William Katra, “SARMIENTO EN LOS ESTADOS UNIDOS” El viajero apurado
No cabe duda de que la primera visita de Sarmiento a los Estados Unidos constituye un momento clave en el desarrollo de su pensamiento. Descubrió un mundo que anteriormente había soñado. Antes de esa visita, había ideado teorías acerca del tipo tipo de “civil “civiliza izació ción” n” que que am ambic bicion ionaba aba para para su país país y las vecina vecinass tierra tierrass de Sudamérica. Pero lo que vio y aprendió en Norteamérica le proveyó un modelo concreto para reemplazar lo que antes sólo eran ensoñadas ideas. La forma epistolar de sus Viajes era un artificio útil; cumplía con el propósito literario de ofrecer al autor un medio conveniente conveniente de expresar libremente sus ideas. Mandaba copias de estas cartas a sus amigos en Chile, quienes las publicaban en los periódicos locales. Viajes por Europa, África y América: año 1849, completadas en el 1951. Viajes no contiene la carne y el hueso de las lecciones que Sarmiento aprendió en los los Esta Estado doss Unid Unidos os.. Lo que que nos nos inte intere resa sa aquí aquí es la evid eviden enci cia a de la esta estamp mpa a personal, las huellas psicológicas y la sensibilidad especial de Sarmiento. Durante su breve visita a Londres leyó el “Informe de un viaje educacional en Alemania, Francia, Holanda y Gran Bretaña” escrito por un tal Horace Mann, un educador radicado cerca de Boston, Massachusetts. A partir de ahí, tuvo la idea fija de visitar a Mann y de ver personalmente los logros de la educación pública de los Estados Unidos. Su apurada situación económica fue la razón principal de su corta estancia en los Estados Estados Unidos. Unidos. Sólo pudo pudo pasar rápidos rápidos días entre las grandes grandes urbes del este – Boston, Filadelfia y Nueva York— y unos pequeños centros urbanos que ya estaban destinados a crecer –Pittsburgh, Búfalo y Washington. Hubo otro factor que contribuyó aún más a las especiales circunstancias de su viaje a América: su incapacidad de hablar inglés. El hecho de que pocos norteamericanos hablaran las lenguas que él dominaba le hizo pasar varias situaciones frustrantes y vergonzosas. De aún mayor impacto para sus comentarios fue la privación de casi todas las fuentes orales y de casi todas las que se encontraban en forma escrita. Consecuencia lastimosa de esto fue que la carta a Valentín Alsina, en la cual están reunidas sus impresiones sobre su breve estancia en los EEUU, contiene casi exclusivamente observaciones visuales hechas en relación a una muy limitada selección de lecturas previas. Volvió a la Argentina con un baúl lleno de documentos y textos útiles: estadísticas y censos acerca de la demografía, el crimen, la educación y la inmigración; una colección de todas las obras publicadas oficialmente sobre la instrucción pública en el esta estado do de Mass Massac achu huse sett tts, s, cuan cuanti tios osa a lite litera ratu tura ra acer acerca ca de la Co Cons nsti titu tuci ción ón estadounidense; y las constituciones de varios de los estados. Pero los comentarios reunidos reunidos en Viajes acerca de su visita a los EEUU no evidencian todavía una familiaridad con esta información. Sólo Sólo un núme número ro muy muy redu reduci cido do de libr libros os escr escrit itos os sobr sobre e la vida vida y la soci socied edad ad estadounidense estaban disponibles para el reducido lector de las capitales de Suda Sudamé méric rica. a. Uno de sus sus motiv motivos os para para esc escrib ribir ir fue fue prove proveer er de una una fuent fuente e de observaciones y estadísticas que podría ser útil a sus compatriotas. De hecho, su libro goza de la fama de ser el primero escrito por un argentino sobre los EEUU. Influenc Influencias ias de: Alexis Alexis de Tocquevi Tocqueville, lle, Democra Democracia cia en América América;; James Fenimore Cooper, Notions of the Americans. Americans. Hay muchas observaciones sarmientinas acerca de los EEUU que parecen estar escritas con las palabras de Cooper en su memoria: las afirmaciones acerca de la propensión a viajar del norteamericano; la alta inteligencia y por eso el sentido de humanidad que se observaba a través de la sociedad; la comodidad física al alcance del pueblo y a la total ausencia de miseria, que no tenían comparación en el mundo; el alto grado de libertad de la gente, sin la presencia de bayonetas o una fuerza militar para mantener el orden doméstico; al amplia circulación de una
prensa que hacía su papel en crear un nivel común de decencia, auto-respeto y preocupación por el bienestar de los más necesitados; las ideas relacionadas con los gustos culturales de los americanos; las exuberantes predicciones acerca del papel importante que esperaba a los EEUU en cuanto a su fuerza naval y el comercio oceánico; las observaciones acerca del rápido progreso en un pueblo de frontera que llegaba a ser centro regional y urbano en menos de 20 años; la opinión acerca de la uniformidad del pueblo norteamericano, de su casi unánime sumisión al gobierno y la vocación reformista en vez de revolucionaria de sus disidentes; la personificación del pueblo americano. También se destacan de manera inversa las abundantes menciones a Benjamín Franklin, el famoso periodista, inventor y estadista estadounidense. La omnipresencia de Franklin nos sugiere dos puntos: en primer lugar, indica la sobredeterminación de la figura de ese puritano-hecho-capitalista-laico en la visión mundial del joven Sarmiento; y en segundo lugar indica la poca familiaridad que tenía Sarmiento con otros personajes norteamericanos que compartían con Franklin muchos de los mismos rasgos de carácter y carrera. ¿Cuáles son las áreas o temas sobre los cuales guarda un respetable silencio? Parece que Sarmiento ignoraba por completo el complicado contorno de la política contemporánea: excepto en materiales copiados, no menciona ni una vez a Van Buren o a Clay, las figuras predominantes en la vida pública de entonces. No hace referencia a Andrew Jackson, el presidente entre 1828 y 1836 cuyo apellido ya daba nombre a una época a causa de las grandes transformaciones que su administración representó en la sociedad norteamericana. También parece significativo que en todo su relato sólo mencione de pasado la guerra que en ese momento EEUU llevaba contra México acerca del disputado territorio de Texas. Hay otro significativo silencio: no tuvo tiempo para visitar las fábricas industriales o los barrios obreros en los estados de Nueva Inglaterra. Visitó las hilanderías de Lowell, pero éste era un caso muy especial, que poco tenía que ver con la vida típica del trabajador urbano. Una visita más detenida a las regiones industriales le hubiera ofrecido una perspectiva de la vida urbana que desafiara su visión de la uniformidad y la compartida prosperidad del país. En resumen, parece que Sarmiento, como amante novicio, no quisiera ver o aprender aspectos de la sociedad norteamericana que hubiera desafiado la ilusión rosada que anteriormente había formado. La disposición humilde y hasta defensiva de Sarmiento en los EEUU contraste con la que tuvo en Europa al acercar, penetrar y poseer. En busca de una utopía
La triste sorpresa de Sarmiento en Europa fue ver que al lado de su admirable ciencia, de los prodigios de sus artes, existían “millones de campesinos, proletarios y artesanos viles, degradados, indignos de ser contados entre los hombres”. Es interesante comparar esta nueva actitud de decepción ante la sociedad europea con el sentimiento de triunfo que Sarmiento experimentaba. Al dejar Francia, se daba cuenta que él, un autodidacta sudamericano, estaba al mismo nivel cultural de los modelos europeos que antes había admirado tanto. Pero después de lograr ese triunfo personal, Sarmiento los desdeña. Así pues, su viaje a los EEUU después de un largo recorrido por Europa y el norte de África adquirió una importancia anteriormente imprevista: ahora tenía la necesidad de comprobar el valor de su clase ante la sociedad y documentar cómo los EEUU eran prueba de la exitosa transformación burguesa que él y sus correligionarios abogaban para su propio país. Peregrino en la tierra de las maravillas
Su crisis ideológica al llegar a las orillas de Nueva York era sustancial: las dudas acerca del deseado modelo del progreso también se reflejaban en dudas sobre el quehacer público que anteriormente había plasmado para su vida. Al emprender la última etapa de su peregrinación, estaba por llegar a su templo. Estaba preparado psicológicamente para abrazar la deseada visión después de experimentar la penosa purga de sus viejas ideas.
