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UN CAMINO DE EMANCIPACIÓN PATRIÓTICA POR EL SOCIALISMO DE LOS PUEBLOS
HACIA LA REIVINDICACIÓN REIVINDICACIÓN DE LA PATRIA
pretendemos generar un Polo Patriótico y Popular de los Pueblos, que logre transformarse en una fuerza gravitante y desequilibrante en Chile. Entendemos esta iniciativa de unidad como un eslabón más de la unidad de los revolucionarios, pero no será el último, buscamos contribuir en crear en el futuro las condiciones para generar un proceso unitario transversal de las fuerzas revolucionarias.
El Rodriguismo ha finalizado un hecho poco recurrente en la historia de las organizaciones revolucionarias del país, es un proceso que podemos considerar el hito político más transcendental en la vida orgánica partidaria: es el Congreso de Unidad Rodriguista. Este Congreso fue más que un encuentro de los rodriguistas, se transformo fundamentalmente un instrumento de construcción, a través del cual
Como militantes rodriguistas hemos concluido nuestro Congreso de Unidad Rodriguista. Sin embargo, aún no están todos quienes se sienten rodriguistas en nuestras filas, en tal sentido este evento se transforma en una potente señal política hacia el resto del campo rodriguista. No descansaremos hasta que toda la familia rodriguista se encuentre militando, colaborando, sumándose a una sola expresión política del Rodriguismo y desde esa condición hacer esfuerzo por construir una instancia que permita a todos los revolucionarios y revolucionarias de nuestra patria hacer oír su voz desde el seno del pueblo. Es la hora de deponer
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pretensiones personales, sectarismos y retomar la voluntad fraterna que históricamente ha caracterizado la experiencia política rodriguista. Hoy nuestra patria es testigo del malestar de los pueblos como consecuencia de la instalación a sangre y fuego de un modelo capitalista neoliberal de desarrollo y una institucionalidad política que garantiza que unos pocos se enriquezcan a costa de la miseria, de las deudas, de frustraciones de las mayorías. Este malestar se ha extendido por el mundo donde son cada día más quienes recienten las políticas neoliberales inspiradas en el consenso de Washington.
A pesar de esta realidad, hoy en nuestro país hay quienes se esfuerzan en defender lo indefendible: los privilegios de un puñado de millonarios, sus lacayos y de quienes aún creen que este modelo de desarrollo es la única alternativa posible para el progreso de los pueblos. Estos sectores que en nuestro país se expresan políticamente a través de la Alianza por Chile, la Concertación y otras agrupaciones políticas menores que surgen como síntoma de la decadencia de esos dos conglomerados políticos sistémicos. A todos ellos se suman las ambigüedades del reformismo de izquierda encabezado por el Partido Comunista.
El Rodriguismo hoy se aboca a aportar en la construcción del Poder Patriótico de los Pueblos no sólo para restituir la soberanía popular en términos hegemónicos frente al capital, sino que como constructor constructor del socialismo. socialismo. En tal tal sentido lo PATRIÓTICO es esa actitud emancipadora e insumisa ante la dictadura planetaria del capital. Como rodriguistas no nos matriculamos con el «patrioterismo chovinista» de que hacen ostentación quienes, tras la mascarada, lucran con la pobreza y miseria de nuestros pueblos. La actitud patriótica es una actitud insumisa, libertaria, en constante lucha contra quienes en nombre de la Patria pisotean a nuestros pueblos. Por ello esta «actitud patriótica» es de «los pueblos», porque consideramos que nuestra patria no la constituye un solo pueblo y que los PUEBLOS son los llamados a construir la nueva sociedad socialista. La Patria es el hogar de los Pueblos, no es el territorio del saqueo de las burguesías capitalistas locales, regionales y globales. El Poder Patriótico de Los Pueblos debe ser entendido, además, como un «contra poder «, como un ejercicio permanente de lucha «contra hegemónica» contra quienes hoy en día tienen el poder y ejercen hegemonía en nuestra tierra: la burguesía capitalista y sus aliados históricos. Es este contexto el que demanda de los rodriguistas mayor compromiso, mayor generosidad política, menos sectarismo y
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mayor capacidad para pasar del slogan a la capacidad de elaborar el proyecto político revolucionario de los pueblos en conjunto con otras fuerzas revolucionarias hermanas y las organizaciones sociales movilizadas contra el actual modelo capitalista neoliberal de desarrollo y la institucionalidad que le sustenta. Sólo la construcción de un Polo Patriótico Revolucionario de los Pueblos puede garantizar una real alternativa al actual modelo que hoy nos rige. Teniendo en cuenta estos conceptos, tras concluido el Congreso de Unidad Rodriguista, hemos refundado el Frente Patriótico Manuel Rodríguez animados en retomar una historia gloriosa de entrega combatiente pero siendo trasparentes para superar errores. Nos anima la continuidad y el cambio, el convencimiento de que este instrumento político rodriguista es más necesario que nunca en la actual coyuntura histórica. Tal como lo señalamos al principio de este documento acá no están todos y todas quienes militaron en las filas del Rodriguismo ni quienes hoy militan en otras expresiones rodriguistas. Es una tarea orgánica pendiente y sobre la cual seguiremos trabajando no obstante la potente señal política que hemos dado en ese sentido. El actual momento demanda de los rodriguistas y de los revolucionarios hacer importantes esfuerzos unitarios con los pueblos que hoy se movilizan y
se rebelan contra las consecuencias de la mantención por décadas del modelo capitalista neoliberal de desarrollo. Este Polo Patriótico Revolucionario debe articular tanto a las fuerzas políticas revolucionarias como a los frentes sociales, los pueblos alzados y la ciudadanía que hoy expresan su indignación. Saludamos la actitud de los estudiantes, profesores, profesionales y trabajadores y trabajadoras que se han movilizado y no han cedido a los cantos de sirena de la burguesía capitalista y sus representantes políticos. La voluntad de lucha social se está reposicionando a pesar de los esfuerzos que la burguesía capitalista quienes, haciendo uso de todos los aparatos ideológicos del Estado (centros educacionales, medios de comunicación, credos religiosos, Fuerzas Armadas, de orden y seguridad, centros laborales, entre otros), permanentemente transmiten el mismo mensaje: son movilizaciones erradas, tienden al vandalismo, no aportan a la unidad nacional, al orden y el progreso.
El mensaje es claro: todos y todas quienes se alcen contra este dominio del capital planetario y los representantes locales son catalogados de «violentistas», «terroristas», sujetos que poco o nada tienen de «humanos» y, por tanto, objeto de todo tipo de vejámenes e injusticias. Estas operaciones conceptuales hacen de la «represión» un recurso «legítimo y necesario» para
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mantener «la paz», ello incluye, por cierto, el uso sistemático de la tortura. Así la criminalización de la lucha social adquiere un carácter mucho más siniestro: quienes se sublevan frente a esta dictadura son seres despreciables que amenazan la vida de los seres humanos «civilizados». De esta forma esta «guerra contra el terrorismo» es un recurso ideológico que pretende naturalizar la «Dictadura del Capital» y es un componente discursivo-persuasivo permanente del ejercicio pedagógico que se desarrolla a través de los medios de comunicación a favor de modelos de desarrollos capitalistas y sumisos al poder imperialista. Esta persuasión ideológica procura neutralizar el potencial revolucionario de los pueblos, que sus luchas sean eternamente «legales» convirtiendo su malestar y lucha en un mero enojo circunstancial cuya atención por parte de los «representantes» en el «Congreso Nacional» y en el «Gobierno» sea el fin último de la misma. Se olvida que la constitución de los Estados es siempre el resultado de la guerra, como expresión más fundamental de la lucha política, por tanto una vez instaurado mantiene los componentes de dicha guerra: se apropia «legalmente» del uso de la violencia, la que es ejercida represivamente (cuando se trata de los pueblos contemplados bajo su soberanía política) o desplegada en todo su sentido armado (cuando se trata de conflictos
violentos con otros pueblos). La naturaleza de los Estados lo determinan los vencedores en el marco de las luchas políticas internas. En una sociedad dividida por clases sociales es evidente que la clase dominante se apropia violentamente del Estado y ejerce un poder constituyente determinando qué es normal y qué no es normal, qué es legal y qué no lo es. Siempre para quienes tienen el control del Estado y lo han constituido a favor de sus intereses de clase verán en la rebelión de las clases subalternas, de las clases dominadas un fenómeno anormal, ilegal. En la retórica pública transmitida hasta el hartazgo a través de los medios de comunicación la violencia de los pueblos y clases dominadas que se alzan será una violencia indeseable, cuestionable, ilegal, terrorista. Lo anterior pone en su debido contexto el actual debate sobre el accionar violento de algunos grupos minoritarios tras multitudinarias marchas donde prevalecen las manifestaciones de violencia verbal, el sarcasmo, la ironía y cierto aire carnavalesco. La violencia no puede ser rechazada a priori por los revolucionarios, sí se puede evaluar su valor político en el contexto de la lucha social. En tal sentido resultan cuestionables que dirigentes y militantes de partidos que se «dicen» revolucionarios aparezcan cuestionando a priori ciertas expresiones de violencia popular en el marco de las
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movilizaciones sociales contra las consecuencias del modelo capitalista neoliberal de desarrollo. Lo que corresponde a los revolucionarios es encausar políticamente esa ira popular, darle un sentido político, científico a su recurso en el marco de la organización de la «autodefensa de masas». Mucho más condenable que lo anterior, ciertamente, es que esos denominados sectores de la izquierda reformista (aun revestidos de una retórica revolucionaria) las oficien de suplemento represivo de la acción policíaca. La construcción del Poder Patriótico de los Pueblos es una construcción de carácter contra hegemónico en todos los planos: político, económico, social y cultural. Asumir que la lucha política debe enmarcarse sólo en la legalidad resultaría un política existente contrasentido para las fuerzas revolucionarias. La voluntad política de los revolucionarios es instalarse más allá de los márgenes de la legalidad política y contra ella. Los revolucionarios con actitud patriótica nos ubicamos en el corazón de los pueblos, en el corazón de sus organizaciones y sus luchas. Lo electoral en sí no es cuestionable, pero sí lo es cuando es un factor de legitimación de la legalidad política. Por ello, podemos participar en procesos electorales que se produzcan en los frentes sociales (pobladores, sindicato, estudiante.etc) como una fórmula de garantizar
participación y políticas en su seno.
responsabilidades
En cuanto a los llamados a una Asamblea Constituyente creemos que hay que ver si ello implica un astuto reacomodo de fuerzas manteniendo el actual escenario de dominación de una clase sobre los pueblos o, por el contrario, se trata de un esfuerzo genuino de los Pueblos para dotarse de una nueva institucionalidad política que garantice su soberanía. De momento no nos sumamos a priori favorablemente a este tipo de llamados, debemos ver con mucha atención, en permanente consulta con los pueblos, como se está materializando dicha iniciativa. En el plano social, nosotros favorecemos todo lo que implique organización y lucha de los frentes sociales. Resulta una obligación para todos los militantes rodriguistas participar activamente en los frentes sociales, haciendo llegar sus ideas, sus convicciones políticas con respeto y humildad, siempre teniendo en claro que estamos al servicio de la Causa Patriótica de los Pueblos. En el plano económico, creemos que las soluciones de «mercado» no son la solución para las sucesivas crisis que vive hoy en día el capitalismo a nivel local, regional y global. En tal sentido, creemos que hay que buscar fórmulas novedosas que emanen de los pueblos y que recuperen valores como la colaboración, la productividad social, la vida digna, la solidaridad, la fraternidad,
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la sencillez. La apuesta por el crecimiento y la estabilidad macroeconómica ha generado desigualdad, abusos, miserias y frustraciones para los pueblos de nuestra patria. La construcción de un nuevo modelo de desarrollo de los pueblos será el punto de partida de la construcción del socialismo. En lo cultural, se trata de construir una cultura que promueva valores solidarios, fraternales,
socialistas. Nos rebelamos contra la cultura de mercado que promueve el individualismo exacerbado, competitivo, indiferente ante la situación de los pueblos, que nos convierte en individuos cosificados, transables, desechables. Es esta cultura de mercado la que está llevando a la sensación de miseria a millones de seres humanos en todo el planeta.
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ASPECTOS IDEOLÓGICOS DEL RODRIGUISMO
El Rodriguismo como movimiento histórico se nutre de lo profundo de nuestra tierra: de la lucha de los pueblos originarios contra la dominación, donde destaca el pueblo Mapuche con Lautaro, igualmente encontramos a Tupak Amaru y Tupak Katari, a Zumbi (en Brasil) y las luchas de los pueblos negros esclavos en nuestro continente. La lucha por la independencia con el ideario y programa de los libertadores de la Patria y de América Latina como los Hermanos Carrera, Manuel Rodríguez, Francisco Bilbao, Santiago Arcos, Simón Bolívar llegando hasta Martí. El nacimiento de las ideas libertarias, es decir la lucha de
liberación donde encontramos a Zapata, Flores Magón, Sandino, Farabundo Martí, Camilo Torres. El nacimiento del movimiento obrero con el marxismo indoamericano e internacionalista como José Carlos Mariátegui, Marx, Engels, Lenin, Gramsci. El desarrollo del Movimiento Obrero con Luis E. Recabarren, Clotario Blest, como también el feminismo revolucionario y el ecologismo. La lucha antiimperialista de los pueblos donde destaca Ernesto Guevara entre muchos otros, como de las actuales experiencias Bolivarianas, son todos nutrientes del Rodriguismo. El Rodriguismo cobra mayor importancia desde su contenido y forma, justamente porque es la única idea política e ideológica en el país que se define desde la perspectiva y continuidad histórica, y las organizaciones rodriguistas son los únicos partidos o movimientos que se definen desde esa perspectiva. El Rodriguismo es el MarxismoLeninismo aplicado a la realidad nacional como lo define Raúl Pellegrin, pero habría que agregar que es más que el marxismo-leninismo. El Rodriguismo es una actitud y disposición enraizada en la Identidad Nacional, moldeada por un sentimiento y racionalidad que se opone a cualquier sometimiento dictatorial o imperial de fuerzas internas o extranjeras
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sumado al ejemplo de los héroes que han contribuido a la construcción de la patria. El Rodriguismo es la forma como se manifiesta la Patria en la acción política. El patriotismo como acción de resistencia y de unificación de los pueblos siempre desde su génesis ha estado ligada a los grandes objetivos de libertad. Ese espíritu y voluntad de no someterse jamás a ninguna fuerza opresora imperial o nacional, ha sido la dinámica que ha impulsado a millones de personas, que se enfrentaron a fuerzas superiores en términos políticos y militares que pretendieran y pretenden dominar, explotar, conquistar y oprimir a nuestros pueblos. Ese espíritu de rebeldía movió a las y los patriotas de la primera independencia. Cuando se asumen los intereses de la Patria que son los intereses de las clases explotadas no hay sacrificio que no se esté dispuesto realizar, siempre la disyuntiva para los pueblos es Patria o Muerte.
