicin y produccin: DGE | Equilibrista ISBN: 978-607-95754-0-3 Queda prohibida la reproduccin parcial o total, directa o indirecta del contenido de la presente obra, sin contar previamente con la autorizacin expresa y por escrito de los editores, en términos de la Ley Federal del Derecho de Autor y, en su caso, de los tratados internacionales aplicables. La persona que infrinja esta disposicin se hará acreedora a las sanciones legales correspondientes. Impreso en México
Contenido Presentacin
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Prlogo
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Tacubaya y sus quintas
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Molinos
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Portales
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Casa Escandn Buch
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Casa Barron
47
Casa Mier y Pesado
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Casa De Teresa
79
Casa Escandn Escandn
101
Casa Rubín Escandn
111
Casa Mondragn
121
Casa Amarilla
133
El jardín de la Casa de la Bola
141
Casa de la Bola
157
Rancho de la Hormiga
169
Ex Arzobispado
181
Comentan los vecinos
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Bibliografía
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Presentacin
T
acubaya, poblacin tranquila y apacible, suburbio campestre ideal para el descanso durante el virreinato y hasta el siglo xix , su paisaje enmarcado por la cadena de montañas que a lo lejos se dibuja, gozaba de una vista privilegiada sobre el valle de México. Lo arbolado y lo fresco de la zona, así como sus fértiles tierras regadas por numerosas caídas de agua y su exuberante vegetacin eran los distintivos de esta regin, considerada entonces como una de las más bellas, prsperas y pintorescas de los alrededores de la ciudad de México. Tales atributos atraían las miradas de los visitantes de la ciudad y de los extranjeros, muchos de los cuales fincaron en esta zona sus residencias. Tacubaya ha sido objeto de prolijos estudios a través de los años y, si bien ha sido contemplada por los estudiosos del tema desde diferentes ángulos y cuenta con una abundante bibliografía, resulta ser un venero difícil de agotar. La Delegacin Miguel Hidalgo, enclavada en el corazn de esta zona de rica y centenaria tradicin, por medio de su Direccin Ejecutiva de Cultura, reúne en este trabajo a diversas voces, entre ellas, las de destacados cronistas, escritores e investigadores de la regin que conforman una visin conjunta y multifacética. Con ello se busca rescatar algunos aspectos de la vida cotidiana en Tacubaya Tacubaya en otras épocas y, por medio de ent entrevistas revistas personales, se dan a conocer comentarios y anécdotas de vecinos que observaron, y en ciertos casos vivieron, en alguna de las emblemáticas casas. Tacubaya ha sido siempre motivo de orgullo para sus residentes, cu yas familias, en muchísimos casos, han vivido por generaciones en este sitio y a lo largo de sus vidas han visto cmo han cambiado sus calles; cmo el “progreso” ha transformado radicalmente algunas de sus avenidas y barrios y, con tristeza, han observado también el deterioro que dicho progreso ha causado en algunas zonas. Residentes al fin, que han enfrentado grandes retos como la transformacin de su geografía, el crecimiento de su poblacin y la fusin de otras costumbres, no por ello han perdido su sentido de arraigo. El orgullo que mantienen de ser tacubayenses, anhelando recuperar la dignidad y la belleza que antaño caracterizaba a su regin y que gustosamente comparten en este trabajo, son vivencias y recuerdos recuerdos que, de otra manera y al paso de los años, podrían ser olvidados. Demetrio SoDi De la tijera
Jefe Delegacional en Miguel Hidalgo 7
Prlogo Con gran pompa se engalana El risueño Abril florido; La aurora despunta ufana, Los pájaros en el nido Al ver llegar la mañana Entonan canto sentido Isabel Pesado y de la Llave Duquesa de Mier Tacubaya, abril, 1881 1
E
ste verso, compuesto por una vecina de Tacubaya cuya mansin figura en este libro, jamás lo hubiera podido escribir ahora. No me refiero solamente al mal gusto de su estilo, acaso rescatable para algunas sensibilidades nostálgicas. No, me refiero sobre todo a lo incluido en el conjunto del poema que ya no existe en Tacubaya: golondrinas y ruiseñores, fresnos tembladores y yedras trepadoras, camelias y palomas, gacelas, bosques, selvas oscuras y lirios de los pensiles de Anáhuac. Quintas de Tacubaya es un libro que recoge, salvo por una que otra que ha sobrevivido, el testimonio de esa zona que en otra época fue un vergel destinado a grandes mansiones de recreo, recreo, a “casas de placer” como se les llamaba en el siglo xviii. Un pueblo destinado al disfrute de los jardines, entendiendo por jardín el concepto renacentista de diseñar ideas y formas en un espacio fértil, utilizando los elementos de la naturaleza de acuerdo a las creaciones de la imaginacin. La idea de asociar la ciudad con la naturaleza y el bosque la revive Leon Battista Alberti, humanista del Renacimiento que en el siglo xv , en los cenáculos de los Medici en Florencia, retoma la forma de vida de la antigüedad griega y latina y la plasma en su bello tratado de arquitectura y urbanismo De re aedificatoria (de las cosas de la edificacin) que tanto ha circulado desde entonces por el mundo para materializar en las ciudades los ideales clásicos. El primer virrey de México, Antonio de Mendoza, siempre consider que el bosque de Chapultepec debería quedar conectado con la ciudad de México. Años más tarde, en Europa existiría el empeño de conectar el Bois du Bologne con París y el Parque del Buen Retiro con Madrid. La capital mexicana se hallaba rodeada de prdigos espacios verdes. A un lado de la vieja ciudad, al poniente, se encontraba San Cosme, calzada y pueblito con casas de campo magníficas, tales como la de Mascarones, la de los Condes del Valle Valle de Orizaba y otras, casi todas demolidas. 9
PRóLOGO
En los años novohispanos las casas eran de un solo piso, mirador, zaguán, patio y jardín, y se sucedían desde la Tlaxpana hasta San Agustín de las Cuevas (hoy Tlalpan). Así lo refiere el cronista franciscano fray Agustín de Vetancourt a fines del siglo xvii: “Todo lo más de la comarca, en cinco leguas en contorno está poblada de huertas, jardines y olivares, con casas de campo que los ricos de la Ciudad han edificado para su recreo: en San Agustín de las Cuevas, paraíso occidental, donde se compiten con gastos excesivos los dueños de las huertas, a cual más curiosa la tiene, con invenciones de agua que entretienen; …Cuyoacán, Mixquac y Tacubaya… donde las lomas, y quebradas en tiempos de verano son vistosas, con arroyos de agua tan sonoros, y florestas de flores campesinas.” campesinas.”2 No solamente las casas de campo eran prdigas en su riqueza natural sino también las huertas de los conventos, de donde la capital obtenía melocotones, peras, manzanas y membrillos, además de flores igual de exticas, o más, que las de Xochimilco. En suma, desde la época prehispánica prehispánica hasta las primeras décadas del siglo xx , nuestra ciudad estuvo rodeada de un entorno ecolgico ideal. De ello ofrecen testimonio: Zelia Nutall (estudiosa de los antiguos jardines indígenas); el citado Vetancourt; el viajero Gemelli Careri en el siglo xvii; Ignacio Carrillo y Pérez en el xviii; los autores del bello álbum litográfico México y sus alrededores, alrededores , ilustrado por Casimiro Castro, dibu jante excelso; Marcos Arroniz; Arroniz; Manuel Payno; Antonio Antonio García Cubas y otros muchos, por citar solo a unos cuantos cronistas y artistas que nos dejaron una idea de algo que fue realmente bello y sorprendente. Este libro es un capítulo de esa historia del Valle de México que nos debemos los habitantes de esta capital y que corresponde a la última etapa de esas grandes casas y fincas que caracterizaron a poblaciones como Tacubaya hasta hace tres cuartos de siglo. La historia de esas Quintas es interesante y digna de recordarse. En este libro son realizadas por brillantes historiadoras como Patricia Massé, Leonor Cortina y Concepcin Amerlinck. Una de esas quintas, por ejemplo, en su día llamada La Floresta, Floresta, terminaría convertida en hotel, manicomio y colegio de jesuitas antes de desaparecer por completo. Lo único que queda de esas casas son las fotografías que aquí se publican: imágenes sobre papel, milagrosamente salvadas por algún curioso cronista del olvido. Guillermo tovar De tereSa
“A mi sobrina Susana de Teresa y Pesado”, en “Dichas y Penas, Poesías” París, Garnier Hermanos, 1908, p. 205. 2 Agustín de Vetancourt. Vetancourt. Teatro mexicano, mexicano, Tratado de la Ciudad de México, fol. 2.
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Valle de México tomado en las lomas de Tacubaya José María Velasco Velasco (Coleccin particular)
Tacubaya y sus quintas
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a regin que hoy se conoce como Tacubaya ha tenido diversos nombres: Tlacubaya, Atlacuihuayan y Atlacolayan son algunos de ellos. “Lugar donde da vuelta la barranca que conduce agua”, donde se “va por agua al río” o bien, según Manuel Payno, Atlacolayan quiere decir “lugar en donde tuerce un arroyo”. Para Antonio Fernández del Castillo en Tacubaya fue “donde se invent el atlatl”. 2 Las denominaciones son variadas, pero con excepcin del atlatl o lanzadardos, todas ellas están relacionadas con el agua, elemento emblemático de Tacubaya: Tacubaya: agua de manantiales, agua de los ríos que atravesaban la regin, agua que era conducida por los acueductos. Posteriormente, esta regin fue conocida con otros nombres, entre los que destacan San José de de Tacuba Tacubaya, ya, Villa Villa de de Nuestra Nuestra Señora Señora de la Purific Purificacin acin de Tacubay Tacubayaa y Tacuba Tacubaya ya de los Mártir Mártires. es. Las inundaciones, las plagas y las pestes que tanto padecía la ciudad de México durante el virreinato y el siglo xix difícilmente se sufrían en Tacubaya. Su ubicacin a mayores alturas y sus ríos y manantiales mantenían un ambiente sano, límpido y agradable para vivir confortablemente. Desde antes que arribaran a ella los aztecas, Tacubaya había sido un refugio para los pueblos indígenas; la configuracin de su terreno, entre barrancas y ríos, ofrecía un lugar seguro para ocultarse en época de guerra; y además de asegurar agua y animales para su sustento, los habitantes podían proveerse de materiales como piedras y varas para la construccin de armas, entre otras del atlatl. 3 No obstante que Tacubaya había sido considerada como un espacio de poblacin particularmente autctona, poco después de la llegada de los españoles la regin fue ganando popularidad entre los mismos peninsulares, convencidos de su bondad. Tras la conquista de México a Hernán Cortés, Marqués del Valle de Oaxaca, le fueron cedidas varias poblaciones indígenas, entre las que se encontraba la Jurisdiccin de Coyoacán, a la que pertenecía Tacubaya. El marquesado fue heredado por los descendientes de Cortés.
La cuenca de México estaba rodeada por una serie de pueblos todos muy pintorescos y con un clima agradable, precisamente uno de esos pueblos era Tacubaya. Ubicado al sudoeste, a siete y medio kilmetros de la capital, ya existía desde antes de la llegada de los mexicas y siempre se caracteriz por ser una pequeña regin amena.1
Atlatl o lanzadardos
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Tacubaya y sus QuinTas
Valle de México desde el Molino del Rey, José María Velasco Velasco (Museo Nacional de Arte)
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Durante los siglos xviii y xix la poblacin indígena —concentrada principalmente en barrios como el de la Santísima Trinidad, Nonoalco, Santo Domingo o San Miguel Culhuacatzingo (el más poblado)— alternaba con las familias peninsulares. De esta manera, Tacubaya fue ocupada por esas familias que se avecindaron y se convirtieron en dueñas de haciendas, huertas y molinos. Estas fincas fueron utilizadas para sembrar diversos granos como maíz, frijol, trigo, cebada y cultivar una gran variedad de árboles frutales en sus huertas, donde se daban peras, limones, naranjas, manzanas, duraznos, ciruelas, chabacanos, higos, granadas y membrillos. Era también importante la siembra de magueyes y la produccin de pulque, así como el cultivo de viñedos y olivos, actividades que llevaron prosperidad y bonanza a la regin. En especial, el vino y el aceite de oliva llegaron a tener gran popularidad dentro y fuera de esta zona. La relacin de Tacubaya con el agua fue determinante para la vida de sus habitantes. A mediados del siglo xvi el agua llegaba a la ciudad de
Tacubaya y sus QuinTas
México por medio del acueducto de Santa Fe; posteriormente se rehabilit el de Chapultepec, que surtía a la fuente conocida como Salto del Agua en el centro centro de la ciudad de de México. No fue sino hasta principios del siglo xviii cuando Tacubaya pudo disfrutar de una fuente en la plaza Cartagena, gracias a la construccin de una cañería. El agua llegaba a la regin procedente del río Tacubaya (que nacía en la Sierra de las Cruces) y se utilizaba en los diversos molinos, como el de Santo Domingo, el de Valdés, el de San José, el de Abajo, el de Belem o el Molino del Salvador. Este último es conocido actualmente como Molino del Rey, en el cual existían un molino de harina y otro para moler plvora, llamado Real Fábrica de Plvora de Chapultepec, Chapultepec, donde además se fabricaban cartuchos y cañones. A pesar de haber sido escenario de violentos acontecimientos acontecimientos histricos como las batallas que se libraron en el Molino del Rey y el Castillo de Chapultepec a causa de la invasin norteamericana; los enfrentamientos entre los liberales y conservadores conservadores durante la fratricida Guerra de Reforma; la masacre perpetrada contra médicos y enfermeras que atendían a heridos del bando liberal —episodio conocido como “Los Mártires de Tacubaya”—, y del primer conflicto entre México y Francia,
La fuente del Salto del Agua, Agua , Casimiro Castro
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Tacubaya y sus QuinTas
Lanceros galopando con direccin a Tacubaya. Chapultepec, Chapultepec, John Phillips (Coleccin particular)
Batalla entre el ejército mexicano y el norteamericano el 8 de septiembre de 1847. Ataque al Molino del Rey, Rey, Carl Nebel (Museo Soumaya)
popularmente llamado la “Guerra de los Pasteles” 4, Tacubaya seguía considerándose un sitio tranquilo. La situacin geográfica de esta regin proporcionaba seguridad seguridad a sus propios habitantes, puesto que era un sitio relativamente alejado de la capital del país, capaz de poder ofrecer resguardo durante los tumultos y disturbios que se daban en el centro de la ciudad de México. Aquellos acontecimientos acontecimientos no lograron alterar en forma significativa la imagen que los tacubayenses tenían de su regin. Así, se establecieron nuevos negocios para poder comercializar las diversas mercancías gracias a la extensin de la red ferroviaria y de su ubicacin geográfica, al ser punto de partida hacia las ciudades de Toluca, Guadalajara, Morelia y del norte, centro y occidente de la república mexicana. El clima de bonanza que imperaba entonces en muchas zonas del país se acentu en Tacubaya. Tacubaya. De esta forma, su pujante actividad econmica 16
Tacubaya y sus QuinTas
continu generando mayores mayores beneficios para sus habitantes, que se vieron favorecidos en general, acrecentándose así el gran arraigo que ya existía entre sus pobladores. Tal Tal vez a eso se deba la frase: “Me vaya como me vaya, no hay mejor lugar para vivir que Tacubaya”. Tacubaya”. Frances Erskine Inglis, nacida en Edimburgo en 1806 y más conocida como la marquesa Caldern de la Barca, casada con el marqués Ángel Caldern de la Barca, diplomático de la reina Isabel de Borbn, escribe varias cartas a su madre y a sus amigos durante su estancia en México (de octubre de 1839 hasta el 28 de abril de 1842). En una de ellas dice la Marquesa: Tacubaya es una poblacin dispersa, que posee algunas bonitas casas de campo y viejos jardines con fuentes de piedra. Al decir casa de campo, no debe entenderse, sin embargo, en la acepcin que en inglés tiene esa palabra. De hecho, slo se usa como un retiro ocasional durante los meses de verano (...). La de la Condesa de Cortina, que parece ser la más hermosa de Tacubaya, Tacubaya, es notable porque desde sus ventanas se domina una de las más bellas perspectivas que pueden imaginarse en México: los volcanes y Chapultepec. En la azotea también se disfruta de una espléndida vista de todo el valle, y su jardín está muy cuidado; tiene una e xcelente mesa de billar y un piano, pero, sobre todo, se distingue por el agradable grupo formado por su propia familia, y por ser su casa la verdadera morada de la hospitalidad en donde las horas transcurren placenteras, sin echar de menos los muebles lujosos, que en México parecen estar reservados únicamente para las casas
Frances Erskine Inglis, marquesa Caldern de la Barca
El Valle de México desde Chapultepec, Chapultepec , Casimiro Castro (Museo Soumaya)
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Magnífica panorámica donde se aprecian con particular detalle el recién abierto Paseo del Emperador y los acueductos de Chapultepec y la Tlaxpana. Valle de México desde el Castillo de Chapultepec, Chapultepec , Francisco de Paula Mendoza (Coleccin Banco Nacional de México)
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de la metrpoli. La Marquesa misma nos aseguraba ase guraba que por dos veces había amueblado todo en su casa, pero como en el curso de dos revoluciones todos los muebles fueron arrojados por las ventanas y destruidos, decidi de una vez reducirse a le stricte nécessaire. nécessaire.5
Tacubaya poseía mansiones de descanso, iglesias, conventos, portales y acueductos enclavados en medio de una abundante vegetacin —signo distintivo de la regin— y rodeados de amplios jardines muy bien cuidados. El estilo arquitectnico europeo, sobre todo el francés, predominaba en las construcciones: techos inclinados con tejas de pizarra y mansardas, columnas y escalinatas de mármol, aplicaciones de bronce forjado y muchos otros detalles que imprimían un toque de elegancia y distincin a esas casonas. Los jardines con su desbordante vegetacin, cuyos parterres floridos eran comparables a los de los palacios europeos; los huertos de olivos y frutales con hermosas fuentes coronadas por magníficas esculturas; los lagos y estanques; las verandas; las pajareras con aves multicolores; los invernaderos de flores exticas, los kioscos y terrazas de vitrales emplomados conformaban el paisaje de esas opulentas quintas para deleite y admiracin de moradores y visitantes. Un camino circular, o rampa, daba vuelta a las casas para permitir el paso de los carruajes hasta la puerta, donde escalinatas flanqueadas por bellas esculturas daban acceso a la entrada principal. En la planta baja estaban las cocinas, el office, office, los comedores familiares y el comedor “de visitas” que había sido decorado para lucir en todo su esplendor durante las
Ex Arzobispado
Casa
de la Bola
Casa
Observatorio Nacional
Amarilla
Casa
Escandn Escandn Casa
Escandn Buch
Casa
Rubín Escandn Ex Hacienda de la Condesa
Portal de
Cartagena
Convento de
San Diego Casa
Mier y Pesado
Casa
Barron Lira
recepciones que se ofrecían a distinguidos personajes de la época. En la planta superior se encontraban espaciosas habitaciones que estaban amuebladas con exquisitez y delicadeza: alcobas con sus tocadores contiguos, cuyos cortinajes hacían juego con pesados cubrecamas (todo con el toque personal que le imprimía cada familia); taburetes, pequeñas mesas y secretaires de maderas preciosas con delicadas marqueterías; cortinajes; ajuares e infinidad de figuras de porcelana y cristal de Bohemia. En el área posterior de los edificios —separada por patios, pasadizos o corredores— corredores— se encontraban las dependencias para el personal de servicio y otras áreas como corrales, estanques, caballerizas y cocheras. Había también terrazas, vestíbulos, salones de té, salas de juego y espaciosas estancias principales que se abrían para dar cabida a los bailes y recepciones a los que asistía lo más granado de la sociedad mexicana de la época. El saln principal era el escenario perfecto para las reuniones de negocios, estrechar los lazos familiares y de amistad y, muy particularmente, para asegurar el sentido de pertenencia a esa clase privilegiada. El lujo y el refinamiento del mobiliario y de la decoracin era la expresin del savoir vivre de los propietarios: piezas hermosamente talladas, muebles de maderas preciosas con incrustaciones de bronce, marfil o concha; sillones tapizados con las más ricas sedas orientales; cuadros pertenecientes a las escuelas europea o mexicana así como alfombras orientales, plafones, candiles franceses, tibores, relojes, cajas de música, bibelots, vajillas y mantelería con el monograma de familia. Todo llevaba el sello de elegancia que correspondía al estilo de vida de esos prominentes personajes.
La Villa de Tacubaya Tacubaya,, Casimiro Castro (Museo Nacional de Arte)
El carruaje se ha detenido a las puertas de una quinta para que los elegantes invitados asistan a una recepcin (Hemeroteca Nacional de México)
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Fachada de una mansin tacubayense c on su rotonda de acceso para facilitar el tránsito de los carruajes (Hemeroteca Nacional de México)
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Se ofrecían bailes espléndidos y suntuosas recepciones; cenas, almuerzos y picnics y picnics;; tardeadas, tamaladas, partidas de tenis, “noches “ noches orientales” orientales” y meriendas campestres o garden parties, parties , así como un sinfín de actividades organizadas con gran estilo por los anfitriones. Eran los espacios propicios donde familias distinguidas alternaban y tenían ocasin para lucir hermosos ajuares. Los visitantes eran agasajados con deliciosos bu ffets, ffets, sofisticados platillos y viandas exquisitas; selectos vinos y champagnes, nes, especialmente franceses (recordemos que era afrancesado el estilo que imperaba en la época). Diferentes tipos de orquestas y grupos musicales amenizaban las reuniones con piano, arpas, mandolinas, guitarras y violines, instrumentos tocados con maestría que hacían las delicias de los asistentes. Las rifas, representaciones teatrales y la presentacin de cuadros alegricos protagonizados por bellas señoritas y apuestos jvenes j venes eran motivo de gran entusiasmo entre los concurrentes. Los propietarios de las residencias campestres, por lo general, tenían su domicilio permanente en el centro de la ciudad de México. Se trasladaban a sus fincas el fin de semana a descansar y durante el verano a disfrutar de las bondades del clima, la vegetacin y las diversas actividades al aire libre que incluían, desde luego, el tenis, t enis, la equitacin y la natacin. Para construir esas fincas se habían elegido sitios que distaran pocos kilmetros de la ciudad con el fin de poderse trasladar a ellas con relativa facilidad. Los más favorecidos eran Tacubaya, San Agustín de las Cuevas o Tlalpan —como hoy se le conoce—, Coyoacán y San Jernimo, cuyas generosas huertas producían abundantes frutos para delicia de sus habitantes y los de la ciudad de México.
Tacubaya y sus QuinTas
Especialmente en Tacubaya Tacubaya se levantaron poco a poco enormes y majestuosas casonas que, generalmente, se dejaban al cuidado de administradores, capataces, amas de llaves o gobernantas, encargados del buen funcionamiento doméstico y administrativo de la propiedad. Cuando la familia llegaba a pasar unos días, si lo permitía la tibieza de una tarde estival, podía detenerse unos momentos en el invernadero para contemplar alguna extica flor o para cortar las rosas que decorarían los centros de mesa y algunos salones de la mansin. Las bancas a lo largo de los senderos invitaban al descanso y el té los recibía en uno de los cenadores. En las mañanas soleadas los niños de la casa disfrutaban, bajo la mirada atenta at enta de sus nanas, de la alberca o el tanque, como se llamaba entonces. Los invitados llegaban en carruajes y podían bajar con facilidad frente a la puerta principal de la mansin, seguir la rampa y dar vuelta v uelta a la rotonda primorosamente decorada con macizos de flores. Huertas, canchas de tenis, plantas y árboles por doquier se conjugaban para el disfrute de dueños e invitados de la “casa de Tacubaya”. Tacubaya”.
Programa de una obra teatral, escenificada por importantes personajes de la época (Coleccin particular)
Celia Maldonado. "Dos condesas en Tacubaya" en Tacubaya, pasado y presente I, p. 91. Antonio Fernández del Castillo. Tacubaya, historia, leyendas y personajes, personajes, p. 58. 3 Araceli García Parra y María Bustamante Harfush. Tacubaya en la memoria, memoria, p. 16. 4 Conflicto originado por el incumplimiento del acuerdo llamado Declaraciones Provisionales, que afect a artesanos y comerciantes franceses de prestigio, muchos de ellos avecindados en Tacubaya, como en el caso del pastelero M. Remontel, cuyas reclamaciones enviadas a París fueron uno de los pretextos para justificar la intervencin francesa de 1838. 5 Marquesa Caldern de la Barca. La vida en México, México, p. 71. 1
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Molinos M aría BustaMante H arfusH
A
lo largo del río Santa Fe-Tacubaya se establecieron más de siete molinos, que aprovechaban las grandes caídas de agua para mover las ruedas que molían trigo. El primer molino —construido probablemente entre 1525 y 1529— lo establece establece Hernán Hernán Cortés Cortés aprovecha aprovechando ndo las virtudes virtudes que que tenía su extenso territorio denominado “Marquesado del Valle”. Cuenta la historia que en un costal de arroz traído de España una persona encontr tres granos de trigo, de los cuales slo uno germin para después reproducirse en grandes extensiones de cultivo. Existe constancia de que para 1540 Cortés ya “exportaba el trigo molido a España y el Perú.”1 Los molinos más conocidos son: s on: Molino de Belén de las Flores, Molino de Valdés, Valdés, Molino de Santo Sant o Domingo y Molino del Rey, ubicados u bicados entre un camino de agua —el del río Tacubaya— y otro de tierra, mejor conocido como el camino a los molinos (hoy avenida Observatorio y Constituyentes), por donde iban las carretas cargadas de trigo a la molienda. La historia de los molinos en las lomas de Tacubaya es apasionante y muestra la impresionante empresa que se form alrededor de éstos. Hay un listado importante de los distintos propietarios que tuvo cada uno de estos molinos y se sabe, incluso, que lleg a haber un monopolio cuando Juan Juárez lleg a ser dueño de todos ellos, con lo que fijaba la cantidad y el precio por moler el trigo. Esto gener numerosas protestas e inconformidades. Algo parecido sucedi cuando don Juan Ramírez de Cartagena, propietario del Molino de Belén de las Flores, explot poco tiempo después el Molino de Valdés y el de Santo Domingo y sembr grandes extensiones de trigo. Actualmente, las imponentes edificaciones edificaciones se pierden pierden entre las barrancas y el crecimiento de la ciudad y, lamentablemente, ninguno de los molinos es un museo de sitio. Por una parte, el Molino del Rey aloja oficinas presidenciales dentro del conjunto del Rancho de la Hormiga (hoy Los Pinos); el Molino de Santo Domingo —que debe su nombre a los dominicos de Tacubaya cuando fueron los dueños— está ocupado
Canales de agua en el Museo Casa de la Bola (María Bustamante Harfush)
Molino de Santo Domingo (J. A. Reynoso)
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molinos
actualmente por viviendas privadas de lujo, localizadas en las trojes, la capilla y el propio molino adaptado en distintos departamentos; y el Molino de Belén de las Flores, el más amplio de todos, actualmente es un anexo de las oficinas de la Secretaría de Seguridad Pública Federal, que se ha dado a la tarea de restaurarlo y adaptarlo a sus nuevas necesidades, pero que es prácticamente imposible de visitar. La gente acaudalada de la ciudad de México, que en un principio construy su quinta de veraneo al inicio de la loma de Tacubaya, con la llegada de los tranvías eléctricos fij su residencia permanente en esas casas. Éstas eran una continuidad de jardines y huertas regados por las desviaciones del río que corría, pendiente abajo, por los canales realizados ex profeso y que permitían la irrigacin de árboles frutales, olivos y especies vegetales traídas de Europa. Constancia de estos canales que conducían parte del agua del río Tacubaya se puede ver en el jardín del actual Museo Casa de la Bola, perteneciente a la fundacin cultural que dejara don Antonio Haghenbeck y de la Lama, su último propietario. La restauracin realizada en años recientes muestra cmo funcionaban los canales de riego y cmo el río entraba en las grandes propiedades privadas para desembocar, finalmente, en lagos todavía existentes.
Molino de Belem de las Flores, uno de los más grandes establecidos en las lomas de Tacubaya Litografía de G. Rodríguez
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molinos
ProBlemaS De aGua
A pesa pesarr de de la la abun abundan dante te existe existenci nciaa de de agua agua en la zona, zona, el establ estableci ecimie miento nto de los molinos redujo mucho la llegada de agua potable a la poblacin de Tacubaya y a la ciudad de México, lo que caus numerosas demandas y peticiones de los pobladores para que se les proveyera de una “naranja” de agua, o un “limn”, o al menos una “paja” para poder obtener el vital líquido. El barrio de El Chorrito es el ejemplo más claro de cmo la gente, desesperada por obtener agua, perforaba parte del acueducto de Santa Fe para extraer un chorrito de agua. Esto provocaba que constantemente tuviera que ser reparado por las autoridades y se emitieran ordenanzas, multas y reglamentaciones para evitar los abusos en la toma de agua. No es sino hasta 1806 cuando se le da una “naranja” de agua (equivalente a 64 litros por segundo) a la poblacin de Tacubaya, construyendo dos fuentes públicas en el Barrio de la Santísima y en la Plaza de Cartagena, cerca de la Alameda Central. No es de extrañar que para 1898 se creara en Tacubaya “una oficina municipal, la primera de ese género en el Distrit Distritoo Federal, Federal, de aquella época, denominada Direccin de Aguas y Obras Públicas, cuya funcin era la de atender las crecientes demandas del vecindario sobre provisin de agua potable y otros servicios como los de drenajes y atarjeas.” 2 1 2
Molino de Santo Domingo (J. A. Reynoso)
Antoni Antonioo Fern Fernánd ández ez del Castil Castillo. lo. Tacubay acubaya: a: histor historia, ia, leyend leyendas as y pers persona onajes jes,, p. p. 137. 137. Archivo Histrico de la ciudad de México, Fondo Fondo Ayuntamiento de México, Ramo: Gobierno del Distrito, Aguas, Volumen 1323, Expediente 1268. Tomado del artículo de Salvador Ávila González, “Expansin Urbana y problemática hidrolgica: Tacubaya 1880-1920”, en TacubaTacuba ya Pasado y Presente Presente II, pp. 113.
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Portal de la Magdalena (izquierda), ubicado al pasar el puente sobre e l Río Tacubaya, en el Antiguo Camino a Toluca. Al fondo, el Portal de Cartagena. Villa de Tacubaya tomada a ojo de pájaro sobre el camino a Toluca, Toluca, Casimiro Castro
Portales M aría BustaMante H arfusH
L
a villa de Tacubaya en su época de oro (siglo xix y principios del xx ) tenía varios portales que caracterizaban el paso a tra vés de importantes cruces cruces de vialidades y que que significaban un un importante referente para el viajero. Algunos de estos portales tenían por objeto abastecer a la gente que emprendería un largo viaje hacia Morelia o Guadalajara, así como a Mixcoac, San Ángel y Tlalpan. El Portal de Cartagena y el de la Magdalena tenían este fin. Debajo de sus arcadas, para dar sombra y proteccin, se localizaban importantes tiendas de abarrotes que ofrecían granos de frijol, arroz, un jabn o una vela, así como sarapes, cuerdas y ruedas de carreta entre una infinidad de objetos y alimentos para el transeúnte.
Así como los castillos y casas señoriales de la nobleza europea, necesitaban para ser completos de un parque y un jardín, así también las ciudades cuando llegan a cierta extensin y antigüedad, necesitan de sus grandes parques y de sus grandes jardines para que la poblacin vaya a olvidar la turbulencia y fatiga de la ciudad, y a recobrar nueva vida con aire puro y embalsamado de los campos. Manuel Payno, 1856
Portal De la maGDaleNa
En un principio tenía un solo nivel y posteriormente se le construy un segundo. A él “llegaban diligencias y carros, que podían descargar cmodamente sin que en caso de lluvia se mojara la mercancía; los comercios eran muchos, ahí había pulquerías, tabernas, tiendas de abarrotes, tlapalerías, carnicerías y posadas de mala muerte”. m uerte”. 1 Portal De CartaGeNa
Sin duda fue el Portal de Cartagena —llamado así en honor al exitoso empresario y propietario del Molino de Belén de las Flores— el más distintivo en Tacubaya, ya que además de estar muy bien surtido, se localizaba en el corazn principal del pueblo. Su predio se localizaba en el entronque de la Calle Real (avenida Jalisco) y la calle de Torres Torrija o Camino a Azcapotzalco (Parque Lira), donde actualmente hay un gran almacén. Además Además era la la central central comerc comercial ial a donde donde llegaban llegaban las las paradas paradas de los trantran vías de mulitas mulitas y eléctricos eléctricos.. Por si fuera fuera poco, poco, estaba enfren enfrente te de la Plaza de Cartagena (hoy Plaza Charles de Gaulle), una de las más atractivas y transitadas de la época por ser el centro de reunin social, comercial y de diversin ya que se encontraban diversos tívolis a su alrededor. 27
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Entronque de la Calle R eal y la calle Torres Torija en su continuacin hacia el Antiguo Camino a Toluca. Los tranvías eléctricos hacían su parada frente al Portal de Cartagena (Fototeca del inaH)
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Ahí, la gente gente se surtía surtía de todo todo lo indispens indispensable: able: “frutas, “frutas, verdur verduras, as, semillas, pan, carne, ollas, cazuelas, anafres, sombreros, rebozos, calzones y zapatos. De todo y para todos.” todos.” Ahí se conjugaban conjugaban puestos puestos de madera, madera, tenderetes improvisados, improvisados, vendedores ambulantes y alguno que otro gritn, vocero de las ofertas. Desde los balcones del portal “se veía el constante tránsito de carros, recuas y jinetes, cargadores, tortilleras, pulquerías y comerciantes en pequeño; unos iban o venían hacia el camino de Toluca o el de Nonoalco, barrio de Mixcoac; otros concurrían a los mesones que estaban por el barrio de Huichilac y otros entregaban su mercancía en los comercios de la plaza”.2 También llegaban los jugadores a la plaza de Cartagena 3 “corazn de Tacubaya, es decir, sitio de reunin, de paso y de comercio.” 4 Todos sus habitantes participaron en el arreglo de esta plaza con un hermoso jardín, mejor aún que el de la Alameda, como nos cuenta
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Manuel Payno: “La plaza, que desde hace poco solamente tenía una calzada de fresnos, se ha convertido en una pequeña pero primorosa alameda, con su fuente en el centro y sus jardines plantados con flores y arbustos, cuyo cultivo está a cargo de algunas familias que se hallan radicadas en la poblacin. En las noches, un alumbrado, aunque en menor escala, superior al de México, da a esta poblacin un aspecto severo a la vez que agradable, como lo tienen todas las poblaciones mixtas, que participan de la elegancia de las ciudades y de la rusticidad del campo.” Con la construccin de la línea 1 del Metro a finales de los años sesenta, el Portal de Cartagena y todo a su alrededor fue demolido para generar los accesos que se conocen actualmente de la estacin Tacubaya, lo cual signific un gran detonante para la demolicin radial de todo su entorno. No tardaron en desaparecer gran parte de las construcciones
Portal de San Juan (Fototeca del inaH)
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aledañas y convertirse en lo que hoy conocemos como una de las zonas más transitadas y conflictivas de la ciudad de México. Portal De SaN juaN
Hubo además otros portales que eran verdaderos centros de convivencia, como el portal de San Juan, donde se localizaba una fuente comunitaria para ir a acarrear el agua para las casas que aún no contaban con agua corriente en tuberías directas. Eran sitios de encuentro, un lugar de uso público al cuidado de todos, donde el agua brotaba sin parar y despues en horarios específicos. específicos. Ahí se veía al cargador de cubos de agua, al organillero, al vendedor de chichicuilotes y a la gente del barrio. La arquitectura era simple pero digna, con elementos decorativos clásicos como guirnaldas y coronas. Verdaderos elementos para realzar la condicin humana y la importancia del agua. Portal De laS FloreS
Se encontraba en el camino a Mixcoac y San Ángel. Era mejor conocido como el Camino del Calvario, debido a que conectaba distintos conventos e iglesias. Este portal quedaba frente al atrio de la iglesia del convento de Santo Domingo y enmarcaba el acceso a la Alameda de Tacubaya, una extensa y frondosa arboleda que todavía permanece, cercana a la estacin Tacubaya del Metro y a la actual avenida Revolucin. Era un precioso parque con fuente y columna conmemorativa a los que combatieron en 1847; ahí también se localizaba el “depsito de tranvías que iba hacia San Ángel”. 5 Para muchos era la edificacin que simbolizaba el fin de la villa de Tacubaya, ya que pronto se cruzaría el puente de la Morena, para pasar el río Tacubaya y continuar hacia otras villas a través de campos campos sembrados. Era de particular importancia la Feria de las flores que se celebraba anualmente: una especie de concurso similar a “la flor más bella del ejido”, donde se postulaban mujeres hermosas con tocados de flores naturales provenientes provenientes de los extensos jardines y huertas de la zona. Este portal fue demolido para la ampliacin de la avenida Revolucin. Sin duda, las plazas han sido uno de los puntos más afectados por las transformaciones de la ciudad, de tal forma que éstas, junto con los portales y alamedas con sus hermosas arboledas, arcadas y rincones que embellecían a Tacubaya, Tacubaya, actualmente slo pueden ser observadas en fotografías antiguas.