Los EEUU representaban para él, en ese momento, “el Nuevo Mundo”, en un sentido tan religioso como histórico. En este contexto, no nos sorprende encontrar en sus comentarios toda especia de hipérbole. El historiador idealista
Sintió la necesidad de ofrecer una explicación para lo sorprendente uniformidad de valores y costumbres en los EEUU y la tendencia en todas partes hacia la conducta racional y las instituciones progresistas. En la explicación del desarrollo de los EEUU, Sarmiento se revela como historiador “idealista”. Como muchos en su época, creía que la sociedad humana se iba perfeccionando en su marcha hacia el progreso indefinido. Sarmiento proponía que el motor del progreso para la sociedad eran las ideas vivas que daban energía a las instituciones sociales que, en su momento, empujaban hacia delante a las fuerzas productivas y al mundo físico. De su enfoque “idealista” nacía su fe inquebrantable en el poder de la educación y las influencias morales para efectuar el progreso, y también su profunda convicción sobre el papel indispensable de la libertad de pensamiento y el ejercicio del periodismo de la marcha progresiva de la humanidad. La religión: el motor del progreso
Para los lectores que conocen a Sarmiento como positivista o como masón, la abundancia de páginas dedicadas a asuntos religiosos vendría como una sorpresa. Hay varias páginas sobre el papel central de la religión en la sociedad norteamericana y, por ende, en la vida cotidiana de la soñada democracia. Se explica en parte por la idealista visión histórica del hombre y el énfasis que él siempre ponía sobre la reforma moral como motor del progreso. La religiosidad del pueblo estadounidense queda en la penumbra de la duda. Sin embargo, creo que Sarmiento trata de decir otra cosa: no habla de la intensidad de la experiencia religiosa, sino de la gran difusión de ella y la sinceridad de su práctica. Sarmiento pudo darse cuenta de que los norteamericanos, a pesar de una fuerte tradición laica en las instituciones civiles, todavía eran susceptibles a las influencias religiosas en su vida privada. Otro pasaje problemático es la explicación de Sarmiento sobre cómo la fervorosa devoción evangelista contribuía a preparar al practicante para la vida eminentemente racional y lógica de la democracia. El lector perspicaz sentiría una honesta confusión al comparar este defensa del fanatismo protestante con los efectos de la devoción campesina en la Argentina, a la que Sarmiento había atacado unos meses antes en las páginas de Facundo. Sarmiento siente la necesidad de ofrecer una explicación de la extraña idea de que el sentimiento religioso en Argentina conduce a la barbarie, mientras que una experiencia aparentemente similar en EEUU lleva a los ciudadanos a la civilización. Explica que hacía falta en las campañas argentinas la presencia de teólogos educados que pudieran guiar al pueblo para que sus instintos y su imaginación pudieran servir, y no dominar, a la razón. Sorprendentemente, la favorable perspectiva contrastaba con la práctica religiosa en la sección de Canadá que estaba dominada por los francohablantes católicos. Para Sarmiento, el catolicismo de los habitantes de Montreal, que se relacionaba con toda una serie de valores inadecuados, era el lastre que les paralizaba en su marcha hacia el progreso. Su lógica seguía por una ruta sencilla, y hasta simplista. Si los canadienses eran de la misma raza y gozaban de las mismas ventajas naturales que los yanquis, entonces la razón de su atraso con respecto a los EEUU tenía que ser su fe católica. Una constante en su ideario era la oposición a cualquier práctica religiosa que no tomara en cuenta la capacidad racional y crítica. Para él, la experiencia religiosa era como la experiencia educativa en general: se evaluaba según su éxito en propagar valores que sirvieran para el progreso material y social. El embellecimiento del desarrollo capitalista
El fuerte elogio que hace Sarmiento del sistema comercial y económico de EEUU tiene que ser evaluado en relación con las a veces severas críticas del mismo que emanaban a Tocqueville y otros observadores de la época. También se tiene que
situar en relación con el movimiento político originalmente encabezado por Andrew Jackson, que a partir de la década de 1820 reaccionó en contra de una percibida decadencia en los valores tradicionales del país y la peligrosa concentración de riqueza y poder en las manos de unos pocos hombres. Es aquí importante recordar la ignorancia de Sarmiento. Consecuentemente, rechazaría las críticas de Tocqueville para abrazar una caracterización de la vida estadounidense que fuera menos problemática y más rosada. Sarmiento habría hallado inspiración en el texto de Cooper en relación a su fuerte apoyo para las ideas liberales relacionadas con la organización económica de la sociedad. La cuestión de “nacionalidad” o de “interés nacional” disminuía en importancia ante el posible beneficio que las jóvenes sociedades americanas ganarían con la presencia de una activa población europea. Según Sarmiento, los inmigrantes y los agentes de intereses europeos eran quienes iban a fundar industrias, crear fuentes de trabajo y enriquecer la economía local con su comercio. Se detecta tanto en los comentarios de su viaje a los EEUU como en sus escritos anteriores y posteriores, una ceguera voluntaria acerca de ciertos aspectos potencialmente negativos que tenían que ver con el proceso capitalista de fomentar industrias y comercio. Por ejemplo, al argüir que no existían distintas clases sociales en EEUU. Por su perspectiva rosada no demarca las diferencias de status entre los pocos seres que manejaban los intereses económicos y el resto de la población trabajadora o media. Al ver sólo una supuesta “uniformidad” en el pueblo estadounidense, desconocía que un pequeño grupo de magnates ejercía una influencia desproporcionada en las instituciones cívicas y gubernamentales. Si hubiera extendido su rápida visita a los centros comerciales del este, o si hubiera llegado a observar la sociedad de los pequeños propietarios agrarios del norte, habría visto poblaciones pobres y numerosas. Pero en las ciudades recién fundadas y en las regiones que acababan de poblarse, todavía no se había formado una clase pudiente. Un nuevo aspecto de la vida económica de EEUU que recibe tratamiento distorsionado en los comentarios de Sarmiento, es el proceso