La Patria de Ellos y la Nuestra En este ámbito también impera la lucha e intereses de clases, lo que denomina en el concepto de patria en los sectores dominante y las burguesías de turno son una serie de contenidos y normas esclerotizadas, que construye un mundo a su imagen y semejanza, eterno e inmodificable, alienación que asume los intereses propios como intereses y necesidades del conjunto de la sociedad,
todo esto profundizado y formalizados por las instituciones políticas, jurídicas, culturales y medios de comunicación burgueses «…viene a ser una desvergonzada mentira burguesa…para
presentar los intereses de los ladrones como si fuesen intereses del pueblo o de la patria» (Lenin, sofismas de los social chovinistas t. 21, pag.162). Para la
burguesía la patria es la propiedad privada y todos los privilegios que eso conlleva. La dominación burguesa actual es la antítesis de la Patria, pues la oligarquía financiera fracción actualmente dominante esta subordinada absolutamente a los intereses imperialistas, es una clase dominante domesticada, paria y por tanto propugna una cultura foránea, imposibilitada de esta manera de reflejar la identidad nacional y el protagonismo de las masas y el movimiento popular. Cultura bastarda que se oculta bajo el ropaje de globalización, concepto que enmascara al imperialismo del siglo XXI. Para nosotros en cambio lo fundamental son los ejemplos de las luchas de los pueblos: inquilinos, mapuches, mestizos, criollos, trabajadores, etc. es por eso que aún estamos aquí luchando, sin su historia los revolucionarios no continuarían, su permanencia histórica es nuestra actual existencia, esto sólo es posible porque la Patria sigue viva y la deuda que tenemos con ella también. Ese movimiento mayoritario cada cierto tiempo se sintetiza en sus mejores hijos:
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Lautaro, Manuel Rodríguez, los hermanos Carreras, Arcos y Bilbao, Luis Emilio Recabarren, Salvador Allende, Miguel Enríquez, Cecilia Magni y Raúl Pellegrin, etc. El concepto de Patria de los explotados está ligada indisolublemente con la soberanía que debe tener el pueblo sobre los asuntos políticos, sociales y económicos de nuestro país y así mismo en su autoconstrucción como sociedad. Sólo compatibiliza con las grandes transformaciones que buscan una verdadera independencia nacional, que garantice el control por parte de la clase explotadas de los recursos naturales y de nuestra capacidad productiva, enfrentando así el gran capital financiero y al imperialismo ambos enemigos de toda de la humanidad. La gran burguesía nacional como proyecto ya no existen, por tanto están imposibilitadas y sin voluntad política de constituir un proyecto de desarrollonacional, las únicas fuerzas que pueden llevar adelante un proyecto de este tipo son la clase obrera y las fuerzas populares, de esta manera el proyecto estratégico del proletariado el Socialismo incorpora lo nacional, lo nacional se ha vuelto subversivo, en cuanto se enfrenta con los intereses del capital y las políticas imperiales, no es posible avanzar en torno a las medidas nacionales sino a condición de construir el Socialismo.
La concepción de Patria sólo puede entenderse genuinamente en la medida que está ligada a los intereses estratégicos de la clase las clases subalternas en general. Estos intereses en común van configurando una cultura y una identidad propia, cuyos elementos a la vez van conformando un destino histórico común de todos los sectores explotados, en ese sentido la patria es también la voluntad irrestricta de constituir nación y sociedad por eso es esencialmente antiimperialista. Por tanto, el patriotismo es aquella acción que busca la implementación de aquella sociedad que muta aquellos intereses por medio de la toma del poder en la institucionalidad dominante, a través de la cual el movimiento popular construye la nueva sociedad socialista. En este sentido la Patria tiene una forma nacional, pero como la identidad y los intereses de las clases explotadas que sobrepasan las fronteras nacionales, también tiene un contenido internacional, por lo cual es tan propio hablar también por ejemplo de la Patria Latinoamericana.
Las Burguesías no tienen Patria No se puede ser patriota sin ser al mismo tiempo libertario (entendiéndolo como voluntad que se resiste a toda forma de dominación), el objetivo de separar ambos conceptos y disposiciones de vida y lucha sólo privilegia a los intereses dominantes. La
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burguesías en este contexto histórico no tienen patria, incluso están imposibilitadas por su agotamiento histórico de constituirlas, su cultura, su identidad, sus contenidos son lacayos, neo colonizados, subordinados, prostituidos. En cambio la clase obrera si no la tiene siempre está en condiciones de constituirla, aquí siempre se olvida que la sentencia de Marx y Engels en el manifiesto Comunista de decir que «los obreros no tienen patria» está seguida de la afirmación que «…el proletariado debe en primer lugar conquistar el poder político, elevarse a la condición de clase nacional,
constituirse
en
nación ,
todavía nacional, aunque de ninguna manera en el sentido burgués.» . La
burguesía atrapada en la lógica del capital especulativo desarraigada de la producción constituye una identidad tan volatizada como las burbujas especulativas que construye. La imposibilidad de las burguesías de constituir una identidad nacional no sólo es una debilidad ideológica, sino es una debilidad estratégica, es decir, en el futuro la dificultad de transformarse en un sector hegemónico en la sociedad, esto debe ser entendido como parte de la crisis civilizatoria burguesa que vivimos en la actual época.
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INTERNACIONAL
Somos Internacionalistas Internacionalistas
Toda fuerza política revolucionaria necesariamente es internacionalista ya que la lucha contra el capital se da en el terreno local como regional y global. Asumimos el internacionalismo como la solidaridad entre fuerzas revolucionarias más allá de las fronteras nacionales. Así lo han materializado los rodriguistas a través de toda su joven historia. Allí están los ejemplos de Raúl Pellegrin y todos los combatientes internacionalistas rodriguistas.
Es en virtud de esas convicciones y de esa historia que los rodriguistas expresan esta solidaridad es en todos los planos y nos compromete porque nos
compromete la lucha patriótica revolucionaria de todos los pueblos.
y
El internacionalismo lo entendemos como la integración de las luchas de nuestra América Latina como la gran patria. En este contexto entendemos que la solidaridad con las luchas de los pueblos de nuestro continente es más que un simple gesto, es la constatación de que solo la unidad de los revolucionarios de todo el continente podrá potenciar la lucha estratégica por el socialismo. Además solidarizamos con las luchas de todos los pueblos que se levantan con dignidad frente a la dominación mundial del capital en su fase imperialista, haciendo carne la frase del Che sobre combatir al imperialismo donde sea que nos encontremos. Son tiempos de malestar social frente al accionar de la maquinaria depredadora del mercado en casi todo el planeta. Los esfuerzos de las potencias capitalistas encabezadas por Estados Unidos por defender sus intereses geopolíticos y de las corporaciones transnacionales que no tienen otro norte que la plusvalía de sus negocios, chocan con la soberanía
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de los pueblos, la dignidad y las condiciones de vida de millones de seres humanos. En América Latina ese malestar se ha expresado en numerosas movilizaciones, exigencias de modelos de desarrollo que garanticen la vida digna de todos y el respeto al medio ambiente, que garanticen la soberanía de los pueblos frente a la acción de la «Dictadura Global del Capital», es decir, el imperialismo en sus diversas formas. Hoy nuestra región los gobiernos se debate entre gobiernos serviles a los intereses geopolíticos del imperialismo y aquellos que pretenden desmarcarse de dicho servilismo; entre los primeros encontramos los gobiernos de Colombia, México, Perú, Chile y, entre los segundos, los gobiernos de Bolivia, Nicaragua, El Salvador, Venezuela. Venezuela, no obstante, ha emitido confusas señales que ponen en cuestión su independencia frente a las exigencias del imperialismo. Así ocurrió con la detención de Joaquín Pérez Becerra, periodista, señalado como pieza importante del entramado internacional de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Por su parte, Cuba sigue siendo la única nación de Latinoamérica que presenta una actitud política permanentemente soberana, desde el triunfo de la revolución, frente a los embates del imperialismo.
Nuestra posición solidaria está, en primer lugar, del lado de los pueblos que se organizan y luchan por sus derechos y sus soberanías pisoteadas en todo el mundo. Solidarizamos con las fuerzas revolucionarias que emergen desde el corazón de los pueblos sometidos y que se alzan con genuina vocación libertaria y revolucionaria. Los gobiernos y la constitución de Estados deben estar en directa relación con los intereses de los pueblos de que deben ser expresión. De no ser así, los pueblos están en su derecho a rebelarse contra la opresión y la explotación.
Un Cambio de Fase y de Período La verdad es que estamos frente a una crisis internacional de monumentales proporciones, que cierra un proceso que se viene desarrollando desde hace varios años, es decir el termino del patrón de acumulación capitalista en su Fase «neoliberal». Estamos en presencia de un cambio de Fase, es un momento histórico y económico crucial para todas las fuerzas sociales y políticas, pues todo esto implica un cambio también de Período, es decir, un cambio en lo político, un cambio en las correlaciones de fuerza entre los de «arriba» y los de «abajo» y al interior de cada uno de estos sectores. La crisis exige la restructuración social, política y económica universal sobre nuevos paradigmas.
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Con esta crisis además termina de reventar la «burbuja» ideológica de la «globalización», esta supuesta economía global que «flotaba ajena a toda determinación» del Estado-nación, Que no es otra cosa que imperialismo en su etapa de mundialización, con nuevos instrumentos Políticos, Económicos e Ideológicos, se ve hoy sometida, humillada y subordinada nuevamente desde donde emana el poder; los supuestos casi inexistente Estados. «Globalización» concepto donde se ha pretendido ocultar el carácter imperialista de las actuales relaciones políticas y económicas. Es el imperialismo el que da cuenta de las actuales relaciones internacionales y no el eufemismo de «globalización». Son los Estados yanquis y europeos han destinado grandes recursos para evitar las quiebras de los grandes inversores. Los estados de los países subdesarrollados no se quedan atrás, intervienen en la marejada de inestabilidad económica que está encima. Intentan estabilizar la anarquía del mercado, a costa finalmente de todos los contribuyentes, como también con la intensificación de la explotación y el futuro aumento de la jornada de trabajo, sumado a la mayor dependencia económica de las potencias, aumentando la fragilidad y el desequilibrio entre los países de centro y los periféricos. Pero luego han venido las otras intervenciones de los Estados, la
acción represiva y de leyes antipopulares que irá en aumento para contener la oleada de descontento social que se incuba en los verdaderos afectados del derrumbe de la sociedad neoliberal; los sectores populares, trabajadores, campesinos, pueblos originarios, etc.
La Hegemonía Paréntesis
entre
Para amplios sectores surge hoy la duda de la viabilidad de sostener una sociedad sólo con los parámetro que dicta el mercado, esta panacea y dogma antes casi incuestionable e inamovible la propia realidad la puso en entredicho a los ojos de la mujer y hombre común. Hay un costo social que el sistema capitalista debe pagar, la hegemonía de los de arriba se está poniendo aprueba durante el tiempo que duren los efectos de la crisis. Lo que antes estaba solido, petrificado hoy se ha vuelto líquido, nuevamente moldeable y a su nueva forma y contenido entrarán en disputa fuerzas con intereses profundamente contradictorios. El ingreso a la a la escena política de los sectores populares por un lado y las opciones más reaccionarias de tipo barbáricas de la clase dominante por otro delineara el conflicto de clase en los próximos años. De esta manera, lo que está en cuestión para las fuerzas populares, es que en el ciclo que demore en reciclarse el sistema capitalista por que lo hará, ya no
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seguramente con las luces de antaño, sino en un estado crónico de subsistencia, con un nuevo modelo y patrón de acumulación, el desafío de los movimientos populares es lograr construir la alternativa revolucionaria que abra un nueva época de grandes transformaciones en dirección de la construcción del Socialismo. Sin embargo, en esto no hay garantías para la opción revolucionaria, en este marco la lucha y las contradicciones tenderán agudizarse y la salida de las crisis pondrá ante los ojos de las masas tanto las opciones del sistema capitalistas más barbáricas como el socialismo como alternativas, para donde se inclinen finalmente los sectores sociales dependerá de la agudeza de la política revolucionaria y el nivel de sintonía y complicidad con los sectores afectados por la crisis capitalista. «La lucha por arrancar a las masas trabajadoras de la influencia de la burguesía en general y de la burguesía imperialista en particular, es imposible sin una lucha contra los prejuicios oportunistas relativos al Estado» (Lenin, «El Estado y la Revolución», Prólogo a la Primera Edición) Lenin recuerda que el Estado es el producto de la sociedad que llega a determinada fase de desarrollo y agrega, revisando a Engels y Marx, «es la confesión de que esta sociedad se ha enredado con sigo misma en una contradicción insoluble, se ha dividido en antagonismos irreconciliables, que ella es impotente para conjurar. Y para que estos antagonismos, estas clases con
intereses económicos en pugna, no se devoren a sí mismas y no devoren a la sociedad en una lucha estéril, para eso hízose necesario un Poder situado, aparentemente, por encima de la sociedad y llamado a amortiguar el conflicto, a mantenerlo dentro de los lím ites ites del ‘orden’. Y este Poder, que brota de la sociedad, pero que se coloca por encima de ella y que se divorcia cada vez más de ella, es el Estado (…) El Estado surge en el sitio, en el momento y en el grado en que las contradicciones de clase no pueden, objetivamente, conciliarse. Y viceversa: la existencia del Estado demuestra que las contradicciones de clase son irreconciliables.».(Ob.Cit, Cap I ) Por ello que no es bueno que una fuerza revolucionaria refuerce ilusiones en el pueblo con el mero reformismo o con plataformas políticas que pierden de vista la única solución posible para los Pueblos en su vocación emancipadora y libertaria: la revolución socialista.
Experiencias Revolucionarias en América Latina Variados procesos revolucionarios has surgido en nuestro continente entre ellos: Cuba, El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Perú, Bolivia, Venezuela, México, Ecuador, Colombia, Argentina y Chile. De todos estos procesos revolucionarios sólo cinco de ellos han logrado la toma del poder ya sea total o parcial: Cuba,
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Nicaragua, Venezuela, Bolivia y Ecuador. Estas cinco revoluciones son todas muy diferentes entre sí teniendo cada una de ellas sus tiempos. Aun así podemos separarlas en dos grupos: Cuba y Nicaragua accedieron al poder por la vía armada (guerra revolucionaria). En ambos casos el proceso revolucionario no fue conducido por el Partido Comunista de sus respectivos países, sino por una nueva fuerza política cuya definición e inspiración ideológica era diametralmente diferente a aquellos conceptos emanados del Movimiento Comunista Internacional de sus épocas. José Martí y Augusto Cesar Sandino (ambos de ideología liberal) fueron los héroes patrios que sirvieron para fundamentar la ideología del Movimiento 26 de Julio como del Frente de Liberación Nacional en Nicaragua.