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El Portal de las Flores en la Alameda de Tacubaya sobre la calle del Calvario, hoy avenida Revolucin (Fototeca del inaH)
Antonio Fernández del Castillo.Op. Castillo. Op. cit. p. 439. Idem. 3 Cuenta Guillermo Tovar de Teresa Teresa que la plaza debe su nombre a don Juan Ramírez de Cartagena, quien en el siglo xviii arrendaba molinos y molía trigo en Tacubaya. 4 María Bustamante Harfush y Araceli García Parra. Tacubaya en la memoria, memoria , p.69. 5 Emil Riedel, Practical guide of the city and valley of Mexico, pp. 121-392. 1
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Manuel Escandn Garmendia
Casa Escandn Buch
E
sta espectacular espectac ular quinta situada situa da en Tacubaya, Tacubaya, en un gran predio que abarcaba desde la calle de Cartagena (hoy avenida Parque Lira) y se extendía sobre la actual avenida Observatorio, perteneci en un principio a Manuel Escandn Garmendia. Más tarde pas a formar parte de los bienes de su hermano Antonio y finalmente fue otorgada a la hija de éste, María Escandn de Buch. La elegante residencia que se destacaba entre espléndidos jardines de altísimos fresnos, chopos, cipreses y pinos fue famosa por la magnificencia de la construccin, la belleza de los jardines y por haber sido escenario de algunas de las más suntuosas recepciones que tuvieron lugar en la sociedad mexicana de la época, así como por la exquisita hospitalidad de los anfitriones. En un principio esta propiedad fue conocida como la Casa Escandn, más tarde se denominaría Casa Buch. Manuel Escandn naci en Orizaba en 1807 y fue el quinto de una numerosa familia. Su padre, Pablo Escandn y de Cavandi, natural de Cantabria, y la madre, Guadalupe Garmendia y Mosqueira, descendiente de una prominente familia de Jalapa, contrajeron nupcias el 5 de mayo de 1799. Pablo se dedic a diversos negocios y lleg a alcanzar una muy destacada posicin social y econmica entre la sociedad orizabeña, lo que le permiti enviar a sus hijos a estudiar a Francia Francia e Inglaterra. Años más tarde su hijo Manuel se traslad a vivir a la ciudad de México y con el tiempo llegaría a ser, gracias a su inteligencia, a su espíritu empresarial y a su particip participacin acin en una una extensa extensa y diversif diversificada icada gama gama de negoc negocios, ios, uno uno de los más importantes y acaudalados empresarios del siglo xix . La actividad de Manuel Escandn Garmendia fue muy intensa y variada, especialmente en los ramos textil, tabacalero, minero y de transporte. Su participacin en este último fue decisiva para el desarrollo del país. Intervino también en la construccin de varias carreteras y algunos edificios. Entre las diversas acciones promovidas por Manuel Escandn en relacin con los transportes, está su inicial participacin en la formacion, en 1833, de una sociedad de operacin de diligencias llamada Compañía 33
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del Establecimiento de Diligencias, que posteriormente fue totalmente suya. Con ella atendía, entre otros, el trayecto México-Veracruz, que hasta entonces había estado a cargo de un irlandés llamado Jorge Coyne y de los norteamericanos Nathaniel Smart y Jacobo Renewalt. Más tarde fue denominada Sociedad Manuel Escandn & Cía. A mediados del siglo xix Manuel se perfilaba como uno de los hombres más influyentes de la época y, al desarrollar una intensa actividad en varios campos, fue adquiriendo un lugar cada vez más destacado en la sociedad mexicana. Tan importante fue este empresario que el escritor Manuel Payno lo menciona en Los Bandidos de Río Frío como
Mina Real del Monte, Monte, Eugenio Landesio (Coleccin Banco Nacional de México)
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banquero, propietario, agricultor, fabricante, empresario en su principio de la línea de diligencias, minero, financiero, ¿qué no era Escandn en esa vía de actividad y de ingenio, para ganar dinero y abarcar las más atrevidas empresas? 1
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De igual manera realiz variadas y exitosas incursiones en el rubro minero. Cuando en 1849 la compañía que operaba la mina de Real del Monte se declar en bancarrota, ésta fue comprada por él, en sociedad con otros inversionistas como Nicanor Beistegui, Edwin C. MacKintosh y el el señor señor de la Roche, Roche, con con el nombre nombre de de Compañ Compañía ía Aviadora Aviadora de Minas Minas de de Real del Monte. Después de haber introducido los métodos de extraccin más modernos se empezaron a ver los resultados, puesto que dieciocho meses después de la compra en esa mina fue encontrado uno de los yacimientos más ricos de la zona. También fue propietario de otras minas ubicadas en Oaxaca, Zacatecas y Jalisco. Manuel se asoci con su hermano Antonio, quien era también un destacado hombre de negocios, y juntos obtuvieron la concesin para la construccin del ferrocarril que debería conectar a la ciudad de México con el puerto de Veracruz. Su realizacin fue determinante para la economía nacional. Anteriormente, hacia 1837, ya había sido otorgada una primera concesin, que según se tenía proyectado, debería continuar hasta el Océano Pacífico. Sin embargo, la obra no lleg a realizarse hasta veinte años después, cuando le fue concedido a los dos hermanos Escandn el derecho de tender esa línea. Debido a los difíciles acontecimientos políticos y sociales que sacudieron al país a mediados del siglo xix , la obra que se requería para los ferrocarriles no pudo iniciarse de inmediato. No fue sino hasta 1864 cuando la
Dada la espectacularidad de la vista y de la prodigiosa ingeniería del puente de Metlac, el ferrocarril acostumbraba detenerse para que descendieran los pasajeros a admirar el paisaje
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Cañada de Metlac, Metlac, José María Velasco Velasco (Museo Nacional de Arte)
El ferrocarril en la cañada de Metlac, Metlac , 1886, Adolfo Tenorio Tenorio (Coleccin particular)
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Compañía Limitada del Ferrocarril Mexicano inici la primera parte del proyecto, lo que no pudo ver Manuel Escandn ya que muri en 1862. Este proyecto marc un hito en la historia del ferrocarril. El ferrocarril México-Veracruz tuvo un costo de cuarenta millones de dlares e incluy la edificacin de importantes obras de ingeniería como los puentes de Metlac, La Soledad, Chiquihuite, Ríoseco, Atoyac, San Juan de Dios, San Alejo, Ojo de Agua, Sumidero y viaducto v iaducto de Wimer, así como extensos túneles que atravesaban la sierra. Finalmente, la línea fue inaugurada por el presidente Sebastián Lerdo de Tejada en enero de 1873. Manuel y Antonio establecieron asimismo diversas relaciones comerciales como la sociedad que formaron con Isidoro de la Torre, que había sido apoderado legal de Manuel para comprar la Hacienda de Buena vista. Esta propiedad finalmente fue dividida y los hermanos Escandn dedicaron su parte para edificar la Estacin de Buenavista, que sería la terminal del ferrocarril México-Veracruz. De la Torre, en cambio, dividi su parte en pequeños predios para que pudieran ser comprados por obreros y de ahí surgi Santa María la Ribera, fraccionamiento que también fue inaugurado por Lerdo de Tejada. Al mismo tiempo que Manuel Escandn se relacionaba con los más altos círculos políticos, diplomáticos y empresariales continu diversifidiversificando aún más sus inversiones. Las manej con gran éxito y, como resultado, consolid una considerable fortuna, posiblemente una de las más cuantiosas del siglo xix . Como era costumbre entre las personas acaudaladas de entonces, Manuel Escandn era propietario de diversos predios, tanto en la capital como en el interior del país. Entre otras propiedades,
su residencia principal se ubicaba en el centro de la ciudad de México, en la Plaza Guardiola, a un lado de la Casa de los Azulejos, en la antigua 1ª Calle de San Francisco. La mansin fue conocida como el Palacio de Guardiola, donde Manuel residi hasta su muerte. Posteriormente el inmueble pas a manos de su hermano Vicente, arquitecto de profesin, formado en Europa y con estudios especializados en Roma y Florencia. Éste edific en ese mismo espacio una nueva residencia que sería habitada por él mismo hacia 1875, y que fue emblemática de la forma de vida que llevaban algunas opulentas familias mexicanas de la época. Aunque Aunque para la familia familia Escandn Escandn continu continu siendo siendo la Casa de GuardioGuardiola, el inmueble lleg a ser conocido popularmente como la “Casa de los Perros”, ya que en la azotea fueron colocados, como remate, las esculturas de dos leones y dos perros y, sin que se explique exactamente la razn de esta preferencia, pronto los caninos predominaron sobre los felinos. A mediados del siglo xix Manuel Escandn encarg la construccin de una casa de campo en un predio de cincuenta y cinco mil metros en Tacubaya. Al poco tiempo de haber sido edificada ya era posible trasladarse a esa zona en ferrocarril, según refiere Antonio Fernández Fernández del Castillo “el 1° de enero de 1858, con gran expectacin y júbilo de los tacubayenses, lleg el primer ferrocarril de traccin animal a la Ermita”. 2 Se consideraba un gran honor ser invitado por su anfitrin a esa hermosa quinta de descanso de Tacubaya, oasis de tranquilidad en el que el lujo y confort eran un regalo para los visitantes. La casa de la familia Escandn, “hermosísimo palacio rodeado de jardín y éste protegido por una una tapia, suplida al frente frente por una verja fija sobre sobre 3 una base de mampostería” , se distinguía por la suntuosidad y elegancia de sus líneas, lo que motiv que plumas tan destacadas como la de Manuel Payno se ocuparan en describirla: La entrada es por una elegante portada con su puerta y su enverjado de hierro. A la izquierda está una casa rústica y pintada de encarnado, como las que se encuentran en las campiñas de Inglaterra. Una calzada de chopos y de fresnos ya muy crecidos, y que presentan un aspecto entre sombrío y majestuoso, conduce hasta un extenso terrado circular, donde está construida la casa. Un peristilo corintio, con su enlosado de mármol de Génova, sostiene el segundo cuerpo de la casa. Las entradas, por los lados izquierdo y derecho, la forman dos prticos también corintios. En la espalda, y unidas solamente por un pasadizo, se encuentran las habitaciones para los criados, las caballerizas y las cocheras.
La plazuela de la Guardiola, Guardiola, Casimiro Castro (Museo Nacional de Arte)
Plazuela de Guardiola (Fototeca del inaH)
Calzada de acceso de la calle de Cartagena a la casa Escandn (Coleccin particular)
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Casa Escandn Paisaje con casa, casa, José Jiménez (Coleccin Banco Nacional de México)
En el interior, el patio e stá cerrado con una cúpula de cristal, y unas columnatas de cantería, estucadas primorosamente, sostienen cuatro alas de portalería y corredores. El saln, comedores, billar, antesala y cocina están al estilo inglés, en el pis o bajo. Las recámaras, baños y tocadores, todo con su debida separacin e independencia, están en el piso alto. El patio sirve de una especie de elegante foyer, alumbrado en las noches por un candelabro de bronce dorado, que sostienen tres figuras del tamaño natural.4
Continúa Payno relatando que el señor Escandn había adquirido la galería perteneciente al señor conde de la Cortina, que es la más abundante y completa de las colecciones que existen en la República. Tiene en verdad algunas pinturas annimas de poco mérito; pero pe ro en compensacin posee algunas originales de Pablo de Céspedes, Alonso Cano, Cabrera, TeTenard, Gerardo Dow y otros, y muy buenas copias de Rafael, Tiziano y Corregio. Es una pérdida para el arte que no estén es tén colocados esos cuadros por su orden histrico en una galería especial.5
Vestíbulo Vestíbulo de la Casa Escandn, escenario de múltiples fiestas y recepciones. El monumental candelabro se encuentra actualmente en el Museo Ex Hacienda de Santa Mnica (Coleccin particular)
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En el jardín, con abundante vegetacin primorosamente cuidada, había senderos resguardados por árboles —chopos en su mayoría—, bancas, quioscos, un invernadero con orquídeas y gran variedad de flores, así como espacios para jugar a los bolos, al tiro al blanco, a los carritos y había hasta un tren de caballos. Una gran pajarera albergaba aves exticas que el visitante contemplaba con deleite; cisnes, patos y ánsares nadaban en un estanque cercano. De dos pisos, las líneas de la casa eran sobrias y elegantes. Destacaba un prtico circular en el que alternaban los enverjados de hierro con las columnas de cantera. Decorados en su mayoría al estilo inglés, en el primer piso se hallaban los distintos comedores y diversas salas, incluyendo
una de billar, así como varios salones con espejos, vitrales emplomados y mobiliario importado casi en su mayoría de Europa. Pinturas espléndidas pertenecientes especialmente a las escuelas italiana, francesa y española decoraban los muros. En esos espacios, amueblados y encortinados con gran lujo, don Manuel recibía a sus invitados. La cocina y las demás áreas de servicio se encontraban al fondo de la casa y, más atrás, a través de un patio interior, podía llegarse a las caballerizas, bodegas y otras dependencias. En cambio, en el piso superior, se encontraban las alcobas y algunas salas pequeñas, vestidores, baños y otras habitaciones dedicadas al arreglo personal.
Perspectiva desde el jardín de la Casa Escandn y el invernadero (Coleccin particular)
Al recibir recibir alguna invitacin de la familia Escandn la sociedad meximexicana de la última mitad del siglo xix comenzaba a sentirse inquieta. Había que reservar la fecha, preparar el atuendo apropiado, elegir la tela, los modelos, el abanico, las zapatillas, en fin, todo el ajuar que las damas lucirían en la cena o en la tamalada que ofrecerían los Escandn. Y por supuesto, no faltaba la descripcin de esos grandes acontecimientos en la prensa de la época, leída en su tiempo con avidez. Muchas líneas ocuparon las crnicas sociales aparecidas en peridicos como El Mundo Ilustrado, trado, El Universal, Universal, El Tiempo, Tiempo, El Imparcial, Imparcial, por mencionar slo algunos de los más importantes de entonces. Manuel Escandn falleci en 1862 sin dejar descendencia y su gran fortuna fue dividida según sus instrucciones expresas. Poco antes había redactado su testamento en el que había nombrado albaceas a su hermano Antonio Escandn y a su sobrino Alejandro Arango y Escandn, hijo de su hermana Guadalupe. Éste último habría de destacar como fundador de la Academia de la Lengua. Manuel les hered las dos terceras partes de sus bienes, mientras que la otra tercera parte sería dividida entre el resto de los hermanos. 39
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Vista del lago con la Casa Casa Escandn al fondo (Coleccin particular)
Según consta en el Informe del Lic. D. Indalecio Sánchez Gavito ante el Señor Juez 5° de lo Civil, Lic. D. Alonso Rodríguez Miramn, “don Manuel Escandn otorg su testamento en esta ciudad, ante el Escribano don Ramn de la Cueva, el 1° de junio de 1862 y el día 7 del propio mes me s y año dej de existir, a los 54 años de edad, después de una vida de lo más laboriosa que imaginarse pueda.” El documento pone de manifiesto el interés de don Manuel por su país, puesto que Comedor familiar (Coleccin particular)
Frondosos árboles enmarcan el puente sobre el lago de la Casa Escandn (Coleccin particular)
varias varias veces veces atrav atraves es el océan océano, o, en una una época época en en que que eran eran estos estos viajes viajes tan difícidifíciles y arriesgados y en todos ellos se afanaba por averiguar y estudiar qué nuevas industrias y qué mejoras podría implantar en su patria que tanto amaba. Sus trabajos y desvelos trajeron no pocas mejoras a su país y acrecentaron también su fortuna. Asimismo, don Manuel Escandn declaraba que, entre otros muchos asuntos resueltos, había liquidado la testamentaría de su padre don Pablo; e hizo además una serie de recomendaciones a su familia ya que, según sus propias palabras: “Mi mayor empeño durante durant e mi vida ha sido mantener unida a mi familia y conservar en ella sentimientos de amor y verdadera cordialidad, haciendo gustar a mis hermanos y sobrinos sobr inos los placeres de la vida doméstica domés tica y presentándoles un ejemplo práctico de las ventajas que produce la unin fraternal. En este papel, en que encontrarán todos un nuevo testimonio de mi afecto, les recomiendo encarecidamente que después de mi fallecimiento sigan viviendo como hemos vivido hasta aquí, formando todos una sola familia, ayudándose recíprocamente, y prestándose cuantos servicios mutuos les sean posibles.6 Don Antonio Escandón cumplió cabalmente las disposiciones de su hermano
Manuel y continu la exitosa trayectoria emprendida por ambos años atrás. Anton Antonio io,, con la aguda aguda visin visin empre empresar sarial ial que había había demos demostra trado do desde desde joven, joven, ocup un sitio preponderante en las empresas heredadas a la muerte de Manuel y en otras que inici él mismo. Continu siendo uno de los hombres de negocios más importantes del país. Sus principales intereses siguieron siendo las comunicaciones comunicaciones,, en especial los ferrocarriles, así como la minería, la comercializacin de productos agrícolas y las inversiones inmobiliarias. 40
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Estatua de Cristbal Coln sobre Paseo de la Reforma
Uno de sus principales intereses fue embellecer y realizar mejoras en varios sitios sitios de la ciudad ciudad de México. Don, aportando recursos propios, un monumento a Cristbal Coln, que fue ubicado en una glorieta del Paseo de la Reforma. Dicho monumento, obra del escultor José Carlos Cordier, tiene una placa que indica: “Christophoro Columbo, Hoc Eeternae Admirationis Testimonium Erigi Urbis Mexicanae Offereri Voluit. Antonius Escandon. Anno MDCCCLXXV”.
Alejandro Escandn Arango, Arango, sobrino de Antonio, sugiri sugiri que el almirante homenajeado fuera acompañado por esculturas de cuatro evangelizadores: Fray Juan Pérez de Marchena, Fray Diego de Deza, Fray Toribio de Benavente y Fray Bartolomé de las Casas, idea que se materializ en el monumento que aún puede ser admirado hoy en día. Entre otras propiedades que se especificaron en el testamento de don Manuel, la casa Escandn de Tacubaya fue heredada a Antonio, quien continu dando vida a la mansin. De esa manera, las recepciones organizadas por la familia Escandn siguieron ocupando durante mucho tiempo las páginas de sociales de los peridicos y revistas de entonces. Por ejemplo, Clementina Díaz de Ovando, en su libro Invitación al baile, baile, hace referencia a la crnica “Una tarde en el campo”, publicada por Vicente García Torres, alias Tancredo, en El Monitor Republicano, Republicano, donde relata una fiesta celebrada por la familia Escandn en su casa de descanso en Tacubaya. Tacubaya. La autora reseña la tamalada y el baile celebrados el 25 de enero de 1873, uno de los acontecimientos más brillantes de la temporada: Entre la pálida luz artificial y la débil luz crepuscular, terminó la fiesta campestre, y los convidados se dirigieron a los salones de baile. Entonces comenzó la verdadera fiesta. Los tamales sólo habían sido un pretexto. Un baile en toda regla era el verdadero motivo de aquella reunión. Las damas se despojaban de
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Antonio Escandn con su esposa, Catalina Barron, y sus hijos Pablo, Eustaquio, Manuel, Guadalupe, Carlota Maximiliana y María (Coleccin particular)
Participacin de casa de Manuel Buch y María Escandn de Buch al retornar de su luna de miel (Coleccin particular)
Vista de la casa con la la afrancesada mansarda añadida por el matrimonio Buch Escandn (Coleccin particular)
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sus sombreros y abrigos; los caballeros hicieron otro tanto y el baile empez, animado, alegre y bullicioso... Los salones, aunque bastante amplios, rebosaban torrentes de luz y ostentaban bellas y aromosas flores, los horizontes de luz y de poesía, y las olas brillantes de purísimo y embalsamado ambiente, formaban una atmsfera de amistad, de amor y alegría, arrebatando el ánimo y elevándol elevándoloo a las fantásti fantásticas cas regiones regiones representada representadass por las Mil Mil y Una Noches 7 con todo el colorido de la poesía oriental.
Esa tamalada, como seguramente tantas otras reuniones, fue presidida por el retrato de don Manuel que se encontraba en uno de los salones, a cuya memoria tributaban “un culto cariñoso y merecido sus dignos hermanos”, según Orfeo, que era el seudnimo del periodista Lorenzo Elízaga. Antonio Escandn Garmendia muri en 1877 y su esposa Catalina Barron y Añorga tres años después. Cabe mencionar que de los seis hijos de este matrimonio los tres varones, Pablo, Manuel y Eustaquio, fueron medallistas olímpicos. Ellos obtuvieron la primera presea de plata para nuestro país, el 20 de junio de 1900, al competir en polo en la II Olimpiada celebrada en París. Guadalupe, la mayor de las hijas, hij as, recibi como parte de su herencia una quinta de la cual se hablará posteriormente posterior mente en este libro. La Casa Escandn de Tacubaya pas a manos de la menor de las hijas, María, quien contra jo matrimon matrimonio io con Manue Manuell Buch Echeve Echeverría rría en mayo mayo 1896. 1896. La otra otra hija, hija, Carlota Maximiliana, se cas en París con Felipe Juan Falc y Osorio
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(VIII Duque de Montellano, IX Marqués de Castelmoncayo, Grande de España y Maestrante Maestrant e de Valencia) Valencia) el 19 de noviembre nov iembre de 1891 y residi perper manentemente en Europa. Asisti a dicha boda la ex reina de España, Isabel II, madre del rey Alfonso XII, acompañada de la infanta Doña Eulalia. Tras su boda, después de permanecer un tiempo en el extranjero, el matrimonio Buch se instal en la Glorieta de Coln, a un lado de la Alberca Pane, en “una casita de simpática apariencia y no muy grande, pero no slo alhajada, sino con mucho gusto” 8, como la describi Mab. Mab. Al recibir recibir la propiedad propiedad que había pertenecid pertenecidoo a sus padres, padres, María, María, junto con su marido marido Manuel, Manuel, remode remodelaron laron la casa casa que que a partir partir de entonentonces sería conocida como Casa Buch. Entre otras acciones, supervisaron la construccin de una mansarda en el techo y la renovacin de pintura, la remodelacin de frisos, molduras y otros delicados detalles que imprimieron a la casa cierto toque francés muy distinguido, acorde con la moda de aquel tiempo. Manuel, que poseía una amplia cultura y era un buen conocedor y comprador de objetos de arte, adquiri adq uiri en sus viajes gran cantidad de pinturas, esculturas, mobiliario y todo tipo de objetos valiosos. La atencin y el buen gusto que ambos dedicaron a su quinta tacubayense la haría lucir como una de las más elegantes y distinguidas de la época. Comidas con amigos y familiares, bailes, picnics picnics,, tardes de té, tamaladas y todo todo tipo tipo de recepci recepcione oness fastuo fastuosas sas fueron fueron organiza organizadas das por doña María y servida servidass con exqu exquisi isitez tez por por los nume numeros rosos os emple empleado adoss de la casa. casa. Much Muchos os años después fue recordada y comentada una elegante recepcin, por mencionar slo una, que doña María y don Manuel ofrecieron el 7 de octubre de 1907 en honor del Secretario de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, Mr. Elihu Root, y a la que concurrieron don Porfirio Díaz y su esposa, varios varios minist ministros ros,, embaj embajado adore ress y repre represen sentan tantes tes del cuerpo cuerpo diplom diplomáti ático. co. En el Mundo Ilustrado, Ilustrado, publicado el 13 de octubre de 1907, aparecen en “El baile del lunes”: dos fotografías de la suntuosa residencia que ocupaba la familia Buch en Tacubaya, bien conocida con el nombre de Quinta Escandn: “La entrada a la residencia de los señores Buch en Tacubaya” y “El saln comedor” (...) El magnífico edificio a que nos referimos, y en el cual se guardan numerosas obras de arte, tanto en pintura como en escultura, abri sus puertas el lunes último para recibir en sus lujosísimos salones a la “crème” metropolitana, con motivo del baile que sus propietarios organizaron en honor de Mr. Root y su familia. Este baile por el derroche de elegancia que se hizo en el decorado, por las soberbias toilettes de los concurrentes y sobre todo, por la extremada galantería con que sus organizadores atendieron a la selecta concurrencia, ha sido una de las más brillantes notas de los últimos meses.
Mr. Elihu Root (Hemeroteca Nacional de México)
Invitacin a la recepcin ofrecida por Manuel y María Buch
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Vajilla de la Casa Escandn, fabricada especialmente para la familia por la prestigiada casa Thomas Goode & Co,, establecida en 1827 y que actualmente sigue operando en el elegante barrio londinense de Mayfair (J. A. Reynoso) Mueble con incrustaciones de marfil (Coleccin particular) (abajo)
Antes de retirarse los invitados pasaron al riquísimo comedor de la quinta donde se sirvi una exquisita cena.9
Con el cuidado atento de María Escandn de Buch, poco a poco la Casa Buch fue adquiriendo un nuevo aspecto que subrayaba la suntuosidad y elegancia que otrora habían tenido las numerosas alcobas, comedores, salas, salones de juego y otras dependencias como el saln de té, cuyo uso diario era obligado. Tanto la decoracin como el mobiliario en sí eran objeto de admiracin de los invitados y tema de prolijas descripciones. El 9 de octubre de 1907, El Imparcial, en un artículo titulado “Sociales y Person Personales. ales. Ecos de una una fiesta”, fiesta”, menciona menciona que que alguno algunoss muebles muebles tenían tenían adornos metálicos, otros con tallados primorosos y otros con incrustaciones de marfil, de ébano y de nácar, formando guardas y cenefas. Un aparador bajo que se halla en el saln principal es notabilísimo. Todos Todos sus ca jones llevan cenefas de incrustaciones de marfil de la más artística factura10
Los stanos estaban llenos de baúles que contenían vajillas, ropa, bibelots, piezas de arte, juguetes y un sinfín de variados objetos que no tenían ya cabida en los diferentes espacios de la casa. Eran guardados ahí bajo el estricto y cuidadoso resguardo de Lola, el ama de llaves, a quien se le recuerda con un llavero con numerosas llaves al cinto. Lola, como buena guardiana del recinto, alejaba del lugar a los niños de la casa que con natural curiosidad infantil se acercaban a ese sitio e impedía, con determinacin, que jugaran ahí o rompieran algún objeto. María Buch hizo construir en los extensos jardines un dispensario y con su hermana Guadalupe trabaj afanosamente en él hasta que en 1907 fue inaugurado el Hospital Escandn, bendecido en 1910 por monseñor Ridolfi, delegado apostlico en México. Derivada de esta obra se inaugur en 1968 la Escuela de Enfermería Escandn, muy reconocida pedaggicamente por el buen nivel de preparacin académica que alcanzan sus educandas. Para orgullo de la familia
siguen funcionando, hasta la fecha, ambas instituciones que plasmaron las ideas de doña María, inteligente mujer que siempre se distingui por ser muy piadosa, dedicada y generosa con las personas humildes. Otras de las organizaciones que fund fue el Colegio La Medalla Milagrosa, de Artes y Oficios, que contaba con numerosos talleres como cestería, imprenta, reparacin de zapatos, reparacin de medias, lavandería, planchado, cocina y otros muchos donde se preparaba y se daba instruccin suficiente a las j venes venes que asistí asistían an para para que pudier pudieran an tener tener un medio medio adecuad adecuadoo de susten sustento. to. Cinco fueron los hijos del matrimonio Buch Escandn: Manuel, José, Antonio, Javier y Carmen, Carmen, que de pequeños pequeños vivieron y disfrutaron de la casa de Tacubaya. Después de haber habitado durante muchos años esta mansin, el matrimonio Buch se fue a vivir a Europa. María Escandn de Buch muri en Inglaterra en 1925 y don Manuel Buch, B uch, ya viudo, regres a México y trat de recuperar recuperar algunas algunas de sus propiedades propiedades perdidas perdidas a raíz de la re volucin. volucin. Entre Entre ellas, la Hacienda Hacienda de Santa Inés, en Cuautla, donde años atrás había instalado un sistema novedoso y moderno de riego y siembra, proyecto muy avanzado para la época. Sin embargo, la gestin no tuvo éxito y tanto la hacienda como las nuevas inversiones se perdieron. Don Manuel muri en enero de 1937 en la quinta de Tacubaya y la Casa Buch fue vendida por sus hijos a don Antonio Haghenbeck y de la Lama.
Manuel Payno. Los bandidos de Río Frío, Frío, p. 408. Antonio Fernández del Castillo. Op. Op. cit., p . 433. 3 Ibídem, Ibídem, p. 436. 4 Manuel Payno. Panorama de México” en Obras completas, completas, T. V, pp. 154-155. 5 Ibídem, Ibídem, p. 156. 6 Informe de Lic. Indalecio Sánchez Gavito. Imprenta de Ignacio Escalante, México, pp. 16-17. 7 Clementina Díaz de Ovando. Invitación al baile, baile, T. I, p. 231. 8 Mab. “Carta de la Semana” en El Nacional, Nacional, sábado 12 de febrero de 1898, p. 2. (HndM) 9 Clementina Díaz de Ovando, Op. cit ., ., pp. 998-999. 10 Ibídem, Ibídem, p. 996.
Hospital Escandn (Fototeca del inaH)
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Colegio La Medalla Milagrosa de Artes y Oficios y uno de sus talleres talleres (Coleccin particular)
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Casa Barron (Fototeca del inaH)
Casa Barron
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na de las más hermosas y, en su tiempo, afamadas mansiones de Tacubaya estuvo ubicada en uno de los predios pertenecientes al conde de la Cortina. La residencia tuvo varios propietarios, entre ellos, la familia Barron, el señor Luis Hüller, el empresario Ignacio de la Torre y el señor Vicente Lira. Se encontraba a un costado de la llamada Casa de la Bola, ubicada sobre la antigua calle de Torres Torija (actual avenida Parque Lira), nombrada al final Casa Lira, precisamente en recuerdo y agradecimiento a su último propietario. El III Conde de la Cortina, José Justo Gmez de la Cortina, poseía grandes predios en Tacubaya donde fueron edificadas varias mansiones. Naci en México en 1799 y fue un importante diplomático que se dedic a las ciencias y a las artes. Miembro de la Academia de Historia a partir de 1829, radic algunos años en Madrid, donde llegaron a ser famosas sus tertulias literarias. A su regreso a México tuvo algunos cargos importantes en el gobierno. Hombre muy brillante, colabor con varias agrupaciones políticas y culturales con el seudnimo de Rodrigo Cifuentes. Fundador Fundador de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y miembro de la Academia de de la Lengua, le fue otorgada la Orden Orden MexiMexicana de Guadalupe. Al retirarse pas sus últimos días instalado en su magnífica casa de Tacubaya, donde logr reunir una importante pinacoteca que posteriormente sería adquirida por don Manuel Escandn. El conde de la Cortina falleci en 1860. La Casa Barron de Tacubaya, construida por el arquitecto italiano Javier Cavallari, se distinguía por un amplio y hermosísimo jardín con una gran variedad de plantas, estanques con cascadas artificiales, una glorieta con parterres hermosamente cuidados, caballerizas, una casa de muñecas, cuevas y muchos otros atractivos. En el interior se podían admirar la biblioteca, grandes salones, comedores y amplias alcobas; espacios que estaban decorados con magníficos muebles, cortinajes, pinturas, esculturas, tibores, relojes, vajillas y diversos objetos. La morada 47
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Detalle de la entrada principal de la casa Barron junto a la pérgola del parque (Fototeca del inaH)
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fue ornamentada de tal forma que rivalizaba con otras edificaciones, como aquella construida por el arquitecto Lorenzo de la Hidalga para la propia familia Barron a mediados del siglo xix en la antigua calle de San Francisco. Francisco. Sin embargo, el patio de la residencia del centro de la ciudad no tenía ningún tipo de plantas, por lo que era preciso decorarlo con guirnaldas de flores, alfombrarlo con césped e imitar grutas en medio de una vegetacin exuberante cuando recibían a sus invitados. En contraste, la familia Barron podía ofrecer todo tipo de convites campestres en los amplios jardines de su mansin m ansin tacubayense. Don José Eustaquio Barron y Cantilln, empresario exitoso y muy conocido entre la sociedad mexicana del siglo xix , había invertido una parte de su capital en bienes raíces y, como era costumbre entre hombres de negocios acaudalados, tenía numerosas propiedades tanto en la capital como en el interior de la república.
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Eustace Barrow y Power, nacido en Irlanda en el condado de Waterford en 1752, se cas con Catalina Manuela Cantilln y Rián, española de origen. Hombre inquieto, decidi viajar a América y establecerse en Acapulco, donde se dedic a la comercializacin de tabaco y plvora. En 1790 naci su hijo, José Eustaquio Barron Cantilln, que estudi en las mejores escuelas inglesas, luch en Perú contra los insurgentes y, al embarcarse con destino a California y hacer una escala en el puerto mexicano de San Blas en Nayarit, se encontr a un antiguo compañero de colegio, William Forbes. Éste se había convertido en comerciante y radicaba en Guaymas, Sonora, e invit a José Eustaquio a que ambos formaran una agencia de comisiones. Barron se estableci en Nayarit donde entabl diversas relaciones de negocios y se introdujo en los más importantes círculos comerciales de San Blas. Con el tiempo, tanto el nombre como el apellido de este industrial terminaron por castellanizarse; así, Eustace Barrow, el nombre de su padre, se transform en Eustaquio Barron. Contrajo matrimonio con Cándida de Añorga y Ferreira. Una de sus hijas, Catalina Barron y de Añorga, llegaría a convertirse en la esposa de Antonio Antonio Escandn Escandn Garmendia, Garmendia, socio y a su vez vecino de Barron en las propiedades de Tacubaya. Tacubaya. En 1823 este empresario se asoci con William Forbes Forbes para fundar la Casa Barron, Forbes & Compañía en San Blas; B las; hizo transacciones comerciales con algunos países asiáticos, como Filipinas, de donde importaba perlas y collares para venderlos en Europa. Asimismo, y como consecuencia de la fiebre del oro, sus negocios se extendieron a lo largo de la costas californiana y mexicana hasta Ecuador. Años después obtuvo la representaci representacin n como Cnsul de la Gran Bretaña en Tepic y en San Blas. En 1838 estableci la fábrica de hilados y tejidos Jauja. Form alianzas con otros acaudalados empresarios, como los hermanos Manuel Manu el y Antonio Escandn Escand n e Isidoro de la Torre, Torre, a quien compr una mina abandonada en Zacatecas. Don Eustaquio Barron muri en 1859 y cuatro años después, la empresa Barron Forbes Forbes y Compañía fue comprada casi totalmente por una comercializadora denominada Casa Aguirre. Sus hijos, especialmente Guillermo, siguieron la trayectoria ascendente de su padre al quedarse al frente de la empresa familiar. Continuaron dando brillo al blasn de la Casa Barron, que muestra un sombrero de gules y armiños y, sobre él, un jabalí pasante también de gules armado de azur (azul). Su lema era: Audentes fortuna fortuna juvat (la juvat (la fortuna favorece a los audaces), frase tomada de un hemistiquio de la Eneida de Virgilio, que se encuentra reproducido en las rejas que dan acceso al Parque Lira. En la segunda mitad del siglo xix la descripcin de las mansiones de acaudalados personajes de la época y las fiestas y reuniones que se 49
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llevaban a cabo en ellas constituyeron el tema principal de muchos relatos y crnicas sociales de entonces. Como ejemplo, Francisco de Paula de Arrangoiz relata la recepcin en el centro de la ciudad de México para los emperadores Maximiliano Maximiliano y Carlota a su llegada a nuestro país:
Escudo de la familia Barron en la reja de acceso a la propiedad (J. A. Reynoso)
No se puede negar que ha sido espléndida y magnífica la recepcin de SS. MM. en esta capital; pero hay algunas circunstancias que no deben pasar desapercibidas: tales son la espontaneidad de las manifestaciones, el empeño de que todos han hecho cuanto han podido para adornar e iluminar sus casas, y el entusiasmo entusiasmo,, amor amor y gratitud gratitud que han han manife manifestado stado.. Se puede puede asegurar asegurar,, sin temor de ser desmentidos, que México ha hecho cuanto podía hacer, todo lo que sus elementos le han permitido. Acostumbrados Acostumbrados a vivir en popularísimas ciudades, de milln o dos millones de habitantes, como son París y Londres, con vecinos opulentísimos, y con todo el buen gusto que da una civilizacin sumamente adelantada, lo que México ha hecho puede tal vez parecerles pobre y desairado; desairado; pero tal como se ha hecho, es cuanto México México ha podido hacer, hacer, atendidas sus limitadas facultades. En otras partes habrá más riqueza, elegancia y buen gusto; pero no más voluntad, amor y entusiasmo. Casas ha habido perfectamente puestas, como la del Sr. Barron y la del Sr. Escandn; pero ha habido también innumerables que sin estar tan lujosas, han estado elegantes y hermosas. hermosas. Las casas de los Sres. Sres. Lizardi, don Gregorio Gregorio Mier, Marqués de Vivanco, Vivanco, Condesa Condesa viuda viuda del del Valle, don Ignacio Ignacio Cortina, Cortina, señora señora de Morán (...) (...) todos los hoteles, fondas, cafés y demás edificios de este género, competían por el lujo y buen gusto de sus adornos; sin que se entienda que hay exageracin, no había casa en que las cortinas e iluminacin no tuvieran algún adorno extraordinario. Esto prueba que el obsequio ha sido voluntario y general. (...) En fin, México ha recibido a nuestros Soberanos lo mejor que ha podido, diciéndoles con sus hechos lo que se leía en la casa del señor Barron:God Barron: God save the Emperor. Welcome. Welcome. ‘Dios salve al Emperador: Seais bienvenidos.’1
Hacia 1888 Eustaquio y Francisco, sobrinos de don Guillermo, vendieron la casa al norteamericano Luis Hüller. Este nuevo propietario también ofrecía recepciones vistosamente elegantes. Las crnicas de El Nacional relataron que el 21 de agosto de 1891 tuvo lugar una “espléndida S r. Hüller, elegantísima residencia residencia en donde se hasoirée” soirée” en la casa del Sr. bía festejado a la señorita Adela, hija del licenciado Justino Fernández. Fernández. La crnica menciona que parte de los invitados llegaron a la finca de Tacubaya en dos trenes que habían partido de la ciudad de México a las cuatro de la tarde y cmo disfrutaron de la decoracin y el mobiliario, propios de un verdadero palacio, además de degustar un suculento bufet servido, como era costumbre, primero a las señoras y los caballeros y 50
en seguida a las señoritas y a los jvenes. Después de haber bailado con los acordes de una orquesta típica, los invitados pasearon por los jardines decorados con farolillos de colores. Tan slo tres años después de haber tomado posesin de la casa, el 24 de noviembre de 1891, muri don Luis Hüller en Estados Unidos, acontecimiento del cual hace referencia años después un afamado cronista de la época, Mab. En su “Carta de la Semana” en la página 2 de El Nacional del 8 de enero de 1898 describía la casona:
Entre un sombreado jardín se aprecia la casa Barron (Fototeca del inaH)
(...) fue construida con poquísima diferencia tal cual hoy existe, por el Sr. Don Eustaquio Barron, padre del Sr. Don Guillermo y demás apreciables hermanos que hoy forman parte principal de la buena sociedad mexicana, como hace cincuenta años.
Continúa explicando que la residencia (...) sali de la familia Barron, en la forma siguiente. Cuando el señor Don Guillermo, hará unos doce años, separ a sus sobrinos Don Eustaquio y Don Francisco, de la razn social Barron, Forbes y Compañía, se las pas a éstos con todo y muebles en $70,000, y ellos, e llos, por la misma cantidad, se la 2 vendieron al famoso Hüller.
Poco después del fallecimiento del señor Luis Hüller, don Ignacio de la Torre y Mier adquiri la Casa Barron por $ 85,000 en una almoneda
Vista de la casa desde el camino de acceso, resguardado, a la usanza de la época, por dos leones (Hemeroteca Nacional de México)
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Lago de la casa de Ignacio de la Torre, antigua casa Barron (Hemeroteca Nacional de México)
Portada de El Mundo Ilustrado, Ilustrado, en la que Ignacio de la Torre recibe a sus invitados (Hemeroteca Nacional de México)
judicial. Hombre acaudalado acaudalado y singular empresario, empresario, muy conocido enentre otras causas por haber sido yerno de don Porfirio Díaz, Ignacio de la Torre y Mier fue hijo de Luisa Mier Celis y de Isidoro de la Torre Carsi, hombre de negocios nacido en Cádiz, que había estado asociado con don Manuel Escandn en algunas empresas y fue propietario de varias fincas, así como fundador de la Casa Jecker-Torre y Compañía. Ignacio de la Torre y Mier naci en 1866. Fue el menor de siete hermanos y tuvo una esmerada educacin en afamados colegios mexicanos y norteamericanos. norteamericanos. A la muerte de su padre en 1881 recibi recibi en herencia varias propiedades, entre otras, una de las más ricas haciendas azucareras de la época, la de Santiago Tenextepango, en Cuautla, Morelos. Se dedic también a la exportacin de diversos productos y continu el trabajo iniciado por su padre en varios rubros. Escal las más altas esferas de la política y pronto entabl amistad con el general Porfirio Díaz, relacin que favoreci aún más sus negocios. Se cas en 1888 con Amada Díaz, la hija mayor del presidente, alianza que intensific su vida social y política. Fue diputado del Congreso de la Unin y candidato a gobernador del Estado de México y tuvo cargos directivos en el Banco de Londres y México y otras instituciones. Cuando pas a manos de Ignacio de la Torre, la otrora Casa Barron seguía siendo un verdadero palacio cuyo prtico continuaba hacia un ancho pasaje limitado por cercas de alambre, cubiertas casi por completo por plantas trepadoras y decorado con pedestales artísticos con lámparas eléctricas. Así, la amplia quinta capaz de acoger con comodidad a más de 500 invitados fue nuevamente tema de conversacin en la sociedad de fines del siglo xix . Mab, en su “Carta de la Semana”, afirmaba que no podía ser de “mal agüero entrar al Año Nuevo por los espléndidos salones del palacio del Sr. Don Ignacio de la Torre, en Tacubaya.” Este espléndido anfitrin hacía recordar los tiempos en que las hebillas en el calzado de los principales servidores de la casa rica eran de oro macizo. Continuaba explicando Mab: Poco, muy poco ha cambiado la suntuosa mansin al pasar de unas manos a otras. Los familiarizados con ella, al pasar sus umbrales en las noche del sábado último, reconocían en los hermosos jarrones de China, en los artísticos bronces y el rico y slido moblaje de formas y estilos de otros tiempos antiguos amigos de juventud. Y cuando abri el baile con la cuadrilla de honor, el golpe de vista de los salones en esos momentos era soberbio. Las casacas rojas, entre los policromos atavíos de las señoras producían un efecto verdaderamente pintoresco. Pocas veces se ha visto e n México un lujo mayor que en ese baile.3
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Comidas campestres, tamaladas, bailes, kermesses y recepciookermesses y todo tipo de recepci nes se escenificaron en esa mansin. Como ejemplo, mencionaremos una comida que a finales del siglo xix Ignacio y Amada Díaz dieron en honor de Catalina Cuevas, la esposa de Pablo Escandn. Asistieron destacados invitados como la pareja formada por los recién casados Porfirio Díaz Ortega y Luisa Raigosa, llegados apenas de su luna de miel y que se habían establecido en una casa ubicada en el número 7 de la calle de Humboldt. Carlos Tello Díaz, en su libro El exilio: un relato de familia, familia , describe la comida donde los palafreneros cuidaban los carruajes mientras los invitados subían a la residencia residencia por unas majestuosas escaleras que los conducirían al interior, bajo el escudo de la familia: (...) en el vestíbulo, los anfitriones daban a sus invitados la bienvenida. Nacho fumaba sus pitillos de tabaco turco. Amada, mientras tanto, agradecía las felicitaciones que le daban por su casa. Todos Todos llegaban ataviados con sus prendas más vistosas. Luisa, por ejemplo, sac a relucir un vestido de seda cardenal con rosas en el corpiño. Llevaba sobre su pecho las perlas que recibi de su marido como regalo de matrimonio. El esplendor emanaba de todos los rincones. Algunos de los objetos de la casa, como los candelabros de cristal, provocaban el asombro de la concurrencia. Nacho, tan moderno, tenía todos los del comedor iluminados con electricidad. Sus huéspedes permanecieron alrededor de la mesa por el resto de la tarde, hasta las primeras horas de la noche. Disfrutaron sin interrupcin de los platillos que prepar con el refinamiento de su paladar el maestro de cocina, Sylvain Daumont, dueño del establecimiento de comida más famoso de la ciudad de México. No todo, por lo demás, termin con el convite. Una semana después, Tacubaya. Por El Mundo Ilustrado dedic la mitad de sus páginas a la quinta de Tacubaya. mucho tiempo la sociedad no platic de nada más. El convite incluso, sería con los años una especie de parteaguas. Con él, a manera de símbolo, comenz la fase de esplendor que dio su personalidad a los últimos años del régimen del general Díaz.4
Escalera de acceso al saln de fiestas de la residencia (Hemeroteca Nacional de México)
Sobre el baile organizado para Catalina Cuevas de Escandn aparecen tres notas en El Imparcial. El 1º de enero de 1898 publica la invitacin a las 10 p.m. a asistir a “esta su casa, 2ª de Torres Torija”. (...) terminada la calle se encuentran dos grandes leones de mármol en sus pedestales, formando entrada a una hermosa glorieta de cuyo centro suben los pabellones. Ascendiendo por una regia escalinata se entra al vestíbulo que se halla iluminado con profusin, habiendo multitud de franjas de
Saln decorado para una de las magníficas fiestas que daba el matrimonio d e la Torre. Al fondo, la escalera por donde descendían los invitados a la recepcin y las damas lucían sus mejores galas (Hemeroteca Nacional de México)
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Asistentes a la recepcin del Año Nuevo de 1898. A la izquierda: señora Formento de la Torre, Pablo Escandn, Carmelita Romero Rubio de Díaz, general Mena, señora Mariscal de Limantour. En la cabecera: Felipe Iturbide. A la derecha: Ignacio de la Torre, señora Cuevas de Escandn, José I. Limantour, señora Escandn de Escandn (Hemeroteca Nacional de México)
pequeños focos eléctricos que se extienden a lo largo de las cornisas y grandes arañas de cristal que penden del centro. Sigue después la escalera de dos tramos cubierta en sus peldaños por una alfombra blanca con cenefas rojas. Los muros se hallan cubiertos con ricas tapicerías de Aubusson que representan una cacería.5
Continúa describiendo el escenario del Saln Rojo: El mobiliario es de una madera fina y de corte antiguo, tapizado en satín rojo, bordado de seda blanca, porti blanca, portiers erselegantísimos elegantísimos del mismo estilo, multitud de candelabros de bronce y de cristal y jarrones de porcelana de Sajonia. A un lado de ese saln rojo está e stá el blanco, con tapicería, cortinaje y alfombras de colores claros, seguían luego cuatro salones más, decorados con los estilos de moda en el mundo elegante. En todos los departamentos se veían cuadros colocados en artístico desorden, pudiendo admirarse en esa magnífica coleccin lo mejor de la escuela italiana, flamenca, etc.6
Los invitados habían llegado custodiados por soldados de caballería que se habían situado a lo largo de las calzadas de Reforma y Tacubaya para 54
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ordenar el desfile de los coches. Continúa la crnica al día siguiente y el lunes 3 de enero: ocupa media página que reproduce el menú y explica que, como la temperatura baj notablemente, fue necesario duplicar el servicio de estufas para vencer al clima. Y cuando Juvenal hace referencia referencia al “Baile del Sr. D. Ignacio de la Torre”, describe unos aposentos elegantes y lujosos que no habían sido preparados especialmente especialmente para el evento, sino que eran simplemente el reflejo de la vida cotidiana. En el saln hay que admirar cuadros agrupados con el más artístico desorden; todas las escuelas italiana, flamenca, española, etc., que honrarían la más selecta galería; cuadros antiguos sobre todo que en algunos departamentos casi hacen desaparecer los muros. Aquí y allá sillones y escabeles, canapés o pequeñas mesas, tallados o incrustados con primor, joyas de arte, ricas marqueterías de las formas más caprichosas y elegantes. La casa, siguiendo los usos del gran tono, no ha sido decorada para el baile. Sobre los prticos del saln rojo había algunas guirnaldas de flores; pero en lo demás, los fastuosos departamentos se encuentran tales como los habitan sus dueños; bien es verdad que difícil fuera decorarlos con mayor lujo ni superarles en buen gusto.7
A pesar de que pasaba temporadas temporadas en la finca de Tacubaya, Tacubaya, el matrimonio De la Torre-Díaz vivía de fijo en una casona de Paseo de la Reforma en la ciudad de México, ubicada en el terreno que actualmente ocupa el edificio El Moro de la Lotería Nacional. Dicha mansin tenía muchas comodidades y contaba con instalaciones adecuadas como patios y caballerizas para el manejo de los carruajes. Se cuenta que Ignacio de la Torre sabía que Emiliano Zapata —a quien había conocido en el corral de la Hacienda de San S an Carlos Borromeo— tenía amplios conocimientos sobre caballos y lo llev a trabajar con él como caballerizo, pero slo por poco tiempo. La casa de Tacubaya sigui conservando su carácter de residencia temporal y refugio para Ignacio cuando se le ennegrecía ennegrecía el panorama. La salida de Díaz en 1911 trastoc del todo la vida de quien había sido “el yerno de su suegro”. Además, nunca ocult sus preferencias políticas; al contrario, su oposicin a Madero se hizo aún más patente al financiar peridicos en los que se atacaba al gobierno maderista. De su mansin de Reforma se traslad a refugiarse a la casa de Tacubaya. Allí De la Torre fue hecho prisionero por orden del presidente Venustiano Venustiano Carranza y acusado por difamacin a Madero y haber apo yado a Victoriano Victoriano Huerta. Gracias a las gestiones realizadas por Zapata
Lado izquierdo: señora González de Cosío, Benoit (ministro francés), Amada Díaz de la Torre, señora de Espinosa. Lado derecho: señor Clyton (ministro americano), señora de Limantour, general Porfirio Díaz, señor Strong (encargado de asuntos de Inglaterra) (Hemeroteca Nacional de México)
Saln con la coleccin pictrica de la familia (Hemeroteca Nacional de México)
Residencia de Ignacio d e la Torre en Paseo de la Reforma
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Participantes en un festival de danza celebrado en la pérgola de la Casa Lira
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le permitieron salir de la cárcel; sin embargo, no se le dej en completa libertad sino que se le mantuvo, según se dice, en arresto domiciliario, debido sobre todo a un mal manejo que hizo al comercializar maíz. Poco tiempo después fueron expropiadas sus haciendas y, a fines de 1917, Ignacio de la Torre huy a Estados Unidos donde falleci al año siguiente. Tras su muerte la hermosa herm osa casona de Tacubaya Tacubaya pas p as a manos de diversos propietarios, entre los que pueden mencionarse m encionarse al señor Palandini y al señor Vicente Lira. Este último, originario de Guanajuato, lleg a radicar a la capital de la república a finales del siglo xix ; ayudaba a algunos jvenes estudiantes financiándoles sus estudios. Se dedic también a la comercializacin de cereales en el Bajío y continu con trabajos filantrpicos de diversa índole. Además, fue un excelente fotgrafo. A su fallecimiento, alrededor de 1960, se constituy la Fundacin Vicente Lira para otorgar becas de estudio. La biblioteca de don Vicente fue donada al Instituto Nacional de Antropología e Historia. Finalmente, Finalmente, aquella mansin que había sido conocida como Casa Barron fue destruida aduciendo que toda la madera de la construccin “tenía polilla”. Con su demolicin se perdi una suntuosa residencia que pudo haber sido rescatada para la posteridad como ejemplo de la forma de vida de algunas familias mexicanas del siglo xix y principios del xx . En la actualidad, nada queda de tantos salones, alcobas, terrazas, pérgolas, estanques, patios, caballerizas o de la cocina enladrillada —a la
usanza de entonces— que contaba con varios braceros. El espacio que ocup otrora la Casa Barron hoy forma parte de un hermoso parque contiguo a la Casa Amarilla, sede de la Delegacin Miguel Hidalgo, que conserva aún la majestuosidad de ciertas partes del jardín, una pérgola, una pileta y las puertas de hierro trabajadas a mano, donde campean los jabalíes que aparecen en el blasn de la familia Barron.