de acumulación del capital. Sarmiento no fue economista y la confusa equivalencia que hace entre los bienes heredados, las ganancias al comercializar exitosamente un producto que es resultado de un adelanto científico, y el widfall profit que se logra al especular en la compraventa de bienes. Esta ceguera se debía a la cualidad utópica de su ideario burgués. Según esto, en la sociedad capitalista ideal todo hombre era capitalista o potencial capitalista: el trabajador podía elegir las condiciones de su trabajo, ahorrar, y luego ser el capitalista de mañana. Creía en la conciliación eventual de todos los conflictos individuales, clasistas y colectivos. No veía como fundamentales los choques entre diferentes orientaciones sociales, económicas o culturales. Como consecuencia, minimizaba las diferencias entre los gauchos y la gente urbana, las masas y las élites intelectuales, y las poblaciones del interior y de Buenos Aires. Sarmiento estaba convencido de que las ideas liberales de la gente urbana, las élites intelectuales, y el sector comercial de Bs As estaban destinadas a prevalecer sobre todos los grupos sociales del país. ¿Por qué Sarmiento exceptuaba la experiencia estadounidense con las reglas del desarrollo capitalista, tales como las que gobernaban el desenvolvimiento de las sociedades europeas? ¿Por qué veía a EEUU como un caso excepcional? Antes, había hecho una devastadora crítica de las sociedades europeas. Es posible que él haya visto los resultados positivos del proceso de capitalización en Norteamérica como una consecuencia de la cualidad “nueva” de esa tierra: la presencia de recursos naturales vírgenes y la ausencia de una sociedad caduca y preexistente, hacían que las fuerzas del progreso pudieran desenvolverse sin impedimento según el plan predeterminado por la Providencia. Defecto ocasional en su pensamiento: su tendencia a confundir un caso periférico con la norma generalizada.
Textos invisibles
El escritor retórico o preformativo toma a pluma en la mano sin intentar una consideración objetiva o imparcial acerca de los asuntos tratados. Su intención, más bien, es conducir las reacciones del lector y provocar una cierta impresión en éste. La importancia política y publicitaria que Sarmiento da a estos escritos es la de promover una imagen deseable de su propia figura ante la inteligencia liberal que, en pocos años, estaba destinada a ocupar las posiciones de autoridad en Bs As y la nación. Esta imagen del apasionado escritor que calcula el futuro impacto de cada palabra, tiene que ser emparejada con otra, pero no incompatible con la imagen de un escritor verdaderamente conmovido por lo que ha visto. A pesar de las opiniones “liberales” de Sarmiento, los juicios que expresa en Viajes acerca de los negros y la esclavitud son bastante vagos. El historiador Rockland correctamente vio que Sarmiento no critica a los estadounidenses por haber tolerado la práctica de la esclavitud dentro de sus fronteras. A pesar de este juicio favorable, hay mucho que sugiere que Sarmiento, más allá del barniz de sus pretendidas ideas liberales, mantenía una vaga fidelidad a los valores de la sociedad colonial que él había aprendido en su niñez. En Viajes guarda un respetable silencio acerca de los indios norteamericanos. No visitó ninguna región donde abundaran los indios. El pasaje que Sarmiento escribió acerca de los indios sudamericanos unos cuatro años antes de su visita a los EEUU revela las severas opiniones que mantuvo Sarmiento desde joven acerca de la inferioridad biológica de los indios americanos, ideas que se moderaron un poco cuando tomaba en consideración a los descendientes mestizos de ellos. Así pues, las opiniones que Sarmiento expresa en Viajes acerca de la gente de descendencia africana son ambiguas, y la ausencia de cualquier discusión acerca del indio enmascara los fuertes prejuicios raciales que tenía. Explica que a causa del libre movimiento de gente en EEUU, el Oeste se había poblado de gente blanca; arguye que la civilización moderna de esta nueva población había imposible la supervivencia de los grupos indígenas y de cultura tradicional. Sarmiento combinaba elementos de la persuasión liberal con la ideología del darwinismo social. Según esta teoría híbrida, el mundo se podría comparar a un gigantesco mercado libre de gentes, donde los grupos menos aptos o adelantados tendrían que ceder o desaparecer ante la nueva sociedad de hombres, que sabrían quienes saben explotar mejor los recursos naturales, construir fábricas y entregarse al comercio de bienes. Desde joven Sarmiento vio un conflicto en su país entre dos grupos: por un lado, el elemento criollo, dueño de grandes extensiones de tierra y heredero de las tradiciones feudales y valores caducos de la colonia; por otro, el elemento europeizante, letrado y progresista, que se empeñaba en desarrollar las posibilidades industriales y comerciales de la región. En su mente propensa a las generalizaciones esquematizadas, el primer grupo llegó a definirse como propagador del retrógrado americanismo o la barbarie; el segundo grupo se asoció con el progreso, el internacionalismo y la civilización. Sobre esta oposición conceptual, basaba sus planes y acciones. En esa época, si Sarmiento hubiera tenido que declarar en qué consistía su “patria” habría dicho que era la comunidad de intereses internacionales y liberales; habría negado una lealtad automática a una extensión dada de tierra simplemente porque fuera el sitio de su nacimiento. Estas perspectivas serían grandemente modificadas después cuando llegó a asumir la dirección de la sociedad y el gobierno argentino. Esta actitud explica en gran parte el apoyo de Sarmiento a las intrusiones de las potencias europeas en tierras americanas. Los valores liberales contradictorios
Perspectiva eurocéntrica: visión de la relativa inferioridad de los seres y sociedades no-europeas. Ambigua actitud de Sarmiento frente a la libertad. Por una parte, cuando Sarmiento se presentaba como liberal utópico y heredero de los valores y las persuasiones de la Ilustración, la libertad es alabada. Por otra, sin embargo, cuando Sarmiento