Si en Cuba el M-26 de Julio fue básicamente nacional-popular antidictatorial una vez en el poder el socialismo pasa a ser el objetivo estratégico bajo el prisma marxistaleninista. En el caso de Nicaragua el carácter Sandinista de la revolución suple la definición de «socialista» de la misma, incorporado ya a la vida del Frente y del proceso revolucionario de un nuevo actor de importancia: El Movimiento de Cristianos por el Socialismo o de la Teología de la Liberación. En estos casos la lucha
armada llevó a la transformación de la sociedad. El otro grupo son Bolivia, Venezuela y Ecuador. Estos tres procesos emancipadores no nacen desde la lucha armada ni tampoco son conducidos por los partidos comunistas de sus respectivos países. El MAS boliviano, el PSUV venezolano y los movimientos sociales en Ecuador son la nuevas organizaciones que conducen los destinos de sus respectivos pueblos. En el caso de Bolivia dicha revolución posee un fuerte carácter indígena, en el caso de Venezuela la ideología la da Bolívar, al igual que en el caso de Cuba y Nicaragua (Martí y Sandino) y en el caso de Ecuador es la llamada «Revolución Ciudadana» la que orienta dicho proceso. Los tres procesos revolucionarios se inscriben en lo que se ha llamado Socialismo del Siglo XXI. En el caso de Guatemala una de las guerrillas fuerte militancia y contenido indígena como fue la Unión Nacional Revolucionaria de Guatemala, UNRG, esta no logra acceder al poder por la vía de la guerra revolucionaria y se vio obligada a pactar y a insertarse al sistema burgués que antes combatió deponiendo en forma definitiva las concepciones guerreristas que antes abrazó sucediendo lo mismo con el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN, Perú y Colombia son los dos únicos procesos
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revolucionarios en los cuales partidos comunistas lideran dichos procesos. Por un lado el Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso, (marxista-leninistamaoísta) llegó a tener un gran poderío dominando extensiones de territorio considerable, como también el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, MRTA, ninguno de los dos movimientos logra acceder al poder utilizando para ello las armas. En el caso de Colombia el Partido Comunista en Armas / Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP) constituye el único caso de partido comunista en América latina que se mantiene en guerra contra el Estado nacional y el imperialismo.
En México ocurre algo singular. en momentos que el movimiento de la izquierda internacional se había quedado sin referente y cuando reinaba el pesimismo a nivel mundial posterior a la desaparición del campo socialista en Europa y cuando se firmaba el primer tratado de libre comercio entre México y EE.UU. irrumpe el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, EZLN, con un nuevo discurso (una guerrilla indígena no violenta, que no busca la guerra) y hace que el optimismo y el debate internacional vuelva a la izquierda mundial abriendo un nuevo período política para las fuerzas del cambio.
La Revolución Bolivariana (Venezuela, Bolivia, Ecuador) La revolución bolivariana tiene su génesis en el movimiento y levantamiento de masas ocurrido en 1989 denominado «Caracazo», este hecho marco la conductas y subjetividades de diversos actores políticos de Venezuela. Demostración de esto es el levantamiento de los militares bolivarianos conducidos por Hugo Chávez en febrero de 1992. Levantamiento insurgente de más de 1500 militares bolivarianos que buscaban transformaciones políticas, económicas y sociales profundas. Ambos hechos son el preámbulo de la llegada al gobierno de la Revolución Bolivariana con Hugo Chávez a la cabeza en 1999. Donde comienza en forma tímida en un comienzo y luego en forma más profunda el desmantelamiento de la vieja institucionalidad que estaba en crisis ya varias décadas atrás. El surgimiento del proceso revolucionario de Bolivia y Ecuador demuestra que la revolución Bolivariana no es un hecho aislado en el continente, más bien responde a la respuesta ante décadas de saqueo de los modelos neoliberales en nuestra América. Solo los levantamientos populares y las acciones de lucha previos de estos procesos revolucionarios de estos
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pueblos explican y generan las condiciones para la revolución bolivariana. De ninguna manera se explicaría la nueva conducta hacia el imperialismo norteamericano en la mayoría del continente, ni los avances en lo social, educacional, ni en los esfuerzos por profundizar la soberanía nacional y la autodeterminación de los pueblos, ni la existencia del ALBA, PetroCaribe, BanSur, Telesur, la Asociación de Países Latinoamericanos y del Caribe, etc. Ninguna de estas iniciativas seria posible sin la existencia de las rebeliones y levantamientos populares de las últimas décadas. La revolución bolivariana es un punto de gravedad de las transformaciones actuales en América Latina junto con el desarrollo de Cuba socialista. Todos estos procesos se encuentra en el constante dilema de avanzar o sucumbir, debido que en las actuales condiciones no es posible gobiernos consecuentemente comprometidos con las medidas nacionales y de defensa de los recursos naturales, energéticos, la industria nacional y la profundización de la soberanía, sino a condición de avanzar al Socialismo, lo Nacional como hemos dicho se ha transformado en un hecho subversivo. Toda medida por pequeña que sea en esta dirección instala a los pueblos y países en confrontación directa con la oligarquía financiera y los intereses imperialistas, el dilema que enfrentar es subordinarse al
imperio o avanzar para la plena independencia nacional, es decir el Socialismo, así mismo debemos ser críticos a algunos aspectos del proceso, ya que se puede caer en el riesgo de sucumbir en la pensar que la revoluciones son irreversibles.
Hacia la Construcción de una Estrategia Continental de Liberación Lo inevitable de la búsqueda de una estrategia común de cada uno de nuestros pueblo esta dado por el carácter que tienen los Estados capitalistas latinoamericanos: dependientes de tipo «neo-colonial», restringidos en varias áreas de decisión en el campo político, económico y social, imposibilitados de delinear sus propios caminos de desarrollo e independencia nacional. La contradicción principal del periodo a nuestra consideración es «Neoliberalismo» versus lo Nacional la soberanía de los Pueblos sobre sus territorios , se manifiesta en que en las
actuales condiciones históricas y políticas, lo nacional la soberanía de los Pueblos , se ha transformado en un elemento subversivo, ya que basta plantear algunas reformas cosméticas para que el imperialismo se sienta amenazado en sus intereses políticos y económicos. De esta manera es
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imposible hacer en este contexto una propuesta alternativa al neoliberalismo sin enfrentar las relaciones de dominación y explotación capitalistas. En los anteriores términos podríamos decir también que el hecho político más revolucionario, bajo las actuales condiciones del país, es la decisión de enfrentar al capital financiero. La liquidación de la oligarquía financiera tendría una importancia sistémica, de impacto determinante en todos los niveles de la actual formación social. En especial porque el presente modo de producción capitalista alcanza altos niveles de monopolización en torno a este capital. En este sentido, la debilidad estructural de la burguesía tradicional (industrial, comercial) descapitalizada y sometida a una nueva forma de transferencia de la plusvalía por el capital financiero, no le permite ensayar un modelo de acumulación similar al de la época del Estado de Bienestar. La burguesía tradicional no está en condiciones de imponer un nuevo modelo de acumulación, o de retorno al capitalismo de Estado proteccionista. El debilitamiento o decadencia de la burguesía tradicional surge de su nueva dependencia del capital financiero (que ha copado los principales espacios de las ramas industriales) y del imperialismo, por su alto grado de
endeudamiento y dependencia de tecnología, medios de producción, insumos, etc., siendo una fracción burguesa controlada monopólicamente por el capital financiero, que coexiste con sectores de la mediana y pequeña empresa, y sectores medios proletarizados que de distinta manera se han visto perjudicados por el modelo.
De lo anterior podemos deducir que la defensa de los intereses de los pueblos es una tarea que bajo las actuales condiciones históricas solo podría llevarla a cabo un gran movimiento popular que unifique a la clase trabajadora y el pueblo en su conjunto, desde una propuesta articulada en defensa de lo nacional, la autodeterminación y la recuperación de los bienes pertenecientes al Estado, socavando las bases que sostienen al imperialismo en América Latina. En este sentido la particularidad del actual momento histórico se expresa en que hoy los intereses de los pueblos están indisolublemente unidos orgánicamente a los intereses estratégicos de las clases explotadas. No hay lucha por la soberanía de los pueblos sino a condición de avanzar al Socialismo y no es posible el Socialismo sino a condición de continentalizar la lucha. Esta estrategia común no debe sólo situarse en el ámbito de la solidaridad, sino que buscar una construcción a nivel del continente, donde se entienda cada
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uno de nuestros países y cada una de nuestras organizaciones como trincheras de una misma lucha de liberación. Esto implica la decisión política de entender el Internacionalismo como el intercambio de tácticas, estrategias y luchadores, sin imponer esquemas rígidos o vaticanos ideológicos, sino que respetando la cultura de los pueblos, tradiciones, costumbres y formas de luchas. Un proceso de construcción histórica de acumulación y correlación de las fuerzas populares que implique compartir y unificar diversos pensamientos y acciones revolucionarias, consolidando aportes que propendan a levantar y hacer viable una estrategia común de lucha continental contra el imperialismo desde nuestros pueblos. Es necesario hacer del internacionalismo un hecho concreto y no sólo declarativo, a partir del cual es necesario iniciar prácticas de trabajo conjunto de corto, mediano y largo plazo, para aportar al fortalecimiento y desarrollo de la organización y lucha de los pueblos en el continente, apoyándonos mutuamente en las resolución de los problemas, y diseñando perspectivas en el largo proceso emancipador que tenemos por delante que busque potenciar la lucha en el continente desde una posición Antiimperialista, Anticapitalistas y por el Socialismo. Todo lo anterior es imprescindible sobre todo cuando consideramos que unos de
los eslabones débiles del imperialismo se encuentran en el «triangulo ecuatorial» , es decir Venezuela, Colombia y Ecuador, junto a Bolivia. Estos países hermanos viven desde hace años una serie de procesos económicos, políticos y sociales, caracterizados principalmente por la movilización y la resistencia popular frente a las políticas imperialistas norteamericanas. La intervención imperialista directa en términos militares es una posibilidad real, aquí la dimensión de una estrategia de liberación continental es una responsabilidad que los revolucionarios necesariamente debemos tomar. Debe existir la certeza que ningún proceso puede avanzar si no avanzan conjuntamente los demás, en la premisa que es imposible sostener un proceso revolucionario sino existe un equilibrio de fuerzas que garantice su defensa y consolidación a nivel de toda la región.
En el anterior sentido es indispensable considerar el legado y el llamado del Che en el Mensaje de la Tricontinetal, entender que la revolución en nuestro continente es Socialista o sino será una caricatura de revolución , que nuestra liberación será producto de la propia acción del movimiento popular y no de una supuesta alianza con las burguesías nacionales. Y principalmente la visión del Che en entender el necesario carácter continental de la revolución latinoamericana.
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Es necesario constituir una bitácora en el continente que asuma que el enfrentamiento con el capitalismo y el imperialismo será una lucha de largo
aliento. En tal contexto la formación, la educación y el mutuo apoyo debe ser parte de una estrategia internacional común.
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NACIONAL
La vía pacífica al socialismo y la dictadura militar Los hechos históricos no constituyen eventos aislados sino que están todos entrelazados o concatenamos, por lo tanto cuando se habla de «período» ese concepto es relativo porque siempre hay que mirar hacia atrás y ver como se ha expresado la lucha de clases antes del momento que analizamos para ver sus efectos en el presente. Lo anterior ocurre con el período 1970-1973, por lo general, y más que nada por aspectos emocionales y pasionales, se analiza el período de la Unidad Popular en forma aislada y no como un proceso de la lucha de clases, en la cual los sectores postergados vinieron acumulando experiencias de lucha desde hace mucho
antes y que viene a culminar en la elección del primer presidente socialistamarxista de la historia patria como del mundo. La fundación del Partido Obrero Socialista (1912) y su posterior transformación en Partido Comunista (1922) junto con la Federación Obrera de Chile (FOCh) pueden perfectamente marcar tres hitos de la lucha de clases y del aprendizaje del proletariado chileno en el camino hacia su liberación. El nacimiento del primer partido obrero en Chile tanto en su militancia como en su concepción ideológica viene a señalar la necesidad de superar a las mancomunales y pasar a una etapa de organización y ofensiva política por parte de la clase obrera chilena. El proceso de adquirir consciencia de clase que se expresa también en la fundación de numerosos periódicos o prensa obrera que forman parte de dicha aprendizaje. El aprendizaje sigue su curso con el aumento del poderío de los trabajadores a través de sus organizaciones y sus luchas sectoriales y nacionales. Nuevamente la clase trabajadora se da una nueva organización como producto de la confluencia de diversos grupos socialistas tomando la experiencia de la República Socialista que durara 12 días.
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Nace en 1933 el Partido Socialista de inspiración latinoamericanista y de independencia a las organizaciones internacionales que en el caso del PC ya era miembro pleno de la Internacional Comunista. Los nuevos socialistas levantan las banderas de la República Democrática de los Trabajadores, de un Socialismo Latinoamericano fuertemente influido por José Carlos Mariátegui y Víctor Haya de la Torre. Hasta ese momento las organizaciones obreras que han nacido lo han hecho como producto de la lucha de clases, como una necesidad de los trabajadores de contar con un instrumento político que les sirva también como instrumento de lucha. A corto andar la lucha obrera que comenzará fuera de la institucionalidad burguesa se institucionaliza en el parlamento transformando dichos partidos obreros en partidos populares y hábiles en llegar a acuerdo con partidos de la burguesía. Si bien en ellos conviven diferentes facciones y visiones, cosa que en el socialismo chileno era lo normal no así en el comunista por su verticalidad y lealtad acérrima al partido, se impone siempre el colaboracionismo de clase que lleva a la fundación de los Frentes Populares en Chile siguiendo las directrices de la Internacional Comunista (controlada por el PCUS) Los frentes populares lograron introducir importantes cambios en la fisonomía de Chile. Como alianza pluriclasistas pero
hegemonizado por la burguesía como fue el Partido Radical. Pedro Aguirre Cerda, Juan Antonio Ríos y Gabriel González Videla fueron los tres presidentes que logró elegir la alianza frentepopulista. El Frente Popular presentaba todas las contradicciones propias del «colaboracionismo de clases» donde la hegemonía la tenía la burguesía expresada políticamente por el Partido Radical, no fue raro que, conforme se agudizara la lucha de clases en el interior como en el campo internacional (guerra fría) llevara al gobierno encabezado por Gabriel González Videla a ilegalizar al Partido Comunista siendo parte de la misma alianza. Fue un anticipo de lo que vendría con el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. La lucha electoral parlamentaria casi como única forma de lucha concebida aceptable por la dirigencia comunista de la época no sólo ayudó a institucionalización de la lucha social, sino que cooperó en instalar una forma de leer y entender el marxismoleninismo, asumiendo sólo una parte de él, parte que le permitiera fundamentar una visión reformista y burocrática del quehacer político del partido obrero entonces convertido en partido popular. La ilegalidad del Partido Comunista no estuvo exenta de una lucha ideológica entre las diferentes tendencias de izquierda y de derecha al interior del
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Partido Comunista. Así encontramos en la expulsión de los comunistas de izquierda del PC encabezados por Luis Reinoso en abril de 1951 el primer antecedente de lo que vendría a pasar posteriormente con el rodriguismo y con la relación que el PC tuvo posterior al golpe de Estado con la Democracia Cristiana y con los socialistas renovados.
el pueblo y la clase obrera altamente movilizada con ansias de construir una nueva democracia y sociedad y de conquistar definitivamente sus derechos tantas veces pisoteados, hizo que no sólo sobrepasaran a los partidos reformistas en su conducción sino que también al MIR.
