¿Mediar una feria de arte? Manual (en proceso) de mediadores para mediadores -Snyder Moreno Martín
Las presentes líneas surgen de laboratorios para mediadores que he desarrollado durante tres ediciones de la Feria de Arte de Bogotá ARTBO. En estos espacios compartimos nuestras experiencias al trabajar con públicos en el marco ferial. Vi necesario compilar estos aprendizajes en un texto, a manera de manual de consejos de mediadores para mediadores, con el fin de que puedan serle útiles a otras personas que en algún momento compartirán las mismas angustias, intereses e inquietudes que nosotrxs.
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La feria es un organismo vivo de gran intensidad y con una vida muy corta. En un laboratorio de mediación, definimos que una feria de arte se caracteriza por ser "Caótica, rápida e intensa", esta temporalidad dinámica, cambiante y acelerada es muy diferente a la de un museo o una galería y es indispensable tenerla en cuenta. Muy posiblemente un mediador pueda concebir con mucho detalle un recorrido, realizarlo una vez, y al intentarlo por segunda vez, puede encontrarse con que las obras de las cuales pensaba conversar han sido vendidas y, por consiguiente, removidas. Incluso, faltando pocos minutos antes de cerrar la feria, cuando todo el equipo se encuentre en su mayor momento de cansancio, puede llegar un grupo de 120 personas interesadas en tomar una visita, puede suceder. Así no queramos hacer una visita, recordemos que hay una conversación esperando por nosotros, una persona con quien se puede generar un intercambio valioso. Sí, hay que prepararnos para Io imprevisible. Por Io tanto, el proceso de formación de Ixs mediadores -No me gusta la palabra formación, preferiría (de)formación o sencillamente aprendizaje- necesita ser consciente de estas transformaciones. Por lo tanto, gran parte del trabajo de aprendizaje ha de ser de carácter introspectivo, afectivo y personal.
Los públicos pueden ser de todo, menos homogéneos Los públicos de una feria de arte pueden ser de todo, menos homogéneos. Hay que estar preparado para conversar con: Estudiantes de colegio coquetos, estudiantes que hacen bulling, estudiantes a los que les hacen bulling, grupos de familias, niños obligados a ir por sus profesores, empresarixs obligados a ir por sus jefes, damas de la alta sociedad, influencers que quieren sacarse una selfie contigo, personas hurañas, personas muy amables, personas de la tercera edad que quieren hablar y hablar y continuar hablando, personas silenciosas, personas en sillas de ruedas, grupos de distintos orígenes (étnicos, sociales, etc.), compradores en busca de algo llamativo y de colores, artistas jóvenes con ganas de criticarlo todo, extranjeros que necesitan sugerencias de restaurantes, personas generosas, personas que no dan ni las gracias, parejas de novios, amigos impresionándose mutuamente y con intenciones de ser novios, etc. Hay que ser muy hábil en hallar los verdaderos intereses de cada persona. Quitándose los prejuicios Para entablar un diálogo es necesario dejar de lado los prejuicios, pues ellos nos impiden entregarnos realmente a la experiencia. Ni todos los galeristas y coleccionistas son arrogantes, ni todos los grupos de familias son desconocedoras de las dinámicas del arte. Por ejemplo, en varios escenarios hay un prejuicio hacia los coleccionistas, dejando de lado que suelen ser personas conocedoras, interesadas y que realmente investigan sus adquisiciones, personas con las cuales es posible intercambiar saberes y, por consiguiente, aprender.
Es claro que una feria de arte suele ser un ambiente elitista, especialmente en los países donde hay una gran desigualdad social, no obstante, siempre hay estrategias para hacer de éstos, escenarios más democráticos. Y la mediación tiene mucho que decir al respecto, hay una clara responsabilidad en este sentido. Un mediador no es un asesor de compras En muchas ocasiones, los coleccionistas pueden acercarse a solicitar recorridos por determinadas galerías, incluso, pidiendo sugerencias sobre posibles compras, ante esta situación es importante entendernos como mediadores entre el público (sus expectativas) y el ambiente ferial. Así, el objetivo es generar conocimiento y cuestionamientos desde los contenidos expuestos. Por ejemplo: Si el/la coleccionista está interesada en una obra de arte cinético, en vez de propiciar la compra de una determinada pieza, se podría indagar sobre su interés, quizás conversar sobre la historia del arte cinético, posicionándolo en el panorama latinoamericano y recorriendo por la feria algunos de sus exponentes. De esta manera, el posible comprador tendrá más argumentos para tomar una decisión a la hora de comprar y el mediador seguirá propiciando espacios de construcción de conocimiento. Se trata de no olvidar cuál es la verdadera función de la mediación. A propósito, un mediador no es un niñero, ni la persona encargada de llevar las maletas y las bolsas de compras, ni un adulador de los conocimientos de otros, pareciera ser evidente, pero en muchas ocasiones los papeles se confunden, y es importante recodar Io fundamental.