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Fuente, pérgola de la Casa Lira
Francisco de Paula de Arrangoiz. México desde 1808 hasta 1867, 1867, p. 684. Mab. “Carta de la Semana”, El Nacional, Nacional, México, sábado 8 de enero de 1898, p. 2. (HndM) Idem. Carlos Tello Díaz. Un relato de familia, familia, pp. 199-200. El Imparcial, Imparcial, México, sábado 1° de enero de 1898, p. 1. (HndM) Idem. Juvenal. “Crnica” en El Universal, Universal, sábado 1° de enero de 1898, p. 2. (HndM)
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Entrada principal
Casa De Mier y Pesado P atricia M assé
L
a villa de Tacubaya Tacubaya vio surgir entre sus magueyales y huertos de la década de 1870 una extraordinaria mansin, cuya entrada principal mostraba un prtico estilo renacentista italiano, propio de una edificacin palaciega. Su fachada lucía un orden colosal; sus esbeltas columnas, que abarcaban los dos pisos de la construccin, ponían a la vista v ista los elementos arquitectnicos que Andrea Palladio impuso como estilo de su época en varios de sus proyectos al mediar el siglo xvi en Italia. “MIER” era la insignia que se leía en el centro de la reja, así como en el medalln central del muro del prtico. Aquella era la única edificacin alojada en la confluencia de dos calles que allí nacían: la Calle Real, que era el principal acceso a Tacubaya, y la Ermita. Ambas marcaban la colindancia de aquel palacio, cuyo prtico resguardaba la villa donde el matrimonio Mier y Pesado encontraba alivio y reposo. En la actualidad allí convergen las avenidas Revolucin y Jalisco. La pareja Mier y Pesado disfrut su regia mansin alrededor alrededor de trece años, aunque su entrada principal fue el centinela, durante medio siglo, de la majestuosa villa v illa palaciega que las transformaciones del uso del suelo urbano abatieron. Mientras permaneci en pie, la construccin de fachada pallatina se convirti en punto de referencia ineludible de aquel rumbo; circul en postales, pinturas y grabados como símbolo del lugar. Tacubaya perdi la totalidad de la finca, única en su tiempo, en 1928. El área se fraccion y el arquitecto Juan Segura levant, allí donde estaba el prtico, el edificio Ermita, que aún se mantiene en pie. Las nupcias de Antonio de Mier y Celis con Isabel Pesado de la Llave en 1868 originaron el proyecto de aquel conjunto residencial principesco, que acogi con singular intimidad y serenidad a dos figuras notables del siglo xix . Él era un prohombre de las finanzas en México y en el mundo, cuyas inversiones abarcaron hasta la construccin del Canal de Suez. Ella poseía una enorme cultura; era inteligente, sensible y asidua lectora de la poesía inglesa; era poeta; nieta de un prcer liberal e hija 59
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de una eminencia de las letras y de la lengua: José Joaquín Pesado. El poeta y políglota departía en las veladas literarias de su casa de Orizaba con Manuel Carpio, José Bernardo Couto y José Sebastán Segura; todos ellos también contertulios de Isabel Pesado. Ambos, Isabel y Antonio de Mier, recibieron un título nobiliario que les concedi el papa Pío IX por su generosidad con la iglesia catlica y adoptaron el título título pontificio de duques. el liNaje De mier
Gregorio de Mier y Terán, padre de Antonio, había acumulado una de las fortunas más grandes en México a partir de una firma mercantil que concedía créditos a particulares y al gobierno, garantizados con hipotecas. En ausencia de instituciones financieras al comienzo de la vida independiente y en medio medio de la inestabi inestabilida lidadd política política,, Gregori Gregorioo de Mier Mier y otros comercomerciantes y prestamistas facilitaban considerables montos de capital líquido. Había llegado en 1819 (a los 22 o quizás 23 años) a la aún llamada Nueva España, en plena época insurgente, para trabajar al lado de su tío Antonio Alonso Alonso Terán, Terán, uno de de los princi principales pales comercian comerciantes tes indiano indianoss establecid establecidos os en México. La fortuna que de él hered, más la propia, lo coloc entre los principales comerciantes y prestamistas que otorgaban créditos en el país. 1 De la misma rama de los Mier procede el militar insurgente Manuel de Mier y Terán (tío de Antonio de Mier), quien fue Ministro de Guerra del gobierno de Guadalupe Victoria y Fray Servando Teresa de Mier (el fraile dominico que abandon la orden para convertirse en cura secular; traductor de Atala de Atala de Chateaubriand; defensor de la causa independentista mexicana y autor de Historia de la revolución de Nueva España, España , en dos volúmenes, Londres, 1813). La prosapia de Antonio de Mier y Celis se remonta a una historia que en la actualidad resulta igual de fantástica que las litografías de su villa en Tacubaya. Se dice que el nombre De Mier deriva de una localidad loca lidad asturiana ubicada en el valle de Peñamellera, donde se establecieron los descendientes del Conde Vela en el siglo xi, procedentes de la zona de Álava, a donde los había llevado la guerra contra los musulmanes, cuando fueron llamados desde Aquitania, su lugar de origen. A su vez, las guerras entre familias propiciaron que los Vela cambiaran de apellido y adoptaran el nombre del lugar donde se establecieron para fundar su nueva “casa”, es decir, un nuevo linaje: la Casa de Mier, heredera de una historia guerrera. En la heráldica hispánica se encuentra el escudo de la Casa de Mier que ostenta —además de estrellas, coronas y una espada— cinco flores de lis que simbolizan el origen aquitano de la familia. Por lo demás, entre los Mier y Celis hay una familia de noble abolengo: Mariana de Mier y Celis 60
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(hermana de Antonio) es tatarabuela del príncipe Alberto II de Mnaco, presidente de honor de la Casa Solar de los Mier por derecho de sangre, pues Susana de la Torre y Mier (hija de Mariana de Mier) y el duque de Polignac de Mnaco son los abuelos de Rainiero III de Mnaco. la aSCeNDeNCia PeSaDo De la llave
Isabel Pesado de la Llave fue la quinta hija del matrimonio de José Joaquín Pesado con María de la Luz de la Llave, una connotada familia veracruzana. Ignacio de la Llave, abuelo de Isabel, se había iniciado en la política como juez de su tierra natal, Orizaba, hacia 1841. Su trayectoria de lucha en las filas liberales comenz al ingresar al ejército como voluntario en Orizaba para luchar contra la dictadura militar de Santa Anna. Combati, en el puerto de Veracruz, a los invasores norteamericanos. Leal al liberalismo, se adhiri al Plan de Ayutla y a la rebelin contra los conservadores en la Guerra de Reforma. Desempeñ el cargo de Ministro de Guerra del gobierno de Juárez instalado en Veracruz (1859), y posteriormente fue gobernador constitucional de Veracruz, electo en el momento en que las tropas francesas invadían México. Muri en plena lucha a favor de la República en junio de 1863, cuando intentaba alcanzar a Juárez en el norte del país, mientras el general Bazaine entraba a la ciudad de México acompañado de las tropas francesas y la Junta de Notables ofrecía el trono de México al archiduque Maximiliano de Habsburgo en Miramar. José Joaquín Joaquín Pesado, Pesado, el padre padre de Isabel, Isabel, hombre hombre de empresa empresa y vasta cultura, tuvo una importante participacin política a nivel nacional. Siendo militante liberal se desempeñ como Ministro del Interior durante el gobierno de Anastasio Bustamante (1838). Como ministro de Relaciones Exteriores afront la primera intervencin francesa, la Guerra de los Pasteles, al declarar oficialmente la guerra contra Francia y después negociar el tratado de paz, en 1839. Posteriormente pas a las filas conservadoras y milit activamente activamente a favor de la Iglesia catlica, catlica, no obstante obstante que en su época liberal había participado en la redaccin del peridico La Oposición. Oposición. Pesado Pesado fue miembro correspondiente de la Real Academia de la Lengua Española, así como de la Academia de Letrán, la primera asociacin literaria mexicana de importancia, donde se reunían lo mismo liberales que conservadores. conservadores. Los aztecas, aztecas, obra de su autoría editada en 1854, fue el primer proyecto literario que recre la poesía de los antiguos mexicanos; en su tiempo no fue valorado en México, pero sí por el hispanista español Marcelino Menéndez Pelayo. Su cuento El inquisidor de México, México, que expone la crueldad del Tribunal de la Santa Inquisicin, sigue contándose entre las obras del siglo xix reeditadas actualmente, a pesar de la discrecin que, se dice, se mantiene hacia el poeta. 61
Habitación principal (fachada norte)
la CaSa ProteGiDa Por la Naturaleza
Gracias al trabajo magistral de un litgrafo cuyo nombre es una incgnita pero que bien podría atribuirse a Casimiro Castro es posible conocer el concepto general, las dimensiones y el buen gusto imperante en aquel conjunto residencial que, incluso en su aspecto exterior, transmite una intimidad que se despliega en veintiún litografías reunidas en lo que presumiblemente fue una edicin privada: Álbum de la casa De Mier en Tacubaya, 1884. 1884.2 Se trata de un proyecto litográfico muy peculiar (el único del que se tiene noticia) dedicado a una casa y realizado en una época en la que, amén de la fotografía en pleno auge comercial, la litografía en México seguía siendo un medio muy socorrido para la representacin y difusin de sus monumentos histricos, los usos tradicionales, la naturaleza y las obras y la infraestructura “modernas” de cuando la certeza del progreso de la nacin dominaba la cultura visual oficial. Probablemente la realizacin de ese Álbu ese Álbum m esté relacionada con el nombramiento de Antonio de Mier y Celis como primer presidente del Consejo de Administracin del recién creado Banco Nacional de México. Tal vez en respues respuesta ta a la la admir admiraci acin n que pudo haber haber desp desperta ertado do su mansin mansin de descanso, él mismo utiliz las impresiones litográficas encargadas a un artista de primera (e impresas en México en el taller de Moreau y Hermano), como regalos para sus más allegados colaboradores, amigos y familiares. Las trece estructuras edificadas que conformaban la villa se dispersaban a lo largo de una extensin de cerca de un kilmetro de longitud; cada una de ellas despejaba varios claros arquitectnicamente integrados a la 62
naturaleza. Esa disposicin de los espacios cimentados propici que en el plano arquitectnico fueran identificados como “varias casas pertenecientes a Antonio de Mier y Celis”, pero bien sabemos que aquello era una sola casa. La barda que cercaba aquel espacio privado era de una sobria elegancia que insinuaba la reinante en el interior de la finca. Desde la calle el observador curioso slo podía apreciar el follaje de aquellos árboles que hacían del jardín un lugar de encuentro con un mundo sosegado. La casa habitacin se encontraba en el corazn de la villa y tenía cierto aire de palacete renacentista italiano, con un diseño abierto, sobrio pero muy refinado; sus ventanas, balcones y terrazas facilitaban el encuentro con el aire y la luz del jardín y alentaban un deseo de establecer contacto con la naturaleza. La mano del artista nos ofrece la imagen de una construccin ligera y diáfana, abierta al aliento fresco del clima. Debemos advertir que ante la ausencia del decorado llama la atencin el discreto simbolismo de tres esculturas vinculadas con el resguardo de la habitacin: un par de leones de pie, flanqueando el acceso principal para simular la fuerza y la vigilancia indmita, y un perrito en actitud apacible, pero alerta, en la parte posterior; este símbolo de fidelidad y domesticidad sobresalía en el par el parter terre re y demarcaba, junto con los arbustos, un área vigilada. Se llegaba a ese centro vital a través de dos de las calles que facilitaban la circulacin desde el exterior hacia adentro del jardín; una de ellas, quizás la más usada, corría lateralmente por el extremo poniente de la finca, donde se encontraba una entrada lateral; la otra calle era la principal del jardín, que no nacía exactamente de la entrada principal sino
Habitación principal (fachada oeste)
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Entrada lateral
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de la casa suiza. suiza. Esta construccin hacía las veces de umbral; el visitante debía atravesar las viviendas del prtico, dispuestas a modo de pasaje, a fin de ingresar al espacio privado de la villa y, de pronto, se encontraba con la casa suiza y su pequeño espejo de agua. Desde esa especie de pabelln de vigía ya era posible posible apreciar apreciar aquel aquel microcosmos microcosmos poblado poblado de vegetacin. vegetacin. Cierto estado del alma de los moradores de la casa parece haberse repartido entre los dos espacios de oracin y de recogimiento recogimiento de fe catlica, a la cual eran muy devotos los Mier y Pesado. Parecía Parecía como si las dos capillas dotaran de un ámbito gravitacional a la casa habitacin que se encontraba entre esos dos lugares. La pequeña Capilla del Nacimiento, Nacimiento, dedicada a la Natividad, era la primera estructura arquitectnica que se encontraba en el trayecto desde la entrada principal hacia la casa habitacin, por la calle principal. Era, al parecer, un espacio muy íntimo, reservado únicamente a la pareja, que debi ordenar su construccin en homenaje al único hijo que muri a los pocos días de nacido; donde
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quizás las oraciones y meditaciones más profundas honraron la vida eterna del fallecido sucesor. Ya Ya adentrados en el jardín, había que rodear la casa habitacin o avanzar por las calles laterales de la finca para encontrarse la admirable Capilla del Santísimo Cristo de la Espiración (sic), sic), la cual despejaba un claro que avanzaba hacia la zona del lago, en su parte inferior. Muy bien resguardada del mundo exterior, al frente por los aposentos de los Mier y Pesado y detrás por el lago inferior, la capilla estaba diseñada para recibir alrededor de quince personas. Era un hermoso templo con una planta similar a la del panten romano. Su prtico rectangular de seis columnas, con frontn, era la antesala de una rotonda cubierta por una esbelta cúpula; en su cenit entraba la luz a través de un culo que remataba en una linternilla, formada por una esfera sobre la cual reposaba una esbelta cruz latina que culminaba en punta. Además de este último detalle las dos torres, coronadas por una cruz que imitaban en su forma a las hornacinas de la fachada, incorporaban un detalle peculiar en favor de la singularidad de ese hermoso templo. La dedicacin de esa capilla, diseñada para uso familiar, no deja de resultar significativa, considerando ciertos aspectos de la vida de la pareja; con la imagen de la crucifixin en el ábside exponía la muerte y el sufrimiento, mismos que debieron conmover en Isabel Pesado aquel dolor por la pérdida del hijo que, dicen, nunca super.
Casa suiza
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Capilla del Nacimiento
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Además de esa relacin relacin espiritual en la que lleg a percibir percibir parte del recorrido de la quinta de los Mier, yo advierto una remembranza del lugar de nacimiento de Isabel Pesado. La existencia de esas dos capillas me llevan a descubrir en ese espacio privado una evocacin de la Orizaba devota, donde las iglesias formaban parte del paisaje arquitectnico. 3 Entre calles y senderos que debieron propiciar el tránsito a pie, aquella espesura, cuidada por la mano del hombre, parecía ser la gran habitacin de los De Mier, pues la floresta ocupaba, con mucho, la mayor parte del solar. De modo que la litografía dedicada al “fresno grande”, destacando su esbeltez, resulta un testimonio indiscutible de la sensibilidad, por parte de los Mier, hacia la naturaleza y, en general, hacia el paisaje. Incluso podríamos reconocer en ese fresno el vínculo con el terruño de la orizabeña pues en 1868, al restaurarse la República, se realiz un esfuerzo por consolidar una alameda en Orizaba y para ese propsito se cre un vivero con fresnos. El proyecto se llev
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a cabo por cuenta de donaciones privadas y no sería extraño que la familia Pesado de la Llave se hubiera contado entre los mecenas. 4 Esa posible relacin me hace intuir que el fresno de la litografía pudiera estar evocando aquel vivero y, en cierto modo, podríamos reconocer en esa imagen la presencia de Orizaba en aquella finca. La estancia en esa villa señorial pudo haber propiciado en Isabel Pesado la sensacin de pisar el suelo veracruzano de su infancia y juventud. Tal vez la humedad y el verdor de aquella casa de la Calle Real evocaron la abundante vegetacin de su tierra, donde los fresnos y los álamos del río gozaban el beneficio de las interminables lluvias. Esa relacin me lleva imaginar que la arquitectura del jardín pudo haber sido concebida atendiendo al deseo expreso de una mujer colmada de añoranza por su noble ciudad, aristocrática y suntuosa en sus tiempos de esplendor. Así, en su villa palaciega, el agua salía discretamente al paso entre las calles y senderos, en forma de pequeños espejos de agua circulares con flora
Capilla del Santísimo Cristo de la Expiración
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Fresno grande
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acuática al centro y fuente, pero sobre todo concentrada en el lago, alo jado en la parte posterior posterior de la finca finca y alimentado por un singular singular pozo artesiano. Acaso el baño, —para el cual también se había diseñado una fina construccin ad hoc—, hoc—, con una vista exterior que lucía un estilo romano, también fue otra manera de exaltar aquel elemento tan abundante en su patria chica, la Pluviosilla del novelista y poeta Rafael Delgado (Los parientes ricos), ricos), el mismo que puso en boca de uno de sus personajes la siguiente frase, donde con tono irnico delata la identidad del pretencioso: “Figúrate: “Figúrate: ¡de México a Pluviosilla!¡Cmo quien dice del cielo a la tierra!”. Quizás para Isabel Pesado fue a la inversa; tal vez en su villa de descanso ella encontr la manera de sobrellevar su traslado de Orizaba a la ciudad de México: del cielo a la tierra. El especial cuidado procurado a la naturaleza en la villa de los Mier se aprecia en otras estructuras arquitectnicas como el invernáculo y la columna meteorológica. meteorológica. La primera de ellas pareciera responder a un afecto, asociado
Calles centrales de la casa a las puertas exteriores
Pp.70-71 Lago superior
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Vista exterior del baño Invernáculo
a lo femenino, por el cuidado y el cultivo de plantas y flores, aunque también pudo desarrollarse en ese lugar una labor horticultora con cierta orientacin científica. Su estructura era ajena a cierta moda europea del invernadero como extensin de la casa, o como lugar para acoger extravagancias; en altura sus dimensiones parecían discretas, las requeridas para una modesta labor. Por su parte, la columna meteorolgica acusaba una vigilancia vigilancia constante constante de las condicion condiciones es climática climáticass ambientale ambientales, s, por por lo que que su disposicin era de carácter científico. Cada cual dentro de un territorio propio, delimitado por las calles de la villa, se ocultaba entre la fronda, aunque los claros que la demarcaban propiciaban su acceso e incluso el descanso en el lugar, como se aprecia muy bien en la lámina dedicada a la segunda estructura mencionada, con su aire de kiosquito. Era una curiosa columna poligonal levantada sobre su plataforma escalonada, con su techo de cinc rematado en una aguja con veleta. Esa atencin procurada a los vientos, por si soplara el sur 5, también alcanza a observarse en la veleta 72
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del kiosco en la punta del techo de cinc de aquella estructura de planta poligonal erigida en el centro del lago inferior. Ninguno de los pabellones que acogi la villa de los Mier fue descuidado por el litgrafo. Nada qued fuera del Álbum; Álbum; las trece estructuras arquitectnicas diseñadas como parte del conjunto habitacional de los Mier y Pesado quedaron representadas en las veintiún láminas, cuya secuencia en el Álbum sigue un orden, relacionado con el recorrido desde el prtico hasta las cocheras y caballerizas, pasando por el saln de boliche y sin dejar fuera el gasómetro que proveía de luz artificial el lugar. La edicin cierra con el plano de la mansin, lo que facilita la orientacin precisa de los emplazamientos. En la realizacin artística destaca el énfasis paisajístico, donde la perspectiva es un elemento fundamental en la composicin de los magníficos espacios representados. Así también es inevitable reconocer, en muchas de las láminas, una mirada fotográfica como referente visual en el cual debi apoyarse el litgrafo, a fin de
Columna meteorológica
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Lago inferior
plasmar un testimonio sensible de un hogar de descanso, joya residencial en su época, que reflej el gusto tan refinado de sus propietarios. el matrimoNio mier y PeSaDo
A los dos años de casados casados la pareja pareja Mier y Pesado Pesado emprendi emprendi un prolongado periplo para visitar quince ciudades europeas y varias de Estados Unidos y Canadá. Ella anot en sus Apuntes Apuntes de viaje de México México a Europa Europa en en los años de 1870, 1871 y 1872 que el viaje había sido motivado por una enfermedad que la puso en las puertas del sepulcro. De esos Apuntes Apuntes ella realiz en París, años después, una edicin privada que dedic exclusivamente a sus familiares, entre ellos su hermana Susana, S usana, casada con José de Teresa Teresa (hermano de Nicolás de Teresa) y su sobrinos, Susana y Fernando de Teresa. Como empresario financiero que comprometía su capital en operaciones de crédito y actividades mercantiles productivas y que canalizaba 74
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fondos al Estado, Antonio de Mier y Celis se integraría a sociedades annimas financieras que darían paso a las nuevas instituciones de crédito en la ciudad de México, como el Banco Nacional Mexicano y el Banco Mercantil Mexicano, de cuya fusin resultaría el Banco Nacional de México, del cual Antonio de Mier fue el primer presidente del Consejo de Administracin, como ya se mencion. Al año año sigui siguien ente, te, en 1885 1885,, los los Mier Mier y Pes Pesado ado empre emprendi ndiero eron n un un segu segundo ndo viaje viaje a Euro Europa pa por motivo motivoss de salud salud del del mari marido, do, a qui quien en le reco recomen mendar daron on el clima de Europa y los baños de Carlsbad, lugar de aguas termales en Bohemia (República Checa). Casi diez años después, establecidos en París, Antonio de Mier fue nombrado por el gobierno mexicano Encargado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de México en Francia y en Bruselas. Luego, en 1899, el general Díaz lo nombr delegado en la Conferencia Monetaria en La Haya, donde empez a enfermar. Muri en París, a finales de ese año.
Cochera y caballerizas
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Plano de la casa de Antonio de Mier y Celis en la Ciudad de Tacubaya
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Atendiendo la voluntad de su difunto esposo, Isabel Pesado Pesado realiz, al poco tiempo, dos importantes donaciones: un total de 9,350 ejemplares de literatura, historia, derecho cannico y ciencias naturales fueron destinados a la Biblioteca Nacional de México en abril de 1900, procedentes de la biblioteca de los Mier y Pesado, de la cual se estima que una parte de ese acervo perteneci a Gregorio de Mier y Terán. Esta donacin ha sido ponderada por las autoridades de la biblioteca por ser la única recibida de un empresario mexicano. La otra, realizada en 1904, fue la donacin de medio milln de pesetas a los habitantes de la montaña palentina de Santa María y San Juan de Redondo y de Piedrasluengas (4,000 pesetas por casa), tierra natal de Gregorio de Mier y Terán Alonso y de Mariana Celis, en Cantabria. El deceso de Isabel Pesado ocurri al comenzar 1912 en París, la ciudad que había elegido como lugar de residencia desde hacía más de tres lustros. Ella coment, en una parte agregada a sus Apuntes, Apuntes, que vivi en París retirada del mundo y consagrada al recuerdo de su marido y a las prácticas religiosas. Anot también que padecía el no ver más su patria
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mexicana ni a sus deudos, y que se resignaba a vivir con el recuerdo del pasado. Los restos de Isabel y Antonio de Mier descansan en la Basílica de Guadalupe, junto con los de su pequeño Gregorio Antonio. la FuNDaCióN
La Fundacin Mier y Pesado es lo que en el presente continúa vivo de aquel matrimonio; fue creada el 2 de julio de 1917, por voluntad expresa de Isabel Pesado, quien dese crear escuelas para la enseñanza de los menesterosos, particularmente de los indígenas. Con esas bases se crearon dos escuelas: el Instituto Mier y Pesado para niñas, en la Villa de Guadalupe, y la Escuela Mier y Pesado para varones, en Coyoacán (1937). Asimismo, se construyeron dos residencias para personas de la tercera edad: la Casa de Salud Fundacin Mier y Pesado, un asilo para varones ancianos ubicado en Tacubaya, Tacubaya, y la Casa Hogar Mier y Pesado, Pesado, un asilo para ancianas en Orizaba, Veracruz. Edificada por el arquitecto Juan Segura Gutiérrez entre 1939 y 1944, esta última ha sido reconocida en días recientes como patrimonio cultural del estado de Veracruz por su valor arquitectnico.
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Véase: Shanti Oyarzábal Salcedo, “Gregorio Mier y Terán en el país de los especuladores. 1830-1869” en: Ciro Cardoso (director), Formación y Desarrollo de la burguesía en México. Siglo xix , México, Siglo XXI editores, 1978, pp. 140-162. El ejemplar consultado y del cual se reproducen las imágenes de este texto es heredado y forma parte del acervo bibliográfico del historiador Guillermo Tovar de Teresa, quien atribuye a Casimiro Castro la autoría de las litografías. La Orizaba de tradicin catlica, en el siglo xix , es un asunto que revela de un modo muy particular la obra literaria del escritor veracruzano Rafael Delgado. Ribera Carb, Eulalia, “La construccin de un paseo mexicano en el siglo xix . Civilidad, ornato y control social”, Scripta Nova. Revista electrónica de geografía y ciencias sociales, sociales, Barcelona, Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2006, vol. X, núm. 218 (80). [ISSN: 1138-9788] En la novela de Rafael Delgado, Los parientes ricos, “Toda la noche soricos, hay un pasaje donde dice: “Toda pl el Sur, y sopl terrible e impetuoso de modo inesperado en días de mayo…” Para referirse a la presencia del huracán el escritor usa la referencia al soplo del Sur.
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Fernando de Teresa Teresa a caballo en uno de los patios de su casa posa entre los actores de Les Bandolers ( extremo extremo izquierdo: Luis G. Jordà; sobre el potrillo una de las hijas del matrimonio De Teresa), 1898
Casa De Teresa P atricia M assé
L
a quinta de la calle de Gelati que perteneci a Fernando de Teresa Miranda fue el escenario de una serie de fotografías, irreprochables irreprochables en su calidad visual, y de un encanto peculiar porque invitan a repasar las virtudes de la casa como espacio habitado. Para uno de los herederos de la inmensa fortuna de Nicolás de Teresa fotografiar la casa fue un modo de consagrar un rincn del mundo que propiciaba el disfrute familiar. Más de cien años después, el encuentro con las imágenes de la casa vivida y con la expresin y el gesto de sus habitantes conmueve hasta el asombro, pues nos sitúan en el lugar donde se instal la felicidad. Esas imágenes, realizadas por diversos fotgrafos de indudable profesionalismo, reflejan el goce de quienes habitaron aquella casa en su tiempo de esplendor, iniciado en 1896. Entonces el poeta y periodista Manuel Gutiérrez Nájera se empeñaba en defender el libre cambio artístico y la poderosa individualidad de los escritores abiertos a las tendencias estéticas modernas en la revista Azul revista Azul,, cuyo espíritu se prolongaría en la Revista Moderna, Moderna, proclamada por José Juan Tablada como el medio para difundir un ideal estético muy refinado, suprasensible. Precisamente ese ánimo de modernidad, libertad y refinamiento se ve reflejado en el medio elegido por Fernando de Teresa Teresa para dejar un testimonio, suficientemente veraz, de un espacio vital que atesor una gran cantidad de sueños realizados. La fotografía ofrecía la ilusin de conservar imperecedero el espíritu de aquella morada. En aquellos años de euforia porfiriana con aires aristocráticos la quinta de Gelati había alcanzado una extensin mucho mayor de la original, cuando Nicolás de Teresa orden construirla. Tener una casa de campo en las afueras de la ciudad, al mediar el siglo xix , era parte de un estilo de vida muy generalizado entre los empresarios que habitaban la ciudad de México; era una vía v ía de escape al trajín, la contaminacin y los riesgos de la inseguridad urbanos. Nicolás de Teresa abandonaba temporalmente su residencia de estilo colonial en la calle
Pp. 80-81 El trenecito anim de un modo particular la vida de la familia De Teresa, Teresa, ca. 1897
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de Lerdo de la capital mexicana, con patio en el centro, orientacin hacia el interior y un zaguán —toda ella reedificada por el arquitecto Lorenzo de la Hidalga—, para disfrutar el aire fresco de aquel poblado con casas de adobe, corrales y huertas al poniente de la capital mexicana. Muchas de aquellas viviendas estaban desapareciendo porque la alta sociedad capitalina se empeñaba en construir casas campestres de grandes dimensiones, espectaculares, para disfrutar al máximo el contacto con la naturaleza, la holganza y la privacidad. Al parecer, aquella modalidad habitacional en la villa de Tacubaya había sido alentada por los presidentes Santa Anna y Comonfort, al preferir la localidad como c omo lugar de residencia. Desde su casa de veraneo, la número 29 de la calle de Gelati, con sus habitaciones alineadas al costado de un patio, su jardín y su huerta, Nicolás de Teresa previ agilizar el traslado hacia otras propiedades su yas, entre ellas las fábricas que se ubicaban en las villas de San Ángel y Tlalpan, en las afueras de la ciudad. La movilizacin de los trabajadores, empleados en la produccin de textiles en La Hormiga, así como en la fábrica de Loreto, lo llev a gestionar la concesin del ferrocarril que corría de Tacubaya a San Ángel. A partir pa rtir de 1857 185 7 la vía férrea uni u ni TacuTacubaya con la ciudad de México; el siguiente paso hacia el progreso ocurri cuando Nicolás de Teresa conect aquellos poblados con Tacubaya. Oriundo de Llanes, Asturias, Nicolás de Teresa Sánchez había llegado a México en 1837, cuando contaba con 18 años de edad; traía la misin de cobrar una serie de deudas familiares y dejaba en España una familia de fortuna que había ocupado cargos públicos en sucesivas ocasiones: regidores, alcaldes, alféreces y procuradores de la villa de Llanes. La familia de la cual procedía Nicolás había sido vecina de aquella villa v illa del Principado de Asturias desde hacía muchos años y una de sus ramas, por la vía materna, se había establecido en la ciudad de Guadalajara, en el reino de la Nueva Galicia, donde uno de sus familiares, Fernando Bustillo Varas, ocup un cargo como abogado en las Reales Audiencias de la Corte en Guadalajara y fue regidor perpetuo en la misma ciudad de la Nueva España a mediados del siglo xviii xviii.1 Al cabo de siete años de intensa actividad productiva, participando en la transformacin de la actividad econmica mexicana, Nicolás de Teresa estaba celebrando sus nupcias, en la ciudad de Puebla, con Dolores Miranda, una criolla distinguida, natural de aquel lugar. Consolidado muy pronto como empresario e industrial, en un país donde predominaban las estructuras agrícolas tradicionales y donde la produccin manufacturera era incipiente, el asturiano se cont entre los hombres de negocios más influyentes y poderosos en México; poseía tierras urbanas, haciendas agrícolas y minas en varias regiones del país, así como también industrias y considerables acciones crediticias y bancarias. 82
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Como figura integrante del reducido grupo de la élite econmica de la ciudad de México, Nicolás de Teresa desempeñ un papel muy importante en la activacin del tejido financiero del país. Siendo un personaje de la aristocracia financiera particip como uno de los ma yores inversionistas (2,000 acciones) en la fundacin de la primera institucin bancaria del país: el Banco Mercantil Mexicano, que abri sus puertas al público en 1882 y del cual fue miembro de su cuerpo directivo. Al poco tiempo ocup la primera vicepresidencia del Banco Nacional de México, surgido de la fusin de aquella primera institucin bancaria y del Banco Nacional Mexicano. 2 Con la muerte de Dolores Miranda viuda de Teresa se cerraba un primer ciclo de vida familiar consagrado por 45 años de matrimonio (Nicolás había fallecido en 1889), que dejaba, a fines de 1895, una descendencia integrada por Isabel, quien ya era viuda de Faustino Sobrino; Luisa estaba casada con Pedro Peláez; José había contraído matrimonio con María Luisa Romero Rubio (hermana de Carmelita, esposa del General Díaz); Dolores había celebrado sus nupcias con Juan Antonio Azurmendi; Pedro era soltero; así como Francisco; Francisco; Fernando Fernando se había casado con Susana de Teresa Pesado y María de la Paz era la esposa de Salvador Miranda y Marrn. Fernando Guillermo y Susana de Teresa celebraron sus nupcias en la ciudad de México en el año de 1887. Susana tenía un segundo apellido que ya se inscribía en los anales de la historia mexicana; José Joaquín Pesado, su abuelo, se había desempeñado como ministro de Relaciones Exteriores, además de que fue una figura célebre en el mundo de las letras mexicanas; su prestigio como poeta, periodista y políglota lo había con vertido vertido en en miembro miembro de la la Real Real Academi Academiaa de la Lengua Lengua en Españ Españaa , siendo siendo el primer mexicano acreditado con esta distincin. Del mismo modo se había integrado a la Academia de Letrán en México y a la junta directiva de la Sociedad de Geografía y Estadística. De modo que en el mundo que creci Susana de Teresa dominaba una cultura altamente ilustrada y un declarado pensamiento político tanto conservador como liberal. Esta última filiacin venía, sobre todo, por la vía materna, pues su bisabuelo, el general Ignacio de la Llave —quien había fungido como Ministro de Guerra del gobierno de Benito Juárez durante la Guerra de Reforma y había desempeñado el cargo de gobernador constitucional del estado de Veracruz (fue electo en el momento en que las tropes francesas invadían México)—, había sido un revolucionario comprometido con el liberalismo. La familia cuenta que la madre de Susana de Teresa (Susana Pesado de la Llave, esposa de José de Teresa Sánchez) era aficionada a la fotografía y que había mantenido una estrecha amistad, desde Orizaba, con
Nicolás de Teresa pintado por el poblano José María Caldern en 1845
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Fernando y Susana de Teresa y cinco de sus hijos, ca. 1898
los hermanos Valleto, Valleto, quienes establecieron en la ciudad de México un estudio fotográfico que devino en el más acreditado durante el porfiriato. La fotografía, entonces, había penetrado en la sensibilidad de toda la familia muy tempranamente; sensibilidad que se mantendría por muchos años. Esa estrecha relacin con la fotografía fructific en una gran cantidad de imágenes, cuya irreprochable factura debe ser atribuida a los Valleto, entre otros muchos fotgrafos profesionales que fueron llamados por los De Teresa para ser fotografiados. Acaso el producto más consumado de aquel vínculo generado en Orizaba lo ofrendaron los Valleto Valleto en el encantador retrato retrato de María, una de las hijas de Fernando Fernando 84
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y Susana, el cual se exhibi en la Feria Universal de París e hizo a sus autores merecedores merecedores de un premio en aquel memorable evento. La fotografía era una más de las muchas expresiones de la modernidad incorporadas al estilo de vida de los De Teresa: les gustaba fotografiar la vida campestre que disfrutaban, así como también los espacios de diversin y los momentos de recreo gozados en la quinta que, al pasar a manos de Fernando, fue incorporando la fantasía de una persona refinada y cultivada (amaba las letras, la música, algunos deportes al aire libre como la equitacin y le fascinaba la naturaleza tanto como ciertos adelantos tecnolgicos de la época como la fotografía, el automvil, el ferrocarril y el cine) en sus imágenes. El ritual de representacin con el cual celebraron muy a menudo su existencia, así como también sus vivencias, requiri del profesional, profesional, aunque también incorpor el uso de la cámara de mano que facilit la toma de instantáneas. La fotografía seducía porque abría la oportunidad de experimentar la persistencia de la realidad y, en el caso de Fernando de Teresa, fue muy evidente que a través de la fotografía encontr un punto de interseccin con aquello que más disfrut: su familia y su casa. En particular, la familia fue representada en una gran cantidad de retratos; así también la convergencia de la fotografía con la casa fue probada en su residencia del centro de la ciudad de México.