hablaba o escribía como positivista criticaba el exceso de libertad en la época de la Revolución francesa y durante lo que para él era el correspondiente período de la historia argentina, la Revolución de Mayo. Según esta perspectiva, el bateau ivre de la libertad se había transformado en anarquía, un estado de cosas que luego incitó la guerra civil en ambos países, Francia y Argentina. Por eso, sus ideas sobre la organización de la sociedad del futuro siempre subrayaban el imperativo de la estabilidad social. La palabra “liberal” en este contexto no se refiere tanto a la promoción de la democracia o de la igualdad sino a los principios organizadores del Estado y la economía. Más bien, hablaba de la necesidad de un régimen autoritario pero a la vez progresivo guiado por una élite pequeña y bien preparada, con una economía laissez-faire de orientación internacional y completa libertad en las prácticas religiosas y la expresión de la gente. La receta de él y otros activistas de la Generación de 1837 era menos libertad política y más libertad. Después de la caída de Rosas, los grupos que abogaban por un fuerte gobierno central que pudiera ser el director de una transformación institucional en Argentina según las nuevas ideas que emanaban de Europa y EEUU. Las masas argentinas ya habían demostrado su preferencia por la barbarie de Rosas, y ahora no se podía confiar en ellas. La transformación que ambicionaba Sarmiento para Argentina tenía que ser impuesta desde arriba, y a veces contra la voluntad popular. Otra confusión se encuentra en que a veces el texto suena como un himno a la mitificada igualdad del pueblo estadounidense reflejada en su “uniformidad” y su conformismo. Ejércitos y escuelas
Dialéctica entre EEUU y Argentina. El primero de ellos fue blanco de todas sus idealizaciones y sueños, el otro objeto de lo que asume con frecuencia las dimensiones de un realismo severo. Estos dos tonos, discursos o perspectivas se hacen evidentes en los pasajes que Sarmiento escribió acerca del papel de las fuerzas militares en la sociedad civil: en Viajes celebra la sociedad yanqui, en cuyas ciudades y aldeas no se veía jamás la presencia de soldados o de un ejército. Pero la situación era muy distinta en los países de Sudamérica, las fuerzas armadas muchas eran un baluarte que protegía a la gente “decente” del desorden y la anarquía. Sarmiento estaba convencido de que la incivilización era resultado directo de una deficiencia en el nivel de educación de la gente. Requería un gobierno autoritario que habría sido ofensivo para una sociedad más avanzada. En De la educación popular compara el papel de la educación pública en la sociedad con el papel de la fuerza militar: “el ejército satisface una necesidad de previsión del Estado; como la educación pública satisface otra más imperiosa, menos prescindible”. Ambas, las armas y las letras, según esta perspectiva, contribuían a garantizar la estabilidad social. La educación popular añadía la voz del maestro y la voz del Estado a la autoridad ya ejercida por el padre de familia. La educación popular servía tanto para adelantar las fuerzas del porvenir y combatir los intereses retrógrados, como para fortalecer las redes de autoridad en la sociedad tal y como ya existían. El caso de Nueva York unas décadas antes sirvió a Sarmiento como un buen ejemplo del papel indispensable de la educación popular en una sociedad atormentada por el desorden y el caos: en medio de motines populares y alborotos frecuentes, “el mejor y más barato sistema de policía que podía adoptarse” era precisamente la escuela pública. Estaba en su interés apoyar un sistema público que pudiera educar a los pobres a respetar el orden y a “controlar sus pasiones”. Martínez Estrada observa que para Sarmiento “enseñar fue siempre una de las formas de dirigir”. Imperfecta presentación de sus ideas sociales: se ve en su imagen de las jóvenes estadounidenses. Concluye diciendo que después de un período de libertad, se entrega a la voluntad de su marido. Este texto es como esa mujer: brilla momentáneamente en su ficción, pero luego tiene que tomar su humilde lugar entre los escombros de la realidad.
El aventurero observador
Sobre la práctica de la democracia en los EEUU hay que tomar en cuenta los silencios del texto sarmientito y los momentos donde la palabra escrita distorsiona o sólo representa en parte el pensamiento vivo de su autor. Sarmiento, eufórico, quiso sorprender y divertir al lector con un texto impresionista. Tocqueville y Sarmiento sintieron admiración por lo que vieron y aprendieron en los Estados Unidos; pero ambos, por razones similares, dudaron en abrazar las prácticas observadas como panaceas para sus propios países. Por una parte, eran básicamente liberales y republicanos de convicción, pero criticaban los excesos de la primera generación revolucionaria de sus respectivos países por ser románticos y poco realistas. Por otra parte, su origen en las capas privilegiadas de sus respectivas sociedades, ayuda a explicar la trepidación que sentían ante la participación de las masas incultas en la vida social, su miedo a la anarquía y la inestabilidad, y su atracción hacia formas autoritarias de sociedad. Los dos eran representantes de una generación cuya misión era lograr una síntesis entre las dos tendencias: revolución liberal y restauración. Daban poca prioridad a la igualdad como un objetivo social deseable. Estaban convencidos de que la libertad en muchos pueblos estarían en peligro si hubiera demasiada igualdad de derechos entre la gente. Sus comentarios de viaje todavía parecen ofrecer una apología de la vulgarización de la cultura estadounidense y su movimiento hacia la mayor conformidad. La contradicción se explica al darse cuenta de cómo las fuertes presiones sociales operaban para el bien del sistema. En un pasaje, llama la atención acerca de cómo la opinión pública, expresada por medio de los periódicos, podía ejercer una influencia positiva sobre la conducta de un disidente político o un disconforme deudor. También expresa su admiración por la manera como los yanquis resolvían pacíficamente casi todas las diferencias doctrinales o políticas. Se daba cuenta de que la fuerte presión para conformar, aunque detestable en parte, también tenía el saludable de civilizar a las masas. ¿Cómo garantizar que las fuerzas de cambio en una sociedad no se convirtieran en fuerzas revolucionarias? La cura simplista que ofrece Sarmiento es el ejercicio periódico de elecciones para todos los cargos públicos. En su breve visita sólo había podido ver de primera mano unas elecciones municipales en Baltimore. Pero el deseo de tratar el tema con más autoridad que