El nacimiento del MIR en 1965, tres años después de la Segunda Declaración de la Habana, viene a señalar la necesidad de construir un Partido Revolucionario que interpretara no tan sólo a la clase obrera sino que a los sectores más postergados de las clases subalternas. También plantea la necesidad de definir al MIR como un espacio unitario para la unidad de los revolucionarios para llevar a cabo la revolución en Chile. La bandera del anti-imperialismo, su carácter anti-capitalista, anti-burgués y anti-oligárquico como a la vez antireformista lo ponía en la vereda opuesta del Partido Comunista y de sectores del Partidos Socialista.
Por un lado el sector etapista, mantenía la tesis de «los sectores democráticos de la burguesía» como el carácter constitucional de las fuerzas armadas haciendo caso omiso a las dictaduras militares que comenzaban a poblar América Latina, a la sublevaciones militares ocurridas bajo el gobierno de Frei Montalva y del propio Allende, no tomaron en cuenta el asesinato del General René Schneider como forma de evitar la asunción de Allende, sino que vieron la solución a la crisis social el pacto con la burguesía y bajar aspectos esenciales del programa popular. Esto queda claro con la represión sufrida por los militantes del MIR a manos de la policía de investigaciones dirigida por Carlos Toro (PC) bajo el gobierno de Allende. No entendieron que el sistema capitalista estaba ya obsoleto y que la única vía posible era emitir su certificado de defunción y producir la alianza revolucionaria de clases, unir a la izquierda y profundizar el programa en torno a una estrategia revolucionaria de poder. En pocas palabras aprovechar la crisis social y llevar a efecto el programa
El proceso vivido durante la Unidad Popular encuentra a la izquierda con poderosos partidos reformistas, con un núcleo incipiente de partido revolucionario como era el MIR (tenía sólo 5 años de vida partidaria para el triunfo de Salvador Allende, 1970), con una burguesía y oligarquía altamente unificada y con una intromisión descarada del imperialismo. Junto a ello
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histórico de la clase obrera que no es otro que la revolución socialista.
contra el golpismo primero y contra la dictadura después.
A la vez, y más allá del reconocimiento a la valentía de los compañeros del MIR, una cosa nos debe quedar clara. Las consignas y objetivos que la vanguardia o el partido revolucionario se planteen no sólo deben reflejar el resumen del programa en un momento determinado, sino también la capacidad de la vanguardia de llevarla a cabo. Si se plantea, por ejemplo, la lucha armada, entonces el partido revolucionario no sólo debe contar con los medios materiales para llevar a cabo dicha lucha, sino también las estructuras propiamente tal, los cuadros y las preparaciones. Muchos de los dirigentes del MIR, quizás todos, no habían tenido experiencias en eventos de lucha armada. Esta lucha era relativamente nueva en su forma en nuestro continente y totalmente nueva en nuestro país si excluimos de ella a la Resistencia Mapuche con los españoles.
En ese cuadro de equívocos y ascenso de la lucha de clases la clase trabajadora lucho como pudo y con lo que tuvo. Su ansia de justicia fue ilimitado y su confianza en ambas dirigencias y programas también. El Golpe de Estado no sólo trajo consigo la muerte y el asesinato, la tortura y la desaparición a nuestros militantes, sino que trajo la liquidación total de todo un trabajo social, político y sindical que la clase trabajadora había construido pacientemente desde la fundación del Partido Obrero Socialista de Luis Emilio Recabarren y también de la consciencia de clases.
Los errores de ambas concepciones de izquierda nos señala que los hechos y la intensidad de la lucha de clases adquirió tal velocidad que unos por incapacidad ideológica (reformistas) no supieron estar a la altura de las circunstancias, ni siquiera fueron capaces de cercar La Moneda y defender a Salvador Allende y otros por incapacidad orgánica para llevar a cabo la lucha revolucionaria
Los años posteriores (1973 -1982, cuando se producen las primeras protestas) los partidos reformistas se encontraban en una doble tarea, reestructurarse después de cada golpe en sus direcciones y por otro lado entender la derrota y tragedia sufrida con poco espacio de maniobra. Los reformistas se encontraban prácticamente aniquilados por el carácter publico de sus estructuras y dirigentes, como también por la decisión de resistir como fuese a la dictadura que si bien era la actitud correcta del momento, trajo como consecuencia la pérdida irreparable de cuadros valiosos e irrepetible para el conjunto del movimiento revolucionario chileno. ¿Que
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cuando se habla de lucha frontal y radical contra el sistema y las fuerzas armadas se requieren de otro tipo de organización revolucionaria como después nos enseñaron los Sandinista y los hermanos del FMLN. ¿Puede un partido reformista conducir la revolución? Su propio carácter y definición ideológica se lo va a prohibir. O abrazan el etapismo como una interpretación antojadiza de revolución, impulsando las alianzas estratégicas con la burguesía o se vuelven renovados asumiendo el conjunto del programa de la derecha dejando a tras su pasado de partido obrero o popular y asumiendo el progresismo como ideología de reemplazo y como expresión de la socialdemocracia. Si en la Unidad Popular el PC era la contraparte del MIR en el plano ideológico ahora tenía que asumir muchos aspectos planteados por el mirismo en condiciones de resistencia y de combate contra una de las dictaduras más sangrientas de nuestra historia. Lo anterior no trajo como consecuencia el cambio total y profundo del PC en el plano ideológico, sino que fue una mera adaptación oportunista momentánea, que le era útil en ese momento para sortear la dictadura, enfrentar dignamente ese período y avanzar en la conquista de la democracia burguesa y del sistema capitalista que ya había demostrado su ineficiencia y agotamiento, como se llegó a expresar
en el período de la UP y que entraba en crisis profunda en la dictadura. Ambas crisis profundas del capitalismo chileno y de la estructura de dominación de clases de la sociedad chilena y la experiencia que comenzaba a adquirir en el desarrollo del internacionalismo revolucionario, no llevó al PC a entender la necesidad de transformar la lucha contra la dictadura en el inicio de la lucha por la revolución socialista, sino que por el contrario lo llevó a fortalecer su concepción de frente popular dejando la hegemonía a los partidos de la burguesía (DC) para arribar a la democracia representativa burguesa. En ese sentido el nacimiento del FPMR y la aplicación de la Política de Rebelión Popular/Sublevación Nacional se puede definir como una excepción dentro de la historia del PC, donde reconoce su «vacío histórico» en relación a no haber considerado con anterioridad la política militar como parte de la política del PC. Sin embargo, ese reconocimiento de aquel «vacío histórico» fue parcial por cuanto al mismo tiempo en que se entrenaban a los militantes comunistas en las academias militares de los países socialistas y se desarrollaba el internacionalismo revolucionario dentro de uno de los elementos que daba pie para la fundación la fuerza propia, es decir, FPMR. El PC persistía en la política antifascista, que no era otra cosa que lograr acuerdos con la DC, en vez
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de desarrollar una política de largo plazo y unitaria con la izquierda revolucionaria o con lo que quedaba de ella. La nueva experiencia del PC no lo llevó a dar el paso más significativo de su historia y transformarse en un partido revolucionario y para la revolución, sino por el contrario su objetivo era volver, desde siempre, era volver a la institucionalidad burguesa entendiendo que el problema del pueblo y de la clase trabajadora se resolvía con más derechos y garantías y no con la toma del poder para lo cual se requería una Estrategia Revolucionaria de Poder y una Alianza Revolucionaria de Clases como la construcción de un Frente de Trabajadores. Lo que no dimensionó el PC fue que las ansias del pueblo de luchar y la necesidad de éste de contar no tan sólo con una organización de combate efectiva, llevaría a darle al FPMR (aparato) una categoría moral y de respeto tanto que el propio FPMR comenzó a significar algo específico en la conciencia del pueblo. Ese fue el paso inicial y fundamental para que el FPMR pasara de aparato a ser la conciencia revolucionaria al interior del PC, a ser un movimiento propiamente del pueblo, en el cual podían ingresar a este cumpliendo sólo un requisito: estar dispuesto a luchar frontalmente contra la dictadura y asumir dignamente las consecuencias de dichos actos.
«La hora es difícil, nos obligaban a dar un
paso
que
responsabilidades
implica que
asumir
debía
asumir
Ajedrez (PC); pues si Ajedrez se la jugara «de verdad» por la Rebelión Popular
y
la
Sublevación
Nacional,
impulsara su Política Militar, sus milicias, se propusiera e impulsara con fuerza la movilización, ningún sentido tendría otra fuerza revolucionaria en la sociedad Chilena. Pero con la actual Dirección, no parece posible, más bien aparece la tendencia inversa, no ha sido capaz de llevar adelante de forma consecuente la política de RP, SN. Hay vacilaciones, retrocesos». («Raúl Pellegrín: la crisis
del FPMR con PC) La conversación con la DC llevó al PC a comenzar a limitar y frenar la lucha social y a adoptar posiciones timoratas en los momentos cruciales de la lucha contra la dictadura. Al igual que antes ahora era el Comandante José Miguel el que se enfrentaba a una dirección reformista y aún partido en cuyo interior convivían tendencias mucho más a la derecha, que posteriormente se irían o a la renovación socialista, a la fundación del PPD o del PDI y al igual que ayer lo hiciera Reinoso con la publicación de su informe crítico a la dirección comunista de la época ahora era José Miguel trazaba los lineamiento no tan sólo de crítica a la misma dirección reformista, sino que para plantear que el quiebre entre el FPMR y el PC debía desembocar en la construcción de un partido revolucionario
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hasta ese entonces inexistente. Transformar un aparato en partido revolucionario no era un proceso fácil o exento de contradicciones. En ese proceso de transformación el FPMR se enfrentó a varias dificultades. 1. Se debía combatir y resistir a la dictadura y a la vez transformar la organización. 2. Contingentes importantes del pueblo seguían golpeando las puertas para comenzar su vida militante a los cuales no se les podía cerrar las puertas sino darles organicidad. 3. La necesidad de romper ideológicamente con el PC para instaurar una visión revolucionaria tanto del partido como del marxismo. 4. Luchar contra el operativismo y aparatismo interno y entender la importancia de la democracia partidaria en condiciones de dictadura. 5. Valorizar el trabajo político-social y entenderlo no como correa de transmisión, sino como expresión del pueblo y de la lucha de clases 6. Valorizar la experiencia combativa de los militantes rodriguistas formados íntegramente en Chile bajo la dictadura y 7. Darse a la tarea de formar ese partido revolucionario rodriguista con cabeza propia y apegada a la realidad chilena y para la revolución. La transformación del FPMR en partido se vio limitada por lo incipiente de la
organización y por lo urgente que planteaba la realidad política y en el caso nuestro con la muerte prematura del Comandante José Miguel desatando la lucha interna entre las diferentes facciones (1990 – 2000) entre un neoaparatismo militar y una concepción netamente política por cuanto el contexto político ya no era el de la dictadura, sino de la democracia burguesa. El contexto en que se ese asalto es cuando el conjunto de la izquierda, salvo una parte del MIR, se inserta en la institucionalidad de la dictadura y desactiva así la lucha contra la dictadura. No es descabellado pensar que tanto la lucha armada desarrollada por el FPMR y el anuncio de la GPN fueron los factores determinantes junto con la combatividad del pueblo que llevara abrir espacios democráticos. Sin embargo, eso no implicaba que por espacios más o menos se debería volver a la misma forma de hacer política como antes del golpe. La transformación de la sociedad capitalista se levantaba con urgencia y la toma del poder por la vía revolucionaria era el camino para ese momento.
Caracterización del Actual Periodo de Lucha de Clases Como lo hemos indicado hace bastante tiempo estamos en un nuevo Período político a nivel internacional y nacional. Hoy es una nueva fracción burguesa la que está a la cabeza del Estado: es la
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oligarquía financiera sin intermediarios y con un fuerte contenido autoritario, el actual gobierno es de los grandes grupos económicos. Esta fracción burguesa que estuvo 17 años a la cabeza del Estado bajo la dictadura, hoy asume la conducción del gobierno por la vía lectoral. En el país éste período se caracteriza más bien por los cambios de correlación de fuerza dentro del Bloque en el Poder, y no tanto por los que se han producido en el campo popular. Sin embargo, la rearticulación de movimiento social debiera ser acelerada en los próximos años, en la medida que el nuevo gobierno con su gabinete de los patrones de los grupos económicos, intente profundizar las medidas neoliberales para mantener la estabilidad macroeconómica del modelo. En el campo económico nos encontraremos en una nueva ofensiva de las políticas más dogmaticas del neoliberalismo. Las diferencias con el período anterior es que el capitalismo hoy no dispone de la base material ni el consenso social para mantener un régimen político y económico como el que necesita la clase dominante. Ya que las políticas neoliberales de las décadas anteriores debilitaron la economía productiva, han arrasado industrias, frenado la creación del desarrollo social acrecentado la desigualdad, etc, agréguese a esto las grandes
consecuencias que ha dejado el terremoto y posterior maremoto en la zona centro y sur del país. Por lo anterior, es que en lo nacional por ejemplo la necesidad urgente de Piñera de revivir la «política de los consensos» o el mentado «gobierno de unidad nacional» en función de ampliar su base de apoyo, para poder llevar adelante en el actual contexto social y político las medidas que permitan materializar y profundizar el proyecto y los objetivos de los patrones. Avanzado el actual Período tendrá como características el resurgimiento y del protagonismo popular forzosamente por otro lado el resurgimiento de acciones gubernamentales represivas y autoritarias para contener a las masas descontentas producto de las secuelas de la crisis, además todos los análisis serios indican que estamos en medio del inicio de la segunda ola de la crisis financiera global iniciada hace más de un año en centro del imperio.
Bloque en el Poder El actual Bloque en el poder está compuesto por la burguesía comercial, industrial, comercial, todas ligadas al capital financiero, a la que se suma oligarquía financiera de lo centros imperialistas, constituyendo una
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expresión a la vez local como regional y global. Lo especial de este Bloque en el Poder es su carácter a la vez local y global, de manera tal que impide que el Estado Chileno pueda desarrollar políticas económicas de carácter soberano. Este Bloque se expresa políticamente a través de la Alianza por Chile, algunos partidos menores y grupos de independientes presentes en el Congreso y la Concertación por la Democracia. Este Bloque en el poder logra controlar ideológica y políticamente los aparatos ideológicos del Estado: Medios de Comunicación, cultos religiosos, el deporte, colegios profesionales, el campo educacional, las Fuerzas Armadas, las Fuerzas de Orden y Seguridad, agrupaciones ciudadanas, entre otros. Este Bloque en el poder ha sabido coaptar por medio de negociaciones, consensos y amenazas expresas o subterráneas a sectores sociales con algún grado de organización y potencial vocación de cambio y a la izquierda reformista. El reformismo acepta las reglas del juego político que impone el Bloque en el poder y en ese sentido se convierten objetivamente como un obstáculo al avance patriótico y revolucionario de los Pueblos. Esta hegemonía política y cultural que ejerce el Bloque en el Poder debe ser disputada por las organizaciones revolucionarias y, en tal sentido, dicha lucha es contra hegemónica (tanto en el campo político
como en los campos económicos, sociales y culturales). El actual gobierno es la expresión política del núcleo más ideologizado e intransigente del Bloque en el poder, sin embargo, por razones de táctica política no es de extrañar que dado un escenario de pérdida de la legitimidad social eche mano al recurso populista haciéndose eco de ciertas demandas a objeto de desarticular la lucha social y política de los pueblos. También es propio del continuo ejercicio hegemónico del Bloque en el poder que se procure arribar a consensos que impliquen mantener las estructuras del actual modelo capitalista neoliberal de desarrollo.