María (hija de Fernando y Susana) a los ocho años, ca. 1900. Esta fotografía de Valleto fue premiada en la Exposicin Universal de París
uN riNCóN Del muNDo eN la Calle De Gelati
La casa de campo de la calle de Gelati, en Tacubaya, Tacubaya, conform un capítulo muy especial en el modo en que Fernando de Teresa hizo participar al fotgrafo en el espacio privado, modificado en sucesivas ocasiones, conforme iba ganando mayor extensin, sobre todo en el jardín. La remodelacin del inmueble fue proyectada por el ingeniero Daniel Garza en 1895. La familia conserva varios legajos de la contabilidad donde Garza registr escrupulosamente algunos gastos generados durante la remodelacin de la casa, así como varias facturas de accesorios de plomería, herrería, madera y otros materiales comprados por su colaborador, el ingeniero Gonzalo Garita. Garza había realizado estudios de ingeniería y arquitectectura en la Escuela Militar de Chapultepec, la misma institucin donde Gonzalo Garita se había graduado en 1888 como ingeniero y teniente, un par de años antes que Garza. Este último se había convertido, en menos de diez años, en un profesional especializado en arquitectura e hidraúlica; la Guía General Descriptiva de la República Mexicana dirigida por Figueroa Doménech (editada en 1900) lo presentaba como el autor de algunos de los más hermosos edificios modernos de la ciudad de México. Garza se 85
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Instantánea de los niños De Teresa jugando en el jardín, ca. 1895
P.87 Fernando de Teresa Teresa fue uno d e los primeros compradores de automviles, ca. 1900
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había ganado la confianza de la familia De Teresa, Teresa, para la cual realiz tres importantes proyectos constructivos, uno de los más celebrados públicamente fue el Centro Mercantil, edificado por orden de José de Teresa, en la esquina de la Plaza de la Constitucin y la 1ª del Refugio. De estilo afrancesado y absolutamente innovador en su concepto, el complejo arquitectnico fue diseñado como centro de operaciones de 23 almacenes y 100 despachos despachos comerciale comercialess distribuidos distribuidos en una planta baja y dos pisos (e incluso cinco por el callejn de Bilbao). En el piso más alto (un tercer piso por el lado de la plaza de la Constitucin) se erigi un espacio privado especialmente diseñado para su propietario. El inmueble estaba dotado de una instalacin eléctrica que presumía ser alarde de ingeniería muy singular entre lo que se conocía en México en aquel tiempo. El ingeniero Garza diseñ en el Panten Español un mausoleo estilo neogtico en memoria de Nicolás de Teresa, levantado sobre una planta octagonal que sostenía esbeltos arcos y bovedillas en ojiva, desde donde
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se elevaba una esbelta torrecilla que remataba en punta. Asimismo fue obra de Garza el Banco Internacional Hipotecario de México, de estilo renacentista, cuyas instalaciones se promovieron como un garante de seguridad extrema, a prueba de las contingencies más graves que pudieran preveerse en su tiempo. Fue edificado en el ex Colegio de Niñas, esquina con la calle de Cadena, del cual José de Teresa fue su presidente y primer integrante integrante del Consejo Local. Local. En pleno furor constructivo en la ciudad de México, tan celebrado por la prensa porfiriana de fines del siglo xix y comienzos del xx , el ingeniero Gonzalo Garita se colocaría al frente de varias obras constructivas de gran importancia nacional: la Columna de la Independencia, la Oficina General de Correos y el Palacio de Bellas Artes.
Instantánea tomada en casa de los De Teresa, ca. 1896
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Centro Mercantil, ca. 1900
La quinta de Gelati 29, ca. 1900
la CaSa DeSeaDa
P.89 La alberca de estilo pompeyano, ca. 1898
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La remodelacin que Garza y Garita realizaron en la quinta de Gelati atendi fundamentalmente aquello que Fernando de Teresa requiri para instalarse a sus anchas y divertirse, aprovechando la naturaleza como escenario inspirador. El estilo de cada una de las estructuras arquitectnicas le concedía una personalidad singular, en algunas de ellas con ciertos elementos constructivos industriales que manifiestan una orientacin vanguardista en el proyecto de intervencin de Garza y Garita. Según las apreciaciones apreciaciones del bisnieto de Fernando Fernando y Susana de Teresa, el investigador Guillermo Tovar de Teresa, fue el primer pro yecto de esta índole, índole, realizado para una casa en en las afueras de la ciudad. La lujosa alberca fue diseñada al estilo pompeyano: en el interior del área que ocupaba solamente había lugar para la piscina de contorno rectangular, los andadores que la rodeaban y los vestidores y regaderas distribuidos estratégicamente en las cuatro esquinas, todo protegido por las cuatro paredes que la circundaban. Un amplio impluvio despejaba el lugar hacia el cielo raso con su luz, aire y sol. Completaban el ambiente de ese elegante lugar —tan parecido al rincn de una villa de descanso pompeyana— las delicadas pinturas al fresco con motivos que combinaban estilizados follajes en jarrones, frisos y recuadros con motivos decorativos más abstractos.
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La casa de muñecas de planta rectangular, de dos piso y con stano, a la cual se entraba subiendo una escalinata doble, se erguía como una especie de casita encantada en medio del bosque; tipo palaciego, lucía todas sus paredes exteriores de ladrillo aparente, con ventanas y balcones de formas muy regulares y simétricas y una torre que sobresalía en la parte central de la construccin, por encima del segundo piso. La capilla se encontraba a un costado del lago. Su cúpula, discreta y a la vez elegante, estaba decorada exteriormente con mosaicos y rematada con una esbelta linternilla que culminaba en una cruz; como un casquete esférico, cubría la mayor parte de la base cuadrada, evocando, con modestia, un vago aire florentino.
La casa de muñecas, ca. 1897
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El grupo de actores que represent una obra de Luis G. Jordà en 1898
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Todas las construcciones se dispersaban en la totalidad del jardín, el cual fue creciendo en la medida en que se fueron adquiriendo algunas huertas aledañas. Desde luego, se agregaron arbustos, matas, plantas diversas y árboles a aquellos parajes con el propsito de diseñar aquel vergel cuya topografía original fue aprovechada al máximo. De hecho, el relieve de aquella naturaleza domesticada acusaba una altimetría irregular; el jardín ofrecía partes altas y otras bajas. Así, en la cima de una elevacin de piedra braza que sobresalía en la parte alta del jardín de la finca, donde las plantas se aferraban a crecer y el agua se filtraba formando una discreta caída, se construy un mirador desde donde se podía disfrutar una vista del Castillo de Chapultepec. También se abri un túnel grande a los pies de esa loma de piedra para que pudiera circular el trenecito por todo el jardín y, del mismo modo, se perfor un túnel menor para el flujo del agua del estanque. La finca alberg un pequeño complejo ferroviario a escala, dotado de una estacin de tren donde se guardaban al menos dos modelos de locomotoras que movilizaban varios vagones que podían ser abordados por los de casa y sus invitados; además, las instalaciones del tren incluían una especie de torre de control.
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La naturaleza fue dotada de una arquitectura que respet su condicin original, solo que domesticada; se introdujeron algunas esculturas, andadores, senderos, puentes, barandales, bancas y el túnel que facilit el tendido de la vía férrea privada; en parte, la arquitectura de paisaje fue adaptándose a los caprichos del lago —presencia fundamental en el jardín— y, a su vez, la extensin y forma del lago también fue modificándose conforme se expandi el área de la quinta, la cual lleg a abarcar el equivalente de cuatro manzanas actuales de la colonia San Miguel Chapultepec. Aquel espejo espejo de agua agua de forma regular regular que se hallaba hallaba en la parte parte alta del frondoso jardín abri un ramal formando un canal que fluía suavemente cuesta abajo, para tomar una forma más libre; su lecho serpenteante bordeaba la extensin del jardín de césped bien cortado, dando un rodeo hasta cerrar su cauce. Así, el lago invitaba a ser contemplado y escuchado por el leve murmullo de la estela de agua que dejaban los cisnes que allí nadaban, pero sobre todo invitaba a ser recorrido en los botes, lanchas y pequeñas barcazas que debían embarcarse en el área regular del estanque. El panorama de aquel bosquecillo interior se podía apreciar desde los distintos puntos de vista que ofrecían las estructuras arquitectnicas que se encontraban dispersas en el lugar, ya fuera el kiosco o el desayunador instalado a la orilla del lago, así como desde otras construcciones que de pronto se perdían entre las sombras de los árboles y las copas de los
La estacin del trenecito junto a la torre de control de la casa, ca.1897 ca.1897
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Fernando y Susana de Teresa con todos sus hijos y una nana mientras son observados por familiares o amigos. Desde el mirador se podía ver el castillo de Chapultepec, ca. 1900
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arbustos, como la casa de muñecas, otros kioscos, cenadores, el boliche, la placita de toros, y otros pabellones especiales. Todo lo que se había introducido artificialmente armonizaba con la naturaleza que dominaba la configuracin del lugar, así se imponía el respeto por las características ambientales locales, descartándose un modelo preestablecido. preestablecido. Aquel jardí jardín, n, cuyas fotos fotos enaltec enaltecen en el festejo festejo y el regoc regocijo, ijo, refleja reflejaba ba el ideal de su propietario: gozar la convivencia familiar al aire libre, fresco y ligeramente húmedo entre aquella naturaleza enriquecida con elementos para intensificar la experiencia lúdica. El alma del lugar se encontraba en el trenecito, cuya estacin, furgones y locomotoras configuraron un mundo pequeño, o quizás un mundo donde emergía el pequeño que habitaba en cada uno de los moradores de esa casa. El nombre “Susana” luci siempre en una de las locomotoras del tren doméstico y el de “F.C. de Tacubaya” Tacubaya” en uno de los furgones, mientras que en las lanchas se leían los nombres de los hijos de Fernando y Susana; así, con tan simblico patrocinio se recreaba la aventura de vivir protegidos. Las fotos invitan a imaginar que se podía emprender la aventura de jugar a la travesía, ya fuera por tierra o por agua; despedirse y reencontrarse al poco rato, celebrar el hecho de sentar raíces en aquel universo creado
acorde a los deseos de su propietario. Así proliferaron los apegos en aquel universo donde hasta la vida adulta se matizaba con algo de niño; aunque el mundo exterior no estaba al margen de la ruta ferroviaria doméstica que conectaba todas las construcciones dentro de la quinta, uno de los destinos más lejanos del trenecito fue la casa de Antonio de Mier y Celis (tío de Susana de Teresa) que se hallaba a poca distancia de los De Teresa. Es difícil disociar memoria de imaginacin cuando se hace referencia referencia a las bondades de aquel jardín, ya no por boca de la familia que disfrut aquella “casa grande” sino en las palabras de sus visitantes, que no fueron pocos. La privacidad de una parte de aquella naturaleza domesticada se alteraba cuando las rejas del jardín se abrían los fines de semana para que pudieran disfrutarla los niños de la poblacin local de Tacubaya. De modo que actualmente ciertas personas lo recuerdan como lugar de recreo. Incluso Dolores Dolores Olmedo, quien fuera hija de la directora de la escuela de Tacubaya, Tacubaya, mencion haber visitado varias veces aquel jardín.
El lago, ca. 1898
la CaSa aBierta al arte
La casa de la calle de Gelati también demostr su capacidad integradora al abrirse como espacio de creatividad, acogiendo en su seno las artes 93
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Las puertas de la reja que se abrían los domingos para los niños de Tacubaya, ca. 1898
escénicas y la música de las cuales Fernando de Teresa fue un ferviente admirador, lo cual debi involucrarlo en el patrocinio de artistas. Allí se encontr el pianista y compositor catalán Luis G. Jordà con el poeta Luis G. Urbina. El músico y compositor lleg a México cuando ya gozaba de prestigio en Cataluña y muy pronto se convirti en una figura célebre en el país que lo acogi. Probablemente conoci en Barcelona a Fernando de Teresa, quien tenía amistad con el violinista Pablo de Sarasate y con el violonchelista Pablo Casals. El musiclogo Cristian Cantn asegura que la mazurka Elodia, Elodia, considerada una de las obras más afortunadas del repertorio mexicano de saln compuestas por Jordà, vendi cien mil ejemplares entre 1909 y 1914. 3 Como pianista Jordà integr el famoso grupo de cámara porfiriano, el quinteto Jordàquinteto Jordà-Rocabr Rocabruna una,, integrado por cinco catalanes: Mas, Rocabruna, Ferrer, Jordà y Torell, cuyas reuniones musicales con otros compatriotas suyos dieron origen al Orfeó Català de Mèxic. Mèxic. El hallazgo de algunos manuscritos que permanecieron en manos de la familia De Teresa Teresa ha propiciado que en los últimos años vuelva a circular la música para piano del que fuera autor de la célebre y popular zarzuela Chin-Chun-Chan (estrenada en la ciudad de México en 1904). Entre esos documentos se han rescatado las canciones compuestas por Jordà, con letra de Luis G. Urbina. Este último ha sido considerado uno de los escritores más representativos de las letras mexicanas del primer tercio del siglo xx ; fue cronista de la vida cotidiana, de teatro y de cine; aprendi el periodismo literario de su maestro Manuel Gutiérrez Nájera y perteneci al grupo de la revista Azul. Azul. En la casa de los De Teresa quedaron resguardados algunos manuscritos que debieron amenizar las veladas organizadas en aquel lugar. Había en la casa un teatrito donde podían reunirse cmodamente hasta cincuenta personas para disfrutar conciertos, representaciones representaciones teatrales, sainetes y entremeses. El mismo Jordà interpret allí su zarzuela 94
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Los Bandolers, Bandolers, una obra previa a la etapa mexicana de Jordà que debi ser interpretada (en una versin traducida al español) para amenizar algún festejo especial. 4 Como prueba irrefutable del acontecimiento se conserva una fotografía. El acercamiento del fotgrafo al escenario permite identificar a los personajes reunidos, además de que cada uno ocupa un lugar que facilita distinguirlos entre sí. Delante de los actores mayores, probablemente aficionados, están los cuatro intérpretes menores, los pequeños De Teresa; sus vestidos los identifican como figuras que tomaron parte en la representacin; todos ellos visten trajes de fantasía.
La huerta, ca. 1898
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El teatrito, ca. 1898
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Cerca del grupo, pero aparte, se encuentra el mismo Jordà sentado en el banco del piano y al pie del escenario está Fernando de Teresa, colocado junto junto al al elen elenco; co; el traje de gala que viste viste lo lo disti distingue ngue del conjunto conjunto que luce una indumentaria inspirada en la que usaba el pueblo catalán. Resulta evidente la habilidad de quien tom el retrato colectivo, que se completa con la niñita, María de Teresa, sentada en el extremo izquierdo, al pie del escenario, estableciendo un contrapeso visual que equilibra la composicin. El teatrito también fue usado como sala de proyecciones de las primeras películas mudas que llegaron a México, pues Fernando de Teresa fue un ferviente admirador de aquel nuevo arte que empez a comercializarse en 1895. Seguramente Fernando Fernando se encontraba en aquella primera
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exhibicin privada de cinematgrafo que tuvo lugar en México (un año después de que se patentara el proyector cinematográfico) en el Castillo de Chapultepec para el general Porfirio Díaz, la familia Romero Rubio y un grupo de amigos del presidente. presidente. Fuera de la sala de eventos especiales lo escenográfico encontr un lugar en la fotografía, donde la fantasía y la espectacularidad fueron rerecreadas en un plano bidimensional, desplazando el escenario teatral a otro contexto de realidad: el ingeniado por el fotgrafo, quien translad los artificios teatrales que q ue tenían lugar en algunos jardines europeos del siglo xviii a la superficie del papel fotográfico, donde la narracin teatral ya sucedía en el espacio real del jardín.
Los actores de Les Bandolers (extremo derecho: Fernando de Teresa; Teresa; al piano: Luis G. Jordà), 1898
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Fotomontaje de una de las hijas de Fernando y Susana sobre el lago de su su casa, ca. ca. 1897
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La ilusin de la fotografía, que debi deslumbrar a Fernando —del mismo modo que lo fascin la finca de Gelati— residía en su lenguaje, en ese cruce de la fantasía y la realidad que permitía que al colocarse el objetivo de la cámara frente a la realidad, ésta quedara afectada para siempre, perpetuándola perpetuándola sobre una superficie sensible a la luz. Sin embargo, aquel mundo donde la realidad se entrecruzaba con la fantasía se alter con el estallido revolucionario; la esperanza de convivir en la casa de Gelati se perdi totalmente en 1914. Ese año la familia pretendi hallar refugio seguro en Europa, pero fue a encontrarlo en Nueva York. Guillermo Tovar de Teresa asegura que su bisabuelo conoci allí a un par de poetas mexicanos cosmopolitas que exploraban otras culturas: Pedro Requena Legarreta5, el joven poeta que se había propuesto ser el mejor traductor mexicano y había comenzado con el poeta Rabindranath Tagore (con quien estableci contacto en Nueva York), y José Juan Tablada, prosista, prolijo articulista y poeta cuyas inquietudes literarias lo habían llevado hasta Japn, Japn, dond dondee adopt adopt su su estil estiloo haiku. haiku. Los Los tres tres habí habían an salid salidoo del del país país cuancuando el usurpador Victoriano Huerta asumi el poder en México y la cultura vangua vanguardi rdista sta los reunía reunía en aquell aquellaa capi capital tal del siglo siglo xx . A Fernando Fernando de Teresa Teresa ya no le toc regresar de Nueva York a la casa de Gelati; su cuerpo regres a México poco antes de iniciar la década de 1920, su familia lo acompañaba, slo que para él había otra morada en el panten español. 6 Durante la la presidencia de Venustiano Carranza, entre 1917 y 1919, y en ausencia de los De Teresa, el general Pablo González ocup la singular residencia como casa. 7 El antaño maderista y jefe del Cuerpo del Noreste del Ejército Carrancista fue el autor intelectual del asesinato del jefe de la Revolucin del Sur: el general Emiliano Zapata (Hacienda de Chinameca, 1919). Se le imputa complicidad con la banda del automóvil gris, gris, grupo de delincuentes que, presentando rdenes de cateo falsas y uniformados de polícias militares sembr el terror en la ciudad de México, saqueando casas y realizando secuestros. Ya exiliado, compr en Laredo el Mexican American Banking Company. Poco menos de quince años les quedaron a los De Teresa para seguir disfrutando aquella intimidad placentera que les brind la lujosa y apacible casa de Tacubaya. En 1934 la dividieron y la casa grande pas a ser usada como colegio jesuita. Del esplendor material de la casa número 29 de la calle de Gelati solo perviven las fotografías para ratificar la grandeza de aquel hogar imperecedero.8
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Todas la referencias a nombres y fechas de la familia De Teresa provienen de diversos instrumentos consultados por el historiador Guillermo Tovar de Teresa Teresa en archivos públicos: libros de matrimonios, bautismo, actas, consultadas en los Archivos Histricos de Llanes, Archivos Parroquiales de la cudad de México y de la Villa de Llanes, así como también en el Archivo Municipal de Guadalajara. Del mismo modo, los protocolos notariales fueron una fuente invaluable para la invetigacin realizada en los lugares mencionados, hace varios años, por el citado historiador. Véase: Leonor Ludlow, “El Banco Nacional Mexicano y el Banco Mercantil Mexicano: radiografía social de sus primeros accionistas, 1881-1882”, Historia Mexicana, Mexicana, año XXXIX, número 4, 1990, pp. 979-1027. Cristian Canton Ferrer, Ferrer, Vida i obra de Luis G. Jordà (1869-1951). El músic de les Masies de Roda que va triomfar a Mèxic, Osona, Ajuntament de les Masies de Roda, 2010. Ibidem Hijo de José Luis Requena, muerto a los 25 años de edad en Nueva York, en 1918, a causa de la epidemia d e influenza, igual que Fernando de Teresa. Véase: Rafael Tovar y de Teresa, Paraíso es tu memoria, memoria, México, Alfaguara, 2009. Véase: Leopoldo Zincúnegui, Anecdotario Zincúnegui, Anecdotario prohibido de la Revolución Mexicana Mexicana,, México, s/e, 1936, Todos los documentos originales que se reproducen en este texto provienen del archivo de la familia De Teresa, conservado por Guillermo Tovar de Teresa, descendiente de Fernando de Teresa.
Los miles de volúmenes de la biblioteca de la casa estaban a la disposicin de amigos y familiares, ca. 1895
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Casa Escandn Escandn (Coleccin particular)
Casa Escandn Escandn
E
n las últimas décadas del siglo xix se construy, en un terreno propiedad de la familia Escandn ubicado en la calle Camino Real (hoy avenida Jalisco esquina con Parque Lira), una mansin que sería conocida como la Casa Escandn Escandn de Tacubaya. Guadalupe, hija de Antonio Escandn Garmendia y de Catalina Barron y Añorga, vivi su infancia entre la casa paterna de la calle de San Francisco (hoy Francisco I. Madero) Mad ero) y la casa de campo ca mpo de Tacubaya Tacubaya.. En el verano de 1886 Guadalupe contrajo matrimonio con Manuel Escandn y Arango en una ceremonia celebrada por el arzobispo Corrigan en la Catedral de San Patricio, Nueva York, York, y a la que asistieron sus hermanos Pablo, Eustaquio, Manuel, Carlota y María, quienes, a excepcin de Pablo, vivían en Europa. En 1888, al retornar a México después de su luna de miel, Guadalupe y Manuel establecen su residencia en la mansin ubicada en el Paseo de San Francisco número 9, donde actualmente se encuentra el Pasaje América, junto a la Casa de los Azulejos, en el centro de la ciudad de México. También ellos, siguiendo la costumbre de la época entre personas acaudaladas, pasaban algunas temporadas y fines de semana en su finca de descanso llamada Casa Escandn Escandn de Tacubaya. No obstante, y debido principalmente a las revueltas y disturbios que se daban en el centro de la ciudad de México durante la segunda década del siglo xx , Guadalupe, ya viuda, tom la decisin de residir en su quinta de Tacubaya de manera permanente. Ya instalada, pudo dedicarse a numerosos quehaceres relacionados con diversas actividades filantrpicas en las que continu trabajando durante toda su vida. Guadalupe Escandn y Barron, Baronesa de Barron, que familiarmente era conocida como Mau, Mau, fue una mujer muy inteligente, de una gran personalidad, muy dinámica y con una enorme capacidad de traba jo. Esta distinguida y caritativa mujer, predispuesta siempre a ayudar a los necesitados, utiliz parte de los bienes que había recibido en
Guadalupe Escandn Escandn
Noticia de la boda en un peridico neoyorkino (Coleccin particular)
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El perico de la familia tomando el sol en uno de los corredores (Coleccin particular) La casa vista desde el jardín (Coleccin particular) Dos de las nietas de Mau recorriendo los jardines en sus bicicletas (Coleccin particular)
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herencia para iniciar, junto con su hermana María, la fundacin del Hospital Escandn, así como para realizar otras obras pías. Según Margarita Reynoso Suinaga, bisnieta de Guadalupe Escandn y Barron, Mau, la Casa Escandn Escandn era una construccin de tres pisos, de ladrillo rojo y tenía unos balcones con columnas de cantera. El techo, muy inclinado, era de tejas y remataba con un pararrayos de metal en forma de gallo. Las recámaras estaban en el segundo piso y las habitaciones de los niños en el tercero; tenía además una espaciosa biblioteca y varias salas con grandes grandes ventanales. ventanales. La escalera escalera principal principal de la casa de Tacubaya era señorial y se abría en dos, iluminada en la parte de atrás por un vitral hermosísimo. A los lados, había persianas con encajes. Ese ventanal se abría a su vez hacia un patio que q ue tenía su propia escalera en donde tomaban el sol unos enormes gatos. En la planta baja, el baño de visitas estaba decorado en blanco y negro, como un tablero de ajedrez, y el toque de color lo daban los retratos de unos tigres que adornaban la pared. Había también una capilla, con imágenes y esculturas de gran tamaño, donde se celebraba la misa antes del desayuno y en Navidad se ponía un belén con delicadas figuras europeas.
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La casa estaba rodeada por un jardín bellísimo que incluía una fuente con grandes piedras en el centro y donde nadaban peces de colores. Había, una gran cantidad de flores y plantas, hortensias, alcatraces y helechos sembrados en parterres y parterres y grandes macetones distribuidos en los corredores de la casa. Había también un lago con una isla y canales de apariencia irregular por el que se podía navegar en lanchas. Tenía Tenía de igual modo una jaula vacía donde había vivido, según la bisnieta de Mau, Mau, algún len o tigre o tal vez un águila, y en los corredores y terrazas había jaulas más pequeñas con pericos y hermosos pájaros. Agua en abundanci abundancia, a, que otorgaba otorgaba la sensacin sensacin de frescura, frescura, brotaba de cuatro fuentes distribuidas estratégicamente en el jardín, en cuyo centro se erguían sendas figuras que representaban las cuatro estaciones del año. Por doquier se encontraban bancas cuyos cojines invitaban al descanso, y los los sender senderos os que que atravesa atravesaban ban el el jardín jardín llevaban llevaban al al boliche boliche,, a un volantí volantín, n, a una cancha de tenis o a una galería donde se guardaba un land. Existía una rampa para el paso de las carretelas y otros carruajes, y por donde también había circulado un Panhard 1902 que alcanzaba, aun dentro de la residencia, la fabulosa velocidad de 60 kilmetros por hora.
Corredor de la casa (Coleccin particular) Escultura que representa a la primavera (J.A. Reynoso) Nieta de Mau frente a una de las cuatro esculturas con surtidores de agua que representaban a las cuatro estaciones del año (Coleccin particular)
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Nos cuenta Margarita Reynoso: En uno de los extremos de un amplio corredor, donde los niños de la casa no se cansaban de jugar y de correr, había una rotonda. Desde ahí se pasaba a un saloncito muy elegante, forrado todo de rosa y era especial para tomar el té. Se entraba a él por la terraza y atrás tenía una ventana redonda con cortinas pesadas y de grandes pliegues, todo en el mismo tono rosado. En medio se encontraba una mesa camilla, donde se colocaba un samovar con agua hirviente, que siempre se mantenía así, pues en la parte inferior tenía una parrilla. El té Lipton, traído de la India, vía Inglaterra, se guardaba en cajas de plata y se colocaba en unas diminutas esferas dentro de las tazas, donde se vertía el agua caliente. Era una delicia de té. En la mesa se ponían cuernitos, pastelillos, galletas, arenque, áspic y bocadillos de todo tipo; todo colocado en charolas de plata o platitos de cristal con tapa plateada. Las damas se sentaban en sillones forrados con telas de flores y les servían té o cognac, según su preferencia. Se usaban para el té unas hermosas y finísimas tacitas de porcelana, transparentes a la luz del sol. Cuando los adultos se levantaban, los niños podían entrar a comer, pues no se acostumbraba entonces que los niños comieran con los adultos. Había dos cocinas: una para que en ella se preparara la comida de mi abuela y mi bisabuela y la otra para que en ella se hiciera la comida de los sirvientes. Había un montacargas para subir y bajar los alimentos, donde fácilmente podía caber un niño. La casa tenía tres comedores: el principal, de gran tamaño, con amplios ventanales y celosías de fierro; otro más pequeño y uno más donde comían los niños, las monjas y los criados de primera categoría; los que no eran de primera categoría y los demás servidores comían en la cocina. Del lado exterior de una de las ventanas había una fuente con peces de colores.
Junto Junto al Saln Saln del Té estaba estaban n el Saln Saln de los Espejo Espejos, s, llamad llamadoo así por por las enormes lunas que decoraban sus paredes, y el Saln Rojo, que era una habitacin con tapices rojo y negro, con techo art déco, déco, adornado con figuras y dibujos chinos que fue amueblado especialmente para una de las hijas de Mau, Mau, la tía Margarita, quien había enviudado de su esposo Juan Soriano, hombre encantador que muri a temprana edad. Como a Margarita le encantaba jugar al baccarat, su madre lo mand decorar como un casino, con pesados cortinajes, pista de baile, mesas y una variedad de aditamentos elegidos con gran gusto. El baño también era vistoso y elegante, con lavamanos, diseñado todo en negros, grises y rojos, algo inusual en aquella época. Para el servicio de la casa había meseros elegantemente vestidos, siempre uniformados con filipinas blancas y con guantes también blancos. Los 104
criados de filipinas caqui eran de menor categoría. Como parte de las habitaciones para el servicio de la casa había piezas especiales destinadas al servicio doméstico femenino y, aparte, las de los hombres. Se ponía especial atencin a las necesidades de las personas que habitaban la casa; por ejemplo, para los criados llevaban pulque en grandes garrafones de vidrio soplado, como tres o cuatro, para que alcanzara, y eran tapados con un pedazo de mazorca. Algunos de los sirvientes hablaban otomí, y tal vez otras lenguas indígenas. “Enséñame a hablar como tú”, les pedía yo. En general era gente buena, cariñosa y siempre sumamente respetuosa. “Cuando crezcas, te va a llevar un coyote: güero o moreno. No lo sabemos…”, me decían.
Francisco Suinaga y Tornel, Viti, a bordo de su Panhard 1902 (Coleccin particular)
Como la mayoría de las mansiones de la época, en ésta no podía faltar un gran stano donde se guardaban los muebles que ya no eran usados, así como baúles que contenían vestidos, trajes, capas, abrigos, sombrillas, paraguas, botines; alguno quedaba que contenía zapatos de muñecas. Dominaban la escena varios juguetes antiguos, como un gran polichinela que abría y cerraba la boca para que le echaran pelotas y una carroza con caballos que movían las patas. En general, la casa de Tacubaya era un paraíso para mí. Todavía me toc ver a las gallinas en su gallinero y a Melé, un borrego grandísimo, con el que una prima se daba gusto dejándolo escapar para que nos correteara. Los jardineros jardineros Juan y Joaquín calentaban calentaban sus tortillas tortillas en un gran comal, donde donde 105
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nos divertíamos asando grillos que luego, naturalmente, no nos comíamos. Cuando nos portábamos mal o hacíamos alguna travesura, los criados nos apaleaban con varas; nosotros salíamos corriendo, pero no los acusábamos. Nada más nos teníamos que cuidar de ellos. Juan, el portero, vivía en un cuarto a un lado de la puerta que daba al Camino Real, hoy Av. Jalisco, y en esa esquina había también un cuartito con una capillita forrada de mosaicos, con ventanas de vidrios amarillos y esos tonos ambarinos daban a la capilla un ambiente muy especial. Decían los criados que ahí se aparecía una hermosa princesa que se paseaba por los jardines; otros decían que ahí estaba su tumbita y era terrorífico pasar por ahí, pues pensábamos que se nos iba a aparecer.
Vista actual de la fachada fachada del Hospital Escandn (J.A. Reynoso)
Casa de muñecas. En su momento alberg todo un convento (Coleccin particular)
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Guadalupe Escandn y Barron, gran dama pelirroja de ascendencia irlandesa cuya frente adornaba con marcadas ondas, hablaba generalmente en francés cuando estaba en familia y, para dirigirse a Lupe, el chofer que manejaba su automvil, dícese que únicamente le indicaba con el dedo índice la direccin que habría de seguir, pero nunca le daba rdenes verbales. Distinguida mujer, siempre muy erguida, que supo imponer en todo momento su personalidad, tuvo alhajas propias de emperatrices, con piedras finísimas, montadas en oro, y collares con perlas que parecían huevos de paloma. Sin embargo, con la misma dignidad y majestuosidad con las que lucía las joyas atendía a las personas necesitadas y, así, continu ayudando al prjimo, con sus propios recursos, sin importar las dificultades a las que se enfrentaba ni las circunstancias adversas por las que atravesaba el país durante los años veinte y treinta del siglo xx . Sigui trabajando directamente con los pacientes del hospital y siempre que su presencia fuera requerida, tanto ella como su hija Guadalupe Escandn y Escandn atendían partos y ayudaban al doctor Otero en las operaciones más difíciles, pues sabían mucho de medicina. Habían dedicado un pabelln completo, el denominado Francisco de Suinaga, para atender a las religiosas y a los sacerdotes gratuitamente, aun en el caso de que necesitaran alguna intervencin quirúrgica. Existía la leyenda de que en uno de los pabellones se aparecía la imagen del Divino Rostro sobre una de las paredes, donde por más capas de pintura que le aplicaban no desaparecía. Esta decidida y valiente mujer no se arredraba ante los acontecimientos. Por ejemplo, durante la persecucin religiosa de 1929 permiti que viviera todo un convento convento en la casa de de muñecas muñecas de la quinta quinta de Tacubaya. Había sido construida como un chalet en el jardín y llamaba mucho la atencin a propios y extraños porque aunque se tratara de una casa de muñecas, era de tamaño natural y tenía t enía un hall, hall, escaleras y cuatro cuartos en el piso superior. Antes de que hubiera sido ocupada por las religiosas
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había hecho las delicias de los niños de la familia; había estado totalmente amueblada, con todos los detalles, incluso con tacitas para que los pequeños jugaran a tomar el té. Se cuenta que una de las monjas, Sor Amada, tenía en procuracin a un Niño Jesús muy milagroso, que actualmente está en el convento de las Madres Reparadoras de Mixcoac. Un día, el Niño amaneci con las manitas quemadas y se dice que fue “por haber ido a apagar un incendio en una hacienda”; aseguran algunas personas que las sigue teniendo así y que esto puede verse en el convento de Mixcoac. Era una tradicin que alguna monja muy enferma lo pidiera prestado para que el Niño la aliviara. La última propietaria de la Casa Escandn Escandn de Tacubaya fue Guadalupe Escandn y Escandn, hija de Guadalupe Escandn y
Religiosas que atendían el Hospital Escandn acompañadas por Mau, Mau, su hija Guadalupe y algunos nietos (Coleccin particular)
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Vista de la casa de Paseo Paseo de la Reforma, primera a la izquierda (Fototeca del inaH)
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Barron y de Manuel Escandn y Arango, quien, al contraer matrimonio con Francisco Suinaga y Tornel en septiembre de 1911, estableci su residencia residencia en Paseo de la Reforma, en el mismo sitio donde actualmente se encuentra la embajada norteamericana y en la que la familia S uinaga Escandn vivi durante muchos años. Guadalupe Escandn y Escandn no se alej de la labor humanitaria que realizaba en Tacubaya y continu colaborando con su madre en el manejo del hospital y en otras muchas obras filantrpicas. Guadalupe Escandn y Barron sigui trabajando para gente necesitada hasta edad avanzada y, hasta su muerte, continu viviendo en la Casa EscandnEscandn de Tacubaya. En 1948 el Instituto Luis Vives alquil la hermosa casa que había pertenecido a la familia Escandn y en 1960 fue vendida a don Antonio Haghenbeck.
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Eustaquio, Carlota, María y Guadalupe ( Mau) con su hija Lupita (Coleccin particular)
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Antigua Hacienda de la Condesa (Fototeca del inaH)
Casa Rubín Escandn
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oy en día, al pasar frente al edificio que ocupa la embajada rusa, difícilmente se podrá uno imaginar la magnitud del predio que rodeaba a esta construccin ubicada en la otrora avenida Tacubaya, Tacubaya, hoy José Vasconcelos. La antigua hacienda de Santa Catarina del Arenal tenía tal extensin que, en slo una parte de ella, daría cabida a las colonias Condesa, Roma, Escandn y Juárez. Los primeros antecedentes que se tienen de esa hacienda datan de 1610, cuando fue construida por don Juan Hernández Mellado, quien tres décadas después la vendi a Teresa Caral de Airolo. A principios del siglo xviii fue subastada y adquirida por el conde de Miravalle, quien la obsequi a su esposa. De ahí que la propiedad haya empezado a ser conocida desde esa época como la “Hacienda de la Condesa”. La verdadera fama de esa propiedad se debe a la tercera condesa de Miravalle, María Magdalena Dávalos de Bracamontes y Orozco, nacida en México en 1701. Fue una elegante y bellísima mujer que, entre otras cualidades, se distinguía por sus dotes literarias. Con frecuencia ganaba certámenes de poesía y sus obras llegaron a ser muy difundidas en la corte del virrey. La fama de esta dama fue acrecentándose a tal grado, que a su muerte no slo se hizo más popular el sobrenombre de “La Condesa” para la hacienda de Santa Catarina, sino que la actual Plaza de Miravalle, ubicada en un sitio cercano, también fue llamada así en su honor. La maestra Celia Maldonado relata que: Al entrar a la jurisdiccin de Tacubaya llamaba mucho la atencin una construccin que ocupaba un gran espacio, era la hacienda de Santa Catarina del Arenal, alias la Condesa. Perteneci al capitán Alonso Dávalos Bracamonte, caballero de la orden de Santiago y conde de Miravalle. Estaba casado con Catarina de Espinosa de los Monteros y Orendáin. A la muerte de su esposo el 4 de agosto de 1711, doña Catarina fund un mayorazgo con diferentes bienes que tenía en Guadalajara y Tepic. En la jurisdiccin 111
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Residencia Guardiola (Fototeca del inaH)
de Tacuba poseía tres ranchos: San Juan, San Jernimo y Tizapán. Además, era dueña de dos minas: la de Santa Teresa en el Real de Pachuca y la de nuestra Señora de Guadalupe, alias “Peñafiel”, en el Real de Omitlán. Asimismo en Cuautitlán, Zumpango y San Cristbal, controlaba varias carnicerías. En la capital, aparte de la casa que habitaba en la calle del Espíritu Santo (Isabel la Catlica) número ocho, tenía otras, en la calle de Palma y en la Calle Real de Santa María la Redonda. De estas posesiones la que ocupaban con mayor frecuencia era la hacienda de la Condesa de Miravalle en Tacubaya, en la que pasaban grandes temporadas con sus hijos, sobre todo en Semana Santa, donde gozaban de estas festividades, únicas en Tacubaya.1
El zaguán de la hacienda, de acuerdo con la descripcin de la maestra Maldonado, abre a un amplio patio con un corredor sostenido por elegantes columnas y hermosos arcos de cantería. Por él se llega a dos viviendas, una que cuenta con varias piezas, una cocina y un corral con otros tres cuartos y una ampli ampliaa troje. troje. Destaca Destaca la medi mediaa naranja naranja de una una capill capilla, a, con bveda bveda y coro, y por la sacristía que está a un lado de la capilla se llega a una cocina con brasero a la usanza de la época. Más allá se abre un patio pequeño, con un horno. En el corredor hay otra vivienda formada por una sala con 112
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puertas y rejas de hierro que da paso a tres alcobas. Desde el mirador, resguardado por arcos, es posible bajar al jardín, donde se encuentra una fuente. El granero y una gran caballeriza se localizan en el patio principal; hay también dos cocheras, por una de las cuales puede pasarse a la troje mayor; por la troje más pequeña es posible subir a la azotea que, como todas las demás, está enladrillada. La misma m isma autora continúa su relato: En 1875 Vicente Escandn y Garmendia, que en esa época vivía con su esposa Guadalupe Arango en la plazuela de Guardiola, compr la hacienda y para tal fin pidi prestados veinte mil pesos a Rafael Lucio. En 1905 esta posesin pas formalmente a manos de Dolores Escandn viuda de Rubín. Sin embargo, desde 1882 se había iniciado el fraccionamiento de la propiedad; en ese año el señor Salvador Malo particip al ayuntamiento que estaba formando la colonia La Teja, o Juárez, en terrenos de la hacienda de la condesa. En 1889 se estableci en Tacubaya una agencia para la venta de terrenos que pertenecían a la hacienda de la condesa. El 30 de diciembre de 1902 el ayuntamiento aprob el convenio celebrado entre la comisin de hacienda y obras públicas y los señores Porfirio Díaz hijo y Ramn Alcázar por la “Compañía Condesa” para el establecimiento de la Colonia Condesa, en terrenos de la mencionada hacienda, y así se termina con esta posesin que ocuparon por varias décadas los condes de Miravalle, la cual se distingui por ser una de las haciendas más grandes de Tacubaya, pues limitaba al oriente con Calzada de la Piedad, que partía de la garita de Belén y terminaba en dicho pueblo. Al poniente, con la Calzada de la Garita de Chapultepec que va a Tacubaya. Al sur con el río que va de Tacubaya a la Piedad y al Norte con el camino nacional de los arcos de Chapultepec, al Salto del Agua y con el potrero de Romita’. En términos actuales los límites de la hacienda son: al oriente, avenida Chapultepec; al poniente, circuito interior (José Vasconcelos y avenida Revolucin); al sur, viaducto Miguel Alemán (río de la Piedad o Tacubaya), y al norte, avenida Chapultepec. Las producciones principales de esta hacienda eran: alfalfa, alverjn, alverjn, cebada, chile, frijol, habas, magueyes, pulque, maíz, papas, trigo y frutas, productos que se destinaban únicamente al consumo de los sirvientes y los animales.2
Vicen Vicente te Escan Escandn dn mantuvo mantuvo en en propie propiedad dad una una porci porcin n corr corresp espond ondien iente te al antiguo casco de la hacienda en la calzada de Tacubaya. Ahí, bajo la direccin del arquitecto Mauricio Campos, se edific un hermoso château al estilo francés, tan de moda a finales del siglo xix . A la muerte de Vicente en 1876, sus bienes se repartieron entre sus dos hijos, Manuel (que (q ue en 1886 se cas con Guadalupe Escandn y Barron) y Dolores, que en 1888 188 8 se uni en matrimonio con José Rubín, correspondiéndole esta propiedad a Dolores.