la que sus limitadas observaciones personales admitían, le llevó a copiar extensamente un texto de un tal frenologista Combe, cuyas alabanzas al sistema electoral en EEUU refuerzan los sentimientos optimistas de Sarmiento. El yanqui ejemplificaba casi todos los rasgos del ciudadano ideal en su soñada democracia: era trabajador pero no perturbador, tenía mentalidad de propietario en ahorrar, invertir y producir; y era sostén de un orden que le beneficiaba. Pero Sarmiento ignoraba los aspectos más bien alarmantes de la psicología norteamericana: la excesiva hambre adquisitiva, los miedos ante el posible fracaso, la preocupación incesante y ansiosa por mejorar su suerte, y el alto índice de problemas mentales. Opinión acerca del impacto negativo de la inmigración europea en EEUU. Es sorprendente porque antes y después de su visita fue una de las voces más exigentes en cuanto al papel de los inmigrantes europeos en el proceso de colonizar y civilizar las nuevas sociedades sudamericanas. La inmigración llega a ser en el contexto de EEUU un elemento más de barbarie. Esto fue porque las clases menesterosas de Europa, al llegar a EEUU, ignoraban por completo las arraigadas tradiciones democráticas del meeting municipal. Había muchos problemas en la sociedad norteamericana que resultaban directa o indirectamente de la presencia de un alto número de inmigrantes que todavía no hablaban la lengua inglesa ni tenían práctica en el ejercicio del voto. Ante esta situación, Sarmiento estaba más que dispuesto a formar un juicio rápido y superficial, al aplicar la esquemática oposición que siempre ocupaba un lugar prominente en su pensamiento: todo se reducía a “civilización y barbarie”. No nos sorprende la fascinación que tuvo con la experiencia de la antigua Roma, una sociedad que también gozaba de amplias prácticas democráticas con un nivel estimable de confort, pero a la vez controlada por la mano firme de una
aristocracia. La tendencia a ofrecer la antigua Roma como el prototipo de un régimen deseable para las nuevas repúblicas de las Américas. Ciudades y civilización
La incongruencia de proponer a la capital romana como prototipo para el desarrollo de la ciudad y la civilización argentinas. La imagen de la experiencia urbana parece sufrir un cambio significativo en el pensamiento de Sarmiento como resultado de su viaje a Europa y EEUU. Propone como ley universal que las instituciones relacionadas con la civilización siempre se concentran en las ciudades, y el que el ímpetu de modernizar la campaña necesariamente viene de ella. Después de su viaje a EEUU, esta interpretación iluminista de la experiencia urbana cambia de énfasis. Sarmiento se impresionó de mala manera al ver las viejas ciudades de Francia y Prusia que ahora estaban habitadas por millares de trabajadores subsistiendo con quienes ahora constituían una fuerza militante que podría llegar a amenazar la sociedad tal como entonces existía. Esta perspectiva de alarma resultó profética, faltaban pocos meses para el estallido de la revolución de 1848. En Suiza vio otro tipo de desarrollo que le pareció mejor, allí no abundaban las grandes ciudades ni los grandes monumentos, sino pequeñas aldeas suizas “humildes y pobres”, que sin embargo gozaban de una vida comunitaria que ennoblecía el nombre de la democracia. Quiere decir que ya en su mente la experiencia urbana en sí estaba hasta desacreditada. De ahora en adelante, no defendió a la ciudad como material para el pueblo en general. Durante el período de viaje de Sarmiento a EEUU el mito que relacionaba los viejos centros urbanos y la expansión de las prestigiosas instituciones culturales también estaba en crisis a través de los centros intelectuales de Europa. Pensadores como Guizot y Niehbur argüían que la agricultura constituía la ocupación digna del hombre libre, debido a la saludable vida física y moral que engendraba. Según esta creencia, trabajando en los campos y ejerciendo sus derechos como pequeño productor el ciudadano se preparaba moral y socialmente para su participación en las instituciones democráticas de la municipalidad. Esta imagen tenía cierto atractivo, ya que en esos tiempos, la economía argentina tenía como sostén el latifundio ganadero, que empleaba una cuantiosa clase obrera rural. De este sistema de grandes desigualdades surgía el caudillo, con su autoridad total sobre el paisaje. Sarmiento entendía correctamente que el fin del régimen de los caudillos no iba a ocurrir sólo al desplazar su poder por el de un líder de mayor ilustración. Su plan para civilizar el campo se basaba en la eliminación de las grandes propiedades y el establecimiento de vastas colonias agrícolas de inmigrantes europeos. Estos cambios, en su debido momento, estimularían la formación de nuevas fuentes de riqueza y mano de obra y conducirían al fin del sistema que vinculaba al pobre caudillo con una población mayoritaria y rural que vivía en la miseria y la servidumbre. ¿Qué tiene que ver la idealizada con el futuro desarrollo de un centro urbano moderno? Sin duda, las idealizadas prácticas de la democracia aldeana podrían servir como guía para el desarrollo de las instituciones republicanas en las humildes colonias agrícolas de la pampa que estarían pobladas de inmigrantes en poco tiempo. Pero, ¿y las grandes ciudades ya existentes, donde vivía y seguiría viviendo la gran mayoría de la población del país? ¿Y las grandes extensiones de tierra ya dominadas por una oligarquía ganadera, poco dispuesta a ceder su autoridad a nuevos grupos sociales? Sarmiento cae bajo la sombra de un mito con enorme poder persuasivo, pero con dudosa relevancia para los más urgentes problemas de su sociedad. Sarmiento desconocía por completo Bs As en el momento de escribir Facundo. Se entiende que sus percepciones del papel de esta ciudad en el desarrollo de la frontera y el medio rural llevaban la huella de sus orígenes en la región andina. Cabe preguntarse si la propensión sarmientinas hacia los proyectos utópicos tiene relación con una tendencia similar, la de sobrevaluar los detalles superficiales de una situación a expensas de los asuntos más importantes. Unos ejemplos claros de esto son: el énfasis que siempre ponía en la vestimenta de una persona, como si
ésa fuera fiel indicativo del nivel cultural. Tuvo la tendencia de buscar inspiración para sus acciones esquemas mentales y a veces a expensas de observaciones reales.