Aspectos Político del Período Al buscar respuestas y comprender el momento político actual desde una posición clasista, anticapitalista y revolucionaria, es necesario desarrollar la definición de algunos elementos que caracterizan el actual momento de la lucha de clases en la situación económica, política, social y fundamentalmente humana que vivimos como pueblo, como parte del orden y la iniciativa impuesta por los poderosos, desde una dictadura de 17 años y un Estado capitalista democrático neoliberal que van 20 años de sostenida consolidación.
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La caracterización de la lucha de clases es necesaria tanto para entender y conocer el periodo desde elementos que imponen de manifiesto la iniciativa de los dueños de la riqueza y de quienes la administran políticamente; como para comprender, interpretar, posesionarse y tomar decisiones políticas en torno a como se expresa en la realidad el conjunto de esfuerzos e iniciativas, que desde el mundo popular y revolucionario se levantan como esfuerzos en la acumulación de fuerzas para avanzar en la construcción de un Poder Patriótico del Pueblo, en disputa por los espacios a quienes hoy imponen su hegemonía en la escena política, económica, militar y social de nuestra Patria. Esta idea se relaciona directamente con que para transformar hay que conocer, para revertir las tendencias que se manifiestan en la realidad neoliberal, necesitamos saber a nivel global regional y local cuales son las orientaciones que se inscriben en la realidad política; es preciso comprender todas las dimensiones (global regional y local) ya que es la relación entre éstas las que nos permiten ejecutar la política correctas y transformar lo local desde una mirada global. No pretendemos abarcar la totalidad de las transformaciones sufridas a nivel ideológico, social, económico y político en Chile, ya que siempre está reacomodándose, pero creemos necesario rescatar algunos elementos
que pueden caracterizar el presente y, por lo tanto, las tareas para quienes pensamos y actuamos en función de transformar radicalmente esta realidad. Presentaremos algunas tendencias de la situación política nacional desde dimensiones diferenciadas, solo con el objeto de dar a entender mas claramente lo que aquí se desea expresar; es importante entenderlo así, ya que muchas veces tendemos a asimilar la realidad social como una división de esferas independientes, siendo que la realidad es una sola e indivisible, una totalidad donde todo esta relacionado y conforma un cuadro del cual también somos parte aun que no nos guste, con nuestras posiciones y acciones de intervención. Así entendamos la realidad actual desde la esfera social, económica y por sobre todo fundamentalmente ideológica, para posteriormente concluir en algunas definiciones e ideas que surgen en el momento que se asimilan e interpretan elementos de esta realidad.
Antecedentes estructurales, una revisión general Podemos afirmar que Chile, dentro del contexto internacional y regional, se instala y se presenta como el Laboratorio del Neoliberalismo, Neoliberalismo, desde 1978 como el modelo del modelo en América es importante en este sentido mencionar o definir algunos ejes que caracterizan
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histórica y estructuralmente experimentación del modelo:
esta
malamente llamados Socialistas, y la derecha- patronal .
• Política de shock antiinflacionario antiinflaci onario entre
De esta forma se ha consolidado el capitalismo en su expresión neoliberal como forma de organizar la vida social, ha si mismo ha sido solidificado en estos últimos 20 años de neoliberalismo, esta consolidación no se ha dado en un periodo de negación de los derechos civiles en forma categórica o radical como en la dictadura, sino mas bien bajo un régimen democrático burgués, donde prima la exclusión de las grandes masas y el pueblo en general, con un claro sentido de democracia anti popular y paradójicamente antidemocrática en la participación y las decisiones de las mayorías en las políticas en la construcción del presente y del futuro de la patria.
el año 1974-75, 1978-79 y 1982-85. • Política de privatizaciones de empresas
del Estado, que incluye empresas estratégicas y empresas de servicio público (luz, agua, teléfonos, gas). • Un ascendente proceso de privatización
de los Derechos Sociales, es decir el traspaso de los antiguos derechos sociales a la esfera del mercado. • Consolidación de una subjetividad que
no relaciona la pobreza y la situación de precariedad con estos derechos negados de forma más radical por el mercado, del llamado Estado benefactor. La implantación estructural del modelo capitalista neoliberal requirió del amparo de la dictadura (que garantizó acallar cualquier resistencia de los gremios, de las organizaciones sociales que aún existían e incluso de un eventual rearticulación de fuerzas políticas de izquierda y de centro que pudieran poner en cuestión dichas políticas). De esta forma los economistas neoliberales tuvieron condiciones políticas y sociales inéditas para desarrollar su plan de cambio estructural. Estas fases se han desarrollado en un lapso de 37 años - 17 de dictadura militar y 20 años de «democracia burguesa»proceso compartido por militares, presidentes Democratacristianos y los
Podemos definir que lo que ha ocurrido en Chile en estos últimos años es una verdadera contra revolución capitalista neoliberal, hoy bastante madura con el resto de América latina, en contraste a los neoliberalismos tardíos, como ocurre con los casos de Brasil, Argentina y Perú (en los años noventa). Acá se puede reafirmar la caracterización de Chile como modelo del modelo neoliberal, a pesar de la crisis sufrida en estos últimos años, crisis que aun no tiene salida por ningún sector. Es relevante por lo tanto, poder pensar en estos elementos o grandes ejes de estructuración histórica como componentes del presente político, social
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y económico de nuestro país, básicamente porque estos últimos años la administración del Bloque Dominante, han sido precisamente años de continuismo económico político pero sobre todo ideológico y no de ruptura ni cambio del modelo; especialmente se pueden pensar los últimos dos ejes como factores que ponen en impasse o marcan un punto de inflexión en lo que se refiere a la posibilidad de construir fuerza popular y revolucionaria en torno a la necesidad de componer luchas sociales en torno a elementos que por esta intención de anulación de los derechos sociales en el plano de las aspiraciones y el sentido común de grandes mayorías del pueblo. Esta anulación subjetiva de la noción de los derechos sociales, la impunidad con la que operan las instituciones del Estado de todos los chilenos, desplazando los problemas sociales a las esferas de la mercantilización del bienestar y generando una distribución del ingreso cada vez mas desigual, esto habla de una desigualdad que de una u otra forma se acepta con conformidad o naturalización del estado de las cosas, donde el neoliberalismo se presenta como verdad única e invariable. Es en esta lectura de la realidad, surge la pregunta respecto de si existen condiciones objetivas y subjetivas para hacer o generar nuevas condiciones para construir una política revolucionaria y
anticapitalista; y si estas condiciones son nuevas, cuales serian los mecanismos y las formas de intervención política que permitirían a los revolucionarios ganar espacios, en construir Poder Patriótico de los Pueblos, invertir radicalmente las situaciones y avanzar en la construcción de una alternativa concreta al modelo ya impuesto en nuestro país.
Construcción de conciencias La construcción de conciencias es un proceso dinámico y permanente, es una producción cultural. El modelo capitalista neoliberal de desarrollo pone al servicio de la difusión de un tipo particular de subjetividad (el sujeto consumista, individualista y competitivo) todos los aparatos ideológicos del Estado: El sistema educacional en su conjunto (regulado, como es de esperar, por el Mercado, reservado al Estado un rol estrictamente subsidiario), Los Medios de Comunicación (principalmente la Televisión, la prensa escrita, la radio, en un sentido menos controlado, Internet), los Colegios Profesionales, la estructura deportiva (el fútbol profesional, por ejemplo, controlado por sociedades anónimas), cultos religiosos, modelos de familia, entre los principales. El control de las conciencias favorece la constitución de una sociedad consumista y una cultura regulada por criterios de mercado. En el campo de la cultura, hay expresiones de suma importancia debido
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a su capacidad de crear identidad, sentido de vida, como son aquellas propias del mundo de las artes. Hoy en día, todas las artes se encuentran coaptadas por el mercado, la formación de artistas en los diversos centros de estudios tienden a la formación de «empresarios artistas» capaces de interactuar con la red de instituciones y empresas que operan con criterios de mercado, y con audiencias que son concebidas como «demandantes de productos artísticos». La calidad del producto artístico está dada por «la masiva demanda del mismo», que se convierte en el referente obligado incluso más que la opinión de los «expertos». No se debe el producto artístico a un conjunto de valores que puedan ir en contradicción con los valores que promueve la sociedad de consumo y la cultura regulada por el mercado. Y son esos valores seductoramente desplegados los que deben ser ratificados por las «audiencias». De esta forma, el arte, en lugar de ser un factor de construcción de conciencias críticas con la actualidad realidad social, política y cultural, se convierte en factor de adormecimiento de conciencias, de adaptación y valoración de la sociedad de consumo y la cultura de mercado que produce. Esta cultura crea simulacros de integración: mega espectáculos callejeros, que están concebidos para generar estados de ánimo festivos más
que para predisponer subjetividades a una visión crítica. Simultáneamente segrega la calidad de los mismos favoreciendo en los sectores populares una conciencia ignorante de sus derechos cívicos y culturales, pasiva y dependiente de patrones culturales del primer mundo capitalista. Todo lo cual favorece una conciencia en el seno de los pueblos de que el arte promovido en tal sentido es el único arte posible, de que esta cultura de mercado es la única posible y de que la sociedad de consumo es aquella donde el sujeto popular se siente parte (por la vía del acceso al crédito puede acceder a ciertos productos que le otorgan un supuesto plus entre sus pares). Como rodriguistas y como revolucionarios debemos desmontar los fundamentos de dicha construcción de conciencias y favorecer la construcción de una conciencia revolucionaria, culturalmente solidaria y socialista en el seno de los pueblos. Ese trabajo es permanente, dinámico y creativo. No se trata de responder a una suerte de manual de uso para llevar a cabo tal trabajo, se trata de ir valiéndose de herramientas teóricas y conceptuales válidas para tal propósito.
Carácter de la Revolución La causa real de todas las problemáticas del país es el sistema capitalista, que
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desde su génesis en Chile ha generado siempre las condiciones para el saqueo de los recursos de la nación, y que bajo el actual modelo conducido por la oligarquía financiera, ha acentuado la desigualdad social produciendo una escandalosa acumulación de riquezas en pocas manos y finalmente una gigantesca acumulación de explotación, pobreza y privaciones en vastos sectores del pueblo.
El Rodriguismo Caracteriza su Proyecto como: 1.- Un proyecto Anti capitalista , que busca cambios estructurales de fondo, que rompa las cadenas de dependencia con el imperialismo en todas sus expresiones. 2.- Un proyecto Socialista, que siente las bases de las nueva relaciones de producción y humanas, que libere a los hombres y mujeres de la explotación capitalista y desencadene todas las capacidades físicas e intelectuales para la apropiación completa de la cultura universal. 3.- Un proyecto Patriótico, que siente las base del Poder Patriótico de los Pueblos que permita levantar la soberanía popular y la autodeterminación de los pueblos. 4.- Un proyecto Plurinacional, que constituya y resinifique la diversidad de los pueblos y
naciones, con sus características propias, sus culturas e identidades en pos de una nueva sociedad. 5.- Un proyecto Popular, sustentado en la clase trabajadora, pobladores, estudiantes, sectores medios y todos quienes se sientan identificados y buscan aportar a construir el Poder Patriótico del Pueblo, basado en la democracia más profunda del Movimiento Popular.
POLÍTICA DE ALIANZAS Mesa de convergencia revolucionaria En esta mesa convergen las fuerzas y organizaciones que sí creen en la necesidad de una revolución como respuesta a la crisis que plantea el actual modelo capitalista neoliberal de desarrollo y sus eventuales institucionalidades políticas que le sostengan. Se trata de una mesa que permita golpear como un solo puño respetando la diversidad de expresiones revolucionarias existentes en el seno de los Pueblos. La constitución de estas mesas son de importancia capital para el Rodriguismo: es acá donde se debate fraternalmente el destino de la revolución chilena con carácter global. Es esta mesa la que
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debe señalar a los pueblos el camino político que han de recorrer para alcanzar el socialismo. Acá se evitan las vacilaciones, las ambigüedades, las contradicciones propias de la izquierda reformista. Estas mesas deben trabajar con mucha astucia y perseverancia para convertir el anhelo revolucionario en un anhelo de
las masas que son la mayoría. Evitar todo tipo de conductas sectarias, de malas prácticas que afecten la fraternidad del campo revolucionario y acciones que puedan retardar el avance revolucionario de las masas. Combatir cualquier atisbo de relativismo ideológico que se traduzca en concesiones al reformismo y la burguesía.
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POLÍTICA DE MASAS
Mundo Social El Congreso de Unidad Rodriguista vio la necesidad de que la militancia se constituyera en un actor protagónico en cuanto a la constitución de «frentes sociales» que hagan sentir sus demandas, que mejoren su organización y coordinación con otras organizaciones sociales y políticas. En cuanto a los frentes sociales existentes, se llamó a la militancia a incorporarse a ellos de manera activa y creativa, favoreciendo la conciencia de clase y la necesidad de un cambio revolucionario de carácter socialista.