Sembradíos de la Hacienda de la Condesa. Vista del Valle de México desde el Castillo de Chapultepec (detalle), Francisco de Paula Mendoza (Coleccin Banco Nacional de México)
Menú de la boda de José Rubín y Dolores Escandn Arango (Coleccin particular)
Pp. 114-115 Vista Vista de la colonia colonia Hipdromo Hipdromo Condesa: Condesa: se se aprecia la traza del antiguo hipdromo y, al fondo, el Toreo de la Condesa (Fundacin ica )
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Escalera interior de la Casa Rubín Escandn (Fototeca del inaH)
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Ya Ya desde finales del siglo xix (entre 1880 y 1890), una gran porcin del terreno había sido dividido y vendido en lotes y la parte restante, a principios del siglo xx , al Banco Mutualista y de Ahorros. En la flamante colonia Condesa fue construido “El Toreo de la Condesa”, plaza situada entre las actuales calles de Colima, Salamanca, Oaxaca y Durango y desmantelada en 1946. En esa misma colonia fue erigido el “Hipdromo de la Condesa”, cuya inauguracin tuvo lugar en octubre de 1910. La hija de Dolores Escandn Arango y de José Rubín, Dolores Rubín Escandn, se cas con Jorge Gmez de Parada y Buch; tuvieron nueve hijos y habitaron la elegante construccin que contaba, entre sus instalaciones, con un campo de polo para competencias profesionales y otro para prácticas y entrenamiento, alberca, cancha de tenis, así como amplias caballerizas con los mejores caballos y hermosos jardines primorosamente cuidados y decorados con bancas y fuentes.
Alcobas de la casa (Fototeca (Fototeca del inaH)
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Interiores (Fototeca del inaH)
p. 119 Se percibe el ambiente europeo de la casa (Fototeca del inaH)
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El espacio ocupado por esa quinta incluía las cuatro manzanas que ahora se encuentran entre José Vasconcelos, Vasconcelos, Alfonso Reyes, avenida Mazatlán y Benjamín Hill. Al fraccionarse la propiedad, el matrimonio Gmez de Parada Rubín se mud a una nueva residencia en la entonces avenida Juanacatlán, casi esquina con Mazatlán. Mazatlán. A inicios inicios de los años años cuarenta cuarenta del pasado siglo, siglo, la Unin de Repúblicas Socialistas Soviéticas adquiri el inmueble y estableci ahí su emba jada en México. México.
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Celia Maldonado Lpez. “Dos cond esas en Tacubaya” Tacubaya” en Tacubaya, Tacubaya, pasado y presente I , p. 94. Ibídem, Ibídem, pp. 94-96.
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General Manuel Mondragn
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a casa Mondragn forma parte de las casonas tacubayenses dignas de mencionarse, enclavada en las cercanías del bosque de Chapultepec, zona plácida y tranquila cobijada por grandes y frondosos árboles que brindan generosos su sombra a los transeúntes. La vida del barrio era de un aire más que citadino, pro vincial, y se caracterizaba por amable, pintoresca y alegre. Ubicada en la calle de General Cano número 107, la mansin Mondragn abrig a hijos, nietos, bisnietos, amistades y algunas personalidades personalidades que disfrutaban de la vida familiar y de la hospitalidad particular que le imprimía su propietario. Manuel Mondragn naci en Ixtlahuaca, Estado de México, en 1859. En su adolescencia ingres al Colegio Militar, donde recibi una slida formacin castrense y sobresali como alumno brillante en Ciencias Matemáticas y en Artillería. De 1897 a 1905, Mondragn fue enviado a Francia para perfeccionar sus conocimientos. Allí se instal con su familia e ingres a la prestigiada Academia Militar de Saint Cyr, en la que se gradu. A su regreso a México fue nombrado por el presidente Porfirio Díaz director del Departamento de Artillería y profesor de la Academia Militar. Como docente, redact el libro denominado Defensa de las costas, y formul también un proyecto de ley orgánica del ejército sobre la base del servicio militar obligatorio, entre otras publicaciones. publicaciones. Mondragn viaj varias veces a Europa, principalmente en misin de compras de material de artillería, situacin que le permiti relacionarse con autoridades de su ramo. En Suiza contact con la empresa de armas Schweizerische Industrie Gesellschaft en Neuhausen, estancia que le fue provechosa para el desarrollo de sus proyectos que decantarían en el perfeccionamiento del fusil de repeticin y del fusil Mondragn M-1908, que sería el primer rifle semiautomático del mundo. En Francia realiz también otros interesantes proyectos entre los que destac el cierre del cañn de 75 mm, de origen francés, el cual patent con el nombre de Saint Chaumond-Mondragn. Chaumond-Mondragn. 121
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Fusil Mondragn (Museo del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos)
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Estas valiosas aportaciones le valieron al general Mondragn un gran reconocimiento como Técnico en Artillería y un alto prestigio en los círculos militares porfiristas. Tanto el cañn como el fusil transformado en carabina se exhiben en el Museo del Ejército, ubicado en Filomeno Mata, en el centro de la ciudad de México. A Mondragn se le debe asimismo el artillamiento de los puertos de Salina Cruz en el Pacífico y de Puerto México (hoy Coatzacoalcos) en el Golfo de México. Mondragn particip en la Decena Trágica, combatiendo al régimen del presidente Francisco I. Madero al lado de Bernardo Reyes y Félix Díaz, que culmin con el cobarde asesinato del presidente Madero y del vicepresidente Pino Suárez. Cuando Victoriano Huerta asumi la presidencia de México en 1913, el general Mondragn fue nombrado Secretario de Guerra y Marina, puesto que ocup por corto tiempo, debido a los rumores de haber colaborado en el complot y participado en la rebelin para derrocar a Huerta, quien lo expuls del país. Mondragn se refugi en España con toda su familia y permaneci en Europa de 1913 a 1922. Manuel Mondragn contrajo matrimonio con doña Mercedes Valseca y formaron una familia de ocho hijos: Manuel, Dolores, Guillermo, Guillermo, Alfonso, Carmen (la bella y enigmática Nahui Ollin), Samuel, María Luisa y Napolen, éstos dos últimos nacidos en Francia. Hombre de familia de recia personalidad, Manuel Mondragn cuid siempre del bienestar de los suyos y vel junto con su esposa Mercedes, de espíritu conservador y formalista, por mantener a su familia unida. Brind a sus hijos los beneficios de una selecta educacin pluricultural gracias a sus largas estancias en Europa. Se cuenta que la personalidad vigorosa del general Mondragn se dejaba sentir en la casa, aun en su ausencia: “El Águila se encuentra ausente, pero nosotros seguimos visitando el nido”, coment don Nemesio García Naranjo en la boda de Carmen Mondragn con Manuel Rodríguez Lozano en agosto 1913. La residencia Mondragn, construida alrededor de 1885, si bien aún en pie, ha perdido su esplendor de antaño, no obstante y a pesar pe sar de su gran deterioro debido a los embates del tiempo y del abandono de sus moradores, se mantiene orgullosa como un testigo del pasado y de su señorío. En su interior todavía se aprecian rasgos característicos de la arquitecarq uitectura romana y múltiples detalles que dan fe de la elegancia de esta mansin, como los bellos mosaicos parisinos del piso de sus corredores y los tragaluces importados de Europa, que daban lucimiento al saln de recepciones y al comedor principal. Las barandas de hierro forjado y la profusin de pinturas de finales del siglo xix que decoran los muros interiores
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Exhibicin del funcionamiento del cierre del cañn de 77 mm patentado con el nombre de Saint Chaumond-Mondragón (Hemeroteca Nacional de México)
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Fachada de la casa Mondragn, ubicada en la calle de General Cano 107 (J. A. Reynoso)
de la casona que, si bien castigados por el tiempo, son los borrosos vestigios de un brillante pasado. Muestra de ello es también la fuente oval de cantera recubierta de azulejos que adornaba majestuosa el patio principal, rodeada de árboles frutales como higueras, naranjos y aguacates que imprimían, en aquel tiempo, un aire sombreado y acogedor a la mansin. Allí se reunían reunían en las las tardes tardes estivale estivaless doña doña Mercedes Mercedes,, sus hijas y amistades amistades para disfrutar, al aire libre, algunos bocadillos y petits fours fours,, acompañados de un vaso de agua fresca o una taza de té. Hoy día el patio y la fuente, cubiertos de hojarasca seca, han perdido su elegancia de antaño. La residencia evoca el recuerdo no slo de sus moradores, personajes conocidos por los vecinos que a su paso inclinaban la cabeza y se quitaban el sombrero para saludarse mutuamente, a la usanza de los años veinte del siglo pasado, sino también el carácter distinguido y elegante de sus interiores, hoy testigos mudos de la calidad de vida que correspondía a la situacin social y econmica del general Manuel Mondragn. Basta ingresar a la casa para que el visitante se traslade al siglo xix , época en la que el estilo europeo, predominantemente el francés, se impuso en el estilo de vida de sus moradores. Manuel Mondragn había hecho venir de Europa todo el mobiliario y un sinfín de elementos decorativos: gobelinos, espejos, tibores, tibores, columnas de mármol y de madera, coronadas por bellas esculturas de bronce, pinturas, porcelanas, vitrinas y vajillas, así como cristalería, tapetes orientales, orientales, detalles de hiehierro forjado y bibelots, entre otros elementos distintivos propios de las elegantes residencias residencias de ese tiempo. 124
El patio, rodeado por un corredor eje de distribucin, al que con vergían todas las piezas de la casa y que las dotaba de una vista e iluminacin natural, estaba rodeado por un barandal de hierro forjado característico de algunas casonas del barrio de Tacubaya, en cuyos aros descansaban entonces elegantes macetas siempre floreadas. En el piso y los escalones que dan acceso del patio al corredor aún se aprecian, casi intactos, los bellos mosaicos parisinos orgullo orgullo de la familia, y en las paredes del corredor pueden contemplarse todavía huellas de las pinturas, alegorías de guerra y románticas que datan del siglo xix y que eran el sello particular y distintivo de la Casa Mondragn. El corredor daba paso a las numerosas habitaciones de la familia, con sus pisos de duela de madera y techos relativamente altos. Amuebladas con gusto y elegancia, algunas de ellas tenían largas ventanas verticales que daban a la calle y estaban resguardadas por herrería forjada. A la derecha de la entrada se encontraba encontraba el saln principal principal y el espacioso comedor de nueve por quince metros, ambos con sus espléndidos tragaluces, pisos de parqué y sus ventanas a la calle que los dotaban de gran luminosidad. Eran espacios destinados principalmente a los importantes eventos familiares así como a las elegantes recepciones que ofrecían los anfitriones Mondragn a personalidades distinguidas del ámbito militar, político, cultural y social, en las que numerosos sirvientes servían exquistos bufetes acompañados de selectos vinos y champán de factura francesa, bajo la cuidadosa supervisin de doña Mercedes, quien imprimía a esas festividades el sello de distincin y elegancia que la caracterizaba.
Sobre las paredes aún se aprecian ve stigios de las bellas pinturas de finales del siglo xix ; piso de mosaicos y otros detalles, como el barandal de hierro, propios de algunas casas del barrio de Tacubaya (Coleccin particular) Escalones que dan acceso al corredor en los que aún pueden apreciarse los bellos mosaicos parisinos (Coleccin particular) La fuente de cantera recubierta de azulejos adornaba el patio principal de la casa. Actualmente es slo un mudo testigo testigo del pasado (Coleccin particular)
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En el saln principal, amueblado con lujo al puro estilo francés propio de los salones de la época porfiriana, además de recibir a personajes connotados invitados por el general, se reunía la familia con sus amistades en tertulias, a tomar el té y a comentar los sucesos y eventos del momento. Con frecuencia las hijas Dolores y Carmen, a quien su madre había inculcado desde temprana edad el gusto por la música, amenizaban estas reuniones interpretando al piano alegres partituras a cuatro manos. La vida de la familia en lo cotidiano era disciplinada. El orden y la disciplina que caracterizaba al general Mondragn permeaban el ámbito familiar. La madre se ocupaba en trasmitir a todos los hijos los valores morales y familiares y, en particular a las hijas, lo que era obligado en la educacin de las señoritas de su posicin social: el gusto por las artes, especialmente la pintura y la música, de las cuales doña Mercedes era gran conocedora, además de la lectura, el bordado y la costura. Pero no por ello la vida social de la familia Mondragn era diferente a la de las otras distinguidas familias de su rango, en las que la moda y las costumbres de la época dictaban el comportamiento social y aseguraban el sentido de pertenencia a la alta clase social. Incluso en ausencia del jefe de familia, retenido por sus obligaciones y sus viajes, los hijos aprovechaban las reuniones con amistades y familiares en la casa Mondragn para socializar con amistades y vecinos: los De Teresa; Mier y Pesado, Escandn, entre otros. Se organizaban tardeadas amenizadas con música que terminaban en animados bailes; tamaladas; divertidos sainetes; charadas; bailes de disfraces y ensayos de piezas de teatro que eran protagonizadas por los hijos y amigos. amigos. Eran ocasiones ocasiones propicias propicias para los jvenes jvenes de de conoce conocerse rse mejor y, algunas veces, para crear relaciones más formales entre las bellas señoritas de sociedad y los apuestos jvenes que participaban en estos festejos. Los alimentos eran preparados en una cocina anexa al comedor principal, destinada expresamente para servir en las recepciones. Los menús eran elaborados cuidadosamente y con acierto según el evento por el chef en turno y supervisados por doña Mercedes, magnífica anfitriona, siempre al pendiente de todos los detalles y del lucimiento de las recepciones. Contiguo a esta cocina de recepciones se encontraba un edificio de dos plantas destinado a los numerosos sirvientes de la casa, a quienes las mujeres de la casa enseñaban a leer y a escribir. Pasando la entrada principal y siguiendo el corredor a la izquierda se ubica la habitacin que fue de Napolen, el menor y el último de los hijos Mondragn en habitar la casa hasta su muerte. Junto está la habitacin del matrimonio —nombrada por la familia como el cuarto de “mamá grande”— que permaneci intacta durante varios años, aun después de la muerte de doña Mercedes: la cama de latn; las cmodas con 126
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cubiertas de mármol sobre las que había siempre, por orden de doña Mercedes, floreros de porcelana con flores frescas; el tocador; los altos roperos de madera con sus lunas biseladas; el lavamanos con su jofaina y bandeja esmaltada montadas en un mueble de madera labrada. Contigua a la habitacin de su madre se encontraba la de María Luisa, la menor de las hijas, y enseguida, la recámara que ocup Carmen (Nahui Ollin) durante su niñez y adolescencia, antes de contraer matrimonio con Manuel Rodríguez Lozano. Después estaban la ropería y enseguida el baño principal, espacioso, con paredes y piso recubiertos de mosaicos importados. La tina de cerámica estaba montada sobre pies de bronce; el lavamanos tenía elegantes llaves de estilo imperial; el váter tenía cadena y perilla esmaltada (una réplica puntual de las salas de baño de los palacetes franceses) y que estaba de moda en las residencias y mansiones de la época. Finalmente, al fondo del pasillo se encontraba lo que se presume fue el despacho del general Mondragn, lugar donde seguramente desarrollaba su talento y creatividad en el diseño de la artillería que lo distingui. De ello, el único testigo es un bello escritorio victoriano. En la parte trasera, atravesando el patio principal, se encontraba el espacioso comedor familiar y, posterior a éste, el office, office, la cocina y la amplia alacena característica de ese tiempo. Junto al comedor había un saln llamado el “costurero”, lugar preferido de doña Mercedes por la luz natural que sus dos ventanas le prodigaban, además de otra habitacin,
Vista parcial de la fachada de la casa Mondragn (izq.) (J. A. Reynoso) Entrada a la capilla de la casa Mondragn (abajo) (J. A. Reynoso)
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tal vez la de Lola, la hija mayor. Al final estaba la capilla familiar, refugio de “mamá grande”, principalmente en sus últimos años. En el ala derecha de la casona había cinco habitaciones que seguramente fueron ocupadas por los hijos varones, en donde años más tarde Guillermo, el tercero de los hijos, médico de profesin, instal sus salas de consulta. Se cuenta que la casa Mondragn tenía una pequeña puerta que comunicaba con el predio vecino, que era la mansin de la familia De Teresa. Como la amistad entre ambas familias era muy cercana, dicha puerta les evitaba la molestia de tener que salir a la calle para visitarse. Los hijos Mondragn acompañaron a sus padres en muchos de sus viajes a Europa y la estancia de la familia en aquellos países de ultramar podía durar, en ocasiones, varios meses, por lo que el servicio también acompañaba a la familia en aquellas largas travesías. El último viaje que la familia emprendi junta fue en 1913, acompañando a su padre, el general Mondragn, al exilio a España, donde se instalaron durante años. Algunos de los hijos ya tenían sus propias familias, que formaron parte del éxodo familiar. Napolen permanecía soltero y María Luisa más tarde se cas en España. Poco a poco los hijos fueron regresando a México. Manuel, el hijo mayor, se qued en Francia, donde estableci su residencia permanente. María Luisa se qued en España al lado de su esposo e hija, para regresar años después, ya viuda, a la casa familiar familiar de Tacubaya. Tacubaya. Slo el general y su esposa permanecieron en San Sebastián; el estado de salud de Manuel Mondragn era delicado, padecía de cáncer en la vejiga. Dolores, su hija mayor, preocupada por sus padres, expuso la situacin al general Álvaro Obregn y solicit la autorizacin para el regreso de su padre enfermo a casa. La gestin fue tardía y Manuel Mondragn muri víctima víctima de la enferm enfermeda edadd en septiem septiembre bre de 1922, 1922, en San Sebastiá Sebastián, n, España España.. La carta en la que Dolores comunicaba a sus padres que contaba con la venia del general general Obreg Obregn n para que que su padre padre regre regresase sase a México México se cruz cruz con la carta de su madre que le notificaba la muerte del general Mondragn. La familia recibi con profunda pena la noticia. Napolen resinti en su salud la partida de su progenitor y Nahui Ollin llor amargamente la muerte de su padre, que representaba para ella su refugio y su todo. t odo. Aquí duerme de muerte El general Mondragn Que hizo cañones y una revolucin Y permanecerá en la historia Como una gloria 128
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No llores hermanita Todo el mal que los gobiernos Le hicieron a papá Tuvieron miedo de su poder1
Finalmente, tras la muerte del general Mondragn y más tarde la de su esposa doña Mercedes en México, la casa familiar qued habitada por Napolen (el hijo menor del matrimonio), por Yolanda Viadero Mondragn (hija del segundo matrimonio de María Luisa con Manuel Viadero) y por Marta Mondragn Mondragn (hija de Manuel, el hijo mayor). Poco Poco después de la muerte de Napolen, Yolanda Yolanda y su prima Marta se mudaron a vivir a la colonia Del Valle y la mansin Mondragn qued en el abandono total, expuesta al deterioro en el que se encuentra hoy día. Nahui sigue su vida hasta el final. Su casa de General Cano la cobija y resguarda. La acompañan sus gatos Menelik, el Güerito, Roerich... Ahí están sus pinturas, los retratos de tantos artistas que se inspiraron en ella. Cuelga en la pared un desnudo que le hizo el Dr. Atl. Guarda también, en un baúl, sus recuerdos más queridos, sus fotos, sus cartas, dibujos de quienes la pintaron. Tiene objetos que diversos personajes de todo el mundo le regalaron a su padre, como una cajita de oro de piedras preciosas, obsequio del Sha de Persia. Conserva también algunas joyas, pero un día que se había ido al centro, alguien se introdujo en su casa y las rob, al igual que sus abrigos. Desde entonces, todo desconocido que se acerca a su casa recibe con sorpresa un cubetazo de agua fría procedente de la ventana del segundo piso. 2
El general Mondragn poseía otras propiedades, entre ellas la hacienda de Temascaltepec, en donde la familia y amistades disfrutaban en ocasiones de vacaciones campestres; contaban también con seis casas de superficie moderada, cuatro en la calle de General Cano y dos en la calle de Gelati, colindando una con otra, a slo unos pasos de la mansin familiar. Al morir el general se las dej como herencia a cada uno de sus hijos. Estas propiedades fueron habitadas por algunos de ellos, como Nahui Olin y, sucesivamente, por algunos nietos y bisnietos. Eran construcciones de tres pisos, con techos particularmente altos, pisos y escaleras de madera, ventanas verticales, con su pequeño balcn protegido por un barandal de hierro y algunos detalles característicos de esa época. Nahui retorna en sus últimos años a Tacubaya, a General Cano 93, su casa y su refugio, al que sabe que puede recurrir siempre mientras viva. Acompañada de sus queridos gatos se instala en los dos pisos superiores y renta la planta baja, que primero fue ocupada por una muy 129
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bien surtida miscelánea y más tarde, por una pequeña tienda de regalos atendida por Yolanda, Yolanda, la hija de María Luisa. Hoy día ningún miembro de la familia Mondragn habita estas casas. Si bien continúan en pie dignamente, están ocupadas por diferentes inquilinos. En su vejez Nahui Olin cont con el apoyo incondicional de su sobrina nieta, Beatriz Pesado. El recuerdo es nítido y amoroso:
Carmen Mondragn, la bellísima y enigmática Nahui Ollin
La veía todos los domingos cuando mis padres iban a su casa por ella para traerla a comer con nosotros. La primera vez que la vi, mi tía Nahui, y no Carmen, porque no respondía a ese nombre, era una mujer mayor, una anciana teñida con el pelo de color naranja, los labios rojos y sus ojos enmarcados por un delineador negro. Yo Yo tendría unos diez o doce años cuando la vi entrar en mi casa y sentarse en la cabecera. Me impresionaron sus ojos, ¡qué tamaño descomunal!, ¡qué color azul violáceo tan extraño! Tenía Tenía el cabello cortado en redondo, estaba gordita porque disfrutaba mucho la comida, y su ropa era tan estrafalaria que a mí me fascin. Cuando mi tía iba a casa me deleitaba escucharla, su personalidad era arrolladora, demoledora; su visita, como reloj cada domingo durante los últimos diez años de su vida, era todo un ritual. Dicen que es una mujer de los tiempos modernos, pero no, era tan avanzada, que aun hoy seguiría siendo incomprendida. Ella lo decía: ‘Mi espíritu fue demasiado ancho para este mundo’ (...) Un día nos explic: ‘Miren, me retraté desnuda de snuda porque tenía un cuerpo tan bello que no iba a negarle a la humanidad su derecho a contemplar esta obra. He vivido intensamente, mi niñez fue preciosa, mi juventud maravillosa y mi vejez gloriosa. 3
Un vecino relata: “Cuando a mediados de los años cincuenta caminaba yo por Gelati, en la calle donde habían vivido mis abuelos a principios de siglo, al igual que un par de tíos y que mis padres, recuerdo claramente encuentros casuales que tuve con Nahui Ollin, personaje cuya historia desconocía yo en aquellos tiempos de mi adolescencia. Ella siempre se mostr amable y con buena disposicin hacia mí por el hecho de ser hijo de uno de los vecinos que ella conocía de toda la vida. Me preguntaba sobre mis abuelos, sobre mis tíos y algunos primos; lo hacía de la misma manera como lo hace uno con quien se encuentra esporádicamente, para conocer el estado de la familia. Ella, de cabello color naranja, vestía de una manera muy particular, usaba calcetas que podían ser de diversos colores, sombrero y, en ocasiones llevaba una boa de plumas sobre los hombros. Siempre muy arreglada. 130
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Casi todos los encuentros que recuerdo tuvieron lugar alrededor de las dos o tres de la tarde. Ella caminaba hacia la avenida Revolucin, seguramente con la idea de tomar el tranvía para dirigirse al centro. Siempre la traté con cortesía; le daba informacin sobre mis familiares y, de manera atenta, le agradecía que preguntara por ellos. Recuerdo de manera especial que me impresionaba su mirada, con unos ojos muy particulares por su color entre plúmbago y jacaranda y las diversas tonalidades que adquirían, dependiendo del color de las sombras que se ponía al maquillarse. Cuando al llegar a casa les comentaba a mis papás sobre esos encuentros, ellos sonreían y decían que se alegraban de que nuestra vecina estuviera bien, sin hacer ningún comentario sobre su pasado. Fue años después cuando supe que esa señora, cortés y amable, descendía de una familia importante y connotada, y que ella se había distinguido por su manera muy personal de ver la vida. Se cas con Manuel Rodríguez Lozano en 1913 y, cuando el matrimonio no funcion, sus padres no le permitieron divorciarse. Estuvo en varias ocasiones en Europa y siempre vivi alejada de todo convencionalismo. Altern con personajes de la vida artística y cultural de su época, como Diego Rivera y el fotgrafo Edward Weston; fue pareja sentimental de Gerardo Murillo, el Dr. Atl, con quien vivi en el Ex Convento de La Merced. Más tarde regres a Tacubaya y se cambi al tercer piso de un edificio situado en General Cano y Gelati, en un departamento con balcn a la calle que ella utilizaba para tomar baños de luna, rodeada de un buen número de gatos que eran sus compañeros. De todo esto me enteré más tarde. Perdura en mi memoria la dignidad con la que transitaba por la calle y, sobre todo, el color de sus ojos. Nunca perdi su distincin; tampoco la belleza de sus ojos. Ni en sus últimos años...” Nahui muri el 23 de enero de 1978. Había escrito en 1924: Quiero morir es necesario desaparecer cuando no se está hecho para vivir cuando no se puede respirar ni desplegar las alas.4
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Un jour de Septembre, Septembre, Calinement je suis dedans,Librería Guillot, México,1923. Adriana Malvido, Nahui Malvido, Nahui Olin, la mujer de sol, p. 124. Adriana Malvido, Op. cit ., ., p. 145. Adriana Malvido, Op. cit ., ., 152-153.
Fachada de la casa d e Nahui Ollin en General Cano (J. A. Reynoso)
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La Casa Amarilla cuando era convento de los padres pasionistas (Fototeca del inaH)
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ay varias versiones sobre la llamada Casa Amarilla, llamada también Casa de Arazaín o de los Cinco Pinos. En la actualidad se conoce así a una construccin del siglo xviii, ubicada en la avenida Parque Lira número 94, situada en un gran predio, donde se alojan hoy en día las oficinas de la Delegacin Miguel Hidalgo. Se cree que la Casa Amarilla fue edificada en el siglo xvii. No se sabe con exactitud a qué se debe su nombre, aunque existe la versin de que se le denomina así simplemente porque la casa estaba pintada de amarillo. Sin embargo, Antonio Fernández del Castillo expresa que: su nombre según unos se debe a que allí vivi el Marqués de las Amarillas, que fue don Agustín Ahumada y Villaln; lleg a México el 10 de noviembre de 1755 y, tras una penosa enfermedad, muri a los cuatro años cumplidos de su llegada; fue sepultado en el Santuario de la Piedad. 1
Tras haber realizado acuciosas investigaciones sobre el tema, la maestra Celia Maldonado comenta que: El Parque Lira, que ahora es un jardín público, fue construido en el siglo xviii, junto a la residencia de María Josefa Peinado Miranda y Tristán, condesa de Rábago. Ésta fue dueña de una casa, huerta, olivar y mercedes de agua en el barrio alto de Quisquináhuac en la villa de Tacubaya, herencia de sus padres Nicolás Peinado y Valenzuela, Valenzuela, director de la Casa de Moneda, y de Rosa María de Miranda M iranda y Tristán, quienes compraron los terrenos a diferentes dueños y los unieron, creando una sola propiedad; este matrimonio poseía además otras fincas, tanto urbanas como rústicas.2
Además Además de de ser pro propie pietar taria ia de nume numeros rosas as casas casas en en el centr centroo de la ciu ciudad dad de de México, la condesa de Rábago era dueña en la villa de Salamanca de varias haciendas, entre las que se encontraba, desde luego, la Hacienda de Tacubaya. 133
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La casa alrededor de los años 30 (Fototeca del inaH)
P. 135 Fuente art noveau y vista actual de los jardines que conservan la exuberancia y la belleza de antaño (J. A. Reynoso)
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Ésta era la que se ocupaba con mayor frecuencia, pues los condes pasaban grandes temporadas con varias amistades y con sus hijos Domingo, Rosa, Francisco, Manuela, Josefa, María del Rosario y Antonio. A la muerte de su esposo Domingo, conde de Rábago (1° de marzo de 1785), el título de conde recay en su hijo Domingo, que por cierto más tarde emparent con los condes de Miravalle, pues cas con Mariana Trebuesto y Dávalos. A partir de entonces algunas fincas se descuidaron tanto que hubo necesidad de contratar un abogado, Francisco Primo Verdad, y como apoderado a Andrés Cortázar, su yerno, para que ambos tramitaran la venta de algunas posesiones, pues varias de ellas estaban hipotecadas y necesitaban cubrir la deuda, que ya ascendía a 33,000 pesos. Así que a partir de 1801 se comenzaron comenzaron a vender las propiedades propiedades de la condesa: la casa de Donceles la compr José Antonio Frías en 16,000 pesos. La de Capuchinas la adquiri la marquesa del Apartado en 65,000 pesos y la casa cas a de Tacubaya Tacubaya fue vendida al conde de la Cortina en 25,961 pesos y seis reales (15 de octubre de 1807). 3
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Una vez vendida por Rábago, la Casa Amarilla sirvi mucho tiempo después de convento y posteriormente fue casa de descanso de los padres pasionistas. Más tarde fue expropiada por el presidente Lázaro Cárdenas y, ya como propiedad gubernamental, estuvo desocupada por algún tiempo, hasta que el Tribunal para Menores instal en ella un internado para jvenes. El edificio edificio conserva, en esencia, sus líneas arquitectnicas arquitectnicas originales, y el Parque Lira evoca con su belleza tiempos pasados. A un lado lado de la Casa Amarilla se encuentra encuentra una ex ex capilla de de ladrillo, dedicada hace cien años a la Virgen de Guadalupe. Su construccin inici en 1903 y abri sus puertas al culto el 1° de enero de 1908.
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La actual sede de la Delegacin Miguel Hidalgo (J. A. Reynoso)
La hermosa iglesia de los padres Pasionistas, en Tacubaya, conocida con el nombre popular de “Casa Amarilla”, lucía sus mejores galas; iba a comenzar la Misa de medianoche; el Altar Mayor profusamente iluminado con cirios y foquillos incandescentes, ostentaba la imagen dulce y muy amada de la Reina de México, de la Virgen Santísima de Guadalupe, patrona de aquel Templo. Grandes ramos de flores naturales ponían una nota de color y de perfume como transmitiendo a la Madre de Dios un mensaje de amor y gratitud del celebrante y de los fieles que asistíamos al Santo Sacrificio. 4
En dicho recinto estuvieron guardados durante más de veinte años di versos documentos sobre la independencia, independencia, así como parte del Archivo General de la Nacin y de la Secretaría de Educacin Pública. En los archivos de la biblioteca donde estaba instalada la capilla se encontr un documento que hace referencia referencia a la adquisicin de la Casa Amarilla, las cantidades que se pagaron por su construccin y los diferentes usos que se le dieron. Se mencionan también los principales benefactores que ayudaron a que se saldara la deuda que pesaba sobre la casa y las personas que hicieron donativos. Historia del edificio que ocupa la Biblioteca “Carlos Chávez”: La hermosa finca construida al noroeste de Tacubaya conocida como la Casa Amarilla, Amarilla, fue adquirida adquirida por sugerencia sugerencia de los padres Pasionistas, Pasionistas, al Sr. Arzobispo Prspero Ma. Alarcn y Sánchez, en la cantidad de 12,000 pesos; la propiedad tenía un adeudo por 9,000 pesos que pag el Sr. Arzobispo 136
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Alarcn, Alarcn, 4,500 pesos aport la familia familia Escandn Escandn y el resto resto lo prest sin límilímite de tiempo y sin intereses la Sra. Viuda de Betti. Una vez adquirida la Casa Amarilla, Amarilla, la que ocupaban los padres padres Pasionistas Pasionistas en la calle de San Diego, fue vendida en 15,000 pesos con la autorizacin de la Santa Sede, con la condicin de construir una iglesia, la Casa Amarilla en esa época era retiro de nuestra Señora de Guadalupe, Tacubaya, donde estuvo el noviciado de Toluca. Los padres Pasionistas atendían las necesidades del culto de la iglesia de Sn. Diego y las de la capilla provisional de la Casa Amarilla por lo que se plane la construccin de un templo anexo a la propiedad. Se aprobaron planos y proyectos desde España, comenzando la obra el 5 de febrero de 1903, siendo rector de Tacubaya el P. Narciso de San Gerardo, y provincial de la Sagrada Familia Familia el P. Juan de la Cruz; el e l día 1° de enero ene ro de 1908 se bendijo ben dijo el templo por Mons. José Ridolfi, Delegado Apostlico en México, nombrado A un lado de la Casa Amarilla se encuentra el ex templo de fachada de ladrillo rojo por S.S. Pío X. Es de justicia nombrar al hermano Lucas de la Pasin, quien dedicado a la Virgen de Guadalupe dirigi las obras trabajando personalmente. (J. A. Reynoso)
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El costo del templo fue calculado en $100,000, fue dotado de hermosos cuadros murales, hechos por famosos pintores italianos, un precioso viacrucis de altorrelieve de gran valor, donado por Miss Alicia, más conocida por la griega; se construy un coro para instalar un rgano de la Casa Parker de Alemania, Alemania, regalo regalo de la señora señora Dolores Dolores de Escandn Escandn en 1910. En la la actualid actualidad ad el coro existe, lo mismo que un vitral con la imagen de la Virgen de Guadalupe y otro con el escudo de los padres Pasionistas. Algunos de los rectores que aportaron ideas y trabajo para la iglesia y la Casa Amarilla, entre otros, fue el P. Gerardo de María Virgen, Liborio de la Presentacin de la Fuente. El templo fue cerrado al culto en 1926, durante la guerra cristera y al término de ésta en 1929, ya no se dio uso al te mplo para el culto religioso, fue utilizado como bodega, archivo, orfanato. A partir del 25 de mayo de 1987 se convierte en la Biblioteca Central “Miguel Hidalgo” y posteriormente cambi el nombre al de “Carlos Chávez”.5
Vitrales de la Ex Capilla de Guadalupe y del escudo de los padres pasionistas (J. A. Reynoso)
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En el año 2010 se rescat la ex capilla, respetando sus elementos arquitectnicos originales, gracias al apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, y ahora ahora forma parte del conjunto conjunto cultural cultural Parque Parque Lira, un espacio para ofrecer conciertos, conferencias, exposiciones exposiciones y diversas manifestaciones artísticas en beneficio de la poblacin de esta gran ciudad.
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Antonio Fernández del Castillo. Tacubaya, Tacubaya, historia, leyendas y personajes, personajes, p. 438. Celia Maldonado Lpez. “Dos condesas en Tacubaya” Tacubaya” en Tacubaya, pasado y presente I, p. 92. Ibídem, Ibídem, p. 93. En memoria de Salvador I. Reynoso Híjar en el Centésimo aniversario de su natalicio, 21 de enero 1982 (edicin particular). La informacin fue obtenida del “Álbum Histrico de los Pasionistas de la Provincia de la Sagrada Familia”. Escrita por el P. Pedro Bernaola de San Martín, sacerdote Pasionista, en 1933.