Conclusión: el texto utópico
En referencia al bagaje de ideas defendidas por el joven Sarmiento y otros integrantes de la Asociación de Mayo en el período de su resistencia tenaz a la dictadura rosista y al comienzo de sus carreras como escritores y activistas sociales. Tienen influencia del movimiento “socialista”: mejorar las instituciones sociales por medio de la elevación del nivel moral y educacional de la población. La cualidad utópica de este programa se debe a la gran diversidad, y a veces inconsistencia, de ideas; el enfoque moralista, idealista, y hasta místico; y el desajuste entre las transformaciones deseadas y las posibilidades existentes para realizarlas. Este sabor utópico y el resultante desajuste entre el texto y el contexto se debían a una especie de contradicción por parte del escritor: Sarmiento tenía orientaciones distintas y una visión mundial ambigua que correspondían a las que continuamente experimentaba a niveles semi-conscientes y conscientes, entre valores liberales y conservadores. Era un hombre político que manipulaba las imágenes escritas con el fin de legitimarse como líder o portavoz ante una parte de su público lector. La posterioridad ha elegido la lectura positivista e idealista de todos los escritos de Sarmiento. Generaciones de niños escolares han aprendido a rendir homenaje al hombre que promovió la educación común y la educación popular, mientras se ha olvidado en gran parte cómo el mismo hombre, cuando fue Presidente, pudo mandar ejércitos de ocupación a las provincias del interior en contra de bandas de gente común que se organizaban para manifestar su voluntad popular . Aunque quede por escribir todavía la historia de cómo se llevó a cabo esta manipulación cultural, queda poca duda de sus resultados. Por una parte, se ha conservado poca evidencia, y en algunos casos ninguna, de la historia o la literatura popular de los montoneros o de la cultura criolla y tradicional. Por otra parte, abundan textos de literatura e historia escritos por y para la población europeizante de Bs As; están en pie todavía una cultura y una historia oficial que se ha propagado a través del mundo como la única y verdadera historia de la nación argentina. La supervivencia de una casi monolítica imagen positiva de la obra de Sarmiento obedece a las mismas razones: es la lectura preferida por los intereses sociales y políticos que lograron imponer su voluntad sobre el país. Ninguna obra inspira una sola lectura monolítica. Al llegar a la vejez, Sarmiento se dio cuenta de que esa modernización del país, por exitosa que fuera, todavía evidenciaba grandes problemas. Se dio cuenta de que los supervivientes de la vieja aristocracia de Bs As en alianza con intereses comerciales extranjeros, y no una nueva clase capitalista de pequeños productores agrícolas e industriales, eran los beneficiarios ávidos de la nueva sociedad que había podido emerger en gran parte como resultado de la dedicación y energía de su generación. Sarmiento, buscando un medio de protesta ante una situación inaceptable en sus últimos años, llegó a reafirmar una perspectiva utópica. El lector contemporáneo quizás considere como pecado perdonable la inverosímil descripción de la sociedad yanqui que Sarmiento describió en Viajes, ante un logro de mayor alcance: la presentación de una fascinante imagen de la perfección social, la propagación de un mito con poder indestructible entre cualquier pueblo hambriento de libertad. En este sentido, se lee como el deseo de ver , no como una fiel representación de lo visto.
James O. Pellicer, “LOS ESTADOS UNIDOS EN Sarmiento”
En Viajes, el contexto geográfico está enfrente; es antagonista, se convierte en la pantalla reflectora contra la que se proyecta su ser entero, y que, a la vez, le devuelve imágenes que en consecuencia suscitan sus reacciones. Sarmiento se apasiona por EEUU porque coincide con él. ¿Qué descubrió allí Sarmiento que despertó en él tal pasión y no cesó de mencionarlo para ejemplificar su discurso? La respuesta es que se descubrió a sí mismo, a la vez que EEUU lo descubrió a él, en el sentido de que lo llevaron a manifestarse y expresarse; el contexto geográfico como actante del contexto literario. Significado del viaje, según el resumen del mismo Sarmiento
En su párrafo introductorio al capítulo de Viajes referente a EEUU, con la frase “las ilusiones rotas o ajadas”. No se está refiriendo a EEUU, se describe a sí mismo y se declara pensativo. El viaje ha afectado sus ideas; ha cambiado de alguna manera sus convicciones anteriores y, por ello, dice que está triste. El tener que cambiar ideas antes muy queridas lo ha herido afectivamente. Al término de su viaje, lo mira en su totalidad y declara que la mitad de sus ilusiones de todo su viaje estaban frustradas, refiriéndose al total de sus expectaciones. Y, en ese sentido, la primera mitad de ellas habían resultado fallidas; se refiere a Francia. La etapa final de su viaje, en cambio, lo “abisma”, lo hace pensar; ahora se refiere a EEUU. Descubrimientos de Sarmiento en EEUU
Son más bien captaciones, intuiciones geniales. Viajes es un libro de descubrimientos. Sarmiento acababa de escribir Facundo, al que subtituló “Civilización y barbarie”. Entonces, su sueño era hacerlo traducir al francés para que la “civilización” lo conociera. Ahora, al descubrir EEUU, comenzó a tener serias dudas sobre dónde estaba la “civilización”. La civilización norteamericana se caracteriza porque “20 millones de hombres saben lo bastante, leen diariamente lo necesario para tener en ejercicio su razón, sus pasiones públicas o políticas. Éste es el primero y más grande descubrimiento de Sarmiento: la civilización había dejado de ser una abstracción para concretarse en el tiempo y en el espacio y coincidía precisamente con la cristiandad. Sarmiento entendió que el primer componente dentro de este marco general de “civilización” era el político. El norteamericano es un ser eminentemente político y por eso no “hace” política. Es decir, su vivir es política porque el ser humano pertenece a una comunidad social y la política es la ciencia y el arte del vivir social. Los norteamericanos no hacen política porque cada acción humana es expresión política. Cada acto individual construye la nación y, por eso, educar es esencial para que el constructor del edificio común –cada ciudadano— sepa qué ladrillo, argamasa, o piedra le corresponde colocar en tal y cual momento y lugar. Por eso, la educación es una necesidad política. Dentro de los prenotados que anteceden está la clave del descubrimiento máximo de Sarmiento: la aldea. La aldea norteamericana es el factor esencial del componente político de esta civilización. El país yanqui surge del primer acto que, el 21 de noviembre de 1620, realizan 100 personas llegadas a Cape Cod, que hoy es Provincetown, en una pequeña embarcación nombrada “Flor de mayo”, guiadas por una espantosa tempestad. Ese acto inicial fue conocido como el “Mayflower Compact”, un verdadero contrato social por el que las 100 personas se ligaron para relacionarse políticamente una vez desembarcadas en lo desconocido. “Los padres peregrinos” crearon escuelas y universidades para preparar a los futuros predicadores, maestros y dirigentes del progreso de la aldea. La Universidad de Harvard nació tan temprano como 1636. Había una disposición que mandaba que las aldeas que llegaran a 50 familias debían mantener una escuela primaria y las que llegaran a 100, una secundaria. Este sistema se repite hasta el infinito y produce la nación que es hoy EEUU. Al descubrir Sarmiento esto, también llegó a entender la Reforma Protestante, causa directa de la realidad norteamericana. Cuando Lutero cambió el punto de partida de