Hoy vemos como los frentes sociales que se han levantado suelen entramparse en demandas estrictamente reivindicativas y corporativas de corto alcance. Esto lo aprovechan las fuerzas políticas burguesas para coaptar a estos frentes sociales. De ahí la importancia de que los rodriguistas y el conjunto de las fuerzas revolucionarias favorezcan la constitución de frentes sociales o, de integrarse a frentes sociales existentes, favorecer el desarrollo de su vocación revolucionaria de carácter socialista. El desarrollo de los frentes sociales responde por lo tanto a la necesidad de construir instrumentos eficaces y eficientes que permitan organizar y potenciar las luchas populares. Para esto es necesario referenciar las luchas por áreas de intervención, permitiendo ordenar y potenciar las organizaciones de base en torno a proyectos de demandas según las necesidades de dichos frentes. La división de estas luchas fue segmentado en nuestro reciente congreso según los actores que la protagonizan; es así como el mundo laboral esta representado en sus distintas formas de manifestación, como también el área de educación que engloba no solo al estudiante como actor social sino que además a todo el
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universo que gira en torno al proyecto educacional nacional. Otro actor importante es el poblador como sujeto de cambio y elemento a organizarse en el territorio donde vive. En el mundo social además se reconocen nuevas demandas que tienen que ver con elementos planetarios en disputa como son las materias primas estratégicas, factores estratégicos para la supervivencia de la especie como son los equilibrios medio ambientales, entre otros. Esta sub división mas allá de ordenar racionalmente el cómo hacer la la política política de masas del Rodriguismo, Rodriguismo, nos permite constatar y definir las líneas centrales por donde transitaremos en el desarrollo del trabajo social. El accionar político rodriguista en los frentes sociales es clave para la materializar la construcción del Poder Patriótico de los Pueblos. En cada frente social que se levante debería estar presente la voz de los rodriguistas para dotar de un sentido político revolucionario a las demandas sociales. Las masas deben visualizar a los rodriguistas como un referente político central a consultar consultar a la hora de definir sus estrategias de lucha social. Las masas no deben vernos como entes extraños a su organización y su lucha, por el contrario, somos parte de ellas, somos hijos e hijas de los pueblos que hoy viven las consecuencias de un modelo que sólo tiene por norte
domesticar a los pueblos y llenar sus billeteras. A continuación descompondremos el mundo social según nuestra visión y daremos a conocer las síntesis de las discusiones en nuestro congreso: En nuestra construcción social buscamos constituir una mayoría dotada de conciencia social, que sea capas de transformarse en el Sujeto que se ponga a la cabeza de las grandes transformaciones que necesita nuestro país. Este proceso en las actuales condiciones parte de las demandas más primarias que tienen las masas, lo profundamente revolucionarios hoy está en aquellas luchas que la gente puede asumir, estos son los pequeños cambios, las necesidades básicas de los sectores sociales. Instalar a las masas en un proceso de construcción de conciencia es el desafío de las organizaciones revolucionarias y principalmente del Rodriguismo. La búsqueda de las confluencias de las luchas en cada territorio nos debe llevar a implementar desde los sectores sociales las Asambleas Populares y Pliegos Sectoriales. Las asambleas deben ser un instrumento del movimiento popular, donde el pueblo se exprese territorialmente, es decir irá tomando posesión de su territorio en la medida que se constituye como Sujeto Social. Será también también el punto de convergencia de las diferentes reivindicaciones
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sociales, que se plasmarán en un primer momento en pliegos sectoriales, ayudando a configurar una identidad propia y transversal a la heterogeneidad que presentan las poblaciones (existencia de trabajadores, cesantes, jóvenes, mujeres, pequeña burguesía, etc.) y los temas sensibles a cada una. Entendemos este espacio no sólo como de convergencia de los organizados, sino también de los pobladores en su calidad de individuos, ya que la propia asamblea debe ser su espacio de representatividad. Esto permitirá la unidad en la acción en pos de lograr un mayor nivel de injerencia en la realidad sectorial. Las Asambleas Populares y los Pliegos Sectoriales deben disponer a los sectores sociales en directa confrontación con el poder local. No es en una política aséptica y enclaustrada al margen de toda la realidad donde se construye el nuevo Poder Patriótico del Pueblo, sino más bien construyendo una correlación de fuerzas sociales y políticas que en cada momento cuestione al poder existente y lo confronte y dispute territorialmente su hegemonía desde diversas formas de lucha. El Poder Patriótico del Pueblo es la correlación de fuerzas políticas, sociales, económicas, culturales, que disputa tanto en el terreno legal e ilegal la hegemonía del conjunto de la sociedad ante la conducción del Bloque en el Poder.
Criterios Metodológicos de la Construcción Social Rodriguista El FPMR debe jugar un rol central en evitar que lo social reivindicativo se desvincule de lo político. Toda lucha reivindicativa es política y, en tanto política, es de carácter político revolucionario. De lo contrario, lo reivindicativo favorece el clientelismo político, la dependencia de los pueblos a las prebendas y migajas de la burguesía capitalista explotadora. El Poder Patriótico de los Pueblos no se construye sobre la nada, se construye desde el seno de las organizaciones populares en un proceso de creciente acumulación orgánica, social y política. En este proceso deberemos desenmascarar al reformismo y las deviaciones burguesas, así como los intentos del Bloque en el Poder de coaptar las organizaciones sociales populares. Una de las luchas ideológicas fuertes que hay que dar tiene relación con romper el cordón umbilical que une a estos frentes sociales populares con el clientelismo político, con la propensión de rigidizar las luchas sociales en el marco de la legalidad vigente con lo cual se ahoga todo potencial revolucionario, con creer que la conciliación de clases es posible. La flexibilidad táctica de la lucha no debe perder de vista la revolución.
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El carácter revolucionario de las reivindicaciones sociales no está dado por la radicalidad de la demanda, sino por la factibilidad que esta nos permita entrar en una relación con los sectores sociales y que ellos se sientan reflejados e interpretados en sus necesidades inmediatas con la política del Rodriguismo. donde la oportunidad de construcción de organizaciones sociales permanentes capaces de radicalizarse políticamente. El punto de partida lo dan las masas, el punto de llegada lo indica el proceso abierto por la organización política. Es necesario pensar y actuar pensando que la revolución tiene sus momentos de repliegue, de avance y de oportunidad. En momentos de repliegue no podemos ceder al oportunismo, sí debemos ser astutos para acumular fuerza social y política para emerger más potenciados. Todo ello implica flexibilidad táctica que no debe confundirse con ambigüedades que nos lleven a validar el reformismo. Bien es sabido que cuando izquierda revolucionaria valida el reformismo se convierte en una expresión política reformista más. Las demandas deben estar ligadas a lo que denominamos Proyecto Patriótico de Desarrollo que define la constitución de un nuevo Estado donde los pueblos puedan ejercer realmente su soberanía. La tarea de darle cuerpo teórico y práctico al Concepto de «Proyecto Patriótico de Desarrollo» debe ser un
objetivo que debemos lograr en el actual período para que deje de ser una simple consigna.
Línea Poblacional La construcción social Desde el periodo de los sesenta y con mayor fuerza bajo la dictadura surgió como Sujeto la figura del poblador, ya que antiguamente era pensable el sujeto revolucionario solo desde su posición de clase obrera. En la actualidad el desarrollo del «Sujeto» poblacional ha sido asimétrico y con ciertos impulsos contingentes acompañados de retrocesos en los últimos años. El poblador ha sido protagonista protagonista de las luchas en este periodo, sin embargo ha comprendido un área restringida de las demandas sociales, particularmente en la esfera reivindicativa. Una de las causas que impide la verdadera proyección social y política de estas acciones, es la visión movimientista y oportunista, que agota la lucha en las reivindicaciones particulares de cada sector, y de paso dificulta la construcción del proyecto revolucionario, que va mas allá de esas legitimas demandas. La izquierda revolucionaria debe centrar su estrategia en la articulación de todas estas demandas locales o sectoriales,
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que converjan en un horizonte transformador de la sociedad. Las experiencias poblacionales son de restringida extensión territorial y temporal, mas bien nos encontramos con un sector que si bien tiene una serie de experiencias territoriales no logra constituirse en un sujeto protagónico en la lucha contra el modelo. Esto es fundamentalmente porque las organizaciones populares no ponen sus esfuerzos en los sectores estratégicos de las demandas populares y muchas veces se confunde los instrumentos con el Sujeto. Se cree a menudo que teniendo un centro cultural, alguna radio popular, boletín, etc. se está haciendo trabajo social, no se percibe que una radio, un centro cultural y otros espacios pueden ser instrumentos del movimiento social, pero jamás pueden suplantar al Sujeto, incluso esos instrumentos adquieren coherencia cuando son parte de un movimiento que se aglutina en torno a una demanda social. La diferencia entre uno y otro, es que con los instrumentos en el mejor de los casos se está presente en los territorios, en cambio el Sujeto la da la intencionalidad y la conducción a las demandas de los sectores sociales. El concepto genérico «pobladores» se desprende de una realidad social-urbana llamada «la población». La «población» son unidades urbanas de carácter marginal, fruto de tomas de terrenos de los «sin casa», que con el tiempo
lograron consolidarse sin perder su evidente carácter popular. Es en la población donde el modelo capitalista neoliberal de desarrollo golpea con mayor fuerza, allí donde la maquinaria publicitaria genera las mayores expectativas de movilidad social que nunca llega, allí donde ciertas drogas destruyen el potencial revolucionario de cientos de niños, niñas, jóvenes y adultos; pero es allí también donde se han dado las batallas más heroicas por la dignidad y los derechos sociales y políticos conculcados. Es la «población», el territorio preferencial de toda organización revolucionaria, es ahí donde debe hacerse carne la teoría revolucionaria, es ahí donde debe demostrar que la alternativa socialista es la única que les garantizará dignidad y buen vivir a todos sus habitantes. Los rodriguistas en un alto porcentaje somos pobladores, muchos vivimos en las poblaciones, hemos sido parte de esa historia de organización y lucha. Somos expresión del compromiso político revolucionario del poblador y la pobladora, y por ello podemos hablar en propiedad de la «población». Los rodriguistas acordamos en el Congreso de Unidad que la línea poblacional debe garantizar la autonomía táctica en los territorios. Esto quiere decir, que en tanto militantes de los frentes sociales que se construyen en las poblaciones nos debemos lealmente a ellas, es más el mismo
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Frente Patriótico Manuel Rodríguez es un instrumento político revolucionario al servicio de la lucha de dichos frentes sociales. Ello no nos inhibe a la hora de señalar lo que consideramos más útil para nuestro pueblo tanto en lo táctico como en lo estratégico. Hoy en día se requiere construir las bases de una acumulación de fuerzas que tenga por objetivo levantar una voz organizada y coordinada entre pobladores. En tal sentido diversas coordinaciones se levantan hoy en todas las ciudades del país que son el producto de los procesos de construcción de organización de los últimos años. Sin embargo, no es suficiente, son cientos de miles de pobladores que no pertenecen a ningún tipo de organización en su propia población y mucho menos se encuentran adscritos a sindicatos en sus lugares de trabajo. No obstante los problemas que se presentan en la población y que demanda una voz organizada que se levante para denunciar y luchar por mejoras en los que se encuentran los allegados, bandas de narcotraficantes, problemas de atención en los SAPUS, precarias condiciones de enseñanza en los diversos centros educacionales ubicados en las poblaciones populares, cesantía, jubilaciones miserables, trabajos precarios, necesariamente irán creando las condiciones para la constitución de más organizaciones y más vocación de
lucha por lograr los objetivos tendientes a mejorar las condiciones de vida. En tal sentido, una propuesta concreta que se hace desde el Rodriguismo es la constitución de Mesas (Asambleas, coordinadoras etc,) Territoriales, donde convergerían diversos actores sociales de la población como los estudiantes (secundarios, técnico profesionales, universitarios), cesantes, allegados, trabajadores, clubes deportivos, comunidades parroquiales y de cultos protestantes, centros comunitarios, mujeres, pymes, entre otros. Mesas territoriales que deben establecer relaciones de coordinación con las Mesas de Fuerzas Revolucionarias que aporten el contenido político estratégico a la lucha social.
La Construcción Social de los Rodriguistas Como rodriguistas hemos tardado mucho tiempo en iniciar una construcción social de carácter estratégico, las razones son diversas: falta de experiencia de la militancia, falta de decisión política para afrontar el trabajo de largo aliento, la búsqueda de atajos donde no existen que llevan finalmente a tardar la construcción, sobre todo en lo que se refiere a la construcción de organizaciones permanentes que se articulen para potenciar la tarea de Movimiento Popular.
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Con el nuevo período y la debacle de la concertación, se ha abierto un tiempo en el cual las masas son más receptivas a nuevas propuestas. Lo que antes estaba solido, petrificado en el mundo social hoy se ha vuelto líquido, nuevamente moldeable y a su nueva forma y contenido será determinante las fuerzas políticas que logren altos niveles de complicidad con esos movimientos sociales que entraran en lucha por sus demandas. Es un momento donde los rodriguistas deben destinar todas sus capacidades y talentos para resolver la problemática de la inserción y conducción de los sectores sociales. Pues este tiempo de receptividad es contingente, luego la dinámica de los fenómenos sociales vuelve a solidificarse y arraigarse. La política de masas rodriguista tiene que ser transformadora ético-cultural de los sectores sociales, esto significa la instalación de los valores de la nueva sociedad y del Socialismo como paradigma hoy y no la espera de la toma del poder para empezar a la construcción del nuevo hombre y la nueva mujer. La construcción social Rodriguista debe considerar las siguientes características de las demandas sociales para que posibiliten una construcción estratégica: 1.
Que potencialmente pueden agrupar un número masivo de afectados que pueden hacer suya esta demanda social.
2. Que sean transversales a todo el territorio nacional 3.
Que su organización puede expresarse territorialmente
4. Que permitan un trabajo político de mediano o largo plazo 5. Que el modelo no esté en condiciones de dar respuestas cabales a las demandas de estos sectores. El posicionamiento político, el crecimiento cuantitativo y cualitativo, la capacidad de hegemonía y conducción, en definitiva la viabilidad política, permanencia y futuro del Rodriguismo depende de lo acertado de nuestra política social.
Género y Clase El capitalismo no sólo se reduce a una dimensión estrictamente económica, tiene alcances culturales. Es así como el capitalismo se expresa de manera plena en el marco de una sociedad patriarcal. En tal sentido, el patriarcado es inherente al capitalismo. Ello se expresa en la cosificación de la mujer, en las relaciones jerárquicas y competitivas que favorecen al hombre. La división social del trabajo impone la división sexual del trabajo y por más que la retórica publicitaria del capitalismo hable de los «derechos de las mujeres», en el fondo necesita reducir a la mujer a una
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situación de subsidiaridad en todos los ámbitos de la vida. No es extraño que se mire a la mujer como complemento de la productividad, como aliada en la economía familiar, pero siempre sometida a sus roles cotidianos de parir hijos, de fuerza laboral y/o cuidarlos. Asumimos, además, que el problema de género está atravesado por la lucha de clases. Ello explica que haya mujeres burguesas que no tienen problemas de explotar a sus congéneres cuando se trata de obtener más plusvalía en sus negocios. Ello explica, también, que hay mujeres que defiendan con su vida un modelo de desarrollo evidentemente patriarcal y clasista, haciendo gala de una supuesta posición de género «universal», hablando a nombre de «todas las mujeres», como si nuestra sociedad no estuviese dividida en clases sociales, cómo si no existiera la lucha de clases y que todo se redujera a meros conflictos entre gente que quiere trabajar y gente que busca problemas. Hoy los revolucionarios y revolucionarias deben promover el principio de igualdad de derechos y oportunidades entre mujeres y hombres como un componente central de la sociedad socialista que se pretende construir. Esa universalidad de género sólo se puede lograr en el contexto de una sociedad que ya no divide socialmente el trabajo, en una sociedad donde haya clases sociales.
Antes que ello ocurra, como revolucionarios estaremos del lado de las mujeres proletarias, de las mujeres trabajadoras, de las mujeres que son víctimas de la explotación y la represión.