Volver al centro Si algo aprendí en mis clases de performance y danza es la importancia de volver al centro, de entender que los movimientos pueden ser tan prolongados y acelerados como se quiera, sin embargo, es importante tener un lugar a donde volver, de lo contrario, uno podría desestabilizarse y perderse del todo, y esto también aplica a la vida diaria: es importante recordar Io esencial. Hay que estar abierto a la inestabilidad, claro, el vértigo es FUNDAMENTAL, pero no hay que olvidar el centro.
Yo no sé nada de esto, pero quiero aprender La dimensión de una feria de arte no puede ser comparada con la de la mayoría de los museos. Suelen ser grandes espacios donde cohabitan decenas de microcosmos llamados galerías -cada una con su propia historia-, en las que participan centenas de artistas -cada uno con su propia trayectoria y narrativa-, y miles de piezas -cada una con su contexto específico-. Es bastante información, imposible de aprehender al mismo tiempo. Así que tranquilxs, no saber datos específicos está bien. Lo importante es la sinceridad, y seguir adelante. Decir “no sé” siempre es una posibilidad.
El arte tiene la posibilidad de abrir lecturas, de desatar conversaciones y de generar ideas colectivas, de eso también se trata la mediación, de un acto de construir entre todos, no necesariamente de generar consensos, pero sí de poner de manifiesto la multiplicidad de perspectivas. Sacarse la mano de los bolsillos, enderezar la columna, mirar a los ojos y permitirse descubrir "No sé mucho de arte contemporáneo", "Tengo vacíos en historia del arte", "Le tengo miedo a los niños pequeños", son las frases que más recuerdo haber escuchado de mediadores. El aprender no se da en el marco de la comodidad, es justo cuando traspasamos este límite que nos aventuramos a Io desconocido y, por consiguiente, a la posibilidad de descubrir y de sorprendernos. Asumir riesgos es importante, pues al final, no solo se trabaja para una institución, sino para uno mismo, para la posibilidad de aprender sobre uno mismo. Al respecto, es importante ser consiente del cuerpo, de los modismos, de las posturas adquiridas, para luego poder movilizarlas y transformarse. Sacarse la mano de los bolsillos, enderezar la columna, mirar a los ojos y permitirse descubrir. Así, el proceso de formación no se termina con la inauguración, hay que seguir estudiando(se), investigando(se) constantemente, cada día.
Keep calm y continúa mediando No todo es un mar de alegría y aprendizaje mutuo. A veces se tienen mediaciones difíciles que generan rabia o malhumor, es importante tomarse una pausa para Iiberar tensiones. ¿Qué necesito para sentirme mejor? ¿Salir a tomar aire? ¿Abrazar un árbol? Es fundamental pensar en los rituales propios para liberar energías. Una mala experiencia no puede ser la medida para un proceso extenso de semanas o meses, por el contrario, hay que aprender de ella para luego intentar repetir la menor cantidad de errores posibles. O sencillamente, a veces el clima no es el propicio: paciencia. Ni aflicción, ni auto-sabotaje, ni depresión, Keep calm y continúa mediando.
La pasión es fundamental Estrés, caos, dinero y arte no son una buena combinación, y en ocasiones, una feria de arte puede ser el escenario donde se desencadenan explosiones de rabia y llanto. Los mediadores no son un grupo de robots, son personas y todas las relaciones tienen que surgir del respeto mutuo. De hecho, es justo en la mediación donde el afecto y Io personal se ponen en juego, son elementos que potencian radicalmente la labor. No es lo mismo una persona que saluda, se presenta y está con buena disposición, a una persona que se muestra huraña, descortés y sin agrado por su trabajo. Aquí como en todos los espacios, la pasión es fundamental.