la salvación causó una verdadera revolución en Occidente. La Palabra debía ser leída antes que oída. A partir de ese momento, todo ser humano tenía que aprender a leer porque su salvación dependía primeramente de la lectura de la palabra. Leer para salvarse. La primera intención fue religiosa pero de inmediato se entendió leer para salvarse integralmente, como ser humano. La educación se convirtió en el primer deber político. Así, la educación es un corolario central del componente político de la civilización norteamericana. La educación es la condición para que pueda existir la nación. La reforma aparecía como la esencia del surgimiento de EEUU cuando Sarmiento llegó a sus playas. Más que nunca entonces vio al catolicismo a través de la Inquisición. Odió el fanatismo que se había apoderado del catolicismo militante, o de cualquier otra religión. Ahora, Sarmiento descubría la Reforma como uno de los eslabones esenciales en la historia del ser humano en su marcha hacia la civilización. Estudia en el aspecto religioso norteamericano, desde su carácter histórico hasta la conducta moral del pueblo. Este punto es muy importante porque define toda su vida posterior. Una de las consecuencias de su admiración por la religión filosófica y la moral derivada de ella fue su decidido entusiasmo por la Ley 1420 de enseñanza laica. Otro de sus grandes descubrimientos es que la inmigración era una de las causas principales del progreso de EEUU, gracias a la filosofía adoptada por el país. Es decir, el clima de tolerancia y de libertad a que ha llegado la nación atrae los elementos más creativos de los otros países. Los indescubrimientos de Sarmiento
Aquello que ideológicamente no vio porque no pudo verlo, porque su época no estaba preparada para ello o porque no le daba entrada el ambiente en el que se movía. Lo primero que Sarmiento no pudo descubrir es que él mismo pensaba con mentalidad “absoluta”, concepción típica del siglo XIX. Los pensadores del siglo XIX llegaban a actuar sobre el fondo conceptual pero no podían alejarse ni alterar la forma de sus ideas. Otro aspecto que no pudo ver, enterado sólo por sus muy limitadas lecturas de Bancroft o quizás sólo de traducciones de párrafos hechas por amigos es que la vida colonial de Nueva Inglaterra, edificada sobre la cultura europea, no podía ser democrática. Refiriéndose a la época colonial, el profesor Knight afirma que “los habitantes de Nueva Inglaterra, igual que los de Virginia, esclavizaban a sus congéneres de todos los colores por igual, blancos, negros y también rojos siempre que les fuera posible”. El autor sigue explicando que tanto para ubicarse en la iglesia como para sentarse a la mesa, era necesario observar el orden marcado por la distinción de clases. Inclusive el derecho a voto estaba condicionado a la propiedad. A la universidad no se entraba sino en consideración al rango social. Había pena de muerte y se ejecutaba por disensiones religiosas. Otro aspecto fue el de los indígenas y el de los hispanos. Los indios que habitaban pacíficamente los estados del sur, siguiendo las directivas de Jefferson, se habían asimilado a las costumbres de los blancos dedicándose a la agricultura, creando escuelas, estableciendo periódicos e inclusive una constitución escrita. Los territorios mexicanos del norte, desde Texas hasta California, estaban prácticamente desgobernados debido a las guerras tanto de la independencia mexicana como de la organización nacional. La doctrina “Manifest Destiny” (décadas de 1830 y 1840) proclamaba que los americanos del Norte tenían el derecho dado por Dios de subyugar todo el continente y extender sus “benevolentes” instituciones, sancionó el más brutal desprecio de los derechos de los otros pueblos, además de contener “una profunda arrogancia cultural y racial”. Las administraciones de Jackson y Polk extendieron el poderío de EEUU despojando a las tribus de sus tierras y expulsando a los indios hacia los desiertos del oeste. A su vez, Polk ordenó avanzar sobre las provincias del norte mexicano hasta California. El presidente Polk había ordenado la invasión de la capital misma de México.
Es obvio que Sarmiento estaba al tanto de las olas humanas que se lanzaban hacia el Oeste norteamericano y mediante una negación retórica reconoce la usurpación como establecida por la Providencia. Otro de los aspectos que apenas tocó es el de los negros. Tiene 2 comentarios: 1. se nota que no los consideraba “americanos” así hubieran nacido en América y fueran libres. Teme que la emancipación de la raza negra cause la muerte de la civilización norteamericana. 2. se pregunta “¿dónde irían 4 millones de libertos?” en caso de producirse la emancipación. Aunque se civilicen, siempre serán atrasados; en consecuencia sólo hay dos opciones: 1. el norte y el sur permanecen unidos y eso causa la guerra racial con el consecuente exterminio de una de las 2 razas; 2. el norte y el sur se separan como 2 naciones independientes. Corolarios y conclusiones.
- El abandono por parte de su autor de las parrafadas líricas, literarias y poéticas, o las sátiras o comparaciones críticas sobre Argentina. -El profundo sentido de madurez, que hizo posible sus descubrimientos ideológicos; madurez frente al entorno que lo caracterizará en adelante. 2 años y 4 meses de peregrinación por el mundo es una riqueza de tiempo de la que no muchos seres humanos pueden disponer. Este componente temporal por sí solo es ya sumamente valioso. A su vez, el componente espacial es muy significativo. Los países que eligió para desarrollar su estudio, el contorno geográfico y el tiempo que dedicó a cada uno poseen una importancia decisiva. -Que haya descubierto la importancia futura de EEUU cuando sólo era una costa atlántica compuesta por 2 naciones esencialmente diferentes en todo sentido, al borde una guerra total.