Ex Capilla de Guadalupe (J. A. Reynoso)
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El jardín de la Casa de la Bola Leonor cortina
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urante el virreinato no se acostumbraba tener jardines en las casas de la ciudad, a diferencia de los conventos donde sí disponían de una pequeña huerta y un espacio destinado al cultivo de hortalizas para proveerse de alimentos y ser autosuficientes econmicamente. Desde la Edad Media todo monasterio —para su supervivencia y la de los peregrinos y viajeros que recorrían los caminos de Europa y se acogían a la hospitalidad de los monjes— contaba con huertos y hortalizas. Tan extendida era esta actividad conventual que, como afirma Germain Bazin en su libro Paradeisos. Historia del jardín, jardín, los monasterios representaron representaron un papel muy importante en el desarrollo de la agronomía europea.1 En los palacios novohispanos el toque de alegría y verdor al recinto arquitectnico lo brindaban el patio central con su fuente al centro, rodeado de corredores que en la planta alta se adornaban con macetas de Talavera de Puebla o de porcelana china, sostenidas al barandal con armazones de hierro forjado. Además, las ciudades contaban con numerosas plazas arboladas, situadas generalmente frente a las iglesias, donde los vecinos vecinos del lugar podían podían disfrutar disfrutar de la natura naturaleza, leza, conviv convivir ir con amigos amigos y conocidos o sentarse en una banca bajo un árbol frondoso a conversar u observar a los transeúntes. Las plazas y parques fueron parte fundamental de un urbanismo más amable, más acorde con las necesidades humanas, que suplía la necesidad del jardín e invitaba a la sociabilizacin. Los jardines privados eran más propios de las casas de campo, co nocidas en la Nueva España como “casas de placer”. Estas casas, según Romero de Terreros, generalmente eran de un slo piso y siempre constaban de un pequeño jardín y una huerta. Al parecer, algunas de estas casas se prestaron a conductas reprobables y “ofensas a Dios”, pues según testimonios de la época, muchas personas iban a las huertas desde la mañana a la noche sin haber oído misa “y otras personas estaban hasta tres o cuatro días en sus regocijos y pasatiempo” sin regresar a la ciudad. En estas casas campestres se jugaba, se hacían fiestas, había música, se comía
Escultura de mujer con antorcha que delimita el andador de ladrillo y la exuberante vegetacin del jardín (J. A. Reynoso)
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y cenaba opíparamente y se cometían “otros excesos”. 2 En los biombos coloniales, bellísimas piezas pictricas del género de pintura no religiosa del virreinato, uno de los temas más recurrentes son las fiestas que se celebraban en los jardines adornados con fuentes y juegos de agua. En estas pinturas se pueden apreciar a hombres y mujeres ataviados con sus mejores galas, conversando cortésmente, unos sentados, otros de pie entre los árboles o tañendo algún instrumento. En el siglo xvii el padre Vetancourt, en su Crónica de la Provincia del Santo alrededores de la ciudad de México: Evangelio, describe los alrededores “todo lo más de la comarca en cinco leguas en contorno, está poblada de huertas, jardines y olivares, con casas de campo que los ricos de la ciudad han edificado para su recreo: en San Agustín de las Cuevas (Tlálpam), paraíso occidental, donde compiten con gastos excesivos los dueños de las huertas… con invenciones de agua que entretienen...”3
y mencio menciona na otros otros lugares lugares como como Coyoacán, Coyoacán, Mixcoac, Mixcoac, Tacubaya acubaya donde, donde, entre otras fincas, se encontraba el famoso olivar del Conde de Santiago. En 1803, cuando Humboldt lleg a la Nueva España, en el relato de su viaje también describe con entusiasmo los alrededores de la capital novohispana: “Por todas partes conducen a la capital grandes calles de olmos y álamos blancos: dos acueductos construidos sobre elevados arcos atraviesan la llanura... Al sur, todo el te rreno entre San Ángel, Tacubaya Tacubaya y San Agustín de las Cuevas parece un inmenso jardín de naranjos, duraznos, manzanos, cerezos y otros árboles frutales de Europa”.4
En las fincas campestres que se encontraban en estas pequeñas poblaciones el jardín se encontraba cercano a la casa y, y , casi siempre, estaba dotado de un cenador o chocolatero, que era una especie de kiosco situado en el centro o a la orilla del jardín. En ocasiones tenía vidrieras y se le amueblaba con pequeños taburetes o bancas de piedra para sentarse. 5 Las huertas solían ocupar grandes extensiones y rodeaban la casa y el jardín. En la ma yoría de los los casos casos estas estas fincas fincas hacían hacían las veces de pequeñ pequeños os centro centross agrícoagrícolas cuyo productos no slo abastecían a los propietarios, sino que también se ponían a la venta, como fue el caso del ahora Museo Casa de la Bola. Después de la independencia, durante el siglo xix , fueron muchos los viajeros que visitaron nuestro país y en sus interesantes relatos, al describir “la famosa ciudad de México”, les asombraba el espectáculo 142
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Vista lateral de la primera seccin del jardín (J. A. Reynoso)
de las pequeñas poblaciones que la rodeaban, con sus casas campestres llenas de flores, de árboles frutales, de olivos y de soberbios magueyes. Sin duda, los comentarios de la marquesa Caldern de la Barca sobre esta materia son los que nos proporcionan mayor lujo de detalles. La señora Caldern de la Barca, como esposa del primer representante del gobierno español del México independiente, era constantemente invitada a tertulias, saraos, a todo tipo de ceremonias y paseos en los alrededores de la capital mexicana y a lugares más alejados. Según la marquesa, las familias mexicanas de buena posicin econmica iban a sus casas de campo a residir durante el verano para “mudar de temperamento”. temperamento” . Uno de los lugares más visitados era Tacubaya, por ser la villa más prxima a la ciudad de México y el sitio elegido, por la mayor parte de las familias ricas y de algunos extranjeros, para hacerse de una finca campestre. 6 En una de sus amenas cartas relata que fue a visitar el palacio arzobispal de Tacubaya y comenta sobre la villa de San José de Tacubaya que era una agradable poblacin, un poco dispersa, con algunas bonitas casas de campo, situada tan slo a unas cuatro millas de la ciudad de México y uno de los paseos favoritos para salir a caballo en las mañanas. Describe también el palacio del arzobispado, objetivo principal de su visita, como un edificio “muy grande y hermoso” desde donde se apreciaba una de las vistas más bellas de la ciudad de México. El palacio construido durante el virreinato poseía un bello jardín y un olivar, estaba además “lleno de rosas dobles, y de las llamadas mille-fleur-rose, los rosales dispuestos en forma de arcos, arreglo aquí muy en boga; profusin de guisantes de olor y jazmines y algunos naranjos”. Según la marquesa, los rosales y los olivos eran muy populares en México y sus alrededores, sobre todo en Tacubaya, de donde salía una abundante produccin de aceite de oliva de los numerosos huertos que allí se encontraban. 7 A pesar de que la Casa de la Bola estaba muy prxima al palacio del arzobispado, no despert su curiosidad y por lo tanto no la menciona. 143
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Fachada de la Casa de la Bola antes de su restauracin en 1914 (Museo Casa de la Bola)
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A mediados mediados del del siglo siglo xix Tacubaya se volvi todavía más popular como lugar de descanso, tanto, que entre la gente de dinero se dio entonces una verdadera verdadera fiebre fiebre constructiv constructivaa de quintas quintas de veraneo. veraneo. Este fenmeno fenmeno llam la atencin de escritores y periodistas mexicanos, como Manuel Payno, quien en 1856, en uno de sus textos periodísticos, decía que “Tacubaya era una de esas pequeñas poblaciones que van creciendo rápidamente y que merecen ya una especial mencin” por las magníficas casas de campo que se encontraban en este lugar y enumera algunas de las mansiones más notables, construidas en lo que él calificaba de “estilo moderno”: la de Jamison, Jamison, la de los Escandn Escandn,, la del conde de la Cortina, Cortina, la de Iturbe, Iturbe, la de Carranza, la de Algara, la de Laforgue, la de Herrera, la de los Terán, la de los señores Rubio y Sáyago y “la preciosa quinta” de un francés apellidado Bardet.8 La mansin a la que Payno le dedic más espacio fue la de don Manuel Escandn, que también llam la atencin de otra extranjera, María Giovanni, posiblemente por tratarse de una de las casas más lujosas de Tacubaya. Por azares del destino, cuando en las primeras décadas del siglo xx se inici la devastacin de Tacubaya Tacubaya por el crecimiento desmedido de la ciudad de México, fue don Antonio Haghenbeck y de la Lama quien adquiri la casa de don Manuel Escandn. Predominaba Predominaba en estas mansiones “modernas” el llamado “clasicismo ecléctico”, ecléctico”, estilo arquitectnico difundido por L’École de Beaux-Arts de París, la academia de artes más prestigiada de entonces en el mundo occidental. Eran verdaderos palacetes, con acabados tan lujosos que resultaban impropios de una finca campestre: mármoles en vestíbulos, balaustradas y escaleras; complicadas herrerías con detalles en bronce dorado en balcones y barandales; pisos de parqué de madera; candiles de cristal en las habitaciones y esculturas distribuidas en jardines y fuentes o señalando la entrada principal. La mayor parte de estos costosos materiales de las mansiones más lujosas era importada de Europa y de Estados Unidos, lo mismo que el mobiliario. En 1856, cuando Payno describía estas mansiones de Tacubaya, la Casa de la Bola, situada en la parte más céntrica de la villa, prxima al palacio del arzobispado, seguía conservando su carácter virreinal, por lo tanto resultaba demasiado austera y “anticuada” comparada con el lujo y las dimensiones de las fincas recién construidas, que además contaban con instalaciones eléctricas, red de plomería y cocinas y baños muy bien equipados, adelantos de los que carecía la arquitectura de herencia colonial. En una fotografía de la Casa de la Bola tomada en 1914, poco antes de la consolidacin de la casa y la restauracin de la fachada, obras realizadas por Manuel Cortina García 9, podemos apreciar el aspecto original de la fachada, muy sobria, con los muros cubiertos de ladrillo sustentados
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sobre una base de recinto y la puerta principal, los balcones y las ventanas enmarcados en cantera lisa con herrería de líneas muy sencillas. La fachada estaba en perfecta armonía con los interiores más austeros, de sabor conventual, propios del virreinato. En la misma fotografía se aprecia que la Casa de la Bola estaba en muy malas condiciones: los muros y balcones de la extrema derecha de la fachada estaban apuntalados. Un documento muy interesante por la informacin que nos aporta es el reconocimiento que los maestros mayores de arquitectura de la Nueva España, José del Mazo y Avilés y Joaquín Heredia, ambos académicos de mérito de la Real Academia de San Carlos, hicieron de la Casa de la Bola el 7 de diciembre de 1801. 10 Sus características corresponden corresponden perfectamente a la descripcin que Romero de Terreros hace de las llamadas “casas de placer” o “fincas campestres” virreinales. La diferencia está en que la Casa de la Bola fue una finca de mayor importancia, puesto que no se trata de una construccin de un piso, como generalmente tenían estos retiros campestres, sino de dos. A pesar de eso, la casa, por la extensin de sus tierras (48,655 varas, el equivalente aproximado de cuatro hectáreas y media), no puede ser considerada dentro de la categoría de hacienda. Las haciendas llegaban a tener de mil a tres mil hectáreas o más. Uno de los aspectos más originales de la Casa de la Bola, precisamente debido a su carácter de finca campestre, es que desde el patio central no slo se aprecia el jardín, sino que existe una comunicacin directa entre ambos espacios. Además, en la planta superior tenía un mirador con ocho balcones, situado junto al comedor, y en los extremos de éste,
Patio principal (Museo Casa de la Bola)
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Primera seccin del jardín visto desde la escalinata que lleva a la parte inferior de la terraza (Jorge Vértiz)
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dos habitaciones, una de las cuales tenía una escalera que daba acceso directo al jardín. La casa contaba, como todas las “casas de placer” novohispanas, con jardines, olivar y huerta. En el documento de reconocimiento reconocimiento levantado por los arquitectos Del Mazo y Heredia se específica que había dos jardines “con dos fuentes, ciento veinte arriates, arriates, asientos asientos con respaldos, andenes o callecillas enladrilladas y entresoladas” y el imprescindible merendero o chocolatero, que al parecer estaba entre el jardín y uno de los olivares. El merendero era semicircular, “con cubierta de vigas sobre un arco de mampostería y su puerta enverjada”. Se subía a éste por una escalera también semicircular. Recientemente Recientemente encontramos los vestigios de esta escalera, en la primera seccin del del jardín, a un lado de uno de los estanques. Este hallazgo nos ha permitido localizar el lugar exacto donde se encontraba el merendero y coincide con la parte donde se inicia el área superior del jardín actual. El espacio del merendero está ocupado ahora por una de las fuentes de mármol blanco agregadas por
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don Antonio Haghenbeck. Del merendero se pasaba a uno de los olivares que tenía 425 olivos de todas clases, además de otros 280 olivos que se encontraban en otra área, al frente de la casa. Si bien en el reconocimiento y avalúo que se hizo de la casa no se da el número de los árboles de la huerta, sí se menciona la variedad de frutos: nogales, duraznos, albaricoques, perales de todas clases, higueras, zapotes, ciruelos, aguacates, granadas, naranjos, duraznos, chabacanos, parras, membrillos, perones y otros. Como muchas de las fincas campestres, la Casa de la Bola no slo contaba con árboles frutales, olivos y magueyes sino que además allí mismo se producía aceite de oliva y pulque para su venta, y lo demuestra el hecho de que en la planta baja de la Casa de la Bola se encontraban las instalaciones para moler la aceituna y en una pieza había siete enormes
Terraza cubierta agregada en 1945 por Antonio Haghenbeck a la fachada posterior de la casa (J. A. Reynoso)
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tinajas para almacenar el aceite y en otra diecisiete. Había además una tahona para el pulque que se extraía de los 1,700 magueyes que había en las tierras de la parte trasera de la casa y de otros 810 que se encontraban al frente, en las tierras de cultivo de la llamada “casa chica”, que era parte de la misma propiedad. 11 Desde el virreinato Tacubaya fue famosa por sus molinos y, como se mencion antes, sobre todo por la produccin de aceite de oliva que salía de las numerosas fincas con olivares que había en la localidad, entre éstas, el palacio del arzobispado. Cuando se dispuso del agua del río Santa Fe para alimentar a la ciudad de México, Tacubaya Tacubaya empez a padecer serios problemas de escasez de agua. El problema se acrecent con los molinos de Santo Domingo y de Valdez, Valdez, tanto, que algunos algunos vecinos tenían que robar robar el agua para su su sustento. La Casa de la Bola era de los lugares privilegiados que disponía, para el riego de sus cultivos y jardines, con una merced de agua de treinta y cuatro pajas (el equivalente a dos centímetros cúbicos por segundo). Para distribuirla y almacenarla contaba con una serie de instalaciones que se mencionan en el reconocimiento hecho por los arquitectos de la Academia Academia de de San Carlos: Carlos: derrama derramaderas deras subterráne subterráneas, as, regade regaderas ras de de mammampostería, conductos de cañería y dos tanques con sus alcantarillas. Precisamente los vestigios coloniales que se conservan en el jardín provienen de las antiguas instalaciones del agua. Sobreviven algunas cañerías de barro, canales de mampostería, dos estanques alargados en la parte baja del jardín (uno pequeño y otro grande) y un tanque cuadrangular en la parte alta con una pequeña fuente en la esquina, de donde brotaba el agua para alimentar una cañería que descendía a la primera seccin del jardín y, al parecer, llenaba los estanques de la parte baja. También se conservan restos del enladrillado que cubría los andadores de la primera seccin del jardín. Como señala Germain Bazin en su libro Paradeisos. Historia del jardín: jardín: “No hay nada más frágil y más sujeto a la destruccin que un jardín”. Los jardines requieren requieren de muchos cuidados para su conservacin y desgraciadamente en México no slo sufren por el abandono y el descuido, sino por “remodelaciones” “remodelaciones” devastadoras, como es el caso de los parques centrales de muchas poblaciones del interior de la república. Por eso, y otras muchas razones, son muy pocos los jardines coloniales que han llegado hasta nosotros. En la ciudad de México sobrevive, en pésimas condiciones y reducido en su extensin, El Pensil, situado en el barrio de la Magdalena, en Tacuba. En las primeras décadas del siglo xx todavía se podían apreciar vestigios de otros jardines virreinales en Tlalpan, Coyoacán y San Ángel. El parque del Desierto de los Leones, obra de Fray Andrés de San Miguel, por estar más alejado de la ciudad 148
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Uno de los estanques restaurado en 2004 que formaba parte de las instalaciones hidráulicas del jardín en el período período virreinal virreinal (Museo Casa de la Bola)
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de México, se conserva en condiciones bastante aceptables. En otros lugares del interior de la república se puede apreciar uno que otro jardín del virreinato, como el Borda en Cuernavaca, construido por Manuel de la Borda, hijo del famoso minero de Taxco. Otro bello jardín colonial es el Benito Juárez, situado en uno de los rincones más bellos de San Miguel Allende, en las calles de Baeza y Diezmo Viejo. Este jardín tiene árboles centenarios y conserva muchos de sus antiguos elementos arquitectnicos: andadores, andadores, fuentes, pedestales, escalinatas y muros circundantes. Desgraciadamente Desgraciadamente se remodel hace algunos años sin respetar sus características originales. Visto en perspectiva, el jardín de la Casa de la Bola es una joya in valuable. Cuando don Antonio Haghenbeck adquiri la propiedad en 1942, como era de esperarse, de aquellos olivos, magueyes y árboles frutales no quedaba ni rastro y la extensin del jardín se había reducido de cuatro hectáreas y media a 10,700 metros cuadrados, sin contar la superficie que ocupa la casa de 1,200 metros cuadrados. En el archivo de la Casa de la Bola se conservan unas fotografías de la década de 1930, donde se puede ver un jardín —si se le puede llamar así— en total abandono, con matorrales, lleno de hierbas y uno que otro árbol desfalleciente en pie. Desde que adquiri la casa don Antonio Haghenbeck en 1942, no slo se ocup de adaptar a sus necesidades y a su gusto personal la parte arquitectnica, sino que también se interes por el jardín. La fuente colonial que se encontraba en la primera seccin y que, no sabemos por qué razn, recogieron los anteriores propietarios, la sustituy don Antonio por una bella fuente de mármol blanco rematada por una sirena y, para señalar los andadores que se inician en el enladrillado que la rodea, coloc esculturas de hierro fundido: en la parte de atrás dos bellas figuras femeninas, al frente un par de leones y en los costados dos pares de jarrones del mismo material. Posiblemente tanto la fuente como estos elementos decorativos provienen de la quinta de Tacubaya Tacubaya de la familia Escandn. Frente a lo que era el mirador en la planta alta se agreg una terraza cubierta que, de hecho, es una reconstruccin de la terraza que adornaba la antigua casa de la familia Haghenbeck y de la Lama situada frente a la Alameda en avenida Juárez, donde don Antonio pas su niñez y juventud. De esta casa, construida a fines del siglo xix por el arquitecto Ignacio de la Hidalga, slo queda en pie la fachada. La terraza agregada por don Antonio mira a la primera seccin del jardín y se comunica con éste por medio de una suntuosa escalera de mármol rematada por dos leones de hierro fundido recostados. También la escalera y los leones provienen de material de demolicin. Quizá una de las intervenciones 150
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menos felices de don Antonio es el estanque que construy a un costado de la casa, en el área del jardín que da a la avenida Parque Lira y muy prxima a la escalera mencionada. Con la tierra de la excavacin levant un pequeño montecillo que remat con una banca de concreto. En el estanque don Antonio solía tener cisnes y patos, posiblemente a la manera de don Manuel Escandn, que según Payno tenía en el magnífico jardín de su quinta de Tacubaya “un estanque a flor de tierra donde
Fachada actual del Museo Casa d e la Bola (Museo Casa de la Bola)
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Fuente de mármol ubicada en el centro de la primera seccin del jardín (Museo Casa de la Bola)
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constantemente viven y juegan patos, ánsares y sobre todo unos cisnes blancos de Inglaterra y cisnes negros con el pico y los ojos rojos de la lejana tierra de Australia”. La vegetacin que cubre actualmente el jardín de la Casa de la Bola es obra, en parte, de don Antonio y, en buena medida, accin de la naturaleza. El casi nulo mantenimiento –aún en vida de don Antonio, quien slo disponía de un jardinero que se limitaba a barrer los andadores y a echar una que otra regadita en época de sequía– y, sobre todo, el aislamiento a que ha estado sometido, han sido factores determinantes en la proteccin y reproduccin de plantas y árboles. Los pájaros, el viento y la caída de hojas y semillas se han ocupado de convertir el jardín en una selva, más propia de las zonas cálidas. De los árboles y plantas del antiguo jardín jardín –como –como señalé señalé antes– antes– no queda nada en pie, pero sí hay algunas algunas flores, como rosas de castilla y lirios rosas y blancos que se veían mucho en las casas de la Tacubaya de antes. La mayor parte de la vegetacin es de siembra reciente, de aproximadamente hace unos cincuenta u ochenta años. La variedad de plantas y árboles es mucha: tepozanes, acacias, truenos, cipreses, fresnos, aralias, yucas, árboles de sangre, jacarandas, eugenias, magnolias; frutales como chirimoyas, nísperos, higos y moras; plantas como el acanto, helechos, plátano abisinia, palma camedor, malamadre, y variedad de flores como agapandos, clivias, floripondios, plúmbago, abutiln, mastuerzo y otras muchas especies. Hoy en día slo contamos con dos jardineros (uno que trabaja en la Casa de la Bola y el otro en la Hacienda de Santa Mnica) para realizar las labores más indispensables de limpieza, poda,
trasplantes y cuidado de la tierra y así mantener m antener los jardines en condiciones, sino ptimas, al menos aceptables. Don Antonio tuvo el buen sentido de recoger y conservar el material de las tantas demoliciones que hubo en la ciudad de México en la décadas de 1940 y 1950. Mucho procede de la casa de su familia en avenida Juárez como barandales, puertas de madera, rejas, columnas, pilares, chimeneas y bloques de cantera, y el material más valioso como fuentes y jarrones monumentales monumentales de mármol, esculturas esculturas de hierro hierro fundido, terracota y mármol que, en su mayoría, recuper de la casa de don Manuel Escandn. Después de adquirirla desgraciadamente él mismo la mand demoler. Consciente del valor de estas piezas, las distribuy en los jardines, corredores corredores y terrazas de la Casa de la Bola y de sus dos haciendas (Santa Mnica y Polaxtla), que actualmente son también museos. El Patronato de la Fundacin Cultural Antonio Haghenbeck y de la Lama se ha hecho cargo de los tres museos de don Antonio y a pesar de los recursos limitados, poco a poco hemos realizado obras de restauracin tanto de la arquitectura y las obras de arte, así como de los jardines. El jardín de la Casa de la Bola es el que más avanzado está está en su restauracin. restauracin. La primera labor que se llev a cabo fue retirar los árboles secos; parte de este trabajo consisti en retirar unos troncos enormes invadidos de abejas que tenían mucho tiempo de haberse caído y reordenar la distribucin un tanto anárquica de las plantas, sin alterar el carácter selvático y romántico del jardín. Se demolieron las bancas de concreto construidas en la década de 1930 y se reconstruyeron las bancas
Escalera de mármol con un barandal de hierro forjado que da acceso a la terraza cubierta (J. A. Reynoso)
Detalle del capitel que remata una de las pilastras que sostienen la terraza cubierta (J. A. Reynoso)
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Vista del andador central que conduce a la fuente de Neptuno (al fondo), lugar donde se encontraba el antiguo merendero (J. A. Reynoso)
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coloniales alrededor alrededor de las dos fuentes. Si bien quitar la vegetacin actual para resembrar olivos significaba una imprudencia mayúscula por la edad y las grandes dimensiones de los árboles que actualmente adornan el jardín, nos dimos a la tarea de restaurar los vestigios arquitectnicos, como la reconstruccin de andadores enladrillados, escaleras empedradas, canales de mampostería y los dos estanques cercanos a la casa (el más grande estaba invadido de plantas y árboles y en el más chico, el muro de contencin que servía de sostén a la parte alta del jardín y de contenedor del agua estaba a punto de derrumbarse). Además, igual que a las fuentes de mármol, a los estanques se les provey de bombas y tubería. Una obra mayor, en la que contamos con el apoyo del Nacional Monte de Piedad, fue levantar el estanque de concreto que don Antonio había construido para sus cisnes y patos, situado a un costado de la Casa de la Bola, y nivelar el terreno con la tierra del montecillo que estaba a un lado del estanque. En esta área se trazaron nuevamente los andadores dejando como elemento central una fuente de cantera con la vertedera de hierro forjado que provenía de la quinta de la familia Escandn y que don Antonio había colocado en el centro de esta seccin. Esta fuente está en espera de que le llegue su turno para ser restaurada. Los enormes jarrones de mármol que se encontraban en el patio se reubicaron en el jardín. También se colocaron dos esculturas en medio de la vegetacin, en la zona cercana al estacionamiento que tiene acceso por la avenida Observatorio. La seccin donde ahora se encuentra el estacionamiento, obra realizada también gracias a un donativo del Nacional Monte de Piedad, don Antonio la utiliz para almacenar bloques de cantera. Los bloques estaban cubiertos por pasto y matorrales que sirvieron de nido a víboras
el jardín de la casa de la bola
ratoneras. Al hacer el estacionamiento, teníamos un objetivo muy claro: que en cierta manera fuera una prolongacin del jardín. Así, además de conservar algunos árboles, el pavimento se hizo con pedacería de cantera, piedra braza y tezontle, y para separarlo del jardín, se construy un muro divisorio de limosna con su cornisa de ladrillo y se coloc una puerta de hierro forjado del siglo xix . Sin duda todo el material de demolicin acumulado por don Antonio nos ha permitido hacer estas obras de restauracin con mucha calidad y a un precio más bajo. También hubo que instalar conductos de electricidad para las bombas de las fuentes y estanques e iluminar el jardín y el estacionamiento. estacionamiento. Es mucho lo que falta por hacer, no no slo en la Casa de la Bola sino también en los otros dos museos: la Hacienda de Santa Mnica y la Hacienda de San Cristbal Polaxtla. Manuel Payno, entusiasmado con la descripcin de los lugares más bellos de Tacubaya, termina su escrito afirmando, con un optimismo desbordante, que “con el tiempo llegará a ser el más hermoso barrio de la metrpoli del Nuevo Mundo”. Él nunca pudo imaginar la devastacin de la que iba ser objeto esta hermosa y antigua villa. Su proximidad a la ciudad de México, unido a la ignorancia de la gente, el despiadado negocio de los bienes raíces y la falta de planeacin de las autoridades han determinado la triste suerte de la antes bella y pintoresca Tacubaya. Tacubaya. Para las personas que integramos el Patronato de la Fundacin Cultural Antonio Haghenbeck y de la Lama es un enorme privilegio tener bajo nuestra custodia un monumento histrico de la importancia de la Casa de la Bola, con su enorme acervo de obras de arte y su extenso y bello jardín, y proteger, restaurar y preservar para las generaciones futuras esta hermosa finca campestre, tan singular y tan representativa representativa de la antigua y legendaria villa de San José de Tacubaya.
Germain Bazin. Paradeisos, Historia del jardín, jardín, p. 57. Manuel Romero de Terreros. Los jardines de la Nueva España, España, pp. 8, 9 y 11. 3 Rev. P. Fray Agustín de Vetancour. Crónica de la Provincia del Santo Evangelio de México , 4ª. Parte del Teatro Mexicano de los Suce Sucesos sos Religiosos, Capítulo I, p. 2. 4 Alejandro de Humboldt. Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España, España, p.120. 5 Manuel Romero de Terreros, Op. cit ., ., p. 12. 6 Madame Caldern de la Barca. La vida en México, Vol. México, Vol. I, pp. 74 y 76. 7 Madame Caldern de la Barca, Op. cit ., ., V. I, pp. 99 y 102. 8 Manuel Payno, Panorama de México, Obras completas, completas, p.153. 9 Francisco Cortina Correa. Manuel Cortina García, Arquitecto de transición, transición, p.57. 10 M. C. Amerlink de Corsi. La casa de la Bola en la antigua villa de San José de Tacubaya, Tacubaya , T.1, p. 112. 11 Ibídem, Ibídem, pp. 113-117.
Jarrn de mármol en forma de crátera con relieves inspirados en la mitología griega. Proviene del material rescatado por Antonio Haghenbeck de la casa de Manuel Escandn (J. A. Reynoso)
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La diosa Minerva en terracota (J. A. Reynoso)
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La Casa de la Bola M aría concePción a MerLinck MerLinck de corsi
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e dice que todas las cosas se parecen a su dueño. De ahí que desde hace varios años me haya interesado conocer los antecedentes de la Casa de la Bola por medio de sus sucesivos propietarios. Fue un ejercicio interesante, que considero bien vale la pena retomar, sin por ello repetir lo que ya he publicado, con el fin de conocer mejor la funcin que se dio a esa propiedad a lo largo de los siglos e intentar descubrir los cambios que en tamaño y uso ha tenido, aunque sea mucho lo que aún falta desentrañar. Aquella Aquella primera primera aproxima aproximacin cin a la historia historia de la Casa Casa de la Bola Bola fue pu1 blicada en 1996 y, desde entonces, son muchos los textos t extos impresos referentes a Tacubaya aunque slo algunos de ellos aluden a la Casa de la Bola. Sin embargo, hay algunos documentos y datos que vale la pena reinterpretar. Su curioso nombre ha intrigado siempre a quienes hemos tratado de explicarnos su origen. Hoy conocemos una explicacin más precisa que las que hemos intentado dar y mucho más sencilla que las relacionadas con una posible revuelta de las muchas que hubo en Tacubaya. Al parecer, hacia 1858 en la casa “…se encontraba una fuente con una columna de cantera, y en la parte superior de ésta tenía una bola de piedra”. 2 Bien pudo haber sido así porque efectivamente la Casa de la Bola tuvo una fuente. Dado que en aquellos tiempos los portones de las fincas rústicas permanecían abiertos durante el día para permitir la entrada y salida de los trabajadores y de las carretas y caballos, quienes veían “la bola” de la fuente pudieron haberle puesto ese mote a la casa. Es además interesante constatar que ya desde entonces se le conocía así, pues la fecha documentada más temprana que encontré es del 22 de enero de 1886. Si bien varios de sus propietarios la habitaron, esta casa no fue una simple casa habitacin, su uso fue mixto. En la planta baja se encontraba todo lo relacionado con el negocio y administracin de las tierras que la rodeaban, donde hubo una huerta con gran variedad de árboles frutales, numerosos magueyes y olivos, cuyas aceitunas eran molidas en una habitacin que da al patio, donde aún existen huellas de la piedra de
Chimenea con un par de hermosas cariátides proveniente de la casa paterna de don Antonio Haghenbeck (Jorge Vértiz)
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la casa de la bola
Casa que perteneci a la familia Haghenbeck y de la Lama. Se encontraba en la esquina de José Morán y Pedro Antonio de los Santos (Museo Casa de la Bola)
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moler. Desde luego también existi un lugar en el que se encontraban las vasijas para guardar el aceite y las aceitunas conservadas en vinagre. Seguramente en la finca o cerca de ella se hizo pulque, pues todavía en 1805 había una pulquería en el frente sur de la manzana. 3 Tal diversificacin era enteramente normal en las haciendas y en las empresas rurales de menor extensin, como en este caso. La actual casa-museo que hoy conocemos como Museo Casa de la Bola alberga parte de la coleccin de obras de arte y artes decorativas que don don Antonio Haghenbeck y de la Lama a la fundacin cultural que lleva su nombre para que pudiera ser disfrutada por el público en general. Esa coleccin se encuentra distribuida en tres casas-museo, y el Patronato de la Fundacin Cultural Cultural Antonio Haghenbeck y de la Lama está obligado a cumplir la voluntad de su fundador. Además, la Junta de Asistencia Privada vigila que así sea, lo que constituye una seguridad puesto que nada puede ser enajenado. Don Antonio —como respetuosamente le llamábamos quienes teníamos menos edad que él y tuvimos la suerte de conocerlo y tratarlo— naci en México el 14 de febrero de 1902 y falleci por causas naturales en su casa de Parque Lira 136, en Tacubaya, el 8 de septiembre de 1991. A partir de entonces los miembros que él mismo design en vida para que formáramos parte del patronato de la referida fundacin, encabezados por su presidenta Leonor Cortina de Pintado, nos dimos a la ardua tarea de enfrentar una demanda y de cumplir con la voluntad del fundador, a pesar de la absoluta falta de fondos para sacar adelante los museos. Lo que fue una enorme dificultad inicial hoy es motivo de orgullo para quienes formamos parte de la fundacin creada por don Antonio, pues hemos logrado no slo sobrevivir contra viento y marea, sino preservar y a veces restaura restaurarr lo que ha sido necesa necesario. rio. Veint Veintee años después después estamos estamos celebrando haber logrado abrir las tres casas-museo todos t odos los domingos y cualquier otro día con previa cita. Tanto la Casa de la Bola como sus casas de campo (Santa Mnica en Tlanepantla, Estado de México y San Cristbal de Polaxtla en San Martín Texmelucan, Puebla), antes haciendas, están amuebladas y decoradas a su gusto y así pretendemos conservarlas. Varios Varios investigado investigadores res noveles noveles han han hecho hecho tesis sobre sobre estas estas casas casas y algunas algunas ya han sido publicadas. publicadas. Numerosos Numerosos estudiantes estudiantes cumplen cumplen con su servicio social en nuestras casas-museo donde se dan cursos y conferencias, hay representaciones teatrales, conciertos y eventos de la más diversa índole, entre los que destacan los realizados sin fines de lucro. Los ingresos obtenidos por otros eventos, ya sea sociales o comerciales, han permitido el cumplimiento de la voluntad del fundador. Nuestro mayor deseo es que la
la casa de la bola
Piano para ambientar las veladas musicales de don Antonio y sus amistades (Jorge Vértiz)
coleccin pueda ser mejor estudiada, conocida y admirada por un público cada vez más numeroso, igual que los espléndidos jardines que rodean a los tres monumentos histricos que forman parte de la coleccin. En este texto me ocuparé más del inmueble que con su jardín ocupa una amplia extensin en el céntrico lugar de la ciudad de México en que se encuentra, que de la coleccin del Museo Casa de la Bola. El jardín actual es menor al que q ue antiguamente tuvo, ya que la propiedad fue fraccionada a lo largo de los siglos. Cuando don Antonio adquiri la casa el 19 de octubre de 1942 ese proceso ya había tenido lugar. Él hizo algunas modificaciones a la casa, como cerrar el corredor sur en la planta alta para tener mayor espacio y comodidad. Construy una terraza cubierta que da al poniente, con vista al jardín y acceso desde éste o del comedor, donde al igual que en otras habitaciones de sus casas construy una chimenea ecléctica, en la que aprovech materiales de demolicin. 159
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Tapiz los muros de cada una de las habitaciones con brocado y las amuebl con objetos y muebles de todas partes del mundo. Algunos los hered y otros los adquiri de diferentes anticuarios e incluso de particulares, con quienes a veces tuvo amistad. Por ejemplo, compr a los descendientes de don Sebastián Camacho y Zuleta (1822-1915) los muebles de Aubusson y el tapete de la sala principal de la Casa de la Bola, que en su momento fueron de ese destacado personaje, con fama de haber sido el hombre más rico de su tiempo. Falta aún estudiar a profundidad buena parte de la coleccin Haghenbeck y de la Lama, ya que consta de tapices, relojes, esculturas en bronce, mármol, marfil, madera y otros materiales, muebles de diversas características y épocas, pinturas, grabados, porcelanas, candiles, instrumentos musicales, libros y un muy largo etcétera. Dado que la descripcin resultaría inabarcable slo me ocuparé en revisar la historia del inmueble que conserva parte de ella. Fue Joaquín Cortina Rincn Gallardo quien vendi la Casa de la Bola a don Antonio Haghenbeck. Hasta donde sabemos, don Joaquín la posey con sus mismas dimensiones y no la habit, a diferencia de su hermano Genaro, quien la adapt a sus necesidades y vivi ahí hasta su fallecimiento. Como muri soltero, se la hered a su hermano menor, nacido en 1876. 4 De FiNCa CamPeStre a CaSa reSiDeNCial
A don Genaro Cortina Rincn Rincn Gallardo (1874-1947) le toc ver grangrandes cambios en esa manzana de Tacubaya y, desde luego, en esa antigua villa que lleg a formar parte de la ciudad. Indudablemente conoci desde niño la amplia propiedad de la Casa de la Bola por haber sido de sus tíos, los marqueses de Guadalupe. Le toc vivir los tiempos convulsos de la Revolucin Mexicana, que estuvieron acompañados de saqueos en haciendas y casas de campo que ya tenían problemas econmicos y dejaron de ser productivas. Genaro Cortina fue responsable de la transformacin de la Casa de la Bola en residencia. Para ello encarg al arquitecto Manuel Cortina García (1877-1947) el arreglo de la planta baja. 5 El propietario y su arquitecto eran primos segundos, puesto que sus abuelos fueron hermanos. Además de haber sido parientes debieron haberse tratado mucho, puesto que tenían poca diferencia de edad. Curiosamente ambos fallecieron en el mismo año. Dado el tipo de intervencin que el arquitecto hizo en la casa se entiende que en aquel momento ésta había dejado de tener uso mixto y que el molino y almacén de aceituna de la finca rústica situados en la planta 160
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baja ya eran cosa del pasado. Tacubaya Tacubaya había dejado de ser sitio de recreo y entidad campestre campestre separada separada de la capital, capital, y sus antiguas antiguas casas de campo se transformaron en residencias permanentes de sus dueños. La Casa de la Bola no fue la excepcin. El referido arquitecto ampli las ventanas de la fachada, las engalan exteriormente con adornos neobarrocos en cantera labrada y las dot de adornadas y fuertes rejas. Así increment la luminosidad de las habitaciones que daban a la entonces empedrada y relativamente reciente calle, conocida primero con el nombre de Torres Torija y ahora con el de Parque Lira. El aspecto anterior de la fachada enladrillada era más bien rústico, pues las jambas y antepechos de las ventanas eran de cantera carente de
Clavicordio hermosamente trabajado con pinturas de época (Museo Casa de la Bola)
Pp. 162-163 Biblioteca con mobiliario español del siglo xvii (Museo Casa de la Bola)
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Uno de los salones de la Casa de la Bola (J. A. Reynoso)
adornos, y los enrejados de las pequeñas y más altas ventanas eran también sencillos. El portn conserv sus amplias dimensiones y en los extremos de la fachada se observan aún sendos contrafuertes. Pero la casa adquiri un aspecto ecléctico, que seguramente invadi también su decoracin, que debi haber sido de estilo neoclásico afrancesado, con elementos neorrenacentistas neorrenacentistas y de ese historicismo romántico que distingui a la arquitectura de aquel tiempo, sobre todo a la relacionada con la aristocracia, de la que indudablemente formaron parte ambos personajes. uNa miraDa retroSPeCtiva
Tío de don Genaro fue don Rodrigo Rincn Gallardo y Rosso (18401909) quien obtuvo la Casa de la Bola por herencia de su madre, doña María Rosso de Rincn Gallardo, marquesa de Guadalupe (1808-1904). 164
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Don Rodrigo fue gobernador substituto de Aguascalientes en 1871 y gobernador constitucional de esa entidad de 1875 a 1876, pero no pudo terminar su periodo debido a las difíciles circunstancias políticas en que se vio involucrado. En 1861 recibi como regalo de su padre la hacienda de Jaltomate (en Aguascalientes), que acab perdiendo porque se endeud y la tuvo que hipotecar. Cuando don Rodrigo hered de su madre la Casa de la Bola tenía 64 años y vivía en Mixcoac. El 27 de agosto de 1904, unos meses después de recibir la casa, la vendi a su sobrino don Genaro Cortina y Rincn Gallardo. El señor Rodrigo Rincn Gallardo y Rosso no parece haber vivido en la Casa de la Bola y, desde luego, tampoco la explot como finca productiva. Tampoco consta que lo haya hecho su madre, doña María, más allá de la inercia que hubiera podido seguir al fallecimiento de su marido, que fue una persona más que solvente, tanto, que doña María compr el 22 de enero de 1886 un lote que lindaba al norte con la Casa de la Bola, al oriente con la calle de Torres Torija (hoy Parque Lira) y al sur y poniente con una casa ubicada sobre esa misma calle. La señora marquesa, ya viuda, vivía en enero de 1886 en la calle de Santa Clara número 10 en la ciudad de México; sin embargo, falleci en Tacubaya el 4 de febrero de 1904. No sé si se había mudado a la Casa de la Bola o si si solamente había ido a Tacubaya Tacubaya para “mudar de temperamento” o “cambiar de aires”, como se decía entonces. uNa ProPieDaD ProDuCtiva y Su DeCaDeNCia
Cuando el general del ejército mexicano don José María Rincn Gallardo y Santos del Valle (1793-1877), segundo marqués de Guadalupe, adquiri la propiedad de Tacubaya, en la escritura correspondiente del 19 de abril de 1849 se especificaba la existencia de un molino de aceite, dos jardines y una huerta. Dado su conocido perfil de terrateniente y considerando que al año siguiente adquiri una merced de cinco pajas de agua, podemos suponer que adquiri la propiedad para trabajarla, igual que su vecino y amigo, el conde de la Cortina hacía lo propio, puesto que caballerosamente dej que los conductos de agua se quedaran en la propiedad del conde, quien le había propuesto canalizar y hacer uso de parte de esa agua mientras él fuera dueño de la casa. Pero Rincn Gallardo prefiri no hacerlo y que el conde le pagara mil pesos anuales a partir de febrero de 1850. El marqués contaba con dieciséis haciendas que formaron parte de un mayorazgo, entre las que destacaba la de Ciénega de Mata. Las tierras de su latifundio se extendían por Aguascalientes, Zacatecas y Jalisco. En 1861 disolvi el vínculo para repartir las haciendas entre sus numerosos 165
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hijos.6 No obstante, en 1866 conservaba la propiedad de la casa de Tacubaya, donde ya contaba con once mercedes de agua y vendía la que le sobraba a diferentes personas. Ni él ni su esposa vivieron permanentemente en Tacubaya, su casa habitacin estaba en la ciudad de México, en la calle de Zuleta. Doña Ana María Rosso y Delgado fue la segunda esposa de don José María Rincn Gallardo y la madre de sus trece hijos, el décimo primero de los cuales fue Rodrigo. Don José Gmez de la Cortina, conde de la Cortina y de Castro (1799-1860), quien había vendido al marqués de Guadalupe la Casa Grande, la tuvo en su poder slo siete meses y medio, por lo que seguramente no la modific. Es posible que haya trabajado su huerta, olivar y magueyal, aunque tenía intereses intereses más bien humanistas, como la literatura y el coleccionismo. Como fue fundador del Instituto de Geografía y Estadística, presidente de la Academia de la Lengua, impulsor del Ateneo Mexicano y de numerosas publicaciones culturales, la casa del conde de la Cortina, (vecina a la de la Bola) B ola) fue punto de reunin de intelectuales y viajeros, como la señora Caldern de la Barca, que escribi al respecto. Cuando esa connotada señora estuvo en México, entre diciembre de 1839 1 839 y enero de 1842, la casa que se conocería como de la Bola estaba en manos de la familia Torres Torija, que no tuvo amistad ni con la señora Caldern de la Barca ni con José Zorrilla, como algunos han supuesto. El conde de la Cortina le compr la casa a doña Guadalupe Torres Torija y Guzmán, su dueña hasta el 30 de agosto de 1848. La forma en que la casa lleg a manos de su padre, don Antonio Torres Torija, Torija, fue muy original: se la sac en una rifa de la Real Lotería efectuada el 24 de septiembre de 1802. El premio incluy la entonces llamada Casa Grande, con sus lla ves, muebles muebles y tierr tierras as de cultivo, cultivo, todo ello valuado valuado en 58,318 58,318 pesos, pesos, más un premio en metálico de 6,000 pesos. Quien así fue favorecido por la suerte era un licenciado de sesenta años de edad que en aquel momento trabajaba como abogado de la Real Audiencia y agente fiscal de la Real Hacienda. Este nuevo terrateniente recibi la casa con magueyes y un olivar al frente, más otro olivar con olivos de todas clases y un almácigo de magueyes, además de nopales, parras, nogales y árboles frutales, entre los que se contaban duraznos, chabacanos, albaricoques, perales de todas clases, higueras, zapotes, ciruelos, membrillos y otros, además de algunos ejemplares únicos, como un toronjo, un aguacate, un granado y un limn real. Recibi también herramientas, una tahona con piedra de cantería y de recinto, tres husillos y una rueda y dos tinas de cedro para el pulque. Todo ello inventariado. 166
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Interior de la terraza cubierta que mira al jardín (Museo Casa de la Bola)
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María Concepcin Amerlinck de Corsi, “La casa de la Bola en la antigua villa de San José de Tacubaya”, en Tacubaya, Tacubaya, pasado y presente I, pp. 102-133. El Manual del viajero en Méjico o Compendio de la historia de la Ciudad de Méjico, con la descripción o historia de sus Templos, Construcciones, Edificios públicos, las Costumbres de sus habitantes, etc. Y con el Plan de la Ciudad ,fue Ciudad ,fue publicado en París en 1858, por la Librería de Rosa y Bouret. Marcos Arrniz, Manual del viajero de México, México, Instituto Mora, México, 1ª ed. , en facsimilar, 1991, pp. 240-242. Citado por Araceli García Parra y María Martha Bustamante Harfush, Tacubaya Tacubaya en la memoria, memoria, p. 88. Celia Maldonado, “Dos empresarios en Tacubaya, siglo xviii: Pablo Buenavista y José Gmez Campos”, en Tacubaya, pasado y presente, presente, Vol. IV, p. 145. Agradezco muchos de los datos genealgicos y fechas a las que hago referencia en este texto a Rodrigo Amerlinck Assereto, miembro de la Academia Mexicana de Genealogía y Heráldica. Leonor Cortina, “La Casa de la Bola: historia de un rescate”, en Tacubaya: Pasado y presente, presente, vol. III, Celia Maldonado y Carmen Reyna, coordinadoras, pp. 227-246. Jesús Gmez Serrano, El mayorazgo Rincón Gallardo: disolución del vínculo y reparto de las haciendas .