Línea de Trabajadores Surgen las Luchas Luego el Instrumento Desde la perspectiva de clase, en la medida que las organizaciones obreras han buscado nuevos horizontes al margen de las instituciones subordinadas y dependientes como la CUT, CAT y UNT, y en la medida que la huelga ha permitido la toma de conciencia colectiva sobre nuestro rol social, también ha surgido la necesidad de organizaciones autónoma e independiente del estado, los patrones, las iglesias y los partidos políticos, y también por cierto, emerge el instrumento político que se legitima en la medida que conduce certeramente los conflictos hacia pequeños, pero importantes triunfos, que buscan avanzar en la constitución de un nuevo sujeto político que de solo nombrar hace temblar a los explotadores, la clase obrera. Este no ha sido solo un crecimiento cuantitativo, sino principalmente un crecimiento cualitativo, en la medida que paralelamente se ha construido una
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concepción de la negociación colectiva y el poder, el autofinanciamiento y la autogestión, la independencia y la autonomía, la solidaridad de clase y la concepción de unidad y lucha. Al igual que qu e en educación y en previsión, la dictadura neoliberal se esforzó por hacer cambios estructurales a la legislación laboral que favorecieran abiertamente al capital. La actual legislación laboral desincentiva la sindicalización de los trabajadores, favorece una relación individual con el empleador lo que permite niveles de explotación sin precedentes. La constatación de un mundo laboral donde los trabajadores poco o nada pueden hacer en función de enfrentar conflictos en sus territorios laborales debido a un débil mundo sindical, muchas veces convertidos en oficinas de bienestar que hacen de nexo entre la gerencia y los trabajadores. Otro elemento constatado es el alto número de trabajadores que no se sindicaliza por opción personal (producto de años de penetración ideológica del enemigo), por incapacidad para organizarse o por el tipo de contrato al cual está sujeto. Es gigantesca la industria de las empresas terciarias que generan en el mundo de los trabajadores divisiones infranqueables al momento de intentar la organización, vemos como trabajadores que cada día, desarrollan trabajos en un mismo lugar dependen de
distintos RUT de empresas, lo que de por si impide la unidad en términos legales de afiliación sindical. Otro tema es el mundo rural donde las condiciones de trabajo de miles de temporeros hacen de esta forma de vida una condición errante, se transforman en verdaderos nómadas asalariados, cumpliendo jornadas extensas de trabajo, en condiciones muy muy miserables. Existe un mapa de la extrema riqueza que se contrapone al mapa de la extrema pobreza, son millones de compatriotas volcados a la precariedad y sin organización que defienda sus intereses producto de un Código del Trabajo diseñado en dictadura y perfeccionado en democracia En este escenario, los rodriguistas propiciamos la sindicalización y la construcción de centrales de trabajadores de carácter clasista. La sindicalización y la conciencia de clase se logra en el marco de la lucha, allí se establece la necesidad de luchar unido a los compañeros y compañeras. Esa disposición de lucha debe ser la base de la sindicalización y la conciencia de clase se desprende del enfrentamiento con los intereses del capital. Aún así, es deber de los trabajadores y trabajadoras más conscientes favorecer esos procesos de conciencia de clase en trabajadores y trabajadoras penetrados ideológicamente por valores propios de la burguesía capitalista.
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Nos interesa crear frentes de trabajadores con fuerte conciencia de clase, renuentes a acuerdos que so pretexto de una «conciliación de clases», de una llamada «unidad nacional» sólo terminen favoreciendo los intereses del capital. Frentes de trabajadores que sientan la necesidad de la «revolución», como verdadera solución frente a los problemas de fondo para el trabajo frente al capital.
Algunas posibilidades y límites de la acción sindical, en la perspectiva de superación del capitalismo Hasta ahora, gran parte del discurso y acción política de las organizaciones de la clase trabajadora (partidos, sindicatos), ha girado en torno a unirse contra la injusticia, la pobreza, el abuso (un salario justo), por supuesto todos fines muy nobles, a tal modo, que pueden ser compartidos por igual por curitas y liberales bien pensantes. La crítica radical a la forma de vida a la que nos condena el capitalismo, la crítica a la forma del trabajo en el capitalismo, el trabajo asalariado, fue quedando en el olvido, a tal punto que hoy, incluso mucha gente con el corazón bien puesto opera políticamente en coordenadas impuestas por la lógica del capital. Una tarea fundamental para la izquierda es salir de esa cancha a una donde un horizonte comunista nuevamente sea verosímil.
Con esta premisa, se trata aquí de enunciar algunas posibilidades y límites del trabajo sindical en la lucha anticapitalista. Individualmente los trabajadores son libres de vender su trabajo bajo condiciones contractuales de cualquier tipo. Sin embargo, también compiten entre si en el mercado de trabajo. Esto significa que el obrero aislado como vendedor libre se encuentra completamente indefenso. El único remedio es que los trabajadores se junten como clase para resistir las depredaciones del capital, que en la mira de su permanente expansión presionará por mayor número de horas de trabajo o mayor nivel de productividad, etc. Tradicionalmente, las organizaciones de unión de los trabajadores han sido el sindicato y el partido y la polémica ha girado en torno a las limitaciones del primero, frente al segundo. La tradición marxista ortodoxa poco y nada confiaba en el sindicato como agente revolucionario. Básicamente se señalaba despectivamente que la existencia del sindicato era inherente a la existencia del capitalismo. El sindicato puede negociar con el sistema, pero no transformarlo. El sindicato no impugna la sociedad de clases, sino que más bien es su expresión. Además, se criticó fuertemente la eficacia de su mayor arma: la huelga es simplemente la ausencia, la omisión, y
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no la acción resuelta contra el orden establecido. Incluso, la huelga podía llegar a llegar a desmovilizar a los trabajadores o a impedir que estos se aglutinaran con rapidez en un momento insurreccional. Finalmente se señalaba que la huelga era una limitada herramienta de ataque económico, incapaz de convertirse en una herramienta política, básicamente atendida la disparidad de poder entre el capital y el trabajo. El sindicato, solo podía retirarse del mercado de trabajo, lo cual es un ataque muy limitado y rígido; el capital, por su parte, no solo puede retirarse del proceso productivo mediante el look-out, sino que puede el financiar campañas políticas, crear escuelas, trasladarse de país, disponer de armamento, etc.
Posibles acciones del sindicato, aparte de la negociación de los salarios, las siguientes: 1. El arrebato parcial del control patronal. Es decir, obtener poder de decisión dentro de la empresa, por ejemplo, en materias tales como la contratación y despido de trabajadores, sobre tiempo, ritmos de trabajo. Según señala, las experiencias de este tipo, cuando han existido, solo han funcionado muy limitadamente, por un período breve de tiempo y con ayuda muy fuerte por parte del estado. 2. Ocupación de fábricas. Esta acción más que nada una acción simbólica,
pues para que fuera una fabrica fuera efectivamente tomada, significaría que su operación fuera realizada por los trabajadores. Sin embargo, operar la empresa requiere necesariamente volver al mercado para abastecerse de materias primas, colocar sus productos, etc. Es decir, la fábrica tomada, puede ser muy fácilmente aislada en el mercado, en caso de ser necesario. 3. La huelga general combinada con otras acciones (elecciones, mítines, insurrecciones), podría ser un arma para provocar una crisis política, donde los sindicatos podrían tener algún rol. Sin embargo, en si misma es una arma insuficiente: un paro, por muy grande que sea, no es lo mismo que sustituir un orden por otro. Además, a la larga, es una acción que cuesta mantener y, finalmente la gente termina por volver a sus trabajos. Con un diagnostico así, para la tradición marxista-leninista, la acción sindical era absolutamente limitada. Por supuesto, el partido revolucionario podía superar todos estos problemas, sobre todo, por su carácter de instrumento creado especialmente para hacer revolución, a diferencia del sindicato, nacido naturalmente, como mera defensa de los trabajadores. Sin embargo, como hemos podido apreciar a lo largo del siglo pasado, algunos partidos revolucionarios no hicieron nada de aquello, y a la larga,
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establecidos como partidos tradicionales, pasaron a formar parte del status quo político. ¿Es entonces el momento del sindicato como herramienta revolucionaria? Probablemente no. En este punto es necesario considerar la evolución que el propio capitalismo ha tenido en el último tiempo, el cual ha requerido modificaciones sustantivas a la forma de organizar el trabajo asalariado: las grandes concentraciones industriales han ido desapareciendo y se ha privilegiado la flexibilidad de contratación y subcontratación creándose status jurídico-laborales distintos entre los trabajadores, lo que ha significado que, por una parte los trabajadores se hayan alejado físicamente unos de otros y por otra se produzca un gran individualismo, limitándose las posibilidades de los trabajadores de auto percibirse como partes de una misma clase social, con problemas comunes que resolver. La transnacionalización del capital intensifica este fenómeno, profundizando la división social del trabajo a nivel mundial, dejando a la clase trabajadora, en condiciones precarias y aisladas en la periferia, y con cierto bienestar económico en las zonas centrales. Evidentemente no solo las distancias geográficas dificultan la organización de los trabajadores, sino que además la transnacionalización del capital le permite producir un sentido común
donde los conflictos de los trabajadores en los países centrales podrían aparecer con pocos o ningún rasgo en común con los de los países periféricos, atendidos las distintas labores despeñadas, y los niveles altamente diferenciados de estándares de vida. Ante este escenario, el sindicato tradicional, de empresa, pierde relevancia como organización de los trabajadores contra el capital. Sin embargo, en un periodo de reflujo de la lucha de clases, el sindicato aun tiene un rol fundamental que jugar, al menos de resistencia. Evidentemente, lo primero es adecuarse a la nueva forma de organización del trabajo, buscando establecer redes también mundiales, sea por área de producción, cadenas comerciales, etc. Si bien es cierto, la lucha sindical jamás podrá eliminar la explotación en el empleo, por ser la ganancia del capitalista esencial para los ciclos expansivos del capital, la organización y la negociación permite que los trabajadores visualicen el conflicto de intereses con la patronal: ¿cómo repartimos el mayor valor producido?, ¿como ganancia para la empresa o como salario para los trabajadores? La lucha de clases, sin expresión política alguna, se manifiesta parcialmente en las reivindicaciones económicas de los trabajadores. Si el sindicalismo logra sintonizar con esas reivindicaciones,
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puede ser que este tipo de organización colabore al menos en la sobrevivencia de alguna identidad de clase. Un sindicalismo que sea capaz de adaptarse a la nueva forma de organización del trabajo permitirá mostrar que el trabajo asalariado sigue estando en la base del funcionamiento del capitalismo, por mucho que este haya cambiado y ya no sea el mismo que hace treinta años.
capitalismo no solo no se han afrontado, sino que se han promovido. No se ha avanzado en la desconcentración y en la redistribución de la riqueza, en derechos laborales y previsionales, en trabajos dignos y en el respeto de nuestra condición humana. Hoy, lejos de cumplirse las promesas, la avaricia de los dueños del país significa una cada vez mayor desigualdad en los ingresos, trabajos más esclavizantes, mayor inseguridad y precariedad laboral.
Si la resistencia permite develar que la antigua clase obrera industrial se ha expandido y ha mutado en diversas formas de trabajo asalariado, la clase trabajadora se encontrará nuevamente en condiciones políticas de combatir al capital. Es decir, el sindicato no solo tiene la tarea fundamental de resistir la explotación (entendida no como pobreza, sino que como apropiación de producto social), sino una labor política para el surgimiento de una clase trabajadora auto consciente de sí.
Y NO SE DETIENEN: CADA AÑO AUMENTAN LAS EXIGENCIAS EMPRESARIALES DE UNA MAYOR FLEXIBILIDAD LABORAL, renovadas en tiempos de crisis, y hemos podido presenciar el exterminio anunciado y definitivo de la previsión social. Las consecuencias de la aplicación de una política económica y cultural capitalista neoliberal y de un sistema político excluyente de las grandes mayorías, han permitido los abusos que la ciudadanía comienza a rechazar organizadamente.
Esperemos que entonces, ahora si, las banderas porten el lema que Marx sugirió hace ya tanto años.
A NIVEL GLOBAL ASISTIMOS A LA FASE FINAL DE UN CAPITALISMO SALVAJE que ha agotado codiciosamente los recursos de la tierra y que termina, entre otros, con sus principales fuentes de energía, como los hidrocarburos, y además, pisotea elementos vitales para la supervivencia, como el agua y el aire.
Los Trabajadores y las Trabajadoras Estamos Primero A DIEZ AÑOS DEL INICIO DEL SIGLO XXI bajo el gobierno de la coalición de derecha, los trabajadores y trabajadoras constatamos que en Chile, los males del
LA NECESIDAD DE INCREMENTAR LAS GANANCIAS AFECTA NO SOLO
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AL TRABAJADOR riqueza de nuestro país profundizando y tolerando la pobreza, la miseria y la vida de tantos hombres y mujeres, entregada al trabajo asalariado. Un nuevo capitalismo será sin discusión continuar con la lógica de que solo algunos pueden gozar de libertades y justicia para una minoría y que los demás sigamos sumidos en la desesperanza, en la entrega de nuestro tiempo y creatividad solo para sobrevivir sin esperanza de una verdadera justicia e igualdad de oportunidades. No queremos nuevas aventuras autoritarias y populistas, queremos una nueva forma de vida. Para nosotros, los trabajadores y las trabajadoras de nuestro país siempre estarán primero. DURANTE ESTOS AÑOS DE ENGAÑOS Y DE PROMESAS INCUMPLIDAS, y donde hemos visto y sufrido cómo las ganancias de algunos se generan con nuestro esfuerzo y el trabajo y sin consideración alguna por el medio ambiente, muchos sindicatos y organizaciones de trabajadores hemos optado por organizarnos en forma autónoma e independiente para enfrentar esta situación que nos aflige y preocupa. Creemos en la autonomía, pues sabemos del chantaje económico del Estado y de los poderosos, que cooptan una y otra vez a las organizaciones. Gestionar nuestros propios recursos, mediante el compromiso, el esfuerzo y financiamiento de los propios trabajadores, nos otorga la
independencia para no aceptar injerencia alguna del gobierno de turno, de partidos políticos, de credos religiosos, de organizaciones empresariales. Somos en definitiva, producto del propio crecimiento y madurez EXPLOTADO, al que se le usurpa su producción, sino al propio planeta, pues para asegurar las ganancias cada vez más escasas, se pasa por encima de los equilibrios ecológicos necesarios para la existencia de la vida en el planeta. LA ACTUAL CRISIS FINANCIERA ES SOLO UNA PARTE DE UNA CRISIS GLOBAL QUE NO RESISTE MÁS UN CRECIMIENTO PROGRESIVO HACIA EL INFINITO, porque los recursos tienen límites naturales. Y tal como el planeta no aguanta más esta barbarie, la humanidad tampoco resiste más la usura, la explotación, la inmoralidad, la corrupción, la especulación y un marcado desprecio por el ser humano. El desafío del sindicalismo y los trabajadores, pobladores, cesantes, trabajadores por cuenta propia, etc., es organizarse para abrir paso a una nueva forma de vida, que supere la irracionalidad capitalista. NO PODEMOS, NI DEBEMOS PERMITIR LA APARICIÓN DE UN «NUEVO CAPITALISMO», post neoliberal que reordene, administre la crisis. A fin de cuentas, creemos que nuestra liberación solo puede nacer de nosotros mismos y no de regalos, arreglos, la compra de conciencias y
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finalmente las coimas de la clase dominante. Con autonomía e independencia, debemos construir el movimiento de trabajadores del nuevo milenio que se prepara para enfrentar las transformaciones necesarias para dar un sentido humano y una esperanza a la clase trabajadora en dónde quiera que ella se encuentre y se desarrolle.
Como clase trabajadora nuestro objetivo final es acabar con el trabajo asalariado, por lo tanto, las luchas económicas, las demandas de mejoramiento de calidad de vida, los esfuerzos de control del mercado laboral, la construcción de contrapoder, y el vencimiento del miedo apuntan hacia ese gran objetivo; acabar con la explotación.