Adolfo Prieto, “Domingo F. Sarmiento” Las dos cartas que Sarmiento enviara a Alberdi dese San Juan, en enero y en julio de 1836 contienen más información y abren un campo de lectura más amplio de lo que el estricto contenido de ambas supone. No fueron escritas por Sarmiento, sostiene Leopoldo Lugones. La carta fechada en San Juan en enero se reducía a solicitar la atención de Alberdi sobre un poema escrito por el remitente y agregado a la misiva. Sarmiento no dice si Alberdi llegó a advertir, en el diseño o en alguna de las articulaciones del poema que había sometido a su juicio, el anticipo de esa disposición a plegarse a la empresa de constituir una literatura nacional. Y debe suponerse que no llegó a advertirlo, interesado como estaba en discutir en primera instancia la mera idoneidad del lenguaje poético. Viaje a Valparaíso, publicado en tres entregas de “El mercurio” en septiembre de 1841. La geografía es chilena, la nacionalidad declarada por el narrador es la chilena, y el ritmo narrativo, al servicio de los efectos paródicos, es el de los cuadros de costumbres de Larra. La literatura de viajes como género es el verdadero sujeto del artículo, y el desarrollo de cada una de las secuencias del corto itinerario que separa las ciudades de Santiago de Chile y Valparaíso. “Leía, por ejemplo, esta mañana en dicha mi obra favorita: San Juan de la frontera, ciudad de Chiquito en Chile, cerca del lago Guanacho…”. El fraguado disparate le facilita burlarse de los buenos europeos que publicaban libros tan llenos de luces y de instrucción. Y la precisa elección de la ciudad para ilustrar los errores del diccionario le da la oportunidad de dirigirse al lector para que corrija por sí mismo los errores de la cita; y para que, en el mismo proceso, al reconocer a San Juan como la ciudad natal de Sarmiento, se reconozca la verdadera identidad del narrador.
Este modo de adjudicar a la experiencia de un narrador confeso de frecuentar la literatura de viajes contemporánea las desencantadas correcciones a la tipología consagrada por esa misma literatura presupone, a su vez, un modelo. Y no extraña que en un punto del camino, cuando el narrador divisa unos molinos de viento a lo lejos, recuerde a Cervantes. Pero parodia por parodia, la frecuentación de la literatura de viajeros no absorbió el seso del narrador, como lo hizo la de caballería con el hidalgo. Le dio perspectiva crítica, todo lo acerada y burlona que se quiera, pero respetuosa al mismo tiempo, como para distinguir las posibilidades abiertas por el género. Entre esas posibilidades, 3 por lo menos aparecen exploradas en los artículos publicados por “El Mercurio” de Santiago de Chile. Una de ellas es la del rol protagónico indiscutido que el viajero juega en la relación de sus viajes. Otra es la de mirar el mundo, en cualesquiera de sus dimensiones, desde la perspectiva privilegiada que asume el viajero. La última es la de valorar estéticamente el paisaje, a condición de que este gesto valorativo se acompañe de la debida reflexión utilitaria. En la fusión intermitente del discurso que sirve a un designio político con el discurso que sirve a un designio literario residen la fascinación, la incomodidad y la consternación con que alternativa o simultáneamente fueron y continúan siendo leídas muchas de las páginas de Facundo. Ambos discursos reclaman su intencionalidad autónoma y, cuando lo hacen, es el discurso político el que exhibe la transitoriedad de sus signos. En las vísperas de la redacción de Facundo en Europa, la tendencia a considerar la geografía como teatro de la historia, trabajando sobre sugerencias de Vico había desembocado en las formulaciones prescriptivas y metodológicas de Hegel. No era necesario que Sarmiento tuviera conocimiento directo de esta o de otras laboriosas construcciones fundadas en las relaciones de historia y geografía, para diseñar y titular al capítulo inicial de su escrito “Aspecto físico de la República Argentina y caracteres, hábitos e ideas que engendra”. Bastaba, muy probablemente, su conocimiento de algunos de los textos de los grandes viajeros contemporáneos que estaban en las sustancias de esas construcciones: Humboldt, entre todos, convenientemente citado en el encabezamiento del mismo capítulo. Con el desarrollo de este germen de positivismo, tan frecuentemente mencionado por los críticos, Sarmiento tendría que haber evitado las efusiones sentimentales y las estimaciones estéticas en su descripción del escenario físico del país; tendría que haber caracterizado al hablante de los desiertos interiores en función de la uniformidad de la fisonomía del desierto, de los hábitos dictadas por la soledad, el aislamiento y la vida a la intemperie. En su sistema de apelaciones simultáneas, este desarrollo, sin embargo, no pudo sino admitir la interpolación regular de las efusiones y las estimaciones consagradas en los textos de Humboldt y en los de algunos viajeros ingleses que siguieron sus preceptos mientras registraban sus impresiones del país. Un lugar común en la crítica y en los comentarios escolares del texto de Sarmiento consiste en destacar, admirativamente, la circunstancia de que éste no tenía conocimiento directo de la franja central y oriental de la llanura pampeana en el momento de describirla. La pampa es el escenario y la matriz del singularísimo sistema social representado por el gaucho. Al hacer confluir ambas perspectivas, Sarmiento no tarda en advertir en esa confluencia las posibilidades de un tratamiento literario autónomo. El que las citas de Fenimore Cooper precedan a las de Echeverría en la presentación del capítulo segundo de Facundo y el que entre todas cubran el vacío de cualquier referencia a Alberdi no corrigen el alcance y el significado de estos términos. Obsesionado por el fenómeno de la constitución de los campos de lectura, calculando, midiendo, creando entre el patetismo y el humor su propia audiencia, comparando incesantemente la dimensión de las ajenas, un éxito de público en Europa equivalía para Sarmiento a la más alta consagración a que podía aspirar un escritor del mundo civilizado.
Que Cooper hubiera logrado esa consagración con un corto número de novelas y que dos de esas novelas, El último mohicano y La pradera permitieran analogías con las modalidades de la vida pastoril en Argentina, se proponía como una combinación de atractivos irrenunciables en las circunstancias y en el contexto en los que Sarmiento decidía sus opciones de escritor. Con este juicio y con la aplicación de algunos paralelos extraídos de sus novelas, Sarmiento resolvía sus fantasías de identificación con un escritor reconocido en los círculos literarios de Europa. Al singularizar la figura del viajero en el centro de la escena, singulariza la perspectiva desde la que se ordena la presentación de imágenes de la pampa. Poesía culta, de la ciudad vs. Poesía popular del gaucho. La intencionada analogía del cantor con el bardo de la Edad Media y el modo de medirla le permiten a Sarmiento, por una parte reforzar la función de receptor, procesador y transmisor de acontecimientos colectivos que atribuye al primero; por otra, le permite idealizar al personaje con el mismo trazo con que señala su necesaria desaparición.