No tanta pasión por favor En ocasiones, podemos concentrarnos tanto en la visita, que podemos perder la noción del tiempo. Es claro que en una conversación donde hay empatía las cosas fluyen mucho mejor, sin embargo, hay que recordar que suelen haber muchas personas esperando por tener esa misma experiencia, y suele ser necesario poner límites de tiempo a las mediaciones. A propósito de pasión y respeto, es importante como mediadores, marcar límites ante situaciones incomodas o que rayen con el irrespeto, nuestro trabajo es mediar y no hay que ceder a todas las peticiones del público, a menos que sea nuestro interés, para ello hay tiempo luego del horario laboral. Mediar es también investigar Podemos procurar ser Io más horizontales posible, ello no nos exime de ser una figura de poder en el marco de una visita. Al momento de mediar, somos la cara de la institución ante el público, ello nos da una autoridad con la cual tenemos que jugar. El hecho de querer partir de los saberes de los visitantes, de querer ser Io más experimentales, disruptivos y/o anormales que queramos, no nos exime de investigar a fondo los temas tratados. Si bien, la mediación no es un acto conductista de transferencia de conocimiento, es importante investigar a fondo, así no utilicemos esos conocimientos en la visita. Mediar es también investigar.
No todo son ventas Aunque se crea que el centro principal de una feria es vender, aunque con el pasar de las horas y los días, se vean galeristas preocupados y angustiados por las ventas. Recordemos que hay una multiplicidad de situaciones que suceden además de las transacciones con tarjetas de crédito. La posibilidad de mirar a los ojos a alguien mientras se conversa, la posibilidad de apasionarse con un tema y olvidarse del tiempo, el hecho de investigar y estudiar algo que a uno le gusta, incluso, el mismo hecho de compartir con los demás mediadores, que son personas con intereses similares a los de uno. Encontrar personas con los mismos intereses de uno, no es nada fácil. Aprovechen para disfrutar.
Todo tiene su final Y ante situaciones muy difíciles, recordemos, como decían Héctor Lavoe y Willie Colón: “Todo tiene su final” y en el caso de una feria de arte, afortunada y lamentablemente, dura tan solo unos pocos días. Al final, la pequeña burbuja se desinfla, no hay más booths, ni "invitados especiales", ni miradas de rechazo ni aceptación; quedan una serie de aprendizajes que, más que referirse a una feria o al campo
del arte, hablan de las relaciones, del comprender, aceptar, no aferrarse, buscar nuevas salidas… Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
*Agradezco a los grupos de mediadores con quienes compartí sentimientos y aprendizajes, gracias a ellos pude entender ciertas dinámicas, que procuré poner en palabras. Asimismo, agradezco a los grupos de mediación y al personal de la Feria que le ha apostado a este proceso durante los últimos años. Este "manual" sigue en construcción. *****
La mediación en una feria de arte
Se podría pensar que una feria de arte no es el ambiente propicio para un programa de mediación, debido a que sus dinámicas mercantiles no ofrecerían el escenario adecuado para que se desarrollen espacios fuera de estos intereses. Por el contrario, un programa de mediación interrumpiría el aparente verdadero objetivo de una feria: Vender. No obstante, por más que se traten de contextos enfocados en el mercado, no se puede obviar el hecho de que se está tratando con obras de arte, es decir, con objetos/experiencias que proponen una visión de mundo, y con ello, la posibilidad de generar espacios de construcción de conocimiento, de establecer diálogos y procesos de aprendizajes. En este sentido, la mediación resituaría la obra de arte a su lugar de generador de sentidos, adquiriendo una total pertinencia en el contexto ferial. Por Io tanto, parecería que los procesos de mediación entrarían en la cadena de formación de valor, es decir, dando a conocer ante Ixs coleccionistas las trayectorias de las galerías, Ixs artistas y sus obras. Esto es parcialmente cierto, ya que no necesariamente todos los visitantes de una Feria son coleccionistas; por el contrario, este tipo de eventos atraen a una gran multiplicidad de públicos. De hecho, las ferias de arte tienen una repercusión en términos urbanos, alterando las dinámicas de la ciudad: aumentan el número de visitantes extranjeros, movilizan distritos artísticos, aumentan la congestión en ciertas vías, etc. En esa medida, gran parte del público asumiría la feria como un evento de interés cultural y no necesariamente destinado a la compra/venta de obras de arte. Por consiguiente, la feria también tiene una responsabilidad en términos de ciudad. Ahora bien, la labor de la mediación no es exclusivamente un trabajo de conversación con diferentes públicos, su papel no es el de explicar y aclarar inquietudes, no es transmisión de conocimientos. La mediación, cuando realmente sucede con toda su potencia, adquiere espacios de crítica y disenso, generando lugar para el conflicto y la convivencia desde la pluralidad, y no necesariamente su objetivo es llegar a un tranquilo y pacífico acuerdo. ¿Es necesario un programa de mediación en una Feria?,¿Se puede generar valor desde el disenso?, ¿Es posible construir posiciones críticas en un marco institucional tan delimitado y esquemático como una feria de arte?
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