Línea Estudiantil La lucha estudiantil que se llevó durante el año 2010 estuvo marcada por varios acontecimientos. En primer lugar, las consecuencias que trajo el terremoto a familias de diversas zonas afectadas del país obligaron a muchos estudiantes dejar de lado sus estudios. Es así como también, además de no solucionar el problema de la educación mercantil, basada en la LOCE y su reforzamiento a través de la LGE, el gobierno empezó a planificar una «Gran Reforma Educacional» que fortalece la educación privada a costa de reducir la educación
«pública» aún más de lo que está, situación que también se vieron afectados los profesores. Por otra parte, se vio afectado también el costo del pasaje escolar del transantiago, con un alza que llega al precio de $160. Junto con todo esto, se suman también los problemas que se vienen arrastrando hace años, como la mala infraestructura de los liceos, el cierre de carreras universitarias e institutos, lo que hice que la lucha estudiantil del año 2010 - 2011 tome como demanda la exigencia de una solución frente a estos problemas, manifestándose a través de diferentes formas de lucha (tomas de establecimientos, marchas, etc.), las cuales fueron violentamente reprimidas por parte del nuevo gobierno; desalojos inmediatos de tomas de liceos, expulsión de estudiantes, el encuentro de una suma de infiltrados de carabineros filmando a estudiantes en las protestas, etc. Asimismo, poco se tocó el tema de las movilizaciones en los medios de comunicación (de todos los sectores, no solamente estudiantil), ya que fueron censuradas por la prensa para demostrar que el nuevo gobierno tenía a todo el país controlado, encontrándose desinformadas unas de otras. A pesar de las censuras y la fuerte represión en las movilizaciones, continuó llevándose a cabo la lucha estudiantil. No obstante, el gobierno siguió adelante con sus proyectos de aumentar la privatización de la educación, expresada actualmente en el Proyecto Ley de la Reforma
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Educacional impulsada por el Ministro de Educación Joaquín Lavín, la que se encuentra en debate en el Congreso Nacional. Además de esto, hay que sumar que el costo del pasaje estudiante y adulto no deja de subir. Lo anterior nos reafirma que si bien siempre debemos buscar la unidad tanto de los sectores revolucionarios y que esa situación de unidad puede potenciar la gravitación de las fuerzas populares dentro de movimiento estudiantil, es totalmente factible que sea una condición que no se pueda lograr por cierto tiempo. No existe necesariamente una relación cronológica entre unidad revolucionaria y surgimiento de movimiento popular, de esta manera la labor política de nuestro frente político social es de crear una red de influencia propia en el estudiantado usando diversos instrumentos organizativos, encabezando los espacio naturales de organización estudiantil y siendo un agente critico y propositivo respectos a las demandas estudiantiles, y aplicando una política de alianzas y de acuerdos con todos los sectores progresistas y de izquierda que tengan un contenido antineoliberal y estén contra la educación de mercado. Lo anterior tiene plena coherencia con el contenido las políticas de alianzas que debamos aplicar, ellas son posible y factible de realizar cuando las fuerzas que comienzan a trabajar en conjunto disponen de conducción y hegemonía en
amplias franjas sociales, pues las alianzas tienen como objetivo de poner a disposición las propias construcciones para potenciarlas con las fuerzas que tienen los aliados en ese misma franja social, las alianzas no se realizan para iniciar una construcción social, sino para que confluyan las construcciones de las cuales ya se dispone. Los cientos de miles de estudiantes que se han movilizado en el último tiempo han dejado en claro que el modelo capitalista neoliberal de desarrollo aplicado al campo de la educación ha sido un factor potente de desigualdades. En términos simples el actual modelo educacional se reduce a la siguiente sentencia: sólo quien tiene para pagar accede a una educación de calidad. El actual modelo establece que hay educación para los pobres, para la clase media y para los ricos, simulando el dibujo de una pirámide donde la amplia base es la educación para pobres de baja calidad, al medio está la educación para la clase media (orientada para formar los futuros cuadros profesionales y técnicos intermedios) y arriba el segmento más pequeño para los ricos (el sector llamado a dirigir la sociedad, a constituirse en la elite oligárquica). Se trata, además, de un modelo que permite lucrar con la educación. Se crean universidades sólo orientadas a la docencia y a engañar a los potenciales «consumidores» de sus servicios
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«educacionales». Menos de un tercio de las universidades existentes (entre privadas, tradicionales y púbicas) sí cumplen con la capacidad de generar áreas de investigación. Aún así, reciben subsidios estatales orientados a la demanda, así estas universidades desarrollan importantes gastos en publicidad, ya que la vialidad «comercial» del proyecto está directamente relacionado con la cantidad de alumnos que logren matricular. Los mecanismos de acreditación son insuficientes y abren espacios para la corrupción de funcionarios e instituciones que terminan otorgando acreditaciones a universidades que no lo merecen. Además, muchas universidades (especialmente privadas) desarrollan descaradas formas de capitalizar su «negocio» por medio de inmobiliarias asociadas al «proyecto educacional» y otros resquicios con lo que se burlaba la ley en cuanto a ser instituciones «sin fines de lucro». En relación a los Centros de Formación Técnica el panorama es aún más desolador. Los mecanismos de fiscalización de la calidad de la enseñanza no son suficientes. Sólo cuando estos centros son denunciados mediáticamente las autoridades suelen intervenir. Ocurre exactamente lo mismo que en muchas universidades privadas: sólo están orientados al negocio, ofrecen educación de mala calidad, no garantizan lo que promete su publicidad
en cuanto a la ubicación de los titulados en el campo laboral, pésimas condiciones de infraestructuras de muchos de ellos, entre otras situaciones cuestionables. La educación secundaria y primaria pública presenta fenómenos dignos de ser tomados en cuenta. Por una parte, la mayoría de los colegios, liceos, internados e institutos de formación secundaria, presentan graves condiciones de infraestructura, pésimos ambientes laborales para los docentes, incapacidades de muchos directores para hacerse cargo de espacios de aprendizaje tan importantes en la formación de las personas, deficientes procesos de aprendizaje (altos porcentajes de los alumnos y alumnas que egresan de enseñanza secundaria no entienden lo que leen, por ejemplo), mala calidad de los profesores (productos en muchos casos, de las deficiencias estructurales del modelo que no favorecen una buena formación universitaria y tampoco adecuados cursos de capacitación). Por otra parte, excelentes resultados con menos inversión en el caso de los llamados liceos emblemáticos (Instituto Nacional y Carmela Carvajal, por ejemplo) en comparación a los colegios y liceos particulares que disponen de ingresos varias veces superiores a estos establecimientos. Se establece ahí una favorable relación entre costo y eficiencia, se trata de colegios y liceos
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que cuentan con los recursos necesarios para un buen proyecto educacional. No es casual que estos centros educacionales emblemáticos pertenezcan a comunas con mayores ingresos que el resto. Comprobando con ello que el modelo «municipal» de la dictadura fracasó, pero también dejando en claro que así como estas comunas cuentan con los mínimos recursos para sostener proyectos educacionales exitosos es posible obtener resultados aceptables. De ahí que se infiera que si el Estado, a través del Ministerio de Educación, se hiciera cargo de la franja de educación pre escolar, primaria y secundaria, se podría avanzar de manera evidente en cuanto a dar una buena educación a los hijos y las hijas de los trabajadores de nuestros pueblos. Sólo con un compromiso de Estado por elevar los recursos y los estándares de calidad del sistema público de educación en todos sus niveles puede la educación convertirse en un factor de movilidad social y progreso para los pueblos. Tal como están planteadas las cosas ya no hay margen para las reformas. Sólo un cambio estructural que redefina el rol del Estado, con mecanismos de fiscalización y de gestión que impidan la creación de una burocracia que conspira contra esta alternativa, son los cambios mínimos para asegurar un modelo educacional que no siga fomentando las desigualdades. Los anuncios del gobierno de Piñera son los anuncios
propios de un sector político altamente ideologizado, incapaz de hacer una apuesta radical como es la que demanda la inmensa mayoría de los chilenos, ya que traicionarían el «modelo».
Estudiantes Este frente social se ha erigido como uno de los frentes sociales más gravitantes en la actual coyuntura política nacional. La mencionada crisis del modelo educativo ha llevado a los estudiantes a organizarse y llevar a cabo una lucha no contra determinadas medidas o por determinadas reivindicaciones puntuales, los ha llevado al cuestionamiento radical del actual modelo educacional. En este frente los rodriguistas hacen suyas las demandas de la comunidad estudiantil y del resto de los actores que compone el sistema educacional por un sistema de educación pública gratuita y de calidad. Se asume que este conflicto requiere soluciones estructurales y no meras reformas que sólo pretenden perfeccionar un modelo que sólo opera como un factor de desigualdad social. Otra arista del actual modelo de educación es desincentivar la dimensión cívica de la educación. Se busca que los estudiantes sólo se muevan en la dimensión «privada de la enseñanza», carentes de una «voz pública» que se manifieste frente a las diversas contingencias políticas de la existencia social. De ahí que muchos estudiantes
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se encuentran con los primeros obstáculos para constituir organización en sus mismos centros educacionales. Además de que los mismos programas tienden a minimizar la educación cívica, las horas dedicadas a la enseñanza de Historia y de Filosofía. Es sabido que el modelo procura la formación de «Ignorantes funcionales» desde la más temprana edad. De ahí que resulta ejemplar que esa misma masa estudiantil esté en las calles movilizándose por una educación pública gratuita y de calidad. Como rodriguistas saludamos este proceso que viene a irrumpir en la escena nacional de manera positiva, estimulando a otros sectores postergados, explotados y reducidos a condiciones miserables de existencia en medio de una sociedad que promueve el consumismo, el exitismo individual y la actitud competitiva sin referentes éticos, a rebelarse y hacer sentir su voz.
Referente estudiantil El referente estudiantil que se levanta del Congreso de Unidad Rodriguista se define a partir de tres principales principios ideológicos: ser Revolucionario, Patriótico y Libertario . No se puede ser uno sin los otros dos. La actitud patriótica es el espíritu y la voluntad contra el sometimiento de cualquier fuerza opresora que busque dominar a nuestros pueblos. Es la lucha por la soberanía de nuestros pueblos para hacernos cargo de nuestros propios
asuntos políticos, económicos, sociales y culturales, sin que haya ninguna clase de dominación por parte de una fuerza imperialista, es la libertad que tenemos de tomar nuestras propias decisiones como clase explotada. Por lo tanto, la «actitud patriótica» es libertaria y es revolucionaria. Es por esto que buscamos una verdadera independencia que nos libere de todos los opresores, del capitalismo y toda lógica imperialista. El trabajo político del referente se llevará a cabo a partir de diferentes tareas con el objetivo de recuperar espacios que le pertenezcan al estudiantado y de impulsar políticas de fortalecimiento de la organización estudiantil que dé cuenta una lucha contra la educación de mercado, lo que implica necesariamente una lucha contra el neoliberalismo. Lo anterior no obsta que los estudiantes evalúen la viabilidad del mismo, en tal sentido cuentan con la autonomía y respaldo del resto del FPMR para hacerlo.
Medio Ambiente El modo capitalista neoliberal ha demostrado una voracidad sin precedentes sobre el medio ambiente. Hoy son los pueblos los que tienen que lamentar el deterioro de sus vidas producto de los altos niveles de contaminación ambiental presente en las ciudades, en ríos, en lagos, océanos, bosques, campos.
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La crisis energética que se ha presentado como justificación para la instalación de grandes hidroeléctricas y termoeléctricas la ha generado las demandas de la industria y están relacionados directamente con el modelo capitalista neoliberal de desarrollo. De esa forma la matriz energética se debe a las demandas de ese modelo. Sentar las bases de un nuevo modelo socialista de desarrollo debería implicar una matriz energética menos demandante y por consecuencia una menor intervención depredadora de la naturaleza por parte de la actividad productiva. Ese es el desafío para los pueblos que hagan la revolución.
el racismo de los latifundistas y de la industria maderera, la actitud parcial de la justicia chilena que perjudica abiertamente la causa de dicho pueblo. Los rodriguistas hemos estado y estamos con esa lucha.
Podemos sintetizar la lucha de los Rodriguistas de la siguiente manera: -
Por la plena soberanía Patriótica y Popular de los Pueblos.
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Por una democracia directa ejercida por los trabajadores, y todos los sectores populares que componen los pueblos y naciones de la Patria
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Constitución de un nuevo Estado Popular Patriótico y Plurinacional que garantice la soberanía y la completa participación de las grandes decisiones de los pueblos y naciones de Chile
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Fin de la actual constitución que no garantiza los derechos a la salud, vivienda, educación gratuita, el derecho al pleno trabajo, ni el ejercicio profundo de la democracia popular
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Democratización de las Fuerzas Armadas, fin de la Doctrina de Seguridad Nacional y el Consejo de Seguridad Nacional.
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Fin de la Ley Antiterrorista y libertad inmediata de todos los presos políticos chilenos y mapuches
Pueblos Originarios Para los rodriguistas los pueblos originarios representan el componente más valioso de los pueblos en materia materia de identidad local y regional de la patria latinoamericana. Sin embargo, el capital ha practicado políticas racistas y genocidas hacia ellos. Consideramos que los pueblos originarios tienen mucho que decir y aportar en la construcción socialista de los pueblos. Se requiere que ellos aporten con su cultura y formas de relacionarse política y económicamente al diseño de la nueva sociedad socialista. Hoy los pueblos originarios, particularmente el pueblo mapuche, han debido enfrentar en las calles y campos
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Revisión de todos los tratados libre comercio con los EE.UU, Europa, y las potencias asiáticas
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Búsqueda de nuevas formulas y acuerdos que permitan la Integración de Chile con las naciones latinoamericanas
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Fin del actual sistema económico capitalista neoliberal. Siendo reemplazado por una economía planificada y socialista que redistribuya la riqueza nacional.
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Pleno acceso y gratuidad a la Salud
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Gratuidad de la educación en todos sus niveles
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Condonación de las deudas por vivienda de los sectores populares y medios. Implementando una nueva política que garantice en pleno acceso a la vivienda propia.
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Creación de un transporte público y Estatal. Industrialización del país y nacionalización de todas las empresas en manos de las grandes transnacionales.
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Una nueva nacionalización de todos los recursos naturales y mineros, como la expropiación a los intereses del capital financiero.
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No pago de la deuda externa
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Rechazo a todo acuerdo internacional que ponga en riesgo la soberanía alimentaria
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Nueva legislación laboral que garantice el derecho al pleno trabajo, a la negociación colectiva por rama de la producción y a la huelga.
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Fin al actual sistema previsional, y la creación de un nuevo sistema de reparto solidario
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Plena igualdad de derechos entre hombres y mujeres
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Protección del medio ambiente y desarrollo de tecnologías alternativas
Las demandas específicas de cada sector social estarán en los documentos de cada línea social.
CONSTRUYENDO EL PODER PATRIÓTICO DE LOS PUEBLOS
Frente Patriótico Manuel Rodríguez
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