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Espectacular ahuehuete del nostálgico bosque de Chapultepec. En medio de un paisaje similar se encontraba el Rancho de la Hormiga. Ahuehuete Hormiga. Ahuehuete,, Casimiro Castro
Rancho de la Hormiga
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n parte de los terrenos conocidos como el Molino del Rey, a un costado del bosque de Chapultepec, se encontraba la propiedad denominada Rancho de La Hormiga, que perteneci durante muchos años a un prominente empresario del siglo xix . Existe la versin de que en la zona donde estaba ubicado había gran cantidad de hormigas “arrieras”, de las que “acarrean todo lo que encuentran a su paso”, y como era una zona de arenales, el rancho se llam primero “El Arenal de las Hormigas”, para quedar posteriormente tan slo como “La Hormiga”. Su propietario, José Pablo Martínez del Río, destacado médico de origen panameño, fue también un hombre de negocios emprendedor emprendedor e inteligente, que desarroll su actividad econmica y política con perspicacia y acierto en un país recientemente independizado independizado que se debatía en medio de crisis políticas y econmicas. José Pablo fue el menor de doce hijos del matrimonio formado por Ventura Ventura Martínez y Ana del Río. Él descendía de una familia acomodada, tradicionalmente dedicada al servicio del ejército panameño o al comercio, y ella era hija del tesorero de la Catedral de Panamá, Isidro del Río. Ventura Martínez estableci importantes relaciones comerciales con varios países, especialmente con Perú y Gran Bretaña y bien familiarizado con los comerciantes británicos, panameños y criollos situados en el occidente de México, financi la compra de productos dirigidos a México e hizo las veces de agente de los comerciantes que necesitaban pasar productos por el istmo. (...) El estrangulamiento del comercio con Perú y otros reveses comerciales que extendieron perturbaciones políticas, así como el clima general de incertidumbre acarreado por la disolucin inmediata del imperio hispanoamericano, se dejaron sentir en Panamá como una traca de bancarrotas, que estragaron la comunidad mercantil. La base de Martínez en Panamá se volvi riesgosa y no lucrativa.1 169
Rancho de la hoRmiga
José Pablo Martínez del Río
Fue entonces cuando Ventura Martínez deja Panamá y se embarca hacia Europa para ver a sus hijos (slo habían sobrevivido seis) que se habían quedado huérfanos de madre y que estaban estudiando en Londres. Regres a México en 1827, donde invirti en préstamos privados y años más tarde, junto con sus hijos y un joven hombre de negocios alemán llamado Guillermo de Drusina, form un consorcio comercial. Tras casi una década de diversos infortunios personales y reveses comerciales, Ventura muere en Europa. Su hijo menor, José Pablo, se qued al frente de la familia y también tam bién de algunos negocios de su padre. Incursion además en una amplia gama de negocios: invirti en bienes raíces, minería, textiles, tabaco y algodn entre otros, aumentando mediante estas actividades comerciacom erciales su ya importante fortuna, lo cual lo convirti conv irti en uno de los hombres más sobresalientes y ricos de la época. Fue jerarca de una numerosa familia cuyos miembros se distinguieron por su acendrado sentido familiar, su educacin europea y su amplia cultura, que en el proceso de adaptacin en México transit por situaciones que lo llevaron desde el encumbramiento financiero, social y político hasta los más adversos momentos de crisis. En enero de 1853 Martínez del Río compr este terreno ubicado cerca de Tacubaya y del viejo fuerte militar de Chapultepec propiedad conocida popularmente como Molino del Rey con un área total de 179,350 varas cuadradas. Conjuntando ese solar con varias adquisiciones menores, el doctor adquiri una finca rústica considerable, a muy buen precio. Para colindar sus linderos y validar su título sobre este solar, José Pablo don al Ayuntamiento de Tacubaya en diciembre de 1855, cien pesos. A cambio el Ayuntamiento le cedía una parte del terreno te rreno contiguo a La Hormiga, y así José Pablo comenz a construir una buena casa sobre las ruinas del viejo Molino del Rey. 2
Así, al lado del bosque de generosa y variada vegetacin, vegetacin, flanqueada por milenarios ahuehuetes y coníferas, se erigi la hermosa residencia que abrig a la familia. La construccin conocida como “casa grande”, destacaba por sus líneas esbeltas y elegantes en cuyo interior imperaba el gusto exquisito y la sobriedad; estaba rodeada de numerosas calzadas, prados con alcatraces, magnolias, gran variedad de plantas de ornato y un gran estanque con peces multicolores donde también nadaban esbeltos cisnes y gansos. Desde la parte más elevada del terreno, que invitaba a prolongar la vista hacia las alturas, se erguían los techos a dos aguas y los torreones, cuyas angostas ventanas se abrían hacia unos jardines primorosamente diseñados. 170
Rancho de la hoRmiga
En el primer piso, la baranda invitaba al espectador a disfrutar de la vista desde la elegante terraza que se extendía hacia la glorieta que se encontraba frente al prtico. Era hermosa la imagen límpida de los volcanes que podían contemplarse desde ahí, paisaje que después plasmaría el gran José María Velasco en uno de sus espléndidos lienzos. Formaba parte del mismo entorno una finca rústica adquirida con el terreno, una casa de menores dimensiones que la “casa grande”, cercana a ésta una capilla y, más lejos, las caballerizas y el establo, así como las dependencias del servicio que se integraban a este apacible paisaje. Mucho tiempo atrás, antes de que se le conociera en el siglo xix como Rancho de La Hormiga y antes aún de que fuera denominada Molino del Rey, esa propiedad era un predio junto al río de Tacubaya, a un costado del bosque, muy cercano al acueducto de Chapultepec y a aquellos tanques donde en tiempos de Moctezuma Xocoyotzin se criaban peces exticos y se almacenaba agua. Allí se habían sembrado muchas plantas y ahuehuetes, así como otros árboles traídos de lejanos lugares, que cobi jaban los extensos espacios. En el transcurso de tres siglos —del xvi al xix — el Molino del Rey o Molino del Salvador tuvo varios propietarios: Juan de Alcocer, Antonio Urrutia de Vergara, el VI Conde de Santiago de Calimaya y la familia Gmez de Cervantes, por mencionar slo algunos.
Casa principal del Rancho de la Hormiga (Coleccin particular)
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Rancho de la hoRmiga
El valle de México desde las inmediaciones del Molino del Rey, José Rey, José Maria Velasco Velasco (Museo Nacional de Arte)
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A mediados del siglo xix los entonces dueños del molino dividieron el predio y decidieron venderlo al general José María Rincn Gallardo, y éste a su vez lo subdividi y lo vendi a diferentes personas. Tiempo después, Rincn Gallardo cedi una parte del terreno, que comprendía el Molino del Rey, al empresario don Isidoro de la Torre a cambio de otras propiedades, quien a su vez la vendería en 1861 a José Miguel Pacheco. Sin embargo, el 1° de septiembre de 1871, el señor Pacheco vendi a Don Manuel Cuevas el Molino del Salvador, alias del Rey, en jurisdiccin de Tacubaya, que “linda por el oriente con el bosque de Chapultepec y la fundicin de cañones del mismo; por el sur con terrenos de La Hormiga y el rancho del Jacaln; entre norte y poniente con el Molino de los Morales y el pueblo de Tecamachalco y por el poniente con el pueblo de Santa Fe y terrenos de Jesús del Monte”. 3 Anteriorme Anteriormente nte José José María María Rincn Rincn Gallardo Gallardo había había llegad llegadoo a un acueracuerdo con el acaudalado médico panameño, José Pablo Martínez del Río, para venderle otra parte, que comprendía el Rancho de la Hormiga, en
Rancho de la hoRmiga
la cantidad de 2,500 pesos. Esta transaccin, que qued asentada en escrituras fechadas el 15 de enero de 1853, describían un predio de 179,350 varas cuadradas superficiales (una vara equivalía a 0,8380 metros), cuyos linderos y situacin se definieron en un plano realizado por el arquitecto Enrique Griffon, y que comprendían también la venta de ocho pajas de agua de las que se beneficiaba el molino, cantidad considerable puesto que una paja para uso urbano equivalía a 0,450 litros por minuto. 4 El doctor José Pablo Martínez del Río, nacido en Panamá en 1808, estudi el bachillerato en París y realiz estudios profesionales en Francia y en Inglaterra. Después de haberse graduado como médico obstetra se traslad a Veracruz en 1836, donde se dedic al ejercicio de su profesin durante algunos años. Posteriormente viaj de nuevo a Europa, donde contrajo matrimonio con la señorita Ángela Pedemonte. Pedemonte. En 1844 se estableci en la ciudad de México para ejercer la práctica privada de la medicina. Sin embargo, años después se alej paulatinamente de ella para dedicarse a otros negocios que le dejaran mejores dividendos, como la comercializacin de madera, granos y forraje. Diversas inversiones y alianzas comerciales con importantes empresarios mexicanos, ingleses, españoles y franceses llevaron a José Pablo a convertirse en un destacado hombre de negocios, acrecentando considerablemente el valor de sus inversiones. Presa finalmente de los riesgos y factores econmicos, econmicos, sociales sociales y políticos políticos del país tuvo que hacer hacer frente a significativos altibajos financieros, que incluso lo llevaron, en un momento dado, a la bancarrota. La familia Martínez del Río se encontr ante la disyuntiva de dnde establecerse definitivamente, ya que no se identificaba del todo como panameña ni como mexicana; algunos de los hermanos de José Pablo buscaron otras nacionalidades y él mismo fracas al intentar convertirse en súbdito británico. Finalmente Martínez del Río tom la decisin de trasladarse a México y ajustarse a las nuevas circunstancias del país en el siglo xix . La empresa Martínez del Río Hermanos invirti, entre otros rubros, en la minería. Contaba con acciones en la mina Real del Monte (famosa mina de plata en Pachuca) y de otras minas en Hidalgo que le producían atractivos dividendos. José Pablo Martínez del Río form parte de la delegacin mexicana que ofreci formalmente la corona de México al emperador Maximiliano de Habsburgo en abril de 1864. Agradecido, el ex príncipe austriaco le prest ayuda para obtener la tan ansiada naturalizacin como ciudadano mexicano, pues hasta esa época seguía siendo panameño. Al continuar sus actividades cerca de la corte imperial, José Pablo fue aceptado en la nueva nobleza mexicana; le fue otorgada la Orden de Guadalupe, 173
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Rancho la Hormiga, Vista de Molino del Rey, Rey, (detalle) Luis Coto (Museo Nacional de Arte)
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situándolo en un lugar cada vez más favorecido y, finalmente, fue designado emisario del Imperio ante el rey de Grecia y el sultán de Turquía. El doctor acept con agrado el nombramiento, no slo por el honor que ello le representaba, sino porque dicha designacin iba acompañada de una subvencin de 5,000 libras que, debido al colapso de las fortunas de la familia y la propia, fue muy oportuna. 5 Tras la caída del emperador el presidente Juárez orden la confiscacin de los bienes de quienes hubieran servido a Maximiliano. El doctor Martínez del Río fue desterrado sin recursos, y para entonces era un hombre sin patria, ya que había perdido la ciudadanía mexicana. Finalmente en enero de 1870, por intermediacin de un amigo suyo, obtuvo de Juárez el perdn por sus pecados políticos (después de que éste se lo
Rancho de la hoRmiga
negara varias veces); en su alegato planteaba penurias y pobreza personales: “lo único que me queda es una familia grande que sustentar”. A su vuelta a México recuper sus propiedades en 1871 y tom la decisin de dedicarse de nuevo a trabajar en su profesin. Lo hizo con verdadera dedicacin y entusiasmo, al grado que lleg a ser Vicepresidente de la Academia Academia Nacional Nacional de Medicin Medicinaa y contribuy, contribuy, de manera manera especial, especial, a difundir sus conocimientos sobre obstetricia entre los médicos mexicanos. Después de nuevos altibajos de fortuna lo que quedaba de sus propiedades a su fallecimiento el 27 de septiembre de 1882, tras muchos años de litigios, pas a manos de sus hijos. Uno de ellos, Pablo, convertido en joven y brillante abogado, realiz largos y complicados trámites en diversos tribunales del país. Doña Bárbara Vinent, viuda del licenciado don Pablo Martínez del Río y madre de hijos menores, “otorg una cesin de derechos en la ciudad de México el 8 de julio de 1916” sobre el predio. La Señora doña Bárbara Vinent, viuda de Martínez del Río por sí y por sus menores hijos Jaime, Mercedes y Carlos, sobre los que ejerce la patria potestad, y el Señor don Pablo Martínez del Río y Vinent por su propio derecho, ceden al Señor don Nicolás Martínez del Río Pedemonte los derechos que tienen y les corresponden en la fraccin del predio llamado ‘La Hormiga’ (...).
Condecoracin de la Orden de Guadalupe
La cláusula tercera del contrato estipula que: La fraccin del Rancho de la Hormiga, materia de este contrato queda desde luego a disposicin del Señor Don Nicolás Martínez del Río, quien podrá usar desde luego los derechos que la sucesin sucesi n del Señor Licenciado don Pablo Martínez del Río está ejercitando con arreglo al convenio de familia ya citado fecha veintitrés de agosto de mil novecientos once, relativo a los bienes de la testamentaría del Señor Doctor don José Pablo Martínez del Río, ubicados en el Distrito Federal.6
Tiempo después de haber entrado en posesin del rancho donde acostumbraba don Nicolás pasar algunas temporadas, encontr las instalaciones ocupadas por las fuerzas revolucionarias al llegar para descansar unos días en compañía de su esposa y su sobrino. A principios de 1917, por medio de un decreto, el rancho fue expropiado por Venustiano Carranza con la supuesta intencin de hacer en él una fábrica de cartuchos y establecer ahí otros otros talleres que que servirían al Departamento Departamento de EstableEstablecimientos Fabriles de la Secretaría de Guerra y Marina. Así, con fecha del 23 de enero de 1917, se realiza la: 175
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(...) expropiacin por causa de utilidad pública del rancho denominado “El Chivatito”, y de las Haciendas “La Hormiga” y “Molino del Rey” contiguos al Bosque de Chapultepec. 7
Uno de los primeros ocupantes de las instalaciones confiscadas fue, a partir del 1° de enero de 1918, el general Ignacio Ceferino Enríquez Siqueiros, importante político y militar chihuahuense que había sido Oficial Mayor de la Secretaría de Guerra y Marina y recién designado Jefe del Departamento mencionado. Sin embargo, antes de que se cumpliera un año de la expropiacin, don Nicolás Martínez del Río, como albacea de los bienes de la familia, hizo una solicitud de licencia a la autoridad judicial para enajenar la propiedad, la cual le fue concedida el 23 de junio de 1919. Nuevamente en su poder el Rancho de la Hormiga, la familia Martínez del Río tard algunos años en ponerse de acuerdo para su venta. En febrero de 1923 la familia Martínez del Río vendi al gobierno esa propiedad por una cantidad de 886,472.81 pesos y el juicio sucesorio
Plano de La Hormiga, Hormiga, Gorozpe G. y Javier Vázquez (Museo Soumaya)
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fall sobre los bienes de la testamentaría testam entaría el 24 de junio de 1924. 192 4. Por otra parte, el “7 de mayo de 1924, el presidente Álvaro Obregn autoriz a la Secretaría de Hacienda la enajenacin de los bienes nacionales que no estuvieran destinados a ningún fin público, con el objeto apresurar la amortizacin de la “deuda flotante”(...) flotante”( ...) y se facult a dicho departamento para designar esos bienes y sacarlos sacarl os a remate. Finalmente el 6 de enero de 1926 concluyeron todas las diligencias relacionadas con el Rancho de La Hormiga. Así termin un dilatado período de zozobras e incertidumbres para la familia Martínez del Río, que por muchos años habit esta espléndida residencia campestre de La Hormiga que un día construyera y hermoseara con bellísimos jardines aquel doctor panameño genearca de esta estirpe mexicana; atrás qued el inmarcesible recuerdo de la gesta que tuvo por marco la tierra del milenario Bosque de Chapultepec, donde un pueblo indomable dio ejemplo de su indeclinable voluntad de ser libre.
Interior de la casa principal del Rancho de la Hormiga que fue ocupada por varios secretarios de estado y militares cercanos al presidente
Cuando aún estaba en juicio sucesorio, el Rancho de la Hormiga fue ocupado por el general Plutarco Elías Calles y se convirti en escenario del matrimonio de la señorita Hortensia Elías Calles con el señor FerFernando Torreblanca, secretario particular del entonces presidente de la república, general Álvaro Obregn, quien fue el padrino. El Rancho de la Hormiga había resultado especialmente especialmente útil por encontrarse prximo al Castillo de Chapultepec, que entonces era la residencia oficial de los presidentes mexicanos. Resultaba conveniente que los secretarios de mayor importancia, como el de Guerra y Marina o el de Gobierno, vivieran en sitios cercanos. De esa manera, desde que fue incautada, la denominada Casa Grande fue habitada por conocidos ocupantes como Álvaro Obregn, quien vivi ahí una temporada temporada junto con su séquito. También También residieron residieron temporalmente cinco generales cercanos a él y algunos secretarios de estado del gobierno del presidente Obregn, como los generales Plutarco Elías Calles, Manuel Pérez Treviño y Joaquín Amaro Domínguez, en 1925. En esa etapa de cambios significativos de la vida nacional se realizaron también algunos cambios en el Rancho de la Hormiga: se construyeron nuevas caballerizas, una cancha de tiro, frontones y el estanque fue con vertido en alberca. Asimismo, se construyeron campos de polo, como el Campo Marte. En los años 30 el presidente Lázaro Cárdenas le cambi el nombre al Rancho de la Hormiga: él y su esposa se habían conocido en una huerta llamada Los Pinos, en Tacámbaro, Michoacán. Desde entonces, el 177
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Residencia oficial de Los Pinos
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Rancho de la Hormiga lleva el nombre de Los Pinos, la residencia oficial del presidente en turno de la república. No slo se transformaron sus instalaciones sino también el destino que se le dio al rancho. Posteriormente Posteriormente el chalet tipo inglés fue ocupado por los presidentes Manuel Ávila Camacho y Miguel Alemán. Este último mand construir una edificacin más grande y funcional para mayor comodidad del presidente en turno y su familia, así como para poder hospedar a visitantes extranjeros distinguidos. distinguidos. Esta nueva construccin, de tres pisos, es conocida como Casa Miguel Alemán. Esta construccin de 5,700 metros cuadrados cuenta con tres ni veles: en el superior se encuentran las habitaciones de la familia; en la planta baja, los salones oficiales de recepcin y los despachos y salas de juntas del presidente; presidente; en la la planta planta subterránea, subterránea, una una pequeña pequeña sala de cine y salas de juegos y de fiestas.
Rancho de la hoRmiga
La residencia oficial de Los Pinos ha sido objeto de varias modificaciones, especialmente en lo que a decoracin se refiere. En el exterior, sin embargo, algo queda en el antiguo predio del espíritu sobrio y elegante que tuvo en un principio el Rancho de la Hormiga.
Casa Miguel Alemán
David W. Walker. La vida en familia, familia, 1792-1860, pp. 48-49. Parentesco, Negocios y Política Familia Martínez del Río en México, 1823- 1867 David W. Walker 3 Fernando Muñoz Altea y Magdalena Escobosa Hass de Rangel. La historia de la residencia oficial de Los Pinos, Pinos, p. 80. 4 Ibídem, Ibídem, p. 101. 5 David W. Walker. Op. cit ., ., 296. 6 Fernando Muñoz Altea y Magdalena Escobosa Hass de Rangel. Op. Cit ., ., pp. 78-79. 7 Ibídem, Ibídem, p. 83. 1
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El Valle de México desde el jardín del Obispo en Tacubaya, Tacubaya, Juan Federico Federico Waldeck
Ex Arzobispado M aría BustaMante H arfusH
PalaCio arzoBiSPal (1737)
Una de las edificaciones edificaciones más significativas de Tacubaya, Tacubaya, por su grandeza, ubicacin e historia es el Ex Arzobispado, el cual mand construir en 1737 el Arzobispo y Virrey y Capitán General de la Nueva España (1734 a 1740), Don Juan Antonio Vizarrn y Eguiarreta. 1 A pesar de que los arzobispos contaban con la casa ubicada en la calle de Moneda en la ciudad de México, Vizarrn y Eguiarreta pens en la posibilidad de edificar una villa alterna para veranear y disfrutar de otros aires en la cercana poblacin de Tacubaya. Durante su gestin como virrey convirti varios edificios en hospitales durante la terrible epidemia de fiebre amarilla llamada matlazáhuatl que azot la ciudad de México en 1736, y nombr patrona de la ciudad y de la Nueva España a la Virgen de Guadalupe. Guadalupe. Embelleci Embelleci la ciudad y sus calles y mand construir el Colegio Apostlico de San Fernando y el Palacio Arzobispal de México en Tacubaya, sobre el cual se hablará más adelante. La eleccin que realiza el virrey de la villa de Tacubaya se debe probablemente a sus inmensos y notorios jardines y huertas y a los distintos establecimientos religiosos en la zona, en particular las construcciones colindantes como el Convento de San Diego y el Molino de Santo Domingo. Frente a dicho molino, sobre una meseta más elevada que el resto de los predios circundantes en la Loma de Tacubaya y cruzando el “camino a los molinos” (hoy avenida Observatorio), se construirá el magnífico Palacio Arzobispal:
Don Juan Antonio Vizarrn y Eguiarreta
En la parte Poniente, se construye un palacio significativo, cuyo resultado arquitectnico result una suerte de contrafuerte y de palacio renacentista. Una mezcla entre las casas edificadas en la capital de la Nueva España y aquellas grandes casonas que le recordaban su infancia y su origen del Puerto de Santa María en Cádiz, España.2 181
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Su familia adinerada tenía una casa-palacio con un gran patio central de altísimas columnas y arcos, pozo en el centro, entrepisos y pisos superiores, s uperiores, todo con aire muy majestuoso y muy andaluz al mismo tiempo, es conocida en la ciudad con el nombre de la Casa de las Cadenas y está en la plaza donde se encuentra el edificio del Ayuntamiento. 3
Teniendo en cuenta esta referencia, la descripcin que uno puede hacer del palacio arzobispal es muy similar: un edificio palaciego, con dos grandes patios con columnas y arcos majestuosos; un pozo al centro y un inmenso jardín renacentista renacentista con una de las mejores vistas hacia la cuenca de la ciudad de México. Cien años después, en 1836, el alemán Carl Nebel publica una serie de cincuenta litografías de lugares que visit durante su residencia de cinco años en México, tituladas Voyage pittoresque et archéologique dans la partie la plus intéressante du Méxique. Méxique . Una de las pinturas más bellas es la que hace de la Vista desde el Arzobispado de Tacubaya, Tacubaya , realizada en 1832. Sus estudios como ingeniero y arquitecto le permitieron trazar litografías con gran precisin y escala respecto a la realidad, lo que nos permite visualizar con bastante cercanía lo que era Tacubaya en esa época: paisaje melanclico, de poblacin campestre, alejada de la ciudad, con una magnífica vista desde los jardines del Palacio Arzobispal, un arriero a caballo, vegetacin nativa como el maguey, el kiote, la yuca, las cúpulas del convento de San Diego y sus huertas, y al fondo, la espectacular vista hacia la ciudad de México, todavía bordeada de agua y grandes montañas y un cielo que anuncia una lluvia inminente. Vizarrn Vizarrn y Eguiarreta Eguiarreta muere en México en 1747, dejando dejando en su testamento doce candelabros, realizados con la fundicin de doblones de plata, para embellecer la Catedral de Sevilla, que hasta la fecha los ostenta. araNjuez De loS PreSiDeNteS PreSiDeNteS (1847)
En 1847 el Palacio Arzobispal pas a ser propiedad de la nacin y se convirti en el “Aranjuez de los presidentes de la república” para que pasaran ahí el verano. Tal fue el caso de Ignacio Comonfort y Antonio Lpez de Santa Anna, cuya presencia provoc el aumento del tráfico y movimiento de gente en la zona.” z ona.” 4 Una de las descripciones más significativas la hace la esposa de don Ángel Caldern de la Barca, Primer Ministro Plenipotenciario de España en México, madame Caldern de la Barca, que escribe una serie de cartas a su familia relatando su estancia en México. Dichas cartas, de gran relevancia para la historia de México a mediados del siglo xix , fueron publicadas 182
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en 1844 en el peridico El Siglo Diez y Nueve y en el libro La Vida en México durante una residencia de dos años en ese país. país . Sobre su visita al Arzopispado de Tacubaya coment:
Vista desde el Arzopispado d e Tacubaya, Tacubaya, Carl Nebel (Museo Soumaya)
Un edificio grande y hermoso, pero desierto, desde donde se domina la misma vista que desde la casa de la Condesa, y posee un jardín y un bello olivar, cuyos árboles fueron traídos de Europa. El jardín estaba lleno de rosas dobles, y de las llamadas mille-fleur-rose, los rosales dispuestos en forma de arcos, arreglo aquí muy en boga; profusin de guisantes de olor y jazmines, jazmines, y algunos algunos naranjos. naranjos. El El jardinero jardinero nos ofreci ofreci unos unos ramos ramos bonitos, bonitos, y prolongamos nuestra visita, admirando el panorama, hasta la puesta del sol. No hay otro lugar que pueda aventajar a éste para admirar la vista sobre México. Es una perspectiva más bella aún que la que se disfruta desde 183
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Chapultepec, pues abraza al mismo Castillo, uno de los elementos ele mentos más conspicuos del paisaje. Pero en el mismo instante en que el sol se hundi detrás de las montañas, mud el tiempo de repente. Se levant el viento, grandes masas de nubes negras fueron ganando terreno en el cielo, y la lluvia cay a torrentes, obligándonos a batirnos en retirada hacia nuestros carruajes.5
Realmente era un palacio sobresaliente entre los que existían en la aristocrática zona de Tacubaya. De acuerdo con Don Antonio Fernández del Castillo, Agustín de Iturbide (quien residi en el Palacio Arzobispal de Tacubaya) desde su habitacin podía escuchar el repique de las campanas del convento de San Diego y de la iglesia de la Santísima Trinidad Trinidad y observar el cerro del Ajusco, el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl, Popocatépetl, así como lo que restaba de la laguna. Iturbide había seleccionado este sitio dada su cercanía con la ciudad de México, su comodidad y su facilidad de comunicacin con otras regiones del país; de esta forma se convirti, en esos días, en capital de la nueva nacin por albergar en ella a los hombres más importantes del país, en lo que a política se refiere; multitud de gente venía de todas partes; políticos, militares, religiosos, aduladores, comerciantes, hacendados o simples curiosos.6 Su jarDÍN
Cuentan que para 1840 toda la loma de Tacubaya Tacubaya era un “inmenso jardín” y cada terreno se unía entre sí formando una unidad. Al parecer, había días en que el aroma de las flores que se cultivaban en sus campos llegaba hasta la ciudad de México. Y es verdad, sus jardines se habían convertido en su principal encanto, pues detrás de los gruesos muros que limitaban las calzadas se dejaba ver la abundante vegetacin de los más variados ejemplos de árboles traídos de Europa: encinos, pinos y madroños. Ahí se encontraban también cenadores, kioscos, fuentes, estanques y capillas; el jardín se había convertido en “la prolongacin de la vivienda”.7 La mayoría de estos jardines estaba cultivada al estilo inglés: parecían jardines salvajes aunque en realidad realidad llevaban mucho mucho trabajo de jardine jardine-ría; había “hermosas arboledas, camas de flores con raras plantas, descansos y puentes, encantadoras fuentes y lagos, pabellones, juegos, baños, etc.”8 De esos hermosos jardines destaca el del señor Bardet, que “sin duda alguna era uno de los más hermosos y bien cultivados de Tacubaya… todo este jardín, que tiene sus bosques, sus grutas y montecillos artificiales, sus palmeros, sus árboles del monte y sus flores y sus 184
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arbustos europeos”. Otro maravilloso jardín poco frecuentado sería el del señor Beistegui. Cabe mencionar que la horticultura era “una de las ramas más adelantadas en Tacubaya, Tacubaya, a la que se le da mucha importancia; espárragos, fresas, alcachofas, calabazas y otros frutos adquirieren enormes dimensiones dimensiones con formas caprichosas y aun se han cosechado calabazas gemelas”. 9 Cuenta Rivera Cambas que además era fácil el cultivo de pera, durazno, manzanas de varias especies, ciruelas, chabacanos, granadas, membrillos y naranjas. El cultivo de flores, árboles y frutos se realizaba con el menor esfuerzo, ya que éstos se daban espontáneamente gracias al clima que prevalecía en Tacubaya. En el caso del Ex Arzobispado era digno de mencionarse su precioso y cuidado jardín, con una de las más magníficas m agníficas vistas de la ciudad y de la villa de Tacubaya por estar elevado sobre una extensa plataforma. Su traza seguía los cánones europeos del renacimiento y posteriormente del neoclásico, con calzadas muy bien trazadas y diseños geométricos y radiales que desembocaban en bellas fuentes de cantera y de mármol. Los árboles fueron plantados previo estudio de su ubicacin y con la intencin de enfatizar remates y caminos. Posteriormente, Posteriormente, al edificar el Observatorio Astronmico Nacional y la Estacin Sismolgica S ismolgica de TacuTacubaya, se perdi parte de la traza original del jardín. En los años 60 se dio la dramática destruccin del jardín al edificar sobre él la Preparatoria 4. Levantaron una barda que tapa las ventanas que, por siglos, habían sido las más envidiadas de Tacubaya. Tacubaya. Hoy esas ventanas ”miran” únicamente sus recuerdos. H. ColeGio militar (1863)
Con la Desamortizacin de los Bienes promulgada por Benito Juárez en 1859 el edificio, utilizando cada vez más por el Estado, aloja de 1863 a 1883 al H. Colegio Militar, antes de su regreso al Castillo de Chapultepec. Aunque, como ya se coment anteriormente, el aspecto del palacio oscilaba entre mansin y castillo feudal, su apariencia de fortaleza se agudiz con la construccin de baluartes de vigía con pequeñas aberturas para el disparo de armas en las esquinas; la fachada poniente se volvi más rígida con grandes portones y extensos paramentos. Como menciona Fernández del Castillo: “El palacio Arzobispal es de imponente aspecto…, y domina a la poblacin como una ciudadela; sus piezas y corredores son extensos y espaciosos”. 10 El Colegio Militar requería las instalaciones del primer observatorio dentro del Castillo de Chapultepec, por lo que fue necesario buscar un nuevo emplazamiento para el mismo y se intercambiaron las sedes. 185
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oBServatorio aStroNómiCo NaCioNal (1883)
Plano del Colegio Militar Olivar (Mapoteca Manuel Orozco y Berra)
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De acuerdo con Susana Biro, de la Direccin General de Divulgacin de la Ciencia de la unaM, la astronomía en México comienza a tomar fuerza a partir de 1878, cuando la observacin y medicin del tránsito de Venus por delante del Sol en 1874 cobr tal interés, que hasta se cre una comitiva especial de cinco mexicanos para ir a Japn a observar el fenmeno. “En 1877 el ministro de Agricultura y Fomento, Vicente Riva Palacio, decret la formacin de tres observatorios nacionales, el Meteorolgico, el Central (con propsitos geográficos) geográficos) y el Observatorio Astronmico Nacional.” Este último fue inaugurado en la azotea de Palacio Nacional y trasladado al año siguiente al Castillo de Chapultepec. Su director, el ingeniero Ángel Anguiano11 menciona en una carta al presidente en 1882 que el objetivo principal era la observacin del tránsito de Venus, el cual se preveía sería visible desde México, lo que lamentablemente no fue posible debido a un día nublado. En 1883 se establece la Comisin Geodésica Mexicana (que trabaj hasta 1915) y se traslada el Observatorio Astronmico Nacional Nacional al edificio del Ex Arzobispado de Tacubaya, donde se inici en el predio oriente del edificio virreinal la construccin de un edificio ex profeso, lo cual demor hasta 1908. 12 A este observatorio, construido sobre sobre los antiguos jardines del antiguo palacio arzobispal, se le debe el nombre de la colonia, la estacin de camiones y la del Metro. Por mandato de Porfirio Díaz comienza en 1878 la construccin del Observatorio Astronmico Nacional: contaba con varias cúpulas de observacin del cielo y con potentes telescopios traídos desde Irlanda, por lo que fue reconocido durante varias décadas como uno de los mejores del mundo. El oan particip también, junto con otros observatorios del mundo, con diversas imágenes de la Luna y las estrellas en la formacin del Catálogo astrofotográfico y Cielo. astrofotográfico y la Carta del Cielo. El ingeniero Joaquín Gallo, director del Observatorio de 1915-1946, describe el edificio ubicado a un costado del Ex Arzobispado: tenía forma de cruz “orientada de Norte a Sur, la cabeza, en la planta baja, es el vestíbulo; en el centro, existe existe la escalera semicircular, semicircular, rodeando al poste que sostiene el Gran Ecuatorial, circundada a su vez por un octágono. Los brazos de la cruz los forman las alas meridianas y piezas de traba jo, levantándose en el extremo de los brazos los torreones destinados al fotoheligrafo dalmayer y al refractor de 15 cm. Completan hacia el Norte el cuerpo de la cruz, la biblioteca, archivo y torren del ecuatorial fotográfico. En la plana alta se encuentran: la sala de visitas, la del Director, la Biblioteca y la Secretaría. Sobresaliendo Sobresaliendo de la azotea están los torreones del refractor de 38 cm del ecuatorial fotográfico”. 13
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Gallo, quien opina que “la cultura de un pueblo se juzga por la falta de supersticiones y por sus conocimientos astronmicos”, abre el observatorio los sábados y los jueves para que el público general pueda observar el cielo a través de los telescopios. También las escuelas iban ciertos días para atender conferencias conferencias o ver las exposiciones fotográficas montadas en el octágono central. Gallo comenta cmo el Observatorio Astronmico tuvo “una interrupcin en sus labores; en 1915 fue clausurado de enero a marzo y de junio a septiembre, cuando la ciudad de México y sus alrededores eran campo de lucha entre las fuerzas de don Venustiano Carranza y Francisco Villa”. El observatorio (incorporado a la unaM en 1929) funcion hasta 1951 en Tacubaya y después fue trasladado a Tonanzintla, Puebla ( oan Tonanzintla). En 1971 se abri otro observatorio con dos telescopios en la sierra San Pedro Mártir en Baja California ( oan sPM). En 1963 el edificio fue demolido para construir la Preparatoria No. 4. ServiCio meteorolóGiCo NaCioNal (1888)
Otra de las instituciones científicas establecidas durante el porfiriato en el Ex Arzobispado es el Servicio Meteorolgico Nacional formado en 1901. Éste se nutre con los informes telegrafiados de más de treinta y un secciones meteorolgicas en los estados de la república mexicana y dieciocho observatorios observatorios y estaciones estaciones independientes. independientes. De acuerdo con Gallo, la hora exacta era distinta en los diferentes estados del país pero “en 1916, se estableci que el observatorio diera la hora telefnicamente por las mañanas, y este servicio se extendi tanto que no eran suficientes dos teléfonos y dos personas que atendían las llamadas, que se calcularon en unas 80 por minuto. La hora por radio, dada por la xeqk, vino a aliviar mucho esa situacin.” 14 “En 1980 el Servicio Meteorolgico Nacional contaba con una red de 72 observatorios, 9 estaciones de radio sondeo, con más de 3000 estaciones climatolgicas, 5 estaciones de radar meteorolgico y un centro de Previsin del Golfo.” Desde 1995, forma parte de la Subdireccin General Técnica de la cna . Las imágenes se utilizan para detectar, identificar y dar seguimiento a los fenmenos meteorolgicos severos como tormentas, frentes fríos o huracanes. El Servicio Meteorolgico Nacional difunde su informacin en forma de boletines o avisos especiales al Sistema Nacional de Proteccin Civil de las secretarías de Gobernacin, Defensa Nacional, Marina, Medio Ambiente, Recursos Naturales, Comunicaciones y Transportes, Turismo y Salud; a los gobiernos estatales, a la Comisin
Postal a color de una vista del Observatorio Astronmico Nacional en su inauguracin
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Estacin Sismolgica de Tacubaya en 1910
Nacional del Agua, a PeMex y a la Comisin Federal de Electricidad, así como a universidades e instituciones educativas, medios de comunicacin, hospitales, y público general, entre otros. eStaCióN SiSmolóGiCa NaCioNal (1910)
El 6 de septiembre de 1910, el Secretario de Estado y del Despacho de Fomento, Colonizacin e Industria inaugura el Servicio Sismolgico Nacional en su Estacin Sismolgica Central, a un costado del Obser vatorio Nacional, ambos ubicados en las lomas de Tacubaya Tacubaya en la parte nororiente del antiguo jardín del Ex Arzobispado. Estos edificios de equipamiento, impulsados durante el periodo porfirista, marcaron una nueva época de investigacin y civilizacin. Es característica y única la forma de la planta arquitectnica de estas construcciones, construcciones, ya que aseme jan tres cajas independientes, cada caja dentro de la otra, y al centro la gran máquina que mide los sismos, totalmente aislada de los movimientos de las vialidades v ialidades de alrededor. El sismgrafo de Tacubaya es único en su tipo. Todavía a finales del siglo xx su fina máquina alemana seguía funcionando a la perfeccin, registrando los sismos que aquejaban a la Ciudad de México. A partir del sismo de 1985 se edific una nueva central en la unaM. Actualmente el edificio ha sido restaurado y alberga un museo de sitio, lo cual representa una gran oportunidad para apreciar su arquitectura, instrumentos e historia. 188
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Interior de la Estacin Sismolgica de Tacubaya donde se esbozan los tres edificios que amortiguan los movimientos del tránsito vehicular de la avenida Observatorio y las calles aledañas. Derecha: la Estacin alberga delicada maquinaria de manufactura alemana (J. A. Reynoso)
maPoteCa orozCo y Berra
En 1877 el general Vicente Riva Palacio, Ministro de la Secretaría de Fomento, establece el Departamento Cartográfico, que se suma pronto a la Comisin Geográfica Exploradora con la misin militar y civil de “trazar una carta a escala 1:100,000 del territorio nacional, además de realizar un inventario de todos los recursos naturales de los reinos vegetal, animal y mineral mineral que se encontraran encontraran en el territorio”. territorio”. Las colecciones de fsiles, plantas y especímenes animales que logr reunir la comisin se encuentran resguardadas en el Instituto de Biología de la unaM y en el Museo de Geología ubicado en Santa María la Ribera. En la mapoteca se encuentran los originales de las cartas que se llegaron a producir e imprimir y un importante archivo técnico, el cual tiene informacin referente referente a la tenencia de la tierra y delimitaciones municipales y estatales que se lograron establecer en aquel momento. El acervo más importante es la coleccin cartográfica de mapas y planos antiguos del país que Manuel Orozco y Berra coleccion. Orozco y Berra, ingeniero topgrafo y abogado, ocup importantes cargos de gobierno y fue director del Archivo General de la Nacin durante la presidencia presidencia de Comonfort. La mapoteca cuenta con más de sesenta mil mapas del continente americano que datan desde el siglo xvii xvii. Tiene también una importante coleccin de instrumentos astronmicos y de medicin utilizados por exploradores y funcionarios que realizaron levantamientos del territorio territ orio nacional. 189
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Estanterías de la Mapoteca Manuel Orozco y Berra (J. A. Reynoso)
La mapoteca es parte de la Red de Consulta del inegi desde hace más de veinte años, por lo que también cuenta con acervo actual. iNStituto PaNameriCaNo De GeoGraFÍa e HiStoria (1928)
En 1928 se crea el Instituto Panamericano de Geografía e Historia. La fachada del edificio que lo alberga perteneci al “Cuartel de los Gallos” en la plaza de la Santa Veracruz en el centro de la ciudad de México. Actualmente este palacio aloja además al Servicio Meteorolgico Nacional, a la Comisin Nacional de Agua, así como c omo a la ya mencionada mapoteca.
Paulino Castañeda Delgado e Isabel Arenas Frutos. Un Portuense en México: Don Juan Antonio de Vizarrón, Arzobispoo y Virrey Arzobisp Virrey,, Ayuntamiento de El Puerto de Santa María, El Puerto de Santa María, 1998. 2 Informaciones de génere del doctor don Juan Antonio de Vizarrn y Eguiarreta, pretendiente al arcedianato de Sevilla, Dignidad de la Santa Iglesia Metropolitana y Patriarcal de la ciudad de Sevilla. A.C.S., Pruebas, Leg. 33, Letra J, No. 115. En El Arzobispo Virrey Vizarrón y el Cabildo de la Catedral de Sevilla de Pedro Rubio Merino de la Universidad Internacional de Andalucía. 3 Enciclopedia de México, Impresora y Editora de México, 1978, tomo 5, Gobernantes de México, Fernando Fernando Orozco Linares, Panorama, México, 1986, 2ª. Edicin. 4 María Bustamante Harfush y Araceli García Parra. Tacubaya Tacubaya en la Memoria, Primera Edicin, Gobierno de la Ciudad, Universidad Iberoamericana, Fundacin Antonio Haghenbeck y de la Lama y Consejo de la Crnica de la Ciudad de México, México, 1999, p. 91. 5 Madame Caldern de la Barca. La vida en Mèxico, Mèxico, p. 102. 6 Antonio Fernández del Castillo. Tacubaya: Historias Leyendas y Personajes, Personajes, 1 Ed. México, Porrúa, 1991, p. 204. 1
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ex arzobispado
Manuel Rivera Cambas. Op. cit ., ., p.375. 8 Paul Spreiregen. Compendio de arquitectura urbana, urbana, Barcelona, American Institute of Architects, Gustavo Gili, 1973, p.31. 9 Emil Riedel. Op. cit ., ., p. 392. 10 Antonio Fernández del Castillo. Op.cit ., ., p.438. 11 Ángel Anguiano (1882). Viaje a Europa en Comisión Astronómica, informe que el Ingeniero Ángel Anguiano Director del Observatorio Astronómico Nacional Mexicano presenta a la Secretaría de Fomento , Imprenta de Francisco Díaz de Len, México, DF, 1882. 12 Vernica Mata Acosta y María Elena Jiménez Fragoso. Nuestras Bibliotecas dentro de Biblioteca Universitaria Nueva Época, Enero-Junio 2005, Vol. 8, No. 1 13 Joaquín Gallo. El Observatorio Astronómico Nacional en su quincuagésimo aniversario, aniversario , México, D.F., Secretaría de Fomento, 1928, p. 6. 14 J. Gallo Sarlat. El ingeniero Joaquín Gallo Monterrubio, astrónomo, universitario y hombre cabal , edificio particular, Cerrada Presa Escolta 185, San Jernimo, C.P. 10200, México, 1982. 7
Instituto Panamericano de Geografía e Historia en 2008 (María Bustamante Harfush)
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Comentan los vecinos Además de las grandes quintas de descanso descanso en Tacubaya, Tacubaya, coexistían naturalmente naturalmente todo tipo de casas, a cual más diversas, grandes y pequeñas, de una o dos plantas, unifamiliares o vecindades populares —como La Pila, por ejemplo, una vecindad muy grande que se construy alrededor de la toma de agua que tenía el mismo nombre— habitadas por personas pertenecientes a diversas clases sociales. El prominente hombre de letras, el científico, el maestro, el político o el artista conviven en esta privilegiada regin con el trabajador annimo, con el comerciante, con el panadero, con quien atiende el puesto de flores o tal vez con el zapatero de la esquina. La gente se conoce, se saluda cordialmente cada mañana y se siente satisfecha de vivir en Tacubaya. Tacubaya. Esta sensacin ha perdurado a través de muchos años, como lo demuestran algunos textos de Guillermo Prieto, de Justo Sierra, de Joaquín Gallo o de algún vecino que vivi a finales del siglo xix o a principios del xx . Por tal motivo se incluyen en este espacio los recuerdos y las vivencias de personajes tacubayenses, algunas de ellas recogidas de viva voz para dar constancia constancia de cmo se vivía y cmo se sigue viviendo viviendo en la actualidad actualidad en Tacubaya. Tacubaya.
