Filosofía de la Mente El naturalismo biológico de John Searle Alumno: Carlos Carlos A. Taddei L. L.
El emergentismo propuesto por John Searle da una respuesta sencilla a la pregunta filosófica tradicional sobre el problema mente-cuerpo. Pero si la respuesta es sencilla, sus repercusiones y consecuente desarrollo no lo serán tan sencillas del todo. Veámos su propuesta para darnos un marco general sobre el ya tradicional problema de mente-cuerpo que parece aún problemático para muchos. Searle nos dice que todos nuestros fenómenos mentales son causados por procesos neuronales de bajo nivel en el cerebro, y éstos mismos son realizados en el cerebro como sistemas o propiedades de alto nivel. A esta propuesta la denomina naturalismo biológico, y parece estar en acorde con varias de las teorías sobre emergentismo epistemológico que revisamos en clase, pero con sus peculiares distinciones que, a mi juicio, son satisfactorias para abdicar teorías o propuestas dualistas. De hecho Searle defenderá su teoría contra los dualismos de propiedades marcando sus diferencias. Así, en el naturalismo biológico, se realiza una causación de “abajo hacia arriba”, dond e el comportamiento de los
procesos de bajo nivel (procesos neurobiológicos, sinapsis) causa las propiedades de alto nivel como la conciencia y la intencionalidad. Debemos de entender que este proceso de causación está presente en toda la naturaleza, un breve ejemplo siendo que las propiedades de la solidez material
se explica por el
comportamiento de los elementos de nivel inferior (el arreglo específico de las moléculas). Tenemos entonces que los fenómenos mentales poseen el carácter biológico que encontramos en toda la naturaleza, y entendiendo este punto, nos ahorraremos mucho tiempo y esfuerzo en entender el problema mente-cuerpo.
En lo que se enfocará Searle es en el problema escrito de la relación entre la conciencia y los procesos cerebrales. Existen dos problemas fundamentales que nos limitan intelectualmente para entender dicho problema: la confusión del vocabulario y terminología clásica que contrasta lo mental y lo físico, una mera confusión conceptual, como también nuestra ignorancia de cómo funciona exactamente el cerebro.
El dualismo de propiedades parece apetecer a la gente porque sigue haciendo un contraste tajante entre lo mental y lo físico, los considera dos categorías metafísicas separadas. El dualismo de propiedades propone: son dos las categorías metafísicas que constituyen toda
la realidad empírica, los
fenómenos mentales y los fenómenos físicos. Lo físico tendría el aspecto esencialmente objetivo ya que se encuentra fuera de las experiencias subjetivas de animales y humanos, siendo lo mental una experiencia subjetiva y sólo experimentable por humanos y ciertos animales. El dualismo comete el mismo error de suponer que ya que los fenómenos mentales no son reducibles a los estados neurobiológicos deben de ser algo superior a ellos. Se mantiene la dicotomía físico-mental, que hace que dupliquen la causación de nuestras acciones y motivaciones. Erróneamente se considera que el universo físico es un entorno cerrado, sin que nada fuera de él pueda actuar o causar efectos sobre él, y así tenemos que la conciencia no es parte del universo físico y por eso persiste el problema y se tiende a entonces proponer explicaciones epifenoménicas sobre la conciencia que sólo agrandan y confunden más nuestro problema. Ateniéndonos a las propuestas de un dualismo de propiedades, tenemos entonces lo que Searle denomina como una sobredeterminación causal. Por ejemplo, si yo decido levantar una taza, o ir al baño o rascarme la espalda, hay actividad en la base neuronal, mis músculos, etc., pero entonces si suponemos que mi conciencia tuvo también que ver con éstas acciones, tenemos así dos distintas causas para mis acciones, y nos ahogamos en un vaso de agua, eso es sobredeterminación causal.
Ahora bien, Searle da sus razones por las cuales su naturalismo biológico es distinto del dualismo de propiedades. Sólo vivimos en un mundo en el cual hay muchas propiedades que siempre están en interacción, mas no está abogando aquí por un mero pluralismo. Los fenómenos mentales son reducibles causalmente
a
los
estados
neurobiológicos,
ontológicamente. La conciencia es un
pero
son
irreducibles
fenómeno biológico en tanto que es
causado por procesos biológicos, siendo ella misma un proceso biológico que interactúa con otros procesos biológicos. Son respecto del asunto de que nuestra conciencia está afectada por nuestra cultura, Searle nos dice que la cultura misma es una expresión de nuestras capacidades biológicas. Con respecto a la irreducibilidad, el que los fenómenos mentales sean reducibles a los procesos neurobiológicos que acontecen en el cerebro, esto no necesariamente nos conduce a una reducción ontológica. Si la conciencia es reducible a las sinapsis neuronales, no se sigue que sólo se trata de sinapsis neuronales. Aquí Searle hace la más fuerte distinción en contra del dualismo de
propiedades: la conciencia es una ontología de “primera persona”, en tanto que
sólo puede ser experimentada por algún animal o algún ser humano, y no puede ser reducida a una ontología de “tercera persona”. Es claro, ¿verdad? Tenemos
así que la conciencia no es algo que está por encima de su base neurobiológica, sino simplemente es un estado en el cual un sistema neurobiológico (nuestro cerebro) se encuentra, al igual que la solidez y la liquidez son estados en los cuales se puede encontrar el agua. La gran diferencia entre el naturalismo biológico y el dualismo de propiedades viene a ser: el dualista viene a decir que la conciencia es mental y por ende no una propiedad física del cerebro, y el naturalismo biológico dice que la conciencia es mental y por ende una propiedad biológica y física del cerebro. Aquí vemos el porqué del problema de terminología existente en estas discusiones. Lo mental no es opuesto a lo físico, ya que lo mental es una parte que es causa de la estructura del universo. Una metáfora que Searle usa para explicarlo es la de un pastel, en la cual se insiste que la conciencia sería el frosting que
cubre al pastel, como algo que está por encima de (el universo entero en este caso), sin embargo debemos de ver la metáfora de otra manera, en la cual la conciencia es el estado en el cual se encuentra el pastel mismo (el cerebro), si en este casi está aguado, aún frío, derritiéndose etc. Tenemos aquí, a mi punto de vista, una mejor propuesta que la que se ha venido manejando desde la revolución cartesiana y la separación del ego cogitans y la res extensa, la cual se ramificó en un problema muy complejo. Aún queda mucho por estudiar y descubrir, considero que si partimos de esta propuesta coherente podemos atacar el problema de cara a cara. Aún no sabemos, y probablemente falta mucho tiempo para que lo sepamos, cómo es precisamente que los estados neurobiológicos, las neuronas y sus sinapsis causan particularmente un estado mental, la conciencia etc., lo que sí sabemos por medio del avance de la tecnología y el mapeo del cerebro, es cuales áreas del cerebro se activan cuando estamos realizando una operación, o cuando experimentamos un sentimiento, o cuando somos creativos o dogmáticos, etc. Observando cómo las diferentes capas y partes del cerebro se conjuntan para así dar cabida a las diferentes motivaciones y acciones de una persona, podemos estudiarlo más adecuadamente. Hay mucho camino por recorrer.
Bibliografía: John Searle, “Why I’m not a Property Dualist” , Journal of Consciousness Studies, 9, No. 12, 2002, pp. 57 –64 Searle, J.R. (1983), Intentionality: An Essay in the Philosophy of Mind (Cambridge: Cambridge University Press).