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e decía que a mediados del siglo xx todo el mundo quería seguir viviendo en Tacubaya, pues aún era una regin muy popular, sobre todo por su clima tibio y su ambiente acogedor. Diariamente había venta de pájaros y de flores, práctica que subsisti durante mucho tiempo. Tacubaya era alegre y todo el mundo convivía de la manera más cordial. En los años cuarenta y cincuenta todavía muchas calles no estaban asfaltadas; los niños corrían y jugaban en el piso de tierra y allí hacían sus hoyitos para jugar a las canicas. En las tardes podía verse a los vecinos de las colonias populares salir a platicar unos con otros o a regar las calles para aplacar el polvo. Se convivía también en los mercados, como el Cartagena, o en los
parques, como el Jardín Primavera, cerca del cual se llegaría a instalar el Colegio Alemán y donde se podía montar a caballo. En la pérgola de ese jardín se ponían lonas y la gente acudía a ver películas al aire libre; se compraba el pan muy de mañanita y también en las tardes y esto, según se cuenta, daba oportunidad a escuchar la hermosa voz de Emilio Tuero, que cantaba mientras despachaba el pan. También había diversos círculos culturales y se formaron varias agrupaciones, como el Ateneo de la Juventud o el Círculo Helénico para mujeres en el Jardín Primavera. La merienda al anochecer no perdonaba la leche, que había repartido el lechero en las casas, con sus grandes botes de lámina transportados en burro. 193
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La actividad comercial era muy intensa en Tacu- conservas, almíbares y salmueras; los jamones y los baya; además de la produccin del tradicional aceite quesos estaban colgados; casi no había alimentos ende oliva, pulque y la venta de frutas y verduras, mu- latados en aquella época, por lo tanto la carne, el pochas familias se dedicaban a los negocios más diver- llo, la fruta y la verdura se compraban todos los días, sos. Por ejemplo, los Dumas, de origen francés, eran igual que la leche. En la parte posterior de la casa se catadores de vino; los Saavedra y Sordo, ferreteros, ha- encontraba un jardín con un lago y había un espacio cían clavos y tornillos; había algunos madereros, de ahí para las jaulas de las aves de corral; pudiera decirse el nombre de la calle: “Madereros”. Se establecieron que era el complemento “vivo” de la bodega, pues en también muchas familias españolas que administra- esas jaulas se guardaban patos, guajolotes, gallos y gaban, sobre todo, panaderías, tiendas de abarrotes llinas, de cuyos nidos se recogían los huevos todos los y grandes almacenes de venta de semillas, zapatos y días. En la zotehuela estaban los cuartos y el baño de alpargatas. las sirvientas, con un excusado colado de concreto y Mi abuelo Francisco Montes de Oca Oc a y Vega Vega vivía en un tanque alto. Mi abuela había estudiado enfermería y, con un Antonio Díez de Bonilla. Fue un famoso pedagogo a quien le fueron otorgados varios reconocimientos, reconocimientos, gran sentido de caridad, había instalado su consultocomo el Premio de Cuba, las Palmas Académicas de rio dentro de la casa para atender a la gente necesiFrancia Francia y otros premios en Argentina y Alemania. Ja- tada. Estaba junto al comedor que, como el resto de más quiso salir de Tacubaya. las habitaciones y la cocina —siempre llena de olores Su casa, grande y hermosísima con fachada de te- exquisitos—, daban al patio central. En éste se habían zontle, era de estilo sevillano, con un gran farol a la construido dos casitas para mis tías. Todo el corredor entrada. Estaba en una esquina, con balcones sevilla- alrededor del patio central estaba lleno de macetas nos que daban a la calle. El patio principal tenía una decoradas con pedacitos de platos rotos, con muchos gran fuente en el centro y daba paso a las habitacio- helechos, diversas plantas y flores hermosísimas. La nes. El despacho de mi abuelo estaba a la entrada, a la casa era muy bella, llena de luz y de cantos de pájaros, izquierda, y lo pusieron ahí porque mucha gente iba cuyas jaulas también se colgaban en ese corredor. Los a pedirle ayuda, de manera que las personas podían muebles eran a la usanza de entonces, con escritorios entrar y salir sin interrumpir a los demás habitantes de de cortina, lámparas, candiles, floreros, grandes lala casa. Después del despacho se encontraba la sala, y vamanos y muebles de caoba. Además Además de la sala sala prin junto a ella, ella, la recámara recámara de de mis abuelos, abuelos, seguid seguidaa de la cipal, había otra más pequeña, que era la “de pedir mano”, dedicada precisamente a este efecto, con un alcoba de las dos hijas: mi mamá y su hermana. El baño era un sitio importantísimo, porque era silln “tú y yo”. signo de gran distincin: ¡Ya tenemos baño!, presuDe techos altos, con cielo raso, las habitaciones temía la gente de entonces. El baño se había introducido nían ventanas protegidas con los llamados “oscuros” a las casas y, por lo general, estaba en el sitio más in- de madera para cubrir totalmente la luz. Las cortinas oportuno, ya que se le había tenido que hacer un espa- eran de dos tipos (unas pesadas de terciopelo o brocio porque no había sido construido de antemano. El cado y otras delgadas), con visillos, que se colocaban baño de la casa de mis abuelos era, como la mayoría de también en las ventanas y puertas que daban al correlos de aquel tiempo, muy amplio, con varios anaqueles dor interior de la casa. La casa de mis abuelos fue demolida cuando se hi y la parte parte superi superior or abierta, abierta, para que salier salieraa el vapor. vapor. En otro sector de la casa estaba la bodega, que era cieron las obras del Metro. un espacio cerrado donde se guardaban todo tipo de Mercedes Cortés y Montes de Oca 194
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oy Elena González García Moreno y nací el Alrededor de 1918 mi abuela se cambi a lo que 3 de marzo de 1930. Mi abuelo fue el Coronel ahora es la Colonia San Miguel Chapultepec. de Caballería de la Plana Mayor Facultativa Felipe García Moreno y Espinosa, quien fue Director Elena González García Moreno de la Fundicin Nacional de Artillería, edificio que se encontraba en lo que ahora son los cuarteles de las Guardias Presidenciales, a un lado de los Pinos. A la muerte muerte de mi abuelo abuelo en 1908 la familia familia quea informacin que tengo de don Vicente Lira d integrada por mi abuela, Elena Beltrán Guerraes bastante escasa. Tengo entendido que era Manzanares de García Moreno, y diez hijos, más uno originario de Guanajuato, un hombre filána punto de nacer. Vivían en Tacubaya, en un sitio muy tropo de vocacin. Vino a radicar a la capital hacia agradable cercano al río, actualmente entubado, en la finales del siglo xix y trajo consigo a algunos jvenes calle de Rufina, que tenía una fuente y muchos árboles. prometedores a quienes financi sus estudios. Entre En esos tiempos no había agua corriente y el agua- ellos estaba Pedro Alemán, que estudi odontología dor acarreaba las castañas de agua para repartirlas a y lleg a ser un destacado dentista. cada casa. Había muchos colorines por ese rumbo, Vicente Vicente Lira se dedic dedic a introdu introducir cir cereales cereales del Bapues el aguador usaba las semillas para contar sus via- jío a la ciudad ciudad de México México,, con lo cual cual hizo hizo buen buen dinedine jes. Desde la casa de mi abuela se veía el río y, cuando ro. Convivía estrechamente con la familia del dentis venía crecido, mis tíos se asomaban a la barda para ta, que vivía en Portales, y cuando mi abuelo Gustavo ver todo lo que arrastraba arrastraba la corriente: animales, ár- Lundberg construy su casa en la misma cuadra que boles y hasta algunos muebles. ellos, surgi una estrecha amistad entre los tres. Entre los colegios que había en Tacubaya estaban el Ellos gustaban ir de cacería a Morelos, lo que moSan José de los padres Paules, al que iban mis tíos, tiv que mi abuelo y Pedro Alemán construyeran su el Colegio Luz Saviñn y el de los parvulitos, que se casa de campo en Cuernavaca y los tres pasaran agrallamaba El gato bebe leche. dables fines de semana en esa ciudad. Me han contado que mi abuelo tocaba muy bien Don Vicente Lira nunca se cas ni tuvo descenel piano, un piano muy hermoso, que yo conocí. En dencia. Tengo entendido que Pedro enviud y se cas diciembre mis tíos se dedicaban a hacer las piñatas en segundas nupcias con Lucha Zetina, hija de Carentre todos para poder celebrar las nueve posadas con los B. Zetina y hasta donde sé, fabricante de calzado. la letanía cantada, por supuesto, en latín. De los hijos de Pedro Alemán recuerdo a Jorge, tam Aún conservo el candil de la sala; el retrato de mi bién dentista, a Amparo y Pedro. Como vecinos que bisabuela (la mamá de mi abuelita) pintado por Pe- eran, fueron los compañeros de juego de mi madre y legrín Clavé; dos acuarelas de Ramos Martínez; un mis dos tías. Ante la constante insistencia de las tres escritorio labrado y un juguetero estilo Luis XV con mi abuelo construy una alberca en Cuernavaca, diestampas francesas. También he guardado los diplo- cen que fue de las primeras. Allí, junto a la piscina, mas de los nombramientos militares de mi abuelo, estimo que debe haber sido alrededor de 1932, fue firmados por don Porfirio Díaz. tomada la foto de Vicente Lira con mi abuelo. A mi Conservo además una carta de mi tío t ío Enrique, naci- abuela le gustaba mostrarla con una amplia sonrisa, y do en 1896 o 1897, y que muy jovencito, estando en el la titulaba “Don Quijote y Sancho Panza”. ejército, presenci la toma de Tampico por los revoluCuando mis padres se casaron don Vicente Lira les cionarios y se vio obligado a atravesar la Huasteca a pie. ofreci, como regalo de bodas, celebrar el banquete en
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Vicente Lira y Gustavo Lundberg disfrutando de la alberca en la casa de Cuernavaca
su casona y parque de Tacubaya que había adquirido tiempo atrás. Existe una breve película de ese evento, filmada el 19 de enero de 1935: en ella aparece el anfitrin por brevísimo espacio (unos dos segundos), lamentablemente de espaldas, dando la bienvenida a la pareja nupcial. Supe que don Vicente pasaba largas temporadas en Suiza y que era un ávido lector y aficionado a la fotografía. Sería alrededor de 1960, yo ya manejaba, cuando mi abuelita me pidi que la llevara a visitar a don Vicente Lira, que estaba enfermo. Fuimos a su casa, adosada al parque. Lo encontramos en cama, en una habitacin pequeña, obscura, llena de libros y cuadros. Muy lúcido, estuvo platicando con mi abuelita de tiempos pasados. Slo recuerdo que ella me señalaba sus dotes de buen fotgrafo y recalcaba que conservaba miles de excelentes fotografías. Al fallecer, su herencia se constituy en la FundaFundacin Vicente Lira, que qued a cargo del doctor Jorge Alemán. El propsito de la fundacin fue apoyar, mediante becas, los estudios de jvenes. Su biblioteca la don al inaH; en el archivo y la biblioteca del Museo de Antropología se puede consultar su legado. Joachim von Mentz Mentz
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a casa de mi abuela era muy grande y estaba construida sobre lo que hoy es avenida Parque Lira. Esta casa donde yo, Isabel Saldívar, vivo actualmente actualmente es tan slo una parte parte de de lo que que fue fue el jardín jardín de mi abuela. Éste era era tan grande que en en él pudieron construirse tres casas: la mía y otras dos, que pertenecen a mis hermanos. Además, fue necesario vender otra parte del del terreno a una una agencia de autos. autos. Aquella Aquella casa de mi abuela ya no existe, existe, pues pues la tiraron cuando construyeron la avenida. En Tacubaya las propiedades eran casas de campo a las que se venía a descansar, pues el lugar era muy bonito gracias a la frescura del aire. La casa principal de mis abuelos estaba en el centro, en Donceles 66. Yo nací en 1918 y por esa época más o menos, cuando el agrarismo, le quitaron a mi familia todas sus haciendas. Fue una época muy dura, pues unos años antes las personas que tenían cierta fortuna se deshicieron de algunas de sus propiedades para poder comprar haciendas. Y luego les quitaron todo. En especial recuerdo una que estaba en Querétaro. Íbamos allá de vacaciones y, chamacos al fin, hacíamos muchas brutalidades. Nos gustaba echarnos desde las montañas de trigo o de maíz que había en las trojes, corriendo peligro de que se nos cayera encima todo el grano y nos ahogáramos. Como mi abuelo quería saber cuál era el mejor maguey para hacer tequila, pues había de muchas clases, mandaron traer a un un bilogo alemán, apellidado Weber, para que hiciera estudios sobre los magueyes. Estuvo trabajando en varias haciendas de mi abuelo, pero especialmente con los magueyes que tenía en una hacienda en Pachuca. La casa de mis abuelos que estaba en Parque Lira era más o menos como todas las que había en esa época: de dos pisos, con una hilera de cuartos que daban a la calle y un corredor con vidriera que daba hacia el jardín. El corredor tenía muchas plantas con flores en macetas muy bonitas; también había muchas jaulas de pájaros. En el primer piso estaban las recámaras, con un baño nada más. No se usaba tener tantos baños como
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ahora. En el piso de abajo estaban el comedor, la sala años. Dentro de sus límites transcurri toda su vida y creo creo que también también la capilla, capilla, pues pues en en ese ese entonc entonces es toto- y buena parte de de las vidas de varios de sus sus hijos y nieniedas las casas tenían su propia capilla, aunque fuera pe- tos. Era una comunidad apacible, donde quedaban queñita. Del otro lado se encontraba la cocina, que era algunos retazos de aquellos tiempos en los que la vida muy grande y tenía muchísimos trastes de cobre, como se llenaba con los pregones, el olor del humo de los los cazos en los cuales se hacían los ates que tanto gus- anafres, el traqueteo de los autos sobre las calles emtaban a mis abuelos. Es muy fácil hacer ate: nada más pedradas y el calmante silbido del sereno cuando hahay que poner a calentar la fruta y el azúcar y mover y cía su recorrido nocturno. mover hasta que esté listo; el dulce luego se debe poner El día a día transcurría entrelazando a todos los haen moldes de barro y puede durar hasta cinco años. Los bitantes del barrio. En las primeras horas de la mañamoldes eran de Talavera y los habían mandado a hacer na, al tomar el camin hacia la escuela o el trabajo, nos especialmente para mi abuela, por eso imprimían su saludaba el Popocatépetl, detrás del cual se asomaba un nombre o el apellido de la familia. Igual pasaba con hermoso sol anaranjado. Las tardes se llenaban del solos trastes de cobre, que tenían grabadas las iniciales de nido de las trtolas, del rugido distante del len que la familia. Para las jaletinas también se usaban moldes exhibían en el hotel Vila y del graznido de un pavode cobre, de diferentes formas, muy bonitos. Mi abuela rreal de una casa cercana. tenía muchos jarros, cazos, sartenes y utensilios para Las estaciones se anunciaban con los pregones de la cocina, pero no le gustaba guisar; la cocinera ha- los vendedores que bajaban de los poblados vecinos a cía todo. Yo sí aprendí a hacer ates y todavía los hago. ofrecer los diversos productos de sus huertos y granLas camas se calentaban en la época de frío con esos jas. Antes de la Navidad, amarrados de un mecate, mecate, se calentadores que se llenaban de carbn y se metían en- veían por las calles los guajolotes que eran ofrecidos tre las sábanas. Mi abuela fue muy enfermiza y viajaba para la engorda previa a la cena navideña. De igual formucho con mi abuelo por toda Europa, pero a los nie- ma, los marchantes de pájaros, flores, canutos, camotos no nos llevaban; decía que iba a ver a los médicos. tes o el mismo cartero tenían un “llamado” especial Uno de mis hermanos, Jaime Saldívar y Fernández Fernández con el que anunciaban su presencia. del Valle, era pintor y algunos de sus cuadros perteneQué decir de la temporada de vacaciones, que ducen al Jockey Club y otros están en el Club de Indus- raba desde el aniversario de la Revolucin hasta el de triales. También También pint un cuadro muy grande, casi un la Constitucin. En esa época diario pasábamos las mural, que en el centro tiene los versos de Suave Pa- mañanas en ese gran jardín que es el Bosque de Chatria, tria, de Lpez Velarde, y alrededor del poema aparecen pultepec. Ahí teníamos los juegos de La Hormiga y cuadros más pequeños con algún paisaje mexicano. bajábamos en “carritos” o en patines por lo que ahora es el acceso a Los Pinos; visitábamos el zoolgico; Isabel Saldívar escalábamos el risco del castillo o remábamos y jugábamos luchas de agua en el lago. Ya Ya cerca cerca de Navid Navidad, ad, por por las tard tardes, es, nos nos prepa preparáb rábaamos para asistir a las posadas que durante poco más de ací y viví en Tacubaya hasta alcanzar la ma- una semana se realizaban en casa de cada uno de mis tíos. yoría de edad, antes de que la atravesara el De las casas solariegas que habían distinguido al baMetro y la construccin del Hospital Mocel. rrio de San Miguel quedaban solamente algunos reMis abuelos, que nacieron en la colonial ciudad cuerdos, si bien bastante impresionantes, como la anTeresa, que ocupaba una manzana manz ana de Guanajuato, se asentaron en Tacubaya hace ya cien tigua casa de los De Teresa,
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entera y en cuyo casco se instal el Colegio América, yo por algún programa programa de televisin, televisin, y que “las damas donde aprendí mis primeras letras. no pagaban entrada”. Más bien quedaban las innumerables vecindaLa comunidad también cont con sus personajes, des que se habían construido en los terrenos de esas los que por ser diferentes se destacaban del entorno: grandes propiedades. Allí habitaba una gran cantidad la Nahui Ollin, las Albertinas, Albertinas, José el Loco... Loco... En fin, esa vida apacible termin cuando en mede familias que iban abriéndose camino en la vida, colaborando en oficinas y fábricas. En la parte baja dio de todo se levant un gran hospital y con éste de sus fachadas estaban las accesorias que alojaban los arribaron a la colonia gran cantidad de autos y mopequeños negocios: la tienda de don Nico, el estu- vimiento. vimiento. Alguno Algunoss de sus habitantes habitantes emigraron emigraron a otras otras dio del escultor J. Guadalupe Zenteno, la tintorería colonias más tranquilas y sus casas se convirtieron en de don Anselmo, el taller del sastre-cortador sastre-cortador Nelson consultorios. Otros permanecieron en el barrio y se Alpuche, del zapatero zapatero don Gregorio Gregorio y muchos más. más. fueron ajustando a un nuevo ritmo, más acelerado. Si algo aprendí de mi padre fue el preservar la El gran cambio fue la poblacin flotante que día a dignidad de aquellos que nos prestan algún servicio. día llega de otras zonas a trabajar en este espacio que Adicionalmente Adicionalmente a lo que me inculcaba inculcaba mi padre, la antaño era un remanso de tranquilidad. misma comunidad me lo enseñaba: cada uno de los habitantes de nuestra calle llevaba su vida y desempeDon Tomás ñaba su oficio con una dignidad sorprendente. Todos prestaban sus servicios con amabilidad y profesionalismo. Cuando salían se calaban el sombrero y, con on Víctor Sánchez Castello comenta que tiene sus ropas algo ajadas, caminaban con porte y hablaban hablab an setenta y nueve años de vivir en la misma casa: con propiedad. El respeto al otro era la norma. Era Soy ex alumno del colegio Patria; hice el frecuente ver al mediodía que las señoras o los hijos bachillerato en Gelati y estudié en el Politécnico. Politécnico. salían con el portaviandas para llevarles la comida reCuando yo era niño, las calles de Gobernador Luis cién preparada al marido o al papá donde éstos pres- G. Vieyra y Gobernador Antonio Díez de Bonilla no taban algún servicio. Aun las personas que pedían las estaban asfaltadas, eran calles pobres, de tierra. Ensobras llevaban sus botes lavados y sus ropas limpias. tonces la avenida Parque Lira, cuyo antiguo nombre La cohesin comunitaria se percibía más fuerte- era de Torres Torija, estaba destapada y pasaba un río destapada y pasaba mente en la iglesia. La parroquia era el punto de con- por ahí; era una calle pequeña. También estaba el tacto entre los habitantes. Desde las fiestas patronales Puente de La Morena y había una calle cerrada que y el “lavado “lavado de pies” de la Semana Semana Santa hasta el cine con Manuel Reyes Veramendi formaba una ele que dominical, todo era una ocasin para la convivencia. corría de oriente a poniente y cerraba al norte. Todo También era un lugar que brindaba servicios de dis- era diferente. pensario, asilo, guardería, etc.; se veía por el otro y Hace ya más de cuarenta y cinco años que entuse ayudaba a pasar la adversidad. Era un poco como el baron ese río que corría por la avenida Parque Lira poema de Machado, en el que cada uno volvía después y, en 1958, abrieron avenida Observatorio. Todavía Todavía a su pobreza o su riqueza, pero con un sabor fraterno. recuerdo que cuando era chico me daban de varazos Otro espacio de convivencia que funcion du- en las piernas por meterme al río a pescar o a sacar rante muchos años fue el saln de baile La Floresta. sapos, ajolotes y viboritas. Ése era nuestro juego. Dada mi edad no tengo mayor recuerdo que los carEmpecé a trabajar muy muchacho muc hacho en un depsito de teles en los que se anunciaban las bandas que conocía cigarros y dulces, El Fénix, sobre avenida Jalisco 224;
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ahí estaba encargado de hacer manos de papel de es- tenía unas potrancas y unas caballerizas con ponis, traza, con once pliegos enrollados. Era tan chico en pero en Texcoco. esa época que me tenían que cargar para que pudiera Alguna Algunass person personas as famos famosas as había habían n vivido vivido en Tacu Tacubabaalcanzar el teléfono al hablarle a un compadre de mi ya, como como Guil Guiller lermo mo Priet Prietoo (su (su casa casa esta estaba ba a dos dos cuadras cuadras papá a Cuajimalpa. Aún recuerdo que el teléfono era de la de Pancho Saavedra) y Maximino Ávila CamaP 13 28 de Mexicana, pues en ese tiempo slo había cho, quien vivía en la Av. Del Castillo. Según se sabe, la curva que tiene el Periférico Periférico se hizo para librar esa dos compañías telefnicas; Ericson era la otra. Por mi mal comportamiento mi padre me envi a propiedad. vivir con su hermano hermano para que me acabara de enseñar Había varios negocios muy conocidos y frecuenel alemán; y también tenía que aprender inglés. Mis tados por los habitantes de Tacubaya, como los Bapadres eran asturianos pero querían que aprendiera ños Edén, que tenían una fachada de tezontle y una otros idiomas. herrería preciosa; o la fábrica de calzado Carlos B. Era entonces común ver por las calles de Tacubaya Zetina. Poco después se estableci la fábrica Excélsior, a un charrito, el General Popo, Popo, que anunciaba llantas y de postres y chocolates, que se convirti en una dulse vestía con uniforme y un sombrero de tres picos. cería Sanborn’s. Todo fue cambiando, poco a poco. Salía del Colegio Alemán “Alexander von Humboldt” En 1952 se cerr el cine Tacubaya (después cine Ca y se subía a un cochecito adaptado para él. Nos gus- rrusel), una construccin de ladrillo de dos pisos. taba mucho verlo. Eran famosas las tortas de Lalo, en Gobernador CoPrácticamente todas las casas eran de un solo piso, varrubias, y la Arena Hollywood entre José Morán y entonces casi no había construcciones de dos pisos. Las General Cano. Cerca de la calle de Progreso había un que todavía siguen en pie son entresoladas, entresoladas, pues la ma- peluquero, sobre Cerrada de la Paz, el mismo dueño yoría fueron demolidas. demolidas. de la conocida Peluquería Peluquería de Damas California. Además, en el cine Hipdromo, Hipdromo, del lado izquier Yo Yo me brincaba a la casa de los Escandón a buscar pelotas de tenis y a jugar quemados y, chamacos entonces, do, estaba la Nevería Atenas, muy famosa. Derecho, éramos tan tontos que no nos llevábamos las raquetas, por Alpes, se daba vuelta y se llegaba a un saln de sólo las pelotas, que valían mucho menos. Cuando nos baile. Por ahí estaba la entrada al cine Ermita, que saltábamos nos ladraban unos perros negros raza gran era muy barato entonces. Yo pagaba cuando mucho danés, muy grandes, que estaban encadenados. Los vi- treinta centavos y eso ya era de lujo; podíamos ir a gilantes nos gritaban: “¡Asaltantes, bandidos!” y solta- primera y a segunda y ver tres películas por cuarenta centavos. En el Teatro Arbeu salía Fumanchú y ahí, ban a los perros para que nos persiguieran. Teníamos varios vecinos que todavía recuerdo: ha- en cambio, la entrada era muy cara, pues podía costar bía unas mujeres que eran famosas porque una de ellas hasta cuarenta pesos. En la Cerrada de la Paz había casas muy bellas, alguera más fea que el diablo. No nos querían y nos echaban a los carabineros o mandaban traer a los policías nas tenían más de cincuenta metros de fachada. Estaba cuando jugábamos futbol. también el Kinder Blancanieves. Por esa época se insManuel y Maximino Ávila Camacho, junto con talaron también muchos negocios familiares: se ponía Martín del Campo, venían a cabalgar por aquí. Era una mesa en la puerta de la casa y se vendían toda clase frecuente ver caballos por estos rumbos. Por ejemplo, de antojitos. Por ejemplo, Los Pambazos estaban sose dice que en la embajada rusa había cuatro caballeri- bre Benjamín Franklin, en un casern que ocupaba la zas. También También paseaban por aquí Antonio Haghenbeck mitad de la calle y donde habían estado unos laborato y un americano americano llamado Enrique Henderson, quien rios; se vendían por una ventanita que daba a la calle. 199
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Todo ese rumbo estaba lleno de tienditas alemanas, pues ahí estaba la colonia alemana. Por mi parte, en 1968 abrí mi primer restaurante cerca de ahí, por donde luego pusieron una sucursal de La Poblanita, en la calle de Martí. Yo compré La Poblanita precisamente en 1968, pero fue hasta 1980 cuando me pasé a este local. Atrás del restaurante La Nueva Poblanita estaba la casa de campo de los Escandn. Yo nací en una pieza de este restaurante de Parque Lira, por eso puede decirse que yo no soy mexicano, soy tacuba yense. Sin embargo, Enrique Enrique K. Henderson Henderson me hizo hizo residente americano, así que soy mexicano, americano y español, pero sobre todo tacubayense.
la iglesia de San Diego –convertida en cove–, la vía del ferrocarril a Cuernavaca y otro tramo más oscuro; por la noche eso era “la boca de lobo”. En el tranvía que abordamos había un tramo de asientos fronteros y Gustavo y yo nos sentamos enfrente del señor licenciado Salvador Reynoso y su hijita. No me era posible dejar de ver a esa niña angelical que llam poderosamente mi atencin. Le pregunté a Gustavo quiénes eran. Gustavo me dijo sus nombres y durante el trayecto no aparté mi vista de ella. Como ya era un poco tarde, el tranvía se deslizaba veloz por la Avenida Chapultepec y pronto llegamos a las Rejas y al Cambio de Dolores. Al poco rato, mis vecinos de enfrente se levantaron de sus asientos para bajarse en la parada Víctor Sánchez Castello Gelati. Rápidamente me despedí de Gustavo y también bajé en esa parada, ante el asombro de mi amigo, pues no me correspondía descender ahí. Los fui siguiendo para ver en dnde vivían, sin que ellos se dieran cuenta. adie puede saber lo que le pasará al abordar Apunté Apunté el el apelli apellido do y la dire direcci ccin: n: Reyno Reynoso, so, Gelati Gelati 41. 41. 1 un tranvía. Voy a platicarles lo que a mí me sucedi al abordar uno de esos viejos tranvías 1 Del libro de la familia Re ynoso Obregn. S/datos de edicin. eléctricos, pintados de amarillo, que hacían el recorrido por distintos rumbos de la entonces placentera Joaquín Gallo Sarlat capital. La mayoría de las veces estaban destartalados y algunos llevaban remolques para quienes viajaban en “segunda”, más barato, claro, pero estaban abiertos y o nací en Tacubaya y desde niño mi papá nos los pasajeros expuestos al viento, a la lluvia o a perder llevaba con frecuencia al centro. Caminábamos lo que llevaban, pues desde abajo los peatones, al echar por las rejas de Chapultepec y recuerdo que en andar el tranvía, jalaban los bultos o sombreros que el Cambio de Dolores, donde estaba el mercado de Las podían. Flores, había unos tranvías ligeros arrastrados por mulas transpor Una noche en compañía de mi amigo Gustavo Ote- que subían por la calle de Madereros, algunos transporro, ahora doctor, salimos del teatro Arbeu, a donde tando pasaje y otros, féretros para su inhumación. “No habíamos concurrido a oír el famoso coro de los Bo- veas, veas, no veas”, veas”, le decí decíaa el abue abuelo lo a mi papá papá cuan cuando do estaestateros del Volga. Abordamos el tranvía a Tacubaya y ban subiendo los féretros, con lo que yo entendía que también subi una chica guapa, sencilla y amable, algo pasaba y con más razón volteaba. Los arrieros se coacompañada de su señor padre; ambos saludaron a municaban con las mulas por medio de puras groserías. Gustavo. Yo no los conocía, pues vivía lejos del cenNos juntábamos varios primos para ir a andar en tro de esa bella poblacin porque mi padre era el di- bicicleta a Chapultepec; nos gustaba ir por la Calzarector del Observatorio Astronmico, ubicado en la da de los poetas, la de los filósofos y por la fuente de parte más alta de Tacubaya y que estaba un tanto in- Don Quijote, que ya no existe porque se la robaron. comunicada con el resto. Había que pasar el cuartel, Tampoco está ya la fuente de Las Ranas.
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Nos gustaba mucho también pasear por el jardín nevero de la esquina; el merenguero; merenguero; las misceláneas botánico, hoy reservado para personas de la tercera y el maestro zapatero. El conocimiento de los veciedad, y por el lago de Chapultepec y la fuente donde nos, después de tantos años de convivir en el rumbo, estaba una rana que tocaba la guitarrita. El baño de se volvía amistad, en la colonia San Miguel ChapulMoctezuma estaba en la gruta del lado derecho, cerca tepec de mis hermosos recuerdos. de la Casa de los espejos. Dicen que había un túnel José Antonio Parra Parra que iba desde el castillo hasta Los Pinos y que bajo Los Pinos había una pirámide y canales. El bosque de Chapultepec era nuestro jardín. Diario íbamos a jugar y vivimos muchísimas aventuras, algunas muy divertidas. El gobierno cerr parte de La uando yo era chico, esta banqueta que hoy se Hormiga y para el público qued slo una seccin: ve en la avenida Parque Lira era muy ancha La Hormiguita, en donde se podía patinar. Después y del otro lado de la calle había pura tierra. también nos quitaron el área donde rentaban las bi- La barda sí estaba así, pues ésta era de una de las casas cicletas. De los columpios quitaron la mitad y fue más grandes y elegantes que había entonces. Echeverría quien cerr la puerta del bosque que daba Por aquí pasaba un tren de los amarillos, que tenía a la calle de Gelati. Había un túnel por el que se en- su terminal en el Mercado Cartagena. Ahí empezatraba directamente al zoolgico, pero Lpez Portillo ban unos arcos y había un corredor techado. Todo lo modific. eso era una barriada llena de puestos de mucha merSe dice que los leones de metal originales de las cancía y uno encontraba de todo: verduras, frutas, puertas de Chapultepec formaban parte de lo que flores, ropa y fritangas; también había una pulquería iba a ser el Palacio Legislativo y, cuando se cancel el y un cabaretucho de mala muerte, creo que le llamaban proyecto, los mandaron a resguardar las puertas del el Montealbán. bosque. Al pasar por la fuente de Las Ranas los veciNosotros vivíamos en el Chorrito, cerca del mernos recordaban algunas anécdotas, como cuando los cado, a un lado de José Morán, y por esos rumbos las candidatos a presidente eran Calles y Serrano: una de calles entonces no estaban pavimentadas, ni siquiera las ranas era decía: “Yo no quiero ser rano”, rano”, a lo que había banquetas. Por eso yo aprovechaba para jugar al los patos contestaban: “Es mejor que calles”. trompo con mis amigos: se estilaba meter monedas en Conocíamos a casi todos los vecinos de la calle de un agujerito hecho en el centro de un círculo y había Gelati que vivían en esos rumbos, cerca de nuestros que sacarlas del agujero aventando el trompo para que abuelos y varios tíos y primos. Jugábamos mucho en rebotara contra las monedas y éstas se salieran. los patios y jardines de las casas y, en ocasiones, tam Yo Yo no nací aquí, pero como vivo desde hace mubién en la calle que, debido al escaso tráfico, permitía cho tiempo en esta regin sí creo que soy tacubayendisputar una que otra cascarita. cascarita. Los árboles eran fron- se. Mi familia era del estado de Guerrero. Me vine a dosos, el cielo azul intenso y las nubes blancas, lumi- vivir a la ciudad desde chiquillo, con una tía que era nosidades que difícilmente se repiten en la actualidad. act ualidad. lavandera. Ella iba a las casas, a veces de gente muy Era cotidiana la vista de los volcanes desde las azo- importante, a lavar la ropa. Mucho tiempo fue con teas y los segundos pisos de las casas, en una época en un señor de la Secretaría de Hacienda, que se llala que las calles eran transitadas por pocos automvi- maba Antonio Carrillo y que vivía en la colonia Náles. Retorna el recuerdo del pregn de los vendedo- poles. Mientras ella trabajaba, yo me iba a la Escuela res que pasaban ofreciendo sus variados productos; el Casa Amiga de la Obrera N° 2, la que estaba por José
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Morán y Benjamín Franklin, hoy desaparecida. Ahí Jilguero, Gorrin, Águila o Zenzontle. Yo Yo vivía enme quedaba de medio interno, pues entrábamos a las tonces en el Camino Real a Toluca, que ahora es avesiete de la mañana. Desayunábamos y comíamos en nida Jalisco, y en aquel tiempo los chamacos salíamos el comedor de la escuela; había talleres y hasta las seis a jugar a la calle. Y aquí, cuando sea verdad, pues la de la tarde nos íbamos a nuestras casas. Aprendíamos verdad, y cuando sea mentira, pues pues la mentira. varios oficios oficios pero pero yo escogí mecánica, mecánica, para para hacer tu Aquí vivi gente muy importante, importante, como como Justo Justo Sierra, que fue un personaje ilustre, un maestro muy bos y tanques de cobre. En ese tiempo Tacubaya era algo bonito. Había pegado con la juventud y que le gustaba que los niños mucho dinero y aquí estaban las mejores familias, las jugaran a cosas como los huesitos, huesitos, el yoyo o el tambor, que ahora habitan en las Lomas de Chapultepec. Esta- pues quería que las tradiciones no se perdieran. ba la familia Escandn, muy importante, que fund la Mi papá era comerciante y gracias a él –no me dej colonia Escandn y que tenía una historia muy bonita, nada material– nos pusimos a trabajar. Cuando se pero no me la sé. Ahora Tacubaya Tacubaya ya no es así... hizo grande quería dejarnos su puesto de ropa aquí en el mercado, pero yo le dije: “No papá, vende tu Juan Moyao y Margarita Pérez puesto, vende lo que es tuyo y cmetelo o paséatelo, yo no no quiero quiero nada. Lo que que yo tenga lo quiero quiero hacer yo solo, no necesito que me des nada.” Ahora tengo ochenta y siete años y este mercado mercado l Tacubaya de ahora no es ni así de chiquito tiene cincuenta y tres. Fue en la época en que se usade lo que fue. Ahora forma parte de la Dele- ron los mercados modernos; cuando se empezaron a gacin Miguel Hidalgo y ya se perdi la tradi- construir muchos locales amplios y bonitos, pues antes cin. Ni siquiera este mercado se llama ya Mercado no había tiendas grandes, ni Comercial, ni Aurrerá ni Cartagena, como antes, sino Mercado Peña Mante- Suburbia. Vino el presidente Ruiz Cortines a inaugurarlo y aquí teníamos de todo para vender. Entonces rola. ¿Qué es eso? Mis padres nacieron aquí, en Tacubaya, y aquí na- Tacubaya era muy diferente: tenía su propio centro cimos todos sus hijos. Éramos cinco hermanos y mi histrico. Hay algunas revistas que dicen algunas cosas madre nos mandaba a la escuela. Fuimos a varias del de Tacubaya pero muchas están equivocadas porque la gobierno como la Oaxaca, la Justo Sierra o la Gui- gente que escribe no conoce bien Tacubaya; hay que llermo Prieto, pero durante un tiempo estuvimos en conocerla a fondo y caminar por todas sus calles, que siguen siendo muy bonitas todavía. un colegio de paga que se llamaba Luis Vives. En lo que ahora es la Delegacin Miguel Hidal Jugábamos futbol en los campos de Bellavista, de Santa Fe y en San Pedro de los Pinos, que pertenecía go antes había una Escuela Hogar para Varones. Ahí entonces a nuestro distrito. Ahora ya no. llegaban los muchachos que bajaban de los pueblos y En aquel tiempo la vida era más barata, no había que luego no sabían qué hacer ni a dnde ir. Cuando tanta gente ni tanto vicio, ni tantos condenados vivido- no encontraban trabajo, la escuela les tendía la mano res como ahora. Aunque Tacubaya sigue siendo bonita y ahí comían y dormían. Mis hermanos y yo íbamos a pesar de tantas cosas que han cambiado, a uno le a ver cmo los muchachos hacían ejercicio militar, igual que los que iban a la Militarizada México, donsigue gustando vivir aquí. A los siete siete años yo ya andaba andaba corriendo corriendo por las las ca- de se forjaron muchos niños y jvenes. Donde ahora está este mercado, antes de que nada lles y recuerdo varias, como la calle de Manuel Doblado, Héroes de Churubusco, la de Becerra, Tránsito, se construyera, todo eran milpas, no existían casas ni
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edificios. Y se sembraban aquí chayotes y calabacitas, y también muchas flores, pues Tacubaya era famosa sobre todo por sus flores. Y el mercado que existía antes de que se inaugurara éste era muy importante, pues aquí venían muchos comerciantes con sus cosas para vender. vender. El comercio entonces era precioso, precioso, con con tanta gente que venía de provincia, sobre todo del Estado de México. Estaban los que traían fruta como capulines, tejocotes, peras, manzanas, plátano macho o morado, que ahora ya casi no hay. Vendían también acociles, nopales pa’l taco, taco, con su barbacoa o sus carnitas de aquellos tiempos, que daba gusto comer con unas tortillotas con su queso y su aguacate. O los quelites y los quintoniles. Yo Yo creo creo que Tacubaya fue uno de los primerizos los primerizos pueblos que hubo en la ciudad de México. Y aquí en los portales, muy tempranito, como a eso de las cuatro o cinco de la mañana, se vendían los jarritos con té de hojas de naranjo o de canela, con su chorrito de alcohol pa’l frío de la madrugada, para antes de ir a trabajar. Pero si tenía uno más hambre también podía beber su atolito y acompañarlo con sus tamales de capulín, de frijol o los encueraditos; encueraditos; vendían también
pan de pueblo y cafecito de olla. A mí todavía me toc comprar por cuartillo y cuarterón, cuarterón, no por kilo, y se usaba el trueque: “Yo traigo un pollo, tú traes un marranito, ¿qué te parece si lo trucamos?”. Y si no nos arreglábamos, podíamos pagar con monedas de plata; pero ésta era plata que sí salía de las minas, no como las de ahora. Cuando ya estuvo listo el mercado Cartagena y no había todavía Central de Abastos, los comerciantes iban a las bodegas a comprar, pero seguían trayendo la fruta de Almoloya de Juárez, de Toluca y hasta de Ecatepec, de muchísimos pueblos que ya tenían la tradicin de vender aquí lo que traían. Yo, como era el mayor de mis hermanos, tenía que trabajar. Primero empecé de albañil, pero no me gust; después fui panadero y hasta bolero, pero slo ganaba como cinco centavos, o lo que me quisieran dar. Yo veía que con su puesto de ropa mis papás se mataban trabajando, pero ganaban bien y sacaban en unas horas lo que yo en todo el día. Así que me gust el negocio, sobre todo por el interés del dinero. Este puesto que tengo ahora no es el de mi papá, que acab vendiéndolo; es el mío, que compré para seguir la tradicin. Juan Álvarez Lozano
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Agrade Agradecim cimien iento toss La Direccin Ejecutiva de Cultura de la Delegacin Miguel Hidalgo agradece ampliamente a las instituciones, universidades, museos, bibliotecas, archivos y personas que colaboraron para la publicacin de este libro.
Archivo General de la Nacin Consejo Nacional para la Cultura y las Artes Direccin General de Patrimonio Universitario, unaM Fototeca del inaH (reproducciones autorizadas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia: pp. 28, 29, 31, 37, 45, 46, 48, 51, 108, 110, 112, 116, 117, 118, 119, 132 y 134) Fundacin ica Hemeroteca Nacional de México Hemeroteca Nacional Digital de México Instituto de Investigaciones Estéticas, unaM Instituto Nacional de Bellas Artes Museo Casa de la Bola Museo Nacional de Arte (reproducciones autorizadas por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, 2011: pp. 14, 19, 36, 37, 172 y 174) Museo Soumaya Patrimonio Artístico del Banco Nacional de México Celia Maldonado Lpez María Buch Lpez Negrete Elena González García Moreno María Concepcin Amerlink de Corsi Guillermo Tovar y de Teresa María Martha Bustamante Harfush Isabel Saldívar Joachim von Mentz Mercedes Cortés y Montes de Oca José Antonio Parra Patricia Massé José Ortiz Izquierdo Santiago Gallo Reynoso Juan Álvarez Lozano Tomás Reynoso Ruiz Tomás Zurián Juan Moyao y Margarita Pérez Víctor Sánchez Castello Leonor Cortina Ortega Virginia Martínez del Río Romero Vargas Vargas Lourdes Monges Santos Luz María Reynoso Margarita Reynoso Suinaga de Llanos
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Se termin de imprimir en noviembre de 2011 en los talleres de Offset Rebosán en la ciudad de México. Para su formacin se utilizaron los tipos de la familia MsrEaves. El tiraje const de 2,000 ejemplares.